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El Club de las Excomulgadas

Agradecimientos

Al Staff Excomulgado: Aura por la Traducción y


la Corrección, a Kiti08 por la Diagramación y a
Dannen por la Corrección de la Traducción y
Lectura Final de este Libro para el Club de Las
Excomulgadas…

Crissy Smith – La Oferta Más Alta


A las Chicas del Club de Las Excomulgadas, que
nos acompañaron en cada capítulo, y a Nuestras
Lectoras que nos acompañaron y nos acompañan
siempre. A Todas….

Gracias!!!

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El Club de las Excomulgadas

Argumento
Una subasta de solteros, un plan y una noche que lo cambiará todo.

Amber Wilson está cansada de su aburrida vida.

Anhela algo más que sólo otro día normal.

Cuando su mejor amiga recibe entradas para el evento más caliente de la ciudad,
Amber ve la oportunidad de vivir una noche salvaje.

Thomas Baldwin y Jake Grant observan a Amber desde lejos.

Saben que ella es la única mujer que puede completar la vida que ellos mismos se

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han construido.

La mujer que acepte el amor del uno por el otro durante el resto de sus vidas.

El plan:

Comprar y enviar las entradas de la subasta a una amiga de Amber, empujarla a


que haga una oferta para ganar a Thomas y, a continuación, utilizar todos los
trucos del manual para seducirla y hacerla de ellos.

Para siempre.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo 1
— ¡No lo hiciste! —Amber Wilson estaba choqueada. Incrédula, miró a sus dos
mejores amigas.

Trish asintió. — ¡Si, lo hice!

Jessica y Trish se echaron a reír. —No fue fácil. Las entradas para la subasta
llevaban meses agotadas.

— ¡No iré! – dijo Amber. ¿Ellas realmente esperaban que fuese a una subasta,
pujase por un extraño y tuviera relaciones sexuales con él? Sus mejores amigas
deberían conocerla un poco mejor que eso.

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—Tú irás —dijo Trish con severidad. Entonces, Amber vio con horror como Trish
sacaba los billetes de su cartera.

Amber lo intentó con otro argumento. — ¡No puedes pagarlas! —No iba a ir.

—En realidad no lo hice. Fueron... un regalo. Y las dos serán mi cita.

Jessica agitó su café. —No necesitamos citas. Nosotras las compraremos allí. – Dijo
con una risilla.

Tomando un sorbo de café, Amber trató de pensar en otra excusa. – Yo no puedo


pagar por esos hombres ahí.

Sus dos amigas intercambiaron sonrisas divertidas. —Es para la caridad. Una
organización benéfica muy buena. Y sabemos de todos modos que si puedes
permitírtelo.

Amber suspiró, adivinando que ninguna excusa sería lo suficientemente buena. —


Estaría muy avergonzada.

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El Club de las Excomulgadas
Levantando una mano, Jessica le palmeó el brazo. —Vamos a estar ahí para
apoyarte. Lo sentimos, pero hemos tenido que hacerlo de esta manera, necesitas
ponerte en circulación otra vez.

—Han pasado tres años, querida – Añadió Trish.

—Yo sé cuánto tiempo ha pasado —dijo sin querer pensar demasiado en porqué
fueron tres años. —No es que no esté lista, es que no he conocido a nadie... que me
pareciera interesante.

—Tal vez lo conozcas el viernes —Trish señaló suavemente.

Amber sabía que tenía la suerte de tener tan buenas amigas. Eran amigas desde la
universidad y habían sido testigos de su colapso después de Dan. Sólo pensar en ese

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hombre le revolvía el estómago. Estuvieron juntos durante cinco años, y apenas
ocho semanas antes de casarse, descubrió que él estaba con ella debido a un
acuerdo con su padre. El matrimonio con Amber le daría el control de la empresa
de su padre a Dan. Como si eso no fuera suficientemente malo, estuvo
engañándola. Parecía que todo el mundo lo sabía excepto ella.

Alejando los horribles pensamientos de su mente, Amber reflexionó seriamente


acerca de su situación actual. Sabía lo que pasaría en la subasta. Sus amigas le
habían contado historias durante años. Simplemente no se veía haciendo lo mismo.

—No lo sé —dijo al fin, a sabiendas de que se estaba rindiendo. Realmente nunca


hubo ninguna posibilidad de que no lo aceptase. Tal vez no era tan malo. No tenía
por qué pujar y podría disfrutar de una noche con las chicas. Pensándolo bien, no
sonaba tan terrible.

—No te preocupes – la animó Jessica. —Vamos a estar allí contigo.

Amber no se sintió mejor. Sus amigas podrían conducirla a la locura.

Mirando alrededor de su librería, Amber trató de verse a misma tan desvergonzada


como ellas lo eran. Nunca fue fiestera o de las que se acostaban solo una noche.

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El Club de las Excomulgadas
Ella amaba los libros. Los personajes de ficción sabían cómo vivir y amar. Perdida
en un libro, podría ser cualquiera, una seductora muchacha de la universidad, la
bibliotecaria traviesa, la secretaria sexy; pero en la vida real sólo era Amber.

—Di que sí – le rogó Trish, y Amber sintió los primeros signos de emoción.

¿No se había quejado de que estaba aburrida? ¿De qué quería algo más que ir a casa
de noche sola? Bueno, esta era su oportunidad. Podía acompañarlas a la subasta.
Eso no significaba que tuviera que hacer una oferta.

—Iré.

—Y vas a pujar – Apostilló Trish.

—Tengo que ir a trabajar. – Dijo Jessica al ponerse de pie y mirar el reloj.

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Trish también miró el reloj y gruñó. —Yo también. Tal vez hoy alguien vaya a
robar el banco y me dé un poco de emoción.

Amber se echó a reír. Eso es lo que le gustaba de sus amigas. Ellas nunca eran
aburridas. Y detrás de ese humor tenían un corazón de oro.

Recogiendo los vasos vacíos, Amber se dirigió hacia el fregadero oculto en una
esquina opuesta a los clientes y los puso adentro. —No sé qué ponerme. – Faltaban
sólo cuatro días para el viernes.

—¡Iremos de compras! —Gritó Jessica.

Amber hizo una mueca. Ir de compras con Jessica siempre llevaba horas.

— ¡Esta noche! Nos encontraremos aquí, después del trabajo. —Jessica continuó,
sin darse cuenta de su reacción.

Amber miró a Trish, quien se encogió de hombros. —Muy bien. Si lo voy a hacer,
debo hacerlo bien.

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—No te arrepentirás —le dijo Jessica antes de besarle en la mejilla y dirigirse hacia
la puerta.

Trish esperó a que Jessica saliera antes de hablar. —De verdad, no te arrepentirás.
Será fantástico. La subasta de solteros siempre es el mayor evento del año para
recaudar fondos.

—Sí, bueno, probablemente terminaré con un contable que hablará toda la noche
acerca de cosas de las que no tengo ni idea.

Trish le sonrió. —Puedo prometer que eso no va a suceder. —Cogió las entradas de
la mesa. —Voy a guardarlas para asegurarme de que están seguras.

Amber se echó a reír. Trish siempre iba un paso por delante de ella.

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—Nos vemos esta noche. Te vamos a conseguir el vestido más sexy que tengan. —
Trish parpadeó. —Ya lo verás.

Amber no estaba tan segura, pero desde luego no tenía muchas opciones. Sus
amigas se habían tomado un montón de molestias por ella.

Amber estaba pensando en la subasta, cuando sonó el timbre en la puerta principal


dos horas más tarde. Levantó la vista y casi se muerde la lengua.

¡Dios mío! Thomas Baldwin. El pedazo de hombre de aproximadamente 1,88 m de


altura, sonrió mientras se acercaba.

—Señora Wilson —la saludó con esa voz baja y sexy que hizo que se le mojaran
las bragas.

—Sr. Baldwin, qué sorpresa –Le respondió Amber queriendo patearse a sí misma.
Sonaba tan tonta. Él era el propietario, podía presentarse en cualquier momento.
Muchas veces aparecía para compartir una taza de café o coger un libro. En los
últimos meses, se pasaba por allí al menos una vez por semana.

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Él continuó sonriendo y asintió. —Perdón por interrumpir tu jornada, pero quería
advertirle de que tenemos un problema de tuberías en el callejón.

—Oh, —respondió estúpidamente. Maldición, deseo poder pensar en otra cosa que
decir.

—Es probable que el callejón quede bloqueado casi todo el día. Espero que todo
esté bien – dijo él.

—Por supuesto. No… no hay problema —Amber se atascó con sus palabras.
Respiró profundamente varias veces y trató de recomponerse. Era una mujer soltera
adulta, debería ser capaz de hablar con un hombre atractivo.

—Estupendo. Tengo dos equipos de trabajo ocupándose de la avería, para asegurar

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que no haya grandes inconvenientes.

—No hay problema, Sr. Baldwin. No voy a tener entregas hasta el jueves, así que
no voy a utilizar el callejón —le aseguró ella a toda prisa.

Él asintió de nuevo y los dos se sentaron en silencio. Amber trató de pensar en algo
que decir, pero su mente estaba en blanco. El apoyó la cadera contra la mesa
irradiando confianza.

Amber no podía dejar de admirar el traje que vestía. El material gris oscuro se
adaptaban perfectamente a sus amplios hombros, los pantalones mostrando sus
muslos musculosos y una camisa blanca con botones brillantes cubriendo el ancho
pecho. Su padre vestía trajes de buen gusto, pero nunca parecieron quedarle tan
bien como a Thomas. Cada vez que visitaba su tienda, estaba vestido
profesionalmente. Se preguntó cómo se vería con jeans o tal vez desnudo. Sí,
desnudo y acostado en su cama mientras ella arrastraba su lengua de arriba abajo...

