Está en la página 1de 63

1

2
Moderadora:
Lvic15
Traductoras Correctoras
Cjuli2516zc Karen
Lvic15 María_clio88
Marisa_clio88 Maye
Nelly Vanessa Mimi 3
VanillaSoft Pochita
Fatima85

Revisión final:
Fatima85
Diseño:
Cecilia
Sinopsis Nueve
Uno Diez
Dos Once
Tres Doce
Cuatro Trece
Cinco Epílogo 1 4
Seis Epílogo 2
Siete Alexa Riley
Ocho
Mila ha modelado durante toda su vida. Descubierta cuando era joven,
ha pasado su vida en el punto de mira. La fama trae tanto cosas buenas
como malas, pero nunca esperó que le trajera peligro. Cuando se encuentra
con su nuevo guardaespaldas, se sorprende por lo mucho que desea su
protección.
Después de un accidente en el FBI que lo dejó marcado, Jax decidió
retirarse a su rancho de Colorado y finalmente tener algo de paz y silencio.
Pero cuando su compañero le llama para pedirle un favor, no puede negarse.
Ser un guardaespaldas no está en su radar... hasta que pone sus ojos en
ella.

Advertencia: Es fácil proteger un cuerpo cuando todo lo que quieres


hacer es frotarte contra él. Este héroe alfa está preparado para proteger lo
que es suyo, ¡pero eso no incluye anticonceptivos! Sumérgete en este 5
adictivo, dulce y atrevido romance.
Mila
—Mila, mira hacia aquí. —El fotógrafo chasquea los dedos para que
mire en su dirección. He estado en el set durante diez horas y estamos en
mi noveno cambio de vestuario. Mis pies están empezando a palpitar, y no
quiero nada más que irme a casa, pero sé que eso no sucederá pronto. Iré a
otro hotel. No es que importe mucho. Mi casa ni siquiera se siente como tal.
Aunque he estado allí durante un tiempo, nunca he tenido oportunidad de
arreglarla. En su lugar enviaron a un diseñador y el estilo no encaja conmigo
para nada. Fue hecho como mi madre les había dicho que lo hicieran, así
que era más de su gusto que del mío. Su gusto es un poco más exquisito
que el mío. A menudo siento que voy a dañar algo cuando estoy allí. Sin
embargo, amo mi cama. Nada supera tu propia cama.
Giro levemente la cabeza, dándole al fotógrafo lo que quiere. La inclino 6
en el ángulo correcto para esta iluminación. Debería saber cómo funciona
esto, ya que lo he estado haciendo durante casi quince años. Desde que un
hombre me descubrió, como ellos dicen, cuando tenía solo cinco años. Mi
madre había estado tan emocionada, pero yo no tenía idea de lo que
realmente estaba sucediendo.
Esta ha sido mi vida desde entonces. Saltar de ciudad en ciudad, y
frecuentemente, de país a país, recordándome una vez más que ni siquiera
estoy segura de la ciudad en la que me encuentro en este momento. Hago
memoria por un momento, luego recuerdo que es Nueva York. Llegué tarde
la noche anterior desde Londres. Reprimo un bostezo y deseo poder
tomarme un descanso, pero sigo adelante sabiendo que esta es la última
sesión de la noche. Me muevo descuidadamente para la cámara. Ya ni
siquiera tengo que pensar en eso.
Espero que el hotel tenga servicio de habitaciones hasta tarde, o quizás
pueda hacer que el conductor, Ben, se detenga por algo, aunquedudo que
pueda encontrar algo saludable en un restaurante de comida rápida. Pero
esto es Nueva York,seguro que puedo encontrar algo para pedir. Sin
embargo, creo que el sueño podría ganar la batalla esta noche. Posiblemente
me quede dormida antes que llegue la comida.
Puede que la agencia se asegure de tener más cosas de las que necesito,
pero la comida no es una de ellas. No estoy segura de que lo consideren una
necesidad en la vida, especialmente en mi línea de trabajo.
—Eso es todo —dice el fotógrafo. Todo el mundo comienza a aplaudir,
fuerzo una sonrisa amable en mi rostro y agradezco a todos. No quiero ser
grosera solo porque estoy cansada y hambrienta. Hace mucho tiempo me
dije que nunca sería como la mayoría de las otras modelos exigentes y
groseras que había conocido a lo largo de los años. Solía odiar cuando mi
madre venía conmigo a las sesiones de fotos, porque ella podía ser así.
Alrededor de los catorce años empecé a ir por mi cuenta, pero siempre con
un guardaespaldas.
Me dirijo hacia mi camerino dejando libre el bostezo que he estado
conteniendo. Al abrir la puerta, me congelo cuando veo a un hombre dentro.
Me está dando la espalda y su tamaño es más que intimidante. Su camisa
negra está apretada contra su amplia espalda. Mis ojos bajan aún más hasta
su trasero y mis labios se secan. Los lamo mientras mis ojos recorren su
espalda y sus piernas, pensando en cómo cada centímetro de su cuerpo está
cubierto de músculos. Está claro que este hombre está en forma y se
ejercita, pero deduzco que no es otro modelo, porque la mayoría de ellos son
delgados y esbeltos como los nadadores y los corredores. Este hombre está
construido más como un jugador de fútbol.
Se da vuelta y sus ojos oscuros se encuentran con los míos, haciendo
que mi respiración se detenga a medida que los entrecierra sobre mí. Su 7
cabello es corto, casi rapado, pero lo que realmente llama mi atención es la
larga cicatriz que recorre el lado derecho de su rostro. Atraviesa su ceja,
apenas rozando un ojo, y continúa por su mejilla terminando en la
mandíbula. No es un corte limpio. Es irregular, y parece ser vieja, ya que no
está roja e irritada.
Aparto mis ojos de su rostro, dándome cuenta de que lo estoy mirando
fijamente. Doy un paso atrás, pero chococon la puerta de mi camerino y me
doy cuenta de que estoy sola en una habitación con un hombre que no
conozco. Un hombre que es probablemente tres veces mi tamaño. Tuvieron
que dejarlo entrar, me tranquilizo pensando. El estudio tiene un montón de
seguridad, y los visitantes tienen que pasar por una serie de controles antes
que se les permita entrar al set.
Cuando miro a través de mis pestañas, veo que esta vez son sus ojos
los que están vagando por mi cuerpo. Observo su mandíbula apretarse y un
destello de ira cruzar su rostro.
—¿Tienes ropa? —Sus palabras salen profundas, como si no hubiera
hablado en días. Es entonces cuando recuerdo que estoy en sujetador y
bragas. Normalmente no me importaría, pero me sonrojo de repente y sé que
mi piel clara lo está mostrando.
—¿Puedo ayudarte con algo? —pregunto, sin hacer ningún movimiento
para cubrirme. Creo que dejé mi bata fuera. Estar medio vestida es algo a lo
que estoy acostumbrada. Demonios, cuando haces desfiles, a veces tienes
que vestirte y desvestirte en una habitación llena de gente que está haciendo
lo mismo.
Nunca he sido tímida con mi cuerpo, pero por alguna razón, me
pregunto qué piensa él de eso. Meto mi cabello detrás de la oreja, un hábito
nervioso cuando no estoy segura de qué decir.
Murmura algo que no entiendo antes de acercarse a mi bolso sobre el
pequeño sofá en la esquina de la habitación. Busca en su interior y saca mi
camisa, luego se acerca y la desliza sobre mi cabeza. Me quedo allí,
sorprendida. A continuación, se pone de rodillas, extendiendo los
pantalones cortos para que me los ponga. No estoy segura de qué más hacer.
No creo que este sea un hombre acostumbrado a que le digan que no. Mi
respiración se detiene cuando los sube por mis piernas y su áspero pulgar
se arrastra a lo largo de mi piel.
—¿Gracias? —susurro. No sé qué más decir cuando lo miro imponente
por encima de mí. Mi estatura es baja para ser una modelo. La mayoría mide
al menos un metro ochenta, mientras que yo solo mido un metro sesenta y
cinco. Eso nunca ha sido un gran problema para mí. Tenía una reputación
antes de los trece años, así que no fue una lucha conseguir trabajo. El único
inconveniente de mi baja estatura es que siempre me ponen los tacones más
altos para tratar de compensarlo. Estoy acostumbrada a que la gente se 8
eleve sobre mí, pero este hombre es diferente. Es más alto que yo por al
menos una cabeza. Tengo que inclinar el cuello completamente hacia atrás
para mirarlo.
—Soy tu nuevo guardaespaldas. —Su profunda voz se arrastra sobre
mi piel, haciendo que me pregunte si alguna vez me acostumbraré a ella.
—Oh. —Mis cejas se juntan, ¿qué le pasó a Ben?—. Pero Ben…
—Ha renunciado —dice, interrumpiéndome.
—Oh. —Mis hombros se caen. Apenas estaba empezando a
acostumbrarme a Ben, y realmente me gustaba. Era amable y hablaba
conmigo. A lo largo de los años, he aprendido que los guardaespaldas no
son realmente habladores—. Déjame recoger mis cosas y nos iremos —digo
pasando a su lado.
—¿Ni siquiera vas a comprobar que no estoy mintiendo? —gruñe. Me
congelo antes de agarrar mi bolso y luego me giro lentamente para mirarlo.
Esa mirada enojada está en su rostro de nuevo. Su mandíbula apretada.
—Bueno, supongo que no habrías dicho eso si estuvieras mintiendo. —
Agarro mi bolso y saco mi teléfono celular. Veo que tengo un mensaje de mi
agente.
Nora:Nuevo guardaespaldas. Estará en tu camerino. Su nombre es Jax
Knox. Es el mejor.
Jax murmura una maldición.
Me pongo las sandalias.
—Lista cuando quieras, Jax —digo, un poco sorprendida conmigo
misma por ser cortante con él. Paso por delante y abro la puerta. Debería
haber lavado mi rostro, pero lo haré cuando lleguemos al hotel, donde me
desmayaré sobre la cama. Me detengo cuando veo a otro hombre parado
fuera de mi puerta. Este no es tan musculoso como Jax, pero aun así es
grande por derecho propio.
Donde Jax es noche, con cabello, ojos y ropa oscuros, este hombre es
todo luz con cabello rubio ondulado y brillantes ojos azules. A diferencia de
Jax, me lanza una gran sonrisa.
—Señora. —Asiente, y noto que tiene un acento sureño.
—Hola —respondo, preguntándome quién es.
—Muévete, Rye —grita Jax detrás de mí, haciéndome saltar.
El hombre rubio levanta sus manos, sonriendo aún más.
—Lo siento, jefe. —Rye me lanza un guiño que hace que Jax gruña de
nuevo, haciendo que se me ponga la piel de gallina. Puedo sentir el calor de
su gran cuerpo detrás de mí. 9
—Es tu otro escolta —informa Jax. Me hace un gesto para que siga a
Rye—. Él cubre el frente y yo me quedo contigo.
Le miro por encima de mi hombro.
—¿Dos escoltas? ¿A tiempo completo? —pregunto. Solo tengo más de
uno en grandes eventos en los que sabemos que habrá multitudes.
Normalmente solo tengo uno.
—Sí. Las cosas van a ser cada vez más estrictas por aquí —me informa
mientras salimos por la puerta trasera del estudio. Rye mantiene abierta la
puerta de un auto para mí, me deslizo dentro y veo a Jax siguiéndome. No
puedo evitar echarle un vistazo. Normalmente mi guardaespaldas conduce.
Luego veo a Rye deslizarse en el asiento del conductor.
—¿Ha pasado algo? —Acerco el bolso a mi pecho. Siento la necesidad
de aferrarme a algo, y tengo miedo de lo que va a decir—. ¿Está bien mi
madre? —No he tenido noticias suyas en unas semanas, lo cual no es raro.
Le encanta viajar y puede desaparecer durante semanas. Más aún si
encuentra un hombre del que enamorarse locamente. Eso generalmente
dura un mes hasta que se aburra de él.
Jax me sorprende al tomar el bolso al que me estoy aferrando y colocar
sus grandes manos sobre las mías en un apretón reconfortante.
—Tu madre está bien. —Me desplomo contra el asiento con alivio—.
Relájate, te ves cansada.
—¿No es una buena manera de decir que me veo como una mierda? —
Me rio cuando escucho a Rye reírse disimuladamente.
—No creo que nadie haya dicho alguna vez que te ves como una mierda.
—Echo un vistazo a Jax, luchando con una sonrisa, pero me quedo inmóvil
cuando veo la mirada que me está dando. Es intensa y llena de deseo.
Normalmente me daría la vuelta y apartaría la mirada de algo así. Estoy
acostumbrada a las miradas que recibo, pero por alguna razón, me
encuentro presionando por más.
—¿Y cómo dirías que me veo?
—Como si necesitaras comer y descansar un poco. —Con eso, la vibra
que estaba sintiendo Jax se desvanece. Giro mi cuerpo hacia la ventana. Me
siento avergonzada porque pensé que podría llamarme bonita, o incluso
hermosa, lo cual es absurdo. Me dicen eso diariamente, pero por alguna
razón quería escucharlo de él.
Tal vez interpreté mal su mirada. No es como si fuera excelente con los
hombres. Nunca he salido con nadie, a menos que se cuenten las citas
arregladas por la agencia para publicidad, pero en realidad ni siquiera eran
citas. La mayoría del tiempo me juntaban con imbéciles de gran ego que
pensaban que eran la próxima gran cosa. Tendría que sonreír y ser educada, 10
sin querer nada más que irme de cualquier evento o restaurante en el que
estuviéramos.
Jax se mueve, y me detengo cuando su aliento golpea mi oreja.
—Eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida, pero no necesitas
que te diga eso —susurra. Sus manos se tensan sobre las mías—. Solo sé
que necesitas descanso y comida. Eso es lo que me preocupa en este
momento.
Lo miro, y sus ojos se clavan en los míos. Esta es la primera vez que
veo sus rasgos suavizarse. La preocupación se muestra en su rostro.
—Tienes razón —admito. Me percato de que, en realidad, se dio cuenta
de eso. Nadie me ha dicho eso antes. Nunca se han preocupado por mi
alimentación o descanso. Me inclino y apoyo la cabeza sobre su hombro. Su
cuerpo se congela, pero no me dice que me mueva. Dejo que mis ojos se
cierren, respirando su rico aroma silvestre mientras pienso que tal vez
pueda dormir unos minutos antes de llegar al hotel.
Jax
Me quedo completamente quieto, no queriendo despertarla mientras
toma unos cuantos minutos de un muy necesitado sueño. Levanto la vista
para ver a Rye mirándonos por el espejo retrovisor. Le lanzo una dura
mirada para que vuelva a poner los malditos ojos en la carretera y no en
nosotros. Ya sé que voy a estar escuchando mierda sobre esto cuando hable
más tarde con Sam. O tal vez saldré bien parado de todo ello.
¿Qué se me ha metido? Bajo un poco la cabeza, hundiendo la nariz en
la cima de la suya mientras inhalo su dulzura. Joder, este favor va a
matarme. Se remueve un poco, su cuerpo derritiéndose más contra el mío,
y tengo que luchar con un gruñido. Mi polla ya está dura, y he estado
