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Niños Con Baja Capacidad Cognitiva o Límite
Niños Con Baja Capacidad Cognitiva o Límite
Van mal en el colegio, les cuesta aprender y hay quien además se burla de ellos, sin embargo, tienen derecho a sentirse
aceptados y queridos
Quiénes son?
Se considera niños con baja capacidad cognitiva o límite a aquellos que, tras una evaluación psicológica, presentan un cociente
intelectual de 70 o algo inferior al mismo. A la hora de aprender diferentes contenidos en el colegio tienen dificultades. Son lentos en la
asimilación de las ideas, les cuesta realizar ejercicios de lógica, les supone gran esfuerzo sintetizar o resumir las ideas principales de
un texto. etc.
El hecho de tener menor capacidad cognitiva no siempre supone que tengan mermadas otras capacidades o inteligencias, que
también se deben explorar.
La Discapacidad Intelectual Límite (DIL) se refiere a una dificultad significativa para la adaptación y los aprendizajes escolares, especialmente en el aprendizaje de aquellas
áreas y tareas las cuales requieren funciones psicológicas de razonamiento. Esta discapacidad provoca un menor grado de habilidad o ejecución en el desarrollo de las
capacidades de una persona.
Las personas con inteligencia límite no tienen retraso mental, pero tampoco disponen de una habilidades cognitivas y personales para enfrentarse a las exigencias de un
entorno demasiado competitivo, exigente y rápido.
En la mayoría de los casos, estas personas acuden a una escuela ordinaria con las adaptaciones curriculares que precisan en función de sus necesidades, pero en la
Educación Secundaria Obligatoria tienen muchas dificultades para seguir el ritmo académico que se les exige.
• En el desarrollo cognitivo:
– Bajo C.I. (70 – 80/85)
• En el desarrollo emocional:
– Dificultades para expresar sentimientos y percibir afectos.
– Reacciones emocionales primitivas a la frustración que, en ocasiones, conlleva conductas impulsivas o agresivas.
• En el desarrollo de la adaptación:
– Los cambios en la vida diaria pueden conducir a la frustración.
Una persona con limitación es como cualquier otra en su faceta sentimental y emocional. La afectividad debe tener una relevancia especial en su intervención psicopedagógica.
Tratar a la persona desde patrones afectivos positivos será la mejor ayuda para favorecer su aprendizaje.
Ante un niño que presente D.I.L., la Intervención Psicopedagógica ha de comenzar lo más pronto posible y de forma constante para promover el desarrollo de sus capacidades.
Esta Intervención Psicopedagógica deberá tener como objetivos:
– Adaptar la metodología de la enseñanza de la lectura, escritura y matemáticas a las características del niño.
La inteligencia límite es un término que se usa cuando una persona tiene ciertas limitaciones en su funcionamiento mental y en el uso de
habilidades tales como comunicación, cuidado personal, y destrezas sociales. Estas limitaciones causan que el niño aprenda y se desarrolle
más lentamente. Los niños con inteligencia límite pueden necesitar más tiempo para aprender a hablar, caminar, cuidado personal, como
vestirse o comer. Están propensos a tener problemas en la escuela. Los niños con inteligencia límite aprenderán, sí, pero necesitarán más
tiempo. Es posible que no puedan aprender algunas cosas.
Los especialistas han encontrado varias causas para la inteligencia límite. Las más comunes son:
Condiciones genéticas. La inteligencia límite puede estar causada por genes anormales heredados de los padres, errores
cuando los genes se combinan, u otras razones. Algunos ejemplos de inteligencia límite debido a condiciones genéticas pueden
ser los niños con diagnóstico de síndrome de Down, síndrome frágil X, y phenylcetonuria (PKU).
Problemas durante el embarazo. También la inteligencia límite puede ser debido a un mal desarrollo durante el embarazo. Una
mujer que bebe alcohol, que es drogadicta o que contrae una infección como la rubéola durante su embarazo puede también tener
un bebé con inteligencia límite.
