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Cardoso y Faletto:

En Brasil, la etapa de “expansión hacia afuera” no consolidó un sector empresarial


hegemónico suficientemente fuerte y moderno como para neutralizar el poder de los sectores
agrotradicionales y mucho menos para unificar a los sectores popul ares, rurales y urbanos,
como “masa asalariada”.
En su conjunto, los sectores dominantes se diferenciaban de los de aquellos países que
siguieron una pauta “liberal” de industrialización por el hecho de que el Estado surge como el
elemento no solo de regulación del sistema industrial, sino también como instrumento directo de
su constitución, a través de la creación de empresas públicas, autárquicas o paraestatales.
Al peso del sector obrero, se le agrega un amplio sector de masas urbanas no obreras,
junto a la presencia de un amplio sector de masas rurales, que viven una situación diametralmente
distinta a los sectores populares urbanos.
En Brasil el populismo aparece como el eslabón gracias al cual se vinculan las masas
urbanas movilizadas por la industrialización al nuevo esquema de poder; y se convertirá en la
política de masas que tratará de impulsar el mantenimiento de un esquema de participación
política relativamente limitada y basada principalmente en una endeble estructura sindical que no
afectó a las masas rurales ni al conjunto del sector popular urbano.
La industrialización por sustitución de importaciones se alcanzó, por una parte, a través de
la acción directa del estado, y por la otra, impulsada por una “burguesía industrial” (muy reducida)
en gran medida sin vinculación al sector agroimportador, la particularidad de este proceso en Brasil
es que no solo se desarrollaron las ramas tradicionales de la industria básica, sino que se
fomentaron y crearon industrias de bienes de consumo duraderos e intermedios, proceso en que
el Estado jugó un rol central como principal impulsor de estas.
El rol fundamental del Estado se explica no por la ausencia de un sector privado nacional o
internacional que fomente y capitalice la industrialización, sino porque éste sector no fue capaz de
imponer una política de industrialización liberal. Esta imposibilidad se explica a su vez porque, al
perder el control del aparato estatal los grupos agroexportadores, los sectores que llegan al mismo
no comparten intereses que puedan satisfacerse mediante un desarrollo de tipo liberal.
El esquema de poder que llevaría adelante esa nueva política estaría basado en un
sistema de alianza, que en un comienzo incorporaría a los grupos terratenientes más atrasados,
los agricultores que producían para el mercado interno, la clase media urbana, los sectores
industriales ya existentes y la masa urbana, sin participación de los grupos agroexportadores
hegemónicos previos a la revolución de 1930 (cafetaleros), ni la masa rural en su conjunto. El
sostén político del desarrollo interno fue integrado por grupos con intereses contradictorios; se
necesita una alianza política con los sectores más atrasados de la estructura productiva brasileña
(latifundistas no exportadores), para dar paso a una política de creación de sectores económicos
modernos que permitan plantear una posibilidad de incorporación a las masas , y por otra parte, la
viabilidad de tal política pasa a depender de una división entre los sectores populares: la masa
urbana que se beneficia del desarrollo y la masa rural, que no es incorporada a él.
Las reivindicaciones populares son relativamente débiles a nivel económico (exceptuando
un aumento del 100% de los salarios durante la presidencia constitucional de Vargas -1954-), por lo
que pueden ser atendidas y en el plano político, coinciden con los intereses de los grupos que
llegaron al poder sin una sólida base económica propia. Si bien esa alianza favorece al
nacionalismo/estatismo, no excluye la participación del sector privado, que cada vez invierte más
en el sector interno, a medida que el Estado con su actividad consolida el mercado.

Weffort:
El populismo expresa el período de crisis que atraviesan a la vez la oligarquía y el
liberalismo; y también expresa la democratización del Estado que debió apoyarse en algún tipo de
autoritarismo, sea el autoritarismo institucional de la dictadura de Vargas (1937-1945) –el que
tengo en cuenta para hacer el análisis-, o el autoritarismo paternalista de la democracia de
posguerra (1945-1964).
Expresa, sobre todo, de manera acabada, la emergencia de las clases populares en el
seno del desarrollo urbano e industrial de la época y la necesidad, sentida por algunos de los
nuevos grupos dominantes, de incorporar a las masas al juego político (acá coincide
COMPLETAMENTE con lo que puse en negrita en el texto de Cardoso y Faletto).
El populismo fue una manera determinante y concreta de manipulación de las clases
populares, pero de la misma manera, representó un medio de expresión de sus inquietudes. El
populismo puede significar al mismo tiempo una forma de organización del poder para los
grupos dominantes y , a la vez, la principal forma de expresión política del ascenso popular en el
proceso de desarrollo industrial y urbano: esto es, un mecanismo a través del cual los grupos
dominantes ejercían su dominación y, a la vez, un medio de amenazar potencialmente esa
dominación.
Ampliación institucional de las bases sociales del estado:

