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Hernández Betancur, Juan Pablo


ONTOLOGÍA Y LENGUAJE EN DELEUZE: DE LÓGICA DEL SENTIDO A MIL
MESETAS Y FOUCAULT
Eidos : Revista de filosofía de la Universidad del Norte, Núm. 10, julio-sin mes, 2009,
pp. 134-161
Universidad del Norte
Colombia

Disponible en: http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=85412262005

Eidos : Revista de filosofía de la Universidad del


Norte
ISSN (Versión impresa): 1692-8857
eidos@uninorte.edu.co
Universidad del Norte
Colombia

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www.redalyc.org
Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
ontología y lenguaje en
deleuze: de LÓGICA DEL
SENTIDO a MIL MESETAS y
FOUCAULT

Juan Pablo Hernández Betancur

resumen abstract
Sin duda, la preocupación básica No doubt, ontology is the central
del pensamiento de Gilles Deleuze concern of Gilles Deleuzeís thought.
es la ontología. Siempre basado en His approach to other fields of enquiry
una reflexión ontológica este filósofo such as politics or aesthetics is always
abordará otros campos como la polí- based on an ontological reflection.
tica y la estética. Sin embargo, poco However, the role that language plays
se ha atendido al papel que el len- regarding this ontology has been
guaje desempeña con respecto al poorly considered. In fact, language
tema ontológico en esta obra. De does not seem to be a central subject
hecho el lenguaje parece no ser una for Deleuze, even though the cases
de las preocupaciones centrales de in which he examines it with certain
Deleuze, a pesar de que los casos exclusivity are very significant, as they
en que lo considera con cierta ex- constitute what can be considered a
clusividad son muy significativos, theory of language that places it in
pues terminan constituyendo lo que an essential relation with ontology.
podría considerarse una teoría sobre In this paper I will try to reconstruct
el lenguaje que lo pone en una rela- this theoretical body on language and
ción esencial con la ontología. En ontology, drawing, on the first place,
este escrito trataré de reconstruir es- on Logic of Sense, and then on the
te cuerpo teórico sobre lenguaje y perfected formulation of “Postulates
ontología recurriendo, en primer lu- of Linguistics” and Foucault.
gar, a Lógica del sentido y luego a la key words
formulación perfeccionada de “Pos- Event, asemblage, utterance.
tulados de la lingüística” y Foucault.
palabras clave
Acontecimiento, agenciamiento,
enunciado

eidos
issn: 1692-8857
Fecha de recepción: agosto 2008
Fecha de revisión: noviembre 2008
Fecha de aceptación: enero 2009

[134] eidos nº10 (2009) págs. 134-161


ontología y lenguaje en deleuze: de LÓGICA DEL SENTIDO a MIL
MESETAS y FOUCAULT

Juan Pablo Hernández Betancur*

1. introducción

D entro de los variados temas que ocupan la obra de Gilles Deleu-


ze el lenguaje no parece ser uno de los más recurrentes. Cimentados
en una sólida ontología, varios temas derivados recorrerán su obra
sin descanso, prominentemente de índole política y estética. Pero en
el caso del lenguaje, entendido como fenómeno general y no como
remitiendo en particular o principalmente a la literatura, contamos
con pocos momentos de atención central y detallada. Quizás la lista
de textos que abordan este tema y de esta manera se agote con Lógica
del sentido, de 1969, “Postulados de la lingüística”, escrito con Félix
Guattari en 1980 como parte de Mil mesetas, y Foucault, de 1986.
Sin duda resultan relevantes para la cuestión varios pasajes de otras
obras, pero en ellas siempre se tratará de un ejemplo incidental,
de una intuición poco desarrollada o de implícitas consecuencias
posibles derivadas del tema literario. Aun “Postulados” y Foucault se
presentan como más preocupados por la cuestión política que por
el lenguaje mismo, como si tratara de ocultarse allí la voluminosa
dimensión teórica de las tesis que se sostienen.
Se sabe que Lógica del sentido empezó a experimentar una es-
pecie de destierro teórico pocos años después de su publicación,
a pesar de constituir un intento de continuación del pensamiento

* Universidad de Javeriana. hernandez-juan@javeriana.edu.co

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ontología y lenguaje en deleuze: de lógica del sentido a MIL MESETAS y FOUCAULT

expuesto en Diferencia y repetición, texto aparecido el mismo año,


y que enunciaba por primera vez, con detalle y a título personal,
los principios ontológicos que fundamentarían el pensamiento de-
leuziano en adelante. La explicación oficial de este fenómeno es
que la obra estaba presa de compromisos con el estructuralismo
y en particular con el psicoanálisis, y que dichas doctrinas serían
repudiadas con la mayor fuerza en el Antiedipo, escrito con Félix
Guattari. A no dudar, Lógica del sentido padece de limitaciones
teóricas que explican que se convirtiera en una especie de callejón
sin salida para toda la potencia del pensamiento que envolvía Di-
ferencia y repetición, y que encontraría su mejor despliegue tras la
purga guattariana. Pero a pesar de ello, es posible extraer de Lógica
del sentido un cuerpo teórico de tesis sobre el lenguaje, que reapa-
recerá tanto en “Postulados de la lingüística” como en Foucault.
Esta cuasi-clandestina subsistencia no se dará sin alteraciones de la
mayor importancia, alteraciones capaces justamente de superar las
limitaciones de Lógica del sentido. El resultado final, una teoría que
afirma que el lenguaje se encuentra en una relación esencial con
la ontología. Este cuerpo teórico que atraviesa la obra deleuziana
no sólo es internamente consistente sino que es consistente con los
principios básicos de la ontología deleuziana, tal como se exponen
en Diferencia y repetición y se ratificarán en adelante, a la vez que
arroja una nueva luz sobre el corpus del pensamiento deleuziano en
la medida en que demanda que el lenguaje penetre el núcleo de la
producción ontológica.
En este escrito trataré de reconstruir este cuerpo teórico sobre
lenguaje y ontología señalando qué cambia en el paso de Lógica del
sentido a “Postulados” y Foucault. A manera de conclusión esbozaré
las implicaciones generales de esta teoría para la noción ontológica
central de acontecimiento, y con ello para la interpretación de la
ontología deleuziana en su conjunto.

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Juan Pablo Hernández Betancur

2. La teoría del sentido-acontecimiento


de LÓGICA DEL SENTIDO

Lógica del sentido se dispone sobre una división ontológica tripar-


tita: cuerpos, lenguaje e incorporales1. Cuerpos y lenguaje son en-
tendidos a partir de una caracterización relativamente simple, pero
sólo para mostrar la complejidad del tercer plano, en el que se cifra
la originalidad de la teoría deleuziana.
El plano de los cuerpos se define por dos elementos: una noción
de medida o límite, y una concepción del tiempo. Un cuerpo se
concebirá como una “cosa limitada” (1994, p. 25), o como se dirá
después, como “todo contenido formado” (2000, p. 90), esto es,
determinado por una “Figura” o “Forma” que constituye su límite
(2000, p. 109), y que por lo tanto lo individúa. Para determinar los
cuerpos y estados de cosas derivados de ellos como entidades limi-
tadas, hay que presuponer tiempos presentes específicos que fijen
(midan y limiten) el estado del cuerpo y de la mezcla de cuerpos
(1994, p. 27). La dimensión básica del tiempo corporal es entonces
el presente; a partir de éste se derivan el futuro y el pasado, no sólo
como presentes que vendrán o que han pasado, sino como reduc-
tibles a un presente que los abarque. El tiempo concebido de esta
manera es denominado Cronos (1994, pp. 81, 170ss)2.
Por su parte, el lenguaje será pensado a partir del modelo de la
proposición. En Lógica del sentido se consideran varias formas de
pensar la proposición, pero sin duda la más importante es la que
distingue entre tres tipos de relaciones o dimensiones de la proposi-

1
Habría que añadir un ámbito originario que no nos ocupará, el “abismo indiferen-
ciado” o “sin fondo”, caracterizado por una ausencia de determinaciones tal, que en este
nivel no se pueden distinguir entidades individuales. (1994, pp. 133, 138, 149-150). Con
ciertas diferencias, corresponde al “fondo” o “fondo puro” de Diferencia y repetición (pp.
61-62, 116, 233, 343-347); y con algunas más al caos virtual de ¿Qué es la filosofía? (pp.
46, 117, 157, 162).
2
Lo anterior encuentra una aplicación especializada en el dominio de la ciencia,
según la exposición que Deleuze desarrolla con Guattari en ¿Qué es la filosofía?, más de
veinte años más tarde (1993, p. 118-122).

