Está en la página 1de 2

permitía el control fáctico de los miembros de los poderes legislativo y judicial,

así como
de los Gobernadores de los Estados. En la última década del siglo pasado, y
con
mayor intensidad, en la primera del presente, la apertura democrática ha
influido en la
recuperación o activación de los mecanismos constitucionales para el equilibrio
de los
poderes.
Una de las principales y más evidentes transformaciones que ha
experimentado el
sistema político mexicano en su apertura democrática, es el desarrollo del
pluripartidismo como opción real para que en el marco institucional vigente, los
actores
políticos accedan a los cargos de representación en los diferentes niveles de
gobierno,
logrando, además de la alternancia la existencia de gobiernos plurales y
divididos en
los niveles Federal, Estatal y Municipal. A partir de esta nueva conformación, la
introducción y práctica de procesos democráticos en las instituciones de poder
alteran
o modifican la interacción del presidente con otros agentes políticos y sociales,
obligando a encontrar los puntos de equilibrio que permitan que el proceso
decisional
sobre los asuntos públicos funcione y contribuya a fortalecer el buen gobierno y
la
gobernabilidad.
A continuación, se analizan cuatro escenarios del presidencialismo
democrático, en los
que el Ejecutivo Federal confluye con los poderes legislativo y judicial, con los
gobiernos de los estados, y frente al funcionamiento de los órganos
constitucionales
autónomos.
2.1 Presidencialismo democrático y poder Legislativo
De acuerdo con la Constitución, México cuenta con un poder legislativo
autónomo,
cuyos miembros representan a los diferentes intereses de los votantes que los
eligieron, son responsables de elaborar las leyes y de actuar como contrapeso
del
ejecutivo mediante la limitación o control de algunas de sus prerrogativas.
52
No obstante, durante el presidencialismo autoritario, el Congreso se comportó
como
aliado para confirmar las iniciativas presidenciales, y abdicó a la integridad de
sus
funciones para retribuir o corresponder a los intereses del titular del ejecutivo,
ya que
éste, como jefe de facto del partido hegemónico, era quien repartía los cargos
públicos
y posibilitaba la continuidad a las carreras políticas de sus miembros.
Finalmente, el
ejercer este rol de manera generalizada sobre todos y cada uno de los
miembros del
Congreso permitía retroalimentar y fortalecer la posición hegemónica del
Presidente.
El avance de la transición democrática muestra distintos escenarios, en los que
durante
los últimos diez años se observan poderes divididos con la siguiente
composición:
gobiernos de minoría, en los que la representación del mismo partido del
Ejecutivo es
la primera minoría dentro del Congreso (2000-2003, 2003-2006 y 2009-2012), y
también de gobiernos sin mayoría, en los que la mayoría es de un partido
diferente al
Ejecutivo, y además sobrepasa la suma de las dos primeras minorías, entre las
que se
encuentra su propia representación (1997-2000, 2006-2009).

También podría gustarte