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A01334330
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey
Administración de obras
Ensayo de Los seis sombreros para pensar
Profesor Ignacio Tanaka
14/08/18
Salirte de la caja
“El pensamiento lateral es una serie de actitudes, lenguajes y técnicas [...] para saltar de pautas en
un sistema autoorganizado de pautas asimétricas” (de Bono, 1988), o en otras palabras, el
pensamiento lateral es el pensar afuera de la caja a fin de cambiar conceptos, percepciones y
aumentar la creatividad. Dicho término fue acuñado por quien es considerado “el padre del
pensamiento lateral”, Edward de Bono, en una publicación que hizo en 1967 llamada “The Use of
Lateral Thinking”. También, 3 años después reforzó el término con otra publicación llamada “Lateral
Thinking”, y lo desarrolló con un método del que se hablará posteriormente en 1985. Nacido en Malta
en 1933, Edward de Bono ingresó a la Real Universidad de Malta para estudiar medicina, y después
consiguió una Beca Rhodes (de las más prestigiosas) para estudiar en Oxford una maestría en
psicología y fisiología. Él parte de la premisa de que entre más sencillo sea el pensamiento, mejor el
análisis y los resultados, y que la forma de hacerlo es a través de la concientización del mismo. De
esto hablaremos en los siguientes renglones.
El libro Los seis sombreros para pensar del célebre Edward de Bono plantea una forma de
pensamiento lateral para la toma de decisiones y resolución de problemas, y/o innovación. Éste
propone que “el pensador” se comprometa a asumir 6 diferentes roles -o bien participe en una
dinámica con otros pensadores que puedan intercambiarlos- antes de llegar a una conclusión. Así,
pretende ayudarnos a enfocar nuestro pensamiento mediante diferentes filtros a fin de llegar a un
juicio sensato, evitando la confusión que suele desencadenarse cuando alguien trata de realizar
demasiadas tareas al mismo tiempo, y favoreciendo así a la eficacia y a las posibilidades de éxito.
“Las emociones, la información, la lógica, la esperanza y la creatividad nos agobian; es como hacer
malabarismo con demasiadas pelotas” (de Bono, 1988).
Los seis sombreros de los que se habla representan a seis diferentes tipos de roles. Éstos
son:
3. El sombrero negro, quien busca sacar a la luz todo aquello que pudiese ir mal y de
ser crítico ante las ideas expuestas. Es el lado lógico-negativo del pensamiento que
busca hacer notar las carencias y desventajas de las “rutas” que se van proponiendo
en la discusión.
Algunos ejemplos son: “es que si usamos el color rosa para la campaña de juguetes
de niña, podrían tacharnos como una empresa demasiado tradicional o con valores
arcaicos”; “mejor me llevo una falda más larga a la entrevista para que no parezca
que me pueda asegurar de que me van a tomar en serio”.
4. El sombrero amarillo, que funge como contraparte al sombrero negro, viendo el lado
positivo de las cosas y tratando de hacer contrapeso a todo lo que pudiese salir mal
con aquello que pudiese salir bien. “La gente está obligada a solucionar problemas,
pero nunca nadie está obligado a buscar oportunidades. Sin embargo, todos tienen
la libertad de buscarlas - si así lo desean” (de Bono, 1988).
Algunos ejemplos son: “si entro a la tanda de la empresa, podría entonces
desarrollar un hábito de ahorro y mantener mi dinero en un círculo de confianza”; “si
me arriesgo a hacer una propuesta adicional al diseño del puente, podría llevarse a
cabo mi proyecto, y mejorar mi puesto y mi salario”.
De igual forma, diversos autores han formulado otros métodos para llevar a cabo el
pensamiento lateral, entre los que se encuentran el método SCAMPER (Sustituir, Combinar, Adaptar,
Modificar y magnificar, Proponer, Eliminar y Reordenar), basado en la realización de una serie de
preguntas a fin de mejorar un producto o servicio; “Negative Brainstorming” , que desempeña la
función del sombrero negro al realizarse la pregunta “¿qué podría salir mal?”; “Revisión de
supuestos”, en el que se cuestiona la validez de las normas, los procedimientos, la información o el
comportamiento asumido como dogma; “Random Stimulation” , similar a la “Operación Provocadora”,
eligiendo palabras al azar y generando una serie de nuevas ideas mediante su relación; entre otros.
Todos estos tienen el mismo objetivo: el generar una alternativa al razonamiento inductivo o vertical,
y evitar la generación de ideas como si estuviésemos realizando algún tipo de producción en masa.
