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América sin nombre, nos 13-14 (2009) 203-214

ISSN: 1577-3442

Marco Martos Carrera:


Presidente de la Academia Peruana
de la Lengua. Es Premio Nacional
de poesía del Perú. Ha publicado
los siguientes libros de poesía: Ca-
sa nuestra (1965), Cuaderno de
quejas y contentamientos (1969),
Donde no se ama (1974), Carpe
diem (1979), El silbo de los aires

LA POESÍA PERUANA DEL SIGLO XX amorosos (1981), Muestra de arte


rupestre (1990), Cabellera de Bere-
nice (1990), Leve reino (1996), El
MARCO MARTOS CARRERA mar de las tinieblas (1999), Jaque
perpetuo (2003) Dondoneo (2004),
Noche oscura (2005), Aunque es
de noche (2006), Dante y Virgi-
lio iban oscuros en la profunda
noche (2008) y Adiós San Miguel
de Piura, secretario de mis penas
(2009). Poemas suyos han sido tra-
Texto dedicado a la memoria de Luis Mon- so y San Juan de la Cruz. Garcilaso inventa ducidos al inglés, francés, alemán,
guió y Roberto Paoli. una música nueva en el idioma español que, italiano, portugués, griego, húngaro
y chino.
si bien tiene reminiscencias de sus maestros
Primera indagación: los caballos, un tema italianos, posee acentos únicos, nacidos de
recurrente en la poesía peruana su propio magín, donde el sol que se filtra
entre las hojas de la verdura de los campos
Buenos poetas hay en toda época y cir- acompaña a los pastores que van explicando
cunstancia y hasta cierto punto es fácil perci- sus quejas por los amores perdidos. La poe-
birlo. Lo complejo es señalar en ese manojo sía de Garcilaso no cede en calidad a la de
a un reducido número de los mejores, sobre sus propios modelos y ha quedado como el
todo porque no se sabe a ciencia cierta qué mejor ejemplo de una época luminosa de la
criterios con alguna presunción de objetivi- poesía española. San Juan de la Cruz, quien
dad podemos aplicar, teniendo en cuenta que formalmente puede confundirse con el pro-
el paladeo de la poesía es histórico, es decir pio Garcilaso, trae por primera vez al idioma
depende de cada época y circunstancia, y tiene español la búsqueda mística, la apetencia de
una dosis de subjetividad que no podemos Dios, con profundidad nunca vista. El siglo
soslayar. Aun así podemos ensayar alguna XVII nos ofrece a dos grandes poetas, Que-
indagación que nos ayude a dilucidar de un vedo y Góngora, uno denso y profundo, el
modo social y no individual cuáles son los otro, buscador perenne de los laberintos de
poetas y los textos que parecen mejores, es palabras. En los siglos XVIII y XIX, si bien
decir clásicos para la posteridad en una tradi- la poesía desplegó sus oriflamas, no hubo
ción literaria determinada. Hemos escogido ningún poeta, ni Bécquer, ni Espronceda, ni
para principiar esta reflexión una pregunta Rosalía de Castro, que dejase su huella de
que puede ayudarnos en nuestro derrotero: manera indeleble en la poesía española. A
¿Cuáles son los textos y cuáles son los poetas fines del siglo XIX, un poeta verdaderamente
dentro de la lengua española que mejor han original, aunque atrapado por la retórica,
ampliado las fronteras del idioma? Pregunta nació en América: Rubén Darío. Hubo que
mayor que exige una meditada respuesta. esperar hasta el siglo XX para que apareciera
Sin duda alguna no puede soslayarse al un gran poeta, verdaderamente grande entre
Mío Cid como el primer monumento de los grandes, César Vallejo. La sola mención
nuestra lengua en el siglo XII; hubieron de de su nombre convoca a su alrededor a una
pasar dos centurias para que otra obra verda- constelación de orífices de la palabra: Vicente
deramente memorable se escribiera: El libro Huidobro, Jorge Guillén, Federico García
del buen amor, de Juan Ruiz, arcipreste de Lorca, Pablo Neruda, Luis Cernuda, Pedro
Hita, texto admirable que concentra lo divino Salinas, pero ante ninguno de ellos Vallejo
y lo humano en versos inimitables. Un siglo cede la palma. Vallejo significó, entre otras
más tarde, Jorge Manrique dejó el testimonio cosas, para la poesía escrita en español en el
del afecto por su padre en versos que aún Perú, el tránsito definitivo de una época de
resuenan como los mejores que hablan de la tanteos a otra de logros persistentes, que es el
fugacidad de la vida. En el siglo XVI hay dos punto en que nos hallamos. Ignorar este he- La poesía peruana del siglo XX
poetas verdaderamente innovadores: Garcila- cho, como algunos de cuando en cuando pre- MARCO MARTOS CARRERA

