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MAQUIAVELO

Maquiavelo nace en 1469 en Florencia y recibió una formación en los clásicos


grecorromanos, lo que era habitual en el Renacimiento. Poco se sabe de su vida
hasta que entra en la escena pública como segundo canciller de la República de
Florencia. Durante 14 años, Maquiavelo se vio implicado en las relaciones
internacionales de la República, con viajes continuos a los 3 grandes centros del
poder europeo: la Francia de Luis XII, el imperio de Maximiliano (padre de Carlos
V) y el papado. Desde 1494 Florencia era una República, tras la caída de la familia Medici. En
1512 los Médici regresan al poder gracias al apoyo de las tropas españolas. Maquiavelo cae en
desgracia con este cambio de régimen, lo que le llevó a ser encarcelado y torturado por
sospechas de conspiración. En su retiro escribió sus principales obras: El Príncipe (escrita en
1513 pero publicada póstumamente en 1532), los Discursos sobre la primera década de Tito
Livio, escritos entre 1514 y 1519), el Arte de la Guerra, publicado en 1521. Por último, destaca
la Historia de Florencia, un encargo del que luego sería el papa Clemente VII.

El contexto político europeo es


decisivo para entender el
principal interés de
Maquiavelo. La diseminación
del poder característico del
medievo está siendo
reemplazado por los estados
nación que, como Francia o
España emergen como grandes
potencias. Por otro lado, el
Papado ni es capaz de unificar
Italia ni permite que otras
fuerzas lo consigan. Maquiavelo siempre considerará como ideal la unión política del Italia y
entiende que para esa tarea es imprescindible fundamentar la acción política sobre los hechos,
tal como nos los muestran la historia y una atenta observación de lo que los hombres hacen,
más que el estudio de lo que deberían hacer. Esta disociación entre ética y política es una
constante en Maquiavelo. Asimismo, defiende una visión moderna del poder, entendido no
como un legado divino sino como una fuerza natural que debe ejercerse con astucia y decisión.

Maquiavelo, a pesar de ser un pensador renacentista, defiende con claridad una concepción
del poder político plenamente moderna. Si comparamos sus ideas con las de Aristóteles
veremos que el contraste es radical. Para Aristóteles, la ética y la política son ambas ciencias
prácticas que proceden de manera continua: no hay confrontación ni antagonismo entre
perseguir el bien individual, como hace la ética, y el bien común, que persigue la política y que
es de naturaleza mayor que el de uno solo. Para Aristóteles, el bien individual, la felicidad, no
es alcanzable si no es dentro de una ciudad justa, por lo que la política se convierte en la
ciencia práctica por excelencia. En Maquiavelo nos encontramos con una clara separación
entre la moral, que se ocupa de las virtudes privadas, de lo que los hombres deberían ser y
hacer, y la política, que tiene como noción central el poder, su adquisición y conservación. Las
virtudes privadas e individuales deben quedar a un lado para que se imponga la ciencia de la
naturaleza humana, que es lo que el gobernante necesita para preservarse en el poder.
Maquiavelo rechaza que sea la moralidad del gobernante lo que legitima su autoridad. No hay

