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Maria Del Pilar Ruiz Rescalvo
Maria Del Pilar Ruiz Rescalvo
TRIBUTARIA Y EL
DELITO FISCAL
Dykinson
LA PRESCRIPCIÓN TRIBUTARIA
Y EL DELITO FISCAL
María del Pilar Ruiz Rescalvo
LA PRESCRIPCIÓN TRIBUTARIA
Y
EL DELITO FISCAL
ÍNDICE ...................................................................................................................................... 9
PRINCIPALES ABREVIATURAS UTILIZADAS EN EL TEXTO ...................... 15
PRESENTACIÓN .................................................................................................................. 17
PRÓLOGO ................................................................................................................................. 21
9
I.2.1.3. Posiciones favorables a la consideración del plazo
previsto en el art. 64, a), LGT como un plazo de prescripción... 39
I.2.1.4. Reconocimiento de una figura híbrida entre caducidad
y prescripción civil. Consideración de la prescripción como
una categoría sui generis........................................................................ 42
I.2.1.5. Nuestra posición .................................................................... 43
I.2.2. Prescripción versus suspensión.................................................... 45
I.2.2.1. Concepto de suspensión. Diferencias con la interrupción .. 45
I.2.2.2. Propuesta de “lege ferenda”: regulación expresa en la
LGT de causas de suspensión de la prescripción tributaria . ....... 50
10
CAPÍTULO II. LOS ELEMENTOS ESENCIALES DEL DELITO FISCAL Y
SU TRANSCENDENCIA RESPECTO A LA PRESCRIPCIÓN DE LA
OBLIGACIÓN TRIBUTARIA............................................................................................. 63
11
II.3. REFLEXIONES CRÍTICAS A LA POSTURA CONTRARIA A LA
TRASCENDENCIA PENAL DE LA PRESCRIPCIÓN TRIBUTARIA ....... 86
12
CAPÍTULO V. PROBLEMAS DE DERECHO TRANSITORIO EN LA
MODIFICACIÓN DE LOS PLAZOS DE PRESCRIPCIÓN: APLICACIÓN
RETROACTIVA ....................................................................................................................... 131
13
FUENTES DOCUMENTALES.......................................................................................... 164
A. NORMATIVA........................................................................................................ 164
B. ÍNDICE GENERAL DE JURISPRUDENCIA ......................................... 165
C. ÍNDICE ANALÍTICO DE JURISPRUDENCIA...................................... 170
DDDDD
14
PRINCIPALES ABREVIATURAS
UTILIZADAS EN EL TEXTO
15
RD = Real Decreto
RDFHP = Revista de Derecho Financiero y Hacienda Pública
RDL = Real Decreto Ley
RDLeg = Real Decreto Legislativo
REDF = Civitas Revista Española de Derecho Financiero
RG = Registro General
RGIT = Reglamento General de Inspección de los Tributos
RIRPF = Reglamento Impuesto sobre la Renta de las Personas
Física.
RIS = Reglamento del Impuesto sobre Sociedades
RJ = Repertorio de Jurisprudencia Aranzadi
RPREA = Reglamento de Procedimiento en la Reclamaciones
Económico – Administrativas
RTC = Repertorio del Tribunal Constitucional Aranzadi
RTEAC = Resolución del Tribunal Económico- Administrativo
Central
RTEAR = Resolución del Tribunal Económico- Administrativo
Regional
RTT = Revista Técnica Tributaria
S. (SS) = Sentencia (s)
SAN = Sentencia de la Audiencia Nacional
SAT = Sentencia de la Audiencia Territorial
STC = Sentencia del Tribunal Constitucional
STJCE = Sentencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades
Europeas
STS = Sentencia del Tribunal Supremo
STSJ = Sentencia del Tribunal Superior de Justicia
TC = Tribunal Constitucional
TEAC = Tribunal Económico- Administrativo Central
TEAP = Tribunal Económico- Administrativo Provincial
TEAR = Tribunal Económico- Administrativo Regional
TJCE = Tribunal de Justicia de la Comunidad Europea
TR = Texto Refundido
TRITPAJD = Texto Refundido del Impuesto sobre Transmisiones
Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados
TS = Tribunal Supremo
TSJ = Triunal Superior de Justicia
UCM = Universidad Complutense de Madrid.
DDDDD
16
PRESENTACIÓN
17
tributaria en el principio de seguridad jurídica y haciendo una especial referencia al
fundamento de la prescripción en materia de ilícitos tributarios en el principio de
reserva de ley (C.E., arts. 25.1 y 53.1).
18
En el capítulo cuarto, una vez argumentada la aplicación del plazo de
prescripción de cuatro años a dicho delito, razonamos dos consecuencias de la
prescripción tributaria consumada, en el delito de defraudación tributaria: primero, la
improcedencia de la responsabilidad civil aparejada al delito de defraudación tributaria,
que significaría aceptar que la indemnización sustituye a la deuda tributaria,
transformando la responsabilidad tributaria en responsabilidad civil; segunda, que no
procede subsumir la prescripción de la obligación tributaria en la excusa absolutoria
del CP, art. 305.4º (regularización de la situación tributaria), sino que en coherencia
con nuestra opinión, simplemente opinamos que al aplicar el plazo de prescripción de
cuatro años al delito fiscal, artículo 305.4º CP, ha desaparecido el tipo del injusto
penal.
DDD
19
PRÓLOGO
La obra que el lector tiene en sus manos analiza de forma clara y completa los
problemas más importantes que plantea la prescripción tributaria; y muy especialmente la
aplicación de esta figura en los supuestos de delito fiscal.
La autora, tras pasar revista a las distintas posturas doctrinales, y tras un detenido
análisis de la prescripción tributaria, llega a la conclusión, que considero acertada, de que
la responsabilidad derivada del delito se extingue cuando prescribe la obligación tributaria.
El argumento fundamental en apoyo de esta tesis se basa, a mi juicio, en la equiparación
de la prescripción de la obligación tributaria al pago espontáneo fuera de plazo, que
excluye las sanciones exigibles por las infracciones cometidas, y por tanto también la
responsabilidad criminal, como desde 1995 reconoce expresamente el Código penal.
Obsérvese que tanto el pago fuera de plazo como la prescripción suponen la "extinción"
de la obligación, o al menos la inexigibilidad de la misma, sin intervención administrativa,
y del citado precepto de la Ley General Tributaria se deduce que el incumplimiento a
efectos penales es sólo el que da lugar a intervención administrativa, como ya en 1986
afirmaba F. Pérez Royo (Los delitos y las infracciones en materia tributaria, IEF, 1986, pág. 174).
En este sentido cabe entender que lo mismo que el pago espontáneo, sin
requerimiento previo, supone la reparación del perjuicio económico ocasionado por la
omisión del ingreso, también la prescripción de la obligación tributaria elimina no sólo la
exigibilidad de la obligación sino también (al menos en sentido jurídico) el perjuicio
económico producido; o lo que es lo mismo, elimina la trascendencia jurídica de dicho
perjuicio.
21
Además, un elemental criterio de coherencia del ordenamiento jurídico obliga a
configurar la prescripción de la obligación tributaria como una excusa absolutoria, ya que
en otro caso, por la vía de la responsabilidad civil derivada del delito, se haría inoperante
la prescripción ganada respecto a la obligación tributaria, que lamentablemente es lo que
viene ocurriendo en muchos casos.
Frente a ello, y para intentar salvar la evidente contradicción que supone exigir
una obligación prescrita por la vía penal, se ha afirmado por algún autor que lo que
prescribe a los cuatro años es la potestad liquidatoria de la Administración, y no la
obligación tributaria, que por tanto sería todavía exigible a través de una acción penal.
Pero este planteamiento, ciertamente original, choca con la evidencia, unánimemente
destacada por la doctrina desde antiguo, de que las potestades administrativas no son
susceptibles de prescripción, sino sólo de caducidad respecto de un caso concreto. Por
tanto, habida cuenta de que la Ley General Tributaria habla expresamente de
"prescripción", y sobre todo, de que se regula expresamente la posibilidad de interrupción
(incompatible con la caducidad, que sólo admite suspensión), hemos de concluir que el
plazo de cuatro años lo es precisamente de prescripción, y de prescripción de la
obligación tributaria, pues las potestades, en sí mismas, son imprescriptibles. El no
ejercicio de la potestad liquidatoria es un requisito o presupuesto (junto al transcurso de
plazo y la inexistencia de actuaciones interruptivas del contribuyente) de dicha
prescripción, pero la misma tiene claramente por objeto la obligación tributaria, que no
puede ya cuantificarse ni exigirse por ninguna vía, ni administrativa ni penal.
Siendo ya discutible que el delito fiscal se sancione con pena privativa de libertad,
más censurable aún resulta que la prisión cuando se impone para proteger un bien ya no
protegible a través del Derecho administrativo sancionador, ni siquiera a través del
22
ordenamiento tributario, que no permite exigir la cuota; pues estaríamos -como afirma
Choclán ante "la imposición de una pena con una finalidad exclusivamente ejemplarizante
(lo que) puede suponer una instrumentalización del individuo contraria al principio de
culpabilidad por el hecho".
Quiere con ello decirse que el sentido de la sentencia no es -no puede ser- el de
exigir un acto administrativo de liquidación (con independencia de que la existencia del
mismo sea deseable de lege ferenda). A mi juicio la sentencia citada debe interpretarse en el
sentido de que es necesario que materialmente exista “liquidación”, es decir una
concreción o determinación de la cuantía del impuesto de cuya elusión se acusa, con
independencia de quien sea el autor de dicha liquidación o cuantificación; lo que no
implica que sea necesario un "acto administrativo" de liquidación, que precisamente
cuando hay indicios de delito fiscal no puede producirse, en virtud de la prejudicialidad
penal.
23
potestad, y no la obligación tributaria. Y lo que es más grave, supone atribuir al
instrumento penal la finalidad represiva y ejemplarizante, difícilmente compatible con
nuestros valores constitucionales.
DDD
24
PRIMERA PARTE
PRESCRIPCIÓN TRIBUTARIA Y DELITO DE
DEFRAUDACIÓN TRIBUTARIA
I.1. CONCEPTO.
Así, aunque nuestro Código civil no arroja en este punto una luz completa, y,
a pesar de que la prescripción y la caducidad presentan una extraordinaria similitud,
sin embargo, en Derecho privado la prescripción, a nuestro juicio, se encuentra
perfectamente deslindada dentro del sistema. En base a que la doctrina civil utiliza
diversos criterios para diferenciar la naturaleza de la prescripción y la caducidad, como
son, entre otros, los siguientes: desde el punto de vista del interés jurídico protegido,
en la prescripción se protege sobre todo un interés particular muy concreto, en la
caducidad se protege un interés general; en función de la configuración procesal, la
prescripción ha de ser alegada como excepción por las partes, mientras que la
caducidad hace extinguirse el derecho ipso iure1, obligando al legislador a declararla de
oficio; diferenciando rasgos concretos de los respectivos regímenes jurídicos, en la
prescripción existen causas de interrupción y no en la caducidad2.
25
A nuestro juicio, merece una especial mención el criterio que efectúa una
delimitación entre la prescripción y la caducidad en función de la configuración
temporal por el ordenamiento positivo de las posibilidades del ejercicio de los
mismos3. En ésta línea destaca la construcción de DÍEZ-PICAZO4, quien predica la
prescripción de derechos de naturaleza indefinida y, la caducidad de facultades de
ejercicio perentorio dentro de un plazo marcado.
26
En un sentido similar PUIG BRUTAU5, distingue entre supuestos
esencialmente temporales, situaciones temporalmente delimitadas de antemano, y
supuestos de prescripción propiamente dicha que afecta a derechos que no tienen una
delimitación temporal.
FALCÓN Y TELLA7, entre los rasgos comunes de ambas figuras en todas las
ramas del ordenamiento, señala que sólo pueden quedar sometidos a prescripción los
“derechos y acciones”, frente a las facultades o las potestades administrativas, que por
27
su propia naturaleza, sólo son susceptibles de caducidad. En consecuencia, todo
depende de la configuración temporal de las posibilidades de ejercicio de los derechos
subjetivos en el ordenamiento positivo.
28
ROYO10 define la prescripción tributaria como un híbrido entre caducidad y
prescripción de derecho privado.
10 “podemos decir que la prescripción que regula la LGT tiene elementos de esta
institución, como es fundamentalmente el de estar sometida a posibles interrupciones (que,
además, al igual que en el caso de la obligación civil, pueden derivarse de actos no sólo del
acreedor, sino del propio sujeto pasivo), pero también recoge algún elemento o carácter de la
caducidad, como es el de su aplicación automática o de oficio”; PÉREZ ROYO, F.; “Derecho
Financiero y Tributario”, parte general, cuarta edición, civitas, Madrid, 1994, pág. 236. VEGA
HERRERO, señala que los esquemas de la prescripción civil no son aplicables a la prescripción
de carácter tributario, en los siguientes términos: “el pretendido derecho de que aquí se habla
no es identificable con los derechos subjetivos amparados por el derecho privado, porque éstos
nacen de una relación jurídico-privada y aquel no ... es inadecuado utilizar en este contexto el
término “derecho” ya que el acto de liquidación está incardinado dentro de un procedimiento,
el de gestión, que es reglado y la Administración no tiene un derecho para determinar la deuda
tributaria sino que tiene conferida una potestad liquidadora”; VEGA HERRERO, M., “La
prescripción de la obligación tributaria”, Lex Nova, Valladolid, 1990, págs. 18 y 19.
11 “las técnicas de la prescripción y la caducidad no tienen necesariamente el mismo
fundamento en todas las ramas del derecho, sino que surgidas históricamente en el derecho
civil para servir a unos fines determinados, pueden posteriormente aplicarse en otros ámbitos
al servicio de fines distintos”; FALCÓN Y TELLA, R., obra citada, págs. 47 y 48.
12 Por el contrario, FERRERIO LAPATZA defiende que los esquemas normativos
fundamentales de este instituto son los mismos en el Código civil y en la LGT. Entiende que la
prescripción, como medio de extinguir los derechos y acciones, es una aportación del Derecho
29
FALCÓN Y TELLA, el fundamento jurídico-privado se puede utilizar como criterio
distintivo entre la prescripción civil y la caducidad civil, pero no se puede aplicar como
categorías generales del Derecho13.
A. Normativa estatal.
Civil al Derecho Financiero, aunque en el trasplante se amolda a las peculiaridades de esta rama
del Derecho público. FERRERIO LAPATZA, J.; “Curso de Derecho Financiero Español”,
Marcial Pons, Madrid, 1993, pág. 577.
13 “El fundamento jurídico-privado puede servir –a lo sumo- como criterio distintivo
entre prescripción civil y la caducidad civil, pero no puede utilizarse para definir estas figuras
como categorías generales del Derechos”. FALCÓN Y TELLA, R.; obra citada, pág. 48.
14 En el Preámbulo de la LGT el legislador señala como finalidad de dicha ley una
regulación de aplicación generalizada: “La Ley General Tributaria aspira a informar, con
criterios de unidad, las instituciones y procesos que integran la estructura del sistema tributario,
en cuanto no requiera ordenación específica excepcional. También se propone incorporar a
nuestro ordenamiento un esquema de sistematización de las normas reguladoras de los tributos
que oriente la legislación y, en su día, facilite su codificación.”. El artículo 1 del Título
Preliminar formula los principios básicos contenidos en las reglas jurídicas comunes a todos
los tributos: “La presente ley establece los principios básicos y las normas fundamentales que
constituyen el régimen jurídico del sistema tributario español.”
15 Entre otros ejemplos: Artículo 66.1 del RD 3494/1981, de 29 de diciembre, que
aprueba el Reglamento del Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos
Jurídicos Documentados; artículo 25 de la Ley 29/1987, de 18 de diciembre, del
Impuesto de Sucesiones y Donaciones.
16 RUIZ GARCÍA entiende que se trata tan sólo de una preferencia de ley que puede ser
levantada por una ley posterior. RUIZ GARCÍA, J.R.; “La liquidación en el ordenamiento
tributario”, Civitas, Madrid, 1987, págs. 266 y 267.
30
a evitar la inseguridad jurídica que conllevaría que la Administración a través de la
potestad reglamentaria en el desarrollo de disposiciones legales pudiera determinar por
sí misma los plazos para el ejercicio de su derecho de crédito17.
31
Por tanto, sus respectivas Asambleas Legislativas21 pueden establecer normas
específicas sobre la prescripción. La Ley 39/1988, de 28 de diciembre, reguladora de la
Haciendas Locales, no contiene una mención expresa sobre la prescripción de los
tributos locales, sin embargo apoya la validez de la LGT en el ámbito local
implícitamente, con las numerosas remisiones que hace a los artículos 64 y siguientes
de la LGT. Entre otras, en su artículo 1222 dispone que la gestión, liquidación,
inspección y recaudación de los tributos locales se realizará de acuerdo con lo
prevenido en la LGT y demás leyes del Estado reguladoras de la materia. También se
remite a la LGT en su artículo 14.2º23 en cuanto a la devolución de ingresos indebidos
y rectificación de errores.
21 Las potestades normativas que este artículo confiere a las CCAA, corresponden
dentro de éstas a sus respectivas Asambleas Legislativas, como consecuencia de la exigencia de
ley para regular la prescripción.
22 Artículo 12, Ley 39/1988, de 28 de diciembre, reguladora de las Haciendas Locales:
“1. La gestión, liquidación, inspección y recaudación de los tributos locales se realizará de
acuerdo con lo prevenido en la Ley General Tributaria, en la Ley de Derechos y Garantías del
Contribuyente y en las demás leyes del Estado reguladoras de la materia, así como en las
disposiciones dictadas para su desarrollo.
2. A través de sus Ordenanzas fiscales las Entidades locales podrán adaptar la normativa a que
se refiere el apartado anterior al régimen de organización y funcionamiento interno propio de
cada una de ellas, sin que tal adaptación pueda contravenir el contenido material de dicha
normativa.”
23 Artículo 14, Ley 39/1988, de 28 de diciembre, reguladora de las Haciendas Locales:
“2. Contra los actos de aplicación y efectividad de los tributos y restantes ingresos de Derecho
público de las Entidades locales, sólo podrá interponerse el recurso de reposición que a
continuación se regula.”
24 “Más la aplicación general de las normas contenidas en la Ley General Tributaria
vendrá exigida, tal como ha declarado el Tribunal Constitucional, por la garantía de un trato
común a todos los ciudadanos frente a las Administraciones Públicas contemplada en el
artículo 149.1.18 CE”. MARTÍN CÁCERES, A.F.; “La prescripción del crédito tributario”,
IEF, Marcial Pons, Madrid, 1994, pág 17.
32
Estatutos de Autonomía. En este sentido se pronuncia FALCÓN Y TELLA, en
relación con la necesidad de asegurar a los administrados un tratamiento común frente
a las Administraciones públicas.25
25 “... entendemos que dicho principio no exige una absoluta uniformidad en el régimen
de prescripción de los tributos estatales y de los tributos propios de las Comunidades
Autónomas, pero sí, al menos, el respeto por las Comunidades Autónomas, al regular la
prescripción de sus tributos propios, del núcleo esencial de la regulación estatal sobre la
materia”. FALCÓN Y TELLA, R.; “La prescripción en materia tributaria”, la Ley, Madrid,
1992, pág. 58.
26 Ley Foral 13/2000, de 14 de diciembre, General Tributaria de Navarra.
Publicada en el “Boletín Oficial de Navarra”, núm. 153, de 20 de diciembre del 2000, que entró
en vigor el 1 de abril del 2001.
27 “SÉPTIMO.- En el caso concreto que nos ocupa, el art. 87 de la Norma sobre
Reforma de las Haciendas Locales de Navarra, al disponer un plazo de prescripción de 10 años
del derecho de los Ayuntamientos y Concejos para la exigencia del Impuesto sobre el
Incremento de Valor de los Terrenos, establece -sin causa o razón alguna que la justifique, pues
el establecimiento de un plazo de 10 años para la prescripción no constituye una exigencia de
ningún principio informador del ordenamiento tributario foral ni tampoco del propio
Impuesto de Plusvalía, respecto del cual los Ayuntamientos disponen de medios más que
suficientes para reconocer los hechos imponibles realizados, a través de las comunicaciones de
Notarios y Registradores- una diferencia sustancial en materia que afecta directamente a
principios que limitan la autonomía tributaria de Navarra (seguridad jurídica, condiciones
básicas del deber de contribuir, y tratamiento común de los contribuyentes frente a la
Administración). Por consiguiente, dicho precepto debe reputarse nulo por rebasar los límites
derivados del propio Convenio Económico suscrito entre el Estado y la Comunidad Foral de
Navarra ....”. (STSJ Navarra de 9 de febrero de 1998. Fundamento séptimo). (Normacef,
Rec. Nº 424/1994).
28 “OCTAVO.- La anterior declaración de nulidad del art. 87 de la Norma sobre
Reforma de las Haciendas Locales de Navarra ... produce un vacío o laguna en el
ordenamiento tributario navarro que debe ser integrado, en primer término ..., con otras
normas y principios informadores del propio ordenamiento tributario foral (autointegración),
más si con ello no es posible, dicha laguna debe ser colmada mediante la aplicación supletoria
(art. 149.3 in fine de la CE) de los preceptos de la LGT reguladores de la prescripción, más en
concreto, de sus arts. 64 y 65. Lo que resulta posible y viable, toda vez que dichos preceptos
tributarios del ordenamiento estatal no respondan a principios o valores informadores
33
El TC afrontó esta cuestión con anterioridad en su sentencia 14/1986, de 31
de enero, considerando, en relación con la interrupción de la prescripción de los
derechos económicos de la Comunidad Autónoma Vasca, que es suficiente que se
exija el conocimiento formal del sujeto pasivo, aunque la notificación sea defectuosa,
frente al ánimo estatal donde las notificaciones defectuosas no interrumpen la
prescripción ( artículo 66.1.a, LGT).29
Todo ello nos lleva a concluir, sobre la base de que las normas autonómicas y
forales no pueden diferir sustancialmente de las normas estatales, la necesaria
aplicación del nuevo plazo de prescripción de cuatro años (LDGC, artículo 24 y
apartado primero de la disposición final primera) en el ámbito autonómico y foral, en
aquellas situaciones en las cuales las respectivas normas territoriales establezcan un
plazo distinto.
contrarios o incompatibles con los del ordenamiento navarro, sino a un principio común a
ambos ordenamientos (seguridad jurídica)”. (STSJ de Navarra de 9 de febrero de 1998.
Fundamento octavo). (Normacef, Rec. Nº 424/1994).
29 “12. Los plazos de prescripción de los derechos de naturaleza pública se
interrumpirán en todo caso por cualquier acción administrativa, realizada con conocimiento
formal del obligado, aunque la correspondiente notificación fuere defectuosa, conducente al
reconocimiento, liquidación o cobro, o relacionada con éstos. Tal es el texto del apartado a) del
núm. 3 del art. 50 de la Ley, impugnado también en este recurso por el Gobierno de la Nación,
atendido el alcance que en esta norma se da a las notificaciones defectuosas. ..... lo establecido
en el art. 66 se circunscribe, ..., a la interrupción de los plazos de prescripción, y lo hace de un
modo que viene a ser fiel trasunto de lo dispuesto, con la misma específica finalidad, en la Ley
vasca en el pasaje ahora examinado, sin más diversidad que la referencia a las notificaciones
defectuosas, debiendo advertirse que para que se respete el tratamiento común de los
administrados ante la pública Administración, que requiere el art. 149.1.18 de la CE, es
suficiente que se exija, a estos efectos interruptivos de la prescripción, el conocimiento formal
por el sujeto pasivo de la deuda tributaria, requisito que se incluye expresamente en la Ley de
Principios Ordenadores de la Hacienda General del País Vasco”. (Sentencia 14/1986, de 31
de enero de 1986. Fundamento Jurídico número 12).
