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Valladolid, José María (Editor) - Las 4 Primeras Biografías de SJB de La Salle-Tomo 01
Valladolid, José María (Editor) - Las 4 Primeras Biografías de SJB de La Salle-Tomo 01
1
Las 4 primeras biografías de
SAN JUAN
BAUTISTA DE LA
SALLE
Hno. José María Valladolid (editor)
ARLEP
Publica Hno. Rodolfo Patricio Andaur Zamora
Para uso educativo y/o de investigación, sin fines de lucro.
Temuco – Chile 2016
© La Salle Ediciones
Marqués de Mondéjar, 32
28028 MADRID
Impreso en Villena, A. G.
ISBN: 978-84-7221-493-4
Depósito legal: M-46742-2010
Printed in Spain
Reservados todos los derechos. Quedan rigurosamente prohibidas, sin el permiso escrito de los titulares del copyright,
la reproducción o la transmisión total o parcial de esta obra por cualquier procedimiento mecánico o electrónico, incluyen-
do la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.
San Juan Bautista de La Salle,
fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas
(Pierre Léger, 1734)
LAS CUATRO PRIMERAS
BIOGRAFÍAS
DE SAN JUAN BAUTISTA
DE LA SALLE
TOMO I
Presentaciones, traducción de las cuatro biografías
y edición de los cuatro volúmenes
realizadas y preparadas por
José María Valladolid, fsc.
Madrid, 2006-2010
Créditos
PRESENTACIÓN GENERAL
DE LA OBRA
***
Hace ocho años el Hno. José María Valladolid tradujo y publicó también las Obras
Completas del Santo Fundador en tres volúmenes, que han ayudado a muchos a
conocer mejor a Juan Bautista de La Salle a través de sus escritos. Pero ese trabajo
estaría incompleto, en el valor que tiene como fuente de conocimiento y estudio del
Santo, sin el que ahora tenemos entre manos, que recoge, en español, las cuatro
primeras biografías sobre nuestro Santo. No cabe duda de que el esfuerzo que se ha
hecho en este campo ha sido notable y meritorio.
Para los menos conocedores de la historia de los comienzos del Instituto, en la
persona de su Fundador, hay que decir que tuvo la suerte de contar con tres biógrafos,
prácticamente contemporáneos suyos, que escribieron cuatro biografías. Entre las
cuatro recogen de manera admirable los diferentes aspectos de una vida plena,
entregada a la causa de la educación humana y cristiana Adentrarse a través de lo que
nos cuentan esas cuatro primeras biografías en los diferentes aspectos de la vida,
resulta una labor que entraña cierto halo de misterio pues estamos pisando “terreno
sagrado”: el de una persona ilusionada por la educación humana y cristiana y
convencida de que son necesarios buenos educadores para “ofertar la salvación” a
niños y jóvenes.
8 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Todo ello se refleja de forma diferente en las cuatro biografías. Y era necesario
hacerlas cercanas al público de habla hispana para poder adentrarnos en lo que
significa la persona de Juan Bautista de La Salle, personaje preclaro de la Francia de
los siglos XVII-XVIII, que ha tenido extraordinaria trascendencia para la historia
educativa de Europa, y en consecuencia de todo el mundo, en los años posteriores.
Por eso, es conveniente conocer de primera mano las biografías de Juan Bautista de
La Salle y hacerlas muy cercanas. De las cuatro, sólo las de Bernard y Maillefer II
se habían traducido y editado, pero eran difíciles de localizar y de utilizar. Maillefer I
nunca se publicó en español. En cuanto a la biografía escrita por Blain, que se
consideró como la oficial del Instituto, sólo se editó en español el llamado Espíritu y
Virtudes de San Juan Bautista de La Salle, que es la parte 4.ª de la obra. Así pues, lo
que nos ha llegado de Blain, y lo único que los lectores de lengua española conocen,
es una adaptación hecha en francés por el abate Carión, en la que se han eliminado
casi 300 páginas.
***
empeño tenaz, y, sin duda, todos estaremos en deuda con el autor de este trabajo, que
nos acercará un poco más a la figura, la personalidad, el talento y la creatividad de
San Juan Bautista de La Salle.
Nos alegramos de poder comenzar esta andadura teniendo como compañera de
camino esta extensa obra de Las cuatro primeras biografías de San Juan Bautista de
La Salle. Difícilmente podríamos construir el futuro si no dejáramos que la historia
pasada, la mejor historia y la más rica, nos enseñe. Juan Bautista de La Salle sigue
siendo inspirador de muchos proyectos, de muchas ilusiones, de muchas iniciativas
de Hermanos y Seglares que, en este comienzo del siglo XXI quieren hacerse realidad.
¡Y qué mejor forma de hacerlo que aleccionados constantemente por la vida de La
Salle, a través de lo que nos ofrecen sus biógrafos!
Así podemos decir que se hermanan los comienzos y la historia reciente, los
orígenes y el futuro que vamos a vivir; la persona de Juan Bautista de La Salle y
nuestras propias personas actuales, tocadas, como él, por el mismo Dios y lanzadas,
como él, por el mismo Espíritu, para llevar lo más rico del encuentro educativo a
todos aquellos que se sienten, como se sentía Juan Bautista de La Salle, “heridos por
la situación de abandono de los niños y jóvenes…”.
***
Son numerosas las biografías que nos han ido llegando hasta hoy sobre la persona
del Santo Fundador. Muchos los autores que se han adentrado en el conocimiento y
en la divulgación del rico patrimonio que su figura tiene para todos los que nos
sentimos concernidos y fascinados por su genialidad educadora. Son muchos los que
nos han ofrecido perspectivas diferentes de la persona de Juan Bautista de La Salle
que permiten vislumbrar una riqueza y una diversidad de acercamientos a su vida y a
su obra que, en cierto modo, nos deja perplejos y nos enorgullece. Con toda seguridad
van a ser muchos más los que, en el futuro, sigan adentrándose en esos caminos, que
aunque parezcan ya trillados, son siempre nuevos, porque descubren aspectos hasta
ahora insospechados. ¡Es la riqueza de los santos, que nunca deja de sorprendernos!
Pero no cabe ninguna duda de que, cuanto más cercanos estemos a la realidad
concreta del Fundador, cuanto más cerca estemos de su tiempo y de su vida, y
releamos lo que sobre su carisma fundacional nos dicen los más allegados a su
persona, estaremos en mejores condiciones para captar toda la riqueza y profundidad
de lo que significó el Santo para la Francia del siglo XVII; y, por supuesto, para
nosotros hoy y para el futuro que tenemos que construir.
Acaso nos sorprenda el lenguaje de los primeros biógrafos porque estamos poco
acostumbrados a bucear en sus formas concretas de expresión. Acaso alguno, de
ellos, llevado por su inmenso cariño hacia la persona del Fundador, exagere ciertos
rasgos positivos y oculte otros que pueden resultar menos favorables. Incluso, tal vez,
alguno llevado por el deseo de que se conozca su persona, tergiverse la historia real y
10 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
nos ofrezca elementos no muy contrastados. ¿Importa eso ahora, cuando lo que
pretendemos no es juzgar las cosas con ojos de historia crítica, sino acercarnos a una
persona, a su vida, a las relaciones con sus Hermanos, a su carisma de Fundador, y
escudriñar todo lo que su vida y sus enseñanzas encierran de cara al precioso futuro
que Dios nos pone por delante?
Es verdad que la historia no debe engañar a quienes la interpretan o la escriben para
sus lectores. Pero no es menos cierto que, cada uno, cuando escribe sobre otro, se deja
llevar por ese pequeño regusto de contar las cosas a su estilo, a su manera, sin
tergiversar el fondo de lo que quiere decir; a pesar de que, siempre, se escape cierto
deje de complicidad con lo que uno quiere contar, para no convertirse en puro
“escribiente” de datos que dejan sin vida a lo que se cuenta y a lo contado.
En nuestro caso, tanto Bernard como Maillefer o Blain han aportado su granito
de arena al conocimiento y aprecio de Juan Bautista de La Salle. Y se lo agradecemos.
Y no hace falta perdonar sus excesos o su modo particular de ver las cosas, porque no
hay tal. Y estamos contentos porque la presente traducción y edición de sus escritos,
de hace casi tres siglos, nos hagan al Santo y al Fundador mucho más cercano a
nosotros. Así, podemos conocerle mejor y hasta nos permite enamorarnos un poco
más, si cabe, de este queridísimo padre, que transformó la escuela, la pedagogía y la
vida religiosa laical.
***
Como afirma el Hno. Luke Salm, “...Desde que el Concilio Vaticano II urgió a los
Institutos religiosos a emprender un programa de renovación basado en el
evangelio, el carisma de su Fundador y los signos de los tiempos, ha habido un
creciente interés entre los Hermanos de todos los niveles por recuperar la visión y
definir la espiritualidad característica de Juan Bautista de La Salle…” (“Señor, es tu
obra”, pág. 17).
Ahora, nos llega esta obra traducida y preparada por el Hno. José María Valladolid.
Sin duda contribuirá a la divulgación, conocimiento y aprecio de la figura de Juan
Bautista de La Salle; y en cuanto a nuestras personas, a imbuirnos de sus enseñanzas
en todo lo que se refiere a nuestro ministerio apostólico.
Por eso, al acercarnos a su vida desde la visión de sus tres primeros biógrafos,
podremos seguir haciendo realidad lo que el Fundador nos dice en una de sus
meditaciones: “Debéis mirar a los niños de quienes estáis encargados de instruir
como huérfanos pobres y abandonados. En efecto, aunque la mayoría tengan padre
en la tierra, en realidad es como si no lo tuvieran y viven abandonados a sí mismos en
lo referente a la salvación del alma. Por esta razón los pone Dios, en cierto modo,
bajo vuestra tutela” (Med 37, 3.1.).
¡Razón de más, pues, para seguir creciendo al lado de La Salle, en este camino
precioso de educar!
¡Enhorabuena, Hno. José María, y gracias por esta valiosa aportación!
¿Tiene sentido publicar, a estas alturas, en el siglo XXI, las biografías de san Juan
Bautista de La Salle escritas por los tres primeros biógrafos, en el siglo XVIII? ¿Y
tiene sentido que estas biografías sean traducciones de los originales franceses?
Pues, sí, tiene sentido. Estamos convencidos de que esta publicación puede ofrecer
un gran servicio a quienes en el futuro, en España, pretendan realizar trabajos sobre el
santo fundador, dentro del marco de los estudios lasalianos que se realicen en
el Instituto, especialmente en lengua española. Las razones que nos han movido a
emprender la traducción de esas biografías y publicarlas han sido las siguientes:
1. Las vidas del fundador escritas por los tres primeros biógrafos —Bernard,
Maillefer y Blain— son, indiscutiblemente, las fuentes fundamentales para cualquier
estudio relativo a san Juan Bautista de La Salle.
2. Cuando, con más o menos dominio, la generalidad de los Hermanos conocía el
francés, la lectura de estas biografías les resultaba relativamente posible, aunque las
de Bernard y de Maillefer no fueran fáciles de encontrar.
3. Cuando el estudio de la lengua francesa ha desaparecido, prácticamente de forma
general, de la formación de los Hermanos, si esas biografías no se traducen a las
diversas lenguas de uso común, será imposible conocer las fuentes que permitan
abordar cualquier estudio serio sobre el fundador.
4. La necesidad de disponer de esas cuatro biografías, aunque sea en traducciones
—siempre que sean fieles—, es más urgente si se piensa que, en el futuro, serán los
lasalianos laicos quienes más van a necesitar acercarse a la persona de La Salle y
conocer su obra y sus enseñanzas.
5. Además, estas biografías, sea en francés o en español, van a ser imprescindibles
para quienes pretendan investigar o estudiar algún tema relacionado con el fundador.
14 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Para quienes sólo deseen conocer a grandes rasgos la vida del santo, bastará que se
informen en alguna de las numerosas biografías de divulgación que ya existen.
***
que al menos algunos de los que no han sido traducidos ni publicados, también lo
fueran en un futuro próximo.
Pues bien, esta edición de las biografías del santo por BERNARD, MAILLEFER y
BLAIN, se sitúa en ese enorme esfuerzo de los Estudios Lasalianos, mirando
especialmente al mundo lasaliano de lengua española. Nos hemos decidido a incluir
todo lo que gira en torno a lo escrito por estos tres biógrafos, a saber: de Bernard, la
traducción de su manuscrito (reproducido en el CL n.o 4); de Maillefer, las dos
biografías que escribió, la de 1723 (llamada Carbon, del nombre del copista) y la de
1740 (llamada de Reims, por el lugar donde se conserva), publicadas ambas en el CL
n.o 6; de Blain, toda la biografía, que comprende dos tomos, reproducidos en los CL
n.os 7 y 8, y que recoge un extenso prólogo de 115 páginas sobre las instituciones de
maestros y maestras cristianas; la vida de La Salle en tres libros; un cuarto libro, que
corresponde al conocido Espíritu y virtudes de san Juan Bautista de La Salle; un
complemento con las biografías, muy breves, de algunos de los primeros Hermanos;
el relato de diversos sucesos que no se pusieron en la biografía; la crónica del traslado
de los restos del señor de La Salle a San Yon, y una carta de Blain al Superior General
del Instituto a propósito de su biografía.
Las cuatro biografías han sido traducidas al español expresamente para esta
edición, con el criterio de mantener, de la manera más exacta posible, la fidelidad al
texto francés. Se ha contado, sin embargo, con la ayuda de las traducciones ya
existentes de dichas obras, a saber:
— Para la biografía de Bernard, la traducción del Hno. José María González Ruana,
Costa Rica, en 1989.
— Para la biografía de Maillefer (Re, de 1840), la traducción publicada por la
RELAL en Bogotá (sin fecha).
— Para la biografía de Blain, las traducciones realizadas para la RELAL, en
2004-2007, por un equipo de Hermanos, bajo la dirección del Hno. Bernardo
Montes, y amablemente cedidas para ayudar a nuestro trabajo.
A todos ellos expresamos nuestra más sentida gratitud.
Hemos completado las dos biografías de Maillefer con los índices o tablas de
lugares, personas y materias de ambas; y para Blain, incluimos otros índices aún más
completos, pues se añade uno cronológico —que van en el volumen IV—, lo que
corresponde a los CL n.os 9 y 10.
Para poder utilizar estas biografías, el texto va separado por la numeración de las
páginas del texto original francés, enmarcadas entre dos ángulos:<...>. Ésas son
las páginas a las que se remite en las tablas que siguen a cada biografía y en el
volumen IV.
La presente obra consta de cuatro volúmenes. En el primero se ofrecen la biografía
escrita por BERNARD, con sus índices, y las dos escritas por MAILLEFER, seguidas,
a su vez, por los índices correspondientes.
16 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
PREÁMBULO
Hace ya casi diez años, el padre André Rayez redactaba para la Revue d’Ascétique
et Mystique, un artículo que sigue siendo la mejor guía de cualquiera que desee
abordar los textos lasalianos1. El autor, al tiempo que consideraba como iniciativa
feliz y notable logro la Histoire générale de l’Institut des Frères des Écoles
chrétiennes2, en aquel momento a punto de terminarse, y reconocía los méritos de
1
André RAYEZ, Études lasalliennes, en la Revue d’Ascétique et Mystique, n.o 109
(enero-marzo 1952), pp. 18-63. Ese artículo está fechado en diciembre de 1951, y el Hermano
Maurice-Auguste Hermans, autor del presente estudio, escribe en febrero de 1952, y añade:
«Más que otros, nosotros debemos profunda gratitud a estas excelentes páginas. Suponemos
que el lector conoce, al menos, las que tratan de las fuentes biográficas. Op. cit. pp. 28-36».
18 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
2
Georges RIGAULT, Histoire générale de l’Institut des Frères des Écoles chrétiennes,
París, 1937.1953, 9 vol. in-8º.
3
André RAYEZ, op. cit., p. 28.
4
«Que se prosigan los estudios críticos de todos los escritos de nuestro santo Fundador y
que se continúen las publicaciones y los escritos que tiendan a profundizar y a divulgar su
espiritualidad». Institut des Frères des Écoles chrétiennes, Circulaires instructives et
administratives, n. 354, 16 de julio de 1956, Résultats du chapitre général, votos de la novena
comisión, p. 99. En otro sitio, el mismo informe subrayaba la siguiente sugerencia: «La
continuidad de los trabajos de investigación sobre la vida y los escritos de san Juan Bautista de
La Salle, por medio de los estudios críticos cuyo conjunto constituya los Monumenta
lasalliana, punto de partida de una futura biografía crítica y de un estudio profundo de la
espiritualidad del santo». Op. cit., p. 52.
5
Cahiers lasalliens, 1, Carta del Hermano Nicet-Joseph, superior general, Roma, 30 de
abril de 1959.
6
El padre RAYEZ enumera los principales subtítulos de la obra: Op. cit. pp. 29-30. Una
Advertencia al lector (Avis au lecteur), colocada al comienzo de la cuarta parte de la Historia
de la vida del señor de La Salle, que señalaba en ella, «muchas repeticiones». Se comprueban
fácilmente. Pero desde el simple punto de vista histórico, hay que lamentar que, desde hace 80
años, se hayan separado esas 300 páginas de las reediciones de la «Vida» para hacer con ellas
una obra totalmente distinta: Espíritu y virtudes del Venerable Juan Bautista de La Salle, por
el canónigo Blain, París, Procuraduría de los Hermanos y Poussielgue; Tours, Mame, 1882,
XXXIX-768 pp.
Tomo I - Preámbulo: los tres primeros biógrafos 19
presenta como «compendio de una obra muy difundida, publicada en dos volúmenes
in-quarto, en 1733, por el sacerdote señor BLAIN, doctor de la Sorbona»7. En 1760, el
padre Jean-Claude GARREAU publicaba en la imprenta de Laurent Dumesnil,
también de Ruán, La Vie de Monsieur de La Salle, Prêtre, Docteur en Théologie,
ancien chanoine de l’église métropolitaine de Reims et Instituteur des Frères des
Écoles chrétiennes8. Dos aprobaciones recomendaban la obra; ambas se habían
concedido en 1753; la más antigua, del 16 de abril de dicho año9. El nuevo biógrafo
justificaba su obra en el prefacio, de esta manera:
«Tenemos una vida del señor de La Salle, impresa en Ruán en 1733. Pero el
autor que la compuso, muy respetable, quiso decir absolutamente todo lo que se
relacionaba con su tema, e hizo dos grandes volúmenes in-4º, que pocas personas
han podido adquirir. Por lo cual, la vida del señor de La Salle apenas ha sido
conocida, como si no se hubiera escrito; además, en ella, los hechos no se han
puesto exactamente en su lugar natural. Así pues, ha sido necesario reducir la
obra del señor Bellin, canónigo de Ruán y fundador de las Escuelas gratuitas de
las Hijas de Ernemont, y poner cierto orden, que él descuidó bastante. Esto es lo
que yo he hecho con todo el cuidado que debía»10.
En 1768, al reeditar la Bibliothèque historique de la France, FEVRET DE
FONTETTE señalaba, bajo la acotación 11435 de este primer volumen: La Vie de
Jean-Baptiste de La Salle (Docteur en théologie), Instituteur des Frères des Écoles
chrétiennes, por el señor M*** (BLAIN), Ruán, 1733, in-4º, 2 vol. Y el autor
precisaba: «antes canónigo de Noyon, fue a Ruán con el señor d’Aubigné, que fue
trasladado del obispado de Noyon al arzobispado de Ruán...»11. Las indicaciones
complementarias, puestas entre paréntesis, hablan de las cualidades del editor y de su
información.
Años antes, el 4 de septiembre de 1742, el comprador de un ejemplar de La Vie,
escribía en las dos páginas del título que había pagado 12 libras por los dos tomos. Y
la misma pluma, y al parecer también en la misma fecha, completaba el título del
7
Elogio histórico del señor Juan Bautista de La Salle, fundador de los Hermanos de las
Escuelas Cristianas. El original francés en París, Bibliothèque de la Chambre des Députés,
ms. 1242, 180 p. Advertencia. Se ha hecho una edición en París, Procuraduría general, 1934,
179 pp.
8
La vida del señor de La Salle, doctor en teología, antiguo canónigo de la iglesia
metropolitana de Reims y fundador de los Hermanos de las Escuelas cristianas. La ed.
francesa, en Ruán, Laurent Dumesnil, 1760, in-12, 2 tomos en 1 vol. LX-611 pp.
9
Op. cit., p. 607.
10
Op. cit., pp. XLV-XLVI, VI.
11
París, Hérissant, 1768, in-fol.; el quinto y último volumen de la obra sólo aparecería en
1778. La primera edición de la Bibliothèque historique debida a Jacques LELONG era de 1719; no
había sido reeditada desde entonces.
20 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
tomo II con el nombre BLAIN, puesto a continuación de los asteriscos que dicen: «par
Monsieur ***»12.
Hay otras indicaciones que corroboran estos elementos de prueba13. La tradición
constante que reconoce a Juan Bautista Blain, canónigo de Noyon, y después de
Ruán, la paternidad de la obra tiene toda la garantía de veracidad.
El personaje, con todo, sigue estando poco y mal conocido14. Pero su título de
superior eclesiástico de los Hermanos le pudo abrir, sin duda, más que a ningún otro,
las puertas de la casa generalicia de los últimos años de la existencia terrena de su
héroe15. Mucho más tarde, en 1745, con ocasión de una encuesta hecha por el
Ordinario, más de un Hermano de Ruán evocaría aún el testimonio del señor Blain
como de una persona excepcionalmente informada de los asuntos de la
Congregación16.
12
Ejemplar conservado en la Casa generalicia. El nombre del comprador, J. Audet, la fecha
y el precio de la obra figuran en los dos volúmenes, con la misma tinta y de la misma mano. La
palabra BLAIN añadida en el segundo tomo se ha escrito con la misma pluma y, al parecer, en
el mismo momento que las otras indicaciones.
13
«Eclesiástico de Ruán» (Maillefer, manuscrito de Reims, p. IV), el autor elogia a los
superiores externos nombrados durante la ausencia del señor de La Salle, con términos que
hacen pensar que él tenía algo que ver en ello (Blain, II, p. 115). Por otro lado, es difícil no
reconocerle en aquel «canónigo amigo del señor de La Salle» (id. p. 169), «amigo del
Instituto» (id. p. 183) que interviene más de una vez en la Vida. Un relato impreso del traslado
de los restos de nuestro santo el 16 de julio de 1734 (pieza en formato 4º, 4 pp., a menudo
unido al volumen II de Blain) señala: «Otros cuatro [eclesiásticos] tuvieron el honor de llevar
los cuatro ángulos del paño mortuorio: el señor Térisse, Vicario Mayor, arcediano y
canónigo, y el señor Dossemont, también arcediano y canónigo de la iglesia metropolitana,
llevaban los de atrás; otros dos canónigos de la misma iglesia que conocían de modo particular
al señor de La Salle, llevaban los de delante». Varias actas de la ceremonia se conocen por
otras vías. Una de ellas, la del Registro de San Severo, cita precisamente los nombres de estos
portadores: Térisse y Desmont, canónigos y arcedianos, Blain y Deschamps, canónigos de la
catedral de Ruán (Copia comprobada por Dujarier-Bresnard; Archivos de la Casa generalicia,
BCe, dossier: inhumación y exhumación del señor de La Salle). Otro relato, el del vicario
general Bridelle, lleva la firma de los cuatro testigos, entre ellas la de J.-B. Blain (copia por
LUCARD, Archivos de la Casa generalicia, íd.).
14
Se hallará el conjunto de informaciones recogidas en: F. Émile LETT, Les premiers
biographes de saint Jean-Baptiste de La Salle, Ligel, París, 1956, pp. 285-343; cfr. también:
André FOURÉ, Jean-Baptiste Blain, chanoine de Rouen, Bulletin des Frères des Écoles
chrétiennes, n.o 161 (abril de 1961), pp. 68-79.
15
El 4 de diciembre de 1716, J.-B. Blain, «superior de los Hermanos de las Escuelas
cristianas de Ruán, nombrado por el arzobispo», visaba el acta de delegación del Hermano
Bartolomé, encargado de visitar las casas del Instituto (ACG, SBb).
Tomo I - Preámbulo: los tres primeros biógrafos 21
16
En una Memoria que contiene varios abusos y desórdenes que se han introducido en el
Instituto de los Hermanos de las Escuelas cristianas, el Hermano Polycarpe exponía que los
votos emitidos desde hacía dieciocho años en la comunidad no eran válidos; deseaba que «el
señor arzobispo (de Ruán) se digne hacer examinar seriamente este artículo, y consultarlo con
el señor Blain, que es conocedor de este abuso» (Ruán, Archivos departamentales de Sena
Marítimo, D. 538, f. 49). Un documento anónimo titulado Des Reponses aux plaintes du Frère
Polycarpe (Respuestas a las quejas del Hermano Policarpo) comenzaba así: «A través del
señor Blain se ha sabido que el Hermano Policarpo ha escrito al señor arzobispo de Ruán para
quejarse del proceder del Hermano Superior de San Yon» (íd. f. 74). En otra parte, el mismo
dossier hace intervenir al autor o al editor de la Vie de Monsieur de La Salle: al enfrentarse
contra la autoridad de la Regla del Hermano Director, el Hermano Policarpo insinúa que en
1717 esta regla «había sido aniquilada desde hacía más de diecisiete años, como lo declara el
autor de la Vie de Monsieur de La Salle» (íd. f. 42). El guión de un interrogatorio dirigido por
el Ordinario, lleva, entre las respuestas del Hermano Zacarías: «Nota que el editor de la Vie de
M. de La Salle ha observado que la regla de no comer huevos ha sido abrogada desde hace
mucho tiempo» (íd. ff. 142-143). La Memoria no lleva fecha: pero cartas que la acompañan
permiten concluir que fue presentada en junio o julio de 1745. El interrogatorio tuvo lugar el 2
de agosto del mismo año (íd. ff. 14, 41, et passim). En el dossier no se encuentra el texto
invocado —o supuesto— por el Hermano Émile LETT, que sería decisivo, incluso ahora, para
atribuir a J.-B. Blain los dos títulos de superior eclesiástico de los Hermanos y de editor de la
Vie de M. de La Salle (Les premiers biographes, p. 294).
17
«Hay, incluso, algunos hechos relatados aquí, de los que ningún Hermano tenía
conocimiento o tenía sólo una idea confusa; pero el mismo que ha escrito esta historia, que fue
testigo de ellos, ha creído que no debía omitirlos» (BLAIN, I, p. 115).
22 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
18
Vie du vénérable J.-B. de La Salle, fondateur de l’Institut des Frères des Écoles
chrétiennes, suivie de l’histoire de cet Institut jusqu’en 1734, par un Frère des Écoles
chrétiennes. Rouen, Fleury, 1874, XLIV-507 p. — Vie du vénérable J.-B. de La Salle,
fondateur de l’Institut des Frères des Écoles chrétiennes, par un membre de cet Institut, 2
tomos. París, Poussielgue, 1876. — El mismo título y el mismo editor, pero en un solo tomo,
en 1884. — Voluminoso proyecto de una cuarta edición profundamente revisada (ACG,
HAb).
19
Histoire de saint Jean-Baptiste de La Salle, ancien chanoine de l’église métropolitaine de
Reims, fondateur de l’Institut des Frères des Écoles chrétiennes, por J. GUIBERT, sacerdote de
San Sulpicio, Superior del seminario del Instituto católico de París, París, Poussielgue, 1900,
XLVII-725 pp. La segunda edición, 1901, es la más difundida, y es la que citaremos.
20
Para una bibliografía de las biografías lasalianas, cfr. Rivista Lasalliana, Torino, vol. II
(1935), pp. 35-44; vol. XXXII (1958), pp. 6-15. Sin exagerar la brevedad, se puede considerar
como cierta la perspectiva del padre RAYEZ: «J. GUIBERT se distancia de todos sus
predecesores; éstos habían saqueado a Blain, a cual mejor, excepto LUCARD que había
investigado en los archivos; en adelante se saqueará a GUIBERT» (op. cit. p. 29, n. 26).
21
G. RIGAULT, Histoire générale de l’Institut des Frères des Écoles chrétiennes, I, p. VI.
22
A. RAYEZ, op. cit., pp. 29-31.
Tomo I - Preámbulo: los tres primeros biógrafos 23
23
La Casa generalicia posee 9 ejemplares completos y 5 volúmenes sin su pareja. Hay otros
ejemplares en las principales casas, notablemente de Francia, de Bélgica y de Italia. Ya en
1887 el abate CARION señalaba: «La primera Vida del Venerable de La Salle, que sin duda es
la mejor y la más completa, publicada en Ruán en 1733, nunca ha sido reimpresa; ha llegado a
ser tan rara, que incluso para la mayoría de las casas de los Hermanos es como si no existiera»
(La Vie du vénérable serviteur de Dieu, Jean-Baptiste de La Salle, Instituteur des Frères del
Écoles chrétiennes, París, Procuraduría general, 1887, LXVI-876 pp; p. VII).
24
La edición de 1887 (cfr. nota precedente) «por estar agotada desde hace tiempo, hacemos
que sea reimpresa ahora, con la introducción que la precedía». La Vie du Bienheureux
serviteur de Dieu, Jean-Baptiste de La Salle, Instituteur des Frères des Écoles chrétiennes,
por el sacerdote Jean-Baptiste BLAIN, canónigo de la iglesia metropolitana de Ruán, superior
de la comunidad de Hermanas de Ernemont, publicada por primera vez en 1733, reeditada de
acuerdo con el voto del capítulo general de 1884, tercera edición, París, Procuraduría general,
1889, LIV-775 pp. La introducción que acabamos de citar estaba firmada por Augusto
CARION (p. XXXVI).
25
«Convencido del alto valor histórico de la obra del señor BLAIN, hemos considerado un
deber reproducir el texto con la fidelidad requerida para la transcripción de las palabras de un
testigo serio y digno de fe. No hemos añadido nada, ni modificado nada en el sentido del
pensamiento; nuestro trabajo se ha limitado a hacer más fácil la lectura, reemplazando por un
equivalente las expresiones anticuadas, y modificando las formas de las frases que podrían
estorbar o chocar a quienes no están familiarizados con las lengua del siglo XVII, que estaba
aún en uso a comienzos del XVIII». (Op. cit. ed. 1887, p. XXXIII; ed. 1889, p. XXVII. «Orador
distinguido, en una época en que uno no se atrevía a hablar o a escribir sino después de haberse
preparado con serios estudios, el señor BLAIN no carece, ciertamente de estilo; tiene precisión
en la expresión, la longitud de la frase, metáforas adecuadas, y la reminiscencia de la Escritura
y de los clásicos, tan llenas de encanto para todos los que han estudiado estos tipos perfectos
de la verdadera belleza literaria». (Op. cit. ed. 1887, pp. XXXV-XXXVI; ed. 1889, p. XXIX).
24 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
26
«Cuando hemos tenido que actualizar una expresión o modificar un giro, nos hemos
limitado a escoger el sinónimo más cercano o equivalente más exacto, de modo que no se
alterase el sentido, y a conservar incluso el matiz del pensamiento... En los pocos pasajes en
que, por inadvertencia, la redacción del texto ofrecía un sentido teológico poco exacto, no
hemos dudado en modificarla, convencidos de que eso no era alterar el verdadero pensamiento
del autor, sino restituirlo, pues el conjunto de la obra atestigua la solidez y la ortodoxia de su
doctrina». Ciertos errores también han sido rectificados» (Op. cit., ed. 1887, p. XXXIV; ed.
1889, pp. XXVII-XXVIII).
27
Op. cit., ed. 1887, p. XXXIV; ed. 1889, p. XXVIII.
28
íd. íbid.
29
Discurso sobre la institución de los maestros y maestras de escuelas cristianas. El editor
conservaría, por el contrario, la «Épitre dédicatoire au Très Saint Enfant Jésus et le Dessein de
cet ouvrage», es decir, las tres primeras hojas no numeradas y las páginas 112-115 de la
edición príncipe.
30
Esperamos estudiar en uno de los Cahiers el modo como BLAIN manejaba sus fuentes.
31
«Sabemos muy bien que los delicados se escandalizarán por esta especie de vandalismo
literario, tan contraria al gusto de la época que se indigna ante una palabra o un giro
actualizados, como a la vista de un bronce antiguo despojado de su preciosa pátina por una
mano poco inteligente. Pero no trabajamos para los delicados; la inmensa mayoría de los
lectores a los que se destina este libro, sólo buscará en él santas inspiraciones y ejemplos
Tomo I - Preámbulo: los tres primeros biógrafos 25
que es tanto más necesario volver cuanto antes al texto mismo de la edición príncipe.
Desde hace poco hemos pensado reproducir, por un procedimiento fotomecánico, los
dos in-quarto de 1733. Un volumen excepcional, los fascículos 7 y 8 de nuestros
Cahiers, ofrecerán íntegra e idénticamente las 1100 páginas de la edición de
Machuel32.
Algunos, pensando en la manejabilidad de los dos volúmenes, han sugerido
presentarlos en tres o en cuatro tomos. Pero ha parecido más seguro guardar las
divisiones primitivas, aunque solo fuera para evitar inútiles complicaciones, y hasta
confusiones peligrosas, en la forma de remitir al texto de la obra. Los índices, en
curso de realización, por ejemplo, se encontrarán en él útilmente simplificados.
edificantes. Aquí, pues, el mérito consiste en evitar todo lo que podría detener al lector, o
distraerle de las piadosas reflexiones, de los generosos movimientos que la exposición de los
actos y de los pensamientos de un santo debe hacer nacer en los corazones sencillos y bien
preparados». A. CARION, La Vie du Vénérable..., ed. 1887, pp. XXXIII-XXXIV; ed. 1889, p.
XXVII).
32
Varias razones nos han llevado a anticipar la publicación de estos dos Cahiers.
33
Estos Índices y Tablas constituirán los Cahiers 9 y 10.
26 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
lectores incrédulos, o que desconfían de los hechos que se relatan, ¿quién será,
entonces, el historiador que merezca autoridad, y de quien no se pueda sospechar
que falta a la buena fe o a la exactitud?»36.
Si nuestro biógrafo se repite a sabiendas en algunos lugares de su amplia obra, ¿no
será, sobre todo, por el deseo de reproducir de forma sucesiva diversas memorias que
abarcan los mismos periodos de la vida de nuestro héroe? Falta de método, que hay
que lamentar; pero también garantía de veracidad, que tiene su precio. Si se
contradice en más de una ocasión, aunque de ordinario son cuestiones de detalle, sería
también, así lo pensamos, por el deseo de fidelidad a los textos que tenía a la vista.
Los Hermanos que le daban la información no tenían sus datos necesariamente de la
misma fuente. Si eran testigos oculares, tal vez no habían visto las cosas con los
mismos ojos; y sobre todo, no se habían fijado por igual en las circunstancias, ni
tampoco evocarían las mismas impresiones, ni los mismos recuerdos. Nuestro autor
les seguiría, al parecer, en sus discrepancias más o menos importantes,
restituyéndonos de ese modo sus testimonios y a veces sus errores37.
En otros lugares, el biógrafo se apoya en textos más autorizados aún: contratos o
actas de fundación, copias de actas diversas o memorias justificativas del señor de La
Salle. Se puede lamentar que no haya enmarcado siempre los textos que copia;
también se le puede reprochar de haber acortado citas que para nosotros resultan
mucho más preciosas que su palabrería... Pero no se le podrá acusar, por las buenas,
de faltar al rigor o de creerse con el derecho a modificar el texto. Se puede no admitir
a ciegas todo lo que se dice de la señora Maillefer, por ejemplo, pero ¿se podrían
encontrar testigos más cualificados que los que él tuvo la suerte de interrogar?
«Lo que hemos escrito lo debemos —precisaba Blain— a la virtuosa señora de
Monville, tía del señor de Monville, Presidente de obras, de 85 años de edad, que
34
En el cuerpo de su obra, el biógrafo cita dos de estos textos, señalados por el padre RAYEZ
a nuestra particular atención (op. cit. pp. 28-29): una Mémoire pour apprendre aux Frères par
quelles voies la divine Providence avait donné naissance à leur Institut (BLAIN, I, p. 169) y de
las Règles que je me suis imposées (BLAIN, II, pp. 318-319).
35
«Estos dos directores, los que mejor le conocieron, y en quienes tenía él una plena
confianza, al haber muerto antes que él, enterraron con ellos todo lo que habrían podido
revelar del interior de este hombre de gracia, si le hubieran sobrevivido. Ningún escrito de su
mano nos ha hecho más conocedores de esta materia... No se sabe que haya hecho a otros la
más mínima confidencia... Ha sido sobre los recuerdos exactos de estos testigos fieles (los que
le conocían, sus discípulos principalmente) como se ha compuesto esta vida» (BLAIN, I, pp.
112-113). — «El autor sólo ha trabajado sobre los recuerdos que usted [el superior general] y
los principales Hermanos le han proporcionado, de los cuales lo que se ha tomado se halla en
los términos exactos o equivalentes» (Lettre de l’auteur de la Vie de Monsieur de La Salle au
Frère supérieur de l’Institut des Frères des Écoles chrétiennes, pieza in-4º, [1734]).
36
BLAIN, I, p. 113.
37
Estudios posteriores justificarán con más exactitud estas observaciones sumarias.
Tomo I - Preámbulo: los tres primeros biógrafos 27
38
BLAIN, I, p. 159.
39
Tan sólo desde 1956, seis proyectos de publicaciones deformaban una u otra de las
afirmaciones que daba el biógrafo en la exposición de este asunto.
40
BLAIN, II, p. 72.
28 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
41
Proceder admirable de la divina Providencia en la perona del venerable siervo de Dios,
Juan Bautista de La Salle... ACGm SCa.
42
Son, de un lado, las Remarques sur la Vie de Monsieur de La Salle (Observaciones sobre
la Vida del señor de La Salle) documento autógrafo, firmado por el Hermano BERNARD, y de
otro, una carta, autógrafa también, del Hermano JUAN, al señor (Juan Luis) de La Salle,
canónigo de la iglesia metropolitana de Nuestra Señor de Reims. AMG, SBb.
43
Sobre estas cuestiones, ver F. Émile LETT, Les premiers biographes, p. 305, ss.
44
«Desde el año 1723... se tenía la intención de imprimirlo... Pero el año 1724, los
Hermanos de las Escuelas Cristianas descubrieron que yo era el autor de la vida de su
fundador. Ellos se las arreglaron para tener comunicación sobre ello. Me enviaron a uno de los
suyos, el Hermano Tomás, que hizo tanto con sus ruegos y con sus insistencias, que le dejé mi
manuscrito...». MAILLEFER, ms. Reims, Prefacio, p. IV.
45
«Aunque él no haya tenido escrúpulo alguno de copiarme, palabra por palabra, en algunos
sitios, no ha creído que fuera necesario decirlo», íd., p. V.
46
La vida del señor Juan Bautista de La Salle, sacerdote, doctor, antiguo canónigo de la
catedral de Reims y fundador de los Hermanos de las Escuelas cristianas. Reims, Biblioteca
de la ciudad, ms. 1426.
Tomo I - Preámbulo: los tres primeros biógrafos 29
en otra parte, con la atención que conviene, cada uno de estos tres manuscritos: el del
Hermano BERNARD, y los dos de Dom MAILLEFER47. Baste aquí, por el momento,
despertar el interés particular que podría ofrecer su próxima aparición.
En efecto, la simple lectura, como acabamos de decir, denota que los tres primeros
biógrafos de nuestro santo no se contentaron con interrogar a los mismos testigos: de
forma evidente, MAILLEFER y BLAIN siguen con más o menos docilidad un mismo
texto, ya compuesto, el del Hermano BERNARD, o, pudiera ser, algún borrador
anterior. MAILLEFER acusa a BLAIN de haberlo plagiado, pero él mismo se olvida
decir que su segunda redacción debe al canónigo más de una oportuna rectificación.
Pero en el estado actual de las cosas, casi no se podrían delimitar esas interferencias ni
desenmarañar esas pequeñas controversias. Los mejores de nuestros historiadores
han exigido demasiado poco a los textos de BERNARD y de MAILLEFER; sus pocas
citas, además, nos sirven de poco, ya que los originales y las copias manuscritas son
poco accesibles o son de dudosa identificación48. Lo primero de todo, sería oportuno
publicar los textos que conservamos: el presente Cahier reproducirá íntegramente la
única copia de BERNARD conocida actualmente; otro número próximo ofrecerá, en
edición confrontada, las dos composiciones de MAILLEFER49.
Unos índices, más bien reducidos, irán unidos a cada biografía, y luego se
publicarán unas tablas más amplias. Estas tablas remitirán a la vez a las cuatro
publicaciones: a los índices de los dos volúmenes de BLAIN de los que se habló
anteriormente se unirán, con todos los pormenores deseables, las referencias al texto
de BERNARD y a las dos redacciones de MAILLEFER. Estos índices acumulados
servirán para orientar al lector; y constituirán una primera edición comparada de los
cuatro relatos más autorizados de la vida de san Juan Bautista de La Salle. En todo
caso, permitirán controlar sin dificultad las afirmaciones de BLAIN y contrastarlas
con los otros tres relatos.
Aunque sean indispensables, este primer control no puede ser suficiente. Diversos
documentos depositados en nuestros archivos o encontrados recientemente
confirman oportunamente la unanimidad de esos primeros testimonios; otras veces,
es preciso decirlo, documentos de este tipo permiten decidir entre las divergencias u
oposiciones de los diversos relatos. Las Cartas de nuestro santo también pueden
47
El texto de 1723 se ha conservado, según parece, por dos copias antiguas conservadas en
nuestros archivos (ACG, SCa).
48
Algunos autores citan una u otra de las copias depositadas en los archivos de la casa
generalicia, pero sin molestarse en precisar el manuscrito de referencia. Otros citan el
manuscrito de la biblioteca de Reims. GUIBERT cita una copia elaborada por su cuenta, y
depositada luego en la Biblioteca nacional. G. RIGAULT utiliza muy poco a MAILLEFER; ni
una sola vez remite a él de manera precisa.
49
Cahiers lasalliens 4 y 6. (Téngase en cuenta que cuando el H. Maurice-Auguste escribía
este artículo de presentación, el acceso a las biografías del fundador resultaba muy difícil, y a
las de BERNARD y MAILLEFER, casi imposible). [Nota del traductor].
30 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
H. MAURICE-AUGUSTE
***
No cabe duda que los estudiosos de La Salle sabrán apreciar la riqueza informativa
de las palabras del Hno. Maurice-Auguste, citadas en toda su extensión, para la
introducción del Cahier Lasallien n.o 4. En ellas se sugieren las diversas fuentes que
se utilizaron hasta llegar a la biografía de Blain. Vale la pena sintetizarlas para
completar este preámbulo a las cuatro biografías, traducidas al español.
50
Instituto de los Hermanos de las Escuelas cristianas, Les Lettres de saint Jean-Baptiste de
La Salle, édition critique (Las Cartas de San Juan Bautista de La Salle, edición crítica), por el
Hermano FÉLIX-PAUL, fsc., París, Procuraduría general, 1954, 415 pp. — Fallecido
prematuramente, el autor no pudo controlar por sí mismo la edición de su manuscrito, que
tiene una presentación demasiado escolar, con la bibliografía incompleta, los índices sin
rematar, y casi ilusorios, por lo incómodo que resulta utilizarlos. Si hubiera tenido tiempo de
releer su trabajo, sin duda habría corregido algunos ligeros descuidos en las notas críticas o
explicativas. Pero, incluso así, ha sido el mejor de los trabajos realizados desde el inventario
elaborado por el padre RAYEZ.
51
Los Hermanos LUCARD, CASIMIR-VINCENT, DONAT-CHARLES, MAXIME, Émile LETT, y
también otros; el señor GUIBERT, y sobre todo, tal vez, sus colaboradores, ya habían intentado
algunas investigaciones. Desde hace poco tiempo se han emprendido búsquedas más
sistemáticas; si no prometen necesariamente descubrimientos sensacionales, añadirán,
ciertamente, muchas precisiones útiles a aquello de lo que ya disponemos. De todas formas,
permitirán establecer inventarios menos incompletos de las fuentes accesibles en este
momento.
Tomo I - Interrelación de las cuatro primeras biografías 31
ITINERARIO E INTERRELACIÓN
DE LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS
DE SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE
***
VIDA DE
SAN JUAN BAUTISTA
DE LA SALLE
POR EL
Hermano BERNARD
Tomo I - BERNARD - Introducción al manuscrito 37
Introducción
al manuscrito del Hermano Bernard
1
El Hermano Bernard, llamado en el siglo Jean D’AUGE (o DAUGE), nació en Friburgo
(Suiza), el 24 de junio de 1697. Entró en la Sociedad en marzo de 1713 (Catálogo de los
Hermanos de las Escuelas cristianas, BN, ms. fr. n. a. 11.122; Cahiers lasalliens, 3, p. 55). El
21 de enero de 1717 firmó en Grenoble el acta de visita del Hermano Bartolomé (ACG, SBg);
el 16 de junio de 1726 transcribió y firmó la fórmula de sus votos perpetuos (ACG, HAm, EE.
p. 38). El Catálogo le señala como salido, sin más precisión. Al dorso de una carta dirigida por
san Juan Bautista de La Salle al Hermano José se lee, escrito por este último: «Respecto del
Hermano Bernard, sólo actúa por capricho; no tengo ningún poder sobre su talante, y
cualquier cosa que le pueda decir no le produce ningún efecto. Sale solo cuando le parece,
hace todo lo que quiere y actúa mucho más libre que un Hermano Director. Se dice que piensa
ir otra vez a París de inmediato. Juzgue usted, carísimo Hermano, cómo pueden funcionar las
clases durante esas ausencias. Nunca he visto en nuestros Hermanos lo que veo en este
Hermano. Nuestros Hermanos han observado siempre la regla, y la observaban de manera
muy distinta hasta que el Hermano Bernard desordena todo con su cabeza» (Cartas, edición
crítica, p. 227). Según sus Observaciones sobre la Vida del señor de La Salle, el Hermano
BERNARD estaba en París en 1721-1723; fue trasladado a Reims en el curso de ese mismo año
1723 (cfr. Anexos, pp. 226).
2
Nótese la semejanza de esta confidencia del Hermano BERNARD con estas líneas de
BLAIN, al hablar de su propia obra: «esta historia de la Vida del señor de La Salle, compuesta
partiendo de sus Memorias (las de los Hermanos), recogidas cuidadosamente por el difunto
Hermano Bartolomé, inmediatamente después de la muerte del santo varón, y ordenadas
luego por uno de los Hermanos...» (BLAIN, Vie, I, p. 113).
3
En vez de primo tenía que decir «sobrino», pues Juan Francisco era hijo de María de La
Salle, hermana de nuestro santo.
38 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
El manuscrito de 1721
De toda la obra biográfica del Hermano BERNARD, apenas queda, efectivamente,
un breve manuscrito de ochenta y seis páginas, que apenas cubre el período de 1651 a
1688 de la vida del Fundador6. En su «prefacio» el Hermano BERNARD anunciaba
que su obra estaría dividida en cuatro partes. No conocemos nada de las dos últimas.
La primera parte comprende seis capítulos (pp. 9 a 13), y la segunda, sin terminar7,
tiene nueve (pp. 32 a 86). Entre el Prefacio y el relato propiamente dicho se intercala
un Aviso al lector y una Declaración de sumisión a la Santa Sede. La fecha
MDCCXXI se ha colocado en la parte baja de la página del título.
Tal como se presenta a la vista, el manuscrito no constituye un texto definitivo,
sino más bien un texto corregido, que será necesario retomar para perfeccionarlo. No
se trata del original del Hermano BERNARD, sino de una copia. La escritura, bastante
bien cuidada, e idéntica a las de otros documentos firmados por el Hermano
ROMAIN, nos da la pista sobre la identidad del copista8. La letra es una especie de
bastardilla que el copista mantiene durante las cincuenta primeras páginas del
cuaderno. Después, progresivamente, sea por la prisa o por la fatiga, se pasa a una
escritura rápida, en todo el sentido del término. Hay algunos momentos pasajeros en
que vuelve a la primera, pero a partir de la página ochenta es una escritura claramente
4
H. BERNARD, Remarques sur la Vie de Monsieur de La Salle, documento manuscrito
autógrafo conservado en los ACG. Se incluye en este libro, en los Anexos.
5
Al comparar las Remarques sur la Vie de M. de La Salle y la Carta del 4 de mayo de 1723
dirigida por el Hermano Juan a Luis de La Salle, se deduce que ésta fue escrita para acompañar
la segunda obra del Hermano BERNARD. En cuanto al biógrafo, se ve que redactó sus
Remarques para justificar el haber recomenzado su primer proyecto. Véase también en los
Anexos.
6
ACG, Sca. Registro, 28,5 x 19 cm, con encuadernación en cuero negro, reforzado con hoja
doble de guarda, de papel kraft y algunas hojas blancas. La encuadernación actual parece más
bien reciente. Ha ocasionado una ligera reducción de las medidas de las hojas. La parte
superior de la p. 13 ha sido doblada y reforzada; lleva una nota firmada por J [ean] G [uibert]
SS [Sant-Sulpice] El manuscrito está hecho sobre papel vergé un poco amarillento. La p. 8 ha
quedado en blanco. En diversos sitios se notan puntos y manchas de color rojo. Una mojadura
marginal ha afectado a bastantes páginas. Hay mojaduras en el texto, en las pp. 68 y siguientes.
Estos diversos accidentes dejan el texto completamente legible.
7
«Desarrollé mi proyecto de la primera parte y de algunos capítulos de la segunda, que fue
enviada al señor de La Salle» (F. BERNARD, Remarques).
8
Además de la copia del único cuaderno conocido de la Conduite admirable..., los ACG
conservan: Las Méditations pour les Frères maîtres des écoles charitables, transcripción
adaptada de las Méditations del padre Giry (ACG, ABp), una copia de la Carta enviada a
Roma al padre Vivant, sobre las bulas de 1725 (ACG, HAq. 16: dossier Dijon). En el Registro
de Votos de San Yon, el Hermano ROMAIN ha transcrito, completa, antes de firmarla, la
fórmula de sus compromisos perpetuos, y luego transcribía, para el Hermano Pacôme, la
fórmula de votos de un Hermano Sirviente (ACG, HAm, Registro EE, pp. 86-87). Cfr.
Cahiers lasalliens, 11, p. 118, n. 4, 119, n. 2. El Hermano ROMAIN, en el siglo Carlos
Plansson, había nacido en Charly, diócesis de Soissons, el 28 de octubre de 1671. Ingresó en la
Sociedad el 9 de octubre de 1719, y falleció en San Yon el 29 de enero de 1738 (Catalogue des
Frères, Cahiers lasalliens, 2, p. 63).
Tomo I - BERNARD - Introducción al manuscrito 39
9
Por ejemplo, en la p. 61.
10
Carta del 3.1.1719, ACG, SBb, 34.
11
Tachaduras: p. 13, 1. 14-15: tarugos de madera; p. 14, l. 22-23: paréntesis que encuadra un
elogio del seminario de San Sulpicio; p. 19, líneas 10-28: aspa y supresión de un párrafo entero
de consideraciones parecen, sin duda, poco útiles; p. 24, l. 14: aspa y supresión de la palabra
huérfanas; p. 29, l. 30: aspa y tachadura de un pasaje que habla de un fondo de 10.000 libras; p.
53, l. 13: aspa a la altura de la supresión de y su director.
— Añadiduras-precisiones: p. 12, línea 14: concerniente a la edad de la recepción de la
canonjía; p. 16, l. 12-13: triángulo a la altura de una corrección que precisa que Juan Bautista
reanudó los estudios de teología en Reims con miras al doctorado.
— Rectificaciones: p. 17, l. 20: aspa delante de la corrección de huérfanas por huérfanos; p.
23, l. 6-7: aspa a la altura de una rectificación: Nyel es natural no de la ciudad, sino de la
diócesis de Laon; p. 49, l. 2: aspa y rectificación de Messière en Mezière.
40 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
forma todos los trazos marginales verticales que acompañan a ciertos párrafos
excesivamente largos o sembrados de consideraciones que resultan agobiantes para
el lector12. Pero en la mayoría de los casos —una cuarentena— el signo no conlleva
ninguna corrección. ¿Los colocó allí Luis de LA SALLE durante una primera lectura
con intención de volver sobre ellos y retomar el texto marcado y corregirlo? Es inútil
multiplicar las hipótesis. Todo lo más, se puede suponer que el canónigo deseaba
modificar tal pasaje que tenía un realismo más bien indelicado o exagerado13,
verificar algunas alusiones relativas al señor de La Salle14 o de personas de su
entorno15, llamar la atención sobre la falta de sentido de alguna expresión16, eliminar
otras consideraciones piadosas, además de las señaladas con un trazo marginal17,
indicar las repeticiones más cansinas18, y, en fin, atenuar ciertos detalles demasiado
personales o demasiado molestos relativos a Juan Bautista o su familia19.
Más significativas son las correcciones que aparecen, si no espontáneas, al menos
firmes e irrevocables, y que, además, permiten descubrir algo de la personalidad del
canónigo Luis de LA SALLE. Pues es curioso notar que estas correcciones se refieren
menos a Juan Bautista que a su mismo hermano. En la Declaración, por ejemplo, el
12
Líneas marginales: p. 14-15: largo pasaje dedicado al señor Boin (=Baühin); p. 17, l.
24-30: piadosas consideraciones; p. 19, l. 10-28: pormenores sobre los vestidos y la pobreza
del santo; p. 20, l. 23-29: exclamación hacia Dios y exhortación al lector; p. 26, l. 1-7:
amplitud inútil; p. 30, l. 19-26: condición tosca de los primeros maestros.
13
Página 21, l. 4: «pues el camino por donde pasaba estaba demasiado marcado por los
vómitos».
14
Página 13, l. 1-2: aspa a la altura de la mención del viaje de Juan Bautista a Cambrai donde
tenía que recibir las órdenes menores; p. 15, l. 28: aspa a la altura de «fue allí (en Cambrai)
donde recibió el diaconado»; p. 16, l. 15: aspa a la altura de «allí se preparó (al sacerdocio)
retirándose al seminario de Reims»; p. 35, l. 15: aspa a la altura de «alquilando una casa detrás
de San Sinforiano»; p. 37, l. 3: aspa al final del párrafo que indica la tristeza que le causaba a
Juan Bautista el tosco proceder de los maestros; p. 51, l. 13: aspa a la altura de «todas las veces
que nuestro siervo de Dios iba a París se alojaba en el seminario de San Sulpicio».
15
P. 18, l. 1: aspa a la altura de la actitud del Parlamento de Champaña y de la ciudad de
Reims hacia la Comunidad de las Hermanas del Niño Jesús; p. 23, l. 17: aspa con raya: El
señor Maillefer es calificado como «tesorero del Parlamento de la misma ciudad» (Ruán); p.
30, l. 19-26: aspa con raya y trazo marginal que llama la atención sobre un pasaje que describe
la tosca condición de los primeros maestros.
16
P. 64, l. 19: aspa a la altura del cántico de un Hermano en agonía: hermosa eternidad que él
decía que no tenía permanencia, «amor, amor, amor».
17
P. 17, l. 24-30: línea marginal delante de consideraciones que parecen inútiles; ver
también, p. 82, l. 5: aspa al comienzo de un párrafo que habla de la acción del demonio.
18
P. 50, l. 1: aspa a la altura de «exigía de él que fuera muy asiduo», sin duda para señalar la
repetición de esta última palabra ya escrita en la parte baja de la página anterior, en la misma
frase; p. 50, l. 18: aspa que quiere señalar probablemente la segunda mención de las escuelas
de niñas del padre Barré.
19
P. 20, l. 2: aspa a la altura de «a menudo había que despertarle varias veces, pero en vano,
porque se dormía de nuevo contra su voluntad»; p. 42, l. 22: aspa frente al pasaje que se refiere
al testimonio de una tía del santo sobre la paciencia de este último frente a los reproches que le
dirigía su familia; p. 42, l. 27: aspa frente a la mención de las comidas familiares y las
discusiones que conllevaban.
Tomo I - BERNARD - Introducción al manuscrito 41
20
Declaración, p. 7.
21
P. 14, l. 22-23: frase enmarcada que califica al Seminario de San Sulpicio: «casa que con
justicia se la puede llamar semillero de buenos eclesiásticos, a causa de la piedad...»; p. 15, l.
8: también a propósito de San Sulpicio: tachadura de la palabra incomparable seminario.
22
P. 67, l. 10-16: tachadura de todo el pasaje relativo a Luis.
23
p. 43, l. 3-17: «Y lo que más aumentaba la tristeza de sus parientes era que sólo había una
mesa, es decir, que él y sus hermanos comían en el mismo comedor con los maestros. El mayor
de los tres seguía de buena gana las reglas que observaban los maestros de escuela; y esto, en la
medida que lo podían permitir sus estudios; y no quiso separarse del señor de La Salle, hacia el
cual sentía gran afecto, aunque se le empujara a abandonarlo, a ejemplo de dos de sus
hermanos. que le dejaron; el primero de ellos fue a vivir a casa de su cuñado seis meses
después de todo lo que se acaba de señalar, por el malestar que se le había ocasionado respecto
del señor de La Salle; y algún tiempo después, el más pequeño le fue retirado para llevarle
como interno en Senlis, con los canónigos regulares; de ese modo, sólo le quedó el mayor de
los tres, que no quiso abandonarlo, como se ha dicho más arriba».
24
P. 62, l. 13-15.
25
P. 25, l. 1-3: supresión de la alusión a las dificultades planteadas por la ciudad de Reims al
establecimiento de las escuelas de niñas; p. 26, l. 23-25: lo mismo respecto de las escuelas de
niños; p. 11, l. 4: «20 de abril de 1651», corregido por «30 de abril de 1651».
42 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Otros retoques que provienen de la misma mano afectan más bien a la forma, y
consisten esencialmente en suprimir palabras o miembros de frases inútiles o
correcciones ortográficas26.
Otros correctores
Veintiún signos —aspas, trazos, paréntesis— y tres palabras27 colocadas en el
margen, no son, ciertamente, de la mano de Luis de La Salle. Además, la mayor parte
de estos signos están puestos con lápiz negro, azul o rojo y, en general, son muy finos,
apenas visibles. ¿De quién son? ¿Del Hermano BERNARD, o del Hermano
ROMAIN? Pudieran ser también de algún lector mucho más reciente, que hubiera
marcado con mucha delicadeza uno u otro pasaje que le llamó la atención. Sería inútil
tratar de identificar a los autores, sobre todo porque estas marcas no conllevan nunca
correcciones, excepto en dos casos28.
Por el contrario, la escritura del Hermano BERNARD, más fina, más estrecha y
bastante difícil de leer, se reconoce29 sin duda ninguna en unos cincuenta lugares.
Releyendo la copia del Hermano ROMAIN, se trata sobre todo de faltas de ortografía
o de estilo que le han chocado30; a veces añade algunas precisiones o atenúa ciertas
26
Supresiones: p. 13, l. 14-15, supresión del pleonasmo en la expresión «bûches de bois»
(tarugo de madera); p. 18, l. 11: tachadura del comienzo de la frase, que es, por lo menos,
enfática e inútil: «prepárate, querido lector, a oír cosas...»; p. 23, l. 6: supresión de la mención
inútil de la edad del señor de La Salle: «habiendo alcanzado entonces la edad de 28 años».
Correcciones ortográficas: Ce se corrige a se: p. 2, l. 10; p. 3, l. 21; p. 21, l. 25; p. 44, l. 24. Si se
corrige en s’y: p. 49, l. 11; p. 51, l. 23. Otras correcciones: p. 4, l. 3: donde pone montre
(muestra) se corrige por monstre, monstruo (de iniquidad); p. 39, l. 22: «pu» se corrige en
«put», en la frase «tout ce qu’il put»; p. 49, l. 2: la palabra «Messiere» se corrige a «Meziere».
En la p. 51, l. 21: «il ne pu» se corrige a «il ne put». En la p. 52, l. 3: se precisa «uno de los»
superiores del seminario de Reims; p. 58, l. 15-16: se corrige «ce qu’on» (lo que se) por «ce
qu’ont» (lo que han), y «employé» se cambia a «employez».
27
Estas tres palabras son: En la p. 72, hacia arriba: civilité; en la p. 73, a la altura de la l. 22,
voeu; en la p. 74, a la altura de la l. 9: sup.
28
En la p. 34, a la altura de la l. 14 hay un punto rojo (que no se aprecia en la reproducción
fotostáfica), indicando la supresión de la palabra «principales» (ciudades de Francia). En la p.
67, l. 14, se marca un paréntesis azul indicando palabras que forman repetición.
29
Para convencerse, basta compararla con la escritura de las Remarques, que el Hermano
BERNARD tuvo buen cuidado de firmar.
30
Faltas de ortografía corregidas: p. 49, l. 23: «surmontent» se corrige al singular:
«surmonte»; p. 71, l. 29: en la palabra «genereusement» se ha introducido la u, que faltaba; p.
49, l. 26-27: en «exercices qu’il avait établi», esta última palabra tiene que ser «établis»; pero
al corregirlo incurre en una nueva falta, pues ha puesto «établies».
La mejora de estilo se ve en: p. 19, l. 2: la frase «que merecían ser censurados» se cambia en
«que merecían serlo»; p. 20, l. 12: «de le rendre» se reemplaza por «le rendait»; p. 32, l. 19:
para evitar el pleonasmo la frase «bonheur de cet heureux choix de travailler» la cambia en
«bonheur d’être choisi pour travailler»; p. 34, l. 19: cambia la frase «comme il a été dit» por
«comme il est dit».
Tomo I - BERNARD - Introducción al manuscrito 43
expresiones31. También ocurre que ciertos relatos evocan pasajes bíblicos, y en esos
casos se indica la referencia en el margen32.
En fin, el Hermano ROMAIN se ha corregido a sí mismo. Pero son correcciones sin
importancia que sólo consisten, muy a menudo, en el cambio de una palabra por otra33
o en una rectificación ortográfica34...
Análisis literario
Si hay que felicitar al Hermano BERNARD por algo en concreto, lo tenemos que
hacer por el título que puso a su obra: Proceder admirable de la divina Providencia
en la persona del siervo de Dios Juan Bautista de La Salle. Es realmente un rayo de
luz que permite entender todo el proceso de la vida del Fundador. Las Escuelas
cristianas han surgido de la voluntad de Dios y Juan Bautista se dejó prender en el
engranaje de esa voluntad. Él mismo lo confesó, además, bien claro: «Dios, que
gobierna todas las cosas con sabiduría y suavidad, y que no acostumbra a forzar la
inclinación de los hombres, queriendo comprometerme a que tomara por entero el
cuidado de las escuelas, lo hizo de manera totalmente imperceptible y en mucho
tiempo; de modo que un compromiso me llevaba a otro, sin haberlo previsto en los
comienzos»35. Así el Hermano BERNARD supo separar el carácter esencial, original
de la respuesta de Juan Bautista a la llamada imperceptible de Dios: el abandono total
a la Providencia. Dios actúa a través de los acontecimientos y Juan Bautista se somete
a la acción divina, convirtiéndose de ese modo en el instrumento providencial de la
institución de los Hermanos de las Escuelas cristianas. Este título reúne, pues, en
pocas palabras, la obra del Fundador y, en el pensamiento del Hermano BERNARD,
quiere servir de hilo conductor de toda la obra. Por desgracia, el autor decepciona,
pues en su texto no brilla suficientemente la fuerza de la acción divina. Desde luego,
31
Precisiones: En la p. 13, l. 10-11 hay precisiones añadidas en el margen relativas al señor
Roland, «canónigo y teologal de la catedral»; en la p. 72, l. 32: los Hermanos comenzaron un
retiro el día de Pentecostés «del año 1687». Ver también la p. 74, l. 8.
Expresiones: p. 5, l. 14: los términos «oposiciones que encontró en su empresa», atenúan las
escritas al comienzo: «persecuciones que le han suscitado»; p. 21, l. 17: BERNARD reemplaza
«grossière» (grosera) por «commune» (corriente) para calificar la comida de los maestros; p.
30, l. 23: se atenúa la expresión que habla de la angustia causada al santo por la vida en común
con los primeros maestros: «il en aurait reçu» se cambia a «ce lui aurait été», que expresa que
la angustia sentida no se debía a la mala intención de los maestros, sino al bajo nivel social que
tenían.
32
Referencias bíblicas: p. 22, Jeremías, 4,4; Isaías 6,8. P. 46: Mateo 22,14. P. 48, Lucas 9,
58. Véanse también las páginas 1, 2, 3, 4, 6, 7, 9, 12, 14, 15, 19, 20, etc.
33
P. 46, l. 30: «n’avai» se cambia a «n’avaient». P. 50, l. 15, «un certain nombre de frères».
34
P. 1, l. 27: se tacha la palabra «miséricorde» y se sustituye por «mémoire»; p. 18, l. 18: se
tacha «degré» y se reemplaza por «état»; p. 24, l. 16-17: se tacha «et l’autre»; p. 42, l. 29: se
tacha «place» y se reemplaza por «rang»; en la p. 76, l. 22: «se tacha «choses» y se reemplaza
por «exemption»; p. 82, l. 7: se tacha «faisait» y se sustituye por «avait».
35
Página 33.
44 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
36
El canónigo BLAIN refiere que «un canónigo» (de la catedral de Laón) afirmaba que el
principio básico de religión del señor de La Salle era abandonarse a la Providencia» (Vie, II, p.
263). Es un hecho y BERNARD lo ha comprendido muy bien. Pero hay una diferencia entre
sugerir una disposición interior o una intervención providencial y afirmarlo llanamente, en
cada instante, con frases como éstas: «Así es como la divina Providencia le preparaba, desde
su juventud, para las aflicciones y adversidades que no le faltaron en el resto de su vida, tal y
como se verá en la tercera parte de este libro»; p. 22, l. 5-6: «Dios le facilitó una ocasión que
debía ayudarle a la ejecución de lo que Él había previsto desde toda la eternidad»; y en la p. 44,
l. 11-13: «Fue, sin duda, efecto del proceder de la divina Providencia que el Señor de La Salle
se viera como forzado a confesar y a dirigir las conciencias de los maestros». ¡Realmente,
parece querer clavar la punta remachando con un buen martillo! A estas expresiones,
demasiado exageradas, se pueden preferir otras más discretas y traídas con más habilidad, que
subrayan la acción divina con motivo de un hecho verdaderamente excepcional, como, por
ejemplo, el encuentro del señor de La Salle con el señor Nyel, que iba a condicionar la
fundación del Instituto. «Llegó, por efecto de la divina Providencia [y no por casualidad],
cuando el señor Nyel estaba a punto de entrar en la casa de las Hermanas [huérfanas], el señor
de La Salle y entró al mismo tiempo que él, sin que ni uno ni otro se conocieran» (p. 24, l.
12-16). Igualmente, el párrafo que termina la primera parte, a pesar del tono, algo enfático,
muestra, con suficiente exactitud, el proceder de Dios respecto de Juan Bautista. «¿No te das
cuenta de qué manera lo atrajo Dios a sí, sin que él lo percibiera?... notarás cómo Dios le
dispone, sin que él lo piense siquiera, para hacer lo que tanto le repugna. Pues [en un día] hoy
da un paso, al día siguiente, da otro; de manera que sin darse cuenta, [se encuentra que sale y
abandona su indiferencia, y] se halla felizmente atrapado en las redes de Dios».
37
Recursos al pasado: «Como ya hemos dicho»; esta expresión, tal cual o de forma parecida,
vuelve más de doce veces. A veces está tachada por Luis de La Salle (p. 44, l. 31). A veces va
unida a «anteriormente», totalmente inútil: «como hemos dicho ya anteriormente» (p. 48,
línea 1). Con todo, las dos últimas palabras han sido tachadas. El comienzo del capítulo III
retoma inútilmente el capítulo II que él mismo había anunciado: «es lo que se verá en el
capítulo siguiente» (página 41, líneas 4-5); «se ha mostrado en el capítulo anterior» (p. 41, l.
18-19). «Monseñor Le Tellier que ocupaba a la sazón la sede arzobispal de Reims...» (p. 83, l.
17-18); información dada ya en la p. 16, l. 21-22.
Tomo I - BERNARD - Introducción al manuscrito 45
Hay que admitir que el Prólogo es un trozo más elaborado, lo que es normal.
Manifiesta cierta voluntad de agradar al lector y predisponerle a favor del héroe de la
biografía; pero aun así, la construcción está embarullada, es pesada y de pobre
vocabulario.
Si se hace una lectura de este Prólogo, con preferencia en voz alta, se advierte la
multiplicidad de conjunciones y pronombres. Pero eso es también propio de los
autores de la época. En el escrito de BERNARD se advierten numerosas repeticiones
de la idea (alabar, alabanza...; decir, digo, dicho...; perfume, perfumar...), de la misma
palabra (hombre), de los relativos (que, cuyo..., semejante).
Quienes han analizado a fondo la redacción del manuscrito de BERNARD
consideran que es muy floja y descuidada, con repeticiones inútiles, frases vacías y
vocabulario pobre40. Y sintetizan sus opiniones en estas frases: «... ¡Hay que admitir
que nuestro biógrafo no muestra ser escritor de talento! ¿Cuál es su nivel de cultura y
de instrucción? Sin duda, no muy elevado. Y no compensa esta deficiencia con
cualidades excepcionales. Que haya pasado, con relación a los otros Hermanos de su
época, como una buena pluma... no le daba ninguna competencia especial para
emprender un trabajo de biógrafo, historiador y hagiógrafo. Pero como sólo se
trataba, según el deseo de sus superiores, de reunir y ordenar un conjunto de
testimonios más autorizados y mejor informados sobre la vida del Fundador, se puede
suponer que la competencia no creó ningún problema especial»41.
38
Como las siguientes: «pero sin alejarnos más de nuestro tema, es preciso volver cuanto
antes» (p. 33, l. 32-33); «pero volvamos a nuestra asamblea» (p. 27, l. 31); «prepárate, lector, a
escuchar cosas todavía más maravillosas en la continuación de este libro» (p. 18, l. 11-12); «el
espíritu de Dios que le guiaba, haría que los terminase felizmente, como vamos a ver» (p. 17, l.
29-30).
39
«¿Qué dices, querido lector, de la sabiduría y de la prudencia de este hombre de Dios?» (p.
27, l,23); una parte de ese párrafo fue tachado por Luis de LA SALLE. Hay digresiones al hablar
de los intentos de Juan Bautista para liberarse del cargo de superior (p. 51: l. 13-16).
40
Cfr. Cahier Lasallien n.o 4, pp. XVIII-XXI.
41
Íd., p. XXI.
46 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
42
Conduite admirable..., pp. 42-43.
43
Íd., p. 43.
44
Íd., p. 19.
45
Íd., p. 20.
46
Íd., p. 71.
47
Íd., p. 20.
48
Íd., pp. 21, 72.