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MAQUIAVELO
IDEAS PRINCIPALES DE EL PRÍNCIPE

La tarea del príncipe (gobernante o monarca) es


la de adquirir y retener el poder, por lo que el
hombre que nace con él se puede considerar
afortunado, ya que el que lo tiene que conseguir
viniendo desde abajo, mediante la conquista y la
traici´n va dejando tras de sí numerosos
enemigos que deberá eliminar.
Si el príncipe debe ser cruel -y a menudo debe
serlo para retener el poder- debería serlo sin
dudarlo un momento. Al hacerlo debe tratar que
el daño infligido a sus enemigos sea grande, pues
el daño pequeño no evita ni disuade del intento
posterior de vengar el agravio sufrido.
El príncipe debe preocuparse por sus súbditos en una base moral sobre la que juzgar usos
la medida en que tal preocupación refuerce su legítimos e ilegítimos del poder. Para él, la
posición y su poder en estado. autoridad (poder legítimo) y el poder sin
En general, el príncipe debe tratar de ser temido más son equivalentes. Por ello, contra la
más que amado por sus súbditos, pues el temor teoría moralista de la política, sostiene
es más estable y menos voluble que el amor. que la única preocupación de la política es
Aunque el príncipe puede ser una persona la adquisición y mantenimiento del poder,
virtuosa, el halago, el engaño e incluso el cualquier otra consideración, como la
asesinato son necesarios para mantenerse en el búsqueda del bien común por parte del
poder. gobernante o la satisfacción de los
Las reglas morales no se aplican a la tarea del intereses de los súbditos sólo poseen un
gobierno, pues supondrían un impedimento para valor instrumental, en la medida en que
hacer lo más conveniente para mantenerse en el convenga ocuparse de ellos para el
poder y sus consecuencias serían nefastas para el mantenimiento en el poder.
estado.
La observación fría y rigurosa de los que los
El Príncipe es una obra dirigida y dedicada
hombres hacen y de sus motivos reales (ciencia
a Lorenzo de Medicis y está escrita en
de la naturaleza humana) y de lo que han sido y
forma de consejos para que el gobernante
hecho (historia) deben ser los elementos con los
sea prudente y capte y aproveche en su
que debe contar el príncipe, más que la
favor las oportunidades que le presente la
moralidad y sus principios.
fortuna. Se trata de una obra política marcada por el realismo y la absoluta separación de las
esferas de la ética y de la política. Esta obra inaugura una época en la que la ciencia política trata
de constituirse al margen de los principios éticos: supone una declaración de la autonomía de lo
político respecto de lo moral. Para ello, Maquiavelo aborda la política desde la perspectiva de
un científico moderno, juzgando a los hombres por cómo se comportan de hecho, como
animales políticos, cuáles son las fuerzas que los mueven, y las pasiones que los empujan, en
vez de especular acerca de cómo idealmente deberían comportarse. Esta separación radical de
la política y la ética es lo que ha alimentado el término maquiavélico y sus connotaciones
negativas: astucia, crueldad y ausencia de escrúpulos morales para alcanzar los fines propuestos.
El Príncipe debe leerse como un manual de consejos para ganar y retener el poder y es en esto
y no otra cosa en lo que el gobernante demuestra su prudencia. El contexto que hay que tener
en cuenta para situar la obra es el de la Italia del renacimiento tardío, dividida en facciones y en
la que la lucha por el poder y las intrigas internacionales por influir a favor o en contra de unos

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bandos tienen que ser tratados al margen de la moral. La intención última de Maquiavelo es la
unificación política de Italia (algo que no sucederá hasta el último tercio del s. XIX) y su
constitución como estado independiente bajo un gobierno secular lo suficientemente fuerte
como para enfrentarse a los poderes de los nuevos estados-nación como Francia y España, al
emperador o al Papa.
En El Príncipe, Maquiavelo trata exclusivamente de una forma de gobierno, la monarquía, pero
eso no debería ocultar sus preferencias por formas de gobierno republicanas (que trata en otra
obra, los Discursos acerca de la primera década de Tito Livio).
Maquiavelo deja a un lado los asuntos morales porque cree que no son relevantes para la tarea
del príncipe, sino para su faceta como individuo particular, no en su faceta como gobernante.
Maquiavelo clasifica las posibles formas de gobierno en monarquías o repúblicas. En esta obra
se centra únicamente en las monarquías.

Maquiavelo afirma que la mejor monarquía es la que procede de un poder heredado y


legitimado por la tradición porque, a diferencia de los gobernantes que ascienden al poder, no
necesitan ofender a tanta gente para asegurar su posición, algo que siempre invita a la venganza.
El gobernante ya establecido recoge los beneficios del olvido de los abusos pasados. El recién
llegado, seguro que habrá dejado en su ascenso traiciones, promesas incumplidas y agravios que
están en la memoria de los ofendidos. Por ello deberá hacer frente a sus intentos de rebelión o
de venganza. Además, tendrá que pactar y prometer bienes para asegurar su posición; y esas
promesas suponen cargas, obligaciones y finalmente debilidades. Maquiavelo pensaba que los
nuevos gobernantes deberían llevar a cabo acciones crueles y hacerlo sin duda, con
determinación y a gran escala, para cortar todo intento de conspiración. De este modo, creía
que se evitaba que la crueldad terminara prolongándose en el tiempo. Por eso recomienda que
los daños infligidos sean grandes, pues los pequeños ni evitan ni disuaden de la venganza, sino
que de manera indirecta la alientan, al percibir los adversarios esa benevolencia como un signo
de debilidad.

