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Tu diálogo interno condiciona tus resultados

18 marzo, 2017/4 Comentarios/en Productividad /por Depro consultores

Si queremos mejorar nuestra productividad, nuestra manera de trabajar, si queremos ser más efectivos en cualquier aspecto de nuestra
vida, tendremos que realizar, sin duda, algunos cambios. Las modificaciones, los giros, pueden tener diferentes calados en nuestra
vida. Algunos tocarán nuestros hábitos, otros nuestras creencias, incluso tendremos que procurar modificar el modo de hablar con nosotros
mismos.

Nuestras creencias conforman la visión a través de la cual percibimos lo que nos rodea. Esto nos lleva a que nuestros pensamientos, las
conclusiones que saquemos a través de ellos, y la forma en la que dialoguemos con nosotros mismos, nos pueden llevar por el camino del
éxito o al del fracaso. Todo depende de cómo sea nuestro diálogo interno, y éste sólo depende de cada cual.

La conexión que se da entre las palabras, las emociones y las acciones es evidente. Nuestros pensamientos dan sentido y forma a todo lo que
ocurre a nuestro alrededor de forma que los traducimos, los expresamos e interpretamos mediante la palabra.

Todos llevamos puestas “unas gafas con las que vemos nuestra vida”. Esta forma de ver, estos cristales, están conformados en base a
nuestras experiencias, nuestras creencias y nuestras convicciones.

Y, seamos conscientes o no, se alojan en lo más profundo de nuestra personalidad y en la forma de ser de cada persona. Esto nos conduce a
que el diálogo que constantemente mantenemos con nosotros mismos influya de manera decisiva, con toda la carga de profundidad e
importancia que pueda tener este hecho, en las acciones que llevamos a cabo y que nos conducen por la vereda de la vida.

“La felicidad no es algo hecho. Proviene de tus propias acciones”


Dalai Lama.

Las palabras, y los sentimientos que conllevan, pueden ser positivas, alentadoras, gratificantes o, todo lo contrario, pueden ser nocivas, tóxicas,
desmotivantes, limitantes e incluso terroríficas; y que tengan un sentido u otro sólo depende de nuestros esquemas mentales, es decir, de
nosotros mismos y, al final, de cómo nos habituemos a expresarnos en nuestras conversaciones interiores.

Y esta es la buena noticia: al igual que con los hábitos, podemos también cambiar la forma de expresarnos en nuestro dialogo interno, podemos
cambiar los aspectos negativos de las palabras por otros no tan nocivos o que tengan un sentido positivista.

Existen estudios científicos sobre el impacto que determinadas palabras ocasionan en nuestra mente. Palabras como peligro, imposible o
miedo afectan a nuestro cuerpo e incrementan el nivel de estrés. Sin embargo, otras palabras como capaz, logro, valioso, alcanzar, producen el
efecto contrario.

No es lo mismo decirnos o pensar: “no puedo conseguir esto”, que: “hoy no tengo suficiente experiencia sobre esto, pero es una buena
oportunidad de cambiar, de crecer y de aprender algo nuevo e importante parta mi”

“Nunca verás el arcoíris si siempre estás mirando hacia abajo”


Charles Chaplin.

Incluso el simple hecho de cambiar una palabra por otra, puede llevar consigo un cambio importante en la percepción de la idea, y esto te
puede incluso acercar a ese objetivo que veías lejano o imposible para percibirlo como algo más asequible y cercano.

El cambiar la palabra “pero” por la “y” puede hacer variar nuestra percepción de una situación. “Quiero cenar con mi familia, pero debo
terminar este informe” es muy diferente de “quiero cenar con mi familia, y debo terminar este informe”. Con la palabra “pero” estoy creando
un conflicto entre los dos deseos y asignado mayor importancia a uno que al otro. Mientras que con la palabra “y” ese conflicto no existe y
estás dando una oportunidad a tu cerebro para que procese dos oportunidades, para que busque una solución que compatibilice ambas.

Lo mismo ocurre con “tengo” y con “quiero”. Si mi diálogo interno gira en torno a “tengo que buscar una solución a este problema”, parto de
la negatividad o incluso desde una sensación desagradable. Muy diferente es plantarme “quiero buscar una solución a este problema”, pues
desde esta posición estaré focalizando el deseo con el beneficio.

Simplemente el cambiar el orden de las palabras también puede hacer que nuestra percepción sea otra; “Lo intentaré, pero es difícil”
cambia completamente cuando me digo “es difícil, pero lo intentaré” y cambia aún más radicalmente cuando pienso “aunque es difícil, lo
intentaré”.

El problema aparece cuando tomamos como verdades absolutas percepciones relacionadas con otros momentos determinados y nos
olvidamos de que son imágenes que reflejan la manera en la que hemos aprendido a dialogar internamente.

“La gente positiva cambia el mundo, mientras que la negativa lo mantiene como está”
Anónimo.

Debemos determinar si nuestro proceder nos está sirviendo para enfrentarnos y superar los condicionamientos que se nos presentan o,
simplemente, nos están creando un mundo lleno de limitaciones.
Si somos conscientes de que se da esta última circunstancia, probemos a utilizar un lenguaje diferente, y es muy probable que caigamos en la
cuenta de que un problema no es tan difícil de resolver como parece, y que podemos tener más control sobre nuestra vida de lo que
realmente creemos.

Por supuesto, este trabajo de constante introspección nos va a acarrear un esfuerzo hasta que cambiemos la forma de llevar nuestro dialogo
interno. La cuestión a dilucidar es si queremos llegar a ser creadores y dueños de nuestra realidad y de nuestro destino o, por el contrario,
nos conformamos con lo que pensamos que puedes ser irremediable. Cada cual deberá elegir su forma y manera de hablar consigo mismo.
José Ignacio Azkue

Nuestras creencias determinan nuestra actitud y éstas


influyen en nuestra productividad y efectividad
15 octubre, 2016/10 Comentarios/en Productividad /por Depro consultores

No hay nada que determine e influya más en nuestra actitud, salvo los hábitos, que nuestras creencias. Y éstas son el resultado de lo que
vamos percibiendo y asumiendo como cierto a lo largo de nuestra vida.

En el momento en que nacemos, evidentemente, nuestro cerebro es como una piedra preciosa sin tallar y está libre de creencias. Es a través
del paso del tiempo, al igual que los hábitos, como las vamos adquiriendo.

En este camino de tallar nuestro cerebro, empiezan a actuar nuestros padres; cuando a través de sus creencias nos van educando, los maestros
siguen en la escuela, en nuestros estudios; antes o después nos influirán con las suyas nuestros amigos, la sociedad; incluso en el mundo laboral
las adquirimos, pero tampoco debemos olvidar que nuestras experiencias también van dando forma y reforzando nuestras creencias.
Como consecuencia, los humanos somos como pensamos, pensamos como creemos y creemos como nos enseñaron para, al final, actuar
como somos, pensamos y creemos.

Según la Wikipedia: “Una creencia es el estado de la mente en el que un individuo supone verdadero el conocimiento o la experiencia que
tiene acerca de un suceso o cosa; cuando se objetiviza, el contenido de la creencia presente una proposición lógica, y puede expresarse mediante
un enunciado lingüístico como afirmación”

Esta definición pone de manifiesto, entre otras cosas, la subjetividad que va implícita en el concepto de creencia. Es decir, que una persona
admita, afirme, asienta, dé crédito o muestre su conformidad respecto a algo no significa, ni mucho menos, que ese algo o esa idea sea
verdadera y, aunque lo será para esa persona o un grupo de personas, no tiene por qué ser una verdad universal.

De la misma manera, nos podemos encontrar a menudo con personas que expresan pareceres contrarios y difieren en algo, o sustancialmente,
sobre una misma idea o cuestión. Esta diversidad de pareceres sobre una misma cosa o pensamiento nos permite afirmar que toda creencia es
susceptible de ser revisada o cambiada y sustituida por otra, incluso, aunque sea contraria a la primera.

La cuestión fundamental es; ¿por qué las debemos de revisar? Y, en caso de que identifiquemos que nos están perjudicando en el
desarrollo de nuestro trabajo o incluso en nuestra vida, ¿podríamos y deberíamos moldear o modificar nuestras creencias?

Pues bien, lo debemos hacer por una sencilla, pero pocas veces identificada razón: somos lo que creemos y las creencias condicionan nuestra
forma de actuar. Para bien o para mal.

“Las cosas no se ven como son. Las vemos como somos”


Hilario Ascasubi.

Si tenemos en cuenta esta afirmación por otra parte verdadera, te has preguntado alguna vez: ¿Cómo eres?, ¿por qué eres cómo eres?, ¿cómo
te afecta tu forma de ser?

Las ideas en las que creemos y, por tanto, las que nos hacen ser y nos llevan a actuar como actuamos, tienen unas consecuencias muy claras
para nuestra productividad, efectividad o en cómo gestionamos nuestro trabajo, e incluso, por supuesto, sobre el resto de nuestra vida.
Unas veces serán positivas, pudiendo llegar esta influencia hasta la excelencia. Pero habrá otras en las que nuestro modo de actuar tenga
unos efectos que sean poco deseables e incluso negativos, y también habrá casos en los que influyan tan poderosamente que sus efectos, en
ocasiones, sean muy malos.

Por mi experiencia y por lo que veo, a la gente le cuesta reflexionar sobre estos términos y consecuencias, porque no se cuestiona que
partiendo de cómo se es, sí es posible poder llegar a ser mejor.

¿Y qué significa ser mejor? Pues si de efectividad y productividad hablamos, entenderíamos que podría ser:

 Tener mayor satisfacción y motivación con lo que se hace.


 Obtener mejores resultados.
 Que te guste más lo que haces.
 Que la gente: nuestros compañeros, jefes, subordinados o colaboradores, te aprecien más.
 Que realices tu trabajo de manera más relajada, con menos estrés y mayor calidad.
 Que te integres mejor en tu entorno.
 Que sepas manejar mejor las situaciones y los asuntos con los que tienes que lidiar.
 Y que, por tanto, puedas llegar a ser un referente en tu entorno de trabajo por lo que haces y cómo lo haces, es decir por tu
productividad y efectividad a la hora de hacer.

“Eres aquello en lo que piensas durante todo el día. También eres lo que te dices a ti mismo durante todo el día. Si dices que eres viejo y
estás cansado, ese mantra se manifestará en tu realidad externa. Si dices que eres débil y que te falta entusiasmo, así será también tu
mundo. Pero si dices que estás sano, que eres dinámico y estás plenamente vivo, tu vida se transformará. Las palabras tienen un poder
extraordinario” RobinSharma.

¿Tiene algún sentido buscar una mejoría cuando una persona, en realidad, está conforme con lo que es? Personalmente pienso que
muchas personas no intentan el cambio porque no ven las mejoras que podrían conseguir modificando sus creencias, y por consiguiente
corrigiendo su actitud.

Es como si tuvieran una venda en los ojos que les impidiera ver otra realidad distinta a la que conocen. Además, rechazan de plano toda
posibilidad de ver otras opciones. Sus creencias son tan fuertes y limitantes que rechazan todo cambio. Y lo veo de continuo en los debates
que provoco en mis seminarios.

