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Christian Quintero
El problema de los indiscernibles
Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia, vol. VIII, núm. 16-17, 2007, pp. 7-19,
Universidad El Bosque
Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=41401701

Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia,


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Colombia

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Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia • Vol. VIII - Nos. 16 y 17 • 2007 • Págs. 7-19

El problema de los indiscernibles


Christian Quintero*

Resumen

Desde una perspectiva analítica, este artículo aborda diferentes intentos de


probar o refutar el principio de identidad de los indiscernibles (PII), basados en
la apelación a los experimentos mentales. El texto empieza con un examen de las
condiciones de validez de dicho principio, para luego entrar a estudiar las
propuestas de Black, O'Connor, Hacking, Godwin y Wittgenstein. Por último el
autor plantea una solución al problema de los indiscernibles a partir de los
planteamientos de Godwin y Wittgenstein.

Palabras clave: principio de identidad de los indiscernibles, Max Black, D.J.


O'Connor, Ian Hacking, William Godwin y Ludwig Wittgenstein.

Abstract

From an analytic point of view, this article deals with different attempts, based
on the appeal to mental experiments, to prove or refute the Principle of Identity
of Indiscernibles (PII). The text begins with a study of the Principle's conditions
of validity, and then the positions of Black, O'Connor, Hacking, Godwin, and
Wittgenstein are examined. Finally, the author presents a solution to the
problem of indiscernibles drawing from Godwin and Wittgenstein's analysis.

Key Words: principle of Identity of Indiscernibles, Max Black, D.J. O'Connor, Ian
Hacking, William Godwin, Ludwig Wittgenstein.
* Filósofo de la Universidad Industrial de Santander (Bucaramanga-Colombia), Especialista en Filosofía de la
Ciencia de la Universidad El Bosque (Bogotá) y profesor del mismo programa.

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El problema de los indiscernibles

La historia del principio de identidad de los indiscernibles - en adelante PII - se principio, p


remonta por lo menos a Leibniz, quien afirmaba, en su Discurso de metafísica sentido, el
(1686, §9), que no era verdadero predicar de dos sustancias que difieren en efecto de d
número su entera semejanza1. Kant intentaría una refutación de la tesis de idénticos o
Leibniz cuando, en su Crítica de la razón pura (1787, B319-20), analizaba la de PII.
posibilidad de la existencia de objetos idénticos a través del experimento mental
de las gotas de agua. Desde entonces, la apelación a los experimentos mentales En virtud d
constituye una estrategia metodológica usual para intentar probar o refutar PII; posibles, as
su principal función consiste en crear mundos posibles donde pueda decidirse diferentes d
claramente el valor de verdad del principio. universo co
modo algun
A continuación abordaré, desde un ámbito analítico, diversos intentos de probar situación co
o refutar PII basados en tal estrategia metodológica, anotando algunas dudas la acusación
en torno a su eficacia. Previo a este análisis, será necesario hacer un examen de asegura est
las condiciones de validez de PII, es decir, por qué PII resulta verdadero, falso, que PII es v
analítico, necesario o tautológico según el modo en que se lo interprete. parece en p
respecto de
El principio de identidad de los indiscernibles, en su formulación más conocida, voy a nomb
afirma que si dos objetos tienen todas sus propiedades en común, entonces son Para que se
idénticos. Al menos dos términos de esta definición son, por su vaguedad, consiste en
susceptibles de análisis, a saber, la noción de propiedad y el concepto de un argumen
identidad. En la reciente discusión del principio en los ambientes analíticos, y otra, pues p
sobre todo a partir del famoso artículo de M. Black (Black, 1952), la cuestión del discursivo;
status lógico de PII constituye un problema central; se discute si el principio es a improbable
priori, analítico, verdadero, necesario o contingente. Sin embargo, la validez de trataría de
PII parece depender del modo en que se analice el enunciado “si dos objetos argumento
tienen todas sus propiedades en común, entonces son idénticos” (en símbolos: idénticos (c
). cualidades n
2 Un argument
Black, por ejemplo, intentó mostrar que PII es cierto, basándose en el análisis del objetos indisce
concepto de propiedad; expresiones como “ser idéntico a” o “ser diferente de” tácitamente qu
contradicción, p
no son, según su examen, verdaderas propiedades, pues el considerarlas como que dos objetos
tal hace que una afirmación sustantiva como PII sea equivalente a una verdad objetos. Podemo
trivial o a una afirmación no sobre objetos sino sobre una relación entre nombres imaginar dos bo
de qué modo se
(en el sentido de Frege). Para Black, “ser idéntico a” y “ser diferente de” cierto sentido e
considerados como propiedades no sirven para decidir de manera no trivial la identificar en d
corrección de PII. Otra interpretación de “propiedad” que analiza Black es la de lingüísticos bas
observador pue
“características relacionales” y “cualidades”. En apariencia, éstas conforman (ha llamado a un
un criterio suficiente para decidir la cuestión de la existencia de uno o más es incapaz de di
objetos. Se dice entonces de dos objetos que compartan todas sus que en esa ocas
se corresponden
características y cualidades que son indiscernibles -epistemológicamente es con el acto de
imposible distinguirlos-. Pero este procedimiento encierra una dificultad de distinguibles, lo
decimos desde u
es, en un sentido
“que los argum
1 También Leibniz, Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano, II, 25, iii. Con todo, la discusión se remonta considerado, po
a Platón, Teeteto, 159a. palabra no se es