Problemas al nacer. Si el bebé tiene problemas durante el parto, como, por ejemplo, si no está recibiendo suficiente oxígeno, él o
ella podría tener inteligencia límite.
Problemas de la salud. Algunas enfermedades tales como tos convulsiva, varicela, o meningitis pueden causar inteligencia límite.
La inteligencia límite puede también ser causado por malnutrición extrema (por no comer bien), o por no recibir suficiente cuidado
médico, o por ser el bebe expuesto a productos venenosos tales como plomo o mercurio.
La inteligencia límite no es una enfermedad. No se puede contagiar por otras personas. La inteligencia límite no es un tipo de enfermedad
mental, como la depresión. La mayoría de los niños con inteligencia límite pueden aprender a hacer muchas cosas. Sólo necesitan más
tiempo y esfuerzo que los otros niños.
Diagnóstico
Observando si el niño tiene las destrezas necesarias para vivir independientemente (esto se conoce como conducta adaptiva o
funcionamiento adaptivo o social).
El funcionamiento intelectual (también conocido como el coeficiente de inteligencia, o “IQ” en inglés) es generalmente medido por un test
llamado prueba de coeficiente de inteligencia. La puntuación promedio es 100. Se opina que las personas que obtienen una puntuación entre
70 y 75 o por debajo, tienen inteligencia límite.
Para medir la conducta adaptiva, los profesionales estudian lo que el niño puede hacer en comparación a otros niños de su edad. Ciertas
destrezas son importantes para la conducta social. Estas son:
Las destrezas para la comunicación, tales como comprender lo que se dice y poder responder;
Destrezas sociales con los compañeros, miembros de la familia, adultos, y otras personas.
Para diagnosticar la inteligencia límite, los profesionales estudian las habilidades mentales de la persona (inteligencia) y sus destrezas
adaptivas. El diagnóstico puede cambiar con el aprendizaje. En tanto crece y aprende la persona con inteligencia límite, su habilidad para
vivir independientemente y llevarse bien con el mundo también aumenta. Aproximadamente un 3 por 100 de los niños tienen inteligencia
límite.
Como el 87 por ciento de las personas con inteligencia límite sólo son un poco más lentas que el promedio de los otros niños al aprender
información y destrezas nuevas, es posible que sus limitaciones no sean aparentes durante la primera infancia. También es posible que no
sean diagnosticadas como personas con inteligencia límite hasta que comiencen a ir a la escuela. Ya adultos, muchas personas con
inteligencia límite leve pueden vivir independientemente. Y una vez educadas es posible que otras personas no las consideren como
personas diferentes. Es decir no se vea su vida de adulto afectada. El otro 13 por ciento de personas con inteligencia límite (que obtiene
menos de 50 en la puntuación de pruebas de inteligencia) tendrán más dificultades en la escuela, en casa, y en la comunidad. Puede
necesitar apoyo intensivo durante toda su vida.
En el estudio ‘Inteligencia límite. Perfil, necesidades, recursos y propuestas de mejora’, llevado a cabo por María Frontera Sancho y Carlos
Gómez Bahillo, de la Universidad de Zaragoza, junto con la Asociación Enlineay el Real Patronato sobre Discapacidad, se destaca cómo la
escuela “supone un importante reto para las personas con inteligencia límite por las exigencias académicas y sociales que conlleva”.
Detectar a tiempo a los alumnos con inteligencia límite se convierte, por lo tanto, en una prioridad para contar con el diagnóstico y tratamiento
adecuados.
Para ello, el estudio propone una serie de claves que faciliten la tarea de reconocer a los estudiantes con inteligencia límite. De este modo,
se destacan las siguientes:
Dificultades desde el inicio de curso. “A menudo, es al comienzo de la escolarización cuando se confirman las limitaciones que
presenta el niño”, se subraya. Conforme avanza el curso, las dificultades son cada vez mayores por la exigencia del nivel de
enseñanza y los pequeños carecen de menos estrategias resolutivas, lo que puede llevar a no superar con éxito el curso
académico, si no se pone remedio desde el principio. “El comienzo de la educación secundaria (ESO) constituye otro
momento clave en la detección del problema”, se precisa. Casi la cuarta parte de las familias encuestadas para el estudio
indicaron que las dificultades escolares de sus hijos empezaron en los primeros cursos de Educación Primaria. Los problemas en
la ESO abarcan la dificultad de los aprendizajes, la falta de apoyos, el cambio de metodología, así como el trato de profesores y
compañeros, entre otros.