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ontología y lenguaje en deleuze: de lógica del sentido a MIL MESETAS y FOUCAULT

ción: La designación como referencia representativa de un estado de


cosas (1994, p. 35); la manifestación como relación con quien habla
en términos de sus deseos y creencias (1994, p. 36); y la significa-
ción como la relación de la proposición con otros conceptos y propo-
siciones en términos de implicación lógica (1994, pp. 36-37).
La articulación entre cuerpos y lenguaje depende de una onto-
logía bastante clásica en la que resulta fundamental la noción de
individuo: “la relación de designación como relación con lo indivi-
dual (el mundo, el estado de cosas, el agregado, los cuerpos indivi-
duados)” (1994, p. 132). Por esta razón, “la relación de designación
no puede establecerse sino en un mundo sometido a los diversos
aspectos de la individuación” (1994, pp. 132, 133)3. La noción de
cuerpo supone la individuación; pero así mismo, lo que se designa
son precisamente individuos.
El problema, declarado ya desde Diferencia y repetición, consiste
en que una explicación ontológica no puede presuponer la indivi-
duación para explicar los individuos efectivos que pueblan la reali-
dad, error propio de las metafísicas de la identidad y la semejanza
inauguradas por Platón y Aristóteles. El individuo debe poder enten-
derse como producto de procesos ontológicos que no presupongan
estas nociones. En esa medida, la posibilidad de la individuación, y
por ende la posibilidad de la articulación entre cuerpos y lenguaje
debe ser problematizada, y justamente por esto Lógica del sentido
continúa el programa de Diferencia y repetición. La respuesta de
Deleuze a este reto teórico comienza por la introducción de un ter-
cer plano ontológico de origen estoico, el de los incorporales. Esta
noción se presenta en Lógica del sentido, y como veremos, también
en textos posteriores, como equivalente a la de acontecimiento4, la

3
En ¿Qué es la filosofía?, con Guattari, se mantiene el mismo acento en que la
individuación es la bisagra entre designación (referencia) y cuerpos y estados de cosas
(1993, pp. 117ss, 138, 152).
4
“Todos los cuerpos son causas unos para otros, los unos en relación con los otros,
pero ¿de qué? Son causas de ciertas cosas, de una naturaleza completamente diferente.

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Juan Pablo Hernández Betancur

cual Deleuze, ya al final de su vida, declaraba como el tema central


de su pensamiento5. Lo interesante es que en Lógica del sentido, de
un modo que no volverá a ser evidente en la obra deleuziana, ambos
términos se hacen equivaler también con la noción de sentido:

De modo inseparable, el sentido es lo expresable o lo expresado de la


proposición, y el atributo del estado de cosas [...]. Es “acontecimien-
to” en este sentido: a condición de no confundir el acontecimiento
con su efectuación espacio-temporal en un estado de cosas. Así pues,
no hay que preguntar cuál es el sentido de un acontecimiento: el
acontecimiento es el sentido mismo (1994, p. 44)6.

Para la elucidación de esta equivalencia comencemos por la no-


ción deleuziana de sentido. Esta teoría caracteriza al sentido afir-
mando que es (1) lo expresado de la proposición, y (2) el atributo del
estado de cosa; pero (1’) no se confunde con la proposición, y (2’) no
se confunde con el estado de cosas7. A lo que se sumará una especie
de cláusula de cierre: (3) lo expresado, el sentido, no existe fuera de
la proposición que lo expresa8.

Estos efectos no son cuerpos, sino “incorporales” estrictamente hablando [...]. No son
estados de cosas, sino acontecimientos” (1994, p. 28).
5
En Diferencia y repetición, el término ‘acontecimiento’ no sólo tiene una presencia
tangencial y esporádica sino que carece de la exclusividad semántica que se le concederá
una vez ocupe una posición central en la reflexión deleuziana; es así que en aquel libro,
Deleuze se permite diferenciar entre acontecimiento ideal y real (2002, p. 286). Ya para
Lógica del sentido, esta libertad ha sido sacrificada y se declarará que “la distinción no
está entre dos clases de acontecimientos”, pues el acontecimiento es “ideal por naturale-
za”; aquello de lo que hay que distinguirlo es de “su efectuación espacio-temporal en un
estado de cosas” (1994, p. 73).
6
El pasaje sigue: “El acontecimiento pertenece esencialmente al lenguaje, está en
relación esencial con el lenguaje; pero el lenguaje es lo que se dice de las cosas” (1994,
p. 44).
7
Todas estas tesis, casi siempre formuladas juntas, se plantean en 1994, pp. 43, 44,
98, 135, 173; pero luego también, aunque no hablando de sentido sino de lenguaje, de
expresión lingüística o de enunciado, en 1980, p. 73; 2000, pp. 86, 90-91.
8
Esta tesis en 1994, pp. 3-4,135, 173, 186ss.

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ontología y lenguaje en deleuze: de lógica del sentido a MIL MESETAS y FOUCAULT

¿Cómo entender la consistencia de aquellas cinco tesis sobre el


sentido? Para Deleuze, de una proposición de la forma ‘el árbol es
verde’ se puede abstraer un verbo en infinitivo, ‘verdear’, que expre-
sa un acontecimiento. Este verbo no es el verbo de la proposición ló-
gica (aquí el verbo ‘ser’) ni el atributo lógico ‘verde’), ni, en términos
generales, el predicado cualitativo de la proposición (‘es verde’). El
implícito ‘verdear’ remite a un atributo de la cosa –como lo estipula
la tesis 2– un acontecimiento. En este sentido, la respuesta a la pre-
gunta ¿cómo existe el sentido en la proposición sin confundirse con
ninguna de las dimensiones de ésta? es que el sentido insiste en la
proposición a la manera de un verbo infinitivo implícito que expresa
un acontecimiento.
Sin embargo, eso que se atribuye a la cosa, no se confunde ni
con la cosa ni con las cualidades de la cosa o estado de cosas (2’).
Esto debe entenderse, en primer lugar, desde la idea ya expuesta
de que los cuerpos son medidos de acuerdo a una concepción del
tiempo a partir del presente (Cronos). Decíamos que en ese senti-
do los cuerpos debían entenderse como paradas o reposos, en otras
palabras, como fijados, como estabilidades. En segundo lugar, re-
cordemos aquel ajuste o co-dependencia que había entre la desig-
nación y los estados de cosas, cuyo vértice lo constituía el individuo:
la determinación de los individuos, la individuación, era a una vez
la de los cuerpos y la de lo designado. Puesto así, los individuos, así
como la “mezcla de cosas” de la que habla el pasaje, son ya enti-
dadess bastante abstracta que sólo pueden ser concebidas a partir
de un tiempo-Cronos que fija cuerpos-momentos. Esta abstracción
se transmite a la proposición misma. En otras palabras, la tesis de
Deleuze es que lo real excede estas abstracciones: cuerpos como mo-
mentos fijados según “la regla del presente”, designaciones como
referencias a dichos momentos9. Eso otro a los cuerpos y lo propo-