 Participación de las clases medias y de los sectores de la burguesía ligados a la


industrialización
 Participación política de las clases populares urbanas
 Elecciones 1933: Electores inscriptos sobre el total de la población – 3.5%.
Elecciones 1934: 6.5% de electores inscriptos sobre el total de la población.
Elecciones 1950 (segundo escrutinio democrático): 22% de electores.

El aumento de la cantidad de electores que se da desde 1934 (previo al gobierno de Vargas) hasta
1950 (posterior a Vargas y a Dutra, elección que resulta en victoria de Vargas nuevamente),
presenta una doble característica a observar: en primer lugar, de 1934 a 1950, el total de electores
creció más del triple, lo cual nos presenta una incuestionable ampliación de la participación
política. Sin embargo, el aumento es a su vez insignificante, si tenemos en cuenta que en un país
tan vasto como es Brasil, solamente vota un 22% de la población. Esto responde al requisito de
alfabetismo para votar y muestra que el crecimiento del electorado se dio en los sectores urbanos,
principales beneficiados del populismo varguista del Estado Novo.
A causa del inestable equilibrio entre los grupos dominantes que dejó la revolución de
1930 y, esencialmente, la incapacidad de cualquiera de ellos de asumir, como la expresión del
conjunto de la clase dominante el control de las funciones políticas, se constituye uno de los rasgos
más relevantes de la política brasileña en el curso de los últimos años. En estas condiciones de
compromiso e inestabilidad se forman algunas de las características más conocidas de la política
Brasileña en ese momento; entre ellas, componentes de lo que se convertirá esencial en el
populismo, la personalización del poder, la imagen (mitad real y mitad mítica) de la soberanía del
Estado sobre el conjunto de la sociedad y la necesidad de la participación de las masas populares
urbanas.
Condicionadas desde el comienzo por la crisis interna de los grupos dominantes las masas
populares urbanas penetran en la política brasileña. Ellas representan la única fuente social posible
de poder personal autónomo para el gobierno y, en cierto sentido, se transformarán en la única
fuente posible de legitimidad para el Estado mismo. El jefe de Estado comenzará a actuar como
árbitro en una situación de compromiso que, inicialmente formada por los intereses dominantes,
deberá contar desde ahora con un nuevo socio: las masas populares urbanas.
En tanto árbitro, el Jefe de Estado decide en nombre de los intereses de todo el pueblo;
esto significa que tiende, aún si esto no es siempre posible, a optar por las soluciones que
despiertan menor resistencia o mayor apoyo popular. Esta tendencia no es simplemente virtual y
se manifestó en una manera socialmente significativa con Vargas y con casi todos los demás jefes
de Estado desde 1930 a 1964 (Vargas gobierna hasta 1945 según un esquema de fuerzas en el
que los grupos oligárquicos aparecen como aliados pero no como factores determinantes de la
orientación gubernamental. Es en esta época que construyó su prestigio personal junto a las
masas urbanas.)
Estado de compromiso
En resumen, cuando se habla de un Estado de Compromiso hablamos de:
 Alianza policlasista entre la burguesía industrial nacional y el proletariado urbano
industrial, mediado por el Jefe de Estado, que representa al aparato estatal todo.

La alianza de clases se da consecuencia de la ruptura del pacto oligárquico y la crisis


económica. Weffort afirma que se da una crisis de hegemonía ya que ninguno de los grupos
dominantes de forma autónoma tenía las herramientas que le posibiliten llevar adelante la
dominación. De alguna manera el populismo busca la armonía de clases, mediante la
conformación de un sindicalismo que no vaya a la confrontación, sino a la negociación.
En este contexto, el autor sostiene que hay un fuerte rasgo autoritario en los gobiernos
populistas a causa del papel central del Jefe de Estado en la toma de decisiones en nombre del
conjunto del estado, así sea en pos de la ampliación de derechos sociales.