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tenden, nos pone en el terreno de la poesía en que nos hablan de las bondades de esa escri-
una situación adánica, comenzando siempre tura. Lo interesante es que nuestros puntos
de nuevo, partiendo de la nada. Vallejo es una de vista, después de una meditada lectura, ter-
mole en medio de nuestro camino literario y minan corroborando lo dicho por lectores de
su poesía tiene una fuerza y una belleza nunca otras generaciones y de otra circunstancia his-
vistas en el idioma español. Así lo reconoce tórica. Otras veces oímos un texto de forma
Jorge Eduardo Eielson en este texto: casual y sin saber de quién es, exaltamos sus
calidades. En ocasiones, leemos unos versos
No me es posible escribir y la fuerza y la profundidad de lo dicho, nos
sin recordar gana definitivamente. De ese tipo de escritor
por lo menos tu nariz padre César es César Vallejo. Los versos y las prosas que
No me es posible enterrar tu perfil salieron de su pluma son ejemplares, no sola-
César Vallejo
en una rima y nada más. El fulgor mente para la literatura del Perú, sino para la
que pone en marcha mi esqueleto literatura de la lengua española y la literatura
y tiñe mi sangre de rojo universal. Para decirlo de otro modo. Su nom-
no viene de las estrellas bre se menciona con el mismo respeto que
sino de ti padre César despiertan Quevedo o San Juan de la Cruz en
Tú que ayunabas noche y día la literatura española, Baudelaire o Rimbaud,
en este mundo pero te nutrías en la literatura francesa, Quasimodo o Unga-
de universo ¿cómo hiciste retti en la literatura italiana.
para convertir tu sollozo No es, sin embargo, César Vallejo el pri-
en pan de todos tu desesperación mer poeta de la modernidad peruana. Manuel
en agua pura? González Prada (1844-1918), uno de los escri-
tores peruanos de mayor temple y calidad, de
La literatura peruana es relativamente jo- prosa cincelada con fuego, de actitud política
ven, sobre todo si la comparamos con otras contestataria y de profundo contenido ético,
Manuel González Prada
literaturas. En diez siglos de producción que tiene un sitial de honor en el afecto de los
literaria es natural que otras comunidades peruanos es, al mismo tiempo, el iniciador de
tengan escritores de gran valía. Así ocurre en la poesía contemporánea en el Perú. Con él
la literatura italiana con Dante, en la litera- este difícil arte deja de ser un ejercicio de des-
tura inglesa con Shakespeare, en la literatura ocupados para convertirse en una actividad
española con Cervantes. En los cinco siglos compleja y riesgosa. No es azar que sea él,
en los que podemos hablar de literatura pe- junto con el poeta boliviano Ricardo Jaimes
ruana, desde el siglo XVI hasta nuestros días, Freyre (1868-1933), uno de los teóricos más
el Perú ha tenido y tiene escritores de valía, reputados de la versificación castellana. En
el primero de todos, el Inca Garcilaso de la uno de sus poemas más hermosos González
Vega, a quien también recordamos en esta Prada canta a unos caballos blancos:
temporada porque conmemoramos también
cuatrocientos años de la publicación de los Los caballos blancos
Comentarios reales. Por qué trepida la tierra
Pero, sin embargo, el escritor que mejor nos y asorda las nubes fragor estupendo?
representa ante el mundo no es el Inca Garcila- ¿Segundos titanes descuajan los montes?
so, ni es tampoco Ricardo Palma, por tantas ra- ¿Nuevos Hunos se desgalgan abortados por las nieves
zones excelente, ni lo es el magnífico José María o corre inmensa tropa de búfalos salvajes?
Arguedas, ni el estupendo Mario Vargas Llosa. No son los bárbaros, no son los titanes ni los búfalos:
Ese escritor es César Vallejo, que como ningún son los hermosos caballos blancos.
otro se ha convertido en un clásico. Esparcidas al viento las crines,
Un escritor clásico, lo ha dicho Ítalo Cal- inflamados los ojos, batiendo los ijares,
vino, viene precedido de una fama, se habla pasan y pasan en rítmico galope:
de él y a la sola mención de su nombre, una avalancha de nieve rodando por la estepa,
empatía nace en nosotros, un deseo vehemen- cortan el azul monótono del cielo
te de leerlo. Una fuerza interior nos lleva a con ondulante faja de nítida blancura.
buscar sus páginas, un deseo de confrontar Pasaron. Lejos, muy lejos, en la paz del horizonte,
La poesía peruana del siglo XX nuestras opiniones, todavía por formarse, con expira vago rumor, se extingue leve polvo.
MARCO MARTOS CARRERA otras que conocemos apodícticas y directas, Queda en la llanura, queda por vestigio,

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ancha cinta roja. los que imagina fuertes y ágiles, de pescuezos


¡Ay de los pobres Caballos blancos! finos y ancas relucientes y de cascos musica-
Todos van heridos, les. Chocano exalta la epopeya de estos caba-
heridos de muerte. llos singulares, detrás de los cuales se levanta
la nube de la gloria por los aires.
Una creencia muy antigua que permanece
en la memoria de todos los pueblos asocia Se diría una epopeya
originariamente el caballo al mundo de las de caballos singulares
tinieblas, a las entrañas de la tierra, a los abis- que a manera de hipogrifos desalados
mos del mar. Hijo de la noche y del misterio, o cual río que se cuelga de los Andes,
ese caballo arquetípico es portador a la vez de llegan todos sudorosos,
la vida y de la muerte; está ligado al fuego y empolvados, jadeantes, José Santos Chocano
al agua nutricia y a la vez asfixiante. Símbolo de unas tierras nunca vistas
contradictorio, conduce a la destrucción o al a otras tierras conquistables;
triunfo, y es, principalmente una figura lunar y, de súbito, espantados por un cuerno
relacionada imaginativamente, por analogía, que se hincha con soplidos de huracanes,
con la tierra, en su rol de madre, las aguas y dan nerviosos un relincho tan profundo
la sexualidad, los sueños de adivinación y la que parece que quisiera perpetuarse…
renovación periódica. Para los artistas, y para y, en las pampas sin confines,
buena parte de la humanidad, el caballo es ven las tristes lejanías, y remontan las edades,
portador del deseo, uno de los grandes relojes y se sienten atraídos por los nuevos horizontes,
naturales, arquetipo de la memoria arcana del se aglomeran, piafan, soplan… y se pierden al escape:
mundo. Salido de la noche, va perdiendo poco detrás de ellos una nube,
a poco sus formas originales para elevarse al que es la nube de la gloria, se levanta por los aires…
cielo, a la plena luminosidad. Existe una rela- ¡Los caballos eran fuertes!
ción dialéctica particular entre el hombre y el ¡Los caballos eran ágiles!
caballo. En el día el caballo galopa a la ciega
y el caballero lo conduce por los caminos y En el gusto de la mayoría de lectores de la
toma decisiones en las encrucijadas, pero por poesía moderna en el Perú, José María Egu-
la noche el caballo es guía y se interna con su ren (1874-1942) y César Vallejo (1892-1938)
jinete en el misterio. Cuando hay conflicto son antagónicos. Al primero se le considera
entre el hombre y el caballo, simbólicamente el padre de la poesía pura y al segundo, la
estamos hablando de locura y muerte porque fuente de la poesía llamada comprometida.
ambos están hechos el uno para el otro, en una Pero esa es solamente una parte de la verdad.
relación de equilibrios, aquello que se llama, Ambos poetas fueron estrictamente margina-
de diferente manera, una carrera triunfal. les en la sociedad peruana; llevaron toda su
Dentro de la simbología del caballo, Gon- vida una actitud que bien mirada es parecida:
zález Prada escoge unos caballos blancos, entregados en cuerpo y alma a su oficio, son
sujeto colectivo, clave de la luz. Se trata de más hermanos que antagonistas. En el tema
los sentimientos elevados, de las imágenes del caballo debemos a Eguren y a Vallejo lo
positivas que el poeta puede señalar. Pero ese que podríamos llamar la individualización
espíritu triunfante en el Perú civilista que a del símbolo. El caballo de Eguren, de origen
González Prada le tocó vivir, en ese país de la simbolista, es nocturno y sonámbulo.
derrota y el desánimo, no tenía lugar, estaba,
como esos caballos, herido de muerte. El caballo
Muy diferente fue la posición de José
Santos Chocano (1875-1934). A diferencia de Viene por las calles,
González Prada, Chocano fue un poeta que a la luna parva,
procuró tener armonía con la sociedad en la un caballo muerto
que vivió y más precisamente, con la franja en antigua batalla.
dominante de esa comunidad, que tenía, en el
plano de las ideas, una visión pasadista de la Sus cascos sombríos…
historia. No resulta extraño por eso que Cho- trepida, resbala;
cano, en uno de sus poemas más conocidos, da un hosco relincho, La poesía peruana del siglo XX
exaltase a los caballos de los conquistadores a con sus voces lejanas. MARCO MARTOS CARRERA

