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El Club de las Excomulgadas
Argumento
Una subasta de solteros, un plan y una noche que lo cambiará todo.
Cuando su mejor amiga recibe entradas para el evento más caliente de la ciudad,
Amber ve la oportunidad de vivir una noche salvaje.
Saben que ella es la única mujer que puede completar la vida que ellos mismos se
La mujer que acepte el amor del uno por el otro durante el resto de sus vidas.
El plan:
Para siempre.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo 1
— ¡No lo hiciste! —Amber Wilson estaba choqueada. Incrédula, miró a sus dos
mejores amigas.
Jessica y Trish se echaron a reír. —No fue fácil. Las entradas para la subasta
llevaban meses agotadas.
— ¡No iré! – dijo Amber. ¿Ellas realmente esperaban que fuese a una subasta,
pujase por un extraño y tuviera relaciones sexuales con él? Sus mejores amigas
deberían conocerla un poco mejor que eso.
Amber lo intentó con otro argumento. — ¡No puedes pagarlas! —No iba a ir.
Jessica agitó su café. —No necesitamos citas. Nosotras las compraremos allí. – Dijo
con una risilla.
Sus dos amigas intercambiaron sonrisas divertidas. —Es para la caridad. Una
organización benéfica muy buena. Y sabemos de todos modos que si puedes
permitírtelo.
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El Club de las Excomulgadas
Levantando una mano, Jessica le palmeó el brazo. —Vamos a estar ahí para
apoyarte. Lo sentimos, pero hemos tenido que hacerlo de esta manera, necesitas
ponerte en circulación otra vez.
—Yo sé cuánto tiempo ha pasado —dijo sin querer pensar demasiado en porqué
fueron tres años. —No es que no esté lista, es que no he conocido a nadie... que me
pareciera interesante.
Amber sabía que tenía la suerte de tener tan buenas amigas. Eran amigas desde la
universidad y habían sido testigos de su colapso después de Dan. Sólo pensar en ese
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El Club de las Excomulgadas
Ella amaba los libros. Los personajes de ficción sabían cómo vivir y amar. Perdida
en un libro, podría ser cualquiera, una seductora muchacha de la universidad, la
bibliotecaria traviesa, la secretaria sexy; pero en la vida real sólo era Amber.
—Di que sí – le rogó Trish, y Amber sintió los primeros signos de emoción.
¿No se había quejado de que estaba aburrida? ¿De qué quería algo más que ir a casa
de noche sola? Bueno, esta era su oportunidad. Podía acompañarlas a la subasta.
Eso no significaba que tuviera que hacer una oferta.
—Iré.
Amber se echó a reír. Eso es lo que le gustaba de sus amigas. Ellas nunca eran
aburridas. Y detrás de ese humor tenían un corazón de oro.
Recogiendo los vasos vacíos, Amber se dirigió hacia el fregadero oculto en una
esquina opuesta a los clientes y los puso adentro. —No sé qué ponerme. – Faltaban
sólo cuatro días para el viernes.
Amber hizo una mueca. Ir de compras con Jessica siempre llevaba horas.
— ¡Esta noche! Nos encontraremos aquí, después del trabajo. —Jessica continuó,
sin darse cuenta de su reacción.
Amber miró a Trish, quien se encogió de hombros. —Muy bien. Si lo voy a hacer,
debo hacerlo bien.
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—No te arrepentirás —le dijo Jessica antes de besarle en la mejilla y dirigirse hacia
la puerta.
Trish esperó a que Jessica saliera antes de hablar. —De verdad, no te arrepentirás.
Será fantástico. La subasta de solteros siempre es el mayor evento del año para
recaudar fondos.
—Sí, bueno, probablemente terminaré con un contable que hablará toda la noche
acerca de cosas de las que no tengo ni idea.
Trish le sonrió. —Puedo prometer que eso no va a suceder. —Cogió las entradas de
la mesa. —Voy a guardarlas para asegurarme de que están seguras.
Amber se echó a reír. Trish siempre iba un paso por delante de ella.
Amber no estaba tan segura, pero desde luego no tenía muchas opciones. Sus
amigas se habían tomado un montón de molestias por ella.
—Señora Wilson —la saludó con esa voz baja y sexy que hizo que se le mojaran
las bragas.
—Sr. Baldwin, qué sorpresa –Le respondió Amber queriendo patearse a sí misma.
Sonaba tan tonta. Él era el propietario, podía presentarse en cualquier momento.
Muchas veces aparecía para compartir una taza de café o coger un libro. En los
últimos meses, se pasaba por allí al menos una vez por semana.
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Él continuó sonriendo y asintió. —Perdón por interrumpir tu jornada, pero quería
advertirle de que tenemos un problema de tuberías en el callejón.
—Oh, —respondió estúpidamente. Maldición, deseo poder pensar en otra cosa que
decir.
—Es probable que el callejón quede bloqueado casi todo el día. Espero que todo
esté bien – dijo él.
—Por supuesto. No… no hay problema —Amber se atascó con sus palabras.
Respiró profundamente varias veces y trató de recomponerse. Era una mujer soltera
adulta, debería ser capaz de hablar con un hombre atractivo.
—No hay problema, Sr. Baldwin. No voy a tener entregas hasta el jueves, así que
no voy a utilizar el callejón —le aseguró ella a toda prisa.
Él asintió de nuevo y los dos se sentaron en silencio. Amber trató de pensar en algo
que decir, pero su mente estaba en blanco. El apoyó la cadera contra la mesa
irradiando confianza.
Amber no podía dejar de admirar el traje que vestía. El material gris oscuro se
adaptaban perfectamente a sus amplios hombros, los pantalones mostrando sus
muslos musculosos y una camisa blanca con botones brillantes cubriendo el ancho
pecho. Su padre vestía trajes de buen gusto, pero nunca parecieron quedarle tan
bien como a Thomas. Cada vez que visitaba su tienda, estaba vestido
profesionalmente. Se preguntó cómo se vería con jeans o tal vez desnudo. Sí,
desnudo y acostado en su cama mientras ella arrastraba su lengua de arriba abajo...