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I - se principio, pues la indiscernibilidad hace inverificable, y por tanto carente de


ísica sentido, el supuesto de que habría dos objetos. Incidentalmente esto tiene el
n en efecto de darle la razón a Leibniz cuando sostenía que no existen dos objetos
s de idénticos o indiscernibles, y al mismo tiempo diría algo acerca del status lógico
ba la de PII.
ental
tales En virtud de estas dificultades, Black introduce el argumento de los mundos
r PII; posibles, así: se puede decir que en el mundo actual es necesario que objetos
dirse diferentes difieran en sus propiedades, pero si es lógicamente posible un
universo con dos objetos que tengan todas sus propiedades en común, no es en
modo alguno necesario el principio de los indiscernibles. El hecho de que la
obar situación contrafáctica sea inverificable, no implica que sea incoherente, siendo
udas la acusación de inverificabilidad un mero reparo positivista. Antes bien, lo que
n de asegura este experimento es algo muy distinto: alguien, para intentar mostrar
also, que PII es verdadero puede decir “considera el objeto a”. Sin embargo, esto
parece en principio imposible o al menos constituye una petición de principio
respecto del experimento mental de los dos objetos indiscernibles. ¿Pues cómo
cida, voy a nombrar y referir uno de ellos cuando es imposible distinguirlo del otro?
s son Para que se comprenda lo que está en juego, el punto central del argumento
dad, consiste en decir que si se acepta el experimento mental, no es posible esgrimir
o de un argumento para intentar demostrar que es posible distinguir una esfera de la
os, y otra, pues para ello se precisa no sólo la mención de nombres sino su empleo
n del discursivo; aunque alguien pudiera nombrar uno de los objetos, parece
es a improbable que se pueda decir algo más al respecto (Black, 1952, p. 156.) Se
ez de trataría de un caso de empleo ilusorio del lenguaje. En breve, el anterior
jetos argumento wittgensteiniano sugiere que no es posible hablar de objetos
os: idénticos (caso de que los haya) o, mejor aun, que las características y las
cualidades no son ejemplos de “propiedad”2.
2 Un argumento similar se presenta en Keene (1956, pp. 252-254). Para este autor, decir que no hay dos
s del objetos indiscernibles es patentemente una tautología, pues decir que hay dos objetos es ya afirmar
de” tácitamente que se los distingue. En consecuencia, decir de dos objetos que son indiscernibles es una
contradicción, pues equivale a decir que son distinguibles e indistinguibles al mismo tiempo. Esto quiere decir
omo que dos objetos, por más semejantes que sean en sus cualidades, deben ser distintos por tratarse de dos
rdad objetos. Podemos ejemplificar todo esto recurriendo, una vez más, a un experimento mental, consistente en
bres imaginar dos bolas de billar indiscernibles. Keene establece dos sentidos diferentes de “distinto” para indicar
de qué modo se puede decir que las bolas, aun teniendo todas sus cualidades en común, son distinguibles en
de” cierto sentido e indistinguibles en otro. Ellos son: a) señalar, enumerar o nombrar en una ocasión dada y b)
al la identificar en diferentes ocasiones. Estos dos sentidos de “distinto” tienen que ver mucho con dos hechos
la de lingüísticos bastante relacionados, a saber, nombrar objetos y usar esos nombres. En el sentido en el que el
observador puede distinguir en una ocasión dada las bolas, decimos que las distingue porque las ha nombrado
man (ha llamado a una bola 'A' y a la otra 'B') o es capaz de nombrarlas. Con todo, el sentido en el que el observador
más es incapaz de distinguir en una ocasión diferente (en una ocasión posterior) las bolas coincide con el hecho de
sus que en esa ocasión es incapaz de hacer un uso correcto de los nombres 'A' y 'B'. Los dos sentidos de “distinto”
se corresponden con los actos de nombrar y usar los nombres; con el acto de colocar la pieza sobre el tablero y
e es con el acto de realizar una jugada del juego, diría Wittgenstein (1961). Si decimos que las bolas son
d de distinguibles, lo decimos desde un punto de vista epistémico; en cambio, si decimos que son indistinguibles lo
decimos desde un punto de vista puramente lingüístico. Por tanto, se puede decir que el principio de Leibniz
es, en un sentido, una mera tautología, pero, en otro sentido, es patentemente falso. La conclusión de Keene es
“que los argumentos a favor o en contra del principio de identidad de los indiscernibles que, como el
monta considerado, ponen en juego el sentido de la palabra “distinto”, sólo añaden a la confusión si el sentido de la
palabra no se específica”.

