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ISIDRO GOMÁ CIVIT

REFLEXIONES EN
TORNO A LOS
TEXTOS BIBLICOS
DOMINICALES
Prólogo de Olegario González de
Cardedal
Misioneras de Nazaret
Publicacions de 1’Abadia de Montserrat
1988
Primera edición, febrero de 1988
© Isidro Gomá Civit, 1988
ISBN 84-7202-906-9
Depósito legal: B. 44.722-88
Impreso en Diagráfic, S.A. - Constitució, 19 - 08014 Barcelona
JUSTIFICACIÓN
Este libro recoge textualmente todos los comentarios a los
textos litúrgicos que la Hoja Dominical de Barcelona ha
publicado, desde el año 1972. Las reflexiones van
acompañadas del texto correspondiente a fin de facilitar su
manejo a los lectores. No han sido revisadas de nuevo por su
autor con motivo de esta publicación.
Por tratarse de artículos destinados a una publicación que
cuenta con un espacio muy limitado, el autor ha tenido que
ceñirse inexorablemente a un determinado número de líneas,
siempre el mismo, al hacer su comentario. Esto le ha obligado
a seleccionar minuciosamente cada palabra, dándole un rigor y
una densidad inusuales.
No se pueden leer deprisa estas reflexiones. Las largas horas
de estudio del autor
—toda una vida— unidas a las no menos largas horas de
oración, han dado tal plenitud a cada una de las frases, que
aparecen como pequeña filigrana de orfebre, perfecta en sí
misma, pero que no puede ser entendida si no es en su
conjunto. Así, el sentido pleno de un comentario se ilumina con
los otros y se completan mutuamente.
Es un material extraordinario para preparar una clase o una
hornilla, para llevarlo a la oración de manera que nos ayude a
saborear mejor el hondo e inagotable tesoro de la Sagrada
Escritura. Es muy útil incluso para aprender a hacer un
comentario o una crítica a un texto, a nivel literario.
Su autor, Isidro Gorná Civit, canónigo de la Catedral de
Barcelona, Prelado de honor de Su Santidad, Profesor de
Sagrada Escritura de la Facultad de Teología de Barcelona, ha
publicado además dos volúmenes dedicados a comentar el
Evangelio según San Mateo, obra obligada para todo el que se
interese por el primer evangelio, y un bello comentario al
Magnificat, muy bien documentado, amén de muchas
colaboraciones en revistas nacionales y extranjeras.
PRÓLOGO
Divinas palabras, por el texto sagrado que ofrecen, y palabras
humanas, por la explicación del Dr. Gomá que lo acompaña,
nos ofrece este libro. Él recoge todos los textos bíblicos del año
litúrgico y junto a él pone breve comentario. La liturgia es el
lugar supremo donde la palabra de Dios llega al hombre como
palabra salvadora. Allí logra toda su fecundidad porque va
junto al sacramento en el que se hace realidad lo que la
palabra narra, proclama, exige y promete al hombre. « Cristo
está presente en su palabra, pues cuando se lee en la Iglesia la
Sagrada Escritura, es Él quien habla» (Vaticano II, Sobre la
Liturgia, 7).
El comentario no reclama un puesto propio en este libro, sino
que quiere desaparecer para que el texto aparezca en su
máxima claridad y se perciba que es Cristo quien habla, se le
oiga hablando, se recree su semblante y el lector pueda
sentirse uno más entre los que vieron de su rostro la
hermosura junto al lago de Genesaret, en Betania, ante la
puerta del Templo o en la noche de la Cena.
1
¿ Cuál es, sin embargo, la misión de todo el que interpreta la
palabra de Dios, de manera especial aquella que es
proclamada en la celebración de los divinos misterios, que
hacen presente, «re-presentan», lo que ella anuncia? El
comentarista tiene que dejar sentir los seis niveles que la
palabra tuvo en la boca de Jesús, y los seis niveles que está
destinada a alumbrar cuando llega a nuestra vida. Expuestos
brevemente son los siguientes:
1. Hechos. Las lecturas bíblicas nos hablan de sucesos
acontecidos en un tiempo y lugar de la historia. Fueron vividos
por hombres y mujeres a ras de tierra. Esta vivencia pudo ser
de doble naturaleza, bien porque los ejecutaron y padecieron
realmente o porque el escritor los vivió él mismo en su
conciencia como realidad posible y real para todos y los
transmite con idéntica fuerza y normatividad. El
8 0. GONZÁLEZ DE CARDEDAL
comentarista tiene que hacer presente a los ojos del lector esa
realidad pasada como si fuese presente, devolver aquel tiempo
a nuestro tiempo; hacernos contemporáneos y partícipes de
aquella experiencia histórica ya agotada.
2. Sentido. Las narraciones nos ofrecen hechos que fueron
vividos como formas de existencia, proyectos de vida,
acontecimientos transidos por la ilusión, el deseo, el temor y la
esperanza de unos hombres. Hechos que tuvieron sentido y,
por pertenecer a las entrañas primordiales de la vida humana,
siguen teniendo hoy un sentido real de humanidad, que hay
que descubrir y en el que hay que sumergirse. Hay que vivir
los dramas y sentir el dolor de quienes sufren y lloran en los
textos. Dios ha hablado a los hombres por medio de palabras y
de hechos plenos de sentido. Este sentido a veces transparece
en acciones violentas y crueles. Los textos entonces no dan por
buena su inmoralidad ni es ésta o la correspondiente moralidad
su centro, sino que el centro es la totalidad de sentido de la
historia narrada.
3. Verdad. A través de unos acontecimientos históricos
narrados, a través de unos mitos tomados incluso de otras
literaturas, a través de la sabiduría de los pueblos helenísticos,
y casi siempre ahondando en la memoria colectiva del propio
pueblo, los autores nos ofrecen una enseñanza humana, a la
que confieren autoridad divina, Dios habla por ellos. Lo que
ellos afirman es afirmado por Dios. Una vez descubierto ese
nivel propio en que Dios ha bla por medio de historias, poesía,
didáctica o conversación amical, la verdad de Dios habita allí.
Hay revelación, existe verdad, las cosas son tal como son
afirmadas. El hombre puede encontrar allí una lámpara que
guíe sus pasos, un criterio a que atenerse, una promesa fiel de
que fiarse.
4. Experiencia. La palabra de Dios narrada en la Sagrada
Escritura no ha caído impoluta del cielo sino que ha nacido de
unas vidas humanas, transidas unas veces por pasión y otras
por el consuelo. Son esas pasiones arrebatadas o esos sueños
pacificadores, pasando por toda la infinita gama de
sentimientos que da de sí el corazón humano, los que han
pasado a la Biblia. Libro de la experiencia de Dios con un
pueblo; la vez que libro de la experiencia de un pueblo con
Dios. A nosotros nos tiene que llegar con esa vibración
experiencial. Y tenemos que dejarnos introducir en esa doble
experiencia; sabiéndonos hombres y mujeres con quienes Dios
sigue haciendo en común una historia. Historía de bendición;
de gracia y de pecado, de esperanza y de redención. Y a la vez
mirar en el espejo de ese pueblo (primero Israel y luego la
Iglesia) para descubrir sus fidelidades e infidelidades, aprender
de ellas, y a la luz de los hermanos regir y corregir el curso de
nuestra vida de creyentes. Hay que sentir, padecer,
experienciar la palabra de Dios con el ser entero: corazón,
entrañas, manos, pies y ojos. No sólo entenderla con la razón.
5. Exigencia. Dios es amigo del hombre y con él ha hecho el
camino de la historia. Jesús es Dios encarnado y se ha hecho
camino nuestro al pasar por nuestro camino, que le ha llevado
a degustar el dolor supremo en la cruz. Dios es el origen y es el
término de la vida humana. Pero a la vez es el Señor soberano
de ella. La confianza ante él debe ser suma y a la vez fundida
de respeto y de adoración. No lo podemos dominar, ni
sometérnoslo como se posee un objeto, se apropia una cosa,
se pliega un pañuelo. Dios es el Señor y puede ordenarnos. Su
palabra por ello tiene también esta dimensión: es un mandato
que hay que percibir con el oído, acoger con el corazón,
realizar con las manos y los pies en la vida entera. La palabra
bíblica por eso ofrece múltiples imperativos: «Sal de tu tierra».
«Sube al monte». «Ve y dile al pueblo». «Ven y sígueme». -
PRÓLOGO 9
6. Promesa. La historia de Dios con su pueblo no está agotada,
sino que aún está abierta y casi toda ella está por venir. El
Futuro absoluto, aquel en que la plenitud y la felicidad
advendrán al hombre, está en manos de Dios, y hacia ese
recodo de sus manos, como a cuenca definitiva donde morar,
es adonde nos conduce también la palabra bíblica. Esa palabra
se convierte así a la vez que en memoria y experiencia, en
promesa absoluta del absolutamente fiel. Con ella miramos al
pasado de otros miembros de la historia sagrada, al presente
nuestro y al Futuro de Dios, que se nos ofrece como nuestro
propio futuro. Promesa fiel de parte de Dios y acogimiento
confiado de parte nuestra, la Biblia es así el libro donde
confluyen los tiempos y donde podemos descubrir cual es su
real y divina plenitud: aquella en la que se recapituló todo lo
anterior (encarnación) y donde se anticipó todo lo futuro
(resurrección) para luz y salvación de los hombres.
Estos son los niveles de sentido que la palabra de Dios nos
ofrece siempre, acentuando unas veces unos y otras veces
otros, pero nunca quedándose en uno solo. El comentarista por
ello no puede olvidar el resto cuando comenta uno. Porque
entonces sucumbiría al grave peligro de la parcialidad, de
extraer uno con silencio de los demás, y esto es lo que
llamamos «herejía».
Así quien fuerza el primer sentido hasta el límite y deja que se
agoten los hechos en el pasado nos convertirá la Biblia en libro
de pura historia positiva. Quien se desentienda del realismo de
lo acontecido y sólo bus que el sentido, caerá en la mera
interpretación sin realidades fundantes, haciendo al sujeto
dueño y señor, no fiel oyente, de la palabra. Quien quiere
extraer sobre todo verdad, y mostrar la significación universal
y perenne, puede ser tentado a convertir la lectura bíblica en
un manojo de demostraciones evidentes; cosa que
patentemente no es, pues Dios quiere alumbrar la libertad del
hombre para que ella se ejerza, no ligarla en la evidencia para
que no pueda hacer otra cosa. Quien prefiere ver la legítima
parte de experiencia humana existente en los textos puede
sucumbir al vivencialismo, o pura psicología, ajena todavía a
los textos sagrados. Quienes reconocen sobre todo lo que hay
de imperativo y exigencia en la palabra de Dios, ¿ no se
inclinarán a un legalismo mortal, convirtiéndola en seca
moralidad. Y para quienes es sobre todo promesa, ¡no nos lo
fíen todo al futuro, y olvidando las gestas ya realizadas por
Dios y los signos actuales de su presencia transformadora, no
nos lo conviertan en utopía sola o nos lo degraden a proyecto
histórico intramundano!
II
Esa es la tarea de todo aquel que se acerca a la palabra de
Dios y quiere hacérsela transparente a los demás. Porque
ninguna humana palabra puede competir o quererse
substantiva al lado de la palabra de Dios. Esta es lámpara que
alumbra los pasos del hombre, espada que escinde y discierne
el corazón, creadora del mundo y suscitadora de futuro.
De manera admirable el Dr. Gomá ha subrayado la entraña de
cada texto, poniendo en relación el acontecimiento central del
Nuevo Testamento con lo que le ha precedido como signo
anunciador en el Antiguo y como realización explícita en la
Iglesia. No olvida recordarnos cómo algunas de estas palabras
han trasformado la vida de otros creyentes. Así, comentando
Romanos 13, 11-14: «La noche está
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avanzada, se acerca el día», nos explica cómo esas palabras
decidieron la conversión de San Agustín, relato que podemos
leer en sus Confesiones (8, 12). Palabras litúrgicas que llegan,
por tanto, hasta nosotros cargadas con toda lafe de hermanos
nuestros que durante siglos las han oído, llevado en su corazón
y queriendo vivir de ellas no han cesado de meditarlas. Ya
María iniciaba así la tarea de todo cristiano «guardando en su
corazón y n todas las palabras de Jesús» (Lucas 2, 19; 2,51).
La historía de la verdad y de la fidelidad cristiana es así la
historia del contacto y meditación de las Sagradas Escrituras.
«Permanecer es fidelidad. Y la forja de la fidelidad cristiana es
el contacto cordial desde niños con las Sagradas Escrituras»
(pág. 993). ¿ Y cómo no recordar a todos los hermanos que
desde el origen rememoraron así la palabra de Jesús y se les
encendió el corazón en su amor y se convirtieron en testigos,
misioneros, mártires, y por eso ha llegado ardiente y
vivificadora hasta nosotros? El relato de Emaús ofrece el
itinerario de lo que fue la experiencia de los primeros testigos y
su narración a los demás:
«Al escribir esto, San Lucas pensaba en las homilías de la
Iglesia apostólica, donde él había descubierto a Cnsto. Y donde
también a él, mientras le leían la Biblia y se la explicaban
refiriéndola al Mesías Jesús, se le encendía el corazón. Cuando
en la Iglesia se lee autorizadamente la Escritura, es el mismo
Señor de la gloría quien habla. Los servidores de su Palabra
sean claridad, precisión y pura transparencia
Claridad, precisión, transparencia... eso tendrían que ser la
palabra y la vida de quien predica, de quien oye, de quien, una
vez abandonado el lugar de la celebración, testimonia ante el
mundo. La palabra oída pasa al corazón, lo traspasa y
permeando los muros de la propia carne se hace realidad
vivida y por ello viva. Todo lo escrito es nada sin lo vivido. Por
ello los textos escritos gritan hacia vivir y hacia ser (palabra-
obra).
Todo escrito se sabe ordenado a la palabra viva y vivida,
porque sólo ella es eficaz. Ya Platón sabía de esta gloria y
pesadumbre del escritor:
«Pero mucho más excelente es ocúparse con seriedad de estas
cosas, cuando alguien buscando un alma adecuada, planta y
siembra palabras con fundamento, capaces de ayudarse a sí
mismas y a quien las planta, y que no son estériles, sino
portadoras de simientes de las que surgen otras palabras que
en otros caracteres son canales por donde se transmite en
todo tiempo, esta semilla inmortal, que da felicidad al que la
posee en el grado más alto posible al hombre». (Fedro, 276e-
277a).
Por estas pocas palabras verdaderas, pal de fundamento y con
semilla dentro, le debemos profunda gratitud al Dr. Gomá.
Palabras que traen sobre sí la humildad de largos años y la
sobria ebriedad de la renuncia. Para quienes así nos anuncian
la palabra de Dios nos había dejado este encargo un autor de
la primitiva iglesia: «Ama como a la niña de tus ojos al que así
te comunica la palabra de Dios» (Cartas de Bernabé, 19,9).
OLEGARJO GONZÁLEZ DE CARDEDAL
CICLO A
PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 2,1-5
Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén:
Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor,
en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas.
Hacia él confluirán los gentiles, caminarán los pueblos
numerosos. Dirán: Venid, subamos al
- monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob.
El nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas;
porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén la palabra del Señor.
Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados; de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán
para la guerra. Casa de Jacob, ven; caminemos a la luz del
Señor.
Salmo responsorial Sal 121,1-2. 3-4a (4b-5. 6-7). 8-9
R. Qué alegría cuando me dijeron:
Vamos a la casa del Señor..
Qué alegría cuando me dijeron:
. a la casa del Señor..’ Ya están pisando nuestros pies tus
umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben
las tribus, las tribus del Señor.
14 CICLO A
Según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor.
En ella están los tribunales de justicia en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.
Por mis hermanos y compañeros voy a decir: La paz contigo.
Por la casa del Señor nuestro Dios, te deseo todo bien.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 13,11-
14
Hermanos: Daos cuenta del momento en que vivís; ya es hora
de espabilarse, porque ahora nuestra salvación está más cerca
que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada, el
día se echa encima: dejemos las actividades de las tinieblas y
pertrechémonos con las armas de la luz.
Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Nada de
comilonas ni borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada
de riñas ni pendencias. Vestíos del Señor Jesucristo, y que el
cuidado de vuestro cuerpo no fomente los malos deseos.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Sal 84,8 Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu
salvación. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 24,37-44
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—Lo que pasó en tiempos de Noé, pasará cuando venga el Hijo
del hombre.
Antes del diluvio la gente comía y bebía y se casaba, hasta el
día en que Noé entró en el arca; y, cuando menos lo
esperaban, llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo
sucederá cuando venga el Hijo del hombre:
Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro
lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán
y a otra la dejarán.
Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la
noche viene el ladrón estaría en vela y no dejaría abrir un
boquete en su casa.
Por eso estad también vosotros preparados, porque a la hora
que menos penséis viene el Hijo del hombre.
1 DOMINGO ADVIENTO 15
ADVIENTO o Advenimiento (del latín «Adventus») traduce en el
Nuevo Testamento el vocablo griego «Parusía». Con este
vocablo, la Iglesia de los Apóstoles significaba la expectación
de la Venida gloriosa de Cristo.
Los cristianos somos Adviento. Nuestra Fe da seguridad a
nuestra Esperanza. Por eso caminamos con alegría hacia «la
Casa del Señor» [ interleccional, que era el cántico de los
peregrinos cuando llegaban a las puertas de Jerusalén].
Subimos a la Ciudad edificada en la serena cumbre donde no
llega la mentira ni el odio [ de Isaías, que es una visión
profética de la Jerusalén-ideal o Reino de Dios].
Hoy es el primer día del Año litúrgico. Según antigua
costumbre, se leen unas líneas del «Sermón escatológico».
Resumen de las enseñanzas con que Jesús adoctrinaba a sus
discípulos en vista al definitivo Reino de Dios. Adaptándose a
las maneras de hablar de su pueblo, les hizo comprender que
en este mundo todo pasa y se desmorona. Que el tiempo es un
vuelo a la eternidad. Que nuestra vida en la tierra sólo vale en
cuanto es preparación, signo y preludio de la Vida plenamente
feliz a que estamos llamados en la Casa del Padre. El momento
trascendental será la VENIDA (o «parusía») DE CRISTO. Es
decir, nuestro personal encuentro con El. Abrazo de eterna
comunión (1 Tes 4,15-17). Ser rechazado en este encuentro,
constituiría el único verdadero fracaso, infinito, del hombre.
El fragménto del «Sermón escatológico» que leemos hoy
inspira serias reflexio nes:
1. — «No sabéis qué día va a venir vuestro Señor». Cada día y
minuto nos puede ser la frontera de la Eternidad. Recordar esto
no turba ni espanta a quienes tenemos al Señor por Amigo,
que ya vive en el corazón.
2. — « en vela!». «Velar» es estar despierto mientras tantos
duermen... «Ya es hora de despertar!», grita la segunda lectura
a los siervos de la vulgaridad. Estas palabras de la Carta a los
Romanos son las que decidieron la conversión de San Agustín
cuando hizo caso de aquella voz que le decía: «toma y lee...»
(Confesiones, VIII, 12).
3. — « preparados!>. No como los irreflexivos del tiempo de
Noé. Ni como el descuidado que no guarda la casa. El Señor
juzgará a cada uno por su no comunicable responsabilidad
personal: de dos que trabajaron juntos, uno podrá ser elegido y
otro reprobado. Nada estimula mejor a liberarnos de esa
común pereza de espíritu como pensar en el cercano, sublime,
gozoso Encuentro con el Dios que viene
—Encuentro del que Navidad será albricias y pregustación.
Adviento es esperanza. El hombre ama y piensa, trabaja, vive y
muere en esperanza. Todas las ideologías intentan dar
satisfacción a su esperanza. La Palabra de Dios la cumple en
plenitud.
En el antiguo latín cristiano, Adventus traducía el griego
«Parusía». Parusía significa el acto de venir, acentuando el
momento de llegar. Es decir, la Presencia. La
Liturgia de Adviento quiere despertarnos al gozo de sentir la
cercanía de Dios. Como en la celebración eucarística de cada
día, pedimos con ardencia la «Venida» o manifestación gloriosa
del Cristo, que sabemos por la fe que ya está entre nosotros:
16 CICLO A
« Ven, Señor Jesús!». Navidad, término del Adviento litúrgico,
será un ensayo o pregustación real del definitivo Adviento,
«Parusía» o Presencia de la Gloria.
El inciso de la Carta a los Romanos [ lectura] da la consigna: «
Ya es hora de despertar!». Son las palabras que transformaron
al joven Agustín, en el jardín de Milán, cuando obedeció a
aquella voz misteriosa: «Toma y lee». Quiera Dios que el grito
de San Pablo despierte a tantos jóvenes y no jóvenes
dormidos. —La primera lectura es de Isaías, el libro que
entusiasmó a San Agustín. Habla de la Ciudad de Dios, Patria
común de los hombres; única donde las espadas son inútiles.
—El Salmo responsorial canta el gozo de la Iglesia peregrina,
de la humanidad peregrina, que camina hacia esta «Casa» o
Ciudad.