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El Club de las Excomulgadas
¿Qué estaría pensando? Lo miró como una colegiala. Frotándose las manos
mojadas en el pantalón, le dio una sonrisa vacilante. —¿Puedo ofrecerle una taza
de café, señor Baldwin?
Él negó con la cabeza. —Tengo que irme. Sólo quería explicarle lo del callejón.
Amber trató de ocultar la decepción. —Muy bien. Bueno, gracias por hacérmelo
saber. —Se quedó donde estaba esperando que se fuera.
Él abrió la boca para decir algo, pero luego la cerró sin decir nada. Sacudiendo la
cabeza una vez, se dio la vuelta para irse.
Sintió la increíble necesidad de llamarlo. Para pedirle que se quedara y tomar una
taza de café o cualquier cosa para mantenerlo en su presencia por más tiempo.
Cuando empezó a hablar en voz baja, ella se esforzó por escuchar. Incapaz de
entender las palabras, o ver quién estaba allí, esperó. La decepción la embargó
cuando Thomas siguió a la otra persona hacia afuera.
Por un momento, pensó y esperó que fuese el socio de Thomas, Jake Grant.
Jake era otro hombre que hacía que Amber quisiera ser el tipo de mujer que
perseguía a los hombres. Era tan alto como Thomas, pero tenía el cabello más largo
y los ojos azules y salvajes. Tenía 'chico malo' totalmente escrito en él. Nunca se
sintió atraída por este tipo de hombres, pero Jake tenía algo que hacía a su cuerpo
doler por liberarse.
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Amber fantaseaba con él, tanto como con Thomas. Los dos hombres eran parte de
cada sueño húmedo que tuvo en los últimos tiempos. Los había visto unos meses
antes en un restaurante, y las miradas que intercambiaban entre ellos sobre la mesa
la pusieron muy caliente, tanto que usó su vibrador toda la noche, hasta agotarle la
batería.
La noche en que los vio cenando, fueron a la mesa donde estaban ella y Trish.
Incluso se les unieron para tomar una copa después de cenar.
Las fantasías comenzaron aquella noche y habían continuado hasta tenerla casi
desesperada, por lo que no podía estar a solas con ellos en la misma habitación.
Retirándose el cabello del cuello, utilizó su mano libre para abanicarse. Tenía
clientes llegarían pronto y no necesitaban verla toda caliente y mojada.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo 2
Amber se colocó delante de su espejo de cuerpo entero. ¿En que había pensado
para permitir que Jessica le aconsejase ese vestido? Nunca usó antes algo tan
revelador, y apenas se reconocía.
El vestido era uno de los más hermosos que había visto nunca. La seda verde, con
sus finos tirantes y la espalda desnuda, se deslizó hasta llegar al suelo. No podía
usar un sostén, pero compró un tanga minúsculo para usarlo debajo. Los tacones
negros que había comprado garantizaban que se rompería el cuello antes de que
terminara la noche.
Cepilló su largo cabello castaño y lo dejó caer en cascada sobre los hombros. El
Tuvo que admitir que se veía bien, muy bien. Parecía una mujer segura que siempre
obtenía lo que quería. Volviendo a mirar en todas direcciones, se preguntó si sería
capaz de salir de su escondite. Por una noche, ¿Podría dejar sus inhibiciones atrás y
simplemente divertirse? No estaba segura, pero lo iba a intentar.
Amber miró por la ventana mientras se dirigían a los aparcacoches del hotel. El
Hotel Crest Fall era el mejor en la ciudad. Incluso los que no habían estado en él,
escuchaban comentarios acerca de lo maravilloso que era. Era obvio que la subasta
se celebraría allí. Estaban algunos de los hombres más ricos y poderosos de la
ciudad.
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Su estómago estaba lleno de mariposas al salir del coche. Trish la sujetó por los
brazos y tiró de ella hacia adelante. Siguieron a las otras personas vestidas
elegantemente hasta llegar al salón de baile.
Trish le soltó el brazo y buscó las invitaciones en el bolso. Recibieron tres tarjetas
para las ofertas y les recordaron que la subasta era para la caridad.
El salón de baile era precioso, con mesas cubiertas con manteles blancos, velas y
flores colocadas en el centro de las mesas. Cadenas y globos rojos y rosas se
colocaron alrededor de la atractiva habitación. Las luces estaban encendidas,
mientras que todo el mundo encontraba sus asientos reservados.
Jessica tomó copas de champán de un camarero que pasaba y se las entregó a las
demás. —Vamos a encontrar a nuestra mesa. No puedo esperar a ver dónde están
Amber las seguía a un ritmo más lento, disfrutando cada momento de la nueva
experiencia, ya que nunca estuvo en uno de estos eventos para recaudar fondos
antes. Por lo general, sólo enviaba un cheque a la institución de caridad que quería
ayudar. Aquello... aquello era demasiado para ella.
—Esta no puede ser nuestra mesa – dijo Amber, bajando la voz baja mientras se
acercaba a su amiga.
—Lo es —dijo Jessica, feliz de tomar la placa con sus nombres. Amber miró hacia
abajo y vio su nombre.
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Amber estrecho los ojos a su amiga, pero Trish sólo tomó un sorbo de champán y le
sonrió.
Amber suspiró y tomó asiento. No pudo sonsacarle más a su amiga. Jessica y Trish
tomaron asiento a ambos lados de ella. Amber probó la bebida por primera vez. El
líquido dorado bajó por su garganta helado, era de buena calidad. Casi se echó a
reír ante la idea. Por supuesto que lo era. Vio a la mujer del alcalde ahí. Al igual
que muchas otras mujeres que eran igual de importantes. Sentirse fuera de lugar en
relación con la gente la ponía nerviosa. Incluso aunque hubiera crecido con muchas
de estas mujeres, Amber se sentía como una extraña.
—Sí, yo también. —Amber respondió con humildad. Sólo que Amber estaba
segura de que su presentimiento no era tan bueno como el de sus amigas.
Las luces parpadearon, lo que indicaba que todos debían tomar sus asientos. Jessica
hizo una seña al camarero para pedir más bebida. Amber estaba agradecida porque
se le había acabado y la cambió por otra copa llena. Por lo menos tenía una buena
bebida.