49
Se pueden comparar dos relatos. BERNARD nos dice (p. 71-72): «para vencer más y más
esta repugnancia, llegó incluso a tragarse alguna vez lo que su corazón [estómago] no podía
admitir, y que estaba a punto de arrojar por tierra». Y BLAIN (I, p. 227): «Los vómitos,
comenzados a la vista y al olor del potaje, llegan a ser tan violentos cuando come, que arroja
casi hasta sangre...; para lograr una victoria completa sobre sí mismo, se toma lo que ha
echado, y a medida que lo come y que lo arroja, continúa tomando lo que ha arrojado».
50
Conduite admirable..., p. 34.
51
Íd., p. 35.
52
Íd., p. 39.
Tomo I - BERNARD - Introducción al manuscrito 47
frente de Santa Clara, que es la misma en la que viven todavía hoy, y fue comprada
posteriormente, gracias a las liberalidades de amigos del siervo de Dios»53. Esta casa,
convertida en el lugar de las mortificaciones más severas, conserva, nos asegura,
«disciplinas de hierro... en número de cinco o seis, que sólo con verlas, causan miedo,
pues entre ellas hay una con bolas de hierro en los extremos, y también hay cinturones
de hierro y cilicios, con los que atormentaba su delicada carne, para domarla»54.
Los acontecimientos de los primeros años de comunidad se presentan, también, de
forma sencilla y franca, a veces ingenua, que parece no dar lugar a ningún retoque. Lo
que aquí se nos dice es el testimonio en estado bruto, el relato de primera mano de un
actor, o al menos, de un tercero, implicado muy de cerca, en aquel momento, en el
suceso. La comparación de ciertos pasajes paralelos es ilustrativa a este respecto.
Baste remitir a las páginas de BERNARD y de BLAIN que hablan de Adrián Nyel y de
sus primeros compañeros55, de los eclesiásticos consultados por el señor de La
Salle56, de la generosa fundadora de la escuela de Santiago57, de un Hermano que
daba clase en la misma escuela58, de los confesores de la comunidad59, del Hermano
Bourlette60, de cierta persona bondadosa61, o incluso del señor duque de Mazarino62.
En todo el conjunto la comparación nos parece decisiva: BLAIN es más elaborado,
menos próximo de las fuentes, incluso materialmente parece menos fiel.
Más de una vez, a lo largo del relato, aparece algún detalle, felizmente
abandonado, que nos lleva a un sencillo descubrimiento. Por una Memoria autógrafa
del Fundador, sabemos que relataba los comienzos del Instituto «hasta el año
decimocuarto de su fundación»; «mantenido oculto durante más de veinte años», fue
«felizmente descubierto durante el viaje de su autor a Provenza»63. A propósito de los
maestros agrupados en torno a Nyel nos da dos indicaciones bien reveladoras: eran
caprichosos para la hora de acostarse64, y se tomaban mayor libertad aún para
permitirse salir a cualquier hora65.
53
Conduite admirable..., p. 62
54
Íd., 62.
55
Íd., pp. 24-25; BLAIN, I, pp. 161-163.
56
Conduite admirable..., p. 27; BLAIN, I, pp. 163-165.
57
Conduite admirable..., pp. 29-30; BLAIN, I, pp. 166-167.
58
Conduite admirable..., p. 43; BLAIN, I, pp. 177-178.
59
Conduite admirable..., pp. 66-67; comparar con BLAIN, II, p. 101.
60
Conduite admirable..., p. 63; BLAIN, I, pp. 252-255.
61
Conduite admirable..., p. 81; comparar con BLAIN, II, p. 409.
62
Conduite admirable..., p. 80; BLAIN, I, p. 181.
63
Conduite admirable..., p. 22. Luis de La Salle, cierto, ha suprimido el último rasgo. ¿Pero
por qué? ¿Consideró que el biógrafo era inexacto o simplemente indiscreto?
64
Conduite admirable..., p. 35.
65
Conduite admirable..., p. 36.
48 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Cuando quiere caracterizar la obediencia del santo durante el breve tiempo en que
el gobierno de la comunidad estuvo en manos del Hermano L’Heureux, BERNARD
apunta este rasgo: «Se veía que este santo personaje se sometía a no hacer nada sino
después de haber obtenido el permiso del Hermano superior; y ni siquiera se hubiera
permitido salir para ir a celebrar la misa, sin haber obtenido el permiso expreso»66.
Cada una de las últimas palabras es particularmente evocadora. El señor de La Salle
no tuvo, en Reims, el privilegio de la capilla doméstica. Por tanto debía salir para ir a
celebrar. Y para esta salida, solicitaba autorización, cada vez, con un permiso
explícito.
Algunas páginas más adelante, al hablar de la apertura del noviciado, BERNARD
dice expresamente: «Un jovencito de quince años se presentó para que le aceptaran...
Y algún tiempo después se presentaron otros tres para lo mismo. El siervo de Dios
reconoció en la llegada de aquellos jóvenes que Dios le proporcionaba aquella
ocasión para bien de su Instituto, y tomo la decisión de formar una pequeña
comunidad, con ellos y con los que más tarde pudieran presentarse. Y Dios bendijo
esta empresa de tal manera, que a los dos meses aquella pequeña comunidad estaba
formada por doce jóvenes...»67. ¿Era posible hacernos seguir más de cerca los
comienzos de esta obra? ¿Y qué biógrafo contaría por su cuenta precisiones tan
minuciosas?
No se puede citar todo lo que merecería serlo. Hay otros muchos rasgos que
revelan la proximidad de las fuentes y el vigor de los testimonios recogidos. Un
aliento vivo recorre el conjunto del relato; el mismo que debió de animar, en torno al
señor de La Salle, la vida sencilla, animosa y fervorosa de sus primeros discípulos.
¿Perdonaremos al biógrafo su cronología titubeante, caprichosa e incluso, en
ocasiones, claramente equivocada? Es un mal guía, por ejemplo, cuando nos lleva a
Cambrai o a París para las ordenaciones del señor de La Salle, cuando sitúa en el
tiempo la estancia en San Sulpicio, la recepción del diaconado, cuando habla de la
sede vacante de Reims, a propósito del diaconado68. Al editar el texto de BERNARD
no asumimos esas afirmaciones. Estas inexactitudes se han deslizado bajo la pluma
de un aprendiz de biógrafo, demasiado dispuesto a transcribir algunas Memorias
demasiado poco rigurosas. Afectan, particularmente, a sucesos extraños a la
fundación del Instituto. A lo largo de la biografía se van encontrando algunas que
otras. Una crítica exhaustiva no será posible sino después de la publicación de los
manuscritos de MAILLEFER y otros documentos de los archivos69.
66
Conduite admirable..., p. 75.
67
Íd., p. 84.
68
Íd., pp. 13-15.
69
Este estudio crítico fue uno de los propósitos del Hermano Maurice-Auguste.
Desgraciadamente él no pudo realizar ese trabajo, y ha quedado sin hacer. Pero sigue siendo
tan necesario como entonces (Nota del traductor).
Tomo I - BERNARD - Introducción al manuscritoo 49
La presente edición
Se trata de la edición del manuscrito de BERNARD, reproducido fotostáticamente
y transcrito línea por línea, en el Cahier Lasallien n.o 4, en 1964. Respetamos el texto
francés tal como se compuso para la presentación de dicha edición.
Lo que se ha dicho de los errores y deficiencias del manuscrito de BERNARD, basta
para justificar los temores de los posibles editores, que podrían ser los Superiores del
Instituto, que habían confiado en las capacidades del Hermano biógrafo70.
El manuscrito entero, entregado también a la familia de La Salle en 172371, ¿fue
devuelto al Instituto en la época en que BLAIN elaboraba sus dos volúmenes in 4.º? Es
muy probable, pero no nos ha llegado, como ocurrió con la inmensa documentación
proporcionada al canónigo ruanés. El manuscrito completo de BERNARD podría
haber seguido la misma suerte que todas las demás Memorias utilizadas por BLAIN.
Al haber sido éste designado como biógrafo oficial del fundador, el manuscrito de
BERNARD se convertía en pieza de poco interés.
Hoy, y desde mediado el siglo XIX, pensamos de forma muy distinta. Desde
LUCARD72, ningún biógrafo serio de Juan Bautista de La Salle ha podido prescindir
de las 86 páginas del Hermano BERNARD. Pero no hubo ningún intento de editarlo.
Tal vez la esperanza de encontrar un día el texto entero desaconsejaba publicar este
primer opúsculo. ¡El modesto cuaderno del Hermano biógrafo ha tenido que esperar
casi 250 años!
Las numerosas enmiendas, el significado particular de las correcciones hechas por
Luis de LA SALLE, nos han decidido a poner ante la vista del lector la escritura íntegra
del manuscrito. Sólo algunas indicaciones hechas a lápiz no se han podido
reproducir; son poco numerosas, relativamente recientes, al parecer, y no inútiles
para la comprensión del texto.
En las páginas de la izquierda se han reproducido las del manuscrito, una por una, y
en frente,la traducción española. Las palabras y frases tachadas en el original se han
restablecido, entre corchetes, en itálica o cursiva; cuando el sentido de la frase lo
exige, se propone también, pero en letre redonda, alguna adición o modificación, muy
breves, con el único fin de permitir una lectura más fácil. Algunas notas llaman la
70
En marzo de 1725, fue presentada una Vie de M. Jean-Baptiste de La Salle, Instituteur des
Écoles chrétiennes para la obtención de un privilegio general [de publicación], y remitida al
señor Regery (Bibliothèque nationale, ms. fr. 21.995, fº 55’, n.o 693). Estos datos,
lamentablemente muy incompletos, podrían ser la prueba de que se intentó publicar el
manuscrito de MAILLEFER. Pero no sirven para el manuscrito de BERNARD, cuyo título es
totalmente distinto.
71
Cfr. Carta del Hermano Juan a Luis de La Salle.
72
Una nota manuscrita del Hermano LUCARD, actualmente inserta entre las guardas de la
Conduite admirable, hace notar que sólo fue en 1869 cuando el manuscrito del Hermano
BERNARD atrajo la atención de los promotores de la causa de beatificación de Juan Bautista de
La Salle.
50 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
atención sobre alguna particularidad del manuscrito. Estas notas se han reducido a lo
indispensable, ya que nuestro objetivo no es ofrecer una edición crítica, sino que nos
limitamos a presentar un texto que sea al mismo tiempo estrictamente fiel al texto de
la página reproducida del manuscrito y que se pueda leer de forma directa.
Esta Introducción fue elaborada, para el Cahier Lasallien n.o 4 en colaboración por
los Hermanos Clément-Marcel, Armand-Xavier, Maurice-Auguste y Olivier Noël,
fsc.
Roma, 25 de febrero de 1961 - 7 de julio de 1964.
***
Para la edición española de Las cuatro primeras biografías de san Juan Bautista de
La Salle, hemos querido mantener la precedente introducción, ya que difícilmente se
puede hacer otra con la misma riqueza de datos.
Nuestro trabajo se ha limitado a realizar la traducción, lo más fiel posible, tanto de
las páginas precedentes como de todo el manuscrito del Hermano BERNARD,
respetando también la forma de reproducir las palabras tachadas y las aclaraciones
añadidas en la edición del Cahier Lasallien n.o 4.
* En el texto se mantienen las frases o palabras que en el Cahier Lasallien n.o 4 van
entre corchetes [ ]; señalan las correcciones que aparecen en el manuscrito, hechas
por el mismo BERNARD, o anulaciones y enmiendas hechas, supuestamente, por el
canónigo Luis de La Salle.
* Se ponen entre paréntesis ( ) las expresiones que dan una explicación a la
traducción.
* Las cifras entre ángulos < > indican el número de paginación en el manuscrito. Es
la misma paginación que se utiliza en los índices.
VIDA DE
SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE
ESCRITA POR EL HERMANO BERNARD
PROCEDER ADMIRABLE
DE LA DIVINA PROVIDENCIA
EN LA PERSONA
DEL VENERABLE SIERVO DE DIOS
JUAN BAUTISTA DE LA SALLE,
SACERDOTE,
DOCTOR EN TEOLOGÍA,
ANTIGUO CANÓNIGO DE
LA IGLESIA CATEDRAL DE REIMS
Y FUNDADOR DE LOS HERMANOS
DE LAS ESCUELAS CRISTIANAS,
DIVIDIDA EN CUATRO PARTES
Aquel que guarde y enseñe a los otros a guardar los mandamientos será
grande en el Reino de los cielos.
en S. Mateo, cap. 5, v. 19.
MDCC XXI
54 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 55
Proceder
admirable de la divina Providencia
en la persona del venerable siervo de
Dios Juan Bautista de La Salle, sacerdote,
doctor en teología, antiguo canónigo de
la iglesia catedral de Reims
y fundador de los Hermanos de las Escuelas
cristianas, dividida en cuatro partes.
MDCCXXI
56 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 57
<1>
Prefacio
Si únicamente aquellos a quien Dios alaba son dignos de alabanza (2 Cor 10, 18)1,
podemos decir con toda verdad que el venerable siervo de Dios Juan Bautista de La
Salle es digno de que se le alabe, puesto que sin duda él es del número de aquellos de
quienes el Espíritu hace el elogio por boca del hijo de Sirac. «Alabemos —dice— a
estos hombres llenos de gloria, que son nuestros padres, y de los que nosotros somos
estirpe; estos hombres que han sido grandes en virtud, y adornados de prudencia;
estos hombres llenos de caridad y misericordia: las obras de su piedad subsistirán por
siempre» (Eclo 44, 1 y ss)2. Es así como estos grandes hombres han atraído las
alabanzas de Dios mismo sobre su santa vida. Alabanza que conviene muy bien a
aquel cuya vida escribimos, porque ha sobresalido en todo aquello que se atribuye a
estos grandes hombres, tanto en lo que mira a la gloria de Dios de la que estaba lleno,
como en el nombre de padre, que no le conviene menos que a ellos, pues ha dejado
una dichosa posteridad detrás de sí; posteridad espiritual que le es mil veces más
gloriosa que la temporal que pudiera haber tenido, por numerosa que ésta hubiese
sido.
Aquello que se dice de estos personajes, que han sido grandes en virtud y
adornados con la prudencia, que han estado llenos de caridad y misericordia, y por
ello sus obras serán siempre bendecidas (Eclo 44, 11), podemos decirlo, asimismo,
de nuestro siervo de Dios, pues el número de sus virtudes es incalculable, su caridad
no ha tenido límites y su misericordia ha sido sobreabundante. Así pues, decimos de
él, al igual que de otros, que su [misericordia] memoria es digna de ser honrada. Pero
¡qué digo!, ella es parecida a la del santo rey Josías, y se puede decir de él, al igual que
de este gran príncipe, que su memoria es parecida a una mezcla de perfumes hecha
por un hábil perfumista, pues el recuerdo de las virtudes que practicó hizo el mismo
1
Esta referencia bíblica aparece añadida en el margen derecho del manuscrito.
2
También esta referencia aparece añadida en el margen derecho.
58 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 59
<2>
efecto que un excelente perfume produce sobre el cuerpo.
No nos será muy difícil confirmar lo que decimos de este gran hombre, y bastará
con leer su vida para decir que no adelantamos nada que no sea conforme a la verdad.
No pretendemos, sin embargo, describir en este libro a un gran conquistador que, por
la fuerza de sus armas, haya sometido reinos enteros; sino a un gran conquistador de
almas y a un obrero evangélico que no se ha limitado a dominar un reino, sino a
destruirlo. Es el reino de Satán, que comienza a formarse en las almas desde la
juventud y que se fortifica de día en día por la ignorancia y el pecado. Se propuso,
digo, destruir este reino infernal por medio del instrumento que tomó para instruir a la
juventud en su religión, que fue [instituir]3 una sociedad que no tiene otro fin que
enseñar a los niños sus deberes hacia Dios y el prójimo. De modo que estos4 mismos
niños no tengan ya necesidad de gritar y pedir pan (Jr 9, 4)5, pues este hombre de Dios
se lo ha procurado en abundancia.
No es fácil ponderar el bien que aporta a la Iglesia una tal institución, si no es por la
estima que Jesucristo y otros grandes santos han manifestado. Por lo que se refiere a
Nuestro Señor Jesucristo, tuvo tan a pechos que le llevasen los niños, que cuando vio
un día que sus discípulos les impedían que se aproximaran a Él, se molestó, hizo que
se los acercaran, los abrazó tiernamente y los bendijo (Mt 19, 14)6. San Cirilo de
Jerusalén y San Agustín testimoniaron su celo en este asunto por los catecismos que
compusieron, que hacían enseñar y que ellos mismos también enseñaron. ¿Qué diré
del gran san Jerónimo y del [devoto] sabio7 Gersón, que se consideraban más
dichosos de instruir a un niño que debe pertenecer a Jesucristo, que de instruir a
emperadores? Y en los últimos tiempos, [el gran]8 san Ignacio consideraba una
gloria explicar con sus discípulos e1 catecismo a los párvulos. Pero sin detenerme a
ver el celo de tan grandes personajes para instruir a la juventud, me detendré
3
En el original dice “instruir” (instruire, en vez de instituer).
4
En francés, “ces”; este pronombre está repetido, al final de la línea y al principio de la siguiente..
5
Referencia bíblica escrita al margen.
6
Referencia bíblica escrita al margen.
7
“Dévot”, devoto, tachado; y encima está escrito “savant”, sabio.
8
“El gran”, tachado; encima lo sustituye “en estos últimos tiempos”.
60 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 61
<3>
solamente en hacer ver, en pocas palabras lo que hizo san Carlos Borromeo, el
reverendo padre Fourier, el venerable P. Barré y otros9 en este asunto.
Por lo que se refiere al primero, estableció en su diócesis gran número de escuelas
para instruir a los niños, lo que produjo un fruto maravilloso. Por todo ello parece que
este gran santo estaba bien persuadido del bien que producía en la Iglesia una obra
como ésta. En cuanto al segundo, el mismo celo que le llevó a corregir los desórdenes
de su parroquia y de su orden, lo llevó también a fundar una comunidad femenina
para instruir a las niñas. Pero este santo personaje no se paró ahí, pues el celo de la
gloria de Dios que le devoraba le hizo emprender la fundación de los Hermanos para
enseñar a los muchachos. Pero no tuvo la dicha de acertar en ello. Lo mismo le
sucedió al muy reverendo P. Barré, de la orden de los mínimos. Pues, habiendo
reunido jóvenes para este mismo objeto, como ya había reunido muchachas, no tuvo,
igual que su predecesor, la suerte de acertar en lo que se refiere a los jóvenes, aunque
sí acertó perfectamente por lo que respecta a las chicas.
Digamos, pues, para gloria de nuestro siervo de Dios, que la dicha de acertar le
estaba reservada, y que era él quien estaba destinado por Dios, desde el seno materno,
para procurar tan inmenso bien a la Iglesia.
De suerte que podemos decir de él lo que la Escritura dice de otro: «mirad, mirad al
que ha elegido el Señor, y que no hay nadie en todo el pueblo que se le asemeje 175»
(I Re 10)10.
Pero ¿qué necesidad11 hay de hacer ver la importancia y la exigencia de una cosa
que lleva en sí misma su alabanza y su aprobación? Jesucristo la aprueba al ordenar
que dejen que los niños se le acerquen. San Pablo exhorta, al parecer, a emprenderla
cuando dice que «sin la fe es imposible agradar a Dios» (Heb 11, 6)12, dando a
entender que se debe instruir a los niños en algo que, de ignorarlo, les impediría ser
9
“Y otros” (et autres), añadido entre líneas.
10
La referencia bíblica está escrita en el manuscrito en el margen.
11
El texto francés dice “Mais qu’est il besoin...”. Y se ha tachado “il”.
12
También esta referencia bíblica aparece escrita al margen.
62 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 63
<4>
agradables a Dios. Y, en fin, lo que más lleva a estimar esta obra, es el perjuicio que
causa al demonio; pues este monstruo de iniquidad nunca ha dejado ver mejor el
horror que tiene a una cosa tan santa como por el detestable edicto que inspiró
publicar a Juliano el Apóstata, por el cual mandaba que nadie se dedicara a enseñar a
la juventud. Este pérfido no podía, al parecer, encontrar un medio más apropiado que
éste para extinguir el cristianismo.
Se puede juzgar, por todo lo que venimos diciendo, cuán digno de elogio sea el
artífice de una obra tan agradable a Dios, aprobada por los santos y contraria al
demonio.
También por este motivo emprendemos la tarea de escribir su vida: vida tan santa y
admirable, y en la que la divina Providencia aparece de manera tan particular, que nos
ha llevado a dar a este libro el título de “Conducta admirable de la Divina
Providencia”. Pues se puede señalar en ella que este santo personaje estuvo siempre
totalmente abandonado a Dios en todos los acontecimientos de su vida, la cual se vio
atravesada (de dificultades) tanto como puede estarlo la vida de un hombre. Pero,
lejos de dejarse abatir por tantas contradicciones, tomó generosamente las armas en la
mano y no se dejó [molestar] derrotar13 como un flojo [y un cobarde]14, sin
defenderse. ¿Pero de qué armas se sirvió? ¡Ah!, fueron las armas más fuertes que han
existido (Ef 6, 13)15; en una palabra, son las armas de Dios, con las que sostuvo
vigorosamente el combate contra el demonio. Se mantuvo firme y llevó sobre sus
lomos el cinturón de la verdad, y se revistió con la coraza de la justicia. En todos los
combates que tuvo que sostener (íbid.)16 tomó el escudo de la fe, con el cual extinguió
todos los dardos encendidos del demonio (íbid.)17. La esperanza de la salvación le
sirvió siempre de casco, y la palabra de Dios, como espada del espíritu (Ef 6, 13 y ss).
Así es como combatió este valiente soldado de Jesucristo. Realmente, con estas
armas no conquistó plazas fuertes; pero obligó a
13
La palabra “molester” está tachada, y sobre ella está escrita “battre”.
14
En el manuscrito, “et un poltron” está tachado.
15
La referencia bíblica aparece añadida en el margen izquierdo.
16
Añadido en el margen izquierdo del manuscrito.
17
Añadido en el margen izquierdo del manuscrito.
64 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... - Proceder admirable... 65
<5>
su carne a someterse al espíritu.
Tal ha sido, mi querido lector, la vida de Juan Bautista De La Salle, que no se
contentó con proporcionar a los otros ayudas espirituales, sino que fue el primero en
servirse de ellas. Exhortó a los otros a practicar la virtud, y él mismo les dio ejemplo
de ello; y con tanta habilidad, que supo unir muchas virtudes. Así, juntó a la piedad el
celo; al celo, la paciencia; y, a la paciencia, la humildad; son cuatro virtudes que
fueron los elementos de su vida y que serán también la riqueza de este libro, el cual,
por esta razón, se divide en cuatro partes. En la primera se trata de lo que mira a su
infancia y la promoción a las sagradas órdenes; en la segunda se expone el
establecimiento de su instituto; la tercera contiene las [persecuciones que se le han
suscitado]18 oposiciones que encontró en su empresa, y los viajes que hizo para la
propagación del mismo instituto; y en fin, se hace ver en la cuarta cuáles fueron las
principales virtudes y su espiritu. He ahí, en pocas palabras, lo que va a contener esta
obra. Es de esperar que sea de gran provecho espiritual a quienes la lean sin prejuicios
y busquen, no tanto lo que halaga al espíritu, sino lo que aprovecha al alma. Pues al
escribirla, no hemos pretendido más que edificar a las almas, subrayar la gloria de
quien hizo de ello el objeto de su vida, y agradar solamente a Dios, el único a quien
pertenece el honor y la gloria por los sig!os de los siglos. Amén.
18
En el texto esta frase aparece tachada, y sobre ella, entre líneas, se ha escrito: “oppositions qu’il a
rencontrés dan son entreprise”.
66 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 67
<6>
Aviso al lector
Mi querido lector, estamos en una época tan corrompida, y la piedad se halla tan
fría, que la mayor parte (de la gente) se contenta con leer las acciones de los santos,
sin molestarse por imitarlos. Y la mayor ocupación por parte de muchos lectores es
aprobar o desaprobar lo que no pueden saborear en sus lecturas. Si se hace ver de
manera viva las heroicas virtudes que los santos han practicado, dicen que para hacer
otro tanto, habría que ser santos; y, pensando que así encuentran el modo de cubrir su
relajación, se acusan ellos mismos de no trabajar en algo a lo que todos están
llamados, que es la santidad, “sin la cual nadie verá a Dios” (Heb 12, 14)19. Y si las
cosas que se tratan no son muy importantes y brillantes, dicen que uno se detiene a
contar minucias que hubiera sido mejor dejar en eterno olvido; sin pensar que, con
esta queja, se acusan también del poco celo que tienen por su salvación. Pues no
quisieran que se les hablase de cosas fáciles de hacer, y que los santos han hecho,
porque al no tener deseo de imitarlos, sienten vergüenza de que se les pongan ante los
ojos cosas que ellos pueden fácilmente hacer, pero que no tienen deseo de realizar.
Todas estas consideraciones, querido lector, me han impulsado a tomar la resolución
de hacer lo que dijo Jesucnisto, «que no se deben arrojar las perlas a los puercos» (Mt
15, 26)20. Por lo cual, he omitido hablar de algunas pequeñas cosas poco importantes
a los ojos de los hombres que, sin embargo, no dejan de ser grandes delante de Dios. Y
por lo demás, he seguido fielmente las memorias que me entregaron buen número de
personas, la mayoría de ellas, testigos oculares de cuanto relatan, y además, tan
sinceros en todo lo que [avanzan] dicen21, que estoy seguro de que no manifiestan
nada que no sea verdad; pues su piedad, su mérito y su ciencia las ponen por encima
de cualquier engaño. He ahí, querido lector, lo que he creído necesario indicar para tu
satisfacción y la mía, y declaro que, por mi parte, no he añadido nada, sino lo
puramente necesario para unir los distintos asuntos.
19
Referencia bíblica añadida en el margen izquierdo del manuscrito.
20
Esta referencia no aparece en el texto del manuscrito.
21
En el texto se ha tachado “avancent”, y encima, entre líneas, está escrito “dissent”.
68 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 69
<7>
Declaración
22
Esta palabra está tachada en el manuscrito.
70 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 71
<9>
PRIMERA PARTE
CAPÍTULO I
Si al [decir]23 del apóstol san Pablo «los justos son el buen olor de Jesucristo» (2
Cor 2, 15), podemos decir sin halagos que el venerable siervo de Dios Juan Bautista
De La Salle es uno de estos justos, puesto que el buen olor de sus virtudes se ha
esparcido como un bálsamo precioso durante su vida, y esparce aún más suave aroma
después de su bienaventurada muerte, por lo que aumenta cada día la estima que las
personas piadosas habían concebido hacia él. Y lo que debería borrar su memoria del
espíritu de los vivos parece reafirmarla más aún. Y es justo, pues como durante su
vida huyó del honor y se escondió
23
En el manuscrito dice “Si au desire de l’apôtre”. Parece un error de quien escribe, pues tendría que
ser “Si au dire de l’apôtre...”; “desire” está escrito sin acento.
72 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 73
<10>
a los ojos de los hombres para no apegarse sino a lo que parece lo más bajo y
despreciable en el mundo, es justo, digo, sacarle de esa oscuridad en la que ha querido
permanecer oculto toda su vida, para ponerle sobre el candelero, a fin de que el
ejemplo de las virtudes que practicó puedan servir como luminaria a los que lean tan
santas acciones como contiene este libro.
Comenzaremos a hacer el cuadro de sus virtudes por su nacimiento, pero, con todo,
muy brevemente, y sin enredarnos en buscar el origen de su honorable familia en una
aburrida genealogía. Pienso que es suficiente decir que nació en una de las más
importantes familias de la ciudad de Reims, en Champaña. Su padre, que desempeñaba con
[una]24 gran honradez [esclarecida]25 el cargo de Consejero en la Audiencia de la
misma ciudad. Su señora esposa, llamada Nicole Moët, hija del señor Moët,
gentilhombre distinguido por su piedad26. [era hombre de gran piedad y traía su
origen de una familia muy honorable; y queriendo conservar toda su vida el tesoro
de la piedad que había adquirido, buscó el medio de conservarlo incluso en los
compromisos del mundo; y el medio que le pareció más propio fue elegir una esposa
cuya piedad y buenas cualidades estuviesen en conformidad con las suyas; por lo
cual fijó sus ojos en una virtuosa joven de la noble familia de los Brouillet, llamada
Nicole Moët: nadie tan recomendable por su piedad como por su nobleza, y no se
diferenciaba en nada de su marido en las hermosas cualidades que él poseía].
[Este matrimonio fue feliz, tanto por la piedad de quienes lo formaban, lo cual les
atrajo las bendiciones del cielo, como por su dichosa fecundidad], pues nacieron de
este matrimonio siete hijos, cinco varones y dos mujeres, aquel de quien escribimos
la vida era el primogénito27 [que siguieron las huellas de su padre y de su madre, es
decir, que todos fueron muy piadosos. Tres varones fueron sacerdotes, dos de ellos
canónigos de Nuestra Señora de Reims, y el otro fue prior de los28 /canónigo regular/
religiosos de Santa Genoveva; otros dos fueron destinados al matrimonio, así como
una de las hijas, y la otra fue religiosa en Saint Étienne-les-Dames. Tal fue la feliz
posteridad del padre y de la madre de nuestro hombre]29
24
La palabra “une” está tachada y sustituida encima, entre líneas, por “beaucoup de”.
25
La palabra “éclairé” está tachada en el manuscrito.
26
Desde “Su señora esposa..”: frase añadida entre líneas, y sustituye a todo el párrafo que sigue, que
ocupa once líneas, todas tachadas. En la transcripción del CL 4 se omitió esta frase en el texto , pero
se puso en nota a pie de página.
27
Esta frase está escrita entre líneas, encima de la que sigue, que está tachada, “que siguieron... Tres
varones”.
28
Las palabras “fut prieur des” están tachadas, y encima se escribió “chanoine regulier”.
29
Todo el párrafo señalado con itálica está tachado en el manuscrito, hasta donde termina la página 10.
74 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 75
<11>
de Dios30, el cual fue la primicia de su matrimonio y el primero ofrecido a Dios para
que fuera fervoroso ministro de su Iglesia, y obrero evangélico para trabajar en su
viña.
Nació en la ciudad de Reims el 3031 de abril del año 1651 y en seguida fue
regenerado con las aguas del bautismo en la iglesia parroquial de San Hilario, donde
recibió el nombre de Juan Bautista, por un feliz presagio de que él imitaría muy de
cerca a este santo precursor de Jesucristo, tanto por su penitencia como por su celo
por la gloria de Dios y la salvación de las almas. Habiendo sido limpiado de la
mancha original por el santo bautismo, sus padres pusieron especial cuidado para
educarlo en la piedad y en el temor de Dios; y a medida que crecía en edad, también
crecía en sabiduría ante Dios y ante los hombres (Lc 3, 52)32, y se notaba, de día en
día, que este amable niño sentía especial inclinación hacia el estado eclesiástico. Pues
en cuanto supo servirse de sus manecitas, las empleó para construir pequeños
oratorios ante los cuales cantaba e imitaba, a su modo, las augustas ceremonias de la
Iglesia. Y ésa era su principal ocupación, y la que le llevaba a disgustarse por tomarse
los recreos que deseaban que disfrutara. Parecía como si tuviera ya uso de razón, y
como si la infancia o la niñez la hubiese dejado ya a la edad de cuatro o cinco años,
por las preguntas y respuestas que hacía. Así parece, entre otras cosas, por lo que dijo
en cierta ocasión en que sus padres tomaban juntos un recreo; como esto no le gustaba
a él, se fue donde estaba su abuela, y le pidió que le leyera la vida de los santos. Era,
sin duda, un feliz presagio de que imitaría sus santas acciones. Así comenzaba a amar
lo que ha constituido el placer de los santos, es decir, la oración y la frecuentación de
las iglesias, y no tenía mayor placer que cuando su padre le llevaba al oficio divino, al
que era muy fiel. Y era allí donde hacía ver su piedad, aplicándose a ayudar a misa y
anhelando, por decirlo así, desempeñar las funciones de acólito. Pero, ¡con cuánto
fervor y modestia acompañaba sus mínimos movimientos! Atraía la mirada de todos
los asistentes e inspiraba devoción a cuantos le miraban. Así
30
Al haber tachado en el manuscrito los dos párrafos precedentes, y haber quedado una frase sin
tachar, y además completada con una añadidura, la unión con la parte siguiente del texto queda sin
sentido y repetida la idea.
31
El 3 corrige un 2. Esta corrección es, sin duda alguna, de Luis De La Salle.
32
Esta referencia bíblica no aparece en el texto manuscrito.
76 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 77
<12>
crecía de día en día, como planta preciosa que debería llevar mucho fruto. Le pusieron a
estudiar a la edad de ocho o nueve años, [estudios] en los cuales hizo en poco tiempo
maravillosos progresos. La cordura y la dulzura que mostró en ese tiempo le hicieron
apreciado a sus maestros y respetado por sus compañeros, que encontraban en él un
modelo para vivir cristianamente y practicar la devoción en una ocupación que parece
desterrarla en aquellos que no tienen ningún celo por su salvación. Pero lo que le
hacía mucho más apreciable, era que en la práctica de sus pequeñas devociones no
dejaba ver nada que pareciera afectación. Pues era alegre sin ser disipado, devoto sin
mala cara, y daba ya señales de lo que habría de ser un día.
Dios, que veía cómo esta tierna planta empezaba a fructificar, quiso transplantarla al
jardín de su Iglesia y permitió, para ello, que fuese favorecido con un canonicato [y el
canónigo que se lo pasó le decía a menudo: mi joven primo, (la vida de)33 un
canónigo debe vivir como un cartujo y tan retirado como un cartujo, pasando la vida
en el retiro y en la soledad]34, lo que aumentó sobremanera su fervor y su piedad. Al
verse la feliz necesidad de poder decir con el Profeta que «Dios era su parte y su
herencia» (Ps 15, 5)35, fue fiel en cumplir sus obligaciones de canónigo, la principal
de las cuales es recitar el oficio divino; él no dejó de rezarlo ningún día. Pero ¿qué
digo? No esperó a estar provisto con un beneficio para recitarlo. Pues su abuelo,
hombre muy piadoso, que se había impuesto la obligación de rezarlo, le había
enseñado la manera de hacerlo, aún antes de que recibiera la tonsura; él lo recitaba
muy bien, incluso desde joven. Y fue tan exacto, durante el resto de su vida, en
cumplir esta obligación que fue muy difícil [para] impedirle que lo rezara durante las
dolorosas enfermedades que sufrió, durante las cuales se [le] le vio recitarlo con una
piedad capaz de hacer saltar las lágrimas de aquellos que lo presenciaban.
CAPÍTULO II
Va a Cambrai para recibir las órdenes menores; elige un director;
accidente que le ocurrió [en camino]; va a San Sulpicio para
hacer allí su seminario; es ordenado subdiácono
33
Tachado en el texto escrito en el margen izquierdo del manuscrito.
34
Todo lo que va en cursiva en este párrafo está escrito en el margen izquierdo del manuscrito, con una
señal que lo incluye en el lugar en que se copia, aunque tine más sentido si se añade al final de “su
fervor y su piedad”.
35
La referencia de esta cita está escrita en el margen izquierdo.
78 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 79
<13>
las cuatro órdenes menores, se vio obligado a ir de Reims a Cambrai36, donde debía
recibirlas porque la sede arzobispal de Reims estaba entonces vacante. Fue
acompañado en este viaje por varios jóvenes eclesiásticos que iban con el mismo fin.
Cuando estuvo de regreso, se entregó con gran fervor a la práctica de la virtud. Y no
queriendo extraviarse en este camino tan santo, eligió un director que le sirviera de
guía. Pero, ¿qué director elegir? Fue una de las personas más santas y celosas que
había entonces en Reims, y bajo la dirección de este gran37 canónigo y teologal de la
catedral, comenzó a poner los cimientos de su gran piedad. Y aunque en aquel
momento era todavía muy joven, comenzó desde entonces a practicar grandes
penitencias. Así lo ha testimoniado un sacerdote de mérito, que manifestó que este
ferviente acólito, para mortificarse, se acostaba sobre tarugos [de madera]38; lo cual
no es difícil de creer vista la gran mortificación que practicó en este terreno el resto de
su santa vida. Pues muy a menudo se acostaba en camas más adecuadas para impedir
el sueño que para procurar descanso. Y cuando en su comunidad había alguno
enfermo, ante todo le cedía su cama, si era mejor que la suya, y él se acostaba sobre un
simple jergón o sobre algunas sillas.
Fue bajo la guía de este mismo director cuando comenzó a tener gran celo por la
salvación de las almas. Pues como el señor Roland [éste es el nombre de su
director]39 era muy celoso en ese asunto, procuraba inculcar el mismo celo, tanto
como podía, en el alma de su ferviente discípulo. Y al morir, le recomendó con
insistencia, el establecimiento de escuelas para los niños, como él mismo había
establecido las de las niñas; y este santo director tenía tanta confianza en él y estaba
tan persuadido de que no actuaba sino por el espíritu de Dios, que le nombró ejecutor
de su testamento. Lleno, pues, de este divino Espíritu, avanzaba de día en día por el
camino de la virtud. Y Dios que, en palabras del hijo del Sirac, «vela conti-
36
Un aspa en el margen derecho, a la altura de la primera línea, remite a unas líneas escritas en la parte
superior, que dicen: «Las cartas de ordenación dicen formalmente que recibió las órdenes menores
en la capilla arzobispal de Reims, de manos de Mons. Bourbon, obispo de Soissons, encargado por
el Arzobispo Barberini de hacer la ordenación». Estas frases aparecen en el espacio de la cabecera de
la página 13, añadidas por Jean Guibert, sulpiciano, que firma al final de la nota: (JG. ss)
37
Bernard puso aquí un aspa, que remite a otra en el margen derecho, bajo la cual dice: “el señor
Roland, canónigo y teologal de la catedral”.
38
Las dos palabras están tachadas en el texto,
39
Frase tachada en el manuscrito.
80 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 81
<14>
nuamente sobre aquellos que le temen y hacen su voluntad» (Eclo 34, 16)40, velaba de
manera especial sobre él. Realmente, en los comienzos, Él le probó con pequeñas
aflicciones; pero era para acostumbrarle a sufrir otras mayores a lo largo de su vida, y
para hacerle modelo de paciencia que todos podrían imitar. Comenzaba, digo, a darle
a conocer que, al haberle contado entre el número de sus hijos, debía disponerse a
sentir sus azotes, y se lo hizo sentir de esta manera.
Un día nuestro joven canónigo fue al campo, y cuando ya estaba en el camino de
regreso a Reims y le faltaba muy poco trecho por recorrer, no se sabe si (fue) la nieve
que caía entonces con abundancia (lo que) le impidió ver el camino; se sabe, tan sólo,
que cayó en un foso que el viento había llenado de nieve, y pensó que iba a perecer en
él, pues quedó allí casi toda la noche; pudo salir después de grandes esfuerzos que le
causaron una lesión que le molestó el resto de su vida.
Así es como la divina Providencia le preparaba, desde su juventud, para las
aflicciones y adversidades que no le faltaron en el resto de su vida, tal y como se verá
en la tercera parte de este libro.
Fue enviado luego a París para hacer su seminario en San Sulpicio, (casa que se le
puede llamar con razón «arsenal de buenos eclesiásticos»)41, a causa de la piedad y
regularidad en [las cuales]42 se educa allí a los jóvenes eclesiásticos. Digo que fue a
este lugar donde se envió a nuestro siervo de Dios para formarse en la piedad y para
aprender allí las ceremonias de la Iglesia. Tuvo como director espiritual al señor
[Baühin]43, hombre de piedad poco común, que después de haber practicado toda
clase de virtudes, murió en olor de santidad, el 19 de marzo, día en que la Iglesia
celebra la fiesta del gran san José, lo que sucedió hacia el final del último siglo. Este
santo sacerdote tuvo especial cuidado de lo espiritual de nuestro nuevo seminarista, y
al ver cuán inclinado estaba a la piedad, mantuvo con él amistad indefectible, y se la
40
La referencia bíblica de este pasaje aparece en el margen izquierdo del texto.
41
La frase puesta entre paréntesis va rodeada por una línea, tal vez trazada por Luis de La Salle, como
indicando que se quitasen palabras tan elogiosas.
42
En el manuscrito pone “laquelle”, la cual, en singular; lo correcto es el plural, “lesquelles”, las
cuales.
43
El autor escribe Boin, cuando el apellido es Baühin.
82 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 83
<15>
demostró, sobre todo, cuando vino a establecerse en París con los Hermanos de su
comunidad. Pues gastado por la vejez, como estaba, a menudo se molestaba en ir a visitar
a su ferviente discípulo, y mientras aguardaba, cuando no podía hablarle de inmediato, se
arrodillaba en cualquier lugar del huerto o en otra parte, esperando a aquel con quien
no formaba más que «un solo corazón y una sola alma» (Hch 4, 32)44.
Permaneció cerca de dos años en este [incomparable]45 seminario, en el que
ingresó el 18 de octubre de 1670 y del que salió el 29 de abril del año 1672 [a causa de
la muerte de su padre]46, después de haberse ganado, por su edificante conducta, la
estima y el afecto de todos los de esta casa. En este santo lugar fue donde puso el
cimiento de todas las virtudes que practicó a lo largo de toda su vida con tanto coraje
como perseverancia. En este lugar, digo, fue donde se sintió abrasado por el amor a
Jesús y a María. Y en fin, fue en esta casa de Dios donde se consagró a Él de manera
particular. [por el orden del subdiaconado que recibió allí y que luego ejerció con
mucha piedad y exactitud]47.
CAPÍTULO III
Nuestro fervoroso subdiácono, una vez regresado a Reims, tuvo que salir poco después
para ir por segunda vez a Cambrai, donde fueron enviados los ordenandos porque la
sede arzobispal de Reims continuaba vacante. Fue allí donde recibió el diaconado48,
después de haberse preparado y haber tratado de adquirir las buenas cualidades que san
Pablo exige al diácono, cuando dice (I Tim 3, 8-10)49 que “los diáconos deben ser castos,
no tener doble palabra, no estar sujetos al vino ni a las ganancias sórdidas; sino
44
Esta referencia no aparece en el texto del manuscrito.
45
Tachado en el manuscrito.
46
Añadido entre líneas con letra más pequeña, que no es de Bernard.
47
Lo que va entre corchetes está tachado, y es inexacto.
48
Estos datos son erróneos. Bernard no tenía suficiente información sobre esta época de Juan Bautista.
49
Esta referencia viene indicada en el margen derecho del manuscrito.
84 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 85
<16>
que deben conservar el misterio de la fe con pureza de conciencia”; y es preciso,
añade, que «antes de servir sean probados y reconocidos exentos de toda maldad».
Pues bien, nuestro nuevo diácono poseía todas estas cualidades: era casto y veraz en
sus palabras, sobrio en el beber y en el comer, y desprendido de las cosas de la tierra,
conservando gran pureza de conciencia y gran sencillez para creer todos los misterios
de la fe. Por lo tanto, se le podía confiar el ejercicio de este ministerio con toda
seguridad, sin otra prueba que la de examinar la pureza de su vida.
Después de haber recibido este orden sagrado, volvió a Reims donde se dedicó al
estudio de la Sagrada Teología, [en la que realizó gran progreso]50, (y volvió a los
bancos para obtener el doctorado), y hallándose en edad de recibir el sacerdocio,
provisto de la ciencia necesaria, se preparó para ello retirándose al seminario de
Reims. Allí fue donde, pensando en la grandeza del [ministerio]51 sacramento que iba
a recibir, derramó su corazón ante Dios para rogarle que le concediera las gracias
necesarias para ejercerlo de manera que fuese agradable a su Divina Majestad.
Habiéndose dispuesto así a recibir este gran sacramento, [lo recibió y]52 fue ordenado
sacerdote por [el Ilustrísimo Señor]53 M. Le Tellier, arzobispo de Reims, y dijo su
primera misa en la iglesia catedral de la misma ciudad.
No nos detendremos aquí a describir cuál fue la amplitud de su piedad tras la
recepción de este gran sacramento. Nada diremos de su asiduidad a los oficios del
coro. Tampoco nos detendremos a considerar [el buen orden que impuso en su
casa]54, y sólo consideraremos de paso el celo que testimonió poseer después de
haber sido hecho sacerdote del Señor. Pues considerando desde entonces que todo lo
que se refería a Dios también le afectaba a él, como ministro suyo, creyó que no debía
50
La frase entre cochetes está tachada, y va sustituida por la frase que sigue, entre paréntesis, escrita en
el manuscrito entre líneas, encima de la frase tachada.
51
Palabra tachada en el texto, sustituida por sacramento, escrita encima.
52
Tachado en el manuscrito.
53
Tachado en el manuscrito, y sustituido por M., puesto encima, entre líneas.
54
Frase tachada en el manuscrito, sin nada que la sustituya.
86 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 87
<17>
tolerar nada que pudiera deshonrar la casa de su divino Maestro. Por ello, al ver que
un sacerdote se alejaba del deber que debía a Dios y a la Iglesia, le afrontó con tanto
coraje y celo que le forzó a salir de la ciudad.
Nuestro hombre de Dios, después de haber sido consagrado por la unción santa del
Señor, se aplicó cuanto pudo a continuar el estudio de la sagrada teología, en la que
realizó tan gran progreso, que pronto fue capaz de recibir el bonete de doctor. Y en
efecto, [lo recibió con el aplauso de cuantos componían entonces la célebre
universidad de Reims]55. Mas su dedicación a los estudios no le impidió entregarse a
sus ejercicios de piedad, ni tampoco a los asuntos de que estaba encargado [que no
eran pocos]56. Pues fue responsable de todos los asuntos de su familia a la muerte de
su padre y de su madre, por ser el primogénito de [todos]57 sus hermanos y de sus
hermanas; y tenía tan gran clarividencia para llevar todos los asuntos que
sobrevenían, que se hubiera dicho que nunca había desempeñado otro oficio.
Igualmente, siempre se ha reconocido que estaba al tanto de todo, y que penetraba
hasta el fondo [de una cosa]58 cuando los demás habían captado sólo la superficie. No
solamente estaba encargado de los asuntos familiares, sino también de la casa de los
huérfanos59, establecida en Reims por el señor Roland, canónigo y teologal de la
misma ciudad, que le había nombrado ejecutor de su testamento y encargado de
conseguir la aprobación de dicha comunidad.
¿Cómo actuaría este celoso siervo de Dios con tan numerosos asuntos? ¿Podría
realizarlos todos? ¿O acaso los abandonaría, pensando que no podría lograrlo? No,
no. Al contrario, demostraría que quienes le encargaron de ellos no estaban
equivocados en la elección que habían hecho de su persona para llegar hasta el final.
Y el espíritu de Dios que le guiaba, haría que los terminase felizmente, como vamos a
ver.
La primera cosa que atendió nuestro devoto canónigo, fue dedicarse con todas sus
fuerzas a conseguir la aprobación del establecimiento de las [huérfanas]60. Y gracias
a los cuidados y atenciones que tuvo, logró terminar este asunto felizmente; ya que el
Señor cooperaba con su siervo, el cual no trabajaba más que para su mayor
55
Frase tachada en el manuscrito.
56
También esta frase está tachada.
57
Está tachado y sustituido por “mesires”, que no lo traducimos, ya que no se usa en español la
expresión francesa.
58
En el manuscrito se añade esta expresión entre líneas, y se coloca al final de la frase.
59
En el texto manuscrito pone “huérfanas”, y se ha corregido poniendo el masculino.
60
La palabra está tachada, y no se pone ninguna otra.
88 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 89
<18>
gloria, pues esta comunidad fue [reconocida por el Rey, el]61 Parlamento, y por toda
la ciudad de Reims. Se necesitaba una persona de virtud y de buena conducta, tal
[como es el Señor de La Salle]62 para llevar hasta el final asunto tan difícil. [¿Pero
qué digo difícil?]63. Nada se le hacía difícil cuando se trataba de la gloria de Dios, por
penoso que pareciera y poco fácil de conseguir. En tales ocasiones, ponía su
confianza en Dios y decía: «Si es su obra, se solucionará»; y luego, realizaba todo lo
necesario para contribuir con todas sus fuerzas al éxito de sus empresas. Tal era la
conducta de este santo sacerdote en estos comienzos. Pero si tan edificante es ahora,
[prepárate, lector, a escuchar cosas]64 todavía más maravillosas en la continuación
de este libro. Leed, pues, con atención todo lo que sigue y haced que surja en vosotros
el deseo de imitar en algo a este siervo de Dios.
CAPÍTULO IV
Los santos no han llegado de golpe a este alto [grado]65 estado de perfección en el
que los encontró la muerte. Han llegado a ello, más bien, poco a poco y han subido,
por decirlo así, de peldaño en peldaño para llegar a la meta que se proponían. Y Dios,
por quien trabajaban, les proporcionó numerosas ocasiones para perfeccionarse,
tanto con las tentaciones en las que permitió que permaneciesen durante mucho
tiempo, como con las dificultades que el mundo les puso: algunas veces por pequeños
disgustos, otras por ciertas reprensiones que les han hecho, o en fin, por el poco
aprecio que el mundo hizo de ellos y de sus acciones. Todas estas cosas, digo, les han
servido de acicate para avanzar rápidamente por el camino de la virtud.
Tal fue la conducta que Dios siguió con nuestro virtuoso canónigo. Permitió que
tuviera contradicciones, que sufriera pequeñas dificultades por parte de quienes
61
Tachado en el manuscrito.
62
Frase tachada en el texto, pero encima, entre líneas, se añadió “qu’il étoit”, como era.
63
Frase tachada en el manuscrito.
64
Frase tachada en el manuscrito.
65
Palabra tachada en el manuscrito.
90 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 91
<19>
tenía más cerca, y, en fin, que fuera censurado por personas que ellas mismas
merecían [ser censuradas]66 serlo. Todo esto le sirvió mucho; pues como Dios le
eligió desde el vientre de su madre para establecer un estado en el cual debería vivir
en pobreza y abyección, comenzó a probarlo con cosas en las que, al parecer, no haría
falta detenerse, ya que parecen de poca monta a los ojos de quienes sólo aman lo que
brilla; pero hemos creído necesario detenernos en ello porque la divina Providencia
se manifiesta en ellas de manera particular.
Como Dios le había escogido, lo acabamos de decir, para vivir en la pobreza,
suscitó algunas personas que encontraron algo que reprochar a su excesiva pulcritud;
y una de ellas llegó a decirle que en el mundo se le tenía como persona que se excedía
en sus vestidos, y que parecía un presumido. [¿Qué dices tú de esto, gran siervo de
Dios?]67. La indiscreción de estas personas, ¿no os causan pena? ¿Pero qué digo?
Vuestra virtud os ponía por encima de todo esto, y experimentabais en vuestra
persona lo que dice san Pablo de los amigos de Dios: “todo contribuye —dice— al
bien de los que aman a Dios” (Rom. 8,20)68. Nuestro virtuoso canónigo, en efecto,
aprovechó tan bien esta pequeña censura, que desde entonces comenzó a descuidar su
exterior, sin mostrar, en absoluto, nada que pareciera desaseado. En lo sucesivo
demostró cuán poco apegado estaba a la belleza y al excesivo cuidado de sus vestidos,
pues se le ha visto llevarlos parecidos a los de los Hermanos de su Instituto, y zapatos
toscos como los de los campesinos y personas de barriada. De este modo comenzó
este santo sacerdote a abrazar la pobreza, sin otro fin que no ser piedra de escándalo a
los que encontraban motivos de censura en su conducta, pues no pensó nunca hacer lo
que después hizo.
¿Pero qué diremos de lo que hizo para vencer el sueño, del que confesó él mismo
que era su mayor enemigo,
66
Palabras tachadas en el texto, reemplazadas, entre líneas, por “l’être”, serlo.
67
Esta frase está tachada en el manuscrito.
68
La referencia de esta cita bíblica está escrita en el margen derecho.
92 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 93
<20>
pues era la causa de que no se encontrase a tiempo a maitines, ya que a menudo era
necesario despertarle, pero en vano, pues se volvía a dormir contra su voluntad, lo que
le producía disgusto. Se vio obligado hasta la muerte a combatir este enemigo que, sin
embargo, es tan necesario a la naturaleza para reparar las fuerzas que ha perdido
durante el día. Y el cuidado que puso para combatirlo no fue inútil, pues
posteriormente pasó muchas veces noches enteras entregado a los asuntos de su
Instituto o a componer libros. Y cuando no quería dormirse durante sus oraciones,
ponía una piedra en el reclinatorio en que se arrodillaba, colocada de tal forma que, si
se dormía, dejaba caer la barbilla sobre la piedra, lo que le causaba mucho dolor y
[era buen medio de hacerle]69 le hacía victorioso sobre su enemigo.
Qué diremos de su caridad para asistir a los pobres, darles limosna y visitarlos, y
cumplir así la palabra de Jesucristo, que dice que considera hecho a sí mismo lo que se
hace al más pequeño de los suyos (Mt 10, 40)70. Penetrado como estaba de estas
palabras, no perdía ninguna ocasión de hacer el bien a los miembros de este amable
Salvador, sin rechazar nunca las incomodidades que podía encontrar71 en ello; esto se
vio particularmente cuando fue a ver a un enfermo, que le arrojó el caldo sobre la
sotana, lo cual no le causó disgusto alguno, y volvió a su casa en ese estado.
¡Oh Dios, qué no conseguís que haga la gracia cuando toca un corazón! Hace que
se abrace generosamente lo que el mundo mira con desprecio, y logra que se pisotee
todo lo que él estima. Lo ves, mi querido lector, en la persona del Señor de La Salle, el
cual encuentra gozo72 en lo que otros muchos consideran horror, y no mira nada como
algo bajo o despreciable ante Dios, sino el pecado.
Qué diremos, en fin, de su mortifìcación, que fue tan grande en los comienzos, que
se esforzó varias veces para no comer nada desde el Jueves Santo hasta el Domingo
de Pascua, contentándose sólo con un caldo al día; y no comenzaba a tomar la comida
sino en la tarde del domingo. Pero esta clase de penitencia le debilitó de tal forma el
estómago
69
Frase tachada, sustituida por “le rendait”, le hacía.
70
Referencia bíblica escrita en el margen izquierdo del manuscrito.
71
En el texto ponía “rencontraire”, y está corregido por “rencontrer.
72
En el texto decía “se faisait un plaisir” (encontraba gozo), y se corrigió a “se fait un plaisir”
(encuentra gozo).
94 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 95
<21>
que no podía retener nada y se veía forzado a arrojar los alimentos tal como los había
tomado; de manera que quien hubiera querido seguirle en las calles, cuando iba a la
iglesia, no hubiera tenido mucha dificultad, pues el camino por donde él pasaba
estaba señalado por sus continuos vómitos. Quiso practicar una penitencia parecida
cuando vivía con los Hermanos, y pasó toda la Semana Santa en oración, en uno de
los lugares más apartados de la casa, sin tomar ningún alimento; pero le sobrevinieron
las mismas molestias y se vio obligado a moderar su fervor y a no afligir tan
despiadadamente al cuerpo, que era incapaz de soportar tan grandes rigores, ya que
había sido educado y alimentado muy delicadamente; y todas estas mortificaciones le
causaban grandes incomodidades. Pero se acostumbró de tal manera, a lo largo de su
vida, que practicó severas mortificaciones, sobre todo en el comer, como se podrá ver
en esta obra. Y como sentía gran dificultad en comer la comida de los Hermanos, que
es muy [tosca]73 común, se esforzó con tanto ánimo a vencerse en este asunto, que se
acostumbró a comer las cosas más bastas: el pan más moreno; las verduras peor
preparadas y, algunas veces, medio cocidas, las cuales constituían sus platos más
deliciosos. Y he aquí lo que dijo una persona bondadosa que le conoció
particularmente. Esta persona, dirigiéndose a un Hermano del Instituto de nuestro
bienaventurado, le dijo: “tenéis un padre que es un santo, pues al ver con la delicadeza
con que fue alimentado en la casa paterna, y ver cómo se trata, después de la vida
inocente que ha llevado, es sorprendente. Será preciso que, a la hora de la muerte,
pida perdón a su cuerpo, como san Francisco, por haberlo maltratado tanto”.
CAPÍTULO V
73
La palabra “grossière” está tachada, y encima, entre líneas, se lee “commune”.
74
En el manuscrito hay una falta evidente de concordancia en el título francés. Dice “ce rencontre” y
debe ser “cette rencontre”.
96 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 97
<22>
los niños que no cesaban de pedir pan, había llegado, y el hombre de Dios cuyas
virtudes describimos estaba preparado, como otro Isaías, para ir donde la Providencia
quisiera enviarlo, aunque, por otro lado, no tuviera la idea de hacer lo que hizo. Dios
le facilitó una ocasión que debía ayudarle a la ejecución de lo que Él había previsto
desde toda la eternidad. Y cuando reconoció que la voluntad de Dios era aquélla, se
entregó a ella con tal celo que nada fue capaz de hacerle abandonar su empresa:
trabajos, obstáculos, persecuciones..., todo esto no pudo apartarle de realizar la obra
de Dios; al contrario, parece que todas estas cosas eran aceite que servía para reavivar
su celo. ¡Feliz eres, gran siervo de Dios, por tener este parecido con los santos que te
precedieron! La obra que has establecido es demasiado opuesta al imperio del
demonio; el mundo no puede aprobarla, porque combate sus sentimientos; y la carne
no quiere someterse a ella, porque esta obra misma enseña a dominarla. He ahí por
qué estos tres enemigos del hombre te han presentado tantos asaltos [que combatir]75.
Pero, al parecer, esto era necesario para que la virtud de nuestro celoso canónigo se
viese probada, para que su Instituto, como los árboles jóvenes, adquiriese raíces más
fuertes ante los grandes vientos de las persecuciones. He ahí, pues, la manera como
nació el instituto de los Hermanos de las Escuelas cristianas. Nuestro siervo de Dios
lo ha relatado él mismo, en resumen, en un manuscrito que se encontró, escrito de su
propia mano, y que tuvo escondido durante más de veinte años, y que felizmente se
descubrió [durante su viaje a Provenza]76; pues siempre se ha reconocido en él gran
reserva en hablar de lo que le afectaba; y fue probablemente la obediencia la que le
llevó a escribirlo; y sin duda su confesor no pudo mandarle algo tan opuesto a su
humildad. De este manuscrito sacaremos todo lo que vamos a decir hasta el año
catorce de su institución,
75
Las palabras “à combattre” están tachadas en el manuscrito.
76
Esta frase está tachada en el manuscrito.
98 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 99
<23>
pues este escrito no va más allá. Añadiremos solamente lo que su humildad le forzó a
dejar en silencio.
En el año 1679, el señor de La Salle era ejecutor del testamento del señor Roland,
canónigo teologal de la iglesia catedral de Reims, que falleció el 28 de abril de 1678.
Cuando el señor de La Salle [había alcanzado ya la edad de 28 años]77, llegó a Reims
un hombre de unos 55 años, natural [de la ciudad]78 de la diócesis de Laon, quien
venía de Ruán, donde había iniciado las escuelas gratuitas para muchachos, y había
servido mucho en su establecimiento. Iba a la citada ciudad de Reims, [con un joven
de 14 años]79, enviado por la señora Maillefer, para tratar de establecer escuelas
gratuitas similares. Pero, para entender mejor el asunto, es preciso remontarse más
atrás y decir algo de la señora que les enviaba a Reims.
La señora Maillefer era natural de Reims y estaba establecida en Ruán, donde vivía
habitualmente con el señor Maillefer, su marido, que era tesorero del Parlamento de
la misma ciudad. Esta virtuosa señora sobresalió en la práctica de las virtudes y sobre
todo por el celo que tuvo por la instrucción de la juventud. Por eso fundó escuelas
para las niñas en Darnetal, cerca de Ruán. Quiso extender su caridad al lugar de su
nacimiento, y procuró el establecimiento de escuelas para los muchachos, como
veremos en seguida. En fin, después de haber practicado las virtudes cristianas, murió
y fue a recibir en el cielo la recompensa de su caridad y su celo. Su memoria está, aún,
en olor de santidad en la ciudad de Ruán, donde ella está enterrada en el cementerio de
San Nicasio; y Dios, para manifestar su santidad, ha obrado varios milagros.
Esta virtuosa señora, que deseaba ofrecer el establecimiento de una escuela para
niños en la ciudad de Reims, creyó haber encontrado la ocasión de efectuar su
voluntad con la llegada del señor Roland a Ruán, que fue a predicar la cuaresma.
77
Frase tachada en el manuscrito.
78
Frase tachada.
79
Tachado en el manuscrito.
100 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 101
<24>
Adoptó con él los medios necesarios para triunfar en su empresa, y acordaron
finalmente enviar a Reims al señor Nyel, que es la persona de la cual hemos hablado
anteriormente. Esta señora le entregó un escrito por el cual prometía donar por él y
por su compañero cien escudos de pensión anuales. El señor Nyel, llegado a Reims
como ya hemos dicho, se dirigió en primer lugar a la superiora de la comunidad de las
huérfanas, a quien había conocido personalmente en Ruán, donde había sido
superiora de las escuelas de niñas del reverendo padre Barré, y que el señor Roland
había obtenido de dicho padre para iniciar su comunidad de Reims. Así pues,
habiéndose dirigido a esta superiora para hablarle del motivo de su venida a esta
ciudad, llegó, por efecto de la divina Providencia [y no por casualidad]80, cuando el
señor Nyel estaba a punto de entrar en la casa de las Hermanas [huérfanas]81, el señor
de La Salle y entró al mismo tiempo que él, sin que ni uno ni otro se conocieran. Por lo
cual, sin hablarse, fueron el uno [y el otro]82 al locutorio, y el otro a [l interior de] la
casa donde tenía que hacer. Así el señor Nyel, que había quedado en el locutorio,
expuso a la superiora el motivo de su viaje, y después de haber conversado durante
algún tiempo, rogó a nuestro santo sacerdote que entrase en la sala donde ellos
estaban, después de la petición que le hizo el señor Nyel, y de que ella le hubiese
informado de su prudencia, de su gran don de consejo y de su probidad. Este honesto
hombre se llenó de alegría al encontrar a una persona como nuestro siervo de Dios,
para ser aconsejado en su empresa. El señor de La Salle entró, pues, donde estaban; la
superiora expuso, ante todo, el proyecto del señor Nyel y le dijo que debía alojarse en
la casa del hermano de la señora que le enviaba. El siervo de Dios intuyó de inmediato
que el asunto fracasaría si se tomaba esta medida, y explicó al señor Nyel el
inconveniente, y que esto sólo podría impedir el éxito de su designio, pues al alojarse
en aquella casa, era imposible que al poco tiempo no se supiera en la ciudad el motivo
de su venida; y que, como
80
Frase tachada en el manuscrito.
81
Palabra tachada en el manuscrito.
82
Tachado en el manuscrito.
102 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 103
<25>
[los Señores de la ciudad habían puesto muchos obstáculos al establecimiento de las
niñas, y que ellas no se habrían abierto a no ser por la autoridad de Monseñor el
arzobispo, en cuanto]83 vieran de nuevo promover escuelas de niños por personas
desconocidas, ellos se informarían de todos sus propósitos y podrían echarlos fuera,
por el temor de que se hiciera algún otro establecimiento contra su parecer. Y uniendo
la hospitalidad al consejo, aseguró al señor Nyel que podía ir a alojarse a su casa84, y
que estaría allí más seguro, porque esto no extrañaría; pues, como iban allí, a menudo,
eclesiásticos o curas del campo, creerían fácilmente que era uno de ellos, visto que
llevaba cuello (rabat), cabellos cortos y hábito negro; y que, por otro lado, no le
importaba lo que pudiera decirse; añadió que estaría tranquilo y pasaría desconocido
de todos, y que podía pasar unos ocho días; durante ese tiempo se tomarían medidas
para hacer triunfar su proyecto; después iría a Nuestra Señora de Liesse, donde decía
que tenía que ir; y, en fin, a su regreso podría comenzar las escuelas.
En vano podríamos esforzarnos en expresar cuál fue la alegría de este buen hombre
ante tan ventajosas ofertas; y parece que baste decir que aceptó de inmediato todo lo
que propuso el señor de La Salle; y esto con tanta mayor alegría cuanto mayor
desconcierto tenía sobre la forma de actuar. Pero dejemos al buen señor Nyel rebosar
de alegría, y admiremos la bondad y la caridad de nuestro santo sacerdote, que, sin
estar obligado, recibe y aconseja tan caritativamente a un extraño a quien no conocía
de nada, y esto para procurar la gloria de Dios y la salvación de las almas. Se
compromete sin pensar en llegar a ser el sostén de este nuevo establecimiento. Pero
¿en qué piensas, hombre de Dios, al comprometerte tan fácilmente en favorecer esta
empresa? ¿no prevés que tanta
83
Todo el párrafo tachado en el manuscrito (cuatro líneas).
84
En el margen derecho se indica: “abreviar”.
104 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
1 - HNO. BERNARD 105
<26>
bondad te atraerá muchas penas e incluso persecuciones? Dejemos, dejemos, querido
lector, a este siervo de Dios ejercer la caridad. La mano de Dios está con él y no puede
hacer sino el bien. Y si es hombre de Dios, debemos creer que no actúa sino por su
divino Espíritu, y que este mismo Espíritu es quien le lleva a declararse protector de
una obra tan santa, de la cual le veremos bien pronto como su cabeza.
CAPÍTULO VI
Durante los ocho días que el señor Nyel permaneció en casa del señor de La Salle,
éste puso mucho cuidado para lograr sin obstáculos el establecimiento de las
escuelas. Para ello consultó con varias personas de piedad este asunto, y entre otras,
con el reverendo padre [de]85 Bretagne, benedictino, prior, a la sazón, de la Abadía de
[Nirs]86 San Remigio de Reims y después de Saint Germain-des-Prés, en París, a
quien nuestro siervo de Dios conocía personalmente. Trató esto con este buen Padre y
algunos piadosos eclesiásticos para tomar las medidas que asegurasen el éxito; cada
uno expuso su pensamiento sobre lo que creían que se debía hacer, y opuso las
dificultades que pensaba que podían sobrevenir al estableci[miento de una cosa tan
opuesta a la voluntad de los Señores de la ciudad]87. Pero nuestro siervo de Dios,
esclarecido por las luces del cielo, solucionó todos los obstáculos, con la propuesta
que hizo. “Me parece, —dijo— que no hay mejor medio para comenzar con
seguridad estas escuelas, que poner a los maestros que las deben comenzar bajo la
protección de un párroco que quiera encargarse, y manifestar que él es quien los
emplea en la instrucción
85
Tachado en el manuscrito.
86
Tachado en el manuscrito.
87
Texto tachado en el manuscrito.
106 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 107
<27>
de sus parroquianos; y [no habrá nadie que pueda poner obstáculos]88. El tiempo
demostró la verdad de lo que él había adelantado, por el feliz éxito que se siguió; y, al
contrario, si se hubiera procedido de otro modo, la cosa no hubiera resultado bien,
según todas las apariencias. Así su propuesta fue recibida por todos los de la asamblea
con extrema satisfacción. Después, examinaron bajo la autoridad de qué párroco se
podría emplear a los maestros. [Se propusieron cuatro, que nuestro hombre de Dios,
cuyos puntos de vista eran admirables]89, examinó uno después [de otro; y dijo del
primero que no era estimado de sus superiores; respecto del segundo, que no se
debía pensar en él, porque no tenía suficiente celo; y del tercero, que era sobrino del
señor oficial, a quien debía cuanto era, y bastaría, sin duda, que su tío le dijera que
despidiese a los maestros para no poderle contradecir; aunque el reverendo padre
Bretagne se inclinaba a su favor, el resto de la asamblea convino fácilmente con todo
lo que había dicho el señor de La Salle, tanto del tercero como de los otros dos. Ellos
creyeron90 que no debían poner]91 los ojos sobre ningún otro distinto del señor
párroco de San Mauricio, en quien no se encontraba ningún inconveniente, y que
además poseía suficiente piedad, celo y firmeza para sostener lo que hubiera
emprendido. ¿Qué dices, querido lector, de la sabiduría y de la prudencia de este
hombre de Dios? ¿No parece [que no se ha dedicado a otra cosa durante toda su
vida? ¿No parece que penetra los espíritus y sabe de qué son capaces?]92. Esto es
también algo que siempre se ha notado en él: el discernimiento de espíritus. Una vez
se le escapó decir que le bastaba con oír seis palabras de una persona para conocer su
forma de ser. Pero volvamos a nuestra asamblea, que había puesto los ojos sobre el
señor Dorigny, párroco de San
88
Texto tachado en el manuscrito.
89
Texto tachado en el manuscrito.
90
En el manuscrito hay una falta de escritura. Pone “ils current” en vez de “ils crurent”.
91
Todo este texto está tachado en el manuscrito.
92
Texto tachado en el manuscrito.
108 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 109
<28>
Mauricio, para poner la nueva escuela en su parroquia y bajo su protección. Le
hicieron la propuesta. El señor párroco se sintió muy a gusto con tal proposición y
dijo que en aquel momento tenía el propósito de poner una escuela gratuita en su
parroquia llevada por un eclesiástico93 que él quería comprometer a residir con él. Se
avino, asimismo, a alojar a estos maestros de escuela en su casa, lo cual hacía el
proyecto aún más seguro. Se creyó que se contentaría con los cien escudos de pensión
que la señora Maillefer proporcionaría anualmente a los dos maestros que atenderían
esta escuela, que fue felizmente puesta en marcha gracias a los cuidados del hombre
de Dios.
El señor Nyel, una vez que hubo comenzado esta escuela, iba de vez en cuando a
visitar a su caritativo bienhechor, que no se enfriaba en su trato, y procuraba prestarle
toda la ayuda que podía, sin más obligación que la que su caridad le sugería. Y este
hombre honesto, por su parte, procuraba manifestarle el testimonio de su gratitud, por
la confianza que manifestaba tener en él. Era también un hombre de bien, que poseía
gran celo por la gloria de Dios, y que buscaba por todos los medios posibles, como
vamos a verlo.
Apenas iniciada la escuela de San Mauricio, este hombre honesto, que era muy
insinuante, supo que una señora viuda, de la parroquia de Santiago, muy rica y sin
hijos, tenía el deseo de fundar una escuela en su parroquia; se tomó la libertad de ir a
visitarla, y le dijo en qué se ocupaba, lo que había hecho en Ruán y lo que había
venido a hacer en Reims; le dijo que había conocido que ella tenía el deseo de
establecer una escuela y le propuso que, si ella quería, él podía realizarlo. Y como
temía que su petición fuese rechazada, añadió que tenía el honor de ser conocido del
señor
93
En el margen izquierdo se indica “abreviar”.
110 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 111
<29>
de La Salle, canónigo de Nuestra Señora, quien podría ayudarle a realizar lo que ella
deseaba. Y acertó muy bien, pues esta señora, que no ignoraba quién era el señor de
La Salle y estaba bien informada de sus méritos y probidad, mostró gran deseo de
hablarle, y aseguró al señor Nyel que era cierto que deseaba fundar una nueva
escuela.
Este hombre bondadoso, inundado de alegría, se fue inmediatamente a encontrar al
hombre de Dios, y le94 refirió todo lo que había pasado entre él y la señora l’Évêque,
llamada también des Croyères95, y para terminar le dijo que ella deseaba hablarle96.