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En la plúmbea esquina No necesitamos ser muy perspicaces para


de la barricada advertir lo que podríamos llamar la humani-
con ojos vacíos zación del equino. Se trata de una relación de
y con horror se para. vasos comunicantes donde caballo y hombre
sienten de una manera parecida y complemen-
Más tarde se escuchan taria. Todos saben que Vallejo fue un poeta
sus lentas pisadas, desgarrado. Trilce es un libro descarnado,
por vías desiertas un libro de tuétanos y no de remansos; sin
y por ruinosas plazas. embargo, el poeta tiene en el mundo familiar
siempre algo de paz, aun en medio del sufri-
Eguren poseía ¿qué duda cabe?, una aris- miento. En el poema que nos ocupa esa paz
tocracia de espíritu, cuyos valores estaban tiene su origen precisamente en el compañe-
José María Eguren fijados en el pasado. Veía pasar una república, rismo con el animal.
si bien aristocrática en las formas, de baja ra- Han pasado muchos años desde aquel
lea en las cuestiones de espíritu. Era, al mismo 1909 cuando Marinetti habló de la belleza de
tiempo, un hombre apocado, podríamos decir un automóvil de carreras. Los caballos que
que suavemente nocturno; como su propio arrastraron los carruajes de La Iliada, que
caballo, tenía un espíritu desvanecido; era, trotaron con el Cid en las llanuras españolas,
ya mientras escribía, una voz lejana que se continúan teniendo un prestigio proverbial
encontraba más cómoda no entre el gentío tal vez porque son símbolo vivo como los
abigarrado de una Lima que crecía entre calles hombres que les cantan.
y plazas; tampoco ciertamente en los grandes
salones de una burguesía falsamente liberal; Yo no sé por qué
su lugar era la plaza ruinosa, la vía desierta y mi madre hablaba siempre
caminaba o escribía con lentas pisadas, con de mi padre
sigilo, sí, precisamente como un caballo muer- como de un caballo
to en una antigua batalla, como el espíritu de grande y silencioso
un caballo muerto, pero vivo en una antigua como un perro
batalla. o de un perro grande
César Vallejo es el poeta peruano que más y silencioso
ha comprendido la simbología de los animales. como un caballo
En su poema LXI de Trilce Vallejo establece la verdad es que mi padre
una relación afectiva muy poderosa con el era tan alto
equino. El caballo de Vallejo, individualizado, y encendido
no es símbolo del propio poeta, pero sí su par. que me era difícil mirarlo
En ningún otro caso, está el equino tan digni- y cuando lo miraba
ficado, en relación dialéctica, justamente con me caía el sol en la garganta.
el hombre. Habría que remontarse a Homero
para encontrar caballos que hablan: En el texto de Jorge Eduardo Eielson, el
foco de atención se desplaza naturalmente
Esta noche desciendo del caballo, de los animales al padre del poeta, que, se-
ante la puerta de la casa, donde mejante a los animales, es silencioso y es casi
me despedí con el cantar del gallo. una deidad a la que el niño mira desde abajo,
Está cerrada y nadie responde. situación arquetípica que es tratada muchas
[…] veces en la poesía.
Carlos Germán Belli (1927) es el poeta
Llamo de nuevo y nada. peruano que en este momento llama más la
Callamos y nos ponemos a sollozar, y el animal atención a los editores y traductores en todo
relincha, relincha más todavía. el mundo. Dueño de una retórica precisa que
bebe en los clásicos de la lengua, maneja un
Todos están durmiendo para siempre, vocabulario característico en el que se entre-
y tan de lo más bien, que por fin mezclan arcaísmos y palabras poco corrientes
mi caballo acaba fatigado por cabecear con otras voces que recoge del lenguaje calle-
La poesía peruana del siglo XX a su vez, y entre sueños, a cada venia, dice jero. Toda su poesía desde sus principios hasta
MARCO MARTOS CARRERA que está bien, que todo está muy bien. su espléndida madurez está en permanente

