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Fondo Documental Lasallista 05

1
Las 4 primeras biografías de

SAN JUAN
BAUTISTA DE LA
SALLE
Hno. José María Valladolid (editor)

ARLEP
Publica Hno. Rodolfo Patricio Andaur Zamora
Para uso educativo y/o de investigación, sin fines de lucro.
Temuco – Chile 2016
© La Salle Ediciones
Marqués de Mondéjar, 32
28028 MADRID

Impreso en Villena, A. G.
ISBN: 978-84-7221-493-4
Depósito legal: M-46742-2010

Printed in Spain

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la reproducción o la transmisión total o parcial de esta obra por cualquier procedimiento mecánico o electrónico, incluyen-
do la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.
San Juan Bautista de La Salle,
fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas
(Pierre Léger, 1734)
LAS CUATRO PRIMERAS
BIOGRAFÍAS
DE SAN JUAN BAUTISTA
DE LA SALLE

TOMO I
Presentaciones, traducción de las cuatro biografías
y edición de los cuatro volúmenes
realizadas y preparadas por
José María Valladolid, fsc.
Madrid, 2006-2010

Créditos
PRESENTACIÓN GENERAL

DE LA OBRA

El autor, José María Valladolid, Hermano de La Salle, que ha traducido y


preparado la edición de esta obra, que se nos ofrece a todos los lectores de habla
hispana, me pidió que hiciera la presentación del trabajo. Acogí su ofrecimiento con
el ánimo de quien se siente privilegiado por poder decir algunas palabras a todos los
que se adentren en los vericuetos de la biografía de un Santo Fundador.
Cada vez que abrimos un libro para disfrutar de su lectura entramos en un
misterioso camino de sorpresas. Y, cuando ese libro no es uno, sino que son cuatro
volúmenes, puede brotar desde el hondón de nuestras expectativas una buena dosis de
asombro y hasta de fascinación.
Nos encontramos con un trabajo bien hecho y gustosamente presentado, elaborado
con mimo y con un cariño inmenso para todos los lasalianos y para aquellos que,
conociendo menos a Juan Bautista de La Salle, desean recorrer los recovecos de su
vida y los avatares de su fecunda obra.

***

Hace ocho años el Hno. José María Valladolid tradujo y publicó también las Obras
Completas del Santo Fundador en tres volúmenes, que han ayudado a muchos a
conocer mejor a Juan Bautista de La Salle a través de sus escritos. Pero ese trabajo
estaría incompleto, en el valor que tiene como fuente de conocimiento y estudio del
Santo, sin el que ahora tenemos entre manos, que recoge, en español, las cuatro
primeras biografías sobre nuestro Santo. No cabe duda de que el esfuerzo que se ha
hecho en este campo ha sido notable y meritorio.
Para los menos conocedores de la historia de los comienzos del Instituto, en la
persona de su Fundador, hay que decir que tuvo la suerte de contar con tres biógrafos,
prácticamente contemporáneos suyos, que escribieron cuatro biografías. Entre las
cuatro recogen de manera admirable los diferentes aspectos de una vida plena,
entregada a la causa de la educación humana y cristiana Adentrarse a través de lo que
nos cuentan esas cuatro primeras biografías en los diferentes aspectos de la vida,
resulta una labor que entraña cierto halo de misterio pues estamos pisando “terreno
sagrado”: el de una persona ilusionada por la educación humana y cristiana y
convencida de que son necesarios buenos educadores para “ofertar la salvación” a
niños y jóvenes.
8 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Todo ello se refleja de forma diferente en las cuatro biografías. Y era necesario
hacerlas cercanas al público de habla hispana para poder adentrarnos en lo que
significa la persona de Juan Bautista de La Salle, personaje preclaro de la Francia de
los siglos XVII-XVIII, que ha tenido extraordinaria trascendencia para la historia
educativa de Europa, y en consecuencia de todo el mundo, en los años posteriores.
Por eso, es conveniente conocer de primera mano las biografías de Juan Bautista de
La Salle y hacerlas muy cercanas. De las cuatro, sólo las de Bernard y Maillefer II
se habían traducido y editado, pero eran difíciles de localizar y de utilizar. Maillefer I
nunca se publicó en español. En cuanto a la biografía escrita por Blain, que se
consideró como la oficial del Instituto, sólo se editó en español el llamado Espíritu y
Virtudes de San Juan Bautista de La Salle, que es la parte 4.ª de la obra. Así pues, lo
que nos ha llegado de Blain, y lo único que los lectores de lengua española conocen,
es una adaptación hecha en francés por el abate Carión, en la que se han eliminado
casi 300 páginas.

***

¿Qué contienen estos cuatro volúmenes?


En el primero se recogen las biografías escritas por Bernard y por Maillefer, (I y
II) y los índices correspondientes.
En el segundo, las tres primeras partes de Blain, que es toda la biografía completa
del Santo, la que él escribió, sin retoques, traducida por primera vez.
En el tercero, la cuarta parte del libro de Blain, es decir, lo que conocemos
generalmente en lengua española por Espíritu y Virtudes de San Juan Bautista de La
Salle. En el mismo volumen se han añadido, también, todos los complementos que
nunca se publicaron en español.
En fin, en el cuarto volumen se recogen los índices de los nombres de personas, de
lugares, de materias y de cronología de toda la obra de Blain.
El Hno. José María ha dedicado muchas horas a investigar todo lo que se relaciona
con La Salle: su obra, sus orígenes, su vida, sus proyectos y realizaciones, etc. Se ha
sentido tocado por la magia del Fundador y ha querido con este trabajo devolver
mucho de lo que ha recibido a lo largo de su dilatada vida lasaliana. Desde su amplia
estancia en Roma, en la Casa Generalicia, trabajando codo con codo con otros
lasalianos y ofreciendo a educadores y Hermanos muchos elementos de reflexión y
diálogo, pasando por las ya mencionadas Obras completas (en tres tomos), hasta esta
gran última obra, ha sabido hacer de su esfuerzo personal una gran aventura lasaliana,
para servicio de todos los lasalianos y de todos los que se dedican a la educación.
Acometer una obra de este calibre, para los lectores en lengua española, ha
supuesto muchas horas de trabajo, de esfuerzo ingente por comprobar datos, para
encontrar la traducción atinada de los términos y del pensamiento, teniendo siempre
en la mente, no el francés actual, sino el del siglo XVIII. Ha requerido, en efecto, un
Tomo I - Presentación general de la Obra 9

empeño tenaz, y, sin duda, todos estaremos en deuda con el autor de este trabajo, que
nos acercará un poco más a la figura, la personalidad, el talento y la creatividad de
San Juan Bautista de La Salle.
Nos alegramos de poder comenzar esta andadura teniendo como compañera de
camino esta extensa obra de Las cuatro primeras biografías de San Juan Bautista de
La Salle. Difícilmente podríamos construir el futuro si no dejáramos que la historia
pasada, la mejor historia y la más rica, nos enseñe. Juan Bautista de La Salle sigue
siendo inspirador de muchos proyectos, de muchas ilusiones, de muchas iniciativas
de Hermanos y Seglares que, en este comienzo del siglo XXI quieren hacerse realidad.
¡Y qué mejor forma de hacerlo que aleccionados constantemente por la vida de La
Salle, a través de lo que nos ofrecen sus biógrafos!
Así podemos decir que se hermanan los comienzos y la historia reciente, los
orígenes y el futuro que vamos a vivir; la persona de Juan Bautista de La Salle y
nuestras propias personas actuales, tocadas, como él, por el mismo Dios y lanzadas,
como él, por el mismo Espíritu, para llevar lo más rico del encuentro educativo a
todos aquellos que se sienten, como se sentía Juan Bautista de La Salle, “heridos por
la situación de abandono de los niños y jóvenes…”.

***

Son numerosas las biografías que nos han ido llegando hasta hoy sobre la persona
del Santo Fundador. Muchos los autores que se han adentrado en el conocimiento y
en la divulgación del rico patrimonio que su figura tiene para todos los que nos
sentimos concernidos y fascinados por su genialidad educadora. Son muchos los que
nos han ofrecido perspectivas diferentes de la persona de Juan Bautista de La Salle
que permiten vislumbrar una riqueza y una diversidad de acercamientos a su vida y a
su obra que, en cierto modo, nos deja perplejos y nos enorgullece. Con toda seguridad
van a ser muchos más los que, en el futuro, sigan adentrándose en esos caminos, que
aunque parezcan ya trillados, son siempre nuevos, porque descubren aspectos hasta
ahora insospechados. ¡Es la riqueza de los santos, que nunca deja de sorprendernos!
Pero no cabe ninguna duda de que, cuanto más cercanos estemos a la realidad
concreta del Fundador, cuanto más cerca estemos de su tiempo y de su vida, y
releamos lo que sobre su carisma fundacional nos dicen los más allegados a su
persona, estaremos en mejores condiciones para captar toda la riqueza y profundidad
de lo que significó el Santo para la Francia del siglo XVII; y, por supuesto, para
nosotros hoy y para el futuro que tenemos que construir.
Acaso nos sorprenda el lenguaje de los primeros biógrafos porque estamos poco
acostumbrados a bucear en sus formas concretas de expresión. Acaso alguno, de
ellos, llevado por su inmenso cariño hacia la persona del Fundador, exagere ciertos
rasgos positivos y oculte otros que pueden resultar menos favorables. Incluso, tal vez,
alguno llevado por el deseo de que se conozca su persona, tergiverse la historia real y
10 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

nos ofrezca elementos no muy contrastados. ¿Importa eso ahora, cuando lo que
pretendemos no es juzgar las cosas con ojos de historia crítica, sino acercarnos a una
persona, a su vida, a las relaciones con sus Hermanos, a su carisma de Fundador, y
escudriñar todo lo que su vida y sus enseñanzas encierran de cara al precioso futuro
que Dios nos pone por delante?
Es verdad que la historia no debe engañar a quienes la interpretan o la escriben para
sus lectores. Pero no es menos cierto que, cada uno, cuando escribe sobre otro, se deja
llevar por ese pequeño regusto de contar las cosas a su estilo, a su manera, sin
tergiversar el fondo de lo que quiere decir; a pesar de que, siempre, se escape cierto
deje de complicidad con lo que uno quiere contar, para no convertirse en puro
“escribiente” de datos que dejan sin vida a lo que se cuenta y a lo contado.
En nuestro caso, tanto Bernard como Maillefer o Blain han aportado su granito
de arena al conocimiento y aprecio de Juan Bautista de La Salle. Y se lo agradecemos.
Y no hace falta perdonar sus excesos o su modo particular de ver las cosas, porque no
hay tal. Y estamos contentos porque la presente traducción y edición de sus escritos,
de hace casi tres siglos, nos hagan al Santo y al Fundador mucho más cercano a
nosotros. Así, podemos conocerle mejor y hasta nos permite enamorarnos un poco
más, si cabe, de este queridísimo padre, que transformó la escuela, la pedagogía y la
vida religiosa laical.

***

Esta obra ve la luz, precisamente, en un momento clave para la historia lasaliana en


España y Portugal. Se ha concluido el proceso de reestructuración y está en marcha la
aventura comenzada del nuevo Distrito ARLEP (comenzará a funcionar plenamente
el 1 de septiembre de 2010). Ha sido un proceso largo y fecundo, de muchos años y de
muchas personas colaborando con sus ideas, sugerencias, reflexiones y aportaciones.
Al final de ese proceso, se marca un comienzo (y no es ningún juego de palabras),
pues hemos llegado hasta aquí pensando en que debíamos ofrecer lo mejor de
nosotros mismos, como Instituto de los Hermanos de La Salle, en España y Portugal,
de cara a seguir enriqueciendo el carisma de La Salle.
La edición de esta obra por el nuevo Distrito de la ARLEP puede parecer una
coincidencia, pero ¡bendita casualidad! la que nos permite comenzar una historia, la
del nuevo Distrito, recreándonos con otra historia, la de nuestro Santo Fundador.
Ahora, ambas historias se entrecruzan y se asientan, pues de la vieja historia hemos
aprendido el respeto y la admiración, la creatividad y el impulso a lo nuevo, la
creación de una “...comunidad…, que se denomina de ordinario Comunidad de las
Escuelas Cristianas…” (Memorial sobre el hábito, 0,0,2); y de la nueva historia, la
más reciente, aprendemos a sortear y dar respuesta a los problemas actuales de un
Instituto extendido por más de 80 países y donde “… los miembros de este Instituto se
llamarán Hermanos…” (Regla, 9).
Tomo I - Presentación general de la Obra 11

Como afirma el Hno. Luke Salm, “...Desde que el Concilio Vaticano II urgió a los
Institutos religiosos a emprender un programa de renovación basado en el
evangelio, el carisma de su Fundador y los signos de los tiempos, ha habido un
creciente interés entre los Hermanos de todos los niveles por recuperar la visión y
definir la espiritualidad característica de Juan Bautista de La Salle…” (“Señor, es tu
obra”, pág. 17).
Ahora, nos llega esta obra traducida y preparada por el Hno. José María Valladolid.
Sin duda contribuirá a la divulgación, conocimiento y aprecio de la figura de Juan
Bautista de La Salle; y en cuanto a nuestras personas, a imbuirnos de sus enseñanzas
en todo lo que se refiere a nuestro ministerio apostólico.
Por eso, al acercarnos a su vida desde la visión de sus tres primeros biógrafos,
podremos seguir haciendo realidad lo que el Fundador nos dice en una de sus
meditaciones: “Debéis mirar a los niños de quienes estáis encargados de instruir
como huérfanos pobres y abandonados. En efecto, aunque la mayoría tengan padre
en la tierra, en realidad es como si no lo tuvieran y viven abandonados a sí mismos en
lo referente a la salvación del alma. Por esta razón los pone Dios, en cierto modo,
bajo vuestra tutela” (Med 37, 3.1.).
¡Razón de más, pues, para seguir creciendo al lado de La Salle, en este camino
precioso de educar!
¡Enhorabuena, Hno. José María, y gracias por esta valiosa aportación!

Hno. Jesús Miguel Zamora, Visitador


Madrid, 13 de mayo de 2010
INTRODUCCIÓN
A LA PRESENTE EDICIÓN
DE LAS CUATRO PRIMERAS
BIOGRAFÍAS DE
SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE

¿Tiene sentido publicar, a estas alturas, en el siglo XXI, las biografías de san Juan
Bautista de La Salle escritas por los tres primeros biógrafos, en el siglo XVIII? ¿Y
tiene sentido que estas biografías sean traducciones de los originales franceses?
Pues, sí, tiene sentido. Estamos convencidos de que esta publicación puede ofrecer
un gran servicio a quienes en el futuro, en España, pretendan realizar trabajos sobre el
santo fundador, dentro del marco de los estudios lasalianos que se realicen en
el Instituto, especialmente en lengua española. Las razones que nos han movido a
emprender la traducción de esas biografías y publicarlas han sido las siguientes:
1. Las vidas del fundador escritas por los tres primeros biógrafos —Bernard,
Maillefer y Blain— son, indiscutiblemente, las fuentes fundamentales para cualquier
estudio relativo a san Juan Bautista de La Salle.
2. Cuando, con más o menos dominio, la generalidad de los Hermanos conocía el
francés, la lectura de estas biografías les resultaba relativamente posible, aunque las
de Bernard y de Maillefer no fueran fáciles de encontrar.
3. Cuando el estudio de la lengua francesa ha desaparecido, prácticamente de forma
general, de la formación de los Hermanos, si esas biografías no se traducen a las
diversas lenguas de uso común, será imposible conocer las fuentes que permitan
abordar cualquier estudio serio sobre el fundador.
4. La necesidad de disponer de esas cuatro biografías, aunque sea en traducciones
—siempre que sean fieles—, es más urgente si se piensa que, en el futuro, serán los
lasalianos laicos quienes más van a necesitar acercarse a la persona de La Salle y
conocer su obra y sus enseñanzas.
5. Además, estas biografías, sea en francés o en español, van a ser imprescindibles
para quienes pretendan investigar o estudiar algún tema relacionado con el fundador.
14 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Para quienes sólo deseen conocer a grandes rasgos la vida del santo, bastará que se
informen en alguna de las numerosas biografías de divulgación que ya existen.

***

Durante mucho tiempo, los estudios sobre el santo fundador, en el Instituto, en


general, y salvo pocas excepciones, fueron más bien escasos y, en ocasiones,
encomendados a personas ajenas a la Congregación.
El gran impulso para estudiar a san Juan Bautista de La Salle surgió en torno al
Capítulo general de 1956, gracias a algunos Hermanos cuya formación e interés por
la figura del santo hicieron que los capitulares comprendiesen la necesidad de
conocer la persona, las realizaciones y los escritos de nuestro fundador.
De ese impulso nacieron los Cahiers Lasalliens, bajo la dirección del Hermano
Maurice-Auguste, hombre enamorado del santo y dotado de una clara visión de la
tarea que debería hacerse. El primer trabajo que emprendió fue reproducir las cuatro
biografías escritas, una por BERNARD, dos por MAILLEFER y una por BLAIN. Tenía
el propósito de confeccionar también unos cuadros, tablas o índices comparativos,
donde el investigador pudiera encontrar de inmediato los temas tratados por cada
autor. Su trabajo se completaría con la publicación de todas las obras escritas por La
Salle. Las reproducciones se hicieron mediante sistema anastático de los manuscritos,
de las ediciones príncipe o, a falta de ellas, de la más antigua conservada.
La intención del Hermano Maurice-Auguste era también publicar en la misma
colección diversos estudios sobre el santo, sobre su familia, su época, sus creaciones,
sus escritos, etc. Su esfuerzo, continuado por los Hermanos que trabajaron en los
Cahiers Lasalliens, nos ofrece hoy un inestimable tesoro de sesenta y dos números
(hasta mayo de 2007).
Este trabajo ingente ha facilitado el conocimiento y el manejo, por un lado, de las
biografías del santo, de las cuales se han derivado otras que podemos llamar
científicas, de las cuales la más representativa es la Biografía de San Juan Bautista de
La Salle, escrita en español por Saturnino Gallego (BAC, 1986); y por otro, de sus
escritos. Estos últimos pudieron ser publicados en francés en 1993, en un solo
volumen, con el nombre de Oeuvres Complètes de saint Jean-Baptiste de La Salle.
Todas ellas se han traducido al español y se han publicado en tres tomos en 2001, por
Ediciones San Pío X, de Madrid.
Los Cahiers Lasalliens han recogido además, como era el deseo del Hermano
Maurice-Auguste, diversas investigaciones sobre la persona y la familia del santo, y
estudios sobre sus escritos. Algunos de ellos, pocos, han sido traducidos y publicados
en español; de cara a los estudios lasalianos que se hagan en español, sería deseable
Tomo I - Introducción a las cuatro primeras biografías de S. J. B. de La Salle 15

que al menos algunos de los que no han sido traducidos ni publicados, también lo
fueran en un futuro próximo.
Pues bien, esta edición de las biografías del santo por BERNARD, MAILLEFER y
BLAIN, se sitúa en ese enorme esfuerzo de los Estudios Lasalianos, mirando
especialmente al mundo lasaliano de lengua española. Nos hemos decidido a incluir
todo lo que gira en torno a lo escrito por estos tres biógrafos, a saber: de Bernard, la
traducción de su manuscrito (reproducido en el CL n.o 4); de Maillefer, las dos
biografías que escribió, la de 1723 (llamada Carbon, del nombre del copista) y la de
1740 (llamada de Reims, por el lugar donde se conserva), publicadas ambas en el CL
n.o 6; de Blain, toda la biografía, que comprende dos tomos, reproducidos en los CL
n.os 7 y 8, y que recoge un extenso prólogo de 115 páginas sobre las instituciones de
maestros y maestras cristianas; la vida de La Salle en tres libros; un cuarto libro, que
corresponde al conocido Espíritu y virtudes de san Juan Bautista de La Salle; un
complemento con las biografías, muy breves, de algunos de los primeros Hermanos;
el relato de diversos sucesos que no se pusieron en la biografía; la crónica del traslado
de los restos del señor de La Salle a San Yon, y una carta de Blain al Superior General
del Instituto a propósito de su biografía.
Las cuatro biografías han sido traducidas al español expresamente para esta
edición, con el criterio de mantener, de la manera más exacta posible, la fidelidad al
texto francés. Se ha contado, sin embargo, con la ayuda de las traducciones ya
existentes de dichas obras, a saber:
— Para la biografía de Bernard, la traducción del Hno. José María González Ruana,
Costa Rica, en 1989.
— Para la biografía de Maillefer (Re, de 1840), la traducción publicada por la
RELAL en Bogotá (sin fecha).
— Para la biografía de Blain, las traducciones realizadas para la RELAL, en
2004-2007, por un equipo de Hermanos, bajo la dirección del Hno. Bernardo
Montes, y amablemente cedidas para ayudar a nuestro trabajo.
A todos ellos expresamos nuestra más sentida gratitud.
Hemos completado las dos biografías de Maillefer con los índices o tablas de
lugares, personas y materias de ambas; y para Blain, incluimos otros índices aún más
completos, pues se añade uno cronológico —que van en el volumen IV—, lo que
corresponde a los CL n.os 9 y 10.
Para poder utilizar estas biografías, el texto va separado por la numeración de las
páginas del texto original francés, enmarcadas entre dos ángulos:<...>. Ésas son
las páginas a las que se remite en las tablas que siguen a cada biografía y en el
volumen IV.
La presente obra consta de cuatro volúmenes. En el primero se ofrecen la biografía
escrita por BERNARD, con sus índices, y las dos escritas por MAILLEFER, seguidas,
a su vez, por los índices correspondientes.
16 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

El segundo volumen corresponde al primer tomo de BLAIN (libros I y II, Cahier


Lasallien n.o 7; y libro III, primera parte del Cahier Lasallien n.o 8).
El tercer volumen corresponde al segundo tomo de BLAIN (libro IV, segunda parte
del Cahier Lasallien n.o 8, o Espíritu y virtudes) y biografías de algunos Hermanos.
El cuarto volumen recoge las tablas e índices conjuntos de la obra de Blain:
nombres de lugares, de personas, de temas y cronología; y, finalmente, la Relación de
dichos y escritos atribuidos a Juan Bautista de La Salle (Cahier Lasallien n.o 10, pp.
73 a 213).

H. José María Valladolid


Tomo I - Preámbulo: los tres primeros biógrafos 17

PREÁMBULO

EL ESTUDIO DE LOS TRES PRIMEROS BIÓGRAFOS


DE SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE

Para el conocimiento de san Juan Bautista de La Salle son imprescindibles las


primeras biografías escritas poco después de su muerte por quienes fueron sus
primeros biógrafos: el Hermano BERNARD, Francisco-Elías MAILLEFER y Juan
Bautista BLAIN.
El interés por estas biografías siempre existió en el Instituto, pero el acceso a ellas
estaba muy limitado ya que hasta fechas recientes sólo existían en francés. A mitad
del siglo XX su interés se ha despertado de nuevo, enmarcado en los Estudios
Lasalianos promovidos por el Capítulo General de 1956.
Quien mejor ha reflejado el nacimiento de este impulso a los estudios lasalianos
fue el Hno. Maurice-Auguste en la introducción que escribió para el Cahier Lasallien
n.o 4, que recoge la biografía escrita por Frère Bernard. Creemos que es una excelente
descripción de lo ocurrido, y que puede enmarcar de manera inmejorable esta
publicación que edita la traducción de las cuatro primeras biografías escritas por los
tres primeros biógrafos. Traducimos íntegramente dicha introducción.

Hacia una biografía crítica


de san Juan Bautista de La Salle

Hace ya casi diez años, el padre André Rayez redactaba para la Revue d’Ascétique
et Mystique, un artículo que sigue siendo la mejor guía de cualquiera que desee
abordar los textos lasalianos1. El autor, al tiempo que consideraba como iniciativa
feliz y notable logro la Histoire générale de l’Institut des Frères des Écoles
chrétiennes2, en aquel momento a punto de terminarse, y reconocía los méritos de

1
André RAYEZ, Études lasalliennes, en la Revue d’Ascétique et Mystique, n.o 109
(enero-marzo 1952), pp. 18-63. Ese artículo está fechado en diciembre de 1951, y el Hermano
Maurice-Auguste Hermans, autor del presente estudio, escribe en febrero de 1952, y añade:
«Más que otros, nosotros debemos profunda gratitud a estas excelentes páginas. Suponemos
que el lector conoce, al menos, las que tratan de las fuentes biográficas. Op. cit. pp. 28-36».
18 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

diversos estudios dedicados al pensamiento lasaliano, expresaba su deseo de poder


«hojear los Monumenta lasalliana y estudiar en documentos críticos la vida y la
espiritualidad de san Juan Bautista de La Salle»3.
El más reciente de los capítulos generales del Instituto de los Hermanos (el de
1956) también ha formulado este deseo, y ha pedido que se emprendan
investigaciones, estudios y publicaciones que hagan posibles la presentación de una
biografía crítica del santo, y una edición completa y rigurosa de sus diversos escritos4.
Sobre esta decisión capitular han trazado su programa los Cahiers Lasalliens5. Las
líneas que siguen pretenden introducir más particularmente en los problemas de
orden biográfico, y señalar las realizaciones en curso y varios proyectos en estudio.
San Juan Bautista de La Salle murió en Ruán el 7 de abril de 1719. Menos de
quince años después, en 1733, aparecía, en dos volúmenes in-quarto, en la imprenta
de Juan Bautista Machuel, librero de la ciudad, La Vida del Señor Juan Bautista de La
Salle, fundador de los Hermanos de las Escuelas cristianas. La existencia del santo
se relataba a lo largo de las tres primeras partes de la obra, y seguía «una cuarta parte,
que contiene sus virtudes»6.
Ni en la portada ni en la fórmula del privilegio se designaba al autor. Pero siete
años más tarde, y también en Ruán, se publica un Éloge historique de Monsieur
Jean-Baptiste de La Salle, Instituteur des Frères des Écoles chrétiennes, que se

2
Georges RIGAULT, Histoire générale de l’Institut des Frères des Écoles chrétiennes,
París, 1937.1953, 9 vol. in-8º.
3
André RAYEZ, op. cit., p. 28.
4
«Que se prosigan los estudios críticos de todos los escritos de nuestro santo Fundador y
que se continúen las publicaciones y los escritos que tiendan a profundizar y a divulgar su
espiritualidad». Institut des Frères des Écoles chrétiennes, Circulaires instructives et
administratives, n. 354, 16 de julio de 1956, Résultats du chapitre général, votos de la novena
comisión, p. 99. En otro sitio, el mismo informe subrayaba la siguiente sugerencia: «La
continuidad de los trabajos de investigación sobre la vida y los escritos de san Juan Bautista de
La Salle, por medio de los estudios críticos cuyo conjunto constituya los Monumenta
lasalliana, punto de partida de una futura biografía crítica y de un estudio profundo de la
espiritualidad del santo». Op. cit., p. 52.
5
Cahiers lasalliens, 1, Carta del Hermano Nicet-Joseph, superior general, Roma, 30 de
abril de 1959.
6
El padre RAYEZ enumera los principales subtítulos de la obra: Op. cit. pp. 29-30. Una
Advertencia al lector (Avis au lecteur), colocada al comienzo de la cuarta parte de la Historia
de la vida del señor de La Salle, que señalaba en ella, «muchas repeticiones». Se comprueban
fácilmente. Pero desde el simple punto de vista histórico, hay que lamentar que, desde hace 80
años, se hayan separado esas 300 páginas de las reediciones de la «Vida» para hacer con ellas
una obra totalmente distinta: Espíritu y virtudes del Venerable Juan Bautista de La Salle, por
el canónigo Blain, París, Procuraduría de los Hermanos y Poussielgue; Tours, Mame, 1882,
XXXIX-768 pp.
Tomo I - Preámbulo: los tres primeros biógrafos 19

presenta como «compendio de una obra muy difundida, publicada en dos volúmenes
in-quarto, en 1733, por el sacerdote señor BLAIN, doctor de la Sorbona»7. En 1760, el
padre Jean-Claude GARREAU publicaba en la imprenta de Laurent Dumesnil,
también de Ruán, La Vie de Monsieur de La Salle, Prêtre, Docteur en Théologie,
ancien chanoine de l’église métropolitaine de Reims et Instituteur des Frères des
Écoles chrétiennes8. Dos aprobaciones recomendaban la obra; ambas se habían
concedido en 1753; la más antigua, del 16 de abril de dicho año9. El nuevo biógrafo
justificaba su obra en el prefacio, de esta manera:
«Tenemos una vida del señor de La Salle, impresa en Ruán en 1733. Pero el
autor que la compuso, muy respetable, quiso decir absolutamente todo lo que se
relacionaba con su tema, e hizo dos grandes volúmenes in-4º, que pocas personas
han podido adquirir. Por lo cual, la vida del señor de La Salle apenas ha sido
conocida, como si no se hubiera escrito; además, en ella, los hechos no se han
puesto exactamente en su lugar natural. Así pues, ha sido necesario reducir la
obra del señor Bellin, canónigo de Ruán y fundador de las Escuelas gratuitas de
las Hijas de Ernemont, y poner cierto orden, que él descuidó bastante. Esto es lo
que yo he hecho con todo el cuidado que debía»10.
En 1768, al reeditar la Bibliothèque historique de la France, FEVRET DE
FONTETTE señalaba, bajo la acotación 11435 de este primer volumen: La Vie de
Jean-Baptiste de La Salle (Docteur en théologie), Instituteur des Frères des Écoles
chrétiennes, por el señor M*** (BLAIN), Ruán, 1733, in-4º, 2 vol. Y el autor
precisaba: «antes canónigo de Noyon, fue a Ruán con el señor d’Aubigné, que fue
trasladado del obispado de Noyon al arzobispado de Ruán...»11. Las indicaciones
complementarias, puestas entre paréntesis, hablan de las cualidades del editor y de su
información.
Años antes, el 4 de septiembre de 1742, el comprador de un ejemplar de La Vie,
escribía en las dos páginas del título que había pagado 12 libras por los dos tomos. Y
la misma pluma, y al parecer también en la misma fecha, completaba el título del

7
Elogio histórico del señor Juan Bautista de La Salle, fundador de los Hermanos de las
Escuelas Cristianas. El original francés en París, Bibliothèque de la Chambre des Députés,
ms. 1242, 180 p. Advertencia. Se ha hecho una edición en París, Procuraduría general, 1934,
179 pp.
8
La vida del señor de La Salle, doctor en teología, antiguo canónigo de la iglesia
metropolitana de Reims y fundador de los Hermanos de las Escuelas cristianas. La ed.
francesa, en Ruán, Laurent Dumesnil, 1760, in-12, 2 tomos en 1 vol. LX-611 pp.
9
Op. cit., p. 607.
10
Op. cit., pp. XLV-XLVI, VI.
11
París, Hérissant, 1768, in-fol.; el quinto y último volumen de la obra sólo aparecería en
1778. La primera edición de la Bibliothèque historique debida a Jacques LELONG era de 1719; no
había sido reeditada desde entonces.
20 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

tomo II con el nombre BLAIN, puesto a continuación de los asteriscos que dicen: «par
Monsieur ***»12.
Hay otras indicaciones que corroboran estos elementos de prueba13. La tradición
constante que reconoce a Juan Bautista Blain, canónigo de Noyon, y después de
Ruán, la paternidad de la obra tiene toda la garantía de veracidad.
El personaje, con todo, sigue estando poco y mal conocido14. Pero su título de
superior eclesiástico de los Hermanos le pudo abrir, sin duda, más que a ningún otro,
las puertas de la casa generalicia de los últimos años de la existencia terrena de su
héroe15. Mucho más tarde, en 1745, con ocasión de una encuesta hecha por el
Ordinario, más de un Hermano de Ruán evocaría aún el testimonio del señor Blain
como de una persona excepcionalmente informada de los asuntos de la
Congregación16.

12
Ejemplar conservado en la Casa generalicia. El nombre del comprador, J. Audet, la fecha
y el precio de la obra figuran en los dos volúmenes, con la misma tinta y de la misma mano. La
palabra BLAIN añadida en el segundo tomo se ha escrito con la misma pluma y, al parecer, en
el mismo momento que las otras indicaciones.
13
«Eclesiástico de Ruán» (Maillefer, manuscrito de Reims, p. IV), el autor elogia a los
superiores externos nombrados durante la ausencia del señor de La Salle, con términos que
hacen pensar que él tenía algo que ver en ello (Blain, II, p. 115). Por otro lado, es difícil no
reconocerle en aquel «canónigo amigo del señor de La Salle» (id. p. 169), «amigo del
Instituto» (id. p. 183) que interviene más de una vez en la Vida. Un relato impreso del traslado
de los restos de nuestro santo el 16 de julio de 1734 (pieza en formato 4º, 4 pp., a menudo
unido al volumen II de Blain) señala: «Otros cuatro [eclesiásticos] tuvieron el honor de llevar
los cuatro ángulos del paño mortuorio: el señor Térisse, Vicario Mayor, arcediano y
canónigo, y el señor Dossemont, también arcediano y canónigo de la iglesia metropolitana,
llevaban los de atrás; otros dos canónigos de la misma iglesia que conocían de modo particular
al señor de La Salle, llevaban los de delante». Varias actas de la ceremonia se conocen por
otras vías. Una de ellas, la del Registro de San Severo, cita precisamente los nombres de estos
portadores: Térisse y Desmont, canónigos y arcedianos, Blain y Deschamps, canónigos de la
catedral de Ruán (Copia comprobada por Dujarier-Bresnard; Archivos de la Casa generalicia,
BCe, dossier: inhumación y exhumación del señor de La Salle). Otro relato, el del vicario
general Bridelle, lleva la firma de los cuatro testigos, entre ellas la de J.-B. Blain (copia por
LUCARD, Archivos de la Casa generalicia, íd.).
14
Se hallará el conjunto de informaciones recogidas en: F. Émile LETT, Les premiers
biographes de saint Jean-Baptiste de La Salle, Ligel, París, 1956, pp. 285-343; cfr. también:
André FOURÉ, Jean-Baptiste Blain, chanoine de Rouen, Bulletin des Frères des Écoles
chrétiennes, n.o 161 (abril de 1961), pp. 68-79.
15
El 4 de diciembre de 1716, J.-B. Blain, «superior de los Hermanos de las Escuelas
cristianas de Ruán, nombrado por el arzobispo», visaba el acta de delegación del Hermano
Bartolomé, encargado de visitar las casas del Instituto (ACG, SBb).
Tomo I - Preámbulo: los tres primeros biógrafos 21

El canónigo biógrafo fue representante del Instituto en el arzobispado, y fue,


además, confidente del santo. Con extrañeza para los mismos Hermanos, él podría
estar al corriente de algunos hechos conocidos por él solo y de su santo amigo17.
Con todo, estos títulos excepcionales no suplen, por desgracia, las carencias del
escritor. Desordenado y prolijo, nuestro autor ha irritado, sin duda, y en todo caso,
desanimado, a generaciones de lectores de buena voluntad. Ha desconcertado, y sigue
haciéndolo, a numerosos biógrafos que han intentado, desde hace dos siglos,
limpiarlos de sus larguísimas disquisiciones y de sus lugares comunes. El Hermano
LUCARD18 y Jean GUIBERT19 le han leído demasiado aprisa; le siguen de manera
bastante libre, y luego le dejan de lado, o incluso le contradicen en ciertos puntos sin
razones convincentes. Otros divulgadores han sido aún más rápidos, y tal vez ni
siquiera se han tomado la molestia de leerle por entero20. Aunque ha sido más
paciente que otros, Georges RIGAULT también está lejos de haber prestado a las
páginas de su predecesor toda la atención que merecen y todo el valor que contienen.
En conjunto, nuestro historiador ha reconocido y ha expresado con raro tino los
méritos de este «libro de buena fe» pero «de estilo descuidado»:
«Al no saber limitarse, el canónigo tampoco sabe, casi, escribir. Es un
predicador mucho más que un historiador. A fuerza de extenderse y de dar
explicaciones, cansa e irrita. La constante amplificación de la forma le lleva a la

16
En una Memoria que contiene varios abusos y desórdenes que se han introducido en el
Instituto de los Hermanos de las Escuelas cristianas, el Hermano Polycarpe exponía que los
votos emitidos desde hacía dieciocho años en la comunidad no eran válidos; deseaba que «el
señor arzobispo (de Ruán) se digne hacer examinar seriamente este artículo, y consultarlo con
el señor Blain, que es conocedor de este abuso» (Ruán, Archivos departamentales de Sena
Marítimo, D. 538, f. 49). Un documento anónimo titulado Des Reponses aux plaintes du Frère
Polycarpe (Respuestas a las quejas del Hermano Policarpo) comenzaba así: «A través del
señor Blain se ha sabido que el Hermano Policarpo ha escrito al señor arzobispo de Ruán para
quejarse del proceder del Hermano Superior de San Yon» (íd. f. 74). En otra parte, el mismo
dossier hace intervenir al autor o al editor de la Vie de Monsieur de La Salle: al enfrentarse
contra la autoridad de la Regla del Hermano Director, el Hermano Policarpo insinúa que en
1717 esta regla «había sido aniquilada desde hacía más de diecisiete años, como lo declara el
autor de la Vie de Monsieur de La Salle» (íd. f. 42). El guión de un interrogatorio dirigido por
el Ordinario, lleva, entre las respuestas del Hermano Zacarías: «Nota que el editor de la Vie de
M. de La Salle ha observado que la regla de no comer huevos ha sido abrogada desde hace
mucho tiempo» (íd. ff. 142-143). La Memoria no lleva fecha: pero cartas que la acompañan
permiten concluir que fue presentada en junio o julio de 1745. El interrogatorio tuvo lugar el 2
de agosto del mismo año (íd. ff. 14, 41, et passim). En el dossier no se encuentra el texto
invocado —o supuesto— por el Hermano Émile LETT, que sería decisivo, incluso ahora, para
atribuir a J.-B. Blain los dos títulos de superior eclesiástico de los Hermanos y de editor de la
Vie de M. de La Salle (Les premiers biographes, p. 294).
17
«Hay, incluso, algunos hechos relatados aquí, de los que ningún Hermano tenía
conocimiento o tenía sólo una idea confusa; pero el mismo que ha escrito esta historia, que fue
testigo de ellos, ha creído que no debía omitirlos» (BLAIN, I, p. 115).
22 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

exageración en algunos episodios. Él mismo reconoce que no es muy riguroso en


las fechas. Pero, aun teniendo en cuenta estas observaciones, es preciso decir que
su obra consigue la finalidad que el autor se proponía, pues pone perfectamente
de relieve la grandeza y la santidad de Juan Bautista de La Salle. Además,
consigna sobre los orígenes y los primeros años del Instituto, y sobre el carácter
de las luchas a las que el Fundador se vio sometido, numerosos datos que sería
difícil o imposible encontrar en otra parte»21.
Con más brevedad, el padre RAYEZ también subraya los defectos de esta obra
irreemplazable:
«Biógrafo a la antigua usanza, panegirista difuso muy a menudo, apologista
desacertado a veces, el buen canónigo borda sus recuerdos, embellece los de
otros, sofoca las dificultades y taja con maestría a los adversarios de su héroe, ya
fueran sulpicianos, obispos o cardenales, y con más razón aún, si eran jansenistas
o quietistas. ¡Que el buen hombre me perdone! Sin embargo, esta vida, tan
cercana de la muerte del santo, escrita por un contemporáneo y un testigo, que,
además, ha interrogado a familiares, queda, pese a todo ello, preciosa y con valor
de fuente»22.
Guardémonos de añadir nada a tales testimonios, que señalan, con todo, el nudo
principal del problema. Apenas es legible para los más animosos, a causa de lo
desacertado de su forma. Con todo, el libro del canónigo BLAIN sigue siendo
indispensable, por los muchos datos biográficos que aporta sobre el santo. Es una
obra apologética más que histórica, y tiene que pasar por la criba de una sana crítica;

18
Vie du vénérable J.-B. de La Salle, fondateur de l’Institut des Frères des Écoles
chrétiennes, suivie de l’histoire de cet Institut jusqu’en 1734, par un Frère des Écoles
chrétiennes. Rouen, Fleury, 1874, XLIV-507 p. — Vie du vénérable J.-B. de La Salle,
fondateur de l’Institut des Frères des Écoles chrétiennes, par un membre de cet Institut, 2
tomos. París, Poussielgue, 1876. — El mismo título y el mismo editor, pero en un solo tomo,
en 1884. — Voluminoso proyecto de una cuarta edición profundamente revisada (ACG,
HAb).
19
Histoire de saint Jean-Baptiste de La Salle, ancien chanoine de l’église métropolitaine de
Reims, fondateur de l’Institut des Frères des Écoles chrétiennes, por J. GUIBERT, sacerdote de
San Sulpicio, Superior del seminario del Instituto católico de París, París, Poussielgue, 1900,
XLVII-725 pp. La segunda edición, 1901, es la más difundida, y es la que citaremos.
20
Para una bibliografía de las biografías lasalianas, cfr. Rivista Lasalliana, Torino, vol. II
(1935), pp. 35-44; vol. XXXII (1958), pp. 6-15. Sin exagerar la brevedad, se puede considerar
como cierta la perspectiva del padre RAYEZ: «J. GUIBERT se distancia de todos sus
predecesores; éstos habían saqueado a Blain, a cual mejor, excepto LUCARD que había
investigado en los archivos; en adelante se saqueará a GUIBERT» (op. cit. p. 29, n. 26).
21
G. RIGAULT, Histoire générale de l’Institut des Frères des Écoles chrétiennes, I, p. VI.
22
A. RAYEZ, op. cit., pp. 29-31.
Tomo I - Preámbulo: los tres primeros biógrafos 23

pero como ha salido de la pluma de un testigo particularmente autorizado, encierra en


sí misma presunciones muy válidas aunque no siempre ofrezcan sólida garantía.
Estas primeras observaciones bastarían por sí mismas para justificar el programa
que nos hemos trazado: reimpresión íntegra y perfectamente fiel de la obra del
biógrafo de Ruán, elaboración de unos índices que la hagan plenamente utilizable,
publicación de todas las demás fuentes biográficas que permitan controlarlo, y si es
necesario, completarlo.

I. REIMPRESIÓN DE BLAIN 1733


Contamos con algunos ejemplares de la edición príncipe23. Hay una reedición
retocada, con poca discreción, por Auguste CARION24, ¿hay que decir de ella que ya
no satisface, desde hace tiempo, a los lectores menos complicados?
Aunque habla con complacencia del valor histórico y literario de la obra publicada
en Ruán25, el editor de 1887 confiesa que ha tenido que actualizar expresiones,

23
La Casa generalicia posee 9 ejemplares completos y 5 volúmenes sin su pareja. Hay otros
ejemplares en las principales casas, notablemente de Francia, de Bélgica y de Italia. Ya en
1887 el abate CARION señalaba: «La primera Vida del Venerable de La Salle, que sin duda es
la mejor y la más completa, publicada en Ruán en 1733, nunca ha sido reimpresa; ha llegado a
ser tan rara, que incluso para la mayoría de las casas de los Hermanos es como si no existiera»
(La Vie du vénérable serviteur de Dieu, Jean-Baptiste de La Salle, Instituteur des Frères del
Écoles chrétiennes, París, Procuraduría general, 1887, LXVI-876 pp; p. VII).
24
La edición de 1887 (cfr. nota precedente) «por estar agotada desde hace tiempo, hacemos
que sea reimpresa ahora, con la introducción que la precedía». La Vie du Bienheureux
serviteur de Dieu, Jean-Baptiste de La Salle, Instituteur des Frères des Écoles chrétiennes,
por el sacerdote Jean-Baptiste BLAIN, canónigo de la iglesia metropolitana de Ruán, superior
de la comunidad de Hermanas de Ernemont, publicada por primera vez en 1733, reeditada de
acuerdo con el voto del capítulo general de 1884, tercera edición, París, Procuraduría general,
1889, LIV-775 pp. La introducción que acabamos de citar estaba firmada por Augusto
CARION (p. XXXVI).
25
«Convencido del alto valor histórico de la obra del señor BLAIN, hemos considerado un
deber reproducir el texto con la fidelidad requerida para la transcripción de las palabras de un
testigo serio y digno de fe. No hemos añadido nada, ni modificado nada en el sentido del
pensamiento; nuestro trabajo se ha limitado a hacer más fácil la lectura, reemplazando por un
equivalente las expresiones anticuadas, y modificando las formas de las frases que podrían
estorbar o chocar a quienes no están familiarizados con las lengua del siglo XVII, que estaba
aún en uso a comienzos del XVIII». (Op. cit. ed. 1887, p. XXXIII; ed. 1889, p. XXVII. «Orador
distinguido, en una época en que uno no se atrevía a hablar o a escribir sino después de haberse
preparado con serios estudios, el señor BLAIN no carece, ciertamente de estilo; tiene precisión
en la expresión, la longitud de la frase, metáforas adecuadas, y la reminiscencia de la Escritura
y de los clásicos, tan llenas de encanto para todos los que han estudiado estos tipos perfectos
de la verdadera belleza literaria». (Op. cit. ed. 1887, pp. XXXV-XXXVI; ed. 1889, p. XXIX).
24 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

modificar giros, corregir algunas inexactitudes teológicas y rectificar errores26.


Actualmente uno se siente inclinado a lamentarlo, y se aceptará menos aún este modo
de justificarlo:
«No hemos considerado necesario advertir al lector, cada vez, de estas
rectificaciones; éstos no son cambios, sino más bien correcciones de autor en una
segunda edición revisada con cuidado»27.
Las líneas que siguen anunciaban otras ejecuciones todavía más sumarias:
«Hemos suprimido algunas disertaciones en las que no hay nada de especial
que se pueda aplicar al Venerable»28.
Así, de golpe, desaparecerían, por ejemplo, las 111 páginas del Discours sur
l’institution des maîtres et des maîtresses d’écoles chrétiennes29, que es la
introducción, toda ella plagada de detalles variados sobre la época y el medio, tal
vez el trozo más precioso para estudiar la cultura del autor, el rigor de sus citas, su
sentido de la Historia y su probidad literaria. Es la única parte de su libro, en efecto,
del que todas las fuentes nos son accesibles, el único sitio en que se pueden separar,
casi sin dificultad, las copias, generalmente explícitas, y las glosas apologéticas o
moralizadoras del biógrafo30.
Ahora nos damos cuenta de lo poco prudentes que fueron los cortes y las
modificaciones del padre CARION. ¿No había previsto él mismo que nos
escandalizaríamos por esta especie de vandalismo literario31? Por ello, pensaremos

26
«Cuando hemos tenido que actualizar una expresión o modificar un giro, nos hemos
limitado a escoger el sinónimo más cercano o equivalente más exacto, de modo que no se
alterase el sentido, y a conservar incluso el matiz del pensamiento... En los pocos pasajes en
que, por inadvertencia, la redacción del texto ofrecía un sentido teológico poco exacto, no
hemos dudado en modificarla, convencidos de que eso no era alterar el verdadero pensamiento
del autor, sino restituirlo, pues el conjunto de la obra atestigua la solidez y la ortodoxia de su
doctrina». Ciertos errores también han sido rectificados» (Op. cit., ed. 1887, p. XXXIV; ed.
1889, pp. XXVII-XXVIII).
27
Op. cit., ed. 1887, p. XXXIV; ed. 1889, p. XXVIII.
28
íd. íbid.
29
Discurso sobre la institución de los maestros y maestras de escuelas cristianas. El editor
conservaría, por el contrario, la «Épitre dédicatoire au Très Saint Enfant Jésus et le Dessein de
cet ouvrage», es decir, las tres primeras hojas no numeradas y las páginas 112-115 de la
edición príncipe.
30
Esperamos estudiar en uno de los Cahiers el modo como BLAIN manejaba sus fuentes.
31
«Sabemos muy bien que los delicados se escandalizarán por esta especie de vandalismo
literario, tan contraria al gusto de la época que se indigna ante una palabra o un giro
actualizados, como a la vista de un bronce antiguo despojado de su preciosa pátina por una
mano poco inteligente. Pero no trabajamos para los delicados; la inmensa mayoría de los
lectores a los que se destina este libro, sólo buscará en él santas inspiraciones y ejemplos
Tomo I - Preámbulo: los tres primeros biógrafos 25

que es tanto más necesario volver cuanto antes al texto mismo de la edición príncipe.
Desde hace poco hemos pensado reproducir, por un procedimiento fotomecánico, los
dos in-quarto de 1733. Un volumen excepcional, los fascículos 7 y 8 de nuestros
Cahiers, ofrecerán íntegra e idénticamente las 1100 páginas de la edición de
Machuel32.
Algunos, pensando en la manejabilidad de los dos volúmenes, han sugerido
presentarlos en tres o en cuatro tomos. Pero ha parecido más seguro guardar las
divisiones primitivas, aunque solo fuera para evitar inútiles complicaciones, y hasta
confusiones peligrosas, en la forma de remitir al texto de la obra. Los índices, en
curso de realización, por ejemplo, se encontrarán en él útilmente simplificados.

II. ÍNDICES Y TABLAS


A esta nueva publicación le van a acompañar los índices de los nombres de
personas y de los nombres de lugares, y unas tablas pormenorizadas de los temas
tratados por el autor. Serán indispensables para guiar al lector en este laberinto, para
permitirle reagrupar fácilmente informaciones dispersas, y facilitarle un primer
examen crítico de los datos que se le ofrecen33.
Estos índices reducirán a poco los numerosos y mediocres trozos de elocuencia del
canónigo; pondrán de relieve y sacarán a la luz la documentación excepcionalmente
rica de su larga historia. BLAIN no es más que un mal predicador; si bien es prolijo y
desordenado, no está probado, ni mucho menos, que sea infiel a sus fuentes. Él
mismo se previene contra ello cuando lamenta la desaparición prematura de los
directores espirituales del señor de La Salle, y cuando deplora la falta casi completa
de escritos autobiográficos de este último34, y cuando afirma que sólo ha ecsrito
dando fe de las memorias o de los recuerdos personales35.
Los Hermanos, de manera especial, hicieron el elogio de su Padre:
«Estos testigos fieles han informado de lo que ellos vieron y de lo que
contemplaron con sus ojos. Si su testimonio pudiera ser sospechoso, entonces
nadie merecería crédito en adelante. Si esta historia de la vida del señor de La
Salle, compuesta partiendo de sus recuerdos, recogidos con cuidado por el difunto
Hermano Bartolomé, en cuanto murió el santo personaje, y puestos en orden
inmediatamente por uno de los Hermanos; si semejante historia, digo, encuentra

edificantes. Aquí, pues, el mérito consiste en evitar todo lo que podría detener al lector, o
distraerle de las piadosas reflexiones, de los generosos movimientos que la exposición de los
actos y de los pensamientos de un santo debe hacer nacer en los corazones sencillos y bien
preparados». A. CARION, La Vie du Vénérable..., ed. 1887, pp. XXXIII-XXXIV; ed. 1889, p.
XXVII).
32
Varias razones nos han llevado a anticipar la publicación de estos dos Cahiers.
33
Estos Índices y Tablas constituirán los Cahiers 9 y 10.
26 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

lectores incrédulos, o que desconfían de los hechos que se relatan, ¿quién será,
entonces, el historiador que merezca autoridad, y de quien no se pueda sospechar
que falta a la buena fe o a la exactitud?»36.
Si nuestro biógrafo se repite a sabiendas en algunos lugares de su amplia obra, ¿no
será, sobre todo, por el deseo de reproducir de forma sucesiva diversas memorias que
abarcan los mismos periodos de la vida de nuestro héroe? Falta de método, que hay
que lamentar; pero también garantía de veracidad, que tiene su precio. Si se
contradice en más de una ocasión, aunque de ordinario son cuestiones de detalle, sería
también, así lo pensamos, por el deseo de fidelidad a los textos que tenía a la vista.
Los Hermanos que le daban la información no tenían sus datos necesariamente de la
misma fuente. Si eran testigos oculares, tal vez no habían visto las cosas con los
mismos ojos; y sobre todo, no se habían fijado por igual en las circunstancias, ni
tampoco evocarían las mismas impresiones, ni los mismos recuerdos. Nuestro autor
les seguiría, al parecer, en sus discrepancias más o menos importantes,
restituyéndonos de ese modo sus testimonios y a veces sus errores37.
En otros lugares, el biógrafo se apoya en textos más autorizados aún: contratos o
actas de fundación, copias de actas diversas o memorias justificativas del señor de La
Salle. Se puede lamentar que no haya enmarcado siempre los textos que copia;
también se le puede reprochar de haber acortado citas que para nosotros resultan
mucho más preciosas que su palabrería... Pero no se le podrá acusar, por las buenas,
de faltar al rigor o de creerse con el derecho a modificar el texto. Se puede no admitir
a ciegas todo lo que se dice de la señora Maillefer, por ejemplo, pero ¿se podrían
encontrar testigos más cualificados que los que él tuvo la suerte de interrogar?
«Lo que hemos escrito lo debemos —precisaba Blain— a la virtuosa señora de
Monville, tía del señor de Monville, Presidente de obras, de 85 años de edad, que

34
En el cuerpo de su obra, el biógrafo cita dos de estos textos, señalados por el padre RAYEZ
a nuestra particular atención (op. cit. pp. 28-29): una Mémoire pour apprendre aux Frères par
quelles voies la divine Providence avait donné naissance à leur Institut (BLAIN, I, p. 169) y de
las Règles que je me suis imposées (BLAIN, II, pp. 318-319).
35
«Estos dos directores, los que mejor le conocieron, y en quienes tenía él una plena
confianza, al haber muerto antes que él, enterraron con ellos todo lo que habrían podido
revelar del interior de este hombre de gracia, si le hubieran sobrevivido. Ningún escrito de su
mano nos ha hecho más conocedores de esta materia... No se sabe que haya hecho a otros la
más mínima confidencia... Ha sido sobre los recuerdos exactos de estos testigos fieles (los que
le conocían, sus discípulos principalmente) como se ha compuesto esta vida» (BLAIN, I, pp.
112-113). — «El autor sólo ha trabajado sobre los recuerdos que usted [el superior general] y
los principales Hermanos le han proporcionado, de los cuales lo que se ha tomado se halla en
los términos exactos o equivalentes» (Lettre de l’auteur de la Vie de Monsieur de La Salle au
Frère supérieur de l’Institut des Frères des Écoles chrétiennes, pieza in-4º, [1734]).
36
BLAIN, I, p. 113.
37
Estudios posteriores justificarán con más exactitud estas observaciones sumarias.
Tomo I - Preámbulo: los tres primeros biógrafos 27

conoció muy bien a la señora Maillefer, ya que tenían el mismo director; y a la


Hermana María Ana de Darnétal, nombrada por ella maestra de escuela en este
lugar, donde está aún; y, en fin, a algunas personas que la vieron y conocieron»38.
La formulación de simples hipótesis de trabajo inducían recientemente a algunos a
solicitar un texto de nuestro autor relativo al asunto Clément39. No deja de ser una
temeridad, tanto menos excusable cuanto que el mismo BLAIN decía que debía los
pormenores de su relato a un documento de autoridad indiscutible:
«Tenemos en nuestras manos —escribía— la memoria justificativa que el
señor de La Salle hizo sobre este asunto antes de marcharse (al sur). Basta con
hacer el extracto del mismo; no podemos tener mejor garante de la verdad. Si
hubiera sido utilizado en justicia, como lo esperaba el señor de La Salle de la
caridad de aquellos en cuyas manos lo dejó antes de su partida, no habría salido
del tribunal donde se estudió el caso una sentencia tan ignominiosa para su
memoria»40.
Sería inútil insistir, más que nada, porque cansa rápidamente; y la obra del
canónigo ruanés requiere una lectura paciente, un examen minucioso. Por otro lado,
si se lee un poco de prisa, casi nunca se llegará a tener la idea exacta de las
informaciones que da sobre un tema determinado. A veces, estas informaciones hay
que espigarlas en tres o cuatro lugares distintos de su obra, y casi siempre son
complementarias, y no contradictorias. Sólo un examen de conjunto de todos los
datos recopilados permitirá establecer los elementos ciertos, o al menos, seriamente
probables. La mayoría de sus seguidores se han contentado con recoger, a veces con
cierta dejadez, su cronología, que es muy poco rigurosa. Y aún se han preocupado
menos de sus digresiones y de sus repeticiones, y por ello han descuidado, con
demasiada facilidad, las numerosas aportaciones que se hallan en la última parte de su
obra. Aunque sólo sea desde el punto de vista histórico, su trabajo ha perdido valor...
Nuestros índices deberían permitir que no ocurran tales pérdidas. Desde luego, por
sí solas no serán suficientes; quedarán abiertos delicados problemas de concordancia.
Nuestras tablas, al menos, lo habrán hecho en términos precisos, y eso ya está muy
bien. Estudios posteriores más avanzados tendrán que tratar de resolver esas
dificultades, sirviéndose de datos proporcionados en otros lugares.

38
BLAIN, I, p. 159.
39
Tan sólo desde 1956, seis proyectos de publicaciones deformaban una u otra de las
afirmaciones que daba el biógrafo en la exposición de este asunto.
40
BLAIN, II, p. 72.
28 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

III. OTRAS FUENTES BIOGRÁFICAS


El mismo BLAIN hacía alusión a ello en un pasaje que queda citado: desde el día
siguiente de la muerte del señor de La Salle, el Hermano Bartolomé, que sólo iba a
sobrevivirle catorce meses, tuvo cuidado de recoger diversas memorias redactadas
por los Hermanos; uno de ellos las puso en orden; más tarde se le daría comunicación
de ello al canónigo biógrafo.
Un cuaderno manuscrito, conservado en los archivos de la Casa Generalicia, da
testimonio de que desde 1721 hubo un proyecto de vida titulado Conduite admirable
de la divine Prtovidence en la personne du vénérable serviteur de Dieu Jean-Baptiste
de La Salle..., y que ya estaba en vías de realización41. Otros dos documentos
permiten afirmar que el autor era el Hermano BERNARD, y que el 4 de mayo de 1723
todo el manuscrito, completo, podía ser sometido a la censura del canónigo Juan Luis
de La Salle, uno de los hermanos de nuestro santo42. Las 86 páginas que nos quedan
de la redacción del Hermano BERNARD presentan cierto número de correcciones:
algunas añadiduras denotan la pluma de Luis de La Salle. Si BLAIN no utilizó este
texto, al menos conoció las memorias que habían permitido elaborarlo43.
Antes de él, Dom FRANÇOIS ÉLIE MAILLEFER, precisamente sobrino del santo,
había hecho lo mismo. Terminado desde 1723, su primer manuscrito sería puesto en
manos de los Hermanos de San Yon44. BLAIN lo habría tenido, se nos dice, sin
haberlo declarado nunca45. Diecisiete años más tarde, en 1740, el benedictino colocó
en la biblioteca del monasterio de San Remigio una nueva redacción de La Vie de
Monsieur Jean-Baptiste de La Salle, Prêtre, Docteur, ancien chanoine de la
cathédrale de Reims et Instituteur des Frères des Écoles chrétiennes46. Estudiaremos

41
Proceder admirable de la divina Providencia en la perona del venerable siervo de Dios,
Juan Bautista de La Salle... ACGm SCa.
42
Son, de un lado, las Remarques sur la Vie de Monsieur de La Salle (Observaciones sobre
la Vida del señor de La Salle) documento autógrafo, firmado por el Hermano BERNARD, y de
otro, una carta, autógrafa también, del Hermano JUAN, al señor (Juan Luis) de La Salle,
canónigo de la iglesia metropolitana de Nuestra Señor de Reims. AMG, SBb.
43
Sobre estas cuestiones, ver F. Émile LETT, Les premiers biographes, p. 305, ss.
44
«Desde el año 1723... se tenía la intención de imprimirlo... Pero el año 1724, los
Hermanos de las Escuelas Cristianas descubrieron que yo era el autor de la vida de su
fundador. Ellos se las arreglaron para tener comunicación sobre ello. Me enviaron a uno de los
suyos, el Hermano Tomás, que hizo tanto con sus ruegos y con sus insistencias, que le dejé mi
manuscrito...». MAILLEFER, ms. Reims, Prefacio, p. IV.
45
«Aunque él no haya tenido escrúpulo alguno de copiarme, palabra por palabra, en algunos
sitios, no ha creído que fuera necesario decirlo», íd., p. V.
46
La vida del señor Juan Bautista de La Salle, sacerdote, doctor, antiguo canónigo de la
catedral de Reims y fundador de los Hermanos de las Escuelas cristianas. Reims, Biblioteca
de la ciudad, ms. 1426.
Tomo I - Preámbulo: los tres primeros biógrafos 29

en otra parte, con la atención que conviene, cada uno de estos tres manuscritos: el del
Hermano BERNARD, y los dos de Dom MAILLEFER47. Baste aquí, por el momento,
despertar el interés particular que podría ofrecer su próxima aparición.
En efecto, la simple lectura, como acabamos de decir, denota que los tres primeros
biógrafos de nuestro santo no se contentaron con interrogar a los mismos testigos: de
forma evidente, MAILLEFER y BLAIN siguen con más o menos docilidad un mismo
texto, ya compuesto, el del Hermano BERNARD, o, pudiera ser, algún borrador
anterior. MAILLEFER acusa a BLAIN de haberlo plagiado, pero él mismo se olvida
decir que su segunda redacción debe al canónigo más de una oportuna rectificación.
Pero en el estado actual de las cosas, casi no se podrían delimitar esas interferencias ni
desenmarañar esas pequeñas controversias. Los mejores de nuestros historiadores
han exigido demasiado poco a los textos de BERNARD y de MAILLEFER; sus pocas
citas, además, nos sirven de poco, ya que los originales y las copias manuscritas son
poco accesibles o son de dudosa identificación48. Lo primero de todo, sería oportuno
publicar los textos que conservamos: el presente Cahier reproducirá íntegramente la
única copia de BERNARD conocida actualmente; otro número próximo ofrecerá, en
edición confrontada, las dos composiciones de MAILLEFER49.
Unos índices, más bien reducidos, irán unidos a cada biografía, y luego se
publicarán unas tablas más amplias. Estas tablas remitirán a la vez a las cuatro
publicaciones: a los índices de los dos volúmenes de BLAIN de los que se habló
anteriormente se unirán, con todos los pormenores deseables, las referencias al texto
de BERNARD y a las dos redacciones de MAILLEFER. Estos índices acumulados
servirán para orientar al lector; y constituirán una primera edición comparada de los
cuatro relatos más autorizados de la vida de san Juan Bautista de La Salle. En todo
caso, permitirán controlar sin dificultad las afirmaciones de BLAIN y contrastarlas
con los otros tres relatos.
Aunque sean indispensables, este primer control no puede ser suficiente. Diversos
documentos depositados en nuestros archivos o encontrados recientemente
confirman oportunamente la unanimidad de esos primeros testimonios; otras veces,
es preciso decirlo, documentos de este tipo permiten decidir entre las divergencias u
oposiciones de los diversos relatos. Las Cartas de nuestro santo también pueden

47
El texto de 1723 se ha conservado, según parece, por dos copias antiguas conservadas en
nuestros archivos (ACG, SCa).
48
Algunos autores citan una u otra de las copias depositadas en los archivos de la casa
generalicia, pero sin molestarse en precisar el manuscrito de referencia. Otros citan el
manuscrito de la biblioteca de Reims. GUIBERT cita una copia elaborada por su cuenta, y
depositada luego en la Biblioteca nacional. G. RIGAULT utiliza muy poco a MAILLEFER; ni
una sola vez remite a él de manera precisa.
49
Cahiers lasalliens 4 y 6. (Téngase en cuenta que cuando el H. Maurice-Auguste escribía
este artículo de presentación, el acceso a las biografías del fundador resultaba muy difícil, y a
las de BERNARD y MAILLEFER, casi imposible). [Nota del traductor].
30 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

ofrecer buena información a los futuros biógrafos, como lo ha mostrado en llorado


Hermano FÉLIX-PAUL50. A los escasos documentos conocidos hasta ahora, las
investigaciones sistemáticas podrían añadir, sin duda, más de una pieza de gran
valor51. Nuestros Cahiers Lasalliens irán publicando todo ello. Y también otros
estudios, menos ligados inmediatamente a la persona del santo, pero que iluminarán
el contexto de su existencia, ofrecerán documentación de fácil utilización y
sistemáticamente puesta al día.
Después de todo esto, vendrá la publicación de una cronología basada al mismo
tiempo en los datos proporcionados por los biógrafos y las informaciones recogidas
en los documentos de los archivos. La publicación de esa cronología exigiría
probablemente dos de nuestros Cahiers: y ese sería el mejor prefacio a esta biografía
crítica que en ese momento ya podríamos esperar con mayor confianza.
Roma, a 25 de febrero de 1961.

H. MAURICE-AUGUSTE

***

No cabe duda que los estudiosos de La Salle sabrán apreciar la riqueza informativa
de las palabras del Hno. Maurice-Auguste, citadas en toda su extensión, para la
introducción del Cahier Lasallien n.o 4. En ellas se sugieren las diversas fuentes que
se utilizaron hasta llegar a la biografía de Blain. Vale la pena sintetizarlas para
completar este preámbulo a las cuatro biografías, traducidas al español.

50
Instituto de los Hermanos de las Escuelas cristianas, Les Lettres de saint Jean-Baptiste de
La Salle, édition critique (Las Cartas de San Juan Bautista de La Salle, edición crítica), por el
Hermano FÉLIX-PAUL, fsc., París, Procuraduría general, 1954, 415 pp. — Fallecido
prematuramente, el autor no pudo controlar por sí mismo la edición de su manuscrito, que
tiene una presentación demasiado escolar, con la bibliografía incompleta, los índices sin
rematar, y casi ilusorios, por lo incómodo que resulta utilizarlos. Si hubiera tenido tiempo de
releer su trabajo, sin duda habría corregido algunos ligeros descuidos en las notas críticas o
explicativas. Pero, incluso así, ha sido el mejor de los trabajos realizados desde el inventario
elaborado por el padre RAYEZ.
51
Los Hermanos LUCARD, CASIMIR-VINCENT, DONAT-CHARLES, MAXIME, Émile LETT, y
también otros; el señor GUIBERT, y sobre todo, tal vez, sus colaboradores, ya habían intentado
algunas investigaciones. Desde hace poco tiempo se han emprendido búsquedas más
sistemáticas; si no prometen necesariamente descubrimientos sensacionales, añadirán,
ciertamente, muchas precisiones útiles a aquello de lo que ya disponemos. De todas formas,
permitirán establecer inventarios menos incompletos de las fuentes accesibles en este
momento.
Tomo I - Interrelación de las cuatro primeras biografías 31

ITINERARIO E INTERRELACIÓN
DE LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS
DE SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE

1. Juan Bautista de La Salle falleció el 7 de abril de 1719. Poco después del


fallecimiento, el Hno. Bartolomé, Superior General, mandó recoger todos los
objetos pertenecientes al fundador, y todos los escritos personales, y los
Memoriales que existían. BLAIN dice: «...esta historia de la Vida del señor de La
Salle, compuesta con ayuda de las Memorias (de los Hermanos) recogidas
cuidadosamente por el difunto Hermano Bartolomé, en cuanto falleció el santo
varón, y luego fue puesto en orden por uno de los Hermanos (BLAIN, Vie, I, p.
113).
2. En 1720, el Hno. Timoteo encomienda al Hno. BERNARD «ordenar la Vida del
señor de La Salle». Le entregan el material recopilado y él pide más testimonios.
3. En 1721, el Hno. BERNARD había terminado 86 páginas, con las dos primeras
partes, de las cuatro previstas. Abarca hasta 1688. Juzga que debe dárselas a leer a
Luis de La Salle, canónigo de Reims, hermano de Juan Bautista. Le lleva una
copia de lo hecho, cuyo autor fue el Hno. Romain.
4. Luis de La Salle retiene el escrito y no lo devuelve. Corrige y tacha algunas cosas.
Cuando se lo reclaman, dice que prefiere esperar a tener el escrito completo. En el
tiempo transcurrido, el Hno. BERNARD repasa y corrige el original y completa lo
que falta. Lo tiene terminado en 1723.
5. El Hno. BERNARD es destinado a Reims y los superiores le indican que lleve con
él el manuscrito, y que lo presente al señor Luis de La Salle. Así lo hace. Pero
tampoco le es devuelto.
6. Juan Luis de La Salle, insatisfecho de la biografía del Hno. BERNARD, se la pasa a
su sobrino, François-Élie MAILLEFER, benedictino de San Mauro, y le encarga
que escriba él mismo una biografía del tío. Probablemente no lo dijeron a los
superiores del Instituto.
7. MAILLEFER utiliza el manuscrito de BERNARD y recoge más testimonios de
otras personas. En 1723 había terminado la biografía. La muerte de Juan Luis de
La Salle, ocurrida el 26 de septiembre de 1724, obliga a dejar de lado la
publicación de la biografía escrita por MAILLEFER.
8. Los superiores del Instituto tienen conocimiento de la biografía escrita por
MAILLEFER y, con los buenos oficios del Hno. Tomás, lograron que el monje les
32 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

prestara el manuscrito, con el compromiso de no cambiar nada, si decidían


publicarlo.
9. El Hno. Timoteo, después del Capítulo General de 1725, encomienda a BLAIN
que escriba la Vida del señor de La Salle, y pone en sus manos los materiales
utilizados por el Hno. BERNARD y su manuscrito, el manuscrito de MAILLEFER
y otros documentos y testimonios recogidos mientras tanto.
10. BLAIN realiza la biografía encomendada por el Instituto; son dos tomos, más otro
complementario. El Instituto la publica, en dos volúmenes, en 1733, como la
biografía «oficial» del fundador, con el título de La vie de monsieur Jean-Baptiste
de La Salle, instituteur des Écoles chrétiennes. Incluía numerosos datos que ni
BERNARD ni MAILLEFER conocieron.
11. Los Superiores del Instituto enviaron un ejemplar de la biografía escrita por
BLAIN a MAILLEFER, que quedó muy disgustado, porque comprobó que el autor
había copiado buena parte de la escrita por él. Sin embargo, ni siquiera le citaba.
Así, pues, aprovechó la obra de BLAIN para revisar su trabajo de 1723, y compuso
una nueva biografía, que terminó en 1740, y como era difícil editarla, la depositó
en la biblioteca de su convento, San Remigio, de Reims, de donde a la sazón era
bibliotecario.

***

Así pues, el manuscrito de BERNARD (1721) sirvió de fuente a la primera biografía


escrita por MAILLEFER; y ambas obras ayudaron también a BLAIN para escribir la
biografía oficial. Finalmente, las tres obras fueron utilizadas por MAILLEFER para la
segunda biografía que escribió, y que terminó en 1740.

Hno. José María Valladolid


El párroco de San Sulpicio,
señor de la Chétardie,
visita la escuela de la Calle de la Princesa,
atendida por Juan Bautsta de La Salle y sus Hermanos
(Cuadro de Giovanni Gagliardi, 1901)
I

VIDA DE
SAN JUAN BAUTISTA
DE LA SALLE
POR EL
Hermano BERNARD
Tomo I - BERNARD - Introducción al manuscrito 37

Introducción
al manuscrito del Hermano Bernard

Poco tiempo después de la muerte del Fundador, el Hermano BERNARD1 fue


encargado por sus superiores de «poner en orden la Vida del señor de La Salle»2. Para
facilitarle la tarea se le entregaron «numerosos testimonios» y en particular un
«manuscrito bastante largo, escrito de propia mano por el señor de La Salle».
Considerando que estos documentos eran «insuficientes», trató de completar su
información y se dirigió a «su señor hermano y al señor Juan Francisco, su primo»3, y
también «a la comunidad de las hermanas de los huérfanos» y al «superior del
seminario de San Sulpicio». Una vez terminada una parte de su trabajo, la envió a
Luis de La Salle con la mira de que la corrigiera. Como el canónigo tardaba en
devolverle su manuscrito, el Hermano BERNARD, impacientado, determinó
«comenzar de nuevo esta obra»4. Este último trabajo no nos ha llegado5.

1
El Hermano Bernard, llamado en el siglo Jean D’AUGE (o DAUGE), nació en Friburgo
(Suiza), el 24 de junio de 1697. Entró en la Sociedad en marzo de 1713 (Catálogo de los
Hermanos de las Escuelas cristianas, BN, ms. fr. n. a. 11.122; Cahiers lasalliens, 3, p. 55). El
21 de enero de 1717 firmó en Grenoble el acta de visita del Hermano Bartolomé (ACG, SBg);
el 16 de junio de 1726 transcribió y firmó la fórmula de sus votos perpetuos (ACG, HAm, EE.
p. 38). El Catálogo le señala como salido, sin más precisión. Al dorso de una carta dirigida por
san Juan Bautista de La Salle al Hermano José se lee, escrito por este último: «Respecto del
Hermano Bernard, sólo actúa por capricho; no tengo ningún poder sobre su talante, y
cualquier cosa que le pueda decir no le produce ningún efecto. Sale solo cuando le parece,
hace todo lo que quiere y actúa mucho más libre que un Hermano Director. Se dice que piensa
ir otra vez a París de inmediato. Juzgue usted, carísimo Hermano, cómo pueden funcionar las
clases durante esas ausencias. Nunca he visto en nuestros Hermanos lo que veo en este
Hermano. Nuestros Hermanos han observado siempre la regla, y la observaban de manera
muy distinta hasta que el Hermano Bernard desordena todo con su cabeza» (Cartas, edición
crítica, p. 227). Según sus Observaciones sobre la Vida del señor de La Salle, el Hermano
BERNARD estaba en París en 1721-1723; fue trasladado a Reims en el curso de ese mismo año
1723 (cfr. Anexos, pp. 226).
2
Nótese la semejanza de esta confidencia del Hermano BERNARD con estas líneas de
BLAIN, al hablar de su propia obra: «esta historia de la Vida del señor de La Salle, compuesta
partiendo de sus Memorias (las de los Hermanos), recogidas cuidadosamente por el difunto
Hermano Bartolomé, inmediatamente después de la muerte del santo varón, y ordenadas
luego por uno de los Hermanos...» (BLAIN, Vie, I, p. 113).
3
En vez de primo tenía que decir «sobrino», pues Juan Francisco era hijo de María de La
Salle, hermana de nuestro santo.
38 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

El manuscrito de 1721
De toda la obra biográfica del Hermano BERNARD, apenas queda, efectivamente,
un breve manuscrito de ochenta y seis páginas, que apenas cubre el período de 1651 a
1688 de la vida del Fundador6. En su «prefacio» el Hermano BERNARD anunciaba
que su obra estaría dividida en cuatro partes. No conocemos nada de las dos últimas.
La primera parte comprende seis capítulos (pp. 9 a 13), y la segunda, sin terminar7,
tiene nueve (pp. 32 a 86). Entre el Prefacio y el relato propiamente dicho se intercala
un Aviso al lector y una Declaración de sumisión a la Santa Sede. La fecha
MDCCXXI se ha colocado en la parte baja de la página del título.
Tal como se presenta a la vista, el manuscrito no constituye un texto definitivo,
sino más bien un texto corregido, que será necesario retomar para perfeccionarlo. No
se trata del original del Hermano BERNARD, sino de una copia. La escritura, bastante
bien cuidada, e idéntica a las de otros documentos firmados por el Hermano
ROMAIN, nos da la pista sobre la identidad del copista8. La letra es una especie de
bastardilla que el copista mantiene durante las cincuenta primeras páginas del
cuaderno. Después, progresivamente, sea por la prisa o por la fatiga, se pasa a una
escritura rápida, en todo el sentido del término. Hay algunos momentos pasajeros en
que vuelve a la primera, pero a partir de la página ochenta es una escritura claramente

4
H. BERNARD, Remarques sur la Vie de Monsieur de La Salle, documento manuscrito
autógrafo conservado en los ACG. Se incluye en este libro, en los Anexos.
5
Al comparar las Remarques sur la Vie de M. de La Salle y la Carta del 4 de mayo de 1723
dirigida por el Hermano Juan a Luis de La Salle, se deduce que ésta fue escrita para acompañar
la segunda obra del Hermano BERNARD. En cuanto al biógrafo, se ve que redactó sus
Remarques para justificar el haber recomenzado su primer proyecto. Véase también en los
Anexos.
6
ACG, Sca. Registro, 28,5 x 19 cm, con encuadernación en cuero negro, reforzado con hoja
doble de guarda, de papel kraft y algunas hojas blancas. La encuadernación actual parece más
bien reciente. Ha ocasionado una ligera reducción de las medidas de las hojas. La parte
superior de la p. 13 ha sido doblada y reforzada; lleva una nota firmada por J [ean] G [uibert]
SS [Sant-Sulpice] El manuscrito está hecho sobre papel vergé un poco amarillento. La p. 8 ha
quedado en blanco. En diversos sitios se notan puntos y manchas de color rojo. Una mojadura
marginal ha afectado a bastantes páginas. Hay mojaduras en el texto, en las pp. 68 y siguientes.
Estos diversos accidentes dejan el texto completamente legible.
7
«Desarrollé mi proyecto de la primera parte y de algunos capítulos de la segunda, que fue
enviada al señor de La Salle» (F. BERNARD, Remarques).
8
Además de la copia del único cuaderno conocido de la Conduite admirable..., los ACG
conservan: Las Méditations pour les Frères maîtres des écoles charitables, transcripción
adaptada de las Méditations del padre Giry (ACG, ABp), una copia de la Carta enviada a
Roma al padre Vivant, sobre las bulas de 1725 (ACG, HAq. 16: dossier Dijon). En el Registro
de Votos de San Yon, el Hermano ROMAIN ha transcrito, completa, antes de firmarla, la
fórmula de sus compromisos perpetuos, y luego transcribía, para el Hermano Pacôme, la
fórmula de votos de un Hermano Sirviente (ACG, HAm, Registro EE, pp. 86-87). Cfr.
Cahiers lasalliens, 11, p. 118, n. 4, 119, n. 2. El Hermano ROMAIN, en el siglo Carlos
Plansson, había nacido en Charly, diócesis de Soissons, el 28 de octubre de 1671. Ingresó en la
Sociedad el 9 de octubre de 1719, y falleció en San Yon el 29 de enero de 1738 (Catalogue des
Frères, Cahiers lasalliens, 2, p. 63).
Tomo I - BERNARD - Introducción al manuscrito 39

corrida9. De forma paralela a este descuido del copista, se advierte fácilmente la


disminución de todos los retoques —signos marginales, tachaduras o
adiciones—. Éstas son particularmente abundantes en la primera parte del manuscrito: se
cuentan 112 en las cuarenta y tres primeras páginas del cuaderno, y no se encuentran
más que 17 en las cuarenta y tres páginas siguientes; y entre ellas, las últimas veinte
no tienen casi ninguna.

Correcciones de Luis de La Salle


La mayoría de los retoques visibles en el texto provienen del canónigo Luis de LA
SALLE. No hay nada extraño en ello, ya que el manuscrito se le había enviado con ese
fin. «Desarrollé mi proyecto de la primera parte y de algunos capítulos de la segunda,
—escribe el Hermano BERNARD en sus Remarques— que fue enviada al señor de La
Salle, para que viera si en ella había algo que pudiera molestar a su familia...». Siendo
hermano de Juan Bautista, era normal, en efecto, que el trabajo biográfico se
sometiera a su examen.
Además, es fácil comprobar la semejanza de la escritura de las correcciones, firme,
apretada y cuadrada, con la letra de la carta que Luis de LA SALLE dirigió a su
hermano Juan Bautista el 3 de enero de 171910. Un examen atento del manuscrito
demuestra la intervención de otros correctores. Volveremos más tarde sobre este
asunto.
La interpretación de todos los signos marginales, tanto los del canónigo Luis de LA
SALLE como los demás, se manifiesta particularmente difícil, y hay que renunciar a
pretender agruparlos según diversos significados. En el texto, están colocados de
forma indiferente tanto en el margen izquierdo como en el derecho. A 11 de estos
signos, debidos a la pluma de Luis de LA SALLE, corresponden correcciones en
forma de tachaduras, para eliminar de esa forma una palabra o el miembro de una
frase consideradas inútiles, o añadiduras que aportan alguna precisión detallada11. En
la parte superior de la p. 25 se puede leer la anotación «abreviar», y se halla de nuevo
en las pp. 28 y 29, pero el texto no se modifica. Sin duda, hay que interpretar de esta

9
Por ejemplo, en la p. 61.
10
Carta del 3.1.1719, ACG, SBb, 34.
11
Tachaduras: p. 13, 1. 14-15: tarugos de madera; p. 14, l. 22-23: paréntesis que encuadra un
elogio del seminario de San Sulpicio; p. 19, líneas 10-28: aspa y supresión de un párrafo entero
de consideraciones parecen, sin duda, poco útiles; p. 24, l. 14: aspa y supresión de la palabra
huérfanas; p. 29, l. 30: aspa y tachadura de un pasaje que habla de un fondo de 10.000 libras; p.
53, l. 13: aspa a la altura de la supresión de y su director.
— Añadiduras-precisiones: p. 12, línea 14: concerniente a la edad de la recepción de la
canonjía; p. 16, l. 12-13: triángulo a la altura de una corrección que precisa que Juan Bautista
reanudó los estudios de teología en Reims con miras al doctorado.
— Rectificaciones: p. 17, l. 20: aspa delante de la corrección de huérfanas por huérfanos; p.
23, l. 6-7: aspa a la altura de una rectificación: Nyel es natural no de la ciudad, sino de la
diócesis de Laon; p. 49, l. 2: aspa y rectificación de Messière en Mezière.
40 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

forma todos los trazos marginales verticales que acompañan a ciertos párrafos
excesivamente largos o sembrados de consideraciones que resultan agobiantes para
el lector12. Pero en la mayoría de los casos —una cuarentena— el signo no conlleva
ninguna corrección. ¿Los colocó allí Luis de LA SALLE durante una primera lectura
con intención de volver sobre ellos y retomar el texto marcado y corregirlo? Es inútil
multiplicar las hipótesis. Todo lo más, se puede suponer que el canónigo deseaba
modificar tal pasaje que tenía un realismo más bien indelicado o exagerado13,
verificar algunas alusiones relativas al señor de La Salle14 o de personas de su
entorno15, llamar la atención sobre la falta de sentido de alguna expresión16, eliminar
otras consideraciones piadosas, además de las señaladas con un trazo marginal17,
indicar las repeticiones más cansinas18, y, en fin, atenuar ciertos detalles demasiado
personales o demasiado molestos relativos a Juan Bautista o su familia19.
Más significativas son las correcciones que aparecen, si no espontáneas, al menos
firmes e irrevocables, y que, además, permiten descubrir algo de la personalidad del
canónigo Luis de LA SALLE. Pues es curioso notar que estas correcciones se refieren
menos a Juan Bautista que a su mismo hermano. En la Declaración, por ejemplo, el

12
Líneas marginales: p. 14-15: largo pasaje dedicado al señor Boin (=Baühin); p. 17, l.
24-30: piadosas consideraciones; p. 19, l. 10-28: pormenores sobre los vestidos y la pobreza
del santo; p. 20, l. 23-29: exclamación hacia Dios y exhortación al lector; p. 26, l. 1-7:
amplitud inútil; p. 30, l. 19-26: condición tosca de los primeros maestros.
13
Página 21, l. 4: «pues el camino por donde pasaba estaba demasiado marcado por los
vómitos».
14
Página 13, l. 1-2: aspa a la altura de la mención del viaje de Juan Bautista a Cambrai donde
tenía que recibir las órdenes menores; p. 15, l. 28: aspa a la altura de «fue allí (en Cambrai)
donde recibió el diaconado»; p. 16, l. 15: aspa a la altura de «allí se preparó (al sacerdocio)
retirándose al seminario de Reims»; p. 35, l. 15: aspa a la altura de «alquilando una casa detrás
de San Sinforiano»; p. 37, l. 3: aspa al final del párrafo que indica la tristeza que le causaba a
Juan Bautista el tosco proceder de los maestros; p. 51, l. 13: aspa a la altura de «todas las veces
que nuestro siervo de Dios iba a París se alojaba en el seminario de San Sulpicio».
15
P. 18, l. 1: aspa a la altura de la actitud del Parlamento de Champaña y de la ciudad de
Reims hacia la Comunidad de las Hermanas del Niño Jesús; p. 23, l. 17: aspa con raya: El
señor Maillefer es calificado como «tesorero del Parlamento de la misma ciudad» (Ruán); p.
30, l. 19-26: aspa con raya y trazo marginal que llama la atención sobre un pasaje que describe
la tosca condición de los primeros maestros.
16
P. 64, l. 19: aspa a la altura del cántico de un Hermano en agonía: hermosa eternidad que él
decía que no tenía permanencia, «amor, amor, amor».
17
P. 17, l. 24-30: línea marginal delante de consideraciones que parecen inútiles; ver
también, p. 82, l. 5: aspa al comienzo de un párrafo que habla de la acción del demonio.
18
P. 50, l. 1: aspa a la altura de «exigía de él que fuera muy asiduo», sin duda para señalar la
repetición de esta última palabra ya escrita en la parte baja de la página anterior, en la misma
frase; p. 50, l. 18: aspa que quiere señalar probablemente la segunda mención de las escuelas
de niñas del padre Barré.
19
P. 20, l. 2: aspa a la altura de «a menudo había que despertarle varias veces, pero en vano,
porque se dormía de nuevo contra su voluntad»; p. 42, l. 22: aspa frente al pasaje que se refiere
al testimonio de una tía del santo sobre la paciencia de este último frente a los reproches que le
dirigía su familia; p. 42, l. 27: aspa frente a la mención de las comidas familiares y las
discusiones que conllevaban.
Tomo I - BERNARD - Introducción al manuscrito 41

Hermano BERNARD reconocía a la Santa Sede la autoridad para «decidir


infaliblemente la santidad de una persona». La pluma del canónigo ha tachado el
adverbio20. Además, en dos ocasiones, el canónigo se impacienta por los elogios
dirigidos al Seminario de San Sulpicio21. Más adelante, en el curso del mismo relato,
el lector se sorprende al comprobar cómo Luis de LA SALLE reduce en dos tercios un
párrafo que habla de su actividad al servicio de las escuelas. El Hermano BERNARD, sin
embargo, parecía bastante preciso. Da indicaciones de tiempo, personas y lugares:
Luis de La Salle habría interrumpido sus propios estudios para ir con el señor Nyel a
ejercer su celo con los niños de la escuela de Guisa22. ¿Significa que todo esto sería
inexacto, o esta supresión se debe a la humildad del hermano de Juan Bautista, que
pensaba que no merecía tal elogio? Ya en el segundo párrafo de la p. 43 se había
hecho un corte sustancial. Aquí, además, el Hermano BERNARD se había
complacido en señalar la docilidad de Luis para seguir el reglamento de los maestros,
su afecto hacia su hermano mayor y su determinación de no abandonarlo a pesar de
las presiones de su familia, que llevaron al alejamiento de sus dos hermanos más
pequeños23. ¿Pretendió eliminar detalles demasiado personales, o evitar que se
desvelase la oposición familiar respecto de aquel que invitaba a los maestros a comer
a su mesa, o cubrir un reproche implícito relativo a sus dos hermanos, disgustados por
las formas toscas de aquellos nuevos invitados? ¿Acaso hay que interpretar de forma
parecida la supresión de una expresión, más bien desacertada y poco complaciente:
«Fue en esta casa, liberado ya de cuanto podía serle una carga y sobre todo de sus
hermanos»24.
Estos ejemplos bastan para señalar el tipo de correcciones del canónigo Luis de LA
SALLE y pueden ayudar al lector a continuar, por su cuenta, el trabajo de
interpretación25...

20
Declaración, p. 7.
21
P. 14, l. 22-23: frase enmarcada que califica al Seminario de San Sulpicio: «casa que con
justicia se la puede llamar semillero de buenos eclesiásticos, a causa de la piedad...»; p. 15, l.
8: también a propósito de San Sulpicio: tachadura de la palabra incomparable seminario.
22
P. 67, l. 10-16: tachadura de todo el pasaje relativo a Luis.
23
p. 43, l. 3-17: «Y lo que más aumentaba la tristeza de sus parientes era que sólo había una
mesa, es decir, que él y sus hermanos comían en el mismo comedor con los maestros. El mayor
de los tres seguía de buena gana las reglas que observaban los maestros de escuela; y esto, en la
medida que lo podían permitir sus estudios; y no quiso separarse del señor de La Salle, hacia el
cual sentía gran afecto, aunque se le empujara a abandonarlo, a ejemplo de dos de sus
hermanos. que le dejaron; el primero de ellos fue a vivir a casa de su cuñado seis meses
después de todo lo que se acaba de señalar, por el malestar que se le había ocasionado respecto
del señor de La Salle; y algún tiempo después, el más pequeño le fue retirado para llevarle
como interno en Senlis, con los canónigos regulares; de ese modo, sólo le quedó el mayor de
los tres, que no quiso abandonarlo, como se ha dicho más arriba».
24
P. 62, l. 13-15.
25
P. 25, l. 1-3: supresión de la alusión a las dificultades planteadas por la ciudad de Reims al
establecimiento de las escuelas de niñas; p. 26, l. 23-25: lo mismo respecto de las escuelas de
niños; p. 11, l. 4: «20 de abril de 1651», corregido por «30 de abril de 1651».
42 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Otros retoques que provienen de la misma mano afectan más bien a la forma, y
consisten esencialmente en suprimir palabras o miembros de frases inútiles o
correcciones ortográficas26.

Otros correctores
Veintiún signos —aspas, trazos, paréntesis— y tres palabras27 colocadas en el
margen, no son, ciertamente, de la mano de Luis de La Salle. Además, la mayor parte
de estos signos están puestos con lápiz negro, azul o rojo y, en general, son muy finos,
apenas visibles. ¿De quién son? ¿Del Hermano BERNARD, o del Hermano
ROMAIN? Pudieran ser también de algún lector mucho más reciente, que hubiera
marcado con mucha delicadeza uno u otro pasaje que le llamó la atención. Sería inútil
tratar de identificar a los autores, sobre todo porque estas marcas no conllevan nunca
correcciones, excepto en dos casos28.
Por el contrario, la escritura del Hermano BERNARD, más fina, más estrecha y
bastante difícil de leer, se reconoce29 sin duda ninguna en unos cincuenta lugares.
Releyendo la copia del Hermano ROMAIN, se trata sobre todo de faltas de ortografía
o de estilo que le han chocado30; a veces añade algunas precisiones o atenúa ciertas

26
Supresiones: p. 13, l. 14-15, supresión del pleonasmo en la expresión «bûches de bois»
(tarugo de madera); p. 18, l. 11: tachadura del comienzo de la frase, que es, por lo menos,
enfática e inútil: «prepárate, querido lector, a oír cosas...»; p. 23, l. 6: supresión de la mención
inútil de la edad del señor de La Salle: «habiendo alcanzado entonces la edad de 28 años».
Correcciones ortográficas: Ce se corrige a se: p. 2, l. 10; p. 3, l. 21; p. 21, l. 25; p. 44, l. 24. Si se
corrige en s’y: p. 49, l. 11; p. 51, l. 23. Otras correcciones: p. 4, l. 3: donde pone montre
(muestra) se corrige por monstre, monstruo (de iniquidad); p. 39, l. 22: «pu» se corrige en
«put», en la frase «tout ce qu’il put»; p. 49, l. 2: la palabra «Messiere» se corrige a «Meziere».
En la p. 51, l. 21: «il ne pu» se corrige a «il ne put». En la p. 52, l. 3: se precisa «uno de los»
superiores del seminario de Reims; p. 58, l. 15-16: se corrige «ce qu’on» (lo que se) por «ce
qu’ont» (lo que han), y «employé» se cambia a «employez».
27
Estas tres palabras son: En la p. 72, hacia arriba: civilité; en la p. 73, a la altura de la l. 22,
voeu; en la p. 74, a la altura de la l. 9: sup.
28
En la p. 34, a la altura de la l. 14 hay un punto rojo (que no se aprecia en la reproducción
fotostáfica), indicando la supresión de la palabra «principales» (ciudades de Francia). En la p.
67, l. 14, se marca un paréntesis azul indicando palabras que forman repetición.
29
Para convencerse, basta compararla con la escritura de las Remarques, que el Hermano
BERNARD tuvo buen cuidado de firmar.
30
Faltas de ortografía corregidas: p. 49, l. 23: «surmontent» se corrige al singular:
«surmonte»; p. 71, l. 29: en la palabra «genereusement» se ha introducido la u, que faltaba; p.
49, l. 26-27: en «exercices qu’il avait établi», esta última palabra tiene que ser «établis»; pero
al corregirlo incurre en una nueva falta, pues ha puesto «établies».
La mejora de estilo se ve en: p. 19, l. 2: la frase «que merecían ser censurados» se cambia en
«que merecían serlo»; p. 20, l. 12: «de le rendre» se reemplaza por «le rendait»; p. 32, l. 19:
para evitar el pleonasmo la frase «bonheur de cet heureux choix de travailler» la cambia en
«bonheur d’être choisi pour travailler»; p. 34, l. 19: cambia la frase «comme il a été dit» por
«comme il est dit».
Tomo I - BERNARD - Introducción al manuscrito 43

expresiones31. También ocurre que ciertos relatos evocan pasajes bíblicos, y en esos
casos se indica la referencia en el margen32.
En fin, el Hermano ROMAIN se ha corregido a sí mismo. Pero son correcciones sin
importancia que sólo consisten, muy a menudo, en el cambio de una palabra por otra33
o en una rectificación ortográfica34...

Análisis literario
Si hay que felicitar al Hermano BERNARD por algo en concreto, lo tenemos que
hacer por el título que puso a su obra: Proceder admirable de la divina Providencia
en la persona del siervo de Dios Juan Bautista de La Salle. Es realmente un rayo de
luz que permite entender todo el proceso de la vida del Fundador. Las Escuelas
cristianas han surgido de la voluntad de Dios y Juan Bautista se dejó prender en el
engranaje de esa voluntad. Él mismo lo confesó, además, bien claro: «Dios, que
gobierna todas las cosas con sabiduría y suavidad, y que no acostumbra a forzar la
inclinación de los hombres, queriendo comprometerme a que tomara por entero el
cuidado de las escuelas, lo hizo de manera totalmente imperceptible y en mucho
tiempo; de modo que un compromiso me llevaba a otro, sin haberlo previsto en los
comienzos»35. Así el Hermano BERNARD supo separar el carácter esencial, original
de la respuesta de Juan Bautista a la llamada imperceptible de Dios: el abandono total
a la Providencia. Dios actúa a través de los acontecimientos y Juan Bautista se somete
a la acción divina, convirtiéndose de ese modo en el instrumento providencial de la
institución de los Hermanos de las Escuelas cristianas. Este título reúne, pues, en
pocas palabras, la obra del Fundador y, en el pensamiento del Hermano BERNARD,
quiere servir de hilo conductor de toda la obra. Por desgracia, el autor decepciona,
pues en su texto no brilla suficientemente la fuerza de la acción divina. Desde luego,

31
Precisiones: En la p. 13, l. 10-11 hay precisiones añadidas en el margen relativas al señor
Roland, «canónigo y teologal de la catedral»; en la p. 72, l. 32: los Hermanos comenzaron un
retiro el día de Pentecostés «del año 1687». Ver también la p. 74, l. 8.
Expresiones: p. 5, l. 14: los términos «oposiciones que encontró en su empresa», atenúan las
escritas al comienzo: «persecuciones que le han suscitado»; p. 21, l. 17: BERNARD reemplaza
«grossière» (grosera) por «commune» (corriente) para calificar la comida de los maestros; p.
30, l. 23: se atenúa la expresión que habla de la angustia causada al santo por la vida en común
con los primeros maestros: «il en aurait reçu» se cambia a «ce lui aurait été», que expresa que
la angustia sentida no se debía a la mala intención de los maestros, sino al bajo nivel social que
tenían.
32
Referencias bíblicas: p. 22, Jeremías, 4,4; Isaías 6,8. P. 46: Mateo 22,14. P. 48, Lucas 9,
58. Véanse también las páginas 1, 2, 3, 4, 6, 7, 9, 12, 14, 15, 19, 20, etc.
33
P. 46, l. 30: «n’avai» se cambia a «n’avaient». P. 50, l. 15, «un certain nombre de frères».
34
P. 1, l. 27: se tacha la palabra «miséricorde» y se sustituye por «mémoire»; p. 18, l. 18: se
tacha «degré» y se reemplaza por «état»; p. 24, l. 16-17: se tacha «et l’autre»; p. 42, l. 29: se
tacha «place» y se reemplaza por «rang»; en la p. 76, l. 22: «se tacha «choses» y se reemplaza
por «exemption»; p. 82, l. 7: se tacha «faisait» y se sustituye por «avait».
35
Página 33.
44 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

abundan las expresiones «divina Providencia», «abandono a Dios», «proceder de


Dios»36, pero esta pesada insistencia, esta necesidad de utilizar con demasiada
frecuencia tales expresiones, denota algo artificial y fastidioso. Todo esto, en
definitiva, carece de espontaneidad y demuestra la dificultad del autor para borrarse,
para desprenderse de su relato. Poco experto en el arte de sugerir, de dejar traslucir el
misterio de la Providencia actuando en la historia humana, el Hermano BERNARD
sólo con mucha dificultad llega al objetivo que se había fijado.
El desarrollo titubeante del relato aumenta más esta impresión de malestar, y lleva
a pensar que el primer biógrafo no domina totalmente su tema. De ahí, sus frecuentes
alusiones a lo que ya se ha escrito37, y de numerosas alusiones a lo que se dirá más
tarde —«como se verá en la tercera parte de este libro» (p. 14, l. 19-20); el santo
agradece a Dios el haber asistido a su Comunidad durante «los dos años de carestía»
(p. 60, l. 1-3), de la que sólo se hablará más tarde en el relato; «nos reservamos para
hacerles ver en otro momento» (p. 79, l. 1); «es lo que se puede notar en lo que vamos
a decir» (p. 84, l. 13-14)—.
Todo el texto va salpicado de transiciones pesadas38 y digresiones inútiles y
molestas39.

36
El canónigo BLAIN refiere que «un canónigo» (de la catedral de Laón) afirmaba que el
principio básico de religión del señor de La Salle era abandonarse a la Providencia» (Vie, II, p.
263). Es un hecho y BERNARD lo ha comprendido muy bien. Pero hay una diferencia entre
sugerir una disposición interior o una intervención providencial y afirmarlo llanamente, en
cada instante, con frases como éstas: «Así es como la divina Providencia le preparaba, desde
su juventud, para las aflicciones y adversidades que no le faltaron en el resto de su vida, tal y
como se verá en la tercera parte de este libro»; p. 22, l. 5-6: «Dios le facilitó una ocasión que
debía ayudarle a la ejecución de lo que Él había previsto desde toda la eternidad»; y en la p. 44,
l. 11-13: «Fue, sin duda, efecto del proceder de la divina Providencia que el Señor de La Salle
se viera como forzado a confesar y a dirigir las conciencias de los maestros». ¡Realmente,
parece querer clavar la punta remachando con un buen martillo! A estas expresiones,
demasiado exageradas, se pueden preferir otras más discretas y traídas con más habilidad, que
subrayan la acción divina con motivo de un hecho verdaderamente excepcional, como, por
ejemplo, el encuentro del señor de La Salle con el señor Nyel, que iba a condicionar la
fundación del Instituto. «Llegó, por efecto de la divina Providencia [y no por casualidad],
cuando el señor Nyel estaba a punto de entrar en la casa de las Hermanas [huérfanas], el señor
de La Salle y entró al mismo tiempo que él, sin que ni uno ni otro se conocieran» (p. 24, l.
12-16). Igualmente, el párrafo que termina la primera parte, a pesar del tono, algo enfático,
muestra, con suficiente exactitud, el proceder de Dios respecto de Juan Bautista. «¿No te das
cuenta de qué manera lo atrajo Dios a sí, sin que él lo percibiera?... notarás cómo Dios le
dispone, sin que él lo piense siquiera, para hacer lo que tanto le repugna. Pues [en un día] hoy
da un paso, al día siguiente, da otro; de manera que sin darse cuenta, [se encuentra que sale y
abandona su indiferencia, y] se halla felizmente atrapado en las redes de Dios».
37
Recursos al pasado: «Como ya hemos dicho»; esta expresión, tal cual o de forma parecida,
vuelve más de doce veces. A veces está tachada por Luis de La Salle (p. 44, l. 31). A veces va
unida a «anteriormente», totalmente inútil: «como hemos dicho ya anteriormente» (p. 48,
línea 1). Con todo, las dos últimas palabras han sido tachadas. El comienzo del capítulo III
retoma inútilmente el capítulo II que él mismo había anunciado: «es lo que se verá en el
capítulo siguiente» (página 41, líneas 4-5); «se ha mostrado en el capítulo anterior» (p. 41, l.
18-19). «Monseñor Le Tellier que ocupaba a la sazón la sede arzobispal de Reims...» (p. 83, l.
17-18); información dada ya en la p. 16, l. 21-22.
Tomo I - BERNARD - Introducción al manuscrito 45

Hay que admitir que el Prólogo es un trozo más elaborado, lo que es normal.
Manifiesta cierta voluntad de agradar al lector y predisponerle a favor del héroe de la
biografía; pero aun así, la construcción está embarullada, es pesada y de pobre
vocabulario.
Si se hace una lectura de este Prólogo, con preferencia en voz alta, se advierte la
multiplicidad de conjunciones y pronombres. Pero eso es también propio de los
autores de la época. En el escrito de BERNARD se advierten numerosas repeticiones
de la idea (alabar, alabanza...; decir, digo, dicho...; perfume, perfumar...), de la misma
palabra (hombre), de los relativos (que, cuyo..., semejante).
Quienes han analizado a fondo la redacción del manuscrito de BERNARD
consideran que es muy floja y descuidada, con repeticiones inútiles, frases vacías y
vocabulario pobre40. Y sintetizan sus opiniones en estas frases: «... ¡Hay que admitir
que nuestro biógrafo no muestra ser escritor de talento! ¿Cuál es su nivel de cultura y
de instrucción? Sin duda, no muy elevado. Y no compensa esta deficiencia con
cualidades excepcionales. Que haya pasado, con relación a los otros Hermanos de su
época, como una buena pluma... no le daba ninguna competencia especial para
emprender un trabajo de biógrafo, historiador y hagiógrafo. Pero como sólo se
trataba, según el deseo de sus superiores, de reunir y ordenar un conjunto de
testimonios más autorizados y mejor informados sobre la vida del Fundador, se puede
suponer que la competencia no creó ningún problema especial»41.

La aportación del primer biógrafo


El interés de nuestro manuscrito no es, pues, de orden literario. Lo que le da valor
es más bien su condición de primer testigo. Escrito casi inmediatamente a partir de la
muerte del Fundador, conserva para nosotros, incluso en sus equivocaciones, una
sinceridad y una frescura emocional que no encontraremos en otro lugar.
Sin duda, muchos de los hechos referidos por BERNARD serán recogidos por
MAILLEFER, y más numerosos aún serán los pasajes de BLAIN que recogerán los
relatados por BERNARD. MAILLEFER los poda a menudo; pero BLAIN los amplía

38
Como las siguientes: «pero sin alejarnos más de nuestro tema, es preciso volver cuanto
antes» (p. 33, l. 32-33); «pero volvamos a nuestra asamblea» (p. 27, l. 31); «prepárate, lector, a
escuchar cosas todavía más maravillosas en la continuación de este libro» (p. 18, l. 11-12); «el
espíritu de Dios que le guiaba, haría que los terminase felizmente, como vamos a ver» (p. 17, l.
29-30).
39
«¿Qué dices, querido lector, de la sabiduría y de la prudencia de este hombre de Dios?» (p.
27, l,23); una parte de ese párrafo fue tachado por Luis de LA SALLE. Hay digresiones al hablar
de los intentos de Juan Bautista para liberarse del cargo de superior (p. 51: l. 13-16).
40
Cfr. Cahier Lasallien n.o 4, pp. XVIII-XXI.
41
Íd., p. XXI.
46 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

por encima de lo conveniente; y con su técnica y su práctica, hace que desaparezca la


espontaneidad de los testimonios recogidos desde 1721.
Sobre la familia de La Salle, BERNARD nos informa casi hasta la indiscreción.
Una de las tías de nuestro santo le contó aquellos consejos de familia en los cuales, sin
decir palabra y con los brazos cruzados, modestamente, Juan Bautista sufría los
reproches y las censuras42; un cuñado se enfrenta a él, y termina por llevarse a uno de
los hermanos pequeños del canónigo, para sustraerle a su influencia43. El mismo
santo no queda bien parado a veces: hay que reprocharle, se nos dice, excesiva
elegancia en el vestir44; le sucedía que llegaba tarde a los Maitines, porque le
resultaba muy costoso levantarse pronto45; incluso cuando ya vivía con los maestros,
guardó durante algún tiempo un régimen de comidas más cuidado46. Es cierto que
estos rasgos de sombra sirven para subrayar especialmente muchos ejemplos de
virtud. Por ejemplo: el señor de La Salle venció de tal forma el sueño, que dedicó
muchas noches a la oración o a la composición de sus obras47; se impuso los esfuerzos
más generosos, y a veces hasta imprudentes, para someterse a la mesa común48. Sobre
este último punto, hubiéramos preferido no conocer algunos detalles, pero el biógrafo
ha considerado que no nos los debía ocultar; y con todo, es más discreto, y
probablemente más seguro que el canónigo BLAIN49.
Sobre la topografía remense, BERNARD multiplica las precisiones. Conoce la
ciudad y está capacitado para evaluar las distancias y para situar exactamente los
diversos alojamiento de Nyel y de los maestros. «La casa del párroco de San Mauricio
estaba muy lejos de la del señor de La Salle»50. Así pues, «alquiló una casa detrás de
San Sinforiano, próxima a la muralla», mientras que «la casa del señor de La Salle,
que era la de su padre, estaba cerca de Santa Margarita; por tanto, no quedaba lejos de
la casa de los maestros»51. «Poco después el santo les mandó que acudieran a su casa
una vez acabada la Misa, en vez de volver a su vivienda, ya que para ir a la iglesia no
había más distancia desde una casa que de la otra»52. En fin, en 1682 «alquiló otra, en

42
Conduite admirable..., pp. 42-43.
43
Íd., p. 43.
44
Íd., p. 19.
45
Íd., p. 20.
46
Íd., p. 71.
47
Íd., p. 20.
48
Íd., pp. 21, 72.
49
Se pueden comparar dos relatos. BERNARD nos dice (p. 71-72): «para vencer más y más
esta repugnancia, llegó incluso a tragarse alguna vez lo que su corazón [estómago] no podía
admitir, y que estaba a punto de arrojar por tierra». Y BLAIN (I, p. 227): «Los vómitos,
comenzados a la vista y al olor del potaje, llegan a ser tan violentos cuando come, que arroja
casi hasta sangre...; para lograr una victoria completa sobre sí mismo, se toma lo que ha
echado, y a medida que lo come y que lo arroja, continúa tomando lo que ha arrojado».
50
Conduite admirable..., p. 34.
51
Íd., p. 35.
52
Íd., p. 39.
Tomo I - BERNARD - Introducción al manuscrito 47

frente de Santa Clara, que es la misma en la que viven todavía hoy, y fue comprada
posteriormente, gracias a las liberalidades de amigos del siervo de Dios»53. Esta casa,
convertida en el lugar de las mortificaciones más severas, conserva, nos asegura,
«disciplinas de hierro... en número de cinco o seis, que sólo con verlas, causan miedo,
pues entre ellas hay una con bolas de hierro en los extremos, y también hay cinturones
de hierro y cilicios, con los que atormentaba su delicada carne, para domarla»54.
Los acontecimientos de los primeros años de comunidad se presentan, también, de
forma sencilla y franca, a veces ingenua, que parece no dar lugar a ningún retoque. Lo
que aquí se nos dice es el testimonio en estado bruto, el relato de primera mano de un
actor, o al menos, de un tercero, implicado muy de cerca, en aquel momento, en el
suceso. La comparación de ciertos pasajes paralelos es ilustrativa a este respecto.
Baste remitir a las páginas de BERNARD y de BLAIN que hablan de Adrián Nyel y de
sus primeros compañeros55, de los eclesiásticos consultados por el señor de La
Salle56, de la generosa fundadora de la escuela de Santiago57, de un Hermano que
daba clase en la misma escuela58, de los confesores de la comunidad59, del Hermano
Bourlette60, de cierta persona bondadosa61, o incluso del señor duque de Mazarino62.
En todo el conjunto la comparación nos parece decisiva: BLAIN es más elaborado,
menos próximo de las fuentes, incluso materialmente parece menos fiel.
Más de una vez, a lo largo del relato, aparece algún detalle, felizmente
abandonado, que nos lleva a un sencillo descubrimiento. Por una Memoria autógrafa
del Fundador, sabemos que relataba los comienzos del Instituto «hasta el año
decimocuarto de su fundación»; «mantenido oculto durante más de veinte años», fue
«felizmente descubierto durante el viaje de su autor a Provenza»63. A propósito de los
maestros agrupados en torno a Nyel nos da dos indicaciones bien reveladoras: eran
caprichosos para la hora de acostarse64, y se tomaban mayor libertad aún para
permitirse salir a cualquier hora65.

53
Conduite admirable..., p. 62
54
Íd., 62.
55
Íd., pp. 24-25; BLAIN, I, pp. 161-163.
56
Conduite admirable..., p. 27; BLAIN, I, pp. 163-165.
57
Conduite admirable..., pp. 29-30; BLAIN, I, pp. 166-167.
58
Conduite admirable..., p. 43; BLAIN, I, pp. 177-178.
59
Conduite admirable..., pp. 66-67; comparar con BLAIN, II, p. 101.
60
Conduite admirable..., p. 63; BLAIN, I, pp. 252-255.
61
Conduite admirable..., p. 81; comparar con BLAIN, II, p. 409.
62
Conduite admirable..., p. 80; BLAIN, I, p. 181.
63
Conduite admirable..., p. 22. Luis de La Salle, cierto, ha suprimido el último rasgo. ¿Pero
por qué? ¿Consideró que el biógrafo era inexacto o simplemente indiscreto?
64
Conduite admirable..., p. 35.
65
Conduite admirable..., p. 36.
48 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Cuando quiere caracterizar la obediencia del santo durante el breve tiempo en que
el gobierno de la comunidad estuvo en manos del Hermano L’Heureux, BERNARD
apunta este rasgo: «Se veía que este santo personaje se sometía a no hacer nada sino
después de haber obtenido el permiso del Hermano superior; y ni siquiera se hubiera
permitido salir para ir a celebrar la misa, sin haber obtenido el permiso expreso»66.
Cada una de las últimas palabras es particularmente evocadora. El señor de La Salle
no tuvo, en Reims, el privilegio de la capilla doméstica. Por tanto debía salir para ir a
celebrar. Y para esta salida, solicitaba autorización, cada vez, con un permiso
explícito.
Algunas páginas más adelante, al hablar de la apertura del noviciado, BERNARD
dice expresamente: «Un jovencito de quince años se presentó para que le aceptaran...
Y algún tiempo después se presentaron otros tres para lo mismo. El siervo de Dios
reconoció en la llegada de aquellos jóvenes que Dios le proporcionaba aquella
ocasión para bien de su Instituto, y tomo la decisión de formar una pequeña
comunidad, con ellos y con los que más tarde pudieran presentarse. Y Dios bendijo
esta empresa de tal manera, que a los dos meses aquella pequeña comunidad estaba
formada por doce jóvenes...»67. ¿Era posible hacernos seguir más de cerca los
comienzos de esta obra? ¿Y qué biógrafo contaría por su cuenta precisiones tan
minuciosas?
No se puede citar todo lo que merecería serlo. Hay otros muchos rasgos que
revelan la proximidad de las fuentes y el vigor de los testimonios recogidos. Un
aliento vivo recorre el conjunto del relato; el mismo que debió de animar, en torno al
señor de La Salle, la vida sencilla, animosa y fervorosa de sus primeros discípulos.
¿Perdonaremos al biógrafo su cronología titubeante, caprichosa e incluso, en
ocasiones, claramente equivocada? Es un mal guía, por ejemplo, cuando nos lleva a
Cambrai o a París para las ordenaciones del señor de La Salle, cuando sitúa en el
tiempo la estancia en San Sulpicio, la recepción del diaconado, cuando habla de la
sede vacante de Reims, a propósito del diaconado68. Al editar el texto de BERNARD
no asumimos esas afirmaciones. Estas inexactitudes se han deslizado bajo la pluma
de un aprendiz de biógrafo, demasiado dispuesto a transcribir algunas Memorias
demasiado poco rigurosas. Afectan, particularmente, a sucesos extraños a la
fundación del Instituto. A lo largo de la biografía se van encontrando algunas que
otras. Una crítica exhaustiva no será posible sino después de la publicación de los
manuscritos de MAILLEFER y otros documentos de los archivos69.

66
Conduite admirable..., p. 75.
67
Íd., p. 84.
68
Íd., pp. 13-15.
69
Este estudio crítico fue uno de los propósitos del Hermano Maurice-Auguste.
Desgraciadamente él no pudo realizar ese trabajo, y ha quedado sin hacer. Pero sigue siendo
tan necesario como entonces (Nota del traductor).
Tomo I - BERNARD - Introducción al manuscritoo 49

La presente edición
Se trata de la edición del manuscrito de BERNARD, reproducido fotostáticamente
y transcrito línea por línea, en el Cahier Lasallien n.o 4, en 1964. Respetamos el texto
francés tal como se compuso para la presentación de dicha edición.
Lo que se ha dicho de los errores y deficiencias del manuscrito de BERNARD, basta
para justificar los temores de los posibles editores, que podrían ser los Superiores del
Instituto, que habían confiado en las capacidades del Hermano biógrafo70.
El manuscrito entero, entregado también a la familia de La Salle en 172371, ¿fue
devuelto al Instituto en la época en que BLAIN elaboraba sus dos volúmenes in 4.º? Es
muy probable, pero no nos ha llegado, como ocurrió con la inmensa documentación
proporcionada al canónigo ruanés. El manuscrito completo de BERNARD podría
haber seguido la misma suerte que todas las demás Memorias utilizadas por BLAIN.
Al haber sido éste designado como biógrafo oficial del fundador, el manuscrito de
BERNARD se convertía en pieza de poco interés.
Hoy, y desde mediado el siglo XIX, pensamos de forma muy distinta. Desde
LUCARD72, ningún biógrafo serio de Juan Bautista de La Salle ha podido prescindir
de las 86 páginas del Hermano BERNARD. Pero no hubo ningún intento de editarlo.
Tal vez la esperanza de encontrar un día el texto entero desaconsejaba publicar este
primer opúsculo. ¡El modesto cuaderno del Hermano biógrafo ha tenido que esperar
casi 250 años!
Las numerosas enmiendas, el significado particular de las correcciones hechas por
Luis de LA SALLE, nos han decidido a poner ante la vista del lector la escritura íntegra
del manuscrito. Sólo algunas indicaciones hechas a lápiz no se han podido
reproducir; son poco numerosas, relativamente recientes, al parecer, y no inútiles
para la comprensión del texto.
En las páginas de la izquierda se han reproducido las del manuscrito, una por una, y
en frente,la traducción española. Las palabras y frases tachadas en el original se han
restablecido, entre corchetes, en itálica o cursiva; cuando el sentido de la frase lo
exige, se propone también, pero en letre redonda, alguna adición o modificación, muy
breves, con el único fin de permitir una lectura más fácil. Algunas notas llaman la

70
En marzo de 1725, fue presentada una Vie de M. Jean-Baptiste de La Salle, Instituteur des
Écoles chrétiennes para la obtención de un privilegio general [de publicación], y remitida al
señor Regery (Bibliothèque nationale, ms. fr. 21.995, fº 55’, n.o 693). Estos datos,
lamentablemente muy incompletos, podrían ser la prueba de que se intentó publicar el
manuscrito de MAILLEFER. Pero no sirven para el manuscrito de BERNARD, cuyo título es
totalmente distinto.
71
Cfr. Carta del Hermano Juan a Luis de La Salle.
72
Una nota manuscrita del Hermano LUCARD, actualmente inserta entre las guardas de la
Conduite admirable, hace notar que sólo fue en 1869 cuando el manuscrito del Hermano
BERNARD atrajo la atención de los promotores de la causa de beatificación de Juan Bautista de
La Salle.
50 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

atención sobre alguna particularidad del manuscrito. Estas notas se han reducido a lo
indispensable, ya que nuestro objetivo no es ofrecer una edición crítica, sino que nos
limitamos a presentar un texto que sea al mismo tiempo estrictamente fiel al texto de
la página reproducida del manuscrito y que se pueda leer de forma directa.
Esta Introducción fue elaborada, para el Cahier Lasallien n.o 4 en colaboración por
los Hermanos Clément-Marcel, Armand-Xavier, Maurice-Auguste y Olivier Noël,
fsc.
Roma, 25 de febrero de 1961 - 7 de julio de 1964.

***

Para la edición española de Las cuatro primeras biografías de san Juan Bautista de
La Salle, hemos querido mantener la precedente introducción, ya que difícilmente se
puede hacer otra con la misma riqueza de datos.
Nuestro trabajo se ha limitado a realizar la traducción, lo más fiel posible, tanto de
las páginas precedentes como de todo el manuscrito del Hermano BERNARD,
respetando también la forma de reproducir las palabras tachadas y las aclaraciones
añadidas en la edición del Cahier Lasallien n.o 4.

Hno. José María Valladolid


Madrid, 8 de junio de 2007
TRADUCCIÓN
DEL MANUSCRITO DEL
HERMANO BERNARD
NOTAS

* En el texto se mantienen las frases o palabras que en el Cahier Lasallien n.o 4 van
entre corchetes [ ]; señalan las correcciones que aparecen en el manuscrito, hechas
por el mismo BERNARD, o anulaciones y enmiendas hechas, supuestamente, por el
canónigo Luis de La Salle.
* Se ponen entre paréntesis ( ) las expresiones que dan una explicación a la
traducción.
* Las cifras entre ángulos < > indican el número de paginación en el manuscrito. Es
la misma paginación que se utiliza en los índices.
VIDA DE
SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE
ESCRITA POR EL HERMANO BERNARD

PROCEDER ADMIRABLE
DE LA DIVINA PROVIDENCIA
EN LA PERSONA
DEL VENERABLE SIERVO DE DIOS
JUAN BAUTISTA DE LA SALLE,
SACERDOTE,
DOCTOR EN TEOLOGÍA,
ANTIGUO CANÓNIGO DE
LA IGLESIA CATEDRAL DE REIMS
Y FUNDADOR DE LOS HERMANOS
DE LAS ESCUELAS CRISTIANAS,
DIVIDIDA EN CUATRO PARTES

Aquel que guarde y enseñe a los otros a guardar los mandamientos será
grande en el Reino de los cielos.
en S. Mateo, cap. 5, v. 19.

MDCC XXI
54 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 55

Proceder
admirable de la divina Providencia
en la persona del venerable siervo de
Dios Juan Bautista de La Salle, sacerdote,
doctor en teología, antiguo canónigo de
la iglesia catedral de Reims
y fundador de los Hermanos de las Escuelas
cristianas, dividida en cuatro partes.

Aquel que guarde y enseñe a los otros a


guardar los mandamientos será grande en el
Reino de los cielos. S. Mateo, cap. 5, v. 19.

MDCCXXI
56 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 57

<1>

Prefacio

Si únicamente aquellos a quien Dios alaba son dignos de alabanza (2 Cor 10, 18)1,
podemos decir con toda verdad que el venerable siervo de Dios Juan Bautista de La
Salle es digno de que se le alabe, puesto que sin duda él es del número de aquellos de
quienes el Espíritu hace el elogio por boca del hijo de Sirac. «Alabemos —dice— a
estos hombres llenos de gloria, que son nuestros padres, y de los que nosotros somos
estirpe; estos hombres que han sido grandes en virtud, y adornados de prudencia;
estos hombres llenos de caridad y misericordia: las obras de su piedad subsistirán por
siempre» (Eclo 44, 1 y ss)2. Es así como estos grandes hombres han atraído las
alabanzas de Dios mismo sobre su santa vida. Alabanza que conviene muy bien a
aquel cuya vida escribimos, porque ha sobresalido en todo aquello que se atribuye a
estos grandes hombres, tanto en lo que mira a la gloria de Dios de la que estaba lleno,
como en el nombre de padre, que no le conviene menos que a ellos, pues ha dejado
una dichosa posteridad detrás de sí; posteridad espiritual que le es mil veces más
gloriosa que la temporal que pudiera haber tenido, por numerosa que ésta hubiese
sido.
Aquello que se dice de estos personajes, que han sido grandes en virtud y
adornados con la prudencia, que han estado llenos de caridad y misericordia, y por
ello sus obras serán siempre bendecidas (Eclo 44, 11), podemos decirlo, asimismo,
de nuestro siervo de Dios, pues el número de sus virtudes es incalculable, su caridad
no ha tenido límites y su misericordia ha sido sobreabundante. Así pues, decimos de
él, al igual que de otros, que su [misericordia] memoria es digna de ser honrada. Pero
¡qué digo!, ella es parecida a la del santo rey Josías, y se puede decir de él, al igual que
de este gran príncipe, que su memoria es parecida a una mezcla de perfumes hecha
por un hábil perfumista, pues el recuerdo de las virtudes que practicó hizo el mismo

1
Esta referencia bíblica aparece añadida en el margen derecho del manuscrito.
2
También esta referencia aparece añadida en el margen derecho.
58 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 59

<2>
efecto que un excelente perfume produce sobre el cuerpo.
No nos será muy difícil confirmar lo que decimos de este gran hombre, y bastará
con leer su vida para decir que no adelantamos nada que no sea conforme a la verdad.
No pretendemos, sin embargo, describir en este libro a un gran conquistador que, por
la fuerza de sus armas, haya sometido reinos enteros; sino a un gran conquistador de
almas y a un obrero evangélico que no se ha limitado a dominar un reino, sino a
destruirlo. Es el reino de Satán, que comienza a formarse en las almas desde la
juventud y que se fortifica de día en día por la ignorancia y el pecado. Se propuso,
digo, destruir este reino infernal por medio del instrumento que tomó para instruir a la
juventud en su religión, que fue [instituir]3 una sociedad que no tiene otro fin que
enseñar a los niños sus deberes hacia Dios y el prójimo. De modo que estos4 mismos
niños no tengan ya necesidad de gritar y pedir pan (Jr 9, 4)5, pues este hombre de Dios
se lo ha procurado en abundancia.
No es fácil ponderar el bien que aporta a la Iglesia una tal institución, si no es por la
estima que Jesucristo y otros grandes santos han manifestado. Por lo que se refiere a
Nuestro Señor Jesucristo, tuvo tan a pechos que le llevasen los niños, que cuando vio
un día que sus discípulos les impedían que se aproximaran a Él, se molestó, hizo que
se los acercaran, los abrazó tiernamente y los bendijo (Mt 19, 14)6. San Cirilo de
Jerusalén y San Agustín testimoniaron su celo en este asunto por los catecismos que
compusieron, que hacían enseñar y que ellos mismos también enseñaron. ¿Qué diré
del gran san Jerónimo y del [devoto] sabio7 Gersón, que se consideraban más
dichosos de instruir a un niño que debe pertenecer a Jesucristo, que de instruir a
emperadores? Y en los últimos tiempos, [el gran]8 san Ignacio consideraba una
gloria explicar con sus discípulos e1 catecismo a los párvulos. Pero sin detenerme a
ver el celo de tan grandes personajes para instruir a la juventud, me detendré

3
En el original dice “instruir” (instruire, en vez de instituer).
4
En francés, “ces”; este pronombre está repetido, al final de la línea y al principio de la siguiente..
5
Referencia bíblica escrita al margen.
6
Referencia bíblica escrita al margen.
7
“Dévot”, devoto, tachado; y encima está escrito “savant”, sabio.
8
“El gran”, tachado; encima lo sustituye “en estos últimos tiempos”.
60 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 61

<3>
solamente en hacer ver, en pocas palabras lo que hizo san Carlos Borromeo, el
reverendo padre Fourier, el venerable P. Barré y otros9 en este asunto.
Por lo que se refiere al primero, estableció en su diócesis gran número de escuelas
para instruir a los niños, lo que produjo un fruto maravilloso. Por todo ello parece que
este gran santo estaba bien persuadido del bien que producía en la Iglesia una obra
como ésta. En cuanto al segundo, el mismo celo que le llevó a corregir los desórdenes
de su parroquia y de su orden, lo llevó también a fundar una comunidad femenina
para instruir a las niñas. Pero este santo personaje no se paró ahí, pues el celo de la
gloria de Dios que le devoraba le hizo emprender la fundación de los Hermanos para
enseñar a los muchachos. Pero no tuvo la dicha de acertar en ello. Lo mismo le
sucedió al muy reverendo P. Barré, de la orden de los mínimos. Pues, habiendo
reunido jóvenes para este mismo objeto, como ya había reunido muchachas, no tuvo,
igual que su predecesor, la suerte de acertar en lo que se refiere a los jóvenes, aunque
sí acertó perfectamente por lo que respecta a las chicas.
Digamos, pues, para gloria de nuestro siervo de Dios, que la dicha de acertar le
estaba reservada, y que era él quien estaba destinado por Dios, desde el seno materno,
para procurar tan inmenso bien a la Iglesia.
De suerte que podemos decir de él lo que la Escritura dice de otro: «mirad, mirad al
que ha elegido el Señor, y que no hay nadie en todo el pueblo que se le asemeje 175»
(I Re 10)10.
Pero ¿qué necesidad11 hay de hacer ver la importancia y la exigencia de una cosa
que lleva en sí misma su alabanza y su aprobación? Jesucristo la aprueba al ordenar
que dejen que los niños se le acerquen. San Pablo exhorta, al parecer, a emprenderla
cuando dice que «sin la fe es imposible agradar a Dios» (Heb 11, 6)12, dando a
entender que se debe instruir a los niños en algo que, de ignorarlo, les impediría ser

9
“Y otros” (et autres), añadido entre líneas.
10
La referencia bíblica está escrita en el manuscrito en el margen.
11
El texto francés dice “Mais qu’est il besoin...”. Y se ha tachado “il”.
12
También esta referencia bíblica aparece escrita al margen.
62 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 63

<4>
agradables a Dios. Y, en fin, lo que más lleva a estimar esta obra, es el perjuicio que
causa al demonio; pues este monstruo de iniquidad nunca ha dejado ver mejor el
horror que tiene a una cosa tan santa como por el detestable edicto que inspiró
publicar a Juliano el Apóstata, por el cual mandaba que nadie se dedicara a enseñar a
la juventud. Este pérfido no podía, al parecer, encontrar un medio más apropiado que
éste para extinguir el cristianismo.
Se puede juzgar, por todo lo que venimos diciendo, cuán digno de elogio sea el
artífice de una obra tan agradable a Dios, aprobada por los santos y contraria al
demonio.
También por este motivo emprendemos la tarea de escribir su vida: vida tan santa y
admirable, y en la que la divina Providencia aparece de manera tan particular, que nos
ha llevado a dar a este libro el título de “Conducta admirable de la Divina
Providencia”. Pues se puede señalar en ella que este santo personaje estuvo siempre
totalmente abandonado a Dios en todos los acontecimientos de su vida, la cual se vio
atravesada (de dificultades) tanto como puede estarlo la vida de un hombre. Pero,
lejos de dejarse abatir por tantas contradicciones, tomó generosamente las armas en la
mano y no se dejó [molestar] derrotar13 como un flojo [y un cobarde]14, sin
defenderse. ¿Pero de qué armas se sirvió? ¡Ah!, fueron las armas más fuertes que han
existido (Ef 6, 13)15; en una palabra, son las armas de Dios, con las que sostuvo
vigorosamente el combate contra el demonio. Se mantuvo firme y llevó sobre sus
lomos el cinturón de la verdad, y se revistió con la coraza de la justicia. En todos los
combates que tuvo que sostener (íbid.)16 tomó el escudo de la fe, con el cual extinguió
todos los dardos encendidos del demonio (íbid.)17. La esperanza de la salvación le
sirvió siempre de casco, y la palabra de Dios, como espada del espíritu (Ef 6, 13 y ss).
Así es como combatió este valiente soldado de Jesucristo. Realmente, con estas
armas no conquistó plazas fuertes; pero obligó a

13
La palabra “molester” está tachada, y sobre ella está escrita “battre”.
14
En el manuscrito, “et un poltron” está tachado.
15
La referencia bíblica aparece añadida en el margen izquierdo.
16
Añadido en el margen izquierdo del manuscrito.
17
Añadido en el margen izquierdo del manuscrito.
64 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... - Proceder admirable... 65

<5>
su carne a someterse al espíritu.
Tal ha sido, mi querido lector, la vida de Juan Bautista De La Salle, que no se
contentó con proporcionar a los otros ayudas espirituales, sino que fue el primero en
servirse de ellas. Exhortó a los otros a practicar la virtud, y él mismo les dio ejemplo
de ello; y con tanta habilidad, que supo unir muchas virtudes. Así, juntó a la piedad el
celo; al celo, la paciencia; y, a la paciencia, la humildad; son cuatro virtudes que
fueron los elementos de su vida y que serán también la riqueza de este libro, el cual,
por esta razón, se divide en cuatro partes. En la primera se trata de lo que mira a su
infancia y la promoción a las sagradas órdenes; en la segunda se expone el
establecimiento de su instituto; la tercera contiene las [persecuciones que se le han
suscitado]18 oposiciones que encontró en su empresa, y los viajes que hizo para la
propagación del mismo instituto; y en fin, se hace ver en la cuarta cuáles fueron las
principales virtudes y su espiritu. He ahí, en pocas palabras, lo que va a contener esta
obra. Es de esperar que sea de gran provecho espiritual a quienes la lean sin prejuicios
y busquen, no tanto lo que halaga al espíritu, sino lo que aprovecha al alma. Pues al
escribirla, no hemos pretendido más que edificar a las almas, subrayar la gloria de
quien hizo de ello el objeto de su vida, y agradar solamente a Dios, el único a quien
pertenece el honor y la gloria por los sig!os de los siglos. Amén.

18
En el texto esta frase aparece tachada, y sobre ella, entre líneas, se ha escrito: “oppositions qu’il a
rencontrés dan son entreprise”.
66 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 67

<6>

Aviso al lector

Mi querido lector, estamos en una época tan corrompida, y la piedad se halla tan
fría, que la mayor parte (de la gente) se contenta con leer las acciones de los santos,
sin molestarse por imitarlos. Y la mayor ocupación por parte de muchos lectores es
aprobar o desaprobar lo que no pueden saborear en sus lecturas. Si se hace ver de
manera viva las heroicas virtudes que los santos han practicado, dicen que para hacer
otro tanto, habría que ser santos; y, pensando que así encuentran el modo de cubrir su
relajación, se acusan ellos mismos de no trabajar en algo a lo que todos están
llamados, que es la santidad, “sin la cual nadie verá a Dios” (Heb 12, 14)19. Y si las
cosas que se tratan no son muy importantes y brillantes, dicen que uno se detiene a
contar minucias que hubiera sido mejor dejar en eterno olvido; sin pensar que, con
esta queja, se acusan también del poco celo que tienen por su salvación. Pues no
quisieran que se les hablase de cosas fáciles de hacer, y que los santos han hecho,
porque al no tener deseo de imitarlos, sienten vergüenza de que se les pongan ante los
ojos cosas que ellos pueden fácilmente hacer, pero que no tienen deseo de realizar.
Todas estas consideraciones, querido lector, me han impulsado a tomar la resolución
de hacer lo que dijo Jesucnisto, «que no se deben arrojar las perlas a los puercos» (Mt
15, 26)20. Por lo cual, he omitido hablar de algunas pequeñas cosas poco importantes
a los ojos de los hombres que, sin embargo, no dejan de ser grandes delante de Dios. Y
por lo demás, he seguido fielmente las memorias que me entregaron buen número de
personas, la mayoría de ellas, testigos oculares de cuanto relatan, y además, tan
sinceros en todo lo que [avanzan] dicen21, que estoy seguro de que no manifiestan
nada que no sea verdad; pues su piedad, su mérito y su ciencia las ponen por encima
de cualquier engaño. He ahí, querido lector, lo que he creído necesario indicar para tu
satisfacción y la mía, y declaro que, por mi parte, no he añadido nada, sino lo
puramente necesario para unir los distintos asuntos.

19
Referencia bíblica añadida en el margen izquierdo del manuscrito.
20
Esta referencia no aparece en el texto del manuscrito.
21
En el texto se ha tachado “avancent”, y encima, entre líneas, está escrito “dissent”.
68 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 69

<7>

Declaración

Si Nuestro Señor Jesucristo llama bienaventurados a quienes practican sus


consejos, a los que son pobres de espíritu y sufren persecución por la justicia,
etcétera, parece que nosotros podemos atribuir el mismo apelativo a aquel cuya vida
escribimos, puesto que marchó con tanta exactitud sobre las huellas de su Divino
Maestro. Pero, como la decisión sobre este asunto está reservada a la Santa Sede, la
única a quien corresponde decidir [infaliblemente]22 sobre la santidad de una
persona, declaro, para obedecer a esta misma Santa Sede, que si en el transcurso de
esta obra doy el apelativo de «santo» o «bienaventurado» a aquel que es objeto de la
misma, no es más que en el sentido en que Cristo lo da a los que viven aún sobre la
tierra, o como san Pablo, que llama santos a aquellos a quienes escribe.

[La página 8 aparece en blanco]

22
Esta palabra está tachada en el manuscrito.
70 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 71

<9>

Proceder admirable de la Divina Providencia


en la persona del venerable siervo de Dios
Juan Bautista De La Salle,
sacerdote, doctor en teología,
antiguo canónigo de la iglesia catedral de Reims en Champaña
y fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas

PRIMERA PARTE

CAPÍTULO I

Su nacimiento, su educación, sus primeros estudios


y su promoción a la dignidad de canónigo.

Si al [decir]23 del apóstol san Pablo «los justos son el buen olor de Jesucristo» (2
Cor 2, 15), podemos decir sin halagos que el venerable siervo de Dios Juan Bautista
De La Salle es uno de estos justos, puesto que el buen olor de sus virtudes se ha
esparcido como un bálsamo precioso durante su vida, y esparce aún más suave aroma
después de su bienaventurada muerte, por lo que aumenta cada día la estima que las
personas piadosas habían concebido hacia él. Y lo que debería borrar su memoria del
espíritu de los vivos parece reafirmarla más aún. Y es justo, pues como durante su
vida huyó del honor y se escondió

23
En el manuscrito dice “Si au desire de l’apôtre”. Parece un error de quien escribe, pues tendría que
ser “Si au dire de l’apôtre...”; “desire” está escrito sin acento.
72 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 73

<10>
a los ojos de los hombres para no apegarse sino a lo que parece lo más bajo y
despreciable en el mundo, es justo, digo, sacarle de esa oscuridad en la que ha querido
permanecer oculto toda su vida, para ponerle sobre el candelero, a fin de que el
ejemplo de las virtudes que practicó puedan servir como luminaria a los que lean tan
santas acciones como contiene este libro.
Comenzaremos a hacer el cuadro de sus virtudes por su nacimiento, pero, con todo,
muy brevemente, y sin enredarnos en buscar el origen de su honorable familia en una
aburrida genealogía. Pienso que es suficiente decir que nació en una de las más
importantes familias de la ciudad de Reims, en Champaña. Su padre, que desempeñaba con
[una]24 gran honradez [esclarecida]25 el cargo de Consejero en la Audiencia de la
misma ciudad. Su señora esposa, llamada Nicole Moët, hija del señor Moët,
gentilhombre distinguido por su piedad26. [era hombre de gran piedad y traía su
origen de una familia muy honorable; y queriendo conservar toda su vida el tesoro
de la piedad que había adquirido, buscó el medio de conservarlo incluso en los
compromisos del mundo; y el medio que le pareció más propio fue elegir una esposa
cuya piedad y buenas cualidades estuviesen en conformidad con las suyas; por lo
cual fijó sus ojos en una virtuosa joven de la noble familia de los Brouillet, llamada
Nicole Moët: nadie tan recomendable por su piedad como por su nobleza, y no se
diferenciaba en nada de su marido en las hermosas cualidades que él poseía].
[Este matrimonio fue feliz, tanto por la piedad de quienes lo formaban, lo cual les
atrajo las bendiciones del cielo, como por su dichosa fecundidad], pues nacieron de
este matrimonio siete hijos, cinco varones y dos mujeres, aquel de quien escribimos
la vida era el primogénito27 [que siguieron las huellas de su padre y de su madre, es
decir, que todos fueron muy piadosos. Tres varones fueron sacerdotes, dos de ellos
canónigos de Nuestra Señora de Reims, y el otro fue prior de los28 /canónigo regular/
religiosos de Santa Genoveva; otros dos fueron destinados al matrimonio, así como
una de las hijas, y la otra fue religiosa en Saint Étienne-les-Dames. Tal fue la feliz
posteridad del padre y de la madre de nuestro hombre]29

24
La palabra “une” está tachada y sustituida encima, entre líneas, por “beaucoup de”.
25
La palabra “éclairé” está tachada en el manuscrito.
26
Desde “Su señora esposa..”: frase añadida entre líneas, y sustituye a todo el párrafo que sigue, que
ocupa once líneas, todas tachadas. En la transcripción del CL 4 se omitió esta frase en el texto , pero
se puso en nota a pie de página.
27
Esta frase está escrita entre líneas, encima de la que sigue, que está tachada, “que siguieron... Tres
varones”.
28
Las palabras “fut prieur des” están tachadas, y encima se escribió “chanoine regulier”.
29
Todo el párrafo señalado con itálica está tachado en el manuscrito, hasta donde termina la página 10.
74 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 75

<11>
de Dios30, el cual fue la primicia de su matrimonio y el primero ofrecido a Dios para
que fuera fervoroso ministro de su Iglesia, y obrero evangélico para trabajar en su
viña.
Nació en la ciudad de Reims el 3031 de abril del año 1651 y en seguida fue
regenerado con las aguas del bautismo en la iglesia parroquial de San Hilario, donde
recibió el nombre de Juan Bautista, por un feliz presagio de que él imitaría muy de
cerca a este santo precursor de Jesucristo, tanto por su penitencia como por su celo
por la gloria de Dios y la salvación de las almas. Habiendo sido limpiado de la
mancha original por el santo bautismo, sus padres pusieron especial cuidado para
educarlo en la piedad y en el temor de Dios; y a medida que crecía en edad, también
crecía en sabiduría ante Dios y ante los hombres (Lc 3, 52)32, y se notaba, de día en
día, que este amable niño sentía especial inclinación hacia el estado eclesiástico. Pues
en cuanto supo servirse de sus manecitas, las empleó para construir pequeños
oratorios ante los cuales cantaba e imitaba, a su modo, las augustas ceremonias de la
Iglesia. Y ésa era su principal ocupación, y la que le llevaba a disgustarse por tomarse
los recreos que deseaban que disfrutara. Parecía como si tuviera ya uso de razón, y
como si la infancia o la niñez la hubiese dejado ya a la edad de cuatro o cinco años,
por las preguntas y respuestas que hacía. Así parece, entre otras cosas, por lo que dijo
en cierta ocasión en que sus padres tomaban juntos un recreo; como esto no le gustaba
a él, se fue donde estaba su abuela, y le pidió que le leyera la vida de los santos. Era,
sin duda, un feliz presagio de que imitaría sus santas acciones. Así comenzaba a amar
lo que ha constituido el placer de los santos, es decir, la oración y la frecuentación de
las iglesias, y no tenía mayor placer que cuando su padre le llevaba al oficio divino, al
que era muy fiel. Y era allí donde hacía ver su piedad, aplicándose a ayudar a misa y
anhelando, por decirlo así, desempeñar las funciones de acólito. Pero, ¡con cuánto
fervor y modestia acompañaba sus mínimos movimientos! Atraía la mirada de todos
los asistentes e inspiraba devoción a cuantos le miraban. Así

30
Al haber tachado en el manuscrito los dos párrafos precedentes, y haber quedado una frase sin
tachar, y además completada con una añadidura, la unión con la parte siguiente del texto queda sin
sentido y repetida la idea.
31
El 3 corrige un 2. Esta corrección es, sin duda alguna, de Luis De La Salle.
32
Esta referencia bíblica no aparece en el texto manuscrito.
76 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 77

<12>
crecía de día en día, como planta preciosa que debería llevar mucho fruto. Le pusieron a
estudiar a la edad de ocho o nueve años, [estudios] en los cuales hizo en poco tiempo
maravillosos progresos. La cordura y la dulzura que mostró en ese tiempo le hicieron
apreciado a sus maestros y respetado por sus compañeros, que encontraban en él un
modelo para vivir cristianamente y practicar la devoción en una ocupación que parece
desterrarla en aquellos que no tienen ningún celo por su salvación. Pero lo que le
hacía mucho más apreciable, era que en la práctica de sus pequeñas devociones no
dejaba ver nada que pareciera afectación. Pues era alegre sin ser disipado, devoto sin
mala cara, y daba ya señales de lo que habría de ser un día.
Dios, que veía cómo esta tierna planta empezaba a fructificar, quiso transplantarla al
jardín de su Iglesia y permitió, para ello, que fuese favorecido con un canonicato [y el
canónigo que se lo pasó le decía a menudo: mi joven primo, (la vida de)33 un
canónigo debe vivir como un cartujo y tan retirado como un cartujo, pasando la vida
en el retiro y en la soledad]34, lo que aumentó sobremanera su fervor y su piedad. Al
verse la feliz necesidad de poder decir con el Profeta que «Dios era su parte y su
herencia» (Ps 15, 5)35, fue fiel en cumplir sus obligaciones de canónigo, la principal
de las cuales es recitar el oficio divino; él no dejó de rezarlo ningún día. Pero ¿qué
digo? No esperó a estar provisto con un beneficio para recitarlo. Pues su abuelo,
hombre muy piadoso, que se había impuesto la obligación de rezarlo, le había
enseñado la manera de hacerlo, aún antes de que recibiera la tonsura; él lo recitaba
muy bien, incluso desde joven. Y fue tan exacto, durante el resto de su vida, en
cumplir esta obligación que fue muy difícil [para] impedirle que lo rezara durante las
dolorosas enfermedades que sufrió, durante las cuales se [le] le vio recitarlo con una
piedad capaz de hacer saltar las lágrimas de aquellos que lo presenciaban.

CAPÍTULO II
Va a Cambrai para recibir las órdenes menores; elige un director;
accidente que le ocurrió [en camino]; va a San Sulpicio para
hacer allí su seminario; es ordenado subdiácono

Nuestro nuevo canónigo, después de prepararse a recibir

33
Tachado en el texto escrito en el margen izquierdo del manuscrito.
34
Todo lo que va en cursiva en este párrafo está escrito en el margen izquierdo del manuscrito, con una
señal que lo incluye en el lugar en que se copia, aunque tine más sentido si se añade al final de “su
fervor y su piedad”.
35
La referencia de esta cita está escrita en el margen izquierdo.
78 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 79

<13>
las cuatro órdenes menores, se vio obligado a ir de Reims a Cambrai36, donde debía
recibirlas porque la sede arzobispal de Reims estaba entonces vacante. Fue
acompañado en este viaje por varios jóvenes eclesiásticos que iban con el mismo fin.
Cuando estuvo de regreso, se entregó con gran fervor a la práctica de la virtud. Y no
queriendo extraviarse en este camino tan santo, eligió un director que le sirviera de
guía. Pero, ¿qué director elegir? Fue una de las personas más santas y celosas que
había entonces en Reims, y bajo la dirección de este gran37 canónigo y teologal de la
catedral, comenzó a poner los cimientos de su gran piedad. Y aunque en aquel
momento era todavía muy joven, comenzó desde entonces a practicar grandes
penitencias. Así lo ha testimoniado un sacerdote de mérito, que manifestó que este
ferviente acólito, para mortificarse, se acostaba sobre tarugos [de madera]38; lo cual
no es difícil de creer vista la gran mortificación que practicó en este terreno el resto de
su santa vida. Pues muy a menudo se acostaba en camas más adecuadas para impedir
el sueño que para procurar descanso. Y cuando en su comunidad había alguno
enfermo, ante todo le cedía su cama, si era mejor que la suya, y él se acostaba sobre un
simple jergón o sobre algunas sillas.
Fue bajo la guía de este mismo director cuando comenzó a tener gran celo por la
salvación de las almas. Pues como el señor Roland [éste es el nombre de su
director]39 era muy celoso en ese asunto, procuraba inculcar el mismo celo, tanto
como podía, en el alma de su ferviente discípulo. Y al morir, le recomendó con
insistencia, el establecimiento de escuelas para los niños, como él mismo había
establecido las de las niñas; y este santo director tenía tanta confianza en él y estaba
tan persuadido de que no actuaba sino por el espíritu de Dios, que le nombró ejecutor
de su testamento. Lleno, pues, de este divino Espíritu, avanzaba de día en día por el
camino de la virtud. Y Dios que, en palabras del hijo del Sirac, «vela conti-

36
Un aspa en el margen derecho, a la altura de la primera línea, remite a unas líneas escritas en la parte
superior, que dicen: «Las cartas de ordenación dicen formalmente que recibió las órdenes menores
en la capilla arzobispal de Reims, de manos de Mons. Bourbon, obispo de Soissons, encargado por
el Arzobispo Barberini de hacer la ordenación». Estas frases aparecen en el espacio de la cabecera de
la página 13, añadidas por Jean Guibert, sulpiciano, que firma al final de la nota: (JG. ss)
37
Bernard puso aquí un aspa, que remite a otra en el margen derecho, bajo la cual dice: “el señor
Roland, canónigo y teologal de la catedral”.
38
Las dos palabras están tachadas en el texto,
39
Frase tachada en el manuscrito.
80 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 81

<14>
nuamente sobre aquellos que le temen y hacen su voluntad» (Eclo 34, 16)40, velaba de
manera especial sobre él. Realmente, en los comienzos, Él le probó con pequeñas
aflicciones; pero era para acostumbrarle a sufrir otras mayores a lo largo de su vida, y
para hacerle modelo de paciencia que todos podrían imitar. Comenzaba, digo, a darle
a conocer que, al haberle contado entre el número de sus hijos, debía disponerse a
sentir sus azotes, y se lo hizo sentir de esta manera.
Un día nuestro joven canónigo fue al campo, y cuando ya estaba en el camino de
regreso a Reims y le faltaba muy poco trecho por recorrer, no se sabe si (fue) la nieve
que caía entonces con abundancia (lo que) le impidió ver el camino; se sabe, tan sólo,
que cayó en un foso que el viento había llenado de nieve, y pensó que iba a perecer en
él, pues quedó allí casi toda la noche; pudo salir después de grandes esfuerzos que le
causaron una lesión que le molestó el resto de su vida.
Así es como la divina Providencia le preparaba, desde su juventud, para las
aflicciones y adversidades que no le faltaron en el resto de su vida, tal y como se verá
en la tercera parte de este libro.
Fue enviado luego a París para hacer su seminario en San Sulpicio, (casa que se le
puede llamar con razón «arsenal de buenos eclesiásticos»)41, a causa de la piedad y
regularidad en [las cuales]42 se educa allí a los jóvenes eclesiásticos. Digo que fue a
este lugar donde se envió a nuestro siervo de Dios para formarse en la piedad y para
aprender allí las ceremonias de la Iglesia. Tuvo como director espiritual al señor
[Baühin]43, hombre de piedad poco común, que después de haber practicado toda
clase de virtudes, murió en olor de santidad, el 19 de marzo, día en que la Iglesia
celebra la fiesta del gran san José, lo que sucedió hacia el final del último siglo. Este
santo sacerdote tuvo especial cuidado de lo espiritual de nuestro nuevo seminarista, y
al ver cuán inclinado estaba a la piedad, mantuvo con él amistad indefectible, y se la

40
La referencia bíblica de este pasaje aparece en el margen izquierdo del texto.
41
La frase puesta entre paréntesis va rodeada por una línea, tal vez trazada por Luis de La Salle, como
indicando que se quitasen palabras tan elogiosas.
42
En el manuscrito pone “laquelle”, la cual, en singular; lo correcto es el plural, “lesquelles”, las
cuales.
43
El autor escribe Boin, cuando el apellido es Baühin.
82 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 83

<15>
demostró, sobre todo, cuando vino a establecerse en París con los Hermanos de su
comunidad. Pues gastado por la vejez, como estaba, a menudo se molestaba en ir a visitar
a su ferviente discípulo, y mientras aguardaba, cuando no podía hablarle de inmediato, se
arrodillaba en cualquier lugar del huerto o en otra parte, esperando a aquel con quien
no formaba más que «un solo corazón y una sola alma» (Hch 4, 32)44.
Permaneció cerca de dos años en este [incomparable]45 seminario, en el que
ingresó el 18 de octubre de 1670 y del que salió el 29 de abril del año 1672 [a causa de
la muerte de su padre]46, después de haberse ganado, por su edificante conducta, la
estima y el afecto de todos los de esta casa. En este santo lugar fue donde puso el
cimiento de todas las virtudes que practicó a lo largo de toda su vida con tanto coraje
como perseverancia. En este lugar, digo, fue donde se sintió abrasado por el amor a
Jesús y a María. Y en fin, fue en esta casa de Dios donde se consagró a Él de manera
particular. [por el orden del subdiaconado que recibió allí y que luego ejerció con
mucha piedad y exactitud]47.

CAPÍTULO III

Su regreso a Reims, de donde sale por segunda vez hacia Cambrai,


para recibir el diaconado, y algún tiempo después, es ordenado
sacerdote de manos de su obispo; es encargado de los asuntos de su
familia y de la casa de huérfanas que logró que fuera aprobada

Nuestro fervoroso subdiácono, una vez regresado a Reims, tuvo que salir poco después
para ir por segunda vez a Cambrai, donde fueron enviados los ordenandos porque la
sede arzobispal de Reims continuaba vacante. Fue allí donde recibió el diaconado48,
después de haberse preparado y haber tratado de adquirir las buenas cualidades que san
Pablo exige al diácono, cuando dice (I Tim 3, 8-10)49 que “los diáconos deben ser castos,
no tener doble palabra, no estar sujetos al vino ni a las ganancias sórdidas; sino

44
Esta referencia no aparece en el texto del manuscrito.
45
Tachado en el manuscrito.
46
Añadido entre líneas con letra más pequeña, que no es de Bernard.
47
Lo que va entre corchetes está tachado, y es inexacto.
48
Estos datos son erróneos. Bernard no tenía suficiente información sobre esta época de Juan Bautista.
49
Esta referencia viene indicada en el margen derecho del manuscrito.
84 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 85

<16>
que deben conservar el misterio de la fe con pureza de conciencia”; y es preciso,
añade, que «antes de servir sean probados y reconocidos exentos de toda maldad».
Pues bien, nuestro nuevo diácono poseía todas estas cualidades: era casto y veraz en
sus palabras, sobrio en el beber y en el comer, y desprendido de las cosas de la tierra,
conservando gran pureza de conciencia y gran sencillez para creer todos los misterios
de la fe. Por lo tanto, se le podía confiar el ejercicio de este ministerio con toda
seguridad, sin otra prueba que la de examinar la pureza de su vida.
Después de haber recibido este orden sagrado, volvió a Reims donde se dedicó al
estudio de la Sagrada Teología, [en la que realizó gran progreso]50, (y volvió a los
bancos para obtener el doctorado), y hallándose en edad de recibir el sacerdocio,
provisto de la ciencia necesaria, se preparó para ello retirándose al seminario de
Reims. Allí fue donde, pensando en la grandeza del [ministerio]51 sacramento que iba
a recibir, derramó su corazón ante Dios para rogarle que le concediera las gracias
necesarias para ejercerlo de manera que fuese agradable a su Divina Majestad.
Habiéndose dispuesto así a recibir este gran sacramento, [lo recibió y]52 fue ordenado
sacerdote por [el Ilustrísimo Señor]53 M. Le Tellier, arzobispo de Reims, y dijo su
primera misa en la iglesia catedral de la misma ciudad.
No nos detendremos aquí a describir cuál fue la amplitud de su piedad tras la
recepción de este gran sacramento. Nada diremos de su asiduidad a los oficios del
coro. Tampoco nos detendremos a considerar [el buen orden que impuso en su
casa]54, y sólo consideraremos de paso el celo que testimonió poseer después de
haber sido hecho sacerdote del Señor. Pues considerando desde entonces que todo lo
que se refería a Dios también le afectaba a él, como ministro suyo, creyó que no debía

50
La frase entre cochetes está tachada, y va sustituida por la frase que sigue, entre paréntesis, escrita en
el manuscrito entre líneas, encima de la frase tachada.
51
Palabra tachada en el texto, sustituida por sacramento, escrita encima.
52
Tachado en el manuscrito.
53
Tachado en el manuscrito, y sustituido por M., puesto encima, entre líneas.
54
Frase tachada en el manuscrito, sin nada que la sustituya.
86 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 87

<17>
tolerar nada que pudiera deshonrar la casa de su divino Maestro. Por ello, al ver que
un sacerdote se alejaba del deber que debía a Dios y a la Iglesia, le afrontó con tanto
coraje y celo que le forzó a salir de la ciudad.
Nuestro hombre de Dios, después de haber sido consagrado por la unción santa del
Señor, se aplicó cuanto pudo a continuar el estudio de la sagrada teología, en la que
realizó tan gran progreso, que pronto fue capaz de recibir el bonete de doctor. Y en
efecto, [lo recibió con el aplauso de cuantos componían entonces la célebre
universidad de Reims]55. Mas su dedicación a los estudios no le impidió entregarse a
sus ejercicios de piedad, ni tampoco a los asuntos de que estaba encargado [que no
eran pocos]56. Pues fue responsable de todos los asuntos de su familia a la muerte de
su padre y de su madre, por ser el primogénito de [todos]57 sus hermanos y de sus
hermanas; y tenía tan gran clarividencia para llevar todos los asuntos que
sobrevenían, que se hubiera dicho que nunca había desempeñado otro oficio.
Igualmente, siempre se ha reconocido que estaba al tanto de todo, y que penetraba
hasta el fondo [de una cosa]58 cuando los demás habían captado sólo la superficie. No
solamente estaba encargado de los asuntos familiares, sino también de la casa de los
huérfanos59, establecida en Reims por el señor Roland, canónigo y teologal de la
misma ciudad, que le había nombrado ejecutor de su testamento y encargado de
conseguir la aprobación de dicha comunidad.
¿Cómo actuaría este celoso siervo de Dios con tan numerosos asuntos? ¿Podría
realizarlos todos? ¿O acaso los abandonaría, pensando que no podría lograrlo? No,
no. Al contrario, demostraría que quienes le encargaron de ellos no estaban
equivocados en la elección que habían hecho de su persona para llegar hasta el final.
Y el espíritu de Dios que le guiaba, haría que los terminase felizmente, como vamos a
ver.
La primera cosa que atendió nuestro devoto canónigo, fue dedicarse con todas sus
fuerzas a conseguir la aprobación del establecimiento de las [huérfanas]60. Y gracias
a los cuidados y atenciones que tuvo, logró terminar este asunto felizmente; ya que el
Señor cooperaba con su siervo, el cual no trabajaba más que para su mayor

55
Frase tachada en el manuscrito.
56
También esta frase está tachada.
57
Está tachado y sustituido por “mesires”, que no lo traducimos, ya que no se usa en español la
expresión francesa.
58
En el manuscrito se añade esta expresión entre líneas, y se coloca al final de la frase.
59
En el texto manuscrito pone “huérfanas”, y se ha corregido poniendo el masculino.
60
La palabra está tachada, y no se pone ninguna otra.
88 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 89

<18>
gloria, pues esta comunidad fue [reconocida por el Rey, el]61 Parlamento, y por toda
la ciudad de Reims. Se necesitaba una persona de virtud y de buena conducta, tal
[como es el Señor de La Salle]62 para llevar hasta el final asunto tan difícil. [¿Pero
qué digo difícil?]63. Nada se le hacía difícil cuando se trataba de la gloria de Dios, por
penoso que pareciera y poco fácil de conseguir. En tales ocasiones, ponía su
confianza en Dios y decía: «Si es su obra, se solucionará»; y luego, realizaba todo lo
necesario para contribuir con todas sus fuerzas al éxito de sus empresas. Tal era la
conducta de este santo sacerdote en estos comienzos. Pero si tan edificante es ahora,
[prepárate, lector, a escuchar cosas]64 todavía más maravillosas en la continuación
de este libro. Leed, pues, con atención todo lo que sigue y haced que surja en vosotros
el deseo de imitar en algo a este siervo de Dios.

CAPÍTULO IV

De algunas acciones notables que hizo este siervo de Dios

Los santos no han llegado de golpe a este alto [grado]65 estado de perfección en el
que los encontró la muerte. Han llegado a ello, más bien, poco a poco y han subido,
por decirlo así, de peldaño en peldaño para llegar a la meta que se proponían. Y Dios,
por quien trabajaban, les proporcionó numerosas ocasiones para perfeccionarse,
tanto con las tentaciones en las que permitió que permaneciesen durante mucho
tiempo, como con las dificultades que el mundo les puso: algunas veces por pequeños
disgustos, otras por ciertas reprensiones que les han hecho, o en fin, por el poco
aprecio que el mundo hizo de ellos y de sus acciones. Todas estas cosas, digo, les han
servido de acicate para avanzar rápidamente por el camino de la virtud.
Tal fue la conducta que Dios siguió con nuestro virtuoso canónigo. Permitió que
tuviera contradicciones, que sufriera pequeñas dificultades por parte de quienes

61
Tachado en el manuscrito.
62
Frase tachada en el texto, pero encima, entre líneas, se añadió “qu’il étoit”, como era.
63
Frase tachada en el manuscrito.
64
Frase tachada en el manuscrito.
65
Palabra tachada en el manuscrito.
90 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 91

<19>
tenía más cerca, y, en fin, que fuera censurado por personas que ellas mismas
merecían [ser censuradas]66 serlo. Todo esto le sirvió mucho; pues como Dios le
eligió desde el vientre de su madre para establecer un estado en el cual debería vivir
en pobreza y abyección, comenzó a probarlo con cosas en las que, al parecer, no haría
falta detenerse, ya que parecen de poca monta a los ojos de quienes sólo aman lo que
brilla; pero hemos creído necesario detenernos en ello porque la divina Providencia
se manifiesta en ellas de manera particular.
Como Dios le había escogido, lo acabamos de decir, para vivir en la pobreza,
suscitó algunas personas que encontraron algo que reprochar a su excesiva pulcritud;
y una de ellas llegó a decirle que en el mundo se le tenía como persona que se excedía
en sus vestidos, y que parecía un presumido. [¿Qué dices tú de esto, gran siervo de
Dios?]67. La indiscreción de estas personas, ¿no os causan pena? ¿Pero qué digo?
Vuestra virtud os ponía por encima de todo esto, y experimentabais en vuestra
persona lo que dice san Pablo de los amigos de Dios: “todo contribuye —dice— al
bien de los que aman a Dios” (Rom. 8,20)68. Nuestro virtuoso canónigo, en efecto,
aprovechó tan bien esta pequeña censura, que desde entonces comenzó a descuidar su
exterior, sin mostrar, en absoluto, nada que pareciera desaseado. En lo sucesivo
demostró cuán poco apegado estaba a la belleza y al excesivo cuidado de sus vestidos,
pues se le ha visto llevarlos parecidos a los de los Hermanos de su Instituto, y zapatos
toscos como los de los campesinos y personas de barriada. De este modo comenzó
este santo sacerdote a abrazar la pobreza, sin otro fin que no ser piedra de escándalo a
los que encontraban motivos de censura en su conducta, pues no pensó nunca hacer lo
que después hizo.
¿Pero qué diremos de lo que hizo para vencer el sueño, del que confesó él mismo
que era su mayor enemigo,

66
Palabras tachadas en el texto, reemplazadas, entre líneas, por “l’être”, serlo.
67
Esta frase está tachada en el manuscrito.
68
La referencia de esta cita bíblica está escrita en el margen derecho.
92 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 93

<20>
pues era la causa de que no se encontrase a tiempo a maitines, ya que a menudo era
necesario despertarle, pero en vano, pues se volvía a dormir contra su voluntad, lo que
le producía disgusto. Se vio obligado hasta la muerte a combatir este enemigo que, sin
embargo, es tan necesario a la naturaleza para reparar las fuerzas que ha perdido
durante el día. Y el cuidado que puso para combatirlo no fue inútil, pues
posteriormente pasó muchas veces noches enteras entregado a los asuntos de su
Instituto o a componer libros. Y cuando no quería dormirse durante sus oraciones,
ponía una piedra en el reclinatorio en que se arrodillaba, colocada de tal forma que, si
se dormía, dejaba caer la barbilla sobre la piedra, lo que le causaba mucho dolor y
[era buen medio de hacerle]69 le hacía victorioso sobre su enemigo.
Qué diremos de su caridad para asistir a los pobres, darles limosna y visitarlos, y
cumplir así la palabra de Jesucristo, que dice que considera hecho a sí mismo lo que se
hace al más pequeño de los suyos (Mt 10, 40)70. Penetrado como estaba de estas
palabras, no perdía ninguna ocasión de hacer el bien a los miembros de este amable
Salvador, sin rechazar nunca las incomodidades que podía encontrar71 en ello; esto se
vio particularmente cuando fue a ver a un enfermo, que le arrojó el caldo sobre la
sotana, lo cual no le causó disgusto alguno, y volvió a su casa en ese estado.
¡Oh Dios, qué no conseguís que haga la gracia cuando toca un corazón! Hace que
se abrace generosamente lo que el mundo mira con desprecio, y logra que se pisotee
todo lo que él estima. Lo ves, mi querido lector, en la persona del Señor de La Salle, el
cual encuentra gozo72 en lo que otros muchos consideran horror, y no mira nada como
algo bajo o despreciable ante Dios, sino el pecado.
Qué diremos, en fin, de su mortifìcación, que fue tan grande en los comienzos, que
se esforzó varias veces para no comer nada desde el Jueves Santo hasta el Domingo
de Pascua, contentándose sólo con un caldo al día; y no comenzaba a tomar la comida
sino en la tarde del domingo. Pero esta clase de penitencia le debilitó de tal forma el
estómago

69
Frase tachada, sustituida por “le rendait”, le hacía.
70
Referencia bíblica escrita en el margen izquierdo del manuscrito.
71
En el texto ponía “rencontraire”, y está corregido por “rencontrer.
72
En el texto decía “se faisait un plaisir” (encontraba gozo), y se corrigió a “se fait un plaisir”
(encuentra gozo).
94 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 95

<21>
que no podía retener nada y se veía forzado a arrojar los alimentos tal como los había
tomado; de manera que quien hubiera querido seguirle en las calles, cuando iba a la
iglesia, no hubiera tenido mucha dificultad, pues el camino por donde él pasaba
estaba señalado por sus continuos vómitos. Quiso practicar una penitencia parecida
cuando vivía con los Hermanos, y pasó toda la Semana Santa en oración, en uno de
los lugares más apartados de la casa, sin tomar ningún alimento; pero le sobrevinieron
las mismas molestias y se vio obligado a moderar su fervor y a no afligir tan
despiadadamente al cuerpo, que era incapaz de soportar tan grandes rigores, ya que
había sido educado y alimentado muy delicadamente; y todas estas mortificaciones le
causaban grandes incomodidades. Pero se acostumbró de tal manera, a lo largo de su
vida, que practicó severas mortificaciones, sobre todo en el comer, como se podrá ver
en esta obra. Y como sentía gran dificultad en comer la comida de los Hermanos, que
es muy [tosca]73 común, se esforzó con tanto ánimo a vencerse en este asunto, que se
acostumbró a comer las cosas más bastas: el pan más moreno; las verduras peor
preparadas y, algunas veces, medio cocidas, las cuales constituían sus platos más
deliciosos. Y he aquí lo que dijo una persona bondadosa que le conoció
particularmente. Esta persona, dirigiéndose a un Hermano del Instituto de nuestro
bienaventurado, le dijo: “tenéis un padre que es un santo, pues al ver con la delicadeza
con que fue alimentado en la casa paterna, y ver cómo se trata, después de la vida
inocente que ha llevado, es sorprendente. Será preciso que, a la hora de la muerte,
pida perdón a su cuerpo, como san Francisco, por haberlo maltratado tanto”.

CAPÍTULO V

Cómo la divina Providencia dispuso al señor de La Salle


para el establecimiento de las Escuelas cristianas
en el lugar de su nacimiento; la caridad y la gran prudencia
que manifestó en este74 encuentro

El tiempo que la divina Providencia había destinado para calmar a

73
La palabra “grossière” está tachada, y encima, entre líneas, se lee “commune”.
74
En el manuscrito hay una falta evidente de concordancia en el título francés. Dice “ce rencontre” y
debe ser “cette rencontre”.
96 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 97

<22>
los niños que no cesaban de pedir pan, había llegado, y el hombre de Dios cuyas
virtudes describimos estaba preparado, como otro Isaías, para ir donde la Providencia
quisiera enviarlo, aunque, por otro lado, no tuviera la idea de hacer lo que hizo. Dios
le facilitó una ocasión que debía ayudarle a la ejecución de lo que Él había previsto
desde toda la eternidad. Y cuando reconoció que la voluntad de Dios era aquélla, se
entregó a ella con tal celo que nada fue capaz de hacerle abandonar su empresa:
trabajos, obstáculos, persecuciones..., todo esto no pudo apartarle de realizar la obra
de Dios; al contrario, parece que todas estas cosas eran aceite que servía para reavivar
su celo. ¡Feliz eres, gran siervo de Dios, por tener este parecido con los santos que te
precedieron! La obra que has establecido es demasiado opuesta al imperio del
demonio; el mundo no puede aprobarla, porque combate sus sentimientos; y la carne
no quiere someterse a ella, porque esta obra misma enseña a dominarla. He ahí por
qué estos tres enemigos del hombre te han presentado tantos asaltos [que combatir]75.
Pero, al parecer, esto era necesario para que la virtud de nuestro celoso canónigo se
viese probada, para que su Instituto, como los árboles jóvenes, adquiriese raíces más
fuertes ante los grandes vientos de las persecuciones. He ahí, pues, la manera como
nació el instituto de los Hermanos de las Escuelas cristianas. Nuestro siervo de Dios
lo ha relatado él mismo, en resumen, en un manuscrito que se encontró, escrito de su
propia mano, y que tuvo escondido durante más de veinte años, y que felizmente se
descubrió [durante su viaje a Provenza]76; pues siempre se ha reconocido en él gran
reserva en hablar de lo que le afectaba; y fue probablemente la obediencia la que le
llevó a escribirlo; y sin duda su confesor no pudo mandarle algo tan opuesto a su
humildad. De este manuscrito sacaremos todo lo que vamos a decir hasta el año
catorce de su institución,

75
Las palabras “à combattre” están tachadas en el manuscrito.
76
Esta frase está tachada en el manuscrito.
98 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 99

<23>
pues este escrito no va más allá. Añadiremos solamente lo que su humildad le forzó a
dejar en silencio.
En el año 1679, el señor de La Salle era ejecutor del testamento del señor Roland,
canónigo teologal de la iglesia catedral de Reims, que falleció el 28 de abril de 1678.
Cuando el señor de La Salle [había alcanzado ya la edad de 28 años]77, llegó a Reims
un hombre de unos 55 años, natural [de la ciudad]78 de la diócesis de Laon, quien
venía de Ruán, donde había iniciado las escuelas gratuitas para muchachos, y había
servido mucho en su establecimiento. Iba a la citada ciudad de Reims, [con un joven
de 14 años]79, enviado por la señora Maillefer, para tratar de establecer escuelas
gratuitas similares. Pero, para entender mejor el asunto, es preciso remontarse más
atrás y decir algo de la señora que les enviaba a Reims.
La señora Maillefer era natural de Reims y estaba establecida en Ruán, donde vivía
habitualmente con el señor Maillefer, su marido, que era tesorero del Parlamento de
la misma ciudad. Esta virtuosa señora sobresalió en la práctica de las virtudes y sobre
todo por el celo que tuvo por la instrucción de la juventud. Por eso fundó escuelas
para las niñas en Darnetal, cerca de Ruán. Quiso extender su caridad al lugar de su
nacimiento, y procuró el establecimiento de escuelas para los muchachos, como
veremos en seguida. En fin, después de haber practicado las virtudes cristianas, murió
y fue a recibir en el cielo la recompensa de su caridad y su celo. Su memoria está, aún,
en olor de santidad en la ciudad de Ruán, donde ella está enterrada en el cementerio de
San Nicasio; y Dios, para manifestar su santidad, ha obrado varios milagros.
Esta virtuosa señora, que deseaba ofrecer el establecimiento de una escuela para
niños en la ciudad de Reims, creyó haber encontrado la ocasión de efectuar su
voluntad con la llegada del señor Roland a Ruán, que fue a predicar la cuaresma.

77
Frase tachada en el manuscrito.
78
Frase tachada.
79
Tachado en el manuscrito.
100 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 101

<24>
Adoptó con él los medios necesarios para triunfar en su empresa, y acordaron
finalmente enviar a Reims al señor Nyel, que es la persona de la cual hemos hablado
anteriormente. Esta señora le entregó un escrito por el cual prometía donar por él y
por su compañero cien escudos de pensión anuales. El señor Nyel, llegado a Reims
como ya hemos dicho, se dirigió en primer lugar a la superiora de la comunidad de las
huérfanas, a quien había conocido personalmente en Ruán, donde había sido
superiora de las escuelas de niñas del reverendo padre Barré, y que el señor Roland
había obtenido de dicho padre para iniciar su comunidad de Reims. Así pues,
habiéndose dirigido a esta superiora para hablarle del motivo de su venida a esta
ciudad, llegó, por efecto de la divina Providencia [y no por casualidad]80, cuando el
señor Nyel estaba a punto de entrar en la casa de las Hermanas [huérfanas]81, el señor
de La Salle y entró al mismo tiempo que él, sin que ni uno ni otro se conocieran. Por lo
cual, sin hablarse, fueron el uno [y el otro]82 al locutorio, y el otro a [l interior de] la
casa donde tenía que hacer. Así el señor Nyel, que había quedado en el locutorio,
expuso a la superiora el motivo de su viaje, y después de haber conversado durante
algún tiempo, rogó a nuestro santo sacerdote que entrase en la sala donde ellos
estaban, después de la petición que le hizo el señor Nyel, y de que ella le hubiese
informado de su prudencia, de su gran don de consejo y de su probidad. Este honesto
hombre se llenó de alegría al encontrar a una persona como nuestro siervo de Dios,
para ser aconsejado en su empresa. El señor de La Salle entró, pues, donde estaban; la
superiora expuso, ante todo, el proyecto del señor Nyel y le dijo que debía alojarse en
la casa del hermano de la señora que le enviaba. El siervo de Dios intuyó de inmediato
que el asunto fracasaría si se tomaba esta medida, y explicó al señor Nyel el
inconveniente, y que esto sólo podría impedir el éxito de su designio, pues al alojarse
en aquella casa, era imposible que al poco tiempo no se supiera en la ciudad el motivo
de su venida; y que, como

80
Frase tachada en el manuscrito.
81
Palabra tachada en el manuscrito.
82
Tachado en el manuscrito.
102 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 103

<25>
[los Señores de la ciudad habían puesto muchos obstáculos al establecimiento de las
niñas, y que ellas no se habrían abierto a no ser por la autoridad de Monseñor el
arzobispo, en cuanto]83 vieran de nuevo promover escuelas de niños por personas
desconocidas, ellos se informarían de todos sus propósitos y podrían echarlos fuera,
por el temor de que se hiciera algún otro establecimiento contra su parecer. Y uniendo
la hospitalidad al consejo, aseguró al señor Nyel que podía ir a alojarse a su casa84, y
que estaría allí más seguro, porque esto no extrañaría; pues, como iban allí, a menudo,
eclesiásticos o curas del campo, creerían fácilmente que era uno de ellos, visto que
llevaba cuello (rabat), cabellos cortos y hábito negro; y que, por otro lado, no le
importaba lo que pudiera decirse; añadió que estaría tranquilo y pasaría desconocido
de todos, y que podía pasar unos ocho días; durante ese tiempo se tomarían medidas
para hacer triunfar su proyecto; después iría a Nuestra Señora de Liesse, donde decía
que tenía que ir; y, en fin, a su regreso podría comenzar las escuelas.
En vano podríamos esforzarnos en expresar cuál fue la alegría de este buen hombre
ante tan ventajosas ofertas; y parece que baste decir que aceptó de inmediato todo lo
que propuso el señor de La Salle; y esto con tanta mayor alegría cuanto mayor
desconcierto tenía sobre la forma de actuar. Pero dejemos al buen señor Nyel rebosar
de alegría, y admiremos la bondad y la caridad de nuestro santo sacerdote, que, sin
estar obligado, recibe y aconseja tan caritativamente a un extraño a quien no conocía
de nada, y esto para procurar la gloria de Dios y la salvación de las almas. Se
compromete sin pensar en llegar a ser el sostén de este nuevo establecimiento. Pero
¿en qué piensas, hombre de Dios, al comprometerte tan fácilmente en favorecer esta
empresa? ¿no prevés que tanta

83
Todo el párrafo tachado en el manuscrito (cuatro líneas).
84
En el margen derecho se indica: “abreviar”.
104 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
1 - HNO. BERNARD 105

<26>
bondad te atraerá muchas penas e incluso persecuciones? Dejemos, dejemos, querido
lector, a este siervo de Dios ejercer la caridad. La mano de Dios está con él y no puede
hacer sino el bien. Y si es hombre de Dios, debemos creer que no actúa sino por su
divino Espíritu, y que este mismo Espíritu es quien le lleva a declararse protector de
una obra tan santa, de la cual le veremos bien pronto como su cabeza.