La lectura principal, la del Evangelio, es un fragmento del
«Sermón Escatológico» según San Mateo. San Mateo recopiló y
estructuró en dos intensos capítulos (24 y 25) toda la Doctrina
de Jesús sobre la Escatología. Es decir, sobre la infinita
Esperanza. Jesús era pedagogo, y se adaptó al lenguaje y
categorías mentales de su pueblo. Concentró todo su ideal
colectivo, su anhelo y esperanza en una imagen entonces
fascinadora: «la Venida del Hijo del Hombre». Para
comprenderla y sentirla nosotros, tenemos que meditar con
inteligencia el capítulo siete del profeta Daniel. Lo damos por
supuesto. La «Venida del Hijo del Hombre’> para establecer el
«Reino de los Santos» (una vez aniquilados todos los imperios
inhumanos de la historia) es una manera de describir el «Día
de Yahvé» o «Día del Señor». La transfiguración del Universo.
Cuando Dios será todo en todos: evidencia de Verdad,
comunión de Amor, Paz y Justicia, realización de Libertad,
plenitud de Vida. Lo que el pueblo sabe y siente cuando dice:
«el Cielo». Para los que no hayan querido aceptarlo, la
exclusión será su tormento.
El Sermón Escatológico según San Mateo es largo y complejo.
Primero habla por extenso de lo que tendrán que hacer y sufrir
los cristianos antes de que llegue el Día de Dios (la «Venida del
Hijo del Hombre»). Luego asegura que absolutamente nadie
sabe su momento (24,36). A continuación da y repite con la
mayor insistencia la consigna del hombre sensato: Estar
siempre a punto. Hoy leemos un breve fragmento de esta
última parte: a) el ejemplo bíblico del Diluvio; b) el peligro del
fracaso; c) el. ejemplo popular del ladrón.
a) Ejemplo bíblico del Diluvio (y. 37-39). La catequesis judía
daba por supuesto que Noé había advertido y amonestado a
sus contemporáneos. No le hicieron caso. Perdieron sus bienes
y su vida. Jesús avisa a todos: Preparad vuestra Salvación.
Estáis en la frontera de la eternidad. Cada instante pueden
llamaros a cruzarla. Servíos del tiempo con la conciencia de
existir para el más allá. Cada hombre recapitula en su
personalidad todo el universo y toda la historia. Su último paso
le es el Fin del «mundo». La realización de su Adviento. Su
«Parusía». Merece la pena reflexionar.
b) Porque es trascendental el riesgo del fracaso (y. 41-42). De
dos que estén en idéntica situación externa de vida y trabajo,
si uno ha elegido libremente estar por dentro en actitud
negativa ante Dios, «será dejado». Excluido de su Presencia.
Eterna infelicidad (25,41).
c) Maestro popular, Jesús alude a un hecho reciente que todos
conocerían. Por no «estar en vela», un hombre vio desvalijada
su casa por los ladrones. La Salvación eterna vale más que el
ajuar. «velad!». Velar es estar despierto y atento cuando otros
duermen. Son infinitos, hoy y siempre, los que se encuentran
cara a cara con Dios sin
1 DOMINGO ADVIENTO 17
previo aviso. « alegría» (salmo resp.) si es el abrazo del Amigo
hacia el que ha caminado en su vida, minuto tras minuto,
siempre a punto (25, 1-13).
Vuelve un año más la liturgia de Adviento a desvelar, con sus
hermosos textos, el sentido cristiano de la esperanza.
El Libro de Isaías canta la Jerusalén ideal; la Ciudad de Dios,
que será Hogar de todos los pueblos del mundo en la era
mesiánico-escatológica. Su Luz y su Derecho, la Palabra de
Dios. Su ritmo, la Paz que se realiza en el trabajo (no espadas,
sino arados...).
En la Carta a los Romanos, San Pablo, bajo la alegoría del
despertar, exhorta a sentirnos conscientes de vivir en el
«ahora» de la Salvación. La noche ya pasó:
renunciar, pues, a lo que era propio de las «tinieblas» (criterios
paganos, degradación moral). Amanece: baste ya de «dormir».
Se acerca el pleno Día (la Venida del Señor):
«vestirse» de Cristo ( configurar nuestra personalidad a
imagen de la suya).
Leemos un inciso del Sermón escatológico según Mateo (cap.
24-25). Dicho «Sermón» consta de dos secciones: a) sobre la
Venida gloriosa (o «Parusía») del Señor; b) sobre la actitud de
quienes lo esperan. La primera parte dice: pasado un período
de sufrimientos (24, 6-8), persecuciones (9-13) y
evangelización-testimonio (14) y después de la ruina de
Jerusalén (15-28), vendrá gloriosamente el Señor (29-35).
Sigue una frase de transición (nadie sabe cuándo: vers. 36),
que introduce la segunda parte: por tanto, estad siempre a
punto de recibirlo (37-44), como el mayordomo fiel (45-51), las
vírgenes sensatas (25, 1-13) o los administradores diligentes
(14-30); en fin, como quienes realizan su amor a Cristo en el
amor de los hermanos (31-46).
Las líneas que leemos hoy, dando por conocida la primera
parte e introduciendo la segunda, subrayan la «frase de
transición» (y. 36: nadie sabe...) con tres reflexiones:
1> (y. 38-39). — La «Parusía» o encuentro definitivo con el
Señor sorprenderá desprevenidos a los religiosamente
inconscientes, como sucedió (según la catequesis popular
judía) el día del Diluvio. «Comían y bebían, etc.» quiere decir
que vivían absortos y seguros en su «normalidad» terrena, sin
querer dar oídos a quien les anunciaba (según dicha
catequesis) el trance ante el que no cabía más dilema que
haberse preparado antes un medio de salvación o perecer.
2> (y. 40-41). — Insistencia: el Señor llegará sin previo aviso.
Manera popular de decirlo: encontrará a la gente en su trabajo
ordinario (en un ambiente rural: la labor del campo, las faenas
de casa). Su Venida provocará un discernimiento o Juicio, a
base de la íntima conciencia de cada uno. Manera de expresar
esta idea: de dos externamente en la misma situación, uno
será recibido (en el Reino de Dios), al otro lo dejarán fuera.
3> (y. 42-44). — Parábola del ladrón. Ejemplo realista, del que
más de un oyente del Señor tendría resentida experiencia. El
ladrón no se anuncia. Unica defensa: la precaución
permanente. Por eso, dice el Señor, «velad!». Y lo traduce por:
estad siempre a punto. «Habitualmente en acto». Además de la
común y en orden a ella, a cada uno le aguarda su personal
«parusía»: que cuando el Señor llegue y llame, le pueda abrir
gozoso la puerta de su vida, sin tragedia ni sorpresa. Sin el
(inútil) sentimiento de que hubiera sido mejor que esperara
otro día...
18 CICLO A
Empieza hoy el año litúrgico con el primer domingo de AD
(vocablo que significa «Venida»): el Señor viene, y nosotros
vamos hacia El. El último paso de todo Adviento será un
encuentro con Cristo.
La liturgia de la Palabra tiene por centro la consigna
evangélica:. «j Velad!». Es el leitmotiv de la segunda mitad del
Sermón escatológico según San Mateo. La primera parte
anuncia la gloriosa Venida (o «Parusía>) de Jesús. Termina
afirmando que absolutamente nadie sabe el día en que
sucederá. La certeza del hecho junto a la ignorancia de su hora
es el fundamento de la actitud evangélica del hombre en este
mundo: siempre a punto de recibir al Señor. Toda la segunda
parte del Sermón escatológico exhorta a perseverar en esta
actitud. Empieza aconsejando imitar a Noé en su juiciosa
previsión, que le valió salvarse del diluvio, y no a sus
contemporáneos que perecieron por su alegre inconsciencia.
Porque cuando venga el Señor habrá un Juicio o
discernimiento, y una separación: algunos que por fuera
parecían iguales en esta vida (como dos hombres o dos
mujeres que trabajan juntos) resultarán tan radicalmente
distintos en la verdad del más allá que unos serán admitidos
en el Reino de Dios y otros rechazados fuera. Por tanto,
prosigue el Sermón, ¡ Velad!. («Velar» es estar despierto
cuando tantos duermen). Si el dueño de una casa supiera que
un ladrón está al acecho, ciertamente no dormiría...
Es hora de despertar, proclama también San Pablo. Este
fragmento de la Carta a los Romanos es el que leyó Agustín
cuando, a sus treinta y tres años, luchaba con lágrimas entre la
gracia y el pecado en el jardín de su residencia cerca de Milán.
Le pareció oír, desde la casa vecina, una voz infantil que
repetía cantando: «toma y lee, toma y lee». Se acercó al
volumen que tenía a mano, lo abrió al azar y terminó la lectura
en el mismo punto que nosotros hoy. La Palabra de Dios a
través de Pablo le había trasformado. El Apóstol sigue gritando
a tantos débiles de hoy: ¡ dejad ya de vivir como paganos;
haceos imagen y semejanza de Cristo Jesús!
Isaías es el profeta clásico del Adviento. Nos encontraremos de
nuevo con su libro los próximos tres domingos (y también en la
misa de la mayor parte de los días. laborables). El de Isaías fue
precisamente el primer libro que el obispo San Ambrosio
recomendó al recién convertido San Agustín. El fragmento de
hoy canta la peregrinación de todos los pueblos de la tierra a la
montaña donde tiene su Templo el verdadero Dios. Arbitro de
las naciones, les dicta desde allí su Ley que es la Paz:
«Nunca más los unos contra los otros». «Nunca más la guerra»
(jqué cerca de nuestro mundo está la antigua voz de Isaías!).
—Aceptemos su invitación como el Salmista: « a la Casa del
Señor!».
SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 11,1-10
En aquel día:
Brotará un renuevo del tronco de Jesé,
un vástago florecerá de su raíz.
Sobre él se posará d espíritu del Señor:
espíritu de ciencia y discernimiento, espíritu de consejo y valor,
espíritu de piedad y temor del Señor. Le inspirará el temor del
Señor.
No juzgará por apariencias, ni sentenciará de oídas; defenderá
con justicia al desamparado, con equidad dará sentencia al
pobre. Herirá al violento con el látigo de su boca, con el soplo
de sus labios matará al impío. Será la justicia ceñidor de sus
lomos; la fidelidad, ceñidor de su cintura. Habitará el lobo con
el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el
león pacerán juntos:
un muchacho pequeño los pastorea. La vaca pastará con el
oso, sus crías se tumbarán juntas; el león comerá paja con el
buey. El niño jugará con la hura del áspid, la criatura meterá la
mano en el escondrijo de la serpiente. No harán daño ni
estrago
20 CICLO A
por todo mi Monte Santo:
porque está lleno el país de la ciencia del Señor, como las
aguas colman el mar.
Aquel día la raíz de Jesé
se erguirá como enseña de los pueblos:
la buscarán los gentiles, y será gloriosa su morada.
Salmo responsortal Sal 71,2. 7-8. 12-13. 17
R. Que en sus días florezca la justicia y la paz abunde
eternamente.
Para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.
Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la
luna; que domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la
tierra.
Porque él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía
protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la
vida de los pobres.
Que su nombre sea eterno
y su fama dure como el sol;
que él sea la bendición de todos los pueblos
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la Carta del apóstol san Pablo a los Romanos 15,4-9
Hermanos: todas las antiguas Escrituras se escribieron para
enseñanza nuestra,de modo que entre nuestra paciencia y el
consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza.
Que Dios, fuente de toda paciencia y consuelo, os conceda
estar de acuerdo entre vosotros, como es propio de cristianos,
para que unánimes, a una voz, alabéis al Dios y Padre de
nuestro Señor Jesucristo.
En una palabra, acogeos mutuamente como Cristo os acogió
para gloria de Diós. Quiero decir con esto que Cristo se hizo
servidor de los judíos para probar la fidelidad de Dios,
cumpliendo las promesas hechas a los patriarcas, y, por otra
parte, acoge a los gentiles para que alaben a Dios por su
misericordia. Así dice la Escritura: «Te alabaré en medio de los
gentiles y cantaré a tu nombre.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
LC 3,4.6 Preparad el camino del Señor, allanad sus
senderos.
Todos los hombres verán la salvación de Dios. Aleluya.
II DOMINGO ADVIENTO 21
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 3.1-12
Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de
Judea predicando:
—Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.
Este es el que anunció el profeta Isaías diciendo: «Una voz
grita en el desierto: preparad el camino del Señor, allanad sus
senderos.»
Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de
cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel
silvestre.
Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle
del Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el
Jordán.
Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los
bautizara, les dijo:
—Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a escapar de la ira
inminente?
Dad el fruto que pide la conversión.
Y no os hagáis ilusiones pensando: «Abrahán es nuestro
padre>, pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de
Abrahán de estas piedras.
Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da
buen fruto.será talado y echado al fuego.
Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que
viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle
las sandalias.
El os bautizará con el Espíritu Santo y fuego.
El tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su
trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no
se apaga.
ADVIENTO, esperanza activa. No se espera a Dios con ios
brazos cruzados. «Preparad el camino del Señor».
1. «Preparad el camino del Señor». Voz de Juan Bautista,
profeta y testigo de Jesús. Forjó su personalidad en el Desierto,
que es escuela de Dios. Los auténticos profetas y testigos de
Cristo se forman durante años en el «Desierto»: silencio abierto
a la Palabra, oración espontánea, asimilación vital de las
Sagradas Escrituras y no fingida austeridad. Pero Juan no cayó
en el egoísmo de aislarse en su paz. Quiso llevar el espíritu del
Desierto al corazón de los que tienen que vivir en la Ciudad.
Multitudes, siempre hambrientas de Dios, acudieron a él por
instinto. A hipócritas influyentes les dijo la verdad a la cara, sin
temor.
2. — «Convertíos, que llega el Reino de los Cielos». El
evangelista Mateo anticipa en labios de Juan el Precursor las
exactas palabras de Jesucristo (4, 17), que serán luego de ios
Apóstoles (10, 7). Venir el «Reino de los Cielos» quiere decir, en
el lenguaje de entonces, que Dios ha de ser centro de nuestra
vida humana ya en la tierra, como sol a mediodía en un
firmamento sin nubes. El Niño de Belén será presencia, luz y
calor de Dios en nuestro firmamento humano. «Convertíos»:
imperativo de Adviento. Porque la vida que llevamos no es
camino recto para el Encuentro con Dios. Convertirse no es
cambiar, que nada arregla, sino mejorar. Volverse de cara y no
de espaldas a la Verdad. Cuanto más uno «camina» de
espaldas a la Verdad más se aleja de ella.
3. — «Todo cuanto se consignó en las Escrituras fue escrito
para enseñanza nuestra, a fin de que con firmeza y con el
aliento que dan las Escrituras mantengamos la Esperanza».
Reflexión de San Pablo, siempre de pedagógica actualidad.
Feliz el
22 CICLO A
pueblo que inspiró su común pensar y sentir en el Libro de
Dios, en espontánea conjunción con la humana sabiduría. Y
Dios perdone a quienes se empeñen en no querer
comprenderlo. La Biblia está en la raíz de nuestra cultura, y el
árbol muere cuando se le corta la raíz. En la «conversión de
Adviento» entraría de lleno la decisión de mantener o recobrar
un afectuoso, reflexivo y cotidiano contacto sin prisas con la
Palabra de Dios. Hoy, por ejemplo, escuchamos en el Libro de
Isaías y en el Salmo interleccional un antiguo y siempre nuevo
Cántico, nunca literariamente superado, a la Justicia social, a la
Sensatez y a la Paz.
Adviento, infinita Esperanza. Es Dios quien la ha puesto en el
horizonte de los hombres, e invita a caminar hacia ella. Actitud
para emprender el camino, la Conversión.
La Conversión es mensaje propio del segundo domingo de
Adviento. Su heraldo, Juan Bautista.
En la primera lectura, Isaías dice a los hombres el objetivo
inmediato de su Conversión-a-la-Esperanza: un mundo
sinceramente reconciliado —lobos en paz con los corderos—
unidos bajo el Mesías del Espíritu.
Forja de esta Paz amada y no impuesta: la Justicia. Glosando a
Isaías, lo canta el Salmo responsorial. Mensaje tan reciente hoy
como cuando se escribió hace veintiocho siglos.
Porque «todas las Escrituras fueron pre-escritas [ Dios] para
enseñanza nuestra», nos recuerda San Pablo en la segunda
lectura. A fin de que por ellas «mantengamos la Esperanza».
Dichoso el pueblo que inspira su ideología común, ideal y
criterios en el Libro de Dios, y no en fáciles mitos. Gratitud a
los antepasados que así forjaron nuestro pueblo. Por eso jamás
hemos perdido ni perderemos la Esperanza.
El Evangelio resume esquemáticamente la personalidad y
carácter de Juan Bautista, su significación profética, su
Mensaje, su actividad y un ejemplo característico de su
predicación:
a) Personalidad y carácter. Profeta del Desierto. Desde un siglo
antes de Jesús, hombres hastiados de la corrupción ambiental
habían salido al Desierto de Judá para reencontrar a Dios y a sí
mismos en la oración profunda, en el silencio activo, en la
dignificante austeridad. La fuerza regeneradora del «Desierto»
es una lección permanente de la historia. Posible tentacion de
los ascetas del Desierto es aislarse en su paz. Juan la supera,
conjugando espiritualidad con la misión al mundo.
b) Significación profética. La declara una cita alusiva de la
segunda parte de «Isaías»: Preparad el camino del Señor...
Prólogo del «Libro de la Consolación de Israel, que tiene por
tema fundamental el gran retorno de la cautividad. Término de
la esclavitud. Liberación. Redención. Dios hecho Guía de su
pueblo, en «éxodo» feliz, a través del desierto, hacia la Patria.
Alegoría transparente de la Hora de Cristo. Juan tiene la misión
de «Precursor». En imagen expresiva: preparar el camino. Es
un tema constante en la Biblia el de que Dios, al realizar sus
obras, quiere siempre la mediación humana. Un instrumento
ministerial. Cristo no entra en las personas ni en
II DOMINGO ADVIENTO 23
las instituciones si no le abre el camino un «precursor». La
austeridad de vida acredita a Juan ante el pueblo [ del domingo
próximo]. El vestido, evocación del de Elías, lo caracteriza
como profeta.
c) Mensaje (vers. 2). La Conversión. Porque ha llegado la Hora
de Dios. Realidad trascendente a que quiere despertarnos cada
Adviento. Mientras el hombre cierre su perspectiva dentro del
horizonte terreno y temporal nunca llegará a realizarse.
Conversión es no negarse a abrir los ojos del entendimiento y
del corazón, que necesitan luz divina. Pocos años más tarde,
los Apóstoles tradujeron «convertirse» por «creer en el
Evangelio» (Mc 1, 15).
d) Actividad. Al comprobar que era voz sincera del Desierto,
acudieron a él de todas las Ciudades (y. 5). Predicación y rito.
El pueblo necesita signos. Entrar de lleno en el agua del río
sagrado era palabra viva e impresión inolvidable de
compromiso, decisión y pureza.
e) Ejemplo de predicación (y. 7-12). El evangelista Mateo
canaliza las palabras de Juan (seleccionadas entre otros
recuerdos de él: Lc 3, 10 ss) contra el complejo de «seguridad»
que habían tenido muchos judíos y empezaban a tener algunos
cristianos de su iglesia. No basta ser «hijos de Abrahán». No
basta pertenecer jurídicamente al Pueblo de Dios. Porque el
severo Juicio es para todos (y. 12). Convertirse no es teoría: es
«dar fruto». Un árbol estéril es leña para el fuego (10). Puede
quedar en el aire la pregunta: ¿cuál ha de ser el «fruto»?. Por
respuesta, todo el Evangelio. Y la conciencia sincera: o sea,
Dios mismo en el fondo de nuestro ser.
En este segundo domingo de Adviento el Evangelio nos
presenta la figura de Juan el Bautista. Su actividad en el
desierto y una síntesis de su llamada a la conversión ante la
venida del Reino de Dios. Su oficio de «precursor», descrito con
palabras de Isaías. Algunos rasgos de su austeridad. La
multitud de los que piden ser bautizados por él. Su diatriba
contra los que acuden por hipocresía. El gran anuncio de que
viene el Mesías a santificar el mundo con el Espíritu de Dios y a
juzgarlos según su actitud.
Fue gloria del Bautista preparar el camino a Jesús. Esta imagen
de Isaías está inspirada en las visitas de los antiguos soberanos
orientales, antes de cuyo viaje había que trazar una pista recta
y llana a través del desierto. Pero la realidad es más profunda.
En nuestra voluntad libre está el dilema de ser o buen grano o
paja para el fuego cuando venga el Señor. Bendita la voz
austera del amigo que nos ayude a hacer de nuestra libertad
camino de Dios. Para la generación de los israelitas
contemporá neos de Jesús esta voz fue la de Juan, el profeta de
la sinceridad. Su figura es arquetípica: a cada venida de Cristo
precede la voz de un «precursor»
El texto de Isaías canta poéticamente el Reino del Mesías que
ha de venir. Será de la familia de David. Lleno del Espíritu de
Dios, que le colmará de todos sus dones. Justo y defensor de
los pobres contra la opresión. La’paz de su reino será un reflejo
del paraíso. En la raíz de todos estos bienes estará el
conocimiento de Dios.
El Salmo responde como un eco a esta profecía de Isaías. Es un
himno al Rey justo, protector de los débiles y artífice de la paz
universal.
El Evangelio es alma de un mundo llamado a ser así. También
es misión de Precursor decirle a nuestro mundo el tesoro de
paz y justicia que lleva, a partir de Cristo, en su misma
entraña.
24 CICLO A
Es lo que procuró hacer San Pablo en la Carta a los Romanos:
proclamar a judíos y gentiles que en Cristo tienen su camino de
Justicia y Salvación. El breve fragmento que leemos hoy son las
últimas líneas de una cálida exhortación a la caridad,
atmósfera y garantía de la paz: todos un mismo corazón, un
mismo sentir y un mismo cántico de alabanza al único Mesías,
que ha redimido a todos, judíos y gentiles, con un mismo amor.
