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2. LA ESCUELA DE ATENAS
Se trata de un homenaje a los saberes de la Antigüedad y del Renacimiento, el pintor de Urbino
estaba creando, quizá sin saberlo, todo un manifiesto sobre el Clasicismo. (Alicia Cámara).
Me enseñaron ese fabuloso dibujo cuando yo tenía quince años. No conocía ni a su autor
ni las dimensiones del cuadro, pero era consciente, de alguna manera, que tenía ante mis
ojos una obra de gran valor, me impresionó. En un primer acercamiento se podía ver una
bella composición de personajes vestidos con túnicas y situados bajo una aparente simetría.
Desconocía el sentido del cuadro y a los personajes que allí se representaban. Más tarde me
enteré que el pintor era del divino Rafael (2).
La Escuela de Atenas es uno de los conjuntos más grandiosos de la pintura renacentista. Para la
perspectiva(3) se inspira en el gran Leonardo, pero la admirable composición de las figuras es
el arte propio de Rafael. Es un fresco de una gran simetría, los arcos de medio punto situados
en el centro, los 58 personajes dispuestos en el cuadro como si quisieran equilibrarlo, etc. Se
puede apreciar un sólo punto de fuga que coincide con el centro del arco central. Además, del
fondo del cuadro proviene una luz diáfana que en parte ilumina toda la composición.
La arquitectura renacentista del fresco es un homenaje a su gran amigo Bramante. Este arqui-
tecto había proyectado una basílica compuesta por amplios salones, blancos mármoles y una
luminosa cúpula con arcadas abiertas al cielo. Los frescos de Rafael y los proyectos romanos
de Bramante celebraban el momento de mayor esplendor del Renacimiento.
Unos gruesos muros reciben la enorme bóveda que enmarca las figuras de filósofos y sabios de la
Grecia clásica. En nichos, a los lados del primer arco, están las estatuas de Apolo y Minerva, referidas
a los modelos clásicos. El significado de las dos figuras se aclara en los bajorrelieves situados debajo:
una lucha de desnudos y Tritón que rapta a una vida, simbolizan la violencia y los deseos sensuales
que dominan la parte inferior del alma humana y deben ser dominados y guiados por la autoridad
de la razón, representada por Apolo; menos descifrables son las alegorías bajo Minerva, que parecen
simbolizar la actividad de la inteligencia, gobernada por la divinidad. Otras estatuas y bajorrelieves se
entrevén en escorzo en las paredes de la nave. Los medallones en las pechinas de la cúpula represen-
tan a un hombre que alza los ojos y a una mujer que posa un brazo sobre el globo terrestre.
La Escuela de Atenas(4) trata de reflejar una idea: el renacer de la Antigüedad y la grandeza
de un presente triunfante en la Roma de Julio II. En la Escuela de Atenas los grandes genios
del Renacimiento encarnan a los sabios de la
Antigüedad. Rafael los presenta escribiendo,
dialogando, dibujando, filosofando...
A la derecha del cuadro podemos distinguir al
sabio geómetra Euclides, reencarnado en el arqui-
tecto Bramante; está con un compás en la mano
y agachado, como si quisiera comprobar algunas
mediciones o quizás realizar una demostración
geométrica, dibuja sobre una tablilla en el suelo.
Cerca de Euclides se encuentran, dialogando,
dos grandes personajes: Zoroastro y Ptolomeo.
El primero de ellos es el nombre de un personaje
histórico (tal vez mítico) del que se sabe poco o
nada de forma directa, y las pocas referencias
a él están rodeadas de misterio y leyenda, si
bien algunas fuentes afirman que fue un filósofo
persa, Zoroastro, que sostiene en sus manos la
esfera del Universo. Ptolomeo, el matemático y Detalle de Euclides
filósofo alejandrino es el segundo personaje, que
tiene en sus manos la esfera terrestre. Cerca de ellos y parece que mirándonos está el propio Rafael.
Esta mirada de Rafael es el nexo de unión entre el espacio figurativo y el espectador.
En el centro de la composición se encuentra Platón, con el Timeo en su mano izquierda, seña-
lando el cielo con su dedo índice(5). A su lado, Aristóteles, con la Ética en su mano izquierda. El
punto de fuga de la perspectiva está en la mano de Platón, representado por la figura de Leonardo
da Vinci. A la izquierda se encuentra Sócrates conversando con Alejandro Magno, armado, y entre
ellos se encuentra el historiador, militar y filósofo griego Jenofonte, junto a ellos, con la mano
alzada, se encuentra Esquines, considerado uno de los discípulos más fieles de Sócrates.
BIBLIOGRAFÍA
Alvarez Lopera, José, y Pita Andrade, José Manuel, 1991: La Pintura: de la Prehistoria a
Goya. Tomo 5 de la Historia del Arte. Barcelona. Carroggio S.A. de Ediciones.
Argan, G.C., 1987: Renacimiento y Barroco. II. De Miguel Angel a Tiépolo. Madrid.
Akal.
Gombrich, E.H., 1983: Imágenes simbólicas. Madrid. Alianza ed. Col. Alianza Forma 34,
págs. 135-175.
Alicia Cámara, 2000: La escuela de Atenas. Descubrir el Arte.
Museos vaticanos. Estancias de Rafael.
http://mv.vatican.va/4_ES/pages/SDR/SDR_00_Main.html
NOTAS
(1) Julio II ha pasado a la historia como un gran mecenas de las artes. Protegió, entre otros, a Miguel Ángel, Rafael y Bramante. La
reconstrucción de la Basílica de San Pedro, se inicia en 1506, bajo su régimen, siendo terminada en 1626 con el Papa Pablo V.
(2) Rafael tenía veinticinco años cuando pintó este fresco. Al mismo tiempo, Miguel Angel estaba decorando la Capilla Sixtina.
Estamos en un momento crucial del arte del Renacimiento.
(3) La perspectiva es una forma de representación que fue elaborada en el Quattrocento. Las figuras se van haciendo escalona-
damente pequeñas en función de la mirada de quien contempla la representación artística. Se tienen en cuenta las distancias
relativas de los personajes y objetos relacionadas con las lineas visuales de los espectadores.
(4) En palabras de Vasari: “Rafael fue en la composición de las historias tan fácil y rápido que competía con la palabra escrita”. Esta
referencia aplicable a esta escena donde los gestos, las expresiones o los movimientos de las figuras están interpretados con
sabiduría, creando un conjunto dotado de gracia y vitalidad. Los colores son muy variados, utilizando brillantes tonalidades con
los que refuerza la personalidad de las figuras y la variedad y monumentalidad del conjunto. Con esta imagen, Rafael demuestra
la superación definitiva de los modelos florentinos iniciando su floreciente periodo romano.
(5) Platón está apuntando con su dedo índice el cielo, como si señalara lo sublime y lo ideal de la Teoría de las ideas, mientras que
Aristóteles señala con su mano lo terrenal, lo pragmático, lo concreto. Como señala el profesor Pedro Miguel González Urbaneja:
“En los gestos de ambos filósofos está sintetizada la esencia de sus doctrinas con una capacidad casi milagrosa de concentrar
en imágenes simples las más complejas ideas".