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- Berger, J., et. al. (1972) Ways of Seeing. Londres: Pengiun Books.
- Jamison, L. (2014) Grand Unified Theory of Female Pain. (2014) VQR Online. Octubre
del 2017, obtenido de http://www.vqronline.org/essays-articles/2014/04/grand-
unified-theory-female-pain
- Mulvey, L. (1975). Visual Pleasure and Narrative Cinema. Screen, 16 (3): pp 6-18.
De Ways of Seeing, tomo un ensayo en particular para respaldar mi tesis. El capítulo donde
Berger habla de la diferencia entre el desnudo y de la desnudez sienta conceptos cruciales
para la construcción del capítulo de antecedentes del documento. En este ensayo, Berger
habla de la manera en la que la mirada masculina cambia la desnudez por el concepto de
desnudo, un estado artificial en el que se inserta al sujeto de la obra (quien mayormente es
mujer) con el fin de consumir su imagen.
El desnudo cosifica a la mujer, se la utiliza como una comodidad que puede ser adquirida
para disfrutarla en cualquier momento, on demand, ya que se posee la imagen. En mi
documento, utilizo los conceptos de Berger en el primer capítulo, el cual se enfoca en las
muestras de la mirada masculina a partir del Renacimiento o en diversas formas de arte,
como el arte visual y la literatura. Tomando ejemplos como el de María Magdalena, el de
Salomé y la Venus (nótese que, aunque cada una se refiere a mujeres específicas en
particular, sus representaciones son tan frecuentes y bastas que son un subgénero en sí
mismas), se construye una crítica acerca de las maneras o estereotipos en los que los
personajes femeninos eran situados (la mujer fatal, la belleza pasiva, y la mujer sufriente,
en el orden correspondiente a cada una de las figuras mencionadas anteriormente).
Por otra parte, Leslie Jamison, en Grand Unified Theory of Female Pain (2016), habla sobre
la relación entre la mujer y la noción del dolor, más como un acto performativo que se ajena
de sí misma y pasa a ser consumible por la sociedad. El dolor de las mujeres puede ser usado
como una investidura estética, de nobleza, valores y cánones de belleza (nótese el ideal de
belleza victoriano de la mujer tísica o la heroin chic de los 90). Estos planteamientos nacen
de la asociación de la “herida” con la menstruación, vista como una herida sangrante de
forma continua. Posteriormente esta idea se asoció con la mujer en su totalidad. En un
ensayo previamente escrito, hablé de la percepción de la belleza de la mujer a través del
dolor, que parece ser un tema recurrente en el arte. Podemos encontrar un sinnúmero de
imágenes de mujeres llorando o sufriendo, que refuerzan estereotipos e imponen
conductas. Lo anterior incluso ha sido utilizado por algunas mujeres como un estandarte o
una imagen pública, por ejemplo, por cantantes, que utilizan alegorías de heridas reales o
hablan de constante sufrimiento, usualmente por amor. Esto se vuelve una manera de
glorificarse o embellecerse, la herida metafórica se vuelve un adorno, que bien puede
funcionar en contra o a favor.
Laura Mulvey, en Visual pleasure and narrative cinema (1975) se limita a hacer un análisis
cinematográfico, acerca de las herramientas usadas por la industria y como operan para
proyectar las fantasías de los hombres en sus personajes femeninos. Sin embargo, podemos
encontrarnos con miles de imágenes en la cotidianidad que se derivan de la mirada
masculina que ella propuso. A partir del psicoanálisis, Mulvey desarrolla la idea de la
aversión del hombre a la mujer por la fantasía de la castración, y por eso es relegada a
papeles secundarios dentro del cine. Si consideramos el cine como la visión de la realidad
particular de una persona (por más fantasiosa que fuese, siempre podemos encontrar
alegorías o comportamientos humanos en ellas, por autorreferencia), sabemos que el
mecanismo en funcionamiento aquí es siempre similar a la realidad. Este es otro motor de
regulación del papel de la mujer en la sociedad, reproduciendo comportamientos, que se
aprenden, re-empacan y entregan en diferentes modos.
EXTRACTOS DE TESIS
“John Berger es otro crítico y teórico que ha hablado de la mirada masculina, más
sin designarla como tal (el término surgió posteriormente al análisis de Berger).
Tanto en la serie como en el libro Ways of seeing hablan del desnudo femenino
dentro del arte, más específicamente dentro de la pintura.
“[…] Susanna se mira al espejo, imaginando como la ven los hombres. Ella se
ve primera y únicamente como una vista, que significa una vista para los
hombres. Así, el espejo se convirtió en un símbolo de la vanidad de la mujer;
sin embargo, la hipocresía masculina en esto es evidente. Pones un espejo
en su mano y llamas a la pintura vanidad, estás condenando moralmente a
la mujer cuya desnudez has representado para tu propio placer […]” (Ways
of seeing, episodio 2, 1972)
“El término de mirada masculina o male gaze fue acuñado por la teórica de cine
británica Laura Mulvey, en su ensayo de 1975 Visual pleasure and narrative cinema.
En éste se vale del psicoanálisis para demostrar cómo la imagen en el cine narrativo
hollywoodense es influenciada y controlada por los intereses y preconcepciones de
la sociedad que le ha dado a luz. Dicha sociedad, al ser fundamentalmente patriarcal,
afecta y deforma directamente la representación de la imagen de la mujer en el cine,
moldeándola de acuerdo a sus preceptos, creando una separación y asignación de
características o roles dependiendo del género del personaje en pantalla.
“Una de las muestras más notorias del machismo en la cultura visual mexicana es el
cine de ficheras. […]
Edmundo Bastarrachea, escribiendo para la revista Algarabía, habla del origen del
cine de ficheras como adaptaciones de obras teatrales que gozaban de gran éxito en
la época. Una de las principales, Bellas de Noche (1975), de Miguel M. Delgado, fue
adaptada de una obra llamada Las Ficheras (1971) de Víctor Manuel Castro
Arozamena. El nombre fue modificado a Bellas de Noche por censura.
[…]
Bellas de noche puede ser considerada una de las películas más representativas de
su género. De acuerdo con el ya mencionado artículo de Bastarrachea, “[…] abarrotó
de público cuatro salas cinematográficas durante 26 semanas.
“Una figura femenina menos pasiva, pero al mismo tiempo aún a la merced del
personaje masculino, incapaz de controlar la situación en la que se ve envuelta, es
representada en El rapto de Proserpina de Gian Lorenzo Bernini. Esta escultura
captura el momento en el que Hades/Pluto rapta a Perséfone/Proserpina para
llevarla al inframundo con el propósito de volverla su esposa. Esta estatua es
considerada uno de los más grandes logros de la escultura barroca, por la belleza de
sus detalles y la naturalidad de los cuerpos de mármol.
[…]
Como éste hay muchos ejemplos similares. Siguiendo lo dicho por Leslie Jamison en
su Grand Unified Theory of Female Pain, vemos una tendencia de embellecer o
“glamorizar” la idea de la mujer triste, sufriendo, llorando, siendo víctima de sus
circunstancias (2014). Jamison menciona en su ensayo que hemos vuelto a la mujer
herida una diosa. Y si bien la idea de la mujer post herida quisiera pretender que
esto no le afecta, existe una tendencia querer encontrar belleza o nobleza a través
del dolor. Bien podría deberse a una forma de sobrellevar el sufrimiento: si lo
convertimos en algo que nos ennoblece, parece ser más tolerable.”