intentando luchar contra esta erección desde que entró en su camerino con
nada más que unas bragas color crema y un sujetador adornado con 11
pequeños diamantes.
Nadie debería verse tan perfecto como ella. No importa que sea una de
las supermodelos mejor pagadas del mundo. Nunca en mi vida he visto tanta
perfección. Me quitó la respiración con un solo vistazo. Tampoco es solo su
apariencia. Hay una dulce inocencia flotando a su alrededor, tirando de cada
instinto protector que he tenido jamás. Aunque nadie que ha vivido con ese
estilo acelerado de vida podía ser tan inocente, ¿verdad?
Cuando Sam me llamó ayer pidiéndome un favor, había aceptado
reticentemente. No me gusta dejar mi cabaña en Colorado a menos que
tenga que hacerlo. He estado escondido allí durante los pasados tres años y
no tengo planes de ir a ningún lado. Era mi paraíso después de retirarme.
Alzo la mano y toco la cicatriz que me recorre el rostro. A menudo me olvido
de ella. No fue hasta que la mirada de Mila aterrizó ahíque recordé que la
gente siempre la ve primero cuando me miran.
Ha pasado un largo tiempo desde que he estado en la ciudad y recuerdo
que odio su ruido. Me paso una mano por el rostro. Paso la nariz sobre su
cabello de nuevo y la calma se apodera de mí inmediatamente. Joder, esto
no es bueno. He conocido a esta chica por dos segundos y ya puedo sentir
la necesidad de estar cerca de ella. Tranquiliza algo profundamente dentro
de mí, una inquietud que no me había dado cuenta de que estaba allí hasta
que lo calmó.
No sé si quiero maldecir a Sam o agradecérselo. Tomo otra profunda
respiración de su dulzura y murmura algo en sueños, dejando salir un
pequeño susurro que no hace nada para ayudar a mi dolorida polla. Elijo
darle las gracias a Sam, incluso con el dolor entre mis piernas empeorando
por segundos.
Sam abrió una agencia de guardaespaldas justo después que ambos
dejásemos el FBI. Intentó que me uniese durante años, pero después de lo
que se sintió una vida en el FBI y el accidente que me dejó fuera de combate
durante meses, únicamente quería estar solo y regresar a mi casa en
Colorado, donde mi abuelo me había criado.
Pasé los últimos años construyendo mi casa y haciendo trabajos
ocasionales de consulta para el FBI. Tengo ojo para ver cosas que nadie más
tiene. Me envían casos en los que están atascados. Lo reviso y les doy mis
opiniones. No era como si me hiciese falta el dinero y necesitase un trabajo
a tiempo completo. Mi abuelo sabía que yo no quería entrar en el negocio
familiar vendiendo equipamiento de construcción. No le importó
particularmente que no quisiese hacerme cargo. Siempre quiso que hiciera
lo que quería, y desde que era joven me había inclinado a unirme a las
fuerzas del orden.
Vendió la compañía unos años antes de morir, dejándome más dinero 12
del que podría gastar en veinte años. Soy un hombre simple y apenas he
tocado lo que me dejó, excepto para la tierra familiar donde construí mi
nuevo hogar durante los pasados años,manejándolo mayormente por mi
cuenta. Hay algo en trabajar con mis manos que me calma. Ahora todo en
lo que puedo pensar es en pasar las manos sobre la preciosa chica que se
ha movido y ahora está tumbada sobre mi regazo.
Acaricio su dorado cabello rubio, deslizando los dedos entre los
mechones cobrizos en él. Sé que me estoy metiendo en problemas con esta
chica. No me pertenece. Sam me envió un archivo sobre ella junto con mi
billete de avión a Nueva York, y al leerlo, parece que pertenece al mundo.
Lo que me golpeó con más fuerza fueron las imágenes de ella en citas.
Nunca había experimentado los celos antes de verlas. Lo peor es que los
sentí por una chica que no conozco. Necesito mantener la cabeza despejada
porque mi chica hermosa ha conseguido un acosador. No un loco cabrón
ordinario. No, tiene uno con varios trucos bajo la manga, como abrir
cerraduras, piratear sistemas de alarmas y evitar cámaras de seguridad.
No me sorprende que tenga acosadores. Cuando su fotografía golpeó mi
mesa, yo mismo comencé a acosarla. Al menos podía decir que lo mío era
trabajo. Nunca querría dañarla. Quien quiera que sea, está enfadado. Por
los mensajes que han enviado y las cosas que han hecho en su casa de
Beverly Hills, está claro que el cabrón es un psicópata. Por lo que recabé, no
se detendrá hasta que consiga lo que quiere o lo atrapemos. Tengo
esperanzas de poner mis manos en él primero.
Vuelvo a ponerme en modo guardaespaldas mientras nos detenemos
en el hotel.
—Ve a la puerta —le digo a Rye, que asiente, sale del auto y abre mi
puerta. Lentamente giro a Mila, poniéndola en mis brazos mientras salgo
del auto. Echando un vistazo alrededor, entro en el hotel y voy directo al
elevador.
Rye pulsa el botón, las puertas se abren inmediatamente y nos
subimos. Cuando llegamos a nuestra planta, no la llevo a su habitación. En
cambio, la llevo a mi suite. Rye abre la puerta por mí y la dejo sobre la cama,
luego compruebo la habitación antes que salgamos.
—Vigila la puerta. Volveré en cinco minutos —indico y me dirijo a su
habitación para recoger sus cosas. Cuando entro hago otra revisión, pero
no encuentro nada. Localizo una maleta abierta junto a su cama. Lanzo
dentro todo lo que encuentro en la habitación antes de encaminarme al baño
y tomar sus demás cosas.
Hago una llamada rápida al servicio de habitaciones para conseguirle
algo de comer y luego vuelvo a mi habitación. Rye no dice nada, pero arquea 13
las cejas hacia mí con una sonrisa.
—Mantén los ojos apartados de ella.
—Es parte de mi trabajo —contesta en ese acento sureño que estoy
seguro de que funciona para mantener llena su cama cada noche.
—Sabes a qué jodidamente me refiero —espeto, dando un paso en su
espacio personal. Sé que actúa de forma legal si trabaja para Sam, pero
estoy al borde con ella. Los celos y la posesividad se apoderan de mí y me
hacen querer marcar mi territorio. Necesito hacerle saber a él y al resto del
mundo que ahora es mía. Tal vez no en todos los sentidos, pero en este
momento está bajo mi protección, y eso la hace mía.
—Ni siquiera es mi tipo. —De nuevo alza las manos. Sé que no es su
tipo, pero, aun así, una chica como ella es el tipo de todo el mundo, no
importa para qué equipo juegues. O tal vez, de nuevo, es esa posesividad
que estoy sintiendo y soy incapaz de entenderque alguien no la encuentre
irresistible.
—Ten cuidado y estaremos bien —le digo antes de pasar la llave
electrónica y entrar a la habitación para comprobarla.
—Ten cuidado, hombre —dice mientras cierro la puerta. Me paso la
mano por el rostro, preguntándome si tal vez debería pedir otro hombre para
este trabajo. Sam me llamó a mí porque estaba preocupado y no podía
ocuparse él mismo del caso, y quería al mejor para el trabajo. También le
preocupaba que sus hombres no fuesen capaces de concentrarse en el
trabajo y manejarlo cuando se enfrentasen a su belleza. Pensó que Rye y yo
éramos los mejores. Joder si no estaba equivocado.
Entro al dormitorio para comprobarla de nuevo. La luz del baño llega a
la habitación. Permanezco junto a la cama y bajo la mirada hacia ella.
Durmiendo parece aún más joven que sus veinte años. Debería estar
avergonzado. Soy casi doce años mayor que ella. Razono conmigo mismo
sobre que ella necesita a alguien como yo en su vida para vigilarla,
mantenerla a salvo y asegurarse que es atendida, porque no creo que tenga
eso ahora mismo.
Niego. Necesito dejar de pensar en eso. ¿Por qué la chica más hermosa
del mundo elegiría estar conmigo? He visto a los hombres con los que ha
tenido citas. Galanes de Hollywood, creo que los llaman. Todo lo que vi
fueron chicos que no sabían cómo ocuparse de alguien como Mila. Necesita
un hombre. Un protector.
Echándole un último vistazo, vuelvo a la sala de estar y saco el teléfono
para llamar a Sam. Solo suena una vez antes que responda.
—Knox.
—¿Alguna novedad? —pregunto, sabiendo que si hubiese algo ya lo 14
habría enviado.
—No, pero todavía estamos procesando la escena —comenta. Mi
estómago se tensa. Vi imágenes de lo que el criminal hizo en su casa. Ella
ni siquiera lo sabe. Esa es otra cosa que no me parece bien. Dijeron que no
querían preocuparla, pero creo que tenía más que ver con que no querían
que cancelase la sesión de fotos de hoy. Todavía no quieren que se lo diga.
—No le mentiré —espeto.
—Haz lo que creas conveniente. Confío en tu juicio. —No estoy seguro
si estoy de acuerdo. Con otra persona no me importaría si me pidiesen
mentirle. Hago lo que tiene que hacerse, pero no quiero darle motivos para
odiarme, algo que use contra mí. Es una de las razones por las que no puedo
tenerla.
—La deseo —admito. Me siento un poco mejor sacándome eso de
encima. Oigo a Sam tomar un profundo aliento. Me pidió que aceptase este
trabajo porque pensó que no estaría alrededor de ella como un cachorrito.
Estaba un poco equivocado. Estoy jodidamente seguro de que no soy un
cachorrito,especialmente cuando tiene que ver con ella, estoy en completo
modo bestia cuando aparece la idea de alguien intentando acercársele.
—Tal vez debería enviar a alguien —indica finalmente después de un
momento.
—No me voy a ir —advierto.
—Jodido infierno. No dije eso. —Casi puedo escuchar una risa en su
voz, y no estoy seguro de qué cojones es tan gracioso—. Solo un par de ojos
extra.
Tampoco me gusta el sonido de eso hasta que me dice a quién va a
enviar.
—Enviaré a Cara. Estará ahí por la mañana.
Un poco de tensión abandona mi cuerpo. Cara es buena y no tendré
que preocuparme que desee a mi chica. Mi chica. Jesús, lo tengo mal.
—¿Realmente te gusta?
—Esto no es el instituto, Sam. —Niego. Soy demasiado mayor para los
enamoramientos. Esto es totalmente diferente.
—Quien sea este tipo, la desea. —Aprieto el teléfono con fuerza. Ya lo
sé. No necesito el recordatorio. El tipo destrozó su casa, pero no antes de
robar su ropa interior y correrse sobre su cama. Voy a quemarla. De hecho,
no quiero que vuelva a entrar a ese departamento jamás. No estoy seguro
de cómo voy a conseguirlo, pero soy un hombre que siempre consigue lo que
quiere, y me aseguraré de que sea verdad en lo que a ella se refiere.
—No puede tenerla —farfullo. Sabiendo que Sam obtuvo lo que quería. 15
Quería ver cuánto la deseaba. No me importa, de todos modos, no podía
ocultárselo a Sam. Es bueno leyendo a la gente. Ni siquiera tiene que estar
frente a ellos para hacerlo.
—Nunca pensé que vería este día. —Sé que tiene una sonrisa en su
rostro. Sam siempre fue el menos serio de los dos. Siempre fue el poli bueno
y yo siempre el poli malo. Trabajábamos bien juntos. Hacíamos un buen
equipo cuando estábamos en el FBI.
Me siento en el sofá.
—Yo tampoco —admito. Siempre fui un adicto al trabajo. Obsesivo, lo
llamaban. Cuando me centro en algo, no puedo detenerme hasta que
encuentro lo que estoy buscando o consigo lo que quiero. Es la razón por la
que el FBI todavía contacta conmigo para mirar algunos casos. He sido así
toda mi vida. Me ayudó a destacar. Aunque mis tendencias obsesivas nunca
han estado concentradas en una mujer. No estoy seguro de cómo manejarlo.
Es un nuevo sentimiento para mí.
Mila
Mis ojos se abren mientras siento una tela caliente en mi mejilla. Ruedo
hacia mi costado, mi visión se ajusta a la habitación tenuemente iluminada
para ver a Jax parado sobre mí mientras me limpia el rostro. Me quedo allí
estudiando su ilegible expresión, con sombras jugando a través de ella. Creo
que podría estar soñando, así que extiendo la mano para tocar su mejilla y
rozar mi dedo por su cicatriz.
Deja de pasar la tela por la mejilla y me doy cuenta de que no estoy
soñando en absoluto. Voy a retirar mi mano, pero se apoya en mi toque.
Continúo acariciando su cicatriz, asombrada por el contraste de la suave
piel y la incipiente barba.
—¿Qué estás haciendo? —pregunto. Está en mi habitación. No
recuerdo mucho más después de poner mi cabeza sobre su hombro y
16
quedarme dormida. Es un terrible hábito. Trabajo hasta que el cansancio
me toma y luego estoy muerta para el mundo. A veces podría colapsar
durante veinticuatro horas sin despertarme.
—Cuidando de ti —dice simplemente, como si lo que está haciendo
fuera lo normal. Aparto mi mano de su rostro, extrañando el contacto al
instante. ¿Qué tiene este hombre que me llama y me hace sentir a gusto y a
salvo?
—¿Me quedé dormida con el maquillaje puesto? —pregunto, ya
sabiendo la respuesta. Mi almohada probablemente estará cubierta de él.
Pusieron mucho en la sesión. Asiente—. No se lo digas a mi agente. —
Bostezo e inclino un poco el rostro para que continúe. Debería quitarle la
tela y hacerlo yo misma, pero disfruto que me cuiden por un momento.
Juro que lo escucho decir algo así como, “al diablo tu agente” pero dejo
que mis ojos se cierren.
—Niña bonita, quiero que te despiertes y comas antes de volver a
dormir.
Mis ojos se abren de nuevo, y huelo comida,haciendo que mi estómago
gruña fuerte.
Me hace gracia, y el bajo sonido de su profunda risa levanta piel de
gallina en mis brazos. Deja la toalla sobre la mesita de noche y me levanta
para sentarme.
—Gracias —le digo, sintiéndome un poco tímida ahora.
—Ven. —Me toma de la mano y me lleva al área de estar de la suite del
hotel. Las palabras de mi agente sobre no comer antes de dormir pasan por
mi mente.
—Esta no es mi habitación —digo mirando alrededor y viendo mi bolso
junto a la puerta. Jax deja caer mi mano y levanta las tapas de los platos en
la mesa del comedor. Veo más comida de la que podría comer—. Y no puedo
comer esto —lamento, incluso cuando los dedos me pican por agarrar una
papa frita.
—Por supuesto que puedes. —Debe verme mirando las papas fritas,
porque toma una y la lleva a mi boca. Abro mis labios y muerdo, gimiendo
ante la salada bondad. Cierro los ojos. No puedo recordar la última vez que
comí una papa frita. Mis ojos se abren cuando escucho a Jax inhalar