—Yo creo que tendrás que ir más alto si quieres ganar —Amber comentó
secamente.
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Jessica echó la cabeza hacia atrás y rió. —Oh, cariño, estoy practicando. Voy a
conseguir mi hombre al final de la noche.
Amber sonrió y miró a Trish. Ella sólo les levantó las manos. —Yo estoy
ahorrando para el hombre adecuado.
—Tenemos que ver quién está por aquí. Uno nunca sabe quién puede caminar por
la pasarela —Jessica respondió.
Tomaba otra copa cuando el siguiente soltero fue anunciado. Se inclinó para
susurrarle en el oído de Trish cuando el nombre fue pronunciado.
—Thomas Baldwin.
—¿Estás bien?
Amber asintió, mirando al hombre que venía por la pista con un esmoquin negro.
No escuchó lo que se dijo de él, completamente emocionada de verle.
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Ella debió haberlo dicho en voz alta, ya que fue Trish quien respondió. —Los
genes, unos genes realmente buenos.
Esto continuó hasta que Jessica empujó a Amber para recordarle dónde estaba, y,
finalmente, miró hacia otro lado.
Amber hizo una mueca. ¡De ninguna manera! ¿Podría...? ¿Lo haría…?
Amber pujó cada vez más alto. Cuando alguien le cubría su oferta, ella recibía un
codazo en un lado o en el otro, para que levantara elevara su tarjeta de compra y la
superara. Miraba a Thomas todo el tiempo.
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Fascinada, Amber se desconectó de la subasta hasta Jessica saltó y la abrazó. —
¡Has ganado!
—Señora, por favor, venga conmigo —le solicitó un hombre, dando un paso
delante de ella.
Amber siguió al hombre fuera de la sala hasta una habitación más pequeña. Allí,
ella le entregó la tarjeta y se dispuso a pagar.
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Probablemente pensaría que era una mujer desesperada, que le perseguía o algo así.
Oh, ¿Cómo diablos había llegado hasta aquí? ¿Pagar por una cita? Suspiró
profundamente, sin siquiera prestar atención a la mujer que parecía no poder dejar
de hablar.
—Fue una puja maravillosa. Probablemente sea la más alta de la noche – continuó
la mujer.
—Muy bien, señorita Wilson. Por esas puertas, a la derecha, esta su acompañante.
Amber miró hacia donde la mujer señaló. Bueno, pagó por él, por lo que también
podría ir y enfrentarlo.
La profunda voz hizo temblar su cuerpo y le robó el habla. Amber apenas podía
mover la cabeza.
Mientras sus labios la tocaban, se estremeció y cerró los ojos. Era absurdo pensar
que este hombre con un solo beso casto le provocaba sentimientos que nadie jamás
podría.
—Tengo una suite arriba, si quieres acompañarme a cenar – dijo con la boca
pegada a su oído.
— ¿Una suite? —Se consiguió decir sin ahogarse. Por muy poco.
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El Club de las Excomulgadas
Thomas ya le había colocado el brazo alrededor de la cintura, conduciéndola hacia
la puerta. Respiró hondo varias veces, tratando de controlar sus rabiosas hormonas.
Sería sólo una simple cena. El permitió que lo subastaran para obras de caridad, no
era nada más que eso.
Sin embargo, el cuerpo de Amber temblaba, excitada con la idea de estar sola en
una habitación que tendría una cama.
Una vez en el ascensor, mantuvo la mirada baja y trató de pensar en algo que decir.
Por otro lado, Thomas no parecía inclinado a hablar. Su brazo seguía alrededor de
ella, frotándola con el dedo pulgar y enviando una corriente erótica a través de su
cadera.
La puerta sonó, advirtiendo que habían llegado a su destino. Él la dirigió fuera del
ascensor hacia el vestíbulo, con una mano apoyada en la parte inferior de su
espalda.
Tres puertas más abajo, él se detuvo y utilizó una tarjeta magnética para
desbloquear y abrir la puerta.
El conjunto era tan impresionante como el resto del hotel. En el elegante comedor,
Thomas se quitó la chaqueta. Amber observaba los músculos de su espalda cuando
fue a la barra. Se mordió el interior de la mejilla para no gemir, después de todo,
nunca lo había visto sin camisa. Su imaginación era lo único que tenía cuando
pensaba en lo que escondía su ropa. La camisa fina que llevaba debajo de su
chaqueta era estrecha y mostraba justo lo suficiente como para provocar.
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—Sí, por favor —dijo, feliz de tener voz de nuevo.
Había una pequeña mesa de comedor junto a un gran ventanal. La mesa estaba
puesta con manteles blancos, como si estuviese a la espera de ser utilizada. Amber
puso su bolso sobre la mesa. Una puerta que debía llevar a la habitación estaba
abierta.
Llevaba unos vaqueros desgastados y una camisa negra ajustada. Sabiendo que en
cualquier momento iba a empezar a babear, volvió la vista rápidamente hacia
Thomas.
Thomas sirvió tres copas, por supuesto, estaba esperando a Jake. Todos los
pensamientos sobre una noche de juegos eróticos salieron enseguida de su cabeza.
No se había percatado de lo mucho que estaba esperando hasta que se desmoronó
la fantasía.
—Sí, por supuesto —respondió Amber y se dirigió al otro hombre. —Es bueno
verle, Señor Grant.
Él asintió y se acercó. —Igualmente, Sra. Wilson —le dijo mientras tomaba una
copa de vino.
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Amber se movió incómoda, sin saber qué hacer. Sus pies estaban empezando a
doler debido a la altura de los tacones y no estaba segura de cuánto tiempo pasaría
hasta que pudiera sentarse y quitárselos.
— ¿Por qué no nos sentamos y nos conocemos un poco mejor? – Propuso Thomas.
Agradecida, Amber asintió y se sentó al borde del sofá de felpa en el asiento del
medio. Los dos hombres la sorprendieron al tomar asiento a cada lado de ella.
Amber tomó un sorbo de su vino para tener algo que hacer con las manos.
—Entonces, ¿Tu ganaste la puja por este sinvergüenza, eh? —Preguntó Jake y se
acercó más.
