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África en tiempos
de la esclavitud
960
O42o Del olvido a la memoria: África en tiempos de la esclavitud
/ ed. por Rina Cáceres Gómez.
– 1. ed., – San José, C.R. : Oficina Regional de la
UNESCO para Centroámerica y Panamá, 2008.
66 p. : 21 x 27 cm. il.
ISBN 978-9968-9656-9-9
1. ESCLAVITUD-CULTURA. I. Título.
Prohibida la reproducción total o parcial. Todos los derechos reservados. Hecho el depósito
de ley.
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de la esclavitud
INDICE
PrImEra PartE
Las culturas originarias .................................................................................. 5
SEguNDa PartE
Esclavización y tráfico ................................................................................... 8
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de la esclavitud
PrImEra PartE
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ESCLavItuD y mEmorIa
EN ÁfrICa
Elisée Soumonni
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como una actividad criminal. Así, las familias reales de los reinos que
negociaron personas prefieren poner el acento en su contribución
en la extensión territorial de sus países por la vía armada que en la
esclavización de sus cautivos de guerra.
Debemos recordar que, casi siempre, la esclavitud se inició por medio
de la violencia. Esta violencia redujo el status de una persona de una
condición de libertad a una condición de esclavitud. La guerra es el
tipo de violencia más común puesto que los cautivos de los conflictos
pudieron ser considerados como botín y ser esclavizados. No es de
extrañar que la era del comercio transatlántico de personas esclavizadas
coincidió con muchos casos de guerra en África. Si bien aparentemente
no todos esos casos fueron motivados por la búsqueda de personas para
esclavizar, el vínculo entre guerras y cautivos para la esclavización fue
muy estrecho. Hubo, por supuesto, como en la era previa al comercio
transatlántico de personas, otras vías de esclavización, tales como el
castigo judicial por asesinato, hurto, adulterio y brujería. Estas vías, sin
embargo, estuvieron cada vez más arraigadas en la violencia inducida
por el comercio transatlántico de personas esclavizadas.
La preservación de la memoria de la esclavitud debe por lo tanto
abordarse desde diversos niveles: el colectivo y el individual, el público
y el privado. El comercio de personas y la esclavitud opusieron no
sólo a diferentes grupos étnicos y áreas culturales, sino también a
integrantes de los mismos grupos étnicos, e incluso de las mismas
familias. En el proceso, los captores podían llegar a ser cautivos y
esclavizados y los individuos ex-esclavizados podrían convertirse en
comerciantes de personas esclavizadas.
En una situación tan compleja e intrincada, la preservación y
el significado de la memoria del comercio de personas y de la
esclavitud varían de un lugar a otro. En aquellas áreas objeto de
los ataques de reinos esclavistas como Dahomey, el resentimiento
contra los perpetradores de estos ataques y sus descendientes es
una viva realidad. La memoria de la esclavitud es también objeto de
manipulación, a veces por el silencio que rodea el papel desempeñado
por actores notables. En la bahía de Benín, por ejemplo, el nombre del
brasileño Francisco Félix de Souza está estrechamente asociado con
la historia del comercio de personas, particularmente en Dahomey.
Sin embargo, la tradición de la familia en ouidah —uno de los más
importantes puertos esclavistas en la costa occidental africana—
apenas hace referencia a este aspecto básico de las actividades de su
antepasado. Es cierto que Francisco dejó numerosos descendientes
de su unión con varias mujeres locales a lo largo de la bahía de Benin.
Muchas de ellas son miembros de una élite educada, preocupada por
reivindicar su descendencia de un antepasado humanitario más que
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Por ello, desde las primeras décadas del siglo XVI, Panamá fue
escenario de una serie de protestas contra la esclavitud, como lo fue
en las minas de Acla (1530) en la costa caribeña; en el Camino Real,
en el río Chagre, en Nombre de Dios y en Ciudad de Panamá. Para
1553 existían más de 800 africanos cimarrones de diferentes orígenes
ubicados en las cercanías del Camino Real; en la desembocadura del
río Chagres; en las cercanías de la península de San Blas y en el golfo
de Urabá.
