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SUMARIO: I. ANÁLISIS DEL ARTÍCULO 1907 DEL CÓDIGO CIVIL. – 1. Modalidad de res-
ponsabilidad. – 2. Concepto de propietario. – 3. Concepto de edificio. – 4. Concepto de ruina. –
5. Reparación necesaria. – 6. Debe existir una relación de causalidad entre los daños causa-
dos y la acción u omisión del propietario. – 7. Posible responsabilidad por actos realizados por
un tercero. Aplicación del art. 1903 del Código Civil. – II. EL ART. 1909 DEL CÓDIGO
CIVIL. NOCIONES PRELIMINARES. – 1. Características del precepto. – 2. Plazos. – III. EL
ART. 1910 CÓDIGO CIVIL. NOCIONES INTRODUCTORIAS. – 1. El cabeza de familia. –
2. Cosas que se arrojen o cayeren. – 3. Ampliación de supuestos: filtraciones de agua y hume-
dades. – 4. Concurrencia con los arts. 1902 y 1903 del Código Civil y con la Ley de Propiedad
Horizontal. –IV. NOTAS CONCLUSIVAS.
Como indican DÍEZ PICAZO y GULLÓN1, la ruina de los edificios como posibles causas
de daños está regulada en dos momentos. El primero de ello está referido a la mera ame-
naza de ruina; el segundo, a la ruina ya producida. Estos dos preceptos están referidos a
la ruina ya producida. Su estudio requiere consiguientemente hacer un análisis conjunto
de ambos preceptos.
En concreto, el art. 1907 dice: «El propietario de un edificio es responsable de los
daños que resulten de la ruina de todo o parte de él, si ésta sobreviniere por falta de las
reparaciones necesarias»2.
Al igual que sucederá con el 1909, este precepto es complementario de otros existen-
tes en el Código Civil. En este caso: los arts. 389 que contemplan la amenaza de ruina
y el 391, que remite al art. 1907 del Código Civil si el edificio o el árbol se cayere. El
art. 389 y 1907 tienen su antecedente en el Derecho romano, el cual, en garantía de indem-
nizaciones de daños que amenacen a una finca por el estado ruinoso de otra colindante,
facultaba al perjudicado para exigir del propietario del fundo ruinoso la cautio damni
infecti como medio preventivo.
1. DÍEZ PICAZO, L., GULLÓN BALLESTEROS, A., Sistema de Derecho Civil, V. II., 6ª ed., 3ª reimp. Tecnos, Madrid, 1993,
pp. 632 y ss.
2. SAP Jaén 11.4.03 (JUR 2003\218087). Daños en vivienda derivados de explosión de gas en vivienda colindante. El ori-
gen y causa del siniestro fue una fuga debida a un poro en un manguito de conexión a la estufa, que explosionó al encender un
cigarrillo. La demanda se desestima por falta de prueba del nexo causal entre la explosión y los daños al mobiliario alegados
(arts. 1902 y 1907-1908 CC).
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El meollo gira sobre los daños que se producen en el propio edificio y que, como con-
secuencia de ello, provocan daños. Como apuntan los mismos autores, este precepto impo-
ne una responsabilidad al propietario en base a una falta suya: no hacer las reparaciones ne-
cesarias, incluso aunque la construcción o el edificio esté dado en usufructo o arriendo.
Para ello hay que ponerlo en vinculación con los arts. 500, 501 y 1554.2º Código Civil.
Este precepto se encuentra, a su vez, en estricta vinculación con el apartado 3º del ar-
tículo siguiente, que especifica la responsabilidad de los propietarios por los daños cau-
sados por: «...3º: por la caída de los árboles colocados en sitios de tránsito, cuando no sea
ocasionada por fuerza mayor». Que, a su vez, hay que relacionar con el art. 391 Código
Civil: «En los casos de los dos artículos anteriores, si el edificio o árbol se cayere, se es-
tará a lo dispuesto en los arts. 1907 y 1908».
a) La persona responsable de los daños derivados de la ruina es el propietario. La ju-
risprudencia, ha sentado, sin embargo, que esta responsabilidad se extiende a los
casos en los que el inmueble está dado en arrendamiento. Estos también serán res-
ponsables cuando las reparaciones necesarias para evitar la ruina fueran de su
obligación o cuando en su ausencia las debiera haber hecho y en los casos en los
que el evento dañoso se deba a dolo del inquilino. Igualmente se incluyen los su-
puestos en los que el edificio esté sometido a usufructo, debiendo tenerse en cuen-
ta los arts. 500 y ss. sobre obligaciones del usufructuario.
b) Si el muro es medianero la responsabilidad se atribuirá conjuntamente a los co-
propietarios, que estarán obligados frente al tercero dañado solidariamente según
criterio jurisprudencial reiterado en materia de responsabilidad extracontractual,
sin perjuicio de las acciones internas de repetición.
c) Si el inmueble es un edificio de pisos, sometido a la LPH, el responsable es la co-
munidad de propietarios. Los supuestos más típicos son los derivados de filtracio-
nes de aguas por mal estado de las bajantes comunes, en las que el TS suele tipifi-
car el supuesto por el art. 1902 y 1910 del Código Civil.
d) Aunque el art. 1907 del Código Civil hace referencia exclusivamente a edificios,
hay que contemplarlo con la lectura del art. 389, que incluye paredes, columnas o
cualquier otra construcción, por lo que se debe interpretar de modo extensivo in-
cluyendo postes eléctricos que caen, vallas publicitarias voladas con el viento,
cornisas, balcones y otras partes integrantes de edificios e inmuebles en caso de
desprendimiento...
e) Es más difícil extender la interpretación del supuesto recogido en los arts. 1908.3º
y 390 del Código Civil, pues se hace una clara y estricta alusión a los árboles aun-
que sí se puede incluir en tal concepto a los árboles que no sean corpulentos, que
son los únicos referidos en el art. 390 Código Civil, si bien no en el art. 1908.3º.
En este caso, lo que es importante es que el árbol se encuentre en lugar que pueda
dañar a personas o cosas ajenas.
