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Propuesta Curricular
Contenidos:
1.1 La enseñanza de la lengua en la nueva propuesta curricular.
"La enseñanza/aprendizaje de la Lengua Española en la perspectiva del nuevo currículo parte de una
definición de dicha área en base a un enfoque funcional y comunicativo, capaz de responder a las
necesidades de desarrollo de los sujetos. En España y en algunos países de la América hispánica este
enfoque está presente en las propuestas curriculares más recientes del área de Lengua Española".
"El enfoque funcional y comunicativo, que guía este diseño, se nutre de varias orientaciones teóricas
y metodológicas en enseñanza de la lengua. Recoge lo mejor de la tradición de la clase de lengua,
inspirándose en el país de Pedro Henríquez Ureña. Cuando en 1933 siendo Superintendente de
Educación cambió los programas de lengua y de literatura. En época más reciente, aprovecha la teoría
y el análisis del discurso, pragmática, la sociolingüística, psicolingüística y las ciencias cognitivas;
todas esas disciplinas reunidas en una versión remozada de la lingüística aplicada.
…Es funcional porque privilegia en la lengua el uso –no las reglas y los conceptos- y es comunicativo
porque entre los usos de la lengua, los cuales pueden ser de muy diversos tipos, (como el de
elaboración y organización del pensamiento; el de expresión emotiva; el de finalidad estética…), este
enfoque da prioridad a la comunicación". (Fundamentos del Currículo: Naturaleza de las áreas y ejes
transversales, Tomo II, pág. 1-8).
Basta con estos dos párrafos para colegir que esta área curricular se proyectaba como una de las más
novedosas y atrayentes para superar los enfoques tradicional y estructural de la enseñanza, aunque se
reconocían "sus aportes a la clase de lengua". Estos enfoques, según expresan los responsables de
introducir el nuevo paradigma para la enseñanza y el aprendizaje de la lengua española en el país,
"…descuidan el uso de la lengua en sus diversas formas y situaciones. Tampoco dan importancia a
los sujetos hablantes, a sus saberes lingüísticos y a sus usos adquiridos" (op. cit. pág. 1-8).
El primero implica hacer una conexión entre la gramática que se enseñará y cómo esta funciona en el
marco de la escritura de textos concretos. Por ejemplo, explorar el uso de los tiempos verbales pasado
y presente en las crónicas de los periódicos para relatar y comentar un hecho.
Abordar contenidos concretos como vocabulario ortográfico y normativa útil, debería ofrecerse a
los alumnos estrategias de estudio y trabajo para superar de forma autónoma dichos contenidos.
El vocabulario básico adecuado a la edad estudiada escalonadamente de tal forma que al final de la
Primaria se conozca un volumen razonable razonable de palabras cacográficas
(aquellas que suelen escribirse de forma incorrecta).
Las lecturas de los alumnos, que al mismo tiempo que les sirven como modelos literarios y para la
ampliación de su léxico, pueden ser una fuente valiosa para la incorporación de vocabulario básico
ortográfico.
Otras estrategias son. El dictado de palabras, copiar varias veces una misma palabra, memorización
de normas ortográficas, subrayar las letras difíciles y tener a mano un diccionario.
El aprendizaje de las letras tenía una atención especial en el plan de estudios. No había una
sola asignatura que abarcara todos esos conocimientos, como por ejemplo, Español o
Literatura, nombres todavía inexistentes, sino un conjunto de disciplinas: lectura, escritura,
retórica, gramática, etc. Entre estas, la lectura razonada era la principal.
La clase de composición emergía como una de las innovaciones más útiles y duraderas, la
cual correspondía a la exigencia de la enseñanza práctica, particularmente en la comunicación
escrita. Durante la intervención norteamericana, en la enseñanza de la lengua había tres
disciplinas: lectura y escritura, lenguaje y castellano.
Esa distinción era funcional en los planes de estudios, pues representaba una graduación en
el aprendizaje de la lengua. Lectura y Escritura simultánea y lenguaje eran materias
impartidas en la enseñanza primaria, mientras que castellano correspondía a la enseñanza
secundaria. La composición era parte esencial de la enseñanza del lenguaje en los primeros
grados.
Durante los años de 1919 a 1921, la Superintendencia General de Enseñanza renovó los
planes de estudios de la educación primaria y la educación secundaria. La educación se
extendió a nivel nacional en República Dominicana, abarcando toda la geografía del país. La
Revista de Educación contiene suficiente información al respecto: nóminas, número de
escuelas, lugares a los que se extendió la educación, etc.
Sin embargo, la educación en esa época estaba limitada por problemas no sólo de índole
material, sino de concepción: era una educación muy autoritaria y en conflicto con las
aspiraciones generales del pueblo dominicano.
Hay que resaltar el mantenimiento de la clase de retórica, pero no como asignatura, sino como
contenido de la asignatura castellano. En esa época el indicador más relevante de los cambios
en la enseñanza de las letras lo constituyó la asignatura Historia de la Literatura, que poco a
poco tomaba el espacio llenado desde épocas anteriores por la asignatura Retórica y Poética.
En Max predominó la perspectiva histórica. Fue una novedad la asignatura Literatura patria.
Si Max Henríquez Ureña debe ser considerado como un gran reformador del sistema
educativo dominicano en la década del treinta, su hermano Pedro debe ser tenido como el
modernizador de los estudios de letras en República Dominicana.
En el conjunto de las disposiciones adoptadas por Pedro Henríquez Ureña con respecto a la
enseñanza de la lengua, Castellano en las Escuelas Normales, Lengua Española en la
enseñanza secundaria, se revelaba con claridad un pensamiento renovador de las letras en la
educación dominicana, a tono con los grandes conocimientos y con las experiencias que este
gran humanista había acumulado en otros países en base a sus escritos y a sus prácticas
docentes.
En los estudios primarios la clase de lectura y escritura así como de español propiamente
dicho, conocido también como lenguaje, se habían implantado y codificado de tal manera
que en el país, como en toda América hispánica, se usaban los mismos métodos, planes de
estudios semejantes, y con frecuencia los mismos libros de textos y de consulta.