Estos son los límites del populismo. Primero, la eficacia del líder populista en las funciones
gubernamentales dependerá del margen de compromiso que exista ocasionalmente entre los
grupos dominantes y de su habilidad personal para resolver los conflictos como árbitro,
encarnando la imagen de la soberanía del Estado frente a las fuerzas en conflicto (Esto explica el
rol del Jefe de estado frente a la sociedad y por qué tiene un rol central. Así como también, por
que asume la representación del conjunto del Estado en su figura –personalismo-).
En segundo lugar, la manipulación populista estará siempre limitada, por parte de las
masas populares, por la presión que ellas pueden ejercer espontáneamente y por el nivel creciente
de sus reivindicaciones.
Las relaciones políticas que las clases populares urbanas mantuvieron con el Estado y con
otras clases en los últimos años de la historia del Brasil, fueron relaciones esencialmente
individuales y el contenido de clase en estas relaciones no se manifiesta de manera directa.
Fueron, podría decirse, relaciones individuales de clase, el aspecto específico de las relaciones es
el encubrimiento de su contenido de clase, de tal manera que la posible significación clasista allí
presente no puede ser entendida sin que se pase primero por sus expresiones individuales.
Vargas comienza a formular una política de legislación laboral nueva que comienza en los
primeros años de gobierno provisional y se consolida en 1943. Ésta legislación quedará limitada a
los sectores urbanos, quienes poseen la mayor capacidad de presión y una tradición de lucha. Al
mismo tiempo, restringir la legislación laboral a los sectores urbanos permite satisfacer las
demandas urbanas sin interferir con los intereses de los grandes terratenientes.
Una vez establecida la legislación laboral, su reglamentación pasa a constituir una función
permanente del Estado. Esto hace que se transfiera en cierta medida al Estado el prestigio que las
masas habían conferido a Vargas. Esta transferencia representa uno de los elementos importantes
de la política populista en general, tanto en el período de la dictadura como en la fase
democrática: el líder será siempre alguien que ya tenga el control de una función pública, es decir
que, por su posición en el sistema institucional de poder, tiene la posibilidad de “donar”, sea una
ley favorable a las masas, sea un aumento de salario o, por lo menos, una esperanza de días
mejores (esta última característica es fundamental en el posterior análisis de French, funcionará
como motor de la organización y el apoyo popular a Vargas en la elección de 1945).
Lo que esta relación paternalista entre líder-masas contiene esencialmente, desde el punto
de vista político es, a pesar de la asimetría típica de todo paternalismo, el reconocimiento de la
ciudadanía de las masas, el reconocimiento de su igualdad fundamental dentro del sistema
institucional.

Manipulación populista:
Es ambigua desde dos puntos:
 Punto de vista político: Es por un lado una relación de identidad entre individuos (un líder
que “dona” y los individuos que constituyen la masa asalariada). Por otro, es una relación
entre el Estado y ciertas clases sociales.
 Punto de vista social: La legislación laboral funciona tanto como regulador de las relaciones
entre ciudadanos, entre empleadores y asalariados; como también, regulador de las
relaciones entre clases sociales.
Respecto a este último punto de vista, las relaciones entre individuos de clases diferentes
tienen más importancia que las relaciones entre estas mismas clases concebidas como un todo
social y políticamente homogéneo.

En la dictadura, la concesión de la ciudadanía por los derechos sociales se complementa con el


avance de la industrialización y urbanización.
Una gran cantidad de migrantes rurales obtienen empleos creados por el desarrollo urbano
industrial. El proceso de masificación de la ciudadanía conllevó a una posibilidad de
participación política que, a pesar de la manipulación populista, significa mucho, simplemente
porque su condición anterior había sido la de la no participación. Así, los migrantes internos
presionan no solo por obtener empleos urbanos y ampliar las posibilidades de consumo, sino
también ejercen presión para ampliar la participación política en el marco institucional. Según
el autor, esto presenta un nuevo límite a la idea de manipulación populista, ella supone al
menos una satisfacción relativa de los verdaderos intereses de las clases populares, sin la cual
el apoyo concedido a los líderes procedentes de otras clases sociales no hubiera persistido.