Nuestro virtuoso canónigo quedó un poco sorprendido por esta petición. Sin
embargo, viendo que se trataba de la gloria de Dios y de la salvación de las almas, fue
a encontrar a dicha señora, quien, encantada de verle, le propuso el proyecto que
tenía, y la satisfacción que sentía por haber encontrado la ocasión de ejecutarlo
durante su vida. Ella le rogó con insistencia que comenzase lo antes posible esta
nueva escuela, prometiéndole que para la próxima [para entonces]97 Pascua le daría
la suma de 500 libras, para la pensión de los dos maestros por año, y que luego
suministraría la suma de 10.000 libras, en un fondo que produciría una suma similar
de 500 libras de renta, o bien seguiría dando dicha suma de 500 libras [actualmente]98
por año; que le bastaba elegir una de las tres propuestas. Nuestro celoso canónigo,
admirado por la bondad de esta virtuosa dama, se rindió a su deseo, y ella no falló en
enviarle, en la Pascua siguiente, las 500 libras que había prometido. Ella murió seis
semanas después, por lo cual [ella no ejecutó]99 nada de lo que había prometido pudo
efectuarlo durante su vida; pero las 10.000 libras han quedado siempre [desde
entonces en manos del ejecutor de su testamento, que no ha dejado nunca de entregar
todos los años dicha suma de 500 libras a los Hermanos que han sucedido a los
maestros de escuela; hasta que al fin, los fondos se pusieron en renta en el
Ayuntamiento de la ciudad de París; y este fondo fue reembolsado el año 1720 en
billetes moneda100, que por entonces
94
En el manuscrito está repetido “et lui” (y le). Una de las veces, está tachado.
95
En el texto aparecía Coyers; se tachó y se puso encima Croyères.
96
Indicación en el margen derecho: “abreviar”.
97
Tachado en el texto.
98
Tachado en el texto.
99
Tachado en el texto.
100
Entre líneas se ha añadido “de banco”.
112 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 113
<30>
eran de curso legal “por entonces”101 por falta de dinero. Pero Dios, que tiene
cuidado de todo y sobre todo “cuidado”102 de sus fieles siervos, ha provisto, por otra
parte, con los cuidados de su divina Providencia, a las necesidades de estos buenos
Hermanos, y ha inspirado a gentes de bien de la ciudad de Reims que derramasen y
extendieran sobre ellos sus caridades y liberalidades para suplir a esta falta]103.
Así fue como Dios se sirvió de estas dos personas, a saber, el señor Nyel y la señora
l’Évêque, para llevar al señor de La Salle a encargarse de estas escuelas, en lo cual no
había pensado nunca, como ya lo hemos señalado anteriormente, y como él mismo lo
testifica en su manuscrito. Es cierto, sin embargo, que varias personas que él conocía
y que habían estado vinculadas al señor Roland, le habían sugerido algunas veces que
debía establecer las escuelas para los niños, como el señor Roland las había
establecido para las niñas. Pero esta propuesta no había entrado jamás en su mente, y
nunca tuvo la más mínima idea de ejecutarla, sobre todo porque se veía provisto de la
canonjía, encargado de la comunidad de las Hermanas [huérfanas]104 y del gobierno
de su familia. Y si, en este tiempo, hubiera creído que este compromiso le iba a
obligar en lo sucesivo a convivir con estos maestros de escuela, jamás hubiera
asumido cuidar ni de los maestros ni de las escuelas. Pues como naturalmente, él no
tenía en mucho el estado de estos maestros, que eran muy simples, y le hubiera
resultado105, por consiguiente, una penitencia insoportable pensar que debía
permanecer y convivir con ellos; [y]106 esto le hizo sufrir mucho al inicio, cuando les
hizo ir a su casa, lo que ocurrió dos años después.
¿Qué dices, gran siervo de Dios? ¿Pretendes ocultar el brillo de tus virtudes con
todo lo que acabas de decir de ti mismo? ¿Pretendes que lo que dices de tu
repugnancia haga disminuir la estima que todo el mundo ha concebido hacia ti? No,
no; y sufre que nos tomemos la libertad de decir que felizmente te equivocas en esto.
Lo que dices para humillarte sólo sirve para hacer que te estimen más. Y la
repugnancia que
101
Se repite la expresión “pour lors”, encima de la primera línea de la página.
102
Entre líneas se añade otra vez “soin” (cuidado).
103
Todo este párrafo está tachado en el manuscrito.
104
Palabra tachada en el manuscrito.
105
La expresión en francés es “ce lui aurait été”; esta frase corrige, entre líneas, la que estaba antes: “il
en aurait reçu”.
106
Tachado en el original.
114 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 115
<31>
has manifestado que tuviste para encargarte de personas tan diferentes a tu condición
y buenas cualidades, sólo sirve para comprender que es Dios quien visiblemente te ha
llevado a emprender para su mayor gloria lo que has hecho, y que no habrías jamás
[osado]107 pensado hacer, ni siquiera tocar con la punta del dedo.
¿Qué piensas, querido lector, de todo lo que se acaba de decir de este hombre de
Dios? ¿No te das cuenta de qué manera lo atrajo Dios a sí, sin que él lo percibiera?
Ciertamente, si comienzas a hacer esta piadosa constatación, podrás hacer otras más
en la segunda parte, en la que vamos a entrar, con la ayuda del Todopoderoso, en la
que notarás cómo Dios le dispone, sin que él lo piense siquiera, para hacer lo que
tanto le repugna. Pues [en un día]108 hoy da un paso, al día siguiente, da otro; de
manera que sin darse cuenta, [se encuentra que sale y abandona su indiferencia, y]109
se halla felizmente atrapado en las redes de Dios, como un pez; con esta diferencia,
sin embargo, que el pez, cuando está preso, hace todos los esfuerzos por liberarse,
mientras que nuestro siervo de Dios, al quedar preso, no ha buscado los medios de
liberarse, sino que [al contrario, ha quedado firme como una roca y]110 se ha
complacido en esta feliz necesidad.
107
Palabra tachada en el texto.
108
Tachado en el manuscrito.
109
Toda la frase está tachada en el manuscrito.
110
Frase tachada en el manuscrito.
116 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 117
<32>
SEGUNDA PARTE
CAPÍTULO I
La divina Providencia atrae hacia ella, a quien quiere y cuando lo quiere111, para
trabajar en bien de las criaturas; sin embargo, a los que elije no les da a conocer las
dificultades y trabajos en que los compromete; hace que quienes tienen la dicha [de
esta feliz elección de]112 de ser elegidos para trabajar en la obra de Dios, se
comprometan y trabajen en ella con tanto más ardor cuanto que no captan de
inmediato que ya se han puesto manos a la obra; que nadie es bastante osado para
atreverse a poner dificultades a una cosa que sólo tiende a la gloria de
111
En el texto estos dos términos están invertidos: Cuando quiere y a quien quiere.
112
Tachado en el manuscrito, y sustituido encima, entre líneas, por “d’être choisi pour”: de ser elegidos
para.
118 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 119
<33>
Dios. Y por otro lado, Dios, que es la sabiduría por excelencia y que conduce todas las
cosas a su fin, no les da a conocer sobre el terreno lo que tendrán que sufrir, porque
esto podría quebrar su coraje e inducirlos a abandonar su compromiso. Pero Él los
atrae y los impulsa, imperceptiblemente y sin que lo piensen, a [poder emprenderlo y
esperar ciegamente de]113 hacer todo aquello a lo que les ha destinado.
Así es como Dios se condujo con su siervo Juan Bautista de La Salle, cuando lo
eligió para fundar la sociedad de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Pero, para
comprender mejor el proceder de la divina Providencia con él, escuchémosle hablar a
él mismo: «Dios, que gobierna todas las cosas con sabiduría y suavidad, y que no
acostumbra a forzar la inclinación de los hombres, queriendo comprometerme a que
tomara por entero el cuidado de las escuelas, lo hizo de manera totalmente
imperceptible y en mucho tiempo; de modo que un compromiso [que]114 me llevaba a
otro, sin haberlo previsto en los comienzos».
Todo este discurso del señor de La Salle muestra con suficiente claridad que de
ningún modo buscó erigirse como fundador [y de quererse apropiar de un título]115,
como algunos espíritus retorcidos le han acusado con muy mala intención; y con este
prejuicio, han tomado ocasión de perseguirlo, como si hubiera pretendido el poder y
la superioridad, cosa hacia la cual sentía, [muy]116 al contrario, mucha repugnancia,
teniendo siempre el deseo de ser el último entre sus Hermanos. Lo cual [que]117 les ha
dado a conocer en todos los encuentros [y]118; [e] intentó, en varias ocasiones,
abandonar el cargo de superior para poner en su lugar a un Hermano; pero al no
conseguirlo, ha tratado [pues]119 siempre de ponerse [y de reducirse]120 a los pies de
todos los Hermanos, como se verá en la parte cuarta de este libro.
Pero sin alejarnos más de nuestro tema, es preciso volver cuanto antes, y mostrar
cómo la Providencia disponía todas las cosas para preparar al señor de La Salle
113
Toda la frase está tachada en el manuscrito.
114
Tachado en el texto; error del que escribe.
115
Tachado en el manuscrito.
116
Tachado en el manuscrito.
117
Tachado en el manuscrito.
118
Tachado en el texto.
119
Tachado en el texto.
120
Frase tachada en el manuscrito.
120 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 121
<34>
a emprender lo que no había previsto. Pues aunque se hubiera hecho cargo de los
maestros recientemente establecidos en la ciudad de Reims, con sus cuidados y
buenos consejos, él se figuraba —así lo dice él mismo— que la dirección que tomaba
de las escuelas y de los maestros sería solamente una guía externa, que no le
comprometería a nada respecto de ellos, sino sólo a cuidarlos, visitándolos en algunas
ocasiones, para que se aplicasen a su empleo con piedad, y cuidar de que tuvieran lo
necesario para poder [bien]121 subsistir. Pero felizmente se equivocaba [bien]122.
Pues Dios quería servirse de él para establecer las escuelas para los niños, para
sostenerlas y para hacer que se multiplicasen en todos los lugares donde están
actualmente [y es esto]123; pues ha tenido el consuelo de verlas establecidas en
veintidós [de las principales]124 ciudades de Francia antes de su bienaventurada
muerte.
Y como la gracia le disponía de día en día a entregarse al cuidado de las escuelas,
ella le disponía también, al mismo tiempo, a entrar en los designios de la divina
Providencia de Dios sobre él. El señor Nyel, como [se ha]125 ha quedado dicho en el
primer libro, comenzó la escuela de la parroquia de Santiago en el mes de septiembre
del año 1679, y tuvo cuidado de encontrar maestros para reemplazar su puesto en la
escuela de San Mauricio, que había abandonado para comenzar aquélla; en estos
comienzos, todos ellos residían en casa del señor párroco de San Mauricio.
El número de escolares aumentaba cada día en la escuela de Santiago, y fue
necesario aumentar el número de maestros, que llegaron a ser cinco para las escuelas
de San Mauricio y de Santiago. Pero como la casa del párroco de San Mauricio estaba
muy lejos de la del señor de La Salle, que por entonces era todavía canónigo de
Nuestra Señora, vio, por su gran experiencia y por inspiración divina, que estos
maestros no podían ser del todo ordenados, ya que formaban
121
Tachado en el manuscrito.
122
Tachado en el manuscrito.
123
Tachado en el manuscrito.
124
Tachado en el manuscrito.
125
Tachado en el texto: “est”se ha sustituido, entre líneas, por “il a été”.
122 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 123
<35>
un número tal, que había que cuidarlo mucho; además, había que dar 200 libras más al
párroco de San Mauricio, sin contar la manutención, a la cual tenía que proveer él.
Todas estas razones le llevaron a buscar una casa cercana a la suya, para poderlos
visitar más a menudo, y para poderles preparar la comida en su casa; de esta forma,
podrían [de] vivir126 más reglamentados y gastarían mucho menos. Pues 300127 libras
que recibía del señor [de la señora] Maillefer de Ruán y 500 libras de la señora
L’Évêque sumaban sólo 800 libras, y se necesitaban 1.000 libras al año para los cinco
maestros.
Y así todo contribuía al éxito del establecimiento de las escuelas, y todas las cosas
progresaban para lograrlo. Para cumplir el designio que había formado de alojar a los
maestros cerca de su vivienda, alquiló una casa detrás de San Sinforiano, próxima a la
muralla. Y la casa del señor de La Salle, que era la de su padre, estaba cerca de Santa
Margarita; por tanto, no quedaba lejos de la casa de los maestros. Cuando éstos fueron
a residir128 a esa casa, el señor Nyel, que era muy insinuante, comprometió al señor de
La Salle a abrir una nueva escuela en esta casa, a lo que accedió con gusto, ya que
desde entonces sólo tenía en vista la gloria de Dios y el bien de la gente.
La conducta de los maestros, en esta nueva casa, mostró claramente que el señor de
La Salle había sido inspirado por Dios al hacerles ir a ella, pues fueron en muchas
cosas más ordenados de lo que habían sido anteriormente. Por ejemplo, en primer
lugar, en ir a dormir; segundo, en la oración; tercero, en la Santa Misa, y para las
comidas. Pero el señor Nyel mantenía muchas relaciones. Estaba casi todo el día en su
escuela de Santiago, y los domingos y las fiestas llevaba a los alumnos a la Misa
Mayor, pero no se quedaba casi nunca en la casa; por eso no podía tener, entre estos
maestros, verdadera vida de comunidad, tal como
126
La expresión francesa es: “ils auraient lieu [de] d’être mieux réglés”, y el “de” entre corchetes
aparece tachado en el texto, y sustituido por “d’être”.
127
El manuscrito pone un error evidente: 300.cens (sic) livres.
128
El texto dice “demeurer”, corrigiendo la palabra anterior “demeurant”.
124 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 125
<36>
debía ser. Cuando él no estaba presente, no había ni orden ni silencio. Comulgaban
[en sus devociones]129 cuando querían, y empleaban toda la mañana de las fiestas y
domingos en corretear y pasear por donde les daba la gana.
CAPÍTULO II
Este santo sacerdote, animado del celo de la gloria de Dios, veía que los seis
maestros no llevaban una vida como él hubiera deseado, y tal como convenía para
cumplir deberes tan importantes como son los del maestro de escuela; e incluso para
mantenerse en su estado, que habrían abandonado antes de lo que sucedió, si Dios no
hubiera intervenido por medio de su fiel siervo; éste notaba cada día que el desorden
seguía, e incluso que aumentaba, por falta de regularidad; pensó que estos maestros
no podían tener gran piedad ni estar llenos del espíritu de su estado, puesto que no
encontraba en ellos ni orden ni buen comportamiento. Se sintió fuertemente inspirado
a remediar este mal, impulsado a ello sin más obligación que la sugerida por su
caridad y su celo por Dios; aunque, por otra parte, tenía suficiente ocupación,
teniendo que cumplir con su oficio de canónigo, y otros numerosos asuntos. Y como
había alquilado la casa para los maestros sólo por año y medio, es decir, hasta la fiesta
de San Juan Bautista del año 1681, seis meses antes de que terminara estuvo
vacilando si seguir con el alquiler de la casa o alojarlos en la suya, como medio para
velar más de cerca sobre su conducta, y hacer que llevaran una vida más
129
Frase tachada en el manuscrito.
126 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 127
<37>
ordenada; puesto que, como él mismo dice, no podía soportar sino con mucha pena
que los maestros siguiesen viviendo y comportándose tan mal como lo hacían.
Pero su deseo se vio estorbado durante mucho tiempo por varias razones, la menor
de las cuales hubiese bastado para hacerle abandonar esta empresa, si su espíritu
firme y decidido no le hubiese hecho pasar por encima de todos los sentimientos de la
naturaleza. En medio de esta perplejidad, Dios le ofreció la ocasión de hacer un viaje
a París por algunos asuntos. Se tomó un tiempo para ir a visitar al reverendo padre
Barré, que por entonces estaba en el convento de los padres Mínimos, de la Plaza
Real. Le hizo un relato de todo lo que pasaba en Reims, a propósito de la conducta de
los maestros de escuela. Este digno hijo de san Francisco de Paula, lleno de
experiencia, no dudó un momento, ante tal situación, y aconsejó al señor de La Salle
que alojara a los maestros en su casa. Pues como este santo religioso conocía a fondo
el carácter y el espíritu del señor Nyel, que ciertamente era muy celoso, pero carecía
del tesón [de]130 y firmeza necesaria para mantener a los maestros en la regularidad y
el buen orden, juzgó con mucho tino que el buen orden y [esta]131 la regularidad
[debida]132 difícilmente se mantendría133 entre ellos mientras el señor Nyel tuviera su
dirección, vista su poca estabilidad en un mismo lugar.
Por todo ello, urgió y comprometió tanto más al señor de La Salle a encargarse de
ellos, dándose claramente cuenta de que Dios le había elegido para hacer la obra que
él mismo no había podido realizar. Pues había tenido éxito con las escuelas para
niñas, pero las que estableció para niños en varios lugares, y sobre todo en San
Gervasio, donde tuvo seis maestros, no había conseguido un efecto tan feliz, pues los
maestros se malearon de tal modo, que cayeron en muchos desórdenes y se
marcharon todos, uno tras otro. Sin duda fueron las muchas y fervorosas oraciones de
este santo religioso las que movieron a nuestro celoso canónigo a alojar en su casa a
todos los maestros de escuela. Pues de esto dependía únicamente el edificio de la
sociedad de los Hermanos de las Escuelas Cristianas,
130
Palabra tachada en el manuscrito, reemplazada por “et”, y.
131
Palabra tachada en el manuscrito, sustituida entre líneas por “la”.
132
Palabra tachada en el manuscrito.
133
Este verbo estaba en infinitivo: “maintenir”; y está corregido y puesto en condicional:
“maintiendrait”.
128 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 129
<38>
y por ahí había que comenzar a poner los cimientos.
Pero el demonio, que preveía el bien que podía venir de este humilde comienzo, no
ahorró esfuerzo para poner toda clase de impedimentos134, y renovó en el espíritu del
futuro fundador todas las dificultades que éste ya había rechazado. Dios lo permitía
así para afianzarle más en sus buenos propósitos. Y fue [también]135, sin duda, para
robustecer más aún al Instituto que, sin que él se percatase, comenzaba a nacer.
A causa de todos estos obstáculos, el siervo de Dios se hallaba con una dificultad
importante, y no sabía por dónde seguir. Pues de un lado, el deseo que tenía del bien
espiritual de los maestros y de las escuelas que dependían de ellos, y el amor que
sentía entonces, y que siempre ha conservado, por la regularidad y el buen orden, le
inclinaban fuertemente a poner en ejecución el consejo del reverendo padre Barré.
Del otro lado, sentía gran repugnancia a alojar a los maestros en su casa; llevaba
dentro una pena profunda, y no sabía hacia dónde decidirse. Lo que aumentaba más
su pena, es que preveía las consecuencias y lo que tendría que sufrir por ellas; él que
hasta entonces no se había relacionado más que con personas distinguidas, tanto por
su educación como por el rango nobiliario que tenían en la Iglesia o en el mundo; y
que, además de esto, vivían con él tres de136 sus hermanos, de [cuyo bien así como de
su] 137comportamiento y educación, estaba encargado. [Le hacía prever]138 Preveía a
lo lejos que esta unión de los maestros con los suyos no agradaría mucho a sus
parientes, como algo totalmente incompatible, y podría causarles mucho disgusto,
como también a todos sus amigos; y en efecto, así sucedió cuando tomó la resolución
de ponerlo en práctica, lo que no pudo hacer sin decidirse a sufrir mucho, sobre todo
al comienzo. Pero la gracia prevaleció sobre la naturaleza, y Dios le hizo fuerte como
un muro de acero para resistir contra tantos ataques como se le presentaban por todas
partes139. Y Dios permitió, según parece, todos estos obstáculos por dos razones. La
primera, para poner a prueba la virtud de sus parientes y para aumentar su mérito;
pues, como amaban tiernamente
134
En el manuscrito está escrito «em-empêchement», con evidente equivocación del escritor.
135
La palabra del manuscrito es “ainssi”, y al transcribirlo se ha puesto “aussi”, también.
136
En francés la exprexión es: “trois de Messieurs ses frères”. Messieurs está añadido entre líneas.
137
La frase está tachada en el manuscrito.
138
La frase está tachada, y reemplazada por “il prévoyait”, preveía.
139
Por equivocación del autor, “partes” aparece en singular.
130 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
1 - HNO. BERNARD 131
<39>
a este siervo de Dios, ellos estaban inclinados a desaprobar su empresa, a causa de los
trabajos y fatigas que preveían que iba a recibir por ello. La segunda era para
aumentar el mérito de su siervo, que no podía resistir a la gracia, que excitaba su
corazón, suavemente, a poner bajo los pies todos los sentimientos, incluso los más
delicados de la naturaleza, y a ponerse en la disposición en que estaba san Pablo
después de su conversión, que, como él mismo dijo, «no escuchó ni a la carne ni a la
sangre» (Gal 1, 16)140, cuando se trataba del servicio y de la gloria de Jesucristo «que
le había llamado por su gracia».
Todas las dificultades de que hemos hablado y las oposiciones que el señor de La
Salle encontraba para llevar a los maestros a su casa, le tuvieron cerca de tres meses
en la incertidumbre y la indeterminación. Pero como la gracia tiene sus tiempos y sus
momentos determinados para hacer llegar todas las cosas a su fin, Dios permitió que
durante la semana santa de 1681, el señor Nyel hiciera un viaje a la ciudad de Guisa,
distante 18 leguas de Reims, con el propósito de encontrar la forma de abrir allí una
escuela. Porque este hombre honesto no pensaba más que en fundar, sin reparar en
que, estableciendo por un lado, destruía por el otro, ya que no tenía a nadie para
continuar lo que había comenzado. Nuestro devoto canónigo hizo cuanto pudo para
disuadirle de realizar este viaje, explicándole el inconveniente que suponía
abandonar así, en el tiempo de Pascua, a cinco o seis jóvenes maestros, que
observaban una conducta poco ordenada y con menos piedad [sólida]141 aún, para
dejarlos hacer lo que les pareciera y pasar este santo tiempo de manera poco conforme
con las intenciones de la Iglesia. Todo cuanto pudo decirle el señor de La Salle no
tuvo fuerza suficiente sobre su espíritu para convencerle de que se quedara. Por este
motivo, después que hubo partido, el señor de La Salle tomó la resolución de hacer
que los maestros acudieran a su casa para la comida. Y como ellos iban todos los días
a la santa Misa a las 6 de la mañana, después de su oración, les mandó que acudieran a
su casa una vez acabada la Misa, en vez de volver a su vivienda, ya que para142 ir a la
iglesia no había más distancia desde una casa que de la otra.
140
La referencia bíblica aparece escrita en el margen derecho del manuscrito.
141
Palabra tachada en el manuscrito.
142
La palabra “para” está escrita entre líneas, encima de la preposición “à”, que, sin embargo, no ha
sido tachada.
132 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 133
<40>
y así hicieron. Permanecían en su casa desde las seis y media de la mañana hasta la
oración de la tarde, salvo el tiempo de la escuela; luego volvían a su vivienda
ordinaria. Y como ya había algunas reglas en la casa de este piadoso canónigo, con
horas fijas para la oración, y como se hacía lectura durante las comidas, no fue
necesario cambiar muchas cosas. Ante todo, quiso que comieran en el refectorio e
hizo que dieran a cada uno su ración; además estableció algunas normas más para
todas las horas de la jornada. Al cabo de ocho días, el señor Nyel regresó de Guisa,
donde la escuela no pudo ser abierta hasta cosa de un año después de su viaje, pues
[tal era la intención]143 de la señora (duquesa) de Guisa, [quien]144 hizo una
fundación para dos maestros, al paso que los concejales de la ciudad donaron una casa
para alojarlos y para poner la escuela, que ha continuado funcionando desde
entonces.
Durante los ocho días de ausencia del señor Nyel, el señor de La Salle observó con
más detalle muchos pequeños desórdenes en varios maestros, cuya principal causa
era que el señor Nyel había estado demasiado tiempo fuera, sea en su escuela a donde
iba muy temprano y regresaba muy tarde, o bien en visitas que hacía frecuentemente.
Todas estas cosas hicieron comprender fácilmente a este santo sacerdote que el señor
Nyel jamás podría establecer el orden ni la regularidad en una casa, ni la estabilidad y
la solidez en las personas.
Por otra parte, se percató de que algunos de estos maestros parecían sentirse más
inclinados a la piedad desde que estaban en su casa, porque todas las cosas se hacían
con mucho orden, desde la mañana hasta la noche, lo que le indujo a tomar la decisión
de continuar haciendo que fueran a su casa por la mañana y volvieran a su vivienda
ordinaria por la tarde, para ver si podía lograr que vivieran totalmente en su casa, con
él; también quería probar si no surgiría ningún inconveniente, pues en el caso de que
apareciera alguno que resultara insuperable,
143
Frase tachada en el manuscrito.
144
Palabra tachada en el manuscrito.
134 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 135
<41>
todavía podría volver a alquilar la casa donde residían o cualquier otra que estuviese
vacante. Pero Dios dirigió tan bien las cosas que su siervo se decidió, al final, por
llevarlos y alojarlos completamente en su casa, sin ningún cambio, y esto es lo que se
verá en el capítulo siguiente.
CAPÍTULO III
No basta con tener buenos deseos, es preciso también cumplirlos. Hacer de otro
modo, es parecerse a esas personas de las que habla Santiago, las cuales, «habiéndose
mirado en un espejo, olvidan al momento cómo estaban» (Sant 1, 23)145. Ahora bien,
no era éste el carácter ni el espíritu de nuestro hombre de Dios; pues, si concebía
buenos deseos, los ponía en seguida en ejecución, cuando podía hacerlo; esto es lo
que se ve particularmente en la decisión que tomó de alojar en su casa a los maestros
de escuela. Se ha visto en el capítulo anterior que el amor que tenía por el orden le
llevó a hacer que los maestros fueran a comer a su casa; y que al no encontrar en ello
mayor inconveniente, se decidió a hacerles residir en ella continuamente [y]146; es lo
que realizó. Los maestros siguieron yendo cada día a comer y a quedarse en su casa,
excepto el tiempo de sus ocupaciones, desde Pascua hasta la fiesta de San Juan
Bautista, y durante este tiempo allí se estableció el orden y la regularidad y lo
observaron exactamente. Y la inestabilidad del señor Nyel, que no pensaba más que
en ir de un sitio a otro, le confirmó en el designio de hacerlos permanecer enteramente
junto a él. Esto lo ejecutó el día de San Juan Bautista del año 1681. Éste es un día
notable, pues este santo era su patrón, cuyo nombre le fue impuesto en el santo
bautismo, y al cual tenía una particular
145
Esta referencia bíblica está escrita en el margen derecho del manuscrito.
146
Palabra tachada en el manuscrito.
136 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 137
<42>
devoción. [se hará notar también que]147 El señor Nyel residía también con los
maestros.
Lo que el santo sacerdote había previsto no dejó de suceder, pues en cuanto (la
gente) se percató de esta novedad inesperada, ver a seis o siete maestros de escuela
que no tenían nada de brillante según el mundo, vestidos de forma muy sencilla, pues
por entonces sólo llevaban una sotana corta negra, con el cuello blanco (rabat), sin
manteo ni capa, cada uno habló de ello según su fantasía. Sin embargo, nadie hablaba
abiertamente a este santo sacerdote, por el respeto que le tenían. Sus parientes y
amigos sintieron mucha pena, pero como se había hecho enteramente el dueño de sus
actos respecto de ellos, su pena, sin duda, le afectó mucho, pero no fue capaz de
hacerle cambiar su voluntad.
Se necesitaba una persona tan animosa e intrépida como él para no rendirse a tantas
reconvenciones y aun reproches que le hicieron varias personas, por el deshonor que
se pretendía que causaba a su familia, que era tan importante; pero lo que hubiera
debido doblegarle, no sirvió más que para afianzarle más aún, pues en todas estas
reconvenciones y reproches mostró paciencia heroica, oyendo todo, pero sin
responder nada a lo dicho. Es el testimonio dado por una de sus virtuosas tías, tan
recomedable por la piedad como por su nobleza. Dijo a otra persona digna de fe que,
como el señor de La Salle era el mayor de la familia y el encargado de la tutela de sus
hermanos, la familia se reunía a veces en su casa para alguna comida y para mantener
la unión entre ellos, como se practica en muchas familias piadosas; el hombre de
Dios, que ocupaba el primer [lugar]148 puesto, necesitaba armarse de toda su
paciencia para aguantar las palabras que su familia le decía durante esas comidas,
acerca de la locura que pensaban que hacía al ocuparse de formar maestros para las
escuelas con [su]149 perjuicio para su familia. Pero cuando comenzaban a hablarle
sobre este asunto, cruzaba modestamente sus brazos, y escuchaba pacientemente las
147
Frase tachada en el manuscrito.
148
Palabra tachada en el texto.
149
En el texto se ha añadido entre líneas “leur”, su; pero luego se ha tachado.
138 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 139
<43>
razones que le venían de una y otra parte para inducirle a abandonar la empresa, y él
no respondía ni una palabra.
Lo que más aumentaba la pena de sus parientes era que sólo había una mesa; es
decir, que él y sus hermanos comían en el mismo refectorio con los maestros. [El
mayor de los tres seguía gustoso las reglas que observaban los maestros de escuela,
en la medida en que se lo permitían sus estudios, y no quería, de ningún modo,
separarse del señor de La Salle, por quien sentía gran afecto, aunque le impulsaban
a que le abandonara, como los otros dos hermanos, que sí le dejaron; el primero de
ellos, seis meses después de todo lo que se ha señalado, pasó a vivir en casa de su
cuñado, por el disgusto que le había dado el señor de La Salle; y algún tiempo
después, el más pequeño le fue retirado, y se le envió al internado de Senlis, de los
canónigos regulares. Así sólo se quedó con él el mayor, que no le quiso abandonar,
como se ha dicho más arriba]150.
Al recibir a los maestros de escuela en su casa, la primera cosa que hizo nuestro
hombre de Dios fue comprometerlos a confesarse con un mismo confesor. Pues este
santo sacerdote preveía que, mientras tuviesen distintos confesores, las cosas no
podían ir con el orden que él deseaba. Por esto, los maestros, sintonizando con tales
sentimientos, eligieron uno, que fue el señor cura de la parroquia. Pero algunos no
quedaron satisfechos, pues aunque era hombre de bien y muy capaz, no tenía las
mismas miras que la comunidad. Por eso hubo que buscar otro, que tampoco satisfizo
a algunos, que quedaron disgustados, porque era preciso esperar y prepararse
mezclados con mujeres, y con frecuencia se regresaba muy tarde a casa; ése fue el
motivo de que algunos de los más virtuosos de ellos unieran estas razones a sus
oraciones y al afecto que profesaban al señor de La Salle para insistirle en que fuera él
quien los confesara. Durante bastante tiempo no quiso acceder, pero
150
Todo este párrafo está tachado en el manuscrito.
140 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 141
<44>
viendo que su insistencia y sus ruegos continuaban, y que eran justos, se avino a su
petición. Los que no lo habían pedido acudieron a él por sí mismos, unos tras otros, de
manera casi natural, de manera que al poco tiempo confesaba a todos. Y desde
entonces siempre ha seguido confesando a los que ingresaban en la casa; y ni él ni
varias personas con quienes lo trató hallaron en ello inconveniente alguno, ni
tampoco los confesores extraordinarios, que nunca le indicaron que lo dejara, aunque
él mismo les pidió en diversas ocasiones que se lo dijesen en cuanto advirtieran
alguna razón para ello.
Fue, sin duda, efecto del proceder de la divina Providencia que el señor de La Salle
se viera como forzado a confesar y a dirigir las conciencia de los maestros —y se dice
de los maestros, porque todavía no eran Hermanos, ya que no llevaban el hábito— y
también de todos los que ingresaron en el Instituto hasta su muerte. Y parece que esto
era importante para el bien de estos Hermanos, pues todo el bien que pueden hacer
proviene, de ordinario, de (tener) un buen confesor, lo cual se ve todos los días por
experiencia. Ahora bien, este siervo de Dios tenía para esto talento admirable y gracia
muy particular para ejercerlo debidamente. Por ello, todos los Hermanos acudían a él
de buena gana, a pesar de la dificultad que uno siente de ordinario para ir a confesarse
con su superior.
Además, se notaron maravillosos frutos en los que se confesaban con él; e
igualmente se ha notado que la mayor parte de las dificultades que tuvieron algunos
Hermanos les vinieron por la poca experiencia de algunos confesores, que, por otro
lado, podían estar dotados de excelentes cualidades.
Los maestros, después de la elección que hicieron de su confesor [como queda
dicho antes]151, comenzaron a llevar una vida totalmente nueva y muy ordenada [por
su regularidad en la casa]152
151
Frase tachada en el manuscrito.
152
También esta frase está tachada en el texto.
142 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 143
<45>
y el señor Nyel, que permaneció allí seis meses con [los maestros]153 ellos, se alegró
mucho al ver que la casa tomaba154 esta forma y este proceder de comunidad. Pues
como este celoso personaje sólo pensaba en ir creando establecimientos en otros
sitios, estaba a gusto al ver la estabilidad de Reims.
Al cabo de estos seis meses, nuestro celoso canónigo envió, hacia las fiestas de
Navidad, al señor Nyel a Rethel, para abrir allí escuelas. Comprometió a la ciudad
para que contribuyera a la subsistencia de los maestros. El señor Duque de Mazarino
y el señor párroco también contribuyeron. El señor de La Salle logró comprar la casa
que los Hermanos ocupan actualmente, con la intención de poner allí un seminario de
maestros de escuela para el campo. Esto no se pudo hacer, pero las escuelas han
funcionado siempre allí desde entonces. La señora xxx dejó posteriormente una renta
para las escuelas. En cuanto al señor Nyel, después de haber cumplido lo que le había
llevado a Rethel, no pudo tener el consuelo de volver a vivir con su bienhechor.
Estuvo cuatro años ausente y dejó a todos los maestros en sus manos, porque desde
Rethel se fue a la ciudad de Guisa, y de ésta a la de Laon, donde los concejales de la
ciudad dieron una casa y 50 escudos al año para ayudar a la subsistencia de los
maestros. Los señores de la abadía de San Martín y el señor xxx, párroco a la sazón de
San Pedro, y luego canónigo de la catedral, también contribuyeron y han seguido
contribuyendo hasta el presente.
Así pues, el señor Nyel dirigía las tres casas de las que se ha hablado, mientras que
el señor de La Salle dirigía y formaba la de Reims.
153
Tachado en el texto, y escrito encima “eux”, ellos.
154
En el texto se ha tachado “prenait”, tomaba, y se dejó “prit”. En la traducción al español conviene
mejor el pretérito imperfecto.
144 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 145
<46>
CAPÍTULO IV
No es sólo hoy cuando se cumplen las palabras del evangelio: que muchos son los
llamados y pocos los elegidos (Mt 22, 14). Pues desde el comienzo de la Iglesia se ha
visto que se cumplen esas palabras, tanto en quienes fueron llamados al cristianismo
y que no se salvaron, como en aquellos que fueron llamados a la vida religiosa, ya que
no todos aprovecharon esa gracia, y tal vez rechazaron el yugo que poco antes habían
abrazado con mucha alegría, y luego volvieron a zambullirse en sus primeros vicios.
Esto ha ocurrido especialmente al comienzo de algunas órdenes, en las que la piedad
y la mortificación de los religiosos eran muy grandes, lo cual no se acomodaba, de
ningún modo, a los amantes de la naturaleza. Leemos algo parecido en la vida de san
Ignacio, que se asoció con seis compañeros, en España, para iniciar su Compañía de
Jesús, y le abandonaron todos; pero cuando fue a París, Dios suscitó otros, a quienes
él ganó para su servicio.
Lo mismo le ocurrió al señor de La Salle, pues la mayoría de los maestros que
vivieron con el señor Nyel en la casa que se alquiló para ellos, y que eran los menos
ordenados, ya que habían llevado una vida libre, y no sintonizaban con la comunidad,
durante mucho tiempo no supieron acomodarse a una vida tan recogida y retirada
como aquella a la que les comprometía nuestro fervoroso canónigo en su casa. Por lo
cual quisieron llevar una vida más libre e independiente y se fueron retirando poco
después. Incluso, él mismo se vio forzado a despedir a algunos que no tenían ni
cualidades ni vocación para las escuelas, aunque fueran suficientemente piadosos,
pero habían sido recibidos sólo por necesidad. Así pues, en poco tiempo, a saber, en
menos de
146 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 147
<47>
diez meses, se formó una casa nueva, siendo todos, excepto uno o dos, nuevos.
Hacia el final de los seis primeros meses y al comienzo del año 1682 se presentaron
nuevos sujetos que tenían aptitudes para la escuela y piedad, y además disposición
para poder permanecer en comunidad. Entonces comenzó a verse en la casa
verdadera forma de comunidad. También fue al comienzo de ese año cuando se inició
la práctica de los ejercicios (de piedad), que son los mismos que se hacen hoy en
todas las casas del Instituto; los maestros se llamaron Hermanos y adoptaron el
hábito, como veremos en seguida, [que]155 y nosotros les designaremos en adelante
sólo con el nombre de Hermano[s]156.
Después que los maestros157 comenzaron a vivir con el señor de La Salle, hasta
finales del año 1682, él notó que había varios que estaban tentados de no continuar,
porque, según ellos, no encontraban seguridad en su estado. Y como el santo
sacerdote trató de animarlos a que siguieran, persuadiéndolos de que se abandonasen
a Dios, que no les faltaría en la necesidad, ellos le replicaron que pensaban que él
podía hablar así muy a gusto, ya que cuando las escuelas se vinieran abajo, él seguiría
a salvo, pues contaba con su canonjía y con sus bienes, que le proporcionarían todo lo
necesario para vivir.
Esta respuesta, que mostraba la poca virtud y confianza en Dios de aquellos
iniciadores, al principio le extrañó al santo director, pero como no sabía qué
responder, consideró que tenían cierta razón al hablar así. Y Dios, sin duda, lo
permitía para disponer a su siervo, poco a poco, a la perfección evangélica, en la que
debía progresar mucho, para imitar a Nuestro Señor y a los santos apóstoles, cuya
vida fue una copia fiel de la suya.
El santo sacerdote, deseoso de remediar la dificultad
155
Palabra tachada en el manuscrito, sustituida, encima, entre líneas, por “et”, y.
156
En el original no aparece la “s”, que, sin embargo, se ha puesto en la transcripción.
157
En el original ponía “frères”, hermanos, pero se ha corregido la palabra por “maîtres”, maestros.
148 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 149
<48>
de aquellos Hermanos que, como hemos dicho, suponía la inestabilidad de las
escuelas, pensó en los medios de hacerlos estables. Y le parecía que el mejor de todos
sería, según el mundo, las fundaciones (dotaciones económicas de las escuelas). Pero
según Dios, era la Providencia. Fue apartado de la primera solución por el reverendo
padre Barré, a quien veía con frecuencia, porque iba de vez en cuando desde Reims a
París, y le indicó que era preciso no dotar económicamente a las escuelas, ya que
cuando Jesucristo dijo en el evangelio: las zorras tienen madriguera, y los pájaros del
cielo, nido, pero el hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza (Lc 9, 58)158; por
las zorras había que entender a la gente del mundo, que se apegan a las riquezas de la
tierra; y por los pájaros del cielo, a los religiosos, que disponen de celdas en su casa;
pero quienes se dedican a las escuelas deben tener la misma herencia que el Hijo del
Hombre.
Se confirmó en este segundo medio, que era también el que se adecuaba al querer
de Dios. Pero era también el que no gustaba, en absoluto, a los Hermanos, como ya
dijimos. Sin embargo, el siervo de Dios, para lograr que aceptaran este segundo
medio como el más excelente, recurrió a sus armas ordinarias, es decir, a la oración; y
en la presencia de Dios pensó seriamente lo que debería hacer.
Después de haberlo pensado a fondo, fue sin duda Dios quien le inspiró que fuera él
el primero en ponerse en manos de la Providencia, para poder lograr luego que
adoptaran la misma actitud aquellos a quienes él quería conducir hasta ella. Por lo
cual, pensó en dejar la canonjía, como la primera cosa más visible a los Hermanos y
que les hacía desconfiar de la Providencia de Dios.
Le parecía, igualmente, que no le era posible dedicarse por completo a las escuelas
y a la dirección de los Hermanos teniendo una canonjía que le obligaba a asistir al
coro cinco o seis horas cada día. No hay que
158
La referencia bíblica está puesta en el margen izquierdo del manuscrito.
150 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 151
<49>
olvidar, en este punto, que hacía cinco o seis años que le habían insinuado que dejara
la canonjía para recibir la parroquia de Mézières, situada en la diócesis de Reims, y
que, en efecto, la había dejado durante un tiempo considerable para ejercer las
funciones de un buen párroco. Pero los dos, él y el antiguo párroco, lo revocaron por
consejo del señor arzobispo, pues nuestro canónigo no se creía llamado a una
parroquia.
Desde entonces, sin embargo, siempre guardó el propósito de dejar su beneficio,
pues tampoco se creía llamado al estado de canónigo; y si se mantenía en él, era
sencillamente porque estaba persuadido de que no debía abandonar un estado en el
que, al parecer, Dios le había colocado, aunque a la sazón ya no se sentía llamado; y si
no lo dejaba, era porque esperaba que Dios le mostrase, visiblemente, el estado al cual
le destinaba. Y he ahí cómo este hombre santo, iluminado por las luces de lo alto, se
encaminaba, poco a poco, a abrazar la pobreza de Jesucristo, que manda dejarlo todo
para seguirle (Mt 19, 21)159.
CAPÍTULO V
Hacia finales del año 1682, al señor de La Salle le pareció visiblemente que Dios le
llamaba a tomar el cuidado de las escuelas. Comprendió que debía ser el primero (en
asistir) a los ejercicios que había establecido en la casa, para dar ejemplo a aquellos
para quienes los había puesto, [creyó] que no podía cumplir esto y ser, al mismo
tiempo, asiduo al oficio divino del coro (de la catedral), lo cual su director no podía
aprobar, ya que
159
La referencia bíblica está escrita en el margen derecho del manuscrito.
152 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 153
<50>
le exigía que fuese muy exacto a éste.
Todas estas consideraciones le confirmaron en la resolución que había tomado, de
renunciar a su beneficio. Lo propuso a su director, que encontró dificultad para que lo
hiciera. Por entonces hizo un viaje a París, donde consultó a varias personas, algunas
de las cuales aprobaron su designio, pero otras, no. Con todo, el reverendo padre
Barré, religioso mínimo y fundador de las escuelas de caridad para las niñas, llamadas
del Santísimo Niño Jesús, que en aquel momento residía, como hemos dicho, en su
convento de la Plaza Real, aconsejó a Juan Bautista, con mucha fuerza, que lo
abandonase y que fuera a París, pues ya preveía que Dios se quería servir de él para
establecer las escuelas para chicos. Incluso le predijo que no moriría antes de haber
visto a varios Hermanos, lo que fue verdad. Este santo religioso era muy celoso de la
salvación de las almas, y eso le movió a fundar las escuelas de niñas, de las que ya
hablamos. Pero diez años antes de su muerte, se vio obligado a moderar su celo, por
orden de sus superiores, que le mandaron observar el retiro (del claustro) y no
intervenir más en las escuelas.
Este santo religioso también aconsejó al señor de La Salle que diera al señor
arzobispo el nombre de una persona para reemplazarle en su beneficio. Nuestro santo
sacerdote, que sólo se guiaba por el consejo en estos comienzos, como, por otro lado,
también lo hizo todo el resto de su vida, ejecutó fielmente este consejo, y por segunda
vez propuso a su director el deseo de dejar la canonjía, pero éste no se lo permitió.
Con todo, estos rechazos no lograron frenar a nuestro fervoroso siervo de Dios, sino
al contrario; siguió exponiendo a su director todas las razones que podía para
inclinarle a que se aviniera a su deseo. Y todos estos intentos no duraron sólo un día,
sino nueve o diez
154 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 155
<51>
meses. Al final, un eclesiástico que residía en la casa, hizo ver a su director que el
señor de La Salle no podía dedicarse al empleo que tenía en su casa y conservar su
canonjía, lo cual hizo que el director, después de haberlo pensado maduramente, se
aviniese a permitirle que se deshiciera de su beneficio, lo cual se realizó en julio
de 1683.
Este fervoroso ministro de Dios, muy contento por haber obtenido, al fin, lo que
tanto deseaba desde hacía mucho tiempo, salió de Reims hacia París, para presentar la
dimisión de su canonjía en manos de su arzobispo, que en aquel momento se hallaba
en aquella gran ciudad. Pero no pudo hablar con él, pues el señor arzobispo
[abandonó]160 partió de París, pocos días después, hacia [Nirs]161 Reims.
Cada vez que nuestro siervo de Dios iba a París se alojaba en el seminario de San
Sulpicio, donde era recibido con grandes muestras de afecto, por la edificación que
producía en esta santa casa por su mucha piedad y regularidad. Durante su estancia en
París, acordó con el señor de La Barmondière, dignísimo párroco de San Sulpicio,
que le daría dos Hermanos para llevar las escuelas de su parroquia, y que volvería (a
la capital); pero el tiempo no había llegado aún, y no pudo cumplir su promesa hasta
seis o siete años después.
Como el señor arzobispo había regresado a Reims, el santo sacerdote se encaminó
de nuevo hacia allí, con el mismo objetivo por el que había ido a París. Pero cuando
llegó, el prelado mostró reticencia para recibirle, pues le profesaba particular estima,
y recelaba que le iba a hablar de algún asunto que no le agradaría, y sobre todo de la
renuncia a su beneficio, de lo que ya sabía algo.
Con todo, como el señor de La Salle buscaba únicamente la voluntad de Dios, y
como no quería hacer nada sino después de madura reflexión y de haber recabado el
parecer del mayor número posible de personas, para no
160
La palabra “quitta” está tachada en el manuscrito, y corregida, entre líneas, por “partit de”.
161
Palabra tachada en el manuscrito, sustituida por “Reims”.
156 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 157
<52>
equivocarse, consultó de nuevo sobre su designio con varias personas prudentes,
entre ellas al señor Philbert, [que había sido]162 uno de los superiores del seminario
de Reims [y] que fue más tarde «grand chantre» de la iglesia catedral de la misma
ciudad, a quien nuestro hombre de Dios conocía de manera particular; (estas
personas) aprobaron su propósito y le aconsejaron que fuera a París.
La víspera del día en que el señor arzobispo debía partir de Reims, el señor de La
Salle, que todavía no le había podido hablar, buscó algún medio de hacerlo. Y antes
de ir, entró en la catedral para orar ante el santísimo sacramento, y se quedó allí,
inmóvil, durante varias horas, (sumido) en un abandono total a la voluntad de Dios, y
le rogó que, respecto de su persona, hiciese su voluntad, y no la suya. Pero no hay que
olvidar lo que se dijo en loor suyo cuando derramó así, ante Dios, su corazón; pues
una persona, movida de natural compasión hacia él, al verle tan pensativo y abatido
por el pesar que le causaba su deseo de dejar la canonjía, dijo a otra persona que (La
Salle) había perdido el espíritu163 y que le encomendaba a sus oraciones. Pero esta
persona, que tenía sentimientos más elevados y tenía en gran estima la virtud del
siervo de Dios, le respondió de inmediato que tenía razón, y que realmente el señor de
La Salle había perdido el espíritu, pero que era el espíritu del mundo lo que había
perdido.
Una vez que nuestro fervoroso canónigo acabó su oración, Dios permitió que
encontrara el medio de hablar a su arzobispo antes de que saliera de nuevo; le propuso
su designio de renunciar a su canonjía e ir a París; él le preguntó si había consultado a
alguien, y le respondió que había consultado al señor Philbert, y que se lo había
aconsejado. El señor arzobispo
162
Palabras tachadas, y encima de ellas, entre líneas, está añadido “l’un des”, uno de los.
163
En francés hay un juego de palabras: “perder el espíritu” puede significar también “perder la
cabeza”.
158 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 159
<53>
mandó a buscar inmediatamente al señor Philbert al coro, y le preguntó si había
aconsejado al señor de La Salle dejar la canonjía e ir a París. No le respondió que no,
sino simplemente que le había dicho que tenía a su hermano, a quien podría dejárselo.
A lo cual, el prelado respondió que se lo podía donar a quien quisiere. Estas palabras
alegraron mucho a nuestro sacerdote, pues por ello entendía que tenía la posibilidad
de realizar el designio que abrigaba de ceder el beneficio a un extraño antes que a su
hermano, y esto, a causa del espíritu evangélico que le animaba en esta etapa de los
comienzos; y para colmar su contento, el señor arzobispo añadió que aceptaba la
dimisión de su canonjía; lo cual hizo por la tarde [y su director]164 firmó la dimisión.
El señor arzobispo no estaba satisfecho por perder tan buen operario, y así lo
testimonió en presencia de varias personas. Sin embargo, no dejó traslucir nada al
señor de La Salle, ni le dijo nada para apartarle de su designio, pues conocía la
firmeza de su espíritu, y juzgaba que todo cuanto pudiera decirle al respecto no le
haría cambiar de sentimientos. Y Dios, sin duda, lo permitía para que su siervo
encontrase menos obstáculos al dar un paso tan difícil como el de ceder un beneficio
importante y salir del lugar de su nacimiento, como otro Abrahán, y al verse, de ese
modo, despojado de todo cuanto puede halagar a la naturaleza, podría conseguir
mayor progreso en el camino de la virtud, y seguir a Nuestro Señor desasido de todo.
Fue tan grande el gozo que el siervo de Dios sintió por la libertad que alcanzaba al
dejar la canonjía, que hizo cantar a los Hermanos el Te Deum
164
Palabras tachadas en el manuscrito.
160 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 161
<54>
en el oratorio en cuanto estuvo de vuelta del arzobispado, por verse liberado de una
función en la que se consideraba poco útil para la Iglesia, a ejemplo de santo
Domingo, como lo dice en una meditación que compuso para la fiesta de este santo, y
también como imitación de san Bruno, que fue igualmente canónigo de Reims, y dejó
la canonjía para retirarse a la Cartuja de Grenoble.
Cuando el señor de La Salle expuso al señor arzobispo el deseo que sentía de dejar
el beneficio, le dio también el nombre de una persona para sustituirlo. Esta persona
fue el señor Faubert, natural de Château-Porcien, eclesiástico muy celoso, que no
había recibido bienes de la tierra, pero parecía que estaba bien provisto de los del
cielo, ya que producía frutos maravillosos con sus fervorosas y continuas
predicaciones en diversas iglesias. Y ése fue el motivo que impulsó a nuestro santo
sacerdote a cederle su beneficio, con el fin de que dispusiera de medios para continuar
el bien que hacía.
Pero como los honores cambian las costumbres, no continuó por mucho tiempo
sus predicaciones, y su fervor se enfrió poco a poco, lo que hizo decir al señor de La
Salle que si hubiera sabido el uso que iba a hacer, nunca le hubiera cedido su
[canonjía]165 beneficio.
Cuando nuestro siervo de Dios le propuso a su arzobispo (el nombre de este
sacerdote)166, todavía él no le había dicho nada sobre su propósito de cederle la
canonjía. Por eso se extrañó mucho cuando el prelado mandó llamarle, y después de
hablar un rato con él le despidió, y, por medio del superior del seminario, le hizo saber
que le haría llegar el nombramiento de la canonjía, cosa que él no esperaba en
absoluto. La elección de este eclesiástico hecha por el señor de La Salle no agradó al
señor arzobispo, pues antes éste le había dicho
165
Palabra tachada en el manuscrito, reemplazada, entre líneas, por “bénéfice”.
166
Aclaración del traductor.
162 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 163
<55>
que se extrañaba de que no la cediera a su hermano, que, a la sazón, era estudiante y
llevaba el hábito eclesiástico. A lo que él respondió que no se lo habían aconsejado.
El desprendimiento del señor de La Salle fue recompensado más tarde. Pues años
después falleció un canónigo sin haber cedido (su prebenda)167. El señor arzobispo
comunicó a su hermano (de Juan Bautista)168 que le asignaba esta canonjía vacante,
ya que nadie había hecho los trámites para obtenerla [aunque varios se presentaron
para solicitarla]169; y añadió con humor, delante de varias personas, que había que
reparar la [falta] locura de su hermano, al no haberle cedido a él la canonjía.
Lo que le movió a esta liberalidad hacia el virtuoso170 estudiante fue sin duda el
buen testimonio que dio de él el señor Philbert cuando fue a París con él al día
siguiente de la dimisión. El prelado quiso hacer una nueva tentativa para inducir a
nuestro virtuoso sacerdote a que le cediese la canonjía,. ya que todavía no había
enviado el nombramiento al señor Faubert. Incluso escribió al superior de su
seminario para que le sugiriese que cediera el beneficio a su hermano; y a la propuesta
que le hizo el superior, le respondió que si le sugería que prefiriese a su hermano al
que había nombrado, estaría dispuesto a realizar el deseo del prelado, suponiendo que
no fuera su hermano. Este digno superior quedó tan admirado de esta respuesta, que
mostraba claramente cuál era el espíritu que animaba a quien la había hecho, que lejos
de seguir insistiendo en lo que su prelado deseaba de él, le comunicó que no se lo
aconsejase más. Era también un hombre de Dios, lleno de celo por su gloria todo lo
que se puede. Era, en una palabra, el incomparable señor Callou, cuya memoria sigue
siendo bendecida en varias
167
Aclaración del traductor.
168
Aclaración del traductor.
169
Frase tachada en el manuscrito.
170
Palabra tachada en el manuscrito, pero escrita de nuevo encima.
164 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 165
<56>
ciudades de Francia, y sobre todo en la de Reims, donde su celo brilló de manera
especial, y su arzobispo se sirvió de él para reformar a su clero, al que encontró muy
relajado cuando tomó posesión, después de haber estado la sede vacante casi treinta
años.
El señor de La Salle, íntimamente contento porque la divina Providencia le daba a
conocer cada vez mejor su santa voluntad con la respuesta del señor Callou, y por el
éxito que daba a su empresa, escribió al señor arzobispo lo que había dicho al superior
(del seminario) y la respuesta que recibió de éste. Esto hizo que el prelado se
determinara a enviar el nombramiento al que había sido señalado por el siervo de
Dios. Así él quedó liberado de su canonicato al día siguiente de la Asunción de la
santísima Madre de Dios del año 1683.
Si el señor arzobispo de Reims manifestó al señor de La Salle su descontento por la
elección que hizo del señor Faubert para recibir su beneficio, no disgustó menos a los
miembros del cabildo, que expresaron su descontento en diversas reuniones y a
diversas personas, e incluso al mismo señor de La Salle, que no se sintió afectado por
ello, lo mismo que una roca.
De parte de su familia y de sus amigos fueron más fuertes aún los reproches, que le
echaron en cara en diversas ocasiones su dureza de corazón, pues tenía hermanos a
quienes hubiera podido ceder su beneficio. Todo esto y otras muchas cosas que tuvo
que aguantar por este asunto, apenas causaron impresión en él, y permaneció siempre
firme en su resolución.
166 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 167
<57>
CAPÍTULO VI
171
En el manuscrito está en singular, pero en la transcripción se pone en plural.
172
Error del autor. Según los demás biógrafos, era el señor Compagnon.
168 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 169
<58>
Pero quien manifestó más su pena fue el reverendo padre Barré, quien al saber que
el señor de La Salle no iba a París, él que anhelaba que viniera a establecerse allí,
expresó su disgusto a varias personas. Parece que la divina Providencia no permitió
que el señor de La Salle llegara tan pronto a París, para hacer resplandecer con más
claridad sus heroicas virtudes y extender su Instituto. Y entre las virtudes que dejó
traslucir, su desprendimiento de los bienes de la tierra brilló de manera especial. Pues
no se contentó con haber dejado su canonicato, sino que casi de inmediato tomó
medidas para desprenderse de su patrimonio en favor de los pobres, ya que deseaba
cumplir la palabra de Nuestro Señor Jesucristo a sus apóstoles y a cuantos quisieran
seguirle: «vende cuanto tienes y repártelo entre los pobres» (Lc 12, 33)173. Y eso es lo
que hicieron los apóstoles y todos los santos, en pos de ellos, que se dedicaron al
ministerio de la salvación de las almas.
La ocasión que Dios proporcionó a su siervo para desprenderse de sus bienes
patrimoniales fue, como lo vimos en el capítulo cuarto de esta segunda parte, lo que le
habían174 manifestado aquellos Hermanos que estaban tentados de abandonar la casa,
porque decían que no hallaban seguridad en ella. Él se consideró obligado a ser el
primero que se pusiera en la disposición en la que deseaba que se hallasen todos sus
Hermanos, que era abandonarse a Dios. Pero lo que más le preocupaba era que
dudaba si debería emplear su fortuna para sostener las escuelas. Pues de una parte, el
padre Barré le disuadió de ello rotundamente; y como el parecer de este santo
religioso no era habitual, por eso se atenía más al mismo, pues consideraba como un
santo a aquel que se lo proponía, tal como dejó por escrito.
Por otro lado, consideraba cómo el señor Roland había fundado
173
La referencia está añadida en el margen izquierdo del manuscrito.
174
En el manuscrito aparece en singular, pero se corrige en la transcripción.
170 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 171
<59>
las escuelas de niñas, y no sabía por cuál decidirse. Así pues, en esta disparidad de
pensamientos, creyó que debía ponerse en la disposición en la cual estuvo por el resto
de su vida, que fue abandonarse al proceder de la divina Providencia de Dios, a quien
dirigió esta corta, sencilla, pero fervorosa oración:
«Dios mío, yo no sé si hay que sostenerlas o no. No me corresponde a mí establecer
comunidades, ni saber el modo de establecerlas. A ti corresponde, Dios mío, saberlo y
hacerlo, y de la manera que te plazca. No me atrevo a fundarlas porque no conozco tu
voluntad; y no contribuiré en nada a sostener nuestras casas. Si Tú las sostienes,
estarán bien sostenidas; si Tú no las sostienes, quedarán sin apoyo. Te ruego, Dios
mío, que me des a conocer tu voluntad en este proceder».
Una oración tan fervorosa y desinteresada no resultó inútil, pues Dios, al ver la
santa disposición en que se encontraba su siervo, le inspiró, desde ese
momento, que se abandonara a Él sin reserva. Es lo que hizo, y todas las casas
que ha abierto desde entonces las ha puesto bajo la dirección de la divina
Providencia, pues se había persuadido, y convenció también a los Hermanos, de
que en la medida en que sirvieran bien a Dios, en que le buscaran sólo a Él y la
salvación del prójimo, Dios no les faltaría nunca en la necesidad. Y un día, para
hacerles experimentar lo que les decía, después de citarles aquellas palabras del
evangelio en las que Jesucristo dice que se busque primero el Reino de Dios y su
justicia, y que el resto, a quien obre así, le será dado por añadidura, les dijo, para
moverlos a que dieran gracias a esta divina Providencia: «Gracias a Dios, mis
queridos hermanos, aunque nosotros
172 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 173
<60>
no tenemos ni bienes, ni rentas, he ahí que han transcurrido dos deplorables años de
sequía; no debemos nada a nadie en nuestras casas, mientras que hay varias casas
religiosas que se han arruinado, a pesar de estar bien sostenidas, porque se han visto
forzadas a vender y a pedir prestado para poder subsistir».
Este hombre de Dios siempre se ha abandonado a la divina Providencia de tal
modo, que ésta nunca le ha faltado, como se puede ver en el transcurso de esta
historia. En esta santa disposición, puso sumo cuidado en dar cuenta de ello a su
director, quien al ver que su fervoroso discípulo era verdadero pobre de espíritu,
consintió de buen grado, por los ruegos insistentes que le hacía, que se hiciera
también pobre en la riqueza, y que se desprendiera de lo que poseía para enriquecer a
los pobres. Con todo, sobre este particular, se hallaba en la disposición de hacer lo que
su director juzgara oportuno; pues le dijo que si no era su voluntad, desconfiaría, y no
lo haría; y que sólo se desprendería en la medida en que él lo quisiera. Y añadió que si
le decía que conservase algo, lo haría, [de]175 aunque le ordenase que no se reservase
más que cinco sueldos. Ésas son sus propias palabras. Y los abundantes repartos que
de sus bienes hizo en lo sucesivo, sólo los hizo con el parecer de su director.
Todo esto muestra a las claras el desinterés de este santo sacerdote y la indiferencia
que sentía por cualquier estado, de abundancia o de pobreza, en que Dios permitiera
que estuviese, y al mismo tiempo, el respeto y la sumisión que sentía hacia aquel a
quien consideraba que ocupaba el lugar de Dios.
Comenzó, pues, a distribuir su hacienda a los pobres el año 1685. Esto fue muy
oportuno para los pobres, pues aquel año había
175
Palabra tachada en el manuscrito.
174 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 175
<61>
gran carestía de víveres. Los eclesiásticos que en aquellas fechas vivían con él, no
sólo fueron espectadores de su caridad, sino que a veces le prestaron ayuda para
repartir entre los pobres, a los que encargaba que distribuyeran pan, sobre todo en las
escuelas, tanto de niñas como de niños. Además de esto, para extender el fruto de sus
liberalidades a los adultos, igual que a los niños, hacía que acudieran a su casa, en
momentos diferentes, tanto hombres como mujeres, y después de explicarles el
catecismo, para alimentarlos espiritualmente, cosa que con frecuencia hacía él
mismo, les distribuía alimentos corporales. Esto duró bastante tiempo, hasta que no le
quedó más que muy poca cosa.
Las distribuciones de pan que se hacían diariamente alcanzaban, un día con otro,
cerca de cien pistolas176, sin contar las limosnas particulares que se hacían en dinero a
todos los pobres vergonzantes, y a otros que acudían a este nuevo Juan limosnero, que
movido por su pobreza los asistía en todo cuanto necesitasen.Lo poco que se reservó,
por consejo de su director y de sus amigos más íntimos, fueron 200 libras de renta,
para no tentar a la Providencia. Las empleó, en parte, en costear los largos y penosos
viajes que tuvo que hacer, y en comprar libros para su biblioteca, para su uso y de la
comunidad; en parte, también, para diversas obras de piedad, como ornamentos de
iglesia, vasos sagrados y hábitos sacerdotales, cosas a las que prestaba mucha
atención.
De este modo fue como este fervoroso siervo de Dios se despojó de todo lo que
tenía, para seguir a Jesucristo pobre y despojado de todo, y para
176
Nombre de una moneda en curso en aquella época.
176 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 177
<62>
dedicarse con mayor libertad a trabajar en su perfección y en la de los demás. Y esto
es lo que hizo con mucho celo y fidelidad, pues después de haber alojado a los
Hermanos, como ya dijimos, en la casa de sus padres, en la que estuvieron poco
tiempo, alquiló otra, enfrente de Santa Clara, que es la misma en la que viven todavía
hoy, y fue comprada posteriormente, gracias a las liberalidades de amigos del siervo
de Dios, por los grandes frutos que producía la escuela que funcionaba en ella. A esta
casa se retiró con los Hermanos y algunos piadosos eclesiásticos que hasta entonces
habían convivido con él.
En esta casa, liberado ya de cuanto podía serle una carga [y sobre todo de sus
hermanos]177, sólo pensó en disfrutar del fruto de su retiro, por el que suspiraba desde
hacía mucho tiempo; vivía en común con aquellos buenos eclesiásticos y con los
Hermanos de su Instituto, y todos, a cual más, se emulaban para ver quién practicaba
más mortificaciones, a ejemplo de quien los había reunido. Pues este siervo de Dios
parecía que quería desgarrar su cuerpo inocente con las maceraciones que practicaba;
ya que se azotaba sin piedad con disciplinas de hierro, que todavía se ven hoy en esta
casa, en número de cinco o seis, que sólo con verlas, causan miedo, pues entre ellas
hay una con bolas de hierro en los extremos, y también hay cinturones de hierro y
cilicios, con los que atormentaba su delicada carne, para domarla.
Los Hermanos, que ya se habían animado a la práctica de la virtud, con los
ejemplos que todos los días les daba su fundador, y sobre todo por su
desprendimiento de los honores y bienes de la tierra, trataban178 de imitarle
177
Frase tachada en el manuscrito.
178
En el manuscrito aparece en singular. Se ha corregido en la transcripción.
178 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 179
<63>
mortificándose como él, pero con la diferencia de que su santo director les limitaba el
fervor, pues no quería que cayeran en situación de no poder cumplir su empleo. Pero
con todas estas precauciones, encontraba mucha dificultad en contenerlos, pues el
fervor los empujaba a caminar sobre las huellas de quien quería frenarlos. Incluso
hubo algunos que se incomodaron por ello durante algún tiempo, por lo grande que
era el vigor interior y el ardor de aquellos dichosos principiantes. Y lejos de frenarse
por los desprecios que les hacían, se sentían más fervorosos aún. La novedad de su
institución y el modo sencillo de su vestimenta, les atraía mil injurias y mil
impertinencias por parte del populacho, y [sur]179 todo esto no les extrañaba. Las
piedras que algunos libertinos les arrojaban, eran otras tantas coronas para su
paciencia, pues lo sufrían de buena gana por amor de quien les había llamado al
género de vida que habían abrazado. Y su santo fundador, lejos de desanimarse por
tantas contradicciones, se alegraba con sus fervorosos neófitos y, a ejemplo de los
apóstoles, se consideraban felices de poder sufrir algo por amor de Jesucristo (Hch 5,
41)180.
El ardor de estos primeros Hermanos para mortificarse y humillarse fue tan grande
que uno de ellos, llamado Hermano Bourlette181, de distinguida familia de Reims,
pidió (permiso) un día al santo superior para ir por las calles con una sotana roja, para
vencerse a sí mismo y poner el mundo a sus pies, en el lugar mismo de su nacimiento,
y lo hubiera realizado si el siervo de Dios no le hubiera retenido. Su padre hubiera
deseado que
179
Palabra tachada en el texto.
180
La referencia bíblica está escrita en el margen derecho del manuscrito.
181
En el manuscrito aparece Bourlet, en vez de Bourlette, que es lo correcto.
180 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 181
<64>
desistiera del generoso deseo que tenía de quedarse en una comunidad que el
populacho miraba sólo con desprecio. Fue en vano. Y habiendo sido trasladado a
Laon, su padre, que persistía en su terco deseo, fue a verle allí, pero ni las lágrimas ni
los ruegos lograron que cediera un paso. Murió en esta casa del Instituto, abierta
desde hacía poco, con profundo pesar de todos, a causa de su heroica virtud, y fue
mirado como un santo.
Unos días antes de que cayera enfermo, el párroco fue a verlo, y lo encontró al
frente de las dos clases, pues su compañero estaba enfermo. Deseando aliviarle un
poco y conservar a tan digno sujeto, le dijo que diera asueto a los alumnos por unos
días. Pero él se excusó con sencillez, y le dijo que tenía un pie en la primera clase, el
otro en la segunda, el corazón en el cielo y el pensamiento en el enfermo.
Otro182 Hermano había fallecido poco antes entre los brazos del hombre de Dios,
mientras cantaba melodiosamente y suspiraba por la hermosa eternidad, de la que
decía que no tenía ya dilación, y tarareaba: amor, amor, amor.
Otro falleció el día 1 de mayo, después de haber rechazado ir a tomar los aires
natales, según el consejo del médico y el permiso concedido por su santo superior.
En fin, un cuarto también dejó la tierra algún tiempo después con disposiciones y
sentimientos de extraordinaria piedad, y fue a incrementar el número de intercesores
ante Dios por la propagación del nuevo Instituto que se estaba estableciendo sobre la
tierra, y los que quedaron en vida fueron de gran ayuda al Instituto.
CAPÍTULO VII
182
El autor escribió “au” en vez de “autre”. Corregido en la transcripción.
182 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 183
<65>
escuelas del señor Nyel,
que muere algún tiempo después;
regula la forma del hábito que deben llevar los Hermanos;
muerte del reverendo padre Barré
183
En el manuscrito, en singular; corregido en la transcripción.
184 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 185
<66>
de tal manera a quienes le habían censurado, que tuvieron que cambiar sus censuras
en admiración.
En fin, este santo sacerdote, deseoso de elevar cada vez más el edificio de la
perfección que deseaba adquirir, y que reconocía que Dios le pedía, se aplicaba a todo
aquello que le pudiera hacer practicar [la]184 alguna virtud. Y la divina Providencia le
proporcionó ocasión de practicar varias. Pues algunos Hermanos habían fallecido y
no se presentaban en número suficiente nuevos sujetos para ocupar su puesto. Sin
duda, Dios lo permitía así para que nuestro fundador pasara por todos los estados,
pues se vio obligado a desempeñar todas las ocupaciones a las que se dedicaban los
Hermanos de su Instituto; y por falta de sujetos tuvo que dar clase durante bastante
tiempo185 en la escuela de Santiago; los domingos y fiestas iba a la parroquia, para
que los alumnos oyeran misa; y los llevaba a vísperas, después de haberles explicado
el catecismo, cuidando constantemente de ellos en las calles y en la iglesia,
colocándose, para ello, en un lugar desde el cual pudiera verlos fácilmente; y todo
esto (lo hacía) con una humildad y sencillez tales, que edificaban a cuantos le
veían186. Pero lo que más admiración causaba era verle ir y volver cuatro veces al día,
con un sencillo Hermano, vestido con un capote que llegaba sólo a mitad de la pierna,
por encima de la sotana, cubierto con un sombrero muy grande y con zapatos
sumamente toscos, sin preocuparse del qué dirán.
Se esforzaba para que los alumnos observasen los mínimos detalles, y lo que
parecía tener poca importancia. Encontraba especial dificultad, sobre todo, para
conseguir que fueran con orden y compostura a la santa misa, y ponía mucho empeño
en que los Hermanos también lo lograsen. Se lo hizo saber a un Hermano, años
después, en cierta ocasión en que fue desde la casa de París a la de Reims, para visitar
a los Hermanos de esta casa, y se acercó a ver la escuela de
184
Palabra tachada, sustituida por “quelque”, alguna, escrita encima, entre líneas.
185
El texto francés dice “Un assez long et espace”; “et” está de sobra, y al hacer la transcripción se ha
corregido.
186
“Edificaban” y “veían” están en singular en el texto. Se ha corregido en la transcripción.
186 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 187
<67>
Santiago. Esperó a que los niños saliesen para ir a misa, y se dio cuenta de que el
Hermano que los llevaba no lograba que observasen el orden que él mismo exigía; y
le dijo que cuando él daba clase en esta escuela, cuidaba mucho de que los niños
hicieran un recorrido largo, para que guardaran mejor el orden; y le mostró de qué
manera hacía, y por dónde los conducía para lograrlo. Estas pocas palabras muestran
cuál era su exactitud, su amor por el buen orden y su profunda humildad.