Al darse cuenta de que lo estaba mirando y no hablaba, Amber alzó la vista. Él la


observaba, y pudo sentir el rubor manchar sus mejillas.

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¿Qué estaría pensando? Lo miró como una colegiala. Frotándose las manos
mojadas en el pantalón, le dio una sonrisa vacilante. —¿Puedo ofrecerle una taza
de café, señor Baldwin?

Él negó con la cabeza. —Tengo que irme. Sólo quería explicarle lo del callejón.

Amber trató de ocultar la decepción. —Muy bien. Bueno, gracias por hacérmelo
saber. —Se quedó donde estaba esperando que se fuera.

Él abrió la boca para decir algo, pero luego la cerró sin decir nada. Sacudiendo la
cabeza una vez, se dio la vuelta para irse.

Sintió la increíble necesidad de llamarlo. Para pedirle que se quedara y tomar una
taza de café o cualquier cosa para mantenerlo en su presencia por más tiempo.

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Pero no lo hizo. Era una cobarde, solo lo vio alejarse, fijándose en su esbelta
retaguardia.

Se detuvo en la puerta y Amber alzó la vista para encontrarse con la suya. La


diversión era evidente en sus ojos. Antes de que pudiera llegar a la manija de la
puerta, ésta se abrió. Amber se quedó sorprendida cuando se mantuvo firme en
lugar de dar un paso al lado y dejar espacio para los que entraban.

Cuando empezó a hablar en voz baja, ella se esforzó por escuchar. Incapaz de
entender las palabras, o ver quién estaba allí, esperó. La decepción la embargó
cuando Thomas siguió a la otra persona hacia afuera.

Por un momento, pensó y esperó que fuese el socio de Thomas, Jake Grant.

Jake era otro hombre que hacía que Amber quisiera ser el tipo de mujer que
perseguía a los hombres. Era tan alto como Thomas, pero tenía el cabello más largo
y los ojos azules y salvajes. Tenía 'chico malo' totalmente escrito en él. Nunca se
sintió atraída por este tipo de hombres, pero Jake tenía algo que hacía a su cuerpo
doler por liberarse.

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El Club de las Excomulgadas
Amber fantaseaba con él, tanto como con Thomas. Los dos hombres eran parte de
cada sueño húmedo que tuvo en los últimos tiempos. Los había visto unos meses
antes en un restaurante, y las miradas que intercambiaban entre ellos sobre la mesa
la pusieron muy caliente, tanto que usó su vibrador toda la noche, hasta agotarle la
batería.

Se preguntaba continuamente qué tipo de relación que tenían exactamente. ¿Era


más que de negocios? Lo que sería una pena para toda mujer con vida si los dos
estuviesen involucrados románticamente, pero también pensaba que sería ¡caliente
como el infierno!

La noche en que los vio cenando, fueron a la mesa donde estaban ella y Trish.
Incluso se les unieron para tomar una copa después de cenar.

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Amber no se había sentido tan cómoda con nadie cómo con ellos aquella noche.
Pudo haber sido el vino o el hecho de que Trish estuviera allí para interferir en caso
de que ella hiciese algún comentario estúpido, pero Amber disfrutó de la compañía
de los dos hombres.

Las fantasías comenzaron aquella noche y habían continuado hasta tenerla casi
desesperada, por lo que no podía estar a solas con ellos en la misma habitación.

Después de eso, Jake y Thomas se convirtieron en clientes habituales. Mientras que


Thomas era aficionado a los libros basados en crímenes reales, como Amber, Jake
era todo ficción, lleno de acción y suspenso. Sus elecciones de los libros coincidían
lo que pensaba acerca de ellos. Y pensaba en ellos a menudo.

Retirándose el cabello del cuello, utilizó su mano libre para abanicarse. Tenía
clientes llegarían pronto y no necesitaban verla toda caliente y mojada.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo 2
Amber se colocó delante de su espejo de cuerpo entero. ¿En que había pensado
para permitir que Jessica le aconsejase ese vestido? Nunca usó antes algo tan
revelador, y apenas se reconocía.

El vestido era uno de los más hermosos que había visto nunca. La seda verde, con
sus finos tirantes y la espalda desnuda, se deslizó hasta llegar al suelo. No podía
usar un sostén, pero compró un tanga minúsculo para usarlo debajo. Los tacones
negros que había comprado garantizaban que se rompería el cuello antes de que
terminara la noche.

Cepilló su largo cabello castaño y lo dejó caer en cascada sobre los hombros. El

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sencillo maquillaje era suficiente para mejorar sus facciones. Cuando se inclinó
para verse mejor en el espejo, vio a una extraña.

Tuvo que admitir que se veía bien, muy bien. Parecía una mujer segura que siempre
obtenía lo que quería. Volviendo a mirar en todas direcciones, se preguntó si sería
capaz de salir de su escondite. Por una noche, ¿Podría dejar sus inhibiciones atrás y
simplemente divertirse? No estaba segura, pero lo iba a intentar.

El coche pitó y ella le sonrió a su reflejo. —Es hora de irse—susurró.

Trish y Jessica alucinaron cuando se metió en el coche. Amber disfrutó de sus


reacciones, pero sabía que también estaban un poco sorprendidas por su apariencia.
Durante todo el trayecto hasta el hotel donde se iba a celebrar la subasta, Jessica la
vigilaba por el espejo retrovisor con una gran sonrisa.

Amber miró por la ventana mientras se dirigían a los aparcacoches del hotel. El
Hotel Crest Fall era el mejor en la ciudad. Incluso los que no habían estado en él,
escuchaban comentarios acerca de lo maravilloso que era. Era obvio que la subasta
se celebraría allí. Estaban algunos de los hombres más ricos y poderosos de la
ciudad.

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El Club de las Excomulgadas
Su estómago estaba lleno de mariposas al salir del coche. Trish la sujetó por los
brazos y tiró de ella hacia adelante. Siguieron a las otras personas vestidas
elegantemente hasta llegar al salón de baile.

Trish le soltó el brazo y buscó las invitaciones en el bolso. Recibieron tres tarjetas
para las ofertas y les recordaron que la subasta era para la caridad.

El salón de baile era precioso, con mesas cubiertas con manteles blancos, velas y
flores colocadas en el centro de las mesas. Cadenas y globos rojos y rosas se
colocaron alrededor de la atractiva habitación. Las luces estaban encendidas,
mientras que todo el mundo encontraba sus asientos reservados.

Jessica tomó copas de champán de un camarero que pasaba y se las entregó a las
demás. —Vamos a encontrar a nuestra mesa. No puedo esperar a ver dónde están

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nuestros asientos.

Trish rodó los ojos, pero sonrió.

Amber las seguía a un ritmo más lento, disfrutando cada momento de la nueva
experiencia, ya que nunca estuvo en uno de estos eventos para recaudar fondos
antes. Por lo general, sólo enviaba un cheque a la institución de caridad que quería
ayudar. Aquello... aquello era demasiado para ella.

Se dio cuenta de que se dirigían hacia la multitud y miró a Jessica. Su amiga se


detuvo en una mesa justo en frente del escenario.

—Esta no puede ser nuestra mesa – dijo Amber, bajando la voz baja mientras se
acercaba a su amiga.

—Lo es —dijo Jessica, feliz de tomar la placa con sus nombres. Amber miró hacia
abajo y vio su nombre.

— ¿Dónde conseguiste las entradas? – preguntó a Trish.

Trish se encogió de hombros. —Te dije que eran un regalo.

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Amber estrecho los ojos a su amiga, pero Trish sólo tomó un sorbo de champán y le
sonrió.

Amber suspiró y tomó asiento. No pudo sonsacarle más a su amiga. Jessica y Trish
tomaron asiento a ambos lados de ella. Amber probó la bebida por primera vez. El
líquido dorado bajó por su garganta helado, era de buena calidad. Casi se echó a
reír ante la idea. Por supuesto que lo era. Vio a la mujer del alcalde ahí. Al igual
que muchas otras mujeres que eran igual de importantes. Sentirse fuera de lugar en
relación con la gente la ponía nerviosa. Incluso aunque hubiera crecido con muchas
de estas mujeres, Amber se sentía como una extraña.

—Trajiste la chequera, ¿verdad? —Preguntó Jessica, dándole un codazo.

Amber asintió y bebió más champaña.

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—Hoy tengo una corazonada —susurró Jessica.

—Sí, yo también. —Amber respondió con humildad. Sólo que Amber estaba
segura de que su presentimiento no era tan bueno como el de sus amigas.

Las luces parpadearon, lo que indicaba que todos debían tomar sus asientos. Jessica
hizo una seña al camarero para pedir más bebida. Amber estaba agradecida porque
se le había acabado y la cambió por otra copa llena. Por lo menos tenía una buena
bebida.

La subasta se inició con unas palabras de la esposa del alcalde y el discurso de un


miembro de la Junta del Hospital de Niños que se beneficiarían de la subasta.

Ambas mujeres agradecieron a la multitud por su generosidad. Después de todo,


era para los niños.

Jessica estaba completamente emocionada mientras se iniciaban las ofertas. Se


lanzó con los dos primeros solteros, pero no ganó a ninguno.

—Yo creo que tendrás que ir más alto si quieres ganar —Amber comentó
secamente.

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Jessica echó la cabeza hacia atrás y rió. —Oh, cariño, estoy practicando. Voy a
conseguir mi hombre al final de la noche.

Amber sonrió y miró a Trish. Ella sólo les levantó las manos. —Yo estoy
ahorrando para el hombre adecuado.

Sorprendentemente, se estaba divirtiendo. Amber realmente se estaba divertido.


Los dos solteros siguientes alcanzaron precios aún más altos, y Jessica y Trish
habían pujado por ambos. Las tres amigas se rieron cuando Trish fue superada en
el último minuto.

