Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Resumen
Vivimos en un “mundo instituido de significado” que opera como marco interpretativo para dar
asidero a la experiencia social e individual. Los imaginarios sociales “están siendo” entendidos
como esa base social que encierra las representaciones de la realidad, construyendo tanto un
modo de ver el mundo, como una vida en común, proporcionando referencias que se encuentran
en la vivencia social.
Los imaginarios sociales como herramienta de las ciencias sociales permiten buscar entre las
formas en que se describen las cosas, aquellas capaces de crear nuevas realidades sociales; las
palabras en relación a marcos conceptuales, se estudian como elementos mismos de los
problemas.
Abstract:
We live in a world where "meaning is instituted" operating as interpretative frames that sustains
our social and individual experience. Social Imaginaries "are being" understood as the social basis
that contains the representations of reality, building both a way of seeing the world and a
common life, providing references that belong to social experience.
Social Imaginaries as a tool of Social Sciences allow to research the ways in which description is
capable of creating new social realities; words are part of conceptual frames, that is they are
elements of the problems themselves.
78
Tiene que ver con las “visiones del mundo”, con los metarrelatos, con las mitologías y las cosmologías, pero
no se configura como arquetipo fundante sino como forma transitoria de expresión, como mecanismo
indirecto de reproducción social, como sustancia cultural histórica. Tiene que ver también con los
“estereotipos” (en cuanto que generan efectos de identificación colectiva), pero va más allá de las simples
tipologías descriptivas de roles porque precisamente rompe la linealidad articulando un sentido. (Pintos,
2001a)
Lo que se llama desde 1964 imaginario social -“terme repris depuis et utilisé un peu à
tort et à travers” (Castoriadis, 1975:23), no tiene que ver con lo spéculaire (la imagen de y la
imagen reflejada, lo ficticio). Lo imaginario no se construye a través de la imagen en el espejo o
la mirada del otro –las cuales son ya obras del imaginario. Tal como indicaba Castoriadis (1975),
el imaginario pareciera tener una esencia, un carácter propio.
79
continuidad1 y jerarquización, en función de lo que resulta relevante –esto implica que también
ha de tenerse en cuenta aquello que permanece en la opacidad. Su función es la de permitir
percibir, explicar e intervenir sobre referencias semejantes de percepción (espaciales,
temporales, geográficas, históricas, culturales, religiosas, etc.), de explicación (marcos lógicos,
emocionales, sentimentales, biográficos, etc.) y de intervención (estrategias, programas,
políticas, tácticas, aprendizajes, etc.). Dentro de un marco de pensamiento sistémico, al cual el
autor se adscribe, si bien las referencias son semejantes en cada sistema social diferenciado, la
realidad es percibida de forma particular, lo cual permite afirmar que no puede haber una
verdad única si no múltiples verdades.
Pero ¿qué son? ¿Dónde se encuentran? ¿Es a través de los imaginarios sociales que se
construye lo que llamamos realidad social? Estas son sólo algunas de las preguntas que afloran
al enfrentar una noción que, a pesar de su gran poder de seducción, está muy propensa a
mostrarse tremendamente problemática. Antes que todo, parece que no fuese nada, pues
interviene en un proceso que no es directamente observable, ya que de la “realidad” no
percibimos más que sus manifestaciones o nuestras interpretaciones: “we act not directly on
the world but on beliefs we hold about the world” (Geertz, 2000:196).
2. Imaginarios o esquemas
1
Este aspecto puede ponerse en paralelo con lo que Williams (1976) llama una predispuesta continuidad, es decir,
la tradición entendida como una versión del pasado que se pretende conectar con el presente y ratificar.
Francesca Randazzo/ pp. 77 – 96
Imagonautas 2 (2) / 2012/ ISSN 07190166
Los imaginarios sociales como herramienta
80
Modelos
personales
Memoria Espacio
social
Marcos o esquemas
mentales
Modelos
de
Tiempo
contexto
81
Figura No. 1. Intento de representación esquemática de factores que conforman un imaginario social.
Elaboración propia.
Si de la realidad no percibimos más que una representación de ella, son los imaginarios
los que proporcionan esos esquemas necesarios para poder percibirla, explicarla e intervenir en
ella (Pintos, 2001a). Para el autor, la función primaria de los imaginarios sería la elaboración y
distribución generalizada de instrumentos de percepción de la realidad social construida como
realmente existente.