30 “los Estados miembros tienen derecho a establecer en materia fiscal un plazo de
caducidad diferente del plazo de Derecho común, siempre que dicho plazo se aplique del
34
práctica el ejercicio de los derechos conferidos por el ordenamiento jurídico
comunitario (principio de efectividad31).
35
I.2. DESLINDE CON OTRAS FIGURAS AFINES.
I.2.1.1. Planteamiento.
36
proceder a una interpretación correctiva: o bien se trata de plazos de caducidad de las
potestades administrativas, o bien de plazos de prescripción de la obligación a cuya
determinación se encaminan dichas potestades.36 Ambas posturas son defendidas por
la doctrina.
“Se puede, desde luego, seguir objetando la forma en que este supuesto
aparece definido y proponer, en consecuencia, modificaciones en su
redacción; pero debe tenerse en cuenta que éste es un debate más conceptual
que de relevancia práctica, ya que, en definitiva, tras muchos años de vigencia
de la LGT, todos los implicados en la aplicación del ordenamiento tributario
(Administración, contribuyentes, abogados, jueces, etc.) conocen el alcance
del supuesto y, en este sentido, el mantenimiento de la redacción actual quizás
sea la solución preferible en aras de salvaguardar la certeza del Derecho, que
podría verse afectada por una distinta configuración del supuesto.”
37
matiza SAINZ DE BUJANDA, que la LGT incurre en el grave error de no captar la
caducidad39 del ejercicio de las potestades administrativas en materia tributaria.
39 En esta misma línea ESEVERRI, entiende que: “la ceguera existente al insistir que
aquello que se vuelve ineficaz en el tiempo es un derecho y no una facultad administrativa” se
debe a que el legislador “calibrando los institutos jurídicos que hacen posible esa ineficacia y
sus notas calificadoras, recogió aquellas que resultaban más útiles para que el paso del tiempo
deteriorase lo menos posible el derecho económico de la Hacienda pública que deriva de la
aplicación del instituto jurídico del tributo”. ESEVERRI MARTÍNEZ, E.; “Apuntes sobre la
prescripción tributaria”, REDF, núm. 57, 1988, pág. 26.
40 Los autores que contemplan un plazo de caducidad de la potestad de liquidación de la
Administración en el art. 64,a) LGT parten de la tesis de la eficacia constitutiva del acto de
liquidación. A esta tesis se adscribe ESCRIBANO LÓPEZ, para quien: “Sólo en el momento
del procedimiento de imposición –añade el autor citado- que una vez desarrollado determina la
emanación de un acto administrativo mediante el cual la Administración es acreedora y el
contribuyente está obligado a pagar una determinada cantidad de dinero.... sólo en ese
momento se podría hablar de aplicación de prescripción.” ESCRIBANO LÓPEZ, F.;
“Procedimiento de liquidación. Presupuestos metodológicos y consecuencias prácticas:
prescripción e interrupción de plazos”, CT, núm. 19, 1976, pág. 186.
Asimismo rechazan la configuración del plazo del art. 64, a) LGT como un supuesto
de prescripción: SÁNCHEZ SERRANO, L.; “La declaración tributaria” IEF, Madrid, 1977,
pág. 108 y ss.; AMORÓS RICA, N.; “Ley General Tributaria”, Ed. Derecho Financiero,
Madrid, 1967, págs 743 y ss.
41 “...antes de la iniciación del proceso tributario, existe un plazo de caducidad de cinco
años, durante el cual, la Administración puede ejercitar su facultad de iniciar el procedimiento y
durante el que no cabe ninguna causa de interrupción, ya que, de darse, ello significaría que se ha
iniciado el procedimiento. Ya iniciado y desde dicho momento, existe un plazo de cinco años
durante el cual, la Administración debe instar el procedimiento, de forma que, de no hacerlo, se
produce la caducidad de la instancia. Y lo que se viene llamando interrupción de la prescripción
no son más que actos sucesivos de comprobación que impiden la caducidad de la instancia,
renovando continuamente el plazo de cinco años”.; MANTERO SÁENZ, A.: “La prescripción
en el Derecho tributario”, Hacienda Pública Española, núm. 52, 1978, págs. 166 y 167.
38
VEGA HERRERO42, estima que en un plano de “lege ferenda” sería oportuno
establecer la caducidad del derecho a liquidar la deuda tributaria, puesto que la
exigibilidad del crédito tributario requiere su propia liquidación. ESEVERRI43 también
entiende que hubiera sido más adecuado el establecimiento de plazos de caducidad.
42 “en un plano de “lege ferenda” estimamos que sería oportuno establecer la caducidad
del derecho a liquidar la deuda tributaria; si en el señalamiento de un plazo de caducidad
influye la función que cumple este instituto de manera que los motivos de interés general son
imperiosos, es indudable que la potestad liquidadora ha de someterse a un plazo de este tipo ya
que la exigibilidad y efectividad del crédito tributario, metas últimas que persigue el actuar de la
Administración tributaria, requieren su previa liquidación.” VEGA HERRERO, M.; “La
prescripción de la obligación tributaria”, Lex Nova, Valladolid, 1990, pág. 31.
43 “hubiera sido más acorde con las técnicas para la aplicación del tributo y más
adecuado con la naturaleza de las instituciones que la sirven, el establecimiento de plazos de
caducidad que determinen la decadencia de las actuaciones de los órganos de la Administración
tendentes a determinar la deuda tributaria mediante la oportuna liquidación”. ESEVERRI
MARTÍNEZ, E.; “Apuntes sobre la prescripción tributaria”, REDF, núm. 57, 1988, pág. 26.
44 La A. P. de Salamanca en su sentencia de 13 de abril de 1999, sección única
(AC 1999/5202), rechaza el recurso de apelación y confirma íntegramente la correspondiente
sentencia, razonando que el plazo del art. 2.2º de la Ley 1/92, de 10 de febrero de
Arrendamientos Rústicos Históricos de acceso a la propiedad de las fincas arrendadas debía
hacerse valer en todo caso con anterioridad al 31 de diciembre de 1997. Y como en el presente
caso la demanda fue presentada con posterioridad a dicha fecha, 30 de mayo de 1998, es
indudable que había caducado la acción de los demandantes.”
45 “En efecto, si se entiende que el hecho imponible no da origen, por sí mismo, a la obligación
tributaria, sino a un derecho potestativo de la Administración –la potestad de imposición-, cuyo
ejercicio, a través del acto de liquidación, es el que hace surgir el derecho de crédito del ente público,
será forzoso concluir que la prescripción sólo puede tener lugar a partir del momento en que se dicte el
acto de liquidación. Hasta ese momento no existe –según esta tesis- un verdadero derecho subjetivo,
sino una potestad, y como sabemos las potestades son imprescriptibles. Únicamente será posible, en
consecuencia, la existencia de plazos de caducidad de la potestad de imposición, o si se prefiere, de la
potestad liquidadora.” FALCÓN Y TELLA, R.; obra citada, págs. 71 y 72.
39
la deuda tributaria y, el momento del nacimiento de la obligación tributaria. En la
medida que se entienda que la realización del hecho imponible da origen por sí mismo
a la obligación tributaria o simplemente a un derecho potestativo de la Administración
–la potesdad de imposición-, entonces la prescripción podrá entrar en juego desde la
realización del hecho imponible antes del acto de liquidación o, en el segundo caso,
desde el ejercicio de la potestad de imposición a través del acto de liquidación.
40
VEGA HERRERO, pone de manifiesto que desde la perspectiva del acreedor
tributario es más conveniente catalogar este supuesto como de prescripción, cuyas
causas interruptivas pueden llevar a una prolongación del plazo indefinidamente,
frente a la figura de la caducidad que no admite causas interruptivas e implica la
desaparición del derecho con la finalización del plazo. La citada autora, llega a la
conclusión que dicho plazo es de prescripción porque en este sentido se pronuncia
expresamente el legislador, aunque se trate de un instituto híbrido que reúne
características propias de la prescripción civil y la caducidad civil48.
41
Podemos concluir, que estos autores justifican que se trata de un verdadero
plazo de prescripción de un derecho desde distintos planteamientos: posibilidad de
interrupción, naturaleza ex lege de la obligación tributaria, nacimiento de la obligación
tributaria desde la realización del hecho imponible. En suma, parten de la eficacia
declarativa del acto de liquidación respecto de la obligación tributaria nacida del hecho
imponible.
defenderlo ... . De acuerdo con todo lo dicho creemos que puede mantenerse sin duda que el
plazo a que nos estamos refiriendo no es un plazo de caducidad. La ley habla del derecho de la
Administración a liquidar, no del acto de liquidación. Este derecho se puede ejercitar no sólo
con el acto de liquidación stricto sensu, sino también mediante las oportunas diligencias
tendentes al reconocimiento, aseguramiento, comprobación, ... . Se trata, por tanto, de un
verdadero plazo de prescripción de un derecho.” FERREIRO LAPATZA, J.J.; “La extinción
de la obligación tributaria”, RDFHP, núm. 77, 1968, págs. 1061-1063.
52 “en su configuración jurídico positiva, se nos presenta como un híbrido entre la
prescripción y la caducidad, determinando una influencia del tiempo sobre la vida de las
relaciones jurídico tributarias, al condicionar el ejercicio de tales potestades al paso del tiempo,
sancionando la negligente conducta de la Administración en aras de los superiores principios
de seguridad y certeza de las relaciones jurídicas”; GÉNOVA GALBÁN, A.; “La prescripción
tributaria”, REDF, núm. 57, 1988, pág. 38.
53 “pese a la dualidad de plazos que se establece, no cabe entender que la obligación
tributaria nazca del acto de liquidación y que, entonces, sólo desde ese momento cabe hablar
de prescripción en sentido propio –art. 64, apartado b), LGT- y que, por lo que se refiere al
período anterior –art. 64, apartado a), LGT- sólo cabría hablar de un plazo de caducidad de la
potestad liquidadora, y no cabe tal interpretación porque la obligación tributaria existe desde la
realización del hecho imponible”. GÉNOVA GALBÁN, A.; obra citada, pág. 61.
54 PÉREZ ROYO, F.; “Sobre la prescripción en Derecho Tributario y los actos con
virtualidad interruptiva de la misma”, CT, núm. 19, 1976, pág. 205.
42
conceptuando la prescripción tributaria como un instituto híbrido que reúne notas
propias de la prescripción y caducidad de Derecho privado.55
Una vez expuestas las principales posiciones doctrinales que han sido
suscitadas en torno a la posible aplicación en Derecho Tributario tanto de la
prescripción, como de la caducidad o, de considerar la prescripción tributaria como
una figura mixta entre la prescripción y la caducidad civil, pasamos a analizar desde
una visión objetiva cuál es, a nuestro juicio, la naturaleza del régimen jurídico-positivo
regulado en el artículo 64 LGT, para concluir razonando nuestra posición al respecto.
43
la prescripción y la caducidad a la prescripción tributaria, en la medida en que el
Derecho tributario cubre una realidad jurídica más amplia que las relaciones
intersubjetivas que regula el Derecho civil, donde el acreedor-tributario coincide con
un ente público, responsable de la gestión y poder sancionador.
44
configuración de una figura mixta con características de dos conceptos civiles que no
consideramos trasladables al Derecho tributario59.
45
pago. Así, CAZORLA PRIETO Y ARNALDO ALCUBILLA61, mantienen que la
suspensión constituye una medida provisional y cautelar en tanto se produce una
decisión definitiva sobre la validez del acto en cuestión.62
46
Fenómeno conexo con la interrupción de los plazos prescriptivos es la
suspensión, concurriendo en ambos la posibilidad de producirse una determinada
alteración en el cómputo de los respectivos plazos para el ingreso de la deuda
tributaria. Sin embargo, los efectos que se derivan de la interrupción y de la
suspensión están netamente diferenciados, así la interrupción implica la amortización
del tiempo pasado, que se tiene por no transcurrido y, en la suspensión de la
prescripción también se detiene el tiempo pasado, pero no lo amortiza, sino que ese
tiempo pasado se recupera cuando el período suspensivo concluye.
Una vez que hemos diferenciado las dos figuras, conviene señalar como en
nuestro ordenamiento la prescripción se puede interrumpir63 (art. 66 LGT). Sin
embargo, la suspensión de la prescripción no está regulada en la LGT64. Esta norma
básica regula la interrupción de la prescripción, pero no hace referencia alguna a una
posible suspensión de la prescripción.
47
A nuestro juicio, secundando la doctrina de FALCÓN Y TELLA66, la postura
que sostiene que no se puede alegar la prescripción en los supuestos en que una
liquidación esté en suspenso, supone declarar de hecho la imprescriptibilidad de la
obligación tributaria precisamente cuando un órgano económico-administrativo
hubiese incumplido su obligación de dictar una resolución expresa (Texto Articulado
del Procedimiento Económico-administrativo, artículo 23). Lo cual resulta –según el
citado autor- incompatible con los principios de seguridad jurídica y de tutela judicial
efectiva.
66 “Sin embargo, esta construcción resulta claramente incompatible con los principios de
seguridad jurídica y de tutela judicial efectiva, pues lleva, de hecho, a la imprescriptibilidad de la
obligación, cuando el órgano económico-administrativo incumple su obligación de dictar resolución
expresa (art. 23 del Real Decreto Legislativo 2795/1980, de 12 de diciembre)”. FALCÓN Y
TELLA, obra citada, pág. 145.
67 “la suspensión de una liquidación tributaria no hace otra cosa que sustituir la actividad
cobratoria por la seguridad que proporciona una caución, parándose aquí todos sus efectos, sin que
sea posible hacerlos interferir con la prescripción de las acciones, añadiéndose en ella que la
prescripción establecida en el art. 64 LGT está fijada en beneficio del ciudadano, quien tiene
derecho a la paz jurídica si la Administración no le inquieta durante un período de cinco años, hasta
el punto que la Administración tiene que aplicarle este beneficio incluso sin necesidad de que él lo
alegue, tal y como previene el art. 67 LGT” S. de 27 de enero de 1994 (JT 25, 1994).En el mismo
sentido la Resolución del TEAC de 5 de octubre de 1993 (JT 1993/1499).
68 “la suspensión del acto administrativo que regula el art. 81 RPREA no afecta al plazo de
prescripción porque se trata de una moratoria –ciertamente garantizada- que el acreedor (Hacienda
Pública, de cuya naturaleza participan los Tribunales Económicos) concede al deudor
(contribuyente) mientras el primero revisa la conformidad a Derecho de la deuda exigida.
Perteneciendo a la esfera de facultades del acreedor (Tribunal Económico) revisar el acto antes de
que se consume el plazo de prescripción, atentaría al principio de seguridad jurídica que garantiza la
Constitución (art. 9.3), y que constituye el fundameno de esta modalidad de adquisición o pérdida de
los derechos, confiar al proceder de una de las partes la existencia o inexistencia de prescripción. De
ahí que la Sala estime que, habiendo estado paralizado el recurso de alzada ante el Tribunal
Económico-Administrativo Central, por causa no imputable al recurrente, durante más de cinco
años, ha de estimarse prescrito el derecho de la Hacienda Pública al cobro de las deudas tributarias
liquidadas.”STS de 18 de marzo de 1992 (RJ 1992/2319).
48
vacilaciones por el TS que, entre otras69, recoge expresamente en la STS de 25 de junio
de 1998:
Por eso, transcurridos más de cinco años por causas ajenas a la recurrente, sin que
se halla producido ninguna actividad interruptiva de dicho plazo, se debe tener por
consumada la prescripción, la cual, a tenor del art. 67 de la Ley General Tributaria, ha de
aplicarse de oficio, incluso, en su caso, por el TEAC., de modo que no verificado así, es
obvio que, como tiene reiteradamente sentado la jurisprudencia de esta Sala, “la resolución
administrativa que se dicte tras la paralización no interrumpida del recurso o reclamación
durante más de cinco años por causa imputable a la Administración será ineficaz, porque
frente a ella, podrá oponerse la prescripción de la acción para exigir el pago de la deuda
tributaria.”
69 STS marzo 1999; 29 marzo 1999; 29 enero 1998; 30 abril 1998; 21 mayo 1998; 4 junio
1998; 25 junio 1998; 14 febrero 1997; 20 febrero 1996; 23 marzo 1996; 17 mayo 1996; 11 julio
1996; 20 diciembre 1996; 8 febrero 1995; 10 marzo 1995; 22 abril 1995.
70 STS 21 mayo 1998; STS 29 enero 1998; STS 14 febrero 1997; STS 17 mayo 1996; STS
11 julio 1996; STS 24 octubre 1994; STS 18 marzo 1992.
71 ROJÍ BUQUERAS, J.M., “La prescripción como consecuencia de la paralización de un
expediente durante la sustanciación de una reclamación económica-administrativa”, Carta
Tributaria, suplemento a documentación, nº 344, 1 de noviembre, 2000, pág. 5.
49
de 199572, se afirma que habiéndose consumado definitivamente la prescripción no
produce ningún efecto la resolución notificada y, por lo tanto, no procede la interposición
de ningún recurso ante la A.N. contra dicha resolución. A nuestro juicio, en coherencia
con la aplicación de oficio de la prescripción, LGT art. 67, el contenido de ésta resolución
no podrá ser otro que la apreciación de la prescripción ganada, excepto que se haya
producido una causa interruptiva de la misma.
50
II. LA PRESCRIPCIÓN DE LA OBLIGACIÓN TRIBUTARIA EN
RELACIÓN CON EL RESPONSABLE.
II.1. PLANTEAMIENTO.
75 Cc, art. 1822.1º. “por la fianza se obliga uno a pagar o cumplir por un tercero, en
caso de no hacerlo éste”.
DIEZ PICAZO la concibe como “un tipo especial de garantía que se produce
cuando un tercero asume la obligación contraída por el deudor. Más exactamente, el tercero,
fiador, se obliga a pagar para el caso de que no lo haga el deudor. El fiador garantiza el
cumplimiento de una obligación ajena, obligándose personalmente respecto del acreedor”.
DIEZ PICAZO, L.; “Fundamentos de Derecho Civil Patrimonial”, volumen I, Tecnos,
Madrid, 1986.
El Informe de la Dirección General de la Inspección Financiera y Tributaria
de 21 de diciembre de 1990 defendió la aplicación analógica del régimen normativo previsto
para la fianza civil: “Como se ha señalado repetidamente por la doctrina la institución de la
responsabilidad tributaria presenta numerosos puntos de semejanza con la fianza regulada en
los arts. 1822 y siguientes del Código Civil, entendida como forma de garantía que se produce
cuando un tercero asume la obligación contraída por el deudor. En ambas figuras debe
distinguirse entre la obligación que podemos llamar principal y que compete al deudor en
sentido estricto (sujeto pasivo en Derecho Tributario) y la obligación accesoria que incumbe ya
al fiador ya al responsable. Esta relación de accesoriedad, en virtud de lo cual lo accesorio sigue
las consecuencias jurídicas de lo principal, permite fundar la posición antes señalada respecto
de la prescripción, y de ella se encuentran numerosas manifestaciones no sólo en el Código
51
BEREIJO76 consideran la responsabilidad tributaria una modalidad de fianza, a la que
resultan aplicables las normas civiles referidas a la estructura de la misma. Sin
embargo, descartan las consecuencias del carácter voluntario que tiene la fianza en
Derecho privado y, que no son conciliables con la figura del responsable tributario
que es fijado por la Ley. En consecuencia, CALVO ORTEGA la asimila a una fianza
legal pura, al nacer por mandato de la norma.
Civil, a propósito de la fianza, sino también en las normas tributarias. A este respecto, el art. 62
del Reglamento General de Recaudación determina que “la prescripción ganada aprovecha por
igual al sujeto pasivo y a los demás responsables de la deuda” y correlativamente que
“interrumpido el plazo de prescripción para uno, se entiende interrumpido para todos los
responsables”. Informe publicado en Impuestos, núm. 8, 1991, pág. 31.
76 RODRÍGUEZ BEREIJO, “en la responsabilidad tributaria nos encontramos ante
una obligación legalmente impuesta a un tercero que no ha realizado el hecho imponible, para
que responda junto con el sujeto pasivo del cumplimiento de la obligación tributaria. Es decir,
la Ley tributaria impone la obligación, no al deudor contribuyente, sino directamente al tercero
y siempre de un modo normal”. RODRÍGUEZ BEREIJO, A.; “Las garantías del crédito
tributario”, Revista Española de Derecho Financiero, núm. 30, 1981, pág 187.
CALVO ORTEGA tradicionalmente ha defendido la postura que asimila el
responsable tributario a la figura del fiador, y la diferencia que existe porque el responsable
tributario es fijado por la Ley, la salva al calificarla de fianza legal pura. CALVO ORTEGA, R.;
“La responsabilidad tributaria solidaria por actos ilícitos”, Hacienda Pública Española, núm. 5,
1970, pág. 38.
MAZORRA MANRIQUE DE LARA: “Dado que para nosotros, siguiendo la
construcción de CALVO ORTEGA, la responsabilidad tributaria es una figura
estructuralmente análoga a la fianza, es evidente la necesidad de acudir a los preceptos del
Código Civil reguladores de esta última”. MAZORRA MANRIQUE DE LARA, S.; “El
responsable tributario”, Instituto de Estudios Fiscales, Marcial Pons, Madrid, 1994, pág. 96.
77 GUERRA REGUERA señala que “decir que el responsable tributario es una fianza
legal pura es tanto como afirmar que no es una fianza, pues esta categoría sólo existe en el
ámbito del responsable. Es defender la autonomía de esta garantía personal, atribuirle un
género distinto y, lo que es más importante, negar, por principio, la aplicación indiscriminada
de los preceptos del Código Civil al responsable tributario”. GUERRA REGUERA, M.;
“¿Cuándo prescribe la obligación del responsable?”, Carta Tributaria, 15 octubre 1999,
suplemento a documentación núm. 321, monografías, pág. 9.
78 “La existencia del responsable garantiza la posición del crédito tributario, y en este
sentido puede hablarse de analogía con las garantías de naturaleza personal, pero no creemos
necesario reconducirlo a una figura concreta del Derecho privado, ya que la fuente (un
mandato legal y no la autonomía de la voluntad), los supuestos de hecho y el régimen jurídico
52
en Derecho privado, en la medida en que la fuente del primero es un mandato legal y
no la autonomía de la voluntad.
A nuestro juicio, se trata de una garantía personal con una fisonomía propia a
la que no le son aplicables las normas de la fianza, sino que ha de contar con un
régimen jurídico propio.
53
mal planteado desde la perspectiva de la acción recaudatoria de la letra b) del artículo
64 de la LGT, sino que equipara la derivación de la responsabilidad a la notificación de
una verdadera liquidación a la que le será aplicable el plazo de prescripción de cuatro
años previsto en el apartado a) del art. 64 de la LGT, a contar desde la última
actuación interruptiva de la prescripción del derecho a liquidar. En consecuencia,
tampoco concibe la prescripción del derecho a derivar la responsabilidad como un
supuesto autónomo de prescripción, sino que va más allá equiparando la derivación de
responsabilidad a la notificación de una liquidación distinta a la que en su día se
notificó al deudor principal, tanto en los elementos subjetivos, identificación del
nuevo obligado tributario, como en los elementos cuantitativos de la misma. Por
último, propone de “lege ferenda” que se fije expresamente un plazo de caducidad
respecto a la derivación de responsabilidad.