Algunas de estas protestas fueron ef ímeras, otras llegaron a madurar y
conformar palenques; entre ellos sobresalen las de Bayano, Portobelo
y Cerro de Cabra, con los que las autoridades firmaron pactos de
reconocimiento mutuo en los que los africanos renunciaron a nuevos
alzamientos, juraron lealtad a las autoridades y se asentaron en sitios
específicos.
Los informes que se conservan de estas reuniones indican que los
africanos habían construido alianzas multiétnicas en la conformación
no solo de los palenques, sino en la consolidación del poder. Así entre
los asientes a la reunión de Portobelo con las autoridades españolas,
encontramos a Luis Mozambique, Antón Congo, Cristóbal Sape,
Miguel Biáfara, Gaspar Bran, Pedro Mandinga, Antón Bañol, por
citar solo algunos.
Igual situación encontramos en la firma de los pacto con los de Cerro
de Cabra y con Bayano, que para entonces era el palenque más grande,
dirigido por un rey en una sociedad estratificada conformada por poco
más de 300 personas. La negociación de este último fue realizada por
Antón Mandinga. Por sus declaraciones, se sabe que el movimiento
estaba liderado por un rey con jefes militares regionales. El Rey era
Domingo Congo, sus capitanes Antón Mandinga, juan Jolofo (Wolof ),
Vicente Sape, y Gaspar Bran.5
Esta diversidad étnica no era exclusiva de los palenqueros, en las
cuadrillas de estibadores de 1570 por ejemplo, encargados de la
carga y descarga de los barcos así como del acarreo de productos,
encontramos a juan Primero Zape, Diego Zape, Luis Gelofo (Wolof ),
Antón Biáfara, Pedro Bran, Simón Biáfara, Alejandro Bran, Antón
Biáfara, Gaspar Bañol, Miguel Bran y Martín Mandinga.
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LA TIERRA IGBO
G. Ugo Nwokeji
Los Igbo conforman uno de los grupos étnicos africanos cuya tierra
natal está en el sudeste de Nigeria, la región desde donde salieron
el 90% de todos los cautivos que fueron enviados desde la bahía
de Biafra a las Américas durante los siglos que duró el comercio
atlántico de africanos esclavizados. Otros grupos étnicos de la región
son los: ibibio, ejagam, y efik, así como los ijo del delta del río Níger
y el Ogoni.
Aunque es uno de los innumerables grupos étnicos, la lengua Igbo
es hablada por al menos el 65% de la población de toda la región. Los
primeros hablantes se originaron y residen sobre todo en cinco de los
36 Estados nigerianos: Abia, Anambra, Enugu, Imo, y Ebonyi. Hay
también poblaciones Igbo en los Estados Delta y Rivers ambos en el
delta del Níger. Los igbo son reconocidos como hábiles comerciantes y
empresarios, y muchos de ellos residen a lo largo de África occidental.
Las estimaciones actuales indican que los constituyen entre 25-35
millones de personas hoy en día.
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Más confusa aún es la cuestión del origen del término Igbo, que ha
ocupado por mucho tiempo las mentes de los académicos, de los
historiadores locales y de la gente en general. La región Igbo ha estado
ocupada constantemente desde el período neolítico, cuando surgió la
agricultura. Aunque es confuso el cuándo y cómo el grupo identificado
como Igbo emergió en la actual tierra Igbo, la evidencia sugiere que
ya para el siglo XV había ocupado la parte central de lo que se conoce
hoy como Igboland. ¿Cómo entonces un grupo autoidentificado como
Igbo emergió o cómo, el sentido y la identidad Igbo se dispersó desde
esta pequeña área hasta alcanzar a una cantidad de gente mucho
mayor?
Mientras que la mayor parte de las tradiciones orales de los grupos
africanos hablan de la inmigración de los grupos como un factor
fundamental en su actual residencia, las tradiciones de la mayor
parte de las sociedades Igbo no reportan ninguna inmigración, lo
que significa que si ello ocurrió debió ocurrir muy atrás en el tiempo,
como para que la memoria pudiera recordar. Sabemos que, al menos
desde el 1000 dC, oleadas de inmigrantes llegaron a la región y, al
cabo del tiempo, algunos de estos grupos llegaron a identificarse y a
convertirse en igbos.