[Este santo personaje desempeñó así el humilde ejercicio de la escuela, y su
hermano, que parecía desear imitarle en su celo y en su humildad, se dedicó también
a este ejercicio, pues consintió con gusto que nuestro virtuoso sacerdote le enviara
durante algún tiempo a Guisa, con el señor Nyel, para atender allí las clases, y por
eso tuvo que interrumpir el curso de sus estudios]187. No fue sólo en Reims donde el
señor de La Salle se ocupó en dar clase; también lo hizo en París y en otros lugares,
como se verá en la tercera parte.
Algún tiempo después, el virtuoso señor Nyel, que deseaba volver a Ruán, dejó la
escuela de Laon, donde se encontraba a la sazón, y fue varias veces a Reims, para
rogar a su bienhechor que se encargara de las escuelas de Guisa y de Laon, que hasta
entonces habían188 estado bajo su gobierno; pues veía claramente que Dios había
llenado al virtuoso sacerdote de la sabiduría y prudencia para dirigir el Instituto, y era
testigo de las bendiciones que el Señor derramaba con abundancia sobre los trabajos
de su siervo.
El señor de La Salle se negó durante mucho tiempo a recibir este ofrecimiento,
pues no creía en modo alguno, y así lo pensaba, que Dios quisiera servirse de su
ministerio para extender las casas de su Instituto. Además se encontraba muy a gusto
por no encargarse de muchos asuntos, a fin de tener más
187
Todo el párrafo está tachado en el manuscrito.
188
“Habían”, en el manuscrito está en singular, pero se corrige en la transcripción.
188 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 189
<68>
tiempo para dedicarse a los que constituían sus delicias: la oración y el retiro.
(Como) el señor Nyel no lograba que condescendiera a su deseo, se valió (éste) del
crédito del párroco de San Pedro, de Laon, quien insistió mucho al siervo de Dios
para que se encargara de las escuelas de Laon y de Guisa. Al final se doblegó a las
peticiones de este virtuoso párroco, por quien sentía especial veneración, así como el
párroco no la tenía menor hacia él; después de su muerte, incluso, ha escrito los
elevadísimos sentimientos que tenía hacia él.
Así pues, este santo varón, al verse obligado a dirigir estas dos escuelas, envió
[dos]189 Hermanos que, desde entonces, han tenido siempre estas escuelas, hasta el
momento presente. El señor Nyel, al ver que todo le resultaba según su deseo, y que
todas las cosas estaban en buen estado, rebosaba de alegría, de manera que podía
decir con el anciano Simeón: «Ahora, Señor, permitid a vuestro siervo morir en paz»
(Lc 2, 29)190, pues he visto a aquel de quien queréis serviros para cooperar en el gran
empleo de las salvación de las almas por la instrucción de la juventud.
Este fervoroso personaje partió en seguida y se dirigió a Ruán, de donde había
salido. Murió algún tiempo después, con fama de santidad, habiendo consumido su
vida en la instrucción de la juventud y en la práctica de las virtudes, y sobre todo, el
desprendimiento de los bienes de la tierra. Puede decirse que Dios se sirvió de él para
dar comienzo al Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, en cuanto que
lanzó al señor de La Salle a realizar y a encargarse de una cosa en la que nunca había
pensado. En fin, estuvo dotado de todas las bellas cualidades que pueden encontrarse
en un simple laico, como él era.
Nuestro virtuoso sacerdote, en cuanto conoció su muerte, manifestó el pesar que
sentía, y señaló oraciones por el reposo de su alma. Él mismo las hizo, en particular y
en público, y mandó cubrir (con telas) de duelo la iglesia de las Hermanas (de las)
189
“Dos” (deux) se ha corregido por “des”.
190
La referencia está escrita en el margen izquierdo del manuscrito.
190 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 191
<69>
huérfanas, y mandó cantar una misa solemne, que celebró él mismo, y quiso que
todos los Hermanos comulgasen en ella a intención del difunto, y que llevasen a todos
los alumnos, lo que se realizó con mucho fervor y modestia.
Algún tiempo después de la muerte de este virtuoso personaje, el señor de La Salle,
que se había visto sometido a presiones de diversas personas, entre otras por el señor
alcalde de la ciudad de Reims, para que diera a sus Hermanos un manteo, se consideró
obligado a hacer lo que tanta gente le aconsejaba. Hasta entonces, los Hermanos sólo
habían llevado un hábito negro, corto, con un cuello (rabat) y un sombrero muy
grande. Y como en este tiempo se llevaban sombreros de alas amplias, los Hermanos,
para no conformarse con el siglo, como dice el Apóstol, los llevaron aún más grandes,
lo cual les atrajo las risas y chanzas del populacho. Lo que más le determinó a no
diferir el darles un manteo, fueron los insistentes ruegos que le hicieron los Hermanos
para que les diera un hábito que les distinguiera totalmente de las gentes del mundo.
Este santo superior, muy satisfecho de que Dios le diera a conocer su voluntad por
medio del consejo de tantas personas, mandó hacerles mantos con mangas, y se les
dio el nombre de manteos, nombre que ha quedado hasta hoy. También les hizo
vestidos de la misma tela, es decir, de sarga cruzada, y de la misma forma como se
lleva hoy. Este tipo de hábito sencillo y modesto fue muy respaldado por los
superiores y señores obispos que llamaron a sus diócesis a los Hermanos de las
Escuelas cristianas.
Pero como todos los espíritus no se asemejan, Dios permitió que su siervo fuese
molestado por una persona de autoridad que no podía aprobar este tipo de hábito.
Ocurrió en París, donde tuvo que soportar penosas contrariedades a causa de este
asunto, dos años después de que nuestros Hermanos se establecieran allí. Esa persona
hubiera deseado que los Hermanos llevasen un
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Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 193
<70>
manteo largo, lo que era muy opuesto a sus vistas e intenciones y tema de revuelo en
todas las casas del Instituto Pero Dios, que sin duda permitía todo esto para hacer
manifiesta la paciencia, y al mismo tiempo la firmeza de su siervo, hizo que se
calmara esta tormenta, afectado por las oraciones y mortificaciones que hacía de
continuo este santo varón, para rogarle que cambiara el corazón de quienes le
inquietaban191.
Al mismo tiempo, deseoso de hacer ver que la intención que tenía de no cambiar en
nada el hábito de los Hermanos era la adecuada, puso por escrito las razones que le
impulsaban a ello; son razones tan justas y sólidas, que es casi imposible que una
mente sensata pueda hallar algo que rechazar. Hizo que las vieran sus directores y los
superiores del seminario de San Sulpicio, que las aprobaron, lo cual le confirmó aún
más en la resolución que tenía de mantenerse firme en que el hábito de los Hermanos
de su Instituto conservara siempre su antigua forma. No nos ha parecido necesario
recoger aquí las razones que dejó por escrito, pues aparte de que son demasiado
numerosas, lo que hemos dicho parece suficiente para mostrar que la firmeza para
mantener lo que sólo había hecho con el parecer de personas doctas y prudentes.
Antes de que todo esto sucediera en París, donde los Hermanos aún no se habían
establecido, el señor de La Salle se sintió muy afligido por la muerte del reverendo
padre Barré, sucedida el 31 de mayo del año 1686. Este santo religioso murió
colmado de años y de méritos, en el convento de los religiosos de su orden, en la Plaza
Real, de París, llorado por todas las personas de bien que le conocían192, y
particularmente de nuestro siervo de Dios, que sentía una estima muy particular por
él, y a quien consultaba habitualmente en sus empresas y dificultades; y Dios, que se
complacía en ver el desinterés
191
En el manuscrito está en singular, y ha sido corregido en la transcripción.
192
En el manuscrito está en singular, y se ha corregido en la transcripción.
194 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 195
<71>
de uno y otro, derramó con abundancia sus bendiciones sobre aquel que pedía consejo
y sobre aquel que aconsejaba.
CAPÍTULO VIII
Una vez que el señor de La Salle había regulado el tipo de hábito de los Hermanos
de su Instituto, se dedicó también a regular las demás cosas necesarias para el buen
orden de una comunidad. Comenzó por el régimen de vida que los Hermanos debían
observar en las comidas, excluyendo de su mesa todo lo que oliera a delicadeza,
deseoso de que no se sirvieran [más]193 más que carnes de tienda, y verduras los
viernes y sábados, así como los días de ayuno. Al principio él sintió mucha
repugnancia para acostumbrarse a este género de vida, tan opuesto a su naturaleza
delicada, y el corazón se le saltaba cuando se veía obligado a comer potaje donde
habían echado sal; y se veía forzado a devolverlo a medida que comía, por lo cual
había que servirle otro alimento distinto del de los demás, aunque contra su voluntad;
lo que ocurrió durante poco tiempo, pues se llenó de una santa indignación contra sí
mismo, por no conformarse con la comunidad, y quiso adaptarse a ello, costase lo que
costase194, sin escuchar la repugnancia y la incomodidad que en ello encontraba.
Recomenzó, pues, a comer como sus Hermanos, y sintió las mismas repugnancias;
pero, sin escucharlas, combatió con tanta generosidad contra sí mismo, que al final se
acostumbró, y luego comenzó a comer de todo lo que se le servía, por muy tosco
193
La frase francesa es “qu’on ne servit [plus] que des viandes...”. La palabra “plus” no es necesaria,
pero en español es preciso traducirla.
194
La frase francesa es: “et voulut à quel[que] pris que ce fût”; por lo cual, al cambiar el giro en la
traducción, no se puede señalar en español la omisión del “que” que va entre corchetes.
196 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 197
<72>
y mal preparado que estuviese. El mejor medio que pudo encontrar para
acostumbrarse a aquel género de vida fue quedarse mucho tiempo sin comer, para
poder encontrar sabroso cualquier cosa que se le [re] presentara, y es también el
medio más adecuado, pues como él mismo dice en el libro que escribió de las reglas
de urbanidad civil y cristiana, el hambre hace que se encuentre todo sabroso. Y para
vencer más y más esta repugnancia, llegó incluso a tragarse alguna vez lo que su
estómago no podía admitir, y que estaba a punto de arrojar por tierra. Tantos actos de
mortificación no fueron inútiles. Pues parecía que Dios hubiera eliminado de los
manjares que se le presentaban lo que le hubiera podido causar repugnancia y
disgusto. O bien, se había acostumbrado de tal forma a mortificar su gusto, que
aquello que hubiera debido hacérsele insoportable, parecía haber cambiado su
naturaleza poco atrayente. Y es lo que se puede advertir en el ejemplo que sigue.
Un día, el Hermano cocinero, que sin duda no era muy hábil en ese oficio, ni
tampoco en el conocimiento de hierbas, puso ajenjo en las raciones, y la mayoría de
los Hermanos no pudieron comer, a causa de su sabor amargo. El hombre de Dios
pareció extrañado por ello, y al final de la comida se informó del motivo que había
impedido a los Hermanos comer como de ordinario. Se le preguntó si no había
sentido amargor en su ración. Respondió que no, y que había comido la suya como de
ordinario, sin prestar atención al amargor del que le hablaban. En otras varias
ocasiones, no sentía el gusto de lo que comía, porque no se paraba a pensar en ello,
pues estaba totalmente ocupado en escuchar la lectura de la mesa.
Después de haber regulado lo que creyó necesario en la alimentación, se dedicó,
poco después, a adoptar con sus Hermanos los medios para procurar la estabilidad de
los sujetos que ya estaban en el Instituto y los que viniesen. Por lo cual, comenzó con
ellos un retiro, un día de Pentecostés del año 1687, según la costumbre que se ha
conservado porteriormente. En ese santo día
198 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 199
<73>
fue cuando estos nuevos sucesores de los apóstoles, en su celo y pobreza, se
dispusieron a atraer sobre ellos la plenitud de las gracias del Espíritu Santo, sin las
cuales no habrían podido adoptar ningún medio adecuado, y con las cuales podrían
superar todos los obstáculos que podrían encontrar en su recorrido; y sobre todo,
necesitaban esas gracias para sostener con ánimo los asaltos que les tendrían195 que
presentar el mundo y el infierno en su empresa.
Preparados de esta manera para recibir el Espíritu Santo el mismo día que lo
recibieron los apóstoles, también ellos fueron repletos de Él. Lo que se hizo patente
por la resolución que adoptaron de consagrarse enteramente a Dios por el voto de
obediencia y de castidad. Pero antes de ejecutarlo, trataron entre ellos para ver si
hacían voto de castidad, como algunos proponían196, y si se haría voto para toda la
vida, o sólo por un tiempo. El hombre de Dios, que tenía razones muy sólidas, como
es fácil de suponer, para apartarles de hacer tan pronto votos perpetuos de obediencia,
y menos aún de castidad, les hizo ver que no había que precipitar nada, y que había
que probar, durante algún tiempo, si era la voluntad de Dios. Los Hermanos
escucharon las razones de su superior, moderaron la llama de su primer fervor, y
resolvieron que harían voto de obediencia, sólo por un año. Lo cual fue realizado el
domingo de la Santísima Trinidad, fiesta que desde entonces siempre ha sido
considerada por los Hermanos de las Escuelas Cristianas como su fiesta principal. Su
retiro duró desde el domingo de Pentecostés hasta el día de la Santísima Trinidad, y
siguieron renovando sus votos todos los años el mismo día, hasta el año 1694, en que
el siervo de Dios creyó que era la voluntad de Dios que los Hermanos emitiesen votos
perpetuos de obediencia, y es lo que hicieron. Comenzó él mismo el primero, leyendo
el suyo en voz alta en el oratorio de los Hermanos, después de haber dicho la Santa
Misa, en la que comulgaron todos, y luego,
195
En el manuscrito está en singular, y se ha corregido en la transcripción.
196
En el manuscrito, en singular; se ha corregido en la transcripción.
200 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 201
<74>
hicieron sus votos, uno tras otro, con sumo contento y consuelo, tanto por parte de su
santo director como de sus fervorosos discípulos, y así lo diremos más tarde.
Poco [tiempo]197 después de que los Hermanos hubieran hecho votos anuales, y
antes de que hicieran los perpetuos, este santo sacerdote, que no buscaba más que
humillarse y ejercitarse en la práctica de la obediencia, reunió [por segunda vez]198 a
los principales Hermanos de su Instituto que estaban en Reims, y a algunos de las
otras casas que se habían establecido recientemente. Fue [el año 1687]199 en el ya
señalado año de 1687 cuando se celebró esta [segunda]200 asamblea. Hizo con ellos
un retiro de ocho días, durante el cual explicó a los Hermanos, con muy sólidas
razones, en una exposición que les hizo, la necesidad que sentía de que fuese un
Hermano el superior del Instituto, de tal modo que estos buenos Hermanos no
pudieron resistir las justas razones que adujo sobre esta necesidad, y asintieron sin
réplica y sencillamente a todo lo que deseaba. Por lo cual pensaron elegir a uno de
ellos que fuese capaz de desempeñar este cargo. Y los diversos votos recayeron en el
Hermano Henry L’Heureux, hombre prudente y lleno del espíritu de Dios, que era
uno de los primeros y de los más perfectos de todos los Hermanos, de quien
hablaremos más tarde, el cual se sometió a dicha elección con tanta sencillez como
humildad, lo que alegró sobre manera a este humilde siervo de Dios, que sentía hacia
este buen Hermano particular estima, a causa de su sólida201 virtud.
Se vio, pues, a este santo sacerdote someterse a un simple Hermano, pero con tanta
humildad, sumisión y respeto que cuantos lo veían se llenaban de admiración; y tan
solo su ejemplo hacía fervorosos a los más relajados, y a los más fervorosos los
animaba a avanzar cada vez más en el camino de la virtud. Su exactitud fue tan grande
y tan profunda su humildad, que el virtuoso Hermano Henry L’Heureux se sentía
confundido, pues no podía admirar suficientemente su prontitud para ser el primero
en los ejercicios, su fidelidad a la más mínima práctica de la casa
197
Tiempo, “de temps”, en francés, está tachado en el manuscrito.
198
Tachado en el manuscrito.
199
Tachado en el manuscrito.
200
Tachado en el manuscrito.
201
En francés, en vez de “solide” el autor puso “solitude”, lo que es un error palpable.
202 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 203
<75>
y su amor a la práctica de la santa obediencia. Se veía que este santo personaje se
sometía a no hacer nada sino después de haber obtenido el permiso del Hermano
superior; y ni siquiera se hubiera permitido salir para ir a celebrar la misa, sin haber
obtenido el permiso expreso. También se le veía ofrecerse a limpiar los lugares de la
casa; pero no eran ofrecimientos especulativos, cosa hoy tan común, que a menudo
uno se ofrece a hacer cosas humildes para que se le dispense de ellas; y cuando se
presenta la ocasión de realizar alguna, se intenta evitarla todo lo posible. No sucedía
así con este santo siervo de Dios, pues si se ofrecía a realizar cosas humildes y
humillantes, inmediatamente intentaba encontrar alguna ocasión, tal como se puede
advertir en el ejemplo que sigue.
Un día en que los Hermanos estaban en el recreo después de la comida, oyó que
alguien decía al Hermano superior que había un lugar de los más viles de la casa que
necesitaba que lo limpiasen. Él creyó que había obtenido permiso para ello, y fue
inmediatamente a buscar los instrumentos necesarios para realizarlo; y ya los tenía en
sus manos para ocuparse en tan bajo trabajo, cuando el Hermano superior acudió y le
dijo con mucho respeto que nadie le había dicho que hiciera aquella cosa tan indigna
de su carácter y que tuviera la bondad de no hacerlo. La obediencia de este gran siervo
de Dios le privó del beneficio que creía obtener de la humildad que deseaba practicar;
pues dejaba a su pesar lo que había comenzado con tanto gozo. Con este ejemplo,
también se puede ver la sinceridad y la pureza de su virtud, que no era, como ya
señalamos, especulativa, sino práctica.
Entre los Hermanos no había aún ninguna regla escrita, ni tampoco era necesario,
me parece, pues este santo varón sustituía a cualquier buen reglamento, con los
continuos ejemplos de virtud que les daba. Él era, digo, su regla viva, pues las reglas
que redactó más tarde por escrito son expresión
204 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 205
<76>
de cuanto él practicó en toda su amplitud. Y si él exige perfecta sumisión en esta
regla, es porque él tuvo toda su vida estima muy especial por la santa virtud que el
gran san Agustín dice que es la única que conoce, la obediencia. Él no perdonó nada
para imprimir en sus Hermanos el amor a esta hermosa virtud que siempre miró como
el sostén de las comunidades. Y si [a]202 hizo tantos reglamentos para apoyar el buen
orden, es porque durante toda su vida tuvo gran amor por la regularidad, y de forma
similar trató de inspirar este mismo amor a sus Hermanos. Pero dejemos hablar a este
hombre de Dios y con sus palabras se verá el amor que tenía a estas dos virtudes
mejor que lo que pudiéramos decir. He aquí cómo habla de la obediencia a una
religiosa a quien dirigió mucho tiempo a través de cartas; sólo transcribiremos
algunos párrafos de estas cartas, pues seríamos excesivamente largos en este capítulo
si las pusiéramos por entero. He aquí lo que dice.
No atraerá las gracias de Dios sobre usted sino obedeciendo y sometiéndose
en todo por amor de Dios. Obedezca con anonadamiento interior al Espíritu de
Nuestro Señor, que reside en quienes ocupan su lugar, para [la]203 cumplir la
voluntad de Dios. Adore a menudo a este Espíritu, de acuerdo con cuyas
mociones debe usted actuar y dejarse guiar. Sea fiel en pedir permiso para las
mínimas [cosas]204 exenciones, y no escuche en eso los razonamientos de su
espíritu. Nada pide la naturaleza con más fuerza que sacudir el yugo de la
sumisión. Es natural realizar sin dificultad lo que se conforma con nuestro
sentimiento y hacerlo sólo por inclinación; eso no es obedecer. Pero cumplir
lo que se nos manda sin enjuiciarlo, por muy contrario que sea a nuestro
sentimiento o a nuestras inclinaciones, ésa es la obediencia. Hay que obrar por
espíritu de fe, para que sea pura. Nunca hay que examinar las miras y las
razones que haya habido para mandarnos una cosa, sino que hemos de sofocar
todos nuestros razonamientos y dificultades; actuar sólo porque se nos manda,
he ahí cómo debe usted obrar en adelante. Ha de saber —continúa— que, en
cuanto uno quiere comenzar a buscar razones,
202
En el manuscrito dice “s’il fait tant”, y lo lógico es que diga “s’il a fait tant”.
203
Palabra tachada en el manuscrito.
204
Palabra tachada en el texto.
206 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 207
<77>
ya no hay obediencia. ¡Hermosa perfección amar sólo lo que gusta! No obre
así, se lo ruego; no razone en nada, ni respecto de nadie. Ante Dios, todo es
bueno cuando lo sazona la obediencia205.
De todo lo que se acaba de decir, se ve cómo era el espíritu que animaba a este
santo sacerdote, que no era sino un espíritu de sumisión y de dependencia. Pero
veamos, en pocas palabras, su amor a la regularidad por lo que escribió a esta misma
persona.
Sus Reglas —le dice— deben servirle de guía en todos sus actos, y no los
ejemplos de quienes las quebrantan. Si ha leído bien al señor de la Trapa,
habrá aprendido, sin duda, en él, que no es singularidad el observar las Reglas
en una comunidad cuando algunos no las observan. Que piensen de
nosotros206 lo que quieran; mientras cumpla con su deber, no se preocupe en
absoluto.
Considérese y actúe como lo haría una fervorosa novicia respecto de todas
las prácticas regulares. En adelante considere que las Reglas son para usted
como la explicación y la aplicación que le hacen a usted de cuanto contiene el
Evangelio. Obsérvelas del mismo modo. El espíritu de fe le permitirá ponerse
en tales sentimientos y en este proceder. Recuerde que quien descuida las
cosas pequeñas caerá en grandes faltas. Observe su regla y su reglamento
diario, y haga de uno y de otro lo esencial para usted; eso tendrá más valor que
hacer milagros207.
Ciertamente, si según el evangelio, el hombre de bien saca del buen tesoro de su
corazón cosas antiguas y nuevas (Mt 13, 52)208, ¿no se puede decir que este hombre
de Dios es ese hombre de bien, ya que saca de la abundancia de su corazón
enseñanzas tan saludables para la salvación de quienes deseen practicarlas? Lo que
decía a esta buena religiosa, lo decía también a sus Hermanos, y les amonestaba
siempre que en cuanto fueran fieles en observar sus reglas, se mantendrían en su
estado, en la piedad, y producirían gran fruto en
205
Carta 124.
206
En la carta 121 de las Obras Completas, el texto dice “vous”, y en el texto de F. Bernard, pone
“nous”.
207
Carta 121.
208
Esta referencia no aparece en el manuscrito.
208 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 209
<78>
su empleo, porque Dios daría su bendición.
Pero este santo varón no se contentaba sólo con edificar a sus Hermanos con los
ejemplos de sumisión y de regularidad; practicaba constantemente actos de humildad
en su presencia, se abajaba, incluso, a besarles los pies, a pedirles perdón y a servirles
en todo y en todas partes. Se le veía arrodillarse ante el Hermano superior para
acusarse de sus faltas y pedirle penitencia. Si se humillaba de ese modo delante de sus
Hermanos, no menos lo hacía ante sus [Hermanos]209 amigos cuando iban a visitarlo,
y no temía hacerles saber que no podía hablarles sin haber obtenido previamente
permiso. Y es lo que sucedió un día en que varios canónigos amigos suyos fueron a
visitarle. Se dieron cuenta de que él no quería hablarles sin haber obtenido antes
permiso, y se extrañaron mucho. Pero no fueron éstos los únicos testigos de su
humildad; hubo además otros que acudieron a visitarle, y le encontraron por azar en la
casa; se aproximaron a él para saludarle, y les rogó que le permitieran ir a pedir
permiso para hablarles. Al cabo de un rato volvió, y ellos, que eran muy cercanos de
él, se quejaron mucho de tal proceder, y le dijeron que no era propio de un doctor, y
menos aún de un sacerdote, someterse a un simple Hermano, a lo que el siervo de
Dios sólo respondió con una modesta sonrisa210. Con todo, el asunto se extendió por
la ciudad. Varias personas se quejaron a los superiores eclesiásticos del proceder del
señor de La Salle, pues pensaban que ofendía a su carácter al rebajarse de aquel
modo. Por lo cual, fue obligado, con gran pesar suyo, a asumir de nuevo el
superiorato, que había dejado con tanta alegría. Esto alegró mucho a los Hermanos, y
sobre todo al Hermano Henry L'Heureux, que consideraba vergonzoso ver a este
santo personaje humillarse de tal modo.
Varias personas no aprobaron, tal vez, este proceder del señor de La Salle, porque,
aparentemente, su humildad condenaba
209
Tachado en el manuscrito.
210
Hay una evidente equivocación en el texto. El autor ha escrito “souris” (ratón), en vez de “sourire”
(sonrisa). Se ha corregido en la transcripción.
210 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 211
<79>
a su orgullo, pero nos reservamos para hacerles ver en otro momento cuán
equivocados estaban al condenar el proceder de este hombre de Dios. Baste decirles,
por ahora, que quiso imitar a Jesucristo, sacerdote eterno según el orden de
Melquisedec, que no desdeñó postrarse a los pies de los apóstoles, que eran personas
toscas, y entre los cuales había un demonio. Por tanto, condenar lo que hizo este santo
sacerdote al humillarse como lo hizo ante sus Hermanos, es desaprobar lo que hizo
Jesucristo ante sus apóstoles.
CAPÍTULO IX
211
Palabra tachada en el manuscrito.
212
En el original está en singular: “qu’il donnait”; en la transcripción se ha puesto “qu’ils donnaient”.
212 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 213
<80>
de visitarle; y como sentía gran afecto hacia todas las personas piadosas, manifestaba
el que sentía por el siervo de Dios de manera muy especial, tanto por sus virtudes, de
las que estaba bien informado, como por el bien que procuraba a la gente, ayudando al
sostén del Instituto de las escuelas gratuitas, y de las cuales él mismo había facilitado
una fundación en su villa de Mazarino. Un día le envió a decir que al día siguiente
deseaba asistir a su misa, a las seis de la mañana; el señor de La Salle se lo concedió
gustoso para satisfacer su devoción. Al día siguiente vino este buen noble
acompañado de un criado, a pie, y avisó a nuestro santo sacerdote. Entre cinco y seis
fueron juntos a la iglesia, a la cual llegaron los Hermanos poco después, y se
colocaron en la iglesia en sus sitios ordinarios. El señor duque de Mazarino se colocó
hacia la mitad de la iglesia, y los Hermanos, que no le conocían213, pues nadie les
había hablado de él, se colocaron unos delante, otros detrás, y a sus lados; y el piadoso
duque se sintió muy edificado por la modestia de todos ellos.
El señor Bailly214, ya difunto, sacerdote de Saint-Thierry, también profesaba
profunda veneración al señor de La Salle, y manifestaba mucha estima por el
establecimiento de las escuelas, que visitaba a menudo, tanto para edificarse con los
Hermanos, como para ver a quien había dejado todo por amor de Dios, para trabajar
en la salvación de las almas y para abrazar una vida pobre y despreciada por la gente
del siglo. Este piadoso sacerdote tenía mucha amistad con él, y un día observó los
hábitos que llevaba, y advirtió que su sotana era de una tela casi tan tosca como la de
los Hermanos, y sonriendo le dijo si era así como debía vestirse una persona de su
clase; a lo que el siervo de Dios sólo respondió con modestas sonrisas215, hasta que el
sacerdote cambió de tema.
Otra persona llena de estima para este siervo de Dios, fue un día a visitarle, pero no
tenía otra cosa que decirle que le encomendara a Dios en
213
En el texto aparece en singular, y se ha corregido en la transcripción.
214
El nombre va escrito entre líneas.
215
También se ha cometido el error de poner “souris” (ratón) por “sourires” (sonrisas).
214 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 215
<81>
sus oraciones, porque —añadió— era un santo. Estas últimas palabras le hicieron
sonrojar; y para demostrar a esta persona que no era tal como ella pensaba, simuló reír
algo alto, para que dejara de creer lo que pensaba de él. Pero esta persona, en vez de
perder la estima que le profesaba, a vista de esta pasión aparente, tuvo desde entonces
una estima aún mayor de su virtud, convencido de que hacía aquello sólo para
impedir el aprecio que le tenía.
No nos extenderemos más aquí sobre este asunto, pues lo que hemos dicho puede
bastar para dar a conocer la estima que sentían hacia él a causa de las eminentes
virtudes que brillaban en él. Diremos sólo, en pocas palabras, que el ejemplo que daba
producía frutos maravillosos en muchas personas que no podían dejar de admirar su
proceder, santo en todo y totalmente apostólico, y el desprecio que hacía de todas las
cosas de la tierra. Éste fue el motivo de que diversos tipos de personas pidieran
ponerse bajo su dirección. Pero como él no quería descuidar a los Hermanos con las
excesivas ocupaciones que pudieran darle estos tipos de personas, no se encargó más
que de unas pocas, y entre ellas, de algunas religiosas, después de muchos ruegos que
le hicieron llegar por medio de algunas personas importantes. Y deseoso de llevar a
quienes se ponían bajo su dirección a practicar naturalmente la virtud, y sobre todo a
desprenderse de las cosas de la tierra para apegarse sólo a Dios, exigió a una de estas
religiosas que se había puesto bajo su dirección, que le llevara todo lo supefluo que
había en su celda; pues este siervo de Dios no ignoraba que estaba apegada a algunas
bagatelas. Ella se fue con toda sencillez, aunque con cierta repugnancia, a hacer lo
que se le mandaba, y llevó a su director diversas cosas bastante curiosas. Entonces,
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Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 217
<82>
él le dijo que si deseaba estar bajo su dirección, era necesario quemar todas aquellas
bagatelas delante de él, lo que ella hizo de inmediato, por el deseo que tenía de seguir
bajo la dirección de este hombre de Dios.
Pero si, por un lado, existía la estima de este santo varón, el demonio no olvidaba
nada para poner dificultades; pues como la obra que [hacía]216 había establecido no
tendía más que a destruir su imperio infernal, trató de arrojar el descontento en el
espíritu de los artesanos y de los pobres, que hasta entonces habían vivido en una
indolencia culpable respecto de sus hijos, sin corregirlos de sus faltas, y descuidando
en este punto el consejo que les da el Sabio en sus Proverbios, cuando dice que no hay
que descuidar nunca la corrección del hijo, porque —añade— si se le da con el azote
no morirá217, pero si, al contrario, se le corrige, apartará su alma del infierno (Prov 13,
24; 15, 10)218. Pero como las correcciones que podrían dar a sus hijos serían muy
inútiles si los niños mismos no se enmendasen de las faltas que obligan a los padres a
corregirlos, el Sabio los exhorta también a someterse a ella, y les dice que el azote y el
castigo les harán sensatos219; pero que, por el contrario, si se abandonan a su buena
voluntad, serán la confusión de su madre. Los padres, digo, al igual que los niños, se
hallaban220 en aquel momento en disposición de no hacer caso a los santos consejos
que les da el Espíritu Santo y ni siquiera de querer oír que se les hable de castigos. Por
eso se enfrentaron con una especie de furor contra los Hermanos, porque corregían a
sus hijos cuando era necesario. Y los mismos niños, que no quisieron aguantar la
caridad que se les hacía221, fueron los primeros en enfrentarse a ellos. Y quienes
mostraron mayor pasión en este enfrentamiento fueron los artesanos y los pobres, que
habían sido muy mal educados en su infancia, y lo demostraron con el poco
agradecimiento que tuvieron por los esfuerzos y cuidados que los Hermanos se
tomaban para instruir a sus hijos.
Pero si los Hermanos tuvieron que sufrir en este enfrentamiento, su humilde
fundador no tuvo menos que soportar que ellos,
216
Palabra tachada en el manuscrito.
217
El autor ha escrito “courra”, cuando tiene que ser “mourra”. Es, evidentemente, un error de escritura.
218
Esta referencia no aparece en el manuscrito.
219
“Harán sensatos”: en el manuscrito está en singular. Se ha corregido en la transcripción.
220
En el manuscrito, en singular. Corregido en la transcripción.
221
En el manuscrito está en plural, pero se ha corregido en la transcripción.
218 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 219
<83>
pues todo lo que se decía a los Hermanos en conjunto, se le decía a él,
particularmente. Así, este hombre de Dios encontró en este enfrentamiento amplia
materia para ejercitar su paciencia. Y también se manifestó de manera particular.
Pues todas estas dificultades, lejos de amedrentarle y hacerle abandonar su empresa,
le hicieron, a él y a los Hermanos, más animosos que antes. Y pareció claramente que
Dios no permitía que las gentes más bajas del pueblo los ultrajasen de aquel modo
sino para que las personas honestas fuesen espectadores de su paciencia, y luego, el
infierno, vencido por esta misma paciencia, se vio forzado a dejar tranquilos a los que
él perseguía simplemente porque veía que trataban sólo de arrebatarle las almas
rescatadas con la sangre de Jesucristo, con la educación cristiana que daban a sus
hijos. De manera que poco a poco se fueron calmando estas tempestades, y en lo
sucesivo siempre hubo gran estima por la obra del señor de La Salle.
Quien manifestó mayor estima fue monseñor Le Tellier, que ocupaba a la sazón la
sede arzobispal de Reims, quien viendo el bien que producía el Instituto del hombre
de Dios, y habiéndole tenido en gran estima desde hacía mucho tiempo, buscó un
medio para retenerle en su diócesis, y consistió en ofrecerle sus servicios y bienes
para sostener su comunidad, con la condición, sin embargo, de no abrir escuelas en
otros sitios, sino sólo en la diócesis de Reims, tal como lo había pedido también a las
Hermanas llamadas de las huérfanas. Una vez que el hombre de Dios hubo escuchado
las palabras y el ofrecimiento generoso de este gran prelado, le expresó toda la
gratitud posible, y le reconoció humildemente la benevolencia que le manifestaba,
pero se excusó, a causa de la promesa que había hecho al señor párroco de San
Sulpicio, de darle dos Hermanos para llevar las escuelas de su parroquia, y la
necesidad que tenía de acompañarlos. Pues veía la bendición que el Señor derramaba
sobre el establecimiento que la Providencia le había encargado. Así, él creyó que
había que generalizar una cosa tan
220 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 221
<84>
útil para la gente, y no limitarla a una sola diócesis; y estaría encantado de encontrar
el medio para alejarse del lugar de su nacimiento cuando la Providencia le
proporcionara ocasión favorable para ello. Y en espera de esta ocasión, se aplicó con
sumo cuidado a mantener la regularidad en el Instituto, que seguía progresando
siempre, tanto en Reims como en las otras tres casas establecidas en los alrededores.
Y como este hombre de Dios velaba continuamente por el bien y la propagación del
Instituto, no dejaba pasar ninguna ocasión que le pareciese útil para su bien, sin
aprovecharla de inmediato. Y como era hombre de fe, miraba a Dios en todo lo que le
sucedía, y es lo que se puede notar en lo que vamos a decir. Un jovencito de quince
años se presentó para que le aceptaran en el Instituto y fue enviado al siervo de Dios,
que vivía todavía en Reims. Lo recibió, aunque no tenía la costumbre de admitir a
personas tan jóvenes. Y algún tiempo después se presentaron otros tres para lo
mismo. El siervo de Dios reconoció en la llegada de aquellos jóvenes que Dios le
proporcionaba aquella ocasión para bien de su Instituto, y tomó la decisión de formar
una pequeña comunidad, con ellos y con los que más tarde pudieran presentarse. Y
Dios bendijo esta empresa de tal manera, que a los dos meses aquella pequeña
comunidad estaba formada por doce jóvenes, a quienes dio un Reglamento, y puso a
uno de los Hermanos más veteranos para dirigirlos. Él mismo los instruía con
frecuencia, dirigiéndose a ellos como uno más, para ganarlos a Jesucristo, a ejemplo
del Apóstol. Esta pequeña comunidad estaba totalmente separada de los Hermanos.
Estaban alojados solamente al lado de su casa, con una puerta de comunicación para
pasarles lo que necesitasen. Y Dios derramó tanto sus gracias sobre los cuidados que
se tenían con estos jóvenes, que algunos alcanzaron notable virtud. Y es motivo de
edificación verlos en
222 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 223
<85>
la iglesia y por las calles, con tanta modestia como si fueran fervorosos religiosos.
Comulgaban casi cada ocho días, de mano del santo sacerdote, y se les enseñaba a
hacer la meditación. En fin, poco más o menos, hacían los mismos ejercicios que los
que hacen ahora los novicios de San Yon. De vez en cuando, a los de más edad y a los
más fervorosos se les daba el hábito de los Hermanos. De este modo, esta comunidad
venía a sustituir al noviciado.
Algún tiempo después, Dios proporcionó también a su siervo una ocasión de
ejercer su celo y su caridad. Pues varios párrocos de los pueblos oyeron hablar del
fruto que producía el establecimiento de las escuelas cristianas, y pidieron al santo
sacerdote que les enviase un Hermano a cada una de sus parroquias. Él les respondió
que no podía hacer eso, porque no podía ceder más que dos Hermanos juntos, ya que
estaban obligados a vivir en comunidad.
Sin embargo, estos sacerdotes, celosos por el bien de sus parroquianos, siguieron
presionando al siervo de Dios para que no privara a los pueblos y aldeas del fruto que
producía en las ciudades, pero al no podérselo conceder por la razón ya señalada,
algunos de estos párrocos se comprometieron a enviarle los maestros y los jóvenes
que destinaban a instruir a los niños de sus parroquias, para que los formase en la
manera de enseñar a los demás. Este hombre de Dios los recibió caritativamente, y los
alojó en el otro extremo de la casa de los Hermanos, y les dio un Hermano para
formarlos, tanto en la piedad como en todo lo que necesitaban para cumplir
adecuadamente sus obligaciones en sus parroquias. Como en ellas tenían obligación
de cantar, se les enseñaba también el canto llano. Dios bendijo de tal forma los
cuidados que su siervo se imponía para el progreso de su gloria, que esta segunda
comunidad llegó en poco tiempo a contar con veinticinco personas. Entre ellas
reinaba una singular
224 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Proceder admirable... 225
<86>
piedad, y algunos de ellos tomaron el hábito del Instituto, y los que volvieron con sus
pastores han vivido en el ejercicio de su ministerio con gran piedad y caridad, y
consideraban al señor de La Salle como a su verdadero padre.
Así pues, antes de que el siervo de Dios fuera a establecerse a París, en Reims había
tres comunidades, a saber: la de los Hermanos, la de los jóvenes de los que hemos
hablado, y esta última, a la que llamaban seminario de maestros de escuela; las tres
comunidades contaban con unas cincuenta personas. Y esto muestra a las claras cuál
era la Providencia de Dios con su siervo, pues no contando sino con lo necesario para
mantener a los Hermanos, alimentó y sostuvo222 a otras dos comunidades sin que
jamás les haya223 faltado lo imprescindible.
***
222
En el texto se dice en presente “entretien”; se ha transcrito en pretérito pasado, “entretint”.
223
En el manuscrito el verbo está en plural, corregido en la transcripción.
226 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
ANEXOS
Los dos primeros documentos que siguen se refieren al segundo trabajo realizado por el
biógrafo Frère Bernard. Se trata de un manuscrito completo, en cuatro partes, terminado poco
antes del 4 de mayo de 1723. Pero las Observaciones (Remarques) que siguen confirman la
existencia de un primer manuscrito, limitado a la primera parte y a algunos capítulos de la
segunda, y escrito en 1720-1721 (dieciocho meses antes que el otro), que fue presentado para
la revisión al canónigo Luis de La Salle. El autor de estos dos relatos biográficos es el mismo
que escribe las Observaciones, Fr. Bernard.
Desde que supe que me eligieron para poner en orden la Vida del señor de La Salle,
me estremecía ante el temor de los reproches o de las insatisfacciones de unos y de
otros.
Mi temor no era infundado, pues ya he experimentado lo que tanto temía, y lo que
aumentaba mi reparo era no poder realizar debidamente ese trabajo, tanto por mis
limitaciones como porque vi el poco tiempo del que iba a disponer para ocuparme en
un trabajo que requería tiempo. Con todo, fue preciso que me sometiera al deseo y al
mandato de quienes estaban por encima de mí, que me prometieron su ayuda, y eso
fue lo que me decidió a comenzar este trabajo.
Al principio me dieron numerosas memorias, que leí y releí con atención; pero lo
que más me gustó fue un manuscrito bastante largo, escrito de propia mano por el
señor de La Salle, que contiene el comienzo y el progreso del Instituto de los
Hermanos de las Escuelas Cristianas, del que extraje todo lo que digo en el libro
segundo.
Después de haber leído todas estas memorias, me di cuenta de que no eran
suficientes para elaborar un libro tal como se quería. Por eso urgía a que me dieran
más, sobre todo las que trataran con más amplitud su infancia y cuanto hizo hasta la
fundación del Instituto.
Para ello escribieron a Reims, a su hermano, y al señor Juan Francisco, su primo, y
este último entregó una memoria que contenía algunas particularidades sobre la
piedad que había mostrado desde su niñez. Pero no logré obtener nada de ningún otro,
1
Hoja de papel sencilla, de 25,5 x 17,5 cm, sin lugar ni fecha, escrito por las dos caras, con letra
pequeña, bastante regular. El autor firma: frère Bernard. (ACG, dosier: Bernard).
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Anexos 227
y por eso me decidí a dirigirme a las Hermanas de los huérfanos, que no dejaron de
secundar mis deseos. Pero, con todo, yo consideraba que todo esto era insuficiente.
Lo cual me obligó a suplicar al señor Leschassier2, superior del seminario de San
Sulpicio, que tuviera a bien contribuir, por su parte, con algo. Y él, con mucho afecto,
me dio una memoria relativa a lo que había hecho durante el tiempo en que estuvo en
el seminario de San Sulpicio. Después de esto, me decidí a comenzar, aunque no
estuviese satisfecho con las memorias que tenía. Pero comprendí que no iba a
conseguir más en adelante.
Así pues, hice un plan de la primera parte y de algunos capítulos de la segunda, y se
lo envié al señor de La Salle, para que comprobara que no había nada que pudiera
molestar a su familia; y esperé más de seis meses a que me lo devolviera, y ocupé todo
este retraso en revisar mi original, en el cual advertí que me expresaba de una manera
muy rígida, por haber seguido escrupulosamente, palabra a palabra, las memorias y la
idea de quienes me las habían dado. Esto hizo que me decidiera a comenzar de nuevo
toda esta obra y a expresarme según mi estilo, y no seguir el de los otros. Yo esperaba
un día y otro que el señor de La Salle me remitiese mi primer borrador para poderme
regular según las observaciones que me hubiera hecho; pero me extrañé mucho
cuando supe que no quería enviarlo hasta que no se le diera el resto. Por tanto, me
decidí a trabajar sin aquella ayuda, que me hubiera sido muy útil.
Dediqué casi dieciocho meses a este segundo borrador, y lo habría terminado antes
si hubiese dispuesto de tiempo, pues no contaba más que con dos horas diarias,
y encima cortadas en momentos diversos. Ése es el motivo por el que en varias
ocasiones me haya repetido.
En cuanto esta obra estuvo terminada, mis superiores me trasladaron de París a
Reims, y me mandaron que llevara conmigo el libro, y que se lo diera a examinar al
canónigo señor de La Salle, para que después de esto se le pudiera dar la última
revisión, lo que desean con impaciencia todos los Hermanos.
Yo esperaba con paciencia el momento de poderlo realizar; me pidieron que se lo
mostrara al señor Guyart3, canónigo de Laon, quien encontró que el comienzo de los
capítulos, las reflexiones y aplicaciones de pasajes (de la Sagrada Escritura) estaban
bien traídos, y que el estilo era pasable; pero que había algunas palabras y
repeticiones que debían corregirse. Este canónigo me reprochó que hubiera hablado
de los «asuntos de la época», y me acusó de haberlo mencionado; y me dijo que
consideraba que para que el libro pudiera ser aceptado por todos, bastaba con decir
que el señor de La Salle había sido muy sumiso a las decisiones de la Iglesia y lleno de
respeto hacia los soberanos pontífices. Yo le respondí que no creía que eso fuera
suficiente y que me parecía necesario decir en qué había mostrado ese respeto y
sumisión. Con todo, estuve de acuerdo en que debía cortar y suavizar varias cosas,
y es lo que he hecho exactamente.
2
El Hermano Bernard escribe “le Chassier”.
3
Bernard escribe “Guyard”.
228 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
En cuanto a las demás faltas, podrán ser fácilmente corregidas en cuanto el señor
de La Salle haya hecho sus observaciones, pues sería inútil hacerlo antes.
He ahí lo que he considerado que debía decir antes de que se pusiera mi obra en
manos del señor canónigo de La Salle, y anhelo que las lea con atención.
Testifico que he escrito esto.
(s) Hermano Bernard
***
Al señor
Don Luis de La Salle
Canónigo de la iglesia de Nuestra Señora, en Reims.
Señor:
Me tomo con confianza la libertad de escribirle estas líneas para expresarle mis
humildes respetos y también para rogarle que se tome el trabajo de leer el manuscrito
completo de la Vida del señor de La Salle, nuestro querido Padre y fundador, para que
tenga la bondad de comprobar si todo está de forma debida en él, y si no hay nada de
falso o algo contradictorio, tal como usted me hizo el honor de señalarme en la que
tuvo la bondad de escribirme; tenemos, señor, muy alta estima y respeto hacia vuestra
persona para considerar una obligación indispensable someternos a lo que usted
decida.
Tan sólo me permito la libertad de exponerle con sencillez lo que sigue, y es que
varias personas desearían vivamente que se dejase lo que se dice en dicho manuscrito
sobre sus verdaderos sentimientos respecto de los asuntos de la época, y de los
diversos sentimientos, y damos como razón que va en ello el interés de nuestro
Instituto; otros, en mucho menor número, proponen que no se diga nada sobre ello.
Por lo demás, señor, si es aceptable que yo exponga mi pensamiento sobre ello, creo
que parece bien e incluso necesario que se hable de asuntos tales como ésos, pero sin
molestar a nadie, lo cual nos resultará beneficioso.
4
Hoja sencilla de papel, de 22 x 16,5 cm, doblada varias veces, la dirección y tres páginas de texto;
firmado: Hermano Juan; fechado: París, 4 de mayo de 1723. (AMG, dosier: Bernard). El Hermano Juan,
llamado en el siglo Jean Jacot (Jaquot o Jacquot), era de Château-Porcien, y había nacido el 18 de octubre de
1672; entró en la Sociedad en octubre de 1686; hizo voto perpetuo el día de la Santísima Trinidad de
1694; fue elegido asistente del Hermano Bartolomé en mayo de 1717, y luego asistente del Hermano
Timoteo en agosto de 1720; director de la casa de París.
Tomo I - 1 - HNO. BERNARD - Anexos 229
Estoy convencido, señor, de que estando usted tan dedicado, como su querido
hermano, a procurarnos servicio, no dejará de hacer, sobre el particular, lo que sea más
conveniente para la gloria de Dios y la salvación del prójimo, y estamos seguros de que
hemos encontrado en vuestra persona otro padre, que ocupa el lugar de aquel que nos
fue arrebatado para ir a gozar de la gloria del cielo. No cesaremos, señor, de ofrecer
nuestras oraciones a Dios para que le colme de la misma felicidad eterna.
Tal es el profundo deseo de quien tiene la dicha de considerarse, con profundo
respeto y sumo agradecimiento, señor, su muy humilde y muy obediente servidor.
París, a 4 de mayo de 1723.
(s) Hermano Jean
***
5
Estas líneas se toman de Blain (Vie, II, p. 375), que las atribuye «al primero que tomó la pluma en su
mano para escribir su Vida (del señor de La Salle)». No parece que sea temerario reconocer en este
testimonio sobre la caridad del santo, al autor de la vida que comienza con la frase «Proceder admirable
de la Divina Providencia...»
ÍNDICES
del manuscrito de BERNARD
CAMBRAI
el santo recibe allí las órdenes menores: 13.
después el diaconado: 15.
CHÂTEAU-PORCIEN
lugar de nacimiento del sacerdote Jean FAUBERT: 54.
DARNÉTAL
la señora MAILLEFER había fundado allí escuelas: 23.
cercana a Ruán: 23.
FRANCIA
a la muerte del fundador, los Hermanos están establecidos en 22 localidades: 34.
GUISE
distante 18 leguas de Reims: 39.
el señor NYEL va allí a abrir una escuela: 39.
regresa ocho días después: 40.
vuelve un año después; la escuela ya está fundada: 40.
permanece allí: 45.
la escuela queda bajo su dirección: 45.
Luis de LA SALLE, hermano del santo, dio escuela allí: 67.
el señor NYEL pide al santo que se encargue de las escuelas de G. y de Laón: 67.
el abate GUYART pide al santo que se encargue de las escuelas de G. y de Laón: 68.
LAÓN
— lugar (diócesis) de nacimiento del señor NYEL: 23.
permanece allí: 45.
funda allí una escuela: 45.
esta escuela queda bajo su dirección: 45.
deja la escuela y regresa a Reims: 67.
pide al santo que se encargue de las escuelas de Guisa y de L.: 67.
— el Hermano BOURLETTE es enviado allí, su padre le visita e insiste para que
deje su
estado: 64.
el párroco le visita; respuesta del Hermano, que atiende a dos clases y al enfermo:
64.
— el abate GUYART insiste para que LA SALLE se encargue de las escuelas de
Guisa
y de L.: 68.
234 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
REIMS
— localidad: los de LA SALLE, familia de las más importantes de R. 10.
el santo nació allí el 30 de abril de 1651: 11.
accidente ocurrido al santo en un viaje al volver a R.: 14.
el santo vuelve a R. después de su estancia en San Sulpicio: 15.
el santo es ordenado de diácono en Cambrai, el santo regresa y se dedica al
estudio de la teología: 16.
ROLAND estableció en R. una escuela para huérfanas: 17.
NYEL llega a R. (1679): 23, 24.
la señora MAILLEFER nació en R.: 23.
deseaba fundar escuelas en R.: 23.
la señora MAILLEFER y el señor ROLAND proyectan enviar a R. al señor NYEL:
24.
Guise dista de R. 18 leguas: 39.
el santo va desde París a R. de vez en cuando: 48.
el santo sale hacia París (julio 1683), con la esperanza de renunciar a su
canonicato en manos del arzobispo: 51.
el arzobispo sale de P. hacia R. cuando el santo va a buscarlo: 51.
el recuerdo de CALLOU sigue venerado en R.: 56.
el Hermano BOURLETTE pertenecía a una familia distinguida de R.: 63.
el señor NYEL viaja varias veces de Laón a R. para pedir al santo que se encargue
de las escuelas de Guisa y Laón: 67.
se extiende el rumor de la dimisión del santo en favor del Hno. L’HEUREUX: 78.
se desaprueba el proceder del santo y se informa a los superiores eclesiásticos: 78.
cada vez que el duque de MAZARINO va a R., se acerca a saludar al santo: 79.
MAZARINO asiste un día a la misa del santo, entre los Hermanos: 80.
— casa de comunidad: el santo es consejero de los maestros: 34.
la casa de San Sinforiano se alquila por año y medio; terminaba el plazo el 24 de
junio de 1681: 35-36.
el santo comienza una escuela en la casa de San Sinforiano: 35.
esta casa estuvo siempre bajo la dirección del santo: 45.
— la casa de la calle Nueva toma forma de comunidad; los efectivos se renuevan en
pocos meses: 46-47.
la casa no parece suficientemente asentada (en 1683) para que el santo se marche
a París: 57.
la casa estaba situada no lejos de Santa Clara, allí residen también algunos
eclesiásticos: 62.
los principales Hermanos de la casa y los de las otras comunidades se reúnen por
segunda vez: 74.
— progreso del Instituto en R. y en las otras tres casas: 84.
establecimiento de un noviciado menor: 84-85.
establecimiento de un seminario para maestros del campo: 85.
en total hay unas cincuenta personas entre las tres comunidades: 86.
236 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
un H. fallece poco antes del Hermano BOURLETTE, en brazos del santo: 64 (ver
JEAN-FRANÇOIS, Hermano)
un H. muere el 1 de mayo de 1687, después de haber rechazado ir a tomar los aires
de su lugar de nacimiento: 64 (ver MAURICE, Hermano.)
un cuarto H. muere con disposiciones de piedad extraordinarias: 64.
un H. de la escuela de Santiago es aleccionado sobre el modo de mantener el
orden: 67.
el H. cocinero se descuida y pone ajenjo en la comida; el santo la toma sin notar
nada: 72.
un H. de los más antiguos es encargado de dirigir a postulantes y novicios: 84.
un H. es encargado de instruir y formar a los maestros para el campo: 85.
HERMANOS
nombre empleado para designar a los maestros: 47 (ver MAESTROS)
— el santo quiere ser el último entre ellos: 33.
se confesaban de buena gana con el santo: 44.
la dificultad venía de la poca experiencia de algunos confesores: 44.
el canonicato del santo les hace desconfiar de su propio futuro: 48.
sus observaciones desalentadoras; el santo les propone abandono generoso: 58.
el santo les persuade de que confíen en la Providencia: 59.
el santo les pone delante las intervenciones de la Providencia: 59-60.
— ocupan en Rethel (1721) la casa comprada por indicación del santo: 45.
habrían deseado que el santo fundara las escuelas con sus bienes: 48.
alojados primero en la casa de LA SALLE, pasan luego a otro inmueble alquilado,
cercano a Santa Clara: 62.
son enviados a Guisa y Laón, para tener escuelas, y se encargan de ellas: 68.
llevan a los alumnos a los servicios fúnebres por el señor NYEL: 69.
los padres de los niños no aceptan las correcciones que dan a sus hijos: 82.
— piden un hábito que les distinga de las gentes del mundo: 69.
habían llevado un hábito negro y corto, el cuello, y un sombrero muy ancho; el
santo les da como manteo el capote de mangas, y varios obispos aprueban ese
hábito: 69.
deberían haber llevado el manteo largo, según deseaba BAUDRAND: 70.
— su alimentación es muy común: 21.
entrenados por el santo en las vías de la mortificación: 62.
el santo se esfuerza por poner límites a su deseo de penitencias: 63.
algunos se agotan prematuramente: 63.
aceptan de buen grado las burlas que atrae la novedad del hábito: 63.
el santo regula su régimen de comidas, días de ayuno, calidad de alimentos: 71.
el cocinero, por error, pone ajenjo y los Hermanos no lo soportan: 72.
el santo se preocupa de la poca estabilidad de los HH.: 72.
comienzan un retiro; desean consagrarse enteramente a Dios, hablan de la
oportunidad de hacer votos de castidad y de obediencia: 73.
Tomo I - 1 - HERMANO BERNARD - Índice de personas 243
aceptan las razones del santo y hacen voto anual de obediencia, emiten el voto el
día de la Santísima Trinidad, lo renuevan cada año hasta 1694; orden de la
ceremonia: 73-74.
no tenían regla escrita; los ejemplos del santo les servían de pauta: 75-76.
el santo no perdona medio de inculcarles la estima por la obediencia: 76.
sus ejemplos, junto con los del santo, hacen aumentar los pretendientes
(postulantes): 79.
MAZARINO asiste a una misa del santo; los HH, que no le conocen, le rodean en la
iglesia; edificado por su actitud: 80.
los principales HH., reunidos de nuevo, se convencen de que deben elegir un
Hermano como superior; eligen al H. L’Heureux: 74.
ver MAESTROS
GONEL, Henri, párroco de San Sinforiano, en Reims
confesor de los maestros, pero éstos no quedan contentos: 43.
GUIART, ver GUYART
GUISE, señora de G
contribuye a la fundación de la escuela: 40.
GUYART, párroco de San Pedro de Laón
más tarde canónigo de la catedral de Laón: 45.
visita al Hno. Bourlette, encuentra a un Hno. enfermo, aconseja dar vacaciones
unos días; respuesta del Hermano: 64.
media entre NYEL y LA SALLE para lograr que el santo se haga cargo de las
escuelas de Guisa y de Laón: 68.
veneración del santo por G.; éste da testimonio de la virtud del santo: 68.
JEAN-FRANÇOIS, Hermano
muere antes que el Hno. BOURLETTE, cantando amor, amor, amor: 64.
JÓVEN(ES)
— un joven acompaña a NYEL a Reims, para ayudarle en la primera escuela: 23.
— jóvenes de 15 años son enviados al santo, recibidos a pesar de su juventud: 84.
forman una pequeña comunidad: número, reglamento, ejercicios, edificación que
dan; en la práctica equivale al noviciado: 84-85.
LA BARMONDIÈRE, Claude Bottu de La B., párroco de San Sulpicio
el santo le promete dos Hermanos, y se compromete a trasladarse a París para
hacerse cargo de la escuela de la parroquia: 51.
recuerdo de esta promesa: 57: 83.
tenía prisa de que llegara el santo y los Hermanos; pesares por su tardanza: 57.
LA SALLE, familia de LA SALLE,
de las más honorables de Reims: 10.
reuniones de familia en casa del santo; críticas que se le hacen: 42.
paciencia del santo en tales ocasiones, testimonio de una de sus tías sobre este
asunto: 42.
244 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
recibe a veces a sus familiares a comer; paciencia cuando le criticaban: 42: 43.
el santo y sus hermanos comen en la misma mesa que los maestros: 43.
uno de sus hermanos le ama especialmente: 43.
estima que le profesaba el arzobispo: 51.
le retiran la tutela de sus hermanos: 62.
algunos amigos le censuran; luego admiran su proceder: 65.
estimado cada vez más por los de fuera: 79.
estimado por el duque de MAZARINO, que le pide asistir a una misa: 79.
el duque y el santo van juntos a la iglesia: 80.
— estado eclesiástico
recibe las órdenes menores en Cambrai: 13.
enviado al seminario de San Sulpicio, en París: 14.
permanece dos años en el seminario de San Sulpicio: 15.
conducta edificante en el seminario: 15.
recibe el subdiaconado: 15.
recibe el diaconado en Cambrai: 15.
cumple las condiciones del perfecto diácono, según san Pablo: 15-16.
regresa a Reims: 16.
continúa en Reims los estudios de teología: 16.
recibe el sacerdocio en Reims, de manos de Mons. LE TELLIER: 16.
dice su primera misa en la catedral de Reims: 16.
fervor y piedad: 16.
su celo como sacerdote: 16.
obliga a un sacerdote indigno a marcharse de la ciudad: 17.
prosigue sus estudios de teología; obtiene el doctorado: 17.
canónigo de Nuestra Señora: 34-36.
— Instituto y escuelas
predestinado a abrir escuelas de niños: 3.
su obra es digna de alabanza: 4.
ha dejado el memorial sobre los comienzos, manuscrito encontrado durante su
viaje al Sur: 22.
consulta a varias personas de piedad, entre ellas Dom Claude BRÉTAGNE;
aprueban poner la escuela bajo la protección de un párroco: 26-27.
elige al párroco de San Mauricio para poner en su parroquia la escuela: 27.
su testimonio sobre el origen providencial de las Escuelas cristianas: 30.
algunos quieren que se encargue de las escuelas; sus ocupaciones le disuaden;
repugnancia a ocuparse de los maestros: 30-31.
dirigido poco a poco a ocuparse de los maestros: 31-32.
términos en los que él mismo habla de los comienzos: 32.
consejero de los maestros; creía que no debía hacer más; Dios le lleva a ser
fundador de escuelas en 22 ciudades de Francia: 34.
su casa está demasiado alejada de la escuela de San Mauricio: 34.
paga 200 libras de pensión por los maestros; asegura su manutención: 35.
Tomo I - 1 - HERMANO BERNARD - Índice de personas 247
alquila una casa para los maestros, próxima de la suya, detrás de San Sinforiano: 35.
su casa está próxima a Santa Margarita: 35.
se apena por la falta de orden en la comunidad de maestros: 36.
había alquilado la casa de los maestros por año y medio: 36.
piensa en alojar a los maestros en su casa; queda perplejo; razones de ello: 36-37.
pasa tres meses en la perplejidad: 39.
lleva a los maestros a su casa, y quedan en ella desde después de la misa hasta la
oración de la tarde, salvo el tiempo de clase: 39-40.
la casa está regulada, y propone a los maestros algunos reglamentos: 40.
— duda en renovar el alquiler de la casa; al fin se decide a alojar a los maestros en su
casa: 41.
pone a prueba a los maestros, desde pascuas hasta San Juan Bautista; los lleva a su
casa el 24 de junio de 1681: 41.
gobernaba la casa de Reims: 45.
algunos maestros abandonan la comunidad: 46.
se ve obligado a despedir a algunos maestros: 46.
escribe al señor (LEPAGNOL) COMPAGNON, encargado de las escuelas de San
Sulpicio, diciéndole que no puede ir: 57.
— duda si emplear sus bienes para sostener las escuelas; el p. BARRÉ le disuade: 58.
el ejemplo de ROLAND LE EMPUJARÍA A HACERLO: 59.
alquila para los Hermanos una casa cercana a Santa Clara, se retira a ella con los
Hermanos y algunos eclesiásticos que convivían en su casa paterna: 62.
un Hermano muere en sus brazos, en un transporte místico: 64.
por escasez de sujetos, da clase en la escuela de Santiago, y lleva a los niños a la
parroquia con la vestimenta de un Hermano: 66.
da escuela en Reims, en París y en otros sitios: 67.
se ve obligado a asumir las escuelas de Guisa y Laón; envía Hermanos, y allí
están desde entonces: 68.
— Mons. LE TELLIER le promete sostener sus escuelas si se queda en la diócesis: 83.
recibe algunos jóvenes y forma con ellos una comunidad, con reglamento y
ejercicios apropiados; sirve como un noviciado: 84.
rechaza enviar los maestros solos a las parroquias, acepta formar a jóvenes para
los párrocos de los pueblos; llega a tener 25, 85.
les pone un Hermano para formarlos: 85.
estos maestros del campo le guardan gran agradecimiento: 86.
antes de salir para París, en Reims hay tres comunidades, los Hermanos, los
jóvenes y el seminario de maestros, asistidos por la Providencia: 86.
— induce a los Hermanos a que escojan el mismo confesor: 43.
los maestros quieren que sea él su confesor; se resiste, al fin, acepta: 44.
confiesa a los maestros y a los Hermanos hasta su muerte; gran bien que se sigue: 44.
tentación de algunos maestros de abandonar; se retiran: 47.
se alegra de los insultos sufridos por los Hermanos: 63.
248 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
el santo siente su muerte; celebra los funerales en casa de las Hermanas: 69.
— agente providencial en la vida del santo: 30.
OBISPOS
los O. que llaman a los Hermanos aprueban su hábito: 69.
OFICIAL de Reims
su sobrino Nicolas BOUTON, párroco de San Timoteo de Reims, era su criatura: 27.
PADRES DE LOS ALUMNOS
se muestran descontentos de las correcciones que se dan a los niños: 82.
PÁRROCO de Laón
ver GUYART.
PÁRROCO de Rethel
ver CERCELET.
PÁRROCO de Mézières
ver LAUNOIS.
PÁRROCOS de Reims
ver BOUTON, DORIGNY, GONEL.
— un párroco presentado para cubrir la apertura de la primera escuela; descartado
por falta de celo: 27.
un segundo, descartado por no ser apreciado por sus superiores: 27.
un tercero, descartado por estar ligado al Oficial: 27.
PÁRROCOS DEL CAMPO.
varios ruegan al santo que les mande un Hermano: 85.
al no poder hacerlo, acuerdan enviarle jóvenes para que los forme a dar clase: 85.
PERSONA(S)
— una P. bondadosa da testimonio de la mortificación del santo: 21.
una P. visita al santo; se encomienda a sus oraciones, le llama santo, y él
intencionadamente da muestras de risa desmesurada: 80-81.
varias p. de Reims llevan al arzobispado la queja de que el santo obedece a un
simple Hermano: 78.
varias personas piden al santo que sea su director espiritual: 81.
PHILBERT Nicolas, canónigo de Reims
— fue superior del seminario: 52.
fue luego gran chantre en la catedral: 52.
el santo le conocía particularmente: 52.
— aprueba el proyecto del santo de dejar la canonjía, y le aconseja retirarse a París: 52.
sugiere a Mons. LE TELLIER que autorice al santo a dejar la canonjía: 52-53.
su recomendación influye para el nombramiento de Juan Luis como canónigo: 55.
va a París, con Mons. LE TELLIER, al día siguiente de la dimisión del santo: 55.
POBRES de Reims
reciben víveres de mano del santo: 61.
256 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
PONTON, Anne
viuda de Jean BONVARLET, asegura una renta a las escuelas de Rethel: 45.
PRETENDIENTES (= Postulantes)
animados por los ejemplos del santo y de los Hermanos: 79.
le bastaban quince días para prepararlos al empleo: 79.
RELIGIOSA(S).
— pasajes de una carta dirigida por el santo a una r.: 77-78.
a una r. le impone que se despoje de todo lo superfluo: 81-82.
— algunas religiosas son dirigidas por el santo: 81.
REMENSE
su generosidad con los Hermanos de la escuela de Santiago: 30.
críticas a los Hermanos por la novedad del hábito: 63.
ROLAND, Nicolas
canónigo de Reims
— canónigo teologal de la catedral: 13: 17.
escogido por el santo como director espiritual: 13.
excita a la penitencia, le anima a la salvación de las almas: 13.
— había establecido escuelas para las niñas: 13, 17, 30, 59.
predicó una cuaresma en Ruán: 23.
habla con la señora MAILLEFER de abrir una escuela de niños: 23.
obtiene a la Hermana DUVAL para dirigir la comunidad de Reims: 24.
recomienda al santo la fundación de escuelas de niños: 13.
algunas personas de su entorno tratan de llevar al santo a la obra de las escuelas: 30.
había fundado sus escuelas con sus bienes: 59.
su ejemplo podría inducir al santo a fundar las suyas: 59.
— hace del santo su ejecutor testamentario: 13, 17, 23.
muere el 28 de abril de 1678: 23.
SACERDOTE (un s. de mérito)
da testimonio de las grandes penitencias del santo: 13.
SUPERIORES ECLESIÁSTICOS
Obligan al santo a retomar el cargo de superior: 78.
Tomo I - 1 - HERMANO BERNARD - Índice analítico 257
3. ÍNDICE ANALÍTICO
Prefacio: 1.
Juan Bautista de LA SALLE es digno de alabanza.
El Espíritu Santo hace su elogio: «alabemos a los hombres llenos de gloria».
Esta alabanza le conviene, pues ha sobresalido en todo lo que se atribuye a los
grandes hombres:
tanto en lo que mira a la gloria de Dios, de la que estaba lleno,
como con el nombre de padre, pues ha dejado una feliz posteridad.
El número de sus virtudes es innumerable.
su caridad no tiene límite,
y su misericordia es inmensa.
Familia de Juan Bautista de La Salle: 10.
Nacimiento, bautismo: 11.
Infancia piadosa: 11.
Estudios: 12.
Canonjía: 12.
Órdenes menores: 13.
ROLAND, su primer director espiritual: 13.
Penitencias durante su juventud: 13.
Celo por la salvación de las almas, inculcado por su director: 14.
Aconsejado de dedicarse a las escuelas de niños: 14.
Seminarista en San Sulpicio: 14-15.
El señor BAÜHIN, director espiritual: 14-15.
Visitas del señor BAÜHIN al señor de LA SALLE, EN PARÍS: 15.
Influencia del seminario de San Sulpicio en de LA SALLE: 15.
Subdiaconado: 15.
Diaconado. Cualidades del diácono: 15-16.
Retiro de preparación al sacerdocio: 16.
Ordenación sacerdotal: 16.
Primera misa: 16.
Virtudes del sacerdote: 16-17.
258 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Para no hacer esperar más en PARÍS, escribe al señor L’ÉPAGNOL (COMPAGNON): 57.
El padre BARRÉ manifiesta su pena por el retraso: 58.
Toma medidas para desprenderse de su patrimonio: 58.
Razones para deshacerse de su patrimonio: 58-58.
Oración para saber si debe o no dejar sus bienes a las escuelas: 58.
Dios le inspiró desde este momento que debía abandonarse a Él: 58.
Así lo hizo, poniendo todas sus casas bajo la protección de la Providencia: 58.
Dice a sus Hermanos: «Aunque no tenemos bienes... no tenemos deudas»: 59-60.
Su director le autoriza a repartir sus bienes a los pobres: 60.
Comienza la distribución de sus bienes en 1685: 60.
En la distribución le ayudan los eclesiásticos que vivían con él: 61.
También da de comer a los pobres: 61.
Esto duró un tiempo largo, hasta que se quedó sin nada: 61.
Las distribuciones en pan llegaron a 100 pistolas diarias: 61.
También ayudaba a los pobres vergonzantes y otros que acudían a él: 61.
Por consejo de su director se reservó una renta de 200 libras: 61.
Deja la casa que fue de su padre: 62.
Alquila otra casa, frente a Santa Clara: 62.
Vive en esta casa con los Hermanos y algunos eclesiásticos: 62.
Le quitan la tutela de sus hermanos: 62.
En esta casa parecía que quería desgarrar su cuerpo con las penitencias: 62.
En esa casa aún se ven los instrumentos de penitencia, que dan miedo: 62.
Los Hermanos trataban de imitar su desprendimiento de los honores y riquezas: 62.
Vigor interior de los fervorosos discípulos: 63.
El modo de vestir les atrae mil injurias del populacho: 63.
Algunos libertinos les tiraban piedras: 63.
Se consideraban felices de sufrir por amor de Cristo: 63.
El Hermano BOURLETTE pide permiso para salir con vestido rojo: 63.
Vocación del Hermano BOURLETTE: 64.
El Hermano BOURLETTE atiende dos clases a la vez, un Hno. estaba enfermo: 64.
Respuesta al párroco de San Pedro de Laón: 64.
Un Hermano murió cantando melodiosamente: 64.
Otro falleció el 1 de mayo, que no quiso ir a tomar los aires natales: 64.
Muerte de un cuarto Hermano: 64.
LA SALLE pasaba buena parte del día y de la noche en oración: 65.
264 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
ÍNDICE DE CAPÍTULOS
Prefacio 1
Aviso al lector 6
Declaración 7
PRIMERA PARTE
Capítulo I. — Su nacimiento, su educación, sus primeros estudios y su
promoción a la dignidad de canónigo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Capítulo II. — Va a Cambrai para recibir las órdenes menores; elige un
director; accidente que le ocurrió [en camino]; va a San Sulpicio para
hacer allí su seminario; es ordenado subdiácono . . . . . . . . . . . . . . . . . 12
Capítulo III. — Su regreso a Reims, de donde sale por segunda vez hacia
Cambrai, para recibir el diaconado, y algún tiempo después, es
ordenado sacerdote de manos de su obispo; es encargado de los asuntos
de su familia y de la casa de huérfanas que logró que fuera aprobada 15
Capítulo IV. — De algunas acciones notables que hizo este siervo de
Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
Capítulo V. — Cómo la divina Providencia dispuso al señor de La Salle
para el establecimiento de las Escuelas cristianas en el lugar de su
nacimiento; la caridad y la gran prudencia que manifestó en este
encuentro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
Capítulo VI. — Establecimiento de la primera escuela en Reims para
niños, y algún tiempo después una segunda; caridad con que el señor de
La Salle conduce este asunto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
SEGUNDA PARTE
Capítulo I. — Donde se ve cómo la divina Providencia prepara al señor
de La Salle para fundar los Hermanos de las Escuelas Cristianas, al
inspirarle que tomase particular cuidado de los maestros de escuela;
los aloja cerca de su casa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
Tomo I - 1 - HERMANO BERNARD - Índice de capítulos 269
testimonios sobre sus virtudes y ejemplos. En 1721, tan sólo dos años después de la
muerte del santo, el Hermano Timoteo encargó al Hermano Bernard que ordenara los
memoriales y testimonios recogidos y que escribiera la vida del fundador. El
Hermano, a pesar de las dificultades que encontró, puso manos a la obra, y en el
mismo año de 1721 había terminado un esbozo de biografía que abarcaba desde el
nacimiento del santo hasta 1687, es decir, hasta el momento en que abandonaría
Reims para instalarse en París.
