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RENOVARSE DESDE DENTRO

Por Juan Valdez

Alguna vez escuché la historia del águila que de forma valiente, se encumbra en lo más alto de la montaña y comienza
un proceso para desprenderse del plumaje, garras y pico para dar paso a un pico nuevo, nuevas garras, nuevas plumas,
que le permitirán “seguir en el juego”, es decir, el águila se ve obligada a hacer este procedimiento porque su pico ya
está demasiado curvo, sus garras ya no son lo que eran y sus plumas ya no le permiten embestir el viento y remontarlo
como cuando era joven, el águila pues, cambia todo su exterior para sobrevivir.

No sé si estos animales tengan esa costumbre, que en lo personal se me hace muy valiente, porque el águila se tira el
pico a punta de golpes en la roca, -lo que implica coraje, asimismo, no come y pasa frío durante este proceso, -es decir
hace sacrificios que le permitirán seguir viviendo. Dicho relato, inspira. Aunque sea por un momento, pero inspira.

Los cambios superficiales son buenos, son signos de que algo queremos modificar en nuestra vida, pero, por desgracia
para nosotros los humanos, no son suficientes. Un cambio físico lo hacemos todos los días, todos los días nos
bañamos…bueno casi. Todos los días cambiamos de ropa, etc. Una vez al año, hacemos cambios más radicales, pero
siempre, siempre serán exteriores, dichos cambios exteriores, de cierta forma son reflejo de lo que somos por dentro,
pero, si el cambio se exterioriza en algo material, habrá que cambiarlo varias veces, porque recordemos que todo lo
material es finito, además de que no tendrá ningún provecho y sobre todo no permite EVOLUCIONAR.

Un cambio interior por otro lado, es más difícil de realizar, más complejo de entender, pero más duradero, es evolutivo,
y este cambio no se basa ni se rige por los cambios en el mundo –aunque hay que hacerlos para adaptarse. El cambio
interior, siempre nos va a hacer mejores personas.

Renovarse desde dentro, querido lector, es empezar a modificar lo que en esencia somos. Este cambio es parte de la
evolución, de nuestra evolución, y es exigido por las siguientes generaciones, aunque muchos no escuchen el llamado a
ese cambio, el cambio interior repercute en la eternidad. Permítame ponerlo de forma alegórica.

Imagine que usted es parte de una cadena de personas que han venido a este mundo a hacer algo verdaderamente
importante, importante para su medio inmediato. Por ejemplo, su abuelo quizá fue una persona que en su tiempo no
pudo estudiar, pero a sus hijos les dio por lo menos la primaria; sus hijos a su vez, quizá le dieron la secundaria y la
prepa a los suyos; y estos últimos le darán la universidad a los que vienen. Ahí ya hubo un cambio evolutivo, un cambio
de pensamiento y se inició mucho tiempo atrás, desde el interior del módulo social de la familia.

Si usted tuvo la fortuna de que su padre y madre le dieran una buena educación académica, usted hará lo mismo con sus
hijos, pero además quizá les dará un plus, ese cambio es el que se le exige como parte de la generación. Ahora imagine
usted, que ahí se rompe la cadena y usted decide no dar estudios a sus hijos. Entonces vendrá un colapso que las
generaciones futuras resentirán. Por desgracia es lo que está sucediendo con nuestros jóvenes, muchos padres de
familia, están rompiendo con el esfuerzo de las generaciones pasadas y con ello están mandando al traste a las
generaciones futuras.

Como decíamos al inicio, el renovarse implica MODIFICAR cosas, aspectos, no implica quitarlos, implica conocer el factor
que se quiere cambiar y modificarlo. Por eso le comentaba que era complejo, porque muchas veces pensamos que,
como el águila, será necesario quitarnos las garras y el plumaje, pero no, nuestra condición exige no quitar nada, pero si
modificarlo y encauzarlo hacia donde queremos que vaya, si logramos hacer eso en nosotros, podremos arrastrar con el
ejemplo a los demás, a los que están cerca de nosotros.

La imaginación por ejemplo, en la mayoría de personas es muy proactiva, si no, pregúntele a su esposa o esposo.
¿Cuántas cosas imaginó al momento de que usted no llegaba a casa? -Si es mujer, ya imagino por lo menos unas 3890
cosas. Entonces, si queremos cambiar nuestra imaginación, no podemos deshacernos de ella, porque si pudiéramos y lo
hiciéramos, seríamos simples máquinas que harían lo que los otros dicen, y tampoco podríamos generar ideas nuevas;
no obstante, sí podemos y debemos educar nuestra imaginación, y eso se logra en base a la disciplina.
¿Cuántas y cuántas personas anhelamos tener el peso ideal? Es uno de los propósitos que nos hacemos cada año, pero
pocos lo logran. Si vemos qué hay detrás del sobrepeso, encontraremos algunas razones fisiológicas y muchas, pero
muchas razones psicológicas que hacen que tengamos sobrepeso. Entonces para cambiar este aspecto y renovarnos
antes de hacer una dieta, será necesario sentarnos a ver, cuál es el origen de nuestro sobrepeso.

Si es fisiológico, habrá que dirigirse a un médico; si el desorden es psicológico con un profesional que nos mostrará el
camino. Pero al final, se tratará de modificar hábitos, hábitos de pensamiento, y de alimentación. Este desorden por
ejemplo, no podemos arreglarlo cambiando de talla, o cociéndonos con hilo la boca para no comer, es un cambio
interior, desde el fondo, que se va a reflejar en el exterior.

Ahora bien, al águila de la analogía, se le hace necesario el cambio físico porque básicamente es lo único que es, es
decir, para los animales que no tienen una conciencia inteligente, su misión y presencia solamente es física, están
creados para ser parte del ecosistema, y los hábitos o costumbres que llegan a tener, son con el único fin de sobrevivir
el máximo tiempo en un ambiente físico. Muchas personas piensan lo mismo, que solo somos seres terrenos, físicos, y
entonces se esmeran en su aspecto y habilidad, le rinden culto al cuerpo y se olvidan en su totalidad de que la persona
no solo es física sino también espiritual y emocional.

Entonces bien, si combinamos el cambio físico, con el cambio interno veremos resultados maravillosos, aunque si lo
ponemos en orden, yo me atrevería a decir que lo primero es buscar lo que queremos cambiar, y empezar por lo más
difícil, la parte interna. Averiguar qué es lo que no me gusta de mi forma de ser. Después, qué es lo que no me gusta de
mi ser físico y descubrir si lo físico no es consecuencia de lo psicológico.

Como leeremos en algún momento en la sección de Escuela para Padres, estar bien, de forma física y psicológica, va a
ayudar a tener nuestro espíritu en armonía y eso también se verá reflejado en nuestra faz. El espíritu será pleno en un
cuerpo y mente que estén en perfecto balance. Podemos empezar por la parte física, pero puede ser que los esfuerzos
sean en vano, la recomendación para el cambio profundo es iniciar en el interior, porque el cambio interno, siempre,
siempre, va a empujar al cambio externo. No puede ser de forma contraria, recordemos que “nada de lo que está afuera
nos puede dañar”.

Saludos.

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