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Finalmente hay que destacar que, aunque la doctrina mayoritaria hace una interpreta-
ción extensiva de los supuestos que contemplan estos dos arts., el Tribunal Supremo se
ha caracterizado por hacer una aplicación muy restringida de estos preceptos, utilizando
en estos casos la vía de la culpa genérica del art. 1902 Código Civil. En efecto, el legis-
lador nunca ha considerado responsable el bien inmueble como causante del daño. Por
ello, siempre ha dominado la aplicación del art. 1902 imputando una responsabilidad
por acción u omisión culposa en perjuicio del uso de los arts. 1907 y siguientes.
1. Modalidad de responsabilidad
Hay consenso por parte de la doctrina en entender que se trata de un supuesto de res-
ponsabilidad por culpa; no obstante, esta calificación es puesta en entredicho por algu-
nas matizaciones, como las que pone de relieve SANTOS BRIZ, que entiende que aunque
este precepto contemple una responsabilidad subjetiva, la falta de las reparaciones nece-
sarias debe deberse a causa distinta de la omisión culposa del propietario ya que el texto
legal se limita a señalar la causa de la ruina; lo que le induce a entender que, si bien no se
trata de una responsabilidad objetiva, sí puede entenderse, al menos, que se trata de una
responsabilidad por riesgo en contra del propietario, ya que éste puede no haber realiza-
do las reparaciones por causas no culposas, por ausencia justificada3, por ejemplo... En
esta misma línea LACRUZ entiende igualmente que parece bastar, para generar la respon-
sabilidad del dueño, que las reparaciones fueran indispensables aunque éste no sea cul-
pable de la omisión, de lo que infiere que se trataría de un supuesto de responsabilidad
objetiva puesto que en la negligencia se halla implicada una apreciación moral de la con-
ducta. A ello opone DE ÁNGEL4, que toda razón que impida la realización del comporta-
miento que debe es una negligencia. Y con relación a la argumentación que hace LACRUZ,
es precisamente la posibilidad que permite apreciar dicho estado la que permite apreciar
la conducta del propietario. Como sigue argumentando DE ÁNGEL, el significado del pre-
cepto es el de que el hecho objetivo de la ruina implica una presunción de que no se han
hecho las reparaciones necesarias, imputables al propietario pero con el sentido de posi-
bilitar la inversión de la carga de la prueba.
La culpa del propietario entra de lleno en la culpa in omitiendo. Se trata de una falta
de reparación si son inmuebles y, si son árboles, de la omisión de retirarlos y arrancarlos.
Como la imputación de negligencia al propietario se basa en la teoría del riesgo, sal-
vo fuerza mayor, no cabrá posibilidad de exoneración de responsabilidad.
Este precepto recoge una modalidad de responsabilidad extracontractual, en la que
responde el propietario por su negligencia al omitir hacer las reparaciones necesarias
3. SANTOS BRIZ, J., Comentarios al Código Civil y compilaciones forales. Dirigidos por Manuel ALBALADEJO, T. XXIV,
arts. 1887 a 1929 del Código Civil. Ed. Revista de Derecho Privado, Madrid 1984, p. 618.
4. DE ÁNGEL YAGÜEZ, R., Tratado de responsabilidad civil, Cívitas, Madrid 1993, p. 572.
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para evitar la ruina. En ningún caso se trata de una responsabilidad por riesgo, el propie-
tario responde por el mero hecho de serlo5. En este sentido, la jurisprudencia interpreta
el precepto en el sentido de que el hecho objetivo de la ruina implica una presunción de
que se ha debido a la falta de las reparaciones necesarias, recayendo sobre el propietario
la carga de desvirtuar dicha presunción. En este sentido, es especialmente significativa la
STS de 29 de septiembre de 20006, con ocasión de la reclamación por daños y perjuicios
que solicitan los padres por el fallecimiento de un hijo menor como consecuencia de
haber sido aplastado por el derrumbamiento de una tapia para cercar un solar. El Tri-
bunal Supremo manifiesta que «no se ha creado ninguna situación de riesgo para las
personas que hayan de pasar por sus inmediaciones, no habiéndose acreditado que los
propietarios hubiesen omitido las necesarias medidas de conservación del muro». Se
incide, en consecuencia, en que el presupuesto fundamental del precepto radica en la
falta de adopción de las medidas necesarias para la reparación, en este caso, del muro.
La STS de 30 de junio de 19927 permite apreciar un supuesto en el que se parte del
principio de que la responsabilidad del propietario es subjetiva, si bien se produce la in-
versión de la carga de la prueba a favor del perjudicado. En idéntico sentido, la STS de
9 de marzo de 19988 desestima igualmente la pretensión de los actores al no haberse
acreditado el comportamiento culpable por parte del propietario. En este caso, el supues-
to se centró en la muerte causada a un niño que jugaba con otros dos columpiándose en
la cadena existente en un campo, sostenida por dos pilares. La muerte se produjo como
consecuencia de la caída de uno de estos pilares, de lo que se imputa la responsabilidad
a su dueño. En este caso, se apreció la inexistencia de responsabilidad dado que el daño
se produjo por la intervención de un tercero.
La SAP de Asturias de 22 de abril de 19989 entiende sin embargo que se trata de una
responsabilidad cuasiobjetiva del propietario, en la que es suficiente «para desencade-
nar la responsabilidad del dueño la evidencia objetiva de que el mal estado de la edifi-
cación originó los daños que se reclaman, sin que sea preciso acreditar que su conduc-
ta omisiva le sea imputable a título de culpa o negligencia. El dato objetivo permite
inferir la presunción de que es debida a la falta de las reparaciones necesarias, obliga-
ción de todo propietario, conforme al artículo 389 del propio Código Civil».