Este estructurante originario, fuente de lo que se da cada vez como sentido indiscutible e indiscutido,
soporte de las articulaciones de lo que importa y de lo que no importa, origen del exceso de ser de los
objetos de inversión práctica, afectiva e intelectual, así como individual y colectiva, este elemento no es
otra cosa que lo imaginario de la sociedad. (Beriain, 2005: 157)
3. Dimensión cognitiva
En las ciencias cognitivas este concepto se emparenta con los “marcos” que conforman
desde las metas, formas de actuar y valorar, hasta la política y las instituciones. “Los marcos son
estructuras mentales que conforman nuestro modo de ver el mundo” (Lakoff, 2007:17),
esquemas para entender situaciones y comportamientos (de persona, de rol, guiones), es decir,
andamios mentales, estructuras para entender la información social (Baron y Byrn, 1998). A su
vez, los esquemas y prototipos son modelos o marcos mentales, formados a través de la
experiencia, que permiten interpretar las situaciones sociales, organizando grandes cantidades
de información que no podemos manejar fácilmente. Los marcos mentales contienen
información relativa a rasgos, situaciones y acciones, y una vez formulados ejercen fuertes
efectos en el pensamiento social (Baron y Byrn, 1998).
2
Por eso Zelaya llama tanto la atención, en vista de que su comportamiento es inconsistente con las expectativas
que se tienen sobre un presidente.
Francesca Randazzo/ pp. 77 – 96
Imagonautas 2 (2) / 2012/ ISSN 07190166
Los imaginarios sociales como herramienta
82
que no lo es, cosa que no sucede al comienzo: entonces la información inconsistente puede ser
captada y codificada (Baron y Byrn, 1998).
Esto recuerda la metáfora del lente de Kuhn, donde el paradigma opera como un filtro o
unos lentes que hacen que los científicos vean las cosas de una manera y no de otra. Heidegger
hablaba ya de las pre-estructuras del entendimiento, las cuales provocan un drop out of
consciousness, como el que se experimenta delante de la transparencia de las ventanas de una
casa (Heelan, 1991). Estos conceptos son recuperados en el marco de la noción de imaginarios
sociales en el postulado del Ojo Semiósico (Dittus, 2008). El imaginario opera como un
elemento naturalizado que no se percibe (Aliaga, 2008). En esta línea, el imaginario social
dejaría de ser sinónimo de signo o representación colectiva, pues sería sencillamente como
unos anteojos que “mejoran” –yo añadiría también que “deforman”– la visión: a través de
“esas imágenes vemos el mundo, pero lo hacemos sin observar al propio imaginario” (Dittus,
2008: 349).
Interacción
Figura No. 2. Perspectiva e interacción del observador. Elaboración propia.
83
4. Dimensión hermenéutica
Los imaginarios son eso que permitiría entender el sentido social de las cosas, quizá
aquello que nos falta al tener una sensación de incomprensión al visitar una cultura distinta a la
nuestra, o remontarnos en el tiempo sin comprender ya las viejas usanzas, o ese código propio
de una banda juvenil, sin el cual su actuar aparece a los demás absurdo o sencillamente es
incomprendido. Dittus (Coca et alt., 2011) propone una interesante manera de abordar la
otredad, como parte de aquella imaginería simbólica que se nutre de atributos, estereotipos y
arquetipos, y que condiciona la mirada que dirigimos hacia los demás. A falta del imaginario
adecuado para interpretar esos mundos tan diferentes, estos serían captados con nuestros
propios imaginarios a través de su función de reorganización de lo significante, viniendo a ser
un factor de equilibrio psicosocial.
El individuo se enfrenta a una complejidad del mundo social que viene a ser resumida y
esquematizada gracias a la capacidad de comprensión, de dar un sentido. Como «centro
simbólico», el imaginarios social tendría que ver con las «articulaciones de sentido últimas»,
dotando de una sólida inteligibilidad a la totalidad del acontecer y de la praxis cotidiana,
procurando una «homogeneidad de sentido» a lo social. Para Enrique Carretero Pasín (Coca et
alt., 2011), la cohesión social reposa en una matriz más imaginaria que propiamente real,
Francesca Randazzo/ pp. 77 – 96
Imagonautas 2 (2) / 2012/ ISSN 07190166
Los imaginarios sociales como herramienta
84
Existen dos heurísticas, es decir unas reglas simples para tomar decisiones complejas o
hacer inferencias rápidamente, más utilizadas y son la representatividad (juzgar por similitud) y
la disponibilidad (lo más fácil de recordar es lo primero que viene a la mente) (Baron y Byrn,
1998). Bryant y Charmaz (2008) aludiendo a Wittgenstein dicen “don’t think, but look!”,
aludiendo a la capacidad humana de observar a family of ressemblances, es decir, lo que hace
que se parezcan los miembros de una familia, buscando encontrar similitudes, relaciones y no
“cosas en común”. Es importante recalcar que “…las representaciones sociales no se adquieren
tan sólo directamente, de una manera abstracta (y usualmente discursiva), sino también como
generalizaciones sobre las experiencias diarias” (van Dijk, 1998:289).