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El problema de los indiscernibles

Otro argumento, por demás interesante, hace alusión a la posibilidad de admitir ii. S
un observador externo en un mundo posible constituido por solo dos objetos pue
que guardan relaciones perfectamente simétricas. La introducción de dicho
observador bastaría para demostrar que es posible distinguir uno del otro y De estas d
mostrar así que PII es verdadero, pues para este observador uno de los objetos compatible
estaría a su izquierda y el otro a su derecha y este hecho bastaría para mostrar conjunto de
que son diferentes. Un objeto puede llegar a tener una relación con un tercer
objeto que no tendría el otro, la relación “estar a la derecha de” o “estar a la iii. S
izquierda de”. Pero esto no significa que las esferas no compartan todas sus otro
propiedades, ya que la relación con un tercer objeto representa un cambio en el
universo, provocado por la presencia del observador. Esto significa, dice Black, Pero, si est
que dichas relaciones o propiedades no son propiedades de los objetos, sino un descripción
cambio en las condiciones iniciales del universo, un cambio que altera la 105). Lo qu
simetría del mismo. Por tanto, en un universo perfectamente simétrico no son propiedad p
posibles relaciones espaciales que impliquen la presencia de un observador. Sólo según esta
se aceptan relaciones espaciales intrínsecas, no extrínsecas. Más aun, las objeto en el
relaciones espaciales definen la simetría del universo: son propiedades de la
los atributo
configuración de éste, no de sus miembros.
única. De e
efecto, des
En este sentido, todas las relaciones espaciales son propiedades de la
mismo conj
configuración - definen la simetría (1952, pp. 162 y ss). Lo que se sostiene
entonces es que no hay nada como “estar a la derecha de” en un universo distintos A
simétrico hasta que un observador se introduzca en él. En ausencia de un propiedade
observador asimétrico, los objetos tendrían todas sus propiedades en común y ambiguos, p
PII sería verdadero. Estos argumentos ejemplifican un poco lo que pretendo “propiedad
discutir; en todos ellos se recurre a un experimento mental consistente en crear universales
un mundo posible en que el principio resulte verdadero o falso. También resulta verd
ejemplifican otro punto importante, a saber, que la validez de PII es función de
su interpretación. Todo esto,
universales
En un trabajo de notorio interés analítico, D. J. O'Connor (1954) argumenta en considera d
contra de PII de la siguiente forma. Dado un conjunto de propiedades un objeto tie
pertenecientes a un individuo y compatibles entre sí, se puede tomar cada una bien en la to
de esas propiedades y afirmar que no sólo pueden cualificar más de un objeto debe haber
sino que, dada su naturaleza de propiedades -es decir, de universales- deben ser desestima
capaces de cualificar a más de un objeto. [De esto se puede concluir que es alguna plau
posible que un conjunto de propiedades compatibles entre sí cualifique a más de individuació
un objeto, con lo cual estaríamos mostrando que PII es, al menos, posible, algo
que, sin embargo, no muestra que sea contingente, analítico y/o necesario.] Si, por otra
O'Connor lo formaliza así: entonces ex
saber, pode
i. Si cada miembro de un conjunto de propiedades S es compatible con 3 Yo agregaría
todo otro miembro de S, y si un individuo A puede tener una propiedad ciertos miembr
cualquiera P n de S, entonces A puede tener P n+1 individuación.

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mitir ii. Si una propiedad P n puede cualificar a un individuo A, entonces


jetos puede cualificar a otro individuo B.
icho
ro y De estas dos afirmaciones se sigue que si un conjunto de propiedades
jetos compatibles entre sí puede cualificar a un individuo A, entonces el mismo
strar conjunto de propiedades puede cualificar a otro individuo B:
ercer
a la iii. Si S puede cualificar a un individuo A, entonces S puede cualificar a
s sus otro individuo B.
en el
lack, Pero, si esto es posible, entonces PII debe ser falso, puesto que “dar una
o un descripción completa de una entidad es individualizar a esa entidad” (O'Connor,
ra la 105). Lo que sostiene O'Connor en este punto es que PII no niega que una simple
son propiedad pueda cualificar a un número indefinido de objetos, pero sí afirma,
Sólo según esta interpretación, que siempre hay una propiedad que es única en cada
, las objeto en el sentido de que la propiedad compuesta por la conjunción de todos
de la
los atributos que cualifican a un individuo deben ser instanciadas de manera
única. De esta forma, Leibniz puede defender un realismo de propiedades. En
efecto, desde este punto de vista, lo que sostendría Leibniz es que uno y el
e la
mismo conjunto de universales S no puede ser instanciado en dos individuos
iene
erso distintos A y B. Cuando Leibniz afirma que A y B no pueden tener todas sus
e un propiedades en común, o cuando se sostiene PII, ambos enunciados son
ún y ambiguos, pues no se específica en qué sentido se está tomando el término
endo “propiedad”: como un conjunto de universales o como un conjunto de
crear universales instanciados. De este modo, si se interpreta en el primer sentido, PII
bién resulta verdadero, pero en el segundo sentido es evidentemente falso.
n de
Todo esto, sin embargo, no resuelve la cuestión de por qué un conjunto de
universales no puede ser instanciado en dos individuos distintos. O'Connor
a en considera dos alternativas: o bien la totalidad de propiedades que cualifican a
ades un objeto tiene una característica “emergente” de unicidad (o individualidad), o
una bien en la totalidad de propiedades, cada una de las cuales está co-instanciada,
bjeto debe haber siempre una propiedad “especial” de tipo único3. O'Connor
n ser desestima la primera alternativa, mientras considera que la segunda tiene
e es alguna plausibilidad: algunas características parecen poseer una función de
ás de individuación.
algo
rio.] Si, por otra parte, se consideran las relaciones espaciales como propiedades,
entonces existe un sentido en el que la afirmación de Leibniz es correcta, a
saber, podemos decir de dos objetos espacio-temporales que son diferentes
con 3 Yo agregaría una tercera alternativa, compatible con estas dos, a saber: en el conjunto de universales S,
edad ciertos miembros suyos se instancian en unos individuos y en otros no, lo cual produce el efecto de la
individuación.