TERCER DOMINGO DE ADVIENTO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 35,l-6a. 10
El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrarán el páramo y
la estepa, florecerá como flor de narciso, se alegrará con gozo
y alegría.
Tiene la gloria del Líbano,
la belleza del Carmelo y del Sarón.
Ellos verán la gloria del Señor,
la belleza de nuestro Dios.
Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas
vacilantes, decid a los cobardes de corazón:
sed fuertes, no temáis.
Mirad a vuestro Dios, que trae el desquite;
viene en persona, resarcirá y os salvará.
Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se
abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo
cantará, y volverán los rescatados del Señor.
Vendrán a Sión con cánticos:
en cabeza, alegría perpetua; siguiéndolos, gozo y alegría. Pena
y aflicción se alejarán.
26 CICLO A
Salmo responsorial Sal 145, 6c-7. 8-9a 9bc-10
R. Ven, Señor, a salvarnos. (o Aleluya)
El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente, hace justicia a
los oprimidos, da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos.
El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya
se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los
peregrinos.
Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los
malvados. El Señor reina eternamente; tu Dios, Sión, de edad
en edad.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol Santiago 5,7-10
Tened paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor.
El labrador aguarda paciente el fruto valioso de la tierra
mientras recibe la lluvia temprana y tardía.
Tened paciencia también vosotros, manteneos firmes, porque
la venida del Señor está cerca.
No os quejéis, hermanos, unos de otros para no ser
condenados. Mirad que el juez está ya a la puerta.
Tomad, hermanos, como ejemplo de sufrimiento y de paciencia
a los profetas, que hablaron en nombre del Señor.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Is 61,1 El Espíritu del Señor está sobre mí; me ha enviado para
dar la Buena Noticia a los pobres. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del Santo evangelio según san Mateo 11,2-1 1
En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras de
Cristo, le mandó a preguntar por medio de dos de sus
discípulos:
— tú el que ha de venir o tenemos que esperar a Otro?
Jesús les respondió:
—Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos
ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios y los
sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les
III DOMINGO ADVIENTO27
anuncia la Buena Noticia. ¡Y dichoso el que no se sienta
defraudado por mí! Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la
gente sobre Juan:
—iQué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida
por el viento? O qué fuisteis a ver, ¿un hombre vestido con
lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces,
¿a qué salisteis, a ver a un profeta?
Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito: «Yo
envío mi mensajero delante de ti para que prepare el camino
ante ti.»
Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que
Juan el Baustista, aunque el más pequeño en el reino de los
cielos es más grande que él.
El Evangelio de este tercer domingo de Adviento vuelve a
hablar de Juan el Precursor. Mártir de la Esperanza cristiana,
vivió en paciencia activa: como el labrador que aguarda la
cosecha (segunda lectura).
Con una trasparente alegoría, la primera lectura habla de los
desterrados en Babilonia que vuelven a Jerusalén. Mirando a la
patria en el horizonte, el desierto que cruzan les parece un
vergel. Pasan con alegría. La alegría es la nota dominante de
nuestra Liturgia. Navidad está a la vista. Nuestras Navidades
en la tierra son preparación, signo y preludio de la Navidad
eterna.
1. — « tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?».
Juan Bautista reprendió a Herodes Antipas por su inmoralidad
pública en la vida matrimonial. Aquel pequeño poderoso no
encontró mejor respuesta que encarcelar al profeta. Como
todos los grandes santos, Juan pasó también por la «noche
oscura» del alma. No duda, pero desea más luz. Y, sobre todo,
quiere más luz para sus discípulos. Por eso envía una comisión
de ellos para que pidan a Jesús que declare abiertamente si es
el Salvador «que ha de venir>’, el que todos esperan.
2. — «Anunciad a Juan lo que estáis viendo y oyendo». En vez
de dar una respuesta explícita, Jesús apela a sus Obras y su
Doctrina. Sus Obras, que son gestos de Bondad y signos de
Salvación. Su Doctrina, que es el Evangelio de los Pobres,
divinamente resumido en el Sermón de la Montaña. El
Evangelio de las Bienaventu ranzas. Muchos, tal vez la mayor
parte, no esperaban un Mesías así. Preferían un divino
solucionador de sus problemas temporales. Cuando no la
ilumina el Espíritu de Dios, la mente humana forja fáciles mitos
y utopías. Por eso surgieron, también en tiempo de Jesús,
tantos falsos «mesías». Dichosos los ojos que saben ver y los
oídos que no se niegan a oír. La Esperanza cristiana, la de
quien ha asimilado el Evangelio, libera de los mitos.
3. — « Yo envío mi Mensajero para que prepare tu camino».
Jesús era parco en elogiar. Pero a Juan, el mártir de la
Esperanza, le dedica un elogio inmortal. El más grande de
todos los que han preparado el Reino de los Cielos (y. 11).
Mensajero de Dios, anunciado por los profetas; arquetipo de
cuantos quieran preparar entre los hombres un camino a
Cristo. Austero y firme. No como las cañas junto al Jordán (hoy
diríamos como las veletas de los campanarios), que se mueven
con rendida obediencia al viento que sopla. Mártir de la
Esperanza, Juan dio su vida por ser fiel a la Verdad y a la Moral
según Dios.
Adviento es caminar con Fe hacia la plenitud de la Esperanza.
El tercer domingo
28 CICLO A
exhorta a seguir nuestro camino con alegría, sin impaciencias
ni amarguras, sin desaliento.
Con alegría. La primera lectura canta el retorno de Babilonia.
En el corazón de los repatriados la dureza del desierto que han
de cruzar tiene sabor de paraíso. Porque a quien camina en
Esperanza, la austeridad de la vida se le ilumina con reflejos de
cielo. La Liturgia permite o aconseja hoy peculiares signos de
alegría.
Sin impaciencia. Como el sembrador que, durante meses, vive
de pura fe en la fecundidad de la semilla, contemplando en
espíritu la cosecha que sus ojos todavía no ven [ lectura]. Sin la
amargura contagiosa de los que quieren segar al día siguiente
de sembrar [ vers. 9]. Toda la vida del cristiano es «adviento»:
serenidad de paciencia activa.
Sin desaliento. El Evangelio presenta otra vez en primer plano
a Juan Bautista. Su Desierto es ahora la cárcel. Testigo-mártir
del Mesías.
El texto se distribuye en dos mitades: a) Juan pide a Jesús que
defina su Misión; b) Jesús elogia a Juan.
A. — Iniciativa de Juan. Había acusado la inmoralidad pública
de Herodes Antipas. Herodes pretendió ahogar su palabra,
internándolo en el castillo de Maqueronte. Mantiene relación
con su pequeño círculo de discípulos. Le cuentan la actividad
de Jesús. No coincide con la que ellos y muchos israelitas
esperaban del «Mesías». Creían que debía ser de efectos más
tangibles: urgente, fulminante contra el mal y los malos.
Abatidos y al fuego los árboles inútiles (Mt 3, 10).
Juan toma una decisión atrevida. Provocar en público una
declaración de identidad por parte de Jesús. ¿Es o no es el
Mesías? (en lenguaje popular: «el que ha de venir»). La
aristocracia de Jerusalén había tomado, poco tiempo antes,
una iniciativa análoga en relación con Juan Un 1, 19 ss).
No es imposible que el interrogante acongojase al mismo
Precursor. Todos los héroes del espíritu han pasado su noche
oscura. Pero parece más conforme a la intención del
evangelista considerar su embajada como un gesto de
testimonio. Le duele la falta de comprensión de los discípulos
que le permanecen a adheridos (los más inteligentes, ya los
pasó a Jesús: Jn 1, 35 ss). Los compromete a ponerse en
contacto con el verdadero Maestro, con la esperanza de que
vean claro.
Como afirmación de identidad, Jesús apela a la Misión que está
realizando en el pueblo. En dos líneas: Obras y Palabras:
1. — Las Obras que ven son las que había anunciado el profeta
Isaías. Gestos de Misericordia en favor de los desvalidos.
Signos de la Salvación total del hombre, que, en su profunda
realidad ante Dios, era ciego y sordo, leproso y paralítico. San
Mateo ha recogido previamente una antología de estas «Obras
de Salvación» en los capítulos 8 y 9.
2. — Las Palabras que oyen son el Evangelio de los Pobres de
Yahvé. El propio y único del verdadero Ungido de Dios, según el
capítulo 61 de Isaías. San Mateo ha presentado ya a sus
lectores un sublime resumen de estas Palabras o Doctrina del
Mesías en los capítulos 5, 6 y 7 (= «el Sermón de la Montaña»).
Al margen y por encima de los mitos, Jesús realiza la
Esperanza. El Evangelio de Dios. No la violencia. No la
ambición personal o colectiva revestida de celo. No el fácil
éxito de engañar a los sedientos mostrando espejismos en el
horizonte. Algunos no lo querrán comprender; por eso termina
con una de sus características «bienaventuranzas»:
¡Feliz el que no se sienta decepcionado por mi sinceridad!...
III DOMINGO ADVIENTO29
B. — El elogio de Juan es un tributo de ardiente gratitud.
Proclama su firmeza (y. 7), su austeridad (8), su excepcional
carisma de Precursor (10). Reprobación, por contraste, de
tantas veletas o cañas dóciles al viento, de tanta
condescendencia bien cobrada ante los poderosos, de tantos
que se establecen a sí mismos ante el pueblo. La gloria de
Juan, personificación del Adviento, fue ser aurora del mediodía
de Cristo Un 3,30). Máximo por su caracter y pérsonalidad
entre los hombres en cuanto hombres (hebraísmo: «los nacidos
de mujer»). Ello no valdría nada sin la Gracia de Dios (el valor
propio del «Reino de los Cielos»). Pero también en este orden
Juan fue, precisamente por su humildad, inmensamente grande
Un 5, 35 a).
El Evangelio nos vuelve a poner ante los ojos la figura ejemplar
de Juan el Bautista. En la primera parte pide a Jesús una
declaración de mesianidad. En la segunda, Jesús le elogia
públicamente.
Juan había reprendido a Herodes Antipas por su escandalosa
conducta moral. Herodes, naturalmente, le metió en la cárcel.
La sinceridad y Herodes no cabían en un mismo territorio. Jesús
elogia la firme rectitud del profeta: no es de los que se inclinan
al viento que sopla, como los cañaverales del Jordán. Elogia
también su austeridad, censurando de paso el lujo de la corte
herodiana. Juan es más que un profeta: el el heraldo que
prepara el camino del Señor. Ningún hombre había tenido una
misión tan grande en la Historia de la Salvación antes de
abrirse la era del Reino de los Cielos.
Este es el interrogante crítico de la primera parte de la lectura
evangélica: ¿ha sonado ya la hora del Reino de Dios? ¿Jesús es
o no el Mesías, «el que ha de venir» para inaugurarlo? En la
manera como preguntan los legados de Juan se trasparenta
una duda. Muchos creen que era el mismo Juan quien dudaba;
y no sería extraño en la escuela del espíritu que el mayor de
los santos pasase también por su noche oscura. Pero no hace
falta recurrir a esta suposición. Juan, el héroe de la soledad,
compromete a sus propios discípulos, demasiado lentos, a
ponerse en contacto personal con Jesús, convencido de que por
sus «obras de Cristo» le sabrán reconocer. El Maestro sigue
esta línea pedagógica: los enfermos, dice, recobran la salud y
se proclama en la tierra el Evangelio de los pobres. Con estas
características había descrito Isaías la era mesiánica. Por
consiguiente, el Reino de Dios ya está aquí: llevad al prisionero
el gozo de vuestra experiencia. Quizá soñabais un Mesías
violento, triunfal; que la sencillez de un Jesús dedicado a los
pobres y enfermos no os cierre el camino de la fe. No esperéis
a otro salvador.
La primera lectura es uno de los varios textos de Isaías a los
que alude Jesús en su respuesta a Juan. Canta el retorno a
Jerusalén de los desterrados en Babilonia. A su paso florecerá
el desierto como un vergel. Las tinieblas del pueblo se
transformarán en luz, y sus penas en alegría perenne. Son
imágenes poéticas y proféticas de los bienes que esperamos
en el Reino definitivo del Señor.
El Salmo es un himno al Dios de las Bienaventuranzas
evangélicas, que nos hace presentir ya en espíritu estos
bienes.
La palabra, siempre austera, de Santiago amonesta a los
impacientes. Tened la fe
30 CICLO A
del labrador cuando espera la cosecha. Que el Reino de los
Cielos ya es semilla en
vosotros —y pronto será espiga.
***
Durante el Adviento, la liturgia recuerda a Juan el Precursor
como maestro en el arte que preocupa a tantos hombres de
Iglesia: el de preparar los caminos por donde Cristo. llegue al
pueblo y el pueblo a Cristo.
La primera lectura, del Libro de Isaías, tiene por centro una
afirmación: Dios viene a salvarnos. El profeta contempla en
primer plano la caravana de los judíos repatriados de Babilonia:
a su paso florece el desierto, los desvalidos reciben de milagro
la salud, su peregrinar es una liturgia de alegría. Estas
imágenes poéticas tienen intención escatológica: bajo el signo
de una inmediata y humilde restauración nacional, el profeta
anuncia la gloria, todavía lejana, del definitivo Reino de Dios.
Un fragmento de la Carta de Santiago exhorta a la Paciencia
activa. Disposición del que vive toda su vida en espíritu de
Adviento, fiel a Dios durante muchos días como si cada uno
fuese el único. Paciencia curtida en trabajo y fe, como la del
labrador que confía en la tierra sembrada porqué espera la
lluvia del cielo (y. 7). Sin crispaciones justicieras para con los
demás (y. 9). Perseverar así requiere fortaleza de mártir (y. 10).
En la lectura del Evangelio se pueden distinguir doí partes: una
sobre la identidad de Jesús (y. 2-6), otra sobre la de Juan
Bautista (7-11).
A. — El interrogante: « es Jesús? se lo plantearon muchas
veces sus oyentes. Jesús reveló su personalidad más en obras
que en afirmaciones, y los Evangelios reflejan este método. El
lector o discípulo tiene que reflexionar: si hizo «las obras del
Mesías» (y. 2) es realmente Mesías; si muchas de sus obras son
divinas, es el Hijo de Dios.
El interrogante de Juan Bautista se centra en un título
mesiánico que resumía entonces las esperanzas de Israel: «el
que ha de venir» (Mt 3, 11). En la manera de preguntar se
insinúa una desilusión: « que esperar todavía a otro?». El
proceder paciente de Jesús defrauda a quienes habían soñado
un liberador de otro estilo, que limpiase deprisa de mal y de
malos el pueblo de Dios.
Por respuesta, Jesús invita a los mensajeros a que reflexionen
sobre sus obras y su predicación bajo la luz del Libro de Isaías:
a) los milagros de salud (y. Sa) son signo de que llega la hora
de la Salvación (Is 35, 5-6); b) en la evangelización de los
pobres se manifiesta el rostro auténtico del Ungido del Señor
(Is 61, 1 = Lc 4, 18 ss). Misericordia, humildad y pobreza no
son «ocasión de escándalo» (y. 6), sino garantía de la Misión de
Cristo. Aviso y norma para sus seguidores.
B. — Más que resolver una duda personal, la iniciativa de Juan
tenía por objeto fomentar la adhesión de sus discípulos a
Cristo. Encadenado por haber dicho la verdad a Herodes,
pronto moriría mártir. Jesús proclama su elogio: asceta del
desierto, héroe de firmeza (y. 7) y austeridad (8). Profeta (9) o
mucho más: Precursor del Mesías (10). El mayor, en la historia
de la Salvación, de cuantos habían actuado hasta él (
La última frase (lib) no rectifica ni limita. Jesús no
desaprovechaba ocasión de adoctrinar al pueblo sobre el Reino
de Dios. En él todos (también Juan) van a ser
III DOMINGO ADVIENTO31
elevados a un orden superior, divino, donde el más pequeño
excede todo valor humano (incluso el de Juan, para quienes lo
consideran en perspectiva anterior al Reino).
CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 7,10-14
En aquellos días, dijo el Señor a Acaz:
—Pide una señal al Señor tu Dios en lo hondo del abismo o en
lo alto del cielo. Respondió Acaz:
—No la pido, no quiero tentar al Señor. Entonces dijo Dios:
—Escucha, casa de David: ¿no os basta cansar a los hombres
sino que cansáis incluso a Dios? Pues el Señor, por su cuenta,
os dará una señal.
Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pone por
nombre Emmanuel (que significa: Dios-con-nosotros»).
Salmo responsorzal Sal 23,1-2. 3-4ab. 5-6
R. Va a entrar el Señor:
El es el Rey de la Gloria.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus
habitantes:
él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos.
¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en
el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro
corazón, que no confía en los ídolos.
IV DOMINGO ADVIENTO33
Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de
salvación. Este es el grupo que busca al Señor, que viene a tu
presencia, Dios de Jacob.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 1,1-7
Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, escogido
para anunciar el Evangelio de Dios.
Este Evangelio, prometido ya por sus profetas en las Escrituras
Santas, se refiere a su Hijo, nacido, según lo humano, de la
estirpe de David; constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de
Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte:
Jesucristo nuestro Señor.
Por él hemos recibido este don y esta misión: hacer que todos
los gentiles respondan a la fe, para gloria de su nombre. Entre
ellos estáis también vosotros, llamados por Cristo Jesús.
A todos los de Roma, a quienes Dios ama y ha llamado a
formar parte de su pueblo santo, os deseo la gracia y la paz de
Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Mt 1,23 La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá
por nombre Emmanuel (que significa: <Dios-con-nosotros
Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según San Mateo 7,18-24.
La concepción de Jesucristo fue así:
La madre de Jesús estaba desposada con José, y antes de vivir
juntos resultó que ella esperaba un hijo, por obra del Espíritu
Santo.
José, su esposo, que era bueno y no quería denunciarla, decidió
repudiarla en secreto. Pero apenas había tomado esta
resolución se le apareció en sueños un ángel del Señor, que le
dijo:
—José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu
mujer, perque la criatura que hay en ella viene del Espíritu
Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús,
porque él salvará a su pueblo de los pecados.
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el
Señor por el profeta:
Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por
nombre Emmanuel (que significa: <
Cuando José se despertó hizo lo que le había mandado el ángel
del Señor y se llevó a casa a su mujer.
ADVIENTO nos hace revivir la certeza de que Dios es la
Esperanza del hombre. Por eso el Hombre, forjado a imagen de
Dios, es, por definición, Esperanza. Hemos escuchado en los
textos bíblicos de Adviento la voz de los grandes profetas de la
34
CICLO A
Esperanza activa: Isaías, Juan Bautista. Hoy escuchamos el
silencio de San José. San José fue una obra maestra de Dios
Padre. Le configuró el alma y el rostro de
manera que el Niño, al contemplarlo en Belén, Egipto y
Nazaret, viese en él la plenitud y transparencia de su Amor
paterno. Lo hizo milagrosamente capaz de vivir en absoluta
sintonía de ideal, colaboración, diálogo y silencio con María
Virgen.
Como todos los predilectos de Dios —personas o comunidades
— José tuvo que pasar por la prueba de Fidelidad en la
Esperanza, que es la «noche oscura» del espíritu.
1. — «José, hijo de David...» La más antigua Cristología del
Nuevo Testamento (testigo San Pablo en la segunda lectura)
subrayaba que Jesús era el Mesías por ser el Descendiente y
Heredero de David. Del «David» según los planes de Dios, que
se complace en amasar los grandes designios del Cielo con las
pequeñas realidades de la Tierra. Del David de cuya estirpe
tenía que nacer el Niño <>Emmanuel» (primera lectura).
<>Emmanuel» es un nombre simbólico —iDios-está-con-
nosotros!— que cifra el concepto bíblico de la SALVACION.
Conforme a la mentalidad del pueblo de Israel es el padre
quien transmite la herencia espiritual y jurídica de la familia.
Jesús es «el Hijo de David» por San José.
«Hijo de David» quería decir rey-por-derecho. San José era un
modesto artesano. Empiezan las divinas paradojas del
Evangelio. Vida sencilla y amor al trabajo serán nobleza de un
«pueblo de reyes».
2. — «Le pondrás por Nombre JESUSx’. Imponer el nombre al
hijo era signo y consagración de la autoridad paterna. En
sintonía con su Esposa, José fue el educador de Jesús. Le
transmitió la manera de pensar, sentir y hablar de su casa y de
su pueblo. La Iglesia, continuidad del Nombre de Jesús, le debe
Fidelidad a San José.
3.— «... porque él salvará a su pueblo de sus pecados». JESUS
es signo y realidad de lo que la palabra significa en hebreo:
DIOS-SALVA. La raíz de la Salvación del mundo está en las
«manos inocentes y corazón limpio» de cada persona humana
(salmo responsorial). Anunciar frutos de Salvación de un árbol
sin raíces sería mito, y utopía esperarlos. — San José —oración,
silencio y docilidad— hizo lo que le mandaba «el Angel del
Señor» (que es Presencia y Voz de Dios mismo). Con la
deliciosa fiesta popular de costumbre se constituyó el Hogar de
Nazaret. Preludio de Navidad.
