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Lic.

en Psicología Diego Provera

Matrimonio y Adopción
por parte de parejas del mismo sexo

Transcripción de lo expuesto por el Lic. Diego Provera en la Radio HCD – FM


105.7 – el día 10 de mayo de 2010, Buenos Aires, Argentina.

Antes de abordar el tema que nos convoca, me gustaría inicialmente


distinguir entre lo que entendemos por “natural” o “propio del ser humano” de lo
que son construcciones socio-históricas. Para eso, pretendo rastrear brevemente
los antepasados de las concepciones de “sexualidad” y “matrimonio”, de manera
de poder dar cuenta de lo que queda invisibilizado detrás de estos conceptos.

Para pensar la construcción histórica de las sexualidades hay que


remitirnos a las antiguas Grecia y Roma, donde la moral sexual era según los
estratos sociales, donde hombres adultos libres se hacían servir sexualmente por
varones jóvenes, esclavos y mujeres. Tanto los griegos como los romanos no
oponían la sexualidad de reproducción y la sexualidad “contra natura” como lo hizo
el Cristianismo. Tampoco en la época del Renacimiento el matrimonio era
considerado como una limitación de la sexualidad a una única persona, y se
permitía tener amantes del mismo sexo o del sexo opuesto. Incluso en la
actualidad podemos mencionar otra forma de matrimonio y sexualidad si
pensamos en la poligamia existente en países de Oriente, donde el hombre puede
tener varias esposas.

En Occidente, con el pasaje hacia una heterosexualidad de reproducción


determinada por el Cristianismo, a partir de la Inquisición, aparece la noción de
“contra natura”. Así, comienzan a asociarse sexualidad-reproducción y matrimonio,
de tal forma que el amor “contra natura” es aquel al que no pueda suponérsele el
matrimonio. La fidelidad monogámica, la naturaleza del acto sexual, las relaciones
heterosexuales y la castidad ocuparos el centro de la moral sexual cristiana,
mientras que para los antiguos eran temas que les parecían indiferentes.

Por estos motivos, desde la Psicología pensamos a la sexualidad y al


matrimonio como construcciones de dimensión socio-histórica, y no como
“naturales” o “propias del ser humano”, ya que lo biológico, lo natural, lo propio al
hombre se mantiene constante a través del tiempo y en las diferentes culturas, y
no va modificándose dependiendo del contexto.

Cabe recordar que la psicología en su conjunto considera normal a la


homosexualidad, no la considera una enfermedad, ni una patología, ni una
perversión. Ya Sigmund Freud en el año 1920, en su texto “Sobre la psicogénesis
de un caso de homosexualidad femenina”, relata sobre una joven homosexual que
fue su paciente, porque al padre le provocaba indignación la condición sexual de
su hija. Pero el mismo Freud señala que la muchacha no era enferma y que allí no
había ningún conflicto neurótico que resolver.

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Ahora sí, para abordar la temática de la adopción debemos primero


distinguir entre los procreadores y los padres de un niño. Los procreadores o
“padres biológicos” son quienes traen al mundo al niño. Sin embargo, pensándolo
desde el psicoanálisis, éstos no necesariamente son los “padres” del niño, ya que
cuando hablamos de “padres” nos estamos refiriendo a funciones, a la capacidad
de ejercer un rol, que no siempre recae necesariamente sobre las personas físicas
de los procreadores. Así, nos referimos a la función materna básicamente como
quien nutre y erogeniza al niño, o sea, lo que tiene que ver con el placer. Cuando
hablamos de la madre como nutricia, no nos referimos necesariamente a la madre-
mujer biológica que le da la teta al bebé. Una madre puede no amamantar a su
hijo, y esto no significa que no sea madre. Entonces, de esta manera, podríamos
decir, por ejemplo, que quien le da la mamadera frecuentemente al bebé podría
cumplir esta función. Donald Winnicott, quien fue un gran exponente en lo que es
psicología en infancia, sostiene que la función materna debe tener determinadas
características, como ser el sostenimiento, que le permite al bebé sentirse
considerado, contenido, lo que le brinda confianza en sí mismo. Otra de las
funciones es por ejemplo promover en el bebé la capacidad de relacionarse con
objetos. Por otro lado, cuando hablamos de la función paterna nos referimos
básicamente a quien protege y prohíbe, lo que da forma así a la organización
social.

Entonces, estas funciones pueden ser ejercidas indistintamente por varones


o mujeres, no están atadas a las diferencias biológicas de los sexos, y mucho
menos a la condición sexual de quien ejerce estos roles.