9
Cito in extenso el pasaje que apoya esta interpretación: “El sentido se atribuye, pero
no es en modo alguno atributo de la proposición, es atributo de la cosa o del estado de
cosas. El atributo de la proposición es el predicado, por ejemplo un predicado cualitativo

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sicional del lenguaje, es el acontecimiento o los incorporales. Para


empezar a entender este nuevo plano del acontecimiento tenemos
que pensar de otra forma el tiempo.
El tiempo propio del acontecimiento fue bautizado por los estoi-
cos como el Aión10. Este tiempo se construye como una “línea recta”
(1994, p. 83) trazada por un “instante sin espesor” (1994, pp. 172,
173) concebible como un punto matemático. En lugar de la fijación
de presentes, que según sus posiciones pueden considerarse pasado
o futuro, el Aión es el puro movimiento del punto matemático res-
pecto del cual todo presente es subdivisible al infinito en pasado y
en futuro (1994, pp. 28-29, 82-83, 173). Se trata, pues, del tiempo
del puro devenir11. Siendo el Aión el tiempo del devenir, movilidad
pura, se entiende que se lo conciba como expresado por el verbo
en infinitivo (1994, p. 29; también pp. 43-44, 49, 188ss; 1980, pp.
74-75; 2000, p. 267). En conclusión, pues, la dualidad cuerpos/
proposiciones es atravesada por el plano de puro movimiento de
los acontecimientos incorporales, plano que Deleuze concibe como
una superficie formada por “la coexistencia de dos caras sin espe-
sor [...], una cara hacia las cosas, y la otra hacia las proposiciones”
(1994, p. 44).
Es importante reconocer que las fórmulas con que se expresa
el sentido-acontecimiento, ‘lo expresado de la proposición’ (1) y ‘lo

como verde. Se atribuye al sujeto de la proposición. Pero el atributo de la cosa es el ver-


bo, verdear por ejemplo, o mejor, el acontecimiento expresado por este verbo; y se atri-
buye a la cosa designada por el sujeto, o al estado de cosas designado por la proposición
en su conjunto. Inversamente, este atributo lógico, a su vez, no se confunde en ningún
modo con el estado de cosas físico, ni con una cualidad o relación de este estado. El
atributo no es un ser, y no cualifica a un ser; es un extra-ser. Verde designa una cualidad,
una mezcla de cosas, una mezcla de árbol y de aire donde la clorofila coexiste con todas
las partes de la hoja. Verdear, por el contrario, no es una cualidad en la cosa, sino un
atributo que se dice de la cosa. Y de nuevo hemos regresado a nuestro punto de partida:
el sentido no existe fuera de la proposición [...] etcétera” (1994, p. 43-44).
10
Una buena exposición de la diferencia entre Aión y Cronos en relación con los
modos temporales de Diferencia y repetición, en Zourabichvili (2004, pp. 116-121).
11
Esta concepción del tiempo continuará cumpliendo un papel fundamental en la
determinación del acontecimiento, aunque sufra algunas modificaciones y se designe de

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ontología y lenguaje en deleuze: de lógica del sentido a MIL MESETAS y FOUCAULT

atribuido a los cuerpos’ (2), sugieren dos movimientos que llevan


direcciones contrarias: según la primera, el sentido expresa algo co-
existente con los cuerpos, el acontecimiento-devenir, y en este sen-
tido, como expresado, el acontecimiento-devenir pasa de los cuerpos
al lenguaje. Según la segunda tesis, el sentido pasa del lenguaje a
los cuerpos, en la medida en que el acontecimiento es atribuido a
los cuerpos. Lo interesante de la posición deleuziana es que no se
reduce a una de estas tesis, sino que las engloba ambas para cons-
truir una noción de acontecimiento-sentido doblemente fugitiva:
evade la identificación con los cuerpos poniéndose en relación con
el lenguaje como sentido, evade la identificación con la proposición
poniéndose en relación con los cuerpos como acontecimiento. La
evidencia textual abunda: “la misma entidad es acontecimiento que
sobreviene a los estados de cosas y sentido que insiste en la proposi-
ción”, de manera que la superficie de los incorporales “está definida
aquí como lo que sobreviene a los estados de cosas y allí como lo
que insiste en las proposiciones” (1994, 189; mi cursiva en ambas
citas)12.
De este modo nuestro problema se precisa: establecer la identi-
dad entre sentido y acontecimiento implica identificar el punto de
intersección entre esos dos vectores que llevan direcciones opuestas,
implica darle solidez a esa doble esquivez: debemos mostrar en qué
sentido eso que desde el lenguaje se hace sobrevenir a las cosas es
lo mismo que eso que desde las cosas llega al lenguaje como expre-
sado.
Estamos obligados a dejar de lado muchos elementos importan-
tes de la teoría del sentido de Lógica del sentido, entre ellos la tesis
de la doble causalidad13. Para nuestros propósitos hemos de concen-

diversos modos: 2000, pp. 267; 1993, p. 159; 1998, p. 105). Debemos advertir desde que
en Lógica del sentido se distinguirá este devenir del acontecimiento del llamado “devenir
loco de las profundidades” (1994, pp. 172ss). Esta distinción no afecta nuestro examen.
12
Esta formulación aparece también en 1994, pp. 47, 55, 98, 138.
13
Discutida recientemente por Zizek (2004, p. 21).

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trarnos en la tesis según la cual el sentido posee una doble potencia


de génesis. En primer lugar, se trata aquí de la génesis de “la propo-
sición misma, en tanto que el sentido expresado debe engendrar las
otras dimensiones de la proposición (significación, manifestación,
designación)” (1994, p. 111). El sentido es, pues, el fundamento de
la proposición en calidad de aquello que engendra sus dimensiones.
Pero aquí no se agota el poder genético del sentido, que también se
refiere a “lo que cumple estas dimensiones en tal o cual grado y de
tal o cual manera”, es decir, “los estados de cosas designados, [...]
los estados del sujeto manifestados, [...] los conceptos, propiedades
y clases significados” (1994, p. 111).
El sentido-acontecimiento es fundamento tanto de los cuerpos
como del lenguaje, el plano de los incorporales produce los otros
dos. Pero además, esta producción de los cuerpos es correlativa a
la de la proposición. La relación lenguaje-ontología consiste en
que cuerpos y proposición son el resultado de una co-producción.
Lo dicho explica, aunque de forma general, por qué Deleuze ha
identificado los conceptos de sentido y acontecimiento en Ló-
gica del sentido. Debemos aclarar, entonces, cómo los mismos
principios producen de forma correlativa los cuerpos y las pro-
posiciones. La identidad entre sentido y acontecimiento se aloja
en su carácter de fundamento productor inmanente de cuerpos
y proposiciones.
Lógica del sentido intenta dar un contenido concreto a esta tesis
de la doble potencia de génesis. A ello se consagran las series décimo
sexta y décimo séptima, que conciernen al paso de la organización
secundaria (del sentido-acontecimiento) a la ordenación terciaria
(de los cuerpos y la proposición: génesis estática ontológica y géne-
sis estática lógica respectivamente). La exposición de la emergen-
cia del ámbito del sentido-acontecimiento, esto es, el paso de una
ordenación primaria caracterizada por la indeterminación al de la
organización secundaria (génesis dinámica), es objeto de la segunda
mitad del texto. Pero esta crucial labor de explicación de las tesis
sobre el sentido-acontecimiento, los cuerpos y la proposición resulta

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ontología y lenguaje en deleuze: de lógica del sentido a MIL MESETAS y FOUCAULT

en extremo insatisfactoria. No podemos detenernos a demostrar sus


limitaciones, para nuestro objetivo bastará con mostrar la consisten-
cia de las tesis sobre el sentido con el contenido ofrecido por textos
posteriores y que resulta mucho más apto14. Me refiero a “Postulados
de la lingüística”, capítulo cuarto de Mil mesetas, escrito con Félix
Guattari, y al estudio de Deleuze sobre Foucault, de 1986.