Como ejemplo, cuando hablo de las interrupciones y pregunto: ¿qué nos interrumpe en nuestro trabajo y qué consecuencias tiene este
hecho? Las respuestas en general son siempre las mismas: El correo electrónico, el teléfono bien sea el fijo o el móvil, los jefes, los
compañeros, los clientes, etc. Saben qué les interrumpe, pero ni visualizan que esas interrupciones están basadas en actuaciones debidas a
ciertas creencias, ni las consecuencias de la interrupción.

Si a continuación les pregunto: ¿Qué hacéis con esos elementos que habéis identificado que os interrumpen y distraen en vuestro trabajo, con su
consiguiente repercusión en vuestra efectividad? La respuesta después de poner cara de extrañeza ante la pregunta es: nada. Es más, están
convencidos de que no deben hacer nada.

La actitud que toman, es decir no hacer nada ante elementos perturbadores, viene determinada por sus creencias. Basta con “tirarles un poco
de la lengua” para que éstas afloren: Es que me puede venir una urgencia, o una cosa importante, es que me puede enviar algo mi jefe, es que
puede que un cliente necesite urgentemente de algo, es que…

Basta con que oigamos un “es que” para veamos detrás una creencia. Y las que me han servido de ejemplo están muy extendidas en el
mundo laboral entre los trabajadores del conocimiento.

Hay que tratar de demostrarles, valorando antes cada caso individualmente ya que todas las responsabilidades no son iguales, que siendo como
son, yactuando según sus creencias, tienen más problemas que otros que actúan de diferente manera porque sus creencias son diferentes.
Hay que hacerles que se cuestionen cada una de estas creencias y sus consecuencias para el desarrollo de su trabajo y cómo pueden llegar a
hipotecar su productividad y efectividad.

¿Cómo podemos cambiarlas? Si queremos hacerlo deberemos identificar la creencia raíz. A continuación deberemos detallar cómo nos hace
actuar y luego evaluar las consecuencias de este desempeño, para finalizar determinando la conveniencia o no de modificar o cambiar esa
creencia para que nuestra actuación sea otra.

Si cambiar las creencias puede llegar a ser difícil, debemos saber que en general detrás de una de ellas, al menos si nos referimos a nuestro
trabajo, hay un hábito. Y éste cuesta mucho más cambiarlo.

Si eres reacio a mejorar tu forma de entender las cosas, porque siempre piensas que eres poseedor de la verdad y que tienes razón cuando
actúas como actúas, siento decirte que es muy probable que estés echando por la borda buena parte de tu productividad y eficacia, y esto
siempre tiene consecuencias para tu calidad de vida y para alcanzar mayores niveles de éxito.
José Ignacio Azkue

El poder de lo simple
http://marcaladiferencia.com/el-poder-de-lo-simple/

“Todo se reduce a realizar elecciones”


Leo Babauta

Lo simple como meta. Leo Babauta es un periodista conocido en el mundo de la productividad personal
por su excelente blog Zen habits (en inglés) y por haber creado una variante simplificada de GTD
llamada ZTD (Zen To Done). Aparte, es también el creador de Write to done, otra excelente página
(también en inglés, sorry), en esta ocasión para escritores, en el que participan diversos autores.

Casualmente, me encontré en una librería con “El poder de lo simple” en español y en edición de
bolsillo y, por supuesto, me lo compré al instante. Sabía que estaría bien y no me ha defraudado. De
hecho, se lee tan rápido que me lo he leído dos veces en un intervalo de cuatro meses. El libro habla
de simplificación (minimalismo), productividad (personal) y hábitos (zen), la efectiva mezcla que
siempre ha manejado Babauta.
El amigo Leo ha ido aprendiendo en carnes propias muchas de las cosas que explica. Consiguió dejar de fumar y correr varios
maratones y triatlones, perdió 20 kg y cambió de trabajo y de ciudad (de Guam a San Francisco, nada menos), todo ello sumado
a que tiene, creo, seis hijos. Lo anterior lo convierte, como mínimo, en una persona cualificada para contar su experiencia.
¿De qué va el libro?

La esencia del libro queda bien clara desde el primer momento cuando dice: “la simplicidad se resume en dos pasos: identificar
lo esencial y eliminar el resto”.

La primera parte se centra en desarrollar, lo que Leo Babauta denomina, los seis principios de la productividad simplificada:

 Establecer límites, porque hacer una enorme cantidad de cosas no es sinónimo de hacer algo significativo.
 Elegir lo esencial, porque si puedes identificar las necesidades, puedes eliminar casi todos los deseos, que no son
esenciales.
 Simplificar (o eliminar lo no esencial), porque ceñirse a lo esencial es algo que trae grandes beneficios a largo plazo.
 Enfocarse, porque la concentración es la herramienta más importante que tienes para ser eficiente.
 Construir hábitos, porque los hábitos generan mejoras duraderas.
 Empezar en pequeño, porque pequeños incrementos circunscriben la concentración, potencian la motivación, aseguran el
éxito y los cambios graduales son duraderos.

La segunda parte del libro está orientada a ver cómo funciona todo lo anterior en la práctica y se abordan temas como:

 Simplificar las metas y proyectos. Con dos técnicas muy interesantes: el sistema de la meta única y la lista
simplificada de proyectos.
 Simplificar las tareas. Donde destaco el concepto de TMI o Tareas Más Importantes, algo que se ha convertido en
fundamental para mí desde hace muchos años.
 Simplificar el manejo del tiempo. Donde se hace hincapié en el concepto de reducir antes de organizar.
Y algunos aspectos más prácticos y específicos como:
 Simplificar el correo electrónico, limitando el número de bandejas de entrada que manejamos, limitando el tiempo que
dedicamos al mismo o reduciendo el caudal de correos que gestionamos.
 Simplificar el tiempo que dedicamos a Internet. Haciendo visible el uso que hacemos de Internet y planificando
(después del conocimiento viene la conciencia) cómo trabajar desconectados y mantenernos alejados de las distracciones.
 Simplificar nuestro sistema de archivado. Potenciando el uso de la papelera y de la tecla “Supr” antes de construir un
archivo efectivo.
 Simplificar nuestros compromisos. Eliminar los compromisos no esenciales resulta decisivo (saber decir no) ya que nos
dejará mucho tiempo libre, disminuirá nuestro nivel de estrés y nos permitirá concentrarnos en lo esencial.
 Simplificar nuestra rutina diaria. Haciendo especial énfasis en las rutinas matinales y nocturnas y la fijación de hábitos
de contrastada excelencia y eficacia.
 Simplificar nuestro espacio de trabajo. Enfocándose en el orden físico, con frecuencia reflejo del orden mental, de
nuestra mesa de trabajo, archivo, hogar, etc.
 Simplificar nuestro ritmo. Toda una declaración de principios sobre la necesidad de aminorar la marcha, desacelerar para
ir más rápido. Un tema muy interesante que también traté en Elogio de la lentitud.
 Simplificar la salud y la buena condición física. No sólo como medida preventiva sino, más bien, como medida
potenciadora de un buen estado de ánimo y de una alta carga de nuestras baterías vitales.

Y, por si lo anterior no fuese suficiente, un interesante último capítulo dedicado a la motivación, a entenderla, a aprender a
motivarnos a nosotros mismos y a mantener dicha motivación a lo largo del tiempo.

En definitiva, “El poder de lo simple” de Leo Babauta es un libro que no defrauda, que se lee fácil (son 250 páginas en la edición
de bolsillo con una tipografía bastante grande) y que es una excelente base para la reflexión ya que toca muchos de los temas
sobre los que se asienta la productividad personal o la gestión de la atención.

Sigo aprendiendo. Como dice Leo Babauta:

Fallar no es tan importante como volver a comenzar tras un fracaso y continuar durante mucho tiempo

"Nunca te doblegues al primer fracaso, ni al primer comentario malo que te hagan... Porque no son ellos los que te derrumban un
sueño, sino tú mismo". -Elvis Presley
Desahogarse
https://www.ferranramoncortes.com/single-post/2016/07/03/Desahogarse
July 3, 2016

Estaba hace unos años en una conferencia del Psiquiatra Luís Rojas Marcos cuando alguien le preguntó:

- Doctor, ¿es bueno desahogarse?

Él le respondió:

- Claro, si la propia palabra lo dice: es dejar de ahogarse.

Desahogarse es algo que tenemos que hacer de vez en cuando porque es bueno para nuestro ánimo. Pero para que funcione
bien tiene que cumplir tres sencillas normas:

La primera: No elijas para desahogarte alguien que tiene un vínculo emocional con lo que le vas a contar, porque si lo haces le
traspasarás un gran peso emocional. Si he tenido un problema con mi hermano, y me desahogo con mi madre (que es también la
suya), lo que estaré haciendo es cargarla a ella con el peso de esa emoción.

La segunda: Avisa de que te estás desahogando, y de que esta es tu única intención. Por que si no, la otra persona puede
pensar que tiene que hacer algo con lo que le estás contando, y vas a traspasarle una preocupación.

La tercera: no te desahogues siempre con la misma persona. Las relaciones necesitan un balance sano de actos de
comunicación. Si voy con mis problemas siempre a la misma persona, y sólo voy con eso, voy a saturarla, y esa relación se
resentirá tarde o temprano.

Dejemos de ahogarnos siempre que lo necesitemos, pero avisemos al otro, y vayamos cambiando de hombro, no sea que
acaben huyendo de nosotros al vernos por el pasillo.

¿Qué aporta la productividad personal a tu organización? (I)


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i/?utm_content=buffere18b7&utm_medium=social&utm_source=facebook.com&utm_campaign=buffer
11/09/2017 Productividad

“Sé regular y ordenado en tu vida, para que puedas ser apasionado y original en tu trabajo“
Gustave Flaubert

No existe un sistema de productividad personal, extensible a una organización o equipo. Al menos, no formalmente. Es algo
interesante sobre lo que llevo tiempo pensando. He visto cosas aplicables en las metodologías ágiles, como SCRUM, pero nadie
se ha atrevido a enunciar un sistema a nivel organizativo.

Sea como fuere, si las empresas simplemente potenciasen la implantación de un sistema de productividad personal entre sus
empleados, sería suficiente para ver una mejora importante.

Describo a continuación algunos efectos grupales observados en equipos u organizaciones, que se han interesado por
implementar un sistema como GTD o buenas prácticas de productividad aisladas.

A ver si alguno de nuestros directivos se interesa y recoge el guante:

1. La organización podría motivar mejor a sus empleados

GTD persigue, en última instancia, que tú, como individuo, tengas claras tus metas y orientes tus acciones a su consecución, de
la mejor manera posible.

Las teorías de motivación dicen que es imposible motivar a un empleado si sus metas son contrarias a las metas de la
organización en la que trabaja.

Conocer las metas de la organización, y que sus trabajadores sean conscientes de las suyas, nos permitiría alinearlas y, por
tanto, motivarlos. GTD aporta individuos “maduros”. Se requieren organizaciones al mismo nivel de madurez.