El niño es un sujeto de derecho y hoy la adopción está configurada desde la


necesidad del niño de tener una familia. La Ley 26.061 de “Protección Integral de
los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes” establece los derechos que se
les deben garantizar. Considero que una pareja homosexual o heterosexual tiene
las mismas posibilidades de garantizar estos derechos, como ser por ejemplo la
salud, la dignidad, la integridad personal del niño, la educación, entre otros
derechos.

Estudios realizados en países donde la adopción por parte de parejas del


mismo sexo es legal demuestran que los niños criados por homosexuales no serán
necesariamente homosexuales. Este es un mito falso. El porcentaje de hijos
homosexuales criados por padres del mismo sexo es proporcionalmente similar al
de hijos homosexuales criados por padres heterosexuales. Incluso, si pensáramos
que los hijos de padres homosexuales serán homosexuales, ¿entonces los hijos
criados por heterosexuales serán heterosexuales? Esto no es así, de hecho en la
Argentina la gran mayoría (por no decir prácticamente todos) de los homosexuales
fueron criados por heterosexuales. De todas formas, cuando se debate este mito
falso, me pregunto: ¿Si los hijos de homosexuales fueran a ser homosexuales,
cuál sería el problema? Encontramos allí probablemente una discriminación
encubierta.

Solemos pensar desde una lógica binaria atributiva, en pares de opuestos.


Así, por ejemplo si algo no es malo, sería bueno, desde la lógica absolutista y
dicotómica. ¿Si no es blanco, entonces sería negro? Por eso muchas veces se
tiende a pensar que si el otro es diferente, entonces es enfermo o peligroso. Y esto
claramente no es así. En Psicología hablamos de la alteridad de la diferencia, de
aceptar lo diferente. Y no decimos “tolerar” lo diferente, porque tolerar tiene una
connotación negativa. Por el contrario, hay que permitir la multiplicidad, hay que

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sostener la diferencia. La masculinidad y la feminidad no son constructos


homogéneos. Se suele hablar de homosexuales, como si la condición sexual de
una persona nos dijera todo, y sin embargo, hay tantas formas de “ser
homosexual” como personas homosexuales, y este concepto poco nos dice de
cada ser humano en su singularidad.

Cuando se debate esta temática suele escucharse también que quienes se


oponen a la adopción por parte de parejas del mismo sexo, y a los nuevos
modelos de familia, argumentan que ese niño adoptado luego sería castigado por
la sociedad, humillado por sus compañeros de escuela, y esto sería altamente
traumático para el niño. Y entonces me pregunto, ¿una adopción y un casting de
modelos publicitarios tienen el mismo objetivo? Las personas de raza negra, las
personas de diferentes religiones, las personas obesas, entre otras minorías, están
en condiciones de adoptar, y negarles la adopción por ser “diferentes” sería
retroceder a épocas nefastas. Considero que pensar en que a un niño “lo van a
cargar” en la escuela por tener padres “diferentes” no es argumento suficiente
como para negarle la posibilidad a ese niño de ser adoptado. Y siguiendo con los
nuevos modelos de familia, cabe destacar que en la República Argentina es legal
la monoparentalidad. Es decir, una persona soltera puede adoptar un niño. Incluso,
la sociedad y la Ley sostienen que una mujer viuda, por ejemplo, puede criar y
educar a su hijo, y esto nadie lo cuestiona. En este caso, en el que no hay un
padre biológico presente, la sociedad acepta que esa madre pueda cumplir el rol
materno y paterno a la vez. ¿Y si esa mujer fuera gay, entonces no podría cumplir
esos roles? Entonces, al negarle la adopción a una pareja del mismo sexo, una
pareja que esté en condiciones de garantizar los derechos del niño, me pregunto:
¿Estamos pensando en el niño o en nuestros propios prejuicios?

El psicoanálisis considera que la familia es proveedora de gratificaciones


afectivas y de costumbres. El vínculo y la relación primaria con sus padres son los
que el niño luego extenderá al campo social. Piaget decía que la educación moral
sólo será efectiva si se desarrolla en un ambiente justo, organizado
democráticamente y basado en valores como la responsabilidad compartida y el
respeto mutuo. Cualquier persona puede o no educar moralmente a un niño, pero
esto no dependerá de la condición sexual de quien educa.

Autor: Lic. Diego Provera

Transcripción de lo expuesto por el Lic. Diego Provera en la Radio HCD – FM


105.7 – el día 10 de mayo de 2010, Buenos Aires, Argentina

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