— ¿Me estás diciendo que yo no valgo tanto? —Thomas le preguntó con una
punzada de dolor en su voz.
— ¿Sr. Baldwin? – Le pregunto – Creo, que después del dinero que te has gastado,
deberías llamarme simplemente Thomas.
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Ella asintió. Su boca estaba tan cerca que si se moviese un centímetro, sería capaz
de sentir sus labios contra los suyos.
—Puedes llamarme cómo quieras. —La voz de Jake vino de su otro lado, tan cerca
como Thomas. —Pero lo preferiré cuando lo grites.
Amber no estaba segura de si realmente oyó las últimas palabras, o si se las había
imaginado, hasta que Thomas se echó a reír.
Thomas se apoyó hacia atrás y llevó su copa de vino a los labios. Contempló
embelesada como bajó por su garganta. Se la quedó mirando todo el tiempo.
Cuando se quitó la copa de los labios, parpadeó. —Vas a tener que disculpar la
Jake. Él nunca tuvo paciencia con la seducción —le dijo.
—Sí, Sigo diciéndole que con paciencia, al final uno consigue lo que quiere —
Thomas continuó diciendo. —Vamos a ver lo que envió el servicio de habitaciones
para la cena.
Amber trató de seguir lo que estaba sucediendo. ¿Estaba siendo seducida? ¿O ella
debería seducirlo? ¿O a ellos? Terminó con su vino en un par de sorbos.
Jake tomó la copa de su mano en cuanto estuvo vacía. Se pegó a ella al ponerla
sobre la mesa.
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El Club de las Excomulgadas
Con él tan cerca, Amber no pudo discutir su punto. Una mano le rozó la rodilla y
apenas podía tomar un respiro. ¿No sabían lo que estaban haciendo con ella? Perlas
de sudor brotaban alrededor de su cabello y empezaron a deslizarse por su cuello.
Las manos le temblaban y se las apretó con fuerza. Si se calentaba más entraría en
combustión espontánea.
Jake movió la mano más abajo, más allá de la rodilla y la bajó aún más. —Zapatos
demasiado altos. ¿No estarías más cómoda sin ellos? —Él tomó un zapato como lo
Se arrodilló ante ella y le quitó el otro zapato. —Apuesto a que eres igual de suave
en todas partes.
Ella miró a su mano izquierda, que envolvió el pie y él inclinó la cabeza hasta su
mano derecha, por lo que le devolvió la mirada.
— ¿Cómo estás querida? ¿Esto te parece bien? —Le preguntó mientras apretaba en
el punto de presión.
—Y tan vocal —dijo con una sonrisa. —Espero que sea siempre así.
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—No puede mantener sus manos apartadas —dijo Thomas murmurando cuando
regresó al sofá con una bandeja.
Amber miró, sorprendida. Lo había olvidado tan pronto como las manos de Jake la
tocaron.
Con los ojos muy abiertos, miraba de un hombre a otro. Oh, estaba segura de que
Thomas apoyó la bandeja sobre la mesa, al lado de su vaso, y levantó la tapa. —¿Te
vas a quedar sentado en el suelo? – preguntó a Jake, señalando el sofá.
Thomas murmuró en voz baja antes de extender la mano para coger un poco de
fruta de la bandeja.
—Prueba esto —ordenó, llevando a la boca de Amber una fresa cubierta con
chocolate. —Se ve deliciosa.
Ella levantó la mano para cogerlo, pero Jake se la agarro rápidamente con las
suyas. —Uh, sin manos.
Thomas le frotó el labio inferior con chocolate una, dos, tres veces antes de
deslizarla en su interior. El chocolate se rompió en su boca y brotaron los jugos de
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la fruta. Masticó lentamente, con la esperanza de no ahogarse y arruinar el
ambiente.
Levantó una ceja y colocó la fruta hacia abajo. Amber abrió la boca, pero antes de
que pudiera decir nada, él puso sus labios sobre los de ella.
Cuando Thomas se alejó lentamente, Amber le siguió. Sus labios estaban tan sólo a
un soplo de distancia, mientras inhalaba el aire que necesitaba.
—Yo quiero probar también —Jake se quejó antes de que su boca cubriera la de
ella.
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Capítulo 3
El beso de Jake era pura hambre y calor. Fuerte y dominante donde Thomas fue
lento y tranquilo. Todos sus pensamientos se borraron con sus sentidos
sobrecargados, todo lo que podía hacer era devolver el beso de Jake con toda la
pasión que sentía.
— ¡Oh Dios! —Se quedó sin aliento cuando Jake dejó de besarla tan de repente
como empezó.
Esta vez estaba preparada. Colocó los brazos alrededor de su cuello y le abrazó
Pasaron varios minutos antes de que Thomas hablara. —Me siento excluido —se
quejó.
Amber se separó de Jake. Todo estaba sucediendo muy rápido. No era capaz de
pensar. Una mirada a la necesidad en el rostro de Thomas y Amber descubrió que
había sobrevalorado sus pensamientos.
Alargó la mano y agarró la parte posterior de su cuello, regresando sus labios a los
de él. Thomas los abrió de inmediato mientras frotaba su lengua con la de ella. De
repente sintió uno de los tirantes del vestido deslizándose del hombro lentamente y
en seguida unos labios subían recorriendo su brazo desnudo. La sensación de dos
hombres tocándola y acariciándola era la sensación más increíble.
Ella miró de uno a otro mientras su aliento salía dificultosamente. —¿Qué... qué
está pasando aquí? —Tuvo que preguntar. Nunca en sus fantasías más salvajes
había imaginado a dos hombres amando su cuerpo.
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El Club de las Excomulgadas
Thomas se incorporó y mantuvo ambas manos en las suyas, mientras que Jake fue
a sentarse de nuevo en el otro lado del sofá.
—Eres una mujer hermosa, Amber —Thomas comenzó. —Jake y yo hemos estado
tratando durante algún tiempo de acercarnos a tí. Ahora que te tenemos aquí,
tenemos la intención de que te des cuenta de que no hay nadie más con quien
preferirías estar. Sólo nosotros dos.