Por esta razón, las densamente pobladas regiones centrales Igbo se
refieren a lo Igbo como “corazón de la tierra”, es decir, el área donde
primero se asentó un grupo autoidentificado como Igbo. Al final del
siglo XIX, sólo la gente de esta región fue llamada y se llamó a sí
misma, Igbo. La gente de otros grupos, a pesar de hablar la misma
lengua, tendieron a llamarse a sí mismos por los nombres de sus
ciudades, aldeas o clanes respectivos. De hecho, muchos grupos que
llegaron a ser Igbo en los siglos XIX y XX no fueron Igbo en épocas
anteriores. Este hecho parecería prestar crédito a la idea de que la
identidad étnica Igbo había sido forjada en las Américas junto con
las actividades de la diáspora Igbo y, que esta identidad se habría
consolidado durante el dominio colonial británico, en el siglo XX.
Sin embargo, la existencia de las ciudades Ama-Igbo (Igbo Square) e
Igbo-Ukwu (Gran Igbo), anteriores al comercio atlántico de personas
esclavizadas, indicaría que la gente de las tierras centrales o, por lo
menos, algunas de ellas, se habían identificado como Igbo por muchos
siglos, y que las nociones de la identidad Igbo habrían goteado desde
estas tierras hasta las Américas. El comercio atlántico de esclavizados
y el colonialismo facilitaron simplemente la extensión de la identidad
Igbo.
otra idea equivocada es que la palabra beké, que designa a la gente
blanca, se deriva del explorador escocés Dr. Guillermo Baikie, de
mediados del siglo XIX. Baikie condujo la expedición británica de
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1841 río arriba del Níger, que pasó por allá e interactuó con los Igbo y
otras comunidades en ambos márgenes río abajo. Sin embargo, por el
contrario, los Igbo habían utilizado el término Beké para referirse a la
gente blanca mucho antes de la expedición de Baikie, por lo que la gente
no habría podido pedir prestado este término al explorador. La gente
de la isla del Caribe de Martinica usa el termino beké para referirse
a la gente francesa blanca criolla nacida en la isla, para distinguirla
de la gente francesa blanca metropolitana. Es muy plausible que el
termino beké haya sido llevado a Martinica por la gente esclavizada
Igbo y, con el tiempo, este término llegó a distinguir a esta clase de los
franceses no residentes y otra gente blanca. El que los términos Beké
y Baikie suenen similares es sólo una simple e intrigante coincidencia.
Lamentablemente esta equivocación todavía sigue afianzada en el
folklore Igbo y en la academia hasta nuestros días.
Vida social
Como en todas las sociedades humanas, la vida social Igbo era com-
pleja y variada. Aquí esbozaremos algunas líneas sobre el status so-
cial, la propiedad, el matrimonio y la arquitectura.
El status social fue más el resultado de una posición que debía ser
alcanzada, más que heredada. Las sociedades Igbo carecieron en
buena parte de una nobleza hereditaria o gobernante, de tal modo
que la autoridad individual, la riqueza y el status individuales fueran
ganados por la habilidad y capacidad de la persona. La iniciación en
este tipo de sociedades requirió un gran compromiso material y un
amplio umbral de estándares morales, que solamente el más capaz
y calificado moralmente podía alcanzar. Este esfuerzo por reunir y
sostener estos criterios supuso una fuerte competitividad al interior
de la vida de los Igbo.