Insatisfacción con profesores y otros compañeros. Pese a que la mayoría de los alumnos con inteligencia límite guardan un
buen recuerdo de su etapa escolar, cuatro de cada diez aseguran que durante los años de estudiantes su nivel de insatisfacción
fue elevado (alrededor del 40%) y casi en la misma proporción (41,80%), los padres afirman que sus hijos guardan un mal
recuerdo motivado por el currículum y el trato con los compañeros. De hecho, más del 40% de las personas con inteligencia límite
encuestadas para la elaboración de la investigación aseguraron que cambiarían el trato recibido por sus compañeros y docentes.
Durante la etapa escolar, los estudiantes echaron de menos más atención y apoyo por parte de los profesores, así como el
respeto de los compañeros.
Suspensos y repeticiones de curso. El fracaso y abandono escolar son frecuentes entre los alumnos con inteligencia límite.
Casi dos de cada diez repiten o abandonan la escuela antes de cumplir 16 años y seis de cada diez no completan la ESO.
Quienes sí superan esta fase revelan grandes dificultades “cumpliendo parcialmente los objetivos de la etapa educativa”.
Necesidades de los estudiantes con inteligencia límite
El proceso de aprendizaje requiere adaptarse a las particularidades de las personas con inteligencia límite, pero a su vez, es igual de
importante asegurar un entorno seguro a los estudiantes con este problema. La falta de atención o la atención inadecuada por parte del
profesorado, así como las burlas y comportamiento de los compañeros, causan problemas serios a los niños afectados, que incluso en
ocasiones se cambian de colegio para encontrar una solución.
Cambios académicos. En primer lugar, se estima que el centro escolar ha de adaptar los contenidos a los alumnos, cambiar la
metodología o la forma de evaluación. Además, los progenitores reclaman que se atiendan las necesidades de integración social,
que se incrementen los profesores de apoyo, se ayude a mejorar las relaciones con los compañeros y con los docentes y se
adapte el currículum. Respecto a este último, se considera que debería replantearse cuál es el currículum más adecuado, ya
que es la principal fuente de insatisfacción para el 73,68% de las personas con inteligencia límite.
Atención temprana. Cuando antes se detecte la inteligencia límite, antes se prestará atención y se contrarrestarán sus
consecuencias. “Un escaso porcentaje de niños con inteligencia límite recibe atención temprana en los tres primeros años de
vida”, señala el estudio. Una consecuencia directa de esto es el cambio de colegio, con la idea de que un nuevo entorno, nuevos
profesores o nuevos compañeros ayudarán al éxito académico. Solo un 26% de las personas con inteligencia límite
encuestadas recibió atención temprana en los tres primeros años de vida y el 42% cambió de colegio debido a la necesidad
de apoyos mayores y más especializados.
Mejorar el trato con los compañeros. Casi una tercera parte de las personas con inteligencia límite recuerda la relación con sus
compañeros como una experiencia difícil y fuente de insatisfacción. Incluso algunos afirman que no tuvieron ningún amigo en el
colegio y tres de cada diez aseguran que hubieran querido cambiar de colegio por esta razón. Sobre todo el recreo
representa un momento crítico, ya que algunos niños no se divierten en él o, debido a la falta de supervisión, se registran casos
de acoso, burlas, aislamiento o marginación.
Cuidar el paso a Educación Secundaria. Este momento es clave, aunque cada vez que se pasa de curso los alumnos requieren
una atención especial, es el cambio a Secundaria el aspecto que más se debe tener en cuenta. “La dificultad de los
aprendizajes, la falta de apoyos, el cambio importante que supone en metodología, profesores y compañeros” son
algunas de las causas que los estudiantes señalan como más problemáticas.