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búsqueda de una arcadia negada casi siempre que se trató de un intento frustrado de revolu-
por las realidades que va encontrando, pero ción y que esa revolución se quiso hacer desde
atisbada en la esfera del amor. El equino que la cúpula sin la participación popular. En su
imagina, es, si se quiere, tradicional y está en poema «Balada para un caballo» Pimentel se
contraste con la especie humana: homologa con un caballo salvaje, fuera de su
medio natural, trotando en el cemento de las
A mi esposa calles, sorteando toda clase de trampas, pero Carlos Germán Belli
libre de alguna manera cuando bebe el agua
Ya valerme yo quiero pues siquiera de los ríos, rebelde cuando ve la doma de los
del corto ocio que por ventura gozo, caballos en los hipódromos, con una utopía
y publicar mis gracias en la cabeza, siempre la utopía de la felicidad,
por uniros conmigo, aunque con un fuerte sentimiento de desva-
limiento.
sin tomar vos el tiento a mi linaje,
que tan lejano al vuestro se veía Seré libre y así al menos mis guardacaballos cuidarán
bajo el ceño del látigo de mí
como del Orión al orbe. y de mi yegua
y de mi potranco.
Porque prójimos no éramos nosotros,
y en horma yo lucía de cuadrúpedo, Dice en las últimas líneas. Y va aparecien-
del hocico a la cola, do así la yegua en la poesía peruana.
exactamente un bruto. Años más tarde, en la década de 1980-
1990, en medio de un desánimo político que
Tal estado ¿qué? Por los dioses no, atraviesa a toda la sociedad peruana, algunos
ni en el materno claustro fue jamás, poetas jóvenes como Eduardo Chirinos o co-
sino a la orilla fiera mo Roger Santiváñez van construyendo una
del Betis que me helaba. poesía bastante individual que por cierto sur-
ge también en otros lugares de América, como
Mas vos llegásteis hasta el pesebre mío, en Chile, donde el poeta José Luis Martínez
Y mudado fui a vuestra ufana grey, contrasta el puro lenguaje de los pájaros que
por siempre recobrando hablan en pajarística y el opaco lenguaje de
la faz y el seso humano. los humanos que está lleno de tautologías. Un
mensaje así en poesía solo se puede explicar
De los caballos que hablan de Homero si el que lo escribe conoce algo de lingüística
y Vallejo, hemos retornado al cuadrúpedo, contemporánea. En esos años, en el Perú, Jo-
símbolo de lo bruto, aunque no deja de ser sé Antonio Mazzoti, poeta y estudioso de la
irónico que Marco Junio Bruto, uno de los literatura, escribió el siguiente texto:
asesinos de Julio César, dejara su nombre
como herencia a animales que casi siempre Yegua es la hembra del caballo
tienen nobleza. (después de una lectura de R. Jakobson)
En el Perú de los años setenta del siglo
pasado apareció un belicoso grupo de poetas Yegua es la hembra del caballo y yegua
que se bautizaron como «Hora Zero», título es mi mujer impronunciable por el resto de mis días,
de uno de los poemas de Ernesto Cardenal. [la frescura
El propósito adánico era evidente. Esos va-
tes lanzaron manifiestos que, como suele de su sudor y de sus patas duras como un diente
ocurrir, han envejecido más rápidamente que y el lomo en que cabalgo rodeado de metrallas y sirenas
sus poemas. Entre ellos hubo y hay poetas anunciando un bombardeo.
de valía como Enrique Verástegui o Carmen Yegua es la hembra del caballo y yegua es mi mujer
Ollé. Uno de ellos, Jorge Pimentel, ha sabido, de suave relincho a cien violines, cuatro flautas dos
mejor que otros, expresar el clima personal, [trompetas
pero al mismo tiempo colectivo que se vivió y un músico olvidado y legañoso
durante el gobierno de Juan Velasco Alva- a media barba
rado. Independientemente de las posiciones y noches de terrible soledad. La poesía peruana del siglo XX
políticas de cada quién se puede convenir en Ella se mueve por los parques hinchando sus ancas MARCO MARTOS CARRERA

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(yo hincho mis pulmones) o dormir en una alcoba


salta y patea y no conoce a los flemáticos con piso de madera.
desnuda una sonrisa A veces pienso
como quien abre una bolsa de arroz que debería dejarlo irse libremente
sabe y no sabe siente y no siente grita y no grita en busca de su propia muerte.
y esparce el arroz entre los novios. ¿Y los prados lejanos
Yegua es la hembra del caballo y yegua es mi mujer sin los cuales yo no podría vivir?
Retrato de Washington Delgado
[impronunciable Guardo un caballo en mi casa
divina metalengua que pronuncio y no decoro desesperadamente encadenado
y salto y pateo y relincho y ya no sigo a mi sueño de libertad.
sé que ella viene como un pasto dulce a perdonarme
[estas palabras. Manuel González Prada veía a los caballos
blancos como los sueños del hombre, Choca-
Los saberes universitarios se juntan con los no como epopeya del pasado; Eguren señala
saberes vitales para dar una poesía muy ligada a en el caballo el espíritu aristocrático que vive
la vida, pero también al pensamiento científico, y muere en soledad; Vallejo se hermana con
como fue la de Lucrecio en la lejana Roma. el caballo; Belli se diferencia del cuadrúpedo
En 1986, el poeta Wáshington Delgado, al que llama bruto; Pimentel se siente un ca-
uno de los más reputados en la lírica peruana ballo salvaje suelto en las ciudades; Mazzotti
del siglo XX, ligado tempranamente a la poe- cabalga en la intimidad; Delgado juega con
sía de Pedro Salinas y posteriormente a la de la ambivalencia, alimenta el deseo de libertad
Bertolt Brecht, escribió un texto sobre otro y lo sofrena en un involuntario símil con los
caballo, el que está prisionero y es amante días que vivimos hogaño.
insobornable de la libertad.
Segunda indagación
Un caballo en casa Blanca Varela y sus contemporáneos

Guardo un caballo en mi casa. El Perú ha sido, desde el momento que


De día patea el suelo empezó a ser llamado con ese nombre, tie-
junto a la cocina. rra de poetas. Puede que en otras áreas de
De noche duerme al pie de mi cama. la creación artística, haya intermitencias y
Con su boñiga y sus relinchos discontinuidad. No ocurre lo mismo con la
hace incómoda la vida lírica, en todo tiempo y circunstancia. Sin
en una casa pequeña. embargo, salvo las excepciones de rigor, pocas
¿Pero qué otra cosa puedo hacer mujeres, a lo largo de los siglos XVI, XVII,
mientras camino hacia la muerte XVIII y XIX, se han dedicado a la poesía. En
en un mundo al borde del abismo? la época virreinal, la mitológica Amarilis que
¿Qué otra cosa sino guardar este caballo intercambió escritos en verso con el célebre
como pálida sombra de los prados abiertos Lope de Vega, permanece, a pesar de su rostro
bajo el aire libre? difuminado en su deseado anonimato, como
En la ciudad muerta y anónima, el mejor ejemplo de una mujer de temple
entre los muertos sin nombre, yo camino que escoge la literatura como vehículo de su
como un muerto más, naturaleza femenina. La incipiente marca lite-
Las gentes me miran o no me miran, raria de la mujer en el Perú, fue la de aquella
Tropiezan conmigo y se disculpan fémina que se atrevió a hacer lo que las otras
O me maldicen y no saben soñaban.
que guardo un caballo en mi casa. En el primer siglo de nuestra época re-
En la noche, acaricio sus crines publicana, el XIX, hubo muchas mujeres
y le doy un trozo de azúcar, que escribieron versos. Aparecen en sesudas
como en las películas. investigaciones, pero no nos dejaron nada
Él me mira blandamente, unas lágrimas memorable. Fueron novelistas las que desta-
parecen a punto de caer de sus ojos redondos. caron, Clorinda Matto de Turner y Mercedes
Es el humo de la cocina o tal vez Cabello de Carbonera.
La poesía peruana del siglo XX le desespera vivir en un patio Iniciado el siglo XX, hubo una dama que
MARCO MARTOS CARRERA de veinte metros cuadrados pronto llamaría la atención, por lo descarnado