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El problema de los indiscernibles

porque ocupan espacios diferentes en un mismo instante. Pero esta estrategia sostener qu
presenta al menos tres dificultades4: primero, debe discutirse si las propiedades individuo, lo
relacionales son realmente propiedades; segundo, aun si admitimos que lo son, en tanto, la
podemos apelar a la teoría de los universales de inmanentes J. O'Leary- individuo, lo
Hawthorne (1995)5 y argumentar que el hecho de que dos objetos ocupen propiedade
lugares diferentes no necesariamente implica que esos objetos sean diferentes, el conflicto
ya que puede tratarse del mismo objeto; tercero, apelar a propiedades principio ha
relacionales para demostrar la afirmación de Leibniz obliga a relativizarla, pues propiedade
entonces pasaría a ser un principio verdadero sólo de objetos espacio- de “propied
temporales, con lo cual sólo podría ser un principio contingente. Si se dice que la Indiscernib
tesis de Leibniz es universalmente verdadera, por cuanto sólo existen objetos (O'Connor,
espacio-temporales, entonces se está viciando la cuestión con un argumento ad
hoc basado en una tesis metafísica, no sólo discutible y arbitraría, sino incluso Considerem
incompatible con la consideración de las propiedades como universales. Todo t1)”. La teo
esto sólo muestra que el concepto de propiedad debe ser tan restringido que no tenga dos co
incluya las propiedades relacionales. iba a ser p
espacio-tem
Podemos ampliar esta consideración de esta forma. ¿Qué implica -se pregunta entonces la
O'Connor- considerar las propiedades relacionales (por ejemplo la propiedad de seguir analí
“ocupar el lugar tal en el momento tal” o “tener el conjunto de coordenadas (x1, presenta do
y1, z1; t1)” como propiedades? Implica que hay propiedades que, necesaria y
intrínsecamente, no satisfacen ii pues, ¿no se había sostenido que toda proposición
propiedad, por el hecho de serlo, debía ser capaz de cualificar a más de un segundo, pa
objeto? Pero una propiedad como “tener el conjunto de coordenadas (x1, y1, z1; definición, l
t1)” solamente puede cualificar a un único objeto. Esta puede considerarse una de una defi
cuarta dificultad de la estrategia que venimos examinando. Así, puede decirse una sinonim
que el rasgo que define esencialmente a una propiedad es su capacidad de 2002). Sea “
cualificar a un número indefinido de objetos, rasgo que implica que la propiedad tiempo” la
debe “ser indiferente a las ocasiones espacio-temporales de su instanciación” al mismo tie
(O'Connor, 1954, p. 106). un cuerpo d
pruebas par
Resumamos: hemos indicado que ni la identidad, ni la diferencia ni las ¿los hay? C
propiedades relacionales caen dentro del concepto de propiedad y que, contamos c
cualquiera sea el candidato a hacerlo debe satisfacer el rasgo esencial de ese esto es más
concepto, a saber, la capacidad de cualificar a un número indefinido de objetos. desde la na
tiempo” (O
Ahora, si se toma una propiedad compuesta como (x1, y1, z1; t1), es claro que, hechos pue
en tanto propiedad compuesta, sólo es predicable de un solo objeto; pero cada generalizac
miembro de este complejo es predicable de más de un objeto. Así, podemos necesarias
indiscernibl
4 Más abajo se menciona una cuarta dificultad.
5 Para este autor los universales existen esencialmente instanciados, es decir, tienen existencia espacio 6 Un punto en co
temporal; podemos decir que tienen el don de la ubicuidad o que tienen la propiedad de estar a cierta distancia es condición su
de sí mismos. Más adelante amplio esta noción. entre dicho.