profundamente. Mis mejillas se calientan una vez más cuando reproduzco
en mi mente el sonido que hice. Podría ser virgen, pero sé que ese gemido
sonó como un gemido sexual—.Siéntate —me dice, sacando una silla.
Caigo en ella.
—Realmente no debería —le digo, queriendo la hamburguesa con
queso, pero sabiendo que tengo rodaje mañana. 17
—Puedes hacer lo que quieras, niña bonita. —La forma en que niña
bonitacae de su lengua hace que mariposas cobren vida en mi estómago. No
sé por qué me importa tanto que piense que soy atractiva, pero lo hace.
Recojo la hamburguesa con queso, sonriéndole antes de tomar un
bocado gigante. El sabor llena mi boca y una vez más no puedo luchar
contra el gemido. No me importa, sin embargo. Sigo comiendo.
Toca mi brazo.
—No tan rápido. Enfermarás —dice con otra de esas risas profundas.
Dejo la hamburguesa con queso y tomo algunas papas fritas más. Lo hecho,
hecho está. Tendrán que lidiar con eso mañana. Por alguna razón, por
primera vez en mi vida, no me importa. Toda mi concentración está en el
misterioso hombre atractivo en mi habitación de hotel. No, no es mi
habitación de hotel.
—¿Qué pasó con mi habitación? —pregunto y meto otra patata frita en
mi boca.
—Te quería cerca de mí. —Mis cejas se levanten ante eso. Estudio su
rostro—. Para mantenerte a salvo —agrega, poniendo mi pie en su regazo.
Lo miro fijamente, sorprendida por la acción, pero comienza a frotarlo
despreocupadamente.
—Oh, Dios. —Suspiro. Sus grandes manos trabajan los músculos
doloridos de mis pies—. ¿Cómo lo supiste? —Dejo caer la cabeza hacia atrás.
Estar de pie todo el día con diferentes tacones causa estragos en mis pies.
—Si dejas de comer, dejaré de frotar.
Levanto la cabeza y sonrío.
—No estoy segura de que sea una amenaza. —Busco un pedazo de
pastel de chocolate y un tenedor. Ya llegué hasta aquí, ¿qué hay de malo en
un poco más?
—Sigues frotándolos al juntarlos. —Me da un apretón en los pies y
luego continúa masajeándolos—. Entonces, supe que debían estarte
doliendo.
—Gracias. Sé que no es tu trabajo.
—Te lo dije. Estoy aquí para cuidarte. Para mantenerte a salvo.
Me lamo los labios, quitando el glaseado, antes de tomar otro bocado.
Me siento tímida de nuevo. Sigue hablando de cuidarme. Ningún
guardaespaldas que he tenido antes ha dicho o hecho estas cosas. Ni
siquiera Ben.
Intento recordarme que le pagan para hacer esto. Solo está siendo 18
agradable. Aunque no parece alguien que se esfuerce por ser agradable
normalmente. Se ve más como que hace lo que quiere.
—Solo hay una cama —dejo escapar. Santamierda, no puedo creer que
dije eso. Miro hacia mi pastel, tratando de luchar contra el sonrojo que sé
que está regresando.
—Me di cuenta —es todo lo que dice en respuesta y sigue frotando mis
pies. Vuelvo a comer mi pastel.
—¿Pasa algo? —pregunto cuando recuerdo que nunca me dijo por qué
Ben no estaba y ahora tengo dos guardias en lugar de uno.
—Tienes un acosador.
Lo miro y me encojo de hombros.
—¿Y?
La cara de Jax se endurece y su agarre en mi pie se tensa. Sé que dije
algo equivocado.
Jax
Mi cuerpo se tensa por su falta de reacción a tener un acosador. Me
recuerda una vez más no solo su inocencia, sino cómo no le presta suficiente
atención a lo que está sucediendo a su alrededor, como en su camerino. Solo
se solidifica en mi mente que necesita a alguien como yo en su vida.
Tomo una respiración tranquilizadora. Tal vez esas cosas no sean tan
malas para ella si estoy cerca para protegerla. Me gusta la idea que no sepa
cuán oscuro puede ser el mundo realmente. Quiero mantener su inocencia
intacta, como debería ser. Es refrescante.
Pongo su pie en el suelo. No sé lo que me sucedió para haberlo agarrado
desde el principio, pero cuando la vi frotarse los pies, supe que le dolían y
que tenía que hacer que se sintiera mejor. La necesidad de hacerlo fue
incontrolable. Antes de darme cuenta de lo que estaba haciendo, tenía sus
19
delicados pies en mi regazo y los frotaba con cuidado.
Nunca había prestado atención a los pies de una mujer, pero los suyos
son perfectos. Pequeños y delicados. Suaves en todo. Sus uñas están
pintadas de color pétalo de rosa. ¿Pétalo de rosa? No puedo creer que incluso
pensé eso, pero lo creo. Es ella. Está cambiando algo dentro de mí.
Acerco mi silla, extendiendo mis muslos para dejarla entre ellos. Me
acerco, levantando mi mano para retirar el pequeño pedazo de pastel de
chocolate de la comisura de sus labios. Me llevo el pulgar a la boca y pruebo
el chocolate, deseando poder saborearlo. Su lengua se escapa por el punto
que acabo de tocar, lo que me hace preguntarme si está pensando lo mismo.
—¿Estás acostumbrada a los acosadores? —pregunto. No parece
asustada por la idea de uno. Me da otro de esos pequeños encogimientos de
hombros.
—Son gajes del oficio. —No me gusta su respuesta porque ella es mi
oficio ahora, solo mío.
—Este es un poco más intenso —informo—. Prefiero no entrar en todos
los arenosos detalles. Solo confía en que te mantendré a salvo.
—Está bien. —Me sonríe. ¿Podría ser así de fácil?—. Confío en ti. —
Evito gruñir. Regala su confianza fácilmente. Es una maravilla que nadie la
haya tomado por sentada.
—No deberías dar tu confianza tan fácil, niña bonita. —Pongo mi mano
en el interior de su muslo, acariciando su suavidad.
—No sé de qué se trata, pero confío en ti —susurra tímidamente. Sus
palabras van directamente a mi pene, que todavía está duro y dolorido.
—No deberías decirle cosas así a un hombre. —La dulce timidez que se
asoma entre sus pestañas es un duro golpe a mi estómago.
—¿Por qué? —Se mueve un poco, empujándose hacia el final de la silla.
Hace que mi mano se mueva más arriba en su suave y lechoso muslo. Mis
dedos juegan con el extremo de sus pantalones muy cortos, tan cortos que
los bolsillos sobresalen de ellos. Me encantan y los odio.
—Hace que parezca que puedo hacer lo que quiera. —Utilizo mi otra
mano para levantar su barbilla. Quiero que me mire directamente a los ojos
para que entienda lo que estoy diciendo. Mis dedos se sumergen bajo sus
pantalones cortos para trazar el borde de sus bragas.
La observo respirar mientras deslizo mi dedo debajo de sus bragas y
trazo los labios de su sexo. Siseo cuando siento lo húmeda que está. Sus
piernas se abren en una silenciosa invitación, una que acepto ávidamente.
—¿Tu vagina sabe tan dulce como tú? —pregunto. Sus labios se
separan, pero no espero una respuesta. Necesito probarla. Mi boca cae sobre
20
la suya. Le paso la lengua a lo largo de los labios, persuadiéndola para que
los separe más para mí. Suelta un pequeño suspiro. Deslizo mi lengua en
su boca, saboreando pastel de chocolate y a ella. Gruño. Sabía que sabría
muy bien, pero mierda, esto es más de lo que podría haber imaginado.
Se empuja en mi mano queriendo más, y se lo doy, separando los labios
de su vagina para poder acariciar su duro y pequeño clítoris. Gime en mi
boca yno puedo evitar arrastrarla a mi regazo. Se sienta a horcajadas sobre
mí, envolviendo sus manos alrededor de mi cuello y devolviéndome el beso,
tan profunda y hambrienta como la estoy besando.
—Toma lo que quieras —murmuro en su boca. Mientras sus caderas
se mueven, meto un dedo en ella. Gimo por lo jodidamente apretada que
está. Si no estuviera tan mojada, no creo que pudiera haber entrado en ella.
—¿Qué quiero? —susurra antes de volver a dejar caer la boca sobre la
mía. Su cabello llueve a nuestro alrededor. Lo agarro en un puño,
manteniéndola cerca mientras mi dedo entra y sale de ella, mi pulgar
acaricia su clítoris.
Su vagina se cierra en mi dedo mientras se corre. Suelto su cabello y
echa la cabeza hacia atrás gritando mi nombre. Agarro sus caderas,
arrastrándola a través de mi pene. Solo toma unos roces y me estoy
corriendo también.
Deja caer su cabeza sobre mi hombro envolviéndose alrededor de mí.
No tengo idea de cuánto tiempo nos sentamos allí. Entonces me levanto,
llevándola hacia el dormitorio. Su regular respiración nunca cambia, y
cuando la acuesto sobre la cama puedo decir que está durmiendo
nuevamente.
Le quito los pantalones cortos y los arrojo al suelo. Mis dedos trazan la
húmeda mancha en sus bragas antes de enterrar mi nariz allí y lamer mis
dedos hasta dejarlos limpios. Mi pene vuelve a la vida completamente,
rogándome que empuje sus bragas a un lado y me deslice hacia su apretado
interior.
Como si nuestros cuerpos estuvieran en sintonía, extiende las piernas
en su sueño. Gruño y me alejo de ella, yendo al baño y limpiándome. Me
miro en el espejo, a la cicatriz dentada en mi rostro. Me pregunto qué piensa
cuando la mira.
Me devolvió el beso, me dejó tocarla y hacer que se corriera. Apago la
luz y me meto en la cama solo con un par de calzoncillos. Me estiro hacia
ella, atrayéndola hacia mi cuerpo. Se gira y envuelve su pequeño cuerpo
alrededor de mí, haciendo que mi pecho se sienta apretado. Planta un beso
en mi cuello, murmurando mi nombre. La rodeo con mi brazo,
preguntándome si sentirá lo mismo a la brillante luz del día. 21
Mila
Jax se encuentra en mi camerinocon los brazos cruzados sobre el
pecho, inmóvil como una estatua. Mi atención continúa desviándose hacia
él mientras dos estilistas trabajan en mi pelo y maquillaje. La chica de
maquillaje, Kim, tiene que mover mi rostro de nuevo para seguir trabajando.
Probablemente ya le he dicho lo siento treinta veces.
—No te culpo. —Me lanza un guiño de entendimiento. Dejo caer mi
mirada a mis manos en mi regazo. No me gusta el tirón de celos que siento
porque ella también ha notado lo sexy que es. Tengo que recordarme que no
me pertenece, aunque me desperté envuelta en sus brazos mientras estaba
tendida sobre su pecho, con su muy dura polla clavándose en mí.
Me quedé allí, mirándolo durante unos minutos, hasta que alguien vino
golpeando a la puerta. Jax se movió más rápido de lo que creí posible para
22
un hombre de su tamaño. Un segundo estaba sobre él, y al siguiente estaba
de pie junto a la cama sacando un arma de no sé dónde. Probablemente
debería haber tenido miedo, pero verlo en lo que solo podría denominar
modo guerrero me hizo sentir un montón de otras cosas.
Mi cuerpo se estremeció al verlo allí de pie, todos sus duros músculos,
en nada más que un par de calzoncillos ajustados. La combinación de pelo
en el pecho y las cicatrices que cubrían su piel allí, me volvían débil. Me hizo
preguntarme por qué los chicos en las fotos de ropa interior siempre estaban
bien afeitados y eran delgados. Tengo que decir que Jax en un par de
calzoncillos es la cosa más sexy que he visto en mi vida, y he estado en torno
a modelos de todo el mundo.
Todavía no puedo creer las cosas que hizo a mi cuerpo la noche anterior
y cómo me dormí después. Me siento un poco avergonzada por eso. Se
suponía que, no sé, ¿como qué tenía que devolverle el favor? Gimo
interiormente por lo mala que soy con todo esto.
Jax y yo no hemos tenido ni un momento para hablar de ello. No estoy
segura si estoy agradecida o no. ¿Qué se supone que debo decir? “Oye,
gracias por el mejor orgasmo de mi vida”. Nos quedamos bloqueados por la
aparición de dos personas, Rye y una mujer. Jax prácticamente me empujó
hacia el baño con mi maleta y me dijo que me vistiera.
Me escondí dentro por unos buenos treinta minutos, preparándome
antes de forzarme a salir sabiendo que necesitaba irme pronto. Cuando
entré en la sala de estar, encontré a Rye comiendo y a la nueva mujer y a
Jax susurrando entre ellos.
Jax trató de hacerme comer algo. Después de discutir durante unos
minutos, me bebí el jugo de naranja y me comí un par de fresas. Por alguna
extraña razón, no quería discutir delante de otras personas.
Entonces fue el momento de irnos. Jax apenas me dijo dos palabras
después de eso. Necesitaba su atención, tan loco como eso suena. He sido
tan independiente durante años. Normalmente quiero estar sola hasta que
es hora de hacer mi trabajo. Durante los cambios suelo leer en mi teléfono,
pero todo en lo que mi mente podía concentrarse era en Jax y la mujer que
presentó como Cara.
Parecía más su tipo que yo. Era alta y atlética con su pelo negro
azabache recogido en una coleta apretada. Es bonita, y quiero odiarla por
cuán fácilmente habla con Jax, pero es jodidamente amable conmigo, y no
tengo ni un solo hueso malo en mi cuerpo. Mi madre siempre dice que esa
es mi debilidad. Puedo ser demasiado amable. No sabía que existía tal
defecto.
—Todo bien. Creo que te tenemos lista. —Ambos estilistas dan un paso
atrás, y salto de la silla. Doy un rápido vistazo al espejo antes de dirigirme 23
hacia el estante de ropa. Agarro el primer vestuario y dejo caer mi bata, pero
entonces escucho una maldición en voz alta a mi espalda. Cuando me giro,
Jax está justo detrás de mí, por encima de mí.
—Todo el mundo fuera —gruñe, haciendo que todos, incluso yo,
saltemos.
—¿Qué ocurre? ¿Pasa algo? —pregunto. No estoy segura de cuál es el
problema. Tal vez algo nuevo sucedió con el acosador.
—Estás casi desnuda.
Miro hacia abajo. Estoy en toples y con un par de bragas, pero estaba
de espaldas a todo el mundo. No es como si alguien pudiera ver nada.
Además, estábamos solo yo, él y los estilistas.
—Siempre estoy casi desnuda.—Me rio. A juzgar por el tic en su
mandíbula, él no lo encuentra divertido en absoluto. No se mueve ni dice
nada mientras sus ojos pasean por mi cuerpo, parando en mis pechos. Sé
que mis pechos son bonitos. Son un poco grandes para mi pequeño cuerpo,
y son reales, una cosa rara en la industria. Doy un paso dentro de mi vestido
asignado y me giro, esperando que suba la cremallera por mí. Sus dedos
trazan mi piel mientras lo hace.
Cuando me giro, su mirada me quema. Se inclina hacia abajo y creo
que va a besarme otra vez, pero hay un golpe en la puerta.
—Mila. El set está preparado.
Suspiro.
—Voy corriendo —grito de vuelta.
—Todavía no —dice Jax en voz baja, pero lo capto mientras camina
hacia la puerta y la abre de un golpe.

