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Aunque el origen de sus textos más teóricos hay que buscarlo en una revista llamada Les

cahiers pour l’analyse. Les cahiers era una publicación en la que numerosos estudiantes
publicaban textos acerca los principales pensadores franceses de la época, tales como
Jacques Lacan, Michael Foucault, Jacques Derrida, Louis Althusser, Claude Lévi-Strauss.
Badiou contribuyó con dos ensayos «La Subversion Infinitésimale» (1968) y «Marque et
Manque: à propos du zéro» (1969c) –en los que, con una orientación matemática
innovadora, abordaba cuestiones referidas al estructuralismo y a la dialéctica. Estos textos
fueron la base de la que sería su primera publicación filosófica: Le concept de modèle
(1969b). En ella Badiou propondrá las bases de un nuevo racionalismo materialista que,
basado en el modelo de las matemáticas, permitirá una nueva manera de entender la
relación entre ciencia e ideología.

En 1970 en su estancia en la facultad de Vincennes funda la Unión Comunista


Marxista-Leninista Francesa (UCFML) y su revista Le Marxiste-Léniniste. Para el
historiador A. Belden Fields, (1988: 98-9) fue precisamente en esta época cuando Badiou
encuentra en la Revolución Cultural China de 1966-7 uno de sus referentes para
posicionarse ante los acontecimientos posteriores de mayo del 68. El encuentro con las
teorías maoístas marcaría un distanciamiento con el marxismo clásico y con la obra de
uno de sus maestros, Louis Althusser, hecho que le lleva a denominar a este periodo que
comprende las revueltas de mayo del 68 y sus años posteriores su particular «camino a
Damasco»1. La razón de este distanciamiento se encuentra en dos aspectos. El primero
hace referencia a cuestiones prácticas y el segundo, derivado del anterior, a cuestiones
más teóricas. Para Badiou el marxismo académico de la época, del que él mismo era
conocedor en tanto alumno de Althusser, acabó excesivamente obsesionado con
cuestiones teóricas olvidando su compromiso activista. Badiou, desde siempre muy
preocupado por la participación activa en el conflicto argelino, encuentra en las teorías
maoístas el soporte intelectual para conciliar ambas tareas, un riguroso estudio formal y

1
«Admito sin reticencia alguna que Mayo del 68 ha sido para mí, en el orden filosófico, como en todo lo
demás, un verdadero camino de Damasco» (Badiou, 1975: 7). Badiou utiliza esta expresión refiriéndose al
lugar donde San Pablo realizó la famosa conversión al cristianismo Pablo había sido un ciudadano judío y
romano cuya tarea había sido la persecución de los cristianos. En su camino a Damasco tuvo la visión de
Cristo, hecho que le llevaría a predicar el cristianismo. Badiou, tal y como veremos, obtiene continuamente
del cristianismo numerosas figuras metafóricas para presentarnos su filosofía. Cfr. Bosteels, 2005b: 243 y
Badiou, 1997f, 1998f.
estructural de su presente con un compromiso político y activista. Así lo expresa Badiou
(2005e):

Yo mismo experimenté de una vez y para siempre esa correlación entre transgresión y
sometimiento, en mayo de 1968 y los años siguientes. Sentí entonces que el desarraigo
de mi vida anterior, la de un pequeño funcionario de provincia, casado y padre de familia,
sin otra visión de la salvación que la de escribir libros; la partida hacia una vida sometida,
ardientemente sometida a las obligaciones militantes en lugares antes desconocidos,
hogares, fábricas, mercados suburbanos; el enfrentamiento con la policía, las detenciones
y los procesos, todo eso no provenía de una decisión lúcida sino de una forma especial de
pasividad, un abandono total a lo que sucedía (161).

Para Badiou el maoísmo nos muestra que el auténtico marxismo declara que la
existencia de una ciencia de las formaciones sociales no tiene interés para las masas si no
se encuentra dirigida a su movimiento revolucionario real. El maoísmo sitúa la verdad
marxista en el interior de la unidad de la teoría y de la práctica. Si somos fieles a las
enseñanzas maoístas, el auténtico marxismo no se debe contentar con realizar una
formalización correcta del presente, sino que debe favorecer la participación en los
movimientos revolucionarios del proletario (Bosteels, 2005: 242).

Así, se produce en Badiou un segundo distanciamiento con las teorías estructuralistas


del marxismo clásico. Este proceso se irá reflejando en una serie de textos cortos –Théorie
de la contradiction (1975c), De l’idéologie (1976), Le Noyau rationnel de la dialectique
hégélienne (1977c). En ellos Badiou muestra su intención de reelaborar el materialismo
dialéctico que caracterizaba las teorías marxistas más académicas por una teoría que, sin
caer en el idealismo dialéctico, pudiera integrar el rigor científico de un formalismo
matemático con el compromiso subjetivo de una práctica activista. Para ello aplicará las
contribuciones maoístas a la teoría dialéctica hegeliana y a las discusiones matemáticas
que había realizado en su anterior libro, Le Concept du modele (1969b).