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de sus versos y su capacidad de entrar de lleno ciendo un liderazgo no en el grupo inicial sino
en la acción política. Tempranamente conoci- en toda la sociedad. En vísperas de su muerte,
da por José Carlos Mariátegui, su prestigio de en 1965, escribió uno de los libros más bellos
luchadora opacó un poco su actividad litera- del siglo XX: El tacto de la araña.
ria. Finada su vida, lentamente se le empieza La poesía inicial de Sologuren y Eielson
a valorar, como una de las más importantes muestra un gran conocimiento de la tradición,
escritoras peruanas de estos tiempos difíciles. tanto de la española como, de la que viene del
Magda Portal es ahora estudiada en artículos simbolismo y del surrealismo además de la
de revistas especializadas, en tesis y en libros poesía peruana del siglo XX. Algunos de los
que le son dedicados. poemas de Detenimientos (1947) de Sologu-
La poesía peruana en el siglo XX, aparte ren o de Reinos (1945) de Eielson, continúan
del caso de Magda Portal, fue privilegio de ahora mismo estando entre los mejores de sus Blanca Varela
varones. Dos de ellos, César Vallejo y José respectivos autores.
María Eguren, copan, ellos solos, con la ca- Paralelamente a esta actividad de los poe-
lidad de sus versos, cuatro décadas de poesía tas mencionados y sin ninguna relación con
en el Perú. ella, algunos estudiantes de la Universidad
En los años cuarenta, dos jóvenes poetas, Nacional Mayor de San Marcos se agruparon
Jorge Eduardo Eielson y Sebastián Salazar bajo la denominación «Los poetas del pue-
Bondy, se reunían en los alrededores de la blo». Entre ellos figuraban Mario Florián,
Universidad de San Marcos con una incipien- Gustavo Valcárcel, Felipe Neira, Eduardo
te escritora, menor que ellos mismos. Blanca Jibaja, Guillermo Carnero H., Luis Carne-
Varela había nacido en 1926 y tenía una pro- ro Checa. Aparte de Mario Florián, el más
funda vocación literaria que desarrollaría re- destacado fue Gustavo Valcárcel, quien en
cién a partir de 1959, cuando publicó en Vera- su propia práctica poética mostró que ciertos
cruz, México, con un prólogo de Octavio Paz, decires limeños de media voz no se ajustaban
su primer libro Ese puerto existe. Se cuenta la a la verdad. Se sostenía que había una distan-
anécdota de que leyendo el poema liminar, cia muy grande entre estos jóvenes de patio
titulado Puerto Supe, Paz le preguntó a su y plazuela y Sologuren, Eielson y Salazar. A
amiga. ¿Ese puerto existe? Y como ese puerto estos últimos se les reconocía calidad poética
existía, Blanca Varela le dijo, ese puerto existe, y se les atribuía arte purismo y a los del grupo
y Paz concluyó, ese puerto existe es el título de Valcárcel se les tenía por ignaros en poesía.
del libro. Y así fue, el libro Puerto Supe se Valcárcel escribió un poemario, Confín del
transformó en Ese puerto existe, pero sin duda tiempo y de la rosa, que rendía expreso ho-
Puerto Supe también era muy hermoso. menaje, a través de varios epígrafes elegidos,
La llamada ahora generación del cincuen- a Jorge Eduardo Eielson y Martín Adán. Con
ta, evolucionó a partir de 1945. Hubo poetas ese libro Valcárcel mereció en 1948 el Premio
que genéricamente podemos llamar platóni- Nacional de Poesía. Esa distinción la había
cos como Javier Sologuren, Jorge Eduardo obtenido en 1944 Mario Florián y en 1945
Eielson y otros aristotélicos, como Sebastián Jorge Eduardo Eielson.
Salazar Bondy, Wáshington Delgado, Alejan- En los años cincuenta emigraron Eielson,
dro Romualdo, Gonzalo Rose, y otros a los Sologuren y Blanca Varela y aparece otra
que podemos llamar sofistas, porque adoptan promoción de escritores de la misma gene-
cualquier punto de vista en su discurso poéti- ración. Uno de ellos, Alejandro Romualdo
co, como Pablo Guevara. Valle (1926) hizo, junto con Sebastián Salazar
Deteniéndonos más en el detalle podemos Bondy, una de las mejores antologías de la
decir que a principios de los años cuarenta poesía peruana. Con este hecho se prueba que
hubo un grupo conformado por Javier Solo- entre los poetas de la época hubo no solamen-
guren, cuyos primeros versos se publicaron te cordialidad sino continuidad en el trabajo
en 1939, Jorge Eduardo Eielson, Sebastián poético. Poco tiempo después que Romualdo
Salazar Bondy y Blanca Varela. Cada uno de entraron en liza literaria Carlos Germán Be-
estos poetas ha alcanzado mucha calidad y lli, Francisco Bendezú, Wáshington Delga-
se ha convertido en paradigma de entrega al do, Efraín Miranda, Leoncio Bueno, Pablo
oficio. Uno de ellos, Sebastián Salazar Bondy, Guevara, Américo Ferrari, José Ruiz Rosas,
se transformó en animador cultural, en perio- Fernando Quíspez Asín, Leopoldo Chariar- La poesía peruana del siglo XX
dista, en crítico de arte y poco a poco fue ejer- se, Yolanda Westphalen, Cecilia Bustamante, MARCO MARTOS CARRERA