CAPÍTULO VI

Establecimiento de la primera escuela en Reims para niños,


y algún tiempo después una segunda;
caridad con que el señor de La Salle conduce este asunto

Durante los ocho días que el señor Nyel permaneció en casa del señor de La Salle,
éste puso mucho cuidado para lograr sin obstáculos el establecimiento de las
escuelas. Para ello consultó con varias personas de piedad este asunto, y entre otras,
con el reverendo padre [de]85 Bretagne, benedictino, prior, a la sazón, de la Abadía de
[Nirs]86 San Remigio de Reims y después de Saint Germain-des-Prés, en París, a
quien nuestro siervo de Dios conocía personalmente. Trató esto con este buen Padre y
algunos piadosos eclesiásticos para tomar las medidas que asegurasen el éxito; cada
uno expuso su pensamiento sobre lo que creían que se debía hacer, y opuso las
dificultades que pensaba que podían sobrevenir al estableci[miento de una cosa tan
opuesta a la voluntad de los Señores de la ciudad]87. Pero nuestro siervo de Dios,
esclarecido por las luces del cielo, solucionó todos los obstáculos, con la propuesta
que hizo. “Me parece, —dijo— que no hay mejor medio para comenzar con
seguridad estas escuelas, que poner a los maestros que las deben comenzar bajo la
protección de un párroco que quiera encargarse, y manifestar que él es quien los
emplea en la instrucción

85
Tachado en el manuscrito.
86
Tachado en el manuscrito.
87
Texto tachado en el manuscrito.
106 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 107

<27>
de sus parroquianos; y [no habrá nadie que pueda poner obstáculos]88. El tiempo
demostró la verdad de lo que él había adelantado, por el feliz éxito que se siguió; y, al
contrario, si se hubiera procedido de otro modo, la cosa no hubiera resultado bien,
según todas las apariencias. Así su propuesta fue recibida por todos los de la asamblea
con extrema satisfacción. Después, examinaron bajo la autoridad de qué párroco se
podría emplear a los maestros. [Se propusieron cuatro, que nuestro hombre de Dios,
cuyos puntos de vista eran admirables]89, examinó uno después [de otro; y dijo del
primero que no era estimado de sus superiores; respecto del segundo, que no se
debía pensar en él, porque no tenía suficiente celo; y del tercero, que era sobrino del
señor oficial, a quien debía cuanto era, y bastaría, sin duda, que su tío le dijera que
despidiese a los maestros para no poderle contradecir; aunque el reverendo padre
Bretagne se inclinaba a su favor, el resto de la asamblea convino fácilmente con todo
lo que había dicho el señor de La Salle, tanto del tercero como de los otros dos. Ellos
creyeron90 que no debían poner]91 los ojos sobre ningún otro distinto del señor
párroco de San Mauricio, en quien no se encontraba ningún inconveniente, y que
además poseía suficiente piedad, celo y firmeza para sostener lo que hubiera
emprendido. ¿Qué dices, querido lector, de la sabiduría y de la prudencia de este
hombre de Dios? ¿No parece [que no se ha dedicado a otra cosa durante toda su
vida? ¿No parece que penetra los espíritus y sabe de qué son capaces?]92. Esto es
también algo que siempre se ha notado en él: el discernimiento de espíritus. Una vez
se le escapó decir que le bastaba con oír seis palabras de una persona para conocer su
forma de ser. Pero volvamos a nuestra asamblea, que había puesto los ojos sobre el
señor Dorigny, párroco de San

88
Texto tachado en el manuscrito.
89
Texto tachado en el manuscrito.
90
En el manuscrito hay una falta de escritura. Pone “ils current” en vez de “ils crurent”.
91
Todo este texto está tachado en el manuscrito.
92
Texto tachado en el manuscrito.
108 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 109

<28>
Mauricio, para poner la nueva escuela en su parroquia y bajo su protección. Le
hicieron la propuesta. El señor párroco se sintió muy a gusto con tal proposición y
dijo que en aquel momento tenía el propósito de poner una escuela gratuita en su
parroquia llevada por un eclesiástico93 que él quería comprometer a residir con él. Se
avino, asimismo, a alojar a estos maestros de escuela en su casa, lo cual hacía el
proyecto aún más seguro. Se creyó que se contentaría con los cien escudos de pensión
que la señora Maillefer proporcionaría anualmente a los dos maestros que atenderían
esta escuela, que fue felizmente puesta en marcha gracias a los cuidados del hombre
de Dios.
El señor Nyel, una vez que hubo comenzado esta escuela, iba de vez en cuando a
visitar a su caritativo bienhechor, que no se enfriaba en su trato, y procuraba prestarle
toda la ayuda que podía, sin más obligación que la que su caridad le sugería. Y este
hombre honesto, por su parte, procuraba manifestarle el testimonio de su gratitud, por
la confianza que manifestaba tener en él. Era también un hombre de bien, que poseía
gran celo por la gloria de Dios, y que buscaba por todos los medios posibles, como
vamos a verlo.
Apenas iniciada la escuela de San Mauricio, este hombre honesto, que era muy
insinuante, supo que una señora viuda, de la parroquia de Santiago, muy rica y sin
hijos, tenía el deseo de fundar una escuela en su parroquia; se tomó la libertad de ir a
visitarla, y le dijo en qué se ocupaba, lo que había hecho en Ruán y lo que había
venido a hacer en Reims; le dijo que había conocido que ella tenía el deseo de
establecer una escuela y le propuso que, si ella quería, él podía realizarlo. Y como
temía que su petición fuese rechazada, añadió que tenía el honor de ser conocido del
señor

93
En el margen izquierdo se indica “abreviar”.
110 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 111

<29>
de La Salle, canónigo de Nuestra Señora, quien podría ayudarle a realizar lo que ella
deseaba. Y acertó muy bien, pues esta señora, que no ignoraba quién era el señor de
La Salle y estaba bien informada de sus méritos y probidad, mostró gran deseo de
hablarle, y aseguró al señor Nyel que era cierto que deseaba fundar una nueva
escuela.
Este hombre bondadoso, inundado de alegría, se fue inmediatamente a encontrar al
hombre de Dios, y le94 refirió todo lo que había pasado entre él y la señora l’Évêque,
llamada también des Croyères95, y para terminar le dijo que ella deseaba hablarle96.
Nuestro virtuoso canónigo quedó un poco sorprendido por esta petición. Sin
embargo, viendo que se trataba de la gloria de Dios y de la salvación de las almas, fue
a encontrar a dicha señora, quien, encantada de verle, le propuso el proyecto que
tenía, y la satisfacción que sentía por haber encontrado la ocasión de ejecutarlo
durante su vida. Ella le rogó con insistencia que comenzase lo antes posible esta
nueva escuela, prometiéndole que para la próxima [para entonces]97 Pascua le daría
la suma de 500 libras, para la pensión de los dos maestros por año, y que luego
suministraría la suma de 10.000 libras, en un fondo que produciría una suma similar
de 500 libras de renta, o bien seguiría dando dicha suma de 500 libras [actualmente]98
por año; que le bastaba elegir una de las tres propuestas. Nuestro celoso canónigo,
admirado por la bondad de esta virtuosa dama, se rindió a su deseo, y ella no falló en
enviarle, en la Pascua siguiente, las 500 libras que había prometido. Ella murió seis
semanas después, por lo cual [ella no ejecutó]99 nada de lo que había prometido pudo
efectuarlo durante su vida; pero las 10.000 libras han quedado siempre [desde
entonces en manos del ejecutor de su testamento, que no ha dejado nunca de entregar
todos los años dicha suma de 500 libras a los Hermanos que han sucedido a los
maestros de escuela; hasta que al fin, los fondos se pusieron en renta en el
Ayuntamiento de la ciudad de París; y este fondo fue reembolsado el año 1720 en
billetes moneda100, que por entonces

94
En el manuscrito está repetido “et lui” (y le). Una de las veces, está tachado.
95
En el texto aparecía Coyers; se tachó y se puso encima Croyères.
96
Indicación en el margen derecho: “abreviar”.
97
Tachado en el texto.
98
Tachado en el texto.
99
Tachado en el texto.
100
Entre líneas se ha añadido “de banco”.
112 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 113

<30>
eran de curso legal “por entonces”101 por falta de dinero. Pero Dios, que tiene
cuidado de todo y sobre todo “cuidado”102 de sus fieles siervos, ha provisto, por otra
parte, con los cuidados de su divina Providencia, a las necesidades de estos buenos
Hermanos, y ha inspirado a gentes de bien de la ciudad de Reims que derramasen y
extendieran sobre ellos sus caridades y liberalidades para suplir a esta falta]103.
Así fue como Dios se sirvió de estas dos personas, a saber, el señor Nyel y la señora
l’Évêque, para llevar al señor de La Salle a encargarse de estas escuelas, en lo cual no
había pensado nunca, como ya lo hemos señalado anteriormente, y como él mismo lo
testifica en su manuscrito. Es cierto, sin embargo, que varias personas que él conocía
y que habían estado vinculadas al señor Roland, le habían sugerido algunas veces que
debía establecer las escuelas para los niños, como el señor Roland las había
establecido para las niñas. Pero esta propuesta no había entrado jamás en su mente, y
nunca tuvo la más mínima idea de ejecutarla, sobre todo porque se veía provisto de la
canonjía, encargado de la comunidad de las Hermanas [huérfanas]104 y del gobierno
de su familia. Y si, en este tiempo, hubiera creído que este compromiso le iba a
obligar en lo sucesivo a convivir con estos maestros de escuela, jamás hubiera
asumido cuidar ni de los maestros ni de las escuelas. Pues como naturalmente, él no
tenía en mucho el estado de estos maestros, que eran muy simples, y le hubiera
resultado105, por consiguiente, una penitencia insoportable pensar que debía
permanecer y convivir con ellos; [y]106 esto le hizo sufrir mucho al inicio, cuando les
hizo ir a su casa, lo que ocurrió dos años después.
¿Qué dices, gran siervo de Dios? ¿Pretendes ocultar el brillo de tus virtudes con
todo lo que acabas de decir de ti mismo? ¿Pretendes que lo que dices de tu
repugnancia haga disminuir la estima que todo el mundo ha concebido hacia ti? No,
no; y sufre que nos tomemos la libertad de decir que felizmente te equivocas en esto.
Lo que dices para humillarte sólo sirve para hacer que te estimen más. Y la
repugnancia que

101
Se repite la expresión “pour lors”, encima de la primera línea de la página.
102
Entre líneas se añade otra vez “soin” (cuidado).
103
Todo este párrafo está tachado en el manuscrito.
104
Palabra tachada en el manuscrito.
105
La expresión en francés es “ce lui aurait été”; esta frase corrige, entre líneas, la que estaba antes: “il
en aurait reçu”.
106
Tachado en el original.
114 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 115

<31>
has manifestado que tuviste para encargarte de personas tan diferentes a tu condición
y buenas cualidades, sólo sirve para comprender que es Dios quien visiblemente te ha
llevado a emprender para su mayor gloria lo que has hecho, y que no habrías jamás
[osado]107 pensado hacer, ni siquiera tocar con la punta del dedo.
¿Qué piensas, querido lector, de todo lo que se acaba de decir de este hombre de
Dios? ¿No te das cuenta de qué manera lo atrajo Dios a sí, sin que él lo percibiera?
Ciertamente, si comienzas a hacer esta piadosa constatación, podrás hacer otras más
en la segunda parte, en la que vamos a entrar, con la ayuda del Todopoderoso, en la
que notarás cómo Dios le dispone, sin que él lo piense siquiera, para hacer lo que
tanto le repugna. Pues [en un día]108 hoy da un paso, al día siguiente, da otro; de
manera que sin darse cuenta, [se encuentra que sale y abandona su indiferencia, y]109
se halla felizmente atrapado en las redes de Dios, como un pez; con esta diferencia,
sin embargo, que el pez, cuando está preso, hace todos los esfuerzos por liberarse,
mientras que nuestro siervo de Dios, al quedar preso, no ha buscado los medios de
liberarse, sino que [al contrario, ha quedado firme como una roca y]110 se ha
complacido en esta feliz necesidad.

Fin de la primera parte

107
Palabra tachada en el texto.
108
Tachado en el manuscrito.
109
Toda la frase está tachada en el manuscrito.
110
Frase tachada en el manuscrito.
116 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 117

<32>

Proceder admirable de la divina Providencia


en la persona del venerable siervo de Dios
Juan Bautista de La Salle,
sacerdote, doctor en teología,
antiguo canónigo de la iglesia catedral de Reims
y fundador de la Sociedad
de los Hermanos de las Escuelas Cristianas

SEGUNDA PARTE

CAPÍTULO I

Donde se ve cómo la divina Providencia


prepara al señor de La Salle
para la fundación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas,
al inspirarle que tomase particular cuidado
de los maestros de escuela; los aloja cerca de su casa

La divina Providencia atrae hacia ella, a quien quiere y cuando lo quiere111, para
trabajar en bien de las criaturas; sin embargo, a los que elije no les da a conocer las
dificultades y trabajos en que los compromete; hace que quienes tienen la dicha [de
esta feliz elección de]112 de ser elegidos para trabajar en la obra de Dios, se
comprometan y trabajen en ella con tanto más ardor cuanto que no captan de
inmediato que ya se han puesto manos a la obra; que nadie es bastante osado para
atreverse a poner dificultades a una cosa que sólo tiende a la gloria de

111
En el texto estos dos términos están invertidos: Cuando quiere y a quien quiere.
112
Tachado en el manuscrito, y sustituido encima, entre líneas, por “d’être choisi pour”: de ser elegidos
para.
118 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 119

<33>
Dios. Y por otro lado, Dios, que es la sabiduría por excelencia y que conduce todas las
cosas a su fin, no les da a conocer sobre el terreno lo que tendrán que sufrir, porque
esto podría quebrar su coraje e inducirlos a abandonar su compromiso. Pero Él los
atrae y los impulsa, imperceptiblemente y sin que lo piensen, a [poder emprenderlo y
esperar ciegamente de]113 hacer todo aquello a lo que les ha destinado.
Así es como Dios se condujo con su siervo Juan Bautista de La Salle, cuando lo
eligió para fundar la sociedad de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Pero, para
comprender mejor el proceder de la divina Providencia con él, escuchémosle hablar a
él mismo: «Dios, que gobierna todas las cosas con sabiduría y suavidad, y que no
acostumbra a forzar la inclinación de los hombres, queriendo comprometerme a que
tomara por entero el cuidado de las escuelas, lo hizo de manera totalmente
imperceptible y en mucho tiempo; de modo que un compromiso [que]114 me llevaba a
otro, sin haberlo previsto en los comienzos».
Todo este discurso del señor de La Salle muestra con suficiente claridad que de
ningún modo buscó erigirse como fundador [y de quererse apropiar de un título]115,
como algunos espíritus retorcidos le han acusado con muy mala intención; y con este
prejuicio, han tomado ocasión de perseguirlo, como si hubiera pretendido el poder y
la superioridad, cosa hacia la cual sentía, [muy]116 al contrario, mucha repugnancia,
teniendo siempre el deseo de ser el último entre sus Hermanos. Lo cual [que]117 les ha
dado a conocer en todos los encuentros [y]118; [e] intentó, en varias ocasiones,
abandonar el cargo de superior para poner en su lugar a un Hermano; pero al no
conseguirlo, ha tratado [pues]119 siempre de ponerse [y de reducirse]120 a los pies de
todos los Hermanos, como se verá en la parte cuarta de este libro.
Pero sin alejarnos más de nuestro tema, es preciso volver cuanto antes, y mostrar
cómo la Providencia disponía todas las cosas para preparar al señor de La Salle

113
Toda la frase está tachada en el manuscrito.
114
Tachado en el texto; error del que escribe.
115
Tachado en el manuscrito.
116
Tachado en el manuscrito.
117
Tachado en el manuscrito.
118
Tachado en el texto.
119
Tachado en el texto.
120
Frase tachada en el manuscrito.
120 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 121

<34>
a emprender lo que no había previsto. Pues aunque se hubiera hecho cargo de los
maestros recientemente establecidos en la ciudad de Reims, con sus cuidados y
buenos consejos, él se figuraba —así lo dice él mismo— que la dirección que tomaba
de las escuelas y de los maestros sería solamente una guía externa, que no le
comprometería a nada respecto de ellos, sino sólo a cuidarlos, visitándolos en algunas
ocasiones, para que se aplicasen a su empleo con piedad, y cuidar de que tuvieran lo
necesario para poder [bien]121 subsistir. Pero felizmente se equivocaba [bien]122.
Pues Dios quería servirse de él para establecer las escuelas para los niños, para
sostenerlas y para hacer que se multiplicasen en todos los lugares donde están
actualmente [y es esto]123; pues ha tenido el consuelo de verlas establecidas en
veintidós [de las principales]124 ciudades de Francia antes de su bienaventurada
muerte.
Y como la gracia le disponía de día en día a entregarse al cuidado de las escuelas,
ella le disponía también, al mismo tiempo, a entrar en los designios de la divina
Providencia de Dios sobre él. El señor Nyel, como [se ha]125 ha quedado dicho en el
primer libro, comenzó la escuela de la parroquia de Santiago en el mes de septiembre
del año 1679, y tuvo cuidado de encontrar maestros para reemplazar su puesto en la
escuela de San Mauricio, que había abandonado para comenzar aquélla; en estos
comienzos, todos ellos residían en casa del señor párroco de San Mauricio.
El número de escolares aumentaba cada día en la escuela de Santiago, y fue
necesario aumentar el número de maestros, que llegaron a ser cinco para las escuelas
de San Mauricio y de Santiago. Pero como la casa del párroco de San Mauricio estaba
muy lejos de la del señor de La Salle, que por entonces era todavía canónigo de
Nuestra Señora, vio, por su gran experiencia y por inspiración divina, que estos
maestros no podían ser del todo ordenados, ya que formaban

121
Tachado en el manuscrito.
122
Tachado en el manuscrito.
123
Tachado en el manuscrito.
124
Tachado en el manuscrito.
125
Tachado en el texto: “est”se ha sustituido, entre líneas, por “il a été”.
122 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 123

<35>
un número tal, que había que cuidarlo mucho; además, había que dar 200 libras más al
párroco de San Mauricio, sin contar la manutención, a la cual tenía que proveer él.
Todas estas razones le llevaron a buscar una casa cercana a la suya, para poderlos
visitar más a menudo, y para poderles preparar la comida en su casa; de esta forma,
podrían [de] vivir126 más reglamentados y gastarían mucho menos. Pues 300127 libras
que recibía del señor [de la señora] Maillefer de Ruán y 500 libras de la señora
L’Évêque sumaban sólo 800 libras, y se necesitaban 1.000 libras al año para los cinco
maestros.
Y así todo contribuía al éxito del establecimiento de las escuelas, y todas las cosas
progresaban para lograrlo. Para cumplir el designio que había formado de alojar a los
maestros cerca de su vivienda, alquiló una casa detrás de San Sinforiano, próxima a la
muralla. Y la casa del señor de La Salle, que era la de su padre, estaba cerca de Santa
Margarita; por tanto, no quedaba lejos de la casa de los maestros. Cuando éstos fueron
a residir128 a esa casa, el señor Nyel, que era muy insinuante, comprometió al señor de
La Salle a abrir una nueva escuela en esta casa, a lo que accedió con gusto, ya que
desde entonces sólo tenía en vista la gloria de Dios y el bien de la gente.
La conducta de los maestros, en esta nueva casa, mostró claramente que el señor de
La Salle había sido inspirado por Dios al hacerles ir a ella, pues fueron en muchas
cosas más ordenados de lo que habían sido anteriormente. Por ejemplo, en primer
lugar, en ir a dormir; segundo, en la oración; tercero, en la Santa Misa, y para las
comidas. Pero el señor Nyel mantenía muchas relaciones. Estaba casi todo el día en su
escuela de Santiago, y los domingos y las fiestas llevaba a los alumnos a la Misa
Mayor, pero no se quedaba casi nunca en la casa; por eso no podía tener, entre estos
maestros, verdadera vida de comunidad, tal como

126
La expresión francesa es: “ils auraient lieu [de] d’être mieux réglés”, y el “de” entre corchetes
aparece tachado en el texto, y sustituido por “d’être”.
127
El manuscrito pone un error evidente: 300.cens (sic) livres.
128
El texto dice “demeurer”, corrigiendo la palabra anterior “demeurant”.
124 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 125

<36>
debía ser. Cuando él no estaba presente, no había ni orden ni silencio. Comulgaban
[en sus devociones]129 cuando querían, y empleaban toda la mañana de las fiestas y
domingos en corretear y pasear por donde les daba la gana.

CAPÍTULO II

El señor de La Salle delibera sobre alojar en su casa a los maestros;


razones que lo inducían a ello y dificultades que preveía; va a París;
el reverendo padre Barré le compromete a alojarlos en su casa;
prueba durante un tiempo si podrá hacerlo y les lleva a comer a su casa

Este santo sacerdote, animado del celo de la gloria de Dios, veía que los seis
maestros no llevaban una vida como él hubiera deseado, y tal como convenía para
cumplir deberes tan importantes como son los del maestro de escuela; e incluso para
mantenerse en su estado, que habrían abandonado antes de lo que sucedió, si Dios no
hubiera intervenido por medio de su fiel siervo; éste notaba cada día que el desorden
seguía, e incluso que aumentaba, por falta de regularidad; pensó que estos maestros
no podían tener gran piedad ni estar llenos del espíritu de su estado, puesto que no
encontraba en ellos ni orden ni buen comportamiento. Se sintió fuertemente inspirado
a remediar este mal, impulsado a ello sin más obligación que la sugerida por su
caridad y su celo por Dios; aunque, por otra parte, tenía suficiente ocupación,
teniendo que cumplir con su oficio de canónigo, y otros numerosos asuntos. Y como
había alquilado la casa para los maestros sólo por año y medio, es decir, hasta la fiesta
de San Juan Bautista del año 1681, seis meses antes de que terminara estuvo
vacilando si seguir con el alquiler de la casa o alojarlos en la suya, como medio para
velar más de cerca sobre su conducta, y hacer que llevaran una vida más

129
Frase tachada en el manuscrito.
126 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 127

<37>
ordenada; puesto que, como él mismo dice, no podía soportar sino con mucha pena
que los maestros siguiesen viviendo y comportándose tan mal como lo hacían.
Pero su deseo se vio estorbado durante mucho tiempo por varias razones, la menor
de las cuales hubiese bastado para hacerle abandonar esta empresa, si su espíritu
firme y decidido no le hubiese hecho pasar por encima de todos los sentimientos de la
naturaleza. En medio de esta perplejidad, Dios le ofreció la ocasión de hacer un viaje
a París por algunos asuntos. Se tomó un tiempo para ir a visitar al reverendo padre
Barré, que por entonces estaba en el convento de los padres Mínimos, de la Plaza
Real. Le hizo un relato de todo lo que pasaba en Reims, a propósito de la conducta de
los maestros de escuela. Este digno hijo de san Francisco de Paula, lleno de
experiencia, no dudó un momento, ante tal situación, y aconsejó al señor de La Salle
que alojara a los maestros en su casa. Pues como este santo religioso conocía a fondo
el carácter y el espíritu del señor Nyel, que ciertamente era muy celoso, pero carecía
del tesón [de]130 y firmeza necesaria para mantener a los maestros en la regularidad y
el buen orden, juzgó con mucho tino que el buen orden y [esta]131 la regularidad
[debida]132 difícilmente se mantendría133 entre ellos mientras el señor Nyel tuviera su
dirección, vista su poca estabilidad en un mismo lugar.
Por todo ello, urgió y comprometió tanto más al señor de La Salle a encargarse de
ellos, dándose claramente cuenta de que Dios le había elegido para hacer la obra que
él mismo no había podido realizar. Pues había tenido éxito con las escuelas para
niñas, pero las que estableció para niños en varios lugares, y sobre todo en San
Gervasio, donde tuvo seis maestros, no había conseguido un efecto tan feliz, pues los
maestros se malearon de tal modo, que cayeron en muchos desórdenes y se
marcharon todos, uno tras otro. Sin duda fueron las muchas y fervorosas oraciones de
este santo religioso las que movieron a nuestro celoso canónigo a alojar en su casa a
todos los maestros de escuela. Pues de esto dependía únicamente el edificio de la
sociedad de los Hermanos de las Escuelas Cristianas,

130
Palabra tachada en el manuscrito, reemplazada por “et”, y.
131
Palabra tachada en el manuscrito, sustituida entre líneas por “la”.
132
Palabra tachada en el manuscrito.
133
Este verbo estaba en infinitivo: “maintenir”; y está corregido y puesto en condicional:
“maintiendrait”.
128 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 129

<38>
y por ahí había que comenzar a poner los cimientos.
Pero el demonio, que preveía el bien que podía venir de este humilde comienzo, no
ahorró esfuerzo para poner toda clase de impedimentos134, y renovó en el espíritu del
futuro fundador todas las dificultades que éste ya había rechazado. Dios lo permitía
así para afianzarle más en sus buenos propósitos. Y fue [también]135, sin duda, para
robustecer más aún al Instituto que, sin que él se percatase, comenzaba a nacer.
A causa de todos estos obstáculos, el siervo de Dios se hallaba con una dificultad
importante, y no sabía por dónde seguir. Pues de un lado, el deseo que tenía del bien
espiritual de los maestros y de las escuelas que dependían de ellos, y el amor que
sentía entonces, y que siempre ha conservado, por la regularidad y el buen orden, le
inclinaban fuertemente a poner en ejecución el consejo del reverendo padre Barré.
Del otro lado, sentía gran repugnancia a alojar a los maestros en su casa; llevaba
dentro una pena profunda, y no sabía hacia dónde decidirse. Lo que aumentaba más
su pena, es que preveía las consecuencias y lo que tendría que sufrir por ellas; él que
hasta entonces no se había relacionado más que con personas distinguidas, tanto por
su educación como por el rango nobiliario que tenían en la Iglesia o en el mundo; y
que, además de esto, vivían con él tres de136 sus hermanos, de [cuyo bien así como de
su] 137comportamiento y educación, estaba encargado. [Le hacía prever]138 Preveía a
lo lejos que esta unión de los maestros con los suyos no agradaría mucho a sus
parientes, como algo totalmente incompatible, y podría causarles mucho disgusto,
como también a todos sus amigos; y en efecto, así sucedió cuando tomó la resolución
de ponerlo en práctica, lo que no pudo hacer sin decidirse a sufrir mucho, sobre todo
al comienzo. Pero la gracia prevaleció sobre la naturaleza, y Dios le hizo fuerte como
un muro de acero para resistir contra tantos ataques como se le presentaban por todas
partes139. Y Dios permitió, según parece, todos estos obstáculos por dos razones. La
primera, para poner a prueba la virtud de sus parientes y para aumentar su mérito;
pues, como amaban tiernamente

134
En el manuscrito está escrito «em-empêchement», con evidente equivocación del escritor.
135
La palabra del manuscrito es “ainssi”, y al transcribirlo se ha puesto “aussi”, también.
136
En francés la exprexión es: “trois de Messieurs ses frères”. Messieurs está añadido entre líneas.
137
La frase está tachada en el manuscrito.
138
La frase está tachada, y reemplazada por “il prévoyait”, preveía.
139
Por equivocación del autor, “partes” aparece en singular.
130 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
1 - HNO. BERNARD 131

<39>
a este siervo de Dios, ellos estaban inclinados a desaprobar su empresa, a causa de los
trabajos y fatigas que preveían que iba a recibir por ello. La segunda era para
aumentar el mérito de su siervo, que no podía resistir a la gracia, que excitaba su
corazón, suavemente, a poner bajo los pies todos los sentimientos, incluso los más
delicados de la naturaleza, y a ponerse en la disposición en que estaba san Pablo
después de su conversión, que, como él mismo dijo, «no escuchó ni a la carne ni a la
sangre» (Gal 1, 16)140, cuando se trataba del servicio y de la gloria de Jesucristo «que
le había llamado por su gracia».
Todas las dificultades de que hemos hablado y las oposiciones que el señor de La
Salle encontraba para llevar a los maestros a su casa, le tuvieron cerca de tres meses
en la incertidumbre y la indeterminación. Pero como la gracia tiene sus tiempos y sus
momentos determinados para hacer llegar todas las cosas a su fin, Dios permitió que
durante la semana santa de 1681, el señor Nyel hiciera un viaje a la ciudad de Guisa,
distante 18 leguas de Reims, con el propósito de encontrar la forma de abrir allí una
escuela. Porque este hombre honesto no pensaba más que en fundar, sin reparar en
que, estableciendo por un lado, destruía por el otro, ya que no tenía a nadie para
continuar lo que había comenzado. Nuestro devoto canónigo hizo cuanto pudo para
disuadirle de realizar este viaje, explicándole el inconveniente que suponía
abandonar así, en el tiempo de Pascua, a cinco o seis jóvenes maestros, que
observaban una conducta poco ordenada y con menos piedad [sólida]141 aún, para
dejarlos hacer lo que les pareciera y pasar este santo tiempo de manera poco conforme
con las intenciones de la Iglesia. Todo cuanto pudo decirle el señor de La Salle no
tuvo fuerza suficiente sobre su espíritu para convencerle de que se quedara. Por este
motivo, después que hubo partido, el señor de La Salle tomó la resolución de hacer
que los maestros acudieran a su casa para la comida. Y como ellos iban todos los días
a la santa Misa a las 6 de la mañana, después de su oración, les mandó que acudieran a
su casa una vez acabada la Misa, en vez de volver a su vivienda, ya que para142 ir a la
iglesia no había más distancia desde una casa que de la otra.

140
La referencia bíblica aparece escrita en el margen derecho del manuscrito.
141
Palabra tachada en el manuscrito.
142
La palabra “para” está escrita entre líneas, encima de la preposición “à”, que, sin embargo, no ha
sido tachada.
132 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 133

<40>
y así hicieron. Permanecían en su casa desde las seis y media de la mañana hasta la
oración de la tarde, salvo el tiempo de la escuela; luego volvían a su vivienda
ordinaria. Y como ya había algunas reglas en la casa de este piadoso canónigo, con
horas fijas para la oración, y como se hacía lectura durante las comidas, no fue
necesario cambiar muchas cosas. Ante todo, quiso que comieran en el refectorio e
hizo que dieran a cada uno su ración; además estableció algunas normas más para
todas las horas de la jornada. Al cabo de ocho días, el señor Nyel regresó de Guisa,
donde la escuela no pudo ser abierta hasta cosa de un año después de su viaje, pues
[tal era la intención]143 de la señora (duquesa) de Guisa, [quien]144 hizo una
fundación para dos maestros, al paso que los concejales de la ciudad donaron una casa
para alojarlos y para poner la escuela, que ha continuado funcionando desde
entonces.
Durante los ocho días de ausencia del señor Nyel, el señor de La Salle observó con
más detalle muchos pequeños desórdenes en varios maestros, cuya principal causa
era que el señor Nyel había estado demasiado tiempo fuera, sea en su escuela a donde
iba muy temprano y regresaba muy tarde, o bien en visitas que hacía frecuentemente.
Todas estas cosas hicieron comprender fácilmente a este santo sacerdote que el señor
Nyel jamás podría establecer el orden ni la regularidad en una casa, ni la estabilidad y
la solidez en las personas.
Por otra parte, se percató de que algunos de estos maestros parecían sentirse más
inclinados a la piedad desde que estaban en su casa, porque todas las cosas se hacían
con mucho orden, desde la mañana hasta la noche, lo que le indujo a tomar la decisión
de continuar haciendo que fueran a su casa por la mañana y volvieran a su vivienda
ordinaria por la tarde, para ver si podía lograr que vivieran totalmente en su casa, con
él; también quería probar si no surgiría ningún inconveniente, pues en el caso de que
apareciera alguno que resultara insuperable,

143
Frase tachada en el manuscrito.
144
Palabra tachada en el manuscrito.
134 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 135

<41>
todavía podría volver a alquilar la casa donde residían o cualquier otra que estuviese
vacante. Pero Dios dirigió tan bien las cosas que su siervo se decidió, al final, por
llevarlos y alojarlos completamente en su casa, sin ningún cambio, y esto es lo que se
verá en el capítulo siguiente.

CAPÍTULO III

El señor de La Salle acoge completamente a los maestros


en su casa; sus familiares lo ven mal;
inducen a dos de sus hermanos a que le abandonen;
los maestros eligen al señor de La Salle como su confesor;
el señor Nyel va a Rethel

No basta con tener buenos deseos, es preciso también cumplirlos. Hacer de otro
modo, es parecerse a esas personas de las que habla Santiago, las cuales, «habiéndose
mirado en un espejo, olvidan al momento cómo estaban» (Sant 1, 23)145. Ahora bien,
no era éste el carácter ni el espíritu de nuestro hombre de Dios; pues, si concebía
buenos deseos, los ponía en seguida en ejecución, cuando podía hacerlo; esto es lo
que se ve particularmente en la decisión que tomó de alojar en su casa a los maestros
de escuela. Se ha visto en el capítulo anterior que el amor que tenía por el orden le
llevó a hacer que los maestros fueran a comer a su casa; y que al no encontrar en ello
mayor inconveniente, se decidió a hacerles residir en ella continuamente [y]146; es lo
que realizó. Los maestros siguieron yendo cada día a comer y a quedarse en su casa,
excepto el tiempo de sus ocupaciones, desde Pascua hasta la fiesta de San Juan
Bautista, y durante este tiempo allí se estableció el orden y la regularidad y lo
observaron exactamente. Y la inestabilidad del señor Nyel, que no pensaba más que
en ir de un sitio a otro, le confirmó en el designio de hacerlos permanecer enteramente
junto a él. Esto lo ejecutó el día de San Juan Bautista del año 1681. Éste es un día
notable, pues este santo era su patrón, cuyo nombre le fue impuesto en el santo
bautismo, y al cual tenía una particular

145
Esta referencia bíblica está escrita en el margen derecho del manuscrito.
146
Palabra tachada en el manuscrito.
136 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 137

<42>
devoción. [se hará notar también que]147 El señor Nyel residía también con los
maestros.
Lo que el santo sacerdote había previsto no dejó de suceder, pues en cuanto (la
gente) se percató de esta novedad inesperada, ver a seis o siete maestros de escuela
que no tenían nada de brillante según el mundo, vestidos de forma muy sencilla, pues
por entonces sólo llevaban una sotana corta negra, con el cuello blanco (rabat), sin
manteo ni capa, cada uno habló de ello según su fantasía. Sin embargo, nadie hablaba
abiertamente a este santo sacerdote, por el respeto que le tenían. Sus parientes y
amigos sintieron mucha pena, pero como se había hecho enteramente el dueño de sus
actos respecto de ellos, su pena, sin duda, le afectó mucho, pero no fue capaz de
hacerle cambiar su voluntad.
Se necesitaba una persona tan animosa e intrépida como él para no rendirse a tantas
reconvenciones y aun reproches que le hicieron varias personas, por el deshonor que
se pretendía que causaba a su familia, que era tan importante; pero lo que hubiera
debido doblegarle, no sirvió más que para afianzarle más aún, pues en todas estas
reconvenciones y reproches mostró paciencia heroica, oyendo todo, pero sin
responder nada a lo dicho. Es el testimonio dado por una de sus virtuosas tías, tan
recomedable por la piedad como por su nobleza. Dijo a otra persona digna de fe que,
como el señor de La Salle era el mayor de la familia y el encargado de la tutela de sus
hermanos, la familia se reunía a veces en su casa para alguna comida y para mantener
la unión entre ellos, como se practica en muchas familias piadosas; el hombre de
Dios, que ocupaba el primer [lugar]148 puesto, necesitaba armarse de toda su
paciencia para aguantar las palabras que su familia le decía durante esas comidas,
acerca de la locura que pensaban que hacía al ocuparse de formar maestros para las
escuelas con [su]149 perjuicio para su familia. Pero cuando comenzaban a hablarle
sobre este asunto, cruzaba modestamente sus brazos, y escuchaba pacientemente las

147
Frase tachada en el manuscrito.
148
Palabra tachada en el texto.
149
En el texto se ha añadido entre líneas “leur”, su; pero luego se ha tachado.
138 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 139

<43>
razones que le venían de una y otra parte para inducirle a abandonar la empresa, y él
no respondía ni una palabra.
Lo que más aumentaba la pena de sus parientes era que sólo había una mesa; es
decir, que él y sus hermanos comían en el mismo refectorio con los maestros. [El
mayor de los tres seguía gustoso las reglas que observaban los maestros de escuela,
en la medida en que se lo permitían sus estudios, y no quería, de ningún modo,
separarse del señor de La Salle, por quien sentía gran afecto, aunque le impulsaban
a que le abandonara, como los otros dos hermanos, que sí le dejaron; el primero de
ellos, seis meses después de todo lo que se ha señalado, pasó a vivir en casa de su
cuñado, por el disgusto que le había dado el señor de La Salle; y algún tiempo
después, el más pequeño le fue retirado, y se le envió al internado de Senlis, de los
canónigos regulares. Así sólo se quedó con él el mayor, que no le quiso abandonar,
como se ha dicho más arriba]150.
Al recibir a los maestros de escuela en su casa, la primera cosa que hizo nuestro
hombre de Dios fue comprometerlos a confesarse con un mismo confesor. Pues este
santo sacerdote preveía que, mientras tuviesen distintos confesores, las cosas no
podían ir con el orden que él deseaba. Por esto, los maestros, sintonizando con tales
sentimientos, eligieron uno, que fue el señor cura de la parroquia. Pero algunos no
quedaron satisfechos, pues aunque era hombre de bien y muy capaz, no tenía las
mismas miras que la comunidad. Por eso hubo que buscar otro, que tampoco satisfizo
a algunos, que quedaron disgustados, porque era preciso esperar y prepararse
mezclados con mujeres, y con frecuencia se regresaba muy tarde a casa; ése fue el
motivo de que algunos de los más virtuosos de ellos unieran estas razones a sus
oraciones y al afecto que profesaban al señor de La Salle para insistirle en que fuera él
quien los confesara. Durante bastante tiempo no quiso acceder, pero

150
Todo este párrafo está tachado en el manuscrito.
140 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 141

<44>
viendo que su insistencia y sus ruegos continuaban, y que eran justos, se avino a su
petición. Los que no lo habían pedido acudieron a él por sí mismos, unos tras otros, de
manera casi natural, de manera que al poco tiempo confesaba a todos. Y desde
entonces siempre ha seguido confesando a los que ingresaban en la casa; y ni él ni
varias personas con quienes lo trató hallaron en ello inconveniente alguno, ni
tampoco los confesores extraordinarios, que nunca le indicaron que lo dejara, aunque
él mismo les pidió en diversas ocasiones que se lo dijesen en cuanto advirtieran
alguna razón para ello.
Fue, sin duda, efecto del proceder de la divina Providencia que el señor de La Salle
se viera como forzado a confesar y a dirigir las conciencia de los maestros —y se dice
de los maestros, porque todavía no eran Hermanos, ya que no llevaban el hábito— y
también de todos los que ingresaron en el Instituto hasta su muerte. Y parece que esto
era importante para el bien de estos Hermanos, pues todo el bien que pueden hacer
proviene, de ordinario, de (tener) un buen confesor, lo cual se ve todos los días por
experiencia. Ahora bien, este siervo de Dios tenía para esto talento admirable y gracia
muy particular para ejercerlo debidamente. Por ello, todos los Hermanos acudían a él
de buena gana, a pesar de la dificultad que uno siente de ordinario para ir a confesarse
con su superior.
Además, se notaron maravillosos frutos en los que se confesaban con él; e
igualmente se ha notado que la mayor parte de las dificultades que tuvieron algunos
Hermanos les vinieron por la poca experiencia de algunos confesores, que, por otro
lado, podían estar dotados de excelentes cualidades.
Los maestros, después de la elección que hicieron de su confesor [como queda
dicho antes]151, comenzaron a llevar una vida totalmente nueva y muy ordenada [por
su regularidad en la casa]152

151
Frase tachada en el manuscrito.
152
También esta frase está tachada en el texto.
142 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 143

<45>
y el señor Nyel, que permaneció allí seis meses con [los maestros]153 ellos, se alegró
mucho al ver que la casa tomaba154 esta forma y este proceder de comunidad. Pues
como este celoso personaje sólo pensaba en ir creando establecimientos en otros
sitios, estaba a gusto al ver la estabilidad de Reims.
Al cabo de estos seis meses, nuestro celoso canónigo envió, hacia las fiestas de
Navidad, al señor Nyel a Rethel, para abrir allí escuelas. Comprometió a la ciudad
para que contribuyera a la subsistencia de los maestros. El señor Duque de Mazarino
y el señor párroco también contribuyeron. El señor de La Salle logró comprar la casa
que los Hermanos ocupan actualmente, con la intención de poner allí un seminario de
maestros de escuela para el campo. Esto no se pudo hacer, pero las escuelas han
funcionado siempre allí desde entonces. La señora xxx dejó posteriormente una renta
para las escuelas. En cuanto al señor Nyel, después de haber cumplido lo que le había
llevado a Rethel, no pudo tener el consuelo de volver a vivir con su bienhechor.
Estuvo cuatro años ausente y dejó a todos los maestros en sus manos, porque desde
Rethel se fue a la ciudad de Guisa, y de ésta a la de Laon, donde los concejales de la
ciudad dieron una casa y 50 escudos al año para ayudar a la subsistencia de los
maestros. Los señores de la abadía de San Martín y el señor xxx, párroco a la sazón de
San Pedro, y luego canónigo de la catedral, también contribuyeron y han seguido
contribuyendo hasta el presente.
Así pues, el señor Nyel dirigía las tres casas de las que se ha hablado, mientras que
el señor de La Salle dirigía y formaba la de Reims.

153
Tachado en el texto, y escrito encima “eux”, ellos.
154
En el texto se ha tachado “prenait”, tomaba, y se dejó “prit”. En la traducción al español conviene
mejor el pretérito imperfecto.
144 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 145

<46>

CAPÍTULO IV

La mayoría de los maestros abandonan al señor de La Salle;


se presentan otros nuevos;
el señor de La Salle considera dejar su canonicato

No es sólo hoy cuando se cumplen las palabras del evangelio: que muchos son los
llamados y pocos los elegidos (Mt 22, 14). Pues desde el comienzo de la Iglesia se ha
visto que se cumplen esas palabras, tanto en quienes fueron llamados al cristianismo
y que no se salvaron, como en aquellos que fueron llamados a la vida religiosa, ya que
no todos aprovecharon esa gracia, y tal vez rechazaron el yugo que poco antes habían
abrazado con mucha alegría, y luego volvieron a zambullirse en sus primeros vicios.
Esto ha ocurrido especialmente al comienzo de algunas órdenes, en las que la piedad
y la mortificación de los religiosos eran muy grandes, lo cual no se acomodaba, de
ningún modo, a los amantes de la naturaleza. Leemos algo parecido en la vida de san
Ignacio, que se asoció con seis compañeros, en España, para iniciar su Compañía de
Jesús, y le abandonaron todos; pero cuando fue a París, Dios suscitó otros, a quienes
él ganó para su servicio.
Lo mismo le ocurrió al señor de La Salle, pues la mayoría de los maestros que
vivieron con el señor Nyel en la casa que se alquiló para ellos, y que eran los menos
ordenados, ya que habían llevado una vida libre, y no sintonizaban con la comunidad,
durante mucho tiempo no supieron acomodarse a una vida tan recogida y retirada
como aquella a la que les comprometía nuestro fervoroso canónigo en su casa. Por lo
cual quisieron llevar una vida más libre e independiente y se fueron retirando poco
después. Incluso, él mismo se vio forzado a despedir a algunos que no tenían ni
cualidades ni vocación para las escuelas, aunque fueran suficientemente piadosos,
pero habían sido recibidos sólo por necesidad. Así pues, en poco tiempo, a saber, en
menos de
146 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 147

<47>
diez meses, se formó una casa nueva, siendo todos, excepto uno o dos, nuevos.
Hacia el final de los seis primeros meses y al comienzo del año 1682 se presentaron
nuevos sujetos que tenían aptitudes para la escuela y piedad, y además disposición
para poder permanecer en comunidad. Entonces comenzó a verse en la casa
verdadera forma de comunidad. También fue al comienzo de ese año cuando se inició
la práctica de los ejercicios (de piedad), que son los mismos que se hacen hoy en
todas las casas del Instituto; los maestros se llamaron Hermanos y adoptaron el
hábito, como veremos en seguida, [que]155 y nosotros les designaremos en adelante
sólo con el nombre de Hermano[s]156.
Después que los maestros157 comenzaron a vivir con el señor de La Salle, hasta
finales del año 1682, él notó que había varios que estaban tentados de no continuar,
porque, según ellos, no encontraban seguridad en su estado. Y como el santo
sacerdote trató de animarlos a que siguieran, persuadiéndolos de que se abandonasen
a Dios, que no les faltaría en la necesidad, ellos le replicaron que pensaban que él
podía hablar así muy a gusto, ya que cuando las escuelas se vinieran abajo, él seguiría
a salvo, pues contaba con su canonjía y con sus bienes, que le proporcionarían todo lo
necesario para vivir.
Esta respuesta, que mostraba la poca virtud y confianza en Dios de aquellos
iniciadores, al principio le extrañó al santo director, pero como no sabía qué
responder, consideró que tenían cierta razón al hablar así. Y Dios, sin duda, lo
permitía para disponer a su siervo, poco a poco, a la perfección evangélica, en la que
debía progresar mucho, para imitar a Nuestro Señor y a los santos apóstoles, cuya
vida fue una copia fiel de la suya.
El santo sacerdote, deseoso de remediar la dificultad

155
Palabra tachada en el manuscrito, sustituida, encima, entre líneas, por “et”, y.
156
En el original no aparece la “s”, que, sin embargo, se ha puesto en la transcripción.
157
En el original ponía “frères”, hermanos, pero se ha corregido la palabra por “maîtres”, maestros.
148 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 149

<48>
de aquellos Hermanos que, como hemos dicho, suponía la inestabilidad de las
escuelas, pensó en los medios de hacerlos estables. Y le parecía que el mejor de todos
sería, según el mundo, las fundaciones (dotaciones económicas de las escuelas). Pero
según Dios, era la Providencia. Fue apartado de la primera solución por el reverendo
padre Barré, a quien veía con frecuencia, porque iba de vez en cuando desde Reims a
París, y le indicó que era preciso no dotar económicamente a las escuelas, ya que
cuando Jesucristo dijo en el evangelio: las zorras tienen madriguera, y los pájaros del
cielo, nido, pero el hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza (Lc 9, 58)158; por
las zorras había que entender a la gente del mundo, que se apegan a las riquezas de la
tierra; y por los pájaros del cielo, a los religiosos, que disponen de celdas en su casa;
pero quienes se dedican a las escuelas deben tener la misma herencia que el Hijo del
Hombre.
Se confirmó en este segundo medio, que era también el que se adecuaba al querer
de Dios. Pero era también el que no gustaba, en absoluto, a los Hermanos, como ya
dijimos. Sin embargo, el siervo de Dios, para lograr que aceptaran este segundo
medio como el más excelente, recurrió a sus armas ordinarias, es decir, a la oración; y
en la presencia de Dios pensó seriamente lo que debería hacer.
Después de haberlo pensado a fondo, fue sin duda Dios quien le inspiró que fuera él
el primero en ponerse en manos de la Providencia, para poder lograr luego que
adoptaran la misma actitud aquellos a quienes él quería conducir hasta ella. Por lo
cual, pensó en dejar la canonjía, como la primera cosa más visible a los Hermanos y
que les hacía desconfiar de la Providencia de Dios.
Le parecía, igualmente, que no le era posible dedicarse por completo a las escuelas
y a la dirección de los Hermanos teniendo una canonjía que le obligaba a asistir al
coro cinco o seis horas cada día. No hay que

158
La referencia bíblica está puesta en el margen izquierdo del manuscrito.
150 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 151

<49>
olvidar, en este punto, que hacía cinco o seis años que le habían insinuado que dejara
la canonjía para recibir la parroquia de Mézières, situada en la diócesis de Reims, y
que, en efecto, la había dejado durante un tiempo considerable para ejercer las
funciones de un buen párroco. Pero los dos, él y el antiguo párroco, lo revocaron por
consejo del señor arzobispo, pues nuestro canónigo no se creía llamado a una
parroquia.
Desde entonces, sin embargo, siempre guardó el propósito de dejar su beneficio,
pues tampoco se creía llamado al estado de canónigo; y si se mantenía en él, era
sencillamente porque estaba persuadido de que no debía abandonar un estado en el
que, al parecer, Dios le había colocado, aunque a la sazón ya no se sentía llamado; y si
no lo dejaba, era porque esperaba que Dios le mostrase, visiblemente, el estado al cual
le destinaba. Y he ahí cómo este hombre santo, iluminado por las luces de lo alto, se
encaminaba, poco a poco, a abrazar la pobreza de Jesucristo, que manda dejarlo todo
para seguirle (Mt 19, 21)159.

CAPÍTULO V

El señor de La Salle se desprende de su canonjía;


oposiciones que encontró por ello y cómo las superó

Hacia finales del año 1682, al señor de La Salle le pareció visiblemente que Dios le
llamaba a tomar el cuidado de las escuelas. Comprendió que debía ser el primero (en
asistir) a los ejercicios que había establecido en la casa, para dar ejemplo a aquellos
para quienes los había puesto, [creyó] que no podía cumplir esto y ser, al mismo
tiempo, asiduo al oficio divino del coro (de la catedral), lo cual su director no podía
aprobar, ya que

159
La referencia bíblica está escrita en el margen derecho del manuscrito.
152 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 153

<50>
le exigía que fuese muy exacto a éste.
Todas estas consideraciones le confirmaron en la resolución que había tomado, de
renunciar a su beneficio. Lo propuso a su director, que encontró dificultad para que lo
hiciera. Por entonces hizo un viaje a París, donde consultó a varias personas, algunas
de las cuales aprobaron su designio, pero otras, no. Con todo, el reverendo padre
Barré, religioso mínimo y fundador de las escuelas de caridad para las niñas, llamadas
del Santísimo Niño Jesús, que en aquel momento residía, como hemos dicho, en su
convento de la Plaza Real, aconsejó a Juan Bautista, con mucha fuerza, que lo
abandonase y que fuera a París, pues ya preveía que Dios se quería servir de él para
establecer las escuelas para chicos. Incluso le predijo que no moriría antes de haber
visto a varios Hermanos, lo que fue verdad. Este santo religioso era muy celoso de la
salvación de las almas, y eso le movió a fundar las escuelas de niñas, de las que ya
hablamos. Pero diez años antes de su muerte, se vio obligado a moderar su celo, por
orden de sus superiores, que le mandaron observar el retiro (del claustro) y no
intervenir más en las escuelas.
Este santo religioso también aconsejó al señor de La Salle que diera al señor
arzobispo el nombre de una persona para reemplazarle en su beneficio. Nuestro santo
sacerdote, que sólo se guiaba por el consejo en estos comienzos, como, por otro lado,
también lo hizo todo el resto de su vida, ejecutó fielmente este consejo, y por segunda
vez propuso a su director el deseo de dejar la canonjía, pero éste no se lo permitió.
Con todo, estos rechazos no lograron frenar a nuestro fervoroso siervo de Dios, sino
al contrario; siguió exponiendo a su director todas las razones que podía para
inclinarle a que se aviniera a su deseo. Y todos estos intentos no duraron sólo un día,
sino nueve o diez
154 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 155

<51>
meses. Al final, un eclesiástico que residía en la casa, hizo ver a su director que el
señor de La Salle no podía dedicarse al empleo que tenía en su casa y conservar su
canonjía, lo cual hizo que el director, después de haberlo pensado maduramente, se
aviniese a permitirle que se deshiciera de su beneficio, lo cual se realizó en julio
de 1683.
Este fervoroso ministro de Dios, muy contento por haber obtenido, al fin, lo que
tanto deseaba desde hacía mucho tiempo, salió de Reims hacia París, para presentar la
dimisión de su canonjía en manos de su arzobispo, que en aquel momento se hallaba
en aquella gran ciudad. Pero no pudo hablar con él, pues el señor arzobispo
[abandonó]160 partió de París, pocos días después, hacia [Nirs]161 Reims.
Cada vez que nuestro siervo de Dios iba a París se alojaba en el seminario de San
Sulpicio, donde era recibido con grandes muestras de afecto, por la edificación que
producía en esta santa casa por su mucha piedad y regularidad. Durante su estancia en
París, acordó con el señor de La Barmondière, dignísimo párroco de San Sulpicio,
que le daría dos Hermanos para llevar las escuelas de su parroquia, y que volvería (a
la capital); pero el tiempo no había llegado aún, y no pudo cumplir su promesa hasta
seis o siete años después.
Como el señor arzobispo había regresado a Reims, el santo sacerdote se encaminó
de nuevo hacia allí, con el mismo objetivo por el que había ido a París. Pero cuando
llegó, el prelado mostró reticencia para recibirle, pues le profesaba particular estima,
y recelaba que le iba a hablar de algún asunto que no le agradaría, y sobre todo de la
renuncia a su beneficio, de lo que ya sabía algo.
Con todo, como el señor de La Salle buscaba únicamente la voluntad de Dios, y
como no quería hacer nada sino después de madura reflexión y de haber recabado el
parecer del mayor número posible de personas, para no

160
La palabra “quitta” está tachada en el manuscrito, y corregida, entre líneas, por “partit de”.
161
Palabra tachada en el manuscrito, sustituida por “Reims”.
156 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 157

<52>
equivocarse, consultó de nuevo sobre su designio con varias personas prudentes,
entre ellas al señor Philbert, [que había sido]162 uno de los superiores del seminario
de Reims [y] que fue más tarde «grand chantre» de la iglesia catedral de la misma
ciudad, a quien nuestro hombre de Dios conocía de manera particular; (estas
personas) aprobaron su propósito y le aconsejaron que fuera a París.
La víspera del día en que el señor arzobispo debía partir de Reims, el señor de La
Salle, que todavía no le había podido hablar, buscó algún medio de hacerlo. Y antes
de ir, entró en la catedral para orar ante el santísimo sacramento, y se quedó allí,
inmóvil, durante varias horas, (sumido) en un abandono total a la voluntad de Dios, y
le rogó que, respecto de su persona, hiciese su voluntad, y no la suya. Pero no hay que
olvidar lo que se dijo en loor suyo cuando derramó así, ante Dios, su corazón; pues
una persona, movida de natural compasión hacia él, al verle tan pensativo y abatido
por el pesar que le causaba su deseo de dejar la canonjía, dijo a otra persona que (La
Salle) había perdido el espíritu163 y que le encomendaba a sus oraciones. Pero esta
persona, que tenía sentimientos más elevados y tenía en gran estima la virtud del
siervo de Dios, le respondió de inmediato que tenía razón, y que realmente el señor de
La Salle había perdido el espíritu, pero que era el espíritu del mundo lo que había
perdido.
Una vez que nuestro fervoroso canónigo acabó su oración, Dios permitió que
encontrara el medio de hablar a su arzobispo antes de que saliera de nuevo; le propuso
su designio de renunciar a su canonjía e ir a París; él le preguntó si había consultado a
alguien, y le respondió que había consultado al señor Philbert, y que se lo había
aconsejado. El señor arzobispo

162
Palabras tachadas, y encima de ellas, entre líneas, está añadido “l’un des”, uno de los.
163
En francés hay un juego de palabras: “perder el espíritu” puede significar también “perder la
cabeza”.
158 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 159

<53>
mandó a buscar inmediatamente al señor Philbert al coro, y le preguntó si había
aconsejado al señor de La Salle dejar la canonjía e ir a París. No le respondió que no,
sino simplemente que le había dicho que tenía a su hermano, a quien podría dejárselo.
A lo cual, el prelado respondió que se lo podía donar a quien quisiere. Estas palabras
alegraron mucho a nuestro sacerdote, pues por ello entendía que tenía la posibilidad
de realizar el designio que abrigaba de ceder el beneficio a un extraño antes que a su
hermano, y esto, a causa del espíritu evangélico que le animaba en esta etapa de los
comienzos; y para colmar su contento, el señor arzobispo añadió que aceptaba la
dimisión de su canonjía; lo cual hizo por la tarde [y su director]164 firmó la dimisión.
El señor arzobispo no estaba satisfecho por perder tan buen operario, y así lo
testimonió en presencia de varias personas. Sin embargo, no dejó traslucir nada al
señor de La Salle, ni le dijo nada para apartarle de su designio, pues conocía la
firmeza de su espíritu, y juzgaba que todo cuanto pudiera decirle al respecto no le
haría cambiar de sentimientos. Y Dios, sin duda, lo permitía para que su siervo
encontrase menos obstáculos al dar un paso tan difícil como el de ceder un beneficio
importante y salir del lugar de su nacimiento, como otro Abrahán, y al verse, de ese
modo, despojado de todo cuanto puede halagar a la naturaleza, podría conseguir
mayor progreso en el camino de la virtud, y seguir a Nuestro Señor desasido de todo.
Fue tan grande el gozo que el siervo de Dios sintió por la libertad que alcanzaba al
dejar la canonjía, que hizo cantar a los Hermanos el Te Deum

164
Palabras tachadas en el manuscrito.
160 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 161

<54>
en el oratorio en cuanto estuvo de vuelta del arzobispado, por verse liberado de una
función en la que se consideraba poco útil para la Iglesia, a ejemplo de santo
Domingo, como lo dice en una meditación que compuso para la fiesta de este santo, y
también como imitación de san Bruno, que fue igualmente canónigo de Reims, y dejó
la canonjía para retirarse a la Cartuja de Grenoble.
Cuando el señor de La Salle expuso al señor arzobispo el deseo que sentía de dejar
el beneficio, le dio también el nombre de una persona para sustituirlo. Esta persona
fue el señor Faubert, natural de Château-Porcien, eclesiástico muy celoso, que no
había recibido bienes de la tierra, pero parecía que estaba bien provisto de los del
cielo, ya que producía frutos maravillosos con sus fervorosas y continuas
predicaciones en diversas iglesias. Y ése fue el motivo que impulsó a nuestro santo
sacerdote a cederle su beneficio, con el fin de que dispusiera de medios para continuar
el bien que hacía.
Pero como los honores cambian las costumbres, no continuó por mucho tiempo
sus predicaciones, y su fervor se enfrió poco a poco, lo que hizo decir al señor de La
Salle que si hubiera sabido el uso que iba a hacer, nunca le hubiera cedido su
[canonjía]165 beneficio.
Cuando nuestro siervo de Dios le propuso a su arzobispo (el nombre de este
sacerdote)166, todavía él no le había dicho nada sobre su propósito de cederle la
canonjía. Por eso se extrañó mucho cuando el prelado mandó llamarle, y después de
hablar un rato con él le despidió, y, por medio del superior del seminario, le hizo saber
que le haría llegar el nombramiento de la canonjía, cosa que él no esperaba en
absoluto. La elección de este eclesiástico hecha por el señor de La Salle no agradó al
señor arzobispo, pues antes éste le había dicho

165
Palabra tachada en el manuscrito, reemplazada, entre líneas, por “bénéfice”.
166
Aclaración del traductor.
162 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 163

<55>
que se extrañaba de que no la cediera a su hermano, que, a la sazón, era estudiante y
llevaba el hábito eclesiástico. A lo que él respondió que no se lo habían aconsejado.
El desprendimiento del señor de La Salle fue recompensado más tarde. Pues años
después falleció un canónigo sin haber cedido (su prebenda)167. El señor arzobispo
comunicó a su hermano (de Juan Bautista)168 que le asignaba esta canonjía vacante,
ya que nadie había hecho los trámites para obtenerla [aunque varios se presentaron
para solicitarla]169; y añadió con humor, delante de varias personas, que había que
reparar la [falta] locura de su hermano, al no haberle cedido a él la canonjía.
Lo que le movió a esta liberalidad hacia el virtuoso170 estudiante fue sin duda el
buen testimonio que dio de él el señor Philbert cuando fue a París con él al día
siguiente de la dimisión. El prelado quiso hacer una nueva tentativa para inducir a
nuestro virtuoso sacerdote a que le cediese la canonjía,. ya que todavía no había
enviado el nombramiento al señor Faubert. Incluso escribió al superior de su
seminario para que le sugiriese que cediera el beneficio a su hermano; y a la propuesta
que le hizo el superior, le respondió que si le sugería que prefiriese a su hermano al
que había nombrado, estaría dispuesto a realizar el deseo del prelado, suponiendo que
no fuera su hermano. Este digno superior quedó tan admirado de esta respuesta, que
mostraba claramente cuál era el espíritu que animaba a quien la había hecho, que lejos
de seguir insistiendo en lo que su prelado deseaba de él, le comunicó que no se lo
aconsejase más. Era también un hombre de Dios, lleno de celo por su gloria todo lo
que se puede. Era, en una palabra, el incomparable señor Callou, cuya memoria sigue
siendo bendecida en varias

167
Aclaración del traductor.
168
Aclaración del traductor.
169
Frase tachada en el manuscrito.
170
Palabra tachada en el manuscrito, pero escrita de nuevo encima.
164 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 165

<56>
ciudades de Francia, y sobre todo en la de Reims, donde su celo brilló de manera
especial, y su arzobispo se sirvió de él para reformar a su clero, al que encontró muy
relajado cuando tomó posesión, después de haber estado la sede vacante casi treinta
años.
El señor de La Salle, íntimamente contento porque la divina Providencia le daba a
conocer cada vez mejor su santa voluntad con la respuesta del señor Callou, y por el
éxito que daba a su empresa, escribió al señor arzobispo lo que había dicho al superior
(del seminario) y la respuesta que recibió de éste. Esto hizo que el prelado se
determinara a enviar el nombramiento al que había sido señalado por el siervo de
Dios. Así él quedó liberado de su canonicato al día siguiente de la Asunción de la
santísima Madre de Dios del año 1683.
Si el señor arzobispo de Reims manifestó al señor de La Salle su descontento por la
elección que hizo del señor Faubert para recibir su beneficio, no disgustó menos a los
miembros del cabildo, que expresaron su descontento en diversas reuniones y a
diversas personas, e incluso al mismo señor de La Salle, que no se sintió afectado por
ello, lo mismo que una roca.
De parte de su familia y de sus amigos fueron más fuertes aún los reproches, que le
echaron en cara en diversas ocasiones su dureza de corazón, pues tenía hermanos a
quienes hubiera podido ceder su beneficio. Todo esto y otras muchas cosas que tuvo
que aguantar por este asunto, apenas causaron impresión en él, y permaneció siempre
firme en su resolución.
166 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 167

<57>

CAPÍTULO VI

El señor de La Salle proyecta trasladarse a París; su director le disuade;


sus ocupaciones durante su permanencia en Reims;
su abandono a la divina Providencia; fervor de los primeros
Hermanos y muerte edificante de algunos de ellos

Nuestro santo sacerdote, que había prometido al señor de La Barmondière, párroco


de San Sulpicio, que le daría dos Hermanos para llevar las escuelas de su parroquia, y
que él mismo iría también allí, después de dimitir de su canonicato buscó los medios
para cumplir su promesa. Y aunque ya había hablado de ello a su director, quiso
conocer de nuevo su parecer, pero ahora éste no lo consideró oportuno. Le hizo ver
que la casa de los Hermanos de Reims todavía no estaba bastante consolidada para
abandonarla, y que no le aconsejaba que la dejase por el momento; y como era
realmente hijo de obediencia, vio a Dios en este consejo, y dejó de pensar en salir de
Reims. Abandonó al proceder de la divina Providencia el plan que deseaba cumplir,
que sólo pudo realizar años después. Y para no hacer esperar más a quienes le
esperaban171 en París, escribió al señor l’Espagnol172, a la sazón encargado de las
escuelas de caridad de la parroquia de San Sulpicio, para comunicarle que le
aconsejaban que no fuera a París, y que por tal motivo le rogaba que no tomase a mal
el que no fuera. Esto afligió mucho a esta persona, que deseaba ardientemente su
llegada a París, con dos de sus Hermanos, y también al párroco de San Sulpicio, que
esperaba recoger muy pronto en su parroquia los frutos que sabía que este santo
sacerdote producía, con los Hermanos que había formado, en la ciudad de Reims.

171
En el manuscrito está en singular, pero en la transcripción se pone en plural.
172
Error del autor. Según los demás biógrafos, era el señor Compagnon.
168 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 169

<58>
Pero quien manifestó más su pena fue el reverendo padre Barré, quien al saber que
el señor de La Salle no iba a París, él que anhelaba que viniera a establecerse allí,
expresó su disgusto a varias personas. Parece que la divina Providencia no permitió
que el señor de La Salle llegara tan pronto a París, para hacer resplandecer con más
claridad sus heroicas virtudes y extender su Instituto. Y entre las virtudes que dejó
traslucir, su desprendimiento de los bienes de la tierra brilló de manera especial. Pues
no se contentó con haber dejado su canonicato, sino que casi de inmediato tomó
medidas para desprenderse de su patrimonio en favor de los pobres, ya que deseaba
cumplir la palabra de Nuestro Señor Jesucristo a sus apóstoles y a cuantos quisieran
seguirle: «vende cuanto tienes y repártelo entre los pobres» (Lc 12, 33)173. Y eso es lo
que hicieron los apóstoles y todos los santos, en pos de ellos, que se dedicaron al
ministerio de la salvación de las almas.
La ocasión que Dios proporcionó a su siervo para desprenderse de sus bienes
patrimoniales fue, como lo vimos en el capítulo cuarto de esta segunda parte, lo que le
habían174 manifestado aquellos Hermanos que estaban tentados de abandonar la casa,
porque decían que no hallaban seguridad en ella. Él se consideró obligado a ser el
primero que se pusiera en la disposición en la que deseaba que se hallasen todos sus
Hermanos, que era abandonarse a Dios. Pero lo que más le preocupaba era que
dudaba si debería emplear su fortuna para sostener las escuelas. Pues de una parte, el
padre Barré le disuadió de ello rotundamente; y como el parecer de este santo
religioso no era habitual, por eso se atenía más al mismo, pues consideraba como un
santo a aquel que se lo proponía, tal como dejó por escrito.
Por otro lado, consideraba cómo el señor Roland había fundado

173
La referencia está añadida en el margen izquierdo del manuscrito.
174
En el manuscrito aparece en singular, pero se corrige en la transcripción.
170 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 171

<59>
las escuelas de niñas, y no sabía por cuál decidirse. Así pues, en esta disparidad de
pensamientos, creyó que debía ponerse en la disposición en la cual estuvo por el resto
de su vida, que fue abandonarse al proceder de la divina Providencia de Dios, a quien
dirigió esta corta, sencilla, pero fervorosa oración:
«Dios mío, yo no sé si hay que sostenerlas o no. No me corresponde a mí establecer
comunidades, ni saber el modo de establecerlas. A ti corresponde, Dios mío, saberlo y
hacerlo, y de la manera que te plazca. No me atrevo a fundarlas porque no conozco tu
voluntad; y no contribuiré en nada a sostener nuestras casas. Si Tú las sostienes,
estarán bien sostenidas; si Tú no las sostienes, quedarán sin apoyo. Te ruego, Dios
mío, que me des a conocer tu voluntad en este proceder».
Una oración tan fervorosa y desinteresada no resultó inútil, pues Dios, al ver la
santa disposición en que se encontraba su siervo, le inspiró, desde ese
momento, que se abandonara a Él sin reserva. Es lo que hizo, y todas las casas
que ha abierto desde entonces las ha puesto bajo la dirección de la divina
Providencia, pues se había persuadido, y convenció también a los Hermanos, de
que en la medida en que sirvieran bien a Dios, en que le buscaran sólo a Él y la
salvación del prójimo, Dios no les faltaría nunca en la necesidad. Y un día, para
hacerles experimentar lo que les decía, después de citarles aquellas palabras del
evangelio en las que Jesucristo dice que se busque primero el Reino de Dios y su
justicia, y que el resto, a quien obre así, le será dado por añadidura, les dijo, para
moverlos a que dieran gracias a esta divina Providencia: «Gracias a Dios, mis
queridos hermanos, aunque nosotros
172 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 173

<60>
no tenemos ni bienes, ni rentas, he ahí que han transcurrido dos deplorables años de
sequía; no debemos nada a nadie en nuestras casas, mientras que hay varias casas
religiosas que se han arruinado, a pesar de estar bien sostenidas, porque se han visto
forzadas a vender y a pedir prestado para poder subsistir».
Este hombre de Dios siempre se ha abandonado a la divina Providencia de tal
modo, que ésta nunca le ha faltado, como se puede ver en el transcurso de esta
historia. En esta santa disposición, puso sumo cuidado en dar cuenta de ello a su
director, quien al ver que su fervoroso discípulo era verdadero pobre de espíritu,
consintió de buen grado, por los ruegos insistentes que le hacía, que se hiciera
también pobre en la riqueza, y que se desprendiera de lo que poseía para enriquecer a
los pobres. Con todo, sobre este particular, se hallaba en la disposición de hacer lo que
su director juzgara oportuno; pues le dijo que si no era su voluntad, desconfiaría, y no
lo haría; y que sólo se desprendería en la medida en que él lo quisiera. Y añadió que si
le decía que conservase algo, lo haría, [de]175 aunque le ordenase que no se reservase
más que cinco sueldos. Ésas son sus propias palabras. Y los abundantes repartos que
de sus bienes hizo en lo sucesivo, sólo los hizo con el parecer de su director.
Todo esto muestra a las claras el desinterés de este santo sacerdote y la indiferencia
que sentía por cualquier estado, de abundancia o de pobreza, en que Dios permitiera
que estuviese, y al mismo tiempo, el respeto y la sumisión que sentía hacia aquel a
quien consideraba que ocupaba el lugar de Dios.
Comenzó, pues, a distribuir su hacienda a los pobres el año 1685. Esto fue muy
oportuno para los pobres, pues aquel año había

175
Palabra tachada en el manuscrito.
174 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 175

<61>
gran carestía de víveres. Los eclesiásticos que en aquellas fechas vivían con él, no
sólo fueron espectadores de su caridad, sino que a veces le prestaron ayuda para
repartir entre los pobres, a los que encargaba que distribuyeran pan, sobre todo en las
escuelas, tanto de niñas como de niños. Además de esto, para extender el fruto de sus
liberalidades a los adultos, igual que a los niños, hacía que acudieran a su casa, en
momentos diferentes, tanto hombres como mujeres, y después de explicarles el
catecismo, para alimentarlos espiritualmente, cosa que con frecuencia hacía él
mismo, les distribuía alimentos corporales. Esto duró bastante tiempo, hasta que no le
quedó más que muy poca cosa.
Las distribuciones de pan que se hacían diariamente alcanzaban, un día con otro,
cerca de cien pistolas176, sin contar las limosnas particulares que se hacían en dinero a
todos los pobres vergonzantes, y a otros que acudían a este nuevo Juan limosnero, que
movido por su pobreza los asistía en todo cuanto necesitasen.Lo poco que se reservó,
por consejo de su director y de sus amigos más íntimos, fueron 200 libras de renta,
para no tentar a la Providencia. Las empleó, en parte, en costear los largos y penosos
viajes que tuvo que hacer, y en comprar libros para su biblioteca, para su uso y de la
comunidad; en parte, también, para diversas obras de piedad, como ornamentos de
iglesia, vasos sagrados y hábitos sacerdotales, cosas a las que prestaba mucha
atención.
De este modo fue como este fervoroso siervo de Dios se despojó de todo lo que
tenía, para seguir a Jesucristo pobre y despojado de todo, y para

176
Nombre de una moneda en curso en aquella época.
176 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 177

<62>
dedicarse con mayor libertad a trabajar en su perfección y en la de los demás. Y esto
es lo que hizo con mucho celo y fidelidad, pues después de haber alojado a los
Hermanos, como ya dijimos, en la casa de sus padres, en la que estuvieron poco
tiempo, alquiló otra, enfrente de Santa Clara, que es la misma en la que viven todavía
hoy, y fue comprada posteriormente, gracias a las liberalidades de amigos del siervo
de Dios, por los grandes frutos que producía la escuela que funcionaba en ella. A esta
casa se retiró con los Hermanos y algunos piadosos eclesiásticos que hasta entonces
habían convivido con él.
En esta casa, liberado ya de cuanto podía serle una carga [y sobre todo de sus
hermanos]177, sólo pensó en disfrutar del fruto de su retiro, por el que suspiraba desde
hacía mucho tiempo; vivía en común con aquellos buenos eclesiásticos y con los
Hermanos de su Instituto, y todos, a cual más, se emulaban para ver quién practicaba
más mortificaciones, a ejemplo de quien los había reunido. Pues este siervo de Dios
parecía que quería desgarrar su cuerpo inocente con las maceraciones que practicaba;
ya que se azotaba sin piedad con disciplinas de hierro, que todavía se ven hoy en esta
casa, en número de cinco o seis, que sólo con verlas, causan miedo, pues entre ellas
hay una con bolas de hierro en los extremos, y también hay cinturones de hierro y
cilicios, con los que atormentaba su delicada carne, para domarla.
Los Hermanos, que ya se habían animado a la práctica de la virtud, con los
ejemplos que todos los días les daba su fundador, y sobre todo por su
desprendimiento de los honores y bienes de la tierra, trataban178 de imitarle

177
Frase tachada en el manuscrito.
178
En el manuscrito aparece en singular. Se ha corregido en la transcripción.
178 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 179

<63>
mortificándose como él, pero con la diferencia de que su santo director les limitaba el
fervor, pues no quería que cayeran en situación de no poder cumplir su empleo. Pero
con todas estas precauciones, encontraba mucha dificultad en contenerlos, pues el
fervor los empujaba a caminar sobre las huellas de quien quería frenarlos. Incluso
hubo algunos que se incomodaron por ello durante algún tiempo, por lo grande que
era el vigor interior y el ardor de aquellos dichosos principiantes. Y lejos de frenarse
por los desprecios que les hacían, se sentían más fervorosos aún. La novedad de su
institución y el modo sencillo de su vestimenta, les atraía mil injurias y mil
impertinencias por parte del populacho, y [sur]179 todo esto no les extrañaba. Las
piedras que algunos libertinos les arrojaban, eran otras tantas coronas para su
paciencia, pues lo sufrían de buena gana por amor de quien les había llamado al
género de vida que habían abrazado. Y su santo fundador, lejos de desanimarse por
tantas contradicciones, se alegraba con sus fervorosos neófitos y, a ejemplo de los
apóstoles, se consideraban felices de poder sufrir algo por amor de Jesucristo (Hch 5,
41)180.
El ardor de estos primeros Hermanos para mortificarse y humillarse fue tan grande
que uno de ellos, llamado Hermano Bourlette181, de distinguida familia de Reims,
pidió (permiso) un día al santo superior para ir por las calles con una sotana roja, para
vencerse a sí mismo y poner el mundo a sus pies, en el lugar mismo de su nacimiento,
y lo hubiera realizado si el siervo de Dios no le hubiera retenido. Su padre hubiera
deseado que

179
Palabra tachada en el texto.
180
La referencia bíblica está escrita en el margen derecho del manuscrito.
181
En el manuscrito aparece Bourlet, en vez de Bourlette, que es lo correcto.
180 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 181

<64>
desistiera del generoso deseo que tenía de quedarse en una comunidad que el
populacho miraba sólo con desprecio. Fue en vano. Y habiendo sido trasladado a
Laon, su padre, que persistía en su terco deseo, fue a verle allí, pero ni las lágrimas ni
los ruegos lograron que cediera un paso. Murió en esta casa del Instituto, abierta
desde hacía poco, con profundo pesar de todos, a causa de su heroica virtud, y fue
mirado como un santo.
Unos días antes de que cayera enfermo, el párroco fue a verlo, y lo encontró al
frente de las dos clases, pues su compañero estaba enfermo. Deseando aliviarle un
poco y conservar a tan digno sujeto, le dijo que diera asueto a los alumnos por unos
días. Pero él se excusó con sencillez, y le dijo que tenía un pie en la primera clase, el
otro en la segunda, el corazón en el cielo y el pensamiento en el enfermo.
Otro182 Hermano había fallecido poco antes entre los brazos del hombre de Dios,
mientras cantaba melodiosamente y suspiraba por la hermosa eternidad, de la que
decía que no tenía ya dilación, y tarareaba: amor, amor, amor.
Otro falleció el día 1 de mayo, después de haber rechazado ir a tomar los aires
natales, según el consejo del médico y el permiso concedido por su santo superior.
En fin, un cuarto también dejó la tierra algún tiempo después con disposiciones y
sentimientos de extraordinaria piedad, y fue a incrementar el número de intercesores
ante Dios por la propagación del nuevo Instituto que se estaba estableciendo sobre la
tierra, y los que quedaron en vida fueron de gran ayuda al Instituto.

CAPÍTULO VII

El señor de La Salle es censurado por algunas personas


a causa de su excesivo retiro; se ocupa en dar clase e instruye
a los Hermanos para que dirijan debidamente a sus alumnos;
se encarga de las

182
El autor escribió “au” en vez de “autre”. Corregido en la transcripción.
182 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 183

<65>
escuelas del señor Nyel,
que muere algún tiempo después;
regula la forma del hábito que deben llevar los Hermanos;
muerte del reverendo padre Barré

Este santo personaje, liberado ya de todas las cosas de la tierra, se entregó a la


práctica de toda clase de virtudes, y al estar apartado de toda relación con el mundo,
pasaba buena parte del día y de la noche en oración y meditación; para ello se retiraba
a la parte más alta de la casa, a ejemplo de san Ignacio de Loyola. Y para ser menos
importunado por quienes hubieran183 podido ir a hablarle, había escogido un pequeño
palomar, en el que sólo cabía una persona; y allí era donde se entregaba al fervor sin
ser interrumpido ni visto de nadie. Cuando alguien deseaba hablarle, le resultaba
molesto salir de allí; y se encontraba mucha dificultad para sacarle de allí y hacer que
tomara las comidas: tan grande era el deleite que encontraba en conversar con Dios.
Este amor al retiro le producía tal disgusto por las visitas, que salía rara vez; y
cuando se veía obligado a hacerlas, siempre eran muy breves, por temor a que los
largos discursos le hicieran perder el gusto por la santa oración que había conseguido
en sus conversaciones con Dios. Esto mismo hacía que evitara ir a comer a la ciudad,
ni siquiera a casa de sus familiares, por muchos ruegos e insistencia que le hicieran, y
así comenzaba desde entonces a dar ejemplo a los Hermanos de su comunidad de una
práctica a la que les ha obligado por un punto de la Regla, a la cual él mismo fue muy
fiel por el resto de su vida.
Este proceder tan extraordinario del siervo de Dios, tan inesperado, fue pronto
censurado por algunos de sus amigos, que con frecuencia le reprochaban por ello;
pero ni aun así se relajaba en su buena resolución. (Al contrario) se hizo aún mas fiel a
ello, lo cual extrañó

183
En el manuscrito, en singular; corregido en la transcripción.
184 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 185

<66>
de tal manera a quienes le habían censurado, que tuvieron que cambiar sus censuras
en admiración.
En fin, este santo sacerdote, deseoso de elevar cada vez más el edificio de la
perfección que deseaba adquirir, y que reconocía que Dios le pedía, se aplicaba a todo
aquello que le pudiera hacer practicar [la]184 alguna virtud. Y la divina Providencia le
proporcionó ocasión de practicar varias. Pues algunos Hermanos habían fallecido y
no se presentaban en número suficiente nuevos sujetos para ocupar su puesto. Sin
duda, Dios lo permitía así para que nuestro fundador pasara por todos los estados,
pues se vio obligado a desempeñar todas las ocupaciones a las que se dedicaban los
Hermanos de su Instituto; y por falta de sujetos tuvo que dar clase durante bastante
tiempo185 en la escuela de Santiago; los domingos y fiestas iba a la parroquia, para
que los alumnos oyeran misa; y los llevaba a vísperas, después de haberles explicado
el catecismo, cuidando constantemente de ellos en las calles y en la iglesia,
colocándose, para ello, en un lugar desde el cual pudiera verlos fácilmente; y todo
esto (lo hacía) con una humildad y sencillez tales, que edificaban a cuantos le
veían186. Pero lo que más admiración causaba era verle ir y volver cuatro veces al día,
con un sencillo Hermano, vestido con un capote que llegaba sólo a mitad de la pierna,
por encima de la sotana, cubierto con un sombrero muy grande y con zapatos
sumamente toscos, sin preocuparse del qué dirán.
Se esforzaba para que los alumnos observasen los mínimos detalles, y lo que
parecía tener poca importancia. Encontraba especial dificultad, sobre todo, para
conseguir que fueran con orden y compostura a la santa misa, y ponía mucho empeño
en que los Hermanos también lo lograsen. Se lo hizo saber a un Hermano, años
después, en cierta ocasión en que fue desde la casa de París a la de Reims, para visitar
a los Hermanos de esta casa, y se acercó a ver la escuela de

184
Palabra tachada, sustituida por “quelque”, alguna, escrita encima, entre líneas.
185
El texto francés dice “Un assez long et espace”; “et” está de sobra, y al hacer la transcripción se ha
corregido.
186
“Edificaban” y “veían” están en singular en el texto. Se ha corregido en la transcripción.
186 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 187

<67>
Santiago. Esperó a que los niños saliesen para ir a misa, y se dio cuenta de que el
Hermano que los llevaba no lograba que observasen el orden que él mismo exigía; y
le dijo que cuando él daba clase en esta escuela, cuidaba mucho de que los niños
hicieran un recorrido largo, para que guardaran mejor el orden; y le mostró de qué
manera hacía, y por dónde los conducía para lograrlo. Estas pocas palabras muestran
cuál era su exactitud, su amor por el buen orden y su profunda humildad.
[Este santo personaje desempeñó así el humilde ejercicio de la escuela, y su
hermano, que parecía desear imitarle en su celo y en su humildad, se dedicó también
a este ejercicio, pues consintió con gusto que nuestro virtuoso sacerdote le enviara
durante algún tiempo a Guisa, con el señor Nyel, para atender allí las clases, y por
eso tuvo que interrumpir el curso de sus estudios]187. No fue sólo en Reims donde el
señor de La Salle se ocupó en dar clase; también lo hizo en París y en otros lugares,
como se verá en la tercera parte.
Algún tiempo después, el virtuoso señor Nyel, que deseaba volver a Ruán, dejó la
escuela de Laon, donde se encontraba a la sazón, y fue varias veces a Reims, para
rogar a su bienhechor que se encargara de las escuelas de Guisa y de Laon, que hasta
entonces habían188 estado bajo su gobierno; pues veía claramente que Dios había
llenado al virtuoso sacerdote de la sabiduría y prudencia para dirigir el Instituto, y era
testigo de las bendiciones que el Señor derramaba con abundancia sobre los trabajos
de su siervo.
El señor de La Salle se negó durante mucho tiempo a recibir este ofrecimiento,
pues no creía en modo alguno, y así lo pensaba, que Dios quisiera servirse de su
ministerio para extender las casas de su Instituto. Además se encontraba muy a gusto
por no encargarse de muchos asuntos, a fin de tener más

187
Todo el párrafo está tachado en el manuscrito.
188
“Habían”, en el manuscrito está en singular, pero se corrige en la transcripción.
188 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 189

<68>
tiempo para dedicarse a los que constituían sus delicias: la oración y el retiro.
(Como) el señor Nyel no lograba que condescendiera a su deseo, se valió (éste) del
crédito del párroco de San Pedro, de Laon, quien insistió mucho al siervo de Dios
para que se encargara de las escuelas de Laon y de Guisa. Al final se doblegó a las
peticiones de este virtuoso párroco, por quien sentía especial veneración, así como el
párroco no la tenía menor hacia él; después de su muerte, incluso, ha escrito los
elevadísimos sentimientos que tenía hacia él.
Así pues, este santo varón, al verse obligado a dirigir estas dos escuelas, envió
[dos]189 Hermanos que, desde entonces, han tenido siempre estas escuelas, hasta el
momento presente. El señor Nyel, al ver que todo le resultaba según su deseo, y que
todas las cosas estaban en buen estado, rebosaba de alegría, de manera que podía
decir con el anciano Simeón: «Ahora, Señor, permitid a vuestro siervo morir en paz»
(Lc 2, 29)190, pues he visto a aquel de quien queréis serviros para cooperar en el gran
empleo de las salvación de las almas por la instrucción de la juventud.
Este fervoroso personaje partió en seguida y se dirigió a Ruán, de donde había
salido. Murió algún tiempo después, con fama de santidad, habiendo consumido su
vida en la instrucción de la juventud y en la práctica de las virtudes, y sobre todo, el
desprendimiento de los bienes de la tierra. Puede decirse que Dios se sirvió de él para
dar comienzo al Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, en cuanto que
lanzó al señor de La Salle a realizar y a encargarse de una cosa en la que nunca había
pensado. En fin, estuvo dotado de todas las bellas cualidades que pueden encontrarse
en un simple laico, como él era.
Nuestro virtuoso sacerdote, en cuanto conoció su muerte, manifestó el pesar que
sentía, y señaló oraciones por el reposo de su alma. Él mismo las hizo, en particular y
en público, y mandó cubrir (con telas) de duelo la iglesia de las Hermanas (de las)

189
“Dos” (deux) se ha corregido por “des”.
190
La referencia está escrita en el margen izquierdo del manuscrito.
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<69>
huérfanas, y mandó cantar una misa solemne, que celebró él mismo, y quiso que
todos los Hermanos comulgasen en ella a intención del difunto, y que llevasen a todos
los alumnos, lo que se realizó con mucho fervor y modestia.
Algún tiempo después de la muerte de este virtuoso personaje, el señor de La Salle,
que se había visto sometido a presiones de diversas personas, entre otras por el señor
alcalde de la ciudad de Reims, para que diera a sus Hermanos un manteo, se consideró
obligado a hacer lo que tanta gente le aconsejaba. Hasta entonces, los Hermanos sólo
habían llevado un hábito negro, corto, con un cuello (rabat) y un sombrero muy
grande. Y como en este tiempo se llevaban sombreros de alas amplias, los Hermanos,
para no conformarse con el siglo, como dice el Apóstol, los llevaron aún más grandes,
lo cual les atrajo las risas y chanzas del populacho. Lo que más le determinó a no
diferir el darles un manteo, fueron los insistentes ruegos que le hicieron los Hermanos
para que les diera un hábito que les distinguiera totalmente de las gentes del mundo.
Este santo superior, muy satisfecho de que Dios le diera a conocer su voluntad por
medio del consejo de tantas personas, mandó hacerles mantos con mangas, y se les
dio el nombre de manteos, nombre que ha quedado hasta hoy. También les hizo
vestidos de la misma tela, es decir, de sarga cruzada, y de la misma forma como se
lleva hoy. Este tipo de hábito sencillo y modesto fue muy respaldado por los
superiores y señores obispos que llamaron a sus diócesis a los Hermanos de las
Escuelas cristianas.
Pero como todos los espíritus no se asemejan, Dios permitió que su siervo fuese
molestado por una persona de autoridad que no podía aprobar este tipo de hábito.
Ocurrió en París, donde tuvo que soportar penosas contrariedades a causa de este
asunto, dos años después de que nuestros Hermanos se establecieran allí. Esa persona
hubiera deseado que los Hermanos llevasen un
192 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 193

<70>
manteo largo, lo que era muy opuesto a sus vistas e intenciones y tema de revuelo en
todas las casas del Instituto Pero Dios, que sin duda permitía todo esto para hacer
manifiesta la paciencia, y al mismo tiempo la firmeza de su siervo, hizo que se
calmara esta tormenta, afectado por las oraciones y mortificaciones que hacía de
continuo este santo varón, para rogarle que cambiara el corazón de quienes le
inquietaban191.
Al mismo tiempo, deseoso de hacer ver que la intención que tenía de no cambiar en
nada el hábito de los Hermanos era la adecuada, puso por escrito las razones que le
impulsaban a ello; son razones tan justas y sólidas, que es casi imposible que una
mente sensata pueda hallar algo que rechazar. Hizo que las vieran sus directores y los
superiores del seminario de San Sulpicio, que las aprobaron, lo cual le confirmó aún
más en la resolución que tenía de mantenerse firme en que el hábito de los Hermanos
de su Instituto conservara siempre su antigua forma. No nos ha parecido necesario
recoger aquí las razones que dejó por escrito, pues aparte de que son demasiado
numerosas, lo que hemos dicho parece suficiente para mostrar que la firmeza para
mantener lo que sólo había hecho con el parecer de personas doctas y prudentes.
Antes de que todo esto sucediera en París, donde los Hermanos aún no se habían
establecido, el señor de La Salle se sintió muy afligido por la muerte del reverendo
padre Barré, sucedida el 31 de mayo del año 1686. Este santo religioso murió
colmado de años y de méritos, en el convento de los religiosos de su orden, en la Plaza
Real, de París, llorado por todas las personas de bien que le conocían192, y
particularmente de nuestro siervo de Dios, que sentía una estima muy particular por
él, y a quien consultaba habitualmente en sus empresas y dificultades; y Dios, que se
complacía en ver el desinterés

191
En el manuscrito está en singular, y ha sido corregido en la transcripción.
192
En el manuscrito está en singular, y se ha corregido en la transcripción.
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Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 195

<71>
de uno y otro, derramó con abundancia sus bendiciones sobre aquel que pedía consejo
y sobre aquel que aconsejaba.

CAPÍTULO VIII

El señor de La Salle regula la alimentación de los Hermanos de su comunidad;


extrema mortificación que muestra para vencer la resistencia que sentía
para observar esta regla; los Hermanos se reúnen para emitir votos;
el señor de La Salle se descarga del superiorato y es obligado a reasumirlo

Una vez que el señor de La Salle había regulado el tipo de hábito de los Hermanos
de su Instituto, se dedicó también a regular las demás cosas necesarias para el buen
orden de una comunidad. Comenzó por el régimen de vida que los Hermanos debían
observar en las comidas, excluyendo de su mesa todo lo que oliera a delicadeza,
deseoso de que no se sirvieran [más]193 más que carnes de tienda, y verduras los
viernes y sábados, así como los días de ayuno. Al principio él sintió mucha
repugnancia para acostumbrarse a este género de vida, tan opuesto a su naturaleza
delicada, y el corazón se le saltaba cuando se veía obligado a comer potaje donde
habían echado sal; y se veía forzado a devolverlo a medida que comía, por lo cual
había que servirle otro alimento distinto del de los demás, aunque contra su voluntad;
lo que ocurrió durante poco tiempo, pues se llenó de una santa indignación contra sí
mismo, por no conformarse con la comunidad, y quiso adaptarse a ello, costase lo que
costase194, sin escuchar la repugnancia y la incomodidad que en ello encontraba.
Recomenzó, pues, a comer como sus Hermanos, y sintió las mismas repugnancias;
pero, sin escucharlas, combatió con tanta generosidad contra sí mismo, que al final se
acostumbró, y luego comenzó a comer de todo lo que se le servía, por muy tosco

193
La frase francesa es “qu’on ne servit [plus] que des viandes...”. La palabra “plus” no es necesaria,
pero en español es preciso traducirla.
194
La frase francesa es: “et voulut à quel[que] pris que ce fût”; por lo cual, al cambiar el giro en la
traducción, no se puede señalar en español la omisión del “que” que va entre corchetes.
196 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 197

<72>
y mal preparado que estuviese. El mejor medio que pudo encontrar para
acostumbrarse a aquel género de vida fue quedarse mucho tiempo sin comer, para
poder encontrar sabroso cualquier cosa que se le [re] presentara, y es también el
medio más adecuado, pues como él mismo dice en el libro que escribió de las reglas
de urbanidad civil y cristiana, el hambre hace que se encuentre todo sabroso. Y para
vencer más y más esta repugnancia, llegó incluso a tragarse alguna vez lo que su
estómago no podía admitir, y que estaba a punto de arrojar por tierra. Tantos actos de
mortificación no fueron inútiles. Pues parecía que Dios hubiera eliminado de los
manjares que se le presentaban lo que le hubiera podido causar repugnancia y
disgusto. O bien, se había acostumbrado de tal forma a mortificar su gusto, que
aquello que hubiera debido hacérsele insoportable, parecía haber cambiado su
naturaleza poco atrayente. Y es lo que se puede advertir en el ejemplo que sigue.
Un día, el Hermano cocinero, que sin duda no era muy hábil en ese oficio, ni
tampoco en el conocimiento de hierbas, puso ajenjo en las raciones, y la mayoría de
los Hermanos no pudieron comer, a causa de su sabor amargo. El hombre de Dios
pareció extrañado por ello, y al final de la comida se informó del motivo que había
impedido a los Hermanos comer como de ordinario. Se le preguntó si no había
sentido amargor en su ración. Respondió que no, y que había comido la suya como de
ordinario, sin prestar atención al amargor del que le hablaban. En otras varias
ocasiones, no sentía el gusto de lo que comía, porque no se paraba a pensar en ello,
pues estaba totalmente ocupado en escuchar la lectura de la mesa.
Después de haber regulado lo que creyó necesario en la alimentación, se dedicó,
poco después, a adoptar con sus Hermanos los medios para procurar la estabilidad de
los sujetos que ya estaban en el Instituto y los que viniesen. Por lo cual, comenzó con
ellos un retiro, un día de Pentecostés del año 1687, según la costumbre que se ha
conservado porteriormente. En ese santo día
198 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 199

<73>
fue cuando estos nuevos sucesores de los apóstoles, en su celo y pobreza, se
dispusieron a atraer sobre ellos la plenitud de las gracias del Espíritu Santo, sin las
cuales no habrían podido adoptar ningún medio adecuado, y con las cuales podrían
superar todos los obstáculos que podrían encontrar en su recorrido; y sobre todo,
necesitaban esas gracias para sostener con ánimo los asaltos que les tendrían195 que
presentar el mundo y el infierno en su empresa.
Preparados de esta manera para recibir el Espíritu Santo el mismo día que lo
recibieron los apóstoles, también ellos fueron repletos de Él. Lo que se hizo patente
por la resolución que adoptaron de consagrarse enteramente a Dios por el voto de
obediencia y de castidad. Pero antes de ejecutarlo, trataron entre ellos para ver si
hacían voto de castidad, como algunos proponían196, y si se haría voto para toda la
vida, o sólo por un tiempo. El hombre de Dios, que tenía razones muy sólidas, como
es fácil de suponer, para apartarles de hacer tan pronto votos perpetuos de obediencia,
y menos aún de castidad, les hizo ver que no había que precipitar nada, y que había
que probar, durante algún tiempo, si era la voluntad de Dios. Los Hermanos
escucharon las razones de su superior, moderaron la llama de su primer fervor, y
resolvieron que harían voto de obediencia, sólo por un año. Lo cual fue realizado el
domingo de la Santísima Trinidad, fiesta que desde entonces siempre ha sido
considerada por los Hermanos de las Escuelas Cristianas como su fiesta principal. Su
retiro duró desde el domingo de Pentecostés hasta el día de la Santísima Trinidad, y
siguieron renovando sus votos todos los años el mismo día, hasta el año 1694, en que
el siervo de Dios creyó que era la voluntad de Dios que los Hermanos emitiesen votos
perpetuos de obediencia, y es lo que hicieron. Comenzó él mismo el primero, leyendo
el suyo en voz alta en el oratorio de los Hermanos, después de haber dicho la Santa
Misa, en la que comulgaron todos, y luego,

195
En el manuscrito está en singular, y se ha corregido en la transcripción.
196
En el manuscrito, en singular; se ha corregido en la transcripción.
200 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 201

<74>
hicieron sus votos, uno tras otro, con sumo contento y consuelo, tanto por parte de su
santo director como de sus fervorosos discípulos, y así lo diremos más tarde.
Poco [tiempo]197 después de que los Hermanos hubieran hecho votos anuales, y
antes de que hicieran los perpetuos, este santo sacerdote, que no buscaba más que
humillarse y ejercitarse en la práctica de la obediencia, reunió [por segunda vez]198 a
los principales Hermanos de su Instituto que estaban en Reims, y a algunos de las
otras casas que se habían establecido recientemente. Fue [el año 1687]199 en el ya
señalado año de 1687 cuando se celebró esta [segunda]200 asamblea. Hizo con ellos
un retiro de ocho días, durante el cual explicó a los Hermanos, con muy sólidas
razones, en una exposición que les hizo, la necesidad que sentía de que fuese un
Hermano el superior del Instituto, de tal modo que estos buenos Hermanos no
pudieron resistir las justas razones que adujo sobre esta necesidad, y asintieron sin
réplica y sencillamente a todo lo que deseaba. Por lo cual pensaron elegir a uno de
ellos que fuese capaz de desempeñar este cargo. Y los diversos votos recayeron en el
Hermano Henry L’Heureux, hombre prudente y lleno del espíritu de Dios, que era
uno de los primeros y de los más perfectos de todos los Hermanos, de quien
hablaremos más tarde, el cual se sometió a dicha elección con tanta sencillez como
humildad, lo que alegró sobre manera a este humilde siervo de Dios, que sentía hacia
este buen Hermano particular estima, a causa de su sólida201 virtud.
Se vio, pues, a este santo sacerdote someterse a un simple Hermano, pero con tanta
humildad, sumisión y respeto que cuantos lo veían se llenaban de admiración; y tan
solo su ejemplo hacía fervorosos a los más relajados, y a los más fervorosos los
animaba a avanzar cada vez más en el camino de la virtud. Su exactitud fue tan grande
y tan profunda su humildad, que el virtuoso Hermano Henry L’Heureux se sentía
confundido, pues no podía admirar suficientemente su prontitud para ser el primero
en los ejercicios, su fidelidad a la más mínima práctica de la casa

197
Tiempo, “de temps”, en francés, está tachado en el manuscrito.
198
Tachado en el manuscrito.
199
Tachado en el manuscrito.
200
Tachado en el manuscrito.
201
En francés, en vez de “solide” el autor puso “solitude”, lo que es un error palpable.
202 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 203

<75>
y su amor a la práctica de la santa obediencia. Se veía que este santo personaje se
sometía a no hacer nada sino después de haber obtenido el permiso del Hermano
superior; y ni siquiera se hubiera permitido salir para ir a celebrar la misa, sin haber
obtenido el permiso expreso. También se le veía ofrecerse a limpiar los lugares de la
casa; pero no eran ofrecimientos especulativos, cosa hoy tan común, que a menudo
uno se ofrece a hacer cosas humildes para que se le dispense de ellas; y cuando se
presenta la ocasión de realizar alguna, se intenta evitarla todo lo posible. No sucedía
así con este santo siervo de Dios, pues si se ofrecía a realizar cosas humildes y
humillantes, inmediatamente intentaba encontrar alguna ocasión, tal como se puede
advertir en el ejemplo que sigue.
Un día en que los Hermanos estaban en el recreo después de la comida, oyó que
alguien decía al Hermano superior que había un lugar de los más viles de la casa que
necesitaba que lo limpiasen. Él creyó que había obtenido permiso para ello, y fue
inmediatamente a buscar los instrumentos necesarios para realizarlo; y ya los tenía en
sus manos para ocuparse en tan bajo trabajo, cuando el Hermano superior acudió y le
dijo con mucho respeto que nadie le había dicho que hiciera aquella cosa tan indigna
de su carácter y que tuviera la bondad de no hacerlo. La obediencia de este gran siervo
de Dios le privó del beneficio que creía obtener de la humildad que deseaba practicar;
pues dejaba a su pesar lo que había comenzado con tanto gozo. Con este ejemplo,
también se puede ver la sinceridad y la pureza de su virtud, que no era, como ya
señalamos, especulativa, sino práctica.
Entre los Hermanos no había aún ninguna regla escrita, ni tampoco era necesario,
me parece, pues este santo varón sustituía a cualquier buen reglamento, con los
continuos ejemplos de virtud que les daba. Él era, digo, su regla viva, pues las reglas
que redactó más tarde por escrito son expresión
204 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 205

<76>
de cuanto él practicó en toda su amplitud. Y si él exige perfecta sumisión en esta
regla, es porque él tuvo toda su vida estima muy especial por la santa virtud que el
gran san Agustín dice que es la única que conoce, la obediencia. Él no perdonó nada
para imprimir en sus Hermanos el amor a esta hermosa virtud que siempre miró como
el sostén de las comunidades. Y si [a]202 hizo tantos reglamentos para apoyar el buen
orden, es porque durante toda su vida tuvo gran amor por la regularidad, y de forma
similar trató de inspirar este mismo amor a sus Hermanos. Pero dejemos hablar a este
hombre de Dios y con sus palabras se verá el amor que tenía a estas dos virtudes
mejor que lo que pudiéramos decir. He aquí cómo habla de la obediencia a una
religiosa a quien dirigió mucho tiempo a través de cartas; sólo transcribiremos
algunos párrafos de estas cartas, pues seríamos excesivamente largos en este capítulo
si las pusiéramos por entero. He aquí lo que dice.
No atraerá las gracias de Dios sobre usted sino obedeciendo y sometiéndose
en todo por amor de Dios. Obedezca con anonadamiento interior al Espíritu de
Nuestro Señor, que reside en quienes ocupan su lugar, para [la]203 cumplir la
voluntad de Dios. Adore a menudo a este Espíritu, de acuerdo con cuyas
mociones debe usted actuar y dejarse guiar. Sea fiel en pedir permiso para las
mínimas [cosas]204 exenciones, y no escuche en eso los razonamientos de su
espíritu. Nada pide la naturaleza con más fuerza que sacudir el yugo de la
sumisión. Es natural realizar sin dificultad lo que se conforma con nuestro
sentimiento y hacerlo sólo por inclinación; eso no es obedecer. Pero cumplir
lo que se nos manda sin enjuiciarlo, por muy contrario que sea a nuestro
sentimiento o a nuestras inclinaciones, ésa es la obediencia. Hay que obrar por
espíritu de fe, para que sea pura. Nunca hay que examinar las miras y las
razones que haya habido para mandarnos una cosa, sino que hemos de sofocar
todos nuestros razonamientos y dificultades; actuar sólo porque se nos manda,
he ahí cómo debe usted obrar en adelante. Ha de saber —continúa— que, en
cuanto uno quiere comenzar a buscar razones,

202
En el manuscrito dice “s’il fait tant”, y lo lógico es que diga “s’il a fait tant”.
203
Palabra tachada en el manuscrito.
204
Palabra tachada en el texto.
206 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 207

<77>
ya no hay obediencia. ¡Hermosa perfección amar sólo lo que gusta! No obre
así, se lo ruego; no razone en nada, ni respecto de nadie. Ante Dios, todo es
bueno cuando lo sazona la obediencia205.
De todo lo que se acaba de decir, se ve cómo era el espíritu que animaba a este
santo sacerdote, que no era sino un espíritu de sumisión y de dependencia. Pero
veamos, en pocas palabras, su amor a la regularidad por lo que escribió a esta misma
persona.
Sus Reglas —le dice— deben servirle de guía en todos sus actos, y no los
ejemplos de quienes las quebrantan. Si ha leído bien al señor de la Trapa,
habrá aprendido, sin duda, en él, que no es singularidad el observar las Reglas
en una comunidad cuando algunos no las observan. Que piensen de
nosotros206 lo que quieran; mientras cumpla con su deber, no se preocupe en
absoluto.
Considérese y actúe como lo haría una fervorosa novicia respecto de todas
las prácticas regulares. En adelante considere que las Reglas son para usted
como la explicación y la aplicación que le hacen a usted de cuanto contiene el
Evangelio. Obsérvelas del mismo modo. El espíritu de fe le permitirá ponerse
en tales sentimientos y en este proceder. Recuerde que quien descuida las
cosas pequeñas caerá en grandes faltas. Observe su regla y su reglamento
diario, y haga de uno y de otro lo esencial para usted; eso tendrá más valor que
hacer milagros207.
Ciertamente, si según el evangelio, el hombre de bien saca del buen tesoro de su
corazón cosas antiguas y nuevas (Mt 13, 52)208, ¿no se puede decir que este hombre
de Dios es ese hombre de bien, ya que saca de la abundancia de su corazón
enseñanzas tan saludables para la salvación de quienes deseen practicarlas? Lo que
decía a esta buena religiosa, lo decía también a sus Hermanos, y les amonestaba
siempre que en cuanto fueran fieles en observar sus reglas, se mantendrían en su
estado, en la piedad, y producirían gran fruto en

205
Carta 124.
206
En la carta 121 de las Obras Completas, el texto dice “vous”, y en el texto de F. Bernard, pone
“nous”.
207
Carta 121.
208
Esta referencia no aparece en el manuscrito.
208 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 209

<78>
su empleo, porque Dios daría su bendición.
Pero este santo varón no se contentaba sólo con edificar a sus Hermanos con los
ejemplos de sumisión y de regularidad; practicaba constantemente actos de humildad
en su presencia, se abajaba, incluso, a besarles los pies, a pedirles perdón y a servirles
en todo y en todas partes. Se le veía arrodillarse ante el Hermano superior para
acusarse de sus faltas y pedirle penitencia. Si se humillaba de ese modo delante de sus
Hermanos, no menos lo hacía ante sus [Hermanos]209 amigos cuando iban a visitarlo,
y no temía hacerles saber que no podía hablarles sin haber obtenido previamente
permiso. Y es lo que sucedió un día en que varios canónigos amigos suyos fueron a
visitarle. Se dieron cuenta de que él no quería hablarles sin haber obtenido antes
permiso, y se extrañaron mucho. Pero no fueron éstos los únicos testigos de su
humildad; hubo además otros que acudieron a visitarle, y le encontraron por azar en la
casa; se aproximaron a él para saludarle, y les rogó que le permitieran ir a pedir
permiso para hablarles. Al cabo de un rato volvió, y ellos, que eran muy cercanos de
él, se quejaron mucho de tal proceder, y le dijeron que no era propio de un doctor, y
menos aún de un sacerdote, someterse a un simple Hermano, a lo que el siervo de
Dios sólo respondió con una modesta sonrisa210. Con todo, el asunto se extendió por
la ciudad. Varias personas se quejaron a los superiores eclesiásticos del proceder del
señor de La Salle, pues pensaban que ofendía a su carácter al rebajarse de aquel
modo. Por lo cual, fue obligado, con gran pesar suyo, a asumir de nuevo el
superiorato, que había dejado con tanta alegría. Esto alegró mucho a los Hermanos, y
sobre todo al Hermano Henry L'Heureux, que consideraba vergonzoso ver a este
santo personaje humillarse de tal modo.
Varias personas no aprobaron, tal vez, este proceder del señor de La Salle, porque,
aparentemente, su humildad condenaba

209
Tachado en el manuscrito.
210
Hay una evidente equivocación en el texto. El autor ha escrito “souris” (ratón), en vez de “sourire”
(sonrisa). Se ha corregido en la transcripción.
210 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 211

<79>
a su orgullo, pero nos reservamos para hacerles ver en otro momento cuán
equivocados estaban al condenar el proceder de este hombre de Dios. Baste decirles,
por ahora, que quiso imitar a Jesucristo, sacerdote eterno según el orden de
Melquisedec, que no desdeñó postrarse a los pies de los apóstoles, que eran personas
toscas, y entre los cuales había un demonio. Por tanto, condenar lo que hizo este santo
sacerdote al humillarse como lo hizo ante sus Hermanos, es desaprobar lo que hizo
Jesucristo ante sus apóstoles.

CAPÍTULO IX

Estima que varias personas sienten por el señor de La Salle; contrariedades


que sufren, él y sus Hermanos, por parte del pueblo; su prelado desea
retenerle en la diócesis, y él se excusa; establece en Reims dos comunidades

El señor de La Salle continuó en su cargo de superior, con mucha más humildad


aún con que lo había hecho antes, y avanzaba cada día en el camino de la virtud,
mientras esperaba la ocasión para poderse descargar de lo que había asumido con
mucho pesar. Y el ejemplo que daba a sus queridos hijos les servía no poco para
animarse a la práctica de la virtud. Como en aquella época todavía no había
noviciado, bastaba que un pretendiente hubiera pasado una quincena con este santo
varón, para estar preparado para ser [lleno]211 enviado a las escuelas; tan animosos
eran los ejemplos de virtud que les daban212, tanto él como sus Hermanos, que eran
alentadores. Pero el buen olor de sus virtudes, o más bien, el buen olor de Jesucristo
que difundía entre sus Hermanos, se extendía también a varias personas de piedad, las
cuales, admiradas por su celo, por su humildad y por su desprendimiento de las cosas
de la tierra, concibieron gran estima hacia él. El señor duque de Mazarino, ya
fallecido, noble muy piadoso y celoso de la gloria de Dios, le profesaba tan gran
estima, que cada vez que iba a Reims, le hacía el honor

211
Palabra tachada en el manuscrito.
212
En el original está en singular: “qu’il donnait”; en la transcripción se ha puesto “qu’ils donnaient”.
212 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 213

<80>
de visitarle; y como sentía gran afecto hacia todas las personas piadosas, manifestaba
el que sentía por el siervo de Dios de manera muy especial, tanto por sus virtudes, de
las que estaba bien informado, como por el bien que procuraba a la gente, ayudando al
sostén del Instituto de las escuelas gratuitas, y de las cuales él mismo había facilitado
una fundación en su villa de Mazarino. Un día le envió a decir que al día siguiente
deseaba asistir a su misa, a las seis de la mañana; el señor de La Salle se lo concedió
gustoso para satisfacer su devoción. Al día siguiente vino este buen noble
acompañado de un criado, a pie, y avisó a nuestro santo sacerdote. Entre cinco y seis
fueron juntos a la iglesia, a la cual llegaron los Hermanos poco después, y se
colocaron en la iglesia en sus sitios ordinarios. El señor duque de Mazarino se colocó
hacia la mitad de la iglesia, y los Hermanos, que no le conocían213, pues nadie les
había hablado de él, se colocaron unos delante, otros detrás, y a sus lados; y el piadoso
duque se sintió muy edificado por la modestia de todos ellos.
El señor Bailly214, ya difunto, sacerdote de Saint-Thierry, también profesaba
profunda veneración al señor de La Salle, y manifestaba mucha estima por el
establecimiento de las escuelas, que visitaba a menudo, tanto para edificarse con los
Hermanos, como para ver a quien había dejado todo por amor de Dios, para trabajar
en la salvación de las almas y para abrazar una vida pobre y despreciada por la gente
del siglo. Este piadoso sacerdote tenía mucha amistad con él, y un día observó los
hábitos que llevaba, y advirtió que su sotana era de una tela casi tan tosca como la de
los Hermanos, y sonriendo le dijo si era así como debía vestirse una persona de su
clase; a lo que el siervo de Dios sólo respondió con modestas sonrisas215, hasta que el
sacerdote cambió de tema.
Otra persona llena de estima para este siervo de Dios, fue un día a visitarle, pero no
tenía otra cosa que decirle que le encomendara a Dios en

213
En el texto aparece en singular, y se ha corregido en la transcripción.
214
El nombre va escrito entre líneas.
215
También se ha cometido el error de poner “souris” (ratón) por “sourires” (sonrisas).
214 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 215

<81>
sus oraciones, porque —añadió— era un santo. Estas últimas palabras le hicieron
sonrojar; y para demostrar a esta persona que no era tal como ella pensaba, simuló reír
algo alto, para que dejara de creer lo que pensaba de él. Pero esta persona, en vez de
perder la estima que le profesaba, a vista de esta pasión aparente, tuvo desde entonces
una estima aún mayor de su virtud, convencido de que hacía aquello sólo para
impedir el aprecio que le tenía.
No nos extenderemos más aquí sobre este asunto, pues lo que hemos dicho puede
bastar para dar a conocer la estima que sentían hacia él a causa de las eminentes
virtudes que brillaban en él. Diremos sólo, en pocas palabras, que el ejemplo que daba
producía frutos maravillosos en muchas personas que no podían dejar de admirar su
proceder, santo en todo y totalmente apostólico, y el desprecio que hacía de todas las
cosas de la tierra. Éste fue el motivo de que diversos tipos de personas pidieran
ponerse bajo su dirección. Pero como él no quería descuidar a los Hermanos con las
excesivas ocupaciones que pudieran darle estos tipos de personas, no se encargó más
que de unas pocas, y entre ellas, de algunas religiosas, después de muchos ruegos que
le hicieron llegar por medio de algunas personas importantes. Y deseoso de llevar a
quienes se ponían bajo su dirección a practicar naturalmente la virtud, y sobre todo a
desprenderse de las cosas de la tierra para apegarse sólo a Dios, exigió a una de estas
religiosas que se había puesto bajo su dirección, que le llevara todo lo supefluo que
había en su celda; pues este siervo de Dios no ignoraba que estaba apegada a algunas
bagatelas. Ella se fue con toda sencillez, aunque con cierta repugnancia, a hacer lo
que se le mandaba, y llevó a su director diversas cosas bastante curiosas. Entonces,
216 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 217

<82>
él le dijo que si deseaba estar bajo su dirección, era necesario quemar todas aquellas
bagatelas delante de él, lo que ella hizo de inmediato, por el deseo que tenía de seguir
bajo la dirección de este hombre de Dios.
Pero si, por un lado, existía la estima de este santo varón, el demonio no olvidaba
nada para poner dificultades; pues como la obra que [hacía]216 había establecido no
tendía más que a destruir su imperio infernal, trató de arrojar el descontento en el
espíritu de los artesanos y de los pobres, que hasta entonces habían vivido en una
indolencia culpable respecto de sus hijos, sin corregirlos de sus faltas, y descuidando
en este punto el consejo que les da el Sabio en sus Proverbios, cuando dice que no hay
que descuidar nunca la corrección del hijo, porque —añade— si se le da con el azote
no morirá217, pero si, al contrario, se le corrige, apartará su alma del infierno (Prov 13,
24; 15, 10)218. Pero como las correcciones que podrían dar a sus hijos serían muy
inútiles si los niños mismos no se enmendasen de las faltas que obligan a los padres a
corregirlos, el Sabio los exhorta también a someterse a ella, y les dice que el azote y el
castigo les harán sensatos219; pero que, por el contrario, si se abandonan a su buena
voluntad, serán la confusión de su madre. Los padres, digo, al igual que los niños, se
hallaban220 en aquel momento en disposición de no hacer caso a los santos consejos
que les da el Espíritu Santo y ni siquiera de querer oír que se les hable de castigos. Por
eso se enfrentaron con una especie de furor contra los Hermanos, porque corregían a
sus hijos cuando era necesario. Y los mismos niños, que no quisieron aguantar la
caridad que se les hacía221, fueron los primeros en enfrentarse a ellos. Y quienes
mostraron mayor pasión en este enfrentamiento fueron los artesanos y los pobres, que
habían sido muy mal educados en su infancia, y lo demostraron con el poco
agradecimiento que tuvieron por los esfuerzos y cuidados que los Hermanos se
tomaban para instruir a sus hijos.
Pero si los Hermanos tuvieron que sufrir en este enfrentamiento, su humilde
fundador no tuvo menos que soportar que ellos,

216
Palabra tachada en el manuscrito.
217
El autor ha escrito “courra”, cuando tiene que ser “mourra”. Es, evidentemente, un error de escritura.
218
Esta referencia no aparece en el manuscrito.
219
“Harán sensatos”: en el manuscrito está en singular. Se ha corregido en la transcripción.
220
En el manuscrito, en singular. Corregido en la transcripción.
221
En el manuscrito está en plural, pero se ha corregido en la transcripción.
218 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 219

<83>
pues todo lo que se decía a los Hermanos en conjunto, se le decía a él,
particularmente. Así, este hombre de Dios encontró en este enfrentamiento amplia
materia para ejercitar su paciencia. Y también se manifestó de manera particular.
Pues todas estas dificultades, lejos de amedrentarle y hacerle abandonar su empresa,
le hicieron, a él y a los Hermanos, más animosos que antes. Y pareció claramente que
Dios no permitía que las gentes más bajas del pueblo los ultrajasen de aquel modo
sino para que las personas honestas fuesen espectadores de su paciencia, y luego, el
infierno, vencido por esta misma paciencia, se vio forzado a dejar tranquilos a los que
él perseguía simplemente porque veía que trataban sólo de arrebatarle las almas
rescatadas con la sangre de Jesucristo, con la educación cristiana que daban a sus
hijos. De manera que poco a poco se fueron calmando estas tempestades, y en lo
sucesivo siempre hubo gran estima por la obra del señor de La Salle.
Quien manifestó mayor estima fue monseñor Le Tellier, que ocupaba a la sazón la
sede arzobispal de Reims, quien viendo el bien que producía el Instituto del hombre
de Dios, y habiéndole tenido en gran estima desde hacía mucho tiempo, buscó un
medio para retenerle en su diócesis, y consistió en ofrecerle sus servicios y bienes
para sostener su comunidad, con la condición, sin embargo, de no abrir escuelas en
otros sitios, sino sólo en la diócesis de Reims, tal como lo había pedido también a las
Hermanas llamadas de las huérfanas. Una vez que el hombre de Dios hubo escuchado
las palabras y el ofrecimiento generoso de este gran prelado, le expresó toda la
gratitud posible, y le reconoció humildemente la benevolencia que le manifestaba,
pero se excusó, a causa de la promesa que había hecho al señor párroco de San
Sulpicio, de darle dos Hermanos para llevar las escuelas de su parroquia, y la
necesidad que tenía de acompañarlos. Pues veía la bendición que el Señor derramaba
sobre el establecimiento que la Providencia le había encargado. Así, él creyó que
había que generalizar una cosa tan
220 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 221

<84>
útil para la gente, y no limitarla a una sola diócesis; y estaría encantado de encontrar
el medio para alejarse del lugar de su nacimiento cuando la Providencia le
proporcionara ocasión favorable para ello. Y en espera de esta ocasión, se aplicó con
sumo cuidado a mantener la regularidad en el Instituto, que seguía progresando
siempre, tanto en Reims como en las otras tres casas establecidas en los alrededores.
Y como este hombre de Dios velaba continuamente por el bien y la propagación del
Instituto, no dejaba pasar ninguna ocasión que le pareciese útil para su bien, sin
aprovecharla de inmediato. Y como era hombre de fe, miraba a Dios en todo lo que le
sucedía, y es lo que se puede notar en lo que vamos a decir. Un jovencito de quince
años se presentó para que le aceptaran en el Instituto y fue enviado al siervo de Dios,
que vivía todavía en Reims. Lo recibió, aunque no tenía la costumbre de admitir a
personas tan jóvenes. Y algún tiempo después se presentaron otros tres para lo
mismo. El siervo de Dios reconoció en la llegada de aquellos jóvenes que Dios le
proporcionaba aquella ocasión para bien de su Instituto, y tomó la decisión de formar
una pequeña comunidad, con ellos y con los que más tarde pudieran presentarse. Y
Dios bendijo esta empresa de tal manera, que a los dos meses aquella pequeña
comunidad estaba formada por doce jóvenes, a quienes dio un Reglamento, y puso a
uno de los Hermanos más veteranos para dirigirlos. Él mismo los instruía con
frecuencia, dirigiéndose a ellos como uno más, para ganarlos a Jesucristo, a ejemplo
del Apóstol. Esta pequeña comunidad estaba totalmente separada de los Hermanos.
Estaban alojados solamente al lado de su casa, con una puerta de comunicación para
pasarles lo que necesitasen. Y Dios derramó tanto sus gracias sobre los cuidados que
se tenían con estos jóvenes, que algunos alcanzaron notable virtud. Y es motivo de
edificación verlos en
222 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 223

<85>
la iglesia y por las calles, con tanta modestia como si fueran fervorosos religiosos.
Comulgaban casi cada ocho días, de mano del santo sacerdote, y se les enseñaba a
hacer la meditación. En fin, poco más o menos, hacían los mismos ejercicios que los
que hacen ahora los novicios de San Yon. De vez en cuando, a los de más edad y a los
más fervorosos se les daba el hábito de los Hermanos. De este modo, esta comunidad
venía a sustituir al noviciado.
Algún tiempo después, Dios proporcionó también a su siervo una ocasión de
ejercer su celo y su caridad. Pues varios párrocos de los pueblos oyeron hablar del
fruto que producía el establecimiento de las escuelas cristianas, y pidieron al santo
sacerdote que les enviase un Hermano a cada una de sus parroquias. Él les respondió
que no podía hacer eso, porque no podía ceder más que dos Hermanos juntos, ya que
estaban obligados a vivir en comunidad.
Sin embargo, estos sacerdotes, celosos por el bien de sus parroquianos, siguieron
presionando al siervo de Dios para que no privara a los pueblos y aldeas del fruto que
producía en las ciudades, pero al no podérselo conceder por la razón ya señalada,
algunos de estos párrocos se comprometieron a enviarle los maestros y los jóvenes
que destinaban a instruir a los niños de sus parroquias, para que los formase en la
manera de enseñar a los demás. Este hombre de Dios los recibió caritativamente, y los
alojó en el otro extremo de la casa de los Hermanos, y les dio un Hermano para
formarlos, tanto en la piedad como en todo lo que necesitaban para cumplir
adecuadamente sus obligaciones en sus parroquias. Como en ellas tenían obligación
de cantar, se les enseñaba también el canto llano. Dios bendijo de tal forma los
cuidados que su siervo se imponía para el progreso de su gloria, que esta segunda
comunidad llegó en poco tiempo a contar con veinticinco personas. Entre ellas
reinaba una singular
224 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 225

<86>
piedad, y algunos de ellos tomaron el hábito del Instituto, y los que volvieron con sus
pastores han vivido en el ejercicio de su ministerio con gran piedad y caridad, y
consideraban al señor de La Salle como a su verdadero padre.
Así pues, antes de que el siervo de Dios fuera a establecerse a París, en Reims había
tres comunidades, a saber: la de los Hermanos, la de los jóvenes de los que hemos
hablado, y esta última, a la que llamaban seminario de maestros de escuela; las tres
comunidades contaban con unas cincuenta personas. Y esto muestra a las claras cuál
era la Providencia de Dios con su siervo, pues no contando sino con lo necesario para
mantener a los Hermanos, alimentó y sostuvo222 a otras dos comunidades sin que
jamás les haya223 faltado lo imprescindible.

***

222
En el texto se dice en presente “entretien”; se ha transcrito en pretérito pasado, “entretint”.
223
En el manuscrito el verbo está en plural, corregido en la transcripción.
226 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

ANEXOS

Los dos primeros documentos que siguen se refieren al segundo trabajo realizado por el
biógrafo Frère Bernard. Se trata de un manuscrito completo, en cuatro partes, terminado poco
antes del 4 de mayo de 1723. Pero las Observaciones (Remarques) que siguen confirman la
existencia de un primer manuscrito, limitado a la primera parte y a algunos capítulos de la
segunda, y escrito en 1720-1721 (dieciocho meses antes que el otro), que fue presentado para
la revisión al canónigo Luis de La Salle. El autor de estos dos relatos biográficos es el mismo
que escribe las Observaciones, Fr. Bernard.

Observaciones sobre la Vida del señor de La Salle 1.

Desde que supe que me eligieron para poner en orden la Vida del señor de La Salle,
me estremecía ante el temor de los reproches o de las insatisfacciones de unos y de
otros.
Mi temor no era infundado, pues ya he experimentado lo que tanto temía, y lo que
aumentaba mi reparo era no poder realizar debidamente ese trabajo, tanto por mis
limitaciones como porque vi el poco tiempo del que iba a disponer para ocuparme en
un trabajo que requería tiempo. Con todo, fue preciso que me sometiera al deseo y al
mandato de quienes estaban por encima de mí, que me prometieron su ayuda, y eso
fue lo que me decidió a comenzar este trabajo.
Al principio me dieron numerosas memorias, que leí y releí con atención; pero lo
que más me gustó fue un manuscrito bastante largo, escrito de propia mano por el
señor de La Salle, que contiene el comienzo y el progreso del Instituto de los
Hermanos de las Escuelas Cristianas, del que extraje todo lo que digo en el libro
segundo.
Después de haber leído todas estas memorias, me di cuenta de que no eran
suficientes para elaborar un libro tal como se quería. Por eso urgía a que me dieran
más, sobre todo las que trataran con más amplitud su infancia y cuanto hizo hasta la
fundación del Instituto.
Para ello escribieron a Reims, a su hermano, y al señor Juan Francisco, su primo, y
este último entregó una memoria que contenía algunas particularidades sobre la
piedad que había mostrado desde su niñez. Pero no logré obtener nada de ningún otro,

1
Hoja de papel sencilla, de 25,5 x 17,5 cm, sin lugar ni fecha, escrito por las dos caras, con letra
pequeña, bastante regular. El autor firma: frère Bernard. (ACG, dosier: Bernard).
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Anexos 227

y por eso me decidí a dirigirme a las Hermanas de los huérfanos, que no dejaron de
secundar mis deseos. Pero, con todo, yo consideraba que todo esto era insuficiente.
Lo cual me obligó a suplicar al señor Leschassier2, superior del seminario de San
Sulpicio, que tuviera a bien contribuir, por su parte, con algo. Y él, con mucho afecto,
me dio una memoria relativa a lo que había hecho durante el tiempo en que estuvo en
el seminario de San Sulpicio. Después de esto, me decidí a comenzar, aunque no
estuviese satisfecho con las memorias que tenía. Pero comprendí que no iba a
conseguir más en adelante.
Así pues, hice un plan de la primera parte y de algunos capítulos de la segunda, y se
lo envié al señor de La Salle, para que comprobara que no había nada que pudiera
molestar a su familia; y esperé más de seis meses a que me lo devolviera, y ocupé todo
este retraso en revisar mi original, en el cual advertí que me expresaba de una manera
muy rígida, por haber seguido escrupulosamente, palabra a palabra, las memorias y la
idea de quienes me las habían dado. Esto hizo que me decidiera a comenzar de nuevo
toda esta obra y a expresarme según mi estilo, y no seguir el de los otros. Yo esperaba
un día y otro que el señor de La Salle me remitiese mi primer borrador para poderme
regular según las observaciones que me hubiera hecho; pero me extrañé mucho
cuando supe que no quería enviarlo hasta que no se le diera el resto. Por tanto, me
decidí a trabajar sin aquella ayuda, que me hubiera sido muy útil.
Dediqué casi dieciocho meses a este segundo borrador, y lo habría terminado antes
si hubiese dispuesto de tiempo, pues no contaba más que con dos horas diarias,
y encima cortadas en momentos diversos. Ése es el motivo por el que en varias
ocasiones me haya repetido.
En cuanto esta obra estuvo terminada, mis superiores me trasladaron de París a
Reims, y me mandaron que llevara conmigo el libro, y que se lo diera a examinar al
canónigo señor de La Salle, para que después de esto se le pudiera dar la última
revisión, lo que desean con impaciencia todos los Hermanos.
Yo esperaba con paciencia el momento de poderlo realizar; me pidieron que se lo
mostrara al señor Guyart3, canónigo de Laon, quien encontró que el comienzo de los
capítulos, las reflexiones y aplicaciones de pasajes (de la Sagrada Escritura) estaban
bien traídos, y que el estilo era pasable; pero que había algunas palabras y
repeticiones que debían corregirse. Este canónigo me reprochó que hubiera hablado
de los «asuntos de la época», y me acusó de haberlo mencionado; y me dijo que
consideraba que para que el libro pudiera ser aceptado por todos, bastaba con decir
que el señor de La Salle había sido muy sumiso a las decisiones de la Iglesia y lleno de
respeto hacia los soberanos pontífices. Yo le respondí que no creía que eso fuera
suficiente y que me parecía necesario decir en qué había mostrado ese respeto y
sumisión. Con todo, estuve de acuerdo en que debía cortar y suavizar varias cosas,
y es lo que he hecho exactamente.

2
El Hermano Bernard escribe “le Chassier”.
3
Bernard escribe “Guyard”.
228 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

En cuanto a las demás faltas, podrán ser fácilmente corregidas en cuanto el señor
de La Salle haya hecho sus observaciones, pues sería inútil hacerlo antes.
He ahí lo que he considerado que debía decir antes de que se pusiera mi obra en
manos del señor canónigo de La Salle, y anhelo que las lea con atención.
Testifico que he escrito esto.
(s) Hermano Bernard

***

Carta del Hermano Juan al canónigo Luis de La Salle4

Al señor
Don Luis de La Salle
Canónigo de la iglesia de Nuestra Señora, en Reims.

Señor:
Me tomo con confianza la libertad de escribirle estas líneas para expresarle mis
humildes respetos y también para rogarle que se tome el trabajo de leer el manuscrito
completo de la Vida del señor de La Salle, nuestro querido Padre y fundador, para que
tenga la bondad de comprobar si todo está de forma debida en él, y si no hay nada de
falso o algo contradictorio, tal como usted me hizo el honor de señalarme en la que
tuvo la bondad de escribirme; tenemos, señor, muy alta estima y respeto hacia vuestra
persona para considerar una obligación indispensable someternos a lo que usted
decida.
Tan sólo me permito la libertad de exponerle con sencillez lo que sigue, y es que
varias personas desearían vivamente que se dejase lo que se dice en dicho manuscrito
sobre sus verdaderos sentimientos respecto de los asuntos de la época, y de los
diversos sentimientos, y damos como razón que va en ello el interés de nuestro
Instituto; otros, en mucho menor número, proponen que no se diga nada sobre ello.
Por lo demás, señor, si es aceptable que yo exponga mi pensamiento sobre ello, creo
que parece bien e incluso necesario que se hable de asuntos tales como ésos, pero sin
molestar a nadie, lo cual nos resultará beneficioso.

4
Hoja sencilla de papel, de 22 x 16,5 cm, doblada varias veces, la dirección y tres páginas de texto;
firmado: Hermano Juan; fechado: París, 4 de mayo de 1723. (AMG, dosier: Bernard). El Hermano Juan,
llamado en el siglo Jean Jacot (Jaquot o Jacquot), era de Château-Porcien, y había nacido el 18 de octubre de
1672; entró en la Sociedad en octubre de 1686; hizo voto perpetuo el día de la Santísima Trinidad de
1694; fue elegido asistente del Hermano Bartolomé en mayo de 1717, y luego asistente del Hermano
Timoteo en agosto de 1720; director de la casa de París.
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Anexos 229

Estoy convencido, señor, de que estando usted tan dedicado, como su querido
hermano, a procurarnos servicio, no dejará de hacer, sobre el particular, lo que sea más
conveniente para la gloria de Dios y la salvación del prójimo, y estamos seguros de que
hemos encontrado en vuestra persona otro padre, que ocupa el lugar de aquel que nos
fue arrebatado para ir a gozar de la gloria del cielo. No cesaremos, señor, de ofrecer
nuestras oraciones a Dios para que le colme de la misma felicidad eterna.
Tal es el profundo deseo de quien tiene la dicha de considerarse, con profundo
respeto y sumo agradecimiento, señor, su muy humilde y muy obediente servidor.
París, a 4 de mayo de 1723.
(s) Hermano Jean

***

Testimonio del Hermano Bernard sobre la caridad


del señor de La Salle5.
Amaba tiernamente a todos sus Hermanos y manifestaba mayor afecto a los que
parecían menos agradables. Siempre estaba dispuesto a escucharlos, para darles los
consejos que necesitaban y para consolarlos en sus dificultades. Sus ocupaciones, incluso
las más urgentes, no le impedían darles esta satisfacción; igualmente, esta gran bondad
producía excelentes frutos, pues a los que estaban a punto de abandonar su vocación,
les bastaba con oír sus amables y encantadoras palabras para reflexionar en su
interior, y avanzar en seguida a grandes pasos en la vía de la justicia; pero la ternura
que sentía hacia ellos no tenía nada de inconveniente, lo que es raro, pues es fácil
excederse en este tema, y dejarse llevar por una ternura que no merece tal nombre, lo
que la verdadera caridad no hubiera permitirlo darle tal nombre, o aplaudirlo si
merece justa censura.

5
Estas líneas se toman de Blain (Vie, II, p. 375), que las atribuye «al primero que tomó la pluma en su
mano para escribir su Vida (del señor de La Salle)». No parece que sea temerario reconocer en este
testimonio sobre la caridad del santo, al autor de la vida que comienza con la frase «Proceder admirable
de la Divina Providencia...»
ÍNDICES
del manuscrito de BERNARD

1. Índice de nombres de lugares


2. Índice de nombres de personas
3. Índice analítico
4. Índice de capítulos
Tomo I - 1 - HERMANO BERNARD - Índice de lugares 233

1. ÍNDICE DE NOMBRES DE LUGARES

CAMBRAI
el santo recibe allí las órdenes menores: 13.
después el diaconado: 15.
CHÂTEAU-PORCIEN
lugar de nacimiento del sacerdote Jean FAUBERT: 54.
DARNÉTAL
la señora MAILLEFER había fundado allí escuelas: 23.
cercana a Ruán: 23.
FRANCIA
a la muerte del fundador, los Hermanos están establecidos en 22 localidades: 34.
GUISE
distante 18 leguas de Reims: 39.
el señor NYEL va allí a abrir una escuela: 39.
regresa ocho días después: 40.
vuelve un año después; la escuela ya está fundada: 40.
permanece allí: 45.
la escuela queda bajo su dirección: 45.
Luis de LA SALLE, hermano del santo, dio escuela allí: 67.
el señor NYEL pide al santo que se encargue de las escuelas de G. y de Laón: 67.
el abate GUYART pide al santo que se encargue de las escuelas de G. y de Laón: 68.
LAÓN
— lugar (diócesis) de nacimiento del señor NYEL: 23.
permanece allí: 45.
funda allí una escuela: 45.
esta escuela queda bajo su dirección: 45.
deja la escuela y regresa a Reims: 67.
pide al santo que se encargue de las escuelas de Guisa y de L.: 67.
— el Hermano BOURLETTE es enviado allí, su padre le visita e insiste para que
deje su
estado: 64.
el párroco le visita; respuesta del Hermano, que atiende a dos clases y al enfermo:
64.
— el abate GUYART insiste para que LA SALLE se encargue de las escuelas de
Guisa
y de L.: 68.
234 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

la abadía de Saint-Martin contribuye a pagar la pensión de los Hermanos: 45.


el párroco de la iglesia de San Pedro es cofundador de la escuela: 45.
el párroco será nombrado canónigo de la catedral: 45.
el municipio ayuda a sostener la escuela: 45.
LIESSE
el señor NYEL podría ir allí en peregrinación: 25.
MÉZIÈRES
el santo habría estado allí ejerciendo el sacerdocio: 49.
PARÍS
el santo va a París y visita al padre BARRÉ: 37.
el santo iba allí desde Reims de vez en cuando: 48.
nuevo viaje del santo (finales de 1682); consulta a varias personas sobre su
proyecto de dejar el canonicato: 50.
el santo va a P. en julio de 1683, con la esperanza de dejar el canonicato: 51.
el arzobispo de Reims deja P. en el momento en que llega el santo: 51.
el párroco de San Sulpicio obtiene la promesa de dos Hermanos, llevados por el
santo, para asumir una escuela: 51, 57.
esta promesa no se ejecutará hasta seis o siete años después: 51.
PHILBERT y otras personas prudentes aconsejan al santo que se vaya a P.: 52.
CALLOU desaconseja a La Salle que vaya a P.: 57.
el santo se excusa ante el eclesiástico encargado de la escuela de San Sulpicio: 57.
razones providenciales de retrasarlo impuestas al santo: 58.
el santo da escuela en P.: 67.
al santo le piden que cambie el hábito de los Hermanos: 69.
los Hermanos no estaban aún en P. cuando falleció el P. BARRÉ: 70.
antes de dirigirse a P., en Reims hay tres comunidades: 86.
en un viaje a Reims, el santo aconseja a un Hermano que no tenía orden en la
escuela de Santiago, de Reims: 66.
— abadía de Saint-Germain: Dom Claude BRETAGNE fue prior: 26.
— convento de los Mínimos, en la plaza Real, residencia del P. BARRÉ: 37, 50, 70.
el padre Barré muere en su convento el 31 de mayo de 1686: 70.
el santo visita al padre BARRÉ: 70.
— el santo es enviado al seminario de San Sulpicio: 14.
cada vez que iba a P. el santo se alojaba en el seminario, donde le recibían con
muestras de veneración: 51.
los superiores del seminario aprueban la Memoria sobre el hábito: 70.
PROVENZA
viaje del santo a P.: 22.
durante su ausencia se encuentra el manuscrito sobre los orígenes del Instituto,
escrito por el santo: 22.
Tomo I - 1 - HERMANO BERNARD - Índice de lugares 235

REIMS
— localidad: los de LA SALLE, familia de las más importantes de R. 10.
el santo nació allí el 30 de abril de 1651: 11.
accidente ocurrido al santo en un viaje al volver a R.: 14.
el santo vuelve a R. después de su estancia en San Sulpicio: 15.
el santo es ordenado de diácono en Cambrai, el santo regresa y se dedica al
estudio de la teología: 16.
ROLAND estableció en R. una escuela para huérfanas: 17.
NYEL llega a R. (1679): 23, 24.
la señora MAILLEFER nació en R.: 23.
deseaba fundar escuelas en R.: 23.
la señora MAILLEFER y el señor ROLAND proyectan enviar a R. al señor NYEL:
24.
Guise dista de R. 18 leguas: 39.
el santo va desde París a R. de vez en cuando: 48.
el santo sale hacia París (julio 1683), con la esperanza de renunciar a su
canonicato en manos del arzobispo: 51.
el arzobispo sale de P. hacia R. cuando el santo va a buscarlo: 51.
el recuerdo de CALLOU sigue venerado en R.: 56.
el Hermano BOURLETTE pertenecía a una familia distinguida de R.: 63.
el señor NYEL viaja varias veces de Laón a R. para pedir al santo que se encargue
de las escuelas de Guisa y Laón: 67.
se extiende el rumor de la dimisión del santo en favor del Hno. L’HEUREUX: 78.
se desaprueba el proceder del santo y se informa a los superiores eclesiásticos: 78.
cada vez que el duque de MAZARINO va a R., se acerca a saludar al santo: 79.
MAZARINO asiste un día a la misa del santo, entre los Hermanos: 80.
— casa de comunidad: el santo es consejero de los maestros: 34.
la casa de San Sinforiano se alquila por año y medio; terminaba el plazo el 24 de
junio de 1681: 35-36.
el santo comienza una escuela en la casa de San Sinforiano: 35.
esta casa estuvo siempre bajo la dirección del santo: 45.
— la casa de la calle Nueva toma forma de comunidad; los efectivos se renuevan en
pocos meses: 46-47.
la casa no parece suficientemente asentada (en 1683) para que el santo se marche
a París: 57.
la casa estaba situada no lejos de Santa Clara, allí residen también algunos
eclesiásticos: 62.
los principales Hermanos de la casa y los de las otras comunidades se reúnen por
segunda vez: 74.
— progreso del Instituto en R. y en las otras tres casas: 84.
establecimiento de un noviciado menor: 84-85.
establecimiento de un seminario para maestros del campo: 85.
en total hay unas cincuenta personas entre las tres comunidades: 86.
236 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

— escuela de Santiago: proyecto de fundación: 28.


tratos y propuestas: 29.
los Hermanos suceden a los primeros maestros de escuela: 29.
fondos destinados a la escuela: 29.
generosidad de los remenses: 30.
abierta en septiembre de 1679: 34.
los primeros maestros se alojan en la casa del párroco de San Mauricio: 34-35.
el santo da escuela allí, al faltar un Hermano; ejemplos que da en esa ocasión: 66.
amonesta a un Hermano de esa escuela que no mantenía el orden: 66-67.
— escuela de San Mauricio, comenzada por el señor NYEL, en 1679: 28.
— escuela de San Sinforiano, iniciada por el santo al día siguiente de navidad de
1679: 35.
— abadías:
San Remigio: Dom Claude BRETAGNE era prior: 26.
Saint-Étienne-les-Dames: una hermana del santo fue religiosa en él: 10.
— la sede arzobispal estaba vacante: 13: 15: 56.
Monseñor LE TELLIER arzobispo: 16.
había emprendido la reforma del clero, que estaba relajado; ayudó CALLOU: 56.
el arzobispo quiere retener al santo y a los Hermanos en su diócesis: 83.
— catedral: el santo celebró en ella su primera misa: 16.
el señor ROLAND fue canónigo lectoral en ella: 23.
el santo reza en ella antes de ser recibido por el arzobispo (julio de 1683); varios
testigos intercambian impresiones: 52.
el señor PHILBERT fue en ella gran chantre: 52.
— Cabildo de Nuestra-Señora: dos de LA SALLE fueron canónigos en ella: 10: 29.
descontento causado por la designación de FAUBERT como canónigo: 56.
— iglesias
en la iglesia de las Huérfanas: el santo celebra un oficio por el señor NYEL;
asisten los Hermanos y los alumnos: 68-69.
San Hilario: el santo fue bautizado en ella, II
Santiago: el santo lleva a ella a los alumnos para las vísperas, los domingos y
fiestas, y para la misa los días de clase: 66.
San Sinforiano, a igual distancia de la casa de los maestros y de la del santo: 39.
— seminario: el santo se prepara en él para el sacerdocio: 16.
el señor PHILBERT fue superior del mismo: 52.
— universidad: el santo obtiene el doctorado en teología: 17.
— el municipio acepta la comunidad del señor ROLAND: 18.
antes se habían opuesto a su fundación: 25.
echaría por tierra el proyecto de NYEL: 25.
opuesto a la fundación de escuelas gratuitas de niños: 26.
Tomo I - 1 - HERMANO BERNARD - Índice de lugares 237

el alcalde de R. y otras personas le hacen ver al santo la conveniencia de darles un


manteo: 69.
RETHEL o RETHEL-MAZARIN
el señor NYEL es enviado para fundar una escuela; ayuda del ayuntamiento;
compra de una casa: 45.
el señor NYEL se dirige de R. a Guise: 45.
la escuela de R. queda bajo la dirección de NYEL: 45.
el duque de MAZARINO había contribuido a la fundación de la escuela: 80.
ROUEN
Darnétal está próximo de R.: 23.
la señora MAILLEFER vivía en R.: 23.
está enterrada en el cementerio de San Nicasio: 23.
su memoria aún perdura: 23.
el señor NYEL había comenzado allí las escuelas gratuitas de niños: 23.
fue de R. a Reims: 23.
desea volver a R.: 67.
muere en R.: 68.
el señor ROLAND predicó una cuaresma en R.: 23.
la Hermana DUVAL había sido superiora de las escuelas del padre BARRÉ: 24.
MAILLEFER de R.: 35.
SAINT-YON
los postulantes de Reims seguían ejercicios muy semejantes a los que tenían los
novicios de S.: 85.
SENLIS
uno de los hermanos del santo (Jean-Remy) es llevado al internado de los
canónigos regulares: 43.
238 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

2. ÍNDICE DE NOMBRES DE PERSONAS

ABUELA DEL SANTO


lee a Juan Bautista la vida de los santos: 11.
ALCALDE de la ciudad de Reims (1684-1685)
aconseja al santo que dé un manteo a los Hermanos: 69.
AMIGOS DEL SANTO
censuran su retiro, su rechazo de las visitas, su alejamiento de los suyos: 65.
llegados a verle, los hace esperar para pedir permiso de hablar; se quejan de tal
proceder: 78.
BAILLY, Guillaume,
último abad de Saint-Thierry, cerca de Reims: 80.
su gran veneración por el santo: 80.
censura la pobreza de su sotana: 80.
BARRÉ, Nicolas,
mínimo, fundador de las Hermanas del Santísimo Niño Jesús, más tarde Damas
de San Mauro
intenta la fundación de una congregación masculina: 3.
logra la fundación de una congregación femenina: 3.
sus escuelas de niñas en Ruán: 24.
había logrado establecer las escuelas de niñas: 37.
había intentado las de niños, y reunió seis maestros en San Gervasio, pero fueron
efímeras: 37.
fundador de las Hijas del Santísimo Niño Jesús: 50.
concede al señor ROLAND que vaya la Hermana DUVAL a comenzar la
comunidad de Reims: 24.
conocía al señor NYEL y su poca constancia: 37.
— el santo visita al padre BARRÉ en París (1681): 37.
aconseja al santo que lleve a los maestros a su casa: 37.
urge al santo a cargar con los maestros: 37.
el santo se siente inclinado a seguir sus consejos, dificultades que encuentra: 38.
consultado por el santo, le desaconseja emplear los bienes para dotar a las
escuelas: 48: 58.
aconseja al santo que deje su beneficio y se vaya a París: 50.
indica al santo que señale la persona que le suceda en su beneficio: 50.
se siente contrariado por el retraso de enviar Hermanos a la escuela de San
Sulpicio: 58.
— confinado en el retiro los diez últimos años de su vida: 50.
Tomo I - 1 - HERMANO BERNARD - Índice de personas 239

su muerte, el 31 de mayo de 1686; pesares que suscita: 70.


BAUDRAND DE LA COMBE, Henri, párroco de San Sulpicio
persona de autoridad en París: 69.
pide que se cambie el hábito de los Hermanos: 69.
desearía imponer a los Hermanos un manteo largo: 69.
BAÜHIN, Jacques, sulpiciano
— director espiritual del santo: 14.
cuidados que se toma hacia el santo: 14.
amistad que le une con el santo: 14.
testimonios de esta amistad: 15.
sus visitas a la casa del santo (Vaugirard): 15.
— su elogio: 14.
su muerte, el 19 de marzo de 1696: 14.
BONVARLET (viuda de Jean B.)
ver PONTON, Anne
BOURLETTE, Hermano Nicolás
nacido en Reims; su generosidad; su deseo poco común de humillaciones: 63.
su perseverancia, a pesar de los intentos del padre de sacarle de la comunidad: 64.
su abnegación durante la enfermedad de un Hermano: 64.
su respuesta al párroco de Laón, que le visitó: 64.
su muerte prematura: 64.
BOURLETTE (padre del Hermano Nicolás)
intenta retirar a su hijo de la comunidad: 64.
le visita en Laón, con la misma intención: 64.
todos sus esfuerzos son vanos: 64.
BOUTON, Nicolas, párroco de San Timoteo, en Reims
sobrino del Oficial: 27.
creatura de su tío: 27.
presentado por algunos para abrir la primera escuela en su parroquia: 27.
candidatura descartada por el santo: 27.
BRETAGNE, Dom Claude
prior de la abadía de San Remigio, de Reims: 26.
trasladado a la abadía de San Germán de París: 26.
inclinado hacia el párroco de San Timoteo, BOUTON, Nicolas, sobrino del Oficial:
27.
BROUILLET (familia de los B.)
Luis de LA SALLE busca en ella una esposa: 10.
CALLOU, Jacques, superior del seminario de Reims, uno de los directores del santo
encargado de enviar el nombramiento al señor FAUBERT: 54.
Mons. LE TELLIER le escribe, para que trate de convencer al santo de dejar la
canonjía a su hermano: 55.
240 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

respuesta que le da el santo: 55.


aprueba la decisión del santo: 55.
el santo transmite la respuesta del santo al arzobispo: 56.
consultado por el santo sobre la promesa hecha al señor DE LA BARMONDIÈRE, y
su deseo personal de dejar Reims en cuanto deje el canonicato: 57.
se opone a la salida del santo, sus razones: 57.
permite al santo despojarse de sus bienes: 60.
aconseja al santo que conserve una renta de 200 libras: 61.
su recuerdo perdura en varias ciudades de Francia, sobre todo en Reims, donde se
dedicó a la reforma del clero: 66-56.
ver DIRECTORES del santo
CANÓNIGOS (algunos canónigos de Reims)
— visitan al santo: 78.
se dan cuenta de que el santo pide permiso al Hno. L’HEUREUX para hablarles:
78.
— un canónigo de Reims muere sin haber cedido su beneficio, ver MOËT Charles.
CERCELET, Vincent, párroco de Rethel
contribuye a la fundación de la escuela: 45.
CONFESOR(ES) de los maestros
— primero fue el cura de la parroquia: 43.
los maestros no quedan satisfechos: 43.
se busca otro, pero muchos no quedan contentos: 43.
los maestros piden al santo que sea su confesor; él duda, pero al fin lo acepta: 43.
— los confesores extraordinarios no ven inconveniente en que el santo sea el
confesor ordinario de la comunidad: 44.
CROYÈRES (Señora de)
ver LEVÊQUE DE CROYÈRES
DIRECTORES DEL SANTO
le exigía ser asiduo al coro: 49-50.
pone dificultades para que renuncie a la canonjía: 50.
rechaza una segunda propuesta de resignación: 50.
consiente, al fin, en que renuncie a la canonjía: 51.
firma de la dimisión: 53.
— los directores del santo (en París: 1689-1690) aprueban la Memoria sobre el
hábito: 70.
DORIGNY, Nicolas, párroco de San Mauricio, de Reims
considerado el más apropiado para tener la primera escuela bajo su protección:
27.
su elogio: 27.
tenía el proyecto de poner una escuela en su parroquia: 28.
Tomo I - 1 - HERMANO BERNARD - Índice de personas 241

acepta alojar a los maestros en su casa: 28.


aloja a los maestros de las escuelas de San Mauricio y Santiago: 34.
su casa está alejada de la del santo: 34.
recibe del santo 200 libras de pensión por los maestros: 35.
DOZET, Pierre, canónigo
cede el beneficio en favor del santo: 12.
consejo que da al santo: 12.
DUBOIS (hermano de la señora MAILLEFER)
tendría que alojar al señor Nyel y a su compañero: 24.
DUVAL, Francisca,
superiora de las Huérfanas: 24.
el señor NYEL la conoció en Ruán; se dirige a ella a su llegada a Reims: 24.
en Ruán había sido superiora de las escuelas del padre BARRÉ: 24.
le fue cedida a Nicolás ROLAND, para comenzar la comunidad de Reims: 24.
pone al santo en contacto con el señor NYEL: 24.
expone al santo el designio del señor NYEL: 24.
ECLESIÁSTICOS
varios E. de Reims son reunidos por el santo para encontrar el párroco más
adecuado para acoger la primera escuela: 26-27.
aceptan la elección del párroco de San Mauricio: 27- 28.
los E. que viven con el santo se ejercitan en la mortificación: 62.
se retiran con el santo y los Hermanos a una casa alquilada, cerca de Santa Clara: 62.
ayudan al santo en la distribución de las limosnas: 61.
— un E. que residía con el director del santo le aconseja a favor de la renuncia de la
canonjía: 51.
un sacerdote de prestigio da testimonio de las penitencias del santo: 13.
— los superiores eclesiásticos del santo le obligan a retomar la superioridad: 78.
FAUBERT, Jean
natural de Château-Porcien: 54.
el santo le cede la canonjía: 53.
eclesiástico celoso, no se mantiene en su celo; el santo lamenta habérsela cedido: 54.
el superior del seminario está encargado de enviarle el nombramiento: 54.
en espera de su nombramiento, hay un nuevo intento de que el santo cambie el
destinatario: 55.
recibe el nombramiento y toma posesión: 56.
su nombramiento disgusta al arzobispo, al cabildo, a los parientes y amigos del
santo: 56.
HERMANO
un H. recibe la confidencia de un extraño sobre las mortificaciones del santo: 21.
el santo quiere que sea un H. el superior: 33.
242 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

un H. fallece poco antes del Hermano BOURLETTE, en brazos del santo: 64 (ver
JEAN-FRANÇOIS, Hermano)
un H. muere el 1 de mayo de 1687, después de haber rechazado ir a tomar los aires
de su lugar de nacimiento: 64 (ver MAURICE, Hermano.)
un cuarto H. muere con disposiciones de piedad extraordinarias: 64.
un H. de la escuela de Santiago es aleccionado sobre el modo de mantener el
orden: 67.
el H. cocinero se descuida y pone ajenjo en la comida; el santo la toma sin notar
nada: 72.
un H. de los más antiguos es encargado de dirigir a postulantes y novicios: 84.
un H. es encargado de instruir y formar a los maestros para el campo: 85.
HERMANOS
nombre empleado para designar a los maestros: 47 (ver MAESTROS)
— el santo quiere ser el último entre ellos: 33.
se confesaban de buena gana con el santo: 44.
la dificultad venía de la poca experiencia de algunos confesores: 44.
el canonicato del santo les hace desconfiar de su propio futuro: 48.
sus observaciones desalentadoras; el santo les propone abandono generoso: 58.
el santo les persuade de que confíen en la Providencia: 59.
el santo les pone delante las intervenciones de la Providencia: 59-60.
— ocupan en Rethel (1721) la casa comprada por indicación del santo: 45.
habrían deseado que el santo fundara las escuelas con sus bienes: 48.
alojados primero en la casa de LA SALLE, pasan luego a otro inmueble alquilado,
cercano a Santa Clara: 62.
son enviados a Guisa y Laón, para tener escuelas, y se encargan de ellas: 68.
llevan a los alumnos a los servicios fúnebres por el señor NYEL: 69.
los padres de los niños no aceptan las correcciones que dan a sus hijos: 82.
— piden un hábito que les distinga de las gentes del mundo: 69.
habían llevado un hábito negro y corto, el cuello, y un sombrero muy ancho; el
santo les da como manteo el capote de mangas, y varios obispos aprueban ese
hábito: 69.
deberían haber llevado el manteo largo, según deseaba BAUDRAND: 70.
— su alimentación es muy común: 21.
entrenados por el santo en las vías de la mortificación: 62.
el santo se esfuerza por poner límites a su deseo de penitencias: 63.
algunos se agotan prematuramente: 63.
aceptan de buen grado las burlas que atrae la novedad del hábito: 63.
el santo regula su régimen de comidas, días de ayuno, calidad de alimentos: 71.
el cocinero, por error, pone ajenjo y los Hermanos no lo soportan: 72.
el santo se preocupa de la poca estabilidad de los HH.: 72.
comienzan un retiro; desean consagrarse enteramente a Dios, hablan de la
oportunidad de hacer votos de castidad y de obediencia: 73.
Tomo I - 1 - HERMANO BERNARD - Índice de personas 243

aceptan las razones del santo y hacen voto anual de obediencia, emiten el voto el
día de la Santísima Trinidad, lo renuevan cada año hasta 1694; orden de la
ceremonia: 73-74.
no tenían regla escrita; los ejemplos del santo les servían de pauta: 75-76.
el santo no perdona medio de inculcarles la estima por la obediencia: 76.
sus ejemplos, junto con los del santo, hacen aumentar los pretendientes
(postulantes): 79.
MAZARINO asiste a una misa del santo; los HH, que no le conocen, le rodean en la
iglesia; edificado por su actitud: 80.
los principales HH., reunidos de nuevo, se convencen de que deben elegir un
Hermano como superior; eligen al H. L’Heureux: 74.
ver MAESTROS
GONEL, Henri, párroco de San Sinforiano, en Reims
confesor de los maestros, pero éstos no quedan contentos: 43.
GUIART, ver GUYART
GUISE, señora de G
contribuye a la fundación de la escuela: 40.
GUYART, párroco de San Pedro de Laón
más tarde canónigo de la catedral de Laón: 45.
visita al Hno. Bourlette, encuentra a un Hno. enfermo, aconseja dar vacaciones
unos días; respuesta del Hermano: 64.
media entre NYEL y LA SALLE para lograr que el santo se haga cargo de las
escuelas de Guisa y de Laón: 68.
veneración del santo por G.; éste da testimonio de la virtud del santo: 68.
JEAN-FRANÇOIS, Hermano
muere antes que el Hno. BOURLETTE, cantando amor, amor, amor: 64.
JÓVEN(ES)
— un joven acompaña a NYEL a Reims, para ayudarle en la primera escuela: 23.
— jóvenes de 15 años son enviados al santo, recibidos a pesar de su juventud: 84.
forman una pequeña comunidad: número, reglamento, ejercicios, edificación que
dan; en la práctica equivale al noviciado: 84-85.
LA BARMONDIÈRE, Claude Bottu de La B., párroco de San Sulpicio
el santo le promete dos Hermanos, y se compromete a trasladarse a París para
hacerse cargo de la escuela de la parroquia: 51.
recuerdo de esta promesa: 57: 83.
tenía prisa de que llegara el santo y los Hermanos; pesares por su tardanza: 57.
LA SALLE, familia de LA SALLE,
de las más honorables de Reims: 10.
reuniones de familia en casa del santo; críticas que se le hacen: 42.
paciencia del santo en tales ocasiones, testimonio de una de sus tías sobre este
asunto: 42.
244 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

LA SALLE (de), hermanos del santo


tres de sus hermanos comían con los maestros: 43.
los dos más jóvenes tienen que dejarlo: Pedro va con los MAILLEFER, y Jean-Remy
va al internado de Senlis: 43.
el santo hubiera debido ceder la canonjía a uno de sus dos hermanos sacerdotes: 56.
ya no están con el santo en la casa próxima a Santa Clara: 62.
LA SALLE (de),
hermanos y hermanas del santo
tres varones acceden al sacerdocio, dos (el santo y Luis) canónigos de Nuestra
Señora de Reims, y uno genoveviano (Santiago-José): 10.
dos muchachos se casan (Pedro y Jean-Remy): 10.
una hija se casa (María): 10.
una hija se hace religiosa en San Esteban-les-Dames (Rosa-María): 10.
LA SALLE, Jacques-Joseph de, (Santiago José)
hermano del santo, canónigo regular de Santa Genoveva: 10.
LA SALLE, Juan Bautista, el plan de la obra de Bernard:
infancia y promoción a las órdenes, I
el establecimiento de su Instituto (II)
oposiciones suscitadas contra su empresa (III)
sus virtudes, su espíritu (IV): 5.
— canonicato
sus oraciones, su resolución de dejar la canonjía, considera imposible cubrir sus
deberes con los Hermanos y las obligaciones de la canonjía: 48.
comprometido a dejar la canonjía por una parroquia en Mézières: sería párroco y
luego recuperaría la canonjía: 49.
sigue deseoso de dejar su canonicato: 49.
percibe cada vez mejor que es incompatible la canonjía y la dirección de las
escuelas: 49.
propone a su director abandonar su beneficio: 50.
en París consulta a varias personas sobre dejar la canonjía: 50.
es aconsejado por el padre BARRÉ, sobre dejar el canonicato y la persona
beneficiada: 50.
propone por segunda vez dejar la canonjía; el director lo rechaza: 50.
obtiene consentimiento de su director para dejar la canonjía, sale hacia París para
encontrar a su obispo y dimitir ante él: 51.
vuelve a Reims para encontrar al obispo: 51.
consulta con varias personas sobre la oportunidad de su dimisión; le aconsejan
que lo haga y que vaya a instalarse a París: 51-52.
recibido por el arzobispo, le expone dejar el canonicato y marchar a París: 52.
siguiendo el parecer de PHILBERT, Le Tellier consiente: 53.
se hace un sondeo en la tarde misma: 53.
Tomo I - 1 - HERMANO BERNARD - Índice de personas 245

renuncia a su canonicato en favor del señor FAUBERT; su director le firma la carta


de dimisión: 52.
firma la carta de dimisión, y muestra gran satisfacción: 53-54.
propone al señor FAUBERT para reemplazarle; su desinterés; más tarde lo
lamentará: 54.
se intenta disuadirle de ceder la canonjía a FAUBERT, y que la deje a su hermano,
su respuesta; 55.
escribe a Mons. LE TELLIER: mantiene la designación del señor FAUBERT, y da a
conocer al arzobispo la aprobación del señor CALLOU: 56.
definitivamente queda liberado de la canonjía el 16 de agosto de 1683: 56.
queda insensible a las críticas por la designación del señor FAUBERT: 56.
queda en Reims; después de dejar la canonjía toma medidas para despojarse de
los bienes: 58.
— directores del santo: Nicolas ROLAND, canónigo teologal de la catedral: 13.
dirigido por el señor BAÜHIN: 14.
unido por amistad, le visita más tarde, cuando se establece en París: 15.
se dirige a París, por asuntos varios, visita al P. BARRÉ: 37.
duda sobre seguir los consejos del padre BARRÉ: 38.
piensa en dotar las escuelas; el padre BARRÉ le disuade de ello: 48.
aconsejado por el padre BARRÉ, sobre el tema del canonicato: 50.
después del rechazo, obtiene autorización del director sobre la canonjía: 50.
su director firma la carta de dimisión: 52.
consulta sobre la promesa hecha a LA BARMONDIÈRE, si debe ir a París: 57.
se abandona a la Providencia sobre ir o no a París: 57.
— infancia, familia, relaciones con el mundo, ojeada de conjunto: 2.
primogénito de la familia: 11: 42.
el primer hijo, ofrecido a Dios: 11.
nacimiento, bautismo en San Hilario, nombre: 11.
educación en el hogar, inclinación a la piedad, atracción del estado eclesiástico: 11.
construye oratorios, imita ceremonias litúrgicas, se hace leer la vida de los santos: 11.
su padre le llevaba al oficio divino, monaguillo: 11.
va a estudiar a los 8 ó 9 años: 12.
amable con los maestros, respetuoso con los compañeros, devoto sin remilgos,
alegre sin ser disipado: 12.
canónigo a los quince años, aumenta su fervor y piedad, puntualidad al oficio: 12.
iniciado por su abuelo en la recitación del breviario: 12.
buen orden que pone en su casa: 16.
lleva a la vez los ejercicios de piedad, los estudios y el gobierno de la casa: 17.
sentido de los negocios: 17.
rango que tiene en la iglesia y en el mundo: 38.
queda al cargo de la educación de tres hermanos, que vivían con él: 38: 42.
temor de molestar a parientes y amigos: 38.
los parientes y amigos se afligen porque le ven convivir con los maestros: 42.
246 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

recibe a veces a sus familiares a comer; paciencia cuando le criticaban: 42: 43.
el santo y sus hermanos comen en la misma mesa que los maestros: 43.
uno de sus hermanos le ama especialmente: 43.
estima que le profesaba el arzobispo: 51.
le retiran la tutela de sus hermanos: 62.
algunos amigos le censuran; luego admiran su proceder: 65.
estimado cada vez más por los de fuera: 79.
estimado por el duque de MAZARINO, que le pide asistir a una misa: 79.
el duque y el santo van juntos a la iglesia: 80.
— estado eclesiástico
recibe las órdenes menores en Cambrai: 13.
enviado al seminario de San Sulpicio, en París: 14.
permanece dos años en el seminario de San Sulpicio: 15.
conducta edificante en el seminario: 15.
recibe el subdiaconado: 15.
recibe el diaconado en Cambrai: 15.
cumple las condiciones del perfecto diácono, según san Pablo: 15-16.
regresa a Reims: 16.
continúa en Reims los estudios de teología: 16.
recibe el sacerdocio en Reims, de manos de Mons. LE TELLIER: 16.
dice su primera misa en la catedral de Reims: 16.
fervor y piedad: 16.
su celo como sacerdote: 16.
obliga a un sacerdote indigno a marcharse de la ciudad: 17.
prosigue sus estudios de teología; obtiene el doctorado: 17.
canónigo de Nuestra Señora: 34-36.
— Instituto y escuelas
predestinado a abrir escuelas de niños: 3.
su obra es digna de alabanza: 4.
ha dejado el memorial sobre los comienzos, manuscrito encontrado durante su
viaje al Sur: 22.
consulta a varias personas de piedad, entre ellas Dom Claude BRÉTAGNE;
aprueban poner la escuela bajo la protección de un párroco: 26-27.
elige al párroco de San Mauricio para poner en su parroquia la escuela: 27.
su testimonio sobre el origen providencial de las Escuelas cristianas: 30.
algunos quieren que se encargue de las escuelas; sus ocupaciones le disuaden;
repugnancia a ocuparse de los maestros: 30-31.
dirigido poco a poco a ocuparse de los maestros: 31-32.
términos en los que él mismo habla de los comienzos: 32.
consejero de los maestros; creía que no debía hacer más; Dios le lleva a ser
fundador de escuelas en 22 ciudades de Francia: 34.
su casa está demasiado alejada de la escuela de San Mauricio: 34.
paga 200 libras de pensión por los maestros; asegura su manutención: 35.
Tomo I - 1 - HERMANO BERNARD - Índice de personas 247

alquila una casa para los maestros, próxima de la suya, detrás de San Sinforiano: 35.
su casa está próxima a Santa Margarita: 35.
se apena por la falta de orden en la comunidad de maestros: 36.
había alquilado la casa de los maestros por año y medio: 36.
piensa en alojar a los maestros en su casa; queda perplejo; razones de ello: 36-37.
pasa tres meses en la perplejidad: 39.
lleva a los maestros a su casa, y quedan en ella desde después de la misa hasta la
oración de la tarde, salvo el tiempo de clase: 39-40.
la casa está regulada, y propone a los maestros algunos reglamentos: 40.
— duda en renovar el alquiler de la casa; al fin se decide a alojar a los maestros en su
casa: 41.
pone a prueba a los maestros, desde pascuas hasta San Juan Bautista; los lleva a su
casa el 24 de junio de 1681: 41.
gobernaba la casa de Reims: 45.
algunos maestros abandonan la comunidad: 46.
se ve obligado a despedir a algunos maestros: 46.
escribe al señor (LEPAGNOL) COMPAGNON, encargado de las escuelas de San
Sulpicio, diciéndole que no puede ir: 57.
— duda si emplear sus bienes para sostener las escuelas; el p. BARRÉ le disuade: 58.
el ejemplo de ROLAND LE EMPUJARÍA A HACERLO: 59.
alquila para los Hermanos una casa cercana a Santa Clara, se retira a ella con los
Hermanos y algunos eclesiásticos que convivían en su casa paterna: 62.
un Hermano muere en sus brazos, en un transporte místico: 64.
por escasez de sujetos, da clase en la escuela de Santiago, y lleva a los niños a la
parroquia con la vestimenta de un Hermano: 66.
da escuela en Reims, en París y en otros sitios: 67.
se ve obligado a asumir las escuelas de Guisa y Laón; envía Hermanos, y allí
están desde entonces: 68.
— Mons. LE TELLIER le promete sostener sus escuelas si se queda en la diócesis: 83.
recibe algunos jóvenes y forma con ellos una comunidad, con reglamento y
ejercicios apropiados; sirve como un noviciado: 84.
rechaza enviar los maestros solos a las parroquias, acepta formar a jóvenes para
los párrocos de los pueblos; llega a tener 25, 85.
les pone un Hermano para formarlos: 85.
estos maestros del campo le guardan gran agradecimiento: 86.
antes de salir para París, en Reims hay tres comunidades, los Hermanos, los
jóvenes y el seminario de maestros, asistidos por la Providencia: 86.
— induce a los Hermanos a que escojan el mismo confesor: 43.
los maestros quieren que sea él su confesor; se resiste, al fin, acepta: 44.
confiesa a los maestros y a los Hermanos hasta su muerte; gran bien que se sigue: 44.
tentación de algunos maestros de abandonar; se retiran: 47.
se alegra de los insultos sufridos por los Hermanos: 63.
248 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

prohíbe ir a comer a la ciudad; incluso si son parientes; da ejemplo a los


Hermanos de una práctica que será punto de Regla: 65.
da un manteo a los Hermanos; capote con mangas sueltas, después un hábito: 69.
oraciones para que el señor BAUDRAND no intente cambiar el hábito: 70.
elabora la Memoria sobre el hábito y lo hace ver por los superiores de San
Sulpicio: 70.
— regula las cosas esenciales para el buen orden de la comunidad: 71.
regula las comidas, su repugnancia por la comida común: 71.
quiere tomar con los Hermanos los medios de procurar su estabilidad; comienza
con ellos un retiro en pentecostés de 1686 ó 1687: 72.
convence a los Hermanos que no hagan votos perpetuos de obediencia y de
castidad; sólo en 1694 aceptará que hagan voto perpetuo de obediencia: 73.
comienza él mismo la ceremonia de emisión del voto, después de celebrada la
misa: 73.
reúne a los principales Hermanos de Reims y de otras casas; hacen retiro de ocho
días, exhorta a escoger a un Hermano como superior; eligen al H. L’Heureux: 74.
repuesto como superior, ejerce el cargo con humildad, a la espera de otra ocasión
para dejarlo: 79.
anima a los pretendientes (postulantes) con sus ejemplos,
— NYEL (el santo y el señor N.).
encuentra a N. a la entrada de la casa de las Hermanas: 24.
desaconseja a N. que se aloje en casa de MAILLEFER: 24.
invita a N. a alojarse en su casa; razones: 25.
elogio de las medidas adoptadas por el santo, la mano de Dios está con él: 25-26.
continua su ayuda a N.; escuela de San Mauricio: 28.
el señor N. recomienda al santo ir a ver a la señora de CROYÈRES, por el proyecto
de una escuela en la parroquia de Santiago: 29.
el señor N. logra del santo la apertura de San Sinforiano: 35.
trata de retener al señor N., que parte para Guisa, semana santa de 1681: 39.
en la ausencia de N. se da cuenta de ciertos desórdenes; determina llevar los
maestros a su casa: 40.
retrasa dar respuesta a N. que le insta a tomar bajo su dirección las escuelas de
Guisa y de Laón: 67.
el señor N. fue el instrumento providencial para que el santo se encargase de las
escuelas: 68.
llora la muerte de N., dispone oraciones por su alma; celebra un funeral en la
escuela de las Hermanas: 68-69.
— pobreza: sus limosnas: 20.
caridad con los enfermos, uno vomita sobre la sotana del santo: 20.
después de abandonar la canonjía, se dispone a dejar sus bienes: 58.
se entrega a la Providencia sobre el hecho de fundar o no sus escuelas; oración
que hace sobre el asunto; se abandona a Dios: 59.
invita a los Hermanos a recurrir a la Providencia: 59-60.
Tomo I - 1 - HERMANO BERNARD - Índice de personas 249

disposiciones frente a sus bienes, se fía del consejo de su director: 60.


comienza a distribuir sus bienes a los pobres en 1685, año de gran escasez de
víveres: 60-61.
los eclesiásticos que viven con él le ayudan en el reparto de bienes, y en el
catecismo que acompaña: 61.
lo distribuido diariamente sube a cien pistolas; se añaden las limosnas a pobres
vergonzantes: 61.
por consejo del director se reserva una renta de 200 libras: 61.
— penitencia
grandes penitencias, entonces y a lo largo de la vida: 13.
se le reprocha lo exquisito en sus hábitos: 19.
adopta el hábito de los Hermanos: 19.
su mortificación, su privación de alimentos: 20-21.
su dificultad en digerir los alimentos: 21.
dolencias de estómago, que resultan de los alimentos que se esfuerza en comer:
20-21.
educado y alimentado delicadamente; mortificación en el comer; dificultad para
someterse al régimen de los Hermanos: 21.
testimonio sobre su gran mortificación: 21.
su gusto por el retiro; su mortificación, disciplinas y cilicios, su ejemplo arrastra a
los que viven con él: 62.
esfuerzo que hace para someterse al alimento común: 71.
se somete a dieta, llega a tragarse sus vómitos, domina poco a poco sus gustos, se
hace insensible: 72.
— oración
dificultad para vencer el sueño, pasa noches en oración, medios que toma para
dominar el sueño en la oración: 20.
oraciones prolongadas: 21.
devoción especial a su santo patrón: 41.
reza en la catedral antes de visitar al arzobispo sobre su renuncia a la canonjía;
comentarios de la gente: 52.
oraciones y vigilias, su retiro en un pequeño palomar, disgusto por las visitas: 65.
— regularidad y humildad, se somete en todo al Hermano L’H EUREUX: 74.
multiplica las solicitudes de permiso; se ofrece para acciones humillantes: 75.
se ofrece a limpiar un lugar sucio; el Hermano L’HEUREUX le manda que lo deje: 75.
es la Regla viva de los Hermanos; da ejemplo de sumisión a la Regla: 75.
pasajes de sus cartas que muestran su estima por la obediencia: 76-77.
ejemplos de humildad; se acusa de sus faltas; se humilla ante sus amigos; no les
habla hasta que obtiene permiso para ello: 78.
su humildad confunde a los que son testigos de su sumisión al Hno. L’HEUREUX;
es obligado a asumir el cargo de superior: 78.
250 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

— ROLAND (el santo y R.)


elegido por R. como ejecutor testamentario: 13, 17, 23.
encargado de la casa de huérfanas; mandatado para lograr la aprobación de la
comunidad: 17-18.
— virtudes
el santo es digno de elogio: 1.
«proceder admirable de la Providencia»: 4.
su ánimo y perseverancia en las dificultades: 4.
alcance del título de santo o bienaventurado que le da el autor: 7.
su cualidad de justo: 9.
rehuyó el honor y se escondió a los ojos de los hombres: 9-10.
es justo ponerle sobre el candelero, para que sus virtudes iluminen a los otros: 10.
su confianza en Dios: 18.
cómo permite Dios que sea ejercitado en la virtud: 18-19.
caminos providenciales: 19.
se complace en renunciar a lo que los demás ven como honores: 20.
desprecio del pecado: 20.
presto a recibir la llamada y la misión de Dios: 21-22.
nada frena su sumisión a la voluntad divina: 22.
quiere ser el último de los Hermanos; desea poner a un Hermano como superior: 33.
el demonio le pone obstáculos: 38.
dócil a Dios, sobrepasa todos los obstáculos: 38-39.
reproches que le hacen por vivir con los maestros, criticado por su familia: 42.
trata de desengañar a una persona que le toma por santo: 81.
atraídos por su virtud, varias personas solicitan su dirección; acepta a muy pocas: 81.
a una de sus dirigidas, religiosa, le exige que deje todo lo superfluo: 81-82.
paciencia ante las reclamaciones de los padres porque se corrige a sus hijos:
82-83.
— viajes
accidente que sufrió en un viaje, al regresar a Reims: 14.
iba a París de vez en cuando: 48.
en París se aloja en San Sulpicio; se compromete con el párroco LA
BARMONDIÈRE, a ir con dos Hermanos a París, para hacerse cargo de la
escuela: 51.
LA SALLE, Jean-Louis de, hermano del santo.
el mayor de los tres hermanos que vivían con el santo: 43.
no quiere abandonar al santo: 43.
se le otorga el beneficio de un canónigo fallecido sin testar (Charles MOËT): 55.
palabras de LE TELLIER en esta ocasión: 55.
da escuela en Guisa, con el señor NYEL: 67.
LA SALLE, Jean-Remy de, hermano del santo.
el más joven de los tres que viven con el santo: 43.
Tomo I - 1 - HERMANO BERNARD - Índice de personas 251

enviado al internado de Senlis: 43.