Todas estas obras breves culminarán en 1982 con su primera gran obra, Théorie du
sujet (1982) en la que todas sus inquietudes –el formalismo matemático, la historia de la
filosofía, el cristianismo paulino, el marxismo althusseriano, la poesía de Mallarmé, el
psicoanálisis de Lacan, el existencialismo sartriano y la tragedia griega- serán atravesadas
por la teoría de la contradicción dialéctica maoísta que había desarrollado en los años
setenta.

La teoría elaborada en su Théorie du sujet es principalmente una teoría dialéctica


que permite pensar estructuralmente el surgir y el devenir de una subjetividad
revolucionaria. La dialéctica estructural que propone Badiou en esta obra surge, por
tanto, ante a la imposibilidad de la dialéctica materialista o marxista para pensar la
«fuerza» subjetiva necesaria de un individuo para participar en un movimiento
revolucionario, y de la dialéctica idealista o hegeliana para pensar en la formalización
objetiva del «lugar» donde acontece más allá de la consciencia del propio individuo
(Badiou, 1982: 75-7).

A lo largo de los años, Badiou desarrolla la importancia de la teoría del sujeto para
entender la empresa filosófica que Badiou desarrolla a lo largo de las tres décadas
siguientes, así como la influencia de la misma en su aproximación al ámbito fílmico.
Por lo pronto destacar una máxima fundamental, ya presente en la Théorie du sujet, que
caracterizará el devenir de la obra de Badiou, a saber: todo sujeto surge como
consecuencia del posicionamiento de un individuo frente al acontecer de una verdad.
Para Badiou, tal y como veremos más adelante, todo procedimiento de cambio debe ser
concebido como un nudo entre el aparecer de una novedad que niega el orden
establecido y el proceso de renovación de dicho orden. Badiou denominará al primero
«subjetivación» y al segundo «proceso subjetivo». La «subjetivación» se refiere al
momento en el que la «fuerza» interrumpe en el orden de un lugar, es decir, cuando un
orden estructural es amenazado con el caos a partir del acontecer de una nueva
reorganización.

La dimensión formal de la filosofía de Badiou se encuentra en sus influencias


althusserianas. Según Oliver Feltham (2010: 13-4) el periodo althusseriano de Badiou
estaría comprendido entre 1965 y 1969, año en el que publica Le concept du model, un
texto que aun poseyendo un prefacio ya con tintes maoístas todavía conserva una forma
althusseriana. Durante este periodo el pensamiento de Badiou se nutre de la asistencia a
un seminario impartido por Louis Althusser en el que se trataba principalmente el estatus
de la filosofía en relación a la contradicción entre la ciencia e ideología. En dicho
seminario Althusser trataba de defender la cientificidad de la dialéctica materialista de
Marx contra la dialéctica idealista hegeliana propia de los marxismos totalitarios. Para
ello se basó en las «Tesis sobre Feuerbach» y La ideología alemana, textos en los que
Marx se aleja más de las tesis hegelianas de los Manuscritos económico-filosóficos de
1844, a favor de una teoría científica y elaborada de la historia, tal y como aparece en El
capital. Tal y como expone Bosteels (2007: 22), a lo largo de estos años Althusser se
aproximará al marxismo en busca de las bases de una nueva ciencia, el materialismo
histórico, estableciendo los elementos de una nueva filosofía no ideológica, el
materialismo dialéctico: «Fundando la teoría de la historia (materialismo histórico),
Marx, en un solo mismo movimiento, rompió con su conciencia filosófica ideológica
anterior y fundó una nueva filosofía (materialismo dialéctico)» (Althusser, 1965: 24). .

Por lo tanto, Althusser propone seguir con la tarea, ya implícita en la teoría marxista,
de construir una nueva filosofía2. Para ello era necesario cuestionarse el marxismo
ortodoxo de la época, representado por dos corrientes dominantes: un marxismo histórico
y materialista y un marxismo dialéctico, abstracto y totalitario. El debate que desencadena
Althusser en su seminario gira en torno a la posibilidad de poder articular nuevamente la
compleja unidad de la diferencia entre un materialismo histórico y un materialismo
dialéctico, sin caer en el predominio de uno de ellos sobre el otro, ni en su completa
separación (Bosteels, 2007: 23). Este es, precisamente, el objeto principal de Althusser
en su ensayo «Sobre la dialéctica materialista», incluido en Pour Marx (1965):

Llamaremos Teoría (mayúscula) a la teoría general, es decir la Teoría de la práctica en


general, elaborada a partir de la Teoría de las prácticas teóricas existentes (de las
ciencias), que transforman en «conocimientos» (verdades científicas), el producto
ideológico de las práctica «empíricas» (actividad concreta de los hombres) existentes.
Esta Teoría es la dialéctica materialista que es la misma cosa que el materialismo
dialéctico (137-8).

Para Badiou la tarea que inicia Althusser es la búsqueda de una nueva Teoría que
esté condicionada por las prácticas teóricas científicas, en la medida en que su cometido
consiste en articularlas como rupturas con la ideología dominante. El desarrollo de esta
Teoría implicaría, por tanto, una figura estructural que diera lugar a comprender un nuevo
tipo de causalidad más allá de la ideología dominante. En palabras de Badiou: «De todos
modos el progreso ulterior del MD [materialismo dialéctico] depende de la solución o por
lo menos del planteo del problema de la causalidad estructural» (1967c: 27).