2. La organización mejoraría en estrategia y sentido

No debemos confundir productividad con gestión del tiempo pero, lo cierto, es que, a los pocos días de aplicar GTD, aunque sea
en su nivel más bajo (control), como trabajador, vas a estar ganando tiempo.
Tener más tiempo, implica poder pensar. Levantar la cabeza antes de centrar el balón, nos permitirá ver si hay algún compañero
libre que marque gol. En toda organización necesitamos gente que haga y gente que piense, o momentos diferenciados para
ambas cosas. Sin pensamiento, no hay perspectiva (misión, visión, valores, metas, objetivos, proyectos), ni personal ni
empresarial.

Se reducirían el número de las organizaciones que van como pollos sin cabeza, a todos los niveles.

3. La organización optimizaría sus reuniones y recursos

Las técnicas de productividad van a llevarte a mejorar, en concreto, las reuniones, en los siguientes aspectos:

 Te vas a cuestionar, si la reunión es realmente necesaria, o si no hay otro medio, más económico (en recursos), de
resolver el problema que nos ocupa.
 Te vas a cuestionar, si todos los asistentes van a tener un papel activo en la reunión.
 Te vas a cuestionar, la duración de las reuniones, siendo consciente que a partir de la hora, la atención cae en picado.
 Te vas a cuestionar, la necesidad de liderazgo en las reuniones, lo que conlleva: preparación y estudio de datos previos,
puntualidad para empezar y finalizar y el establecimiento de dinámicas de participación (como por ejemplo, los seis
sombreros de De Bono).
 Por último, y lo más importante, te vas a asegurar que de toda reunión se deriven una serie de acciones siguientes, y
quienes las llevarán a cabo (entrarán en sus respectivos sistemas GTD personales).

Todo lo anterior se traducirá en una mayor efectividad y optimización de los recursos (nos asustaríamos si tradujésemos esto en
dinero).

4. La organización mejoraría su comunicación interna

El mero hecho de convertir todo los emails en “accionables”, es decir, cambiar el asunto de los mismos para identificar
exactamente qué hay que hacer o qué estamos solicitando que nuestro compañero haga por nosotros, supondrá toda una mini-
revolución.

Si a lo anterior le sumamos algunas medidas, como plantearnos el canal de comunicación adecuado para interrumpir menos a
mis compañeros (email, teléfono o presencial), minimizar la gente que va en copia de los correos, esbozar notas con los puntos
principales antes de hacer una llamada de teléfono, etc. ¡Todo mejorará!

La productividad personal produce un efecto de egoísmo solidario, que consiste en no hacer a mis compañeros lo que no me
gustaría que ellos me hiciesen a mí.

5. La organización permitiría la creatividad y la innovación

Hay quien cree que aplicar un sistema como GTD implica que todo se vuelva “cuadriculado”. El efecto es el contrario. Cuando es
completamente imposible que surja algo creativo, es cuando estás asfixiado por las urgencias diarias y no tienes posibilidad de
tomarte el más mínimo respiro.

Eso sí, GTD, por sí mismo, te proporcionará únicamente las condiciones de que crezca la creatividad y se produzca la
innovación, pero ambos aspectos deben ser trabajados mediante técnicas específicas. Sea como fuere, el “tiempo de calidad” es
la semilla necesaria para la creatividad.

6. La organización sería un vivero de proyectos

En GTD, cualquier cosa que signifique más de una acción, es considerada un proyecto. GTD propone el proceso de planificación
natural para gestionar estos proyectos. Con ello, tenemos que, cualquier persona, ocupe el cargo que ocupe, se va familiarizando
con la gestión de un proyecto.

Si bien la manera propuesta por GTD para gestionar un proyecto es básica, ésta puede complicarse tanto como queramos e
incluso encajarla dentro de una gestión de proyectos profesional.

¿Qué aporta la productividad personal a tu organización? (y II)


http://marcaladiferencia.com/que-aporta-la-productividad-personal-a-tu-organizacion-y-
ii/?utm_content=buffer0126e&utm_medium=social&utm_source=facebook.com&utm_campaign=buffer
18/09/2017 Productividad

“Yo hago lo que usted no puede, y usted hace lo que yo no puedo. Juntos, podemos hacer grandes cosas“
Madre Teresa de Calcuta
7. La organización fomentaría la responsabilidad individual

GTD te obliga a pensar en cuáles son tus áreas de responsabilidad (personales y profesionales) dentro de los horizontes de
enfoque. Aclarar estas áreas, en lo profesional, sólo puede ser beneficioso para ti y para tu empresa. Eso te va a permitir
consensuar tus puntos de mejora, o determinar dónde deben exigirte responsabilidades y dónde no.

GTD también potencia la coherencia profesional, ya que todos los proyectos profesionales en los que estés inmerso deberían
caer dentro de algunas de estas áreas. En cierto modo, GTD a nivel corporativo, viene a cubrir, de otra forma, carencias que los
planes de evaluación del desempeño, etc., han venido demostrando desde hace años.

La responsabilidad individual y la coherencia son claves en un sistema como GTD.

8. La organización mejoraría en tiempos de respuesta

Puedo asegurarte que la implementación de GTD unilateralmente, por sí misma, ya mejora los tiempos de respuesta.
Las revisiones diarias (o con la frecuencia que necesites) de tu bandeja de acciones “delegadas”, derivará en un seguimiento
metódico de las tareas que provocará respuestas (o a veces refunfuños y comentarios del tipo “ya está el pesao éste..”).

Sin GTD, muchas de estas tareas se perdían en el limbo o quedaban en tierra de nadie, al ser varias personas a las que se las
dirigía y nadie las asumía. Las revisiones diarias y semanales son un “seguro anti-olvido” y una manera de corregir errores en la
asignación de tareas.

Lo que no puede medirse no existe y lo que no puede perseguirse cae en el olvido.

9. La organización apoyaría la conciliación laboral

Para David Allen, creador de GTD, trabajo es “todo aquello que quieras hacer que todavía no has hecho”. GTD, por tanto,
propone la integración en tu sistema, de actividades personales y profesionales. No las diferencia.

El uso de GTD, a nivel global en una organización, podría ser un paso sumamente interesante para flexibilizar la manera de
conseguir objetivos personales y profesionales, y empezar a evaluar el trabajo por los objetivos conseguidos, y no por el tiempo
que pasamos calentando silla, sin prueba evidente de que consigamos nada.

GTD persigue la consecución de objetivos de calidad, el qué por encima del cómo.

10. La organización fomentaría el trabajo en equipo

GTD promueve el trabajo en equipo mediante el uso de listas de delegación. Las listas de delegación no son listas de encargos
del jefe sino listas de acciones que no puedo hacer yo, y otro debe hacer por mí.

Si estas listas fueran elementos habituales, los tipos de acción contenidas en las mismas podrían ser perfectamente negociados
entre los intervinientes.

Individuos con responsabilidades claras, flexibles y dinámicos son la base de los buenos equipos.

11. La organización gestionaría mejor su conocimiento

La gestión del conocimiento puede comenzar a ser implementada mediante listas de control o checklist, donde se describan las
tareas a realizar para obtener un resultado determinado. Estas listas, una vez confeccionadas, pueden ser intercambiables entre
personas diferentes que requieran hacer una determinada tarea.

Fomentar la transparencia y hacer que los resultados no dependan de personas que se niegan a compartir el conocimiento,
mejorará nuestra empresa y nos evitará algún que otro disgusto serio.

Compartir el conocimiento reducirá las dependencias de determinados individuos y la insolidaridad en la organización.

12. La organización sería productiva

Hoy en día, en cualquier puesto de trabajo, la eficacia se da por sobreentendida. Lo que marca la diferencia es la eficiencia. La
productividad personal aporta un plus a la eficiencia. Ser productivo no es sólo hacer muchas cosas con los mínimos
recursos (eficiencia); ser productivo es hacer las cosas que más aportan para la consecución de tus objetivos.

Podríamos decir que ser eficaz es hacer las cosas, ser eficiente es hacer bien las cosas y ser productivo es hacer bien las cosas
correctas.

La productividad personal es la suma del control y de la perspectiva: el control nos permite hacer más cosas, la perspectiva
nos indica qué cosas hacer.
No me cabe la menor duda de que, individuos productivos nos llevan a una organización productiva, con una mayor conciencia y,
por ende, unas posibilidades mucho mayores de mejorarse a sí misma, día a día.

Personajes improductivos (I): el pesado, el listillo, el inseguro y el quejica


21/08/2017 Opinion, Productividad

Durante tu vida laboral te vas a encontrar con estos personajes en repetidas ocasiones. Algunos resultan más tóxicos
que improductivos. En cualquier caso un ambiente tóxico es el caldo de cultivo ideal para la total ineficiencia laboral.
Conocerlos es la base para vencerlos:

1. El pesado o brasas

El pesado tiene la rara habilidad de pillarte siempre en el peor momento. No suele aparecer en la máquina de café o cuando
tienes un rato libre, no. Cuando más liado estés, aparecerá el pesado. Si es de género masculino te hablará de la increíble juerga
que se corrió el pasado fin de semana con sus amigotes, si es de género femenino te recomendará un balneario en la costa cuyo
circuito, que incluye chocolaterapia, está tirado de precio y es un sueño hecho realidad. Curiosamente el pesado es un ser
estacional, así que sus conversaciones irán de novias, bodas, pisos, niños, divorcios, etc. en función de la etapa vital por la que
atraviese.

Partiendo de la base de que todas estas cosas te importan un comino, debes diseñar estrategias de huida con anticipación. Si
además, el pesado es un superior jerárquico debes tener en cuenta que la socorrida táctica de “poner pies en polvorosa” va a
tener excesiva visibilidad. Yo tengo grabada una autollamada al móvil, con voz grabada y todo, para este tipo de situaciones.
Ten en cuenta que el pesado carece de la percepción necesaria para darse cuenta del engaño. Sólo busca una víctima a la que
paralizar con su cháchara. En el fondo lo que dice no le interesa ni a él. Huye de uno de los mayores ladrones de tiempo
conocidos por la humanidad.

2. El sabelotodo o listillo de los cojones

Si tienes un sabelotodo a tu alrededor cuida muy mucho los comentarios que haces. Si se te ocurre comentar un artículo que
leíste en voz alta ¡ya la has jodido! El sabelotodo caerá sobre ti y te soltará una soflama sobre él (o un compañero que tuvo en un
trabajo anterior) al que le pasó eso. Da igual lo que sea “eso”. Si hablas de la congelación de las tuberías del transiberiano, el
sabelotodo tendrá un conocido que trabajó allí.

El sabelotodo va a decir lo que tenga que decir, pase lo que pase, por lo que la estrategia correcta frente a él es no darle pie. No
caigas en un error de principiante frente a un sabelotodo como es discutir con él. Por mucho que domines del tema y te des
cuenta de que él no tiene ni idea debes tragarte tu orgullo y seguir a lo tuyo o entrarás es una espiral sin fin.

Conozco casos de gente que ha recurrido a los mails o el whatsapp para comunicarse con su compañero de la mesa de al lado
simplemente para zafar de algún sabelotodo en las proximidades. No te confíes, aunque parezca que están trabajando, saltarán
como un resorte en cuanto saques cualquier tema.