24
Jax
—Necesitas relajarte —dice Cara a mi lado. Si fuera así de fácil...
Mascullo una respuesta porque no hay manera que pueda relajarme. No
ayuda que me sienta completamente inútil en este momento. Todo lo que
puedo hacer es quedarme aquí y mirarla. Ni siquiera puedo acercarme más
a ella—.¿Le echaste un vistazo a las fotos que envió Sam? —pregunta.
Asiento. Miré todo lo que pude mientras Mila comía su almuerzo esta
tarde. Había exigido eso. Necesitaba un descanso y no parecía que la gente
del set estuviera dispuesta a dárselo, así que lo hice. No solo eso, también
le había pedido comida, y rápidamente nos encerré en su camerino.
No había ninguna otra opción. Necesitaba revisar los archivos que Sam
me envió, y no podía apartar los ojos de Mila por un segundo a menos que
la tuviera encerrada conmigo. Después de diez minutos de luchar con ella
25
una vez más por la comida, se dejó caer con un puchero e hizo lo que le dije,
comió el plato de pasta que le pedí.
Era difícil prestar atención a lo que estaba mirando con ella haciendo
pequeños sonidos mientras comía. Será mi muerte. La habría tenido en mi
regazo para una repetición de lo de anoche si otras cosas no me hubiesen
estado presionando, como el hecho que alguien había irrumpido en la
habitación de su hotel la noche anterior.
Ni siquiera quiero pensar en lo que podría haber sucedido si hubiese
estado allí. Mi mente da vueltas y vueltas con las posibilidades, y eso me
pone nervioso, lo que a su vez también ha puesto nerviosa a Mila. Puede
sentir mi tensión, creo. No importa cuánto trate de ocultarlo, aún no puedo
esconderlo. Todo lo que quiero hacer es levantarla y llevarla de vuelta a mi
cabaña en medio de la nada, donde sabré que está a salvo.
—Envuelve tus brazos alrededor de ella —escucho decir al hombre
detrás de la cámara. Mi cuerpo se tensa mientras veo a una de las otras
chicas rodear a Mila con su brazo y apoyar la cabeza en su hombro. Está en
su sexto cambio de vestuario. Cada vestido luce tan impresionante como el
anterior, pero hace aproximadamente una hora trajeron a otro grupo de
chicas y todas están posando juntas.
Mila siempre está en el centro de las imágenes, pero me he dado cuenta
de que las otras chicas charlan entre las tomas, y no la incluyen. No estoy
seguro si ella lo nota o no. Es respetuosa con todos, pero capté algunas
miradas sarcásticas hacia mi chica. Por qué, no tengo idea. No me importa
quién demonios sean. Un paso o una palabra fuera de lugar y todos van a
tener un jodido problema por aquí. Ya es suficientemente malo que tenga
que observar a este payaso sacar fotografías de ella durante horas,
diciéndole cómo mover su cuerpo. Eso me está poniendo nervioso.
Mila echa un vistazo hacia mí, y me enderezo un poco más antes tu
atención, pero su mirada se aleja demasiado rápido.
—La cámara no capturó el rostro del pervertido. Revisé las grabaciones
una y otra vez. Nada —susurra Cara, sin querer que nadie nos escuche.
Sabía que no vería nada de él. No solo es bueno esquivando las cámaras,
sino que también es bueno para protegerse el rostro cuando no puede evitar
alguna. Aun así, tengo una idea de su cuerpo. No es mucho, pero es algo.
—Quiero que alguien se remonte a los últimos tres meses y me traiga
todas las fotos que los paparazzi tienen de ella. Quiero ver quién está de
fondo. —Cara asiente y saca su teléfono. Sé que está enviando un mensaje
para tenerlo listo y tendré un montón de fotos en mi bandeja de entrada
para el final del día.
Mis ojos permanecen sobre mi chica y estoy ansioso por estar a solas
con ella. Todavía no hemos hablado sobre lo que sucedió anoche, sobre lo 26
que le hice a su cuerpo, la manera en que se deshizo para mí. No se parecía
a nada que haya visto antes. Lo quiero de nuevo, pero esta vez quiero mi
boca entre sus muslos. Había separado sus piernas tan dulcemente para
mí. Me lamo los labios solo de pensarlo.
Mila se pone de lado y la veo hacer una mueca. Ese maldito vestido es
demasiado ajustado. Nadie debería coserse algo para usarlo. Quedé
desconcertado cuando la modista llegó después del almuerzo para ayudarla
a ponerse el vestido.
Se cambian de sitio para otra pose y veo un destello de dolor en el rostro
de Mila. Doy un paso más hacia ella. Observo cómo parte del color se
desvanece de su rostro.
—Ella ha terminado —grito, entrando directamente en el rodaje.
—¡Sal de la sesión! —exclama el fotógrafo. Me giro y le lanzo una mirada
que lo hace retroceder unos buenos metros.
—Estoy bien, de verdad. —Mila levanta su mano y la agarro, tirando de
ella hacia mi pecho. Eso calma el ardor de ira que sentí cuando la vi con
dolor. Estoy perdiendo el control. ¿Cómo puedo sentirme tan conectado con
ella ya? Apenas la conozco. La historia sobre las almas gemelas que mi
abuelo me contaba vaga por mi mente.
—No estás bien. —Bajo la mirada a sus profundos ojos verdes que me
he dado cuenta pueden cambiar de color y en este momento todo lo que veo
es dolor. Se tambalea un poco con los ridículos tacones altos en que la tienen
metida y estoy listo.
Laagarro y la arrojo sobre mi hombro, sabiendo que va a pelear por
quedarse. Todas las otras chicas jadean y algunas otras hacen comentarios
que ignoro. Me sigo moviendo hacia su camerino, sin siquiera detenerme
cuando escucho esos tacones caerse de sus pies. Cara se está riendo detrás
de mí y sé que se está asegurando que nadie nos siga.
Cuando llego a su camerino, abro la puerta y entro antes de cerrarla
detrás de mí y poner la cerradura. La dejo sobre sus pies. Me mira con una
expresión de asombro. Estoy bastante seguro de que no puede encontrar las
palabras.
Agarro su vestido y lo rasgo justo a la mitad. Desaparece de su cuerpo,
dejándola solo con un tanga color carne. Sus pequeños pezones rosados
están duros y suplican atención. Se me hace la boca agua por chuparlos,
ver si son tan suaves y dulces como el resto de ella.
—Ese vestido cuesta veinte mil dólares —exhala.
—Me importa una mierda —mascullo. Lo pagaré. Lo quería fuera de
ella tan rápido como pudiera hacerlo realidad. A puerta cerrada.
—No puedes simplemente sacarme de una sesión —susurra, como si
27
no pudiera creer lo que pasó.
—Lo acabo de hacer —respondo. Creo que va a cuestionarme por eso,
pero luego sonríe, mostrándome ese hoyuelo en su mejilla izquierda. Es el
mismo que me ha estado volviendo loco todo el día.
—Me estaba lastimando —admite, sus manos posándose sobre mi
pecho. Doy un paso hacia ella y retrocede unos pocos pasos hasta que su
espalda golpea la pared.
—¿Las bragas también son caras? —pregunto y asiente en respuesta—
. Bien —digo antes de arrodillarme y arrancarlas. No le doy tiempo para que
reaccione antes de separarle las piernas y lamerle la vagina. Jadea. Sus
pequeñas manos clavándose en mis hombros.
Gruño cuando su dulce sabor llega a mis labios. Es aún más dulce de
lo que pensé que sería. Clavo las manos en sus caderas mientras la devoro.
Quiero beber cada gota de ella, y quiero estar dentro de ella.
Ignoro el dolor entre mis muslos. Mi polla está pesada, rogándome para
que la tome aquí y ahora. Hacerla gritar mi nombre una y otra vez para que
todo el mundo sepa que es mía. Incluso el cabrón que está tratando de
alejarla de mí. Intentando asustarla. Eso no sucederá. Es mía ahora y de
nadie más.
Aparto la boca de ella y gime en protesta.
—¿A quién perteneces? —Fijo la mirada en ella. Tiene los ojos
entrecerrados y llenos de deseo. Deseo por mí.
Abre la boca, pero no salen palabras. Mueve sus caderas, pareciendo
casi confundida.
—Me perteneces —le digo.
Sus ojos se abren y sus labios carnosos forman una O perfecta, pero
asiente estando de acuerdo. Le doy una larga lamida en su vagina,
deteniéndome para darle un beso en su clítoris.
—Dilo —exijo. Necesito escuchar esas palabras para calmar la
tormenta que está rugiendo en mi interior. Tal vez esto me calmará, así no
acabaré tomándola en el suelo de su camerino. Merece más que eso. Algo
tan dulce como ella lo merece todo.
—Te pertenezco —murmura—. Solo a ti —agrega.
Aumento la presión en sus caderas, y una posesividad como nada que
haya experimentado jamás se extiende sobre mí mientras entierro mi rostro
entre sus piernas otra vez. La escucho decir mi nombre una y otra vez
mientras su dulzura me llena la boca y su cuerpo se estremece contra mi
rostro. Lo bebo, pero no puedo parar. Necesito más.
28
Deslizo mi lengua dentro y fuera de su tensión, tratando de lamer todo
de ella antes de volver a su clítoris. Lo meto en mi boca y la escucho gritar
mi nombre una vez más, solo que esta vez su cuerpo se relaja. Mantengo mi
agarre sobre ella, dándole otro beso a su vagina y haciendo que su pequeño
cuerpo se sacuda antes de levantarla en brazos y llevarla al sofá. Se
acurruca en mi regazo, enterrando su rostro en mi cuello, luego se relaja, y
siento su suave aliento contra mi cuello.
Joder, incluso su respiración es excitante.
Mila
Respiro a Jax, apoyando mi cabeza en su hombro. Casi me entraron
ganas de llorar cuando me sacó del set. No porque estuviera enfadada con
él, sino porque no solo se había dado cuenta que estaba dolorida, sino que
le importaba. Me sentía como si no pudiese respirar. Además de estar de pie
con la luz golpeando sobre nosotros durante horas, pensé que iba a
desmayarme. Pero cuando me recogió, me sentí como si todo hubiera bajado
de mis hombros.
A él le importó. Le importa. Ese pensamiento no para de sonar en mi
cabeza. Esto se siente como mucho más que un trabajo para él, pero todavía
quiero oírle decir eso. Quiero algo. Sé lo que me hizo decir cuando estaba de
rodillas delante de mí dándome placer como nada que hubiera sentido
antes, ¿pero decía la gente esas cosas habitualmente durante el sexo? 29
—Ha sido increíble —comentofinalmente, después de empezar a sentir
los dedos del pie de nuevo. Queda muy lejos el dolor que me causó el vestido.
Ahora estoy hormigueando de felicidad. Me muevo un poco y siento su pene
duro en mi culo. Deja escapar un gruñido, su mano apretándome más fuerte
para que no pueda moverme. Es entonces que me doy cuenta de que estoy
desnuda y bastante envuelta a su alrededor.
—Más que increíble. —Sus palabras ruedan sobre mí, haciéndome
sonreír contra su cuello. Mantengo mi rostro enterrado para que no vea mi
timidez.
—¿Y tú? —pregunto. Esta es la tercera vez que me ha hecho correrme.
Dos veces hoy y una vez anoche, y no le he dado nada a cambio.
—He conseguido lo que quería.
Alejándome le miro confundida.
—Pero tú no…. —Dejo de hablar.
Me sonríe. La sonrisa cambia todo su rostro.
—He estado muriendo por tener mi boca en tu coño todo el día. —Se
inclina más cerca, su boca rozando la mía. Mi lengua sale y se desplaza a
través de su boca mientras lamo sus labios. Consigo saborearme. Es erótico.
Me gusta—. Gracias, niña bonita. Por darme eso. —Entonces me besa. Creo
que la agradecida debería ser yo.
Cuando nos separamos los dos estamos respirando con dificultad y
quiero más.
—Debemos vestirnos y salir de aquí.
—No creo que pueda salir, sin embargo —digo con un suspiro,
deseando que pudiéramos.
—Puedes hacer lo que quieras, niña bonita —responde, metiendo mi
cabello tras la oreja. Su dedo se arrastra por mi cuello.
—Realmente me gusta cuando me llamas así —admito. Nunca he
tenido un apodo antes. Bajo la mirada por un momento, y lleva su dedo a
mi barbilla, haciendo que le mire de nuevo.
—Puedes decirme lo que quieras.
—¿Cómo supiste que quería decir algo más? —pregunto.
—Soy bueno leyendo a la gente. —Roza sus labios contra los míos—.
Dilo.
—¿Llamas a todas “niña bonita”? —Mis mejillas se sonrojan ante la
pregunta. No tengo ni idea de por qué me sonrojo por eso. Estoy sentada en
su regazo, desnuda. ¿Por qué debería sentir vergüenza por una simple
pregunta? 30
Suelta una risa profunda.
—No, no puedo decir que sí. Solo me sale contigo.
—Oh. —Le sonrío—. Me sorprende que no estén golpeando a la puerta
para que vuelva. —Exhalo fuertemente. Todavía tengo un evento al que ir
esta noche.
—Tuve que hablar con Cara para hacer eso. —Se levanta conmigo en
sus brazos y me deja sobre mis pies.
—Es amable —digo con aire ausente mientras camino hacia el estante
de ropa. Quiero saber si alguna vez hubo algo entre ellos. Parece como si se
conocieran desde hace mucho tiempo.
—Sí. Ponte las cosas. Nos vamos. Ya has tenido suficiente por el día. —
Le miro y veo que se ha cruzado de brazos.
—Está bien. —Agarro mi bolsa y busco en ella. Viene por detrás y
envuelve un brazo a mi alrededor, acercando mi espalda a su frente. Su boca
se acerca a mi oído.
—Accedes tan dulcemente —dice.
Me giro en sus brazos para mirarle.
—Eres la primera persona que realmente se preocupa por mí y mi
bienestar. Si dices que crees que nos tenemos que ir, entonces… —Me
encojo de hombros. Es la verdad. He conocido a este hombre durante un día
y se preocupa por mí más que nadie. Otras personas se preocupan, pero no
de la misma manera—. Tengo un evento esta noche —señalo—. Debería ir.
Es para una organización benéfica con la que he trabajado en los últimos
años.
—¿De verdad quieres ir? ¿Piensas que estás preparada? —Me examina
en busca de reticencia. Asiento—. De acuerdo. Pero estaré a tu lado todo el
tiempo.
Deslizo mis manos por su pecho y le rodeo el cuello con los brazos.
—Como una cita.
Me tira contra él, su dureza clavándose en mi estómago. Me levanta un
poco para que mis pies no toquen el suelo.
—Me perteneces. —Repite las mismas palabras de antes, y me quedo
sin aliento. Realmente me gusta como suena eso.
Sonrío, y esta vez lo beso, envolviendo mis piernas a su cintura. Pasan
otros treinta minutos antes que finalmente me vista.