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egia sostener que las propiedades complejas, en general, son predicables de un solo
ades individuo, lo cual es incoherente con cierto sentido de PII, e incompatible con ii;
son, en tanto, las propiedades simples, en general, son predicables de más de un
ary- individuo, lo cual es coherente con ii y compatible con PII. Ahora, si incluso hay
upen propiedades simples capaces de una única instanciación, esto haría más agudo
ntes, el conflicto entre ii y PII. Es decir, no podemos decidir el estatus alético del
ades principio hasta tanto no hayamos desentrañado es estatus ontológico de las
pues propiedades (o, lo que es igual, hasta tanto no hayamos analizado el concepto
acio- de “propiedad”). Como dice O'Connor: “la justificación de de la Identidad de los
ue la Indiscernibles es realmente una cuestión de justificar categorías lingüísticas”
jetos (O'Connor, 1954, p. 106).
o ad
luso Consideremos ahora la expresión “tener el conjunto de coordenadas (x1, y1, z1;
Todo t1)”. La teoría de haces de universales nos dice que es posible que un objeto
e no tenga dos coordenadas espacio-temporales distintas; si esto es así, ¿por qué no
iba a ser posible que dos objetos distintos tuvieran la misma coordenada
espacio-temporal? Si interpretamos “objeto” como diciendo “objeto material”,
unta entonces la tesis de Leibniz es trivialmente verdadera, pues se tendría que
d de seguir analíticamente de la definición de “uno y el mismo objeto material”. Esto
(x1, presenta dos dificultades: primero, no se podría sostener que la tesis es
que, necesaria ya que estaría implicada por una proposición necesaria, a saber, la
toda proposición que expresa la definición de “uno y el mismo objeto material”;
e un segundo, para que dicha tesis se siguiera analítica, es decir, lógicamente de esta
, z1; definición, la misma tendría que ser una proposición analítica, pero, por tratarse
una de una definición, ya Quine ha mostrado que las definiciones, cuando no fijan
cirse una sinonimia, están basadas en ella, y por ende suponen analiticidad (Quine,
d de 2002). Sea “dos cuerpos materiales no pueden ocupar el mismo lugar al mismo
edad tiempo” la proposición R y sea “un cuerpo no puede ocupar diferentes lugares
ión” al mismo tiempo” la proposición Q. Mientras tenemos criterios para distinguir
un cuerpo de otro, ciertamente resulta más problemático encontrar criterios o
pruebas para distinguir lugares del espacio y momentos del tiempo. En verdad,
las ¿los hay? Cuando se afirman R y Q, tácitamente se está suponiendo que
que, contamos con pruebas para la mismidad y diferencia de lugares y tiempos; pero
e ese esto es más un indicio de que “hemos trasladado el locus de nuestro problema
os. desde la naturaleza de los cuerpos materiales a la naturaleza del espacio y el
tiempo” (O'Connor, 1954, p. 107). El punto aquí es que ni la experiencia ni los
que, hechos pueden apoyar reglas como Q o R; en el mejor de los casos, R y Q serían
cada generalizaciones empíricas, no definiciones. Por tanto, no son proposiciones
mos necesarias a partir de las cuales se pueda deducir la identidad de los
indiscernibles6. Hasta aquí se pueden extraer las siguientes conclusiones:
6 Un punto en contra de esta conclusión de O'Connor es que supone que el carácter empírico de un enunciado
spacio
tancia es condición suficiente para considerarlo un enunciado no necesario, algo que Kripke puso seriamente en
entre dicho.

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El problema de los indiscernibles