— ¿Me desean? ¿Los dos? —Repitió, con miedo de que fuese demasiado bueno
para ser verdad.
La risa de Jake vibró a su lado. —Sí, nosotros dos. Se podría decir que Thomas y
yo somos más que sólo socios de negocios. Somos compañeros en todos los
sentidos.
—Estamos muy felices juntos, pero ambos sabíamos que necesitábamos algo más.
Alguien que nos completara —dijo Jake.
En lugar de contestar con palabras, Jake la rodeó con sus brazos y la subió a su
regazo. Se sentó al otro lado del sofá cuando Thomas se movió y colocó sus piernas
sobre las de él.
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El Club de las Excomulgadas
—Desde el primer día que te conocimos, los dos sabíamos que nos sentíamos
atraídos por ti. Esto no es inusual. Nosotros ya hemos compartido mujeres en el
pasado, pero contigo había algo más —dijo.
Jake le acariciaba los brazos distraídamente y ella se meció para tomar sus manos.
Él gimió y le agarró de las caderas para mantenerla en el sitio. —A menos que estés
preparada para pasar directamente ahora a la habitación —.gruñó—te sugiero que
dejes de hacer eso.
Ella se echó a reír, sintiéndose como una adolescente en su primera cita. —¿No te
gusta? —Ella bromeó. Wow! Se sentía totalmente traviesa. Y se sentía bien.
Jake movió sus caderas hacia atrás, hincando aún más el rígido eje en su carne. —
—Lo sabemos —dijo Thomas. —Todo lo que tienes que hacer es sentir y disfrutar.
Te vamos a mostrar lo bueno que puede llegar a ser.
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Sonaba maravilloso para ella. —Sí, lo quiero. —Susurró, para dar su
consentimiento.
Se acercó y se puso de pie al lado de Jake, su cuerpo extendido sobre ambos. Las
grandes manos de Jake ahuecaron sus pechos. Ella gimió y arqueó la espalda.
Thomas se separó para quitarse los pantalones, revelando más carne. Jake chupó la
piel de su cuello y ella pensó que iba a desmayarse de placer.
Sus manos se movían con seguridad sobre ella. Jake bajó los dos tirantes. El
corpiño de su vestido se deslizó formando una pila en la cintura dejando los pechos
a la vista. Jake jugó con sus pezones duros y sensibles mientras su pródiga boca
Thomas miró a la pequeña tanga que llevaba bajo de la tela del vestido. —Hermosa
—comentó mientras tocaba la frágil pieza.
Jake retiró una mano de sobre sus pechos y la bajó hasta acercarla a la boca de
Thomas. Éste mordisqueó un dedo antes de metérselo en la boca.
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Observaba, fascinada, como Thomas chupaba el dedo de Jake. ¡Oh Dios, esto era
jodidamente caliente!
Jake se echó a reír. —Thomas tiene una boca muy talentosa. ¿Quieres más?
¿Quieres sentirlo en ti?
Thomas liberó el dedo de Jake con un fuerte y húmedo chasquido. Jake empujó las
bragas a un lado. Thomas no perdió tiempo. Antes de que pudiera adivinar lo que
iba a hacer, Thomas se hundió en su vagina cubriéndola con la boca.
— ¡Oh Dios! —Se asombró. No hubo ninguna vacilación en Thomas, que acaba de
pasar la lengua por su sexo. Su clítoris se estremeció al primer toque y su cuerpo se
sacudió con fuerza. La necesidad más poderosa que alguna vez había sentido la
abrumó.
Thomas, ciertamente, tenía una gran boca. Manipuló el clítoris, cubrió sus pliegues,
antes de meter la lengua dentro de su vaina. Amber gritó y luchó para agarrarse a
algo sólido. Terminó clavando las uñas en el brazo de Jake.
Jake frotaba su clítoris mientras Thomas la comía con su lengua. Ella estaba cerca.
A punto de explotar. Thomas introdujo un dedo en su sexo mientras Jake
presionaba su clítoris aún más.
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— ¿Estás lista para correrte, querida? – la voz de Jake sonó ronca. — ¡Hazlo,
córrete!
Thomas levantó la cabeza. Su cara estaba cubierta con sus jugos. —Tienes un sabor
maravilloso, querida —su voz enronquecida por la pasión.
Thomas se rió y acortó la distancia. Los labios de los dos hombres contactaron
cuando Thomas compartió su sabor con Jake.
La visión de Thomas y Jake besándose fue la cosa más caliente que jamás había
presenciado. La lengua de Jake penetró la boca de Thomas y sus lenguas se
batieron en duelo. Incapaz de contener su reacción, Amber gimió con los ojos fijos
en ellos. Sólo de mirar a los dos guapos y musculosos hombres, su cuerpo
respondió una vez más. No había forma humana de sentarse a verlos y querer
formar parte. Lentamente, acercó los dedos para tocarlos donde sus labios se unían.
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—Tal vez en algún lugar más cómodo —sugirió Jake.
Thomas rompió la conexión y le guiñó un ojo. —Me encanta cuando se pone todo
dominante.
Su boca babeó, literalmente, por la visión ante ella. Thomas tiró de la camisa suelta
y agarró la correa. Era una buena cosa que Jake la estuviese agarrando o ella
seguramente se habría desmayado.
Jake la puso de pie delante de él. La ayudó a levantar los brazos por encima de su
cabeza antes de sacarle el vestido deslizándolo hacia abajo. El aire fresco de la
habitación del hotel golpeó su cuerpo, provocándole un escalofrío. Sus pezones ya
estaban duros como piedras a causa de la excitación, pero el estímulo adicional, le
causó un hormigueo. La mirada directa y llena de placer de Thomas no ayudaban a
calmar su excitación.
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Detrás de ella, Jake le pasó las manos sobre sus hombros, hacia la espalda y las
posó en su cintura. Se acercó y se frotó contra ella. Podía sentir su erección a través
de sus pantalones vaqueros. El vasto material contra su suave cuerpo... fue
simplemente delicioso.