3. El inseguro o pobrecito

El inseguro es un ser que produce empatía y que despertará en ti, casi seguro, un inevitable sentimiento de ternura. El problema
es que si te apiadas de un inseguro puedes acabar haciéndole su trabajo. Un inseguro puede repetir diez veces sin inmutarse la
misma pregunta si la respuesta que le estás dando implica que haga algo que le saque de su zona de confort que es, por otro
lado, más diminuta que la casa de David el Gnomo.

El inseguro lee varias veces el mismo mail antes de preguntar, pregunta varias veces antes de hacer nada y habitualmente no
hace nada ya que entre lecturas y preguntas no le queda tiempo para la parte operativa. Cualquier tema que creías finiquitado
resucitará a la más mínima duda para tu desesperación y su “deleite”. Prepárate a vivir tu particular día de la marmota.

Un inseguro es incapaz de comunicar, no ya malas noticias, sino cualquier tipo de límites o términos y condiciones de un servicio.
Como el proceso de maduración humana suele llevar toda una vida, te aconsejo que lo cambies de área (o cambies tú) ya que
intentar cambiar su carácter suele resultar infructuoso.

4. El quejica o pitufo gruñón

Una especie sumamente peligrosa que suele venir con una nube negra sobre su cabeza. Se pasa todo el día quejándose de lo
mal que funciona todo. Tiene una nula capacidad autocrítica. Tras un par de conversaciones con ellos acabas sintiendo que debe
estarse mejor en el frente afgano que en tu trabajo.

El quejica produce un ambiente tóxico sobre todo si encuentra “víctimas” que se unan a la fiesta del lamento y el quebranto
continuo. Habitualmente no faltan candidatos. Si mezclamos quejas y envidias tenemos el hábitat natural para el rencor, que
puede llegar a producir diferencias irreconciliables entre los antaño compañeros.
El quejica jamás propone soluciones, sólo escucharás quejas. Suele ser victimista y, para combatirle, no queda más remedio que
ponerle en evidencia exigiéndole sugerencias de mejora y participación en la implementación de las mismas. Lo normal es que
rehuya el reto o que, mientras se ocupa de la mejoras, al menos, esté callado.

Personajes improductivos (II): el pelota, el irresponsable, el veterano y el inepto.


28/08/2017 Opinion, Productividad

Durante tu vida laboral te vas a encontrar con estos personajes en repetidas ocasiones. Algunos resultan más tóxicos
que improductivos. En cualquier caso un ambiente tóxico es el caldo de cultivo ideal para la total ineficiencia laboral.
Conocerlos es la base para vencerlos:

5. El pelota o manipulador

El pelota es un personaje sibilino ya que te va a decir lo que quieres oír. El problema es que puede que sea verdad o no. Y e l
pelota no va a discriminar, si cree que tiene algo que ganar peloteándote cantará tus bondades siempre que pueda. Si te crees
todo lo que dice acabarás jodido.

La alianza entre un pelota y un jefe inseguro o inepto puede ser una bomba de relojería en una organización. El fatídico tándem
puede hacer carrera a costa de dejar la empresa sembrada de cadáveres. Quienes creyeron al pelota habrán colocado a una
persona ineficiente en un puesto de responsabilidad (que no tardará en recompensar a su fiel escudero, el pelota). Posiblemente
para cuándo se den cuenta de su error sea demasiado tarde.

Desconfía de las buenas palabras, sobre todo cuando no son solicitadas. Dicen los clásicos que los halagos debilitan. Ante el
poder embaucador del pelota sólo funciona la mente fría y la autocrítica sincera.

6. El irresponsable o pasota

El pasota es el último de los personajes con los que te gustaría toparte si tienes que trabajar en equipo (y salvo que seas un
eremita, tendrás). No admite ni plazos, ni metodologías ni consejos de ningún tipo. Simplemente va a su puta bola.
El pasota, si no tiene un cargo, suele acabar en la cola del INEM. El problema se multiplica cuando, dios sabe cómo, el pasota ha
llegado a ser jefe y tú estás a su cargo. El pasota jamás va a sacar la cara por ti da igual lo bien o mal que lo hagas así que
procura no meterte en discusiones bizantinas con otros departamentos.

No existe solución mágica ante un pasota. Si es compañero tuyo, trata de que te toque colaborar con él lo menos posible, si es tu
jefe… consuélate con que cuándo le pidas algunos favores, por puro pasotismo, también accederá. Como suele decirse, el que
no se consuela es porque no quiere.

7. El veterano o superviviente

El veterano es alguien que peina canas y se viste por los pies. Se murmura que se perfuma con Varón Dandy aunque se
desconoce dónde coño la consigue. Esgrime su antigüedad como arma multiusos y jamás reconocerá méritos de persona que no
lleve x años en la empresa, tendiendo x a veinte o más años (o incluso a infinito).

Muchos veteranos son agresivos. Vieja escuela. Una especie del sargento mayor de “La chaqueta metálica” en versión patria.
Muchas veces los encontrarás como mano derecha de un inepto o servirán de fuerza de choque a un manipulador.

Para ellos, cualquier tiempo pasado fue mejor y ya no se hacen las cosas como antes (ni se te ocurra añadir por lo bajini
“afortunadamente”). En realidad, son personajes que no han hecho nada notable en su vida y su conocimiento se limita al
adquirido el primer año, algo que han venido repitiendo durante los últimos cuarenta.

Los veteranos saben moverse en la dirección que sopla el viento. Si no, no habrían llegado a veteranos. Se arrimarán al ascua
que más caliente. Si te los ganas, pueden ser un aliado o, al menos, dejar de ser un enemigo.

8. El inepto o inútil total

Siguiendo el principio de Peter, cualquier persona es ascendida en una organización hasta el puesto en el que ya no es eficiente.
Por lo tanto, no te extrañe que el inepto pueble los escalafones más altos de las organizaciones. El que no lo era, se ha
convertido.

Dar poder a un inepto es más peligroso que dar una pistola a un mono. Los ineptos, para defender ese escalafón desde el que
demuestran su necedad, echan mano de cualquiera de los otros personajes para mantener su estatus.

Los ineptos son un lobby de facto contra la meritocracia y suelen potenciar el servilismo. De hecho su servilismo en lo que les
mantiene vivos en sus puestos. Servilismo y eficiencia nunca han sido buenos amigos. Salir corriendo como pollos sin cabeza
cumpliendo órdenes del inepto suele derivar en una organización ingobernable.
Habitualmente son protegidos de alguien importante o se mantienen en sus puestos por la ausencia del mismo por lo que a ellos
les importa un comino algo que vaya más allá de su estómago (agradecido). No hay estrategia válida. Es un “o ellos o tú” y,
lamentablemente, sueles ser tú.

Personajes improductivos (y III): el perfeccionista, el idealista, el controlador y…


http://marcaladiferencia.com/personajes-improductivos-y-iii-el-perfeccionista-el-idealista-el-controlador-
y/?utm_content=bufferc016d&utm_medium=social&utm_source=facebook.com&utm_campaign=buffer
04/09/2017 Opinion, Productividad

Durante tu vida laboral te vas a encontrar con estos personajes en repetidas ocasiones. Algunos resultan más tóxicos
que improductivos. En cualquier caso un ambiente tóxico es el caldo de cultivo ideal para la total ineficiencia laboral.
Conocerlos es la base para vencerlos:

9. El perfeccionista o tocapelotas

El perfeccionista es un obstáculo serio de cara a la productividad ya que ningún trabajo le parecerá lo suficientemente bueno lo
que provocará un bucle infinito de correcciones y mejoras. El problema en este caso no es la mejora continua sino la “mejora sin
fin”.

Un perfeccionista tiene problemas para delegar ya que, habitualmente (léase siempre), considera que los trabajos que no hace él
en persona, no son “suficientemente buenos”. La consecuencia más habitual es que un perfeccionista suele convertirse en cuello
de botella de todo aquello que gestiona.

Otro problema habitual del perfeccionista es que aplica el mismo grado de exigencia a cualquier tipo de trabajo lo que convierte
en ineficientes muchos de ellos. No todo trabajo requiere de la perfección absoluta, únicamente aquellos que aportan verdadero
valor.

La única estrategia válida ante un perfeccionista es demostrarle que no pasa nada por no hacer las cosas como él dice y que
existen otros mundos (y están en éste). Eso sí, es un poco como un all-in en el poker, si te quedas sin fichas estás en la calle.

10. El idealista o Feliciano

El idealista suele ser una persona joven (aunque no es requisito necesario) que proviene del mundo de la formación, calidad o de
la consultoría. Se mueve en ámbitos muy teóricos pero nunca ha tenido que bajar a la arena y tratar de pasar de la teoría a la
práctica.

El idealista no considera aspectos tales como la comunicación, las habilidades personales, en definitiva la “banda” que son los de
su empresa y se limita a teorizar y hacer castillos en el aire. No es capaz de reconocer que lo que ha funcionado en Toyota puede
no servir en Cárnicas Gutierrez o viceversa.

Su principal problema es que tiene serias dificultades para pasar a la acción, manteniéndose cómodo en su mundo de piruleta y
gominola. Suelen preferir cambiar o culpar a las personas antes que cambiar o culpar a sus teorías.

Dado que nunca consiguen lo que persiguen y no aprenden de la realidad, a la que desprecian, suelen convertirse en unos
tremendos promotores de ineficiencia. La única estrategia, si no salen de Matrix, suele ser dejar que se den la hostia (procurando
que no salpique).

11. El controlador u obsesivo-compulsivo

El controlador es un personaje agobiante ya que su máximo afán es, naturalmente, tener todo bajo control. No tiene problemas
para delegar tareas pero quiere tener tanto control de todo que no permite que la gente haga su trabajo con creatividad e
independencia.

El controlador a veces se convierte en un tirano exigiendo plazos imposibles o una cantidad de indicadores, informes y reuniones
que no permiten avanzar con el trabajo en sí mismo. Si un controlador es, además perfeccionista, y pesado tendrás frente a ti una
de las mayores angustias laborales a las que puedes enfrentarte.

Se habla de controladores obsesionados con los indicadores, los seguimientos, los comités, etc. que jamás han llegado a saber
qué leches estaban intentando controlar. Reuniones con doce personales de tres horas es la que sólo hablan dos son signos
inequívocos de una organización a la que el sentido común abandonó hace tiempo.

La única manera de lidiar con él es darle lo que pide considerándolo una parte más de nuestro trabajo. Normalmente un
controlado lo es por perfeccionismo o por inseguridad así que pueden servirte las ideas esgrimidas frente a estos dos personajes.
12. Tú

Lo llevabas claro si creías que te ibas a librar. Ni tú ni yo somos seres de luz, libres de pecado. Por momentos, nos convertimos
en cualquiera de los personajes anteriormente citados. Además, estos roles pueden depender del entorno en el que nos
movemos: una persona puede ser un inepto en el trabajo, un controlador con sus hijos y un pesado con sus amigos.
Bromas aparte, es fundamental que analices diariamente las situaciones en las que te has comportado de manera tóxica o
improductiva o en las que has detectado la toxicidad de otros. También es muy importante reírse de uno mismo, más incluso que
lo que nos reímos de los demás.