3. La independencia con presuposición recíproca


de “Postulados de la lingüística”

El lector de Diferencia y repetición que se enfrente a Mil mesetas, y


en particular al capítulo titulado “Geología de la moral (¿Por quién
se toma a la Tierra?)”, verificará que ambos textos, pese a su gran
separación temporal, adhieren a los mismos principios ontológicos
básicos, aunque en el segundo se añadirá una serie de categorías
quizás más operativas para ciertos propósitos de análisis principal-
mente político y estético. De este escenario ontológico, en el cual
se desplegará “Postulados de la lingüística”, nos conciernen los si-
guientes rasgos: en primer lugar, la afirmación de una doble dicoto-
mía: sustancia/forma (o formalización), por una parte, y expresión/
contenido, por otra. La primera remite a la distinción entre un con-
junto de individuos concretos y el régimen predeterminado de po-
sibles individuos que pueden poblar un campo específico. En otras

14
A manera de sugerencia, consigno el principal problema que creo se puede
objetar a cada una de estas etapas explicativas: La exposición de la génesis ontológica,
de la cual dependerá la de la génesis lógica, acusa un pronunciado acento fenome-
nológico, en que, por más que Deleuze se distancie de Husserl y Sartre, presupone
un punto de vista irreductible que restringe su pensamiento de la multiplicidad. Por
su parte, la articulación de la génesis ontológica (de los cuerpos) y la lógica (de las
dimensiones de la proposición) presupone lo que debería explicar: parte de asumir una
correspondencia entre elementos proposicionales y lo que Deleuze llama “proposicio-
nes ontológicas”. Finalmente, la génesis dinámica, donde quizás podría encontrarse
precisamente el origen de esta correspondencia, es una exposición psicoanalítica de
la evolución psíquica del niño. Aquí se presupone el ámbito simbólico del lenguaje al
que el niño debe acceder.

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Juan Pablo Hernández Betancur

palabras, las formalizaciones determinan a priori qué cuenta como


real y se instancian en sustancias, esto es, en individuos concretos.
Constituyen un régimen de determinación y organización de indi-
viduos posibles15. Si pensamos la cuestión en relación a las ciencias
naturales, con la noción de formalización no estaríamos mentando
otra cosa que el compromiso ontológico de una teoría específica, el
conjunto de entidades que la teoría postula como básicas y a partir
de las cuales, debe reconstruir los fenómenos de su campo expli-
cativo. Esta noción se aplicará también, y de forma prominente, a
los campos sociales, estén o no en relación con una ciencia social
o humana específica. Se trata, pues, de la temática Foucaultiana de
los modos de determinación de sujetos posibles, que tanto inspiran
la investigación de Deleuze y Guattari.
La segunda dicotomía se yuxtapone a la anterior. En el contexto
de “Postulados de la lingüística” no hay riesgo en decir que el con-
tenido remite a lo no lingüístico y la expresión a lo lingüístico. Esta
equivalencia no es aplicable a todo Mil mesetas, pues hay expresión
no lingüística a varios niveles. En rigor, tendríamos que decir que la
distinción que será fundamental para “Postulados” será la distinción
entre, por una parte, el plano de expresión aloplástico propio de la
cultura y constituido fundamentalmente por el lenguaje, y por otra
parte, los planos de expresión y contenido restantes (planos de ex-
presión y contenido de los estratos orgánico e inorgánico16, y plano
de contenido aloplástico). Si se puede trazar esta distinción, es por-
que para Deleuze y Guattari la expresión en el estrato aloplástico le
es exclusivo el fenómeno de traducción (2000, 68), que debe enten-
derse de la siguiente forma: para cada estrato el plano de expresión
expresa el plano de contenido. Con el lenguaje ocurre, en cambio,

15
Aunque merecería un examen más detallado, tan sólo dejaremos constancia de
que esta posibilidad no coincide con la clásica dupla potencia/acto, sino que más bien
tiene un carácter trascendental.
16
A grandes rasgos el plano aloplástico corresponde al ámbito socio-cultural,
mientras el inorgánico corresponde a la materia inerte y el orgánico a las entidades
biológicas.

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ontología y lenguaje en deleuze: de lógica del sentido a MIL MESETAS y FOUCAULT

que no sólo es capaz de expresar el plano de contenido del estrato


aloplástico en el que surge, sino también los otros estratos, tanto en
sus elementos de contenido como de expresión. Se trata del hecho
trivial de que el lenguaje puede hablar de los otros estratos. Ello no
nos compromete, ya lo veremos, a hacer coincidir este hablar de con
un modelo representacionalista17.
Siguiendo el uso de “Postulados de la lingüística”, pues, nos
referiremos al plano de expresión aloplástico, propio del lenguaje,
simplemente como plano de expresión, mientras todos los planos no
lingüísticos serán considerados planos de contenido o de cuerpos.
Visto así, “Postulados de la lingüística” retoma la división presente
en Lógica del sentido entre cuerpos y lenguaje, que corresponderá
además, en gran medida, a la dupla lo visible/lo enunciable extraída
de Foucault en el texto que Deleuze le consagra. Sin embargo, es
preciso proyectar la distinción sustancia/forma sobre ambos planos,
afirmando que hay entidades concretas (sustancias) de expresión y
de contenido, lingüísticas y no lingüísticas, igual que hay predeter-
minaciones de qué es posible como entidad de expresión y de con-
tenido (formalizaciones). En otras palabras, hay regímenes semióti-
cos18, por una parte, y regímenes de individuación, por otra, tanto
para las ciencias como para los campos sociales.
Por último han de añadirse a este redisposición ontológica dos
tipos de movimiento que afectan todo plano, movimientos de des-
estabilización y de estabilización, designados para las sustancias por
la dupla desterritorialización/reterritorialización y para las formas
descodificación/codificación.
Asumida esta porción del aparato categorial de Mil mesetas, po-
demos reconocer la ratificación parcial de la teoría de Lógica del
sentido en “Postulados”:

17
Deleuze y Guattari se permiten hablar de la traducción como una especie de
“representación”, entrecomillando ellos mismos el término (2000, 68). Esta licencia,
sin embargo, no deja de ser infortunada, como veremos.
18
Conviene anotar que el quinto capítulo de Mil mesetas esta dedicado a signos no
lingüísticos.

[146] eidos nº10 (2009) págs. 134-161


Juan Pablo Hernández Betancur

La forma de expresión estará constituida por el encadenamiento de


los expresados, y la forma de contenido por la trama de los cuerpos.
Cuando el cuchillo penetra en la carne, cuando el alimento o el ve-
neno se extienden por el cuerpo, cuando la gota de vino se vierte en
el agua, se produce una mezcla de cuerpos; pero los enunciados “el
cuchillo corta la carne”, “yo como”, “el agua enrojece”, expresan
transformaciones incorporales de naturaleza completamente distinta
(acontecimientos) (2000, pp. 90-91)19.

