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Es así como el nuevo gobierno se vio en la necesidad de

reconstruir antiguas
estrategias de gobernabilidad, entre ellas, la activación,
transformación o
reordenamiento de las instituciones públicas y las
relaciones de poder con otros
actores políticos y sociales4; el reforzamiento de la figura y
la acción presidenciales5; y
el mantenimiento y promoción de las prácticas de buen
gobierno asumidas como
compromisos gubernamentales frente a la sociedad
nacional y la comunidad
internacional.
En la medida en que el Ejecutivo muestre capacidad para
dirigir al gobierno y atender
Los nuevos frenos y contrapesos no dependen de la voluntad de
un solo actor; son
producto de la interacción estratégica de actores independientes
que responden a
intereses diversos y asumen roles específicos. Por ejemplo, la
participación plural de
los partidos políticos en el Congreso, refleja un avance en la
democracia, sin embargo,
muestra debilidad para superar diferencias entre los legisladores y
con el jefe del
Ejecutivo, y dificulta la construcción de acuerdos institucionales
que efectivamente
correspondan a la representación plural de la sociedad. Es decir,
se requiere que el
avance democrático se transforme en acciones concretas en
beneficio de la
comunidad.

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