Acabado este trabajo, que ocupaba un cuaderno de 86 páginas, pareció
conveniente pasárselo a Juan Luis de La Salle, hermano del biografiado, para que
diera su opinión, especialmente sobre cuestiones que podrían molestar a alguna
persona. Medio año después de haberle entregado una copia, ya había corregido el
manuscrito, pero se negó a devolverlo, y pidió que primero le presentasen toda la
biografía completa.
El Hermano Bernard, mientras tanto, revisó el original de su trabajo, y completó
toda la biografía. Ésta le fue presentada a Juan Luis de La Salle el 4 de mayo de 1723.
Pero el hermano del santo no quedó satisfecho del trabajo del Hermano Bernard, y sin
decir nada a los superiores del Instituto, encargó a su sobrino Francisco Elías
Maillefer, que en dicho año, precisamente, fue enviado al monasterio de Reims, que
compusiera él mismo una biografía de su tío Juan Bautista. Al encomendarle este
trabajo, Juan Luis quería no sólo contar con un relato más ágil y elegante en cuanto al
estilo, sino también matizar algunas cuestiones de fondo, y concretamente todo lo que
se refería al jansenismo, y que aparecía en la biografía escrita por Bernard.
Para que pudiera realizar dicho trabajo, Juan Luis entregó a su sobrino los dos
manuscritos de Bernard, y tal vez algunos otros testimonios recogidos entre los
familiares y conocidos de Reims. Juan Luis tenía la intención de financiar la
publicación de la nueva biografía de Francisco Elías, si quedaba a su gusto.
El monje del monasterio de San Remigio acabó su trabajo con suma rapidez, pues
lo terminó en el mismo año de 1723. Con todo, la publicación de esta biografía quedó
en suspenso, ya que Juan Luis falleció el 26 de septiembre de 1724.
Pasado algún tiempo, los superiores del Instituto tuvieron conocimiento de que
Maillefer había escrito una biografía partiendo de los documentos que habían
prestado a Juan Luis, y encargaron al Hermano Tomás, que era administrador, que
fuera a Reims para conseguir que se la prestara, tal vez con la idea de editarla como
publicación del Instituto.
El Hermano Tomás acudió a Reims y habló con Francisco Elías Maillefer, y
después de mucha insistencia y valiéndose de sus reconocidas dotes diplomáticas
consiguió que se lo prestara, pero con la condición de que, si se publicaba, no se
cambiaría ni añadiría nada sin el consentimiento del monje.
A los superiores del Instituto tampoco les gustó la biografía escrita por Maillefer, y
el Hermano Timoteo encomendó al canónigo Blain, que mantenía estrecha relación
con la casa de San Yon, que redactara una biografía que pudiera ser considerada
Tomo I - 2 - MAILLEFER - Introducción 275
como «oficial». Para ello le entregaron las dos obras ya escritas: la copia de Bernard
prestada a Luis de La Salle, y por él corregida, y la de Maillefer; le dejaron también
otros materiales que se habían reunido. Blain aceptó el encargo y elaboró una
biografía en dos tomos, amplísima y en muchas ocasiones de estilo ampuloso.
El Instituto publicó la biografía de Blain en 1733. Como signo de benevolencia los
superiores enviaron un ejemplar a Francisco Elías Maillefer, que se sintió ofendido
porque comprobó que Blain había utilizado su escrito en muchas ocasiones, y ni
siquiera lo decía ni le citaba. Pero comprobó también que Blain había añadido
numerosos datos que él desconocía y que, por tanto, no había incluido en su obra.
Disgustado y considerándose traicionado por los superiores del Instituto, resolvió
rehacer su primera biografía, aunque sólo fuera para satisfacción personal. Así lo
hizo, y la terminó en 1740. Una vez acabada, la depositó en la biblioteca de su
monasterio, donde era bibliotecario.
El texto de 1723
El manuscrito que Maillefer prestó al Hermano Tomás, según vimos, y que se puso
en manos de Blain, no lo poseemos. Sin embargo, tenemos dos copias manuscritas
del mismo texto. Se las denomina manuscrito X y manuscrito Carbon.
A. El manuscrito X
Se trata de un pequeño volumen de 185 x 125 mm, de 253 páginas. En la parte
posterior de la primera hoja se lee: «Comunidad de los Hermanos de
Ruillé-sur-Loire». Hay un añadido, escrito por el Hermano Calixte (Juan Francisco
Nicolás LEDUC, 1797-1874), Asistente y Archivero del Instituto, que explica que se
trata de una casa que no fue de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, sino de los
Hermanos de San José, congregación que tuvo la casa madre en Mans, con el nombre
de Notre-Dame-de-Sainte-Croix. Esta congregación desapareció.
El copista ha puesto, en la portada, la fecha en que acabó su trabajo: Reims, a 1 de
agosto de 1766. Debajo se ha añadido: «Dado al señor Dujarrié, párroco de Ruillé sur
Loire en agosto de 1824».
El Hermano Calixte añadió también en la segunda página: «Este manuscrito fue
comprado en los quais (muelles) en febrero de 1870. París, 7 de marzo de 1879, Hno.
Calixte». Los quais eran los puestos para venta de libros y objetos de segunda mano
que se ponían a lo largo de la orilla del Sena.
276 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
B. El manuscrito Carbon
La segunda copia del manuscrito de Maillefer de 1723 es el llamado Carbon. Se
trata de un manuscrito de 275 x 175 mm. En la primera página interior hay una
declaración de autenticidad firmada por Jacquenet, canónigo honorario; Colas,
profesor de filosofía, y Collery, vicario. Las tres firmas llevan rúbrica. Esta
declaración de autenticidad se hizo para confirmar que el texto había sido comparado,
Tomo I - 2 - MAILLEFER - Introducción 277
MANUSCRITO DE 1723
Copias Ca y X
<1>
La vida del señor de La Salle, que me dispongo a dar al público, no está llena de
esos hechos brillantes que captan desde el principio la admiración del lector. Se trata
de un santo sacerdote a quien Dios condujo por caminos sencillos, pero duros para la
naturaleza. Al formarle para la virtud, Él le dio a conocer la solidez del bien, y le
concedió la experiencia necesaria para hacérselo practicar a los demás. Desde este
punto de vista es como voy a presentarlo en el hecho de fundar una sociedad cristiana
que debe su nacimiento únicamente a su gran confianza en Dios.
Tenía todas las cualidades necesarias para la realización de tan santa empresa. Era
firme, poseía celo ardiente, caridad tierna e insinuante, modales afables y, por encima
de todo, amor sin límites a la penitencia. Se sintió comprometido por caminos
providenciales; y lo logró con la misma ayuda; sin contar con los fondos necesarios,
pues se había despojado de todo; sin protección, tuvo muchas contradicciones que
soportar; privado de la satisfacción que nace del éxito, se vio, a menudo, expuesto a
contratiempos desagradables que no alteraban en nada la paz de su alma.
<2>
Para defenderse de sus enemigos no empleó más armas que la paciencia. En sus
empresas no utilizaba más que esta frase, que le era familiar1: ¡Dios sea bendito! Ésa
era, por decirlo así, su divisa. Veremos las pruebas en la historia de su vida.
Me he comprometido a escribirla sólo por deferencia con personas de piedad a las
cuales no podía negar este consuelo. Yo hubiera deseado que se hubiera dedicado a
ello una mano más hábil que la mía.
Como las memorias sobre las cuales me he visto forzado a elaborar la obra no eran
bastante exactas, se encontrarán algunos vacíos y hechos omitidos. Los que se
refieren en ella bastan para edificar: es el objetivo que me he propuesto. He suprimido
algunos que habrían encontrado dificultad para ser creídos2 por la inteligencia del
lector, o que podían herir la delicadeza de los que no admiten fácilmente lo
maravilloso.
He estado atento a guardar la fama de varias personas de mérito que, por vías en las
que no se ha querido penetrar, causaron molestias al señor de La Salle.
1
le era tan familiar...
2
encontrar crédito...
282 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
3
El número de la página 3 está repetido.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 283
4
Es hecho canónigo. 1666.
5
Nuestro joven canónigo tomó posesión el 7 de enero del año siguiente
6
El escollo era delicado.
7
Es nombrado Maestro en Artes. 1669.
284 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
8
Va a París. 1670.
9
Muerte de su madre. 1671.
10
Muerte de su padre. 1672.
11
al año siguiente; de manera...
12
Es fácil imaginarse...
13
de varios de sus hermanos y hermanas...
14
se acumulan en casos parecidos.
15
no borró en absoluto de su mente...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 285
16
de tan gran importancia (aquí, «importance»; en Ca, «conséquence»).
17
en el mes de junio.
18
Asiste a las clases. 1673.
19
que le fijaron...
286 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
20
del viaje de París.
21
[ellos] se dieron cuenta...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 287
22
Al año siguiente, la víspera de Pascua...
23
una acción en que no se sabría...
24
que tenía la menor relación...
25
en sus claustros, los ornamentos de oro y de plata
26
por causa de enfermedad.
27
sino después de algunos instantes
28
en que mantenía sus sentidos
29
atención para las cosas del mundo
288 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
30
de las cuales los mayores santos tienen dificultad.
31
que no juzgan de ello.
32
cuando se apartan.
33
Muerte del señor Roland. Hacía sólo dieciocho meses.
34
el 27 de abril de este año. n.m. Toma cuidado de la Comunidad de Hermanas del Niño Jesús.
35
le hizo entrever, desde entonces, que Dios le destinaba a establecer...
36
una carga que le parecía (semblait) [en el texto, paraissait] tan pesada...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 289
37
Desprovistas de ayudas humanas, se hallaban en...
38
obtuvo las letras patentes del rey Luis XIV, las hizo...
39
el dedo de Dios que guiaba sus pasos.
40
se lo explica a uno de sus amigos: «Dios que gobierna...
290 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
41
escuelas gratuitas para la instrucción de las niñas.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 291
niñas en un barrio cercano a Ruán42, llamado Darnétal. Esta fundación fue de tal
manera apreciada por la gente que dio lugar a que nacieran otras, de las cuales debe
ser considerada como la fuente.
Esta dama, guiada por su piedad, quiso procurar el mismo beneficio a la ciudad de
Reims, su patria. El señor Roland, con quien estaba en relación, ya había provisto en
parte sus deseos, con la fundación que había hecho, desde el año 1674, de sus escuelas
para las niñas. Él se auguraba poder facilitar la misma ayuda a los niños, por medio
de la señora Maillefer, que coincidía generosamente con sus miras. Pero fue
interrumpido por la
<12>
muerte, que le privó de esa satisfacción. Este contratiempo no desalentó a la señora
Maillefer43, que ya había tomado medidas con este santo varón desde el año anterior.
42
un pueblo cerca de Ruán.
43
este contratiempo no desalentó a la dama que había tomado...
44
cuyo celo y proceder puede sustituir la pérdida...
45
Fue a Reims (n.m.1679)...
46
el superior de la comunidad de las Hermanas del Niño Jesús. Le encomendaba este asunto
considerándola como la mejor informada de este...
47
las dificultades que tendría para hacer.
292 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
razones del señor Niel y trabajó de buena gana para allanarle48 los primeros
obstáculos. Era preciso darle49 a conocer en las principales casas de la ciudad y
encontrarle un [lugar] retirado conveniente, en espera de que obtuviera los apoyos
necesarios.
Hubo que tomar muchas precauciones para superar las oposiciones. El éxito
dependía principalmente del secreto. Para prevenir cualquier sorpresa, el señor de La
Salle ofreció su casa al señor Niel, que la aceptó con gratitud.
Tales fueron los primeros compromisos del señor de La Salle en la fundación de las
escuelas gratuitas. El señor Niel agradeció a Dios el haberle facilitado en una sola
entrevista un [lugar] honroso de retiro y un protector experimentado. Desde entonces
comenzó a esperar el éxito de su empresa.
<13>
Tuvo cuidado de informar a la señora Maillefer de sus50 felices comienzos; la dama le
escribió, en consecuencia, que no descuidara nada para aprovechar las favorables
disposiciones del señor de La Salle51.
Éste, por su parte, temía comprometerse; desconfiaba de sus propias luces y quiso,
antes de nada, aconsejarse con personas más esclarecidas. Se dirigió, para ello, a
superiores de peso y de experiencia. Habló con Dom Claudio Bretagne, prior de la
abadía de San Remigio de Reims. Era persona discreta, de mente viva y sólida, y de
buen consejo52. La idea que se tenía de su mérito le había atraído una confianza tan
general, que se le había pedido el trabajo de dar al público la vida del señor Bachelier
de Gentes, que mandó imprimir al año siguiente, 1680.
El señor de La Salle le confió el proyecto que varias personas piadosas tenían de
abrir nuevas escuelas gratuitas en la ciudad. El padre Bretagne le hizo notar todos
los inconvenientes. Ya los había previsto él, pero se buscaban53 los medios para
prevenirlos. No quiso decidir nada por sí mismo. Su parecer fue que no se precipitase
en una empresa de esta naturaleza, cuyas consecuencias preveía; que consultara
mucho y que no hiciera nada sin cierta seguridad del éxito. Este consejo concordaba
con su humildad, y Dios permitió que la cosa no triunfase tan pronto para que la
ejecución resultase más sólida.
48
y trabajó de buena gana en allanar los obstáculos.
49
Era preciso darlos a conocer...
50
de informar a la señora Maillefer de estos felices comienzos.
51
aprovechar las favorables disposiciones que encontraba en el señor de La Salle.
52
era una persona discreta, de mente viva y de buen consejo.
53
pero se buscó los medios de prevenirlos.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 293
54
ofreció alojar...
55
las escuelas fueron comenzadas este año.
56
había tenido el propósito de crear una escuela
57
esto fue suficiente para su celo
294 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Se rindió a las instancias de la señora de Croyèress que le había solicitado que fuera
a verla. Ella le felicitó por los beneficios que había procurado a los pobres de la
parroquia de San Mauricio, y le propuso la idea que ella tenía de facilitar el mismo
bien a los de su parroquia. «Es preciso, —dijo— que aproveche una ocasión tan
favorable, pues hace mucho tiempo que Dios puso en mi corazón el deseo de fundar
una escuela en mi parroquia, y sería muy feliz si pudiera verlo cumplido antes de mi
muerte».
<15>
Asignó una suma de quinientas libras anuales a descontar de sus rentas para el
sostenimiento de dos maestros, y prometió dar un fondo de diez mil libras para
asegurar esa renta. A pesar de la diligencia que se puso en la ejecución de sus deseos,
no se pudo anticipar a su muerte, que sobrevino seis semanas después. Al morir, ella
declaró sus deseos a sus herederos, que consideraron un deber de religión cumplirlos.
De ese modo, la escuela de la parroquia de Santiago se abrió ese mismo año sin
ninguna dificultad.
58
temía siempre comprometerse.
59
Este hombre, aunque lleno de piedad...
60
para estar más al alcance de verles...
61
algunas reglas que les presentaba.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 295
62
una cantidad tan grande de nieve que cubría todos los caminos.
63
un hoyo muy profundo del cual no salió.
296 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
de superar. La idea que se había formado de ello suspendió sus resoluciones durante
cierto tiempo. No veía claro cómo lograr que sus hermanos, que permanecían con él,
aprobaran esta propuesta; temía las oposiciones de su familia, que no siempre
aprobaba su pasos.
Así64, en estas indecisiones, transcurrieron varios meses. Sin embargo, como el
tiempo sólo conseguía que el mal aumentase, resolvió pasar por encima de sus
repugnancias, y adoptó, con todo, la sabia precaución de preparar los espíritus para
acostumbrarlos poco a poco a este cambio. Primero se limitó a admitir a los maestros
a su mesa, en las horas de las comidas. Durante las mismas se hacía lectura, y el señor
de La Salle tomaba ocasión en ellas para hacerles saludables reflexiones sobre los
deberes de su estado. Después de ello [los maestros] se retiraban65 para dedicarse a
sus empleos.
64
transcurrieron varios meses en sus irresoluciones.
65
él [La Salle] se retiraba para dedicarse...
66
hsta el año siguiente, en que el señor de La Salle...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 297
ausencias resultaban perjudiciales a los maestros, y que convenía que no los dejase
así abandonados a sí mismos, sobre todo en el tiempo de Pascua. Todo cuanto pudo
decirle para lograr que dejara [el viaje] y aplazara el asunto para otro tiempo, no le
hizo cambiar. Su celo pasaba por encima de sus luces. Y se fue a Guisa. Su viaje no
tuvo éxito en esta primera ocasión, tal como el señor de La Salle había previsto;
pero a su regreso quedó agradablemente sorprendido al saber lo que había hecho para
mantener a los maestros en exacta disciplina. Le manifestó su alegría y le presionó
para que terminara su obra, reuniéndolos definitivamente en su casa.
El señor de La Salle, que no había encontrado en sus primeros intentos
inconvenientes tan graves como se había imaginado, consintió, al fin, a esta
propuesta; y después
<19>
de haber consultado de nuevo, hizo que todos fueran a vivir a su casa el día de San
Juan Bautista, fiesta de su patrón, de 168167. Sintió, sin embargo, que era el golpe
decisivo; que el mundo no dejaría de censurar su proceder, que hasta aquel momento
lo había tenido como en suspenso. Se preparó para las contradicciones. Sufrió
algunas muy fuertes por parte de sus parientes y de sus amigos, que no podían dejar de
reprocharle su rareza, que así era como lo juzgaban.
67
fiesta de su patrón, el año de J.C. de 1681.
298 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
tomó la decisión de retirarle a los tres hermanos que habían quedado con él desde la
muerte de su padre.
<20>
Esta separación le mortificó, pero no le abatió en absoluto. Puso su confianza en
Dios, y al verse completamente libre, se dedicó con esmero a gobernar su pequeña
comunidad. Comenzó por inspirar a sus discípulos el espíritu de modestia, de
humildad, de pobreza, de piedad y de una caridad sin límites; cualidades todas que
debían ser el fundamento de la sencillez de su estado; pero como no quería introducir
nada por su autoridad, y como quería realizar una fundación sólida, se contentó con
llevarles por grados a la perfección a la que deseaba guiarlos.
68
Entró en ella el día...
69
cuán necesaria les era esta práctica. Luego les persuadió...
70
les persuadió a aproximarse.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 299
aprensión a que esto le quitara libertad para hablarles de sus imperfecciones con la
franqueza habitual. Sin embargo, después de permitir que le insistieran de varias
maneras y de haberlo consultado con algunas personas experimentadas, se rindió a
los deseos de los maestros, que realmente, en poco tiempo, se reunieron todos bajo su
dirección. Fácilmente se dieron cuenta del feliz cambio que se había experimentado.
El buen olor de su piedad se expandió hacia fuera, y pronto la gente admiró a quienes
poco antes miraban con desprecio.
71
un ligero efecto.
72
lo que podía hacer era prometerlo para el futuro.
73
Él lo cumplió con su actividad habitual.
74
para abrir en ella las escuelas gratuitas el mismo año.
75
una alta idea del señor de La Salle.
76
un placer conversar.
300 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
[duque] resolvió asignar a los maestros de escuela de Rethel77 una renta perpetua
sobre su dominio, para que sirviera como fundación. Hizo la propuesta al señor de La
Salle, que la recibió con gratitud. Los acuerdos del contrato se elaboraron al instante,
pero habiendo dejado para el día siguiente la conclusión de algunos trámites, las
disposiciones del duque no se mantuvieron. Se le había indispuesto contra el señor de
La Salle, quien, al darse cuenta de ello, no se inmutó.
77
a los maestros de Rethel.
78
en esta ocasión.
79
las dificultades que ha tenido que sufrir.
80
sus derechos, por muy sentados que estuviesen...
81
Lo que hizo en...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 301
82
abandonó todo a los herederos...
83
Desinterés tan edificante como raro.
84
Las autoridades de la villa dieron una...
85
se abrieron allí las clases el mismo año.
86
la parroquia de San Pedro de Laón.
302 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
87
Los maestros comenzaron a relajarse,
88
El señor de La Salle, al verse así casi abandonado.
89
Parece que no teniendo en vista más que...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 303
<26>
de contradicciones, no se abatió por esta desgracia, sino que aprovechó esta pequeña
humillación para reanimar su celo. Recogió con gratitud los restos de aquel rebaño
disperso y se aplicó a asegurarles contra las alarmas en que les había sumido el falso
paso de sus compañeros. Sus oraciones, sus cuidados, su ejemplo y sus
exhortaciones, llenas de ternura, les fortificaron contra la tentación90.
Dios, que se complace en devolver la calma a los que han sido fieles en la
tempestad91, derramó sus bendiciones sobre aquel trabajo, y en el momento que
menos lo pensaba, vio llegar un número de sujetos que tenían fuerza, fervor y piedad.
Éstos, unidos al pequeño número que le había quedado fiel, formaron una nueva
comunidad más numerosa y más perfecta. Desde entonces se dedicó a prevenirles
contra la inconstancia natural, cuyos funestos efectos acababa de experimentar en
aquellos que le habían dejado algún tiempo antes.
90
Sus exhortaciones llenas de ternura les fortificó contra las tentaciones.
91
fieles en el tiempo de la tempestad...
92
la buena voluntad que encontró en los sujetos...
93
que, por su simplicidad, les distinguió...
94
un hombre de quien respetaba, por otro lado, el mérito, la fama y las luces...
304 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
<27>
ceder a las razones de cortesía que se alegaron; se le tachó de testarudo y de
suficiente. Se vio forzado95 a no guardar silencio, y consideró un deber de caridad
justificar su proceder; así, expuso las razones de su resistencia en un breve escrito
que compuso ex profeso para ello. Lo hizo en términos tan sólidos y tan moderados que
ganó para su parecer a quienes eran los más opuestos.
95
[En el texto]: Il ne lui fut plus permis. En la copia: No le fue permitido.
96
les désignerai...
97
era la demasiada previsión...
98
pensamientos desconfianza.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 305
99
No os inquietéis más por el futuro,
100
«Le es muy fácil —le dijeron...
101
sobre el único fondo...
306 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
catequizar a los pobres, no deben tener otra herencia sobre la tierra que la del Hijo del
hombre. Por tanto, no sólo debe usted despojarse de todos sus bienes, sino también
renunciar a su beneficio [canonjía] y vivir en un abandono general de todo lo que
podría compartir su atención de procurar la gloria de Dios».
Este razonamiento no tenía nada que pudiera halagar a la naturaleza; también
encontró pocos que lo aprobasen. Pero el padre Barré conocía la virtud de aquel a
quien hablaba y el señor de La Salle no puso ninguna dificultad para someterse a sus
decisiones.
Se persuadió profundamente de que Dios le pedía este sacrificio y que no podía
ofrecerle otro más agradable. Tomó, pues, la resolución firme y constante de dejar
todo para seguir a Jesucristo pobre. De paso, no se puede dejar de admirar esta
grandeza de alma que le llevó a renunciar con tanto coraje a todo lo que el mundo
llama comodidades de la vida, para abrazar otra dura y laboriosa, con la cual la razón,
lo mismo que los sentidos, tienen tanta dificultad para acomodarse. Un paso tan serio
como éste no debe su nacimiento a la ambición ni al deseo de hacerse un nombre en el
mundo, como lo han querido presentar censores injustos.
<30>
Piensa en dimitir de su canonicato
El señor de La Salle, determinado por los consejos del padre Barré, declaró su
propósito a su director, a quien esta idea le pareció temeraria. Éste quiso persuadirle
de que despojarse así de todo era tentar a Dios; que no veía qué102 podía inducirle a
tomar una decisión tan radical; que podía salvarse en el estado en que Dios le había
puesto; que su vocación no era en absoluto equívoca, pues cumplía exactamente sus
obligaciones; que el ejemplo de un buen canónigo sostenía a los menos fervorosos,
y que sin dejar su canonicato podía continuar cuidando de los Hermanos de las
Escuelas, como había hecho hasta allí con edificación. La confianza respetuosa que
tenía a los consejos de su director suspendió por algún tiempo su resolución. Pidió
consejo a algunas otras personas entre sus amigos, y todos encontraron sus razones
muy sólidas; y en fin, después de una prueba de seis meses, encontró el momento de
que su director las aceptase, a través de una persona virtuosa que tenía ascendencia
sobre su espíritu.
Un paso de esta importancia apenas podía hacerse sin ruido. El señor de La Salle
tomaba todas las precauciones que la prudencia le podía sugerir para mantenerlo en
secreto; pero todas sus precauciones fueron inútiles, y el rumor de esta noticia se
extendió por la ciudad; ya no había forma de ocultarlo al conocimiento de sus
parientes y amigos. Los combates comenzaron de nuevo, y cada cual razonaba a su
modo. Unos decían que el excesivo dominio de sí mismo le había debilitado el
espíritu; otros, que no hacía en eso otra cosa que seguir su temperamento, que siempre
102
no veía lo que le podía...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 307
103
accidentes imprevistos que podrían sucederle...
104
El señor de La Salle sintió en ese momento...
308 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
105
de hacer recaer la elección.
106
Había tomado su decisión ante Dios.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 309
Con estas miras se había decidido en favor de un eclesiástico que trabajaba con
éxito en la diócesis, y que estaba muy lejos de creer que el señor de La Salle debiera
pensar en él. El cabildo sintió la pérdida que ocasionaba; pero se molestó aún más por
la persona que se le proponía como sucesor. Escribieron al arzobispo, que había
vuelto ya a París, y le pidieron que retrasara el nombramiento, para dar aún107 tiempo
a los amigos del señor de La Salle a realizar los últimos esfuerzos para lograr que
cambiase.
El prelado dejó pasar algún tiempo, y luego escribió al señor Callou, superior de su
seminario. Le encargó que tratara de conocer la última resolución del señor de La
Salle.
Este santo sacerdote, tan conocido en Reims por su celo y cuya memoria estará
siempre en veneración en la diócesis, fue a encontrar al señor de La Salle y le urgió a
que le dijera si mantenía lo que había hecho.
Le recordó una vez más todo lo que sus amigos le habían dicho ya para doblegarle;
pero no obtuvo de él otra respuesta que la que había dado ya tantas veces como le
habían hablado de este tema, que su decisión había sido tomada ante Dios y que no
podía cambiar. El señor Callou no pudo sino felicitarle por su celo, y dio cuenta de su
cometido al prelado108, que al final remitió el nombramiento al señor Faubert, que
tomó posesión del canonicato el 16 de agosto de 1683. De este modo el señor de La
Salle109 se vio descargado, a la edad de treinta y tres años, de un fardo que se le hacía
muy pesado por los continuos asaltos a los que estaba expuesto por parte de sus
familiares y de sus amigos.
107
a fin de dar tiempo...
108
... que no podía cambiar. Dio cuenta al prelado de su encargo, quien envió, por fin, el nombramiento...
109
el 16 de agosto de 1683. El señor de La Salle...
110
la especie de inflexibilidad que mostró...
111
le habla un lenguaje...
112
reducido por eso a lo simple necesario...
310 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
113
como el señor (le sieur) Philbert...
114
Su viaje...
115
...era necesaria a su comunidad...
116
pensaba en distribuir su fortuna.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 311
117
sin cesar a la mente.
118
Pensó en ello.
119
algún tiempo y consultó incluso...
120
distribuir con discreción una riqueza...
121
pan (du pain)...
122
... pobres que él alimentaba y les daba consejos saludables...
123
que porporcionaba al alcance y a la condición de cada uno...
312 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Su pobreza
<37>
Estaba tan lleno de esta idea, que en poco tiempo consiguió convertir en costumbre
el vivir con poco. Escogía lo que había de más humilde y despreciable: sus muebles,
sus vestidos, su alimentación, todo reflejaba el espíritu de pobreza en que vivía y que
124
testimonia incluso su sorpresa...
125
que no abandona a los...
126
los víveres comenzaron a escasear.
127
He ahí pasados dos años de desastrosa escasez, nosotros...
128
a sus Hermanos.
129
tantos otros establecimientos.
130
Incluso rechazó sumas importantes...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 313
inspiraba a los Hermanos. Se necesitaba incluso emplear un engaño para quitarle los
vestidos que ya no podía llevar por decencia. «Todo es bueno —decía— para un
pobre sacerdote —era la calidad que tomaba con más gusto—; basta con zurcirlos, y
pueden servir todavía; no nos importe que el mundo nos critique, con tal que seamos
agradables a Dios». Con todo, no pretendía aparecer externamente con esa suciedad
enojosa que hace despreciable la pobreza.
Era sencillo pero sin afectación. Evitaba los dos extremos y velaba para que los
Hermanos no pretendiesen hacerse notar con una limpieza demasiado remilgada. A
uno de ellos, en quien notaba131 este defecto, le preguntó un día: «Si eso es así —le
dijo— usted ya no es siervo de Jesucristo; no hemos dejado el mundo para
conformarnos a él, sino para despreciarlo y también sus máximas».
De este espíritu de pobreza del que estaba animado brotaba como de su fuente el
alejamiento que tenía para todo132 lo que se llaman comodidades de la vida. No
quería, en absoluto, que los Hermanos133 dieran ningún paso para procurárselas. Es lo
que se ve en una carta que escribió a un Hermano de las Escuelas que le detallaba la
pobreza de su casa. «Es verdad —le dice— que usted es pobre. Nuestro Señor lo fue
aunque pudo ser rico. Usted tiene que imitar a este divino modelo, y sin embargo, me
parece que usted quisiera que no le faltara nada. ¡Vaya!, ¿quién no quisiera ser pobre
con esa condición? ¿No abandonarían sus riquezas los grandes y los poderosos de la
tierra para procurarse un beneficio que les hiciera más felices que a los mismos reyes?
Le suplico que recuerde que no vino a la Comunidad para disponer de todas las
comodidades, sino para abrazar el estado de pobreza con sus incomodidades. Usted
es pobre, dice, ¡cómo me gusta esa palabra! Pues decir que es pobre equivale a decir
que es feliz. Usted no ha sido nunca tan pobre; dice, tanto mejor, pues nunca ha tenido
tantos medios para practicar la virtud», etc.
<38>
Tales eran los sentimientos que ha inspirado siempre134 a los Hermanos de las
Escuelas en las frecuentes exhortaciones que les hacía. Les dio él mismo ejemplos
muy sensibles y no ha cesado durante toda su vida de trabajar en practicar esta virtud
en lo que tiene de más austera.
Su mortificación
El señor de La Salle, totalmente libre y desprendido de los lazos que todavía podían
atarle al mundo, se aplicó más que nunca a vivir en el retiro y a practicar las
humillaciones que comenzaban a observarse en su Comunidad. Los Hermanos se
131
en quien había notado.
132
el alejaiento que tenía para todo.
133
No quería que sus Hermanos.
134
los sentimientos que había inspirado siempre.
314 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
animaban con su ejemplo y se notaba entre ellos unas santa emulación para caminar
sobre sus huellas. La vida dura y penitente que llevaba sobrepasaba sus fuerzas.
Inventaba cada día nuevos medios de macerar su carne: las cadenillas, los cilicios, las
disciplinas de hierro rematadas de puntas, que todavía se conservan en esta casa, dan
fe de ello. Se azotaba con tanto rigor, que las paredes de su habitación135 estaban
manchadas de sangre. Sin embargo, por un motivo de discreción, moderaba el ardor
de los Hermanos que deseaban seguirle de cerca, por temor a que su excesivo fervor
degenerase en lo sucesivo y los llevase al agotamiento. Pero a pesar de sus atenciones,
hubo varios que sucumbieron y136 les sobrevinieron enfermedades tan serias que les
llevaron a un final feliz. Estaba sorprendido del ardor con el cual los Hermanos137 se
entregaban a practicar todo lo que se presentaba como más rechazable para la
naturaleza. Les sostenía, es cierto, con sus frecuentes exhortaciones, pero les
recomendaba siempre que no se entregasen a ello sino con mesura. «Debéis temer
—les decía— que el demonio se valga de vuestro fervor138 para haceros decaer».
135
las paredes de la habitación.
136
varios que sucumbieron, les...
137
sus Hermanos...
138
que el demonio se sirva de vuestro fervor incluso para...
139
durante ese tiempo a encargarse él mismo de dar clase...
140
pudiera remitir este cuidado.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 315
141
pasaba a veces los días
142
se vio obligado a oír...
143
de Guisa y Laón.
144
Él se había defendido de ello hasta entonces con la firme resolución...
145
por los ruegos del señor párroco.
146
a tomar cuidado de un número de Hermanos.
147
y no redactó (suprimido el pronombre”il”).
316 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
148
que no se introdujese más que la carne grasa.
149
toda caza o manjares más delicados...
150
llegó a acostumbrar.
151
Reunió para este efecto a los Hermanos superiores...
152
que, con los de la casa, hacían una asamblea...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 317
153
desde entonces en la costumbre de renovarlos...
154
para toda la vida.
155
se sintió vivamente impulsado a cumplirlo...
156
varios sujetos capaces de encargarse...
157
para el bien del Instituto...
318 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
<43>
El señor de La Salle se somete al nuevo superior
El señor de La Salle fue el primero en dar a este Hermano158 pruebas de respeto, de
sumisión y de dependencia. Olvidó en seguida lo que era para actuar solamente por
sus órdenes. No se reservó159 ninguna señal de distinción y era de una exactitud tan
escrupulosa en tributarle los deberes de un inferior, que el Hermano superior se sentía
confundido.
Rogó varias veces al señor de La Salle que le ahorrase el apuro en que le ponía al
obligarle a dar permisos de los que no debía depender. Pero el señor de La Salle le
rogó también que le dejara la libertad de proceder de aquel modo, para no perder el
mérito de la obediencia que le debía. A menudo se arrodillaba a sus pies en presencia
de los Hermanos para acusarse de sus faltas y pedirle una penitencia por ellas. Al
verle, se diría que no hubiera tenido160 antes autoridad en la casa. Era el más exacto, el
más humilde y el más diligente en hacer los más bajos oficios; hasta tal punto que el
Hermano superior161 se vio obligado a usar su autoridad para obligarle a que
desistiera de hacer una cosa que le parecía demasiado humillante para un sacerdote.
Fuera cual fuere el medio que este superior empleara para rogarle que procediera con
él como con un inferior, o al menos como con un igual162, no quiso hacer nada,
aunque fuera poco, que pareciera independencia; no hablaba a nadie ni recibía
ninguna visita sin su permiso expreso; siempre tenía cuidado de informarse si se
había obtenido.
158
El señor de La Salle fue el primero en darle...
159
actuar más que por sus órdenes, no se reservó ninguna...
160
que nunca había tenido...
161
hasta el punto que su superior fue obligado...
162
o al menos como un igual.
163
Todas las humillaciones...
164
no fueron mucho tiempo desconocidas...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 319
pronta obediencia dio nuevo lustre a su humildad. Todos los Hermanos testimoniaron
el gozo que les causaba165 este restablecimiento; el Hermano L'Heureux, en
particular, tributó a Dios muy humildes acciones de gracias. Tal proceder no podía
provenir166 de un movimiento de ambición; además, quienes habían estado más
inclinados a sospecharlo, se vieron forzados a admirar su virtud y concibieron ideas
más cristianas de él.
165
el gozo que le causaron...
166
semejantes pasos no podían provenir...
167
colocarse bajo su dirección.
168
él se defendió de ello...
169
su arzobispo, informado del bien que producía en Reims...
170
San Sulpicio, a quien había prometido...
320 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
171
algunas dificultades en admitirlos porque eran...
172
Varios párrocos lo solicitaban...
173
Les respondió...
174
no se desalentaron...
175
Los recibió...
176
con su celo habitual y del que estaba dotado.
177
La de los maestros produjo...
178
mejor que ningún otro, fue tentado...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 321
179
cuando residía en París...
180
que lo pudiera lograr...
181
de las escuelas de Reims...
182
de la parroquia...
183
Comprometió (al señor Luis de La Salle, su hermano, que fue luego canónigo de la catedral de
Reims y que falleció el 24 de septiembre de 1724) uno de sus próximos...
184
de conceder lo que se le...
185
sus piadosos designios.
186
Escribió a este piadoso eclesiástico...
322 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
187
en los términos más positivos...
188
para ocupar a los escolares.
189
con el maestro de las dos escuelas.
190
sin darles un momento...
191
Su virtud estaba, de ese modo, expuesta...
192
que pudiera disgustarle.
193
las cosas irían de otra manera.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 323
<49>
Se contentaba con ir a las clases, pasaba entre los bancos; enseñaba a los niños los
principios de la vida cristiana, les hablaba con dulzura y los llevaba al bien y a la
modestia con su presencia.
194
de qué importancia era...
195
de las que estaban llenas.
196
para cumplir su trabajo.
324 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Sufre contradicciones
El director de la manufactura no encontraba su lugar en todos estos cambios. Los
alumnos, ocupados en aprender a leer y a escribir, no podían dedicar tanto tiempo al
trabajo [manual]. Él sufría el perjuicio197 en sus ventas. Sólo con impaciencia soportó
las pérdidas que tenía. Se quejó claramente y habló de retirarse. El señor párroco,
informado de su descontento, no pareció afectado por ello. Sin embargo, se creía que
tenía esta empresa muy a pechos para abandonarla. Pero como prefería la instrucción
de los niños a los intereses temporales de un particular, no se mostró favorable a sus
quejas, y las clases siguieron su ritmo.
Como vio que por este lado no se conseguía nada, recurrió a la calumnia. Se le dio a
entender [al párroco] que los alumnos se perjudicaban más que nunca; que la
inactividad en la que se mantenían les hacía perezosos; que eso era causarles un daño
irreparable198 por quitarles el hábito del trabajo; que la forma como se les dirigía no
era, en modo alguno, adecuada para hacerlos trabajadores, y que se advertía ya
demasiado tarde la equivocación cometida al confiar su educación al señor de La
Salle. Se tuvo cuidado de acompañar todas estas razones con tal aire de
verosimilitud199, que convencía.
<51>
El señor párroco se dejó sorprender. Se indispuso contra el señor de La Salle, le
mostró mucha indiferencia y, en fin, tomó la decisión de agradecerles [los servicios] y
reponer las escuelas en su antiguo modelo.
197
él sufría perjuicios...
198
un daño importante...
199
con un aire de apariencia que lo imponía.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 325
Se le hace justicia
El párroco, satisfecho201, abandonó totalmente sus prejuicios, devolvió su amistad
al señor de La Salle y resolvió202 apartar de él todo lo que podía203 causarle dificultad.
Pero mientras pensaba en todo ello, dimitió de su parroquia en favor del señor
Baudrand, a quien tuvo cuidado de informar favorablemente sobre el señor de La
Salle.
El señor Baudrand estaba inclinado a ello; conocía la virtud del señor de La Salle y
le apreciaba mucho. Se identificó perfectamente204 con las miras de su predecesor,
retiró al sujeto que podía suscitar líos en la casa y todo quedó en paz.
Así es como el Señor se complace en devolver la calma a sus siervos después de la
tempestad, pero a menudo esto no ocurre sino para prepararlos a más rudas pruebas.
200
... posible; no perdió tiempo, fue a la casa...
201
El señor párroco abandonó totalmente...
202
... de La Salle, resolvió apartar...
203
lo que podría...
204
Se identificó con las vistas...
326 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
205
que fue testigo de ello...
206
para abrir esta segunda (deuxième) escuela... [En el texto, seconde].
207
en ella todo estaba regulado de la misma forma.
208
No podía resignarse a lamentarse, y habría abandonado todo, si...
209
un deber sostener la causa de Dios.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 327
<54>
acelerar el juicio y lo que le atrajo la aprobación de todas las personas bien
intencionadas que habían intervenido a su favor210. Desde este momento no hubo
ningún problema con los maestros de escuela de París hasta el año 1699, en que le
hicieron nuevas ofensas con tan poco éxito como la primera vez, como se verá en lo
que sigue.
210
las personas bien intencionadas que se habían mezclado para solicitar a su favor...
211
Le era necesaria...
212
para la subsistencia de los Hermanos...
213
pero al año siguiente, Dios...
214
la parte más sana de los Hermanos...
215
unida a un dominio continuo de la mente, y...
216
Encontró una en Vaugirard, cercana de París, e hizo ir allí...
328 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
217
... en común, les hacía...
218
de manera que encendió poco a poco...
219
las semillas de la virtud...
220
Dio allí...
221
en tanto que le fue posible...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 329
222
y dio el hábito del Instituto...
223
tampoco sus parientes olvidarían nada...
224
para ir a recibirla (en la construcción francesa: para “la” ir a recibir).
225
no transgredir las leyes de la casa que prohíben...
330 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
su salud]. Él mismo se sentía muy mal y creía que llegaba a su fin. Entonces,
reavivando226 sus profundos sentimientos de confianza y de resignación en la
voluntad de Dios, con los que había vivido, se dispuso227 para la muerte. No se puede
expresar la postración y la desolación en que se hallaban los Hermanos en esta
situación. Se buscaron todos los medios para sacarle228 del
<58>
peligro. Un médico hábil propuso un remedio; pero al mismo tiempo advirtió que
había que decidir entre la vida o la muerte del enfermo, y que por tanto, antes de nada,
había que administrarle el santo viático.
El señor párroco229 de San Sulpicio estaba atento a lo que ocurría y fue230 él mismo
a administrárselo procesionalmente con su clero. El señor de La Salle se reanimó con
todas sus fuerzas231, se sentó en la cama, mandó que le revistieran un roquete y la
estola, y en este estado se dispuso a recibir a su divino maestro.
El señor párroco232 le pidió que declarase sus últimas voluntades a sus queridos
hijos, que se deshacían en lágrimas. No pudo hablar mucho tiempo porque le faltaban
las fuerzas. Se contentó con repetirles en dos palabras lo que les había dicho tan a
menudo:233 la unión y la sumisión; y les aseguró que mientras fueran fieles, Dios no
les abandonaría nunca234. El párroco le dijo que les diera su bendición, que pedían
como la última señal de su ternura hacia ellos. Pareció que no tenía fuerza para
hacerlo, y entonces le sostuvieron el brazo, para ayudarle a que la diera.
Después que el párroco se hubo retirado, el médico administró al enfermo el
remedio, y éste produjo todo el efecto que se235 deseaba. La retención de orina
desapareció y se vio en estado de poder tomar alimento. En poco tiempo recobró las
fuerzas.
Cuando se sintió bien236 volvió a Reims para terminar allí los asuntos que su
enfermedad le había impedido arreglar.
226
Entonces, animando...
227
se dispuso a la muerte...
228
de sacarle del peligro...
229
El párroco...
230
y fue...
231
toda su fuerza...
232
El párroco...
233
les había dicho a menudo...
234
abandonaría.
235
que él deseaba.
236
Cuando se sintió restablecido...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 331
237
persuadirse que fuera tan...
238
como se le decía.
239
que el Hermano l’Heureux estaba...
240
Se apresuró a partir,...
241
a los Canónigos Regulares...
242
el primero de los Hermanos del Instituto...
243
El señor de La Salle había notado en él una virtud...
332 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
244
estaba prohibido...
245
aspirar a él y admitir sacerdotes entre ellos.
246
a aquellos que lo hubieran aprendido...
247
en este espíritu de sencillez...
248
de J.C. su divino Maestro...
249
él no esperaba...
250
en un tiempo, enfadado e incomodado...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 333
Recibe novicios
Se encontraba ampliamente compensado de estas pequeñas desgracias con la
bendición que Dios extendía sobre su Instituto. A pesar de las contradicciones de sus
enemigos, el número de los
<61>
[Hermanos] aumentaba251 cada día. Acudían de todas partes; pero el tiempo que
empleaba para formarlos no impedía que atendiese de buena gana a varios grandes
pecadores, que se dirigían a él desde diferentes lugares, para devolverlos al buen
camino. Con estas personas tenía una caridad sin límites. Los escuchaba con
paciencia, los guiaba252 con mansedumbre y no los reconciliaba con Dios sino
después de hacerles sentir el peso de sus miserias253.
251
el número de los Hermanos aumentase...
252
los reanimaba con mansedumbre...
253
miseria por una prueba suficiente de la sinceridad de su conversión.
254
tenía el corazón totalmente corrompido.
255
de su pernicioso designio.
334 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
256
que llegara hasta celebrar los santos misterios.
257
que se revistió varias veces con los ornamentos sacerdotales para...
258
no le atraían más, ni le excitaban más, no podía...
259
Su amigo se dio cuenta de que estaba destrozado.
260
se arrojó a sus pies, le dio a conocer...
261
tierno, compasivo y caritativo.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 335
La vida ejemplar que se llevaba en esta casa, unida al deseo que tenía de ponerse a
bien con Dios, le inducían a comenzar su confesión. Habló de ello al señor de La Salle
que le abrió los brazos con aire afable y gracioso, con lo que el penitente se
enterneció. Le hizo una descripción de su vida pasada, excepto de algunos excesos
que no se atrevía a confesar. La vergüenza se lo impedía, y sólo en su262 cuarta
confesión logró superar su repugnancia.
El señor de La Salle, que sabía el precio de la salvación de un alma, oraba con
fervor por la conversión de su penitente. Le hizo pasar por las pruebas instituidas
santamente en la Iglesia para los pecadores empedernidos. Le comprometió a que le
entregara los papeles que eran los tristes despojos de sus desórdenes, sobre todo sus
falsas263 letras de sacerdocio, y reconcilió con Dios a esta alma que había gemido
tanto tiempo bajo el dominio del demonio. Ocurre con bastante frecuencia a las
personas que han264 vuelto de sus extravíos que son agitadas por escrúpulos y
congojas después de su conversión. Las pasiones no están aún completamente
muertas, los antiguos pensamientos se despiertan, el demonio hace un último
esfuerzo para engañarle en su debilidad y hacerle caer. Dios lo permite así para
probarlos más y para terminar de purificarlos. En esos momentos de tentación es
cuando necesitan una mano caritativa y adiestrada que los conduzca con prudencia y
discreción. Este joven experimentó más que ningún otro lo que eso cuesta a la
naturaleza. Tuvo que sostener rudos combates. Fue tentado de manera muy violenta.
Le venían pensamientos de desesperación que nacían de la enormidad de su vida
pasada265. Le parecía ver el infierno abierto, dispuesto a engullirlo266. El señor de La
Salle no le perdía de vista y le recordaba con dulzura la misericordia de Dios que le
daba267 el tiempo de confesar sus pecados y de expiarlos por la penitencia268. Le
sostuvo así hasta su muerte269, que sobrevino
<64>
poco después de su conversión. La recibió con resignación cristiana, con
sentimientos muy edificantes y llenos270 de gratitud hacia su director, a quien decía en
todo momento que le era deudor de su salvación.
262
que en la cuarta...
263
sobre todo las falsas...
264
a las personas nuevamente...
265
la enormidad de los pecados de su vida pasada.
266
engullirlo para siempre.
267
que le había dado...
268
el tiempo de expiar sus pecados por la penitencia.
269
hasta la muerte...
270
con sentimientos muy edificantes...
336 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
271
otros varios, y los mismos sacerdotes, informados del don que...
272
de la casa, les animaba...
273
animaba a sus Hermanos...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 337
con que caminaban por las calles, con los ojos bajos, observando profundo silencio y
sin volverse nunca para satisfacer la curiosidad.
Cuando estaban bien instruidos de todos los deberes de su profesión, el señor de La
Salle los distribuía por los diversos lugares donde se necesitaban.
274
pasaron por un pueblo... (la palabra por, en el texto = en; en la copia = par)
275
Había dejado...
276
a los cuales se había hallado apegado por su...
277
su tierra donde pasó el resto...
278
Hacia el mismo tiempo falleció Francisco...
279
Desde que tomó...
280
posesión, hizo la visita de su diócesis...
338 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Noviciado de Vaugirard, lo que era muy cómodo para él y para los Hermanos, que
vivían lejos de la parroquia. Después de muchas reflexiones fue a encontrar a su
arzobispo281, le expuso su dificultad y le pidió permiso para erigir una capilla en su
casa con posibilidad de celebrar en ella la misa. El señor arzobispo honraba al señor
de La Salle con su protección, y aprovechó esta circunstancia para darle una señal de
su benevolencia282.
<67>
No sólo le concedió la petición, sino que además confirmó por escrito el poder verbal
que su predecesor le había dado para establecer una Comunidad en París.
El señor de La Salle, provisto con este poder, hizo erigir inmediatamente un altar
en el lugar más digno de la casa. Él mismo colaboró para acelerar la obra, de manera
que en poco tiempo la capilla estuvo dispuesta para ser bendecida, lo cual ejecutó el
Vicario general y desde este tiempo sirvió de oratorio a los Hermanos del Instituto.
281
fue a encontrar a su arzobispo.
282
El señor de París le honraba con su protección y se complació con darle esta muestra de
benevolencia. No...
283
El párroco, aunque amigo...
284
que había en asistir...
285
para actuar así.
286
malas burlas de los Hermanos...
287
el proceder que había mantenido y que creía que debía mantener...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 339
a su pastor; que le conocían y reconocerían siempre en calidad de tal; que para darle
muestras públicas de ello, iría a celebrar la misa a su parroquia de vez en cuando, y
que llevaría a los Hermanos de la casa. El párroco pareció satisfecho con estas
razones y le rogó que ejecutara su palabra el primer día del mes siguiente. El señor de
La Salle no faltó y fue288 a cantar la misa a la parroquia a la cual289 asistieron todos los
Hermanos, que comulgaron de su mano.
Los Hermanos sufren la escasez a causa del hambre y se hallan sin pan
Este mismo año de 1695291, hubo un hambre que redujo la Comunidad de los
Hermanos a extremada pobreza. No tenían fondos para subsistir, los recursos de
caridad disminuían, en proporción en que las necesidades aumentaban. El señor de La
Salle no se sostenía en esta triste situación sino por su gran confianza en Dios. Sufrió
todo el rigor del
<69>
hambre; pues la Comunidad se encontró un día sin pan y sin esperanza de poder
conseguirlo. Esto debía de resultarle tanto más sensible cuanto que tuvo todas las
comodidades en el mundo; pero lejos de dejarse abatir, animaba a los Hermanos a la
paciencia. Entraron en el refectorio y se vieron en la necesidad de contentarse con un
pobre caldo de verdura, sin pan, que constituiría el alimento de todo el día. Dieron
gracias a Dios como si hubiesen hecho una buena comida. Durante ese tiempo, el
Hermano encargado de las provisiones buscó por todas partes algo con lo que dar de
comer a la Comunidad. Sólo encontró pan muy negro y en muy pequeña cantidad. El
señor de La Salle lo hizo distribuir a los Hermanos sin reservar nada para él; pero los
Hermanos no quisieron tocarlo hasta que él hubiera tomado un trozo. Ocurrió
288
no faltó y fue...
289
la misa a la cual asistieron...
290
que la modestia de los Hermanos era...
291
Este mismo año, llegó...
340 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
también durante esta extrema escasez que el Hermano ecónomo, después de salir de
la casa de París para llevar provisiones a la de Vaugirard, fue asaltado en el camino
por unos pobres hambrientos que le quitaron la carga. El señor de La Salle no se alteró
con el relato que [el Hermano] hizo de esta aventura. Se contentó con responder
según su costumbre: «Bendito sea Dios. Hay que ir a buscar otra cosa»292. Ese día los
Hermanos se vieron obligados a esperar hasta la tarde para comer.
292
¡Bendito sea Dios! Hay que ir a buscar otra cosa. (En este texto «Il en faut...»; en la copia, «Il faut en
aller»)
293
desconfiarse...
294
los medios de proveer a su subsistencia...
295
no entendían como recibía a tantos sujetos...
296
mientras él veía que no tenían...
297
El señor de La Salle, indignado por su poca fe, les respondió con celo...
298
La reputación de este Instituto...
299
a medida que el número de Hermanos aumentaba.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 341
300
Recibía a todo el mundo sin distinción de personas. No la había ni siquiera para la manera de vivir.
Cada uno asistía a la mesa...
301
la colección de sus Cartas.
302
lo que encontraban...
303
El señor de La Salle dijo que...
304
Se resolvió después que se acudiría...
305
de reunir a los Hermanos...
342 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
<72>
que había formado desde hacía varios años, de lograr que le liberaran solemnemente
del cargo de superior del Instituto. Quería desprenderse de todos los cuidados que
arrastraba con él, para no ocuparse más que de la oración. Aprovechó una
circunstancia que le presentó la ocasión favorable de declarar sus disposiciones. Los
Hermanos se mantenían siempre en su resolución306 de emitir el voto perpetuo de
obediencia.
Les hizo una exhortación en la cual les307 expuso la importancia de la acción que
iban a hacer. Les dijo que un compromiso de toda la vida era un sacrificio muy
agradable a Dios cuando está sostenido por la resolución firme; que debían pensarlo
bien y no hacer nada a la ligera. Después de estas reflexiones, les expuso el deseo que
tenía de dejar el cargo de superior en sus manos, para darles la libertad de escoger un
superior de acuerdo308 con las Reglas del Instituto; que él no era sino un pobre
sacerdote en quien no debían depositar su confianza; sino [que debían depositarla]
sólo en Dios, que era su Padre y su Protector. Se extendió en este último punto para
probarles la necesidad en que estaban de concederle su renuncia; añadió, incluso, que
era necesario para el fortalecimiento del Instituto escoger a un Hermano como
superior y que tuviera los talentos necesarios para gobernarlos. La asamblea quedó
sorprendida por la propuesta. Nadie lo había esperado. Le rogaron que reenviara a
otro tiempo la deliberación sobre este asunto309. El señor de La Salle, que tenía razón
en temer310 que un retraso de varios días les diese tiempo para hacer reflexiones311
[entre ellos], quiso que se procediese de inmediato a la elección. Todos se pusieron en
oración, y después de media hora de meditación, les dirigió una nueva exhortación
para hablarles del espíritu de abandono que debería guiar sus votos. Los exhortó a
despojarse de todos los prejuicios y a no actuar más que con la mira en Dios y por el
bien de la Sociedad.
<73>
Luego él hizo las oraciones indicadas para las elecciones. Se realizó la votación con
papeletas secretas. Todos los votos concordaron en que continuara el señor de La
Salle. Se sintió turbado y temió que se hubieran puesto de acuerdo; él rompió las
papeletas y mandó que se procediera de nuevo.
Otra vez hicieron oración, y la segunda elección coincidió en su favor como la
primera312. El señor de La Salle no pudo disimular su agitación: en ese momento su
rostro le traicionó, cambió varias veces de color y no sabía313 qué partido tomar. Los
306
en la disposición de hacer...
307
una exhortación en la que expuso...
308
para darles la libertad de escoger uno según las Reglas...
309
para deliberar sobre ello...
310
El señor de La Salle, que tenía motivo para temer...
311
diese lugar a reflexiones, quiso que se...
312
la segunda elección se encontró aún la misma que la primera.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 343
Hermanos se dieron cuenta de su apuro y le dijeron que tenía motivo para pensar, por
lo que acababa de ocurrir, que su elección venía de Dios; y que estaban dispuestos a
no cambiar en nada [el voto]; que el bien general del cuerpo [de la sociedad] requería
que él continuara a prestarle sus cuidados; y que, cuando ese cuerpo estuviera314 bien
afianzado, él quedaría libre para descargar la superioridad sobre uno de los
Hermanos. Estas últimas palabras le consolaron; luego hizo levantar acta de la
elección y en ella se tuvo mucho cuidado de incluir que, en el futuro, sólo un
Hermano sería el escogido como superior del Instituto. Luego fue315 a celebrar la
misa, en la cual los Hermanos comulgaron e hicieron su voto de obediencia perpetua.
313
no sabía qué partido...
314
y que cuando estuviera bien asentado...
315
fue a decir la misa...
316
comenzó introduciendo...
317
El obispo de Chartres, monseñor Godet des Marais, fue...
318
Había conocido...
344 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
relación de piedad que mantuvo hasta la muerte. Esta estrecha amistad, unida al deseo
que tenía el señor de La Salle de servir a la Iglesia según su vocación, eran motivos
poderosos para comprometerle a dar satisfacción al obispo de Chartres. Sin embargo,
sólo pudo crear la escuela en su diócesis dos años después, por falta de sujetos.
Se funda la escuela
Cuando vio su Noviciado bien repleto, reunió a los Hermanos, les propuso el
designio del obispo y de común acuerdo designaron a siete Hermanos que fueron a
abrir las Escuelas Cristianas de Chartres. Ante todo, se presentaron al obispo, que les
recibió muy favorablemente. Publicó [éste] un
<75>
mandato para comprometer a los padres y madres a poner a sus hijos bajo la disciplina
de los Hermanos, y ordenó a los párrocos que los exhortaran de viva voz. La empresa
se logró a su gusto. Las clases estuvieron llenas muy pronto. El obispo, satisfecho
del320 progreso, animaba a los Hermanos con su presencia; los visitaba a menudo, los
exhortaba a la perseverancia y no olvidaba nada de lo que podía sostenerles en
aquellos comienzos espinosos. Su fervor [de los Hermanos] era tan grande que la
mayoría de ellos cayeron en el agotamiento. El obispo, molesto por perder sujetos que
le eran [tan] queridos, les rogaba que moderasen su celo.
Les proporcionaba generosamente la ayuda que necesitaban en sus enfermedades,
y no cesó de protegerlos hasta su muerte321. Tantas atenciones de su parte tenían
como principio, como he dicho, la singular veneración que sentía por la virtud del
señor de La Salle, quien, por su parte, no olvidó nada para expresar su gratitud.
319
San Sulpicio, y había conservado... (En el texto: y él había conservado).
320
satisfecho de los progresos...
321
hasta la muerte.
322
fue algún tiempo después...
323
el señor de la Salle se negó siempre...
324
y acceder por fuerza...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 345
325
Durante la comida, el obispo y el Vicario general d’Aubigné...
326
y sucesivamente arzobispo...
327
Admiraron...
328
su manteo era de los más usados.
329
tres o cuatro meses...
330
unos ladrones le despojaron de ella...
331
unida a la dirección de su Instituto...
332
se acostaba sobre la tierra.
333
de impaciencia en todo el tiempo...
346 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
334
no disminuían nada de...
335
en París para tentar fortuna.
336
el señor de La Salle e dio cuenta de que era de...
337
por sus maneras dulces y atractivas, le costeó...
338
de la que aprovechó con gusto.
339
en su joven prosélito...
340
para sacarle de sus prejuicios.
341
y empleaba en (para) esta obra...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 347
día y de la noche. Dios bendijo su celo, y al cabo de tres meses tuvo, al fin, el consuelo
de hacer volver [al redil] esta oveja perdida y hacer que confesase que no había otra
Iglesia verdadera sino la católica, en la cual dijo que quería vivir y morir. Dios
permitió que no se rindiera hasta después de muchos combates para que, al haberse
desengañado342 por el conocimiento exacto que quiso tener de todos los puntos
controvertidos entre nosotros y los de su secta, su vuelta al seno de la Iglesia fuera
más segura y menos sospechosa de ligereza. Así es como Él se complace en triunfar
de un corazón rebelde en el momento mismo en que parece desesperado por su
salvación343.
342
a fin de que habiéndose desengañado por...
343
para su salvación.
344
el señor de La Salle, lleno de gozo, fue...
345
lo que necesitaba para hacer su viaje.
348 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
importantes que consideraban un honor socorrerle. Pero como amaba la vida oculta, y
tenía miedo de darse a conocer, se encerraba en los límites de unas necesidades muy
módicas y no se conocían, de ordinario, las necesidades de la Comunidad, sino sólo
en la medida en que no podía ocultarlo al conocimiento público. Los Hermanos, que
no eran tan desprendidos como él, estaban a veces tentados de desconfiar de la
Providencia y buscar provisiones cuando se presentaba la ocasión; pero el señor de La
Salle, que ponía toda su confianza en Dios, no quería que se inquietasen por el día de
mañana, y rechazaba todas las precauciones inoportunas. Prefería su estado de
pobre346 a toda la abundancia de los ricos de la tierra.
346
Prefería su estado de pobreza a...
347
tomó primero conocimiento
348
de las necesidades de la parroquia...
349
más pobres que los alumnos.
350
que se hubiera dicho que no tenía otra ocupación.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 349
351
para transportar los muebles...
352
del barrio St Germain des Prés.
353
por Religiosas...
354
trasladó a ella su Noviciado el año 1698.
355
no hubo mucha dificultad para trasladar los muebles...
356
tanta gente hubiera podido pasarse con tan pocas cosas.
357
y proporcionó abundantemente lo que era necesario...
358
pero se encontró el medio... (en el texto, sin el artículo «el»).
359
de estiletes y navajas.
360
Es fácil hacer aquí... (diferencia: aquí, d’en faire; en el texto: de faire).
350 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
juzgar la idea que tenía el señor de La Salle al poner su casa bajo la advocación de este
santo mártir.
Escuela Dominical
El señor párroco de San Sulpicio361, siempre atento a procurar nuevas ayudas a su
parroquia, se valió útilmente del ministerio de los Hermanos de las Escuelas para
establecer allí una escuela dominical; es decir, que les dio el encargo de reunir en su
casa, los domingos y fiestas por la tarde, a todos los jóvenes obreros362 de distintas
profesiones que sólo tenían este día de la semana libre para hacerse instruir
<82>
en los principios de nuestra religión. Este instrumento pareció muy útil363 al señor de
La Salle y incluso apremió la ejecución con todo su esfuerzo. Pidió nuevos poderes a
su eminencia, monseñor el cardenal de Noailles. Los364 obtuvo sin dificultad, y en
consecuencia se abrió esta Academia Cristiana el domingo siguiente a mediodía, y se
reunieron jóvenes de veinte años y más. El progreso fue tan rápido que en poco
tiempo se contaron hasta doscientos alumnos, que eran instruidos según su nivel. A
unos se les enseñaba dibujo, a otros la aritmética. A los menos adelantados se les
enseñaba a leer y a escribir. Este primer ejercicio duraba unas dos horas, y después se
daba el catecismo que era seguido de una exhortación que les hacía el Hermano que
designaba el señor de La Salle. Todos los que se presentaban con buena voluntad eran
recibidos. Era un medida adecuada para retirar del vicio y del libertinaje a muchos
jóvenes que, estando poco o nada instruidos en sus obligaciones, pasaban
ordinariamente los domingos y fiestas en el desorden. Se les inspiraba gusto por las
artes, se les ponía en situación de progresar365 y de hacer fortuna y, por encima de
todo, se les enseñaba366 a salvarse.
El señor de La Salle, animado por el éxito, no perdonaba ni cuidados ni gastos para
poner a los dos Hermanos encargados de enseñar el dibujo en situación de llegar a ser
excelentes maestros; pero pronto tuvo la pena de ver que no los había formado sino
para su pérdida. Ellos se envanecieron por sus talentos, y halagados por algunos de
sus discípulos con la esperanza de una ganancia367 sórdida, se deshonraron con una
vergonzosa deserción. Fueron abandonados por Dios y despreciados por los
hombres. Durante algún tiempo arrastraron vida miserable en el mundo, hasta su
muerte, que no les dejó tiempo para reconocer su pérdida.
361
El señor párroco, siempre atento...
362
por la tarde, a los jóvenes obreros...
363
Este proyecto pareció útil a...
364
Lo obtuvo son dificultad...
365
en situación de adelantar y de hacer (en el texto, el verbo adelantar va en reflexivo).
366
y, por encima de todo, a salvarse.
367
de una ganancia sólida...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 351
<83>
durante algún tiempo en la casa, a petición del párroco, pero cuando hubo que escoger
otros Hermanos para reemplazar a los anteriores, pidieron368 por favor que no se les
expusiera a la tentación, de la que tenían un ejemplo tan funesto y tan reciente ante los
ojos. La deserción de sus co-hermanos les había impresionado tan vivamente que
desde entonces no se encontró a ninguno que quisiera dedicarse a enseñar el dibujo.
Ésta fue la causa de que se interrumpiese la escuela hasta que el señor de La Salle
trasladó su Noviciado al barrio de San Antonio, como expondremos más adelante.
Escuela en Calais
Las dificultades que el señor de La Salle soportaba de vez en cuando, con motivo
de sus nuevas escuelas
368
otros Hermanos para reemplazar a los que se habían ido, pidieron...
369
establecer una nueva escuela...
370
llegó a estar muy frecuentada...
371
Entonces, los maestros de París...
372
fueron condenados a devolver todos... (devolver: aquí, reporter; en el texto, rapporter).
373
que habían cogido y obligados a devolver todas las cosas...
374
dejaron a los Hermanos tranquilos y gozar del libre ejercicio...
352 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
<84>
no servían sino para darle a conocer y procurarle375 otras nuevas [fundaciones].
Pues fue por este medio como abrió nuevas escuelas en Calais.
El señor Ponton, deán y párroco de esta ciudad, conoció por su sobrino, que vivía
en París, las dificultades que le habían suscitado al señor de La Salle para el
establecimiento de sus escuelas. Al mismo tiempo supo [también] cuán útiles
resultaban para la parroquia de San Sulpicio; esto provocó en él el deseo de llevarlas a
su tierra. Mandó a su sobrino que hablara con el señor de La Salle de los medios de
abrir una en su parroquia, ya que la ocasión era favorable, porque el maestro de
escuela había fallecido.
El señor de La Salle no quiso precipitar nada; se tomó el tiempo necesario para
reflexionar en los medios que había que poner para lograr una escuela bien
consolidada. Manifestó, sin embargo, el deseo que tenía de complacer al párroco. El
celo del señor párroco no se detuvo en absoluto376. La circunstancia de la vacante de
la escuela era un motivo más para insistir. Escribió carta tras carta y comprometió al
mismo tiempo a las autoridades de la ciudad a que escribiesen al duque377 de Béthune,
gobernador del Boloñado, para obtener su apoyo. El duque satisfizo su petición de
manera muy agradecida, y él mismo rogó al señor de La Salle que procurase esta
ayuda a la ciudad de Calais.
[El señor de La Salle] no pudo resistir por más tiempo a una solicitud tan
importante378. Envió dos Hermanos a Calais. Encontraron disposiciones favorables
para su recepción; pero no quisieron emprender nada sin haber recibido antes el
permiso y la bendición del señor Pierre de Langres379, su obispo. Fueron de Calais a
Boloña; el obispo380 los recibió con bondad, les dio las autorizaciones que
necesitaban y dirigió un mandato a la ciudad de Calais para comprometer a los padres
a enviar a sus hijos a las escuelas de los Hermanos. [Éstas]se abrieron en seguida con
satisfacción del párroco, que había sido el promotor.
<85>
Dos nuevas escuelas en Calais para los hijos de los marineros
Algún tiempo después se vio forzado a pedir al señor de La Salle que enviara otros
dos Hermanos381 para abrir dos escuelas nuevas. He aquí lo que dio ocasión a esto. Un
375
y a él, para procurarle otras nuevas.
376
no se detuvo...
377
a escribir al señor duque de Béthune...
378
a una petición de tanta importancia. Envió...
379
de Pierre de Langres, su obispo.
380
Fueron, para este efecto, de Calais a Boloña, donde el obispo los...
381
enviar aún dos Hermanos...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 353
sacerdote de Calais, muy celoso, al ver que los niños de la villa estaban bien
instruidos, pensó que no se debía descuidar a los hijos382 de los pobres marineros, que
estaban privados de esta ayuda. Habló de ello al señor Delahosse, presidente de la
ciudad, quien le prometió proveer a ello. En efecto, en seguida hizo alquilar dos
lugares en el barrio llamado Courtgain, y después de algunos arreglos, que hubo que
acordar con el párroco, se abrieron las escuelas para los niños de los marineros, que
acudieron de inmediato. Este éxito animó al señor de La Salle. Tenía cuidado de
escribir a los Hermanos para sostenerlos e impedir que cayesen en la relajación.
382
no descuidar a los niños de los pobres marineros...
383
vino a hacer la visita...
384
las muestras de estima y de respeto que había concebido por su virtud.
385
el párroco había provisto...
386
los medios que convenía tomar...
387
asegurarles un fondo para subsistir...
354 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Escuela en Troyes
En torno a este mismo tiempo fue cuando el señor de La Salle abrió escuelas
gratuitas en Troyes, en Champaña, donde han continuado desde entonces con el
mismo éxito388.
388
después con éxito.
389
de parte de Su Eminencia, de encargarse...
390
de cincuenta irlandeses...
391
acompañado de su Eminencia monseñor el cardenal...
392
a quien quiso testimoniar...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 355
Las pruebas que se tenían de los talentos que Dios había dado al señor de La Salle
para la conversión de las almas más endurecidas, le atraían, de vez en cuando, nuevas
ocasiones de ejercer su caridad. Ya hemos visto algunos ejemplos en el curso de su
vida; y he aquí uno que tiene demasiada relación con lo dicho para dejarlo en el
silencio.
Conversión de un joven abate de importante familia
Este año acudió a él un joven abate de unos dieciocho años. Tenía inclinaciones
que respondían poco al género de vida al que se le destinaba394. Su familia, atenta a
todos sus pasos, no había podido fijar su espíritu en el bien. Se habían ensayado
varios medios que habían resultado inútiles. Se le había puesto en una
<88>
comunidad de París de las más estrictas; no se contenía en nada. Usaba trucos para
sustraerse a la vigilancia de sus superiores; saltaba, por la noche, los muros de la casa,
y acudía a sesiones de placer, de juego y de desórdenes. Los superiores de esta casa,
cansados y fatigados de esta vida licenciosa, resolvieron, de común acuerdo con sus
padres, ponerlo bajo la dirección del señor de La Salle, convencidos como estaban de
que Dios le había dado talento particular para fijar la inconstancia natural de los
jóvenes. El asunto resultó bien, y más allá de lo que se había esperado. El joven abate
siguió primero los ejercicios del Noviciado; insensiblemente tomó395 gusto por la
piedad, de la cual tenía ejemplos continuos ante los ojos. Dios obraba en su corazón,
de forma que se hizo susceptible de [aceptar] los buenos consejos. El señor de La
Salle aprovechó con acierto sus buenas disposiciones para depositar en él la semilla
de virtud, y con un progreso insensible, le llevó al punto de ser el ejemplo de su
Comunidad. Después de abandonar totalmente la frivolidad, no pensaba sino en
romper absolutamente con el mundo. Comenzó por despedir a su criado, renunció a
todas las señales de distinción que se le daban en razón de su nacimiento, y no
quiso396 que se le sirviesen otros alimentos que los397 que se daban a la comunidad de
los Hermanos398. Como ellos, llegó a ser penitente y mortificado; en una palabra,
practicó todos los servicios humillantes que están en uso entre ellos y en poco tiempo
llegó a ser un modelo de fervor.