Jessica mantuvo cerca al camarero, y en su cuarta copa, Amber comenzó a


adentrase en el espíritu del asunto. Ofertó un par de veces, pero sus amigas no la
dejaban ir más alto.

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— ¡Se supone que tengo que ganar! – Se quejó Amber.

—Tenemos que ver quién está por aquí. Uno nunca sabe quién puede caminar por
la pasarela —Jessica respondió.

Tomaba otra copa cuando el siguiente soltero fue anunciado. Se inclinó para
susurrarle en el oído de Trish cuando el nombre fue pronunciado.

—Thomas Baldwin.

Amber se atragantó con el champán y Jessica le golpeó la espalda.

—¿Estás bien?

Amber asintió, mirando al hombre que venía por la pista con un esmoquin negro.
No escuchó lo que se dijo de él, completamente emocionada de verle.

El se acercaba a su mesa, sonriendo a la multitud, y Amber pudo sentir los latidos


de su corazón. ¿Cómo podía verse tan bien?, se preguntó. Aquello no era justo.

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Ella debió haberlo dicho en voz alta, ya que fue Trish quien respondió. —Los
genes, unos genes realmente buenos.

Thomas llegó al final de la plataforma, terminando delante de Amber. Sus miradas


se cruzaron, y Amber sintió una sacudida en el interior. Él le sonrió y estaba segura
de que le devolvió la sonrisa como una idiota. Amber lo miraba fijamente, incapaz
de romper la conexión. Él tampoco parecía querer romperla ya que sus ojos no se
desviaban de los de ella.

Esto continuó hasta que Jessica empujó a Amber para recordarle dónde estaba, y,
finalmente, miró hacia otro lado.

—¿Qué? —Amber se quejó.

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—Creo que quiere que hagas una oferta por él —susurró Jessica.

Amber hizo una mueca. ¡De ninguna manera! ¿Podría...? ¿Lo haría…?

¿Eso fue un pequeño movimiento de cabeza que él le dio?

— ¡Rápido! ¡Oferta! —Trish le ordenó, agarrando una tarjeta y entregándosela a


Amber.

Con los ojos en él, Amber la levantó.

Thomas amplió su sonrisa y parpadeó. Amber estaba segura de que acababa de


llenar sus bragas de crema.

Amber pujó cada vez más alto. Cuando alguien le cubría su oferta, ella recibía un
codazo en un lado o en el otro, para que levantara elevara su tarjeta de compra y la
superara. Miraba a Thomas todo el tiempo.

Si él tenía la esperanza de que Amber abandonara la puja, no lo pareció. Se levantó


y la miró con una sonrisa pícara en los labios.

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El Club de las Excomulgadas
Fascinada, Amber se desconectó de la subasta hasta Jessica saltó y la abrazó. —
¡Has ganado!

Ella miró a su alrededor, observando que había ganado en realidad. La multitud


aplaudió y algunas mujeres, otras postoras, estaban frunciendo el ceño ante ella.

—Señora, por favor, venga conmigo —le solicitó un hombre, dando un paso
delante de ella.

—Lo siento, ¿qué dijo?

Jessica se inclinó y le besó la mejilla. —Tienes que pagar por tu hombre.

Trish besó la otra mejilla. —¡Sí! ¡Ve a buscar a tu hombre!

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—Pero… yo… —Amber de pronto se sintió mareada. No podía hacer eso. ¿Cómo
se había entusiasmado tanto?

Jessica la empujó de su asiento. — ¡Anda!

Amber se levantó y miró a sus amigas. Tenían unas sonrisas enormes.

—Eh… Creo que las veré más tarde.

—Mucho más tarde – sugirió Jessica, levantando la copa. —¡Ah, y no te portes


bien! —Añadió.

Amber siguió al hombre fuera de la sala hasta una habitación más pequeña. Allí,
ella le entregó la tarjeta y se dispuso a pagar.

— ¿Cuánto? —Le preguntó sorprendida.

—Cinco mil – repitió felizmente una mujer.

Amber tomó el talonario de cheques, sacudiendo la cabeza. ¡Acababa de gastar


cinco mil dólares en un día! Estaba totalmente avergonzada y no sabía qué decirle
al hombre que había ganado. ¿Cómo podría explicar por qué pagó tanto por él?

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Probablemente pensaría que era una mujer desesperada, que le perseguía o algo así.
Oh, ¿Cómo diablos había llegado hasta aquí? ¿Pagar por una cita? Suspiró
profundamente, sin siquiera prestar atención a la mujer que parecía no poder dejar
de hablar.

—Fue una puja maravillosa. Probablemente sea la más alta de la noche – continuó
la mujer.

Amber le dio el cheque y forzó una sonrisa.

—Muy bien, señorita Wilson. Por esas puertas, a la derecha, esta su acompañante.

Amber miró hacia donde la mujer señaló. Bueno, pagó por él, por lo que también
podría ir y enfrentarlo.

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Con las piernas temblorosas, se dirigió a su hombre de cinco mil dólares.

Las manos de Amber temblaban mientras abría la puerta. Se trataba de una


pequeña sala de estar, Thomas estaba sentado en una silla con las manos
entrelazadas sobre su regazo. Cuando la vio entrar, sonrió y se levantó.

—Tenía miedo de que hubieras cambiado de opinión —dijo mientras se acercaba.

La profunda voz hizo temblar su cuerpo y le robó el habla. Amber apenas podía
mover la cabeza.

—Muy bien. —Se inclinó y la besó en la mejilla.

Mientras sus labios la tocaban, se estremeció y cerró los ojos. Era absurdo pensar
que este hombre con un solo beso casto le provocaba sentimientos que nadie jamás
podría.

—Tengo una suite arriba, si quieres acompañarme a cenar – dijo con la boca
pegada a su oído.

— ¿Una suite? —Se consiguió decir sin ahogarse. Por muy poco.

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Thomas ya le había colocado el brazo alrededor de la cintura, conduciéndola hacia
la puerta. Respiró hondo varias veces, tratando de controlar sus rabiosas hormonas.
Sería sólo una simple cena. El permitió que lo subastaran para obras de caridad, no
era nada más que eso.

Sin embargo, el cuerpo de Amber temblaba, excitada con la idea de estar sola en
una habitación que tendría una cama.

Amber trató de reparar en la decoración del hotel, cuando se dirigían de la


habitación al ascensor, pero Thomas todavía la rodeaba. La fuerza de su brazo, el
calor de su cuerpo, se le hizo difícil para pensar en algo más que él. Le gustaba la
protección sencilla con la que él la llevaba.

Una vez en el ascensor, mantuvo la mirada baja y trató de pensar en algo que decir.

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Cualquier cosa.

Por otro lado, Thomas no parecía inclinado a hablar. Su brazo seguía alrededor de
ella, frotándola con el dedo pulgar y enviando una corriente erótica a través de su
cadera.

La puerta sonó, advirtiendo que habían llegado a su destino. Él la dirigió fuera del
ascensor hacia el vestíbulo, con una mano apoyada en la parte inferior de su
espalda.

Tres puertas más abajo, él se detuvo y utilizó una tarjeta magnética para
desbloquear y abrir la puerta.

El conjunto era tan impresionante como el resto del hotel. En el elegante comedor,
Thomas se quitó la chaqueta. Amber observaba los músculos de su espalda cuando
fue a la barra. Se mordió el interior de la mejilla para no gemir, después de todo,
nunca lo había visto sin camisa. Su imaginación era lo único que tenía cuando
pensaba en lo que escondía su ropa. La camisa fina que llevaba debajo de su
chaqueta era estrecha y mostraba justo lo suficiente como para provocar.

— ¿Una copa de vino? —Le preguntó, sacando una botella.

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El Club de las Excomulgadas
—Sí, por favor —dijo, feliz de tener voz de nuevo.

Había una pequeña mesa de comedor junto a un gran ventanal. La mesa estaba
puesta con manteles blancos, como si estuviese a la espera de ser utilizada. Amber
puso su bolso sobre la mesa. Una puerta que debía llevar a la habitación estaba
abierta.

— ¿Tienes hambre? —Thomas le preguntó detrás de ella.

Amber saltó, sin saber cuándo había llegado tan cerca.

— ¿Qué? —Le preguntó, tratando de no pensar en dormitorio.

—Me ha parecido oír voces.

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Amber giró la cabeza hacia atrás, hasta el otro lado del cuarto. Jake Grant apareció
con una perversa mirada y una sonrisa seductora.

Llevaba unos vaqueros desgastados y una camisa negra ajustada. Sabiendo que en
cualquier momento iba a empezar a babear, volvió la vista rápidamente hacia
Thomas.

Thomas sirvió tres copas, por supuesto, estaba esperando a Jake. Todos los
pensamientos sobre una noche de juegos eróticos salieron enseguida de su cabeza.
No se había percatado de lo mucho que estaba esperando hasta que se desmoronó
la fantasía.

— ¿Te acuerdas de mi socio, Jake Grant, no? —Preguntó innecesariamente.

—Sí, por supuesto —respondió Amber y se dirigió al otro hombre. —Es bueno
verle, Señor Grant.

Él asintió y se acercó. —Igualmente, Sra. Wilson —le dijo mientras tomaba una
copa de vino.

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El Club de las Excomulgadas
Amber se movió incómoda, sin saber qué hacer. Sus pies estaban empezando a
doler debido a la altura de los tacones y no estaba segura de cuánto tiempo pasaría
hasta que pudiera sentarse y quitárselos.

— ¿Por qué no nos sentamos y nos conocemos un poco mejor? – Propuso Thomas.

Agradecida, Amber asintió y se sentó al borde del sofá de felpa en el asiento del
medio. Los dos hombres la sorprendieron al tomar asiento a cada lado de ella.

Amber tomó un sorbo de su vino para tener algo que hacer con las manos.