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Francisco Carrillo, Manuel Velázquez, todos una legión de devotos lectores que la disfrutan
ellos poetas de reconocido talento dentro y con entusiasmo. Escribió este poema:
fuera del Perú.
Hay una leyenda falsa que habla de una Exacta dimensión
oposición y hasta de una polémica entre los
poetas llamados puros y los considerados Me gustas porque tienes el color de los patios
sociales. Machado decía no conocer la poe- de las casas tranquilas…
sía pura y eso vale para los poetas peruanos.
Un orífice como Eielson es capaz de los y más precisamente:
más desgarrados acentos en un libro como me gustas porque tienes el color de los patios
Habitación en Roma (1954), y un poeta apa- de las casas tranquilas
rentemente ensimismado como Javier Solo- cuando llega el verano…
guren puede entregarnos un poema sentido
que busca la entraña del significado del Inca Y más precisamente:
Garcilaso. Lo que hubo entre 1958 y 1959 me gustas porque tienes el color de los patios
fue una polémica entre un poeta, Alejandro de las casas tranquilas en las tardes de enero
Juan Gonzalo Rose Romualdo, que había escrito en 1958 Edición cuando llega el verano…
extraordinaria y algunos críticos como José
Miguel Oviedo o Mario Vargas Llosa, que le y más precisamente:
reprochaban a Romualdo «el sacrificio de la me gustas porque te amo.
poesía» como puede verse en la revista Lite-
ratura Nº 3 de 1959, publicación que dirigían Desde el punto de vista de la retórica y
Abelardo Oquendo, Luis Loayza y Mario de la técnica, la eficacia del poema puede
Vargas Llosa. Más allá de la hojarasca que resumirse en pocas frases: manejo diestro de
deja un enfrentamiento de circunstancias, la anáfora, en la modalidad de la anadiplosis,
los críticos se equivocaron porque en ese y conocimiento certero del ritmo en poesía,
manojo de poemas de Romualdo hay tres o aquello que Oldric Belic llama la expectati-
cuatro que merecen estar en toda antología va y la expectativa frustrada, dicho de otro
de poesía peruana. modo, la repetición rítmica y la suspensión
Reactivado en los años cincuenta el gru- de la repetición. En una época de tantos des-
po «poetas del pueblo», incorporó entre sus creimientos, la poesía de Rose se sostiene en
miembros a Juan Gonzalo Rose y a Manuel el plano de los significados, por la delicadeza
Scorza. Rose es uno de los líricos más finos de los sentimientos amorosos y la rotundidad
del siglo XX y Scorza después de haber publi- con la que son expresados.
cado tres libros de poesía, ha destacado como Han pasado poco más de cincuenta años
novelista y como animador cultural. Juan desde que estos poetas empezaron a escribir.
Gonzalo Rose significa en la poesía peruana Algunos críticos prefieren la escritura de Jor-
del siglo XX la aparición de una voz origina- ge Eduardo Eielson, otros, la de Javier Solo-
lísima. Desde César Vallejo no había existido guren o la de Blanca Varela, o la de Wáshing-
en el rico transcurrir de la lírica nacional una ton Delgado, o la de Carlos Germán Belli, o
escritura que se afincara en el hondón de la la de Alejandro Romualdo o la de Francisco
ternura y de la tristeza más profundas. Poesía Bendezú. En todo caso les debemos agradecer
del dolor la suya, pero también de sensualidad a todos. En numerosos momentos de su his-
difuminada sobre personas y objetos amados toria el Perú tuvo poetas de gran calidad des-
y así mismo sobre la naturaleza y sus encan- de González Prada, Vallejo, Eguren, Martín
tos. Lírica que sin ninguna intermediación es Adán, Westphalen, Moro, Oquendo, Abril,
captada por el lector con empatía inmediata, pero entre ellos y sus coetáneos hubo a veces
que da la engañosa sensación de ser naturalísi- diferencias abismales. No ocurre esto con los
ma para su autor, pero que es producto no so- poetas de los años cincuenta. Nunca hubo en
lamente de una técnica depurada, sino de una el Perú antes un grupo de tanta calidad.
temprana sabiduría alcanzada por el poeta Después de este necesario paréntesis, vol-
desde su juventud y que se fue mostrando sin vamos a Blanca Varela. Si existen, como dice
prisas pero sin pausas a lo largo de décadas, Northrop Frye, poetas del cielo, del edén, de
La poesía peruana del siglo XX dejando en el Perú y en otros países de Amé- la tierra y de las cavernas, aunque algunos
MARCO MARTOS CARRERA rica Latina como México, Chile y Guatemala, como Dante, atraviesan todas las zonas, con-

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viene señalar que Blanca Varela es poeta de la esa asfixiante seda, ese pesado espacio
tierra y, principalmente, de las cavernas. Es poblado de agua y de pálidas corolas.
una poeta que excava en sus propias entrañas
y que establece un curioso contraste entre En esta costa soy el que despierta
una dicción límpida y el sentimiento exacer- entre el follaje de alas pardas,
bado de estar arrojada en el mundo. Es, si las el que ocupa esa rama vacía,
comparaciones caben, el par femenino de Paul el que no quiere ver la noche. Manuel Scorza

Celan. Y si hablamos de formación literaria,


sin duda conoce bien el expresionismo, el Aquí en la costa tengo raíces,
surrealismo y el existencialismo, pero resulta manos imperfectas,
aventurado juzgarla de acuerdo a los moldes un lecho ardiente en donde lloro a solas.
de cualquier escuela literaria. La potencia de
ese primer poema que publicó, Puerto Supe, Este poema llamó la atención cuando se
llega intacta hasta nosotros, cuarenta años publicó y continúa llamándola, cuando se le
después de su publicación. somete a diferentes análisis literarios. Basta
decir que la originalidad reside tanto en la
Puerto Supe límpida dicción, en la que con una imaginería
Está mi infancia en esta costa, de herencia simbolista, se da cuenta de una
bajo el cielo tan alto, situación donde la hermosura de naturaleza,
cielo como ninguno, cielo, sombra veloz, contrasta con una voluntad de destrucción y
nubes de espanto, oscuro torbellino de alas, un sufrimiento. Quien dice que destruye la
azules casas en el horizonte. casa de sus padres, está separándose de ma-
nera violenta de su tradición y de su propia
Junto a la gran morada sin ventanas, historia. Nace independiente de su prosapia.
junto a las vacas ciegas, El otro aspecto que la crítica ha subrayado
junto al turbio licor y al pájaro carnívoro. ha sido el carácter masculino de la vox que
narra el poema. Aunque este hecho aparece
¡Oh mar de todos los días, solo al final del texto, resulta ingenuo negar
mar montaña, que tiñe desde esa posición todo el poema.
boca lluviosa de la costa fría! Es, pues, una vox varonil, la que nos dice
todo lo que expresa Puerto Supe. Repárese
Allí destruyo con brillante piedras que está situación no volverá a repetirse en
la casa de mis padres, toda la escritura de Blanca Varela. Aun así, la
allí destruyo la jaula de las aves pequeñas, elección de una vox masculina para el primer
destapo las botellas y un humo negro escapa poema que en su vida da a conocer una mujer
y tiñe tiernamente el aire y sus jardines. es un hecho revelador dentro de una sociedad
patriarcal. Cierto es que existen otras formas
Están mis horas junto al río seco, literarias diferentes de la poesía lírica, el teatro
entre el polvo y sus hojas palpitantes, por ejemplo o la novela, donde una mujer
en los ojos ardientes de esta tierra escritora, indistintamente, desarrolla parla-
adonde lanza el mar su blanco dardo. mentos o modos de pensar de hombres, pero
pocas veces en la historia literaria, las mujeres,
Una sola estación, un mismo tiempo cuando se expresan líricamente, escogen una
de chorreantes dedos y aliento de pescado. vox masculina. El hecho amerita un esbozo de
Toda una noche larga entre la arena. interpretación por lo menos. Jung, el célebre
Amo la costa, ese espejo muerto discípulo de Freud que tempranamente se
en donde el aire gira como loco, apartó de las enseñanzas del maestro, sostenía
esa ola de fuego que arrasa corredores, que los varones tienen una parte femenina a
círculos de sombra y cristales perfectos. la que llamó alma, y que las mujeres tienen
una parte masculina, a la que llamó animus.
Aquí en la costa escala un negro pozo, Aceptemos o no las denominaciones de Jung,
voy de la noche hacia la noche honda, no cuesta mucho consentir en que muchas
voy hacia el viento que recorre ciego mujeres de valor, llámense Teresa de Ávila o
pupilas luminosas y vacías, Sor Juana Inés de la Cruz, destacan precisa- La poesía peruana del siglo XX
o habito el interior de un fruto muerto, mente por su ánimo. Adjudicarle al ánimo, al MARCO MARTOS CARRERA