Reencontramos el acontecimiento justo en la intersección del


doble movimiento que se dirige –sobreviene– a los cuerpos como
atribución, a la vez que llega al lenguaje como expresado por éste.
Así pues, si la potencia de expresión del lenguaje remite al aconte-
cimiento incorporal, éste remite inmediatamente a los cuerpos. No
podemos separar lo uno de lo otro. Por ello, una vez más, tendremos
que examinar la relación entre los planos de cuerpos y lenguaje, de
contenido y de expresión. Esta relación se recoge bajo la fórmula:
independencia con presuposición recíproca (2000, pp. 68, 71-72, 90-
91; 1987, p. 59, 90).
La independencia entre ambos planos radica, en primer lugar,
en que no se extiende entre ambos forma alguna de corresponden-
cia o paralelismo, dicho en otros términos, “no existe isomorfismo
y homología, ni forma común a ver y a hablar, a lo visible y a lo
enunciable” (1987, 95). En segundo lugar, y como contrapartida de
lo anterior, cada plano es afectado por movimientos de desterritoria-
lización y reterritorialización propios (2000, 92)20, lo que equivale a
afirmar un desfase constante entre ambos, que permitirá hablar del

19
La invocación de la doctrina estoica es lo suficientemente fiel como para rehabili-
tar fórmulas centrales de Lógica del sentido: “Debemos distinguir las acciones y pasiones
que afectan a esos cuerpos, y los actos, que sólo son en ellos atributos no corporales, o
que son «lo expresado» de un enunciado” (2000, p. 86).
20
Un ejemplo excepcional de este punto lo ofrece para Deleuze el celebrado
análisis de la prisión y la delincuencia propuesto por Foucault en Vigilar y castigar
(1987, 58ss).

e i d o s n º 10 (2009) págs. 134-161 [147]


ontología y lenguaje en deleuze: de lógica del sentido a MIL MESETAS y FOUCAULT

grado de desterritorialización o reterritorialización de un plano res-


pecto del otro (2000, 92). La afirmación de la independencia de los
planos demuestra el distanciamiento de Deleuze y Guattari frente a
cualquier modelo representacionalista, preso de lo que llamaron el
imperialismo del significante, concepción que piensa al lenguaje a
partir del modelo significante/significado (2000, 70ss)21.
Esto nos permite poner a Lógica del sentido bajo una luz críti-
ca. Recordemos que en dicha obra, Deleuze de ninguna manera se
contentaba con el simple esquema significante/significado a la hora
de abordar la cuestión del lenguaje; la movida crucial del texto era
el reclamo de una dimensión más básica, la del sentido. El sentido
debía explicar la formación de las dimensiones de la proposición
(manifestación, designación, significación). Entre otras faltas, he-
mos atribuido a dicha obra cierta impotencia explicativa a la hora
de exponer la emergencia recíproca de los cuerpos y el lenguaje
–la relación interna entre la génesis ontológica y la lógica–. Ahora
estamos en posición de identificar una razón de esta impotencia: la
inversión en que se fundaba Lógica del sentido consistía en despo-
jar a la proposición de su carácter fundamental, para reputarla de
efecto de un proceso de otro orden (génesis ontológica y lógica). Sin
embargo, aún en calidad de efecto, la proposición servía como mode-
lo del lenguaje ya constituido. Si se sostenía una disyunción esencial
y original entre palabras y cosas, era para restaurar sobre ella, en
virtud de la génesis lógica, la correspondencia de las mismas, la rela-
ción de designación, el modelo significante/significado, así fuera a
título de momento ulterior. En este sentido, dicha obra no escapaba
al imperialismo del significante. Por ello, la forma en que se restituía
la correspondencia palabra/cosa consistía en que se hacía compartir

21
Reconozcamos, sin embargo, que aunque en términos estructuralistas y de forma
mucho más abstracta, Lógica del sentido anticipaba este aspecto de la independencia
entre lenguaje y cuerpos. Una vez se expone la necesidad de una serie del significante
y una del significado –términos puramente saussurianos–, se les atribuye un “desfase
esencial”: “los términos de cada serie están en perpetuo desplazamiento relativo respecto
a los de la otra” (1994, p. 60).

[148] eidos nº10 (2009) págs. 134-161


Juan Pablo Hernández Betancur

la individuación al plano de los cuerpos y al plano de la proposición.


La doble potencia de génesis del sentido-acontecimiento operaba
de forma correlativa: el sentido producía tanto las dimensiones de la
proposición como los cuerpos y estados de cosas que las cumplían22.
Vemos, pues, que a pesar de todo sigue dependiendo de una corres-
pondencia entre el lenguaje y las cosas.
Si en “Postulados”, la independencia de los planos cancela cual-
quier forma de correspondencia, y con ello el imperialismo del
significante, con la noción de presuposición recíproca se propone
una forma alternativa de co-producción cuerpos, forma libre de las
faltas criticadas. La tesis de la presuposición recíproca afirma que
cada plano tiene el poder de afectar al otro. Que las expresiones
lingüísticas produzcan reacciones en los cuerpos, y que los cuerpos
causen la ocurrencia de estas o aquellas proferencias son hechos evi-
dentes, pero no es éste el tipo de afección que interesa a Deleuze y
Guattari. La presuposición recíproca no mienta una relación causal
(2000, 93), esto es, una relación entre sustancias, sean de contenido
o de expresión. Mienta una relación de afección entre las formas,
esto es, mienta el modo en que los planos se afectan pero en tanto
regímenes, en tanto formas de predeterminación, organización y dis-
tribución de sustancias. Adviértase que si la formalización supone
una predeterminación de qué cuenta como sustancia en un campo
social o natural determinado, la afección formal es una afección on-
tológica. La forma es la figura que limita las sustancias y las hace
posibles, y por ello, en términos de Deleuze y Guattari, estipula las
condiciones de muerte de una sustancia: el dejar de ser ésta para
devenir aquella. Pero dicha posibilidad de limitación, que no es otra

22
Todo empeora si llevamos la deducción un paso más allá. Deleuze mismo había
anotado que la designación no era sino la forma lógica del modelo del reconocimiento,
unión de sentido común y buen sentido, los dos aspectos de la doxa (2002, 235; sobre la
doxa en general: 2002, 206ss, 339; 1994, 95, 129ss). De lo que se sigue que, en contra de
sus propósitos más expresos, la empresa que Deleuze se proponía en Lógica del sentido,
de fundamentar las dimensiones de la proposición, terminaba siendo la empresa clan-
destina de fundamentar la doxa. Cierto es que del análisis de Deleuze se seguiría una no
universalidad y una violenta desestabilización de la doxa, se la haría a sufrir los avatares

e i d o s n º 10 (2009) págs. 134-161 [149]


ontología y lenguaje en deleuze: de lógica del sentido a MIL MESETAS y FOUCAULT

cosa que la determinación de un régimen de individuación, es jus-


tamente del orden de lo incorporal, es ontológicamente anterior a
las sustancias de contenido, los cuerpos, y a las de expresión, las
ocurrencias lingüísticas:

Un cuerpo siempre se separa y se distingue de otro por algo incor-


poral. En tanto que es el límite de un cuerpo, la figura es el atributo
no corporal que lo limita y acaba: la Figura es la muerte (2000, pp.
109-110)