Como dice el proverbio ruso..


Si cada uno barriera delante de su casa… ¡Qué limpia estaría la ciudad!

Los 7 pecados capitales de los productivos


09/06/2014 Opinion, Productividad

He estado meditando sobre por qué tan poca gente muestra interés por la productividad personal y sobre por qué las personas
que nos autodenominamos productivos sufrimos experiencias del tipo de las narradas en la entrada “Sintiéndome como Ignatius
J. Reilly”.

Algo tenemos que estar haciendo mal, pero mal de cojones. Si tan bueno es ser productivo, no entiendo cómo tiene tan poca
aceptación o existen tantas barreras. Algunas de las cosas que he visto son:

1) Condescendencia. En su acepción negativa, naturalmente. Esto es, explicar algo simplificadamente y desde una superioridad
no real. A veces parece que somos los poseedores del santo grial: el sentido común.

Todo el día diciendo “es de sentido común que es el menos común de los sentidos…” y expresiones similares. A las personas no
les gusta que las traten como gilipollas y a veces, sin quererlo, podemos incurrir en este error letal.

2) Iluminación. De nuevo en su acepción negativa. Consultando en la RAE el término iluminado, se entiende perfectamente lo
que quiero decir: “Se dice del individuo de una secta herética y secreta fundada en 1776 por el bávaro Adán Weishaupt, que con
la ciega obediencia de sus adeptos pretendía establecer un sistema moral…”.

Coño, eso de “yo tengo la solución a tus problemas” es de un dogmatismo que produce rechazo. En todo caso, yo tengo la
solución que me funcionó a mí pero esa solución no es universal ni un producto enlatado y eso nos lleva al siguiente pecado…

3) Universalidad. Entendido como “la venta de un pack” llámese GTD o JO-DE-TE. Está muy bien esto de tener un sistema pero
no dramaticemos. Si no cumples o no te gusta algo, no vas a arder en el infierno de la productividad que, con otras palabras, es
lo que a veces se sugiere.

Hay personas que tienen un problema concreto o que, simplemente, no se sienten cómodas con todo un sistema de soluciones.
Se sienten encorsetadas. Si no cambiamos esta creencia, no vamos a generar nada más que aversión.

Sinceramente, creo mucho más en la esencia del coaching (perdida ya entre tanto humo) que trata de ayudarte a que seas tú el
que busque las mejores soluciones a tus problemas. Sin imponer. A veces sonamos a rancios catequistas.

4) Ceguera. Entendido como hablar de la productividad como un todo o un fin en sí mismo. Oiga, está muy bien que usted
imparta formación de productividad o escriba libros o en un blog sobre este tema pero, se ponga como se ponga, la productividad
personal es una herramienta para conseguir otros fines.

A veces, nos centramos tanto en la herramienta que nos olvidamos de la mano que la va a usar. Sonamos un tanto sectarios.
Está muy bien tener un blog de construcción de violines pero no nos olvidemos que los toca un músico y, además, es parte de
una orquesta. Sin músico ni orquesta, el violín es madera y cuerdas.

5) Literalidad. He leído mucho sobre productividad (libros, blogs, cursos…) y escrito un poco y el noventa por ciento es repetir
las mismas ideas una y cien veces. Que sí, que están muy bien las ideas y realmente muchas de ellas nos funcionan a unos
cuantos (algo de bueno encerrarán) pero coño, busquemos expresar más nuestra experiencia personal y menos la teoría.

Echo de menos ejemplos reales de sistemas funcionando, algo más allá de “si tienes una reunión o tienes que hacer un
informe…”. Queremos llegar a tanto público que muchas veces se cumple aquello de…”el que mucho abarca, poco aprieta”.

Sobre el papel todo funciona, lo complicado es que funcione en la vida real. Esto, a veces, origina un tufillo a la peor autoayuda y
a vendehúmos y es que…

6) Ejemplaridad. Bueno, el pecado sería la “falta de ejemplaridad” entendida como que no hacemos lo que decimos. He tenido
ya varias experiencias “curiosas” con gente del entorno productivo que adolece de lo que predica.
Y no me vale la eterna historia leída en muchos blogs de “yo empecé con esto porque era un desastre y mi vida era un caos…”.
Coño, algunos, siguen en pleno caos. Por supuesto, no daré nombres ni atado en la pira de la hoguera.

De cualquier modo, la gente no es tonta y si lo que hacemos no tiene nada que ver con lo que decimos, tarde o temprano hasta el
más tonto se da cuenta.

Por cierto, no confundir ejemplaridad con infalibilidad. La persona productiva tiene tanto derecho a equivocarse como cualquier
otra. Pero esto no da carta blanca para contar milongas.

7) Culpabilidad. O mejor dicho culpabilizar, entendido como ese afán tocapelotas de cargar de culpa a los demás con frases
como “el tiempo perdido en esto ya no volverá…” o “el tiempo es el mismo para todos…” (y la interpretación derivada de “pero tú
eres un inepto que no sabe qué hacer con él”).

Dicen que el maestro sólo aparece cuando el alumno está preparado y la culpa no es ninguna preparación. Lo único que suele
conseguir es hundir más a la persona culpabilizada y hacerle sentir mal, algo radicalmente contrario a lo que se pretende.
Si esto ya no le funciona ni a la Iglesia que promete una vida más allá donde se te compensará si te arrepientes no creo que nos
funcione a nosotros que tenemos mucho peores argumentos de marketing. Aprendamos a motivar y no a asustar.

En definitiva, soy un pecador porque creo que he incurrido en todos y cada uno de los citados. El problema está en aprender de
los errores y, más que enmendarlos, no repetirlos.

Pero bueno, quizás esté equivocado y nada de lo anterior tenga mucho sentido… ¿Tú cómo lo ves?

Cómo la sonrisa, puede ser el arma secreta del liderazgo


https://www.desdelatrinchera.com/influencia-y-liderazgo/sonrisa-arma-secreta-
liderazgo/?utm_content=bufferd17cf&utm_medium=social&utm_source=facebook.com&utm_campaign=buffer
Escrito por Fernando Álvarez| 1 marzo 2017

Podemos aprender mucho de la sabiduría popular, que es más sabia por vieja que por popular, en este caso no lo es menos, y este proverbio
escocés: la sonrisa cuesta menos que la electricidad y da más luz, además es aplicable al liderazgo y a su capacidad de influencia, ya que un
líder, no solo debe liderar, sino que su labor, también es la de acompañar y hacer de mentor y coach incluso, y para todo ello, no hay nada como
una buena y habitual sonrisa.

¿Te imaginas un líder que siempre esté cabreado, o que nunca o pocas veces sonría? Desde luego que los ha habido y los habrá, pero cuesta
mucho más seguirles, y estoy seguro que hubieran logrado mucho más, si hubieran sonreído.

Además, la sonrisa es uno de los elementos más importantes para generar influencia, que tiene un líder, porque precede y acompaña a
todos los demás.

Antes de hablar, sonríe.


Mientras te comuniques, sonríe.
Al despedirte, sonríe.
A menos que quieras mostrar tu cabreo a alguien, sonríe.

¿Has pensado las pocas veces, que sonreímos a lo largo del día? Y no tiene sentido, porque tenemos mil motivos para sonreír, aunque no
discuto, que si nos ponemos, encontraremos siempre motivos para no hacerlo. Ahora bien, como cuanto más sonriamos, más lograremos, te
invito a que cada día, encuentres motivos para hacerlo. Para ello, te puede ayudar llevar un cuaderno físico o digital, e ir haciendo una lista de
esas razones, y además de vez en cuando, releer la lista entera. Ya verás como en muy pocos días, tomas conciencia de la cantidad de cosas y
situaciones que te hacen, o por las que deberías sonreír.

El poder que tiene una sonrisa es incuestionable, e incalculable, por lo que en nuestra agenda, deberíamos tener como primera tarea del día,
asegurarnos que sonreímos al menos, a la mayoría de personas con las que nos encontremos a lo largo de nuestra jornada.

Recuerda que será altísimo, el precio que pagarás por no sonreír, profesional y personalmente, porque parece que sólo afecta a una parte de
nuestra vida y en verdad afecta a toda ella como una unidad, ya que vivimos interactuando constantemente con otras personas, y esa amable
expresión facial, abre muchas puertas cuando es realmente sincera.

Eso sí, cuando sonrías, recuerda que cuando es de verdad, se sonríe con todo el rostro, una de las más bellas sonrisas, las verás y las
expresarás con los ojos.

¿Qué opinas de la importancia de sonreír, para liderar a otros o para influenciarlos de algún modo? ¿Crees que se pueden conseguir más y
mejores resultados, si así lo hacemos? Deja más abajo tus reflexiones, en comentarios, así entre todos, aprendemos más y lograremos mejores
resultados también. Y si te ha gustado este contenido, te invito a que lo compartas en tus redes sociales, y así muchas más personas, se darán
cuenta de la importancia que tiene sonreír, y comenzarán a hacerlo más ¿Te imaginas salir a la calle un día, y que todo el mundo con el que te
cruzas o interactúas, te sonría? Hagámoslo.
Cómo cambiar tu destino, todo lo que necesitas saber
https://www.desdelatrinchera.com/maximo-rendimiento-con-plenitud/cambiar-destino-necesitas-saber/
Escrito por Fernando Álvarez| 22 febrero 2017

Cuando afrontas un gran proyecto, una de las cosas más difíciles, es armarse de valor y no desanimarse cuando ves lo complejo y difícil
del camino a recorrer. En muchas ocasiones parecerá imposible, en otras sencillamente, inimaginable lograrlo. Y esto habitualmente es así,
por nuestro sentido de la urgencia, por nuestra “necesidad” de que todo ocurra de la noche a la mañana. Y ya nos lo enseñó el gran Jim
Rohn cuando nos dijo, que no podemos cambiar nuestro destino de la noche a la mañana, pero que sí podemos cambiar de dirección, y
esto será ya comienzo suficiente y palanca de cambio adecuada, como para cambiar nuestro destino.

Ahora imaginate que estás en el punto A, y que de no cambiar tus acciones, tu rumbo te llevará a B, pero en verdad, tú lo que quieres es ir a C,
aunque en este momento no te imaginas, ni por lo más remoto el “mega” giro que debes dar, ni cómo darlo. Si pretendes en un solo día,
cambiar totalmente el rumbo, será un gran esfuerzo, es lógico que no sepas ni por dónde comenzar, y además te parezca imposible. Ahora bien,
si te das más tiempo, y sólo te ocupas de dar un pequeño paso, para poder estar un poco más cerca de esa nueva dirección, hoy solo debes
cambiar un grado tu rumbo, hacer una pequeña tarea o dejar de hacer algo que estás haciendo, y esto te acercará un poquito a lo que deseas. La
semana próxima solo tendrás que realizar la misma acción, y poco a poco, cuando te quieras dar cuenta, habrás podido cambiar de dirección y
en consecuencia, habrás cambiado tu destino, tal vez no de la noche a la mañana, pero el cambio se ha realizado.