III.1.1. Planteamiento.
54
Derecho civil para que se entienda que se ha interrumpido la prescripción debe
constar fehacientemente la voluntad del afectado: animus conservandi, en base a su
fundamentación subjetiva.
55
general y, por tanto, también será aplicable a lo jurídico financiero en la medida en que
se integra en el fondo jurídico común.
56
lado, el cumplimiento del deber constitucional de contribuir al sostenimiento de los
gastos públicos (C.E., art. 31.1º)91, en defensa de los intereses de la Hacienda Pública.
57
consecuencia, un régimen jurídico en el que se regule un plazo de prescripción (o
caducidad) no se contrapone al cumplimiento del deber de contribuir, sino que dicho
plazo actúa en defensa de los intereses de la Hacienda Pública, puesto que implica que
la Administración ejerza sus derechos y potestades en tiempo y forma, es decir, con
mayor eficacia.
58
III.2. ESPECIAL REFERENCIA AL FUNDAMENTO DE LA
PRESCRIPCIÓN EN MATERIA DE ILÍCITOS TRIBUTARIOS.
59
respectivos regímenes jurídicos, entre otros. Un criterio básico es el que adopta la
generalidad de la doctrina civil que, partiendo de la distinción de SANTI ROMANO
entre derecho subjetivo y potestad jurídica, sostiene que la prescripción se aplica a
derechos subjetivos que por su naturaleza tienen una duración ilimitada, en cambio, la
caducidad corresponde a potestades de ejercicio perentorio dentro de un plazo.
60
con el Derecho comunitario que cada Estado miembro invoque su propio plazo
nacional de caducidad, siempre que se respeten el principio de equivalencia (que el
plazo no sea menos favorable para los basados en el Derecho comunitario que para
los basados en el Derecho interno); y, el principio de efectividad (no haga imposible
en la práctica el ejercicio de los derechos conferidos por el ordenamiento jurídico
comunitario).
Décimo primera.- Destaca una nueva línea jurisprudencial que sostiene que
no se interrumpe la prescripción en los supuestos en que una liquidación esté en
suspenso como consecuencia de la interposición de un recurso o reclamación
económica-administrativa, razonando que lo contrario nos llevaría a la
imprescriptibilidad de la obligación tributaria cuando precisamente un órgano
económico-administrativo incumple su obligación de dictar una resolución expresa.
61
Décimo segunda.- Desde este orden de ideas sí proponemos de “lege ferenda”
dar una mayor relevancia a la figura de la suspensión de la prescripción en nuestro
ordenamiento jurídico, articulando una adecuada regulación con las causas de
interrupción, que beneficiaría la unidad del ordenamiento jurídico.
62
CAPÍTULO II. LOS ELEMENTOS ESENCIALES DEL DELITO
FISCAL Y SU TRANSCENDENCIA RESPECTO A LA
PRESCRIPCIÓN DE LA OBLIGACIÓN TRIBUTARIA
98
Clasificando los ilícitos tributarios tipificados según estén retribuidos con sanciones
penales o sanciones civiles o administrativas, en delitos o faltas tributarias e infracciones
tributarias, respectivamente. Por otro lado, los ilícitos tributarios nos tipificados los conceptúan
como una infracción encubierta de normas, fraude de ley tributaria. PÉREZ DE AYALA, J.L.
Y EUSEBIO GONZÁLEZ, “Derecho Tributario I”, Plaza Universitaria, Ediciones
Salamanca, 1998, pág. 292.
63
por un Juez y a través de un proceso con todas las garantías jurisdiccionales. El
Derecho sancionador administrativo no puede imponer penas, sino sanciones de
carácter administrativo.
64
Como consecuencia de la recepción por nuestro Código del Convenio relativo
a la protección de los intereses financieros de las Comunidades Europeas aprobado
por el Consejo de la Unión Europea en la reunión celebrada en Cannes el 26 de julio
de 1995, de conformidad con el artículo K.3 del Tratado de la Unión Europea,
debemos hacer notar la existencia de delitos y faltas, expresamente tipificados por el
CP, que protegen los intereses financieros de las Comunidades Europeas, que se
reflejan en tres tipos de delitos (arts. 305.3, 306 y 309) y dos faltas (arts. 627 y 628).
Consisten en tipos similares a los previstos para tutelar los intereses de las
Haciendas Públicas territoriales internas, y MARTÍN QUERALT los sistematiza de la
siguiente manera:
“1. Delito por fraude a los ingresos de las Comunidades (arts. 305.3 y 306 CP)
cuando la cuantía defraudada exceda de cincuenta mil ecus. Si la cuantía
defraudada excede de cuatro mil ecus, sin rebasar los cincuenta mil, tendrá la
consideración de falta (art. 627 CP).
2. Delito por fraude a las subvenciones comunitarias (arts. 306 y 309 CP) o
falta (art. 628 CP), según se alcancen o no las mismas cuantías referidas en el
anterior apartado.
Una vez localizado el delito fiscal en el ámbito penal tributario, donde las
conductas de los administrados por la que se lesionan los derechos de la Hacienda
Pública reciben el tratamiento propio de los ilícitos criminales, es importante abordar
el estudio del bien jurídico protegido y de los elementos estructurales de la figura
delictiva, en la medida en que en función de la concepción que se adopte sobre el
delito fiscal, se van a derivar determinadas consecuencias del mismo, que como
veremos van a tener una notable influencia a la hora de encontrar soluciones a los
problemas que surjan en el curso de la aplicación de dicho delito y su trascendencia
respecto a la prescripción de la obligación tributaria.
65
analizar con objetividad la prescripción del delito fiscal, previamente es importante
especificar el bien jurídico que dicho delito intenta proteger en nuestro Ordenamiento
jurídico.
En primer lugar, por tratarse de un delito que forma parte del Derecho penal
económico, un sector de la doctrina penalista103 mantenía que el bien jurídico
protegido era la economía nacional o incluso la Administración del Estado, es decir,
entendían que el ataque se lleva a cabo contra el orden económico de un Estado de
Derecho.
La inclusión inicial del Delito Fiscal entre las falsedades105 hizo pensar a
algunos, como SERRANO GÓMEZ106, que estábamos ante un delito contra la fe
pública, que es el bien jurídico protegido por la falsedad. También dicha ubicación
llevó a BACIGALUPO107, a sostener que se trataba de la infracción de un deber de
base de una determinación precisa del bien jurídico, esto es, de lo que se está protegiendo. Si el
legislador no lo sabe o lo tiene confuso, con mayor razón, el Juez y el intérprete en general.
Más aún, respecto del ciudadano, tales tipos carecerán del principio elemental de garantía, que
es el de la claridad y precisión de sus elementos, con lo cual puede haber la tendencia a
aplicarlos discriminada o indiscriminadamente, o bien, por ello mismo, no aplicarlos.”
BUSTOS RAMÍREZ, J.; BOIX REIG, J; “Los delitos contra la Hacienda pública”, bien
jurídico y tipos legales, tecnos, Madrid, 1987, págs. 14 y15.
103 MUÑOZ CONDE, F.; “Derecho penal”, Parte Especial, Valencia, pág. 514.
104 El artículo 4 de la LGT, señala la función del tributo como instrumento de política
económica, que excede de su finalidad recaudatoria: “Los tributos, además de ser medios para
recaudar ingresos públicos, han de servir como instrumentos de la política económica general,
atender a las exigencias de estabilidad y progreso social y procurar una mejor distribución de la
renta nacional”.
105 Artículo 319 de la Ley 50/1977 de 14 de noviembre, Título Tercero del Libro
Segundo “de las falsedades”.
106 SERRANO GÓMEZ, A.; “Fraude Tributario (Delito Fiscal)”, Editorial Derecho
Financiero, Madrid, 1977, pág. 59. Concibe el Delito Fiscal como una falsedad.
107 “...la pretensión del Estado de contar con una colaboración leal de todos los
ciudadanos en la determinación del hecho imponible pues lo que en realidad se pretende es
adelantar la protección penal del Erario Público a hechos que tienen aptitud para lesionarlo
66
lealtad al Estado. Si bien ésta argumentación podría encontrar apoyo en el art. 31 de la
Constitución donde se consagra el deber de todos a contribuir al sostenimiento de los
gastos del Estado, sin embargo, daría un contenido subjetivo a la antijuridicidad de
estos delitos, incompatible con el sentido objetivo del injusto penal, que debe basarse
en la lesión de bienes jurídicos, dado que nos encontramos ante un delito de resultado
lesivo. Puesto que lo que se está protegiendo es una lesión patrimonial causada a la
Hacienda Pública, y no el incumplimiento de la obligación de decir la verdad108.
Hay que subrayar como el legislador desde la reforma llevada a cabo por la
LO 2/1985 de 29 de abril, introdujo un importante cambio sistemático regulando el
Delito Fiscal en el Título VI del Libro II (De los Delitos contra la Hacienda Pública),
lo que supone un cambio en la concepción de la presente figura delictiva,
abandonando su ubicación entre las falsedades.
En la nueva redacción del artículo 349 del CP, introducida por la reforma de
LO 2/1985 de 29 de abril, se acentuó la naturaleza del Delito Fiscal como un delito
contra el Erario Público, es decir, un delito contra el patrimonio de titularidad estatal,
autonómica o de las corporaciones locales. En consecuencia, se identifica Erario
Público con Hacienda Pública109.
67
A nuestro juicio, consideramos que aunque no puede negarse la repercusión
patrimonial de las conductas constitutivas de delito fiscal, puesto que dichas conductas
implican una disminución en los ingresos previstos vía tributaria, sin embargo, esta
tesis es superada por la consideración de la Hacienda funcional como bien jurídico
protegido.
68
BUSTOS114 considera simplemente mixto este planteamiento de delito
pluriofensivo y, critica que deja sin concretar lo que sea el pretendido bien jurídico de
la política económica del Estado. Estima preciso buscar el bien jurídico en aquel
aspecto del funcionamiento del sistema que aparezca como esencial para la
satisfacción de todos sus miembros, es decir, se trata más que de la política
económica, de la política financiera del Estado. El bien jurídico protegido sería el
proceso de recaudación de ingresos y de distribución de los egresos o cargos del
Estado, sin el cual no podrían llevarse a cabo las tareas indispensables que se le exigen:
salud pública, educación, obras públicas, entre otras.
69
A nuestro juicio, es importante relacionar el perjuicio económico sufrido por
la Hacienda pública y su función de redistribución de la riqueza, siempre buscando la
finalidad que persigue dentro de los límites que suponen los principios
constitucionales como inspiradores de nuestro ordenamiento tributario117.
sostenimiento de las cargas públicas”. SIMÓN ACOSTA, E.; “Delitos contra la Hacienda
Pública” en Cuestiones Tributarias Prácticas, obra colectiva de CASADO OLLERO, G.,
FALCÓN Y TELLA, R., LOZANO SERRANO, C. Y SIMÓN ACOSTA, E, La Ley, Madrid,
2ª edición, 1990, pág. 567.
117 En este sentido, APARICIO PÉREZ apoya “una interpretación teleológica que nos
lleve a la finalidad racional que la norma persigue y que conecta con los principios consagrados
por la Constitución como inspiradores del funcionamiento de nuestro sistema tributario.”
APARICIO PÉREZ, J.; obra citada, págs 53 y 54.
118 APARICIO PÉREZ, J.; “El delito fiscal a través de la jurisprudencia”, editorial
Aranzadi, 1997, págs. 53 y 54.
70
trascendental, en la medida en que la diferencia puede afectar a la propia existencia del
delito.119
119 Para evitar reiteraciones, el problema de la incidencia del establecimiento del plazo de
cuatro años de prescripción de la deuda en el art. 64 LGT, en la prescripción delictiva, lo
trataremos en el capítulo IV.
120 “No sólo son delitos de resultado, son delitos determinados por el resultado, es decir,
que la pena privativa de libertad (en el delito fiscal) sea más grave y,...la multa más elevada -
cuantificación en múltiplos- según la cuantía de la “suma” o “cuota” defraudadas”.
71
“Se cuestiona si esta suma constituye un elemento de tipo penal o es una
condición objetiva de punibilidad, con mejor acomodo, en el primer caso, al
principio de culpabilidad, y sin necesidad de ser abarcada por el dolo en el
segundo, discrepancia que ha transcendido al plano jurisprudencial donde la
Sentencia de 2 de marzo 1988 aceptaba el primer criterio y se inclinaba al
segundo la de 27 diciembre de 1990; se trata, en definitiva de un elemento
inexcusable del delito, y su determinación compete a los Tribunales, quienes
han de proceder a fijar su importe –dicen las Sentencias de 26 noviembre
1990, la ya citada de 27 diciembre, y las de 9 febrero y 3 diciembre 1991- con
sujeción a la legislación vigente.”
121 APARICIO PÉREZ, J.; “El delito fiscal a través de la jurisprudencia”, Aranzadi
editorial, 1997, pág. 204.
122 SIMÓN ACOSTA, E. “Delitos contra la Hacienda Pública”, obra citada, pág. 732.;
RODRÍGUEZ MOURULLO, G. “El nuevo delito fiscal, Civitas, REDF, núms. 15 y 16, 1977,
pág. 272; BANACLOCHE PÉREZ, J. “Dolo o cuantía como requisitos en la calificación del
delito fiscal”, Crónica Tributaria, núm. 42, pág. 330.
123 AYALA GÓMEZ, I., “El delito de defraudación tributaria: artículo 349 del CP”,
Civitas, 1998, pág. 273.
124 Conciben las condiciones como circunstancias ajenas a la culpabilidad ANTÓN
ONECA y RODRÍGUEZ MUÑOZ, Derecho Penal, tomo I, Parte General, Madrid,1949,
pág. 233; DEL ROSAL, Tratado del Derecho Penal Español, Parte General, Vol. II, Madrid,
1972, pág. 627.
72
razonando que una defraudación por debajo del límite cuantitativo establecido
constituye una acción típica, antijurídica y culpable, por tanto, deviene constitutiva de
delito, pero no punible, por falta de condición objetiva, porque el legislador por
razones de política criminal ha restringido la pena a supuestos de una cierta gravedad.
125 Clasifica el Delito Fiscal como un delito de peligro, pero afirma que incluso
considerando el Delito Fiscal como delito de resultado, la cuantía es una condición objetiva de
punibilidad ajena al tipo del impuesto. BACIGALUPO, “El Delito Fiscal en España”,
RFDUCM, núm. 56, 1979, pág. 94.
126 El magistrado BARBERO SANTOS en su voto particular afirma: “Las opiniones
divergen cuando se trata de determinar si tales “sumas” o “cuotas” constituyen una condición
objetiva de punibilidad o una característica del resultado. Es evidente que considerarlas
características del resultado se conforma o ajusta mejor a un derecho penal basado en la
culpabilidad y es la concepción doctrinal mayoritaria, aunque no sea la seguida por la sentencia,
de la que disiente el Magistrado, que formula este voto particular”.
73
Más recientemente, el Magistrado CHOCLÁN MONTALVO mantiene la
tesis de que el Delito Fiscal está sujeto a una condición objetiva de punibilidad, ante la
ausencia de necesidad preventiva de la pena:
74
A nuestro juicio, si una norma contenida en la LGT, como el art. 64, regula
que con el transcurso de cuatro años se extinguen las obligaciones tributarias que
constituyen el tipo del injusto y, esas obligaciones han dejado de ser exigibles
jurídicamente (extinción de trascendencia jurídica), en consecuencia, dicha
prescripción tributaria hace decaer la posibilidad de integrar el tipo del injusto penal.
Entendemos, que técnicamente la prescripción tributaria no puede afectar a la
punibilidad, sino a la antijuridicidad, porque un acto es ilícito o no lo es.
75
dicha cuantía defraudada se conceptúa como un elemento del tipo, es decir, constituye
un elemento de la voluntad de la conducta del autor, que forzosamente debe ser
abarcado por el dolo. En consecuencia, en el caso de que el dolo no abarque la cuantía
defraudada por encima del mínimo exigido, quince millones de pesetas, el delito no se
producirá por no concurrir el elemento de tipicidad en la conducta.
DDDDD
76
SEGUNDA PARTE
TRASCENDENCIA DE LA PRESCRIPCIÓN TRIBUTARIA EN EL
DELITO DE DEFRAUDACIÓN TRIBUTARIA.
129 “El que por acción u omisión defraude a la Hacienda Pública estatal, autonómica
foral o local, eludiendo el pago de tributos, cantidades retenidas o que se hubieran debido
retener o ingresos a cuenta de retribuciones en especie obteniendo indebidamente
retribuciones o disfrutando beneficios fiscales de la mismo forma, siempre que la cuantía de la
cuota defraudada, el importe no ingresado de las retenciones o ingresos a cuenta o de las
devoluciones o beneficios fiscales indebidamente obtenidos o disfrutados exceda de quince
millones de pesetas, será castigado con la pena de prisión de uno a cuatro años y multa de
tanto al séxtuplo de la citada cuantía.
130 “1. El que obtenga una subvención, desgravación o ayuda de las Administraciones
Públicas de más de diez millones de pesetas, falseando las condiciones requeridas para su
concesión u ocultando las que la hubiesen impedido, será castigado con la pena de prisión de
uno a cuatro años y multa del tanto al séxtuplo de su importe”.
131 El plazo de prescripción previsto en el art. 131.1º CP, sería de cinco años, al tratarse
de un delito grave según el art. 33a), prisión superior a tres años, teniendo en cuenta la pena
máxima (art. 131). La pena a computar es la señalada al tipo en el Código, no la que pudiera
imponerse al culpable, que está por conocerse. En este sentido se ha pronunciado, entre otras,
77
De este problema de aplicación del plazo de prescripción en relación con los
delitos contra la Hacienda Pública puede surgir una situación injusta: puesto que una
vez transcurrido el plazo de cuatro años de prescripción administrativa la liquidación
habría pasado a ser definitiva132 y, por tanto, prescrito el derecho de la Administración
tributaria, cualquier ingreso a partir del cuarto año tendría la naturaleza de ingreso
indebido. Sin embargo, al no haberse agotado el plazo quinquenal de prescripción
penal, en principio, en pura lógica, en este quinto año las conductas delictivas podrían
ser sancionadas por la vía penal.
Con todo, a nadie se le escapan los problemas prácticos que se añaden a los
actuales. Entre otras razones porque para apreciar “indicios” de delito fiscal habrá al
menos que “estimar” las cuotas defraudadas... O porque después se pretenda la
nulidad de las pruebas obtenidas por la Inspección pasados los 4 años. O por la
dificultad de obtener pruebas de terceros que siempre podrán invocar que no las
conservan si sus propias obligaciones estuvieran prescritas...”133
78
Dicha cuestión está siendo objeto de una fuerte polémica recientemente y la
respuesta por la doctrina no se ha hecho esperar.134
79
PÉREZ ROYO, primero expone como ésta descoordinación entre el período
de prescripción tributaria y la prescripción de la acción penal para la persecución del
delito de defraudación tributaria regulado en el artículo 305 del Código Penal, ya podía
producirse en circunstancia inversa bajo la anterior regulación, aunque fuera un
supuesto de difícil realización en la práctica:
PÉREZ ROYO, F.; “La aplicación retroactiva de la ley penal más favorable en los casos de
139
cual hay casos en los que aunque el sujeto sea imputable falta la culpabilidad por no ser
jurídicamente exigible una conducta distinta. En consecuencia, como transcurrido el plazo de
prescripción no es exigible una conducta distinta tendente al pago de la deuda, a partir de ese
momento la Ley declara al sujeto exento de responsabilidad penal. FERRERIO LAPATZA,
J.J.; “Delito fiscal y prescripción tributaria”, RTT, núm. 43,1998, pág. 72.
142 Aunque se afirmara que la prescripción no supone la exclusión del tipo del injusto, sin
embargo seguiría siendo irrelavante a efectos penales porque “la prescripción actúa así como
80
“No cabe duda pues, a mi juicio, de que en el transcurso de cuatro años se
extingue la deuda tributaria y, en consecuencia, todas las responsabilidades
derivadas de la misma, incluso las penales”144.
“La deuda ha de declararse –a efectos penales- prescrita, el proceso, en su
caso, iniciado debe declararse carente de objeto y debe, en consecuencia
suspenderse su tramitación.”145
una causa de justificación que hace imposible ya la persecución del delito, al modo en que el
consentimiento del ofendido puede hacer imposible la persecución de otros delitos.”
FERREIRO LAPATZA, J.J.; “Delito fiscal y prescripción tributaria”, RTT, núm. 43, 1998,
pág. 72.
143 “Por último, no pueden ignorarse las dificultades para la iniciación de un
procedimiento penal por el impago de una deuda ya extinguida y, por tanto, en el momento del
inicio del proceso, inexistente. El antiguo deudor ya no está obligado, ahora, a pago alguno
porque la ley le ha eximido de tal deber. El complemento normativo tributario de la ley penal
declara, ahora, que la deuda no existe ni existe el deber de pago, ni se omite su realización. La
ley aplicable ahora hace imposible la iniciación del proceso para castigar la falta de pago de una
obligación ahora inexistente, dada la ausencia de condiciones objetivas de perseguibilidad por
lo que, desde el momento en que tal ausencia se constata debe suspenderse también la
tramitación del proceso en su caso ya iniciado”.FERREIRO LAPATZA, J.J.; “Delito fiscal y
prescripción tributaria”, RTT, núm. 43, 1998, pág. 73.
144FERREIRO LAPATZA, J.J.; “Delito fiscal y prescripción tributaria”, RTT, núm. 43, 1998,
pág.69.
145 FERREIRO LAPATZA, J.J.; “Delito fiscal y prescripción tributaria”, RTT, núm. 43,
1998, pág.73.
146 “En efecto, resulta que, extinguida la obligación tributaria por prescripción tras el
transcurso de los cuatro años de la LDGC, no cabe la regularización mediante pago (pues,
aunque se dieran todos los demás requisitos, ya no hay obligación subsistente que pagar). Pues
bien, si el contribuyente no puede regularizar su situación tributaria mediante pago, ello será
porque dicha situación tributaria ya está regularizada (por el transcurso del tiempo). Porque la
situación tributaria o está regularizada o es, dados los demás requisitos, regularizable: tertium
non datur.” SILVA SÁNCHEZ, J.M., MOLINS AMAT,P.,MELERO MERINO, F.J.; “El
delito fiscal ante el “Estatuto del contribuyente”, RTT, núm. 43, 1998, pág. 83.
81
del plazo de cuatro años y el inicio de un procedimiento judicial que a efectos
tributarios suspende el plazo prescriptivo147.
147 “Por todo ello la regulación aplicable en el orden penal es la siguiente: A)Ley 1/98, no
cabrá incoar un procedimiento judicial por un delito contra la Hacienda Pública ni lógicamente
una condena por tal infracción. B) De haber quedado en suspenso antes de su transcurso el
plazo de los 4 años y no haberse producido, en consecuencia, la prescripción a los efectos de la
Ley 1/98 nada impedirá la prosecución del procedimiento judicial y en su caso la condena
consiguiente. C) Si antes del transcurso del mencionado plazo de los 4 años, se inicia el
procedimiento judicial nada obstará a entender cometido un delito contra la Hacienda Pública
aun cuando la condena se produzca después de los 4 años; y ello por la razón de que la
incoación del procedimiento judicial suspende el transcurso del plazo prescriptivo a efectos
tributarios.”