Educación
Un niño con inteligencia límite puede rendir con normalidad en la escuela, aunque es probable que necesite ayuda individualizada. Para los
niños hasta los tres años, se debe utilizar un sistema de intervención temprana. La maestra debe trabajar con la familia del niño para
desarrollar lo que se conoce como un Plan Individualizado de Servicios para la Familia. Este plan describe las necesidades únicas del niño.
Describe también los servicios que recibirá el niño para tratar con sus necesidades. El plan individualizado enfatiza las necesidades únicas
de la familia, para que los padres y otros miembros de la familia sepan cómo ayudar a su niño pequeño con inteligencia límite.
Muchos niños con inteligencia límite necesitan ayuda en el aprendizaje de las destrezas sociales, que son las destrezas necesarias para
vivir, trabajar, y jugar dentro de la comunidad. Los maestros y los padres pueden ayudar al niño trabajando juntos para mejorar estas
destrezas, tanto en la escuela como en el hogar. Algunas de estas destrezas incluyen:
Usos sociales (modales, conocer las reglas de la conversación, llevarse bien en grupo, jugar un juego);
Salud y seguridad;
Pierda el miedo a la etiqueta: inteligencia límite. Lo importante siempre es que todo niño aprende en función de su propia
capacidad y en función de las expectativas que sobre él tienen sus padres. No le ponga límites a su hijo.
Aprenda más sobre la inteligencia límite (borderline en inglés). Mientras más sabe, más puede ayudarse a sí mismo y a su niño.
Anime a su niño a ser independiente. Por ejemplo, ayúdele a que aprenda las destrezas para el cuidado diario tales como vestirse,
comer sólo, usar el baño…
Cuente con él. Déle tareas a su hijo para hacer. Tenga en mente su edad, su capacidad para mantener atención, y sus
habilidades. Divida la tareas en pasos pequeños. Por ejemplo, si la tarea es de poner la mesa, pídale primero que ponga el
mantel, después que saque la cantidad apropiada de servilletas. Después pídale que ponga una servilleta en el lugar de cada
miembro de la familia en la mesa. Haga lo mismo con los platos, uno por uno. Explíquele lo que debe hacer, paso por paso, hasta
que termine el trabajo. Agradézcale mucho el esfuerzo. Demuestre su satisfacción por cómo ha realizado el trabajo.
Ayúdele cuando su hijo necesite ayuda. Pero sólo la ayuda necesaria para que sea el niño quien realice la tarea. Para que se
sienta útil. Para que sea feliz.
Averigüe cuáles son las destrezas que está aprendiendo su niño en la escuela. Busque maneras de aplicar aquellas destrezas en
casa. Por ejemplo, si el maestro está repasando una lección sobre el dinero, lleve su niño al supermercado. Ayúdele a contar el
dinero para pagar la cuenta. Ayúdele a contar el cambio.
Busque oportunidades dentro de su comunidad para que su hijo realice actividades sociales tales como ir de excursión con los
Boy Scouts o actividades teatrales en su centro de recreo y deportes. Esto ayudará a su niño a desarrollar destrezas sociales y
divertirse.
Hable con otros padres cuyos niños tienen inteligencia límite. Los padres pueden compartir consejos prácticos y apoyo emocional.
Reúnase con la escuela y desarrolle un plan educacional para tratar las necesidades de su niño. Manténgase en contacto con los
maestros de su niño. Ofrezca su apoyo.
Piense que usted puede lograr una gran diferencia en la calidad de vida de este alumno. Averigüe cuáles son las potencialidades
e intereses del alumno y concéntrese en ellas. Proporcionele oportunidades para el éxito.
Si usted no forma parte del equipo de enseñanza especial, solicite un curso. Las metas educacionales del alumno estarán
contenidas en éste, al igual que los servicios y apoyos que él o ella debe recibir. Hable con especialistas en su escuela o en otros
centros.