Thomas la tomó en sus brazos y la volvió hacia Jake. Éste se sacó la camisa por la
cabeza y la arrojó al suelo junto a su vestido. Su poderoso pecho se flexiono al
abrirse el botón de sus pantalones. Amber quería ayudarlo a desnudarse, pero
Thomas la mantenía en el sitio con los brazos alrededor de su cintura. Jake deslizó
los pantalones por sus piernas. Amber se sorprendió y se giró cuando se dio cuenta
Completamente desnudo, dio varios pasos hacia ellos. Y ella tenía razón. Era
enorme.
Amber extendió la mano y trazó el tatuaje de un águila en su pecho por encima del
pezón. Sintiéndose atrevida, se inclinó y exploró el colorido adorno con la lengua.
Su sabor le explotó en la boca y gimió. Sabía como a jabón, sudor, y algo que era
puro hombre.
Jake era lo suficientemente alto para que ella no necesitara doblarse para llegar a él.
Sus manos recorrieron el camino hasta su cabello y la aseguró con fuerza contra él.
Detrás de ella, Thomas le acarició con las manos la parte baja de la espalda y más
abajo.
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Jake se separó de ella y la agarró del brazo. – Sube a la cama —le ordenó.
Amber con mucho gusto se volvió, se subió a la gran cama king de rodillas.
Thomas se movió al otro lado y se sentó delante, mientras que Jake se colocó detrás
de ella.
Thomas la besó suavemente. Amber abrió su boca y dejó que la guiase por el juego
erótico de lenguas y dientes. Grandes manos callosas apretaban y torturaban sus
pechos. Sabía que era Jake acariciándola. Ya reconocía la diferencia de su toque.
Extendió la mano hasta Jake, y juntos los dos hombres la tocaban, la presionaban,
lamían y jugaban con ella. Los fuertes dedos de Jake y la talentosa boca de Thomas
—Por favor... Por favor... —Ella les rogó, sin saber exactamente lo que pedía.
—Ah, sí. —Ella temblaba de emoción. Eso era exactamente lo que quería.
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El Club de las Excomulgadas
—Bien —elogió Jake. La ayudó a colocarse entre las piernas de Thomas, hasta que
consiguió una posición que le permitiera bajar hasta él.
Las manos de Jake nunca dejaron su cuerpo. —Voy a estar aquí detrás tuyo,
tomándote mientras tienes su larga y gruesa polla en tu boca —le dijo.
Thomas se agachó y cogió su eje duro. Le dio algunos empujones bien fuertes antes
de guiñarle. —Cariño, ya casi estoy llegando, no sé cuánto tiempo voy a durar.
Amber gimió. —Si los dos siguen hablándome de esta manera, podría correrme sin
que me toquen.
Con una mano en la espalda, Jake la presionó hasta bajarle la parte inferior del
torso. La agarró por las caderas para mantenerlas en el aire.
Amber sustituyó la mano de Thomas por las de ella. Le acarició tal como él lo hizo
sólo un momento antes. Él estaba lleno, con fugas de líquido pre-seminal que se
familiarizaban con su cuerpo.
Ella bajó la cabeza y lamió las gotas en la punta del eje. El aliento de Thomas salió
como en una explosión. Complacida con la reacción, repitió el acto. Bastó que
pasara la punta de la lengua sobre la cabeza para multiplicar dicha reacción y ella se
tomó su tiempo para aprenderse cada centímetro. Las manos de Thomas se
agarraron a las mantas.
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El Club de las Excomulgadas
Ella empezó a moverse de arriba abajo por toda la longitud del miembro, como si
estuviera lamiendo un helado. Sabía que quería que envolviese los labios alrededor
de la polla, pero pensaba que merecía que le regresara un poco de la provocación
previa.
—Alguien está siendo traviesa —Jake bromeó. Sus manos habían vagado por todo
su cuerpo mientras admiraba la provocación a Thomas. No podía ver lo que estaba
haciendo a sus espaldas, pero podía sentir sus ojos pesados.
Sus dedos rozaron su sexo. Sin contacto suficiente como para realmente ser
Él gimió cuando ella finalmente se lo tragó, usando la lengua para recorrer la carne
sensible y chuparlo.
La tercera vez que Thomas se hundió en su boca, Jake colocó dos dedos
acariciando los pliegues. Como dos hombres que se conocían entre sí, se movían al
mismo ritmo. Thomas follaba su boca mientras los dedos de Jake entraron en su
coño mojado. Él los empujó dentro y fuera de su cuerpo, en combinación con los
movimientos de Thomas.
Amber nunca había sentido nada igual. Complacer a un hombre mientras otro la
complacía a ella. Jake añadió un tercer dedo y a Amber se le hizo más difícil
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El Club de las Excomulgadas
chupar el pene con su boca. Thomas habló rápido y no pudo entender las palabras,
pero sabía que estaba cerca. Continuó atormentándolo, queriendo que derramara el
semen en su boca.
Jake retiro sus dedos y ella gimió con disgusto. El pene en su boca se torció. Antes
de que pudiera dejar ir a Thomas, sintió un movimiento detrás de ella en la cama y
escuchó el sonido rasgado de una hoja. La anticipación hizo contraer su cuerpo.
Jake cambió su peso detrás de ella, y sintió el extremo romo del pene en su entrada.
Ella bombeaba con la mano y chupaba fuerte la polla de Thomas cuando Jake la
agarró por las caderas y se hundió en su interior.
Amber gritó con la boca llena. Jake se detuvo en su interior, esperando que ella se
ajustara a su tamaño. Era tan grande que tuvo que esperar durante varios segundos.
—Estrecho. Estás tan apretada y caliente —Jake murmuró. Aceleró con un apretón
fuerte en contra de sus caderas.
Amber chupó, tragando el sabor amargo y salado del semen, hasta que él empezó a
ablandarse. Thomas salió de su boca y descendió bajo su cuerpo.
Jake golpeaba por detrás cuando Thomas le cubrió la boca con la suya.
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El Club de las Excomulgadas
de Thomas mientras compartía su sabor con él. Los dos hombres la sostenían fuerte
como dueños de su cuerpo. Y ella simplemente se dejó llevar.