CÓRDOBA RODA, J.; “El Estatuto del contribuyente y la prescripción de los delitos contra la
Hacienda Pública: un debate actual”. Revista Jurídica de Cataluña, Año XVIII, núm.4,
Barcelona, 1999, pág. 46.
148 Esto es así porque la deuda tributaria es un elemento normativo del tipo de lo injusto
recogido en el art. 305 del CP, que prescrita, obliga a concluir que no permite integrar el tipo
de lo injusto..... Aceptando que la (existencia de la) deuda tributaria es un elemento (normativo)
del tipo, prescrita ésta no habrá que entrar en si la prescripción de la deuda tributaria es, o no
es, una causa de justificación, o una condición objetiva de (no) perseguibilidad. Y por lo
mismo, tampoco es correcta la afirmación de que la prescripción de la obligación tributaria es
una excusa absolutoria del delito fiscal, o la de que la no-prescripción de la deuda tributaria es
una condición objetiva de punibilidad.
Lo decisivo es que ya no hay obligación tributaria y que por tanto no se da el tipo
correspondiente. Al no existir ya deuda tributaria con la Hacienda Pública, no puede
defraudarse por ese motivo a la Hacienda Pública”. SOLÁ ROCHÉ, Esteban y CLAVIJO
HERNÁNDEZ, Francisco: “Delito fiscal y prescripción tributaria”, Tribuna Fiscal, Nº 101,
1999, págs. 81 y 82.
149 CAZORLA PRIETO, L.M.; “Derecho Financiero y Tributario”, parte general,
Editorial Aranzadi, 2001, pág. 389 : “El plazo de cuatro años de la prescripción tributaria
difiere del de cinco años, que se mantiene, propio del delito fiscal. Esta disparidad está
produciendo importante inseguridad jurídica, puesto que es discutible que, desaparecida por
extinción prescriptiva la deuda tributaria, pueda mantenerse la subsistencia jurídica del delito
82
II.2. POSTURAS CONTRARIAS.
que toma por base tal deuda tributaria. La cuestión, muy debatida en la doctrina y con huella de
distinta naturaleza, está pendiente de jurisprudencia consolidada al respecto.”
150 PASO BENGOA DEL, J.M.; JIMÉNEZ JIMÉNEZ, C.; “Derechos y Garantías del
Contribuyente. Comentarios a la Ley 1/98”, Editorial CISS, 1ª Edición, marzo, 1998, pág. 253
y 254.
151 “En definitiva, a nuestro juicio, la prescripción del derecho de la Administración para
determinar la deuda tributaria no extingue, la responsabilidad penal derivada de la comisión del
delito. Ninguna norma penal condiciona la realización del tipo delictivo al hecho de que la
cuota defraudada sea “debida y subsistente” en el momento de ejercerse la acción penal. Los
distintos elementos del tipo deberán concurrir en el momento de la consumación del delito y
no en el del inicio del proceso penal.” RAMÍREZ GÓMEZ, S.; “La prescripción del derecho
de la administración para determinar la deuda tributaria y sus consecuencias en el ámbito
penal”, RTT, núm. 43, 1998, pág. 72.
83
LGT152, aduciendo que en ésta última se produce una reparación del perjuicio
económico ocasionado por la omisión del ingreso, mediante el pago de la cuota y su
recargo. Frente a la prescripción que implica precisamente la imposibilidad de exigir
una reparación del daño causado.
Por otro lado, frente a la tesis que identifica el bien jurídico protegido por el
delito, con un interés de la propia Administración Tributaria, considerando que al
desaparecer dicho interés recaudatorio de la Administración deja de realizarse el tipo
penal, RAMÍREZ GÓMEZ reflexiona en los siguientes términos:
84
en el CP en 1985, por L O. 2/1985, el delito de defraudación dejó de ser un delito
perseguible sólo a instancia de parte para pasar a ser un delito perseguible de oficio, en
consecuencia, puede ser investigado por el Ministerio Fiscal y por el Juez Instructor155.
También descarta una aplicación analógica de la excusa absolutoria prevista en el art.
305 del CP, en el medida en que entiende que no es la misma situación que la
Administración Tributaria no pueda descubrir el incumplimiento producido y que el
obligado tributario regularice su situación. Y, por otro lado, no encuentra ningún
obstáculo en que el quinto año, en que ha prescrito la facultad investigadora de la
Administración pero no ha prescrito el delito, el obligado tributario pueda realizar su
regularización voluntaria que constituye excusa absolutoria del art. 305 del CP, en la
medida en que la Ley no limita a que se lleve a cabo dicha regularización en el tiempo
en que por la Administración puede ser descubierto el delito156.
“Es poco dudoso que poco puede influir en la prescripción penal el que unos
órganos administrativos que no tienen competencia alguna de índole penal y
que en consecuencia tampoco pueden hacer nada para que se interrumpa esa
prescripción, ejerciten o no en tiempo hábil lo que son sus competencias
interposición de querella o denuncia por parte del Ministerio Fiscal o parte del Abogado del
Estado o que tampoco el Ministerio Fiscal o el Juez de Instrucción realicen actuaciones que le
permitan tener conocimiento formal de la iniciación de diligencias. Y además para que exista
excusa absolutoria es preciso que junto con la existencia de todos y cada uno de los elementos
antes referidos exista un elemento positivo y esencial cual es que el sujeto pasivo regularice su
situación tributaria.”MARTÍNEZ HORNERO, J.M.; “Prescripción en el delito de
defraudación tributaria. (II), Carta Tributaria, suplemento a documentación nº 326,
monografías, 1 de enero de 2000, pág. 3.
155 “ Hoy es un delito que puede perseguirse de oficio o públicamente. Cualquier persona
puede denunciar hechos que entiendan pueden ser constitutivos de delito contra la Hacienda
Pública. Denuncia no necesariamente ante la Administración tributaria. Puede denunciarse ante
cualquier Comisaría de Policía o en cualquier Juzgado de Guardia o en Fiscalía.
La Administración tributaria no tiene ni prerrogativa, ni exclusividad, ni privilegio alguno en
orden a la investigación de los delitos contra la Hacienda Pública” MARTÍNEZ HORNERO,
obra citada, pág. 4.
156 “El delito sigue ahí y todas las personas pueden denunciarlo y los órganos judiciales
pueden investigarlo. La excusa absolutoria del art. 305 tiene un elemento positivo, que es la
regularización que realiza el obligado tributario, y no limita a que esa regularización tiene que
realizarse precisamente en el tiempo en que por la Administración puede ser descubierto el
delito. Y no dice que cuando la Administración ya no lo puede descubrir todos los demás,
entre los que están los que tienen atribuida específicamente la competencia para el
descubrimiento y persecución de los delitos, entonces ya no se pueda regularizar.”
MARTINEZ HORNERO; obra citada, pág. 5.
85
propias, distintas a las penales. Es difícilmente planteable siquiera, no digo ya
asumible, que la no acción de unos órganos de la Administración haga que se
produzca la prescripción penal cuando, por el contrario, su total e incluso no
paralizada acción, -el continuo actuar sin la más mínima dilación o descanso-,
en nada puede hacer que se interrumpiera ese cómputo de plazos de
prescripción de los delitos y las penas”.157
86
art. 305 del CP, que se integra por una deuda tributaria superior a quince millones de
ptas, cabe plantearse la trascendencia que tendría la extinción de la obligación
tributaria por el transcurso del plazo de prescripción tributaria, sin haberse agotado el
plazo de prescripción penal.
160 “En este sentido cabe entender que lo mismo que el pago espontáneo, sin
requerimiento previo, supone la reparación del perjuicio económico ocasionado por la omisión
del ingreso, también la prescripción de la obligación tributaria elimina no sólo la exigibilidad de
87
Para MARTÍNEZ HORNERO lo único que prescribe con el transcurso de
cuatro años es la facultad de la Administración tributaria de realizar la correspondiente
investigación que no afecta a la prescripción del delito. En consecuencia, razona que
no encuentra ningún obstáculo en que el quinto año (que ha prescrito la facultad
investigadora de la Administración, pero no el delito) el obligado tributario pueda
realizar la regulación tributaria que constituye la excusa absolutoria del art. 305.4º del
C.P.
A nuestro juicio, efectivamente la Ley no limita a que se lleve a cabo dicha
regularización en el tiempo en que por la Administración puede ser descubierto el
delito, sin embargo, resulta “cuestionable” que el quinto año nos podamos plantear
regularizar una obligación fiscal extinguida por el transcurso del plazo de prescripción
tributaria de cuatro años.
la obligación, sino también (al menos en sentido jurídico) el perjuicio económico producido; o
lo que es lo mismo, elimina la transcendencia jurídica de dicho perjuicio”. FALCÓN Y
TELLA, R.; QF, núm. 19, 1998, pág.5.
161 “En efecto, existen, en primer lugar, razones prácticas: sólo la Agencia Tributaria
dispone de la documentación necesaria para una liquidación provisional del impuesto; una
liquidación provisional de un impuesto por parte de la Policía Judicial o del Ministerio Público,
en todo caso, no es fácilmente imaginable sin recurrir a los documentos e informes de la
Agencia Tributaria. Pero, además, existen razones jurídicas: con la caducidad de las facultades
de la Administración, establecida sin ningún límite, el legislador no puede haber querido aludir
sólo al Poder Ejecutivo. Carecería de toda racionalidad jurídica que la ley sólo pretendiera
88
La construcción de PÉREZ DE AYALA BECERRIL afirmando que lo que
prescribe por el transcurso de cuatro años es la potestad liquidatoria de la
Administración, trae a colación un tema clásico del Derecho tributario: si la
prescripción tributaria extingue la obligación tributaria (y, en consecuencia, no existe
delito fiscal); o, si lo que extingue es el derecho a ejercer la potestad de la
Administración (lo que nos llevaría a una aplicación desarmónica de la prescripción,
que implicaría situaciones injustas el quinto año).
89
En nuestra opinión, las normas integradoras entendemos que juegan un papel
relevante cuando se está ante un tipo en blanco como es el del delito de defraudación
tributaria. Y, ante la ausencia de una definición dentro del propio Código Penal de las
conductas típicas de un injusto164, surgen los problemas interpretativos de una ley
penal en blanco, en cuya aplicación no es viable, siempre a nuestro juicio, una
intervención desproporcionada del Derecho penal al tutelar el bien jurídico protegido.
163 RODRÍQUEZ DEVESA, J.M.; Derecho Penal Español, Parte General, 13ª ed.,
Madrid, págs. 404 y ss.; RODRÍQUEZ MOURULLO, G. Derecho penal parte general, vol. 1,
Madrid, 1977, págs. 321 y ss.; GIMBERNAT ORDEIG,E., Introducción a la parte general del
Derecho penal español, Universidad Complutense, Madrid, 1987, pág. 51; GÓMEZ
BENÍTEZ, J.M.; Teoría Jurídica del delito, Derecho penal, parte general, Civitas, Madrid,
1984, pág. 287;
164 En otros preceptos del Código Penal como es el art. 255 sí de describen con la
necesaria claridad las conductas que constituyen defraudación de fluido eléctrico.
165 Esta concepción tiene su origen en el tratadista italiano SANTI ROMANO que dedicó al
tema del ordenamiento dos estudios insertos en los fascículos de los “Annali della Universitá
Toscana” correspondientes a los años 1917 y 1918 que fueron publicados en el mismo año
1918 en un solo volumen en Pisa bajo el título “L’ordenamiento”. La segunda edición apareció
en 1945 y fue reimpresa en Florencia, por editorial Santoni, en 1951. Ésta reimpresión fue
traducida al castellano por Sebastián MARTÍN RETORTILLO, (El Ordenamiento jurídico,
Madrid, Inst. Est. Pol., 1963).
90
En la Constitución de 1978, diversos preceptos constitucionales se refieren
al ordenamiento jurídico:
166 La aplicación directa de los principios constitucionales nos lleva a una interpretación
principalista, que ha sido puesta de relieve por un autorizado sector de la doctrina científica:
así, para CAZORLA PRIETO, la interpretación normativa en el ámbito del Derecho
Tributario se funda en la importancia que han cobrado en el nuevo ordenamiento jurídico (tras
la promulgación de la CE) los principios constitucionales en general y los tributarios más en
especial; CAZORLA PRIETO, L.Mª, “El art. 23 LGT: cauce para una interpretación
normativa en el Derecho Tributario”, en la obra colectiva comentarios a la LGT y líneas para
su reforma. Homenaje a F. SAINZ DE BUJANDA, vol. I, IEF. Madrid, 1991, pág. 362;
CAZORLA PRIETO, L.Mª, “Derecho Tributario General, I”, Aranzadi, Pamplona, 2001 pág.
154; En esta línea, MARTÍN QUERALT,J. También ha puesto de relieve la necesidad de que
la investigación metodológica del Derecho Financiero se base sobre la más amplia potenciación
del contenido propio de los principios generales del Derecho Financiero y Tributario;
“Interpretación de las normas tributarias y Derecho Constitucional”, Crónica Tributaria, núm.
64, 1992, pág. 59. SIMÓN ACOSTA, también defiende una interpretación principialista de las
normas tributarias, dado que a través de dichos principios generales se configuran los objetivos
abstractos de justicia que se propone conseguir el ordenamiento, y teniendo presente que éste
forma una unidad dichos fines han de ser tenidos en cuenta al interpretar una norma particular;
“El Derecho Financiero y la Ciencia Jurídica”, Publicaciones del Real Colegio de España,
Bolonia, 1985, pág. 355.
167 En la doctrina GIANNINI, en Italia, y Sebastián MARTÍN RETORTILLO, en
España, han desarrollado este punto de vista resaltando que el ordenamiento jurídico es una
entidad con vida propia, independiente y distinta de la de las mismas normas. En el campo del
Derecho administrativo GARCÍA DE ENTERRÍA, tras invocar las aportaciones de Romano,
91
evitar lo que consideramos intervenciones desproporcionadas de Derecho penal, que
supondría un componente desocializador incompatible con el espíritu del art. 25.2º de
la C.E.
Nos encontramos con una ley penal en blanco, cuyo contenido debe ser
necesariamente integrado mediante normas extrapenales, de donde se derivan
importantes problemas, puesto que el carácter de ley penal en blanco que tiene el
delito de defraudación fiscal, regulado en el art. 305 del CP, obliga a cuestionarse si el
tipo penal subsiste cuando la obligación tributaria ha devenido inexistente por el
transcurso de cuatro años.
Giannini y Martín-Retortillo, así como la filosofía estructuralista, las recoge pero no son
compartidas totalmente por el mismo. Considera obvio que la Administración es una
organización integrada en otra más amplia que llamamos Estado. Los rasgos esenciales del
ordenamiento jurídico es ver en él un sentido unitario expresado en el conjunto de principios
estructurales no siempre formulados como tales. GARCÍA DE ENTERRÍA, sobrepasa el
legalismo y concede primacía a los llamados por él “principios estructurales”, en consecuencia,
se aproxima bastante a la tesis institucionalista, aunque no llegue a servirse de la institución en
su significado más específico. VICENTE-ARCHE aborda la concepción institucional del
ordenamiento jurídico en su proyección sobre el Derecho Financiero y, “deduce que la
Hacienda Pública, en cuanto ordenamiento jurídico, constituye una “unidad independiente de
Derecho objetivo”, a la que denomina Derecho Financiero, que se integra en el ordenamiento
jurídico complejo que es el Estado. A su vez, la Hacienda Pública utiliza otro ordenamiento
jurídico, asimismo integrado en el Estado, la Administración Pública, como instrumento de
gestión, como medio de actuación, por lo que ambos ordenamientos –el financiero y el
administrativo- aparecen coordinados en el sentido de que la Hacienda Pública actúa a través
de órganos y procedimientos administrativos” SAINZ DE BUJANDA, F.; “Sistema de
Derecho Financiero”, vol. Primero, pág. 447, cita a VICENTE-ARCHE. “Hacienda Pública y
Administración Pública “, en Hacienda Pública Española, núm. 126, págs. 101 a 131. SAINZ
DE BUJANDA se adhiere en todos los puntos básicos a la doctrina de VICENTE-ARCHE,
pero repudia la construcción del jurista italiano que no considera presupuesto ineludible en la
estructura de Derecho Financiero que VICENTE-ARCHE ofrece. Se adhiere a la tesis de la
configuración normativa del ordenamiento jurídico nacional. Y en ese ordenamiento unitario
distingue sectores acotados por notas distintivas claramente definidas: el financiero y el
administrativo. SAÍNZ DE BUJANDA, F.; “Sistema de Derecho Financiero”, Introducción,
Volumen primero, Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, Madrid, 1977, pág.
451.
92
Desde un punto de vista estrictamente científico nos podríamos seguir
planteando la validez del argumento, puesto que nos encontramos ante un tipo penal
(art. 305 del CP) de los denominados “en blanco”, que han de ser integrados con la
norma sustantiva, sin la cual carecen de contenido. Para que pueda producirse el tipo
o para que se pueda defraudar mediante la elusión del pago de tributos, retenciones o
ingresos a cuenta, es necesario que exista deuda tributaria. Si no es exigible la deuda
tributaria no existe tipo infractor.
Mientras tal norma regulando una excusa absolutoria no salga a la luz, se debe
hacer una interpretación unitaria del artículo 305 del Código Penal y, siempre bajo el
respeto a los principios de seguridad jurídica y legalidad que rigen en el Derecho penal,
aplicando el plazo de prescripción de cuatro años al delito de defraudación tributaria.
93
Sin perjuicio de determinadas posiciones doctrinales168, la mayoría de la
doctrina169, como hemos expuesto, es unánime en aceptar la trascendencia en el
ámbito penal del plazo de prescripción tributaria de cuatro años. Sin embargo, en la
aplicación del art. 305 del CP por el Juez penal, en sus facultades de integración
creativa de las leyes, los no pocos pronunciamientos que se ocupan del tema lo hacen
de forma contradictoria170.
“DECIMO OCTAVO.- ... No existe ya, a partir del cuarto año, un bien
jurídico a proteger, no existe ya la posibilidad de exención de punibilidad,
porque el acreedor renuncia al cobro de la deuda. Lo coherente con el
principio de intervención mínima es que, desaparecido el delito penal, puede
94
mantenerse el ilícito administrativo, pero no al revés, que desaparecido éste, se
mantenga aquél, ello supondría no respetar el carácter garantizador y el
principio de intervención mínima.
172 “(...) debe precisarse en primer lugar que el art. 24 de la Ley 1/1998, reguladora del
Estatuto del Contribuyente, no es un norma tributaria que complemente el tipo penal;
respondiendo a la finalidad de reforzar, en primer lugar, las obligaciones de la Administración
al imponer un plazo menor para el ejercicio de sus derechos derivados de la relación jurídica
tributaria y, en segundo, los derechos de los contribuyentes, la misma establece un límite
temporal de la actuación administrativa, límite que siempre ha estado regulado, si bien en la
normativa anterior coincidía, al estar fijado en cinco años, con el establecido para el delito.
Pero ello no comportaba “per se” que ambos discurrieran al unísono, sino que por el contrario
eran autónomos”.FUNDAMENTO DERECHO PRIMERO. A.P. Barcelona 31-5-1999.
173 “Pero en el caso que nos ocupa aún es más flagrante la inaplicabilidad del mentado
art. 24 de la Ley 1/1998, pues la referida norma establece expresamente en su disposición
transitoria única: “los procedimientos tributarios ya iniciados antes de la entrada en vigor de la
presente Ley se regirán por la normativa anterior hasta su conclusión. Es decir, que el plazo de
prescripción administrativa aplicable a los procedimientos tributarios iniciados con anterioridad
a su entrada en vigor, encaminados a determinar la deuda tributaria mediante la oportuna
liquidación, es el de cinco años. Dándose, pues, una exacta coincidencia en el caso que nos
ocupa entre el plazo de prescripción penal y el administrativo”. A. P. de Barcelona, 31 mayo
1999. Fundamento Primero.
95
En nuestra opinión, con este razonamiento se está confundiendo el
planteamiento del problema puesto que no se trata de que la consumación de la
prescripción tributaria implique la prescripción del delito fiscal, sino que la
prescripción de la obligación tributaria destruye el tipo del injusto, el problema es de
inexistencia del delito. Sin embargo, a nuestro juicio, ésta disposición afecta a
“procedimientos” y no a aspectos sustantivos de la extinción de la obligación como es
la prescripción174.
96
“De ahí que haya de concluirse que con el transcurso del plazo de los cuatro
años, tantas veces aludido, se extinguió no sólo la acción para reclamar la
deuda por parte de la Administración, sino también la deuda en sí misma, al
resultar inaceptable su supervivencia cuando el crédito ya había fenecido. A lo
que no puede oponerse que la deuda existió históricamente en la fecha en que
se consumó el delito. Fue así. Pero es a la hora de enjuiciar los hechos cuando
ha de entrar a determinarse los elementos del tipo y si subsiste la cuantía
defraudada, una vez cotejadas las leyes más favorables para el reo”.
Por último, razona la falta de lógica a la que se puede llegar con la subsistencia
del reproche penal a pesar de que el Derecho administrativo renuncie a la sanción.
Puesto que el Derecho penal interviene cuando la tutela de los bienes jurídicos
necesita de una energía que en el Derecho civil o Derecho administrativo resulta
insuficiente.
176 “No es inusual, sino por el contrario frecuente, que los plazos de prescripción de
infracciones administrativas, cuyo bien jurídico protegido sea el mismo que el de un ilícito
penal (por ejemplo en materia de tráfico, armas, medio ambiente...), sean inferiores al previsto
para éste, en atención a la distinta gravedad del comportamiento. Criterio que además suele ser
empleado para diferenciar los plazos prescriptivos de las infracciones administrativas, cuando
se gradúan según la tradicional clasificación en: leves, graves y muy graves, y las infracciones
penales. VOTO PARTICULAR, RAZÓN TERCERA.
177 “Descendiendo al ámbito fiscal la prescripción administrativa implica la renuncia de la
Administración tributaria, entre otros aspectos, a exigir la deuda tributaria que corresponde a la
presunta infracción administrativa, es decir, la defraudación hasta 15 000 000 ptas, pero no a la
superior que es la del supuesto delito, por lo tanto no existe en este caso extinción de dicha
deuda, la cual deberá ser satisfecha por el obligado u obligados en caso de condena, al tratarse
de una responsabilidad civil derivada de la pena.” VOTO PARTICULAR. RAZÓN
TERCERA.
97
sentencia de 30-11-1999 (RJ 1999/4922), que en su Fundamento de Derecho Quinto
realiza un amplio análisis técnico de la cuestión suscitada centrándose en tres
posiciones razonablemente argumentadas y contraargumentadas:
98
1. O bien, siguiendo una línea teleológica, se considera determinante el bien
jurídico tutelado por la norma penal, cuyo debilitamiento derivaría en una
inaplicación del derecho punitivo.
2. O bien, con independencia de la vigencia que en la legislación extrapenal se
otorgue a la tutela del bien jurídico protegido, se atiende exclusivamente al
plazo de prescripción del art. 131 del C.P.