Sea tan concreto como le sea posible. Demuestre lo que desea decir en lugar de ofrecer sólo instrucciones verbales. Enseñe con
dibujos, muestre una foto. Y en lugar de sólo presentar una foto, proporcione al alumno materiales y experiencias prácticos y la
oportunidad de probar las cosas.
Divida las tareas nuevas y más largas en pasos más pequeños. Demuestre los pasos. Haga que el alumno realice los pasos, uno
por uno. Proporcione ayuda cuando sea necesario.
Enséñele al alumno destrezas de la vida útiles para la vida diaria, sociales, morales y ocupacionales. Haga que el alumno participe
en actividades de grupo o en organizaciones.
Trabaje junto con los padres del niño y junto a todo el personal escolar para crear e implementar un plan educacional especial
para cumplir con las necesidades de cada alumno. Comparta información en una forma regular sobre cómo le va al alumno en la
escuela y en casa.
En Estudio sobre la situación de las personas con capacidad intelectual límite se analizan la cuantificación de la población y las necesidades,
demandas y uso de recursos por parte de este colectivo.
Investigación realizada para la Fundación Belén dentro del proyecto Aceptar la Realidad por la Dra. Margarita Revenga, Profesora de la
Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid.
Dificultades en el aprendizaje
Creo que usted relaciona lo de «límite» con la capacidad intelectual límite, que se incluye en la clasificación de los trastornos
mentales (DSM-IV-TR) en la sección de Otros problemas que pueden ser objeto de atención clínica. En términos de Cociente
Intelectual (C.I.) se habla de capacidad intelectual límite cuando las puntuaciones van de 71 a 84 puntos. La capacidad intelectual
límite no es, pues, retraso mental, cuyo diagnóstico se hace cuando el C.I. es de 70 o inferior. Tenga en cuenta, con todo, que para
el diagnóstico de retraso mental, además de que hay que considerar otros criterios, sobre todo el comportamiento adaptativo, se
acepta un margen de ± 5 en el límite del C.I. Por eso, el mismo DSM-IV-TR advierte que no siempre resulta fácil realizar el
diagnóstico diferencial entre la capacidad intelectual límite y el retraso mental, sobre todo cuando están presentes en el mismo
sujeto otros trastornos mentales, como por ejemplo, la esquizofrenia. «Para diferenciar el retraso mental leve de la capacidad
intelectual límite se requiere una cuidadosa consideración de toda la información disponible». (DSM-IV-TR, p. 54). En este caso
«límite» o «borderline» se refiere a un nivel de inteligencia y de adaptación que no llega propiamente al normal, pero que tampoco
entra dentro del retraso mental.
Trastorno límite de la personalidad
Por el contrario, el trastorno límite (borderline) de la personalidad no tiene nada que ver con el problema de la capacidad
intelectual límite. Aquí, «límite» se refiere a intermedio entre la neurosis y la psicosis. Fue el psicoanalista Adolf Stern quien, en
1938, etiquetó con el nombre de borderline a un grupo de pacientes externos que no se beneficiaban de la terapia psicoanalítica
clásica y que no parecían encajar ni en la psicosis ni en la neurosis. Este estilo de comportamiento recibió el nombre de trastorno
límite de la personalidad en la tercera edición de la clasificación de los trastornos mentales de la Sociedad Americana de
Psiquiatría (DSM-III, 1980). Todavía se discute entre los especialistas los criterios diagnósticos y su mismo nombre.
Lo más característico de este trastorno es la inestabilidad generalizada, sobre todo, en estas áreas: regulación afectiva o de las
emociones, control de los impulsos, imagen o visión propia y relaciones interpersonales. Por supuesto, existen influencias
recíprocas de la inestabilidad en cada una estas áreas sobre las otras. La inestabilidad afectiva se refiere a un estado de ánimo muy
fluctuante, con importantes descensos o distimias, que reacciona de forma muy intensa a cualquier estímulo con una expresión
muy intensa de las emociones, sobre todo de ira, ansiedad. Da la impresión, y el sujeto puede tener la misma sensación, de que
vida emocional le desborda. La inestabilidad y labilidad afectiva es tan característica de este trastorno que en la Clasificación
Internacional de Enfermedades (CIE-10), de la Organización Mundial de la Salud, recibe el nombre de Trastorno de inestabilidad
emocional de la personalidad.