Es importante desarrollar una perspectiva, del tiempo necesario para realizar cambios, y no dejarse gobernar por el despotismo que
marca la falsa urgencia, porque de hacerlo, nos desanimaremos y seguiremos en el mismo lugar donde estamos. Tenemos la capacidad de
cambiar cualquier cosa en nuestra vida, en nuestro trabajo, en nuestra empresa, por grande que parezca la aventura, será posible si
cada semana, tan solo nos centramos en dar un pequeño paso hacia nuestro objetivo, y subrayo lo de pequeño paso, esa es la clave para
lograr un cambio sin sentirlo imposible.

Haz una lista de cosas que te gustaría cambiar, mejorar o sencillamente optimizar en los próximos meses. ¿Qué pequeño paso podrías
dar esta semana? ¿en qué consistiría? No te preocupes por lo que tendrás que hacer después, ahora sólo céntrate en la respuesta a estas
dos preguntas, y la semana próxima, vuelve a hacerte estas preguntas, pero no estando dónde estás ahora, sino desde donde estarás por haber
puesto en acción, la respuesta de hoy.

Alcanzar el máximo rendimiento en cualquier área de nuestra vida, especialmente en la profesional, en la empresarial, consiste en mejorar cada
día un poco, nada más. Es lo que los japoneses llaman Kaizen, una filosofía que de aplicarla, cambiará tu destino para siempre.

¿Qué estás haciendo para crecer? Me encantaría conocerlo, seguro que aportarás muchas ideas a otros lectores de Desde La Trinchera, si lo
reflejas en los comentarios más abajo.

La importancia de buscar un camino que te dirija a lo importante


Posted by Omar on Feb 22, 2017 in Aspectos Personales, Cambios en tu vida, Inspiración, Lección de Vida, Superación
Personal, Uncategorized | 0 comments

Pues aquí estoy nuevamente tratando de retomar mi blog, lo cual supone eneste momento de mi vida un reto adicional,
considerando todas las cosas nuevas que tengo que desarrollar y por las que busco aprender a cada minuto.

Me causa mucha gracia, pues cuando creí que ya había llegado a un punto de equilibrio en todas mis actividades, resultó que
el inicio de año es todavía más complejo que el cierre del año, entonces pues a seguir apretando las tuercas, pero nada que no
pudiera sobrellevar.

La verdad de las cosas es que si extraño mucho todo lo que implica llevar mi blog, sin embargo, cada cosa que realizo en mi
trabajo actual supone un conocimiento nuevo, un reto y un escalón más que subir, por lo mismo ocupo mucho mejor cada
minuto.

En este sentido, hoy quiero aprovechar este tiempo con ustedes para platicarles un poco de la simplicidad con la que ahora
percibo la vida.

Tengo en mi memoria recuerdos de una infancia muy bonita, en las que a veces mi papá se quedaba jugando conmigo en una
colchoneta, formábamos todas mis figuras de Star Wars y después empezaba la guerra, utilizando canicas para tirar los
muñecos. También recuerdo que siendo un poco más grande mis papás nos llevaban a mi hermano y a mí a jugar al parque. Hoy
en día me es difícil recordar las cosas malas que me imagino hubieron, simplemente tengo conmigo cosas buenas, buenos
recuerdos, momentos, la vida.

Definitivamente muchos de esos recuerdos van forjando nuestra vida, muchos de esos recuerdos se van transformando en
principios y en ideas de cómo vivimos y cómo nos gustaría vivir.

En mi realidad actual, tengo, junto con mi esposa, la oportunidad de forjar el carácter de mi hijito, de darle cariño y de ayudarlo a
ser alguien productivo para el mundo al que se enfrentará conforme vaya creciendo.

Por lo tanto, creo que los cambios que tuve oportunidad de implementar en mi vida, antes de que naciera mi hijo, me han
ayudado a disfrutar mucho más su crecimiento y desarrollo. Quiero explicarles porqué.
En la forma en la que mi mente funcionaba antes de encontrar el camino hacia la productividad y el minimalismo, estoy
convencido que hubiera seguido sintiendo que mi responsabilidad estaba enfocada en trabajar, trabajar y después
seguir trabajando.

Tal vez hubiera seguido obsesionado con las cosas que tenía que comprar y pagar para “darle un sentido a mi vida”. Estoy
seguro que en mi mente no hubiera habido espacio para cambiar todo con tal de disfrutar momentos con mi familia.

De igual forma creo que viviría buscando más presiones y preocupaciones innecesarias, estaría casado con el “tengo que” y
eso no implicaría a los seres que más me importan.

Puedo reconocer que empezar a escribir en este blog e ir describiendo mis procesos fue un parte aguas que me han dado
la oportunidad de valorar y entender lo que es realmente importante en mi vida.

Recuerdo que cuando me ofrecieron mi promoción en mi anterior trabajo, todo era tendiendo a una mejora familiar, (leer este
artículo) sin embargo, cuando empezaron a necesitar más de mi tiempo personal, fue cuando decidí empezar a buscar y
después vino el cambio tan radical que ahora estoy viviendo. Estoy convencido que de no ser por todo lo aprendido en el camino
actual, no hubiera apostado por ese cambio y al ver que no empataba con mis necesidades actuales me hubiera quedado
aceptando un trabajo de lunes a domingo.

En fin, las cosas ahora las percibo de diferente manera, la prioridad número uno es mi familia, disfrutar con ellos y sobre todo,
tener la oportunidad de llegar y como lo hacía mi papá conmigo, sentarme en el piso y jugar, jugar y volver a ser niño, ver
caricaturas, levantarme temprano los fines de semana y tener el privilegio de darle de desayunar. En fin ejercer mi paternidad
con mucha alegría.

Además así también tener tiempo para mi esposa, hacer cosas juntos y platicar, crecer, en fin una vida más llena de eso que le
da sentido y alegría, la generación de momentos.

Ahora quisiera preguntarte, ¿hace cuánto tiempo no te pones a reflexionar en estos aspectos de tu vida? ¿Realmente estás
viviendo? ¿Estás disfrutando tus momentos? ¿Estás haciendo algo importante? ¿Estás cultivando bien tus relaciones?

Mi Análisis Realista del día de hoy es: Tenemos una oportunidad de lograr cosas importantes, esas cosas importantes son
formar parte del gran proyecto llamada vida, no la desperdicies, aprovéchala y marca diferencias.
Omar Carreño

6 consejos productivos para hacer más cosas


AUTOR: Ashley Andrews

Si a veces te acuestas por la noche preocupado por cómo vas a acabar todo el trabajo que tienes, no eres el único. De acuerdo con un estudio de
la Asociación de la Ansiedad y Depresión de América (ADAA), el 40% de los empleados americanos sufren un exceso de ansiedad en su vida
laboral. En un ambiente económico complicado los profesionales tienen que trabajar más duro para poder competir, tienen que llevar más
proyectos a la vez y con fechas de entrega más estrictas, y no pueden aplazar ningún tipo de tarea. No cabe duda de que los niveles de estrés
son muy altos.

No todo son malas noticias. Aún sin ser una persona naturalmente organizada, puedes aprender cómo manejar y priorizar tus tareas para que
parezca que el día tiene más horas. Este test gratis de gestión del tiempo creado la empresa de formación Activia te ayudara a identificar tus
puntos fuertes y tus debilidades cuando se trata de trabajar productivamente. Mientras tanto, aquí tienes algunos consejos que te ayudaran a
hacer más cosas en menos tiempo.

1. Crea una lista de tareas realista

La gente normalmente subestima el valor de las listas de tareas pendientes y no les dedican mucho tiempo. Simplemente realizan la primera
tarea que tienen en mente y luego se mueven a la siguiente, sin una dirección clara.Esta ausencia de dirección implica que tienes que dedicar
más tiempo a tus tareas y a decidir qué debes hacer luego. Además te sientes menos realizado al final del día porque has tenido que posponer
ciertos proyectos o tareas importantes.

Una lista realista de tareas pendientes te ayuda a cumplir el programa y a hacerlo todo. También te permite saber que tareas no serás capaz de
incluir y a planificar tu agenda de acuerdo a esta información. Sólo necesitas 5 ó 10 minutos para repasar las cosas pendientes y crear una
pequeña lista de tareas la noche anterior al día laboral. Asegúrate de incluir todo, desde tareas importantes y grandes hasta la lista de la compra.

2. Planifica bloques de tiempo

De acuerdo con un estudio realizado por Microsoft, si te interrumpen o te distraen mientras trabajas en una tarea, te lleva al menos 15 minutos
volver a centrarte. Es por eso por lo que es esencial programar bloques de tiempo y asegurarte de que no te van a molestar durante este tiempo.
Deberías apagar todos los medios de comunicación social, poner el móvil en silencio y aislarte de todas las distracciones de tu alrededor.
Durante este tiempo que has planificado, tienes que centrarte en la tarea y llevarla a cabo. Después de completar la tarea puedes regalarte una
recompensa, como un pequeño descanso o hacer otra cosa.
3. Delega

Los emprendedores y profesionales modernos suelen tener dificultades con esto. Intentan hacerlo todo por sí solos y no delegan tareas en sus
empleados o en sus compañeros de equipo, incluso cuando se sienten sobrepasados por el trabajo.No tengas miedo de delegar tareas que pueden
ser realizadas correctamente por tu equipo o tus empleados.

Los profesionales que aprenden a delegar bien a menudo terminan los proyectos antes y se mantienen a la cabeza del juego. También son más
conscientes del potencial de su equipo y empleados, y consiguen establecer una buena cultura de trabajo en la oficina.

4. Deja de hacer varias cosas a la vez

Muchas personas cometen el error de asumir que hacer muchas cosas a la vez les ayuda a ahorrar tiempo y hacer las cosas más rápidamente.
Nada más lejos de la verdad. Como ya he mencionado anteriormente, el cerebro tarda al menos 15 minutos en volver a centrarse cuando
cambias de tarea. Cuando trabajas en dos cosas al mismo tiempo te fuerzas en cambiar el foco de atención continuamente, lo cual se traduce en
una disminución de tu productividad.

En vez de hacer varias cosas a la vez, centra tu atención en una tarea cada vez y termínala. Estarás menos distraído y evitarás cometer errores.
Conseguirás terminar tus tareas a un ritmo constante e incluso tener tiempo para tomar un descanso entre tarea y tarea.

5. No seas un perfeccionista

El perfeccionismo es quizás el mayor obstáculo para la productividad y puede causar mucho estrés. No es posible ser absolutamente perfecto en
todo. Solo tienes que centrar tu atención en la tarea que tienes delante y hacerla lo mejor que puedas. Siempre y cuando los resultados sean
buenos y tus clientes estén satisfechos, no necesitas preocuparte de que todo esté absolutamente correcto.

Por supuesto, esto no quiere decir que no tengas que centrarte en la calidad. Hay una diferencia entre asegurarse de que tu trabajo cumple unos
requisitos y establecer estándares imposibles. Si eres un perfeccionista, nunca estarás satisfecho con tu trabajo y siempre encontrarás fallos.
Esto es algo que deberías evitar a toda costa.