393
su agradecimiento con aire bondadoso.
394
inclinaciones que no respondían casi al estado al cual estaba destinado.
395
tomó el gusto...
396
nacimiento, no quiso ya que se...
397
otros manjares, ni mejor preparados que los...
398
que se daban a la Comunidad. Como ellos...
356 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
399
el resto de su vida en...
400
con insistencia tomar... (difiere la preposición que precede a tomar; aquí, de; en el texto, à).
401
Esta propuesta sorprendió al señor de La Salle...
402
de la apariencia.
403
en las cuales podría hacer...
404
que se apagaría pronto...
405
cuando se esperaba...
406
dos años de continuos lamentos...
407
en la conversión de las almas a Dios, puso su virtud...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 357
408
cuál fue la causa de...
409
se insistió sobre la desunión...
410
pretendida que reinaba entre...
411
el buen orden entre ellos, y de... (entre ellos: chez eux).
412
señor Edme Picrot...
413
para penetrar el sentimiento de los Hermanos...
414
infieles a su vocación, lo que no dejó...
358 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
415
Se dio cuenta...
416
No se sabía en el Consejo que eso era atacarle...
417
el gozo de su corazón. Conservó su tranquilidad...
418
ordinaria, y no expresó la...
419
Todos estos movimientos que parecían...
420
no dejaron de alarmarlos.
421
ver llegar otra vez al al mismo Vicario general acompañado...
422
que el señor cardenal había escogido...
423
Al momento, el Vicario general le presentó...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 359
buenos Hermanos al señor de La Salle, no se verían por todas partes sino motivos de
consolación». Añadió que les había424 dicho todo lo que había podido para
comprometerles a que se sometieran
<93>
a las órdenes exactas de Su Eminencia, pero que todas sus observaciones habían sido
inútiles. El señor cardenal se enfadó y consideró muy raro que un pequeño número de
Hermanos sin carácter [sacerdotal] y sin prestigio recibieran tan mal sus órdenes. Los
autores de la intriga no se durmieron, y sugirieron al señor cardenal que la
desobediencia de los Hermanos les había sido inspirada por el señor de La Salle, que
tenía interés por mantenerse en su puesto425 de superior. Era imputárselo de forma
grosera, pues [el señor de La Salle] había empleado todo el prestigio que tenía sobre
sus espíritus426 para comprometerlos a que se sometieran, pero ellos le habían
respondido que si se les obligaba a aceptar otro superior distinto de él, se marcharían
todos a sus casas y abandonarían el Instituto.
424
Añadió que había expresado...
425
en el puesto de superior.
426
sobre su criterio, para...
427
y dónde iba la ruina...
428
Acudió a arrojarse...
360 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
se quejó de que se hubieran preparado tan poco los ánimos. Dijo que se había
violentado este asunto y que no se habían tomado todas las medidas de moderación
que la prudencia exigía para hacerla triunfar sin ruido.
429
el señor de La Salle fue [del verbo aller, ir; en el texto, fue, del verbo être].
430
algunos que acudieron a implorar la mediación del párroco...
431
pero les dijo que creía que era demasiado tarde.
432
sin ninguna oposición al señor Bricot...
433
que llevó todo a su...
434
que subsistirían en su totalidad...
435
que no estaría a su...
436
no hizo ya dificultad...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 361
437
Una paz y una sumisión perfecta...
438
de París, a uno de sus...
439
cómo se explica sobre ello:
440
en París, que era sospechoso de esta herejía que hacía...
441
que hacía mucho ruido entonces...
442
con los Hermanos...
443
que se había presentado con motivo de los dos novicios de los que hemos hablado; luego...
362 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
444
y no se cree...
445
durar; se espera que esto no tenga consecuencias.
446
que hacen para no reconocer...
447
y no aceptan...
448
el nuevo superior que se les da sino con la condición...
449
el espíritu que animaba a sus ...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 363
450
Veían claramente...
451
los hechos estaban demasiado aclarados (aclarados: aquí, éclairés; en el texto, éclaircis). Ils...
452
aprovechar una ocasión tan favorable para sacudir...
453
un hombre testarudo que no rebajaría nada...
454
no quebrantaron la constancia...
455
sólo sirvió para asegurarlos...
456
cuando vio que estos movimientos...
457
no terminaban (pas) en lugar de (point)
458
con los que su Eminencia le había honrado.
364 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
dimisión voluntaria del cargo de superior. El señor cardenal rechazó esta propuesta y
dijo que su intención era que el señor de La Salle siguiese gobernando459 su
Comunidad como había hecho hasta entonces. Sus enemigos, al no poder dañarle en
lo interior, buscaron el modo de mortificarle por afuera. Le retiraron una parte de la
renta que la parroquia de San Sulpicio tenía costumbre de dar cada año para ayudar a
la subsistencia de la casa. Igualmente, le hicieron perder una suma de cinco mil libras
que una persona rica460 le había cedido para comprar la casa del Noviciado, que la
querían vender. Tantos obstáculos, que le sobrevinieron461 uno tras otro, no
disminuyeron en nada su confianza en Dios. Era su único recurso en las462
tribulaciones.
<99>
Lleva a su comunidad al barrio de San Antonio
Los Hermanos, cansados por las continuas sugerencias que se les hacían, pidieron
al señor de La Salle que les buscase otra zona en París463 donde pudieran ponerse a
cubierto de todas estas persecuciones y trabajar en paz por su salvación. La ocasión
era favorable; pues era necesario para ellos cambiar de casa, por la imposibilidad en
que les habían puesto, al retirarles una parte de su renta, de seguir pagando el alquiler
de la que ocupaban. El señor de La Salle buscó una casa en un barrio alejado.
Encontró una en el barrio de San Antonio, que estaba situado, entonces464, en la
parroquia de San Pablo. Fue a encontrar al párroco y le pidió su consentimiento465
para trasladar la casa de su Noviciado a la parroquia. El párroco sólo le conocía por
su reputación. Le indicó la dificultad que siempre tuvo para permitir nuevos
establecimientos de comunidades en su parroquia, pero que consideraba el suyo
demasiado útil para el público para oponerse a ello. El señor de La Salle, provisto con
su permiso, llevó a los Hermanos a la nueva casa con la mayor diligencia que le fue
posible, y no pensó más en sus enemigos, sino para hacerles bien y para orar por ellos.
459
el señor de La Salle siguiera gobernando (aquí: à gouverner; en el texto, de gouverner).
460
cinco mil libras que una persona de piedad le había destinado...
461
Tantos obstáculos que le sobrevinieron uno tras otro...
462
en sus tribulaciones.
463
otra zona de París...
464
que todavía era de la parroquia de San Pablo.
465
y le pidió permiso para...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 365
466
que antes habían sido parados por la autoridad del señor de La...
467
Cuando tenía alguna pérdida...
468
Había deseado, desde entonces, restablecerla en París...
469
un eclesiástico amigo suyo a unirse a él...
366 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
algunas medidas para asegurar un fondo para esta casa, que no estaba provista de
letras patentes. Se creyó que se habían prevenido todas las dificultades constituyendo
al Hermano director del Seminario
<101>
en legatario del fondo de la casa y de la renta. El párroco se fiaba de su rectitud,
porque le había informado claramente de sus intenciones.
El señor de La Salle, en esta ocasión, fue engañado por su buen corazón, pues
cuando fue a tomar algunas disposiciones sobre esta fundación, el Hermano superior
[director de la escuela]472 le dijo, con aire de dueño, que no le reconocía473 en este
asunto; que el testamento estaba hecho a su favor, y que474 los fondos le pertenecían
en propiedad. Todas las consideraciones del señor de La Salle fueron inútiles.
Este Hermano, hinchado por su buena fortuna, estaba resuelto a aprovecharse de
ello. Dejó el hábito del Instituto, se apropió475 de los bienes destinados al
seminario476. El eclesiástico que había trabajado de acuerdo con el párroco,
indignado por la mala fe del superior, retiró sus ayudas y el seminario se destruyó.
Este desgraciado usurpador no dejó de continuar la escuela de la parroquia. Algún
tiempo después trató de unirse al cuerpo del que se había separado tan
vergonzosamente. El señor de La Salle, siempre lleno de caridad, le tendía los brazos.
Pero fue disuadido de recibirlo por el consejo de personas sensatas y prudentes.
Soportaba todas estas477 dificultades con una tranquilidad de espíritu que
maravillaba478 a aquellos que participaban de su confianza. No se advertía, entonces,
ningún desarreglo en su proceder. No era ni menos afable, ni menos recogido, ni
menos exacto en regular todas las cosas.
470
Este seminario duró tanto como...
471
la suma que estaba convenida...
472
el Hermano director le dijo...
473
que no le reconocía en absoluto en...
474
en su favor, que los fondos le...
475
Dejó el hábito del Instituto y se apropió...
476
los bienes que eran para el seminario.
477
todas las dificultades...
478
con una tranquilidad de espíritu que sorprendía a aquellos que
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 367
obligaciones con sentimientos tan elevados que hubo varias que se pusieron bajo su
dirección.
<102>
Le piden que vaya a la Bastilla para confesar
a un sacerdote prisionero de Estado
Mientras se dedicaba en su casa del Noviciado a santificarse él mismo y a llevar a
los Hermanos a la más alta perfección, Dios le presentó una nueva ocasión de ejercer
la caridad. Fueron a pedirle, de parte del gobernador de la Bastilla, que acudiera a
confesar a un sacerdote que estaba encerrado allí desde hacía varios años. Marchó
inmediatamente y encontró a este pobre sacerdote en una situación de lo más
deplorable. Se hallaba en un abandono general digno de compasión. Vestido con una
pésima sotana hecha jirones, cubierto con una camisa totalmente rota, negra y llena
de parásitos. Este triste espectáculo enterneció el corazón del señor de La Salle.
Abrazó a su penitente y no pudo evitar las lágrimas que merecían su estado y su
desgracia479. Oyó su confesión, le consoló lo mejor que pudo, hizo que se despojase
de sus harapos y se los puso él, y [al preso] le hizo ponerse sus vestidos. Así salió de la
Bastilla, envuelto en su manto, y volvió a casa, lleno de gozo por verse cubierto de los
despojos de un miembro de Jesucristo pobre y humillado.
479
las lágrimas que merecía su desgracia. Oyó...
480
para la instrucción de las niñas, como he referido anteriormente. Este...
481
que parecía poca cosa y de muy poca importancia, le...
368 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Se encuentran oposiciones
Esta noticia fue tanto más agradable al señor de La Salle cuanto que tenía, desde
hacía mucho tiempo, el presentimiento de que Dios le reservaba la administración de
las escuelas del señor Niel, por quien había conservado una estima particular desde
que trabajaron juntos en la fundación de las de Reims y de las ciudades cercanas. Por
otro lado, como temía que su Noviciado no pudiera486 subsistir por mucho tiempo en
París, a causa de los malos informes que todos los días se esforzaban en dar a los
superiores, esperaba que esta nueva fundación le abriera un camino natural para
trasladarlo a Ruán.
Pero mientras adoptaba sus medidas en París, los ánimos habían cambiado en
Ruán. Los que tenían interés de
<104>
mantenerse en sus puestos, se habían impuesto con todo tipo de intrigas, y habían
empleado el apoyo de sus amigos para detener el golpe. Habían promovido nuevas
482
en manos de los Hermanos, aquellas que...
483
primer Presidente del Parlamento que era entonces el señor de Pontcarré.
484
El arzobispo, de vuelta a París, fue a ver (alla voir; en el texto: fut voir) al señor de La Salle...
485
un número de Hermanos suficiente...
486
no pudiera subsistir (se suprime la negación pas)...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 369
487
y le prometió estar pronto de vuelta en Ruán, donde él...
488
de un prelado poderoso...
489
tal como era el arzobispo...
490
de bondad y de seguridad de la...
491
con el señor Primer Presidente...
492
para facilitar el éxito...
493
Fue hacer una prueba
370 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
<106>
El señor de La Salle abandona la Oficina
y conserva las escuelas de la ciudad
El señor de La Salle, siempre atento al proceder de los Hermanos, se dio cuenta de
que su modo de vivir en el hospicio era incompatible con sus obligaciones
particulares. Estaban tan ocupados que no tenían tiempo para dedicarse a la
494
la oración de la mañana y de la tarde...
495
para los pocos que estaban empleados...
496
a no desanimarse por el trabajo...
497
El arzobispo y el Primer Presidente tuvieron este establecimiento...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 371
<107>
Los Hermanos sufren la carestía; se les asiste en secreto
Es cierto que tuvieron mucho que sufrir en los comienzos, y que una502 pensión de
setecientas u ochocientas libras, a la que estaban reducidos, era demasiado módica
para atender la subsistencia de ocho o diez Hermanos que eran. Sin embargo, Dios
permitió que no faltasen de lo necesario, y en una carestía que llegó varios años
después503, esta comunidad, aunque muy pobre, fue socorrida por una mano caritativa
que no quiso ser conocida. Se les envió504 una limosna importante, a la cual se había
unido una nota que decía: «No os molestéis por saber de dónde505 viene este donativo;
498
Preveía que de ello podrían seguirse...
499
de exponer todas sus dificultades...
500
el número de Hermanos necesario para las escuelas de la ciudad...
501
se retiró de la Oficina con los Hermanos.
502
en los comienzos, porque una pensión de...
503
que llegó varios años después...
504
Se envió una limosna...
372 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
505
No os molestéis de dónde os viene esta caridad...
506
para el establecimiento de la casa de Ruán, volvió a París...
507
en el barrio San Severo...
508
Las Religiosas benedictinas de San Amando, situadas en...
509
de romperla sin permiso expreso.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 373
tal presteza y con tanta prudencia, que la Comunidad estaba ya establecida en San
Yon antes de que se supiera en París lo que con ello se pretendía510.
510
antes que se supiera en París que se pensaba en ello.
511
Le exhortó incluso insistentemente (en el texto: muy insistentemente).
512
no estaba, sin embargo, atado a él de tal manera que...
374 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
en San Dionisio, en Francia. A petición de la señorita Poignant, que dio los fondos
necesarios para la subsistencia, envió dos Hermanos.
El señor de La Salle comenzaba a disgustarse de estos pequeños centros que tenían
dificultad para mantener el rimo de la regularidad. Pero la esperanza que tenía de que
esta dama aumentara sus liberalidades en lo sucesivo, le movieron a pasar por encima
de su repugnancia. Ésta [dama] murió antes de haber provisto a ello, y la escuela ha
permanecido en el mismo estado hasta ahora.
Había preparado [el señor de La Salle]
<110>
un fondo que destinaba a hacer un tercer intento para poner en marcha el seminario de
maestros de escuela para las zonas rurales. Con esta mira compró la casa a la señorita
Poignant. Pero en cuanto se descubrió su intención en la villa de San Dionisio hubo
fuertes oposiciones. Se temía que estos nuevos establecimientos sobrecargasen en lo
sucesivo a la población. Prefirió ceder su derecho a pleitear, y desde entonces pensó
que Dios reservaba esta buena obra a otros distintos de él, de manera que abandonó
por completo la idea.
513
no le permitían ausentarse demasiado...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 375
de lo que sucedería en el futuro, sino del presente, y que él estaba decidido a serle fiel
hasta el final.
Lleno de estos piadosos sentimientos, estaba muy lejos de disminuir en algo sus
prácticas de penitencia. Sus continuas austeridades, unidas a una oración asidua, le
causaron nuevas enfermedades. Le salió una lupia bastante grande en la rodilla, lo
que le obligó a guardar cama. Se emplearon los remedios ordinarios, pero al fin, se
vio obligado a que le hicieran incisiones dolorosas. Estaba tan acostumbrado a
ocuparse de Dios, que mientras le hacían la operación, recitaba su oficio con tanto
recogimiento como si no tuviera dolor.
514
a salir hacia París. Se le pedía...
515
que pudo imaginar para dar...
516
Aprovechó este tiempo para...
517
en todos estos escritos, el espíritu...
518
los medios de poder (s’en pouvoir)...
519
de diálogo al alcance de...
520
La segunda parte... (aquí: deuxième; en el texto: seconde).
376 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
<112>
Esta intención le ha llevado naturalmente a dar una explicación amplia de las
ceremonias de la Iglesia, de sus misterios521 y de las principales fiestas del año. El
segundo tratado es un método práctico de la manera de522 confesarse bien y de las
disposiciones con las cuales hay que acercarse a los sacramentos de la penitencia y de
la Eucaristía. Explica, con mucho detalle en todo, lo que es necesario para una buena
confesión. Al final pone reflexiones y oraciones sacadas en su mayor parte de la
Sagrada Escritura. Su tercer tratado lo titula Reglas de urbanidad y cortesía cristiana.
Pone como pruebas, por todas partes, ejemplos523 sacados de la Sagrada Escritura y
de los Padres de la Iglesia. De sus obras, es la que más trabajó. Fue recibida por el
público con tanto éxito que hubo que hacer varias ediciones. Tenemos de él, además,
algunas otras obras que no se han dado al público, tales como la Colección de sus
Reglas y la de máximas de piedad que hizo para uso de los novicios.
521
de la Iglesia, de sus mártires y...
522
un método práctico para confesarse bien...
523
pone por todas partes ejemplos sacados...
524
Se atrevían a pedir...
525
admitir en ellas a los hijos de personas acomodadas...
526
el establecimiento de las Escuelas cristianas...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 377
Sulpicio527, prefirió renunciar por completo a estos establecimientos antes que ver
cómo le ponían límites a su caridad. Hizo que cesaran las clases, retiró a los
Hermanos y los distribuyó por los diversos lugares del reino, donde se los pedían con
insistencia. Dejó en París solamente a uno, para cuidar la casa, que pertenecía al
Instituto.
527
contra él, en esta parroquia, prefirió...
528
darse cuenta de que este cambio causaba...
529
el señor de La Salle le respondió...
530
que el proceder que se había tenido con ellos desde...
531
seguros de su protección.
532
con los Hermanos de París...
533
una nota firmada por el párroco como que eran pobres.
534
y permitían ver trabajar a los Hermanos sin molestia.
378 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
límites que se les habían impuesto; pero también, en recompensa, han permanecido
desde entonces en situación tranquila y sin molestias ni inquietudes.
535
en un recogimiento y unión íntima con Dios...
536
en las que Dios había conducido a santa Teresa...
537
cuando emprendió el establecimiento de su orden...
538
podía estar expuesto.
539
Su ausencia había sumido a los Hermanos en serias...
540
Fueron igualmente sorprendidos al volver a verlo.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 379
Escuela de Aviñón
Comenzó por la ciudad de Aviñón, a petición de la señora de Chateaublanc, esposa
de un tesorero del Papa en el condado. Esta dama, verdaderamente piadosa y llena de
caridad para los pobres, no cesaba de solicitar a su marido que hiciera ir a los
Hermanos del Instituto para abrir543 una escuela gratuita en la ciudad, y con su
consentimiento destinó una cantidad para establecerla. Los retrasos que el señor de
La Salle ponía para ejecutar sus deseos, la privaron de la satisfacción de verlos
cumplidos544. Pero, después de su muerte, el señor de Chateaublanc consideró un
deber ejecutar su última voluntad. Escribió al señor de La Salle para darle nuevas
garantías de sus disposiciones, y le insistió en que enviara dos Hermanos a Aviñón.
Llegaron en el corriente año de 1707545. El señor de Chateaublanc los alojó en una
casa particular, en espera de que otra que había comprado para poner las escuelas
estuviese dispuesta, y suplió generosamente a lo que faltaba al piadoso legado de su
esposa.
541
Hacía mucho tiempo que...
542
como no cesaban en absoluto de presionarle...
543
de los Hermanos del Instituto para tener una escuela gratuita...
544
de la satisfacción de verlas cumplida.
545
Llegaron el año 1707. El señor...
380 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
protección. Provistos con esta licencia, abrieron la escuela, que fue muy frecuentada
en poco tiempo. Resultó, a causa de esto547, demasiado pequeña para acoger a todos
los niños que se presentaban548. El arzobispo lo supo y, satisfecho del fruto que
producían los Hermanos, quiso ser el fundador de una segunda escuela. Aprobaba
calurosamente el método que usaban para instruir a sus alumnos. A menudo mandaba
que acudieran ante él y se complacía en que dieran el catecismo.
Escuela en Mende
Desde Aviñón, las escuelas se extendieron por la ciudades cercanas. El señor
Francisco de Piencourt, obispo de Mende, capital del Gévaudan,
<117>
pidió Hermanos al señor de La Salle. Éste obedeció, y primero envió uno de la
comunidad de Ruán, que fue a Mende para preparar los locales. El obispo temía que
el asunto se demorase549. Insistió de nuevo al señor de La Salle con una carta, cuyo
contenido es éste: «Señor, yo no puedo bendecir a Dios lo suficiente por haberle
inspirado el plan de formar maestros de escuela para instruir a la juventud y formarla
en la piedad cristiana. Los seminarios forman buenos eclesiásticos, pero los buenos
maestros de escuela, al comunicar las primeras impresiones de la piedad y de la
religión cristiana, pueden contribuir a santificar a todos los cristianos. No se puede
estar más contento de lo que yo lo estoy de que el Hermano que me envió comience,
en espera de la llegada del segundo, a550 instruir a nuestra juventud. Le quedaría muy
agradecido de que añada a él una persona buena, que esté capacitado tanto en la
escritura como en la aritmética, ya que son los medios de atraer a toda la juventud, y
por ahí, darles551 las primeras impresiones de la comunidad cristiana. Por mi parte, yo
les daré toda la protección que puedan esperar, de manera que tendrán perfecta
satisfacción en su empleo en esta ciudad. El Hermano que está aquí puede informarle
de mis buenos sentimientos hacia él y por esta escuela. Le ruego, señor552, que mis
buenos sentimientos aumenten por la buena elección que usted haga de las
personas553 que me envíe. Le estoy sumamente agradecido, y me554 crea, con una
particular estima, Francisco555, obispo de Mende, a 8 de abril de 1707».
546
los Hermanos fueron a presentarse a Mauricio...
547
Resultó demasiado pequeña...
548
todos los niños que se presentaban a ella.
549
El obispo temía que el asunto languideciera...
550
en instruir a nuestra juventud...
551
y por ahí, darle los...
552
Le ruego que mis buenos sentimientos aumenten...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 381
Es fácil ver por esta carta, que se ha dado ex profeso en su totalidad, la estima que el
obispo de Mende tenía de las escuelas del señor de La Salle, y con qué celo se
dedicaba a procurar este beneficio a su pueblo, que tuvo la dicha de conservar la
pureza de la fe556 católica, aunque rodeado por afuera de herejes calvinistas557.
Escuela en Marsella
Se supo en Marsella que se habían establecido escuelas gratuitas en Aviñón y en
Mende. El obispo de Marsella558 quiso procurar esta ayuda a su diócesis. Comenzó
pidiendo dos Hermanos al
<118>
señor de La Salle para comenzar una escuela en la ciudad, esperando que pudiera
arreglarse para aumentar el número en el futuro.Pero cuando pensaba [realizarlo] fue
nombrado por el Rey para el arzobispado de Aix, de manera que los dos Hermanos se
quedaron sin esperanza de hacer más progresos559.
Escuela en Alès
Algunos años antes, la ciudad de Alès había sido separada del obispado de Nîmes
por el rey Luis XIV, que hizo que fuera erigida como obispado por el papa Inocencio
XII. Francisco Maurice, jefe de las Misiones Reales del país560, fue elegido primer
obispo de ella [la diócesis]. Comenzó, ante todo, a crear nuevos centros de piedad en
la ciudad, para oponerlos al empuje de los herejes que predominaban allí561.
Resultaba de extrema importancia contar allí con buenos maestros, para inspirar a los
niños, desde temprana edad, los principios de la religión católica, y apartarlos
insensiblemente de los prejuicios del error en que habían nacido. Con esta mira,
obtuvo de la bondad del rey fondos para establecer una escuela real, y confió la
dirección a los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Los calvinistas pusieron todos
sus esfuerzos para impedirlo. Pero como los Hermanos estaban bajo la protección del
rey y del obispo, no se les pudo impedir que se establecieran562. Todo lo que pudieron
hacer los hugonotes, fue impedir a sus hijos frecuentar las clases, y tuvieron buen
cuidado563 de hacerlos instruir por maestros de su credo.
553
que usted haga de los maestros de escuela que usted...
554
agradecido, le ruego me crea...
555
F. P. de Piencourt, obispo
556
conservar la fe católica...
557
aunque rodeado de herejes calvinistas por afuera.
558
El obispo quiso procurar...
559
quedaron sin apariencia de hacer otros progresos.
560
Jefe de las Misiones Reales, en...
561
al empuje de los herejes que son allí el grupo dominante.
562
no se pudo impedir que se establecieran.
382 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
El obispo, siempre vigilante, se dio cuenta del abuso. En seguida obtuvo una orden
del rey que prohibía564 a todas las personas enseñar en la ciudad sin consentimiento de
los Hermanos designados para las clases. Mandó, además565, a los padres y madres566
sin distinción, que enviaran a sus hijos a los catecismos que se hacían donde los
Hermanos los domingos y fiestas567, so pena de una multa pecuniaria a los
desobedientes568. Las órdenes del rey se ejecutaron, pero cuando los niños volvían a
sus casas, sus padres569 se esforzaban por destruir las buenas enseñanzas que les
habían dado. De manera que los Hermanos estaban ocupados en un trabajo lo más a
menudo infructuoso. El obispo les animaba con su celo, les alentaba a no
desanimarse570 de sembrar en una tierra
<119>
ingrata que, con el tiempo, podría producir buenos frutos. Dios bendijo su trabajo, de
manera que hubo algunos que se convirtieron.
563
y tuvieron un gran cuidado...
564
que prohibió a todas las personas...
565
Mandó también...
566
a los padres y a las madres...
567
donde los Hermanos, las fiestas y domingos...
568
a los desobedientes.
569
cuando los niños volvían a su casa, sus padres les...
570
a no desanimarse...
571
Este establecimiento hizo nacer otro en la villa de Les Vans...
572
El abate de San Juan, de esta villa, de la ilustre casa...
573
con la autoridad del Intendente, que vino a los lugares.
574
varias veces (a) contra la vida de los Hermanos...
575
la casa, por la noche...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 383
en ella. Primero atacaron la puerta y las ventanas a pedradas. Intentaron subir la tapia
e hicieron todo lo posible para llevar a cabo sus criminales576 designios. Los
Hermanos, durante esta tormenta, fueron a rezar al oratorio, ofreciendo a Dios sus
vidas, como víctimas que querían inmolarse para su gloria; pero fueron liberados del
peligro que les amenazaba por la autoridad pública. Se dispersó aquella tropa de
fanáticos y se dio un castigo ejemplar a los autores de la revuelta. El señor de La Salle,
informado de la constancia con que los Hermanos habían afrontado el peligro que les
amenazaba, tributó a Dios acciones de gracias por las santas disposiciones que había
puesto en el corazón de sus discípulos.
Escuela en Moulins
Primero envió dos Hermanos a Moulins, en el Borbonesado, para atender las
clases, a petición de un buen sacerdote que había pasado casi toda su vida instruyendo
a los niños de la ciudad. La edad y la experiencia le habían enseñado cuán importante
era educar bien a la juventud. Consideró que no podía descargarse mejor de este
cuidado, con el cual ya no podía, que con los Hermanos581 de las Escuelas Cristianas,
que tenían fama. La gran consideración que se había ganado entre las gentes, su
piedad y sus buenos servicios, le allanaron todas las dificultades, que cualquier otro
hubiera582 podido encontrar en la ciudad para lograr que aceptasen aquel
establecimiento. Habló muy positivamente de los Hermanos. Le escucharon con
576
para llegar al final de sus criminales designios.
577
Cuando estuvo perfectamente seguro de que sus establecimientos de Provenza adquirían buena
marcha, juzgó...
578
por los obispos de las ciudades por donde pasaba...
579
Se quería, incluso, retenerle en la tierra...
580
que le pedían Hermanos para hacer...
581
Consideró que no podía abandonar este cuidado que ya no podía llevar, que entre las manos de los
Hermanos de las Escuelas...
582
que otro hubiera podido encontrar en la ciudad...
384 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Escuela en Dijon
Esta escuela584 fue seguida, poco después, de otra, que se abrió en Dijon. Se debió a
la piedad del señor Rigolet585, hijo del primer presidente de la Cámara de Cuentas de
esta ciudad. La caridad tierna y compasiva, que es hereditaria en esta familia, llevó a
sus miembros [la familia]586 a consagrar una parte de sus bienes para fundar las
Escuelas Cristianas, para la instrucción de los pobres; y los Hermanos han
subsistido587 desde entonces, con el fruto de sus liberalidades.
Centro en Grenoble
Fue más o menos por las mismas fechas cuando se le propuso establecer
escuelas588 en Grenoble. Algunos eclesiásticos celosos por la instrucción de la
juventud formaron una sociedad cristiana que tenía por objeto
<121>
principal atender a la ayuda de los pobres de la ciudad. Insensiblemente se encontró
sostenida por los magistrados más importantes del Parlamento, que quisieron
contribuir con su crédito y con su dinero a esta obra de caridad. Ennemont Allemand
de Montmorin589, su obispo, se constituyó en protector y jefe. Y todos, de acuerdo, se
impusieron ciertas normas de piedad que se obligaron a seguir. Formaron una oficina
donde se reunían algunos días señalados, para elaborar el informe de las necesidades
de los pobres y remediarlos. Uno de sus primeros cuidados fue encontrar fondos
suficientes para hacer instruir a los hijos de los pobres. Ellos mismos establecieron
cuotas y se comprometieron a proporcionar todos los años una suma fija para el
sostenimiento de los maestros que estarían encargados de las escuelas. Se pidió al
señor de La Salle Hermanos de su Instituto. Envió un número suficiente. La primera
escuela se abrió en la parroquia de San Lorenzo, y algunos años después se abrió otra
en la de San Hugo590, para descargar a la primera, que había llegado a ser muy
numerosa.
583
antes de conocerles. Se les admitió...
584
Fue seguida...
585
Se debió al señor Rigolet, hijo...
586
en esta familia, les llevó a consagrar...
587
y los Hermanos siempre han disfrutado, desde entonces, del fruto...
588
Fue más o menos por estas mismas fechas cuando se le propuso establecerlas en Grenoble.
589
El señor Ennemond Alemart de Montmorin, su obispo...
590
se abrió otra en la parroquia de San Hugo...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 385
Escuela en Versalles
Este último establecimiento fue seguido de cerca por el que se hizo en Versalles al
año siguiente, 1709591, por los cuidados del señor Huchon, cura de la parroquia. No le
fue difícil encontrar recursos, y la protección necesaria para lograrlo, ante el rey Luis
XIV, que se sabe le honró hasta la muerte con su estima y su confianza. Obtuvo todo
lo que pidió para los pobres y remitió el cuidado de instruirlos a la atención del señor
de La Salle, quien secundó sus buenas intenciones, con la plena satisfacción del
público y de quienes se lo habían encargado.
Escuela en Boulogne-sur-Mer
En fin, el último establecimiento realizado por el señor de La Salle fue el de la
ciudad de Boulogne-sur-Mer. El señor de La Cocherie quiso facilitar este beneficio a
su tierra, y corrió592 con todos los gastos. Pidió cuatro Hermanos del Instituto para
formar dos escuelas en la ciudad. Lo primero de todo, fueron593 a presentarse al
obispo de Boulogne, Pierre de Langle, que los recibió tan favorablemente como había
hecho con aquellos que se habían establecido nueve años antes en Calais, ciudad de
su diócesis594. Les dio, incluso, nuevas muestras de su buena voluntad. Mandó que los
alojaran en su seminario, en espera de que la casa que les estaba destinada en la
ciudad baja estuviese terminada, y595 fundó la segunda escuela en la ciudad alta, para
comodidad de los niños. El celo que los burgueses mostraron para facilitar una casa
cómoda a los Hermanos
<122>
dio motivo para urgir la obra. El marqués de Colembert, gobernador de la ciudad bajo
el duque de Aumont, la había diseñado él mismo, [así como] la alineación del terreno
que se le había asignado. Le advirtieron que los cimientos estaban parados por falta
de materiales. Él fue allí, y animó a la obra con su presencia. Todos se apresuraron a
echar una mano, de manera que el edificio estuvo pronto preparado596 y los Hermanos
fueron alojados en ella.
591
que se hizo en Versalles al año siguiente, por los cuidados...
592
y él corrió con todos los gastos.
593
Ante todo fueron a presentarse... (verbo aller; en el texto, verbo être).
594
los que se habían establecido en Calais nueve años antes...
595
y fundó la segunda escuela...
596
se halló en seguida en estado y...
386 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
las gentes a su nuevo establecimiento. La idea que allí se tenía598 de su mérito le atrajo
la atención de toda la ciudad. Todos599 querían ver a este hombre tan respetable, cuya
fama daba tan elevada idea de su virtud. Su humildad sufrió mucho durante la
estancia que se vio obligado a hacer en Boulogne. Todo el mundo le tributaba honores
y muestras de distinción600 que no eran, en modo alguno, de su gusto. Él hubiera
querido, incluso, poderse dispensar de realizar ciertas gestiones de relieve; pero no
quería faltar a las reglas de urbanidad cristiana. Por eso, después de haber acabado sus
asuntos con la mayor rapidez601 posible, dejó Bulogne, continuó la visita de las otras
casas, y regresó602 a París, donde se había visto forzado a trasladar su Noviciado el
año anterior. Allí se encerró en un gran retiro, para compensarse en cierto modo de la
disipación en que le habían arrojado tantos establecimientos distintos, a los que se
había visto obligado a atender de manera tan rápida.
597
de los Hermanos. Juzgó...
598
La idea que se tenía...
599
Todo el mundo quería ver...
600
Todo el mundo le tributaba honores y distinciones...
601
lo más sucintamente...
602
continuó la visita de las otras casas y regresó a París...
603
este año, había puesto al señor de La Salle y todos los Hermanos...
604
en la necesidad de abandonar Ruán.
605
Pero tenía confianza que...
606
en que estaban reducidos sus Hermanos.
607
a causa de la carestía de los víveres...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 387
608
no tenía motivo para poner sus esperanzas. Ésta le...
609
durante el resto del tiempo que duró el hambre.
610
por esta gran caridad...
611
los sacó de las puertas de la muerte.
612
confió a uno de los dos...
613
y, por este medio ganaría...
614
y escandalizó a la ciudad, de forma que el
388 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
volvió al mundo. Los demás, impulsados a la rebelión con este mal ejemplo, trataron
de sustraerse como él. Se apoyaron en algunas personas acreditadas que les apoyaban
y trabajaron de acuerdo615 para formar un cuerpo aparte. Se aseguraron en secreto una
casa a la que debían retirarse con la esperanza de que separarían insensiblemente a
todos los demás de la jurisdicción del señor de La Salle.
615
y trabajaron por formar un cuerpo aparte.
616
y en vez de pensar saludables reflexiones, se...
617
el señor de La Salle... no pudo decidirse...
618
y en seguida la calma entró en la casa.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 389
619
Al año siguiente se suscitó...
620
sus nuevas escuelas de Provenza.
621
cierto peligro en meterse demasiado dentro en la zona...
390 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Continuación de su viaje
Pasó por Gravières; y el párroco del lugar, a quien el abate de San Juan había
encargado de la dirección de los Hermanos que había establecido en la villa de Les
Vans, le manifestó todos los sentimientos de respeto y de veneración que había
concebido por su virtud. Se reservó el honor de ayudarle a misa624, a pesar de la
modestia del señor de La Salle, que se opuso a ello en la medida que pudo. Estas
muestras de distinción le resultaban una carga. Se dispensaba de ellas cuando625 podía
sin hacerse importuno. Esto le movió a cambiar el camino a su regreso, para evitar
pasar por Gravières, donde temía verse obligado otra vez a aceptar las deferencias del
párroco.
Va a Mende
Desde la villa de Les Vans fue a Mende. Varias veces corrió el peligro, en el
camino, de perder la vida, al atravesar las montañas del Gévaudan. Dios le preservó
del peligro. Llegó felizmente a Mende, donde no era esperado.
<127>
Fue626 a saludar al obispo de la ciudad, que le honraba con su estima. Le manifestó los
más calidos elogios de los Hermanos de las escuelas. Le urgió para que comiera con
él. Pero627 el señor de La Salle se excusó, porque aquello era contrario a las Reglas del
Instituto. El ardiente deseo que se tenía de conocerle en esta ciudad, le atrajo
numerosas visitas. Tuvo que rendirse. Esto le retuvo en Mende más de lo que
esperaba. Estaban atentos al momento de su partida para intentar retrasarla. Él lo
supo, y partió a escondidas, para que no lo supieran sus amigos. Volvió en la
diligencia a la villa de Les Vans. Desde allí fue a Uzès, donde perfiló algunos asuntos
con el obispo de la ciudad. En seguida tomó el camino de Marsella, que tendría que
ser el final de su visita.
622
del cuidado con que los Hermanos se dedicaban...
623
a la conversión de los niños herejes...
624
se reservó el honor de ayudarle a misa... (el pronombre le: aquí, lui; en el texto, le).
625
Se dispensaba de ellas cuando podía... (En el texto: «cuando lo podía»).
626
Fue a saludar al obispo... (Fue, del verbo aller; en el texto, con el verbo être).
627
comiera con él. El señor de La Salle...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 391
Llega a Marsella
Hacía mucho tiempo que deseaban que llegara a esta ciudad628. Desde que se
conoció su llegada, muchos eclesiásticos de mérito acudieron a encontrarle para
hablar con él sobre los medios de extender sus629 escuelas en la ciudad.
Las disposiciones favorables con que encontró a estas personas, le trajeron el
pensamiento de establecer un Noviciado en Marsella. Esto eliminaba las dificultades
que habría en llevar, desde las provincias alejadas, todos los sujetos necesarios para
todas las escuelas630 que se proyectaba abrir. Formaba Hermanos de la tierra misma
que, por tanto, estaban en disposición de producir más fruto que los extranjeros, que
no estaban habituados ni al aire ni a las formas de la Provenza. Propuso su proyecto, y
fue acogido muy favorablemente631. [Él]632 encontró incluso facilidades que no se
hubiera atrevido a esperar. Todos se apresuraron a contribuir a este proyecto. El
obispo de Marsella fue el primero en mostrar su celo. La mayoría de los párrocos de la
ciudad se unieron a él. Otras muchas personas se interesaron en ello; una, entre otras,
dio un fondo. Otros daban garantías para lo sucesivo. Se alquiló una casa. En seguida
quedó amueblada. Era cuestión de quién buscaría633 los novicios. El número se
completó muy pronto. Cada día iba marcado por un nuevo favor y parecía que sólo se
necesitaba dejarse llevar...634 El señor de La Salle, lleno de alegría, no cesaba de mirar
el porvenir. Temía que toda esta gran hoguera se apagase en poco
<128>
tiempo. Desconfiaba de la excesiva vivacidad, que, como un relámpago, pasa en
seguida y se disipa635 de repente. No estaba acostumbrado a ver secundar tan bien sus
empresas. Había soportado tantas contradicciones en las otras fundaciones, que no se
aventuraba a esperar demasiado de la rapidez con que se hacía ésta.
628
que deseaban atraerle a esta ciudad.
629
los medios de extender las escuelas cristianas...
630
desde las provincias alejadas los sujetos necesarios para las escuelas...
631
que fue recibido favorablemente.
632
y encontró incluso facilidades...
633
Era cuestión de quién «produciría» los novicios.
634
y parecía que sólo había que seguir.
635
como un relámpago pasa rápido y se borra de repente.
636
No faltaba más que...
392 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
637
en las parroquias en las que no habían sido solicitados todavía.
638
y de las otras provincias..
639
de las ciudades vecinas, hacía que siguieran... (en el texto: él hacía que siguieran...).
640
antes que el señor de La Salle hubiera creado los de la Provenza...
641
Fueron a llevar...
642
en que les ponía de hallarse todos los días a ciertas horas...
643
a las necesidades de sus escuelas.
644
se destinaba al Noviciado un dinero que había sido dado...
645
que podría temerse que se confundiese, al fin, en...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 393
646
y se juzgó oportuno apartarlos de la diligencia...
647
en el establecimiento de la escuela de la parroquia de San Martín.
648
dificultó a escondidas su empresa.
649
Como tenía nacimiento [ilustre]...
650
de actitud con los Hermanos...
651
el propósito de confiarla a eclesiásticos...
652
atribuir un cambio
653
un golpe de autoridad. Dejó...
394 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
había habido para cambiar los ánimos respecto de los Hermanos y trató654 de que los
aceptara.
El señor de La Salle no tuvo dificultad en consolarse por esta pérdida. Respondió
allí mismo: «¡Bendito sea Dios! Al parecer no era su voluntad655 que esta escuela se
abriera656». Agradeció al señor párroco las molestias que se había impuesto, y una vez
que le dejó, fue a postrarse [ante Dios] para adorar657 las disposiciones de la
Providencia. Desde este momento previó la tormenta que le amenazaba y se armó de
fuerza y de ánimo para mantener el esfuerzo.
Se le difama
No pasó mucho tiempo sin sentir los golpes. Aquellos que al principio habían
manifestado658 tanto celo por sus escuelas, fueron los más decididos en dificultarlas.
Las frecuentes relaciones que mantenían con el señor de La Salle, les dieron ocasión
de entrar en un conocimiento más particular de sus sentimientos y de su manera de
gobernar. Desaprobaban la mayor parte de las prácticas
<131>
que había establecido659 entre los Hermanos. Les parecían demasiado molestas.
Quisieron persuadirle de que las abandonara. El señor de La Salle, que no cambiaba
fácilmente una vez que había adoptado una decisión con reflexión, creyó que no
debía rendirse a sus razones. De ahí vino la aversión que sentían contra él. Desde
entonces le consideraron como un hombre duro, severo, inflexible, y sobre cuyo
criterio660 no había nada que hacer. Se separaron de él insensiblemente, le evitaron
como a un tácito censor de su conducta, le difamaron en la ciudad y le hicieron odioso
a los que querían661 oírlas.
654
respecto de los Hermanos y trató de hacérselos...
655
no es su voluntad...
656
que esta escuela se abra...
657
fue a adorar las órdenes...
658
Aquellos que habían manifestado al principio tanto celo...
659
de las prácticas establecidas entre...
660
y sobre el cual no había...
661
a los que quisieron...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 395
662
en la que, sin apartarse de la moderación y de la caridad cristiana...
663
intentaron parar los golpes...
664
de qué se trataba, añadieron... (En el texto: de qué iba el asunto).
665
dieron fe a todo lo que se difundía contra el señor de La Salle.
666
más temerarios que los otros, que tuvieron el atrevimiento...
667
comenzó a dudar seriamente si su empresa...
396 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
favores que solían suavizar sus penas en lo más fuerte de la tentación. Creyó que sus
pecados eran la causa de ello; con este pensamiento668resolvió alejarse y ceder a la
tempestad, «persuadido — decía— de que mi ausencia podrá calmar a mis
enemigos669 e inspirarles pensamientos de paz para mis queridos hijos». Se retiró,
efectivamente, a la ermita de San Maximino, alejada de la ciudad de Marsella670 de
diez a doce leguas.
Le piden que deje su retiro para tomar cuidado de las casas de Provenza
Fue allí donde, desprendido de todos los obstáculos que le causaban las
dificultades que se le ponían continuamente, se aplicó con un fervor renovado a la
oración, a la meditación de los libros Sagrados y a los más laboriosos ejercicios de
penitencia. Allí disfrutaba de una paz tan profunda y de una tranquilidad tan perfecta,
que hicieron surgir en él el deseo de acabar en aquel lugar sus días, desconocido de los
hombres.
<133>
El Hermano superior a quien había confiado el gobierno de la casa de Marsella la
veía perecer cada día entre sus manos. Se encontraba vacía de sujetos, por las argucias
secretas de los enemigos del Instituto. El Hermano no pudo mantenerse más contra su
propia confianza; fue a encontrar al señor de La Salle a su retiro, le dio cuenta del
triste estado al que había quedado reducido su Noviciado y le671 rogó aceptar que
depositara entre sus manos el gobierno de aquella casa. La noticia no extrañó al santo
varón. Escuchó al Hermano con tanta tranquilidad como si no le afectase. Pero le
manifestó672 que estaba sorprendido de que aún se pensara en él; que se había
ilusionado con que después de haberse retirado a la soledad, los hombres le hubieran
olvidado por completo. «¡Vaya!, ¿por qué —añadió— viene usted a turbar mi gozo?
Encuentro tantas delicias en mi retiro que estoy resuelto673 a condenarme a un
silencio perpetuo». El Hermano, sorprendido por esta respuesta, le rogó que no
abandonara así a sus hijos, que necesitaban sus consejos y sus luces más que nunca.
A lo que el señor de La Salle respondió: «Bendito sea Dios, mi querido Hermano.
¡Vaya! ¿Por qué piensa usted en dirigirse a mí para esto? ¿No conoce usted mi
incapacidad para mandar a los otros? ¿No sabe que varios de entre ustedes no me
quieren como superior? Y tienen razón674, pues soy muy incapaz». El Hermano, que
siempre había tenido tierna veneración hacia su digno Superior, no pudo oírle hablar
así sin derramar lágrimas. Se arrojó a sus pies y le dijo que no le abandonaría hasta
668
eran la causa, y con este pensamiento...
669
mi ausencia podrá calmar los ánimos de mis enemigos...
670
alejada de la ciudad de diez a doce leguas.
671
su Noviciado y le rogó aceptar...
672
Pero le dijo que estaba sorprendido...
673
que estoy resuelto a... (En el texto: estoy en la resolución de...).
674
Tienen razón, pues soy incapaz...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 397
675
que pluguiera a Dios devolverle la calma
676
de varios de los Hermanos que...
677
de los golpes que le dirigían y que repercutían en ellos.
678
Sus asuntos estaban tan descompuestos en la Provenza...
679
Además, le solicitaban que volviese a París...
398 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Se retira a Grenoble
Encontró a los Hermanos en gran tranquilidad, y resolvió687 permanecer con ellos
el mayor tiempo que le fuera posible. Escogió el lugar más retirado de la casa para
dedicarse allí a la oración. Permaneció mucho tiempo688 desconocido, sin recibir689 ni
hacer ninguna visita, ocupado únicamente en seguir los ejercicios de la casa con su
exactitud y fervor ordinarios.
680
e hizo comprar las provisiones...
681
el Hermano que había escogido como su compañero de viaje.
682
para conocer su voluntad y para seguirla ciegamente.
683
el obispo de Marsella hallándose en el puerto...
684
veía con pesar la pérdida que iba a tener. Y habló a...
685
unirse a los Hermanos y les dijo...
686
Resolvió, pues, dejarla y retirarse a Grenoble.
687
en una gran paz, y resolvió permanecer...
688
Permaneció algún tiempo, desconocido...
689
sin recibir y sin hacer ninguna visita...
690
Tenía una devoción singular a San Bruno...
691
al abandonar, como él, su canonjía de la catedral de Reims...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 399
más halagador para él, para abrazar un tipo de vida muy austero. Cuando llegó a este
pavoroso desierto, visitó los lugares que este santo restaurador de la vida solitaria en
Occidente había santificado con sus lágrimas y su penitencia. Se sintió emocionado y
penetrado de su mismo espíritu. Vio, con admiración, el espíritu de retiro y de
recogimiento que imprime un profundo respeto por los solitarios que habitan estas
rocas escarpadas, cubiertas casi todo el año de hielo y nieve, en donde ellos se
entierran en vida. Hubiera deseado poder acabar allí sus días. El prior de la Cartuja,
impresionado por la modestia y el recogimiento que se reflejaban en todos sus pasos,
le invitó
<136>
sin conocerle, pues el señor de La Salle había tomado la precaución de prohibir al
Hermano que le acompañaba que dijera quién era, temiendo que le dieran en aquella
casa los honores que se acostumbra a tributar a los canónigos de Reims. Pero692 se vio
obligado de contentarse con la disposición de su corazón. Salió de este santo retiro al
cabo de tres días, dspués de haber concedido a los sentimientos de su piedad, no todo
el tiempo que hubiera deseado, sino el que pudo sustraer a los asuntos de su Instituto;
y regresó693 lleno de veneración hacia la santidad de este famoso monasterio694.
Se sumió en su soledad, en la cual redobló su amor por el recogimiento y el
silencio. Dejaba de lado todo lo que podía turbarle o distraerle de la oración. Empleó
en ella la mayor parte de su tiempo, y se le encontraba casi siempre en el oratorio.
Experimentaba en ello tal gusto, que sólo una necesidad urgente podía apartarle de
este santo ejercicio.
692
a los canónigos de Reims. Se vio obligado...
693
y regresó a Grenoble (en el texto: y él regresó...).
694
de veneración hacia este famoso monasterio.
695
Se vio obligado a ceder...
696
de aquella de San Lorenzo...
697
una estima tan alta de su piedad que...
400 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Le vuelve el reuma
Apenas había terminado la edición de la que acabamos de hablar, se sintió afectado
violentamente702 por su reuma. Ya había tenido algunos rebrotes, que había
descuidado. Pero el dolor llegó a ser tan fuerte, que ya no le fue posible
disimularlo703. Se vio forzado a guardar cama. Sobrevino la fiebre y cayó en tal
agotamiento que hizo temer por su vida. La diligencia de los Hermanos de Grenoble
para procurarle todos los alivios que su caridad podía sugerirles no fue suficiente para
suavizar sus dolores. Hubo que recurrir al remedio extraordinario del que se habían
servido con eficacia veinte años antes, cuando fue atacado del mismo mal en París. Es
verdad que su naturaleza se resistía, porque el remedio era más duro de soportar que
los dolores agudos del reuma que le atormentaba. Sin embargo, el sincero amor que
sentía por los sufrimientos le hizo vencer su repugnancia. Se sometió al deseo de los
Hermanos; se puso generosamente en el lecho del dolor, en el que no se ocupó más
que de la oración, como si no sintiera ninguna dolencia. Los Hermanos le
698
entonces la 3.a edición...
699
fue impreso según la primera forma.
700
en el silencio de...
701
Se contentó con enviar a ellas...
702
se sintió violentamente atacado...
703
disimular...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 401
manifestaron su sorpresa, pero704 él les respondió como el santo Job: «¡Bendito sea
Dios!; que se haga su voluntad, y no la nuestra. Si recibimos de Él la salud, ¿no
debemos recibir705 también las enfermedades de la misma forma? Que su nombre sea
bendito eternamente».
<138>
Va a hacer un retiro a Parmenia
Cuando los remedios tuvieron todo el efecto que se había esperado, se sintió
aliviado, y pensó en reparar sus pérdidas. Así llamaba él al tiempo que no había
podido dedicar a sus ejercicios de piedad. Se disponía a hacer un retiro cuando el
abate de Saléon, que más tarde fue Vicario general de Aix-en-Provence, le animó
para que fuera a pasar algunos días a una de sus tierras706, llamada Parmenia, alejada
unas cuatro leguas de Grenoble. La propuesta convenía mucho707 al designio del
señor de La Salle, porque era un lugar donde varias personas de piedad iban
ordinariamente a hacer retiros. Aceptó, pues, de buena gana708 la propuesta del abate
y partió con él.
704
sorpresa, les respondió...
705
la salud, debemos recibir también...
706
a una tierra llamada...
707
La proposición convenía al designio...
708
Aceptó, pues, de muy buena gana...
709
en la llanura.
710
más fácilmente a la oración.
711
ir a visitar a la hermana Luisa...
402 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Buscó las712 sumas necesarias para hacer dos alojamientos, uno para los hombres y
otro para las mujeres, y con su piadoso ingenio halló ahorros suficientes para
construir una pequeña iglesia. Dios la colmó de sus favores713. Acudían a consultarla
como a un oráculo y la gente se atenía
<139>
a sus decisiones de buena gana.
712
Encontró las sumas necesarias...
713
Dios la favoreció con sus gracias en proporción a su celo...
714
subir a lo alto de la montaña...
715
de Dios, que siempre se había sentido...
716
después de varias conferencias en las que se ayudaron mutuamente...
717
lleno de sentimientos de estima por sor Luisa.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 403
718
en Grenoble, se le informó...
719
Pero se disiparon pronto y no tuvieron otra...
720
sin poder saber nada sobre ello...
721
el gobierno de su Instituto.
404 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Hermanos del Instituto a proveer a su dirección, y les rogó, para este efecto, que les
diesen un superior eclesiástico a quien poder consultar sus asuntos espirituales y
temporales. Este paso parecía atrevido y temerario. Se persuadió de que ello podía
tener consecuencias funestas para el gobierno del Instituto.
La mayoría de los Hermanos lo desaprobaron y manifestaron su descontento.
Decían que era atentar contra las Reglas; que los superiores externos a los cuales se
les sometía, se atraerían insensiblemente los sujetos de cada casa particular; que se
atribuirían el derecho de introducir las prácticas que quisieran y que por ahí las
comunidades se separarían722 de la uniformidad que hasta entonces había mantenido
la observancia de las Reglas; que cada una formaría un cuerpo aparte y que, en fin,
cada una querría vivir en la independencia de las demás.
722
que por ese medio, las comunidades se desacostumbrarían de...
723
que se le escribieron sobre este asunto...
724
que los obispos habían encargado de velar...
725
Les inspiraron una...
726
alarmarse precipitadamente.
727
El señor de La Salle lo aprobó también y confesó...
728
de estos superiores seculares.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 405
729
que se interesaban por su reputación, que todo lo que...
730
Pero todas estas precauciones fueron inútiles...
406 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
731
muy sorprendido cuando se le... (cuando: aquí, quand; en el texto: lorsqu’on)
732
Juzgó que convenía...
733
durante la estancia que hizo en Grenoble...
734
largas y fervorosas oraciones, exhortó a los Hermanos...
735
por el poco tiempo que les concedía...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 407
736
que se le querían dar. «Heme aquí llegado (les dijo). ¿Qué deseáis de mí?». Los Hermanos...
737
el gobierno general de su Instituto,
738
había motivo para creer...
739
el caballero D’Armestat se había retirado...
740
Había seguido el camino de las armas y había hecho varias campañas...
741
Durante la estancia que hizo allí, oyó...
742
Desde que la posesa le hubo visto...
408 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
743
Fue a arrojarse...
744
y le mandó hacer la abjuración...
745
Fue a París...
746
al día siguiente del día de San Dionisio...
747
que se había hecho curar por...
748
nadando en su sangre que manaba en abundancia...
749
taponar la sangre, y...
750
que se debilitaba, se le dio...
751
En el momento en que la recibió...
752
las llagas...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 409
Continuó siguiendo753 los ejercicios con tanto fervor como si la víspera no hubiera
sufrido nada. Pero unos días después volvió a caer en un estado más peligroso que el
primero. Perdió de nuevo el conocimiento, arrojó una cantidad extraordinaria de
sangre por la boca, y sus ojos giraban como los de un poseso. De vez en cuando los
fijaba754 en un sitio de la habitación y movía los labios como si hablase con alguien.
Así pasó toda la noche755, con agitaciones sorprendentes, sin que fuera posible lograr
que tomase algún alimento. En seguida cayó en un agotamiento que duró cuatro
horas756, durante las cuales creyó
<147>
que veía numerosos demonios que le atormentaban y que le amenazaban con hacerle
perecer si no abandonaba el género de vida que había abrazado. Después de lo cual,
sus agitaciones comenzaron de nuevo757. En esta situación extrema se recurrió a la
protección de la Santísima Virgen, por cuya intercesión se vio totalmente libre de esta
tentación; y cuando volvió en sí, pidió con mucha insistencia el hábito del Instituto.
Apenas lo hubo recibido cuando los tormentos recomenzaron. Su lengua se le
espesó de manera que perdió el uso de la palabra. En esta situación le llevaron el santo
viático. Poco después se reunió la Comunidad para recitar las preces758 de los
agonizantes. Comprobaron que sus dolores disminuían a medida que se recitaban las
oraciones, de manera que volvió plenamente en sí759 cuando se acabaron. Sin
embargo, el demonio no dejó de atormentarle con nuevos embates. Le hizo sufrir
tantos males que creyeron que sucumbiría.
753
Continuó siguiendo...
754
Por la boca, giraba los ojos como un poseso, los fijaba...
755
Pasó así la noche...
756
que duró durante cuatro horas...
757
sus agitaciones comenzaron de nuevo... (En el texto: comenzaban de nuevo...).
758
para recitarle las preces...
759
de manera que volvió en sí cuando se acabaron...
760
y no dudó en absoluto que...
761
Vivió varios años...
410
los méritos del señor de La Salle, pero hay762 algo singular para merecer que se preste
atención y para que se adviertan los caminos secretos de la Providencia que se sirvió
de este medio para purificar un alma que Dios quería763 atraer a Él de forma
inviolable.
762
pero hay alguna cosa...
763
los caminos secretos de los que se sirvió la Providencia para purificar a un alma que Él quería...
764
Este mismo año Francia fue afligida con la pérdida de Luis XIV.
765
de los Hermanos en París y en Versalles.
766
a que se vieron reducidos al final de este año.
767
de descargarse por completo de la superioridad para no ocuparse más...
768
para procurarse el reposo...
769
se vio forzado a tomar sobre él...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 411
770
los inconvenientes que podrían seguirse...
771
de verse, de repente, privados de sus consejos...
772
no abandonarlos en absoluto, y que los escucharía siempre...
773
para la diputación...
412 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
El Hermano Bartolomé recorre las casas del Instituto para este asunto
Comenzó su visita por la casa de Chartres. Expuso a los Hermanos el tema
principal776 de su viaje. Todos suscribieron el acta que les propuso como modelo.
Desde allí fue a Moulins, donde hizo una estancia breve, y se apresuró para777 pasar
los Alpes antes del invierno. Fue recibido en todas las casas del Instituto con grandes
muestras de gozo y de respeto por su virtud.
Después de haber recorrido todas las provincias de esta zona, volvió a Ruán, donde
dio cuenta al señor de La Salle y a los Hermanos del éxito de su viaje. Después de
algunos días de descanso, retomó el camino de París para continuar sus visitas en las
casas de Francia, Picardía y Champaña. En ellas encontró la misma docilidad que en
todas las que había recorrido, de manera que en tres meses recogió los votos de todos
los Hermanos extendidos en el reino, y volvió a San Yon hacia el comienzo del año
siguiente, 1717778.
No se puede expresar la alegría que el regreso del Hermano Bartolomé causó al
señor de La Salle, sobre todo cuando le aseguró que había encontrado a todos los
Hermanos dispuestos a concederle y a aceptar su dimisión. Tributó a Dios humildes
acciones de gracias y no cesó779 de suspirar por el momento favorable en que iba a ser
descargado de un fardo que era una carga desde hacía varios años. Pero no pudo ver
cumplidos sus deseos tan pronto como lo deseaba. Hubo que esperar una estación
conveniente780 para reunir a los delegados de las casas que debían participar en la
elección.
774
y su amor al retiro le pudieron inspirar...
775
y se puso en camino en el mes de octubre de 1716.
776
el principal objeto de su viaje.
777
y se apresuró de partir para...
778
hacia el comienzo del año siguiente.
779
y no cesó de suspirar... (en el texto: él no cesó...).
780
una estación favorable para...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 413
781
para la asamblea general, envió orden...
782
de los más emotivos. No dejó de hablarles de las razones que le habían determinado...
783
que le habían determinado a convocarles. Apoyó...
784
capaz de mantener el buen orden que...
785
y les dijo... (en el texto: y él les dijo).
786
todo lo que le parecía lo más adecuado...
787
a apartarles del espíritu de partido.
788
Recayeron todos unánimemente en el Hermano...
789
«Hace mucho tiempo que ejerce las funciones».
790
el día de la Trinidad siguiente.
414 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
791
y en ellos quitar o añadir lo que fuera...
792
redactó las Reglas en la forma...
793
que se tenía todavía para él.
794
que continuase teniendo cuidado...
795
que era justo que conservase...
796
a prepararse a bien morir...
797
en fin, el Hermano Bartolomé... (en el texto, sin el artículo «el»).
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 415
propósito. El señor de La Salle no quiso usarlo, y pedía siempre nuevos permisos para
las mínimas cosas que tuviera que hacer. Así vivió hasta la muerte, sin apartarse
jamás de esta práctica, considerándose dichoso de poder practicar la obediencia que
había recomendado tan cuidadosamente en su Regla. Con este mismo principio799, no
pudo negar al Hermano Bartolomé la ayuda de sus luces para el gobierno del
Instituto. [El Hermano Bartolomé] no hacía nada sin consultarle y seguía sus
consejos con toda la exactitud de un hijo. El señor de La Salle le hablaba siempre con
el respeto y la deferencia de un inferior;
<153>
pero cuanto más buscaba humillarse y encerrarse800 en los límites de la modestia,
tanto más se ganaba801 la veneración y el cariño. Este santo entendimiento entre estas
dos cabezas producía y cultivaba una perfecta unión entre los miembros del cuerpo,
que se sostuvo en un estado floreciente durante los dos años que fue gobernado por el
Hermano Bartolomé, que murió lleno de virtudes y méritos y que supuso la estima y
el pesar de aquellos que le conocían.
798
según que él lo hallase a...
799
Fue por este mismo espíritu que no...
800
cuanto más buscaba humillarse y encerrarse en...
801
más se ganaba la veneración y el cariño...
802
de inconstancia o de pereza.
803
en el escollo que iba a intentar evitar...
416 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
como el último de los Hermanos. Escogía siempre804 el último lugar en los ejercicios
y se sometía a las humillaciones como el menor de los novicios.805
Regularmente asistía a las horas señaladas, prestaba servicio a la comunidad y
rechazaba, por humildad, a aquellos que se lo querían prestar. Hasta tal punto, que
cierto día un novicio acudió a barrer su habitación, y le dijo: «No necesito nada.
¿Quieren acaso hacerme
<154>
salir de la casa?». Nunca cambiaba, sin permiso806, la hora de celebrar la misa, se
encontraba en las recreaciones con los Hermanos, pero no807 hablaba en ellas en
absoluto sin haber pedido permiso al que presidía, y en cuanto pretendía mostrarle
alguna deferencia, se retiraba para evitarlo.
804
como el último Hermano, escogía siempre...
805
como el menor Novicio.
806
de celebrar la misa, se encontraba...
807
con los Hermanos, no hablaba en ellas sin haber...
808
Mientras trabajaba así...
809
con la cual había tenido una relación de piedad...
810
algún enfriamiento en lo sucesivo...
811
en el que sólo se trataba de un interés temporal.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 417
Carta del Superior del seminario sobre el proceder del señor de La Salle
«Hemos tenido el honor y la suerte de tener a este santo sacerdote en nuestro
seminario desde el 4 de octubre del año 1717814 hasta el 7 de marzo del año siguiente.
El tiempo ha sido corto, pero no ha sido necesario más para reconocer en él dones
particulares que Dios le había dado e incluso otras gracias que él se aplicaba a ocultar
a los hombres. Hemos notado en él, sobre todo, un celo y un fervor extraordinarios
por su propia perfección, una humildad profunda y gran amor a la mortificación y a la
pobreza815. Este celo por su propia perfección se mostraba primeramente816 en que,
no contento con hallarse todos los días, sin faltar ni uno solo, en todos los ejercicios
de piedad y de oración de la mañana, en las conferencias espirituales y en los oficios
divinos, etcétera, dedicaba regularmente cada día, según me confesó, dos horas y
media a la meditación. En segundo lugar, también lo mostró en que quiso vivir en
completa sujeción a los reglamentos del seminario; pues todos los días era de los
primeros en ir a todos los ejercicios, y para él no817 había ningún artículo que no fuese
importante.
No hubiera querido, no digo sólo salir a la ciudad, sino ni siquiera hablar con algún
extraño, sin pedir permiso. En vano le dije varias veces que en nuestra casa disponía
812
uno de los directores de este seminario...
813
como vivía durante la estancia...
814
el 4 de octubre de 1717...
815
por la mortificación y por la pobreza.
816
se ha mostrado primero en que, no contento...
817
a todos los ejercicios y no hubo para él ningún artículo...
418 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
de todos los permisos y que los puntos del reglamento no estaban hechos para él; pero
resultó totalmente imposible hacerle usar tal dispensa. Su humildad nos ha parecido
también admirable, y era universal. No hacía nada sin consejo. El parecer de los otros
siempre le parecía mejor que el suyo. En la conversación siempre escuchaba de buena
gana, con preferencia a hablar él. No se le oyó nunca nada en su beneficio. Estaba
lleno de horror y de desprecio por lo mundano que adoptan algunos eclesiásticos en
su exterior y en sus hábitos. Nada más sencillos que los suyos, que eran de la tela más
ordinaria; todo lo demás de su exterior respondía a ello, y es por lo que he dicho que
amaba la pobreza. Esta virtud ha brillado aún más en la generosidad que tuvo de
renunciar a todo y despojarse de todo, para emprender y sostener la fundación de su
comunidad y en las precauciones que tomó para inspirarla y perpetuarla en los
Hermanos que la forman, un espíritu de sencillez, y la renuncia
<156>
a todo lo que no es absolutamente necesario a la vida y a su mantenimiento. Su
mortificación, en fin, nos confundía y nos edificaba. Cuando entró en el seminario, no
quiso, de ningún modo, aceptar una habitación con calor, y en lugar de calentarse con
los otros, al menos durante los recreos, prefería conversar, en las salas o en el jardín,
con algunos seminaristas, para tener ocasión de inculcarles alguna santa máxima, y el
desapego de las cosas de la tierra. Y como su modestia, su aire recogido y la unción de
sus conversaciones no dejaban duda de que él practicaba mucho más818 de lo que
decía, no se sabría ponderar el fruto que produjo en el seminario, etc.». He ahí un
retrato breve, pero fiel, de las virtudes que el señor de La Salle practicaba, y del buen
olor que difundían donde quiera que la Providencia lo condujera. Vivía en este
seminario en tan estricto retiro, que las personas que le conocían difícilmente
encontraban un momento para hablarle. Ni siquiera a los Hermanos del Instituto les
permitía ir a verle. Sólo el Hermano Superior tenía este privilegio, pero usó de él rara
vez.
818
que practicase mucho más de lo que inspiraba
819
fue a encontrar al notario... (verbo aller; en el texto: être).
820
que debía recibir. Leyó el artículo...
821
que la cosa no tenía importancia...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 419
cumplimiento, que el recibo fuera realizado con los títulos que se le atribuían en el
testamento. El señor de La Salle siguió insistiendo y dijo que no admitiría nunca que
se le diese en un acta pública un título que ya no tenía. El notario no quiso desistir de
su pretensión, y el señor de La Salle se retiró sin haber concluido nada, prefiriendo
renunciar a su derecho a verse honrado con un título al que había renunciado tan
generosamente. Pasaron tres meses así, en retrasos, sin que fuera posible doblegar su
humildad. En fin, el notario, edificado con su resistencia, consintió822 en eliminar el
término823 de superior y el señor de La Salle aceptó la donación.
En cuanto lo hubo recibido, avisó al Hermano Bartolomé. A su llegada a París, le
entregó en mano el dinero del legado, y le pasó un acta por la cual se despojaba de
todo derecho que hubiera podido tener, en favor del Instituto.
<157>
822
En fin, el notario consintió, edificado por su resistencia, a quitar...
823
la palabra Superior, y ...
420 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Los Hermanos de San Yon se llenaron de alegría cuando vieron a su querido Padre,
al que creían que habían perdido desde hacía seis meses. Su regreso les tranquilizó y
les hizo esperar que no los abandonaría.
Compra la casa de San Yon a los herederos de la señora de Louvois
Su regreso fue un suceso providencial bien señalado, pues apenas llegado a Ruán,
los herederos de la sucesión de la marquesa de Louvois pensaron vender la casa de
San Yon. Era una nueva dificultad para los Hermanos, que ya se veían casi en la
necesidad de tener que abandonar la casa y no sabían qué decisión tomar. No tenían
dinero suficiente para adquirirla y la ayuda
<158>
poco podía. Se dirigieron al señor de La Salle y le expusieron su contrariedad. Les
dijo con su habitual confianza que Dios no los abandonaría, que había que pensar en
comprar la casa. La propuesta les sorprendió al principio, pero después de algunas
reflexiones les pareció que no hablaba así sino porque contaba con algún recurso. El
no tenía ningún otro fondo inagotable que la Providencia. Puso en ella de tal manera
sus esperanzas que actuó y encontró el dinero necesario en los donativos824 de varias
personas.
Con semejante certeza se fue a hacer una propuesta al abate de Louvois, que era
ejecutor testamentario de la sucesión. Estaba dispuesto a beneficiar al señor de La
Salle, pues le conocía particularmente y tenía un elevado concepto de sus méritos. Le
prometió favorecer a los Hermanos por consideración a él, de darles preferencia y de
lograr que pusieran la tasación de la casa a un precio razonable, para facilitarles los
medios de adquirirla. El asunto se prolongó durante dos meses, y se terminó en
beneficio de los Hermanos, de manera que se vieron propietarios y dichosos
poseedores de la casa825.
824
en los donativos de varias personas.
825
pacíficos poseedores de la casa de San Yon.
826
a todo lo que podía darle todavía alguna relación...
827
trabajó por separar a los Hermanos...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 421
828
y que no tenía la misma facilidad de actuar que tenía de ordinario.
829
preparada para ser inmolada... (d’être immolée; en el texto: à être immolée).
830
que no le impusiera ley en esta ocasión...
831
continuar la cuaresma.
832
se vio obligado a someterse...
833
las mitigaciones que se le proponían.
422 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
834
Todo lo que se empleaba para su curación resultaba inútil.
835
disminuyeron tan repentinamente, que él...
836
San José, Protector de los Hermanos del Instituto, y...
837
pareció que sus dolores...
838
cuando se sintió en situación de levantarse...
839
se desesperó enteramente por su vida.
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 423
840
y le manifestó la aflicción en que estaba por su cercana pérdida.
841
estoy convencido...
842
para disponerse...
843
y se sentó en una...
844
en la habitación...
845
para ser los testigos...
846
dentro de su corazón.
847
la unión, la fidelidad a su vocación...
848
y les dio los...
424 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
salvarse, pues Dios le colma de gracias, pero no las aprovecha. No va hacia Él como
debería850 hacerlo. Está enterrando los talentos que Él le ha dado». La persona se
sorprendió mucho por este reproche que acababa de hacerle, y confesó que decía la
verdad, y que era preciso que Dios le hubiera dado a conocer el estado de su alma.
Los Hermanos, emocionados por su cercana pérdida, se aplicaron a recoger sus
últimos sentimientos, que parecían más vivos y más elevados a medida que se
acercaba a su final. Hasta el último momento no cesó de consolarlos y de darles
consejos saludables. He aquí el precioso depósito que les dejó al morir: «Encomiendo
mi alma a Dios, y luego a todos los Hermanos de las Escuelas Cristianas, a los cuales
me ha unido. Les recomiendo que tengan una gran devoción a Nuestro Señor, que
amen mucho
<162>
la sagrada comunión y el santo ejercicio de la oración; que tengan también devoción
particular a la Santísima Virgen y a San José, patrono y protector de la Sociedad; que
cumplan su empleo851 con celo y sumo desinterés; que tengan obediencia ciega a sus
superiores, que es el fundamento y el sostén de toda perfección de una comunidad».