Cuando el príncipe tiene que gobernar a ciudadanos acostumbrados a vivir bajo sus propias
leyes, y cuya ciudad ha sido conquistada, Maquiavelo recomienda seguir tres estrategias:

 que el gobernante erradique totalmente aquellas leyes y someta por la fuerza a los
súbditos eliminando físicamente a los que se opongan, como hicieron los romanos con
las ciudades rebeldes.
 que el gobernante fije allí su residencia, a la espera de disuadir posibles rebeliones.
 permitir a esos súbditos vivir bajo sus propias leyes y exigirles impuestos más altos,
dejando las leyes en manos de unos pocos ciudadanos en los que pueda confiar.
Maquiavelo advierte al príncipe del peligro de ignorar las actividades de los ciudadanos
acostumbrados a vivir bajo sus propias leyes y que han perdido su libertad por la
conquista:

“En las repúblicas, por el contrario, hay más valor, una mayor disposición de odio contra
el conquistador que allí se hace príncipe, y más deseo de venganza contra él.
Como no se pierde en ellas la memoria de la antigua libertad, y que ella le sobrevive
con toda su actividad, el más seguro partido consiste en disolverlas o habitar en ellas.”

Maquiavelo estudia cómo adquieren los hombres poder sobre sus posesiones; por ejemplo, un
gobernante puede alcanzar su poder por medio de las habilidades de otros o por las suyas
propias. Esta es la forma más segura, pues lo hace menos débil y menos dependiente de los
talentos de otros. Por esta misma razón el príncipe debería dirigir él mismo su propio ejército

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sin depender de ejércitos aliados o mercenarios.
Maquiavelo resume las formas en las que el príncipe puede alcanzar el poder político:

 por su propios méritos y habilidades


 por el aprovechamiento de circunstancias apropiadas, como la riqueza o la herencia
política
 mediante conductas inmorales e incluso criminales
 siendo elegido por sus conciudadanos.
Maquiavelo no condena al gobernante que tiene éxito porque usa técnicas inmorales y
criminales. Sin embargo, nunca afirma que la crueldad sea el mejor medio para alcanzar
el poder; más bien lo defiende de
modo condicional: si la situación
“Cuando el príncipe reside en este nuevo
exige ser cruel, el príncipe debe
Estado, si se manifiestan allí desórdenes,
hacer lo necesario y hacerlo con
puede reprimirlos muy prontamente; en
determinación.
vez de que si reside en otra parte, y
El príncipe prudente debe saber
que los desórdenes no son de gravedad,
elegir las circunstancias propicias
no hay remedio ya. Cuando permaneces
para hacerse con el poder, pues la
allí, no es despojada la provincia por la
fortuna es un elemento que aunque
codicia de los empleados y los súbditos se
no se puede dominar sí puede
alegran más de poder recurrir a un príncipe
aprovecharse. Maquiavelo recoge la
que está cerca de ellos, que no a un príncipe
influencia del estoicismo y su énfasis
distante que le verían como extraño: tienen
en el papel de la fortuna y la
ellos más ocasiones de cogerle amor, si
aceptación del destino.
quieren ser buenos; y temor, si quieren ser
“Lo peor que el príncipe tiene malos. Por otra parte, el extranjero que
Maquiavelo analiza el que podríamos llamar
que temer de un pueblo que no hubiera apetecido atacar este Estado,
“caso más favorable” aquel en el que el príncipe
le ama es el ser abandonado tendrá más dificultad para determinarse
alcanza el poder por el consentimiento de los
por él; pero si le son contrarios a ello.” (El Príncipe, III)
ciudadanos. Lo primero que observa es que esa
los grandes, debe temer no es una situación poco frecuente, por lo que no
solamente verse abandonado, sino sirve como modelo universal. Cuando el príncipe
también atacado y destruido por es elegido de ese modo no necesita temer que
ellos; porque teniendo estos los hombres se le opongan o le desobedezcan:
hombres más previsión y astucia, lo peor que le puede pasar es que quienes lo
emplean bien el tiempo para salir apoyaron lo abandonen. Cuando alcanza el
de aprieto, y solicitan dignidades al poder por sus propios méritos, debe temer
lado de aquel al que esperan ver tanto la posible deserción de los que lo
reinar en su lugar.” apoyaron como la posible rebelión de aquellos a
(El Príncipe,
quienes IX) El príncipe debe conocer a aquellos que por su capacidad podrían
desplazó.
urdir y dirigir una rebelión contra él para buscar su favor o eliminarlos. Para Maquiavelo,
el bienestar de su pueblo debe ser una preocupación del gobernante, pero no tanto
porque eso sea un bien en sí mismo sino por su valor como elemento que garantiza la
conservación del poder, por su valor instrumental.