Así ubicamos de nuevo lo incorporal, el acontecimiento, en el


intersticio entre cuerpos y lenguaje, pero como el fundamento de
ambos, como la condición que decreta el régimen de individuación
al que pertenecen. He aquí la importancia de la introducción de la
noción de formalización: da un contenido concreto a la inmanencia
de lo incorporal como fundamento ontológico. En Lógica del senti-
do este rasgo era enunciado constantemente, pero el léxico de super-
ficie y profundidad que reinaba en aquel texto impedía eliminar del
todo la impresión de que lo incorporal era pensable como un plano
separado. Índice del perfeccionamiento conceptual alcanzado por
“Postulados” es que lo incorporal se desplazará al lugar de un adjeti-
vo, se tratará, casi siempre, de transformaciones incorporales.
¿Cómo se da entonces la afección formal, incorporal y ontoló-
gica que se extiende entre cuerpos y lenguaje? Posibilitada por la
independencia esencial de los planos, la presuposición recíproca
opera localmente, tiene la forma de un relevo de segmentos de forma
entre los dos planos23. La manera en que dicho paso de segmentos
formales se da en la dirección que va del plano de contenido al

del devenir que la precedía ontológicamente. Pero esto no es más que una tímida resis-
tencia, comparada con el desarrollo de las obras posteriores, incluyendo “Postulados de
la lingüística”.
23
“En resumen, la independencia funcional de las dos formas sólo es la forma de
su presuposición recíproca, del paso incesante de la una a la otra. [...] la independencia
de las dos líneas es distributiva, y hace que un segmento de la una releve constante-

[150] eidos nº10 (2009) págs. 134-161


Juan Pablo Hernández Betancur

de expresión es relativamente evidente. Por ejemplo, un fenómeno


natural puede desencadenar la progresiva transformación de una
teoría, todo un régimen de signos, o su sustitución por otro, con
nuevas categorías y compromisos ontológicos. Este proceso puede
ser gradual en buena medida aunque llegado un punto desencade-
ne un salto, o una revolución, por usar el término kuhniano. Lo que
resulta menos evidente es la dirección contraria de este proceso, la
que afirma que el lenguaje puede afectar formalmente los cuerpos.
¿Cómo puede gozar de tal poder el lenguaje?
Quizás no exageremos al decir que la alteración más decisiva que
entraña la reexposición propuesta en “Postulados” de la doctrina de
Lógica del sentido atañe a la sustitución de la noción de proposición
por la de enunciado. La introducción de este concepto, extraído de
Foucault, permite estipular una unidad de análisis lo suficientemen-
te rica como para desvanecer la centralidad de las dimensiones de la
proposición en el estudio del lenguaje. ¿En qué consiste esta exube-
rancia teórica en la que los aspectos de designación, significación y
manifestación se extravían haciéndose menos que secundarios?
Partamos de que el enunciado, como participio, es un lo dicho:
en él “sólo cuenta lo que ha sido formulado, ahí, en tal momento, y
con tales lagunas, tales blancos” (1987, 29); en esa medida siempre
se halla rodeado de antemano por tres tipos de espacios: el confor-
mado por otros enunciados con los que constituye una familia de
enunciados (1987, pp. 31-32), aquel en que entra en relación con
sus sujetos, objetos y conceptos correspondientes (1987, pp. 32-35),
y aquel en que entra en relación con “instituciones, acontecimien-
tos políticos, prácticas y procesos económicos” (1987, pp. 35-36).

mente a un segmento de la otra, pase o se introduzca en la otra” (2000, p. 91). Resulta


muy diciente de la integridad que preserva la teoría del lenguaje deleuziana aún tras el
encuentro con Guattari, el hecho de que pese a la impotencia explicativa que le atri-
buíamos a Lógica del sentido, allí ya se exponía la relación entre lenguaje y cuerpos en
términos casi idénticos a los de “Postulados”: “no hay paralelismo de la génesis lógica a la
ontológica, sino más bien un relevo que implica toda clase de desfases e interferencias”
(1994, p. 132).

e i d o s n º 10 (2009) págs. 134-161 [151]


ontología y lenguaje en deleuze: de lógica del sentido a MIL MESETAS y FOUCAULT

Atendiendo al segundo tipo de espacio se hace visible un primer


punto de contraste con Lógica del sentido:

Si los enunciados se distinguen de las palabras, de las frases o de las


proposiciones, es porque comprenden en sí mismos, como sus “deri-
vadas”, las funciones de sujeto, las funciones de objeto y las funciones
de concepto. Sujeto, objeto y concepto sólo son precisamente funcio-
nes derivadas de la primitiva o del enunciado (1987, p. 35).

Reconocemos como transfiguradas las dimensiones de la ma-


nifestación, la designación y la significación de Lógica del sentido,
en las funciones sujeto, objeto y concepto, respectivamente. Advir-
tamos entonces que la noción de enunciado tiene la gran virtud,
sobre la de proposición de Lógica del sentido, de permitir conce-
bir un espacio que no por ser anterior a la proposición deja de ser
verdaderamente lingüístico. Esta virtud estaba ausente del texto de
1969: en el momento en que se exigía un paso atrás a la busca de
una dimensión de sentido que explicara las de la proposición, lo
puramente lingüístico se fundía demasiado pronto con lo ontológi-
co, el sentido se asimilaba al acontecimiento a costa de que ya no
quedara en él nada reconocible como lenguaje. Los esfuerzos de
Deleuze por subsanar esta cuestión, como cuando formulaba sin
justificación alguna la producción ontológica en términos de “pro-
posiciones ontológicas” para luego pasar a las proposiciones lógicas,
no podían enmendar el hecho de que el sentido se hacía equivaler
al acontecimiento prematuramente ante la ausencia de una herra-
mienta teórica que habilitara tiempos conceptuales precisos. La no-
ción de enunciado es dicha herramienta, en la medida en que da un
contenido concreto a la idea de que sujeto, objeto y concepto son
posteriores y no originales.
Una segunda virtud de la noción de enunciado estriba en que
pone de manifiesto la determinación puramente relacional del len-
guaje, relacional respecto al lenguaje mismo (los otros enunciados,
en el primer espacio), y respecto a dimensiones “no lingüísticas”
(como las instituciones y demás condiciones físicas, políticas, eco-

[152] eidos nº10 (2009) págs. 134-161


Juan Pablo Hernández Betancur

nómicas, etc., del tercer espacio). Esta disipación de la frontera entre


lo lingüístico y lo no lingüístico tendrá las mayores consecuencias,
puesto que posibilitará la relación de afección entre los planos.
Inspirados en Austin, Deleuze y Guattari ponen en relación la
noción de enunciado con la de acto de habla (speech act) con el fin
de conceptualizar el poder de transformación incorporal o afección
formal propio del lenguaje 24. Postularán, yendo más allá de Austin,
que en el fondo todo acto de habla tiene el carácter de una orden,
el carácter ilocucionario de una orden, o más precisamente, de una
consigna (mot d’ordre), en la medida en que se transmite sin cesar.
En la teoría de Austin el ilocucionario es el aspecto de todo acto
de habla caracterizado por constituir una acción que no se reduce
al mero decir, pero que tampoco altera físicamente las cosas. Si para
Deleuze y Guattari todo acto de habla, antes de poderse clasificar
bajo una función lingüística específica (descriptiva, emotiva, impe-
rativa, etc.) tiene el carácter ilocucionario de una orden, ¿qué tipo de
cambio genera entonces esta acción lingüística? Deleuze y Guattari
responden, precisamente, que los actos de habla “se definen por el
conjunto de las transformaciones incorporales que tienen lugar en
una sociedad determinada, y que se atribuyen a los cuerpos de esa
sociedad” (2000, p. 85). En otras palabras, todo enunciado ordena
y transmite transformaciones incorporales, ordena redistribuciones
ontológicas o transmite regímenes de individuación previos. Por esta
razón, el lenguaje tiene la capacidad de intervenir sobre los cuerpos.
Un pasaje crucial resume todo lo dicho:

Las transformaciones incorporales, los atributos incorporales, sólo se


dicen y no se dicen de los propios cuerpos. Son el expresado de los
enunciados, pero se atribuye a los cuerpos [...]. Expresando el atri-
buto no corporal, y atribuyéndolo al mismo tiempo al cuerpo, no se
representa, no se refiere, en cierto sentido se interviene, y es un acto
de lenguaje [...] las expresiones o los expresados van a insertarse en
los contenidos, a intervenir en los contenidos, no para representar-

24
Posibilidad hasta cierto punto considerada también por Foucault.

e i d o s n º 10 (2009) págs. 134-161 [153]


ontología y lenguaje en deleuze: de lógica del sentido a MIL MESETAS y FOUCAULT

los, sino para anticiparlos, retrogradarlos, frenarlos o precipitarlos,


unirlos o separarlos, dividirlos de otra forma (2000, pp. 91).