Frames facilitate our most basic interactions with the world—they structure our ideas and concepts, they
shape the way we reason, and they even impact how we perceive and how we act. For the most part, our
use of frames is unconscious and automatic—we use them without realizing it. (Lakoff y Rockridge
Institute, s.f.: 9)
85
límites físico-espaciales. Todos estos factores deben de entrar en juego en aquello que
socialmente cobra o no validez social. Se trata de un complejo entramado social donde lo “real
sólo es sentido y experimentado por medio de toda una alquimia que va más allá de las simples
impresiones y del reflejo totalmente pasivo” (Ledrut, 1987:42-43). Los imaginarios pueden ser
entendidos como una forma transitoria de expresión que se formula y existe a través de lo
simbólico; como una facultad cognitiva articuladora de sentido; como una faceta inconsciente,
ajena a la lógica de la realidad objetiva.
“Los hebreos del Antiguo Testamento, por ejemplo, plantean que hay un Dios que ha creado el mundo y
que ha elegido la línea de Abraham, Isaac, Jacobo, etc., hasta Moisés como «su» pueblo. Para los griegos,
para los romanos, existían representaciones globales que jugaban el mismo papel. Los occidentales
modernos se han representado como aquellos que, por una parte, iban a establecer la libertad, la igualdad,
la justicia y, de otra, iban a ser los artesanos de un movimiento de progresión material y espiritual de la
humanidad entera. Nada de esto vale para el hombre contemporáneo. Éste no cree más en el progreso,
excepto en el progreso estrechamente técnico, y no posee ningún proyecto político. Si se piensa a sí mismo,
se ve como una brizna de paja sobre la ola de la Historia, y a su sociedad como una nave a la deriva.”
De una forma mucho más poética, estas últimas imágenes se encuentran en la Tesis IX
sobre la historia de Benjamin (2008:24):
Hay un cuadro de Klee que se titula Angelus Novus. Se ve en él un ángel, al parecer en el momento de
alejarse de algo sobre lo cual clava la mirada. Tiene los ojos desorbitados, la boca abierta y las alas tendidas.
El ángel de la historia debe tener ese aspecto. Su rostro está vuelto hacia el pasado. En lo que para nosotros
aparece como una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que arroja a sus pies ruina sobre
ruina, amontonándolas sin cesar. El ángel quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo
destruido. Pero un huracán sopla desde el paraíso y se arremolina en sus alas, y es tan fuerte que el ángel
ya no puede plegarlas. Este huracán lo arrastra irresistiblemente hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas,
mientras el cúmulo de ruinas crece ante él hasta el cielo. Este huracán es lo que nosotros llamamos
progreso.
En esta misma línea, para Beriain (2005) las principales significaciones sociales
imaginarias –en plural– serían los dioses, el progreso, el desarrollo, la autopreservación, etc. y
estarían a la base de nuestras actuaciones. En cada sociedad y en cada cultura habría un
imaginario radical, ya fuese un dios o una bandera. Castoradis de hecho divide el imaginario
social en dos planos de significación distintos y dependientes. Los primarios o centrales, que
son creaciones Ex nihilo, instituciones imaginadas que no dependen sino de su misma idea para
referenciarse, como Dios, la familia o el Estado. Los secundarios, que surgen y dependen de los
86
primarios, por ejemplo la idea de ciudadano no puede concebirse sin la idea de Estado. Por eso
estas representaciones son consideradas instrumentales, jugando un simple papel reproductor
de los primarios.
Algunos conceptos más que ayudar a entender la realidad, cierran su acceso a ella.