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Maquiavelo analiza algunas virtudes morales pero lo hace en su dimensión política, en
la medida en que puedan contribuir o no a
“La matanza de sus conciudadanos, la permanencia del príncipe en el poder. Por
la traición de sus amigos, su ejemplo, la generosidad es valiosa sólo si
absoluta falta de fe, de humanidad produce más beneficio que daño. El
y religión, son ciertamente medios príncipe debe imponer impuestos sin ser
con los que uno puede adquirir el miserable, pero a veces es preferible una
imperio; pero no adquiere nunca con fama de miserable que de generoso, pues la
ellos ninguna gloria.” (El Príncipe, VIII) fama de generoso puede dificultar subir
En este texto puede apreciarse cómo unos impuestos que puedan ser
Maquiavelo no censura por inmoral al imprescindibles para asegurar el poder.
gobernante que adquiere el poder por Maquiavelo da más importancia a las
medios “inmorales” virtudes percibidas o aparentes que a las
reales, que son irrelevantes para los
asuntos públicos. Así, desde esta
perspectiva “amoral” o científica, la generosidad del gobernante puede llevar a que sus
súbditos lo odien y desprecien, porque recordarán más cuándo dejó de serlo que todo
el tiempo en que lo fue.
Del mismo modo, el príncipe debe ser compasivo si eso refuerza su posición y no se
interpreta como un signo de debilidad. Maquiavelo afirma que el amor es un
sentimiento más inestable que el miedo, por lo que el príncipe debería elegir ser
obedecido por temor a los castigos que por el amor o admiración de sus súbditos, ya
que pocas cosas son tan volubles como el favor de los hombres: “ los hombres temen
menos el ofender al que se hace amar que al que se hace temer, porque el amor no se
retiene por el solo vínculo de la gratitud, que en atención a la perversidad humana, toda
ocasión de interés personal llega a romper; en vez de que el temor del príncipe se
mantiene siempre con el del castigo, que no abandona nunca a los hombres”
Para Maquiavelo, lo ideal es la astucia del zorro y la fuerza del león, disimular acerca de
los motivos reales de sus planes y designios. En política interna, permanecer atento a
evitar conspiraciones; en política exterior a tratar de mantener temerosos a sus
enemigos.
En todo momento Maquiavelo trata de fundamentar sus tesis en la naturaleza humana
estudiada desde la perspectiva del médico y el historiador, es decir, desde la perspectiva
científica. Desconfía de las utopías que dicen cómo deberían ser las cosas y terminan
por confundirlas con cómo realmente son: “Hay tanta distancia entre saber cómo viven
los hombres y saber cómo deberían vivir ellos, que el que, para gobernarlos,
abandona el estudio de lo que se hace, para estudiar lo que sería más conveniente
hacerse aprende más bien lo que debe obrar su ruina que lo que debe preservarle
de ella”.
Maquiavelo tiene una visión poco optimista del hombre, al que concibe como débil,
voluble y de lealtades cambiantes: “los hombres son ingratos, volubles, disimulados,
que huyen de los peligros y son ansiosos de ganancias. Mientras que les haces bien y
que no necesitas de ellos, como lo he dicho, te son adictos, te ofrecen su caudal, vida e
hijos pero se rebelan cuando llega esta necesidad.” Es sobre esta realidad humana
sobre la que debe construir el príncipe los cimientos de su gobierno. Para Maquiavelo,
sin embargo, gobernar es más un arte que una ciencia, a pesar de que se funde en esa
ciencia de la naturaleza humana, porque requiere la habilidad de interpretar el
momento estimar la oportunidad, descifrar voluntades y tener fortuna; todos esos

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elementos hacen que incluso el mejor príncipe pueda fracasar.
Se ha defendido (Ernst Cassirer) que Maquiavelo supone una liberación de la política del
teocratismo medieval, afirmando la soberanía e independencia plena del poder
temporal y político. Otros han visto en Maquiavelo un precursor de las modernas
justificaciones de “la razón de estado”, al que se concibe como un organismo propio e
independiente de las voluntades incluso de las leyes y que persigue sus propios fines.

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