En resumen, las consignas implicadas y transmitidas por todo


enunciado exigen la aceptación de ciertas coordenadas semióticas o
categorías y reglas de relación entre las mismas. Estas coordenadas
semióticas o formalización de expresión constituyen una determina-
ción de qué sea una sustancia y qué relaciones entre las mismas sean
posibles. En otras palabras, es un régimen de individuación. Aunque
en principio parecería que nos mantenemos dentro del orden de lo
lingüístico, aislados en el plano de expresión, estas coordenadas se-
mióticas o atributos, en tanto contornos incorporales, intervienen o
pasan por segmentos al plano de las formas de contenido, operando
entre los cuerpos nuevas divisiones y por consiguiente alterando la
formalización de contenido, esto es, la predistribución de sustancias
de contenido y sus relaciones. La orden transforma local y conti-
nuamente la formalización de contenido, y una vez impuesta, se
mantiene y se transmite como orden dada, como fragmento admi-
tido de formalización. Esta capacidad se explica por una condición
fundamental del lenguaje que lo distingue de cualquier otro tipo de
expresión. Retomemos la fórmula deleuziana: los incorporales (el
acontecimiento) se expresan en el enunciado (en la proposición, de
acuerdo a Lógica del sentido) pero se dicen de los cuerpos, son atri-
buidos a éstos. En otras palabras, el lenguaje expresa sus coordena-
das semióticas, su formalización diciéndolas de lo otro de sí, dice lo
incorporal de lo corporal. Es como si a fuerza de atribuir a los cuer-
pos su propia forma, y a pesar de la ausencia de isomorfismo, lograra
hacer que las formas de expresión se impusieran por segmentos a
la formalización de contenido. Una suerte de desdoblamiento en
virtud del cual una forma de expresión deviene de contenido.
Deleuze consolida la noción de enunciado enfatizando el ca-
rácter social y productor-producido del mismo. El enunciado, junto
con los sujetos, objetos y conceptos que le corresponden, así como
en su relación con otros enunciados y con instituciones y aconte-
cimientos políticos, es el fruto de dinámicas en las que participan

[154] eidos nº10 (2009) págs. 134-161


Juan Pablo Hernández Betancur

factores heterogéneos, como lo habría mostrado Foucault de forma


ejemplar. Este funcionamiento que genera y mantiene operantes los
enunciados es bautizado por Deleuze y Guattari agenciamiento co-
lectivo de enunciación (2000, pp. 84-85, 91)25. Un agenciamiento es
una unidad productiva de elementos heterogéneos (1980, p. 79)26,
que en rigor siempre tiene dos caras. Es así que el agenciamiento co-
lectivo de enunciación se halla esencialmente complementado por
otro tipo de agenciamiento, el agenciamiento maquínico de cuerpos,
que concierne al plano de contenido. De esta forma podemos pen-
sar cierta forma compleja de unidad que engloba ambos planos, am-
bos agenciamientos, sin eliminar su independencia esencial. Este
Agenciamiento de dos caras se complementa con un “eje vertical”,
según el cual “el agenciamiento tiene partes territoriales o reterrito-
rializadas, que lo estabilizan, y por otro, máximos de desterritorializa-
ción que lo arrastran” (2000, p. 92; 1980, pp. 81-83). Habíamos visto
que cada plano, ahora entendido como agenciado, era afectado por
movimientos de desterritorialización/reterritorialización propios,
que además implicaban grados de desterritorialización/reterritoria-
lización relativa de un plano respecto del otro. Si pensamos ahora
desde el punto de vista del Agenciamiento que cobija ambos planos,
hemos de reconocer niveles de estabilización y desestabilización en
la relación entre ambos planos.
Aunque el análisis de Deleuze y Guattari privilegia la tendencia
a la desterritorialización propia del Agenciamiento, pues ven en ella
la posibilidad de la resistencia política27, es preciso no pasar por alto

25
El modelo de este agenciamiento es el discurso indirecto libre, pues en éste se
remite siempre a un discurso preexistente, un lo dicho que se constituye en un se dice,
siempre anterior y determinante del sujeto de enunciación, del sujeto del enunciado
(2000, pp. 82, 85, 91; 1987, pp. 83ss), y de las significaciones disponibles (2000, p.
90).
26
Lecercle, 2002, pp. 180-183, ofrece una historia del concepto de agenciamiento
en la obra de Deleuze. Para otros exámenes de la noción: Macgregor, 2005; Zourabi-
chvili, 2003, pp. 6-10.
27
A todo esto se refieren como una “política de la lengua” que explote el poder de
fuga del lenguaje, como opuesto a la muerte implicada por la fijación de límites indivi-
dualizantes (2000, 109ss).

e i d o s n º 10 (2009) págs. 134-161 [155]


ontología y lenguaje en deleuze: de lógica del sentido a MIL MESETAS y FOUCAULT

que la determinación de regímenes específicos, sea a nivel semióti-


co (de expresión lingüística), sea a nivel propiamente ontológico (de
contenido o cuerpos), depende de la estabilización de las relaciones
del Agenciamiento y sus dos caras:

Los elementos de contenido van a proporcionar contornos defini-


dos a la mezcla de cuerpos, y al mismo tiempo, los elementos de
expresión van a proporcionar un poder de sentencia o de juicio a los
expresados no corporales. Todos estos elementos tienen grados de
abstracción y de desterritorialización diferentes, pero en cada caso
efectúan una reterritorialización del conjunto del agenciamiento,
en tales consignas y tales contornos (2000, p. 110)28.

Sólo cuando el conjunto del Agenciamiento ha alcanzado cierto


grado de estabilidad o reterritorialización podemos hablar de con-
tornos incorporales relativamente definidos que doten dicho campo
de un régimen de individuación. De lo que se sigue que sólo en
virtud de este movimiento de reterritorialización puede el aconteci-
miento efectuarse en cuerpos y estados de cosas determinados, sólo
así emergen las cosas. Pero este movimiento, según sostenemos, es
tan impensable sin la acción del lenguaje como lo es sin la de los
cuerpos. Por ello estamos autorizados a concluir, quizás contra el
silencio de Deleuze en este preciso punto, que la actualización del
acontecimiento depende necesaria aunque parcialmente del poder
del lenguaje.

28
El pasaje sigue: “Ese es incluso el sentido de la doctrina del juicio sintético: haber
mostrado que existe una relación a priori entre la Sentencia y la Figura, entre la forma
de expresión y la forma de contenido”.