Pero la mayor parte de las sociedades tuvieron también una estructura
social basada en grupos de edades, que actuaron como punto de par-
tida para la organización de las actividades sociales, como las fun-
ciones artísticas y las tareas comunales, que fueron específicas a cada
grupo de edad. Muchos clanes tuvieron ambos sistemas: el de edades
y el de status llamado aza; otros tuvieron sólo uno. Y la persona que
poseía un título era conocida como un nze
Sin embargo, el carácter igualitario de la sociedad Ibo que tiende
a ser sobreestimado contrasta con las evidencias. Por ejemplo, los
fundadores de ciertos asentamientos y sus descendientes reclama-
ron a menudo un status especial en relación con los grupos que
llegaron después. Por otra parte, a pesar de que las personas escla-
vizadas eran consideradas inferiores, podían trabajar y subir en la
escala social, y lograr un status muy superior en el transcurso de su
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Política
Con algunas excepciones, la organización social Igbo se caracterizó
por pactos y acuerdos no centralizados. Es decir, el poder político
no estuvo concentrado en una persona o en un pequeño grupo de
personas. La autoridad política, en la mayor parte de la tierra Igbo,
gravitaba en torno a la edad, la sabiduría y la capacidad, y los papeles
prominentes a nivel cívico recayeron en los ancianos y en algunas
agrupaciones tales como las sociedades secretas. Las áreas donde la
centralización política existió o sobrevivió hasta tiempos recientes
estuvieron fuera del corazón de la tierra Igbo y casi sin excepción
en los márgenes geográficos de la tierra Igbo como onitsha, Aboh,
oguta, ossomari y Arochukwu. La mayor parte de estas sociedades
estuvieron claramente influenciadas por el reino de Benin en la
región centro-sur de Nigeria y las sociedades centralizadas del
Middle Belt, en el norte de la tierra Igbo, donde los fundadores de
estos reinos clamaban ser sus descendientes. Arochukwu es el único
lugar donde los migrantes claman orígenes Igbo y reconocen haber
desempeñado un papel central y el único cuyo status como Estado es
el más debatido.
En Ukwu, en el área central de la tierra Igbo, hay evidencias de la
existencia de un alto grado de jerarquía y quizás de centralización
política aunque esta organización social parece no haber sobrevivido
en el tiempo. La evidencia arqueológica de Ukwu demuestra que en
el siglo IX hubo un alto grado de autoridad jerárquica y un comercio
de larga distancia tan lejano como el Medio oriente.
Religión
Así como los Igbo no tenían una sola estructura política, la religión
Igbo tuvo sabores locales. Virtualmente cada ciudad o aldea tuvo por
lo menos una deidad propia. Muchos compartieron sus deidades,
unos por adopción, otros, que fue lo más común, eran migrantes
que reproducían las deidades de sus sociedades natales. A pesar
de las diversas deidades que existieron y de las particularidades
locales en materia de religión, la religión Igbo estuvo dominada
por un sistema de creencias que se apoyaba en la existencia del
“Chi” (dios personal), en los antepasados y en un panteón de
deidades, todos subordinados al “Chi-Ukwu” (con su derivación,
“Chukwu”), que significa Gran Dios. El Igbo también creyó en la
vida después de la muerte, donde las personas buenas disfrutaban
y las malas sufrían. Esta cosmogonía parece haber contribuido a
la frecuente tendencia reportada entre los Igbo a cometer suicidio
bajo la esclavitud americana para acelerar su transición a una vida
mejor. Las religiones originarias sobrevivieron en buena medida
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Agricultura
La temporada de siembra comenzaba con las primeras lluvias de
marzo y continuaba hasta finales de mayo, y la cosecha comenzaba
en agosto y se extendía hasta noviembre-diciembre. Entre ambas
temporadas estaba el ugani (“escasez del alimento”), cuando había poco
de cada alimento, a excepción de maíz fresco y uno que otro vegetal
cosechado durante esta estación. Las cosechas fueron asignadas
en función del género. El ñame, que era el alimento principal, fue
cultivado exclusivamente por los hombres y era visto como el rey de
las cosechas. La mujer cosechaba las calabazas, los melones, el maíz,
el okro, habas, los pimientos, y el cocoyam (malanga). El cocoyam, tuvo
varios nombres en las diferentes partes de América. El término Igbo
para el cocoyam era Ede, edde, o hedeos. El hecho de que solamente
los Igbo utilizaran este nombre en África occidental y que el nombre
se use en diferentes partes de las Américas, sugiere que la gente Igbo
trajo el nombre a América, más que el nombre haya sido llevado de
aquí hacia la tierra Igbo; de otra forma, el nombre hubiera sido más
común entre las sociedades africanas.