LA SALLE, Louis de, padre del santo.
consejero de la audiencia de Reims: 10.
su piedad: 10.
su esposa, su hogar, sus hijos: 10.
llevaba al santo al oficio divino: 11.
su muerte interrumpe la estancia del santo en San Sulpicio: 15.
su casa, próxima a Santa Margarita: 35.
el santo vive en la casa paterna, con los Hermanos; estuvieron poco tiempo: 62.
LA SALLE (de), parientes y allegados al santo
su padre y su madre le educan en la piedad: 11.
recreos familiares: 11.
su abuela le lee la vida de los santos: 11.
el santo se abstiene de ir a comer donde sus parientes, es censurado por eso: 65.
críticas sobre la designación del señor FAUBERT, para sucederle como canónigo: 56.
LAUNOIS, Nicolas, párroco de Mézières
habría permutado su parroquia por el beneficio del santo: 49.
LEPAGNOL, sulpiciano
[probablemente se trata de COMPAGNON)
encargado de las escuelas de caridad de la parroquia de San Sulpicio: 57.
contrariado por los atrasos del santo: 57.
LE TELLIER, Mons. Carlos Mauricio, arzobispo de Reims
— confiere el sacerdocio al santo: 16.
su autoridad se pone al servicio del establecimiento de las escuelas de niñas, en
Reims: 25.
quiere retener al santo en su diócesis; se ofrece a sostener la comunidad, como la
de las Hermanas del Niño Jesús, a condición de que se quede en Reims: 83.
— desearía revocar la permuta hecha entre el cura de Mézières (LAUNOIS, Nicolas), y
el santo (canónigo de Reims): 49.
el candidato a recibir la prebenda del santo tendría que ser propuesto: 50.
estaba en París en julio de 1683, y el santo va allí para resignar su canonjía;
cuando llega, el arzobispo había emprendido el viaje hacia Reims: 51.
de vuelta a Reims, duda si recibir al santo, por la estima que le tiene, por temor a la
renuncia de canónigo, y dejar el capítulo de la catedral: 51.
debe dejar Reims de nuevo: 52.
consulta al señor PHILBERT: 52.
no deja traslucir sus aprensiones ante el santo, pues conocía su firmeza: 53.
no le gusta la elección del señor FAUBERT para el beneficio: 54.
años más tarde, repara el hecho del santo, y concede una prebenda a Juan Luis: 54-55.
se dirige a París al día siguiente de la renuncia del santo; nuevo intento de que la
ceda a su hermano; escribe sobre el asunto al superior del seminario de Reims: 55.
252 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

el santo le comunica la designación de FAUBERT; respuesta de CALLOU, el


arzobispo manda enviar el nombramiento a FAUBERT: 56.
LÉVÊQUE de CROYÈRES, señora
designio de fundar una escuela en la parroquia de Santiago: 28.
recibe la visita del señor NYEL: 28.
desea hablar al santo; lo hace llamar: 29.
sus propuestas de fundación: 29.
insiste ante el santo para crear la escuela cuanto antes: 29.
su primer donativo: 29.
su muerte prematura: 29.
fidelidad de su ejecutor testamentario: 29.
agente providencial en la vida del santo: 30.
la pensión queda asegurada a los maestros de la escuela de Santiago: 35.
L’HEUREUX, Hermano Henri
elegido como superior de la comunidad: 74.
acepta el cargo con sencillez: 74.
el santo se le somete en todo; el Hno. queda confuso: 74.
pide al santo que se abstenga de limpiar un lugar humillante: 75.
el santo se acusa y pide una penitencia: 78.
la autoridad eclesiástica le descarga de la superioridad y la devuelve al santo: 78.
LOUIS XIV, rey
aprueba la comunidad fundada por ROLAND: 18.
MAILLEFER, Juan, cuñado del santo
uno de los hermanos del santo (Pedro) pasa a vivir con M.: 43.
MAILLEFER, Pons
encargado de cuentas del Parlamento de Reims: 23.
MAILLEFER, Señora
su celo por la educación de los niños: 23.
su muerte; su memoria entre la población, sus milagros: 23.
nacida en Reims, establecida en Ruán: 23.
funda escuelas gratuitas en Darnétal: 23.
piensa en fundar escuelas gratuitas en Reims: 23.
se entiende con el señor ROLAND, acuerda enviar a NYEL y promete una pensión:
23-24.
envía al señor NYEL y un joven acompañante para fundar las escuelas gratuitas: 23.
asegura 100 escudos por dos maestros para la escuela de San Mauricio: 28.
pensión asegurada por M. a los maestros de escuela: 35.
MAESTROS
los cinco maestros de las escuelas de San Mauricio y Santiago se alojan en la casa
del párroco DORIGNY: 34.
su pensión, su mantenimiento lo asegura, en parte, el santo: 35.
cómo se reparten los gastos de pensión: 35.
Tomo I - 1 - HERMANO BERNARD - Índice de personas 253

son más regulares en la nueva casa de San Sinforiano: 35.


sufren las ausencias repetidas de NYEL: 35-36.
muestran conducta irregular y poca piedad: 39.
llevan un hábito corto y negro, ni manteo ni capote (1681): 42.
la comunidad es denostada por el populacho: 42.
tienen como confesor al párroco Henri GONEL; no quedan contentos; tampoco
con otro confesor; piden al santo que sea su confesor: 43.
varios maestros que vivieron con NYEL abandonan la comunidad: 46.
se presentan nuevos sujetos (1682), mejores que los primeros: 47.
toman el nombre de Hermanos: 47.
algunos son tentados de inestabilidad; el santo los exhorta a confiar en Dios: 47.
Ver HERMANOS
MAESTROS PARA EL CAMPO
el santo se hace cargo de formar a los maestros: 85.
les pone al frente un Hermano: 85.
les pone ejercicios especiales: 85.
llega a haber 25 sujetos: 85.
algunos toman el hábito del Instituto: 85-86.
los que vuelven a sus parroquias viven con mucha piedad y dedicación: 85.
MAURICE, Hermano
muere el 1 de mayo de 1687, rechazando volver a su tierra natal: 64.
MAZARINO, Armand-Charles de LA PORTE DE LA MEILLERAYE, duque de M.
contribuye a la fundación de la escuela de Rethel: 45-80.
piadoso y celoso: 79.
su estima hacia el santo: 79.
visita al santo cada vez que va a Reims: 79-80.
un día pide asistir a la misa del santo; van juntos a la iglesia; los Hermanos le
rodean: 80.
MOËT, Charles, canónigo de Reims
muere sin haber cedido su beneficio: 55.
su prebenda pasa a Luis de LA SALLE, hermano del santo: 55.
MOËT Jean, abuelo del santo
su piedad: 12.
asiduo al breviario; inicia al santo a rezarlo con piedad: 12.
MOËT, Nicole, madre del santo
su piedad: 10.
su nobleza: 10.
sus cualidades: 10.
NYEL, Adrien
— nacido en la diócesis de Laón: 23.
había comenzado las escuelas gratuitas de niños en Ruán: 23.
enviado por la señora MAILLEFER, va a Reims, en 1679; de unos 55 años: 23-24.
254 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

deja Ruán con una promesa de pensión: 24.


llegado a Reims, se dirige a la superiora de las Hermanas, DUVAL, que había
conocido en Ruán: 24.
expone a la Hermana DUVAL el objeto de su viaje: 24.
debía alojarse en casa del señor DUBOIS, hermano de la señora MAILLEFER: 24.
— encuentra al santo a la entrada de la escuela de las Hermanas: 24.
acepta los consejos del santo; lo encuentra con gozo: 24.
invita a NYEL a alojarse en su casa; NYEL tiene que ir a Liesse, y a su vuelta,
comenzar la escuela: 25.
acepta con alegría el ofrecimiento del santo: 25.
se queda ocho días en casa del santo: 26.
reside en la casa de la parroquia de San Mauricio, contacta con el santo: 28.
conoce el proyecto de la señora LÉVÈQUE DE CROYÈRES, de fundar una escuela
en la parroquia de Santiago, la visita: 28.
le habla del santo: 28.
da cuenta al santo de su entrevista: 29.
— comienza la escuela de Santiago en septiembre de 1679: 34.
se hace reemplazar en la escuela de San Mauricio: 34.
sugiere y decide al santo a poner una escuela en San Sinforiano: 35.
sigue ocupándose de la escuela de Santiago: 35.
se ausenta de casa con mucha frecuencia: 35.
bien conocido del P. BARRÉ; éste sabe que tiene poca constancia y que no puede
poner regularidad entre los maestros: 37.
va a Guisa, a pesar de la oposición del santo: 39.
vuelve de Guisa ocho días después (1681) sin haber podido abrir la escuela: 40.
vuelve a Guisa al año siguiente, 1682, y abre la escuela: 40.
su inconstancia causa problemas en el buen orden de la comunidad de maestros: 41.
a su regreso de Guisa, 1681, se queda a vivir con los maestros, en casa del santo:
42-45.
se alegra, de la buena orientación dada por el santo; permanece seis meses: 45.
enviado a Rethel para abrir escuelas; la villa contribuye al mantenimiento de los
maestros: 45.
de Rethel va a Guisa, luego a Laón; en total, cuatro años de ausencia: 45.
él gobernaba las casas de Guisa y Laón: 45.
los maestros habían vivido más libres con él: 46.
Louis DE LA SALLE da escuela en Guisa: 67.
desea regresar a Ruán; deja las escuelas de Laón; viaja a Reims varias veces para
pedir al santo que asuma las dos escuelas: 67.
recurre al párroco de San Pedro de Laón, GUYART, para lograr que el santo acepte
las dos escuelas: 68.
se alegra de que el santo se haga cargo de las escuelas: 68.
— regresa a Ruán y muere años después: 68.
su elogio: él dio nacimiento al Instituto de Hermanos de las Escuelas cristianas: 68.
Tomo I - 1 - HERMANO BERNARD - Índice de personas 255

el santo siente su muerte; celebra los funerales en casa de las Hermanas: 69.
— agente providencial en la vida del santo: 30.
OBISPOS
los O. que llaman a los Hermanos aprueban su hábito: 69.
OFICIAL de Reims
su sobrino Nicolas BOUTON, párroco de San Timoteo de Reims, era su criatura: 27.
PADRES DE LOS ALUMNOS
se muestran descontentos de las correcciones que se dan a los niños: 82.
PÁRROCO de Laón
ver GUYART.
PÁRROCO de Rethel
ver CERCELET.
PÁRROCO de Mézières
ver LAUNOIS.
PÁRROCOS de Reims
ver BOUTON, DORIGNY, GONEL.
— un párroco presentado para cubrir la apertura de la primera escuela; descartado
por falta de celo: 27.
un segundo, descartado por no ser apreciado por sus superiores: 27.
un tercero, descartado por estar ligado al Oficial: 27.
PÁRROCOS DEL CAMPO.
varios ruegan al santo que les mande un Hermano: 85.
al no poder hacerlo, acuerdan enviarle jóvenes para que los forme a dar clase: 85.
PERSONA(S)
— una P. bondadosa da testimonio de la mortificación del santo: 21.
una P. visita al santo; se encomienda a sus oraciones, le llama santo, y él
intencionadamente da muestras de risa desmesurada: 80-81.
varias p. de Reims llevan al arzobispado la queja de que el santo obedece a un
simple Hermano: 78.
varias personas piden al santo que sea su director espiritual: 81.
PHILBERT Nicolas, canónigo de Reims
— fue superior del seminario: 52.
fue luego gran chantre en la catedral: 52.
el santo le conocía particularmente: 52.
— aprueba el proyecto del santo de dejar la canonjía, y le aconseja retirarse a París: 52.
sugiere a Mons. LE TELLIER que autorice al santo a dejar la canonjía: 52-53.
su recomendación influye para el nombramiento de Juan Luis como canónigo: 55.
va a París, con Mons. LE TELLIER, al día siguiente de la dimisión del santo: 55.
POBRES de Reims
reciben víveres de mano del santo: 61.
256 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

PONTON, Anne
viuda de Jean BONVARLET, asegura una renta a las escuelas de Rethel: 45.
PRETENDIENTES (= Postulantes)
animados por los ejemplos del santo y de los Hermanos: 79.
le bastaban quince días para prepararlos al empleo: 79.
RELIGIOSA(S).
— pasajes de una carta dirigida por el santo a una r.: 77-78.
a una r. le impone que se despoje de todo lo superfluo: 81-82.
— algunas religiosas son dirigidas por el santo: 81.
REMENSE
su generosidad con los Hermanos de la escuela de Santiago: 30.
críticas a los Hermanos por la novedad del hábito: 63.
ROLAND, Nicolas
canónigo de Reims
— canónigo teologal de la catedral: 13: 17.
escogido por el santo como director espiritual: 13.
excita a la penitencia, le anima a la salvación de las almas: 13.
— había establecido escuelas para las niñas: 13, 17, 30, 59.
predicó una cuaresma en Ruán: 23.
habla con la señora MAILLEFER de abrir una escuela de niños: 23.
obtiene a la Hermana DUVAL para dirigir la comunidad de Reims: 24.
recomienda al santo la fundación de escuelas de niños: 13.
algunas personas de su entorno tratan de llevar al santo a la obra de las escuelas: 30.
había fundado sus escuelas con sus bienes: 59.
su ejemplo podría inducir al santo a fundar las suyas: 59.
— hace del santo su ejecutor testamentario: 13, 17, 23.
muere el 28 de abril de 1678: 23.
SACERDOTE (un s. de mérito)
da testimonio de las grandes penitencias del santo: 13.
SUPERIORES ECLESIÁSTICOS
Obligan al santo a retomar el cargo de superior: 78.
Tomo I - 1 - HERMANO BERNARD - Índice analítico 257

3. ÍNDICE ANALÍTICO

Prefacio: 1.
Juan Bautista de LA SALLE es digno de alabanza.
El Espíritu Santo hace su elogio: «alabemos a los hombres llenos de gloria».
Esta alabanza le conviene, pues ha sobresalido en todo lo que se atribuye a los
grandes hombres:
tanto en lo que mira a la gloria de Dios, de la que estaba lleno,
como con el nombre de padre, pues ha dejado una feliz posteridad.
El número de sus virtudes es innumerable.
su caridad no tiene límite,
y su misericordia es inmensa.
Familia de Juan Bautista de La Salle: 10.
Nacimiento, bautismo: 11.
Infancia piadosa: 11.
Estudios: 12.
Canonjía: 12.
Órdenes menores: 13.
ROLAND, su primer director espiritual: 13.
Penitencias durante su juventud: 13.
Celo por la salvación de las almas, inculcado por su director: 14.
Aconsejado de dedicarse a las escuelas de niños: 14.
Seminarista en San Sulpicio: 14-15.
El señor BAÜHIN, director espiritual: 14-15.
Visitas del señor BAÜHIN al señor de LA SALLE, EN PARÍS: 15.
Influencia del seminario de San Sulpicio en de LA SALLE: 15.
Subdiaconado: 15.
Diaconado. Cualidades del diácono: 15-16.
Retiro de preparación al sacerdocio: 16.
Ordenación sacerdotal: 16.
Primera misa: 16.
Virtudes del sacerdote: 16-17.
258 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Oposición a un sacerdote indigno: 17.


Estudio de la teología con miras a obtener el doctorado: 17.
Encargado de los asuntos de su familia: 17.
Muerte de su padre y de su madre: 17.
Gobierno de los asuntos familiares: 17.
Encargado de la casa de huérfanas: 17.
Ejecutor testamentario del señor Roland: 17.
Capacidad para llevar numerosos asuntos: 17.
Dedicación para conseguir la aprobación del colegio de huérfanas: 17.
Aprobación de la escuela de huérfanas: 18.
Dios eligió a Juan Bautista para vivir en pobreza: 18.
Censurado por el excesivo cuidado en el vestir: 18.
De la forma como llevaba su ropa: 18.
Esfuerzos para vencer el sueño: 19-20.
Su caridad para asistir a los pobres: 20.
Un enfermo vomita sobre la sotana de Juan Bautista: 20.
Su mortificación en la comida: 20.
Ayuno desde el jueves santo al domingo de Pascua: 20.
Las penitencias debilitaron su estómago: 20-21.
El camino que seguía estaba marcado por sus vómitos: 21.
La Semana Santa en oración, en un lugar apartado de la casa: 21.
Practicaba grandes mortificaciones: 21.
Se acostumbró a comer los alimentos más toscos: 21.
Testimonio de una persona: al morir, tendrá que pedir perdón al cuerpo: 21.
Decisión de seguir la voluntad de Dios: 22.
Forma en que nació el Instituto de los Hermanos de las Escuelas cristianas: 22.
Manuscrito que se encontró cuando estaba en el sur: 22.
Encuentro del señor de LA SALLE con el señor NYEL: 23-24.
La señora MAILLEFER: 23.
Recuerdo de la señora MAILLEFER, muerta en olor de santidad: 23.
Relación de la señora MAILLEFER y el señor ROLAND: 23.
La señora MAILLEFER envía a REIMS al señor NYEL: 24.
El señor NYEL se aloja en casa de Juan Bautista: 24-25.
El señor NYEL se dirige a la superiora de las huérfanas: 24.
Obstáculo del municipio de la ciudad a la escuela de niñas: 25.
Tomo I - 1 - HERMANO BERNARD - Índice analítico 259

Forma de vestir de NYEL: cuello, cabellos cortos, vestido negro: 25.


Bondad y caridad del señor de LA SALLE al recibir a NYEL: 25-26.
DE LA SALLE consulta a varias personas a propósito de la escuela: 26.
Decisión de poner a los maestros bajo la protección de un párroco: 26.
Se examina cuál sería el párroco más adecuado: 27.
Se escoge al párroco de San Mauricio, DORIGNY: 27.
Discernimiento de espíritus en el señor de LA SALLE: 27.
Aceptación del señor DORIGNY: 28.
Inicio de la escuela de San Mauricio: 28.
El señor NYEL continúa las visitas al señor de LA SALLE: 28.
Una señora de la parroquia de Santiago quiere fundar una escuela: 28.
NYEL pone a la señora L’ÉVÊQUE en relación con de LA SALLE: 28.
De LA SALLE acepta visitar a la señora L’ÉVÊQUE: 28.
La señora L’ÉVÊQUE constituye un fondo de 500 libras para dos maestros: 28.
Muerte de la señora L’ÉVÊQUE; su testamento: 28.
Dios se sirvió de dos personas para la obra de LA SALLE: NYEL y la señora L’ÉVEQUE: 28.
Personas del entorno de ROLAND habían propuesto a LA SALLE que creara escuelas
de niños: 28.
De LA SALLE se compromete a su pesar con las escuelas: 30-31.
Proceder de la divina Providencia respecto de LA SALLE: 33.
El señor de LA SALLE no pretendió ser fundador...: 33.
Dios quiso servirse de él para establecer las escuelas de niños: 34.
Escuela de Santiago, en septiembre de 1679: 34.
Los maestros en número de cinco para dos escuelas: 34.
De LA SALLE debe completar la pensión con 200 libras: 35.
Decide alquilar una casa detrás de San Sinforiano: 35.
NYEL propone abrir una tercera escuela en la casa de San Sinforiano: 35.
La conducta de los maestros se hace mucho más regulada: 35.
Cambios en la hora de dormir, en la oración, la misa y las comidas: 35.
El señor NYEL se ausentaba con frecuencia: 35.
Esto era perjudicial para los maestros: 36.
De LA SALLE observa la falta de regularidad de los seis maestros: 36.
Tuvo la inspiración de remediar este mal: 36.
En la fiesta de San Juan Bautista de 1681 aloja en su casa a los maestros: 36, 40.
Lo hace para asegurar la regularidad de los maestros: 37.
260 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Viaje a PARÍS, y aprovecha para consultar al padre BARRÉ: 37.


El padre BARRÉ tenía experiencia en las escuelas: 37.
El padre BARRÉ compromete a LA SALLE a que se encargue de los maestros: 37.
Después de mucho orar, LA SALLE decide alojar a los maestros en su casa: 37.
Dificultades y obstáculos suscitados por el demonio: 38.
Dificultades para alojar a los maestros: 38.
LA SALLE pasa tres meses de incertidumbre: 38.
Viaje del señor NYEL a GUISA durante la Semana Santa: 38.
LA SALLE no puede hacer que desista del viaje: 38.
Durante la ausencia de NYEL hace que los maestros vayan a su casa después de misa: 38.
Los maestros permanecen en ella todo el día: 39-40.
En el viaje de NYEL a GUISA no consigue abrir la escuela: 40.
LA SALLE ve que NYEL no podrá dirigir nunca a los maestros: 40.
Algunos maestros, en su casa, se inclinan más a la piedad: 40.
Toma la resolución de mantener a los maestros en su casa: 41.
Sus parientes y amigos se apenan por esa decisión: 42.
Pero no consiguieron hacerle cambiar su decisión: 42.
La familia se reunía a veces en su casa para comer: 42.
Tenía necesidad de armarse de paciencia en esas comidas: 42.
No respondía ni una palabra a las críticas: 43.
Él y sus hermanos comían en el mismo refectorio con los maestros: 43.
Juan Luis seguía de buena gana el reglamento de los maestros: 43.
Juan Luis no quiso separarse del señor de LA SALLE: 43.
Santiago fue a vivir con su cuñado: 43.
A Juan Remigio le llevaron interno a Senlis, con los canónigos regulares: 43.
LA SALLE compromete a los maestros a escoger el mismo confesor: 43.
Escogen como confesor al párroco de San Mauricio: 43.
Pero no estaban contentos y tuvieron que escoger otro: 43.
Al no quedar satisfechos, piden a LA SALLE que sea su confesor: 43.
LA SALLE se opone, pero al final, después de consultarlo, accede: 44.
Todos los Hermanos acudían a él de buena gana, a pesar de la dificultad que se tiene al
confesarse con el propio superior: 44.
Los maestros comenzaron a llevar una vida nueva y ordenada: 44.
NYEL, que pasó seis meses con los maestros, estaba contento de ello: 45.
LA SALLE envía a NYEL a RETHEL para establecer allí una escuela: 45.
Tomo I - 1 - HERMANO BERNARD - Índice analítico 261

Contribuyeron a abrir la escuela el duque de MAZARINO y el párroco: 45.


LA SALLE compró la casa para los Hermanos: 45.
Tenía el designio de crear un seminario de maestros para el campo: 45.
La señora xxx dejó una renta para dichas escuelas: 45.
NYEL no volvió a vivir con su bienhechor; estuvo cuatro años ausente: 45.
NYEL fue a la ciudad de GUISA, y de allí a Laón: 45.
El municipio de LAÓN dio una casa y 50 escudos anuales: 45.
La abadía de San Martín contribuyó a financiar la escuela de LAÓN: 45.
El señor xxx, párroco de San Pedro, ayuda también para la escuela de Laón: 45.
NYEL dirigió las escuelas de RETHEL, GUISA y LAÓN: 45.
La mayoría de los maestros que estuvieron con NYEL dejaron la comunidad: 46.
LA SALLE se vio forzado a despedir a otros, que no tenían talento ni vocación: 46.
En poco tiempo, unos diez meses, se forma una comunidad nueva: 47.
Al comienzo de 1682 se presentaron nuevos sujetos: 47.
Comenzó a aparecer en la casa una verdadera forma de comunidad: 47.
Al comienzo del año 1682, se ponen los ejercicios de comunidad: 47.
En 1682 los maestros se llaman Hermanos y adoptan el hábito: 47.
Al final de 1682 algunos maestros son tentados de abandonar: 47.
Reproches de los maestros a LA SALLE; él tiene la vida asegurada: 47.
LA SALLE piensa en sostener económicamente las escuelas: 48.
El padre BARRÉ le aparta de esa idea: 48.
LA SALLE iba de vez en cuando de REIMS a PARÍS: 48.
Visita al padre BARRÉ. Consejos del padre BARRÉ: 48; 50.
Se convence de que debe desprenderse de todo. Eso no gusta a los Hermanos: 48.
LA SALLE recurre a sus armas ordinarias: la mortificación y la oración: 48.
Piensa en dejar su canonjía, como primer paso: 48.
La asistencia al coro no le permitía la atención a las escuelas: 48.
Ya había pensado en dejar su canonjía por la parroquia de MÉZIÈRES: 48.
Durante algún tiempo hizo las funciones de párroco: 48.
Desisten del cambio por consejo del arzobispo: 48.
Siempre había tenido el propósito de dejar su beneficio: 48.
Hacia finales de 1682 ve claramente que Dios le llama a encargarse de las escuelas: 48.
Consideraciones que le confirmaron que debía dejar su beneficio: 49-50.
BARRÉ predice que verá las escuelas de LA SALLE en PARÍS: 50.
Consejo de BARRÉ de indicar una persona para recibir su beneficio: 50.
262 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Gestiones para dejar la canonjía: nueve o diez meses: 50-51.


Intervención de un eclesiástico que vivía con él ante su director: 51.
El director autoriza a LA SALLE a dejar la canonjía en julio de 1683: 51.
LA SALLE sale hacia PARÍS para encontrarse con su arzobispo: 51.
Cuando llega, el arzobispo viaja hacia REIMS: 51.
LA SALLE se aloja en el seminario de San Sulpicio durante su estancia en PARÍS: 51.
LA SALLE promete al señor de LA BARMONDIÈRE dos Hermanos: 51.
Ya en REIMS, el arzobispo va posponiendo el encuentro con LA SALLE: 51.
El arzobispo conocía el propósito de Juan Bautista: 51.
LA SALLE consulta aún con el señor PHILBERT, que le comprende: 52.
La víspera de otro viaje del arzobispo LA SALLE va a hablarle: 52.
Antes de entrar en el palacio fue a orar a la catedral: 52.
Una persona comenta «que estaba perdiendo el espíritu»: 52.
Otra le responde: «que lo que perdía era el espíritu del mundo»: 52.
LA SALLE presenta la dimisión de su canonjía: 52.
Después de consultar con el señor PHILBERT, el arzobispo la acepta: 53.
El arzobispo dice «que deje la canonjía a quien quiera»: 53.
El arzobispo no estaba contento por perder a un buen canónigo: 53.
LA SALLE hace cantar el Te Deum a los Hermanos en el oratorio: 53-54.
Señala al señor FAUBERT como beneficiario de la canonjía: 54.
Con el tiempo, FAUBERT perdió su primer fervor: 54.
LA SALLE dice que, de haberlo sabido, no le hubiera dejado el beneficio: 54.
La designación que hizo LA SALLE no gustó al arzobispo: 54.
El arzobispo extrañó que no dejara el beneficio a su hermano: 55.
Más tarde el arzobispo concedió a Juan Luis una canonjía vacante: 55.
Intentos de que Juan Bautista cambie la decisión a favor de su hermano: 55.
Elogio del señor CALLOU: 55-56.
Gestiones del señor CALLOU en el asunto de la canonjía: 56.
LA SALLE se liberó de la canonjía al día siguiente de la Asunción, 1682: 56.
El arzobispo manifestó su descontento al señor de LA SALLE: 56
La elección desagradó también al Capítulo: 56.
Descontento de sus padres y amigos: 56.
Después de la dimisión de la canonjía piensa en enviar dos Hermanos a PARÍS: 57.
Consulta este propósito con su director, que no lo ve bien: 57.
LA SALLE deja su designio en manos de la Providencia: 57.
Tomo I - 1 - HERMANO BERNARD - Índice analítico 263

Para no hacer esperar más en PARÍS, escribe al señor L’ÉPAGNOL (COMPAGNON): 57.
El padre BARRÉ manifiesta su pena por el retraso: 58.
Toma medidas para desprenderse de su patrimonio: 58.
Razones para deshacerse de su patrimonio: 58-58.
Oración para saber si debe o no dejar sus bienes a las escuelas: 58.
Dios le inspiró desde este momento que debía abandonarse a Él: 58.
Así lo hizo, poniendo todas sus casas bajo la protección de la Providencia: 58.
Dice a sus Hermanos: «Aunque no tenemos bienes... no tenemos deudas»: 59-60.
Su director le autoriza a repartir sus bienes a los pobres: 60.
Comienza la distribución de sus bienes en 1685: 60.
En la distribución le ayudan los eclesiásticos que vivían con él: 61.
También da de comer a los pobres: 61.
Esto duró un tiempo largo, hasta que se quedó sin nada: 61.
Las distribuciones en pan llegaron a 100 pistolas diarias: 61.
También ayudaba a los pobres vergonzantes y otros que acudían a él: 61.
Por consejo de su director se reservó una renta de 200 libras: 61.
Deja la casa que fue de su padre: 62.
Alquila otra casa, frente a Santa Clara: 62.
Vive en esta casa con los Hermanos y algunos eclesiásticos: 62.
Le quitan la tutela de sus hermanos: 62.
En esta casa parecía que quería desgarrar su cuerpo con las penitencias: 62.
En esa casa aún se ven los instrumentos de penitencia, que dan miedo: 62.
Los Hermanos trataban de imitar su desprendimiento de los honores y riquezas: 62.
Vigor interior de los fervorosos discípulos: 63.
El modo de vestir les atrae mil injurias del populacho: 63.
Algunos libertinos les tiraban piedras: 63.
Se consideraban felices de sufrir por amor de Cristo: 63.
El Hermano BOURLETTE pide permiso para salir con vestido rojo: 63.
Vocación del Hermano BOURLETTE: 64.
El Hermano BOURLETTE atiende dos clases a la vez, un Hno. estaba enfermo: 64.
Respuesta al párroco de San Pedro de Laón: 64.
Un Hermano murió cantando melodiosamente: 64.
Otro falleció el 1 de mayo, que no quiso ir a tomar los aires natales: 64.
Muerte de un cuarto Hermano: 64.
LA SALLE pasaba buena parte del día y de la noche en oración: 65.
264 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Se tenía dificultad para sacarle a tomar las comidas: 65.


LA SALLE salía rara vez de casa: 65.
El amor al retiro le producía disgusto por las visitas: 65.
Evitaba ir a comer a la ciudad, ni siquiera a casa de los parientes: 65.
Este proceder fue censurado por sus amigos: 65.
Pronto cambiaron la censura por la admiración: 66.
Se vio obligado a dar clase en la escuela de Santiago, al faltar un Hermano: 66.
Era admirable verle ir y volver cuatro veces al día con un Hermano: 66.
Llevaba con mucho orden a los niños a misa: 66.
Enseñó a un Hermano a llevar con orden a los niños: 67.
Luis de LA SALLE da clase en la escuela de GUISA con el señor NYEL: 67.
Juan Bautista también dio clase en PARÍS: 67.
El señor NYEL quiere regresar a RUÁN: 67.
LA SALLE se tiene que hacer cargo de las tres escuelas de RETHEL, GUISA y LAÓN: 67.
El párroco de San Pedro de LAÓN interviene: 68.
El párroco de LAÓN manifestó por escrito su opinión sobre LA SALLE: 68.
LA SALLE envía Hermanos a GUISA y LAÓN: 68.
Salida de NYEL hacia RUÁN; su muerte: 68.
Elogio de NYEL: 68.
Duelo y funerales por NYEL: 68.
Después de la muerte de NYEL, LA SALLE da un manteo a los Hermanos: 68.
El alcalde de la ciudad de REIMS aconsejó a LA SALLE el manteo: 68.
El hábito de los Hermanos hasta este momento: 68.
Los Hermanos piden tener un hábito singular: 68.
La forma del hábito fue aprobada por los superiores y obispos: 68.
Una persona de autoridad, en PARÍS, se opone a la forma del hábito: 69-70.
LA SALLE pone por escrito las razones para no cambiar el hábito: 70.
Lo hizo revisar por sus directores y por los superiores del seminario: 70.
Muerte del padre BARRÉ, el 31 de mayo de 1686: 70.
Elogio del padre BARRÉ: 70-71.
LA SALLE regula el régimen de comidas de los Hermanos: 71.
Dificultad de LA SALLE para acostumbrarse a la comida: 71.
Se somete al régimen de comidas de la comunidad: 71-72.
El medio de conseguirlo fue quedarse largo tiempo sin comer: 72.
Llegó a comerse lo que vomitaba: 72.
Tomo I - 1 - HERMANO BERNARD - Índice analítico 265

Se acostumbró a mortificar su gusto; parecía haber cambiado su naturaleza: 72.


Un día el cocinero puso ajenjo en la comida y él ni lo notó: 72.
No sentía el gusto de lo que comía: 72.
Toma medios para asegurar la estabilidad de los Hermanos: 72.
Comenzó un retiro con los Hermanos en Pentecostés de 1687: 72.
Determinan consagrarse a Dios con voto de obediencia y castidad: 73.
Discutieron si se haría voto de castidad, y si sería por toda la vida: 73.
LA SALLE les hace ver que convenía probar durante algún tiempo: 73.
Resolvieron hacer sólo voto de obediencia, y por un año: 73.
El retiro duró desde el domingo de Pentecostés hasta la Trinidad: 73.
Desde entonces renovaron los votos en la misma fiesta, hasta 1694: 73.
En 1694 hicieron voto perpetuo de obediencia: 73.
Él fue el primero que lo hizo, en alta voz, en el oratorio: 73.
Luego lo hicieron los Hermanos, uno tras otro: 73.
Poco después reunió a los Hermanos de Reims y algunos de las otras casas: 74.
Esta segunda Asamblea fue en 1687: 74.
Hacen un retiro y les expone la necesidad de elegir un superior Hermano: 74.
Aceptan las razones y se avienen a elegir un superior: 74.
La mayoría de votos recaen en el Hermano Henry l’HEUREUX: 74.
El Hermano Henry se somete a la decisión con sencillez y humildad: 74.
Esto alegra a Juan Bautista, que apreciaba mucho a este Hermano: 74.
Juan Bautista se sometió el primero a un simple Hermano: 74.
Fidelidad de LA SALLE a las mínimas prácticas de la casa: 74.
Juan Bautista no hacía nada sino con permiso del Hermano superior: 75.
Ni siquiera hubiera salido para ir a celebrar misa sin permiso expreso: 75.
Se ofrecía a las cosas más bajas y humillantes: 75.
Un día hubo que limpiar un lugar de los más viles, y él se ofreció a limpiarlo: 75.
El Hermano superior tuvo que decirle que no lo hiciera: 75.
En esta fecha aún no tenían los Hermanos Regla escrita (1687): 75.
Elogio de la obediencia y de la regularidad: 76.
Carta a una religiosa sobre la obediencia: 76.
Afecto a la regularidad: 77.
Practicaba continuos actos de humildad; se arrodillaba a besar los pies: 78.
Cuando los amigos iban a visitarle, no les hablaba antes de tener permiso: 78.
Algunos se quejaban de este proceder: 78.
266 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

El asunto se divulgó por la ciudad: 78.


Se le obliga a retomar el cargo de superior: 78.
Esto alegra a los Hermanos, y más aún al Hermano L’HEUREUX: 78.
Algunas personas no aprueban este proceder de LA SALLE: 78.
Pero él quería imitar a Jesucristo, sacerdote eterno, postrado ante los apóstoles: 78.
El señor DE LA SALLE asume el cargo de superior: 78.
En estas fechas aún no había noviciado: 78.
A un aspirante le bastaban quince días con él para poder ser enviado a clase: 78.
El duque de MAZARINO le tenía gran estima; cuando iba a REIMS, le visitaba: 79-80.
MAZARINO le pide que le deje asisitir a su misa: 80.
Al día siguiente, a las seis de la mañana acudió, y se colocó entre los Hermanos: 80.
Veneración del señor BAILLY, abad de Saint-Thierry, hacia LA SALLE: 80.
Este abad le censuró por su forma de vestir tan pobre: 80.
Otra persona le visita y pide que le encomiende a Dios: 80-81.
LA SALLE se sonrojó, y simuló reír fuerte, para que cambiara de opinión: 81.
Algunas personas le piden que sea su director espiritual: 81.
Se lo permitió a muy pocas, entre ellas a algunas religiosas: 81.
A una religiosa la pidió que le llevara todo lo superfluo que tenía: 81.
Le dijo que si quería que la dirigiera, quemara en su presencia todo lo inútil: 82.
Reacciones por la corrección de los niños: 82.
Algunos padres se enfadan con los Hermanos por corregir a los niños: 82.
Los que más se enfadaron eran los artesanos y los pobres: 82.
Juan Bautista tuvo que ejercitar su paciencia en este caso: 83.
La tempestad se calmó poco a poco y creció la estima por el señor de LA SALLE: 83.
Monseñor LE TELLIER le propone proteger las escuelas, si se queda en la diócesis: 83.
LA SALLE le habla de la promesa hecha de enviar dos Hermanos a San Sulpicio: 83-84.
Recibe a un joven de quince años: 84.
Poco después se presentan otros tres jóvenes: 84.
Formó con ellos una pequeña comunidad: 84.
En dos meses esta comunidad llegó a contar con doce jóvenes: 84.
Les dio un reglamento: 84.
Él mismo les instruía a menudo, y se hacía como uno de ellos: 84.
Era muy edificante verlos en la iglesia y en las calles: 84-85.
De vez en cuando daba el hábito a los mayores y más fervorosos: 85.
Esta comunidad venía a ser como el noviciado: 85.
Tomo I - 1 - HERMANO BERNARD - Índice analítico 267

Varios párrocos del campo le piden un Hermano: 85.


Les responde que sólo puede enviar dos Hermanos juntos: 85.
Algunos párrocos le proponen enviar jóvenes para formarlos como maestros: 85.
Los recibió caritativamente y los alojó al lado de la casa de los Hermanos: 85.
Les puso un Hermano que los instruyera en todo lo que necesitan en las parroquias: 85.
Como tenían que cantar, también aprendían canto llano: 85.
En esta comunidad llegó a haber veinticinco personas: 85.
Allí reinaba singular piedad: 85-86.
Algunos de esos jóvenes tomaron el hábito del Instituto: 86.
Los que volvieron a sus parroquias miraron a LA SALLE como a su padre: 86.
En 1687 había en REIMS tres comunidades: Hermanos, jóvenes y seminario: 86.
Entre las tres había cincuenta personas: 86.
Jamás les faltó lo necesario: 86.
268 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

ÍNDICE DE CAPÍTULOS

Prefacio 1
Aviso al lector 6
Declaración 7

PRIMERA PARTE
Capítulo I. — Su nacimiento, su educación, sus primeros estudios y su
promoción a la dignidad de canónigo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Capítulo II. — Va a Cambrai para recibir las órdenes menores; elige un
director; accidente que le ocurrió [en camino]; va a San Sulpicio para
hacer allí su seminario; es ordenado subdiácono . . . . . . . . . . . . . . . . . 12
Capítulo III. — Su regreso a Reims, de donde sale por segunda vez hacia
Cambrai, para recibir el diaconado, y algún tiempo después, es
ordenado sacerdote de manos de su obispo; es encargado de los asuntos
de su familia y de la casa de huérfanas que logró que fuera aprobada 15
Capítulo IV. — De algunas acciones notables que hizo este siervo de
Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
Capítulo V. — Cómo la divina Providencia dispuso al señor de La Salle
para el establecimiento de las Escuelas cristianas en el lugar de su
nacimiento; la caridad y la gran prudencia que manifestó en este
encuentro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
Capítulo VI. — Establecimiento de la primera escuela en Reims para
niños, y algún tiempo después una segunda; caridad con que el señor de
La Salle conduce este asunto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26

SEGUNDA PARTE
Capítulo I. — Donde se ve cómo la divina Providencia prepara al señor
de La Salle para fundar los Hermanos de las Escuelas Cristianas, al
inspirarle que tomase particular cuidado de los maestros de escuela;
los aloja cerca de su casa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
Tomo I - 1 - HERMANO BERNARD - Índice de capítulos 269

Capítulo II. — El señor de La Salle delibera sobre alojar en su casa a los


maestros; razones que lo inducían a ello y dificultades que preveía; va a 36
París; el reverendo padre Barré le compromete a alojarlos en su casa;
prueba durante un tiempo si podrá hacerlo y les lleva a comer a su casa
Capítulo III. — El señor de La Salle acoge completamente a los maestros
en su casa; sus familiares lo ven mal; inducen a dos de sus hermanos a
que le abandonen; los maestros eligen al señor de La Salle como su
confesor; el señor Nyel va a Rethel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
Capítulo IV. — La mayoría de los maestros abandonan al señor de La
Salle; se presentan otros nuevos; el señor de La Salle considera dejar su
canonicato . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46
Capítulo V. — El Señor de La Salle se desprende de su canonjía; las
oposiciones que encuentra por ello y cómo las superó . . . . . . . . . . . . . 49
Capítulo VI. — El señor de La Salle proyecta trasladarse a París; su
director le disuade; sus ocupaciones durante su permanencia en Reims;
su abandono a la divina Providencia; fervor de los primeros Hermanos
y muerte edificante de algunos de ellos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
Capítulo VII. — El señor de La Salle es censurado por algunas personas
a causa de su excesivo retiro; se ocupa en dar clase e instruye a los
Hermanos para que dirijan debidamente a sus alumnos; se encarga de
las escuelas del señor Nyel, que muere algún tiempo después; regula la
forma del hábito que deben llevar los Hermanos; muerte del reverendo
padre Barré . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64
Capítulo VIII. — El señor de La Salle regula la alimentación de los
Hermanos de su comunidad; extrema mortificación que muestra para
vencer la resistencia que sentía para observar esta regla; los Hermanos
se reúnen para emitir votos; el señor de La Salle se descarga del
superiorato y es obligado a reasumirlo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
Capítulo IX. — Estima que varias personas sienten por el señor de La
Salle; contrariedades que sufren, él y sus Hermanos, por parte del
pueblo; su prelado desea retenerle en la diócesis, y él se excusa;
establece en Reims dos comunidades. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
II

LAS DOS BIOGRAFÍAS


ESCRITAS POR
Francisco Elías MAILLEFER

Manuscrito Carbon (Ca) - 1723


Manuscrito de Reims (Re) - 1740
INTRODUCCIÓN
A LAS DOS BIOGRAFÍAS
DE FRANCISCO ELÍAS MAILLEFER

1. ¿Quién fue Maillefer?


Francisco Elías MAILLEFER era sobrino de san Juan Bautista de La Salle, por ser el
cuarto hijo de su hermana María, casada con Juan Maillefer. Nació en Reims el 6 de
agosto de 1684, cuando Juan Bautista tenía treinta y tres años, y hacía ya cinco años
que se había visto implicado en la obra de las escuelas.
El 30 de junio de 1702, con diecisiete años, ingresó en el convento de benedictinos
de San Mauro, en Saint Faron de Meaux, donde ya estaba un hermano mayor que él,
de nombre Simón Luis. Se ordenó de sacerdote en 1711. Hasta 1723 recorrió diversos
conventos de la orden, y en dicho año pasó al monasterio de San Remigio, de Reims.
Aquí, entre otros servicios, fue bibliotecario durante varios años, y permaneció en
dicho convento hasta su muerte, ocurrida en 1761.
Fue autor de diversas obras, entre ellas, dos Vidas del señor de La Salle, su tío. Una
escrita en 1723, que prestó, con cierto disgusto, al Hermano Tomás, quien se la pasó
al Hermano Timoteo, Superior general. La otra, escrita en 1740, la depositó en la
biblioteca de su monasterio. Pero todas las demás obras que escribió, salvo ésta y su
primera biografía, se perdieron en un incendio ocurrido en el monasterio el 15 de
enero de 1774.
De lo expuesto se deduce que Francisco Elías no conoció a su tío Juan Bautista de
La Salle, o le conoció muy poco. El sobrino tenía sólo cuatro años cuando su tío Juan
Bautista dejó Reims para irse a París, en 1688, a hacerse cargo de las Escuelas de San
Sulpicio. El santo pasó varias veces por Reims en los años siguientes, entre 1688 y
1702, pero sabemos que no frecuentaba a su familia; por lo tanto, si tuvo alguna
relación con su sobrino Francisco Elías, fue de forma esporádica.
Francisco Elías escribió la biografía de su tío Juan Bautista de La Salle porque otro
familiar se lo encomendó. Y éste fue Juan Luis de La Salle, hermano de nuestro santo
y canónigo de la catedral de Reims.

2. Las dos biografías escritas por Maillefer


Apenas fallecido san Juan Bautista de La Salle, el Hermano Bartolomé dispuso
recoger todos los objetos relacionados con su persona, y se reunieron bastantes
274 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

testimonios sobre sus virtudes y ejemplos. En 1721, tan sólo dos años después de la
muerte del santo, el Hermano Timoteo encargó al Hermano Bernard que ordenara los
memoriales y testimonios recogidos y que escribiera la vida del fundador. El
Hermano, a pesar de las dificultades que encontró, puso manos a la obra, y en el
mismo año de 1721 había terminado un esbozo de biografía que abarcaba desde el
nacimiento del santo hasta 1687, es decir, hasta el momento en que abandonaría
Reims para instalarse en París.
Acabado este trabajo, que ocupaba un cuaderno de 86 páginas, pareció
conveniente pasárselo a Juan Luis de La Salle, hermano del biografiado, para que
diera su opinión, especialmente sobre cuestiones que podrían molestar a alguna
persona. Medio año después de haberle entregado una copia, ya había corregido el
manuscrito, pero se negó a devolverlo, y pidió que primero le presentasen toda la
biografía completa.
El Hermano Bernard, mientras tanto, revisó el original de su trabajo, y completó
toda la biografía. Ésta le fue presentada a Juan Luis de La Salle el 4 de mayo de 1723.
Pero el hermano del santo no quedó satisfecho del trabajo del Hermano Bernard, y sin
decir nada a los superiores del Instituto, encargó a su sobrino Francisco Elías
Maillefer, que en dicho año, precisamente, fue enviado al monasterio de Reims, que
compusiera él mismo una biografía de su tío Juan Bautista. Al encomendarle este
trabajo, Juan Luis quería no sólo contar con un relato más ágil y elegante en cuanto al
estilo, sino también matizar algunas cuestiones de fondo, y concretamente todo lo que
se refería al jansenismo, y que aparecía en la biografía escrita por Bernard.
Para que pudiera realizar dicho trabajo, Juan Luis entregó a su sobrino los dos
manuscritos de Bernard, y tal vez algunos otros testimonios recogidos entre los
familiares y conocidos de Reims. Juan Luis tenía la intención de financiar la
publicación de la nueva biografía de Francisco Elías, si quedaba a su gusto.
El monje del monasterio de San Remigio acabó su trabajo con suma rapidez, pues
lo terminó en el mismo año de 1723. Con todo, la publicación de esta biografía quedó
en suspenso, ya que Juan Luis falleció el 26 de septiembre de 1724.
Pasado algún tiempo, los superiores del Instituto tuvieron conocimiento de que
Maillefer había escrito una biografía partiendo de los documentos que habían
prestado a Juan Luis, y encargaron al Hermano Tomás, que era administrador, que
fuera a Reims para conseguir que se la prestara, tal vez con la idea de editarla como
publicación del Instituto.
El Hermano Tomás acudió a Reims y habló con Francisco Elías Maillefer, y
después de mucha insistencia y valiéndose de sus reconocidas dotes diplomáticas
consiguió que se lo prestara, pero con la condición de que, si se publicaba, no se
cambiaría ni añadiría nada sin el consentimiento del monje.
A los superiores del Instituto tampoco les gustó la biografía escrita por Maillefer, y
el Hermano Timoteo encomendó al canónigo Blain, que mantenía estrecha relación
con la casa de San Yon, que redactara una biografía que pudiera ser considerada
Tomo I - 2 - MAILLEFER - Introducción 275

como «oficial». Para ello le entregaron las dos obras ya escritas: la copia de Bernard
prestada a Luis de La Salle, y por él corregida, y la de Maillefer; le dejaron también
otros materiales que se habían reunido. Blain aceptó el encargo y elaboró una
biografía en dos tomos, amplísima y en muchas ocasiones de estilo ampuloso.
El Instituto publicó la biografía de Blain en 1733. Como signo de benevolencia los
superiores enviaron un ejemplar a Francisco Elías Maillefer, que se sintió ofendido
porque comprobó que Blain había utilizado su escrito en muchas ocasiones, y ni
siquiera lo decía ni le citaba. Pero comprobó también que Blain había añadido
numerosos datos que él desconocía y que, por tanto, no había incluido en su obra.
Disgustado y considerándose traicionado por los superiores del Instituto, resolvió
rehacer su primera biografía, aunque sólo fuera para satisfacción personal. Así lo
hizo, y la terminó en 1740. Una vez acabada, la depositó en la biblioteca de su
monasterio, donde era bibliotecario.

3. Cómo nos han llegado las dos biografías


Actualmente los Archivos del Instituto conservan las dos biografías escritas por
Maillefer, y el camino seguido para poseerlas resulta verdaderamente curioso.

El texto de 1723
El manuscrito que Maillefer prestó al Hermano Tomás, según vimos, y que se puso
en manos de Blain, no lo poseemos. Sin embargo, tenemos dos copias manuscritas
del mismo texto. Se las denomina manuscrito X y manuscrito Carbon.

A. El manuscrito X
Se trata de un pequeño volumen de 185 x 125 mm, de 253 páginas. En la parte
posterior de la primera hoja se lee: «Comunidad de los Hermanos de
Ruillé-sur-Loire». Hay un añadido, escrito por el Hermano Calixte (Juan Francisco
Nicolás LEDUC, 1797-1874), Asistente y Archivero del Instituto, que explica que se
trata de una casa que no fue de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, sino de los
Hermanos de San José, congregación que tuvo la casa madre en Mans, con el nombre
de Notre-Dame-de-Sainte-Croix. Esta congregación desapareció.
El copista ha puesto, en la portada, la fecha en que acabó su trabajo: Reims, a 1 de
agosto de 1766. Debajo se ha añadido: «Dado al señor Dujarrié, párroco de Ruillé sur
Loire en agosto de 1824».
El Hermano Calixte añadió también en la segunda página: «Este manuscrito fue
comprado en los quais (muelles) en febrero de 1870. París, 7 de marzo de 1879, Hno.
Calixte». Los quais eran los puestos para venta de libros y objetos de segunda mano
que se ponían a lo largo de la orilla del Sena.
276 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

El Hermano Émile LETT, en su obra Les premiers biographes de saint


Jean-Baptiste de La Salle, (París, 1956), dice que el copista de este manuscrito pudo
ser el Hermano Bernard-Joseph, cuyo nombre de pila era Juan Francisco MAMEL,
nacido en Nancy en 1750, e ingresado en el noviciado de Maréville el 16 de enero de
1766; emitió votos perpetuos el 22 de septiembre de 1775. Sin embargo, el Hermano
Maurice-Auguste considera que no pudo ser dicho Hermano, ya que difícilmente se
le habría encomendado esa tarea cuando era simple novicio, con diecisiete años. Él se
inclina por un tal Hermano Fulbert, que en 1766 tenía 40 años y que en aquella fecha
llevaba ya 20 años en el Instituto. Su nombre de pila era Santiago Francisco
GOUCHON, nacido en París, parroquia de San Sulpicio, el 21 de octubre de 1726, e
ingresado en el Instituto el 29 de septiembre de 1746. Su letra, muy semejante a la del
manuscrito, aparece en la fórmula de sus votos, del 15 de agosto de 1752.
Así pues, la historia de este manuscrito, se podría resumir de esta manera: el 1 de
agosto de 1766 se terminó de copiar. En agosto de 1824, casi sesenta años después, se
lo dan o regalan al párroco de Ruillé-sur-Loire, señor Dujarié. En estas fechas, este
párroco trataba de llevar a su parroquia una comunidad de los Hermanos de San José.
El manuscrito pasó a esta comunidad, tal vez como donación del párroco Dujarié. El 1
de noviembre de 1835 se clausuró la comunidad de Ruillé-sur-Loire, y se trasladó con
sus pertenencias a Sainte-Croix-lès-le-Mans, a donde también se marchó el párroco
Dujarié el 28 de octubre de 1836. La sociedad civil de la Sainte-Croix fue disuelta por
disposición del 9 de marzo de 1869 y sus bienes deberían ser subastados, para lo cual,
el 21 de abril de 1869, fueron nombrados dos liquidadores. El padre Basile Antoine
MOREAU, fundador de la institución, tenía que abandonar la casa, y no podía llevar
consigo «más que los vestidos, algunos libros por valor de unos seis francos y el título
de su ordenación en un cuadro de madera blanca». En tal bagaje, difícilmente hubiera
podido incluir el manuscrito que pertenecía a la institución de los Hermanos de San
José. Hay que pensar que sería subastado, con los demás bienes, por la comisión
liquidadora, y que iría a parar a algún librero. En sus estanterías pasaría los años; y tal
vez peregrinando de un anaquel a otro, acabaría siendo ofrecido a los compradores
de libros viejos y usados en los «muelles» de París, junto al Sena, hasta aquel día de
febrero de 1870 en que un afortunado ojeador se lo compró al vendedor «de viejo». El
camino siguiente fue más corto: el comprador se lo entregó al Hermano Calixto, y
éste lo depositaba en los Archivos del Instituto el 7 de marzo de 1870, donde
permanece desde entonces.

B. El manuscrito Carbon
La segunda copia del manuscrito de Maillefer de 1723 es el llamado Carbon. Se
trata de un manuscrito de 275 x 175 mm. En la primera página interior hay una
declaración de autenticidad firmada por Jacquenet, canónigo honorario; Colas,
profesor de filosofía, y Collery, vicario. Las tres firmas llevan rúbrica. Esta
declaración de autenticidad se hizo para confirmar que el texto había sido comparado,
Tomo I - 2 - MAILLEFER - Introducción 277

por mandato del cardenal Gousset, con el ejemplar manuscrito conservado en la


biblioteca de la ciudad de Reims; esta gestión se realizó el 24 de mayo de 1862.
El Hermano Émile LETT reconoció la escritura del copista, y demuestra que fue el
padre Santiago CARBON, canónigo regular de Santa Genoveva. También demuestra
que este sacerdote estaba vinculado a la familia de Juan Bautista de La Salle a través
de su madre, Juana Ana Lespagnol, y fue genovevano en San Dionisio, de Reims.
El manuscrito termina en la página 164, y luego siguen varias páginas con asuntos
complementarios.
La historia de esta copia parece ser la siguiente: el padre CARBON, hacia 1750,
había preparado un cuaderno para escribir en él un Catálogo de las Vidas de los
Santos. Algún tiempo después, el cuaderno, apenas comenzado, lo destinó a otra
finalidad: la de copiar la Vida del señor Juan Bautista de La Salle. Años después de
haberla copiado, hacia 1776, el padre CARBON utilizó dicha copia para dictarla a un
amigo y contar con otra copia. Este amigo fue un tal Pedro Huberto SIRET, que copió
la Vie de M. de La Salle, «obra compuesta siguiendo el orden cronológico y según el
modelo del manuscrito de Don Elías MAILLEFER». El 28 de abril de 1836, con
ocasión del proceso diocesano sobre san Juan Bautista de La Salle, un hermano del
señor SIRET, llamado Carlos SIRET, depositaba ante el tribunal esta copia, y
testimoniaba que el padre CARBON, unos sesenta años antes, había dictado dicha
biografía a su hermano, partiendo del ejemplar que él mismo había copiado. Esta
copia de SIRET, desgraciadamente se ha perdido.
No se sabe cómo el manuscrito del padre CARBON pasó a manos del marqués de
Ruinart de Brimont. Pero fue este noble quien, durante el proceso de beatificación, lo
entregó al Postulador de la causa, que era el abate LAMBERT, y éste lo pasó al Instituto
de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, en cuyos Archivos se conserva.

El texto de 1740 (manuscrito Re)


Éste es el manuscrito conocido como Re (de Reims). Se trata de un autógrafo
inédito, que se halla en la biblioteca de la ciudad de Reims con la clasificación «Ms.
1426», y lleva también otra cota, que corresponde a la clasificación que tuvo en la
biblioteca de San Remigio: «Ms. EE 14».
En la página del «Avant-Propos» se ha introducido una línea escrita a mano que
dice «Ex mst. Archim. S. Remigii Remens», que indica que procedía de la biblioteca
del monasterio de San Remigio de Reims.
La obra comprende 340 páginas, numeradas. La vida de Juan Bautista de La Salle
ocupa las páginas 1 a 309. Las páginas restantes contienen otros documentos
complementarios, y al final, de la página 329 a la 340, hay unas tablas elaboradas por
el mismo autor.
278 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

MAILLEFER depositó este manuscrito en la biblioteca del monasterio, y se hace


referencia a él en 1761 y en 1775. En la noche del 15 al 16 de enero de 1774 se declaró
un incendio en la biblioteca del monasterio de San Remigio, y se perdieron
numerosas obras. Se salvó, sin embargo, el manuscrito de Maillefer. Después de las
expoliaciones de conventos, en 1791, se le perdió la pista, pero fue encontrado en
París en 1802. Lo adquirió el señor SIRET y lo depositó en la bilioteca de la ciudad de
Reims. Algunos de los testigos de la causa de beatificación dijeron que conocían esta
biografía y dónde se encontraba.
Cuando Jean GUIBERT preparaba su Historia de san Juan Bautista de La Salle,
para las fiestas de la canonización, mandó hacer una copia de este manuscrito Re y la
depositó en la Biblioteca Nacional de Francia, en París. El Instituto mandó hacer
también una copia para los Archivos, en los cuales se conserva. Esta copia está visada
y certificada por Pedro Luis Péchenard, Vicario general de Reims (20 de abril de
1884), y fue ofrecida al Hermano Irlide, Superior General, por los Hermanos
Bajulien, visitador, y Aquilin-Victor, director del internado (25 de abril de 1884).
El original de este manuscrito sigue conservado en la biblioteca de la ciudad de
Reims, con la cota ya indicada: «Ms. 1426».

4. Diferencias entre las biografías de MAILLEFER


Las dos biografías de MAILLEFER son la de 1723 (Ca) y la de 1740 (Re).
Actualmente las conocemos en el texto francés, gracias al Cahier Lasallien número 6,
que las ha transcrito en paralelo.
Quien piense que la segunda (Re) es un simple retoque de la primera, se equivoca.
Coinciden, sí, en los temas tratados, y algunos de ellos se reproducen casi a la letra.
Pero hay otros muchos cuya redacción es nueva, aunque sólo sea en matices, lo que
supuso para el escritor leer, corregir y perfilar mejor su pensamiento.
En la traducción que se ha hecho de los dos manuscritos se ha intentado conservar
las diferencias que se dan en la redacción francesa, a pesar de la dificultad que esto
supone para mantener la fidelidad al pensamiento del autor. El lector que compare
ambos textos no dejará de advertir las diferencias de las dos biografías de
MAILLEFER.
En cuanto a la primera biografía, la de 1723, las dos copias de que disponemos (la
X y la Ca) también ofrecen diferencias, aunque son de mucha menor importancia, y la
mayor parte de ellas son debidas a la distracción del copista.
En nuestra traducción, que sigue la versión del manuscrito Ca, del número 6 de los
Cahiers Lasalliens, hemos indicado en nota, página por página, las variantes que se
dan en la copia X.
Se pone primero la traducción del manuscrito Ca y a continuación el manuscrito Re.
MAILLEFER I

MANUSCRITO DE 1723

Copias Ca y X

LA VIDA DEL SEÑOR JUAN BAUTISTA DE LA SALLE,


SACERDOTE, DOCTOR EN TEOLOGÍA,
ANTIGUO CANÓNIGO
DE LA IGLESIA CATEDRAL DE REIMS
Y FUNDADOR
DE LOS HERMANOS DE LAS ESCUELAS CRISTIANAS

Las variantes que existen entre el manuscrito Ca y


el manuscrito X (véase la Introducción) se indican
en notas al pie de cada página.
Traducción: José María Valladolid, fsc.

Las cifras que van entre ángulos < > indican


la paginación del manuscrito.
ADVERTENCIA

<1>
La vida del señor de La Salle, que me dispongo a dar al público, no está llena de
esos hechos brillantes que captan desde el principio la admiración del lector. Se trata
de un santo sacerdote a quien Dios condujo por caminos sencillos, pero duros para la
naturaleza. Al formarle para la virtud, Él le dio a conocer la solidez del bien, y le
concedió la experiencia necesaria para hacérselo practicar a los demás. Desde este
punto de vista es como voy a presentarlo en el hecho de fundar una sociedad cristiana
que debe su nacimiento únicamente a su gran confianza en Dios.
Tenía todas las cualidades necesarias para la realización de tan santa empresa. Era
firme, poseía celo ardiente, caridad tierna e insinuante, modales afables y, por encima
de todo, amor sin límites a la penitencia. Se sintió comprometido por caminos
providenciales; y lo logró con la misma ayuda; sin contar con los fondos necesarios,
pues se había despojado de todo; sin protección, tuvo muchas contradicciones que
soportar; privado de la satisfacción que nace del éxito, se vio, a menudo, expuesto a
contratiempos desagradables que no alteraban en nada la paz de su alma.
<2>
Para defenderse de sus enemigos no empleó más armas que la paciencia. En sus
empresas no utilizaba más que esta frase, que le era familiar1: ¡Dios sea bendito! Ésa
era, por decirlo así, su divisa. Veremos las pruebas en la historia de su vida.
Me he comprometido a escribirla sólo por deferencia con personas de piedad a las
cuales no podía negar este consuelo. Yo hubiera deseado que se hubiera dedicado a
ello una mano más hábil que la mía.
Como las memorias sobre las cuales me he visto forzado a elaborar la obra no eran
bastante exactas, se encontrarán algunos vacíos y hechos omitidos. Los que se
refieren en ella bastan para edificar: es el objetivo que me he propuesto. He suprimido
algunos que habrían encontrado dificultad para ser creídos2 por la inteligencia del
lector, o que podían herir la delicadeza de los que no admiten fácilmente lo
maravilloso.
He estado atento a guardar la fama de varias personas de mérito que, por vías en las
que no se ha querido penetrar, causaron molestias al señor de La Salle.

1
le era tan familiar...
2
encontrar crédito...
282 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

No he creído necesario sujetarme a cierto número de reflexiones, a menudo mal


unidas, a través de las cuales un lector tiene mucha dificultad para deshacer el
encadenamiento de los hechos que interesan sólo a su atención. Sin embargo, yo no
las he rechazado indiferentemente; las he utilizado cuando han venido a la mente de
forma natural y sin artificio. El público quiere que se le deje ser dueño de lo que se
llama reflexionar. Pero algunas veces quiere ser ayudado. La decisión que yo he
tomado de poner algunas reflexiones, y que no fueran demasiadas, me ha parecido
adecuada para evitar los dos extremos.
Me he inclinado por un estilo sencillo y natural. He seguido, en la medida en que ha
sido posible, el orden de los años: este método me ha parecido el más exacto y el
menos confuso posible.
Por lo demás, como no he tenido otra intención al componer esta vida que edificar e
instruir,
<3>
espero que quienes la lean con la misma intención saquen de ella el fruto que me he
propuesto.

La Vida del señor


Juan Bautista de La Salle,
sacerdote, doctor, antiguo canónigo de la catedral de Reims,
y fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas
3
<3>
Su nacimiento, 1651
El señor Juan Bautista de La Salle, recomendable por su piedad, vino al mundo en
Reims, Champaña, el 30 de abril de 1651. Fue bautizado el mismo día en San Hilario,
su parroquia. Tuvo como padrino al señor Juan Moët de Brouillet, su abuelo materno,
y como madrina a la señora Petra L’Espagnol, su esposa, que le impusieron el nombre
de Juan Bautista.
Luis de La Salle, su padre, consejero en la audiencia de la misma ciudad, le dio una
educación adecuada a su nacimiento. Fue el mayor de siete hijos, cinco varones y dos
hembras. Se notó desde su infancia un natural inclinado a la virtud. Desde pequeño se
complacía en los ejercicios serios, en la oración y en la lectura de buenos libros. Las
semillas de piedad que se arrojaban con acierto en su corazón producían fruto sin
dificultad. La gracia ya actuaba en él y sólo se necesitaba cuidado para cultivarla. Y a
eso se dedicó su padre. Formó a esta joven planta bajo sus ojos hasta que llegó a la

3
El número de la página 3 está repetido.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 283

edad de comenzar sus estudios. Los hizo en el colegio de la Universidad de la misma


ciudad.

Recibe la tonsura en 1662 o 1663


Como sus inclinaciones le inducían al bien, se sintió impulsado
<4>
por el deseo de consagrarse a Dios en el estado eclesiástico. De la piedad de sus
padres esperaba que no pondrían obstáculos a ello. En efecto, consintieron en la
decisión que él había tomado de recibir la tonsura.
Ese nuevo compromiso le pareció un motivo poderoso de amar a la Iglesia. Acudía
a ella con más asiduidad que antes; su amor a las funciones eclesiásticas crecía todos
los días. Dios hizo que surgiera en él la ocasión de satisfacer su celo, y en seguida
cumplió por deber lo que hasta entonces hacía por inclinación.

Es provisto de una canonjía, en 16664


Se vio provisto de una canonjía de la catedral de Reims por la renuncia que hizo a
su favor, el 9 de julio de 1666, el señor Dozet, arcediano de Champaña y canciller de
la Universidad. Nuestro joven canónigo tomó posesión el 7 de julio de 1667, es decir,
al año siguiente5. ¡Escollo delicado6 para un joven que comienza a respirar cierto aire
de libertad! Se consideró como hombre consagrado por estado a la oración pública; su
inclinación le llevaba a ello; le gustaban las obligaciones y se aplicaba a cumplirlas en
la medida que su edad y el curso de sus estudios se lo permitían. Hasta entonces había
caminado por sendas que conocía tan sólo imperfectamente. Se necesitaba una edad
madura para hacer que su piedad fuera sólida. Dios le afianzaba en ella de forma
insensible.

Se gradúa como Maestro en Artes, en 16697


Después de terminar el curso de filosofía, obtuvo el título de Maestro en Artes, a
los 18 años de edad. Su padre, atento a formarle cuanto antes en las ciencias
adecuadas a un eclesiástico, resolvió mandarle a estudiar en la Sorbona, para obtener
allí la licenciatura y conseguir la birreta de doctor. Para este fin lo envió a París.

4
Es hecho canónigo. 1666.
5
Nuestro joven canónigo tomó posesión el 7 de enero del año siguiente
6
El escollo era delicado.
7
Es nombrado Maestro en Artes. 1669.
284 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Va a residir en París, en 16708


Entró en el seminario de San Sulpicio en el mes de octubre del año 1670. Fue
asiduo a todos los ejercicios que se practican en aquella casa y se distinguió desde el
primer momento por su exactitud. Amaba el orden, y por eso nada le desalentaba.
Aprovechó este retiro para hacer
<5>
serias reflexiones sobre sus compromisos y sobre sus deberes. Se aproximaba el
tiempo en que era preciso estabilizarse en el estado eclesiástico por lazos
indisolubles, y recibir el subdiaconado9. Pensaba en ello cuando supo la muerte de su
madre, sucedida el 20 de julio de 1671. El golpe, aunque rudo de soportar, no
interrumpió el curso de sus estudios, pero suspendió sus decisiones por algún tiempo.
Dios lo permitía así para probarle, enseñándole, tan pronto, el arte de mantener la
calma en las tribulaciones, de las que su vida iba a estar llena.

Muerte de su madre en 1671 y de su padre en 167210


El dolor de la pérdida que había sufrido estaba reciente, y su espíritu aún lo
rumiaba, cuando recibió la triste noticia de la muerte de su padre, ocurrida el 9 de
abril del año siguiente, 167211; de manera que no hubo entre una y otra más que siete
meses de intervalo. Es fácil imaginar12 lo que sucede entonces en un alma bien
nacida. Cuanto más cristiano es uno, más se emociona ante semejantes sucesos.
El señor de La Salle se vio obligado, al cabo de dieciocho meses, a dejar París y
marchar a Reims, donde su presencia era necesaria. No tenía más que veintiún años
cuando se encontró encargado de todo el cuidado de la casa paterna, de la educación
de varios hermanos y hermanas13, jóvenes y huérfanos, y de la gestión de los asuntos
domésticos. Se sabe que todo ello se acumula necesariamente en casos parecidos14.
En tales contratiempos vio la voluntad de Dios y se sometió a ella.

Recibe las órdenes sagradas


La multiplicidad de los asuntos que absorbían su atención no borró de su mente15
las primeras ideas, concebidas en San Sulpicio de París, de comprometerse

8
Va a París. 1670.
9
Muerte de su madre. 1671.
10
Muerte de su padre. 1672.
11
al año siguiente; de manera...
12
Es fácil imaginarse...
13
de varios de sus hermanos y hermanas...
14
se acumulan en casos parecidos.
15
no borró en absoluto de su mente...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 285

irrevocablemente en el estado eclesiástico. Ya había alcanzado la edad requerida,


pero no quiso dar ningún paso de tanta importancia16 sin tomar consejo de una
persona sensata y prudente. Se dirigió al señor Roland, canónigo y teologal de la
catedral de Reims.
Era hombre de piedad tierna e ilustrada, respetado por toda la ciudad a causa de los
talentos con que Dios le había enriquecido, que él empleaba sin descanso para la
salvación de las personas cristianas de toda condición. Su recuerdo aún se conserva
allí en veneración, sobre todo en la comunidad de Hermanas que fundó bajo la
advocación del Niño Jesús. Están encargadas por su instituto de educar a las jóvenes
huérfanas pobres y desprovistas de recursos, y de enseñar gratuitamente a leer y a
escribir a las niñas.
<6>
para las cuales tienen escuelas públicas en su casa y en los distintos barrios de la
ciudad. Se puede decir, para gloria de estas santas damas, que no han disminuido del
espíritu de su primer fervor y que conservan con cuidado la observancia y la sencillez
de su vocación.
Fue, pues, bajo la dirección de tan excelente guía, como el señor de La Salle se
aficionó a la ciencia de los santos. El señor Roland poseía todo lo que necesitaba para
alcanzar su confianza. Fue en sus luces donde bebió el celo que demostró más tarde
para la instrucción de la juventud. Era la virtud favorita del señor Roland. [Éste] se lo
inspiraba a su discípulo en las relaciones que mantenían juntos. Ponía sus ojos sobre
él, para hacerle el sucesor de su celo. El futuro hizo ver que no estaba equivocado.

(n. m.: 1672) [n. m.: nota marginal]


La gran confianza que tuvo el señor de La Salle en los consejos de tan sabio
director, hizo que después de haberlo consultado, no tardara más en comprometerse
en las órdenes. Para este fin viajó, en el mes de junio de 167217. Primero fue a Laón y
luego a Noyon; como allí no se celebraban ordenaciones, se vio forzado a ir a
Cambrai, donde la víspera de la Trinidad recibió las cuatro órdenes menores y el
subdiaconado.

[Vuelve a la escuela] Asiste a las clases18


Proyectaba regresar a París para retomar el curso de sus estudios, que se había visto
forzado a interrumpir. Pero las necesidades presentes de su familia, que le fijaban19 en

16
de tan gran importancia (aquí, «importance»; en Ca, «conséquence»).
17
en el mes de junio.
18
Asiste a las clases. 1673.
19
que le fijaron...
286 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Reims, le obligaron a abandonar la idea. Acabó su teología y acudió a las clases;


cursó todos los grados del bachillerato y continuó su licenciatura sin interrupción. En
los intervalos que le dejaban tan serios estudios, se robustecía con la oración y las
buenas obras. Y, guiado siempre por su piadoso director, fue a París para recibir el
diaconado.

1677. Le proponen permutar su canonicato


con la parroquia de San Pedro
El señor Roland, que deseaba comprometerle a servir a la Iglesia en lo que tiene de
más laborioso, y que temió que fuera tentado de disfrutar las dulzuras de una vida
tranquila a la sombre de su canonicato, le propuso permutarlo con el curato de San
Pedro de Reims. Era el principal motivo del viaje que hizo a París20 este año. Creyó
vislumbrar la voluntad de Dios en los consejos de su director. Tal vez no reflexionó
demasiado en aquel momento sobre la
<7>
pesada carga que deseaba imponerle, ya que un curato de tal extensión exigía más
edad y experiencia de las que él tenía. Además habría que dejar a otros los
pormenores de los asuntos domésticos, de los cuales él era el único que estaba en
situación de atender.
Las personas de su familia que pensaban distinto que él, y que temían cualquier
cosa de su desprendimiento, se alarmaron de la resolución que había tomado.
Trataron por todos los medios de impedirlo. Se necesitaba la aprobación de su
Arzobispo. Pusieron cuidado de prevenirle contra un paso que parecía poco medido.
El prelado escuchó primero todo cuanto se le quiso decir, y cuando las partes
acudieron para solicitar su consentimiento, se dieron cuenta21 en seguida que le
habían informado de su designio: les ordenó que perseverasen en la vocación a la que
Dios les había llamado. Así, el señor de La Salle se contentó con ofrecer a Dios el
sacrificio de la preparación de su corazón, y no pensó más en cambiar de estado.
Incluso, posteriormente, manifestó en varias ocasiones que en aquel momento le
parecía oír una voz interior que le decía que no estaba llamado a gobernar una
parroquia.
Este contratiempo, que moderaba en cierto modo el ardor de su celo, no alteró en
nada la regularidad de su conducta. Continuó cumpliendo las obligaciones de un
canónigo, se hizo asiduo a los oficios, y continuó su licenciatura.
(n. m.: 1678)

20
del viaje de París.
21
[ellos] se dieron cuenta...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 287

Recibe el sacerdocio en 1678


Al año siguiente. 1678, la víspera de Pascua22, que cayó el 10 de abril, recibió el
orden del sacerdocio de manos de su arzobispo. Dijo su primera misa sin solemnidad
en la iglesia catedral. Con este proceder quiso evitar las ceremonias brillantes que son
habituales, por temor a dividir la atención que requiere una acción en la que no se
sabría23 poner la suficiente. Se puede creer, sin demasiada presunción, que recibió la
gracia de la ordenación, si se juzga por la continuación de su vida. Pues celebraba los
santos misterios con tal recogimiento que todos los asistentes se sentían conmovidos.
Hubo, incluso, algunas personas que, penetradas de respeto hacia él, fueron a
encontrarle después de la misa, para consultarle sus necesidades de conciencia. Tenía
sentimientos tan elevados sobre su ministerio que respetaba todo lo que a él se
refería24. Quería que todo aquello que servía para la iglesia estuviera limpio
<8>
y aseado, pero que fuera sencillo. Rechazaba los ornamentos demasiado ricos, y en
eso se acomodaba al espíritu de algunos santos, que habían prohibido usar en sus
conventos ornamentos de oro o de plata25, o de otro material precioso.

Su recogimiento al celebrar la misa


El señor de La Salle encontraba tanto gusto en ofrecer el santo sacrificio de la misa
que consideraba un deber de religión celebrarla todos los días. Jamás se dispensó de
ella, salvo por causa de dolencia o de enfermedad26. Se le ha visto, incluso, en varias
ocasiones arrastrarse él mismo o hacerse conducir hasta el altar para celebrar en él y
alimentarse con el pan de los fuertes.
Con mucha frecuencia quedaba en arrobamientos extraordinarios después de la
comunión. Algunas personas dignas de fe testimonian haberle visto de tal manera
transportado al volver del altar, que el uso de sus sentidos quedaba como
interrumpido. Permanecía en ese momento como inmóvil, y sólo volvía en sí después
de algún tiempo27. Esta especie de éxtasis provenía del dominio continuo con que
sujetaba sus sentidos28. No prestaba ninguna atención por las cosas del mundo29. Le
gustaba estar solo y rechazaba aparecer en público. Hablaba poco, siempre recogido
en sí mismo, modesto y reservado en todo su proceder, tranquilo y manso en toda
clase de situaciones. Este dominio de los sentidos hacía que no viviendo, por decirlo

22
Al año siguiente, la víspera de Pascua...
23
una acción en que no se sabría...
24
que tenía la menor relación...
25
en sus claustros, los ornamentos de oro y de plata
26
por causa de enfermedad.
27
sino después de algunos instantes
28
en que mantenía sus sentidos
29
atención para las cosas del mundo
288 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

así, sino del Espíritu, no experimentaba en la celebración de la misa esas


distracciones de las que incluso los sacerdotes más santos tienen dificultad30 para
defenderse. No podía soportar la relajación de los eclesiásticos que, con desprecio de
su estado, llevaban vida del todo secular. Su celo en reprenderlos parecía incluso
excesivo para el espíritu de los mundanos, que juzgaban31 de ello según sus pasiones.
Pero él conocía el arte de despreciar los juicios de los hombres que se apartaban32 de
las reglas de la más exacta disciplina.

Muerte del señor Roland; el señor de La Salle toma cuidado


de la Comunidad de las Hermanas del Niño Jesús
Hacía sólo dieciocho días33 que el señor de La Salle había recibido la ordenación
sacerdotal cuando Dios le privó de su piadoso y celoso director por una muerte
preciosa que ocurrió el 27 de abril de este año, 167834.
Aprovechó los últimos momentos que le quedaban a este hombre santo
<9>
para recoger sus disposiciones. El señor Roland le mostró toda su ternura, le nombró
ejecutor de su testamento, y le comprometió a encargarse del cuidado de su
Comunidad de las Hermanas del Niño Jesús que acababa de nacer. Le rogó que
trabajara con toda su energía en fortalecerla, y le hizo entrever que Dios le destinaba,
desde entonces35, a establecer las escuelas cristianas que él no había tenido tiempo de
emprender para la educación de los muchachos.
A pesar de la dificultad que sintiera el señor de La Salle para imponerse una carga
que le parecía36 tan pesada, unida a una serie de asuntos domésticos que dividían el
tiempo que hubiera deseado dedicar por completo a la oración, consideró la orden de
Dios en las intenciones del difunto, se sobrepuso a sus repugnancias, y dio al señor
Roland, con este acto de generosidad, señales ciertas de su perfecta gratitud. Puso
toda su confianza en Dios, y lleno del celo con el que se sintió animado, trabajó sin
descanso en resolver las dificultades que se suscitaban, de día en día, contra las
Hermanas del Niño Jesús.

30
de las cuales los mayores santos tienen dificultad.
31
que no juzgan de ello.
32
cuando se apartan.
33
Muerte del señor Roland. Hacía sólo dieciocho meses.
34
el 27 de abril de este año. n.m. Toma cuidado de la Comunidad de Hermanas del Niño Jesús.
35
le hizo entrever, desde entonces, que Dios le destinaba a establecer...
36
una carga que le parecía (semblait) [en el texto, paraissait] tan pesada...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 289

Obtiene letras patentes para el establecimiento de estas Hijas


Desprovistas de todo apoyo humano, sus hijas estaban37 en vísperas de ver su
establecimiento hundido. El señor de La Salle adoptó todas las medidas que le sugirió
la prudencia para hacer triunfar una empresa tan santa. Se necesitaba la aceptación de
la ciudad, el consentimiento del arzobispo y las letras patentes del rey.
Los magistrados temían sobrecargar a la gente con el número de las comunidades,
que ya habían aumentado desde hacía algunos años. Ofrecía realmente oposición a
nuevos establecimientos; hubo que quitarla, disipar los prejuicios y obtener su
asentimiento. El señor de La Salle podía más que otro en ello, pues los títulos de
pariente, amigo [y la fama de] hombre virtuoso, eran razones poderosas para ganar
los sufragios. Se sirvió de ellos tan hábilmente que reunió los ánimos en favor de su
petición, y se le concedió de forma palpable.
Provisto de este poder, solicitó el consentimiento de su arzobispo, quien le
<10>
allanó las dificultades por parte de la Corte. Un prelado menos acreditado que Carlos
Mauricio Le Tellier hubiera fracasado en esta negociación, en un tiempo en que los
ministros tenían prejuicios [sobre este asunto]. Él aprovechó el crédito que le daba el
favor del rey. Obtuvo de la bondad de Luis XIV38 las letras patentes, las hizo registrar
en el Parlamento de París, abonó todos los gastos necesarios y contribuyó con todo su
poder al afianzamiento de esta Comunidad con su protección y con sus donativos. Las
Hermanas de este Instituto, que se mantienen siempre en el mismo fervor, reconocen
el especial agradecimiento que tienen a las gestiones que se impuso el señor de La
Salle para conseguirles una fundación sólida, y conservan hacia su memoria una
veneración llena de gratitud.

El señor de La Salle emprende la fundación


de los Hermanos de las Escuelas Cristianas
Dios, desde ese momento, le inducía a medir sus fuerzas para prepararle
insensiblemente a emprender el establecimiento de los Hermanos de las Escuelas
Cristianas, que ha constituido el principal objeto de su trabajo en el curso de su vida.
Se vio encargado de este cuidado por caminos tan sencillos que no se puede por
menos de admirar el dedo de Dios que guardaba39 sus pasos. Él mismo estaba
sorprendido de ello hasta la extrañeza.
He aquí cómo se lo expone a uno de sus amigos40 en una carta que le escribió sobre
este asunto: «Dios que gobierna todas las cosas con prudencia y suavidad, y que

37
Desprovistas de ayudas humanas, se hallaban en...
38
obtuvo las letras patentes del rey Luis XIV, las hizo...
39
el dedo de Dios que guiaba sus pasos.
40
se lo explica a uno de sus amigos: «Dios que gobierna...
290 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

acostumbra a no forzar la inclinación de los hombres, queriendo comprometerme a


que tomase el cuidado de las escuelas, lo hizo de manera casi imperceptible y en
breve tiempo, de manera que un compromiso me conducía a otro, sin haberlo previsto
al comienzo». Con esto es fácil juzgar que estaban equivocadas ciertas personas que
le tachaban de hombre ambicioso, que quería forjarse un nombre en el mundo y
adornarse con el nombre de fundador.
Los ejemplos de dependencia, de sumisión y de humildad que dio en lo sucesivo a
los Hermanos de las Escuelas, indican suficientemente lo alejado que se hallaba de
ese espíritu de dominación que sus enemigos le atribuían con tanta ligereza.
Tendremos ocasión de dar las pruebas de ello.
<11>
Necesidad de la fundación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas
Las guerras civiles habían agitado Francia en los últimos reinados; las herejías que
las fomentaban aumentaban la desolación; la religión se debilitaba; el deterioro de las
fortunas producía el de las costumbres; los estudios se habían descuidado, la
ignorancia prevalecía, y cada uno pensaba en reparar sus pérdidas; los niños se hacían
viciosos por falta de instrucción [religiosa]; los desórdenes groseros se daban
especialmente entre el pueblo llano. Se caía en la cuenta del mal. Algunas personas de
piedad intentaron poner remedio a ello; pocas lo consiguieron. El reverendo padre
Barré, religioso mínimo cuya virtud se había acreditado en París y en otras ciudades
del reino, trató de abrir escuelas gratuitas en las que se pudiera disciplinar a la
juventud. Sus proyectos fracasaron en el momento mismo en que creía que estaban
bien asentadas. Las escuelas se destruyeron por sí mismas y este mal resultado le
indujo a abandonar la idea. Varias veces se intentó ponerlas de nuevo en marcha, pero
faltaba el medio o el crédito para lograrlo. Se necesitaba una persona capaz de tomar
decisión para reanimar las esperanzas, y que dispusiera de suficiente fortuna para
afrontar los gastos necesarios.

La señora Maillefer había establecido [escuelas] para las niñas


La gente vivía preocupada por estas ideas cuando la señora Maillefer tuvo el
propósito de fundar escuelas gatuitas para la instrucción de las jóvenes41. Ella poseía
todo lo necesario para salir airosa. Había nacido en Reims, en una familia rica y
distinguida; había dejado su patria [chica] para seguir a su marido a Ruán. Se dedicó
sin descanso a los ejercicios de piedad y a las obras de misericordia.
Cuando quedó viuda, redobló sus donaciones para el alivio de los pobres y les
dedicó buena parte de su fortuna. Entregada en toda la extensión de su celo y
convencida por sí misma de la utilidad de las escuelas gratuitas, fundó una para las

41
escuelas gratuitas para la instrucción de las niñas.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 291

niñas en un barrio cercano a Ruán42, llamado Darnétal. Esta fundación fue de tal
manera apreciada por la gente que dio lugar a que nacieran otras, de las cuales debe
ser considerada como la fuente.
Esta dama, guiada por su piedad, quiso procurar el mismo beneficio a la ciudad de
Reims, su patria. El señor Roland, con quien estaba en relación, ya había provisto en
parte sus deseos, con la fundación que había hecho, desde el año 1674, de sus escuelas
para las niñas. Él se auguraba poder facilitar la misma ayuda a los niños, por medio
de la señora Maillefer, que coincidía generosamente con sus miras. Pero fue
interrumpido por la
<12>
muerte, que le privó de esa satisfacción. Este contratiempo no desalentó a la señora
Maillefer43, que ya había tomado medidas con este santo varón desde el año anterior.

La señora Maillefer envía a Reims al señor Niel


[La señora Maillefer] buscó una persona cuyo celo y proceder pudiera44 sustituir la
pérdida del señor Roland. Puso sus ojos en el señor Niel, persona insinuante y
adecuada para empresas parecidas; era el mismo de quien se había servido el P. Barré,
años antes, para sus escuelas.
Fue a Reims en 167945, al año siguiente de la muerte del señor Roland, bien
informado de las intenciones de la señora Maillefer y provisto de cartas para la
superiora de la comunidad de las Hermanas del Niño Jesús. Le encomendaba este
asunto, pues la consideraba la [persona] mejor informada46 de lo proyectado en vida
del señor Roland.

Cómo el señor de La Salle se ve comprometido a establecer


escuelas para los chicos
Por una casualidad providencial, el señor de La Salle, que a menudo visitaba la
comunidad de las Hermanas, se encontró presente cuando el señor Niel daba cuenta
de su encargo a la superiora. Le informó de las dificultades47 que encontraría para
lograr que triunfara esta nueva escuela. Lo sabía por la dificultad que había tenido
recientemente para afianzar la de las Hermanas del Niño Jesús. Con todo, como tenía
una caridad sin límites para todo lo que tendiera al bien, examinó y sopesó todas las

42
un pueblo cerca de Ruán.
43
este contratiempo no desalentó a la dama que había tomado...
44
cuyo celo y proceder puede sustituir la pérdida...
45
Fue a Reims (n.m.1679)...
46
el superior de la comunidad de las Hermanas del Niño Jesús. Le encomendaba este asunto
considerándola como la mejor informada de este...
47
las dificultades que tendría para hacer.
292 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

razones del señor Niel y trabajó de buena gana para allanarle48 los primeros
obstáculos. Era preciso darle49 a conocer en las principales casas de la ciudad y
encontrarle un [lugar] retirado conveniente, en espera de que obtuviera los apoyos
necesarios.
Hubo que tomar muchas precauciones para superar las oposiciones. El éxito
dependía principalmente del secreto. Para prevenir cualquier sorpresa, el señor de La
Salle ofreció su casa al señor Niel, que la aceptó con gratitud.
Tales fueron los primeros compromisos del señor de La Salle en la fundación de las
escuelas gratuitas. El señor Niel agradeció a Dios el haberle facilitado en una sola
entrevista un [lugar] honroso de retiro y un protector experimentado. Desde entonces
comenzó a esperar el éxito de su empresa.
<13>
Tuvo cuidado de informar a la señora Maillefer de sus50 felices comienzos; la dama le
escribió, en consecuencia, que no descuidara nada para aprovechar las favorables
disposiciones del señor de La Salle51.
Éste, por su parte, temía comprometerse; desconfiaba de sus propias luces y quiso,
antes de nada, aconsejarse con personas más esclarecidas. Se dirigió, para ello, a
superiores de peso y de experiencia. Habló con Dom Claudio Bretagne, prior de la
abadía de San Remigio de Reims. Era persona discreta, de mente viva y sólida, y de
buen consejo52. La idea que se tenía de su mérito le había atraído una confianza tan
general, que se le había pedido el trabajo de dar al público la vida del señor Bachelier
de Gentes, que mandó imprimir al año siguiente, 1680.
El señor de La Salle le confió el proyecto que varias personas piadosas tenían de
abrir nuevas escuelas gratuitas en la ciudad. El padre Bretagne le hizo notar todos
los inconvenientes. Ya los había previsto él, pero se buscaban53 los medios para
prevenirlos. No quiso decidir nada por sí mismo. Su parecer fue que no se precipitase
en una empresa de esta naturaleza, cuyas consecuencias preveía; que consultara
mucho y que no hiciera nada sin cierta seguridad del éxito. Este consejo concordaba
con su humildad, y Dios permitió que la cosa no triunfase tan pronto para que la
ejecución resultase más sólida.

48
y trabajó de buena gana en allanar los obstáculos.
49
Era preciso darlos a conocer...
50
de informar a la señora Maillefer de estos felices comienzos.
51
aprovechar las favorables disposiciones que encontraba en el señor de La Salle.
52
era una persona discreta, de mente viva y de buen consejo.
53
pero se buscó los medios de prevenirlos.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 293

Primera escuela gratuita en la parroquia de San Mauricio


Hubo que esperar, pues, los momentos favorables. Se temían siempre las
oposiciones. Las personas bien intencionadas proponían varios medios, pero todos
preveían grandes dificultades. En fin, después de varias deliberaciones el señor de La
Salle, que no perdía de vista esta empresa, ofreció una opinión que le parecía la más
adecuada. Consistía en poner las escuelas bajo la protección de un párroco de la
ciudad. Esta salida pareció tanto más natural cuanto que nadie temía que alguien se
opusiera al celo de un pastor que quisiera hacer instruir gratuitamente a los niños de
su parroquia. Fue el señor Dorigny, párroco de San Mauricio, a quien el señor de La
Salle consideró el mejor dispuesto para acomodarse a sus propósitos,
<14>
y se le hizo la propuesta. Él se prestó a ello de tan buena gana que ya no se dudó del
éxito. Manifestó la urgencia que tenía de ver las escuelas abiertas en su parroquia, y
para que la apertura fuese más pronta, se ofreció54 a alojar en su casa a los maestros
destinados a ellas; de ese modo las escuelas se comenzaron en este año de 167955.
El señor de La Salle, que había tenido la mayor participación en este asunto, creyó
que Dios no le pedía más, y se retiró. Se contentaba con visitar a los maestros de la
escuela de vez en cuando para afianzarlos y para ayudarles con sus consejos. No le
vino al pensamiento que este compromiso pudiera llevarle más lejos; pero Dios
le abrió poco después un amplio camino.

Segunda escuela en la parroquia de Santiago


El señor Niel, que no limitaba sus proyectos a este único establecimiento, supo que
una piadosa dama de la ciudad, viuda del señor Lévêque de Croyèress, tenía el
propósito de fundar una escuela56 en la parroquia de Santiago; esto bastó para animar
su celo57. Se fue a encontrar a dicha señora; se dio a conocer, le contó cómo había
llegado a su objetivo de abrir una escuela en la parroquia de San Mauricio gracias a
los pasos dados por el señor de La Salle. La señora le escuchó con gusto. Pensó que
Dios le presentaba la ocasión favorable para ejecutar el proyecto que tenía en su
corazón desde hacía mucho tiempo; ella conocía al señor de La Salle y quiso
conversar con él sobre este asunto antes de resolver algo definitivo. El señor Niel, que
había reconocido el celo del señor de La Salle en su primer establecimiento, no dudó
en ir a darle cuenta de su gestión. Él no la desaprobó, pero sintió que su repugnancia
surgía de nuevo, pues seguía temiendo58 comprometerse; sin embargo, como amaba
el bien, no pudo negarse a colaborar también en éste.

54
ofreció alojar...
55
las escuelas fueron comenzadas este año.
56
había tenido el propósito de crear una escuela
57
esto fue suficiente para su celo
294 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Se rindió a las instancias de la señora de Croyèress que le había solicitado que fuera
a verla. Ella le felicitó por los beneficios que había procurado a los pobres de la
parroquia de San Mauricio, y le propuso la idea que ella tenía de facilitar el mismo
bien a los de su parroquia. «Es preciso, —dijo— que aproveche una ocasión tan
favorable, pues hace mucho tiempo que Dios puso en mi corazón el deseo de fundar
una escuela en mi parroquia, y sería muy feliz si pudiera verlo cumplido antes de mi
muerte».
<15>
Asignó una suma de quinientas libras anuales a descontar de sus rentas para el
sostenimiento de dos maestros, y prometió dar un fondo de diez mil libras para
asegurar esa renta. A pesar de la diligencia que se puso en la ejecución de sus deseos,
no se pudo anticipar a su muerte, que sobrevino seis semanas después. Al morir, ella
declaró sus deseos a sus herederos, que consideraron un deber de religión cumplirlos.
De ese modo, la escuela de la parroquia de Santiago se abrió ese mismo año sin
ninguna dificultad.

El señor de La Salle reúne a los maestros en una misma casa


El señor de La Salle, contento de haber facilitado estos dos establecimientos,
depositaba totalmente el cuidado de los maestros en el señor Niel. Pero este hombre59,
aunque lleno de piedad, no era suficientemente asiduo; y todo su celo se reducía a
crear establecimientos sin preocuparse de perfeccionarlos. Los continuos viajes que
se veía obligado a hacer le exponían a frecuentes ausencias. A los maestros de las
escuelas esto les perjudicaba; su relajación repercutía sobre sus alumnos, que ya no se
instruían con tanto cuidado, y los maestros no velaban ya sobre ellos con la misma
exactitud. Además, estas escuelas nacientes no producían todo el fruto que se hubiera
esperado porque no se observaba un comportamiento uniforme. Cada maestro seguía
su inclinación particular en el modo de enseñar.
Todo esto persuadió al señor de La Salle de que era preciso reunirlos bajo un
mismo techo. Alquiló para ellos una casa cercana a la suya, para tener la posibilidad60
de verlos con más frecuencia. Y les comprometió, ante todo, a vivir de acuerdo con
unas reglas que les prescribió61.
El señor Niel, encantado por la resolución que había tomado el señor de La Salle,
concordó perfectamente con estas miras, que eran muy conformes con las que él tenía
de abrir otras escuelas;

58
temía siempre comprometerse.
59
Este hombre, aunque lleno de piedad...
60
para estar más al alcance de verles...
61
algunas reglas que les presentaba.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 295

Tercera escuela (n. m.: 1680)


pues a penas estuvieron instalados los maestros en la nueva casa, propuso al señor
de La Salle la idea de abrir en ella una tercera escuela que pudiese ser útil al barrio. El
señor de La Salle,
<16>
que no vio inconveniente en ello, la abrió. En poco tiempo vino a ser más numerosa
que las otras dos.

El señor de La Salle recibe la birreta de doctor


Mientras el señor de La Salle se ocupaba de este modo en formar estas escuelas, su
licenciatura había terminado. Había realizado todos los ejercicios y pruebas
establecidas en la facultad de Teología de Reims, como también en la de París, pero
no recibió la birreta de doctor hasta dos años después, a la edad de 30 años.
Hacia finales de este año le ocurrió un accidente que puso su vida en gran peligro.
Un día que regresaba de una zona rural cayó tal cantidad de nieve que cubrió62 todos
los caminos. Se perdió y cayó con su caballo en una hoya muy profunda de donde63 no
salió sino después de largos y penosos esfuerzos que le causaron una ruptura
[muscular]. Este accidente le movió a hacer infinitas reflexiones sobre la protección
de Dios, que le salvó la vida. Quedó tan vivamente afectado por ello, que en lo
sucesivo jamás habló de ello sino con sentimientos de gratitud y de acción de gracias.

Lleva a los maestros a comer a su mesa


Todas las precauciones que había tomado hasta entonces para dar a los maestros de
escuela una forma de gobierno no habían producido todo el éxito que se había
prometido lograr. Las frecuentes ausencias del señor Niel, sobre quien había
depositado el cuidado de esta pequeña comunidad, producían un perjuicio
considerable. Hacía tiempo que el señor de La Salle se había dado cuenta de ello, pero
sus ocupaciones no le permitían suplirle con su presencia y tan asiduamente como
hubiera sido necesario. No encontraba más que un medio, que era trasladar a los
maestros a su casa, donde los tendría bajo su mirada; pero encontraba obstáculos
difíciles
<17>

62
una cantidad tan grande de nieve que cubría todos los caminos.
63
un hoyo muy profundo del cual no salió.
296 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

de superar. La idea que se había formado de ello suspendió sus resoluciones durante
cierto tiempo. No veía claro cómo lograr que sus hermanos, que permanecían con él,
aprobaran esta propuesta; temía las oposiciones de su familia, que no siempre
aprobaba su pasos.
Así64, en estas indecisiones, transcurrieron varios meses. Sin embargo, como el
tiempo sólo conseguía que el mal aumentase, resolvió pasar por encima de sus
repugnancias, y adoptó, con todo, la sabia precaución de preparar los espíritus para
acostumbrarlos poco a poco a este cambio. Primero se limitó a admitir a los maestros
a su mesa, en las horas de las comidas. Durante las mismas se hacía lectura, y el señor
de La Salle tomaba ocasión en ellas para hacerles saludables reflexiones sobre los
deberes de su estado. Después de ello [los maestros] se retiraban65 para dedicarse a
sus empleos.

Forma a los maestros en la piedad


Las cosas quedaron en este estado hasta el año siguiente, 168166, en el cual el señor
de La Salle comprobó que las medidas que había tomado para formarlos en la piedad
no producían todo el fruto que se había prometido. Hizo más. Aprovechó la ausencia
del señor Niel para comprometerlos a que acudieran a su casa por las mañanas, y a
pasar en ella todo el día, con excepción del tiempo en que debían estar en la escuela.
Por este medio, les llevó a la obligación de hacerse asiduos a los ejercicios que les
había prescrito algún tiempo antes; de ellos, los principales eran la meditación, la
oración vocal y la mortificación de los sentidos. Nunca conoció mejor la necesidad
que tenían de esta ayuda como cuando les tuvo a la vista y y los siguió más de cerca.
Notó en algunos de ellos
<18>
una piedad vacilante y superficial, e incluso inclinaciones bajas que provenían de la
falta de educación. Se dedicó, pues, a formar su exterior al mismo tiempo que
regulaba sus costumbres.

Proyecto fallido de escuela en la ciudad de Guisa


Mientras él se aplicaba así, sin descanso, a guiarlos insensiblemente al grado de
perfección al que deseaba elevarlos, el señor Niel, siempre celoso para abrir nuevos
establecimientos, aprovechó una invitación que le hicieron las autoridades de la
ciudad de Guisa. Habló de ello al señor de La Salle, que no aprobó su propósito,
porque le parecía demasiado poco meditado. Le habló, incluso, de que sus frecuentes

64
transcurrieron varios meses en sus irresoluciones.
65
él [La Salle] se retiraba para dedicarse...
66
hsta el año siguiente, en que el señor de La Salle...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 297

ausencias resultaban perjudiciales a los maestros, y que convenía que no los dejase
así abandonados a sí mismos, sobre todo en el tiempo de Pascua. Todo cuanto pudo
decirle para lograr que dejara [el viaje] y aplazara el asunto para otro tiempo, no le
hizo cambiar. Su celo pasaba por encima de sus luces. Y se fue a Guisa. Su viaje no
tuvo éxito en esta primera ocasión, tal como el señor de La Salle había previsto;
pero a su regreso quedó agradablemente sorprendido al saber lo que había hecho para
mantener a los maestros en exacta disciplina. Le manifestó su alegría y le presionó
para que terminara su obra, reuniéndolos definitivamente en su casa.
El señor de La Salle, que no había encontrado en sus primeros intentos
inconvenientes tan graves como se había imaginado, consintió, al fin, a esta
propuesta; y después
<19>
de haber consultado de nuevo, hizo que todos fueran a vivir a su casa el día de San
Juan Bautista, fiesta de su patrón, de 168167. Sintió, sin embargo, que era el golpe
decisivo; que el mundo no dejaría de censurar su proceder, que hasta aquel momento
lo había tenido como en suspenso. Se preparó para las contradicciones. Sufrió
algunas muy fuertes por parte de sus parientes y de sus amigos, que no podían dejar de
reprocharle su rareza, que así era como lo juzgaban.

Contradicciones por parte de sus parientes y amigos


Hubo que afrontar todas las críticas y burlas que se hicieron sobre este asunto.
Unos le criticaban con sentimientos demasiado humanos; otros le censuraban por
otras miras. Los más moderados se contentaban con admirar su celo sin atreverse a
juzgarle. Pero pocos lo aprobaban. Sin embargo, a pesar de las fuertes actuaciones de
su familia, que no dejaban de afectarle, se afianzó en su resolución. Respondió con
moderación tan cristiana a aquellos parientes que más se interesaban por los juicios
de la gente, que temían oponerse a los caminos de Dios si le presionaban más. Sin
embargo, hubo algunos, más vehementes, que le reprocharon que deshonrara a su
familia al encargarse de dirigir a personas de bajo nacimiento y sin educación. Que no
hacía ninguna distinción entre ellos y los forasteros que admitía a su mesa, y con sus
propios hermanos, que no habían nacido para someterse a un género de vida tan
extraordinario y que no les convenía en modo alguno. Que de ese modo iba a alejar de
su casa a todas las personas honorables.

Sus hermanos le dejan


Como se vio que todo cuanto le decían no debilitaba en nada su resolución, se le
miró como una persona apegada a su parecer, y a la que no se podía doblegar. Así, se

67
fiesta de su patrón, el año de J.C. de 1681.
298 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

tomó la decisión de retirarle a los tres hermanos que habían quedado con él desde la
muerte de su padre.
<20>
Esta separación le mortificó, pero no le abatió en absoluto. Puso su confianza en
Dios, y al verse completamente libre, se dedicó con esmero a gobernar su pequeña
comunidad. Comenzó por inspirar a sus discípulos el espíritu de modestia, de
humildad, de pobreza, de piedad y de una caridad sin límites; cualidades todas que
debían ser el fundamento de la sencillez de su estado; pero como no quería introducir
nada por su autoridad, y como quería realizar una fundación sólida, se contentó con
llevarles por grados a la perfección a la que deseaba guiarlos.

Deja su casa y se retira a la Calle Nueva, con los maestros


Para conseguir todo esto no empleó más que la oración, el ejemplo y las frecuentes
exhortaciones. El éxito le animó y le llevó a emprender algo más. Pensó en dejar la
casa paterna y retirarse con sus discípulos a un barrio más alejado del tumulto y de las
dificultades del mundo.
Alquiló una casa, que más tarde compró con las ayudas de varias personas de
piedad, y en la cual los Hermanos han permanecido siempre. Allí se fue con ellos68 el
día de San Juan Bautista, fiesta de su patrón, un año después de que les llevara a su
casa.

Da reglamentos a los maestros


Fue entonces cuando comenzó a darles cierta forma de comunidad; les prescribió
una regla uniforme para todas las horas del día, cuya base era el silencio. Hizo que
sintieran cuán necesaria les era esta práctica para acostumbrarlos a reprimir sus
pasiones69. Luego les persuadió a que se acercaran70 con frecuencia a los sacramentos
para ordenar su conciencia; y con esta mira los exhortó a que escogieran un confesor
esclarecido que les dirigiera a todos por los mismos principios.
La primera idea que les vino fue rogarle que les permitiera no buscar a otro sino a
él. El respeto les retuvo algún tiempo, pero como la confianza que tenían en él
aumentaba con la práctica, los más acreditados por su inteligencia le hicieron
<21>
la propuesta. El señor de La Salle no quería dificultarles en absoluto en una elección
de tanta importancia. Creyó que la prudencia no le permitía acceder a su petición, por

68
Entró en ella el día...
69
cuán necesaria les era esta práctica. Luego les persuadió...
70
les persuadió a aproximarse.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 299

aprensión a que esto le quitara libertad para hablarles de sus imperfecciones con la
franqueza habitual. Sin embargo, después de permitir que le insistieran de varias
maneras y de haberlo consultado con algunas personas experimentadas, se rindió a
los deseos de los maestros, que realmente, en poco tiempo, se reunieron todos bajo su
dirección. Fácilmente se dieron cuenta del feliz cambio que se había experimentado.
El buen olor de su piedad se expandió hacia fuera, y pronto la gente admiró a quienes
poco antes miraban con desprecio.

Las ciudades vecinas se apresuraron a atraerlos con nuevas escuelas


Escuela de Rethel
La [villa] de Rethel fue la primera que se lo pidió al señor de La Salle. El asunto le
pareció delicado. No quiso precipitar nada; todo lo que había hecho hasta allí para dar
una forma de gobierno a los maestros de escuela, era sólo un ligero bosquejo71 de la
perfección a la cual les quería llevar. Temió exponer demasiado pronto a aquellas
jóvenes plantas, todavía poco seguras. Estaba persuadido de que aún tenían necesidad
de apoyo; que todo lo mejor que podía hacer era72 prometerlo para el futuro. Sin
embargo, la villa, sostenida con la protección del duque de Mazarino y por el celo del
párroco, insistía en la ejecución. Fue preciso rendirse a las solicitudes. El señor de La
Salle ya no podía rechazarlo, por urbanidad, y encargó al señor Niel que hiciera las
gestiones necesarias. Éste realizó con su habitual celo y con la actividad
acostumbrada73. Apenas llegó a Rethel, todo quedó arreglado. En las liberalidades del
duque, de la villa y del párroco se encontró un fondo suficiente para comprar una casa
y asegurar la subsistencia de dos maestros, que encontraron las cosas preparadas para
abrir las clases
<22>
gratuitas el mismo año 168274.

El duque de Mazarino, que se había formado desde entonces una alta


idea de la piedad del señor de La Salle75, quiso conocerle
El duque de Mazarino quiere fundar [la escuela]
Tuvo el gusto de conversar76 con él y honrarle con sus visitas. En consideración de
su virtud, unos años después del establecimiento del que acabamos de hablar, el

71
un ligero efecto.
72
lo que podía hacer era prometerlo para el futuro.
73
Él lo cumplió con su actividad habitual.
74
para abrir en ella las escuelas gratuitas el mismo año.
75
una alta idea del señor de La Salle.
76
un placer conversar.
300 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

[duque] resolvió asignar a los maestros de escuela de Rethel77 una renta perpetua
sobre su dominio, para que sirviera como fundación. Hizo la propuesta al señor de La
Salle, que la recibió con gratitud. Los acuerdos del contrato se elaboraron al instante,
pero habiendo dejado para el día siguiente la conclusión de algunos trámites, las
disposiciones del duque no se mantuvieron. Se le había indispuesto contra el señor de
La Salle, quien, al darse cuenta de ello, no se inmutó.

Se le previene contra el señor de La Salle


Pues cuando acudió al día siguiente para concluir el asunto, el duque le recibió con
aire severo, le dijo cosas duras y humillantes y quiso someterlo a condiciones
onerosas de las que no se había hablado la víspera. El señor de La Salle respondió a
todo ello con su moderación habitual, y se retiró sin mostrar ningún movimiento de
emoción. Conocía a quienes habían hecho el mal oficio ante el duque, y jamás quiso
consentir que se les manifestara el mínimo disgusto.
La moderación cristiana que manifestó en este asunto78 era el efecto de su perfecta
sumisión a las disposiciones de la Providencia. Él se afianzó de tal forma con todas
las contrariedades que tuvo que soportar79 para establecer su Instituto que los
contratiempos más lastimosos no han podido alterarle. Cuando se actúa sólo por
Dios, uno se
<23>
consuela fácilmente de las contradicciones de los hombres. Su desprendimiento era
tan perfecto que parecía insensible a las injusticias que le hacían; nunca hablaba de
ellas y jamás se le escapaba una queja contra quienes le hacían sufrir. Prefería
renunciar a sus derechos, por bien fundados80 que estuviesen, a dejar nacer la mínima
sospecha sobre su desinterés. Es lo que hizo81 con ocasión del establecimiento del que
acabamos de hablar.

Renuncia a una donación para no pleitear


Dos personas de las más ricas de Rethel le habían dejado una suma importante para
ayudarle a fundar su escuela; ya estaba en posesión de la misma y se le habían
enviado los documentos y títulos.
La donación estaba hecha de forma correcta; sin embargo, se desprendió de su
derecho y cedió todo82 a los herederos que se lo reclamaban antes que soportar el

77
a los maestros de Rethel.
78
en esta ocasión.
79
las dificultades que ha tenido que sufrir.
80
sus derechos, por muy sentados que estuviesen...
81
Lo que hizo en...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 301

riesgo de un proceso en el cual la caridad habría podido sufrir alguna alteración.


Ejemplo de desinterés que es tan raro83 como edificante.

Escuela de Guisa fundada por la señora [duquesa] de Guisa


Tan pronto como la escuela de Rethel estuvo establecida, la villa de Guisa se
arrepintió de haber descuidado el ofrecimiento que el señor Niel les hiciera un año
antes. Le comprometieron a que hiciera un segundo viaje, y sin diferirlo más,
cedieron84 una casa para residencia de los maestros. La señora [duquesa] de Guisa los
tomó bajo su protección y les dio los fondos necesarios para su mantenimiento, de
manera que se abrió85 la escuela el mismo año. El señor de La Salle encontraba
bastante dificultad, en los comienzos, para hallar sujetos adecuados para tantos
establecimientos. Los primeros que envió a Guisa no gustaron, pero poco después los
llamó [a Reims] y envió otros que se ganaron la estima y la consideración que
merecía su piedad.

Escuela de la parroquia de San Pedro, de Laón


<24>
Hacia finales de este año, el cura de la parroquia de San Pedro, de la villa de Laón86,
informado del bien que producían las escuelas gratuitas en las ciudades en las que
estaban instaladas, escribió al señor de La Salle, y le rogó que le diera dos maestros
para abrir una en la parroquia. El amor que sentía por los pobres, que eran el mayor
número, y el deseo de hacerlos instruir, le urgían desde hacía tiempo a procurarles
este beneficio. Se necesitaba la aprobación del alcalde y de los concejales de la villa;
la obtuvo, e hicieron incluso más de lo que esperaba, pues cedieron una casa para
poner las clases; los religiosos de la abadía de San Martín, de la ciudad, de la orden de
los premonstratenses, se unieron al párroco para proporcionar generosamente de qué
vivir a los maestros. Arregladas así las cosas, se abrieron las clases al año siguiente.
El párroco aprovechó esta ocasión para establecer amistad muy estrecha con el
señor de La Salle, que conservó toda su vida gran confianza en él, fundada en la
estima que tenía por su celo y su piedad.

82
abandonó todo a los herederos...
83
Desinterés tan edificante como raro.
84
Las autoridades de la villa dieron una...
85
se abrieron allí las clases el mismo año.
86
la parroquia de San Pedro de Laón.
302 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Los maestros se disgustan y abandonan el Instituto


El éxito de estos establecimientos creados de manera tan rápida parecería un
presagio feliz para el futuro. Con todo, era muy necesario que la continuidad
respondiera a aquellos hermosos comienzos; y en el momento en que el señor de La
Salle se diría que se felicitaba por el éxito, Dios le hizo gustar toda la amargura que
acompaña, de ordinario, a las fundaciones mal cimentadas; pues cuando él creía
haber puesto las escuelas en situación de sostenerse, vio de repente su obra a punto de
quedar destruida. Los maestros que había reunido para formarlos comenzaron87 a
relajarse; les pareció que su vida era aburrida; sus ejercicios, demasiado molestos; su
alimentación, demasiado sencilla; su libertad, demasiado estricta. Les vino la idea de
sacudir un yugo que
<25>
decían no poder llevar más; sin embargo, aquello les había parecido suave en el
tiempo de su fervor, y a ello se habían sometido voluntariamente. Ya no sentían gusto
por las prácticas de piedad que habían encontrado tan santas y tan útiles. Es fácil
imaginar hasta qué punto el señor de La Salle se sintió penetrado de dolor a vista de
este desorden. Con todo, tuvo que ser testigo de la deserción de sus discípulos. Todo
cuanto pudo decirles de más tierno y afectuoso no les causó impresión; su elección
estaba hecha. Los remedios que él quiso emplear para curar sus heridas sólo sirvieron
para amargarlos más. La gratitud singular que tenían hacia la caridad con la que les
había guiado y mantenido en su casa, no la tuvieron para nada en cuenta; se borró por
completo de su espíritu, y olvidando todos los sentimientos de respeto y de gratitud
que debían a su virtud y a sus buenos ejemplos, salieron de su casa y renunciaron para
siempre al designio que habían tenido de consagrarse a la instrucción de la juventud.
Hubo algunos de ellos, en cambio, que más fieles y más arraigados en su vocación,
rechazaron seguir a estos flojos en su deserción.
No se puede negar que el señor de La Salle, al verse así, casi por completo
abandonado88, se sintiera algo quebrantado, y que se viera tentado a renunciar a su
empresa. Parece que no habiendo tenido en vista89 más que el bien público y la
instrucción de los pobres, debía esperar de su trabajo un resultado más feliz. Pero los
pensamientos de los hombres son demasiado limitados para penetrar los designios de
Dios.

Se presentan nuevos sujetos


Como tenía una virtud sólida y a prueba

87
Los maestros comenzaron a relajarse,
88
El señor de La Salle, al verse así casi abandonado.
89
Parece que no teniendo en vista más que...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 303

<26>
de contradicciones, no se abatió por esta desgracia, sino que aprovechó esta pequeña
humillación para reanimar su celo. Recogió con gratitud los restos de aquel rebaño
disperso y se aplicó a asegurarles contra las alarmas en que les había sumido el falso
paso de sus compañeros. Sus oraciones, sus cuidados, su ejemplo y sus
exhortaciones, llenas de ternura, les fortificaron contra la tentación90.
Dios, que se complace en devolver la calma a los que han sido fieles en la
tempestad91, derramó sus bendiciones sobre aquel trabajo, y en el momento que
menos lo pensaba, vio llegar un número de sujetos que tenían fuerza, fervor y piedad.
Éstos, unidos al pequeño número que le había quedado fiel, formaron una nueva
comunidad más numerosa y más perfecta. Desde entonces se dedicó a prevenirles
contra la inconstancia natural, cuyos funestos efectos acababa de experimentar en
aquellos que le habían dejado algún tiempo antes.

El señor de La Salle les lleva a adoptar una nueva forma de hábito


El hombre, siempre débil, quiere ser fijado al bien mediante algunos lazos que le
aten a él. Sobre esta base, el señor de La Salle elaboró los nuevos reglamentos más
pensados y más medidos que los primeros. Buscó todos los medios para eliminar
hasta el más mínimo pretexto de volver hacia el mundo; y con el parecer de varias
personas de piedad y de experiencia, junto a la buena voluntad que encontró en los
maestros92, hizo que adoptaran un vestido pobre y uniforme, que por su sencillez les
distinguiera93 de las gentes del mundo, y es tal como lo llevan aún actualmente. Esta
nueva forma de hábito era muy apropiada a la modestia de su estado, y al inspirar
respeto hacia aquellos que con él se revestían, les daba ocasión de mostrarse más
comedidos en su comportamiento.
Es cierto que este cambio no fue del gusto de todo el mundo, y algunos años
después, una persona, ciertamente distinguida por su mérito, pero de un modo de ser
particular, quiso obligarles a hacer en él algunos cambios. El señor de La Salle no
consideró a propósito rendirse a sus razones; temía que vistiéndolos con más
distinción, se hiciera surgir en ellos el deseo de brillar, y que por su demasiada
complacencia hacia un hombre, de quien, por otro lado, respetaba la fama y las
luces94, se causara algún daño a la sencillez de su Instituto. No quiso, por tanto,

90
Sus exhortaciones llenas de ternura les fortificó contra las tentaciones.
91
fieles en el tiempo de la tempestad...
92
la buena voluntad que encontró en los sujetos...
93
que, por su simplicidad, les distinguió...
94
un hombre de quien respetaba, por otro lado, el mérito, la fama y las luces...
304 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

<27>
ceder a las razones de cortesía que se alegaron; se le tachó de testarudo y de
suficiente. Se vio forzado95 a no guardar silencio, y consideró un deber de caridad
justificar su proceder; así, expuso las razones de su resistencia en un breve escrito
que compuso ex profeso para ello. Lo hizo en términos tan sólidos y tan moderados que
ganó para su parecer a quienes eran los más opuestos.

Toman el nombre de Hermanos de las Escuelas Cristianas


Cuando vio a los maestros bien firmes en su estado, les persuadió a que dejaran el
nombre que habían llevado hasta entonces y a tomar el de Hermanos de las Escuelas
Cristianas. Esta denominación les pareció más modesta, más conforme con la vida
común que habían abrazado y más adecuado para alimentar la unión que debía reinar
entre ellos. Desde entonces se vieron los efectos de este cambio, que en apariencia no
tenía nada de importante.
Los Hermanos (así los denominaré96 en adelante) no tenían sino un mismo corazón
y un mismo espíritu. Vivían en profunda paz, se ayudaban mutuamente con caridad
tierna y compasiva. Todo les vino a ser común, ningún interés particular distraía su
atención, de manera que reproducían por la regularidad y por su proceder la viva
imagen de los primeros cristianos. Les quedaba, sin embargo, un punto débil, por
donde el demonio podía sorprenderles: era su97 excesiva preocupación por el futuro.

Temen carecer [de algo]


Como por su estado estaban forzados a vivir con unos ingresos muy módicos y no
disfrutaban de ningún fondo [estable], de vez en cuando les venían pensamientos de
desconfianza98, que los agitaban. Se imaginaban la extrema [necesidad] en que se
hallarían reducidos si el señor de La Salle llegara a faltar. Forjaban en su cabeza,
sobre este asunto,
<28>
ideas quiméricas, que les llevaban insensiblemente al abatimiento y al desaliento. El
señor de La Salle se dio cuenta de ello, y cuando quiso penetrar en las razones, le
dijeron con franqueza que no veían nada de fijo y de estable en su estado; que el
menor suceso adverso podía destruir todos sus proyectos, y resultaba penoso para
ellos sacrificar su juventud al servicio del público, sin tener seguridad de que al final
hubiera un asilo a cuya sombra pudieran reposar de sus trabajos.

95
[En el texto]: Il ne lui fut plus permis. En la copia: No le fue permitido.
96
les désignerai...
97
era la demasiada previsión...
98
pensamientos desconfianza.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 305

El señor de La Salle, que estaba plenamente animado por la idea de la Providencia,


y que deseaba guiar a los Hermanos por el mismo camino, trabajó con todo su
esfuerzo para levantar su ánimo decaído. «Hombres de poca fe —les dijo— ¿es así
como señaláis límites a la Providencia de Dios? ¿No sabéis que Él no los pone a su
bondad? Si Él tiene cuidado, como dice Él mismo, de las hierbas y de los lirios del
campo, si Él alimenta con tanto cuidado a los pájaros y a los demás animales que hay
sobre la tierra, aunque no tengan bienes, ni rentas, ni bodegas, ni graneros, ¡con
cuánta más razón debéis esperar vosotros que Él tenga cuidado de vosotros, que os
consagráis a su servicio! No os inquietéis, pues, más99 por el futuro; Dios conoce
vuestras necesidades y no dejará de proveer abundantemente si le sois fieles». Este
discurso, lleno de fe, apoyado en la autoridad del mismo Dios, parece que hubiera
debido sosegarlos y calmarlos en sus inquietudes; pero como su espíritu estaba
preocupado, no les causó demasiada impresión.
«Le resulta muy fácil a usted —le dijeron100— hacernos semejantes reflexiones.
Usted no carece de nada; está bien asentado; tiene bienes, tiene, además, un
canonicato; todo ello le pone a cubierto de la miseria en la que nosotros caeremos
infaliblemente si las escuelas se destruyen». El señor de La Salle sintió toda la fuerza
de esta respuesta. Confesó que los Hermanos tenían cierta razón al hacerle
semejantes reproches; y desde entonces pensó que el mejor medio para convencerlos
de su desinterés era despojarse de todo para hacerse totalmente semejante a ellos.

El señor de La Salle las quiere fundar [económicamente]


El primer pensamiento que le vino a la mente fue emplear su patrimonio para
fundar [económicamente] las nuevas escuelas, para quitar
<29>
a los Hermanos todo pretexto de desconfianza. Nada parecía más natural y más digno
de su celo que semejante destino, pero como nunca emprendía nada importante sin
consejo, recurrió al reverendo padre Barré, religioso mínimo, de quien ya he hablado.
El señor de La Salle le comunicó su propósito y le rogó que le dijera su parecer. El
santo religioso le respondió sin dudar que este pensamiento no venía de Dios; que sus
escuelas estaban fundadas sobre el único cimiento101 de la Providencia y que sería
censurable buscarles otro apoyo; que debía tomar como regla de conducta el pasaje
del Evangelio en que Jesucristo dice a sus discípulos: «Las zorras tienen madrigueras
y los pájaros del cielo tienen nidos y refugios, pero el Hijo del hombre no tiene dónde
reposar la cabeza (Mat 8, 20). Las zorras —añadió— son los hijos del siglo, que se
apegan a las cosas de la tierra. Los pájaros del cielo son los religiosos que tienen su
celda como asilo; pero aquellos que como usted están destinados a instruir y

99
No os inquietéis más por el futuro,
100
«Le es muy fácil —le dijeron...
101
sobre el único fondo...
306 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

catequizar a los pobres, no deben tener otra herencia sobre la tierra que la del Hijo del
hombre. Por tanto, no sólo debe usted despojarse de todos sus bienes, sino también
renunciar a su beneficio [canonjía] y vivir en un abandono general de todo lo que
podría compartir su atención de procurar la gloria de Dios».
Este razonamiento no tenía nada que pudiera halagar a la naturaleza; también
encontró pocos que lo aprobasen. Pero el padre Barré conocía la virtud de aquel a
quien hablaba y el señor de La Salle no puso ninguna dificultad para someterse a sus
decisiones.
Se persuadió profundamente de que Dios le pedía este sacrificio y que no podía
ofrecerle otro más agradable. Tomó, pues, la resolución firme y constante de dejar
todo para seguir a Jesucristo pobre. De paso, no se puede dejar de admirar esta
grandeza de alma que le llevó a renunciar con tanto coraje a todo lo que el mundo
llama comodidades de la vida, para abrazar otra dura y laboriosa, con la cual la razón,
lo mismo que los sentidos, tienen tanta dificultad para acomodarse. Un paso tan serio
como éste no debe su nacimiento a la ambición ni al deseo de hacerse un nombre en el
mundo, como lo han querido presentar censores injustos.
<30>
Piensa en dimitir de su canonicato
El señor de La Salle, determinado por los consejos del padre Barré, declaró su
propósito a su director, a quien esta idea le pareció temeraria. Éste quiso persuadirle
de que despojarse así de todo era tentar a Dios; que no veía qué102 podía inducirle a
tomar una decisión tan radical; que podía salvarse en el estado en que Dios le había
puesto; que su vocación no era en absoluto equívoca, pues cumplía exactamente sus
obligaciones; que el ejemplo de un buen canónigo sostenía a los menos fervorosos,
y que sin dejar su canonicato podía continuar cuidando de los Hermanos de las
Escuelas, como había hecho hasta allí con edificación. La confianza respetuosa que
tenía a los consejos de su director suspendió por algún tiempo su resolución. Pidió
consejo a algunas otras personas entre sus amigos, y todos encontraron sus razones
muy sólidas; y en fin, después de una prueba de seis meses, encontró el momento de
que su director las aceptase, a través de una persona virtuosa que tenía ascendencia
sobre su espíritu.
Un paso de esta importancia apenas podía hacerse sin ruido. El señor de La Salle
tomaba todas las precauciones que la prudencia le podía sugerir para mantenerlo en
secreto; pero todas sus precauciones fueron inútiles, y el rumor de esta noticia se
extendió por la ciudad; ya no había forma de ocultarlo al conocimiento de sus
parientes y amigos. Los combates comenzaron de nuevo, y cada cual razonaba a su
modo. Unos decían que el excesivo dominio de sí mismo le había debilitado el
espíritu; otros, que no hacía en eso otra cosa que seguir su temperamento, que siempre

102
no veía lo que le podía...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 307

terminaba en el extremismo. Era el medio, se decía, de encontrar directores


demasiado complacientes y demasiado poco sensatos para aprobar semejante
ocurrencia. Se esmeraron en explicarle los inconvenientes de la situación a la que
quería reducirse; le hicieron considerar cómo su familia estaba contrariada, y cómo
sus amigos se hallaban descontentos; [le hablaban] de accidentes imprevistos que
podían103 sucederle; que su fundación era una quimera que se desvanecería con todos
sus proyectos; que su crédito era demasiado limitado para poder afrontar los golpes
que se le quisieran dirigir. Todo cuanto se le pudo decir de más convincente, sólo
sirvió para asegurarle más en su decisión.
Salió hacia París resuelto a ir a suplicar a su arzobispo, que le diera su
consentimiento para presentar la dimisión del canonicato; al llegar supo que [el
arzobispo] había regresado a Reims. El señor de La Salle se detuvo
<31>
poco en París y se volvió de inmediato.
En la breve estancia que hizo en París tuvo ocasión de ver al señor de La
Barmondière, párroco de San Sulpicio, a quien informó del motivo de su viaje. Este
digno pastor apreció mucho su designio e incluso le hizo prometer que enviaría dos
Hermanos para abrir una escuela en su parroquia, la más extensa de París. Sin
embargo se dieron varias circunstancias que retrasaron este establecimiento, que se
realizó sólo seis años después.

Solicita la aprobación de su arzobispo


El señor de La Salle, de regreso a Reims, fue en seguida a presentarse en el
arzobispado. El arzobispo, bien informado de lo que ocurría, dejó pasar el tiempo
para dar al señor de La Salle ocasión para nuevas reflexiones. Esperaba que un retraso
de varios días le hiciera cambiar de decisión, y que por este medio conservaría en su
Iglesia a un sujeto cuya virtud y mérito estimaba. Mandó que le dijeran que no tenía
tiempo de concederle audiencia. El señor de La Salle comprendió al momento104 el
motivo de este rechazo. No se desanimó; consultó todavía con diversas personas, y se
dirigió particularmente a un canónigo de sus co-hermanos [de cabildo] muy estimado
por su capacidad y por sus luces. Era el señor Philbert, hombre importante y de
crédito, que enseñaba teología en el seminario de Reims y que más tarde fue gran
chantre de la catedral. Este hombre sabio escuchó las razones del señor de La Salle,
las aprobó y le aconsejó que se retirara a París para ponerse a cubierto de todos los
reproches que tendría que soportar en el ambiente de su familia. Estaba ocupado con
esta idea cuando supo que el prelado tenía que volver pronto a París. Resolvió, pues,
obtener una audiencia, a cualquier precio, antes de que partiera.

103
accidentes imprevistos que podrían sucederle...
104
El señor de La Salle sintió en ese momento...
308 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Fue primero a postrarse ante el Santísimo Sacramento en la catedral. Estuvo algún


tiempo en oración y pidió a Dios con fervor las luces que necesitaba para conocer su
voluntad y la fuerza necesaria
<32>
para seguirla. Luego, lleno de decisión, se presentó a su arzobispo, que le recibió más
favorablemente que la primera vez. Le preguntó si había pedido consejo en un asunto
tan serio como el que acababa de proponer. El señor de La Salle le dio cuenta exacta
de todos sus pasos y le dijo que había consultado, en último lugar, al señor Philbert, su
Vicario general, quien aprobaba su decisión, y que era del parecer de que dimitiera de
su canonicato. Inmediatamente se le pidió que acudiera. Éste convino en todo; pero
añadió que al mismo tiempo había aconsejado al señor de La Salle que no dimitiera
sino en favor de su hermano, que había ya ingresado en el estado eclesiástico, que fue
más tarde doctor de la Sorbona y canónigo de la catedral. Entonces el arzobispo
pareció quedar satisfecho y dio su consentimiento.

Resigna [el canonicato] en [favor d]el señor Faubert


El señor de La Salle, sin perder tiempo, formuló su dimisión, la rellenó con el
nombre de Faubert y firmó. El prelado quedó muy sorprendido de la elección que
había hecho de este pobre sacerdote, con preferencia a su hermano, que estaba
cualificado para poseer el beneficio, y sobre el cual parecía, según las ideas
ordinarias, que debería haber puesto su mirada. Él preguntó la razón. El señor de La
Salle respondió sencillamente que no creía que Dios le pidiese tal preferencia, y se
retiró. La alegría interior que sintió al salir del arzobispado fue atenuada por las
alarmas que le causaron las intervenciones de sus amigos; pues la noticia de su
dimisión se extendió por toda la ciudad, y ocasionó gran alarma entre aquellos a
quienes afectaba. En seguida acudieron a pedirle que se retractase mientras tenía
tiempo.
Le dijeron que no podía causar mayor alegría a su obispo, que le estimaba, y que
debía a su familia esta señal de consideración. Como vieron que no se adelantaba
nada por ese lado, le tentaron de otra manera, tratando de persuadirle de que hiciera
recaer su elección105 sobre su hermano, o al menos sobre alguno de sus parientes; y le
dijeron a este propósito que no valía la pena trabajar
<33>
sólo para sí; pero todas estas razones no le parecieron suficientemente sólidas para
hacerle cambiar de parecer. Él había tomado su elección según Dios106.

105
de hacer recaer la elección.
106
Había tomado su decisión ante Dios.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 309

Con estas miras se había decidido en favor de un eclesiástico que trabajaba con
éxito en la diócesis, y que estaba muy lejos de creer que el señor de La Salle debiera
pensar en él. El cabildo sintió la pérdida que ocasionaba; pero se molestó aún más por
la persona que se le proponía como sucesor. Escribieron al arzobispo, que había
vuelto ya a París, y le pidieron que retrasara el nombramiento, para dar aún107 tiempo
a los amigos del señor de La Salle a realizar los últimos esfuerzos para lograr que
cambiase.
El prelado dejó pasar algún tiempo, y luego escribió al señor Callou, superior de su
seminario. Le encargó que tratara de conocer la última resolución del señor de La
Salle.
Este santo sacerdote, tan conocido en Reims por su celo y cuya memoria estará
siempre en veneración en la diócesis, fue a encontrar al señor de La Salle y le urgió a
que le dijera si mantenía lo que había hecho.
Le recordó una vez más todo lo que sus amigos le habían dicho ya para doblegarle;
pero no obtuvo de él otra respuesta que la que había dado ya tantas veces como le
habían hablado de este tema, que su decisión había sido tomada ante Dios y que no
podía cambiar. El señor Callou no pudo sino felicitarle por su celo, y dio cuenta de su
cometido al prelado108, que al final remitió el nombramiento al señor Faubert, que
tomó posesión del canonicato el 16 de agosto de 1683. De este modo el señor de La
Salle109 se vio descargado, a la edad de treinta y tres años, de un fardo que se le hacía
muy pesado por los continuos asaltos a los que estaba expuesto por parte de sus
familiares y de sus amigos.

Piensa retirarse a París


Quienes estuvieran tentados de encontrar exceso en la forma de inflexibilidad que
el señor de La Salle mostró110 en toda esta negociación, deben considerar que cuando
Dios habla al corazón, éste tiene111 un lenguaje muy diferente al de los hombres. Los
caminos poco comunes por los que condujo a su siervo muestran bien claro que era Él
quien le guiaba en este asunto; pues en el mismo tiempo en que hacía tan grandes
cosas por Dios, era el único que no se daba cuenta. Despojado de su beneficio,
<34>
resuelto a dar toda su fortuna a los pobres, dispuesto a ejecutarlo, reducido por eso
mismo a la sencilla y muy módica [cantidad] necesaria112, expuesto incluso a carecer

107
a fin de dar tiempo...
108
... que no podía cambiar. Dio cuenta al prelado de su encargo, quien envió, por fin, el nombramiento...
109
el 16 de agosto de 1683. El señor de La Salle...
110
la especie de inflexibilidad que mostró...
111
le habla un lenguaje...
112
reducido por eso a lo simple necesario...
310 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

de todo, comprometido a pasar el resto de sus días en un estado de humillación, de


trabajo y de sufrimiento, se persuade de que aún no ha hecho nada, sino esbozar la
obra de su salvación. Sólo hay una virtud bien definida que pueda llevar a rebajarse de
tal modo a sí mismo.
El primer pensamiento que tuvo después de haber dimitido de su canonicato, fue
marcharse a París, como le había aconsejado el señor Philbert113. Este viaje114 le
parecía tanto más necesario cuanto que esperaba que su alejamiento pronto haría
olvidar el clamor del paso que acababa de dar, y que una vez borradas las primeras
impresiones, la gente se acostumbraría más fácilmente. Esta reflexión le venía
sugerida por su humildad. Ella le hacía temer los elogios de personas de piedad que
no se podían cansar de admirar su coraje. Habló de su designio a su director, que no
fue del mismo parecer. Le dio a entender cuán necesaria era su presencia en la
Comunidad115 de los Hermanos de las Escuelas y el perjuicio que le haría su ausencia
si la abandonaba en los comienzos. Le recordó a este propósito las penas que había
experimentado para llevarla al punto en que se hallaba y la necesidad que todavía
tenía de su presencia. Que a pesar de que hubiera prometido al párroco de San
Sulpicio de París que iría a abrir una escuela en su parroquia, debía esperar momentos
más favorables; y que había que temer que viera destruirse el bien que había
procurado a la ciudad de Reims si la abandonaba tan pronto, aun so pretexto de
cumplir la palabra que había dado.
Esta respuesta de su director fue para él una decisión. En consecuencia escribió al
señor de La Barmondière que la voluntad de Dios se oponía a que fuera tan pronto
para establecer las escuelas en su parroquia, y que sería necesario esperar los tiempos
y los momentos de la Providencia, y que todo lo que podía hacer un sencillo
instrumento como él, era someterse a ella.

El señor de La Salle se despoja de su patrimonio


El señor de La Salle, fijado en Reims por los consejos de su director, estaba
ocupado únicamente en los medios que debía adoptar para despojarse completamente
y abandonarse generosamente entre los brazos de Jesucristo pobre. El paso ya estaba
resuelto en su corazón y hacía tiempo que pensaba distribuir
<35>
sus bienes116 a los pobres. Ahora se trataba sólo del modo como debía ejecutarse para
hacerla más meritoria. Los Hermanos de las Escuelas eran los primeros pobres
encomendados a sus cuidados.

113
como el señor (le sieur) Philbert...
114
Su viaje...
115
...era necesaria a su comunidad...
116
pensaba en distribuir su fortuna.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 311

Varias personas de esclarecida virtud le aconsejaban hacerles una donación


general de su patrimonio. Nada parecía tan natural. Era su obra; correspondía a su
prudencia proveer a su subsistencia de manera sólida e irrevocable. Quienes hubieran
censurado su excesivo desprendimiento de los bienes de la tierra no habrían podido
negarse a aprobar un destino tan legítimo. Las apariencias quedaban para él; por este
medio, eliminaba la inconstancia de los Hermanos y prevenía a su comunidad contra
las desconfianzas, a donde el temor de carecer de lo necesario la había llevado algún
tiempo antes. Pero como la idea de la Providencia, que animaba el principal
movimiento de sus acciones, le venía sin cesar a su mente117, temía apartarse y atentar
contra ella, dando un paso que no estuviera conforme [con su designio].
Reflexionó118 durante algún tiempo, incluso consultó119 de nuevo al padre Barré. Este
santo religioso le respondió, como había hecho un año antes, que habiendo
establecido sus escuelas sobre el cimiento de la Providencia, no debía molestarse por
procurarlas fondos seguros; que debía abandonar toda su fortuna a los pobres sin
reservarse nada para la Comunidad de los Hermanos. El señor de La Salle se atuvo a
esta decisión y resolvió absolutamente conformarse con ello.

Distribuye toda su fortuna a los pobres durante un carestía


Dios le hizo surgir la ocasión el mismo año de manera bien clara. Pues la
esterilidad de la tierra fue tan grande que toda la gente del reino se halló reducida a la
máxima mendicidad. El señor de La Salle fue afectado vivamente por las miserias
que le rodeaban, sus entrañas se conmovieron de compasión y no perdonó nada de lo
que dependía de su caridad para dar a ello pronto remedio. Se vio a este administrador
fiel distribuir con orden y discreción120 una riqueza de la que no se consideraba sino
depositario. Conocía con detalles exactos la situación de cada uno, cubriendo sus
necesidades; distribuía y hacía distribuir en todas las escuelas el pan121 a los niños,
reunía cada día en su casa a gran número de pobres, a los que alimentaba, les daba
saludables consejos122, proporcionados a su alcance y a la condición123 de cada uno, y
luego los despedía colmados de liberalidades.
<36>
Hacía más: iba a las casas a buscar a los pobres vergonzantes para sacarlos de la
miseria, y les libraba, con sus limosnas secretas, de la confusión de su indigencia. El
hambre fue largo. Pero no disminuyó su celo: él dio todo.

117
sin cesar a la mente.
118
Pensó en ello.
119
algún tiempo y consultó incluso...
120
distribuir con discreción una riqueza...
121
pan (du pain)...
122
... pobres que él alimentaba y les daba consejos saludables...
123
que porporcionaba al alcance y a la condición de cada uno...
312 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Los testigos de sus donativos quedaron impresionados hasta la extrañeza de ver a


un hombre que se confiaba de tal manera a la Providencia que no se reservaba ni
siquiera lo necesario para el día siguiente. Los Hermanos de las Escuelas eran los que
le veían con más familiaridad. No pudieron dejar de admirarlo y de manifestarle al
mismo tiempo124 su sorpresa. Les respondió con su tranquilidad habitual que Dios es
un padre bueno, que no abandona jamás125 a los que le son fieles; que debían estar
seguros de que nada les faltaría mientras se dedicaran a complacerle.
Esta respuesta les sirvió de predicción, pues al año siguiente los víveres
siguieron126 escaseando. El señor de La Salle tomó ocasión de ello para hacerles notar
los efectos de la Providencia en sus casas: «Gracias a Dios, carísimos Hermanos míos
—les dijo— aunque no tengamos bienes, ni rentas, he ahí que han pasado127 dos años
desastrosos de escasez; nosotros no hemos carecido de nada; no debemos nada a
nadie en ninguna de nuestras casas; mientras vemos que varias comunidades bien
dotadas se han arruinado a pesar de sus muchos bienes, pues se han visto obligadas a
vender sus fondos y a pedir préstamos para atender a su subsistencia». Estas ideas que
él tenía siempre presentes se grabaron tan profundamente en su corazón que les
llevaron insensiblemente a esta perfecta indiferencia hacia los bienes de la tierra en la
que han vivido después. Su ejemplo fortaleció de tal manera a los Hermanos128 contra
la desconfianza y la inquietud, que siempre se han abandonado en lo sucesivo a los
cuidados de la Providencia, que ha llegado a ser como la base y el cimiento de su
Instituto.
El señor de La Salle no quiso en absoluto otro recurso que éste para formar tantos
establecimientos129 como se vio forzado a abrir en lo sucesivo. Incluso se negó a
aceptar sumas importantes130 que le ofrecían varias personas de distinción para
fundarlas. «Nuestros Hermanos no se sostendrán —decía— sino en la medida en que
sean pobres. Perderán el espíritu de su estado desde el momento en que trabajen en
procurarse las comodidades de la vida».

Su pobreza
<37>
Estaba tan lleno de esta idea, que en poco tiempo consiguió convertir en costumbre
el vivir con poco. Escogía lo que había de más humilde y despreciable: sus muebles,
sus vestidos, su alimentación, todo reflejaba el espíritu de pobreza en que vivía y que

124
testimonia incluso su sorpresa...
125
que no abandona a los...
126
los víveres comenzaron a escasear.
127
He ahí pasados dos años de desastrosa escasez, nosotros...
128
a sus Hermanos.
129
tantos otros establecimientos.
130
Incluso rechazó sumas importantes...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 313

inspiraba a los Hermanos. Se necesitaba incluso emplear un engaño para quitarle los
vestidos que ya no podía llevar por decencia. «Todo es bueno —decía— para un
pobre sacerdote —era la calidad que tomaba con más gusto—; basta con zurcirlos, y
pueden servir todavía; no nos importe que el mundo nos critique, con tal que seamos
agradables a Dios». Con todo, no pretendía aparecer externamente con esa suciedad
enojosa que hace despreciable la pobreza.
Era sencillo pero sin afectación. Evitaba los dos extremos y velaba para que los
Hermanos no pretendiesen hacerse notar con una limpieza demasiado remilgada. A
uno de ellos, en quien notaba131 este defecto, le preguntó un día: «Si eso es así —le
dijo— usted ya no es siervo de Jesucristo; no hemos dejado el mundo para
conformarnos a él, sino para despreciarlo y también sus máximas».
De este espíritu de pobreza del que estaba animado brotaba como de su fuente el
alejamiento que tenía para todo132 lo que se llaman comodidades de la vida. No
quería, en absoluto, que los Hermanos133 dieran ningún paso para procurárselas. Es lo
que se ve en una carta que escribió a un Hermano de las Escuelas que le detallaba la
pobreza de su casa. «Es verdad —le dice— que usted es pobre. Nuestro Señor lo fue
aunque pudo ser rico. Usted tiene que imitar a este divino modelo, y sin embargo, me
parece que usted quisiera que no le faltara nada. ¡Vaya!, ¿quién no quisiera ser pobre
con esa condición? ¿No abandonarían sus riquezas los grandes y los poderosos de la
tierra para procurarse un beneficio que les hiciera más felices que a los mismos reyes?
Le suplico que recuerde que no vino a la Comunidad para disponer de todas las
comodidades, sino para abrazar el estado de pobreza con sus incomodidades. Usted
es pobre, dice, ¡cómo me gusta esa palabra! Pues decir que es pobre equivale a decir
que es feliz. Usted no ha sido nunca tan pobre; dice, tanto mejor, pues nunca ha tenido
tantos medios para practicar la virtud», etc.
<38>
Tales eran los sentimientos que ha inspirado siempre134 a los Hermanos de las
Escuelas en las frecuentes exhortaciones que les hacía. Les dio él mismo ejemplos
muy sensibles y no ha cesado durante toda su vida de trabajar en practicar esta virtud
en lo que tiene de más austera.

Su mortificación
El señor de La Salle, totalmente libre y desprendido de los lazos que todavía podían
atarle al mundo, se aplicó más que nunca a vivir en el retiro y a practicar las
humillaciones que comenzaban a observarse en su Comunidad. Los Hermanos se

131
en quien había notado.
132
el alejaiento que tenía para todo.
133
No quería que sus Hermanos.
134
los sentimientos que había inspirado siempre.
314 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

animaban con su ejemplo y se notaba entre ellos unas santa emulación para caminar
sobre sus huellas. La vida dura y penitente que llevaba sobrepasaba sus fuerzas.
Inventaba cada día nuevos medios de macerar su carne: las cadenillas, los cilicios, las
disciplinas de hierro rematadas de puntas, que todavía se conservan en esta casa, dan
fe de ello. Se azotaba con tanto rigor, que las paredes de su habitación135 estaban
manchadas de sangre. Sin embargo, por un motivo de discreción, moderaba el ardor
de los Hermanos que deseaban seguirle de cerca, por temor a que su excesivo fervor
degenerase en lo sucesivo y los llevase al agotamiento. Pero a pesar de sus atenciones,
hubo varios que sucumbieron y136 les sobrevinieron enfermedades tan serias que les
llevaron a un final feliz. Estaba sorprendido del ardor con el cual los Hermanos137 se
entregaban a practicar todo lo que se presentaba como más rechazable para la
naturaleza. Les sostenía, es cierto, con sus frecuentes exhortaciones, pero les
recomendaba siempre que no se entregasen a ello sino con mesura. «Debéis temer
—les decía— que el demonio se valga de vuestro fervor138 para haceros decaer».

Da clase en la parroquia de Santiago


En los comienzos [de la sociedad] perdió a varios Hermanos de valor, que tuvo
dificultad para reemplazar. Eso le obligó,
<39>
durante algún tiempo, por falta de maestros, a encargarse de dar él mismo139 la clase
en la parroquia de Santiago. La gente se sorprendió al verle salir dos veces al día,
atravesar la ciudad vestido con una sotana de tela tosca, con un manteo de mangas
colgantes y con un sombrero de alas anchas con zapatos gruesos, e ir, como un simple
Hermano, a enseñar a leer y a escribir a los niños, a explicarles el catecismo y
llevarlos a la iglesia; en una palabra, a someterse sin distinción alguna a todo lo que él
mismo había establecido para el funcionamiento de las escuelas. Sufrió las burlas del
populacho, que de ordinario no mira las cosas sino con los sentidos. Él no se inmutó
más por ello, y continuó sus funciones humillantes hasta que encontró sujetos a los
cuales pudiera confiar140 este cuidado. Varias personas, incluso de sus amigos,
estaban persuadidas de que llevaba su celo demasiado lejos. ¿Quién hubiera pensado,
se decía, que un hombre de su rango se hubiera reducido a un estado tan despreciable?
Pero Dios le hacía la gracia de ser insensible a todos los razonamientos humanos.

135
las paredes de la habitación.
136
varios que sucumbieron, les...
137
sus Hermanos...
138
que el demonio se sirva de vuestro fervor incluso para...
139
durante ese tiempo a encargarse él mismo de dar clase...
140
pudiera remitir este cuidado.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 315

El señor de La Salle vive en el retiro


Cuando hubo provisto a la escuela de la parroquia de Santiago, retomó los
ejercicios de su retiro, en el que se ocupaba de la meditación y de la oración que
constituían toda su delicia. Adoptaba todas las precauciones para ocultarlo al
conocimiento de los Hermanos. Con este objeto, se escogió un pequeño espacio
apartado, donde sólo podía estar una persona, y allí pasaba los días141 y alguna veces
parte de la noche en la contemplación. Encontraba en ello tanto gusto que se tenía
dificultad para hacerle salir a tomar algún alimento.
Mientras se ocupaba de este modo de sí mismo y de su Comunidad, a cuyo cuidado
estaba resuelto a limitarse, se vio comprometido142 a extender su caridad a las
escuelas de fuera. Las de las villas de Rethel, de Guisa y de Laón143 establecidas
<40>
algunos años antes habían sido dirigidas hasta entonces por el señor Niel. Éste
pensaba seriamente en retirarse a su tierra y había rogado varias veces al señor de La
Salle que tomara cuidado de aquellas escuelas. Él se había excusado144 siempre con la
firme resolución que había tomado de limitarse a las de la ciudad de Reims.

Muerte del señor Niel


Sin embargo, cuando el señor Niel se retiró a Ruán, donde murió poco tiempo
después en olor de santidad, el señor de La Salle, solicitado por los ruegos del
párroco145 de San Pedro de Laón, su amigo, no pudo negarse a las insistentes
solicitaciones que éste le hizo de encargarse de las escuelas que necesitaban su
dirección.

El señor de La Salle regula la alimentación de los Hermanos


Cuando se vio obligado así a tomar el cuidado de la dirección de un número146 de
Hermanos dispersados por diversas villas, bastante cercanas de la de Reims, creyó
que era posible formar con ellos una pequeña congregación y prescribirles una forma
de vivir uniforme.
Quiso hacer un ensayo antes de decidir nada, pues no hacía nada por autoridad, y147
no redactó sus reglamentos por escrito sino varios años después de residir en París.

141
pasaba a veces los días
142
se vio obligado a oír...
143
de Guisa y Laón.
144
Él se había defendido de ello hasta entonces con la firme resolución...
145
por los ruegos del señor párroco.
146
a tomar cuidado de un número de Hermanos.
147
y no redactó (suprimido el pronombre”il”).
316 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Había ya atendido al vestuario y a la alimentación de los Hermanos. Se contentó para


este último punto con confirmar lo que ya estaba en uso entre ellos. Quiso que no se
introdujese nada más que la carne148 grasa y la más común. Todo tipo de caza y otros
manjares149 más delicados quedaban excluidos. Los días de abstinencia sólo se
debían servir legumbres o verduras cocidas sin mucha preparación. Todo debía
denotar el espíritu de pobreza de la cual se hacía profesión. Este alimento, bastante
insípido en sí mismo, se servía en pequeña cantidad y el señor de La Salle tenía
extraordinaria repugnancia para habituarse a ella. Necesitó dominarse mucho a sí
mismo y sólo después de muchas pruebas llegó, al fin150, a acostumbrar su estómago a
digerir esta clase de alimentos. A menudo pedía a Dios la gracia de vencer sus
repugnancias, y la obtuvo con una oración perseverante. Llegó, incluso, a perder por
completo el gusto de los alimentos. Se dieron cuenta de ello un día que el Hermano
cocinero sirvió por falta de atención a la comunidad
<41>
ajenjo en lugar de la verdura. Los Hermanos no pudieron tomarlo después de haberlo
gustado. Sólo el señor de La Salle fue quien comió como de ordinario; pero al final de
la comida preguntó qué había impedido comer a los Hermanos. Se le dijo la razón, y
confesó que él no había puesto atención en ello.

Los Hermanos hacen voto de obediencia por un año


El señor de La Salle, al no tener en su comunidad más que sujetos fervorosos y
dispuestos a abrazar lo que había de más perfecto, creyó que debía tomar con ellos
algunas medidas para afianzarles en su vocación. Reunió para este fin en Reims151 a
los Hermanos superiores de las escuelas de Laón, Rethel y Guisa que, con los de la
casa, formaban152 una asamblea suficiente. Les hizo una exposición muy emotiva, en
la cual les presentó un vivo retrato de la inconstancia natural al hombre, y de la
necesidad en que se halla de fijarse al bien por medio de lazos y compromisos santos
y agradables a Dios. Añadió que hasta allí habían estado como fluctuando e
indeterminados en su estado; que les rogaba que considerasen si no sería más
conveniente a su debilidad, y para quitar a los menos perfectos todo pretexto de
volver al mundo, comprometerse con algún voto a vivir en comunidad de acuerdo con
las Reglas que estaban en uso entre ellos. La propuesta fue recibida con alegría y cada
uno de los Hermanos, con consentimiento unánime, se dispusieron para la ceremonia.
Ésta comenzó por un retiro, que el señor de La Salle comenzó con ellos el día de
Pentecostés para implorar las luces del Espíritu Santo.

148
que no se introdujese más que la carne grasa.
149
toda caza o manjares más delicados...
150
llegó a acostumbrar.
151
Reunió para este efecto a los Hermanos superiores...
152
que, con los de la casa, hacían una asamblea...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 317

Lo acabaron ocho días después, resueltos a comprometerse para toda su vida a


observar los votos de obediencia y de castidad. El señor de La Salle moderó su celo y
se contentó por el momento de hacer que emitieran voto de obediencia por un año
solamente, y les remitió a otro tiempo para el de castidad, con el cual no quería que se
comprometiesen sin nuevas pruebas. Se determinó, pues, que harían voto de
obediencia por un año. La ceremonia se hizo el día de la Trinidad y los Hermanos han
mantenido
<42>
desde entonces la costumbre de renovarlo153 todos los años en ese día.
Es cierto que ocho años después, el señor de La Salle, movido por la insistencia de
los Hermanos, les permitió hacer voto de obediencia para toda su154 vida. Él mismo
pronunció el voto de obediencia por un año.

El señor de La Salle dimite del cargo de superior


En cuanto hubo contraído este nuevo compromiso con Dios, se sintió vivamente
impulsado del deseo de155 cumplirlo en toda su amplitud. El título de superior que
había adquirido naturalmente le pareció un obstáculo para lo que había prometido.
Pensó seriamente en los medios para descargarse de él. Después de muchas
reflexiones, al año siguiente reunió a los Hermanos en Reims. Les explicó que desde
que su número había aumentado, encontraba entre ellos varios sujetos muy capaces156
de encargarse del gobierno; por lo cual era importante para el bien común157 del
Instituto, e incluso necesario, que escogieran uno en cuyas manos pudiera
depositarlo. La propuesta sorprendió a los Hermanos y, sin embargo, no podían dejar
de admirarse del Espíritu de Dios, que le hacía actuar.
Hizo que siguieran un retiro (era la sabia precaución que adoptaba en los asuntos
importantes); después del cual, les dirigió una viva exhortación en la que empleó las
razones más fuertes que su humildad pudo sugerirle para convencerles de la
necesidad en que les ponía de que no osaran pensar en él.
Hubo que ceder a sus consideraciones y la pluralidad de los votos recayó en la
persona del Hermano Enrique L’Heureux. Esta elección fue del gusto del señor de La
Salle. Hacía varios años que le miraba como su sucesor. Tenía los talentos necesarios
para desempeñar ese puesto con éxito. Era bondadoso, moderado, prudente y
discreto. Estas cualidades, unidas a la estima que los Hermanos tenían de su virtud, le
ganaron su confianza en poco tiempo.

153
desde entonces en la costumbre de renovarlos...
154
para toda la vida.
155
se sintió vivamente impulsado a cumplirlo...
156
varios sujetos capaces de encargarse...
157
para el bien del Instituto...
318 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

<43>
El señor de La Salle se somete al nuevo superior
El señor de La Salle fue el primero en dar a este Hermano158 pruebas de respeto, de
sumisión y de dependencia. Olvidó en seguida lo que era para actuar solamente por
sus órdenes. No se reservó159 ninguna señal de distinción y era de una exactitud tan
escrupulosa en tributarle los deberes de un inferior, que el Hermano superior se sentía
confundido.
Rogó varias veces al señor de La Salle que le ahorrase el apuro en que le ponía al
obligarle a dar permisos de los que no debía depender. Pero el señor de La Salle le
rogó también que le dejara la libertad de proceder de aquel modo, para no perder el
mérito de la obediencia que le debía. A menudo se arrodillaba a sus pies en presencia
de los Hermanos para acusarse de sus faltas y pedirle una penitencia por ellas. Al
verle, se diría que no hubiera tenido160 antes autoridad en la casa. Era el más exacto, el
más humilde y el más diligente en hacer los más bajos oficios; hasta tal punto que el
Hermano superior161 se vio obligado a usar su autoridad para obligarle a que
desistiera de hacer una cosa que le parecía demasiado humillante para un sacerdote.
Fuera cual fuere el medio que este superior empleara para rogarle que procediera con
él como con un inferior, o al menos como con un igual162, no quiso hacer nada,
aunque fuera poco, que pareciera independencia; no hablaba a nadie ni recibía
ninguna visita sin su permiso expreso; siempre tenía cuidado de informarse si se
había obtenido.

Le obligan a retomar el cargo de superior


Todas estas humillaciones163 a las que se sometía voluntariamente el señor de La
Salle no pudieron quedar mucho tiempo164 desconocidas en el exterior. Las personas
que necesariamente tenían relaciones con él se dieron cuenta de ello.
<44>
Hubo quejas que se llevaron a sus superiores eclesiásticos. Éstos encontraron mal que
un sacerdote, doctor y antiguo canónigo de su catedral, se sometiera de aquel modo,
sin excepción, a un simple Hermano, que no estaba revestido de ningún carácter [del
orden sacramental]. Le hicieron notar varios inconvenientes y le obligaron a que
retomara el cargo de superior, que había dejado. La docilidad que manifestó en esta

158
El señor de La Salle fue el primero en darle...
159
actuar más que por sus órdenes, no se reservó ninguna...
160
que nunca había tenido...
161
hasta el punto que su superior fue obligado...
162
o al menos como un igual.
163
Todas las humillaciones...
164
no fueron mucho tiempo desconocidas...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 319

pronta obediencia dio nuevo lustre a su humildad. Todos los Hermanos testimoniaron
el gozo que les causaba165 este restablecimiento; el Hermano L'Heureux, en
particular, tributó a Dios muy humildes acciones de gracias. Tal proceder no podía
provenir166 de un movimiento de ambición; además, quienes habían estado más
inclinados a sospecharlo, se vieron forzados a admirar su virtud y concibieron ideas
más cristianas de él.

Varias personas se ponen bajo su dirección


Desde entonces comenzó la gente en el mundo a mirarle como un hombre de
santidad poco común. Todas las personas de piedad se daban prisa para ir a ponerse
bajo su dirección167. Él se defendía168 de ello en la medida que podía y fue sólo
después de muchas peticiones que aceptó a un número muy pequeño; además no se
encargó de ello sino después de varias pruebas.

Rechaza el ofrecimiento que le hace su arzobispo para fundar


sus escuelas de Reims
Carlos Mauricio Le Tellier, su arzobispo, informado del bien que producía en la
ciudad de Reims169, quiso retenerlo y hacerle abandonar el designio que tenía de
retirarse a París. Incluso hizo que le ofrecieran que él fundaría [con bienes] sus
escuelas en la ciudad si renunciaba a otros
<45>
establecimientos. El señor de La Salle respondió que la obediencia que le debía a su
obispo era un motivo más que suficiente para obligarle a someterse a su autoridad;
pero que, desde hacía varios años, había contraído un compromiso con el párroco de
San Sulpicio, de París170, a quien había prometido enviar dos Hermanos para abrir
escuelas en su parroquia, y que se creía obligado a cumplir su palabra. Había varios
motivos que le llevaban a comenzar esta escuela. Preveía que Dios, por este medio, le
abría la posibilidad de extender sus escuelas para utilidad de los pobres, y que se
procuraba al mismo tiempo una ocasión favorable de alejarse de su tierra, donde no
tenía toda la libertad [necesaria] para entregarse a la amplitud de su celo.

165
el gozo que le causaron...
166
semejantes pasos no podían provenir...
167
colocarse bajo su dirección.
168
él se defendió de ello...
169
su arzobispo, informado del bien que producía en Reims...
170
San Sulpicio, a quien había prometido...
320 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Forma nuevos sujetos


Se aplicó, antes de dejar Reims, a dotar a su comunidad de buenos sujetos y
ponerlos en estado de prescindir de su presencia. Se presentó cierto número [de
sujetos] que le parecieron adecuados a su designio. Sin embargo, puso alguna
dificultad para admitirlos a causa171 de que eran demasiado jóvenes; pero después de
algunas reflexiones, los recibió, los reunió y formó con ellos un seminario menor,
separado de la Comunidad, y les puso como director a un Hermano de los más
veteranos y con experiencia.
De una casa a la otra había una puerta de comunicación para proveer a sus
necesidades. El señor de La Salle velaba sobre ellos y los visitaba a menudo para
animarlos y alentarlos a seguir fielmente los ejercicios que les había prescrito.

Forma maestros de escuela para el campo


Este nuevo compromiso le condujo a otro. Varios párrocos de aldeas172 le
solicitaban continuamente que les enviase un Hermano de sus escuelas para instruir a
los niños de sus parroquias. Les respondía173 que no
<46>
podía contentarles porque tenía como norma no enviar nunca menos de dos, y que
creía que el buen orden exigía que no se relajara en nada esta regla. Los párrocos no se
desalentaron en absoluto174. Ellos mismos escogieron maestros de escuela para sus
parroquias y se los enviaron al señor de La Salle, que no pudo negarse a sus
peticiones. Recibió175 hasta veinticinco, les asignó una vivienda separada, les
prescribió ejercicios adecuados y puso al frente de ellos a un Hermano capaz de
enseñarles el canto llano y todo lo que convenía a la profesión a la que se les
destinaba.
He ahí como el señor de La Salle se encontró encargado en muy poco tiempo de la
dirección de tres comunidades que tendían al mismo fin por vías diferentes. Atendió a
todo con el celo del que estaba animado176. La de los maestros de escuela177 producía
gran bien en las aldeas, aunque no pudo sostenerse mucho tiempo. El señor de La
Salle, que conocía su utilidad mejor que nadie, intentó178 varias veces reponerla
cuando estaba179 en París; pero veremos más adelante que encontró obstáculos que
impidieron que lo lograra180.

171
algunas dificultades en admitirlos porque eran...
172
Varios párrocos lo solicitaban...
173
Les respondió...
174
no se desalentaron...
175
Los recibió...
176
con su celo habitual y del que estaba dotado.
177
La de los maestros produjo...
178
mejor que ningún otro, fue tentado...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 321

Le piden Hermanos para las escuelas de San Sulpicio de París


Después de haber regulado todo lo que era necesario para asentar debidamente la
Comunidad de los Hermanos de las Escuelas en Reims181, resolvió retirarse a París.
Estaba pensando en ello cuando le recordaron al señor de La Barmondière, párroco de
San Sulpicio, la promesa que el señor de La Salle le había hecho, de enviarle
Hermanos para llevar las escuelas de su182 parroquia; [el párroco] comprometió a uno
de sus parientes próximos (el señor Luis de La Salle, su hermano, que fue después
canónigo de la catedral de Reims y que falleció el 24 de septiembre de 1724)183, que
residía en el seminario de San Sulpicio, que le escribiera
<47>
y le rogara de su parte que le enviara un Hermano que estuviera en disposición de
compartir el trabajo con el eclesiástico, que se sentía sobrecargado con los numerosos
escolares. El señor de La Salle respondió que la norma establecida entre los
Hermanos de las escuelas era que no fuesen nunca solos, y que por tanto no era libre
de concederle el184 que se le pedía. Todas estas dificultades no pudieron enfriar el celo
del maestro de las escuelas de San Sulpicio. Estaba impaciente de procurarse un
alivio, por el cual suspiraba.
Partió hacia Reims con la esperanza de poder completar este asunto; pero su viaje
fue, en cierto modo, inútil, porque no pudo hablar con el señor de La Salle, que estaba
ausente, y él no tuvo tiempo para esperarle.

El párroco de San Sulpicio le escribe por este asunto


Con todo, el señor de La Salle, al conocer la gestión que este maestro había hecho,
comenzó a esperar que Dios bendeciría sus piadosos deseos185. Escribió a este
eclesiástico186 que sería fácil satisfacerle si se aceptaba que enviase dos Hermanos
para ayudarle y que él mismo estaba dispuesto a llevarlos a París. Se le dio respuesta
inmediatamente de parte del señor párroco, que podía salir sin demora y que sería
muy bien recibido con los dos Hermanos que llevaría consigo. Durante toda esta
negociación, que duró más de dos meses, el señor de La Salle no veía seguridad por
parte del señor párroco. Temía comprometerse demasiado a la ligera. Quiso una

179
cuando residía en París...
180
que lo pudiera lograr...
181
de las escuelas de Reims...
182
de la parroquia...
183
Comprometió (al señor Luis de La Salle, su hermano, que fue luego canónigo de la catedral de
Reims y que falleció el 24 de septiembre de 1724) uno de sus próximos...
184
de conceder lo que se le...
185
sus piadosos designios.
186
Escribió a este piadoso eclesiástico...
322 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

orden positiva de su mano, porque le consideraba ya como a su superior en ese


establecimiento.
El señor de La Barmondière, edificado por su modestia, le escribió
inmediatamente, y le indicó en los términos más efusivos187 la urgencia que sentía de
tenerle cerca de él.

Parte para París con dos Hermanos


<48>
El señor de La Salle partió con los dos Hermanos y llegó a París hacia finales del
mes de febrero del año 1688. Fue alojado con los dos Hermanos en la casa que
ocupaba el maestro de escuela de la parroquia, donde el señor párroco había
establecido una especie de manufactura de lana para ocupar a los pobres188 escolares.
Después de algunos días de descanso, los dos Hermanos comenzaron a trabajar de
acuerdo con el maestro de la escuela189. Se dividió a los escolares en tres clases para
conseguir, con este arreglo, mayor facilidad para darles las lecciones convenientes a
su edad y a su capacidad. El número de los alumnos aumentó de forma tan
considerable en poco tiempo, que los Hermanos no podían dar abasto.
El más robusto cayó en un agotamiento que le puso fuera de la posibilidad de
cumplir sus funciones. Fue necesario que el señor de La Salle diera clase en lugar de
él. Por muy bien intencionado que estuviera el maestro de escuela, no había podido
establecer, él solo, todo el orden y las acomodaciones necesarias para mantener a los
alumnos en exacta disciplina. Los Hermanos, formados en una sucesión de ejercicios
que regulaba todos los momentos del día, no tenían nada de fijo.
Los escolares llegaban a la escuela a horas diferentes y sin orden. De ahí surgía una
confusión y un desorden que incrementaba el trabajo de los Hermanos, sin dejarles190
un momento de descanso. El señor de La Salle veía todo en silencio. Su virtud
estaba191 expuesta a rudas pruebas. Se contentaba con exhortar a los Hermanos a la
paciencia y a tener buen ánimo. No ignoraba el medio de remediarlo, pero tenía
demasiada consideración hacia el maestro de escuela para no emprender nada que
pudiera causarle disgusto192. Respetaba su bondad y esperaba que con el tiempo las
cosas se arreglarían193 de otra manera.

187
en los términos más positivos...
188
para ocupar a los escolares.
189
con el maestro de las dos escuelas.
190
sin darles un momento...
191
Su virtud estaba, de ese modo, expuesta...
192
que pudiera disgustarle.
193
las cosas irían de otra manera.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 323

<49>
Se contentaba con ir a las clases, pasaba entre los bancos; enseñaba a los niños los
principios de la vida cristiana, les hablaba con dulzura y los llevaba al bien y a la
modestia con su presencia.

El maestro de escuela de San Sulpicio la deja


y cede el puesto al señor de La Salle
Sus consideraciones, hechas a propósito, producían fruto en el corazón de los
tiernos niños y en seguida se notó el cambio en sus costumbres. El maestro de escuela
se dio cuenta de ello y vio desde entonces cuán importante194 era el someterles a una
regla segura de conducta. Trató de acostumbrarlos a ello. Pero sea que encontrara las
cosas muy difíciles, o bien que no se sintiera bastante firme para asegurarlo, rogó al
señor de La Salle que tomara él mismo la dirección de la casa. Éste se excusó de la
manera más cristiana y más modesta. Ni siquiera quiso que los Hermanos se
mezclasen en nada de las clases de las que estaban encargados.
Las cosas quedaron en ese estado hasta el mes de abril siguiente en que el señor
párroco fue a hacer la visita a la escuela. Quedó sorprendido por el poco orden que se
observaba en ella, a causa del gran número de alumnos que tenía cada aula195.
Consideró todo atentamente y pidió al señor de La Salle que se encargara del cuidado
de dirigirla. Había visto por sí mismo la dificultad que tenían los Hermanos para
cumplir su196 trabajo. Consintió que se hiciera venir tantos [Hermanos] como fuera
necesario para aliviarlos.
El señor de La Salle, plenamente sumiso a las órdenes del señor párroco, se rindió,
aunque con repugnancia a lo que exigía de él. Preveía las penas y dificultades que
tendría que sufrir para regular bien las escuelas mientras subsistiera la manufactura.
<50>
Como era la obra del señor párroco, no hubiera sido prudente proponerle, de entrada,
el deshacerla. Había que dejar correr el tiempo y esperar un momento más favorable.

El señor de La Salle regula las escuelas


Desde que se vio encargado de la dirección de la casa y del cuidado de las escuelas,
pensó en los medios de proveer a una y a otras, y después de madura reflexión,
estableció, ante todo, un orden en todos los ejercicios, que no fueron diferentes de los
que estaban en uso en su comunidad de Reims. Asignó a los alumnos las horas de

194
de qué importancia era...
195
de las que estaban llenas.
196
para cumplir su trabajo.
324 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

clase, reguló el tiempo de darles el catecismo, de llevarlos a la misa, y dio a la casa


nueva forma, lo que resultó perfectamente.

Sufre contradicciones
El director de la manufactura no encontraba su lugar en todos estos cambios. Los
alumnos, ocupados en aprender a leer y a escribir, no podían dedicar tanto tiempo al
trabajo [manual]. Él sufría el perjuicio197 en sus ventas. Sólo con impaciencia soportó
las pérdidas que tenía. Se quejó claramente y habló de retirarse. El señor párroco,
informado de su descontento, no pareció afectado por ello. Sin embargo, se creía que
tenía esta empresa muy a pechos para abandonarla. Pero como prefería la instrucción
de los niños a los intereses temporales de un particular, no se mostró favorable a sus
quejas, y las clases siguieron su ritmo.
Como vio que por este lado no se conseguía nada, recurrió a la calumnia. Se le dio a
entender [al párroco] que los alumnos se perjudicaban más que nunca; que la
inactividad en la que se mantenían les hacía perezosos; que eso era causarles un daño
irreparable198 por quitarles el hábito del trabajo; que la forma como se les dirigía no
era, en modo alguno, adecuada para hacerlos trabajadores, y que se advertía ya
demasiado tarde la equivocación cometida al confiar su educación al señor de La
Salle. Se tuvo cuidado de acompañar todas estas razones con tal aire de
verosimilitud199, que convencía.
<51>
El señor párroco se dejó sorprender. Se indispuso contra el señor de La Salle, le
mostró mucha indiferencia y, en fin, tomó la decisión de agradecerles [los servicios] y
reponer las escuelas en su antiguo modelo.

El señor de La Salle quiere volverse a Reims;


el párroco de San Sulpicio se lo impide
El señor de La Salle, bien informado de lo que se tramaba contra él, no se inmutó en
absoluto. Decía que si su empresa era la obra de Dios, Él sabría sostenerla; que si ella
no venía de Él, era justo sufrir su destrucción sin quejarse. Los Hermanos, a su
ejemplo, guardaban silencio y continuaban sus clases como de ordinario.
Sin embargo, como era necesario encontrar un final a este malentendido y el señor
de La Salle no lo veía, tomó la resolución de retirarse a Reims y abandonar la escuela.
Fue a despedirse del señor párroco, que pareció sorprendido por su visita. Le
manifestó simpatía en esta entrevista y le dijo que no permitiría que abandonase tan

197
él sufría perjuicios...
198
un daño importante...
199
con un aire de apariencia que lo imponía.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 325

bruscamente el bien que producía en su parroquia. El señor de La Salle no contaba


con un cambio tan repentino. Le expuso las razones que tenía para retirarse. El señor
párroco, encantado por la moderación con que le daba cuenta de lo que ocurría en la
casa, se animó más que nunca a retenerle, y le prometió informarse de todo lo que les
causaba molestia.
Encargó a un eclesiástico amigo este cometido, y le rogó que le informara lo más
pronto posible.

Se informa de las quejas presentadas contra él


El eclesiástico encargado de este informe no perdió tiempo200. Fue a la casa,
examinó detalladamente todo y, después de haber examinado el proceder del señor de
La Salle y de los Hermanos, se informó del orden que observaban en las clases, de la
manera como educaban a los niños,
<52>
y preguntó al señor de La Salle si tenía alguna queja que presentar.
El señor de La Salle se excusó y le pidió que se contentara con señalarle los
defectos que encontrara en la dirección y que le diera los consejos que le convinieran.
Una respuesta tan educada y tan humilde hizo que este eclesiástico viera claramente
de qué lado estaba la pasión. Fue a informar al señor párroco de lo que había visto, le
dio a conocer lo que cabía pensar de unos y de otros y le testimonió hasta qué punto
estaba edificado por el proceder del señor de La Salle y de los Hermanos.

Se le hace justicia
El párroco, satisfecho201, abandonó totalmente sus prejuicios, devolvió su amistad
al señor de La Salle y resolvió202 apartar de él todo lo que podía203 causarle dificultad.
Pero mientras pensaba en todo ello, dimitió de su parroquia en favor del señor
Baudrand, a quien tuvo cuidado de informar favorablemente sobre el señor de La
Salle.
El señor Baudrand estaba inclinado a ello; conocía la virtud del señor de La Salle y
le apreciaba mucho. Se identificó perfectamente204 con las miras de su predecesor,
retiró al sujeto que podía suscitar líos en la casa y todo quedó en paz.
Así es como el Señor se complace en devolver la calma a sus siervos después de la
tempestad, pero a menudo esto no ocurre sino para prepararlos a más rudas pruebas.

200
... posible; no perdió tiempo, fue a la casa...
201
El señor párroco abandonó totalmente...
202
... de La Salle, resolvió apartar...
203
lo que podría...
204
Se identificó con las vistas...
326 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Segunda escuela en la parroquia de San Sulpicio


El señor de La Salle sólo soñaba con gobernar en paz su comunidad bajo la mirada
del señor párroco. Muy pronto se vio que reinaba el buen orden.
<53>
Las clases se vieron tan frecuentadas que resultaron demasiado pequeñas para
contener el número de niños que acudían a ellas de todas partes. El párroco, que fue
[el] testigo205 de ello, determinó abrir una nueva escuela hacia el Puente Real, para
facilitar a los que vivían en aquella zona el medio de instruirse.
Hizo la propuesta al señor de La Salle, que puso manos a la obra. Ya había tenido él
la [misma] idea y había hablado de ello al señor de La Barmondière; pero la cosa no se
había podido realizar en aquel momento. El señor de La Salle, de acuerdo con el
párroco, tomó las medidas necesarias para abrir esta segunda206 escuela donde los
Hermanos comenzaron la enseñanza en el mes de enero de 1690. Fue frecuentada
como la otra, y fue207 organizada de la misma forma.

Los maestros de escuela de París le plantean un proceso y lo gana


Este éxito excitó la envidia de los maestros de París, que veían que las escuelas de
los Hermanos se fortalecían con los despojos de las suyas, que se quedaban desiertas.
Se reunieron y tomaron la decisión de trabajar unidos para oponerse al progreso que
hacían estos nuevos establecimientos que les traían la ruina. Emplearon primero las
vías de hecho, y se apoderaron de todo el mobiliario de esta escuela. Luego
denunciaron al señor de La Salle y a los Hermanos por atentar contra sus privilegios.
Este incidente parecía destruir todos los proyectos del señor de La Salle. No podía
limitarse a lamentarse, él quería ceder todo y habría abandonado todo si208 su director
no le hubiera dicho que era deber de conciencia209 sostener la causa de Dios.

Fue necesario, pues, responder a los procesos


Lo hizo con tanto vigor y precisión que el asunto acabó a su favor en poco tiempo.
Es verdad que la gente estaba de su parte. El bien que realizaba era fácil notarlo, y fue
también lo que hizo

205
que fue testigo de ello...
206
para abrir esta segunda (deuxième) escuela... [En el texto, seconde].
207
en ella todo estaba regulado de la misma forma.
208
No podía resignarse a lamentarse, y habría abandonado todo, si...
209
un deber sostener la causa de Dios.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 327

<54>
acelerar el juicio y lo que le atrajo la aprobación de todas las personas bien
intencionadas que habían intervenido a su favor210. Desde este momento no hubo
ningún problema con los maestros de escuela de París hasta el año 1699, en que le
hicieron nuevas ofensas con tan poco éxito como la primera vez, como se verá en lo
que sigue.

Los Hermanos caen enfermos;


el señor de La Salle los traslada a Vaugirard
Todo lo que el señor de La Salle había realizado hasta entonces para lograr el
establecimiento de sus escuelas gratuitas, sólo era bueno para algún tiempo. Había
que pensar en los medios de perpetuarlas. Los sujetos podían faltarle de repente y
correspondía a su prudencia formar a otros nuevos que pudieran reemplazarles, en
caso de necesidad. Había tomado la precaución de obtener de Francisco de Harlay, a
la sazón arzobispo de París, los permisos necesarios para dar a la casa que ocupaba en
la parroquia de San Sulpicio cierta forma de comunidad, a fin de prevenir todas las
dificultades que se habrían podido suscitar. Pensaba abrir un noviciado en París como
había hecho en Reims. Necesitaba211 una casa más espaciosa y más cómoda que la
que ocupaba; pero sus recursos no eran abundantes y debía administrarlos para
atender a la212 subsistencia de los Hermanos.
Este año transcurrió, así, en proyectos, sin que supiera por cuál inclinarse; pero al
año siguiente, 1692213, Dios hizo surgir la ocasión, en un momento que él no se
atrevía a esperar.
Se dio cuenta de que la mayor parte de los Hermanos214 sanos caían en
agotamiento, cuyas consecuencias eran de temer. Su escasa alimentación, unida a un
dominio constante de la mente215, contribuía a ello en gran medida. Estaban alojados
con estrechez en una casa en la que no había jardín. El señor de La Salle buscó una
más cómoda
<55>
donde pudiera hacer que respirasen un aire más puro durante algunos meses.
Encontró una en Vaugirard, cerca de París, la alquiló216 e hizo ir allí durante las
vacaciones a todos los Hermanos que estaban delicados.

210
las personas bien intencionadas que se habían mezclado para solicitar a su favor...
211
Le era necesaria...
212
para la subsistencia de los Hermanos...
213
pero al año siguiente, Dios...
214
la parte más sana de los Hermanos...
215
unida a un dominio continuo de la mente, y...
216
Encontró una en Vaugirard, cercana de París, e hizo ir allí...
328 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Retiro general para todos los Hermanos


Al mismo tiempo tuvo la idea de llamar a esta casa a todos los Hermanos de la
comunidad de Reims. Había notado que su fervor comenzaba a enfriarse desde que
los dejó. El superior que había puesto al frente de ellos no tenía toda la discreción que
necesitaba. Los Hermanos se disgustaban de su estado, de manera que de los dieciséis
que había cuando el señor de La Salle partió para París, no quedaban más que ocho.
Consideró, pues, oportuno reunirlos cerca de él, para reanimarlos y fortalecerlos. Les
mandó que acudieran. Una vez llegados, les hizo seguir un retiro con los de la
comunidad de París, a los que había reunido en Vaugirard. Animaba sus ejercicios
con su ejemplo. A menudo les hablaba en particular y en grupo217; les hacía
frecuentes exhortaciones sobre sus compromisos, de manera que poco a poco
reavivó218 en sus corazones la semilla de la virtud219 que había arrojado en ellos
algunos años antes. Dio220 a unos y a otros los consejos que creía que les convenían y
luego envió a cada cual a su casa con orden de escribirle todos los meses, para darle
cuenta de su situación y del progreso que hacían en la instrucción de la juventud.
Nunca dejaba de darles respuesta, y por este medio los sostenía y allanaba lo que les
parecía duro y difícil de soportar.

Visita las casas todos los años


El éxito de este retiro llevó al señor de La Salle a tomar la resolución de volverlo a
hacer
<56>
todos los años en tanto que fuera posible221; pero en lo sucesivo, como las escuelas se
habían extendido lejos por el reino, no pudo conservar esta práctica. Se contentó con
mantenerla en la casa de París, y para el resto lo suplió con las visitas que realizaba
todos los años a las otras casas.

Recibe nuevos sujetos


Los ejemplos de virtud, de piedad y de modestia que daban los Hermanos del
Instituto, hicieron surgir en varios jóvenes el deseo de imitarlos. Cierto número de
ellos se presentaron al señor de La Salle, que los recibió con bondad. Después de un
mes de prueba los admitió al Noviciado, que comenzó en Vaugirard este año, y
antes222 dio el hábito del Instituto a cinco de ellos, los que le parecieron más firmes en
su vocación.

217
... en común, les hacía...
218
de manera que encendió poco a poco...
219
las semillas de la virtud...
220
Dio allí...
221
en tanto que le fue posible...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 329

Había necesidad de algunos Hermanos que se ocuparan únicamente de proveer a la


subsistencia de los que daban las clases. Era el verdadero medio para descargarlos de
esta cuestión pesada, que parecía incompatible con sus ocupaciones ordinarias.
Formó, pues, a cierto número de ellos, a los que destinó únicamente a este empleo,
con exclusión de otros que fueron destinados a la instrucción de la juventud.
El ejemplo de estos primeros novicios atrajo a otros, de manera que en poco tiempo
el Noviciado se halló lleno de sujetos prometedores.

El señor de La Salle cae enfermo en Reims


La dedicación continua que el señor de La Salle prestaba a tantas ocupaciones,
unida a la vida dura y penitente que llevaba, comenzó a alterar su salud. Con todo, no
disminuyó en nada sus austeridades ordinarias, de forma que la enfermedad se
declaró en un viaje que hizo a Reims por asuntos de la casa. Fue afectado tan
peligrosamente que se vio obligado a
<57>
guardar cama. Estaba seguro de encontrar en medio de su familia todos los cuidados
que necesitaba en el estado en que se hallaba, y que no olvidarían223 nada de cuanto la
ternura les sugirió para contribuir a su curación. Pero, puesto que él se consideraba
como un extraño en medio de su tierra, tantas atenciones le resultaban una carga, y
usó de ellas con la mayor sobriedad posible. Llevó su delicadeza tan lejos que no
permitió que su abuela subiese a su habitación para verle y conocer por sí misma el
estado de su enfermedad. Hizo que le pidieran que esperara en el vestíbulo de la casa,
y reunió las pocas fuerzas que le quedaban para ir a recibirla224. Ella le hizo algunos
reproches por las precauciones que tenía con ella; pero él le rogó que no encontrase
mal que procediese así, [pues lo hacía] para no transgredir las normas de la casa, que
prohibían225 la entrada a personas de otro sexo.

Recae enfermo en París por una retención de orina


Cuando creyó que estaba algo aliviado, pensó en volver a París. Se hizo lo que se
pudo para disuadirlo. Los médicos le dijeron que no podía exponerse a hacer ese viaje
sino con peligro de su vida; pero el deseo que tenía de alejarse del cariño de su familia
se impuso a las razones de prudencia que hubieran debido retenerle. Partió, pues, y a
su llegada la enfermedad aumentó, como le habían predicho. Tuvo que volver a la
cama, y al cabo de seis semanas, cuando se creía que estaba curado, le sobrevino una
retención de orina que le llevó al extremo de su vida. Comenzaron a desesperar [por

222
y dio el hábito del Instituto...
223
tampoco sus parientes olvidarían nada...
224
para ir a recibirla (en la construcción francesa: para “la” ir a recibir).
225
no transgredir las leyes de la casa que prohíben...
330 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

su salud]. Él mismo se sentía muy mal y creía que llegaba a su fin. Entonces,
reavivando226 sus profundos sentimientos de confianza y de resignación en la
voluntad de Dios, con los que había vivido, se dispuso227 para la muerte. No se puede
expresar la postración y la desolación en que se hallaban los Hermanos en esta
situación. Se buscaron todos los medios para sacarle228 del
<58>
peligro. Un médico hábil propuso un remedio; pero al mismo tiempo advirtió que
había que decidir entre la vida o la muerte del enfermo, y que por tanto, antes de nada,
había que administrarle el santo viático.
El señor párroco229 de San Sulpicio estaba atento a lo que ocurría y fue230 él mismo
a administrárselo procesionalmente con su clero. El señor de La Salle se reanimó con
todas sus fuerzas231, se sentó en la cama, mandó que le revistieran un roquete y la
estola, y en este estado se dispuso a recibir a su divino maestro.
El señor párroco232 le pidió que declarase sus últimas voluntades a sus queridos
hijos, que se deshacían en lágrimas. No pudo hablar mucho tiempo porque le faltaban
las fuerzas. Se contentó con repetirles en dos palabras lo que les había dicho tan a
menudo:233 la unión y la sumisión; y les aseguró que mientras fueran fieles, Dios no
les abandonaría nunca234. El párroco le dijo que les diera su bendición, que pedían
como la última señal de su ternura hacia ellos. Pareció que no tenía fuerza para
hacerlo, y entonces le sostuvieron el brazo, para ayudarle a que la diera.
Después que el párroco se hubo retirado, el médico administró al enfermo el
remedio, y éste produjo todo el efecto que se235 deseaba. La retención de orina
desapareció y se vio en estado de poder tomar alimento. En poco tiempo recobró las
fuerzas.
Cuando se sintió bien236 volvió a Reims para terminar allí los asuntos que su
enfermedad le había impedido arreglar.

226
Entonces, animando...
227
se dispuso a la muerte...
228
de sacarle del peligro...
229
El párroco...
230
y fue...
231
toda su fuerza...
232
El párroco...
233
les había dicho a menudo...
234
abandonaría.
235
que él deseaba.
236
Cuando se sintió restablecido...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 331

Muerte del Hermano Enrique l’Heureux


Un mes antes había enviado a París al Hermano Enrique L’Heureux, en quien
había puesto toda su confianza, para presidir la comunidad durante su ausencia. Este
virtuoso Hermano era de gran ayuda para el señor de La Salle. Le empleaba útilmente
y se apoyaba en él en muchas cosas; fue privado de ese apoyo cuando menos lo
esperaba.
Pues apenas llegado a Reims le escribieron carta tras carta para avisarle de la
enfermedad del Hermano L’Heureux. El señor de La Salle, que le había dejado en
buena salud, no podía persuadirse de que la enfermedad237 fuese tan peligrosa como
le238 decían. Retrasó su vuelta para terminar sus asuntos a fin de no tener que volver
una tercera vez, pero quedó muy sorprendido cuando le comunicaron que el Hermano
Henry239 estaba
<59>
en el extremo [de su vida] y que los médicos comenzaban a desesperar por su vida. Se
dio prisa en dirigirse a París240; a pie, sin embargo, según su costumbre. Llegó a París
a media noche, muy fatigado por el viaje. Lo primero que hizo fue informarse del
estado en que estaba el Hermano. Se le dijo que hacía dos días que estaba enterrado.
El señor de La Salle quedó tan afectado por esta pérdida que no pudo contener sus
lágrimas. Fue preciso conceder algún tiempo al dolor. Después de esto,
reprochándose su debilidad, dijo a los Hermanos que Dios le daba a conocer por esta
muerte precipitada que no hubiera sacerdotes en su Instituto.
Efectivamente, había destinado al Hermano L’Heureux para sucederle, y con esta
mira le había enseñado el latín, le había enviado a estudiar teología a los Canónigos241
Regulares de la abadía de San Dionisio de Reims; y quería que recibiese las órdenes
en París. Era el primero de todos los Hermanos242 del Instituto. El señor de La Salle
había advertido243 en él una virtud por encima de lo común, y gran agudeza de mente;
de actitudes afables y con gran capacidad de ser aceptado. Todos estos talentos le
habían ganado la estima general de los Hermanos. Se le tributaron los últimos
honores con la mayor dignidad que fue posible, y según las intenciones del párroco de
San Sulpicio, que preparó él mismo la ceremonia.