i. El partidario de la tesis de Leibniz debe extender de manera corolario a


injustificada la denotación de palabras como “propiedad”, “atributo”, necesidad-a
“cualidad”, etc., debilitando así su connotación en un aspecto crucial. indiscernibl
ii. El resultado de esta extensión es solamente hacer de la tesis una
consecuencia analítica de la supuesta necesidad de proposiciones como Todo esto pa
Q o R. haber refre
iii. Incluso si se renuncia a la objeción ii, se puede sostener que Indiscernib
proposiciones como Q y R no son necesarias sino meras objetos esp
generalizaciones empíricas tenidas como definiciones. En un mundo de los indis
con leyes físicas muy diferentes, esas proposiciones podrían resultar porque sen
falsas. Así, de premisas contingentes no pueden seguirse conclusiones PII, no estam
necesarias. es vano rec
refutar PII.
En este orden de ideas, podemos indicar que el estatus alético de PII es función para probar
de la extensión y connotación del concepto de propiedad. Así, por ejemplo, si la PII (como l
tesis de Leibniz resulta necesaria, lo será trivialmente, de lo contrario será decidir la cu
contingente. O'Connor señala que mientras los partidarios de PII incluyen las asuntos pu
propiedades relacionales dentro de la extensión de “propiedad”, sus oponentes asuntos con
no lo hacen. Como fuere, esto es una cuestión de lenguaje e incluso, como mundos esp
acostumbra a decir Putnam, no una cuestión a disputar sino a legislar (Putnam, PII es una e
1981, p. 100). Así, tres son las razones que tendría O'Connor para no clasificar empírico es
las propiedades relacionales como propiedades. Primero, la mayoría de estas que present
propiedades solamente pueden cualificar un único objeto (en contra de ii); los siguient
segundo, las propiedades relacionales implican una referencia a individuos tal objetos en e
que prejuzga la cuestión a favor de Leibniz; tercero, ampliar la extensión de PII definido un
de tal modo que incluya las propiedades relacionales es hacer depender la contra New
noción de tener la capacidad de ser poseído por varios individuos de la relaciones e
connotación de la palabra. En breve, hacer depender los rasgos lógico- objetos en
sintácticos del concepto de propiedad de su extensión. universo-de
universo-de
Las razones para incluir las propiedades relacionales dentro del concepto de kantiano, c
propiedad son éstas. Algunas propiedades relacionales no pueden ser verdadera d
distinguidas de las cualidades (v. gr., “largo”, “pequeño”, etc.): estos adjetivos replicar que
son modos elípticos de aludir a propiedades relacionales, así que es absurdo del universo
excluirlas del significado de propiedad. Después de todo, incluso adjetivos como realidad dep
“rojo”, “acido” o “redondo” son propiedades relacionales si se usan en su modo Por ejemplo
comparativo o superlativo (analícese un enunciado como “A es más rojo que los objetos,
B”), de modo pues que no todas las propiedades relacionales pueden ser porque dich
excluidas del concepto de propiedad. Esto muestra una vez más que la discusión
y la decisión sobre PII dependen de la resolución de otras cuestiones implicadas 7 Puede que est
con PII: el concepto de propiedad; las nociones de necesidad, analiticidad y Quine a la analit
8 Esto también e
contingencia, etc. El problema de los indiscernibles no es un problema aislado de
o para el caso d
otros problemas filosóficos; es más, la solución al mismo podría ser incluso un entero o dividido

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nera corolario a la solución de estos últimos. En concreto, de la solución al problema


uto”, necesidad-analiticidad depende en gran medida la solución al problema de los
al. indiscernibles.
una
omo Todo esto parece situarnos en una perspectiva algo incierta; Ian Hacking parece
haber refrescado la discusión cuando en 1975 publica su “The Identity of
que Indiscernibles” (Hacking, 1975). Allí afirmará que los ejemplos que recurren a
eras objetos espacio-temporales para demostrar o refutar el principio de identidad
undo de los indiscernibles son dudosos o poco concluyentes (inconclusive), y ello
ultar porque sencillamente aunque podamos describir un mundo posible que viole
ones PII, no estamos obligados a hacerlo. Otro modo de expresar esto es afirmar que
es vano recurrir a mundos espacio-temporalmente posibles para establecer o
refutar PII. Para Hacking el argumento de los mundos posibles no es suficiente
ción para probar o refutar PII. Por el contrario, la disputa acerca de la analiticidad de
si la PII (como la ejemplificada por Wittgenstein y Russell en Tractatus) sí podría
será decidir la cuestión7. Esto es así porque, en este último caso, estarían implicados
n las asuntos puramente conceptuales relacionados con cuestiones lógicas, y no
ntes asuntos contingentes relacionados con cuestiones empíricas; la búsqueda de
omo mundos espacio-temporalmente posibles que decidan la verdad o falsedad de
nam, PII es una empresa empírica. Considerar PII como un problema conceptual o
ficar empírico es clave para decidir el tipo de solución que amerita. Los argumentos
estas que presenta Hacking para caracterizar tales ejemplos como insuficientes son
e ii); los siguientes. Primero, que los mismos son indeterminados debido a que los
s tal objetos en ellos implicados suponen relaciones espaciales para las que no se ha
e PII definido un conjunto de leyes físicas que las gobiernen -recuérdese el caso Mach
er la contra Newton-. Como dice Hacking, “No puede haber determinación de
de la relaciones espaciales sin un estudio de las leyes de la naturaleza atribuidas a los
gico- objetos en el espacio”8. Segundo, toda descripción que sea verdadera de un
universo-de-dos-objetos (como el de Black) también resulta verdadera de un
universo-de-un-objeto. Por ejemplo, toda descripción verdadera del universo
o de kantiano, constituido por dos gotas de agua distintas pero idénticas, es
ser verdadera del universo de Leibniz, formado por una sola gota de agua. Se puede
tivos replicar que la descripción “una gota está a 10 metros de la otra” es verdadera
urdo del universo de Kant (K), pero falsa del universo de Leibniz (L), pero esto en
omo realidad depende de la filosofía del espacio que se adopte para cada universo.
modo Por ejemplo, en el universo L las relaciones espaciales están determinadas por
que los objetos, de modo que esto, si se aplica al universo K, presupone la cuestión
n ser porque dicha descripción implica que “hay dos objetos” es verdadero de K ex
sión
adas 7 Puede que esta vía sea la correcta, pero ciertamente no la más fácil, sobre todo en virtud de las críticas de
ad y Quine a la analiticidad.
8 Esto también es cierto para el caso, mencionado más adelante, de las dos gotas que se reflejan una en la otra
do de
o para el caso de una única gota que se refleja en sí misma. (Igualmente para el caso del tablero de ajedrez
o un entero o dividido; o para el caso de los dos guantes coincidentes o un solo guante izquierdo).