849
le rogó que le dijera algo edificante...
850
no va hacia Él como debería
851
que cumplan su empleo con celo...
852
se creyó que iba a caer en agonía.
853
Tuvo mucha dificultad para decidirse a ello. Pero después de varias...
854
Se dijeron las oraciones...
855
y aprovechó de estos últimos momentos...
856
tomaréis gusto a sus formas de obrar...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 425
Sus virtudes
Tal fue el final de este santo sacerdote, que Dios había suscitado en estos últimos
tiempos para trabajar en la instrucción de la juventud. A ella consagró toda su vida y
dejó a los Hermanos de las Escuelas Cristianas y a cuantos le conocieron, señales
ciertas866 de su celo y de todas las virtudes que corresponden a un eclesiástico.
Prefirió un estado pobre y penitente, a todas las comodidades que podía
legítimamente disfrutar en el mundo. Trabajó con celo, siempre igual, en procurar el
bien en todas partes donde su caridad le conducía. Las contradicciones y obstáculos
que agitaron su vida no alteraron en nada la paz interior que gustaba en los asuntos
857
No pudo decir más (de ello)...
858
una dura agonía que duró desde...
859
hasta las dos, después de lo cual...
860
vuelto en sí, se le ayudó...
861
La asistencia de la Santísima Virgen...
862
Maria Mater Gratiae, etc. El Hermano...
863
no le dejaba, le...
864
le preguntó si aceptaba con sumisión el dolor con el que Dios se complacía terminar de purificarle. Él
respondió...
865
el 7 de abril de 1719. Tal fue el final...
866
señales de su celo y de...
426 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
más espinosos; y Dios ha derramado sus bendiciones sobre sus trabajos con tal
abundancia, que le ha hecho triunfar de sus enemigos con las únicas armas de la
paciencia y de la moderación cristiana. Su gran confianza en él867 fue su más sólido
apoyo, y nunca fue confundido en sus esperanzas. Sus austeridades, unidas a una
aplicación constante a Dios, habían apaciguado de tal forma sus pasiones que no se le
notaba ninguna dominante.
Su retrato
Tenía el rostro sereno y simpático, algo oscuro por sus largos viajes; de modales
sencillos, pero delicados y sin afectación; inteligencia viva y penetrante. Dios le
había dado un talento particular para conquistar a los pecadores más endurecidos y
nunca emprendía su conversión sin lograrlo. Su corazón era tierno868, generoso y
sincero. Su estatura era más que mediana; cuerpo bien proporcionado869. Era de
complexión muy delicada, al principio, pero que con la edad se robusteció. Tenía la
cabeza inclinada ligeramente hacia adelante, frente ancha, nariz grande y bien
perfilada, pero no aquilina; ojos vivos y azules; cabellos castaños y rizados en su
juventud, luego grises y blancos con los años, que lo hacían venerable. Su voz era
fuerte y clara. De talante firme, tomaba870 sus decisiones con reflexión y las mantenía
cuando las creía conformes con la voluntad de Dios; siempre estaba dispuesto a
emprender las cosas más difíciles por su gloria. He ahí el retrato, al natural, del señor
Juan Bautista de La Salle, sacerdote, doctor en teología, antiguo canónigo de la
catedral de Reims y fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas.
<164>
Devoción de las gentes después de su muerte
La noticia de su muerte se extendió por la ciudad de Ruán, y muchos acudieron
para ver a este santo sacerdote que se había ganado la estima y la veneración de toda
la gente durante su vida. Hubo mucha dificultad para contentar a aquellos que
deseaban tener alguna cosa de sus preciosos despojos. Como era muy pobre, no
poseía nada de lo que puede contentar la codicia y el amor propio. Un crucifijo, un
Nuevo Testamento, una Imitación de Cristo y un rosario eran todas sus riquezas. Se
distribuyeron entre la gente. Por lo demás, los que no pudieron tener parte, se
contentaron con algunos trozos de sus hábitos, que conservaron como prenda de su
santidad.
867
Su gran confianza en Dios fue...
868
el corazón generoso y...
869
Falta toda la frase: «Su estatura era más que mediana; cuerpo bien proporcionado».
870
Era de natural firme y tomaba su decisión con...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 427
Su sepultura
Su rostro aparecía tan hermoso y tan sereno después de su muerte como lo era
durante su vida. Se le revistió con sus hábitos sacerdotales y se le expuso en la capilla
de la casa, a la devoción del público hasta el Sábado por la tarde. Fue enterrado sin
pompa, en la iglesia parroquial de San Severo, en la capilla de Santa Susana, en
presencia de numerosas personas871 que asistieron a sus funerales. Sobre su tumba se
puso el siguiente epitafio:
Su epitafio
872
Hic expectat resurrectionem vitae venerabilis Joannes Baptista de La Salle,
Rhemus, Presbiter, Doctor Theologus, Canonicus Ecclesiae Metropolitanae
Rhemensis, Institutor Fratrum873 Scholae Christianae. Obiit feria874 sexta
Parasceves annum agens Sexagesimum octavum, die Septima aprilis anno millesimo
septingentesimo decimo nono in aedibus Fratrum Sancti Yvonis hujusce875
Parochiae. Det illi Dominus invenire requiem in illa die.
Muchas personas de piedad se apresuraron a rendir a su memoria todos los honores
que había evitado con tanto cuidado durante su vida. Así es como Dios recompensa
desde esta vida a aquellos que le han sido fieles hasta la muerte. Vita eius si in
probatione fuerit coronabitur. Fin876.
<165>
Añadidura a la vida del señor de La Salle (n. m.: 1720)
El Hermano Bartolomé era Superior General de los Hermanos desde hacía dos
años después de la muerte del señor de La Salle877, pero no le sobrevivió más que
catorce meses, pues murió el [8] de junio de 1720878, muy llorado por todos los
Hermanos. Los dos asistentes escribieron una carta circular sobre esta pérdida, a
todas las casas, y convocaron una asamblea general en San Yon para el día de la
Asunción del mismo año, en la cual el Hermano Timoteo, Superior de la casa de
Aviñón, fue elegido por unanimidad. El Hermano Bartolomé le había designado
871
una gran concurrencia del pueblo que...
872
D.O.M.
873
Institutor schole Christianae
874
obiit sexta Parasceves...
875
in oedibus fratrum sancti yonis husce parochiae.
876
Falta la palabra Fin.
877
El Hermano Bartolomé, habiendo sido elegido, como quedó dicho, Superior General de los
Hermanos desde hacía dos años, gobernó el Instituto a la muerte del señor de La Salle.
878
catorce meses; murió el junio de 1720, muy
428 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
como el más adecuado para sucederle. No aceptó la carga que se le imponía sino con
suma repugnancia y no879 se rindió a los deseos de los Hermanos sino por obediencia.
Sus primeros cuidados consistieron en procurar un estado fijo y estable a su
Instituto, que, hasta entonces, estaba todavía sometido a las vicisitudes. Para llegar a
ello, adoptó las medidas convenientes para asegurar al Instituto la casa de San Yon
que había sido comprada a nombre de dos Hermanos, de los que uno había muerto y el
otro era de avanzada edad. Se necesitaba880, para prevenir los inconvenientes, obtener
Letras patentes que confirmasen la propiedad a los Hermanos de las Escuelas
Cristianas. El señor de Pontcaré, Primer Presidente del Parlamento de Ruán881, les
concedió sus buenos oficios. Sin embargo, el asunto se prolongó. Se hallaron
oposiciones secretas que sólo desaparecieron después de la muerte del señor duque de
Orleans, Regente del Reino, por el crédito del señor de Lavergne de Tressan882, a la
sazón arzobispo de Ruán, que obtuvo las Letras patentes del Consejo del Rey. Están
datadas el 28 de septiembre de 1724 y fueron expedidas tres meses después, al
comienzo de 1725, y registradas en el Parlamento de Ruán el 2 de marzo del mismo
año, y en la Cámara de Cuentas, cuatro meses después, a pesar de la oposición del
párroco de San Severo, que consideraba a esta casa como perdida para su jurisdicción
y que obtuvo por sus solicitudes ante los Magistrados, que se hicieran restricciones
contrarias a los intereses del Instituto. Pero quedaron en nada por disposición del
Consejo del Rey.
<166>
Los cuidados del Hermano Timoteo no se habían limitado a solicitar las Letras
patentes del Rey. Al mismo tiempo hacía883 que trabajaran en Roma para obtener las
bulas necesarias que hicieran del Instituto un cuerpo religioso. Primero empleó para
ello a un Hermano de las Escuelas Cristianas que había estado al servicio del
Príncipe884 de Soubise, padre del señor cardenal de Rohan, y que el señor de La Salle
había recibido en el número de los Hermanos en 1707. El Hermano, que no carecía de
agudeza mental, se presentó al señor cardenal, quien le manifestó su bondad, en
consideración a que había servido en casa del señor duque, su padre885. Este hábil
Hermano se sirvió de estas buenas disposiciones para atreverse a pedir a su
Eminencia conceder su protección al nuevo Instituto, y cuando el rey le nombró su
embajador en Roma886, acudió a presentarle887 un placet razonado, por el cual los
Hermanos le suplicaban888 que solicitase a Roma las Bulas de confirmación del
879
sino con gran repugnancia, y no se avino...
880
Fue necesario
881
El señor de Pontcarré, Primer Presidente de Ruán, les...
882
por el crédito del señor Lavergne de Tressan, entonces...
883
Había que trabajar al mismo tiempo en Roma...
884
al servicio del duque de Soubise...
885
en la casa del Duque, su padre.
886
cuando el rey le hubo destinado como su embajador...
887
fue a presentarle un placet razonado, por el cual...
Tomo I - 2 - MAILLEFER I - Manuscrito Carbon 429
888
los Hermanos le rogaban que solicitase a Roma...
889
Al no poder tener audiencia de su Eminencia se dirigió al señor Vivant...
890
que debía estar de viaje, se encargó de apoyar su súplica ante...
891
ante su Eminencia...,
892
por el regreso del señor Cardenal en Francia, porque el señor abate de Tencin...
893
las letras fueron expedidas y selladas...
894
de inmediato registradas en el Parlamento de Ruán...
895
el 12 de mayo siguiente.
896
El 6 de agosto del mismo año se tuvo una asamblea general...
897
de los principales Hermanos en número de treinta y dos, tanto directores como veteranos, para
recibir con respeto la Bula...
430 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
<250>
del Hermano Superior General y de sus dos asistentes, del señor de Pontcarré de
Vierme, hermano del Primer Presidente, el señor conde d’Enneval y el hijo del
marqués de Cani se hallaron también presentes con otras varias personas de
distinción que se había dejado entrar en la iglesia antes de cerrar las puertas.
Cuando se abrió el ataúd, se hallaron los huesos del señor de La Salle en su
totalidad y en su posición natural; las carnes, consumidas totalmente, lo mismo que
los vestidos sacerdotales con que estuvo revestido, salvo una pequeña cruz de madera
que tenía en la mano, de la borla de su bonete cuadrado y de los zapatos. Se sacó de la
tierra el cuerpo tal como se hallaba, pasando sábanas por debajo del ataúd en que
estaba encerrado, y se le transfirió así a otro ataúd de plomo, revestido de otra caja de
roble. El médico y el cirujano del rey, después de haberlo verificado, declararon que
estaba completo.
El señor abate Bridel levantó acta y un notario hizo también la suya. Luego se cerró
el nuevo ataúd y se le colocó en medio del presbiterio de la parroquia, sobre una
tarima rodeada de cirios.
Luego, todos los que estaban presentes, tanto los Hermanos como los eclesiásticos
y otras personas, se apoderaron de los trozos del antiguo ataúd, de la franja de la
estola, de la borla de su bonete cuadrado y de los zapatos del santo saerdote con una
premura que lleva a pensar cómo la santidad hace venerables
<251>
no sólo a los siervos de Dios, sino incluso a las cosas que tienen alguna relación con
ellos.
Cuando se hubieron celebrado las ceremonias que se utilizan en tal ocasión, [el
cortejo] se puso en marcha de la manera siguiente: la cruz iba a la cabeza de los
seminaristas de San Viviano y de San Nicasio, a los cuales se habían unido bastantes
jóvenes eclesiásticos; seguían los párrocos y el clero de las parroquias de San Severo,
San Maclou, San Eloy, San Viviano, San Godardo, San Salvador, San Martín del
Puente, San Vigor y de otros varios, llevando todos un cirio en la mano, y el grupo del
clero lo formaban más de trescientos eclesiásticos. El abate señor Bridel precedía el
féretro, llevado por dieciséis sacerdotes revestidos de sobrepelliz y estola, que
consideraron un honor prestar este servicio a los preciosos restos de un hombre al que
respetaban como a uno de las mayores siervos de Dios del último siglo. Los señores
Térisse y d’Ossemont, arcedianos, y otros dos canónigos de la iglesia metropolitana,
antiguos amigos del señor de La Salle, llevaban los cuatro ángulos de la tela negra. El
deán de la catedral, señor de Chanron, Vicario general, acompañado de otros
eclesiásticos distinguidos, con capa, y varios religiosos de todas las órdenes, seguían
el féretro. El cortejo terminaba con una compañía de los «cincuenta», para contener a
una multitud innumerable de personas de todos los estados, que seguían la marcha.
432 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
MANUSCRITO DE 1740
CONOCIDO COMO «Re»
SEGUNDA BIOGRAFÍA DE
Francisco-Elías MAILLEFER
en 1740
<I>
La vida del señor de La Salle, de la que sólo pretendo hacer un esbozo, no está llena
de esos hechos brillantes que captan desde el principio la admiración del lector. Se
trata de un santo sacerdote a quien Dios condujo por caminos sencillos, pero duros
para la naturaleza. Al formarle para la virtud, Él le dio a conocer la solidez del bien, y
le concedió los talentos necesarios para hacerlo practicar a los demás. Desde este
punto de vista es como voy a presentarlo en el hecho de fundar una sociedad cristiana
que debe su nacimiento únicamente a su gran confianza en Dios.
Tenía todas las cualidades necesarias para la realización de tan santa empresa. Era
firme, tenía celo ardiente, caridad tierna e insinuante, modales afables y, por encima
de todo, amor sin límites a la penitencia. Se sintió comprometido por caminos
providenciales; y lo logró con la misma ayuda; sin contar con los fondos necesarios,
pues se había despojado
<II>
de todo; sin protección, tuvo muchas contradicciones que soportar; privado de la
satisfacción que nace del éxito, se vio, a menudo, expuesto a contratiempos desagradables
que, aunque muy molestos, no alteraban en nada la paz de su alma.
Para defenderse de sus enemigos no empleó más armas que la paciencia. En sus
empresas no utilizaba más que esta frase, que le era familiar: ¡Dios sea bendito! Era
su divisa. En eso imitaba a san Juan Crisóstomo, que en las distintas circunstancias
con que se vio agitada su vida, se consolaba con estas palabras: ¡Gloria a Dios en
todas las cosas! En la historia de su vida se verán pruebas de todas estas virtudes.
Me he comprometido a escribirla sólo por deferencia hacia personas de piedad, a
quienes no podía negar este consuelo. Pero como al escribirla no he tenido más
propósito que el de edificar, espero que quienes la lean con el mismo espíritu saquen
de ella el fruto que me he propuesto1.
Las memorias que me han facilitado, y a partir de las cuales me he visto forzado a
escribir esta vida, no siempre estaban tan circunstanciadas como lo exigiría una
escrupulosa exactitud. Por ello se encontrarán algunos vacíos y algunos hechos
omitidos que podrían ser recogidos en una vida más amplia. Me he abstenido,
1
Esta frase está tachada en el manuscrito; además, las primeras palabras están escritas sobre otras
difíciles de leer.
436 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
<V>
La mayor parte de los hechos que recoge en esa obra quedan sumergidos, por
decirlo así, en un montón confuso de reflexiones mal distribuidas. El estilo está
descuidado, y aunque no haya tenido escrúpulo de copiarme palabra por palabra en
algunos lugares, no ha considerado que tenía el deber de advertirlo.
Su libro ha sido despreciado por las personas de buen gusto. Entre otras cosas
reprobables que se hallan en él, existe la queja de que ha hablado sin delicadeza de
varias personas respetables, y en particular de órdenes y de comunidades que siempre
han edificado a la Iglesia, tanto por su piedad como por su ciencia y su doctrina. Con
todo, él no tiene reparo en desgarrarlas de manera indecente, con ocasión de algunas
reflexiones, traídas de lejos, con que ha creído que tenía que adornar su trabajo. En
fin, se puede decir, en general, que su libro es una amalgama confusa de espiritualidades
mal aplicadas, que hacen que la lectura sea insípida y aburrida.
El poco éxito que ha tenido entre el público, ha llevado a algunos a desear que se
imprimiese el que yo había hecho; pero varias consideraciones me lo han impedido.
Me contento con ponerlo en limpio para desquitarme de aquel otro con que
sorprendieron mi buena fe. En este ejemplar he introducido algunas añadiduras y las
correcciones que he considerado necesarias desde que conocí las aclara-
<VI>
ciones que no pude conocer antes.
Entre ellas se pueden incluir algunos pequeños detalles que consideré que no debía
descuidar, porque algunas veces retratan a los hombres mejor que las más
deslumbrantes acciones; principalmente cuando me han parecido adecuadas para
inspirar gusto por la piedad.
Por lo demás, como no he tenido otra intención al componer la vida del señor de La
Salle que edificar, espero que quienes la lean con la misma intención saquen de ella el
fruto que me he propuesto.
438 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
<1>
La Vida del señor
Juan Bautista de La Salle,
sacerdote, doctor, antiguo canónigo de la catedral de Reims
y fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas
conservar la calma en medio de las tribulaciones por las que habría de pasar en lo
sucesivo, y a través de las cuales Él purificó su virtud en los distintos acontecimientos
de su vida. Encontraremos bastantes pruebas de ello en el curso de esta historia.
2
Tachado en el texto: «de los asuntos domésticos» (des affaires domestiques).
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 441
que incluso los sacerdotes más recogidos tienen, a veces, dificultad para defenderse.
No podía soportar la relajación de los eclesiásticos que, con desprecio de su estado,
llevaban vida del todo seglar. Su celo para reprenderlos parecía incluso excesivo para
el espíritu de los mundanos, que juzgaban de ello según sus pasiones. Pero él poseía el
arte de menospreciar los juicios de los hombres cuando no eran conformes con la ley
de Dios.
cuando acababa de nacer. Pero el señor de La Salle tomó todas las medidas que le
sugería la prudencia para que triunfase tan santa empresa, y para darle una estabilidad
que la pudiera poner, en lo sucesivo, al resguardo de las vicisitudes humanas. Para
conseguirlo, era preciso obtener las letras patentes del Rey, recabar la autorización
del arzobispo y el consentimiento de la ciudad. Todas ellas eran dificultades no
fáciles de vencer en las circunstancias entonces existentes.
dificultades, y con suficiente fortuna para cubrir los gastos necesarios para
superarlas.
(n. m.) La señora Maillefer funda una escuela gratuita para las niñas;
elogio de su persona
En medio de esas circunstancias, Dios inspiró a la señora Maillefer el designio de
crear escuelas gratuitas para la instrucción de las niñas. Tenía ella todo lo necesario
para triunfar en la empresa. Había nacido en Reims, de padres ricos y piadosos. En el
seno de su familia había adquirido los sentimientos de virtud que la inducían a
emprender
<16>
buenas obras en cuanto se le presentaba la ocasión. Era tierna con los pobres, los
miraba como a sus hijos, y ponía todo su cuidado en procurarles las ayudas
temporales y espirituales de las que podía disponer. Su estado la obligó a seguir a su
marido a Ruán, donde le llamaban sus negocios, y donde tenía su residencia habitual.
En esa ciudad fue donde se entregó de manera especial a ejercer sus obras de caridad;
y en ella las continuó, pero sin descuidar las vías que Dios la hizo entrever para hacer
participar [de su caridad] a la ciudad de Reims, su patria. Ésa es, con justa razón, el
motivo por el que mereció el título de madre de los pobres. En vida de su marido, se
limitó con ocuparse de las obras de misericordia que podían combinarse con los
cuidados de la casa; pero cuando se vio desligada de los lazos matrimoniales por la
muerte del señor Maillefer, se entregó sin reservas a su inclinación por la limosna.
Consagró a ella cada año buena parte de sus rentas; sólo se reservaba una cantidad
muy módica y llevó vida pobre y penitente en medio de sus riquezas3.
3
Falleció en Ruán en 1693 de un mal contagioso que había contraído en el Hospital, cuando servía a
los pobres. Pasaba la mayor parte del día en oración, se acostaba sobre tablas y, de ordinario, sólo comía
pan.
448 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
sostenerla. Este establecimiento triunfó de tal manera que la movió a abrir otras
[escuelas], de las que sirvió como fuente y modelo.
dificultades. Era preciso hacer que le conocieran en las principales casas de la ciudad,
para lograr que se ganara la confianza de las personas a las que tendría que dirigirse,
<19>
y asegurarle una retirada conveniente, esperando que podría abrir las primeras
escuelas.
(n. m.) El párroco de San Mauricio se ofrece para alojar a los maestros
Esta solución pareció la más natural, ya que así no habría ningún motivo para
oponerse al celo de un pastor que deseara que los niños de su parroquia fueran
instruidos. Se determinó, pues, que se haría la propuesta,
<21>
entre los señores párrocos de la ciudad, a quien el señor de La Salle indicara.
establecimiento, supo que una piadosa dama de la ciudad, viuda del señor Levêque de
Carrières, tenía el propósito de fundar una escuela gratuita en la parroquia de
Santiago. Fue suficiente para él. Acudió a encontrarla, se dio a conocer, le refirió
cómo, merced a los cuidados del señor de La Salle, se había llegado a abrir una
[escuela] en la parroquia de San Mauricio. La señora le escuchó con agrado, y pensó,
incluso, que Dios le ponía
<22>
delante la ocasión favorable para ejecutar el proyecto que tenía en la cabeza desde
hacía tiempo. Ella conocía al señor de La Salle, y antes de resolver cualquier cosa,
quiso hablar con él de este asunto. El señor Niel fue en seguida a informarle y a darle
cuenta de lo que acababa de hacer, sin dudar que él aprobaría su gestión. El señor de
La Salle no la desaprobó del todo, pero consideró que era precipitado; y como temía
siempre verse demasiado comprometido, sintió renacer su natural repugnancia.
(n. m.) Celo del señor Niel, perjudicial para las escuelas
El señor de La Salle, contento con el nuevo éxito, no miraba más lejos, ni se
adelantaba en nada, sino sólo en la medida en que se veía como forzado por las
circunstancias. Depositaba el cuidado de los maestros en la vigilancia del señor Niel.
Pero este hombre, aunque lleno de piedad, carecía de clarividencia y tampoco era
452 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
todo lo asiduo que se necesitaba. Todo su celo se reducía a buscar el modo de crear
establecimientos sin preocuparse de perfeccionarlos. Los continuos viajes que se
imponía para alcanzar su objetivo le impedían la atención necesaria para remediar las
dificultades que se encontraban en aquellos comienzos. Sus largas y frecuentes
ausencias ocasionaban trastornos en las escuelas. Los maestros se descuidaban en la
asistencia a la escuela, y este desorden comenzaba a extenderse a los alumnos, que
por ello no eran instruidos con suficiente cuidado. Los padres empezaron a notarlo y
murmuraban. Si no se ponía pronto remedio, habría que temer que las escuelas se
destruyesen por sí mismas en poco tiempo. Además, las escuelas no podían producir
todo el fruto que se preveía al principio, porque los ejercicios no estaban regulados y
porque no se seguía una conducta uniforme. Cada maestro seguía su idea personal,
sin
<24>
preocuparse de lo que podía contribuir a producir fruto.
1681
Las cosas siguieron de esta forma hasta el año siguiente, ya que vio que todo cuanto
hacía para formarles en la piedad sólida, no producía aún todo el fruto que deseaba.
Aprovechó una ausencia del señor Niel para mandarles que fueran a su casa todas las
mañanas, desde la siete, para pasar allí todo el día, salvo el tiempo de la clase. De esta
forma los indujo a que se obligaran a hacer los ejercicios diarios, que él les había
señalado tiempo antes, pero que ellos, con diversos pretextos, no observaban
fielmente. Los ejercicios principales
<27>
eran la oración mental, la oración vocal a ciertas horas y la mortificación de los
sentidos. Nunca se había dado cuenta de la necesidad que tenían de este proceder,
como cuando los tuvo bajo su mirada. Advirtió en algunos de ellos una piedad
superficial, una vocación titubeante e incluso bajas inclinaciones que provenían de la
falta de educación. No dejaba pasar ninguna ocasión favorable para hacerles caer en
la cuenta de sus defectos; les hablaba con dulzura, estudiaba sus diversos caracteres y
moderaba sus advertencias; y así, con este modo de tratarlos, encontraba el modo de
reformar su exterior al mismo tiempo que regulaba su interior.
oponerse a los caminos de Dios. Los demás, al ver que todos sus intentos no
producían nada en su espíritu, y que sus resoluciones no se debilitaban en absoluto, le
miraron desde entonces como hombre apegado a su criterio, a quien nada podía
flexibilizar, y resolvieron retirarle de su casa a los tres hermanos que estaban con él.
<30>
(n. m.) Se aplica a formar a los maestros en la virtud
Esta separación le afectó mucho, pero no le abatió. Puso toda su confianza en Dios,
y cuando se vio enteramente libre, se dedicó con todas sus ganas a dirigir a su pequeña
comunidad. Comenzó por inspirarles el espíritu de modestia, de humildad, de
pobreza, de piedad y de una caridad mutua sin límites; todas ellas eran cualidades que
debían servir como cimiento y base de su estado. Pero como había resuelto no
introducir nada por autoridad, y como deseaba inspirarles el atractivo por la virtud,
pero sin forzarles, se contentó en los comienzos con guiarlos como de la mano y hacer
que gustasen las verdades que les inspiraba con sus exhortaciones y, más todavía, con
su ejemplo. De ese modo, todo ese año lo dedicó a acostumbrar a los maestros a
[practicar] un conjunto de ejercicios con los que se familiarizaron de manera
insensible.
regular su conciencia. Para ello, les exhortó a que escogieran un confesor ilustrado,
que les guiara a todos por las mismas prácticas. La primera idea que les vino fue
rogarle que les permitiese no escoger a ningún otro sino a él. El respeto les retuvo
algún tiempo, pero como su confianza en él aumentaba, a causa de la bondad con que
les distinguía en sus conversaciones familiares, los que tenían más confianza se
encargaron de proponérselo. Como él no quería molestarles en nada en un punto de
tanta importancia, consideró que no era prudente acceder a su petición, con la
aprensión de que ello le quitara la libertad que tenía para reprenderles por sus defectos
con la franqueza habitual. Con todo, forzado por sus peticiones reiteradas, y después
de haberlo consultado con algunos amigos desinteresados, se rindió a los deseos de
los maestros, de modo que en poco tiempo se vio que todos se habían puesto bajo su
dirección. No pasó mucho tiempo
<32>
para percatarse del feliz cambio que esto producía entre ellos. Muy pronto el buen
olor de su piedad se extendió hacia fuera, y el mundo comenzó a admirar a aquellos
que, poco antes, eran objeto de desprecio.
Encargó al señor Niel que fuera allí a fundar la escuela. Lo hizo con su habilidad
habitual, y en cuanto llegó a Rethel-Mazarino todo se arregló de tal forma que la
escuela se abrió el mismo año de 1682. Las diversas gestiones que emprendió para
este asunto y las medidas que hubo de tomar para salir adelante, le pusieron
necesariamente en relación con quienes se interesaban de manera particular en el
asunto. Esto le facilitó el honor de cumplimentar respetuosamente al Duque, que en
una audiencia que le concedió le hizo diversas preguntas sobre el nuevo Instituto, y
particularmente sobre quién era el principal impulsor. Desde ese momento deseó
conocer al señor de La Salle, a quien el señor Niel le había descrito como un santo
sacerdote de profunda piedad y de una caridad sin límites. Al señor de La Salle no le
gustaba darse a conocer, pero informado de las intenciones del Duque, se vio en la
necesidad de acatar sus órdenes. El Duque le recibió con señales de distinción; con
gusto conversó con él sobre cuestiones de piedad. Él mismo le honró varias veces con
su visita.
cometían con él. No hablaba nunca de ellas, ni se le escapaba nunca queja alguna
contra aquellos que le hacían sufrir. Prefería renunciar a sus derechos más evidentes a
dar el menor motivo de queja. Es lo que hizo con
<35>
ocasión de la fundación de que hemos hablado.
1683
Entre el párroco y él surgió una amistad y una confianza recíprocas, fundadas en la
estima mutua, que no terminó sino con la muerte.
(n. m.) Les hace tomar el nombre de Hermanos de las Escuelas Cristianas
Fue más lejos. Aprovechó la buena voluntad de sus discípulos para convencerlos
de dejar el nombre de maestros de escuela que habían llevado hasta entonces, y tomar
el de Hermanos de las Escuelas Cristianas. Esta denominación les pareció más
modesta y más conforme con la vida común que habían abrazado. Se vieron entonces
los efectos de este cambio, que en apariencia no tenía nada de considerable y que, sin
embargo, contribuyó a cimentar la unión que debía reinar entre ellos.
(n. m.) Piensa dedicar sus bienes para fundar las escuelas.
Consulta al padre Barré, mínimo
La primera cosa que le vino a la cabeza fue dedicar su patrimonio para fundar
[económicamente] las nuevas escuelas, para quitar a los Hermanos todo pretexo de
464 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
desconfianza. Esta idea le parecía natural, y era, al mismo tiempo, digna de su celo.
Pero como nunca emprendía algo importante sin consejo, recurrió al padre Barré,
religioso mínimo, de quien ya hemos hablado. Le
<43>
escribió cuál era su propósito y le rogó que le diera su parecer sin halagarle para nada.
El santo religioso le contestó sin dudar que aquel pensamiento no venía de Dios; que
sus escuelas estaban establecidas sobre el único cimiento de la Providencia, y que
sería pecaminoso buscarles otro apoyo; que tenía que tomar como regla de conducta
el pasaje del Evangelio en que Jesucristo dice a sus discípulos: «Las zorras tienen
madrigueras y los pájaros del cielo tienen nidos y refugios, pero el Hijo del hombre no
tiene dónde reposar la cabeza (Mt 8, 20). Las zorras — añadió— son los hijos del
siglo, que se apegan a las cosas de la tierra. Los pájaros del cielo son los religiosos que
tienen su celda como asilo; pero aquellos que como usted están destinados a instruir y
catequizar a los pobres, no deben tener otra herencia sobre la tierra que la del Hijo del
hombre. Por tanto, no sólo debe usted despojarse de todo sus bienes, sino también
renunciar a su beneficio [canonjía] y vivir en un abandono general de todo lo que
podría apartar su atención de procurar la gloria de Dios». Semejante decisión no
tenía, desde luego, nada que pudiera halagar el amor propio, ni ofrecía ninguna
apariencia de encontrar muchos que la aprobasen; pero el padre Barré conocía la
virtud y el perfecto desapego de quien le consultaba; y por lo mismo, no tuvo ninguna
dificultad en hablarle sin ambages.
<44>
(n. m.) Sigue el consejo de darlo todo a los pobres
Cuando el señor de La Salle se vio confirmado en su idea, por la carta de persona
tan repetable, se convenció más que nunca de que Dios le pedía el sacrificio sin
ninguna reserva, y que no debía hacer sino lo que le fuera más agradable. Así pues,
inmediatamente tomó la resolución firme y constante de dejar todo para seguir a
Jesucristo pobre. No puede uno por menos de admirar, en este punto, la grandeza de
alma que le llevaba a renunciar con ánimo heroico a todo lo que el mundo llama
comodidades de la vida, para abrazar otra, dura y laboriosa, en la cual la razón y los
sentidos tienen tanta dificultad para acomodarse. Un paso tan desinteresado no debe
su nacimiento a la ambición o al deseo de hacerse un nombre en el mundo, como
quisieron verlo algunos censores injustos y maliciosos.
sus obligaciones con exactitud; que el ejemplo de un buen canónigo sostenía a los
menos fervorosos, y que sin dejar su canonicato podía seguir
<45>
cuidando de sus Hermanos de las Escuelas, como había hecho hasta entonces con
edificación. La confianza respetuosa que sentía por él [su director] no dejó de
impresionarle, y el temor que tenía de dar un paso en falso le mantuvo algún tiempo
en suspenso. Consultó con otras personas esclarecidas, que sopesaron sus razones y
las consideraron muy sólidas. En fin, después de una espera de diez meses, encontró
el modo de hacerlo aceptar por su director, a través de una persona de piedad que tenía
ascendencia sobre sus criterios.
acababa de proponer. El señor de La Salle aprovechó con habilidad esta pregunta para
darle cuenta exacta de todas sus gestiones, y añadió que el último a quien consultó fue
al señor Philbert, su vicario mayor, que estaba de acuerdo en que, en las
circunstancias en que él se hallaba, no debía dudar en desprenderse de su canonicato.
El señor Philbert fue llamado de inmediato. Confirmó su opinión, y dio las razones al
señor arzobispo, añadiendo, además, que había aconsejado al señor de La Salle
renunciar en favor de su hermano, que había abrazado el estado eclesiástico y que era
un joven sujeto de esperanza.
Con esta visión, el prelado dio su consentimiento, e inmediatamente presentó [La
Salle] su dimisión, la rellenó con el nombre del señor Faubert, y la firmó.
Cabildo, molesto por perderle, se enfadó aún más por el sujeto a quien presentaba
para reemplazarle. Escribieron al señor arzobispo, que ya había regresado de París, y
se le pidió que retrasara el envío del nombramiento, para dar tiempo a los amigos del
señor de La Salle a hacer los últimos intentos para que cambiara. El prelado contestó
favorablemente y ordenó al señor Callou, su Vicario general y superior del seminario,
que fuera a verle de su parte y conocer de él su última resolución.
<50>
[Callou] cumplió el encargo con toda prudencia y celo, tal como todos conocían en él.
beneficio, resolvió dar todos sus bienes a los pobres; dispuesto a realizarlo, y
reducido, por ello, a la más elemental y módica necesidad, que sólo encontraría apoyo
en el otro; expuesto por este medio a carecer algunas veces de todo, comprometido a
pasar el resto de su vida en estado de trabajo, de humillación y de dolor, seguía
persuadido de que aún no había hecho nada por su salvación. Era preciso que tuviera
una virtud muy por encima de lo común para rebajarse de tal manera a sus propios
ojos.
(n. m.) Quiere dar sus bienes a los Hermanos de las Escuelas;
el padre Barré le aparta de tal decisión
El señor de La Salle, que siguió en Reims por los consejos de su director, pensó
seriamente en los medios de abandonarse sin reserva entre los brazos de la
Providencia; pues aunque se hubiera despojado de su canonicato, no creía que el
sacrificio estuviese completo si no unía a ello el abandono general de todos sus bienes
en favor
470 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
<53>
de los pobres. Este paso ya estaba decidido en su corazón. Por lo demás, sólo faltaba
la manera de ejecutarlo para [hacerlo con] la mayor perfección. El primer
pensamiento que tuvo fue despojarse de ellos en favor de los Hermanos de las
Escuelas, a quienes él miraba, con razón, como los pobres que estaban confiados más
especialmente a sus cuidados. Varias personas de eminente piedad eran de esta idea.
Nada parecía tan natural y tan loable. Esta fundación era su obra, y era necesario
proveer a su subsistencia; y al despojarse de su patrimonio, no podía darle un destino
más conforme con el gusto de todo el mundo. Quienes hubieran censurado su
excesivo desprendimiento de los bienes de la tierra, no hubieran podido dejar de
aplaudir el uso que hiciera de los suyos para fundar su Instituto. Por este medio,
afianzaba a los Hermanos de las Escuelas, y los ponía para siempre a cubierto de la
desconfianza a la que el temor de carecer de lo necesario les había llevado algún
tiempo atrás. Pero, de otro lado, la idea de la Providencia, que era el principal motor
de sus acciones, volvía sin cesar a su espíritu. Temía dar el mínimo paso que no
estuviera bastante conforme a ella y que oliera, por poco que fuera, a interés personal.
En esta perplejidad consultó de nuevo al padre Barré, quien le respondió, como había
hecho un año antes, que puesto que había establecido las escuelas sobre el cimiento
de la Providencia, debía abandonar todos sus bienes para alivio de los pobres, sin
reservar nada para la Comunidad de los Hermanos.
<54>
Esta decisión fijó sus ideas y desde ese momento tomó la firme resolución de
conformarse a ella.
y pueden servir todavía; no nos importe que el mundo nos critique, con tal que seamos
agradables a los ojos de Dios».
<57>
(n. m.) Mismo tema
Este espíritu de pobreza fue el que le llevó a dejar de lado en su casa todo lo que se
llama comodidad de la vida. No quería que los Hermanos de las Escuelas diesen
ningún paso para procurársela. Es lo que se ve en una larga carta que escribió a un
Hermano de las Escuelas que le describía minuciosamente la pobreza de su casa: «Es
verdad —le decía— que usted es pobre. Nuestro Señor lo fue, aunque pudo ser rico.
Usted tiene que imitar a este divino modelo, y sin embargo, me parece que usted
quisiera que no le faltara nada. ¡Vaya!, ¿quién no quisiera ser pobre con esa
condición? ¿No abandonarían sus riquezas los grandes y los poderosos de la tierra
para procurarse un beneficio que les hiciera más felices que a los mismos reyes? Le
suplico que recuerde que no vino a la Comunidad para disponer de todas las
comodidades, sino para abrazar el estado de pobreza con sus incomodidades. Usted
es pobre, dice, ¡cómo me gusta esa palabra! Pues decir que es pobre, equivale a decir
que es feliz. Usted no ha sido nunca tan pobre, dice; tanto mejor, pues nunca ha tenido
tantos medios para practicar la virtud», etc. Tales eran los sentimientos que el señor
de La Salle inspiraba a los Hermanos de las Escuelas en las frecuentes exhortaciones
que les hacía. Él mismo les dio ejemplo de ello y no dejó durante toda
<58>
su vida de practicar esta virtud en lo que tiene de más riguroso.
precauciones para vivir desconocido. Usaba, incluso, una piadosa artimaña para
librarse de la vigilancia de los Hermanos. Con esta finalidad escogió para sí mismo un
pequeño local apartado, donde sólo cabía una persona. Allí pasaba los días y a veces
parte de la noche en la contemplación. Encontraba en ello tal gusto, que a veces había
dificultad para hacerle salir a tomar algún alimento.
(n. m.) Toma el cuidado de las escuelas en lugar del señor Niel
Mientras se ocupaba de este modo de sí mismo y de su Comunidad, a la cual estaba
resuelto a dedicar todos sus cuidados, se vio obligado a extender su caridad a las
escuelas de fuera. Las que funcionaban en las localidades de Rethel, Guisa y Laón,
fundadas pocos años antes, habían sido dirigidas hasta entonces por el señor Niel.
Pero éste pensaba ya en regresar a su tierra; antes había pedido varias veces al señor
de La Salle que se encargara de ellas. Siempre se había negado a ello, pues creía que
debía dedicarse plenamente a su Comunidad. Pero cuando el señor Niel regresó a
Ruán, donde moriría dos años más tarde en olor de santidad, el señor de La Salle, a
petición del señor párroco de San Pedro de Laón, amigo suyo, no pudo negarse a sus
ruegos, que consiguieron que se encargara de aquellas escuelas, que necesitaban de
su dirección.
habituarse a ella. Tuvo mucha dificultad para superarla, y sólo después de muchas
pruebas consiguió, al fin, acostumbrar su estómago a este tipo de alimentación que
tenía dificultad para digerir. A menudo se dirigía a Dios para obtener la gracia de
vencerse en este punto, y la obtuvo por medio de su perseverancia. Hasta el punto que
perdió por completo el gusto de los alimentos, que se le hicieron insípidos. Se dieron
cuenta de ello con ocasión de un error que cometió el Hermano cocinero. Sirvió a la
comunidad ajenjo, en vez de verdura. Los Hermanos, después de gustarlo, lo dejaron.
El señor de La Salle lo comió sin darse cuenta de ello. Al final de la comida preguntó
por qué la comunidad no había comido. Cuando le dijeron la causa, confesó que no se
había
<62>
dado cuenta. Con todo, hizo que les sirvieran de nuevo el mismo alimento, para
comprobar hasta qué punto podían llevar el espíritu de mortificación, pero sin
ninguna imposición de su parte.
(n. m.) 1687: seminario de maestros de escuela para las zonas rurales
Este nuevo establecimiento hizo nacer otro. Pues la mayoría de los párrocos de los
pueblos solicitaban continuamente al señor de La Salle que les enviase algún
Hermano de las Escuelas para instruir a los niños en sus parroquias. Les respondía
que no podía satisfacerles porque tenía como norma no enviar nunca menos de dos
juntos, y que creía que el buen orden exigía no ceder en nada en esta regla. Los
párrocos encontraron otra solución. Consistía en que ellos mismos escogerían
maestros de escuela para sus parroquias, y se los enviarían para que los formara. No
pudo negarse a esta buena obra. De esta manera recibió hasta veinticinco [jóvenes]
que instaló en unos locales separados; les prescribió ejercicios adecuados a su
profesión, les dio un Hermano capacitado para enseñarles el canto gregoriano, la
escritura, la aritmética y el método que debían emplear para instruir a los niños que
les iban a confiar. Así, el señor de La Salle, sin haberlo podido prever, se vio
encargado, al mismo tiempo, de tres comunidades que tendían al mismo fin por
caminos diferentes. A todo ello correspondió con el celo
<69>
de que estaba animado. La [comunidad] de los maestros de escuela produjo un gran
bien en la zona rural. Sin embargo, no tuvo continuación y no pudo sostenerse. Como
consideraba su utilidad más importante que ninguna otra, varias veces intentó
restaurarla cuando residió en París, pero siempre resultó inútil por las razones que
diremos a su tiempo, y que le llevaron a enfrentarse a obstáculos que sobrepasaron
toda medida.
(n. m.) Le piden Hermanos para las escuelas de San Sulpicio de París
Una vez que hubo atendido a todo cuanto era necesario para dejar bien establecidos
en Reims a los Hermanos de las Escuelas, tomó, al fin, su última decisión, de dejarlos
para marcharse a París. Poco antes de su partida recibió una carta de su hermano que
estaba entonces en el seminario de San Sulpicio, que le rogaba que recordase la
palabra dada al señor cura de esta parroquia de enviarle alguno de los Hermanos para
atender sus escuelas; que el eclesiástico que las dirigía hasta ese momento estaba
sobrecargado de trabajo, a causa de los numerosos alumnos, que aumentaban de día
en día. El señor de La Salle respondió que la norma establecida entre los Hermanos
era que no fuesen jamás solos, y puesto que ahora sólo se le pedía uno, ya no estaba en
su mano satisfacer al señor párroco. El señor Compagnon, que era el eclesiástico
lleno de fatiga, no dio importancia a esos detalles; estaba impaciente por encontrar
una ayuda, con la cual se le había adulado; y sin más deliberación, se fue a Reims, con
la esperanza de obtener lo que deseaba. Su viaje no tuvo
<70>
el éxito que se había figurado, porque el señor de La Salle estaba ausente, y los
Hermanos no podían resolver nada sin él; pero él no podía esperar su regreso.
480 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
sus luces; y sobre lo que le dijo, de que los Hermanos tenían dificultad para atender a
su trabajo, consintió en que hiciera venir otros, en la medida que lo considerase
necesario para aliviarlos, y convino también, al mismo tiempo, dar doscientas
cincuenta libras para el mantenimiento de cada Hermano.
(n. m.) El señor de La Salle regula las horas de los ejercicios escolares
Cuando se vio como único encargado del gobierno de la casa y del cuidado de las
escuelas, trabajó seriamente en los medios de llegar a arreglar uno y otro. Y después
de haber considerado todo ello maduramente ante Dios, estableció para los Hermanos
los mismos ejercicios que había visto practicar a la comunidad de Reims, en la que se
habían formado. A los alumnos les asignó las horas destinadas a la clase, reguló el
tiempo de dar el catecismo y de llevarlos cada día a la misa; en una palabra, dio a las
escuelas una forma nueva que fue eficaz, según sus deseos.
<75>
(n. m.) El párroco de San Sulpicio quiere despedir a los Hermanos
Cuando vieron que por aquel camino no conseguían su deseo, echaron mano de la
calumnia. Le dieron a entender [al párroco] que los escolares estaban más
desordenados que nunca, desde que no estaban sujetos al trabajo manual; que la
inacción en que se les mantenía los hacía perezosos, y que los ejercicios que se les
hacía observar no eran adecuados, en modo alguno, para hacerlos laboriosos en el
futuro; que se daban cuenta demasiado tarde del perjuicio que se había ocasionado al
confiar en estos Hermanos advenedizos; y se tuvo cuidado, sobre todo, de acompañar
todas estas razones con un aire de verosimilitud que se imponía como seguro. El
señor párroco no supo ponerse en guardia contra la insidia, y se dejó sorprender. Se
indispuso insensiblemente contra el señor de La Salle, le mostró frialdad en las
conversaciones que mantenía con él, y, en fin, tomó la resolución de agradecerle los
servicios y reponer las escuelas de su parroquia sobre el mismo modelo que tenían
antes. El señor de La Salle, bien informado de todo lo que se tramaba contra él, no se
apresuró a parar los golpes que se le preparaban en secreto. Decía que si su empresa
era la obra de Dios, Él la sostendría contra la malicia de los hombres; pero si no
entraba en el orden de su Providencia, era justo soportar su destrucción, sin tener
derecho a quejarse por ello. Los Hermanos, a su ejemplo, guardaban silencio sobre
estas circunstancias tan imprevistas y siguieron dando la clase como de ordinario.
número de niños que surgían de todas partes, el párroco propuso abrir una segunda
escuela en la calle du Bac, cerca del Puente Real, para facilitar a los del [extremo del]
barrio que enviaran a ella a sus hijos. El señor de La Salle ya había pensado en ello. Se
lo había comunicado ya al señor de La Barmondière, predecesor de éste [Baudrand],
pero el asunto había quedado sin resolver cuando dimitió como párroco. El señor
Baudrand adoptó, pues, nuevas medidas con los responsables de la fábrica de la
parroquia, y cuando todo estuvo regulado, se abrió esta segunda escuela, el año 1690.
En poco tiempo estuvo repleta y todo se reguló sobre el modelo de la primera.
juicio y lo que le atrajo, al mismo tiempo, la aprobación de todas las personas bien
intencionadas que se habían interesado por él. Desde
<80>
entonces no tuvo ningún altercado con los maestros de escuela de París hasta finales
del año 1699, en que atacaron de nuevo, con tan poco éxito como la primera vez,
como lo relataré en su lugar.
que tenía de prescindir de las atenciones de sus parientes tuvo preferencia en su ánimo
sobre las razones de prudencia que le hubieran debido retener algún tiempo más.
Partió, pues, sin otra precaución, y al llegar a París la enfermedad recomenzó de
nuevo, tal como le habían predicho los médicos. Se vio obligado a guardar cama, que
se prolongó por seis semanas. Ya se creía que estaba completamente curado, cuando
le sobrevino una retención de orina que le llevó al extremo de su vida. Fue entonces
cuando se comenzó a perder toda confianza. Él mismo se sentía muy mal y creía que
estaba próximo su fin. Con este pensamiento, lleno de sentimientos de confianza y de
resignación a la voluntad de Dios, en los que había vivido, se dispuso para la muerte.
<86>
(n. m.) Recibe los sacramentos
No se puede expresar la postración y la consternación en que esta circunstancia
sumió a todos sus hijos. Se recurrió a todos los medios que se consideraban
adecuados para sacarle del peligro. Se acudió al señor Helvetius, médico holandés,
muy célebre entonces en París. Éste propuso un remedio y advirtió que sería decisivo,
entre la vida y la muerte. Se adoptó, pues, la precaución de administrar al enfermo el
santo viático antes de administrarle el remedio. El señor párroco de San Sulpicio,
muy atento al evidente peligro en que encontraba al enfermo, no le perdía de vista. Él
mismo acudió procesionalmente con su clero a administrárselo. El señor de La Salle
forzó su propia naturaleza para recibirle con decencia. Se sentó en la cama, hizo que
le revistieran de roquete y estola, y esperó con respeto, de ese modo, la llegada de su
divino maestro.
que dirigía sus acciones. Estaba siempre dispuesto a perdonar; olvidaba las injusticias que
le hacían sufrir y trabajaba asiduamente para realizar el bien desde el momento en que
surgía la ocasión de hacerlo, sobre todo respecto de quienes más le habían hecho
sufrir.
<91>
(n. m.) Su talento para la dirección
Se vio compensado de sus pequeños disgustos por las nuevas bendiciones que Dios
derramó en este tiempo sobre su Instituto. Pues le llegaban sujetos de todas partes, y
el número de Hermanos crecía cada día. El tiempo que empleaba en formarlos le
permitía aún extender su caridad sobre el desgraciado estado de algunos grandes
pecadores que le enviaban desde diversas provincias para que los ayudara a entrar en
el buen camino. Tenía especial ternura con estas personas. Los escuchaba con
paciencia, los orientaba con dulzura y les dedicaba todo el tiempo conveniente para
hacerles sentir el peso de su miseria. Después de ello, los reconciliaba con Dios y los
despedía en paz.
le volvían los temblores con tanta violencia que no le dejaban la libertad de actuar.
Además de esto, tenía un beneficio [eclesiástico] del que se deshizo por medio de un
contrato demoniaco.
después de haber abandonado los placeres de la Corte, a los que se había visto ligado
por su condición, se había marchado a su tierra donde pasó el resto de sus días en
penitencia y retiro. El retrato que el párroco le hizo de sus nuevos huéspedes, sobre
todo de su piedad, le suscitó el deseo de verlos y de hablar con ellos. Se informó de
ellos por menudo de su modo de vivir y de todo lo que concernía a su Instituto. Quedó
tan contento que les invitó a que se alojaran en su casa, y desde entonces tuvo del
señor de La Salle una idea excelente, y le unieron a él unos lazos de piedad que
duraron hasta su muerte.
y con las buenas maneras para recobrar su amistad y para vivir con él con buen
entendimiento.
<109>
llevó a proceder allí mismo a una nueva elección. Se pusieron, pues, en oración, y
después de una media hora de meditación, les hizo una nueva reflexión para
orientarles a que dieran sus votos con espíritu de desinterés y con plena libertad; que
se despojaran de toda prevención y que actuaran sólo con miras de agradar a Dios y
por el bien del conjunto. Luego hizo las preces señaladas para invocar las luces del
Espíritu Santo y se pasó a la votación con papeletas secretas. Todos los votos
coincidieron en que continuara el señor de La Salle. Él se turbó, y temiendo que se
hubieran puesto de acuerdo, rompió las papeletas y mandó repetirlo.
le escucharían; y que si uno de ellos tuviera algo que decir, pediría permiso al más
antiguo, al tiempo que le saludaba. Esta norma dio tan buen resultado que la práctica
que se hizo de ella pasó a ser ley, y desde entonces se observa exactamente entre ellos.
que pudo hacer fue proporcionarles las medicinas que necesitaban en sus
enfermedades. Lo cual no dejó de facilitárselo hasta su muerte. Tantas atenciones por
su parte provenían, como he dicho, de la veneración singular que conservaba hacia la
virtud de su fundador, quien, por su parte, no olvidaba nada para manifestarle su
gratitud en las ocasiones que se presentaban.
procurándole todo lo que necesitaba para hacer el viaje; y más tarde tuvo el consuelo
de saber que no sólo había perseverado en la fe católica, sino que incluso había
trabajado con éxito en la conversión de toda su familia y de algunos amigos que
siguieron su ejemplo.
sucesivo. Desde ese día tomó las escuelas y a los Hermanos bajo su protección, y veló
para que no les faltase nada, de manera que se hubiera dicho que no tenía otra
ocupación. Visitaba las escuelas todos los meses; animaba a los niños al estudio
mediante pequeñas recompensas distribuidas con discernimiento, para excitar la
emulación, y les inspiraba respeto hacia los Hermanos encargados de su instrucción.
buena voluntad no bastaba, y que había que tomar nuevas medidas para prevenir las
dificultades que se pudieran dar contra esta fundación. Emprendió todas las gestiones
necesarias, comprometió con sus peticiones al Consistorio de la ciudad para que
escribieran al señor duque de Béthune, que era entonces gobernador de Boloña, para
contar con su aprobación. El duque dio su consentimiento de una forma muy
comprometida y pidió él mismo al señor de La Salle que diera satisfacción a la ciudad
y al párroco de Calais. La Salle obedeció sus órdenes y envió sin más retraso dos
Hermanos del Instituto para atender la escuela. A su llegada encontraron a todo el
mundo predispuesto a su favor. Pero no quisieron comenzar nada sin haber recibido
la bendición del obispo de la diócesis (que lo era a la sazón monseñor Pedro Langle).
Fueron, pues, a Boloña, a postrarse ante él. El obispo les recibió con bondad, les dio
los permisos que necesitaban para trabajar en su diócesis y
<128>
dirigió al mismo tiempo un mandato a los habitantes de la ciudad de Calais, por el
cual exhortaba a los padres a que enviaran a sus hijos a la escuela de los Hermanos,
que la abrieron pocos días después de su regreso de Boloña.
edificado estaba del comportamiento de los dos Hermanos que le había enviado para
iniciar la apertura de la escuela, y que le hacía esperar que la bendición de Dios se
derramara sobre su trabajo y que produjera más amplios frutos en el futuro. Tenía el
propósito de alojarlos durante algún tiempo en su casa para beneficiarse con su
conversación y con sus consejos, pero el señor de La Salle no accedió a este deseo. [El
señor de La Salle] partió hacia París, donde le reclamaban nuevos asuntos.
<130>
(n. m.) 1702
Al año siguiente el señor de La Salle envió dos Hermanos a Troyes, en Champaña,
para abrir una escuela gratuita, según los deseos de la ciudad, sostenida por la
protección de monseñor Boutilier de Chavigny, su obispo, que concedió los permisos
requeridos para esta fundación, que ha seguido existiendo desde entonces.
allí asilo contra la persecución desatada contra los católicos de su país. Era la
continuación de la
<131>
gran revolución implantada en Inglaterra varios años antes, que obligó al rey y a la
reina de Gran Bretaña a retirarse a Francia con el Príncipe de Gales, su hijo y heredero
presunto de su corona. Como su celo para mantener la religión católica en sus estados
era la única causa de su desgracia, los usurpadores de su autoridad hacían continuos
esfuerzos para abolirla por doquier, de manera que la persecución recomenzaba a
menudo, y quienes se veían expuestos a ella no tenían otra posibilidad que apostatar
de la fe o huir. La mayoría de ellos preferían abandonar sus bienes y su patria antes
que su religión, y acudían a implorar la protección del Rey cristianísimo, que les abría
los brazos y consideraba un deber de piedad recibirlos en su reino.
(n. m.) Tentativa de los Hermanos del Instituto para obtener Bulas
Estaba tan penetrado de estos sentimientos, que ni siquiera le vino a la cabeza el
pensamiento de aprovechar una ocasión tan favorable y halagadora para pedirle
<133>
el honor de su protección. Pero los Hermanos del Instituto, que llevaban sus miras
más lejos, no fueron tan reservados. Suplicaron a Su Majestad que les sirviera de
mediador ante el Papa para obtener las Bulas de erección que les pondrían a cubierto
de los intentos que sus enemigos hacían de vez en cuando para destruirlos. Ya habían
hecho a este propósito algunas gestiones desde el año 1694, bajo el pontificado de
Inocencio XII. Ya lo habían tratado con el señor de La Salle, que les respondió que no
se inquietasen demasiado; que había que esperar los momentos señalados por la
Providencia y que debían contentarse con seguirlos. Esta respuesta no era de su gusto,
convencidos de que los centros que crearan no tendrían solidez sino en la medida en
que estuvieran sustentados por la autoridad eclesiástica y por la secular. Le
insistieron tanto, en fin, que no pudo negarse a sus solicitudes. Envió a dos Hermanos
a Roma, a los que entregó cien francos para el viaje, ya que la pobreza de la casa no le
permitía darles una cantidad mayor. Llegaron en circunstancias que no les eran
favorables. El papa Inocencio XII había fallecido, y a pesar del crédito y de las
recomendaciones con que se habían provisto, no pudieron conseguir el efecto de su
petición. De ese modo, al ver que esta primera tentativa no marchaba bien, pensaron
en retirarse. Uno de ellos volvió a encontrar
<134>
al señor de La Salle, pero el otro no se amilanó y quedó en Roma con la esperanza de
aprovechar los momentos favorables. Durante su estancia en Roma obtuvo permiso
para establecer una escuela totalmente independiente de las de Francia, que dirigió
durante veintiséis años; y perdió enteramente de vista el encargo que había recibido
de solicitar las Bulas de erección del Instituto de los Hermanos de las Escuelas
Cristianas, que no se concedieron hasta el año 1725, seis años después de la muerte
del señor de La Salle.
encontraría oposición de parte de sus familiares si optaba por una decisión prudente y
razonable. Pero todo cuanto pudo decirle de más fuerte, no le hizo cambiar.
Respondió que estaba resuelto a abrazar el estado más simple y más humilde, y que
escogía éste como el más conveniente para borrar ante Dios los desórdenes de su
juventud. En fin, tanto insistió con sus reiteradas instancias, que fue forzoso dejarle
seguir su celo; hubo que ceder a sus peticiones reiteradas y concederle el hábito de los
Hermanos de las Escuelas Cristianas.
(n. m.) El Vicario general hace una visita y el cardenal quiere quitarle
[a La Salle] el gobierno de la Comunidad
En efecto, algunos días después envió al señor Pirot, su Vicario general, al señor de
La Salle so pretexto de hacer una visita a su Comunidad, pero realmente para conocer
con exactitud la verdad de los hechos presentados contra él y para saber cuál era la
actitud de los Hermanos del Instituto respecto de él. Él asumió el encargo y comenzó
la investigación, creyendo que se iba a ver abrumado por las quejas. Pero éstas se
limitaron al descontento de los dos novicios, los únicos que habían ocasionado
aquella intervención tan rumbosa. Cuando la visita hubo terminado, el señor de La
Salle se creyó obligado a ir a agradecer a Su Eminencia la bondad que había tenido al
enviar a su Vicario general. Él no sabía en aquel momento que el señor cardenal
estaba prevenido en su contra, y que el informe que el señor Pirot le había hecho de su
visita no le era en absoluto favorable. Pero pudo darse cuenta cuando Su Eminencia le
dijo que había resuelto retirarle la dirección de su comunidad para confiársela a otro.
Sus enemigos, que creían triunfar haciéndole soportar esta mortificación por parte de
su arzobispo, no sabían que eso era pretender herirle por el lado más halagador para
él,
<141>
ya que de ese modo se le colocaba en una situación por la cual él suspiraba desde
hacía tiempo, y que no había conseguido, a pesar de los varios intentos que había
hecho, sin haber podido alcanzar este descanso tan deseado. Lejos de quedarse
desconcertado por aquella noticia, se retiró con aire de satisfacción, sin perder nada
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 517
de su habitual tranquilidad. Volvió a casa sin formular la mínima queja contra los dos
descontentos, autores de aquella confusión, y se puso en oración para pedir a Dios el
feliz resultado de este asunto.
(n. m.) Segunda visita del Vicario general para darles un superior
Algunos días después de esta gestión, el Vicario general avisó de una segunda
visita para ejecutar la resolución que había sido adoptada por el Consejo del
Arzobispado, de dar otro superior a los Hermanos. En cuanto el señor de La Salle
supo la hora de la visita, mandó reunirse en la sala más amplia de la casa, sin decir el
motivo. Todos estos movimientos extraordinarios no dejaban de alarmarlos y
hacerles temer algún asunto oscuro. En efecto, se quedaron sorprendidos al ver llegar
de nuevo al Vicario general acompañado de un joven sacerdote lionés, llamado
Bricot, a quien el señor cardenal había escogido para
<142>
su superior. El señor Pirot le presentó a la Comunidad para ejercer esta función.
Habló extensamente sobre las dotes y sobre el celo que tendría para ayudarles con sus
consejos en las diversas circunstancias en que tuvieran necesidad de ellos, y les
exhortó a manifestarle pruebas de respeto y de confianza. Pero todos expresaron con
viveza que no conocían otro Superior que a Su Eminencia el cardenal de Noailles, y
después de él, al señor de La Salle.
Hermanos había sido sugerida por el señor de La Salle, que tenía interés en conservar
su puesto. Era tratar de informarle de forma bochornosa, pues el Vicario general fue
testigo de que había empleado todo el prestigio que tenía sobre sus ánimos para
comprometerles a que se sometieran, pero que ellos le habían respondido que si les
obligaba a aceptar a otro superior distinto de él, se retirarían todos y abandonarían el
Instituto.
que este superior sólo iría a la casa una vez al mes; 3.o que dejaría al señor de La Salle
para dirigirlos como lo había hecho en el pasado, y que el nuevo superior no haría
nada en la casa sino de común acuerdo con él. Las propuestas le fueron llevadas al
señor cardenal, quien, por condescendencia, las aprobó y las cosas quedaron paradas
en el punto en que estaban.
pueda durar y se espera que esto no tendrá consecuencias. Se ha dado un primer paso
y se le quiere sostener durante algún tiempo. Todo lo que se puede hacer es preparar
los momentos favorables para intentar desengañar a Su Eminencia
<150>
y poner de relieve todas las buenas cualidades del señor de La Salle. Ya he trabajado
yo en eso, y lo continuaré haciendo en todas las ocasiones que la Providencia me
presente. Le debo esta justicia, etc.».
(n. m.) Abre una escuela; le ponen dificultades los maestros del barrio
Cuando su comunidad estuvo bien establecida en esta nueva casa, abrió la escuela
para los niños pobres del barrio. Éstos acudieron con premura y la escuela llegó a ser
muy numerosa. Esta afluencia despertó la envidia de los maestros de pago de la
barriada, que hicieron
<155>
nuevas tentativas para parar su progreso. Pero no tuvieron un éxito más favorable que
los maestros de escuela de París, que varios años antes se habían dado mucho trabajo
para destruirlas y que siempre habían sucumbido a sus persecuciones.
(n. m.) Seminario para los maestros de escuelas de las parroquias rurales
El celo con el cual este párroco había acogido este nuevo establecimiento dio
ocasión al señor de La Salle
<156>
524 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
que había asumido la intendencia del mismo. Se contaba con su bondad, su prudencia
y sobre todo con su desinterés material. El señor párroco tuvo buen cuidado de
informarle de sus intenciones y de hacer que comprendiese que no le constituía como
dueño de estos fondos, sino para que los empleara de acuerdo con su destino.
primer proyecto; y que, en esta circunstancia, convenía que él mismo los condujera.
Le prometió que él volvería en seguida a Ruán, donde emplearía su autoridad para
allanar las dificultades que pudieran encontrar a su llegada, y que cuidaría de atender
a todo cuanto fuera necesario.
(n. m.) El señor de La Salle parte desde París a pie con los Hermanos
El señor de La Salle, con su protección, se puso en camino, a pie, con los
Hermanos. Su viaje podía considerarse, justamente, como un retiro, pues lo
santificaron con el silencio y la oración. En nada descuidaron el horario de sus
ejercicios. Edificaban a todos en los lugares por donde pasaban
<168>
con su modestia y recogimiento, y así llegaron a Ruán algunos días antes de que
regresara el señor arzobispo. El señor de La Salle le esperó, y fue a recibir su
bendición y sus disposiciones. Le recibió con nuevos signos de bondad y le aseguró
que seguiría dispensándole sus buenos servicios. En efecto, no perdió el tiempo, pues
después de hablar con el señor Primer Presidente, convocó por segunda vez la
Oficina, y pidió al señor de La Salle que estuviera presente en ella.
(n. m.) Al cabo de dos años salen [del asilo] y se quedan en Ruán
Sin embargo, el señor de La Salle examinaba todo lo que ocurría y se daba cuenta
de que la manera de vivir los Hermanos en el asilo era incompatible con las
obligaciones de su estado. Estaban tan ocupados por los detalles de la instrucción que
no encontraban tiempo para dedicarse a la meditación y a la oración. De ahí nacía
cierta disipación y relajamiento que influían en todas sus acciones. Ni siquiera podían
seguir el orden de los ejercicios que les prescribía la Regla, de manera que ya ni
siquiera tenían hora fija para tomar sus
<171>
comidas. Esta forma de vivir arbitraria podía tener para ellos grandes inconvenientes,
pues al perder la costumbre de ser puntuales a las observancias, había que temer que
no fueran capaces de la exactitud en la que habían sido formados, y que su ejemplo se
hiciera contagioso para el resto del Instituto. Durante mucho tiempo consideró con
qué medios podría remediar aquel inconveniente. Habló con los Hermanos sobre el
modo de conciliar sus diferentes ocupaciones, para que no fueran incompatibles con
su Regla y con las normas de la casa. Oró mucho, y al final, después de varias
experiencias, a lo largo de dos años, tomó la resolución de retirarlos para que
pudieran volver a sus primeros ejercicios. A los administradores les dio a conocer sus
penas y dificultades. Les dijo que era imposible continuar dedicándose a la
instrucción de los pobres del asilo, pues los Hermanos estaban sobrecargados de
trabajo, y porque los ejercicios de la casa eran incompatibles con los suyos; que no
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 531
había proporción alguna entre su modo de vivir y el del asilo; que les rogaba que
vieran con buenos ojos que se retirasen a una casa particular donde les
<172>
sería posible vivir de acuerdo con sus compromisos; que esto no les impediría, si se
juzgaba oportuno, seguir llevando las escuelas de la ciudad, tal como se habían
comprometido.
arzobispo, quien le rogó que la alquilase al señor de La Salle para establecer en ella el
Noviciado de su Instituto. La señora dio su consentimiento, y el señor de La Salle fue
a París para los trámites, que se realizaron en pocos días, sin que ni siquiera las
religiosas de San Amando se enterasen.
(n. m.) El señor de La Salle reúne a los Hermanos del Instituto en Ruán
para reavivar su fervor
Cuando hubo terminado sus asuntos en París, regresó
4
Se decía así cuando un lugar no estaba en el término de París.
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 535
<180>
a su casa de San Yon y se aplicó por completo a formar en la virtud a los sujetos que
integraban su Noviciado. Tomó al mismo tiempo nuevas disposiciones y nuevas
precauciones para impedir que se introdujera la relajación entre los Hermanos del
Instituto. Temía que las dificultades y las inquietudes que les habían agitado durante
varios años hubiesen llevado al debilitamiento de la observancia en las provincias.
Para poner remedio a esto, en la medida que la situación lo permitiese, reunió en su
casa al mayor número que pudo de Hermanos de diferentes sitios y, bajo su mirada,
siguieron el retiro anual, y les dio los avisos necesarios contra la tentación y el
desaliento. De ese modo les inspiró el espíritu de sumisión, de austeridad y de
mortificación de los que él estaba animado. En una palabra, no descuidó nada para
inspirarles amor hacia su estado y los envió de nuevo a sus casas, llenos de fervor y de
ánimo para animarse los unos a los otros y atender a lo que hubiere de más perfecto.
Mientras se ocupaba a hacerles practicar las
<181>
virtudes propias de su estado, no se perdonaba a sí mismo. Era el primero en todos los
ejercicios, y bastaba verle actuar para sentirse animado de una santa emulación. Era
religioso observante de las Reglas, y cuando los Hermanos le decían que temían que
tantas observancias, tan prudentemente establecidas, no se pudieran mantener en el
futuro con la misma exactitud, les respondía que Dios no le pediría cuenta de lo que
no hubiera podido hacer, pero que estaba resuelto de serle fiel hasta el fin.
primeras dificultades. Pero, a pesar de todos sus cuidados, esta escuela no duró
mucho, porque en lo sucesivo se pretendió imponer condiciones que resultaban
incompatibles con sus obligaciones.
bebido en espíritu de oración, por el cual tenía tanto atractivo, y el especial aprecio
que profesaba a las religiosas de su reforma, le hicieron preferir esta casa a todas las
demás. Pasó allí quince días en recogimiento y en unión íntima con Dios. De allí sacó
nuevas fuerzas en una oración continua, para hallarse en estado de sostener con
ánimo las penas y las dificultades que preveía, ya entonces, que le podrían surgir en el
futuro; y regresó a su casa de San Yon donde sus queridos hijos estaban inquietos por
él. Con su presencia calmó sus ánimos, y empleó útilmente las nuevas luces que
acababa de adquirir en su retiro para animarles más que nunca a tender a la mayor
perfección de su estado.
insistió en que enviara dos Hermanos a Aviñón, los cuales llegaron el mismo año. El
señor de Chateaublanc los alojó primero en la casa de un amigo, en espera de que
estuviera acabada la casa que había adquirido para la escuela; además suplió con
generosidad a lo que faltaba al piadoso legado de su señora esposa, para tener también
parte en el mérito de esta obra de caridad.
<192>
(n. m.) Segunda escuela en Aviñón
Mientras se disponía todo lo necesario para el acomodo de los Hermanos, éstos se
fueron a presentar a monseñor De Gontery, arzobispo de esta ciudad, que les recibió
con bondad paternal y les otorgó su protección. En seguida abrieron la escuela, que
llegó a ser tan numerosa, que poco después hubo necesidad de abrir la segunda, para
aliviar a la primera. El mismo señor arzobispo fue quien tomó sobre sí el cuidado de
fundarla. Estaba tan satisfecho del método del que se servían los Hermanos para
instruir a los alumnos, que con frecuencia les mandaba ir a su palacio y gozaba
haciendo que dieran el catecismo delante de él a los niños, de manera que esta
muestra de atención inspiraba respeto hacia los Hermanos y estimulaba a los
alumnos.