La SAP de Córdoba, de 18 de mayo de 199310, tiene como presupuesto la reclamación
por la pérdida de un vehículo como consecuencia del desplome de elementos de la facha-
da, propiedad del demandado. En esta sentencia, tras incluir una mención a las dos argu-
mentaciones doctrinales. Una de ellas que hace referencia a la no necesidad de entender
5. MARTÍNEZ VELENCOSO, L.M., «La responsabilidad del propietario por ruina de los edificios: arts. 1907 y 1909 CC
(LEG 1889, 27) ¿Debe responder la comunidad de propietarios cuando los elementos comunes deficientemente construidos causan
daños a los elementos privativos?», Revista Derecho Patrimonial. Núm. 14, 2005, p. 436.
6. RJ 2000/7534.
7. RJ 1992/6550.
8. RJ 1998/1269.
9. AC 1998/4483.
10. AC 1993/1028.
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que se trata de una responsabilidad de carácter subjetivo puesto que el precepto mencio-
na únicamente la falta de las reparaciones necesarias, que pueden ser debidas a causas
distintas a la omisión culposa por parte del propietario ya que el precepto no alude a la
causa de esa falta de reparaciones. De ahí, que entienda que la interpretación que pueda
darse al precepto es que se trata, si no de una responsabilidad objetiva, sí por riesgo en
contra del propietario, ya que este último puede haber omitido las reparaciones por cau-
sas no culposas. Acaba por inclinarse por la segunda, en atención a la cual, el significa-
do del precepto es el hecho objetivo de la ruina, lo que implica una presunción de que se
ha debido a las faltas de las reparaciones necesarias, imputables al propietario, a quien
incumbe el onus probandi, decantándose por este último criterio, mucho más acorde con
la evolución jurisprudencial, pues acreditado en autos mediante prueba testifical que
hubo un desprendimiento que impactó en en el automóvil no tuvo su causa en una mala
o defectuosa conservación del edificio.
La STS de 22 de julio de 200311 también determina que la responsabilidad de este pre-
cepto es de índole subjetiva, situación también concreta que sólo resulta de aplicación
en aquellos casos en los que el edificio devenga en ruina por falta de las reparaciones
necesarias.
En todo caso, este precepto requiere analizar por separado los conceptos siguientes:
El punto de partida es que el propietario responde por ruina de los edificios por falta
de las reparaciones necesarias.
2. Concepto de propietario
Normalmente se excluye la aplicación de los arts. 1907 y 1909 del Código Civil, de-
cantándose por la aplicación del art. 1902 del Código Civil y haciendo responder a la co-
munidad de propietarios en aquellos casos en los que negligentemente no hayan conser-
vado en perfecto estado los elementos comunes y no hayan exigido su reparación a los
sujetos responsables.
La responsabilidad del propietario es directa y principal. Aunque la persona respon-
sable de los daños derivados de la ruina es el propietario, la jurisprudencia ha estableci-
do igualmente que esta responsabilidad se extiene igualmente cuando el inmueble esté
dado en arrendamiento. Los arrendatarios serán responsables cuando las reparaciones
fueran obligación de éstos o cuando en ausencia del propietario debió hacerlas él mismo
o cuando el evento dañoso se deba a dolo del inquilino.
Igualmente el concepto de propietario encuadra a los nudo-propietarios cuando el
edificio esté sometido a usufructo debiendo tenerse en cuenta los arts. 500 y siguientes
del Código Civil sobre obligaciones del usufructuario.
11. RJ 2003/5852.
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3. Concepto de edificio
Debe entender por tal cualquier construcción en los términos en los que se expresa el
art. 389 Código Civil. DE ÁNGEL entiende que si no tiene cabida el impacto de cosas que
se arrojaren o cayeren en la construcción, el precepto si puede ser aplicable a los daños
ocasionados por desprendimientos de alguno de sus elementos incorporados14.
12. AC 2000/4052.
13. SSTS de 16 de octubre de 1989, RJ 1989/6922; 1 de julio de 2000; SSAP de Castellón de 12 de julio de 2000, de Madrid
de 21 de diciembre de 2000, de Barcelona de 29 de septiembre de 1999.
14. DE ÁNGEL YÁGÜEZ, R., Tratado de responsabilidad civil, op. cit., p. 573.
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4. Concepto de ruina
15. RJ 1999/8296.
16. MORALES-SANCHO, Manual práctico de responsabilidad civil. Comares, Granada 1993, pp. 625 y ss. En el mismo senti-
do, SANTOS BRIZ, J., Comentarios al Código Civil y compilaciones forales. Dirigidos por Manuel ALBALADEJO, T. XXIV, arts. 1887
a 1929 del Código Civil. Op. cit., p. 626.
17. RJ 1997/5970.
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5. Reparación necesaria
18. RJ 1992/6550.
19. RJ 1991/1609.
20. JUR 2002/43986.
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Uno de los supuestos que se presenta con frecuencia es hasta qué extremo es respon-
sable el propietario por la realización de los trabajos que encarga a terceras personas por
culpa in vigilando.
En el caso de que las obras de reparación encargadas por el propietario hayan sido re-
alizadas por un tercero, éste no responde siempre que no haya una relación de depen-
dencia entre ambos. En este sentido, la STS de 22 de julio de 200322, recogiendo juris-
prudencia anterior, es un ejemplo de lo dicho. Literalmente se remite a pronunciamientos
anteriores en los términos siguientes: «La sentencia de 27 de noviembre de 1993 (RJ
1993, 9143), recoge la de 9 de julio de 1984 (RJ 1984, 3801) que, a su vez, cita la de 4 de
enero de 1982 (RJ 1982, 178), en relación con la responsabilidad del propietario de la
obra, afirmando que “cuando se trata de contratos entre empresas no determinantes de
relación de subordinación entre ellos, falta toda razón esencial para aplicar el art. 1903,
puesto que, por lo general, no puede decirse que quien encarga una obra o una empresa
autónoma en su organización y medios, y con asunción de riesgos inherentes al cometi-
do que desempeña, deba responder por los daños ocasionados por los empleados de
ésta, a menos que el comitente se hubiera reservado participación en los trabajos o par-
te de ellos sometiéndolos a su vigilancia o dirección”; doctrina que se reitera en las sen-
tencias de 4 de abril de 1997 (RJ 1997, 2639), 11 de junio de 1998 (RJ 1998, 4678) y 29
de septiembre de 2000 (RJ 2000, 7534). Ejecutadas las obras de transformación en local
para oficinas de la vivienda adquirida por los hermanos codemandados... que había pro-
cedido a la rehabilitación del inmueble a su totalidad, sin que los compradores se reser-
vasen la dirección de la obra y sin que existiere ninguna relación de subordinación entre
los comitentes y el contratista, como establece la sentencia de instancia, no puede atri-
buirse a los codemandados negligencia alguna por culpa “in eligendo”...». En el mismo
sentido se pronuncian las SSTS de 28 de noviembre de 200223 y 29 de septiembre de
200024 entendiendo que falta la relación de dependencia entre el comitente y los que eje-
cutaron la obra contratada25.