6. Duerme

Casi todo artículo y guía sobre este tema te recomendará que obtengas suficientes horas de sueño si quieres ser productivo. De acuerdo con la
fundación National Sleep, los adultos necesitan dormir entre 7 u 8 horas cada día y si no alcanzas esta cuota, la añadirás a tu déficit de sueño.
Este déficit en algún momento te ralentizará y repercutirá en tu productividad.

Si sigues estos consejos, realizarás más trabajo de forma efectiva y también dispondrás de tiempo para relajarte. Organizarse y priorizar de
manera inteligente es la mejor forma de mejorar tu productividad. Sin embargo, debes tener en cuenta que hay un límite en cuánto puedes
hacer. No esperes demasiado de ti mismo si abarcas más de lo que puedes manejar — lo último que quieres hacer es acabar quemado. Sé bueno
contigo mismo, trabaja de forma productiva, y obtendrás resultados sin (o con muy poco) estrés.

Elogio de la lentitud
“El reloj fue la máquina esencial de la revolución industrial”
Lewis Mumford

Desde antes de verano venía leyendo (y digiriendo) el libro “Elogio de la lentitud” de Carl Honoré.
En él se habla de cómo un mundo a otra velocidad es posible. De hecho, en algunos de los
casos que cita es una realidad y todo un ejemplo a seguir.

El libro resulta bastante curioso y toca muchos ámbitos de aplicación de lo que se ha denominado
“Movimiento Slow”. Estas corrientes nacen como reacción a un modelo social que nos oprime
con la velocidad como sello distintivo, por ejemplo:

El sistema capitalista está devorando recursos a una velocidad muy superior a la que estos se
reponen, lo que nos lleva, entre otros males, a terribles deforestaciones.

La pesca de arrastre está acabando con muchas especies ya en peligro de extinción porque en sus redes caen sin distinción
todo tipo de peces.

Los fabricantes de software tienen tanta prisa y miedo a la competencia que sacan a la venta productos con fallos (bugs).

Lo anterior, y muchos más ejemplos, nos tiene inmersos en un turbocapitalismo que tiene consecuencias sobre las personas:
insomnio, jaquecas, hipertensión, asma, problemas intestinales, etc.

Y es que, como dice el propio Carl Honoré, “cuando aceleras cosas que no deberían acelerarse, cuando olvidas cómo ir
más lentamente, tienes que pagar un precio”.
La velocidad, llevada al extremo, puede derivar en lo que los japoneses llaman “karoshi” o muerte por exceso de trabajo. Sin
llegar a ese punto, el exceso de trabajo tiene otros efectos fáciles de observar en nuestra sociedad: obesidad debido a una mala
(y rápida) alimentación, alcoholismo, uso de speed y cocaína “para aguantar el ritmo”, etc.

Indirectamente, la fatiga es causa directa de los peores accidentes del siglo XX y es que, como decía Milan Kundera, “cuando
las cosas suceden con tal rapidez, nadie puede estar seguro de nada, ni siquiera de sí mismo”.

Por si todo lo anterior fuera poco, los niños, nuestros hijos tienen unas agendas repletísimas, tan grandes o más que las de los
adultos.

¿Hacia dónde vamos?

Como reacción a todo esto surge el movimiento slow en varias vertientes humanas. Quizás el iniciador fue Carlo Petrini con su
“slow food” un término que se contrapone claramente a “fast food”. Carlo y sus amigos proponen una cocina (italiana) que
recupere los ingredientes tradicionales, los tiempos de cocción, el cariño en la cocina y sobre todo el cariño en su degustación,
junto a un buen vino y la mejor compañía.

Pero si no nos ceñimos a la gastronomía, encontraremos también la Citta slow o slow cities que abogan por recuperar viejos
oficios artesanales, volver al autocultivo, nuevos horarios que faciliten la convivencia, aumentar la vida en las calles y la
sensación de comunidad y, muy importante, restringir el uso del coche en los núcleos urbanos.

Esto no es una utopía, se está llevando a cabo en la ciudad de Bra y parcialmente en zonas domésticas de Londres o barrios
residenciales de EEUU donde la gente empieza a estar harta de conocer más a los coches de los vecinos que a los propios
vecinos (no digamos de pasar dos y tres horas al día conduciendo para ir y volver del trabajo).

Por supuesto, todo lo anterior tiene consecuencias en nuestro cuerpo y mente. El ritmo actual nos lleva a llenar cada momento
del día de estímulo mental. Sin embargo, elSlow Thinking de Guy Claxton defiende que “reducir la velocidad de la mente
puede redundar en una mejor salud, calma interior, concentración reforzada y capacidad de pensar de modo creativo”.

Quizás es en este apartado donde más relación veo con el tema de la productividad personal y que, contrariamente a lo que
piensan quienes no se han adentrado en ella, es un sistema que nos permite desacelerar, pensar y vaciar nuestra repletas
mochilas para que tengan cabida nuevas “cosas”.

El libro revisita algunos otros planteamientos slow como el método superslow de halterofilia, la medicina alternativa, el sexo
tántrico, la meditación, el chi-kung, etc.

Desde el punto de vista de la productividad personal vuelve a ponerse interesante cuando trata el tema del trabajo, de cómo “el
sueño del ocio ilimitado” ha fracasado ya que en 1997 EEUU superó a Japón como el país con el horario laboral más largo.

Más trabajo significa más dinero y este último es el combustible de la sociedad de consumo en la que buena parte de nosotros
vivimos. La tecnología ha conseguido que podamos trabajar (y seguir ganando dinero) las 24 h. al día desde cualquier lugar del
planeta.

Ante ese planteamiento cruza datos objetivos entre el modelo yankee y el modelo francés que aboga por la semana laboral de
35 h. y concluye, fundamentalmente, con que “se puede ser más productivo trabajando menos horas” y con que “a menudo,
trabajar menos significa trabajar mejor”.

Sea verdad o no, el exceso de horas “en” el trabajo (que no, “de” trabajo) es un mal que padecemos especialmente los
españoles. Así que quizás los responsables de R2H2 deberían echar un vistazo a todos los planteamientos.

El libro finaliza con dos temas también muy importantes: el ocio y la educación. Carl Honoré aboga por actividades de ocio
como la jardinería ya que “rendirse a los ritmos de la naturaleza puede resultar terapeútico”. Más al alcance de todos está el
hecho deapagar el televisor, un acto que oficializa la TV-turn off network y que cuenta con más de 7 millones de seguidores.

La lectura lenta o el arte (por ejemplo, la pintura) son otros ejemplos de actividades desestresantes. El libro está plagado de
ejemplos, tales como el movimiento Tempo Giusto en la música clásica o el órgano ASLSP.

Por último, el amigo Carl nos advierte muy seriamente sobre la intensificación educativa y nos habla del tan aclamado modelo
de Asia oriental. No se le ve muy emocionado por brillantes que sean los resultados con someter a jornadas de 80 h. semanales
a jóvenes sin moldear. El estrés parece ser una consecuencia inevitable.

Como alternativa, describe los movimientos slow que abogan por la educación doméstica de los niños o las instituciones que
han optado por ofrecer tiempo de diversión desestructurado entre sus actividades. Curiosamente, vuelve a posicionarse contra
la televisión defendiendo los hogares sin televisión como alternativa educativa.

En fin, no me alargo más. El libro “Elogio de la lentitud” de Carl Honoré me ha resultado sumamente interesante y aconsejable,
por diferente y refrescante. Si bien no estoy de acuerdo muchas cosas (creo que ni el propio autor lo está) pone luz y taquígrafos
a una intuición que tenía desde que empecé con la productividad personal y que se refleja en la cita de Lilly Tomlin cuando
decía:

“Para obtener un rápido alivio del estrés, prueba a ir más despacio”

EL PODER DE LO SIMPLE
https://ined21.com/poder-lo-simple/
Sep 11, 2016

PEQUEÑA INTRODUCCIÓN

Una vez más quiero hablaros sobre un libro, que descubrí hace unos días en mis paseos por las librerías del centro de Madrid.

La verdad que iba ya a tiro fijo, a recoger un par de libros que necesitaba para preparar unos cursos. Siempre que voy me gusta
ver las estanterías y disfrutar de mi tiempo viendo las novedades y leyendo los índices de aquellos libros que me llaman la
atención, tanto por su título como por mi intuición.

El título “El poder de lo simple” me hizo detenerme, coger el libro y leer el comentario que viene en la contraportada.

Siempre he escuchado que simplificar es ganar, todos sabemos que un exceso de información muchas veces se convierte en
desinformación. En este momento en el que vivimos, tenemos que reconocer que contamos con una gran cantidad de medios
que nos inundan de información, esta información crea un exceso de estímulos que va bombardeando nuestro cerebro, éste
consume según dicen los expertos un 25% de la energía de nuestro cuerpo ¡imaginaros a qué ritmo estará trabajando nuestra
mente! y yo me pregunto ¿Somos conscientes del trabajo con que la sobrecargamos?

Necesitamos alcanzar metas, pero también es imprescindible que nuestra mente esté fija en esa meta, para poderla valorar, para
no gastar nuestra energía persiguiendo objetivos absurdos y, a veces, imposibles. Gastamos parte de nuestro tiempo yendo de
un sitio a otro para no encontrar el sitio que buscábamos.

Debemos coger el timón de nuestra vida, aprender a tener más control y ser más productivo y feliz. Para ello el autor nos da una
serie de estrategias y habilidades.
“Primero concéntrate en encontrar tu objetivo.
Luego concéntrate en cómo alcanzarlo”
Michael Friedsam

Ahora os dejo con un pequeño resumen, espero que os guste y si es así, os hagáis con el libro y lo añadáis a vuestra biblioteca,
Y esta edición está bien de precio.

AUTOR
Leo Babauta, está considerado un perfecto experto en lo referente a las teorías de las productividad haciendo que estas sean
más efectivas dándoles un carácter minimalista Zen, es decir, todo basado en una palabra sencilla “simplificar”, sintiendo así la
satisfacción de alcanzar metas y hacer menos y, a la vez, lograr mucho más.

Basado en el “haiku”, un poema japonés de solo diecisiete silabas escritas en tres líneas, Babauta constata que
“Al establecer limitaciones, se tiene que elegir lo esencial, simplificar, enfocarse, construir hábitos y empezar en pequeño”.

EL LIBRO
En el libro, nos dice:

Estamos saturados de información y no tenemos idea de cómo disminuir su flujo.


La simplicidad que busco en mi vida se halla en lo que hago. Hacer menos, pero lograr más gracias a mis elecciones.
La simplicidad se resume en dos pasos:

1. Identificar lo esencial

2. Eliminar el resto

PRINCIPIOS DE LA PRODUCTIVIDAD SIMPLIFICADA

Principio 1

Al establecer limitaciones se tiene que elegir lo esencial. Por lo tanto, aprende a marcarlas en todo lo que hagas.

Qué cosas podemos limitar:

 El correo electrónico.
 Las tareas diarias.
 La cantidad de tiempo que hablas por teléfono.
 El número de proyectos que tienes entre manos
 El numero de blogs u otros proyectos a los que te suscribes.
 La cantidad de tiempo de lectura en Internet.
 La cantidad de cosas sobre tu escritorio.