(n. m.) Orden para los calvinistas de enviar a sus hijos a la escuela
El obispo, atento a todo, obtuvo en seguida una orden de la Corte que prohibía a
quien quiera que fuera enseñar en la ciudad sin permiso de los Hermanos, y que
conminaba a los padres y madres, sin distinción y bajo graves penas, a enviar a sus
<198>
hijos al catecismo que explicaban regularmente los domingos y fiestas. Las órdenes
del rey se cumplieron, pero cuando los niños regresaban a sus casas, los padres se
esforzaban por destruir la doctrina que se les había enseñado, de modo que los
Hermanos se ocupaban de un trabajo ingrato y a menudo infructuoso. El obispo, a
quienes ellos procuraban informar de su dificultad, les animaba con su celo y los
alentaba para que no se desanimasen de sembrar en una tierra ingrata, que al final
podía producir buenos frutos. Efectivamente, Dios bendijo su trabajo y tuvieron el
consuelo de convertir a algunos que perseveraron en la religión católica.
casa apartada, a la cual se retiró con su comunidad. A pesar de la buena voluntad que
le testimoniaron sus amigos para atender a sus necesidades, no dejó de sufrir
muchísimo. Pero Dios bendijo la paciencia con que él y los Hermanos soportaron la
miseria a la que se vieron reducidos. Fue tan grande que llegaron a carecer de lo más
necesario. Ya no tenían ni pan. El panadero que habitualmente se lo proporcionaba,
se lo negó, porque no le pagaban; les faltaba el dinero para abonárselo. El señor de La
Salle recurrió a sus armas ordinarias. Puso su confianza en Dios y se convenció
íntimamente que Él no le abandonaría en necesidad tan urgente. No tardó mucho en
experimentar los efectos, pues al día siguiente, cuando iba a celebrar la misa con su
habitual recogimiento, encontró a una persona en cuya caridad no cabía depositar
demasiada confianza. Esta [persona] le
<201>
preguntó dónde iba. Respondió: «Voy a celebrar la santa misa y a pedir a Dios que
envíe a nuestra comunidad lo que necesita para vivir hoy, pues está totalmente
desprovista de alimentos y no hay medios con qué conseguirlos». Aquella persona,
ante esta explicación, se sintió conmovida y le dijo: «Vaya en paz; yo mismo voy a
proveer a esa necesidad». Lo cual hizo inmediatamente, y llevó diez escudos a la
comunidad, que con esta limosna pudo adquirir pan para varios días. Sin embargo,
como la comunidad había padecido mucho durante tan grande carestía, no se pudo
librar de que algunos Hermanos cayesen en agotamiento extremo. Algunos de ellos,
incluso, se vieron atacados por el escorbuto, que provenía de la pésima calidad de los
alimentos que habían tomado, y esta enfermedad llevó a varios al último extremo. El
señor de La Salle mandó darles rápidamente remedios, y con su exquisito cuidado y
con los cuidados del doctor Helvetius, médico famoso, los arrancó de la muerte.
ociosidad. En esta escuela adquirían gusto por las artes o se ponían en estado de crear
su fortuna, y por encima de todo, aprendían el arte de realizar su salvación mediante
la santificación de su trabajo.
cuyas funestas consecuencias para ellos preveían, se esforzaban de todas las formas
posibles
<210>
para intentar librarse de ella. Pero siempre resultaba inútil, pues la misma autoridad
que les había sometido tenía cuidado de reprimirlos. Pidieron con todas sus fuerzas
conservar la libertad y la independencia en que habían nacido, y comprobando que
siempre se hallaban medios para eludir sus peticiones, recurrieron a la violencia.
Atentaron varias veces contra la vida de los Hermanos, les tendieron trampas,
pusieron barricadas en las calles para impedirles salir de casa. Al no poder
desanimarlos con tantos insultos, una tarde se amotinaron y atacaron la casa por todas
partes, resueltos a destruirla y a matar a todos los que se hallaran dentro. Primero
atacaron las puertas y las ventanas a pedradas. Luego intentaron escalar los muros e
hicieron los últimos esfuerzos para llegar al final de su conspiración. Los Hermanos,
durante esta tormenta, se pusieron a rezar en el oratorio, ofreciendo a Dios su vida,
como víctimas que se querían sacrificar por su gloria. Pero Él no permitió que fueran
el juguete de aquella tropa fanática
<211>
que había planeado su fin. La turba fue dispersada por la autoridad del magistrado,
que libró a los Hermanos del peligro que les amenazaba, y a petición del obispo de
Uzès, impuso un castigo ejemplar a los responsables de la sedición. Los Hermanos
tuvieron cuidado de informar con exactitud al señor de La Salle de las alarmas que
había levantado un suceso tan extraordinario, y el modo como se habían dispuesto
para conjurar la libertad. Éste les respondió que bendecía a Dios por haberlos
inspirado recurrir sólo a Él, y por no haber utilizado para su defensa más que las
armas de la oración. Añadió que le habían llenado de alegría al darle a conocer que
había encontrado discípulos dignos de sufrir la humillación por honor de nuestra
religión.
Un suceso tan extraordinario, lejos de acobardarle, sirvió para aumentar su
confianza. Le parecía que sus luces se hacían más abundantes en proporción con las
dificultades que pretendían causarle para desanimarle. Confesó, incluso, que no
experimentaba ya con tanta frecuencia estas incertidumbres
<212>
y estas desconfianzas que de ordinario le hacían fluctuante e indeciso cuando era
cuestión de tomar decisiones respecto de nuevas fundaciones que le proponían que
hiciera en diversas provincias.
que se había pasado casi toda su vida instruyendo a los niños de esa ciudad. La edad y
la experiencia le habían enseñado lo importante que era no descuidar nada para la
educación de la juventud. Buscaba desde hacía tiempo alguna persona en cuyo celo
pudiera descargar una ocupación que comenzaba a cansarle. Conoció el fruto que
producían las Escuelas Cristianas, cuyo establecimiento se debía al señor de La Salle.
Formó el propósito de confiarle el cuidado de atender la suya. El elevado crédito que
le habían merecido su piedad y su celo le allanaron fácilmente todas las dificultades
que otro menos estimado que él habría
<213>
podido encontrar en la ciudad, para conseguir que aceptaran este nuevo centro. Habló
laudatoriamente de los Hermanos del Instituto del señor de La Salle. Le escucharon
con gusto. Tenían tal confianza en él que le creyeron por su testimonio antes incluso
de conocerlos. Se permitió al maestro que los mandara llamar y pronto se dieron
cuenta de que no se había equivocado, pues respondieron perfectamente a la idea que
de ellos había dado, y se aceptó con gusto que los hubiera llamado.
(n. m.) 1711: abandona sus derechos sobre una casa de San Dionisio,
en Francia, para evitar pleitos
Apenas comenzaba a gustar el descanso que encontraba en la soledad de su
Noviciado, cuando surgió otro asunto, a propósito de una casa que había adquirido en
San Dionisio, en Francia, años antes, para abrir en ella un seminario de maestros de
escuela rurales, como ya informé de ello en su lugar. Se le atacó a causa de la
adquisición de esta casa, que pretendían que lo había hecho con perjuicio de un
menor, y se le
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 551
<217>
acusaba de haberle sobornado, y por ello se le entabló un proceso en toda regla. Ya se
ha visto, a lo largo de su vida, hasta qué punto aborrecía los procesos, por muy graves
que fuesen las acusaciones que se le imputaban, y a pesar del bien adquirido al que
tenía derecho sobre esta casa, prefirió, según el precepto del evangelio, ceder más de
lo que se le pedía, en vez de verse traicionado en justicia por un vil interés. No había
encontrado solución más eficaz para terminar con todos los procesos que le
promovían. Siempre se sirvió de ello útilmente, porque jamás se dejó dominar por el
deseo de adquirir. Estaba tan poco preocupado por sus negocios temporales, que en
el mismo tiempo en que se le perseguía con más calor para hacerle dejar esta casa, se
marchó para visitar sus nuevas escuelas en la Provenza.
párroco, a quien el abate de San Juan había encargado del cuidado de los Hermanos
que él había llevado a la villa de Les Vans, le expresó todos los sentimientos de
respeto y de veneración que había concebido por su virtud. Se reservó el honor de
ayudarle en la misa, a pesar de la modestia del señor de La Salle, que lo evitó durante
mucho tiempo. Estas muestras de distinción le resultaban muy pesadas. Se
dispensaba de ellas en la medida que las circunstancias se lo permitían. Y esto es lo
que le determinó a cambiar el itinerario, para
<220>
evitar [las atenciones] que el párroco de Gravières le había preparado para su regreso.
Desde Les Vans marchó a Mende. En varias ocasiones estuvo en peligro de perder la
vida, al atravesar las montañas del Gévaudan. Evitó el peligro como por milagro, y
llegó felizmente a Mende, donde los Hermanos no le esperaban.
(n. m.) Atención del señor de La Salle a formar sujetos para las escuelas
Mientras todo discurría tan favorablemente
<224>
para el crecimiento del Instituto de las Escuelas Cristianas, el señor de La Salle
trabajaba por su parte, sin descanso, en formar sujetos capaces de responder a las
intenciones de quienes confiaban en ellos para instruir a la juventud. Se aplicaba de
tal forma a esta tarea que se diría que había olvidado los demás asuntos y a todas las
personas de las otras casas extendidas por Francia. No respondía a ninguna de las
cartas que le escribían, ya fueran de París, ya de las otras provincias, donde estaban
muy angustiados por saber dónde se hallaba. Limitaba todos sus cuidados en velar
por las [casas] cercanas a Marsella. De vez en cuando mandaba ir a los Hermanos que
estaban cerca para hacer retiros y vigorizarles contra la relajación. En esto no exigía
de ellos nada que no hubieran practicado ya antes de haber sido enviados a la
Provenza.
las molestias que se había impuesto, y una vez que le dejó, fue a postrarse [ante Dios]
para adorar las disposiciones de la Providencia. Desde este momento previó la
tormenta que se estaba formando contra él y se armó de fuerza y de ánimo para hacer
frente a todo su ímpetu.
<237>
al señor de La Salle que moviera este asunto bajo el pontificado de Clemente XI, y
que aprovechara las circunstancias en que se encontraba para terminarlo, en beneficio
de su Instituto. No necesitó más para decidirse. Reservó dos plazas en un barco que
pronto iba a zarpar e hizo comprar las provisiones que se necesitaban por el Hermano
que había escogido para acompañarle en el viaje.
dejar, como él, el canonicato de la catedral de Reims y todo lo que en el mundo había
de más halagüeño para él, para abrazar un género de vida muy austera. Cuando
franqueó las montañas y atravesó los desfiladeros que conducen a aquel desierto, se
sentía emocionado a vista de estos lugares que el santo restaurador de la vida solitaria
en Occidente había santificado con sus lágrimas y sus austeridades. Vio con
admiración el espíritu de retiro y de recogimiento que reinaba entre los solitarios que
habitaban aquellas peñas escarpadas, cubierta durante buena parte del año de nieves y
hielos, y donde parecían estar enterrados en vida. Hubiera deseado poder acabar allí
sus días. El reverendo padre Don Prieur, que era también General de la Orden,
<240>
impresionado por la modestia y el recogimiento que apreciaba en todos sus actos y en
su conversación, le invitó sin conocerle; el señor de La Salle había tenido la
precaución de prohibir al Hermano que le acompañaba que dijera quién era; temía
que se sintieran inclinados a tributarle en esta casa los honores que se acostumbra a
rendir a los canónigos de Reims, en memoria de San Bruno, que fue canciller
[canónigo] de aquella Iglesia. [La Salle] salió de aquel santo retiro lleno de
veneración por la santidad de este famoso monasterio; en él, durante los tres días en
que permaneció, se entregó a los sentimientos de su piedad, no sólo el tiempo que
había deseado, sino también el que pudo sustraer a los asuntos de su Instituto. Y
regresó a Grenoble.
la obediencia, era justo que ahora la practicase, ya que Dios le ponía delante una
ocasión favorable en la que su amor propio no se saliese
<256>
con la suya. Quedaron edificados con esta respuesta y nadie osó ya insistir, por miedo
a oponerse a una resolución tan cristiana y desinteresada.
utilizadas en casos semejantes, y le libró por completo del imperio del mal espíritu,
que no le había dejado, casi ni un momento, hasta entonces. Desde este momento ya
no volvió a sentir los asaltos, pero varias personas importantes le determinaron a
dejar el hábito del Instituto, pues le persuadieron de que ese género de vida no
convenía a una persona de su condición.
este punto, como hemos visto, que no habían dado el resultado querido, porque los
Hermanos del Instituto las habían hecho infructuosas. Pero al fin, deseoso de poner
un intervalo entre la vida y la muerte, creyó que esta vez se avendrían a las razones
que le llevaban a dar aquel paso.
<268>
escucharlos y a darles los consejos que necesitasen. Añadió que les rogaba que
apresurasen el tiempo de la elección, pues preveía que no viviría aún mucho tiempo, y
que era de suma importancia que se hiciera mientras vivía.
por tan gran favor. Suspiraba por el momento en que iba a descargarse del peso de la
superioridad, que le proporcionaría un reposo que buscaba ardientemente, desde
hacía tantos años, para ocuparse sólo de sus asuntos personales y prepararse a bien
morir.
Bartolomé le comentó que era necesario que aceptase la donación, porque sería
empleada para el bien general del Instituto, y él obedeció y fue a París el 4 de octubre
de este año (1717).
(n. m.) Carta del superior de este seminario sobre la vida que llevó allí
«Hemos tenido el honor y el beneficio de tener a este santo sacerdote en nuestro
seminario desde el 4 de octubre de 1717 hasta el 7 de marzo del año siguiente. El
tiempo ha sido corto, pero no ha sido necesario más para reconocer en él dones
particulares que Dios le había dado e incluso las gracias que él se aplicaba a ocultar a
los hombres. Hemos notado en él, sobre todo, un celo y un fervor extraordinarios por
su propia perfección, una humildad profunda y gran
<281>
amor a la mortificación y a la pobreza. Este celo por su propia perfección se mostraba
primeramente en que, no contento con hallarse todos los días, sin faltar ni uno solo,
en todos los ejercicios de piedad y de oración de la mañana, en las conferencias
espirituales y en los oficios divinos, etcétera, dedicaba regularmente cada día, según
me confesó, dos horas y media a la meditación. En segundo lugar, también lo mostró
en que quiso vivir en completa sujeción a los reglamentos del seminario; pues todos
los días era de los primeros en ir a todos los ejercicios, y para él no había ningún
artículo que no fuese importante.
No hubiera querido, no digo ya sólo salir a la ciudad, sino ni siquiera hablar con
algún extraño, sin pedir permiso. En vano le dije varias veces que en nuestra casa
disponía de todos los permisos y que los puntos del reglamento no estaban hechos
para él; pero resultó totalmente imposible hacerle usar tal dispensa. Su humildad nos
ha parecido también admirable, y era universal. No hacía nada sin consejo. El parecer
de los otros siempre le parecía mejor que el suyo. En la conversación siempre
escuchaba de buena gana, con preferencia a hablar él. No se le
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 579
<282>
oyó nunca nada en su beneficio. Estaba lleno de horror y de desprecio por el aspecto
mundano que afectan algunos eclesiásticos en su exterior y en sus hábitos. Nada más
sencillos que los suyos, que eran de la tela más ordinaria; todo lo demás de su exterior
respondía a ello, y es por lo que he dicho que amaba la pobreza. Esta virtud ha brillado
aún más en la generosidad que tuvo de renunciar a todo y despojarse de todo, para
emprender y sostener la fundación de su comunidad, y en las precauciones que tomó
para inspirar y perpetuar en los Hermanos que la forman un espíritu de sencillez y la
renuncia a todo lo que no es absolutamente necesario a la vida y a su mantenimiento.
Su mortificación, en fin, nos confundía y nos edificaba. Cuando entró en el seminario,
no quiso, de ningún modo, aceptar una habitación con calor, y en lugar de calentarse
con los otros, al menos durante los recreos, prefería conversar, en las salas o en el
jardín, con algunos seminaristas, para tener ocasión de inculcarles alguna santa
<283>
máxima y el desapego de las cosas de la tierra. Y como su modestia, su aire recogido y
la unción de sus conversaciones no dejaban duda de que él practicaba mucho más de
lo que decía, no se sabría ponderar el fruto que produjo en el seminario, etc.». He ahí
un retrato breve, pero fiel, de las virtudes que el señor de La Salle practicaba, y del
buen olor que difundían donde quiera que la Providencia lo condujera. Vivía en este
seminario en tan estricto retiro, que las personas que le conocían difícilmente
encontraban un momento para hablarle. Ni siquiera a los Hermanos del Instituto les
permitía ir a verle. Sólo el Hermano Superior tenía este privilegio, pero usó de él rara
vez y con precaución.
dijo, con su confianza habitual, que Dios no les abandonaría y que pensaran en
comprar la casa. Al principio la propuesta les sorprendió, pero después de reflexionar
creyeron que el señor de La Salle, si hablaba con tanta seguridad, era porque tenía
en vista algunos recursos. Pero no tenía otros que la riqueza inagotable de la
Providencia, que nunca les había faltado en la necesidad. Puso su confianza en ella de
tal manera que, sin tener que hacer demasiadas gestiones, encontró el dinero
necesario en los donativos de varias personas.
Incluso la gente apenas se daba cuenta de que sufría, pues estaba muy atento para
ocultar a los Hermanos el conocimiento de su mal, y por muy agudo que fuera, quería
mostrarse con un rostro alegre y tranquilo. Con todo, se notó que sus fuerzas
disminuían y que no tenía la misma facilidad para actuar que antes. Esta
incomodidad, unida al asma que venía sufriendo desde hacía tiempo, le llevó a un
estado de importante debilitamiento.
(n. m.) Celebra la misa, como por milagro, el día de San José
Sin embargo, se acercaba el día de San José. Siempre había mantenido una tierna
devoción hacia este santo protector de su Instituto y deseaba ardientemente que Dios
le diese fuerzas el día de su fiesta para celebrar los santos misterios. Humanamente
hablando, no debía hacerse la ilusión de obtener este favor, pues la misma víspera de
la fiesta estaba tan débil que le resultaba imposible, no sólo caminar, sino incluso
tenerse de pie, y ni siquiera leer el breviario. Con todo, hacia las diez de la noche le
pareció que sus dolores disminuían y que tenía más fuerzas. Se imaginó que era un
sueño
<292>
y tuvo la precaución de no hablar de ello. Y quedó muy extrañado al día siguiente
cuando se sintió, efectivamente, en estado de poderse levantar para celebrar la misa.
Con acciones de gracias aprovechó este último favor, y la celebró con tanto fervor y
recogimiento que los Hermanos se convencieron de que Dios había escuchado su
oración y que le había devuelto la salud por intercesión de San José. Todos se
apresuraron a mostrarle su alegría, pero después de haber dado en particular a cada
uno, cuyas necesidades conocía, los saludables consejos que le convenían, cayó en su
primera debilidad, y desde este momento se comenzó a temer por su vida.
por la mañana indicó que se dispusiera todo lo necesario para hacerlo dignamente.
Luego hizo que le revistieran con el roquete y la estola, y de este modo esperó la
llegada de su divino Esposo. Cuando supo que estaba para llegar, sintió vergüenza de
recibirle en la cama, y pidió que le levantaran y le pusieran en una silla. Pero cuando
el señor párroco entró en la habitación, reanimó las pocas fuerzas que le quedaban y
se arrodilló para adorar a su divino Maestro. Los asistentes quedaron sorprendidos de
que se fuera a administrar los últimos sacramentos a una persona que les parecía que
estaba aún en plenas fuerzas. Juzgaban por las apariencias y no penetraban la causa
que le fortalecía en ese momento.
mucha gente durante su vida. Hubo mucha dificultad para contentar a aquellos que
deseaban tener alguna cosa de sus preciosos despojos. Como era muy pobre, no
poseía nada de lo que puede contentar la codicia y el amor propio. Un crucifijo, un
Nuevo Testamento, una Imitación de Cristo y un rosario eran todas sus riquezas. Se
distribuyeron entre la gente. Por lo demás, los que no pudieron tener otra cosa, se
contentaron con algunos trozos de sus hábitos, que conservaron como prenda de su
santidad.
unanimidad. Con esta elección confirmaron el consejo del Hermano Bartolomé, que
lo había señalado como el que creía más apto para sucederle. Hubo dificultad para
que se decidiera a aceptar el cargo. Pero al final se sometió por obediencia.
aprovechó hábilmente la elección que el rey acababa de hacer del señor cardenal
como ministro suyo en Roma, para lograr que los Hermanos le presentasen un
proyecto razonado por el cual rogarían a su Eminencia que les sirviera de mediador
ante el Papa, para obtener las Bulas que confirmasen a su Instituto. El señor Vivant,
que debía acompañar al señor cardenal en el viaje, se encargó de apoyar su petición
ante su Eminencia, y se ofreció a ser su solicitante en Roma. Pero independientemente
de su buena voluntad, el asunto se prolongó por mucho tiempo, y sólo cuatro años
después (1725), al comienzo de 1725, el señor abate de Tencin, ya nombrado
cardenal, retomó la negociación después de haber recibido nuevas instrucciones de la
Corte de Francia, y consiguió, de la bondad del papa Benedicto XIII, las Bulas, hacia
finales del mes de enero.
El Hermano Timoteo se apresuró a hacerlas presentar ante el Consejo del Rey.
Todavía se encontraron algunas dificultades, pero al fin, las Letras fueron
<306>
expedidas y selladas, y luego registradas en el Parlamento de Ruán, en el transcurso
del mismo año.
(n. m.) Manda construir la iglesia de San Yon y una pequeña cripta
para trasladar a ella al señor de La Salle
Sin embargo, el Hermano Timoteo, no contento con haber obtenido con su buen
hacer la Bula y las letras patentes que los Hermanos del Instituto solicitaban desde
hacía tantos años, pensaba también en el medio de lograr que volviera a la casa de San
Yon el cuerpo del señor de La Salle, su fundador, que había sido inhumado en la
iglesia de San Severo. Los Hermanos habían visto con pena que se llevaran este
precioso depósito,
<307>
pero se había alegado, como razón, la precariedad de su capilla, donde no había sido
posible depositarlo con la decencia debida a su memoria. A pesar de los pocos
ingresos de la casa, el Hermano Timoteo emprendió el trabajo de hacer construir una
590 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
capilla nueva, más grande y más espaciosa. Mandó preparar en ella una cavidad con
la esperanza de trasladar a ella el cuerpo del señor de La Salle, y después de un trabajo
constante de quince años, dispuso todo para la ceremonia de este traslado.
(n. m.) 1734: exhumación del cuerpo por el Vicario general de Ruán
Fue el 16 de julio de 1734. El señor Bridel, Arcediano y Vicario general de Ruán,
acudió a la iglesia de San Severo para hacer la exhumación, acompañado de otros
Vicarios, del párroco y de buen número de canónigos. Se abrió la tumba, se abrió
también la caja en presencia del señor de Pontcarré de Vierne, hermano del Primer
Presidente, de los señores Marqueses de Cani, del Conde de Enneval, etc., de
médicos, quirurgos y notarios, que habían sido llamados para certificar el acta.
También se encontraban allí muchos miembros de todas las órdenes de la ciudad y un
pueblo numeroso, que habían acudido para satisfacer su devoción. Se encontraron
todos los huesos colocados en su situación natural, las carnes y los hábitos
sacerdotales con los que había sido revestido se habían consumido por completo. El
cuerpo fue colocado en una caja de plomo, recubierta de otra de madera de roble, y
ambas fueron selladas y cerradas en presencia
<309>
de los notarios que levantaron acta e hicieron firmar a los Vicarios y testigos.
salmos. Los Hermanos de las Escuelas Cristianas, en número de ochenta, todos con
un cirio en la mano, fueron por delante, para recibir al clero y el cuerpo de su santo
fundador. Mientras se terminaban las preces, el señor Vicario general bendijo la
cavidad, y en ella se encerró este precioso tesoro, por el cual suspiraban los Hermanos
desde hacía quince años con tanta solicitud y con tanto celo. Así se cumplió la
predicción del señor de La Salle, que poco antes de su muerte, les había asegurado
que Dios visitaría la casa de San Yon y que llegaría a ser floreciente. Todos los días se
ven los efectos por la concurrencia de gente que acude a su tumba desde que fue
trasladado de San Severo a esta iglesia. Deus visitabit vos. Asportate ossa mea de
loco isto (Gn 50, 25).
FIN
Epitafio
Del Padre José de La Salle,
Canónigo Regular de Santa Genoveva,
fallecido como párroco de Chauny, el 29 de marzo
de 1723.
D. O. M.
Sub hoc lapide sepultus, jacet
<315>
Vir religiosissimus D. D.
Jacobus Josephus de La Salle
In utroque jure licenciatus
Apud Remos natalibus claris ex veteri prosapia ortus
A vitae virtutis pie aemulus
Ex ephebis adolescens strictioris observantiae in Gallia
Canonicis Regularibus nomen dedit
Qua inter fratres doctrina fuit imbutus,
Hanc ipsis largiter refudit * (*Enseñó filosofía
Non ingratus y teología en Blois)
Tum Blesis Sancti Martini Pastor institutus
Muneri totus incubuit,
Rector sollicitus.
Innatae sibi eloquentiae stimulis oves sibi creditas
Virtuti addixist.
Verbi Dei praeco facundus.
Infirmas sanitati restituit,
Dejectas roboravit,
<316>
Miscens temporibus tempora
Moderator sagacissimus
Dum huic operi duo supra viginti annos animum applicat
Sermone, vita, moribus
Homo vere Apostolicus,
Sancti Martini * Calniacensis iterum (* Chauny)
Pastor efficitur
Ecclesiae regendae onus tremendum vocatus subit
Ut Blesis, sic Calniaci Ecclesiae et veritati militat
Generosus athleta.
Paupertatem quam Deo voverat reddidit.
Pauperibus quod supererat erogavit
Paupertatis cultor
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 593
Verum heu !
Dum ultimo suo muneri novennario labore insudat
Oppressus pondere diei et aestus
Onus cum vita posuit.
<317>
IV. KAL. Aprilis Anno
M. D. C. C. XXIII
Lugete cives et orate.
Ut in aeternum vivat
et
Requiescat in pace
Avunculo suo merens ponebat ex sorore nepos.
Asceta Benedictinus a Congregatione Sancti Mauri F.F.E.M.
Este epitafio resultó ser demasiado extenso para poderse grabar en la tumba que se
debía poner sobre la fosa del señor [José] de La Salle. Los feligreses pidieron al
Principal del colegio de Chauny que lo abreviara, y he aquí el que lo reemplazó y se
puso en el sepulcro.
Sólo faltaba a su virtud ser probada con la persecución. También estuvo expuesto a
ella, pero sólo sirvió para darle mayor brillo. El retiro le puso a cubierto de los rayos
que inútilmente fueron lanzados contra él (fue excomulgado por negarse a firmar la
Constitución Unigenitus. El Parlamento declaró la sentencia abusiva), y una vez
conjurada esta primera tormenta, se presentó el día de la fiesta del Santísimo
Sacramento, desde por la mañana, en la procesión general, como un soldado
victorioso que acompañara el carro del triunfo de su rey y de su salvador.
Entregado a su iglesia, a su familia y a los pobres, retomó sus primeros ejercicios, y
los
<322>
continuó con renovado fervor. Pero no fue sin contradicciones, pues no le dejaron
mucho tiempo tranquilo, y casi siempre tuvo que sufrir. Eran combates por fuera y
pavor por dentro. Su corazón estaba continuamente cogido por el temor hacia el
sagrado depósito de la antigua doctrina, a la que veía expuesta como presa de sus
enemigos, delante de quien todo parecía ceder, y que fueron el motivo de que fueran
desterrados lejos de la diócesis sus queridos compañeros, que parecían los más
intrépidos defensores de la verdad. Estaba inconsolable de que no se le hubiera
considerado digno de compartir su corona. Pero el justo juez le reservaba otra, no
menos preciosa.
Él había quedado casi solo en el campo de batalla, estaba destinado por Dios para
consolar a los fuertes, sostener a los débiles, confundir a los cobardes, y hacer frente a
los enemigos, hacer inútiles sus esfuerzos, derribar toda grandeza que pretendiera
elevarse contra la ciencia de Dios. ¡Cuánta gloria habrá ganado por permanecer firme
e irreductible en su puesto!
<323>
Después de haber servido de este modo a los designios de Dios, su cuerpo, que no
era de complexión demasiado robusta, y al que él trataba duramente, vino a sucumbir
bajo el peso de los cuidados que se tomaba para aliviar a los pobres, que no tenían otro
recurso que su caridad. Cayó en una enfermedad de las más malignas. En todos los
miembros de su cuerpo sentía dolores muy agudos y fuertes dolores de cabeza. La
fiebre, casi continua, redoblada a menudo por accesos muy violentos, le llevaban a
delirios y le causaban frecuentes convulsiones. Pero Dios le concedió momentos
favorables, y él lo aprovechó para prepararse al gran viaje de la eternidad. Se confesó
el sábado 16 de octubre. El domingo por la mañana recibió, de manos del señor
Graillet, su decano, el santo Viático con grandes sentimientos de piedad. A la noche
siguiente se le administró la extrema unción, y después de haber sostenido durante
varios días rudos asaltos contra la muerte, sus fuerzas estaban agotadas, y era llegado
el momento en que el Espíritu Santo, que habitaba en él, como en su templo, le dijo
que
<324>
596 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
<326>
Añadiré a esta carta, que basta para una idea resumida de la vida del señor
Maillefer, que al día siguiente de su muerte, sus parientes invitaron a las comunidades
de los franciscanos, de los agustinos y de los dominicos, para que acudieran en
procesión, según la costumbre, a su entierro. El padre Lejeune, Guardián de los
franciscanos, había tomado la precaución de solicitar ante el Vicario general la
prohibición de asistir a él con su comunidad, de manera que cuando acudieron a
invitarle, se excusó con diversos pretextos. Varias veces pasaron a invitarles, pero fue
inútil. No tuve dificultad para comprender el motivo del rechazo, y se concluyó que se
Tomo I - 3 - MAILLEFER II - Manuscrito Re 597
dejara de lado. Los padres agustinos, que no conocían el paso dado por el padre
Guardián de los franciscanos, habían comenzado la procesión, con la cruz, para
dirigirse a la casa del difunto. Conocieron a mitad
<327>
del camino las intenciones del Vicario general y la resolución tomada por los padres
franciscanos de conformarse con ella, y sin otra deliberación, volvieron sobre sus
pasos, con gran escándalo del pueblo, que les llenó de reproches. Sólo los padres
dominicos, despreciando generosamente todo motivo de temor por parte de los
superiores eclesiásticos, fueron comunitariamente y se presentaron para trasladar el
cuerpo a la iglesia.
El entierro se hizo con las ceremonias y oraciones ordinarias. Además de los
canónigos de San Sinforiano, sus compañeros, se advirtió que se juntaron al clero
cierto número de eclesiásticos llegados, por propia iniciativa, para honrar la
ceremonia. Había varios canónigos regulares en roquete, que se ofrecieron
piadosamente para llevar el cuerpo a la sepultura, pero los padres dominicos no
quisieron ceder a nadie este honor.
<328>
Ha sido enterrado, según sus deseos, en el cementerio de San Sinforiano, al pie de
una gran cruz, donde está la sepultura de sus antepasados, del lado de su madre.
Desde entonces ha habido buena concurrencia de personas de piedad, que iban a
hacer novenas sobre su fosa, y parece que se habían producido curaciones milagrosas.
Pero hay que dejar a Dios el derecho a manifestar la santidad de su siervo, si es útil
para su gloria. Soli Deo honor et gloria.
Fin
ÍNDICES
MAILLEFER I (Ca) y II (Re)
AIX-EN-PROVENZA
El obispo de Marsella es nombrado arzobispo de A. Ca 138 Re 196
ALAIS
obispado creado por Luis XIV Ca 118
desmembrada de la diócesis de Nîmes Re 196
el santo es recibido allí en 1712 Ca 126 Re 218
el santo abandona A. Ca 126 Re 219
ALEMANIA
d’ARMESTAT, familia ilustre de A. Ca 145 Re 258
ALPES
el H. BARTOLOMÉ quiere pasarlos antes del invierno Ca 150 Re 269
AUBERVILLIERS
Nuestra Señora de las Virtudes, a dos leguas de París Re 79
AVIÑÓN
— Primera escuela de Provenza Ca 116, 117 Re 130, 190
— El santo llega al final de la cuaresma de 1712. Se detiene. Ca 125, 126 Re 217, 218
el H. TIMOTEO, Director de la casa de A. Ca 165 Re 301
BOLOÑA
Calais, diócesis de B. Re 126
los dos Hnos. visitan por cortesía al obispo del lugar Ca 84 Re 127
abren la escuela de Calais poco después de volver de B. Re 128
los Hermanos abren dos escuelas Ca 121
son recibidos con bondad por el obispo del lugar Re 214
la gente se muestra diligente en construir la segunda escuela Ca 121 Re 214
el santo visita B. Ca 122 Re 215, 216
BORBONESADO Ca 120 Re 211
CALAIS
— historia de la escuela de C. Ca 84, 85 Re 126-128
— el santo visita la comunidad de C. Ca 85 Re 127
alusión a la escuela de C. Ca 121 Re 214
CAMBRAI
el santo recibe allí las órdenes menores Ca 6
y el subdiaconado Ca 6 Re 6
CARTUJA (la Gran-C.)
el santo visita la Gran-C. Ca 161 Re 239
602 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
CHÂLONS-SUR-MARNE, o CHÂLONS-EN-CHAMPAGNE
el cardenal de NOAILLES fue obispo de C. Ca 66 Re 98
CHÂLON-SUR-SAONE
el padre MADOT fue nombrado obispo de C. Ca 94 Re 146
CHARMEL
localidad de la diócesis de Soissons Ca 65 Re 98
CHAMPAÑA
el H. BARTOLOMÉ visita las casas de C. Ca 150
CHARTRES
llegada de los Hermanos; mandato episcopal; éxito de las
escuelas Ca 74, 75 Re 112
el santo visita a los Hermanos de C. Ca 75 Re 113, 114
a su regreso el santo se ve afectado por el reuma Ca 76 Re 115
el obispo bendice la capilla de la Casa Grande Ca 81 Re 123
muerte del obispo de C. Ca 148 Re 263
el H. BARTOLOMÉ visita a los Hermanos de C. Ca 150 Re 269
DARNÉTAL
la señora MAILLEPER había fundado allí una escuela Ca 11, 102 Re 16, 163
los Hnos. abren una escuela de niños Ca 103 Re 163
DENAIN
después de la batalla el caballero de D’ ARMESTAT dejó el ejército Ca 145 Re 258
DIJÓN
— apertura de las escuelas de D. Ca 120 Re 213
— los Hnos. reciben al santo Ca 144 Re 256
FRANCIA
— resultados de las guerras civiles en F. Ca 11 Re 15
— aflicción por la muerte de Luis XIV Ca 147 Re 263
— el santo se entrega a la formación de los novicios de Marsella
hasta el punto de olvidarse de la demás casas de F. Re 224
— San BRUNO, patriarca de los solitarios de F. Re 239
— el caballero d’ARMESTAT pasa a F. y se retira a Lyon Ca 145 Re 258
— el H. BARTOLOMÉ visita las demás provincias de F. Ca 150 Re 269
GÉVAUDAN
— Mende, capital del G. Ca 116 Re 194
— el santo pasa las montañas del G. con riesgo de su vida Ca 126 Re 220
GRAN CARTUJA
el santo hace allí una estancia de varios días Ca 135 Re 239
GRAVIÈRES
— el santo va allí por primera vez Ca 126 Re 219
— al regreso, evita entrar en la localidad Ca 126 Re 219
GRENOBLE
— origen de las escuelas gratuitas de G. Ca 120-121 Re 192-193
— el santo se retira a G. Ca 135 Re 238
— el santo vuelve al regreso de la Gran Cartuja Ca 136 Re 240
— el santo compone allí libros de piedad Ca 136 Re 241-242
— el santo se ve afectado de reuma y es cuidado por los Hnos. Ca 137 Re 242
— Parmenia está a 4 leguas de G. Ca 138 Re 244
— el santo regresa a G. después de estar en Parmenia Ca 139 Re 247
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice de nombres de lugares 603
LANGUEDOC
— El intendente del L. deshace las oposiciones en Les Vans Ca 119 Re 209-210
se fundan misiones reales para los calvinistas del Bas-L. Ca 118 Re 196
— el santo visita sus escuelas del L. Re 198
LAÓN
— el santo viaja a L., esperando ser ordenado subdiácono Ca 6 Re 6
— la escuela de L. estuvo dirigida por NYEL Ca 39-40 Re 60
— les Hnos. de L. participan en una asamblea (Reims) Ca 41 Re 61
LAÓN, abadía de San Martín
colabora en la manutención de los maestros Ca 24 Re 36
LAÓN, parroquia de San Pedro
— apertura de la escuela Ca 23-24 Re 36
— el párroco pide a La Salle que se encargue de la escuela
cuando se marcha NYEL Ca 40 Re 60
— el párroco es informado de los sucesos de1702 (destitución
del santo) Re 147
LE CHARMEL
— localidad de la diócesis de Soissons Ca 65 Re 98
— tres Hnos., de paso, se muestran especialmente edificantes Ca 65 Re 98
LES VANS
— origen de la escuela Ca 119 Re 209
— motín de los calvinistas contra la escuela Ca 126 Re 209-210
— el santo parte de Alais hacia L. V. Ca 126 Re 219
— el párroco de Gravières se encargó de dirigir a los Hnos. Ca 126 Re 219
— el santo parte de L. V. hacia Mende Ca 127 Re 220
— el santo vuelve de Mende a L.V. Ca 127 Re 220
LYON
— el santo se queda allí varios días Ca 144 Re 256
604 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
MARSELLA
— origen de las escuelas de de M. Ca 117-118 Re 195-196
— el santo va a M.: piensa abrir escuela y un noviciado Ca 127 Re 221
— se trabaja por multiplicar las escuelas Ca 128 Re 223
— el santo cuida de las casas que están cerca de M. Ca 128 Re 224
— los protectores del santo le dan la espalda Ca 130 Re 227-228
— distribuyen un libelo contra el santo Ca 131 Re 229
— amigos del santo se esfuerzan por parar los golpes Ca 131 Re 230
— los sucesos de M. desorientan a Hnos. mal informados Ca 132 Re 231
— algún Hno. dice que el santo ha ido allí para destruir Ca 132 Re 231
— el santo sale de M. hacia San Maximino Ca 132 Re 232
— se acusa al santo de haber abandonado el Instituto Ca 133 Re 234
— el santo teme volver a M.; sus razones Re 235-236
MARSELLA, noviciado
— el santo desea abrir uno; sus razones Ca 127 Re 221-222
— facilidades que encuentra; alquila una casa Ca 127 Re 222
— los primeros novicios Ca 127 Re 222
— el santo se dedica a la formación de los novicios Ca 128 Re 224
— los Hnos. de M. acuden a él para hacer un retiro Ca 128 Re 224
— el n. se deshace y los novicios son apartados de la vocación Ca 131 Re 231
MARSELLA, parroquia de San Lorenzo
los Hnos. son los primeros en relajarse Ca 129 Re 225
MARSELLA, parroquia de San Martín
— un jesuita predica en favor de las escuelas Ca 128 Re 223
— el párroco piensa en poner eclesiásticos en vez de Hnos. Ca 129-130 Re 225-226
MARSELLA, parroquia de Nuestra Señora de Acoules
— la escuela prometida a los Hnos. se la niegan Ca 131 Re 230
— el obispo propone a La Salle tomar posesión de la escuela,
pero las intrigas impiden realizar el proyecto Ca 135 Re 237-238
MENDE
— origen de la escuela de M. Ca 116 Re 194
— el obispo de M. solicita y obtiene Hnos. Ca 117 Re 194
— el santo va desde Les Vans a M. Ca 126 Re 220
— el santo llega a M. Ca 126 Re 220
— el santo va a saludar al obispo, deferencias con La Salle,
otras visitas; el santo anticipa su salida Ca 127 Re 220
MOULINS
— se piden dos Hnos., el santo los envía Ca 120 Re 212
— visita del H. BARTOLOMÉ a M. Ca 150 Re 269
NÎMES
división de la diócesis Ca 118 Re 196
NOYON
— el santo va a N. para recibir el subdiaconado Ca 6 Re 6
— Mons. de AUBIGNÉ fue obispo de N. Ca 75 Re 114
RETHEL
— la localidad de R. solicita maestros Ca 21 Re 32
— se abre la escuela (1682), el duque de MAZARINO querría
financiarla, pero se desdice Ca 21-22 Re 33-34
— dos personas de R. quieren contribuir a la fundación Ca 23 Re 35
— el bien producido por la escuela de R. se extiende Ca 24 Re 36
— la escuela de R. había estado dirigida por NYEL Ca 39-40 Re 60
— Hnos. de R. acuden a la asamblea de Reims Ca 41 Re 61
ROMA
— el santo proyecta ir a R., motivo del viaje Ca 134 Re 236-237
— el santo había enviado dos Hnos. a R. Ca 134 Re133-134,
236
— el santo cancela el viaje a Roma: «Ya estoy de vuelta...» Ca 135 Re 238
— el H. TIMOTEO hace solicitar la Bula en R. Ca 166 Re 304
— el cardenal de Rohan es nombrado ministro del rey en R. Ca 166 Re 305
— VIVANT se encarga de solicitar las bulas en R. Ca 166 Re 305
RUAN (v. también San Yon)
— la señora MAILLEFER sostiene una escuela de niñas en R. Re 15
— la señora MAILLEFER reside con su marido en R. Ca 11 Re 16
610 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
UZÈS
— LES VANS pertenece a la diócesis de U. Ca 119 Re 209
— el santo va a U. para arreglar diversos asuntos Ca 127 Re 220
VAUGIRARD
— está cerca de París, el santo halla una casa cómoda y reúne en
ella a los Hnos. durante las vacaciones Ca 55 Re 81, 83
— el santo comienza en V. el noviciado Ca 56 Re 83
— el número de postulantes aumenta considerablemente Ca 56 Re 83, 84
— después de un mes de prueba los postulantes pasan al noviciado Ca 56 Re 83
— el santo tiene como especial cuidado formar a los novicios Ca 64 Re 96
— el santo es autorizado a tener una capilla en la casa Ca 66 Re 98-99
— dificultades con la parroquia de V. Ca 67-68 Re 99-102
— los Hnos. de V. socorridos por los de París; el Hno. ecónomo
es despojado de los alimentos por unos ladrones cerca de V. Ca 69 Re 104
— el santo reúne una asamblea de Hnos. de París y de V. Re 106
— camino de V., el santo es despojado de su manteo Ca 76 Re 114
— un joven calvinista se convierte estando en el noviciado de V. Ca 77-79 Re 116-119
612 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
VERSALLES
— origen de la escuela de V. Ca 121 Re 199
— Hnos. de V., París y San Dionisio escriben al santo (1714) Ca 142 Re 253
— la muerte de LUIS XIV priva de ayudas a la escuela de V. Ca 148
VILLIERS
carta del párroco de V. a uno de sus amigos sobre los sucesos
de la Casa Grande (1702) Re 147
VIVARAIS
los barones de Elze eran una familia ilustre del V. Ca 119 Re 209
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice de nombres de personas 613
ABATE, un joven A.
— de vida desordenada; se le pone bajo la dirección del santo Ca 87-88 Re 135
— sigue los ejercicios del noviciado Ca 88 Re 135
— despide a su lacayo Ca 88 Re 135
— se somete a la alimentación de los Hnos. Ca 88 Re 135-136
— quiere tomar el hábito de los Hnos. Ca 88 Re 136
— el santo duda en entregárselo Ca 89 Re 136
— escribe a uno de sus tíos, que era obispo Ca 89 Re 136
— su tío obispo le envía un familiar para disuadirle Ca 89 Re 136
— mantiene el deseo de ser Hermano Ca 89 Re 136
— recibe el hábito de los Hnos. Ca 89 Re 137
— le retiran por la fuerza del noviciado Ca 89 Re 137
— fallece poco después, lamentando no haber sido Hno. Ca 89 Re 138
ABUELA DEL SANTO. v. LESPAGNOL, PERRETTE
ADMINISTRADORES, de la Oficina de Ruán
— se oponen a la admisión de los Hermanos Ca 103 Re 165
— acaban por admitirlos Ca 103 Re 165
ALCALDE Y CONCEJALES de Laón
acuerdan abrir una escuela, ceden una casa Ca 24 Re 36
ALLEMAND DE MONT-MORTIN, Mons. Ennemond A., obispo de
Grenoble
protector y cabeza de una asociación cristiana en Grenoble Ca 121 Re 193
AMIGOS DEL Instituto
censuran la petición del H. BARTOLOMÉ a los obispos Ca 141 Re 250
AMIGOS DEL SANTO
— critican su proceder Ca 19 Re 28
— le reprochan el llevar a los maestros a su casa Ca 19 Re 28
— son consultados sobre la elección de confesor de los Hnos. Ca 21 Re 31
— critican su decisión de dejar el canonicato Ca 30
critican su decisión de despojarse de todo Re 45
— intentos de evitar su dimisión Ca 32 Re 49
— piden que se dé tiempo para que el santo cambie su decisión Ca 33 Re 49
— quieren que deje la canonjía a otro distinto de FAUBERT Ca 33 Re 49
— no consiguen que se doblegue Ca 33 Re 49
— le consideran demasiado celoso Ca 39 Re 59
— le animan a que vaya a Roma Ca 134 Re 236
— le escriben sobre los superiores eclesiásticos Ca 141 Re 250
— le reprochan su silencio Re 250
— se unen al H. BARTOLOMÉ para que vuelva a San Yon Ca 157 Re 285-286
— en Grenoble le hacen recelar de la carta de los Hnos. Ca 143 Re 255
ANUNCIATAS DE SAN Nicolás DE LORENA en la Casa Gr. Ca 80 Re 122
ARMESTAT, Caballero de
— se retira al noviciado de París Ca 145 Re 258
— su descripción, su historia Ca 145 Re 258
614 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
GABRIEL, H. G. Drolin
— enviado a Roma, tiene una escuela independiente de las de Francia Re 134
— pierde de vista la solicitud de la bula de aprobación Re 134
GALES, el príncipe de G.
refugiado en Francia Ca 86 Re 131
GOBERNADOR DE LA BASTILLA, V. St-Mars
GODET DES MARAIS, Mons. Paul G., obispo de Chartres
— había conocido al santo en San Sulpicio; estima recíproca Ca 74 Re 111
— solicita Hnos. para su ciudad episcopal Ca 74 Re 111
— obtiene Hnos. al cabo de dos años Ca 74 Re 111
— recibe a los Hnos.; publica un mandato en favor de sus escuelas Ca 74-75 Re 112
— quiere suavizar el régimen de los Hnos., les da ayuda Ca 75 Re 112-113
— recibe al santo, le invita a su mesa Ca 75 Re 113
— admira la pobreza del santo, le ofrecen un manteo nuevo Ca 75 Re 114
— bendice la capilla de San Casiano (París) Ca 81 Re 123
— ayudó a Hnos. pidiendo dádivas a LUIS XIV Ca 148 Re 263
GONTERY, Mons. Francisco Mauricio de G. arzobispo de Aviñón
— recibe a los Hnos. en Aviñón, autoriza la escuela Ca 116 Re 192
— autoriza una segunda escuela Ca I 16 Re 192
— le agrada la enseñanza de los Hnos. Ca 1 16 Re 191
GUIART o GUYART, párroco de San Pedro el Viejo (Laón)
— mantiene amistad con le santo Ca 24 Re 36, 147
— pide dos maestros para una escuela en su parroquia Ca 24 Re 36
— interviene en favor de los maestros de Laón Ca 24 Re 36
— pide al santo que se encargue de las escuelas de Laón dejadas
por NYEL Ca 40 Re 60
GUISA, María de Lorena, duquesa de Guisa y de Joyeuse,
llamada Mademoiselle de Guisa
toma a los maestros bajo su protección Ca 23 Re 35
HERMANOS de Calais
— reciben del obispo los poderes necesarios Ca 84 Re 127
— se hallan desprovistos de medios al morir el párroco Ca 86 Re 129
— los magistrados les consiguen una pensión Ca 86 Re 129
HERMANOS de Chartres
— son acogidos por el obispo del lugar Ca 74 Re 112
— su agotamiento; son asistidos por el obispo Ca 75 Re 112-113
HERMANOS de Grenoble
— el santo los encuentra con mucho sosiego Ca 135 Re 238
— cuidan al santo, afectado de reuma Ca 137 Re 242
— el santo los exhorta; se entristecen por su partida Ca 144 Re 256
HERMANOS de Les Vans
— amenazados varias veces por los herejes Ca 119 Re 210
— su serenidad durante el amotinamiento Ca 1 19 Re 210
— el magistrado los libera Ca 119 Re 210
— informan al santo Ca I 19 Re 210
HERMANOS de Marsella
— acuden al noviciado, pero soportan mal esta sujeción Ca 129 Re 224
— tratan de librarse de esa obligación; intervienen externos Ca 129 Re 225
— son pospuestos en la fundación de la escuela de San Martín Ca 129 Re 225-226
— algunos dejan el Instituto; otros se adhieren a los enemigos Ca 132 Re 231
HERMANOS de Mende
no esperaban la visita del santo Ca 126 Re 220
HERMANOS de París
— soportan con tristeza el desorden de las escuelas Ca 48 Re 71
— guardan silencio ante la calumnia Ca 50 Re 75
— continúan las escuelas a pesar de la decisión de LA BARMONDIÈRE Ca 51 Re 75
— molestados por los maestros de escuelas menores Ca 53 Re 78
— abren la escuela cerca de Pont-Royal (calle du Bac) Ca 53 Re 78
— reciben las reglas y las aceptan Ca 71 Re 106
— emplean todos los medios posibles para curar al santo Ca 57-58 Re 85-86
— suplen a las necesidades de los Hnos. de Vaugirard Ca 69 Re 103-104
— los obligan a interrumpir las clases de la calle San Plácido Ca 83 Re 125
— reciben la segunda visita del vicario mayor Ca 92 Re 141
— reunidos por el santo, ven llegar al vicario mayor y un abate Ca 92 Re 141
— rehúsan aceptar al nuevo superior Ca 92, 96 Re 142, 149
— solicitan la intervención del señor DE LA CHÉTARDIE Ca 94 Re 145-146
— les presenta el vicario mayor como muy afines al santo Ca 92 Re 142
— reunidos ante el vicario mayor, imponen condiciones Ca 94 Re 144-145
— siguen más unidos que nunca al santo Ca 98 Re 152
— piden al santo que deje el barrio de San Sulpicio Ca 99 Re 153
— carecen de todo durante el hambre Ca 123 Re 200
— se sienten agotados por la enfermedad, el santo hace cuidarlos Ca 123 Re 201
— intentan la escisión; el autor se da a conocer y deja el Instituto Ca 124-125 Re 202-205
— en la parroquia de San Roque les ponen condiciones inaceptables Ca 111 Re 182
— los Hnos. de San Sulpicio son distribuidos por otras casas Ca 113 Re 186
— los Hnos. reabren las escuelas de San Sulpicio Ca 114 Re 188
— piden al santo que retome el gobierno del Instituto Ca 144 Re 257
— razones que inducen al santo a alojarse en S. Nicolás du Chardonnet Ca 157 Re 284-285
— reciben al santo Ca 157 Re 286
HERMANOS de París, San Dionisio y Versalles
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice de nombres de personas 625
Sus escritos
— responde a todas las cartas de los Hermanos Ca 55 Re 82
— escribe su regla de vida Ca 70 Re 105-106
— en un descanso forzado revisa varias obras Ca 111 Re 182
— algunos títulos, algunas características de sus obras Ca 111 Re 182-184
— en Grenoble compone o retoca algunas obras de piedad Ca 136 Re 241
— los añadidos a los Deberes I no agradan al editor Ca 136-137 Re 241-241
628 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
Sus fundaciones
Alais
— se dirige a A. Ca 126 Re 218
— el obispo le expresa su satisfacción Ca 126 Re 219
— da gracias a Dios por el fruto de sus trabajos Ca 126 Re 219
— se marcha de A. Ca 126 Re 219
Aviñón
— responde al deseo de fundar de la señora de CHATEAUBLANC Ca 116 Re 130
— duda en enviar Hnos. a A., el señor de CHATEAUBLANC le
insta a que envíe dos Re 191
— llega A., los Hnos. intentan retenerle Ca 125 Re 217-218
Boloña
— envía dos Hnos. a B. Ca 121 Re 214
— visita a los Hnos. de B. Ca 122 Re 215
— la gente de B. se apresura a conocer al fundador Ca 122 Re 215
— deja B. para ir a otras casas, y luego a París Ca 122 Re 216
Calais
— le piden Hnos. para C. Ca 84 Re 127
— a instancias del párroco y del gobernador envía dos Hnos. Ca 84 Re 127
— escribe a los Hnos. de C. Ca 85 Re 128
— el santo visita a los Hnos. de C. Ca 85 Re 128
— es invitado a celebrar misa el día de la Asunción Ca 85 Re 128-129
— deja C. para ir a París Ca 85 Re 129
Chartres
— el santo era conocido de GODET DES MARAIS, obispo de C. Ca 74 Re 111
— no puede enviarle Hnos. hasta dos años después Ca 74 Re 111
— comunica a los Hnos. el deseo del obispo de C.; envía siete Hnos. Ca 74 Re 111-112
— es recibido por el obispo y forzado a comer a su mesa Ca 75 Re 113
— recibe del obispo un manteo nuevo, lo toma como limosna Ca 76 Re 114
Darnétal
— envía dos Hnos. a Darnétal Ca 102 Re 163
Dijón
— pasa a Dijón, y se queda poco tiempo Ca 144 Re 256
Grenoble
— envía Hnos. a G. Ca 121 Re 193
— en G., se dedica a la oración, y da clase en la escuela San Lorenzo Ca 135-136 Re 240-241
— en G. compone varias obras de piedad Ca 136 Re 241
— retoca Los deberes del Cristiano; tiene que quitar lo añadido Ca 136-137 Re 241
— recibe la carta de los Hnos. de París, Versalles y San Dionisio Ca 142-143 Re 253-255
— a los consejos de sus amigos de G. opone la obediencia Ca 143 Re 255-256
— se despide de los amigos, exhorta a los Hnos. y deja G. Ca 143-144 Re 256
Guisa
— no aprueba el primer intento de la escuela de Guisa Ca 18 Re 27
— sustituye a los primeros maestros de G.; no satisfacían Ca 23 Re 35-36
Laón
— NYEL pide al santo que se encargue de sus tres escuelas Ca 39-40 Re 60
— mantiene amistad con el párroco de San Pedro de L. Ca 24 Re 36
— le pide que acepte las tres escuelas Ca 40 Re 60
Les Vans
— bendice a Dios por las persecuciones sufridas por los Hnos. Ca 119 Re 211
— toma confianza y siente que disminuyen sus dudas Re 211-212
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice de nombres de personas 631
L’HEUREUX, H. Enrique
— elegido superior, su elogio Ca 42 Re 64
— confusión por las muestras de sumisión del santo Ca 43 Re 64-65
— interviene para impedir al santo una limpieza humillante Ca 43 Re 65
— reasume con gozo su condición de inferior Ca 44 Re 66
— había estudiado latín, y luego la teología en Reims Ca 59 Re 88
— va a París para recibir las órdenes Ca 59 Re 88
— fue el primero comprometido con el Instituto Ca 59 Re 88
— en París, presidía la comunidad en ausencia del santo Ca 58 Re 87
— su enfermedad Ca 58 Re 87
— los médicos desesperan de salvarle Ca 59 Re 88
— su muerte Ca 59 Re 87, 88
— sus funerales Ca 59 Re 88
— su virtud Ca 59 Re 88
LE PRINCE, sacerdote de Calais, capellán de los marineros Ca 85 Re 128
LE TELLIER, Camilo L. abate de LOUVOIS
— ejecutor testamentario de su madre Ca 158 Re 287
— conocía al santo Ca 158 Re 287
— promete favorecer a los Hnos. Ca 158 Re 287
LE TELLIER, Mons. Carlos Mauricio L. arzobispo de Reims
— rehúsa consentir la permuta de beneficios Ca 7 Re 8
— ordena sacerdote al santo Ca 7 Re 9
— obtiene letras patentes para las Hnas. del Niño Jesús Ca 10 Re 13
— el santo va a París para presentar la dimisión del canonicato Ca 30 Re 46
— regresa a Reims y el santo lo hace también Ca 30 Re 46
— difiere recibir al santo, quería conservarle en el capítulo Ca 31 Re 46
— se dispone a viajar de nuevo a París; recibe al santo y le escucha Ca 31-32 Re 47
— consulta con PHILBERT y accede a la dimisión del santo Ca 32 Re 47-48
— se le pide que retrase la provisión de FAUBERT Ca 33 Re 49
— se sorprende de la preferencia dada por el santo a FAUBERT Ca 32 Re 48
— informado por CALLOU, envía las provisiones de la canonjía Ca 33 Re 49-50
— quiere retener al santo en Reims; el santo no acepta Ca 44 Re 66
LEBRETON, Miguel, párroco de San Hipólito (París)
— pide Hnos. para abrir una escuela gratuita Ca 100 Re 155
— compra una casa para el seminario de maestros Ca 100 Re i 57
— se entiende con un amigo para sostener el seminario Ca 100 Re 157
— hace legatario al H. Nicolás VUYART Ca 100 Re 158
— su muerte conlleva la ruina del seminario Ca 100 Re 158-159
LESPAGNOL, Petra, esposa de Juan MOËT
— abuela y madrina del santo Ca 3 Re 1
— el santo la recibe en el locutorio y no en su cuarto Ca 57 Re 84
LÉVÊQUE DE CARRIÈRE o de CROYÈRE. v. CROYÈRE
LHOSTELLERIE, Dom Carlos de L., prior de la abadía de San Dionisio
aconseja a la sra. POIGNANT que dé dinero a los Hnos. para comer Re 178
LIBERTINO, un joven l.
— convertido por el santo Ca 61-63 Re 91-95
— su muerte edificante (v. convertido, converso); Ca 64 Re 95-96
LIMOSNERO, un L. de París. v. RAFROND
LIMOSNEROS de San Sulpicio
se interesan por la escuela de la calle du Bac Re 78
LOUVOIS, abate de L. v. LE TELLIER, Camilo
638 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
MÉDICO(s)
— un M. considera mortal la enfermedad del santo Ca 159 Re 290
— algunos M. son invitados a la exhumación del santo Re 308
MEYNIER, Pedro, párroco de Gravières
— encargado de la dirección de los Hnos. de Les Vans Ca 126 Re 219
— multiplica las muestras de estima al santo Ca 126 Re 219-220
MOËT DE BROUILLET, Juan
abuelo materno y padrino del santo Ca 3 Re 1
MOËT DE BROUILLET, Nicolasa
madre del santo, su muerte el 20 de julio de 1671 Ca 5 Re 4
MOËT DE BROUILLET, Petra LESPAGNOL señora de M
abuela del santo, v. LESPAGNOL Petra
MONT-MORTIN, Mons. Ennemond ALLEMAN de M., obispo de
Grenoble, protector de una sociedad para ayudar a los pobres Ca 121 Re 193
OBISPO, un O. de Francia
— tío de un joven clérigo convertido por el santo Ca 89 Re 136
— no responde a una carta del santo Ca 89 Re 136
— se vale de un pariente para disuadir al sobrino de ser Hno. Ca 89 Re 136
OBISPOS, varios O.
— favorables a la creación de escuelas gratuitas de los Hnos. Ca 74, 120 Re 111, 195
— reciben al santo con honor Ca 120 Re 199
— el H. BARTOLOMÉ les pide que nombren superiores Ca 140-141 Re 249
— nombraron superiores eclesiásticos, dignos de elogio Ca 141 Re 251
PAPA
— el H. TIMOTEO solicita bulas del Papa Ca 166 Re 304
— piden al cardenal de Rohan que intervenga ante el Papa Ca 166 Re 305
PARIENTES DEL SANTO
— se oponen a su resolución de abandonar el canonicato Ca 7 Re 8-9
— critican su proceder, le reprochan acoger a los maestros Ca 19 Re 28-29
— desaprueban que se despoje de todo Ca 30 Re 45
— cuidan al santo en su enfermedad, le molestan los cuidados Ca 57 Re 84-85
PÁRROCO de Calais. v. PONTON
PÁRROCO de Gravière. v. MEYNIER, Pedro
PÁRROCO de Rethel. v. CERCELET, Vicente
PÁRROCO de San Martín (Marsella), v. AUBERT, Francisco
PÁRROCO de San Hipólito (París). v. LEBRETON, Miguel
PÁRROCO de San Pablo (París)
642 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
RELIGIOSAS DE LA CRUZ
ayudan al santo; algunas se ponen bajo su dirección Ca 101 Re 161
RIGOLEY, Claudio, presidente de la Cámara de Cuentas de Dijón
fundador de la escuela de esta villa Ca 120 Re 213
ROGIER, Guillermo, superior eclesiástico de las Hnas. del Niño
Jesús (Reims)
— NYEL lleva cartas a su nombre Ca 12 Re 18
— está al tanto de los planes del canónigo ROLAND Ca 12 Re 18
ROGIER, Luis, burgués de París, que lega a favor del santo Ca 154 Re 278-279
ROHAN, Armando Gaston, Cardenal de R
— un H. había servido a su padre; intercede ante el cardenal Re 304
— elegido como ministre de LOUIS XV en Roma Ca 166 Re 305
ROHAN, Francisco de R. príncipe de Soubise. v. SOUBISE
ROLAND, Nicolás, canónigo de Reims
— su elogio Ca 5 Re 5
— su fundación: las Hnas. del Niño Jesús Ca 5 Re 5
— dirige al santo Ca 5, 6 Re 6, 7
— propone al santo cambiar su canonicato por un curato Ca 6 Re 7
— quiere hacer del santo el sucesor de su celo Ca 6 Re 6
— su muerte, el 27 abril de 1678 Ca 8 Re 10-11
— deja al santo como ejecutor testamentario Ca 8-9 Re 11-12
— deja entrever al santo la creación de las escuelas de niños Ca 9 Re 11
— entra en miras de la señora MAILLEFER Ca 11 Re 17
— funda las Hnas. del Niño Jesús Ca 11 Re 17
— piensa abrir escuelas de niños, su muerte impide el proyecto Ca 11 Re 17
— al año después de su muerte, NYEL va a Reims Ca 12 Re 18
— la superiora de las Hnas. del Niño Jesús conoce sus proyectos Ca 12 Re 18
SACERDOTE
un S. preso en la Bastilla se confiesa; el santo le da su vestido Ca 102 Re 161-161
SACERDOTE, un S. de Calais. v. Le PRINCE
SAILLANT, Mons. Pedro BAGLION DE LA SALLE, de S. obispo de
Mende
sus muestras de afecto al santo Ca 127 Re 220
SAINT-GEORGES, Mons. Claudio de S., arzobispo de Lyon
recibe la abjuración del caballero de ARMESTAT Ca 145 Re 259
SAINT-JUAN, abate de S. v. ELZE DU ROURE
SAINT-MARS, Benigno de Auvernia, señor de S. gobernador de
la Bastilla
pide al santo que confiese a un sacerdote en la Bastilla Ca 102 Re 161
SALÉON, Juan DE IZE, abate de S., más tarde vicario mayor de
Aix-en-Provenza
— invita al santo para que vaya a Parmenia Ca 138 Re 244
— autoriza a Sor LUISA a construir una casa de retiro Ca 138 Re 244
SAULX, Mons. Francisco Mauricio, caballero de S., primer
obispo de Alais
— obtiene los fondos para establecer escuelas reales Ca 118 Re 196
— confía estas escuelas a los Hnos. Ca 118 Re 196-197
— el rey impone a los calvinistas que vayan a los Hnos. Ca 118 Re 197-198
— alienta y sostiene a los Hnos. Ca 118-119 Re 198
— recibe al santo y le manifiesta su satisfacción Ca 126 Re 219
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice temático 645
VICARIO(s) MAYORES
— un V. de París bendice la capilla de la casa del noviciado Ca 67 Re 100
646 LAS CUATRO PRIMERAS BIOGRAFÍAS DE S. J. B. DE LA SALLE
ÍNDICE TEMÁTICO
Infancia
Dios le condujo por caminos sencillos, pero duros para la naturaleza Ca 1 Re I
Era de temperamento firme, y tenía celo ardiente Ca 1 Re I
Tenía amor sin límites a la penitencia Ca 1 Re I
Para defenderse de sus enemigos empleó sólo la paciencia Ca 1 Re II
Expresión que le era familiar: «¡Bendito sea Dios!» Ca 1 Re II
Manuscrito de 1723 Re IV
Crítica a la biografía de BLAIN Re V
Nacimiento y bautismo, 1651 Ca 3 Re 1
El padre Ca 3 Re 1
Su familia Ca 3 Re 2
Educación familiar Ca 3 Re 1
Estudios Ca 3 Re 2
Sacerdocio
Recibe el sacerdocio el 9 de abril de 1678 Ca 7 Re 9
Celebra su primera misa con sencillez en la catedral Ca 7 Re 9
El recogimiento con que celebraba impresionaba a los asistentes Ca 7 Re 10
Algunos acudían al final de la misa a consultarle sus dificultades Ca 7
No sobrellevaba la relajación de los eclesiásticos Re 10
Quería que todo lo que servía para la iglesia estuviese limpio Ca 7
Recogimiento al celebrar la misa Ca 8
Consideraba un deber celebrar la misa diariamente Ca 8 Re 10
Nunca se dispensó de celebrar la misa, a menos que estuviera enfermo Ca 8
A menudo quedaba extasiado después de la comunión Ca 8
En ese momento quedaba como inmóvil Ca 8
No prestaba atención a las cosas del mundo Ca 8 Re 10
Le gustaba estar solo y rehuía aparecer en público Ca 8 Re 10
Hablaba poco, siempre con recogimiento y modestia Ca 8
Hambre en 1695
Los HERMANOS sufren el hambre y se hallan sin pan en 1695 Ca 68 Re 102
Los HERMANOS temen morir de hambre y desconfían de la Providencia Ca 69 Re 103
LA SALLE recibía a todos los sujetos que se presentaban Ca 69 Re 104
Críticas de los Hermanos y respuesta de LA SALLE Ca 70 Re 104
El párroco de San Sulpicio conoce la extrema pobreza y ayuda a los Hnos. Ca 70 Re 105
Algunos acudían a LA SALLE para hacer retiro Ca 70 Re 105
La Casa Grande
LA SALLE traslada el Noviciado a la Casa Grande, en la parroquia de San Sulpicio Ca 80 Re 122
En la Casa Grande estuvieron desde 1638 las Anunciatas de S. Nicolás de Lorena Ca 80 Re 122
LA SALLE trasladó el Noviciado a la Casa Grande en 1698 Ca 81 Re 122
El párroco pagó los gastos del traslado Ca 80 Re 122
LA SALLE rehace una capilla que no se usaba Ca 81 Re 123
LA SALLE pidió al obispo de Chartres que bendijera la capilla Ca 81 Re 123
La capilla se erigió en honor de San Casiano, mártir Ca 81 Re 123
Otras escuelas
Tercera escuela en el barrio de San Germán, calle de San Plácido Ca 83 Re 124
Encontró un local en la calle de San Plácido Ca 83 Re 125
Calais (1700)
Escuela de Calais Ca 84 Re 126
El sobrino del señor Ponton, párroco de la villa, le informó de las escuelas Ca 84 Re 126
Pidió a su sobrino que hablara con LA SALLE para poner una en Calais Ca 84 Re 126
Intervención del Duque de Béthune, gobernador del Bolonesado Ca 84 Re 127
LA SALLE envió dos Hermanos a Calais, encontraron buen ambiente Ca 84 Re 127
El obispo dio un mandato (1701) para enviar los niños a los Hermanos Ca 84 Re 128
Dos nuevas escuelas en Calais para los hijos de los marineros Ca 85 Re 128
Un sacerdote de Calais pensó que había que atender a los hijos de marineros Ca 85 Re 128
Habló al señor Delahosse, presidente de la villa, que le ayudó Ca 85 Re 128
En seguida alquiló dos lugares en el barrio de Courtgain Ca 85 Re 128
LA SALLE escribía a los Hermanos para animarlos Ca 85
LA SALLE fue a visitar las escuelas de CALAIS Ca 85 Re 128
El párroco le mostró mucha estima y respeto Ca 85 Re 129
Le pidió que celebrara la misa parroquial el día de la Asunción Ca 85 Re 129
Pasados varios días regresó a PARÍS Ca 85 Re 129
El rey dio un fondo para las escuelas de los hijos de los marineros Ca 85 Re 128
A la muerte del párroco, las escuelas de CALAIS quedaron en necesidad Ca 86 Re 129
Tomo I - MAILLEFER I -II - Índice temático 657
Troyes (1702)
La escuela de TROYES, 1702 Ca 86 Re 130
Hechos diversos
Conversión de un joven abate de familia importante Ca 87 Re 134
Este joven abate pide y obtiene el hábito del Instituto Ca 88 Re 136
Su familia ne le permite que se haga Hermano Ca 89 Re 137
Murió dos años después, lamentando no haber seguido la vocación Ca 89 Re 138
Al atravesar las montañas del GÉVAUDAN corrió peligros serios Ca 126 Re 220
Fue a saludar al obispo de la villa de MENDE Ca 127 Re 220
El obispo le manifestó su contento por los Hermanos Ca 127 Re 220
LA SALLE se excusa de comer a su mesa Ca 127 Re 220
En esta villa le visitaron muchos que querían conocerle Ca 127 Re 220
Por eso se marchó sin avisar, para evitar las muestras de afecto Ca 127 Re 220
Desde MENDE fue a UZÈS Ca 127 Re 220
Terminó allí algunos asuntos con el obispo de la villa Ca 127 Re 220
En Parmenia (1714)
Va a hacer retiro a PARMENIA Ca 138 Re 243
El abate de SALÉON le invitó a ir a reponerse a PARMENIA Ca 138 Re 244
La pastora llamada LUISA Ca 138 Re 244
LA SALLE visita a Sor LUISA Ca 139 Re 244
Sor LUISA le indica que Dios quiere que siga dirigiendo el Instituto Ca 139 Re 247
Sor LUISA quiso tener las obras escritas por el santo Ca 139 Re 247
Le suscitan nuevas penas Ca 140 Re 247
Algunos Hermanos de PARÍS abandonan el Instituto Ca 140 Re 248
TOMO I
Preámbulo 17
El estudio de los tres primeros biografos de San Juan Bautista de La Salle .
Hacia una biografía crítica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
I. Reimpresión de Blain 1733. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
II. Índices y tablas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
III. Otras fuentes biográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
Itinerario e interrelación de las cuatro primeras biografías de San Juan
Bautista de La Salle . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
II. Las dos biografía escritas por Francisco Elías Maillefer. . . . . . . . . . 271
Introducción 273
1. ¿Quién fue Maillefer?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273
2. Las dos biografías escritas por Maillefer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273
3. Cómo nos han llegado las dos biografías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 275
El texto de 1723. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 275
A. El manuscrito X . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 275
B. El manuscrito «Carbon» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 276
El texto de 1740 (manuscrito «Re») . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 277
4. Diferencias entre las biografías de Maillefer . . . . . . . . . . . . . . . . . . 278
Maillefer I
Manuscrito de 1723 - Copias Ca y X
Primera biografía de San Juan Bautista de La Salle escrita por
Francisco Elías Maillefer
La vida del señor Juan Bautista de La Salle, sacerdote, doctor en
teología, antiguo canónigo de la iglesia catedral de Reims y fundador
de los Hermanos de las Escuelas Cristianas 279
Maillefer II
Manuscrito de 1740, conocido como «Re»
Segunda biografía de San Juan Bautista de La Salle, escrita por
Francisco Elías Maillefer
La vida del señor Juan Bautista de La Salle, sacerdote, doctor en
teología, antiguo canónigo de la iglesia catedral de Reims y fundador
de los Hermanos de las Escuelas Cristianas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 433
Índices de Maillefer I y II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 599
Índice de nombres de lugares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 601
Índice de nombres de personas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 613
Índice temático . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 647