21. AC 2000/4870.
22. RJ 2003/5852.
23. RJ 2002/10284.
24. RJ 2000/7534.
25. Igualmente en este sentido: SSAP de Málaga de 24 de septiembre de 1998 (AC 1998/8873), de Barcelona de 21 de mayo
de 1998 (AC 1998/5545) y 13 de noviembre de 2000 (JUR 2001/61462) y de Asturias de 27 de diciembre de 2000 (JUR
2001/67699).
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A diferencia de los preceptos anteriores, que tienen sustantividad propia, este artícu-
lo se encuentra en íntima relación con los que le anteceden en cuanto viene a comple-
mentarlos, al establecer que: «Si el daño de que tratan los dos artículos anteriores resul-
tare por defecto de construcción, el tercero que lo sufre sólo podrá repetir contra el
arquitecto, o, en su caso, contra el constructor dentro del tiempo legal».
Ello requiere referirse necesariamente a los defectos recogidos en los preceptos ante-
riores, vinculados con los daños que se producen a consecuencia de la ruina del edificio
por falta de las reparaciones necesarias mientras que el siguiente a los daños que causen
los propietarios por:
• La explosión de máquinas que no hubiesen sido cuidadas con la debida diligencia,
y la inflamación de sustancias explosivas que no estuvieren colocadas en lugar
seguro y adecuado.
• Por los humos excesivos, que sean nocivos a las personas o a las propiedades.
• Por la caída de árboles colocados en sitios de tránsito cuando no sea ocasionada por
fuerza mayor.
• Por las emanaciones de cloacas o depósitos de materias infectantes, construidos sin
las precauciones adecuadas al lugar en que estuviesen.
Para que dicho precepto resulte de aplicación es necesario, en primer lugar, que el edi-
ficio no haya sido construido o proyectado por el propietario personalmente sino por ter-
ceras personas, que el artículo concreta en la figura del arquitecto y del constructor; en
segundo lugar, que el evento dañoso haya sido provocado por un defecto de construcción
y, finalmente, que se haya producido dentro del plazo máximo de garantía establecido en
la Ley.
Éste es un precepto que no puede aplicarse de manera aislada dado que se encuentra
íntimamente vinculado y supeditado, en la práctica, a los arts. 1907 del Código Civil y
17 de la Ley de Ordenación de la Edificación, de forma que sólo será aplicable en aque-
llos supuestos en que los primeros no resulten operativos.
Efectivamente, la práctica jurisprudencial demuestra que, en muchos casos, el primer
determinante que se toma en consideración es la valoración de si se trata de un edificio
que ha devenido en ruina por falta de las reparaciones necesarias, para lo que hay que ex-
cluir la posibilidad de que el daño se hubiese podido producir por falta de las reparacio-
nes necesarias, imputables a su dueño o a la persona que habite en el inmueble o, en su
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26. SSTS de 29 de mayo de 1989 (RJ 1989/3897), 25 de abril de 1986 (RJ 1986/1999), 30 de septiembre de 1983
(RJ 1983/4690), 17 de febrero de 1982 (RJ 1982/743).
27. SANTOS BRIZ, J., Comentarios al Código Civil y compilaciones forales. Dirigidos por Manuel ALBALADEJO, T. XXIV,
arts. 1887 a 1929 del Código Civil, op. cit., p. 623.
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pa “in eligendo” por la que debe responder frente al tercero perjudicado28. Igualmente ha
reconocido la facultad del tercero perjudicado de dirigir su pretensión reparatoria frente
a cualquiera de ellos o frente a ambos29. Un buen exponente de lo que se acaba de expo-
ner puede apreciarse en la STS de 31 de octubre de 199030, con motivo de unos despren-
dimientos que causaron daños a terceros. El Tribunal Supremo entendió que en dicho
caso no resultaba aplicable el art. 1097 sino el 1909, ya que este último lo es «si la ruina
del edificio se produce, no por falta de las reparaciones necesarias, sino por los defec-
tos de construcción a que se refiere el art. 1909 y 1591».
En esta línea, como pone de relieve MARTÍNEZ VELENCOSO31, en la jurisprudencia se
observa una tendencia a objetivizar la responsabilidad cuando los daños sean de tipo per-
sonal, lo que implica, una vez más, que la carga de probar que el daño se produjo como
consecuencia del defecto constructivo recae sobre el propietario; en otro caso, se presu-
me que el daño ha sido ocasionado como consecuencia de la omisión de las reparaciones
necesarias. Este criterio es el que puso de relieve la SAP de Baleares de 5 de junio de
199732, en la que se reclamó por las lesiones que sufrió el demandante en la hospedería
de los demandados como consecuencia de la ruptura del plato de la ducha que se encon-
traba instalado en su cuarto de baño. Si bien en este caso se interpuso recurso de apela-
ción por parte de los demandados alegando que no se había demostrado que la ruina fue-
ra debida a la falta de las reparaciones necesarias, el Tribunal no estimó dicha pretensión
al entender que una de las causas conducentes a dicho estado de deterioro había sido pre-
cisamente la vetustez en la que se encontraban las piezas, que no habían sido reparadas
desde hacía casi treinta años. Esta argumentación se complementó con el criterio del be-
neficio económico que se obtenía con la explotación de dicha actividad, que obligaba a
la reparación y mantenimiento continuado de las instalaciones, al entender que entra
dentro de los comportamientos habituales el tomar en consideración el desgaste habitual
que sufre el inmobiliario, lo que hace que recaiga sobre el propietario la necesidad de res-
ponder de los daños causados, siguiendo además el criterio consolidado por las SSTS de
10 de diciembre de 198433 y 30 de junio de 199234, que entienden que «ha de configurar-
se objetivamente en atención al riesgo originado por el estado del inmueble». En el mis-
mo sentido, la SAP de Baleares de 29 de diciembre de 200135, sobre indemnización por
la muerte causada a un niño como consecuencia del desprendimiento de la cornisa de un
edificio, entendió siguiendo el criterio marcado por el Tribunal Supremo, que: «Es doc-
trina común, sentada entre otras en la sentencia del Tribunal Supremo de 30 de junio de
1992 (RJ 1992, 6550) (que estudia un supuesto de ruina por caída de cornisa que pro-