John French:
A saber: ABC= Snto André, Sâo Bernardo Do Campo, Sâo Caetano.
PTB= Partido Dos Trabalhadores Brasileiros
PCB= Partido Comunista Brasilero
Pelegos= sindicalistas “vendidos” (a.k.a. “gordos”)
French, apunta su análisis al carácter consciente y exitoso de la legislación de Vargas para
modificar la vida política de Brasil, por medio del reconocimiento del derecho al sufragio de
las masas de las zonas urbanas.
La legislación electoral surgida del gabinete de Vargas en 1945 difería notablemente de las
anteriores de la historia de Brasil. En todos sus aspectos, ésta fue sistemáticamente diseñada
para reconocer el derecho al sufragio de la clase obrera en forma efectiva y favorecer la
participación electoral, y el empadronamiento de votantes urbanos sobre los rurales. Como
contrapeso al poder de los Coroneis (coroneles o caudillos locales con su poder ligado a la
tierra) mantuvo el requisito del alfabetismo, que excluía a la mitad de la población adulta.
El voto pasó a ser obligatorio para todos los brasileños y brasileñas alfabetizados y
estableció un procedimiento de registro de votantes ex-oficio, destinado a favorecer a las
zonas urbanas sobre las rurales (En este punto está de acuerdo con Weffort). Este sistema de
registro beneficiaba a todos los brasileños trabajadores.
A su vez, este sistema de registro de votantes fue fundamental para consolidar el
aumento de participación electoral cuantificado más arriba, en el análisis de Weffort.
French sostiene que “un sentido casi milenario de las posibilidades de cambio se apoderó
de los trabajadores del ABC a mediados de 1945. Vargas fomentó y estimuló en forma
consciente estas expectativas populares, fomentando una identidad de grupo entre los
obreros fabriles descontentos pero expectantes del ABC.
Vargas expresaba manifiesta y públicamente su intención de evitar el extremismo de
izquierda entre los obreros, sin embargo, en un contexto de división y conflicto entre las elites,
integró una alianza en 1945 con Luis Carlos Prestes, ex tenente y líder del PCB, así se evitaron
los ataques y la retórica anticomunista que podría haber puesto a los seguidores de Vargas
contra el PCB. Un 28% de los votantes del ABC optó por elegir al candidato presidencial del
PCB, a sabiendas de su imposibilidad de ganar. Muchos obreros fueron capaces de tomar sus
propias decisiones (Acá choca con Weffort, defendiendo la autonomía de los trabajadores en
detrimento de la teoría de la “manipulación populista”).
El Getulismo carecía de un vehículo eficiente para dar forma a la participación popular. El
PTB no era fuerte en sus bases. La movilización efectiva del deseo de los obreros del ABC por
lograr un cambio recayó en el PCB que contribuyó a dar una expresión organizativa, a nivel de
las bases, a la participación popular estimulada por Vargas a mediados de 1945. El PCB
comprendió de mejor manera las demandas de la política de masas en la nueva arena política
urbana.

Sindicalismo de posguerra:
Su comprensión está dificultada por la excesiva preocupación por la CLT, Consolidación de
las Leyes del Trabajo en 1943. Al concentrarse en los aspectos represivos del sistema de
relaciones sindicales, pasaron por alto la oposición patronal de larga data aun a las formas más
controladas de organización sindical. Vargas fomentó la afiliación sindical y disminuyó la
represión contra los activistas obreros después de 1942. Este grupo de trabajadores activistas
no rechazó a Vargas, al contrario, percibieron los elementos positivos de la nueva orientación
de su política. Respondieron de forma entusiasta al llamamiento populista y aceptaron de
buen grado la disminución del control represivo sobre los sindicatos.
Al no haberse dado una denominación propia, estos sindicalistas nuevos abarcaban un
amplio espectro de opiniones y puntos de vista políticos. Los activistas del PCB habían
afirmado su credibilidad con este grupo de centro mediante la cooperación en los asuntos
sindicales y durante el movimiento queremista de 1945.
Por su parte, el PTB unió su destino dentro del movimiento sindical a un reducido grupo de
sindicalistas de alto rango que abarcaba la base principal de la derecha obrera, los pelegos. La
derecha sindical buscó enfrentar al PTB y el prestigio de Vargas contra la mayoría del
movimiento sindical. Al forzar una opción, la derecha sindical se aisló junto al PTB, de esos
simpatizantes getulistas de centro.
El nuevo sindicalismo fue producto de una amplia coalición de la izquierda y el centro, de
comunistas y getulistas, que aisló a la corriente peleguista de funcionarios sindicales de nivel
superior.
Mediante este análisis, el autor concluirá que: Los llamamientos populares (como el de
Vargas en 1945), en lugar de socavar la conciencia de clase y son uniforme e inherentemente
desmovilizadores para los obreros, como afirman algunos autores, pueden servir para
impulsar, profundizar y consolidar la conciencia de clase entre los obreros industriales
brasileños. Mientras los obreros siguieron siendo abrumadoramente Getulistas, el PTB de
Vargas, no se afianzó en áreas industriales como el ABC porque ciertos dirigentes oportunistas
del partido y de los sindicatos no lograron construir una organización efectiva, necesaria para
dar forma al creciente deseo de los trabajadores de tener una participación política,
comunitaria y sindical.

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