—Entonces, ¿Tu ganaste la puja por este sinvergüenza, eh? —Preguntó Jake y se
acercó más.

Podía sentir el calor de su cuerpo contra su vestido escandalosamente corto.

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—Sí. Yo... Yo nunca he estado en una subasta anteriormente. Creo que me pasé un
poco —le dijo, tratando de justificar los cinco mil dólares gastados.

— ¿Me estás diciendo que yo no valgo tanto? —Thomas le preguntó con una
punzada de dolor en su voz.

Amber miró rápidamente, aliviada al ver una sonrisa provocativa en su rostro. —


¡Oh, no, Señor Baldwin, estoy seguro de que vale la pena cada centavo.

Las palabras salían de su boca antes de que tuviera oportunidad de censurarlas. Se


sonrojó tan pronto como se dio cuenta de lo que había dicho.

Los hombres, evidentemente, no se avergonzaban. Jake se echó a reír a su lado


derecho, mientras que Thomas se inclinó hacia la izquierda.

— ¿Sr. Baldwin? – Le pregunto – Creo, que después del dinero que te has gastado,
deberías llamarme simplemente Thomas.

Su aliento susurró contra su piel y se estremeció. —Y yo te voy a llamar Amber —


añadió.

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El Club de las Excomulgadas
Ella asintió. Su boca estaba tan cerca que si se moviese un centímetro, sería capaz
de sentir sus labios contra los suyos.

—Puedes llamarme cómo quieras. —La voz de Jake vino de su otro lado, tan cerca
como Thomas. —Pero lo preferiré cuando lo grites.

Amber no estaba segura de si realmente oyó las últimas palabras, o si se las había
imaginado, hasta que Thomas se echó a reír.

Thomas se apoyó hacia atrás y llevó su copa de vino a los labios. Contempló
embelesada como bajó por su garganta. Se la quedó mirando todo el tiempo.

Cuando se quitó la copa de los labios, parpadeó. —Vas a tener que disculpar la
Jake. Él nunca tuvo paciencia con la seducción —le dijo.

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Jake gruñó en respuesta y Amber pensó en lo que acababa de escuchar.

— ¿Seducción? —repitió. Mientras su mente daba vueltas con pensamientos acerca


de lo que estaban hablando, su cuerpo ya había comenzado a responder al
significado de esas palabras. Sus pezones se pusieron duros y tiesos asomando por
el material fino de su vestido, y podía sentir la humedad de su sexo formando una
piscina en sus bragas.

—Sí, Sigo diciéndole que con paciencia, al final uno consigue lo que quiere —
Thomas continuó diciendo. —Vamos a ver lo que envió el servicio de habitaciones
para la cena.

Amber trató de seguir lo que estaba sucediendo. ¿Estaba siendo seducida? ¿O ella
debería seducirlo? ¿O a ellos? Terminó con su vino en un par de sorbos.

Jake tomó la copa de su mano en cuanto estuvo vacía. Se pegó a ella al ponerla
sobre la mesa.

—La seducción es una pérdida de tiempo, en mi opinión —murmuró. —Si un


hombre desea a una mujer y ella también lo quiere, no veo nada malo en pasar a la
parte física.

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El Club de las Excomulgadas
Con él tan cerca, Amber no pudo discutir su punto. Una mano le rozó la rodilla y
apenas podía tomar un respiro. ¿No sabían lo que estaban haciendo con ella? Perlas
de sudor brotaban alrededor de su cabello y empezaron a deslizarse por su cuello.
Las manos le temblaban y se las apretó con fuerza. Si se calentaba más entraría en
combustión espontánea.

—Este es un hermoso vestido —dijo Jake con la mano firmemente apoyada en su


pierna. El material de seda se frotaba contra la piel caliente, mientras le acariciaba
sobre el vestido. —Tan suave y encantador.

Amber gimió. No pudo controlarlo.

Jake movió la mano más abajo, más allá de la rodilla y la bajó aún más. —Zapatos
demasiado altos. ¿No estarías más cómoda sin ellos? —Él tomó un zapato como lo

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había deseado. Le cogió el pie y le frotó sobre el arco de este. —Tienes una piel
hermosa. Suave y sedosa, al igual que tu vestido.

Estaba empezando a mojar la ropa interior. Honestamente lo estaba. Se sentía en el


cielo con las manos de Jake.

Se arrodilló ante ella y le quitó el otro zapato. —Apuesto a que eres igual de suave
en todas partes.

Ella miró a su mano izquierda, que envolvió el pie y él inclinó la cabeza hasta su
mano derecha, por lo que le devolvió la mirada.

— ¿Cómo estás querida? ¿Esto te parece bien? —Le preguntó mientras apretaba en
el punto de presión.

Se le doblaron los dedos y gimió.

—Y tan vocal —dijo con una sonrisa. —Espero que sea siempre así.

—Yo... Tu... – vaciló.

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El Club de las Excomulgadas
—No puede mantener sus manos apartadas —dijo Thomas murmurando cuando
regresó al sofá con una bandeja.

Amber miró, sorprendida. Lo había olvidado tan pronto como las manos de Jake la
tocaron.

Rodeó a su amigo y se colocó en su lugar.

—Yo... No estábamos... — ¿Qué estaba tratando de decir? Ni siquiera ella misma


lo sabía.

—Está bien, cariño. De todos modos, yo no esperaba que se comportara —dijo


Thomas para calmarla.

Con los ojos muy abiertos, miraba de un hombre a otro. Oh, estaba segura de que

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estaba siendo seducida. Simplemente no estaba segura de por quién.

Thomas apoyó la bandeja sobre la mesa, al lado de su vaso, y levantó la tapa. —¿Te
vas a quedar sentado en el suelo? – preguntó a Jake, señalando el sofá.

Jake sonrió y negó con la cabeza. —Me gusta estar aquí.

Thomas murmuró en voz baja antes de extender la mano para coger un poco de
fruta de la bandeja.

—Prueba esto —ordenó, llevando a la boca de Amber una fresa cubierta con
chocolate. —Se ve deliciosa.

Ella levantó la mano para cogerlo, pero Jake se la agarro rápidamente con las
suyas. —Uh, sin manos.

Sin ninguna otra opción, ella abrió la boca.

Thomas le frotó el labio inferior con chocolate una, dos, tres veces antes de
deslizarla en su interior. El chocolate se rompió en su boca y brotaron los jugos de

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El Club de las Excomulgadas
la fruta. Masticó lentamente, con la esperanza de no ahogarse y arruinar el
ambiente.

—Humm, eso está bueno —dijo en un susurro, en el momento perfecto para


hablar.

—Quiero probar —dijo Thomas.

Ella asintió. Él todavía tenía el resto de la fresa.

Levantó una ceja y colocó la fruta hacia abajo. Amber abrió la boca, pero antes de
que pudiera decir nada, él puso sus labios sobre los de ella.

Apretó suavemente lamiendo su labio inferior antes de añadir más presión y


deslizar la lengua dentro de su boca.

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Amber se fundió contra él. El beso fue todo lo que alguna vez podría haber
esperado. Excitante, erótico y fascinante.

Cuando Thomas se alejó lentamente, Amber le siguió. Sus labios estaban tan sólo a
un soplo de distancia, mientras inhalaba el aire que necesitaba.

Dos dedos en la barbilla le hicieron volver la cabeza.

—Yo quiero probar también —Jake se quejó antes de que su boca cubriera la de
ella.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo 3
El beso de Jake era pura hambre y calor. Fuerte y dominante donde Thomas fue
lento y tranquilo. Todos sus pensamientos se borraron con sus sentidos
sobrecargados, todo lo que podía hacer era devolver el beso de Jake con toda la
pasión que sentía.

— ¡Oh Dios! —Se quedó sin aliento cuando Jake dejó de besarla tan de repente
como empezó.

—Más —exigió Jake y puso su boca sobre la de ella otra vez.

Esta vez estaba preparada. Colocó los brazos alrededor de su cuello y le abrazó

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mientras se enredaba en su boca. Jake gimió. La llevó hasta el borde del sofá
moviendo las manos alrededor de todo su cuerpo.

Pasaron varios minutos antes de que Thomas hablara. —Me siento excluido —se
quejó.

Amber se separó de Jake. Todo estaba sucediendo muy rápido. No era capaz de
pensar. Una mirada a la necesidad en el rostro de Thomas y Amber descubrió que
había sobrevalorado sus pensamientos.

Alargó la mano y agarró la parte posterior de su cuello, regresando sus labios a los
de él. Thomas los abrió de inmediato mientras frotaba su lengua con la de ella. De
repente sintió uno de los tirantes del vestido deslizándose del hombro lentamente y
en seguida unos labios subían recorriendo su brazo desnudo. La sensación de dos
hombres tocándola y acariciándola era la sensación más increíble.

Jake le mordió la oreja y ella se alejó de Thomas.

Ella miró de uno a otro mientras su aliento salía dificultosamente. —¿Qué... qué
está pasando aquí? —Tuvo que preguntar. Nunca en sus fantasías más salvajes
había imaginado a dos hombres amando su cuerpo.

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El Club de las Excomulgadas
Thomas se incorporó y mantuvo ambas manos en las suyas, mientras que Jake fue
a sentarse de nuevo en el otro lado del sofá.

—Eres una mujer hermosa, Amber —Thomas comenzó. —Jake y yo hemos estado
tratando durante algún tiempo de acercarnos a tí. Ahora que te tenemos aquí,
tenemos la intención de que te des cuenta de que no hay nadie más con quien
preferirías estar. Sólo nosotros dos.

— ¿Me desean? ¿Los dos? —Repitió, con miedo de que fuese demasiado bueno
para ser verdad.

La risa de Jake vibró a su lado. —Sí, nosotros dos. Se podría decir que Thomas y
yo somos más que sólo socios de negocios. Somos compañeros en todos los
sentidos.