28. SSTS de 29 de mayo de 1989 (RJ 1989/3897; 24 de enero de 1990 (RJ 1990/39).
29. STS de 17 de febrero de 1982 (RJ 1982/743).
30. 1990/8276.
31. MARTÍNEZ VELENCOSO, L.M., «La responsabilidad del propietario por ruina de los edificios: arts. 1907 y 1909 CC. ¿Debe
responder la comunidad de propietarios cuando los elementos comunes deficientemente construidos causan daños a los elemen-
tos privativos?». Revista de Derecho Patrimonial, núm. 14, op. cit., p. 444.
32. AC 1997/1357.
33. RJ 1986/1147.
34. RJ 1992/6550.
35. JUR 2001/96157.
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36. En idéntico sentido, SAP de Asturias de 15 de diciembre de 1997. SAP de Alicante de 15 de noviembre de 1999.
37. La sentencia de la SAP de Barcelona de 18 de diciembre de 2002 (JUR 2003/57397) lo explica en los siguientes térmi-
nos: «... el art. 1909 es una norma complementaria de la responsabilidad decenal consagrada en el art. 1591 del CC. De suerte
que el tercero no vinculado por el contrato de obras debe acudir a este precepto y exigir la responsabilidad en un primer momen-
to contra el arquitecto y después contra el constructor o dueño de la obra». Con relación al papel de la comunidad de propietarios
son muchos los pronunciamientos que han entendido que no tiene el reconocimiento de tercero a efectos de la aplicación del art.
1909 del Código Civil. Al respecto, SAP de Granada de 1 de febrero de 1994 (AC 1994/288).
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tiempo marcado en los plazos, ya que el precepto queda formulado en términos genéri-
cos que remiten a los prescritos en la Ley, que serán diferentes según se entienda que son
los genéricos para la prescripción de acciones, los establecidos en el art. 1591 del Códi-
go Civil o los prescritos en la Ley de Ordenación de la Edificación.
Sujetos afectados por este precepto.
Siguiendo la misma línea que el art. 1591 del Código Civil, este precepto responsa-
biliza al arquitecto y al constructor de los daños que cause una edificación en estado
ruinoso.
Han sido muchas a lo largo del tiempo y hasta la entrada en vigor de la Ley de Orde-
nación de la Edificación las opiniones que se han vertido criticando que sólo se respon-
sabilizara a estos técnicos puesto que los que intervienen habitualmente en el proceso
constructivo son varios, valoración que, a falta de una reglamentación adecuada, vino a
sustituir la doctrina jurisprudencial. Dicha falta de previsión ha sido paliada por la Ley
de Ordenación de la Edificación que recoge la responsabilidad de los distintos sujetos in-
tervinientes, de manera independiente y atendiendo a las atribuciones específicas que
corresponde a cada uno de los profesionales pero en cuanto a la interpretación de este
precepto objeto de estudio concierne, las críticas y los vacios anteriores siguen siendo los
mismos que se planteaban con anterioridad a esta Ley, sumando a ello, si cabe, el inte-
rrogante de, si en lugar de vincular este precepto al art. 1591 del Código Civil, conviene
hacerlo en relación con esta útima norma.
El precepto menciona como sujetos afectados al arquitecto y al constructor; no obs-
tante, siguiendo la línea marcada por la interpretación jurisprudencial respecto a la ex-
tensión de este ámbito de responsabilidad a todos los intervinientes, a propósito de la
formulación del art. 1591 del Código Civil, a cuyo estudio me remito, esta responsabili-
dad se impone igualmente frente al contratista y a los técnicos, sin perjuicio de que deba
igualmente adaptarse a los vicios y defectos constructivos determinados en la Ley de Or-
denación de la Edificación, superando con ello la distinción establecida por la doctrina
jurisprudencial que distinguía las responsabilidades y los sujetos demandados en aten-
ción a que se tratase de vicios del suelo, de la dirección o de la construcción. En todo
caso, lo que queda claro del precepto es que excluye la responsabilidad del propietario
del edificio.
2. Plazos
38. DÍEZ PICAZO, L., GULLÓN BALLESTEROS, A., Sistema de Derecho Civil. V. II, 6ª ed., 3ª reimp., op. cit., pp. 632 y ss.
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Muchos han sido además los pronunciamientos judiciales que han sostenido la inte-
rrelación entre ambos preceptos39. La STS de 24 de enero de 199040 insiste en que la res-
ponsabilidad respecto al arquitecto y constructor es un efecto del incumplimiento de de-
beres específicos de estos profesionales que, en principio, no dejan de estar integrados
en la genérica exigencia de responsabilidad del art. 1902 Código Civil. Es significativa
igualmente la SAP de Barcelona de 15 de junio de 1995, que explica que: «el art. 1909
del Código Civil regula una variante de la responsabilidad extracontractual prevista de
manera general en el art. 1902 del Código Civil, pero en íntima conexión con el artícu-
lo 1591 de dicho cuerpo legal, se trataría de una responsabilidad de carácter extracon-
tractual, con la salvedad que impone el precepto 1909, de que se ejercite dentro del tiem-
po legal, que no es otro que el establecido en el párrafo primero del artículo 1591 del
Código Civil, a cuyo fin la jurisprudencia del Tribunal Supremo ha distinguido entre el
plazo durante el cual deben de manifestarse los vicios ruinógenos, defectos que tienen
que aparecer, para que la responsabilidad decenal se produzca, en el plazo de diez años
ampliable a quince, cuando la causa de la ruina es la falta del contratista a las obliga-
ciones del contrato, que comenzará a constarse desde la conclusión de la construcción;
y el plazo de prescripción de la acción que, como personal que es, está sujeto al general
de quince años a partir del día en que pudo comenzarse a ejercitar». También esta sen-
tencia especifica que, transcurrido el período máximo durante el que opera la garantía a
cargo del arquitecto y del constructor, que es de diez años, se llamará a responder al pro-
pietario del edificio.