237
persuadirse que fuera tan...
238
como se le decía.
239
que el Hermano l’Heureux estaba...
240
Se apresuró a partir,...
241
a los Canónigos Regulares...
242
el primero de los Hermanos del Instituto...
243
El señor de La Salle había notado en él una virtud...
332 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

El señor de La Salle prohíbe a los Hermanos el sacerdocio y el latín


El señor de La Salle no pensó más, desde este momento, en preparar a ningún
Hermano para el sacerdocio. Estableció, incluso, una regla por la cual se prohibía244
aspirar a él, o admitir sacerdotes245 entre ellos. Les estipuló más: renunciar al estudio
de la lengua latina; y declaró que ni siquiera sería permitido, a quienes lo hubieran246
aprendido, de servirse de él bajo ningún pretexto. Esta regla, que es ley entre los
Hermanos, contribuyó mucho a mantenerlos en su estado247 de sencillez que han
conservado hasta el presente.

Se presentan al párroco de San Sulpicio memoriales


contra el señor de La Salle
Sin embargo, el señor de La Salle tenía enemigos, y él lo sabía bien. Su poca
complacencia por las máximas del
<60>
mundo se los había ganado. Es la herencia ordinaria de los santos. No se terminaba de
denigrarle con nuevas calumnias tan poco fundadas como las anteriores. Se elaboró
un extenso memorial de acusaciones que presentaron al párroco de San Sulpicio. Éste
no tuvo dificultad para descubrir la falsedad, e hizo recaer la vergüenza y la confusión
sobre sus autores. Luego llamó al señor de La Salle y le entregó el memorial, que leyó
sin emoción como si no tuviera ningún interés en él, y se retiró sin decir una sola
palabra para justificarse. Nunca estaba más contento que cuando tenía alguna ocasión
de sufrir y de participar en las humillaciones de su divino Maestro248. En este
momento se advirtió en él un rostro alegre y contento que indicaba que la paz de que
gozaba no había experimentado ninguna alteración.
Hay que tener, en efecto, el corazón muy puro para conservar la calma a expensas
de la reputación. El amor propio no se siente halagado.
Era uno de los puntos donde la virtud del señor de La Salle más resplandecía. La
aprobación de sus superiores eclesiásticos, unida al testimonio de su conciencia,
formaba todo su consuelo. Él no esperaba nada249 de los hombres, y todos los asaltos
que tuviera que sostener en los diversos sucesos de su vida, no quebrantaron en nada
su firmeza y su constancia. No se notaban en él las desigualdades de humor, que
hacen [a uno] dulce y agradable en un momento, y250 enfadado e incómodo en otro.

244
estaba prohibido...
245
aspirar a él y admitir sacerdotes entre ellos.
246
a aquellos que lo hubieran aprendido...
247
en este espíritu de sencillez...
248
de J.C. su divino Maestro...
249
él no esperaba...
250
en un tiempo, enfadado e incomodado...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 333

Siempre el mismo en la adversidad como en la prosperidad, miraba cuanto le sucedía


como efecto de la Providencia, que dirigía todo a su fin. Siempre presto a perdonar,
olvidaba las injusticias que le hacían sufrir y trabajaba sin descanso en procurar el
bien en cuanto se le abrían los medios, sobre todo con respecto de quienes le habían
causado dificultad.

Recibe novicios
Se encontraba ampliamente compensado de estas pequeñas desgracias con la
bendición que Dios extendía sobre su Instituto. A pesar de las contradicciones de sus
enemigos, el número de los
<61>
[Hermanos] aumentaba251 cada día. Acudían de todas partes; pero el tiempo que
empleaba para formarlos no impedía que atendiese de buena gana a varios grandes
pecadores, que se dirigían a él desde diferentes lugares, para devolverlos al buen
camino. Con estas personas tenía una caridad sin límites. Los escuchaba con
paciencia, los guiaba252 con mansedumbre y no los reconciliaba con Dios sino
después de hacerles sentir el peso de sus miserias253.

Conversión extraordinaria de un joven libertino


Hubo uno, entre otros, que excitó particularmente su compasión (por él mismo se
han conocido las particularidades de su conversión). Era un joven inteligente e
instruido, que hizo un viaje de sesenta leguas para ir a arrojarse a los pies del señor de
La Salle. Había llevado hasta allí una vida de las más desarregladas; sensual, impuro,
enemigo de todo lo que se llama piedad y religión, se entregaba a todo tipo de vicios y
no quería oír hablar ni de Dios, ni de los libros sagrados y tenía el corazón
corrompido254. Como era de condición noble había que seguir un camino conveniente
a su nacimiento. Creyó que adelantaría más fácilmente en el estado eclesiástico; se
comprometió en él temerariamente; y cuando llegó el momento de recibir las
órdenes, se preparó a ellas de una manera extraña. Dio en excesos de desenfreno que
le causaron un temblor en todos sus miembros, que le impidieron ser admitido. Este
suceso, que hubiera debido abrirle los ojos, no le cambió en absoluto. Resolvió, al
precio que fuera, buscar los medios de hacerse pasar por sacerdote.
Para este fin consiguió letras de sacerdocio. ¡Proyecto terrible! Llegó al término de
su desgraciado255 designio. Pero Dios no permitió nunca que llegase a desempeñar

251
el número de los Hermanos aumentase...
252
los reanimaba con mansedumbre...
253
miseria por una prueba suficiente de la sinceridad de su conversión.
254
tenía el corazón totalmente corrompido.
255
de su pernicioso designio.
334 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

tales funciones256. Es verdad que revistió en varias ocasiones los ornamentos


sacerdotales para hacerlo; pero cada vez le sobrevino un temblor que le detuvo257 y
que le impidió consumar su pecado.
<62>
Tenía un beneficio del cual se deshizo por un tratado simoniaco.
Cansado de llevar vida tan criminal, fue agitado por remordimientos que no le
permitían ningún reposo. Todos sus pecados se presentaban en tromba a su
imaginación. Los placeres que habían constituido sus más preciadas delicias se le
hicieron enojosos; los gozos del mundo no le atraían más258, no podía soportarse más
a sí mismo. Buscaba reposo y no lo encontraba. La agitación, la turbación y la
inquietud se apoderaron de su corazón y cayó, en fin, en una melancolía que pensó
que le llevaba a la desesperación.
Expuso su pena a uno de sus amigos que le exhortó a hacer una confesión general a
alguna persona de la ciudad que le indicó. Respondió que no creía que hubiese en el
mundo un confesor suficientemente paciente para poder escuchar hasta el final el
relato de una vida tan incontrolada como la suya. La vergüenza de sus pecados le
retenía también, y hubiera querido encontrar un confesor desconocido y tan alejado
que no pudiera tener ninguna relación con él. Su amigo, sin embargo, se dio cuenta de
que ya estaba destrozado259. Aprovechó la turbación en que le había puesto y no quiso
dejar pasar la ocasión tan favorable de apartarle de sus desórdenes. Reflexionó
durante algún tiempo sobre lo que tenía que hacer. Había oído hablar del señor de La
Salle como hombre esclarecido y muy experimentado en la dirección. Propuso a su
amigo que fuera a encontrarle y se lo presentó como aquel que Dios le había
reservado para su conversión.
El deseo que el joven tenía de romper sus cadenas, le hizo tomar la decisión allí
mismo. Partió hacia París, fue a encontrar al señor de La Salle, se arrojó a sus pies y
le260 dio a conocer el triste estado de su alma. El señor de La Salle le recibió con una
bondad tal que le
<63>
infundió confianza. Le hizo entender que no debía desesperar de su salvación y
prometió ayudarle a volver al buen camino. Le acogió en su casa y le dio todas las
muestras de un corazón tierno261 y caritativo.

256
que llegara hasta celebrar los santos misterios.
257
que se revistió varias veces con los ornamentos sacerdotales para...
258
no le atraían más, ni le excitaban más, no podía...
259
Su amigo se dio cuenta de que estaba destrozado.
260
se arrojó a sus pies, le dio a conocer...
261
tierno, compasivo y caritativo.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 335

La vida ejemplar que se llevaba en esta casa, unida al deseo que tenía de ponerse a
bien con Dios, le inducían a comenzar su confesión. Habló de ello al señor de La Salle
que le abrió los brazos con aire afable y gracioso, con lo que el penitente se
enterneció. Le hizo una descripción de su vida pasada, excepto de algunos excesos
que no se atrevía a confesar. La vergüenza se lo impedía, y sólo en su262 cuarta
confesión logró superar su repugnancia.
El señor de La Salle, que sabía el precio de la salvación de un alma, oraba con
fervor por la conversión de su penitente. Le hizo pasar por las pruebas instituidas
santamente en la Iglesia para los pecadores empedernidos. Le comprometió a que le
entregara los papeles que eran los tristes despojos de sus desórdenes, sobre todo sus
falsas263 letras de sacerdocio, y reconcilió con Dios a esta alma que había gemido
tanto tiempo bajo el dominio del demonio. Ocurre con bastante frecuencia a las
personas que han264 vuelto de sus extravíos que son agitadas por escrúpulos y
congojas después de su conversión. Las pasiones no están aún completamente
muertas, los antiguos pensamientos se despiertan, el demonio hace un último
esfuerzo para engañarle en su debilidad y hacerle caer. Dios lo permite así para
probarlos más y para terminar de purificarlos. En esos momentos de tentación es
cuando necesitan una mano caritativa y adiestrada que los conduzca con prudencia y
discreción. Este joven experimentó más que ningún otro lo que eso cuesta a la
naturaleza. Tuvo que sostener rudos combates. Fue tentado de manera muy violenta.
Le venían pensamientos de desesperación que nacían de la enormidad de su vida
pasada265. Le parecía ver el infierno abierto, dispuesto a engullirlo266. El señor de La
Salle no le perdía de vista y le recordaba con dulzura la misericordia de Dios que le
daba267 el tiempo de confesar sus pecados y de expiarlos por la penitencia268. Le
sostuvo así hasta su muerte269, que sobrevino
<64>
poco después de su conversión. La recibió con resignación cristiana, con
sentimientos muy edificantes y llenos270 de gratitud hacia su director, a quien decía en
todo momento que le era deudor de su salvación.

262
que en la cuarta...
263
sobre todo las falsas...
264
a las personas nuevamente...
265
la enormidad de los pecados de su vida pasada.
266
engullirlo para siempre.
267
que le había dado...
268
el tiempo de expiar sus pecados por la penitencia.
269
hasta la muerte...
270
con sentimientos muy edificantes...
336 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Se consulta al señor de La Salle sobre casos de conciencia


Por mucha reserva que tuviera el señor de La Salle para hablar de estos sucesos
extraordinarios que podían atraerle alabanzas, no pudo impedir que el eco de esta
conversión llegara a conocimiento de quienes habían conocido a su penitente. El
ejemplo de éste le atrajo la confianza de otros varios; los directores y los mismos
sacerdotes, informados de los dones271 que Dios le había dado para las grandes
conversiones, le consultaban frecuentemente sobre casos de conciencia muy
espinosos y se atenían plenamente a sus decisiones. No rechazaba a nadie.

Se aplica a formar a sus novicios


La entrega que tenía de prestarse a las necesidades de quienes se dirigían a él, no le
impedía que dedicara su principal atención a dirigir su Noviciado de Vaugirard.
Conocía mejor que nadie cuán importante era para su Instituto formar desde el
principio sujetos capaces de mantener la regularidad y el fervor. Por eso no confiaba a
nadie este cuidado. Él mismo examinaba a los novicios, los instruía, y no dejaba pasar
ningún día sin dirigirles exhortaciones. Presidía todos sus ejercicios, trabajaba con
ellos, se dedicaba a los empleos más bajos de la casa, los272 animaba con su ejemplo a
que abrazaran con gozo la vida penitente y laboriosa, a soportar las humillaciones, a
sufrir las burlas a las que estaban expuestos y a conservar la calma y la tranquilidad en
las diferentes situaciones en que la simplicidad y la pobreza de su estado les ponía en
lo sucesivo. Se dedicó durante varios años a esta penosa ocupación sin relajarse en
nada de su actitud. Se había encargado del cuidado de despertar a los Hermanos todos
los días, y cuando había faltado, se imponía
<65>
una penitencia pública que consistía en pedir perdón a la Comunidad y en comer de
rodillas en medio del refectorio, y sólo con pan y agua.

Los anima con su ejemplo


Tantos ejemplos de virtud, sostenidos con la uniformidad de dirección, animaba a
los273 Hermanos y les inspiraba el amor a su estado; se aplicaban con santa emulación
a mortificar sus sentidos e inventaban todos los días nuevos medios de humillarse. El
señor de La Salle sabía aprovechar adecuadamente sus buenas disposiciones para
formarlos en una piedad sólida y fortalecerlos. Su hábito sencillo, el alimento tosco y
y el porte exterior contribuían mucho a ello. No se podía dejar de admirar la modestia

271
otros varios, y los mismos sacerdotes, informados del don que...
272
de la casa, les animaba...
273
animaba a sus Hermanos...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 337

con que caminaban por las calles, con los ojos bajos, observando profundo silencio y
sin volverse nunca para satisfacer la curiosidad.
Cuando estaban bien instruidos de todos los deberes de su profesión, el señor de La
Salle los distribuía por los diversos lugares donde se necesitaban.

El señor de La Salle contrae estrecha amistad con el conde del Charmel


Un día que envió a Reims a tres de sus discípulos, pasaron por un274 pueblo de la
diócesis de Soissons, llamado Charmel. Acudieron a pedir hospitalidad al párroco del
lugar, que quedó agradablemente sorprendido de la modestia de aquellos jóvenes, y
edificado por su piedad. Comunicó estas impresiones al señor del lugar, que era el
conde del Charmel. Este señor había dejado275 los placeres de la corte, en los cuales
había participado por su276 condición y se había retirado a su tierra para pasar277 en
ella el resto de sus días en la penitencia y el retiro. A causa del relato que le hizo el
párroco de la virtud de sus huéspedes, quiso verlos y hablar con ellos. Se informó
detalladamente de su forma
<66>
de vivir y de todo lo que concernía a su Instituto. Quedó tan satisfecho que hizo que se
alojasen en su casa y estableció con el señor de La Salle una relación de amistad que
duró toda la vida.

Obtiene permiso para erigir una capilla en su casa de Vaugirard


Hacia el mismo tiempo, es decir, en 1695, falleció278 Francisco de Harlay,
arzobispo de París. El rey nombró como sucesor a monseñor Luis Antonio de
Noailles, obispo de Châlons-sur-Marne.
En cuanto este prelado279 tomó posesión de su diócesis, hizo280 la visita de la
misma. Trabajó en reformar los distintos abusos que se habían deslizado en ella. Uno
de los más notorios era el uso de capillas domésticas, que habían llegado a estar muy
de moda, hasta el punto de que todos, incluso los simples particulares, querían tener
una en su casa de campo. El señor arzobispo de París dio una orden que prohibía el
uso de todas esas capillas hasta que se hubieran obtenido nuevos permisos. El señor
de La Salle se encontró muy apurado por esta prohibición. Tenía costumbre de ir a
celebrar la misa a una de estas capillas que estaba en una casa contigua a la del

274
pasaron por un pueblo... (la palabra por, en el texto = en; en la copia = par)
275
Había dejado...
276
a los cuales se había hallado apegado por su...
277
su tierra donde pasó el resto...
278
Hacia el mismo tiempo falleció Francisco...
279
Desde que tomó...
280
posesión, hizo la visita de su diócesis...
338 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Noviciado de Vaugirard, lo que era muy cómodo para él y para los Hermanos, que
vivían lejos de la parroquia. Después de muchas reflexiones fue a encontrar a su
arzobispo281, le expuso su dificultad y le pidió permiso para erigir una capilla en su
casa con posibilidad de celebrar en ella la misa. El señor arzobispo honraba al señor
de La Salle con su protección, y aprovechó esta circunstancia para darle una señal de
su benevolencia282.
<67>
No sólo le concedió la petición, sino que además confirmó por escrito el poder verbal
que su predecesor le había dado para establecer una Comunidad en París.
El señor de La Salle, provisto con este poder, hizo erigir inmediatamente un altar
en el lugar más digno de la casa. Él mismo colaboró para acelerar la obra, de manera
que en poco tiempo la capilla estuvo dispuesta para ser bendecida, lo cual ejecutó el
Vicario general y desde este tiempo sirvió de oratorio a los Hermanos del Instituto.

El cura de la parroquia manifiesta su enfado


El cura de la parroquia283, aunque amigo del señor de La Salle, soportó con
impaciencia esta novedad. Le hizo reproches a este propósito. Le dijo que no
concebía cómo un hombre que hacía profesión de estar apegado a las normas de la
Iglesia, las transgredía él mismo, privaba a los Hermanos del mérito que hay284 en
asistir a la misa parroquial; que a su ejemplo, la mayoría de las personas del mundo se
dispensarían de ella y que así, ante Dios, se vería cargado con el desorden que iba a
causar su ejemplo. El señor de La Salle aceptaba sus razones, pero le rogó que
considerase sin prejuicio los motivos que había tenido al actuar285 así. Le hizo ver que
su Noviciado estaba compuesto en su mayoría por jóvenes salidos recientemente del
mundo, que todavía no habían perdido sus marcas, que sería peligroso exponerlos
demasiado pronto, que las grandes asambleas, tal como se hacían en su parroquia a
causa de la proximidad de París, estaban mezcladas con jóvenes libertinos que decían
chistes286 perniciosos de los Hermanos, que era tema de disipación para los novicios,
aún vacilantes en la virtud, y le suplicó por todas estas razones no censurar la
conducta que él creía que debía287 mantener para conservarlos. Añadió que él no
ignoraba la sumisión que él y los Hermanos le debían como
<68>

281
fue a encontrar a su arzobispo.
282
El señor de París le honraba con su protección y se complació con darle esta muestra de
benevolencia. No...
283
El párroco, aunque amigo...
284
que había en asistir...
285
para actuar así.
286
malas burlas de los Hermanos...
287
el proceder que había mantenido y que creía que debía mantener...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 339

a su pastor; que le conocían y reconocerían siempre en calidad de tal; que para darle
muestras públicas de ello, iría a celebrar la misa a su parroquia de vez en cuando, y
que llevaría a los Hermanos de la casa. El párroco pareció satisfecho con estas
razones y le rogó que ejecutara su palabra el primer día del mes siguiente. El señor de
La Salle no faltó y fue288 a cantar la misa a la parroquia a la cual289 asistieron todos los
Hermanos, que comulgaron de su mano.

El párroco se enfada con el señor de La Salle


Parecía que el párroco debía estar satisfecho de la docilidad del señor de La Salle.
Sin embargo, soportaba siempre con poca paciencia el desmembramiento de su
parroquia. Estaba persuadido de que la modestia de los Hermanos de las Escuelas290
era capaz de mantener al pueblo en el respeto. Hizo, pues, nuevas tentativas para
llevarlos. El señor de La Salle encontraba en ello dificultades demasiado grandes, y se
mantuvo en su primera decisión.
Las cosas se agriaron un poco más, y el párroco no pudo retener su mal humor;
pero, en fin, se acomodó al señor de La Salle y el asunto quedó en la situación en que
estaba, sin que se hablase más de ello.

Los Hermanos sufren la escasez a causa del hambre y se hallan sin pan
Este mismo año de 1695291, hubo un hambre que redujo la Comunidad de los
Hermanos a extremada pobreza. No tenían fondos para subsistir, los recursos de
caridad disminuían, en proporción en que las necesidades aumentaban. El señor de La
Salle no se sostenía en esta triste situación sino por su gran confianza en Dios. Sufrió
todo el rigor del
<69>
hambre; pues la Comunidad se encontró un día sin pan y sin esperanza de poder
conseguirlo. Esto debía de resultarle tanto más sensible cuanto que tuvo todas las
comodidades en el mundo; pero lejos de dejarse abatir, animaba a los Hermanos a la
paciencia. Entraron en el refectorio y se vieron en la necesidad de contentarse con un
pobre caldo de verdura, sin pan, que constituiría el alimento de todo el día. Dieron
gracias a Dios como si hubiesen hecho una buena comida. Durante ese tiempo, el
Hermano encargado de las provisiones buscó por todas partes algo con lo que dar de
comer a la Comunidad. Sólo encontró pan muy negro y en muy pequeña cantidad. El
señor de La Salle lo hizo distribuir a los Hermanos sin reservar nada para él; pero los
Hermanos no quisieron tocarlo hasta que él hubiera tomado un trozo. Ocurrió

288
no faltó y fue...
289
la misa a la cual asistieron...
290
que la modestia de los Hermanos era...
291
Este mismo año, llegó...
340 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

también durante esta extrema escasez que el Hermano ecónomo, después de salir de
la casa de París para llevar provisiones a la de Vaugirard, fue asaltado en el camino
por unos pobres hambrientos que le quitaron la carga. El señor de La Salle no se alteró
con el relato que [el Hermano] hizo de esta aventura. Se contentó con responder
según su costumbre: «Bendito sea Dios. Hay que ir a buscar otra cosa»292. Ese día los
Hermanos se vieron obligados a esperar hasta la tarde para comer.

Los Hermanos temen morir de hambre y desconfían de la Providencia


El apuro en que la calamidad pública ponía a la casa para encontrar con qué
subsistir no impedía al señor de La Salle admitir sujetos que se presentaban para
ingresar. Él no estaba tentado en absoluto de desconfiar293 de la Providencia. Tenía
firme esperanza de que quien los enviaba le proporcionaría los medios de atender a
sus necesidades294. Los Hermanos estaban extrañados. Les parecía que era llevar la
confianza demasiado lejos. Le dijeron que no entendían cómo podía recibir295
<70>
a tantos sujetos mientras296 que ellos mismos no tenían con qué vivir; que sería, al
parecer, más prudente hacer una selección y despedir a aquellos que no parecían
adecuados para abrazar su estado. El señor de La Salle se indignó por su poca fe y les
respondió297 con celo: «Si tenéis miedo de que el número excesivo os hunda,
echadme a mí». Luego, retomando su aire manso y tranquilo, les dio a conocer el
error en que estaban por no poner toda su esperanza en Dios, de quien debían esperar
las ayudas que necesitaban. Sin embargo, el párroco de San Sulpicio, informado de su
extrema pobreza, tuvo cuidado de proporcionarles dinero y víveres. Esta pequeña
ayuda, administrada con cuidado, les permitió esperar un año más próspero.

Acuden al señor de La Salle para dirigir retiros


La reputación del Instituto de los Hermanos298 se extendía, a medida que su
número aumentaba299. Varios eclesiásticos de vida ejemplar, acudían allí para hacer
retiros bajo la dirección del señor de La Salle. Recibía sin distinción a todos los que se
presentaban. La forma de vivir era igual. Todos comían en la mesa300 común y se
servían los mismos alimentos que a la comunidad.

292
¡Bendito sea Dios! Hay que ir a buscar otra cosa. (En este texto «Il en faut...»; en la copia, «Il faut en
aller»)
293
desconfiarse...
294
los medios de proveer a su subsistencia...
295
no entendían como recibía a tantos sujetos...
296
mientras él veía que no tenían...
297
El señor de La Salle, indignado por su poca fe, les respondió con celo...
298
La reputación de este Instituto...
299
a medida que el número de Hermanos aumentaba.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 341

El señor de La Salle elabora los reglamentos del Instituto


y manda observarlos
Cuando el señor de La Salle vio que su Noviciado estaba bien asentado, puso por
escrito los reglamentos que se habían observado hasta entonces. Se preparó a ello
mediante
<71>
largas oraciones, austeros ayunos y duras penitencias; y lleno del Espíritu de Dios, del
que estaba animado, compuso el conjunto de las Reglas301. Luego reunió a los
Hermanos, se las leyó, les animó a hacer sus observaciones y decirle lo que
consideraban302 que había que eliminar o añadir. Hubo algunos que propusieron
suavizar varios puntos que les parecían demasiado austeros. El señor de la Salle
respondió303 que no lo haría por su propia iniciativa, sino que consentía que se hiciese
examinar su obra por tres superiores experimentados de París, que él indicó, y que
aprobaría todos los cambios que ellos hicieran.
Se resolvió que se304 acudiría al criterio [de tales personas], y las reglas fueron
redactadas en la forma en que aún hoy subsisten.
[Las Reglas] fueron recibidas y aprobadas primero por los Hermanos que se
hallaban en París, que se obligaron a sujetarse a ellas. Después de ello, el señor de La
Salle quiso asegurar también el consentimiento de los que estaban distribuidos por las
provincias. Pues aunque él tuviera firmeza para mantener las reglas cuando estaban
aprobadas, no quería establecer ninguna sino sólo con el consentimiento libre y
unánime. Entonces, él era el primero en observarlas sin admitir ninguna suavidad.
Aprovechó el tiempo de Pentecostés, en el que había costumbre de reunir a todos
los Hermanos305 del Instituto en París, para renovar el voto de obediencia que hacían
cada año. No cesaban de insistirle de que les permitiera hacer voto perpetuo.
Les presentó primero el conjunto de las Reglas, que todos suscribieron con alegría
e hicieron [luego] su retiro ordinario.

Quiere dimitirse del cargo de superior


El señor de La Salle tenía siempre presente el designio

300
Recibía a todo el mundo sin distinción de personas. No la había ni siquiera para la manera de vivir.
Cada uno asistía a la mesa...
301
la colección de sus Cartas.
302
lo que encontraban...
303
El señor de La Salle dijo que...
304
Se resolvió después que se acudiría...
305
de reunir a los Hermanos...
342 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

<72>
que había formado desde hacía varios años, de lograr que le liberaran solemnemente
del cargo de superior del Instituto. Quería desprenderse de todos los cuidados que
arrastraba con él, para no ocuparse más que de la oración. Aprovechó una
circunstancia que le presentó la ocasión favorable de declarar sus disposiciones. Los
Hermanos se mantenían siempre en su resolución306 de emitir el voto perpetuo de
obediencia.
Les hizo una exhortación en la cual les307 expuso la importancia de la acción que
iban a hacer. Les dijo que un compromiso de toda la vida era un sacrificio muy
agradable a Dios cuando está sostenido por la resolución firme; que debían pensarlo
bien y no hacer nada a la ligera. Después de estas reflexiones, les expuso el deseo que
tenía de dejar el cargo de superior en sus manos, para darles la libertad de escoger un
superior de acuerdo308 con las Reglas del Instituto; que él no era sino un pobre
sacerdote en quien no debían depositar su confianza; sino [que debían depositarla]
sólo en Dios, que era su Padre y su Protector. Se extendió en este último punto para
probarles la necesidad en que estaban de concederle su renuncia; añadió, incluso, que
era necesario para el fortalecimiento del Instituto escoger a un Hermano como
superior y que tuviera los talentos necesarios para gobernarlos. La asamblea quedó
sorprendida por la propuesta. Nadie lo había esperado. Le rogaron que reenviara a
otro tiempo la deliberación sobre este asunto309. El señor de La Salle, que tenía razón
en temer310 que un retraso de varios días les diese tiempo para hacer reflexiones311
[entre ellos], quiso que se procediese de inmediato a la elección. Todos se pusieron en
oración, y después de media hora de meditación, les dirigió una nueva exhortación
para hablarles del espíritu de abandono que debería guiar sus votos. Los exhortó a
despojarse de todos los prejuicios y a no actuar más que con la mira en Dios y por el
bien de la Sociedad.
<73>
Luego él hizo las oraciones indicadas para las elecciones. Se realizó la votación con
papeletas secretas. Todos los votos concordaron en que continuara el señor de La
Salle. Se sintió turbado y temió que se hubieran puesto de acuerdo; él rompió las
papeletas y mandó que se procediera de nuevo.
Otra vez hicieron oración, y la segunda elección coincidió en su favor como la
primera312. El señor de La Salle no pudo disimular su agitación: en ese momento su
rostro le traicionó, cambió varias veces de color y no sabía313 qué partido tomar. Los

306
en la disposición de hacer...
307
una exhortación en la que expuso...
308
para darles la libertad de escoger uno según las Reglas...
309
para deliberar sobre ello...
310
El señor de La Salle, que tenía motivo para temer...
311
diese lugar a reflexiones, quiso que se...
312
la segunda elección se encontró aún la misma que la primera.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 343

Hermanos se dieron cuenta de su apuro y le dijeron que tenía motivo para pensar, por
lo que acababa de ocurrir, que su elección venía de Dios; y que estaban dispuestos a
no cambiar en nada [el voto]; que el bien general del cuerpo [de la sociedad] requería
que él continuara a prestarle sus cuidados; y que, cuando ese cuerpo estuviera314 bien
afianzado, él quedaría libre para descargar la superioridad sobre uno de los
Hermanos. Estas últimas palabras le consolaron; luego hizo levantar acta de la
elección y en ella se tuvo mucho cuidado de incluir que, en el futuro, sólo un
Hermano sería el escogido como superior del Instituto. Luego fue315 a celebrar la
misa, en la cual los Hermanos comulgaron e hicieron su voto de obediencia perpetua.

Regula la manera de comportarse en los recreos


Mientras el señor de La Salle se dedicaba a establecer reglas fijas para el
mantenimiento externo de su Instituto, dedicó más cuidado para conservar en él una
piedad tierna y sólida, sostenida con una humildad profunda y de una caridad sin
límites. Por su experiencia de varios años, se había dado cuenta de que los recreos
degeneraban en conversaciones vagas e inútiles. Estudió el medio para lograr que
fuesen instructivos y para eliminar las malas contestaciones. Comenzó por316
introducir entre los Hermanos una manera respetuosa de hablar
<74>
y de actuar unos con otros. Y para prevenir los altercados, que nacen ordinariamente
de la diversidad de criterios, reguló que en las conversaciones ordinarias habría un
solo Hermano que hablara, y que los demás escucharían; y si otro tenía algo que decir,
pediría permiso al más antiguo. Esta práctica produjo el buen efecto que se había
prometido, y se ha perpetuado entre los Hermanos del Instituto, de manera que se ha
observado siempre desde entonces como una norma común.

Le proponen una escuela en Chartres


El señor de La Salle se ocupaba de su propia santificación y de llevar a los
Hermanos a la más alta perfección, cuando varios obispos, informados del fruto que
producía su nuevo Instituto, le solicitaron que abriera escuelas en sus diócesis. El
obispo de Chartres, Pablo Godet des Marais317, fue el primero que le hizo la propuesta.
Este prelado318 había conocido al señor de La Salle en el seminario de San Sulpicio y
había319 conservado hacia él una estima particular. Se unió con él, incluso por una

313
no sabía qué partido...
314
y que cuando estuviera bien asentado...
315
fue a decir la misa...
316
comenzó introduciendo...
317
El obispo de Chartres, monseñor Godet des Marais, fue...
318
Había conocido...
344 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

relación de piedad que mantuvo hasta la muerte. Esta estrecha amistad, unida al deseo
que tenía el señor de La Salle de servir a la Iglesia según su vocación, eran motivos
poderosos para comprometerle a dar satisfacción al obispo de Chartres. Sin embargo,
sólo pudo crear la escuela en su diócesis dos años después, por falta de sujetos.

Se funda la escuela
Cuando vio su Noviciado bien repleto, reunió a los Hermanos, les propuso el
designio del obispo y de común acuerdo designaron a siete Hermanos que fueron a
abrir las Escuelas Cristianas de Chartres. Ante todo, se presentaron al obispo, que les
recibió muy favorablemente. Publicó [éste] un
<75>
mandato para comprometer a los padres y madres a poner a sus hijos bajo la disciplina
de los Hermanos, y ordenó a los párrocos que los exhortaran de viva voz. La empresa
se logró a su gusto. Las clases estuvieron llenas muy pronto. El obispo, satisfecho
del320 progreso, animaba a los Hermanos con su presencia; los visitaba a menudo, los
exhortaba a la perseverancia y no olvidaba nada de lo que podía sostenerles en
aquellos comienzos espinosos. Su fervor [de los Hermanos] era tan grande que la
mayoría de ellos cayeron en el agotamiento. El obispo, molesto por perder sujetos que
le eran [tan] queridos, les rogaba que moderasen su celo.
Les proporcionaba generosamente la ayuda que necesitaban en sus enfermedades,
y no cesó de protegerlos hasta su muerte321. Tantas atenciones de su parte tenían
como principio, como he dicho, la singular veneración que sentía por la virtud del
señor de La Salle, quien, por su parte, no olvidó nada para expresar su gratitud.

Es bien recibido por el obispo de Chartres


Algún tiempo después acudió322 a Chartres para visitar a los Hermanos. El obispo
le recibió como a un antiguo amigo y le insistió varias veces para que comiera a su
mesa. El señor de La Salle se negó323 siempre a ello, [apoyándose] en la Regla
establecida en la Comunidad. El obispo, al no poder vencer su delicadeza, usó una
argucia. Ordenó que la primera vez que acudiese a verle cerraran las puertas, una vez
que estuviera dentro. Así, el señor de La Salle se vio en la obligación de sobreponerse
a su repugnancia y acceder involuntariamente324 a los deseos del prelado. Durante la
comida, el obispo de Chartres y su Vicario general, señor de Aubigné325, que fue más

319
San Sulpicio, y había conservado... (En el texto: y él había conservado).
320
satisfecho de los progresos...
321
hasta la muerte.
322
fue algún tiempo después...
323
el señor de la Salle se negó siempre...
324
y acceder por fuerza...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 345

tarde obispo de Noyon y después326 arzobispo de Ruán, se informaron detalladamente


de todo lo concerniente a su Instituto. Admiraban327 el estado sencillo y pobre al que
se había reducido voluntariamente.
Se dieron cuenta, incluso, de que iba vestido con tela muy tosca y que su manteo
estaba muy usado328.
<76>
Determinaron mandar hacerle uno nuevo, sin que lo supiera, y escogieron una tela
ordinaria, para que no pudiera tener pretexto para rechazarla. El señor de La Salle la
recibió como una limosna; pero tres o cuatro años329 después, unos ladrones le
despojaron 330[de ella] una noche que volvía a pie desde París a Vaugirard, según su
costumbre.

Se le aplican remedios violentos contra el reumatismo


La atención continua que prestaba a los asuntos de su Instituto, unida a la dirección
de su Noviciado331, no le permitían ningún descanso. Suspiraba por su querida
soledad, y Dios le sacaba a menudo de ella para trabajar en nuevos centros. Tanto
trabajo no disminuía en nada sus continuas austeridades. En su celda no había otra
cama que dos tablas; incluso, a menudo se acostaba sobre un cilicio o sobre una
gruesa estera. En sus viajes se acostaba vestido sobre el suelo332. Este exceso de
penitencias le causaron flujos y reumatismo muy dolorosos. Tuvo un violento ataque
[de reuma] cuando regresó de Chartres. Los remedios que le prescribieron fueron más
dolorosos que la misma enfermedad. Se le acostaba sobre una especie de parrilla de
madera debajo de la cual se quemaban hierbas que exhalaban un olor infecto y un
humo muy espeso. Sufría esta incomodidad sin quejarse y en sus mayores dolores
repetía sin cesar estas palabras que le eran habituales: ¡Bendito sea Dios! Se advirtió
que nunca se le escapó un solo movimiento de impaciencia durante333 todo el tiempo
que duró este remedio, que fue largo, pues hubo que repetirlo a menudo, ya que sus
dolores volvían varias veces cada año, y no se había encontrado medio más seguro y
más rápido para curarlo.

325
Durante la comida, el obispo y el Vicario general d’Aubigné...
326
y sucesivamente arzobispo...
327
Admiraron...
328
su manteo era de los más usados.
329
tres o cuatro meses...
330
unos ladrones le despojaron de ella...
331
unida a la dirección de su Instituto...
332
se acostaba sobre la tierra.
333
de impaciencia en todo el tiempo...
346 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Va a Reims y al volver a París encuentra a un joven holandés calvinista


Sin embargo, sus enfermedades, que se volvían habituales, no disminuyeron334 en
nada su vigilancia para el gobierno de
<77>
su Instituto. En cuanto se sintió algo aliviado, partió de París para visitar las casas de
Reims y de los alrededores. A su regreso encontró en el camino de Soissons a un
joven holandés, que se acercó a él y le pidió algún donativo para ayudarle a hacer el
viaje de París. El señor de La Salle se quedó impresionado por la fisionomía del
joven, que le pareció atractivo. Le preguntó en latín el motivo de su viaje y de qué país
era. El joven le respondió, en la misma lengua, que era holandés y que iba a París para
hacer fortuna335. Así, conversando a lo largo del camino, el señor de La Salle se dio
cuenta de que el holandés336 era de la religión pretendidamente reformada.
Se sintió impulsado del deseo de trabajar en su conversión. Se lo ganó con sus
maneras dulces y atrayentes, le costeó337 los gastos durante el resto del viaje y a su
llegada a París le llevó al Noviciado de Vaugirard. El joven, que no tenía residencia
asegurada, se quedó maravillado de encontrar ésta, que aprovechó con gusto338.

Le lleva a su casa y trabaja en su conversión


El buen natural que el señor de La Salle advirtió en su prosélito339 le hizo esperar
que no tendría dificultad para hacerle abjurar de sus errores. Pero en seguida se dio
cuenta de que esta conversión no sería la obra de pocos días. El holandés era
inteligente y conocía los temas de controversia, de manera que era preciso emplear
las razones más fuertes y más sólidas para apartarle340 de sus prejuicios. Respondía a
las dificultades que se le planteaban con toda la sutileza de una persona bien instruida.
El señor de La Salle recurrió a sus armas ordinarias para doblegar este corazón
obstinado. Rogó e hizo rezar por él. Ayunó y mortificó su cuerpo para atraer las luces
del cielo que necesitaba; provisto de estas armas, volvía al combate lleno
<78>
de confianza. Discutía con su discípulo, se dedicaba a resolver sus dudas, fijaba sus
errores y le instruía en los principios de la religión verdadera. Pasó así un tiempo
considerable sin desanimarse y341 empleaba en esta obra de caridad buena parte del

334
no disminuían nada de...
335
en París para tentar fortuna.
336
el señor de La Salle e dio cuenta de que era de...
337
por sus maneras dulces y atractivas, le costeó...
338
de la que aprovechó con gusto.
339
en su joven prosélito...
340
para sacarle de sus prejuicios.
341
y empleaba en (para) esta obra...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 347

día y de la noche. Dios bendijo su celo, y al cabo de tres meses tuvo, al fin, el consuelo
de hacer volver [al redil] esta oveja perdida y hacer que confesase que no había otra
Iglesia verdadera sino la católica, en la cual dijo que quería vivir y morir. Dios
permitió que no se rindiera hasta después de muchos combates para que, al haberse
desengañado342 por el conocimiento exacto que quiso tener de todos los puntos
controvertidos entre nosotros y los de su secta, su vuelta al seno de la Iglesia fuera
más segura y menos sospechosa de ligereza. Así es como Él se complace en triunfar
de un corazón rebelde en el momento mismo en que parece desesperado por su
salvación343.

Le guía a hacer abjuración


El señor de La Salle, lleno de gozo por su conquista344, fue a postrarse al pie de los
altares; allí se desbordó en acción de gracias, ofreció al Señor el fruto de su trabajo, y
lleno de la confianza que le proporcionaba el feliz regreso de su discípulo, se entregó
de forma especial a instruirle detalladamente sobre las principales obligaciones de la
religión católica. Quitó las nuevas dudas que aún agitaban su mente, disipó hasta la
mínima nube que se formaba y después de haberse asegurado durante un tiempo
considerable de sus sinceras disposiciones, le presentó al párroco de San Sulpicio y le
dio cuenta, al mismo tiempo, de todo lo que había hecho para confirmarle en la fe. El
párroco le encontró bien instruido y no tardó en recibir su abjuración. La hizo entre
sus manos de manera muy edificante, ante una numerosa asamblea que había acudido
a participar en el gozo común de la Iglesia.
El señor de La Salle llevó al nuevo convertido al Noviciado, donde permaneció aún
algún tiempo para fortalecerse contra la recaída y las tentaciones
<79>
a las que iba a estar expuesto, pues estaba resuelto a volver a su país para comunicar a
su familia la gracia que acababa de recibir. El señor de La Salle tuvo mucho cuidado
de proveerle abundantemente de todo lo que necesitaba para su viaje345. Tuvo el
consuelo de saber más tarde que no sólo había perseverado en la fe católica, sino que
incluso había trabajado con éxito en la conversión de toda su familia y de varios de
sus amigos, que siguieron su ejemplo.

Provee a las necesidades de su Comunidad con la ayuda de la Providencia


No es fácil concebir cómo el señor de La Salle podía atender tantas obras de
caridad. Es cierto que encontraba recursos en los donativos de algunas personas

342
a fin de que habiéndose desengañado por...
343
para su salvación.
344
el señor de La Salle, lleno de gozo, fue...
345
lo que necesitaba para hacer su viaje.
348 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

importantes que consideraban un honor socorrerle. Pero como amaba la vida oculta, y
tenía miedo de darse a conocer, se encerraba en los límites de unas necesidades muy
módicas y no se conocían, de ordinario, las necesidades de la Comunidad, sino sólo
en la medida en que no podía ocultarlo al conocimiento público. Los Hermanos, que
no eran tan desprendidos como él, estaban a veces tentados de desconfiar de la
Providencia y buscar provisiones cuando se presentaba la ocasión; pero el señor de La
Salle, que ponía toda su confianza en Dios, no quería que se inquietasen por el día de
mañana, y rechazaba todas las precauciones inoportunas. Prefería su estado de
pobre346 a toda la abundancia de los ricos de la tierra.

El párroco de San Sulpicio le protege


Sin embargo, Dios, que cuida de aquellos que trabajan por su gloria, no permitió
que se viera privado del mérito de su fe, ni que sus esperanzas se vieran confundidas,
pues en el momento en que se hallaba en extrema indigencia, encontró nuevo apoyo
en la caridad del señor de La Chétardie, que fue nombrado párroco por la renuncia del
señor Baudrand. Este nuevo párroco tomó347 primero conocimiento de las
necesidades de su348
<80>
parroquia y en particular de las [que tenía] la Comunidad del señor de La Salle.
Conocía cuán útil era este establecimiento, y deseando sostener el bien que habían
establecido sus predecesores, no descuidó nada de lo que dependía de su ministerio
para contribuir a ello. Visitó las escuelas, las encontró llenas de niños pobres y
reconoció que los Hermanos que les enseñaban eran incluso más pobres que sus349
alumnos. Se informó en detalle de sus necesidades, y desde ese momento tomó al
señor de La Salle y a los Hermanos bajo su protección. Se ocupó particularmente de
procurarles todos los recursos que necesitaban. Estaba tan atento a ello que se podría
decir que no tenía350 otra ocupación. Visitaba las escuelas todos los meses y animaba
a los niños al estudio con pequeñas recompensas distribuidas a este efecto.
Estableció, con este frecuente trato, una amistad muy estrecha con el señor de La
Salle. Desde entonces concibió una alta idea de su virtud y buscó nuevos medios de
agradarle.

346
Prefería su estado de pobreza a...
347
tomó primero conocimiento
348
de las necesidades de la parroquia...
349
más pobres que los alumnos.
350
que se hubiera dicho que no tenía otra ocupación.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 349

Traslada su Noviciado a la parroquia de San Sulpicio


Con esta mira, formó el designio de trasladar el Noviciado de Vaugirard a su
parroquia, para poder ser testigo de los ejemplos de virtud que en él se practicaban. El
señor de La Salle, que miraba a Dios en los diversos sucesos de su vida, pensó que
este cambio venía de él y podría contribuir a mayor honra suya. Cedió a los
requerimientos del párroco. Había que buscar una casa; hacer gastos para el traslado
de los muebles351 y comprometerse en gastos que él no estaba en situación de hacer.
El señor párroco se encargó de todo. Primero encontró una casa grande y espaciosa en
la calle Vaugirard, en el extremo del barrio de352 St-Germain-des-Prés. Ya había
estado ocupada en 1638 por las353 religiosas Anunciatas de San Nicolás de Lorena;
<81>
la alquiló e hizo algunos gastos para acomodarla y alojar en ella a los Hermanos de las
escuelas. Cuando todo estuvo dispuesto, el señor de La Salle trasladó a ella su
Noviciado en 1698354.
Nunca se vio mejor que en esta ocasión hasta dónde llegaba la pobreza que se
profesaba en el Instituto; pues no hubo mucha dificultad en trasladar 355los muebles,
que eran tan sencillos y en tan pequeña cantidad, que no se concebía que tanta gente
hubiera podido reducirse a tan pocas cosas356. El párroco suplió a ello con
generosidad y proporcionó abundantemente todo lo357 que necesitaba esta
Comunidad.

Repara una capilla profanada


Había en esta casa una capilla descuidada, que había servido al uso de las religiosas
en el tiempo en que habitaron allí. Era pequeña, pero se halló el medio358 de añadir un
coro por detrás. Y cuando todos los lugares estuvieron arreglados, el señor de La Salle
rogó al señor obispo de Chartres, que estaba entonces en París, que bendijera la casa e
hiciera la dedicación de la capilla. Fue consagrada en honor de San Casiano, mártir.
Se sabe que este santo había sido maestro de escuela y que habiéndose negado a
sacrificar a los falsos dioses, el juez le entregó al furor de sus alumnos, que le hicieron
morir a golpes de estiletes y de navajas359. Resulta fácil hacer aquí360 la aplicación y

351
para transportar los muebles...
352
del barrio St Germain des Prés.
353
por Religiosas...
354
trasladó a ella su Noviciado el año 1698.
355
no hubo mucha dificultad para trasladar los muebles...
356
tanta gente hubiera podido pasarse con tan pocas cosas.
357
y proporcionó abundantemente lo que era necesario...
358
pero se encontró el medio... (en el texto, sin el artículo «el»).
359
de estiletes y navajas.
360
Es fácil hacer aquí... (diferencia: aquí, d’en faire; en el texto: de faire).
350 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

juzgar la idea que tenía el señor de La Salle al poner su casa bajo la advocación de este
santo mártir.

Escuela Dominical
El señor párroco de San Sulpicio361, siempre atento a procurar nuevas ayudas a su
parroquia, se valió útilmente del ministerio de los Hermanos de las Escuelas para
establecer allí una escuela dominical; es decir, que les dio el encargo de reunir en su
casa, los domingos y fiestas por la tarde, a todos los jóvenes obreros362 de distintas
profesiones que sólo tenían este día de la semana libre para hacerse instruir
<82>
en los principios de nuestra religión. Este instrumento pareció muy útil363 al señor de
La Salle y incluso apremió la ejecución con todo su esfuerzo. Pidió nuevos poderes a
su eminencia, monseñor el cardenal de Noailles. Los364 obtuvo sin dificultad, y en
consecuencia se abrió esta Academia Cristiana el domingo siguiente a mediodía, y se
reunieron jóvenes de veinte años y más. El progreso fue tan rápido que en poco
tiempo se contaron hasta doscientos alumnos, que eran instruidos según su nivel. A
unos se les enseñaba dibujo, a otros la aritmética. A los menos adelantados se les
enseñaba a leer y a escribir. Este primer ejercicio duraba unas dos horas, y después se
daba el catecismo que era seguido de una exhortación que les hacía el Hermano que
designaba el señor de La Salle. Todos los que se presentaban con buena voluntad eran
recibidos. Era un medida adecuada para retirar del vicio y del libertinaje a muchos
jóvenes que, estando poco o nada instruidos en sus obligaciones, pasaban
ordinariamente los domingos y fiestas en el desorden. Se les inspiraba gusto por las
artes, se les ponía en situación de progresar365 y de hacer fortuna y, por encima de
todo, se les enseñaba366 a salvarse.
El señor de La Salle, animado por el éxito, no perdonaba ni cuidados ni gastos para
poner a los dos Hermanos encargados de enseñar el dibujo en situación de llegar a ser
excelentes maestros; pero pronto tuvo la pena de ver que no los había formado sino
para su pérdida. Ellos se envanecieron por sus talentos, y halagados por algunos de
sus discípulos con la esperanza de una ganancia367 sórdida, se deshonraron con una
vergonzosa deserción. Fueron abandonados por Dios y despreciados por los
hombres. Durante algún tiempo arrastraron vida miserable en el mundo, hasta su
muerte, que no les dejó tiempo para reconocer su pérdida.

361
El señor párroco, siempre atento...
362
por la tarde, a los jóvenes obreros...
363
Este proyecto pareció útil a...
364
Lo obtuvo son dificultad...
365
en situación de adelantar y de hacer (en el texto, el verbo adelantar va en reflexivo).
366
y, por encima de todo, a salvarse.
367
de una ganancia sólida...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 351

La escuela aún no dejó de existir

<83>
durante algún tiempo en la casa, a petición del párroco, pero cuando hubo que escoger
otros Hermanos para reemplazar a los anteriores, pidieron368 por favor que no se les
expusiera a la tentación, de la que tenían un ejemplo tan funesto y tan reciente ante los
ojos. La deserción de sus co-hermanos les había impresionado tan vivamente que
desde entonces no se encontró a ninguno que quisiera dedicarse a enseñar el dibujo.
Ésta fue la causa de que se interrumpiese la escuela hasta que el señor de La Salle
trasladó su Noviciado al barrio de San Antonio, como expondremos más adelante.

Tercera escuela en el barrio de San Germán


Para compensar en alguna manera a la parroquia por la pérdida ocurrida, el señor
de La Salle propuso establecer una tercera escuela369 para los niños próxima a la casa
del Noviciado.
El párroco le dijo que buscara un lugar cómodo. Encontró un local en la calle de
San Plácido, próxima a los incurables. Allí comenzó la escuela, a la que se vio
forzado a enviar cuatro Hermanos, porque en poco tiempo llegó a estar muy
frecuentada370.
Entonces, los maestros de escuela de París371, envidiosos del progreso que hacían
estas escuelas, hicieron nuevos intentos para destruirlas, pero no tuvieron un éxito
más favorable que la primera vez. [Aunque] es verdad que consiguieron que ésta
cerrase durante tres meses. El señor de La Salle defendió su empresa y realizó todas
las gestiones necesarias para conseguir el libre ejercicio de la misma, y subsiste aún
hoy con edificación. Los maestros de escuela fueron condenados a devolver372 todos
los muebles que se habían llevado, y a entregar373 todas las cosas en buen uso. Desde
este momento dejaron disfrutar a los Hermanos del libre374 ejercicio de sus funciones.

Escuela en Calais
Las dificultades que el señor de La Salle soportaba de vez en cuando, con motivo
de sus nuevas escuelas

368
otros Hermanos para reemplazar a los que se habían ido, pidieron...
369
establecer una nueva escuela...
370
llegó a estar muy frecuentada...
371
Entonces, los maestros de París...
372
fueron condenados a devolver todos... (devolver: aquí, reporter; en el texto, rapporter).
373
que habían cogido y obligados a devolver todas las cosas...
374
dejaron a los Hermanos tranquilos y gozar del libre ejercicio...
352 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

<84>
no servían sino para darle a conocer y procurarle375 otras nuevas [fundaciones].
Pues fue por este medio como abrió nuevas escuelas en Calais.
El señor Ponton, deán y párroco de esta ciudad, conoció por su sobrino, que vivía
en París, las dificultades que le habían suscitado al señor de La Salle para el
establecimiento de sus escuelas. Al mismo tiempo supo [también] cuán útiles
resultaban para la parroquia de San Sulpicio; esto provocó en él el deseo de llevarlas a
su tierra. Mandó a su sobrino que hablara con el señor de La Salle de los medios de
abrir una en su parroquia, ya que la ocasión era favorable, porque el maestro de
escuela había fallecido.
El señor de La Salle no quiso precipitar nada; se tomó el tiempo necesario para
reflexionar en los medios que había que poner para lograr una escuela bien
consolidada. Manifestó, sin embargo, el deseo que tenía de complacer al párroco. El
celo del señor párroco no se detuvo en absoluto376. La circunstancia de la vacante de
la escuela era un motivo más para insistir. Escribió carta tras carta y comprometió al
mismo tiempo a las autoridades de la ciudad a que escribiesen al duque377 de Béthune,
gobernador del Boloñado, para obtener su apoyo. El duque satisfizo su petición de
manera muy agradecida, y él mismo rogó al señor de La Salle que procurase esta
ayuda a la ciudad de Calais.
[El señor de La Salle] no pudo resistir por más tiempo a una solicitud tan
importante378. Envió dos Hermanos a Calais. Encontraron disposiciones favorables
para su recepción; pero no quisieron emprender nada sin haber recibido antes el
permiso y la bendición del señor Pierre de Langres379, su obispo. Fueron de Calais a
Boloña; el obispo380 los recibió con bondad, les dio las autorizaciones que
necesitaban y dirigió un mandato a la ciudad de Calais para comprometer a los padres
a enviar a sus hijos a las escuelas de los Hermanos. [Éstas]se abrieron en seguida con
satisfacción del párroco, que había sido el promotor.

<85>
Dos nuevas escuelas en Calais para los hijos de los marineros
Algún tiempo después se vio forzado a pedir al señor de La Salle que enviara otros
dos Hermanos381 para abrir dos escuelas nuevas. He aquí lo que dio ocasión a esto. Un

375
y a él, para procurarle otras nuevas.
376
no se detuvo...
377
a escribir al señor duque de Béthune...
378
a una petición de tanta importancia. Envió...
379
de Pierre de Langres, su obispo.
380
Fueron, para este efecto, de Calais a Boloña, donde el obispo los...
381
enviar aún dos Hermanos...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 353

sacerdote de Calais, muy celoso, al ver que los niños de la villa estaban bien
instruidos, pensó que no se debía descuidar a los hijos382 de los pobres marineros, que
estaban privados de esta ayuda. Habló de ello al señor Delahosse, presidente de la
ciudad, quien le prometió proveer a ello. En efecto, en seguida hizo alquilar dos
lugares en el barrio llamado Courtgain, y después de algunos arreglos, que hubo que
acordar con el párroco, se abrieron las escuelas para los niños de los marineros, que
acudieron de inmediato. Este éxito animó al señor de La Salle. Tenía cuidado de
escribir a los Hermanos para sostenerlos e impedir que cayesen en la relajación.

El señor de La Salle va a visitar las escuelas de Calais


Cuando supo que las escuelas de Calais estaban bien asentadas, fue a hacer383 la
visita. El ansia que tenían de verle le atrajo la atención de los principales de la villa,
que acudieron a saludarle. El párroco le dio todas las muestras de estima y de respeto
que tenía por su virtud384. Le comprometió para que celebrara el oficio en su
parroquia el día de la Asunción, para satisfacer los piadosos anhelos de su pueblo. Le
hizo el elogio de los Hermanos que había enviado para abrir las escuelas en su villa, y
le informó del fruto que hacían. Su intención era retener al señor de La Salle durante
algún tiempo para aprovechar su conversación y sus consejos. Pero se marchó al cabo
de unos días para regresar a París, a donde le llamaban los asuntos del Instituto.

El rey dota a las escuelas de los hijos de los marineros


Hasta entonces el párroco de Calais385 había provisto a la subsistencia
<86>
de los Hermanos con sus donativos y la ayuda de sus amigos; pero a su muerte, que
llegó demasiado pronto para ellos, se vieron a punto de carecer de todo. Las
autoridades de la villa, que tenían interés en mantenerlos para utilidad del público,
acordaron entre ellos los medios que había386 que tomar para asegurarles un fondo
suficiente para que subsistieran387. Obtuvieron de la liberalidad del rey Luis XIV una
pensión de trescientas libras y suplieron generosamente al resto con dinero público.

382
no descuidar a los niños de los pobres marineros...
383
vino a hacer la visita...
384
las muestras de estima y de respeto que había concebido por su virtud.
385
el párroco había provisto...
386
los medios que convenía tomar...
387
asegurarles un fondo para subsistir...
354 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Escuela en Troyes
En torno a este mismo tiempo fue cuando el señor de La Salle abrió escuelas
gratuitas en Troyes, en Champaña, donde han continuado desde entonces con el
mismo éxito388.

Se le encarga la educación de cincuenta irlandeses


Cuando volvió a París, el párroco de San Sulpicio le propuso, de parte del señor
cardenal de Noailles, su arzobispo389, la educación de cincuenta jóvenes irlandeses390
que habían pasado recientemente a Francia para buscar asilo contra la persecución
que tenía lugar contra los católicos del país. Era continuación de la gran revolución
ocurrida en Inglaterra, varios años antes, que obligó al rey y a la reina de Gran
Bretaña a retirarse a Francia con el príncipe de Gales, su hijo y heredero de la corona.
Como su celo por la religión católica era la única causa de su desgracia, los
usurpadores de su trono y de su autoridad hacían continuos esfuerzos para abolirla en
sus estados, y la persecución recomenzaba con frecuencia. La mayoría de sus fieles
súbditos preferían abandonar sus bienes y su patria y no su religión. Acudían en gran
número a implorar la
<87>
protección del rey cristianísimo que consideraba un deber de piedad recibirlos en su
reino. El señor de La Salle, cuyo celo se avivaba a vista del trabajo, cuando tenían por
objeto los intereses de la gloria de Dios, no dudó un momento recibirlos. Los alojó en
su casa del Noviciado, él mismo se impuso un cuidado especial para su educación;
destinó a dos Hermanos para velar por ellos y darles todas las instrucciones
convenientes a su condición y a su edad, de manera que en poco tiempo estuvieron en
disposición de cumplir con honor los diferentes empleos a los que estaban destinados.

Le visita el rey de Inglaterra


Mientras se daban los cuidados en esta santa escuela, para educar a estas jóvenes
plantas, el rey de Inglaterra, acompañado por el señor cardenal de Noailles391 les
honró con su visita. Quiso ser testigo de la manera cristiana como se les instruía.
Quedó satisfecho de los sacrificios y cuidados que se imponían [los Hermanos] para
su educación, y del progreso que habían hecho en poco tiempo. Manifestó por esto su
estima al señor de La Salle y quiso, incluso392, testimoniar su agradecimiento con
mucha bondad393.

388
después con éxito.
389
de parte de Su Eminencia, de encargarse...
390
de cincuenta irlandeses...
391
acompañado de su Eminencia monseñor el cardenal...
392
a quien quiso testimoniar...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 355

Las pruebas que se tenían de los talentos que Dios había dado al señor de La Salle
para la conversión de las almas más endurecidas, le atraían, de vez en cuando, nuevas
ocasiones de ejercer su caridad. Ya hemos visto algunos ejemplos en el curso de su
vida; y he aquí uno que tiene demasiada relación con lo dicho para dejarlo en el
silencio.
Conversión de un joven abate de importante familia
Este año acudió a él un joven abate de unos dieciocho años. Tenía inclinaciones
que respondían poco al género de vida al que se le destinaba394. Su familia, atenta a
todos sus pasos, no había podido fijar su espíritu en el bien. Se habían ensayado
varios medios que habían resultado inútiles. Se le había puesto en una
<88>
comunidad de París de las más estrictas; no se contenía en nada. Usaba trucos para
sustraerse a la vigilancia de sus superiores; saltaba, por la noche, los muros de la casa,
y acudía a sesiones de placer, de juego y de desórdenes. Los superiores de esta casa,
cansados y fatigados de esta vida licenciosa, resolvieron, de común acuerdo con sus
padres, ponerlo bajo la dirección del señor de La Salle, convencidos como estaban de
que Dios le había dado talento particular para fijar la inconstancia natural de los
jóvenes. El asunto resultó bien, y más allá de lo que se había esperado. El joven abate
siguió primero los ejercicios del Noviciado; insensiblemente tomó395 gusto por la
piedad, de la cual tenía ejemplos continuos ante los ojos. Dios obraba en su corazón,
de forma que se hizo susceptible de [aceptar] los buenos consejos. El señor de La
Salle aprovechó con acierto sus buenas disposiciones para depositar en él la semilla
de virtud, y con un progreso insensible, le llevó al punto de ser el ejemplo de su
Comunidad. Después de abandonar totalmente la frivolidad, no pensaba sino en
romper absolutamente con el mundo. Comenzó por despedir a su criado, renunció a
todas las señales de distinción que se le daban en razón de su nacimiento, y no
quiso396 que se le sirviesen otros alimentos que los397 que se daban a la comunidad de
los Hermanos398. Como ellos, llegó a ser penitente y mortificado; en una palabra,
practicó todos los servicios humillantes que están en uso entre ellos y en poco tiempo
llegó a ser un modelo de fervor.

Este joven abate pide y obtiene el hábito del Instituto


Durante el tiempo de su retiro, varias veces tuvo el pensamiento de pasar así, en la
penitencia, el resto de sus días399. Como su propósito era consagrarse allí por

393
su agradecimiento con aire bondadoso.
394
inclinaciones que no respondían casi al estado al cual estaba destinado.
395
tomó el gusto...
396
nacimiento, no quiso ya que se...
397
otros manjares, ni mejor preparados que los...
398
que se daban a la Comunidad. Como ellos...
356 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

completo y reparar, mediante las humillaciones más duras, los defectos de su


juventud, pidió con insistencia tomar400 el hábito de los Hermanos de las Escuelas.
Esta propuesta sorprendió ante todo401 al señor de La Salle, que no se había esperado
que llevase su celo tan lejos.
<89>
Lo rechazó como algo muy alejado de lo verosímil402. Sin embargo, cansado por sus
peticiones reiteradas le dijo que no podía darle su consentimiento mientras no hubiera
obtenido el de sus padres. El joven abate presionó con fuerza; escribió sobre el asunto
a uno de sus tíos que era obispo. No le dio ninguna respuesta, pero se contentó con
hacer que uno de sus parientes, que estaba en París, hablara a su sobrino, y empleó sus
más fuertes razones para arrancarle aquella idea de su cabeza. Le dijo que no
convenía a la categoría de su nacimiento comprometerse con un estado tan vil y tan
despreciable como el de los Hermanos; que jamás se soportaría [en la familia] que un
hijo de su dignidad se redujera a la profesión de maestro de escuela; que si estaba
decidido a abrazar el estado religioso, había en la Iglesia bastantes [congregaciones]
para escoger, en las cuales podía403 obrar su salvación sin deshonrar a su familia.
Todas estas razones no fueron suficientes para quebrantar su constancia. Respondió
que estaba resuelto a abrazar el estado más sencillo y más humillante, que era el que
más le convenía para reparar los desórdenes de su juventud, y que no escogería otro
que el que se proponía abrazar. En fin, hizo tantas súplicas, que se vio obligado a
concederle el hábito del Instituto. El señor de La Salle tuvo cuidado de informar en
seguida a su familia de su última decisión. Siempre se creyó que no era más que el
efecto de un ardor juvenil, que se apagaría muy pronto404; pero cuando se supo que la
decisión iba en serio, se tomaron las medidas necesarias para retirarle de aquella casa
cuando menos esperaba405. Vinieron a sacarle y le pusieron en otra comunidad, donde
murió al cabo de dos años, con lamentos406 continuos por no haber tenido la libertad
de perseverar en el estado de humillación que había abrazado primero.
<90>
Se suscitan nuevas tormentas contra el señor de La Salle
Mientras el señor de La Salle trabajaba con tanto fervor en la conversión de las
almas, Dios sometió407 su virtud a nuevas pruebas. La persecución que se le levantó
entonces le fue tanto más dolorosa cuanto que tuvo por autores a aquellos mismos que

399
el resto de su vida en...
400
con insistencia tomar... (difiere la preposición que precede a tomar; aquí, de; en el texto, à).
401
Esta propuesta sorprendió al señor de La Salle...
402
de la apariencia.
403
en las cuales podría hacer...
404
que se apagaría pronto...
405
cuando se esperaba...
406
dos años de continuos lamentos...
407
en la conversión de las almas a Dios, puso su virtud...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 357

habían parecido hasta entonces los más favorables a su Instituto. No se pretende


penetrar demasiado cuál fue la fuente408 de este malentendido entre personas de
piedad eminente; se sabe tan sólo que aquellas que buscaban molestar al señor de La
Salle encontraron el modo de indisponer a sus Superiores contra él. Se le hacía pasar
ante ellos por un hombre demasiado testarudo en su parecer, lleno de sí mismo, duro,
sin misericordia para con los Hermanos de su Comunidad; de severidad abrumadora
para castigar las más ligeras faltas, sin perdonar nada a la debilidad humana. No se
dejó de aprovechar una reprensión demasiado viva que hizo a algunos novicios el
Hermano encargado de su dirección, en ausencia del señor de La Salle: se le achacó a
él y se engrosó el memorial de quejas que se presentó al señor cardenal de Noailles.
Se tuvo cuidado de insistir en todos los motivos de acusación que se enumeraban en
él, para darles un aire de verosimilitud, y sobre todo se insistió con fuerza en409 la
pretendida desunión que se decía que reinaba410 entre los Hermanos, sobre su
desaliento, sobre la incapacidad del señor de La Salle para mantener la paz y el buen
orden entre ellos411, y de todo ello se concluía que era necesario darles otro Superior
para impedir la ruina total del Instituto.
<91>
El Vicario general realiza una visita a su casa
El señor cardenal conocía al señor de La Salle. Había concebido una elevada idea
de su mérito y de sus talentos para el gobierno de una comunidad. Él mismo había
sido testigo del buen orden que reinaba en la suya. Tantos agravios contra su propia
convicción le sorprendieron. Temió que en él [informe] hubiera pasión, y por una
equidad digna de su prudencia, retrasó dar su juicio hasta que él pudiera estar
informado más ampliamente de la verdad. Se contentó con responder en el momento
que daría respuesta a este asunto. En efecto, algunos días después envió al señor
Edme Pirot412, su Vicario general, a la casa de los Hermanos de las Escuelas con el
pretexto de hacer una visita a la comunidad, pero en realidad era para informarse con
veracidad de los hechos presentados contra el gobierno del señor de La Salle y para
averiguar los sentimientos413 de los Hermanos respecto de él.
Comenzó su visita con la idea de que iba a quedar hundido con las quejas y
murmuraciones. Todo se redujo a las quejas de dos Hermanos infieles a su vocación,
de los que ya hemos hablado, lo que414 no dejó de causar impresión en el ánimo del
Vicario general.

408
cuál fue la causa de...
409
se insistió sobre la desunión...
410
pretendida que reinaba entre...
411
el buen orden entre ellos, y de... (entre ellos: chez eux).
412
señor Edme Picrot...
413
para penetrar el sentimiento de los Hermanos...
414
infieles a su vocación, lo que no dejó...
358 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

El señor de La Salle se entera del motivo de la visita


El señor de La Salle, que no conocía el verdadero motivo de esta visita jurídica,
creyó que era su deber ir a agradecer a Su Eminencia la atención que había tenido para
mantener el buen orden de su Comunidad. Pero se dio cuenta415 de que habían
indispuesto al señor cardenal contra él, y que trataba, nada menos, que de retirarle la
dirección de su Comunidad, para confiársela a otro eclesiástico. En el consejo del
arzobispado no sabían que eso era416 atacarle por el lado más anhelado por él, y con
ese medio se le
<92>
ponía en una situación por la que suspiraba desde hacía tiempo, pues había hecho
varios intentos para procurarse ese reposo que deseaba desde hacía años. Por eso,
muy lejos de sentirse mortificado cuando se le anunció la noticia, se retiró con un aire
contento que indicaba el gozo de su corazón. Regresó a su casa; conservó417 su
tranquilidad ordinaria; no expresó418 la menor queja, y redobló sus oraciones para
pedir a Dios el feliz éxito de una empresa que no tenía nada de ventajoso para él.

Segunda visita del Vicario general, que presenta un nuevo Superior


a la Comunidad de los Hermanos; éstos se oponen a ello
y se niegan a reconocerle
El Vicario general, algunos días después, anunció una segunda visita. En cuanto el
señor de La Salle tuvo el aviso, reunió a los Hermanos en la sala mayor de la casa, sin
decirles el motivo. Todos estos movimientos, que les419 parecían extraordinarios, no
dejaban 420de alarmarlos. Fueron sorprendidos al ver llegar otra vez al mismo Vicario
general421, acompañado del señor Bricot, a quien el señor cardenal de Noailles422
había escogido para su Superior temporal. En el momento en que el Vicario general
Pirot423 lo presentó a la comunidad en calidad de tal, todos expresaron que no
conocían otro Superior que a Su Eminencia y al señor de La Salle.
Esta respuesta extrañó al Vicario general. No juzgó conveniente llevar el asunto
más adelante hasta haber informado a Su Eminencia. He aquí los términos exactos
que utilizó al dar cuenta de lo que acababa de ocurrir: «Monseñor, si todas las
personas de comunidad estuvieran tan unidas a su superior como lo están estos

415
Se dio cuenta...
416
No se sabía en el Consejo que eso era atacarle...
417
el gozo de su corazón. Conservó su tranquilidad...
418
ordinaria, y no expresó la...
419
Todos estos movimientos que parecían...
420
no dejaron de alarmarlos.
421
ver llegar otra vez al al mismo Vicario general acompañado...
422
que el señor cardenal había escogido...
423
Al momento, el Vicario general le presentó...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 359

buenos Hermanos al señor de La Salle, no se verían por todas partes sino motivos de
consolación». Añadió que les había424 dicho todo lo que había podido para
comprometerles a que se sometieran
<93>
a las órdenes exactas de Su Eminencia, pero que todas sus observaciones habían sido
inútiles. El señor cardenal se enfadó y consideró muy raro que un pequeño número de
Hermanos sin carácter [sacerdotal] y sin prestigio recibieran tan mal sus órdenes. Los
autores de la intriga no se durmieron, y sugirieron al señor cardenal que la
desobediencia de los Hermanos les había sido inspirada por el señor de La Salle, que
tenía interés por mantenerse en su puesto425 de superior. Era imputárselo de forma
grosera, pues [el señor de La Salle] había empleado todo el prestigio que tenía sobre
sus espíritus426 para comprometerlos a que se sometieran, pero ellos le habían
respondido que si se les obligaba a aceptar otro superior distinto de él, se marcharían
todos a sus casas y abandonarían el Instituto.

Se sospecha que el señor de La Salle era la causa de la resistencia


de los Hermanos; él se justifica
El señor de La Salle no sabía qué partido tomar en un asunto tan delicado, ni hacia
dónde427 iba la ruina total de su Instituto. Recurrió a sus armas ordinarias; puso su
confianza en Dios y se sometió con resignación a todo lo más lastimoso que pudiera
sobrevenir. Estaba bien convencido de que el señor cardenal actuaba sólo con miras
muy santas y muy loables, pero sabía que habían engañado su bondad, y que, además,
estaba prevenido contra la resistencia de los Hermanos. Pensó durante algún tiempo
en los medios de apaciguarle y de ganar su favor. Fue428 a arrojarse a sus pies, y allí,
bañado en lágrimas, suplicó a Su Eminencia que no le imputara la resistencia de los
Hermanos. Le aseguró que no había descuidado nada para hacerles aceptar sus
órdenes, pero que se habían visto tan turbados por la manera como se había
procedido, que no habían querido resolver nada, y que él esperaba, sin embargo,
reconducirlos a su deber.
El señor cardenal se emocionó por este gesto. Hizo levantar al señor de La Salle, le
expresó con
<94>
aire afectuoso que no le creía capaz de apartar a los Hermanos de la sumisión que
debían tener hacia todo lo que llevara el sello de su autoridad; pero al mismo tiempo

424
Añadió que había expresado...
425
en el puesto de superior.
426
sobre su criterio, para...
427
y dónde iba la ruina...
428
Acudió a arrojarse...
360 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

se quejó de que se hubieran preparado tan poco los ánimos. Dijo que se había
violentado este asunto y que no se habían tomado todas las medidas de moderación
que la prudencia exigía para hacerla triunfar sin ruido.

Los Hermanos admiten recibir a un superior, con condiciones


Al salir de la audiencia, el señor de La Salle fue429 donde el Vicario general.
Encontró allí a los principales Hermanos de su Comunidad, que declaraban en
nombre de todos que no recibirían al nuevo superior sino a condición: 1.o que no
innovaría ni cambiaría nada en sus reglamentos; 2.o que este superior sólo acudiría a
su casa una vez al mes; 3.o que se dejaría al señor de La Salle como director, y que el
nuevo superior no haría nada sino de acuerdo con él. Las propuestas fueron
redactadas por escrito. Se las presentaron al señor cardenal, que sólo por
condescendencia las aceptó, y las cosas se arreglaron con estas condiciones.

Se les da al señor Bricot


Mientras en el arzobispado tenía lugar esta negociación, la comunidad de los
Hermanos no cesaba de orar para implorar la ayuda del cielo. Hubo algunos que
emplearon la mediación del párroco de430 San Sulpicio. No sabía nada de este asunto.
Éste les prometió ayudarles lo mejor posible; pero les dijo que le parecía que las cosas
habían ido demasiado lejos431. En efecto, dos días después el abate señor Madot, más
tarde obispo de Châlons-sur-Saône, fue enviado por Su Eminencia para obligar a
hacer aceptar, sin ninguna oposición, al abate Bricot432 en su calidad de superior.
Supo manejar los espíritus con tal habilidad que los llevó a todos a su idea433. Les
prometió, de parte del señor cardenal, que les dejarían al señor de La Salle; y que al
darles un nuevo superior no se pretendía atentar contra sus estatutos, que subsistirían
en434 su integridad; que este superior sólo estaría435 a su cabeza sino para apoyarlos
con su prestigio, y que el señor
<95>
de La Salle seguiría dirigiéndolos como había hecho hasta entonces. Estas razones,
presentadas con aire de confianza, se ganaron todos los votos, y cuando el señor
Madot vio todos los criterios unidos, no tuvo ya dificultad436 para presentarles al
señor Bricot como su superior. En seguida le llevaron a la capilla de la casa. El

429
el señor de La Salle fue [del verbo aller, ir; en el texto, fue, del verbo être].
430
algunos que acudieron a implorar la mediación del párroco...
431
pero les dijo que creía que era demasiado tarde.
432
sin ninguna oposición al señor Bricot...
433
que llevó todo a su...
434
que subsistirían en su totalidad...
435
que no estaría a su...
436
no hizo ya dificultad...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 361

Vicario general entonó el Te Deum, e hizo que los Hermanos lo continuasen, y


después de ello se marchó satisfecho de su cometido.

Carta pormenorizada de este asunto


Mientras todo esto ocurría en la casa, el señor de La Salle se mantenía en paz y
en437 sumisión perfecta a las órdenes de la Providencia. Es lo que sabemos por la carta
de un sacerdote de la diócesis de París, dirigida a uno438 de sus camaradas, donde le
expone con detalle todo lo que había ocurrido en este asunto. Consideramos un deber
ofrecer aquí lo más esencial de su contenido, porque servirá de prueba en esta
historia. He aquí cómo se explica439 sobre ello: «No he quedado menos sorprendido
que usted, estimado señor, de las noticias que me ha comunicado del señor de La
Salle. Como yo le honro y estimo tanto como usted, he participado y participo todo lo
posible en la pena que se le ha causado. He tenido el honor de ir a verle. No puede uno
estar más edificado de lo que yo lo estoy de su constancia, de su entereza, de su
perfecta resignación y de su total abandono a la Providencia. No le digo nada nuevo al
hablarle de sus virtudes. No viene de ahora el conocimiento que tiene usted de su
mérito. He visto al señor cardenal y al señor Pollet, y espero que con el tiempo el
señor cardenal estará de vuelta de las impresiones que se le han dado en contra del
señor de La Salle. No hay nada de quietismo (el rumor se había extendido por París de
que era sospechoso de esta herejía440 de la que se hablaba mucho en aquel tiempo441).
Se le acusa solamente de ser demasiado austero con sus442 Hermanos, de practicar
penitencias demasiado rigurosas, y de estar apegado a ellas de tal forma que no quiere
doblegarse. Se ha intentado hacerle pasar, ante el ánimo del señor cardenal, por un
hombre poco apto para gobernar, y sobre todo por una
<96>
persona extraordinariamente apegada a su criterio; que sólo se guía, él y sus
Hermanos, por su espíritu propio. Su gran pecado, a vista de lo que he podido
descubrir, viene de no dejarse guiar por el criterio de las personas que le acusan. No sé
cuál será la continuación de este asunto, pues usted sabe cuál es el criterio de estas
personas, y si él hubiera estado de acuerdo con ellas, lo hubiera tenido muy cómodo
en el arzobispado».
Luego refiere los motivos de queja que se habían presentado contra él443, y luego
añade: «En una segunda visita que hizo el señor Pirot a la casa del señor de La Salle,

437
Una paz y una sumisión perfecta...
438
de París, a uno de sus...
439
cómo se explica sobre ello:
440
en París, que era sospechoso de esta herejía que hacía...
441
que hacía mucho ruido entonces...
442
con los Hermanos...
443
que se había presentado con motivo de los dos novicios de los que hemos hablado; luego...
362 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

presentó a los Hermanos, de parte de Su Eminencia, al abate señor Bricot como su


Superior temporal. Sobre la palabra Superior, los Hermanos han protestado diciendo
que no reconocen a otro Superior que a Su Eminencia y al señor de La Salle. Por lo
cual el señor Pirot se retiró... Ocho días después, que fue el viernes nueve del mes (de
diciembre), el señor Pirot volvió a casa del señor de La Salle con el citado sacerdote,
habló a los Hermanos, les hizo mil promesas y les dijo, entre otras cosas, que no se
innovaría nada, que ellos guardarían siempre su Regla, pero que era necesario
obedecer y aceptar al citado sacerdote como Superior; que tendrían el consuelo de
tener con ellos al señor de La Salle, y que dicho sacerdote no iría a su casa más que
una vez al mes. Ellos lo aceptaron con estas condiciones, o al menos no se resistieron
como la primera vez; y si el proverbio es verdadero, qui tacet consentire videtur,
consintieron en la elección de este sacerdote, puesto que ni uno solo reclamó en
contra de ello. He ahí dónde están las cosas en este momento. No444 se cree que esto
pueda durar y se espera que esto no445 tendrá consecuencias. Se ha dado un primer
paso y se le quiere sostener durante algún tiempo. Todo lo que se puede hacer es
preparar los momentos favorables para intentar desengañar a Su Eminencia; y poner
de relieve todas las buenas cualidades del señor de La Salle. Ya he trabajado yo en
eso, y lo continuaré haciéndo en todas las ocasiones que la Providencia me presente.
Le debo esta justicia, etc.».
Por el extracto de esta carta se ve cuáles eran los motivos de acusación que se
habían montado contra el señor de La Salle
<97>
y qué alcance se le debe dar. Todo su pecado consistía en no querer suavizar en nada
la severidad de las Reglas que había establecido en la casa, con la aprobación de todos
los Hermanos. La pretendida desunión que existía entre ellos se halla contradicha por
los esfuerzos que hicieron todos446 para no admitir otro Superior distinto de él. Se
suponía que estaban descontentos de su gobierno, y no aceptan447 el nuevo superior al
que se les presenta448 sino con la condición de que no irá a la casa más que una vez al
mes: todo esto prueba evidentemente cuál era el espíritu que impulsaba449 a sus
acusadores. Además, todas estas tormentas se disiparon por sí mismas. El señor
Bricot no apareció más por la casa; los dos novicios que habían sido la causa de todo
el ruido fueron expulsados. El señor de La Salle dirigió a su Comunidad como antes,
y las Reglas fueron observadas como era habitual.

444
y no se cree...
445
durar; se espera que esto no tenga consecuencias.
446
que hacen para no reconocer...
447
y no aceptan...
448
el nuevo superior que se les da sino con la condición...
449
el espíritu que animaba a sus ...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 363

Se trabaja inútilmente en apartar a los Hermanos de la confianza


en el señor de La Salle
Sin embargo, quienes habían tramado la intriga no se desanimaban. No atacaron
más al señor de La Salle tan abiertamente como habían hecho. Vieron450 claramente
que no había más medios para imponerlos al arzobispado, [ya que] los hechos estaban
demasiado aclarados451. Inventaron nuevos trucos para engañar a los Hermanos y
apartarlos insensiblemente de la confianza que tenían en él. Los halagaban con bellas
esperanzas, les hacían vislumbrar las ventajas que tendrían si se sometían sin reserva
al nuevo superior que Su Eminencia les había escogido; que por ese medio se
asegurarían la protección; que encontrarían una fuente de recursos para su pobreza, y
que sus escuelas estarían mejor asentadas; que era sorprendente que no quisieran
aprovechar una ocasión tan favorable452 para sacudir un yugo duro y agotador; que el
crédito del señor de La Salle era demasiado limitado para poder ponerlos a cubierto
de las desgracias de que estaban amenazados; que era un hombre testarudo y que no
rebajaría453
<98>
nada de las austeridades de la Regla, y que permaneciéndole sumisos se ponían en la
necesidad de arrastrar una vida penosa y lánguida. Todos estos comentarios,
expuestos con habilidad, no quebrantaron en nada454 la constancia de los Hermanos.
Permanecieron estrechamente unidos a su digno superior, y todo cuanto se les pudo
decir para apartarlos de él, no sirvió455 sino para asegurarlos más en los sentimientos
de estima y de respeto que tenían por su virtud.

El señor de La Salle quiere devolver sus licencias


al señor cardenal de Noailles, que lo rechaza
El señor de la Salle conocía todo lo que se seguía haciendo para quitarle la
confianza de los Hermanos. Se armó de paciencia durante algún tiempo. Pero cuando
vio que todos estos456 movimientos no terminaban457 en absoluto, tomó la decisión de
devolver las licencias con que le había honrado458 Su Eminencia, el cardenal de
Naoailles. Hizo que se lo presentara a su Eminencia una persona de relieve que se
había encargado, al mismo tiempo, de apoyar las razones que le llevaban a hacer la

450
Veían claramente...
451
los hechos estaban demasiado aclarados (aclarados: aquí, éclairés; en el texto, éclaircis). Ils...
452
aprovechar una ocasión tan favorable para sacudir...
453
un hombre testarudo que no rebajaría nada...
454
no quebrantaron la constancia...
455
sólo sirvió para asegurarlos...
456
cuando vio que estos movimientos...
457
no terminaban (pas) en lugar de (point)
458
con los que su Eminencia le había honrado.
364 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

dimisión voluntaria del cargo de superior. El señor cardenal rechazó esta propuesta y
dijo que su intención era que el señor de La Salle siguiese gobernando459 su
Comunidad como había hecho hasta entonces. Sus enemigos, al no poder dañarle en
lo interior, buscaron el modo de mortificarle por afuera. Le retiraron una parte de la
renta que la parroquia de San Sulpicio tenía costumbre de dar cada año para ayudar a
la subsistencia de la casa. Igualmente, le hicieron perder una suma de cinco mil libras
que una persona rica460 le había cedido para comprar la casa del Noviciado, que la
querían vender. Tantos obstáculos, que le sobrevinieron461 uno tras otro, no
disminuyeron en nada su confianza en Dios. Era su único recurso en las462
tribulaciones.

<99>
Lleva a su comunidad al barrio de San Antonio
Los Hermanos, cansados por las continuas sugerencias que se les hacían, pidieron
al señor de La Salle que les buscase otra zona en París463 donde pudieran ponerse a
cubierto de todas estas persecuciones y trabajar en paz por su salvación. La ocasión
era favorable; pues era necesario para ellos cambiar de casa, por la imposibilidad en
que les habían puesto, al retirarles una parte de su renta, de seguir pagando el alquiler
de la que ocupaban. El señor de La Salle buscó una casa en un barrio alejado.
Encontró una en el barrio de San Antonio, que estaba situado, entonces464, en la
parroquia de San Pablo. Fue a encontrar al párroco y le pidió su consentimiento465
para trasladar la casa de su Noviciado a la parroquia. El párroco sólo le conocía por
su reputación. Le indicó la dificultad que siempre tuvo para permitir nuevos
establecimientos de comunidades en su parroquia, pero que consideraba el suyo
demasiado útil para el público para oponerse a ello. El señor de La Salle, provisto con
su permiso, llevó a los Hermanos a la nueva casa con la mayor diligencia que le fue
posible, y no pensó más en sus enemigos, sino para hacerles bien y para orar por ellos.

Quiere abrir de nuevo las escuelas dominicales; le plantean un proceso


Cuando estuvo bien instalado en esta nueva casa, pensó seriamente en volver a
abrir las escuelas dominicales que habían cesado en la parroquia de San Sulpicio por
las razones expuestas en su lugar. Se lo propuso al párroco de San Pablo, que lo
aprobó; pero en cuanto estuvieron reabiertas, los maestros de escuela de París, que

459
el señor de La Salle siguiera gobernando (aquí: à gouverner; en el texto, de gouverner).
460
cinco mil libras que una persona de piedad le había destinado...
461
Tantos obstáculos que le sobrevinieron uno tras otro...
462
en sus tribulaciones.
463
otra zona de París...
464
que todavía era de la parroquia de San Pablo.
465
y le pidió permiso para...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 365

anteriormente habían sido parados en su persecución, por la autoridad466 del señor de


La Chétardie, párroco de San Sulpicio, recomenzaron sus pleitos con más intensidad
que antes. Obtuvieron una orden del Lugarteniente de Policía y mandaron apoderarse
de todos los muebles de la escuela. El señor de La Salle, desanimado por todos estos
contratiempos, abandonó su empresa y en lo sucesivo no pensó más en ella.
<100>
Cuando le ocurría467 alguna pérdida se consolaba fácilmente, pues Dios hacía que
surgiese en seguida alguna ocasión para repararla.

Escuela en la parroquia de San Hipólito, barrio de San Marcelo;


seminario de maestros de escuela para las zonas rurales
En efecto, poco tiempo después, el párroco de San Hipólito, en el barrio de San
Marcelo de París, le pidió Hermanos para abrir una escuela en su parroquia, y les
facilitó todas las ayudas que necesitaban en este nuevo establecimiento.
El señor de La Salle añadió a él un reducido seminario para formar maestros de
escuela para las zonas rurales. Ya había hecho un ensayo del mismo en Reims en
1687 y había resultado bastante bien durante algún tiempo.
Desde entonces, siempre había deseado encontrar ocasión de volver a
establecerlo468 en París, donde se había augurado que hallaría mucha facilidad. Pero
las persecuciones continuas que le promovían no le dejaban tiempo de pensar en ello.
El párroco de San Hipólito, lleno de celo, secundó perfectamente su designio.
Comprometió a un eclesiástico, amigo suyo, a que se juntara469 a él, y con esta ayuda
se halló el medio de contar con doscientas libras de renta para cada maestro de
escuela que se formara en este seminario. Compró una casa, con sus propios fondos,
para alojarlos.

El Hermano encargado de este seminario abandona el Instituto


y se apropia de los bienes de la fundación
Cuando todo estuvo preparado, el señor de La Salle reunió en ella a los sujetos que
los párrocos rurales le enviaban. Puso al frente de ellos a un Hermano competente
para enseñarles y les prescribió las mismas reglas que había establecido en Reims.
Este seminario subsistió470 mientras vivió el párroco, porque facilitaba
exactamente la cantidad que se había convenido471; pero a su muerte se destruyó por
las precauciones mismas que había tomado para mantenerlo. Había que adoptar

466
que antes habían sido parados por la autoridad del señor de La...
467
Cuando tenía alguna pérdida...
468
Había deseado, desde entonces, restablecerla en París...
469
un eclesiástico amigo suyo a unirse a él...
366 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

algunas medidas para asegurar un fondo para esta casa, que no estaba provista de
letras patentes. Se creyó que se habían prevenido todas las dificultades constituyendo
al Hermano director del Seminario
<101>
en legatario del fondo de la casa y de la renta. El párroco se fiaba de su rectitud,
porque le había informado claramente de sus intenciones.
El señor de La Salle, en esta ocasión, fue engañado por su buen corazón, pues
cuando fue a tomar algunas disposiciones sobre esta fundación, el Hermano superior
[director de la escuela]472 le dijo, con aire de dueño, que no le reconocía473 en este
asunto; que el testamento estaba hecho a su favor, y que474 los fondos le pertenecían
en propiedad. Todas las consideraciones del señor de La Salle fueron inútiles.
Este Hermano, hinchado por su buena fortuna, estaba resuelto a aprovecharse de
ello. Dejó el hábito del Instituto, se apropió475 de los bienes destinados al
seminario476. El eclesiástico que había trabajado de acuerdo con el párroco,
indignado por la mala fe del superior, retiró sus ayudas y el seminario se destruyó.
Este desgraciado usurpador no dejó de continuar la escuela de la parroquia. Algún
tiempo después trató de unirse al cuerpo del que se había separado tan
vergonzosamente. El señor de La Salle, siempre lleno de caridad, le tendía los brazos.
Pero fue disuadido de recibirlo por el consejo de personas sensatas y prudentes.
Soportaba todas estas477 dificultades con una tranquilidad de espíritu que
maravillaba478 a aquellos que participaban de su confianza. No se advertía, entonces,
ningún desarreglo en su proceder. No era ni menos afable, ni menos recogido, ni
menos exacto en regular todas las cosas.

Las religiosas de la Cruz, del barrio de San Antonio,


edificadas por la virtud del señor de La Salle
No había capilla doméstica en la casa que ocupaba en el barrio de San Antonio,
pero iba todos los días a celebrar la misa a la iglesia de las Religiosas de la Cruz, que
era la más próxima y la más cómoda para su comunidad. Las Religiosas quedaron
muy edificadas por la piedad y el recogimiento con que celebraba los santos
misterios, y quisieron conocerlo y conversar con él. Él les habló de Dios y de sus

470
Este seminario duró tanto como...
471
la suma que estaba convenida...
472
el Hermano director le dijo...
473
que no le reconocía en absoluto en...
474
en su favor, que los fondos le...
475
Dejó el hábito del Instituto y se apropió...
476
los bienes que eran para el seminario.
477
todas las dificultades...
478
con una tranquilidad de espíritu que sorprendía a aquellos que
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 367

obligaciones con sentimientos tan elevados que hubo varias que se pusieron bajo su
dirección.
<102>
Le piden que vaya a la Bastilla para confesar
a un sacerdote prisionero de Estado
Mientras se dedicaba en su casa del Noviciado a santificarse él mismo y a llevar a
los Hermanos a la más alta perfección, Dios le presentó una nueva ocasión de ejercer
la caridad. Fueron a pedirle, de parte del gobernador de la Bastilla, que acudiera a
confesar a un sacerdote que estaba encerrado allí desde hacía varios años. Marchó
inmediatamente y encontró a este pobre sacerdote en una situación de lo más
deplorable. Se hallaba en un abandono general digno de compasión. Vestido con una
pésima sotana hecha jirones, cubierto con una camisa totalmente rota, negra y llena
de parásitos. Este triste espectáculo enterneció el corazón del señor de La Salle.
Abrazó a su penitente y no pudo evitar las lágrimas que merecían su estado y su
desgracia479. Oyó su confesión, le consoló lo mejor que pudo, hizo que se despojase
de sus harapos y se los puso él, y [al preso] le hizo ponerse sus vestidos. Así salió de la
Bastilla, envuelto en su manto, y volvió a casa, lleno de gozo por verse cubierto de los
despojos de un miembro de Jesucristo pobre y humillado.

Fundación de una escuela en Darnétal, cerca de Ruán


El Instituto de los Hermanos de las Escuelas, que hasta entonces había estado como
flotando e inseguro por las diversas agitaciones que había soportado desde hacía
varios años, parecía debilitarse. El señor de La Salle no preveía que un día se pudiera
levantar de sus ruinas. Pero de repente obtuvo un nuevo vigor.
Pues cuando menos podía esperar, le pidieron dos Hermanos para establecer una
escuela de niños en Darnétal, cerca de Ruán, con el modelo de las que había fundado,
años antes, la señora Maillefer para la instrucción de las niñas, como ya se dijo480.
Este pequeño comienzo, que parecía poco importante481, le hizo surgir pronto la
ocasión de hacer una fundación sólida en el mismo Ruán, que puso a su Instituto en
situación segura y a cubierto de las continuas vicisitudes de las que había tenido
funestas pruebas. He aquí cómo ocurrió la cosa.
<103>

479
las lágrimas que merecía su desgracia. Oyó...
480
para la instrucción de las niñas, como he referido anteriormente. Este...
481
que parecía poca cosa y de muy poca importancia, le...
368 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Establecimiento de las Escuelas Cristianas en Ruán


Primero envió dos Hermanos a Darnétal para establecer allí una escuela, como le
habían pedido. El arzobispo de Ruán, señor Colbert, lo supo, y convencido del bien
que esto producía en aquel lugar, resolvió poner en manos de los Hermanos las
escuelas482 que habían sido establecidas por el señor Niel en Ruán, por iniciativa del
padre Barré.
Propuso su idea al primer Presidente del Parlamento483, señor de Pontcarré.
Juntos acordaron las medidas que había que tomar para que el asunto prosperara.
Se celebró una asamblea extraordinaria en la cual se hizo la propuesta. Hubo
oposiciones. Ya las habían previsto.
El arzobispo expuso los beneficios que la ciudad obtendría con este
establecimiento, de manera que los pareceres se unieron y se convino admitir a los
Hermanos de las Escuelas Cristianas en Ruán.
El arzobispo, de vuelta a París, fue a ver484 al señor de La Salle, que no sabía nada
de lo que había pasado sobre el asunto, y le comunicó la resolución que se había
adoptado en el consejo de la ciudad. Le comprometió a que enviara de inmediato un
número suficiente de Hermanos485 para enseñar a los pobres de la Oficina (es el asilo
de la ciudad) y tomar el cuidado de las escuelas de la ciudad.

Se encuentran oposiciones
Esta noticia fue tanto más agradable al señor de La Salle cuanto que tenía, desde
hacía mucho tiempo, el presentimiento de que Dios le reservaba la administración de
las escuelas del señor Niel, por quien había conservado una estima particular desde
que trabajaron juntos en la fundación de las de Reims y de las ciudades cercanas. Por
otro lado, como temía que su Noviciado no pudiera486 subsistir por mucho tiempo en
París, a causa de los malos informes que todos los días se esforzaban en dar a los
superiores, esperaba que esta nueva fundación le abriera un camino natural para
trasladarlo a Ruán.
Pero mientras adoptaba sus medidas en París, los ánimos habían cambiado en
Ruán. Los que tenían interés de
<104>
mantenerse en sus puestos, se habían impuesto con todo tipo de intrigas, y habían
empleado el apoyo de sus amigos para detener el golpe. Habían promovido nuevas

482
en manos de los Hermanos, aquellas que...
483
primer Presidente del Parlamento que era entonces el señor de Pontcarré.
484
El arzobispo, de vuelta a París, fue a ver (alla voir; en el texto: fut voir) al señor de La Salle...
485
un número de Hermanos suficiente...
486
no pudiera subsistir (se suprime la negación pas)...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 369

reflexiones, y las primeras ideas de oposición habían vuelto, de manera que no se


quería ya oír hablar de admitir Hermanos.
El arzobispo fue informado de lo que se tramaba, y no pareció preocupado. Dijo al
señor de La Salle que no se inquietase por nada, y que hiciera salir [desde París] a los
Hermanos; que en las circunstancias surgidas era conveniente que los llevara él
mismo; le prometió que saldría en poco tiempo hacia Ruán, y allí487 emplearía su
autoridad para allanar las dificultades, que no dejarían de encontrarse para su
establecimiento.

Las dificultades son eliminadas por la autoridad del señor arzobispo


y del Primer Presidente
El señor de La Salle, sostenido por la protección de un prelado tan488 poderoso
como lo era el señor arzobispo489, se puso en camino, a pie, con los Hermanos. El
viaje, tal como lo hicieron, podía pasar por un verdadero retiro. Lo santificaron con el
silencio y la oración y no cambiaron en nada las horas de sus ejercicios. En todos los
lugares por donde pasaban edificaban por su modestia y recogimiento, y así llegaron
a Ruán, algunos días antes que el arzobispo. En cuanto éste estuvo de vuelta, el señor
de La Salle con los Hermanos fue a pedir su bendición y a recibir sus órdenes.
Fue recibido con nuevas muestras de afecto y con la seguridad490 de que
continuarían sus buenos servicios. En efecto, no perdió tiempo; habló del asunto con
el Primer Presidente491 y, [ambos] de acuerdo, convocaron la asamblea de la Oficina
por segunda vez. Al señor de La Salle le mandaron que asistiera a ella.
Se discutieron de una y otra parte los nuevos motivos de oposición. El arzobispo
intentó eliminarlos, pero inútilmente. Los ánimos estaban ya prevenidos, y a pesar de
todo lo que pudiera decir, no le fue posible atraerlos a su parecer.
En fin, después de haber revisado en este asunto todos los matices que podían darse
para facilitar492 el éxito del mismo, expuso una propuesta que sería difícil rechazar.
Consistió en
<105>
proponer hacer493 una prueba para ver si los inconvenientes que se temían serían tan
grandes como se les imaginaba. La propuesta fue aplaudida generalmente y toda la

487
y le prometió estar pronto de vuelta en Ruán, donde él...
488
de un prelado poderoso...
489
tal como era el arzobispo...
490
de bondad y de seguridad de la...
491
con el señor Primer Presidente...
492
para facilitar el éxito...
493
Fue hacer una prueba
370 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

asamblea dio su consentimiento. Se acordó alojar a los Hermanos en la Oficina de los


Válidos, u Hospicio para los pobres acogidos.

A los Hermanos se les encarga la instrucción


de los niños acogidos en el Asilo
Los Hermanos fueron, pues, a vivir a esta casa, en la que estuvieron primero
encargados de la instrucción de quinientos o seiscientos pobres. Había que
acompañarlos todos los días en la oración, mañana y tarde494; enseñarles a leer y a
escribir; enseñarles la aritmética y explicarles el catecismo. Esta penosa ocupación
era más que suficiente para los pocos Hermanos que estaban495 empleados en dicha
casa. Sin embargo, estaban obligados, además, a atender las escuelas de los cuatro
barrios principales de la ciudad. Como los administradores de la Oficina habían
fijado el número de Hermanos, el señor de La Salle no era libre para hacer ir a un
número suficiente [de Hermanos] para aliviar a los otros, de manera que estaban
abrumados de trabajo. Por tanto, fue necesario armarse de paciencia. Sabía, por
experiencia, que el tiempo lo suaviza todo. Exhortaba a los Hermanos a que no se
desanimaran496 por el trabajo y por las dificultades que son inseparables de los
comienzos.
El populacho, poco acostumbrado a verlos, les lanzaba injurias y piedras cuando
iban por las calles. El señor de La Salle participó en estas humillaciones. Pero cuando
se vio que ninguno de ellos abría la boca para quejarse de los malos tratos que
recibían, el desprecio que tenían hacia sus personas se cambió en alabanzas, y
comenzaron a formarse una idea favorable de su virtud.
El arzobispo y el Primer Presidente tenían497 muy a pechos este establecimiento.
Lo consideraban como su obra, y quisieron ser testigos de la manera como los
Hermanos instruían a los pobres. Examinaron todo y analizaron por menudo todas
sus prácticas. Se mostraron muy satisfechos y les honraron con su protección.

<106>
El señor de La Salle abandona la Oficina
y conserva las escuelas de la ciudad
El señor de La Salle, siempre atento al proceder de los Hermanos, se dio cuenta de
que su modo de vivir en el hospicio era incompatible con sus obligaciones
particulares. Estaban tan ocupados que no tenían tiempo para dedicarse a la

494
la oración de la mañana y de la tarde...
495
para los pocos que estaban empleados...
496
a no desanimarse por el trabajo...
497
El arzobispo y el Primer Presidente tuvieron este establecimiento...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 371

meditación y a la oración. De allí nacía la relajación y la disipación. Les resultaba


imposible seguir cierto orden en los ejercicios, al cual estaban acostumbrados.
Apenas encontraban el tiempo necesario para hacer sus comidas. Preveía que de ello
podían seguirse498 muchos inconvenientes.
Pensó mucho tiempo en los medios de remediarlo. No encontró otro que el de
dejarlo.
Así, tomó la resolución de exponer las dificultades499 a los administradores. Les
hizo saber que le era imposible seguir teniendo cuidado de la instrucción de los
pobres del hospicio; que los Hermanos estaban abrumados de trabajo; que los
ejercicios de la casa resultaban incompatibles con los del Instituto; que esto no
convenía, en modo alguno, a su forma de vivir; que les rogaba que vieran bien que se
retirasen a una casa particular donde pudieran seguir su Regla en comunidad; que este
cambio no les impediría continuar con las escuelas de las cuales la ciudad les había
encargado.
Se le dijo que si dejaban la Oficina de los válidos, debería al mismo tiempo
renunciar a la pensión que tenía asignada, ya que estaba destinada para el
mantenimiento de quienes se encargaban de instruir a los pobres de la casa. Pero que
si quería continuar manteniendo el número de Hermanos necesario500 para las
escuelas de la ciudad, se les abonaría la mitad de la pensión.
Se creía disgustarle con esta propuesta, y ponerle en la necesidad de dejar las cosas
en la misma situación. Pero el señor de La Salle que sólo confiaba en la Providencia,
no se dirigía por miras de interés: aceptó la oferta que estos señores le hicieron;
alquiló una casa y se retiró a ella con los Hermanos de la Oficina501.

<107>
Los Hermanos sufren la carestía; se les asiste en secreto
Es cierto que tuvieron mucho que sufrir en los comienzos, y que una502 pensión de
setecientas u ochocientas libras, a la que estaban reducidos, era demasiado módica
para atender la subsistencia de ocho o diez Hermanos que eran. Sin embargo, Dios
permitió que no faltasen de lo necesario, y en una carestía que llegó varios años
después503, esta comunidad, aunque muy pobre, fue socorrida por una mano caritativa
que no quiso ser conocida. Se les envió504 una limosna importante, a la cual se había
unido una nota que decía: «No os molestéis por saber de dónde505 viene este donativo;

498
Preveía que de ello podrían seguirse...
499
de exponer todas sus dificultades...
500
el número de Hermanos necesario para las escuelas de la ciudad...
501
se retiró de la Oficina con los Hermanos.
502
en los comienzos, porque una pensión de...
503
que llegó varios años después...
504
Se envió una limosna...
372 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

poned solamente vuestra confianza en Dios. Cuidad de servirle fielmente y Él mismo


os alimentará».

El señor de La Salle traslada su Noviciado a Ruán,


a la casa de San Yon, parroquia de San Severo
Después que el señor de La Salle hubo arreglado todo lo necesario para el
establecimiento de su casa de Ruán, se volvió506 a París para ver en qué situación se
hallaba la Comunidad de su Noviciado. La encontró siempre errática, ya en una casa,
ya en otra, sin esperanza de poder ofrecerle un establecimiento sólido. Era muy difícil
mantener a los novicios en el necesario recogimiento para formarles en la piedad,
entre tantos movimientos y estorbos. Esto le determinó a trasladar el Noviciado a
Ruán. Consultó sobre el particular con algunos de sus amigos. Luego hizo la
propuesta al arzobispo y al Primer Presidente, sus protectores. Aprobaron su
propósito y le prometieron apoyo. En Ruán se buscó una casa adecuada. Por entonces
no se encontró ninguna que fuese cómoda. Había una en el barrio de San Severo507,
llamada San Yon, grande, espaciosa, apartada y muy propia para alojar en ella a una
comunidad. Las Religiosas Benedictinas de la abadía de San Amando508, situadas en
la ciudad, la tenían
<108>
alquilada para servir de casa de convalecencia para sus enfermas. Este alivio, que les
permitía romper, de vez en cuando, la clausura, parecía contrario al espíritu del
Concilio de Trento, que obliga a las religiosas a clausura perpetua. El arzobispo no se
disgustó por encontrar esta ocasión para quitarles todo pretexto de romperla sin su
permiso509 expreso. Mandó que propusieran a las Damas de San Amando que
cedieran la casa para establecer en ella el Noviciado de los Hermanos de las Escuelas
Cristianas. Las religiosas pusieron al principio alguna resistencia. Tenían desde hacía
mucho tiempo la costumbre de disfrutar de esta mitigación; pero el arzobispo, que
quería que el asunto prosperase, les dijo con tono severo que cedieran San Yon o su
abadía. Esta alternativa les hizo conocer la elección que debían tomar. Se
determinaron a abandonar San Yon y traspasar su derecho de alquiler al señor de La
Salle, que regresó en seguida a París para obtener la ratificación por parte de la señora
marquesa de Louvois, que era la propietaria.
En cuanto el asunto estuvo resuelto, los novicios se trasladaron a Ruán, con los
muebles que tenían guardados, a expensas del arzobispo y del Primer Presidente, que
dieron generosamente el dinero necesario para este gasto. Este cambio se realizó con

505
No os molestéis de dónde os viene esta caridad...
506
para el establecimiento de la casa de Ruán, volvió a París...
507
en el barrio San Severo...
508
Las Religiosas benedictinas de San Amando, situadas en...
509
de romperla sin permiso expreso.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 373

tal presteza y con tanta prudencia, que la Comunidad estaba ya establecida en San
Yon antes de que se supiera en París lo que con ello se pretendía510.

Regularidad de la Comunidad de San Yon


El señor de La Salle comenzó a respirar entonces un aire más suave y más
tranquilo. Sólo pensó ya en reparar las pérdidas que le habían ocasionado todos los
trasiegos que se había visto forzado a emprender para el buen éxito de este asunto. Él
consideró el retiro de San Yon como el lugar de su reposo. Se dedicó a hacer revivir el
fervor de sus novicios, que había sufrido cierto debilitamiento. La estricta regularidad
de vida que les hizo observar atrajo a cierto número de sujetos prometedores. La
Comunidad aumentaba,
<109>
por otro lado, con el número de internos que acudían desde diversos lugares, de
manera que se vio en la necesidad de formar con ellos un colegio, separado del
noviciado, y a él destinó Hermanos dedicados a la instrucción de aquellos jóvenes. Él
llevaba el ritmo de todo el conjunto. El orden que había establecido en la casa se
observaba con tanta exactitud que no se oía en ella el mínimo ruido. Todo se realizaba
en silencio, de manera que era difícil creer que la casa estuviese habitada.
El Primer Presidente, que se complacía en ir a tomar el aire en los jardines de esta
casa, estaba tan edificado por el retiro y el recogimiento que reinaba allí, que hablaba
a menudo de ello al arzobispo. Este digno prelado se felicitaba por haber colaborado
para facilitar un establecimiento tan útil y edificante. Manifestó al señor de La Salle
la satisfacción que sentía al saber que Dios bendecía su empresa, y le concedió por
escrito todas las licencias de la forma más amplia. Le exhortó, incluso,
insistentemente511, mientras vivió, a que se sirviera de ellas para utilidad de su
diócesis. Sin embargo [el señor de La Salle] las utilizaba con reserva, porque se
limitaba al interior de su Noviciado, en la medida que los asuntos del Instituto se lo
permitían.

Escuela en San Dionisio, en Francia


Por encantadores que le resultaran los atractivos de su querido San Yon, no estaba
tan apegado512 a ellos, sin embargo, que no saliera cuando la voluntad de Dios le
llamaba a otra parte. En 1705 se vio obligado a hacer un viaje a París. El principal
asunto que le llevó allí fue la nueva fundación de una escuela que se le proponía abrir

510
antes que se supiera en París que se pensaba en ello.
511
Le exhortó incluso insistentemente (en el texto: muy insistentemente).
512
no estaba, sin embargo, atado a él de tal manera que...
374 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

en San Dionisio, en Francia. A petición de la señorita Poignant, que dio los fondos
necesarios para la subsistencia, envió dos Hermanos.
El señor de La Salle comenzaba a disgustarse de estos pequeños centros que tenían
dificultad para mantener el rimo de la regularidad. Pero la esperanza que tenía de que
esta dama aumentara sus liberalidades en lo sucesivo, le movieron a pasar por encima
de su repugnancia. Ésta [dama] murió antes de haber provisto a ello, y la escuela ha
permanecido en el mismo estado hasta ahora.
Había preparado [el señor de La Salle]
<110>
un fondo que destinaba a hacer un tercer intento para poner en marcha el seminario de
maestros de escuela para las zonas rurales. Con esta mira compró la casa a la señorita
Poignant. Pero en cuanto se descubrió su intención en la villa de San Dionisio hubo
fuertes oposiciones. Se temía que estos nuevos establecimientos sobrecargasen en lo
sucesivo a la población. Prefirió ceder su derecho a pleitear, y desde entonces pensó
que Dios reservaba esta buena obra a otros distintos de él, de manera que abandonó
por completo la idea.

El señor de La Salle reúne a los Hermanos del Instituto


en San Yon para hacer un retiro
En cuanto terminó los asuntos de París, volvió a encerrarse en la soledad de San
Yon. Las necesidades de su Noviciado no le permitían ausentarse513 de él demasiado
tiempo, sin gran necesidad. Después de varios días de descanso, tomó nuevas
precauciones para impedir que la relajación se introdujese en su Instituto. Temía, con
bastante fundamento, que las dificultades, las inquietudes y las agitaciones continuas
que había tenido que soportar durante varios años, hubiesen llevado el debilitamiento
a las provincias. Para remediar a ello, reunió en San Yon a los Hermanos que tenían
bastante facilidad para dirigirse allí. Empleó para ello el tiempo de vacaciones. Les
mandó hacer un retiro; les robusteció contra la tentación, reanimó su celo, les habló
del espíritu de sujeción, de austeridad, de pobreza y de recogimiento, de los que él
estaba animado, y no olvidó nada para inspirarles amor a su estado.
Durante todo ese tiempo no ahorró [esfuerzo]. Era el primero en todos los
ejercicios. Bastaba verle para sentirse animado de una santa emulación. Era religioso
observante de las Reglas, y cuando los Hermanos le decían que temían que todo lo
que se observaba entonces no se pudiera mantener en lo sucesivo con igual exactitud,
les respondía que Dios no les pediría cuenta
<111>

513
no le permitían ausentarse demasiado...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 375

de lo que sucedería en el futuro, sino del presente, y que él estaba decidido a serle fiel
hasta el final.
Lleno de estos piadosos sentimientos, estaba muy lejos de disminuir en algo sus
prácticas de penitencia. Sus continuas austeridades, unidas a una oración asidua, le
causaron nuevas enfermedades. Le salió una lupia bastante grande en la rodilla, lo
que le obligó a guardar cama. Se emplearon los remedios ordinarios, pero al fin, se
vio obligado a que le hicieran incisiones dolorosas. Estaba tan acostumbrado a
ocuparse de Dios, que mientras le hacían la operación, recitaba su oficio con tanto
recogimiento como si no tuviera dolor.

La escuela de la parroquia de San Roque no se mantiene


Apenas cerrada la herida, se vio forzado a salir hacia París, donde se le514 pedían
Hermanos para abrir una nueva escuela en la parroquia de San Roque. Tomó todas las
medidas de prudencia que pudo515 para dar a este nuevo establecimiento más solidez
que la que habían tenido los demás. Permaneció algún tiempo con los Hermanos que
había destinado a ella para superar las primeras dificultades. Sin embargo, a pesar de
tantas precauciones, la escuela no subsistió mucho tiempo, porque se quería exigir a
los Hermanos condiciones incompatibles con sus obligaciones.

Compone varias obras de piedad


Durante esta estancia del señor de La Salle en París, la lupia que había estado mal
cuidada, aumentó considerablemente. Hubo que atenderla de nuevo. Aprovechó el
tiempo516 que tuvo que conceder a su curación para revisar varios tratados de piedad
que había compuesto cuando residía en Vaugirard. Es fácil reconocer en todas estas
obras517 el espíritu del que estaba animado y el fondo de religioso que explicó tan bien
en los Deberes. Todos están escritos con estilo sencillo, bastante afectivo. El primero,
titulado Los deberes del cristiano para con Dios y los medios para poder518
cumplirlos bien, está escrito en forma de diálogo para ponerlo al alcance519 de todo el
mundo. La finalidad que se propone en la primera parte es instruir al cristiano en sus
obligaciones, las cuales desarrolla de manera clara y precisa. La segunda520 parte
contiene las Reglas del culto exterior del cristiano y los medios de cumplirlas con
fruto.

514
a salir hacia París. Se le pedía...
515
que pudo imaginar para dar...
516
Aprovechó este tiempo para...
517
en todos estos escritos, el espíritu...
518
los medios de poder (s’en pouvoir)...
519
de diálogo al alcance de...
520
La segunda parte... (aquí: deuxième; en el texto: seconde).
376 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

<112>
Esta intención le ha llevado naturalmente a dar una explicación amplia de las
ceremonias de la Iglesia, de sus misterios521 y de las principales fiestas del año. El
segundo tratado es un método práctico de la manera de522 confesarse bien y de las
disposiciones con las cuales hay que acercarse a los sacramentos de la penitencia y de
la Eucaristía. Explica, con mucho detalle en todo, lo que es necesario para una buena
confesión. Al final pone reflexiones y oraciones sacadas en su mayor parte de la
Sagrada Escritura. Su tercer tratado lo titula Reglas de urbanidad y cortesía cristiana.
Pone como pruebas, por todas partes, ejemplos523 sacados de la Sagrada Escritura y
de los Padres de la Iglesia. De sus obras, es la que más trabajó. Fue recibida por el
público con tanto éxito que hubo que hacer varias ediciones. Tenemos de él, además,
algunas otras obras que no se han dado al público, tales como la Colección de sus
Reglas y la de máximas de piedad que hizo para uso de los novicios.

Los maestros de escuela de París le plantean nuevos pleitos;


abandona las escuelas de París
Cuando estuvo totalmente curado de su lupia, regresó a Ruán y se encerró en los
ejercicios de su Noviciado. No llevaba mucho tiempo disfrutando del fruto de su
trabajo, cuando se vio expuesto a nuevas contrariedades. Los maestros de París le
suscitaron un nuevo proceso contra las escuelas de la parroquia de San Sulpicio. El
tema no era ya pedir su abolición. [Ahora] se atrevieron a pedir524 que se prohibiera a
los Hermanos recibir en sus aulas a más niños que los [hijos] de los pobres, y que no
se les permitiera admitir sin distinción525 a los hijos de las personas acomodadas,
como habían hecho hasta entonces. Esta propuesta era especiosa y en apariencia no
tenía nada que no fuese razonable. Había motivo para creer que el señor de La Salle,
al establecer sus Escuelas526 Cristianas, había tenido en vista instruir
<113>
sólo a los pobres, puesto que los ricos tenían medios para prescindir de esta ayuda.
Sin embargo, ya fuese porque se le informó de la mala voluntad de sus enemigos, que
tal vez habían suscitado esta querella para hacer sucumbir su escuela, o quizá porque
creyó que no debía hacer ninguna acepción en las condiciones y en las personas en la
elección de los alumnos, o bien por otras razones que no se penetran, rechazó tener
que limitarse a las condiciones a las que se le quería someter. Disgustado, además, de
todas las maliciosas maneras que se habían empleado contra él en la parroquia de San

521
de la Iglesia, de sus mártires y...
522
un método práctico para confesarse bien...
523
pone por todas partes ejemplos sacados...
524
Se atrevían a pedir...
525
admitir en ellas a los hijos de personas acomodadas...
526
el establecimiento de las Escuelas cristianas...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 377

Sulpicio527, prefirió renunciar por completo a estos establecimientos antes que ver
cómo le ponían límites a su caridad. Hizo que cesaran las clases, retiró a los
Hermanos y los distribuyó por los diversos lugares del reino, donde se los pedían con
insistencia. Dejó en París solamente a uno, para cuidar la casa, que pertenecía al
Instituto.

Se reabren las escuelas en la parroquia de San Sulpicio


y establece un acuerdo con los maestros de París
No se necesitó mucho tiempo para darse cuenta del perjuicio que528 [el cierre]
causaba en la parroquia. La mayoría de los padres y madres expresaron su sorpresa al
párroco, que sufría con impaciencia esta privación, lo mismo que ellos. Les prometió
remediarlo inmediatamente. Los que tenían interés en impedir que volvieran los
Hermanos presentaban otras personas para reemplazarlos, pero el párroco, que esperaba
que las cosas se calmasen, no quiso atender a ninguna de las propuestas que le hacían.
Escribió al señor de La Salle para comprometerle a reabrir las escuelas que había
abandonado. El señor de La Salle le dio respuesta529 [diciendo] que había preferido
ceder el lugar a sus enemigos antes que verse expuesto a inseguridades constantes,
que causaban un perjuicio importante a los Hermanos; que el proceder que se había
tenido con ellos530 desde hacía varios años había desalentado a algunos, y que no sería
fácil reemplazarlos; y que no podía decidirse a enviar otros a menos que se le dieran
garantías de que quedarían tranquilos y seguros531 bajo su protección.
Con esta respuesta, el párroco tomó medidas con los maestros de París532. Hizo un
acuerdo por el cual se estipulaba que los Hermanos
<114>
no admitirían en sus escuelas más niños que los que llevasen una nota, firmada por el
párroco, que acreditase su pobreza533. Mediante esta condición los maestros
desistieron para siempre de sus persecuciones y prometían dejar trabajar534 a los
Hermanos sin molestarlos.
Convenido todo esto por ambas partes, el señor de La Salle envió un Hermano
competente para ratificar el tratado. En seguida envió un número suficiente para
recomenzar las clases. [Con todo], se vieron bastante disminuidas, a causa de los

527
contra él, en esta parroquia, prefirió...
528
darse cuenta de que este cambio causaba...
529
el señor de La Salle le respondió...
530
que el proceder que se había tenido con ellos desde...
531
seguros de su protección.
532
con los Hermanos de París...
533
una nota firmada por el párroco como que eran pobres.
534
y permitían ver trabajar a los Hermanos sin molestia.
378 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

límites que se les habían impuesto; pero también, en recompensa, han permanecido
desde entonces en situación tranquila y sin molestias ni inquietudes.

El señor de La Salle hace un retiro en los carmelitas descalzos de París


El señor de La Salle, al verse libre y apartado de tantos asuntos como habían
interrumpido frecuentemente los dulces momentos que saboreaba en el retiro, quiso
compensarse, de algún modo, de las pérdidas que había tenido. Tomó la decisión de
retirarse a una soledad donde pudiera dedicarse a gusto, y al abrigo del tumulto del
mundo, a la oración y a la contemplación, y hacer al mismo tiempo una revisión
general de sí mismo. Hacía mucho tiempo que Dios le había puesto este deseo en su
corazón, y había sido apartado de él por sus diferentes ocupaciones que no le
permitían descanso. Confió su plan solamente a uno o dos Hermanos, y fue
secretamente a París para hacer un retiro en los padres carmelitas descalzos. La
veneración particular que sentía por santa Teresa, en cuyas obras había bebido el
espíritu de oración del que estaba lleno, y la estima que tenía por los dignos hijos de
una madre tan santa, le hizo preferir su casa a todas las otras de París, donde hubiera
podido retirarse también cómodamente. Allí pasó quince días en recogimiento y en
una535 unión íntima con Dios.
<115>
Estudió particularmente los caminos duros y llenos de contradicciones por los que
Dios había hecho caminar536 a santa Teresa, cuando emprendió la tarea de reformar su
orden537. A ejemplo suyo, se resolvió a despreciar todas las trampas que el demonio le
preparaba para lo sucesivo y se comprometió a superar con ánimo todas las
dificultades a las que podría538 estar expuesto.

Regresa a San Yon y reaviva el fervor de los Hermanos


Su ausencia había sumido a los Hermanos de San Yon539 en serias inquietudes.
Fueron agradablemente540 sorprendidos al verle de nuevo. Su presencia calmó sus
espíritus. Se valió hábilmente de los sentimientos de alegría que su regreso produjo
en el corazón de sus queridos discípulos para llevarlos con más ardor a la perfección
de su estado. Les dirigía frecuentes exhortaciones, animadas de aquel espíritu interior
y de aquella piedad viva y tierna que había saboreado durante los días de su retiro, y
con esta ayuda, presentada adecuadamente, sostenía el fervor de sus novicios.

535
en un recogimiento y unión íntima con Dios...
536
en las que Dios había conducido a santa Teresa...
537
cuando emprendió el establecimiento de su orden...
538
podía estar expuesto.
539
Su ausencia había sumido a los Hermanos en serias...
540
Fueron igualmente sorprendidos al volver a verlo.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 379

Le proponen establecimientos en Provenza


Hacía varios años541 que personas importantes y de piedad le pedían sujetos para
establecer escuelas gratuitas en la Provenza y en los alrededores. La propuesta que le
hicieron le dio ocasión de reflexionar mucho. Por un lado, consideraba el amplio
camino que estos establecimientos le abrían para trabajar en la instrucción de los
pobres; por otro, pensaba en los inconvenientes que habría en enviar Hermanos tan
lejos, pues no estarían tan a mano para velar por ellos y darles los consejos necesarios
para mantenerlos en el fervor de su vocación; que no le resultaría fácil proporcionar a
estas nuevas escuelas buenos sujetos, sin debilitar las antiguas; y, más que todo esto,
que era peligroso exponer a los Hermanos del Instituto, que no hacían profesión de
ciencia, en esos países infestados en gran parte de las herejías de los últimos tiempos.
Todo esto
<116>
se presentaba con fuerza a su mente y le mantenía en suspenso. Sin embargo, como no
cesaban542 de presionar, al final concedió lo que se le pedía.

Escuela de Aviñón
Comenzó por la ciudad de Aviñón, a petición de la señora de Chateaublanc, esposa
de un tesorero del Papa en el condado. Esta dama, verdaderamente piadosa y llena de
caridad para los pobres, no cesaba de solicitar a su marido que hiciera ir a los
Hermanos del Instituto para abrir543 una escuela gratuita en la ciudad, y con su
consentimiento destinó una cantidad para establecerla. Los retrasos que el señor de
La Salle ponía para ejecutar sus deseos, la privaron de la satisfacción de verlos
cumplidos544. Pero, después de su muerte, el señor de Chateaublanc consideró un
deber ejecutar su última voluntad. Escribió al señor de La Salle para darle nuevas
garantías de sus disposiciones, y le insistió en que enviara dos Hermanos a Aviñón.
Llegaron en el corriente año de 1707545. El señor de Chateaublanc los alojó en una
casa particular, en espera de que otra que había comprado para poner las escuelas
estuviese dispuesta, y suplió generosamente a lo que faltaba al piadoso legado de su
esposa.

Segunda escuela en Aviñón


Mientras se disponían todas las cosas, los dos Hermanos se presentaron546 a
Mauricio de Gontery, arzobispo de Aviñón. Los recibió con bondad y les prometió su

541
Hacía mucho tiempo que...
542
como no cesaban en absoluto de presionarle...
543
de los Hermanos del Instituto para tener una escuela gratuita...
544
de la satisfacción de verlas cumplida.
545
Llegaron el año 1707. El señor...
380 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

protección. Provistos con esta licencia, abrieron la escuela, que fue muy frecuentada
en poco tiempo. Resultó, a causa de esto547, demasiado pequeña para acoger a todos
los niños que se presentaban548. El arzobispo lo supo y, satisfecho del fruto que
producían los Hermanos, quiso ser el fundador de una segunda escuela. Aprobaba
calurosamente el método que usaban para instruir a sus alumnos. A menudo mandaba
que acudieran ante él y se complacía en que dieran el catecismo.

Escuela en Grenoble (en Re va en la p. 193; en Ca, en las pp. 120-121)

Escuela en Mende
Desde Aviñón, las escuelas se extendieron por la ciudades cercanas. El señor
Francisco de Piencourt, obispo de Mende, capital del Gévaudan,
<117>
pidió Hermanos al señor de La Salle. Éste obedeció, y primero envió uno de la
comunidad de Ruán, que fue a Mende para preparar los locales. El obispo temía que
el asunto se demorase549. Insistió de nuevo al señor de La Salle con una carta, cuyo
contenido es éste: «Señor, yo no puedo bendecir a Dios lo suficiente por haberle
inspirado el plan de formar maestros de escuela para instruir a la juventud y formarla
en la piedad cristiana. Los seminarios forman buenos eclesiásticos, pero los buenos
maestros de escuela, al comunicar las primeras impresiones de la piedad y de la
religión cristiana, pueden contribuir a santificar a todos los cristianos. No se puede
estar más contento de lo que yo lo estoy de que el Hermano que me envió comience,
en espera de la llegada del segundo, a550 instruir a nuestra juventud. Le quedaría muy
agradecido de que añada a él una persona buena, que esté capacitado tanto en la
escritura como en la aritmética, ya que son los medios de atraer a toda la juventud, y
por ahí, darles551 las primeras impresiones de la comunidad cristiana. Por mi parte, yo
les daré toda la protección que puedan esperar, de manera que tendrán perfecta
satisfacción en su empleo en esta ciudad. El Hermano que está aquí puede informarle
de mis buenos sentimientos hacia él y por esta escuela. Le ruego, señor552, que mis
buenos sentimientos aumenten por la buena elección que usted haga de las
personas553 que me envíe. Le estoy sumamente agradecido, y me554 crea, con una
particular estima, Francisco555, obispo de Mende, a 8 de abril de 1707».

546
los Hermanos fueron a presentarse a Mauricio...
547
Resultó demasiado pequeña...
548
todos los niños que se presentaban a ella.
549
El obispo temía que el asunto languideciera...
550
en instruir a nuestra juventud...
551
y por ahí, darle los...
552
Le ruego que mis buenos sentimientos aumenten...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 381

Es fácil ver por esta carta, que se ha dado ex profeso en su totalidad, la estima que el
obispo de Mende tenía de las escuelas del señor de La Salle, y con qué celo se
dedicaba a procurar este beneficio a su pueblo, que tuvo la dicha de conservar la
pureza de la fe556 católica, aunque rodeado por afuera de herejes calvinistas557.

Escuela en Marsella
Se supo en Marsella que se habían establecido escuelas gratuitas en Aviñón y en
Mende. El obispo de Marsella558 quiso procurar esta ayuda a su diócesis. Comenzó
pidiendo dos Hermanos al
<118>
señor de La Salle para comenzar una escuela en la ciudad, esperando que pudiera
arreglarse para aumentar el número en el futuro.Pero cuando pensaba [realizarlo] fue
nombrado por el Rey para el arzobispado de Aix, de manera que los dos Hermanos se
quedaron sin esperanza de hacer más progresos559.

Escuela en Alès
Algunos años antes, la ciudad de Alès había sido separada del obispado de Nîmes
por el rey Luis XIV, que hizo que fuera erigida como obispado por el papa Inocencio
XII. Francisco Maurice, jefe de las Misiones Reales del país560, fue elegido primer
obispo de ella [la diócesis]. Comenzó, ante todo, a crear nuevos centros de piedad en
la ciudad, para oponerlos al empuje de los herejes que predominaban allí561.
Resultaba de extrema importancia contar allí con buenos maestros, para inspirar a los
niños, desde temprana edad, los principios de la religión católica, y apartarlos
insensiblemente de los prejuicios del error en que habían nacido. Con esta mira,
obtuvo de la bondad del rey fondos para establecer una escuela real, y confió la
dirección a los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Los calvinistas pusieron todos
sus esfuerzos para impedirlo. Pero como los Hermanos estaban bajo la protección del
rey y del obispo, no se les pudo impedir que se establecieran562. Todo lo que pudieron
hacer los hugonotes, fue impedir a sus hijos frecuentar las clases, y tuvieron buen
cuidado563 de hacerlos instruir por maestros de su credo.

553
que usted haga de los maestros de escuela que usted...
554
agradecido, le ruego me crea...
555
F. P. de Piencourt, obispo
556
conservar la fe católica...
557
aunque rodeado de herejes calvinistas por afuera.
558
El obispo quiso procurar...
559
quedaron sin apariencia de hacer otros progresos.
560
Jefe de las Misiones Reales, en...
561
al empuje de los herejes que son allí el grupo dominante.
562
no se pudo impedir que se establecieran.
382 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

El obispo, siempre vigilante, se dio cuenta del abuso. En seguida obtuvo una orden
del rey que prohibía564 a todas las personas enseñar en la ciudad sin consentimiento de
los Hermanos designados para las clases. Mandó, además565, a los padres y madres566
sin distinción, que enviaran a sus hijos a los catecismos que se hacían donde los
Hermanos los domingos y fiestas567, so pena de una multa pecuniaria a los
desobedientes568. Las órdenes del rey se ejecutaron, pero cuando los niños volvían a
sus casas, sus padres569 se esforzaban por destruir las buenas enseñanzas que les
habían dado. De manera que los Hermanos estaban ocupados en un trabajo lo más a
menudo infructuoso. El obispo les animaba con su celo, les alentaba a no
desanimarse570 de sembrar en una tierra
<119>
ingrata que, con el tiempo, podría producir buenos frutos. Dios bendijo su trabajo, de
manera que hubo algunos que se convirtieron.

Escuela en la villa de Les Vans;


los Hermanos son perseguidos por los calvinistas
El establecimiento de Alès hizo nacer otro en la pequeña villa de Les Vans571, de la
diócesis de Uzès. El abate de San Juan, de esta villa, nacido de la ilustre572 casa de los
Barones de Elze, en el Vivarais, fue el fundador. Su celo por la conversión de los
herejes le movió a emprender el establecimiento de las Escuelas Cristianas en esta
villa. Halló fuertes oposiciones y las superó con la autoridad del intendente de la
Provincia573 que vino a estos lugares. Los habitantes, que soportaban con disgusto un
yugo que les parecía duro, hacían esfuerzos para sacudírselo, pero siempre
inútilmente, pues la misma autoridad que les había sometido, tenía cuidado en
reprimirlos. Recurrieron a la violencia. Atentaron varias veces contra574 la vida de los
Hermanos; les tendieron trampas, hicieron barricadas en la calle para impedirles salir
de su casa. Viendo que todos sus insultos no cansaban la paciencia de los Hermanos,
que habían llegado a ser el objetivo de su odio, un día se amotinaron, atacaron la casa
durante575 la noche, resueltos a destruirla y a asesinar a todos los que se encontrasen

563
y tuvieron un gran cuidado...
564
que prohibió a todas las personas...
565
Mandó también...
566
a los padres y a las madres...
567
donde los Hermanos, las fiestas y domingos...
568
a los desobedientes.
569
cuando los niños volvían a su casa, sus padres les...
570
a no desanimarse...
571
Este establecimiento hizo nacer otro en la villa de Les Vans...
572
El abate de San Juan, de esta villa, de la ilustre casa...
573
con la autoridad del Intendente, que vino a los lugares.
574
varias veces (a) contra la vida de los Hermanos...
575
la casa, por la noche...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 383

en ella. Primero atacaron la puerta y las ventanas a pedradas. Intentaron subir la tapia
e hicieron todo lo posible para llevar a cabo sus criminales576 designios. Los
Hermanos, durante esta tormenta, fueron a rezar al oratorio, ofreciendo a Dios sus
vidas, como víctimas que querían inmolarse para su gloria; pero fueron liberados del
peligro que les amenazaba por la autoridad pública. Se dispersó aquella tropa de
fanáticos y se dio un castigo ejemplar a los autores de la revuelta. El señor de La Salle,
informado de la constancia con que los Hermanos habían afrontado el peligro que les
amenazaba, tributó a Dios acciones de gracias por las santas disposiciones que había
puesto en el corazón de sus discípulos.

El señor de La Salle visita las casas de Provenza


Cuando estuvo plenamente seguro de la solidez del establecimiento de las escuelas
abiertas en Provenza577, juzgó que su presencia era necesaria
<120>
para darlas la última perfección. Partió, pues, desde Ruán, en 1708, para ir a visitar
estos nuevos establecimientos. Fue recibido con singular alegría por los obispos de
las ciudades por las que578 pasaba y por las personas más cualificadas de la provincia.
Incluso se intentaba retenerle579 exclusivamente en la tierra, pero sus asuntos le
obligaron a abreviar su viaje y regresar a Ruán para satisfacer la urgencia de varios
obispos que le pedían Hermanos de su Instituto580 para abrir escuelas en sus diócesis.

Escuela en Moulins
Primero envió dos Hermanos a Moulins, en el Borbonesado, para atender las
clases, a petición de un buen sacerdote que había pasado casi toda su vida instruyendo
a los niños de la ciudad. La edad y la experiencia le habían enseñado cuán importante
era educar bien a la juventud. Consideró que no podía descargarse mejor de este
cuidado, con el cual ya no podía, que con los Hermanos581 de las Escuelas Cristianas,
que tenían fama. La gran consideración que se había ganado entre las gentes, su
piedad y sus buenos servicios, le allanaron todas las dificultades, que cualquier otro
hubiera582 podido encontrar en la ciudad para lograr que aceptasen aquel
establecimiento. Habló muy positivamente de los Hermanos. Le escucharon con

576
para llegar al final de sus criminales designios.
577
Cuando estuvo perfectamente seguro de que sus establecimientos de Provenza adquirían buena
marcha, juzgó...
578
por los obispos de las ciudades por donde pasaba...
579
Se quería, incluso, retenerle en la tierra...
580
que le pedían Hermanos para hacer...
581
Consideró que no podía abandonar este cuidado que ya no podía llevar, que entre las manos de los
Hermanos de las Escuelas...
582
que otro hubiera podido encontrar en la ciudad...
384 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

gusto, se creyó en su palabra antes de conocer a los Hermanos583. Se les admitió en la


ciudad y se tuvo el consuelo de comprobar que respondían a la idea que se habían
formado de ellos. Se informó de esta escuela, con satisfacción, a quien había sido el
autor.

Escuela en Dijon
Esta escuela584 fue seguida, poco después, de otra, que se abrió en Dijon. Se debió a
la piedad del señor Rigolet585, hijo del primer presidente de la Cámara de Cuentas de
esta ciudad. La caridad tierna y compasiva, que es hereditaria en esta familia, llevó a
sus miembros [la familia]586 a consagrar una parte de sus bienes para fundar las
Escuelas Cristianas, para la instrucción de los pobres; y los Hermanos han
subsistido587 desde entonces, con el fruto de sus liberalidades.

Centro en Grenoble
Fue más o menos por las mismas fechas cuando se le propuso establecer
escuelas588 en Grenoble. Algunos eclesiásticos celosos por la instrucción de la
juventud formaron una sociedad cristiana que tenía por objeto
<121>
principal atender a la ayuda de los pobres de la ciudad. Insensiblemente se encontró
sostenida por los magistrados más importantes del Parlamento, que quisieron
contribuir con su crédito y con su dinero a esta obra de caridad. Ennemont Allemand
de Montmorin589, su obispo, se constituyó en protector y jefe. Y todos, de acuerdo, se
impusieron ciertas normas de piedad que se obligaron a seguir. Formaron una oficina
donde se reunían algunos días señalados, para elaborar el informe de las necesidades
de los pobres y remediarlos. Uno de sus primeros cuidados fue encontrar fondos
suficientes para hacer instruir a los hijos de los pobres. Ellos mismos establecieron
cuotas y se comprometieron a proporcionar todos los años una suma fija para el
sostenimiento de los maestros que estarían encargados de las escuelas. Se pidió al
señor de La Salle Hermanos de su Instituto. Envió un número suficiente. La primera
escuela se abrió en la parroquia de San Lorenzo, y algunos años después se abrió otra
en la de San Hugo590, para descargar a la primera, que había llegado a ser muy
numerosa.

583
antes de conocerles. Se les admitió...
584
Fue seguida...
585
Se debió al señor Rigolet, hijo...
586
en esta familia, les llevó a consagrar...
587
y los Hermanos siempre han disfrutado, desde entonces, del fruto...
588
Fue más o menos por estas mismas fechas cuando se le propuso establecerlas en Grenoble.
589
El señor Ennemond Alemart de Montmorin, su obispo...
590
se abrió otra en la parroquia de San Hugo...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 385

Escuela en Versalles
Este último establecimiento fue seguido de cerca por el que se hizo en Versalles al
año siguiente, 1709591, por los cuidados del señor Huchon, cura de la parroquia. No le
fue difícil encontrar recursos, y la protección necesaria para lograrlo, ante el rey Luis
XIV, que se sabe le honró hasta la muerte con su estima y su confianza. Obtuvo todo
lo que pidió para los pobres y remitió el cuidado de instruirlos a la atención del señor
de La Salle, quien secundó sus buenas intenciones, con la plena satisfacción del
público y de quienes se lo habían encargado.

Escuela en Boulogne-sur-Mer
En fin, el último establecimiento realizado por el señor de La Salle fue el de la
ciudad de Boulogne-sur-Mer. El señor de La Cocherie quiso facilitar este beneficio a
su tierra, y corrió592 con todos los gastos. Pidió cuatro Hermanos del Instituto para
formar dos escuelas en la ciudad. Lo primero de todo, fueron593 a presentarse al
obispo de Boulogne, Pierre de Langle, que los recibió tan favorablemente como había
hecho con aquellos que se habían establecido nueve años antes en Calais, ciudad de
su diócesis594. Les dio, incluso, nuevas muestras de su buena voluntad. Mandó que los
alojaran en su seminario, en espera de que la casa que les estaba destinada en la
ciudad baja estuviese terminada, y595 fundó la segunda escuela en la ciudad alta, para
comodidad de los niños. El celo que los burgueses mostraron para facilitar una casa
cómoda a los Hermanos
<122>
dio motivo para urgir la obra. El marqués de Colembert, gobernador de la ciudad bajo
el duque de Aumont, la había diseñado él mismo, [así como] la alineación del terreno
que se le había asignado. Le advirtieron que los cimientos estaban parados por falta
de materiales. Él fue allí, y animó a la obra con su presencia. Todos se apresuraron a
echar una mano, de manera que el edificio estuvo pronto preparado596 y los Hermanos
fueron alojados en ella.

El señor de La Salle va a visitar la casa de Boulogne


El señor de La Salle llegó a Boulogne en medio de estos ajetreos. Quedó
agradablemente sorprendido de la diligencia con que cada uno se dedicaba a la
construcción de la casa de los Hermanos, y597 dedujo de ello cuán favorables serían

591
que se hizo en Versalles al año siguiente, por los cuidados...
592
y él corrió con todos los gastos.
593
Ante todo fueron a presentarse... (verbo aller; en el texto, verbo être).
594
los que se habían establecido en Calais nueve años antes...
595
y fundó la segunda escuela...
596
se halló en seguida en estado y...
386 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

las gentes a su nuevo establecimiento. La idea que allí se tenía598 de su mérito le atrajo
la atención de toda la ciudad. Todos599 querían ver a este hombre tan respetable, cuya
fama daba tan elevada idea de su virtud. Su humildad sufrió mucho durante la
estancia que se vio obligado a hacer en Boulogne. Todo el mundo le tributaba honores
y muestras de distinción600 que no eran, en modo alguno, de su gusto. Él hubiera
querido, incluso, poderse dispensar de realizar ciertas gestiones de relieve; pero no
quería faltar a las reglas de urbanidad cristiana. Por eso, después de haber acabado sus
asuntos con la mayor rapidez601 posible, dejó Bulogne, continuó la visita de las otras
casas, y regresó602 a París, donde se había visto forzado a trasladar su Noviciado el
año anterior. Allí se encerró en un gran retiro, para compensarse en cierto modo de la
disipación en que le habían arrojado tantos establecimientos distintos, a los que se
había visto obligado a atender de manera tan rápida.

Carestía; deja Ruán y lleva su Comunidad a París


La gran carestía que asoló Francia este año de 1709 obligó al señor de La Salle603 y
a todos los Hermanos a abandonar Ruán604. La misma comunidad de San Yon se vio
reducida a extrema pobreza y forzada a seguir la suerte de las otras. El señor de La
Salle, que velaba siempre por la necesidades de sus hijos, se resolvió a llevarlos a
París. Es verdad que allí la miseria
<123>
se dejaba sentir con más fuerza aún que en las ciudades de provincias, pero él
confiaba605 encontrar en París recursos en la caridad de sus amigos, para aliviar la
extrema indigencia a que se veían reducidos los Hermanos606. Hizo, pues, que
buscaran una casa apartada, a la cual se retiró con ellos. Como sus necesidades eran
grandes a causa de la escasez de víveres607, no dejó de sufrir mucho, a pesar de las
ayudas que le procuraban. Sin embargo, Dios bendijo la paciencia con la cual soportó
la privación de lo necesario. Fue tan grande, que en general carecieron de todo. Ya no
tenían pan, pues el panadero que acostumbraba a proporcionárselo se negó a
continuar [haciéndolo], porque no le pagaban. En la casa no había dinero para
abonárselo. En esta situación extrema, el señor de La Salle recurrió a sus armas

597
de los Hermanos. Juzgó...
598
La idea que se tenía...
599
Todo el mundo quería ver...
600
Todo el mundo le tributaba honores y distinciones...
601
lo más sucintamente...
602
continuó la visita de las otras casas y regresó a París...
603
este año, había puesto al señor de La Salle y todos los Hermanos...
604
en la necesidad de abandonar Ruán.
605
Pero tenía confianza que...
606
en que estaban reducidos sus Hermanos.
607
a causa de la carestía de los víveres...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 387

ordinarias. Puso su confianza en Dios y se convenció firmemente de que Él no le


abandonaría en una necesidad tan urgente. No pasó mucho tiempo sin comprobar los
efectos de su confianza, pues al día siguiente, cuando iba a celebrar la misa, encontró
a una persona de cuya caridad no tenía motivos para esperar608. Ésta le preguntó a
dónde iba. Respondió: «Voy a celebrar la santa misa y a pedir a Dios que envíe a
nuestra comunidad lo que necesita para vivir hoy, pues está totalmente desprovista de
alimentos y no hay medios con que conseguirlos». Aquella persona, emocionada ante
estas palabras, le dijo: «Vaya en paz; yo mismo voy a proveer a esa necesidad». Lo
cual hizo inmediatamente, y llevó una cantidad importante a la comunidad, que con
esa limosna se vio en situación de subsistir durante el tiempo que duró el hambre609.
Sin embargo, como los Hermanos habían tenido que sufrir mucho durante ese tiempo,
hubo varios que se encontraron agotados y cayeron gravemente enfermos.
El señor de La Salle les proporcionó todos los remedios necesarios y con su gran
caridad610 los arrancó611 de las puertas de la muerte.

Deserción de algunos Hermanos díscolos


Dios, que quería santificarle mediante las dificultades de la vida, no cesaba de
probar su virtud de diferentes modos, y cuando él se prometía algún reposo, se veía
expuesto a nuevas pruebas. Algunos Hermanos del Instituto que había dejado en
París
<124>
cuando fue a establecerse a Ruán, se habían relajado durante su ausencia. Intentó, a su
regreso, hacerlos volver a su deber. Pero estos hijos desnaturalizados desconocieron a
su padre. Se rebelaron contra él, le negaron la obediencia y murmuraron
públicamente contra la severidad de las Reglas que había establecido. El señor de La
Salle trató de ganarlos con suavidad. Incluso, llevó tan lejos su discreción que confió
a uno612 de los dos el gobierno de una casa fundada recientemente en provincias.
Creyó que esta señal de confianza podría hacerle reflexionar y que613, por este medio,
ganaría un alma para Jesucristo.
Pero este desgraciado, lejos de arrepentirse, adoptó un aire de suficiencia sobre los
demás, se entregó a una vida licenciosa y escandalizó a la ciudad, de manera614 que el
señor de La Salle, basado en las quejas que le presentaban, se vio obligado a ordenarle
que regresara. Él despreció la orden de su superior, dejó el hábito del Instituto y

608
no tenía motivo para poner sus esperanzas. Ésta le...
609
durante el resto del tiempo que duró el hambre.
610
por esta gran caridad...
611
los sacó de las puertas de la muerte.
612
confió a uno de los dos...
613
y, por este medio ganaría...
614
y escandalizó a la ciudad, de forma que el
388 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

volvió al mundo. Los demás, impulsados a la rebelión con este mal ejemplo, trataron
de sustraerse como él. Se apoyaron en algunas personas acreditadas que les apoyaban
y trabajaron de acuerdo615 para formar un cuerpo aparte. Se aseguraron en secreto una
casa a la que debían retirarse con la esperanza de que separarían insensiblemente a
todos los demás de la jurisdicción del señor de La Salle.

El señor de La Salle es informado de su plan


Todo estaba preparado según el capricho de estos apóstatas. Pero Dios que se
complace en confundir los consejos de los impíos, echó por tierra todos sus
proyectos. Uno de los Hermanos, que había participado en la conspiración, movido
del arrepentimiento por su falta, fue a arrojarse a los pies del señor de La Salle en
presencia de la comunidad, y allí, deshecho en lágrimas, le descubrió todo el misterio
de iniquidad. El señor de La Salle, movido a compasión, le hizo ver con
mansedumbre la enormidad de su pecado. Hizo todos los esfuerzos posibles para
comprometerle a repararlo con una vuelta sincera. Pero la confusión y la vergüenza se
apoderaron del espíritu de este desgraciado, y en vez de pensar reflexiones
saludables616 se entregó cada vez más a la inestabilidad de su corazón y suscitó
nuevos enredos en la comunidad. El señor de La Salle, siempre conmovido sobre el
desgraciado estado de este Hermano, no se decidía617 a apartar del cuerpo a este
miembro podrido. Esperaba, contra toda esperanza, que podría hacer volver a esta
oveja perdida. Decía que respondería ante Dios de la pérdida de esta alma que le
<125>
había confiado. Pero mientras se ocupaba de estas santas reflexiones, el mal no hacía
más que agriarse, de manera que al final fue necesario que los principales Hermanos
tomasen ellos mismos la decisión de expulsarle de la casa, con aquellos que había
arrastrado a la rebelión. Con esta medida el escándalo cesó y en seguida todo volvió a
la calma618.

Escuela dominical en la parroquia de San Sulpicio: (en Re, pp. 205-206; en


Ca, pp. 82-83)
Escuela en la villa de Les Vans: (en Re, p. 209; en Ca, p. 119)
Escuela en Moulins: (en Re, pp. 212-213; en Ca, p. 120)
Escuela en Dijon: (en Re, p. 213; en Ca, p. 120)

615
y trabajaron por formar un cuerpo aparte.
616
y en vez de pensar saludables reflexiones, se...
617
el señor de La Salle... no pudo decidirse...
618
y en seguida la calma entró en la casa.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 389

Escuela en Boulogne-sur-Mer: (en Re, p. 214; en Ca, pp. 121-122)

Se le plantea un proceso por la casa de San Dionisio, en Francia;


la abandona
Al año siguiente, 1711619, se suscitó un nuevo asunto al señor de La Salle, a causa
de la casa que había comprado en San Dionisio, en Francia, tres o cuatro años antes,
para poner en ella un seminario de maestros de escuela para el campo. Se le asignó
con una cláusula aparte, y se le planteó un proceso que iba a promover una gran
protesta... Ya se ha visto hasta qué punto odiaba él los pleitos, y sin examinar el fondo
de las demandas que se le hacían, ni el derecho legítimo que tenía sobre la casa,
prefirió, según el precepto del Evangelio, ceder más de lo que se le pedía, antes que
verse delante de la justicia por un interés temporal, donde la caridad podía sufrir
alguna alteración. Decía con humor que no encontraba medio más corto y más eficaz
para terminar con todos los procesos que se le promovían. Siempre siguió esta
máxima de desinterés, porque nunca se dejó dominar por el deseo de adquirir
riquezas. Se ocupaba tan poco de los asuntos temporales que, al mismo tiempo en que
le perseguían para que abandonase el derecho que tenía a la casa, partió para ir a hacer
la visita de sus nuevas casas en Provenza620.

Visita de nuevo las casas de Provenza


Llegó a Aviñón hacia finales de la Cuaresma de 1712. Su llegada causó un gozo
grande entre los Hermanos de la tierra, que todavía no habían tenido la dicha de verle.
Fue tanto más agradable para ellos, cuanto que no lo esperaban. Le retuvieron lo más
que pudieron, por el temor que tenían de no verle más, una vez que se apartara de
ellos. Había cierto peligro en adentrarse demasiado621 en la zona,
<126>
a causa de los camisardos, que ocupaban el campo y que mantenían guerra abierta
hacia los eclesiásticos, a los que inmolaban por el odio que tenían hacia la religión
católica. Se le explicó que no debía exponerse al furor de aquellos fanáticos. Pero
estas razones no sirvieron para retener su celo.
Fue desde Aviñón a Alès sin ningún incidente. Vieron allí, con gozo, a esta santa
persona, que sólo habían conocido hasta entonces por su reputación. Todos atribuían
a sus cuidados el celo que los Hermanos manifestaban en esta ciudad para la
instrucción de la juventud. El obispo de Alès le recibió como a una persona que
estimaba desde hacía tiempo, y cuyo mérito reconocía. Le expresó la satisfacción que

619
Al año siguiente se suscitó...
620
sus nuevas escuelas de Provenza.
621
cierto peligro en meterse demasiado dentro en la zona...
390 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

sentía por el cuidado y la exactitud con que622 los Hermanos se dedicaban a la


conversión de los hijos de los herejes623, cuyo número se veía disminuir desde que
estaban encargados de las escuelas. El señor de La Salle dio gracias a Dios por el fruto
de sus trabajos y partió de Alès para dirigirse a la pequeña villa de Les Vans.

Continuación de su viaje
Pasó por Gravières; y el párroco del lugar, a quien el abate de San Juan había
encargado de la dirección de los Hermanos que había establecido en la villa de Les
Vans, le manifestó todos los sentimientos de respeto y de veneración que había
concebido por su virtud. Se reservó el honor de ayudarle a misa624, a pesar de la
modestia del señor de La Salle, que se opuso a ello en la medida que pudo. Estas
muestras de distinción le resultaban una carga. Se dispensaba de ellas cuando625 podía
sin hacerse importuno. Esto le movió a cambiar el camino a su regreso, para evitar
pasar por Gravières, donde temía verse obligado otra vez a aceptar las deferencias del
párroco.

Va a Mende
Desde la villa de Les Vans fue a Mende. Varias veces corrió el peligro, en el
camino, de perder la vida, al atravesar las montañas del Gévaudan. Dios le preservó
del peligro. Llegó felizmente a Mende, donde no era esperado.
<127>
Fue626 a saludar al obispo de la ciudad, que le honraba con su estima. Le manifestó los
más calidos elogios de los Hermanos de las escuelas. Le urgió para que comiera con
él. Pero627 el señor de La Salle se excusó, porque aquello era contrario a las Reglas del
Instituto. El ardiente deseo que se tenía de conocerle en esta ciudad, le atrajo
numerosas visitas. Tuvo que rendirse. Esto le retuvo en Mende más de lo que
esperaba. Estaban atentos al momento de su partida para intentar retrasarla. Él lo
supo, y partió a escondidas, para que no lo supieran sus amigos. Volvió en la
diligencia a la villa de Les Vans. Desde allí fue a Uzès, donde perfiló algunos asuntos
con el obispo de la ciudad. En seguida tomó el camino de Marsella, que tendría que
ser el final de su visita.

622
del cuidado con que los Hermanos se dedicaban...
623
a la conversión de los niños herejes...
624
se reservó el honor de ayudarle a misa... (el pronombre le: aquí, lui; en el texto, le).
625
Se dispensaba de ellas cuando podía... (En el texto: «cuando lo podía»).
626
Fue a saludar al obispo... (Fue, del verbo aller; en el texto, con el verbo être).
627
comiera con él. El señor de La Salle...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 391

Llega a Marsella
Hacía mucho tiempo que deseaban que llegara a esta ciudad628. Desde que se
conoció su llegada, muchos eclesiásticos de mérito acudieron a encontrarle para
hablar con él sobre los medios de extender sus629 escuelas en la ciudad.
Las disposiciones favorables con que encontró a estas personas, le trajeron el
pensamiento de establecer un Noviciado en Marsella. Esto eliminaba las dificultades
que habría en llevar, desde las provincias alejadas, todos los sujetos necesarios para
todas las escuelas630 que se proyectaba abrir. Formaba Hermanos de la tierra misma
que, por tanto, estaban en disposición de producir más fruto que los extranjeros, que
no estaban habituados ni al aire ni a las formas de la Provenza. Propuso su proyecto, y
fue acogido muy favorablemente631. [Él]632 encontró incluso facilidades que no se
hubiera atrevido a esperar. Todos se apresuraron a contribuir a este proyecto. El
obispo de Marsella fue el primero en mostrar su celo. La mayoría de los párrocos de la
ciudad se unieron a él. Otras muchas personas se interesaron en ello; una, entre otras,
dio un fondo. Otros daban garantías para lo sucesivo. Se alquiló una casa. En seguida
quedó amueblada. Era cuestión de quién buscaría633 los novicios. El número se
completó muy pronto. Cada día iba marcado por un nuevo favor y parecía que sólo se
necesitaba dejarse llevar...634 El señor de La Salle, lleno de alegría, no cesaba de mirar
el porvenir. Temía que toda esta gran hoguera se apagase en poco
<128>
tiempo. Desconfiaba de la excesiva vivacidad, que, como un relámpago, pasa en
seguida y se disipa635 de repente. No estaba acostumbrado a ver secundar tan bien sus
empresas. Había soportado tantas contradicciones en las otras fundaciones, que no se
aventuraba a esperar demasiado de la rapidez con que se hacía ésta.

Se multiplican las escuelas cristianas en las parroquias de Marsella


Sin embargo, el Noviciado florecía, y por el éxito, cabía esperar lo mejor para el
futuro. Quienes habían sido los autores principales de esta buena obra, trabajaron al
mismo tiempo en extender las escuelas gratuitas por los diferentes barrios de la
ciudad. Se habían proporcionado los fondos necesarios. Sólo faltaba636 llevar a los
Hermanos. Se determinó establecerlos en las parroquias en las que todavía no estaban

628
que deseaban atraerle a esta ciudad.
629
los medios de extender las escuelas cristianas...
630
desde las provincias alejadas los sujetos necesarios para las escuelas...
631
que fue recibido favorablemente.
632
y encontró incluso facilidades...
633
Era cuestión de quién «produciría» los novicios.
634
y parecía que sólo había que seguir.
635
como un relámpago pasa rápido y se borra de repente.
636
No faltaba más que...
392 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

y que no habían sido solicitados637. Se comprometió, incluso, a un jesuita que


predicaba en la parroquia de San Martín, a que exhortara a su auditorio para que
fundaran una en ella. Le escucharon favorablemente. Todos se apresuraron a hacer
donativos, de manera que muy pronto se halló en situación de comenzar las clases.

Desazón de algunos Hermanos de Marsella


Mientras todo transcurría de forma tan positiva para el crecimiento del Instituto, el
señor de La Salle trabajaba por su lado en formar a los nuevos sujetos que le habían
sido enviados. Se dedicaba a ello de tal manera que parecía que hubiese olvidado los
demás asuntos. No respondía a ninguna de las cartas que le escribían desde las otras
casas de París y de las provincias638. De manera que había preocupación por lo que le
hubiera ocurrido. Él se contentaba con velar sobre los que tenía cerca de él en
Marsella. De vez en cuando hacía ir a los Hermanos desde las ciudades vecinas;
hacía639 que siguieran retiros y los robustecía contra la relajación.
Algunos de ellos, acostumbrados desde hacía varios años a vivir cierto aire de
libertad, favorecido por la lejanía en que estaban
<129>
de las otras casas del Instituto, antes que el señor de La Salle hubiera creado las de
Provenza640, soportaban con poco gusto la exactitud que exigía de ellos. Los de la
parroquia de San Lorenzo de Marsella fueron los primeros que manifestaron su
descontento. Tenían obligación de ir todos los días a la casa del Noviciado y seguir
allí los ejercicios. Esta sujeción les parecía muy incómoda. Llevaron641 sus quejas al
fundador de su escuela. Le dieron a entender que la necesidad en que les ponía [el
señor de La Salle] de hallarse todos los días a cierta hora642 en la casa del Noviciado,
les molestaba mucho; que eso dividía demasiado su tiempo y que se veían forzados a
destinar menos a las necesidades de sus alumnos643. Añadieron que, con el pretexto
de atender a su sostenimiento y alimentación, se destinaba al Noviciado un dinero que
se daba644 para la escuela de la parroquia, y que podría temerse que insensiblemente
se confundieran645 en la mesa común, y que cuando se quisiera, no se podría ya
separarlo. Se oyeron sus quejas; se creyó que estaban bien fundadas y se consideró
oportuno646 apartarlos de la vigilancia de su digno superior, de manera que volvieron
a la libertad de vivir en la independencia, como habían estado antes.

637
en las parroquias en las que no habían sido solicitados todavía.
638
y de las otras provincias..
639
de las ciudades vecinas, hacía que siguieran... (en el texto: él hacía que siguieran...).
640
antes que el señor de La Salle hubiera creado los de la Provenza...
641
Fueron a llevar...
642
en que les ponía de hallarse todos los días a ciertas horas...
643
a las necesidades de sus escuelas.
644
se destinaba al Noviciado un dinero que había sido dado...
645
que podría temerse que se confundiese, al fin, en...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 393

Se dificulta el establecimiento de una escuela de Marsella


En medio de estos avatares, no se dejó de trabajar en el establecimiento de una
escuela en la parroquia647 de San Martín. Se había señalado ya el día en que se
enviarían dos Hermanos del Instituto, pero el párroco, que a pesar de la estima que
sentía hacia el señor de La Salle no aprobaba la mayoría de las prácticas que se usaban
en el Instituto, dificultó a escondidas esta empresa648. Comprometió a los que habían
gestionado este asunto y que habían facilitado los fondos, a que pidieran que se
cambiase su destino, y que se empleara para el mantenimiento de algunos
eclesiásticos que se encargarían de la escuela. Les convenció de que esto sería más
útil y más conveniente para los intereses de la parroquia, porque además de dar las
clases, estarían en disposición, al mismo tiempo, de prestar otros servicios a la iglesia.
Como este párroco649 era de nacimiento [ilustre] y tenía renombre, supo manipular
tan bien los ánimos que inclinó a todos hacia su parecer. Cuando se
<130>
sintió seguro por este lado, procuró avisar al obispo de Marsella. Le dijo, con aire
persuasivo, que quienes habían fundado la escuela de su parroquia habían cambiado
de actitud respecto de los Hermanos650; que tenían el propósito de confiar la
escuela651 a eclesiásticos; y sobre las dificultades que le planteó su obispo, añadió que
si se quería mantener el primer proyecto, los fundadores estaban resueltos a retirar los
fondos para aplicarlos a otras obras de caridad.
El prelado, que no sabía de este asunto más que lo que el párroco le dijo, no supo
tampoco a qué atribuir este cambio652 tan repentino. Él tenía inclinación por el
Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Estaba tan convencido de su
utilidad, que hubiera deseado facilitar este servicio a todas las parroquias de su
diócesis. Pero consideró que era prudente preparar primero los ánimos, [ya que estaba
en el] comienzo de su episcopado. Temió agriarlos con un golpe de autoridad. Así,
dejó653 que las cosas siguieran su curso sin manifestar su descontento.

Fuente de persecuciones que se suscitan contra el señor de La Salle


en Provenza
Cuando el párroco vio que no tenía que temer oposición por parte del obispo, fue a
ver al señor de La Salle, le dio una explicación detallada de las razones aparentes que

646
y se juzgó oportuno apartarlos de la diligencia...
647
en el establecimiento de la escuela de la parroquia de San Martín.
648
dificultó a escondidas su empresa.
649
Como tenía nacimiento [ilustre]...
650
de actitud con los Hermanos...
651
el propósito de confiarla a eclesiásticos...
652
atribuir un cambio
653
un golpe de autoridad. Dejó...
394 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

había habido para cambiar los ánimos respecto de los Hermanos y trató654 de que los
aceptara.
El señor de La Salle no tuvo dificultad en consolarse por esta pérdida. Respondió
allí mismo: «¡Bendito sea Dios! Al parecer no era su voluntad655 que esta escuela se
abriera656». Agradeció al señor párroco las molestias que se había impuesto, y una vez
que le dejó, fue a postrarse [ante Dios] para adorar657 las disposiciones de la
Providencia. Desde este momento previó la tormenta que le amenazaba y se armó de
fuerza y de ánimo para mantener el esfuerzo.

Se le difama
No pasó mucho tiempo sin sentir los golpes. Aquellos que al principio habían
manifestado658 tanto celo por sus escuelas, fueron los más decididos en dificultarlas.
Las frecuentes relaciones que mantenían con el señor de La Salle, les dieron ocasión
de entrar en un conocimiento más particular de sus sentimientos y de su manera de
gobernar. Desaprobaban la mayor parte de las prácticas
<131>
que había establecido659 entre los Hermanos. Les parecían demasiado molestas.
Quisieron persuadirle de que las abandonara. El señor de La Salle, que no cambiaba
fácilmente una vez que había adoptado una decisión con reflexión, creyó que no
debía rendirse a sus razones. De ahí vino la aversión que sentían contra él. Desde
entonces le consideraron como un hombre duro, severo, inflexible, y sobre cuyo
criterio660 no había nada que hacer. Se separaron de él insensiblemente, le evitaron
como a un tácito censor de su conducta, le difamaron en la ciudad y le hicieron odioso
a los que querían661 oírlas.

Se publican libelos calumniosos contra él


No se pararon allí. Trabajaron por debilitar su Noviciado; le retiraron el mayor
número de sujetos que pudieron; apartaron a aquellos que deseaban comprometerse,
so pretexto de que el gobierno del señor de La Salle era demasiado austero; que sólo
su capricho constituía la Regla de aquella casa, y que era imposible que el Instituto
produjera el fruto que de él se esperaba en los comienzos. Hicieron más: lanzaron al

654
respecto de los Hermanos y trató de hacérselos...
655
no es su voluntad...
656
que esta escuela se abra...
657
fue a adorar las órdenes...
658
Aquellos que habían manifestado al principio tanto celo...
659
de las prácticas establecidas entre...
660
y sobre el cual no había...
661
a los que quisieron...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 395

público un libelo lleno de calumnias, con el designio de hacerle despreciable y odioso


a todo el mundo. El señor de La Salle, atacado en su reputación, consideró un deber
mantener la dignidad de su carácter [sacerdotal]. Elaboró una respuesta, en la cual,
sin apartarse de los límites de la moderación y de la caridad cristiana662, deshacía las
falsas acusaciones que se formulaban contra él. Sin embargo, los prejuicios
prevalecieron en la mayoría.
La gente se inclinó a creer lo que se conocía sólo por el testimonio de sus enemigos,
y sin más precauciones se juzgó que las acusaciones estaban bien fundadas. Quienes
conocían el mérito de nuestro santo sacerdote no disminuyeron en nada la estima que
sentían por su virtud; intentaron663 parar los golpes que se le dirigían y no descuidaron
nada de lo que dependía de su crédito para volver a ganar de nuevo los ánimos. Pero
estaban tan agriados que las cosas se llevaron al extremo. Entre los Hermanos se
frustró la esperanza de extenderse más en el país. Se les destinaba una escuela en la
parroquia de Nuestra Señora de Accoules. No se supo más de ella. El Noviciado se
destruyó por falta de sujetos. Los Hermanos, incluso los más seguros en su vocación,
quedaron trastornados, y algunos abandonaron el Instituto.
<132>

Varios Hermanos de Provenza se unen a los enemigos


del señor de La Salle y le abandonan
Mientras en Marsella ocurría todo esto, aquellos Hermanos que estaban
distribuidos por la Provenza y que sólo imperfectamente sabían de qué se trataba664,
dieron fe a los falsos rumores665 que se difundían contra el señor de La Salle.
Comenzaron a murmurar y a quejarse de él abiertamente. Hubo, incluso, algunos más
temerarios666 que tuvieron el atrevimiento de decirle que parecía que no hubiese ido a
Marsella sino para destruir, en lugar de edificar. Este reproche le dolió más que todo
lo que había tenido que sufrir hasta entonces. Gustó toda la amargura que encerraba.
Trabajó en vano para hacer volver a estos espíritus díscolos. Ellos le abandonaron y
se pusieron del lado de sus enemigos.

Se retira a la ermita de San Maximino


Fue entonces cuando comenzó seriamente a dudar667 de si su empresa venía de
Dios. Recurrió a la oración, pero estaba tan abatido que ya no saboreaba aquellos

662
en la que, sin apartarse de la moderación y de la caridad cristiana...
663
intentaron parar los golpes...
664
de qué se trataba, añadieron... (En el texto: de qué iba el asunto).
665
dieron fe a todo lo que se difundía contra el señor de La Salle.
666
más temerarios que los otros, que tuvieron el atrevimiento...
667
comenzó a dudar seriamente si su empresa...
396 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

favores que solían suavizar sus penas en lo más fuerte de la tentación. Creyó que sus
pecados eran la causa de ello; con este pensamiento668resolvió alejarse y ceder a la
tempestad, «persuadido — decía— de que mi ausencia podrá calmar a mis
enemigos669 e inspirarles pensamientos de paz para mis queridos hijos». Se retiró,
efectivamente, a la ermita de San Maximino, alejada de la ciudad de Marsella670 de
diez a doce leguas.

Le piden que deje su retiro para tomar cuidado de las casas de Provenza
Fue allí donde, desprendido de todos los obstáculos que le causaban las
dificultades que se le ponían continuamente, se aplicó con un fervor renovado a la
oración, a la meditación de los libros Sagrados y a los más laboriosos ejercicios de
penitencia. Allí disfrutaba de una paz tan profunda y de una tranquilidad tan perfecta,
que hicieron surgir en él el deseo de acabar en aquel lugar sus días, desconocido de los
hombres.
<133>
El Hermano superior a quien había confiado el gobierno de la casa de Marsella la
veía perecer cada día entre sus manos. Se encontraba vacía de sujetos, por las argucias
secretas de los enemigos del Instituto. El Hermano no pudo mantenerse más contra su
propia confianza; fue a encontrar al señor de La Salle a su retiro, le dio cuenta del
triste estado al que había quedado reducido su Noviciado y le671 rogó aceptar que
depositara entre sus manos el gobierno de aquella casa. La noticia no extrañó al santo
varón. Escuchó al Hermano con tanta tranquilidad como si no le afectase. Pero le
manifestó672 que estaba sorprendido de que aún se pensara en él; que se había
ilusionado con que después de haberse retirado a la soledad, los hombres le hubieran
olvidado por completo. «¡Vaya!, ¿por qué —añadió— viene usted a turbar mi gozo?
Encuentro tantas delicias en mi retiro que estoy resuelto673 a condenarme a un
silencio perpetuo». El Hermano, sorprendido por esta respuesta, le rogó que no
abandonara así a sus hijos, que necesitaban sus consejos y sus luces más que nunca.
A lo que el señor de La Salle respondió: «Bendito sea Dios, mi querido Hermano.
¡Vaya! ¿Por qué piensa usted en dirigirse a mí para esto? ¿No conoce usted mi
incapacidad para mandar a los otros? ¿No sabe que varios de entre ustedes no me
quieren como superior? Y tienen razón674, pues soy muy incapaz». El Hermano, que
siempre había tenido tierna veneración hacia su digno Superior, no pudo oírle hablar
así sin derramar lágrimas. Se arrojó a sus pies y le dijo que no le abandonaría hasta

668
eran la causa, y con este pensamiento...
669
mi ausencia podrá calmar los ánimos de mis enemigos...
670
alejada de la ciudad de diez a doce leguas.
671
su Noviciado y le rogó aceptar...
672
Pero le dijo que estaba sorprendido...
673
que estoy resuelto a... (En el texto: estoy en la resolución de...).
674
Tienen razón, pues soy incapaz...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 397

que no le hubiese dado a conocer su voluntad. El señor de La Salle le consoló y le


indicó una casa a la cual le dijo que se retirase, en espera de que pluguiera a Dios
devolverles675 la calma.

Le acusan de haber abandonado el Instituto


Entretanto, sus enemigos publicaban en Marsella que había abandonado los
intereses de su Instituto, que su deserción había estado seguida por la de varios de sus
Hermanos676, que habían imitado el mal ejemplo que les había dado. Es cierto que en
el tiempo de su mayor agitación, tuvo varias veces el pensamiento de retirarse a
alguna parroquia de París para
<134>
trabajar en ella en paz en la dirección de las conciencias, sin preocuparse más de los
asuntos de su Instituto. Pero estas ideas sólo fueron pasajeras en su mente y siempre
conservó la misma ternura hacia sus hijos. Sólo durante algún tiempo los perdió de
vista, únicamente para ponerlos a cubierto de los golpes que le dirigían, y que
recaían677 en ellos.

Quiere emprender el viaje a Roma; el obispo de Marsella le aparta de ello


Hacía mucho tiempo que los amigos del señor de La Salle le urgían para que fuese
a Roma para solicitar las bulas de erección en favor del Instituto. Siempre había
diferido este viaje hasta que plugo a Dios hacer surgir la ocasión. Ésta se presentó de
forma natural en las circunstancias en que se encontraba. Sus asuntos estaban tan
descompuestos en Provenza678 que su presencia ya no era necesaria. No podía ya
producir fruto. Por otra parte, le solicitaban que volviese a París679, en donde él temía
que su larga ausencia hubiera causado desórdenes. Resolvió, pues, emprender el viaje
de Roma antes de alejarse de las costas de Italia. Varios años antes había enviado dos
Hermanos en el séquito del cardenal d’Estrées, encargado de los asuntos de Francia,
bajo el pontificado de Inocencio XII. El papa los había recibido con bondad y les
había prometido una audiencia favorable. Pero su muerte le impidió dar respuesta a
su petición. El señor de La Salle resolvió continuar esta negociación durante el
pontificado de Clemente XI. Se aseguró una plaza en un bajel preparado a echar
velas, e hizo comprar680 las provisiones necesarias para el trayecto por el Hermano
que había escogido como compañero para su viaje681.

675
que pluguiera a Dios devolverle la calma
676
de varios de los Hermanos que...
677
de los golpes que le dirigían y que repercutían en ellos.
678
Sus asuntos estaban tan descompuestos en la Provenza...
679
Además, le solicitaban que volviese a París...
398 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

En espera de un viento favorable, consultó a Dios en la oración para conocer su


voluntad y seguirla682 ciegamente. Fue escuchado en seguida, pues en el momento en
que iba a embarcar, el obispo de Marsella se hallaba683 en el puerto, y le interrogó
sobre el motivo de su viaje. El señor de La Salle le expuso los motivos y las razones.
El prelado veía con pesar
<135>
la pérdida que iba a tener. Pero684 habló al señor de La Salle con tanta cordialidad, que
le detuvo. Le dijo que volviera a su casa y dispusiera cuanto antes todas las cosas para
tomar posesión de Nuestra Señora des Accoules. El señor de La Salle obedeció con
docilidad de niño; regresó a unirse con los Hermanos de las escuelas y les dijo685 al
saludarles: «Bendito sea Dios, heme aquí, ya regresado de Roma. No es su voluntad
que vaya allí. Quiere que me ocupe de otra cosa».
Sin embargo, esta escuela fue dificultada una vez más por sus enemigos; él se dio
cuenta de que su presencia sería todavía perjudicial para el progreso de su Instituto en
esta provincia. Resolvió, pues, abandonarla y se retiró686 a Grenoble.

Se retira a Grenoble
Encontró a los Hermanos en gran tranquilidad, y resolvió687 permanecer con ellos
el mayor tiempo que le fuera posible. Escogió el lugar más retirado de la casa para
dedicarse allí a la oración. Permaneció mucho tiempo688 desconocido, sin recibir689 ni
hacer ninguna visita, ocupado únicamente en seguir los ejercicios de la casa con su
exactitud y fervor ordinarios.

Va a visitar la Gran Cartuja


Fue durante su estancia en Grenoble cuando marchó a visitar la Gran Cartuja, que
sólo está a una jornada de camino. Tenía devoción especial690 a San Bruno, fundador
de aquella casa, a quien él había imitado tan de cerca, al abandonar, como él había
hecho691, una canonjía de la catedral de Reims, y todo lo que el mundo podía tener de

680
e hizo comprar las provisiones...
681
el Hermano que había escogido como su compañero de viaje.
682
para conocer su voluntad y para seguirla ciegamente.
683
el obispo de Marsella hallándose en el puerto...
684
veía con pesar la pérdida que iba a tener. Y habló a...
685
unirse a los Hermanos y les dijo...
686
Resolvió, pues, dejarla y retirarse a Grenoble.
687
en una gran paz, y resolvió permanecer...
688
Permaneció algún tiempo, desconocido...
689
sin recibir y sin hacer ninguna visita...
690
Tenía una devoción singular a San Bruno...
691
al abandonar, como él, su canonjía de la catedral de Reims...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 399

más halagador para él, para abrazar un tipo de vida muy austero. Cuando llegó a este
pavoroso desierto, visitó los lugares que este santo restaurador de la vida solitaria en
Occidente había santificado con sus lágrimas y su penitencia. Se sintió emocionado y
penetrado de su mismo espíritu. Vio, con admiración, el espíritu de retiro y de
recogimiento que imprime un profundo respeto por los solitarios que habitan estas
rocas escarpadas, cubiertas casi todo el año de hielo y nieve, en donde ellos se
entierran en vida. Hubiera deseado poder acabar allí sus días. El prior de la Cartuja,
impresionado por la modestia y el recogimiento que se reflejaban en todos sus pasos,
le invitó
<136>
sin conocerle, pues el señor de La Salle había tomado la precaución de prohibir al
Hermano que le acompañaba que dijera quién era, temiendo que le dieran en aquella
casa los honores que se acostumbra a tributar a los canónigos de Reims. Pero692 se vio
obligado de contentarse con la disposición de su corazón. Salió de este santo retiro al
cabo de tres días, dspués de haber concedido a los sentimientos de su piedad, no todo
el tiempo que hubiera deseado, sino el que pudo sustraer a los asuntos de su Instituto;
y regresó693 lleno de veneración hacia la santidad de este famoso monasterio694.
Se sumió en su soledad, en la cual redobló su amor por el recogimiento y el
silencio. Dejaba de lado todo lo que podía turbarle o distraerle de la oración. Empleó
en ella la mayor parte de su tiempo, y se le encontraba casi siempre en el oratorio.
Experimentaba en ello tal gusto, que sólo una necesidad urgente podía apartarle de
este santo ejercicio.

Da clase en la escuela de San Lorenzo de Grenoble durante algún tiempo


Sin embargo695 se vio obligado de ceder durante algún tiempo a la necesidad de la
escuela. El Hermano que estaba encargado de la escuela de la parroquia696 de San
Lorenzo había emprendido, por orden suya, un largo viaje por asuntos del Instituto.
El señor de la Salle dio clase durante su ausencia, y se aplicó a instruir a los niños con
una atención tal, que no se podía dejar de admirar. Los padres quedaron muy
edificados por ello y concibieron tan alta estima697 de su piedad que no se le llamaba
ya sino el sacerdote santo.

Se encierra en su retiro y compone de nuevo obras de piedad

692
a los canónigos de Reims. Se vio obligado...
693
y regresó a Grenoble (en el texto: y él regresó...).
694
de veneración hacia este famoso monasterio.
695
Se vio obligado a ceder...
696
de aquella de San Lorenzo...
697
una estima tan alta de su piedad que...
400 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Cuando el Hermano hubo regresado, retomó sus ocupaciones habituales, y el señor


de La Salle aprovechó este tiempo para componer varias obritas de piedad, tanto para
la instrucción de la juventud como para utilidad de los Hermanos de las Escuelas.
Retocó su libro de Deberes del cristiano, del cual preparó una tercera edición698 más
correcta que las
<137>
anteriores. Los cambios y las añadiduras que hizo no gustaron al impresor. Tuvo que
resolverse a pasar por donde éste quiso, y el libro se reimprimió según su primera
forma699.

La tranquilidad vuelve a las casas de Provenza; envía a ellas Visitadores


Durante el tiempo en que él se ocupaba tan útilmente en el secreto700 de su soledad,
supo, con alegría, que Dios había devuelto la paz a las casas de Provenza, y que todo
en ellas estaba tranquilo. Tomó desde entonces la resolución de no volver a ellas, por
miedo a que su presencia avivara el mal humor de sus enemigos y que ello diera
ocasión a nuevas tormentas. Se contentó, pues701, con enviar Visitadores para
mantener la regularidad y darle cuenta del modo como los Hermanos se conducían en
esta provincia.

Le vuelve el reuma
Apenas había terminado la edición de la que acabamos de hablar, se sintió afectado
violentamente702 por su reuma. Ya había tenido algunos rebrotes, que había
descuidado. Pero el dolor llegó a ser tan fuerte, que ya no le fue posible
disimularlo703. Se vio forzado a guardar cama. Sobrevino la fiebre y cayó en tal
agotamiento que hizo temer por su vida. La diligencia de los Hermanos de Grenoble
para procurarle todos los alivios que su caridad podía sugerirles no fue suficiente para
suavizar sus dolores. Hubo que recurrir al remedio extraordinario del que se habían
servido con eficacia veinte años antes, cuando fue atacado del mismo mal en París. Es
verdad que su naturaleza se resistía, porque el remedio era más duro de soportar que
los dolores agudos del reuma que le atormentaba. Sin embargo, el sincero amor que
sentía por los sufrimientos le hizo vencer su repugnancia. Se sometió al deseo de los
Hermanos; se puso generosamente en el lecho del dolor, en el que no se ocupó más
que de la oración, como si no sintiera ninguna dolencia. Los Hermanos le

698
entonces la 3.a edición...
699
fue impreso según la primera forma.
700
en el silencio de...
701
Se contentó con enviar a ellas...
702
se sintió violentamente atacado...
703
disimular...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 401

manifestaron su sorpresa, pero704 él les respondió como el santo Job: «¡Bendito sea
Dios!; que se haga su voluntad, y no la nuestra. Si recibimos de Él la salud, ¿no
debemos recibir705 también las enfermedades de la misma forma? Que su nombre sea
bendito eternamente».
<138>
Va a hacer un retiro a Parmenia
Cuando los remedios tuvieron todo el efecto que se había esperado, se sintió
aliviado, y pensó en reparar sus pérdidas. Así llamaba él al tiempo que no había
podido dedicar a sus ejercicios de piedad. Se disponía a hacer un retiro cuando el
abate de Saléon, que más tarde fue Vicario general de Aix-en-Provence, le animó
para que fuera a pasar algunos días a una de sus tierras706, llamada Parmenia, alejada
unas cuatro leguas de Grenoble. La propuesta convenía mucho707 al designio del
señor de La Salle, porque era un lugar donde varias personas de piedad iban
ordinariamente a hacer retiros. Aceptó, pues, de buena gana708 la propuesta del abate
y partió con él.