15
El problema de los indiscernibles

hipotesi. Si se quiere probar que en K existen dos objetos no se puede afirmar nombres, l
esta descripción, pues ésta presupone, desde una concepción relativista del significan, p
espacio, la afirmación de que hay dos objetos. Para demostrar ésta afirmación se estrechame
tendría que demostrar la tesis substantiva de Newton acerca del espacio 5.526). El a
absoluto, o bien recurrir a un argumento distinto. Esto significa que los intentos elementales
de probar PII basados en argumentos a partir de mundos posibles deben
comprometerse con tesis filosóficas substantivas (v. gr., la existencia del espacio La posibilid
absoluto o el relativismo). Aquí el mensaje es muy claro: no puedes decir, así sin proposicion
más, “imagina un mundo con dos objetos” o “imagina un universo en el que hay que para cu
dos objetos”; se requiere un argumento para sostener que se trata de dos y no de a es un co
uno. Suponiendo
proposicion
Las consecuencias del argumento de Hacking son interesantes por sí mismas. general, con
En principio, ante la pregunta “¿Es PII analítico, es decir, necesariamente la función d
verdadero verdadero en todos los mundos posibles - o lógicamente necesario?” cualquier fu
Hacking sostiene que debe hacerse una distinción entre “en” y “acerca de” al siempre pod
afirmar esto. “Como el principio de razón suficiente, PII no es verdadero en todo en que cont
mundo posible. Es verdadero acerca de todos los mundos posibles. Es un la proposici
metaprincipio acerca de todas las descripciones posibles” (Hacking, 1975, p. completo, d
254). mismo mod
implica el p
Otra cosa. Hacking, como Strawson, insiste en que PII tiene implicaciones pueden figu
teológicas en la filosofía de Leibniz, pero, en contra de Strawson, sostiene que objetos no
PII no es una doctrina teológica. En el Tractatus se lee: “Se dijo en otro tiempo principio es
que Dios podría crearlo todo a excepción de cuanto fuera contrario a las leyes dice que, au
lógicas. De un mundo “ilógico” no podríamos decir, en rigor, qué aspecto en común” n
tendría” (Wittgenstein, 1961, 3.031). Si PII es una tal ley lógica, entonces no significa qu
podríamos decir, esto es, describir, un mundo en el que fuera falso; tampoco necesaria. E
podríamos pensar semejante mundo. Si PII es, en cambio, un metaprincipio, la (Sinn) -las p
sentencia de Wittgenstein se puede parafrasear diciendo: “No: «no podríamos contradiccio
describir un mundo en el que PII fuese falso», sino: «no deberíamos describir un
mundo en el que PII fuese falso»”. PII, en tanto que metaprincipio, no sería un ¿Por qué la p
principio ontológico, un principio acerca de cómo es, o cómo podría ser, el empírica?
mundo, sino una suerte de principio prescriptivo acerca de cómo debemos, o “materiales
deberíamos describir, nuestro mundo. los objetos y
Sachverhalte
Capítulo aparte merecen, como se ve por todo lo dicho, las afirmaciones de (según teor
Wittgenstein sobre PII. William Godwin (1982, pp. 80-82) ha sostenido que
existe una incoherencia en el Tractatus, la cual surge de ciertos requisitos del
análisis y del rechazo del principio de identidad de indiscernibles. Recordemos 9 En 5.5303 W
que en el Tractatus toda proposición es, en principio, analizable en términos de sentido (Unsin
objetos son id
funciones de verdad de proposiciones elementales. La posibilidad del análisis es sus propiedade
lo que otorga sentido a las proposiciones. Pero, al no estar compuestas de “

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rmar nombres, las proposiciones no revelan la configuración de objetos que