Pero aunque tradicionalmente se haya admitido sin ningún tipo de objeción, que el
art. 1909 concede acción al tercero si su reclamación se produce dentro del tiempo legal,
entendiendo que éste era el establecido en el apartado 1º del art. 1591 del Código Civil,
la entrada en vigor de la Ley de Ordenación de la Edificación generó, sin embargo, la ne-
cesidad de clarificar la situación en la que quedaban los preceptos que hasta la fecha ha-
bían regulado esta materia contenidos en el Código Civil porque dicha Ley establece
otros plazos distintos y más diferenciados que permiten establecer distintas categorías
atendiendo a la gravedad de los defectos de la construcción si bien, únicamente con res-
pecto a estos aspectos. En los restantes no se ha preocupado de regular el régimen de res-
ponsabilidades por los daños personales e incluso materiales causados a terceros, ha-
ciendo caso omiso de las premisas que han quedado sin resolver con relación a los arts.
1907 y 1909 del Código Civil y que obliga a reconducir la cuestión al planteamiento es-
bozado en relación con el art. 1591 del Código Civil.
En efecto, el art. 17 de la LOE en un sentido más amplio hace mención a los «daños
materiales ocasionados en el edificio», olvidándose del denostado término de ruina en
la construcción. En este sentido, el precepto dice lo siguiente: «sin perjuicio de sus res-
39. Al respecto, vide jurisprudencia expuesta por MARTÍNEZ VELENCOSO, L.M. «La responsabilidad del propietario por ruina
de los edificios: arts. 1907 y 1909 CC. ¿Debe responder la comunidad de propietarios cuando los elementos comunes deficiente-
mente construidos causan daños a los elementos privativos?» Revista de Derecho Patrimonial, núm. 14, op. cit., pp. 445 y ss., ap. 3.
40. RJ 1990/39.
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41. CABANILLAS SÁNCHEZ, A., «La responsabilidad civil por vicios en la construcción en la Ley de ordenación de la edifica-
ción». Perfiles de la responsabilidad civil en el nuevo milenio. Juan Antonio MORENO MARTÍNEZ (Coord.), Dykinson, Madrid
2000, pp. 98 y ss.
42. ESTRUCH ESTRUCH, J., Las responsabilidades en la construcción: regímenes jurídicos y jurisprudencia. Thomson-Cívi-
tas, Madrid 2003, pp. 815 y ss.
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art. 1591 del Código Civil, lo que no admite duda es que los plazos contemplados en la
nueva Ley desplazan la operatividad de los fijados en el segundo precepto en ese mismo
ámbito. A falta de derogación expresa ello no siempre resulta fácil pusto que la Ley de or-
denación de la edificación utiliza unos términos distintos a los empleados en el art. 1909
del Código Civil, vinculado a la idea de edificio ruinoso. En este sentido, ya con ante-
rioridad a la entrada en vigor de esta Ley, ya había consenso en interpretar los términos
de edificio y ruina en sentido lato43, lo que conduciría en la actualidad a llegar a la con-
clusión de que el término de ruina al que alude el precepto vincula tan sólo a los defec-
tos que atacan a la estructura del inmueble y no a la mera falta de reparaciones, siguien-
do la idea ya recogida en la doctrina jurisprudencial, que había manifestado al respecto,
la exclusión del ámbito de aplicación de este precepto a «los desperfectos que con moti-
vo de unas obras se ocasionen»44, lo que permitiría entender que dicho plazo resultaría
extrapolable a los defectos concretos de construcción que afecten a la resistencia mecá-
nica y estabilidad del edificio45. Con ello, la LOE sustrae acertadamente la denominada
ruina funcional del plazo de garantía decenal, en contra de la solución impuesta por la ju-
risprudencia anterior, abandonando asimismo el criterio que acogía el art. 1591 del Có-
digo Civil que, al configurar la responsabilidad decenal de arquitectos y contratistas dis-
tinguía entre vicios del suelo, de la dirección y de la construcción, armonizando con el
art. 1909 del Código Civil que sólo se refiere al defecto de construcción, que se presen-
ta como una noción genérica comprensiva de cualquier vicio que presente el edificio
abarcando a todos sus elementos accesorios.
43. SANTOS BRIZ. J., Comentarios al Código Civil y compilaciones forales. T. XXIV, op. cit., p. 626.
44. SANTOS BRIZ. J., Comentarios al Código Civil y compilaciones forales. T. XXIV, op. cit., p. 619. STS de 24 de noviembre
de 1980.
45. FEMENÍA LÓPEZ, P.J., «La posible extensión de los plazos de garantía establecidos en el artículo 17 de la Ley de ordena-
ción de la edificación al ámbito de la responsabilidad extracontractual». Perfiles de la responsabilidad civil en el nuevo milenio.
Juan Antonio MORENO MARTÍNEZ (Coord.), op. cit., p. 661.
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que se inspiran el Digesto y las Partidas, recogido posteriormente en el art. 1865 del Pro-
yecto de 1836: «el que habita una casa es responsable de los perjuicios que se causen,
cayendo de ella cualquier cuerpo sólido o líquido, ya sea arrojado voluntariamente, ya
desprendido por negligencia o falta de seguridad»; sin embargo, el Proyecto de 1851 en
su art. 1904 prescinde de la alusión a culpa o negligencia, omisión que subsiste hasta la
actualidad.