La impulsividad es también un rasgo muy importante de este trastorno, que hace que el sujeto resulte imprevisible en sus
comportamientos. Con frecuencia se trata de conductas perjudiciales para sí mismo: atracones, abuso de sustancias, actividad
sexual de riesgo, conducción temeraria, intentos de suicidio u otras conductas de autoagresión. Son precisamente los intentos de
suicidio –muy frecuentes– el motivo por el que muchas veces acuden o son conducidos a tratamiento. Destaca también como
característica de este trastorno el temor extremo a ser abandonados, incluso sin existir indicios relevantes que lo justifiquen. Este
temor les lleva en ocasiones a reaccionar con ira totalmente desproporcionada, o de forma más extrema todavía, como son las
automutilaciones o las conductas suicidas.
También suelen presentar las personas con este trastorno una alteración grave de la propia identidad. Es decir, una inestabilidad
muy acentuada al percibirse y valorarse, que se concreta en pensamientos contradictorios sobre sí mismo y sobre los demás. Así,
puede cambiar de forma brusca planes importantes de su vida, como abandonar los estudios, la profesión o una amistad. Con
frecuencia llegan a experimentar acentuados sentimientos de estar vacíos, lo que les lleva al aburrimiento y también a la
desesperación. Finalmente, su estilo de pensamiento está caracterizado por la dicotomía y extremosidad; es decir, sin utilizar
grados intermedios al juzgar a los demás o al juzgarse a sí mismo: o totalmente positivo, o totalmente negativo; todo o nada y de
un extremo al otro. Puede pasar con facilidad de la admiración más intensa por una persona a considerarla cruel y despreciable.
La frecuencia o prevalencia de este trastorno parece importante, incluso se ha indicado que afecta al 2% de la población general,
aunque este porcentaje tal vez sea resultado de una sobreestimación. Es más frecuente en mujeres que en los hombres, con una
proporción de 3:1, o de 4:1, que también podría ser una sobreestimación. Suele ser al comienzo de la edad adulta cuando este
trastorno se manifiesta con mayor intensidad, para luego suavizarse algunas de sus manifestaciones. Con todo, el pronóstico varía
según la precocidad en la manifestación de los síntomas, la intensidad, presencia de otros y la conciencia o no del sujeto de tener
este trastorno. El tratamiento, farmacológico y terapia psicológica, constituye un reto importante para los profesionales de la salud
mental, pero con frecuencia tienen buen resultado, al menos parcial.
Me he limitado a indicarle, muy por encima, algunas características que pueden estar presentes en el trastorno límite de la
personalidad. Resultaría interesante desarrollarlas más, así como tratar otros aspectos (por ejemplo, el origen o causas)
que aquí ni siquiera se enumeran.
Una persona con inteligencia límite es aquella cuyo coeficiente intelectual se sitúa entre 70 y 85, es decir, justo por debajo de lo que se considera normal,
pero tampoco englobado dentro del retraso mental.
• Comunicación
• habilidades sociales
Las personas con inteligencia limite no tienen retraso mental, pero tampoco disponen de unas habilidades cognitivas y personales para enfrentarse a las
exigencias del entorno.
Trabajar el autoestima
Las personas con inteligencia límite viven generalmente a lo largo de su infancia y adolescencia más experiencias de fracaso que de éxito, y esto conlleva
que en muchas ocasiones eviten enfrentarse a situaciones en las que corran peligro de equivocarse. La poca tolerancia a la frustración limita la vivencia de
experiencias personales que ayudan a cualquier persona a crecer y madurar. La autoestima se resiente y su bienestar disminuye, siendo probable que surjan
trastornos emocionales o conductuales. Es importante trabajar la autoestima, las habilidades sociales y la capacidad de tolerar frustraciones. Hay que apoyar
a la persona pero nunca sobreprotegerla o decidir por ella.
Que
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