[156] eidos nº10 (2009) págs. 134-161


Juan Pablo Hernández Betancur

4. Implicaciones

En Foucault, de hecho, Deleuze añadirá a la tesis de la indepen-


dencia con presuposición recíproca un tercer aspecto: primacía del
enunciado (1987, pp. 77, 88-89, 96). El enunciado, dice Deleuze,
es lo determinante mientras lo visible (plano de contenido) es lo
determinable. Ya sabemos que esta relación no implica correspon-
dencia; los enunciados “hacen ver, aunque hagan ver algo distinto
de lo que dicen” (1987, p. 96). A mi juicio la sugerencia de Deleuze
debe ser interpretada de la siguiente forma: si entablamos relaciones
con tenedores, colores, prisioneros o partículas subatómicas, es en
virtud de los contornos definidos impuestos por la transformación
incorporal proveniente del lenguaje. El individuo es un efecto de la
independencia con presuposición recíproca que gobierna las rela-
ciones entre cuerpos y lenguaje, por ello no es posible sin categorías
que exijan medidas, paradas, en últimas, cuerpos. Esta imposición
de coordenadas, exclusiva del lenguaje, está presente en cualquier
coto de realidad: no hay región de lo real sin consignas operantes.

Tomemos el caso de la delincuencia y la prisión: La noción de pri-


sionero implica relaciones entre individuos y prácticas, de las que
el apuntalamiento que genera un efecto-individuo, la idea de un
objeto definido del mundo, es el acto lingüístico que introduce el
término ‘prisionero’, y nos obliga a buscar en otros o en nosotros,
según sea el caso, prisioneros. Nos obliga a ver de cierta forma, y con
cierta precisión, en medio de una nebulosa red de prácticas y fenó-
menos. La primacía del enunciado no dice que el enunciado deter-
mine el contenido completamente, sino más bien que apuntala la
emergencia de efectos-individuo. Ello no implica que la expresión
sea anterior al contenido, pero tampoco puede decirse lo contrario,
lo que hay es la relación entre ambos29. Pienso que todo depende de

29
O la no-relación, como se designa en Foucault resaltando que no se trata de co-
rrespondencia o paralelismo.

e i d o s n º 10 (2009) págs. 134-161 [157]


ontología y lenguaje en deleuze: de lógica del sentido a MIL MESETAS y FOUCAULT

pensar esta cuestión desde el punto de vista del análisis concreto, de


cada análisis concreto. Es decir, sugiero lo que se podría llamar cier-
ta relatividad del análisis. Retomando el ejemplo de la prisión y la
delincuencia, vemos que una vez asumido el régimen según el cual
hay sustancias-prisionero, producto de la relación de independen-
cia con presuposición recíproca entre cuerpos y lenguaje, podemos
pasar a entender este estrato en relación con otra formalización de
expresión, como la implicada por el discurso del derecho penal. Así,
hemos de considerar dicho estrato en su conjunto como una forma-
lización de contenido, como si la sustancia-prisionero, no revistiera
un aspecto lingüístico –el que implica toda ontología en virtud de la
presuposición recíproca–. Podemos hacerlo debido a la relativa esta-
bilidad alcanzada por dicho estrato, la estabilidad de los efectos-in-
dividuo que la pueblan. Es como si la estabilidad del estrato hiciera
transparente la operación de las consignas, es decir, la formalización
de expresión, de manera que ante nosotros sólo fuera evidente lo no
lingüístico. Por ello Deleuze y Guattari afirmaban que la distinción
entre expresión y contenido es siempre relativa (2000, p. 52, 1987,
59). Siempre que un análisis presupone cuerpos, un plano de con-
tenido definido, está presuponiendo la cristalización de consignas
antiguas. Ahora bien, si esto que se hace ver, en últimas no coincide
con lo que se dice, ello se explica porque la fijación impuesta por la
orden incorporal del lenguaje siempre se halla excedida por la ince-
sante producción ontológica, por el acontecimiento. Por ello no hay
loco perfecto, ni prisionero puro, ni neutrón en persona.
Si reivindicamos la propuesta general de Lógica del sentido sobre
el lenguaje, superando sus innegables límites teóricos con los recur-
sos que ofrecen “Postulados de la lingüística” y Foucault, obtenemos
una perspectiva original sobre la ontología de Deleuze. Permítaseme
ilustrar la cuestión considerando un texto ciertamente excepcional
en la exposición de los elementos más complejos de esta ontología:
Manuel DeLanda inicia su celebrado Intensive Science and Virtual
Philosophy con la tesis de que la ontología deleuziana es realista,
entendiendo por realismo la doctrina que sostiene que lo real es

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independiente de la mente humana (2003, pp. 1ss). Sin duda, De-


leuze jamás ha sostenido lo contrario, y de hecho, en Diferencia y
repetición se ofrece lo que parece una ratificación de lo dicho por
DeLanda: “Las Ideas, al igual que los Problemas, no sólo están en
nuestra cabeza, sino aquí y allá, en la producción de un mundo his-
tórico actual” (2002, p. 288)30. Supuesto que sin mentes humanas
no hay lenguaje y que por ende el lenguaje en algún sentido depen-
de de la mente humana, entonces tendríamos que concluir que para
la tesis realista la realidad es independiente también del lenguaje.
Con frecuencia el carácter impersonal que Deleuze atribuye al pla-
no ontológicamente primario (campo trascendental, plano de in-
manencia, etc.), se entiende, pues, como una reacción a cualquier
forma de subjetivismo, y por ende como profundamente realista.
Sin embargo, nuestra deducción implica que la ontología depen-
de del lenguaje así sea parcialmente, y por lo tanto de lo humano.
¿Cómo conciliar nuestras conclusiones con el supuesto “realismo”
afirmado por Deleuze y su justificado repudio del subjetivismo?
Todo depende de reconocer que no hay subjetivismo alguno en
estas conclusiones. Si bien el lenguaje depende de lo humano, más
precisamente del plano aloplástico, emerge en un agenciamiento
colectivo de enunciación que claramente es anterior a y condición
de cualquier sujeto. En este sentido el lenguaje es en esencia imper-
sonal aunque fije sujetos como sus derivadas. Por otra parte, la onto-
logía no está sobredeterminada por el lenguaje, sino que emerge en
una relación no isomórfica sino más bien de interferencias locales
constantes con el plano del contenido, que además transforma cons-
tantemente al lenguaje mismo. En esta medida no podemos hablar
tampoco de constructivismo social o cultural31 –adversario por an-

30
‘Ideas’ y ‘Problemas’ remiten a un principio ontológico fundamental, nada más y
nada menos que a la noción de multiplicidad.
31
Que no debe confundirse con el constructivismo que Deleuze y Guattari adjudi-
can a la filosofía en ¿Qué es la filosofía? Más bien habría que extraer de dicho texto una
confirmación nítida de las conclusiones a que hemos llegado aquí. Piénsese en particu-

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ontología y lenguaje en deleuze: de lógica del sentido a MIL MESETAS y FOUCAULT

tonomasia del realismo–. Si el realismo postula una absoluta inde-


pendencia de lo real con respecto a lo humano o lo aloplástico, el
cuerpo teórico que hemos aislado no es realista en absoluto; pero en
la misma medida es contrario al subjetivismo o al constructivismo.
Estamos, pues, ante una alternativa a esta dicotomía ya tradicional,
cuyas consecuencias merecen mayor exploración.

Referencias

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Macgregor, J. (2005). Assemblage. En Stivale, Charles J. (ed.). Gilles De-
leuze. Key Concepts. Chesham: Acumen

lar que allí siempre se trata de un acto de trazado, sea de un plano de inmanencia, sea
de referencia, sea de composición. Este trazado determina lo que hay, una ontología.
¿Quién es el agente de este trazado? La única respuesta posible es: un Agenciamiento
con sus dos caras.

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Juan Pablo Hernández Betancur

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