178 “el procedimiento que se dirige contra el culpable a que se refiere el art. 305 del CP
debe ser aquél que tuvo por objeto el hecho finalmente imputado, sin que produzca efectos
interruptivos el procedimiento incoado con un objeto distinto (.....) lo que está aquí en
discusión son las exigencias de determinación que debe tener el hecho denunciado para
99
III.4. SENTENCIAS DEL T. S.: 6 NOVIEMBRE 2000, 10 OCTUBRE
2001 Y 30 OCTUBRE 2001.
interrumpir la prescripción, es decir, para que se pueda entender que el procedimiento se dirige
contra el culpable (....) para considerar que el procedimiento se dirige contra el culpable no es
suficiente con que en el escrito de denuncia se sugiera que un ciudadano podía haber eludido el
pago de un tributo cualquiera (...) es necesario que exista una cierta precisión del deber fiscal
infringido”. Acuerdo de la A.N. de 10 de noviembre de 1999.
179 En este mismo sentido, que la Ley 1/1998 no modifica el CP, se pronuncian las
siguientes resoluciones: sentencia de 22 de enero de 1999 de la A.P. de Barcelona, Sala de
lo penal.- El CP establece como criterio para determinar la prescripción la pena establecida, y
ello no puede verse alterado por un supuesto establecido para un supuesto de naturaleza
jurídica distinta, el ámbito tributario (“El CP establece como criterio para determinar la
prescripción la pena tipo establecida para cada uno de los delitos, que el propio Código
sanciona y ello no se puede ver alterado por un plazo de prescripción establecido para un
supuesto de distinta naturaleza”); Sentencia de 18 de marzo de la A.P. de Barcelona, Sala
de lo Penal: “El ordenamiento jurídico penal, como sancionador de las conductas que merecen
un mayor reproche social, establece los plazos de prescripción que el legislador ha considerado
conveniente para la extinción de la responsabilidad derivada de esos ataques, sin que pueda
extrapolarse a su consideración, normas de prescripción fijadas para infracciones de otra
naturaleza, infracciones cuya previa prescripción es lógica, por haber quebrantado la voluntad
del Estado de Derecho en menor intensidad que la que comporta un comportamiento
penalmente relevante” ; Sentencia del 6 de abril de 2000 del Juzgado de lo Penal nº 14 de
Madrid: “Dicho plazo, como puede verse, es un plazo administrativo, que afecta a los
procedimientos administrativos que sigan las autoridades tributarias, pero obviamente nada
tiene que ver con el plazo de prescripción del delito....Es una cuestión tan clara que no merece
mayor explicación. Es como si pretendiéramos aplicar al delito contra la seguridad del tráfico
del artículo 379 del Código Penal (tres años de prescripción), el plazo de prescripción que
prevé el Reglamento General de la Circulación (seis meses) para los conductores que dan
positivo en la prueba de alcoholemia.”; en la sentencia de 23 de abril de 1999, del Juzgado
100
cuestión de la trascendencia del plazo de prescripción tributaria no se puede
reducir a una interpretación tan simple y obvia, como que la prescripción
tributaria no reduce la prescripción penal, sino que se trataría de profundizar
en una interpretación normativa, estudiando la norma en el conjunto del
ordenamiento jurídico y, en cuyo caso, en nuestra opinión, el planteamiento
sería analizar si una deuda tributaria extinguida por el transcurso del plazo de
prescripción tributaria sigue teniendo trascendencia en el orden penal180.
2. “Por otra parte tampoco cabe estimar que la extinción de la
obligación tributaria por prescripción pudiese determinar la atipicidad
sobrevenida de la conducta delictiva”, por cuanto el concepto de
tipicidad viene referido al momento en que se realizó y consumó la
acción típica181. A nuestro juicio, la cuestión se debe abordar en conexión
con el carácter de ”norma penal en blanco” del art. 305 del CP, y en función
de la mayor o menor remisión de los elementos del tipo a la legislación
tributaria. No es pacífica en la doctrina que dicha remisión de los elementos
del tipo al ordenamiento tributario que supone el tipo penal en blanco del
delito fiscal, se refiera exclusivamente a la cuota defraudada182.
de Instrucción nº 3 de Barcelona, también se rechaza que una ley ordinaria pueda acortar el
plazo de prescripción que establece la L. O. del C. P.
180 A este respecto es ilustrativa la opinión de FALCÓN Y TELLA: “lo que no quiere
decir, como hemos visto, que la Ley tributaria haya derogado el plazo de prescripción penal,
sino simplemente que la consumación de la prescripción tributaria excluye la posibilidad de
ejercitar la acción penal, pues de otro modo se estaría desconociendo dicha prescripción
tributaria”. FALCÓN Y TELLA, R., QF, núm.22, diciembre, 2000, págs. 6 y 7.
181 En la sentencia de 13-12-1999, de la A.P. de Barcelona, Sección 10ª, en el
FUNDAMENTO DERECHO PRIMERO, no se comparte la doctrina según la cual al
desaparecer el interés de la Administración en el cobro del delito, se extinga el bien jurídico,
porque considera que no debe identificarse al Derecho tributario como el único que protege y
delimita el bien jurídico.; Por el contrario, El Acuerdo de la A.N. de 10 de noviembre de
1999 (magistrado D. CHOCLÁN MONTALVO) mantiene la aplicación de la prescripción de
cuatro años establecido en la Ley 1/1998 sobre la base de que la subsistencia de la obligación
funciona como una especie de condición de punibilidad que está implícita en el tipo penal; En
el Auto de 25 de noviembre de 1999 del Juzgado nº 6 de Mataró (FONTANA
RODRÍGUEZ DE ACUÑA), también se acepta la eficacia penal del plazo de prescripción de
cuatro años, como una mera consecuencia de norma penal en blanco, que deviene atípica.
182 BACIGALUPO “Curso de Derecho Penal Económico”: para integrar el tipo del art.
305 del C.P. “es preciso establecer qué exige el deber fiscal cuya infracción es punible o, dicho
de otra manera, cuál es el comportamiento debido”, púes de la mayor o menor amplitud del
mandato fiscal depende a su vez la mayor o menor amplitud del tipo penal.
CÓRDOBA RODA, asume la “atipicidad sobrevenida”, como ya hemos expuesto.
101
3. “Por último, tampoco cabría considerar la aplicación analógica de la
excusa absolutoria de regularización tributaria, pues la aplicación de
una norma por analogía requiere que concurra identidad de razón.”,
pues se basa en fomentar el cumplimiento y, en la prescripción se extingue la
obligación tributaria por incumplimiento. FALCÓN Y TELLA no estima que
exista ningún obstáculo en equiparar esta situación a la excusa absolutoria
regulada en el C.P., puesto que no consiste “en fomentar el pago, sino en
evitar incoherencias y antinomias entre el Derecho penal y el ordenamiento
tributario”183
183 FALCÓN Y TELLA, R., QF, núm. 22, diciembre, 2000, pág. 8.
184 En el & 42 del StGB austríaco, se califica como “no punible” un hecho en caso de
ausencia de consecuencias del mismo y, en consecuencia, la ausencia de necesidad preventiva
de la pena.
185 Nuestro CC no definía la jurisprudencia hasta la reforma del Título Preliminar de 1974,
donde establece el art. 1, nº 6 del CC que la jurisprudencia no es otra cosa que “la doctrina
establecida por el TS, de modo reiterado, al interpretar y aplicar la ley, la costumbre y los
principio generales del derecho”. En nuestro CC, como en general en los países latinos, la
expresión jurisprudencia se ha utilizado para designar el conjunto de criterios de interpretación
de las normas, costumbres y principios generales del Derecho y de decisión establecidos en el
“usus fori” por el TS. Frente a este sentido de jurisprudencia, propio de los pueblos del
Continente europeo, el derecho inglés ha creado una institución con unas características
distintas: la del precedente judicial obligatorio, es decir, en los países anglosajones basta una
sola sentencia (Leading-Case) para vincular al Juez. Sin embargo, en nuestro sistema de la
jurisprudencia constante, sólo dos o más sentencias son capaces de crear jurisprudencia.
102
que para que la doctrina reiterada del T.S. se convierta en jurisprudencia es necesario
que al menos se reitere en dos sentencias. A nuestro juicio, se trata de unas
afirmaciones que el TS hace con carácter incidental187, como argumentaciones a mayor
abundamiento, puros obiter dicta. En consecuencia, al no constituir la ratio dicendi o
razón básica para adoptar la decisión contenida en el sentencia, consideramos que no
constituye ni tan siquiera un antecedente con valor de jurisprudencia, en espera de
otro pronunciamiento en la misma línea. En este sentido se pronuncia muy
acertadamente CHOCLÁN MONTALVO, J.A.: “...en la Sentencia de 6 de noviembre
de 2000 se aborda la cuestión superficialmente como mero “obiter dictum”, que no
constituye jurisprudencia y, sin merma de su importancia, tampoco precedente
judicial, porque no es expresión de una línea cierta jurisprudencial sino sólo un
pronunciamiento aislado, además irrelevante para el fondo de la casación planteada
(....) En cualquier caso, sólo debe constituir precedente judicial la resolución judicial
que contenga una fundamentación de la decisión que sea generalizable más allá del
caso concreto en que se formula,...”188
186 Los requisitos de la jurisprudencia (que se derivan del contenido del art. 1.6º del CC y
de sentencias del TS) son los siguientes: 1) Que se trate de doctrina reiterada, al menos, en dos
sentencias. Una sola sentencia no hace jurisprudencia.; 2) Que la doctrina se establezca al
aplicar o interpretar la ley, costumbre o los principios generales del derecho.; 3) Que tal
doctrina haya sido utilizada como razón básica para adoptar la decisión (ratio dicendi) contenida
en las sentencias. No tiene el valor de jurisprudencia las afirmaciones que el TS haga con
carácter incidental o a mayor abundamiento (obiter dicta).
187 La decisión jurídica acerca de que la Ley del Contribuyente no incide en el delito
fiscal, no se puede considerar una resolución con alcance definitivo, porque además de no
agotar los argumentos posibles, en la misma sentencia se enuncian como argumentaciones de
carácter incidental o subsidiarias en los siguientes términos: “la brevedad del análisis requerida
por una cuestión que no ha sido expresamente formulada”.
188 CHOCLÁN MONTALVO, J.A; “De nuevo sobre la incidencia del plazo de
prescripción de la Ley del Contribuyente en el contenido de injusto o en la punibilidad del
delito fiscal”, Actualidad Jurídica, Aranzadi, nº 464, suplemento, 7 diciembre, 2000, pág. 1.
189 En la sentencia se denomina erróneamente el plazo de cuatro años de la letra b) del
art. 64 de la LGT como un plazo de caducidad de las potestades o facultades administrativas.
Para no reiterarnos en esta cuestión nos remitimos al capítulo I, punto: “prescripción versus
caducidad”, donde ampliamente razonamos que se trata de un plazo de prescripción de la
obligación tributaria.
103
penal sino “si la consumación de la prescripción tributaria antes que la penal tiene o
no trascendencia en este último orden.”
190 “Sin una liquidación al menos provisional, sería jurídicamente imposible que el Juez
que recibe la denuncia de la evasión tributaria pueda llegar a pronunciarse sobre los extremos
que establecen los arts. 269 y 313 LECr así como informar al imputado en la forma prevista en
el art. 118 de la misma ley. La liquidación provisional del impuesto, por lo tanto, es un
presupuesto de procedibilidad, en el sentido técnico que le da la doctrina, es decir: como
circunstacias de las que depende la admisión del proceso en su totalidad o ciertas parte del
mismo”. STS 10 –10-2001, FUNDAMENTO JURÍDICO SEGUNDO. 5.
191 Como señalan SILVA SÁNCHEZ Y RAGUÉS I VILLA, si se produce un cambio en
la calificación jurídica de unos hechos ya juzgados una vez transcurrido el plazo de
prescripción, dicho delito habría prescrito, lo contrario sería eludir el efecto de cosa juzgada:
104
En suma, el Tribunal concluye, que una liquidación provisional del
correspondiente tributo es un presupuesto de procedibilidad, siempre que no hayan
transcurrido los cuatro años que prevé el art. 64 de la LGT, aunque nos encontremos
dentro del plazo de cinco años192.
“Está claro que el objeto del proceso son hechos y no delitos (...) . Por eso, ante el cambio de
calificación jurídica no puede afirmarse que se trata de un nuevo delito, de modo que si el
referido cambio tiene lugar una vez transcurrido el plazo de prescripción, dicho delito habría
prescrito. Igualmente, tampoco puede pretenderse eludir el efecto de cosa juzgada aplicando al
hecho ya juzgado una calificación jurídica distinta de aquélla por la se le juzgó”. SILVA
SÁNCHEZ, J. M. Y RAGUÉS I VALLÉS, R., “La determinación del hecho a efectos de
prescripción del delito fiscal”, Actualidad Jurídica Aranzadi, suplemento, 8 noviembre 2001,
pág. 4.
192 “En consecuencia: si la Administración ha practicado la determinación del impuesto
eludido dentro de los cuatro años que prevé el art. 64 LGT, mientras no hayan trascurrido los
cinco años que establece el art. 131 CP cabe la iniciación del proceso penal por el delito fiscal
que se podría haber cometido. Por el contrario: si no han transcurrido los cinco años para la
prescripción del delito, pero han transcurrido los cuatro dentro de los que la Administración
estaba facultada para determinar la deuda, no será posible la iniciación del procedimiento, pues
no se contará con un presupuesto del mismo.” STS 10 octubre 2001. FUNDAMENTO
DERECHO SEGUNDO. 9.
FALCÓN Y TELLA, por el contrario, no cree necesario una liquidación provisional, sino
simplemente actuaciones administrativas: “A mi juicio, basta que se hayan iniciado actuaciones
administrativas dentro de los cuatro años (interrumpiendo la prescripción tributaria y evitando
así su consumación), aunque no se haya llegado a liquidar o a cuantificar el impuesto, ni
siquiera provisionalmente, dentro de dicho plazo, para que pueda iniciarse un proceso penal
(siempre, claro está, que se haga antes de consumarse la prescripción penal).” FALCÓN Y
TELLA, R., QF, núm. 11, 2001, pág. 7.
El criterio dominante en la jurisprudencia del TS es que la mera interposición de una
denuncia o querella interrumpe la prescripción: STS de 26 de julio de 1999 (RJ 1999/6685)
Ponente Delgado García. Por el contrario, otra línea jurisprudencial minoritaria, sí considera
necesario el auto de incoación de las diligencias previas o de admisión a trámite de la querella,
actos que impliquen “dirigir el procedimiento contra el culpable” : STS de 16 de diciembre
de 1997 (RJ 1997/ 8942) Ponente Bacigalupo Zapater, STS de 7 de febrero de 1992 (RJ
1992/ 1098) Ponente Martín Pallín, entre otras.
193 “Por otra parte, es un principio generalmente aceptado de la política criminal que no
se deben criminalizar hechos que carecen de relevancia fuera del ámbito del Derecho penal o
que la han perdido con el transcurso del tiempo” SILVA SÁNCHEZ Y RAGUÉS I VALLÉS
105
Por último, FALCÓN Y TELLA194 abre una nueva vía de discusión en
cuanto a la trascendencia penal de la prescripción tributaria. Quien partiendo de la
afirmación que se hace en la Sentencia de 10 de octubre de 2001 de que la
determinación cuantitativa constituye un presupuesto de procedibilidad que deriva del
art. 132.2º CP, del principio acusativo, del derecho a la defensa y de que la
criminalización de una conducta que ha perdido relevancia fiscal llevaría a un derecho
penal de autor195, plantea que una negativa a reconocer la relevancia penal de la
prescripción tributaria supondría una infracción del art. 24.2º de la Constitución
susceptible de un recurso de amparo.
interpretan que la sentencia se adhiere a la tesis de la punibilidad: “En este punto, pues, podría
afirmarse que la sentencia se adhiere a la tesis de Choclán Montalvo, que considera que el
delito de defraudación tributaria tendría una condición objetiva de punibilidad, constituida por
la subsistencia de la deuda tributaria al tiempo de ejercitarse la acción penal” SILVA
SÁNCHEZ, J.M. Y RAGUÉS I VALLÉS, R., “La determinación del hecho a efectos de
prescripción del delito fiscal”, Actualidad Jurídica Aranzadi, nº 507, Suplemento, 8 de
noviembre 2001, pág. 7.
194 “Obsérvese, finalmente, que la sentencia de 10 de octubre de 2001 expresamente
afirma que la consideración de la determinación cuantitativa del impuesto como un
presupuesto procesal o de procedibilidad deriva, además del art. 132.2 CP, del principio
acusatorio y del derecho a la defensa; y que la criminalización de una conducta que ha perdido
relevancia fiscal llevaría un derecho penal de autor. De ello se deduce que una eventual
negativa judicial a reconocer la trascendencia penal de la prescripción tributaria supondría una
infracción del art. 24.2º de la Constitución, como tal denunciable en última instancia a través de
un recurso de amparo.” FALCÓN Y TELLA, R., QF, núm.11, 2001, pág. 8.
195 Derecho penal de autor incompatible con los principios constitucionales, como ha
declarado el Tribunal Constitucional Sentencia 150/1991 (RTC 1991/150).
196 “En su desarrollo, el núcleo de la impugnación casacional se centra en la incidencia
que en esta materia tiene la entrada en vigor del art. 24 de la Ley 1/1998, de 26 de febrero de
Derechos y Garantías del Contribuyente (que modifica, a su vez, el art. 64 de la Ley General
Tributaria), en cuanto reduce a cuatro años el plazo de prescripción del derecho de la
Administración Tributaria para determinar la deuda tributaria mediante la liquidación “ . STS
30 octubre 2001. FUNDAMENTO DE DERECHO NOVENO.
197 “desde la perspectiva de la analogía con la figura de la excusa absolutoria por
regularización tributaria, que fue también la postura que mantuvo la parte recurrente en la
106
Por el contrario, el T S estima que la extinción de la responsabilidad penal por
la regularización de la situación tributaria del contribuyente es un concepto jurídico
diferente a una posible regularización automática en virtud del transcurso de los plazos
prescriptivos, en la medida en que dicha excusa absolutoria se fundamenta en la
reparación y auto-denuncia del sujeto pasivo y, por tanto, ante la ausencia de estos dos
comportamientos la renuncia a la pena carece de fundamento198.
instancia. Señala, en definitiva, el recurrente que por la prescripción de cuatro años que
confiere a la Administración el derecho (la facultad, en términos jurídicos) para determinar la
deuda tributaria mediante la oportuna liquidación, supone una automática regularización de la
deuda tributaria, a los efectos de la excusa absolutoria, dispuesta en el precepto penal
contenido en el art. 349 del Código penal de 1973, coincidente en esta materia con el art. 305
del Código penal vigente.” STS de 30 de octubre de 2001. FUNDAMENTO DE
DERECHO NOVENO.
198 “el motivo tiene que ser desestimado por las siguientes razones: a) la regularización
prevista en el mencionado precepto como excusa absolutoria tiene por finalidad el
favorecimiento o promoción del pago voluntario, inserto en razones de utilidad que subyacen
en toda excusa absolutoria, lo que no concurre cuando la extinción del crédito tributario se
produce por causas ajenas al contribuyente (STS 6-11-2000); b) regularizar es evidentemente
un comportamiento activo del contribuyente que supone la asunción de una declaración
complementaria y el consiguiente pago, lo que no se puede producir de forma automática en
virtud del transcurso de los plazos prescriptivos, por tratarse de conceptos jurídicos diversos;
c) tiene un componente temporal delimitado en la ley penal: antes de las actuaciones
inspectoras de la Administración, o del inicio del proceso penal mediante querella o denuncia
(o de la propia actuación del Juez Instructor, según resulta de la literalidad del precepto), que
en modo alguno se ha cumplido en el caso enjuiciado, y que se proyectaría hasta que se
produzcan tales actos procesales, siempre que la deuda tributaria esté en condiciones de ser
perseguida fiscalmente; d) en definitiva, el fundamento de aludida excusa absolutoria es la auto-
denuncia y la reparación. Por lo tanto, no es de aplicar cuando el sujeto tributario no ha
reparado ni se ha autodenunciado; cuando faltan estos comportamientos la renuncia a la pena
carece de fundamento.” S.T.S. 30 de abril de 2001. FUNDAMENTO DE DERECHO
NOVENO.
199 “la tipicidad es un concepto que viene referido al momento en que se realizó la acción
u omisión típica, y en dicho momento no cabe duda alguna de la concurrencia de la deuda
tributaria y de su elusión en forma típica, por lo que se consumó la actuación delictiva sin que
pueda incidir en la tipicidad, ya conculcada, una eventual extinción posterior de la deuda
tributaria.” STS 30 de abril de 2001. FUNDAMENTO DERECHO NOVENO.
107
delictiva, en la medida en que la tipicidad es un concepto referido al momento en que
se realizó la acción y, en consecuencia, una posterior extinción de la deuda tributaria
no puede incidir en una tipicidad ya conculcada.
200 “... la prescripción de la deuda fiscal no priva de sentido y tampoco de eficacia a las
previsiones del Código Penal, que opera con un tiempo de prescripción más dilatado, en
función de intereses constitucionalmente relevantes. Estos no dejan de estar presentes por el
hecho de que, transcurridos cuatro años a partir del incumplimiento del deber de contribuir a
las cargas públicas, haya de cesar la iniciativa y la actuación autónoma de la administración
tributaria.” STS 15 de julio de 2002. FUNDAMENTOS DE DERECHO. Recurso de
Luciano. Segundo.
201 “Este modo de razonar incurre, a mi juicio, en el error de considerar que el objeto de
la prescripción tributaria no es la obligación tributaria misma, sino lo que la sentencia
denomina “iniciativa” administrativa, que no puede ser otra que el “derecho” a liquidar, en la
terminología del artículo 64 de la Ley General Tributaria, o más precisamente la “potestad”
liquidatoria;” FALCÓN Y TELLA, R., núm. 18, 2002, pág. 5.
108
una vez que se ha extinguido por el transcurso del plazo prescriptivo de cuatro años, si
no se interrumpe. Lo contrario supone criminalizar hechos que carecen de relevancia
fuera del ámbito del Derecho penal.
109
en un conjunto de principios constitucionales, interpretación principialista, no en un
mero agregado de normas que integran el mismo.
DDD
110
CAPÍTULO IV. EFECTOS JURÍDICOS DE LA PRESCRIPCIÓN
TRIBUTARIA RESPECTO AL DELITO DE DEFRAUDACIÓN
TRIBUTARIA
202 El art. 116 del Código Penal (art. 19 del Código anterior) establece que toda persona
responsable criminalmente de un delito o falta lo es también civilmente.
203 La mayoría de la doctrina se pronuncia a favor de la procedencia de la responsabilidad
civil. Entre otros, APARICIO PÉREZ: “Como conclusión de lo expuesto, entiendo que el
delito fiscal lleva aparejada responsabilidad civil, sin que pueda considerarse argumento
suficiente para negarlo ni su carácter de delito formal, sostenido por un sector de la
jurisprudencia menor, ni la consideración de la cuantía de la cuota defraudada como condición
objetiva de punibilidad. El art. 116 del Código Penal (art. 19 del Código anterior) establece que
toda persona responsable criminalmente de un delito o falta lo es también civilmente.”
APARICIO PÉREZ, J., obra citada, pág. 375.