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Miró a Thomas para asegurarse. Estuvo de acuerdo con el comentario.

—Estamos muy felices juntos, pero ambos sabíamos que necesitábamos algo más.
Alguien que nos completara —dijo Jake.

Amber tragó saliva, tratando de recuperar la humedad en su seca garganta. —¿Por


qué yo?

En lugar de contestar con palabras, Jake la rodeó con sus brazos y la subió a su
regazo. Se sentó al otro lado del sofá cuando Thomas se movió y colocó sus piernas
sobre las de él.

Los duros músculos de los muslos y la erección de Jake presionaban contra su


espalda, dándole ganas de aplazar cualquier discusión más profunda. ¿Por qué les
preguntó la razón por la que la eligieron? Sólo debería aprovechar su buena suerte y
disfrutar. Abrió la boca para decir exactamente eso, pero Thomas comenzó a hablar
primero.

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El Club de las Excomulgadas
—Desde el primer día que te conocimos, los dos sabíamos que nos sentíamos
atraídos por ti. Esto no es inusual. Nosotros ya hemos compartido mujeres en el
pasado, pero contigo había algo más —dijo.

Jake le acariciaba los brazos distraídamente y ella se meció para tomar sus manos.

Él gimió y le agarró de las caderas para mantenerla en el sitio. —A menos que estés
preparada para pasar directamente ahora a la habitación —.gruñó—te sugiero que
dejes de hacer eso.

Ella se echó a reír, sintiéndose como una adolescente en su primera cita. —¿No te
gusta? —Ella bromeó. Wow! Se sentía totalmente traviesa. Y se sentía bien.

Jake movió sus caderas hacia atrás, hincando aún más el rígido eje en su carne. —

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¿Qué piensas?

La risa murió en la parte posterior de la garganta y fue reemplazado por un suspiro.


Debajo de la ropa de Jake, ella sintió algo enorme presionándola. Su cuerpo
cosquilleó con la necesidad de pegarse a su piel, tocarlo, atrapar ese duro, rígido...

Thomas se aclaró la garganta. Amber se volvió para asegurarse de que no se


sintiera excluido. No era como si tuviera preferencia de uno sobre el otro. Jake
parecía ser más agresivo que Thomas.

Thomas cogió su pie y lo sostuvo, sin embargo todavía no había advertido su


creciente erección. —Queremos poseerte.

¿Le estaba pidiendo su permiso? No estaba segura. Pero en lo que le concernía,


podían hacer lo que quisieran con ella.

—Nunca he estado con dos... —Hizo un gesto con la mano.

—Lo sabemos —dijo Thomas. —Todo lo que tienes que hacer es sentir y disfrutar.
Te vamos a mostrar lo bueno que puede llegar a ser.

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El Club de las Excomulgadas
Sonaba maravilloso para ella. —Sí, lo quiero. —Susurró, para dar su
consentimiento.

Thomas sonrió. —Esperábamos que esa fuera tu respuesta.

Se acercó y se puso de pie al lado de Jake, su cuerpo extendido sobre ambos. Las
grandes manos de Jake ahuecaron sus pechos. Ella gimió y arqueó la espalda.

Thomas se separó para quitarse los pantalones, revelando más carne. Jake chupó la
piel de su cuello y ella pensó que iba a desmayarse de placer.

Sus manos se movían con seguridad sobre ella. Jake bajó los dos tirantes. El
corpiño de su vestido se deslizó formando una pila en la cintura dejando los pechos
a la vista. Jake jugó con sus pezones duros y sensibles mientras su pródiga boca

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continuaba sobre su piel.

Thomas miró a la pequeña tanga que llevaba bajo de la tela del vestido. —Hermosa
—comentó mientras tocaba la frágil pieza.

Amber gimió en aprobación de su toque.

—Estás húmeda —dijo en voz alta. —Húmeda y sexy como el infierno.

Se inclino e inspiro provocadoramente sobre sus bragas. Amber esperó expectante,


hasta que finalmente cerró la distancia y presionó su boca contra su pubis.

—Siiim... —Susurró, levantando las caderas. Thomas murmuró contra la tela


mientras los dedos de Jake atormentaban sus pezones. El irresistible deseo de llegar
a la cima la tomó por sorpresa. Normalmente, necesitaba mucha estimulación para
llegar al orgasmo, pero era evidente que con estos dos no tendría que preocuparse
por ello.

Jake retiró una mano de sobre sus pechos y la bajó hasta acercarla a la boca de
Thomas. Éste mordisqueó un dedo antes de metérselo en la boca.

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El Club de las Excomulgadas
Observaba, fascinada, como Thomas chupaba el dedo de Jake. ¡Oh Dios, esto era
jodidamente caliente!

Se retorció, cada vez más encendida. La excitación la atravesaba. Estaban


haciéndolo. Compartiendo el uno con otro. Debía ser la mujer más afortunada del
mundo.

— ¿Te gusta? —Le preguntó Jake al oído.

Asintió, incapaz de formar palabras.

Jake se echó a reír. —Thomas tiene una boca muy talentosa. ¿Quieres más?
¿Quieres sentirlo en ti?

¡Tenía que estar bromeando! Por supuesto que quería.

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Se mordió el labio y asintió de nuevo.

Thomas liberó el dedo de Jake con un fuerte y húmedo chasquido. Jake empujó las
bragas a un lado. Thomas no perdió tiempo. Antes de que pudiera adivinar lo que
iba a hacer, Thomas se hundió en su vagina cubriéndola con la boca.

— ¡Oh Dios! —Se asombró. No hubo ninguna vacilación en Thomas, que acaba de
pasar la lengua por su sexo. Su clítoris se estremeció al primer toque y su cuerpo se
sacudió con fuerza. La necesidad más poderosa que alguna vez había sentido la
abrumó.

Thomas, ciertamente, tenía una gran boca. Manipuló el clítoris, cubrió sus pliegues,
antes de meter la lengua dentro de su vaina. Amber gritó y luchó para agarrarse a
algo sólido. Terminó clavando las uñas en el brazo de Jake.

Jake frotaba su clítoris mientras Thomas la comía con su lengua. Ella estaba cerca.
A punto de explotar. Thomas introdujo un dedo en su sexo mientras Jake
presionaba su clítoris aún más.

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El Club de las Excomulgadas
— ¿Estás lista para correrte, querida? – la voz de Jake sonó ronca. — ¡Hazlo,
córrete!

Lo hizo. Cuando Thomas la penetró con la lengua profundamente, junto a sus


dedos, una vez más, su cuerpo se rompió. Sus piernas temblaban cuando un
orgasmo rápido y furioso recorrió su cuerpo. Thomas continuaba lamiendo sus
jugos cuando se relajó de nuevo contra Jake.

—Fue hermoso —elogió Jake.

Amber sólo pudo dar un suspiro de satisfacción.

Thomas levantó la cabeza. Su cara estaba cubierta con sus jugos. —Tienes un sabor
maravilloso, querida —su voz enronquecida por la pasión.

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—Muéstramelo —exigió Jake y se inclinó hacia delante, haciendo a Amber
moverse con él.

Thomas se rió y acortó la distancia. Los labios de los dos hombres contactaron
cuando Thomas compartió su sabor con Jake.

La visión de Thomas y Jake besándose fue la cosa más caliente que jamás había
presenciado. La lengua de Jake penetró la boca de Thomas y sus lenguas se
batieron en duelo. Incapaz de contener su reacción, Amber gimió con los ojos fijos
en ellos. Sólo de mirar a los dos guapos y musculosos hombres, su cuerpo
respondió una vez más. No había forma humana de sentarse a verlos y querer
formar parte. Lentamente, acercó los dedos para tocarlos donde sus labios se unían.

Se separaron y le prestaron toda su atención.

—Esto no te disgusta, ¿verdad? —Thomas le preguntó con evidente preocupación


en la voz.

—Eso fue genial —admitió. —Háganlo otra vez.

Los dos hombres se rieron ante su entusiasmo.

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El Club de las Excomulgadas
—Tal vez en algún lugar más cómodo —sugirió Jake.

Dicho esto, Thomas se levantó. Extendió la mano y Amber la aceptó. La elevó y


cerró los labios sobre los de ella. Podía sentir su propio gusto en la lengua, junto
con el sabor de él, que es puramente masculina. Se inclinó hacia delante para
obtener un mejor ángulo.

—Cama —Jake ordenó.

Thomas rompió la conexión y le guiñó un ojo. —Me encanta cuando se pone todo
dominante.

Jake la arrastró a sus brazos. – Te voy a mostrar al dominante —bromeó. – Lleva tu


apretado culo a la habitación y desnúdate.

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Thomas se echó a reír, pero se giró y camino a la otra habitación. Jake palmeó el
trasero de su amante.

Mientras Thomas atravesaba la puerta de la suite, se quitó la corbata y se abría los


botones de su camisa. Se detuvo junto a la cama y los miró fijamente. Amber
asistió con admiración cuando reveló un pecho bronceado.

Su boca babeó, literalmente, por la visión ante ella. Thomas tiró de la camisa suelta
y agarró la correa. Era una buena cosa que Jake la estuviese agarrando o ella
seguramente se habría desmayado.

Thomas se quitó el resto de su ropa rápidamente, sin apartar en ningún momento la


mirada, hasta que se quedó desnudo frente a ellos, bello y excitado.

Jake la puso de pie delante de él. La ayudó a levantar los brazos por encima de su
cabeza antes de sacarle el vestido deslizándolo hacia abajo. El aire fresco de la
habitación del hotel golpeó su cuerpo, provocándole un escalofrío. Sus pezones ya
estaban duros como piedras a causa de la excitación, pero el estímulo adicional, le
causó un hormigueo. La mirada directa y llena de placer de Thomas no ayudaban a
calmar su excitación.