Jake regó besos en su cuello y Thomas le besó la frente. Trató de mantener los ojos
abiertos, sin querer perderse ni un solo momento, pero se encontraba tan a gusto
entre ambos que acabó por cerrarlos de todos modos. No importaba si iba a estar
sólo una noche con esos dos increíbles hombres, quería aprovechar cada segundo
que pudiera.
Esta fue la mejor noche de su vida. Nunca se había sentido tan apreciada, tan
querida y estimada.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo 4
Amber debió haberse quedado dormida en algún momento, porque se despertó en
la oscuridad con el sonido de una respiración contra su oreja.
A abrió los ojos y movió la mano la mano que tenía sobre un sólido pecho.
Dormían en la misma posición en la que se acomodaron después del sexo. Ella
estaba acostada sobre el cuerpo de Thomas con la cabeza apoyada en su pecho y las
piernas entrelazadas. El duro cuerpo de Jake presionado contra ella formando la
posición de cuchara.
—Ajá —respondió. Maldita sea, su voz sonaba ronca a sus oídos. La sensación de
su piel contra la de Thomas la hizo estremecerse una vez más.
Thomas cambió un poco la posición y la abrazó más fuerte. — ¿Estás bien con lo
que hicimos?
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El Club de las Excomulgadas
Thomas relajó su cuerpo bajo el de ella. —Me alegro de que te sientas así.
—Lo sé —admitió.
Thomas se echó a reír. —Eres perfecta. Tienes que saberlo. Y estoy muy
enamorado de ti.
Sus dedos encontraron su barbilla. – Lo estoy. Al igual que Jake. Nos tomó un
largo tiempo encontrar la forma que vinieras a nosotros.
Él la amaba. Ambos lo hacían. Amber no podía creer su suerte. Fue una buena cosa
haberlo ganado esa noche. —Me alegra haberte subastado—le contestó.
Recordando los pocos comentarios que él hizo y las acciones de sus amigas, Amber
comenzó a unir todas las piezas. – Vosotros nos disteis las entradas —acusó.
Thomas le agarró las caderas y se la puso sobre el cuerpo. Ella se sentó a horcajadas
en su cintura. —Tus amigas recibieron instrucciones estrictas para que tus ofertas
fueran en cada ocasión las más altas.
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El Club de las Excomulgadas
Thomas aferró sus caderas mientras ella se movía. —Jake estaba allí para vencer a
cualquiera en caso de que tu no lo hicieras, si hubiese sido necesario.
Amber se estiró entre ellos y envolvió su eje con las manos. —Ah, así que fue una
conspiración.
Amber bombeó su pene un par de veces. —Bueno, ahora me tienes aquí, ¿qué vas a
hacer conmigo, Sr. Baldwin?
Amber sonrió y se levantó sobre sus rodillas, todavía acariciándolo. El estiró una
mano y la metió en la mesita de noche buscando un condón. Lo rasgó con los
Movió las manos hacia abajo y se cubrió, entonces sujetó la base de su pene
mientras ella se colocaba sobre él.
Ambos gimieron por la conexión. Las manos de Thomas ahuecaron sus senos
mientras ella comenzó a montarlo. Lentamente al principio, luego más y más
rápido hasta que estuvo saltando sobre él.
—No deberías haber dormido tanto tiempo —Thomas bromeó, pero su voz era
tensa.
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El Club de las Excomulgadas
Jake se separó por un minuto, enseguida, la lámpara al lado de la cama se
encendió.
—No... No, continua – les alentó Jake. —Quiero verte montándolo. Quiero ver tu
cara cuando te corras.
Cuando ella dejó de moverse, Thomas se hizo cargo y comenzó a empujar dentro
de ella. Cada vez que se lanzaba dentro, sus pechos se movían y su cuerpo se
tensaba.
Amber mantuvo los ojos fijos en Jake, mientras acompañaba a cada uno de los
movimientos de Thomas. No pasó mucho tiempo hasta que Jake extendió sus
Era sexy como el infierno y la puso por encima del límite. El interior de sus muslos
se cerró sobre Thomas y los dos gritaron cuando al correrse juntos.
Amber estaba un poco confusa y muy insegura. ¿Thomas dijo que la amaba?
¿Acaso quiso decir eso? Por supuesto que no. Pero si no, ¿por qué lo había dicho?
No era como si lo necesitara para llevársela a la cama. Ya estaba allí, de hecho,
estaba encantada. Sin embargo, cada caricia de sus manos la hacía sentir como si
realmente quisiera cuidar de ella. La hizo sentir especial. Ojalá esos sentimientos
nunca llegaran a su fin. Pero llegarían, y tendría que volver a su propia vida. Una
vida sin Thomas ni Jake. Parpadeó para contener las lágrimas.
No fue sino hasta que el estómago de Jake gruñó ruidosamente, que se separaron.
Amber se mordió el labio para contener la risa, pero Thomas no fue tan amable.
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El Club de las Excomulgadas
— ¿Qué? —Jake se frotó el estómago. —No hemos tenido tiempo para comer.
Una mueca en su rostro hizo que por fin se rompiera el control de Amber. Ella se
rió y se separó de Thomas. Jake la tomó en sus brazos y la atrajo hacia sí.
—Acurruquémonos mientras Thomas trae una bandeja con comida – dijo Jake con
una sonrisa.
Se volvió a darle un beso. Jake perdió el control del beso mientras empujaba su
lengua en la boca de Amber. La cama se meneó cuando Thomas se levantó de ella.
—Voy a alimentar a ambos lo justo para que recuperéis las fuerzas y podamos
seguir jugueteando un poco más.
No creía que Thomas hubiera llegado a por la puerta antes de encontrarse de nuevo
con Jake entre las piernas.
—Dime, cariño —le susurró. — ¿Alguna vez has pensado en cómo sería estar con
dos hombres a la vez?
Jake empezó a frotar su bulto contra ella. —Sí, puedo llenar tu coño caliente y
húmedo, mientras que Thomas te llena por detrás.
Amber no sabía qué decir. Había leído libros de novela erótica al respecto, aunque
nunca tuvo una oportunidad real de experimentarlo. Había practicado el sexo anal
con Dan y le gustó, pero con Jake y Thomas seguro sería mucho mejor.