Tristemente en las ciencias sociales predomina la utilización de forma rutinaria de una serie de
conceptualizaciones y categorías débiles. En este sentido, los estudios sobre imaginarios
sociales vienen a ser una forma de generación de nuevo conocimiento -y por lo tanto de poder
hacer-, especialmente en un momento en que se percibe en las ciencias sociales un vacío de
carácter ontológico (Coca et alt., 2011).
87
“La reflexión teórica no es ajena a la lucha, es un momento fundamental de la praxis” (Tischler, 2009:30). La
recuperación de la memoria de las luchas populares por su emancipación tiene que hacerse con unas
herramientas y un lenguaje nuevo: “no podemos hacer una interpretación revolucionaria de la historia con
las mismas herramientas conceptuales que la tradición de los vencedores ha cultivado” (Tischler, 2009:24).
La autonomía del sujeto es clave para emprender procesos de emancipación sostenibles, es el poder del
individuo frente a las fuerzas que pretenden colonizar su voluntad y energías. No se trata, se subraya, del
aislamiento del sujeto sino de que éste cuente con la información, conocimiento, actitud y mecanismos
sociales que permitan establecer los límites del Estado, el mercado y la comunidad. Este planteamiento
puede propiciar verdaderos procesos de solidaridad, integración, versus la alienación y la seudointegración
por la fuerza o la domesticación del pensamiento. (Cálix, 2010:38)
88
resultado de la intencionalidad combinada de aquellos que los usan. Por ejemplo, un billete de
cinco euros es un billete de cinco euros tan sólo en virtud de la intencionalidad colectiva.
Se trata de un principio trascendental histórico que principia, posibilita y faculta a los hechos fragmentados
para, a través de los dibujos e imágenes que proyecta, convertirlos en experiencia social con-sensuada y
con-sentida. Constituye la raíz viva y vivificadora que alienta formas organizadoras de la experiencia social,
pero sin estas formas exteriores su capacidad de formalización deviene imposible. (Carretero y Coca,
2009:305)
Castoriadis (1975) nos habla de la posibilidad de la que goza una sociedad para descubrir
el carácter autoinstituyente de sus significaciones imaginarias. Se trata de alcanzar un
cuestionamiento de la certidumbre (la “evidencia”) así como de abrir la posibilidad de una
interpretación alternativa de “lo real”. Se trata de desentrañar la determinación social de lo que
se asume como natural y evidente. A pesar de que se señala tradicionalmente que los grupos
desfavorecidos están sometidos a las definiciones de realidad de los que detentan el poder, en
el orden social existente la dotación de significado social depende de configuraciones mucho
más complejas. Las personas disponemos de una capacidad de cuestionar permanentemente
las instituciones establecidas, de debatir la legitimidad de cualquier significación impuesta.
¿Cómo vivir sin representaciones? Pero también ¿Cómo vivir sin la crítica de las representaciones? Así se
esboza un movimiento dialéctico. Algunas representaciones tapan la vista y el horizonte, forman anillo y
círculo (vicioso). Otras se abren hacia la superación. (Lefebvre, 1980:96)
89
90
establecida, que pueden llegar inclusive a la subversión del orden social. El imaginario como
principio de ensoñación capaz de subvertir la realidad institucionalizada es una fuente de
posibilidades alternativas a la realidad socialmente dominante. Precisamente, el estudio de los
imaginarios sociales permite la posibilidad de hacer visibles en las sociedades las posibilidades
oníricas y poéticas que han sido enraizadas en las cosas, tal como señala Bachelard (2002).
¿Qué transformación de la experiencia adquirida no se debe antes que nada a lo imaginario? ¿Qué cambio
no ha sido formulado simbólicamente a través de una ficción? ¿Y qué ficción no se ha opuesto, si ha sido
significativa, a la cultura en la que ha aparecido? No estamos hechos de repetición ni de formalismo, sino
“tejidos de la materia misma de nuestros sueños”. (Duvignaud, 1986: 35-36)
Los pensamientos, los actos, incluso las palabras de los hombres tienen una función continua en la cualidad
y persistencia del ser. El espectador, el lector, el oyente, se hallan implicados dinámicamente. Sus
respuestas y sus interpretaciones son esenciales para su significado. Eurípides une la necesidad de hombres
y mujeres de recrear su mundo social, político y filosófico, no a la imagen de los antiguos dioses que
nacieron de la noche, sino a la de las esperanzas razonables y los ideales en plena evolución. Dieu a besoin
des hommes, declaraba Sartre… (Steiner, 2005:72)
9. El lenguaje y lo nuevo
Para Castoriadis (1975) los imaginarios son auténticas fuentes de inspiración capaces de
influir con mucha fuerza en las maneras de pensar, decidir y orientar las acciones sociales.