Adviento es Esperanza; sed de Presencia divina. Las lecturas
de este último domingo giran en torno a la realización de un
augurio bíblico, que transfigura nuestra Esperanza en Felicidad:
Dios-está-con-nosotros. «Dios-con-nosotros» es traducción del
nombre EMMANUEL. En hebreo, «Immanú-El». «El» significa
Dios. «Imma nú-», con nosotros —Presencia, Poder y Amor—
¿por qué o por quién tenemos que temer?... San Pablo dejó
escrita en su Carta a los Romanos la más ardiente glosa del
nombre «Emmanuel» (Rom 8, 31-39).
Este nombre-augurio Eminanuel lo forjó e! profeta Isaías un día
que se enfrentó con el rey Acaz. Los enemigos querían invadir
Jerusalén. Entnba en sus planes aniquilar la familia real,
extinguiendo así la dinastía de David. Pero era Palabra de Dios
que de la Descendencia de David tenía que nacer el Mesías.
Olvidando esta promesa y obcecado por el terror, Acaz puso su
única confianza en equivocados
IV DOMINGO ADVIENTO35
proyectos político-estratégicos. Isaías hizo lo posible para
infundirle fe y sensatez. Al ver que era inútil su esfuerzo,
pronunció ante él la profecía que escuchamos en la primera
lectura. Quiere decir que, a pesar del ejército enemigo y no
obstante los errores de Acaz, Dios cumplirá su Palabra. Será
«signo» de esta seguridad el futuro maravilloso nacimiento de
un Niño, de la estirpe de David. Este Niño demostrará al mundo
que Dios-está-con-nosotros. Por eso se le dará el nombre
simbólico-augural de Emmanuel.
Pasaron casi ocho siglos, durante los cuales esta profecía
quedó en la Biblia como un interrogante abierto. Muchos
apoyaban en ella la esperanza de un Rey inmensamente feliz
según la medida de este mundo. Gloria, prosperidad, imperio.
En el Evangelio escuchamos la respuesta divina: el Emmanuel
es JESÚS. Podemos considerar en el texto cuatro puntos: a) el
mensaje fundamental; b) el problema planteado a José; c) la
Misión que le comunica el Angel del Señor; d) su cumplimiento.
a) Como mensaje central, San Mateo destaca la plena
realización de la profecía. Al cumplir sus promesas, Dios
sobrepasa infinitamente lo que los hombres esperaban. Antes
los purifica de sus ilusiones. La dinastía de David perdió
riquezas y trono, saboreó el destierro y el olvido. Por fin, quedó
representada por un artesano de Nazaret. Humildad y sencillez
en pobreza activa. Entonces Dios la elevó a la cumbre de su
gloria. No le dio un rey temporal, sino su propio Hijo. A los
primeros cristianos les gustaba confesar explícitamente que el
Hijo de Dios había nacido, al venir al mundo, «de la estirpe de
David» [ lectura]. En su origen humano interviene el espíritu de
una manera excepcional; el Símbolo de la Fe resume esta
página del Evangelio con exacta sencillez: «Fue concebido por
obra del Espíritu Santo, nació de María Virgen».
b) Testigo de la Virginidad de María, San José entra en la
«noche oscura>’ por la que tienen que pasar todos los héroes
de la Fe. Aludiendo a su angustia, el evangelista no quiere
satisfacer nuestra imaginación, sino destacar su incondicional
humildad que deja todos los caminos abiertos al plan de Dios y
espera su Palabra.
c) «El Angel del Señor», tran del mismo Dios, le habla, como a
los
Patriarcas de la Biblia, en inefable comunicación mística. Le
confirma su Vocación de
Esposo de María. Le confiere la Misión de poner al Niño divino
el Nombre de Jesús.
Misión que es ejercicio real de paternidad.
d) José acepta y cumple gozosamente la Palabra de Dios.
Cuando llegó la hora, puso al Niño el Nombre de Jesús (vers.
25). «Jesús» concreta la significación de Emmanuel: Dios está
con nosotros para salvarnos. La Navidad cristiana es sinfonía
de Amor, Alegría y Gratitud en torno al Nombre y Realidad de
JESUS. Que en este Adviento de Esperanza, José y María nos
transfundan el arte de saberlo pronunciar y sentir como ellos.
Los textos bíblicos de este último domingo antes de Navidad
tienen por centro el misterio de una mujer que da a luz un
niño, cuyo nombre es EMMANUEL. El misterio se contempla
desde tres perspectivas:
a) Perspectiva de Isaías. Siglo octavo antes de Cristo. Acaz se
considera perdido
36 CICLO A
ante una amenaza de invasión. Decide pedir ayuda a los asirios
(lo que equivale a vender la independencia). El profeta intenta
disuadirle: el pueblo de Dios ha de confiar en solo Dios. Pero el
rey no tiene tanta fe. Dios le ofrece un signo de su protección.
Acaz rehúsa, con fingida piedad. Entonces Isaías le anuncia en
nombre de Dios otra señal profética: aunque el país será
devastado (como dice en la página siguiente, que no leemos),
la «Casa» o dinastía de David (que Acaz indignamente
representa) no se extinguirá. Tanto es así que un día nacerá de
ella un niño que será el Rey ideal. Su nombre, EMMANUEL.
(Isaías lo describe luego hermosamente; veánse, por ejemplo,
las primeras lecturas del 2° domingo de Adviento y de la
medianoche de Navidad de este año).
El nombre-augurio Jmmanú (= «con nosotros») —El ( «Dios»)
significa que, mediante el Niño-rey, Dios manifestará al pueblo
su Presencia protectora, que lo hará invencible. Algo así como
un grito de victoria: « [ con nosotros!». La reina madre será
una doncella o virgen: delicada insinuación a distancia de un
misterio, que el Evangelio pondrá a plena luz.
b) Perspectiva de San José. Noche cerrada para un joven todo
amor y todo rectitud. Sin respuesta para su silencioso
interrogante, escoge el dolor de caminar en tinieblas sin
camino. Momento propicio para la revelación. Dios se le
comunica en sueños; es decir, le habla con evidencia
misteriosa al fondo de la intimidad. En el Evangelio de la
Infancia según Mateo, José es el íntimo de Dios y, por tanto, su
obediente.
La revelación divina le es comentario hecho vida de la profecía
del Emmanuel. Su esposa es aquella reina madre, que ha sido
y permanece Virgen en el exacto sentido de la palabra. En el
punto de partida de la existencia del Niño ha intervenido el
Espríritu Santo. José le impondrá el nombre por un derecho de
paternidad que comparte con el mismo Dios. Ha llegado a su
término glorioso la dinastía de David, cuyo palacio ejemplar es
ahora un taller de artesano. En el Niño se realiza con plenitud
de sentido la Presencia de Dios entre los hombres. Su victoria,
librar al pueblo de los pecados. Victoria que se llama Salvación
y se proclama cada vez que uno pronuncia con fe el nombre
propio JESUS (que, en su forma hebrea, dice: «jDios [ salva!»).
c) Perspectiva de San Pablo. Introducción al primer gran
documento de la teología cristiana (Carta a los Romanos). El
Evangelio que proclaman los apóstoles y anunciaron los
profetas es Jesucristo, Hijo de David e Hijo de Dios. Dios hecho
Hombre entre los hombres. Immanú-El en la sublime realidad
de un pueblo que es de Dios porque Dios es suyo.
Inminente Navidad, el Evangelio evoca otra figura de Adviento:
San José. Maestro en el arte de acoger a Cristo en la intimidad,
con el silencio que es vocación de la mayoría.
Del Profeta Isaías, el signo del «Emmanuel». Los sin fe como
Acaz temían la derrota total, y con ella la extinción del linaje de
David. Contra ellos se afirma la esperanza: del linaje humillado
nacerá un Niño incomparable (9, 5-6; 11, 1 ss), cuyo «nombre
significativo» será anuncio de Salvación: ¡Dios [ con nosotros!
La profecía del «Emmanuel» sólo alcanzó plenitud de sentido
en Jesús y su Madre.
Dentro del saludo inicial (y. la y 7) de la carta a los Romanos,
San Pablo incluye
IV DOMINGO ADVIENTO37
una definición del Evangelio (y. ib) como realidad central entre
el anterior Profetismo (y. 2) y el consiguiente Apostolado (y. 5-
6). El Evangelio es Jesuo’isto, en su Humanidad como «Hijo de
David» y en su Divinidad como «Hijo de Dios» (y.
3-4).
El Evangelio de la Infancia según Mateo ofrece un compendio
de Doctrina cristológica. La primera página (1, i -17) presenta a
Jesús en su concreta Humanidad; descendiente de Abrahán,
«Hijo de David». Hacia el fin (y. i6) deja entrever que su venida
al mundo fue por especial intervención divina.
La segunda página (la que leemos hoy) explica en qué
consistió esta intervención:
fue concebido por obra del Espíritu Santo, nació de Madre
Virgen y es «Dios-con- nosotros».
Después de María, el Misterio se anunció a José. San Mateo
recoge y redacta este momento cordial de su biografía. Fue
una comunicación «en sueños», como a los antiguos Patriarcas.
Es decir, a un nivel de interioridad que otros llamarían
«mística». José el íntimo de Dios. Le habló el Angel del Señor:
el acento intencional recae sobre la palabra «Señor», siendo el
ángel pura transparencia.
En el texto podemos distinguir: a) circunstancia; b) mensaje; c)
testimonio profético; d) decisión.
a) La circunstancia se limita a los datos esenciales, que sirven
de introducción al Mensaje: la certeza que José tuvo del hecho,
y la «justicia» (bondad o santidad) que le inspiró la actitud más
generosa: la de sacrificarse él.
b) El Mensaje es revelación y orden. Revelación del origen
directamente divino del Niño. Orden de ser esposo de María. Y,
por tanto, padre de Jesús por delegación divina, respetando el
Misterio de su origen. Con autoridad paterna «pondrá el
Nombre» que significa la Salvación del mundo. Por serlo de
José, el Salvador aparecerá en Israel como «Hijo de David»
conforme a las promesas.
c) La Iglesia de los Apóstoles leía a Cristo en los Profetas,
entrando así en la intención total de Dios al inspirar las
-Escrituras. Mateo ve en la Reina madre del Emrnanuel a María
siempre Virgen. Y entiende que el Nombre-mensaje del Niño
quiere decir Dios con nosotros en la nueva comprensión de
quienes saben que Jesús es Dios y que su Presencia constituye
la Iglesia (i8, 20 y 28, 20b).
d) La decisión fue en José obediencia gozosa. La orden del
ángel confirmaba la ilusión de su vida: María era suya. Los
hombres de fe reconocen en su mano la experiencia de haber
guiado, en paz y en angustia, los pasos del Niño Emmanuel.
NATIVIDAD DEL SEÑOR MISA DE LA VIGILIA
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 62,1-5
Por amor de Sión no callaré, por amor de Jerusalén no
descansaré, hasta que rompa la aurora de su justicia y su
salvación llamee como antorcha.
Los pueblos verán tu justicia, y los reyes, tu gloria; te pondrán
un nombre nuevo pronunciado por la boca del Señor.
Serás corona fúlgida en la mano del Señor y diadema real en la
palma de tu Dios.
Ya no te llamarán «abandonada
ni a tu tierra «devastada
a ti te llamarán «Mi favorita’>,
y a tu tierra «Desposada»;
porque el Señor te prefiere a ti
y tu tierra tendrá marido. Como un joven se casa con su novia,
así te desposa el que te construyó;
la alegría que encuentra el marido con su esposa, la
encontrará tu Dios contigo.
Salmo responsorial Sal 88,4-5. 16-17. 27 y 29
R. Cantaré eternamente las misericordias del Señor. Sellé una
alianza con mi elegido,
NATIVIDAD DEL SEÑOR 39
jurando a David, mi siervo:
((Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todaa
las edades.((
Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro; tu nombre es su gozo
cada día, tu justicia es su orgullo.
Él me invocará: ((Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca
salvadora.» Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza
con él será estable;
SEGUNDA LECTURA
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 13,16-17. 22-25
Al llegar a Antioquía de Pisidia, Pablo se puso en pie en la
sinagoga y, haciendo seña de que se callaran, dijo:
—Israelitas y los que teméis a Dios, escuchad:
El Dios de este pueblo, Israel, eligió a nuestros padres y
multiplicó al pueblo cuando vivían como forasteros en Egipto, y
con brazo poderoso los sacó de allí.
Y después suscitó a David por rey; de quien hizo esta alabanza:
((Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi
corazón, que cumplirá todos mis preceptos.»
De su descendencia, según lo prometido, sacó Dios un
Salvador para Israel: Jesús.
Juan, antes de que él llegara, predicó a todo el pueblo de Israel
un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su
vida, decía:
—Yo no soy quien pensáis, sino que viene detrás de mí uno a
quien no merezco desatarle las sandalias.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Mañana quedará borrada la maldad de la tierra, y será nuestro
rey el Salvador del mundo. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 1,1-25
[ de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán.
Abrahán engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus
hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Farés y Zará, Farés a
Esrón, Esrón a Aram, Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón,
Naasón a Salmón, Salmón engendró, de Rahab, a Booz; Booz
engendró, de Rut, a Obed; Obed a Jesé, Jesé engendró a David
el rey.
David, de la mujer de Urjas, engendró a Salomón, Salomón a
Roboam, Roboam a Abías, Abías a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a
Joram, Joram a Ozías, Ozías a Joatán, Joatán a Acaz, Acaz
40 CICLO A
a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés a Amós,
Amós a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos,
cuando el destierro de Babilonia.
Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a
Salatiel, Salatiel a Zorobabel,
Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaquín, Eliaquín a Azor, Azor a
Sadoc, Sadoc a Aquim, Aquim a
Eliud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob; y Jacob
engendró a José, el esposo de
María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
Así las generaciones desde Abrahán a David fueron en total
catorce, desde David hasta la deportación a Babilonia catorce y
desde la deportación a Babilonia hasta el Mesías catorce.]
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
La madre de Jesús estaba desposada con José y, antes de vivir
juntos, resultó que ella esperaba un hijo, por obra del Espíritu
Santo.
José, su esposo, que era bueno y no quería denunciarla, decidió
repudiarla en secreto. Pero apenas había tomado esta
resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le
dijo:
—José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu
mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu
Santo. Dará a luz a un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús,
porque él salvará a su pueblo de los pecados.
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el
Señor por el Profeta:
Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por
nombre Emmanuel (que significa <
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el
ángel del Señor, y se llevó a casa a su mujer.
Y sin que él hubiera tenido relación con ella, dio a luz un hijo; y
él le puso por nombre Jesús.
MISA DE MEDIANOCHE
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 9,1-3. 5-6
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande;
habitaban tierra de sombras, y una luz les brilló.
Acreciste la alegría, aumentaste el, gozo:
se gozan en tu presencia, como gozan al segar, como se
alegran al repartirse el botín.
Porque la vara del opresor, y el yugo de su carga, el bastón de
su hombro, los quebrantaste como el día de Madián.
Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado:
lleva a hombros el principado, y es su nombre:
Maravilla de Consejero,
Dios guerrero,
NATIVIDAD DEL SEÑOR 41
Padre perpetuo,
Príncipe de la paz.
Para dilatar el principado con una paz sin límites, sobre el trono
de David y sobre su reino.
Para sostenerlo y consolidarlo con la justicia y el derecho,
desde ahora y por siempre. El celo del Señor lo realizará.
Salmo responsorial Sal 95,1-2a. 2b-3. 1142. 13
R. Hoy nos ha nacido un Salvador:
el Mesías, el Señor.
Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la
tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre.
Proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su
gloria, sus maravillas a todas las naciones.
Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo
llena; victoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los
árboles del bosque.
Delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra, regirá
el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Tito 2,11-74.
Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para
todos los hombres, enseñándonos a renunciar a la impiedad y
a los deseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida
sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que
esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador
nuestro, Jesucristo.
El se entregó por nosotros para rescatamos de toda impiedad y
para prepararse un pueblo purificado, dedicado a las buenas
obras.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Lc 2,10-11 Os traigo la buena noticia: nos ha nacido un
Salvador: el Mesías, el Señor. Aleluya.
42 CICLO A
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 2,1-14
En aquellos días, salió un decreto del emperador Augusto,
ordenando hacer un censo del mundo entero.
Este fue el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador
de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad.
También José, que era de la casa y familia de David, subió
desde la ciudad de Nazaret en Galilea a la ciudad de David,
que se llama Belén, para inscribirse con su esposa María, que
estaba encinta. Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del
parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y
lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada.
En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al
aire libre, velando por turno su rebaño.
Y un ángel del Señor se les presentó: la gloria del Señor los
envolvió de claridad y se llenaron de gran temor.
El ángel les dijo:
—No temáis, os traigo la buena noticia, la gran alegría para
todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un
Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal:
encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un
pesebre.
De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército
celestial, que alababa a Dios, diciendo:
—Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra, paz a los hombres que
Dios ama.
MISA DE LA AURORA
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 62,11-12
El Señor hace oír esto hasta el confín de la tierra:
Decid a la hija de Sión:
Mira a tu salvador que llega, el premio de su victoria lo
acompaña,
la recompensa lo precede.
Los llamarán «Pueblo santo’>, «redimidos del Señor»; y a ti te
llamarán «Buscada», «Ciudad no abandonada».
Salmo responsorial Sal 96,1 y 6. 11-12
R. Hoy brillará una luz sobre nosotros, porque nos ha nacido el
Señor.
NATIVIDAD DEL SEÑOR 43
El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables.
Los cielos pregonan su justicia
y todos los pueblos contemplan su gloria.
Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de
corazón. Alegraos, justos, con el Señor, celebrad su santo
nombre.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Tito 3,4-7
Ha aparecido la Bondad de Dios y su Amor al hombre. No por
las obras de justicia que hayamos hecho nosotros, sino que
según su propia misericordia nos ha salvado con ci baño del
segundo nacimiento y con la renovación por el Espíritu Santo;
Dios lo derramó copiosamente sobre nosotros por medio de
Jesucristo nuestro Salvador.
Así, justificados por su gracia, somos, en esperanza, herederos
de la vida eterna.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Lc 2,14 Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los
hombres que ama el Señor. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del Santo evangelio según san Lucas 2,15-20
Cuando los ángeles los dejaron, los pastores se decían unos a
Otros:
—Vamos derechos a Belén, a ver eso que ha pasado y que nos
ha comunicado el Señor.
Fueron corriendo y encontraron a María y a José y al niño
acostado en el pesebre. Al verlo, les contaron lo que les habían
dicho de aquel niño.
Todos ios que le oían se admiraban de lo que decían los
pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas
en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y
alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les
habían dicho.
44 CICLO A
MISA DEL DÍA
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 52,7-10
¡Qué hermosos son sobre los montes ios pies del mensajero
que anuncia la paz, que trae la buena nóeva, que pregona la
victoria, que dice a Sión: Tu Dios es Rey
Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a
cara al Señor, que vuelve a Sión.
Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor
consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén:
el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las
naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro
Dios.
Salmo responsorial Sal 97,1. 2-3ab. 3cd-4. 5-6
R. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de
nuestro Dios.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo;
el Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su
justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa
de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro
Dios.
Aclama al Señor, tierra entera, gritad, vitoread, tocad.
Tocad la cítara para el Señor, suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas aclamad al Rey y Señor.
NATIVIDAD DEL SEÑOR 45
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 7,7-6
En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios
antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en
esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha
nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido
realizando las edades del mundo.
El es reflejo de su gloria, impronta de su ser. El sostiene el
universo con su palabra poderosa.
Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está
sentado a la derecha de Su Majestad en las alturas; tanto más
encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el
nombre que ha heredado.
Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: ‘<Hijo mío eres tú, hoy te he
engendrado> Yen otro pasaje, al introducir en el mundo al
primogénito, dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios.»
ALELuYA Aleluya, aleluya.
Nos ha amanecido un día sagrado; venid, naciones, adorad al
Señor, porque hoy una gran luz ha bajado a la tierra. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 1,1-18.
En el principio ya ezistía la Palabra,
y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios.
La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la
Palabra se hizo todo,
y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
En la Palabra había vida,
y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en la tiniebla,
y la tiniebla no la recibió. [ un hombre enviado por Dios,
que se llamaba Juan:
éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para
que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo
de la luz.]
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al
mundo vino y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio
de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos
no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron,
les da poder para ser hijos de Dios,
46 CICLO A
si creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor
humano, sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne,
y acampó entre nosotros,
y hemos contemplado su gloria:
gloria propia del Hijo único del Padre,
lleno de gracia y de verdad.
[ da testimonio de él y grita diciendo:
—Este es de quien dije: «El que viene detrás de mí pasa
delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia:
porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad
vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás:
El Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha
dado a conocer.]
Navidad. «Dios está con nosotros». Felicidades: porque la
Felicidad del hombre
está en poseer a Dios. Y Jesús es nuestro. «Nos ha nacido un
Niño», repetimos con
Isaías. Y el Angel de Belén proclama: «Os ha nacido un
Salvador, que es el Mesías, el
Señor». El rostro de la Felicidad es la Alegría. Por eso la Iglesia
rebosa de gozo en la
Liturgia de Navidad, al unísono con la Virgen del Magnificat
consciente de tener a
Jesús dentro de sí: «Mi espíritu exulta en Dios, mi Salvador».
El Evangelio de la triple celebración eucarística de Navidad
ofrece dos maneras de contemplar el Misterio: la de San Juan,
teólogo (misa del día), y la de San Lucas, historiador y artista
(misa de medianoche y de la aurora). El texto de San Juan se
repetirá el domingo día 4 de enero. El de San Lucas se
distribuye en tres escenas: el Nacimiento, el anuncio del Angel,
la visita de los Pastores.