Pastora llamada Luisa


Parmenia es una aldea del Delfinado situada al pie de una montaña muy escarpada,
en cuya cima se colocó una cruz para sostener la devoción de los pueblos de los
alrededores que llevan sus animales a pastar en la llanura709. Una pastora llamada
Luisa llevaba allí con frecuencia su rebaño para tener ocasión de satisfacer la suya al
pie de la cruz. El lugar le agradó y tuvo deseo de poner allí su residencia, sin otro
propósito, ante todo, que tener facilidad para guardar sus ovejas y ocuparse allí con
más facilidad a la oración710. Pidió permiso al abate de Saléon, dueño de la montaña,
que consintió en ello. Ella hizo construir allí una casa de mediana amplitud, con las
ayudas que encontró en los donativos de varias personas importantes que alababan su
piedad. Vivió en aquella montaña en estricto retiro. Se hablaba de ella en el mundo, y
poco a poco se vio que numerosas personas consideraban un deber de devoción ir a
visitar a sor Luisa711, que pasaba ante el público por un prodigio de santidad.
En las conversaciones se advertía que Dios la favorecía con sus gracias y [las
gentes] no tenían dificultad en ponerse bajo su dirección para hacer algunos días de
retiro. Su casa resultó demasiado estrecha para alojar a cuantos confiaban en ella.

704
sorpresa, les respondió...
705
la salud, debemos recibir también...
706
a una tierra llamada...
707
La proposición convenía al designio...
708
Aceptó, pues, de muy buena gana...
709
en la llanura.
710
más fácilmente a la oración.
711
ir a visitar a la hermana Luisa...
402 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Buscó las712 sumas necesarias para hacer dos alojamientos, uno para los hombres y
otro para las mujeres, y con su piadoso ingenio halló ahorros suficientes para
construir una pequeña iglesia. Dios la colmó de sus favores713. Acudían a consultarla
como a un oráculo y la gente se atenía
<139>
a sus decisiones de buena gana.

El señor de La Salle la visita, y mantiene con ella una relación piadosa


El señor de La Salle, que no dejaba pasar ninguna ocasión de edificarse, quiso ser
testigo de las gracias que Dios extendía sobre una simple pastora. Había oído hablar
de ella con admiración. Su primer cuidado, al llegar a Parmenia, fue subir a la
montaña714 y hacerle una visita. Mantuvo con ella una larga conversación. Le dio a
conocer todas las penas y dificultades que habían agitado su vida desde que él
emprendió el establecimiento de las Escuelas Cristianas. Esta buena «hermana» le
habló de todas las que ella había experimentado en su retiro, de los combates que
había tenido que sostener contra las sugestiones del demonio y cómo Dios le había
dado la fuerza para salir victoriosa de ellas. Al mismo tiempo, le aseguró que él no se
hallaba al término de sus trabajos, que todavía tendría que sufrir y que debía
prepararse para ello. El señor de La Salle le manifestó el deseo que tenía de pasar el
resto de sus días en la soledad; que le parecía que este pensamiento provenía de Dios,
pues715 siempre se había sentido inclinado hacia la vida privada. La Hermana le
respondió sin dudar que se engañaba, que estaba llamado por Dios al trabajo y al
gobierno de su Instituto; que era el camino que Él le había abierto para su salvación y
que debía caminar por él con perseverancia hasta el fin de su vida. El vio en esta
respuesta la orden de Dios, y después de varias conversaciones en las que se
entendieron y se716 ayudaron mutuamente con sus consejos, en el espacio de quince
días, volvió a Grenoble, lleno de buenos sentimientos y de estima717 por sor Luisa. Él
mantuvo después una piadosa correspondencia con ella, para consultarle en sus
dudas. Ella hacía que se las leyeran, se servía de un tercero para responder a ellas y de
ese modo correspondía a la singular confianza que le mostraba el señor de La Salle,
por la veneración que conservaba hacia él por su piedad y su celo.
Ella deseaba tener las obras de devoción que él había compuesto, y aunque no sabía
leer, las conservó como preciosos monumentos de la virtud de aquel a quien
consideraba como un santo.

712
Encontró las sumas necesarias...
713
Dios la favoreció con sus gracias en proporción a su celo...
714
subir a lo alto de la montaña...
715
de Dios, que siempre se había sentido...
716
después de varias conferencias en las que se ayudaron mutuamente...
717
lleno de sentimientos de estima por sor Luisa.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 403

Se le suscitan nuevas pesadumbres


<140>
Cuando regresó a Grenoble, supo718 que le habían suscitado nuevas pesadumbres.
Pero se disiparon pronto, y no719 tuvieron otro efecto que el de haber dado nuevo
brillo a su paciencia.

Algunos Hermanos de París abandonan el Instituto


Mientras se ocupaba de este modo de su propia santificación a la sombra de la vida
oculta que llevaba, las casas de su Instituto en París y en las ciudades de provincia
sufrían mucho por su larga ausencia. Los Hermanos sentían inquietudes terribles por
su situación. Hicieron indagaciones para descubrir el lugar de su retiro sin poder
saber720 nada con certeza. Esto les llevó al desasosiego. No sabían qué pensar de este
misterio. Unos creían que había muerto, otros se imaginaban que había abandonado
el gobierno del Instituto721. Cada cual razonaba a su manera. Algunos de ellos no
podían resolverse a quedarse así, en una situación de indecisión y de incerteza, y
querían abandonar. El Hermano Bartolomé, que había tenido siempre cuidado del
Noviciado durante la ausencia del señor de La Salle, disipaba sus dudas y los sostenía
contra su inconstancia. Él retenía sus ánimos con su gran mansedumbre y con el
crédito que su virtud le había adquirido entre los Hermanos.
Sin embargo, hubo dos o tres que despreciaron los caritativos avisos que se vio
obligado a darles. Se rebelaron contra la autoridad, se negaron a aprovechar sus
saludables consejos y causaron escándalo en la casa por su rebelión.
Se vieron forzados a separar del cuerpo aquellos miembros podridos. Los
Hermanos más acreditados se reunieron y concluyeron expulsar a estos hijos
desnaturalizados, por miedo a que su mal ejemplo arrastrara a la pérdida de los
demás.

El Hermano Bartolomé solicita superiores externos a los obispos


Sin embargo, el Hermano Bartolomé, que desconfiaba de su poca experiencia y
que temía cargarse con el peso de la superioridad, que parecía que los Hermanos le
otorgaban por la gran confianza que tenían en él, tomó la decisión de comprometer a
los obispos en cuyas diócesis había
<141>

718
en Grenoble, se le informó...
719
Pero se disiparon pronto y no tuvieron otra...
720
sin poder saber nada sobre ello...
721
el gobierno de su Instituto.
404 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Hermanos del Instituto a proveer a su dirección, y les rogó, para este efecto, que les
diesen un superior eclesiástico a quien poder consultar sus asuntos espirituales y
temporales. Este paso parecía atrevido y temerario. Se persuadió de que ello podía
tener consecuencias funestas para el gobierno del Instituto.
La mayoría de los Hermanos lo desaprobaron y manifestaron su descontento.
Decían que era atentar contra las Reglas; que los superiores externos a los cuales se
les sometía, se atraerían insensiblemente los sujetos de cada casa particular; que se
atribuirían el derecho de introducir las prácticas que quisieran y que por ahí las
comunidades se separarían722 de la uniformidad que hasta entonces había mantenido
la observancia de las Reglas; que cada una formaría un cuerpo aparte y que, en fin,
cada una querría vivir en la independencia de las demás.

Se critica el proceder del Hermano Bartolomé


Los amigos del señor de La Salle le escribieron sobre este asunto con tono amargo.
Al mismo tiempo le hicieron reproches muy vivos por su inacción y su silencio en una
situación tan delicada. La mayoría de las cartas que se le escribieron a este
propósito723 no llegaron a él. Recibió algunas por casualidad, cuando ya no había
nada que temer; pues en el tiempo mismo en que se le enviaron, supo que las cosas
iban bien y que aquello que había hecho el Hermano Bartolomé tenía un éxito tal, que
nadie se hubiera atrevido esperarlo. Los superiores externos a quienes los obispos
habían encargado el cuidado de velar724 sobre el gobierno de los Hermanos, viendo
que el señor de La Salle no regresaba y que parecía que había abandonado sus
establecimientos, se dedicaron a mantener las Reglas del Instituto. Inspiraron725 a los
Hermanos extrema exactitud en observarlas, a mantener entre ellos santa unión, y a
tener plena deferencia a los consejos del Hermano Bartolomé.
Los más celosos de los Hermanos, a quienes no había gustado el cambio, se
reaseguraron a vista del bien que producía, y reconocieron que se habían equivocado
al alarmarse tan precipitadamente726.
<142>
El señor de La Salle lo aprobó también y confesó727 más tarde que su Instituto tenía
que agradecer mucho al prudente gobierno de estos superiores eclesiásticos728.

722
que por ese medio, las comunidades se desacostumbrarían de...
723
que se le escribieron sobre este asunto...
724
que los obispos habían encargado de velar...
725
Les inspiraron una...
726
alarmarse precipitadamente.
727
El señor de La Salle lo aprobó también y confesó...
728
de estos superiores seculares.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 405

Los Hermanos de París escriben al señor de La Salle


para mandarle regresar
A quienes se interesaban por la reputación del señor de La Salle729 les parecía que
todo lo que sucedía en París con relación a él, hubiera debido inducirle a tomar la
decisión de regresar, para calmar los ánimos. Pero las razones que le retenían en su
querida soledad de Grenoble eran más fuertes en su mente que todas las que le
exponían para hacerle salir. No respondía ya a las cartas que los Hermanos le
escribían sobre este asunto, a fin de acostumbrarles a que le olvidaran totalmente.
Pero todas estas precauciones eran730 inútiles. No acababan de importunarle, y como
todos los medios que se habían empleado para doblegarle no habían logrado su fin,
recurrieron a una vía extraordinaria y que no tiene ejemplo.
Los principales Hermanos de París, de San Dionisio, en Francia, y de Versalles,
acordaron entre ellos escribirle una carta en nombre de todos los Hermanos del
Instituto, firmada por ellos, en la cual, después de insistirle con las razones más
emotivas y tiernas, le mandan, en virtud de la obediencia de la que hizo voto, igual
que ellos, que regrese a París sin más tardanza.
Esta carta, escrita con un estilo sencillo y natural, indica tan vivamente la estima y
la veneración que tenían hacia su santo fundador, y el temor que tenían de perderle de
vista, que basta transcribirla tal como se lee en el original para rechazar todo lo que
sus enemigos han achacado a la dureza de su gobierno, y la testarudez que le han
reprochado como fuente de todas sus penas.
<143>
«Señor y padre nuestro: Nosotros, principales Hermanos de las Escuelas
Cristianas, preocupados por la mayor gloria de Dios y el mayor bien de la Iglesia y de
nuestra Sociedad, reconocemos que es de capital importancia el que vuelva a tomar
las riendas y el cuidado de esta obra de Dios, que lo es también suya, puesto que ha
sido del agrado del Señor el servirse de usted para fundarla y guiarla desde hace tanto
tiempo. Todos estamos convencidos de que Dios le ha dado y le da las gracias y los
talentos necesarios para gobernar esta nueva Compañía, que es tan útil a la Iglesia; y
es de justicia testificar ahora que usted la ha guiado siempre con mucho éxito y
edificación. Por todo ello, señor, le rogamos muy humildemente, y le ordenamos en
nombre y de parte del Cuerpo de la Sociedad, al que usted ha prometido obediencia,
que vuelva a asumir de inmediato el gobierno general de nuestra Sociedad. En fe de lo
cual firmamos, en París, a 1 de abril de 1714, y nos repetimos muy respetuosamente,
señor y padre nuestro, sus humildes y obedientes inferiores, etc.».

729
que se interesaban por su reputación, que todo lo que...
730
Pero todas estas precauciones fueron inútiles...
406 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Le quieren retener en Grenoble,


pero se rinde a la voluntad de los Hermanos
El señor de La Salle quedó muy sorprendido cuando731 le llevaron esta carta. En
ese momento le vinieron diversos pensamientos. Dudó si debería rendirse a órdenes
emanadas de una jurisdicción tan extraordinaria. Pero después de algunas
reflexiones, creyó que debía somterse sin examinar demasiado de qué parte le venía
el golpe. Juzgó que le convenía732 dar a los Hermanos, con esta señal de deferencia,
un ejemplo bien claro de sumisión y de dependencia. Los amigos que tenía en
Grenoble, conocedores de la resolución que había tomado de regresar a París a
petición de los Hermanos, se esforzaron por apartarle de ella. Pero les respondió que
había profesado obediencia y que era preciso someterse a ella. Se le indicó que no
tenía que recibir órdenes de los Hermanos de las escuelas, que eran sus inferiores. Él
se mantuvo en su decisión y dijo que después de haber enseñado la obediencia
durante tanto tiempo, era justo que ahora la practicase. Se quedaron tan edificados
con estas disposiciones que temieron oponerse a ellas en lo sucesivo.
Fue a despedirse
<144>
de todos cuantos le habían honrado con su estima durante la estancia que había
hecho733 en Grenoble. La víspera de su salida se preparó para el viaje con largas y
fervorosas oraciones; exhortó734 a los Hermanos de la casa que dejaba que
mantuvieran la paz y la unión, y que vivieran en la exacta observancia de las Reglas
del Instituto. Abrazó a todos y partió en seguida. Es fácil comprender hasta qué punto
quedaron afligidos por esta separación. Para ellos era tanto más sensible cuanto que
perdían la esperanza de volverle a ver en lo sucesivo.

El señor de La Salle vuelve a París


El señor de La Salle tomó el camino de Lyon, donde se detuvo varios días. Su
primer cuidado, desde que llegó a esta ciudad, fue a hacer sus devociones ante la
tumba de San Francisco de Sales. Se quedó algún tiempo en oración para animarse
más y más a la piedad y al fervor. Desde Lyon se dirigió a Dijon, donde los Hermanos
volvieron a verle con una alegría mezclada de tristeza, por los pocos días que les
concedía735 para consolarlos por su larga ausencia. En fin, llegó a París, a donde sólo
la obediencia le había hecho volver.

731
muy sorprendido cuando se le... (cuando: aquí, quand; en el texto: lorsqu’on)
732
Juzgó que convenía...
733
durante la estancia que hizo en Grenoble...
734
largas y fervorosas oraciones, exhortó a los Hermanos...
735
por el poco tiempo que les concedía...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 407

Pide ser descargado de la superioridad


Apareció ante los Hermanos con la sumisión de un inferior, rechazando todas las
señales de distinción y las deferencias de la superioridad que deseaban mostrarle. Al
llegar, les dijo al saludarles: «Heme aquí, que he llegado, ¿qué deseáis de mí?»736.
Los Hermanos, sorprendidos por una humildad tan profunda, le respondieron que le
suplicaban que retomara el gobierno general del Instituto737. El señor de La Salle se
defendió de ello y dijo que, puesto que se habían mantenido con tanto éxito durante su
ausencia, había motivo738 para creer que Dios les daba su protección y que era
necesario continuar como se había comenzado; que él había regresado por su
mandato, pero siempre con el pensamiento de vivir en el estado escondido en el que la
Providencia le había conducido
<145>
por caminos secretos, y que era necesario proceder a la elección de un Superior
general que pudiera reparar, con su buen gobierno, los errores que él había cometido.
Los Hermanos le manifestaron que no escogerían nunca a otro distinto de él mientras
viviese. Esta determinación le entristeció. Se retiró a su cuarto, donde rogó a Dios,
con amargura de su corazón, que le librara de un peso que se le convertía en carga.
Sólo fue escuchado dos años más tarde, como veremos en la continuación. Pero en
este intervalo sólo conservó el títuo de superior, descargándose de los pormenores de
los asuntos en el Hermano Bartolomé, quien, sin embargo, no hacía nada sin
consultarle.

Historia extraordinaria del caballero d’Armestat


Un año antes del regreso del señor de La Salle a París, el caballero d’Armestat se
había retirado739 al Noviciado de los Hermanos. He aquí cómo sucedió el hecho. Era
un joven distinguido, nacido en Alemania de familia ilustre. Había seguido el camino
de las armas, y había participado740 en varias campañas en los ejércitos del
Emperador, bajo el mando del Príncipe Eugenio. Después de la derrota de Denain, se
disgustó del servicio [militar], pasó a Francia y se retiró a Lyon. Durante la estancia
que hizo en esta ciudad741 oyó hablar de una posesa que constituía la conversación de
toda la ciudad.
La curiosidad le llevó a la iglesia en la que se celebraba el exorcimso. En cuanto la
posesa lo vio742, le dijo rugiendo de rabia: «Tú no crees que haya demonios, pero un

736
que se le querían dar. «Heme aquí llegado (les dijo). ¿Qué deseáis de mí?». Los Hermanos...
737
el gobierno general de su Instituto,
738
había motivo para creer...
739
el caballero D’Armestat se había retirado...
740
Había seguido el camino de las armas y había hecho varias campañas...
741
Durante la estancia que hizo allí, oyó...
742
Desde que la posesa le hubo visto...
408 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

día tú experimentarás su furor». El caballero, golpeado por la extrañeza de lo que


acababa de oír, se marchó confuso, y resolvió, en aquel momento, hacerse instruir en
la principios de la religión católica, y abjurar del luteranismo, que era la fe que
profesaba. Fue743 a arrojarse a los pies del arzobispo de Lyon, quien le recibió con
gozo, le indicó doctores esclarecidos para quitarle sus dudas y le pidió que hiciera la
abjuración744 de sus errores.

Se le dirige a la comunidad del señor de La Salle


Después de este primer paso, se retiró745 a París, provisto de cartas de
recomendación para personas de piedad, a quienes se exhortaba
<146>
a que ayudaran a este nuevo convertido con sus consejos y con su prestigio. Pidió un
confesor esclarecido en cuyas manos pudiera descargar su conciencia y hacer
confesión general de toda su vida. Le encaminaron a un sacerdote del seminario de
San Sulpicio, y por sus consejos entró en la comunidad del señor de La Salle. Fue
recibido en ella el 8 de octubre del año 1714, y al día siguiente, fiesta de san
Dionisio746, comenzó a seguir los ejercicios de la casa.
Desde este momento, experimentó dolores muy agudos en todas las partes de su
cuerpo. En el ejército había recibido varias heridas que había hecho curar747 con lo
que se llama vulgarmente «el secreto». Se [le] abrieron todas. Sufrió un día entero, sin
manifestar nada, contentándose con lanzar suspiros mezclados de lágrimas. Los
Hermanos que furon testigos de ello, se imaginaban que esta tristeza era efecto de la
compunción y del arrepentimiento que le causaban la vista y el recuerdo de los
desórdenes de su vida pasada. Sólo se supo la verdadera causa de su mal veinticuatro
horas más tarde. Pues le encontraron en su habitación inmóvil, sin conocimiento y
nadando en la sangre que manaba en abundancia748 de todas sus llagas. Se le
procuraron con diligencia todos los alivios necesarios, pero como los remedios no
podían parar749 la sangre, y se debilitaba considerablemente750, se le administró la
extrema unción. En cuanto751 la recibió, le volvió la consciencia, sus llagas752 se
cerraron y al día siguiente se halló totalmente curado.

743
Fue a arrojarse...
744
y le mandó hacer la abjuración...
745
Fue a París...
746
al día siguiente del día de San Dionisio...
747
que se había hecho curar por...
748
nadando en su sangre que manaba en abundancia...
749
taponar la sangre, y...
750
que se debilitaba, se le dio...
751
En el momento en que la recibió...
752
las llagas...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 409

Continuó siguiendo753 los ejercicios con tanto fervor como si la víspera no hubiera
sufrido nada. Pero unos días después volvió a caer en un estado más peligroso que el
primero. Perdió de nuevo el conocimiento, arrojó una cantidad extraordinaria de
sangre por la boca, y sus ojos giraban como los de un poseso. De vez en cuando los
fijaba754 en un sitio de la habitación y movía los labios como si hablase con alguien.
Así pasó toda la noche755, con agitaciones sorprendentes, sin que fuera posible lograr
que tomase algún alimento. En seguida cayó en un agotamiento que duró cuatro
horas756, durante las cuales creyó
<147>
que veía numerosos demonios que le atormentaban y que le amenazaban con hacerle
perecer si no abandonaba el género de vida que había abrazado. Después de lo cual,
sus agitaciones comenzaron de nuevo757. En esta situación extrema se recurrió a la
protección de la Santísima Virgen, por cuya intercesión se vio totalmente libre de esta
tentación; y cuando volvió en sí, pidió con mucha insistencia el hábito del Instituto.
Apenas lo hubo recibido cuando los tormentos recomenzaron. Su lengua se le
espesó de manera que perdió el uso de la palabra. En esta situación le llevaron el santo
viático. Poco después se reunió la Comunidad para recitar las preces758 de los
agonizantes. Comprobaron que sus dolores disminuían a medida que se recitaban las
oraciones, de manera que volvió plenamente en sí759 cuando se acabaron. Sin
embargo, el demonio no dejó de atormentarle con nuevos embates. Le hizo sufrir
tantos males que creyeron que sucumbiría.

El señor de La Salle le aplica los exorcismos


El señor de La Salle regresó de Grenoble durante estos sucesos. Fue testigo de las
últimas pruebas que tuvo que soportar el enfermo. Examinó atentamente todos los
síntomas del acceso, y no tuvo duda760 de que se trataba de una verdadera posesión.
Recurrió a las oraciones que la Iglesia prescribe para la liberación de los
energúmenos. Se encerró en la habitación del enfermo, recitó sobre él las oraciones y
ceremonias que se usan en casos parecidos, y por este medio le libró de la posesión
del demonio, que no le había dado ningún descanso desde que había entrado en la
comunidad de los Hermanos. Vivió luego761varios años en paz en la vocación que
había abrazado. No se da este hecho como un milagro que Dios hubiera obrado por

753
Continuó siguiendo...
754
Por la boca, giraba los ojos como un poseso, los fijaba...
755
Pasó así la noche...
756
que duró durante cuatro horas...
757
sus agitaciones comenzaron de nuevo... (En el texto: comenzaban de nuevo...).
758
para recitarle las preces...
759
de manera que volvió en sí cuando se acabaron...
760
y no dudó en absoluto que...
761
Vivió varios años...
410

los méritos del señor de La Salle, pero hay762 algo singular para merecer que se preste
atención y para que se adviertan los caminos secretos de la Providencia que se sirvió
de este medio para purificar un alma que Dios quería763 atraer a Él de forma
inviolable.

El señor de La Salle traslada por última vez su Noviciado


de París a San Yon, de Ruán
Luis XIV falleció764 este mismo año de 1715. Esta muerte causó un
<148>
perjuicio notable al establecimiento de los Hermanos de las Escuelas765 en París y en
Versalles. Este príncipe los honraba con su protección, y por la piadosa habilidad del
señor Godet des Marais, obispo de Chartres, el señor de La Salle había obtenido
importantes ayudas para diversos establecimientos. En esta ayuda segura, encontraba
medios para preservar a sus hijos de la extrema indigencia a que se vieron reducidos
en París a finales766 de este año. Desprovisto de todo, se vio de nuevo obligado a
llevar su Noviciado a Ruán, porque sabía que encontraría limosnas que para él, en la
corte, estaban ya agotadas. Así pues, en el mes de octubre hizo partir a los novicios,
bajo la guía del Hermano Bartolomé, a quien encargó trasladarlos a la casa de San
Yon, donde ha quedado desde entonces el Noviciado. El señor de La Salle
permaneció algún tiempo en París para terminar sus negocios y en seguida se retiró a
Ruán, con el propósito de descargarse por completo767 para no ocuparse más que de sí
mismo y del pensamiento de la muerte. Dejaba de lado todo lo que podía apartarle de
sus ejercicios de piedad y compartir su atención. Para los pormenores de los asuntos
domésticos y generales se apoyaba en el Hermano Director de la casa. Se contentaba
con ver a los novicios de vez en cuando y llevarlos a la virtud con frecuentes
exhortaciones. Sin embargo, a pesar de todas sus precauciones para procurarse
reposo768, se vio forzado a continuar tomando769 sobre él todo el cuidado del Instituto.
Los Hermanos, que tenían siempre hacia él los mismos sentimientos de respeto y
confianza, no podían aceptar pasarse sin sus consejos, y se recurría a él desde todas
las provincias. Se veía obligado a responder a todas las cartas que se le enviaban y a
atender a todo como antes.

762
pero hay alguna cosa...
763
los caminos secretos de los que se sirvió la Providencia para purificar a un alma que Él quería...
764
Este mismo año Francia fue afligida con la pérdida de Luis XIV.
765
de los Hermanos en París y en Versalles.
766
a que se vieron reducidos al final de este año.
767
de descargarse por completo de la superioridad para no ocuparse más...
768
para procurarse el reposo...
769
se vio forzado a tomar sobre él...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 411

Piensa en dimitir del cargo de superior


Entre tantas ocupaciones diferentes, se sintió siempre movido por el deseo de
dimitirse de la superioridad. Hemos visto ya los intentos que hizo para ello en
diversas asambleas, sin que pudiera obtenerlo; pero tenía razones más aceptables, que
le prometían un resultado más favorable. Se veía ya de edad avanzada. Temía que
después de su muerte se encontrasen grandes dificultades para lograr elegir a un
Hermano del
<149>
Instituto como Superior general. Preveía todos los inconvenientes que podían770
seguirse y llevar la relajación entre sus hijos. La poca solidez que tendrían sus
establecimientos que había tenido tanta dificultad en sostener si no los apoyaba con
un gobierno fijo e irrevocable. Estas reflexiones, unidas al pensamiento de la muerte
que siempre tenía presente en la mente, le llevaron, por fin, a hacer un último intento
para obtener el consentimiento de los Hermanos.

Hace la propuesta a los Hermanos del Instituto


Reunió, en primer lugar, a los de la comunidad de Ruán y de San Yon para conocer
su parecer.
Les expuso su propósito y las inquietudes que le preocupaban para el futuro. Los
Hermanos le expusieron los obstáculos que no dejaría de encontrar para la realización
de su designio. Le manifestaron la pena que tendrían, personalmente, al verse
privados, de repente, de sus sabios consejos771; la repugnancia que sentirían al
dirigirse a un nuevo superior, con quien no tendrían, tal vez, la misma confianza; que
esto podría causar un malentendido que no habría que temer mientras él tuviera a bien
continuar menteniendo la regularidad de la observancia como había hecho hasta
entonces. El señor de La Salle les prometió no abandonarlos y escucharlos772 siempre
con caridad, como antes. Pero que era conveniente hacer la experiencia mientras él
viviera, para que si encontraban algunos inconvenientes, hubiera la posibilidad de
remediarlo cuanto antes, y que era importante, para bien del Cuerpo, que se hiciera
una elección sin demora.
Se convino que había que adoptar las medidas necesarias para asegurar el
consentimiento de los Hermanos de todas las casas del Instituto, para realizar la
elección canónica. El Hermano Bartolomé fue elegido por la asamblea para este
encargo773, como la persona más adecuada para hacerlo con éxito.

770
los inconvenientes que podrían seguirse...
771
de verse, de repente, privados de sus consejos...
772
no abandonarlos en absoluto, y que los escucharía siempre...
773
para la diputación...
412 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Primero se excusó. Dijo todo lo que su piedad y su amor al retiro pudieron


inspirarle774 pero no se hizo ningún caso a sus consideraciones. Le obligaron a partir
para cumplir el encargo. Tomó
<150>
las instrucciones necesarias del señor de La Salle y se puso en camino en el mes de
octubre del año 1716775.

El Hermano Bartolomé recorre las casas del Instituto para este asunto
Comenzó su visita por la casa de Chartres. Expuso a los Hermanos el tema
principal776 de su viaje. Todos suscribieron el acta que les propuso como modelo.
Desde allí fue a Moulins, donde hizo una estancia breve, y se apresuró para777 pasar
los Alpes antes del invierno. Fue recibido en todas las casas del Instituto con grandes
muestras de gozo y de respeto por su virtud.
Después de haber recorrido todas las provincias de esta zona, volvió a Ruán, donde
dio cuenta al señor de La Salle y a los Hermanos del éxito de su viaje. Después de
algunos días de descanso, retomó el camino de París para continuar sus visitas en las
casas de Francia, Picardía y Champaña. En ellas encontró la misma docilidad que en
todas las que había recorrido, de manera que en tres meses recogió los votos de todos
los Hermanos extendidos en el reino, y volvió a San Yon hacia el comienzo del año
siguiente, 1717778.
No se puede expresar la alegría que el regreso del Hermano Bartolomé causó al
señor de La Salle, sobre todo cuando le aseguró que había encontrado a todos los
Hermanos dispuestos a concederle y a aceptar su dimisión. Tributó a Dios humildes
acciones de gracias y no cesó779 de suspirar por el momento favorable en que iba a ser
descargado de un fardo que era una carga desde hacía varios años. Pero no pudo ver
cumplidos sus deseos tan pronto como lo deseaba. Hubo que esperar una estación
conveniente780 para reunir a los delegados de las casas que debían participar en la
elección.

774
y su amor al retiro le pudieron inspirar...
775
y se puso en camino en el mes de octubre de 1716.
776
el principal objeto de su viaje.
777
y se apresuró de partir para...
778
hacia el comienzo del año siguiente.
779
y no cesó de suspirar... (en el texto: él no cesó...).
780
una estación favorable para...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 413

Los Hermanos se reúnen y eligen Superior General


al Hermano Bartolomé
Hacia las fiestas de Pentecostés, que era el día que se había designado para la
asamblea general, el señor de La Salle envió781 orden a todos los Hermanos
Directores de las casas del Instituto que fueran a San Yon para hacer allí el retiro que
debía preceder a la ceremonia. Cuando hubieron llegado todos, el señor de La Salle
hizo la apertura con un discurso de los más emotivos. No les ocultó las razones782 que
le habían determinado a convocar a todos783. Insistió fuertemente en la importancia
que tenía para el bien general del Instituto concurrir con sus votos a darle un sucesor
capaz de mantener el bien784 que estaba establecido en él, y les dijo785 todo lo que le
pareció786 más adecuado para alejarles787 del espíritu de partido. Durante los dos
primeros días del retiro,
<151>
reguló el modo como habría que proceder a la elección, y cuando todo estuvo
dispuesto se pasó a las votaciones. La mayoría788 recayó en el Hermano Bartolomé,
que se vio elegido con la mayoría de votos. En seguida se llevó la noticia al señor de
La Salle, que no había querido asistir a la asamblea temiendo que su presencia
impresionara a algunos y les quitase la libertad del voto. La elección que se acababa
de hacer no le sorprendió. En el momento en que se lo anunciaron respondió: «Hacía
ya tiempo que estaba elegido789».

Resistencia del Hermano Bartolomé; se le concede un consejo


Habiéndose extendido la noticia de esta elección, todos la aplaudieron. Sólo el
Hermano Bartolomé fue quien hizo todo lo posible, con sus ruegos y sus lágrimas,
para dispensarse de aceptar el honor que los Hermanos acababan de hacerle. Pero sus
instancias fueron inútiles y no se quiso oír sus razones. Fue preciso someterse.
Con todo, atendiendo a sus consideraciones, se le concedieron dos Hermanos para
ayudarle con sus consejos. Luego, los Hermanos reunidos continuaron el retiro, al
final del cual renovaron sus votos, ante él, el día de la Santísima Trinidad790 siguiente.

781
para la asamblea general, envió orden...
782
de los más emotivos. No dejó de hablarles de las razones que le habían determinado...
783
que le habían determinado a convocarles. Apoyó...
784
capaz de mantener el buen orden que...
785
y les dijo... (en el texto: y él les dijo).
786
todo lo que le parecía lo más adecuado...
787
a apartarles del espíritu de partido.
788
Recayeron todos unánimemente en el Hermano...
789
«Hace mucho tiempo que ejerce las funciones».
790
el día de la Trinidad siguiente.
414 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Después de esto, se reunieron para hacer algunas observaciones sobre los


reglamentos y quitar de ellos, o añadir791, lo que fuera necesario para el bien del
cuerpo. Cuando todo hubo terminado en la asamblea, para los cambios que se tenían
que hacer, se determinó encomendarlo a la prudencia del señor de La Salle y aceptar
lo que él considerase a propósito. Se le dio cuenta de todo lo que se había dispuesto
para que él pusiera la última mano. Él prometió trabajar en ello. Efectivamente, se
dedicó con mucha atención a ello, y redactó792 las Reglas en la forma que aún hoy se
observan. Después de lo cual, se resolvió que se enviarían a todas las casas para que
fueran observadas de forma uniforme por todos los Hermanos del Instituto.

Disposiciones del señor de La Salle después de su dimisión


Cuando el señor de La Salle hubo conseguido su dimisión, se consideró como un
hombre distinto. No pensó sino en cumplir con fidelidad todos los deberes de un
inferior. No se reservó ninguna señal de distinción, y no quiso
<152>
otro privilegio de la libertad que disfrutaba, que la dependencia y la sumisión a su
sucesor. Se entregaba con escrupulosa exactitud a observar las mínimas observancias
de la Regla. Rechazaba prestarse a las muestras de confianza que todavía tenían en
él793. A pesar de las solicitudes del Hermano Bartolomé para que continuase
teniendo 794 cuidado de quienes no podían desprenderse de ello, no lo quiso soportar
nunca, sino después que habían obtenido el permiso del superior. Rechazaba, incluso,
leer las cartas que los Hermanos le escribían desde las provincias, antes de que
hubiesen sido llevadas al Hermano Superior. En las respuestas que daba nunca dejaba
de indicar que no debían dirigirse más a él, que estaba descargado del gobierno del
Instituto, que no le convenía mezclarse en ello, que era justo que dedicase795 el poco
tiempo que le quedaba de vida a prepararse796 a bien morir, por las lágrimas y la
penitencia. El Hermano Bartolomé soportaba con impaciencia las demostraciones de
respeto, de sumisión y de dependencia que el señor de La Salle le tributaba en todas
las ocasiones. Era una pena sensible para él ver a sus pies a aquel a quien consideraba
su padre espiritual, su superior y su maestro. Le rogó varias veces que le ahorrase la
confusión de darle permisos de los que no tenía necesidad. Nada era capaz de hacerle
renunciar al mérito de la obediencia. En fin, el Hermano Bartolomé797, al ver hasta
qué punto llevaba su delicadeza de conciencia, creyó poner remedio a ello
concediéndole un permiso general para hacer y obrar798 según lo considerase a

791
y en ellos quitar o añadir lo que fuera...
792
redactó las Reglas en la forma...
793
que se tenía todavía para él.
794
que continuase teniendo cuidado...
795
que era justo que conservase...
796
a prepararse a bien morir...
797
en fin, el Hermano Bartolomé... (en el texto, sin el artículo «el»).
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 415

propósito. El señor de La Salle no quiso usarlo, y pedía siempre nuevos permisos para
las mínimas cosas que tuviera que hacer. Así vivió hasta la muerte, sin apartarse
jamás de esta práctica, considerándose dichoso de poder practicar la obediencia que
había recomendado tan cuidadosamente en su Regla. Con este mismo principio799, no
pudo negar al Hermano Bartolomé la ayuda de sus luces para el gobierno del
Instituto. [El Hermano Bartolomé] no hacía nada sin consultarle y seguía sus
consejos con toda la exactitud de un hijo. El señor de La Salle le hablaba siempre con
el respeto y la deferencia de un inferior;
<153>
pero cuanto más buscaba humillarse y encerrarse800 en los límites de la modestia,
tanto más se ganaba801 la veneración y el cariño. Este santo entendimiento entre estas
dos cabezas producía y cultivaba una perfecta unión entre los miembros del cuerpo,
que se sostuvo en un estado floreciente durante los dos años que fue gobernado por el
Hermano Bartolomé, que murió lleno de virtudes y méritos y que supuso la estima y
el pesar de aquellos que le conocían.

Sentimientos diversos sobre la dimisión del señor de La Salle


Con todo, cuando se difundió por París y otros lugares el rumor de la dimisión del
señor de La Salle, cada cual opinó a su manera. Quienes estaban bien informados de
los motivos de este cambio no podían negar a este paso las justas alabanzas que
merecía. Otros lo consideraban como inconstancia o pereza802. Los que penetraban en
el futuro, decían que iba a causar la ruina de su Instituto, que apenas estaba formado;
que nunca se soportaría que un simple Hermano sin carácter [sacerdotal] estuviera
encargado del gobierno de un cuerpo entero; que iba a recaer, por esta inútil
precaución, en el escollo que había tratado de evitar803 y que no dejarían de sustituirlo
por un superior externo que gozaría del apoyo de los obispos para hacer que su
autoridad fuese reconocida y extendida. En fin, sus enemigos publicaron que este
paso de relumbrón era una mala delicadeza para hacerse notar y para ganar relieve en
el mundo.
Pero todo cuanto pudo decirse sobre él no le causó impresión alguna. Dios, que
quería salvarle por el camino de las tribulaciones, había puesto en su corazón un
fondo inmenso de paciencia que le permitía soportar, con disposición siempre
unánime, las dificultades con que estaba salpicada su vida. Él siguió humillándose

798
según que él lo hallase a...
799
Fue por este mismo espíritu que no...
800
cuanto más buscaba humillarse y encerrarse en...
801
más se ganaba la veneración y el cariño...
802
de inconstancia o de pereza.
803
en el escollo que iba a intentar evitar...
416 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

como el último de los Hermanos. Escogía siempre804 el último lugar en los ejercicios
y se sometía a las humillaciones como el menor de los novicios.805
Regularmente asistía a las horas señaladas, prestaba servicio a la comunidad y
rechazaba, por humildad, a aquellos que se lo querían prestar. Hasta tal punto, que
cierto día un novicio acudió a barrer su habitación, y le dijo: «No necesito nada.
¿Quieren acaso hacerme
<154>
salir de la casa?». Nunca cambiaba, sin permiso806, la hora de celebrar la misa, se
encontraba en las recreaciones con los Hermanos, pero no807 hablaba en ellas en
absoluto sin haber pedido permiso al que presidía, y en cuanto pretendía mostrarle
alguna deferencia, se retiraba para evitarlo.

Pone dificultad para aceptar un legado que dejaron a su nombre


Mientras se ocupaba808 así de santificarse en los ejercicios del Noviciado, le
avisaron que una persona con que hacía mucho tiempo809 había mantenido una
piadosa relación, pero que en lo sucesivo había sufrido cierto enfriamiento810, al verse
a punto de morir, había considerado que le era deudor de una suma, y deseando
descargar su conciencia, le dejó en su testamento una renta [anual] de 260 libras, de
las cuales disfrutaría después de la muerte de una sirvienta que tenía a su servicio. La
sirvienta falleció siete meses después. Se lo comunicaron al señor de La Salle para
que fuera a París para reconocer la cesión y liberar de su obligación al ejecutor
testamentario.
Él no se resolvía a interrumpir su querida soledad por un asunto de esta naturaleza,
donde se trataba sólo de una cuestión de puro interés811 [temporal]. «¿Cómo es
posible que piensen —decía— en hacer testamentos a mi favor? ¿No saben que he
renunciado a todos los bienes del mundo y que no se me permite tener nada como
propio?». Pero el Hermano Bartolomé, después de explicarle que era conveniente que
aceptase la donación, y que haría buen uso de ella para utilidad del Instituto, obedeció
y fue a París el 4 de octubre de ese año, 1717 (n. m.: 1717).

804
como el último Hermano, escogía siempre...
805
como el menor Novicio.
806
de celebrar la misa, se encontraba...
807
con los Hermanos, no hablaba en ellas sin haber...
808
Mientras trabajaba así...
809
con la cual había tenido una relación de piedad...
810
algún enfriamiento en lo sucesivo...
811
en el que sólo se trataba de un interés temporal.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 417

Se determina a aceptar el legado por obediencia; va a París y se aloja en


San Nicolás du Chardonnet
No quiso ir a la casa de los Hermanos para evitar las muestras de respeto y de
sumisión que no habrían dejado de manifestarle. Sino que fue a alojarse al seminario
de San Nicolás du Chardonnet. El asunto, que él había creído terminar en pocos días,
se dilató, de forma que se vio obligado a permanecer cinco meses en este seminario.
Allí seguía todos los ejercicios con una exactitud edificante. No es posible, a este
respecto, dispensarse de reproducir el testimonio que rindió a su virtud uno de los
directores del seminario812, que había sido testigo del modo como vivía durante la
estancia813 que allí hizo. Como la carta que escribe sobre este tema al Hermano
Bartolomé contiene diversas particularidades que son otras tantas pruebas
justificativas de lo
<155>
que hemos dicho hasta ahora, se ha creído que no sería inútil hacer un extracto algo
extenso, para satisfacción de quienes gustan de este tipo de documentos. He aquí
cómo se explica.

Carta del Superior del seminario sobre el proceder del señor de La Salle
«Hemos tenido el honor y la suerte de tener a este santo sacerdote en nuestro
seminario desde el 4 de octubre del año 1717814 hasta el 7 de marzo del año siguiente.
El tiempo ha sido corto, pero no ha sido necesario más para reconocer en él dones
particulares que Dios le había dado e incluso otras gracias que él se aplicaba a ocultar
a los hombres. Hemos notado en él, sobre todo, un celo y un fervor extraordinarios
por su propia perfección, una humildad profunda y gran amor a la mortificación y a la
pobreza815. Este celo por su propia perfección se mostraba primeramente816 en que,
no contento con hallarse todos los días, sin faltar ni uno solo, en todos los ejercicios
de piedad y de oración de la mañana, en las conferencias espirituales y en los oficios
divinos, etcétera, dedicaba regularmente cada día, según me confesó, dos horas y
media a la meditación. En segundo lugar, también lo mostró en que quiso vivir en
completa sujeción a los reglamentos del seminario; pues todos los días era de los
primeros en ir a todos los ejercicios, y para él no817 había ningún artículo que no fuese
importante.
No hubiera querido, no digo sólo salir a la ciudad, sino ni siquiera hablar con algún
extraño, sin pedir permiso. En vano le dije varias veces que en nuestra casa disponía

812
uno de los directores de este seminario...
813
como vivía durante la estancia...
814
el 4 de octubre de 1717...
815
por la mortificación y por la pobreza.
816
se ha mostrado primero en que, no contento...
817
a todos los ejercicios y no hubo para él ningún artículo...
418 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

de todos los permisos y que los puntos del reglamento no estaban hechos para él; pero
resultó totalmente imposible hacerle usar tal dispensa. Su humildad nos ha parecido
también admirable, y era universal. No hacía nada sin consejo. El parecer de los otros
siempre le parecía mejor que el suyo. En la conversación siempre escuchaba de buena
gana, con preferencia a hablar él. No se le oyó nunca nada en su beneficio. Estaba
lleno de horror y de desprecio por lo mundano que adoptan algunos eclesiásticos en
su exterior y en sus hábitos. Nada más sencillos que los suyos, que eran de la tela más
ordinaria; todo lo demás de su exterior respondía a ello, y es por lo que he dicho que
amaba la pobreza. Esta virtud ha brillado aún más en la generosidad que tuvo de
renunciar a todo y despojarse de todo, para emprender y sostener la fundación de su
comunidad y en las precauciones que tomó para inspirarla y perpetuarla en los
Hermanos que la forman, un espíritu de sencillez, y la renuncia
<156>
a todo lo que no es absolutamente necesario a la vida y a su mantenimiento. Su
mortificación, en fin, nos confundía y nos edificaba. Cuando entró en el seminario, no
quiso, de ningún modo, aceptar una habitación con calor, y en lugar de calentarse con
los otros, al menos durante los recreos, prefería conversar, en las salas o en el jardín,
con algunos seminaristas, para tener ocasión de inculcarles alguna santa máxima, y el
desapego de las cosas de la tierra. Y como su modestia, su aire recogido y la unción de
sus conversaciones no dejaban duda de que él practicaba mucho más818 de lo que
decía, no se sabría ponderar el fruto que produjo en el seminario, etc.». He ahí un
retrato breve, pero fiel, de las virtudes que el señor de La Salle practicaba, y del buen
olor que difundían donde quiera que la Providencia lo condujera. Vivía en este
seminario en tan estricto retiro, que las personas que le conocían difícilmente
encontraban un momento para hablarle. Ni siquiera a los Hermanos del Instituto les
permitía ir a verle. Sólo el Hermano Superior tenía este privilegio, pero usó de él rara
vez.

Rechaza aceptar el legado hasta que se suprimiera


el calificativo de superior
Como el único objeto de su viaje a París era terminar el negocio del que hemos
hablado, fue819 a encontrar al notario que estaba encargado de la suma que debía
recibir. Este notario820 le leyó el artículo del testamento en el que se le calificaba de
Superior de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. El señor de La Salle le dijo que
ya no lo era, y que no aceptaría el legado en calidad de tal. El notario le dijo que el
asunto no tenía en absoluto821 importancia, pero que era necesario, para su

818
que practicase mucho más de lo que inspiraba
819
fue a encontrar al notario... (verbo aller; en el texto: être).
820
que debía recibir. Leyó el artículo...
821
que la cosa no tenía importancia...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 419

cumplimiento, que el recibo fuera realizado con los títulos que se le atribuían en el
testamento. El señor de La Salle siguió insistiendo y dijo que no admitiría nunca que
se le diese en un acta pública un título que ya no tenía. El notario no quiso desistir de
su pretensión, y el señor de La Salle se retiró sin haber concluido nada, prefiriendo
renunciar a su derecho a verse honrado con un título al que había renunciado tan
generosamente. Pasaron tres meses así, en retrasos, sin que fuera posible doblegar su
humildad. En fin, el notario, edificado con su resistencia, consintió822 en eliminar el
término823 de superior y el señor de La Salle aceptó la donación.
En cuanto lo hubo recibido, avisó al Hermano Bartolomé. A su llegada a París, le
entregó en mano el dinero del legado, y le pasó un acta por la cual se despojaba de
todo derecho que hubiera podido tener, en favor del Instituto.
<157>

El señor de La Salle se retira a San Yon de Ruán


La elección que el señor de La Salle había hecho del seminario de San Nicolás du
Chardonnet inclinaba a los Hermanos de la casa de París a temer que hubiera tomado
la decisión de retirarse completamente. Su temor no carecía de fundamento, ya que
había evitado alojarse en su casa. Este paso les suscitó continuas alarmas. Pidieron al
Hermano Bartolomé que escogiera el momento favorable para que le expusiera su
pena e intentar sondear su propósito. El señor de La Salle le dijo que los Hermanos no
debían ser tan sensibles como parecía por su ausencia; que los había gobernado en
tanto que no había podido encontrar el momento de retirarse; que sintiendo siempre la
misma inclinación por el retiro, no podía determinarse a abandonar una casa en la que
encontraba el descanso y la tranquilidad necesarias para pensar únicamente en su
salvación, y que había resuelto terminar allí sus días. El Hermano le hizo todas las
consideraciones posibles para comprometerle a volver a San Yon, donde su presencia
era necesaria para sostener el Noviciado.
Como el señor de La Salle se defendía de ello y respondía siempre que era ya el
momento de trabajar para él, hubo necesidad de recurrir a la mediación de aquellos
amigos suyos que más crédito tenían en su ánimo.
Los mismos superiores del seminario se unieron a los ruegos que se le hicieron, y le
explicaron con celo todos los inconvenientes que iban a derivarse de su retirada, y le
comprometieron con los motivos más apremiantes a que se rindiera a las peticiones
de los Hermanos del Instituto. En fin, importunado por todas partes, se rindió y
consintió a hacerlo por obediencia, lo cual repugnaba muchísimo a su humildad.
Partió con el Hermano Bartolomé después de haber concedido a su comunidad de
París el breve consuelo de haberle tenido de paso.

822
En fin, el notario consintió, edificado por su resistencia, a quitar...
823
la palabra Superior, y ...
420 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Los Hermanos de San Yon se llenaron de alegría cuando vieron a su querido Padre,
al que creían que habían perdido desde hacía seis meses. Su regreso les tranquilizó y
les hizo esperar que no los abandonaría.
Compra la casa de San Yon a los herederos de la señora de Louvois
Su regreso fue un suceso providencial bien señalado, pues apenas llegado a Ruán,
los herederos de la sucesión de la marquesa de Louvois pensaron vender la casa de
San Yon. Era una nueva dificultad para los Hermanos, que ya se veían casi en la
necesidad de tener que abandonar la casa y no sabían qué decisión tomar. No tenían
dinero suficiente para adquirirla y la ayuda
<158>
poco podía. Se dirigieron al señor de La Salle y le expusieron su contrariedad. Les
dijo con su habitual confianza que Dios no los abandonaría, que había que pensar en
comprar la casa. La propuesta les sorprendió al principio, pero después de algunas
reflexiones les pareció que no hablaba así sino porque contaba con algún recurso. El
no tenía ningún otro fondo inagotable que la Providencia. Puso en ella de tal manera
sus esperanzas que actuó y encontró el dinero necesario en los donativos824 de varias
personas.
Con semejante certeza se fue a hacer una propuesta al abate de Louvois, que era
ejecutor testamentario de la sucesión. Estaba dispuesto a beneficiar al señor de La
Salle, pues le conocía particularmente y tenía un elevado concepto de sus méritos. Le
prometió favorecer a los Hermanos por consideración a él, de darles preferencia y de
lograr que pusieran la tasación de la casa a un precio razonable, para facilitarles los
medios de adquirirla. El asunto se prolongó durante dos meses, y se terminó en
beneficio de los Hermanos, de manera que se vieron propietarios y dichosos
poseedores de la casa825.

Advierte a los Hermanos de su próxima muerte


El señor de La Salle, que había sido el principal intermediario de este asunto, que
se había realizado en consideración a él, no quiso aparecer para nada. Se negaba a
todo lo que podía facilitar todavía826 cualquier relación con el exterior.
Durante todo el resto del año trabajó por separar insensiblemente a los
Hermanos827 de la confianza que tenían en él. Les hablaba sin cesar de la cercanía de
la muerte y les decía que debían acostumbrarse a prescindir de él, porque estaba
convencido de que casi no le quedaba tiempo de vida.

824
en los donativos de varias personas.
825
pacíficos poseedores de la casa de San Yon.
826
a todo lo que podía darle todavía alguna relación...
827
trabajó por separar a los Hermanos...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 421

Se ve afectado de nuevo por el reuma


No pasó mucho tiempo para que experimentase los tristes efectos de su predicción.
Ya vimos que, desde hacía muchos años, había experimentado los dolores de un
reuma que le atenazaba todo el cuerpo. El último año de su vida sus dolores
recomenzaron sin que fuera posible conseguir que moderase sus austeridades
habituales. Apenas se notaba que tuviera dolores, por el cuidado que ponía en ocultar
su enfermedad a los Hermanos, que no tenían motivo para desconfiar, pues siempre
mantenía un rostro alegre y tranquilo. Sin embargo, al correr el tiempo, se notó que
sus fuerzas disminuían y que no tenía
<159>
la facilidad ordinaria para actuar828. Esta incomodidad, unida al asma que sufría
desde hacía tiempo, le sumió en profunda postración.
En fin, hacia el comienzo de la cuaresma, el asma aumentó y le oprimió de tal
manera que le cortaba la respiración. A pesar de esta incomodidad, no desistió de
querer ayunar durante la cuaresma, y con tal exactitud como si estuviera en perfecto
estado de salud. Los Hermanos le rogaron inútilmente que se tomase alguna
mitigación. Les respondió que la víctima estaba preparada para ser inmolada829 y que
había que trabajar para purificarla. Se creyó que el Hermano Bartolomé, ya de vuelta
de un viaje que tuvo que hacer a París, tendría más autoridad sobre su espíritu. Él unió
sus ruegos a los de los Hermanos, pero también inútilmente. El señor de La Salle le
dijo que conocía sus necesidades y que le rogaba que no le impusiera ninguna ley en
tales circunstancias830. Se acudió a su confesor, que actuó con su autoridad y le
prohibió que ayunase831 en la cuaresma. Se vio, pues, obligado832 a someterse y a
aceptar las mitigaciones que se le proponían833.

Se le anuncia la proximidad de la muerte; recibe la noticia con alegría


Su enfermedad empeoraba continuamente. Le sobrevino un violento dolor de
cabeza con otro dolor de costado que le postraron totalmente. No encontraba ya
reposo ni tranquilidad en ninguna postura. Se llamó al médico, quien, en cuanto le
vio, consideró que su enfermedad era mortal. El santo varón recibió esta noticia con
aire alegre y tranquilo, manifestando, con san Pablo, el ardiente deseo que tenía de
abandonar la tierra para ir a reunirse con Jesucristo, su divino Maestro. Sin embargo,
se intentó aplicar todos los remedios que se consideraban adecuados para mitigar sus

828
y que no tenía la misma facilidad de actuar que tenía de ordinario.
829
preparada para ser inmolada... (d’être immolée; en el texto: à être immolée).
830
que no le impusiera ley en esta ocasión...
831
continuar la cuaresma.
832
se vio obligado a someterse...
833
las mitigaciones que se le proponían.
422 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

fuertes dolores. Él los tomaba, a pesar de su extrema repugnancia y de los sinsabores


que le causaban agitaciones de corazón.
Todo lo que se empleaba para su curación resultaba inútil834. El mal aumentaba
sensiblemente. Entonces dijo al médico que era supefluo tomarse tanto trabajo, que
su hora se aproximaba y que no había que recurrir más que al Médico soberano, el
único que sabía lo que le convenía. A pesar de sus dolores no dejó de celebrar los
santos misterios mientras sus fuerzas se lo permitieron. Pero éstas disminuyeron tan
claramente835 que se vio forzado a guardar cama. A medida que sentía que se
debilitaba, sus sentimientos de alegría aumentaban. Se veía brillar en su rostro
<160>
un aire alegre y sereno que denotaba la paz y la tranquilidad de su alma. «Espero
—decía—, que muy pronto seré liberado de la cautividad de Egipto y que seré
introducido en la verdadera tierra prometida».

Recobra sus fuerzas para celebrar la misa el día de san José


Sin embargo, el día de la fiesta de san José, Protector del Instituto de los Hermanos
de las Escuelas836, y por quien sentía una devoción especial, quiso aún celebrar la
misa en su honor. La víspera se hallaba tan débil que le resultaba imposible sostenerse
de pie, y ni siquiera pudo rezar el breviario. Los Hermanos estaban convencidos de
que no podría satisfacer su devoción. Pero hacia las diez de la noche le pareció837 que
sus dolores disminuían y que sus fuerzas volvían. Creyó que era un sueño y no habló
de ello a nadie. Quedó gratamente sorprendido al día siguiente cuando se sintió,
efectivamente838, en situación de levantarse y de celebrar la misa. Aprovechó con
acción de gracias este último favor. El celo con que celebró los santos misterios
indujo a los Hermanos a creer que Dios le había devuelto la salud por intercesión de
san José. Todos se apresuraron a acudir para manifestarle su alegría. Pero después de
haberles dado la satisfacción de conversar con todos en particular, y de haber dicho a
cada uno lo que le convenía según sus necesidades, recayó en su primera debilidad, y
desde ese momento, se perdieron totalmente las esperanzas por su vida839.

El párroco de San Severo le anuncia su próximo fin; pide el santo viático


El párroco de San Severo, parroquia a la cual pertenecía la casa de San Yon,
conocedor de la peligrosa enfermedad del señor de La Salle, acudió a verle y le

834
Todo lo que se empleaba para su curación resultaba inútil.
835
disminuyeron tan repentinamente, que él...
836
San José, Protector de los Hermanos del Instituto, y...
837
pareció que sus dolores...
838
cuando se sintió en situación de levantarse...
839
se desesperó enteramente por su vida.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 423

manifestó la particular aflicción que le causaba su cercana pérdida840. Le exhortó,


como buen pastor, a disponerse a comparecer delante de Dios: «Ya he pensado en
ello, señor —le dijo— y estoy bien841 convencido de que muy pronto veré a mi
Salvador. Mi suerte está en sus manos, que se cumpla su voluntad». Desde este
momento hasta su muerte no se ocupó más que de este gran objetivo. Pidió el santo
viático con tal premura que sorprendió, porque aún no le consideraban tan cercano a
su fin. Empleó toda la noche para prepararse842 a recibirlo, y desde muy temprano
mandó que se dispusiera todo lo necesario para hacerlo con el decoro conveniente.
Mandó que le revistieran un alba y una estola, y de este
<161>
modo esperó la llegada de su divino Maestro. Cuando le dijeron que llegaba, mandó
que le levantaran y le pusieran843 en una silla. Pero cuando el párroco entró en su
habitación844, reavivó la poca vida que le quedaba y se arrodilló para adorar a su
divino Maestro. Los asistentes pensaron que se habían apresurado demasiado para
dar el santo viático a un hombre que todavía les parecía estar lleno de vida. Pero no
penetraban en la causa verdadera que le fortalecía en aquel momento.

Se le administra la extrema unción


Al día siguiente, día de Jueves Santo, pidió la extrema unción, que recibió con la
misma lucidez de espíritu, y respondió a todas las oraciones que se recitaban.
Después de la ceremonia permaneció en profundo silencio por espacio de siete horas,
ocupado únicamente en la gracia que acababa de recibir. Luego lo interrumpió para
satisfacer la ternura de sus queridos hijos y de los seglares que habían acudido para
ser testigos845 de su bienaventurado final. Les habló con sentimientos tan nobles y tan
elevados, que era fácil penetrar en lo que ocurría en el fondo de su corazón846.
Recomendó a sus discípulos la caridad, la unión y la fidelidad847 a su vocación y848 les
dio los últimos testimonios de su afecto.

Consuela a los Hermanos y les declara sus últimos sentimientos


Una persona seglar, que estaba presente, le rogó que le dijera también849 algo
edificante para su propia santificación. Él le respondió: «Sólo a usted le corresponde

840
y le manifestó la aflicción en que estaba por su cercana pérdida.
841
estoy convencido...
842
para disponerse...
843
y se sentó en una...
844
en la habitación...
845
para ser los testigos...
846
dentro de su corazón.
847
la unión, la fidelidad a su vocación...
848
y les dio los...
424 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

salvarse, pues Dios le colma de gracias, pero no las aprovecha. No va hacia Él como
debería850 hacerlo. Está enterrando los talentos que Él le ha dado». La persona se
sorprendió mucho por este reproche que acababa de hacerle, y confesó que decía la
verdad, y que era preciso que Dios le hubiera dado a conocer el estado de su alma.
Los Hermanos, emocionados por su cercana pérdida, se aplicaron a recoger sus
últimos sentimientos, que parecían más vivos y más elevados a medida que se
acercaba a su final. Hasta el último momento no cesó de consolarlos y de darles
consejos saludables. He aquí el precioso depósito que les dejó al morir: «Encomiendo
mi alma a Dios, y luego a todos los Hermanos de las Escuelas Cristianas, a los cuales
me ha unido. Les recomiendo que tengan una gran devoción a Nuestro Señor, que
amen mucho
<162>
la sagrada comunión y el santo ejercicio de la oración; que tengan también devoción
particular a la Santísima Virgen y a San José, patrono y protector de la Sociedad; que
cumplan su empleo851 con celo y sumo desinterés; que tengan obediencia ciega a sus
superiores, que es el fundamento y el sostén de toda perfección de una comunidad».

Da su última bendición a los Hermanos


Sin embargo, como tenía mucha dificultad para hablar y su voz se debilitaba, se
pensó que iba a entrar852 en agonía. Entonces el Hermano Bartolomé se puso de
rodillas y le pidió su bendición para la comunidad y para todos los Hermanos del
Instituto. Él tuvo mucha dificultad para decidirse a conceder lo que se le pedía853.
Pero después de varias peticiones, levantó los ojos y las manos al cielo y dijo: «Que el
Señor os bendiga a todos». Hacia el final del día comenzó a perder el conocimiento.
Se dieron cuenta porque sus frases no tenían continuación... Se recitaron854 las preces
de los agonizantes. Algún tiempo después volvió en sí y aprovechó los últimos
momentos855 que Dios le dejaba. Exhortó de nuevo a los Hermanos y les dijo: «Si
queréis perseverar y morir en vuestro estado, no tengáis relación con las personas del
mundo, pues poco a poco tomaréis gusto a sus formas de actuar856 y os aficionaréis a
su modo de hablar, y, por cortesía, no podréis excusaros de aplaudir a sus
razonamientos, aunque muy perniciosos, lo que será causa de que caigáis en la
infidelidad, y al no ser fieles en la observancia de las Reglas, os disgustaréis de

849
le rogó que le dijera algo edificante...
850
no va hacia Él como debería
851
que cumplan su empleo con celo...
852
se creyó que iba a caer en agonía.
853
Tuvo mucha dificultad para decidirse a ello. Pero después de varias...
854
Se dijeron las oraciones...
855
y aprovechó de estos últimos momentos...
856
tomaréis gusto a sus formas de obrar...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 425

vuestro estado, y al final, lo abandonaréis». No pudo decir857 más, porque le


sobrevino un sudor frío que le quitó el uso de la palabra.

Entra en agonía; su muerte


Entró en una dura agonía, que duró858 desde media noche hasta las dos de
mediodía859 [de la mañana], después de lo cual, habiendo vuelto un poco en sí, se le
ayudó860 a implorar la asistencia de la Santá Virgen861 con la oración que tenía
costumbre de dirigirla todos los días al final de la jornada: «Maria mater gratiae,
Mater misericordiae, etc»862. El Hermano Superior, que no le dejaba863, le preguntó si
aceptaba con sumisión los dolores de los que Dios se servía para purificarle
plenamente864. Respondió con voz mortecina: «Sí, adoro
<163>
en todo la voluntad de Dios para conmigo». Éstas fueron las últimas palabras que
pronunció, pues a las dos y media entró de nuevo en agonía, que duró hasta las cuatro.
A pesar de las agitaciones que le causaba, se notaba en su rostro un aire tranquilo y
seguro. En fin, hacia las cuatro hizo un esfuerzo como para levantarse e ir al
encuentro de alguien. Juntó las manos, las elevó al cielo, y expiró. Murió así, en la paz
del Señor, el 7 de abril de 1719865, día de Viernes Santo, a la edad de sesenta y ocho
años.

Sus virtudes
Tal fue el final de este santo sacerdote, que Dios había suscitado en estos últimos
tiempos para trabajar en la instrucción de la juventud. A ella consagró toda su vida y
dejó a los Hermanos de las Escuelas Cristianas y a cuantos le conocieron, señales
ciertas866 de su celo y de todas las virtudes que corresponden a un eclesiástico.
Prefirió un estado pobre y penitente, a todas las comodidades que podía
legítimamente disfrutar en el mundo. Trabajó con celo, siempre igual, en procurar el
bien en todas partes donde su caridad le conducía. Las contradicciones y obstáculos
que agitaron su vida no alteraron en nada la paz interior que gustaba en los asuntos

857
No pudo decir más (de ello)...
858
una dura agonía que duró desde...
859
hasta las dos, después de lo cual...
860
vuelto en sí, se le ayudó...
861
La asistencia de la Santísima Virgen...
862
Maria Mater Gratiae, etc. El Hermano...
863
no le dejaba, le...
864
le preguntó si aceptaba con sumisión el dolor con el que Dios se complacía terminar de purificarle. Él
respondió...
865
el 7 de abril de 1719. Tal fue el final...
866
señales de su celo y de...
426 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

más espinosos; y Dios ha derramado sus bendiciones sobre sus trabajos con tal
abundancia, que le ha hecho triunfar de sus enemigos con las únicas armas de la
paciencia y de la moderación cristiana. Su gran confianza en él867 fue su más sólido
apoyo, y nunca fue confundido en sus esperanzas. Sus austeridades, unidas a una
aplicación constante a Dios, habían apaciguado de tal forma sus pasiones que no se le
notaba ninguna dominante.

Su retrato
Tenía el rostro sereno y simpático, algo oscuro por sus largos viajes; de modales
sencillos, pero delicados y sin afectación; inteligencia viva y penetrante. Dios le
había dado un talento particular para conquistar a los pecadores más endurecidos y
nunca emprendía su conversión sin lograrlo. Su corazón era tierno868, generoso y
sincero. Su estatura era más que mediana; cuerpo bien proporcionado869. Era de
complexión muy delicada, al principio, pero que con la edad se robusteció. Tenía la
cabeza inclinada ligeramente hacia adelante, frente ancha, nariz grande y bien
perfilada, pero no aquilina; ojos vivos y azules; cabellos castaños y rizados en su
juventud, luego grises y blancos con los años, que lo hacían venerable. Su voz era
fuerte y clara. De talante firme, tomaba870 sus decisiones con reflexión y las mantenía
cuando las creía conformes con la voluntad de Dios; siempre estaba dispuesto a
emprender las cosas más difíciles por su gloria. He ahí el retrato, al natural, del señor
Juan Bautista de La Salle, sacerdote, doctor en teología, antiguo canónigo de la
catedral de Reims y fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas.

<164>
Devoción de las gentes después de su muerte
La noticia de su muerte se extendió por la ciudad de Ruán, y muchos acudieron
para ver a este santo sacerdote que se había ganado la estima y la veneración de toda
la gente durante su vida. Hubo mucha dificultad para contentar a aquellos que
deseaban tener alguna cosa de sus preciosos despojos. Como era muy pobre, no
poseía nada de lo que puede contentar la codicia y el amor propio. Un crucifijo, un
Nuevo Testamento, una Imitación de Cristo y un rosario eran todas sus riquezas. Se
distribuyeron entre la gente. Por lo demás, los que no pudieron tener parte, se
contentaron con algunos trozos de sus hábitos, que conservaron como prenda de su
santidad.

867
Su gran confianza en Dios fue...
868
el corazón generoso y...
869
Falta toda la frase: «Su estatura era más que mediana; cuerpo bien proporcionado».
870
Era de natural firme y tomaba su decisión con...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 427

Su sepultura
Su rostro aparecía tan hermoso y tan sereno después de su muerte como lo era
durante su vida. Se le revistió con sus hábitos sacerdotales y se le expuso en la capilla
de la casa, a la devoción del público hasta el Sábado por la tarde. Fue enterrado sin
pompa, en la iglesia parroquial de San Severo, en la capilla de Santa Susana, en
presencia de numerosas personas871 que asistieron a sus funerales. Sobre su tumba se
puso el siguiente epitafio:

Su epitafio
872
Hic expectat resurrectionem vitae venerabilis Joannes Baptista de La Salle,
Rhemus, Presbiter, Doctor Theologus, Canonicus Ecclesiae Metropolitanae
Rhemensis, Institutor Fratrum873 Scholae Christianae. Obiit feria874 sexta
Parasceves annum agens Sexagesimum octavum, die Septima aprilis anno millesimo
septingentesimo decimo nono in aedibus Fratrum Sancti Yvonis hujusce875
Parochiae. Det illi Dominus invenire requiem in illa die.
Muchas personas de piedad se apresuraron a rendir a su memoria todos los honores
que había evitado con tanto cuidado durante su vida. Así es como Dios recompensa
desde esta vida a aquellos que le han sido fieles hasta la muerte. Vita eius si in
probatione fuerit coronabitur. Fin876.

<165>
Añadidura a la vida del señor de La Salle (n. m.: 1720)
El Hermano Bartolomé era Superior General de los Hermanos desde hacía dos
años después de la muerte del señor de La Salle877, pero no le sobrevivió más que
catorce meses, pues murió el [8] de junio de 1720878, muy llorado por todos los
Hermanos. Los dos asistentes escribieron una carta circular sobre esta pérdida, a
todas las casas, y convocaron una asamblea general en San Yon para el día de la
Asunción del mismo año, en la cual el Hermano Timoteo, Superior de la casa de
Aviñón, fue elegido por unanimidad. El Hermano Bartolomé le había designado

871
una gran concurrencia del pueblo que...
872
D.O.M.
873
Institutor schole Christianae
874
obiit sexta Parasceves...
875
in oedibus fratrum sancti yonis husce parochiae.
876
Falta la palabra Fin.
877
El Hermano Bartolomé, habiendo sido elegido, como quedó dicho, Superior General de los
Hermanos desde hacía dos años, gobernó el Instituto a la muerte del señor de La Salle.
878
catorce meses; murió el junio de 1720, muy
428 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

como el más adecuado para sucederle. No aceptó la carga que se le imponía sino con
suma repugnancia y no879 se rindió a los deseos de los Hermanos sino por obediencia.
Sus primeros cuidados consistieron en procurar un estado fijo y estable a su
Instituto, que, hasta entonces, estaba todavía sometido a las vicisitudes. Para llegar a
ello, adoptó las medidas convenientes para asegurar al Instituto la casa de San Yon
que había sido comprada a nombre de dos Hermanos, de los que uno había muerto y el
otro era de avanzada edad. Se necesitaba880, para prevenir los inconvenientes, obtener
Letras patentes que confirmasen la propiedad a los Hermanos de las Escuelas
Cristianas. El señor de Pontcaré, Primer Presidente del Parlamento de Ruán881, les
concedió sus buenos oficios. Sin embargo, el asunto se prolongó. Se hallaron
oposiciones secretas que sólo desaparecieron después de la muerte del señor duque de
Orleans, Regente del Reino, por el crédito del señor de Lavergne de Tressan882, a la
sazón arzobispo de Ruán, que obtuvo las Letras patentes del Consejo del Rey. Están
datadas el 28 de septiembre de 1724 y fueron expedidas tres meses después, al
comienzo de 1725, y registradas en el Parlamento de Ruán el 2 de marzo del mismo
año, y en la Cámara de Cuentas, cuatro meses después, a pesar de la oposición del
párroco de San Severo, que consideraba a esta casa como perdida para su jurisdicción
y que obtuvo por sus solicitudes ante los Magistrados, que se hicieran restricciones
contrarias a los intereses del Instituto. Pero quedaron en nada por disposición del
Consejo del Rey.
<166>
Los cuidados del Hermano Timoteo no se habían limitado a solicitar las Letras
patentes del Rey. Al mismo tiempo hacía883 que trabajaran en Roma para obtener las
bulas necesarias que hicieran del Instituto un cuerpo religioso. Primero empleó para
ello a un Hermano de las Escuelas Cristianas que había estado al servicio del
Príncipe884 de Soubise, padre del señor cardenal de Rohan, y que el señor de La Salle
había recibido en el número de los Hermanos en 1707. El Hermano, que no carecía de
agudeza mental, se presentó al señor cardenal, quien le manifestó su bondad, en
consideración a que había servido en casa del señor duque, su padre885. Este hábil
Hermano se sirvió de estas buenas disposiciones para atreverse a pedir a su
Eminencia conceder su protección al nuevo Instituto, y cuando el rey le nombró su
embajador en Roma886, acudió a presentarle887 un placet razonado, por el cual los
Hermanos le suplicaban888 que solicitase a Roma las Bulas de confirmación del

879
sino con gran repugnancia, y no se avino...
880
Fue necesario
881
El señor de Pontcarré, Primer Presidente de Ruán, les...
882
por el crédito del señor Lavergne de Tressan, entonces...
883
Había que trabajar al mismo tiempo en Roma...
884
al servicio del duque de Soubise...
885
en la casa del Duque, su padre.
886
cuando el rey le hubo destinado como su embajador...
887
fue a presentarle un placet razonado, por el cual...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 429

Instituto. Como no pudieron obtener audiencia de su Eminencia, se dirigieron889 al


señor Vivant que estaba890 de viaje. Él se encargó de apoyar su súplica ante el Santo
Padre891 y de ser su postulador en Roma. El asunto estuvo cuatro años en
negociaciones, por el regreso del señor cardenal a Francia y892 porque el señor abate
de Tencin, que estaba encargado de los asuntos de Francia cuando partió el cardenal,
no quiso acelerar este asunto hasta que recibió de nuevo órdenes de la Corte. Las
Bulas fueron expedidas hacia el fin de enero de 1725, después de la apertura de la
puerta santa para el gran jubileo. Las Bulas fueron presentadas al Consejo del Rey, y a
pesar de la oposición de algunas personalidades, las Letras patentes893 fueron
expedidas y selladas de inmediato y894 registradas en el Parlamento de Ruán, el 12 de
mayo de 1725895.
El 6 de agosto del mismo año, los Hermanos celebraron una asamblea896 general de
los principales Hermanos, en número de treinta y dos, tanto directores como
veteranos, convocados para recibir897 con respeto la Bula de Benedicto XIII en favor
del Instituto. Fue leída y aclamada en presencia del Santísimo Sacramento. Luego los
Hermanos estuvieron en retiro los días que precedían a la fiesta de la Asunción
<167>
para disponerse a hacer los tres votos que les son comunes, en la actualidad, con las
demás órdenes religiosas.
<247>
Hasta entonces todo había resultado bien en los trabajos del Hermano Timoteo; sin
embargo, faltaba una cosa para el perfecto cumplimiento de sus deseos: era el de
reunir al padre con los hijos. A la muerte del señor de La Salle, su cuerpo había sido
inhumado, como ya se dijo, en la iglesia parroquial de San Severo, y los Hermanos,
no sin pena, se habían visto privados, al mismo tiempo de la presencia de su santo
fundador y de los preciosos despojos de su cuerpo. Pero, en aquel momento, había
sido necesario ceder ante la necesidad. La inviolable adhesión del Hermano Timoteo
al señor de La Salle y el profundo respeto que conservaba a su memoria, le movieron
a afrontar este asunto, y tuvo la suerte, a pesar de las diversas oposiciones, de
conseguirlo para el consuelo del Instituto. Fue fuertemente impulsado a ello por el
celo de su primer asistente, llamado Hermano Ireneo, gentilhombre de Orleans, que

888
los Hermanos le rogaban que solicitase a Roma...
889
Al no poder tener audiencia de su Eminencia se dirigió al señor Vivant...
890
que debía estar de viaje, se encargó de apoyar su súplica ante...
891
ante su Eminencia...,
892
por el regreso del señor Cardenal en Francia, porque el señor abate de Tencin...
893
las letras fueron expedidas y selladas...
894
de inmediato registradas en el Parlamento de Ruán...
895
el 12 de mayo siguiente.
896
El 6 de agosto del mismo año se tuvo una asamblea general...
897
de los principales Hermanos en número de treinta y dos, tanto directores como veteranos, para
recibir con respeto la Bula...
430 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

había sido recibido en el Instituto por el señor de La Salle y que, a ejemplo de su


bienaventurado padre, había despreciado las ventajas que un nacimiento ilustre y los
abundantes bienes [de familia] podían proporcionarle en el mundo
<248>
para abrazar la pobreza de Jesucristo. Estos dos verdaderos hijos de tan digno padre
no descansaron hasta haber coronado una obra que tenían tan a pechos.
Uno de los principales obstáculos desapareció con la muerte del párroco de San
Severo, que no se hubiera desprendido fácilmente de un depósito que consideraba, a
justo título, como la gloria de su parroquia. A pesar de la extrema pobreza de la casa
de San Yon, el Hermano Timoteo, una de cuyas principales virtudes era la profunda
confianza en Dios, encontró los medios de hacer construir una iglesia donde se
pudiera transferir con decoro el cuerpo del piadoso fundador. Por consiguiente, sólo
se trataba de obtener la autorización de las personas a quienes correspondía conceder
los permisos.
El señor de Tressan, arzobispo de Ruán, dio su consentimiento. El nuevo párroco
de San Severo se prestó también a ello con su mejor disposición Éste fue incluso más
lejos de lo que podían esperar los Hermanos, y les ofreció, por propio impulso,
entregarles el cuerpo del señor de La Salle. Provisto con estos permisos, el Hermano
Timoteo escribió a los Hermanos directores de las casas del Instituto distribuidas por
el reino, para
<249>
indicarles la fecha de la ceremonia, para que acudieran todos a San Yon y estuvieran
presentes en la traslación del cuerpo de su padre. Así lo hicieron todos con extremada
alegría, yendo allí el día señalado.
Para hacer esta ceremonia más célebre, se invitó a las personas más importantes de
la ciudad de Ruán a que la honraran con su presencia. El señor arzobispo en persona
consideró un deber presidir la exhumación y el traslado del cuerpo. Así se lo había
prometido a los Hermanos, pero por algunas razones, este deseo tuvo que cambiarlo y
fue dispuesto que el señor Bridel, arcediano de la metrópoli y Vicario general de la
diócesis, reemplazara al prelado.
Para mantener el orden y evitar la confusión, el Primer Presidente había dispuesto
la asistencia de las compañías de los «cincuenta» y de los arcabuceros para la guardia
de honor de las iglesias de San Severo y de San Yon y acompañar el cortejo durante la
marcha.
Estando todo preparado y la ceremonia señalada para el 16 de julio, ese día, hacia
las tres de la tarde, se abrió la tumba del señor de La Salle, en presencia del señor
Bridel y del párroco de San Severo, revestidos de sobrepelliz y estola, del deán de la
catedral, del señor Chanron, Vicario general, del señor de Terisse, arcediano y
Vicario general, y del señor d’Ossemont, también Vicario general, y
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 431

<250>
del Hermano Superior General y de sus dos asistentes, del señor de Pontcarré de
Vierme, hermano del Primer Presidente, el señor conde d’Enneval y el hijo del
marqués de Cani se hallaron también presentes con otras varias personas de
distinción que se había dejado entrar en la iglesia antes de cerrar las puertas.
Cuando se abrió el ataúd, se hallaron los huesos del señor de La Salle en su
totalidad y en su posición natural; las carnes, consumidas totalmente, lo mismo que
los vestidos sacerdotales con que estuvo revestido, salvo una pequeña cruz de madera
que tenía en la mano, de la borla de su bonete cuadrado y de los zapatos. Se sacó de la
tierra el cuerpo tal como se hallaba, pasando sábanas por debajo del ataúd en que
estaba encerrado, y se le transfirió así a otro ataúd de plomo, revestido de otra caja de
roble. El médico y el cirujano del rey, después de haberlo verificado, declararon que
estaba completo.
El señor abate Bridel levantó acta y un notario hizo también la suya. Luego se cerró
el nuevo ataúd y se le colocó en medio del presbiterio de la parroquia, sobre una
tarima rodeada de cirios.
Luego, todos los que estaban presentes, tanto los Hermanos como los eclesiásticos
y otras personas, se apoderaron de los trozos del antiguo ataúd, de la franja de la
estola, de la borla de su bonete cuadrado y de los zapatos del santo saerdote con una
premura que lleva a pensar cómo la santidad hace venerables
<251>
no sólo a los siervos de Dios, sino incluso a las cosas que tienen alguna relación con
ellos.
Cuando se hubieron celebrado las ceremonias que se utilizan en tal ocasión, [el
cortejo] se puso en marcha de la manera siguiente: la cruz iba a la cabeza de los
seminaristas de San Viviano y de San Nicasio, a los cuales se habían unido bastantes
jóvenes eclesiásticos; seguían los párrocos y el clero de las parroquias de San Severo,
San Maclou, San Eloy, San Viviano, San Godardo, San Salvador, San Martín del
Puente, San Vigor y de otros varios, llevando todos un cirio en la mano, y el grupo del
clero lo formaban más de trescientos eclesiásticos. El abate señor Bridel precedía el
féretro, llevado por dieciséis sacerdotes revestidos de sobrepelliz y estola, que
consideraron un honor prestar este servicio a los preciosos restos de un hombre al que
respetaban como a uno de las mayores siervos de Dios del último siglo. Los señores
Térisse y d’Ossemont, arcedianos, y otros dos canónigos de la iglesia metropolitana,
antiguos amigos del señor de La Salle, llevaban los cuatro ángulos de la tela negra. El
deán de la catedral, señor de Chanron, Vicario general, acompañado de otros
eclesiásticos distinguidos, con capa, y varios religiosos de todas las órdenes, seguían
el féretro. El cortejo terminaba con una compañía de los «cincuenta», para contener a
una multitud innumerable de personas de todos los estados, que seguían la marcha.
432 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Cuando se estuvo a vista de San Yon, los Hermanos, en número de ochenta,


salieron procesionalmente
<252>
todos con un cirio en la mano, y llegaron ante el clero para recibir los huesos de su
padre. Cuando se hubo entrado en la iglesia, el señor Bridel, dirigiéndose al Hermano
Superior General y a la comunidad, hizo una alocución, en la cual después de un
elogio sucinto de las virtudes del señor de La Salle, dijo que debían mirar aquel
cuerpo que les entregaba y que afirmaba que era el de su santo fundador, no sólo
como los preciosos restos de un hombre que debía serles querido por todos los
conceptos, sino también como una poderosa exhortación que debía llevarlos a la
práctica de las excelentes virtudes que les había enseñado mucho más con sus
ejemplos que con sus palabras durante el espacio de cuarenta años.
Cuando se disponían a depositar el cuerpo en la cavidad preparada para recibirlo,
se acercaron el señor Primer Presidente, los señores d’Enneval y de Courmoulin,
presidentes de obras, el señor Procurador general, la señora Primera Presidente, la
señora del Intendente y otras señoras de distinción. Estos señores expresaron el deseo
de ver el cuerpo, se abrió el ataúd para contentar su piadosa curiosidad y se les
mostró.
<253>
Luego, el señor Bridel bendijo la sepultura que está en mitad del coro y hacia las
nueve de la tarde se bajó el féretro después de haberlo soldado.
Al día siguiente el señor arzobispo de Ruán acudió para bendecir solemnemente la
iglesia de los Hermanos y celebrar la primera misa.
Así fue como los Hermanos de las Escuelas cristianas se vieron en posesión del
cuerpo de su fundador después de haber estado privados de él durante quince años.
Pretiosa in conspectu Domini mors sanctorum eius.
Finis.
MAILLEFER II

MANUSCRITO DE 1740
CONOCIDO COMO «Re»

SEGUNDA BIOGRAFÍA DE

SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE


ESCRITA POR

Francisco-Elías MAILLEFER
en 1740

LA VIDA DEL SEÑOR JUAN BAUTISTA DE LA SALLE,


SACERDOTE, DOCTOR EN TEOLOGÍA,
ANTIGUO CANÓNIGO
DE LA IGLESIA CATEDRAL DE REIMS
Y FUNDADOR
DE LOS HERMANOS DE LAS ESCUELAS CRISTIANAS
Esta biografía de San Juan Bautista de La Salle
es conocida con la sigla Re (de Reims),
escrita en 1740, después que el autor conociera la escrita por Blain.
Maillefer, una vez acabada, la depositó en la bibioteca de su monasterio,
San Remigio, de Reims.
El original se conserva en la biblioteca de la ciudad de Reims.
Una copia se guarda en los Archivos del Instituto
de los Hermanos de las Escuelas Cristianas.
Fue publicada en el Cahier Lasallien n.o 6.
Ha sido traducida por José María Valladolid, fsc.
PRÓLOGO

<I>
La vida del señor de La Salle, de la que sólo pretendo hacer un esbozo, no está llena
de esos hechos brillantes que captan desde el principio la admiración del lector. Se
trata de un santo sacerdote a quien Dios condujo por caminos sencillos, pero duros
para la naturaleza. Al formarle para la virtud, Él le dio a conocer la solidez del bien, y
le concedió los talentos necesarios para hacerlo practicar a los demás. Desde este
punto de vista es como voy a presentarlo en el hecho de fundar una sociedad cristiana
que debe su nacimiento únicamente a su gran confianza en Dios.
Tenía todas las cualidades necesarias para la realización de tan santa empresa. Era
firme, tenía celo ardiente, caridad tierna e insinuante, modales afables y, por encima
de todo, amor sin límites a la penitencia. Se sintió comprometido por caminos
providenciales; y lo logró con la misma ayuda; sin contar con los fondos necesarios,
pues se había despojado
<II>
de todo; sin protección, tuvo muchas contradicciones que soportar; privado de la
satisfacción que nace del éxito, se vio, a menudo, expuesto a contratiempos desagradables
que, aunque muy molestos, no alteraban en nada la paz de su alma.
Para defenderse de sus enemigos no empleó más armas que la paciencia. En sus
empresas no utilizaba más que esta frase, que le era familiar: ¡Dios sea bendito! Era
su divisa. En eso imitaba a san Juan Crisóstomo, que en las distintas circunstancias
con que se vio agitada su vida, se consolaba con estas palabras: ¡Gloria a Dios en
todas las cosas! En la historia de su vida se verán pruebas de todas estas virtudes.
Me he comprometido a escribirla sólo por deferencia hacia personas de piedad, a
quienes no podía negar este consuelo. Pero como al escribirla no he tenido más
propósito que el de edificar, espero que quienes la lean con el mismo espíritu saquen
de ella el fruto que me he propuesto1.
Las memorias que me han facilitado, y a partir de las cuales me he visto forzado a
escribir esta vida, no siempre estaban tan circunstanciadas como lo exigiría una
escrupulosa exactitud. Por ello se encontrarán algunos vacíos y algunos hechos
omitidos que podrían ser recogidos en una vida más amplia. Me he abstenido,

1
Esta frase está tachada en el manuscrito; además, las primeras palabras están escritas sobre otras
difíciles de leer.
436 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

incluso, siguiendo el gusto de nuestra época, que no cae fácilmente en lo maravilloso,


de referir algunos hechos que habrían
<III>
encontrado dificultad para ser admitidos por la inteligencia del lector; y éste no debe
incluir entre aquellos los que yo he recogido en esta historia, pues he comprobado que
se asentaban en sólidas pruebas.
También me he considerado obligado a suprimir algunas intrigas secretas en las
que se deslizaron ciertos intereses personales, para salvaguardar la fama de varias
personas de mérito, que, por razones que no se han querido dilucidar, ocasionaron
dificultades al señor de La Salle.
En la medida en que me ha sido posible, he seguido el orden de los años. Este
método me ha parecido más exacto y más sencillo, y como la obra no es de mucha
extensión, no la he dividido en capítulos, sino que me he limitado a citar los asuntos e
indicar los años al margen.
Me he abstenido de hacer reflexiones demasiado frecuentes, que habrían llenado el
relato. Pero tampoco las he rechazado cuando se han presentado naturalmente y sin
artificio. El lector quiere, a menudo, que se le deje a él añadir lo que se considera
reflexionar. Pero a veces también desea ser ayudado. El sistema que he adoptado, de
incluir reflexiones, pero sin multiplicarlas, me ha parecido un medio seguro para
evitar ambos extremos.
<IV>
El plan que se me había sugerido de componer esta vida fue idea de personas
inteligentes, que deseaban que me limitase a ofrecer una vida resumida del señor de
La Salle, pero suficiente para dar idea de su santidad. Parecía que habían quedado
satisfechos con mi trabajo; y desde 1723, año en que yo se lo entregaba, existía la
voluntad de hacerlo imprimir; pero la muerte se llevó a quien estaba dispuesto a
financiarlo, y se quedó sin ejecutar. Desde entonces yo no hice ninguna gestión para
lograr que se imprimiera.
Pero en el año 1724, los Hermanos de las Escuelas Cristianas descubrieron que yo
era el autor de la vida de su fundador. Ellos emplearon muchos caminos para llegar a
informarse sobre el particular. Me enviaron a uno de los suyos, llamado Hermano
Tomás, que consiguió, tanto con sus peticiones como con sus insistencias, que yo le
dejase el manuscrito, con la condición de que si se imprimía, no se cambiaría nada sin
mi consentimiento. No guardó su palabra. El escrito fue enviado a la casa de San Yon,
de Ruán, y entregado a su Superior general, que tiene allí su residencia ordinaria. Éste
encargó a un eclesiástico de Ruán que compusiera una nueva vida, y lo hizo en dos
volúmenes in-4º, cuya lectura manifiesta el mal gusto y el poco discernimiento del
autor.
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 437

<V>
La mayor parte de los hechos que recoge en esa obra quedan sumergidos, por
decirlo así, en un montón confuso de reflexiones mal distribuidas. El estilo está
descuidado, y aunque no haya tenido escrúpulo de copiarme palabra por palabra en
algunos lugares, no ha considerado que tenía el deber de advertirlo.
Su libro ha sido despreciado por las personas de buen gusto. Entre otras cosas
reprobables que se hallan en él, existe la queja de que ha hablado sin delicadeza de
varias personas respetables, y en particular de órdenes y de comunidades que siempre
han edificado a la Iglesia, tanto por su piedad como por su ciencia y su doctrina. Con
todo, él no tiene reparo en desgarrarlas de manera indecente, con ocasión de algunas
reflexiones, traídas de lejos, con que ha creído que tenía que adornar su trabajo. En
fin, se puede decir, en general, que su libro es una amalgama confusa de espiritualidades
mal aplicadas, que hacen que la lectura sea insípida y aburrida.
El poco éxito que ha tenido entre el público, ha llevado a algunos a desear que se
imprimiese el que yo había hecho; pero varias consideraciones me lo han impedido.
Me contento con ponerlo en limpio para desquitarme de aquel otro con que
sorprendieron mi buena fe. En este ejemplar he introducido algunas añadiduras y las
correcciones que he considerado necesarias desde que conocí las aclara-
<VI>
ciones que no pude conocer antes.
Entre ellas se pueden incluir algunos pequeños detalles que consideré que no debía
descuidar, porque algunas veces retratan a los hombres mejor que las más
deslumbrantes acciones; principalmente cuando me han parecido adecuadas para
inspirar gusto por la piedad.
Por lo demás, como no he tenido otra intención al componer la vida del señor de La
Salle que edificar, espero que quienes la lean con la misma intención saquen de ella el
fruto que me he propuesto.
438 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

<1>
La Vida del señor
Juan Bautista de La Salle,
sacerdote, doctor, antiguo canónigo de la catedral de Reims
y fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas

(n. m.) 1651: su nacimiento


El señor Juan Bautista de La Salle vino al mundo en Reims, Champaña, el 30 de
abril de 1651. Fue bautizado el mismo día en San Hilario, su parroquia. Fue su
padrino el señor Juan Moët de Brouillet, su abuelo materno, y tuvo por madrina a la
señora Petra L’Espagnol, su esposa, que le impusieron el nombre de Juan Bautista.

(n. m.) Su educación


El señor de La Salle, su padre, consejero en la audiencia de esa ciudad, le dio una
educación adecuada a su nacimiento. Fue el mayor de siete hijos, cinco varones y dos
hembras. Ya en su infancia se le advertía un natural inclinado a la virtud. Desde
pequeño se complacía en los ejercicios serios, en la oración y en la lectura de buenos
libros. Las semillas de piedad que se arrojaban con
<2>
acierto en su corazón producían fruto sin dificultad. La gracia ya actuaba en él y sólo
se necesitaba cuidado para cultivarla. Y a eso se dedicó su padre. Formó a este niño
bajo sus ojos hasta que llegó a la edad de comenzar sus estudios.

(n. m.) Recibe la tonsura


Hizo los [estudios] en el colegio de la Universidad de Reims desde la edad de doce
años. Como sus inclinaciones le llevaban al bien, se sintió forzado por el deseo de
consagrarse a Dios en el estado eclesiástico. De la piedad de sus padres esperaba que
no pusieran obstáculos a ello, aunque era el mayor de los hermanos. En efecto, ellos
estuvieron de acuerdo con la resolución que él había tomado de recibir la tonsura.
Este nuevo compromiso le pareció un motivo poderoso para amar a la Iglesia.
Acudía a ella con más asiduidad que antes; su amor a las funciones eclesiásticas
crecía cada día. Dios hizo surgir la ocasión de satisfacer su celo, y desde entonces
practicó por deber lo que hasta entonces hacía por inclinación.
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 439

(n. m.) 1666: se le asigna una canonjía de la catedral de Reims


Fue provisto de una canonjía de la catedral de Reims el 9 de julio de 1666 por la
renuncia del señor Dozet, arcediano de Champaña y canciller de la Universidad de
esta ciudad. Tomó posesión el 7 de enero siguiente. Sólo tenía entonces dieciséis
años. Este suceso, que podía constituir un escollo peligroso y delicado para un joven
que comenzaba a respirar cierto aire de libertad, no cambió
<3>
en nada sus buenas disposiciones. Desde entonces se consideró como un hombre
consagrado por estado a la oración pública; sintió las obligaciones que de ello se
derivaban, y se dedicó a cumplirlas en la medida en que su edad y los estudios se lo
permitieran. Es verdad que comenzaba a recorrer caminos que hasta entonces sólo
había conocido imperfectamente. Se necesitaba una edad madura para hacer que su
piedad fuera sólida. Dios le afianzaba en ella de manera insensible.

(n. m.) Recibe el título de maestro en artes y va a estudiar a la Sorbona


Después de terminar el curso de filosofía, obtuvo, según la costumbre, el título de
Maestro en Artes; tenía entonces unos dieciocho años. Poco después se fue a París
para estudiar en la Sorbona con el fin de formarse en las ciencias propias de un
eclesiástico y obtener la licenciatura, con la intención de obtener después la birreta de
doctor.

1670: va al seminario de San Sulpicio


El señor de La Salle, su padre, atento siempre a darle la formación conveniente
para el estado que había abrazado, le propuso que fuera a residir al seminario de San
Sulpicio, y a él marchó en el mes de octubre de 1670, a la edad de diecinueve años.
Habituado desde niño a un conjunto de ejercicios [piadosos] propios de su edad, no
tuvo dificultad alguna para seguir exactamente todos los que se practicaban en el
seminario. Allí se distinguió ante los superiores, que veían con satisfacción que
ninguna exigencia dura le desalentaba. Incluso, llevaba su celo más allá de las reglas
prescritas.
<4>
1671: muerte de su madre
Aprovechó este retiro para reflexionar seriamente sobre los compromisos irrevocables
que iba a contraer con el subdiaconado, que se disponía a recibir. Esperaba el
momento de la ordenación cuando le comunicaron la muerte de su madre, ocurrida el
20 de julio de 1671. El golpe, aunque duro de soportar, no interrumpió el curso de sus
estudios, pero suspendió por algún tiempo sus resoluciones. Dios permitió entonces
que se viera envuelto en incertidumbres agobiantes, para habituarle cuanto antes a
440 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

conservar la calma en medio de las tribulaciones por las que habría de pasar en lo
sucesivo, y a través de las cuales Él purificó su virtud en los distintos acontecimientos
de su vida. Encontraremos bastantes pruebas de ello en el curso de esta historia.

1672: muerte de su padre


El dolor de la pérdida que había sufrido estaba reciente, y su espíritu aún lo
rumiaba, cuando recibió la triste noticia de la muerte del señor de La Salle, su padre,
que siguió de cerca a la de su esposa. Entre una y otra sólo hubo nueve meses de
intervalo, ya que el [padre] murió el 9 de abril de 1672. Es fácil adivinar lo que sucede
entonces en un alma bien nacida. Cuanto más cristiano es uno, más se emociona en
semejantes situaciones.

(n. m.) Regresa a Reims


Fue necesario, pues, resolverse a dejar París, donde sólo había permanecido
dieciocho meses, para volver a Reims. Su presencia allí se hacía necesaria en tan
tristes circunstancias.
<5>
No tenía más que 21 años cuando se vio encargado totalmente del cuidado de la
casa paterna, de la educación de varios hermanos jóvenes y huérfanos, y de la
solución de los asuntos domésticos2, que se acumulan necesariamente en casos
parecidos. En este obstáculo él consideró siempre la voluntad de Dios, que regulaba
todos sus pasos, y se sometió a ella.
La multiplicidad de los asuntos que absorbían su atención no borró de su mente las
primeras ideas, concebidas en San Sulpicio de París, de comprometerse con las
sagradas órdenes. Ya había alcanzado la edad requerida, pero no quiso dar ningún
paso de tanta importancia sin tomar consejo de algunas personas prudentes e
ilustradas. Con esta intención se dirigió al señor Roland, canónigo y teologal de
Reims.

(n. m.) Elogio del señor Roland, teologal de Reims


Era un hombre de exquisita piedad, sabio, respetado en la ciudad por los talentos
con que Dios le había enriquecido para anunciar en público las verdades de la
salvación; [en esta tarea] él se empleaba sin descanso para la santificación de las
personas cristianas de toda condición. Su recuerdo aún se conserva allí con
veneración, particularmente en la comunidad de Hermanas que fundó bajo la
invocación del Niño Jesús. Su vocación principal consiste en educar a los niños

2
Tachado en el texto: «de los asuntos domésticos» (des affaires domestiques).
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 441

huérfanos, desprovistos de ayuda, y enseñar gratuitamente a leer y a escribir a las


niñas que van a las escuelas
<6>
establecidas en su casa y en diversos barrios que se les han asignado en las parroquias
de la ciudad, por las que se han extendido luego, por varios pueblos y aldeas de la
diócesis donde edifican por su vida piadosa y frugal.
Fue, pues, bajo la dirección de tan excelente guía, como el señor de La Salle
adquirió sólido afecto por la oración. El señor Roland poseía todo lo que podía
ganarle gran autoridad sobre el espíritu de su discípulo. Fue en las luces de este santo
sacerdote donde bebió todo el celo que más tarde manifestó para contribuir a la
educación de la juventud. Era ésa la virtud favorita del señor Roland. Éste ponía sus
ojos sobre él como si fuera el sucesor de su celo para la conservación y la perfección
de su nueva fundación. El futuro hizo ver que debía estar satisfecho de su elección.

(n. m.) 1672: recibe el subdiaconado


El señor de La Salle, guiado siempre por su sabio director, se resolvió, por fin, a
sacrificar todas sus repugnancias ante sus luces. Él le indicó que no retrasara la
recepción de las sagradas órdenes. Como no se administraban en Reims, en el mes de
junio de 1672 fue a Laón; y como allí se suprimiera la ordenación, fue a Noyon, y de
allí a Cambrai; y en esta ciudad recibió, en las [ordenaciones de] Pentecostés, las
cuatro órdenes menores y el subdiaconado.

(n. m.) 1673: asiste a las clases en Reims


Hasta este momento aún no había renunciado a sus planes
<7>
de continuar el curso de sus estudios en París. Pero los asuntos domésticos que le
habían llamado a Reims le obligaron a abandonar la idea. Entonces se decidió a
acudir a las clases de la Universidad de esta ciudad, durante el curso del año 1673. Es
cierto que renunciaba al honor que iba unido a la cualidad de ser Doctor por la
Sorbona; pero como su objetivo principal era perfeccionarse en la teología, se
contentó con las ventajas que encontraba en aquel momento en su ciudad. Pasó por
todos los grados que en ella se otorgan, con el mismo rigor que en la de París; cursó
los dos años de licenciatura, y en los intervalos que le dejaban sus estudios, se
afianzaba en la oración y en las buenas obras, siempre guiado por el señor Roland,
que no le perdía de vista.
442 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

(n. m.) 1677: recibe el diaconado


Marchó a París, donde recibió el diaconado. Su objeto principal en este viaje fue
permutar su canonjía con el párroco de San Pedro de Reims. En este proceder, él
trataba de seguir las ideas del señor Roland que le había dicho en varias ocasiones
que, al comprometerse con el estado eclesiástico, no debía buscar un descanso
funesto a la sombra de su canonjía, y que un eclesiástico debía servir a la Iglesia en lo
más costoso que hay en ella. Esto le llevó a sentir el deseo de asumir un beneficio que
tuviera cargo de almas, al cual estaba convencido
<8>
que Dios le llamaba.

(n. m.) 1677: piensa en permutar su canonicato con la parroquia


de San Pedro de Reims
Creyó encontrar una ocasión favorable para satisfacer su celo con la permuta de su
canonicato con el cargo de párroco de San Pedro de Reims. Ése fue el motivo del
primer viaje que hizo este año a París. Tal vez no reflexionó lo suficiente en este
momento sobre el peso del fardo que quería imponerse, pues una parroquia tan
extensa requería más edad y experiencia de las que él tenía. Además tendría que
descargar sobre otros el cuidado de los asuntos domésticos, de los cuales él era el
único en situación de atender.

(n. m.) El arzobispo de Reims niega su consentimiento


Las personas de su familia, que se interesaban de manera particular por su proceder
y que temían todo de su desprendimiento, se alarmaron por su decisión. Les pareció
que lo había reflexionado poco. Era preciso el consentimiento y la aceptación del
señor arzobispo de Reims para realizar la permuta. Era [el obispo] Carlos Mauricio
Le Tellier. Algunos tuvieron cuidado de ponerle al tanto de este asunto. Él, con su
penetración habitual, previó todos los inconvenientes, y cuando las partes acudieron a
él para presentarle sus propuestas, se quedaron sorprendidos al saber que no eran de
su agrado, lo que les manifestó mandándoles que se quedasen los dos en la situación
en que Dios les había puesto. El señor de La Salle se retiró algo mortificado por
aquella gestión. Se contentó con ofrecer a Dios el sacrificio de la preparación de su
corazón, y desde entonces no pensó más en cambiar de estado. Incluso,
posteriormente, manifestó en varias ocasiones que en aquel momento le pareció oír
una voz interior que le decía que no estaba llamado a dirigir una parroquia.
Este aparente contratiempo, que moderaba el ardor de su
<9>
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 443

celo, no estorbó en nada a sus ejercicios. Continuó cumpliendo las funciones de


canónigo y asistiendo con asiduidad a los oficios, sin interrumpir los cursos de su
licenciatura, que había iniciado el año anterior.

(n. m.) 1678: recibe el sacerdocio y celebra su primera misa


Al año siguiente se preparó al sacerdocio, que recibió de manos de su arzobispo, el
9 de abril, vigilia de Pascua. Al día siguiente celebró su primera misa en la catedral,
sin solemnidad. Con este proceder quiso evitar las ceremonias brillantes que son
habituales, pero que absorben demasiado la atención que requiere una acción en la
que nunca se puede poner la suficiente. Sin suponer demasiado, se puede creer que
recibió la gracia de la ordenación, si se juzga por el uso que de ella hizo el resto de su
vida. Pues celebraba con tal recogimiento los santos misterios, que todos los
asistentes se sentían conmovidos. Hubo, incluso, algunas personas que, penetradas de
respeto por la piedad con la que celebraba, iban a encontrarle al terminar la misa, y le
consultaban sobre sus diversas necesidades espirituales. Tenía sentimientos tan
elevados sobre su ministerio, que respetaba todo lo que a él se refería. Quería que
todo aquello que servía para la iglesia estuviera limpio y aseado, pero que fuera
sencillo. Rechazaba los ornamentos demasiado ricos, y en eso se acomodaba al
espíritu de algunos santos, que habían prohibido en sus monasterios el uso de
ornamentos de oro o de plata, o de otros materiales preciosos. Encontraba tanto gusto
en ofrecer el santo sacrificio, que consideró un deber celebrar la misa todos los días de
su vida, y nunca se dispensó de ella, salvo en caso de necesidad, o por causa de alguna
dolencia o enfermedad. Se le ha visto, incluso, en varias ocasiones arrastrarse él
mismo o hacerse conducir hasta el altar
<10>
para celebrar en él, y alimentarse con el pan de los fuertes.

(n. m.) Su recogimiento al celebrar la misa


Con mucha frecuencia se quedaba en arrobamientos extraordinarios después de la
comunión. Personas dignas de fe se dieron cuenta en varias ocasiones de que, al
regresar del altar, estaba tan transportado que el uso de sus sentidos quedaba como
interrumpido. Se quedaba en ese momento como inmóvil, y sólo volvía en sí después
de algún tiempo. Esta especie de éxtasis le venía del dominio continuo con que
sujetaba sus sentidos. No prestaba atención a ninguna cosa del mundo. Le gustaba
estar solo y rechazaba aparecer en público. Hablaba poco, siempre recogido en sí
mismo, modesto y reservado en todo su proceder, tranquilo y manso en toda clase de
situaciones.
Este dominio de los sentidos hizo que viviendo, por decirlo así, sólo del Espíritu,
viendo, no veía. No podía impedirse de ver los objetos sensibles, pero no reparaba en
ellos. Por eso, en la celebración de la misa no experimentaba las distracciones de las
444 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

que incluso los sacerdotes más recogidos tienen, a veces, dificultad para defenderse.
No podía soportar la relajación de los eclesiásticos que, con desprecio de su estado,
llevaban vida del todo seglar. Su celo para reprenderlos parecía incluso excesivo para
el espíritu de los mundanos, que juzgaban de ello según sus pasiones. Pero él poseía el
arte de menospreciar los juicios de los hombres cuando no eran conformes con la ley
de Dios.

(n. m.) 1678: muerte del señor Roland


Cuando se aplicaba a perfeccionarse en las virtudes de su estado bajo la dirección
del señor Roland, su
<11>
celoso director, Dios se lo arrebató con una muerte preciosa, que ocurrió el 27 de abril
del año 1678. Hacía sólo dieciocho días que el señor de La Salle había recibido la
ordenación sacerdotal cuando se vio privado de repente de este guía fiel, a cuyas luces
se había abandonado sin reservas. Sintió esta pérdida en toda su amplitud. Aprovechó
los últimos momentos que Dios concedió a este santo teologal para recoger sus
saludables consejos y formar con ellos un plan de vida que pudiera compensarle de su
ausencia. Como le había dado toda su confianza, como intercambio de amistad, le
nombró ejecutor testamentario y le encargó del cuidado de la comunidad de las
Hermanas del Niño Jesús, que había fundado recientemente, y le rogó que no
descuidase nada para sostener, con sus buenos servicios, a aquella reciente fundación.
Le hizo prometer que trabajaría con todas sus fuerzas en su afianzamiento, y también
le dejó entrever que Dios le destinaba a fundar escuelas cristianas para la instrucción
de los niños, que a él no le había concedido tiempo para emprender, aunque siempre
lo había deseado.

(n. m.) El señor de La Salle cuida de la comunidad


de las Hermanas del Niño Jesús
A pesar de la dificultad que experimentaba el señor de La Salle para aceptar una
carga que tan pesada le parecía, unida a la serie de asuntos domésticos que ocupaban
el tiempo que hubiera deseado dedicar por entero a la oración, vio en las intenciones
del piadoso director la orden de Dios. Superó sus repugnancias, y con este acto de
generosidad cristiana le expresó las señales de la perfecta sumisión, incluso después
de su muerte.
<12>
Desde aquel momento, lleno de todo el celo del que estaba animado por la promesa
hecha al señor Roland, puso su confianza en Dios. Trabajó con todas sus fuerzas para
eliminar las dificultades que cada día se suscitaban contra la Comunidad del Niño
Jesús. Desprovistas de todo apoyo humano, estaban próximas a ver hundirse su casa
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 445

cuando acababa de nacer. Pero el señor de La Salle tomó todas las medidas que le
sugería la prudencia para que triunfase tan santa empresa, y para darle una estabilidad
que la pudiera poner, en lo sucesivo, al resguardo de las vicisitudes humanas. Para
conseguirlo, era preciso obtener las letras patentes del Rey, recabar la autorización
del arzobispo y el consentimiento de la ciudad. Todas ellas eran dificultades no
fáciles de vencer en las circunstancias entonces existentes.

(n. m.) Obtiene el consentimiento de la ciudad para este establecimiento


Los magistrados [de la ciudad], que temían sobrecargarla con excesivo número de
comunidades, que ya se habían multiplicado en los últimos años, se oponían a la
introducción de esta nueva, aunque reconocían su utilidad para la instrucción de la
juventud; por eso no se decidían a admitir una nueva carga para la ciudad. El señor de
La Salle realizó numerosas gestiones para lograr que dieran su aprobación. Para ello
contaba con más influencia que nadie: lazos de parentesco o de amistad, o el respeto
hacia su virtud, tuvieron su eficacia en los ánimos. Y los utilizó con tanta habilidad y
prudencia que no pudieron resistir mucho tiempo a sus insistentes peticiones y
accedieron a su solicitud según las formas establecidas.
<13>
(n. m.) Solicita las letras patentes
Provisto de esta concesión, solicitó el consentimiento del señor arzobispo, y lo
obtuvo fácilmente; el prelado hizo más de lo que se hubiera podido esperar de él. Con
bondad paternal quiso encargarse de obtener de la Corte las letras necesarias para este
establecimiento. Cualquier otro menos poderoso que Carlos Mauricio Le Tellier
hubiera podido fracasar en estos trámites, sobre todo en un tiempo en que la Corte
tenía otras preocupaciones. Aprovechó prudentemente la confianza que le otorgaba el
favor del rey, y esperó el momento adecuado para obtener las letras patentes de la
bondad de Luis XIV, de gloriosa memoria.

(n. m.) El arzobispo de Reims las obtiene


El [arzobispo] las registró en el Parlamento de París, pagó generosamente todos los
gastos y no omitió ninguna de las formalidades necesarias para dotar a esta
comunidad de una situación estable y permanente. Desde entonces la tomó bajo su
protección y la sostuvo con generosas larguezas, de modo que en poco tiempo llegó a
un estado floreciente y muy útil al público. Las Hermanas de este Instituto se han
mantenido hasta el presente en su primer fervor, reconocen las obligaciones
particulares que ellas tienen con los prudentes consejos del señor de La Salle y las
gestiones que emprendió para el triunfo de sus escuelas, y conservan en su memoria
especial veneración fundada en el agradecimiento que le deben.
446 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

(n. m.) Se ve comprometido a trabajar en la apertura


de escuelas gratuitas para niños
De este modo, Dios le hacía probar sus fuerzas para ponerle, sin que él se diera
cuenta, en situación de emprender la fundación
<14>
de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que constituyó el objeto principal de sus
trabajos durante el resto de su vida. Se vio encargado de éste por caminos tan simples
e imprevistos que no puede uno dejar de admirar el dedo de Dios, que guiaba sus
pasos. Él mismo quedó sorprendido por ello, hasta maravillarse, como se advierte en
una carta que escribió más tarde a una persona piadosa que le consultó sobre los
medios que había utilizado para poner los primeros cimientos de su Instituto. «Dios
—dice— que gobierna todas las cosas con prudencia y suavidad, y que no tiene
costumbre de forzar la inclinación de los hombres, queriendo comprometerme a que
tomase el cuidado de las escuelas, lo hizo de manera casi imperceptible y en breve
tiempo, de manera que un compromiso me conducía a otro, sin haberlo previsto al
comienzo». Es, pues, una equivocación que algunas personas le hayan considerado
como un espíritu ambicioso, que deseaba forjarse un nombre en el mundo y conseguir
el título honroso de fundador. Se ve, por la manera sencilla y natural como se explica
él mismo, cuán alejado estaba de pensar y actuar con miras tan indignas de su
temperamento. Los ejemplos de dependencia, de sumisión y de humildad que dio a lo
largo del tiempo a los Hermanos de las Escuelas, marcan suficientemente la
oposición que tenía por el espíritu de dominación que sus enemigos le atribuían
falsamente. Tendremos más de una ocasión de aportar pruebas de ello.
<15>
(n. m.) Tentativa del padre Barré, mínimo, que no lo consigue
Las guerras civiles eran fuente de males que habían agitado los últimos reinados;
la herejía que las fomentaba aumentaba la desolación; la religión se debilitaba; la
disolución de las fortunas, consecuencia ordinaria de la independencia, produjo la de
las costumbres; los estudios se descuidaron; la ignorancia prevalecía; cada uno
pensaba en reparar sus pérdidas; los niños se hacían viciosos por falta de instrucción
[religiosa]; los desórdenes groseros se daban especialmente entre el pueblo llano.
Difícilmente [la gente] caía en la cuenta de la situación. Algunas personas de piedad
habían buscado individuos capaces de poner remedio, pero pocas lo lograban. El
reverendo padre Barré, religioso mínimo cuya virtud se había acreditado en París y en
otras partes, trató de establecer escuelas gratuitas en las que se pudiese formar en la
disciplina a la juventud; pero sus proyectos fracasaron en el momento mismo en que
él creía que estaban bien asentados. Las escuelas se destruyeron por sí mismas y este
mal resultado le indujo a abandonar la idea. Varias veces se intentó ponerlas de nuevo
en marcha, pero faltaba el medio o el crédito para lograrlo. Se necesitaba una persona
que tuviera bastante confianza en sí mismo para no desanimarse con las primeras
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 447

dificultades, y con suficiente fortuna para cubrir los gastos necesarios para
superarlas.

(n. m.) La señora Maillefer funda una escuela gratuita para las niñas;
elogio de su persona
En medio de esas circunstancias, Dios inspiró a la señora Maillefer el designio de
crear escuelas gratuitas para la instrucción de las niñas. Tenía ella todo lo necesario
para triunfar en la empresa. Había nacido en Reims, de padres ricos y piadosos. En el
seno de su familia había adquirido los sentimientos de virtud que la inducían a
emprender
<16>
buenas obras en cuanto se le presentaba la ocasión. Era tierna con los pobres, los
miraba como a sus hijos, y ponía todo su cuidado en procurarles las ayudas
temporales y espirituales de las que podía disponer. Su estado la obligó a seguir a su
marido a Ruán, donde le llamaban sus negocios, y donde tenía su residencia habitual.
En esa ciudad fue donde se entregó de manera especial a ejercer sus obras de caridad;
y en ella las continuó, pero sin descuidar las vías que Dios la hizo entrever para hacer
participar [de su caridad] a la ciudad de Reims, su patria. Ésa es, con justa razón, el
motivo por el que mereció el título de madre de los pobres. En vida de su marido, se
limitó con ocuparse de las obras de misericordia que podían combinarse con los
cuidados de la casa; pero cuando se vio desligada de los lazos matrimoniales por la
muerte del señor Maillefer, se entregó sin reservas a su inclinación por la limosna.
Consagró a ella cada año buena parte de sus rentas; sólo se reservaba una cantidad
muy módica y llevó vida pobre y penitente en medio de sus riquezas3.

(n. m.) Apertura de una escuela en el barrio de Darnétal


El especial conocimiento que ella tenía de las necesidades de las parroquias de
Ruán, a causa de la relación particular que mantenía con los administradores de sus
limosnas, le permitió conocer al detalle las que más necesidad tenían de ayuda; y
aunque su caridad la empujaba a abarcar a todos, puso especial empeño en socorrer a
una amplia barriada de Ruán, llamada vulgarmente Darnétal, lugar lleno de pobres
<17>
a causa de que existían allí manufacturas que fabricaban diversas mercancías. Se
inclinó con preferencia por esta parroquia y fundó en ella una escuela gratuita para la
instrucción de las niñas pobres, a la que dotó con los fondos necesarios para

3
Falleció en Ruán en 1693 de un mal contagioso que había contraído en el Hospital, cuando servía a
los pobres. Pasaba la mayor parte del día en oración, se acostaba sobre tablas y, de ordinario, sólo comía
pan.
448 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

sostenerla. Este establecimiento triunfó de tal manera que la movió a abrir otras
[escuelas], de las que sirvió como fuente y modelo.

(n. m.) La señora Maillefer piensa establecer escuelas gratuitas en Reims


La señora Maillefer, guiada siempre por su piedad tierna y caritativa, se sintió
empujada por el deseo de procurar el mismo beneficio a la ciudad de Reims, su patria
natal. Contaba con el señor Roland, teologal de esta metrópoli, con quien ella estaba
en relación por este motivo; fue por sugerencia de ella, y también por sus
liberalidades, por lo que había puesto en marcha la escuela de las Hermanas del Niño
Jesús para las niñas, desde el año 1674, como ya dije antes. La utilidad evidente de
esta escuela le hacía desear ardientemente poder ofrecer la misma ayuda a los niños.
En el ardor de su celo, a menudo hablaba de ello, pero la muerte se le adelantó, y le
privó del medio de llevarlo a cabo.
Este contratiempo no desalentó a la señora Maillefer. Ella había tomado medidas,
de acuerdo con él, desde el año anterior, para que la empresa se realizara. Como ella
actuaba por Dios, puso en Él toda su confianza, y no desesperó de que el proyecto
fuera un éxito. Sobre este fundamento, buscó a una persona cuya actividad y proceder
pudiera suplir la ayuda que ella ya no podía hallar en las luces del señor Roland. Se le
indicó el señor Niel, persona hábil y con
<18>
especial talento para aquel tipo de establecimientos. Era la misma [persona] que
había empleado el padre Barré, mínimo, para establecer anteriormente escuelas en
Ruán y en otros sitios.

(n. m.) [La señora Maillefer] envía al señor Niel [a Reims]


El señor Niel fue, pues, a Reims al año siguiente, bien informado de las intenciones
de la señora Maillefer. Llevaba cartas, escritas por ella sobre el asunto [de la escuela],
para la superiora de las Hermanas del Niños Jesús. Se dirigía a ella con preferencia a
otras personas, pues pensaba que estaba mejor informada que nadie de lo que se había
proyectado cuando vivía el señor Roland. Por una casualidad providencial, el señor
de La Salle, que de acuerdo con las intenciones del señor Roland había asumido el
cuidado particular de esta comunidad, se encontraba a la puerta de la casa cuando el
señor Niel entraba en ella. Después de los primeros saludos, el señor Niel expuso a la
Hermana superiora el asunto del viaje. La superiora habló de ello al señor de La Salle
y le rogó que dijera lo que pensaba del proyecto. Él intuyó, ante todo, el conjunto de
inconvenientes, y pensó en las dificultades que había experimentado recientemente
para reconocer la escuela de las niñas. Con todo, como tenía una caridad que se
compadecía de todos los que acudían a él, quiso oír al señor Niel y saber de él mismo
las medidas que quería tomar. Examinó sus proyectos, y no pudo sino aplaudirlos;
renunció a las razones que le hacían dudar del éxito y trabajó para allanar las primeras
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 449

dificultades. Era preciso hacer que le conocieran en las principales casas de la ciudad,
para lograr que se ganara la confianza de las personas a las que tendría que dirigirse,
<19>
y asegurarle una retirada conveniente, esperando que podría abrir las primeras
escuelas.

(n. m.) [Niel] toma consejo del señor de La Salle


Como la gente estaba prevenida contra todo lo que fuera un nuevo establecimiento,
se precisaba tomar muchas precauciones para no disgustar a ninguno de los que
pudieran oponerse. El éxito dependía del secreto. El señor Niel tenía orden de la
señora Maillefer de alojarse en casa de su hermano. Estaba dispuesto a hacerlo, pero
se le hizo entender las consecuencias que podría tener. Se le explicó que había que
temer que alguien descubriera su intención, y de ahí, que se hiciera pública. Para
prevenir los inconvenientes, se determinó que se alojara en casa del señor de La Salle,
quien inmediatamente le ofreció su casa, lo cual aceptó con gratitud el señor Niel.

(n. m.) [La Salle] se compromete sin advertirlo


Tales fueron los primeros compromisos del señor de La Salle en la fundación de las
escuelas gratuitas. El señor Niel agradeció a Dios que en una sola entrevista le
hubiera permitido encontrar un alojamiento honesto y un protector experto para su
empresa. Desde ese momento se prometía que iba a triunfar. Él informó exactamente
a la señora Maillefer de sus primeras gestiones. Dicha señora le respondió, en
consecuencia, que no descuidara nada para hacer triunfar la empresa.

(n. m.) El señor de La Salle consulta antes de comprometerse


Lo primero que hizo el señor de La Salle antes de arriesgar nada, fue dirigirse a
Dios. Como le ocurría en todas las buenas obras, le bastaba vislumbrar el bien para
captarlo en seguida; pero como desconfiaba de sus propias luces, quiso conocer el
parecer de varias personas esclarecidas. Con este objeto consultó a
<20>
superiores de peso y de experiencia. Al primero a quien se confió fue a Dom Claudio
Bretagne, a la sazón prior de la abadía de San Remigio de Reims. Era hombre
discreto, de clara inteligencia, sólido, penetrante y buen consejero. El conocimiento
de sus méritos le había conquistado tan plena confianza que le pidieron que se
encargara de publicar la vida del señor Bachelier de Gentes, natural de Reims, laico
de rara virtud y de penitencia poco común. La obra estuvo preparada para ser impresa
y apareció, en efecto, al año siguiente, en 1680.
450 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

(n. m.) Comienzan las escuelas por la parroquia de San Mauricio


Antes que el señor de La Salle abriera a este sabio superior el designio que tenía de
abrir nuevas escuelas en Reims para la instrucción de los niños, le hizo notar los
inconvenientes. Ya estaban previstos, pero le consultaba para encontrar los medios de
superarlos. Él no quiso decidir nada por sí mismo, y su parecer fue que no había que
precipitarse; que convenía consultar a otras personas más habituadas a esta clase de
empresas. Este consejo concordaba con su humildad. Dios permitió que la empresa
no saliera bien al principio para hacer que la ejecución fuera más sólida. Era, pues,
necesario contar con nuevas luces. Siempre había que temer las oposiciones, y por
eso se oyeron otros pareceres, para prevenirlas, ya que todos presentaban
dificultades. En fin, después de madura deliberación, se acordó seguir lo que
propusiera el señor de La Salle. Según éste, lo más conveniente era poner las escuelas
bajo la protección de algún párroco de la ciudad.

(n. m.) El párroco de San Mauricio se ofrece para alojar a los maestros
Esta solución pareció la más natural, ya que así no habría ningún motivo para
oponerse al celo de un pastor que deseara que los niños de su parroquia fueran
instruidos. Se determinó, pues, que se haría la propuesta,
<21>
entre los señores párrocos de la ciudad, a quien el señor de La Salle indicara.

(n. m.) 1679


No se perdió tiempo; se dirigió, pues, para ello al señor Dorigny, párroco de San
Mauricio, que le parecía el más indicado por su firmeza, fundada en su experiencia en
los negocios, para sacar adelante la empresa que se meditaba. El párroco recibió la
propuesta y la acogió con tan buenas disposiciones, que no se dudó del éxito.
Manifestó además su disposición para alojar en su casa a los maestros que se
destinaran a atender la escuela. Las cosas se arreglaron en pocos días y [la escuela]
comenzó en su parroquia este año de 1679.

(n. m.) Propuesta de abrir una escuela en la parroquia de Santiago


Cuando el señor de La Salle vio cumplidos sus deseos de aquella forma, creyó que
Dios no le pedía más, y se retiró, abandonando el resto a la Providencia. Se contentó
con ver de vez en cuando a los maestros de la escuela de San Mauricio para
exhortarles a la piedad y ayudarlos con sus consejos. No pensaba que este
compromiso debía llevarle más lejos. Pero Aquel que guiaba sus pasos le abrió en
seguida por delante un amplio camino, en el cual le comprometió, aunque muy a
pesar suyo. Pues el señor Niel, que no limitaba su previsión a este primer
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 451

establecimiento, supo que una piadosa dama de la ciudad, viuda del señor Levêque de
Carrières, tenía el propósito de fundar una escuela gratuita en la parroquia de
Santiago. Fue suficiente para él. Acudió a encontrarla, se dio a conocer, le refirió
cómo, merced a los cuidados del señor de La Salle, se había llegado a abrir una
[escuela] en la parroquia de San Mauricio. La señora le escuchó con agrado, y pensó,
incluso, que Dios le ponía
<22>
delante la ocasión favorable para ejecutar el proyecto que tenía en la cabeza desde
hacía tiempo. Ella conocía al señor de La Salle, y antes de resolver cualquier cosa,
quiso hablar con él de este asunto. El señor Niel fue en seguida a informarle y a darle
cuenta de lo que acababa de hacer, sin dudar que él aprobaría su gestión. El señor de
La Salle no la desaprobó del todo, pero consideró que era precipitado; y como temía
siempre verse demasiado comprometido, sintió renacer su natural repugnancia.

(n. m.) La señora Levêque de Carrières quiere fundar una escuela


Sin embargo, la señora Levêque le rogó que fuera a verla. Después de varias
insistencias de su parte, [La Salle] fue a su casa, y escuchó todo lo que ella le tenía que
decir sobre su proyecto. Ella le felicitó por el beneficio que había hecho a los pobres
de la parroquia de San Mauricio, y le expuso el deseo que tenía de prestar el mismo
servicio a los de su parroquia. «Es preciso —dijo ella— que aproveche una ocasión
tan favorable, pues hace mucho tiempo que Dios puso en mi corazón la idea de fundar
una escuela en mi parroquia; y estaría muy contenta si viera el cumplimiento de este
deseo antes de mi muerte». El señor de La Salle no le pudo negar su colaboración para
ayudarla a realizar esta buena obra. Ella aseguró una suma de 500 libras de renta, a
recoger cada año de sus réditos, para el mantenimiento de dos maestros, y prometió
dejar un fondo de diez mil libras para asegurar la renta a perpetuidad. Como tenía
mucha edad, le urgió a que lo ejecutara [cuanto antes]; pero a pesar de las diligencias
hechas, no pudo terminarse [la empresa] sino después
<23>
de su muerte, que sobrevino seis semanas después de la declaración que había hecho
de sus intenciones. Pero sus herederos consideraron un deber de religión cumplir
exactamente los términos de su fundación, y la escuela de la parroquia de Santiago se
abrió ese mismo año de 1679, sin ningún obstáculo.

(n. m.) Celo del señor Niel, perjudicial para las escuelas
El señor de La Salle, contento con el nuevo éxito, no miraba más lejos, ni se
adelantaba en nada, sino sólo en la medida en que se veía como forzado por las
circunstancias. Depositaba el cuidado de los maestros en la vigilancia del señor Niel.
Pero este hombre, aunque lleno de piedad, carecía de clarividencia y tampoco era
452 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

todo lo asiduo que se necesitaba. Todo su celo se reducía a buscar el modo de crear
establecimientos sin preocuparse de perfeccionarlos. Los continuos viajes que se
imponía para alcanzar su objetivo le impedían la atención necesaria para remediar las
dificultades que se encontraban en aquellos comienzos. Sus largas y frecuentes
ausencias ocasionaban trastornos en las escuelas. Los maestros se descuidaban en la
asistencia a la escuela, y este desorden comenzaba a extenderse a los alumnos, que
por ello no eran instruidos con suficiente cuidado. Los padres empezaron a notarlo y
murmuraban. Si no se ponía pronto remedio, habría que temer que las escuelas se
destruyesen por sí mismas en poco tiempo. Además, las escuelas no podían producir
todo el fruto que se preveía al principio, porque los ejercicios no estaban regulados y
porque no se seguía una conducta uniforme. Cada maestro seguía su idea personal,
sin
<24>
preocuparse de lo que podía contribuir a producir fruto.

(n. m.) El señor de La Salle reúne a los maestros en la misma casa


Todos estos inconvenientes persuadieron al señor de La Salle de que era preciso
reunirlos bajo el mismo techo, y ésa fue la decisión que tomó. Alquiló una casa
cercana a la suya para que fuera posible tenerlos a la vista y visitarlos con más
frecuencia. Pasaron a vivir en ella por las fiestas de navidad del mismo año de 1679, y
en seguida comenzaron a seguir una serie de ejercicios que [La Salle] les prescribió.

(n. m.) Se abre la tercera escuela


El señor Niel, que sabía aprovechar con acierto las circunstancias en que se
encontraba para alcanzar sus fines, vio con agrado los cambios que el señor de La
Salle acababa de hacer. En cuanto vio a los maestros reunidos en esta casa, propuso
abrir otra escuela para utilidad del barrio. El señor de La Salle, que no encontró
inconveniente, consintió en ello, y en poco tiempo llegó a ser más numerosa que las
dos anteriores.

(n. m.) 1680. El señor de La Salle recibe el birrete de doctor


Mientras estos diversos establecimientos funcionaban como si se hubiera podido
preverlo a distancia, el tiempo de la licenciatura del señor de La Salle se terminaba.
Había superado todos los ejercicios y pruebas establecidas en la facultad de Teología
de Reims, como lo estaban también en la de París; y así, no habiendo ya nada que se lo
impidiera, recibió el birrete de doctor dos años después, es decir, en 1680.
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 453

(n. m.) Accidente que le pone en peligro de muerte


Este año fue importante por un accidente [que sufrió La Salle] y que le llevó a
pensar que le podía costar la vida. Al regresar de una zona rural,
<25>
en invierno, le sorprendió la noche; aquel día había caído muchísima nieve, por lo
cual se perdió y cayó en una fosa profunda, de la que sólo pudo salir después de
mucho tiempo y de penosos esfuerzos que le causaron una ruptura [muscular].
Repuesto de la emoción que este accidente le produjo, reflexionó mucho sobre la
protección de Dios que acababa de experimentar en el peligro, y sobre su
misericordia, que le había salvado la vida. [Este suceso] le quedó tan profundamente
grabado, que en lo sucesivo, cuando hablaba de ello, lo hacía con vivos sentimientos
de gratitud.

(n. m.) Piensa en llevar a los maestros a su propia casa


Todas las precauciones que había tomado hasta entonces para ofrecer a los
maestros de escuela cierta forma de dirección no habían tenido el éxito que se había
prometido. El señor Niel, con sus continuas ausencias, les causaba un perjuicio
considerable. Él no se percataba de las consecuencias, al contrario que el señor de La
Salle, que veía cómo se marchitaba cada día la piedad que quería sembrar en aquella
pequeña comunidad. Sus ocupaciones no le permitían suplirlo con una presencia tan
asidua como hubiera sido necesaria. Después de haberlo pensado mucho, no encontró
más que un remedio, y era llevar a los maestros a su propia casa para tenerlos bajo su
mirada sin descuidar sus negocios. Pero, por otro lado, no pudo ignorar los difíciles
obstáculos que tendría que superar, tanto por parte de su familia, que no siempre
aprobaba
<26>
las medidas que adoptaba, como de parte de los tres hermanos que permanecían con
él, a quienes podría disgustar el nuevo género de vida. Por este motivo se sintió
agitado de diversos pensamientos y encontró dificultad para elegir la solución que
habría de tomar.
Así transcurrieron varios meses, sin poder decidir. Con todo, como veía que tantas
dilaciones de su parte sólo conseguían aumentar el mal, resolvió, al fin, superar sus
repugnancias; pero, al mismo tiempo, pensó que correspondía a su prudencia no
precipitar nada, y que debía preparar los ánimos para acostumbrarlos con suavidad a
este cambio que no se esperaban.
454 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

(n. m.) Los sienta a comer a su mesa


Primero se contentó con admitir a los maestros a su mesa a las horas de las
comidas. Durante las mismas se hacía una lectura, de la cual él tomaba ocasión para
hablarles, y también los animaba a que hicieran saludables reflexiones sobre la
lectura. Después de esto, se retiraban para ir a ejercer su empleo en las escuelas.

1681
Las cosas siguieron de esta forma hasta el año siguiente, ya que vio que todo cuanto
hacía para formarles en la piedad sólida, no producía aún todo el fruto que deseaba.
Aprovechó una ausencia del señor Niel para mandarles que fueran a su casa todas las
mañanas, desde la siete, para pasar allí todo el día, salvo el tiempo de la clase. De esta
forma los indujo a que se obligaran a hacer los ejercicios diarios, que él les había
señalado tiempo antes, pero que ellos, con diversos pretextos, no observaban
fielmente. Los ejercicios principales
<27>
eran la oración mental, la oración vocal a ciertas horas y la mortificación de los
sentidos. Nunca se había dado cuenta de la necesidad que tenían de este proceder,
como cuando los tuvo bajo su mirada. Advirtió en algunos de ellos una piedad
superficial, una vocación titubeante e incluso bajas inclinaciones que provenían de la
falta de educación. No dejaba pasar ninguna ocasión favorable para hacerles caer en
la cuenta de sus defectos; les hablaba con dulzura, estudiaba sus diversos caracteres y
moderaba sus advertencias; y así, con este modo de tratarlos, encontraba el modo de
reformar su exterior al mismo tiempo que regulaba su interior.

(n. m.) La ciudad de Guisa quiere abrir una escuela gratuita


Mientras él se aplicaba a instruirlos en los deberes de su estado, el señor Niel,
siempre deseoso de abrir nuevos establecimientos, no se dormía. Aprovechaba las
mínimas esperanzas que se lo hicieran entrever, y no se daba reposo hasta haber
llegado al final. Supo que las autoridades de la ciudad de Guisa tenían el propósito de
crear una escuela gratuita para los pobres. Sin otra deliberación decidió ir allí. Pero
antes quiso tener el beneplácito del señor de La Salle, quien le dijo que no hacía falta
precipitarse, que su gestión sería prematura, y que al precipitarse de ese modo, la
escuela corría peligro de fracasar. Además, le hizo ver con dulzura que sus frecuentes
ausencias eran perjudiciales para los maestros; y que [por otro lado] su presencia y su
asiduidad en velar sobre su comportamiento los mantendría en su deber, sobre todo
en el tiempo de Pascua, que se aproximaba.
<28>
Todo cuanto pudo decirle no le hizo cambiar su decisión. Se marchó a Guisa, hizo
muchos desplazamientos inútiles, y volvió sin haber podido lograrlo, como le había
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 455

predicho el señor de La Salle. Esta pequeña contradicción le hizo más circunspecto


para lo sucesivo y más dócil para aprovechar sus consejos.

(n. m.) El señor de La Salle aloja a los maestros en su casa


Cuando regresó [el señor Niel] quedó gratamente sorprendido de lo realizado por
el señor de La Salle para mantener a los maestros en el orden, que había producido un
cambio notable. Le expresó su alegría y le urgió a que terminara la obra, llevándolos
completamente a su casa. Era un golpe decisivo para el señor de La Salle y que no se
podía hacer sin ruido. Pero como lo que había hecho hasta entonces había resultado
bastante bien, incluso por encima de sus esperanzas, creyó que no había ya
inconveniente para realizar lo que el señor Niel le aconsejaba.

(n. m.) 1681


Así pues, el día de San Juan Bautista, su patrón, hizo ir a todos los maestros a su
propia casa, y allí los alojó. Fue entonces cuando la gente, a quien su proceder
anterior había tenido como en suspenso, comenzó a censurarlo. Había que prepararse
para las contradicciones. Las sufrió, y fuertes, por parte de sus parientes y amigos. No
podían dejar de reprocharle un paso tan raro como el que acababa de dar, y así lo
calificaban. Tuvo necesidad de toda su virtud para escuchar los razonamientos y
sufrir las burlas hirientes que le hicieron en este asunto. Unos se quejaban con
sentimientos demasiado humanos, otros le culpaban con mal humor,
<29>
y los más sensatos se contentaban con admirar su celo, sin atreverse a juzgarle. Sin
embargo, pocos lo aprobaban.

(n. m.) Reproches de su familia por este asunto


Los asaltos más duros que tuvo que sostener vinieron de parte de su familia, que le
amaba con ternura, y que no era insensible a las habladurías que corrían sobre él. Le
hicieron ver todo lo que se vislumbraba de más desagradable en sus gestiones para
desanimarle y hacer que cambiara de resolución. Algunos de los parientes, más vivos
y más molestos que los otros, le reprocharon que deshonraba a su familia y su estado,
al encargarse, de aquella manera, de la dirección de un número de personas de bajo
nacimiento y sin educación. que no hacía ninguna distinción entre ellos y los
forasteros que admitía a su mesa, y tampoco con sus propios hermanos, que no habían
nacido para someterse a un género de vida tan anormal, que no les convenía en modo
alguno; que de ese modo alejaría de su casa a todas las gentes honradas, y que se vería
abandonado y despreciado de todo el mundo. A estos razonamientos él opuso
solamente una gran paciencia, y a todo respondía con moderación tan cristiana que
algunos se marchaban muy edificados y resueltos a no presionarle más, por temor de
456 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

oponerse a los caminos de Dios. Los demás, al ver que todos sus intentos no
producían nada en su espíritu, y que sus resoluciones no se debilitaban en absoluto, le
miraron desde entonces como hombre apegado a su criterio, a quien nada podía
flexibilizar, y resolvieron retirarle de su casa a los tres hermanos que estaban con él.
<30>
(n. m.) Se aplica a formar a los maestros en la virtud
Esta separación le afectó mucho, pero no le abatió. Puso toda su confianza en Dios,
y cuando se vio enteramente libre, se dedicó con todas sus ganas a dirigir a su pequeña
comunidad. Comenzó por inspirarles el espíritu de modestia, de humildad, de
pobreza, de piedad y de una caridad mutua sin límites; todas ellas eran cualidades que
debían servir como cimiento y base de su estado. Pero como había resuelto no
introducir nada por autoridad, y como deseaba inspirarles el atractivo por la virtud,
pero sin forzarles, se contentó en los comienzos con guiarlos como de la mano y hacer
que gustasen las verdades que les inspiraba con sus exhortaciones y, más todavía, con
su ejemplo. De ese modo, todo ese año lo dedicó a acostumbrar a los maestros a
[practicar] un conjunto de ejercicios con los que se familiarizaron de manera
insensible.

(n. m.) Deja, con los maestros, la casa paterna


Cuando los hubo afianzado a fondo, pensó seriamente en dejar su casa paterna e ir a
vivir con ellos a un barrio más resguardado del tumulto y de las molestias del mundo.
Encontró una casa que se alquilaba en la Rue Neuve [calle Nueva], frente a las tapias
de las religiosas Damas de Santa Clara.

(n. m.) 1682. Establecimiento de la primera casa del Instituto


Entraron en ella el día de San Juan Bautista del año 1682. Es esta casa la misma que
los Hermanos de las Escuelas Cristianas ocupan [todavía] desde entonces, y cuya
adquisición hicieron en 1700, gracias a las ayudas de algunas personas caritativas de
la ciudad. Puede ser considerada, con justicia, como la primera de sus casas y como la
cuna del Instituto.
<31>
(n. m.) Les prescribe una vida uniforme
Cuando los maestros estuvieron bien alojados en esta nueva vivienda, y una vez
que distribuyeron los lugares apropiados para sus ejercicios, el señor de La Salle les
prescribió una regla uniforme para todas las horas del día, en la cual el silencio era
como la base. Desde entonces sintieron cuán ventajosa era esta práctica para
acostumbrarse al recogimiento y para dominar las pasiones. Luego les aconsejó hacer
uso frecuente de la oración y de acercarse con frecuencia a los sacramentos para
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 457

regular su conciencia. Para ello, les exhortó a que escogieran un confesor ilustrado,
que les guiara a todos por las mismas prácticas. La primera idea que les vino fue
rogarle que les permitiese no escoger a ningún otro sino a él. El respeto les retuvo
algún tiempo, pero como su confianza en él aumentaba, a causa de la bondad con que
les distinguía en sus conversaciones familiares, los que tenían más confianza se
encargaron de proponérselo. Como él no quería molestarles en nada en un punto de
tanta importancia, consideró que no era prudente acceder a su petición, con la
aprensión de que ello le quitara la libertad que tenía para reprenderles por sus defectos
con la franqueza habitual. Con todo, forzado por sus peticiones reiteradas, y después
de haberlo consultado con algunos amigos desinteresados, se rindió a los deseos de
los maestros, de modo que en poco tiempo se vio que todos se habían puesto bajo su
dirección. No pasó mucho tiempo
<32>
para percatarse del feliz cambio que esto producía entre ellos. Muy pronto el buen
olor de su piedad se extendió hacia fuera, y el mundo comenzó a admirar a aquellos
que, poco antes, eran objeto de desprecio.

(n. m.) La ciudad de Rethel solicita una escuela


Las ciudades cercanas a Reims, informadas de los beneficios que podían conseguir
con unas escuelas semejantes, se apresuraron a buscar los medios de procurar otros
parecidos para la instrucción de sus niños. Rethel-Mazarino fue la primera que hizo la
petición al señor de La Salle. El asunto le pareció delicado. No quiso precipitar nada.
Todo lo que había hecho hasta entonces para formar a los maestros de escuela en
Reims no era todavía, según él, más que una pequeña muestra de la perfección a la
que tenía el designio de llevarlos. Temía exponer demasiado pronto a aquellas
jóvenes plantas, todavía mal enraizadas. Le parecía que todavía necesitaban apoyo
para darles tiempo de robustecerse. Así, todo lo mejor que podía hacer era dar
esperanzas para más tarde. Sin embargo, la ciudad, sostenida por la protección del
Duque de Mazarino, y apoyada en el celo del párroco, insistía en la ejecución, de
modo que no hubo otra solución que aceptarlo. Hubo que acomodarse a las
circunstancias presentes; pues además de las liberalidades del Duque, de la ciudad,
del párroco y de una señora, apellidada Bouraletti, que ofreció ella sola cincuenta
libras de renta, se encontró una casa donde establecerse y los fondos necesarios para
sostener a dos maestros.

(n. m.) Escuela de Rethel


El señor de La Salle, por cortesía, no podía volverse atrás.
<33>
458 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Encargó al señor Niel que fuera allí a fundar la escuela. Lo hizo con su habilidad
habitual, y en cuanto llegó a Rethel-Mazarino todo se arregló de tal forma que la
escuela se abrió el mismo año de 1682. Las diversas gestiones que emprendió para
este asunto y las medidas que hubo de tomar para salir adelante, le pusieron
necesariamente en relación con quienes se interesaban de manera particular en el
asunto. Esto le facilitó el honor de cumplimentar respetuosamente al Duque, que en
una audiencia que le concedió le hizo diversas preguntas sobre el nuevo Instituto, y
particularmente sobre quién era el principal impulsor. Desde ese momento deseó
conocer al señor de La Salle, a quien el señor Niel le había descrito como un santo
sacerdote de profunda piedad y de una caridad sin límites. Al señor de La Salle no le
gustaba darse a conocer, pero informado de las intenciones del Duque, se vio en la
necesidad de acatar sus órdenes. El Duque le recibió con señales de distinción; con
gusto conversó con él sobre cuestiones de piedad. Él mismo le honró varias veces con
su visita.

(n. m.) El Duque de Mazarino quiere fundar una escuela, y se la desvían


Algunos años después de la apertura de la escuela de Rethel, en consideración de
su virtud, quiso asignar en sus dominios una renta perpetua de doscientas libras para
sostenimiento de los maestros. El asunto estaba a punto de concluirse cuando
personas en quienes [La Salle] confiaba apartaron [al Duque] de esta idea, de manera
que cuando el señor de La Salle acudió al día siguiente para aceptar la
<34>
donación, encontró cambiadas las disposiciones acordadas, y en lugar de las muestras
de bondad con las que le había honrado, no le testimonió más que frialdad, y una
indiferencia sensible. Le hablaron de dificultades [surgidas] propias para rechazarlo,
y se le imponían pesadas condiciones que no eran compatibles con los compromisos
de los maestros. Además tuvo que oír reproches y palabras duras y humillantes para
su persona. Pero, sin faltar al respeto que debía a la presencia del Duque, respondió
con firmeza, sin sobrepasar los límites de su habitual moderación. Regresó a casa sin
denotar ninguna emoción, y aunque conocía a los autores de la trama, no quiso que se
les manifestara ni una sola señal de descontento.

(n. m.) El señor de La Salle sufre humillaciones sin quejarse


Este proceder prudente y moderado, que sus enemigos consideraban como
insensibilidad, era el efecto de su total sumisión a las órdenes de la Providencia,
constituía la regla de sus actos, y se fortalecía de tal manera en las contrariedades que
tuvo que sufrir en el establecimiento de su Instituto, que los contratiempos más
desgraciados no le alteraban en nada la paz interior de que gozaba. Cuando se obra
sólo por Dios, uno se consuela fácilmente de las contradicciones de los hombres. Su
desprendimiento era tan perfecto que no parecía afectado por las injusticias que se
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 459

cometían con él. No hablaba nunca de ellas, ni se le escapaba nunca queja alguna
contra aquellos que le hacían sufrir. Prefería renunciar a sus derechos más evidentes a
dar el menor motivo de queja. Es lo que hizo con
<35>
ocasión de la fundación de que hemos hablado.

(n. m.) Renuncia a sus derechos para no pleitear


Dos personas de las más ricas de Rethel-Mazarino le dejaron una suma importante
para ayudarle a fundar la escuela. Ya estaba en posesión de ella y tenía en mano toda
la documentación; la donación parecía incontestable. Con todo, él renunció a sus
derechos y abandonó todo a los herederos, que se lo reclamaban, antes que meterse en
un pleito en el que la caridad hubiera podido sufrir alguna alteración. Ejemplo de
desinterés tan edificante como raro.

(n. m.) La ciudad de Guisa pide maestros


La escuela de Rethel-Mazarino no se estableció antes de que las autoridades de la
ciudad de Guisa se arrepintieran de haber descuidado la oferta que el señor Niel les
había hecho un año antes. Formularon con él nuevos compromisos en un segundo
viaje que le rogaron que hiciera. Este año, sin diferirlo más, le dieron una casa para la
vivienda de los maestros. La señora duquesa de Guisa, que había tenido cuidado de
disponer en su favor, los tomó bajo su protección, y de sus bienes les cedió los fondos
necesarios para su mantenimiento, de manera que la escuela se abrió el mismo año
de 1682.

(n. m.) Los primeros [maestros] que se envían no satisfacen


El señor de La Salle, en estos comienzos, tenía dificultad para encontrar sujetos
adecuados para atender las escuelas. Los primeros maestros que envió a Guisa no
gustaron; hubo, pues, que esperar hasta que tuviera otros bien formados; entonces
llamó a los
<36>
primeros y puso a otros que se ganaron la estima y la consideración que
correspondían a su exactitud y a su piedad.

(n. m.) 1682. Escuela en Laón


También fue hacia el final de este año cuando el señor Guiart [Guyart], párroco de
San Pedro, de la ciudad de Laón, informado del bien que las escuelas gratuitas
producían en las ciudades de Rethel y de Guisa, en donde se habían abierto
460 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

recientemente, escribió al señor de La Salle, y le rogó que le enviara dos maestros


para abrir una en su parroquia. El amor que tenía hacia los pobres, que eran los más
numerosos, y el deseo ardiente que tenía de hacerlos instruir le impulsaban, desde
hacía tiempo, a procurarles este beneficio. Había hecho acuerdos con el alcalde y
concejales de la ciudad para prevenir todas las dificultades. Obtuvo de ellos una casa
para alojar a los maestros. Los Canónigos Regulares de la abadía de San Martín, de la
orden de los Premonstratenses, se comprometieron generosamente a procurarles una
parte de su subsistencia, y el señor párroco suplió a lo que faltaba con sus propios
bienes. Arregladas las cosas de esta manera, el señor de La Salle envió dos maestros a
Laón, que abrieron la escuela al año siguiente, 1683.

1683
Entre el párroco y él surgió una amistad y una confianza recíprocas, fundadas en la
estima mutua, que no terminó sino con la muerte.

(n. m.) La mayor parte de los maestros se disgustan


El éxito de estos establecimientos, hechos de manera tan rápida, era, según las
apariencias, un presagio feliz de lo que debía esperar para lo sucesivo. Sin embargo,
faltaba
<37>
mucho para que el señor de La Salle encontrara motivo de estar satisfecho por ello.
Dios le hizo gustar toda la amargura que acompaña ordinariamente a las escuelas mal
enraizadas, y cuando él creía que había puesto a todas las escuelas en situación de
sostenerse por sí mismas, vio cómo su obra se deslizaba por la pendiente de la ruina.
Los maestros que habían sido reunidos en una misma casa, para acostumbrarlos a la
Regla, comenzaron a aflojar de su primer fervor. Encontraron su vida aburrida; sus
ejercicios, demasiado molestos; la alimentación, muy pobre; su libertad, muy
estrecha. Pensaron en sacudirse un yugo que habían encontrado suave hasta entonces
y al que se habían sometido voluntariamente. Ya no sentían gusto por las prácticas de
piedad que se seguían en la casa y que tan útiles y santas les habían parecido. Es fácil
imaginarse hasta qué punto fue penetrado de dolor el señor de La Salle a vista de tanto
desorden. Hizo cuanto dependía de él para reavivar el fervor y hacerles volver de sus
desvaríos. Pero su disgusto era tan general, que tuvo que abandonarlos a sí mismos y
ser testigo de su deserción. Todo cuanto pudo decirles de más tierno y más afectuoso
no les causó impresión; su elección estaba hecha. Los remedios que él quiso emplear
para curar sus heridas sólo sirvieron para amargarlos más; la gratitud singular que
tenían hacia la caridad con la que les había guiado y mantenido en su casa, no la
tuvieron para nada en cuenta; la borraron por completo de su espíritu
<38>
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 461

y olvidando todos los sentimientos de respeto y de gratitud que debían a su virtud y a


sus buenos ejemplos, salieron de su casa y renunciaron para siempre al designio que
habían tenido de consagrarse a la instrucción de la juventud. Hubo algunos de ellos,
en cambio, que más fieles y más arraigados en su vocación, rechazaron seguir a estos
flojos en su extravío.

(n. m.) El señor de La Salle anima a los que siguen


No se puede negar que el señor de La Salle se sintiera un poco decaído ante la vista
de una deserción tan general, y que no se viera tentado en ese momento de abandonar
todos sus proyectos. Le parecía que habiendo tenido sólo miras muy puras para
procurar el bien, y contribuir con todas sus fuerzas a la instrucción de los pobres, tenía
motivos para esperar un éxito más feliz. Pero los pensamientos de los hombres son
muy limitados para poder penetrar los designios de Dios. Después de haber hecho
todas las reflexiones que le procuraban un suceso tan súbito y tan inesperado,
aprovechó esta humillación para reanimar su celo; y lleno de nueva confianza,
recogió con gratitud los restos de aquel rebaño disperso. Él se dedicó a asegurarles
contra las alarmas en que les había sumido el falso paso de sus compañeros; y por sus
oraciones, sus cuidados, sus ejemplos y sus exhortaciones tiernas y afectivas, les
fortaleció contra la tentación.

(n. m.) Hace que adopten un vestido uniforme


Dios, que se complace en devolver la calma después de la tempestad, derramó
nuevas bendiciones sobre su trabajo, y cuando menos lo pensaba, vio llegar un
número de sujetos que tenían buena voluntad, fuerza,
<39>
fervor y piedad. Éstos, unidos a los que permanecieron fieles, formaron una nueva
comunidad más numerosa y más completa. El señor de La Salle, repuesto de su
sorpresa y lleno de nueva confianza, se dedicó más que antes a prevenirles contra la
inconstancia natural, de la que venía de experimentar las funestas consecuencias por
la deserción de los otros. Reflexionó sobre cómo el hombre, siempre débil, necesita
ser fijado al bien mediante algunos lazos que le aten al mismo. Esto le determinó a
redactar nuevos reglamentos, más ponderados y mesurados. El principal objeto era
adoptar justos medios para quitarles cualquier pretexto de volver al mundo. Consultó
con varias personas de piedad y experiencia y, aprovechando la buena voluntad de los
nuevos discípulos, les hizo tomar un vestido pobre y uniforme, que por su
singularidad y sencillez les distinguiría de los seglares. Esta nueva forma de hábito
era muy apropiada a la modestia de su estado, inspiraba el respeto por su persona y les
obligaba a ser más modestos en su comportamiento.
462 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

(n. m.) La gente no se lo aprueba


Es cierto que este cambio no fue del gusto de todo el mundo. Algunos lo
encontraron ridículo porque aún no estaban acostumbrados a él. Se hicieron, incluso,
burlas, que fueron cesando con el tiempo. Algunos años después, una persona
distinguida por su mérito y por su piedad, pero de un modo de ser particular, quiso
obligarles a hacer en él algunos cambios, pero el señor de La Salle, cuya aprobación
era necesaria, no consideró a propósito seguir sus consejos. Temía que vistiéndolos
con más distinción surgiera en ellos el deseo de brillar; y
<40>
que por complacer a un hombre, de quien, por otro lado, respetaba la competencia y
las luces, se pudiera causar algún daño a la sencillez de su Instituto. No quiso, por
tanto, ceder a las razones de cortesía que se le expusieron, y como le tacharon de
testarudo y de suficiente, consideró que era justo exponer por escrito las razones de su
resistencia. Lo hizo de manera sólida y cristiana, y de esa manera ganó para su
opinión a quienes parecía que eran los más opuestos.

(n. m.) Les hace tomar el nombre de Hermanos de las Escuelas Cristianas
Fue más lejos. Aprovechó la buena voluntad de sus discípulos para convencerlos
de dejar el nombre de maestros de escuela que habían llevado hasta entonces, y tomar
el de Hermanos de las Escuelas Cristianas. Esta denominación les pareció más
modesta y más conforme con la vida común que habían abrazado. Se vieron entonces
los efectos de este cambio, que en apariencia no tenía nada de considerable y que, sin
embargo, contribuyó a cimentar la unión que debía reinar entre ellos.

(n. m.) Su unión


Los Hermanos (así es como los llamaremos en el futuro) no tenían sino un mismo
corazón y un mismo espíritu. Vivían en profunda paz, se ayudaban mutuamente con
caridad tierna y compasiva. Todas las cosas las tenían en común, ningún interés
particular distraía su atención, de manera que reproducían por la regularidad y su
proceder la viva imagen de los primeros cristianos. Les quedaba, sin embargo, un
punto débil, por donde el demonio podía sorprenderles: era la excesiva preocupación
por el futuro.
<41>
(n. m.) Desconfían de la Providencia
Como por su estado estaban forzados a vivir con unos ingresos muy módicos y no
disfrutaban de ningún fondo [estable], de vez en cuando les venían pensamientos de
desconfianza, que los agitaban. Se imaginaban el estado al que se verían reducidos
si el señor de La Salle les llegaba a faltar un día. Forjaban en su cabeza, sobre este
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 463

asunto, mil quimeras, que les llevaban insensiblemente al abatimiento y al desaliento.


El señor de La Salle se dio cuenta de ello, y cuando quiso penetrar en las razones, le
dijeron con franqueza que no veían nada de seguro y de estable en su establecimiento;
que el menor suceso adverso podía destruir todos sus proyectos, y resultaba penoso
para ellos sacrificar su juventud al servicio de la gente, en un estado indeciso, sin
tener seguro que al final habría un asilo a cuya sombra pudieran reposar de sus
trabajos, cuando la edad o la enfermedad los pusieran en situación de no poder
continuar.

(n. m.) El señor de La Salle combate su desconfianza


El señor de La Salle, que estaba plenamente animado por la idea de la Providencia,
que ponía en ella toda su confianza y que deseaba guiar a los Hermanos por el mismo
camino, trabajó con todo su esfuerzo en levantar su ánimo decaído. «Hombres de
poca fe —les dijo— ¿es así como queréis señalar límites a la Providencia de Dios?
¿No sabéis que Él no los pone a su bondad? Si Él tiene cuidado, como dice Él mismo,
de las hierbas y de los lirios del campo, si Él alimenta con tanto cuidado a los pájaros
y a los demás animales que hay sobre la tierra, aunque no tienen bienes,
<42>
ni rentas, ni bodegas, ni graneros, ¡con cuánta más razón debéis esperar vosotros que
Él tenga cuidado de vosotros, que os consagráis a su servicio! No os inquietéis, pues,
más por el futuro; Dios conoce vuestras necesidades y no dejará de proveer
abundantemente si le sois fieles». Este discurso, lleno de fe, apoyado en la autoridad
del mismo Dios, parece que hubiera debido sosegarlos y calmarlos en sus
inquietudes; pero como su espíritu estaba preocupado, no les causó demasiada
impresión.

(n. m.) Sus razones


«Le resulta muy fácil a usted —le dijeron— hacernos semejantes reflexiones.
Usted no carece de nada; está bien asentado; tiene bienes, tiene, además, un
canonicato; todo ello le pone a cubierto de la miseria en la que nosotros caeremos
infaliblemente si las escuelas desaparecen». El señor de La Salle sintió toda la fuerza
de esta respuesta, y confesó que tenían razón al hacerle tal reproche. Desde entonces
concluyó que el mejor medio para convencerlos de su perfecto desinterés era
despojarse de todo y hacerse totalmente semejantes a ellos.

(n. m.) Piensa dedicar sus bienes para fundar las escuelas.
Consulta al padre Barré, mínimo
La primera cosa que le vino a la cabeza fue dedicar su patrimonio para fundar
[económicamente] las nuevas escuelas, para quitar a los Hermanos todo pretexo de
464 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

desconfianza. Esta idea le parecía natural, y era, al mismo tiempo, digna de su celo.
Pero como nunca emprendía algo importante sin consejo, recurrió al padre Barré,
religioso mínimo, de quien ya hemos hablado. Le
<43>
escribió cuál era su propósito y le rogó que le diera su parecer sin halagarle para nada.
El santo religioso le contestó sin dudar que aquel pensamiento no venía de Dios; que
sus escuelas estaban establecidas sobre el único cimiento de la Providencia, y que
sería pecaminoso buscarles otro apoyo; que tenía que tomar como regla de conducta
el pasaje del Evangelio en que Jesucristo dice a sus discípulos: «Las zorras tienen
madrigueras y los pájaros del cielo tienen nidos y refugios, pero el Hijo del hombre no
tiene dónde reposar la cabeza (Mt 8, 20). Las zorras — añadió— son los hijos del
siglo, que se apegan a las cosas de la tierra. Los pájaros del cielo son los religiosos que
tienen su celda como asilo; pero aquellos que como usted están destinados a instruir y
catequizar a los pobres, no deben tener otra herencia sobre la tierra que la del Hijo del
hombre. Por tanto, no sólo debe usted despojarse de todo sus bienes, sino también
renunciar a su beneficio [canonjía] y vivir en un abandono general de todo lo que
podría apartar su atención de procurar la gloria de Dios». Semejante decisión no
tenía, desde luego, nada que pudiera halagar el amor propio, ni ofrecía ninguna
apariencia de encontrar muchos que la aprobasen; pero el padre Barré conocía la
virtud y el perfecto desapego de quien le consultaba; y por lo mismo, no tuvo ninguna
dificultad en hablarle sin ambages.
<44>
(n. m.) Sigue el consejo de darlo todo a los pobres
Cuando el señor de La Salle se vio confirmado en su idea, por la carta de persona
tan repetable, se convenció más que nunca de que Dios le pedía el sacrificio sin
ninguna reserva, y que no debía hacer sino lo que le fuera más agradable. Así pues,
inmediatamente tomó la resolución firme y constante de dejar todo para seguir a
Jesucristo pobre. No puede uno por menos de admirar, en este punto, la grandeza de
alma que le llevaba a renunciar con ánimo heroico a todo lo que el mundo llama
comodidades de la vida, para abrazar otra, dura y laboriosa, en la cual la razón y los
sentidos tienen tanta dificultad para acomodarse. Un paso tan desinteresado no debe
su nacimiento a la ambición o al deseo de hacerse un nombre en el mundo, como
quisieron verlo algunos censores injustos y maliciosos.

(n. m.) Se pretende apartarle de su resolución


Después de pensar en el modo de realizar su propósito, se lo comunicó a su
director, quien lo consideró temerario. Trató de persuadirle de que despojarse de
todo, de aquella manera, era tentar a Dios; le dijo que no veía qué razón podía tener
para escoger una solución tan violenta; y también que podía salvarse en el estado en
que Dios le había puesto; que su vocación no era equívoca, puesto que cumplía todas
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 465

sus obligaciones con exactitud; que el ejemplo de un buen canónigo sostenía a los
menos fervorosos, y que sin dejar su canonicato podía seguir
<45>
cuidando de sus Hermanos de las Escuelas, como había hecho hasta entonces con
edificación. La confianza respetuosa que sentía por él [su director] no dejó de
impresionarle, y el temor que tenía de dar un paso en falso le mantuvo algún tiempo
en suspenso. Consultó con otras personas esclarecidas, que sopesaron sus razones y
las consideraron muy sólidas. En fin, después de una espera de diez meses, encontró
el modo de hacerlo aceptar por su director, a través de una persona de piedad que tenía
ascendencia sobre sus criterios.

(n. m.) Las razones


Una vez allanadas todas estas dificultades, le quedaba un objetivo, cuya dificultad
preveía, y del que temía no salir fácilmente airoso. Hubiera deseado poder mantener
el asunto en secreto, pero todas sus precauciones fueron inútiles y el rumor de esta
noticia se extendió por la ciudad, y no es posible imaginar el ruido que causó. Sus
parientes y amigos fueron los que más se alarmaron. Los combates se reprodujeron
con más violencia. Cada uno razonaba a su modo. Unos decían que su excesivo
autodominio le había debilitado la razón; otros aducían que en esto no hacía sino
seguir su modo de ser, que siempre terminaba en lo extremista. El medio [para
hacerlo], decía la gente, era encontrar directores bastante complacientes para aprobar
semejantes dislates. Le hicieron ver, con energía, los inconvenientes de la situación a
la que quería reducirse; se le hizo considerar a su familia revuelta, a amigos
descontentos, las circunstancias imprevistas que podrían sobrevenirle, ya que sus
escuelas serían una quimera que se diluiría con todos sus proyectos; que su crédito era
demasiado limitado para prevenir o parar
<46>
los golpes que podrían llegarle. Pero, puesto que había tomado la firme resolución de
abandonarse a la Providencia, todas las razones que se le dieron no tuvieron fuerza
suficiente para hacerle cambiar de sentimiento.

(n. m.) 1683. Quiere dejar su canonjía


En el mes de julio de este año marchó a París, resuelto a encontrarse con el señor
arzobispo de Reims y rogarle que aceptara la dimisión que deseaba hacer de su
prebenda. A su llegada supo que el prelado estaba regresando a su diócesis, y se
dispuso a volver sobre sus pasos para presentarle la petición.
466 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

(n. m.) El párroco de San Sulpicio de París le propone establecer


una escuela en su parroquia
Durante la corta estancia que pasó en París tuvo ocasión de saludar al señor de
La Barmondière, párroco de San Sulpicio, que le preguntó el motivo de su viaje, lo
cual le dio ocasión para expansionarse con él y comunicarle las razones que le
determinaban a desprenderse de su canonicato y de abrazar un estado de pobreza. Al
párroco le gustaron sus razones y coincidió con sus miras. Le hizo prometer que le
enviaría dos Hermanos para abrir una escuela gratuita en su parroquia, que, como se
sabe, era la más extensa de París. Él urgía la ejecución con todas sus fuerzas, pero
sobrevinieron algunos incidentes que la retardaron, como veremos más adelante, y
sólo se pudo cumplir seis años más tarde.

(n. m.) Va a encontrar a su arzobispo para dimitir de su canonjía


El señor de La Salle, de vuelta a Reims, fue al arzobispado. El señor arzobispo, que
sabía de qué se trataba, no se daba prisa para concederle audiencia. Trataba de diferir
el asunto para darle tiempo
<47>
de reflexionar más, pues esperaba que un retraso de varios días le haría cambiar de
resolución, y que por ese medio conservaría en su iglesia un canónigo de quien
conocía claramente el mérito y la piedad. Mandó que le dijeran que no tenía tiempo de
escucharle. El señor de La Salle comprendió bien el motivo del rechazo y no se
molestó por ello. Consultó aún a varias personas y en particular se dirigió a uno de sus
cohermanos [de cabildo], muy estimado por su capacidad y por sus luces. Era el señor
Philbert, profesor de teología en el seminario y que luego fue gran chantre de la
catedral y que disfrutaba en gran medida de la confianza del prelado. El señor de La
Salle le explicó sus razones; él las aprobó y le aconsejó incluso que se retirara a París
para ponerse al abrigo de todos los reproches que iba a tener que recoger en su
familia. Pero antes de retirarse, quería hablar con el señor arzobispo. Supo que se
disponía a volver a París, y entonces resolvió obtener audiencia a cualquier precio.

(n. m.) Dimite


Antes de presentarse por segunda vez, entró en la catedral, y allí, postrado ante el
Santísimo Sacramento, pidió a Dios con renovado fervor las luces que necesitaba en
ese momento para conocer su voluntad, y la fuerza que le era necesaria para seguirla.
De allí se fue al arzobispado para una nueva tentativa, que resultó mejor que la
primera. El señor arzobispo, después de escucharle, le preguntó si había tomado
consejo en un asunto tan serio como el que
<48>
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 467

acababa de proponer. El señor de La Salle aprovechó con habilidad esta pregunta para
darle cuenta exacta de todas sus gestiones, y añadió que el último a quien consultó fue
al señor Philbert, su vicario mayor, que estaba de acuerdo en que, en las
circunstancias en que él se hallaba, no debía dudar en desprenderse de su canonicato.
El señor Philbert fue llamado de inmediato. Confirmó su opinión, y dio las razones al
señor arzobispo, añadiendo, además, que había aconsejado al señor de La Salle
renunciar en favor de su hermano, que había abrazado el estado eclesiástico y que era
un joven sujeto de esperanza.
Con esta visión, el prelado dio su consentimiento, e inmediatamente presentó [La
Salle] su dimisión, la rellenó con el nombre del señor Faubert, y la firmó.

(n. m.) Se la da a un extraño con preferencia a su hermano


La sorpresa fue grande cuando se leyó el nombre de este pobre sacerdote, en quien
nadie pensaba, con preferencia a su hermano o a cualquier otro que estuviera en
estado de poseer el beneficio y en quien se pensaba, según las ideas ordinarias, que
hubiera debido poner los ojos. Cuando le preguntaron por qué había hecho tal
elección, con exclusión de otros, y sobre todo de su propio hermano, respondió
sencillamente que había consultado a varios amigos y no se lo habían aconsejado; y,
además, que no pensaba que Dios le pidiese tal preferencia; y se marchó a su casa.

(n. m.) Pretenden hacer que se retracte


El gozo interior que sintió al salir del arzobispado
<49>
se vio disminuido con las alarmas que le produjeron las intervenciones de sus amigos.
Pues en cuanto la noticia de su dimisión se extendió, fue motivo de nuevos
desasosiegos. Vinieron a pedirle que se retractase mientras tenía tiempo de hacerlo.
Le dijeron que eso agradaría al señor arzobispo, que le estimaba; que esa muestra de
consideración se la debía también a su propia familia; y que si había tomado
definitivamente su última decisión, hiciera recaer la elección de su sucesor o sobre su
hermano o sobre alguna persona aceptable al Cabildo. Todas estas razones no
pudieron doblegar su voluntad. Había hecho su elección delante de Dios y no cambió
nada en sus disposiciones.

(n. m.) No se consigue hacerle cambiar


Se había inclinado, en efecto, de forma preferente a favor del señor Faubert porque,
ante todo, le consideraba un eclesiástico de mérito, pero pobre, que necesitaba un
título para adelantar en las órdenes. Confesó, incluso, que si hubiera encontrado a
alguien más digno de sucederle, hubiera recaído en él su dimisión. Sin embargo, el
468 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Cabildo, molesto por perderle, se enfadó aún más por el sujeto a quien presentaba
para reemplazarle. Escribieron al señor arzobispo, que ya había regresado de París, y
se le pidió que retrasara el envío del nombramiento, para dar tiempo a los amigos del
señor de La Salle a hacer los últimos intentos para que cambiara. El prelado contestó
favorablemente y ordenó al señor Callou, su Vicario general y superior del seminario,
que fuera a verle de su parte y conocer de él su última resolución.
<50>
[Callou] cumplió el encargo con toda prudencia y celo, tal como todos conocían en él.

(n. m.) Elogio del señor Callou


Era uno de esos escasos hombres de virtud eminente, a quien no guiaba ningún
interés humano y que tenía sólo a Dios como fin en toda su conducta. Gobernó la
diócesis de Reims durante más de cuarenta años, bajo el episcopado de monseñor Le
Tellier, que tenía en él una confianza tal que iba acorde con el respeto por su virtud.
Dios le había dado un talento particular para la predicación, con la cual llenó su
ministerio durante toda la vida con elocuencia viril, sostenida con una vida ejemplar;
y aunque perdió la vista al final de su vida, que fue de 88 años, no cesó de predicar y
catequizar, siempre con el mismo éxito. Su memoria se mantiene en veneración en la
ciudad, donde es considerado, con justo título, como un apóstol del país.

(n. m.) [Callou] aprueba las razones del señor de La Salle


El señor Callou fue, pues, a ver al señor de La Salle para conocer de él su última
resolución. Le recordó todas las razones que se habían alegado para doblegarle. Pero
el señor de La Salle, después de haberse explayado con él y de haberle respondido
como ya había hecho a quienes se habían mezclado en este asunto, añadió que su
decisión la había tomado delante de Dios, y que no podía cambiarla. El señor Callou
pareció muy satisfecho con tales sentimientos. Se congratuló con él por su gran
desprendimiento e hizo un informe exacto al señor arzobispo del encargo recibido.
Éste, apoyándose en tal testimonio, envió el nombramiento para la canonjía al señor
Faubert, que tomó posesión el 16 de agosto de 1683. Así, el señor de La Salle se vio
liberado, a la edad de 33 años, de una carga que había llegado a serle
<51>
onerosa a causa de las contradicciones continuas a las que se exponía. Los que puedan
ser tentados de considerar motivo de crítica a la especie de inflexibilidad que mostró
en esta ocasión, deben considerar que cuando Dios habla a un corazón desprendido de
todo interés, lo hace con un lenguaje muy diferente al de los hombres. Los caminos
por los que condujo al señor de La Salle prueban de forma evidente que era Él quien le
guiaba, pues cuando se disponía a realizar un sacrificio tan perfecto, era él el único
que no se daba cuenta de la importancia. Una vez que se hubo despojado de su
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 469

beneficio, resolvió dar todos sus bienes a los pobres; dispuesto a realizarlo, y
reducido, por ello, a la más elemental y módica necesidad, que sólo encontraría apoyo
en el otro; expuesto por este medio a carecer algunas veces de todo, comprometido a
pasar el resto de su vida en estado de trabajo, de humillación y de dolor, seguía
persuadido de que aún no había hecho nada por su salvación. Era preciso que tuviera
una virtud muy por encima de lo común para rebajarse de tal manera a sus propios
ojos.

(n. m.) Quiere retirarse a París; su director le retiene


La primera idea que le vino después de haber cedido el canonicato fue ir a París,
como el señor Philbert le había aconsejado. Este viaje le pareció más necesario por las
circunstancias que se estaban dando, y esperaba que su ausencia y su alejamiento
calmarían los ánimos agitados en relación con su último paso, y que al irse borrando
las primeras impresiones poco a poco, la gente se acostumbraría a mirarle de forma
más tranquila. Esta reflexión se fortalecía por el temor
<52>
que tenía de someter su humildad a una fuerte prueba, por los discursos halagadores
de algunas personas de piedad, que no podían dejar de admirarse por su exceso de
generosidad. Habló de ello a su director, pero no fue del mismo parecer, y le dijo que
su presencia era necesaria para la comunidad de los Hermanos de las Escuelas, a los
que causaría un mal irreparable si les abandonaba de ese modo en los comienzos. Le
recordó las dificultades que tuvo que atravesar para formarla, y la necesidad que ella
tenía todavía de su ayuda; y como el señor de La Salle le dijo que se sentía obligado a
cumplir la palabra dada al párroco de San Sulpicio de París, de ir a establecer una
escuela gratuita en su parroquia, estuvo de acuerdo con él en que el motivo era
laudable y edificante; pero [le dijo] que no había que adelantarse a los tiempos de la
Providencia, y que debía temer que al pretender realizar el bien por un lado, se
perdiese el que había comenzado por otro. Esta respuesta fue para él [La Salle] una
decisión. En consecuencia escribió al señor de La Barmondière que la voluntad de
Dios se oponía a que fuera tan pronto a crear su establecimiento, y que todo lo que
podía hacer un débil instrumento como él, era someterse a ella.

(n. m.) Quiere dar sus bienes a los Hermanos de las Escuelas;
el padre Barré le aparta de tal decisión
El señor de La Salle, que siguió en Reims por los consejos de su director, pensó
seriamente en los medios de abandonarse sin reserva entre los brazos de la
Providencia; pues aunque se hubiera despojado de su canonicato, no creía que el
sacrificio estuviese completo si no unía a ello el abandono general de todos sus bienes
en favor
470 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

<53>
de los pobres. Este paso ya estaba decidido en su corazón. Por lo demás, sólo faltaba
la manera de ejecutarlo para [hacerlo con] la mayor perfección. El primer
pensamiento que tuvo fue despojarse de ellos en favor de los Hermanos de las
Escuelas, a quienes él miraba, con razón, como los pobres que estaban confiados más
especialmente a sus cuidados. Varias personas de eminente piedad eran de esta idea.
Nada parecía tan natural y tan loable. Esta fundación era su obra, y era necesario
proveer a su subsistencia; y al despojarse de su patrimonio, no podía darle un destino
más conforme con el gusto de todo el mundo. Quienes hubieran censurado su
excesivo desprendimiento de los bienes de la tierra, no hubieran podido dejar de
aplaudir el uso que hiciera de los suyos para fundar su Instituto. Por este medio,
afianzaba a los Hermanos de las Escuelas, y los ponía para siempre a cubierto de la
desconfianza a la que el temor de carecer de lo necesario les había llevado algún
tiempo atrás. Pero, de otro lado, la idea de la Providencia, que era el principal motor
de sus acciones, volvía sin cesar a su espíritu. Temía dar el mínimo paso que no
estuviera bastante conforme a ella y que oliera, por poco que fuera, a interés personal.
En esta perplejidad consultó de nuevo al padre Barré, quien le respondió, como había
hecho un año antes, que puesto que había establecido las escuelas sobre el cimiento
de la Providencia, debía abandonar todos sus bienes para alivio de los pobres, sin
reservar nada para la Comunidad de los Hermanos.
<54>
Esta decisión fijó sus ideas y desde ese momento tomó la firme resolución de
conformarse a ella.

(n. m.) 1684: lo da todo a los pobres


Dios hizo surgir este mismo año la ocasión favorable que [La Salle] buscaba. La
sequía fue tan grande que todo el pueblo del reino se halló reducido a la última
miseria. Tocado por la pobreza que se dejaba sentir con más fuerza en torno a él, se
llenó de una caridad compasiva y no perdonó nada para aportar un rápido alivio. Se
vio entonces a este ecónomo fiel disponer con orden y discernimiento de una riqueza
de la cual se consideraba ya como un mero depositario. Entraba en un detalle exacto
de las necesidades de cada uno, y las atendía. Distribuía y hacía distribuir en todas las
escuelas pan a los niños. Todos los días reunía en su casa a numerosos pobres a los
que alimentaba y a los que despedía repletos de sus liberalidades, después de haberles
dado saludables consejos, según su condición. Hizo aún más: fue a las casas a buscar
a los pobres vergonzantes, para sacarlos de la miseria y para evitarles la confusión de
su indigencia, mediante sus frecuentes limosnas. Esta hambre, que fue de las más
duras, no detuvo su caridad: él dio todo sin reservarse nada.
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 471

(n. m.) Los Hermanos se sorprenden por ello


Los que eran testigos de sus larguezas se extrañaban hasta el asombro al ver a un
hombre tan lleno de confianza en los recursos de la Providencia divina que no
pensaba en el día siguiente. Los mismos Hermanos de las Escuelas, que en parte eran
los distribuidores de sus limosnas, no pudieron
<55>
dejar de testimoniarle su sorpresa. Con la tranquilidad ordinaria, les respondió que
Dios era un buen Padre, que no abandonaba jamás a los que le eran fieles; que debían
tener la seguridad de que nada les faltaría siempre que ellos se dedicaran a
complacerle.

(n. m.) Los fortifica mediante sus ejemplos


Esta respuesta fue una especie de predicción para lo sucesivo, pues al año
siguiente, en que siguieron faltando los víveres, tuvo ocasión de rememorar el
recuerdo: «Gracias a Dios, carísimos Hermanos míos —les dijo— aunque no
tengamos bienes, ni rentas, he ahí que han pasado dos años desastrosos de escasez;
nosotros no hemos carecido de nada; no debemos nada a nadie en ninguna de nuestras
casas; mientras vemos que varias comunidades bien fundadas se han arruinado a
pesar de sus muchos bienes, pues se han visto obligadas a vender sus fondos y a pedir
préstamos para atender a su subsistencia». Esta reflexión, unida a la experiencia que
acababa de tener, le sostuvo en lo sucesivo en perfecta indiferencia hacia los bienes
de la tierra, en la cual había vivido. Los Hermanos, a ejemplo suyo, se fortalecieron
de tal modo contra la desconfianza y la inquietud que se abandonaron plenamente a la
Providencia, de la cual acababan de experimentar efectos tan sensibles.

(n. m.) Su amor por la pobreza


El señor de La Salle se confiaba a ella [a la Providencia] de tal modo que no quiso
otro recurso para formar todos los establecimientos. Llevó incluso su
desprendimiento hasta rechazar sumas importantes que personas
<56>
poderosas quisieron hacerle para fundarlas [las escuelas]. «Nuestros Hermanos no se
sostendrán —decía— sino en la medida en que sean pobres. Perderán el espíritu de su
estado desde el momento en que trabajen en facilitarse las comodidades de la vida».
Estaba tan lleno de esta idea, que en poco tiempo consiguió convertir en costumbre
vivir con poco. Escogía siempre lo que había de más humilde y de más abyecto; sus
muebles, sus vestidos, su alimentación, todo reflejaba el espíritu de pobreza que
había escogido y en el cual mantenía a los Hermanos de las Escuelas. Se necesitaba
incluso emplear un piadoso engaño para quitarle los vestidos que ya no podía llevar
por decencia. «Todo es bueno —decía— para un pobre sacerdote, basta con zurcirlos,
472 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

y pueden servir todavía; no nos importe que el mundo nos critique, con tal que seamos
agradables a los ojos de Dios».