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El Club de las Excomulgadas
Detrás de ella, Jake le pasó las manos sobre sus hombros, hacia la espalda y las
posó en su cintura. Se acercó y se frotó contra ella. Podía sentir su erección a través
de sus pantalones vaqueros. El vasto material contra su suave cuerpo... fue
simplemente delicioso.

Él tomó el trozo de tela que le cubría el sexo y lo apartó. La tela se estiró lo


suficiente para caer fácilmente por las piernas hasta los tobillos. Dio un paso para
quedar libre de él y Jake la empujó suavemente hacia Thomas.

Thomas la tomó en sus brazos y la volvió hacia Jake. Éste se sacó la camisa por la
cabeza y la arrojó al suelo junto a su vestido. Su poderoso pecho se flexiono al
abrirse el botón de sus pantalones. Amber quería ayudarlo a desnudarse, pero
Thomas la mantenía en el sitio con los brazos alrededor de su cintura. Jake deslizó
los pantalones por sus piernas. Amber se sorprendió y se giró cuando se dio cuenta

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de que no usaba nada debajo.

Completamente desnudo, dio varios pasos hacia ellos. Y ella tenía razón. Era
enorme.

Amber extendió la mano y trazó el tatuaje de un águila en su pecho por encima del
pezón. Sintiéndose atrevida, se inclinó y exploró el colorido adorno con la lengua.
Su sabor le explotó en la boca y gimió. Sabía como a jabón, sudor, y algo que era
puro hombre.

Él gimió cuando la punta de su lengua entró en contacto con su piel.

Jake era lo suficientemente alto para que ella no necesitara doblarse para llegar a él.
Sus manos recorrieron el camino hasta su cabello y la aseguró con fuerza contra él.
Detrás de ella, Thomas le acarició con las manos la parte baja de la espalda y más
abajo.

El placer comenzó a repletar de líquido de su coño mientras lamía y chupaba los


pezones de Jake. Eso era lo que quería. Ser capaz de tocar, probar, y demostrarles
que era capaz de jugar a todo lo que habían planeado.

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El Club de las Excomulgadas
Jake se separó de ella y la agarró del brazo. – Sube a la cama —le ordenó.

Amber con mucho gusto se volvió, se subió a la gran cama king de rodillas.
Thomas se movió al otro lado y se sentó delante, mientras que Jake se colocó detrás
de ella.

Thomas la besó suavemente. Amber abrió su boca y dejó que la guiase por el juego
erótico de lenguas y dientes. Grandes manos callosas apretaban y torturaban sus
pechos. Sabía que era Jake acariciándola. Ya reconocía la diferencia de su toque.

Thomas abandonó boca y le recorrió el cuello, dejando atrás un rastro húmedo.

Extendió la mano hasta Jake, y juntos los dos hombres la tocaban, la presionaban,
lamían y jugaban con ella. Los fuertes dedos de Jake y la talentosa boca de Thomas

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la condujeron a un frenesí jamás despertado. Ella se estremeció ante las
abrumadoras sensaciones. Se mecía y agitaba bajo este ataque. Intentó recuperar el
aliento para ganar el control de sí misma, pero seguía cayendo más y más hasta que
no hubo vuelta atrás.

—Por favor... Por favor... —Ella les rogó, sin saber exactamente lo que pedía.

—Está bien, nena —Jake admitió. —Ha llegado el momento. He esperado


demasiado tiempo por ti.

Thomas volvió a besarla. Estaba más que lista cuando él se separó.

—Acuéstate, Thomas – ordenó Jake.

Thomas obedeció, cambió la posición, colocando la cabeza en una almohada, su


cuerpo junto al de ellos.

—¿Quieres probarlo? – preguntó Jake en voz baja. —¿Le chuparás la polla?

—Ah, sí. —Ella temblaba de emoción. Eso era exactamente lo que quería.

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El Club de las Excomulgadas
—Bien —elogió Jake. La ayudó a colocarse entre las piernas de Thomas, hasta que
consiguió una posición que le permitiera bajar hasta él.

Las manos de Jake nunca dejaron su cuerpo. —Voy a estar aquí detrás tuyo,
tomándote mientras tienes su larga y gruesa polla en tu boca —le dijo.

La sucia manera de hablar de Jake parecía hacerla estremecer y ruborizar. Nunca


estuvo con un hombre tan dominante y decidido. Le encantó. Sus palabras eran
suficientes para conseguir ponerla tan caliente que podría alcanzar el clímax sin ser
tocada. Él tenía más poder sobre su cuerpo que cualquier hombre que hubiera
conocido jamás.

Thomas se agachó y cogió su eje duro. Le dio algunos empujones bien fuertes antes
de guiñarle. —Cariño, ya casi estoy llegando, no sé cuánto tiempo voy a durar.

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Quiero sentir su boca sobre mí. Quiero impulsarme en su interior y ver como mi
polla desaparece en tus dulces labios.

Amber gimió. —Si los dos siguen hablándome de esta manera, podría correrme sin
que me toquen.

Los dos hombres se rieron ante su admisión.

Con una mano en la espalda, Jake la presionó hasta bajarle la parte inferior del
torso. La agarró por las caderas para mantenerlas en el aire.

Amber sustituyó la mano de Thomas por las de ella. Le acarició tal como él lo hizo
sólo un momento antes. Él estaba lleno, con fugas de líquido pre-seminal que se
familiarizaban con su cuerpo.

Ella bajó la cabeza y lamió las gotas en la punta del eje. El aliento de Thomas salió
como en una explosión. Complacida con la reacción, repitió el acto. Bastó que
pasara la punta de la lengua sobre la cabeza para multiplicar dicha reacción y ella se
tomó su tiempo para aprenderse cada centímetro. Las manos de Thomas se
agarraron a las mantas.

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El Club de las Excomulgadas
Ella empezó a moverse de arriba abajo por toda la longitud del miembro, como si
estuviera lamiendo un helado. Sabía que quería que envolviese los labios alrededor
de la polla, pero pensaba que merecía que le regresara un poco de la provocación
previa.

— ¡Amber! Cariño—Thomas gruño frustrado.

Ella se rió en respuesta, disfrutando el poder devolverle la pelota.

—Alguien está siendo traviesa —Jake bromeó. Sus manos habían vagado por todo
su cuerpo mientras admiraba la provocación a Thomas. No podía ver lo que estaba
haciendo a sus espaldas, pero podía sentir sus ojos pesados.

Sus dedos rozaron su sexo. Sin contacto suficiente como para realmente ser

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considerado como un toque. La estaba torturando como ella lo hacía con Thomas.
Con la esperanza de poder dirigir a Jake para que dejara de jugar, sostuvo el pene
erecto de Thomas y lentamente lo engullo.

Él gimió cuando ella finalmente se lo tragó, usando la lengua para recorrer la carne
sensible y chuparlo.

—Sí… —Gritó. – Bueno, muy bueno.

Ronroneaba en respuesta, a sabiendas de que enviaría vibraciones a través de su


cuerpo.

— ¡Joder! —Gritó y empujó hacia arriba.

La tercera vez que Thomas se hundió en su boca, Jake colocó dos dedos
acariciando los pliegues. Como dos hombres que se conocían entre sí, se movían al
mismo ritmo. Thomas follaba su boca mientras los dedos de Jake entraron en su
coño mojado. Él los empujó dentro y fuera de su cuerpo, en combinación con los
movimientos de Thomas.

Amber nunca había sentido nada igual. Complacer a un hombre mientras otro la
complacía a ella. Jake añadió un tercer dedo y a Amber se le hizo más difícil

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El Club de las Excomulgadas
chupar el pene con su boca. Thomas habló rápido y no pudo entender las palabras,
pero sabía que estaba cerca. Continuó atormentándolo, queriendo que derramara el
semen en su boca.

Jake retiro sus dedos y ella gimió con disgusto. El pene en su boca se torció. Antes
de que pudiera dejar ir a Thomas, sintió un movimiento detrás de ella en la cama y
escuchó el sonido rasgado de una hoja. La anticipación hizo contraer su cuerpo.

Jake cambió su peso detrás de ella, y sintió el extremo romo del pene en su entrada.
Ella bombeaba con la mano y chupaba fuerte la polla de Thomas cuando Jake la
agarró por las caderas y se hundió en su interior.

Amber gritó con la boca llena. Jake se detuvo en su interior, esperando que ella se
ajustara a su tamaño. Era tan grande que tuvo que esperar durante varios segundos.

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Ella había visto su pene al desnudarse, pero no era nada comparado con sentirlo en
su interior.

Thomas empujó casi desesperadamente en la boca, cuando Jake comenzó a


moverse. Mantuvo sus movimientos lentos, fuertes y largos, mientras penetraba en
su interior.

—Estrecho. Estás tan apretada y caliente —Jake murmuró. Aceleró con un apretón
fuerte en contra de sus caderas.

Thomas gritó cuando liberó su esencia en la boca de Amber.

Amber chupó, tragando el sabor amargo y salado del semen, hasta que él empezó a
ablandarse. Thomas salió de su boca y descendió bajo su cuerpo.

Jake golpeaba por detrás cuando Thomas le cubrió la boca con la suya.

Compartieron un beso húmedo y lento, mientras su cuerpo se estremecía en torno a


Jake. El control total utilizado por Thomas para poseer su boca tal y como Jake lo
hacía con su cuerpo, fue demasiado. Podía oír los gemidos de Jake mientras sus
cuerpos chocaban entre sí, más y más cada vez. Todavía podía sentir el sabor único

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El Club de las Excomulgadas
de Thomas mientras compartía su sabor con él. Los dos hombres la sostenían fuerte
como dueños de su cuerpo. Y ella simplemente se dejó llevar.

Thomas se tragó el grito de Amber cuando se corrió. Su cuerpo se sacudió, se


retorció violentamente y tuvo que separarse de la boca de Thomas, necesitaba más
aire.