En efecto, el criterio que ha preponderado actualmente es que este precepto establece
una responsabilidad objetiva; es decir, se responde aunque no haya culpa y siempre que
exista un resultado dañoso, sin perjuicio de que en el fondo la idea de culpa se encuentre
subyacente puesto que la caída de un objeto se encuentra vinculado a la acción humana
y ello encierra cierto nivel de negligencia.
Tradicionalmente este precepto, basándose en la actio de effusis vel dejectis se ha
aplicado a supuestos en los que se causaba un perjuicio a la víctima por tirar cosas desde
la morada a un viandante... Se trata, en consecuencia, de una presunción que parte de la
premisa de que el morador de una vivienda debe responder por los daños que cause ha-
cia el exterior de ella. El sentido del precepto es que el daño sea causado por cosas que se
arrojen o caigan de la casa, pero no por aquellas que forman parte del edificio46; o lo que
es lo mismo, que tengan carácter independiente al inmueble.
Aunque se establece una presunción, se trata de una modalidad de responsabilidad
objetiva47, si bien SANTOS BRIZ entiende que se trata de una modalidad de responsabili-
dad por riesgo48. Sin perjuicio de ello, en todo caso, corresponderá a la víctima demostrar
la relación de causalidad y la culpa del morador. A este respecto, es importante precisar
el término: cabeza de familia junto con el de tipo de edificación al que el supuesto está
referido. Finalmente es preciso hacer mención a las nuevas orientaciones jurispruden-
ciales, tendentes a extender la aplicación del precepto a nuevos supuestos. Al estudio de
estos tres conceptos se dedican los epígrafes siguientes.
1. El cabeza de familia
La referencia a este término ha sido criticada actualmente por toda la doctrina, refi-
riéndose a ella como un término decimonónico cuya perspectiva hay que interpretar en
la actualidad a la luz de los cambios que ha sufrido la institución familiar49. El precepto
toma como referencia este concepto como centro de imputación de responsabilidad. Por
eso, se escoge al titular de la vivienda para hacerle responsable, no sólo de los actos que
realice sino asimismo de los que hagan las personas de él dependientes. Ello obliga a
46. DÍEZ PICAZO, L., GULLÓN BALLESTEROS, A., Sistema de Derecho Civil, op. cit., p. 635.
47. DÍEZ PICAZO, L., GULLÓN BALLESTEROS, A., Sistema de Derecho Civil, ult. op. cit.
48. SANTOS BRIZ, J., Comentarios al Código Civil y compilaciones forales. Dirigidos por Manuel ALBALADEJO, T. XXIV,
arts. 1887 a 1929 del Código Civil, op. cit., p. 658.
49. ESTEVID entiende que la mención debe estar referida al término: morador.
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contemplar esta acepción desde un doble planteamiento: por un lado, desde la vertiente
de la titularidad dominical; de otro, desde la de la patria potestad puesto que esta expre-
sión es susceptible de extenderse tanto al propietario de una casa, unas veces, como al pa-
dre, madre o tutor de los menores causantes del daño, en otras ocasiones.
Con relación al primer extremo, el concepto: cabeza de familia, si bien originaria-
mente estaba referido a la persona sobre la que giraban todas las obligaciones vinculadas
al núcleo familiar, hoy en día hay que entenderlo referido a la persona que habita en el in-
mueble y que tiene la patria potestad o la tutela sobre algún menor o incapacitado. Tam-
poco se imputa dicha responsabilidad al dueño de esas cosas, sin importar si concurre en
él la condición de propietario del inmueble o de la casa.
A diferencia de los preceptos anteriores, la finalidad de éste último no reside en res-
ponsabilizar al propietario de los daños que puedan generarse por las cosas que caigan o
se arrojen desde su vivienda. Su pretensión radica más bien en imputar la responsabili-
dad al morador de la misma, creando así un núcleo objetivo de imputación de responsa-
bilidad ante los daños que se produzcan por cualquier evento. En consecuencia, la res-
ponsabilidad se impone, por tanto, no por el hecho de ser propietario sino por el de
habitar50, lo que implica que en el caso de que el daño se produzca en una vivienda dada
en alquiler o usufructuada, el responsable directo será el usuario y no el propietario. Este
supuesto ha sido puesto de relieve en la SAP de Burgos de 14 de febrero de 200551. Di-
cha sentencia presenta como supuesto de hecho una reclamación de indemnización por
los daños y perjuicios sufridos por las lesiones y secuelas causadas a la actora como con-
secuencia de la caída a la calle de los cristales de las ventanas procedentes de un piso,
cuyo poseedor es codemandado junto con la comunidad de propietarios del inmueble
donde se ubica.
Este caso es interesante por dos aspectos. El primero de ellas, porque suscita la cues-
tión de quien es el responsable y, el segundo, porque pone igualmente de relieve el con-
cepto de vivienda actual, en relación con la normativa que lo regula.
En ese caso el accidente no tuvo lugar por la rotura de los cristales por el paso del
tiempo o mala conservación sino por un acto de uno de sus moradores. El causante
del daño fue uno de los hijos de los propietarios, mayor de edad y con ingresos propios,
que intenta eximir su responsabilidad alegando que no es el propietario del inmueble, ni
el cabeza de familia al que se refiere el art. 1910 del Código Civil.
El juzgador esgrime en contra de dicha argumentación que ese término no puede
entenderse en sentido estricto y decimonónico sino que hay que entenderlo referido
al morador u ocupante habitual de la vivienda, que responde de lo que suceda bajo
de ella.