204 Siguiendo la jurisprudencia del T.S. se pronuncia, entre otras, la A. P. de Soria en su
Sentencia de 8-10-1998 (ARP 1998/ 5033) (Ponente D. José Ruiz Ramo): “OCTAVO.
Finalmente y en lo que respecta a la indemnización civil, decir que la misma es aneja al delito y
ha de imponerse en la sentencia al responsable del mismo......, sin que el procedimiento
administrativo impida exigir esta responsabilidad, dado que el procedimiento penal no sólo
111
Quinto admite la acción civil como aneja al delito, considerando que el
pronunciamiento penal veta la posibilidad de una segunda sanción (por el principio
“nom bis in idem” ) y provee a la Hacienda Pública de un nuevo y único título judicial
para hacer efectiva la deuda tributaria:
Tesis que, entre otras muchas, también defiende la Sentencia del T.S. de 9
de febrero de 1991 (RJ 1991/5210), cuando señala que el delito no se encontraba en
estadio de tentativa y por tanto no procedía hacer declaración de responsabilidad civil,
sino que el delito se consumó lo que lleva aparejada responsabilidad civil205.
Sin embargo, dicha tesis es criticada, con gran acierto, en nuestra opinión, por
SIMÓN ACOSTA, quien entre los distintos argumentos técnicos206 que objeta,
corta la posibilidad de una segunda sanción por mandarlo el principio “nom bis in idem”, sino
que provee a la Hacienda Pública de un nuevo y único título judicial para hacer efectiva la
deuda tributaria -STS 3 diciembre 1991-.”
205 “El delito se consumó, como se ha expuesto en el fundamento jurídico tercero, al que
se remite, lo que lleva aparejada responsabilidad civil (artículos 19, 101 y 104 del Código
Penal), la que corresponde al procesado, Presidente del Consejo de Administración y
Consejero-Delegado de Bodegas Lan S. A. Desde 28 de febrero de 1985, de acuerdo con
doctrina de esta Sala –SS. de 28 de mayo y 29 de junio de 1985” STS 9 febrero 1991 (RJ
1991/5210).
206 “La Administración tributaria goza de una especial protección que hace innecesaria la
intervención judicial para proceder por vía ejecutiva contra el patrimonio de los deudores.
Falta, pues, en nuestro caso la ratio que justifica la extensión de la competencia del juez penal a
cuestiones meramente civiles.
Pero además, la competencia del juez penal sobre las cuestiones civiles depende de una
decisión del sujeto perjudicado. La renuncia o reserva de las acciones civiles es el
procedimiento o forma a través de la cual se ejerce esa facultad de opción procesal que
corresponde al perjudicado. Sin embargo, este precepto no puede aplicarse sin más a la
Administración tributaria del mismo modo en que se aplica a un particular. Para empezar
resulta evidente que la primera de las dos alternativas sugeridas por el art. 112 LECrim (la
renuncia de las acciones para reparar el daño) está vedada a la Administración. La
Administración no puede renunciar a su crédito tributario, pues dicha renuncia afecta a un
112
subraya con bastante lógica, que la Administración tributaria está suficientemente
dotada de instrumentos jurídicos para hacer efectiva la deuda correspondiente.
valor jurídico superior al puramente patrimonial del crédito: la justa distribución de las cargas
públicas.
La segunda alternativa es la reserva de las acciones para exigir la reparación por otra vía. Para
un particular, la otra vía es la jurisdicción civil (o la que resulte competente por razón de la
especialidad de la materia). En el caso de la Administración, la vía alternativa es el
procedimiento administrativo y gestión y recaudación.
Esta tesis se refuerza si pensamos que la deuda determinada por la Administración puede ser
distinta de la cuantía que el juez estime defraudada. Los principios y normas que rigen la
prueba en el Derecho tributario y en el Derecho penal no son los mismos. Cabe la posibilidad
de que la cuantía defraudada a efectos penales no sea la misma que la deuda tributaria
determinada a través del procedimiento administrativo. (...) Por fin, existe otro argumento de
enorme peso contra la conversión de la deuda tributaria en una indemnización de daños: el
responsable del delito no coincide necesariamente con el sujeto obligado por el Derecho
tributario. La indemnización pesa sobre el responsable del delito. La deuda tributaria sobre el
contribuyente, sobre la persona titular de la capacidad económica en la que se funda la propia
existencia de la obligación de contribuir. (....) Si se desplaza la deuda hacia el responsable
criminal se produce una clara agresión al principio de capacidad contributiva, puesto que el
resultado será que la contribución al sostenimiento de las cargas públicas recae sobre el
delincuente y se libera de ella quien está llamado a contribuir. De este modo se estaría
añadiendo un método nuevo a las formas de extinción de la deuda tributaria, no previsto por la
ley y contrario a los principios tributarios: la condena de un tercero por defraudación del
tributo.”SIMÓN ACOSTA, E. “El delito de Defraudación Tributaria”, Aranzadi editorial,
1998, págs. 116-118.
SUÁREZ GONZÁLEZ ha realizado una minuciosa defensa de la inexigibilidad de la deuda
tributaria por la vía de la responsabilidad civil en sede penal.
BOIX REIG Y MIRA BENAVENT reflexionan: “sólo puede haber responsabilidad civil
exigible en el proceso penal si ha habido daños y perjuicios causados por el hecho ejecutado y
tipificado como delito o falta. Los daños y perjuicios cuantificables surgen, se ocasionan o se
causan precisamente por ese hecho. No preexisten al hecho.
En el caso del fraude fiscal, la cuota tributaria correspondiente, el tributo a liquidar en
definitiva, constituye una deuda ya existente con la Hacienda Pública que el sujeto elude pagar
fraudulentamente. Es cierto que mediante su conducta se produce el perjuicio de no ingresar el
tributo en Hacienda, pero también es más cierto que la obligación de su pago no se genera por
el hecho delictivo, pues es obvio que dicha obligación preexiste y es anterior al momento de la
realización del hecho delictivo por parte del sujeto: precisamente el delito consiste en no pagar,
mediante fraude, a Hacienda lo que ya se debía. No se trata más que de aplicar la doctrina
mínimamente elemental sobre lo que es la responsabilidad civil derivada del delito.” BOIX
REIG, J; MIRA BINAVENT, J.; “Los delitos contra la Hacienda Pública y contra la Seguridad
Social”, tirant lo blanch “colección delitos”, Valencia, 1999, págs. 86 y 87.
207 Entre otras S.A.P. de Barcelona de 25 julio 1988.
113
siempre anterior a la infracción penal contra la Hacienda Pública; y, otro, que la
potestad ejecutiva de la que goza la Hacienda Pública le obliga a ejecutar la deuda en
cuanto detecte, con absoluta independencia del tanto de culpa penal que en su día le
correspondió.
208 “El fundamento de la inexistencia de la acción civil para que la Administración se resarza de
la cuota tributaria debida, parece estar en la propia capacidad de la Hacienda para, ejercitando
la autotutela de la que está investida, unilateralmente proceder al cobro de la deuda.
Sin embargo, esta tesis encuentra dos serios obstáculos en las propias normas administrativas.
En primer lugar en los artículos 77 de la LGT y 66 del Reglamento de la Inspección de los
Tributos, que como consecuencia del principio constitucional “non bis in idem”, obligan a la
Inspección de los Tributos que tenga conocimiento de indicios de delito a paralizar las
actuaciones y remitir el expediente a la jurisdicción competente, sin poder practicar liquidación
alguna o si lo hace, teniendo ésta el valor de una simple prueba de que concurre el elemento
objetivo exigido por el tipo que será libremente apreciada por el juzgador.
El segundo obstáculo viene dado por el RD 2631/1985, de 18 de diciembre, que en su artículo
10 establece que tanto en el supuesto en que la autoridad judicial estime la existencia del delito,
como en los casos en que no lo haga, la Administración continuará el expediente y practicará la
liquidación procedente sólo sobre los hechos probados por los Tribunales.
En consecuencia, hasta que se produzca el fallo judicial, la Administración no va a poder
determinar la cuota tributaria debida puesto que para hacerlo deberá liquidar y ello sólo será
posible cuando el Tribunal haya fijado como probados los hechos sobre los que la liquidación
ha de basarse.” APARICIO PÉREZ, J.; ”El Delito Fiscal a través de la Jurisprudencia”,
Aranzadi editorial, Pamplona, 1997, págs 377 y 378.
209 Este principio no está expresamente formulado en nuestra Norma Fundamental, pero
se le ha encontrado un apoyo constitucional al considerarlo una derivación de los principios de
legalidad y tipicidad consagrados en el art. 25.1º de la CE.
210 Tampoco podemos compartir la postura de FERNÁNDEZ OUBIÑA, A., quien
considera que la Administración puede utilizar la vía de apremio “a la par que remitir el
preceptivo “tanto de culpa” a la Jurisdicción Ordinaria renunciando a obtener la satisfacción
económica por la condena penal” FERNÁNDEZ OUBIÑA, A.; “La responsabilidad civil en
los delitos contra la Hacienda Pública”, Crónica Tributaria, núm. 95, 1995, pág 15.
114
procedimiento judicial, pueda exigir al procesado el pago de las obligaciones tributarias
pendientes, siempre sin vulnerar el art. 70.6 de la LGT y sus normas de desarrollo. Es
más, en este caso, consideramos que la Administración está obligada a ejercer sus
potestades para determinar y exigir el crédito tributario, mediante un procedimiento
administrativo de gestión y recaudación.211
115
incluye los intereses cuando en la sentencia se fija el tipo (en este caso
establecido legalmente) y el tiempo será de aplicación a la cantidad resultante
de aplicar el interés legal del dinero a la cuota defraudada, ...”
212 “Tampoco puede prosperar la pretensión del Abogado del Estado de que la
responsabilidad civil que se establece genere los intereses establecidos en el artículo 58 de la
Ley General Tributaria pues la responsabilidad civil que se fija en esta sentencia deriva de la
responsabilidad penal, aun cuando sea por no haber atendido el acusado sus obligaciones con
la Hacienda Pública, pero hay que distinguir entre lo que es la deuda tributaria a la que se
refiere el artículo citado de la LGT (en la que habría que incluir recargos, sanciones e intereses
especiales de demora, entre otros) y la indemnización que deriva de la comisión del delito. Así
las cosas, los intereses no serán otros que los que establece con carácter general el artículo 921
de la LECiv.” S. A. P. de Madrid de 16 de marzo de 1999 (ARP 1999/1859).
213 Existe una reiterada jurisprudencia que declara que en materia de responsabilidad civil
no resulta aplicable la retroactividad. Entre otras, sentencias
del TS: 14 febrero 1988 (RJ 1988/1050); 22 enero 1999 (RJ 1999/403)
214 En este sentido diferenciando la responsabilidad tributaria preexistente de la
responsabilidad civil, se pronuncia MUÑOZ MERINO, aunque se refiere al delito de
contrabando: “En el caso de la responsabilidad tributaria no se está reparando ningún daño,
sino cumpliendo una obligación preexistente; en el de la responsabilidad civil, por el contrario,
se trata de subsanar un daño real y efectivo. Por otra parte, la responsabilidad tributaria origina
un crédito a favor de la Hacienda Pública cuya naturaleza es privilegiada, a diferencia de la
responsabilidad civil, en el que la deuda que corresponde al crédito que ostenta la víctima
frente al sujeto causante del daño sigue el régimen general y de las deudas y créditos”.
215 Código Penal, art. 305. 4º: “Quedará exento de responsabilidad criminal el que
regularice su situación tributaria, en relación con las deudas a que se refiere el apartado primero
116
No corresponde a este lugar tratar todos los problemas o discusiones que
suscita este precepto (naturaleza jurídica, ámbito de aplicación, límites temporales,
entre otros), sino sólo la eficacia de la nueva regularización penal, en el marco de la
normativa tributaria. Debiéndose integrar la norma penal con las disposiciones
tributarias y en concreto con el art. 61.3º de la LGT.
de este artículo, antes de que se le haya notificado por la Administración Tributaria la iniciación
de actuaciones de comprobación tendentes a la determinación de las deudas tributarias objeto
de la regularización, o en el caso de que tales actuaciones no se hubieran producido, antes de
que el Ministerio Fiscal, el Abogado del Estado o el representante procesal de la
Administración autonómica, foral o local de que se trate, interponga querella o denuncia contra
aquél dirigida, o cuando el Ministerio Fiscal o el Juez de Instrucción realicen actuaciones que le
permitan tener conocimiento formal de la iniciación de diligencias.
La exención de responsabilidad penal contemplada en el párrafo anterior alcanzará igualmente
a dicho sujeto por las posibles irregularidades contables u otras falsedades instrumentales que,
exclusivamente en relación con la deuda tributaria objeto de regularización, el mismo pudiera
haber cometido con carácter previo a la regularización de su situación tributaria”. Anterior
Código Penal, art. 349.3º.
216 SIMÓN ACOSTA, entre otros: “la interpretación teleológica del precepto obliga a concluir
que el perdón ofrecido por la ley afecta a todas las defraudaciones ilícitas, sean penales o
administrativas”, SIMÓN ACOSTA, E; otra citada, pág. 109.
En contraste con esta tesis otro sector doctrinal mantiene un criterio yuxtapuesto basándose en
que no está regulada en el Código Penal: “tipo penal del artículo 349 no hace referencia a esos
aspectos, no admitiendo ninguna atenuación ni exención especial de responsabilidad. De
haberlo hecho, el texto legal positivo lo hubiera expresado textualmente”. En consecuencia,
“es un precepto de carácter administrativo que carece de relevancia alguna en vía penal”.
GORDILLO ÁLVAREZ-VALDÉS, F., “Amnistía, Represión del Fraude...”, en diario El
Mundo de 28 de octubre de 1994.
217 En cuanto a su naturaleza jurídica destaca la tesis doctrinal mayoritaria (MUÑOZ
CONDE, entre otros) de considerar ésta institución una causa de exclusión de la pena y, no
una causa de exclusión de la antijuridicidad, puesto que no se elimina la antijuridicidad del
hecho ya consumado. Tampoco consideramos aplicables los esquemas propios del
desistimiento en el medida en que el hecho ya está consumado. (no compartimos la postura de
117
aplicable al ámbito penal la excusa absolutoria de la regularización fiscal regulada
genéricamente en el art. 61.3º de la LGT218.
La excusa absolutoria del art. 305.4º del Código Penal se apoya en la idea de
reparación que hace disminuir la transcendencia del hecho, buscando un equilibrio
judicial con las exigencias recaudatorias de la Administración tributaria. Las
condiciones o circunstancias necesarias para apreciar esta excusa absolutoria son dos:
una, cuando se considera a efectos penales que se ha producido una regularización; y,
otra, cuando hay que entender que aquélla ha sido realizada con anterioridad al
conocimiento formal de las diligencias.
118
“ es evidente que la notificación personal al inculpado se produce en fecha
posterior (18 de enero) a la de la regularización formal (3 de enero). Es más,
aun si tomásemos como fecha de conocimiento formal la de la notificación al
apoderado (3 de enero), que no es el caso, nos encontraríamos con una
simultaneidad entre la regularización y la notificación, pero no con una
regularización posterior.
Por todo ello, resulta aplicable al presente caso la excusa absolutoria del art.
305.4 del vigente CP, ya que se ha dado una regularización y ésta ha tenido
lugar con anterioridad al conocimiento formal del Auto de imputación por
parte del señor C.” 219
“en dicho escrito la defensa del apelante hace un relato de hechos, haciendo
mención a que se cumple el requerimiento del Juzgado, prueba todo ello de
219 A.P. de Barcelona, sección 2ª, Sentencia 12-5-1998 (ARP 1998/2819) (Ponente D.
José Mª VILAJOSANA RUBIO).
220 A. P. de Valladolid, sección 2ª, Sentencia 20-3-1997, (ARP 1997/376) (Ponente
MIÑAMBRES FLORES).
119
que el señor U. tuvo conocimiento formal de las diligencias con anterioridad
de la realización de la primera declaración complementaria de Hacienda; por
ello la exoneración no puede operar. Ahora bien; este Tribunal no puede ser
ajeno a que el comportamiento del señor U., que procedió a reparar el daño
ocasionado, en este caso con la Hacienda Pública, debe de ser valorado como
un atenuante del art. 21 núm. 5 del Código Penal vigente que contempla
esta circunstancia cuando se realice en cualquier momento del procedimiento
y con anterioridad a la celebración del acto del juicio oral; teniendo por
consiguiente una amplitud mayor que la circunstancia existente con
anterioridad en el Código Penal en el que hacía falta un requisito temporal, y
este Tribunal estima debe aplicarse como cualificada ya que con su conducta
se produce una efectiva realización de la justicia, porque ha facilitado con la
reparación efectuada una finalización de la causa más rápidamente y tal
actitud debe de ser recompensada”.
120
consecuencia de una aplicación analógica o extensiva del art. 305.4º del Código Penal,
siempre que se realice en beneficio del inculpado.
extensiva de las normas siempre que se realice en beneficio del inculpado. Es un principio
admitido unánimemente en la doctrina y que se consagra en el Derecho interno: Constitución
Española, arts.9.3, 17.1, 25, 53.1 y 53.3; Código civil, art. 4.3 dispone la aplicación supletoria
del Código en materias regidas por otras leyes.
223 “Así, la configuración por vía interpretativa de la prescripción de la obligación tributaria
como una excusa absolutoria basada en la inexigibilidad de la deuda tributaria provocada por
dicha prescripción, en la línea de lo previsto por el actual artículo 305 del Código Penal,
encuentra como principal obstáculo la falta de previsión expresa en dicho Código de una regla
de tal transcendencia para la aplicación de la pena. No en vano, hasta que el nuevo Código
Penal no contempló expresamente la exención de responsabilidad en los casos de extinción de
la deuda por cumplimiento espontáneo fuera de plazo, los intentos de extender al ámbito penal
lo dispuesto en el art. 61.2 de la LGT encontraron importantes reacciones en contra, tanto por
la doctrina penal como por la jurisprudencia, que, en un sector importante se pronunció a
favor de considerar dicha conducta, a lo sumo, como una atenuante de la responsabilidad
penal, pero no como una eximente.
Pero es que, además, en nuestra opinión, la regularización de la situación tributaria a que se
refiere el art. 305.4 del CP exige, como mínimo, la realización por parte del contribuyente, de
forma espontánea, de la declaración correspondiente, es decir, ésta sólo puede ser
consecuencia de una actuación del propio contribuyente.” RAMÍREZ GÓMEZ, S., art. citada,
pág. 63.
121
doctrinal señala los inconvenientes224 de la misma por suponer la responsabilidad civil
una vía de resurrección de una deuda extinguida o chocar con la prescripción ganada y
originar la obligación de devolución de la Administración de dicha indemnización.
224 “Por la vía de la responsabilidad civil derivada del delito, se haría inoperante la
prescripción ganada respecto a la obligación tributaria” FALCÓN Y TELLA, R., QF, núm.19,
1998, pág. 6.
“La obligación prescrita “resucitaría” vía responsabilidad civil, con la sentencia condenatoria,
cuando ya el propio legislador ha declarado que no existe –porque se ha completado el plazo d
prescripción- daño alguno para la Hacienda Pública que deba ser reparado”. FERREIRO
LAPATZA, J.J.; obra citada, RTT, pág. 70.
“de entender que la prescripción por el transcurso de cuatro años no afecta al Derecho Penal,
la conclusión a la que ello conduciría sería la de imponer una condena de responsabilidad civil
que, en el trámite de ejecución de la correspondiente Sentencia, no podría, según las normas
jurídico-tributarias, ser satisfecha por corresponderse a un ingreso indebido que, de producirse,
originaría la obligación de devolución por parte de la Administración”. CÓRDOBA RODA,
Revista Jurídica Catalana, obra citada, pág. 45.
225 Dado que la titularidad para liquidar la deuda en el ámbito penal corresponde al Juez,
el mismo dictará sentencia imponiendo la correspondiente pena de privación de libertad, la
multa procedente (en cuanto pena) y la indemnización correspondiente (responsabilidad civil) a
favor de la Hacienda Pública, la cual normalmente coincidirá con la cuota dejada de ingresar, y
en su caso, como lucro cesante, a ella se incorporarán los intereses de demora. Tal
indemnización corresponde a la Administración tributaria, y el hecho de que pueda coincidir –
o no- con la cuota defraudada, no le priva su carácter indemnizatorio, por lo que no puede
pensarse que el ingreso de tal cuantía a favor de la Hacienda Pública sea contrario a la
aplicación del plazo de prescripción de cuatro años”. PASO BENGOA, J.M. y JIMÉNEZ
JIMÉNEZ, C., “Derechos y Garantías de los Contribuyentes. Comentarios a la Ley 1/1998”,
CISS, 1ª edición, Valencia, marzo, 1998, pág. 254.
226 “la exigencia de responsabilidad civil se configura, pues, como un procedimiento
judicial y no administrativo, no siendo preciso la práctica de liquidación administrativa alguna
para el cobro de la indemnización fijada por los Tribunales. No es, un acto administrativo el
que posibilitará el cobro de la deuda, sino un título judicial, la propia sentencia condenatoria,
para cuya ejecución deberá seguirse los trámites previstos en la LECrm para la ejecución de
sentencias, que como el artículo 117.3 de la CE establece, corresponde exclusivamente a los
Juzgados y Tribunales determinados por las Leyes, según las normas de competencia y
procedimiento que las mismas establezcan.” RAMÍREZ GÓMEZ, S, art. citado, pág. 69.
122
responsabilidad civil es aneja al delito y, en consecuencia, en el procedimiento penal se
provee a la Hacienda Pública de un nuevo título judicial para hacer efectiva la deuda
tributaria.
123
Consejero-Delegado de Bodegas Lan S. A. Desde 28 de febrero de 1985, de acuerdo con
doctrina de esta Sala –SS. de 28 de mayo y 29 de junio de 1985” STS 9 febrero 1991 (RJ
1991/5210).
227 “La Administración tributaria goza de una especial protección que hace innecesaria la
intervención judicial para proceder por vía ejecutiva contra el patrimonio de los deudores.
Falta, pues, en nuestro caso la ratio que justifica la extensión de la competencia del juez penal a
cuestiones meramente civiles.
Pero además, la competencia del juez penal sobre las cuestiones civiles depende de una
decisión del sujeto perjudicado. La renuncia o reserva de las acciones civiles es el
procedimiento o forma a través de la cual se ejerce esa facultad de opción procesal que
corresponde al perjudicado. Sin embargo, este precepto no puede aplicarse sin más a la
Administración tributaria del mismo modo en que se aplica a un particular. Para empezar
resulta evidente que la primera de las dos alternativas sugeridas por el art. 112 LECrim (la
renuncia de las acciones para reparar el daño) está vedada a la Administración. La
Administración no puede renunciar a su crédito tributario, pues dicha renuncia afecta a un
valor jurídico superior al puramente patrimonial del crédito: la justa distribución de las cargas
públicas.
La segunda alternativa es la reserva de las acciones para exigir la reparación por otra vía. Para
un particular, la otra vía es la jurisdicción civil (o la que resulte competente por razón de la
especialidad de la materia). En el caso de la Administración, la vía alternativa es el
procedimiento administrativo y gestión y recaudación.