a del significan, por lo cual, en cierto modo, son indeterminadas. Esto se relaciona
ón se estrechamente con la generalidad de dichas proposiciones (Wittgenstein, 1961,
acio 5.526). El análisis va entonces desde proposiciones generales a proposiciones
ntos elementales que son funciones de verdad de tales proposiciones.
eben
acio La posibilidad de pasar de proposiciones generales a funciones de verdad de
sí sin proposiciones elementales, dice Godwin, conlleva cierta condición. Se requiere
e hay que para cualquier estado de cosas S, y para cualquier par de objetos a y b tal que
no de a es un constituyente de S, debe ser imposible reemplazar a por b en S.
Suponiendo que esto fuese posible, habría más de una función de verdad de
proposiciones elementales que se podrían formar a partir de la proposición
mas. general, con lo cual sería imposible para la proposición general ser falsa y para
ente la función de verdad de proposiciones elementales ser verdadera, ya que para
io?” cualquier función de verdad que sirva como análisis de la proposición general,
e” al siempre podría haber otra función de verdad idéntica en todo respecto excepto
todo en que contiene el nombre de algún otro objeto, distinto al objeto nombrado en
s un la proposición elemental original. Para asegurar la posibilidad de un análisis
5, p. completo, debe ser imposible para cualesquiera dos objetos combinarse del
mismo modo en idénticos estados de cosas. Esta condición, dice Godwin,
implica el principio de identidad de indiscernibles puesto que, si dos objetos no
ones pueden figurar del mismo modo en el mismo estado de cosas, entonces dos
que objetos no pueden tener todas sus propiedades en común. Sin embargo, el
mpo principio es explícitamente rechazado por Wittgenstein (1961, 5.5302). Allí
eyes dice que, aun cuando la proposición “dos objetos tienen todas sus propiedades
ecto en común” no sea correcta, tiene sin embargo sentido. Para Godwin esto último
s no significa que la proposición en cuestión es empírica o contingente, no analítica o
poco necesaria. Esto es así porque sólo las proposiciones empíricas tienen sentido
o, la (Sinn) -las proposiciones filosóficas no lo tienen (Unsinn) y las tautologías y
mos contradicciones carecen de él (Sinnlos) (Wittgenstein, 1961, 4. 461)-9.
ir un
a un ¿Por qué la proposición “dos objetos tienen todas sus propiedades en común” es
er, el empírica? Wittgenstein habla en ocasiones de “propiedades externas” o
os, o “materiales” (1961, 2.01231 - 2.0231); a partir de las propiedades externas de
los objetos y de las relaciones que mantengan entre sí, se configuran los hechos o
Sachverhalten, y las proposiciones que los describen son consecuentemente
s de (según teoría de la figura) empíricas. Wittgenstein no dice explícitamente que
que
s del
mos 9 En 5.5303 Wittgenstein afirma la proposición “dos objetos son idénticos” es una proposición sin
os de sentido (Unsinn). Puesto que las proposiciones filosóficas son de éste tipo, la tesis de que “dos
objetos son idénticos” es una tesis metafísica; en tanto, la tesis de que “dos objetos tienen todas
is es sus propiedades en común” es una tesis empírica. ¿Qué diría Wittgenstein del simbolismo
s de “ ”?

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El problema de los indiscernibles

las propiedades suscritas en “dos objetos tienen todas sus propiedades en Hacking, I. (1
común” sean externas o materiales pero, dado lo que dice acerca de las 256.
proposiciones con sentido y lo que dice en las proposiciones 1 y 2, la Keene, G. B. (
interpretación resulta plausible. Pero, si esto es así, si “dos objetos tienen todas O'Connor, D.
O'Leary-Haw
sus propiedades en común” tiene sentido y por tanto es empírica, dice Godwin,
Indiscernible
la identidad de los indiscernibles debe ser rechazada, y ello por razones Putnam, H. (1
puramente empíricas. Lo empíricamente cierto es que dos objetos no tienen Quine, W. V. O
todas sus propiedades en común. Se ve en qué sentido, para Godwin, hay una vista lógico. B
incoherencia: por un lado el análisis implica la identidad de los indiscernibles Russell, B.,
(dos objetos no pueden tener todas sus propiedades en común) como tesis Cambridge U
necesaria y, por otro, se rechaza el principio por ser una verdad contingente. Wittgenstein
Como dice Godwin, la posibilidad de llegar analíticamente a proposiciones Paul.
elementales implica una condición que a su vez implica la identidad de los
indiscernibles; pero la identidad de los indiscernibles debe ser rechazada
porque la identidad de indiscernibles expresa una proposición contingente, no
una proposición necesaria. ¿Por qué surge la incoherencia? Según Godwin,
surge sobre el trasfondo de cierta concepción del análisis filosófico; pero, ¿qué
rasgos de la teoría de Wittgenstein dan origen a tal concepción? Sobre ello no
dice mayor cosa.

Sea como fuere, el comentario de Godwin permite rescatar la diferencia entre


los enunciados “dos objetos son idénticos” y “dos objetos tienen todas sus
propiedades en común”. Según Wittgenstein, la una no puede implicar la otra.
[Considérese Tractatus 5.53. En 5.5302, Wittgenstein dice que a partir de la
definición russelliana de "=" (Principia Mathematica, Def. 13.01) no puede
decirse que dos objetos tengan todas sus propiedades en común porque, aun
cuando la proposición en cuestión no sea correcta, tiene sin embargo sentido
(Sinn). Si tiene sentido es entonces empírica y por tanto contingente. A
continuación, en 5.5303, Wittgenstein asevera que decir de dos cosas que son
idénticas es un sinsentido (Unsinn), es decir, la proposición “dos objetos son
idénticos” es una proposición metafísica, no una tesis analítica o empírica. La
Ley de Leibniz afirma que dos objetos son idénticos si y sólo si esos dos objetos
tienen todas sus propiedades en común. Según Wittgenstein, no habría ninguna
relación de implicación entre las proposiciones “dos objetos son idénticos” y
“dos objetos tienen todas sus propiedades en común”, a menos, claro, que la Ley
de Leibniz sea ella misma una tesis metafísica (desde Wittgenstein).

Bibliografía
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82.

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