50. DÍEZ PICAZO, L., GULLÓN BALLESTEROS, A., Sistema de Derecho Civil, ibidem.
51. SAP de Burgos (Sección 3ª), núm. 81/2005, de 14 de febrero. AC., 14, 2ª quincena de julio de 2005.
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Aunque no es frecuente en la jurisprudencia la alegación del art. 1910, dado que tra-
dicionalmente se remite a los arts. 1902 y 1903 del Código Civil, actualmente el Tribu-
nal Supremo lo invoca en casos en los que se arroja o vierte algo desde dentro de un re-
cinto hacia fuera del mismo52, lo que ha propiciado aplicarlo a los daños por filtraciones
52. SSTS de 12 de abril de 1984, 20 de abril de 1993 y 26 de junio de 1993; SSAP de Pontevedra de 9 de junio de 1999 y de
Alicante de 9 de septiembre de 1999 sobre daños causados por filtraciones de agua; STS de 5 de julio de 1989 y caída de un cris-
tal que provocó la muerte de una niña que paseaba por la calle; SAP de Valencia de 30 de abril de 1999STS, sala 3ª, de 12 de mar-
zo de 1975, sobre daños causados por la caída de un demente desde la ventana de un hospital causando la muerte a un viandante.
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de agua y humedades que, es con mucho, el supuesto más común de daños incluibles en
el art. 1910 Código Civil.
Un caso típico precisamente sería el que sustanció la STS de 5 de julio de 1989, de-
clarando la responsabilidad del inquilino de una vivienda de la que cayó un cristal cau-
sando la muerte de un viandante. La causa de su desprendimiento fue la rotura de la
ventana, que se cerró violentamente como consecuencia de una corriente de aire que
provocó un fuerte portazo. En este caso, quedaron exonerados, el propietario de la
vivienda y la comunidad de propietarios por pisos. La responsabilidad se le imputó
al inquilino y se exoneró al propietario y también a la comunidad, como recientemente
lo sigue haciendo y ha puesto de manifiesto la SAP de Burgos de 14 de febrero de 2005,
con ocasión de las lesiones sufridas por la actora al sufrir un corte en el hombro como
consecuencia de la caída a la calle de los cristales de las ventanas procedentes de
un piso.
Recientemente, sin embargo, son muchos los supuestos que han propiciado una in-
terpretación más amplia. Modernamente hay una tendencia que propugna la ampliación
de este precepto cuando con ocasión de la caída de cosas en la propia casa, se producen
daños por resbalones... si bien la redacción del precepto es clara: daños causados por las
cosas que se arrojaren o cayeren de la misma y no en ella. Este supuesto se planteó en la
STS de 21 de mayo de 2001, a propósito de un evento en el que una persona que bailaba
en una discoteca recibió un impacto en la pista de baile sin saber ni de dónde procedía, ni
quién había sido el culpable.
FUENTESECA53 entiende que el interior de una discoteca o cualquier recinto donde se
reúna una pluralidad de personas con cualquier fin podría quizá ser calificado como lu-
gar de tránsito con el propósito de proteger a las personas que se encuentren allí. A este
respecto, comenta la STS de 21 de mayo de 2001, en la que se aprecia la responsabili-
dad del dueño de la discoteca por negligencia al no haber recogido los vasos y copas, lo
que se entendió que supone una negligencia, que agravó la situación de la persona que
se cayó y al que se le causaron heridas en un ojo, producidas por los vidrios rotos. En el
mismo sentido, también se cuestiona si es posible aplicar el art. 1910 a los siguientes
supuestos: caída de nieve en un tejado; nido de unas aves: estudiante que arroja un
libro desde la biblioteca de la facultad, objetos arrojados desde un edificio de interés
turístico.
La STS de 12 de abril de 1984 sí aplicó este precepto en un supuesto de daños cau-
sados por filtraciones de agua en el piso inferior. También son muy frecuentes los
supuestos en los que se producen daños como consecuencia de filtraciones de agua,
como pone de relieve la SAP Baleares 30 de septiembre de 200354, con ocasión de una
53. FUENTESECA, CR., «El artículo 1910 del Código Civil es aplicable a los daños negligentes causados por cosas que se arro-
jaren o cayeren dentro de un recinto (discoteca). (Comentario a la Sentencia del Tribunal Supremo de 21 de mayo de 2001)». A.C.,
núm. 45, 3 al 9 de diciembre de 2001, pp. 1579 y ss.
54. JUR 2004\74720.
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Se trata éste de un supuesto que viene a ser una reiteración de lo preceptuado en el art.
1902 y, en su caso, de un exponente de la responsabilidad que asume el propietario o mo-
rador del inmueble de todo aquello que salga de su casa aunque se pudiese prescindir de
su existencia. También, y dado su carácter residual, es frecuente que simultáneamente se
invoquen preceptos concurrentes, como la Ley de Propiedad Horizontal, si bien, operará
únicamente en aquellos casos en los que no exista una Ley específica, lo que requiere de-
limitar las responsabilidades de los distintos ámbitos. A ello responde que un buen nú-
mero de pronunciamientos tengan como objeto negligencias por parte de los inquilinos
o de los dueños de las viviendas.
La vigencia de estos preceptos sin haberse hecho eco de las reformas sufridas a ins-
tancia de la aparición de nuevas Leyes motiva que, en la actualidad, se encuentren faltos
de la correspondiente adaptación real para la resolución de los problemas en muchos ca-
sos. En unos, debido a su falta de armonización con la Ley de Ordenación de la Edifica-
ción, que deja abierta la puerta para que se susciten nuevos problemas; en otros, debido,
a la aparición de nuevos eventos que requieren la ampliación —dudosa— de su ámbito
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de aplicación, como sucede con el 1910 del Código Civil. Finalmente la interrelación
con la Ley Propiedad Horizontal hace deseable un replanteamiento de los conceptos so-
bre los que se sustenta la responsabilidad en los arts. 1907 y 1909 del Código Civil, como
la propia jurisprudencia del Tribunal Supremo hace remitiendo al supuesto genérico del
art. 1902 del Código Civil, lo que pone de manifiesto que su reiterada invocación frente
a éstos de naturaleza específica, poco han contribuido en la delimitación de responsabi-
lidad en este ámbito, a diferencia de lo que ha sucedido en otros ordenamientos jurídicos,
como el italiano, que ha dado una nueva proyección a estos preceptos.