Como herramienta metodológica los imaginarios sociales permiten hablar de las luchas y la
emancipación con un lenguaje nuevo.
Como argumenta Kuhn en The Copernican Revolution, no fue sobre la base de observaciones
telescópicas o sobre la base de alguna otra cosa como decidimos que la Tierra no era el centro del universo,
que la conducta macroscópica podía explicarse a partir del movimiento microestructural, y que la principal
meta de la teorización científica debía ser la predicción y el control. En lugar de eso, después de cien años
de estéril confusión, los europeos se sorprendieron a sí mismos hablando de una forma tal que daba por
sentadas esas tesis solapadas. Los cambios culturales de esa magnitud no resultan de la aplicación de
91
criterios (o de una «decisión arbitraria»), como tampoco resulta de la aplicación de criterios o de actes
gratuits el que los individuos se vuelvan teístas o ateos, o cambien de cónyuge o de círculo de amistades.
En tales cuestiones no debemos buscar criterios de decisión en nosotros mismos, como tampoco debemos
buscarlos en el mundo. (Rorty, 1991:26)
Wittgenstein (2008) señala que los límites de nuestro lenguaje son los límites de nuestro
mundo; en este sentido, el alcance de nuestra mente, pensamiento, palabra o juicio estaría
atrapado dentro de las fronteras de nuestra sociedad. Geertz (2000) considera en cambio que
los límites de nuestro mundo son los límites de nuestro lenguaje, pues el alcance de nuestras
mentes, lo que somos capaces de interpretar es lo que define el espacio intelectual, emocional
y moral en el que se vive. En la medida en que intentemos comprender lo que significa ser
como los otros, cómo somos nosotros, lo que nos parece extraño y lo que nos es similar,
atractivo o repelente, irán surgiendo las palabras para nombrarlo. Lakoff (2005) considera que
los marcos o esquemas mentales refieren antes que todo a los valores y los sistemas primarios
de ideas y en segundo lugar a los lenguajes que se usan para expresarlos.
Durante sus investigaciones, Raymond Williams reparó en reflexionar acerca del rol que
tiene el uso y significado de las palabras, su gama, variación, conexión e interacción. En uno de
sus escritos comenta:
Por supuesto, no todas las cuestiones podían entenderse mediante el mero análisis de las palabras. Al
contrario, la mayoría de los tópicos sociales e intelectuales, incluidos tanto los desarrollos graduales como
las controversias y conflictos más explícitos, persistían en y más allá del análisis lingüístico. No obstante,
comprobé que, en realidad sobre muchas de las cuestiones no podía reflexionarse exhaustivamente, y en
algunas de ellas, creo, ni siquiera pueden abordarse a menos que seamos conscientes de las palabras como
elementos de los problemas. (Williams, 1976:20)
Insiste Williams (1976) en que no se trata de hacer creer que la lengua refleje
meramente los procesos de la sociedad y la historia, sino que, bien al contrario, algunos de
éstos se producen dentro de la lengua misma, siendo las palabras, de esta forma, un elemento
integral de las relaciones sociales. De tal forma, el «método» no sólo consistiría en volver a
describir las cosas de una manera nueva hasta crear una pauta de conducta lingüística que
adopte la generación en ciernes (Rorty, 1991), sino además observar las formas en que las
mismas relaciones sociales generan sus propias respuestas dentro de la lengua misma.
Conclusiones
Los imaginarios operan como un filtro prácticamente invisible que preconfigura “la
realidad social”. Frente a grandes cantidades de información que no se pueden manejar
fácilmente, los imaginarios funcionan de forma heurística, permitiendo tomar decisiones
complejas o hacer inferencias rápidamente. Son capaces de influir en las maneras de pensar,
Francesca Randazzo/ pp. 77 – 96
Imagonautas 2 (2) / 2012/ ISSN 07190166
Los imaginarios sociales como herramienta
92
Referencias bibliográficas
Aliaga Sáez, Felipe (2008) Imaginarios Sociales, Inmigración e Integración (TIT). Tutor: Juan Luis
Pintos de Cea – Naharro. Universidad de Santiago de Compostela.
Baron, R.A. y Byrn, D. (1998) Psicología Social 8ª. Edición. Madrid: Prentice Hall.