Jake gritó su nombre cuando su cuerpo se estremeció y comenzó a llenar el


preservativo de semen. Relajó su control sobre la chica y ella se desmayó en los
brazos de Thomas. Thomas la atrajo a su pecho mientras que Jake se retiraba.

Abandonó la cama para encargarse del preservativo en tanto que Thomas la


acurrucaba cómodamente. Jake regresó un minuto después y se acostó junto a ella,
envolviendo sus brazos alrededor de los dos.

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Amber apoyó la cabeza sobre el pecho de Thomas. Estaba agotada y feliz.

Jake regó besos en su cuello y Thomas le besó la frente. Trató de mantener los ojos
abiertos, sin querer perderse ni un solo momento, pero se encontraba tan a gusto
entre ambos que acabó por cerrarlos de todos modos. No importaba si iba a estar
sólo una noche con esos dos increíbles hombres, quería aprovechar cada segundo
que pudiera.

Esta fue la mejor noche de su vida. Nunca se había sentido tan apreciada, tan
querida y estimada.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo 4
Amber debió haberse quedado dormida en algún momento, porque se despertó en
la oscuridad con el sonido de una respiración contra su oreja.

A abrió los ojos y movió la mano la mano que tenía sobre un sólido pecho.
Dormían en la misma posición en la que se acomodaron después del sexo. Ella
estaba acostada sobre el cuerpo de Thomas con la cabeza apoyada en su pecho y las
piernas entrelazadas. El duro cuerpo de Jake presionado contra ella formando la
posición de cuchara.

Se sentía verdaderamente plena por primera vez en su vida. Podría verse


equivocado a los ojos de la sociedad, pero tenía sentimientos muy fuertes por estos

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hombres. Sabía que sería muy fácil enamorarse de ellos. Aunque, honestamente, no
es que tuviera razón alguna para pensar que habría una oportunidad de pasar con
ellos más de una noche. Los tipos como Jake y Thomas no acababan con mujeres
como ella. Ellos podrían estar juntos y nadie diría nada. Ella suspiró,
profundamente concentrada en sus pensamientos.

Una mano cayó sobre ella y los detuvo.

—¿Estás despierta, cariño? —preguntó Thomas en voz baja.

—Ajá —respondió. Maldita sea, su voz sonaba ronca a sus oídos. La sensación de
su piel contra la de Thomas la hizo estremecerse una vez más.

Thomas cambió un poco la posición y la abrazó más fuerte. — ¿Estás bien con lo
que hicimos?

Amber apoyó su mentón en la mano, el codo apoyado en el pecho. No podía ver


con claridad en la oscuridad, pero distinguía algunas de sus facciones gracias a una
pequeña cantidad de luz de luna que entraba por una rendija en la cortina de la
ventana. —Nunca he hecho nada igual en mi vida. Y no sé cómo explicarlo, pero
se sintió correcto.

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El Club de las Excomulgadas
Thomas relajó su cuerpo bajo el de ella. —Me alegro de que te sientas así.

—Lo sé —admitió.

Thomas se echó a reír. —Eres perfecta. Tienes que saberlo. Y estoy muy
enamorado de ti.

La audaz declaración de Thomas la sorprendió. —¿Qué? —Su voz se elevó.

Sus dedos encontraron su barbilla. – Lo estoy. Al igual que Jake. Nos tomó un
largo tiempo encontrar la forma que vinieras a nosotros.

Él la amaba. Ambos lo hacían. Amber no podía creer su suerte. Fue una buena cosa
haberlo ganado esa noche. —Me alegra haberte subastado—le contestó.

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Thomas se rió profundamente.

Recordando los pocos comentarios que él hizo y las acciones de sus amigas, Amber
comenzó a unir todas las piezas. – Vosotros nos disteis las entradas —acusó.

Thomas seguía riendo. —Ajá.

Amber no debería haberse sorprendido. Tenía mucho sentido. —¿Y si hubiese


perdido?

Thomas le agarró las caderas y se la puso sobre el cuerpo. Ella se sentó a horcajadas
en su cintura. —Tus amigas recibieron instrucciones estrictas para que tus ofertas
fueran en cada ocasión las más altas.

Amber se sacudió en su contra. Ella ya estaba excitada y deslizar su sexo contra su


piel se sentía estupendamente. —Yo podría no haber ganado. Corristeis un gran
riesgo. —No podía creer que Thomas y Jake se hubieran tomado tantas molestias.
Si ellos simplemente la hubieran invitado a salir, les habría contestado que sí.
Probablemente. A menos que ella se acobardase… De acuerdo, ahora entendía por
qué habían elegido ese camino. Y le hizo sentirse muy feliz que se tomaran tanto
tiempo para seducirla.

39
El Club de las Excomulgadas
Thomas aferró sus caderas mientras ella se movía. —Jake estaba allí para vencer a
cualquiera en caso de que tu no lo hicieras, si hubiese sido necesario.

Amber se estiró entre ellos y envolvió su eje con las manos. —Ah, así que fue una
conspiración.

Thomas se echó a reír. —Se podría decir que sí.

Amber bombeó su pene un par de veces. —Bueno, ahora me tienes aquí, ¿qué vas a
hacer conmigo, Sr. Baldwin?

Thomas gimió y se movió hacia arriba. – Te voy a dejar montarme.

Amber sonrió y se levantó sobre sus rodillas, todavía acariciándolo. El estiró una
mano y la metió en la mesita de noche buscando un condón. Lo rasgó con los

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dientes.

Movió las manos hacia abajo y se cubrió, entonces sujetó la base de su pene
mientras ella se colocaba sobre él.

Con movimientos lentos y deliberados, se agachó y Thomas la llenó.

Ambos gimieron por la conexión. Las manos de Thomas ahuecaron sus senos
mientras ella comenzó a montarlo. Lentamente al principio, luego más y más
rápido hasta que estuvo saltando sobre él.

—Hey, empezasteis sin mí —Jake se quejó somnoliento.

—No deberías haber dormido tanto tiempo —Thomas bromeó, pero su voz era
tensa.

Amber no abandonó el ritmo cuando extendió su mano y tiró de Jake para


acercarlo. Él se puso de rodillas y le cubrió la boca en un beso de tan profundo
erotismo que la hizo jadear mientras se alejaba.

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El Club de las Excomulgadas
Jake se separó por un minuto, enseguida, la lámpara al lado de la cama se
encendió.

Amber parpadeó y sus movimientos vacilaron.

—No... No, continua – les alentó Jake. —Quiero verte montándolo. Quiero ver tu
cara cuando te corras.

Cuando ella dejó de moverse, Thomas se hizo cargo y comenzó a empujar dentro
de ella. Cada vez que se lanzaba dentro, sus pechos se movían y su cuerpo se
tensaba.

Amber mantuvo los ojos fijos en Jake, mientras acompañaba a cada uno de los
movimientos de Thomas. No pasó mucho tiempo hasta que Jake extendió sus

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manos y tocó su propio pene.

Era sexy como el infierno y la puso por encima del límite. El interior de sus muslos
se cerró sobre Thomas y los dos gritaron cuando al correrse juntos.

Jake continuó masturbándose mientras que Amber y Thomas lo observaban. Media


docena de golpes después, su cabeza cayó hacia atrás y gritó con su propio
orgasmo. Thomas tiró tanto de Amber como de Jake para besarlos y demostrar el
cariño que se profesaban.

Amber estaba un poco confusa y muy insegura. ¿Thomas dijo que la amaba?
¿Acaso quiso decir eso? Por supuesto que no. Pero si no, ¿por qué lo había dicho?
No era como si lo necesitara para llevársela a la cama. Ya estaba allí, de hecho,
estaba encantada. Sin embargo, cada caricia de sus manos la hacía sentir como si
realmente quisiera cuidar de ella. La hizo sentir especial. Ojalá esos sentimientos
nunca llegaran a su fin. Pero llegarían, y tendría que volver a su propia vida. Una
vida sin Thomas ni Jake. Parpadeó para contener las lágrimas.

No fue sino hasta que el estómago de Jake gruñó ruidosamente, que se separaron.
Amber se mordió el labio para contener la risa, pero Thomas no fue tan amable.

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El Club de las Excomulgadas
— ¿Qué? —Jake se frotó el estómago. —No hemos tenido tiempo para comer.

Una mueca en su rostro hizo que por fin se rompiera el control de Amber. Ella se
rió y se separó de Thomas. Jake la tomó en sus brazos y la atrajo hacia sí.

—Acurruquémonos mientras Thomas trae una bandeja con comida – dijo Jake con
una sonrisa.

Se volvió a darle un beso. Jake perdió el control del beso mientras empujaba su
lengua en la boca de Amber. La cama se meneó cuando Thomas se levantó de ella.

—Voy a alimentar a ambos lo justo para que recuperéis las fuerzas y podamos
seguir jugueteando un poco más.

Jake rompió el beso y sonrió. —Es muy bueno con nosotros.

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Amber asintió confirmándolo.

No creía que Thomas hubiera llegado a por la puerta antes de encontrarse de nuevo
con Jake entre las piernas.

—Dime, cariño —le susurró. — ¿Alguna vez has pensado en cómo sería estar con
dos hombres a la vez?

Amber suspiró. — ¿Con los dos?

Jake empezó a frotar su bulto contra ella. —Sí, puedo llenar tu coño caliente y
húmedo, mientras que Thomas te llena por detrás.

Amber no sabía qué decir. Había leído libros de novela erótica al respecto, aunque
nunca tuvo una oportunidad real de experimentarlo. Había practicado el sexo anal
con Dan y le gustó, pero con Jake y Thomas seguro sería mucho mejor.

—No sé si puedo... Pero podría...