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temple, a la fortaleza, valores masculinos, sin La diferencia con el primer texto de la es-
duda es una variable de la sociedad patriarcal. critura de Blanca Varela es muy grande. Aho-
Lo que hay en el texto de Blanca Varela es la ra la escritora no necesita recurrir a ningún
desolación de un individuo que rompe con el recurso retórico. No intenta guarecer su vox
pasado, simbolizado por la casa de los padres bajo ropajes masculinos. Es una mujer la que
destruida, que rompe su mundo afectivo y habla, está claro. Y esta mujer tiene todas las
queda desolado, en una costa hermosa que es marcas del sufrimiento en la sociedad patriar-
como un lecho donde llora a solas. cal. Pobre, miserable, debe abortar cada luna.
En uno de sus libros posteriores Valses y El hombre adopta, en cambio disfraces, mago
otras falsas confesiones, de 1971, Blanca Varela o proxeneta, general en Bolivia o tanquista
escribe un texto que conviene contrastar con en Vietnam, o eunuco en las puertas de los
el que acabamos de leer. Es su Vals del Ánge- burdeles. Individuo que expresa en sus actos
lus. Dice: la explotación símbolo de la muerte, imagen
de la castración. La vox narradora del poema
Ve lo que has hecho de mí, la santa más pobre se compara con el alacrán en su nido, con la
del museo, la de la última sala, junto a las letrinas, la tortura desollada, el árbol bajo el hacha.
de la herida negra como un ojo bajo el seno izquierdo. La intensidad expresiva de este texto,
Ve lo que has hecho de mí, la madre que devo- pocas veces alcanzada en la poesía del Perú,
ra a sus crías, la que se traga sus lágrimas y engorda, descarnadamente denuncia a un mundo hecho
la que debe abortar en cada luna, la que sangra todos para la guerra entre países, para la confronta-
los días del año. ción de género, con ventaja aparente para el
Así te he visto vertiendo plomo derretido en varón, pero en verdad causa una degradación
las orejas inocentes, castrando bueyes, arrastrando que envuelve tanto al hombre como a la mu-
tu azucena, tu inmaculado miembro, en la sangre de jer, como se evidencia en la última línea: «Tu
los mataderos. Disfrazado de mago o de proxeneta imagen en el espejo me habla de una terrible
en la plaza de la Bastilla —Jules te llamabas ese día semejanza».
y tus besos hedían a fósforo y cebolla. De general El título del poemario y el propio título
en Bolivia, de tanquista en Vietnam, de eunuco en la del poema merecen también una breve ex-
puerta de los burdeles en la Plaza México. plicación. El vals europeo se adoptó en el
Formidable pelele frente a los tableros de con- Perú y sufrió una serie de transformaciones
trol; gran chef de la desgracia revolviendo catástrofes musicales. Pero más importante, para lo que
en la inmensa marmita celeste. Ve lo que has hecho nos interesa, es que el vals peruano tiene letra,
de mí. y esta letra es preferentemente quejumbrosa.
Aquí estoy por tu mano en esta ineludible Los más conocidos valses peruanos, los de Fe-
cámara de tortura, guiándome con sangre y con lipe Pinglo, nos hablan de amores imposibles
gemidos, ciego por obra y gracia de tu divina baba. entre un plebeyo y una aristócrata o del triste
Mira mi piel envejecida al paso de tu aliento, transcurrir de la vida en los barrios populares.
mira el tambor estéril de mi vientre que sólo conoce Cuando no es así, los valses están colmados de
el ritmo de la angustia, el golpe sordo de tu vientre nostalgia por un tiempo pasado mejor como
que hace silbar al prisionero, al feto, a la mentira. ocurre con las composiciones de Chabuca
Escucha las trompetas de tu reino. Noé naufraga Granda. Durante décadas, el vals fue el tipo
cada mañana, todo mar es terrible, todo sol es de hielo, de pieza preferida en las fiestas, tanto en las
todo cielo es de piedra. ¿Qué más quieres de mí? llamadas de sociedad como en las populares.
Quieres que ciega, irremediablemente a os- En los años setenta el vals ya había iniciado
curas deje de ser el alacrán en su nido, la tortuga su decadencia en el gusto de los peruanos.
desollada, el árbol bajo el hacha, la serpiente sin piel, Hoy mismo existe un corpus intocable de
el que vende a su madre con el primer vagido, y el valses que son los mismos desde hace treinta
que sólo es espalda y jamás frente, el que siempre tro- años. Cristalizados, son piezas de museo que
pieza, el que nace de rodillas, el viperino, el potroso, los peruanos recuerdan de cuando en cuando,
el que enterró sus piernas y está vivo, el dueño de la pero que no expresan sentimiento alguno,
otra mejilla, el que no sabe amar como a sí mismo aunque cuando fueron concebidos y cantados
porque siempre está solo. Ve lo que has hecho de mí. hayan parecido desgarradores. Cantando un
Predestinado estiércol, cieno de ojos vaciados. vals, nadie se confiesa. Un vals es necesaria-
La poesía peruana del siglo XX Tu imagen en el espejo de la feria me habla de mente una falsa confesión. Escogiendo el títu-
MARCO MARTOS CARRERA una terrible semejanza. lo Valses y otras falsas confesiones, la autora se