93
Benjamin, Walter (2008) Tesis sobre la historia y otros fragmentos. Introd. y trad.: Bolívar
Echeverría. México, UACM-ITACA.
Boron, Atilio (2000) Tras el búho de Minerva. Buenos Aires: Clacso, FCE.
Bryant, Anthony y Charmaz, Kathy (2008) The SAGE Handbook of Grounded Theory. London:
Sage.
Cálix, J. Álvaro (2010) Emancipación y cambio social: la acción colectiva de los movimientos
sociales. Tegucigalpa: Satyagraha Editores.
Carretero Pasín, A. Enrique (2001) Imaginarios sociales y crítica ideológica. Una perspectiva
para la comprensión de la legitimación del orden social. Tesis de doctoramiento. Universidad
de Santiago de Compostela.
Carretero Pasín, A. Enrique (2005) “La religiosidad futbolística desde el imaginario social. Un
enfoque antropológico”. A parte rei. Revista de filosofía. 41. Septiembre.
Carretero Pasín, A. Enrique y Coca, Juan (2009) Sociologías de los Márgenes. Libro homenaje a
Juan Luis Pintos de Cea-Naharro. Huelva: Editorial Hergué.
Coca, Juan; Valero, Jesús; Randazzo, Francesca; Pintos, Juan Luis (coord.) (2011) Nuevas
posibilidades de los imaginarios sociales. Santa Uxía de Riveira: CEASGA.
Dittus Benavente, Rubén (2008) Cartografía de los Estudios Mediales en Chile. Concepción,
Chile: Universidad Católica de la Santísima Concepción.
Duvignaud, Jean (1986) Hérésie et subversión. Essais su l’anomie. Paris: Éditions la découverte.
94
Duvignaud, Jean (1990) La genèse des passions dans la vie sociale. Paris: Presse Universitaire
de France.
Geertz, Clifford (2000) Available Light. Anthropological Reflections on Philosophical Topics. New
Jersey: Princeton University Press.
Heelan, Patrick A. (1982) “Hermeneutical Realism and Scientific Observation”, PSA, Volume 1,
Philosophy of Science Association. pp. 77-87.
Heelan, Patrick A. (1991) Gadamer and Hermeneutics: Science, Culture, and Literature,
Continental Philosophy. Continental Philosophy IV. Ed. by Hugh Silverman. New York:
Routledge. Pp. 213-228.
Lakoff, George y Rockridge Institute (s.f.) Thinking Points: Communicating Our American Values
and Vision. http://www.cognitivepolicyworks.com/wordpress/wp-
content/uploads/Thinking-Points-BETA1.pdf, recuperado el 21 de marzo de 2012.
Lakoff, George (2005) Framing –It’s about Values and Ideas. Recuperado en
http://georgelakoff.com/writings/rockridge/ el 22 de mayo de 2012.
Lakoff, George (2007) No pienses en un elefante, lenguaje y debate político. Madrid: Editorial
Complutense.
Pintos, J. L. (2001a), “Construyendo realidad(es): los Imaginarios Sociales”, Realidad. Revista del
Cono Sur de Psicología Social y Política, 1: 7-24.
Francesca Randazzo/ pp. 77 – 96
Imagonautas 2 (2) / 2012/ ISSN 07190166
Los imaginarios sociales como herramienta
95
Sánchez Capdequí, Celso (2003), “Apuntes para una biografía intelectual”, Revista Anthropos,
monográfico “Cornelius Castoriadis. La pluralidad de los imaginarios sociales de la
modernidad”, nº 198.
Tischler Visquerra, Sergio (2009) Imagen y dialéctica. Mario Payeras y los interiores de una
constelación revolucionaria. Guatemala: F y G editores.
Valencia G., Alberto (2003) Representaciones Sociales e ideología. Universidad del Valle,
Facultad de Ciencias Sociales. Cali. Recuperado [online] el 13 febrero 2010 en
http://socioeconomia.univalle.edu.co/pregrado/sociologia-
paginaweb/programas/programas-1sem-2003/p-representaciones-prof-a-valencia-
1sem2003.pdf
van Dijk, Teun A. (1998) Ideología. Una aproximación multidisciplinaria. Barcelona: Editorial
Gedisa.
96
______________________________
Historia editorial
Recibido: 20/06/2012
Primera revisión: 25/06/2012
Aceptado: 06/07/2012
______________________________