Esta tesis se refuerza si pensamos que la deuda determinada por la Administración puede ser
distinta de la cuantía que el juez estime defraudada. Los principios y normas que rigen la
prueba en el Derecho tributario y en el Derecho penal no son los mismos. Cabe la posibilidad
de que la cuantía defraudada a efectos penales no sea la misma que la deuda tributaria
determinada a través del procedimiento administrativo. (...) Por fin, existe otro argumento de
enorme peso contra la conversión de la deuda tributaria en una indemnización de daños: el
responsable del delito no coincide necesariamente con el sujeto obligado por el Derecho
tributario. La indemnización pesa sobre el responsable del delito. La deuda tributaria sobre el
contribuyente, sobre la persona titular de la capacidad económica en la que se funda la propia
existencia de la obligación de contribuir. (....) Si se desplaza la deuda hacia el responsable
criminal se produce una clara agresión al principio de capacidad contributiva, puesto que el
resultado será que la contribución al sostenimiento de las cargas públicas recae sobre el
delincuente y se libera de ella quien está llamado a contribuir. De este modo se estaría
añadiendo un método nuevo a las formas de extinción de la deuda tributaria, no previsto por la
ley y contrario a los principios tributarios: la condena de un tercero por defraudación del
tributo.”SIMÓN ACOSTA, E. “El delito de Defraudación Tributaria”, Aranzadi editorial,
1998, págs. 116-118.
SUÁREZ GONZÁLEZ ha realizado una minuciosa defensa de la inexigibilidad de la deuda
tributaria por la vía de la responsabilidad civil en sede penal.
BOIX REIG Y MIRA BENAVENT reflexionan: “sólo puede haber responsabilidad civil
exigible en el proceso penal si ha habido daños y perjuicios causados por el hecho ejecutado y
tipificado como delito o falta. Los daños y perjuicios cuantificables surgen, se ocasionan o se
causan precisamente por ese hecho. No preexisten al hecho.
124
En el caso del fraude fiscal, la cuota tributaria correspondiente, el tributo a liquidar en
definitiva, constituye una deuda ya existente con la Hacienda Pública que el sujeto elude pagar
fraudulentamente. Es cierto que mediante su conducta se produce el perjuicio de no ingresar el
tributo en Hacienda, pero también es más cierto que la obligación de su pago no se genera por
el hecho delictivo, pues es obvio que dicha obligación preexiste y es anterior al momento de la
realización del hecho delictivo por parte del sujeto: precisamente el delito consiste en no pagar,
mediante fraude, a Hacienda lo que ya se debía. No se trata más que de aplicar la doctrina
mínimamente elemental sobre lo que es la responsabilidad civil derivada del delito.” BOIX
REIG, J; MIRA BINAVENT, J.; “Los delitos contra la Hacienda Pública y contra la Seguridad
Social”, tirant lo blanch “colección delitos”, Valencia, 1999, págs. 86 y 87.
227 Entre otras S.A.P. de Barcelona de 25 julio 1988.
227 “El fundamento de la inexistencia de la acción civil para que la Administración se resarza de
la cuota tributaria debida, parece estar en la propia capacidad de la Hacienda para, ejercitando
la autotutela de la que está investida, unilateralmente proceder al cobro de la deuda.
Sin embargo, esta tesis encuentra dos serios obstáculos en las propias normas administrativas.
En primer lugar en los artículos 77 de la LGT y 66 del Reglamento de la Inspección de los
Tributos, que como consecuencia del principio constitucional “non bis in idem”, obligan a la
Inspección de los Tributos que tenga conocimiento de indicios de delito a paralizar las
actuaciones y remitir el expediente a la jurisdicción competente, sin poder practicar liquidación
alguna o si lo hace, teniendo ésta el valor de una simple prueba de que concurre el elemento
objetivo exigido por el tipo que será libremente apreciada por el juzgador.
El segundo obstáculo viene dado por el RD 2631/1985, de 18 de diciembre, que en su artículo
10 establece que tanto en el supuesto en que la autoridad judicial estime la existencia del delito,
como en los casos en que no lo haga, la Administración continuará el expediente y practicará la
liquidación procedente sólo sobre los hechos probados por los Tribunales.
En consecuencia, hasta que se produzca el fallo judicial, la Administración no va a poder
determinar la cuota tributaria debida puesto que para hacerlo deberá liquidar y ello sólo será
posible cuando el Tribunal haya fijado como probados los hechos sobre los que la liquidación
ha de basarse.” APARICIO PÉREZ, J.; ”El Delito Fiscal a través de la Jurisprudencia”,
Aranzadi editorial, Pamplona, 1997, págs 377 y 378.
227 Este principio no está expresamente formulado en nuestra Norma Fundamental, pero
se le ha encontrado un apoyo constitucional al considerarlo una derivación de los principios de
legalidad y tipicidad consagrados en el art. 25.1º de la CE.
227 Tampoco podemos compartir la postura de FERNÁNDEZ OUBIÑA, A., quien
considera que la Administración puede utilizar la vía de apremio “a la par que remitir el
preceptivo “tanto de culpa” a la Jurisdicción Ordinaria renunciando a obtener la satisfacción
económica por la condena penal” FERNÁNDEZ OUBIÑA, A.; “La responsabilidad civil en
los delitos contra la Hacienda Pública”, Crónica Tributaria, núm. 95, 1995, pág 15.
227 Coincidimos con FALCÓN Y TELLA, cuando afirma: “dicha norma ha de
interpretarse, a nuestro juicio, restrictivamente en el sentido de que al practicar la liquidación, si
bien ha de respetarse en principio el planteamiento fáctico efectuado por los Tribunales de
Justicia, pueden también utilizarse, cuando sean pertinentes, las presunciones y sistemas
indiciarios que no pudieron se utilizados en el proceso penal por resultar incompatibles con los
principios de éste. La fijación de la cuantía de la deuda puede legítimamente realizarse con
125
criterios distintos en el ámbito penal y en el tributario, dadas las diferentes exigencias
probatorias en uno y otro”. FALCÓN Y TELLA, R.; “Cuestiones normativas y cuestiones de
prueba en el Derecho Tributario”, Crónica Tributaria, núm. 61, 1992, pág. 35.
227 “Tampoco puede prosperar la pretensión del Abogado del Estado de que la
responsabilidad civil que se establece genere los intereses establecidos en el artículo 58 de la
Ley General Tributaria pues la responsabilidad civil que se fija en esta sentencia deriva de la
responsabilidad penal, aun cuando sea por no haber atendido el acusado sus obligaciones con
la Hacienda Pública, pero hay que distinguir entre lo que es la deuda tributaria a la que se
refiere el artículo citado de la LGT (en la que habría que incluir recargos, sanciones e intereses
especiales de demora, entre otros) y la indemnización que deriva de la comisión del delito. Así
las cosas, los intereses no serán otros que los que establece con carácter general el artículo 921
de la LECiv.” S. A. P. de Madrid de 16 de marzo de 1999 (ARP 1999/1859).
227 Existe una reiterada jurisprudencia que declara que en materia de responsabilidad civil
no resulta aplicable la retroactividad. Entre otras, sentencias
del TS: 14 febrero 1988 (RJ 1988/1050); 22 enero 1999 (RJ 1999/403)
227 En este sentido diferenciando la responsabilidad tributaria preexistente de la
responsabilidad civil, se pronuncia MUÑOZ MERINO, aunque se refiere al delito de
contrabando: “En el caso de la responsabilidad tributaria no se está reparando ningún daño,
sino cumpliendo una obligación preexistente; en el de la responsabilidad civil, por el contrario,
se trata de subsanar un daño real y efectivo. Por otra parte, la responsabilidad tributaria origina
un crédito a favor de la Hacienda Pública cuya naturaleza es privilegiada, a diferencia de la
responsabilidad civil, en el que la deuda que corresponde al crédito que ostenta la víctima
frente al sujeto causante del daño sigue el régimen general y de las deudas y créditos”.
227 Código Penal, art. 305. 4º: “Quedará exento de responsabilidad criminal el que
regularice su situación tributaria, en relación con las deudas a que se refiere el apartado primero
de este artículo, antes de que se le haya notificado por la Administración Tributaria la iniciación
de actuaciones de comprobación tendentes a la determinación de las deudas tributarias objeto
de la regularización, o en el caso de que tales actuaciones no se hubieran producido, antes de
que el Ministerio Fiscal, el Abogado del Estado o el representante procesal de la
Administración autonómica, foral o local de que se trate, interponga querella o denuncia contra
aquél dirigida, o cuando el Ministerio Fiscal o el Juez de Instrucción realicen actuaciones que le
permitan tener conocimiento formal de la iniciación de diligencias.
La exención de responsabilidad penal contemplada en el párrafo anterior alcanzará igualmente
a dicho sujeto por las posibles irregularidades contables u otras falsedades instrumentales que,
exclusivamente en relación con la deuda tributaria objeto de regularización, el mismo pudiera
haber cometido con carácter previo a la regularización de su situación tributaria”.
Anterior Código Penal, art. 349.3º.
227 SIMÓN ACOSTA, entre otros: “la interpretación teleológica del precepto obliga a concluir
que el perdón ofrecido por la ley afecta a todas las defraudaciones ilícitas, sean penales o
administrativas”, SIMÓN ACOSTA, E; otra citada, pág. 109.
En contraste con esta tesis otro sector doctrinal mantiene un criterio yuxtapuesto basándose en
que no está regulada en el Código Penal: “tipo penal del artículo 349 no hace referencia a esos
aspectos, no admitiendo ninguna atenuación ni exención especial de responsabilidad. De
haberlo hecho, el texto legal positivo lo hubiera expresado textualmente”. En consecuencia,
126
“es un precepto de carácter administrativo que carece de relevancia alguna en vía penal”.
GORDILLO ÁLVAREZ-VALDÉS, F., “Amnistía, Represión del Fraude...”, en diario El
Mundo de 28 de octubre de 1994.
227 En cuanto a su naturaleza jurídica destaca la tesis doctrinal mayoritaria (MUÑOZ
CONDE, entre otros) de considerar ésta institución una causa de exclusión de la pena y, no
una causa de exclusión de la antijuridicidad, puesto que no se elimina la antijuridicidad del
hecho ya consumado. Tampoco consideramos aplicables los esquemas propios del
desistimiento en el medida en que el hecho ya está consumado. (no compartimos la postura de
BAJO FERNÁNDEZ, que califica la conducta de desistimiento activo en la tentativa, puesto
que sostiene que para la consumación se requiere una liquidación definitiva practicada por la
Administración). APARICIO PÉREZ, la considera causa de justificación fundamentándose en
la distinción entre consumación formal y consumación material del delito que tiene lugar
cuando ya no puede evitarse la producción del resultado. APARICIO PÉREZ, obra citada,
pág. 321.
227 La Ley 25/1995 de modificación parcial de la LGT da una nueva redacción al art.
61 que en su apartado 3º establece: “Los ingresos correspondientes a declaraciones-
liquidaciones o autoliquidaciones presentadas fuera de plazo sin requerimiento previo, sufrirán
un recargo del 20 por 100 con exclusión de las sanciones que, en otro caso, hubieran podido
exigirse pero no de los intereses de demora. No obstante, si el ingreso o la presentación de la
declaración se efectúa dentro de los tres, seis o doce meses siguientes al término del plazo
voluntario de presentación e ingreso, se aplicará un recargo único del 5, 10 ó 15 por 100
respectivamente con exclusión del interés de demora y de las sanciones que, en otro caso,
hubieran podido exigirse.
Estos recargos serán compatibles, cuando los obligados tributarios no efectúen el ingreso al
tiempo de la presentación de la declaración-liquidación o autoliquidación extemporánea, con el
recargo de apremio previsto en el art. 127 de esta Ley”.
Desde el 1 de enero de 1992, el art. 61.2º de la LGT tenía la redacción dada por la Ley
18/1991, de 6 de junio: “Los ingresos correspondientes a declaraciones, liquidaciones o
autoliquidaciones realizadas fuera de plazo sin requerimiento previo, sufrirán un recargo único
del 50 por 100, con exclusión del interés de demora y de las sanciones que pudieran ser
exigibles. No obstante, el recargo será del 10 por 100 si el ingreso se efectúa dentro de los tres
meses siguientes al término del plazo voluntario de presentación e ingreso.
Cuando los obligados tributarios no efectúen el ingreso al tiempo de la presentación de las
declaraciones, liquidaciones o autoliquidaciones extemporáneas, sin solicitar expresamente el
aplazamiento o fraccionamiento de pago, se les exigirá en vía de apremio con un recargo único
del 100 por 100”.
227 A.P. de Barcelona, sección 2ª, Sentencia 12-5-1998 (ARP 1998/2819) (Ponente D.
José Mª VILAJOSANA RUBIO).
227 A. P. de Valladolid, sección 2ª, Sentencia 20-3-1997, (ARP 1997/376) (Ponente
MIÑAMBRES FLORES).
227 “Además, un elemental criterio de coherencia del ordenamiento jurídico obliga a
configurar la prescripción de la obligación tributaria como una excusa absolutoria, ya que en
otro caso, por la vía de la responsabilidad civil derivada del delito, se haría inoperante la
127
prescripción ganada respecto a la obligación tributaria”.FALCÓN Y TELLA, R.; QF, núm. 19,
1998, pág.6.
SILVA SÁNCHEZ, MOLINS AMAT Y MELERO MERINO; “El delito fiscal ante el
“estatuto del contribuyente”, RTT, núm 44, 1999, págs. 77-84.
227 La prohibición de la analogía en perjuicio del reo es un principio penal que se aplica
en el ámbito tributario sancionador. Y la admisión de la analogía o de la interpretación
extensiva de las normas siempre que se realice en beneficio del inculpado. Es un principio
admitido unánimemente en la doctrina y que se consagra en el Derecho interno: Constitución
Española, arts.9.3, 17.1, 25, 53.1 y 53.3; Código civil, art. 4.3 dispone la aplicación supletoria
del Código en materias regidas por otras leyes.
227 “Así, la configuración por vía interpretativa de la prescripción de la obligación tributaria
como una excusa absolutoria basada en la inexigibilidad de la deuda tributaria provocada por
dicha prescripción, en la línea de lo previsto por el actual artículo 305 del Código Penal,
encuentra como principal obstáculo la falta de previsión expresa en dicho Código de una regla
de tal transcendencia para la aplicación de la pena. No en vano, hasta que el nuevo Código
Penal no contempló expresamente la exención de responsabilidad en los casos de extinción de
la deuda por cumplimiento espontáneo fuera de plazo, los intentos de extender al ámbito penal
lo dispuesto en el art. 61.2 de la LGT encontraron importantes reacciones en contra, tanto por
la doctrina penal como por la jurisprudencia, que, en un sector importante se pronunció a
favor de considerar dicha conducta, a lo sumo, como una atenuante de la responsabilidad
penal, pero no como una eximente.
Pero es que, además, en nuestra opinión, la regularización de la situación tributaria a que se
refiere el art. 305.4 del CP exige, como mínimo, la realización por parte del contribuyente, de
forma espontánea, de la declaración correspondiente, es decir, ésta sólo puede ser
consecuencia de una actuación del propio contribuyente.” RAMÍREZ GÓMEZ, S., art. citada,
pág. 63.
227 “Por la vía de la responsabilidad civil derivada del delito, se haría inoperante la
prescripción ganada respecto a la obligación tributaria” FALCÓN Y TELLA, R., QF, núm.19,
1998, pág. 6.
“La obligación prescrita “resucitaría” vía responsabilidad civil, con la sentencia condenatoria,
cuando ya el propio legislador ha declarado que no existe –porque se ha completado el plazo d
prescripción- daño alguno para la Hacienda Pública que deba ser reparado”. FERREIRO
LAPATZA, J.J.; obra citada, RTT, pág. 70.
“de entender que la prescripción por el transcurso de cuatro años no afecta al Derecho Penal,
la conclusión a la que ello conduciría sería la de imponer una condena de responsabilidad civil
que, en el trámite de ejecución de la correspondiente Sentencia, no podría, según las normas
jurídico-tributarias, ser satisfecha por corresponderse a un ingreso indebido que, de producirse,
originaría la obligación de devolución por parte de la Administración”. CÓRDOBA RODA,
Revista Jurídica Catalana, obra citada, pág. 45.
227 Dado que la titularidad para liquidar la deuda en el ámbito penal corresponde al Juez,
el mismo dictará sentencia imponiendo la correspondiente pena de privación de libertad, la
multa procedente (en cuanto pena) y la indemnización correspondiente (responsabilidad civil) a
favor de la Hacienda Pública, la cual normalmente coincidirá con la cuota dejada de ingresar, y
en su caso, como lucro cesante, a ella se incorporarán los intereses de demora. Tal
128
De todo lo expuesto se pueden extraer, en nuestra opinión, dos
consecuencias jurídicas de la trascendencia penal de la aplicación del plazo de
prescripción de cuatro años al delito de defraudación tributaria: una, simplemente que
el tratamiento de un tipo penal en blanco, que se integra por la norma fiscal, en base a
una interpretación unitaria, relacionando las distintas normas del ordenamiento
jurídico, únicamente es un caso de prescripción, prescripción de una obligación por el
transcurso de cuatro años que integra el tipo del injusto del delito de defraudación
tributaria; otra consecuencia jurídica, es que carece de objeto pretender una
responsabilidad civil en base a la siguiente reflexión: si el objetivo de la acción de
responsabilidad civil es reparar el perjuicio económico producido, qué sentido puede
tener dicha acción cuando el perjuicio económico en cuestión ha dejado de ser exigible
por el transcurso del plazo de cuatro años.
129
Segunda.- En cualquier caso, transcurridos cuatro años mantenemos la
improcedencia de la responsabilidad civil derivada de un delito de defraudación
tributaria, puesto que si a un imputado no se le puede exigir responsabilidad criminal
de un delito fiscal porque se ha destruido el tipo del injusto penal, mucho menos se le
podrá exigir la correspondiente responsabilidad civil de dicho delito.
DDD
130
CAPÍTULO V. PROBLEMAS DE DERECHO TRANSITORIO EN
LA MODIFICACIÓN DE LOS PLAZOS DE PRESCRIPCIÓN:
APLICACIÓN RETROACTIVA
I. CRITERIO TRADICIONAL
I.1. CC, ART. 1939 228 Y ORDEN DE 24 DE JUNIO DE 1964 229 POR
LA QUE SE APRUEBA LA LGT.
228 CC, art. 1939: “la prescripción comenzada antes de la publicación de este Código se
regirá por las Leyes anteriores al mismo; pero si desde que fuere puesto en observancia
transcurriese todo el tiempo en él exigido para la prescripción, surtirá ésta su efecto, aunque
por dichas leyes anteriores se requiriese un mayor lapso de tiempo”.
229 La Orden de 24 de junio de 1964 establece que la prescripción comenzada antes de
la entrada en vigor de la LGT (el 1 de marzo de 1964, excepto el art. 64.b) que entró en vigor el
1 de julio) “se regirá por la legislación anterior a la misma”, pero si desde la entrada en vigor de
la LGT transcurre el plazo de prescripción por ella fijado, “surtirá ésta su efecto aunque por la
legislación anterior se requiriese mayor lapso de tiempo” (Boletín-Gaceta, 30 Julio 1964, NUM
156, pág. 1399). Ante la importante reducción, de los hasta entonces vigentes plazos
prescriptivos, que se opera con el art. 64 LGT (aplicación del plazo de prescripción de cinco
años en todos los tributos, excepto en los impuestos de Derechos reales y actos “mortis
causa”, diez años, actual ISyD), la Subsecretaría de Hacienda en la Circular de 29 de febrero
de 1964 dicta, entre otras, las siguientes instrucciones: “2ª. La Inspección de los Tributos
procederá: a) A la inmediata comprobación de las declaraciones que se encuentren pendientes
de este trámite por plazo superior a tres años, y b) A ultimar o, en su caso, a formalizar
documentalmente sus actuaciones investigadoras por hechos imponibles producidos hace más
de tres años (...) 7ª. Considerando la eficacia interruptiva de la prescripción que ha de
reconocerse a cualquier actuación del sujeto pasivo y a toda notificación reglamentariamente
practicada, deberá unirse a los respectivos expedientes cuantos antecedentes de esta clase
existan en las distintas Dependencias u Oficinas de esa Delegación de Hacienda”.
230 El mecanismo del criterio tradicional en nuestro ordenamiento se aplica de la
siguiente forma: en los supuestos de alargamiento del plazo, se atiende al plazo contenido en la
norma derogada; en los supuestos de acortamiento del plazo, se entiende consumada la
prescripción si transcurre: a) plazo fijado en la norma que se deroga si transcurre desde el
momento fijado en esta; b) nuevo plazo, más breve, condado a partir de la entrada en vigor de
la nueva Ley. DIEZ PICAZO Y GULLÓN, “Sistema de Derecho civil”, Volumen I. Tecnos.
131
Este criterio tradicional fue el aplicado por el artículo 1939 del Código civil
con ocasión de la entrada en vigor del mismo. Y por la Orden de 24 de junio de 1964,
dictada tras la aprobación de la LGT que, como se dice en su preámbulo, tiende a
esclarecer las dudas surgidas en cuanto a la aplicación del nuevo plazo reducido a
cinco años de prescripción del art. 64 de la LGT. Ésta disposición, en sustancia, no
hace más que aplicar a la esfera del derecho fiscal la doctrina general del instituto de la
prescripción que inspira el art. 1939 del Código civil, sin embargo, dicha aplicación
hubiera resultado obligada en cualquier caso por la obligatoriedad de su aplicación
supletoria.
231 Ac. 27 junio 1968 ECON.-ADM. (RJ, 1470) : “por lo que conforme al art. 19 de la
L. de 21 marzo 1958, el plazo es de diez años, computable en este caso por no darse la
excepción de la Orden ministerial, invocada, que establece de haber transcurrido los cinco años
desde el 1 marzo 1964”. Ac. 17 septiembre 1970 ECON.-ADM. (RJ 3955): “Que habiendo
comenzado a transcurrir bajo la vigencia de la Ley de 21 marzo 1958 el plazo de prescripción
del derecho de la Administración a liquidar el impuesto, la duración del mismo habría de ser de
diez años, que establecía aquella norma legal, ya que desde la vigencia de la Ley General
Tributaria (1 marzo 1964), no había transcurrido el plazo de cinco años fijado por esta última;”
De idéntico parecer es el Acuerdo 9 abril 1968 (JT 3381) estimando parcialmente la
prescripción: “...el oficio de 12 abril 1965, notificado el siguiente día 14, es una actuación
administrativa de la que ha tenido conocimiento formal el sujeto del impuesto devengado y,
por consiguiente, tiene toda la fuerza y eficacia necesaria para cortar la prescripción; y hay que
contar hacia atrás desde esta fecha de 14 de abril de 1965, que fue cuando la sociedad tuvo
conocimiento de la acción administrativa, para determinar qué cuotas están prescritas; que
estos cinco años, contados hacia atrás, terminan el 14 abril 1960 y como la liquidación
provisional de 1959 se notificó el 22 julio 1960 es evidente que esta cuota no está prescrita,
pero sí lo están, en cambio, las de los años 1957 y 1958, que se notificaron el 17 julio 1958 y 9
julio 1959”.
132
el devengo del tributo, en este caso los servicios que constituyen el hecho imponible
se efectuaban conforme se producían las subastas de pescado232.
“...debe hacerse aplicación del mismo plazo quinquenal para dar un cauce
legal a la rectificación de un acto administrativo, que si bien fue válido en su
momento, deja de serlo con posterioridad en virtud de un acto normativo de
la Administración, y que podría incluso haber sido rectificado de oficio, ya
que la aplicación retroactiva de la norma crea un supuesto especialísimo que al
originar una necesaria devolución de ingresos, sólo “a posteriori” indebidos,
debe encontrar un cauce legal en el caso de litis, pues mientras la
Administración no niegue al importador la reducción de derechos arancelarios
a que éste cree tener derecho, no existe reclamación, sino petición de
aplicación de norma retroactiva,...”