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El Club de las Excomulgadas
Ni siquiera terminar la frase antes de que él le cubriera la boca con la suya.
Obviamente, sabía lo que ella iba a decir. Amber colocó sus piernas alrededor de la
cintura de Jake mientras él seguía deslizándose en su contra.

— ¡Eh! ¡Pensé que íbamos a comer! —dijo Thomas desde algún lugar de la
habitación.

Jake se alejó de ella con un gemido. —Creo que lo mejor es comer ahora.

La fruta estaba buena y el vino, mejor aún. Los dos hombres se ocuparon de la
alimentación de Amber, de modo que ella ni siquiera tuviera que tocar la comida.
Mientras uno le daba de comer, el otro acariciaba su cuerpo.

Cuando la bandeja estuvo vacía, Amber estaba cerca de nuevo y la idea de estar

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con dos hombres a la vez le parecía fantástica. El simple acariciar de una mano o el
roce de sus labios contra su piel fueron suficientes para tenerla temblando por
dentro y por fuera. Estaba desesperada por sentirlos una vez más, especialmente si
esa iba a ser la última vez.

Jake debió adivinar lo que estaba pensando, porque minutos después de que
Thomas se levantó para quitar la bandeja de comida, se dio la vuelta y comenzó a
acariciar su cada vez mayor erección.

—No puedo esperar para sentirte de nuevo, nena —dijo. —Cuando estemos dentro
de ti, seré capaz de sentir también a Thomas.

Fuertes brazos la envolvieron cuando Thomas regresó a la cama.

— ¿Estás segura de esto? —Le susurró al oído.

Ella asintió, mirando hacia Jake.

—No queremos presionarte, pero esta es una manera en la que todos podemos estar
en contacto. Y además, será bueno para ti, te lo prometo —dijo Thomas.

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El Club de las Excomulgadas
Estaba nerviosa, pero ahora que el tema fue mencionado, estaba temblando por la
necesidad y el deseo.

—Los deseo a ambos. Quiero ser llenada por los dos al mismo tiempo —admitió.

Thomas le besó el cuello y Jake dejó lo que estaba haciendo.

—Entonces ven aquí —le indicó con la mano.

Thomas cambió de posición respecto a ella. Su calor sólo la dejó por un momento y
para tomar una botella pequeña de lubricante y dejar dos condones en la cama, al
lado de los hombros de Jake.

Jake cogió un preservativo y se lo puso entre los dientes. Rasgó el paquete para
abrirlo, observando su reacción.

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Ella sonrió y se humedeció los labios. Los deseaba. No iba a desistir ahora.

Jake rodó lentamente el condón a lo largo de su longitud. —Sube encima de mí y


móntame. Thomas te preparará para él, pero será más fácil si ya estás excitada.

Amber se alzó y puso su mano sobre la base del pene. La frotó contra sus pliegues,
el líquido de su cuerpo y condón lubricado la hizo resbalar más fácilmente.

—Ya estoy excitada. Estoy tan mojada de tenerlos a ambos llenándome, voy a
agarraros y sujetaros dentro -, bromeó. Tal vez ella no tendría demasiada
experiencia, pero había leído suficientes libros como para ser capaz de responder a
la e mucha experiencia, pero había leído suficientes libros como para ser capaz de
responderle hablándole sucio como Jake.

Obtuvo las reacciones que quería de ellos. Los dos hombres gimieron y Jake la
acercó. Ella aceptó de buen grado su ayuda, y en segundos, estaba montando sobre
su dura polla.

Thomas no fue directamente detrás, como ella esperaba. En primer lugar, apretó
sus pechos, besó y lamió su cuello.

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El Club de las Excomulgadas
Sensaciones que nunca antes había sentido recorrieron su cuerpo. Excitación,
nerviosismo, anticipación, todo mezclado para aproximarla a su máximo placer.
Deseaba... No, necesitaba ser tomada... reclamada por Thomas y Jake. Su canal se
estrechaba alrededor de Jake y ella tenía que calmarse o sobrepasaría los límites.

—Por favor, Thomas —suplicó —Estoy lista. Te quiero dentro de mí.

Él colocó los dedos allí, ya mojados y resbaladizos, estimulándola nuevamente.


Jake la rodeó con sus brazos para hacerla reposar en su pecho.

—Solo relájate y siente —le susurró al oído.

Ella respiró profundamente cuando un largo dedo violó su agujero. Hubo cierta
resistencia por parte de su cuerpo, pero Thomas fue paciente e introdujo un dedo,

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soltándolo justo antes de comenzar a moverlo dentro y fuera. Su cuerpo se sacudió
al tratar de aferrarse al dedo Thomas. Amber empujó hacia atrás, para trabajar con
él.

En un momento Thomas tuvo dos dedos de bombeándole el camino de entrada y


salida, Amber estaba montándolos e implorando. Añadió un tercer dedo y ella
jadeó.

—Ya casi estamos —dijo Thomas.

Dios, ella quería más. Se movía con lentitud sobre Jake y después contra la mano
de Thomas, pero no era suficiente.

—¡Por favor, Thomas!

La fina y fruncida piel de Amber tembló de necesidad.

Thomas se echó a reír y poco a poco retiró los dedos. Inmediatamente, la cabeza de
su no circuncidado pene se colocó allí. Comenzó a llenarla.

Para adormecer el dolor, presiono, luego empujó el primer anillo de músculos y se


apoyó en su espalda.

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El Club de las Excomulgadas
Amber mordió el hombro de Jake, provocando que él la empujase.

— ¿Estás bien? —Thomas le preguntó.

—Sí, sí, sí —cantaba. —Muévete, por favor muévete. Necesito sentirte.

Thomas le mordisqueaba la oreja y enseguida se la soltaba. La empujaba y Amber


podía sentir su cuerpo tratando de mantenerlo dentro. Era tal cómo le habían
dicho. Estaba completamente llena. Nunca antes había sentido algo como esto.

Y le encantó.

Thomas y Jake comenzaron a moverse juntos. Marcaron el ritmo fácilmente, cada


golpe y cada retirada, la acercaban cada vez más al clímax. Sin embargo, ella quería
más. Deseaba que se dejasen llevar y la follaran duro.

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—Sí —les animó. —Más fuerte.

Ellos le respondieron, y pronto los tres estaban jadeando y sudando. El ritmo de


carne y falta de aire llenaban la habitación del hotel.

Amber fue la primera en alcanzar el éxtasis. Echó la cabeza hacia atrás y gritó
mientras su cuerpo se estremecía. El orgasmo fue tan intenso que, literalmente,
pudo ver colores ante sus ojos. Poco después, su estrecho canal explotó. Sentía
como si todo su cuerpo estuviese en llamas. Gritó, arqueando la espalda.

No sabía lo que pasó justo después, pero enseguida ellos llegaron a la liberación,
gimiendo y gritando su nombre. Amber cayó sobre el pecho de Jake. Thomas tiró
de ella lentamente, y un momento después, ella se separó suavemente de Jake.

Jake se sacó el condón, lo ató y lo tiró a la papelera al lado de la cama sin


levantarse.

Los brazos y las piernas de todos ellos abrazados se enredaban, mientras trataban
de recuperar el aliento. Una vez conseguido, ella suspiró.

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—Cariño, ¿estás bien? – Le dijo Thomas mientras posaba un beso en su sien.

—Hum hum —respondió ella. Era todo lo que podía articular.

La cara de Jake entró en su línea de visión. – Ahora eres nuestra, Amber. Ahora y
para siempre, nos perteneces.

Ella se lamió los labios antes de contestar. —No entiendo —admitió en voz baja.

Jake sostuvo su barbilla ligeramente y la miró a los ojos. Sus ojos eran cálidos y
reflejaban una emoción que se parecía mucho al amor. — ¿No entiendes qué? —
preguntó.

Amber se aclaró la garganta y miró hacia otro lado antes de contestar. —¿Por qué
yo?

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Thomas la abrazó con fuerza. —Porque te amamos.

—No —argumentó, incrédula. —No me conocen.

La risa de Jake la sobresaltó. —Te conocemos. Oh nena, pasamos los últimos


meses aprendiendo todo lo que pudimos acerca de ti. Cada vez que fuimos a la
tienda, corríamos hacia dónde estabas, cada encuentro casual, estábamos
aprendiendo sobre ti.

Thomas rió profundamente. — ¡Maldita sea, hombre, esto suena como si fuésemos
unos acosadores!

Amber se puso tensa.

—Mierda – murmuró Jake, y una vez más la tomó del rostro, no tuvo más remedio
que enfrentar su mirada. —Escúchame. Tú eres la única mujer en el mundo que
siempre hemos querido traer a nuestra casa y mantenerla. Queremos despertarnos
cada mañana contigo entre nuestros brazos. Queremos dormir cada noche contigo
entre nosotros. Hemos dedicado mucho tiempo a que nos consideraras tus amigos
para que te sintieras cómoda.

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—Pero que hay... —ella empezó. Tenía muchas preguntas. ¿Cómo funcionaría esta
relación de tres? Estaban hablando de la eternidad y ella todavía estaba tratando de
organizar su mente en torno a una noche.

—No siempre será fácil —dijo Thomas. —Jake y yo lo sabemos. Sin embargo, creo
que nosotros tres... vamos a ser capaces de superar cualquier cosa.

— ¿De verdad lo crees? —Preguntó con suavidad.

—Lo creo —dijo Thomas.

—Yo también —añadió Jake.

—Tenemos que ir despacio con esto... —Amber dijo.

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— ¿Sí? —Thomas le preguntó esperanzado.

Amber suspiró. —Sí, podemos intentarlo.

Jake gritó. — ¡Vamos a hacerlo muy bueno para ti! Sólo espera y verás. Te sentirás
tan amada que nunca vas a querer dejarnos.

Amber sonrió. Ella ya sabía que nunca los dejaría.

Fin

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