2
La influencia del proyecto de Althusser de (re)comenzar el materialismo marxista en el pensamiento de
Badiou ha sido estudiada por algunos de sus comentaristas. Pero, quizás, el más representativo de ellos ha
sido Bruno Bosteels. Véanse principalmente sus artículos: «Alain Badiou’s Theory of the Subject: The
Recommencement of Dialectical Materialism? (Part I)» (2001) y «Alain Badiou’s Theory of the Subject:
The Recommencement of Dialectical Materialism? (Part II)» (2002). Posteriormente muchas de sus tesis
serán recopiladas en su libro Badiou o el recomienzo del materialismo dialéctico (2007).
Para Badiou la teoría de causalidad estructural que desarrolla Althusser se constituye
principalmente por dos conceptos: la «dominancia» y la «sobredeterminación». Respecto
a la «dominancia», declara Badiou, Althusser defenderá que toda situación muestra de
entre todas sus prácticas una sola como principal, a la que llamará «instancia dominante»:
«La primera gran tesis del MD [materialismo dialéctico] –considerada aquí como
epistemología del MH– , plantea que el conjunto coyuntural o dicho de otra manera, que
el “todo complejo posee la unidad de una estructura articulada como dominante”» (op.
cit.: 24).

Para Badiou Althusser distingue cuatro tipos de prácticas humanas atendiendo al tipo
de producción material: económica, política, ideológica y teórica. Aunque cada practica,
o instancia, tiene sus propias estructuras determinantes, entre ellas se puede dar un
«efecto» por el cual el conjunto de prácticas posee la unidad de una estructura articulada
por una dominante. Una «coyuntura» es el efecto de unidad por el cual se jerarquizan las
eficacias de las prácticas como dominadas por una de ellas. En palabras de Badiou:

Convengamos en llamar coyuntura al sistema de las instancias en tanto que pensable


según el recorrido prescripto por las jerarquías móviles de las eficacias. La coyuntura es
antes que nada la determinación de la instancia dominante, cuya localización fija el punto-
de-partida del análisis racional del todo (op. cit.: 24).

En opinión de Badiou, en este punto, Althusser se desmarca del marxismo ortodoxo


en la medida en que éste siempre ha postulado la práctica económica como «dominante».
Según la tesis de la dominancia althusseriana, es cierto que la práctica económica es una
estructura determinante que figura en el todo articulado. Pero depende de la «coyuntura»
que sea o no «dominante», de manera que carece de algún privilegio de derecho (op. cit.:
25). Así, en una coyuntura histórica específica puede darse una contradicción entre una
práctica económica determinante y una práctica ideológica o política que juegue un papel
dominante en la «coyuntura». A esta situación Althusser la denomina
«sobredeterminación». A través de la tesis de «sobredeterminación» Althusser se aleja
del determinismo económico que había caracterizado el marxismo ortodoxo y abre las
puertas a la contingencia y al papel de la coyuntura política y la dimensión ideológico-
significante como medios para explicar los procesos de transformación de los fenómenos
sociales.

Althusser se apoya en las teorías freudianas del desplazamiento y en la teoría de


Lenin del eslabón más débil para dar cuenta de la causalidad estructural que desencadena
el cambio de una práctica dominante a otra (Bosteels, op. cit.: 33-5). La tesis de
«sobredeterminación» permite a Althusser pensar las condiciones objetivas que, en
retrospectiva, precipitan una transformación social. Se trata de pensar el movimiento
eficaz de la historia según la figura invariable de una variación de la estructura dominante
(Althusser, op. cit.: 173). A través de esta figura lógica es posible formalizar una
coyuntura histórica en la que se produce un proceso por el que una estructura no
dominante toma control de una situación partiendo de un punto en el que se produce una
repentina sobredeterminación de la estructura dominante.

Se podría decir que el seminario de Althusser proporciona a Badiou las bases


estructurales para desarrollar una teoría materialista del cambio, en la medida en que le
permite formalizar en una situación histórica concreta la aparición de un lugar que excede
el ámbito de la objetividad estructural y la ideología dominante. Tal y como afirma
Bosteels, «la teoría de la causalidad estructural» supone el primer intento para Badiou de
considerar a fondo el problema de «cómo la estructura de una situación, en el proceso
efectivo de convertirse en histórica, se habrá transformado como resultado de un
acontecimiento imprevisible» (op. cit.: 41). Aunque si bien es cierto, para Badiou, dicha
teoría resulta todavía incompleta en la medida en que es incapaz de dar cuenta de la
posibilidad de un individuo para transcender la subjetividad ideológica dominante y así
hacer efectivo el cambio. En el siguiente apartado veremos cómo Badiou encuentra esta
dimensión subjetiva en la reformulación que Lacan realiza de las teorías de los afectos y
las pulsiones freudianas.

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