Esta retroactividad del plazo quinquenal cuando el dies a quo se sitúa desde el
1 de marzo de 1964, se aplicará sin perjuicio del efecto de la interrupción de la
prescripción233. Siempre y cuando la causas de interrupción se ajusten al art. 66 LGT,
133
de lo contrario ha de entenderse que la interrupción del plazo de prescripción no se ha
producido y, la prescripción correspondiente seguirá su curso234.
234 STS de 14 junio 1978 (RJ 2183) (Sala 3ª), en el Impuesto de Transmisiones
Patrimoniales, no procede la interrupción por escrito del sujeto pasivo, no se ajusta al art. 66.
No se interrumpe la aplicación de la prescripción de cinco años.
235 R.D. 136/2000, de 4 de febrero, por el que se desarrolla parcialmente la Ley 1/1998,
de 26 de febrero de Derechos y Garantías de los Contribuyentes, Disposición Final Cuarta, 3 :
“Lo dispuesto en el artículo 24 de la Ley 1/1998, de 26 de febrero, de Derechos y Garantías de
los Contribuyentes, y la nueva redacción dada por dicha Ley al artículo 64 de la Ley 230/1963,
de 28 de diciembre, General Tributaria, ...., en lo relativo al plazo de prescripción de las deudas,
acciones y derechos mencionados en dichos preceptos, se aplicará a partir de 1 de enero de
1999, con independencia de la fecha en que se hubieran realizado los correspondientes hechos
imponibles, cometido las infracciones o efectuado los ingresos indebidos, sin perjuicio de que
la interrupción de la prescripción producida, en su caso, con anterioridad a aquella fecha
produzca los efectos previstos en la normativa vigente.”
236 FENELLÓS PUIGCERVER, obra citada, pág. 441: “El valor de tales normas
transitorias no queda reducido a disciplinar el cambio legislativo producido por la aprobación
de nuestro Código civil en 1889 sino que deben ser consideradas como un “derecho transitorio
común”, aplicable a todos los cambios legislativos, extraños a las materias de dicho texto, pero
que carezcan de sus propios preceptos especiales de esta naturaleza”.
237 FALCÓN Y TELLA, QF, núm. 7, 1998, pág. 6.
134
II. ÚNICO PRECEDENTE DE ACORTAMIENTO DEL PLAZO DE
PRESCRIPCIÓN: LEY 29/1987, DE 18 DICIEMBRE, DEL ISD.
238 De esta forma se unificó el criterio sobre prescripción del ejercicio de las acciones que
había sido instaurada por el Código civil. Y se coordinaba con el art. 40.1.a) de la L.G.P. de 4
de enero de 1977, como ha entendido la Circular de 13 mayo 1985 de la Dirección General de
Inspección Financiera y Tributaria.
239 En el art. 66 LGT se dispone que el plazo de prescripción se interrumpe: “Por
cualquier actuación administrativa, realizada con conocimiento formal del sujeto pasivo...” y
“por cualquier actuación del sujeto pasivo conducente al pago o liquidación de la deuda
tributaria”.
240 La Disposición Transitoria Primera de la Ley 29/1987, de 18 diciembre, reduce
el plazo de prescripción de diez años a cinco años, con efectos retroactivos a partir del 1 –1 -
1988.
241 STS de 2 noviembre 1992 (RJ 8633) (Ponente el Magistrado MARTÍN HERRERO):
“...y era aplicable lo dispuesto en el art. 64-a) de la Ley General Tributaria, en su redacción de
28-12-1963, en relación con el art. 65, el último de los cuales expresaba que el plazo de
prescripción de la acción para exigir el Impuesto comenzará a contarse desde el día del
135
MENÉNDEZ HERNÁNDEZ, señala que el objeto de la reforma al dilatar
el plazo de prescripción durante el tiempo hábil para presentar las declaraciones, es
perseguir la ocultación fiscal de los que no presentan sus declaraciones242.
devengo, y éste se produce, según el art. 29 de la Ley 6-4-1967, “el día del fallecimiento del
causante de la sucesión o cuando adquiere firmeza la declaración de fallecimiento del ausente.”
242 “Como explica la Exposición de Motivos de la Ley, la reforma pretende perseguir la
ocultación fiscal de los que no presentan sus declaraciones, y por ello dilata el plazo de
prescripción durante el tiempo hábil para presentarlas.
Los que no presentan infringen la Ley. Pero no por acción, sino por omisión. ¿Y cuándo
comienza esa omisión? Cuando concluye el plazo voluntario de presentación. Antes no puede
haber infracción, pues el no presentar hasta el último día del plazo constituye una actitud lícita,
bendecida por el legislador. Se incumple la obligación de presentar la declaración dentro del
plazo cuando transcurre el plazo de presentación. Desde ese momento se incurre en
responsabilidad y pueden imponerse las multas por presentación tardía” MENÉNDEZ
HERNÁNDEZ, Jose; “La prescripción extintiva bajo el área normativa del Impuesto General
sobre Sucesiones y Donaciones”; Impuestos, revista de doctrina, legislación y jurisprudencia,
núm. 3, 1986, págs. 133 y 134.
243 Primera norma transitoria en modificación de plazos de prescripción, seguida por la
Disposición Transitoria Primera de la Ley 29/87 de ISD y, art. 24 LDGC.
136
vigor de la Ley 10/85, se regirán por el cómputo antiguo y el dies a quo del plazo de
los cinco años comenzará a contarse desde el mismo día del óbito. Por el contrario, las
herencias causadas después del 27 de abril de 1985, se regirán por el nuevo cómputo y,
en ellas, el plazo de los cinco años se empezarán a contar desde el día en que finalice el
plazo reglamentario para presentar la correspondiente declaración, es decir, un año
después del óbito del difunto.
137
prescripción no es el particular, sino la Hacienda Pública, que ve extinguido su
derecho seis meses antes frente a la regulación anterior.
246 CAZORLA PRIETO, L.M.; MONTEJO VELILLA, S.; “El Impuesto de Sucesiones
y Donaciones”, Civitas, Madrid, 1991, págs. 222 y ss.
247 “La entrada en vigor de la nueva Ley del Impuesto de Sucesiones ha traído como
consecuencia la presentación en las Oficinas Liquidadoras de un gran número de documentos
relativos a transmisiones mortis causa, en los que se pide la declaración de prescripción del
tributo, por cuanto, los herederos conocedores con anticipación del breve plazo que regirá a
partir de 1988, estaban agazapados a la espera de la benevolente normativa actual.
Paradógicamente se ven más favorecidos aquellos que demuestran un ánimo defraudador más
antiguo, los que transparentan una mayor contumacia en el deseo de sorprender al Fisco. Ello
es debido a la diferencia de cómputo del plazo de prescripción según el momento de iniciarse
aquélla”. MENÉNDEZ HERNÁNDEZ, J.” Breve repertorio del nuevo Impuesto sobre
Sucesiones y Donaciones”; Impuestos, nº 13, 1 julio, 1989.
248 Entre otras, la sentencia 13 febrero 1998 del TSJ de Galicia (Normacef) (Ponente
el magistrado Vesterio Pérez) vuelve a aplicar el plazo de cinco años retroactivamente, aunque
el devengo del impuesto se produce bajo la vigencia del plazo de prescripción de diez años
para el ISD, ya que la Ley 29/87 así lo prevé y será la Ley aplicable al caso por ser la más
favorable para el contribuyente por el transcurso de cinco años entre la fecha del fallecimiento
del causante y la notificación formal de la liquidación al sujeto pasivo. El Tribunal señala en su
Fundamento de Derecho II: “...la presentación se hizo ante la Oficina Liquidadora el 1 de abril
de 1991, por lo que al haber acaecido el hecho imponible el 3 de noviembre de 1986 (fecha de
fallecimiento del causante),..., es evidente que la legislación aplicable hasta el 1 de enero de
138
La jurisprudencia ha considerado de una manera unánime la aplicación
retroactiva y su declaración de oficio de dicho plazo prescriptivo, en diversos
pronunciamientos. Así, entre otras, el TS en sentencia de 2 de noviembre de 1992
(RJ 1992/8633) (Ponente el Magistrado Martín Herrero) señala la improcedencia del
principio “tempus regit actum”, según el cual se aplicará la norma vigente en el
momento de acaecimiento del hecho imponible, y declara prescrito el derecho de la
Administración a practicar liquidaciones por Impuestos sucesorios, en base a la
aplicación del plazo de cinco años con carácter retroactivo a hechos imponibles
acaecidos antes de la entrada en vigor de la Ley 29/1987:
“...esta Sala no puede aceptar la tesis mantenida por la sentencia apelada, que
aplicando el principio ‘tempus regit actum’ prescinde de aplicar la
retroactividad de la Ley de 1987....
TERCERO.– Frente a lo mantenido por la sentencia apelada, sin
razonamiento alguno, es aplicable a las herencias de doña María y don Jesús,
el plazo de prescripción de cinco años, porque así lo establece la Disposición
Transitoria Primera de la Ley del Impuesto sobre Sucesiones de 18 – 12 –
1987, en la que se declara aplicable dicho plazo de prescripción a ‘los hechos
imponibles acaecidos con anterioridad’ a 1 –1 – 1988, que es precisamente lo
ocurrido con los hechos imponibles que originaron los fallecimientos de doña
María y don Jesús, ocurridos en los años 1984 para la primera y 1982 para el
segundo, puesto que en aquellas fechas ya habían transcurrido los cinco años
desde el fallecimiento de cada uno de ellos, o sea, desde el acaecimiento del
hecho imponible,.....
1988 se regulaba por el Decreto de 6 de abril de 1967, por lo que de acuerdo con el art. 25 el
período finalizado es de cinco años, por lo que es aplicable el art. 132 del Decreto de 6 de abril
de 1967 en que la acción para determinar la deuda tributaria prescribirá en los plazos señalados
en el artículo 64, a) de la Ley General Tributaria, que para el caso del Impuesto sobre
Sucesiones será de 10 años, por lo que si entre la fecha del devengo, 1986, y la notificación
formal de la liquidación, 1992, han transcurrido más de cinco años, dicha liquidación ha de
considerarse prescrita, la aplicación entre dichas fechas de una Ley más favorable para el
recurrente, cual es la Ley de 18 de diciembre de 1987”·
249 Resolución DGT de 27 Julio 1988.
139
tratamientos desiguales, puesto que a herencias causadas el mismo año se les aplicó el
plazo de diez años y de cinco años respectivamente. Así, en la STSJ de Andalucía de
5 de abril de 1993 (JT 399) (Ponente Santandreu Montero), cuyo hecho imponible,
acaecido el 7 de mayo de 1978, no había agotado de una manera plena sus efectos el 1
de enero de 1988, ya que quedaban pendientes las etapas de liquidación y cobro250 y,
por tanto, al tratarse de una relación jurídico tributaria en curso a fecha de 1 de enero
de 1988, procedió la aplicación del plazo de prescripción de cinco años de la
Disposición Transitoria Primera de la Ley 29/1987. Plazo de cinco años superado con
diferencia, según un elemental cómputo de 7 de marzo de 1978 (fallecimiento del
causante) a 3 de diciembre de 1987 (presentación declaración), del derecho de la
Administración a determinar la deuda tributaria mediante la oportuna liquidación.
140
FALCÓN Y TELLA252 señala consecuencias absurdas de discriminación
entre contribuyentes: así, se llegó a la validez de una inspección iniciada a los nueve
años y medio en la que se notificaba la liquidación el 31 de diciembre de 1987, pues a
tal liquidación no le afectaba el nuevo plazo que entraba en vigor el 1 de enero
siguiente; mientras se aplicaba la prescripción a las inspecciones iniciadas a los cinco
años y un día que no estuvieran ultimadas el 1 de enero de 1988.
entonces de efectos agotados bajo la ley antigua, que no pueden ser afectados por la nueva en
aras de la seguridad jurídica, razones que abonan la desestimación de la prescripción”. (STSJ
de Andalucía, 29-10-1990, FD Segundo).
252 FALCÓN Y TELLA, R.; QF, núm. 7, 1998, págs. 6 y 7.
MENÉNDEZ HERNÁNDEZ para evitar la generalización de abusos en detrimento de los
intereses del Fisco sugiere un párrafo modificativo de la Disposición Transitoria Primera,
trasunto del art. 1939 del Código civil: “La prescripción comenzada antes de la publicación de
la Ley 29/1987 de 18 de diciembre se regirá por las leyes anteriores a la misma; pero si desde
que fuere puesta en observancia transcurriese todo el tiempo en ella exigido para la
prescripción, surtirá ésta su efecto, aunque por dichas Leyes anteriores se requiriese mayor
lapso de tiempo.
Sugiero esta reforma amparándome en el deseo de salvaguardar los derechos de la Hacienda
Pública frente a unas situaciones pasivas de los contribuyentes no merecedoras de especial
protección” MENÉNDEZ HERNÁNDEZ, J.”Breve repertorio del nuevo Impuesto sobre
Sucesiones y Donaciones”, Impuestos, nº 13, 1 de julio, 1989, pág. 29.
253 “La prescripción es un instituto que se fundamenta de manera casi exclusiva en la
seguridad jurídica, y no en la equidad, que aconsejaría mantener indefinidamente abierta la
posibilidad de exigir el tributo a quien ha incumplido sus obligaciones, al menos en los
supuestos de infracción (...) importa que, al regular la prescripción, se utilicen criterios claros y
precisos, cuya apreciación no resulte controvertida; ya que si, por definición, la prescripción no
puede resultar nunca completamente equitativa, que al menos sirva eficazmente a la seguridad
jurídica que la fundamenta”. FALCÓN Y TELLA, R.; QF, núm. 14, junio, 1996, pág. 6.
141
La STSJ de Andalucía de 5 de abril de 1993 (JT 399) (Ponente Santandreu
Montero), aplica retroactivamente el plazo de prescripción de cinco años en base al
principio de seguridad jurídica sin más límites que los principios constitucionales:
142
En nuestra opinión, en principio, dicha omisión no prejuzga en absoluto que
el nuevo plazo reducido comience a correr a partir del 1 de enero de 1999 y, por otro
lado, dicho precepto tampoco prohibe expresamente la aplicación retroactiva del
plazo de cuatro años. En consecuencia, entendemos que aplicando el principio
general254 de que lo no prohibido está permitido, consideramos que nada impide
deducir que dicha Disposición Final séptima permite lo que la doctrina denomina
retroactividad “impropia” o de grado medio, es decir, sometimiento al nuevo plazo de
prescripción de cuatro años, de situaciones nacidas con anterioridad a su entrada en
vigor (1 de enero de 1999), pero no consumadas255.
143
prescripciones en curso no consumadas por el hecho de haber pospuesto la misma
LDGC la entrada en vigor del nuevo plazo reducido: “la citada disp. Séptima ha de
interpretarse, en mi opinión, en el sentido de que el nuevo plazo a de tenerse en
cuenta a partir del 1 de enero de 1999 incluso respecto de las prescripciones en curso,
computando los cuatro años desde la última interrupción que se haya producido”256. Y
justifica la deficiente redacción de la norma, al no hacer referencia alguna a su
aplicación retroactiva, señalando que lo que intenta evitar es una aplicación retroactiva
indiscriminadamente a todos los hechos imponibles anteriores que estuvieran siendo
objeto de inspección:
“Cabe incluso aventurar la razón de esta laguna, que a mi juicio no puede ser
otra que evitar las consecuencias absurdas a que llegó la Res. DGT 27 de julio
1988, por la que se aclararon determinadas dudas planteadas por la disp.
Trans. Primera de la Ley 29/1987. Como esta norma establecía expresamente
que el nuevo plazo de cinco años se aplicaría a los hechos imponibles
anteriores a la entrada en vigor del mismo, la DGT se consideró obligada a
extender la prescripción incluso a las obligaciones que estaban siendo objeto
de comprobación e investigación, cuando entre el inicio de las
correspondientes actuaciones y la finalización del plazo de declaración habían
mediado más de cinco años. De manera que, paradójicamente, se mantenía la
validez, por ejemplo, de una inspección iniciada a los nueve años y medio que
hubiera desembocado en una liquidación notificada antes del 31 de diciembre
de 1987, pues se entendía que tal liquidación no se veía afectada por el
acortamiento del plazo, ya que éste había entrado en vigor el 1 de enero
siguiente; mientras que la inspección iniciada a los cinco años y un día que no
estuviera ultimada el 1 de enero de 1988 se veía abocada necesariamente a la
declaración de la prescripción, con la consiguiente discriminación entre
contribuyentes”.257
144
con ciertas dudas, por una aplicación retroactiva del nuevo plazo, pero señala que si la
Administración sostiene la tesis contraria, ante la falta de previsión de la LDGC, serán
los Tribunales los que resuelvan dicha omisión normativa sobre la retroactividad.
145
retroactivo de las leyes penales que favorecen al reo, en los delitos contra la Hacienda
Pública cuyo bien jurídico protegido se define por normas tributarias.
146
SILVA SÁNCHEZ, MOLINS AMAT y MELERO MERINO267, sobre la
base de configurar la prescripción de la obligación tributaria por el transcurso del
tiempo como una regularización de la situación tributaria, contenida en el art. 305.4º
del C.P., consideran aplicable retroactivamente ésta eximente de responsabilidad
penal, diferenciando que no se trata de una aplicación retroactiva del plazo de
prescripción de cuatro años para las obligaciones tributarias.
267 “La eximente que hemos tratado de configurar sería aplicable retroactivamente....,
aquí no se trataría de una aplicación retroactiva del plazo de prescripción de cuatro años para
las obligaciones tributarias. Se trataría, por el contrario, de la aplicación retroactiva de una
eximente penal (la regularización de la situación tributaria por prescripción de la obligación)
contenida en el art. 305.4 CP –según creemos- o construible por analogía in bonam partem.
Así, aunque tal nuevo plazo de prescripción del derecho de la administración a la liquidación de
la deuda (art. 24 LDGC), per se no pueda aplicarse retroactivamente, por no pertenecer al
Derecho sancionador (a diferencia de lo que sucede en la prescripción de las infracciones y de
las sanciones), sí debe aplicarse retroactivamente, tan pronto como la Ley que lo regula entra
en vigor, en la medida en que configura una eximente de responsabilidad penal”. SILVA
SÁNCHEZ, MOLINS AMAT y MELERO MERINO, “El delito fiscal ante el “Estatuto del
Contribuyente”, RTT, núm. 44, 1999, pág. 84.
268 Esta retroactividad no se encuentra vedada por la Constitución, como aclara nuestro
Tribunal Constitucional : STC 150/1990, la seguridad jurídica no puede erigirse como valor
absoluto ni puede ser entendido como un derecho de los contribuyentes al mantenimiento de
un determinado régimen fiscal.; STC 126/1987, de 16 de Julio, ha precisado que el límite o
barrera de la seguridad jurídica tiene menos vigor en los casos de la llamada “retroactividad
impropia” que en los de retroactividad auténtica, caso en el que sólo exigencias cualificadas de
bien común podrían imponerse excepcionalmente a tal principio”.
269 “Desde esta perspectiva, conviene señalar que el hecho de que quien cumple con sus
obligaciones formales fuera de plazo sea de peor condición que quien las incumple
absolutamente es algo consustancial al instituto de la prescripción, que a través del juego de las
causas de interrupción favorece a quien no rompe en ningún momento el silencio de la relación
jurídica”. FALCÓN Y TELLA, R.; “La prescripción en materia tributaria”, La Ley, Madrid,
1992, pág. 122.
147
III.2. PRONUNCIAMIENTOS JUDICIALES.
148
Segunda.- Carece de toda lógica entender que del silencio del legislador en la
LDGC, proceda aplicar supletoriamente el criterio tradicional, que significaría que el
nuevo plazo de cuatro años comienza a correr el 1 de enero de 1999; cuando lo más
lógico, en su caso, hubiera sido dictar una disposición transitoria señalando la
aplicación del criterio tradicional.
DDD
149
150
CONCLUSIONES FINALES
151
prescripción del derecho a liquidar el ISD, cuando se promueva un litigio sobre
contratos relativos al hecho imponible hasta que recaiga resolución firme.
152
Décimo segunda.- Determinar el bien jurídico tutelado por el Delito Fiscal
nos permitirá resolver las cuestiones prácticas que surjan de la aplicación de la figura
delictiva. Entendemos que aunque la tipificación de dicho delito siempre va a tener
una repercusión patrimonial (en la medida en que de una forma indirecta se protege el
Erario Público como conjunto de bienes y derechos de carácter económico cuyo
titular es la Administración Pública), sin embargo, su bien jurídico protegido tiene una
dimensión mucho más amplia que comprende además de la obtención de recursos por
parte del Estado (función recaudatoria), una función redistributiva de riqueza para la
realización de las competencias correspondientes. En base a la concepción de la
Hacienda Pública funcional se construye el bien jurídico protegido objeto de nuestro
estudio, y se justifica la configuración del ilícito como delito de resultado, en la medida
en que se exige un perjuicio para la función recaudatoria, elemento esencial de la
Hacienda dinámica.
153
Décimo octava.- De lege ferenda, proponemos la regulación expresa en el CP
de una excusa absolutoria con el fin de dotar de unidad al ordenamiento jurídico.
Mientras no se promulgue la excusa absolutoria en el ámbito penal proponemos una
interpretación teleológica de las normas de prescripción de la obligación tributaria, en
la medida en que el ordenamiento encuentra su carácter unitario en un conjunto de
principios estructurales, esencia de la interpretación principialista.
154
Vigésimo tercera.- Carece de toda lógica entender que del silencio del
legislador en la LDGC, proceda aplicar supletoriamente el criterio tradicional, en
cuanto a la posible aplicación retroactiva del plazo de prescripción de cuatro años,
sino que lo más lógico, en su caso, hubiera sido dictar una disposición transitoria
señalando la aplicación de dicho criterio tradicional. Por otro lado, aplicar dicho
criterio implicaría posponer en exceso la aplicación del nuevo plazo más corto.
DDDDD
155
156
FUENTES DOCTRINALES
DEL ROSAL, “Tratado de Derecho Penal Español”, Parte General, Vol. II, Madrid,
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Código Civil.
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B. ÍNDICE GENERAL DE JURISPRUDENCIA
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
TRIBUNAL SUPREMO
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STS 5 Jul. 1957 (RJ 1957/2554).
166
STS 23 Marzo 1996.
AUDIENCIA NACIONAL
167
TRIBUNALES SUPERIORES DE JUSTICIA
AUDIENCIAS PROVINCIALES
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SAP Barcelona 10 Junio 1999, Secc. 15ª (AC 1999/7353).
JUZGADOS DE LO PENAL
COMUNIDAD EUROPEA
169
Acuerdo 9 Abril 1968 (JT 3381).
170
INTERRUPCIÓN DE LA PRESCRIPCIÓN.
171
SUSPENSIÓN
172
STC 116/1999 de 17 Junio (RTC 199/116).
173
Auto Juzgado Nº 6 de Mataró de 25 de Noviembre 1999.
174
MODIFICACIÓN DE LOS PLAZOS DE PRESCRIPCIÓN: SU
APLICACIÓN RETROACTIVA.
DDDDD
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