Tanto hombres como mujeres contribuyeron de manera significativa
en la agricultura, pero la división del trabajo por género provocó que
ésta se diera de diversas maneras. Los hombres utilizaban las azadas
grandes para cultivar la tierra, mientras que las mujeres y los niños
usaban las pequeñas para escardar y limpiar. La labranza de la tierra,
la plantación y recolección del ñame, la construcción, así como el
subirse a los árboles, era exclusivamente masculino. Los hombres y
las mujeres participaron en la limpieza de los terrenos, pero también
parece haber sido una actividad predominante masculina. Aunque
los hombres y las mujeres eran importantes en el orden agrario de la
región, en la ideología de género que prevalecía, el rol masculino tuvo
un reconocimiento mayor, en parte por la importancia simbólica que
tenía el ñame, simbolismo que se concretaba en la estructura de la
finca, organizada simétricamente en torno a montículos de abono
con un ñame sembrado en el medio de cada uno, y los cultivos de las
mujeres sembrados alrededor de la base; de ese modo no competían
con el ñame por los nutrientes ni el sol.
El trabajo cooperativo era muy común. Los hombres formaron
cooperativas que funcionaron bajo el principio de propiedad privada
de la finca y trabajo recíproco (òhù òrò). Como grupo —a menudo por
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Industria
La industria Igbo consistía sobre todo en el trabajo en hierro, tejido,
cerámica, la talla en madera y la minería. Los artesanos Igbo produjeron
instrumentos de cultivo y una amplia variedad de instrumentos
musicales de madera como los gongs, tambores y flautas, y hubo otros
hechos de calabazas ahuecadas y de melones grandes. E incluso hubo
gongs hechos en metal por los herreros, quienes también hicieron
cuchillos, hojas para los azadones y, en el siglo XIX, armas y cañones.
El trabajo en hierro fue altamente especializado y a menudo fue
asociado con energías sobrenaturales. La mayor parte de los herreros
llegaron sobre todo de la región centro-occidental —particularmente
de Awka, hoy capital del Estado Anambra— y a menudo fueron,
además, curanderos y adivinos. Los herreros viajaban a menudo
de un sitio a otro, vendiendo sus productos y haciendo productos
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EL CRISTIANISMO
EN EL REINO DEL KONGO
Rina Cáceres
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El cristianismo en el Kongo
El cristianismo llegó al Kongo de la mano de
la expansión europea, que buscaba nuevas
rutas para llegar a Asia. En el siglo XV los
portugueses buscaban romper el monopolio
árabe que surtía de especies al Mediterráneo.
Uno de los navegantes fue Diego Cão, quien
surcó la costa de África y llegó al Reino del
Kongo en 1482. A partir de entonces se inicia
la cristianización del Reino. En la década de
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Ver Thornton, john. The Kingdom of Kongo: Civil War and Transition, 1641-1718.
Madison, 1983.
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SEguNDa PartE
ESCLavIZaCIÓN, trÁfICo
y rESIStENCIa
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EL ComErCIo traNS-SaHarIaNo
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Cuadro
Niños en el trafico de esclavizados, 1660-1866
Fuente: David Eltis, Stephen Behrendt, David Richardson, y Manolo Florentino, The Trans-Atlantic Slave Trade Database, versión
revisada, 2007.
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Cuadro
Niños esclavizados en el comercio trasatlántico, por década
año total de embarcados total de desembarcados Porcentaje de niños total de niños desembarcados
Fuente: David Eltis, Stephen Behrendt, David Richardson, y Manolo Florentino, The Trans-Atlantic Slave Trade Database, versión
revisada, 2007.
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Cuadro
origen de los niños en el comercio atlántico
Periodo alta Costa Bahía de Bahía de África centro- Sureste de todas Número de
guinea de oro Benín Biafra occidental África las regiones personas esclavizadas
Fuente: Eltis y Engerman, “Fluctuations in Sex and Age Ratios in the Transatlantic Slave Trade, 1663-1864,” en
Economic History Review, Vol. 46, No. 2, May 1993. oxford, England. Pág. 310.