Principio 2

Al elegir lo esencial se genera un gran afecto con recursos mínimos. Escoge siempre lo esencial para maximizar tu tiempo y
energía.

Elegir lo esencial y simplificar:

Identifica las cosas esenciales y luego llévalas a cabo.

En todo lo que hagas, utiliza estas preguntas para guiarte en la elección de lo esencial, sobre todo si tienes problemas para tomar
decisiones.

Una vez que te familiarices con ellas no necesitaras las preguntas, pues las formularas de manera automática.

Principio 3

Simplificar o eliminar lo no esencial


Una vez que hayas identificado lo esencial, la tarea de simplificar es en teoría fácil; solamente debes eliminar todo lo no esencial.
Sin embargo, en la práctica, esto no siempre es sencillo, pero cuantas más veces lo hagas menos difícil se vuelve.

Principio 4

La concentración es la herramienta más importante que tienes para ser más eficiente.
Concéntrate en menos para volverte más eficiente. Concéntrate en una meta única para poder alcanzarla.
Concéntrate en el ahora.
Concéntrate en la tarea que tienes entre manos.
Concéntrate en lo positivo.

Principio 5

Establecer nuevos hábitos para generar mejoras duraderas.


La herramienta que utilizaras para formar cada habito es muy poderosa: el “reto del poder del menos”, un reto de treinta días
para la formación de hábitos.

Por qué funciona:

Este reto de los treinta días es una de las mejores maneras de establecer un hábito y ha funcionado una y otra vez por varias
razones:

El solo hecho de comprometerse con el reto, de fijarse una meta mensurable y de anunciarlo ante un grupo de personas, es un
paso enorme para que el cambio de hábito sea un éxito.

Rendir cuentas. El rendir cuentas a diario hace que quieras cumplir el habito todos los días para poder contarles a los demás tus
éxitos. Cuando les informe de que hoy has cumplido con tu hábito, experimentaras una sensación muy positiva (recompensa).

Hablarles a los demás sobre tu lucha también resulta valioso. Por ejemplo, en uno de mis retos me puse enfermo durante
algunos días; entonces, le pedí a mi grupo que me motivara. Me animaron mucho y regrese a mi hábito.

Inspiración. Cuando ves que a todo el mundo le esta yendo muy bien, te motivas. ¡si ellos son capaces de hacerlo, tu también!
En cada grupo de retadores siempre hay gente que nos inspira.

Principio 6

Comienza los nuevos hábitos haciendo pequeños incrementos para asegurar tu éxito.

Como aplicar el principio de empezar en pequeño:

Ejercicio: comienza con cinco o diez minutos diarios en vez de treinta.


Levantarse temprano: empieza despertándote quince minutos más temprano en lugar de una hora o dos.
Ordenar: empieza con un cajón en vez de tratar de ordenar toda la oficina o la casa.
PARTE PRÁCTICA

1) Simplificar las metas y los proyectos


El sistema de la meta única

Elige una meta

Hazte una lista de cosas que te gustaría lograr durante los próximos años. Esta lista puede tener diez puntos, o quizás veinte.
Elige solo uno y concéntrate en ella por completo hasta que puedas tacharla de la lista tras haberla alcanzado.
Te recomiendo que elijas una meta que tengas muchos deseos de alcanzar, pues cuanto mayor sea tu deseo, mayor será la
probabilidad de seguir con ella hasta cumplirla.

Divídela en una submeta

Una vez que hayas decidido tu meta única, el paso siguiente es enfocarte en una submeta que puedas cumplir antes de los
próximos meses.

La razón para tener una submeta es crear pasos más cortos que puedan culminarse de un modo más inmediato que un objetivo
mayor, de un año de duración.

Meta semanal
Crea un objetivo semanal que te acerque más a la submeta que te habías fijado.

Acción diaria

Después de cada día, elige una acción que te acerque más a tu meta semanal y haz que sea la tarea más importante del día.
Llévala a cabo antes de hacer cualquier otra cosa. Esto te mantendrá enfocado en tu meta única, y evitara que la pospongas
cuando surjan otras cosas más apremiantes.

Este sistema de la meta única te mantendrá enfocado en el logro de esta y cada día te acercara más a ella. Evitara que te
disperses demasiado y te permitirá concentrar toda tu energía en el cumplimiento de esta meta.

Lista simplificada de proyectos

Ahora voy a pedirte que hagas algo que para algunos individuos quizá sea un poco más complicado: elige únicamente los tres
proyectos principales de la lista. No escojas tres de cada área de tu vida, sino tres en total.

Esta lista de tres proyectos es tu lista simplificada de proyectos.

a) Enfócate en la conclusión

Pero el verdadero centro de atención de cualquier proyecto es su realización, su conclusión. Cada día enfócate en hacer avanzar
el proyecto hacia su finalización. Deja a un lado las distracciones y pon toda tu energía en un solo proyecto a la vez; puedes
pasar a otro de tus tres proyectos activos cuando sea necesario, pero en todo momento debes estar concentrado en uno solo.
Haz que avance hacia la finalización, hasta que lo hayas terminado.

b) Pasa de los proyectos a las tareas:

En realidad no puedes planear proyectos, solamente puedes realizar tareas. Uno de los primeros pasos en cualquier proyecto,
después de escribir el resultado deseado, es hacer la lista de las tareas necesarias para llevarlo a cabo. Toma la lista, elige la
siguiente tarea que debes realizar y concéntrate en ella. Una vez acabada, concéntrate en la siguiente tarea y así sucesivamente,
hasta terminar, aunque tengas en cuenta que solo debes hacer una tarea a la vez.

c) Cada día elige una tarea que te conduzca hacia la finalización:

Tus TMI son aquellas tareas que más ganas tienes de hacer o más necesarias en el día de hoy. Yo elijo tres TMI cada día, pero
quizá para ti lo más conveniente sean dos, o quizá cuatro. Te sugiero empezar con tres y comprobar si este número funciona en
tu caso.

Las claves para hacer que las TMI funcionen son:

Establecerlas a primera hora de la mañana.


Limitarlas a tres.
Asegurarte de que una TMI está relacionada con una de tus metas o con uno de tus tres proyectos más importantes.
Centra tu atención en cumplir estas tareas por encima de todo lo demás.
Lleva a cabo las TMI a primera hora de la mañana, antes de hacer cualquier otra cosa.
Cuando realices una TMI, asegúrate de no hacer otras cosas simultáneamente y concéntrate solo en esta tarea.
Tareas pequeñas

En cualquier momento en el que te descubras a ti mismo dilatando una tarea importante, analiza si puedes descomponerla en
partes más pequeñas. Luego simplemente empieza a hacerlas. No pospongas los asuntos, solo comiénzalos. Una vez que hayas
empezado, ganaras impulso y habrás atravesado la barrera inicial de resistencia; entonces será mucho más probable que
continúes con la siguiente tarea pequeña, y luego con otra más, hasta concluir la grande.

Las tareas pequeñas siempre son mejor que las grandes.

Simplificar el manejo del tiempo


En lugar de tener un horario programado, ¿Qué debes hacer? Conocer tus prioridades y según el momento, con base en
aquellas y en la cantidad de tiempo y el nivel de energía que tengas disponible, decide lo que debes hacer.

Conoce tus prioridades

Una vez que hayas establecido tus prioridades, el secreto esta en hallar la concentración. Recomiendo sobremanera que te
concentres en una sola cosa a la vez. Para poder completar la lista de las tres tareas importantes deberás concéntrate en una de
ellas y tratar de concluirla antes de pasar a la siguiente.

Procesamiento por bloques

Aparte de las tres tareas más importantes, siempre hay otras más pequeñas que deben realizarse diariamente. El secreto esta
en:

1) No permitir que las tareas pequeñas adquieran prioridad sobre las más importantes, y
2) hacerlas por bloques, en lo posible, para ahorrar tiempo.

Simplificar los compromisos

Si hay un cambio que podrías hacer hoy y que tendría el mayor efecto en tu vida en términos de productividad, de eficiencia y de
capacidad de hacer las cosas que deseas, seria disminuir los compromisos de tu vida.

Las exigencias de los compromisos

Cada vez que alguien nos pide algo y nosotros aceptamos, estamos asumiendo un compromiso que absorberá parte de nuestra
vida.

Lo curioso es que nunca decidimos asumirlos todos a la vez. Los añadimos a nuestra vida uno a uno y, vistos individualmente,
ninguno parece exigir demasiado trabajo. Pero en conjunto, a la larga pueden consumir por completo nuestra vida, hasta que
esta deja de pertenecernos.

Haz una lista breve

Pregúntate: ¿de qué manera le aporta esto valor a mi vida? ¿En qué medida es importante para mí? ¿Está en Consonancia con
las prioridades y valores que tengo? ¿De qué manera se vería afectada mi vida si dejo de hacerlo? ¿Esto favorece mis metas
vitales?

Después redacta una “lista breve” de cuatro o cinco de los compromisos más importantes que tienes.

Comienza eliminado lo no esencial

Eliminar estos compromisos te dejara mucho tiempo disponible, disminuirá tu nivel de estrés y te permitirá concentrarte en lo
esencial.

Como hacerlo:

Empieza por algo pequeño.


Llama o envía un mensaje para disculparte.
Elimina el compromiso de tu agenda.

Aprende a decir: ¡“NO”!

3) Aminorar el paso
No aprenderás a hacer mas en menos tiempo, pero si a hacer las cosas más adecuadas y mejor. Esta sencilla combinación
puede tener un efecto maravilloso en su eficacia y en todo lo que puede lograr.

Trabaja a un ritmo más lento


Elige un trabajo que te guste.
Elige una tarea importante.
Asegúrate de que sea un reto, pero no demasiado difícil.
Encuentra una hora tranquila, de máxima energía.
Elimina las distracciones y concéntrate.

4) Sobre la motivación

Cómo funciona la motivación


La motivación es la que nos hace ir en pos de una meta, lo que nos anima a seguir cuando las cosas se complican, la razón por
la cual madrugamos para hacer ejercicio o trabajamos hasta tarde para terminar un proyecto.

La mejor clase de motivación, entonces, es querer hacer algo de veras, sentirse entusiasmado y apasionado al respecto.

Ocho maneras de motivarse a uno mismo desde el principio

1. Empieza en pequeño (simplemente, empieza).


2. Una meta.
3. Analiza tu motivación.
4. Rinde cuentas siempre.
5. Debes tener muchísimos deseos de hacerlo.
6. Imprímela, pégala.
7. Lee sobre el tema.
8. Prémiate a menudo. Etc.

PARA FINALIZAR

“Un buen instructor es un experto en la simplificación


y un enemigo del simplismo”
L. A. Berman
Quiero cerrar este artículo con unas palabras de Babauta:

“Mi objetivo es conseguir una vida más simple en la que podamos lograr todo lo deseado porque he comprobado que, cuanto
más la simplifico, cuando reduzco el bullicio, puedo disfrutar de las cosas que me gustan”.

BIBLIOGRAFIA:
BABAUTA, Leo. (2011): El poder de lo simple. ED. Planeta, eBook 2012.

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