31
Jax
Miro las imágenes que me enviaron mientras Mila se prepara para el
evento de esta noche. Me dijo que es semi casual. Escogió algo para mí de
entre la ropa de mi equipaje. Un par de pantalones negros y una camisa con
botones negra parecen funcionar para ella y todavía me siento cómodo. Los
combino con un abrigo deportivo para esconder el arma en mi espalda.
No hizo preguntas cuando le dije que íbamos a cambiar de hotel. Todo
en lo que estaba centrada era en mí. No dejó de tocarme durante el viaje en
auto al nuevo hotel. Era como si tuviera una fascinación conmigo o pensara
que podría desaparecer. Eso nunca sucederá. Mi pene ha bajado
recientemente y estoy viendo la razón en este momento.
Las fotos que me enviaron de los paparazzi la muestran en citas que
preferiría no ver. Rocé la superficie de esto cuando la tomé por primera vez,
32
pero ahora estoy realmente hundido, y viendo una foto tras otra de ella en
citas con otros hombres. Uno, Kale Cane, era un compañero de cena
habitual. Las revistas y blogs de chismes juran que están en una relación y
que están tratando de mantener un perfil bajo. Es un nombre que vi en la
lista de invitados para el evento de esta noche.
Inhalo profundamente, tratando de calmarme. Sé que Mila dijo que era
importante para ella ir a este evento. Me rendí. Espero poder hacer que
cancele algunos otros que ha planeado en las próximas semanas. Estoy
demasiado nervioso y la quiero de vuelta en mi casa, donde sé que puedo
mantenerla a salvo. Si alguien llega a pisar mi tierra, lo sabré. Allí puedo
soltarme un poco más y estar más relajado a su alrededor. Nos daría tiempo
para conocernos, así que, tal vez, podría convencerla para que se quede o,
al menos, que esté conmigo. Poner mi anillo en su dedo. Puede que no quiera
renunciar a modelar, pero quiero asegurarme de que estemos unidos para
siempre. Si esto es algo que quiere seguir haciendo, entonces no solo tendrá
un esposo, sino que también tendrá un guardaespaldas a tiempo completo.
Me paro cuando se abre la puerta del dormitorio. Sale con las manos
cruzadas frente a ella, casi insegura.
—Te ves impresionante —le digo. Borro la distancia entre nosotros. El
vestido plateado brillante puede ser un poco corto para mi gusto en público,
pero la mirada insegura que me da me hace meter esas palabras de nuevo
en mi garganta—. La mujer más hermosa que he visto en mi vida. —Me
inclino y la beso profundamente, hundiendo mis manos en su cabello. Su
dulce sabor toca mis labios y de mala gana retrocedo antes de ir demasiado
lejos y arruinar otro vestido hoy.
—Gracias. —Pasa las manos por mi pecho—. Tú tampoco luces mal. —
Sé que podría estar con un tipo mejor, y no soy vanidoso, así que me importa
una mierda la cicatriz en mi rostro. No me arrepiento de haberla conseguido
tampoco. No cambiaría nada sobre la decisión que tomé hace años. Valió la
pena. Pero sé que otros no sienten lo mismo, se tomarán fotos esta noche y
ella estará a mi alcance en todo momento.
Sus ojos se vuelven suaves, y esas gruesas pestañas suyas me saludan.
—Sabes, creo que eres el hombre más guapo que he visto en mi vida —
dice en voz baja, su timidez asomándose.
—Niña bonita. —Su nombre sale bruscamente.
—Es verdad. Me recuerdas a un guerrero. Mi guerrero. —No puedo
evitar el gruñido que viene de mí cuando mi boca toma la suya una vez más.
La levanto y envuelve sus piernas a mi alrededor mientras la clavo contra la
pared. Saca sus hinchados labios de los míos—. Por favor, quiero probarte
esta vez.
Deja caer sus manos y pies. Mi respiración se vuelve pesada cuando
33
libero mi fuerte agarre sobre ella. Desliza su cuerpo por el mío, aterrizando
de rodillas. Sus manos tiemblan un poco cuando alcanza mi cinturón, y no
la detengo. Solo miro, no creyendo del todo que esto esté sucediendo. Joder,
nunca pensé que sería tan afortunado, pero aquí está, de rodillas frente a
mí. Aprieto mis manos a los lados para evitar apresurarla. Quiero esos labios
gruesos envueltos alrededor de mi polla.
Mi cinturón se desabrocha. Luego, el botón de mis pantalones, seguido
de mi cremallera.
—Mete la mano. Sácame —le indico. No reconozco mi propia voz, y tomo
otra respiración profunda, rezando por algún nivel de control.
Se lame los labios mientras hace lo que le digo. Cuando toca mi polla
jadea, sus labios se abren mientras la saca. Sus ojos se ensanchan cuando
tiene su primera mirada real, probablemente preguntándose cómo encajará
alguna vez dentro de ella. Pero lo hará. No me importa cuánto tiempo me
lleve prepararla. Un día mi polla estará llenando su coño apretado, tomando
lo que le doy hasta que me libere profundamente dentro de ella.
La cabeza de mi polla parece enojada y quiere entrar en ella. Semen
gotea de la punta. Gruño cuando lame sus labios carnosos.
—Consíguelo —le digo. Me mira mientras se inclina hacia adelante. Su
pequeña y rosada lengua se desliza, atrapando la gota de semen, y mi cuerpo
se vuelve sólido. No me voy a correr aún. No hasta que haya envuelto esos
labios completamente a mi alrededor—.Bájate el vestido. Quiero ver esos
pequeños pezones rosados —ordeno. Como siempre, hace lo que le digo. No
sé qué me excita más, cuando hace lo que le ordeno, o verla de rodillas frente
a mí. Lo baja y sus tetas llenas se deslizan libremente—. Sigue. Tómame en
tu boca.
Extiende la mano y la envuelve alrededor de mi polla.
—Nunca he hecho esto antes —admite. Juro que todo el aire de la
habitación desparece por su confesión.
—Bueno. Apenas me gusta la idea que estés de rodillas para mí, y
mucho menos para otra persona —le digo—. Lo prometo. Cualquier cosa
que hagas será más de lo que merezco —agrego, tratando de tranquilizarla,
alejar algo de esa timidez. Me da una pequeña sonrisa. Ese hoyuelo se
asoma mientras se inclina hacia adelante, dándome otra lamida.
Clavo mi mano en su cabello, guiándola mientras envuelve su boca
alrededor de mi polla. Gruño cuando su calor me rodea. Sus labios se
extienden para meter todo de mí en su boca. Ya tengo las pelotas apretadas.
Quiero venirme, pero también quiero que se corra.
—Tócate a ti misma. Aparta esas bragas a un lado y toca tu coño —
digo con los dientes apretados. Ella lo hace. 34
Veo la mancha húmeda en sus bragas antes que las deslice a un lado,
sus dedos van a su clítoris. Frota pequeños círculos sobre su protuberancia,
y le agarro el cabello un poco más fuerte y bombeo dentro y fuera de su
boca. Gime alrededor de mi polla, sus ojos se cierran.
—Ojos. Los quiero. —Los abre y los fija en los míos. Bombeo mis
caderas más rápido. Succiona sus mejillas y se ahuecan. Nuestros jadeos y
gemidos llenan la habitación. Su boca de repente sale de mi polla mientras
grita, su orgasmo la toma por completo. Agarro mi mano alrededor de la que
ella tiene en mi polla, apretando más fuerte. Doy dos bombeos y empiezo a
correrme, golpeando su barbilla, cuello y pecho.
Semen gotea por su cuerpo, haciendo que mis caderas se sacudan, y
algo chorrea y golpea sus tetas. La miro fijamente. Está recostada contra la
pared con las piernas abiertas. Se ve jodidamente hermosa marcada por mí.
Caigo de rodillas frente a ella y la tiro hacia mí mientras la beso
profundamente, mostrándole lo agradecido que estoy por lo que acaba de
darme.
La levanto y la llevo al baño, sentándola en el lavabo del baño. Meto mi
polla aún dura en mis pantalones y luego a ella en sus bragas, después froto
el semen marcando sus tetas en su piel antes de agarrar un trapo y limpiarlo
de su barbilla.
Voy a lavarme las manos, pero ella agarra mi muñeca. Me quedo
inmóvil mientras lleva mi mano a su boca y chupa mis dedos. Gimo sabiendo
que me está probando, sintiéndome más animal que hombre en este
momento. No solo marqué su hermoso cuerpo, sino que ahora ella me está
probando.
—Vas a ser mi muerte —aseguro, apoyando mi frente en la suya.
—Quiero más. —Hace pucheros—. Lo quiero todo. —Acaricia mi polla
a través de mis pantalones, y sus ojos se ven codiciosos. Joder, quiero darle
todo de mí en este momento, pero sé que este evento significa mucho para
ella. Ya me contó un poco sobre la caridad. Es un evento para recaudar
dinero para refugios de animales.
—Prometo que te daré todo, pero ahora tenemos un lugar donde estar.
Sé que es importante para ti —le recuerdo. Sus ojos se iluminan como lo
hicieron cuando me contó sobre la obra de caridad en el camino de regreso
al hotel hoy.
Levanto su vestido y vuelvo a cubrir sus tetas. Se da vuelta y se mira
por encima del hombro en el espejo antes que sus ojos se lleguen a los míos.
—Me veo bien amada. —Sus manos van a su cabello y nuestros ojos se
fijan en el espejo.
—Lo eres.
35
Mila
Juego con el dobladillo de mi vestido, sintiéndome un poco tímida al
pensar en todas las cosas que hicimos. Tuve su polla en mi boca. Me toqué
hasta que me corrí justo delante de él. Todavía tengo restos de su semen en
mis pechos debajo del vestido. Puedo olerlo. Le echo un vistazo. Su rostro
es ilegible, pero me rodea con un brazo posesivo.
—Habrá muchas fotos —le digo a Jax, preguntándome cómo va a
reaccionar ante eso. He estado haciendo esto por mucho tiempo y todavía
no estoy acostumbrada a todas las cámaras a veces. Puede ser mucho para
asimilar.
—Donde vayas, voy. —Pasa su pulgar por mi brazo desnudo.
—Bien. —Pongo mi cabeza en su hombro—. No tenemos que quedarnos 36
mucho tiempo. Solo lo suficiente para que puedan tomar algunas fotos. La
prensa siempre es buena para cosas como esta.
—Te preocupas mucho por esto.
Asiento y sonrío.
—Siempre me han encantado los perros. Nunca pude tener uno porque
viajo mucho, pero esto es algo de lo que puedo ser parte. Me hace sentir que
estoy haciendo una pequeña diferencia en el mundo y que no soy solo una
cara bonita —admito.
—Eres más que una cara bonita. Lo supe desde el momento en que
entraste en ese camerino. Pude sentirlo. Míralo. Está en tus ojos. Otros lo
ven también. Flota a tu alrededor. Puedo sentirlo en el aire.
Me giro para mirarlo, con los ojos llenos de lágrimas.
—Esa es la cosa más dulce que alguien me ha dicho en la vida.
Su otra mano se extiende para acariciar mi mejilla.
—¿No quieres seguir haciendo esto? —Sus ojos recorren mi rostro y sé
que está tratando de leerme. Es bueno en leer personas, lo he notado. Sus
ojos lo asimilan todo. Estoy bastante segura de que está al tanto de cada
aliento que tomo.
—Es todo lo que conozco. —Me vuelvo a sentar en mi asiento. ¿Qué
más haría? No fui a la universidad. Tengo mi diploma de equivalencia
general en línea.
—Eres joven. Puedes hacer cualquier cosa. —Sigue acariciando mi
brazo, y me pregunto qué habría hecho si nunca hubiera sido modelo. Cuán
diferente hubiera sido mi vida. Dónde podría estar ahora. Cuando vuelvo a
echar un vistazo a Jax, sé que estoy feliz que este sea el camino que tomé
en la vida. Me trajo a este hombre. Es diferente a cualquiera que haya
conocido antes. Pero tiene razón. Ya no tengo que hacer esto. Demonios,
podría retirarme si quisiera y hacer otra cosa, aunque mi madre podría
perder los estribos con esa idea. Todavía puedo oír sus palabras: “Mila, solo
te quedan unos buenos años más antes que ya no seas tan bonita”.
—¿Siempre quisiste ser guardaespaldas? —pregunto, dándome cuenta
de lo poco que realmente sé de él. Siento como si lo conociera desde hace
mucho más tiempo del que realmente lo hago.
—Normalmente no hago esto. Un amigo me pidió un favor.
—¿En serio? —cuestiono. Parece ser uno nato—. ¿Qué haces entonces?
—Solía ser un agente federal —admite, encogiéndose de hombros como
si no fuera gran cosa. 37
—¿Así es como conseguiste esto? —Extiendo la mano y toco la cicatriz
en su rostro.
—Sí, me cambié por un rehén. —Toma mi mano y me besa la palma—
. Las cosas se complicaron, pero todos sobrevivieron. Bueno, todos los que
importaban lo hicieron. —Sus palabras cuelgan en el aire.
—¿Los mataste? ¿A los chicos malos?
Asiente.
—Entonces, ¿eres un héroe de la vida real? —Sonrío. No estoy
sorprendida por esto. Es un hombre tan atento. Es fácil de ver con la forma
en que me trata, pero también es mortal. Eso es obvio también.
—Solo el tuyo ahora —se burla de mí, haciéndome sonreír.
—¿Qué haces ahora si no eres un agente, además de protegerme?
—Todavía asesoro al FBI de vez en cuando. Principalmente trabajo en
mi casa. He pasado los últimos años construyéndola. Además, vivo en una
gran cantidad de tierra y me gusta cuidarla yo mismo.
—¿Dónde?
—Colorado.
—Dios, siempre he querido ir allí. Se ve tan bonito. —He estado en
muchos lugares en mi vida, pero ese no es uno de ellos y siempre quise ir,
pero me sentía rara viajando sola a cualquier lugar.
—Lo harás. —Besa mi hombro y debajo de mi oreja—. Pronto.
Me acerco y coloco mi mano sobre su muslo. Lo quiero tanto, ver la
casa que construyó con sus propias manos. Este hombre realmente es un
guerrero.
—Van a excavar en tu vida —advierto. Me siento protectora con él,
aunque sé que puede cuidarse solo. Aun así, no quiero que nadie lo lastime.
—Déjalos excavar. —Me besa de nuevo—. No hay secretos aquí.
—¿Ninguna amante escandalosa del pasado? —Mi estómago se aprieta
en el momento en que me doy cuenta de lo que he soltado.
—Ni una —dice fácilmente.
—¿En serio? —Mi corazón palpita.
—Salí cuando era más joven, pero ser agente es un trabajo exigente.
Así que renuncié. Muchos podrían llamarme un ermitaño ahora. No dejo
mucho mi tierra.
—¿Cara? —susurro y miro hacia el frente del auto donde está sentada.
38
Estamos en la parte trasera de la limusina, con Rye conduciendo, pero la
división no funciona. No creo que puedan oírme, pero no estoy segura.
Se ríe.
—Es como una hermana para mí. Es la hermana de Sam, mi mejor
amigo. Todos crecimos juntos en Colorado. Él la envió aquí porque sabía
que trabajaría bien y confiaría en ella. —El alivio me llena. Nunca coquetean
ni nada, pero hablan y susurran y eso me pone celosa. Sé que
probablemente estén hablando de las cosas del acosador, pero todavía me
hace dudar. Ni siquiera pestañeó a las otras modelos que estaban en el set
hoy, y sabía que trataron de llamar su atención, dijeron cosas sobre lo sexy
que era, que podrían tratar de contratarlo después. En realidad, parecía
molesto con ellas.
—Lo siento, solo... —Me encojo de hombros.
—¿Celosa? Sí, yo también. —Su brazo alrededor de mí se aprieta. Noto
que lo hace mucho. Creo que lo usa para tranquilizarse. A mí también. Me
encanta que no pueda acercarse lo suficiente a mí—. Te prometo que no
tienes nada de qué estar celosa. Te pertenezco.
Mi corazón revolotea. Antes que pueda responder, la limusina se
detiene y Cara sale y viene a abrir la puerta. Jax comienza a salir, pero tomo
su mano y atraigo su atención hacia mí.
—Yo también te pertenezco.
Jax
Tomo la mano de Mila, ayudándola a salir de la limusina cuando lo
único que quiero hacer es cerrar la puerta y llevarla a casa después de lo
que me dijo. Mi corazón late con fuerza y no estoy seguro si es por su
admisión o por el hecho que todos nos miran. Las cámaras parpadean y la
gente grita su nombre. Mis instintos protectores van a toda marcha mientras
la atraigo hacia mí y miro a mi alrededor en busca de amenazas, sabiendo
que Cara y Rye están haciendo lo mismo.
Mila envuelve su propio brazo alrededor de mi cintura. Se queda quieta
por un momento y sé que sintió mi arma, pero no dice nada. Caminamos
juntos sobre una alfombra roja.
—Tenemos que posar. —Asiente hacia donde veo a otros detenerse
frente a una pantalla para posar—. Lo odio, pero el vestido y los zapatos que
39
llevo esta noche son de un diseñador que donó una tonelada de dinero a la
caridad para que yo los luciera. —Mantiene una sonrisa pegada a su rostro
todo el tiempo mientras habla. Puedo decir que no es real. Lo hace por las
cámaras que aún nos toman fotos.
—Iré donde sea que vayas —digo. Observo que la sonrisa forzada se
vuelve real.
—¿Quién te acompaña, Mila? —grita alguien.
—¿Kale sabe que trajiste una cita? —exclama otro reportero.
Reprimo un gruñido ante la mención del idiota de Kale. No sé si es un
idiota, pero las fotos y algunas de las cosas que leí sobre él me hacen pensar
que sí. Avanzamos hacia la pantalla y hacemos una pausa para dejar que
los fotógrafos obtengan sus fotos.
—Es mi novio —responde Mila antes de tirar de mí y besarme frente a
todos. Profundizo el beso por un momento. Nunca puedo tener suficiente de
ella y siempre quiero más. Silbidos suenan. Más preguntas caen sobre
nosotros mientras nos paramos allí y nos toman fotos. La sostengo cerca.
No responde más preguntas, pero se detiene para decir algunas palabras
sobre la obra de caridad antes de avanzar y entrar al edificio—. Lo siento. —
Se mete el cabello detrás de la oreja—. Sé que no hemos hablado y como
que he dicho que eres mi novio para el mundo…
La interrumpo, atrayéndola contra mi cuerpo y mirándola.
—Soy más que tu novio —afirmo. No creo que me hayan llamado niño1
desde que tenía doce años. Incluso entonces era bastante grande.
—Vamos a mezclarnos un poco para poder irnos rápido. —Me gusta
esa idea. Espero que le guste la mía también, cuando descubra hacia dónde
iremos más tarde. Cuando me dijo que quería ir a Colorado, me hizo pensar
que tenía una posibilidad aún mayor que no perdiera su mierda al descubrir
mis planes cuando nos fuéramos de aquí.
La mantengo cerca mientras deambulamos y entabla una pequeña
charla con la gente, sin quedarse demasiado tiempo para hablar realmente
con una sola persona. Tomo un aperitivo, una bola de queso frito, de un
camarero que pasa y lo pongo en su boca.
—He notado que no pasaste el rato con modelos hoy.
—Realmente nunca lo he hecho. Piensan que soy presumida. —
Suspira.
—Eso es una mierda. —No la he visto hacer una solo cosa presumida.
Es una de las personas más educadas que he conocido. Lo he visto por mí
mismo. Es dulce con todos.
—Es porque no salgo como ellas, ni hago lo que hacen. —Se encoge de
hombros como si no fuera gran cosa.
40
—Debe ser solitario —digo. Conozco la sensación. Amo mi hogar, pero
es muy silencioso allí.
—Sí —concuerda.
—No estarás sola nunca más.
Apoya su cabeza sobre mi pecho, poniendo su peso corporal en mí. Me
pregunto si esos zapatos están empezando a lastimar sus pies. Murmuro
una maldición cuando mis ojos pasan por encima de su cabeza para ver a
Kale Cane caminando hacia nosotros con una sonrisa en su rostro.
Tiene sus ojos puestos en mi chica.
—¡Mila! —exclama con entusiasmo. Ella gira un poco en mi agarre. Él
trata de abrazarla y darle uno de esos besos en las mejillas que todo el
mundo le da, pero siento que su cuerpo se pone tenso. Doy un paso atrás y
la llevo conmigo.
—No tocamos. —Hago que mi tono sea duro. Mila sofoca una risita y
frota su mano en mi pecho.
—Es protector. —Mila sonríe a Kale. Ni siquiera me gusta eso, pero sé
que es demasiado dulce para hacer cualquier otra cosa.
Los ojos de Kale me recorren, estudiándome antes de volver a mi chica.