(n. m.) Mismo tema


Con todo, no pretendía aparecer externamente con esa suciedad enojosa que hace a
la pobreza despreciable. Era sencillo y limpio en sus vestidos, pero sin afectación.
Evitaba los dos extremos y velaba para que los Hermanos de las Escuelas no
pretendiesen hacerse notar con un aspecto demasiado arreglado en su exterior. A uno
de los suyos, en quien advertía este defecto, como si todavía quisiera agradar a los
hombres, le interpeló: «Si eso es así —le dijo— usted ya no es siervo de Jesucristo; no
hemos dejado el mundo para conformarnos a él, sino para despreciarlo, y también sus
máximas».

<57>
(n. m.) Mismo tema
Este espíritu de pobreza fue el que le llevó a dejar de lado en su casa todo lo que se
llama comodidad de la vida. No quería que los Hermanos de las Escuelas diesen
ningún paso para procurársela. Es lo que se ve en una larga carta que escribió a un
Hermano de las Escuelas que le describía minuciosamente la pobreza de su casa: «Es
verdad —le decía— que usted es pobre. Nuestro Señor lo fue, aunque pudo ser rico.
Usted tiene que imitar a este divino modelo, y sin embargo, me parece que usted
quisiera que no le faltara nada. ¡Vaya!, ¿quién no quisiera ser pobre con esa
condición? ¿No abandonarían sus riquezas los grandes y los poderosos de la tierra
para procurarse un beneficio que les hiciera más felices que a los mismos reyes? Le
suplico que recuerde que no vino a la Comunidad para disponer de todas las
comodidades, sino para abrazar el estado de pobreza con sus incomodidades. Usted
es pobre, dice, ¡cómo me gusta esa palabra! Pues decir que es pobre, equivale a decir
que es feliz. Usted no ha sido nunca tan pobre, dice; tanto mejor, pues nunca ha tenido
tantos medios para practicar la virtud», etc. Tales eran los sentimientos que el señor
de La Salle inspiraba a los Hermanos de las Escuelas en las frecuentes exhortaciones
que les hacía. Él mismo les dio ejemplo de ello y no dejó durante toda
<58>
su vida de practicar esta virtud en lo que tiene de más riguroso.

(n. m.) Su penitencia


Cuando se vio totalmente libre y apartado de los bienes que le habían sujetado por
necesidad a las normas del mundo, se entregó más que nunca a la vida retirada por la
que se sentía atraído. La santificaba por la oración, el estudio y sobre todo por la vida
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 473

penitente y las humillaciones que se practicaban en su Comunidad. Él mismo era un


modelo de penitencia; cada día inventaba nuevos medios para macerar su cuerpo. Las
cadenillas, los cilicios y las disciplinas de hierro, rematadas con puntas, que aún se
conservan en la casa de Reims, dan testimonio de ello. Usaba tanto rigor consigo
mismo que las paredes de su cuarto estaban manchadas de su sangre. Moderaba, por
motivos de discreción, el celo de los Hermanos que deseaban imitarle en todo, por
temor a que su excesivo fervor degenerase con el tiempo y los llevase al agotamiento.
Pero a pesar de sus atenciones, hubo algunos que sucumbieron y cayeron en
enfermedades que los llevaron a una muerte feliz. Él mismo se extrañaba del ardor
con que algunos Hermanos se entregaban a todo lo que hay de más molesto en la
naturaleza. Es cierto que él los animaba con sus frecuentes exhortaciones; pero al
mismo tiempo les recomendaba que se entregasen a ella con discreción: «Debéis
temer —les decía— que el demonio
<59>
se valga de vuestro fervor para haceros decaer».

(n. m.) Él mismo da clase


En los comienzos [de la Sociedad] perdió a varios Hermanos de valor, y tuvo
dificultad para reemplazarlos. Eso le obligó, durante algún tiempo, por falta de
maestros, a encargarse de dar él mismo la clase en la parroquia de Santiago. La gente
se sorprendió al verle salir dos veces al día como los demás Hermanos, atravesar la
ciudad con una sotana corta, de tela tosca, cubierto con un manteo de mangas sueltas,
y con un sombrero de alas anchas, con zapatos de los más toscos, e ir con ellos a
enseñar a leer y a escribir a los niños, a explicar el catecismo y llevarlos a la iglesia;
en una palabra, a someterse sin distinción alguna a todo lo que él mismo había
establecido para el funcionamiento de las escuelas gratuitas. Este nuevo espectáculo
le atrajo las burlas del populacho, que sólo mira las cosas por lo externo. Él no se
inmutó más por ello, y siguió desempeñando estas funciones humillantes hasta que
encontró sujetos capaces de descargarle de tal cuidado. Varias personas sensatas
decían que llevaba su celo demasiado lejos. ¡Quién se hubiera imaginado nunca que
un hombre de su rango se hubiera reducido de tal modo a un estado despreciable!
Pero Dios le daba la gracia de ser insensible a todos los razonamientos humanos.

(n. m.) Ama el retiro


Una vez que encontró un sustituto para la escuela de la parroquia de Santiago,
retomó los ejercicios de su retiro, de meditación y de oración, que constituían su
principal delicia. Adoptaba todo tipo de
<60>
474 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

precauciones para vivir desconocido. Usaba, incluso, una piadosa artimaña para
librarse de la vigilancia de los Hermanos. Con esta finalidad escogió para sí mismo un
pequeño local apartado, donde sólo cabía una persona. Allí pasaba los días y a veces
parte de la noche en la contemplación. Encontraba en ello tal gusto, que a veces había
dificultad para hacerle salir a tomar algún alimento.

(n. m.) Toma el cuidado de las escuelas en lugar del señor Niel
Mientras se ocupaba de este modo de sí mismo y de su Comunidad, a la cual estaba
resuelto a dedicar todos sus cuidados, se vio obligado a extender su caridad a las
escuelas de fuera. Las que funcionaban en las localidades de Rethel, Guisa y Laón,
fundadas pocos años antes, habían sido dirigidas hasta entonces por el señor Niel.
Pero éste pensaba ya en regresar a su tierra; antes había pedido varias veces al señor
de La Salle que se encargara de ellas. Siempre se había negado a ello, pues creía que
debía dedicarse plenamente a su Comunidad. Pero cuando el señor Niel regresó a
Ruán, donde moriría dos años más tarde en olor de santidad, el señor de La Salle, a
petición del señor párroco de San Pedro de Laón, amigo suyo, no pudo negarse a sus
ruegos, que consiguieron que se encargara de aquellas escuelas, que necesitaban de
su dirección.

(n. m.) Establece a los Hermanos como congregación


Al verse, pues, a la cabeza de un número de Hermanos dispersados por varias
ciudades, se formó un nuevo plan de actuación. Creyó que era el momento adecuado
para formar con todos aquellos miembros una pequeña congregación, a la cual
prescribiría un modo de vivir uniforme. Pero antes de determinar nada, hizo un
ensayo, pues no quería introducir nada
<61>
por su propia autoridad; sólo lo lograría varios años después, cuando ya vivía en
París; fue entonces cuando comenzó a redactar por escrito sus reglamentos, después
de haberse tomado todo el tiempo necesario para sopesar todo con madurez.

(n. m.) La regla de la alimentación


Ya había regulado, anteriormente, el vestido y la alimentación de los Hermanos.
Así pues, para este segundo punto, se contentó con confirmar lo que se practicaba
desde entonces entre ellos. Reguló la alimentación y quiso que no se sirviera más que
carne magra, de la más común. Se excluían en la mesa las aves de caza y otros
alimentos delicados. Los días de abstinencia se debían servir verduras y hierbas
cocidas sin excesiva preparación. Todo debía reflejar el espíritu de pobreza del que se
hacía profesión. Esta alimentación, bastante fastidiosa por sí misma, se servía en
pequeña cantidad, y él, personalmente, sentía una repugnancia extraordinaria para
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 475

habituarse a ella. Tuvo mucha dificultad para superarla, y sólo después de muchas
pruebas consiguió, al fin, acostumbrar su estómago a este tipo de alimentación que
tenía dificultad para digerir. A menudo se dirigía a Dios para obtener la gracia de
vencerse en este punto, y la obtuvo por medio de su perseverancia. Hasta el punto que
perdió por completo el gusto de los alimentos, que se le hicieron insípidos. Se dieron
cuenta de ello con ocasión de un error que cometió el Hermano cocinero. Sirvió a la
comunidad ajenjo, en vez de verdura. Los Hermanos, después de gustarlo, lo dejaron.
El señor de La Salle lo comió sin darse cuenta de ello. Al final de la comida preguntó
por qué la comunidad no había comido. Cuando le dijeron la causa, confesó que no se
había
<62>
dado cuenta. Con todo, hizo que les sirvieran de nuevo el mismo alimento, para
comprobar hasta qué punto podían llevar el espíritu de mortificación, pero sin
ninguna imposición de su parte.

(n. m.) Propone a los Hermanos hacer votos


Cuando hubo logrado establecer el orden que deseaba conservar en su comunidad
y cuando vio a los Hermanos de las Escuelas en disposición de seguirle, adoptó, con
ellos, nuevas medidas para afianzarles en su vocación. Para este fin celebró una
asamblea, a la que había convocado a los principales Hermanos, repartidos por las
tres ciudades donde había escuelas. En una exposición muy emotiva les expuso las
reflexiones que él se había hecho sobre la inconstancia natural del hombre y sobre
la necesidad que éste tenía de ligarse al bien por medio de compromisos santos
y duraderos. Añadió que hasta entonces habían estado como fluctuando e
indeterminados en su vocación; que les rogaba que considerasen si en su situación no
sería conveniente comprometerse con algún voto a vivir en comunidad de acuerdo
con las Reglas que habían observado hasta entonces. Todos los Hermanos, de común
acuerdo, aprobaron la propuesta, y la recibieron con gratitud. Se acordó, pues, hacer
un retiro para pedir las luces del Espíritu Santo. Se comenzó éste la víspera de la
Ascensión de ese año (1686) con el propósito de terminarlo el día de Pentecostés,
pero hubo de prolongarlo hasta el día de la Santísima Trinidad, a causa de la ausencia
de algunos Hermanos que no habían podido comenzar con los demás.
<63>
(n. m.) Hacen voto de obediencia por un año
El día de la Santísima Trinidad fue escogido, pues, para la ceremonia. Los
Hermanos estaban dispuestos a pronunciar los tres votos de pobreza, obediencia y
castidad para toda la vida. Pero el señor de La Salle no quiso precipitar nada. Les dijo
que, por el momento, era suficiente ligarse con el voto de obediencia, por un año
solamente, y dejar su buena voluntad para más tarde; y, hasta entonces, tendrían
oportunidad para probarse aún con más madurez. Se resolvió, pues, hacer voto de
476 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

obediencia por un año, que pronunciaron todos en el oratorio interior de la casa.


Desde entonces han mantenido el uso de renovarlo cada año en ese mismo día, que ha
sido considerado entre ellos como la fiesta principal de su Instituto. Sería ocho años
después cuando el señor de La Salle, a instancias de los Hermanos de las Escuelas, les
permitió hacer voto de obediencia para toda la vida. Comenzó la ceremonia con la
misa del Espíritu Santo en la que comulgaron los Hermanos; él fue el primero en
pronunciar el voto perpetuo de obediencia, con un cirio en la mano, y los Hermanos
se acercaron [al altar] uno tras otro e hicieron el mismo voto.

(n. m.) El señor de La Salle deja el cargo de Superior


El señor de La Salle, al reflexionar sobre el voto de obediencia que acababa de
pronunciar, se sintió empujado del deseo de cumplirlo en toda su amplitud. La calidad
de Superior que había adquirido naturalmente le pareció un obstáculo a la promesa
que había hecho. Pensó seriamente en los medios de desprenderse de ese cargo. Para
este fin, reunió a los Hermanos
<64>
al año siguiente, el día de la Trinidad, y les expuso que, puesto que aumentaba
suficientemente el número [de Hermanos], se podía proceder a la elección de un
superior; que él consideraba que varios de ellos eran capaces de gobernarlos; que esto
era importante para su bien común, e incluso necesario; que procediesen a una
elección libre, con la cual nombrarían a aquel entre cuyas manos depositarían el
gobierno. Aunque esta propuesta les sorprendió, no pudieron, sin embargo, dejar de
admirar el espíritu de humildad que le impulsaba a obrar.

(n. m.) El Hermano Enrique l’Heureux, elegido Superior


Antes de proceder a la elección, hizo que practicaran el retiro ordinario, y en una
exhortación de las más vivas, les expuso las más fuertes razones para convencerles de
que no debían incluirle en el número de los elegibles. El respeto que sentían los
Hermanos por sus órdenes les hizo ceder ante sus consideraciones, y la pluralidad de
los votos recayó en el Hermano Enrique l’Heureux. Esta elección agradó mucho al
señor de La Salle, que desde hacía tiempo ponía los ojos sobre él para hacerle su
sucesor. Tenía, efectivamente, los talentos necesarios para cumplir dignamente este
cargo. Era recto, prudente, moderado y discreto. Estas cualidades, reunidas en su
persona, unidas a la estima que los Hermanos sentían por su virtud, lograron que se
ganase su confianza en breve tiempo.
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 477

(n. m.) El señor de La Salle le obedece


El señor de La Salle fue el primero en mostrarle muestras de respeto, de sumisión y
de dependencia. En seguida olvidó lo que acababa de dejar, para no actuar sino por
sus órdenes, y no quiso reservarse ningún signo de
<65>
distinción. Era de una exactitud tan escrupulosa para tributarle los deberes de un
inferior, que el Hermano estaba confundido por ello. Rogó varias veces al señor de La
Salle que le evitara la pena que le causaba al obligarle a concederle permisos de los
que no debía depender. Pero él, por su lado, le rogó que le dejara la libertad de actuar
así, para no perder nada del mérito de la obediencia que le debía, como a su Superior.
A menudo se arrodillaba a sus pies delante de los Hemanos, para acusarse de sus
faltas y pedirle una penitencia. Al verle actuar así, parecía que nunca hubiese tenido
autoridad en la casa. Era el más exacto, el más humilde y el más rápido para realizar
las tareas más bajas, y el Hermano Superior se vio forzado a usar de su autoridad para
impedirle que hiciera una cosa que le parecía humillante a causa de su carácter
sacerdotal. A pesar de los ruegos que le hizo de que se comportase con él como con un
inferior, o al menos como con un igual, no quiso dispensarse de la dependencia;
nunca hablaba a ninguna persona de fuera ni recibía su visita si no contaba con un
permiso expreso. Cuando se le requería, siempre tenía cuidado de preguntar al
portero si había avisado de ello al Superior.

(n. m.) Le obligan a asumir de nuevo el cargo de Superior


Todas estas prácticas de humildad y de dependencia no pudieron quedar tan
secretas como para que no se transparentasen hacia la gente. Personas de diversos
rangos, que tenían relación con él, fueron las primeras en darse cuenta y en quejarse.
Los superiores eclesiásticos fueron informados de ello.
<66>
Parecieron afectados y criticaron que un sacerdote, doctor y antiguo canónigo de su
catedral, se rebajara de aquel modo sin reserva a obedecer a un simple laico, sin el
carácter [del orden sacramental]. Le hicieron ver los inconvenientes [de la situación]
y le obligaron a retomar el cargo de Superior que había dejado. La prontitud con que
obedeció, a pesar de su repugnancia, dio nuevo lustre a su humildad. Su reposición
causó nuevo gozo a su comunidad, y el Hermano l’Heureux, que era la parte más
interesada, tributó a Dios humildísimos actos de gratitud.
Un paso semejante no podía provenir de un principio de ambición; de modo que
quienes hasta entonces le habían considerado susceptible de ello, se vieron forzados a
cambiar su juicio y a confesar que habían cometido un error al sospecharlo así.
Desde entonces se tuvo un elevado concepto de su santidad. Todas las personas de
piedad se apresuraban a ponerse bajo su dirección. Él se oponía a ello en la medida en
478 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

que podía, y sólo después de muchas insistencias admitió un pequeño número de


ellas; e incluso, no quiso encargarse de ello sino después de varias pruebas para
conocer sus disposiciones.

(n. m.) El señor Le Tellier, arzobispo de Reims,


pretende fijarle en su diócesis
El señor Le Tellier, arzobispo de Reims, que estaba atento a todas las gestiones del
señor de La Salle, y que estaba exactamente informado del bien que realizaba en la
ciudad, supo que tenía el designio de irse a París. Como él sabía el valor de lo que iba
a perder, pensó en los medios de retenerle en su diócesis. Le ofreció dotar de fondos a
sus escuelas a condición de que renunciara a otras fundaciones. El señor de La Salle le
respondió que la obediencia que
<67>
le había prometido en la ordenación era un motivo más que suficiente para obligarle a
someterse a su autoridad; pero le rogó que considerase que desde hacía cinco años se
había comprometido con el párroco de San Sulpicio de París, a quien había prometido
enviar dos Hermanos para abrir escuelas en su parroquia, y que no creía que debiera
faltar a la palabra que le había dado. El prelado pareció aprobar sus razones y no le
habló más de este asunto.

(n. m.) Establece un noviciado en Reims


Cuando se vio libre por este lado, pensó seriamente en dar satisfacción al señor
párroco de San Sulpicio. El viaje a París lo consideraba muy importante, tanto más
cuanto que preveía que le iba a abrir un medio fácil para extender el bien que
producían ya sus escuelas gratuitas. Pero su principal objeto era alejarse de su tierra,
en la que no encontraba toda la libertad que deseaba para abandonarse a su celo.
Antes de dejar su Comunidad se tomó el tiempo necesario para dotarla de buenos
sujetos y formarlos de tal forma que pudieran prescindir de su presencia. Se le
presentaron cierto número [de jóvenes] que le parecieron adecuados para su designio.
Su excesiva juventud le molestó a primera vista, pero después de algunas reflexiones,
los recibió, los reunió en una casa que estaba pegando a la de su Comunidad, formó
con ellos una especie de seminario y les puso como director a uno de los Hermanos
más antiguos y más experimentados. De una casa a la otra había una puerta de
comunicación para facilitarles lo que necesitaban y pasarles los alimentos a las horas
de las comidas. El señor de La Salle velaba
<68>
sobre su conducta y los veía con frecuencia para animarlos y alentarlos a seguir con
exactitud los ejercicios que les había prescrito. Son, más o menos, las mismas cosas
que se practican actualmente en el Noviciado del Instituto.
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 479

(n. m.) 1687: seminario de maestros de escuela para las zonas rurales
Este nuevo establecimiento hizo nacer otro. Pues la mayoría de los párrocos de los
pueblos solicitaban continuamente al señor de La Salle que les enviase algún
Hermano de las Escuelas para instruir a los niños en sus parroquias. Les respondía
que no podía satisfacerles porque tenía como norma no enviar nunca menos de dos
juntos, y que creía que el buen orden exigía no ceder en nada en esta regla. Los
párrocos encontraron otra solución. Consistía en que ellos mismos escogerían
maestros de escuela para sus parroquias, y se los enviarían para que los formara. No
pudo negarse a esta buena obra. De esta manera recibió hasta veinticinco [jóvenes]
que instaló en unos locales separados; les prescribió ejercicios adecuados a su
profesión, les dio un Hermano capacitado para enseñarles el canto gregoriano, la
escritura, la aritmética y el método que debían emplear para instruir a los niños que
les iban a confiar. Así, el señor de La Salle, sin haberlo podido prever, se vio
encargado, al mismo tiempo, de tres comunidades que tendían al mismo fin por
caminos diferentes. A todo ello correspondió con el celo
<69>
de que estaba animado. La [comunidad] de los maestros de escuela produjo un gran
bien en la zona rural. Sin embargo, no tuvo continuación y no pudo sostenerse. Como
consideraba su utilidad más importante que ninguna otra, varias veces intentó
restaurarla cuando residió en París, pero siempre resultó inútil por las razones que
diremos a su tiempo, y que le llevaron a enfrentarse a obstáculos que sobrepasaron
toda medida.

(n. m.) Le piden Hermanos para las escuelas de San Sulpicio de París
Una vez que hubo atendido a todo cuanto era necesario para dejar bien establecidos
en Reims a los Hermanos de las Escuelas, tomó, al fin, su última decisión, de dejarlos
para marcharse a París. Poco antes de su partida recibió una carta de su hermano que
estaba entonces en el seminario de San Sulpicio, que le rogaba que recordase la
palabra dada al señor cura de esta parroquia de enviarle alguno de los Hermanos para
atender sus escuelas; que el eclesiástico que las dirigía hasta ese momento estaba
sobrecargado de trabajo, a causa de los numerosos alumnos, que aumentaban de día
en día. El señor de La Salle respondió que la norma establecida entre los Hermanos
era que no fuesen jamás solos, y puesto que ahora sólo se le pedía uno, ya no estaba en
su mano satisfacer al señor párroco. El señor Compagnon, que era el eclesiástico
lleno de fatiga, no dio importancia a esos detalles; estaba impaciente por encontrar
una ayuda, con la cual se le había adulado; y sin más deliberación, se fue a Reims, con
la esperanza de obtener lo que deseaba. Su viaje no tuvo
<70>
el éxito que se había figurado, porque el señor de La Salle estaba ausente, y los
Hermanos no podían resolver nada sin él; pero él no podía esperar su regreso.
480 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

(n. m.) Retrasa la respuesta y la razón


Cuando el señor de La Salle conoció la gestión que había hecho el señor
Compagnon, comenzó a esperar que Dios bendeciría sus piadosos deseos. Le escribió
que hubiera deseado encontrarse en Reims cuando él se había tomado la molestia de
viajar para hablar con él, pero que aparte de este contratiempo, sería satisfecho de
inmediato si el señor párroco de San Sulpicio estaba de acuerdo con que enviase dos
Hermanos para compartir su trabajo, y que él mismo estaba dispuesto a llevarlos a
París si el asunto se resolvía según sus deseos. El señor Compagnon le respondió sin
tardanza que podía salir ya, y que sería bien recibido con los dos Hermanos que
llevara consigo. Durante toda esta negociación, que duró cerca de dos meses, el señor
de La Salle, que no veía ninguna seguridad por parte del párroco, temió
comprometerse demasiado a la ligera. Para partir, sólo quería que hubiese una orden
positiva firmada por él, pues le consideraba ya como su Superior en aquel
establecimiento. El señor de La Barmondière, informado de las razones que retenían
al señor de La Salle, quedó edificado por su modestia, y le escribió inmediatamente
para indicarle la prisa que tenía de acogerle.

(n. m.) Sale hacia París


El señor de La Salle, provisto con esa seguridad, partió con los dos Hermanos y
llegó a París hacia el final del mes
<71>
de febrero de 1688. Fue alojado con los Hermanos en la casa que ocupaba el señor
Compagnon, maestro de escuela de la parroquia, en la cual el señor párroco había
establecido una especie de manufactura de lana para ocupar a los pobres alumnos.

(n. m.) Coloca a dos Hermanos en las escuelas de San Sulpicio


Después de unos días de descanso, los dos Hermanos comenzaron a trabajar junto
al maestro de escuela. Éste dividió a los alumnos en tres clases, para tener, por este
medio, mayor facilidad para darles las lecciones adecuadas a su edad y a su alcance.
El número de niños que acudían a las escuelas aumentó tanto en poco tiempo, que los
Hermanos ya no daban abasto. El más robusto de los dos cayó en tal agotamiento que
le impidió dedicarse [a la clase]. El señor de La Salle se vio forzado a dar la clase
él mismo. Por muy buena intención que tuviera el señor Compagnon, no pudo
establecer él solo el orden y las normas necesarias para mantener a los alumnos en
exacta disciplina. Los Hermanos, habituados a seguir un método uniforme y una
sucesión de ejercicios, unos tras otros, no sabían a qué atenerse. Las horas de clase no
estaban reguladas. Los alumnos acudían a ellas sin ningún orden. De ahí nacía una
confusión y un desarreglo que aumentaban el trabajo sin dejarles un momento de
descanso. El señor de La Salle veía estos inconvenientes con lástima. Su virtud y su
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 481

paciencia se veían sometidas a duras pruebas. Pero, en estos comienzos, se


contentaba con exhortar a los Hermanos a contemporizar y a no
<72>
desanimarse por estas primeras dificultades. Les dijo que era posible esperar que con
el tiempo se irían resolviendo y que no debían desanimarse. Él conocía el medio de
remediar el mal, pero la consideración que tenía hacia el señor Compagnon le paraba
y le impedía emprender cualquier cosa que pudiera molestarle. Por otro lado, el
respeto que tenía por su bondad le inducía a esperar que, si se le hacía ver con
discreción y prudencia las deficiencias que él notaba en el método que utilizaba, se
acomodaría por sí mismo para hacerlo más útil a los niños, y que por este medio las
cosas se arreglarían por sí mismas, sin que pareciera que se había contribuido a ello.

(n. m.) El poco orden que encuentran en ella


Él se contentaba, pues, con ir a las clases. Pasaba entre las filas y enseñaba a los
niños los principios de la vida cristiana; les hablaba con suavidad y les inspiraba la
docilidad, la atención y la modestia por medio de su afabilidad. Sus consideraciones,
hechas a propósito, producían fruto en el corazón de estas jóvenes plantas; en seguida
se notó un cambio sensible en su comportamiento y en sus costumbres. El señor
Compagnon fue de los primeros en advertirlo, y comprendió, desde entonces, lo
importante que era imponer a los niños prácticas uniformes. Él mismo trató de
habituarlos a ello. Pero sea porque viera que las cosas estaban muy desarregladas, o
sea porque no se sintió con suficiente firmeza para mantenerlos en orden, rogó al
señor de La Salle que asumiera él mismo la dirección de la escuela. Él se negó a ello
de la manera más respetuosa
<73>
y modesta. Y no quiso, siquiera, que los Hermanos se mezclasen en ninguna otra cosa
que en las clases, de las que estaban encargados.

(n. m.) Se aumenta el número de Hermanos para aliviar a los primeros


Las cosas quedaron en esta situación hasta el mes de abril siguiente, en que el
párroco fue a hacer la visita de las escuelas, acompañado de uno de sus sacerdotes,
llamado Matois. Consideró todo con atención; se informó del progreso que hacían los
niños; les hizo diversas preguntas sobre el catecismo, e hizo también que se les
interrogase en su presencia. Pareció quedar contento de sus respuestas, pero quedó
sorprendido por el escaso orden que reinaba en las clases, debido al gran número [de
niños] que había aumentado de forma considerable. Preguntó las razones al señor de
La Salle, quien por deferencia al señor Compagnon le respondió sobre este asunto
con mucha reserva. El señor párroco entendió sus razones y, con todo, le rogó que en
adelante se encargara del cuidado de arreglar las clases de acuerdo con su prudencia y
482 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

sus luces; y sobre lo que le dijo, de que los Hermanos tenían dificultad para atender a
su trabajo, consintió en que hiciera venir otros, en la medida que lo considerase
necesario para aliviarlos, y convino también, al mismo tiempo, dar doscientas
cincuenta libras para el mantenimiento de cada Hermano.

(n. m.) La manufactura estorba las clases


El señor de La Salle, perfectamente satisfecho por las disposiciones del señor
párroco y sometido sin reserva a sus órdenes, aceptó, aunque con alguna repugnancia,
el encargo que se le daba. Previó las penas y dificultades que tendría que sufrir
mientras subsistiera la manufactura. Como era obra del señor párroco, no habría sido
prudente proponerle al principio desmantelarla, y tanto más cuanto que estaba
persuadido de que tenía a esta empresa demasiado
<74>
cariño para que la abandonase tan fácilmente. Era preciso, pues, dejar transcurrir
algún tiempo y esperar una situación más favorable.

(n. m.) El señor de La Salle regula las horas de los ejercicios escolares
Cuando se vio como único encargado del gobierno de la casa y del cuidado de las
escuelas, trabajó seriamente en los medios de llegar a arreglar uno y otro. Y después
de haber considerado todo ello maduramente ante Dios, estableció para los Hermanos
los mismos ejercicios que había visto practicar a la comunidad de Reims, en la que se
habían formado. A los alumnos les asignó las horas destinadas a la clase, reguló el
tiempo de dar el catecismo y de llevarlos cada día a la misa; en una palabra, dio a las
escuelas una forma nueva que fue eficaz, según sus deseos.

(n. m.) Se le presentan quejas del perjuicio que se causa a la manufactura


El encargado de inspeccionar la manufactura, que tenía interés particular en que
funcionase, encontraba que el resultado económico de todos estos cambios
disminuía, y así le producían un perjuicio importante. Los alumnos, más ocupados
que antes en la lectura y en la escritura, no podían dedicar tanto tiempo al trabajo.
Soportó con impaciencia la pérdida que tenía. Se quejó abiertamente y habló de
retirarse. Informado el párroco de su descontento, no pareció inquietarse, y como
prefería la instrucción de los niños de su parroquia a los intereses temporales de un
particular, no escuchó sus quejas, y le dejó libertad para hacer lo que considerase a
propósito. Él había tomado la precaución de poner de su parte a personas que no eran
favorables a la reforma de las escuelas, que hicieron gestiones ante el señor párroco
para darle razones negativas de este cambio.
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 483

<75>
(n. m.) El párroco de San Sulpicio quiere despedir a los Hermanos
Cuando vieron que por aquel camino no conseguían su deseo, echaron mano de la
calumnia. Le dieron a entender [al párroco] que los escolares estaban más
desordenados que nunca, desde que no estaban sujetos al trabajo manual; que la
inacción en que se les mantenía los hacía perezosos, y que los ejercicios que se les
hacía observar no eran adecuados, en modo alguno, para hacerlos laboriosos en el
futuro; que se daban cuenta demasiado tarde del perjuicio que se había ocasionado al
confiar en estos Hermanos advenedizos; y se tuvo cuidado, sobre todo, de acompañar
todas estas razones con un aire de verosimilitud que se imponía como seguro. El
señor párroco no supo ponerse en guardia contra la insidia, y se dejó sorprender. Se
indispuso insensiblemente contra el señor de La Salle, le mostró frialdad en las
conversaciones que mantenía con él, y, en fin, tomó la resolución de agradecerle los
servicios y reponer las escuelas de su parroquia sobre el mismo modelo que tenían
antes. El señor de La Salle, bien informado de todo lo que se tramaba contra él, no se
apresuró a parar los golpes que se le preparaban en secreto. Decía que si su empresa
era la obra de Dios, Él la sostendría contra la malicia de los hombres; pero si no
entraba en el orden de su Providencia, era justo soportar su destrucción, sin tener
derecho a quejarse por ello. Los Hermanos, a su ejemplo, guardaban silencio sobre
estas circunstancias tan imprevistas y siguieron dando la clase como de ordinario.

(n. m.) El señor de La Salle le propone volverse a Reims; él se opone


Sin embargo, como había que encontrar un fin a este pequeño revoltijo, y el señor
de La Salle no lo veía, tomó la
<76>
resolución de regresar a Reims con los Hermanos, y abandonar las escuelas de San
Sulpicio. Fue, pues, a despedirse del señor párroco, que no creía que la situación
estuviese tan avanzada, y pareció sorprendido por su despedida. Le testimonió su
amistad y le dijo que no admitiría que se abandonase tan bruscamente el bien que
había comenzado en su parroquia. El señor de La Salle no tenía razones para esperar
un cambio tan súbito. Aprovechó el momento favorable para detallarle las razones
que tenía para tomar la decisión de retirarse. El señor párroco, encantado por la
moderación con que le daba cuenta de lo que ocurría en la casa, y del poco
fundamento de las razones que se habían alegado contra su funcionamiento, se animó
más que nunca a retenerle, y le prometió que se pondría al corriente cuanto antes del
hecho que la causaba dificultades.
484 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

(n. m.) El padre Janson examina las cosas y da testimonio favorable


al señor de La Salle
Pidió al padre Forbin de Janson, amigo suyo, más tarde arzobispo de Arlès, que
examinara por sí mismo de qué se trataba, y de informarle. El sacerdote no perdió
tiempo, examinó todos los detalles, escuchó las razones de ambas partes, analizó
escrupulosamente el proceder del señor de La Salle y de los Hermanos de las
Escuelas, hizo que le informaran sobre la manera como se conducían con sus
alumnos, y cómo educaban a los niños. Luego se dirigió al señor de La Salle y le
preguntó si tenía quejas que presentar. Éste le rogó con humildad que se contentara
con señalarle las deficiencias que encontrara en su
<77>
gobierno, y darle los consejos convenientes para corregirlas. Una respuesta tan
evangélica dio a conocer al padre Janson el partido que debía tomar, y no halló
dificultad para discernir de qué lado estaba la pasión de la que había surgido todo el
revuelo de la intriga. Fue después a informar al señor párroco de lo que había
observado y comprendido. Le expuso lo que se debía pensar de unos y de otros y le
testimonió hasta qué punto había quedado edificado por la conducta del señor de La
Salle y de los Hermanos de las Escuelas. El señor párroco, dejados de lado sus
prejuicios, devolvió su amistad al señor de La Salle y resolvió apartar de sí mismo
todo lo que podía contribuir a causarle dificultad. Pero no tuvo tiempo para ello,
porque presentó la dimisión de su cargo en favor del señor Baudrand (1688), a quien
él se limitó a informar de todos los tejemanejes que se habían sucedido desde hacía
poco a propósito de las escuelas gratuitas de la parroquia; y le habló favorablemente
del señor de La Salle.

(n. m.) El señor Baudrand, nuevo párroco de San Sulpicio,


favorable al señor de La Salle
El señor Baudrand, por inclinación personal, estaba a favor suyo. Le conocía mejor
que nadie, puesto que era su confesor, y que en todo este asunto, el señor de La Salle
le había consultado siempre y se había guiado por sus consejos. La primera cosa que
hizo el señor párroco fue apartar de la casa al señor Compagnon, quien, con su
presencia, podía causar nuevos revuelos. Con esa medida, la paz se restableció en
seguida. Así se complace Dios en devolver la calma a sus siervos después de la
tempestad, pero a menudo es sólo para prepararlos a nuevas y más duras pruebas.
<78>
(n. m.) Segunda escuela en París, calle du Bac
El señor de La Salle, recobrada la tranquilidad por la que suspiraba, sólo pensaba
en dirigir su comunidad bajo la mirada del señor párroco. Muy pronto se vio reinar en
ella el buen orden, pero como las escuelas ya no eran suficientes para contener el
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 485

número de niños que surgían de todas partes, el párroco propuso abrir una segunda
escuela en la calle du Bac, cerca del Puente Real, para facilitar a los del [extremo del]
barrio que enviaran a ella a sus hijos. El señor de La Salle ya había pensado en ello. Se
lo había comunicado ya al señor de La Barmondière, predecesor de éste [Baudrand],
pero el asunto había quedado sin resolver cuando dimitió como párroco. El señor
Baudrand adoptó, pues, nuevas medidas con los responsables de la fábrica de la
parroquia, y cuando todo estuvo regulado, se abrió esta segunda escuela, el año 1690.
En poco tiempo estuvo repleta y todo se reguló sobre el modelo de la primera.

(n. m.) Los maestros de París se oponen a esta escuela


Este nuevo éxito despertó la envidia de los maestros de París, que se daban cuenta
de que las escuelas de los Hermanos engrosaban cada día con trozos de las suyas, que
se quedaban casi desiertas. Se reunieron y tomaron la decisión de buscar medios de
parar el avance de los nuevos centros que ocasionaban su ruina. Primero emplearon
las vías de hecho, y mandaron retirar todos los muebles de las escuelas gratuitas.
Después de ello, denunciaron al señor de La Salle y a los Hermanos ante el Chantre de
la Iglesia de París, porque lesionaban sus privilegios. El Chantre, a petición de los
maestros, dictó sentencia por la cual se suprimían las escuelas
<79>
gratuitas.

(n. m.) El señor de La Salle, obligado a defenderse


Este contratiempo podía arruinar todas las medidas que el señor de La Salle había
tomado hasta entonces para establecerse en París. Prefería ceder todo antes que
inclinarse a pleitear, porque nada odiaba tanto como los pleitos. Y, efectivamente, lo
hubiera abandonado todo si su director no le hubiera presentado como asunto de
conciencia sostener su causa, que él miraba como la misma de Dios, porque afectaba
principalmente a los pobres de su parroquia. Fue necesario, pues, resolverse a
responder a las denuncias de los maestros. Los primeros medios que empleó para
defenderse fueron las oraciones que dirigió a Dios. Para este fin, condujo a los
Hermanos, a pie y en ayunas, a Nuestra Señora de las Virtudes, famoso lugar de
peregrinación, a dos leguas de París. Allí celebró la misa, en la que comulgaron de su
mano; luego hizo que tomaran un trozo de pan seco, para que pudieran sostenerse un
poco en el camino, y regresó con ellos a París en ayunas y en silencio. Cuando hubo
cumplido con su devoción hacia la Santísima Virgen, sintió que su confianza en su
protección se reanimaba y se auguró que habría una salida favorable. Se vio forzado a
dar por escrito las razones de su defensa, y lo hizo con tanta fuerza y precisión que el
asunto se zanjó en poco tiempo en beneficio suyo. Es verdad, además, que la voz de la
gente hablaba a su favor. Y esta disposición favorable fue también lo que apresuró el
486 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

juicio y lo que le atrajo, al mismo tiempo, la aprobación de todas las personas bien
intencionadas que se habían interesado por él. Desde
<80>
entonces no tuvo ningún altercado con los maestros de escuela de París hasta finales
del año 1699, en que atacaron de nuevo, con tan poco éxito como la primera vez,
como lo relataré en su lugar.

(n. m.) Establece un noviciado en París


Las dificultades que los maestros de París acababan de suscitar contra el
establecimiento de las escuelas del señor de La Salle le dieron la oportunidad de
tomar nuevas medidas para prevenir las que le podían venir en el futuro. Comenzó,
ante todo, por asegurarse las buenas disposiciones de monseñor De Harlay, arzobispo
de París, de quien obtuvo fácilmente las autorizaciones requeridas en semejante caso,
para dar solidez a sus escuelas. Provisto de este poder, sólo pensó ya en los medios de
impedir que ellas mismas se destruyeran por la falta de sujetos. Esto le movió a tomar
la resolución de establecer un noviciado en París como había hecho en Reims, para
formar en él un número de jóvenes con posibilidad de reemplazar a los Hermanos que
llegaran a faltar. La casa que ocupaba en la parroquia de San Sulpicio no era
suficientemente espaciosa para su propósito. Había que encontrar una más cómoda,
pero como sus recursos no eran abundantes, necesitaba una sólida economía para
lograr la subsistencia de su comunidad (1691). De manera que el año entero
transcurrió en proyectos sin que pudiera realizar ninguno. Pero al año siguiente se
encontró con circunstancias que no le permitían diferirlo más.

(n. m.) Lo traslada a Vaugirard


Se había percatado de que la porción más sana de los Hermanos de las Escuelas
caía en tal agotamiento que le había ya
<81>
arrebatado a varios y que le hacía temer por los demás. Su alimentación era módica,
lo cual unido a un trabajo y a una concentración continuos contribuían mucho a ello.
Estaban alojados en una casa muy estrecha, en la que no podían respirar aire puro
porque no tenía huerta. Después de muchas vueltas, encontró una en Vaugirard, cerca
de París, la cual, por su situación, le compensó de las dificultades que había tenido
para encontrar una que fuera cómoda. La alquiló, y reunió en ella a los miembros de la
comunidad que estaban enfermos. Aprovechó el tiempo de vacaciones para hacer que
acudieran también a ella los Hermanos de la comunidad de Reims. Este viaje le
pareció necesario porque estaba informado de que su fervor comenzaba a decaer,
desde que no los tenía bajo su mirada. El Hermano Superior que les había dado para
dirigirlos en su ausencia, no tenía toda la discreción necesaria para tal cargo. Los
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 487

Hermanos se disgustaban de su estado por falta de confianza, de manera que de los


dieciséis que había en Reims cuando el señor de La Salle salió para París, se habían
reducido a la mitad, y de ellos, varios comenzaban a flaquear.
Cuando estuvieron todos reunidos en la nueva casa de Vaugirard con los de su
comunidad de París, trabajó para ponerles en las mejores disposiciones y en
fortalecerles contra la relajación. Dispuso que hicieran un
<82>
retiro, durante el cual les hablaba a menudo, ya en particular, ya en grupo. Las
exhortaciones que les hizo sobre los compromisos de su estado, reiteradas a
propósito, reavivaron poco a poco en su corazón las semillas de virtud que en ellos
había depositado. En las conversaciones familiares que tenía con ellos, dio a unos y a
otros los consejos que convenían en cada caso, y cuando consideró que estaban
suficientemente firmes para sostenerse contra nuevas tentaciones, envió a cada uno a
su empleo, con orden de escribirle todos los meses, para darle cuenta de su situación
personal y del progreso que hacían en la instrucción de la juventud que tenían
confiada. Nunca dejaba de responder a las cartas que le escribían, y por este medio los
sostenía y les allanaba lo que les parecía duro y penoso en su estado.

(n. m.) Introduce la costumbre del retiro anual


El retiro que dispuso que hicieran en Vaugirard durante las vacaciones de este año,
fue una sabia precaución por su parte que predisponía a los Hermanos contra una
deserción general que hubiera destruido en poco tiempo todo el bien que tenía a la
vista. Esto le llevó a tomar la decisión de hacerlo todos los años, hasta que sus
escuelas se multiplicaron [hasta tierras lejanas] por toda la extensión del reino, y ya
no tuvo la posibilidad de mantener esta práctica. Entonces se contentó con
continuarla
<83>
en la casa de París con aquellos Hermanos que tenían posibilidad de acudir allí; para
los demás, lo suplió con las visitas que hacía todos los años a las demás casas.

(n. m.) Recibe sujetos en el Noviciado


Los ejemplos de virtud, de piedad y de modestia que daban los Hermanos del
Instituto, sostenidos con una vida austera, comenzaron a darlos a conocer en París.
Algunos jóvenes se sintieron llamados a imitarlos. Cierto número de ellos se presentó
al señor de La Salle, que los recibió con bondad. Después de un mes de prueba, los
admitió al Noviciado, que comenzó en Vaugirard este año (1692), y dio el hábito a
cinco de ellos que le parecieron llamados a este estado.
488 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

(n. m.) Establece los Hermanos sirvientes


Aprovechó estas circunstancias para cambiar una situación a la que no había
podido atender antes, por falta de sujetos. Hasta entonces, los Hermanos destinados a
las escuelas estaban obligados a atender a la alimentación y a la subsistencia de la
comunidad; esto les obligaba a entrar en un detalle que parecía incompatible con sus
ocupaciones ordinarias, y era motivo de disipación que les causaba perjuicio. Les
sustituyó en esta labor por Hermanos sirvientes, cuya única función fue cuidar de la
alimentación y de todo lo referente a ella. De manera que al estar cada uno atento
solamente a cumplir los deberes de su estado, nadie estaba sobrecargado. Con esta
nueva modificación
<84>
su Noviciado aumentó considerablemente, ya que el ejemplo de los primeros
novicios atrajo a otros varios que fueron sujetos de esperanza.

(n. m.) Va a Reims y cae enfermo


La aplicación continua que se veía forzado a tener para dirigir su comunidad y el
Noviciado, junto con la vida dura y penitente que llevaba, comenzaron a alterar
su salud. Como se fiaba de sus fuerzas, no disminuyó en nada sus austeridades
ordinarias, de manera que la enfermedad se declaró en un viaje que hizo a Reims por
asuntos de la casa. Al llegar, el mal era tan fuerte que le obligó a guardar cama. Estaba
seguro de encontrar en su familia todas las atenciones necesarias en aquel estado;
pero como se consideraba un extranjero en medio de su patria, usó con la mayor
sobriedad que le fue posible de todas las atenciones que su cariño les sugirió prestarle
para lograr su curación. La excesiva atención hacia él, a su modo de ver, le resultaba
un peso. Se quejaba de ello, y trataba de ocultar a su conocimiento, en la medida de lo
posible, el peligro en que se hallaba. Su cuidado le llevó, incluso, hasta rechazar que
la señora Moët de Brouillet, su abuela, entrara en su habitación, pues quería verificar
por sí misma la naturaleza de la enfermedad. Mandó que le rogaran que esperase en el
recibidor de la casa, y se esforzó para ir a recibirla él mismo. Ella le reprochó
tiernamente las precauciones que usaba con ella;
<85>
pero él, sin olvidar el respeto que sentía hacia ella, le rogó que considerase correcto
que actuara así, para no transgredir las normas de la casa, que prohibían la entrada a
las personas de su sexo.

(n. m.) Regresa a París y vuelve a caer enfermo


En cuanto repuso un poco las fuerzas, pensó volver a París. Se hizo todo lo posible
para disuadirle. Los médicos le dijeron que aún no estaba restablecido y que ponía su
vida en peligro si emprendía el camino en el estado en que se hallaba. Pero el deseo
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 489

que tenía de prescindir de las atenciones de sus parientes tuvo preferencia en su ánimo
sobre las razones de prudencia que le hubieran debido retener algún tiempo más.
Partió, pues, sin otra precaución, y al llegar a París la enfermedad recomenzó de
nuevo, tal como le habían predicho los médicos. Se vio obligado a guardar cama, que
se prolongó por seis semanas. Ya se creía que estaba completamente curado, cuando
le sobrevino una retención de orina que le llevó al extremo de su vida. Fue entonces
cuando se comenzó a perder toda confianza. Él mismo se sentía muy mal y creía que
estaba próximo su fin. Con este pensamiento, lleno de sentimientos de confianza y de
resignación a la voluntad de Dios, en los que había vivido, se dispuso para la muerte.
<86>
(n. m.) Recibe los sacramentos
No se puede expresar la postración y la consternación en que esta circunstancia
sumió a todos sus hijos. Se recurrió a todos los medios que se consideraban
adecuados para sacarle del peligro. Se acudió al señor Helvetius, médico holandés,
muy célebre entonces en París. Éste propuso un remedio y advirtió que sería decisivo,
entre la vida y la muerte. Se adoptó, pues, la precaución de administrar al enfermo el
santo viático antes de administrarle el remedio. El señor párroco de San Sulpicio,
muy atento al evidente peligro en que encontraba al enfermo, no le perdía de vista. Él
mismo acudió procesionalmente con su clero a administrárselo. El señor de La Salle
forzó su propia naturaleza para recibirle con decencia. Se sentó en la cama, hizo que
le revistieran de roquete y estola, y esperó con respeto, de ese modo, la llegada de su
divino maestro.

(n. m.) El médico Helvetius le administra una medicina que le restablece


El párroco le hizo una exhortación de las más emotivas, y después le rogó que
expresara a sus queridos discípulos sus últimas voluntades. No le fue posible hablar
mucho tiempo, porque le fallaban las fuerzas. Se contentó con repetirles en dos
palabras lo que les había dicho tan a menudo: unión y sumisión; y les aseguró que
mientras fueran fieles en cumplir estos dos puntos, Dios no les abandonaría. Luego el
párroco le dijo que sus hijos le pedían
<87>
su bendición como la última señal de su ternura hacia ellos. Se notó que no tenía la
fuerza para hacerlo, y por eso le levantaron el brazo y le ayudaron a que la diera.
Cuando la ceremonia hubo terminado, se le administró la medicina, que produjo todo
el efecto que se podía desear. La retención cesó, y en poco tiempo estuvo en
disposición de tomar alimentos, de modo que recuperó las fuerzas rápidamente.
490 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

(n. m.) Regresa a Reims


Cuando estuvo totalmente restablecido, se vio obligado a volver a Reims para
terminar los asuntos que habían originado su primer viaje, y que la enfermedad le
había impedido terminar. Un mes antes había enviado a París al Hermano Enrique
l’Heureux, en quien había depositado su mayor confianza para presidir su comunidad
mientras él estaba ausente. Este virtuoso Hermano le servía de gran ayuda. Le
empleaba eficazmente y descansaba sobre él en muchos asuntos, porque entraba
plenamente en todas sus previsiones. Sin embargo, se vio privado de este apoyo en el
momento que menos lo esperaba.

(n. m.) Muerte del Hermano Enrique l’Heureux


Apenas La Salle había llegado a Reims, le enviaron carta tras carta para indicarle la
enfermedad del Hermano l’Heureux. Sin embargo, como al partir le había dejado con
buena salud, se prometía que la enfermedad no tuviera consecuencias tan nefastas. En
esta confianza, demoró su regreso para no perder el momento favorable de terminar el
asunto que había comenzado. Pero quedó muy sorprendido
<88>
cuando le comunicaron que el Hermano l’Heureux estaba al límite, y que los médicos
comenzaban a perder la esperanza. Se apresuró a partir, a pie, desde luego, según su
costumbre, y llegó tres días después a media noche, muy fatigado del viaje. Se
informó, ante todo, del estado del enfermo, y le dijeron que hacía dos días que le
habían enterrado. Esta pérdida fue tan sensible para él, que no pudo retener las
lágrimas, y se vio forzado a tomarse algún tiempo para calmar el dolor que le produjo
tal noticia. Después de esto, echándose en cara su debilidad, dijo a los Hermanos que
le rodeaban que Dios le daba a entender, por medio de esta muerte precipitada, que no
quería que hubiese sacerdotes en su Instituto. Pues, efectivamente, había destinado al
Hermano l’Heureux para sucederle, y en vista de ello le había enseñado latín, le había
enviado a estudiar teología en los Canónigos Regulares de la abadía de San Dionisio
de Reims, y le había enviado a París para que recibiera las órdenes sagradas. Era el
primero que se había comprometido en el Instituto de las Escuelas Cristianas. El
señor de La Salle había advertido en él una virtud por encima de lo normal,
inteligencia penetrante, modales afables y especial facilidad para expresarse. Todos
esos talentos, unidos, le habían ganado la estima y la aprobación de los Hermanos,
que le lloraron durante mucho tiempo. Se celebraron las pompas fúnebres con el
mayor fervor que se pudo y fue el mismo párroco de San Sulpicio quien estableció
el orden de
<89>
la ceremonia.
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 491

(n. m.) Reglamento que prohíbe a los Hermanos aspirar


al estado eclesiástico
Desde este momento, el señor de La Salle ya no pensó en formar a ningún Hermano
para el sacerdocio. Estableció, incluso, un reglamento por el cual se les prohibía
aspirar a él, [y establecía] no admitir nunca sacerdotes entre ellos. Les prescribió,
además, renunciar en lo sucesivo al estudio de la lengua latina, sin permitir utilizarla,
bajo cualquier pretexto, a quienes la hubieran aprendido. Esta norma, que constituye
uno de los principales artículos de su Regla, y que se observa religiosamente entre
ellos ha contribuido en gran medida a mantenerlos en la sencillez en que se han
conservado hasta nuestros días.

(n. m.) Pretenden causar dificultades al señor de La Salle


Sin embargo, el señor de La Salle siempre tenía enemigos secretos que no dormían.
Se los había creado a causa de la poca complacencia que sentía por las máximas del
mundo. Él los conocía, y no ignoraba los medios que utilizaban para difamarle con
nuevas calumnias, tan poco fundadas como las anteriores. Se elaboró contra él un
extenso memorial de acusaciones que presentaron al párroco de San Sulpicio, quien
no tuvo excesiva dificultad en descubrir la falsedad. A quienes lo presentaron les hizo
caer en la cuenta de lo ridículo de su actitud, y la vergüenza y la confusión recayó en
los autores. El memorial se lo pasó al señor de La Salle, y éste lo leyó sin ninguna
emoción, como si nada de ello fuese con él, y se retiró sin pronunciar ni una palabra
de justificación. Se consideraba dichoso en
<90>
semejantes ocasiones por poder sufrir alguna confusión y participar así de las
humillaciones de Jesucristo, su maestro. El señor párroco, que observaba su
autodominio personal en ese momento, advirtió en él un rostro alegre y contento, que
mostraba que la paz interior que disfrutaba no había sufrido alteración. En efecto, hay
que tener una virtud bien forjada y ser muy dueño de las pasiones para impedir que
asomen cuando uno se siente atacado en la reputación. En esto no hay nada de
halagador para el amor propio que no pueda verse afectado.

(n. m.) Su tranquilidad en la adversidad


Era éste uno de los puntos en que más brillaba su virtud. El testimonio de una buena
conciencia, junto con la aprobación de sus superiores eclesiásticos, le servía de
recompensa. No esperaba nada de parte de los hombres; por eso todos los asaltos que
tuvo que sufrir de su malicia, jamás quebrantaron en nada su firmeza y su constancia.
En él no se notaban los altibajos de humor que hacen a uno dulce y agradable en un
momento, y fastidioso y molesto en otro. Siempre ecuánime en la adversidad como en
la prosperidad, afrontaba todos los sucesos de la vida como efectos de la Providencia
492 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

que dirigía sus acciones. Estaba siempre dispuesto a perdonar; olvidaba las injusticias que
le hacían sufrir y trabajaba asiduamente para realizar el bien desde el momento en que
surgía la ocasión de hacerlo, sobre todo respecto de quienes más le habían hecho
sufrir.
<91>
(n. m.) Su talento para la dirección
Se vio compensado de sus pequeños disgustos por las nuevas bendiciones que Dios
derramó en este tiempo sobre su Instituto. Pues le llegaban sujetos de todas partes, y
el número de Hermanos crecía cada día. El tiempo que empleaba en formarlos le
permitía aún extender su caridad sobre el desgraciado estado de algunos grandes
pecadores que le enviaban desde diversas provincias para que los ayudara a entrar en
el buen camino. Tenía especial ternura con estas personas. Los escuchaba con
paciencia, los orientaba con dulzura y les dedicaba todo el tiempo conveniente para
hacerles sentir el peso de su miseria. Después de ello, los reconciliaba con Dios y los
despedía en paz.

(n. m.) Conversión clamorosa


El clamor que provocaron estas conversiones y el agradecimiento que en ocasiones
sentían quienes habían recibido la gracia por el ministerio del señor de La Salle, le
atrajeron otros. Hubo uno, especialmente, que excitó su compasión. Conocemos las
particularidades de su conversión por boca de quien experimentó los efectos de la
misma. Se trataba de un joven inteligente, con excelentes disposiciones para las
ciencias, en las cuales ya había progresado. Hizo un viaje de sesenta leguas para ir a
arrojarse a sus pies y aprovechar sus luces para volver al camino de la salvación, del
que se había alejado con una vida muy desordenada. Era sensual, impuro, enemigo
<92>
de todo lo que se llama piedad y religión, y no quería oír hablar ni de Dios ni de los
libros santos. En una palabra, tenía el corazón corrompido y caía en todos los vicios
de una juventud fogosa. Era de elevada posición social, y halagado por los derechos
de su nacimiento de poder acceder a las dignidades eclesiásticas, se comprometió en
ellas temerariamente con miras ambiciosas. No limitó en nada sus desenfrenos, y los
llevó a tal límite que le causaron un temblor de todos sus miembros. Llegado el
momento de recibir las órdenes sagradas, no pudo ser admitido a causa de su
enfermedad. Este impedimento que, al parecer, le hubiera debido abrir los ojos sobre
sus disposiciones pecaminosas, no le hizo cambiar de disposición. Determinó buscar
los medios para hacerse pasar por sacerdote, a cualquier precio, y para lograr su
malvado proyecto, consiguió con engaño el certificado de sacerdocio. Para
imponerse con más seguridad al público, estuvo varias veces dispuesto a celebrar la
misa, y revestido de los ornamentos sacerdotales. Es cierto que Dios, que le miraba
con ojos de misericordia, jamás consintió que consumara su pecado, pues al momento
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 493

le volvían los temblores con tanta violencia que no le dejaban la libertad de actuar.
Además de esto, tenía un beneficio [eclesiástico] del que se deshizo por medio de un
contrato demoniaco.

(n. m.) Continuación del mismo asunto


A pesar del esfuerzo que hizo para disimular ante sí mismo el mal estado de su
conciencia, no podía ahogar su voz
<93>
que le gritaba reproches. De vez en cuando tenía momentos de lucidez que le
permitían entrever el camino que debía seguir; pero, en seguida, arrastrado por la
inclinación que tenía al placer, volvía a caer en nuevos desórdenes. En fin, cansado de
llevar una vida tan pecaminosa, se vio agitado por remordimientos tan agudos que no
le permitían ningún descanso. Todos sus pecados se presentaban en tromba a su
imaginación. Los placeres de todo tipo, que habían constituido su más deseadas
delicias, se le hicieron odiosos. Las alegrías del mundo ya no le atraían como en otro
tiempo, y no podía soportarse más a sí mismo. Buscaba descanso de su pena y no la
encontraba. La agitación, el temblor y la inquietud se apoderaban de tal forma de su
corazón, que cayó en una melancolía tal que pensó que le llevaba a la desesperación.

(n. m.) Continuación del mismo asunto


En esta triste situación, recurrió a un amigo, a quien hizo una viva descripción de lo
que sufría. Éste le exhortó a hacer una confesión general a un sacerdote de la ciudad
que le indicó. Pero el joven le respondió que no creía que hubiese en el mundo un
confesor bastante paciente para poderle escuchar hasta el final el relato de una vida
tan desordenada como la que él había llevado. Que para ahorrarse la vergüenza de
semejante paso, querría encontrar un confesor alejado y desconocido con quien no
tuviera ninguna otra relación. El amigo, que le veía deshecho y que no quería dejar
escapar una ocasión
<94>
tan favorable de apartarle de sus desórdenes, reflexionó algún tiempo sobre lo que
podría hacer. Había oído hablar del señor de La Salle como de un hombre esclarecido
y muy experimentado en la dirección de las conciencias. Propuso a aquel joven que
se dirigiera a él, y se lo describió como aquel que Dios le tenía destinado para
convertirle.
El deseo que tenía de romper sus cadenas no le dejó tiempo de titubear más. Allí
mismo tomó su resolución y salió hacia París. Fue a encontrar al señor de La Salle y le
dio a conocer el estado de su alma. Él le recibió con su bondad habitual, le hizo
comprender que a pesar de la enormidad de sus pecados, no debía desesperar de su
494 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

salvación, y le prometió ayudarle a volver al buen camino. Le retuvo en su casa y le


dio en esta ocasión todas las muestras de un corazón tierno y compasivo.
La vida ejemplar que se llevaba en aquella casa, unida al deseo que este penitente
tenía de verse reconciliado con Dios, le movieron a comenzar su confesión. Habló de
ello a su director, que le tendió los brazos con actitud amistosa y afable, con lo que se
sintió conmovido. Le hizo una declaración de su vida pasada, con la reserva de algunos
excesos que no tenía aún fuerza para decirlos, porque la vergüenza le atenazaba. Pero
al final, la cuarta vez que se confesó, hizo un esfuerzo, superó la repugnancia y
declaró todo sin ninguna reserva.
Durante todo ese tiempo, el señor de La Salle, que conocía el precio de la salvación
de un alma, hacía fervorosas oraciones
<95>
por su penitente. Le hizo pasar por las pruebas santas instituidas por la Iglesia para
probar a un pecador habitual, le comprometió a que le enviara los papeles que eran los
tristes despojos de sus excesos, y sobre todo, los falsos certificados de sacerdocio; y
en fin, reconcilió con Dios a esta alma que había gemido tantos años bajo el dominio
del demonio.
Es bastante corriente que las personas que han abandonado sus extravíos sean
agitadas de escrúpulos y de aflicciones después de su conversión. Las pasiones aún
no están totalmente sometidas, la imaginación trabaja, las antiguas ideas se
despiertan, el demonio hace aún un último esfuerzo para triunfar de su debilidad y
hacerlos recaer. Dios lo permite así para probarlos más y para acabar de purificarlos.
En estos tiempos de tentación es cuando necesitan una mano caritativa y
experimentada que les guíe con prudencia y discreción. El penitente de quien
hablamos experimentó más que nadie lo que cuesta a la naturaleza ponerse en gracia
de Dios. Tuvo que sostener duros combates y fue tentado casi más allá de sus fuerzas.
Aún le venían a la mente pensamientos de desesperación, que nacían de la
monstruosidad de su vida pasada. Creía ver el infierno abierto bajo sus pies dispuesto
a engullirlo. El señor de La Salle no le perdía de vista y le recordaba con suavidad la
misericordia de Dios, que le había concedido el tiempo de expiar sus pecados por una
sincera penitencia. De ese modo le sostuvo hasta la muerte, que siguió de cerca a su
conversión. La recibió con cristiana resignación, con
<96>
sentimientos muy edificantes y llenos de gratitud hacia su director, a quien decía en
todo momento que le era deudor de su salvación. Por mucha reserva que tuviese el
señor de La Salle para hablar de un suceso tan extraordinario, no pudo impedir que el
eco de esta conversión llegara a conocimiento de quienes habían aconsejado a su
penitente que se pusiera bajo su dirección, y que ello le atrajera aún a otras personas
que se dirigieron a él con profunda confianza. Los directores [de almas] y los
párrocos de París y de provincias le consultaban con frecuencia sobre casos de
conciencia muy delicados y se atenían gustosos a sus decisiones.
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 495

(n. m.) Su dedicación a dirigir el Noviciado


La complacencia que ponía en prestarse a las necesidades de los que se dirigían a él
(lo que ocurría frecuentemente porque no rechazaba a nadie) no impedía que pusiera
su principal atención en dirigir su Noviciado de Vaugirard. Sabía lo importante que
era para su Instituto formar cuanto antes sujetos capaces de mantener en él la
regularidad. No descargaba sobre ningún otro este cuidado. Examinaba él mismo a
los novicios, los instruía sobre sus obligaciones esenciales en el estado que querían
abrazar, no dejaba pasar un solo día sin dirigirles exhortaciones. Incluso presidía
todos sus ejercicios en la medida que se lo permitían las demás ocupaciones;
trabajaba con ellos en las ocupaciones más humildes de la casa; les animaba con su
ejemplo a abrazar con alegría una vida
<97>
penosa y laboriosa, a sufrir las humillaciones sin quejarse, a soportar las ofensas a las
que estaban expuestos y a conservar la calma y la tranquilidad en las diversas
situaciones en que la sencillez y la pobreza de su estado podrían ponerles en lo
sucesivo. Mantuvo este proceder durante varios años, sin descuidarse en nada
respecto de su exactitud. Se había encargado de despertar a los Hermanos todos los
días, y cuando se había descuidado, se imponía una penitencia pública, que consistía
en pedir perdón a la Comunidad y en no tomar más que pan y agua de rodillas en
medio del comedor.

(n. m.) Los Hermanos se edifican


Tantos ejemplos de virtud sostenidos con la uniformidad de vida animaban a los
Hermanos y les inspiraban el amor a su estado. Se aplicaban con santa emulación a
mortificar sus sentidos e inventaban todos los días nuevos medios de humillarse. El
señor de La Salle sabía aprovechar acertadamente sus buenas disposiciones para
formarles en la piedad sólida y fortificarles de buena hora. Su vestimenta, su
alimentación, su porte externo, todo contribuía a ello. No se podía dejar de admirar la
modestia con que iban por las calles, con los ojos bajos, guardando profundo silencio
y sin volverse nunca para satisfacer la curiosidad.

(n. m.) El señor conde de Charmel queda edificado


Cuando los novicios eran recibidos y el señor de La Salle los consideraba
suficientemente instruidos sobre los deberes de su profesión, los distribuía por los
lugares donde había necesidad. Un día que envió a tres a Reims, pasaron por un
<98>
pueblo de la diócesis de Soissons llamado Charmel, donde solicitaron la hospitalidad
del párroco del lugar, que quedó agradablemente sorprendido de su conducta.
Comunicó su descubrimiento al señor del lugar. Era el conde del Charmel, que
496 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

después de haber abandonado los placeres de la Corte, a los que se había visto ligado
por su condición, se había marchado a su tierra donde pasó el resto de sus días en
penitencia y retiro. El retrato que el párroco le hizo de sus nuevos huéspedes, sobre
todo de su piedad, le suscitó el deseo de verlos y de hablar con ellos. Se informó de
ellos por menudo de su modo de vivir y de todo lo que concernía a su Instituto. Quedó
tan contento que les invitó a que se alojaran en su casa, y desde entonces tuvo del
señor de La Salle una idea excelente, y le unieron a él unos lazos de piedad que
duraron hasta su muerte.

(n. m.) 1693: el señor de Noailles, arzobispo de París,


permite una capilla doméstica al señor de La Salle
Por el mismo tiempo, el arzobispado de París estuvo vacante por la muerte de
monseñor Harlay. El rey Luis XIV escogió para reemplazarle al señor Luis Antonio
de Noailles, obispo de Châlons, en Champaña. Todos saben con qué celo trabajó
siempre en mantener el orden y la disciplina eclesiástica en su
<99>
diócesis. Una vez que tomó posesión, comenzó a hacer la visita para poner remedio a
los abusos que se habían ido deslizando. Uno de los más evidentes era el uso de las
capillas domésticas, que se habían puesto tan de moda que tanto el simple burgués
como el noble querían tener una en su lugar. Todas quedaron prohibidas por un
mandato del arzobispo. Esta prohibición causó al señor de La Salle un nuevo
inconveniente. Él tenía la costumbre de ir a celebrar la misa a una de esas capillas,
contigua a la casa Noviciado de Vaugirard. Para él y para la comunidad era muy
cómodo, porque estaban lejos de la parroquia del lugar para ir allí todos los días. Fue,
pues, a encontrar al señor arzobispo para pedirle que le permitiera erigir una capilla
dentro de su casa, con la facultad de celebrar misa en ella. El [señor arzobispo] de
París escuchó con bondad las razones que tenía para hacerle tal petición. El
[arzobispo] ya le conocía, le honraba con su protección y consideró un honor
concederle en esta ocasión una muestra de distinción que había negado a otras
personas que le habían pedido la misma gracia. Hizo, incluso, algo más, que el señor
de La Salle no osaba esperar, pues confirmó por escrito el poder verbal que su
predecesor le había
<100>
dado de establecer una nueva Comunidad en París.
Provisto de tal poder, en seguida hizo erigir un altar en el lugar más digno de la
casa. Consideró un deber ayudar en ello para acelerar la obra, de manera que con sus
cuidados la capilla estuvo terminada y bien adornada en pocos días. La hizo bendecir
por uno de los Vicarios Mayores de la diócesis, y desde entonces sirvió de oratorio a
los Hermanos del Instituto.
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 497

(n. m.) Su enredo con el párroco de Vaugirard por este motivo


El señor cura de la parroquia no desconocía la gestión realizada por el señor de La
Salle en el arzobispado, y aunque fuera de sus amigos, se puso de mal humor cuando
supo que ya estaba ejecutada. La soportó con impaciencia y se quejó de ello. Le dijo
que no entendía cómo un hombre que hacía profesión de estar tan apegado a las reglas
de la Iglesia, las transgredía él mismo tan fácilmente que privaba de esa manera a los
Hermanos del mérito de asistir a la misa de la parroquia, y que su ejemplo sería
contagioso para que muchas personas se creyeran dispensadas, y que respondería
ante Dios del inconveniente que ello iba a causar. El señor de La Salle convino con él,
de buena fe, que tenía razón para quejarse; pero también le rogó que considerase sin
prejuicio los motivos por los que tuvo que actuar así.
<101>
«Usted sabe —le dijo— que el Noviciado de esta casa está formado por jóvenes que
han salido recientemente del mundo; todavía no han perdido las impresiones del
mismo, y sería peligroso para ellos exponerlos demasiado a volver a él. En las
grandes asambleas que se tienen en su parroquia, a causa de la proximidad de París, se
hallan jóvenes libertinos que se lanzan sin discreción a decir bromas pecaminosas y a
burlarse de nuestros Hermanos, lo cual es propio para disgustarles de su vocación. He
ahí las razones que me han llevado a solicitar el permiso de erigir esta capilla
doméstica que a usted le parece atentar contra las reglas de la Iglesia». Añadió que no
ignoraba la sumisión que él y los Hermanos le debían como a su Pastor, que le
conocían y reconocerían siempre en calidad de tal, que él, para dar pruebas públicas,
iría de vez en cuando a celebrar la misa a su iglesia, y que llevaría allí a los Hermanos
de la comunidad. El señor párroco se contentó con estas razones y le rogó que
cumpliera su palabra el primer día del mes siguiente. El señor de La Salle no falló, y
fue a cantar la misa mayor de la parroquia, a la cual asistieron todos los Hermanos,
que comulgaron de su mano.
De momento el señor cura párroco parecía satisfecho de las
<102>
señales de sumisión y de dependencia que el señor de La Salle había acordado
tributarle públicamente y que observaba efectivamente. Pero, en fin, no pudo hacerse
a la idea de esta separación ocurrida en su parroquia, y sintió que sus repugnancias
renacían. Aceptaba las razones, pero la ejecución le parecía un ejemplo pernicioso
para sus parroquianos; y cada vez que tenía ocasión de ver al señor de La Salle le
hacía el reproche de haber abandonado la parroquia. Pero éste le respondía siempre
que no había podido hacer de otra manera por las razones que le había repetido en
varias conversaciones que había mantenido con él; que era inútil que se enfadase,
puesto que la cosa estaba hecha y él no tenía medio de cambiarla. El señor párroco
respondió con acritud y se retiró descontento de la firmeza del señor de La Salle. Pero
al fin se apaciguó poco a poco y el señor de La Salle llegó a su objetivo con paciencia
498 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

y con las buenas maneras para recobrar su amistad y para vivir con él con buen
entendimiento.

(n. m.) 1693: hambre durante el cual los Hermanos carecen de lo


necesario
Este mismo año sobrevino un hambre que redujo a su comunidad a una pobreza
extrema.
<103>
Como estaba fundada sólo sobre la Providencia, no tenía fondos para mantenerla. Sus
recursos ordinarios disminuían a medida que sus necesidades aumentaban. Sólo
quedaba su gran confianza en Dios que pudiera sostenerla en tal situación. La
experiencia que había tenido en circunstancias parecidas le servía de garantía segura
de lo que debía esperar, pues aunque se viera sometido a una ruda prueba por el rigor
del hambre, no estaba turbado. Un día que la Comunidad estaba sin pan y sin
esperanzas de tenerlo, lejos de desanimarse, animó a los Hermanos a la paciencia.
Con estas disposiciones entraron en el refectorio donde tuvieron que contentarse con
un caldo de verdura que sirvió de alimento para todo el día. Luego dieron gracias a
Dios como si hubieran hecho una buena comida. Durante este tiempo, el Hermano
encargado de conseguir provisiones buscaba por todos los lados de qué vivir. Durante
todo el día no encontró más que un poco de pan muy negro. El señor de La Salle hizo
que se distribuyera a la Comunidad, sin reservar nada para él, pero los Hermanos no
quisieron tocarlo mientras él no hubiera tomado un trozo. Los Hermanos de la
Comunidad de París, informados del extremo en que se hallaba la
<104>
de Vaugirard, se apresuraron a proveerles de lo necesario. Pero el que estaba
encargado de su parte de llevar las provisiones fue asaltado en el camino por ladrones
que le quitaron todo. Volvió a casa muy mortificado por su desgracia. El señor de La
Salle, al verle emocionado, le dijo con aire tranquilo: «¡Bendito sea Dios!, hay que ir
a buscar más». Él fue, y en espera de su regreso, los Hermanos se vieron obligados a
esperar hasta la noche para tomar algún alimento.

(n. m.) Se quejan de que el señor de La Salle recibe a demasiados sujetos


El extremo en que la carestía pública ponía su casa no impedía que recibiera a
todos los sujetos que se presentaban para ingresar en ella. Tenía firme esperanza en
que quien les enviaba facilitaría también los medios para proveer a sus necesidades.
Los Hermanos estaban extrañados. Creían que llevaba su confianza demasiado lejos.
Decían que no entendían por qué recibía a tantos sujetos en un momento en que no
tenían ellos mismos con qué subsistir; que, al parecer, sería más prudente hacer una
selección de los mejores y despedir a los que no parecían propios para comprometerse
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 499

en su Instituto. El señor de La Salle se indignó por su poca fe y les respondió con


viveza: «Si tenéis miedo de que el excesivo
<105>
número os hunda, echadme a mí». Pero luego, con su habitual aire dulce y afable, les
dio a entender cuán equivocados estaban por desconfiar de la Providencia, que
todavía no les había faltado nunca; que debían poner toda su confianza en Dios,
puesto que era de Él solo de quien debieran esperar los socorros que necesitaban. No
tardaron mucho tiempo en experimentar sus efectos, pues el párroco de San Sulpicio,
al conocer la necesidad extrema a que estaban reducidos, les proporcionó dinero y
víveres suficientes para poder pasarse sin otras ayudas, y ponerles, con una economía
saneada, en situación de esperar un año más abundante.

(n. m.) Se dirigen a él para predicar retiros


La reputación de este nuevo Instituto se extendía a medida que el número de
Hermanos aumentaba. Varios eclesiásticos de virtud acudían a él para hacer retiros
bajo la dirección del señor de La Salle. Recibía a todos los que se presentaban, sin
distinción del mérito y de la calidad. Tampoco había distinción en la manera de vivir,
cada uno asistía a la mesa común, y a todos se servían los mismos alimentos que a la
Comunidad.

(n. m.) Pone su Regla por escrito


Cuando el señor de La Salle vio que su Noviciado estaba bien establecido sobre las
reglas que él había hecho observar, juzgó que era necesario redactarlas por escrito,
para
<106>
hacerlas fijas y perpetuarlas entre los Hermanos de su Instituto. Se preparó a ello con
largas oraciones, ayunos frecuentes y duras penitencias; y lleno del Espíritu de Dios
del que se sentía animado, compuso un resumen. Luego reunió a los Hermanos de las
dos comunidades de París en Vaugirard, les pidió que reflexionaran sobre ello y que
le dijeran lo que encontrasen que se debía quitar o añadir. Hubo algunos que creyeron
que era conveniente suavizar algunos puntos que les parecían demasiado austeros.
Les respondió que no lo cambiaría por su propio criterio, sino que consentía que su
obra se pusiera en manos de tres superiores de los más experimentados de París en el
gobierno, que él mismo indicaría, y que aprobaría todos los cambios que ellos
hicieran. Se resolvió, pues, a someterse totalmente a su juicio, y fue acatando su
aprobación como se elaboraron las reglas según el orden que aún hoy mantienen en el
Instituto de las Escuelas Cristianas.
500 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

(n. m.) Hace aprobar la Regla por todos los Hermanos


Cuando los Hermanos de las dos comunidades se sometieron a observar estas
reglas con las modificaciones
<107>
que se consideraron adecuadas, el señor de La Salle quiso aún tener la aprobación de
los que estaban distribuidos por las provincias. Pues aunque él tuviera firmeza para
mantener las Reglas cuando estaban bien fundamentadas, no quería admitir ninguna
que no contase con el consentimiento unánime para prevenir todas las objeciones que
se pudieran hacer en lo sucesivo y eliminar cualquier pretexto de relajación. Además,
él fue uno de los más celosos observantes de su regla, de la que no se dispensaba en
nada bajo ningún pretexto. Así pues, mandó a todos los Hermanos de su Instituto que
se reunieran en París hacia la fiesta de Pentecostés, según su costumbre, para hacer el
retiro anual y renovar el voto de obediencia. Hacía tiempo que le pedían que les
permitiese hacerlo para toda la vida, lo que no había querido conceder hasta esta
fecha, para dejarles el tiempo de pensar en ello con toda la atención necesaria para un
compromiso irrevocable.

(n. m.) Quiere dimitir del cargo de Superior: 1694


Al final del retiro les presentó el conjunto de sus Reglas, que fueron leídas y
aprobadas unánimemente. Luego les dirigió una exhortación donde les presentó la
importancia de la acción que iban a hacer.
<108>
Les dijo que un compromiso para toda la vida era un sacrificio muy agradable a Dios,
cuando se apoyaba en una resolución firme; que les había dejado plena libertad para
pensar en ello y que confiaba que no lo harían con ninguna mira humana. Añadió que
desde que el número de Hermanos había aumentado, estaba pensando en dejar el
cargo de Superior del Instituto entre sus manos, que no le convenía seguir más a su
cabeza, que no era más que un pobre sacerdote, en quien no debían poner su
confianza, sino sólo en Dios, que era su Padre y su protector. Se extendió sobre esta
idea para mostrarles la necesidad en que estaban para otorgarle esta satisfacción, y
visto el bien que necesitaba el Instituto, que escogieran a uno de entre ellos, a quien
juzgasen capaz de cumplir tal cargo.

(n. m.) Propone hacer un escrutinio, que recae sobre él


Los Hermanos quedaron muy sorprendidos de su propuesta. No se lo habían
esperado en absoluto. Le pidieron remitirlo a otro momento para poder deliberar
sobre ello. Pero el señor de La Salle, que temía que un retraso de varios días les
permitiera tomar medidas con los superiores eclesiásticos para poder rechazarlo con
autoridad, les
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 501

<109>
llevó a proceder allí mismo a una nueva elección. Se pusieron, pues, en oración, y
después de una media hora de meditación, les hizo una nueva reflexión para
orientarles a que dieran sus votos con espíritu de desinterés y con plena libertad; que
se despojaran de toda prevención y que actuaran sólo con miras de agradar a Dios y
por el bien del conjunto. Luego hizo las preces señaladas para invocar las luces del
Espíritu Santo y se pasó a la votación con papeletas secretas. Todos los votos
coincidieron en que continuara el señor de La Salle. Él se turbó, y temiendo que se
hubieran puesto de acuerdo, rompió las papeletas y mandó repetirlo.

(n. m.) Se hace una segunda votación que recae de nuevo en él


Se pusieron de nuevo en oración, y la segunda votación fue exactamente igual que
la primera. El apuro en que se encontró [La Salle] se reflejó en su rostro. Cambió
varias veces de color y no sabía qué solución tomar. Los Hermanos, que se dieron
cuenta, le dijeron que cabía considerar, por lo ocurrido, que su elección venía de Dios,
y que ellos estaban resueltos a mantener el voto, que el bien general del Instituto
exigía que continuase cuidándolo él, y que cuando estuviera suficientemente
consolidado, tendría la libertad de abandonar el
<110>
cargo de Superior de los Hermanos. Estas últimas palabras le consolaron. Luego
pidió que se elaborara el acta de elección, en la cual tuvo mucho cuidado de incluir
que en lo sucesivo no se podría elegir sino a un Hermano del Instituto como Superior
general. Después de ello, fue a celebrar la misa, en la que comulgaron los Hermanos y
pronunciaron el voto de obediencia perpetuo.

(n. m.) Regula el modo de conversar en los recreos


Mientras se ocupaba de establecer reglas seguras para el mantenimiento exterior
del Instituto, su objeto principal era regular el interior, que venía a ser como el
cimiento y fundamento del mismo. Por lo cual, no descuidaba nada que pudiera
contribuir a mantener entre los Hermanos una piedad tierna e ilustrada, sostenida por
una humildad profunda y por una caridad mutua de los unos para con los otros. Se
había dado cuenta de que los recreos degeneraban de ordinario en conversaciones
vanas e inútiles. Estudió los medios de hacerlas agradables sin disipación. Para
conseguirlo, comprometió a los Hermanos a no hablarse sino con mucho respeto y a
abstenerse de términos que llevasen cierto aire de familiaridad; y para prevenir las
contestaciones que nacen, de ordinario, de la diversidad de los sentimientos, reguló
que en las conversaciones [del recreo] habría uno que hablara, y que los otros
<111>
502 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

le escucharían; y que si uno de ellos tuviera algo que decir, pediría permiso al más
antiguo, al tiempo que le saludaba. Esta norma dio tan buen resultado que la práctica
que se hizo de ella pasó a ser ley, y desde entonces se observa exactamente entre ellos.

(n. m.) Establecimiento de los Hermanos en Chartres


Mientras el señor de La Salle se ocupaba totalmente del cuidado de formar a sus
novicios y hacerlos sujetos dignos de reemplazar a los Hermanos que no pudieran
cumplir sus funciones, varios obispos de Francia, informados de la utilidad de las
escuelas gratuitas, decidieron establecerlas en sus diócesis. El primero que se lo
propuso al señor de La Salle fue monseñor Godet des Marais, obispo de Chartres. Él
le había conocido en el seminario de San Sulpicio de París y desde entonces le
profesaba una estima muy particular. Aprovechó esta antigua amistad para unirse a él
con una relación de piedad que mantuvo hasta la muerte. Esta estrecha unión, fundada
en una estima recíproca, unida al deseo que tenía el señor de La Salle de servir a la
Iglesia en lo que era conforme con su vocación, fue motivo suficiente para
comprometerle a dar esta satisfacción al prelado; pero sólo pudo realizar esta
fundación, por falta de personal, dos años más tarde. Cuando hubo preparado un
número suficiente de sujetos,
<112>
reunió a los Hermanos y les propuso los planes del obispo de Chartres y el deseo que
tenía él de complacerle. Se determinó que se le enviarían siete Hermanos para abrir
las escuelas bajo su autoridad en los lugares que indicase. Los Hermanos partieron y
fueron a presentarse al obispo, que les recibió con mucho afecto. Les dio escuelas,
publicó un mandato para que los padres y madres se comprometiesen a enviar a sus
hijos a las escuelas de los Hermanos y alentó a los párrocos para que los exhortaran
cada uno de ellos en sus parroquias. La empresa se realizó a su gusto. Las escuelas
fueron frecuentadas en poco tiempo, y Dios derramó su bendición sobre ellas por el
fruto que produjeron.

(n. m.) El fervor les lleva al agotamiento


El prelado, muy contento por haber facilitado esta ayuda a su pueblo, animaba a los
Hermanos con su presencia. Los visitaba a menudo, los exhortaba a la perseverancia
y no olvidaba nada de lo que dependía de su autoridad para sostenerlos en aquellos
comienzos espinosos. Su fervor era tan grande que algunos de ellos sucumbieron por
agotamiento. El obispo, pesaroso por perder sujetos a quienes quería como a hijos,
quiso persuadirlos a que suavizaran algo de la austeridad de su regla; pero su fidelidad
a cumplir sus obligaciones pasó por encima de sus consejos, y todo lo
<113>
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 503

que pudo hacer fue proporcionarles las medicinas que necesitaban en sus
enfermedades. Lo cual no dejó de facilitárselo hasta su muerte. Tantas atenciones por
su parte provenían, como he dicho, de la veneración singular que conservaba hacia la
virtud de su fundador, quien, por su parte, no olvidaba nada para manifestarle su
gratitud en las ocasiones que se presentaban.

(n. m.) El obispo de Chartres se sirve de un ardid para retener


al señor de La Salle a su mesa
[La Salle] fue a Chartres poco después de la fundación, para visitar a los Hermanos
y tomar nuevas medidas para que no terminasen agotados por el trabajo. El señor
obispo le recibió como a amigo y le pidió repetidas veces que se quedara a comer con
él; pero [La Salle] se excusaba siempre amparándose modestamente en la Regla, que
no le permitía aprovechar tal honor. El prelado, al no poder vencer su delicadeza
respecto de este artículo, utilizó un ardid. Ordenó a su criado que cerrase las puertas
del obispado una vez que hubiera entrado el señor de La Salle, de modo que al no
poder salir, se viera obligado a vencer su repugnancia y someterse al deseo del señor
obispo. La conversación durante la comida recayó principalmente sobre las razones
que había tenido en la
<114>
fundación de su Instituto. El obispo de Chartres y el señor d’Aubigné, su Vicario
general, que fue después obispo de Noyon, y más tarde arzobispo de Ruán, se
informaron detalladamente de todo cuanto le concernía. Admiraban sobre todo el
estado sencillo y pobre al que se había reducido voluntariamente. Escudriñaban
incluso todo su porte externo. Se dieron cuenta de que iba vestido con una tela basta y
que su manteo estaba muy usado. Sin que él lo supiera, mandaron hacerle uno nuevo,
y tuvieron la precaución de escoger una tela ordinaria, para que no tuviera pretexto de
rechazarlo. El señor de La Salle recibió el regalo de sus manos como si fuera una
limosna. Lo llevó hasta tres o cuatro años más tarde, en que unos ladrones se
lo quitaron en el camino de París a Vaugirard, aunque luego se lo devolvieron
llevándoselo a su casa.

(n. m.) Su vida penitente le hace caer enfermo;


se le cura con una medicina extraordinaria
La continua atención que prestaba a regular los asuntos de su Instituto, unida a la
dirección del Noviciado, no le dejaban la posibilidad de dirigirse a sí mismo, como lo
deseaba. Él suspiraba por su querida soledad y Dios le sacaba de ella a menudo para
hacerle trabajar en nuevos centros. Tantas fatigas no disminuían
<115>
504 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

en nada sus continuas austeridades. Siempre encontraba nuevos medios para


incrementarlas. En su celda no había otra cama que el suelo. Incluso, a menudo, se
acostaba desnudo, con la camisa de dormir y un cilicio; y en los viajes se acostaba
vestido en el suelo. Estos excesos de penitencia le causaron flujos y reumatismos muy
dolorosos, del cual fue atacado a su regreso de Chartres. Los remedios que se le
aplicaron para aliviarle le causaron más dolor que la misma enfermedad. Se le
acostaba sobre una especie de parrilla de madera, bajo la cual se quemaban hierbas
que expandían un humo infecto. Él sufría la incomodidad sin quejarse, y en sus
mayores dolores, repetía a menudo estas palabras que se le habían hecho familiares:
¡Bendito sea Dios! Se notó, además, que nunca se le escapó un solo movimiento de
impaciencia o de mal humor durante todo el tiempo que duró este remedio, que fue
mucho; pues fue necesario aplicarlo varias veces al año, porque no se encontraba otro
más seguro y rápido para curarle.

(n. m.) Convierte a un joven holandés calvinista


Cuando se sintió algo aliviado de este primer ataque [de la enfermedad], dejó París
para ir a visitar la casa
<116>
de Reims. Y después, camino de regreso a París, encontró en el viaje a un joven
holandés que le abordó y le pidió algún donativo que le ayudase a llegar a París. El
señor de La Salle, impresionado por su fisionomía, que le pareció hermosa, le
preguntó en latín el motivo de su viaje y de qué país era. El joven le respondió en la
misma lengua que era holandés y que iba a París para hacer fortuna. El señor de La
Salle le hizo varias preguntas, a las que él respondió con viveza; pero al mismo
tiempo, a través de la conversación, se dio cuenta que era de religión protestante. Lo
lamentó mucho, y se sintió obligado a trabajar en su conversión. Él se lo ganó con sus
actitudes suaves e insinuantes, le pagó los gastos durante el viaje, y a su llegada a
París le alojó en su casa del Noviciado de Vaugirard.

(n. m.) El mismo asunto


El feliz aspecto natural que notaba en su prosélito le inducía a esperar que no sería
difícil hacerle volver al regazo de la Iglesia; pero pronto comprendió que aquella
conversión no sería el fruto de pocos días. Era necesario combatir los prejuicios del
joven, inteligente y bien instruido en materias de controversia.
<117>
Tuvo que emplear las razones más fuertes y sólidas y abrirle los ojos sobre los errores
que había mamado con la leche, pues a todas las objeciones que se le hacían,
respondía con toda la sutileza de un hombre bien instruido en la escuela de los
ministros de su secta; el señor de La Salle recurrió a sus armas ordinarias. Rogó a
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 505

Dios e hizo que rezasen para obtener la conversión de su discípulo. Ayunaba y


mortificaba su cuerpo para atraer las luces que necesitaba para hacer que la verdad
entrase en su corazón, y merecerle la docilidad que el joven necesitaba para hacerle
susceptible de sus impresiones. Luego volvía a encontrarle con más confianza,
discutía con él, se esmeraba en eliminar sus dudas y le instruía en los principios de la
verdadera religión. De ese modo, pasó un tiempo considerable sin desanimarse, y a
este asunto dedicó sin desaliento buena parte del día y de la noche. Dios bendijo su
celo, y al cabo de tres meses, tuvo el consuelo de llevar [al redil] a esta oveja perdida y
hacerla confesar que no hay verdadera religión sino en la Iglesia católica, apostólica y
romana, en la cual él estaba determinado a vivir y morir. Dios permitió que no se
rindiera sino después de los combates, para que desengañado por medio del
conocimiento exacto que deseaba tener de todos los puntos enfrentados entre
nosotros y
<118>
los pretendidos reformados, su retorno a la Iglesia católica fuera más sincero y menos
sospechoso de ligereza. De ese modo [Dios] se complace en triunfar de un corazón
rebelde a sus inspiraciones y que parecía ya desesperado de su salvación.

(n. m.) Continuación del mismo asunto


El señor de La Salle, lleno de agradecimiento por la victoria que acababa de
conseguir, fue a postrarse al pie de los altares y desbordarse en acciones de gracias.
Ofreció al Señor los frutos de su trabajo, del que se consideraba tan sólo como débil
instrumento, y lleno de la confianza que le producía el feliz retorno de su discípulo al
seno de la Iglesia, se dedicó especialmente a instruirle con más precisión en las
principales obligaciones de la fe católica; le quitó las nuevas dudas que todavía
agitaban su mente, y después de haberle fortalecido más y más, y de asegurarse
durante bastante tiempo de sus sinceras disposiciones, le presentó al señor párroco de
San Sulpicio, al tiempo que le informó de todos los medios que había empleado para
curar sus prejuicios y para llevarle a la fe de la Iglesia romana. El señor cura párroco
comprobó que el joven holandés estaba bien instruido y no tardó mucho tiempo en
recibir su abjuración, que hizo entre sus manos, de manera muy edificante, ante una
asamblea numerosa, llegada para participar en el gozo común de la Iglesia. El señor
de La Salle dejó a su neófito en el Noviciado de los Hermanos donde continuó
instruyéndolo
<119>
contra la recaída, y dándole fuerza contra las tentaciones, a las que estaría expuesto si
regresaba a su país. Es lo que realmente ocurrió, pues después de su estancia en París,
no se dio descanso hasta lograr volver a su familia, para extender a ella las gracias que
Dios le había hecho de renunciar a sus errores. El señor de La Salle no se cuidaba de
poner obstáculos a este piadoso deseo. Él mismo le dio todas las facilidades
506 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

procurándole todo lo que necesitaba para hacer el viaje; y más tarde tuvo el consuelo
de saber que no sólo había perseverado en la fe católica, sino que incluso había
trabajado con éxito en la conversión de toda su familia y de algunos amigos que
siguieron su ejemplo.

(n. m.) Su confianza en la Providencia


No es fácil entender cómo el señor de La Salle podía atender a tantas obras de
caridad teniendo en cuenta que era pobre. Es cierto que encontraba ayuda en las
liberalidades de algunas personas de importancia que tenían a gala socorrerle. Pero
como no le gustaba hacerse notar externamente, y además siempre temía convertirse
en una carga para sus amigos, se encerraba en los límites de unas necesidades muy
módicas;
<120>
y, por muy buena voluntad que tuviera de atender todas las necesidades de su
Comunidad, de ordinario sólo se descubrían aquellas que no podía ocultar al
conocimiento de la gente. Los Hermanos, que no eran tan desinteresados como él,
estaban tentados, a veces, de desconfiar de la Providencia y guardar provisiones
cuando tenían algunos recursos. Pero el señor de La Salle, que ponía toda su
confianza en Dios, no permitía que se preocuparan por el día de mañana, y rechazaba
con energía esas precauciones inoportunas. Prefería su estado pobre a toda la
abundancia de los ricos de la tierra.

(n. m.) El señor de La Chétardie, párroco de San Sulpicio,


provee a sus necesidades
Sin embargo, Dios que cuida de sus elegidos, no permitió que se viera privado del
mérito de su fe, ni tampoco que su gran confianza en Él quedara sin recompensa. Pues
cuando se veía a punto de carecer de todo, encontró nuevos recursos en la caridad del
señor de La Chétardie, nuevo párroco (1697) de la parroquia de San Sulpicio de París,
por la dimisión del señor Baudrand. En cuanto tomó posesión de su beneficio, quiso
tener un conocimiento exacto de las necesidades de su pueblo. Se le ofreció un cuadro
detallado y circunstanciado y no se olvidó la necesidad a que estaba reducida
<121>
la Comunidad de los Hermanos de las Escuelas. Él conocía cuán útiles eran, y
resolvió sostener una institución tan beneficiosa para su parroquia, y no descuidó
nada de lo que dependía de su ministerio para ayudarlas. Visitó las escuelas; las
encontró repletas de niños pobres, y tuvo que reconocer por sí mismo que los
Hermanos que les enseñaban eran aún más pobres que los alumnos. Por lo cual
resolvió inmediatamente poner pronto remedio y proveer a las necesidades más
urgentes que tenían, en espera de poder adoptar otras medidas para sostenerlos en lo
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 507

sucesivo. Desde ese día tomó las escuelas y a los Hermanos bajo su protección, y veló
para que no les faltase nada, de manera que se hubiera dicho que no tenía otra
ocupación. Visitaba las escuelas todos los meses; animaba a los niños al estudio
mediante pequeñas recompensas distribuidas con discernimiento, para excitar la
emulación, y les inspiraba respeto hacia los Hermanos encargados de su instrucción.

(n. m.) [La Chétardie] dispone trasladar el Noviciado de los Hermanos


a su parroquia
Por medio de este trato frecuente creó una amistad muy estrecha con el señor de La
Salle. La elevada idea que se había formado de su virtud y de sus cualidades le
llevaron a buscar nuevos
<122>
medios para ligarle de forma particular con su parroquia. Para ello le propuso que
trasladara el Noviciado a ella, para poderse edificar con los ejemplos de virtud que se
practicaban en él. El señor de La Salle, que no quería hacer nada que no fuera
conforme a la voluntad de Dios, recurrió a la oración para consultarle. Pensó entonces
que este cambio produciría mayor bien, y que Dios sería más honrado por ello. Esto
fue suficiente para decidirse a aceptar la solicitud del señor párroco, pero al mismo
tiempo le rogó que hiciera los gastos necesarios, teniendo en cuenta que la pobreza de
la casa le privaba a él de toda posibilidad de hacerlo. El señor párroco cargó con todos
los gastos.

(n. m.) El señor párroco lo hace a sus expensas


Ante todo, encontró una casa grande y espaciosa en la calle que llevaba a
Vaugirard, por debajo de la tapia de los Carmelitas, en el extremo del barrio de
Saint-Germain, que anteriormente había estado ocupado por las religiosas
Anunciatas de San Nicolás de Lorena. La alquiló por mil seiscientas libras e hizo
trasladar todos los muebles de los Hermanos, y cuando los hubo instalado, el señor de
La Salle trasladó allí su Noviciado, el año 1698. El señor párroco conoció con este
motivo hasta qué punto llegaba la extrema pobreza de esta comunidad. Pues no les
dio mucho trabajo transportar los muebles, que eran tan sencillos y tan pocos que
<123>
no podía comprender que se hubiera podido contentar hasta entonces con tan pocas
cosas. A todo ello suplió [el párroco] generosamente, tanto con sus propios bienes,
cuanto con los donativos de personas caritativas cuyas limosnas les facilitó. La
señora de Voisin, viuda heredera del Canciller de ese nombre, les dio siete mil libras
para ayudarles a amueblar esta casa y a comprar el mobiliario que les faltaba.
508 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

(n. m.) El señor obispo de Chartres dedica la capilla de la casa


en honor de San Casiano, mártir
Había en esta casa una capilla que habían utilizado las religiosas que la habitaban
anteriormente. Era pequeña, pero se encontró el medio de unir a ella un coro por la
parte de atrás, para colocar el altar. Cuando todos los lugares estuvieron bien
preparados, el señor de La Salle pidió al señor obispo de Chartres, que estaba
entonces en París, que bendijera la casa e hiciera la dedicación de la capilla, que fue
consagrada bajo el patrocinio de san Casiano, mártir. Se sabe que este santo había
sido maestro de escuela en Imola, ciudad de Italia, en la Romaña, y que habiéndose
negado a sacrificar a los falsos dioses, el juez del lugar lo entregó al furor y a la
venganza de sus alumnos, que le odiaban porque les exigía estricta disciplina, y le
hicieron morir a golpes de estiletes (graphiis, según el poeta Prudencio) y de navajas.
Es fácil hacer aquí la aplicación apropiada y juzgar cuál era la idea del señor de La
Salle cuando puso su casa bajo la invocación de este santo mártir.
<124>
(n. m.) 1699: apertura de una Escuela Dominical
Al año siguiente, el señor párroco de San Sulpicio propuso al señor de La Salle que
estableciera en su casa una Escuela Dominical, es decir, que encargara a algunos
Hermanos que reunieran en la casa, la tarde de los domingos y fiestas, a cierto número
de jóvenes de diversas profesiones, que al estar ocupados durante toda la semana en
ganarse la vida mediante el trabajo, cada uno según su estado, sólo tenían esos días
para instruirse en los principios de nuestra religión. El señor de La Salle no
encontraba nada difícil cuando se trataba de hacer el bien. El proyecto del párroco le
pareció loable y muy útil. Aceptó la propuesta con todas sus ganas, y quiso que el plan
se realizase cuanto antes. Pero en aquel momento se encontraba con circunstancias
que le quitaban la facilidad de hacerlo, y que le obligaron a esperar un momento más
favorable, pues tenía como máxima en todos sus proyectos no precipitar nada. Y
cuando encontraba dificultad en sus planes, juzgaba que Dios no asentía por el
momento, y esperaba en paz los momentos de su Providencia. Ésta fue la causa de
que tuviera que diferir esta fundación hasta el año 1709, como lo veremos más
adelante [Re p. 205].

(n. m.) Apertura de una nueva escuela en la calle de San Plácido


La escuela gratuita para la instrucción de los niños del barrio que se había abierto
en la casa del Noviciado, no dejaba de causar algunas molestias para los
<125>
ejercicios de los novicios, porque los Hermanos obligados, a atender las horas de
clases, no podían cumplir las otras prácticas de la casa. De ello nacía una especie de
deformidad que causaba necesariamente la disipación, que no era del gusto del señor
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 509

de La Salle. Comunicó los inconvenientes al señor párroco de San Sulpicio, que


aprobó sus razones y que le dijo que buscara una casa cercana para trasladar a ella la
escuela. Encontró una en la calle de San Plácido, cercana a los Incurables, y envió a
ella cuatro Hermanos, a causa de los numerosos niños que acudían a ella.

(n. m.) 1700: los maestros de París se oponen a ella inútilmente


Los maestros de París consideraron esta separación de la casa del Noviciado como
una escuela nueva. No lo aguantaron e hicieron nuevos intentos para destruirla. Los
procedimientos que emplearon obligaron a los Hermanos a cerrar durante tres meses.
Pero los movimientos extraordinarios que emprendieron estos maestros de escuela
para arruinarla no tuvieron mejor éxito que lo conseguido en el primer ataque. El
señor de La Salle, por su parte, solicitó y obtuvo del Lugarteniente general de la
Policía el efecto de su petición, de forma que los maestros de escuela fueron
condenados a devolver los muebles de la escuela de los
<126>
Hermanos, que ellos se habían llevado, y a poner las cosas en el estado en que estaban
antes, con la promesa de no volver a molestarlos.

(n. m.) Escuela en Calais


Las contrariedades que el señor de La Salle tenía que soportar de vez en cuando a
causa de sus nuevos centros, le ponían en la necesidad de hacer ciertas gestiones que
servían para darle a conocer más y más. Aquellos con quienes las escuelas le ponían
en relación deseaban conocer de él mismo cuál era el objetivo de este nuevo género
de vida, y cuando se lo había explicado en detalle, concebían una estima singular de
su virtud, y sin que él pensara en ello, eran la causa de nuevos establecimientos. Es lo
que sucedió con sus enfrentamientos con los maestros de escuela de París. Esta
noticia se extendió por las provincias. El señor Ponton, párroco y decano de la villa de
Calais, diócesis de Boloña, informado por su sobrino, que estaba a la sazón en París,
del éxito de las escuelas gratuitas establecidas desde hacía algunos años en la
parroquia de San Sulpicio, le escribió para que viera al señor de La Salle y que hablara
con él sobre los medios de establecer una [escuela] en el territorio de la suya
[parroquia]; y le recomendó que urgiera la ejecución, ya que el maestro de escuela
que tenía había fallecido, y la ocasión no podría ser más favorable.
<127>
(n. m.) El mismo asunto
Las peticiones reiteradas del señor Ponton no causaron impresión en el ánimo del
señor de La Salle. No quería precipitar nada, y se contentaba con responder que no
descuidaría nada de lo que de él dependiera para satisfacer su deseo cuando le diera
garantía de abrir un establecimiento sólido. El párroco juzgó por esta respuesta que su
510 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

buena voluntad no bastaba, y que había que tomar nuevas medidas para prevenir las
dificultades que se pudieran dar contra esta fundación. Emprendió todas las gestiones
necesarias, comprometió con sus peticiones al Consistorio de la ciudad para que
escribieran al señor duque de Béthune, que era entonces gobernador de Boloña, para
contar con su aprobación. El duque dio su consentimiento de una forma muy
comprometida y pidió él mismo al señor de La Salle que diera satisfacción a la ciudad
y al párroco de Calais. La Salle obedeció sus órdenes y envió sin más retraso dos
Hermanos del Instituto para atender la escuela. A su llegada encontraron a todo el
mundo predispuesto a su favor. Pero no quisieron comenzar nada sin haber recibido
la bendición del obispo de la diócesis (que lo era a la sazón monseñor Pedro Langle).
Fueron, pues, a Boloña, a postrarse ante él. El obispo les recibió con bondad, les dio
los permisos que necesitaban para trabajar en su diócesis y
<128>
dirigió al mismo tiempo un mandato a los habitantes de la ciudad de Calais, por el
cual exhortaba a los padres a que enviaran a sus hijos a la escuela de los Hermanos,
que la abrieron pocos días después de su regreso de Boloña.

(n. m.) 1701: segunda escuela en Calais, para los marineros


La utilidad de este establecimiento hizo nacer en un celoso sacerdote, llamado Le
Prince, a la sazón capellán de los marineros de la ciudad, el deseo de procurar el
mismo beneficio a sus hijos. Habló al señor Thosse, presidente de la ciudad, que le
prometió atenderle. En efecto, escribió al señor De Pontchartrain, ministro, para
obtener de la Corte un antiguo [edificio] cuartel, en la plaza de Court-gain, que estaba
vacío, donde se podía ubicar la escuela. Pero la petición no se realizó entonces, sino
algunos años después.

(n. m.) El señor de La Salle visita a los Hermanos de Calais


Sin embargo, el señor de La Salle no olvidaba a los dos Hermanos que había
enviado a Calais. Tenía cuidado de escribirles de vez en cuando para sostenerlos en
estos comienzos, e impedirles que se relajaran en su primer fervor. Y cuando supo
que estaban bien asentados, fue él mismo a hacer la primera visita de su escuela. La
elevada idea que la gente se había formado de su santidad atrajo la atención de toda la
ciudad, y las personas más importantes acudieron a saludarle. El señor párroco se
apresuró a
<129>
presentarle todo el respeto que exigía de él la gratitud. Le comprometió a oficiar
solemnemente el día de la fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen y a hacer un
sermón en su parroquia para dar a todo su pueblo la satisfacción de verle y oírle.
Luego, en las conversaciones particulares que mantuvieron, le manifestó cuán
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 511

edificado estaba del comportamiento de los dos Hermanos que le había enviado para
iniciar la apertura de la escuela, y que le hacía esperar que la bendición de Dios se
derramara sobre su trabajo y que produjera más amplios frutos en el futuro. Tenía el
propósito de alojarlos durante algún tiempo en su casa para beneficiarse con su
conversación y con sus consejos, pero el señor de La Salle no accedió a este deseo. [El
señor de La Salle] partió hacia París, donde le reclamaban nuevos asuntos.

(n. m.) Apoyos a la escuela de Calais


Hasta entonces, el señor párroco de Calais se encargaba él solo de proveer al
sustento de los dos Hermanos de las escuelas con sus donativos. Pero cuando falleció,
se encontraron a punto de carecer de todo, y en consecuencia, en la necesidad de
abandonar la escuela. Las autoridades de la ciudad, informadas de la dificultad y
determinadas a sostenerlos, acordaron entre ellas encontrar medios de proveer a sus
necesidades, y puestas de acuerdo obtuvieron del rey Luis XIV una pensión de
trescientas libras para su sostenimiento, y el resto lo suplieron con las ayudas
municipales.

<130>
(n. m.) 1702
Al año siguiente el señor de La Salle envió dos Hermanos a Troyes, en Champaña,
para abrir una escuela gratuita, según los deseos de la ciudad, sostenida por la
protección de monseñor Boutilier de Chavigny, su obispo, que concedió los permisos
requeridos para esta fundación, que ha seguido existiendo desde entonces.

(n. m.) Escuela de Aviñón


Pero el objeto principal del señor de La Salle en este mismo año fue tomar justas
medidas para responder a las peticiones de la señora de Chateaublanc, esposa de un
Tesorero del Papa, en el Condado, que le solicitaba vivamente que abriera una
escuela gratuita en Aviñón. A pesar del deseo que tenía de verlo realizado, y a pesar
de las ganas que tenía el señor de La Salle de satisfacerle, falleció antes de que tuviera
tiempo de dejar hechos todos los arreglos necesarios, y los intentos que hizo luego el
señor de Chateaublanc para realizar las últimas disposiciones de su esposa,
consiguieron verlo realizado sólo varios años más tarde.

(n. m.) El señor de La Salle se encarga de 50 jóvenes irlandeses


Cuando el señor de La Salle regresó a París, el señor párroco de San Sulpicio le
propuso, de parte del señor cardenal de Noailles, que se encargase de la educación de
cincuenta jóvenes irlandeses que habían ido a refugiarse en Francia para encontrar
512 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

allí asilo contra la persecución desatada contra los católicos de su país. Era la
continuación de la
<131>
gran revolución implantada en Inglaterra varios años antes, que obligó al rey y a la
reina de Gran Bretaña a retirarse a Francia con el Príncipe de Gales, su hijo y heredero
presunto de su corona. Como su celo para mantener la religión católica en sus estados
era la única causa de su desgracia, los usurpadores de su autoridad hacían continuos
esfuerzos para abolirla por doquier, de manera que la persecución recomenzaba a
menudo, y quienes se veían expuestos a ella no tenían otra posibilidad que apostatar
de la fe o huir. La mayoría de ellos preferían abandonar sus bienes y su patria antes
que su religión, y acudían a implorar la protección del Rey cristianísimo, que les abría
los brazos y consideraba un deber de piedad recibirlos en su reino.

(n. m.) El mismo asunto


El perfecto conocimiento que el señor párroco de San Sulpicio tenía del gran celo
del señor de La Salle para entregarse a todo tipo de buenas obras, hizo que no dudase
en proponerle que acogiera en su casa a un número tan elevado de jóvenes irlandeses.
Además, [La Salle] no tuvo ninguna dificultad para encargarse de ello. Los alojó en
su casa del Noviciado, y tomó él mismo especial cuidado de su educación;
<132>
puso al frente de ellos Hermanos que velasen de su comportamiento y les dio todas las
instrucciones necesarias para educarlos, a cada uno según su condición; de manera
que en poco tiempo estuvieron preparados para cumplir cada uno el empleo que a
cada uno le estaba reservado.

(n. m.) El rey de Inglaterra y el cardenal de Noailles visitan el centro


Durante el tiempo que duró la permanencia de los jóvenes alumnos en la casa del
señor de La Salle, el rey de Inglaterra, acompañado por el cardenal de Noailles, les
honró con su visita. Quiso ser testigo de la manera cristiana como se les educaba.
Mostró estar satisfecho de las molestias que se imponían para instruirlos y del
progreso que habían hecho. Aprobó el método que se había empleado para moverles a
la emulación y agradeció mucho la bondad del señor de La Salle por el cuidado que
había tenido para escoger buenos maestros. Tantas muestras de distinción por parte
de un rey tan importante sólo sirvieron para hacer brillar más la humildad profunda
del señor de La Salle. Encerrado en su nada, se humillaba en proporción con los
elogios que se le tributaban, y le suplicó que no le mirase sino como a un débil
instrumento del que Dios se había servido para colaborar con el celo de Su Majestad
con el fin de procurar tan importantes beneficios a sus súbditos.
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 513

(n. m.) Tentativa de los Hermanos del Instituto para obtener Bulas
Estaba tan penetrado de estos sentimientos, que ni siquiera le vino a la cabeza el
pensamiento de aprovechar una ocasión tan favorable y halagadora para pedirle
<133>
el honor de su protección. Pero los Hermanos del Instituto, que llevaban sus miras
más lejos, no fueron tan reservados. Suplicaron a Su Majestad que les sirviera de
mediador ante el Papa para obtener las Bulas de erección que les pondrían a cubierto
de los intentos que sus enemigos hacían de vez en cuando para destruirlos. Ya habían
hecho a este propósito algunas gestiones desde el año 1694, bajo el pontificado de
Inocencio XII. Ya lo habían tratado con el señor de La Salle, que les respondió que no
se inquietasen demasiado; que había que esperar los momentos señalados por la
Providencia y que debían contentarse con seguirlos. Esta respuesta no era de su gusto,
convencidos de que los centros que crearan no tendrían solidez sino en la medida en
que estuvieran sustentados por la autoridad eclesiástica y por la secular. Le
insistieron tanto, en fin, que no pudo negarse a sus solicitudes. Envió a dos Hermanos
a Roma, a los que entregó cien francos para el viaje, ya que la pobreza de la casa no le
permitía darles una cantidad mayor. Llegaron en circunstancias que no les eran
favorables. El papa Inocencio XII había fallecido, y a pesar del crédito y de las
recomendaciones con que se habían provisto, no pudieron conseguir el efecto de su
petición. De ese modo, al ver que esta primera tentativa no marchaba bien, pensaron
en retirarse. Uno de ellos volvió a encontrar
<134>
al señor de La Salle, pero el otro no se amilanó y quedó en Roma con la esperanza de
aprovechar los momentos favorables. Durante su estancia en Roma obtuvo permiso
para establecer una escuela totalmente independiente de las de Francia, que dirigió
durante veintiséis años; y perdió enteramente de vista el encargo que había recibido
de solicitar las Bulas de erección del Instituto de los Hermanos de las Escuelas
Cristianas, que no se concedieron hasta el año 1725, seis años después de la muerte
del señor de La Salle.

(n. m.) Conversión de un joven libertino de familia importante


Sin embargo, Dios le suscitaba de vez en cuando ocasiones favorables de trabajar
en la conversión de los pecadores más obstinados. Ya presenté anteriormente un
ejemplo. He aquí todavía otro, que no es menos llamativo. Este año le fue enviado
un joven abate de familia importante, de unos dieciocho años de edad. Tenía
inclinaciones totalmente opuestas al estado a que estaba destinado. Su familia, que
velaba sobre él, todavía no había podido dominar su espíritu volátil. Se habían
ensayado varios medios y todos habían sido inútiles. Se le había colocado en una
comunidad regular de París para fijar su inconstancia. Ya no se dominaba en
514 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

absoluto. Se valía de diversos enredos para sustraerse a la vigilancia de sus


superiores; saltaba por la
<135>
noche las tapias de la casa, acudía a reuniones prohibidas y a lugares de placer, de
juego y de desenfreno. Los superiores de aquella comunidad, cansados y hastiados
de aquella vida licenciosa, determinaron, de acuerdo con la familia, ponerle bajo la
dirección del señor de La Salle. Este camino les pareció el más seguro para lograr que
aquel joven abandonara sus extravíos, y tanto más cuanto que conocían que Dios se
había servido de su ministerio en más de una ocasión para conversiones de este tipo.
El asunto se resolvió con más eficacia de la que se había esperado. El joven abate
siguió, ante todo, los ejercicios del Noviciado; de forma insensible fue tomando gusto
por la piedad, de la cual tenía ejemplos constantes ante los ojos. Dios obraba
interiormente en su corazón, que llegó a ser sensible a los buenos consejos. El señor
de La Salle esperaba el momento favorable, y aprovechó acertadamente las buenas
disposiciones para depositar [en el joven] la semilla de la virtud, y mediante
progresos imperceptibles le condujo hasta el punto de convertirse en modelo para la
Comunidad. Abandonada su frivolidad, ya no pensó sino en separarse del mundo.
Comenzó por despedir a su criado, renunció a todas las señales de distinción que se le
daban por su nacimiento, y no soportó que se le
<136>
sirvieran otros alimentos, ni mejor aliñados, que los de los Hermanos. Como ellos, se
hizo penitente y mortificado; en una palabra, practicó todos los ejercicios, austeros y
humillantes, que se usan entre ellos.

(n. m.) Quiere tomar el hábito de los Hermanos


Durante el retiro, que quiso realizar como los demás, varias veces tuvo la idea de
pasar el resto de sus días en la penitencia. Como su designio era consagrarse a ella sin
retorno, para reparar los defectos de su vida pasada, pidió ser admitido en el
Noviciado y recibir el hábito de los Hermanos. La propuesta que le hizo al señor de La
Salle sorprendió a éste, tanto más que no se esperaba que su fervor le llevase tan lejos,
y no quiso prometerle nada si antes no obtenía el consentimiento de la familia. El
joven abate no se desanimó, y siguió insistiendo y solicitándolo. Escribió sobre el
asunto a un obispo de Francia, tío suyo, para obtener su aprobación. No recibió
respuesta, pero el prelado quiso que le hablara uno de sus parientes que estaba en
París, quien hizo todo lo posible para quitarle tal pensamiento de la cabeza. Le dijo
que no le convenía comprometerse en un estado tan despreciable como aquél, que
nunca se aceptaría que un joven de su condición se redujera a llegar a ser
<137>
maestro de escuela; que si sentía verdadera vocación al estado religioso, tenía
bastantes órdenes para escoger en las cuales podía salvarse; que le aseguraba que no
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 515

encontraría oposición de parte de sus familiares si optaba por una decisión prudente y
razonable. Pero todo cuanto pudo decirle de más fuerte, no le hizo cambiar.
Respondió que estaba resuelto a abrazar el estado más simple y más humilde, y que
escogía éste como el más conveniente para borrar ante Dios los desórdenes de su
juventud. En fin, tanto insistió con sus reiteradas instancias, que fue forzoso dejarle
seguir su celo; hubo que ceder a sus peticiones reiteradas y concederle el hábito de los
Hermanos de las Escuelas Cristianas.

(n. m.) Su familia le obliga a abandonar


El señor de La Salle tuvo cuidado de informar de este paso a los padres de su
novicio, que hasta entonces no habían podido convencerse de que el asunto fuera en
serio, y que se imaginaban que se trataba sólo de un ardor de juventud que se apagaría
fácilmente. Pero la carta del señor de La Salle les llevó a nuevas reflexiones, y usando
la autoridad, tomaron medidas para hacerle salir de aquella casa. Y así, en el
momento que menos esperaba, fueron a sacarlo de allí y le pusieron en otra
comunidad, donde estuvo dos años, y
<138>
en ella murió con constantes pesares de no haber tenido la libertad de perseverar en el
humillante estado que tan gran deseo tuvo de abrazar para reparar los excesos de su
juventud.

(n. m.) 1702: persecuciones suscitadas contra el señor de La Salle


Mientras que el señor de La Salle se ocupaba de poner en el buen camino a los
pecadores que confiaban en sus luces, Dios sometió su virtud a otro tipo de pruebas.
La persecución que tuvo que sufrir le fue tanto más sensible cuanto que estaba
promovida por aquellos mismos que hasta entonces le habían apoyado con su
protección. No se puede insistir demasiado en que fue ésa la fuente de la falta de
entendimiento que se introdujo tan súbitamente entre personas tan respetables por su
mérito distinguido y por su piedad eminente. Se sabe solamente que quienes trataron
de causarle dificultades, encontraron el medio de indisponer a sus superiores
eclesiásticos contra él. Le presentaron, en su opinión, como una persona demasiado
testaruda en sus opiniones, lleno de sí mismo, duro, sin misericordia hacia los
Hermanos de su Comunidad, de severidad abrumadora para castigar las más ligeras
faltas, y sin perdonar nada de la debilidad humana. No se dejó de aprovechar una
<139>
reprensión demasiado viva hecha a algunos novicios por el Hermano que estaba
encargado de dirigirlos en ausencia del señor de La Salle. Esta inmoderación se
la cargaron a él, y la memoria redactada se incrementó con otras quejas; luego la
presentaron al cardenal de Noailles. Ante todas las autoridades no faltó el apoyo oral
516 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

de las acusaciones y reproches que se enunciaban en el escrito, para darles un aire de


verosimilitud. Principalmente se insistió en la división que pretendían que existía
entre los Hermanos, sobre su disgusto, sobre la incapacidad del señor de La Salle para
mantener el buen orden y la paz entre ellos. Se concluía, en fin, que era conveniente
elegir otro superior que pudiera poner calma y tranquilidad para prevenir la ruina total
de esta Institución.

(n. m.) Se indispone el ánimo del cardenal de Noailles


El señor cardenal, que se había formado una alta idea del mérito y de las cualidades
del señor de La Salle para gobernar una comunidad, y que había sido testigo por sí
mismo del buen orden que reinaba en la suya, se mantuvo en guardia contra cualquier
sorpresa; y con una moderación digna de su prudencia, suspendió cualquier juicio
hasta poder estar mejor informado de la verdad de los hechos enumerados en la
memoria presentada. Así pues, se contentó
<140>
con responder a quienes se la presentaron que se ocuparía de este asunto.

(n. m.) El Vicario general hace una visita y el cardenal quiere quitarle
[a La Salle] el gobierno de la Comunidad
En efecto, algunos días después envió al señor Pirot, su Vicario general, al señor de
La Salle so pretexto de hacer una visita a su Comunidad, pero realmente para conocer
con exactitud la verdad de los hechos presentados contra él y para saber cuál era la
actitud de los Hermanos del Instituto respecto de él. Él asumió el encargo y comenzó
la investigación, creyendo que se iba a ver abrumado por las quejas. Pero éstas se
limitaron al descontento de los dos novicios, los únicos que habían ocasionado
aquella intervención tan rumbosa. Cuando la visita hubo terminado, el señor de La
Salle se creyó obligado a ir a agradecer a Su Eminencia la bondad que había tenido al
enviar a su Vicario general. Él no sabía en aquel momento que el señor cardenal
estaba prevenido en su contra, y que el informe que el señor Pirot le había hecho de su
visita no le era en absoluto favorable. Pero pudo darse cuenta cuando Su Eminencia le
dijo que había resuelto retirarle la dirección de su comunidad para confiársela a otro.
Sus enemigos, que creían triunfar haciéndole soportar esta mortificación por parte de
su arzobispo, no sabían que eso era pretender herirle por el lado más halagador para
él,
<141>
ya que de ese modo se le colocaba en una situación por la cual él suspiraba desde
hacía tiempo, y que no había conseguido, a pesar de los varios intentos que había
hecho, sin haber podido alcanzar este descanso tan deseado. Lejos de quedarse
desconcertado por aquella noticia, se retiró con aire de satisfacción, sin perder nada
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 517

de su habitual tranquilidad. Volvió a casa sin formular la mínima queja contra los dos
descontentos, autores de aquella confusión, y se puso en oración para pedir a Dios el
feliz resultado de este asunto.

(n. m.) Segunda visita del Vicario general para darles un superior
Algunos días después de esta gestión, el Vicario general avisó de una segunda
visita para ejecutar la resolución que había sido adoptada por el Consejo del
Arzobispado, de dar otro superior a los Hermanos. En cuanto el señor de La Salle
supo la hora de la visita, mandó reunirse en la sala más amplia de la casa, sin decir el
motivo. Todos estos movimientos extraordinarios no dejaban de alarmarlos y
hacerles temer algún asunto oscuro. En efecto, se quedaron sorprendidos al ver llegar
de nuevo al Vicario general acompañado de un joven sacerdote lionés, llamado
Bricot, a quien el señor cardenal había escogido para
<142>
su superior. El señor Pirot le presentó a la Comunidad para ejercer esta función.
Habló extensamente sobre las dotes y sobre el celo que tendría para ayudarles con sus
consejos en las diversas circunstancias en que tuvieran necesidad de ellos, y les
exhortó a manifestarle pruebas de respeto y de confianza. Pero todos expresaron con
viveza que no conocían otro Superior que a Su Eminencia el cardenal de Noailles, y
después de él, al señor de La Salle.

(n. m.) Los Hermanos se oponen al nombramiento


Esta respuesta, firme y tan poco esperada, desconcertó al Vicario general. Éste
miró al señor de La Salle, que mostró claramente el disgusto que le ocasionaba
aquella resistencia. Hizo cuanto pudo para persuadirles de que se sometieran a las
órdenes de Su Eminencia, pero sus razones fueron inútiles, y los Hermanos se
mantuvieron firmes en su determinación. El Vicario general, al ver los ánimos
exaltados, consideró que no debía ir más adelante, hasta haber informado de ello al
señor cardenal. He aquí las palabras justas de que se sirvió al darle cuenta de lo que
había ocurrido: «Monseñor, si todas las personas de las comunidades [religiosas]
estuvieran tan unidas a su superior como lo están estos buenos Hermanos al señor de
La Salle, sólo se verían por todas partes motivos
<143>
de consuelo». Añadió que les había expuesto todo cuanto había podido para
comprometerlos a someterse a las órdenes de Su Eminencia, pero que todas sus
consideraciones fueron inútiles. El señor cardenal se enfadó, y consideró demasiado
extraordinario que unas personas sin carácter [sacerdotal] recibiesen tan mal sus
órdenes. Los autores de la intriga, con todo, no se durmieron, y aprovecharon las
disposiciones del señor cardenal para darle a entender que la desobediencia de los
518 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Hermanos había sido sugerida por el señor de La Salle, que tenía interés en conservar
su puesto. Era tratar de informarle de forma bochornosa, pues el Vicario general fue
testigo de que había empleado todo el prestigio que tenía sobre sus ánimos para
comprometerles a que se sometieran, pero que ellos le habían respondido que si les
obligaba a aceptar a otro superior distinto de él, se retirarían todos y abandonarían el
Instituto.

(n. m.) El señor de La Salle se esfuerza por apaciguar al cardenal


por la resistencia de los Hermanos
El señor de La Salle, no sabiendo qué partido tomar en un asunto tan delicado, que
podía dar al traste en poco tiempo con todo el bien que había promovido con tanto
esfuerzo, puso su confianza en Dios. Estaba persuadido de que el señor cardenal no
actuaba sino con miras muy santas y loables, pero sabía
<144>
que habían sorprendido su bondad; y que, además, estaba indispuesto contra él a
causa de la resistencia de los Hermanos. Fue, pues, a echarse a sus pies, y allí, bañado
en lágrimas, suplicó a Su Eminencia que no tomara como ofensa una falta que sólo
provenía de la gran repugnancia que sentían hacia el superior que había escogido. Le
aseguró que no había descuidado nada para hacer que condescendieran a sus órdenes,
pero que se habían encontrado tan turbados en el primer momento, que no habían
querido decidirse por nada, y que esperaba hacerles volver con el tiempo a una
postura más razonable.

(n. m.) El cardenal se apacigua


El señor cardenal se conmovió por el discurso que hizo el señor de La Salle, le
mandó levantar y le manifestó con modales afables que no le creía capaz de apartar a
los Hermanos de la sumisión que debían tener hacia sus órdenes. Pero se lamentó, al
mismo tiempo, de que se hubiera preparado tan poco las mentes para hacer que
sintieran el bien que se les quería procurar. Añadió que se había precipitado el asunto,
y que no se habían tomado todas las precauciones que exigía la prudencia para
llevarlo a cabo sin hacerlo estallar.

(n. m.) Condiciones para admitir un nuevo superior


Cuando el señor de La Salle hubo calmado al cardenal, acudió donde el Vicario
general. Encontró allí a los
<145>
principales Hermanos de su Comunidad que le manifestaron que no recibirían al
nuevo Superior sino a condición de: 1.o que no cambiaría nada en los reglamentos; 2.o
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 519

que este superior sólo iría a la casa una vez al mes; 3.o que dejaría al señor de La Salle
para dirigirlos como lo había hecho en el pasado, y que el nuevo superior no haría
nada en la casa sino de común acuerdo con él. Las propuestas le fueron llevadas al
señor cardenal, quien, por condescendencia, las aprobó y las cosas quedaron paradas
en el punto en que estaban.

(n. m.) Los Hermanos recurren al párroco de San Sulpicio


Mientras se realizaban todas estas gestiones en el arzobispado para terminar estas
contestaciones de forma amistosa, y proceder de modo que los Hermanos no tuviesen
motivo para resistirse a la voluntad del señor cardenal, la Comunidad no sabía qué
estaba ocurriendo. [Los Hermanos] no cesaban de pedir a Dios que apartase esta
tormenta y que no permitiese que se atentara contra su gobierno. Hubo, incluso,
algunos que fueron a pedir la mediación del señor párroco de San Sulpicio, que
escuchó sus razones y les prometió ayudarles lo mejor posible; pero les dijo también
que creía que llegaría tarde, pues estaba persuadido de que las cosas estaban
demasiado avanzadas para que se quisiera
<146>
cambiar algo en las medidas que se habían adoptado.

(n. m.) Reciben al señor Bricot como superior


En efecto, dos días después, el abate Madot, que más tarde fue obispo de
Châlon-sur-Saône, fue enviado por Su Eminencia para disponer a los Hermanos a
recibir sin más dilación al señor Bricot, que les estaba destinado como superior.
Cumplió su cometido con tanta habilidad y supo disponer tan bien los ánimos, que
llevó a todos a su propuesta. Les prometió de parte del señor cardenal que al señor de
La Salle se le dejaba el cuidado de su dirección espiritual; que al darles un nuevo
superior no se pretendía atentar a sus estatutos, que continuarían en su integridad; y
que no sería nombrado más que para apoyarlos con su crédito; y en fin, que el señor de
La Salle continuaría haciendo como había hecho antes. Estas razones, expuestas con
aire de confianza, se ganaron todos los sufragios, y sin dar tiempo a nuevas
reflexiones, les presentó al señor Bricot como nuevo superior, que, al momento, fue
dirigido hacia la capilla de la casa. El señor Vicario general hizo las oraciones y
entonó el Te Deum, que después fue continuado por la Comunidad.

(n. m.) Carta del párroco de Villers sobre este asunto


Durante toda esta ceremonia el señor de La Salle estaba en una paz profunda y en
una sumisión perfecta
<147>
520 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

a las disposiciones de la Providencia. Esto es lo que nos enseña el párroco de Villers,


de la diócesis de París, en una carta que escribió al de la parroquia de Laón, amigo
particular del señor de La Salle y que estaba alarmado de lo que ocurría con él en este
asunto. Como esta carta contiene las pruebas de lo que acabamos de referir, no
dudamos en transcribir aquí los párrafos principales. He aquí, pues, cómo se expresa
al escribir a su hermano [en el sacerdocio]: «No he quedado menos sorprendido que
usted, estimado señor, de las noticias que me ha comunicado del señor de La Salle.
Como yo le honro y estimo tanto como usted, he participado y participo todo lo
posible en la pena que se le ha causado. He tenido el honor de ir a verle. No puede uno
estar más edificado de lo que yo lo estoy de su constancia, de su entereza, de su
perfecta resignación y de su total abandono a la Providencia. No le digo nada nuevo al
hablarle de sus virtudes. No viene de ahora el conocimiento que tiene usted de su
mérito. He visto al señor cardenal y al señor Pollet, y espero que con el tiempo el
señor cardenal estará de vuelta de las impresiones que se le han dado en contra del
señor de La Salle. No hay nada de quietismo (se había extendido por París el rumor
<148>
de que era sospechoso de esta herejía, de la que se hablaba mucho en aquel tiempo).
Se le acusa solamente de ser demasiado austero con los Hermanos, de practicar
penitencias demasiado rigurosas, y de estar apegado a ellas de tal forma que no quiere
doblegarse. Se ha intentado hacerle pasar, ante el ánimo del señor cardenal, por un
hombre poco apto para gobernar, y sobre todo por una persona extraordinariamente
apegada a su criterio; que sólo se guía, él y sus Hermanos, por su espíritu propio. Su
gran pecado, a vista de lo que he podido descubrir, viene de no dejarse guiar por el
criterio del señor xxx. Es la acusación principal del señor de La Salle, y si hubiera
estado de acuerdo con el señor xxx, lo hubiera tenido muy cómodo en el
arzobispado». Luego refiere algunos motivos de quejas que se habían presentado
contra él, a causa de los dos novicios de los que hemos hablado; después añade: «En
una segunda visita que hizo el señor Pirot a la casa del señor de La Salle, presentó a
los Hermanos, de parte de Su Eminencia, al abate señor Bricot como su superior
<149>
temporal. Sobre la palabra superior, los Hermanos han protestado diciendo que no
reconocen a otro superior que a Su Eminencia y al señor de La Salle. Por lo cual el
señor Pirot se retiró... Ocho días después, que fue el viernes nueve del mes (de
diciembre), el señor Pirot volvió a casa del señor de La Salle con el citado sacerdote,
habló a los Hermanos, les hizo mil promesas y les dijo, entre otras cosas, que no se
innovaría nada, que ellos guardarían siempre su Regla, pero que era necesario
obedecer y aceptar al citado sacerdote como Superior, que tendrían el consuelo de
tener con ellos al señor de La Salle, y que dicho sacerdote no iría a su casa más que
una vez al mes. Ellos lo aceptaron con estas condiciones, o al menos no se resistieron
como la primera vez; y si el proverbio es verdadero, qui tacet consentire videtur,
consintieron en la elección de este sacerdote, puesto que ni uno solo reclamó en
contra de ello. He ahí dónde están las cosas en este momento. No se cree que esto
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 521

pueda durar y se espera que esto no tendrá consecuencias. Se ha dado un primer paso
y se le quiere sostener durante algún tiempo. Todo lo que se puede hacer es preparar
los momentos favorables para intentar desengañar a Su Eminencia
<150>
y poner de relieve todas las buenas cualidades del señor de La Salle. Ya he trabajado
yo en eso, y lo continuaré haciendo en todas las ocasiones que la Providencia me
presente. Le debo esta justicia, etc.».

(n. m.) El señor Bricot renuncia a la Superioridad de los Hermanos


Por el extracto de esta carta se ve cuáles eran los motivos de acusación que se
habían montado contra el señor de La Salle y qué alcance se le debe dar. Todo su
crimen consistía en no querer suavizar en nada la severidad de las Reglas que había
establecido en la casa, con la aprobación de todos los Hermanos. La pretendida
desunión que existía entre ellos se halla contradicha por los esfuerzos que hicieron
para no admitir otro Superior distinto de él. Se suponía que estaban descontentos de
su gobierno, y no aceptaban al que se quería poner en su lugar sino con la condición
de que no iría a la casa más que una vez al mes. Todo esto muestra de qué
sentimientos estaban animados sus acusadores, y la exposición, tan sola, de sus
agravios, bastó para su justificación. Del mismo modo, todas estas confusiones se
disiparon por sí mismas. El señor Bricot no apareció más por la casa; los dos novicios
que habían ocasionado tantos jaleos se marcharon; el señor de La Salle dirigió a la
Comunidad como lo había hecho antes, y las Reglas fueron observadas como era
habitual.
<151>
(n. m.) Los enemigos del señor de La Salle tratan de disgustar
a los Hermanos
Sin embargo, quienes había tramado la intriga, no se desanimaron por el poco éxito
que habían tenido. No atacaron al señor de La Salle a través de las vías de autoridad.
Se dieron cuenta de que no había ya medio de influir en el arzobispado. Los hechos
que aportaron por su parte, habían sido bien esclarecidos para volver sobre ellos.
Inventaron, pues, nuevas prácticas para sembrar la división entre los Hermanos y
apartarlos insensiblemente de la profunda confianza que tenían en él. Los halagaban
con bellas esperanzas, les hacían vislumbrar las ventajas que tendrían si se sometían
sin reserva al nuevo Superior que Su Eminencia les había escogido; que por ese
medio se asegurarían un nuevo apoyo; que les facilitaría recursos para aliviar su
pobreza y dar mayor solidez a sus escuelas; que era sorprendente que no quisieran
aprovechar una ocasión para sacudir al mismo tiempo un yugo tan pesado y
agobiante; que el señor de La Salle veía disminuir cada día su crédito; que sus
mejores amigos estaban cansados de echarle una mano para detener los golpes que
caían sobre él sin cesar; que él mismo se los atraía porque era una persona testaruda,
522 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

que no quería suavizar nada la austeridad de la Regla, y que si no aprovechaban una


circunstancia
<152>
tan favorable como la que se les ofrecía, se pondrían en la dura necesidad de seguir
arrastrando una vida penosa y lánguida, que no se les podría garantizar.

(n. m.) Fracasan


Todos estos razonamientos expuestos con cierto aire de confianza, no pudieron
quebrantar la constancia de los Hermanos. Permanecieron, más que nunca,
estrechamente unidos a su digno superior, y todo cuanto se les pudo decir para
desanimarlos, sólo sirvió para afianzar más en los sentimientos de estima y de respeto
que tenían de su virtud y de sus cualidades para gobernarlos.

(n. m.) [Los enemigos] no se desaniman


Sin embargo, el señor de La Salle, al ver que todas estas maquinaciones no se
terminaban, optó por devolver los poderes de confesar en la diócesis, con los que le
había honrado el señor cardenal. Hizo que los presentara por él una persona de
confianza que estaba encargada de apoyar su dimisión voluntaria, y de conseguir que
quedara descargado de este peso. Pero el señor cardenal rechazó esta propuesta y le
hizo saber que era su intención que siguiera gobernando la Comunidad como lo había
hecho hasta entonces. De ese modo, sus enemigos, que no podían causarle daño desde
dentro, buscaron el modo de molestarle desde fuera. Le recortaron
<153>
una parte de la renta que se acostumbraba a dar cada año para la subsistencia de su
Comunidad. Incluso le hicieron perder una suma de cinco mil libras que una persona
rica había destinado para él, para ayudarle a comprar la casa del Noviciado, que
estaba en venta. Tantas dificultades como le suscitaron, una tras otra, parecía que le
hubieran tenido que hundir, pero no menguaron en nada su tranquilidad y su gran
confianza en Dios.

(n. m.) El señor de La Salle se retira con su Noviciado


al barrio de San Antonio
Los Hermanos, cansados de las continuas insinuaciones que se les hacían, y
disgustados, por otro lado, de las molestias que no dejaban de causar a su fundador, le
rogaron que les buscara otro barrio en París donde pudieran ponerse a cubierto de
todas estas persecuciones, y trabajar en paz en su salvación. La circunstancia era
favorable, pues necesitaban cambiar de casa, ya que les resultaba imposible seguir
pagando el alquiler de la casa que ocupaban entonces, desde el recorte de fondos que
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 523

acababan de hacerles. El señor de La Salle encontró una [casa] conveniente en el


barrio de San Antonio. Fue en seguida a donde
<154>
el párroco de San Pablo, ya que el barrio pertenecía entonces a esa parroquia. Le rogó
que accediera a que trasladara allí su Noviciado. Hasta entonces el párroco no había
conocido al señor de La Salle más que por su reputación. Le manifestó la dificultad
que siempre había tenido para permitir nuevos establecimientos de comunidades
[religiosas] en el ámbito de su parroquia. Pero cuando el señor de La Salle le dio a
conocer la utilidad que la suya procuraría a los niños del barrio, no tuvo mayor
dificultad para obtener su consentimiento. En cuanto lo tuvo, se apresuró a alojar a los
Hermanos con la mayor diligencia que le fue posible para apartarlos de sus enemigos,
y no volver a pensar en ellos sino para devolverles bien por mal.

(n. m.) Abre una escuela; le ponen dificultades los maestros del barrio
Cuando su comunidad estuvo bien establecida en esta nueva casa, abrió la escuela
para los niños pobres del barrio. Éstos acudieron con premura y la escuela llegó a ser
muy numerosa. Esta afluencia despertó la envidia de los maestros de pago de la
barriada, que hicieron
<155>
nuevas tentativas para parar su progreso. Pero no tuvieron un éxito más favorable que
los maestros de escuela de París, que varios años antes se habían dado mucho trabajo
para destruirlas y que siempre habían sucumbido a sus persecuciones.

(n. m.) Escuela de la parroquia de San Hipólito, barriada de San Marcelo


Cualquiera otro distinto del señor de La Salle habría podido desanimarse con tantas
contradicciones a las cuales estaba expuesto todos los días. Pero en el momento en
que las cosas parecían más desesperadas, Dios hacía surgir ocasiones favorables de
reparar sus pérdidas. Pues fue precisamente en esta situación cuando el párroco de
San Hipólito, de la barriada de San Marcelo, le pidió dos Hermanos para establecer
una escuela gratuita en su parroquia. Él hizo todos los gastos y no olvidó nada de lo
que era necesario a los Hermanos para seguir enseñando a los hijos de los pobres que
abundan en los barrios alejados.

(n. m.) Seminario para los maestros de escuelas de las parroquias rurales
El celo con el cual este párroco había acogido este nuevo establecimiento dio
ocasión al señor de La Salle
<156>
524 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

de visitarle para testimoniarle su gratitud. Las frecuentes conversaciones piadosas


que mantuvieron hicieron que surgieran entre ellos lazos de amistad que les llevaron a
una confianza recíproca. Entonces, el señor de La Salle no tuvo dificultad para
proponer a su amigo el plan que tenía desde hacía varios años para encontrar los
medios de establecer un seminario destinado a proporcionar maestros de escuela para
las zonas rurales. Ya había hecho un ensayo en Reims en 1687, que había resultado
bastante bien, como ya vimos. Pero se destruyó cuando había dejado ya la ciudad para
retirarse a París, donde esperaba encontrar más facilidad para establecer otro sobre
aquel modelo. Sin embargo, después de quince años que llevaba residiendo allí, había
hallado tantas dificultades y contradicciones en todas sus empresas, que no había
podido encontrar el momento favorable para llevarlo a cabo. Vio que el párroco de
San Hipólito estaba lleno de buena voluntad para
<157>
secundar sus buenas intenciones. Juntos tomaron medidas para encontrar los fondos
necesarios para la subsistencia de los sujetos que se admitirían en este seminario. El
señor párroco encontró a un eclesiástico, amigo suyo, dispuesto a hacer frente al
gasto, y de acuerdo con él, se comprometió a dar doscientas libras de renta para cada
maestro de escuela del campo que se formara en él. Con sus propios fondos compró
una casa para alojarlos y fijar por este medio el seminario en su parroquia.

(n. m.) 1704: Regla para instruirlos


Cuando todo estuvo dispuesto, el señor de La Salle acogió allí a los sujetos que los
párrocos rurales habían escogido ellos mismos. Puso al frente de ellos a un Hermano
capaz de enseñarles a leer bien, a escribir correctamente, la aritmética y el canto
gregoriano; en una palabra, todo lo relacionado con la profesión que deseaban
abrazar. Al mismo tiempo se hacía que observasen una serie de ejercicios
compatibles con su estado, que sin distraerlos de sus ocupaciones esenciales, les
servían como regla de conducta para comportarse con prudencia en las parroquias a
las que se les destinaba.
<158>
(n. m.) Toma medidas para este establecimiento
con el párroco de San Hipólito
Las diversas dificultades que el señor de La Salle había encontrado en todos los
establecimientos que había abierto hasta entonces le enseñaron, por experiencia, cuán
importante era tomar nuevas precauciones para ponerlos a cubierto de las trabas que
se suscitaran para destruirlos. Estaba bien convencido de que al no tener letras
patentes ni permisos del Ordinario, no podría subsistir sino mientras viviera el
párroco de San Hipólito. En fin, después de haberlo pensado bien, creyeron haber
encontrado el medio para remediar este inconveniente. Consistió en nombrar
heredero de los fondos destinados al mantenimiento de este seminario al Hermano
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 525

que había asumido la intendencia del mismo. Se contaba con su bondad, su prudencia
y sobre todo con su desinterés material. El señor párroco tuvo buen cuidado de
informarle de sus intenciones y de hacer que comprendiese que no le constituía como
dueño de estos fondos, sino para que los empleara de acuerdo con su destino.

(n. m.) El seminario se destruye por el mal comportamiento


del Hermano encargado del mismo
Sin embargo, todas estas precauciones no impidieron
<159>
que el seminario se hundiese después de su muerte. Pues cuando el señor de La Salle
fue a encontrar a este Hermano superior, para acordar con él lo que debía hacer en tal
circunstancia, se quedó extrañamente sorprendido por el razonamiento que le hizo.
Le dijo que no le reconocía en este asunto, que el testamento estaba hecho a su favor,
y todos los bienes que en él se especificaban le pertenecían. El señor de La Salle le
habló, sin resultado, de sus compromisos personales, de la intención del párroco
difunto, y del abuso de confianza que él había tenido en su honradez. Todas estas
consideraciones fueron inútiles. El Hermano, pendiente de su buena fortuna, estaba
resuelto a aprovecharse de ella. En efecto, dejó el hábito y se apropió de los bienes
que le habían sido legados para sostener el seminario. Pero el eclesiástico que había
ido a medias con el párroco de San Hipólito, al ver el abuso que este Hermano hacía
de sus últimas voluntades, dejó de contribuir con su parte, y el seminario se destruyó
por sí mismo, por falta de recursos. Este desgraciado usurpador no dejó
<160>
de continuar con la escuela de la parroquia. Algún tiempo después de su deserción
intentó unirse al cuerpo del que vergonzosamente se había apartado. El señor de La
Salle, lleno de bondad paternal, le tendía aún los brazos. Pero el consejo de personas
prudentes y esclarecidas le cambiaron la disposición a recibirlo, a causa de los
inconvenientes que podían derivarse. Él soportaba todos estos contratiempos con un
aire de constancia y de tranquilidad que sorprendía a sus amigos. No estaba ni menos
afable, ni menos recogido, ni menos exacto en cumplir los deberes de su estado.

(n. m.) Vida oculta del señor de La Salle


La vida retirada que llevaba en su nueva residencia, en la barriada de San Antonio,
le preservaba de oír todo lo que se decía a propósito de su cambio de barrio. Él se
complacía en ella [la vida retirada] tanto más cuanto que la lejanía del centro de París
le facilitaba la soledad, hacia la cual sentía verdadera inclinación, y él sólo la dejaba
con repugnancia cuando no podía dispensarse.
<161>
526 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

(n. m.) Las Religiosas de la Cruz se ponen bajo su dirección


Al no tener capilla doméstica en su nueva casa, estaba obligado a salir todos los
días para ir a celebrar misa a la iglesia de las religiosas de la Cruz, que era la más
próxima a su casa, y la más cómoda para la comunidad. Las Religiosas, edificadas por
la piedad y por el recogimiento con que celebraba los santos misterios, concibieron
una idea muy elevada de él. Quisieron conocerle y hablar con él. Les habló de Dios y
de sus obligaciones con sentimientos tan elevados, que varias de ellas desearon
ponerse bajo su dirección, a pesar de todas las razones que les dio para dispensarse de
ello. De ese modo, cuando él hacía todo lo que dependía de él para llevar una vida
oculta y desconocida para todo el mundo, Dios hacía que surgieran nuevas ocasiones
de darse a conocer y de ejercer la caridad hacia el prójimo cuando éste necesitaba de
su ayuda.

(n. m.) Va a la Bastilla a confesar a un sacerdote


Cuando no había razón de esperarlo, se presentó una ocasión a la que no pudo
oponerse. De parte del gobernador de La Bastilla fueron a pedirle que acudiese a
confesar a un sacerdote enfermo que se encontraba allí desde hacía años. Fue
inmediatamente y encontró
<162>
al pobre sacerdote en situación totalmente deplorable. Se hallaba en un descuido
general de todas sus necesidades corporales y espirituales. Vestido con una pésima
sotana reducida a jirones, cubierto con una camisa toda rota, negra y llena de mugre.
Este triste espectáculo enterneció el corazón del señor de La Salle. Abrazó a su
penitente y no pudo dominar las lágrimas que merecía el relato de sus desgracias. Oyó
su confesión, le consoló lo mejor que pudo, luego hizo que se despojase de sus
andrajos, se los puso él, e hizo que se pusiera sus hábitos; así salió de la Bastilla,
envuelto en su manteo, y volvió a casa, lleno de gozo por verse cubierto con los
despojos de un miembro humillado de Jesucristo pobre.

(n. m.) Escuela de Darnétal, cercana a Ruán


El Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, cuando con las diversas
agitaciones y continuas dificultades que había tenido que soportar desde hacía
veinticinco años, en que el señor de La Salle había puesto sus primeros cimientos,
parecía debilitarse poco a poco y tender a su ruina total, tomó de repente nuevas
fuerzas. Dios le ofreció un medio de sacarle de aquel estado titubeante e incierto, por
el cual había tenido mucha
<163>
dificultad para mantenerse, e impidió su destrucción cuando creía él que estaba muy
próxima. Acudieron a su casa a pedirle dos Hermanos para abrir una escuela de niños
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 527

en Darnétal, importante barriada de Ruán, donde la señora Maillefer había fundado


ya una para la instrucción de las niñas, varios años antes (véase la p. 15).
Este simple comienzo, que parecía de poca importancia, fue, sin embargo, la fuente
del sólido establecimiento en Ruán, que aconteció más tarde, y que ha venido a ser, a
lo largo del tiempo, la cabeza del Instituto. Así pues, el señor de La Salle, provisto con
los poderes de monseñor Colbert, arzobispo, envió a Darnétal, al comienzo del mes
de febrero, los dos Hermanos que se le habían pedido. Se aplicaron a cumplir con
exactitud las obligaciones de su estado al mismo tiempo que prestaban continua
atención a instruir bien a los niños que estaban confiados a su cuidado.

(n. m.) Establecimiento de escuelas en Ruán


Los beneficios que produjo a esta vasta parroquia la nueva escuela de los
Hermanos previno favorablemente el ánimo de los padres, que no dejaban de
admirarse por el feliz cambio que esto
<164>
producía en sus hijos. El señor arzobispo fue informado muy pronto del éxito de esta
empresa. Él se congratuló de haber colaborado a ello, y desde ese momento formó el
propósito de llamar a los Hermanos del Instituto a la ciudad para confiarles las
escuelas gratuitas que el señor Niel había creado desde hacía años. En consecuencia,
encargó a su Vicario general, señor Coët, que escribiera al señor de La Salle para
pedirle que fuera cuanto antes a Ruán, a hablar con el señor arzobispo, y adoptar con
él nuevos acuerdos sobre el asunto de las escuelas.

(n. m.) Instalación de los Hermanos en la Oficina del Asilo


Durante el tiempo que necesitó el señor de La Salle para ir a Ruán, el señor
arzobispo propuso su intención al señor de Pontcarré, primer Presidente del
Parlamento, que lo aprobó; y cuando llegó el señor de La Salle, tomaron de común
acuerdo las medidas adecuadas para hacer que el plan saliera adelante. Tenía dos
objetivos: uno, el de dejarle el cuidado de las escuelas establecidas por el señor Niel;
el otro, el de encargarle de la instrucción religiosa de los pobres del asilo, conocido en
la ciudad con el nombre de Oficina de los Válidos.

(n. m.) Oposiciones


Determinaron, pues, entre ellos, que el señor de La Salle
<165>
volviera en diligencia a París para disponer a los Hermanos que destinaba para ir a
Ruán. Durante su ausencia se convocó una asamblea extraordinaria compuesta por
los párrocos de la ciudad, los administradores de la Oficina y otras personas que
528 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

podrían tener interés en este asunto. El señor arzobispo abrió la reunión, y en


presencia del Primer presidente, que también asistió, expuso el tema por el cual se les
había convocado, y resaltó el beneficio que la ciudad iba a recibir con la introducción
de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Su propuesta encontró, al comienzo,
fuertes oposiciones, porque era cuestión de acoger a una nueva comunidad. Pero
como el [arzobispo] lo había previsto, insistió sobre las ventajas que se derivarían
para los hijos de los pobres, sin que los Hermanos impusieran nuevas cargas a la
ciudad, porque se trataba de sustituir a los maestros que habían estado antes en las
escuelas, de manera que apenas se podrían dar cuenta del cambio. Estas razones y
otras que empleó produjeron su efecto en los ánimos predispuestos. Los criterios se
acercaron y se acordó admitir a los Hermanos.
<166>
(n. m.) El señor arzobispo les manda acudir
Cuando el señor arzobispo hubo obtenido lo que deseaba, salió hacia París y fue a
ver al señor de La Salle, que esperaba en paz el efecto de la asamblea y que ignoraba
lo que allí había pasado, y también la resolución adoptada. [El arzobispo] le dijo,
simplemente, que enviase sin demora el número suficiente de Hermanos para atender
las escuelas de la ciudad y encargarse de la instrucción de los pobres del Oficina de
los Válidos.

(n. m.) El señor de La Salle quiere trasladar su Noviciado a Ruán


Esta noticia fue tanto más agradable al señor de La Salle cuanto que desde hacía
mucho tiempo tenía el presentimiento de que Dios le destinaba a dirigir las escuelas
instituidas por el señor Niel. Por otro lado, como temía que su Noviciado no pudiera
subsistir por mucho tiempo en París a causa de los problemas que suscitaban contra él
cada día, esperaba que las escuelas de Ruán le facilitarían el traslado del Noviciado a
Ruán.

(n. m.) Nuevas dificultades


Pero mientras preparaba en París las medidas para la salida de los Hermanos, las
disposiciones en Ruán habían cambiado bastante. Los maestros, que tenían interés en
conservar su puesto, habían organizado muchas protestas y habían empleado todas
sus mañas
<167>
para hacer fracasar la empresa. Interesaron con tal vivacidad a aquellos que sabían
que les eran favorables, que se volvieron a despertar las primeras repugnancias, de
manera que no querían ya oír de llevar a los Hermanos de las Escuelas. No dejaron de
informar al señor arzobispo de este contratiempo. Esto no le hizo cambiar su decisión.
Dijo al señor de La Salle que no se inquietara y que enviara a los Hermanos según el
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 529

primer proyecto; y que, en esta circunstancia, convenía que él mismo los condujera.
Le prometió que él volvería en seguida a Ruán, donde emplearía su autoridad para
allanar las dificultades que pudieran encontrar a su llegada, y que cuidaría de atender
a todo cuanto fuera necesario.

(n. m.) El señor de La Salle parte desde París a pie con los Hermanos
El señor de La Salle, con su protección, se puso en camino, a pie, con los
Hermanos. Su viaje podía considerarse, justamente, como un retiro, pues lo
santificaron con el silencio y la oración. En nada descuidaron el horario de sus
ejercicios. Edificaban a todos en los lugares por donde pasaban
<168>
con su modestia y recogimiento, y así llegaron a Ruán algunos días antes de que
regresara el señor arzobispo. El señor de La Salle le esperó, y fue a recibir su
bendición y sus disposiciones. Le recibió con nuevos signos de bondad y le aseguró
que seguiría dispensándole sus buenos servicios. En efecto, no perdió el tiempo, pues
después de hablar con el señor Primer Presidente, convocó por segunda vez la
Oficina, y pidió al señor de La Salle que estuviera presente en ella.

(n. m.) Los Hermanos son admitidos en la Oficina de los pobres


Se discutieron, por una y otra parte, en su presencia, las diversas posturas que se
habían formado de oposición contra el nuevo establecimiento. El señor arzobispo
trató en vano de disiparlas. Los ánimos estaban preocupados de tal forma que no le
fue posible acercarlos a su parecer. En fin, después de haber dado al asunto todas las
vueltas posibles, para hacer que saliera adelante insinuó un sentimiento pacífico en
todos, que sería difícil rechazar sin mala disposición. Consistió en proponer un
ensayo para probar, durante algún tiempo, si los inconvenientes que se temían
sucedían efectivamente.
<169>
La propuesta fue aplaudida por toda la asamblea; todas las dificultades
desaparecieron en un instante, y se acordó, al mismo tiempo, que los Hermanos se
alojasen en la Oficina de los Válidos [o asilo].

(n. m.) 1705: el trabajo abruma [a los Hermanos]


Entraron en esta casa el 19 de mayo de 1705. Allí se encontraron encargados de
quinientos a seiscientos pobres. Todos los días había que presidir la oración, mañana
y tarde, enseñarles a leer y a escribir, y también la aritmética, y explicarles el
catecismo. Esta sucesión de penosos ejercicios era agobiante a causa del pequeño
número que eran para atender a todo. Además, tenían que dividirse para ir a dar clase
530 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

en las escuelas de los cuatro principales barrios de la ciudad. Como los


administradores de la Oficina habían fijado el número de Hermanos admitidos, el
señor de La Salle no era libre para llamar a otros para aliviar a éstos, de manera que
estaban sobrecargados de trabajo. Fue necesario adaptarse a la situación y tener
paciencia. Se contentaba con exhortar a los Hermanos a tener ánimo y a no
desanimarse por las dificultades que son inseparables de todos los comienzos.
La población de esta gran ciudad, que todavía no se había acostumbrado a verlos,
les lanzaba injurias
<170>
y piedras. El señor de La Salle también participó de estas humillaciones. Pero cuando
[la gente] vio que ni siquiera abrían la boca para quejarse de los malos tratos que les
daban, el desprecio que sentían por ellos se trocó en alabanzas, y empezaron a tener
ideas favorables de su virtud.
El señor arzobispo y el señor de Pontcarré, que miraban el establecimiento de los
Hermanos en el asilo como obra suya, se aplicaron a lograr que triunfasen.
Observaron atentamente el método que empleaban para instruir a los pobres.
Parecieron quedar satisfechos y los honraron con su protección.

(n. m.) Al cabo de dos años salen [del asilo] y se quedan en Ruán
Sin embargo, el señor de La Salle examinaba todo lo que ocurría y se daba cuenta
de que la manera de vivir los Hermanos en el asilo era incompatible con las
obligaciones de su estado. Estaban tan ocupados por los detalles de la instrucción que
no encontraban tiempo para dedicarse a la meditación y a la oración. De ahí nacía
cierta disipación y relajamiento que influían en todas sus acciones. Ni siquiera podían
seguir el orden de los ejercicios que les prescribía la Regla, de manera que ya ni
siquiera tenían hora fija para tomar sus
<171>
comidas. Esta forma de vivir arbitraria podía tener para ellos grandes inconvenientes,
pues al perder la costumbre de ser puntuales a las observancias, había que temer que
no fueran capaces de la exactitud en la que habían sido formados, y que su ejemplo se
hiciera contagioso para el resto del Instituto. Durante mucho tiempo consideró con
qué medios podría remediar aquel inconveniente. Habló con los Hermanos sobre el
modo de conciliar sus diferentes ocupaciones, para que no fueran incompatibles con
su Regla y con las normas de la casa. Oró mucho, y al final, después de varias
experiencias, a lo largo de dos años, tomó la resolución de retirarlos para que
pudieran volver a sus primeros ejercicios. A los administradores les dio a conocer sus
penas y dificultades. Les dijo que era imposible continuar dedicándose a la
instrucción de los pobres del asilo, pues los Hermanos estaban sobrecargados de
trabajo, y porque los ejercicios de la casa eran incompatibles con los suyos; que no
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 531

había proporción alguna entre su modo de vivir y el del asilo; que les rogaba que
vieran con buenos ojos que se retirasen a una casa particular donde les
<172>
sería posible vivir de acuerdo con sus compromisos; que esto no les impediría, si se
juzgaba oportuno, seguir llevando las escuelas de la ciudad, tal como se habían
comprometido.

(n. m.) Mismo asunto


Les respondieron que era libre de hacer lo que juzgara a propósito, pero que no
debía esperar que, al abandonar la Oficina del asilo, se tuviera la disposición de
continuar dándole la misma pensión que antes, porque estaba destinada para el
mantenimiento de los maestros que enseñaban a los pobres de la casa. Pero que, sin
embargo, ya que se ofrecía a proporcionar el número de Hermanos que fuese
necesario para mantener las escuelas de la ciudad, se le cedería la mitad de la pensión
para su subsistencia.

(n. m.) Mismo asunto


Pensaban que esta propuesta no sería aceptada, y que de ese modo las cosas
volverían a estar como dos años antes. Pero el señor de La Salle, que sólo se guiaba
por la Providencia y que no se dejaba llevar por miras de interés, aceptó la oferta que
le hacían los señores [de la Oficina]. Alquiló una casa y se retiró a ella con su
comunidad en 1707.
<173>
(n. m.) 1707: se encargan [los Hermanos] de las escuelas
de cuatro parroquias y carecen de lo necesario
Es cierto que tuvieron que sufrir mucho en los comienzos, y que una pensión de
seiscientas libras, que a eso la habían reducido, era demasiado módica para la
subsistencia de ocho o diez Hermanos que estaban encargados de las cuatro escuelas
de San Maclú, San Viviano, San Godardo y San Eloy. Sin embargo, Dios permitió
que no careciesen de lo necesario, y en una carestía que hubo en 1709, esta
comunidad, que siempre fue pobre, se vio socorrida por una mano caritativa que no se
dio a conocer. Les envió una limosna, poco importante, es verdad, pero llevaba unida
una nota que decía: «No os molestéis por saber de dónde viene este donativo; poned
solamente vuestra confianza en Dios. Cuidad de servirle fielmente y Él mismo os
alimentará».
532 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

(n. m.) El señor de La Salle adopta medidas para trasladar


su Noviciado de París a Ruán
El señor de La Salle, con mucha repugnancia, se vio en la necesidad de dejar su
Noviciado de París para ir a trabajar al establecimiento de los Hermanos en el Asilo
de Ruán. Y aunque su presencia era muy necesaria en los
<174>
comienzos, no podía disimular la necesidad que sus novicios tenían de su presencia
para animarlos. Por lo cual, en cuanto los Hermanos de Ruán pudieron sostenerse por
sí mismos, volvió a París para saber cómo se encontraba su comunidad. La encontró
como errante, tanto en una casa, tanto en otra, sin esperanza de poder darles un
establecimiento fijo. Resultaba difícil mantener a los novicios en el recogimiento
necesario para formarlos en una piedad sólida entre tantos movimientos y molestias.
No encontró mejor solución para asentarla que trasladarla a Ruán. Se aventuró a
hacer la propuesta al señor arzobispo y al señor Primer Presidente, que se habían
declarado sus protectores. Aprobaron su propuesta y le prometieron darle todas las
facilidades que dependieran de ellos para que resultara bien.

(n. m.) Ocupa la casa de San Yon


Ante todo, la cuestión consistía en hallar una casa adecuada. No se encontró en
Ruán, pero había una en la barriada de San Severo, que era la de San Yon; grande,
espaciosa, retirada y
<175>
muy apropiada para una comunidad. Pertenecía en aquel momento a la señora de
Bois-Dauphin, que había cedido el uso a las Religiosas Benedictinas de la abadía de
San Amando, situada en la ciudad, que la utilizaban como casa de campo para que las
convalecientes pudieran tomar el aire. El señor Colbert sufría con impaciencia esta
infracción de las Reglas establecidas por el Concilio de Trento, que obliga a las
religiosas a clausura perpetua. No se encontraba molesto por hallar una ocasión de
quitarles cualquier pretexto de romperla sin permiso suyo. Así pues, les propuso
ceder la casa para instalar en ella el Noviciado de los Hermanos de las Escuelas
Cristianas. Las religiosas, acostumbradas desde hacía mucho tiempo a disfrutar de
aquella comodidad no podían resignarse a verse privadas de ella. Se resistieron y
buscaban diversos motivos para prolongar la situación. Se estaba aún en proceso de
conciliación cuando la muerte de la señora de Bois-Dauphin deshizo de golpe el
derecho de uso que las religiosas tenían sobre aquella casa.
La señora Marquesa de Louvois, su hija, a quien correspondió la casa como
herencia, fue informada por el señor
<176>
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 533

arzobispo, quien le rogó que la alquilase al señor de La Salle para establecer en ella el
Noviciado de su Instituto. La señora dio su consentimiento, y el señor de La Salle fue
a París para los trámites, que se realizaron en pocos días, sin que ni siquiera las
religiosas de San Amando se enterasen.

(n. m.) Se transportan a ella los muebles de París


Los señores Colbert y Pontcarré, que habían tomado este asunto con todo empeño,
corrieron generosamente con todos los gastos necesarios para el traslado del
Noviciado y de sus muebles de París a Ruán. Esto se hizo en secreto, y con toda
rapidez, para evitar nuevas dificultades, de tal modo que la nueva comunidad estaba
instalada en San Yon antes, incluso, de que se supiera en París que había cambiado de
provincia.

(n. m.) Se establece en ella un seminario para jóvenes internos


El señor de La Salle, tranquilo en su nueva residencia, pensó sólo en reparar las
pérdidas ocasionadas por los varios años de agitación. Consideró este retiro, desde
entonces, como el lugar de su reposo. Se dedicó a revitalizar el fervor de su
Noviciado. La estricta regularidad de vida que él hacía observar atrajo a buen número
de personas de valor. La Comunidad, por otro lado, aumentaba considerablemente
<177>
con la llegada de internos que le enviaban de todo el país, de manera que se vio
obligado a formar en la casa una especie de colegio, separado de la Comunidad, en la
cual había Hermanos dedicados a la formación de aquellos jóvenes. Él promovía el
funcionamiento de todo este amplio conjunto. El orden que había impuesto en la casa
se observaba con tanta exactitud y tranquilidad que no se oía en ella el menor ruido.
Todo se realizaba en ambiente de total silencio, de manera que era difícil darse cuenta
de que aquella casa tan grande estuviese habitada.

(n. m.) El arzobispo de Ruán concede los poderes al señor de La Salle


El señor de Pontcarré iba algunas veces a descansar un poco en los amplios jardines
de San Yon. Se quedó muy edificado del retiro y del recogimiento que reinaba por
doquier. Hablaba a menudo de ello con el señor arzobispo, que se congratulaba de
haber conseguido esta casa tan útil y tan edificante. Manifestó al señor de La Salle la
satisfacción que sentía al saber que Dios bendecía su obra. Le comprometió a que se
hiciera útil para su diócesis, le otorgó por escrito todos sus poderes, y le exhortó a que
se sirviera de ellos útilmente, como lo había hecho en París. Pero, a pesar de la
petición que le hizo, él las usó muy sobriamente para
<178>
534 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

entregarse totalmente a la dirección de los novicios.

(n. m.) Escuela en San Dionisio, en Francia4


Por mucha atracción que sintiera por quedarse tranquilo en su querida soledad
de San Yon, no descuidaba los asuntos del Instituto, y no le mermaba sus atenciones y
su presencia cuando la consideraba necesaria para nuevos establecimientos. Le
propusieron abrir [una escuela] en la ciudad de Saint-Denis, en Francia, y éste fue el
motivo del segundo viaje que hizo a París este año (1705). La señora Poignant, guiada
por el consejo de Dom Carlos de L’Hostellerie, prior de la Abadía, ofreció fondos
suficientes para el sostenimiento de dos Hermanos que enseñarían gratuitamente a los
niños de la ciudad. El señor de La Salle estaba algo disconforme con estas pequeñas
escuelas, que tenían dificultad para sostenerse. Pero, tanto por la consideración y por
la recomendación del Prior y de la Comunidad de la Abadía, como porque había
esperanza de que la señora Oignant aumentaría sus liberalidades a medida de las
necesidades, se sobrepuso a sus repugnancias. Con todo, la empresa quedó
imperfecta,
<179>
como él había previsto, a causa de la muerte de la dama, de manera que este centro ha
quedado desde entonces en el estado en que ella lo había comenzado.

(n. m.) Tentativa para restablecer el seminario


de las escuelas para el campo; fracaso
En medio de estos vaivenes se le propuso adquirir la casa de la señora Poignant,
con la inten ción de levantar de nuevo el seminario de los maestros de escuela para las
zonas rurales, para cuyo establecimiento había hecho varias tentativas que no
fructificaron por las razones que he señalado más arriba. El mal éxito que habían
tenido no le impidió dar aún esta satisfacción a sus amigos. Compró la casa con los
dineros que ellos le facilitaron, con la mira de poner en ella el seminario. Pero cuando
fue a Saint-Denis para tomar posesión, encontró los ánimos irritados, de manera que
prefirió ceder un derecho bien adquirido a exponerse a un proceso judicial. De este
modo ocurrió que abandonara por tercera vez esta empresa, bien decidido a dejarlo a
otros a quienes Dios pudiera inspirar este designio.

(n. m.) El señor de La Salle reúne a los Hermanos del Instituto en Ruán
para reavivar su fervor
Cuando hubo terminado sus asuntos en París, regresó

4
Se decía así cuando un lugar no estaba en el término de París.
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 535

<180>
a su casa de San Yon y se aplicó por completo a formar en la virtud a los sujetos que
integraban su Noviciado. Tomó al mismo tiempo nuevas disposiciones y nuevas
precauciones para impedir que se introdujera la relajación entre los Hermanos del
Instituto. Temía que las dificultades y las inquietudes que les habían agitado durante
varios años hubiesen llevado al debilitamiento de la observancia en las provincias.
Para poner remedio a esto, en la medida que la situación lo permitiese, reunió en su
casa al mayor número que pudo de Hermanos de diferentes sitios y, bajo su mirada,
siguieron el retiro anual, y les dio los avisos necesarios contra la tentación y el
desaliento. De ese modo les inspiró el espíritu de sumisión, de austeridad y de
mortificación de los que él estaba animado. En una palabra, no descuidó nada para
inspirarles amor hacia su estado y los envió de nuevo a sus casas, llenos de fervor y de
ánimo para animarse los unos a los otros y atender a lo que hubiere de más perfecto.
Mientras se ocupaba a hacerles practicar las
<181>
virtudes propias de su estado, no se perdonaba a sí mismo. Era el primero en todos los
ejercicios, y bastaba verle actuar para sentirse animado de una santa emulación. Era
religioso observante de las Reglas, y cuando los Hermanos le decían que temían que
tantas observancias, tan prudentemente establecidas, no se pudieran mantener en el
futuro con la misma exactitud, les respondía que Dios no le pediría cuenta de lo que
no hubiera podido hacer, pero que estaba resuelto de serle fiel hasta el fin.

(n. m.) Se le cura una lupia


Lleno de estos piadosos sentimientos, estaba muy lejos de reducir sus prácticas de
penitencia. Sus continuas austeridades, unidas a la oración asidua en una postura muy
molesta, le causaron nuevas enfermedades. Se le produjo una lupia considerable en la
rodilla. Se le hicieron incisiones dolorosas para tratar de eliminarla. Pero estaba
acostumbrado de tal modo a sufrir que parecía insensible a su mal, y en el tiempo en
que se le operaba rezaba con tanto recogimiento como si fuera invulnerable.

(n. m.) Escuela de San Roque, en París


Cuando la herida se le hubo cerrado del todo, fue a París para abrir una nueva
escuela
<182>
en la parroquia de San Roque, en la cual se deseaba, desde hacía tiempo, abrir una
escuela gratuita. Su mucha experiencia en esta clase de aperturas le había hecho
tomar más precauciones que antes, con el fin de dar a ésta más solidez que la que
tuvieron las otras. Incluso se quedó algún tiempo con los Hermanos para sortear las
536 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

primeras dificultades. Pero, a pesar de todos sus cuidados, esta escuela no duró
mucho, porque en lo sucesivo se pretendió imponer condiciones que resultaban
incompatibles con sus obligaciones.

(n. m.) Compone varias obras de piedad


El señor de La Salle se vio forzado a pasar en París una temporada más larga de lo
que se había propuesto. Su lupia, que creyó que se había curado del todo en Ruán,
aumentó considerablemente. Hubo que atenderla de nuevo. Aprovechó el tiempo de
descanso que esto le facilitó para revisar varios tratados de piedad que había
compuesto para sus novicios cuando residía en Vaugirard. En todas estas obras se
reconoce fácilmente el espíritu de Dios, del que estaba animado, y su profundo
cristianismo, del que estaba lleno, del cual ha explicado todos los deberes en detalle.
Están escritos con estilo
<183>
sencillo y fluido, y al mismo tiempo tan afectuoso que no es posible leerlos sin sentir
ternura. Al primero lo tituló El deber de un cristiano para con Dios, y los medios de
poder cumplirlo debidamente; está escrito en forma de diálogo, para lograr que pueda
ser leído por todos. El objetivo que se propone en la primera parte es instruir al
cristiano sobre sus obligaciones, y lo desarrolla de manera clara y precisa. La segunda
parte contiene Las Reglas del culto exterior del cristiano y los medios de cumplirla
con fruto. Este propósito le ha llevado naturalmente a dar amplia explicación de las
ceremonias de la Iglesia, de sus misterios y de las principales fiestas del año. El
segundo tratado es un método práctico de la manera de confesarse bien, y de las
disposiciones con que hay que aproximarse a los sacramentos de la Penitencia y de
la Eucaristía. Entra con gran detalle en lo que concierne a la confesión, y ha incluido,
al final de este método, consideraciones y oraciones sacadas en su mayor parte de la
Sagrada Escritura. El tercer libro que compuso es el titulado Reglas de cortesía
<184>
y urbanidad cristiana, donde la explica por medio de pruebas y ejemplos sacados de
la Sagrada Escritura y de los Padres de la Iglesia. Es la obra que trabajó con mayor
cuidado. Fue recibida por el público con tanto éxito que desde entonces ha sido
necesario hacer numerosas ediciones. Además tenemos de él otros tratados que no se
han hecho públicos. Tales son la Colección de sus Reglas y el de Máximas de piedad,
que hizo para uso de los novicios, que siempre fueron su principal objeto y que ha
considerado como la porción más preciosa de los que Dios había confiado a sus
cuidados. En cuanto estuvo curado de la lupia, tomó de nuevo el camino de Ruán para
volver a San Yon y ponerse al frente de su Noviciado, del que nunca se ausentaba sino
con mucha pena.
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 537

(n. m.) Nuevo proceso de los Maestros de escuela de París


No hacía mucho tiempo que disfrutaba de la calma y de la tranquilidad que pensaba
que podría gustar, cuando se vio expuesto a nuevos combates. Los maestros de
escuela de París, a los que se creía totalmente apaciguados respecto del asunto de las
escuelas de los Hermanos del Instituto, volvieron otra vez a la carga contra las
escuelas de
<185>
la parroquia de San Sulpicio. Como no veían otros medios para destruirlas
totalmente, según sus intentos, que habían ensayado en diferentes momentos, se
centraron esta vez en pedir que se prohibiese a los Hermanos recibir en sus escuelas a
aquellos que no fuesen verdaderamente pobres, con la prohibición de admitir
indiferentemente a los hijos de personas que estuvieran en estado de poder pagar. Tal
propuesta, en apariencia, sólo tenía visos de justa y de razonable, y se pensaba que
sería del gusto del señor de La Salle, quien mediante la apertura de las escuelas
gratuitas se había propuesto, como objetivo principal, la instrucción de los pobres.
Sin embargo, ya fuera porque tuviera particular conocimiento de los malos
propósitos de los autores del jaleo, que habían podido promover esta nueva querella
para destruir las escuelas, o bien porque considerara un deber no hacer acepción
alguna en la admisión de los alumnos, o quizás, en fin, por otros motivos que no se
han podido conocer, rechazó el tenerse que limitar a las condiciones a las que querían
someterle. Disgustado, además, por todas
<186>
las vejaciones que habían utilizado con los Hermanos en esta parroquia desde que se
habían establecido en ella, prefirió ceder todo a verse privado de dar a su celo toda la
libertad que le había inspirado su caridad. Hizo, pues, cesar las escuelas, llamó a
todos los Hermanos que estaban encargados de ellas y los distribuyó por diferentes
lugares del reino, donde los requerían de forma insistente. Dejó solamente a uno en la
casa, para impedir el robo de sus efectos, pero con orden de no emprender nada
nuevo.

(n. m.) El párroco de San Sulpicio reclama a los Hermanos


que habían dejado las escuelas
No pasó mucho tiempo sin darse cuenta del vacío que este cambio causaba en la
parroquia. La mayoría de los padres y de las madres manifestaban su sorpresa al señor
párroco, que soportaba esta privación con tanta impaciencia como ellos. Les
prometió poner remedio a ello sin tardar. Quienes más interés tenían en que no
volviesen los Hermanos presentaban otros sujetos para reemplazarlos. Pero el
párroco, que esperaba encontrar oportunidades para calmar la situación, rechazaba
escuchar todas las propuestas que se le hacían.
<187>
538 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Escribió al señor de La Salle para comprometerle a enviar de nuevo a los Hermanos,


dispuestos a recomenzar las escuelas. El señor de La Salle le respondió que había
preferido ceder a la situación, a verse todos los días expuesto a soportar nuevas
querellas que causaban un perjuicio importante a los Hermanos de las escuelas, ya
que el mal procedimiento que se había seguido con ellos había desanimado a algunos
después del último ataque, a quienes no podía sustituir fácilmente, y que estaba
dispuesto a no enviar otros si no obtenía la seguridad de que habrían de tener una
situación más tranquila y a cubierto de la envidia de los maestros de escuela de París.

(n. m.) Se ponen condiciones para su regreso


De acuerdo con estas indicaciones, el señor párroco de San Sulpicio adoptó nuevas
condiciones con ellos. Se determinó que los Hermanos no admitirían niños en sus
escuelas si no llevaban una nota firmada por él, que certificase que eran realmente
pobres. Con esta condición, los maestros abandonarían para siempre sus
persecuciones y renunciaban a sus pretensiones.

(n. m.) Las escuelas se abren de nuevo


Arreglada la situación de un lado y de otro, el señor
<188>
de La Salle envió a París un Hermano hábil con el encargo de ratificar el acuerdo y de
cimentarlo de tal manera que no hubiera posibilidad de nuevas molestias por parte de
los maestros. Luego envió a la casa un número suficiente de Hermanos para atender
las escuelas, que se vieron disminuidas [de alumnos] por las limitaciones que se les
habían impuesto, pero sin embargo han subsistido desde entonces con tranquilidad y
libres de dificultades.

(n. m.) El señor de La Salle va a hacer un retiro en los Carmelitas


descalzos
Cuando el señor de La Salle terminó por completo con este asunto, pensó
seriamente en retirarse a la soledad, donde, desprendido de cualquier otro cuidado,
pudiera entregarse del todo a la oración y a hacer revisión general de sí mismo. Hacía
mucho que tenía este deseo, pero los diversos asuntos que se presentaban unos tras
otros, habían ido retrasando la ejecución. Al verse, por fin, libre, y al no prever nada
que pudiera detenerle, comunicó su resolución sólo a uno o dos Hermanos, en cuya
discreción confiaba, y se fue en secreto a París para hacer un retiro en la casa de los
padres Carmelitas descalzos. La especial veneración que tenía hacia santa Teresa, en
cuyas obras había
<189>
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 539

bebido en espíritu de oración, por el cual tenía tanto atractivo, y el especial aprecio
que profesaba a las religiosas de su reforma, le hicieron preferir esta casa a todas las
demás. Pasó allí quince días en recogimiento y en unión íntima con Dios. De allí sacó
nuevas fuerzas en una oración continua, para hallarse en estado de sostener con
ánimo las penas y las dificultades que preveía, ya entonces, que le podrían surgir en el
futuro; y regresó a su casa de San Yon donde sus queridos hijos estaban inquietos por
él. Con su presencia calmó sus ánimos, y empleó útilmente las nuevas luces que
acababa de adquirir en su retiro para animarles más que nunca a tender a la mayor
perfección de su estado.

(n. m.) Escuelas de Provenza


Mientras vivía recogido de este modo en su casa de San Yon, donde disfrutaba del
reposo por el que tanto había suspirado, Dios abría a su celo un nuevo camino en
la Provenza y en sus alrededores. Desde el año 1702, personas importantes y
bondadosas habían proyectado
<190>
fundar allí escuelas gratuitas. No desconocían el fruto que producían en los sitios
donde estaban funcionando. Desde entonces se habían dirigido al señor de La Salle
para pedirle Hermanos del Instituto. El asunto le obligó a nuevas reflexiones. Enviar
Hermanos a un sitio tan lejano, sin posibilidad de tenerlos a la vista para darles las
orientaciones necesarias, era casi, por decirlo así, abandonarlos a ellos mismos.
Además, el miedo que tenía de exponerlos en lugares, en gran parte infestados de las
herejías de los últimos tiempos, le hacían temer que tal vez no tuviesen suficientes
luces para impedir que el contagio se deslizase insensiblemente en las escuelas,
puesto que no estaban muy versados en los asuntos de controversia. Todas estas
razones acudían a su mente y le mantenían en una especie de irresolución, como si
estuviera en suspenso.
Con todo, como no dejaban de insistirle y veía que, por cortesía, no podía seguir
negándose a las peticiones que se le hacían, consintió, al fin, y comenzó por la ciudad
de Aviñón.
<191>
(n. m.) Escuela de Aviñón
Ya dije de esta primera escuela que se debía a las solicitudes de la señora de
Chateaublanc, esposa de un tesorero del Papa en el Condado. Esta dama,
verdaderamente cristiana y llena de aprecio por la instrucción de los pobres, no dejó
de insistir a su esposo para que le consintiera destinar un fondo para abrir una escuela
gratuita en esta ciudad. Los retrasos que el señor de La Salle había puesto para
acceder a sus piadosos deseos retardaron la ejecución, de manera que falleció antes de
haber podido tener esta satisfacción. Pero el señor de Chateaublanc tomó como un
deber ejecutar su última voluntad. Con este fin escribió al señor de La Salle y le
540 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

insistió en que enviara dos Hermanos a Aviñón, los cuales llegaron el mismo año. El
señor de Chateaublanc los alojó primero en la casa de un amigo, en espera de que
estuviera acabada la casa que había adquirido para la escuela; además suplió con
generosidad a lo que faltaba al piadoso legado de su señora esposa, para tener también
parte en el mérito de esta obra de caridad.
<192>
(n. m.) Segunda escuela en Aviñón
Mientras se disponía todo lo necesario para el acomodo de los Hermanos, éstos se
fueron a presentar a monseñor De Gontery, arzobispo de esta ciudad, que les recibió
con bondad paternal y les otorgó su protección. En seguida abrieron la escuela, que
llegó a ser tan numerosa, que poco después hubo necesidad de abrir la segunda, para
aliviar a la primera. El mismo señor arzobispo fue quien tomó sobre sí el cuidado de
fundarla. Estaba tan satisfecho del método del que se servían los Hermanos para
instruir a los alumnos, que con frecuencia les mandaba ir a su palacio y gozaba
haciendo que dieran el catecismo delante de él a los niños, de manera que esta
muestra de atención inspiraba respeto hacia los Hermanos y estimulaba a los
alumnos.