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Cuadro 4
Porcentaje de niños que cruzaron el atlántico por sitio de origen
región 65 675 70 76 75 776 80 86 85
a 675 a 700 a 75 a 750 a 775 a 800 a 85 a 850 a 867
Promedio 0.5 . . .6 8.8 . 4.6 40.7 5.
Fuente: David Eltis, Stephen Behrendt, David Richardson, y Manolo Florentino, The Trans-Atlantic Slave Trade Database, versión
revisada, 2007
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Cuadro 5
Edad y género de los africanos en el comercio Atlántico de personas esclavizadas
Fuente: Derivado de Geggus David, “Sex Ratio, Age and Ethnicity in the Atlantic Slave Trade: Data from French Shipping and
Plantation Records”. The journal of African History, Vol. 30, #1 (1989), Pág. 24
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Cuadro 6
Sexo y edad en los embarcados por barcos franceses, 1715-92
región ratio entre Niños (%) Hombres (%) mujeres (%) Número
los sexos
Fuente: Geggus David, “Sex Ratio, Age and Ethnicity in the Atlantic Slave Trade: Data from French Shipping and Plantation
Records”. The journal of African History, Vol. 30, #1 (1989), Pág. 28
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La ESCLavItuD
a travéS DEL oCéaNo ÍNDICo
Gwyn Campbell
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Origen y rutas
El tráfico de personas esclavizadas en el mundo del océano Índico
fue terrestre y marítimo tanto al interior de África y la India, como
en el Extremo oriente. Las rutas terrestres se conectaron con las
rutas marítimas en ciertos puntos clave, cerca de las bocas de los
ríos más importantes, en un istmo o en una isla. Desde estos puertos
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El número de esclavizados
Actualmente es imposible estimar con precisión el número de
personas comercializadas en el mundo índico, dada la duración del
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Abolición
En algunas regiones, el movimiento abolicionista del siglo XIX fue
redundante. Mientras que en la colonia del Cabo, en Sudáfrica, el
cambio de una producción de vino por la producción y exportación
de lanas, entre la década de 1820 y la de 1830, disminuyó la necesidad
de mano de obra barata no calificada; en el mundo índico aumentó la
demanda, en la medida en que se amplió la economía a nivel interna-
cional y no se contaba con suficiente mano de obra servil. En el siglo
XIX hubo tres movimientos abolicionistas occidentales en el mundo
índico: la presión de los poderes locales que decretaron leyes contra
la esclavitud; la abolición de la esclavitud en los imperios existentes; y
la puesta en práctica de medidas abolicionistas bajo el nuevo colonia-
lismo de finales del siglo XIX y principios del XX.
La presión de los poderes occidentales incitó a un número de
gobiernos locales de la región, desde el Imperio otomano, Tailandia,
Zanzíbar, Imerina y Etiopía a introducir medidas oficiales contra la
esclavitud y el comercio de personas esclavizadas. Sin embargo, las
formas de esclavitud fueron mantenidas extensamente en estos países
en donde los europeos recurrieron a veces al trabajo esclavizado. Por
ejemplo, los misioneros extranjeros de Madagascar redimieron a
los esclavizados, pero los obligaron posteriormente a trabajar para
ellos, alegando un reembolso por el pago para liberarlos, o alquilaron
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Notas de página
1 A partir del año 2006, el Proyecto La Ruta del Esclavo inició el estudio de otras
rutas de tráfico de personas como la Ruta Trans-sahariana, la del Pacífico y la
del océano Índico. (Nota de la editora).
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2 Richard Price, Sociedades cimarronas, México, D.F., Siglo XXI, 1981, p.11.
3 Kramer, Lovel y Lutz, “La conquista española de Centroamérica”, en: Historia
General de Centroamérica, tomo II, Madrid, FLACSo, 1993, p. 64. Elizabeth
Fonseca, “Economía y sociedad en Centroamérica, 1540-1680”, en Historia
General de Centroamérica, San josé, EDUCA, 1998, tomo II, pp. 120.