1 Hace referencia a la palabra novio en inglés, compuesta por boy (niño) y friend (amigo).
—No sabía que estabas viendo a alguien.
—Es nuevo —le dice.
Me inclino y beso la parte superior de su cabeza.
—Y muy serio —agrego, dándole una mirada de no jodas conmigo.
Sus ojos se mueven entre nosotros.
—Haz que tu publicista llame al mío, Mila. Hay cosas que tenemos que
arreglar.
No puedo luchar contra el estruendo que sale de mi pecho, pero el
imbécil se aleja tan rápido como dice las palabras. Quiero ir a detenerlo y
darle una lección sobre merodear a la mujer de otro hombre, pero no quiero
hacer una escena que pueda avergonzar a Mila.
—Dios, lo odio —murmura. Ya somos dos.
—¿No salieron ustedes? —pregunto, aunque no debería. No quiero
saber detalles sobre ella con otra persona, pero tal vez soy masoquista.
Resopla.
—Diablos, no, quiero decir, la gente cree que sí. —Pone los ojos en
blanco—. A veces los publicistas te hacen ir a citas falsas por publicidad. 41
Debería haber dicho que no, pero me dijeron que era lo que se suponía que
debía hacer. Así que lo hice.
—Esa mierda jodidamente ha terminado. —Sobre mi cadáver estará
yendo a citas falsas.
—¿Está mal que me guste cuando te pones celoso y posesivo? —Me
mira a través de sus pestañas, un toque de rosa apareciendo en sus mejillas.
—¿Está mal que me haga querer robarte del resto del mundo para que
solo yo pueda tenerte? —replico.
—No creo que tengas que robarme. Dudo que vaya a resistirme mucho.
—No me tientes —advierto. Ya tengo planes establecidos, pero está
haciendo esto demasiado fácil. Todo con ella ha sido fácil. Correcto—. Si te
dijera que quiero llevarte lejos de aquí, desaparecer por un momento, porque
estoy preocupado por tu seguridad y, para ser sincero, por mi propia
cordura, ¿vendrías conmigo?
—Ya te lo dije. Confío en ti. —Luego repite mis palabras de antes—. Iré
a donde sea que vayas. —Eso hace que la aleje del evento y la lleve a mi
casa.
Mila
Besos llueven sobre mi rostro y lentamente abro mis ojos para mirar a
Jax.
—Me quedé dormida sobre ti otra vez, ¿no?
—Duermes profundamente, niña bonita. —La preocupación se refleja
en su rostro.
—Lo sé, solo estoy un poco cansada —admito. Fui de la semana de la
moda en Europa directamente a Nueva York. El cambio de hora siempre me
molesta. Apenas pude dormir antes que me metieran en mi próxima gran
campaña.
—Vamos a cambiar eso. —Me levanta y me pone en su regazo. Pongo
mi cabeza en su hombro. 42
—¿No quieres agotarme? —bromeo antes de besar su cuello y morderlo
suavemente. Su polla se sacude debajo de mi culo.
—Siempre haré lo mejor para ti.
—¿Como robarme? —Sonrío contra su cuello. Sé que va a causar una
tormenta de mierda. Mi agente y publicista probablemente están perdiendo
la cabeza.
—Creo que te gustará mi casa. —Me incorporo, casi golpeando su
cabeza con la mía, pero Jax tiene reflejos rápidos.
—¿Vamos a tu casa? —Casi estoy rebosando de emoción por la idea.
Sonríe y asiente.
—Me encanta lo emocionada que estás por verla. —No tiene ni idea.
Estar en las montañas de Colorado en un hogar lejos del resto del mundo
donde solo estamos él y yo suena como lo más maravilloso del mundo. Será
mejor que tenga cuidado o puede que nunca quiera irme.
—Señor, estamos aterrizando. —La azafata se inclina para recoger su
café—. ¿Puedo traerle algo antes de comenzar nuestro descenso?
—No, gracias.
Asiente educadamente antes de regresar al frente del pequeño avión.
Jax me coloca en el asiento antes de abrocharme el cinturón. Inclino
mi cabeza en su hombro otra vez.
—¿Es este tu avión? —pregunto—. No sabía que los agentes retirados
del FBI ganaban tanto —indago.
—No, es de Sam. Pero te conseguiré uno si quieres. Mi familia solía
tener uno cuando mi abuelo viajaba mucho más, pero lo vendí después que
falleció. Ahora soy más un hombre hogareño.
—Estaba bromeando. —Le doy un golpe en el costado, pero solo me
topo con músculo duro. Su casa debe tener un gimnasio en alguna parte.
—Yo no —se burla de mí de nuevo. He visto el interior de suficientes
aviones en mi vida, así que tener uno propio no me parece atractivo. Cuando
era más joven, los viajes al trabajo eran emocionantes, pero ya no tanto.
Jax me cuenta sobre su hogar y su vida mientras crecía con su abuelo.
Nunca conoció a sus padres, quienes murieron en un extraño accidente de
esquí, pero su abuelo era más de lo que podía haber pedido y fue difícil de
perder. Disfruto escuchándole hablar y contarme sobre su vida.
Cuando salimos del avión, hay una camioneta esperándonos. Jax abre
mi puerta, ayudándome a entrar.
43
—Voy a tener que ir por escaleras laterales. —Se ríe. No sabía que
fabricaban camionetas así de altas. Pone nuestras maletas en la parte
posterior antes de saltar al lado del conductor. Todavía está oscuro afuera—
. Conducir va a tomar un poco. Probablemente llegaremos a casa antes que
salga el sol.
—Diablos. Estaba emocionada por ver todo.
—Tendremos mucho tiempo. Te mostraré todo. —Se aproxima y me
acerca más a él. Me abrocha el cinturón y coloca su mano en mi muslo en
un agarre posesivo.
—No puedo esperar. —Quiero olvidarme del resto del mundo por un
tiempo, pero no estoy segura de lo fácil que será realmente. Sé que todavía
tengo algunas responsabilidades que deben ser atendidas—. ¿Qué dijeron?
—Trabajan para ti, niña bonita. Quiero que recuerdes eso —responde.
Ni siquiera tengo que decirle por quién estoy preguntando. Sé que la llamada
con ellos debe haber sido acalorada, y también estoy suponiendo que lo hizo
mientras estaba inconsciente porque nunca se apartó de mi lado desde que
salimos del evento y fuimos directamente al aeropuerto. Ya lo había
preparado todo para irnos. No comenté que era obvio que esto ya estaba
planeado porque, bueno, me gustó un poco. Sigue cuidándome y sigo
enamorándome cada vez más y más de este hombre. Mi guerrero. Mi
protector.
—Lo sé. —Justo en ese momento, suena mi teléfono. Jax lo saca del
bolsillo de su abrigo. Veo el nombre de mi madre—. Mierda —murmuro,
quitándole el teléfono. No parece que quiera entregarlo, pero lo hace—. Hola,
mamá —respondo, mirando el reloj. Son las tres de la mañana aquí, pero
quién sabe dónde está. Puede ser mediodía para ella.
—¡Cancelaste tus sesiones! —grita. Jax gruñe e intenta arrebatarme el
teléfono, pero lo esquivo, sabiendo que tengo que enfrentarla. Quiero a mi
madre, pero esta es mi vida.
—Confío en Jax. Cree que es seguro para mí tomarme un tiempo libre
con todo esto del acosador.
—Mila, por favor. Has tenido docenas de acosadores. ¿Qué tiene de
diferente este? —Miro a Jax, que sujeta el volante en un agarre de muerte.
Para ser honesta, no tengo ni idea de cómo responder la pregunta de mi
madre.
—Te lo dije, confío en Jax —repito, porque es todo lo que necesito.
Deja escapar un suspiro largo y fuerte.
—Supongo que es un poco preocupante que irrumpiera e hiciera toda
esa porquería en tu nuevo hogar.
44
Jax debe escucharla porque suelta una serie de maldiciones que harían
sonrojar a un marinero.
—Bueno, no tienes que preocuparte. Jax nunca dejaría que me pasara
nada. —No estoy segura si estoy tranquilizándola a ella o a mí, pero lo creo.
Jax no permitirá que me pase nada.
—Por las fotos que vi de ustedes dos anoche, parece que también podría
ser un acosador —dicecon aspereza—. Ten cuidado. Te dije qué quieren los
hombres de ti. —Siento que el cuerpo de Jax se pone rígido a mi lado. Bajo
la mirada. Odio cuando dice eso. Probablemente es eso por lo que me he
mantenido alejada de las citas por tanto tiempo. Bueno, citas reales de todos
modos. Con Jax, no pude luchar contra la atracción. Quiero replicar que
ella solo quiere una cosa de los hombres también, pero me detengo.
Me parezco a mi madre. Es hermosa y nunca ha tenido problemas para
encontrar un hombre o esposo. Lo que quiera. Los deja rápidamente,
llevándose una pila de efectivo con ella. Pero no digo eso. Sé que mi madre
se enamora rápidamente y se separa igual de rápido. Quizás el dinero es
solo un subproducto de eso.
Me ama a su manera y, de hecho, creo que insistió en la cosa del
modelaje porque era una forma de usar la belleza sin tener que separar las
piernas.
—No hables de Jax así —respondo, impactándome incluso a mí misma.
Su mano en mi pierna comienza a acariciarme suavemente.
—Te gusta. —La voz de mi madre se calma—. Mila, tu carrera, solo…
La corto.
—Mamá, déjame hacer lo que quiero. No es como si necesitáramos el
dinero o algo así. Solo quiero ser feliz y esto ya no funciona para mí —
confieso.
—Está bien, cariño. Solo tómate unos días. Descansa. No necesitas
tomar decisiones precipitadas. Lo sabes por tu mamá. Los hombres vienen
y van.
—Está bien. —Es todo lo que le doy. Ya sé lo que tengo en mente. Son
las tres de la mañana y no quiero pelear por esto ahora mismo—. Te quiero.
—También te quiero, cariño. Cuídate. —Con eso cuelga. Le paso el
teléfono a Jax. Baja la ventanilla y lo arroja. Me siento allí por un segundo
antes de estallar en un ataque de risa. Cuando termino, nos sentamos en
un cómodo silencio por un momento.
—No me importaría si me acosaras. —Lo miro. Su rostro es ilegible. La
oscuridad no ayuda.
Me mira.
—No tengo que acosar algo que nunca voy a perder de vista. —Sonrío, 45
me gusta el sonido de eso probablemente más de lo que debería—. ¿De
verdad crees que podrías renunciar a todo?
Me encojo de hombros. No quiero resultar demasiado necesitada. Ni
siquiera he visto su casa todavía, pero ya me estoy imaginando escondida
allí con él por el resto de mi vida. Tal vez algunos niños corriendo. Todo
suena demasiado perfecto para ser verdad.
—Supongo que no importa hasta que este asunto del acosador sea
solucionado. —Veo la tensión cuando vuelve a entrar en su cuerpo ante la
mención del acosador.
—Para que conste, no solo te quiero para tener sexo. Estar cerca de ti
sería suficiente para mí.
—¡No para mí! —Llevo mi mano a mi boca. ¡No puedo creer que acabe
de decir eso en voz alta! He intentado hacer que este hombre llegue hasta el
final, pero todavía no tuve suerte.
Se ríe, profundo y sexy. Dios, amo ese sonido.
—Es malo, ¿no? ¿El acosador? —pregunto finalmente.
—Sí —admite.
—¿No quieres hablar de eso?
—No quiero que te toque de ninguna manera. Solo quiero que se
solucione y que ni siquiera tengas que pensar en ello. Eso es lo que quiero.
—Está bien. —Rodeo su brazo con el mío, apoyando mi cabeza en su
hombro otra vez, un hábito mío ahora, al parecer.
—Me encanta lo mucho que confías en mí. Significa todo para mí que
me des eso.
—Nunca lo rompas y siempre me tendrás —afirmo. Hablo en serio.
—Nunca —jura.