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Ni siquiera terminar la frase antes de que él le cubriera la boca con la suya.
Obviamente, sabía lo que ella iba a decir. Amber colocó sus piernas alrededor de la
cintura de Jake mientras él seguía deslizándose en su contra.
— ¡Eh! ¡Pensé que íbamos a comer! —dijo Thomas desde algún lugar de la
habitación.
Jake se alejó de ella con un gemido. —Creo que lo mejor es comer ahora.
La fruta estaba buena y el vino, mejor aún. Los dos hombres se ocuparon de la
alimentación de Amber, de modo que ella ni siquiera tuviera que tocar la comida.
Mientras uno le daba de comer, el otro acariciaba su cuerpo.
Cuando la bandeja estuvo vacía, Amber estaba cerca de nuevo y la idea de estar
Jake debió adivinar lo que estaba pensando, porque minutos después de que
Thomas se levantó para quitar la bandeja de comida, se dio la vuelta y comenzó a
acariciar su cada vez mayor erección.
—No puedo esperar para sentirte de nuevo, nena —dijo. —Cuando estemos dentro
de ti, seré capaz de sentir también a Thomas.
—No queremos presionarte, pero esta es una manera en la que todos podemos estar
en contacto. Y además, será bueno para ti, te lo prometo —dijo Thomas.
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Estaba nerviosa, pero ahora que el tema fue mencionado, estaba temblando por la
necesidad y el deseo.
—Los deseo a ambos. Quiero ser llenada por los dos al mismo tiempo —admitió.
Thomas cambió de posición respecto a ella. Su calor sólo la dejó por un momento y
para tomar una botella pequeña de lubricante y dejar dos condones en la cama, al
lado de los hombros de Jake.
Jake cogió un preservativo y se lo puso entre los dientes. Rasgó el paquete para
abrirlo, observando su reacción.
Amber se alzó y puso su mano sobre la base del pene. La frotó contra sus pliegues,
el líquido de su cuerpo y condón lubricado la hizo resbalar más fácilmente.
—Ya estoy excitada. Estoy tan mojada de tenerlos a ambos llenándome, voy a
agarraros y sujetaros dentro -, bromeó. Tal vez ella no tendría demasiada
experiencia, pero había leído suficientes libros como para ser capaz de responder a
la e mucha experiencia, pero había leído suficientes libros como para ser capaz de
responderle hablándole sucio como Jake.
Obtuvo las reacciones que quería de ellos. Los dos hombres gimieron y Jake la
acercó. Ella aceptó de buen grado su ayuda, y en segundos, estaba montando sobre
su dura polla.
Thomas no fue directamente detrás, como ella esperaba. En primer lugar, apretó
sus pechos, besó y lamió su cuello.
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Sensaciones que nunca antes había sentido recorrieron su cuerpo. Excitación,
nerviosismo, anticipación, todo mezclado para aproximarla a su máximo placer.
Deseaba... No, necesitaba ser tomada... reclamada por Thomas y Jake. Su canal se
estrechaba alrededor de Jake y ella tenía que calmarse o sobrepasaría los límites.
Ella respiró profundamente cuando un largo dedo violó su agujero. Hubo cierta
resistencia por parte de su cuerpo, pero Thomas fue paciente e introdujo un dedo,
Dios, ella quería más. Se movía con lentitud sobre Jake y después contra la mano
de Thomas, pero no era suficiente.
Thomas se echó a reír y poco a poco retiró los dedos. Inmediatamente, la cabeza de
su no circuncidado pene se colocó allí. Comenzó a llenarla.
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Amber mordió el hombro de Jake, provocando que él la empujase.
Y le encantó.
Amber fue la primera en alcanzar el éxtasis. Echó la cabeza hacia atrás y gritó
mientras su cuerpo se estremecía. El orgasmo fue tan intenso que, literalmente,
pudo ver colores ante sus ojos. Poco después, su estrecho canal explotó. Sentía
como si todo su cuerpo estuviese en llamas. Gritó, arqueando la espalda.
No sabía lo que pasó justo después, pero enseguida ellos llegaron a la liberación,
gimiendo y gritando su nombre. Amber cayó sobre el pecho de Jake. Thomas tiró
de ella lentamente, y un momento después, ella se separó suavemente de Jake.
Los brazos y las piernas de todos ellos abrazados se enredaban, mientras trataban
de recuperar el aliento. Una vez conseguido, ella suspiró.
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—Cariño, ¿estás bien? – Le dijo Thomas mientras posaba un beso en su sien.
La cara de Jake entró en su línea de visión. – Ahora eres nuestra, Amber. Ahora y
para siempre, nos perteneces.
Ella se lamió los labios antes de contestar. —No entiendo —admitió en voz baja.
Jake sostuvo su barbilla ligeramente y la miró a los ojos. Sus ojos eran cálidos y
reflejaban una emoción que se parecía mucho al amor. — ¿No entiendes qué? —
preguntó.
Amber se aclaró la garganta y miró hacia otro lado antes de contestar. —¿Por qué
yo?
Thomas rió profundamente. — ¡Maldita sea, hombre, esto suena como si fuésemos
unos acosadores!
—Mierda – murmuró Jake, y una vez más la tomó del rostro, no tuvo más remedio
que enfrentar su mirada. —Escúchame. Tú eres la única mujer en el mundo que
siempre hemos querido traer a nuestra casa y mantenerla. Queremos despertarnos
cada mañana contigo entre nuestros brazos. Queremos dormir cada noche contigo
entre nosotros. Hemos dedicado mucho tiempo a que nos consideraras tus amigos
para que te sintieras cómoda.
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—Pero que hay... —ella empezó. Tenía muchas preguntas. ¿Cómo funcionaría esta
relación de tres? Estaban hablando de la eternidad y ella todavía estaba tratando de
organizar su mente en torno a una noche.
—No siempre será fácil —dijo Thomas. —Jake y yo lo sabemos. Sin embargo, creo
que nosotros tres... vamos a ser capaces de superar cualquier cosa.
Jake gritó. — ¡Vamos a hacerlo muy bueno para ti! Sólo espera y verás. Te sentirás
tan amada que nunca vas a querer dejarnos.
Fin
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