1. — El Nacimiento. San Lucas destinaba su libro a una
constelación de comunidades cristianas esparcidas por la
geografía social griega y romana. Empieza mencionando al
más excelso entre todos los grandes de la tierra: Augusto.
Ordenar un censo de todo el mundo significaba, según el
criterio de la Biblia (recordar la historia de David) un gesto de
ilimitada soberbia. Por contraste, la infinita Humildad. Nace
Dios en la tierra. Fuera del hogar. En incómoda obediencia de
súbdito (al revés de los que ahora llaman «zelotas», que se
alzaron en armas contra la orden del gobernador «Cirino> o
Quirinio). Sin hospedaje. Sin cuna. Para expresar la suprema
Pobreza, San Lucas acierta con la palabra que ha
immortalizado su relato: el Pesebre. Bajo esta palabra —el
Pesebre— nuestro pueblo ha proclamado el Evangelio a todo el
mundo contemporáneo con la más deliciosa realización
poético-musical. Feliz el pueblo que sabe cantar ante el
Pesebre su alegría, su calor de hogar y su Fe. Jesús, la Palabra
de Dios, habla a los ojos y al corazón antes de hablar a los
oídos. El Pesebre de Belén es la sinceridad del sermón de la
Montaña.
2. — El anuncio del Angel. A los Pastores del Desierto, que eran
encarnación de los «Pobres de Israel». No hay más Salvador, ni
Mesías, ni «Señor» (que quiere decir Dios) que el Niño del
Pesebre. No los «Augustos». La historia de la razón del Angel.
Augusto acababa de inaugurar su Altar de la Paz (Ara Pacis) en
la Roma
NATIVIDAD DEL SEÑOR 47
omnipotente. El «ejército» del Cielo avisa que la Paz de los
Hombres, indivisible mente unida a la Gloria de Dios, tiene su
altar en el Pesebre de Belén.
3. — La visita de los Pastores. Corren a Belén, encuentran al
Niño del Pesebre y se alegran en la Verdad. Privilegio de los
que tienen alma de niño y corazón de pobre. Como tales
vendrán también los sabios con su oro, su incienso y su mirra.
Dios Niño y Pobre se ofrece a todos. Es Navidad. Felicidades.
Navidad. Nació el Niño, que realiza para siempre la profecía del
«Emmanuel» [ lectura de medianoche]. Para los que tienen Fe,
Navidad es el gozo sin límite de saber y sentir que Dios-está-
con-nosotros.
Los textos evangélicos de las tres misas de Navidad sugieren
dos maneras de contemplar el Misterio: según San Lucas en las
de la medianoche y la aurora; según San Juan en la del
mediodía. San Lucas escribe una meditación histórica. San Juan
un himno teológico.
A. — La meditación histórica de San Lucas se desarrolla en tres
fases: a) el hecho del Nacimiento y sus circunstancias; b) el
mensaje angélico; c) la visita de los pastores.
a) El Nacimiento y sus circunstancias (2, 1-7). San Lucas ha
preparado esta contemplación del Nacimiento en las páginas
anteriores. Empieza el ángel anunciando a María que va a
tener un hijo: será el Mesías, el Hijo de Dios (1, 26-38). Luego
Isabel la recibe como «Madre del Señor» (1, 43). María canta
con el Magnificat la victoria de Dios en favor de los Pobres
contra el engreimiento del Poder y el Orgullo (1, 46-55). El
Magnificat se hace carne y vida en las circunstancias del
Nacimiento. José, María y el Niño obligados a declararse como
un insignificante número más en el inmenso registro del
imperio de Augusto. Bajo la administración local de Quirinio (la
que provocó una inútil reacción de violencia: Hechos 5,37).
Inoportunidad de la fecha. Angustia del viaje. Sin recursos para
una posada conveniente. Sin más cuna que un pesebre.
Augusto y el Hijo de Dios en los extremos del Poder y de la
Humillación. Pero la Virgen del Magnificat y los que con Ella
tienen Fe, saben que el Niño es centro del universo. El único
Señor.
b) El Mensaje a los pastores (2, 8-14) es Voz de Dios que revela
a los hombres la gloria de su Hijo por medio de los ángeles.
San Lucas ve en los ángeles de Navidad el arquetipo, preludio
y signo de los apóstoles de Cristo. Luz en la oscuridad.
Evangelio de alegría para el pueblo (y. 10). Hablan a pastores
de la estepa, que representaban, en aquel país, el menosprecio
hecho carne a los ojos de los bien instalados. Preludio y signo
de los que sabrán entrar en sintonía con el Niño del Pesebre.
Con la Palabra de Dios. Tres afirmaciones sobre el Niño en el
mensaje angélico: es el Salvador, el «Mesías» o Cristo, el
Señor. La redacción de San Lucas pone el acento en el título de
Salvador o «Sotér», trasposición helenista del Nombre «Jesús»
(cf. Mt 1, 21). Estaba de moda en aquel tiempo dar el título de
«soter» a dioses y emperadores. La afirmación de que
Jesucristo es el único Salvador resume todo el pensamiento de
San Lucas, como el de San Pablo. El hombre no se salva a sí
mismo, ni por otros salvadores que no sean el Unico. De este
Unico, el ángel da a los pastores un signo de inconfundible
identidad: la Pobreza (vers. 12).
Un inmenso coro de ángeles rubrica el mensaje con un Himno.
Ejemplo perfecto
48 CICLO A
de poesía hebrea. Paralelismo exacto, con tres elementos.
Quiere decir, triple abrazo cordial, inseparable: del Cielo con la
Tierra, de Dios con los Hombres, de la Gloria divina con la Paz
del mundo. En hebreo, la palabra Paz o Shalom tiene el amplio
significado de «Felicidad perfecta». Con el himno, los ángeles
felicitan a la humanidad por el nacimiento de su «Emmanuel
Dios y Hombre. Plenitud conjunta de todos ios valores del Cielo
y de la Tierra. Al mismo tiempo que felicitan, los ángeles
invitan: si de veras queréis la Paz, seguid el Camino de Belén...
c) La visita de los pastores al Niño (2, 15-20) es dócil a la
Palabra, constatación de su realidad, generosidad de
comunicar su gozo. Leeremos de nuevo este fragmento el
próximo domingo.
B. — El himno teológico de San Juan (1, 1-18) ofrece temas de
profunda reflexión ante la Humildad de Pesebre. El Niño es la
Palabra de Dios, que nos habla en el Silencio. La que creó el
universo. Origen de toda Vida. Luz de toda Verdad. Intimidad
eterna del Padre. Su Hijo único, en infinito diálogo de Amor. Ha
venido a morar entre nosotros. Dentro de nosotros. Quiere ser
«Emmanuel» Salvador de todos. Aceptarlo es Paz. Mirarlo en
silencio afectuoso es dialogar con Dios.
En la misa del día de Navidad las lecturas bíblicas giran en
torno a un tema fundamental: Jesucristo es LA PALABRA de
Dios.
Hablar es comunicar a otro algo de mi pensar y sentir. Se lo
puedo decir al oído y a los ojos, con vocablos o con otros
signos: un gesto, una sonrisa... El que habla sincero, comunica
al otro algo de su propia intimidad.
Dios nos ha hablado. A la Palabra de Dios a los hombres, en el
lenguaje teológico la llaman Revolución. Durante siglos, el
Invisible se fue revelando progresivamente por medio de sus
profetas. A veces se manifestaba con lenguaje humano;
también con signos y con hechos. El mismo universo es una
palabra inmensa del Creador.
Pero al llegar el momento vértice de la historia (escuchamos en
el prólogo de la Carta a los Hebreos), Dios nos ha hablado con
definitiva claridad en su Hijo. Y ésta es la idea que desarrolla el
Evangelio: Jesús es LA PALABRA que revela a nuestros ojos
humanos la inaccesible intimidad de Dios.
El prólogo del Evangelio según Juan es la página más profunda
de cuantas se han escrito. Tiene forma de himno. Resumimos
los temas más destacados (indicamos entre paréntesis los
versículos):
Era imposible para el hombre ver a Dios; pero el Hijo, que vive
eternamente en la intimidad del Padre, nos la ha manifestado
(18). Porque él es su PALABRA (en griego, Logos; en latín,
Verbum — de ahí la expresión teológica tradicional: «el
Verbo»). Eterno como el Padre; Dios como él (1-2). Creador de
todas las cosas (3). Principio del orden sobrenatural, que es
Vida y Luz: gracia y verdad (4-5).
Para manifestarnos el Padre, «ha venido» al mundo (9). Más
claro: siendo Dios, se ha hecho «carne» (hebraísmo por
«hombre»), y ha puestó sti tienda (como antaño Yahvé durante
el Exodo) en nuestro campamento de pobres humanos en ruta
de peregrinos... (14).
<‘Las tinieblas» (5), o «el mundo» (10-11) en su sentido
peyorativo, no lo aceptaron. Pero el Bautista dio testimonio de
él (6-8 y 15). Y nosotros (los apóstoles o testigos inmediatos)
vimos su Gloria: la Gloria divina que él tiene como Unigénito
NATIVIDAD DEL SEÑOR 49
del Padre (14). Su nombre: Jesucristo (17), plenitud (14) y
fuente de la Gracia y la Verdad (16-17). Su regalo para quienes
lo reciben con fe es el de ser, a imagen suya, hijos de Dios (12-
13).
- Esta primera página del Evangelio de San Juan la saben
muchos de memoria. Extasis de fe para quien la repase
mirando a Jesús en la cuna. La palabra que creó y sostiene el
universo nos habla aquí, en silencio, a los ojos. No hay hombre
auténtico que pueda cruzar su mirada con la de un niño y no
sonreír. ¡Qué mejor acto de fe para un hombre hoy que el de
responder con una sonrisa sincera a la del Niño de Belén! En la
humildad de su carne, la Palabra nos revela toda la intimidad
del corazón de Dios.
En la primera lectura, Isaías describe el gozoso correr, sobre
los montes, del mensajero que lleva a Jerusalén en ruinas la
bue noticia de su redención. Imagen del más hermoso destino
a que puede aspirar un hijo de nuestro mundo; llevar hasta los
confines de la tierra el Evangelio de la Gloria de Dios, de la Paz
para los hombres, del Amor entre todos — el Evangelio que
amaneció en Belén.
Después de las lecturas sencillas de medianoche y aurora, los
textos de la tercera celebración eucarística de Navidad
abruman por su elevación teológica. Tema central: Cristo,
Palabra de Dios.
Del Libro de Isaías escuchamos el hermoso y conocido cántico
a los «evangelizadores» de la Victoria salvífica de Dios.
El prólogo de la Carta a los Hebreos prepara y ambienta el del
Evangelio de San Juan: la Palabra definitiva con que Dios se
nos ha comunicado en la plenitud de la historia es su propio
Hijo.
La primera página (o «prólogo») del Evangelio de San Juan
tiene forma de himno. Meditación teológica sobre la Venida de
Jesucristo al mundo. Repasarla ante el Niño del Pesebre es
delicia de Fe y éxtasis de admiración.
Sólo en las últimas líneas se le llama explícitamente
«Jesucristo» (y. 17) e «Hijo único, Dios» (y. 18). En el resto del
himno se le da el título de Logos, Verbo o Palabra. Palabra es
comunicación, expresión de la intimidad. En Cristo, Dios infinito
se comunica, se «expresa» a los hombres. La Palabra
comunicada pide respuesta. En Cristo, el Amor y la Sabiduría
de Dios espera de los hombres un diálogo de corazón, un
encuentro luminoso de inteligencia.
El punto de partida de la meditación teológica sobre la Venida
de Jesucristo se remonta a la eternidad. «En el principio» antes
de la existencia del mundo, el Verbo Hijo de Dios ya era
«expresión» del Padre. Todo fue creado por él, y cada criatura
es testigo de su Poder. Sabiduría y Amor. Al hombre, obra
maestra de sus manos, lo eleva a la participación de su Vida y
de su Luz o Verdad.
El centro del himno proclama la Encarnación. Los hombres no
sabían reconocer la voz del verbo en el mensaje del Universo. Y
el Verbo se les hizo compañero de peregrinación, «carne»
(hebraísmo), es decir, hombre. Hermano de todos los hombres
sin dejar de ser eterno, creador, infinito, Dios. Los ojos
amorosamente inteligentes, como los de Juan, vieron en su
humanidad el resplendor de la Gloria divina.
50 CICLO A
Dos estrofas intercaladas (y. 6-8 y 15) se refieren a la misión
del Bautista Precursor. Testigo de la luz. Pedagogo de la Fe.
Fe es «recibir» o aceptar la Palabra de Dios hecha humana en
Jesucristo. Dejarse iluminar por su Luz. Corresponder a la
manifestación de su intimidad con inteligencia sincera, corazón
abierto y voluntad dócil. Quienes así creen reciben la suprema
en la comuunión con su Vida. Negarse a creer (11) es
«Tiniebla» (5).
Hacia el fin (16-17), la meditación contempla la Comunidad de
los creyentes como una participación en la Gracia y la Verdad
de Cristo. Y subraya una vez más que el Hijo de Dios hecho
hombre, Jesucristo, es la «expresión» (en griego, la «ezégesis»
o explicación) del Dios invisible al mundo (18).
La Palabra ya habla en silencio desde el Pesebre. En la
respuesta de Fe, el mundo tiene a mano su Vida y su Paz.
Los abundantes textos bíblicos en la liturgia son un regalo de
pensamiento y emoción. Memorial de un hecho histórico, su
valor presente, su trascendencia eterna. Todo converge en la
entrañable seguridad de que Jesús nos es Eramanuel:
«Dios-con-nosotros». Cada hombre y todo el género humano
están sin paz hasta que se encuentran a sí mismo en Dios.
Navidad es Paz.
Indicamos algunas reflexiones a propósito de los dos textos
evangélicos —el de San Lucas y el de San Juan— que se leen
en las misas de medianoche, aurora y día.
Relato de la Navidad según San Lucas (2,1-20). Contempla el
Misterio desde su circunstancia exterior. Pero San Lucas,
teólogo y artista, no redacta cQn técnica de fotógrafo sino de
pintor. En la sincera objetividad de los hechos y personas, el
pintor sabe expresar el alma, los sentimientos, las ideas. Por
eso, todo el Evangelio de la Infancia según Lucas es una
Cristología a partir de la historia. Anotemos algunos temas en
la lectura, de Navidad;
a) Entronque y conjunción con la historia del mundo. El
evangelista se complace en relacionar los acontecimientos
religiosos con la situación civil (cfr. también 3, 1-2):
el imperio de Augusto, el censo bajo Quirinio. La Salvación
avanza en el cauce de esta situación. Actúa con hechos
concretos en la entraña del mundo. No es mito ni especulación
académica. Jesucristo está en el centro tangible de la historia
humana.
—San Lucas alude intencionadamente al «censo», que fue
pretexto y punto de partida de la revolución zelota (cf. Act
5,37). José y María interpretan las circunstancias con otro
espíritu muy diverso, que es propio del Evangelio.
b) Navidad, «Evangelio» de la alegría a los pobres. Gran parte
de la narración se concentra en el anuncio a los pastores. Los
pastores de Judá pertenecían entonces a la categoría social
más humillada: «el pueblo de la tierra». Baja para hablarles un
Angel, que es transparencia de Dios. Se reúnen para cantarles
todos los ángeles de Dios. San Lucas no podía dar una lección
más hermosa y austera a los mensajeros humanos del
Evangelio. «Os evangelizo una gran alegría, que lo será para
todo el pueblo: os ha nacido un Salvador, que es Cristo, el
Señor» (vers. 10-11). Cuando el pueblo de los humildes
redescubra que su alegría está en la Salvación de Cristo,
también los evangelizadores sentirán el gozo de haber
cumplido su misión, como aquellos ángeles. -
NATIVIDAD DEL SEÑOR 51
c) Cielo y tierra al unísono. En la concepción bíblica del
universo, mediaba una distancia trascendental entre el cielo de
Dios y la tierra de los hombres. El Himno de Navidad (y. 14)
inaugura un nuevo estilo. Sobre la cuna de Belén y el rostro de
los pastores inciden en unidad los intereses divinos y los
humanos. La Gloria de Dios y su Amor («buena-Voluntad» o
Beneplácito) es Paz de los hombres; la Paz entre los hombres
es Gloria de Dios.
d) Evangelio activo, comunicativo. Aquellos «pastores» o
pueblo de los pobres, primicias de la Fe, son ya Evangelio
hecho vida. No saben permanecer inactivos:
corren, comprueban, comunican...
e) María, silencio activo (y. 19). Pero un alma excepcional habla
con el silencio. Toda su palabra es el Niño. Gracias a ella
tenemos el Evangelio.
Contemplación de Jesucristo Dios, Hijo y Palabra del Padre,
según San Juan (1, 1-18). Considera el Misterio de la Navidad
eterna en la perspectiva de Dios. Poema de la Encarnación; el
Verbo de Dios viene a ser Hombre con los hombres para
elevarlos al conocimiento, amor y vida íntima del Padre.
Centro de este poema cristológico, el concepto de «Palabra»
aplicado al Hijo de Dios. Palabra es comunicación de la propia
interioridad a otro, para que sintonice con ella. En Jesucristo
Hombre se nos transparenta el pensamiento y corazón de Dios.
«Habla» su silencio, en el Pesebre como en la Cruz. Jesucristo
glorificado sigue siendo Palabra en la historia, para los
hombres que tienen abierto el sentido de la Fe. Cuando el
vangelista dice que ha puesto su tienda de campaña (o
Tabernáculo de la [ Alianza) entre nosotros (y. 14), incluye en la
palabra «nosotros» a todos los peregrinos del Pueblo santo.
Sublime la meditación de esta primera página de San Juan ante
el Nacimiento. El Verbo de Dios, que es este Niño, existía antes
del principio de todas las cosas, creó el universo, es fuente de
toda Luz, de toda Vida, y ha venido para hablarnos. Si su carne
de Niño pide un beso de los labios, su Palabra como Dios pide
los brazos abiertos de la Fe y el Amor hecho Vida. Y la perfecta
alegría de la Gratitud.
Es tradición celebrar la Navidad de Cristo a medianoche. Signo
del silencio con que Dios entró en la historia de los hombres.
Contemplamos en la significativa sencillez del Evangelio según
San Lucas el momento central de esta nuestra historia.
El Profeta Isaías lo canta en la imagen de la restauración de
Israel por manos de un Niño (el mismo <cEmmanuel» de 7,14)
que tendrá en su centro la fuerza de la Paz. El Apóstol, en la
Carta a Tito, contempla el misterio de Belén como «epifanía» o
espléndida-manifestación de la Gracia de Dios. Es decir, de su
Amor salvífjco hecho invencible sonrisa de niño, que viene a
«enseñarnos» con su sola presencia a cuánto debemos todavía
renunciar y en qué generosa actitud de Evangelio tenemos que
abrirnos a su Gracia.
San Lucas redacta su contemplación del Nacimiento (2,1-20)
con sensibilidad histórica, pedagogía espiritual y arte de
expresar con popular sencillez la más profunda Cristología.
1. — Formado en el horizonte universal del helenismo como
hombre y de San Pablo como cristiano, el evangelista sitúa el
nacimiento del Mesías en el marco de la
52 CICLO A
historia universal, cuyo centro, para él, era la Roma de
Augusto. De esta realidad y centralidad de Cristo en la historia
conservamos un signo, que es la numeración de los años. San
Lucas deja entender un intencionado contraste cuando el
ángel, en su mensaje a los pastores, da a Jesús los títulos que
solían darse también a los Emperadores por adulación áulica y
aun por culto religioso (»Sotér» o Salvador, «Kyrios> o Señor,
fuente de «evangelios» o felicidad para el mundo...). Es
sugestivo reflexionar con perspectiva histórica sobre la verdad
de lo que se decía en los ambientes oficiosos del Imperio y lo
que se proclamó en el Desierto de Judá. Lo que fueron los
Césares y lo que es Jesucristo para los hombres.
2. — Pedagogo de la más selecta espiritualidad, el evangelista
presenta el Nacimiento como una «enseñanza a los ojos» de lo
que el Maestro dirá luego en el Sermón de la Montaña.
Testimonio de pobreza aceptada en unción de paz. Docilidad a
los signos del querer divino trazados por manos humanas. En
los pastores:
prontitud de «vigilancia», abertura a la Revelación, efectividad
e irradiación de Fe. En todos, atmósfera de Dios, que lo es de
alegría. Arquetipo de silenciosa y fecunda contemplación en la
Madre Virgen (y. 19), voz y alma de esta historia de la Navidad
en el pensamiento del evangelista.
3. — Historia que es soporte de una síntesis popular de
Cristología. Sin necesidad de citar textos, muestra por
transparencia, como en filigrana, el cumplimiento de las
grandes profecías mesiánicas (sobre todo, la de Miqueas que
se leyó el 4•0 domingo-C de Adviento). En relieve la condición
humana y a plena luz la trascendencia divina del Niño («el
Mesías, el Señor»). Hijo y heredero de David (1,32s), Pastor en
situación y ambiente de pastores. Con él amanece para el
mundo la jubilosa novedad del «evangelio» de la Salvación.