46
Jax
Ella yace en mi cama, su cabello extendido por todas partes, luciendo
como un ángel. El alivio me llenó en el momento en que llegamos a mi tierra.
Sabía que en ese momento nadie la tocaría. Estaría a salvo aquí. Finalmente
pude respirar un poco.
Le preparé algo de comer y nos fuimos a acostar. Noté que aún estaba
un poco cansada. La siesta que tomó en el avión no fue suficiente, pero
ahora tenemos todo el tiempo del mundo. Luchó por mantenerse despierta
hasta que salió el sol y se moría por echar un vistazo alrededor. Cuando
coloqué mi rostro entre sus muslos, hice que se desmayara después del
tercer orgasmo.
Odiaba dejarla en la cama, pero quería comprobar que toda mi
seguridad estaba en su lugar. Después de una ducha rápida, me deslicé en
47
la cama y la estreché entre mis brazos. No pasó mucho tiempo hasta que
estuve fuera. Solo necesito unas pocas horas de sueño,es algo en lo que me
entrené para dominar.
Le acaricio el cabello, pensando en lo que le dijo a su madre. Dios,
espero que realmente quiera dejar esa vida. Odio que el resto del mundo la
tenga así. Soy un bastardo egoísta y la quiero para mí. Nuestros hijos. Lucho
contra un gruñido satisfecho ante la idea de poner un bebé dentro de su
pequeño cuerpo.
Me preocupa que pueda ser difícil para ella llevar uno. Es tan pequeña
y yo soy tan jodidamente grande. Es la única vez en mi vida que estoy
maldiciendo mi tamaño. Se mueve en mis brazos, y sus ojos se abren. Una
sonrisa soñolienta tira de sus labios y me golpea justo en el corazón.
—Hola —susurra. Se mueve, deslizándose sobre mí. Me quejo mientras
su coño se arrastra sobre mi polla. Todavía está desnuda y solo estoy en
calzoncillos. Sería tan fácil deslizarlos hacia un lado y empujar dentro de
ella.
—Buenos días, niña bonita. —Aparto el cabello de su rostro—. Bueno,
buenas tardes.
Se impulsa y se coloca a horcajadas sobre mí, sus tetas rebotando. No
puedo evitar estirar la mano y arrastrar mis dedos por sus pezones. Deja
escapar un pequeño suspiro, dando un meneo.
—Quería mirar alrededor, pero tal vez... —Se humedece los labios.
—Mila —advierto. Dios, la quiero tanto, pero quería hacer nuestra
primera vez especial. Estoy bastante seguro de que mi chica es virgen—. Tu
primera vez debería ser… —Soy cortado cuando arrastra su coño contra mi
polla, haciéndome gruñir.
—No quiero esperar más. Cualquier momento contigo será especial. —
Sus manos bajan para aterrizar en mi pecho—. Hazme el amor, Jax. Hazme
tuya.
—Eres mía. —Prometo, dándole la vuelta para que esté debajo de mí.
La inmovilizo en la cama—. Dilo.
—Soy tuya. Lo sabes. Solo quiero sentirte en todas partes. Quiero que
seas mío.
Arrastro mi nariz a lo largo de su cuello y la muerdo allí, marcando su
piel. No muy fuerte, pero lo suficiente para mostrarlo. Jadea de nuevo.
—Entonces serás mi esposa.
—¡Sí! —Envuelve sus piernas alrededor de mí. Me echo hacia atrás para
mirarla.
—¿Lo dices en serio? —Exhalo. Necesito asegurarme de haber 48
escuchado bien y que me escuchó.
—¡Sí, sí, sí! —grita, con la sonrisa más grande en su rostro. Suelto las
manos que tenía clavadas sobre su cabeza. Alcanzando la mesa auxiliar,
abro el cajón y saco la pequeña caja. Sus ojos se agrandan cuando la abro
y saco el anillo que mi abuelo me dejó.
Lo deslizo en su dedo. Es una banda, tachonada de diamantes, discreta
pero hermosa. Sus ojos se llenan de lágrimas.
—Mi abuelo amaba a mi abuela más que a nada. Me dijo que todos
tienen otra mitad en el mundo, y que, si tienes suerte, algún día encontrarás
a esa persona. Cuando lo hagas, en el primer momento que fijes los ojos con
ella, lo sabrás. —Le cuento lo que mi abuelo me contó tantas veces—. Pensé
que estaba loco, pero debería haberlo sabido mejor porque ese hombre
siempre tenía razón.
Una lágrima se desliza libremente. Me inclino, deteniéndola en su
camino.
—En el momento en que giré y te vi parada ahí, supe que eras mía. Mi
otra mitad. Sabía que un día te pondría este anillo. Simplemente no sabía
que sería tan pronto. Que me darías todo de ti tan rápido. No sé cómo tuve
tanta suerte.
—Es porque yo también lo sabía. Desde el primer momento. Lo sentí.
Nunca había sentido algo así antes. —Levanta la mano, ahuecando mi
rostro—. Fuimos hechos el uno para el otro.
—Mi niña bonita.
—Tuya —susurra mientras mi boca cae sobre la suya. La beso
profundamente, vertiendo todo lo que puedo en él.
—Te voy a hacer el amor —digo entre besos.
—Sí —gime, pasando su mano por mi espalda. Me inclino y me saco el
calzoncillo. Trata de ayudarme, y sus manos están en todas partes. Está tan
ansiosa como yo.
Lo pateo antes de abrir sus piernas. Extendiéndola de par en par.
Quiero probar, pero puedo decir por lo fuerte que me está abrazando que no
va a dejarme ir. Mi polla roza su clítoris, haciéndonos gemir.
—Joder, estás mojada. —Cierro los ojos y trato de controlarme. Semen
ya se está escapando de mi polla mientras me tira hacia abajo para besarla.
Nuestras lenguas se enredan. Saboreo su dulzura. Ella se mueve debajo de
mí, su cuerpo rogándome que me deslice dentro de ella. Alineo mi polla con
su apertura. Cuando retrocedo y la miro, todo lo que veo es confianza.
49
Me deslizo un poco, y su humedad lo hace fácil.
—Oh. —Suspira, levantando sus caderas, rogando por más.
—Te amo —le digo justo antes de empujar dentro de ella, rompiendo la
barrera de su virginidad.
Su boca se abre y cierro mis labios sobre los suyos, atrapando su
pequeño grito. Sus uñas se clavan en mi espalda. Me quedo tan quieto como
puedo, pero mi polla se sacude por sí misma, corriéndose en lo más
profundo de ella. Incapaz de controlarme, gruño en su boca. Es una
sensación agridulce. Sé que le duele y aquí estoy, sabiendo cómo se siente
el cielo.
Aparto mi boca y le beso el rostro.
—Yo también te amo. —Se apresura a decir—. Te amo mucho. —Mis
ojos se conectan con los de ella, pero no parece estar sufriendo. No, me
sonríe.
Sus palabras me envían al límite y rompen mi control. Salgo y vuelvo a
entrar. Gime mi nombre, y sus ojos se cierran de placer.
—Eres mía ahora —le digo mientras empujo dentro y fuera. Ya me
siento listo para correrme de nuevo—. Dilo de nuevo —ordeno.
—Te amo —gime. Su apretado coño me succiona dentro y fuera. Con
cada empuje, intenta agarrarse y mantenerme. Jodidamente codicioso.
Nunca debería haberme preocupado por no encajar dentro de ella. Fue
hecha para mí.
Sus duros pezones se frotan contra mi pecho. Su respiración se vuelve
más superficial. Sé que está a punto de correrse y me llevará con ella. Ya
estoy luchando contra ello.
—Acaba dentro de mí. —Sus piernas se envuelven alrededor de mí otra
vez. Ya lo hice una vez. Ni siquiera había pensado en lo que significaba en
ese momento. No podría haberlo detenido si hubiera querido. Pero ahora me
está pidiendo que lo haga.
Presiono mis rodillas en el colchón y agarro su barbilla para que
nuestros ojos estén cerrados.
—¿Sabes lo que me estás pidiendo? —digo apretando los dientes. Ya
estoy luchando para no correrme. No hasta que ella lo haga.
—Sí, por favor —ruega.
—Nunca me ruegues. Siempre te daré lo que quieras. —Su coño se
aprieta alrededor de mi pene mientras grita.
—Mila. —Me corro con ella. Su coño me abraza fuerte, chupando cada
gota de semen de mi pene, rogando por más. Le doy todo. Ruedo, así está 50
encima de mí. Sus pequeñas caderas se sacuden mientras su orgasmo pasa
a través de ella.
Le froto la espalda, diciéndole cuánto la amo mientras nuestra
respiración se calma. Mi pene todavía está dentro de ella. Duro aún.
Se mueve, gimiendo un poco. Se inclina y agarro sus caderas.
—Niña bonita. —Le doy una advertencia. Se mueve otra vez, haciendo
que sus tetas reboten.
—¿Qué? Quiero más. —Hace pucheros, moviendo sus pestañas hacia
mí—. Se siente como que tú también.
—¿Estás dolorida? —Aplaco sus movimientos. Joder, quiero más,
también, pero no lo suficiente como para causarle dolor.
—Nunca me he sentido mejor. —Suspira. Aflojo mi agarre y menea sus
caderas.
Me extiendo entre nosotros, acariciando su clítoris. Su cabeza cae hacia
atrás, y su largo cabello golpea mis muslos.
—Joder. —Sé que nunca tendré suficiente de ella, y con la forma en
que está actuando, no estoy seguro de que alguna vez tenga suficiente de
mí tampoco.
Mis ojos se abren cuando mi reloj vibra, alertándome que alguien ha
activado uno de mis sensores. Me deslizo debajo de mi chica, dándole un
rápido beso en la frente antes de cubrirla y salir de la habitación. Corro por
el pasillo hacia mi oficina. Introduzco mi contraseña en mi computadora y
me visto apresuradamente.
—Hijo de puta. —Aprieto los dientes cuando veo quién activó el sensor.
Le envié a Sam un mensaje de texto rápido deseando poder tratar con el
cabrón yo mismo. Hay mucha tierra aquí. Sería difícil encontrar un cuerpo
si quisieras esconder uno y sabes cómo, pero se notaría la ausencia de este
hijo de puta.
Me pongo unos precintos en el bolsillo trasero y agarro mis gafas de
visión nocturna antes de salir. Cierro la puerta y me dirijo hacia él. Está
muy oscuro. El idiota tendrá suerte si no se lastima antes que llegue a él.
Estoy enojado y aliviado que esté aquí. Tuvimos el día perfecto.
Después que finalmente nos levantamos de la cama, le preparé el almuerzo
y le enseñé el lugar. Siempre me he sentido orgulloso de la tierra y la casa 51
que construí, pero ver a Mila iluminarse al respecto lo llevó a otro nivel. No
quiero nada más que acostarme en la cama con ella, pero también quiero
acabar con este imbécil.
Tenía la sensación de que era él. La forma en que trató de hacerlo como
si no la estuvieran mirando tanto como a él. La ira que trató de ocultar, pero
pude sentirla. También sabía que había estado molestando a su agente por
su número.
Me muevo rápido. Es fácil, ya que conozco cada centímetro de mi tierra.
No hago ningún sonido cuando lo veo a setenta pasos delante de mí. Observo
mientras tropieza con un tronco y cae. Maldice antes de levantarse.
Giro y me muevo detrás de él. Sujeto mi brazo alrededor de su cuello,
apretándolo fuerte contra mí y tomándolo por sorpresa. Jadea por aire y
pelea conmigo.
—¿Crees que puedes venir a mi tierra y tratar de tomar lo que es mío?
—Le gruño al oído. Está empezando a perder el conocimiento. Sigue
luchando conmigo, y solo aprieto aún más fuerte hasta que su cuerpo se
queda flácido. Lo dejo ir con un empujón, mirándolo golpearse la cabeza en
un tronco antes de rodar—. Jodido Kale Cane. —Me quito las gafas. Esto va
a ser un espectáculo de mierda. ¿Por qué demonios no pudo haber sido un
imbécil al azar? Esto va a salir en todas las noticias. Van a perseguir a mi
chica. Tengo la sensación de que fue a una de esas citas falsas que la agencia
preparó y él quería más, pero ella no lo aceptó. Un hombre acostumbrado a
que las mujeres se arrojen sobre él y la mía le dijo que no. Apuesto a que
eso lo enojó.
Kale se sobresalta y se despierta. Enciendo las luces atadas a mi
chaleco, luego le ato las manos antes de ponerlo sobre su espalda. Su cabeza
está sangrando. Trata de abrir los ojos, pero las luces brillan sobre él.
—¿Qué pasa? —murmura. Observo cómo finalmente la situación le
golpea, luego el pánico—. Vine a comprobar a Mila. Estaba preocupado por
ella. —Se apresura a decir. Está viendo la mierda en la que se ha metido y
está tratando de explicarse.
Lo ignoro y busco la bolsa que dejó caer.
—Eso es mío. No toques mi mierda. Esa es mi propiedad —grita cuando
ve lo que estoy haciendo. Cuando abro la bolsa, la ira me llena. Sé lo que es
esto. Es un jodido kit de violación y secuestro. No puedo evitar lanzarme
hacia él. Quiero matarlo. Lo golpeo una y otra vez, sin importarme que no
pueda defenderse.
El rostro de mi niña bonita parpadea en mi mente y tengo que
apartarme de él para no matarlo. No puedo ir a la cárcel. No es que no quiera
protegerla, pero sé que ella me necesita. La destrozaría si algo me sucediera,
y no le haré eso. 52
Lo miro fijamente, escuchándolo llorar, pero no siento ni rastro de
culpa. Ese kit no es nuevo. Este hombre es un depredador y esta no es su
primera vez. De eso estoy seguro. Me levanto del suelo y saco mi teléfono
para ver un millón de mensajes de texto de Sam diciéndome que no lo mate.
No va a matarlo, pero va a dolerle. Pongo el talón de mi bota en su polla.
Él grita.
—Lo siento —suplica—. Yo s-solo... —Tropieza con sus palabras—.
Mila, ella es diferente. Ella… —Antesquepueda terminar, lo golpeo de nuevo,
sabiendo que esta vez le rompí la mandíbula.
—No vuelvas a decir su nombre —le advierto. No estoy seguro si me
escucha porque se desmaya.
Mila
Me paro en la terraza bebiendo el vaso de zumo de naranja natural que
Jax me hizo esta mañana. Gracias a Dios que el hombre conoce su camino
alrededor de la cocina o nos moriríamos de hambre. Sabe cómo cocinar y
ama hacerlo para mí. Diablos, a menudo le gusta darme de comer mientras
estoy sentada en su regazo. Estoy bastante segura de que he ganado dos
kilos desde que le conocí, y no me importa. No se lo he dicho Jax todavía,
pero no quiero volver a modelar. Incluso si él viajase conmigo, no es algo
que siga queriendo. Esto es lo que quiero. Despertar así cada mañana.
Miro fijamente sobre las colinas sintiendo que estoy en casa por
primera vez en mi vida. La casa de Jax es aún más maravillosa de lo que
podía haber imaginado. Es perfecta, hecha para una familia grande y parece
sacada de una revista. No es lujosa de manera que te preocuparías de 53
romper algo o crear un lío, sino que es acogedora y cálida.
Se pasó el día de ayer mostrándome los alrededores y me dijo que solo
hemos visto una fracción de la tierra. Juro que este lugar es el cielo. Es su
propio pequeño mundo que nunca quiero dejar.
Ni siquiera tengo que mirar para saber que ha venido tras de mí. No
que haya hecho algún sonido. Le siento. Es una locura, pero puedo. Igual
que supe el momento en que salió de la cama en medio de la noche de ayer
y el momento en que entró de nuevo.
—Creo que podríamos construir un granero enorme allí. Un refugio de
rescate para los animales —dice al lado de mi oreja antes dejar un beso allí.
—¿Realmente quieres hacer eso? —Escucho el gancho en mi voz.
—Si eso es lo que quieres hacer —dice fácilmente. Como si no fuera
gran cosa para él construir un granero para mí—. Veo cuánto significa la
caridad para ti. Podrías hacer aún más si quisieras.
Asiento, incapaz de hablar. Mi garganta se siente obstruida. Después
de un momento me repongo.
—Eso suena como algo a tiempo completo —digo. Ni una sola vez ayer
Jax habló sobre mi trabajo, así que no le he contado mis planes. Tengo la
sensación de que quiere que lo deje, sin embargo, pero no me lo preguntará
directamente. El sentimiento es mutuo.
Aunque puede que pronto no sea una simple elección. Hemos hecho el
amor varias veces y ni una vez hemos hablado sobre protección. Diablos,
incluso le pedí que se corriera dentro de mí. Lo hizo. Cada vez.
Miro hacia la mano que ha envuelto a mi alrededor y veo que sus
nudillos están de un color rojo y enfadados, como si hubiera luchado unas
cuantas rondas con algo o alguien, más probablemente. Paso mi dedo por
ellos.
—¿Estás bien? —pregunto. Sé que lo que sea que pasó le tranquilizó
más. La tensión en él se ha ido, pero algo todavía perdura. Lo sé. Además,
ha dejado que pasee por la terraza sin él. Normalmente está pegado a mi
lado.
—Se ha ido —susurra.
—Bien. —Dejo mi vaso de zumo de naranja en la barandilla de la
terraza antes de girar en sus brazos. Pongo mis manos sobre su pecho. No
puedo evitar sonreír cuando veo mi anillo de compromiso. Siempre me hace
sonreír—. Cuéntamelo si tengo que saberlo. —Empujo un poco, viendo un
toque de angustia en sus ojos.
—Va a ser un espectáculo de mierda —dice finalmente—. Fue Kale.
—¿Kale Cane? —chillo con sorpresa. No puedo aguantar al tipo. Le odié
54
en las pocas citas a las que tuvimos que ir. Me da escalofríos. No puedo
entender por qué las chicas están tan locas por él. Creo que se ve como un
chico, no el hombre de veintisiete años que es realmente—. No quiero volver
—digo rápidamente, dándome cuenta de que ya no tengo razón para
quedarme aquí. Tengo que volver al trabajo. La vida puede continuar.
—Te lo dije. No tienes que hacer nada que no desees. —Acuna mi
rostro—. Serás mi esposa muy pronto. Esta es nuestra casa.
—Nuestra casa. —Suspiro. Me encanta eso—. No quiero volver a
modelar. Quiero estar aquí. Contigo. Lejos del resto del mundo. Fuera de las
luces. Quiero una nueva vida. Una vida contigo y lo que escojamos.
Sonríe y sé que está más que de acuerdo conmigo. Puede que hace poco
que conozco a Jax, pero sí sé una cosa, es que siempre quiere lo mejor para
mí, quiere darme cualquier cosa que pida. Soy su primera preocupación.
Pasaré mi vida mostrándole a él lo mismo.
—De cualquier manera, deberíamos quedarnos aquí por un tiempo. —
En ese preciso momento, escucho un helicóptero—. Joder. —Jax me mete
en la casa y cierra la puerta. Miro mientras camina alrededor, cerrando
todas las cortinas de las ventanas.
—Adivino que el mundo lo sabe ahora. —Jax se ve molesto mientras
rápidamente va por la casa y le observo. Se ve sexy incluso enfadado. Tengo
que luchar contra una sonrisa. Coge su teléfono y marca, y luego se lo pone
en la oreja y empieza a maldecir hasta por los codos. De nuevo, sexy.
No estoy segura de a quién está gritando, pero camino hacia él, saco el
teléfono de su mano y finalizo la llamada antes de lanzarlo hacia el sofá. Me
mira sorprendido.
—Pues eso. —Me encojo de hombros—. Parece que nos acaban de
encerrar aquí durante unas semanas. —Alargo mi mano y tiro de mi camisa,
la que he llevado y pone FBI en la espalda. La lanzo, quedándome desnuda—
. Seguro que nos podemos inventar algo para matar el tiempo. —Trato de
girar y caminar por el pasillo a nuestra habitación, pero me coge por las
caderas, girándome y cogiéndome. Me envuelvo a su alrededor.
—Estoy seguro de que puedo mantenerte más que entretenida. —Mi
espalda golpea la cama. Jax se apodera de mí, enjaulándome. Ya estoy de
vuelta. El resto del mundo se escapa mientras me pierdo en la única cosa
que importa, Jax Knox, mi todo y mucho más.