4 AGI Panamá 234 /1/5.
5 María del Carmen Mena García. La Sociedad de Panamá en el siglo XVI,
Sevilla, Diputación provincial. 1984, pp. 90 y 91. Es oportuno recordar que
esos nombres son un indicio, pues mediaron muchos elementos que pudieron
distorsionar las referencias, como las diferencias lingüísticas entre los
africanos y el notario español, y la confusión entre puerto de desembarque, y
el origen del vendedor: por ejemplo, un hombre mandinga pudo ser llamado
así por el origen de su vendedor.
6 Enriqueta Vila Vilar, Hispanoamérica y el comercio de esclavos, Sevilla,
Escuela de Estudios Hispano Americanos, 1977, p. 148. Rodney Hilton,
“Upper Guinea and the Significance of the origins of Africans Enslaved in
the New word”, The Journal of Negro History, Vol. LIV, Nro. 4, octubre, 1969,
p. 329.
7 Antonio Carreira, Cabo Verde, formacao e extincao de una sociedade
escravocrata, (1460-1878). Lisboa, Centro de Estudios de Guinea Portuguesa,
1972, p. 138.
8 Idem p. 81.
9 Vila Vilar, op cit., p. 145-152
10 Rodney Hilton, op. cit, p.330 y 331
11 El problema de la soberanía del Kongo se remonta al Tratado de Alcáçovas, de
1479, firmado entre Alfonso V de Portugal y los Reyes Católicos por medio del
cual Portugal obtuvo el control sobre las islas Madeira; Azores; Cabo Verde
y Guinea, mientras que Castilla obtuvo el control sobre las Islas Canarias y
renunciaba a navegar al sur del cabo Bojador en tierra continental frente a las
islas. Esto permitía a Portugal navegar hacia el sur bordeando a África. Pero
cuando Colón regresó de América, el monarca portugués reclamó las “nuevas
tierras” alegando derechos derivados del tratado. Los Reyes Católicos, por su
parte, argumentaron que la navegación se había efectuado por el oeste, y
no al sur de Canarias. Los reyes de Castilla y Aragón acudieron entonces al
Papa Alejandro VI quien, dictó las cuatro bulas Alejandrinas de 1493 y fijó
el meridiano divisorio de las zonas de influencia española y portuguesa a
100 leguas al oeste de las Azores y Cabo Verde, correspondiendo a España
la zona occidental y la oriental a Portugal. Al mismo tiempo, decretó la
excomunión para todos aquellos que pasaran a América sin autorización de
los reyes de Castilla. Ante la protesta de Portugal por su exclusión, firmaron
un nuevo pacto, conocido como el Tratado de Tordesillas en 1494, donde se
definió una nueva línea de demarcación que descendía del polo norte hasta
el sur, que pasaba a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde (meridiano
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situado a 46º 37’ longitud oeste), quedando la parte oriental de América del
Sur, Brasil, adscrito al área de acción de Portugal. España y Portugal ganaban
para si no solo el control territorial, sino la cristianización de América y de
África.
12 Herbert S. Klein, The Middle Passage: Comparative Studies in the Atlantic
Slave Trade (Princeton: Princeton University Press, 1978).
13 joseph C. Miller, Way of Death: Merchant Capitalism and the Angola Slave
Trade 1730-1830 (Madison: University of wisconsin Press, 1988).
14 Según estudios preliminares, la proporción de niños casi se duplicó a lo largo
del siglo XVIII. Dicha proporción se incrementó de un 12,2 % entre 1663
y 1700, hasta llegar a un 22,7% aproximadamente entre 1701 y 1809. Sin
embargo, lo más notable fue el gran incremento en la proporción de niños
luego de la abolición de la esclavitud en Gran Bretaña. Dicha proporción
prácticamente duplicó a la del siglo XVIII, alcanzando un 46,1% entre 1810
y 1867. Ver Eltis y Engerman, “Fluctuations in Sex and Age Ratios in the
Transatlantic Slave Trade,” en Economic History Review, Vol. 46, No. 2, May
1993. oxford, England. Págs. 308-23.
15 Una versión más amplia puede encontrase en Edward Alpers & Himanshu Ray
(eds.), Narratives of the Sea: Encompassing the Indian Ocean World. New
Delhi: Nehru Memorial Museum/ oxford University Press, 2006.
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