En sus horas decisivas, la religiosidad bíblica invita a cantarle
al Señor un «cántico nuevo». El artista San Lucas presenta a
los ángeles enseñando a los hombres el cántico nuevo de la
Redención. Son las palabras del Evangelio más conocidas y
repetidas, dentro y fuera de la Iglesia (al menos, en su segundo
inciso). En Belén se manifiesta al mundo la obra máxima de
Dios: el Misterio de la Encarnación que realiza de una vez para
siempre la indivisible sintesis de armonía entre el cielo («las
alturas») y la tierra, entre Dios y los hombres. Síntesis
indivisible que enlaza en mutuo compromiso la proclamación
de la Gloria de Dios y la Paz entre los hombres. En el cántico
nuevo y eterno de Navidad no se debe borrar ni oscurecer
ninguna de las dos mitades: no invoque la luz quien niega el
sol. Desde el cielo de Belén los ángeles vieron a los hombres
del mundo renovado bajo la luz de la «Buena-Voluntad»:
Beneplácito o Amor eficaz con que los ama Dios al verlos
hermanos de su Unigénito.
El Evangelio de San Lucas nos propone la contemplación del
misterio de Belén en tres escenas: el nacimiento del Niño, el
anuncio del Angel, la visita de los Pastores.
1. — El nacimiento del Niño (2,1-7). La Virgen Madre «dio a luz
a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un
pesebre». Meses antes, Gabriel le había anunciado que su
Jesús sería el Rey Mesías, el Hijo de Dios. Un inoportuno
desplazamiento la ha llevado lejos del hogar. No tiene para su
niño más cuna que un pesebre. Anonadamiento del Infinito. El
relato evangélico se abre con el nombre de Augusto y su
voluntad de catalogar a todos los hombres de la tierra como
quien se
NATIVIDAD DEL SEÑOR 53
cree su dueño total. Arquetipo de la prepotencia. Contraste
entre el supremo orgullo y la suprema humildad. Lucas
menciona también al gobernador Quirinio por cuanto su
memoria iba asociada a la inútil sublevación de los «zelotas»
judíos contra el censo romano. Patriotas caídos en la tentación
de la espada. José y María prefirieron, con casi todo el pueblo,
la fecunda paciencia activa de la paz.
2. — El anuncio del Angel a los pastores (2,8-14). Los pastores
de Belén simbolizan a todo el pueblo de los sencillos. Los
pobres de Yahvé. Les habla un ángel, luz de revelación que
viene de lo alto. Dice quién es el Niño. Es el Salvador; por eso
lo llamarán «Jesús». El Mesías, en quien se cumple toda
esperanza. El Señor. Con el título de «Señor» o Kyrios, los
cristianos para quienes escribía San Lucas expresaban su fe en
la divinidad de Cristo. En su humildad, el Niño del Pesebre es
centro del universo y de la historia. No los césares. Augusto y
otros como él quisieron que se les llamase «Salvador». Pero el
pueblo de los sencillos, el que escucha al ángel de Navidad,
sólo entiende por Salvación la que trae el Niño del Pesebre. La
que el himno celeste de Belén glosa en dos valores
inseparables: la paz de los hombres y la Gloria de Dios.
3.— La visita de los pastores al Niño (2,15-20). Diligente
prontitud —como la de la Virgen en su Visitación— para
aceptar y verificar el mensaje del Angel. Milagro de la fe, que
ve un Niño acostado en un pesebre y reconoce al Señor de la
Gloria. En el gozo con que los pastores comunican a los demás
su experiencia y la expresan con cánticos de alabanza, San
Lucas ve prefigurado el entusiasmo con que los cristianos de
su iglesia vivían y propagaban la fe. Admirador y discípulo
espiritual de María, San Lucas nos la presenta, junto a José y al
Niño, como arquetipo de interioridad reflexiva. Atesoraba y
meditaba en su corazón toda Palabra de Dios. Cuando la Iglesia
hace lo mismo, se descubre a sí misma en el corazón, en la
reflexiva interioridad, de María.
Navidad es un Misterio infinito que se expresa en signos
humildes. Junto al Pesebre coinciden a un mismo nivel la
adoración teológica de los ángeles, la ciencia de los sabios
orientales y el villancico de los pastores. Podemos contemplar
a Dios en el rostro de un niño.
Ambos aspectos del Misterio —profundidad y sencillez— se nos
ofrecen en los diversos textos evangélicos. Por una parte, la
meditación sublime de San Juan (misa del día). Por otra, el
relato popular de San Lucas (tnisas de medianoche y aurora).
1. — El Prólogo de San Juan es un himno a Jesucristo,
Comunicación del Padre a los hombres. El Dios inaccesible (y.
18) y nuestra sed de Infinito se han encontrado en el Misterio
de la Encarnación (y. 14). E4-Jesús de la historia, el de Nazaret
y Belén, es el Logos o Verbo creador del Universo (y. 3), eterno
y divino (y. 1-2). Es la «Palabra»; o sea, la fiel comunicación
personal de la intimidad del Padre a nosotros (y. 18 y Hebr. 1,1-
6 = segunda lectura). «Recibir» o aceptar plenamente a
Jesucristo-Palabra es creer, entrar en comunión con él y
participar de su filiación divina (y. 12).
Es impresionante una repetición lenta y saboreada del Prólogo
de San Juan mirando al Niño del Pesebre. Nos habla su silencio.
Voz irresistible de la divina sencillez, pobreza y amor. Nos
hablará después su generosidad entre las multitudes.
54 CICLO A
Su infinita entrega en el Calvario y en la Eucaristía. Es
imposible conocer a Jesús y no amar a Dios sobre todas las
cosas.
2. — En la narración de San Lucas (2,1-20) se armonizan a
nivel popular la sinceridad histórica, la teología, el arte y la
espiritualidad. Con la sugestión pedagógica de un «pesebre
viviente». Podemos contemplar diversos personajes:
— Los ángeles de la anunciata. Fiel al método bíblico, San
Lucas pone la primicial comunicación del Misterio en boca de
ángeles. Es decir, de «mensajeros» de Dios. Pero al mismo
tiempo, como discípulo de San Pablo y colaborador en su
ministerio, se complace en presentar a estos ángeles como
arquetipo ejemplar de los «evangelizadores’> o apóstoles. Por
la delicadeza de comunicarse directamente con los más
humildes y humillados (tales eran entonces, en la sociedad
judía, los pastores nómadas). Por el arte de presentar el
Evangelio no como un peso sino como una inmensa alegría. Por
la exactitud de proclamar a Jesús Mesías «el Señor» (en
sentido teológico) y reconocerlo como el único Salvador
(cuando en la sociedad helenística era costumbre y casi
exigencia dar el título de «salvador» a ídolos humanos y al
mismo César).
— Los ángeles del Cántico (2,13-14). A través de todo el
Evangelio de la Infancia según Lucas, el gozo de la Salvación
se expresa en himnos. Lo mismo hacía la Iglesia apostólica en
espontánea liturgia (Col 3,16, etc.). El coro angélico de Belén
ha regalado a los hombres el cántico eternamente nuevo de su
Paz. Cántico que será nostalgia hasta que la Paz del mundo
coincida, como enseñaron los ángeles, con la Gloria de Dios.
— Los pastores. Arquetipo de los que el Evangelio llama
«pobres», primicias y aristocracia espiritual de la Iglesia
naciente. Tienen corazón de fe, abierto a la palabra de los
ángeles. Capaces de admirarse. Y de gozar en la sencillez.
Inteligentes para aceptar al Mesías reclinado en un pesebre.
Genérosos en comunicar su gozo a los demás. Navidad nos
invita a convertirnos a la sincerid de aquellos pastores.
— María. Con José, inseparable del Niño. San Lucas la describe
en actitud de reflexión profunda (2,19). Personificación de la
Iglesia actuada en su más alto ejercicio, que es contemplar,
vivir e irradiar el Misterio de Dios-con-nosotros. El Misterio
infinito de la Navidad, que se expresa en signos tan sencillos.
Invitación a cuantos quieran imitarla, haciendo de su vida una
perenne Navidad interior.
LA SAGRADA FAMILIA. JESÚS, MARÍA Y JOSÉ
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Eclesiástico 3,3-7. 14-17a
Dios hace al padre más respetable que a ios hijos
y afirma la autoridad de la madre sobre la prole.
El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su
madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de
sus hijos, y cuando rece, será escuchado;
el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su
madre el Señor le escucha.
Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones,
mientras viva; aunque flaquee su mente, ten indulgencia, no lo
abochornes, mientras seas fuerte.
La piedad para con tu padre no se olvidará,
será tenida en cuenta para pagar tus pecados.
Salmo respdnsorial Sal 127,7-2. 3. 4-5
R. Dichoso el que teme al Señor, y sigue sus caminos!
¡Dichoso el que teme al Señor, y sigue sus caminos! Comerás
del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien.
56 CICLO A
Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu caaa;
tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa.
Esta es la bendición del hombre que teme al Señor:
Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad
de Jerusalén todos los días de tu vida.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3,12-
21
Hermanos: Como pueblo elegido de Dios, pueblo sacro y
amado, sea vuestro uniforme: la misericordia entrañable, la
bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión.
Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga
quejas contra otro.
El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.
Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la
unidad consumada.
Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón: a ella
habéis sido convocados, en un solo cuerpo.
Y sed agradecidos: la Palabra de Cristo habite entre vosotros
en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría;
ezhortaos mutuamente.
Cantad a Dios, dad gracias de corazón, con salmos, himnos y
cánticos inspirados.
Y todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en
nombre de Jesús, ofreciendo la Acción de gracias a Dios Padre
pof medio de él.
Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como
conviene en el Señor.
Maridos, amad a vuestras mujeres, y no séais ásperos con
ellas.
Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al
Señor.
Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los
ánimos.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Col 3,15a. 16a Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro
corazón; que la Palabra de
Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 2,13-15. 19-23
Cuando se marcharon los Magos, el ángel del Señor se
apareció en sueños a José y le dijo:
—Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto;
quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar
al niño para matarlo.
José se levantó, cogió al niño y a su madre de noche; se fue a
Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes; así se cumplió
lo que dijo el Señor por el Profeta: «Llamé ami hijo para que
saliera de Egipto.»
LA SAGRADA FAMILIA
Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de
nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo:
—Levántate, coge al niño y a su madre y vuélvete a Israel; ya
han muerto los que atentaban contra la vida del niño.
Se levantó, cogió al niño y a su madre y volvió a Israel.
Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como
sucesor de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Y avisado
en sueños se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo
llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que
se llamaría nazareno.
Bajo la inspiración del Concilio, la Iglesia decidió celebrar la
fiesta de la SAGRADA FAMILIA en la inmediata cercanía de
Navidad. Porque el Hijo de Dios, sincero en su Encarnación,
vino a ser hijo y centro de una família humana en la tierra.
Familia de Belén, Egipto y Nazaret. Familia que es de él y
también nuestra, pues en él estábamos todos.
Cada familia tiene su archivo de recuerdos. Los capítulos
preludiales de Mateo y Lucas (que suelen llamar «Evangelios
de la Infancia») evocan y meditan circunstan cias por las que
pasó la familia de José, María y Jesús. Huésped de limosna en
Belén, peregrina en el Templo, exiliada en Egipto, escondida en
Nazaret.
1. — « a Egipto..!». Que está cerca, a hora y media de camino,
Herodes el Grande. Arquetipo de tantos «herodes» como irán
desfilando por la historia. La casa de José tiene el sello social
de contar entre sus ascendientes a David. Ello la constituye
sospechosa para quienes no ven ni entienden nada que no sea
ambición de Poder. Herodes ha oído a los «magos)> y le da
uno de tantos arrebatos de manía persecutoria. Teme y odia
hasta a los niños. José con la esposa y el hijo, avisado por el
Angel del Señor, huye al extranjero. Jesús y los suyos tienen
que saborear desde primera hora la aspereza del exilio.
2. — « Vuelve a la Tierra de Israel! Experto en dolor y gozo,
José es pura docilidad a las órdenes del «Angel del Señor».
Enseña más su silencio activo que mil elucubraciones sobre la
obediencia. Evocando un texto de Oseas (11,1), el evangelista
Mateo ve a Jesús como el «verdadero Israel» que sube, llamado
y guiado por el Padre Dios, desde Egipto a la Tierra Prometida.
Pero en el centro de la Patria domina otro tirano, Arquelao, y
sería temeridad establecerse a dos pasos de él en la casa de
Belén. José es jefe de familia responsable, prudente, decidido.
Por eso
3. — «se retirá a la comarca de Galilea y se estableció en una
población llamada Nazaret». El caserío de Nazaret era
entonces tan insignificante (sin ni siquiera muralla) que
sumergía en el anonimato de la pobreza. Allí tenían ya un
pequeño hogar. La palabra NAZARET fue cifra de Humildad. A
los discípulos de Jesús los llamaron (todavía hoy en Israel),
como a él, «nazarenos». San Mateo ve en esta denominación el
cumplimiento de cuanto dijeron los profetas sobre el Mesías-
humilde. En la casa de Nazaret fueron vida, antes de ser
palabra, las Bienaventuran zas y el Padrenuestro. Se respiraba
el Magnificat. Se cumplía con amor cuanto dicen hoy la primera
y segunda lecturas de la misa. A aquella Familia la llamamos
«sagrada»: que quiere decir espacio donde se realiza en la
tierra la Santidad de Dios. Toda familia humaña es «sagrada»,
y no maravilla que el espíritu del Mal concentre contra ella su
actividad. —Nuestro pueblo tiene a honor haber dado a la
Sagrada Familia su corazón, varias instituciones y el
monumento arquitectónico más genial.
58 CICLO A
En este domingo de la Sagrada Familia el Evangelio nos invita
a repasar el camino que siguió José, con Jesús y María, desde
que salió fugitivo de Belén hasta que llegó a Nazaret para
establecer allí su domicilio. El viejo Herodes receló una
conspiración en torno al descendiente de David. Su palacio
estaba a menos de dos horas de Belén. Dios comunica a su
íntimo José la consigna urgente de huir al extranjero, como
cualquier otro sospechoso. Días y noches a través del desierto.
El Emmanuel en el exilio. La Familia arquetipo tenía que serlo
de todas las situaciones: también de los emigrantes; y de los
desterrados y proscritos. Llega la noticia de que ha muerto el
rey, y los tres emprenden el retorno de Egipto a la patria, como
antaño Moisés y los israelitas en el Exodo. Malas noticias en la
frontera: Arquelao no es menos peligroso que su padre. Pero en
el reparto de la herencia no le ha tocado la comarca de Galilea.
José, siempre atento a la inspiración del Señor, se refugia allí,
más de cien kilómetros al norte, y establece su domicilio en
aquel caserío de montaña llamado Nazaret, donde ya habían
residido (al menos María) antes de nacer Jesús.
Nazaret fue el horizonte cotidiano de Jesús durante los años de
infancia y juventud en que se nos configura la concreta
psicología humana. En el centro de este horizonte, su casa. La
casa de sus cinco o diez mil días de sencillez inédita, de
laboriosidad amable, de convivencia disciplinada y, por tanto,
gozosa. Allá las Bienaventuranzas fueron vida antes de ser
palabra en el Sermón de la Montaña. Cuando el Niño decía a
Dios: «Padre... » miraba, de paso, el rostro de José. Y al decir
«Madre» a María se sentía ya hermano de todos los que por El
y en El la llamaríamos así.
«Nazareno» o «de Nazaret» fue el sobrenombre que dio la
gente a Jesús cuando empezó a predicar por los pueblos de
Palestina. Al tiempo que San Mateo escribía su Evangelio, los
judíos llamaban «nazarenos» a los cristianos. Este nombre, que
se decía entonces con un dejo de menosprecio, el evangelista
lo quiere coronar de gloria:
lo somos, porque lo fue Jesús. (Y así de humilde y sencillo lo
habían descrito los profetas). ¡Si cada familia cristiana fuese
también un reflejo de la de Nazaret...!
El autor del Eclesiástico (un viejo lleno de experiencia, llamado
también Jesús, hijo de Sirah, del siglo II a. de C.) recogió en un
voluminoso libro lo mejor de la sabiduría tradicional de su
pueblo. La primera lectura de hoy nos ofrece una parte de su
glosa al cuarto Mandamiento. Pensamientos como éstos eran
los que inculcaban a los niños y jóvenes los mayores de
Nazaret.
En las Cartas de San Pablo, sobre todo en las de sus últimos
años, se puede recoger un código de ascética familiar. Es moral
y pedagogía del buen sentido común, sellada por el Apóstol
con su expresión característica: «en el Señor». Al contacto del
Señor, Cristo, la bondad humana se eleva a la santidad. El
último párrafo de la segunda lectura de hoy pertenece a esta
categoría de catecismo familiar. Los párrafos precedentes
hablan del espíritu que debe reinar en la comunidad cristiana o
Iglesia, que es la gran Familia de Dios.
LA SAGRADA FAMILIA 59
Al hogar humano del Hijo de Dios en Belén, Egipto y Nazaret
nuestro pueblo le ha dado el nombre evocador de «Sagrada
Familia>. Síntesis de Evangelio para los sencillos. Hoy es su
fiesta.
El autor del «Libro del Eclesiástico» (s. I a.C.) se propuso
inculcar a sus jóvenes discípulos criterios más nobles que los
del ambiente paganizado que estaba invadiendo el pueblo de
Dios. Criterios de la que entonces llamaban «Sabiduría»; es
decir, del buen sentido común confirmado e iluminado por la
Fe. Escuchamos un fragmento de la página en que trata de la
actitud de los hijos para con sus padres.
El texto de la Carta a los Colosenses desarrolla la imagen del
«hombre nuevo» expuesta unas líneas antes (y. 10). Su nuevo
ser es participación del de Cristo (y. 11). Su «vestido» [ al rito
bautismal] es la Caridad, que se realiza en una entrañable
comprensión bondadosa (y. 13-14) y fructifica en la concordia
de la paz (y. 15). La reunión eclesial de los así «revestidos» es
intercambio enriquecedor de experiencia en la Palabra,
vibración de salmos y cánticos, gozo de Eucaristía (y. 16-17).
En sus hogares (y. 1 8ss), las relaciones entre esposos, padre e
hijos son orden querido y suavidad de pedagogía en el Amor.
Cada familia sabe su historia íntima, entrelazada de amor,
trabajo y sacrificio. Los cristianos sentimos también como
propia la historia íntima del hogar de José, María y Jesús. La
lectura litúrgica evoca hoy tres momentos, seleccionados del
Evangelio de la Infancia según Mateo: la huida a Egipto, el
regreso a la patria, el refugio en Nazaret.
A. — Al recordar la huida a Egipto (y. 13-15), la intención del
evangelista se concentra en el texto de Oseas (11,1) citado en
el vers. 15. El profeta se refería al pueblo de Israel. Mateo
intuye en sus palabras que Jesús es el verdadero Israel, Hijo de
Dios en plenitud de sentido, que realiza en su carne la
experiencia del destierro y del Exodo. En la teología de San
Mateo, «el verdadero Israel» es la Iglesia, que contempla en la
Infancia de Jesús su propio destino: el de vivir en este mundo la
espiritualidad del Exodo, en exilio, persecución y peregrinación.
En el extremo peligro, Dios Padre manifiesta su providencia
sobre el Niño y su familia no por camino de poder (destruir el
perseguidor) sino de humildad. José, el íntimo de Dios, actúa
de protagonista en el drama. Mediante un procedimiento
literario muy bíblico (repetir en la ejecución de la orden
exactamente las mismas palabras de la orden comunicada por
el ángel), el evangelista destaca en José la virtud fundamental
del hombre de Fe: la obediencia absoluta, que no pide razones
al Señor. El inciso «de noche» envuelve en angustia el trance
de la huida.
B. — Al evocar el regreso, San Mateo refleja conscientemente
la historia de Moisés (Ex 4,19), el salvador del pueblo. José
siempre abierto a la Palabra del Señor, siempre a punto de
obedecerla (y. 19-21).
C. —José pensaría establecerse en Belén. Cerca ya de la patria,
nuevas informaciones reavivaron la angustia: Arquelao no era
menos sanguinario que su padre. José llevaba en su identidad
social el peligro de ser descendiente de David:
bajo los Herodes (y luego bajo los romanos) lo constituía
sospechoso y candidato a víctima. Su prudencia y la Palabra
del Señor guiaron sus pasos a Nazaret. Aldea apenas conocida
entonces, donde les abrigaría el silencio de la pobreza y el
menosprecio ambiental. Nazaret, signo del Mesías humilde
anunciado por «los profetas». Honor de tantas familias que
viven silencionsamente a su imagen la auténtica santidad del
Evangelio.
SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA,
MADRE DE DIOS
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Números 6,22-27
El Señor habló a Moisés:
Di a Aarón y a sus hijos:
Esta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas:
El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor;
el Señor se fije en ti
y te conceda la paz.
Así invocarán mi nombre sobre los israelitas
y yo los bendeciré.
Salmo responsorial Sal 66,2-3. 5. 6 y 8
R. El Señor tenga piedad y nos bendiga. El Señor tenga piedad
y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros:
conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación.
Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con
justicia, riges los pueblos con rectitud, y gobiernas las naciones
de la tierra. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los
pueblos te alaben. Que Dios nos bendiga; que lo teman hasta
los confines del orbe.
SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA 61
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 4,4-7
Hermanos: Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo,
nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que
estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por
adopción.
Como sois hijos, Dios envió a vuestros corazones al Espíritu de
su Hijo, que dama: ¡Abba! (Padre). Así que ya no eres esclavo,
sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de
Dios.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Hb 1,1-2 En distintas ocasiones habló Dios antiguamente
a nuestros padres por los
profetas; ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo.
Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 2,1 6-21
En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo y encontraron a
María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, les
contaron lo que les habían dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que decían los
pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas
en su corazón.
Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo
que habían visto y oído; todo como les habían dicho.
Al cumplirse los ochos días, tocaba circuncidar al niño, y le
pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel
antes de su concepción.
Convergen en este día la fiesta de Año Nuevo, la octava de
Navidad, la veneración de María Madre de Dios, la jornada de
la Paz.
La primera lectura actualiza una antigua Bendición de Israel.
Según el pensamiento bíblico, cuando uno «bendice»
transfunde al otro la riqueza interior en que rebosa. Entre los
bienes que comunica al «bendecir)> destaca el de la Paz. El
vocablo hebreo «Paz» o Shalom connota la síntesis de toda
Felicidad. En la aurora del Año la Iglesia quiere expresar al
mundo, con estas palabras de la Biblia, su más entrañable
Felicitación augural.
El inciso de la Carta a los Gálatas centra nuestra reflexión en el
Misterio fundamental del Cristianismo: el Hijo de Dios se ha
hecho Hombre. Advierte delicadamente San Pablo que la
autenticidad con que Dios se incorpora a la Familia humana
requiere la cooperación de una Mujer: su Madre.
Toda la historia y eternidad de María se concentra en el
momento en que recibió y aceptó la Vocación de ser Madre del
Mesías, Hijo de Dios. San Lucas describe esta Vocación o
experiencia sobrenatural de la Virgen en la página más
hermosa de su
62 CICLO A
Evangelio: la Anunciación (1,26-38). Cuando redactó esta
página, San Lucas se sentía portavoz de la Iglesia Apostólica,
que, adorando a Jesús, no podía menos de reconocer y elogiar
la trascendencia teológica de su Madre. En el relato evangélico
de la Anunciación, al unísono con la voz del Angel, la Iglesia de
los Apóstoles saluda a María como Predilecta de Dios, que la ha
colmado de su Gracia (1, 28.30). Pocas líneas más adelante la
proclama, como Isabel, «la Madre de mi Señor» (1,43).
El fragmento de Evangelio que leemos en la Misa evoca dos
escenas: la visita de los pastores al Mesías recién nacido y la
imposición del Nombre «Jesús»:
1. — La Visita de los Pastores (2,16-20) tiene por centro una
idea: la de que vieron, experimentaron, comunicaron a los
demás y tradujeron en cánticos de gloria la exacta verdad de lo
que el Angel del Señor les había anunciado (vers. 8-12). San
Lucas refleja en el «Evangelio de la Infancia> su propia
experiencia cristiana. El Angel de la Navidad es arquetipo del
Apóstol que anuncia el Evangelio. Los Pastores representan a
los pobres y sencillos que lo reciben con sinceridad de
admiración, van al encuentro de Jesús que reconocen junto a
José y María, les encanta su humildad de Niño reclinado en su
pesebre, irradian a los demás su Fe y con ella transfiguran la
propia vida en gratitud y cántico.
La Visita de los Pastores al Niño ofrece una vez más a San
Lucas la ocasión de realzar la personalidad de la Madre: «María
conservaba todas estas Palabras, reflexionando sobre ellas en
su corazón» (vers. 19). «Corazón», en lenguaje bíblico, es toda
la interioridad consciente de la persona. «Conservar» es
guardar un valor con perseverante continuidad, sin pérdida ni
mengua. «Palabras» es una expresión hebraizante, predilecta
de San Lucas en el «Evangelio de la Infancia»: quiere decir
«hechos» o Acontecimientos en cuanto realizan y expresan la
Palabra o mensaje que Dios quiere comunicar a los hombres.
Todos los «hechos» de la Infancia de Jesús fueron Palabras.
María los recogió e hizo de ellos su vida interior —memoria,
reflexión y cántico— durante años de silencio social. De su
«corazón» o interioridad pasaron luego a la Iglesia, para
cristalizar en Evangelio escrito. La interioridad reflexiva de
María es lección de carácter. Lo más alejado de esa frívola
superficialidad que está malogrando tantas vidas.
2. — La imposición del Nombre «Jesús» (y. 21) es el único
relieve que destaca el evangelista a propósito del rito y fiesta
con que, en la octava de su nacimiento y como todos los
demás niños, el Hijo de Dios fue oficialmente incorporado a la
Comunidad de Israel y constituido «bajo la Ley» [ lectura].
«Poner el nombre» era ejercicio de autoridad; María (Lc 1,31) y
José (Mt 1,21) fueron instrumento de la Voluntad del Padre
comunicada por el Angel. El «Nombre», según la Biblia, define
la persona por su vocación, misión y destino. «Jesús», en
hebreo, es una afirmación:
Dios salva. Dios está con nosotros. Quien tiene a Dios con él,
no teme. Ignora el vacío. Ha descubierto la vena profunda de
su Paz. Millones de humildes y sencillos han saboreado en la
palabra-realidad de «Jesús» aquella Felicidad infinita que nadie
más puede dar.
SEGUNDO DOMINGO DESPUÉS DE NAVIDAD
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Eclesi4stico 24,1-4. 12-16
La sabiduría hace su propio elogio,
se gloría en medio de su pueblo.
Abre la boca en la asamblea del Altísimo
y se gloría delante de sus Potestades.
En medio de su pueblo será ensalzada
y admirada en la congregación plena de los santos;
recibirá alabanzas de la muchedumbre de los escogidos
y será bendita entre los benditos. Entonces el Creador del
Universo me ordenó,
el Creador estableció mi morada: -
—Habita en Jacob, sea Israel tu heredad.
Desde el principio, antes de los siglos, me creó,
y no cesaré jamás.
En la santa morada, en su presencia ofrecí culto y en Sión me
estableció;
en la ciudad escogida me hizo descansar, en Jerusalén reside
mi poder.
Eché raíces en un pueblo glorioso,
en la porción del Señor, en su heredad.
Salmo responsorial Sal 147.12-13. 14-15. 19-20
R. La Palabra sc hizo carne y acsmpó entre nosotros.
(o Aleluya)
64 CICLO A
Glorifica al Señor, Jerusalén, alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a
tus hijos dentro de ti.
Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina; él
envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz.
Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus
mandatos.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Efesios 1,3-6.
15-18
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que
nos bendijo en Cristo con toda clase de bendiciones
espirituales, en el cielo.
Ya que en El nos eligió, antes de la creación del mundo, para
que fuésemos santos e irreprochables en su presencia, por
amor.
Nos predestinó a ser hijos adoptivos suyos por Jesucristo,
conforme a su agrado; para alabanza de la gloria de su gracia,
de la que nos colmó en el Amado.
Por lo que yo, que he oído hablar de vuestra fe en Cristo, no
ceso de dar gracias por vosotros, recordándoos en mi oración,
a fin de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la
gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo,
e ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis
cuál es la esperanza a la que os llama y cuál la riqueza de
gloria que da en herencia a los santos.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
ITm 3,16 Gloria a ti, Cristo, proclamado a los gentiles.
Gloria a ti, Cristo, creído en el mundo.
Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 1,1-18
En el principio ya existía la Palabra,
y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios.
La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la
Palabra se hizo todo,
y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
II DOMINGO DESPUÉS DE NAVIDAD 65
En la Palabra había vida,
y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en la tiniebla,
y la tiniebla no la recibió.
[ un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan:
éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para
que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo
de la luz.]
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al
mundo vino y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio
de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos
no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de
Dios, si creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor
humano, sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne,
y acampó entre nosotros,
y hemos contemplado su gloria:
gloria propia del Hijo único del Padre,
lleno de gracia y de verdad.
[ da testimonio de él y grita diciendo:
—Este es de quien dije: <(El que viene detrás de mí pasa
delante de mí, porque existía antes que yo.’>
Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia:
porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad
vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás:
El Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha
dado a conocer.]
Escuchamos hoy una vez más la primera página del Evangelio
de San Juan, que se leyó en la misa del día de Navidad.
Compuesta en forma de himno, nos lo ofrece la liturgia como
una meditación teológica ante el Jesús que ha nacido en Belén.
1. — «En el principio existía la Palabra...» Se refiere al
«Principio» según la primera línea del Génesis, cuando de la
Nada surgió el Universo. La PALABRA DE DIOS ya existía.
Eterna. Omnipotente, fornió el Cielo y la Tierra. Luz intelectual
llena de Amor. Toda criatura es un reflejo de su amor y su Luz.
Al margen de ella no hay Pensamiento ni Vida.
La Palabra de Dios es Dios mismo. «Verbo» o «Logos» del Padre
en eterno diálogo interior. Nuestro universo es la realización de
un Pensamiento de Dios. Y nosotros, los hombres, somos la
razón de ser de este universo. Dios «nos eligió en El
66 CICLO A
(en Jesucristo, su Verbo o Palabra) antes de la creación del
mundo para que fuésemos santos e iinmaculados en su
presencia por amor». Expresiones de la segunda lectura, que
es un breve extracto del Cántico de la Vocación Cristiana con
que empieza la Carta a los Efesios.
La grandeza de nuestra vida humana no es ilusión. Cada uno
de nosotros ha vivido desde toda la eternidad en el corazón de
Dios. Corazón o intimidad de Dios que es su Palabra. Para que
podamos abrazarla y acunarla ha venido hasta nosotros y se
ha hecho niño en Jesús.
2. — «Vino a su casa, y los suyos no la recibieron». En su
humildad, la Palabra de Dios necesita testigos. Como Juan
Bautista, que vino para dar testimonio de la Luz. A fin de que
esta «casa» de Dios que es nuestra humanidad de hoy,
azorada por infinidad de palabras inútiles, «vea» y reciba la
Palabra de Dios hacen falta testigos auténticos, transparentes,
audaces.
3. — «La Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros».
«Carne» es un modismo hebraizante para expresar la tangible
realidad humana. Dice «acampó» por alusión al Tabernáculo o
Santuario de la Presencia de Dios que acompañaba a su pueblo
en la peregrinación del Exodo. Jesús es DIOS-CON-NOSOTROS
por el camino de la vida. Sabiduría (primera lectura), Fortaleza
y Ley (salmo responsorial). «Lleno de gracia y de verdad»: que
quiere decir expresión evidente del Amor y Fidelidad Divina. —
La Palabra pide respuesta. Diálogo. En Jesús de Belén, de
Nazaret, del Calvario y del Cielo nos habla Dios. A los ojos y al
corazón. Feliz el hombre que sepa hacer de su existencia —
existencia eterna— un «divino diálogo interior».
Leemos otra vez (como en el día de Navidad) la primera página
del Evangelio de San Juan. Su pensamiento central está en
aquella frase tan conocida: El Verbo (o «Palabra») se hizo
carne, y habitó entre nosotros».
En el texto original, el vocablo correspondiente a habitar
sugiere la imagen de «plantar la tienda de campaña». Alude al
Tabernáculo o tienda sagrada, en la que Yahvé manifestaba su
Presencia en medio del pueblo de Israel cuando peregrinaba a
través del desierto hacia la tierra prometida. El signo
característico de la divina presencia era aquella nube
resplandeciente, que los israelitas llamaban «la Gloria de
Yahvé». Cuando el evangelista dice que ha contemplado la
«gloria» de Cristo, se refiere al resplandor de su divinidad que
irradiaba en sus obras, en sus palabras (y alguna vez, como en
la Transfiguración, hasta en su rostro).
Los hombres de corazón limpio, dice la sexta Bienaventuranza,
verán a Dios. Juan era un joven de alma transparente, y sintió
en su trato con Jesús el calor de la divinidad. En el fondo de su
pureza mantuvo aquella sed de infinito que define al hombre.,
Y descubrió en Cristo que el Infinito ya no nos es lejanía, sino
intimidad; porque El ha venido a hacernos fácil, humana,
familiar la convivencia con Dios. Cada celebración eucarística
reenciende la llama de este mensaje. El mejor regalo que
podríamos hacer a la próxima generación es enseñar a los
niños de hoy a comprenderlo.
Al componer su prólogo, San Juan tenía presentes algunos
textos del Antiguo Testamento. Entre ellos, una de las páginas
más hermosas de la Biblia: la
I DOMINGO DESPUÉS DE NAVIDAD 67
autopresentación y elogio de la Sabiduría en el capítulo 24 del
libro de Ben Sirah (o «Eclesiástico»). La primera lectura nos
ofrece un breve fragmento: la Sabiduría escogió por morada
predilecta el pueblo de Israel y, sobre todo, la ciudad santa de
Jerusalén. (El Salmo responsorial la invita a dar gracias). Es un
lejano atisbo, poético y profético al mismo tiempo, de lo que
haría Jesús, Palabra y Sabiduría de Dios, al venir al mundo y
habitar entre los hombres.
En la segunda lectura escuchamos dos fragmentos de la
obertura de la Carta de los Efesios. Es un himno al misterio de
la unión de todos los hombres en Cristo, contemplado en la
perspectiva del pensamiento de Dios antes de la creación del
mundo. Porque desde toda la eternidad el Padre nos eligió y
destinó a ser hijos suyos, santos e inmaculados en su
presencia, profesionales de la Caridad. El centro de este plan
eterno de Dios es Jesucristo. El destino y la esperanza de toda
la familia humana es formar con él una inmensa Unidad. Con
Cristo, el Emmanuel o «Dios-con- nosotros», que ofrece el cielo
a la tierra. Ideal fascinador, aunque difícil de comprender: el
Apóstol pedía al Padre para sus discípulos que «les iluminase
los ojos del corazón», a fin de que lo comprendieran.
Las lecturas de este domingo invitan a reflexionar una vez más
sobre el sentido de la Navidad: si Dios ha venido a establecer
su morada entre los hombres, la tierra puede y debe ser un
reflejo del Cielo.
El capítulo 24 del «Eclesiástico» es obra maestra de la
literatura bíblica sapiencial, de la que apenas dan idea los dos
fragmentos aislados que leemos. Arquetipo de toda belleza,
manantial de todo bien, Presencia activa de Dios, en el mundo,
la Sabiduría ha fijado su residencia en Sión y desde allí irradia
al pueblo de Israel. El Sirácida identificaba la «Sabiduría» con
la Torá o Ley de Moisés (vers. 23ss). Imagen provisional de lo
que iba a ser Cristo-Sabiduría y su Evangelio para todos los
hombres.
La lectura de la Carta a los Efesios une también dos
fragmentos. El primero forma parte del Himno introductorio,
que bendice al Padre por habernos elegido, predestinado y
llamado a ser cistianos. En el segundo (1,1 Sss), el Apóstol pide
para sus lectores la Sabiduría de la Fe: aquella que intuye con
sabrosa evidencia cordial la infinita riqueza, felicidad y
hermosura a que nos destina Dios elevándonos al orden de la
Gracia.
Escuchamos una vez más el Prólogo del Evangelio según Juan.
La página más densa de la Biblia. Durante siglos fue normal
saberla de memoria.
Una primera estrofa (y. 1-2) contempla al Logos o Verbo en su
divina eternidad. Otra (3-5), en su acción creadora. Luego (9-
13) se habla de su manifestación al mundo y de la diversa
actitud (fe o incredulidad) de los hombres ante ella. Sigue la
estrofa culminante (y. 14), que proclama el misterio de la
Encamación. En las últimas líneas (16-18), la Comunidad de los
Creyentes o Iglesia se reconoce a sí misma como participación
de la plenitud de Cristo, Verbo o «Palabra» del Padre.
Participación en su Gracia o Vida divina. Reflejo de su Verdad o
conocimiento perfecto de Dios, que sólo El ha revelado. Dos
incisos intercalados (6-8 y 15) evocan la misión del Bautista.
68 CICLO A
El Prólogo de San Juan es glosa de un himno con el que los
cristianos de la Región de Efeso confesaban a Jesús Dios y
Hombre, Vida y Luz de los hombres, que ha venido a hacerse
nuestro para hacernos suyos.. Reflejando textos sapienciales
del Antiguo Testamento, quiere dar a entender que Jesucristo
es la verdadera y sustancial Sabiduría de Dios manifestada al
mundo. Aplicando a él lo que los rabinos contemporáneos
decían de la Ley, significa que Jesús la ha superado (vers. 17) y
que la verdadera «Ley» de Dios se manifiesta y realiza en su
Persona. [ otras palabras: para el mundo, a partir de Cristo, la
Ley es el Evangelio Por la región de Éfeso se tenía en gran
aprecio la filosofía. El vocablo «logos» fascinaba a muchos
como cifra de supremos ideales. Al resumir en él la teología de
la Palabra de Dios, Juan insinúa a sus lectores helenistas que
Jesucristo-Logos realiza y trasciende todo ideal humano de
realidad, belleza y orden universal.
El punto focal del himno está en la afirmación de que el Verbo
(eterno, Dios, creador) se hizo «carne» y plantó entre nosotros
su «tienda» de peregrino. «Carne» es hebraísmo: significa
hombre, subrayando su concreta realidad, con esta expresión,
Juan prepara la catequesis eucarística del capítulo 6. La
imagen de la <ctienda» (sugerida en el texto original) se
refiere al «Tabernáculo» o Templo del Pueblo de Dios peregrino
en el Desierto. En la Iglesia, el auténtico Templo es Jesucristo
Un 2,19-22), Verbo-«Carne» que está siempre (Mt 28,20)
«entre nosotros».
Dios nos habla. Su Palabra es Cristo. El Niño del Pesebre, cuyas
manos rigen el Universo y la Historia. En él la Sabiduría eterna
se ha hecho presente al mundo y vive entre nosotros [ lectura].
Dichoso el que tiene iluminados, para entenderla, los ojos del
corazón [ lectura]. -
En el Evangelio, escuchamos el PROLOGO DE SAN JUAN. Himno
a Jesucristo, la Palabra de Dios. Reliquia preciosa de la
primitiva liturgia. El texto original está saturado de misteriosa
belleza. El pensamiento se va desarrollando en tres ciclos
concéntricos: a) Contemplación del Verbo desde la eternidad y
en su acción creadora; b) en su venida al mundo; c) en el
Misterio de la Encarnación.
1. — «En el principio, ya existía... » Antes de la Creación,
Jesucristo en cuanto Hijo de Dios era desde siempre el
«Logos», Verbo o Pensamiento-y-Palabra inmanente del Padre.
Intimidad divina, gloriosamente feliz. Todo fue creado por él y
en todo se transparenta su ideal. La Fe sabe admirar al Creador
en cada criatura. Y como tal amarla y respetarla. Por pensar
así, Francisco de Asís vivió la más alta Sabiduría. Flor de la
Creación es la Vida y la Luz —victoria sobre las Tinieblas— que
Dios comunica de Sí mismo a los hombres.
2. — <‘Vino al mundo...)> Atestiguado por Juan Bautista.
Incomprendido del «mundo». Rechazado de su propia patria
como un extraño. Pero los que creen en su Nombre, los que
aceptan la Luz, reciben la dignidad de ser hijos de Dios.
3. — «Se hizo carne... » Misterio de Nazaret en la virginal
intimidad de María. Entrañable liturgia de Belén que adora y
abraza a Dios en un Niño. El Misterio de la Encarnación es el
centro de la Historia humana. Cuando lo reconozca, la
Humanidad hallará su cauce. Su «Paz en la Tierr,a». «Acampó
entre nosotros» —compañero y guía de un pueblo de siempre
nómadas, peregrinos hacia su divina plenitud humana. «Lleno
de Gracia y de Verdad» Jesucristo, por encima y más allá de la
Ley, nos ha
II DOMINGO DESPUÉS DE NAVIDAD 69
establecido en una situación de Gracia o vida eterna, que es la
suprema Verdad. No hay felicidad mayor que la de ser
cristiano. Estar en diálogo de confianza con la infinita PALABRA
DEL PADRE, que nos habla ahora desde el Pesebre y luego
desde la Cruz, desde la Eucaristía, desde el Evangelio —y
siempre dentro del propio corazón.
Los teztos bíblico-litúrgicos de hoy, densos y difíciles, iluminan
uno de los aspectos más sugestivos del Misterio que se
manifiesta en la Navidad. El de que Dios se ha hecho Hombre
para estar con nosotros los hombres. Y nosotros con él.
Algunos escritores del Antiguo Testamento prepararon la plena
revelación de la Presencia divina en medio de su Pueblo
personificando la Sabiduría de Dios. Uno de ellos, el autor del
Libro del Eclesiástico (que identificaba la Sabiduría con la
«Ley» o Torá), proclama, en la primera lectura, el honor de la
santa Jerusalén, centro y morada de la «Sabiduría» en este
mundo. El Salmo responsorial pide a Jerusalén que reconozca y
cante su gloria. La lectura cristiana de la Biblia aplica al
universal Pueblo de Dios lo que la letra dice de «Jerusalén».
Con esta perspectiva, el Apóstol en la Carta a los Efesios
bendice al padre por habernos llamado a todos a formar urja
Comunidad eterna de Santidad y Amor en Jesucristo.
En la lectura evangélica escuchamos una vez más el «Prólogo
de San Juan». La página más profunda de cuantas se han
escrito, y una de las más difíciles. En otras épocas era normal
saberla de memoria.
Los entendidos comparan este Prólogo a una «obertura» o
preludio musical, que anticipa y resume intensamente los
grandes «temas» de todo el cuarto Evangelio. En síntesis:
Jesucristo es la (única) Luz y Vida de los hombres. La Verdad y
la Gracia. Gloria y Palabra del Padrç. El Hijo de Dios. Dios
verdadero, creador del universo. Sin dejar de serlo, se hizo
Hombre entre los hombres. Se nos ha manifestado, y así ha
manifestado al Padre. Nos comunica una participación de su
Plenitud divina. De esta manera, liberándonos del orden de la
«Ley», nos establece en un nuevo órden divino-humano de
Gracia y de Verdad (y. 16-17). Suyos son el mundo y los
hombres; quienes, cuando «viene» y se manifiesta, lo aceptan
y se entregan a él por la Fe viva, obtienen el don de ser hijos
de Dios. Quienes por el contrario no lo reciben permanecen en
la Tiniebla.