(n. m.) Escuela de Grenoble


Hacia el mismo tiempo hubo propuestas de establecer escuelas gratuitas en
Grenoble. Varios eclesiásticos celosos de la instrucción de la juventud formaron
entre ellos una sociedad cristiana cuyo objetivo principal era aliviar a los pobres de la
ciudad. Varios consejeros del Parlamento, que tuvieron conocimiento
<193>
de la utilidad de esta sociedad, quisieron unirse a ella para participar de las buenas
obras de los miembros que la formaban. Monseñor Ennemond Allemand de
Mont-Mortin, su obispo, se constituyó como protector y cabeza de la misma, y todos,
de común acuerdo, se dieron ciertas reglas de piedad, que se comprometían a
observar. Crearon una Oficina de caridad en la que se reunían regularmente para
examinar las necesidades de los pobres y atender las necesidades públicas. Uno de
sus primeros cuidados fue la instrucción de los niños. El medio para lograrla era
establecer escuelas gratuitas. Se dirigieron al señor de La Salle y le pidieron
Hermanos en número suficiente para atenderlas. Ellos mismos se distribuyeron los
costes y se obligaron a dar cada año una cantidad fija para el mantenimiento de los
mismos. La primera escuela se abrió en la parroquia de San Lorenzo, y algunos años
después se abrió otra en la de San Hugo, para aliviar a la primera y dar a los niños de
los diversos barrios más facilidad para acudir a ellas.
<194>
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 541

(n. m.) Escuela de Mende


Desde Aviñón, las escuelas se extendieron por las ciudades vecinas. Monseñor
Piencourt, obispo de Mende, capital del Gévaudan, también pidió Hermanos al señor
de La Salle para establecerlas en su diócesis. Hubo que pensar en satisfacer su deseo.
Envió desde Ruán un Hermano que preparara el camino y dispusiera los arreglos
necesarios. El obispo, que se temía que las cosas fueran para largo, escribió al señor
de La Salle para insistir en el envío de Hermanos en estos términos: «Señor, yo no
puedo bendecir a Dios lo suficiente por haberle inspirado el plan de formar maestros
de escuela para instruir a la juventud y formarla en la piedad cristiana. Los seminarios
forman buenos eclesiásticos, pero los buenos maestros de escuela, al comunicar las
primeras impresiones de la piedad y de la religión cristiana, pueden contribuir a
santificar a todos los cristianos. No se puede estar más contento de lo que yo lo estoy
de que el Hermano que me envió comience, en espera de la llegada del segundo, a
instruir a nuestra juventud. Le quedaría muy agradecido de que añada a él una
persona buena, que esté capacitada tanto en la escritura como en la aritmética,
<195>
ya que son los medios de atraer a toda la juventud, y por ahí, darle las primeras
impresiones de la comunidad cristiana. Por mi parte, yo les daré toda la protección
que puedan esperar, de manera que tendrán perfecta satisfacción en su empleo en esta
ciudad. El Hermano que está aquí puede informarle de mis buenos sentimientos hacia
él y por esta escuela. Le ruego, señor, que aumenten por la buena elección que usted
haga de las personas que me envíe. Le estoy sumamente agradecido, y créame con
una estima particular, etc. F. obispo de Mende, a 8 de abril de 1707». Por la lectura de
esta carta, se ve el aprecio que el señor obispo de Mende tenía de las escuelas gratuitas
y la estima especial que sentía hacia la persona del señor de La Salle, que era el
fundador de las mismas. También reconoció que le prestaban una gran ayuda para
mantener a sus pueblos en la fe católica y preservarlos del veneno de la herejía, de la
que estaban rodeados.

(n. m.) Escuela de Marsella


También fue esto lo que comprometió a varios obispos de las provincias cercanas a
facilitar escuelas en sus diócesis y confiarlas a los
<196>
cuidados del señor de La Salle, que por su parte no descuidaba nada de lo que
dependía de su buena voluntad para satisfacer sus deseos. Este mismo año envió dos
[Hermanos] al obispo de Marsella, que los había pedido para iniciar una escuela, en
espera de poder hacer un esfuerzo mayor, en lo sucesivo, de acuerdo con sus planes.
Pero, para cuando planeaba ejecutarlo, fue nombrado arzobispo de Aix, de manera
que los Hermanos quedaron así varios años, hasta que el señor de La Salle abrió allí
un Noviciado, como lo expondremos más adelante.
542 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

(n. m.) Escuela de Alès


Algunos años antes, el rey Luis XIV había separado la ciudad de Alès del obispado
de Nîmes, y había nombrado como primer obispo a monseñor Francisco Maurice,
jefe de las Misiones Reales que él había fundado en el país para trabajar en la
conversión de los calvinistas del Bajo Languedoc. En cuanto recibió las Bulas del
papa Inocencio XII, se ocupó principalmente de formar nuevos centros de piedad
para oponerlos a la pujanza de los herejes, que eran allí mayoría. Por propia
experiencia sabía
<197>
cuán importante era contar con buenos maestros para inspirar a los niños, cuanto
antes, los principios de la fe católica, para apartarlos insensiblemente de los
prejuicios del error en cuyo ambiente habían nacido. Con estas miras, obtuvo de la
piedad del rey fondos para abrir Escuelas Reales, y confió su dirección a los
Hermanos de las Escuelas Cristianas (1708). Los calvinistas, alarmados por esta
novedad, se esforzaron por dificultarlas desde el comienzo, pero como los Hermanos
estaban bajo la protección del rey y del obispo diocesano, los intentos que hicieron
para desanimarlos no lograron su efecto, y estos herejes se vieron obligados a ceder a
la autoridad. Todo cuanto pudieron hacer fue impedir que sus hijos asistieran a
aquellas escuelas y darles instrucción en sus propias casas por maestros de su secta.

(n. m.) Orden para los calvinistas de enviar a sus hijos a la escuela
El obispo, atento a todo, obtuvo en seguida una orden de la Corte que prohibía a
quien quiera que fuera enseñar en la ciudad sin permiso de los Hermanos, y que
conminaba a los padres y madres, sin distinción y bajo graves penas, a enviar a sus
<198>
hijos al catecismo que explicaban regularmente los domingos y fiestas. Las órdenes
del rey se cumplieron, pero cuando los niños regresaban a sus casas, los padres se
esforzaban por destruir la doctrina que se les había enseñado, de modo que los
Hermanos se ocupaban de un trabajo ingrato y a menudo infructuoso. El obispo, a
quienes ellos procuraban informar de su dificultad, les animaba con su celo y los
alentaba para que no se desanimasen de sembrar en una tierra ingrata, que al final
podía producir buenos frutos. Efectivamente, Dios bendijo su trabajo y tuvieron el
consuelo de convertir a algunos que perseveraron en la religión católica.

[En Maillefer Ca se habla ahora de la escuela de Les Vans; en Maillefer Re


corresponde a las páginas 209-211].
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 543

(n. m.) El señor de La Salle visita las escuelas de Provenza y del


Languedoc
El señor de La Salle, a quien los Hermanos informaban con frecuencia de su
situación, y que le manifestaban la urgencia que sentían de acercarse a él para tenerle
más a mano para recibir sus consejos sobre las dificultades que se presentaban en el
ejercicio de su empleo, consideró que no debía diferir más en llevarles apoyo (1708).
Así pues, este año salió de Ruán para ir a visitar las escuelas de Provenza y del
Languedoc.
<199>
Llegó sin haberse anunciado, y sorprendió agradablemente a los Hermanos. Fue
recibido con especial consideración por los obispos de los diversos lugares y por las
personas más distinguidas de las provincias. Se hicieron varios intentos para que se
quedara allí. Le propusieron la apertura de nuevas escuelas, que requerían que él
permaneciese allí bastante tiempo con el fin de preparar los arreglos necesarios. Pero
él tenía otros asuntos más urgentes que le obligaron a abreviar su viaje y a volver a
Ruán, donde le esperaban para trabajar en otros establecimientos.

[En Maillefer Ca se habla ahora de Moulins, de Dijón y de Grenoble; en Maillefer


Re corresponde a las páginas 212-213 y 192-193].

(n. m.) 1709: escuela de Versalles


La [escuela] de Versalles, al año siguiente, fue propuesta por el señor Huchon,
párroco de esta ciudad, que quiso procurar este beneficio a los pobres de su parroquia.
No le resultó difícil encontrar los recursos y la protección necesaria para realizarlo, ya
que todo el mundo conoce que Luis XIV le honró con su estima y su confianza
mientras vivió.

[En Maillefer Ca se trata ahora de la Escuela de Boloña y de la visita del señor de


La Salle a Boloña; en Maillefer Re corresponde a las páginas 213-216].

(n. m.) El señor de La Salle deja Ruán


y vuelve a poner su Noviciado en París
La terrible carestía que afligió a Francia este mismo año, puso al señor de La Salle
en la triste necesidad de dejar San Yon, en Ruán, donde
<200>
no podía sustentar su Noviciado, para trasladarlo a París, donde le parecía entrever
que podría encontrar recursos más abundantes que en provincias. Mandó buscar una
544 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

casa apartada, a la cual se retiró con su comunidad. A pesar de la buena voluntad que
le testimoniaron sus amigos para atender a sus necesidades, no dejó de sufrir
muchísimo. Pero Dios bendijo la paciencia con que él y los Hermanos soportaron la
miseria a la que se vieron reducidos. Fue tan grande que llegaron a carecer de lo más
necesario. Ya no tenían ni pan. El panadero que habitualmente se lo proporcionaba,
se lo negó, porque no le pagaban; les faltaba el dinero para abonárselo. El señor de La
Salle recurrió a sus armas ordinarias. Puso su confianza en Dios y se convenció
íntimamente que Él no le abandonaría en necesidad tan urgente. No tardó mucho en
experimentar los efectos, pues al día siguiente, cuando iba a celebrar la misa con su
habitual recogimiento, encontró a una persona en cuya caridad no cabía depositar
demasiada confianza. Esta [persona] le
<201>
preguntó dónde iba. Respondió: «Voy a celebrar la santa misa y a pedir a Dios que
envíe a nuestra comunidad lo que necesita para vivir hoy, pues está totalmente
desprovista de alimentos y no hay medios con qué conseguirlos». Aquella persona,
ante esta explicación, se sintió conmovida y le dijo: «Vaya en paz; yo mismo voy a
proveer a esa necesidad». Lo cual hizo inmediatamente, y llevó diez escudos a la
comunidad, que con esta limosna pudo adquirir pan para varios días. Sin embargo,
como la comunidad había padecido mucho durante tan grande carestía, no se pudo
librar de que algunos Hermanos cayesen en agotamiento extremo. Algunos de ellos,
incluso, se vieron atacados por el escorbuto, que provenía de la pésima calidad de los
alimentos que habían tomado, y esta enfermedad llevó a varios al último extremo. El
señor de La Salle mandó darles rápidamente remedios, y con su exquisito cuidado y
con los cuidados del doctor Helvetius, médico famoso, los arrancó de la muerte.

(n. m.) Insumisión de algunos Hermanos


Con todo, Dios sometía siempre su virtud a
<202>
nuevas pruebas, y cuando comenzaba a sentir un ambiente de tranquilidad, se vio
turbado por un suceso cuyas funestas consecuencias no había previsto. Algunos
Hermanos del Instituto, de aquellos que había dejado en París para seguir con las
escuelas cuando él se retiró a Ruán, se habían relajado durante su ausencia. A su
regreso trató de hacerlos volver a la Regla para que aceptaran el orden; pero estos
hijos desnaturalizados no le hicieron caso, y se levantaron contra él. Le negaron la
obediencia que le debían, y en vez de someterse con la docilidad que esta virtud les
exigía, murmuraban públicamente de la severidad de las Reglas establecidas en la
casa. El señor de La Salle, extrañado por su rebelión, trató de ganarlos por medio de la
dulzura. Su condescendencia llegó hasta el punto de separar a uno de ellos para
confiarle la dirección de una casa fundada recientemente en provincias. Con esta
muestra de confianza trató de hacerle recapacitar y darle tiempo para enmendarse,
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 545

pensando que cuando se viera al frente de una comunidad, volvería a abrigar


sentimientos más moderados y más
<203>
reflexivos.

(n. m.) Su deserción


Pero este corazón malvado, en vez de sentirse afectado por las bondades del señor
de La Salle, se valió del remedio para agriarse más. Adoptó un aire de dominio sobre
sus Hermanos que les molestaba; se entregó a una vida licenciosa y llegó a
escandalizar a toda la ciudad con sus conversaciones altaneras y llenas de arrogancia,
de manera que el señor de La Salle se vio obligado a llamarle. Pero él despreció la
orden de su superior, dejó el hábito y volvió al mundo, donde se había preparado
un retiro para vivir en él con más comodidad. Hubo, incluso, otros varios que,
arrastrados por su mal ejemplo, se animaron a la rebelión, e intentaron varios medios
de sustraerse a la autoridad del señor de La Salle. Se apoyaron en el favor de algunas
personas que les protegían y que les ayudaron a separarse del Instituto para formar un
grupo aparte. Buscaron secretamente una casa a la que debían retirarse con la
esperanza de atraer, insensiblemente, a otros, con el fin de formar entre ellos un
género de vida más suave y cómodo...
<204>
Todo debía arreglarse según su capricho, y se imaginaban que contaban con suficiente
experiencia y con las luces requeridas para reformar lo que consideraban que era
excesivo en el proceder del señor de La Salle respecto de ellos.

(n. m.) Falsa penitencia de un Hermano a quien se hubo de expulsar


Pero Dios, que se complace en confundir el parecer de los soberbios, deshizo todos
sus proyectos. Uno de los Hermanos que formaron parte del complot, movido por el
arrepentimiento, vino a echarse a sus pies en presencia de la Comunidad, y allí,
bañado en lágrimas, le descubrió toda la intriga. El señor de La Salle, lleno de
compasión, le reconvino con dulzura por la enormidad de su falta, e hizo todo lo que
la caridad de un padre tierno le inspiraba para comprometerle a repararla con un
retorno sincero. Dio algunas muestras de conversión que no parecían equívocas. Pero
la vergüenza y la confusión que sintió por haberse acusado a sí mismo, se apoderaban
de su imaginación. Se convenció de que se había convertido en objeto de desprecio
para aquellos que habían sido fieles, y estas reflexiones llegaron a ser para él un peso
agobiante que le desalentaba. No tuvo la fuerza de librarse de ello. Se fue
abandonando, cada vez más, a la inestabilidad de su corazón y provocó nuevas
<205>
546 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

confusiones en la Comunidad. El señor de La Salle, vivamente afectado por su


desgracia, no se decidía a cortar del cuerpo aquel miembro podrido. Esperaba, contra
toda esperanza, que podría lograr el regreso de aquella oveja perdida. La aprensión
que tenía de dejar perecer un alma que Dios le había confiado, le llevaba a buscar
razones para darle tiempo para volver a su deber. Difirió tanto [la solución] que al
final fue necesario que los mismos Hermanos tomaran por sí mismos la decisión de
expulsarle, con aquellos que se habían hecho cómplices de su rebelión. Fue el único
medio que encontraron para hacer terminar el escándalo, que había durado demasiado
tiempo con perjuicio del buen orden; y todo volvió a la calma.

(n. m.) 1709: escuela dominical en la parroquia de San Sulpicio


Fue en este año cuando se realizó el proyecto que había concebido diez años antes
el párroco de San Sulpicio, de establecer en su parroquia una Escuela Dominical.
Estaba destinada, como ya expuse anteriormente, a reunir los domingos y fiestas, por
la tarde, a jóvenes obreros que no podían abandonar su trabajo los otros días de la
semana para ser instruidos
<206>
en los principios de nuestra religión. La prontitud con que el señor de La Salle se
había prestado a la ejecución de este proyecto, cuyos beneficios preveía, no había
sido secundada con la misma presteza por quienes habían sido los primeros
promotores, de manera que casi se había perdido la idea. Pero este año las
circunstancias fueron más favorables, y se adoptaron nuevas medidas para ponerlo en
marcha. Se pidió autorización al señor cardenal de Noailles, que con la exposición
que se le hizo, aprobó el proyecto y dio su consentimiento.

(n. m.) El mismo asunto


Esta academia cristiana se abrió el domingo siguiente, por la tarde, y se reunieron
muchachos de veinte años y más. El progreso logrado fue tan rápido que al poco
tiempo llegaron a ser hasta doscientos alumnos, todos ellos ocupados según sus
propias habilidades. A unos se les enseñaba dibujo, a otros aritmética. A los menos
avanzados se les enseñaba a leer y a escribir. Este primer ejercicio duraba unas dos
horas, y a continuación se daba la lección de catecismo, que iba seguida de una
exhortación acomodada a la condición y al alcance de los oyentes.
<207>
Se comprende fácilmente el fruto que estas reuniones produjeron en París. Todos
aquellos que se presentaban con buena voluntad estaban seguros de ser admitidos.
Era un medio muy útil para retirar del vicio y del libertinaje a numerosos jóvenes,
poco o nada instruidos en sus deberes de cristiano, que pasaban ordinariamente los
días de fiesta y los domingos en el desenfreno, o al menos en la disipación y en la
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 547

ociosidad. En esta escuela adquirían gusto por las artes o se ponían en estado de crear
su fortuna, y por encima de todo, aprendían el arte de realizar su salvación mediante
la santificación de su trabajo.

(n. m.) Destrucción de la escuela dominical


El señor de La Salle era testigo de la utilidad de este centro, pues lo observaba todo.
No perdonaba ni cuidados ni gastos para que los dos Hermanos encargados de
enseñar dibujo llegaran a ser excelentes maestros. Pero poco después tuvo el disgusto
de ver que no los había formado sino para su pérdida. Se hincharon [de vanidad] con
su habilidad, y halagados por algunos de sus discípulos con la esperanza
<208>
de una ganancia incierta, se deshonraron con una vergonzosa deserción. Pero muy
pronto sufrieron la desdicha de su infidelidad, pues se vieron abandonados de Dios y
de los hombres, y en vez de las ventajas que se habían prometido por sus talentos,
arrastraron en el mundo una vida miserable, seguida luego de una muerte que no les
dejó tiempo de reparar el escándalo que habían causado. La escuela subsistió algún
tiempo en la casa, por la solicitud del señor párroco de San Sulpicio. Pero cuando
hubo que sustituirlos por otros Hermanos para el dibujo, todos a una respondieron
que suplicaban que no se les expusiera a la tentación, en la que temían sucumbir, pues
ya tenían un ejemplo bien reciente y funesto ante los ojos; de manera que no se
encontró ni uno solo que se prestara a aprender dibujo para ser capaz de dar las clases
de esa materia. Esto fue causa de que la escuela dominical comenzara a languidecer.
Muchos jóvenes se retiraron y luego se destruyó por sí misma de forma insensible.
<209>
(n. m.) Escuela de la ciudad de Les Vans
La atención de varios obispos para contar con Hermanos del Instituto y confiarles
el cuidado de las escuelas gratuitas, y el beneficio que de ello se derivaba en sus
diócesis, fue motivo suficiente para excitar la emulación de varias personas de piedad
que tomaron como deber de religión conseguir la misma ayuda para su tierra (1710).
Tal fue el origen de la escuela que se abrió en la pequeña localidad de Les Vans, de la
diócesis de Uzès, en el Languedoc.

(n. m.) Los calvinistas se oponen a ella y son reprimidos


El párroco de San Juan de esta ciudad, nacido de la ilustre casa de los Barones
d’Elze en el Vivarais, fue el fundador [de la escuela]. Le movió a emprenderla el celo
por la conversión de los herejes de su país. Es verdad que encontró gran oposición de
su parte, pero la superó con la ayuda de la autoridad del Intendente de la provincia,
que acudió ex profeso al lugar para contener a los sectarios. Sin embargo, los
habitantes de la ciudad, que soportaban con poco gusto el yugo de la imposición,
548 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

cuyas funestas consecuencias para ellos preveían, se esforzaban de todas las formas
posibles
<210>
para intentar librarse de ella. Pero siempre resultaba inútil, pues la misma autoridad
que les había sometido tenía cuidado de reprimirlos. Pidieron con todas sus fuerzas
conservar la libertad y la independencia en que habían nacido, y comprobando que
siempre se hallaban medios para eludir sus peticiones, recurrieron a la violencia.
Atentaron varias veces contra la vida de los Hermanos, les tendieron trampas,
pusieron barricadas en las calles para impedirles salir de casa. Al no poder
desanimarlos con tantos insultos, una tarde se amotinaron y atacaron la casa por todas
partes, resueltos a destruirla y a matar a todos los que se hallaran dentro. Primero
atacaron las puertas y las ventanas a pedradas. Luego intentaron escalar los muros e
hicieron los últimos esfuerzos para llegar al final de su conspiración. Los Hermanos,
durante esta tormenta, se pusieron a rezar en el oratorio, ofreciendo a Dios su vida,
como víctimas que se querían sacrificar por su gloria. Pero Él no permitió que fueran
el juguete de aquella tropa fanática
<211>
que había planeado su fin. La turba fue dispersada por la autoridad del magistrado,
que libró a los Hermanos del peligro que les amenazaba, y a petición del obispo de
Uzès, impuso un castigo ejemplar a los responsables de la sedición. Los Hermanos
tuvieron cuidado de informar con exactitud al señor de La Salle de las alarmas que
había levantado un suceso tan extraordinario, y el modo como se habían dispuesto
para conjurar la libertad. Éste les respondió que bendecía a Dios por haberlos
inspirado recurrir sólo a Él, y por no haber utilizado para su defensa más que las
armas de la oración. Añadió que le habían llenado de alegría al darle a conocer que
había encontrado discípulos dignos de sufrir la humillación por honor de nuestra
religión.
Un suceso tan extraordinario, lejos de acobardarle, sirvió para aumentar su
confianza. Le parecía que sus luces se hacían más abundantes en proporción con las
dificultades que pretendían causarle para desanimarle. Confesó, incluso, que no
experimentaba ya con tanta frecuencia estas incertidumbres
<212>
y estas desconfianzas que de ordinario le hacían fluctuante e indeciso cuando era
cuestión de tomar decisiones respecto de nuevas fundaciones que le proponían que
hiciera en diversas provincias.

(n. m.) 1710: escuela en Moulins, en el Borbonesado


Se encontraba en esta disposición favorable cuando le pidieron dos Hermanos para
abrir una escuela en Moulins, en el Borbonesado. Fue a petición de un buen sacerdote
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 549

que se había pasado casi toda su vida instruyendo a los niños de esa ciudad. La edad y
la experiencia le habían enseñado lo importante que era no descuidar nada para la
educación de la juventud. Buscaba desde hacía tiempo alguna persona en cuyo celo
pudiera descargar una ocupación que comenzaba a cansarle. Conoció el fruto que
producían las Escuelas Cristianas, cuyo establecimiento se debía al señor de La Salle.
Formó el propósito de confiarle el cuidado de atender la suya. El elevado crédito que
le habían merecido su piedad y su celo le allanaron fácilmente todas las dificultades
que otro menos estimado que él habría
<213>
podido encontrar en la ciudad, para conseguir que aceptaran este nuevo centro. Habló
laudatoriamente de los Hermanos del Instituto del señor de La Salle. Le escucharon
con gusto. Tenían tal confianza en él que le creyeron por su testimonio antes incluso
de conocerlos. Se permitió al maestro que los mandara llamar y pronto se dieron
cuenta de que no se había equivocado, pues respondieron perfectamente a la idea que
de ellos había dado, y se aceptó con gusto que los hubiera llamado.

(n. m.) Escuela de Dijón


Este establecimiento fue precedido años antes por el que se había creado en Dijón.
Debe su nacimiento al hijo del señor Rigolet, Primer Presidente de la Cámara de
Cuentas de esta ciudad. La piedad, que es hereditaria en esta familia, llevó a estos
señores a consagrar una parte de sus bienes para fundar escuelas para los Hermanos
del Instituto, que desde entonces han subsistido siempre con los frutos de sus
liberalidades.

(n. m.) Escuela de Boloña


En fin, el último establecimiento que hizo el señor de La Salle fue el de
Boulogne-sur-Mer, el año
<214>
1710. Envió allí a cuatro Hermanos a solicitud del señor de la Cocherie, que quiso
proporcionar este beneficio a su tierra, y que costeó todo el gasto. El señor obispo de
Boloña, a quien fueron a presentarse los Hermanos, los recibió tan favorablemente
como a aquellos que se habían establecido en Calais desde 1701. Les manifestó
nuevas pruebas de bondad, y no sólo les dio todos los permisos requeridos para
establecerse en la ciudad, sino que incluso los alojó en su seminario, en espera de que
la casa que se les preparaba en la parte baja de la ciudad estuviera acabada.
550 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

(n. m.) Segunda escuela en Boloña


La utilidad de esta escuela le llevó a pensar en fundar una segunda escuela en la
parte alta de la ciudad, para facilitar a los niños los medios de ser instruidos. Vio con
satisfacción la diligencia con que los burgueses querían secundar sus intenciones para
procurar alojamiento a los Hermanos. Se apresuraba la obra, pero pronto hubo que
interrumpirla por falta de materiales. Como era el señor Marqués de Colembert,
gobernador
<215>
de la ciudad, quien había confeccionado el plano de la casa, y como parecía poner
mucho interés en ello, se acudió a su autoridad para obtener lo que faltaba. Él mismo,
con su presencia, animó la obra, y todos se apresuraron a contribuir a ella de tal
manera que muy pronto quedó terminada y los Hermanos alojados en ella.

(n. m.) El señor de La Salle visita a los Hermanos de Boloña


El señor de La Salle llegó a Boloña mientras se llevaban a cabo todos estos
trámites. Quedó agradablemente sorprendido al ver la diligencia con que todos
colaboraban en ello. La idea que la gente se había formado de sus méritos le atrajo la
atención de toda la ciudad. Todos querían ver a este hombre tan respetable que se
había ganado una reputación fundada sobre su virtud. Su humildad sufría mucho
durante la estancia que tuvo que hacer en esta ciudad. Todos consideraban un deber
de respeto manifestarle en toda ocasión muestras de distinción que no le gustaban en
absoluto. Habría deseado poder dispensarse de tener que dar ciertos pasos de brillo,
que le presentaban como indispensables. Pero como temía faltar
<216>
en algo a la buena educación cristiana, hizo lo que se deseaba para no tener nada que
reprocharse. Dejó la ciudad de Boloña lo antes que le fue posible, para continuar la
visita de las otras casas, y regresó a París, a donde se había visto forzado a trasladar su
Noviciado desde el año anterior, por las razones que ya dijimos. Allí vivió en estricto
retiro para compensar, en cierto modo, la disipación que le habían acarreado los
lugares que había tenido que atender de manera tan rápida.

(n. m.) 1711: abandona sus derechos sobre una casa de San Dionisio,
en Francia, para evitar pleitos
Apenas comenzaba a gustar el descanso que encontraba en la soledad de su
Noviciado, cuando surgió otro asunto, a propósito de una casa que había adquirido en
San Dionisio, en Francia, años antes, para abrir en ella un seminario de maestros de
escuela rurales, como ya informé de ello en su lugar. Se le atacó a causa de la
adquisición de esta casa, que pretendían que lo había hecho con perjuicio de un
menor, y se le
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 551

<217>
acusaba de haberle sobornado, y por ello se le entabló un proceso en toda regla. Ya se
ha visto, a lo largo de su vida, hasta qué punto aborrecía los procesos, por muy graves
que fuesen las acusaciones que se le imputaban, y a pesar del bien adquirido al que
tenía derecho sobre esta casa, prefirió, según el precepto del evangelio, ceder más de
lo que se le pedía, en vez de verse traicionado en justicia por un vil interés. No había
encontrado solución más eficaz para terminar con todos los procesos que le
promovían. Siempre se sirvió de ello útilmente, porque jamás se dejó dominar por el
deseo de adquirir. Estaba tan poco preocupado por sus negocios temporales, que en
el mismo tiempo en que se le perseguía con más calor para hacerle dejar esta casa, se
marchó para visitar sus nuevas escuelas en la Provenza.

(n. m.) 1712: visita las casas de Provenza y llega a Aviñón


Llegó a Aviñón hacia finales de la Cuaresma de 1712. Se puede imaginar la alegría
que su presencia causó en los Hermanos del Instituto. Quedaron agradablemente
sorprendidos de verle con ellos en el momento en que menos lo esperaban, y
<218>
le retuvieron el mayor tiempo que les fue posible. Para retenerle le comentaron lo
peligroso que resultaba seguir más lejos y penetrar en el país, a causa de los
camisardos, que habían ocupado la zona rural y hacían guerra abierta contra los
eclesiásticos, a quienes atormentaban cruelmente y luego inmolaban por el odio
implacable que sentían contra la religión católica. Le relataron algunos casos
horrorosos sucedidos recientemente, y le decían que sería una temeridad exponerse al
furor de aquellos fanáticos. Pero nada fue capaz de detener su celo.

(n. m.) Su viaje de Alès a la ciudad de Les Vans


Fue de Aviñón a Alès sin ningún incidente. En esta ciudad quedaron muy
edificados por verle y conversar con él. Se atribuía a sus cuidados y a su gran amor
por el bien público, el celo con que los Hermanos se dedicaban sin descanso a la
instrucción de la juventud, que se encontraba
<219>
más ordenada desde que ellos habían tomado su cuidado. El señor obispo de Alès le
recibió con marcas de distinción, como a persona a la que estimaba desde hacía
tiempo, y de quien conocía todos sus méritos. Particularmente, le manifestó su
satisfacción por la exactitud con que los Hermanos se aplicaban a la conversión de los
hijos de los herejes, cuyo número se veía disminuir día a día por su aplicación a
instruirlos debidamente. El señor de La Salle dio gracias a Dios por el fruto de sus
trabajos, cuyo éxito no había osado esperar, y salió de Alès para dirigirse a la pequeña
localidad de Les Vans, donde había una escuela. Pasó por Gravières, donde el señor
552 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

párroco, a quien el abate de San Juan había encargado del cuidado de los Hermanos
que él había llevado a la villa de Les Vans, le expresó todos los sentimientos de
respeto y de veneración que había concebido por su virtud. Se reservó el honor de
ayudarle en la misa, a pesar de la modestia del señor de La Salle, que lo evitó durante
mucho tiempo. Estas muestras de distinción le resultaban muy pesadas. Se
dispensaba de ellas en la medida que las circunstancias se lo permitían. Y esto es lo
que le determinó a cambiar el itinerario, para
<220>
evitar [las atenciones] que el párroco de Gravières le había preparado para su regreso.
Desde Les Vans marchó a Mende. En varias ocasiones estuvo en peligro de perder la
vida, al atravesar las montañas del Gévaudan. Evitó el peligro como por milagro, y
llegó felizmente a Mende, donde los Hermanos no le esperaban.

(n. m.) Llega a Mende


Fue a saludar al señor obispo, que le honraba con su estima y que le dio un
testimonio excelente de los Hermanos de su Instituto. Se apresuró a ofrecerle
alojamiento en su casa y también le ofreció su mesa, pero él evitó aceptar ambos
ofrecimientos por considerarlos incompatibles con las Reglas del Instituto. El vivo
deseo que en esta ciudad tenían de conocerle le atrajo numerosas visitas que le
retuvieron más de lo que tenía pensado. Incluso se creyó obligado a no informar de su
marcha a varias personas distinguidas que se oponían a su salida, y regresó a la villa
de Les Vans en diligencia. De allí partió hacia Uzès, donde trató algunos asuntos con
el señor obispo, y sin más dilación tomó el camino de
<221>
Marsella, que debía ser el final de sus visitas de esta parte de Francia.

(n. m.) Llega a Marsella


Desde hacía mucho tiempo era deseado en esta ciudad, donde en varias ocasiones
habían tratado de llevarlo. Su presencia allí era necesaria para tratar con él de los
medios de extender algunas escuelas gratuitas en diversos barrios donde se
necesitaban. Algunos eclesiásticos de mérito, llenos de celo por este tipo de
establecimientos, le habían escrito con este propósito, y cuando conocieron su
llegada fueron a encontrarle para comunicar su designio y conocer sus resoluciones,
con el fin de tomar medidas ciertas para conseguir que triunfara el proyecto. No
tuvieron dificultad en conseguir su consentimiento y lograr que aceptara los arreglos
que ya habían tomado sobre este asunto para facilitar la ejecución.
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 553

(n. m.) Establece un Noviciado en Marsella


La disposición favorable que encontró en estas personas en apoyo de su Instituto,
le llevó a pensar en establecer también un Noviciado en Marsella. Se sintió más
inclinado a la idea al ver que este establecimiento le facilitaría el medio para formar
sujetos salidos
<222>
del país mismo, que podrían estar en mejores condiciones de producir fruto que
aquellos a quienes pudiera enviar, que no se adaptaban al aire y a las costumbres de la
Provenza. Encontró facilidades y ayudas que nunca hubiera osado esperar. Incluso
llegaron más allá de sus esperanzas. Todos se apresuraron a ayudar a esta fundación.
El señor obispo de Marsella fue el primero que demostró su celo. La mayoría de los
párrocos de la ciudad imitaron su ejemplo. Muchas personas piadosas quisieron
también contribuir con sus ayudas. Una de ellas comenzó a constituir un fondo. Otras
dieron seguridades para el futuro. En consecuencia, se alquiló una casa que en
seguida quedó amueblada. Tocaba ver quién enviaría sujetos para componer el
Noviciado. El número en seguida fue importante. Cada día iba marcado con un nuevo
favor, y parecía que todo habría de continuar tan felices comienzos.

(n. m.) El éxito le hace temer la continuidad


Pero el señor de La Salle, aunque lleno de gozo, no dejaba de mirar al futuro. Temía
que toda esta enorme hoguera pudiera apagarse
<223>
en el futuro. No estaba habituado a ver que sus empresas fuesen secundadas tan bien.
Había experimentado tantas contradicciones en los otros establecimientos, que tenía
motivo para desconfiar de la rapidez con que había realizado ésta, y temía que tan
gran vivacidad se detuviera de repente.

(n. m.) Las escuelas se multiplican en Marsella


Sin embargo, su Noviciado se aumentaba todos los días y tenía razón para
prometerse un éxito mayor que lo imaginado. Quienes habían sido los primeros
impulsores no descuidaban nada para sostenerlo y ellos mismos trabajaban en
extender y multiplicar las escuelas gratuitas en la ciudad, donde habían tenido
cuidado de dotarlas de fondos, cuyo único fin era poner en ellas a los Hermanos. Es
cierto que aún quedaron varias parroquias desprovistas de esta ayuda. Se convino
establecerlas en ellas. Se comprometió con este fin a un padre jesuita que predicaba
en la parroquia de San Martín, para que exhortara a su auditorio a colaborar con tan
buena empresa. Le escucharon favorablemente y todos quisieron contribuir, de
manera que muy pronto los fondos fueron suficientes para comenzar.
554 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

(n. m.) Atención del señor de La Salle a formar sujetos para las escuelas
Mientras todo discurría tan favorablemente
<224>
para el crecimiento del Instituto de las Escuelas Cristianas, el señor de La Salle
trabajaba por su parte, sin descanso, en formar sujetos capaces de responder a las
intenciones de quienes confiaban en ellos para instruir a la juventud. Se aplicaba de
tal forma a esta tarea que se diría que había olvidado los demás asuntos y a todas las
personas de las otras casas extendidas por Francia. No respondía a ninguna de las
cartas que le escribían, ya fueran de París, ya de las otras provincias, donde estaban
muy angustiados por saber dónde se hallaba. Limitaba todos sus cuidados en velar
por las [casas] cercanas a Marsella. De vez en cuando mandaba ir a los Hermanos que
estaban cerca para hacer retiros y vigorizarles contra la relajación. En esto no exigía
de ellos nada que no hubieran practicado ya antes de haber sido enviados a la
Provenza.

(n. m.) Relajación de varios Hermanos


Sin embargo, algunos Hermanos, acostumbrados, en los años en que los había
perdido de vista, a respirar un aire de libertad aprovechando la lejanía, no soportaban
de buena gana la exactitud que exigía de ellos. Los de la parroquia de San
<225>
Lorenzo, de Marsella, fueron los primeros en disgustarse. Les había mandado acudir
todos los días a la casa del Noviciado para participar en los ejercicios. Esta obligación
no les gustaba. Fueron con su queja a la persona que había fundado su escuela. Le
explicaron que la necesidad en que los ponía el señor de La Salle de ir todos los días, a
las horas señaladas, a la casa del Noviciado, les era muy incómoda; que tal obligación
les dividía demasiado el tiempo; que se veían forzados a dedicar menos tiempo a los
alumnos; que so pretexto de proveer a su alimentación y sostenimiento, se destinaban
a esta casa [del Noviciado] los ingresos de su escuela, y que insensiblemente se
mezclaba todo. Se prestó atención a sus quejas, que se juzgaron que tenían
fundamento, y se tomaron medidas para liberarlos de aquella sujeción y, a través de
ello, de la vigilancia de su digno superior, de manera que recobraran la libertad de
vivir en una especie de independencia como habían hecho antes, pero que les fue
perjudicial para lo sucesivo.

(n. m.) Encuentra obstáculos en la escuela de la parroquia de San Martín


Sin embargo, no se dejó de trabajar en la apertura de la escuela de San Martín, y
cuando
<226>
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 555

todo estaba ya terminado, el señor de La Salle se disponía a enviar a dos Hermanos,


de acuerdo con el primer proyecto. Pero el señor cura de esta parroquia, que a pesar de
la estima que sentía hacia él no gustaba de muchas de las prácticas que se usaban entre
los Hermanos para la instrucción de los niños, obstaculizó secretamente este
proyecto. Comprometió a los que estaban implicados en el asunto, y que habían
proporcionado los fondos, a que pidiesen que se destinaran al mantenimiento de
algunos eclesiásticos que podrían prestar servicio en la parroquia, y que se
encargarían al mismo tiempo de dar clase; por este medio, decía, se lograría doble
ventaja. Como era de familia distinguida, tenía crédito, y con su habilidad mental
moldeó tan bien sus razones que no le resultó difícil lograr que se lo aprobaran.
Cuando estuvo ya seguro por este lado, tuvo la precaución de comunicárselo al señor
obispo de Marsella, y ponerle al corriente de sus intereses. Le dijo con aire seguro que
las personas que habían dado los fondos para la escuela de su parroquia habían
cambiado los planes respecto de los Hermanos, y que tenían el deseo de confiarla a
eclesiásticos,
<227>
y que ya lo habían decidido; de tal forma, si les presionaban para que cambiasen su
decisión, estaban dispuestas a retirar sus fondos para destinarlos a otras obras de
caridad.

(n. m.) Se indispone al señor obispo de Marsella sobre este asunto


El prelado no estaba informado de las disposiciones poco favorables del párroco.
No sospechó nada retorcido en sus intenciones, y creyó sus palabras, sin saber a qué
había que atribuir un cambio tan repentino. Él sentía aprecio por el Instituto de los
Hermanos de las Escuelas Cristianas, y hubiera deseado poder poner las escuelas en
todas las parroquias de su diócesis. Pero como había tomado posesión de su obispado
recientemente, y no había tenido aún tiempo para conocer la índole de las personas,
temió que la gente se agriase si lo imponía con su autoridad. Y así, dejó correr las
cosas sin ni siquiera dejar traslucir que el cambio no le satisfacía.

(n. m.) El párroco de San Martín quiere explicárselo al señor de La Salle


Cuando el señor párroco vio que por aquel lado ya no habría ninguna oposición,
fue a encontrar al señor de La Salle, a quien hizo una amplia exposición de las razones
aparentes que habían hecho cambiar las disposiciones respecto de los Hermanos, y
trató de que las aceptara. El señor de La Salle no tuvo dificultad para
<228>
discernir de dónde provenía el golpe que se le presentaba, pero al mismo tiempo se
consoló fácilmente de esta pérdida. Respondió al señor párroco: «¡Bendito sea Dios!
Al parecer no era su voluntad que esta escuela se abriera». Agradeció al señor párroco
556 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

las molestias que se había impuesto, y una vez que le dejó, fue a postrarse [ante Dios]
para adorar las disposiciones de la Providencia. Desde este momento previó la
tormenta que se estaba formando contra él y se armó de fuerza y de ánimo para hacer
frente a todo su ímpetu.

(n. m.) La gente se previene contra el señor de La Salle


En efecto, no pasó mucho tiempo sin que sintiera los golpes. Quienes le habían
testimoniado tanto celo por sus escuelas, fueron los primeros en poner dificultades y
declararse contra él. Las frecuentes relaciones que mantenían con él les permitieron
conocer más en particular los sentimientos y las prácticas de su comportamiento
interior. Desaprobaban la mayor parte de las prácticas que había establecido entre los
Hermanos y les parecían demasiado molestas. Trataron de persuadirle de que las
abandonara o las mitigara. El señor de La Salle, que las había introducido después de
madura experiencia, no daba
<229>
muestras de introducir el mínimo cambio. Conocía muy bien las consecuencias de
hacerlo. Por eso resultó vano que intentaran hacerle condescender a sus razones. De
ahí vino la aversión que concibieron hacia él, que les llevó a considerarle desde
entonces como un hombre duro, severo, inflexible y en cuyo ánimo no había modo de
influir. Abandonaron su amistad, insensiblemente, y le miraban como a un censor
tácito de su conducta. Intentaron, incluso, desacreditarle en los espíritus y hacerle
odioso a los que quisieran oírles.

(n. m.) Se intenta destruir su Noviciado de Marsella


No se quedaron ahí. Buscaron cómo debilitar el Noviciado. Animaron a algunos
novicios a que se marcharan, y apartaron de su idea a quienes querían ingresar, so
pretexto de que su gobierno era demasiado austero, que era su solo capricho el que
hacía la Regla de la casa, y que era imposible que aquel establecimiento [el
Noviciado] produjera el bien que se habían prometido al principio. Hicieron más.
Publicaron un libelo lleno de calumnias, con las cuales intentaban hacerle odioso y
despreciable. El señor de La Salle, al verse atacado en su reputación, creyó que era su
deber defender su persona. Elaboró una respuesta en la cual, sin
<230>
apartarse de los límites de la moderación y de la caridad cristiana, deshacía la
falsedad de las acusaciones que se alegaban contra su gobierno.
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 557

(n. m.) Continúa la prevención


Sin embargo, a pesar de sus sólidas razones, la prevención siguió adelante. La gente
se acostumbró a creer lo que sólo conocía de oídas, y se persuadía íntimamente de que
las acusaciones tenían buen fundamento. Pero quienes conocían el mérito del señor
de La Salle no se dejaron influenciar, y todo este falso ruido no contribuía en nada a
disminuir los sentimientos de estima y de amistad que tenían hacia él. Le defendían
con valor y aprovechaban todas las circunstancias que les presentaba el azar para
intentar disipar la prevención y llevar los espíritus a sentimientos más justos. Pero a
pesar de sus esfuerzos, no lograron convencer. Se habían agriado de tal modo las
cosas que se llevó la venganza hasta el extremo. En los Hermanos se frustró la
esperanza de poder multiplicarse. Estaba previsto destinarles la escuela de la
parroquia de Nuestra Señora de Accoules, pero no hubo nada de lo prometido. El
Noviciado
<231>
se deshizo por falta de sujetos. También los Hermanos, incluso los que parecían más
firmes en su vocación, se sintieron vacilar. Algunos de ellos abandonaron el Instituto.
Los que estaban distribuidos en las diversas escuelas abiertas en la Provenza y
alrededores, que sólo sabían muy imperfectamente lo que estaba pasando, dieron
crédito a los falsos rumores que se difundían contra el señor de La Salle. Se pusieron
de parte de sus enemigos y comenzaron a quejarse y a murmurar como los otros.
Hubo algunos, más temerarios, que tuvieron el atrevimiento de decirle que parecía
que no había ido a Marsella sino para destruir, en vez de edificar.

(n. m.) El señor de La Salle cede a la tormenta y se retira


a la ermita de San Maximino
Este reproche le hirió más que todo lo que había tenido que sufrir hasta entonces.
Trabajó en vano para conseguir que estos espíritus díscolos que le abandonaron
tuvieran ideas más favorables. Sintió toda la amargura de esta deserción. Asaltado
por todas partes, sin ningún recurso humano, comenzó a pensar si su empresa venía
<232>
de Dios. Recurrió a la oración, pero no experimentaba ya aquellos favores que solían
suavizar sus penas en medio de la tentación. Creyó que sus pecados eran la causa de
todo ello. Dominado por este pensamiento determinó alejarse y ceder a la tempestad
hasta que pluguiese a Dios amainarla, «persuadido —decía— de que mi ausencia
podrá calmar la agitación de mis enemigos e inspirarles pensamientos de paz hacia
mis queridos hijos». En efecto, se retiró a la ermita de San Maximino, a unas doce
leguas de Marsella.
558 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

(n. m.) Desea terminar allí sus días


Fue allí donde, desprendido de todos los contratiempos causados por las
dificultades que le suscitaban continuamente, se aplicó con fervor renovado a la
oración, a la meditación de los libros sagrados y a los ejercicios más duros de
penitencia. Gozaba de una paz y una tranquilidad que le hacían desear poder terminar
allí sus días, olvidado por completo de los hombres. Pero en el momento en que más
se prometía poder gustar
<233>
con tranquilidad esta situación de descanso, por la que tanto había suspirado, Dios le
preparaba nuevas pruebas.

(n. m.) Vienen a perturbarle


El Hermano superior a quien había confiado la dirección de su Noviciado de
Marsella, al verlo totalmente vacío de sujetos, fue a buscarle a su retiro para
exponerle la triste situación desolada de la casa. Esta noticia no le extrañó. Se lo había
esperado, y había previsto que sus enemigos trabajarían para quitarle todos los
recursos de los que tenía necesidad para sostener el Instituto en la Provenza. Pero le
dijo que estaba sorprendido de que todavía se pensara en él; que se había esperado
que, al dejar Marsella para retirarse a la soledad, los hombres se habrían
acostumbrado fácilmente a olvidarle por completo; que esta esperanza era su alegría;
y que habría deseado que los Hermanos le hubieran desconocido hasta el punto de no
informarse del lugar de su retiro; que encontraba allí tanto gusto que estaba resuelto a
mantenerse allí oculto y condenarse a un silencio perpetuo.

(n. m.) Se considera incapaz de gobernar


El Hermano, sorprendido por una
<234>
resolución tan contraria a los intereses del Instituto, le rogó que no abandonara a sus
hijos, que más que nunca necesitaban su presencia. A lo que respondió: «Dios sea
bendito, mi querido Hermano. ¡Vaya! ¿Por qué piensa usted en dirigirse a mí para
esto? ¿No conoce usted mi incapacidad para mandar a los otros? ¿No sabe que varios
de entre ustedes no me quieren como superior? Y tienen razón, pues soy incapaz». El
Hermano, que siempre había tenido tierna veneración hacia su Superior, no pudo
oírle hablar así sin derramar lágrimas. Se arrojó a sus pies y le dijo que no le
abandonaría hasta que no le hubiese dado a conocer su voluntad. El señor de La Salle
le abrazó, le consoló y le indicó otra casa a donde le mandó que fuera en espera de que
a Dios le pluguiera devolver la calma a la de Marsella.
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 559

(n. m.) Motivos de su retiro


Sus enemigos aprovecharon su ausencia para publicar que había abandonado los
intereses de su Instituto, y que, con su retiro, había arrastrado a varios Hermanos, que
habían imitado su mal ejemplo.
<235>
Es cierto que durante el tiempo en que sintió mayor agitación, con pensamientos
contradictorios por los asuntos que le suscitaban sin descanso, tuvo varias veces la
idea de retirarse a alguna parroquia de París para dedicarse únicamente a la
conversión de los pecadores, hacia los cuales sentía mucha inclinación, y abandonar
enteramente su Instituto en manos de la Providencia. Pero no se paró nunca en esta
idea, que sólo era, por decirlo así, pasajera, y conservó siempre la misma ternura
hacia sus hijos, cuyo cuidado estaba convencido que Dios se lo había confiado. Y
cuando dejó Marsella no fue ni por desaire ni por pasión. Al dar ese paso sólo tenía en
vista conservar la paz y quitar a sus enemigos nuevos pretextos de causar daño a los
Hermanos de las Escuelas, a quienes dejó sólo con la esperanza de devolverles la
calma.

(n. m.) Sus razones para no regresar a Marsella


Al no poder quedar ya desconocido en el retiro de San Maximino, puesto que los
Hermanos lo habían descubierto, y convencido de que, si regresaba a Marsella, su
presencia podría ocasionar nuevas
<236>
tormentas, resolvió alejarse totalmente para dar tiempo a que se borrasen las huellas
que su presencia había dejado en quienes habían levantado a la ciudad contra él.
Consultó con algunos amigos si haría bien en regresar a París. Le dijeron que su
propósito era loable, pero le aconsejaron que ejecutase antes el deseo que tenía, desde
hacía mucho tiempo, de ir a Roma.

(n. m.) Decide ir a Roma


Este viaje tenía dos finalidades. La primera, visitar los lugares santos, hacia los
cuales tenía especial veneración. La otra, satisfacer el deseo de los Hermanos que le
pedían vivamente que fuera allí para obtener del Papa la confirmación de su Instituto.
Ya había dado algún paso en este sentido, y había delegado para tal fin a dos
Hermanos, desde el año 1694, bajo la protección del cardenal d’Estrées. Inocencio
XII, que ocupaba entonces la Santa Sede, los había recibido favorablemente, y
seguros de su protección, se prometían obtener de él las Bulas que solicitaban. Pero la
muerte del soberano Pontífice, que ocurrió muy pronto, rompió todos los planes que
habían realizado. Se persuadió
560 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

<237>
al señor de La Salle que moviera este asunto bajo el pontificado de Clemente XI, y
que aprovechara las circunstancias en que se encontraba para terminarlo, en beneficio
de su Instituto. No necesitó más para decidirse. Reservó dos plazas en un barco que
pronto iba a zarpar e hizo comprar las provisiones que se necesitaban por el Hermano
que había escogido para acompañarle en el viaje.

(n. m.) El obispo de Marsella le hace cambiar los planes


En espera del día del embarque, guardó el retiro y estuvo dedicado del todo a la
oración, y consultaba a Dios para saber si era su voluntad que emprendiese aquel
viaje. En seguida fue escuchado, pues en el momento en que iba a subir al barco,
encontró en el puerto al señor obispo de Marsella, que se sorprendió al verle, y
después de conversar con él sobre el motivo de su viaje, le dijo que volviera a casa
y dispusiera las cosas para tomar posesión de [la escuela de] Nuestra Señora de
Accoules. El señor de La Salle entendió con este signo que Dios no aprobaba el viaje,
y sin más reflexión volvió a juntarse con los Hermanos, a quienes dijo al
<238>
saludarlos: «Bendito sea Dios, heme aquí, ya regresado de Roma. No es su voluntad
que vaya allí. Quiere que me ocupe de otra cosa».

(n. m.) Se retira a Grenoble


Después de la palabra positiva que le acababa de dar el señor obispo de Marsella,
respecto a la escuela de Nuestra Señora de Accoules, no podía dudar de que no entrara
en posesión de ella en seguida. Con todo, sus enemigos encontraron aún el medio de
obstaculizarlo y de suscitar nuevos contratiempos. Esto le disgustó profundamente y
le determinó a abandonar la Provenza, donde veía que todos sus proyectos
terminaban fracasando a causa de las trampas que le tendían (1714). Se retiró a
Grenoble, donde encontró a los Hermanos en gran paz, y resolvió permanecer con
ellos el mayor tiempo que fuera posible. Escogió el lugar más retirado de la casa y el
menos cómodo, para dedicarse en él a la oración. Permaneció así varios meses,
desconocido y como olvidado, sin recibir a nadie y sin hacer visitas, saliendo de él
sólo para asistir a los ejercicios regulares, a las horas señaladas.
<239>
(n. m.) Va a visitar la Gran Cartuja
Fue durante su estancia en esta ciudad cuando aprovechó la cercanía de la Gran
Cartuja, que está a sólo tres leguas, para ir a edificarse en esta rigurosa soledad, donde
fundó San Bruno y que santificó con su vida penitente. Tenía una devoción particular
hacia este santo Patriarca de solitarios en Francia, que ya había imitado en parte, al
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 561

dejar, como él, el canonicato de la catedral de Reims y todo lo que en el mundo había
de más halagüeño para él, para abrazar un género de vida muy austera. Cuando
franqueó las montañas y atravesó los desfiladeros que conducen a aquel desierto, se
sentía emocionado a vista de estos lugares que el santo restaurador de la vida solitaria
en Occidente había santificado con sus lágrimas y sus austeridades. Vio con
admiración el espíritu de retiro y de recogimiento que reinaba entre los solitarios que
habitaban aquellas peñas escarpadas, cubierta durante buena parte del año de nieves y
hielos, y donde parecían estar enterrados en vida. Hubiera deseado poder acabar allí
sus días. El reverendo padre Don Prieur, que era también General de la Orden,
<240>
impresionado por la modestia y el recogimiento que apreciaba en todos sus actos y en
su conversación, le invitó sin conocerle; el señor de La Salle había tenido la
precaución de prohibir al Hermano que le acompañaba que dijera quién era; temía
que se sintieran inclinados a tributarle en esta casa los honores que se acostumbra a
rendir a los canónigos de Reims, en memoria de San Bruno, que fue canciller
[canónigo] de aquella Iglesia. [La Salle] salió de aquel santo retiro lleno de
veneración por la santidad de este famoso monasterio; en él, durante los tres días en
que permaneció, se entregó a los sentimientos de su piedad, no sólo el tiempo que
había deseado, sino también el que pudo sustraer a los asuntos de su Instituto. Y
regresó a Grenoble.

(n. m.) Regresa a Grenoble, donde vive escondido


Volvió a su soledad, repleta su mente de las cosas edificantes que acababa de dejar,
y redobló su amor por el recogimiento y el silencio, del cual acababa de ver ejemplos
tan sensibles. Dejaba de lado todo lo que podía distraerle de la oración. Empleaba en
ella la mayor parte de su tiempo, de manera que se tenía la certeza de encontrarle en el
oratorio. Y aunque tuviera algún asunto urgente, no
<241>
se dispensaba de dedicar a la oración la mayor parte del día.

(n. m.) Da clase en Grenoble


Sin embargo, se vio obligado a ceder durante algún tiempo, por la necesidad de la
escuela. El Hermano que estaba encargado de la escuela de la parroquia de San
Lorenzo emprendió, por orden suya, un viaje largo por asuntos del Instituto; él se vio
obligado a reemplazarle durante la ausencia y le sustituyó en la clase. Se aplicó a
instruir a los niños con una atención y una caridad que no se podía dejar de admirar.
Los padres quedaron muy edificados por ello, y concibieron tan alta idea de su virtud,
que desde entonces sólo le llamaban el santo sacerdote.
562 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

(n. m.) Vuelve de nuevo a su retiro y hace una nueva edición


de algunas obras de piedad
Cuando el Hermano hubo regresado de su viaje, el señor de La Salle le cedió el
cuidado de la clase y volvió a su soledad, donde aprovechó el tiempo para componer
varias obras de piedad, tanto para la instrucción de la juventud como para utilidad de
los Hermanos que tenían la dirección de los niños. Retocó el libro de Los Deberes de
un Cristiano, del que preparó una tercera edición corregida y aumentada. Las partes
añadidas no fueron del agrado del impresor, de manera que para
<242>
contentarle consintió que fuesen suprimidas y que el libro fuera reimpreso según la
primera edición.

(n. m.) Establece visitadores de sus escuelas


Mientras se ocupaba con tanto provecho en su retiro, supo con alegría que Dios
había devuelto la paz a sus escuelas de Provenza y que todo estaba tranquilo.
Entonces tomó la resolución de no volver, por temor a que su presencia despertara la
mala disposición de sus enemigos. Luego se limitó a enviar visitadores para conocer
su situación y se contentó con sostener por medio de cartas a los Hermanos que
recurrían a sus luces.

(n. m.) El reuma le obliga a emplear un remedio doloroso


Apenas hubo terminado la edición del libro del que acabo de hablar, cuando se
sintió violentamente afectado por el reuma. Ya lo había sentido algún tiempo antes,
pero lo había descuidado. Ahora el dolor le atenazó con tanta fuerza que no pudo
disimularlo. Se vio forzado a guardar cama. Luego sobrevino la fiebre, que le debilitó
de tal manera que se temió por su vida. La rapidez que tuvieron los Hermanos de la
comunidad de Grenoble para procurarle todos los remedios
<243>
que necesitaba, no pudo curarle. Una vez más hubo que recurrir al remedio
extraordinario que ya se había utilizado con buen resultado en París, cuando se vio
afectado del mismo mal. Es cierto que a su naturaleza le repugnaba en gran manera, y
que el remedio, en cierto modo, era más duro de soportar que los mismos agudos
dolores del reuma. Con todo, su gran amor a los sufrimientos le hizo sobreponerse a
su repugnancia y se sometió a los deseos de los Hermanos, que suspiraban por su
curación. Se entregó, pues, generosamente al lecho del dolor, donde se ocupó sólo de
la oración, como si no sintiese ningún mal. Los Hermanos le expresaron su extrañeza,
y él les respondió con el santo Job: «¡Bendito sea Dios!; que se haga su voluntad, y no
la nuestra. Si recibimos de Él la salud, ¿no debemos recibir también las enfermedades
de la misma forma? Que su nombre sea bendito eternamente».
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 563

(n. m.) El abate de Saléon le lleva a su propiedad de Parmenia


Cuando estuvo algo aliviado, quiso esforzarse en reparar sus pérdidas (así llamaba
él al tiempo que no había podido dedicar a sus
<244>
ejercicios ordinarios). Le rondaba este pensamiento y se disponía a hacer un retiro,
cuando el señor abate de Saléon, Vicario general de Aix, amigo suyo, le insistió para
que fuera a pasar algunos días a una de sus propiedades, llamada Parmenia, a unas
cuatro leguas de Grenoble. La propuesta le agradó, porque era un sitio donde muchas
personas iban a hacer algunos días de retiro todos los años. Aceptó, pues, gustoso el
ofrecimiento del señor abate y partió con él para dirigirse a aquella tierra.

(n. m.) Va a visitar a una santa mujer en la montaña


Parmenia está situada al pie de una montaña bastante elevada, en cuya cima hay
una cruz; los habitantes del pueblo conservan la devoción de dirigirse en procesión
hasta ella todos los años. Por lo demás, el lugar no tenía nada especial, sino que
servía, según los usos de la zona, para el pasto de los rebaños, que son la riqueza de la
tierra. Una pastora, de nombre Luisa, llevaba a menudo allí a los suyos para satisfacer
su devoción de orar ante la cruz. Con el tiempo sintió deseos de establecer allí su
residencia, sin otro propósito que el de tener más facilidad para guardar su rebaño y
<245>
ocuparse con más facilidad en la oración. Obtuvo el consentimiento del abate de
Saléon, dueño del lugar, e hizo construir una casa, de mediana amplitud, con los
donativos de varias personas que conocían su piedad. Vivió en gran retiro en esta
montaña, de manera que insensiblemente su fama se extendió por los alrededores, y
las gentes iban a ver a sor Luisa, como un prodigio de santidad. Las palabras
edificantes que dirigía a cuantos la visitaban le atrajeron la confianza de muchas
personas, que iban a encontrarla y a ponerse bajo su dirección para hacer allí algunos
días de retiro. Encontró, en nuevos donativos, la suma suficiente para construir dos
pabellones, uno para hombres y otro para mujeres, y a ellos añadió una pequeña
iglesia para su comodidad. La oración casi continua, que era su principal ocupación al
pie de la cruz de aquel desierto, le hizo alcanzar luces extraordinarias del cielo, y
recibió el don particular de penetrar
<246>
el futuro. De todas partes acudían a consultarle como a una profetisa, y sus decisiones
eran consideradas como oráculos.
564 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

(n. m.) Sus edificantes conversaciones


El señor de La Salle, que no dejaba escapar ninguna ocasión de edificarse, quiso ser
testigo de las singulares gracias que Dios derramaba sobre aquella sencilla pastora.
En cuanto llegó a Parmenia quiso ir a visitarla. Tuvo una larga conversación con ella,
en la cual le expuso las penas y dificultades que habían agitado su vida desde que
había emprendido la fundación de las Escuelas Cristianas. Esta buena Hermana
también le habló de las que ella había sufrido en su retiro, y los combates que había
tenido que soportar contra las sugestiones del demonio, y de las gracias de Dios que le
habían hecho salir victoriosa. Ella le dijo que no había llegado aún al término de sus
trabajos y que tendría aún mucho que sufrir. Él, por su parte, le manifestó el deseo que
sentía de pasar el resto de sus días en la soledad, por la que siempre había sentido
especial atractivo. La Hermana le respondió que no era la voluntad de Dios que
abandonase el cuidado de su Instituto; que Él le
<247>
había destinado al trabajo y que quería que perseverara en él hasta el fin de su vida,
como había comenzado. Consideró que esta respuesta era como una decisión que le
dirigía de parte de Dios mismo, y después de haberse ayudado mutuamente con sus
saludables consejos, durante los quince días que pasó en aquella soledad, regresó a
Grenoble lleno de aprecio por sor Luisa. Continuó manteniendo con ella un santo
intercambio de cartas, para resolver sus dudas y consultarle sobre los suyos. La
Hermana tenía hacia él una veneración particular, le escuchaba como a un oráculo, y
aunque no sabía leer, quiso tener todas las obras de piedad, y las conservaba como
preciosos monumentos del autor, a quien consideraba un santo.
Cuando el señor de La Salle regresó a Grenoble, se le informó de los nuevos
disgustos que se habían suscitado contra los Hermanos de su Instituto. Es cierto que
se disiparon pronto y que no tuvieron otro efecto que haber dado un nuevo lustre a su
paciencia y la de los Hermanos.
<248>
(n. m.) La ausencia del señor de La Salle entristece
a los Hermanos de París
Mientras él se ocupaba únicamente de su santificación, a la sombra de la vida
oculta que llevaba en su casa de Grenoble, las [comunidades] de París y otras
provincias sufrían mucho por su prolongada ausencia. Los Hermanos vivían la
penosa inquietud sobre su situación, de la cual no habían conseguido noticias ciertas.
Las indagaciones repetidas hechas para saber el lugar de su retiro no les sirvieron de
nada. No sabían qué imaginar de tan largo silencio. Razonaban de formas muy
diversas. Unos creían que había muerto; otros pensaban que había abandonado su
Instituto. Los más sensatos guardaban silencio y se abstenían de emitir cualquier
juicio. Hubo algunos que, al no soportar la situación imprecisa e incierta en que
pensaban que les había dejado, quisieron retirarse y buscar otro establecimiento.
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 565

(n. m.) Se despide a algunos sujetos díscolos


En medio de toda esta incertidumbre, el Hermano Bartolomé, a quien el señor de
La Salle había encargado del cuidado de su Noviciado de París durante su ausencia,
no olvidaba nada para sostenerlo mediante su mansedumbre, y el crédito que su
virtud le había ganado sobre los
<249>
espíritus consoló y fortaleció a la Comunidad de los Hermanos contra la tentación que
les agitaba. Hubo, con todo, dos o tres de carácter más duro que no quisieron aceptar
sus moderados avisos. Rechazaron someterse a su disciplina y podían ocasionar
confusión en la casa si no se ponía pronto remedio. Reunió a los más acreditados de la
comunidad, y con su parecer despidió a los díscolos, por temor a que su mal ejemplo
atrajera la pérdida de otros.

(n. m.) El superior del Noviciado de París compromete a los obispos


a velar sobre los Hermanos en ausencia del señor de La Salle
El embarazo que le causaban estos asuntos y la aprensión que tenía de que los
Hermanos le cargasen con el peso de la superioridad general del Instituto por la
ausencia del señor de La Salle, como parecía que se lo encargarían, por la gran
confianza que le manifestaban, le llevó a tomar medidas para dispensarse de aceptar.
Escribió a los obispos en cuyas diócesis el Instituto tenía casas. Les dio cuenta de la
situación en que se encontraba en relación con la larga ausencia del señor de La Salle,
y les rogaba proveer a la dirección de los Hermanos,
<250>
concediéndoles superiores eclesiásticos que tuviesen a bien encargarse de ayudarlos
con sus consejos. Este paso era delicado; podía tener consecuencias perjudiciales
para el Instituto. Incluso hubo personas amigas que lo censuraron como una
infracción contra la Regla. La mayoría de los Hermanos murmuraron públicamente.
Se quejaban de semejante innovación, y decían que ello iba encaminado a su entera
destrucción, que estos superiores externos se ganarían insensiblemente a los sujetos
de cada comunidad, que se acreditarían en cada casa de forma que les sería fácil
introducir las prácticas que quisieran, y que de ello se derivaría que todas las
comunidades se considerarían en lo sucesivo como aisladas e independientes unas de
otras. Los amigos del señor de La Salle, que siempre se preocupaban de sus asuntos,
le escribieron sobre el particular con lenguaje amargo, y le reprocharon vivamente
por su excesivo y largo silencio. La mayoría de las cartas que le escribieron no le
llegaron, y las que recibió se las entregaron
<251>
cuando ya no tenía nada que temer.
566 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

(n. m.) Éxito de esta gestión


Pues al mismo tiempo supo que el gobierno del Instituto no había recibido ninguna
alteración a causa del paso dado por el Hermano Bartolomé; que su gestión, lejos de
llevar cualquier debilitación, había servido para fortificar [el Instituto] y que había
tenido un éxito tal que nadie hubiera osado esperar. Los superiores seculares que los
obispos habían encargado de velar por las comunidades de los Hermanos,
convencidos de que el señor de La Salle no había desaparecido más que para
descargarse del cuidado de sus casas, se dedicaron seriamente a mantener el buen
orden entre los Hermanos. Estudiaron sus Reglas y les inspiraron exquisita exactitud
para cumplirlas. Les exhortaron a mantener entre ellos mucha unión y a tener total
respeto a las indicaciones que recibieran del Hermano Bartolomé, al que presentaban
como aquel que Dios les había reservado como su Superior, aunque no quisiera
asumir tal condición.
Los Hermanos más celosos, que eran
<252>
los que habían parecido estar más alarmados, se tranquilizaron a vista del bien que
producía esta nueva forma de gobierno. El señor de La Salle la aprobó y reconoció
que su Instituto tendría una obligación de gratitud en el futuro con estos señores.

(n. m.) Se urge al señor de La Salle a que regrese a París


Cuando le hubieron informado de todo lo que había ocurrido en París con ocasión
de su ausencia, parece que hubiera debido tomar la decisión de volver para calmar los
ánimos. Pero las razones que le retenían en su amada soledad de Grenoble eran más
fuertes para su alma que todas las que le podían presentar para hacerle salir de ella. No
respondía ya a las cartas que los Hermanos le escribían sobre este asunto, para
acostumbrarles a que le olvidasen y a pasar de él. Sin embargo, todas estas
precauciones fueron inútiles. No terminaban de importunarle por medio de cartas,
y como los medios empleados para doblegarle no habían producido fruto, los
Hermanos recurrieron a una vía extraordinaria que no tiene parangón.
<253>
(n. m.) 1715: los Hermanos se reúnen para obligarle a volver
Los superiores de las comunidades de París, de San Dionisio, en Francia, y de
Versalles, con algunos Hermanos veteranos, decidieron escribirle una carta en
nombre de todo el Instituto, por la cual, después de haberle presionado con las
razones más fuertes y más conmovedoras, y sin querer prescindir del profundo
respeto que le profesaban, le ordenaban, en virtud del voto de obediencia que había
hecho con ellos, que regresara a París sin demorar más tiempo.
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 567

(n. m.) Semejante paso le sorprende


Esta carta, de estilo sencillo y cándido, pero al mismo tiempo vivo y premioso,
muestra claramente la estima y la veneración que mantenían hacia él, y el temor que
tenían de perderle. Es suficiente, para dar prueba de ello, verla tal como fue escrita.
Sirve al mismo tiempo para rechazar todo lo que sus enemigos le achacaron, en
diversas ocasiones, de la dureza de su gobierno y de su testarudez, que le reprochaban
como la fuente de todos sus disgustos.
«Señor y padre nuestro: Nosotros, principales Hermanos de las Escuelas
Cristianas, preocupados
<254>
por la mayor gloria de Dios y el mayor bien de la Iglesia y de nuestra Sociedad,
reconocemos que es de capital importancia el que vuelva a tomar las riendas y el
cuidado de esta obra de Dios, que lo es también suya, puesto que ha sido del agrado
del Señor el servirse de usted para fundarla y guiarla desde hace tanto tiempo. Todos
estamos convencidos de que Dios le ha dado y le da las gracias y los talentos
necesarios para gobernar esta nueva Compañía, que es tan útil a la Iglesia; y es de
justicia testificar ahora que usted la ha guiado siempre con mucho éxito y edificación.
Por todo ello, señor, le rogamos muy humildemente, y le ordenamos en nombre y de
parte del Cuerpo de la Sociedad, al que usted ha prometido obediencia, que vuelva a
asumir de inmediato el gobierno general de nuestra Sociedad. En fe de lo cual
firmamos, en París, a 1 de abril de 1714, y nos repetimos muy respetuosamente, señor
y padre nuestro,
<255>
sus humildes y obedientes inferiores, etc.».

(n. m.) Se resuelve a obedecer la orden de los Hermanos;


sus amigos pretenden, en vano, apartarle de ello
Al señor de La Salle le llamó la atención, hasta la extrañeza, cuando leyó esta carta.
Hacía surgir en él diversos pensamientos que agitaron su alma durante algún tiempo,
que le tuvieron en suspenso. Ante todo, el hecho le pareció atrevido y temerario, y
creyó que había sido sugerida por alguna persona secreta, que quería tenderle una
nueva trampa. Estuvo tentado de desconfiar. Sus amigos de Grenoble le insistían en
esta idea. Pero al final, después de haber reflexionado mucho, les dijo que habiendo
hecho voto de obediencia, estaba decidido a someterse, y dar, por medio de esta
sumisión a las órdenes que los Hermanos les expresaban en esta carta, un ejemplo
auténtico de la dependencia que había prometido ante el altar. En vano se le hizo ver
que no tenía por qué recibir órdenes de los Hermanos, que eran sus inferiores.
Persistió en su decisión, y dijo que después de haber enseñado durante mucho tiempo
568 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

la obediencia, era justo que ahora la practicase, ya que Dios le ponía delante una
ocasión favorable en la que su amor propio no se saliese
<256>
con la suya. Quedaron edificados con esta respuesta y nadie osó ya insistir, por miedo
a oponerse a una resolución tan cristiana y desinteresada.

(n. m.) Regresa a París


Fue a despedirse de todos aquellos que le habían honrado con su estima durante su
larga estancia en Grenoble. La víspera de su viaje pasó un tiempo considerable en
oración, para encomendar a Dios el éxito de su viaje, y también a los Hermanos de
la casa, a los que dejaba en profunda paz. Luego los exhortó a perseverar en la
observancia de su Regla, abrazó a todos y tomó el camino de París. Es fácil
comprender hasta qué punto se afligieron por la separación, que les resultaba tanto
más sensible cuanto que les quedaba poca esperanza de volverle a ver en el futuro...
Se detuvo varios días en Lyon para descansar; pero en cuanto llegó fue a colmar su
devoción ante la tumba de san Francisco de Sales, y allí permaneció bastante tiempo
en oración. De Lyon se dirigió a Dijón, donde los Hermanos le recibieron con gozo
mezclado de tristeza, a causa del poco tiempo que les concedía para consolarlos de su
larga ausencia. En fin, llegó a París, término de su
<257>
viaje, a donde sólo la obediencia le había llevado. Apareció ante los Hermanos como
un inferior, rehusando constantemente todos los honores y todas las deferencias
debidas a un superior, que se aprestaban a mostrarle. Les dijo sencillamente al
presentarse: «Heme aquí, que he llegado, ¿qué deseáis de mí?» Los Hermanos,
sorprendidos y llenos de respeto, le respondieron que le rogaban que tomase de nuevo
el gobierno del Instituto. El señor de La Salle trató de defenderse, y les dijo que
puesto que se habían sostenido con tanto éxito durante su ausencia, tenían motivo
para esperar que Dios no los abandonaría, y que había que continuar como se había
comenzado. Que, en lo tocante a él, estaba resuelto a vivir, en adelante, en el estado
particular al que la Providencia le había llevado, por vías secretas que le indicaban su
vocación, y que era preciso pensar en elegir un Superior general, que con su buen
gobierno pudiera reparar las faltas que él había cometido. Los Hermanos le
contestaron que no escogerían nunca
<258>
a otro mientras él viviera. Esta resolución le entristeció. Se retiró a su habitación y allí
pidió a Dios, desde la amargura de su corazón, que le librara de la carga que se le
venía encima. No fue escuchado hasta dos años más tarde, como diré a su tiempo.
Pero no conservó, durante este intervalo, más que el título de Superior, y se descargó
para los pormenores de los asuntos en el Hermano Bartolomé, quien, por otro lado, no
hacía nada sin consultarle.
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 569

(n. m.) Historia de la conversión del caballero de Armestat


Poco antes del regreso del señor de La Salle, el caballero de Armestat se había
retirado a la casa del Noviciado de los Hermanos de París. Era un joven señor de una
ilustre familia de Alemania, que había servido varios años bajo el mando del Príncipe
Eugenio de Saboya. Después de la batalla de Denain dejó el ejército, pasó a Francia y
se retiró a Lyon. Un día entró en una iglesia para ver a una posesa, que constituía el
atractivo de toda la ciudad. No se sabe por qué motivo fue él allí: si era por simple
curiosidad
<259>
o por el deseo de instruirse en la verdadera religión, pues ya había tenido este
pensamiento. En el momento en que apareció ante la posesa y ésta se dio cuenta, le
dijo temblando de rabia: «Tú no crees que haya demonios, pero algún día tú probarás
su furor». El caballero se emocionó, y golpeado por lo extraño de estas palabras,
se determinó a no retrasar la abjuración del luteranismo, que era la religión que
profesaba. En efecto, no tardó en hacerse instruir y abjuró ante el arzobispo de Lyon.
Luego se retiró a París, para evitar el ruido que había causado su conversión, tanto en
lo referente a su persona como por las circunstancias que la precedieron. Buscó un
hábil director con el fin de hacer revisión general de su vida y recibir los consejos
necesarios para formar un nuevo plan de vida. Se le dirigió a un sacerdote de San
Sulpicio, que le aconsejó entrar en la comunidad del señor de La Salle, establecida en
el barrio de Saint-Germain-des-Prés. En ella fue admitido
<260>
el 8 de octubre de 1714, y comenzó a seguir los ejercicios de la casa al día siguiente,
fiesta de San Dionisio.

(n. m.) Continuación del mismo tema


Desde el momento en que decidió entrar en este camino penitente y laborioso, se
sintió atacado de dolores agudos en todas las partes de su cuerpo. Había recibido
varias heridas en el ejército, de las cuales se curó por el remedio que se llama
vulgarmente el secreto. Todas ellas se volvieron a abrir. Soportó el primer día, sin
manifestar en nada su dolor, contentándose con lanzar suspiros mezclados con
lágrimas cuando más le dolían. Los Hermanos creían que era el efecto de su
compunción y de su arrepentimiento, causado por la consideración de sus desórdenes
en la vida pasada. Sólo al día siguiente se dieron cuenta de la verdadera causa de su
mal, pues le encontraron en su habitación inmóvil, sin conocimiento, y envuelto en la
sangre que salía de todas sus llagas. Se apresuraron a darle toda la ayuda necesaria.
Pero como todos los remedios no producían
<261>
570 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

ningún efecto, y él seguía en peligro de muerte, se le administraron los últimos


sacramentos. En el momento en que recibió la extrema unción, recobró el
conocimiento, las heridas se cerraron y pareció que estaba totalmente curado.

(n. m.) Continuación del mismo asunto


Cuando hubo recuperado las fuerzas, continuó siguiendo los ejercicios del
Noviciado con nuevo fervor. Pero al cabo de algunos días, recayó en un estado peor
que el primero. Perdió de nuevo el conocimiento, expulsó gran cantidad de sangre por
la boca y giraba los ojos como un poseso. Notaron que durante este acceso, fijaba a
veces la vista en un lugar de la habitación, y que movía los labios como si hablara con
alguien. Así pasó toda la noche, con agitaciones extraordinarias, sin posibilidad de
hacerle tomar ningún alimento. Luego cayó en una especie de adormecimiento que
duró cuatro horas, durante las cuales creyó ver una infinidad de demonios que le
amenazaban con hacerle perecer si no abandonaba el género de vida que había
abrazado. Después de esta especie de sueño comenzaron de nuevo sus agitaciones
<262>
y le aconsejaron que recurriera a la intercesión de la Santísima Virgen, por cuyo
auxilio se encontró muy pronto liberado de aquella tentación. En cuanto volvió en sí,
pidió con insistencia el hábito del Instituto. En cuanto lo hubo recibido, los tormentos
volvieron a comenzar. Su lengua se endurecía de manera que perdió por completo el
uso de la palabra.

(n. m.) Continuación del mismo asunto


En esta situación límite, se le llevó el santo viático, y como se creía que llegaba a su
fin, toda la comunidad se reunió para rezar las preces de los agonizantes. Todos se dieron
cuenta de que sus dolores disminuían a medida que se rezaba, y cuando se acabaron
las oraciones, recobró el conocimiento. Con todo, el demonio no cesó de atormentarle.
Incluso redobló sus esfuerzos y le hizo sufrir tanto con sus males que se llegó a pensar
que sucumbiría.

(n. m.) 1715: el señor de La Salle le somete a los exorcismos


En la época en que más fuertes eran los accesos llegó el señor de La Salle desde
Grenoble. Fue testigo de las últimas pruebas que el demonio hacía sufrir al nuevo
converso. Después de haberlas examinado
<263>
con atención, no dudó de que se trataba de una verdadera posesión. Recurrió a las
oraciones prescritas en el Ritual para la liberación de los energúmenos. Se encerró
con él en la habitación del enfermo, y rezó sobre él las oraciones, con las ceremonias
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 571

utilizadas en casos semejantes, y le libró por completo del imperio del mal espíritu,
que no le había dejado, casi ni un momento, hasta entonces. Desde este momento ya
no volvió a sentir los asaltos, pero varias personas importantes le determinaron a
dejar el hábito del Instituto, pues le persuadieron de que ese género de vida no
convenía a una persona de su condición.

(n. m.) 1715: el señor de La Salle se ve obligado a trasladar


su Noviciado de París a Ruán
La muerte de Luis XIV, ocurrida en el mes de septiembre de este año, privó al
señor de La Salle de las ayudas que el señor obispo de Chartres, su amigo, le
proporcionaba, [tomadas] de las liberalidades que este gran monarca, por medio de la
señora de Maintenon, [le hacía]. Con ellas le había ayudado, desde hacía mucho
tiempo, a sostener su comunidad de París, que de esta forma, hacia finales de año, se
vio privada de la ayuda, y por ello él se vio forzado a abandonar París para retirarse
con ella
<264>
a Ruán, donde esperaba que podría atender a su sustento con más facilidad. Por ello,
en el mes de octubre envió a los novicios, bajo la dirección del Hermano Bartolomé,
que los condujo a la casa de San Yon, donde está el Noviciado desde entonces. El
señor de La Salle continuó algún tiempo en París, para arreglar algunos asuntos,
y luego fue a unirse a su comunidad en San Yon, con la resolución de descargarse
completamente de cualquier otro cuidado que no fuera prepararse a la muerte.

(n. m.) Piensa en lograr que le liberen del cargo de superior


Con esta mira evitó todo lo que podía apartarle de sus ejercicios de piedad. Los
pormenores de los asuntos los pasaba al Hermano Director de la casa, limitándose a
ver a los novicios de vez en cuando, y animarlos a la práctica de la virtud con
frecuentes exhortaciones. Pero a pesar de las precauciones que tomó para dispensarse
de participar en el gobierno del Instituto, nunca pudo acostumbrar a los Hermanos a
que prescindieran de su dirección. Seguían teniendo la misma confianza en él y no
querían hacer nada
<265>
sin haberle consultado. Estaba obligado a seguir respondiendo a las cartas que le
escribían y ayudarlos con sus consejos, de manera que a pesar de su esfuerzo, volvía a
caer en el inconveniente que había querido evitar. Esto le determinó a adoptar
medidas apropiadas para lograr que le liberasen de la superioridad, que se había
convertido en una carga, movido por el deseo urgente que tenía de renunciar a todos
los obstáculos que le mantenían en la necesidad de compartir su atención para no
faltar a ninguno de los deberes de su cargo. Ya había hecho varias tentativas sobre
572 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

este punto, como hemos visto, que no habían dado el resultado querido, porque los
Hermanos del Instituto las habían hecho infructuosas. Pero al fin, deseoso de poner
un intervalo entre la vida y la muerte, creyó que esta vez se avendrían a las razones
que le llevaban a dar aquel paso.

(n. m.) Sus razones


Se veía ya en edad avanzada y temía que después de su muerte se hallasen grandes
obstáculos para hacer elegir como Superior General del Instituto
<266>
una persona salida del cuerpo mismo. Conocía perfectamente las penas y dificultades
que había soportado para preservarles de un gobierno extraño, que se había intentado
varias veces que él lo aceptara. Preveía que si no prevenía este inconveniente, se
introduciría entre ellos la relajación, y que como consecuencia necesaria perderían en
poco tiempo todo el fruto que había esperado con su fundación.

(n. m.) Los Hermanos aprueban sus razones


Estas reflexiones, basadas en su larga experiencia, le llevaron a esperar que cuando
las expusiera ante una asamblea que se proponía convocar para ello, los Hermanos
no se opondrían más a su dimisión. Primero comunicó su proyecto a las dos
comunidades de Ruán y de San Yon, para conocer su parecer, y por esta muestra de
confianza, disponerlas favorablemente para la asamblea general del Instituto que
debía celebrarse cuando hubiera obtenido sus votos. El pensamiento de su muerte,
que tenía presente sin cesar
<267>
en su mente, y que creía que estaba próxima, unido a su profunda humildad, que le
inducía a lograr que le descargaran de la superioridad, para practicar la obediencia y
no ocuparse ya más que de sus propias necesidades, le sugerían que tomase todas las
medidas necesarias para poner a los Hermanos en la necesidad de escuchar su
petición. Por eso, cuando les expuso su resolución y las razones que tenía para que
escogieran un sucesor, todos convinieron en que su propuesta estaba dictada por la
prudencia, pero al mismo tiempo le hicieron notar que encontraría dificultades para
conseguirlo; que conocía el trabajo que iba a tener para lograr que los Hermanos del
Instituto se privaran de sus consejos y de la libertad de recurrir a sus luces una vez que
se hubiera elegido a otro superior distinto de él.

(n. m.) Muestra urgencia por la elección


El señor de La Salle prometió que no les abandonaría mientras viera que tenían
necesidad de él, y que estaría siempre dispuesto a
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 573

<268>
escucharlos y a darles los consejos que necesitasen. Añadió que les rogaba que
apresurasen el tiempo de la elección, pues preveía que no viviría aún mucho tiempo, y
que era de suma importancia que se hiciera mientras vivía.

(n. m.) Se encarga al Hermano Bartolomé obtener el consentimiento


de los Hermanos de las provincias
Se acordó que sin diferirlo más se tomasen las medidas necesarias para comunicar
a todas las casas del Instituto la resolución del señor de La Salle, las razones que
aducía para pedir su dimisión, y acordar el día en que se fijaría una asamblea general,
para proceder a la elección de un nuevo superior. Para este fin se encargó al Hermano
Bartolomé, por estar dotado de las mejores cualidades para realizar bien este
cometido. Él expresó en la reunión todo lo que su humildad y su amor al retiro le
pudieron sugerir de más persuasivo para dispensarse de aceptarlo. Pero no tuvieron
para nada en cuenta sus razones. Se le mandó que partiera sin tardanza, y que
apresurara su recorrido todo lo que pudiera. Recibió, pues, las indicaciones
<269>
necesarias, sugeridas por el señor de La Salle, y comenzó sus visitas por la casa de
Chartres, en el mes de octubre de este mismo año (1716). Comunicó a los Hermanos
el motivo de su viaje, y ellos suscribieron todo lo que les fue propuesto. De allí pasó a
Moulins, donde permaneció poco tiempo, y se dio prisa para atravesar los Alpes antes
del invierno, que se aproximaba. Fue recibido por todos los Hermanos con grandes
muestras de alegría y de respeto por su virtud.

(n. m.) Continuación de sus viajes


Después de haber recorrido en diligencia todas las casas del Instituto, incluso las de
Provenza, regresó a San Yon, para dar cuenta al señor de La Salle de su viaje.
Después de unos días de descanso, partió de nuevo para continuar sus visitas en las
casas de las demás provincias de Francia, en las que no encontró mayores dificultades
que en las que había recorrido anteriormente. Volvió a San Yon hacia el comienzo del
año 1717, de manera que no empleó más que tres meses para recorrer toda Francia.
<270>
(n. m.) 1717: disposición favorable de los Hermanos
y agrado del señor de La Salle
La alegría del señor de La Salle fue completa cuando el Hermano Bartolomé le
refirió por menudo la docilidad de los Hermanos y la disposición en que estaban de
atender su deseo por completo, teniendo en cuenta la palabra que les daba de seguir
ayudándoles con sus consejos. Él fue a dar a Dios humildemente acción de gracias
574 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

por tan gran favor. Suspiraba por el momento en que iba a descargarse del peso de la
superioridad, que le proporcionaría un reposo que buscaba ardientemente, desde
hacía tantos años, para ocuparse sólo de sus asuntos personales y prepararse a bien
morir.

(n. m.) Retiro general para prepararse a la elección


Se había señalado el día de la asamblea general para el día de Pentecostés
siguiente, como la estación más cómoda para los Hermanos que debían llegar de
lejos. El señor de La Salle dio orden a todos los Hermanos directores de las casas del
Instituto de estar en la de San Yon el día señalado, para hacer el retiro que debía
preceder a la elección. Cuando todos hubieron
<271>
llegado, fue él quien abrió el retiro con un discurso de los más emotivos. Tuvo
cuidado de exponer en él las razones que había tenido al convocarlos; les manifestó lo
importante que era para el bien general del Instituto que expresaran su voto para darle
un sucesor que pudiera mantener la regularidad, la paz y la unión que reinaba entre
ellos, les exhortó a despojarse de todo prejuicio para escoger una persona digna de
ocupar un puesto que requería cualidades adecuadas para gobernar con mansedumbre
y al mismo tiempo con firmeza; les dijo, en fin, que debían rezar mucho para alcanzar
las luces del Espíritu Santo, que debía presidir su elección.

(n. m.) Elección del Hermano Bartolomé


Durante los dos primeros días de retiro, reguló la forma en que se debía proceder a
esta elección. El día señalado para realizarla, se reunieron, y se hizo la votación con
papeletas secretas, y el Hermano Bartolomé fue elegido por mayoría de votos. El
señor de La Salle no había querido estar presente en la reunión, para dejar una entera
libertad. Se encargó a un Hermano
<272>
que fuera a dar la noticia de la elección del Hermano Bartolomé. No pareció
extrañado por esta elección y respondió: «Hacía ya tiempo que estaba elegido».

(n. m.) Se le conceden dos asistentes


Sin embargo, el Hermano Bartolomé, postrado en medio de la asamblea, gemía por
su incapacidad, y lograba con lágrimas que se tuviera consideración a su debilidad y a
los pocos dones que tenía para llevar dignamente la carga que acababan de imponerle;
que sentía su insuficiencia para suceder al señor de La Salle cuya experiencia y luces
para el gobierno del Instituto eran conocidas; que suplicaba a la asamblea que hiciera
una nueva votación; y que le permitieran dispensarle de aceptar el honor que
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 575

acababan de hacerle. Pero sus insistentes súplicas fueron inútiles. Le obligaron a


someterse. Entonces pidió a la asamblea que le nombrasen dos asistentes que
pudieran ayudarle con sus consejos. Pareció que su petición era razonable y se lo
concedieron. En seguida todos se retiraron para continuar el retiro, al
<273>
final del cual renovaron sus votos, el día de la Santísima Trinidad, en manos del
nuevo Superior.

(n. m.) El señor de La Salle introduce algunos cambios en la Regla


Al día siguiente se volvieron a reunir para hacer algunas observaciones sobre los
reglamentos, con el fin de añadir o quitar lo que pareciera necesario, con una
restricción, sin embargo, a saber: que no se decidiera nada que antes no hubiera tenido
el parecer del señor de La Salle, a cuyas luces se remitía todo lo que fuera establecido.
Así, cuando todo estuvo examinado y discutido, le rogaron que diera él a todo la
última mano. Prometió trabajar en ello y se dedicó efectivamente con mucha
atención, de manera que en pocos días la Regla quedó redactada en la forma en que
está hoy, y fue enviada a todas las casas para ser en ellas observada de manera
uniforme por todos los Hermanos del Instituto.

(n. m.) Su dependencia de las órdenes del nuevo Superior


Cuando el señor de La Salle se vio completamente descargado del cargo de
superior, sólo pensó en cumplir exactamente los deberes de un inferior. No se reservó
ninguna señal de distinción
<274>
y no quiso otro privilegio de la libertad de que gozaba sino la sumisión y la
dependencia. Se apegaba con escrupulosa exactitud incluso a las mínimas prácticas y
rechazaba todas las demostraciones de deferencia que querían continuar [dándole]. El
Hermano Bartolomé le insistió varias veces que permitiera a aquellos que siempre
habían confiado en él que se dirigieran a él como antes. Él no quiso nunca escucharlos
sino después de haber pedido permiso para ello. Incluso rechazaba leer cartas
dirigidas a él antes de que hubieran sido llevadas al Hermano Superior. Al responder
a ellas cuidaba de tener la precaución de decir que no debían dirigirse a él, que ya
estaba, gracias a Dios, descargado de los asuntos del Instituto y que no le convenía
mezclarse en ellos; que el poco tiempo que le quedaba de vida lo había tomado para
pensar en la muerte, en las lágrimas y en la penitencia, y para no ocuparse más que de
sus propias necesidades.
<275>
576 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

(n. m.) Rechaza los permisos generales


El Hermano Bartolomé, que conocía su delicadeza de conciencia sobre la
observancia de las Reglas, consideró que le satisfacía dándole un permiso general
para hacer todo lo que creyera más útil y más perfecto. El señor de La Salle no quiso
usarlo, y quiso tener el mérito de la obediencia, y así no hacía nada sin un permiso
expreso. De ese modo vivió en dependencia hasta el fin de su vida, considerándose
feliz de poder practicar la obediencia que había profesado, y de la que deseaba dar
ejemplo a los demás.

(n. m.) Deferencia del Hermano Superior a sus consejos


Sin embargo, por mucha exactitud que pusiera para evitar cualquier señal de
confianza que se tuviera en sus luces, no pudo impedir que el Hermano Bartolomé
recurriera a él en todas las ocasiones en que lo consideraba necesario. No podía
decidirse a hacer nada importante sin haberle consultado antes, y seguía sus consejos
con la docilidad de un niño. Pero el señor de La Salle le hablaba también con el
respeto y la deferencia de un inferior, de manera que cuanto más buscaba éste
humillarse y
<276>
quedarse en los límites de la modestia, más veneración y estima se ganaba. Este
piadoso entendimiento entre los dos jefes produjo una unión perfecta entre los
miembros del cuerpo, que sostuvo al Instituto en estado floreciente durante los dos
años que aún vivió el señor de La Salle, desde la elección del Hermano Bartolomé,
que sólo le sobrevivió un año, lleno de virtud y de mérito, y llorado por todos cuantos
le conocieron.

(n. m.) Sentimientos diversos sobre la dimisión del señor de La Salle


El rumor de la dimisión del señor de La Salle se extendió por París y por otros
lugares, y dio lugar a nuevos comentarios sobre el paso dado. Los que estaban bien
informados de los motivos de este cambio le daban las justas alabanzas que merecía.
Los otros lo tachaban de inconstancia y de disgusto. Los políticos pensaban que iba a
causar la ruina del Instituto, que aún no estaba bien asentado. Decían que no se
soportaría nunca que un simple Hermano, sin carácter [sacerdotal], estuviera
encargado del gobierno de un cuerpo entero, que iba a recaer, por demasiadas
precauciones, en el inconveniente
<277>
que había creído evitar, y que antes de su muerte tendría la tristeza de verse sometido
a un superior secular. En fin, quienes no eran amigos suyos publicaron que su
decisión era el efecto de una mala finura, por la cual buscaba hacerse notar y tener un
nuevo relieve en el mundo.
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 577

(n. m.) Le ayudan a mantenerse en la humildad


Todos estos razonamientos que parecían que eran para no ignorarle, no hicieron
ninguna impresión en su espíritu. Dios, que quería salvarle a través de las
tribulaciones, había puesto en su corazón un fondo enorme de paciencia, que le fue
muy útil para superar con generosidad todas las dificultades que agitaron su vida.
Siguió humillándose como el último de los Hermanos, eligiendo siempre el último
lugar en los ejercicios regulares, a los cuales asistía con tanta puntualidad como un
novicio.
Un día que el Hermano Director de la casa le envió uno para limpiar la habitación,
no lo quiso admitir, y le envió diciendo que aquellas atenciones le inclinaban a creer
que querían echarle de la casa.
<278>
Era tan exacto observante de la Regla, que ni siquiera quería cambiar la hora de
celebrar la misa sin permiso expreso. Iba a los recreos con los Hermanos, y en ellos
sólo hablaba si el que presidía se lo permitía, y en cuanto notaba que parecía que
deseaban tener con él alguna deferencia, se retiraba para evitarlo.

(n. m.) Quieren que vaya a París para aceptar un legado


De esta manera, el señor de La Salle, encerrado dentro de sí mismo, por decirlo así,
sólo se ocupaba de su propia santificación. Despojado voluntariamente del rango de
superior, sólo se distinguía en la casa por su profunda humildad y su exactitud
escrupulosa en practicar la Regla en todos sus puntos. Se hallaba gustando una
tranquilidad perfecta a la sombra de la vida privada en la que se había encerrado, y se
auguraba que nada podría turbarla, cuando le avisaron que una persona (el señor
Rogier) con quien había mantenido durante mucho tiempo una relación de piedad,
pero que se había enfriado
<279>
posteriormente, se consideraba deudor hacia él por una suma de dinero, y que en su
testamento le había dejado doscientas sesenta libras de renta, la cual podría disfrutar
después de la muerte de su criado. Y habiendo fallecido éste siete meses después,
pidieron al señor de La Salle que se trasladase a París para dar cumplimiento de este
artículo del testamento y entrar en posesión de la renta que le estaba asignada.

(n. m.) Va allí [a París] por obediencia


Hubo mucha dificultad para convencerle de que interrumpiera su soledad por un
asunto de puro interés [material]. «¿Cómo es posible que piensen —decía— en hacer
testamentos en favor mío? ¿No saben que he renunciado a todos los bienes del mundo
y que no se me permite tener nada como propio?». Sin embargo, el Hermano
578 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Bartolomé le comentó que era necesario que aceptase la donación, porque sería
empleada para el bien general del Instituto, y él obedeció y fue a París el 4 de octubre
de este año (1717).

(n. m.) Se retira a Saint-Nicolas du Chardonnet; por qué


No quiso ir a la casa de los Hermanos para evitar todas las señales de respeto y de
sumisión que estaban dispuestos a tributarle,
<280>
sino que fue a alojarse al seminario de Saint-Nicolas du Chardonnet, donde vivió
como un simple particular, oculto y desconocido. Siguió los ejercicios con su
exactitud ordinaria. Es imposible no transcribir aquí el testimonio que rindió a su
virtud uno de los superiores de este seminario en una carta que escribió sobre este
asunto al Hermano Bartolomé. Sólo refiere en ella los hechos de los que fue testigo, y
servirá al mismo tiempo como prueba a una parte de los que yo he referido en el curso
de su vida. He aquí los términos de la carta.

(n. m.) Carta del superior de este seminario sobre la vida que llevó allí
«Hemos tenido el honor y el beneficio de tener a este santo sacerdote en nuestro
seminario desde el 4 de octubre de 1717 hasta el 7 de marzo del año siguiente. El
tiempo ha sido corto, pero no ha sido necesario más para reconocer en él dones
particulares que Dios le había dado e incluso las gracias que él se aplicaba a ocultar a
los hombres. Hemos notado en él, sobre todo, un celo y un fervor extraordinarios por
su propia perfección, una humildad profunda y gran
<281>
amor a la mortificación y a la pobreza. Este celo por su propia perfección se mostraba
primeramente en que, no contento con hallarse todos los días, sin faltar ni uno solo,
en todos los ejercicios de piedad y de oración de la mañana, en las conferencias
espirituales y en los oficios divinos, etcétera, dedicaba regularmente cada día, según
me confesó, dos horas y media a la meditación. En segundo lugar, también lo mostró
en que quiso vivir en completa sujeción a los reglamentos del seminario; pues todos
los días era de los primeros en ir a todos los ejercicios, y para él no había ningún
artículo que no fuese importante.
No hubiera querido, no digo ya sólo salir a la ciudad, sino ni siquiera hablar con
algún extraño, sin pedir permiso. En vano le dije varias veces que en nuestra casa
disponía de todos los permisos y que los puntos del reglamento no estaban hechos
para él; pero resultó totalmente imposible hacerle usar tal dispensa. Su humildad nos
ha parecido también admirable, y era universal. No hacía nada sin consejo. El parecer
de los otros siempre le parecía mejor que el suyo. En la conversación siempre
escuchaba de buena gana, con preferencia a hablar él. No se le
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 579

<282>
oyó nunca nada en su beneficio. Estaba lleno de horror y de desprecio por el aspecto
mundano que afectan algunos eclesiásticos en su exterior y en sus hábitos. Nada más
sencillos que los suyos, que eran de la tela más ordinaria; todo lo demás de su exterior
respondía a ello, y es por lo que he dicho que amaba la pobreza. Esta virtud ha brillado
aún más en la generosidad que tuvo de renunciar a todo y despojarse de todo, para
emprender y sostener la fundación de su comunidad, y en las precauciones que tomó
para inspirar y perpetuar en los Hermanos que la forman un espíritu de sencillez y la
renuncia a todo lo que no es absolutamente necesario a la vida y a su mantenimiento.
Su mortificación, en fin, nos confundía y nos edificaba. Cuando entró en el seminario,
no quiso, de ningún modo, aceptar una habitación con calor, y en lugar de calentarse
con los otros, al menos durante los recreos, prefería conversar, en las salas o en el
jardín, con algunos seminaristas, para tener ocasión de inculcarles alguna santa
<283>
máxima y el desapego de las cosas de la tierra. Y como su modestia, su aire recogido y
la unción de sus conversaciones no dejaban duda de que él practicaba mucho más de
lo que decía, no se sabría ponderar el fruto que produjo en el seminario, etc.». He ahí
un retrato breve, pero fiel, de las virtudes que el señor de La Salle practicaba, y del
buen olor que difundían donde quiera que la Providencia lo condujera. Vivía en este
seminario en tan estricto retiro, que las personas que le conocían difícilmente
encontraban un momento para hablarle. Ni siquiera a los Hermanos del Instituto les
permitía ir a verle. Sólo el Hermano Superior tenía este privilegio, pero usó de él rara
vez y con precaución.

(n. m.) Rehúsa firmar el acta de donación; sus razones


Como había ido a París para terminar el asunto del testamento del que he hablado,
fue a encontrar al notario encargado de entregarle el legado. Se redactó el acta, en la
cual se le calificaba de Superior de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. El señor
de La Salle dijo al notario que ya no lo era y que no firmaría nada si no se eliminaba
este título. El notario
<284>
le respondió que ese asunto no tenía importancia, pero que era preciso que la entrega
que tenía que hacerle llegar estuviera redactada en los mismos términos que
aparecían en el testamento, para que él pudiera dar fe. El señor de La Salle insistió con
fuerza, y dijo que no consentiría que se le honrase con un título que ya no tenía. Y
como el notario no quería renunciar a su pretensión, el señor de La Salle se retiró sin
terminar nada. Así se pasaron tres meses, sin lograr que su humildad se aviniera a
ello. En fin, el notario, edificado por su modestia, consintió en quitar la palabra
Superior, y el señor de La Salle aceptó la donación.
580 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

(n. m.) Entrega la donación a los Hermanos y quiere permanecer en París


En cuanto el asunto quedó terminado, pidió al Hermano Bartolomé que fuera a
París. A su llegada, puso en sus manos el dinero de la donación, y le entregó un acta
por la cual cedía todos sus derechos y poderes en favor de los Hermanos del Instituto.
Los de la casa de París pidieron al Hermano Bartolomé que sondeara con tacto las
disposiciones del señor de La Salle respecto de haber escogido el seminario de
Saint-Nicolas du Chardonnet
<285>
con preferencia a su casa. Temían que hubiera resuelto retirarse del todo del cuerpo
[del Instituto] y abandonarlos. El temor no carecía de fundamento, pues cuando el
Hermano Bartolomé quiso penetrar en sus intenciones, le respondió que encontraba
tanta atracción por permanecer en el seminario, donde gozaba de gran tranquilidad y
donde encontraba todos los medios de pensar en su salvación, que tendría mucho
pesar por dejarlo. El Hermano hizo todo lo posible para lograr que volviera a San
Yon, donde su presencia era necesaria para sostener el fervor de los novicios. Le rogó
que recordara la promesa que había hecho al dejar el cargo de superior, que
continuaría dispuesto a ayudar con sus consejos a quienes siguieran confiando en él, y
que sería faltar a su palabra si abandonaba el Instituto de aquel modo. El señor de La
Salle respondió que, efectivamente, la razón que le daba era un motivo para
mantenerle alejado de su regreso; que era tiempo, más que nunca, de que renunciara a
cualquier otro asunto, para ocuparse únicamente de su salvación. El Hermano
Bartolomé, que ya desesperaba de poder
<286>
vencer su repugnancia, acudió a la mediación de varias personas que tenían
influencia en su espíritu. Los mismos superiores del seminario se dedicaron con celo
a convencerle, y le comprometieron, por motivos de conciencia, a que acatara los
deseos de los Hermanos, de manera que consintió en hacer, por obediencia, lo que
tanto repugnaba a su humildad. Así, pues, partió con el Hermano Bartolomé, después
de haber dado a los Hermanos de París el consuelo de haberle acogido durante un día.

(n. m.) Regresa a San Yon


Los Hermanos de la comunidad de San Yon se alegraron muchísimo al ver de
nuevo entre ellos a aquel que creían perdido para el Instituto desde hacía seis meses.
Su regreso fue una muestra clara de la Providencia, pues apenas llegado a Ruán, los
herederos de la señora de Louvois pusieron en venta la casa de San Yon. Nueva
dificultad para los Hermanos, que no tenían fondos suficientes para comprarla, y sin
ellos se veían a punto de tener que cambiar de casa. Felizmente se dirigieron al señor
de La Salle, que les sacó de la preocupación. Les
<287>
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 581

dijo, con su confianza habitual, que Dios no les abandonaría y que pensaran en
comprar la casa. Al principio la propuesta les sorprendió, pero después de reflexionar
creyeron que el señor de La Salle, si hablaba con tanta seguridad, era porque tenía
en vista algunos recursos. Pero no tenía otros que la riqueza inagotable de la
Providencia, que nunca les había faltado en la necesidad. Puso su confianza en ella de
tal manera que, sin tener que hacer demasiadas gestiones, encontró el dinero
necesario en los donativos de varias personas.

(n. m.) Compra San Yon


Sobre esta base, fueron a hacer propuestas al abate de Louvois, que era el ejecutor
testamentario de su madre. Le encontraron muy dispuesto a complacer al señor de La
Salle, a quien conocía particularmente, y tenía un elevado concepto de su mérito. Por
consideración a él prometió favorecer a los Hermanos, dándoles la preferencia, y
tasar la casa en un precio módico, para darles más facilidades para adquirirla. Este
asunto duró dos meses, al cabo de los
<288>
cuales fue terminado para provecho del Instituto, y fue puesto a nombre de dos
Hermanos.
El señor de La Salle, que era el elemento central de este asunto, y que tenía en él
la parte más importante, no quiso aparecer para nada, pues había decidido evitar
cuidadosamente todo cuanto pudiera llevarle a relacionarse con el exterior, bajo
cualquier pretexto que fuera.

(n. m.) Aparta a los Hermanos de la confianza que tienen en él


Durante todo el resto del año, se aplicó principalmente a tratar de que los
Hermanos se fueran alejando de la confianza que tenían en él. Les hablaba sin cesar
de la cercanía de su muerte, y les decía que debían acostumbrarse a pasarse sin él,
porque estaba persuadido de que apenas le quedaba tiempo de vida. No tardaron
mucho en comprobar los tristes efectos de sus predicciones.

(n. m.) 1719: el reuma vuelve a atacarle


Ya hice notar que desde hacía años el señor de La Salle estaba muy afectado por un
reuma que le hacía sufrir en todos sus miembros. También fue atacado por este mal el
último año de vida, sin que fuera posible lograr que moderase sus austeridades y que
pusiera cierta mitigación a los ejercicios ordinarios. Su fervor parecía aumentar en
proporción a sus enfermedades.
<289>
582 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Incluso la gente apenas se daba cuenta de que sufría, pues estaba muy atento para
ocultar a los Hermanos el conocimiento de su mal, y por muy agudo que fuera, quería
mostrarse con un rostro alegre y tranquilo. Con todo, se notó que sus fuerzas
disminuían y que no tenía la misma facilidad para actuar que antes. Esta
incomodidad, unida al asma que venía sufriendo desde hacía tiempo, le llevó a un
estado de importante debilitamiento.

(n. m.) Se le insiste para que tome algún tipo de alivio


Hacia el comienzo de la cuaresma el asma aumentó y le causaba como una
opresión que le fatigaba mucho. Pero eso no le impidió ayunar con la misma exactitud
que si gozase de perfecta salud. Los Hermanos le rogaron que permitiera que se le
dieran algunas mitigaciones. No quiso aceptar ninguna y les dijo que la víctima
estaba preparada para ser inmolada, y que era necesario trabajar en purificarla para
hacerla agradable a Dios. El Hermano Bartolomé volvió de París, donde había
concluido el asunto de la adquisición de la casa de San Yon. Los Hermanos,
persuadidos de que tendría mayor ascendencia ante el señor de La Salle, le rogaron
que le pidiera que se dejase aliviar, pero
<290>
el señor de La Salle le dijo que él conocía mejor que nadie la necesidad que tenía de
sufrir para expiar sus pecados, y que le permitiera no obedecerle en esta ocasión. En
fin, tuvieron que recurrir a su confesor, que le prohibió expresamente que continuara
la cuaresma. Entonces sí se sometió y aceptó los alivios que se le ofrecían.

(n. m.) Se le dan remedios que no le alivian


Algunos días después, le sobrevino un fuerte dolor de cabeza y una especie de
opresión en un costado que acabaron por abatirle y no le permitían ningún descanso.
No tenía ningún reposo ni encontraba una posición que le aliviara. Se llamó al
médico, que estudió la enfermedad y juzgó que era mortal. El señor de la Salle recibió
esta noticia con aire gozoso y tranquilo, señalando, con san Pablo, el ardiente deseo
que tenía de dejar la tierra para ir a reunirse con Jesucristo, su divino Maestro. Sin
embargo, trataron de administrarle todos los remedios apropiados para suavizar sus
dolores. Él tomaba todos los que se le presentaban, a pesar de su desgana y su
repugnancia.
Los remedios resultaron inútiles y el mal aumentaba. Entonces dijo al médico que
él no le podría curar, que su hora se aproximaba y que era necesario recurrir al Médico
soberano, el único que sabía lo que le
<291>
convenía.
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 583

(n. m.) Sus sentimientos en los sufrimientos


A pesar de la violencia de los dolores que le acuciaban, no había interrumpido la
costumbre que tenía de decir la misa cada día. Pero las fuerzas disminuyeron tan
repentinamente que se vio forzado a guardar cama. A medida que sentía que se
debilitaba, sus manifestaciones de alegría aumentaban. La paz y la tranquilidad de su
alma se reflejaban en su rostro. «Espero —decía— que muy pronto seré liberado de la
cautividad de Egipto y que seré introducido en la verdadera tierra prometida».

(n. m.) Celebra la misa, como por milagro, el día de San José
Sin embargo, se acercaba el día de San José. Siempre había mantenido una tierna
devoción hacia este santo protector de su Instituto y deseaba ardientemente que Dios
le diese fuerzas el día de su fiesta para celebrar los santos misterios. Humanamente
hablando, no debía hacerse la ilusión de obtener este favor, pues la misma víspera de
la fiesta estaba tan débil que le resultaba imposible, no sólo caminar, sino incluso
tenerse de pie, y ni siquiera leer el breviario. Con todo, hacia las diez de la noche le
pareció que sus dolores disminuían y que tenía más fuerzas. Se imaginó que era un
sueño
<292>
y tuvo la precaución de no hablar de ello. Y quedó muy extrañado al día siguiente
cuando se sintió, efectivamente, en estado de poderse levantar para celebrar la misa.
Con acciones de gracias aprovechó este último favor, y la celebró con tanto fervor y
recogimiento que los Hermanos se convencieron de que Dios había escuchado su
oración y que le había devuelto la salud por intercesión de San José. Todos se
apresuraron a mostrarle su alegría, pero después de haber dado en particular a cada
uno, cuyas necesidades conocía, los saludables consejos que le convenían, cayó en su
primera debilidad, y desde este momento se comenzó a temer por su vida.

(n. m.) Recibe los últimos sacramentos


Se avisó al señor párroco de San Severo, en cuya parroquia está ubicada la casa de
San Yon, del peligro en que estaba el señor de La Salle. Acudió en seguida a verle y le
expresó su pena por encontrarle tan cerca de su fin. Le habló con palabras edificantes
y le exhortó a que avivara sus sentimientos de piedad, para disponerse a presentarse
ante Dios. «Ya he pensado en ello, señor —le dijo el señor de La Salle—, y estoy
convencido de que mi hora se aproxima. Mi suerte está en sus manos, que se cumpla
su voluntad».
<293>
Efectivamente, desde este momento hasta su muerte, sólo se ocupó de sí mismo.
Pidió el santo viático con una urgencia que sorprendió, y tanto más que no se creía
que estuviera aún cerca de su fin. Empleó toda la noche en prepararse a recibirlo, y
584 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

por la mañana indicó que se dispusiera todo lo necesario para hacerlo dignamente.
Luego hizo que le revistieran con el roquete y la estola, y de este modo esperó la
llegada de su divino Esposo. Cuando supo que estaba para llegar, sintió vergüenza de
recibirle en la cama, y pidió que le levantaran y le pusieran en una silla. Pero cuando
el señor párroco entró en la habitación, reanimó las pocas fuerzas que le quedaban y
se arrodilló para adorar a su divino Maestro. Los asistentes quedaron sorprendidos de
que se fuera a administrar los últimos sacramentos a una persona que les parecía que
estaba aún en plenas fuerzas. Juzgaban por las apariencias y no penetraban la causa
que le fortalecía en ese momento.

(n. m.) Se le administra la extrema unción


Al día siguiente, Jueves Santo, pidió la extrema unción, que recibió con la misma
lucidez de espíritu, y respondió a todas las oraciones que se decían por él.
<294>
Cuando la ceremonia terminó, quedó en profundo silencio por espacio de siete horas,
ocupado únicamente en la gracia que acababa de recibir, y pidió que no se le
interrumpiera. Luego concedió el consuelo de responder a sus queridos hijos y a
cuantos habían acudido para ser testigos de su bienaventurado fin. Habló a todos con
sentimientos tan nobles y elevados que era fácil adivinar lo que ocurría dentro de su
corazón. A los Hermanos les recomendó la caridad y la unión, la fidelidad a su
vocación, y les dio las últimas muestras de su afecto. Un seglar que estaba presente le
rogó que le dijera algo para su propia santificación. Le respondió: «Sólo a usted le
corresponde salvarse, pues Dios le colma de gracias, pero no las aprovecha. No va
hacia Él como debería hacerlo. Está enterrando los talentos que Él le ha dado». Esta
persona se sorprendió mucho por este reproche, y confesó que en ello había algo de
extraordinario, y que era necesario que Dios le hubiese dado a conocer lo que estaba
ocurriendo en su interior.

(n. m.) Declara a los Hermanos sus últimos sentimientos


Con todo, los Hermanos, emocionados por la pérdida que iban a sufrir, se
esmeraban por recoger sus últimos sentimientos. Él no les mostraba ninguna
debilidad, y no
<295>
cesaba de instruirlos y de darles saludables consejos sobre sus propias necesidades.
He aquí, en fin, el precioso depósito que les dejó al morir, como última muestra de su
ternura: «Encomiendo a Dios mi alma, y luego a todos los Hermanos de las Escuelas
Cristianas, a los cuales me ha unido. Les recomiendo que tengan una gran devoción a
Nuestro Señor, que amen mucho la sagrada comunión y el santo ejercicio de la
oración; que tengan también devoción particular a la Santísima Virgen y a San José,
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 585

patrono y protector de la Sociedad; que cumplan su empleo con celo y sumo


desinterés; que tengan obediencia ciega a sus superiores, que es el fundamento y el
sostén de toda perfección de una comunidad». Al pronunciar estas palabras, su voz se
debilitaba insensiblemente, y se pensó que iba a entrar en agonía. Entonces el
Hermano Bartolomé se puso de rodillas con la Comunidad, y le pidió su bendición,
para ella y para todos los miembros del Instituto. Tuvo dificultad para vencer en esto
su modestia.
<296>
Pero sobre la petición que le hizo el Hermano, levantó los ojos y las manos al cielo y
dijo: «Que el Señor os bendiga a todos».

(n. m.) Recobra el conocimiento y exhorta de nuevo a los Hermanos


Hacia la tarde comenzó a perder el conocimiento. Lo notaron porque sus palabras
no tenían continuación. Se recitaron las preces por los agonizantes, y poco después
volvió en sí. Aprovechando los últimos momentos que Dios le concedía, habló una
vez más a sus queridos hijos, y les dijo: «Si queréis perseverar y morir en vuestro
estado, no tengáis relación con las personas del mundo, pues poco a poco tomaréis
gusto a sus formas de actuar y os aficionaréis a su modo de hablar, que por cortesía no
podréis por menos que aplaudir sus razonamientos, aunque muy perniciosos, lo que
será causa de que caigáis en la infidelidad, y al no ser fieles a la observancia de las
Reglas, os disgustaréis de vuestro estado, y al final, lo abandonaréis». No pudo decir
más, porque le sobrevino un sudor frío, que le privó del uso de la palabra. Entró en
una dura agonía, que duró desde media noche hasta las dos, después de lo cual
<297>
recobró un poco el conocimiento, y se le ayudó a implorar la asistencia de la
Santísima Virgen con la oración de la Iglesia que tenía costumbre de dirigirla todos
los días al final de la jornada: «Maria mater gratiae», etc. El Hermano Bartolomé, que
no le dejaba, le preguntó si aceptaba con sumisión los males con que Dios probaba su
paciencia. Él respondió con voz mortecina: «Sí, adoro en todo la voluntad de Dios
para conmigo». Éstas fueron las últimas palabras que pronunció, pues a las dos y
media entró de nuevo en agonía, que duró hasta las cuatro.

(n. m.) Su muerte


A pesar de las agitaciones que le causaba [la agonía], se notaba en su rostro un aire
tranquilo y seguro. En fin, hacia las cuatro hizo un esfuerzo como para saludar e ir al
encuentro de alguien. Juntó las manos, las elevó al cielo, y expiró. Murió así, en la paz
del Señor, el 7 de abril de 1719, día de Viernes Santo, a la edad de sesenta y ocho
años.
586 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

(n. m.) Su retrato


Tal fue el final de este santo sacerdote, que
<298>
Dios había suscitado en los últimos tiempos para trabajar en la instrucción de la
juventud. A ella consagró toda su vida y dejó a los Hermanos de las Escuelas
Cristianas y a cuantos le conocieron señales ciertas de su celo y de todas las virtudes
que corresponden a un eclesiástico. Prefirió un estado pobre y penitente, a todas las
comodidades que podía legítimamente disfrutar en el mundo. Trabajó con celo,
siempre igual, en procurar el bien en todas partes donde la caridad y la Providencia lo
conducían. Las contradicciones y los obstáculos que agitaron su vida no alteraron en
nada la paz de su alma; Dios derramó sus bendiciones sobre sus trabajos y lo hizo
triunfar sobre sus enemigos con las únicas armas de su paciencia y su moderación. Su
gran confianza en Él fue su más sólido apoyo y no frustró sus esperanzas. Sus
austeridades habían amortiguado tanto sus pasiones que parecía no tener ninguna
dominante.
<299>
Su rostro era sereno y simpático, algo oscuro por sus largos viajes; de modales
sencillos, pero educados y sin afectación; inteligencia viva y penetrante. Dios le había
dado un talento particular para conquistar a los pecadores más endurecidos, y nunca
emprendía su conversión sin lograrlo. Su corazón era tierno, generoso y sincero.

(n. m.) Continuación del tema


Su estatura era más que mediana; cuerpo bien proporcionado, delicado en un
principio y fuerte después, con la edad. Tenía la cabeza inclinada ligeramente hacia
adelante, frente ancha, nariz grande y bien perfilada, pero no aquilina; ojos vivos y
azules; cabellos castaños y rizados en su juventud, luego grises y blancos con los
años, que lo hacían venerable. Su voz era fuerte y clara. De talante firme e intrépido,
tomaba sus decisiones con reflexión y las mantenía cuando las creía conformes con la
voluntad de Dios; siempre estaba dispuesto a emprender las cosas más difíciles por su
gloria. He ahí el retrato, al natural, del señor Juan Bautista de La Salle, sacerdote,
doctor, antiguo
<300>
canónigo de la catedral de Reims y fundador de los Hermanos de las Escuelas
Cristianas.

(n. m.) Se piden con insistencia partes de sus despojos


La noticia de su muerte se extendió por la ciudad de Ruán, y muchos acudieron
para ver a este santo sacerdote que se había ganado la estima y la veneración de
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 587

mucha gente durante su vida. Hubo mucha dificultad para contentar a aquellos que
deseaban tener alguna cosa de sus preciosos despojos. Como era muy pobre, no
poseía nada de lo que puede contentar la codicia y el amor propio. Un crucifijo, un
Nuevo Testamento, una Imitación de Cristo y un rosario eran todas sus riquezas. Se
distribuyeron entre la gente. Por lo demás, los que no pudieron tener otra cosa, se
contentaron con algunos trozos de sus hábitos, que conservaron como prenda de su
santidad.

(n. m.) Su entierro


Su rostro aparecía tan hermoso y tan sereno después de su muerte como lo era
durante su vida. Se le revistió con sus hábitos sacerdotes y, de esa forma, se le expuso
en la capilla de la Casa a la devoción del público hasta el sábado santo por la tarde.
<301>
Ese mismo día fue llevado, sin pompa, a la iglesia parroquial de San Severo y
enterrado en la capilla de Santa Susana, en presencia de numerosas personas que
asistieron a sus funerales. Sobre su tumba se puso el siguiente epitafio:

(n. m.) Su epitafio


D. O. M.
Hic expectat resurrectionem vitae venerabilis Joannes Baptista de La Salle, Rhemus,
Presbiter, Doctor Theologus, Canonicus Ecclesiae Metropolitanae Rhemensis,
Institutor Fratrum Scholae Christianae. Obiit sexta Parasceves annum agens LXVIII
die septima Aprilis anno M.V.C.C.X.I.X in aedibus Fratrum Sancti Yonis huiusce
Parochiae. Det illi Dominus invenire requiem in illa die.
Numerosas personas de todos los niveles se apresuraron a rendir a su memoria
todos los honores que él había evitado con tanto cuidado durante su vida. Así
recompensa Dios, desde este mundo, a quienes le han sido fieles hasta la muerte. Vita
ejus si in probatione fuerit coronabitur (Tob 3, 21).
<302>
(n. m.) 1720: muerte del Hermano Bartolomé;
el Hermano Timoteo, su sucesor
El Hermano Bartolomé era Superior General del Instituto a la muerte del señor de
La Salle, pero sólo le sobrevivió catorce meses, pues murió en el mes de junio del año
siguiente, llorado por todos los Hermanos, que le miraban como digno sucesor del
señor de La Salle, que le había formado bajo su mirada. Los dos asistentes escribieron
una carta circular sobre la pérdida que acababa de ocurrir, y convocaron una
asamblea general en San Yon para el día de la Asunción del mismo año, en la que el
Hermano Timoteo, director de la casa de Aviñón, fue elegido Superior General por
588 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

unanimidad. Con esta elección confirmaron el consejo del Hermano Bartolomé, que
lo había señalado como el que creía más apto para sucederle. Hubo dificultad para
que se decidiera a aceptar el cargo. Pero al final se sometió por obediencia.

(n. m.) Solicita las letras patentes y las obtiene


Desde que se vio encargado del gobierno general del Instituto, se dedicó a
<303>
procurarle una situación fija y estable. La primera cosa que emprendió fue asegurar
para el Instituto la casa de San Yon, que había sido adquirida a nombre de dos
Hermanos, uno de los cuales había fallecido y el otro era de edad avanzada. No se
podía hacer donación ni venta al Instituto, que no tenía derecho de adquirir en su
nombre mientras no contase con las letras patentes que confirmasen su
establecimiento. El Hermano Timoteo se apoyó en la ayuda del señor de Pontcarré,
Primer Presidente del Parlamento de Ruán, pero a pesar de su protección y buenas
gestiones, no pudo impedir que el asunto se demorase. Encontró oposición en el
Consejo de Regencia durante la minoría de edad del rey Luis XV. El señor de La
Vergne de Tressant, a la sazón arzobispo de Ruán, logró superarla después de la
muerte del señor Duque de Orleans, Regente del reino (1724). Las letras patentes
fueron firmadas el 28 de septiembre de 1724 y expedidas a principios del año
siguiente. Sin tardanza fueron registradas en el Parlamento
<304>
y en la Cámara de Cuentas de Ruán, donde no se tuvieron en cuenta los motivos de
oposición del señor párroco de San Severo, que sufría a disgusto que la casa de San
Yon se sustrajera a la jurisdicción de su parroquia. Sin embargo logró, con su
solicitud y con la de sus amigos, que se pusieran algunas restricciones en el registro,
que podían perjudicar a los intereses del Instituto. Pero más tarde fueron anuladas por
una disposición del Consejo privado del rey.

(n. m.) Obtiene las Bulas de Roma


El Hermano Timoteo mandó solicitar, al mismo tiempo, a Roma la obtención de las
Bulas del Papa, en virtud de las cuales el Instituto fuese erigido como cuerpo
religioso, y aunque las tentativas que se habían hecho en diversos momentos, en vida
del señor de La Salle, no tuvieron éxito, no se desanimó. Primero se sirvió de un
Hermano de las Escuelas, que había estado al servicio del príncipe de Soubisse, padre
del cardenal de Rohan. Este Hermano, que no carecía de recursos, se presentó al
cardenal, que le recibió favorablemente, en consideración a que había estado en la
casa de su padre, el Duque. El Hermano
<305>
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 589

aprovechó hábilmente la elección que el rey acababa de hacer del señor cardenal
como ministro suyo en Roma, para lograr que los Hermanos le presentasen un
proyecto razonado por el cual rogarían a su Eminencia que les sirviera de mediador
ante el Papa, para obtener las Bulas que confirmasen a su Instituto. El señor Vivant,
que debía acompañar al señor cardenal en el viaje, se encargó de apoyar su petición
ante su Eminencia, y se ofreció a ser su solicitante en Roma. Pero independientemente
de su buena voluntad, el asunto se prolongó por mucho tiempo, y sólo cuatro años
después (1725), al comienzo de 1725, el señor abate de Tencin, ya nombrado
cardenal, retomó la negociación después de haber recibido nuevas instrucciones de la
Corte de Francia, y consiguió, de la bondad del papa Benedicto XIII, las Bulas, hacia
finales del mes de enero.
El Hermano Timoteo se apresuró a hacerlas presentar ante el Consejo del Rey.
Todavía se encontraron algunas dificultades, pero al fin, las Letras fueron
<306>
expedidas y selladas, y luego registradas en el Parlamento de Ruán, en el transcurso
del mismo año.

(n. m.) Los Hermanos del Instituto se reúnen en San Yon


para pronunciar los tres votos
En el mes de agosto siguiente, los Hermanos del Instituto se reunieron en San Yon
en número de treinta y dos, tanto directores como veteranos, convocados
expresamente para recibir esta Bula con respeto. Fue leída y aclamada con todas las
ceremonias acostumbradas, en presencia del Santísimo Sacramento. Después de esto,
los Hermanos hicieron tres días de retiro y escogieron la fiesta de la Asunción de la
Santísima Virgen para pronunciar los tres votos que son comunes, actualmente, con
las otras órdenes de religiosos aprobadas por la Santa Sede.

(n. m.) Manda construir la iglesia de San Yon y una pequeña cripta
para trasladar a ella al señor de La Salle
Sin embargo, el Hermano Timoteo, no contento con haber obtenido con su buen
hacer la Bula y las letras patentes que los Hermanos del Instituto solicitaban desde
hacía tantos años, pensaba también en el medio de lograr que volviera a la casa de San
Yon el cuerpo del señor de La Salle, su fundador, que había sido inhumado en la
iglesia de San Severo. Los Hermanos habían visto con pena que se llevaran este
precioso depósito,
<307>
pero se había alegado, como razón, la precariedad de su capilla, donde no había sido
posible depositarlo con la decencia debida a su memoria. A pesar de los pocos
ingresos de la casa, el Hermano Timoteo emprendió el trabajo de hacer construir una
590 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

capilla nueva, más grande y más espaciosa. Mandó preparar en ella una cavidad con
la esperanza de trasladar a ella el cuerpo del señor de La Salle, y después de un trabajo
constante de quince años, dispuso todo para la ceremonia de este traslado.

(n. m.) Dificultades del cura de la parroquia para entregar el cuerpo;


el traslado
Los Hermanos tuvieron cuidado, primero, de proveerse de los permisos
requeridos, que les fueron concedidos por el señor arzobispo de Ruán. Luego
acudieron a la intervención del señor de Pontcarré, Primer Presidente, que tuvo a bien
interponer su autoridad para disponer al señor párroco de San Severo a que accediera
al deseo que tenían de exhumar el cuerpo de la tumba en que había sido depositado, en
su iglesia, para llevarlo al lugar que habían dispuesto en la suya. Los parroquianos, de
acuerdo con él, ponían alguna dificultad, pero al final accedieron a la petición
<308>
que les hacían desde diversas instancias, a las que no se atrevían a poner mayor
resistencia.

(n. m.) 1734: exhumación del cuerpo por el Vicario general de Ruán
Fue el 16 de julio de 1734. El señor Bridel, Arcediano y Vicario general de Ruán,
acudió a la iglesia de San Severo para hacer la exhumación, acompañado de otros
Vicarios, del párroco y de buen número de canónigos. Se abrió la tumba, se abrió
también la caja en presencia del señor de Pontcarré de Vierne, hermano del Primer
Presidente, de los señores Marqueses de Cani, del Conde de Enneval, etc., de
médicos, quirurgos y notarios, que habían sido llamados para certificar el acta.
También se encontraban allí muchos miembros de todas las órdenes de la ciudad y un
pueblo numeroso, que habían acudido para satisfacer su devoción. Se encontraron
todos los huesos colocados en su situación natural, las carnes y los hábitos
sacerdotales con los que había sido revestido se habían consumido por completo. El
cuerpo fue colocado en una caja de plomo, recubierta de otra de madera de roble, y
ambas fueron selladas y cerradas en presencia
<309>
de los notarios que levantaron acta e hicieron firmar a los Vicarios y testigos.

(n. m.) Ceremonia de traslado del cuerpo,


desde la parroquia a la iglesia de San Yon
Se había invitado a la ceremonia a numerosos eclesiásticos, y estuvieron presentes
en número de más de trescientos. El cuerpo fue levantado por las personas más
importantes, y llevado procesionalmente a la iglesia de San Yon mientras se cantaban
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 591

salmos. Los Hermanos de las Escuelas Cristianas, en número de ochenta, todos con
un cirio en la mano, fueron por delante, para recibir al clero y el cuerpo de su santo
fundador. Mientras se terminaban las preces, el señor Vicario general bendijo la
cavidad, y en ella se encerró este precioso tesoro, por el cual suspiraban los Hermanos
desde hacía quince años con tanta solicitud y con tanto celo. Así se cumplió la
predicción del señor de La Salle, que poco antes de su muerte, les había asegurado
que Dios visitaría la casa de San Yon y que llegaría a ser floreciente. Todos los días se
ven los efectos por la concurrencia de gente que acude a su tumba desde que fue
trasladado de San Severo a esta iglesia. Deus visitabit vos. Asportate ossa mea de
loco isto (Gn 50, 25).

FIN

(faltan las pp. <310>-<312>)


<313>
(n. m.) Nota sobre los dos documentos que siguen
A continuación de la Vida del señor de La Salle, añado dos elogios fúnebres que,
realmente, no tienen relación directa, pero que, sin embargo, no serán considerados
completamente fuera de lugar, ya que servirán para darnos una idea sucinta de la
piedad de dos personas que eran parientes próximos suyos.
El primer documento es una prosa compuesta en estilo lapidario que yo había
compuesto a petición de los señores magistrados de la ciudad de Chauny, en Picardía,
para ser grabada en la tumba del señor José de La Salle, canónigo regular de la
Congregación de Santa Genoveva, fallecido como párroco de San Martín,
<314>
en dicha ciudad, llorado de todos sus feligreses. Era hermano del señor de La Salle,
fundador de las Escuelas Cristianas.
La segunda es una carta de un religioso benedictino de la Congregación de San
Mauro, que escribió a uno de sus amigos, sobre la muerte del señor Juan Francisco
Maillefer, canónigo de San Sinforiano de Reims, fallecido en olor de santidad. Era
sobrino, por parte de su madre, del señor de La Salle, fundador de las Escuelas
Cristianas.
592 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Epitafio
Del Padre José de La Salle,
Canónigo Regular de Santa Genoveva,
fallecido como párroco de Chauny, el 29 de marzo
de 1723.
D. O. M.
Sub hoc lapide sepultus, jacet
<315>
Vir religiosissimus D. D.
Jacobus Josephus de La Salle
In utroque jure licenciatus
Apud Remos natalibus claris ex veteri prosapia ortus
A vitae virtutis pie aemulus
Ex ephebis adolescens strictioris observantiae in Gallia
Canonicis Regularibus nomen dedit
Qua inter fratres doctrina fuit imbutus,
Hanc ipsis largiter refudit * (*Enseñó filosofía
Non ingratus y teología en Blois)
Tum Blesis Sancti Martini Pastor institutus
Muneri totus incubuit,
Rector sollicitus.
Innatae sibi eloquentiae stimulis oves sibi creditas
Virtuti addixist.
Verbi Dei praeco facundus.
Infirmas sanitati restituit,
Dejectas roboravit,
<316>
Miscens temporibus tempora
Moderator sagacissimus
Dum huic operi duo supra viginti annos animum applicat
Sermone, vita, moribus
Homo vere Apostolicus,
Sancti Martini * Calniacensis iterum (* Chauny)
Pastor efficitur
Ecclesiae regendae onus tremendum vocatus subit
Ut Blesis, sic Calniaci Ecclesiae et veritati militat
Generosus athleta.
Paupertatem quam Deo voverat reddidit.
Pauperibus quod supererat erogavit
Paupertatis cultor
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 593

Verum heu !
Dum ultimo suo muneri novennario labore insudat
Oppressus pondere diei et aestus
Onus cum vita posuit.
<317>
IV. KAL. Aprilis Anno
M. D. C. C. XXIII
Lugete cives et orate.
Ut in aeternum vivat
et
Requiescat in pace
Avunculo suo merens ponebat ex sorore nepos.
Asceta Benedictinus a Congregatione Sancti Mauri F.F.E.M.

Este epitafio resultó ser demasiado extenso para poderse grabar en la tumba que se
debía poner sobre la fosa del señor [José] de La Salle. Los feligreses pidieron al
Principal del colegio de Chauny que lo abreviara, y he aquí el que lo reemplazó y se
puso en el sepulcro.

Sub hoc lapide jacet vir religiosissimus


Jacobus Josephus de La Salle
Apud Remos claris ortus natalibus
Congregationis Gallicanae Canonicus Regularis
Post annos duo de viginti labores
<318>
Hujus Ecclesiae per novennium Rector
Doctrina, verbo exemplis, instantia quotidiana
Oves pascens
Oppressus pondere diei et aestus
Erogatis quod supererat in pauperes facultatibus
Onus cum vita posuit.
IV. KAL. Aprilis anno R.S. M.D.CCXX.III.
Aetatis LXIV.
Lugete cives et orate.

Carta de Dom Jean Daret, Benedictino de la Congregación de San Mauro, que


contiene, abreviado, el elogio fúnebre del señor Juan Francisco Maillefer, sacerdote,
doctor en teología y canónigo de San Sinforiano de Reims, fallecido el 21 de octubre
de 1723, a la edad de 42 años.
594 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

«Señor, mi querido amigo. Cuando su última me ha llegado, ya conocía la muerte


del señor Maillefer, sacerdote, doctor y
<319>
canónigo de San Sinforiano de Reims, nuestro común amigo. Dom Simon Maillefer,
su hermano, me lo había enviado, y yo mismo pensaba comunicárselo a usted.
Hace más de veinte años que comencé a conocerle y que estuve unido en amistad
con él. Nacido de una familia de las más distinguidas de la ciudad de Reims, tanto por
parte del padre como por parte de la madre, y nacido de padres de reconocida bondad,
mamó la piedad con la leche. Desde sus más tiernos años, caminó constantemente por
la vía de los mandamientos de Dios, y a medida que avanzaba en edad, hacía nuevos
progresos en la virtud. Pero sobre todo, desde que fue honrado con el sacerdocio de
Jesucristo, como si hubiera sido transformado en otro hombre por la gracia de la
ordenación, olvidando lo que había sido hasta entonces, sólo pensaba, todos los días,
en llegar a ser cada vez más, más santo.
Provisto con la dignidad de canónigo sin haberlo buscado, asistía a todas las
oraciones públicas con asiduidad ejemplar. Soportaba con alegría
<320>
toda la molestia, y los pobres recibían todo el provecho. Digno ministro del
sacramento de la penitencia, ¡qué frutos no consiguió en el sagrado tribunal, tratando
a los pecadores según las santas reglas que había aprendido en la Iglesia católica!
Plugo a Dios que pudiera conservar siempre el poder de confesar. (Le retiró las
licencias el señor Francisco de Mailly, arzobispo, que se lo notificó por medio de un
ordenanza). Además, en su iglesia prestaba todos los demás servicios que podían ser
atendidos por un sacerdote celoso, que no sabe negarse a nada.
Las penosas funciones de su ministerio no le impedían castigar con ayunos,
abstinencias y otros inocentes rigores su carne, que no tenía otro pecado que el de su
origen, persuadido como estaba de que la penitencia es la que conserva la inocencia
bautismal, de igual modo que es quien la repara. Era también un ángel de pureza. Esta
virtud consagraba y divinizaba todo su exterior, y se puede decir de él lo que leemos
del gran san Martín en el oficio de su fiesta, cuya octava celebramos: Corpore quidem
virgineo, blandum habebat eloquium, gratus
<321>
erat moribus, intenta mente caelo suspensus.
Su aplicación a Dios no hacía que su caridad hacia el prójimo fuera menos atenta ni
menos activa. ¿Quién podría contar todas las ayudas que procuró a quienes se
hallaban en necesidad? Sus limosnas quedaban encerradas en el seno del pobre, y las
ocultaba incluso a sus prójimos; las ocultaba a sus propios ojos, y su mano izquierda
no sabía lo que hacía su derecha.
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 595

Sólo faltaba a su virtud ser probada con la persecución. También estuvo expuesto a
ella, pero sólo sirvió para darle mayor brillo. El retiro le puso a cubierto de los rayos
que inútilmente fueron lanzados contra él (fue excomulgado por negarse a firmar la
Constitución Unigenitus. El Parlamento declaró la sentencia abusiva), y una vez
conjurada esta primera tormenta, se presentó el día de la fiesta del Santísimo
Sacramento, desde por la mañana, en la procesión general, como un soldado
victorioso que acompañara el carro del triunfo de su rey y de su salvador.
Entregado a su iglesia, a su familia y a los pobres, retomó sus primeros ejercicios, y
los
<322>
continuó con renovado fervor. Pero no fue sin contradicciones, pues no le dejaron
mucho tiempo tranquilo, y casi siempre tuvo que sufrir. Eran combates por fuera y
pavor por dentro. Su corazón estaba continuamente cogido por el temor hacia el
sagrado depósito de la antigua doctrina, a la que veía expuesta como presa de sus
enemigos, delante de quien todo parecía ceder, y que fueron el motivo de que fueran
desterrados lejos de la diócesis sus queridos compañeros, que parecían los más
intrépidos defensores de la verdad. Estaba inconsolable de que no se le hubiera
considerado digno de compartir su corona. Pero el justo juez le reservaba otra, no
menos preciosa.
Él había quedado casi solo en el campo de batalla, estaba destinado por Dios para
consolar a los fuertes, sostener a los débiles, confundir a los cobardes, y hacer frente a
los enemigos, hacer inútiles sus esfuerzos, derribar toda grandeza que pretendiera
elevarse contra la ciencia de Dios. ¡Cuánta gloria habrá ganado por permanecer firme
e irreductible en su puesto!
<323>
Después de haber servido de este modo a los designios de Dios, su cuerpo, que no
era de complexión demasiado robusta, y al que él trataba duramente, vino a sucumbir
bajo el peso de los cuidados que se tomaba para aliviar a los pobres, que no tenían otro
recurso que su caridad. Cayó en una enfermedad de las más malignas. En todos los
miembros de su cuerpo sentía dolores muy agudos y fuertes dolores de cabeza. La
fiebre, casi continua, redoblada a menudo por accesos muy violentos, le llevaban a
delirios y le causaban frecuentes convulsiones. Pero Dios le concedió momentos
favorables, y él lo aprovechó para prepararse al gran viaje de la eternidad. Se confesó
el sábado 16 de octubre. El domingo por la mañana recibió, de manos del señor
Graillet, su decano, el santo Viático con grandes sentimientos de piedad. A la noche
siguiente se le administró la extrema unción, y después de haber sostenido durante
varios días rudos asaltos contra la muerte, sus fuerzas estaban agotadas, y era llegado
el momento en que el Espíritu Santo, que habitaba en él, como en su templo, le dijo
que
<324>
596 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

descansara de sus trabajos.


Fue el jueves 21 de octubre, a las 8 y cuarto de la mañana, cuando se durmió en el
Señor, apaciblemente, como un hijo de la resurrección, como un hijo de Dios
nuevamente regenerado. Murió en el lecho del honor, venerado como un santo,
respetado incluso por sus enemigos, y canonizado por la voz de los pobres y del
pueblo de Dios.
Su padre, que era hombre de bien (fallecido el 6 de diciembre de 1718), me decía a
veces, derramando lágrimas de ternura, que no era digno de ser padre de un sacerdote
tan virtuoso y tan santo, del que le habían referido milagros que Dios había obrado
por su intercesión. Tenía sólo 42 años de edad cuando murió, pero había alcanzado la
edad perfecta a la que Dios le quería hacer llegar. Vivió poco, pero había llenado la
carrera de una vida larga. Si la piedad nos pide lágrimas por la separación de un amigo
tan perfecto y cabal, una muerte tan preciosa debe enjugar nuestras lágrimas. Este
siervo bueno y fiel, después de haber aprovechado
<325>
los talentos que había recibido, entró en el gozo de su Señor, seguido de las obras
buenas con las que había tejido su vida. Su muerte es, pues, para él, una ganancia, ¿y
va a ser para nosotros una pérdida? ¿Cesaría él de amarnos, después que ha llegado al
reino de la caridad? No. Seguro ya de su dicha eterna, ahora se interesa por la nuestra,
y solicita ante Dios las ayudas que necesitamos para llegar a ella. Los intereses de la
Iglesia, que es siempre su madre, siempre le son queridos. Mejor instruido que
nosotros de sus bienes y de sus males, él los presenta a Dios. Este verdadero amigo de
sus hermanos, que sabe que están expuestos en medio de los combates y de los
peligros, ruega mucho por ellos, por el pueblo de Dios y por toda la ciudad santa.
Unid vuestras oraciones a las que yo confío que él hace por mí, para obtener
misericordia para aquel que es siempre suyo de todo corazón,
Señor, etc.
Hermano Juan Daret, benedictino
A 15 de octubre de 1723».

<326>
Añadiré a esta carta, que basta para una idea resumida de la vida del señor
Maillefer, que al día siguiente de su muerte, sus parientes invitaron a las comunidades
de los franciscanos, de los agustinos y de los dominicos, para que acudieran en
procesión, según la costumbre, a su entierro. El padre Lejeune, Guardián de los
franciscanos, había tomado la precaución de solicitar ante el Vicario general la
prohibición de asistir a él con su comunidad, de manera que cuando acudieron a
invitarle, se excusó con diversos pretextos. Varias veces pasaron a invitarles, pero fue
inútil. No tuve dificultad para comprender el motivo del rechazo, y se concluyó que se
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 597

dejara de lado. Los padres agustinos, que no conocían el paso dado por el padre
Guardián de los franciscanos, habían comenzado la procesión, con la cruz, para
dirigirse a la casa del difunto. Conocieron a mitad
<327>
del camino las intenciones del Vicario general y la resolución tomada por los padres
franciscanos de conformarse con ella, y sin otra deliberación, volvieron sobre sus
pasos, con gran escándalo del pueblo, que les llenó de reproches. Sólo los padres
dominicos, despreciando generosamente todo motivo de temor por parte de los
superiores eclesiásticos, fueron comunitariamente y se presentaron para trasladar el
cuerpo a la iglesia.
El entierro se hizo con las ceremonias y oraciones ordinarias. Además de los
canónigos de San Sinforiano, sus compañeros, se advirtió que se juntaron al clero
cierto número de eclesiásticos llegados, por propia iniciativa, para honrar la
ceremonia. Había varios canónigos regulares en roquete, que se ofrecieron
piadosamente para llevar el cuerpo a la sepultura, pero los padres dominicos no
quisieron ceder a nadie este honor.
<328>
Ha sido enterrado, según sus deseos, en el cementerio de San Sinforiano, al pie de
una gran cruz, donde está la sepultura de sus antepasados, del lado de su madre.
Desde entonces ha habido buena concurrencia de personas de piedad, que iban a
hacer novenas sobre su fosa, y parece que se habían producido curaciones milagrosas.
Pero hay que dejar a Dios el derecho a manifestar la santidad de su siervo, si es útil
para su gloria. Soli Deo honor et gloria.

Fin
ÍNDICES
MAILLEFER I (Ca) y II (Re)

Índice de nombres de lugares


Índice de nombres de personas
Índice temático
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice de nombres de lugares 601

ÍNDICE DE NOMBRES DE LUGARES

AIX-EN-PROVENZA
El obispo de Marsella es nombrado arzobispo de A. Ca 138 Re 196
ALAIS
obispado creado por Luis XIV Ca 118
desmembrada de la diócesis de Nîmes Re 196
el santo es recibido allí en 1712 Ca 126 Re 218
el santo abandona A. Ca 126 Re 219
ALEMANIA
d’ARMESTAT, familia ilustre de A. Ca 145 Re 258
ALPES
el H. BARTOLOMÉ quiere pasarlos antes del invierno Ca 150 Re 269
AUBERVILLIERS
Nuestra Señora de las Virtudes, a dos leguas de París Re 79
AVIÑÓN
— Primera escuela de Provenza Ca 116, 117 Re 130, 190
— El santo llega al final de la cuaresma de 1712. Se detiene. Ca 125, 126 Re 217, 218
el H. TIMOTEO, Director de la casa de A. Ca 165 Re 301

BOLOÑA
Calais, diócesis de B. Re 126
los dos Hnos. visitan por cortesía al obispo del lugar Ca 84 Re 127
abren la escuela de Calais poco después de volver de B. Re 128
los Hermanos abren dos escuelas Ca 121
son recibidos con bondad por el obispo del lugar Re 214
la gente se muestra diligente en construir la segunda escuela Ca 121 Re 214
el santo visita B. Ca 122 Re 215, 216
BORBONESADO Ca 120 Re 211

CALAIS
— historia de la escuela de C. Ca 84, 85 Re 126-128
— el santo visita la comunidad de C. Ca 85 Re 127
alusión a la escuela de C. Ca 121 Re 214
CAMBRAI
el santo recibe allí las órdenes menores Ca 6
y el subdiaconado Ca 6 Re 6
CARTUJA (la Gran-C.)
el santo visita la Gran-C. Ca 161 Re 239
602 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

CHÂLONS-SUR-MARNE, o CHÂLONS-EN-CHAMPAGNE
el cardenal de NOAILLES fue obispo de C. Ca 66 Re 98
CHÂLON-SUR-SAONE
el padre MADOT fue nombrado obispo de C. Ca 94 Re 146
CHARMEL
localidad de la diócesis de Soissons Ca 65 Re 98
CHAMPAÑA
el H. BARTOLOMÉ visita las casas de C. Ca 150
CHARTRES
llegada de los Hermanos; mandato episcopal; éxito de las
escuelas Ca 74, 75 Re 112
el santo visita a los Hermanos de C. Ca 75 Re 113, 114
a su regreso el santo se ve afectado por el reuma Ca 76 Re 115
el obispo bendice la capilla de la Casa Grande Ca 81 Re 123
muerte del obispo de C. Ca 148 Re 263
el H. BARTOLOMÉ visita a los Hermanos de C. Ca 150 Re 269

DARNÉTAL
la señora MAILLEPER había fundado allí una escuela Ca 11, 102 Re 16, 163
los Hnos. abren una escuela de niños Ca 103 Re 163
DENAIN
después de la batalla el caballero de D’ ARMESTAT dejó el ejército Ca 145 Re 258
DIJÓN
— apertura de las escuelas de D. Ca 120 Re 213
— los Hnos. reciben al santo Ca 144 Re 256

FRANCIA
— resultados de las guerras civiles en F. Ca 11 Re 15
— aflicción por la muerte de Luis XIV Ca 147 Re 263
— el santo se entrega a la formación de los novicios de Marsella
hasta el punto de olvidarse de la demás casas de F. Re 224
— San BRUNO, patriarca de los solitarios de F. Re 239
— el caballero d’ARMESTAT pasa a F. y se retira a Lyon Ca 145 Re 258
— el H. BARTOLOMÉ visita las demás provincias de F. Ca 150 Re 269

GÉVAUDAN
— Mende, capital del G. Ca 116 Re 194
— el santo pasa las montañas del G. con riesgo de su vida Ca 126 Re 220
GRAN CARTUJA
el santo hace allí una estancia de varios días Ca 135 Re 239
GRAVIÈRES
— el santo va allí por primera vez Ca 126 Re 219
— al regreso, evita entrar en la localidad Ca 126 Re 219
GRENOBLE
— origen de las escuelas gratuitas de G. Ca 120-121 Re 192-193
— el santo se retira a G. Ca 135 Re 238
— el santo vuelve al regreso de la Gran Cartuja Ca 136 Re 240
— el santo compone allí libros de piedad Ca 136 Re 241-242
— el santo se ve afectado de reuma y es cuidado por los Hnos. Ca 137 Re 242
— Parmenia está a 4 leguas de G. Ca 138 Re 244
— el santo regresa a G. después de estar en Parmenia Ca 139 Re 247
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice de nombres de lugares 603

— el santo se quedaría allí de buena gana Ca 142 Re 252


— amigos de G. tratan de retener al santo Ca 143 Re 255
— el santo deja G. para volver a París Ca 144, 147 Re 256
GRENOBLE, parroquia de San Hugo
creación de una escuela Ca 121 Re 193
GRENOBLE, parroquia de San Lorenzo
— creación de una escuela Ca 121 Re 193
— un H. de la escuela tiene que ausentarse; le reemplaza en clase Ca 136 Re 241
GUISA
— los magistrados quieren abrir una escuela gratuita Ca 18 Re 27
— NYELva a G. y las negociaciones fracasan Ca 18 Re 28
— los magistrados establecen nuevos acuerdos con NYEL Ca 23 Re 35
— se abre la escuela (1682) Ca 23 Re 36
— la escuela fue dirigida por NYEL Ca 39-40 Re 60
— los Hnos. de G. participan en una asamblea (Reims) CA 41 RE 61

IMOLA = IMOLEVILLE, en la Romaña


S. CASIANO fue maestro de escuela en I. Re 123
ITALIA
el santo decide ir a Roma antes de alejarse de la costa de I. Ca 134

LANGUEDOC
— El intendente del L. deshace las oposiciones en Les Vans Ca 119 Re 209-210
se fundan misiones reales para los calvinistas del Bas-L. Ca 118 Re 196
— el santo visita sus escuelas del L. Re 198
LAÓN
— el santo viaja a L., esperando ser ordenado subdiácono Ca 6 Re 6
— la escuela de L. estuvo dirigida por NYEL Ca 39-40 Re 60
— les Hnos. de L. participan en una asamblea (Reims) Ca 41 Re 61
LAÓN, abadía de San Martín
colabora en la manutención de los maestros Ca 24 Re 36
LAÓN, parroquia de San Pedro
— apertura de la escuela Ca 23-24 Re 36
— el párroco pide a La Salle que se encargue de la escuela
cuando se marcha NYEL Ca 40 Re 60
— el párroco es informado de los sucesos de1702 (destitución
del santo) Re 147
LE CHARMEL
— localidad de la diócesis de Soissons Ca 65 Re 98
— tres Hnos., de paso, se muestran especialmente edificantes Ca 65 Re 98
LES VANS
— origen de la escuela Ca 119 Re 209
— motín de los calvinistas contra la escuela Ca 126 Re 209-210
— el santo parte de Alais hacia L. V. Ca 126 Re 219
— el párroco de Gravières se encargó de dirigir a los Hnos. Ca 126 Re 219
— el santo parte de L. V. hacia Mende Ca 127 Re 220
— el santo vuelve de Mende a L.V. Ca 127 Re 220
LYON
— el santo se queda allí varios días Ca 144 Re 256
604 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

— el santo venera allí a San Francisco DE SALES Ca 144 Re 256


— el caballero d’ARMESTAT abjura allí del protestantismo Ca 145 Re 258

MARSELLA
— origen de las escuelas de de M. Ca 117-118 Re 195-196
— el santo va a M.: piensa abrir escuela y un noviciado Ca 127 Re 221
— se trabaja por multiplicar las escuelas Ca 128 Re 223
— el santo cuida de las casas que están cerca de M. Ca 128 Re 224
— los protectores del santo le dan la espalda Ca 130 Re 227-228
— distribuyen un libelo contra el santo Ca 131 Re 229
— amigos del santo se esfuerzan por parar los golpes Ca 131 Re 230
— los sucesos de M. desorientan a Hnos. mal informados Ca 132 Re 231
— algún Hno. dice que el santo ha ido allí para destruir Ca 132 Re 231
— el santo sale de M. hacia San Maximino Ca 132 Re 232
— se acusa al santo de haber abandonado el Instituto Ca 133 Re 234
— el santo teme volver a M.; sus razones Re 235-236
MARSELLA, noviciado
— el santo desea abrir uno; sus razones Ca 127 Re 221-222
— facilidades que encuentra; alquila una casa Ca 127 Re 222
— los primeros novicios Ca 127 Re 222
— el santo se dedica a la formación de los novicios Ca 128 Re 224
— los Hnos. de M. acuden a él para hacer un retiro Ca 128 Re 224
— el n. se deshace y los novicios son apartados de la vocación Ca 131 Re 231
MARSELLA, parroquia de San Lorenzo
los Hnos. son los primeros en relajarse Ca 129 Re 225
MARSELLA, parroquia de San Martín
— un jesuita predica en favor de las escuelas Ca 128 Re 223
— el párroco piensa en poner eclesiásticos en vez de Hnos. Ca 129-130 Re 225-226
MARSELLA, parroquia de Nuestra Señora de Acoules
— la escuela prometida a los Hnos. se la niegan Ca 131 Re 230
— el obispo propone a La Salle tomar posesión de la escuela,
pero las intrigas impiden realizar el proyecto Ca 135 Re 237-238
MENDE
— origen de la escuela de M. Ca 116 Re 194
— el obispo de M. solicita y obtiene Hnos. Ca 117 Re 194
— el santo va desde Les Vans a M. Ca 126 Re 220
— el santo llega a M. Ca 126 Re 220
— el santo va a saludar al obispo, deferencias con La Salle,
otras visitas; el santo anticipa su salida Ca 127 Re 220
MOULINS
— se piden dos Hnos., el santo los envía Ca 120 Re 212
— visita del H. BARTOLOMÉ a M. Ca 150 Re 269

NÎMES
división de la diócesis Ca 118 Re 196
NOYON
— el santo va a N. para recibir el subdiaconado Ca 6 Re 6
— Mons. de AUBIGNÉ fue obispo de N. Ca 75 Re 114

PARÍS, ciudad, casa de la comunidad, escuelas (v. también las


secciones que siguen)
ÍNDICE DE NOMBRES DE LUGARES 605

— el santo deja P. a la muerte de su padre Ca 5 Re 4


— el santo va a P. para recibir el diaconado Ca 6 Re 7-8
— BARRÉ intentó abrir una escuela de niños, pero fracasó Ca 11 Re 15
— el santo va a P. para pedir permiso de cambiar la canonjía Ca 30 Re 46
— el santo se detiene en P. un tiempo y vuelve a REIMS Ca 31 Re 46
— PHILBERT aconseja al santo que se vaya a P. Ca 31 Re 47
— el arzobispo se dispone a volver a P. en el momento en que el
santo hace gestiones para dejar la canonjía Ca 31 Re 47
— el arzobispo había regresado de P. Ca 33 Re 49
— el santo añora retirarse a P. Ca 33, 46 Re 51, 69
— el santo se siente comprometido por haber prometido Hnos. Ca 34 Re 52
— el santo redacta en P. las reglas de su comunidad Ca 40 Re 61
— el santo quiere retirarse a P. aunque el prelado quiere retenerle Ca 44-45 Re 66-67
— el santo intenta restablecer el seminario de maestros rurales Ca 46 Re 69
— el santo se dispone a ir a P. con dos Hnos. Ca 47 Re 70
— el santo llega a P. a finales de febrero de 1688 Ca 48 Re 70-71
— el santo y los Hnos. se alojan en la casa de la escuela Ca 48 Re 71
— el número de alumnos aumenta en poco tiempo Ca 48 Re 71
— la escuela pasa serias dificultades al comienzo Ca 48 Re 71-72
— el párroco visita la escuela (abril 1688) Ca 49 Re 73
— primeras dificultades suscitadas contra el santo y los Hnos. Ca 50-51 Re 74-75
— el santo piensa abandonar la escuela de P. Ca 51 Re 76
— se abre la segunda escuela cerca de Pont Royal, calle du Bac Ca 53 Re 78
— el santo piensa en abrir un noviciado; la casa es poco amplia Ca 54 Re 80
— Mons. de HARLAY era arzobispo de P. Ca 54 Re 80
— Vaugirard está próximo a P. Ca 55, 67 Re 81, 101
— cuando salió para París, el santo había dejado 16 Hnos. en Reims Ca 55 Re 81
— los Hnos. de P. son convocados a Vaugirard Ca 55 Re 81
— el santo organiza en P. un retiro para los Hnos. menos alejados Ca 55 Re 83
— enfermo, el santo vuelve a P., el mal se agrava Ca 57 Re 85
— los ejemplos de los Hnos. les dan a conocer por P. Re 83
— HELVÉTIUS, célebre médico de P. Re 86
— el H. l’HEUREUX había ido a P., a estudiar en la Sorbona Ca 58 Re 87
— el H. l’HEUREUX iba a recibir la ordenación en P. Ca 59 Re 88
— un joven libertino va a buscar al santo a P.; allí se convierte Ca 62-63 Re 94
— Mons. de NOAILLES sucede a Mons. de HARLAY como
arzobispo de P. Ca 66 Re 98
— se abusaba de las capillas domésticas en la diócesis de P. Ca 66 Re 98
— el santo puede establecer una comunidad en P. Ca 67 Re 99-100
— al H. ecónomo le roban dos ladrones Ca 69 Re 103-104
— se someten las Reglas de los Hnos. a tres superiores de P. Ca 71 Re 106
— les Hnos. se reúnen en P. Ca 71 Re 107
— entre P. y Vaugirard, al santo le robaron el manteo Ca 76 Re 114
— el santo deja P. para visitar las casas de Reims y alrededores Ca 77 Re 115-116
— el santo encuentra a un joven calvinista; le lleva al noviciado de P. Ca 77 Re 116
— la Casa Grande se halla en la calle de Vaugirard, en P. Ca 80 Re 122
— Mons. GODET DES MARAIS bendice la capilla de la Casa Grande Ca 81 Re 123
— la escuela abierta en la Casa Grande se traslada a San Plácido Ca 83 Re I 24-125
— un sobrino del decano de Calais, residente en P., le habla de
las escuelas Ca 84 Re 126
— desde Calais, el santo regresa a P. por asuntos del Instituto Ca 85 Re 129
606 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

— el santo vuelve a P. después de abrir la escuela de Troyes Ca 86 Re 130


— el santo recibe a 50 jóvenes irlandeses en la Casa Grande Ca 87 Re 131-132
— a un joven clérigo libertino de P., lo llevan al noviciado de los HH. Ca 88 Re 134-135
— En la Casa Grande, intento de imponer un superior
eclesiástico a la comunidad; los HH. se resisten Ca 90-97 Re 138-150
— carta de un sacerdote de P. sobre los sucesos de la Casa Grande Ca 95 Re 147
— en P. el santo habría sido sospechoso de quietismo Ca 95 Re 147-148
— el santo quiere dejar los poderes de confesar en la diócesis de P. Re 152
— la Casa Grande se pone en venta; un donativo para la compra
es desviado y el santo no puede comprarla Ca 98 Re 153
— el santo desea poner un seminario de maestros en P. Ca 100 Re 156
— la casa del barrio de San Antonio está alejada del centro de P. Re 160
— desde Ruán, el santo regresa con rapidez a P. Re 165
— Mons. COLBERT encuentra al santo a P. Ca 103 Re 166
— el santo teme que el noviciado no pueda subsistir en P. Ca 103 Re 166
— el santo dispone todo en P. para marchar con los Hnos. a Ruán Ca 103 Re 166
— el santo y los Hnos. dejan P. para ir a Ruán Ca 104 Re 167
— el noviciado de P. pasa de casa en casa Ca 107 Re 173-174
— el noviciado de P. es trasladado a Ruán Ca 107 Re 173
— en P. el santo logra ratificar el alquiler de San Yon Ca 108 Re 176
— premura en el traslado del noviciado a Ruán Ca 108 Re 176
— el santo va a P. para tratar de la fundación de San Dionisio Ca 109 Re 178
— el santo va a P. para tratar diversos asuntos Ca 110 Re 179
— el santo deja P. para trasladarse a San Yon Ca 110 Re 180
— el santo hace un retiro en los carmelitas de P. Ca 114 Re 188
— el santo vuelve a P. después de su visita a Boloña Ca 122
— el santo hace regresar el noviciado a P. Ca 122 Re 199-200
— el noviciado de P., en una casa alejada, sufre pobreza y hambre Ca 123 Re 200
— el hambre de 1709 dura más en P.; espera donativos en P. Ca 123 Re 199-200
— algunos Hnos. de P. se relajan Ca 123-124 Re 202
— escuela dominical de P.: primer plan Ca 81 Re 205
horario y programa Ca 82 Re 205-206
autorización del cardenal Ca 82 Re 206
éxito, frutos y destrucción Ca 82-83 Re 207-208
— el santo vive en P. en el noviciado, en el retiro Re 216
— desde P. escriben al santo a Marsella, pero no responde Ca 128 Re 224
— el santo piensa retirarse a una parroquia y convertir pecadores Ca 133-134 Re 235
— al santo le mandan que vuelva a P. Ca 134 Re 236
— remedio usado en P. contra el reuma Ca 137 Re 243
— las casas de P. y otros lugares sufren la ausencia del santo Ca 140 Re 248
— los Hnos. de P. escriben al santo y le mandan volver Ca 142 Re 252
— texto de la carta de los Hnos. de P. al santo Ca 143 Re 253-254
— el santo regresa a P. Ca 144 Re 256
— el caballero d’ARMESTAT se dirige a P. Ca 144-145 Re 258-259
— la comunidad de P. fue ayudada por las dádivas de LUIS XIV Ca 147-148 Re 263
— el santo se queda algún tiempo en P., luego va a Ruán (1714-15) Ca 148 Re 263-264
— El H. BARTOLOMÉ visita la casa de P. Ca 150
— se conoce en P. la dimisión del santo Ca 153 Re 276-277
— el santo debe ir a P. para recibir un legado Ca 154 Re 279
referencia al mismo hecho Ca 156 Re 283
— en P. el santo prefiere no alojarse en casa de los Hnos. (1717) Ca 154 Re 156
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice de nombres de lugares 607

— el santo llama al H. BARTOLOMÉ a P. y le da el legado Ca 156 Re 284


— el santo pasa algunas horas con los Hnos. de P. Ca 157 Re 286
— viaje del H. BARTOLOMÉ a P. (cuaresma de 1719) Ca 159 Re 289
— P. citada ocasionalmente Ca 89 Re 136
PARÍS, arzobispado
— el santo se presenta en el arzobispado Ca 94 Re 144
PARÍS, Bastilla
— el santo confiesa allí a un sacerdote preso Ca 102 Re 161-161
PARÍS, barrio de San Antonio
— el santo traslada a él el noviciado Ca 83
— el santo encuentra una casa en la parroquia de San Pablo Ca 99 Re 153
— el párroco aprueba el traslado del noviciado Ca 99 Re 153-154
— en la casa se abre una escuela para los pobres de la zona Re 154
— las religiosas de la Cruz acuden en ayuda del santo Ca 101 Re 160
PARÍS, barrio de St-Germain-des-Prés
— la Casa Grande estaba situada en este barrio Ca 80 Re 122
— la comunidad de Hnos. se establece en él Re 259
PARÍS, barrio de San Marcelo. Escuela y seminario, v. París,
parroquia de San Hipólito
PARÍS, parroquia de San Hipólito
historia de la escuela y del seminario Ca 100-101 Re 155-159
PARÍS, parroquia de San Roque
— el santo va a P. para tratar de una escuela en esta parroquia Ca 111 Re 181-182
— la escuela dura poco tiempo Ca 111 Re 181-182
— el santo compone allí diversas obras Ca 111 Re 181
PARÍS, parroquia de San Pablo; v. PARÍS, barrio de San Antonio
PARÍS, parroquia de San Sulpicio (v. también PARÍS)
— la parroquia más extensa de P. Ca 31 Re 46
— el santo promete dos Hnos. para la escuela de la parroquia Ca 31 Re 46
referencia al mismo hecho Ca 34, 45 Re 52; 67
— al párroco DE LA BARMONDIÈRE le sucede BAUDRAND Ca 52 Re 77
— la casa del santo está en esta parroquia Ca 54
— el señor DE LA CHÉTARDIE, nuevo párroco, ayuda a los HH. Ca 79-80 Re 120-121
— el párroco quiere trasladar el noviciado de Vaugirard a su p. Ca 80 Re 121-122
— el éxito de las escuelas es el origen de las escuelas de Calais Ca 84 Re 126
— se cierra la escuela dominical Ca 99
— nuevo proceso de los maestros contra la escuela de la parroquia Ca 112 Re 184-185
— el santo no se defiende; prefiere ceder y cerrar las escuelas de
la parroquia Ca 112-113 Re 185-186
— quejas por la salida de los Hnos.; presentan sujetos para
reemplazarlos, pero no los acepta el párroco Ca 113 Re 186
— las escuelas se abren de nuevo y tienen cierta calma Ca 114 Re 188
— historia de las escuelas dominicales Re 205-207
PARÍS, seminario de San Nicolás du Chardonnet:
el santo se aloja en él (octubre 1717). Testimonio de su virtud Ca 154-156 Re 280-284
PARÍS, seminario de San Sulpicio
— el santo reside en él 18 meses, su exacta regularidad Ca 4 Re 3-4
— el santo decide allí recibir las órdenes sagradas Ca 5 Re 5
— el hermano del santo reside en él Ca 46 Re 69
PARÍS, Sorbona
— el padre del santo le envía a P. para estudiar en la Sorbona Ca 4 Re 3
608 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

— el santo hubiera deseado seguir allí sus estudios Ca 6 Re 7


— la facultad de teología comparada con la de Reims Ca 16 Re 24
PARMENIA
propiedad del abate de Saléon, a 4 leguas de Grenoble,
descripción del lugar; sor Luisa Ca 138 Re 244
PICARDÍA
el H. BARTOLOMÉ visita las casas de P. Ca 150
PROVENZA
— proponen diversas fundaciones al santo Ca 115 Re 189
— el santo visita por primera vez las casas de P. Ca 120 Re 198
— nueva visita del santo a P. Ca 125 Re 217
— necesidad de tener en cuenta la lengua y costumbres de P. Ca 127 Re 222
— escuela de Marsella anterior a otras abiertas en P. Ca 129
— las costumbres de la comunidad se implantan en P. Re 224
— los Hnos. de P., mal informados de los sucesos de Marsella Ca 132 Re 231
— algunos Hnos. de P. se muestran contrarios al santo Ca 132 Re 231
— maniobras contra el Instituto en P. Re 233
— la presencia del santo en P. no es necesaria Ca 134
— la paz vuelve a las casas de P. Ca 137 Re 242
— el H. BARTOLOMÉ visita las casas de P. Re 269
PROVINCIAS
— las casas de PARÍS y otras sufren la ausencia del santo Ca 140 Re 248
REIMS
— nacimiento y bautismo del santo en R. Ca 3 Re I;
— el padre del santo, consejero de la Audiencia de R. Ca 3 Re 1
— el santo comienza sus estudios en el colegio de la universidad de R. Ca 3 Re 2
— el santo es nombrado canónigo de la catedral de R. Ca 4 Re 2
— el santo vuelve de París a R. (1672) Ca 5 Re 4
— ROLAND es canónigo teologal de la catedral de R. Ca 5 Re 5
— las Hermanas del Niño Jesús tienen escuelas en R. Ca 5-6 Re 5-6
— el santo se queda en R. por sus asuntos (1673), y sigue sus estudios Ca 6 Re 7
— el santo piensa asumir la parroquia de San Pedro de R. Ca 6 Re 7-8
— el santo es ordenado sacerdote y celebra su primera misa Ca 7 Re 9
— los consejeros municipales de R., opuestos a nuevas casas Ca 9 Re 14
— la señora MAILLEFER había nacido en R. Ca 11 Re 15
— la señora MAILLEFER quiere fundar escuelas de niños en R. Ca 11 Re 16-17
— NYEL llega a R. (1679) Ca 12 Re 18
— BRETAGNE es prior de la abadía de San Remigio de R. Ca 13 Re 20
BACHELIER DE GENTES es natural de R. Re 20
— se abre la primera escuela en la parroquia de San Mauricio Ca 13-14 Re 21-22
referencia a este suceso Ca 14 Re 22
— segunda escuela, en la parroquia de Santiago Ca 14-15 Re 21-23
— el santo sigue estudiando en la facultad de teología de R. Ca 16 Re 24
— se abre la tercera escuela en la casa de los maestros Ca 15-16 Re 24
— el santo alquila una casa para la comunidad Ca 20 Re 30
— las ciudades cercanas a R. desean también escuelas Re 32
— Mons. LE TELLIER regresa a R. cuando el santo le busca en
París (1683) Ca 30 Re 46
— el santo vuelve a R. (id) Ca 31 Re 46-47
— PHILBERT es profesor de teología en el seminario de R. Ca 31 Re 47
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice de nombres de lugares 609

— el capítulo de la catedral de R., descontento con la dimisión


del santo a favor de FAUBERT Ca 33 Re 49
— CALLOU es muy apreciado en R. y en la diócesis Ca 33 Re 50
— el santo se queda en R. por el parecer de su director Ca 34 Re 52
— en la casa de los Hnos. se guardan los instrumentos de
penitencia del santo Ca 38 Re 58
el santo da escuela en la parroquia de Santiago, y lleva el
hábito de los Hnos. Ca 38-39 Re 59
— el santo hubiera querido limitar su celo a los escuelas de R. Ca 39-40 Re 60
— los Hnos. de las diversas casas se reúnen en R. Ca 41 Re 62
— Mons. LE TELLIER pretende retener al santo en R. Ca 44 Re 66
— el santo abre en R. un noviciado y el seminario de maestros Ca 45-46 Re 67-68
— cuando el santo va a París, la comunidad de R. está bien firme Ca 46 Re 69
— el seminario dura poco en R., el santo tratará de abrirlo más veces Ca 46 Re 69
— el abate COMPAGNON va a R. para hablar al santo, que no está Ca 47 Re 69
— el santo hubiera deseado ver a COMPAGNON Re 70
— ejercicios establecidos en la comunidad de R. Ca 50 Re 74
— el santo se dispone a dejar París, para volver a R. Ca 51 Re 75-76
— el santo había establecido un noviciado en R. Ca 54 Re 80
— los Hnos. de R. son llamados a Vaugirard Ca 55 Re 81
— el santo cae enfermo en R. Ca 56-57 Re 84
— apenas curado, el santo vuelve desde París a R. Ca 58 Re 87
— en R. el santo conoce la enfermedad del H. l’HEUREUX Ca 58 Re 87
— el H. l’HEUREUX había estudiado teología en San Dionisio de R. Ca 59 Re 88
— tres Hnos. (o novicios) son enviados a R. Ca 65 Re 97
— el santo visita la casa de R. Ca 77 Re 116
— el santo había creado un seminario de maestros en R. Ca 100 Re 156
— el santo y NYEL habían trabajado de acuerdo en R. y en las Ca 103
ciudades vecinas
— san BRUNO había sido canónigo de R. Ca 135-136 Re 239
— en la Gran Cartuja honraban especialmente a los canónigos de R. Ca 136 Re 240

RETHEL
— la localidad de R. solicita maestros Ca 21 Re 32
— se abre la escuela (1682), el duque de MAZARINO querría
financiarla, pero se desdice Ca 21-22 Re 33-34
— dos personas de R. quieren contribuir a la fundación Ca 23 Re 35
— el bien producido por la escuela de R. se extiende Ca 24 Re 36
— la escuela de R. había estado dirigida por NYEL Ca 39-40 Re 60
— Hnos. de R. acuden a la asamblea de Reims Ca 41 Re 61
ROMA
— el santo proyecta ir a R., motivo del viaje Ca 134 Re 236-237
— el santo había enviado dos Hnos. a R. Ca 134 Re133-134,
236
— el santo cancela el viaje a Roma: «Ya estoy de vuelta...» Ca 135 Re 238
— el H. TIMOTEO hace solicitar la Bula en R. Ca 166 Re 304
— el cardenal de Rohan es nombrado ministro del rey en R. Ca 166 Re 305
— VIVANT se encarga de solicitar las bulas en R. Ca 166 Re 305
RUAN (v. también San Yon)
— la señora MAILLEFER sostiene una escuela de niñas en R. Re 15
— la señora MAILLEFER reside con su marido en R. Ca 11 Re 16
610 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

— la señora MAILLEFER sostiene una escuela en Darnétal, barrio de R. Ca 11 Re 16


— la señora MAILLEFER muere en R. Re 16. note;
— NYEL regresa a R. Ca 40 Re 60
— Mons. de AUBIGNÉ es nombrado arzobispo de R. Ca 75 Re 114
— el santo abre una escuela en Darnétal, cercana de R. Ca 102 Re 162
— Mons. COLBERT es nombrado arzobispo de R. Ca 103 Re 163
— NYEL había creado escuelas en R. Ca 103 Re 164
— aceptan en R. a los Hnos. y enseñan a los pobres del asilo Ca 103 Re 163-164
— el santo piensa en trasladar su noviciado a R. Ca 103 Re 166
— dificultades surgidas para admitir a los Hnos. en R. Ca 103-104 Re 166-168
— Mons. COLBERT promete allanar las dificultades Ca 104 Re 167
— los Hnos. llegan a R. (1705) Ca 104 Re 167-168
— el santo decide retirar a los Hnos. del asilo Ca 106 Re 170
— la Oficina reduce las pensiones de los Hnos. Ca 106 Re 172
— los Hnos. atienden cuatro escuelas en R. Re 173
— desde R. el santo se va a París Ca 107 Re 173-174
— el santo quiere trasladar el noviciado a R. Ca 107 Re 173-174
— las religiosas de la abadía de St-Amand de R. alquilaron San Yon Ca 107-108 Re 175
— traslado de los muebles del noviciado desde París a R. Ca 108 Re 176
— en R. se creyó que el santo había curado de la lupia Re 182
— curado de su lupia en París, el santo regresa a R. Ca 112 Re 184
— un H. va desde R. a Mende Ca 117 Re 194
— el santo abandona R. para ir a Provenza (1708) Ca 120 Re 198
— el santo regresa a R. después de su viaje a Provenza Ca 120 Re. 199
— el santo y los Hnos. dejan R. (1709) Ca 122 Re 199-200
— estando el santo en R., los Hnos. de París se relajan Ca 124 Re 202
— el santo vuelve a llevar el noviciado a R. (1715) Ca 148 Re 263-264
— el santo proyecta una asamblea y lo comunica a los Hnos. de R. Ca 166 Re 266
— el H. BARTOLOMÉ vuelve a R. después de las primeroas visitas Ca 150 Re 269
— el santo regresa a R. (cuaresma de 1719) Ca 157 Re 286
— la noticia de la muerte del santo se extiende por R. Ca 164 Re 300
— el santo es inhumado en la iglesia de San Severo de R. Ca 164 Re 301
— Mons LA VERGNE DE TRESSANT, arzobispo de R. Ca 166 Re 303
— se registran las Letras Patentes en el Parlamento de R. Ca 166 Re 303-304
— el Parlamento de R. registra la Bula Ca 166 Re 306
— los restos del santo se trasladan de San Severo a San Yon Re 306-308

SAN DIONISIO, en Francia


— el santo envía allí a dos HH. Ca 109 Re 178
— además de la escuela, se proyecta un seminario de maestros Ca 109-110 Re 178-179
— se compra una casa, objeto de un proceso; el santo la cede Ca 110, 125 Re 179, 216-
217
— los Hnos. de S. con los de París y Versalles escriben al santo Ca 142 Re 253
SAN MAXIMINO, eremitorio
— el santo se retira a él Ca 132 Re 232
— no puede quedar desconocido Re 235
SAN YON (v. también RUÁN)
— residencia del superior general de los HH. Re IV;
— en el barrio de San Severo de Ruán Ca 107 Re 174
— casa adecuada para un noviciado Ca 107 Re 174-175
— propiedad de la señora DE BOIS-DAUPHIN (DUBOIS) Re 175
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice de nombres de personas 611

— era utilizada por las Damas de St-Amand Ca 107-108 Re 175


— se cede a los HH. el uso de S. Y. Ca 108 Re 176
— el noviciado es trasladado a S. Y. Ca 108 Re 176
— regularidad en la casa, animada por el santo Ca 108-109 Re 176-177
— se reciben en la casa novicios y alumnos internos Ca 109 Re 176-177
— el presidente DE PONTCARRÉ acudía a veces a pasear Ca 109 Re 177
— el santo regresa desde París, se dedica a formar a los novicios Ca 110 Re 180
— el santo encuentra en S.Y. soledad y tranquilidad Ca i 12~ Re 184
— el santo vuelve a S.Y. después de un retiro en carmelitas de París Ca 115 Re 189
— el santo deja S.Y. para ir a visitar Provenza Ca 119-120 Re 199
— S.Y. experimenta el hambre de 1709 Ca 122 Re 199-200
— el santo lleva de nuevo el noviciado desde París a S.Y. Ca 147-148 Re 263-264
— el santo reúne a los principales Hnos. de Ruán y de S.Y. Ca 149 Re 266
— el santo regresa después de su estancia en París (1715) Ca 148 Re 264
— el H. BARTOLOMÉ regresa a S.Y. después de sus visitas Ca 150 Re 269
— los directores son convocados a la asamblea en S.Y. Ca 150 Re 270
— el H. BARTOLOMÉ quiere que el santo vuelva a S.Y. (1719) Ca 157 Re 285
— el santo regresa a S.Y. (1719) Ca 157 Re 286
— la casa de San Yon es puesta en venta Ca 157 Re 286
— la casa de S.Y. la adquieren los HH. con el legado Ca 158 Re 287-288
— el H. BARTOLOMÉ termina en París la compra de S.Y. Re 289
— la casa de S.Y. se sitúa en la parroquia de San Severo Ca 160 Re 292
— el cuerpo del santo se expone en la capilla de la casa Ca 164 Re 300
— la asamblea general es convocada en S.Y. (1725) Ca 165 Re 302
— la propiedad de S.Y. estaba a nombre de dos HH.; el H.
TIMOTEO quiere asegurar la propiedad del Instituto Ca 165 Re 303
— el párroco de San Severo veía que S.Y. se emancipaba Ca 165 Re 304
— la asamblea para recibir la Bula cuenta con treinta y dos Hnos. Ca 166 Re 306
— se traslada a S.Y. el cuerpo del santo Re 309
SOISSONS
— el pueblo del CHARMEL pertenece a la diócesis de S. Ca 65 Re 98
— en el camino de S. el santo se encuentra con un joven holandés Ca 77

UZÈS
— LES VANS pertenece a la diócesis de U. Ca 119 Re 209
— el santo va a U. para arreglar diversos asuntos Ca 127 Re 220

VAUGIRARD
— está cerca de París, el santo halla una casa cómoda y reúne en
ella a los Hnos. durante las vacaciones Ca 55 Re 81, 83
— el santo comienza en V. el noviciado Ca 56 Re 83
— el número de postulantes aumenta considerablemente Ca 56 Re 83, 84
— después de un mes de prueba los postulantes pasan al noviciado Ca 56 Re 83
— el santo tiene como especial cuidado formar a los novicios Ca 64 Re 96
— el santo es autorizado a tener una capilla en la casa Ca 66 Re 98-99
— dificultades con la parroquia de V. Ca 67-68 Re 99-102
— los Hnos. de V. socorridos por los de París; el Hno. ecónomo
es despojado de los alimentos por unos ladrones cerca de V. Ca 69 Re 104
— el santo reúne una asamblea de Hnos. de París y de V. Re 106
— camino de V., el santo es despojado de su manteo Ca 76 Re 114
— un joven calvinista se convierte estando en el noviciado de V. Ca 77-79 Re 116-119
612 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

— el señor DE LA CHÉTARDIE consiente en trasladar el


noviciado de V. a la parroquia de San Sulpicio Ca 80 Re 122
— en V. el santo compone diversas obras de piedad Ca 111 Re 181

VERSALLES
— origen de la escuela de V. Ca 121 Re 199
— Hnos. de V., París y San Dionisio escriben al santo (1714) Ca 142 Re 253
— la muerte de LUIS XIV priva de ayudas a la escuela de V. Ca 148
VILLIERS
carta del párroco de V. a uno de sus amigos sobre los sucesos
de la Casa Grande (1702) Re 147
VIVARAIS
los barones de Elze eran una familia ilustre del V. Ca 119 Re 209
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice de nombres de personas 613

ÍNDICE DE NOMBRES DE PERSONAS

ABATE, un joven A.
— de vida desordenada; se le pone bajo la dirección del santo Ca 87-88 Re 135
— sigue los ejercicios del noviciado Ca 88 Re 135
— despide a su lacayo Ca 88 Re 135
— se somete a la alimentación de los Hnos. Ca 88 Re 135-136
— quiere tomar el hábito de los Hnos. Ca 88 Re 136
— el santo duda en entregárselo Ca 89 Re 136
— escribe a uno de sus tíos, que era obispo Ca 89 Re 136
— su tío obispo le envía un familiar para disuadirle Ca 89 Re 136
— mantiene el deseo de ser Hermano Ca 89 Re 136
— recibe el hábito de los Hnos. Ca 89 Re 137
— le retiran por la fuerza del noviciado Ca 89 Re 137
— fallece poco después, lamentando no haber sido Hno. Ca 89 Re 138
ABUELA DEL SANTO. v. LESPAGNOL, PERRETTE
ADMINISTRADORES, de la Oficina de Ruán
— se oponen a la admisión de los Hermanos Ca 103 Re 165
— acaban por admitirlos Ca 103 Re 165
ALCALDE Y CONCEJALES de Laón
acuerdan abrir una escuela, ceden una casa Ca 24 Re 36
ALLEMAND DE MONT-MORTIN, Mons. Ennemond A., obispo de
Grenoble
protector y cabeza de una asociación cristiana en Grenoble Ca 121 Re 193
AMIGOS DEL Instituto
censuran la petición del H. BARTOLOMÉ a los obispos Ca 141 Re 250
AMIGOS DEL SANTO
— critican su proceder Ca 19 Re 28
— le reprochan el llevar a los maestros a su casa Ca 19 Re 28
— son consultados sobre la elección de confesor de los Hnos. Ca 21 Re 31
— critican su decisión de dejar el canonicato Ca 30
critican su decisión de despojarse de todo Re 45
— intentos de evitar su dimisión Ca 32 Re 49
— piden que se dé tiempo para que el santo cambie su decisión Ca 33 Re 49
— quieren que deje la canonjía a otro distinto de FAUBERT Ca 33 Re 49
— no consiguen que se doblegue Ca 33 Re 49
— le consideran demasiado celoso Ca 39 Re 59
— le animan a que vaya a Roma Ca 134 Re 236
— le escriben sobre los superiores eclesiásticos Ca 141 Re 250
— le reprochan su silencio Re 250
— se unen al H. BARTOLOMÉ para que vuelva a San Yon Ca 157 Re 285-286
— en Grenoble le hacen recelar de la carta de los Hnos. Ca 143 Re 255
ANUNCIATAS DE SAN Nicolás DE LORENA en la Casa Gr. Ca 80 Re 122
ARMESTAT, Caballero de
— se retira al noviciado de París Ca 145 Re 258
— su descripción, su historia Ca 145 Re 258
614 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

— en Lyon fue testigo de un exorcismo Ca 145 Re 259


— se retira a París; un sulpiciano le dirige al santo Ca 145, 146 Re 259
— comienza su noviciado en octubre de 1714 Ca 146 Re 259
— sus crisis, sus dolores, sus postraciones Ca 146 Re 260
— recibe la extremaunción y parece curado Ca 146 Re 260, 261
— sigue los ejercicios del noviciado y vuelven sus convulsiones Ca 146 Re 261
— se ve libre por la invocación de la Sma. Virgen Ca 147 Re 262
— recibe el hábito y vuelven los tormentos Ca 147 Re 262
— recibe el santo viático Ca 147 Re 262
— se rezan por él las preces de los agonizantes Ca 147 Re 262
— vuelve a ser atormentado por el demonio Ca 147 Re 262
— exorcizado por el santo Ca 147 Re 263
— vive en paz durante algunos años Ca 147 Re 263
— deja el hábito por sugerencia de un tercero Ca 147 Re 263
ASISTENTES
— el H. BARTOLOMÉ pide y obtiene dos asistentes Ca 151 Re 272
— los A. comunican la muerte del H. BARTOLOMÉ Ca 165 Re 301
AUBERT, Francisco, párroco de San Martín de Marsella
— gestiones para confiar la escuela a eclesiásticos y no a Hnos. Ca 130 Re 226, 227
— va a explicar al santo el cambio de parecer de los donantes Ca 130 Re 227
AUBERY, Luis
— sacerdote de Moulins que se había dedicado a enseñar a niños Ca 120 Re 212
— estuvo en el inicio de la ida de los Hnos. a Moulins Ca 120 Re 212
— logró que los aceptasen en su escuelas Ca 120 Re 213
AUBIGNÉ, Mons. Claudio-Mauro de A.
— vicario mayor de Chartres, luego obispo de Noyon y
arzobispo de Ruán Ca 75 Re 114
— acompaña al obispo de Chartres (GODET DES MARAIS) en una
comida con el santo Ca 75 Re 114
— admira la pobreza del santo Ca 75 Re 114
AUMONT, Luis de A. marqués de Villequier. Boloña Ca 122

BACHELIER DE GENTES, Pedro


su vida fue escrita por Dom Claudio BRETAGNE Ca 13 Re 20
BARTOLOMÉ, Hno.
— se encarga del noviciado en ausencia del santo Ca 140 Re 248
— intenta secundar al santo Ca 140 Re 248, 249
— no es aceptado por dos o tres Hnos. Ca 140 Re 249
— reúne a los Hnos. más acreditados y después despide a los díscolos Ca 140 Re 249
— pide superiores eclesiásticos a los obispos Ca 140, 141 Re 249, 250
esta gestión parece peligrosa Ca 141 Re 250
pero es coronada por el éxito Ca 141 Re 251
— no hace nada sin consultar al santo, que le deja los asuntos Ca 145 Re 258
— sale para Ruán con los novicios Ca 148 Re 264
— diputado para pasar por las casas y recoger firmas Ca 149 Re 268
— recibe las indicaciones del santo y comienza las visitas Ca 149, 150 Re 268, 269
— visita Chartres Ca 150 Re 269
visita Moulins Ca 150 Re 269
— quiere atravesar los Alpes antes del invierno; llega a Provenza
vuelve a San Yon después de las primeras visitas Ca 150 Re 269
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice de nombres de personas 615

— es acogido con gozo en todas las casas Ca 150 Re 269


— sale de San Yon para continuar las visitas Ca 150 Re 269
— vuelve a Ruán y da cuenta al santo (principios de 1717) Ca 150 Re 269, 270
— es elegido superior Ca 151 Re 271
— trata de rechazar su elección Ca 151 Re 272
— pide dos Hnos. como consejeros Ca 151 Re 272
— los Hnos. renuevan los votos en sus manos Ca 151 Re 273
— pide al santo que siga aconsejando a quienes acudan a él Ca 152 Re 274
— quiere dar al santo permisos generales Ca 152 Re 274
— recurre con frecuencia al santo, hay perfecta sintonía Ca 153 Re 276
— manda al santo que acepte un legado Ca 154 Re 279
— testimonio de un director de S. Nicolás du Chardonnet Ca 154-156 Re 280-283
— visita al santo en el seminario de S. Nicolás Ca 156 Re 283
— el santo le llama a París y le entrega el legado Ca 156 Re 284
— inquiere por qué el santo no se aloja con los Hnos. de París Ca 157 Re 284
— insiste para que el santo regrese a San Yon Ca 157 Re 285, 286
— regresa desde París a San Yon (cuaresma de 1719) Ca 159 Re 289
— pide al santo su última bendición para la comunidad Ca 162 Re 295, 296
— exhorta al santo a ofrecer los sufrimientos Ca 162 Re 297
— su gobierno, su muerte Ca 153, 165 Re 276, 301
— había señalado al H. TIMOTEO como posible sucesor Ca 165 Re 301
BARRÉ, Nicolás, religioso mínimo
— su acción en favor de las escuelas; sus proyectos fracasan Ca 11 Re 15
— se había servido de NYEL para las escuelas Ca 12, 103 Re 18
— consultado por el santo Ca 29, 35 Re 42, 53
— aconseja al santo que se desprenda de todo Ca 29,30,35 Re 43, 53
BAUDRAND, Henri B. DE LA COMBE, párroco de San Sulpicio
— propone cambiar el hábito de los Hnos. Ca 26 Re 39-40
— toma posesión de la parroquia de San Sulpicio Ca 52 Re 77
— confesor del santo, prevenido a su favor Ca 52 Re 77
— retira al abate COMPAGNON de las escuelas Ca 52 Re 77
— abre una nueva escuela (rue du Bac, cerca del Puente Real Ca 53 Re 78
— se pone de acuerdo con los limosnero de la parroquia Re 78
— administra al santo los últimos sacramentos Ca 58 Re 86
— pide al santo que diga sus últimas palabras Ca 58 Re 86
— pide al santo que bendiga a los Hnos. Ca 58 Re 87
— dispone los funerales del H. l’HEUREUX Ca 59 Re 88
— le presentan una memoria contra el santo Ca 59-60 Re 89
— conoce la necesidad en que viven los Hnos. de Vaugirard Ca 70 Re 105
— el santo le presenta un joven calvinista convertido Ca 78 Re 118
— dimite de su curato Ca 79 Re 120
BELZUNCE, Mons. Henri-François-Xavier de B., obispo de Marsella
— apoya la apertura del noviciado de Marsella Ca 127 Re 222
— informado por el párroco de San Martín Ca 130 Re 226-227
— pide al santo que abandone el viaje a Roma Ca 134-135 Re 237-238
BENEDICTINAS, de Saint-Amand (Ruán)
— usaban San Yon en contra de los cánones de Trento Ca 107 Re 175
— se resisten a dejar San Yon para los Hnos. Ca 108 Re 175
— la muerte de la propietaria les priva del alquiler Re 175
— el alquiler se traspasa sin que lo sepan Ca 108 Re 176
BENEDICTO XIII, Papa
616 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

concede la Bula de aprobación Ca 166 Re 305


BÉTHUNE, Armand de B., Marqués, luego duque de Béthune-Charost
— gobernador del Borbonesado Ca 84 Re 127
— permite la apertura de la escuela de Calais; pide Hnos. Ca 84 Re 127
BLAIN, Juan-Bautista, eclesiástico de Ruán
— escribe una vida del santo en dos volúmenes in-4º Re IV;
— su obra es de mal gusto Re V
BOIS-DAUPHIN, Margarita de Barentin, marquesa de B.
propietaria de San Yon, su muerte rescinde el alquiler de las
benedictinas Re 175
BOULANGER, el B. de la comunidad (París, 1709) no les fía más Ca 123 Re 200
BOUTHILLLER DE CHAVIGNY, Mons. Dionisio Francisco B.,
obispo de Troyes, luego arzobispo de Sens
protege a los Hnos. Re 130
BRETAGNE, Dom Claudio, prior de San Remigio (Reims)
— su elogio, es autor de la vida de BACHELIER DE GENTES Ca 13 Re 20
— sabe que es difícil abrir nuevas escuelas gratuitas Ca 13 Re 20
BRICOT, abate
— joven sacerdote lionés, elegido para superior de los Hnos. Ca 92 Re 141
— aceptado como tal, por la mediación del abate MADOT Ca 94 Re 146
— es presentado a los Hnos. como superior temporal Ca 95 Re 148-149
— sólo pasa una vez por la casa de los Hnos. Ca 97 Re 150
BRIDEL o BRIDELLE, Pedro
arcediano y vicario mayor de Ruán Re 308
BRUNO, san
fundador e los cartujos, antiguo canónigo de Reims Ca 135-136 Re 239-240

CALLOU, Santiago, vicario mayor, superior del seminario (Reims)


— su elogio Ca 33 Re 50
— encuentro con el santo Ca 33 Re 50
— aprueba las razones del santo y lo comunica al prelado Ca 33 Re 50
CALVINISTAS
— quieren impedir las escuelas de Alais Ca 118 Re 197
— se dedican a destruir las enseñanzas de los Hnos. Ca 11 8 Re 198
— se oponen a la apertura de la escuela de Les Vans Ca 119 Re 209-210
CAMISARDOS
hacían la guerra abierta a los eclesiásticos Ca 126 Re 218
CANI O CANY, marqués de C.
está presente en la exhumación del santo Re 308
CANÓNIGOS, de Ruán
están presentes en la exhumación del santo Re 308
CANÓNIGOS REGULARES, de la abadía de San Dionisio de Reims
— el H. l’Heureux estudia teología en los C. Ca 59 Re 88
CARMELITAS
el santo hace un retiro en los C. de París Ca 114 Re 188
CERCELET, Vicente, párroco de Rethel
apoya a la ciudad de Rethel en la apertura de una escuela Ca 21 Re 31
CIRUJANOS, LLAMADOS PARA LA EXHUMACIÓN DEL SANTO Re 308
CLARISAS o DAMAS RELIGIOSAS DE SANTA CLARA
establecidas frente a la casa alquilada por el santo en la Calle
Nueva (Reims) Re 30
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice de nombres de personas 617

CLEMENT, Juan Carlos, abate, el santo es acusado de soborno Re 216-217


CLEMENTE XI, Papa
trámites para obtener la bula de aprobación en su pontificado Ca 134 Re 237
COCINERO, el H. C.
sirve ajenjo Ca 40-41 Re 61
COËT, Bernardo, vicario mayor de Ruán, encargado de escribir al
santo para hacerse cargo de las escuelas de Ruán Re 164
COLBERT, Mons. Jacques-Nicolas, arzobispo de Ruán
— encarga a COËT, vicario mayor, que llame al santo a Ruán Re 164
— propone su designio al señor DE PONTCARRÉ Ca 103 Re 164
— quiere encomendar al santo las escuelas abiertas en Ruán por NYEL Ca 103 Re 164
— habla con el santo en París, le compromete a enviar Hnos. a Ruán Ca 103, 104 Re 164, 166
— convoca la Oficina; no puede vencer las resistencias Ca 104 Re 165-167
— le informan en París de las oposiciones surgidas en Ruán Ca 104 Re 167
— vuelve a Ruán y convoca de nuevo a la Oficina; logra convencer Ca 104 Re 168
— consigue que admitan a los Hnos. a prueba Ca 105 Re 168-169
— se interesa particularmente por los Hnos. Ca 105 Re 170
— satisfacción por los Hnos. de Ruán Ca 105 Re 170
— aprueba el traslado del noviciado (desde París a Ruán) Ca 107 Re 174
— quería que las benedictinas de San Amando dejaran San Yon Ca 107 Re 175
— propone a las religiosas que abandonen San Yon Ca 108 Re 175
— toma a su cargo el traslado del noviciado a San Yon Ca 108 Re 176
— satisfecho por la casa de San Yon Ca 109 Re 177
— otorga al santo todos los poderes Ca 109 Re 177
COLOMBERT, el marqués de C., gobernador de Boloña
diligencia en la construcción de la casa de los Hnos. Ca 122 Re 214-215
COMPAGNON, abate
— eclesiástico encargado de la escuela de San Sulpicio Ca 47 Re 69
— va a Reims, pero no encuentra al santo, que está de viaje Ca 47 Re 69
— responde a una carta del santo Ca 47 Re 70
— no había podido establecer el orden en la escuela Ca 48 Re 71
— el santo y los Hnos. son alojados en la casa de la escuela Ca 48 Re 71
— testigo del método del santo, le ruega que tome la dirección Ca 49 Re 72
— el párroco BAUDRAND le retira la dirección de la escuela Ca 52 Re 77
CONFESOR, el C. del santo
le prohíbe que continúe la cuaresma (1719) Ca 159 Re 290
CONSEJEROS DEL PARLAMENTO (Grenoble)
se unen a los eclesiásticos de una sociedad benéfica Ca 121 Re 193
CONSEJO DEL ARZOBISPADO (París)
decide dar otro superior a los Hnos. Re 141
CONVERTIDO, un C. por el santo
— había conseguido certificado del sacerdocio Ca 61 Re 92
— su vida de pecado Ca 61 Re 91-93
— un amigo le anima a que acuda al santo Ca 62 Re 93-94
— va a la casa de París Ca 62 Re 94
— es testigo de la vida ejemplar de los Hnos. Ca 63 Re 94
— solicita confesarse Ca 63 Re 94
— se reconcilia con Dios Ca 63 Re 95
— le sostiene en las tentaciones de desesperación Ca 63 Re 95
— su muerte edificante Ca 63-64 Re 95-96
CROISET, Juan, jesuita
618 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

predica en favor de las escuelas de Marsella Ca 128 Re 223


CROYÈRES
Catalina Leclerc, viuda de Antonio LÉVÊQUE de C.
— tenía el propósito de financiar una escuela Ca 14 Re 21
— recibe la visita de Nyel Ca 14 Re 21
— conocía al santo Ca 14 Re 22
— pide que le digan que vaya a verla para tratar de la escuela Ca 14 Re 22
— funda la escuela Ca 15
asegura una renta de 500 libras Re 22
— fallece unas semanas después Ca 15 Re 22
— había declarado sus intenciones a sus herederos Ca 15
los herederos cumplen los términos de la fundación Re 21

CHARMEL, Luis de Ligny, conde del C.