Algo que me parece particularmente interesante sobre este tipo de pensamiento es que el
autor le da la misma validez a los planteamientos de todos los sombreros, erradicando la jerarquía en
la que generalmente los acomodamos. Es decir, lo convencional es suponer que argumentos tales
como los que plantearía un sombrero rojo no deberían de ser considerados en la toma de decisiones
ya que podrían “nublar nuestro juicio” o algo similar, sin embargo, en este proceso los pensamientos,
intuiciones y juicios basados en la experiencia, sentimientos, impresiones y opiniones, se reconocen
como una parte necesaria del funcionamiento del cerebro. Además, el encuadrar cualquier prejuicio
dentro del sombrero rojo resulta mucho más seguro que hacerlos pasar por hechos o dogmas. Así,
todos los sombreros benefician el contrabalanceo entre lo lógico-analítico, y lo emocional-creativo.
Ante esto, me llama mucho la atención el rol de los sombreros amarillo y negro, ya que si bien en el
libro se promueve el uso del sombrero negro posterior al amarillo, creo que en el mundo existimos
demasiadas personas que podríamos beneficiarnos mucho con el fortalecimiento de los
razonamientos amarillos. Es muy común encontrar casos en los que la cautela es excesiva, y, siendo
honestos, es muy fácil asustarnos ante la incertidumbre; lo lógico es protegernos. Es por esto, que
me resulta algo muy beneficioso el que los argumentos de un sombrero amarillo puedan al fin
ponerse a la par de los del negro.
También, otro aspecto importante de este proceso de pensamiento, y en el que el autor hace
hincapié en diferentes ocasiones es la designación de los nombres de los sombreros. Éstos
adquieren nombres de colores para así facilitar tanto su uso como su memorización. Además, la
relación de estos colores con la función del sombrero es simbólica, característica que hace más
eficiente a este proceso. Una persona recuerda más fácil un elemento cuando éste le hace sentido y
puede vincularlo con algo conocido o familiar.
Además, el uso de los sombreros a modo de máscara permite que los integrantes de la
discusión tengan una mayor libertad de expresión, ya que de esta forma neutraliza los miedos y
funge como escudo ante las posibles críticas. Dejas de ser tú, y es el sombrero quien habla. Esto es
importante, ya que la confianza que tengan los integrantes para compartir sus inquietudes y
pensamientos finalmente determinará el curso que siga la dinámica. De hecho, en muchas ocasiones
de la vida cotidiana hemos sido testigos de cómo por miedo o inseguridad, problemas quedan sin
resolverse, ideas se quedan en su estado potencial, entre otros. Por ejemplo, en el video visto en
clase el primer día, la estudiante que estaba haciendo un internado en el despacho estuvo a punto de
no hacer notar su preocupación referente al número de ascensores debido a su jerarquía y contexto
en la empresa, sin embargo, de haber alzado un poco más la voz y de haber hecho que la
escucharan, probablemente hubiese salvado al proyecto entero.
En relación a la ejecución del rol, si bien hay algunos designados a personificar alguno, el
modelo tiene la flexibilidad de hacer intercambios e intervenciones en diferentes casos, si es que se
llega a considerar necesario. Por ejemplo, en el caso del sombrero azul, de Bono menciona que
puede ser beneficioso el que quien sea que se percate de alguna falla en el proceso, haga una
intervención temporal en nombre del sombrero azul. Así, lo que se pretende es el no limitar a los
involucrados a aportar a la conversación, sino todo lo contrario. Creo que esto es muy importante en
este proceso, ya que bien podría tratarse de un método despótico en el que una vez que te es
asignado un rol, tengas que mantenerte apegado cien por ciento a él te guste o no, y esto lo único
que podría hacer sería el limitar tu capacidad de razonamiento y desempeño. Siempre existe la
posibilidad de que un rol se adecue más a tu personalidad o no, pero esto también puede ser muy
variable según el contexto que tengas en ese momento. La flexibilidad mencionada, entonces,
permite el enriquecimiento de las ideas formuladas.
Así, el planteamiento que nos ofrece de Bono puede ser implementado tanto en la vida
personal como en la profesional. En este último ámbito, este método puede resultar muy práctico
para desarrollar el pensamiento y planificar de una forma mucho más eficaz y organizada algún
proyecto a largo plazo. Un ejemplo que se me ocurre para ilustrar esto dentro de la arquitectura, mi
carrera, es el de la planificación de un proyecto. En éste, necesitas del sombrero blanco para poder
contar con todo el contexto necesario (información histórica, topográfica, social, cultural, económica,
entre otras del sitio); del sombrero verde para generar ideas de proyecto nuevas, diferentes y
creativas; del sombrero amarillo para poder visualizar el potencial máximo de cada una de las ideas
presentadas; del sombrero negro para poder tener suficiente cautela y no caer en errores que
pudiesen haber sido evitados; del sombrero rojo para destacar cualquier inquietud que pudiese
existir; y del sombrero azul para poder sintetizar toda la información y finalmente elegir un proyecto
que presentar.
Referencias
● De Bono, E. (1988). Seis sombreros para pensar. Buenos Aires: Ediciones Juan Granica S.A.
● Sin datos. (s/f). About Dr. Edward de Bono. 11/08/18, de Dr. Edward de Bono Sitio web:
https://www.edwddebono.com/about