55
Jax
Seis meses después

Me agarro la nuca sintiéndome estresado. No he sentido esta tensión


en meses. No pensé que esto sería tan difícil.
—Está bien —me dice Mila, frotando sus manos sobre mi pecho. Es un
truco que normalmente funciona para tranquilizarme, pero hoy solo me lleva
un poco más allá.
—¿Estás segura de que quieres hacer esto? —pregunto mientras miro
a mi alrededor. La gente corre de un lado a otro. El espectáculo ya ha
comenzado. Si se le llama así todavía. ¿Cuándo las modelos están en la
pasarela? No tengo ni puta idea.
—Es mi última. —Se encoge de hombros—. Es por una buena causa — 56
añade. Sé que lo es, pero, aun así. Su último espectáculo es para la misma
organización benéfica que otras veces. La misma a la que está ahora
ayudando con el centro de rescate de animales en casa. El granero y todo lo
demás todavía está en construcción, pero estará acabándose en pocas
semanas. Después estará lleno de animales. Mi niña bonita está más que
emocionada por ello. Nunca he estado tan feliz en mi vida como los últimos
seis meses.
Fara, la jefa de la organización, le pidió a Mila que hiciera una
presentación final. Era algo como una gran cosa o algo, con los diseñadores
donando cosas y así. Se intenta que la gente tome conciencia de la causa.
Fara también sabía que mi Mila atraería a la prensa con ella. Todo el mundo
quería entrar al evento para verla. Ha estado escondida desde que todo se
fue a la mierda. Unos paparazzi trataron de colarse en nuestra tierra para
fotografiarla, pero aprendieron rápidamente que no iba a suceder jamás.
Me inclino hacia abajo, rozando mi nariz por su cabello y respiro. Dejo
caer la otra mano sobre la pequeña protuberancia del bebé bajo la bata de
seda. Me dijeron que llevaría algo de un nuevo diseñador de ropa de
maternidad y que ha estado más que excitado porque Mila llevara la pieza.
Incluso hizo una gran donación porque sí.
—Menos mal que todo lo demás ha terminado. —Apoya su cabeza en
mi pecho. No pasó mucho tiempo después que Kale fuera detenido para que
la mierda saliera a la superficie. Todo tipo de historias comenzaron a salir
sobre él y la gente habló acerca de sus experiencias con él. Ahora está
sentado en una celda y nunca verá el exterior de la prisión de nuevo. Si por
alguna rara oportunidad saliera, me aseguraría que nunca llegue cerca de
lo que es mío. Sacudo los oscuros pensamientos de mi cabeza y me
concentro en mi chica.
—Yo también. —Voy por un beso, pero me detiene.
—Pintalabios. —Empuja mi pecho, haciéndome gruñir. Su única
respuesta es reírse—. Una salida por la pasarela y habré acabado. Después
puedes besarme todo lo que quieras, marido. —Me guiña y se va. Lucho para
detenerme y no perseguirla. Miro la pasarela y hago unas pocas
matemáticas en mi cabeza. Debería tomarle solo cincuenta segundos
caminar por ella. Puedo hacer esto durante cincuenta segundos. Trato de
asegurarme.
Me da un pequeño saludo mientras se acerca a donde se supone que
debe entrar a la pasarela. Mi cuerpo se pone sólido mientras abre su bata y
la deja caer. Es entonces que me doy cuenta de que no es una bata. Era una
pieza que cubría un traje de baño, y tiene un pequeño traje de baño rosa
bajo ella. Su pequeña protuberancia por el bebé está a la vista. Gruño y
marcho hacia ella. Sus ojos se abren, pero sale al escenario luchando contra
una sonrisa. 57
Esa pequeña provocadora sabe que va a conseguirlo. Me dirijo hacia el
escenario y acelero a medida que veo su dulce traserocontonearse por la
pasarela. Se detiene al final, y escucho silbidos y he terminado.
—Señor, no puede ir por ahí —escucho a alguien gritar por detrás como
si me importase una puta mierda.
—Es él. —Oigo que otros dicen. Al parecer, me he vuelto muy conocido
también. Nos han llamado la Bella y la Bestia desde esa primera vez que
aparecí en público con ella. La historia solo creció a partir de ahí. Luego
vinieron las historias diciendo que la tenía encerrada y solo para mí. Eso es
parcialmente verdad; es una cautiva dispuesta. De cualquier manera,
todavía no me importa lo que digan de mí. Todo lo que importa es ella y mi
bebé dentro de ella.
—¿Ves esa pequeña barriga de bebé? —Alguien más murmura. Ésa es
mi jodida barriga de bebé. Me paro para no gruñirles a todos. Será muy claro
en un momento de todos modos.
Cuando mi niña bonita se gira y me ve tras ella, su boca se abre. La
beso. Duro y profundo. Ella envuelve sus brazos alrededor de mi cuello y la
levanto.
—No me niegues lo que es mío —me quejo. Solo sonríe antes de tirar
su cabeza hacia atrás y estallar en un ataque de risa.
Todos aplauden mientras la llevo por la pista a la zona tras la pasarela.
—Fara, lo siento —dice Mila.
—Créeme. Eso fue mejor que simplemente tú caminando por la
pasarela. Estará en todas las redes sociales en unos minutos. —Se ríe.
Mila niega, haciendo que su cabello rebote. Continúo caminando y no
paro hasta que salimos por la puerta trasera y salto en la limusina que nos
espera.
Saco el pequeño traje de baño de su cuerpo. Soy cuidadoso para no
romperlo, dado que quiero verla en él en una de nuestras aguas termales en
casa. No puedo esperar a que estemos en el avión privado y camino a casa
de nuevo.
—Te pertenezco —dice. Me aleja del borde donde estaba cabalgando.
Miro su rostro sonriente. Alcanzando entre nosotros, deshago mi cinturón y
en segundos estoy dentro de su dulzura. Siempre está preparada para mí.
Ambos gemimos.
—Siempre me perteneces, esposa —gruño contra su boca. Ella envuelve
sus piernas alrededor de mí.
—Llévame a casa entonces —gime.
Y lo hago. 58
Mila
Diez años después.

—Jax —gimo, pero su mano aterriza sobre mi boca, amortiguando el


sonido.
—Nunca puedes estar en silencio —gruñe mientras sigue empujando
dentro de mí. El orgasmo me atraviesa rápidamente y saco cada gota de
leche hasta que mi cuerpo se vuelve laxo bajo él. Siento su liberación
llenándome y gimo de nuevo.
No, nunca puedo estar en silencio. Incluso después de todos estos
años. Debería haberme vuelto mejor, pero no. Mi marido me hace olvidar
todo cuando me está haciendo el amor, pero como siempre, es mi protector
y cuida de mí, y así, en este momento, está vigilando por los oídos del 59
pequeñín.
Rueda llevándome con él, así estoy sobre su pecho. Beso el punto sobre
su corazón y suspiro felizmente. Estoy muy relajada, pero sé que tenemos
que levantarnos.
—¡Mamá! ¡Ya he terminado mi merienda! —Nuestro hijo pequeño grita
desde el otro lado de la puerta del dormitorio. Me encanta tenerlos en casa
durante el verano, pero también echo de menos el tiempo a solas con Jax
durante el día, cuando podemos ser tan ruidosos como queramos sin tener
que preocuparnos. Pero no cambiaría nada. Amo a mis chicos, incluso si la
casa está llena de testosterona. Al menos hay mucho espacio para ellos,
para que corran a su libre albedrío, y con un granero lleno de animales que
les mantiene ocupados y les deja cansados.
Con todo, la vida es perfecta.
—Está bien. Saldré en un segundo, corazón.
—Yo voy con ellos, niña bonita —dice Jax, dándome un beso y
acariciando mi panza hinchada antes de salir de la cama.
—Les dije que iríamos a nadar —bostezo, sentándome. Observo a mi
marido vestirse, mis ojos centrados en su duro culo. Mientras yo me he
vuelto suave en algunas áreas de mi cuerpo, mi marido todavía está tan
duro como puede. Bromea con que tiene que mantenerse en forma en caso
de que una de estas veces acabemos teniendo una niña. Este será nuestro
último bebé, y sé que será una niña. Puedo sentirlo. Amo a mis chicos, pero
necesito un pequeño toque femenino alrededor.
—Puedo llevarlos. —Se viste rápidamente.
—Yo voy. —Me levanto. Jax se acerca a mí y me acerca a él—. Solo
quedan unos días de verano. No quiero perderme nada.
—No lleves ese traje de baño. —Me agarra el trasero y ruedo los ojos,
luchando contra una risa.
—Nadie quiere ver mis estrías. —Intento apartarme de él, pero se pone
de rodillas frente a mí y me agarra por las caderas. Besa una de las marcas.
—Estas marcas son hermosas. Cada una es de nuestros hijos. —Besa
otra—. Puede que no te gusten, pero yo amo jodidamente cada una de ellas.
Mis ojos se humedecen.
—Jax —susurro—. Te amo tanto. —Me sonríe, luego se levanta y me
besa una vez más.
—Yo también te amo, niña bonita. Ahora viste ese hermoso trasero
tuyo. Voy por los chicos y a recoger a los perros. —Sale por la puerta de la
habitación. No sé qué hice en la vida para tener a este hombre, pero soy la
chica más afortunada de todo el mundo. 60
Entro en mi armario, encuentro un traje de baño y me pongo
pantalones cortos y las sandalias. Me detengo en la cocina para coger algo
de comer, pero veo que Jax ya tiene una pequeña nevera lista para llevar.
La cojo y la dejo en la terraza.
Miro a mi hijo mayor, subido en un vehículo de cuatro ruedas seguido
de mi marido y los otros niños en el Gator. Cinco perros corren detrás de
ellos y todo el mundo está listo para irse.
—Mamá, yo iba a coger eso. —Taylor salta de su cuatro ruedas y corre
hacia mí—. Nada de levantar cosas. —Agarra la neverita. Todos los chicos
son protectores conmigo. No solose parecen a su padre, sino que actúan
como él, también. Todo protectores.
—Lo siento. —Sonrío. No dejaré que mis hijos no cuiden de mí. Taylor
lleva la neverita hacia el Gator y la pone en la parte trasera. Bajo las
escaleras para ver a mi familia. Doy un vistazo por encima de mi hombro a
nuestra casa, después al granero. Mis ojos se llenan de lágrimas de nuevo.
Jodidas hormonas del embarazo. Totalmente las culpo.
—¡Vamos, mamá!
—Sí, mamá.
Jax sostiene su mano hacia mí y me ayuda a pesar de que no lo
necesito.
—Lidera el camino, Taylor —grita Jax a nuestro hijo mayor mientras
nuestros otros dos chicos se remueven entusiasmados, como si esto no
fuera algo que hacemos de tres a cuatro veces a la semana.
Mi sonrisa esta tarde va a ser tan perfecta como lo será mi pequeña
niña y el resto de nuestras vidas. Mis hijos no dejarían que fuera de otra
manera para su madre.

61
Alexa Riley es un seudónimo
tras el que están dos amigas
descaradas que se reunieron y
escribieron algunos libros
eróticos. Ambas casadas, son
mamás de dos niños que aman el
fútbol, los donuts y los héroes de
libros.
Se especializan en las
historias de amor insaciables,
sobrecargadas, dulces y cursis
que no toman todo el año leer. Si
quieres algo seguro, corto y 62
siempre con un final feliz,
entonces ¡Alexa Riley es para ti!
63

También podría gustarte