— su elogio; dejó la corte para vivir en penitencia y retiro Ca 65 Re 98
— recibe a tres Hnos. y habla con ellos (novicios) Ca 65 Re 98
— mantiene amistad con el santo Ca 66 Re 98
CHATEAUBLANC, Juan-Pedro Madon de C., tesorero del Papa
interviene en la fundación de Aviñón, iniciada por su esposa Ca 116 Re 130, 191
— escribe al santo Re 191
— aloja a los Hnos. llegados para abrir la escuela de Aviñón Ca 116 Re 191
— suple lo que falta al legado de su esposa para la escuela Re 191
CHATEAUBLANC, María Ana de Sifredy, señora de C.
su caridad; destina una cantidad para una escuela gratuita Ca 116
su insistencia para obtener Hnos. Re 130
sus planes su truncados por la muerte Ca 116 Re 191

DIRECTOR, el D. de conciencia del santo


— considera temerario su plan de despojarse de todo Ca 30 Re 44
— consiente en que deje la canonjía Ca 30 Re 45
— le disuade de que se traslade a París (1683) Ca 34 Re 52
— le manda defender la causa de los pobres ante el Escolano Ca 53 Re 79
DIRECTOR, un D. del seminario de S. Nicolás du Chardonnet (París)
da testimonio de la virtud manifestada Ca 154-156 Re 280-283
DIRECTOR, el H. D. de Reims
faltaba a la discreción Ca 55 Re 81
DIRECTOR, el H. D. de novicios
reprende a dos novicios con demasiado rigor Ca 90 Re 139
DORIGNY, Nicolás, párroco de San Mauricio (Reims)
— se presta para acoger la primera escuela Ca 13 Re 21
— ofrece alojar a los maestros en su parroquia Ca 14 Re 21
DOZET, Pedro, arcediano de Champaña, canciller de la
Universidad
cede su canonicato al santo Ca 4 Re 1
DUBOIS, M. hermano de la señora MAILLEFER.
NYEL iba a alojarse en su casa Re 19
DU JARRIER BRESNARD, Luis, párroco de San Severo (Ruán)
— visita al santo, lo exhorta Ca 160 Re 292
— administra al santo el viático Ca 161 Re 293
— se opone a que se registren las Letras patentes Ca 165 Re 304
— él y los parroquianos se oponen al traslado de los restos Re 307
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice de nombres de personas 619

— asiste a la exhumación del santo Re 308

ECLESIÁSTICO, un E. amigo del párroco de S Hipólito (París)


— se une al párroco para promover el seminario de maestros Ca 100 Re 157
— se indigna por el proceder del H. Nicolás VUYART, retira su
apoyo y ayuda Ca 101 Re 157
ECLESIÁSTICOS
— hacen retiro en Vaugirard bajo la dirección del santo Ca 70 Re 105
— más de trescientos E. asisten al traslado de los restos Re 309
ECLESIÁSTICOS de Grenoble
— forman una sociedad para ayudar a los pobres Ca 120-121 Re 192
— se imponen unas reglas Ca 121 Re 193
— forman una oficina de caridad Ca 121 Re 193
— se dirigen al santo Ca 121 Re 193
ECCLESIÁSTICOS de Marsella
— varios habían escrito al santo Re 221
— se enteran de la llegada del santo a Marsella Ca 127 Re 221
— obtienen que acceda a la creación de escuelas gratuitas Ca 127 Re 221
ESCOLANO de París
suprime las escuelas del santo Re 78
EsCOLARES de San Sulpicio (París)
— el santo los divide en tres clases Ca 48 Re 71
— se hace el horario de las clases Ca 50 Re 74
— se da menos tiempo para el trabajo manual Ca 50 Re 74
ELZE, Vicente de E. du Roure, llamado abad de San Juan
— fundador de la escuela de Les Vans Ca 1 19 Re 209
— encarga al párroco de Gravière el cuidado de los Hnos. des Les Vans Ca 126 Re 219
ENEMIGOS DEL SANTO
— le acusan al párroco BAUDRAND Ca 59-60 Re 89
— tratan de dividir a los Hnos. y aceptar el superior externo Ca 97 Re 151
— quieren disgustar a los Hnos. de su vida pobre y austera Re 151-152
— logran que les quiten una parte de la renta debida a los Hnos. Ca 98 Re 152
— hacen que pierda 5.000 libras destinadas a la casa noviciado Ca 98 Re 153
— presentan a LA CHÉTARDIE maestros que remplacen a los Hnos. Ca 113 Re 186
— difunden el rumor de su deserción Ca 133 Re 234
— critican la dimisión del santo Ca 153 Re 276-277
ENNEVAL, conde de E.
— está presente en la exhumación del santo Re 308
ESTRÉES, César de E, obispo de Laón, Cardenal
— encargado de los intereses de Francia en Roma Ca 134
— dos Hnos. son enviados a Roma, bajo su protección Re 236
EUGÈNE-Francisco DE SAVOIE-CARIGNAN-SOISSONS, dit le
príncipe Eugenio
el caballero de ARMESTAT sirvió a sus órdenes Ca 145 Re 258

FAUBERT, Juan, sacerdote


— el santo dimite en su favor del canonicato Ca 32 Re 48
— el santo le consideraba como eclesiástico digno Ca 33 Re 49
— recibe el nombramiento y toma posesión (16 agosto 1683) Ca 33 Re 50
FELIPE De ORLÉANS, regente de Francia
al morir desaparece la oposición a las letras patentes Ca 165 Re 303
620 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

FOREIN-JANSON, Mons. Santiago de H., sacerdote, más tarde


arzobispo de Arlès
— amigo del señor DE LA BARMONDIÈRE Ca 51 Re 76
— inspecciona las escuelas de San Sulpicio Ca 51 Re 76
— se declara edificado por el proceder del santo y los Hnos. Ca 52 Re 77
FUNDADORES de la escuela de San Lorenzo (Marsella).
contribuyen a apartar a los Hnos. del yugo de la obediencia Ca 129 Re 225

GABRIEL, H. G. Drolin
— enviado a Roma, tiene una escuela independiente de las de Francia Re 134
— pierde de vista la solicitud de la bula de aprobación Re 134
GALES, el príncipe de G.
refugiado en Francia Ca 86 Re 131
GOBERNADOR DE LA BASTILLA, V. St-Mars
GODET DES MARAIS, Mons. Paul G., obispo de Chartres
— había conocido al santo en San Sulpicio; estima recíproca Ca 74 Re 111
— solicita Hnos. para su ciudad episcopal Ca 74 Re 111
— obtiene Hnos. al cabo de dos años Ca 74 Re 111
— recibe a los Hnos.; publica un mandato en favor de sus escuelas Ca 74-75 Re 112
— quiere suavizar el régimen de los Hnos., les da ayuda Ca 75 Re 112-113
— recibe al santo, le invita a su mesa Ca 75 Re 113
— admira la pobreza del santo, le ofrecen un manteo nuevo Ca 75 Re 114
— bendice la capilla de San Casiano (París) Ca 81 Re 123
— ayudó a Hnos. pidiendo dádivas a LUIS XIV Ca 148 Re 263
GONTERY, Mons. Francisco Mauricio de G. arzobispo de Aviñón
— recibe a los Hnos. en Aviñón, autoriza la escuela Ca 116 Re 192
— autoriza una segunda escuela Ca I 16 Re 192
— le agrada la enseñanza de los Hnos. Ca 1 16 Re 191
GUIART o GUYART, párroco de San Pedro el Viejo (Laón)
— mantiene amistad con le santo Ca 24 Re 36, 147
— pide dos maestros para una escuela en su parroquia Ca 24 Re 36
— interviene en favor de los maestros de Laón Ca 24 Re 36
— pide al santo que se encargue de las escuelas de Laón dejadas
por NYEL Ca 40 Re 60
GUISA, María de Lorena, duquesa de Guisa y de Joyeuse,
llamada Mademoiselle de Guisa
toma a los maestros bajo su protección Ca 23 Re 35

HARLAY DE CHAMPVALLON, Mons. Francisco H. arzobispo de París


— dio poder verbal al santo para establecer una comunidad Ca 54 Re 80, 99-100
— su muerte Ca 66 Re 98
HELVECIO, Adrián, médico holandés
— propone un remedio radical, a vida o muerte Ca 58 Re 86
— cuida y cura al santo Ca 58 Re 86
— cuida y cura a los Hnos. enfermos de escorbuto Ca 123 Re 201
HEREJES
algunos H. atentan contra la vida de los Hnos. de Les Vans Ca 119 Re 209-210
HERMANAS DEL NIÑO JESÚS de Reims
— fundadas por Nicolás ROLAND Ca 5 Re 5
— el santo se encarga de ellas y obtiene letras patentes Ca 9 Re 11-12
— estas letras se obtienen por la intervención del arzobispo Ca 10 Re 13
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice de nombres de personas 621

— se mantienen en su primer fervor Ca 10 Re 13


— fundadas con las liberalidades de la señora MAILLEFER Re 17
— veneran la memoria del santo Ca 10 Re 13
HERMANO, un H.
— informa al santo con detalle de la pobreza de la casa Ca 37 Re 57
— enviado a ratificar el acuerdo logrado con los maestros Ca 114 Re 188
— enviado a Mende para arreglar algunos asuntos Ca 117 Re 194
— un H. de Grenoble hace un viaje por asuntos del Instituto Ca 136 Re 241
— acompaña al santo a la Gran Cartuja Ca 136 Re 240
— encargado de notificar al santo la elección del H. BARTOLOMÉ Ca 151 Re 271-272
— un H. de San Sulpicio queda en París para guardar la casa Ca 113 Re 186
— el H. ecónomo sólo halla un poco de pan negro para comida Ca 69 Re 103
— es robado entre París y Vaugirard Ca 69 Re 103-104
— un H. que había servido al príncipe de Soubise, media ante el
cardenal de Rohan Ca 166 Re 304
HERMANO, Director o Superior
— un H. encargado del seminario de maestros (Reims) Ca 45-46 Re 68
— un H. nombrado director del noviciado de Reims Ca 45 Re 67
— un H. queda en Reims como Superior; poca discreción Ca 55 Re 81
— un H. encargado del noviciado, reprende a unos novicios Ca 90 Re 139
— un H. sin carácter sagrado, nombrado superior Ca 153 Re 276
— un H. nombrado director de una casa de provincia, se muestra
altanero, deja el hábito y sale del Instituto Ca 124 Re 202-203
— un H. puesto al frente del seminario San Hipólito (París) Ca 100 Re 157
— el H. Director de San Yon manda a un novicio barrer la
habitación del santo Ca 153 Re 277
HERMANO. V. también DIRECTOR de novicios, DIRECTOR de
Reims
HERMANOS, Señores DE LA SALLE, los hermanos del santo
— tres siguen viviendo con el santo Ca 1 7 Re 26
— se retira a estos jóvenes de la casa del santo Ca 19 Re 29
HERMANOS, algunos Hnos.
— dos Hnos. llegan a París con el santo (febrero 1688) Ca 47 Re 70
— dos Hnos. preparados para las escuelas dominicales, salidos Ca 82 Re 207-208
— dos Hnos. en Calais, se presentan al obispo de Boloña
reciben des cartas y luego la visita del santo Ca 84 Re 127-128
— dos Hnos. enviados a Darnétal Ca 103 Re 163
— dos Hnos. llegan a Aviñón, se presentan al arzobispo, y abren
las clases Ca 116 Re 191-192
— dos Hnos. enviados a Marsella Ca 118 Re 196
— dos Hnos. enviados a San Dionisio Ca 109 Re 178
— dos Hnos. enviados a Roma. Recibidos por el Papa Ca 134 Re 236
— dos Hnos. enviados a Roma; llegan a la muerte de INOCENCIO XII Ca 134 Re 133
— dos Hnos. enviados a Roma, un de ellos vuelve a Francia, el
otro queda solo durante 26 años Re 133
— dos Hnos. tienen a su nombre la casa de San Yon Re 288
— dos o tres Hnos. díscolos, se niegan a obedecer al H. BARTOLOMÉ,
son despedidos del Instituto Ca 140 Re 249
— tres Hnos. enviados a Reims, pasan por Charmel, edifican al
párroco y al conde del lugar Ca 65 Re 97-98
— cuatro Hnos. atienden la escuela de San Plácido (París) Ca 83 Re 125
622 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

— siete Hnos. son destinados a la fundación de Chartres Ca 74 Re 112


— ocho o diez Hnos. atienden las escuelas en Ruán, su pensión
es muy módica Ca 107 Re 173
— algunos Hnos. piden la mediación de LA CHÉTARDIE en el
asunto BRICOT Ca 94 Re 145-146
HERMANOS, varios, principales, todos o Hnos. sin precisión
— conocen que Dom MAILLEFER es autor de una vida del santo Re IV;
— la fundación de los Hnos. es la obra principal del santo Ca 10 Re 13-14
— ocupan aún la casa de la calle Nueva, comprada en 1700 Ca 20 Re 30
— los maestros toman el nombre de Hermanos de las Escuelas
cristianas; su unión Ca 27 Re 40
— se inquietan por su futuro, exponen sus temores Ca 27-28 Re 41-42
— hubieran estado a cubierto con una «fundación» del santo Ca 35 Re 53
— se sorprenden por la generosidad del santo Ca 36 Re 54-55
— el santo exhorta a los Hnos. a vivir la pobreza Ca 36 Re 56-57
— tratan de imitar la vida penitente del santo Ca 38 Re 58-59
— varios Hnos. son víctimas de sus penitencias Ca 38 Re 58-59
— su alimentación y su vestimenta Ca 40 Re 61
— el santo se esconde a su vigilancia y vive en el retiro Ca 39 Re 60
— dispersos en varias villas, quisiera reunirlos en Congregación Ca 40 Re 60
— no comen un plato de ajenjo, servido por descuido Ca 41
el santo manda servirlo a la cena Re 61-62
— se reúnen y hacen un retiro (1686) Ca 41 Re 62
— habrían querido emitir votos perpetuos Ca 41 Re 63
— hacen voto de obediencia por un año Ca 41 Re 62-63
— se dejan convencer para elegir un H. como superior Ca 42 Re 63-64
— eligen al Hermano l’HEUREUX Ca 42 Re 64
— se sienten felices al ver que el santo retoma el mando Ca 44 Re 66
— peregrinación a Nuestra Señora de las Virtudes Re 79
— dan señales de agotamiento Ca 54 Re 80
— son llamados a Vaugirard en vacaciones Ca 55 Re 81-83
— deben escribir al santo cada mes Ca 55 Re 82
— su número aumenta, sus ejemplos atraen postulantes Ca 56, 60 Re 83, 91
— hasta 1692 los Hnos. atendían las cosas materiales de la casa Ca 56 Re 83
— llevan vida humilde, mortificada, sencilla y pobre Ca 65, 68 Re 97
— estimaban al H. l’HEUREUX y sienten su pérdida Ca 59 Re 88
— asisten y comulgan en la misa del santo en la iglesia de Vaugirard Ca 68 Re 101
— ven que el santo admite con facilidad sujetos (hambre) Ca 69 Re 104
— se reúnen en París (Pentecostés 1694), y emiten votos perpetuos Ca 42, 71 Re 63, 107
— les expone las Reglas y las aprueban Ca 71 Re 107
— eligen y confirman al santo en como superior Ca 73 Re 108-109
— emiten voto perpetuo de obediencia Ca 41, 73 Re 63, 110
— rehusan prepararse para las escuelas dominicales Ca 83 Re 208
— a petición del obispo de Chartres, deciden enviar siete Hnos. Ca 74 Re 112
— se muestran menos desinteresados que el santo Ca 79 Re 120
— piden a JACOBO II su intervención ante Roma Re 133
— habían dado pasos desde 1694 para obtener bulas Re 133
— se les presenta como divididos Ca 90 Re 139
— se reúnen en San Yon para su retiro Ca 110 Re 180
— se alegran al volver a ver al santo Ca 115 Re 189
— informan a menudo al santo de su situación Ca 148 Re 198
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice de nombres de personas 623

— se sienten agotados por la carestía (1709) Ca 123 Re 201


— intento de escisión; uno lo manifiesta y luego deja el Instituto Ca 124 Re 203-204
— reunidos por el H. BARTOLOMÉ, expulsan a los rebeldes Ca 125, 140 Re 205, 249
— desaprueban la gestión del H. BARTOLOMÉ para nombrar
superiores eclesiásticos Ca 141 Re 250
— se convencen del buen hacer de los superiores eclesiásticos Ca 141 Re 251-252
— escriben al santo, pero no reciben respuesta (1714) Ca 142 Re 252
— toman un medio extraordinario para hacer volver al santo a
París (1714) Ca 142 Re 252
— se pide su consentimiento antes de abrir el capítulo (1717) Ca 149 Re 268
el H. BARTOLOMÉ consigue la mayoría de votos Ca 150-151 Re 271
— siguen recurriendo al santo después de su dimisión Ca 152 Re 264-265
— se habían opuesto a los intentos del santo para dejar el cargo Ca 148 Re 265
— se dejan convencer y no se oponen a la dimisión del santo Re. 266
— su docilidad al proyecto de asamblea (1717) Ca 150 Re 270
— fijada para Pentecostés la asamblea general (1717) Re 270
— renuevan los votos en manos del H. BARTOLOMÉ Ca 151 Re 273
— no tenían dinero para comprar San Yon Ca 157 Re 286
— se dirigen al santo para decidir la compra de San Yon Ca 158 Re 286
— el abate LOUVOIS pone precio especial para comprar San Yon Ca 158 Re 287
— al santo se le dice superior de los Hnos. en el acta notarial Ca 156 Re 283
— el santo cede todos sus derechos en favor de los Hnos. Ca 156 Re 284
— advierten la disminución de las fuerzas del santo Ca 158 Re 288
— insisten al santo a que tome algún alivio (cuaresma 1719) Ca 159 Re 289
— al ver al santo celebrar (San José 1719), creen que está curado Ca 160 Re 292
— el santo habla a los Hnos. en sus últimos momentos Ca 161 Re 294
— se reúnen junto al lecho del santo Ca 161 Re 294
— presentan escrito al cardenal de Rohan, para obtener las bulas Ca 166 Re 305
— piden permisos para trasladar el cuerpo del santo Re 307
— ochenta Hnos. están presentes en el traslado del santo Re 309
HERMANOS directores
— reciben la orden de reunirse en San Yon Ca 150 Re 270
— eligen al H. BARTOLOMÉ y a dos asistentes Ca 151 Re 271-272
— revisan las reglas y dan cuenta al santo Ca 151 Re 273
HERMANOS DIRECTORES Y VETERANOS
— se reúnen en San Yon (1725) para recibir la bula Ca 166 Re 306
— hacen tres días de retiro y pronuncian los votos el 15 de agosto Ca 166-167 Re 306
HERMANOS SIRVIENTES
— los primeros (1692) Ca 56 Re 83
— sus funciones Ca 56 Re 83
HERMANOS de Alais
— gozan de la protección del rey y del obispo Ca 118 Re 197-198
— su trabajo, infructuoso al principio por los hugonotes Ca 118 Re 197
— su celo por la instrucción de la juventud Ca118 119,126 Re 198, 218
— éxito que tienen en la conversión de los niños herejes Ca 126 Re 219
HERMANOS de Aviñón
— son recibidos por el arzobispo Ca 116 Re 192
van al palacio arzobispal para dar algún catecismo Ca 116 Re 192
— reciben con gozo al santo (cuaresma 1712), quieren retenerlo Ca 125 Re 217-218
HERMANOS de Boloña
se presentan al obispo del lugar Ca 121 Re 214
624 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

HERMANOS de Calais
— reciben del obispo los poderes necesarios Ca 84 Re 127
— se hallan desprovistos de medios al morir el párroco Ca 86 Re 129
— los magistrados les consiguen una pensión Ca 86 Re 129
HERMANOS de Chartres
— son acogidos por el obispo del lugar Ca 74 Re 112
— su agotamiento; son asistidos por el obispo Ca 75 Re 112-113
HERMANOS de Grenoble
— el santo los encuentra con mucho sosiego Ca 135 Re 238
— cuidan al santo, afectado de reuma Ca 137 Re 242
— el santo los exhorta; se entristecen por su partida Ca 144 Re 256
HERMANOS de Les Vans
— amenazados varias veces por los herejes Ca 119 Re 210
— su serenidad durante el amotinamiento Ca 1 19 Re 210
— el magistrado los libera Ca 119 Re 210
— informan al santo Ca I 19 Re 210
HERMANOS de Marsella
— acuden al noviciado, pero soportan mal esta sujeción Ca 129 Re 224
— tratan de librarse de esa obligación; intervienen externos Ca 129 Re 225
— son pospuestos en la fundación de la escuela de San Martín Ca 129 Re 225-226
— algunos dejan el Instituto; otros se adhieren a los enemigos Ca 132 Re 231
HERMANOS de Mende
no esperaban la visita del santo Ca 126 Re 220
HERMANOS de París
— soportan con tristeza el desorden de las escuelas Ca 48 Re 71
— guardan silencio ante la calumnia Ca 50 Re 75
— continúan las escuelas a pesar de la decisión de LA BARMONDIÈRE Ca 51 Re 75
— molestados por los maestros de escuelas menores Ca 53 Re 78
— abren la escuela cerca de Pont-Royal (calle du Bac) Ca 53 Re 78
— reciben las reglas y las aceptan Ca 71 Re 106
— emplean todos los medios posibles para curar al santo Ca 57-58 Re 85-86
— suplen a las necesidades de los Hnos. de Vaugirard Ca 69 Re 103-104
— los obligan a interrumpir las clases de la calle San Plácido Ca 83 Re 125
— reciben la segunda visita del vicario mayor Ca 92 Re 141
— reunidos por el santo, ven llegar al vicario mayor y un abate Ca 92 Re 141
— rehúsan aceptar al nuevo superior Ca 92, 96 Re 142, 149
— solicitan la intervención del señor DE LA CHÉTARDIE Ca 94 Re 145-146
— les presenta el vicario mayor como muy afines al santo Ca 92 Re 142
— reunidos ante el vicario mayor, imponen condiciones Ca 94 Re 144-145
— siguen más unidos que nunca al santo Ca 98 Re 152
— piden al santo que deje el barrio de San Sulpicio Ca 99 Re 153
— carecen de todo durante el hambre Ca 123 Re 200
— se sienten agotados por la enfermedad, el santo hace cuidarlos Ca 123 Re 201
— intentan la escisión; el autor se da a conocer y deja el Instituto Ca 124-125 Re 202-205
— en la parroquia de San Roque les ponen condiciones inaceptables Ca 111 Re 182
— los Hnos. de San Sulpicio son distribuidos por otras casas Ca 113 Re 186
— los Hnos. reabren las escuelas de San Sulpicio Ca 114 Re 188
— piden al santo que retome el gobierno del Instituto Ca 144 Re 257
— razones que inducen al santo a alojarse en S. Nicolás du Chardonnet Ca 157 Re 284-285
— reciben al santo Ca 157 Re 286
HERMANOS de París, San Dionisio y Versalles
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice de nombres de personas 625

— escriben al santo, le mandan que regrese a París Ca 142 Re 253


— texto de su carta Ca 143 Re 253-254
HERMANOS de París y otros lugares
— los Hnos. de P. se reúnen en Vaugirard con los de Reims Ca 55 Re 81
— los Hnos. de P. y Vaugirard conocen la Reglas y las aceptan Ca 71 Re 106
— los Hnos. de P. y otras casas se inquietan por la ausencia Ca 140 Re 248
HERMANOS de Provenza
— se apartan del santo Ca 132 Re 231
— se unen a sus enemigos Ca 132 Re 231
— dan crédito a las calumnias difundidas contra el santo Ca 132 Re 231
HERMANOS de Reims
— eran dieciséis en 1688 Ca 55 Re 81
— se disgustan de su estado y varios dejan la comunidad Ca 55 Re 81
— son llamados a Vaugirard durante las vacaciones Ca 55 Re 81
HERMANOS de Ruán
— su viaje de París a R. es un verdadero retiro Ca 104 Re 167-168
— dificultades que surgen para recibirlos Ca 104 Re 165-167
— son alojados en el Asilo; sus servicios; su fatiga Ca 105 Re 169
— su vida en el hospicio es incompatible con sus ejercicios Ca 106 Re 170-171
— continúan los insultos del populacho Ca 105 Re 169-170
— se retiran de la Oficina del hospicio Ca 107 Re 173
— reciben una ayuda anónima durante el hambre (1709) Ca 107 Re 173
HERMANOS de Ruán y de San Yon
— reunidos por el santo, aceptan sus razones de dimisión Ca 149 Re 267
— piden al santo que no los abandone Ca 149 Re 267
HERMANOS de San Yon
— reciben alumnos internos Ca 109 Re 176-177
— manifiestan su alegría al tener de nuevo al santo entre ellos Ca 157 Re 286
— recogen los últimos sentimientos del santo Ca 161 Re 294
HERMANOS de Vaugirard
— soportan el hambre Ca 68-69 Re 103
— tienen que esperar hasta la noche para comer Ca 69 Re 103
— se quejan durante el hambre de que el santo admite a muchos Ca 69-70 Re 104
HOLANDÉS, un joven calvinista H.
— el santo le encuentra y le convierte Ca 77 Re 115-116
— relato detallado de su conversión Ca 77-79 Re 115-119
— instruido por el santo, abjura ante el párroco BAUDRAND Ca 78 Re 117-118
— reside en el noviciado Ca 78-79 Re 119
— regresa a Holanda y convierte a familiares Ca 78 Re 119
HOURS, Luisa. v. Luisa de PARMENIA
HUCHON, Claudio, párroco de Versalles
halla recursos y protección para la escuela Ca 121 Re 199

IMPRESOR de Grenoble. v. PETIT, Mateo


INOCENCIO XII, Papa
— erige el obispado de Alais Ca 118 Re 196
— recibe a los Hnos. con bondad, su muerte suspende las Ca 134 Re 236
primeras esperanzas de los Hnos.
INTENDENTE DEL LANGUEDOC
elimina las dificultades hechas a los Hnos. en Les Vans Ca 119 Re 209-210
626 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

IRLANDESES, cincuenta jóvenes I.


refugiados en Francia, se los confían al santo Ca 86 Re 130
JACOBO II, rey de Inglaterra
— refugiado en Francia Ca 86 Re 131
— visita a los cincuenta irlandeses (París, Casa Grande)
manifiesta su satisfacción al santo Ca 87 Re 132
— los Hnos. le piden que intervenga para conseguir bulas Re 133
JACQUES III, príncipe de Gales, refugiado en Francia Ca 86 Re 131
JESUITA, un J. predicador en Marsella. v. CROISET, Juan

LA BARMONDIÈRE, Claudio Bottu de L., párroco de San Sulpicio


— solicita al santo que establezca una escuela Ca 31 Re 46
— el santo le promete Hnos. Ca 31,34,45,46 Re 46, 67
— el santo le pide que espere Ca 34 Re 52
— escribe al santo para recordarle su promesa Ca 47 Re 70
— hace que su hermano escriba al santo por su hermano (Luis) Ca 46 Re 69
— tenía en la escuela una manufactura de lana Ca 47, 50 Re 71, 73
— visita las escuelas, se extraña por el poco orden
pide al santo que se encargue de la escuela Ca 49 Re 73
— pide nuevos Hnos., promete mantenerlos Ca 49 Re 73
— prefiere el interés de los niños a las quejas del encargado de la
manufactura Ca 50 Re 74
— le indisponen contra el santo y los Hnos. resuelven retirarse Ca 50-51 Re 75
— recibe al santo, le pide que siga y promete arreglar las cosas Ca 51 Re 76
— inspecciona las escuelas; abandona sus prejuicios
continúa su amistad con el santo Ca 51-52 Re 76-77
— deja el cargo de párroco, le sucede BAUDRAND Ca 52 Re 77
— había hablado con el santo para abrir otra escuela Ca 53 Re 78
LA COCHERIE, Santiago Abot de L. pide cuatro Hnos. para Boloña Ca 121 Re 214
LA CHÉTARDIE, Joaquín Trotti de L., párroco de San Sulpicio
— se informa de las necesidades de los Hnos., y les ayuda Ca 80 Re 120-121
— visita las escuelas Ca 80 Re 121
— establece lazos de amistad con el santo Ca 80 Re 121
— propone el traslado del noviciado a la parroquia San Sulpicio Ca 80 Re 121-122
— alquila una casa, y hace trasladar los muebles, suple la
insuficiencia del mobiliario Ca 80-81 Re 122-123
— propone la apertura de la escuela dominical Ca 81, 83 Re 124, 205-
208
— traslada la escuela de la casa noviciado a calle San Plácido Ca 83 Re 125
— propone al santo educar a cincuenta jóvenes irlandeses Ca 86 Re 130-131
— le piden que intervenga en el asunto BRICOT Ca 94 Re 145
— los padres le reclaman la vuelta de los Hnos. a las escuelas Ca 113 Re 186
— no acepta los sustitutos que le proponen para los Hnos. Re 186
— escribe al santo para pedirle que retome las escuelas Ca 113 Re 187
— acuerdo con los maestros de las escuelas menores Ca 113-114 Re 187
— los alumnos serán admitidos con un certificado de pobreza Ca 114 Re 187

LA SALLE, Juan Bautista de L., el santo. Su persona, su familia


— el mayor de siete hermanos Ca 3 Re 1
— su nacimiento, su bautismo Ca 3 Re 1
— a la muerte de su madre espera para recibir el subdiaconado Ca 5 Re 4
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice de nombres de personas 627

— la muerte de su padre le obliga a abandonar París Ca 4 Re 5


— a la muerte de sus padres se encarga de la casa paterna Ca 5 Re 5
— un día de nieve cae en un hoyo; agradece a Dios su salvación Ca 16 Re 24-25
— responde con calma a las críticas de sus parientes Ca 19 Re 29-30
— es criticado de nuevo por sus parientes y amigos Ca 30 Re 45-46
— no se cree obligado a dejar la canonjía a su hermano Ca 32 Re 48
— enferma en Reims; no deja que su abuela entre en su cuarto Ca 56-57 Re 84
— mal curado, regresa a París, y la enfermedad vuelve Ca 57 Re 85
— en París sufre retención de orina; situación desesperada Ca 57 Re 85
— recibe los últimos sacramentos, da sus últimos consejos Ca 58 Re 85-86
— curado de la retención, recupera las fuerzas rápidamente Ca 58 Re 87
— al volver de Chartres es atacado por el reuma; remedio penoso Ca 76 Re 114-115
— unos ladrones le quitan el manteo nuevo Ca 79 Re 114
— le sale una lupia en la rodilla y sufre una operación dolorosa Ca 111 Re 181
— un viaje a París hace que el mal vuelva, nueva operación Ca 111 Re 181-182
— apenas curado de la lupia, vuelve a Ruán Ca 112 Re 184
— corre peligro de perder la vida al atravesar el Gévaudan Ca 126 Re 220
— en Grenoble sufre de nuevo el reuma; mismo remedio de París Ca 137 Re 242
— sufre el reuma aún más fuerte en los últimos años de vida Ca 158 Re 288
— sufre también de asma Ca 158 Re 289
— forzado a guardar cama (1719), a su pesar toma las medicinas Ca 159 Re 289-290
— se debilita más y más; sufre dolor de cabeza y de costado;
le avisan que llega el fin de su vida y lo acepta con gozo Ca 160 Re 290
— la víspera de San José (1719), mejora; celebra la misa Ca 160 Re 291-292
— recae en sus dolencias; se desespera por su vida Ca 160 Re 292
— el párroco de San Severo le visita y le exhorta para el final Ca 160 Re 292
— pide el viático, hace disponer todo y se levanta cuando llega Ca 160-161 Re 293
— pide la extrema unción, la recibe y prolonga la acción de gracias Ca 161 Re 293
— da sus últimas recomendaciones a los Hnos. Ca 161 Re 294
— a un seglar le da a conocer su poca correspondencia a Dios Ca 161 Re 294
— las primeras palabras de su testamento Ca 161 Re 295
— su última bendición a los Hermanos Ca 162 Re 296
— pierde el conocimiento; lo recobra; nuevas palabras Ca 162 Re 296
— entra en agonía Ca 162 Re 296-297
— recita la oración Maria Mater gratiae Ca 162 Re 297
— sus últimas palabras Ca 162-163 Re 297
— su muerte, el 7 abril de 1719 Ca 163 Re 297
— su retrato físico y su retrato moral Ca 163 Re 298-299
— la gente acude a honrar sus restos y sus virtudes Ca 164 Re 300
— funerales, su tumba, epitafio Ca 164 Re 300-301
— el H. TIMOTEO trabaja para llevar su cuerpo a San Yon Re 306
— se disponen las cosas para el traslado de sus restos a San Yon Re 307
— exhumación de los restos del santo Re 307-309

Sus escritos
— responde a todas las cartas de los Hermanos Ca 55 Re 82
— escribe su regla de vida Ca 70 Re 105-106
— en un descanso forzado revisa varias obras Ca 111 Re 182
— algunos títulos, algunas características de sus obras Ca 111 Re 182-184
— en Grenoble compone o retoca algunas obras de piedad Ca 136 Re 241
— los añadidos a los Deberes I no agradan al editor Ca 136-137 Re 241-241
628 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Sus virtudes, sus ejemplos, sus retiros, sus renuncias


— idea general de su vida, sus cualidades, su abandono a Dios Ca 1 Re I-III;
— inclinado a la virtud desde niño Ca 3 Re 1
— se afianza por la oración y las buenas obras Ca 6 Re 7
— sus ejemplos de humildad Ca 10 Re 14
— su perfecta sumisión a las órdenes de la Providencia Ca 22 Re 34
— hace notar a los Hermanos la acción de la Providencia Ca 36 Re 54-55
— su ejemplo fortalece a los Hermanos contra la desconfianza Ca 36 Re 55
— su amor a la pobreza: su conducta y enseñanzas; carta a un Hno. Ca 36-38 Re 55-57
— su mortificación, penitencia y humildad; modera a los Hnos. Ca 38 Re 58
— reanuda su vida de soledad y de oración; le atrae la contemplación Ca 39 Re 59
— esfuerzos para acomodarse a la comida de los Hermanos Ca 40 Re 61
— llega a perder el gusto por la comida; suceso del ajenjo Ca 40-41 Re 61-62
— dimite de superior: marcas de sumisión al H. l’HEUREUX Ca 43 Re 64-65
— sus humillaciones voluntarias; obligado a retomar el cargo Ca 43-44 Re 65-66
— su reputación de santidad; se ve forzado a dirigir a varios Ca 44 Re 66
— su silencio ante los ardides de sus calumniadores Ca 51 Re 75
— calumniado ante el señor BAUDRAND, su actitud humilde Ca 59-60 Re 89-90
— se encarga de despertar a la comunidad; penitencias si falla Ca 64-65 Re 97
— exhorta a los Hnos. a la sencillez y a la pobreza Ca 65 Re 97
— su abandono a Dios durante la carestía Ca 68-70 Re 103-105
— su serenidad después del robo al Hno. ecónomo Ca 69 Re 104
— su gusto por la soledad, contrariada sin cesar Ca 76 Re 114
— sus fatigas y sus austeridades Ca 76 Re I 14-115
— ánimo con que sufre los remedios contra el reuma Ca 76 Re 115
— su confianza en la Providencia, su desinterés Ca 79 Re 119-120
— su paz interior, su tranquilidad en las pruebas Ca 95 Re 146-147
— no hay nada de quietismo, pero se le recrimina su firmeza Ca 95, 96-97
Re 147-148
— su amor por la vida oculta Re 160
— cambia sus vestidos con los de un sacerdote en la Bastilla Ca 102 Re 161-162
— su regularidad, su puntualidad Ca 110 Re 181
— sus austeridades Ca 111 Re 181
— su retiro en los Carmelitas de París Ca 114 Re 188
— su devoción a santa Teresa; conocimiento de los escritos de la santa Ca 114 Re 188-189
— su confianza durante la carestía (1709) Ca 123 Re 200
— desinterés en el proceso por la casa de San Dionisio Ca 125 Re 217
— sus ejercicios de piedad en Grenoble Ca 135 Re 238
— duda que su empresa venga de Dios; decide alejarse Ca 132 Re 231-232
— se retira al eremitorio de San Maximino; halla la paz Ca 132 Re 232, 235
— visita la Gran Cartuja; su devoción a san Bruno Ca 135 Re 238-240
— oculta su condición de antiguo canónigo de Reims Ca 136 Re 239-240
— propuesta del abate de SALÉON; en Parmenia, encuentro con sor LUISA Ca 138-139 Re 246-247
— en Lyon venera la tumba de san Francisco de Sales Ca 144 Re 256
— su dependencia del H. BARTOLOMÉ, le pide permiso para todo Ca 152-153 Re273-274,
277-278
— es beneficiario de un legado, y se ocupa de él por obediencia Ca 154 Re 278-279
— se aloja en St-Nicolás-du-Chardonnet, ejemplos que dio Ca 155-156 Re 279-283
— prefiere renunciar antes que figurar como superior de los Hnos. Ca 156 Re 283-284
— entrega al H. BARTOLOMÉ la suma del legado Ca 156 Re 284
— va apartando a los Hnos. de su persona Ca 158 Re 288
— ayuna a pesar de su enfermedad; el confesor se lo prohíbe (1719) Ca 159 Re 289-290
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice de nombres de personas 629

— sus virtudes, su retrato moral Ca 163 Re 298

Sus estudios, carrera eclesiástica, su ministerio sacerdotal


— comienza los estudios en el Colegio de la Universidad de Reims Ca 3 Re 2
— recibe la tonsura Ca 4 Re 2
— le ceden una canonjía Ca 4 Re 2
— su aplicación a sus deberes de canónigo Ca 4, 7 Re 3, 8-9
— termina la Filosofía, recibe el título de Maestro en Artes Ca 4 Re 3
— entra en el seminario de San Sulpicio, estudia en la Sorbona Ca 4-5 Re 3
— toma consejo de ROLAND antes de recibir las órdenes Ca 5 Re 5
— se dirige con ROLAND, le manifiesta gran confianza Ca 6 Re 6
— recibe las órdenes menores y el subdiaconado en Cambrai (1672) Ca 6 Re 6
— hubiera seguido sus estudios en París, pero se queda en Reims Ca 6 Re 6-7
— acaba la Teología en Reims: licenciatura Ca 6 Re 7
— recibe el diaconado en París Ca 6 Re 7
— trata de cambiar la canonjía por un curato; el arzobispo dice no Ca 6 Re 7-8
— no piensa más en cambiar de estado; no se cree llamado a una parroquia Ca 6-7 Re 8
— recibe el sacerdocio (1678), y dice su primera misa Ca 7 Re 9
— su forma de celebrar, celo por los lugares y ornamentos sagrados Ca 7-8 Re 9-10
— celebraba diariamente a menos que estuviera enfermo Ca 8 Re 9-10
— su celo contra los eclesiásticos poco dignos Ca 8 Re 10
— licenciatura y grado de doctor Ca 16 Re 24
— intenta dimitir de su canonicato Ca 30 Re 46
— va a París para presentar la dimisión a su arzobispo Ca 30 Re 46
— de vuelta a Reims ve a Mons. LE TELLIER, que pone reparos Ca 31 Re 46-47
— consulta al señor PHILBERT, justifica su resolución Ca 31-32 Re 47
— PHILBERT le aconseja que dimita en favor de su hermano Ca 32 Re 48
— reza en la catedral antes de entrar en el arzobispado Ca 31-32 Re 47
— da cuenta de sus gestiones al señor arzobispo Ca 32 Re 47
— dimite a favor de FAUBERT Ca 32 Re 48-49
— CALLOU, encargado de recibir la última decisión del santo Ca 33 Re 50
— queda liberado del canonicato Ca 33 Re 50-5 1
— justificación de la firmeza mostrada en este asunto Ca 33 Re 49
— se ve forzado a aceptar la dirección de varias personas Ca 44 Re 66
— peregrina a Nuestra Señora de las Virtudes y dice la misa Re 79
— su carisma para la conversión de los pecadores Ca 61 Re 91
— convierte a un joven abate libertino Ca 61-63 Re 91, 94-96
— los párrocos le consultan casos difíciles Ca 64 Re 96
— encaminan hacia él a algunos pecadores Ca 64 Re 96
— encuentra y convierte a un joven abate; éste pide entrar en el
Instituto Ca 87-89 Re 134-137
— presenta la dimisión de sus poderes de confesar en la diócesis Re 152
— celebra en las Religiosas de la Cruz, dirige a varias de ellas Ca 101 Re 161
— va a confesar a un sacerdote en la Bastilla, su caridad Ca 102 Re 161-162
— recibe de Mons. COLBERT todos los poderes para Ruán Ca 109 Re 177
— oculta su calidad de antiguo canónigo de Reims en la Cartuja Ca 136 Re 239
— en París exorciza al caballero de ARMESTAT Ca 147 Re 262-263
— aun enfermo, sigue celebrando la misa Ca 159 Re 291
— se levanta y celebra misa el día de san José (1719) Ca 160 Re 291-291
630 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Sus fundaciones
Alais
— se dirige a A. Ca 126 Re 218
— el obispo le expresa su satisfacción Ca 126 Re 219
— da gracias a Dios por el fruto de sus trabajos Ca 126 Re 219
— se marcha de A. Ca 126 Re 219
Aviñón
— responde al deseo de fundar de la señora de CHATEAUBLANC Ca 116 Re 130
— duda en enviar Hnos. a A., el señor de CHATEAUBLANC le
insta a que envíe dos Re 191
— llega A., los Hnos. intentan retenerle Ca 125 Re 217-218
Boloña
— envía dos Hnos. a B. Ca 121 Re 214
— visita a los Hnos. de B. Ca 122 Re 215
— la gente de B. se apresura a conocer al fundador Ca 122 Re 215
— deja B. para ir a otras casas, y luego a París Ca 122 Re 216
Calais
— le piden Hnos. para C. Ca 84 Re 127
— a instancias del párroco y del gobernador envía dos Hnos. Ca 84 Re 127
— escribe a los Hnos. de C. Ca 85 Re 128
— el santo visita a los Hnos. de C. Ca 85 Re 128
— es invitado a celebrar misa el día de la Asunción Ca 85 Re 128-129
— deja C. para ir a París Ca 85 Re 129
Chartres
— el santo era conocido de GODET DES MARAIS, obispo de C. Ca 74 Re 111
— no puede enviarle Hnos. hasta dos años después Ca 74 Re 111
— comunica a los Hnos. el deseo del obispo de C.; envía siete Hnos. Ca 74 Re 111-112
— es recibido por el obispo y forzado a comer a su mesa Ca 75 Re 113
— recibe del obispo un manteo nuevo, lo toma como limosna Ca 76 Re 114
Darnétal
— envía dos Hnos. a Darnétal Ca 102 Re 163
Dijón
— pasa a Dijón, y se queda poco tiempo Ca 144 Re 256
Grenoble
— envía Hnos. a G. Ca 121 Re 193
— en G., se dedica a la oración, y da clase en la escuela San Lorenzo Ca 135-136 Re 240-241
— en G. compone varias obras de piedad Ca 136 Re 241
— retoca Los deberes del Cristiano; tiene que quitar lo añadido Ca 136-137 Re 241
— recibe la carta de los Hnos. de París, Versalles y San Dionisio Ca 142-143 Re 253-255
— a los consejos de sus amigos de G. opone la obediencia Ca 143 Re 255-256
— se despide de los amigos, exhorta a los Hnos. y deja G. Ca 143-144 Re 256
Guisa
— no aprueba el primer intento de la escuela de Guisa Ca 18 Re 27
— sustituye a los primeros maestros de G.; no satisfacían Ca 23 Re 35-36
Laón
— NYEL pide al santo que se encargue de sus tres escuelas Ca 39-40 Re 60
— mantiene amistad con el párroco de San Pedro de L. Ca 24 Re 36
— le pide que acepte las tres escuelas Ca 40 Re 60
Les Vans
— bendice a Dios por las persecuciones sufridas por los Hnos. Ca 119 Re 211
— toma confianza y siente que disminuyen sus dudas Re 211-212
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice de nombres de personas 631

— sus viajes en torno a Les Vans Ca I 26, 127 Re 220-221


Marsella
— envía dos Hnos. a M. Ca 117-118 Re 196
— va a M., piensa abrir un noviciado; aceptan la idea Ca 127 Re 222
— teme por su obra por encontrar pocas dificultades Ca 127-128 Re 222-223
— se entrega a la formación de los novicios; no responde cartas Ca 128 Re 224
— llama a los Hnos. a un retiro en el noviciado de M. Ca 128 Re 224
— el párroco de San Martín (M.) cambia los planes Ca 130 Re 227-228
— difamado e injuriado, responde con moderación Ca 131 Re 228-230
— deja M. con la esperanza de que vuelva la paz a la obra Ca 133 Re 235
— el H. TIMOTEO le informa de la ruina del noviciado de M. Ca 133 Re 233
Mende
— envía un H. a Mende Ca 117 Re 194
— se dirige desde Les Vans a Mende Ca 126 Re 220
— declina la invitación del obispo de Mende Ca I 27 Re 220
Moulins
— envía dos Hnos. a Moulins Ca 120 Re 211
París (v. también París-Vaugirard, casa del noviciado)
— visita al párroco de San Sulpicio, le promete dos Hnos. Ca 31 Re 46
referencia al mismo hecho Ca 45, 46 Re 67, 69
— piensa en dejar Reims para P. Ca 34, 46 Re 51, 52, 69
— recibe carta de su hermano, responde que no puede ir un Hno. solo Ca 47 Re 69
— escribe a LA BARMONDIÈRE y le pide que espere un poco Ca 34 Re 52
— le visita el abate COMPAGNON, pero él estaba de viaje Ca 47 Re 69
— le informan del viaje del abate COMPAGNON, y le escribe Ca 47 Re 70
— espera una orden de LA BARMONDIÈRE para ir a P. Ca 47 Re 70
— llega a P. con dos Hnos., febrero 1688; se alojan en la escuela Ca 47 Re 70
— tiene la dirección de la escuela un eclesiástico Ca 47 Re 71
— soporta en silencio el desorden de la escuela Ca 48 Re 71
— sustituye a un H. enfermo y da clase en la escuela San Sulpicio Ca 48 Re 71
— divide a los alumnos en tres clases Ca 48 Re 71
— su apostolado en la escuela es muy discreto Ca 49 Re 72
— LA BARMONDIÈRE le pregunta por las causas del desorden Re 73
— acepta la dirección de la escuela, prevé las dificultades Ca 49 Re 73
— regula el horario de la escuela Ca 50-51 Re 74
— intentan desacreditarle ante LA BARMONDIÈRE Ca 50 Re 75
— FORBIN-JANSON inspecciona y el santo pide que le diga los defectos Ca 51 Re 76-77
— se decide a regresar a Reims, se despide LA BARMONDIÈRE Ca 51 Re 75-76
— expone a LA BARMONDIÈRE lo que pasa en la escuela Ca 51 Re 76
— BAUDRAND le pide que abra la segunda escuela Ca 53 Re 78
— pleito de los maestros de escuela, se defiende y gana la causa Ca 53 Re 78
— acoge la idea de una escuela dominical Ca 82 Re 124, 206
— forma a los Hnos. que enseñan en la escuela dominical Ca 82 Re 206-207
— no puede mantener la escuela dominical Re 208
— piensa en ponerla de nuevo en marcha Ca 99
— después lo abandona definitivamente Ca 99
— abre la tercera escuela en la calle San Plácido Ca 83 Re 124-125
— obtiene una ordenanza contra los maestros de escuela Ca 83 Re 125
— acoge a los jóvenes irlandeses, él mismo los atiende Ca 87 Re 130-132
— lleva el noviciado a la parroquia San Pablo; abre una escuela Re 154
— desea abrir de nuevo el seminario de maestros Ca 100 Re 68, 156
632 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

— visita al párroco de San Hipólito, le habla del seminario Ca 100 Re 155-156


— juntos encuentran los fondos para el seminario Ca 100 Re 157
— recibe sujetos para el seminario Ca 100 Re 157
— pone al frente del seminario un H. capaz Ca 100 Re 157
— no había permisos del Ordinario para este seminario Re 158
— deserta el H. director del seminario Ca 101 Re 159
— va a P. a tratar la apertura de la escuela de la parroquia San Roque Ca 111 Re 181-182
— abre la escuela de San Roque, vive en ella Ca 111 Re 182
— rechaza las condiciones de los maestros de escuela Ca 112-113 Re 185
— cierra las escuelas de San Sulpicio Ca 113 Re 186
— LA CHÉTARDIE pide la vuelta de los Hnos., el santo exige
seguridad Ca 113 Re 187
— envía un H. para tratar con le párroco de San Sulpicio Ca 114 Re 187-188
— envía de nuevo a los Hnos. y se abren las escuelas Ca 114
— intenta que obedezcan algunos Hnos. díscolos Ca 124 Re 202
— deja Grenoble para ir a P. Ca 144 Re 256-257
— va a P. (octubre 1717) para el legado Ca 154 Re 279
París-Vaugirard (casa del noviciado)
— con el beneplácito del arzobispo piensa en abrir un noviciado Ca 54 Re 80
— busca una casa cómoda y la halla en Vaugirard Ca 55 Re 80
— convoca a los Hnos. a V. durante las vacaciones Ca 55 Re 81-83
— conversaciones con los Hnos. en retiro en V. Ca 55 Re 82
— recibe postulantes, los prueba, da el hábito a cinco de ellos Ca 56 Re 83
— pone todo su cuidado en la dirección del noviciado Ca 64 Re 96-97
— pide autorización para tener una capilla en la casa noviciado Ca 66 Re 99
— prepara la capilla y la hace bendecir por un vicario mayor Ca 67 Re 100
— explica al párroco de V. los motivos de tener la capilla Ca 67, 68 Re 100-101
— promete celebrar misa alguna vez en la parroquia Ca 68 Re 101
— se mantiene firme a pesar de la presión del párroco Ca 68 Re 102
— recibe y dirige a eclesiásticos que hacen retiro Ca 70 Re 105
— traslada, como quiere LA CHÉTARDIE, el noviciado de V. a P. Ca 80 Re 122
— el noviciado se establece en la Casa Grande Ca 80 Re 122
— invita a GODET DES MARAIS a bendecir la capilla Ca 81 Re 123
— capilla dedicada a san Casiano, razones de la elección Ca 81 Re 123
— reticente a admitir en el noviciado sin consentimiento de la
familia a un joven abate convertido Ca 89 Re 136-.137
— traslada su noviciado al barrio de San Antonio Ca 83 Re 154
— en el barrio San Antonio celebra en las religiosas de la Cruz Ca l01 Re 161
— vuelve el noviciado a P. (1709) Ca 122 Re 199-200
— el H. BARTOLOMÉ estaba encargado del noviciado Ca 140 Re 248
Provenza
— le piden escuelas; teme enviar Hnos. tan lejos Ca 115 Re 190
— visita por primera vez las casas de la P. Ca 120 Re 198-199
— segunda visita a las casas de P. Ca 125 ss. Re 217 ss.;
— envía visitadores a las casas de P. Ca 137 Re 241
Reims
— ejecutor testamentario de ROLAND, sostiene a las Hnas. N.J. Ca 9 Re 11-12
— disipa los prejuicios de los consejeros municipales Ca 9 Re 12
— solicita y obtiene el consentimiento del arzobispo Ca 9 Re 13
— se obtienen las letras patentes del rey Ca 9 Re 13
— es aún venerado por las Hnas. del Niño Jesús Ca 10 Re 13
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice de nombres de personas 633

— encuentra a NYEL en casa de las Hermanas Ca 12 Re 18


— consulta a Dom Claudio BRETAGNE y a otras personas Ca 13 Re 19-20
— propone abrir la escuela bajo el párroco de San Mauricio Ca 13 Re 20
— habla con la señora De CROYÈRE, sobre otra escuela Ca 14 Re 21-22
— se contenta con visitar a los maestros, confía en NYEL Ca 14-15 Re 23
— alquila una casa para los maestros; tercera escuela Ca 15-16 Re 24
— piensa llevar a los maestros a su casa Ca 16-17 Re 25
— lleva a comer a los maestros a su mesa Ca 17 Re 26
— durante la ausencia de NYEL los lleva a su casa por el día Ca 17 Re 26-27
— aloja a los maestros en su casa Ca 18-19 Re 28
— alquila una casa para los maestros (1682), vive con ellos Ca 20 Re 30
— da clase en la escuela de Santiago, viste como los Hnos. Ca 38 Re 59
— hubiera querido limitarse a las escuelas de Reims Ca 40 Re 60
— junta a los postulantes en un especie de noviciado Ca 45 Re 67-68
— recibe candidatos para el seminario de maestros Ca 46 Re 68
referencia al mismo hecho Ca 100 Re 156
— envía a tres Hnos. a Reims Ca 65 Re 97-98
Rethel
— R. pide maestros, el santo quiere esperar; lo encarga a NYEL Ca 21 Re 32-33
— es recibido por el duque de MAZARINO Ca 22 Re 33-34
— renuncia a una donación antes que pleitear Ca 22-23 Re 35
— NYEL pide al santo que se encargue de Rethel, Guisa y Laón Ca 39-40 Re 60
Roma
— el santo envía a dos Hnos. a R. Ca134 Re 133,236
— había diferido ir a R. Ca 134
— seis años después de su muerte, R. aprueba el Instituto Re 134
— ya había iniciado gestiones para la aprobación del Instituto Re 236
— quiere retomar las negociaciones Ca 134 Re 236
— se resuelve a ir a R. con un Hermano Ca 134 Re 236
— reserva dos plazas y manda comprar provisiones Ca 134 Re 237
— el obispo de Marsella le manda posponer el viaje a R. Ca 134, 135 Re 237
— renuncia al proyecto del viaje Ca 135 Re 237-238
— varios intentos en vida para obtener la aprobación de R. Re 304
Ruán y San Yon
— se siente feliz por continuar la obra de NYEL en R. Ca 103 Re 166
— va a R. a hablar con Mons. COLBERT; luego vuelve a París Re 164-165
— Mons. COLBERT le insta a que envíe Hnos. a R. Ca 104 Re 166
— toma el camino de R. con algunos Hnos. Ca 104 Re 167
— recibido por Mons. COLBERT; participa en reunión del Consejo Ca 104 Re 168
— condiciones de la Oficina; no puede aumentar Hermanos Ca 105 Re 169
— comparte las humillaciones de sus Hnos. en R. Ca 105 Re 170
— las ocupaciones de los Hnos. incompatibles con las Reglas Ca 106 Re 171
— comunica a la Oficina la retirada de los Hnos. Ca 106 Re 171
— condiciones onerosas que acepta al retirar a los Hnos. Ca 106 Re 172
— alquila una casa y se retira a ella con los Hnos. Ca 106-107 Re 172
— vuelve a París, decide trasladar el noviciado a R. Ca 107 Re 173-174
— va a París para acordar le alquiler de San Yon Ca 108 Re 176
— reúne a los Hnos. en San Yon para hacer un retiro Ca 110 Re 180
— recibe alumnos internos en San Yon Ca 109-110 Re 176-177
— reaviva el fervor en el noviciado de San Yon Ca 109 Re 176, 177,
180
634 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

— vuelve de París a San Yon Ca 110 Re 180-181


— lleva a los Hnos. de San Yon a París (1709) por el hambre Ca 122 Re 199-200
— vuelto de Grenoble, pasa algunos días en París, luego va a R. (1715) Ca 148 Re 264
— habla a los Hnos. de R. y San Yon de su deseo de dimitir Ca 149 Re 266
— convoca a los Hnos. directores a San Yon Ca i 50 Re 270
— abre la asamblea de 1717 Ca 150 Re 270-271
— se retira; se alegra al conocer la elección del H. BARTOLOMÉ Ca 151 Re 271-272
— anima a los Hnos. a que compren San Yon Ca 158 Re 287
— confía en la Providencia, halla el dinero necesario Ca 158 Re 287-288
— había predicho la prosperidad de San Yon Re 309
San Dionisio
— va a París para acordar la escuela de S.D. Ca 109 Re 178
— a pesar de ser pequeño, abre la escuela de S.D. Ca 109 Re 178
— con vista al seminario de maestros, compra la casa POIGNANT Ca 110 Re 179
— paga la casa POIGNANT. Luego renuncia a su derecho Ca 110 Re 179
— abandona por tercera vez la idea del seminario de maestros Ca 110 Re 179
— acusado de sobornar a un menor, abandona su derecho Ca 125 Re 216-217
Troyes
— abre la escuela de Troyes Ca 66 Re 130
Versalles
— ayuda al párroco HUCHON en la escuela de Versalles Ca 121 Re 199

Su papel de fundador y de superior del Instituto


— junto a ROLAND toma gusto por las obras de educación Ca 6 Re 6
— se ve comprometido en la obra de las escuelas gratuitas Ca 10 Re 13-14
— se dedica a formar a los maestros Ca 15, 18, 20 Re 30-31
— les da reglamentos Ca 20 Re 31
— se encuentra sin buenos sujetos en los comienzos Ca 23 Re 35
— duda, pero luego acepta ser confesor de los maestros Ca 21 Re 31
— siente mucho la infidelidad de los maestros, reanima su fervor Ca 24-25 Re 36-37
— reanima el celo y alienta a los maestros fieles Ca 25-26 Re 38
— llegan buenos sujetos, los forma y les da reglamentos Ca 26 Re 38-39
— da a los maestros un hábito característico Ca 26 Re 39
— se opone al cambio del hábito de los Hnos., razones Ca 26-27 Re 39-40
— los maestros toman el nombre de Hermanos E. C. Ca 27 Re 40
— intenta asegurar a los Hnos. inquietos por su futuro Ca 27-28 Re 41
— reconoce la fuerza de las objeciones de los Hnos. Ca 28 Re 42
— piensa emplear sus bienes para sostener las escuelas Ca 28-29 Re 42-43
— lo consulta al P. BARRÉ, que le aconseja el despojo total Ca 28-29 Re 42-43
— resuelve dejar todo; el director se lo impide Ca 29-30 Re 44
— toma también consejo de otras personas Ca 30 Re 44
— al final, obtiene la aprobación de su director Ca 30 Re 45
— sus parientes y amigos le critican, pero él no cambia Ca 30 Re 45-46
— desea distribuir sus bienes a los pobres Ca 35 Re 51
— le aconsejan dedicar sus bienes para sostener a Hnos. y escuelas Ca 35 Re 52
— sigue el consejo del P. BARRÉ y se abandona a la Providencia Ca 35 Re 52-53
— durante el hambre (1684) distribuye comida a los pobres Ca 35-36 Re 54-55
— funda su Instituto en la Providencia, y rechaza donaciones Ca 36 Re 55
— por consejo del párroco GUIART se ocupa de las escuelas de NYEL Ca 40 Re 60
— piensa formar una pequeña congregación Ca 40 Re 60
— consigue que los Hnos. lleven vida uniforme Ca 40 Re 60-61
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice de nombres de personas 635

— ya había regulado la comida y el vestuario Ca 40 Re 61


— reúne a los principales Hnos. y les propone emitir votos Ca 41 Re 62
— hace con los Hnos. voto de obediencia por un año Ca 41 Re 63
— más tarde (1694) permitirá el voto perpetuo Ca 41 Re 63
— piensa dimitir de superior, persuade a los Hnos. que elijan a uno Ca 42 Re 63-64
— satisfecho por la elección del H. l’HEUREUX; humildad Ca 42 Re 64-65
— forzado a retomar el cargo de superior Ca 44 Re 66
— oferta de apoyo del obispo si se queda en Reims; lo rechaza Ca 45-46 Re 68
— convoca a los Hnos. a hacer un retiro anual Ca 55 Re 81-83
— la falta de retiro la suple con visitas y con las cartas Ca 55-56 Re 82-83
— instituye los Hnos. sirvientes Ca 56 Re 83
— había enviado a París al H. l’HEUREUX Ca 58 Re 87
— en Reims conoce la enfermedad del H. l’HEUREUX Ca 58 Re 87
— se va a París, y al llegar conoce la muerte del H. l’HEUREUX Ca 58-59 Re 88
— destinaba al H. l’HEUREUX para sucederle Ca 59 Re 88
— muerto el H. l’HEUREUX, decide que no habrá sacerdotes Ca 59 Re 88
— incluso pide a los Hnos. que renuncien al latín Ca 59 Re 89
— le calumnian ante BAUDRAND, su santa indiferencia Ca 59 Re 89-90
— mantiene piadosa amistad con el Conde del CHARMEL Ca 66 Re 98
— durante el hambre recibe a numerosos postulantes Ca 69 Re 104
— escribe los reglamentos Ca 70 Re 105
— reúne a los Hnos. y les somete los reglamentos Ca 71 Re 105-107
— somete las Reglas a los Hnos. de las provincias Ca 71 Re 106-107
— presenta las Reglas a todos los Hnos. reunidos Ca 71 Re 107
— exhorta a los Hnos. a que elijan superior a uno de ellos Ca 72 Re 107-108
— se hace la elección dos veces, y el elegido es él Ca 72-73 Re 108-109
— se levanta acta de la elección; no se elegirá quien no sea Hno. Ca 73 Re 109
— celebra la misa, los Hnos. comulgan y emiten votos perpetuos Ca 73 Re 110
— regula los recreos de los Hnos. Ca 73-74 Re 110-111
— contradicciones de que es objeto, y le dan a conocer Ca 83-84 Re 126
— es depuesto por los superiores eclesiásticos Ca 90 Re 138-139
— conoce los motivos de la visita de PIROT Ca 90, 92 Re 140-141
— reunidos los Hnos. para recibir al Vicario Mayor Ca 92 Re 141
— los Hnos. no reconocen a otro superior que el santo Ca 92 Re 142
— es evidente la resistencia de los Hnos. Ca 93 Re 143
— se trabaja a apaciguar al Card. DE NOAILLES Ca 93-94 Re 143, 144
— sirve su crédito para obtener la sumisión de los Hnos. Ca 92-93 Re 143
— recurre a la visita; visita de obediencia al Cardenal Ca 93 Re 144
— protesta sus sentimientos de obediencia Ca 93 Re 144
— acude al señor PIROT y encuentra a los Hnos. principales Ca 94 Re 144-145
— el abate MADOT promete mantener al santo como superior Ca 94-95 Re 146
— recibe el santo al párroco de Villiers Ca 95 Re 147
— PIROT le visita de nuevo (9 diciembre 1702) Ca 96 Re 148
— las razones verdaderas de la acusación contra el santo Ca 96-97 Re 150
— dirige a su comunidad como antes Ca 97 Re 150
— intentan alejar a los Hnos. de la persona del santo Ca 97 Re 152
— quiere dimitir de sus poderes y de las licencias de París Ca 98
— le desaconsejan que readmita al H. VUYART Ca 101 Re 160
— no gustaba abrir pequeñas escuelas Ca 109 Re 178
— exhorta a los Hnos. Ca 115 Re 189
— es socorrido un día en que iba a decir misa a la comunidad Ca 123 Re 200-201
636 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

— hace cuidar a los Hnos. afectados por el escorbuto Ca 123 Re 201


— algunos Hnos. pretenden sustraerse a su autoridad Ca 124 Re 204-205
— duda seriamente que su obra venga de de Dios Ca 132 Re 231-232
— se defiende (ante el H. TIMOTEO) de actuar como superior Ca 133 Re 234
— envío al H. TIMOTEO a una nueva residencia Ca 133 Re 234
— le acusan de haber dejado el Instituto Ca 133 Re 234
— piensa retirarse a una parroquia de París, pero no lo hace Ca 133-134 Re 235
— Sor Luisa de Parmenia le alienta a seguir con el Instituto Ca 139 Re 247
— su agradecimiento por los superiores eclesiásticos Ca 142 Re 252
— no responde a las cartas de los Hnos. (1713-1714) Ca 142 Re 252
— sorprendido por la carta de los Hnos. que le llaman a París Ca 143 Re 255
— se presenta a los Hnos. (1714) con total sumisión Ca 144 Re 257
— va dejando el gobierno en manos del H. BARTOLOMÉ Ca 145 Re 258
— había tenido ayuda del LUIS XIV Ca 148 Re 263
— quiere dejar el cargo de superior (1715), se limita a los novicios Ca 148 Re 264-265
— intentos hechos anteriormente para dimitir Ca 148-149 Re 265
— razones para ser descargado del cargo de superior Ca 150 Re 265-266
— promete no abandonar a los Hnos. después de dejar el cargo Ca 149 Re 267
— se alegra oír las visitas del H. BARTOLOMÉ a las casas Ca 150 Re 270
— convoca a los Hnos. directores, regula las normas de elección Ca 151 Re 270-271
— no asiste a la asamblea, conoce la elección del H. BARTOLOMÉ Ca 151 Re 271-272
— revisa las Reglas según le indican Ca 151 Re 273
— tiene perfecta sintonía con el H. BARTOLOMÉ Ca 151-152 Re 276
— su dimisión es juzgada de formas diversas Ca 153 Re 276
— va a París (1717), y se aloja en St-Nicolás-du-Chardonnet Ca 154, 157 Re 285
— se oculta más y más Ca 158 Re 288
— el H. BARTOLOMÉ, digno sucesor del santo Ca 165 Re 301

LA SALLE, Luis de L. padre del santo


— consejero de la audiencia Ca 3 Re 1
— da al santo una educación de acuerdo con su nacimiento Ca 3 Re 1-2
— envía al santo a estudiar a la Sorbona Ca 4
— su muerte, el 9 de abril 1671 Ca 5 Re 4
LA SALLE, Juan Luis o Luis de L., hermano del santo
— clérigo, más tarde doctor en la Sorbona y canónigo Ca 32 Re 48
— el santo prefiere a un extraño al dejar la canonjía Ca 32 Re 48-49
— desde San Sulpicio, escribe al santo sobre enviar un H. a París Ca 46 Re 69
LA SALLE, los hermanos del santo
— tres de ellos permanecen con el santo Ca 17 Re 26
— comparten la mesa con los maestros Ca 17, 19 Re 26-29
— los retiran de la casa del santo Ca 19 Re 29
LA VERGNE DE TRESSANT, Mons. Luis de L., obispo de Nantes,
luego arzobispo de Ruán, ayuda en las letras patentes Ca 165 Re 303
LADRONES
despojan al santo de su manteo Ca 76 Re 114
LANGLE, Mons. Pedro de L., obispo de Boloña
— recibe con bondad a los dos Hnos. de las escuelas de Calais Ca 84 Re 127
— dirige un mandato a los habitantes de Calais Ca 84 Re 127-128
— recibe a los cuatro Hnos. de las escuelas de Boloña Ca 121 Re 214
— aloja a los Hnos. en su seminario Ca 121 Re 214
— quiere fundar una segunda escuela Ca 121 Re 214
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice de nombres de personas 637

L’HEUREUX, H. Enrique
— elegido superior, su elogio Ca 42 Re 64
— confusión por las muestras de sumisión del santo Ca 43 Re 64-65
— interviene para impedir al santo una limpieza humillante Ca 43 Re 65
— reasume con gozo su condición de inferior Ca 44 Re 66
— había estudiado latín, y luego la teología en Reims Ca 59 Re 88
— va a París para recibir las órdenes Ca 59 Re 88
— fue el primero comprometido con el Instituto Ca 59 Re 88
— en París, presidía la comunidad en ausencia del santo Ca 58 Re 87
— su enfermedad Ca 58 Re 87
— los médicos desesperan de salvarle Ca 59 Re 88
— su muerte Ca 59 Re 87, 88
— sus funerales Ca 59 Re 88
— su virtud Ca 59 Re 88
LE PRINCE, sacerdote de Calais, capellán de los marineros Ca 85 Re 128
LE TELLIER, Camilo L. abate de LOUVOIS
— ejecutor testamentario de su madre Ca 158 Re 287
— conocía al santo Ca 158 Re 287
— promete favorecer a los Hnos. Ca 158 Re 287
LE TELLIER, Mons. Carlos Mauricio L. arzobispo de Reims
— rehúsa consentir la permuta de beneficios Ca 7 Re 8
— ordena sacerdote al santo Ca 7 Re 9
— obtiene letras patentes para las Hnas. del Niño Jesús Ca 10 Re 13
— el santo va a París para presentar la dimisión del canonicato Ca 30 Re 46
— regresa a Reims y el santo lo hace también Ca 30 Re 46
— difiere recibir al santo, quería conservarle en el capítulo Ca 31 Re 46
— se dispone a viajar de nuevo a París; recibe al santo y le escucha Ca 31-32 Re 47
— consulta con PHILBERT y accede a la dimisión del santo Ca 32 Re 47-48
— se le pide que retrase la provisión de FAUBERT Ca 33 Re 49
— se sorprende de la preferencia dada por el santo a FAUBERT Ca 32 Re 48
— informado por CALLOU, envía las provisiones de la canonjía Ca 33 Re 49-50
— quiere retener al santo en Reims; el santo no acepta Ca 44 Re 66
LEBRETON, Miguel, párroco de San Hipólito (París)
— pide Hnos. para abrir una escuela gratuita Ca 100 Re 155
— compra una casa para el seminario de maestros Ca 100 Re i 57
— se entiende con un amigo para sostener el seminario Ca 100 Re 157
— hace legatario al H. Nicolás VUYART Ca 100 Re 158
— su muerte conlleva la ruina del seminario Ca 100 Re 158-159
LESPAGNOL, Petra, esposa de Juan MOËT
— abuela y madrina del santo Ca 3 Re 1
— el santo la recibe en el locutorio y no en su cuarto Ca 57 Re 84
LÉVÊQUE DE CARRIÈRE o de CROYÈRE. v. CROYÈRE
LHOSTELLERIE, Dom Carlos de L., prior de la abadía de San Dionisio
aconseja a la sra. POIGNANT que dé dinero a los Hnos. para comer Re 178
LIBERTINO, un joven l.
— convertido por el santo Ca 61-63 Re 91-95
— su muerte edificante (v. convertido, converso); Ca 64 Re 95-96
LIMOSNERO, un L. de París. v. RAFROND
LIMOSNEROS de San Sulpicio
se interesan por la escuela de la calle du Bac Re 78
LOUVOIS, abate de L. v. LE TELLIER, Camilo
638 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

LOUVOIS, Ana de Souvré, marquesa de L


— a petición del arzobispo COLBERT alquila San Yon a los Hnos. Ca 108 Re 175-176
— sus herederos ponen en venta la casa de San Yon Ca 157 Re 286
— hija de la señora DE BOIS-DAUPHIN, madre del abate de LOUVOIS Ca 108 Re 175, 287
LUGARTENIENTE DE POLICÍA (París)
— confisca los muebles de la escuela del barrio San Antonio Ca 99
— condena a los maestros a devolver los muebles de San Plácido Ca 83 Re 125
LUIS XIV, rey de Francia
— concede letras patentes a las Hnas. del Niño Jesús Ca 10 Re 13
— nombra a Mons. de NOALLLES para el arzobispado de París Ca 66 Re 98
— concede una pensión a los Hnos. de Calais Ca 86 Re 129
— acoge a los católicos huidos de Gran Bretaña Ca 86 Re 131
— crea el obispado de Alais Ca 118 Re 196
— regula la asistencia escolar Ca 118 Re 197-198
— estima al párroco HUCHON, ayuda a la escuela de Versalles Ca 121 Re 199
— su muerte priva a los Hnos. de las ayudas Ca 147-148 Re 263
LUIS XV, rey de Francia
— su minoría de edad y el consejo de Regencia Re 303
— designa al cardenal de Rohan como su delegado en Roma Ca 166 Re 305
LUISA, sor L. de Parmenia
— su vida; se instala en Parmenia Ca 138 Re244
— su reputación de santidad, sus dones extraordinarios Ca 138 Re 245
— el santo le consulta; le aconseja no abandonar la obra Ca 139 Re 246
— su confianza en el santo; quiere tener sus obras de piedad Ca 139 Re 247

MADOT, Francisco de M., después obispo de Belley y de


Châlon-sur-Saône; interviene en el asunto Bricot Ca 94-95 Re 146
MAESTRO DE ESCUELA de Calais
su muerte lleva a desear Hermanos para reemplazarle Ca 84 Re 126
MAESTROS = Hermanos de las Escuelas cristianas; nombre
— el santo los ve de vez en cuando Ca 14 Re 21
— les perjudican las ausencias de NYEL Ca 15 Re 23
— el santo los reúne en una misma casa Ca 15 Re 24
— comienzan a seguir ejercicios comunes Ca 15 Re 24
— el santo los lleva a comer a su mesa Ca 16 Re 26
— el santo los aloja en su casa y viven con sus hermanos Ca 18-19 Re 28
— el santo se dedica a formarlos Ca 20-21 Re 30-32
— escogen al santo como confesor Ca 20-21 Re 31
— el santo les prescribe una vida ordenada Ca 20 Re 31
— un buen número de ellos se disgustan Ca 24 Re 36-37
— muchos abandonan Ca 25 Re 37-38
— algunos continúan fieles Ca 25 Re 38
— llegan nuevos sujetos y se forma una nueva comunidad Ca 26 Re 39
— el hábito pobre y uniforme los mantiene en la modestia Ca 26 Re 39
— toman el nombre de Hermanos de las Escuelas cristianas Ca 27 Re 40
MAESTROS de Guisa
— los primeros decepcionan Ca 23 Re 35
— el santo los llama y envía otros Ca 23 Re 35-36
MAESTROS de Laón
se abre la escuela en 1683 Ca 24 Re 36
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice de nombres de personas 639

MAESTROS DE ESCUELAS MENORES DE PARÍS


— arrebatan los muebles de las escuelas de los Hnos. Ca 53 Re 78
— denuncian al santo y a los Hnos. ante el Escolano Ca 53 Re 78
— el Escolano da la razón a La Salle Re 79
— nuevo ataque a las escuelas del santo en 1699 Ca 54 Re 79-80
— obtienen el cierre de las clases en la escuela San Plácido Ca 83 Re 125
— atacan también la escuela de la parroquia San Pablo Ca 99 Re 154-155
— los combates a la escuela dan a conocer al santo Ca 83-84 Re 126
— nuevo proceso contra las escuelas de San Sulpicio Ca 112 Re 184-185
— intentan parar el progreso de la escuela del barrio San Antonio Ca 99 Re 1 54-155
— exigen que los Hnos. reciban sólo niños con certificado de pobres Ca 113-114 Re 184-185
— desisten de las persecuciones contra los Hnos. Ca 114 Re 187
MAESTROS DE LASS ESCUELAS MENORES DE RUÁN
intentan apartar a los Hnos. Ca 103-104 Re 166-167
MAGISTRADOS, los M. de Calais
obtienen una pensión del rey para la escuela Ca 86 Re 129
MAGISTRADOS, los M. de Reims
temen que se abran nuevas comunidades Ca 9 Re 11
MAILLEFER, Ana DUBOIS, señora de Poncio MAILLEFER
— nacida en Reims, se fue con su marido a Ruán Ca 11 Re 16
— al quedar viuda, se dedica a sostener escuelas gratuitas Ca 11 Re 16
— quería abrir escuelas para niñas Ca 11 Re 15
— colabora con ROLAND, la muerte de éste no la desanima Ca 11 Re 17
— había creado en Darnétal una escuela para las niñas Ca 102 Re 15, 163
— da instrucciones a Adrián NYEL y le envía a Reims Ca 12 Re 18
— su carta a la Superiora de las Hnas. del Niño Jesús Ca 12 Re 18
— escribe a NYEL que aproveche las disposiciones del santo Ca 1 3 Re 19
MAILLEFER, Dom Francisco-Elías M., autor de dos biografías
— la primera, escrita porque se lo pidieron Ca 2 Re II
— debe basarse en memorias exactas; se toma ciertas libertades Ca 2 Re II-III
— sigue el orden cronológico Ca 2 Re III
— su propósito es sobre todo edificar Ca 2 Re VI
— terminada en 1723 la primera redacción, se iba a imprimir Re IV
— cede a los Hermanos su primer manuscrito con condiciones Re IV
— aún se desea la publicación, pero no se puede hacer Re V-VI
— hace una nueva redacción, corregida y completada Re VI
— su muerte en Ruán en 1693, su elogio Re 16, en note
MAILLEFER, Poncio, esposo de Ana DUBOIS
reside en Ruán, a su muerte su esposa se da a obras de caridad Ca 11 Re 16
MAINTENON, señora de M
intercede ante LUIS XIV y obtiene ayudas al santo Re 263
MARÍA DE MÓDENA, Reina de Inglaterra, refugiada en Francia Ca 86 Re 131
MATOIS, sacerdote de la parroquia San Sulpicio;
visita las escuelas con M. DE LA BARMONDIÈRE
MAZARINO, Armando Carlos DE LA PORTE DE LA MEILLERAYE, Re 73
duque de M.
— apoya la petición de la villa de Rethel Ca 21 Re 32
— desea conocer al santo Ca 21 Re 32
— recibe al santo con muestras de distinción Ca 22 Re 32
— inseguridad de la fundación Ca 22 Re 32-33
— se desdice de lo acordado con el santo Ca 22 Re 33-34
640 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

MÉDICO(s)
— un M. considera mortal la enfermedad del santo Ca 159 Re 290
— algunos M. son invitados a la exhumación del santo Re 308
MEYNIER, Pedro, párroco de Gravières
— encargado de la dirección de los Hnos. de Les Vans Ca 126 Re 219
— multiplica las muestras de estima al santo Ca 126 Re 219-220
MOËT DE BROUILLET, Juan
abuelo materno y padrino del santo Ca 3 Re 1
MOËT DE BROUILLET, Nicolasa
madre del santo, su muerte el 20 de julio de 1671 Ca 5 Re 4
MOËT DE BROUILLET, Petra LESPAGNOL señora de M
abuela del santo, v. LESPAGNOL Petra
MONT-MORTIN, Mons. Ennemond ALLEMAN de M., obispo de
Grenoble, protector de una sociedad para ayudar a los pobres Ca 121 Re 193

NOAILLES, Mons. Luis-Antonio de N. arzobispo de París, Cardenal


— escogido por Luis XIV como arzobispo de París Ca 66 Re 98
— su elogio Re 98
— visita su diócesis Ca 66 Re 99
— con un mandato prohíbe las capillas domésticas Ca 66 Re 99
— concede al santo tener una capilla en la casa noviciado Ca 66 Re 99
— le confirma el permiso de establecer una comunidad Ca 66 Re 99
— le agrada la apertura de la escuela dominical Ca 82 Re 206
— pide al santo que se encargue de educar a 50 jóvenes irlandeses Ca 86 Re 130
— acompaña a JACOBO II en la visita a los jóvenes irlandeses Ca 87 Re 132
— le presentan un memorial contra el santo Ca 90 Re 139
— sorprendido por las acusaciones, encarga una inspección Ca 91 Re 139
— se deja influenciar contra el santo Ca 91 Re 140
— quiere sustituir al santo por otro superior Ca 91-92 Re 140
— escoge a BRICOT como superior Ca 92 Re 141
— el vicario mayor PIROT le informa de su fracaso Ca 92 Re 142
— se enfada por la resistencia de los Hnos. Ca 92-93 Re 143
— se calma delante del santo Ca 93 Re 144
— estima que se ha llevado mal el asunto Ca 94 Re 144
— aceptan las condiciones planteadas por los Hnos. Ca 94 Re 145
— envía al abate MADOT que consigue que acepten a BRICOT Ca 94 Re 145-146
— el párroco de Villiers-le-Bel fue a encontrarle Ca 95 Re 147
— debe ser desengañado de sus prejuicios contra el santo Ca 96 Re 149-150
— rechaza la dimisión voluntaria del santo Ca 98
rechaza la dimisión del santo de sus poderes de confesar Re 152
— quiere que el santo gobierne su comunidad como antes Ca 98 Re 151
NOTARIO(s)
— un N. de París trata de obtener la firma para un legado Ca 156 Re 283-284
— hay N. presentes en la exhumación del santo Re 308-309
NOVICIO(s)
— su ejemplo atrae a nuevos sujetos Ca 56 Re 84
— el santo los examina e instruye Ca 64 Re 96-97
— una vez formados, son enviados a las escuelas Ca 65 Re 97
— tres N. enviados a Reims, pasan por Charmel Ca 65-66 Re 97-98
— dos N. cuyas quejas llegaron al cardenal fueron expulsados Ca 97 Re 150
— los N. se trasladan de París a Ruán Ca 108 Re 176
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice de nombres de personas 641

— los N. de Marsella son alentados a salir del Instituto Ca 131 Re 229


— los N. de París se trasladan a Ruán (octubre 1715) Ca 148 Re 264
— el santo ve con frecuencia a los N. y los exhorta Ca 148 Re 264
— un N. es mandado a barrer la habitación del santo Ca 153 Re 277
NYEL (o NIEL), Adrián
— su habilidad para abrir escuelas Ca 12 Re 17-18
— fue colaborador del P. BARRÉ Ca 12 Re 17
— la señora MAILLEFER le envía a Reims Ca I 2 Re 18
— llega a Reims en 1679 Ca 12 Re 18
— encuentra fortuitamente al santo Ca 12 Re 18
— acepta el ofrecimiento del santo de alojarse en su casa Ca 12 Re 19
— informa a la señora MAILLEFER de sus primeras gestiones Ca 12-13 Re 19
— se iba a alojar en casa de la señora MAILLEFER Re 19
— visita a la señora de CROYÈRE, y pone al santo en relación Ca 14 Re 21
— su celo impulsivo perjudica a las escuelas Ca 15-16 Re 23-24
— el santo descansa en él para cuidar de los maestros Ca 15 Re 23
— propone al santo abrir la escuela de San Sinforiano Ca 15 Re 24
— viaja a Guisa en contra del parecer del santo Ca 18 Re 26-27
— en su ausencia, el santo lleva a los maestros a su casa Ca 17 Re 26
— vuelve de Guisa sin lograrlo, pero ve el cambio de los maestros Ca 18 Re 27-28
— el santo le encarga abrir la escuela de Rethel Ca 21 Re 33
— invitado por segunda vez a Guisa, abre la escuela Ca 23 Re 35
— dirigió las escuelas de Rethel, Guisa y Laón Ca 39-40 Re 60
— se retira a Ruán, y muere allí en 1687 Ca 40 Re 60
— antes había abierto escuelas gratuitas en Ruán Ca 103 Re 164
— el santo es feliz por continuar la obra de N. en Ruán Ca 103 Re 166

OBISPO, un O. de Francia
— tío de un joven clérigo convertido por el santo Ca 89 Re 136
— no responde a una carta del santo Ca 89 Re 136
— se vale de un pariente para disuadir al sobrino de ser Hno. Ca 89 Re 136
OBISPOS, varios O.
— favorables a la creación de escuelas gratuitas de los Hnos. Ca 74, 120 Re 111, 195
— reciben al santo con honor Ca 120 Re 199
— el H. BARTOLOMÉ les pide que nombren superiores Ca 140-141 Re 249
— nombraron superiores eclesiásticos, dignos de elogio Ca 141 Re 251

PAPA
— el H. TIMOTEO solicita bulas del Papa Ca 166 Re 304
— piden al cardenal de Rohan que intervenga ante el Papa Ca 166 Re 305
PARIENTES DEL SANTO
— se oponen a su resolución de abandonar el canonicato Ca 7 Re 8-9
— critican su proceder, le reprochan acoger a los maestros Ca 19 Re 28-29
— desaprueban que se despoje de todo Ca 30 Re 45
— cuidan al santo en su enfermedad, le molestan los cuidados Ca 57 Re 84-85
PÁRROCO de Calais. v. PONTON
PÁRROCO de Gravière. v. MEYNIER, Pedro
PÁRROCO de Rethel. v. CERCELET, Vicente
PÁRROCO de San Martín (Marsella), v. AUBERT, Francisco
PÁRROCO de San Hipólito (París). v. LEBRETON, Miguel
PÁRROCO de San Pablo (París)
642 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

— aprueba la reapertura de las escuelas dominicales Ca 99


— el santo le pide trasladar el noviciado a su parroquia Ca 99 Re 153
— su reserva por las nuevas comunidades Re 154
— da su consentimiento Re 154
PÁRROCO de San Pedro (Reims)
disuadido por Mons. LE TELLIER de permutar su cargo Re 8
PÁRROCO de San Sulpicio (París)
v. LA BARMONDIÈRE, BAUDRAND, LA CHÉTARDIE
PÁRROCO de Vaugirard
— no le gusta que el santo utilice una capilla doméstica Ca 67 Re 100
— pide al santo que celebre en su iglesia Re 101
— intenta de nuevo que los Hnos. renuncien a la capilla de su casa Ca 68
sus reproches al santo, su disgusto Re 101-101
PÁRROCO de Villiers-le-Bel (o Villiers-en-Brie)
v. PATOILLAT, Nicolás
PÁRROCO del Charmel
— impresionado por la modestia de tres Hnos. de paso Ca 65 Re 98
— pone a los Hnos. en relación con el conde del Charmel Ca 65 Re 98
PÁRROCOS, varios
consultan al santo casos difíciles Ca 64 Re 96
PÁRROCOS rurales
— piden Hermanos para sus parroquias Ca 45 Re 68
— envían al santo sujetos para que los forme Ca 45 Re 68
— envían sujetos al seminario de San Hipólito Ca 100 Re 157
PÁRROCOS de Marsella
la mayoría secundan los proyectos del santo Re 221
PÁRROCOS de Ruán
— se reúnen con los administradores de la Oficina Re 165
— antes se opusieron a la ida de los Hnos., luego los admiten Re 165
PATOILLAT, Nicolás, párroco de Villiers-en-Brie (Villiers-le-
Bel o Villiers-sur-Marne)
— su carta al párroco de Laón (GUIART) Ca 95-96 Re 147
— ha visitado al santo Ca 95 Re 147;
— ha visto al cardenal DE NOAILLES y M. POLLET Ca 95 Re 147
— trabaja por informar bien al cardenal y defender al santo Ca 96 Re 149-150
PERSONA(s)
— una P. de piedad deja 5.000 libras para comprar la casa noviciado Ca 98 Re 153
— una P. caritativa provee de lo necesario a los Hnos. de París Ca 123 Re 201
— P. caritativas de Reims ayudan a adquirir la Casa Nueva Ca ~3 Re 35
PETIT, Mateo, impresor de Grenoble
no admite las correcciones hechas por el santo en Deberes I Ca 136-137 Re 241
PHILBERT, Nicolás, canónigo, profesor de teología y canónigo
— consultado por el santo Ca 31, 32 Re 47
— el arzobispo le pide su parecer a propósito de la dimisión Ca 32 Re 48
— aprueba la decisión del santo de dejar el canonicato Ca 31, 32 Re 48
— aconseja al santo que se retire a París Ca 31,34 Re 51
PIENCOURT, Mons. Francisco Plácido de Baudry de P. obispo de Mende
— solicita Hnos. para Mende Ca 116-117 Re 194
— está satisfecho del primer Hno.; promete su protección Ca 117 Re 194-195
— su estima por el santo y los Hnos. Ca i 17 Re 195
PIROT, Edmo, vicario mayor de París
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice de nombres de personas 643

— inspección en la casa de los Hnos. Ca 91 Re 140


— su primero informe al card. de NOAILLES fue desfavorable Re 140
— anuncia una segunda visita Ca 92 Re 141
— va con el abate BRICOT, y le presenta como superior Ca 92-93, 96 Re141-142,
148-149
— da un nuevo informe al cardenal Ca 92 Re 142
— procede al nombramiento del abate BRICOT Ca 94 Re 146
— su última visita el 9 de diciembre Ca 96 Re 149
POIGNANT, Carlota
— ofrece una cantidad para mantener a dos Hnos. (en San Dionisio) Ca 109 Re 178
— fallece antes de haberse abierto la escuela de San Dionisio Ca 109 Re 178-179
— se propone al santo adquirir la casa de P. para seminario de m. Ca 110 Re 179
POLLET o PAULET, Fermín, sacerdote de Saint-Nicolás-du-
Chardonnet confesor del card. de NOAILLES
el párroco de Villiers-le-Bel le habló sobre el caso PIROT Ca 95 Re 147
PONCET, Mons. Miguel P. de la Rivière, obispo de Uzès
— pide el castigo para los calvinistas asaltantes de los Hnos. Re 211
— el santo trata algunos asuntos con él Ca 127 Re 220
PONTCARRÉ, Godofredo Macé, presidente de P.
— interviene para facilitar la obtención de letras patentes Ca 165 Re 303
— pide al párroco de San Severo que permita el traslado del santo Re 307
PONTCARRÉ, Nicolas-Pierre Camus de P. primer presidente del
Parlamento de Ruán
— apoya el proyecto de Mons. COLBERT Ca 103 Re 164
— con Mons. COLBERT, obtiene la segunda reunión de la Oficina Ca 104 Re 168
— se interesa particularmente por los Hnos. de Ruán Ca 105 Re 170
— aprueba el traslado del noviciado a Ruán Ca 107 Re 174
— toma a su cargo parte de los gastos del traslado del noviciado Ca 108 Re 176
— acudía a veces a San Yon para edificarse Ca 109 Re 177
PONTCARRÉ DE VIARME, Juan Bautista Elías Camus de P.
hermano del primer presidente
estuvo presente en la exhumación del santo Re 308
PONTCHARTRAIN, Jerónimo Felipe, Conde de P
ministro durante las gestiones de la escuela Courtgain (Calais) Re 128
PONTON o PONTHON, párroco decano de Calais
— su sobrino le informó de las escuelas gratuitas de París Ca 84 Re 126
— por medio de su sobrino gestiona abrir una escuela Ca 84 Re 126
— multiplica las gestiones para obtener Hnos. Ca 84 Re 127
— recibe al santo, le testimonia su gratitud, le invita a celebrar Ca 85 Re 128-129
— a su muerte, los magistrados obtienen una pension para los Hnos. Ca 85-86 Re 129
POSTULANTES
son admitidos al noviciado después de un mes de prueba Ca 56 Re 83
PREMONSTRATENSES DE LAÓN
contribuyen a sostener a dos maestros Ca 24 Re 36
PRIOR, le P. de la Gran Cartuja. v. TOCQUET DE MONTGEFFOND

RAFFROND, limosnero de París


— los nuevos reglamentos dañan sus intereses en el taller Ca 50 Re 74
— suscita una calumnia contra el santo Ca 50 Re 74-75
REINA DE INGLATERRA. v. María de MÓDENA
644 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

RELIGIOSAS DE LA CRUZ
ayudan al santo; algunas se ponen bajo su dirección Ca 101 Re 161
RIGOLEY, Claudio, presidente de la Cámara de Cuentas de Dijón
fundador de la escuela de esta villa Ca 120 Re 213
ROGIER, Guillermo, superior eclesiástico de las Hnas. del Niño
Jesús (Reims)
— NYEL lleva cartas a su nombre Ca 12 Re 18
— está al tanto de los planes del canónigo ROLAND Ca 12 Re 18
ROGIER, Luis, burgués de París, que lega a favor del santo Ca 154 Re 278-279
ROHAN, Armando Gaston, Cardenal de R
— un H. había servido a su padre; intercede ante el cardenal Re 304
— elegido como ministre de LOUIS XV en Roma Ca 166 Re 305
ROHAN, Francisco de R. príncipe de Soubise. v. SOUBISE
ROLAND, Nicolás, canónigo de Reims
— su elogio Ca 5 Re 5
— su fundación: las Hnas. del Niño Jesús Ca 5 Re 5
— dirige al santo Ca 5, 6 Re 6, 7
— propone al santo cambiar su canonicato por un curato Ca 6 Re 7
— quiere hacer del santo el sucesor de su celo Ca 6 Re 6
— su muerte, el 27 abril de 1678 Ca 8 Re 10-11
— deja al santo como ejecutor testamentario Ca 8-9 Re 11-12
— deja entrever al santo la creación de las escuelas de niños Ca 9 Re 11
— entra en miras de la señora MAILLEFER Ca 11 Re 17
— funda las Hnas. del Niño Jesús Ca 11 Re 17
— piensa abrir escuelas de niños, su muerte impide el proyecto Ca 11 Re 17
— al año después de su muerte, NYEL va a Reims Ca 12 Re 18
— la superiora de las Hnas. del Niño Jesús conoce sus proyectos Ca 12 Re 18

SACERDOTE
un S. preso en la Bastilla se confiesa; el santo le da su vestido Ca 102 Re 161-161
SACERDOTE, un S. de Calais. v. Le PRINCE
SAILLANT, Mons. Pedro BAGLION DE LA SALLE, de S. obispo de
Mende
sus muestras de afecto al santo Ca 127 Re 220
SAINT-GEORGES, Mons. Claudio de S., arzobispo de Lyon
recibe la abjuración del caballero de ARMESTAT Ca 145 Re 259
SAINT-JUAN, abate de S. v. ELZE DU ROURE
SAINT-MARS, Benigno de Auvernia, señor de S. gobernador de
la Bastilla
pide al santo que confiese a un sacerdote en la Bastilla Ca 102 Re 161
SALÉON, Juan DE IZE, abate de S., más tarde vicario mayor de
Aix-en-Provenza
— invita al santo para que vaya a Parmenia Ca 138 Re 244
— autoriza a Sor LUISA a construir una casa de retiro Ca 138 Re 244
SAULX, Mons. Francisco Mauricio, caballero de S., primer
obispo de Alais
— obtiene los fondos para establecer escuelas reales Ca 118 Re 196
— confía estas escuelas a los Hnos. Ca 118 Re 196-197
— el rey impone a los calvinistas que vayan a los Hnos. Ca 118 Re 197-198
— alienta y sostiene a los Hnos. Ca 118-119 Re 198
— recibe al santo y le manifiesta su satisfacción Ca 126 Re 219
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice temático 645

SAULX-TAVANNES, Mons. Nicolás Carlos de S. arzobispo de Ruán


concede permiso para trasladar los restos del santo Re 307
SEGLAR, un S.
está presente a los últimos sacramentos del santo Ca 161 Re 294
SOUBISE, Francisco de Rohan, príncipe de S. padre del cardenal de Rohan
un Hno. había servido en casa de su padre Ca 166 Re 304
SULPICIANO, un S.
le envía al caballero de ARMESTAT, le aconseja hacerse Hno. Ca 146 Re 259
SUPERIOR(es) DEL SEMINARIO St-Nicolás-du-Chardonnet
— carta de uno de ellos al H. BARTOLOMÉ Ca 155-156 Re 280-283
— los S. piden al santo que regrese a San Yon Ca 157 Re 286
SUPERIORES ECLESIÁSTICOS
— quejas por la sumisión del santo ante el H. l’Heureux Ca 44 Re 65
— intervienen para deshacer la elección Ca 44 Re 65-66
— el H. BARTOLOMÉ pide a los obispos que nombren S. Ca 140-141 Re 251
— elogio des S., gratitud del Instituto con ellos Ca 141-142 Re 251
SUPERIORES REGULARES de París
somete las Reglas de los Hnos. a tres S. Ca 71 Re 106
SUPERIORA DE LAS HNAS. DEL NIÑO JESÚS (Reims)
— NYEL llevaba cartas para ella Ca 12 Re 18
— estaba al tanto de los proyectos del canónigo ROLAND Ca 12 Re 18
— recibe a NYEL y comunica su proyecto al santo Ca 12 Re 18

TENCIN, Pedro Guérin de T. abate, más tarde obispo y cardenal


asumió la negociación de la aprobación (1725) Ca 166 Re 305
TERESA, Santa T. de ÁVILA
el santo era devoto de ella; conocía sus escritos Ca 114-115 Re 188-189
TOMÁS, H.
consigue que Dom F. E. MAILLEFER le deje el manuscrito Re IV
THOSSE, M. de T. presidente de la villa de Calais. escribe al
ministro, obtiene un local para la escuela del Courtgain Ca 85 Re 128
TIMOTEO, H. superior general
recibe comunicación sobre el ms. de MAILLEFER
encarga a BLAIN componer la vida del santo Re IV
— director de la casa de Marsella, va a ver al santo a San Maximino Ca 133 Re 233
— pide al santo que no abandone a los Hnos. Ca 133 Re 233
— asegura su deseo de no abandonar al santo
recibe nuevo destino Ca 133 Re 234
— director de Aviñón, es elegido superior general Ca 165 Re 302
— quiere asegurar la posesión de San Yon para el Instituto Ca 165 Re 302-303
— se sirve de la autoridad del señor DE PONTCARRÉ Ca 165 Re 303
— impulsa la obtención de la bula de aprobación Ca 166 Re 304
— se vale para ello de un H. conocido del cardenal DE ROHAN Ca 166 Re 304
— presenta las bulas al Consejo del Rey Ca 166 Re 305
— se propone devolver el cuerpo del santo a San Yon Re 306
— emprende la construcción de la capilla en San Yon Re 306
TOCQUET DE MONTGEFFOND, Antonio, prior de la Gran Cartuja
recibe al santo, le invita a terminar sus días en la Cartuja Ca 135 Re 239-240

VICARIO(s) MAYORES
— un V. de París bendice la capilla de la casa del noviciado Ca 67 Re 100
646 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

— los V. de Ruán están presentes en la exhumación Re 308-309


VINTIMILLE DU LUC, Mons. Carlos Gaspar Guillermo de V.,
obispo de Marsella
— solicita Hnos. Ca 117 Re 196
— es trasladado al arzobispado de Aix Ca 118 Re 196
VISITADORES, Hermanos V.
el santo envía V. a las casas de Provenza Ca 137 Re 241
VIVANT, Juan, canónigo, más tarde obispo auxiliar de Estrasburgo
debía acompañar al card. DE ROHAN a Roma, se ofrece para
ser postulador en Roma Ca 166 Re 305
VOISIN, Señora V. o DES VOISINS.
compra muebles para la casa del noviciado Re 123
VUYART, H. Nicolás V.
— tenía la dirección del seminario de San Hipólito (París) Ca 100-101 Re 158
— fue nombrado heredero y se apropió de los fondos Ca 101 Re 158-159
— actitud poco correcta respecto del santo Ca 101 Re 159
— abandona el Instituto Ca 101 Re 159
— continúa algún tiempo con las escuelas de San Hipólito Ca 101 Re 159-160
— pretende volver al Instituto Ca 101 Re 160
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice temático 647

ÍNDICE TEMÁTICO

Infancia
Dios le condujo por caminos sencillos, pero duros para la naturaleza Ca 1 Re I
Era de temperamento firme, y tenía celo ardiente Ca 1 Re I
Tenía amor sin límites a la penitencia Ca 1 Re I
Para defenderse de sus enemigos empleó sólo la paciencia Ca 1 Re II
Expresión que le era familiar: «¡Bendito sea Dios!» Ca 1 Re II
Manuscrito de 1723 Re IV
Crítica a la biografía de BLAIN Re V
Nacimiento y bautismo, 1651 Ca 3 Re 1
El padre Ca 3 Re 1
Su familia Ca 3 Re 2
Educación familiar Ca 3 Re 1
Estudios Ca 3 Re 2

Estudios - orientación al sacerdocio


Recibe la tonsura en 1662 o 1663 Ca 3 Re 2
Deseo de consagrarse a Dios en el estado eclesiástico Ca 4 Re 2
Resolución de recibir la tonsura Ca 4 Re 2
Su amor por las funciones eclesiásticas Ca 4 Re 2
Le proveen de un canonicato en 1666 Ca 4 Re 2
Toma posesión de la canonjía el 7 de enero (julio) de 1667 Ca 4 Re 2
Maestro en Artes (Bachillerato) en 1669 Ca 4 Re 3
Su padre decide que vaya a estudiar a la Sorbona Ca 4 Re 3
Va a residir a PARÍS en 1670 Ca 4 Re 3
Recibe el subdiaconado Ca 5 Re 6
Muere su madre el 20 de julio de 1671 Ca 5 Re 4
Muerte de su padre el 9 de abril de 1672 Ca 5 Re 4
Se ve obligado a dejar PARÍS Ca 5 Re 4

Tutor de sus hermanos


Recibe el encargo de cuidar de la casa paterna Ca 5 Re 5
Recibe las sagradas órdenes Ca 5 Re 5
Se aconseja con el Padre ROLAND Ca 5 Re 5
Elogio del señor ROLAND Ca 5 Re 5

Relación con el padre Roland


ROLAND, fundador de las HERMANAS DEL NIÑO JESÚS Ca 5 Re 5
La HERMANAS se encargan de educar a niñas huérfanas pobres Ca 6 Re 6
Elogio de las HERMANAS DEL NIÑO JESÚS Ca 6 Re 6
Bajo la dirección de ROLAND, aprende la ciencia de los santos Ca 6 Re 6
Roland quiere que sea el sucesor de su celo Ca 6 Re 6

Completa la órdenes y los estudios


Recibe las órdenes menores y el subdiaconado, en junio de 1672 Ca 6 Re 6
Vuelve a la universidad a estudiar Ca 6 Re 7
648 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Las necesidades de su familia le obligan a quedarse en REIMS Ca 6 Re 7


Siguió todos los cursos del bachillerato y siguió la licenciatura Ca 6 Re 7
Va a PARÍS a recibir el diaconado Ca 6 Re 7

Intento de permuta de la canonjía


Le proponen cambiar la canonjía con la parroquia de San Pedro, 1677 Ca 6 Re 8
Fue el motivo del viaje que hizo a PARÍS, en 1677 Ca 6
Dios tenía otras miras sobre él Ca 7 Re 8
Su familia temía a causa de su desprendimiento Ca 7 Re 8
Previnieron al obispo sobre sus propósitos Ca 7 Re 8
El obispo les manda que cumplan con su puesto, donde Dios los llamó Ca 7 Re 8
Le pareció oír una voz interior que le decía que la parroquia no era lo suyo Ca 7 Re 8

Sacerdocio
Recibe el sacerdocio el 9 de abril de 1678 Ca 7 Re 9
Celebra su primera misa con sencillez en la catedral Ca 7 Re 9
El recogimiento con que celebraba impresionaba a los asistentes Ca 7 Re 10
Algunos acudían al final de la misa a consultarle sus dificultades Ca 7
No sobrellevaba la relajación de los eclesiásticos Re 10
Quería que todo lo que servía para la iglesia estuviese limpio Ca 7
Recogimiento al celebrar la misa Ca 8
Consideraba un deber celebrar la misa diariamente Ca 8 Re 10
Nunca se dispensó de celebrar la misa, a menos que estuviera enfermo Ca 8
A menudo quedaba extasiado después de la comunión Ca 8
En ese momento quedaba como inmóvil Ca 8
No prestaba atención a las cosas del mundo Ca 8 Re 10
Le gustaba estar solo y rehuía aparecer en público Ca 8 Re 10
Hablaba poco, siempre con recogimiento y modestia Ca 8

Relación con las Hnas. del Niño Jesús


Asume el cuidado de la comunidad de las HNAS. DEL NIÑO JESÚS Ca 8 Re 11
Su celo le llevaba a reprender los excesos de los espíritus mundanos Ca 8 Re 10
Poseía el arte de despreciar los juicios de los hombres Ca 8 Re 10
Muerte del señor ROLAND Ca 8 Re 11
El señor ROLAND le nombra ejecutor testamentario Ca 9 Re 11
Acepta encargarse de la comunidad de las HNAS. DEL NIÑO JESÚS Ca 9 Re 11
Le hizo entrever que Dios le destinaba a fundar las escuelas cristianas Ca 9 Re 11
Obtiene letras patentes para la escuela de niñas Ca 9 Re 11
Mons. LE TELLIER ayuda a obtener letras patentes del rey LUIS XIV Ca 10 Re 13
Las Hnas. de este Instituto se mantienen en el mismo fervor Ca 10 Re 13

Las escuelas cristianas


Emprende la fundación de los HERMANOS DE LAS ESCUELAS CRISTIANAS Ca 10 Re 13
Carta a un amigo: Dios que gobierna todo con sabiduría y... Ca 10 Re 14
Algunas personas le tachaban de hombre ambicioso Ca 10 Re 14
Necesidad de la fundación de los HERMANOS DE LAS ESCUELAS CRISTIANAS Ca 11 Re 14
El padre BARRÉ había intentado crear escuelas gratuitas para los niños Ca 11 Re 15
Los proyectos del padre BARRÉ fracasaron Ca 11 Re 15
La señora MAILLEFER había creado escuelas para las niñas Ca 11 Re 15
La señora MAILLEFER había estado en relación con ROLAND Ca 11 Re 17
La muerte de ROLAND ne desanimó a la señora MAILLEFER Ca 12 Re 17
La señora MAILLEFER envía a REIMS al señor NYEL en 1679 Ca 12 Re 18
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice temático 649

Encuentro con Nyel: 1679


LA SALLE se ve comprometido en la fundación de escuelas para los niños Ca 12 Re 18
El señor NYEL informó de su objetivo a la Superiora Ca 12 Re 18
LA SALLE ofrece su casa a Nyel que la acepta con gratitud Ca 12 Re 19
El señor NYEL informa a la señora Maillefer de sus comienzos Ca 13

Primera escuela: parroquia de San Mauricio: 1679


LA SALLE se aconseja con personas muy competentes Ca 13 Re 19
LA SALLE consulta a Dom CLAUDIO BRETAGNE, prior de SAN REMIGIO Ca 13 Re 20
Dom CLAUDIO BRETAGNE escribió la vida de BACHELIER DE GENTES Ca 13 Re 20
Primera escuela gratuita en la parroquia de SAN MAURICIO Ca 13 Re 20
El señor DORIGNY, párroco de SAN MAURICIO, el mejor dispuesto Ca 13 Re 21
Se ofreció a alojar en su casa a los maestros Ca 14 Re 21
Las escuelas comenzaron el año 1679 Ca 14 Re 21
LA SALLE creyó que Dios no le pedía más y se retiró Ca 14 Re 21
Se contentaba con visitar a los maestros de vez en cuando Ca 14 Re 21

Segunda escuela: parroquia de Santiago: 1679


Segunda escuela, en la parroquia de SANTIAGO Ca 14 Re 21
La señora viuda de LEVÊQUE DE CROYÈRES deseaba fundar una escuela Ca 14 Re 21
LA SALLE encuentra a la señora DE CROYÈRES Ca 14 Re 22
La señora DE CROYÈRES asigna una suma de quinientas libras Ca 15 Re 22
A su muerte, los herederos respetaron fielmente su deseo Ca 15 Re 23
El celo de NYEL perjudica a las escuelas Re 2s
LA SALLE reúne a los maestros en una misma casa Ca 15 Re 24

Tercera escuela, San Sinforiano, 1680


Tercera escuela, SAN SINFORIANO, en 1680 Ca 15 Re 24
En poco tiempo aumentan los alumnos más que en las otras Ca 15 Re 24
LA SALLE recibe el doctorado en teología, a los 30 años Ca 16 Re 24
Un accidente un día de nieve le pone en peligro de muerte Ca 16 Re 24

Formación de los maestros: 1680-1682


Lleva a los maestros a comer a su mesa Ca 16 Re 26
Temía la oposición de su familia Ca 17
Durante la misma se leía Ca 17 Re 26
Forma a los maestros en la piedad, durante la ausencia de NYEL Ca 17 Re 26
En algunos notó una piedad vacilante y superficial Ca 17 Re 26
Proyecto fracasado de escuela en la villa de GUISA Ca 18 Re 27
LA SALLE aloja a los maestros en su casa, el día de san Juan Bautista, 1681 Ca 19 Re 28
Contradicción de sus parientes y amigos Ca 19 Re 29
Sus hermanos van a vivir a otros sitios Ca 19
Esta separación le dolió mucho Ca 20
Les inculca la modestia, la humildad, la pobreza, la piedad y la caridad Ca 20 Re 30
Deja su casa y se retira a la Calle Nueva con los maestros Ca 20 Re 30
Da reglamentos a los maestros Ca 20 Re 31
Los exhorta a escoger un confesor prudente Ca 20 Re 31
Los maestros le piden que sea él su confesor Ca 20 Re 31
Después de consultarlo con personas experimentadas, se aviene a ello Ca 21 Re 31
650 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Escuelas de Nyel: Rethel, Guisa, Laón. 1682-1683


Escuela de RETHEL Ca 21 Re 32
Encarga a NYEL que haga las gestiones necesarias Ca 21 Re 32
Las liberalidades del Duque, de la villa y del párroco Ca 21 Re 32
El Duque de MAZARINO quiere financiarla Ca 22 Re 33
La escuela se abre en RETHEL en 1682 Ca 22 Re 33
Cambio en las disposiciones del Duque Ca 22 Re 34
El Duque es prevenido contra LA SALLE Ca 22 Re 34
LA SALLE sabía quién le había indispuesto ante el Duque, pero calló Ca 22 Re 34
Prefería renunciar a sus derechos a dar pie al excesivo interés Ca 23 Re 35
Renuncia a una donación para no litigar Ca 23 Re 35
Escuela de GUISA financiada por la señora marquesa Ca 23 Re 35
Los primeros maestros no gustaron; hubo que cambiarlos Ca 23 Re 35
Escuela de la parroquia de SAN PEDRO de LAÓN Ca 23 Re 36
Ayuda del párroco de SAN PEDRO de la villa de LAÓN Ca 24 Re 36
Ayuda de la Orden de Premonstratenses para la escuela de LAÓN Ca 24 Re 36
Amistad estrecha del párroco de LAÓN con LA SALLE Ca 24 Re 36

Retirada de los primeros maestros: 1682-1683


Algunos maestros se desalientan y abandonan el Instituto Ca 24 Re 37
Pesar de LA SALLE ante estas decisiones Ca 25 Re 37
Algunos se niegan a seguir a estos desertores Ca 25 Re 38
LA SALLE estuvo tentado de renunciar a su empresa Ca 25 Re 39

La Providencia envía nuevos maestros: 1683


Se presentan otros sujetos con buenas cualidades Ca 25 Re 38
Llegó un número de sujetos con fervor y piedad Ca 26 Re 38

Primeros reglamentos y normas: 1683-1684


LA SALLE hace que tomen una forma nueva de vestido Ca 26 Re 39
Ropa pobre y uniforme, que los distinguía de la gente del mundo Ca 26 Re 39
Una persona distinguida quiere que cambien el hábito (1690) Ca 26 Re 39
LA SALLE no se plegó a sus deseos Ca 26 Re 39
Memoria sobre el Hábito (1691) Ca 27 Re 40

Desconfianza de los maestros en la Providencia (1682)


Los maestros toman el nombre de HERMANOS DE LAS ESCUELAS CRISTIANAS Ca 27 Re 40
Se ayudan mutuamente con una caridad tierna y compasiva Ca 27 Re 40
Los HERMANOS temen carecer de lo necesario Ca 27 Re 41
LA SALLE trabaja sin descanso en levantar su ánimo abatido Ca 28 Re 41
Respuesta de los HERMANOS Ca 28 Re 42

La Salle piensa en hacerse pobre (1682-1683)


LA SALLE reconoce que los HERMANOS tenían razón Ca 28 Re 42
LA SALLE quiere financiar las escuelas Ca 28 Re 43
Acudió de nuevo al padre BARRÉ Ca 29 Re 43
Respuesta del padre BARRÉ: fundarlas sobre la Providencia Ca 30 Re 43
Sigue el consejo de dar todo a los pobres Ca 29 Re 44
Quieren apartarle de esta decisión Re 45

Renuncia a la canonjía (1683)


Piensa en dimitir de su canonicato Ca 30 Re 46
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice temático 651

La Salle habla de su deseo a su director, a quien esto le parece temerario Ca 30


Se aconseja con otras personas, que encuentran sus razones muy sólidas Ca 30 Re 45
La oposición de sus parientes y de sus amigos comienza de nuevo Ca 30
Sale hacia PARÍS para presentar al Arzobispo la dimisión de su canonicato Ca 30 Re 46
Al llegar sabe que el Arzobispo estaba regresando a REIMS Ca 30 Re 46
En PARÍS tuvo ocasión de ver a LA BARMONDIÈRE, párroco de San Sulpicio Ca 31 Re 46
Éste le hizo prometer que le enviaría dos Hermanos para una escuela Ca 31 Re 46
Solicita la aprobación de su Arzobispo para dejar el canonicato Ca 31 Re 47
El Arzobispo demora el asunto Ca 31 Re 47
LA SALLE se dirige especialmente a un canónigo, señor PHILBERT Ca 31 Re 47
LA SALLE, antes de entrar en el arzobispado, fue a orar a la catedral Ca 31 Re 47
El Arzobispo da su consentimiento Ca 32 Re 48
LA SALLE dimite a favor de FAUBERT Ca 32 Re 48
Intentan persuadirle de que deje la prebenda a su hermano Ca 32 Re 48
El Capítulo lamenta perder a LA SALLE y más por el sucesor que deja Ca 33 Re 49
El prelado hace que intervenga el señor CALLOU, superior del seminario Ca 33 Re 50
El prelado envía por fin el nombramiento a FAUBERT Ca 33 Re 50

La Salle se desprende de sus bienes (1684-1685)


LA SALLE medita retirarse a PARÍS Ca 33 Re 51
PHILBERT se lo había aconsejado Ca 34 Re 51
LA SALLE habla de su proyecto a su director, y éste no está de acuerdo Ca 34 Re 52
La respuesta de su director le llevó a tomar la decisión de no ir Ca 34 Re 52
Escribe a LA BARMONDIÈRE que no era voluntad de Dios que fuera a PARÍS Ca 34 Re 52
LA SALLE quiere despojarse de su patrimonio Ca 34 Re 52
Algunos le aconsejan hacer donación general de su patrimonio a las escuelas Ca 35 Re 53
Consulta de nuevo al P. BARRÉ Ca 35 Re 53
BARRÉ le responde que debía dar todos sus bienes a los pobres Ca 35 Re 53
LA SALLE distribuye todo a los pobres durante una hambruna Ca 35 Re 54
También iba por las casas a socorrer a los pobres vergonzantes Ca 36 Re 54
Ni siquiera se reservó lo necesario para el día siguiente Ca 36 Re 54
«Gracias a Dios... no nos ha faltado nada...» Ca 36 Re 56
LA SALLE no quiso otro recurso para sostener las escuelas Ca 36 Re 55
Pobreza del señor de LA SALLE Ca 37 Re 56
Sus palabras sobre la pobreza Ca 37 Re 56
Mortificación de LA SALLE Ca 38 Re 58
Mortificación de los Hermanos Ca 38 Re 58
LA SALLE da clase en la escuela de la parroquia de SANTIAGO Ca 38 Re 59
La gente se extrañaba de verle ir como un simple Hermano con los niños Ca 39 Re 59
Incluso sus amigos pensaban que llevaba su celo demasiado lejos Ca 39 Re 59
LA SALLE vive en el retiro Ca 39 Re 60
Para ello escogió un espacio reducido y apartado de la casa Ca 39 Re 60
Pasaba los días y a veces parte de la noche en contemplación Ca 39 Re 60

La Salle acepta dirigir las escuelas de Nyel


LA SALLE se hace cargo de las escuelas de RETHEL, de GUISA y de LAÓN Ca 39 Re 60
NYEL piensa que debe retirarse a RUÁN Ca 40 Re 60
Muerte de NYEL Ca 40 Re 60
Constituye a los Hermanos en congregación Ca 40 Re 60
652 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

La Salle piensa en formar una congregación (1685)


LA SALLE regula la alimentación de los Hermanos Ca 40 Re 61
Se contentó con ratificar lo que ya estaba en uso Ca 40 Re 61
Se servirían legumbres o verduras sin demasiada preparación Ca 40 Re 61
LA SALLE tenía extraordinaria repugnancia para habituarse Ca 40 Re 61
A menudo pedía a Dios la gracia de vencer sus repugnancias Ca 40 Re 61
Llegó incluso a perder el gusto de los alimentos Ca 40 Re 61
Un día el Hermano cocinero sirvió ajenjo en vez de legumbres Ca 41 Re 61
Él no prestó atención al cambio Ca 41 Re 61
Los Hermanos hacen voto de obediencia por un año Ca 41 Re 62
Celebra asamblea en REIMS; asisten los superiores de LAÓN, RETHEL y GUISA Ca 41 Re 62

Primera Asamblea. 1686


Se comienza con un retiro, 1686, desde el día de Pentecostés Ca 41 Re 62
Salieron de él resueltos a hacer votos perpetuos de obediencia y castidad Ca 41
Se decidió que se hiciera sólo voto de obediencia por un año Ca 41 Re 63
La ceremonia tuvo lugar el día de la Stma. Trinidad Ca 41 Re 63
Pronunció él mismo el voto de obediencia por un año Ca 42 Re 63
LA SALLE dimite del cargo de superior Ca 42 Re 64
Piensa en los medios para dejar el cargo Ca 42 Re 63

Reunión para dejar el cargo, en 1687


Al año siguiente reúne a los HERMANOS en REIMS, 1687 Ca 42 Re 64
Explicó la necesidad de elegir como Superior a un Hermano Ca 42 Re 64
La mayoría de votos recayó en la persona del Hno. HENRY l’HEUREUX Ca 42 Re 64
Elogio del Hno. l’HEUREUX Ca 42 Re 64
LA SALLE se somete al nuevo superior Ca 43 Re 64
Se arrodillaba a menudo ante él en presencia de los Hermanos Ca 43 Re 65
No hablaba a nadie ni recibía visitas sin su permiso Ca 43 Re 65
Obligan a LA SALLE a retomar el cargo de superior Ca 43 Re 65
Las personas que se relacionaban con él se dieron cuenta del cambio Ca 43 Re 65
Se quejaron a los superiores eclesiásticos Ca 44 Re 65

Le obligan a asumir el cargo de Superior: 1687


Todos los HERMANOS manifiestan su satisfacción por reasumir el cargo Ca 44 Re 66
Algunas personas se pusieron bajo su dirección Ca 44 Re 66
Se resistía a ello cuanto podía y sólo admitió a un pequeño número Ca 44 Re 66
Rechaza la oferta de su Arzobispo de financiar sus escuelas de REIMS Ca 44 Re 66
LA SALLE le habla del compromiso con el párroco de San Sulpicio de PARÍS Ca 45 Re 67

Aspirantes-Postulantes en Reims: 1687


LA SALLE forma nuevos sujetos - Noviciado en REIMS Ca 45 Re 67
Recibió a algunos candidatos demasiado jóvenes Ca 45 Re 67
Forma con ellos una comunidad en una casa de al lado, un seminario Ca 45 Re 67
Les da un Hno. como director y les prescribe ejercicios diarios Ca 45 Re 67
Había una puerta de comunicación para pasarles lo necesario Ca 45 Re 67

Primer Seminario de Maestros para el campo: 1687


Forma a los maestros de escuela para el campo Ca 45 Re 68
Algunos párrocos rurales le piden un Hno. para sus escuelas Ca 45 Re 68
Ellos escogen maestros y los envían a LA SALLE para formarlos Ca 46 Re 68
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice temático 653

Llegó a recibir hasta veinticinco Ca 46 Re 68


Puso a su cabeza un Hno. capacitado para enseñarles canto gregoriano Ca 46 Re 68
El seminario de los maestros de escuela no se mantuvo mucho tiempo Ca 46 Re 69

Gestiones para trasladarse a Paría, a San Sulpicio (1687)


Le piden Hermanos para la escuela de San Sulpicio de PARÍS Ca 46 Re 69
Le recuerdan a LA BARMONDIÈRE la promesa que LA SALLE le hizo Ca 46 Re 69
El párroco pide a Luis de La Salle que escriba a su hermano Ca 46 Re 69
LA SALLE responde que la norma es que nunca vaya uno solo Ca 47 Re 69
El maestro de la escuela de San Sulpicio viajó a REIMS Ca 47 Re 69
El párroco de San Sulpicio le escribe sobre el asunto Ca 47 Re 70
LA SALLE quiso tener una orden positiva del párroco Ca 47 Re 70
LA BARMONDIÈRE le escribió de inmediato Ca 47 Re 70
LA SALLE sale para PARÍS con dos Hermanos Ca 48 Re 71
LA SALLE llegó a PARÍS hacia finales de febrero del año 1688 Ca 48 Re 71
Fueron alojados en la casa que ocupaba el maestro de escuela Ca 48 Re 71
El párroco había abierto una especie de manufactura de lana Ca 48 Re 71
Se dividió a los alumnos en tres clases Ca 48 Re 71

Dificultades en la primera escuela (1688)


El número de alumnos aumentó tanto que los Hermanos no bastaban Ca 48 Re 71
El Hno. más robusto cayó agotado y no pudo atender su función Ca 48 Re 71
LA SALLE le reemplazó en la escuela Ca 48 Re 71
No había podido imponer todo el orden y la exacta disciplina Ca 48 Re 71
LA SALLE se contentaba con aconsejar a los Hermanos paciencia Ca 48 Re 71
Tenía consideración por el maestro de la escuela para causarle pena Ca 48 Re 72
El maestro de escuela de San Sulpicio cede su puesto a LA SALLE Ca 49 Re 72
En el mes de abril el párroco fue a visitar la escuela Ca 49 Re 73
LA SALLE puso un reglamento en la escuela Ca 50 Re 73
LA SALLE encuentra contradicciones Ca 50 Re 73
Fue calumniado Ca 50 Re 74
El párroco se dejó engañar Ca 51 Re 74
LA SALLE piensa regresar a REIMS; el párroco se lo impide Ca 51 Re 75
El párroco encarga a un eclesiástico que haga un informe Ca 51 Re 76
Se informa de las quejas presentadas contra LA SALLE Ca 51 Re 76
Informó al párroco de lo observado, y le manifestó el buen proceder de LA SALLE Ca 52 Re 77
Se le hace justicia Ca 52 Re 77

Segunda escuela de París, calle du Bac (1689)


Baudrand manda abrir la segunda escuela en la parroquia: calle du Bac Ca 52 Re 77
En la escuela de la calle Princesa reinó en seguida el orden Ca 52 Re 77
La escuela se vio llena de alumnos Ca 53 Re 77
Se abre la segunda escuela, cerca del Pont-Royal - calle du Bac Ca 53 Re 78
LA SALLE, de acuerdo con el párroco, adopta las medidas necesarias Ca 53 Re 78

Primer pleito contra las escuelas cristianas (1690)


Los maestros de escuela de París le denuncian y gana LA SALLE Ca 53 Re 78
Los maestros de escuela emplearon la fuerza y se apoderaron del mobiliario Ca 53 Re 78
Su director le obligó en conciencia a defender la causa de Dios Ca 53 Re 79
Lo defendió con tanto vigor que el asunto quedó fallado a su favor Ca 53 Re 79
No volvieron a molestar los maestros de París hasta 1699 Ca 54 Re 79
Llevó a los Hermanos a pie y en ayuno a Nuestra Señora de las Virtudes Re 79
654 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Vida de comunidad en París (1688-1691)


Algunos Hermanos caen enfermos, LA SALLE los manda a Vaugirard Ca 54 Re 81
Había que pensar en salvaguardar la salud de los Hermanos Ca 54 Re 81
Obtiene del Arzobispo de PARÍS, permiso para formar una comunidad, 1691 Ca 54 Re 80
Encuentra una casa apropiada cerca de Vaugirard, próximo a PARÍS Ca 55 Re 81
En Vaugirard organiza un retiro general para todos los Hermanos Ca 55 Re 82

Renovación espiritual de los Hermanos: 1690-1691


El fervor de los Hermanos de REIMS comenzaba a enfriarse Ca 55 Re 82
Hace retiro con los Hnos. de PARÍS, reunidos en Vaugirard Ca 55 Re 82
Después del retiro los envió a sus casas Ca 55 Re 82
Establece que todos le escriban cada mes Ca 55 Re 82
Introdujo la costumbre del retiro anual Re 82
Y también la de visitar personalmente todas las casas cada año Ca 55 Re 83
Llegan nuevos sujetos y los admite Ca 56 Re 83

Inicio del Noviciado (1692)


Con un mes de prueba los admitió al Noviciado, que comenzó en 1692 Ca 56 Re 83
Instituye los Hermanos sirvientes C 56 Re 83

Grave enfermedad de La Salle (1690-1691)


LA SALLE cae enfermo en REIMS Ca 56 Re 84
La vida dura y penitente comenzó a alterar su salud Ca 56 Re 84
La enfermedad se declaró en un viaje que hizo a REIMS Ca 56 Re 84
No permitió que su abuela subiera a su cuarto a verle Ca 57 Re 84
Ella le reprochó las precauciones que tenía con ella Ca 57 Re 84
Cae enfermo en PARÍS de una retención de orina Ca 57 Re 85
A las seis semanas le sobreviene la retención de orina, pone en peligro su vida Ca 57 Re 85
Se dispuso a la muerte. Recibió los sacramentos Ca 57 Re 86
Un médico famoso — Helvetius— propuso un remedio a vida o muerte Ca 58 Re 86
Hubo que administrarle el santo viático Ca 58 Re 86
El párroco de San Sulpicio se lo administra, con su clero Ca 58 Re 86
El párroco le pide que diga sus últimas palabras a sus hijos Ca 58 Re 86
El médico aplicó el remedio al enfermo, y produjo el efecto que se deseaba Ca 58 Re 87

Muerte del Hermano L’Heureux (1691)


Cuando se sintió restablecido, volvió a REIMS Ca 58 Re 87
Muerte del Hno. Henry l’HEUREUX Ca 58 Re 87
LA SALLE sintió tanto esta pérdida que no pudo retener las lágrimas Ca 59 Re 88
Interpretó con esta muerte que Dios quería que no hubiera sacerdotes en el Instituto Ca 59 Re 88
Elogio del Hno. l’HEUREUX Ca 59 Re 88
Funerales por el Hno. l’HEUREUX Ca 59 Re 88
LA SALLE prohíbe a los Hermanos el sacerdocio y el latín Ca 59 Re 89

Sucesos variados en fechas diversas


Se presenta al párroco de San Sulpicio una memoria contra LA SALLE Ca 59 Re 89
El párroco no tuvo mucha dificultad para saber quién fue el autor Ca 60 Re 89
LA SALLE recibe varios novicios Ca 60 Re 91
LA SALLE atendía con gusto a grandes pecadores que le enviaban Ca 61 Re 91
Conversión extraordinaria de un joven libertino Ca 61 Re 91
Le retuvo en su casa y le mostró mucho afecto Ca 63 Re 92
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice temático 655

Le sostuvo hasta que murió, que fue poco después de su conversión Ca 64 Re 94


Consultaban a LA SALLE sobre casos de conciencia Ca 64 Re 96

Vida de La Salle en Vaugirard (1692-1694)


Se dedicó a formar a los novicios Ca 64 Re 96
Los anima con su ejemplo Ca 65 Re 96
LA SALLE mantuvo estrecha amistad con el Conde del CHARMEL Ca 65 Re 97

Capilla en Vaugirard (1692)


Obtiene permiso para erigir una capilla en su casa de Vaugirard Ca 66 Re 98
El Arzobispo de PARÍS prohíbe en la diócesis las capillas familiares Ca 66 Re 99
LA SALLE se ve dificultado por esta prohibición Ca 66 Re 99
Acudió al Arzobispo y le pidió permiso para tener capilla en casa Ca 66 Re 99
El prelado lo concedió y le confirmó el permiso para formar una comunidad Ca 67 Re 99
LA SALLE hace erigir un altar en el lugar más digno de la casa Ca 67 Re 100
El párroco se molesta por la concesión del prelado Ca 67 Re 100
LA SALLE promete ir a celebrar misa en la parroquia ciertos días Ca 68 Re 101
El párroco se molesta con LA SALLE porque no acuden a la parroquia Ca 68 Re 102

Hambre en 1695
Los HERMANOS sufren el hambre y se hallan sin pan en 1695 Ca 68 Re 102
Los HERMANOS temen morir de hambre y desconfían de la Providencia Ca 69 Re 103
LA SALLE recibía a todos los sujetos que se presentaban Ca 69 Re 104
Críticas de los Hermanos y respuesta de LA SALLE Ca 70 Re 104
El párroco de San Sulpicio conoce la extrema pobreza y ayuda a los Hnos. Ca 70 Re 105
Algunos acudían a LA SALLE para hacer retiro Ca 70 Re 105

Asamblea de 1694, primer Capítulo General


LA SALLE elabora los reglamentos del Instituto Ca 71 Re 105
Algunos propusieron suavizarlos pues les parecían muy austeros Ca 71 Re 106
LA SALLE hace que tres superiores de PARÍS examinen las Reglas Ca 71 Re 106
LA SALLE pide la conformidad a los HERMANOS de otras provincias Ca 71 Re 107
Por Pentecostés reunió a todos los HERMANOS del Instituto en PARÍS Ca 71 Re 108
Desea dimitir del cargo de superior Ca 72 Re 108
Todas las papeletas fueron a favor de que continuara LA SALLE Ca 73 Re 109
La segunda elección del superior resultó como la primera Ca 73 Re 109
Se hizo el acta de la elección: en lo sucesivo sería un Hno. el elegido Ca 73 Re 110
LA SALLE regula el modo de hacer los recreos Ca 73 Re 110

Escuelas en Chartres (1699)


Le piden abrir las escuelas en Chartres Ca 74 Re 111
Las escuelas de Chartres se establecen Ca 74 Re 111
El obispo animaba a los Hermanos con su presencia frecuente Ca 75 Re 112
El fervor de los Hermanos era tanto que varios cayeron agotados Ca 75 Re 112
LA SALLE es bien recibido por el obispo de Chartres Ca 75 Re 113
Godet des Marais le obliga a comer con él en su palacio Ca 75 Re 113
Godet des Marais y Aubigné mandan hacerle una sotana nueva Ca 76 Re 114

Nueva enfermedad - hechos varios, sin fechas


Le aplican remedios violentos contra su reuma Ca 76 Re 114
Le acostaban en una especie de parrilla y se hacía fuego debajo Ca 76 Re 115
Al volver a PARÍS encuentra a un joven holandés calvinista Ca 77 Re 115
656 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Le llevó a su casa y trabajó en su conversión Ca 77 Re 116


Al cabo de tres meses volvió a la Iglesia católica Ca 78 Re 116
Ante el párroco abjuró de sus errores Ca 78 Re 117
Supo que al volver a su patria convirtió a algunos familiares Ca 79 Re 118
La Providencia socorre a los Hermanos Ca 79 Re 119
El párroco de San Sulpicio le ayuda (1697) Ca 79 Re 120

La Chétardie, párroco de San Sulpicio (1696)


LA CHÉTARDIE, nombrado párroco de San Sulpicio por dimisión de BAUDRAND Ca 79 Re 120
Tomó a LA SALLE y a los HERMANOs bajo su protección Ca 80 Re 120

La Casa Grande
LA SALLE traslada el Noviciado a la Casa Grande, en la parroquia de San Sulpicio Ca 80 Re 122
En la Casa Grande estuvieron desde 1638 las Anunciatas de S. Nicolás de Lorena Ca 80 Re 122
LA SALLE trasladó el Noviciado a la Casa Grande en 1698 Ca 81 Re 122
El párroco pagó los gastos del traslado Ca 80 Re 122
LA SALLE rehace una capilla que no se usaba Ca 81 Re 123
LA SALLE pidió al obispo de Chartres que bendijera la capilla Ca 81 Re 123
La capilla se erigió en honor de San Casiano, mártir Ca 81 Re 123

La Escuela Dominical (1699-1700)


Establecimiento de la Escuela Dominical (1699) Ca 81 Re 124
Todos los que se presentaban con buena voluntad eran admitidos Ca 82 Re 124
Los dos Hermanos encargados de la escuela salieron del Instituto Ca 82 Re 206
El santo no encuentra a nadie que quiera aprender dibujo Ca 83 Re 207

Otras escuelas
Tercera escuela en el barrio de San Germán, calle de San Plácido Ca 83 Re 124
Encontró un local en la calle de San Plácido Ca 83 Re 125

Nuevos Pleitos (1699)


Los maestros de escuela intentan impedir la escuela Ca 83 Re 125
Los maestros de escuela tuvieron que devolver los muebles Ca 83 Re 125

Calais (1700)
Escuela de Calais Ca 84 Re 126
El sobrino del señor Ponton, párroco de la villa, le informó de las escuelas Ca 84 Re 126
Pidió a su sobrino que hablara con LA SALLE para poner una en Calais Ca 84 Re 126
Intervención del Duque de Béthune, gobernador del Bolonesado Ca 84 Re 127
LA SALLE envió dos Hermanos a Calais, encontraron buen ambiente Ca 84 Re 127
El obispo dio un mandato (1701) para enviar los niños a los Hermanos Ca 84 Re 128
Dos nuevas escuelas en Calais para los hijos de los marineros Ca 85 Re 128
Un sacerdote de Calais pensó que había que atender a los hijos de marineros Ca 85 Re 128
Habló al señor Delahosse, presidente de la villa, que le ayudó Ca 85 Re 128
En seguida alquiló dos lugares en el barrio de Courtgain Ca 85 Re 128
LA SALLE escribía a los Hermanos para animarlos Ca 85
LA SALLE fue a visitar las escuelas de CALAIS Ca 85 Re 128
El párroco le mostró mucha estima y respeto Ca 85 Re 129
Le pidió que celebrara la misa parroquial el día de la Asunción Ca 85 Re 129
Pasados varios días regresó a PARÍS Ca 85 Re 129
El rey dio un fondo para las escuelas de los hijos de los marineros Ca 85 Re 128
A la muerte del párroco, las escuelas de CALAIS quedaron en necesidad Ca 86 Re 129
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice temático 657

La villa obtuvo de LUIS XIV una pensión de trescientas libras Ca 86 Re 129

Troyes (1702)
La escuela de TROYES, 1702 Ca 86 Re 130

Jóvenes irlandeses (1700)


Piden a LA SALLE que forme a cincuenta jóvenes irlandeses Ca 86 Re 130
El rey de Inglaterra le visitó con el Cardenal DE NOAILLES Ca 87 Re 132

Hechos diversos
Conversión de un joven abate de familia importante Ca 87 Re 134
Este joven abate pide y obtiene el hábito del Instituto Ca 88 Re 136
Su familia ne le permite que se haga Hermano Ca 89 Re 137
Murió dos años después, lamentando no haber seguido la vocación Ca 89 Re 138

Destitución de La Salle (1702)


Suscitan nuevas persecuciones contra LA SALLE Ca 90 Re 138
Los autores de la persecución habían sido los más favorables a su Instituto Ca 90 Re 138
Encontraron el medio de indisponer a sus superiores contra él Ca 90 Re 138
Se aprovechó una fuerte reprensión hecha a dos novicios Ca 90 Re 139
Memoria de quejas contra LA SALLE presentada al Cardenal DE NOAILLES Ca 90 Re 139
El vicario mayor realiza una visita a la casa de los Hermanos Ca 91 Re 140
LA SALLE conoce el motivo de esta visita Ca 91 Re 140
LA SALLE va a agradecer a su Eminencia la visita Ca 92 Re 140
Comprende que se trata de quitarle del gobierno para poner a un extraño Ca 92 Re 140
Segunda visita del vicario mayor que presenta al nuevo Superior Ca 92 Re 141
El Vicario General va acompañado del abate BRICOT Ca 92 Re 141
Los Hermanos se niegan a aceptar otro Superior Ca 92 Re 142
El señor Cardenal se enfada Ca 93 Re 142
Acusan a LA SALLE de ser la causa de la resistencia de los HERMANOS Ca 93 Re 143
Suplica a su Eminencia que no le impute la resistencia de los HERMANOS Ca 93 Re 143
Los HERMANOS consienten en recibir al Superior, pero con condiciones Ca 94 Re 144
Los Hermanos recurren al párroco de San Sulpicio Ca 94 Re 145
Nombramiento del abate BRICOT Ca 94 Re 146
El vicario mayor entona el Te Deum, que continúan los Hermanos Ca 95 Re 146
Carta pormenorizada de este asunto Ca 95 Re 146
Todo su pecado consistía en no permitir que se relajaran las Reglas Ca 97 Re 150

Ponen trabas al gobierno de La Salle


Trabajan en apartar a los Hermanos de la confianza en LA SALLE Ca 97 Re 151
LA SALLE quiere devolver los poderes al Cardenal DE NOAILLES Ca 98 Re 152
Retira a su comunidad al barrio de San Antonio, parroquia de San Pablo Ca 99 Re 153
Quiere reabrir las escuelas dominicales. Le denuncian Ca 100 Re 155
Los maestros de escuela de París vuelven a molestar a sus escuelas Ca 100 Re 156
LA SALLE, desalentado, abandona la empresa Ca 100 Re 154
Escuela en la parroquia de San Hipólito, barrio de San Marcelo Ca 100 Re 155
Seminario de maestros de escuela rurales Ca 100 Re 155
Regla para instruir a los maestros de escuela rurales Ca 100 Re 157
Adopta medidas con el párroco de San Hipólito para esta escuela Ca 101 Re 158

Ruina del segundo Seminario de Maestros (1704)


El Hno. encargado del seminario abandona el Instituto y se apropia los fondos Ca 100 Re 159
658 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

El Hno. director se niega a reconocer a LA SALLE Ca 101 Re 159


Este Hno. deja el hábito del Instituto y abandona la Sociedad Ca 101 Re 159
Más tarde intenta volver, pero los Hermanos se lo desaconsejan a LA SALLE Ca 101 Re 160

Hechos varios, sin fecha


Las Religiosas de la Cruz, barrio de San Antonio, admiran la virtud de LA SALLE Ca 101 Re 161
Le piden acudir a la Bastilla para confesar a un sacerdote preso Ca 102 Re 161
Cambió sus vestidos con los del sacerdote preso Ca 102 Re 162

Escuelas de Darnétal y de Ruán (1705)


Petición de una escuela en DARNÉTAL, cerca de RUÁN Ca 102 Re 162
Las Escuelas cristianas de RUÁN Ca 103 Re 163
El Arzobispo de RUÁN, M. COLBERT, decidido a llevar a los Hermanos Ca 103 Re 164
Surgen oposiciones Ca 103 Re 165
El Arzobispo y el primer presidente logran superar la oposición surgida Ca 104 Re 166
LA SALLE sale de PARÍS hacia RUÁN a pie con dos Hermanos Ca 104 Re 167
Los Hermanos se encargan de los niños de la Oficina de los pobres Ca 105 Re 168
LA SALLE deja la Oficina y conserva las escuelas de la villa Ca 106 Re 170
El ritmo de vida de los Hermanos en el asilo no era conforme con la Regla Ca 106 Re 169
Alquiló una casa y se retiró a ella con los Hermanos de la Oficina Ca 106 Re 170
Los Hermanos soportan la carestía. Les asisten de forma anónima Ca 107 Re 173

San Yon (1705)


LA SALLE traslada su Noviciado de PARÍS a RUÁN, a la casa de San Yon Ca 107 Re 174
El Arzobispo insta a las Damas de San Amando que dejen San Yon a los Hermanos Ca 108 Re 174
LA SALLE vuelve a PARÍS para formalizar el alquiler con la sra. de LOUVOIS Ca 108 Re 174
Se transportan los muebles de PARÍS en secreto a San Yon Ca 108 Re 176
En la casa se puso un colegio para internos Ca 109 Re 176
El Arzobispo da amplias licencias para la diócesis a LA SALLE Re 109 Re 177

San Dionisio (1705)


Escuela en San Dionisio en Francia (1705) Ca 109 Re 178
A petición de la señora POIGNANT envía dos Hermanos a San Dionisio Ca 109 Re 178
Compra la casa a la señora POIGNANT con vista al seminario de maestros Ca 110 Re 179
Intento de abrir el seminario de Maestros rurales; no se consigue Ca 110 Re 178

Persecución de los calígrafos en París (1706)


LA SALLE reúne a los Hermanos del Instituto en San Yon para un retiro Ca 110 Re 180
Le sale una lupia en la rodilla y tiene que guardar cama Ca 111 Re 181
La escuela de la parroquia de San Roque en PARÍS se cierra Ca 111 Re 181
Durante la enfermedad trabaja en varias obras de piedad Ca 111 Re 182
Los maestros de escuela de París emprenden nuevo pleito contra LA SALLE Ca 112 Re 184
Retira a los Hermanos y abandona las escuelas de PARÍS Ca 112 Re 186
Logran que los Hermanos sólo admitan a niños con certificado de pobreza Ca 112 Re 185
Al retirar a los Hermanos, los distribuyó por las otras casas Ca 113 Re 186
El párroco de San Sulpicio hace un acuerdo con los maestros de PARÍS Ca 113 Re 186
El párroco escribe a LA SALLE para que los Hermanos vuelvan Ca 113 Re 186
LA SALLE le pide garantías de que los Hermanos no serán molestados Ca 113 Re 187
Envía Hermanos suficientes para recomenzar las clases, algo disminuidas Ca 114 Re 188
Las escuelas han continuado con tranquilidad y sin conflictos. Ca 114 Re 188
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice temático 659

La Salle regresa a San Yon (1706) - Escuelas varias


LA SALLE hace un retiro en los Carmelitas descalzos de PARÍS Ca 114 Re 188
LA SALLE regresa a San Yon y reaviva el fervor de los Hermanos Ca 115 Re 189
Le solicitan escuelas en la Provenza Ca 115 Re 190
Escuela de Aviñón Ca 116 Re 191
Escuela en Aviñón, a petición de la señora de Chateaublanc Ca 116 Re 191
A su muerte, el señor de Chateaublanc respetó su última voluntad Ca 116 Re 191
Los Hermanos llegaron a Aviñón el año 1707 Ca 116 Re 191
Segunda escuela en Aviñón Ca 116 Re 192
Escuela en Mende Ca 116 Re 194
El obispo de Mende se lo pidió a LA SALLE en una carta Ca 117 Re 194
Escuela en Marsella Ca 118 Re 195
Escuela en Alès Ca 118 Re 196
Los calvinistas hicieron todo lo posible para impedirla Ca 118 Re 197
Escuela en la villa de Les Vans Ca 119 Re 209
Los Hermanos fueron perseguidos en Les Vans por los calvinistas Ca 119 Re 210
Los Hermanos se juntaron en el oratorio y ofrecieron sus vidas a Dios Ca 119 Re 211
LA SALLE visita las casas de PROVENZA Ca 119 Re 217
Juzgó que su presencia era necesaria; salió de RUÁN en 1708 Ca 120 Re 198
Escuela en MOULINS Ca 120 Re 212
Escuela en DIJÓN Ca 120 Re 213
En Dijón lo pidió el señor RIGOLET, hijo del primer presidente de la Cámara Ca 120 Re 213
Escuela en GRENOBLE Ca 120 Re 192
Ennemond ALLEMAND DE MONTMORIN, obispo de Grenoble, fue su protector Ca 121 Re 192
La primera escuela se abrió en la parroquia de San Lorenzo Ca 121 Re 193
Años después se abrió otra en la de San Hugo Ca 121 Re 193
Escuela en VERSALLES, 1709 Ca 121 Re 199
Se abrió por la solicitud del señor HUCHON, párroco de la ciudad Ca 121 Re 199
Escuela en BOLOÑA Ca 121 Re 213
El señor LA COCHERIE, en 1710, quiso una escuela para su ciudad y la financió Ca 121 Re 214
Segunda escuela en BOLOÑA, por intervención del Marqués de COLEMBERT Ca 122 Re 214
LA SALLE va a visitar la casa de BOLOÑA Ca 122 Re 215

Hambre de 1709. Hechos varios, fechas diversas


Durante el hambre de 1709 LA SALLE deja RUÁN y lleva la comunidad a PARÍS Ca 122 Re 200
El hambre fue tan grande que llegó a faltarles el pan Ca 123 Re 200
Deserción de algunos Hermanos díscolos Ca 123 Re 202
Un Hno. quiso dominar a los otros, llevó vida licenciosa y escandalizó Ca 124 Re 203
Uno de los Hermanos que estuvo en el complot lo confesó a la comunidad Ca 124 Re 202
Los principales Hermanos le expulsaron de la casa con los rebeldes Ca 125 Re 203

Proceso por la casa de San Dionisio (abate Clément, 1712)


Proceso por la casa de SAN DIONISIO en Francia. Prefiere dejarla (1711) Ca 125 Re 216
LA SALLE visita de nuevo las casas de PROVENZA (1712) Ca 125 Re 217
Fue a AVIÑÓN y de allí a ALÈS sin ningún percance Ca 126 Re 218
Desde ALÈS se fue a la villa de Les Vans Ca 126 Re 218
LA SALLE pasó por GRAVIÈRES Ca 126 Re 219
El párroco de GRAVIÈRES, encargado por el abate de SAN JUAN de los Hermanos Ca 126 Re 219
El párroco de GRAVIÈRES muestra su veneración hacia LA SALLE Ca 126 Re 219
Al regreso LA SALLE evita pasar por Gravières Ca 126 Re 220
De la villa de Les Vans se dirigió a Mende Ca 126 Re 220
660 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

Al atravesar las montañas del GÉVAUDAN corrió peligros serios Ca 126 Re 220
Fue a saludar al obispo de la villa de MENDE Ca 127 Re 220
El obispo le manifestó su contento por los Hermanos Ca 127 Re 220
LA SALLE se excusa de comer a su mesa Ca 127 Re 220
En esta villa le visitaron muchos que querían conocerle Ca 127 Re 220
Por eso se marchó sin avisar, para evitar las muestras de afecto Ca 127 Re 220
Desde MENDE fue a UZÈS Ca 127 Re 220
Terminó allí algunos asuntos con el obispo de la villa Ca 127 Re 220

Visita al Sur. Marsella (1713). Dificultades


Luego salió hacia MARSELLA, que debía ser el final de sus visitas Ca 127 Re 221
Llegada a MARSELLA Ca 127 Re 221
Varios eclesiásticos de mérito acudieron a visitarle Ca 127 Re 221
LA SALLE piensa establecer un Noviciado en MARSELLA Ca 127 Re 222
Quería formar Hermanos del país mismo Ca 127 Re 222
Propuso su deseo, y fue bien acogido Ca 127 Re 222
El obispo de MARSELLA fue el primero que mostró su celo Ca 127 Re 222
Se alquiló una casa para el Noviciado Ca 127 Re 222
El número des novicios quedó completo muy pronto Ca 127 Re 222
LA SALLE no está acostumbrado a ver que sus empresas fueran así Ca 128 Re 223
Se multiplican las escuelas cristianas en las parroquias de MARSELLA Ca 128 Re 223
Un jesuita predicó en la parroquia de San Martín a favor de las escuelas Ca 128 Re 223
Descontento de algunos Hermanos de Marsella Ca 128 Re 224
Los Hermanos de la parroquia de San Lorenzo muestran descontento Ca 129 Re 225
Quieren sustraerlos a la vigilancia de su Superior Ca 129 Re 225
Dificultades en la escuela de San Martín de Marsella Ca 129 Re 226
El párroco atrajo a todo el mundo a su parecer contra la escuela Ca 129 Re 227
En Provenza se suscitan persecuciones contra LA SALLE Ca 130 Re 228
Se desprestigia a LA SALLE Ca 130 Re 229
Publican un panfleto contra LA SALLE Ca 131 Re 229
Se impide la escuela de Nuestra Señora des Accoules Ca 131 Re 230
Varios Hermanos se unen a los enemigos de LA SALLE Ca 132 Re 231

Noche oscura (1713-1714)


LA SALLE se retira al eremitorio de San Maximino Ca 132 Re 231
El director del Noviciado le visita y le pide que vuelva Ca 132 Re 233
Le acusan de haber abandonado el Instituto Ca 133 Re 234
Quiere emprender viaje a Roma Ca 134 Re 236
El obispo de Marsella le hace cambiar de idea Ca 134 Re 237
LA SALLE se retira a GRENOBLE Ca 135 Re 238
LA SALLE va a visitar la GRAN CARTUJA Ca 135 Re 239
LA SALLE prohibió al Hno. acompañante que dijera quién era Ca 136 Re 239

Retiro de La Salle en Grenoble (1713-1714)


Volvió a GRENOBLE, lleno de veneración hacia los monjes Ca 136 Re 240
Empleaba la mayor parte del tiempo en orar Ca 136 Re 241
Dio clase en la escuela de San Lorenzo de GRENOBLE Ca 136 Re 240
Volvió a su retiro y preparó nuevas obras de piedad Ca 136 Re 241
Envía Visitadores a las casas Ca 137 Re 242
Vuelve a sufrir de reuma Ca 137 Re 242
Hubo que aplicar el remedio empleado veinte años antes Ca 137 Re 243
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice temático 661

En Parmenia (1714)
Va a hacer retiro a PARMENIA Ca 138 Re 243
El abate de SALÉON le invitó a ir a reponerse a PARMENIA Ca 138 Re 244
La pastora llamada LUISA Ca 138 Re 244
LA SALLE visita a Sor LUISA Ca 139 Re 244
Sor LUISA le indica que Dios quiere que siga dirigiendo el Instituto Ca 139 Re 247
Sor LUISA quiso tener las obras escritas por el santo Ca 139 Re 247
Le suscitan nuevas penas Ca 140 Re 247
Algunos Hermanos de PARÍS abandonan el Instituto Ca 140 Re 248

Los superiores eclesiásticos (1712-1714)


El Hno. BARTOLOMé pide a los obispos superiores eclesiásticos Ca 140 Re 249
A muchos este paso les pareció temerario Ca 141 Re 250
Se censura el proceder del Hno. BARTOLOMÉ Ca 141 Re 250
Los Hermanos de PARÍS escriben a LA SALLE para que regrese Ca 142 Re 252

Mandato de regresar a París (1.4.1714)


Carta de los Hermanos de PARÍS a LA SALLE Ca 143 Re 253
Se rinde a la voluntad de los Hermanos Ca 143 Re 255
LA SALLE vuelve a PARÍS Ca 144 Re 256
LA SALLE se pone en camino hacia LYON donde se detuvo varios días Ca 144 Re 256
Allí visitó la tumba de San Francisco de Sales Ca 144 Re 256
De LYON, se dirigió a DIJÓN Ca 144 Re 256
En PARÍS se presenta a los Hermanos con la sumisión de un inferior Ca 144 Re 257

La Salle pide no ser superior (1714)


LA SALLE pide ser liberado del cargo de superior Ca 144 Re 258
Historia del caballero D’ARMESTAT Ca 145 Re 258
Había seguido la carrera de las armas Ca 145 Re 258
En LYON oyó hablar de una posesa que cuando le vio le increpó Ca 145 Re 259
Le dirigen hacia la comunidad de LA SALLE Ca 145 Re 259
Había recibido heridas que curó con “el secreto” Ca 146 Re 260
Se le abrieron todas las heridas Ca 146 Re 260
LA SALLE le hizo los exorcismos Ca 147 Re 262
El Noviciado se traslada desde PARÍS a San Yon en RUÁN Ca 147 Re 263
LUIS XIV muere en 1715 Ca 147 Re 263

El Noviciado definitivamente en San Yon (1714)


Se vio forzado a llevar su Noviciado a RUÁN Ca 148 Re 263
Salieron los novicios en el mes de octubre bajo la guía del Hno. BARTOLOMÉ Ca 148 Re 264
Iba con los novicios a veces y los exhortaba a la virtud Ca 148
LA SALLE piensa dimitir del cargo de superior Ca 148 Re 264
Se lo propone a los Hermanos del Instituto Ca 149 Re 265

Convocatoria del Capítulo General (1716-1717)


Era importante realizar la elección cuanto antes Ca 149 Re 266
El Hno. BARTOLOMÉ fue escogido para pasar por las comunidades Ca 149 Re 268
El Hno. BARTOLOMÉ recorrió todas las casas del Instituto Ca 150 Re 268
La asamblea debía comenzar el día de Pentecostés Ca 150 Re 270

Elección del Hermano Bartolomé (1717)


Los Hermanos eligen al Hno. BARTOLOMÉ como Superior General Ca 150 Re 271
662 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

El Hno. BARTOLOMÉ se resiste; le dan dos consejeros Ca 151 Re 272


Disposiciones de LA SALLE después de su dimisión Ca 151 Re 273
Encargan a LA SALLE que revise las Reglas Ca 151 Re 273
El Hno. BARTOLOMÉ sufría con las muestras de sujeción de LA SALLE Ca 152 Re 273
El Hno. BARTOLOMÉ no hacía nada sin consultar al santo Ca 152 Re 275
Reacciones dispares por la dimisión de LA SALLE Ca 153 Re 276

Legado para La Salle en París (1718)


LA SALLE se resiste a aceptar un legado que le dejaron Ca 154 Re 278
LA SALLE acepta por obediencia ir a recibir el legado Ca 154 Re 279
Para ello va a PARÍS y se aloja en San Nicolás du Chardonnet Ca 154 Re 279
Carta de un Superior del Seminario sobre el proceder de LA SALLE Ca 155 Re 280
Se niega a aceptar el legado si le ponen el cargo de Superior Ca 156 Re 283
En cuanto recibe el legado lo entrega al Hno. BARTOLOMÉ Ca 156 Re 284

La Salle, retirado en San Yon (1718-1719)


LA SALLE se retira a San Yon, en RUÁN Ca 157 Re 286
Con el legado se compra San Yon a los herederos de la señora LOUVOIS Ca 157 Re 287
LA SALLE advierte a los Hermanos de la proximidad de su fin Ca 158 Re 288

Última enfermedad y muerte (1719)


Se ve afectado de nuevo de reuma Ca 158 Re 288
Le anuncian la proximidad de la muerte Ca 159 Re 289
LA SALLE recobra las fuerzas para celebrar la misa el día de san José Ca 160 Re 291
El párroco de San Severo le comunica su fin cercano Ca 160 Re 292
LA SALLE pide el santo viático Ca 160 Re 292
Se le administra la extremaunción Ca 161 Re 293
Consuela a los Hermanos y les expresa sus últimos sentimientos Ca 161 Re 294
LA SALLE da su última bendición a los Hermanos Ca 162 Re 296
LA SALLE entra en agonía Ca 162 Re 296
Su muerte Ca 162 Re 297
Sus virtudes Ca 163 Re 298
Su retrato Ca 163 Re 298
Devoción de la gente después de su muerte Ca 164 Re 300
Su sepultura Ca 164 Re 300
Su epitafio Ca 164 Re 301
El Hno. BARTOLOMÉ sobrevivió catorce meses a LA SALLE Ca 165 Re 302

Generalato del Hermano Timoteo


Le sucedió el Hno. TIMOTEO Ca 165 Re 302
Letras Patentes para San Yon Ca 165 Re 302
Aprobación pontificia del Instituto Ca 166 Re 304
La Bula fue expedida hacia finales de enero de 1725 Ca 166 Re 305
El 6 de agosto de 1725, convocada la asamblea para recibir la Bula Ca 166 Re 306
Colaboración de los Hermanos TIMOTEO e IRENEO Ca 247 Re 306
Obstáculos para la trasladar los restos del fundador Ca 248 Re 307
Mons. de Tressan, arzobispo de Ruán, da su consentimiento Ca 248
El nuevo párroco de San Severo accede al traslado Ca 248 Re 308
Exhumación y traslado de los restos de LA SALLE Ca 249 Re 308
Ochenta Hermanos los recibieron procesionalmente Ca 251 Re 309
El Arzobispo de Ruán bendijo solemnemente la iglesia al día siguiente Ca 253
ÍNDICE GENERAL
de las cuatro primeras biografías de San Juan Bautista de La Salle

TOMO I

Biografías de Bernard y Maillefer I y II

Presentación general de la obra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7


Introducción a la presente edición de las cuatro primeras biografías . . . . . . 13

Preámbulo 17
El estudio de los tres primeros biografos de San Juan Bautista de La Salle .
Hacia una biografía crítica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
I. Reimpresión de Blain 1733. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
II. Índices y tablas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
III. Otras fuentes biográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
Itinerario e interrelación de las cuatro primeras biografías de San Juan
Bautista de La Salle . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31

I. Vida de San Juan Bautista de La Salle, por el Hermano Bernard. . . 35


Introducción al manuscrito del Hermano Bernard . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
El manuscrito de 1721 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38
Correcciones de Luis de La Salle . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
Otros correctores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42
Análisis literario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
La aportación del primer biógrafo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45
La presente edición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
Traducción del manuscrito del Hermano Bernard. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51
Vida de San Juan Bautista de La Salle escrita por el Hermano Bernard 53
Anexos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 226
Índices del manuscrito del Hermano Bernard . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 231
Índice de nombres de lugares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 233
Índice de nombres de personas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 238
Índice analítico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 257
Índice de capítulos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 268
664 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE

II. Las dos biografía escritas por Francisco Elías Maillefer. . . . . . . . . . 271
Introducción 273
1. ¿Quién fue Maillefer?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273
2. Las dos biografías escritas por Maillefer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273
3. Cómo nos han llegado las dos biografías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 275
El texto de 1723. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 275
A. El manuscrito X . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 275
B. El manuscrito «Carbon» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 276
El texto de 1740 (manuscrito «Re») . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 277
4. Diferencias entre las biografías de Maillefer . . . . . . . . . . . . . . . . . . 278
Maillefer I
Manuscrito de 1723 - Copias Ca y X
Primera biografía de San Juan Bautista de La Salle escrita por
Francisco Elías Maillefer
La vida del señor Juan Bautista de La Salle, sacerdote, doctor en
teología, antiguo canónigo de la iglesia catedral de Reims y fundador
de los Hermanos de las Escuelas Cristianas 279
Maillefer II
Manuscrito de 1740, conocido como «Re»
Segunda biografía de San Juan Bautista de La Salle, escrita por
Francisco Elías Maillefer
La vida del señor Juan Bautista de La Salle, sacerdote, doctor en
teología, antiguo canónigo de la iglesia catedral de Reims y fundador
de los Hermanos de las Escuelas Cristianas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 433
Índices de Maillefer I y II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 599
Índice de nombres de lugares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 601
Índice de nombres de personas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 613
Índice temático . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 647

Índice general del tomo I. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 663

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