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Borges- Ajedrez

En su grave rincón, los jugadores


rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.

Adentro irradian mágicos rigores


las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.

Cuando los jugadores se hayan ido,


cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.

En el Oriente se encendió esta guerra


cuyo anfiteatro es hoy toda la Tierra.
Como el otro, este juego es infinito.

II

Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada


reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.

No saben que la mano señalada


del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.

También el jugador es prisionero


(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y de blancos días.

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.


¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonía?
Silvina Ocampo- Los delfines
Los delfines no juegan en las olas
como la gente cree.
Los delfines se duermen bajando hasta el fondo del mar.
¿Qué buscan? No sé.
Cuando tocan el fin del agua
despiertan bruscamente
y vuelen a subir porque el mar es muy profundo
y cuando suben ¿qué buscan? No sé.
Y ven el cielo y les vuelve a dar sueño
y vuelven a bajar dormidos,
y vuelven a tocar el fondo del mar
y se despiertan y vuelen a subir.
Así son nuestros sueños.

VOY A DORMIR- Alfonsina Storni

Dientes de flores, cofia de rocío,


manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.


Ponme una lámpara a la cabecera;
una constelación; la que te guste;
todas son buenas; bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes…


te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases

para que olvides… Gracias. Ah, un encargo:


si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido…
CANCION PARA LA LUNA- en el ocaso
Federico García Lorca su faz rojiza.
Ten esperanza,
Blanca tortuga, muerta pulida,
luna dormida, que el Gran Lenín
¡qué lentamente de tu campiña
caminas! será la Osa
Cerrando un párpado Mayor, la arisca
de sombras, miras fiera del cielo
cual arqueológica que irá tranquila
pupila. a dar su abrazo
Que quizá sea… de despedida
(Satán es tuerto) al viejo enorme
una reliquia. de los seis días.
Viva lección
para anarquistas. Y entonces, luna
Jehová acostumbra blanca, vendría
sembrar su finca el puro reino
con ojos muertos de la ceniza.
y cabecitas (Ya habréis notado
de sus contrarias que soy nihilista.)
milicias.

Gobierna rígido
la faz divina
con su turbante
de niebla fría,
poniendo dulces
astros sin vida
al rubio cuervo
del día.
Por eso, luna,
¡luna dormida!,
vas protestando
seca de brisas,
del gran abuso
la tiranía
de ese Jehová
que os encamina
por una senda,
¡siempre la misma!,
mientras él goza
en compañía
de Doña Muerte,
que es su querida…

Blanca tortuga,
luna dormida,
casta Verónica
del sol que limpias
Enrique Banchs

Somos como la vieja torre


cuando saltan de sus ventanas
golondrinas;
somos como la vieja torre cuando
cantan en sus campanas voces finas.

Somos como la cama de un enfermo


cuando alzándose en ella se ve el
prado;
somos como la cama de un enfermo
que está viendo una estrella de
acostado.

Pues nuestro corazón con ilusiones


como la torre es, que tiene sones,
que tiene golondrinas, pero es vieja.

Pues nuestros corazón siempre en


desvelo,
es cual lecho que puede ver el cielo,
pero que lleva a uno que se queja.

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