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distancia de la materia que narra, horrorizada mi cabeza llena de agua


hasta cierto punto de exhibir un sufrimiento de rumores y ruinas
como Benn, el gran poeta alemán quien dijo: seca sus negras cavidades
«¿Sentimientos? Yo no tengo sentimientos». bajo un sol semivivo
La mayor parte de la poesía de Blanca Va-
rela está atravesada por el dolor que se resiste mi cabeza en el más crudo invierno
a exhibirse. Escribir para ella no es acumular dentro de otra cabeza
poemas, ni libros, ni distinciones. Es una retoña
obligación interior. Cada uno de sus poemas
es cabal, antologable, de un despiadado rigor. En el texto Visitación, publicado en 2000
Veamos éste, por ejemplo. en su libro El falso teclado, escribe:

Secreto de familia dejé al demonio encerrado


en un cajón
soñé con un perro en su pequeño lecho de crespón
con un perro desollado
cantaba su cuerpo su cuerpo rojo silbaba afuera el ángel vuela
pregunté al otro toca la puerta
al que apaga la luz al carnicero espera
qué ha sucedido
en una mano la rima
por qué estamos a oscuras
como una lágrima
en la otra el silencio
es un sueño estás sola
como una espada
no hay otro
la luz no existe échame de mi cuerpo
tú eres el perro tú eres la flor que ladra son las doce
afila dulcemente tu lengua sin sol ni estrellas
tu dulce negra lengua de cuatro patas
Demasiado se ha hablado en occidente
la piel del hombre se quema con el sueño sobre la poesía del silencio, tanto que a algu-
arde desaparece la piel humana nos parece una moda, una manera de hablar
solo la roja pulpa de can es limpia de los poetas y de sus círculos; sin embargo,
la verdadera luz habita su legaña en los orífices más entregados al oficio, es
tú eres el perro con el silencio con el que se dialoga. Como
tú eres el desollado can de cada noche lo dijo Francisco Bendezú, cuando editó en
sueña contigo misma y basta 1961 su libro Los años, la poesía es palabra
y silencio. Al borde del silencio es cuando la
Han transcurrido más de cuarenta años des- poesía dice con mayor profundidad y niti-
pués de la publicación del primer libro de Blan- dez su verdad. Ahorra palabras, como en el
ca Varela y su nombre se encuentra ahora, junto texto que hemos copiado de Blanca Varela,
con el de Jorge Eduardo Eielson, a la cabeza de es expresión definitiva mordaz que sabe
ese extraordinario grupo llamado generación del concretar en un puñado de versos desolados,
cincuenta, y aún más, su poesía, dura, metálica, toda la profundidad que resume la existencia
sin concesiones, está entre las más leídas de humana.
Hispanoamérica. En su libro titulado Concierto Difundida durante décadas, la poesía de
animal de 1999 escribe estos versos: Blanca Varela ha sobrevivido a las incle-
mencias del tiempo, a la incuria, al desdén,
mi cabeza como una gran canasta gracias al impacto profundo que ha hecho
lleva su pesca en tantos lectores. Estamos seguros, de
que su lectoría aumentará más todavía en
deja pasar el agua mi cabeza el futuro.
Tradicionalmente la poesía occidental ha
mi cabeza dentro de otra cabeza sido escrita por varones. Sus mejores logros,
y más adentro aún conseguidos a partir de Dante y Petrarca, es- La poesía peruana del siglo XX
la no mía cabeza tán asociados a un platonismo que idealiza a MARCO MARTOS CARRERA

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la mujer. Su origen es medieval y se construye no necesaria coincidencia entre personajes y


sobre la estructura del vasallaje. La mujer es el sexo del propio autor.
alta dama y señora; con el poeta que la canta Pero hay algo más. El enmascaramien-
existen obligaciones, de reciprocidad, o por to, bajo la apariencia de un discurso auto-
lo menos de tolerancia, como ocurría en el biográfico, prosigue a lo largo de toda la
siglo XVI con Fernando de Herrera y su producción poética de Blanca Varela. Sus
inalcanzable musa, pero el sujeto que emite confesiones son deliberadamente falsas, son
el discurso es narcisista, tiene enfermiza sa- sumamente intensas, pero al mismo tiempo,
tisfacción en su propio canto. Pero, como se por su parquedad, por su cultivada sequedad,
ha dicho en numerosas ocasiones, el siglo XX producen en poesía ese efecto de distancia-
se caracteriza en la poesía hispanoamericana miento que anhelaba para la escena Bertolt
por la variación de los registros del lenguaje. Brecht. Varela introduce en sus versos, co-
El sujeto emisor, mezcla, como en el caso de mo Vallejo, distintos registros de lenguaje,
Vallejo, el lenguaje de la ciudad y el lenguaje una alusión culta puede convivir con una
del campo, el habla culta y el habla familiar. expresión típica limeña, y esa yuxtaposición
En esa dirección, lo que hace Blanca Varela da como resultado una sensación de extra-
es abandonar el centro del discurso y hablar ñeza. Esa extrañeza, esa dureza metálica que
desde periferias y violentar al sujeto emisor. envuelve a un corazón palpitante y secreta-
En el poema Puerto Supe, cambia la máscara mente sentimental, da a esta escritura un pa-
habitual, que es de identidad entre la mano del rentesco, como queda dicho, con Paul Celan
sujeto emisor y la vox que emite el discurso, y con Arthur Rimbaud. «Yo soy otro» había
por la discordancia. La vox que habla en el dicho el extraordinario poeta francés. «Mi yo
poema bien puede ser femenina o masculina, es andrógino» y abarca todo el sufrimiento
sólo al final, se percibe que es masculina. humano, podría decir si no Blanca Varela, su
Traslada así Blanca Varela a la poesía lírica, propia escritura, si acaso pudiera reflexionar
una característica de la novela o del teatro; la sobre sí misma.

La poesía peruana del siglo XX


MARCO MARTOS CARRERA

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