- El Prólogo tiene ritmo poético. Tal vez fue himno litúrgico en
las iglesias de Efeso. El evangelista intercala unas líneas sobre
Juan el Precursor, «testigo de la Luz». El texto original es de
incomparable belleza. Difícil para nosotros por su estilo cíclico
y reiterativo; por su lenguaje alusivo y, en apariencia,
abstracto.
Pero en la mente de San Juan era concreto y personal desde la
primera hasta la última línea. Todo habla del Jesús que vio,
amó y comprendió. Dice de él las maravillas que los teólogos
judíos decían de la «Sabiduría» y de la «Ley». Y le aplica en
sentido trascendente sus reflexiones sobre la Palabra de Dios.
Meditando el primer capítulo del Génesis atribuían a la Palabra
(o «Memrá») de Adonai la creación a partir de la nada, el orden
sobre el caos, la luz como victoria sobre las tinieblas, la vida, la
comunicación con el hombre. San Juan ve realizado todo esto
con plena verdad en Jesucristo, porque él es el Hijo único de
Dios (y. 18).
70 CICLO A
Este tftulo, el Unigénito de Dios, puesto al final del Prólogo
constituye su punto culminante. Por ser Hijo, es «Palabra».
Expresión y comunicación a nivel humano de la misteriosa
intimidad del Padre (y. 18). El que entiende a Cristo, no puede
ignorar a Dios.
«Y acampó entre nosotros». La expresión greco-bíblica del
texto original sugiere el sentido de establecer la Tienda (o
«tabernáculo») de la Alianza como santuario de la Presencia
divina entre nosotros. En Cristo Hijo de Dios se encuentran
todos los hombres entre sí y con el único Padre. Al decir que el
Verbo se hizo «carne» (hebraísmo realista, equivalente a
«hombre»), San Juan prepara la catequesis eucarística del
capítulo seis de su Evangelio. La Eucaristía es el ámbito normal
del encuentro divino-humano. Cuando al recibirle
eucarísticamente Jesús puede decir de cada uno «En mí
permanece y Yo en él» (Jn 6, 56), llega a plenitud el misterio de
Presencia divina que nos ha manifestado la Navidad.
En los textos bíblicos de este domingo saboreamos la
presencia del Niño de Belén con el corazón iluminado por la fe.
El es la Sabiduría de Dios, que ha querido morar en nuestro
pueblo [ lectura]. Fuente de toda bendición, santidad y amor
[ lectura]. Palabra del Padre [
Escuchamos una vez más el Prólogo de San Juan. Obertura y
síntesis del cuarto Evangelio. La más profunda, difícil y
hermosa página de toda la Biblia. Siendo inagotable su riqueza
doctrinal, no podremos glosar más que algunos rasgos.
1. — «En el principio existía la Palabra». Palabra es expresión y
comunicación de la propia interioridad. En su «Palabra» (Logos
en griego, Verbum en latín) Dios manifiesta y transmite su
Vida, Hermosura y Amor. Irradiación de su Gloria.
Transparencia de su Pensamiento. El prólogo de San Juan es un
himno a Jesucristo reconocido y adorado como «Palabra del
Padre». En cuanto tal, existía ya en el principio, antes de la
creación del universo, cuando todo era solo Dios en un eterno
diálogo de Espíritu entre el Padre y la infinita «Palabra»
pronunciada por él —que es su Hijo.
2. — «Por medio de la Palabra se hizo todo». La creación en su
totalidad y cada uno de los seres creados son obra de arte de
la Palabra de Dios. Conocer la naturaleza obliga a admirarla;
quien la sepa admirar, proclamará la gloria de su Artista.
Pensamiento sublime para saborearlo ante el Niño de Belén,
principio, razón de ser y centro del universo.
3. — «Y la Palabra se hizo carne...» En la humanidad del Niño
de Belén nos sonríe la Palabra de Dios. Todo este himno del
«prólogo de San Juan» gira en torno a la realidad fundamental
del cristianismo: la Encarnación. El Unigénito de Dios se ha
hecho hombre. Acampa entre nos9tros, compañero y guía de
nuestra humana peregrinación. Plenitud y comunicacirrn a los
hombres de su Vida y Luz, de su Gracia y Verdad. Luz o Verdad,
que hacemos nuestra por la fe. Vida o Gracia que nos eleva a
filiación divina. Dios se nos ha hecho cercano y transparente
en la humanidad de Cristo; si la conocieran, no habría ateos. Y
si nosotros tenemos amor y trato cotidiano con la Palabra tal
como en el Evangelio se nos da a conocer, nuestra vida será su
testimonio.
II DOMINGO DESPUÉS DE NAVIDAD 71
El tiempo litúrgico de Navidad se entrecruza con la celebración
social de Año Nuevo, cuando reflorece entre los hombres un
anhelo de Felicidad, un augurio de Renovación. Los textos
bíblicos de estas fiestas nos invitan a su Fuente divina, que
está en el Cielo, en Belén y dentro de nosotros.
El leccionario señala para este domingo el Prólogo de San Juan,
como en el día de Navidad. La primera lectura prepara el tema
con el Elogio de la Sabiduría, que, viniendo de lo alto, se
establece y arraiga en «Jerusalén» (el Pueblo de Dios). En el
salmo, «Jerusalén» canta el gozo de esta Presencia
excepcional, que le asegura la Paz. En la Carta a los Efesios,
San Pablo bendice y da gracias por la felicidad infinita a que
hemos sido llamados los cristianos, y pide que tengamos
inteligencia para comprender nuestra vocación.
El Prólogo de San Juan resume, a manera de una «profesión de
fe», los pensamientos fundamentales del Cuarto Evangelio. Lo
mismo se puede leer antes de todo el libro como un
«preludio», que después como una «síntesis» o recapitulación.
Estilo propio de un teólogo contemplativo. Aire de himno
litúrgico.
Se refiere todo aJesucristo, a quien se designa con este nombre
hacia el fin (y. 17), después de haberle atribuido el título de
Verbo (o «Palabra»), la fontalidad de la Vida y la Luz, la
plenitud de la Gracia y la Verdad. Su identidad personal es la
de «Unigénito» del Padre (y. 14 y 18). Al principio y al final se
afirma explícitamente su Divinidad. En el centro (y. 14), su
Humanidad.
La primera mitad del Prólogo desarrolla cuatro temas. La
segunda mitad los repasa en orden inverso:
A. — En la intimidad de Dios (y. 1-2). Evocando el comienzo del
Génesis («En el principio...»), San Juan afirma que Cristo, en
cuanto Dios, existió eternamente, antes de toda creación, en
diálogo de vida con el Padre. Le da el título de Logos, al que
corresponde el latinismo Verbo. Si se quiere traducir por.
Palabra, hay que dar a «palabra» mayor plenitud de sentido del
que tiene en el lenguaje común. En el vocabulario de San Juan,
Logos da a entender que el Hijo de Dios es imagen exacta del
Padre. Irradiación de su Gloria (y. 14). Expresión perfecta y
activa de su eterno Pensamiento de salvar, santificar y
glorificar a los hombres.
B. — En la Creación y en la Historia (y 3-5). Todas y cada una
de las creaturas del Universo son artesanía del Hijo de Dios. El
es el «Logos» o Ideal divino de cuanto existe, acontece y vive.
Hermoso pensamiento para saborearlo ante el Niño de Belén.
En la Creación-hecha-Historia, todo es signo. Todo es Luz o
transparencia de Dios... si no hay tiniebla en el espíritu del
hombre (y. 5).
C. — Testimonio de Juan Bautista (y. 6-8). Por veneración hacia
su antiguo maestro, el evangelista elogia y define la misión del
Precursor.
D. — Venida del Verbo al mundo (y. 9-13). Ya que los hombres
no supieron reconocerlo en la Creación (Rom 1,18-23), el
mismo Verbo ha venido en persona al mundo de los hombres a
hacerse presente y visible. Aun así, muchos no lo han
«recibido». Pero cuantos lo reciben; es decir, los que creen
plenamente en él y a él se entregan, alcanzan la máxima
dignidad: la de devenir hijos de Dios.
La segunda mitad del Prólogo recoge esta última idea (D) y la
concreta en la más conocida fórmula del Misterio de la
Encarnación: El Verbo (eterno, divino...) se hizo carne y puso su
tienda de campaña en medio de nosotros. «Carne»: expresión
hebraizante, que connota la realidad y debilidad de la
naturaleza humana. La
72 CICLO A
«tienda» alude al Tabernáculo (o Templo) de la Alianza, espacio
de la Presencia total de Dios. La «Gloria» o nube luminosa
denotaba esta Presencia. La Gloria de Jesucristo (sus obras, su
Evangelio, su Redención) irradia la del Padre. Imposible
conocer a Cristo y ser ateo.
Las últimas líneas repasan y amplían las ideas precedentes. El
testimonio de Juan (y. 15). El nuevo y definitivo orden cristiano
de la Creación-hecha-Historia (y. 16). La afirmación de que
Jesucristo, el único testigo de Dios, nos comunica desde la
intimidad del Padre su perfecto conocimiento (y. 18). Es la
Palabra divina, que, desde el silencio de Belén, nos habla de
Paz y Amor.
EPIFANÍA DEL SEÑOR
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 60,1-6
¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor
amanece sobre ti!
Mira: las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos,
pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti;
y caminarán los pueblos a tu luz; los reyes al resplendor de tu
aurora.
Levanta la vista en torno, mira:
todos ésos se han reunido, vienen a ti:
tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos.
Entonces lo verás, radiante de alegría; tu corazón se
asombrará, se ensanchará, cuando vuelquen sobre ti los
tesoros del mar, y te traigan las riquezas de los pueblos.
Te inundará una multitud de camellos,
los dromedarios de Madiári y de Efá.
Vienen todos de Sabá, trayendo incienso y oro, y proclamando
las alabanzas del Señor.
Salmo responsorzal Sal 71,2. 7-8. 10-11. 12-13
R. Se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra.
74 CICLO A
Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes:
para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con
rectitud.
Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la
luna; que domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la
tierra.
Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributos;
que los reyes de Sabá y de Arabia le ofrezcan sus dones, que
se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le
sirvan.
Porque él librará al poder que clamaba, al afligido que no tenía
protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la
vida de los pobres.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 3,2-3a. 5-
6.
Hermanos: Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de
Dios que se me ha dado en favor vuestro.
Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio que no
había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como
ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y
profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros
del mismo cuerpo y partícipes de
la Promesa en Jesucristo, por el Evangelio.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Mt 2,2 Hemos visto salir su estrella, y venimos a adorarlo.
Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 2,1-12.
Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes.
Entonces, unos Magos de Oriente se presentaron en J
preguntando:
— está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto
salir su estrella y venimos a adorarlo.
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y todo Jerusalén con
él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y
les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.
EPIFANÍA DEL SEÑOR 75
Ellos le contestaron:
—En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el Profeta: «Y tú,
Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las
ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será el pastor
de mi pueblo Israel.»
Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le
precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los
mandó a Belén, diciéndoles:
—Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño, y, cuando
lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto
la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que
vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la
casa, vieron al niño con María, su madre, y, cayendo de
rodillas, lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le
ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo para que no
volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.
El misterio del Hijo de Dios hecho hombre se realizó en silencio.
Pero tenía que manifestarse a todo el mundo en Palabra de
humildad. «Manifestación espléndida» se dice en griego
Epifanía, y tiene por símbolo el amanecer de la luz. Los que
aman a Cristo desean y bendicen con gozo sus «epifanías». La
liturgia, el Pueblo de Dios y sus mejores, que son los niños,
celebran con alborozo la que consideran como primera o
arquetipo: la ofrecida a aquellos «Magos de Oriente>, a
quienes Dios habló silenciosamente en sintonía con la voz de
una estrella.
En la primera lectura, del Libro de Isaías, un profeta testigo de
las ruinas de Jerusalén canta la certeza de su resurrección. La
nueva «Jerusalén» o Ciudad de Dios será convergencia de los
caminos de Salvación del mundo, porque todos los pueblos
verán en ella el resplandor de la Gloria de Dios. Ideal teológico
de la Iglesia (ver Mt 5,14-16), cuya misión es ofrecer a todos la
Presencia eficaz del que es Lumen Gentium, Jesucristo.
En la Carta a los Efesios, San Pablo proclama la Unidad
universal en Cristo. Destinados a una común escatológica, es
deber de los hombres anticipar en este mundo su fraternidad
sin barreras, como hijos de Dios. Misión de Ekklesía universal,
que fascinó el dinamismo apostólico de San Pablo. Su
admiración y gozo era ver como los paganos buscaban y
hallaban la Paz en Jesucristo, el Mesías de los judíos, como un
día los Magos en Belén.
Leemos un episodio del «Evangelio de la Infancia» según
Mateo. El autor recoge la memoria de unos hechos, que en su
dimensión histórica fueron divinamente sencillos, y la
condensa en un relato lleno de dramatismo donde cada
persona, gesto y actitud tiene transparencia significativa.
a) Herodes, el arquetipo del perseguidor. La çomunidad
cristiana en que escribía Mateo ya había conocido tres
generaciones de la dinastía «Herodes», y este nombre les
sonaba tan fatídico como el de «Nerón» en la iglesia romana.
Habituado a ser tirano sin control, le sobresalta el anuncio de
un Mesías que viene a limitar su arbitrio. Astucia, furor, sangre
inocente (16-19). El contraste entre el poderoso «rey Herodes»
y la humildad del «Rey de los Judíos» anticipa el tema
agustiniano de las dos Ciudades, cada una con su amor y
servicio.
76 CICLO A
b) Los colaboradores de Herodes. No sin dolor, el evangelista
presenta a los dirigentes religiosos e intelectuales del judaísmo
de su tiempo interpretando correctamente las Escrituras, pero
al servicio de «Herodes». Y a «toda Jerusalén» participando en
sus sentimientos.
c) Las primicias de la Fe. En contraste con la actitud negativa
de los responsables del Pueblo de Dios, unos «Magos» venidos
del extranjero o gentilidad personifican la Fe en camino. Nada
concreto se sabe de ellos, más que su heroica ejemplaridad.
Expertos en preguntar al firmamento el sentido de sus
maravillas, han interpretado en clave mesiánica el orto de una
estrella. El evangelista no teme llevar hasta el límite la
«condescendencia» de un Dios que sabe hablar a los hombres
de cada cultura en su lenguaje. Para el que tiene corazón de
Fe, todo es signo de la Fe. En la simbología de Israel, la
«estrella» era cifra del Mesías (vgr. Nuni 23,17; Apoc 22,16). A
su Voz, la docilidad de los Magos se realiza buscando a Cristo.
Ascética de una Fe que ha de ser al mismo tiempo regalo y
conquista, gracia y riesgo, humildad de consulta y alegría de
descubrimiento (10).
d) «Lo adoraron». Protagonista de toda la narración es el Niño.
La «estrella» fue sintonía de su Palabra silenciosa, la que llama
por dentro a quienes tienen corazón de Fe. Los Magos realizan
la definitiva actitud cristiana en su gesto litúrgico de adorar.
Actitud de reconocer y darse a Dios en Cristo. Actitud hecha
sacrificio, poesía y sinceridad en la entrega de nuestro «oro,
incienso y mirra». Teólogo y pedagogo de la Fe, San Mateo no
deja de advertir que los Magos, buscando a Jesús, lo
encontraron con María.
El vocablo griego Epifanía quiere decir «espléndida
manifestación» de lo que estaba oculto. Sugiere el amanecer
de una luz intensa. La gran Epifanía de Cristo será su
Glorificación universal al fin de los tiempos. Pero ya durante la
vida terrena de Jesús hubo algunas epifanías preludiales.
Nuestra liturgia contempla hoy y reproduce en espíritu la que
describe San Mateo en el Evangelio de la Infancia.
Al poner por escrito la gesta de los Magos, San Mateo reflejó la
situación de su Iglesia. En contraste con cierta hostilidad de los
ambientes judíos, cada día eran más los que, procedentes del
paganismo, abrazaban el Evangelio. Pensando en ellos, Mateo
elevó el gesto de aquellos orientales adoradores del Niño
(gesto que debió realizarse en divina sencillez) a arquetipo de
la Fe de todos los pueblos. Fe Generosa y tenaz que, siglo tras
siglo y en tal diversidad de Naciones, ha constituido y sigue
constituyendo la mejor Epifania de Jesucristo en la Historia.
1. — Los Magos y la estrella. Para el que tiene corazón de Fe,
todo es signo de Dios. Los Pastores de Belén escucharon a un
ángel. A los Magos les fue toque de atención un fenómeno
singular del firmamento. La Gracia habla al oído interior de
cada hombre en su propio lenguaje. Cuando el espíritu no es
rebelde, infinidad de caminos llevan a Belén.
2. —Jerusalén. Llamada a ser luz de Dios y capital del mundo
[ lectura]. Su vocación no dejará de cumplirse. Aunque, en
perspectiva inmediata, Mateo tiene que constatar con pena la
mala voluntad de Herodes el Grande, prototipo de todos los
«Herodes», y la servil cooperación de sus sometidos. Pero es
exactamente en la línea torcida de su maldad que Dios lleva a
los Magos hasta Belén.
EPIFANÍA DEL SEÑOR 77
3. — El Niño. Estrella y término de todos los caminos del
Hombre, simbolizados en el de los Magos. Plenitud de aquella
«inmensa alegría», que es la Felicidad en acto. Rey de la Paz
en la Justicia [ responsorial]. Estábamos allí, porque el
evangelista ha querido plasmar la Vocación de todos en la Fe
inteligente de aquellos sabios o «magos». Adoran a Cristo.
Generosos, en signo de entrega personal le ofrecen su oro, su
incienso, su mirra. Hoy reproducimos este signo en los niños
que son imagen viva del Señor. Testigo de la religiosidad
apostólica, San Mateo observa que los Peregrinos de la Fe
encontraron a Jesús «con María su Madre».
BAUTISMO DEL SEÑOR
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 42,1-4. 6-7.
Esto dice el Señor:
Mirad a mi siervo, a quien sostengo;
mi elegido, a quien prefiero.
Sobre él he puesto mi espíritu,
para que traiga el derecho a las naciones.
No gritará, no clamará,
no voceará por las calles.
La caña cascada no la quebrará,
el pábilo vacilante no lo apagará.
Promoverá fielmente el derecho,
no vacilará ni se quebrará
hasta implantar el derecho en la tierra
y sus leyes, que esperan las islas. -
Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he tomado de la
mano, te he formado y te he hecho alianza de un pueblo, luz
de las naciones.
Para que abras los ojos de los ciegos,
saques a los cautivos de la prisión,
y de la mazmorra a los que habitan en las tinieblas.
Salmo responsorial Sal 28,la y 2. 3ac-4. 3b y 9b-1O
R. El Señor bendice a su pueblo con la paz.
Hijos de Dios, aclamad al Señor, aclamad la gloria del nombre
del Señor, postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
BAUTISMO DEL SEÑOR 79
La voz del Señor sobre las aguas, el Señor sobre las aguas
torrenciales. La voz del Señor es potente, la voz del Señor es
magnífica.
El Dios de la gloria ha tronado.
En su templo, un grito unánime: ¡Gloria!
El Señor se sienta por encima del aguacero.
El Señor se sienta como rey eterno.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 10,34-38.
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:
—Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo
teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su
palabra a los israelitas anunciando la paz que traería
Jesucristo, el Señor de todos.
Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan
predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me
refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del
Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los
oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él.
ANTÍFONA Aleluya, aleluya. -
Mc 9,6 Los cielos se abrieron y se oyó la voz del Padre: Este es
mi Hijo, el amado; escuchadio. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 3,13-17 -
En aquel tiempo, fue Jesús desde Galilea al Jordán y se
presentó aJuan para que lo bautizara. Pero Juan intentaba
disuadirlo diciéndole:
—Soy yo el que necesita que tú me bautices, ¿y tú acudes a
mí?
Jesús le contestó:
—Déjalo ahora. Está bien que cumplamos así todo lo que Dios
quiere.
Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del
agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba
como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz del
cielo, que decía:
—Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto.
A raíz de su BAUTISMO en el Jordán, Jesús dio por terminada la
vida oculta de Nazaret e inauguró la Misión evangelizadora. «
Ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, pasó por el
mundo haciendo el bien» [ lectura].
80 CICLO A
1. — «Jesús, viniendo de Galilea al Jordán, se presenta a Juan
para que lo bautice». Hijo del pueblo, peregrina tres o cuatro
jornadas con ios que de su pueblo bajan al río sagrado con el
fin de ser «bautizados» en él. El Jordán marca la frontera de la
Tierra Prometida. Por él entró Israel en la patria. Cruzándose
pasó Elías de este mundo a Dios. Practicar una inmersión o
baño ritual en sus aguas (etimología de «bautismo») expresaba
la decisión de trascender o pasar de un mundo de pecado a la
sincera Patria de los hombres, que es la de Dios. San Mateo
dice que Juan se maravilló frente a tan humilde gesto. San
Lucas (1,43) anticipa esta admiración en la de Isabel, hiadre
del profeta, cuando vio que se había dignado venir a ella María
de Nazaret, la Madre del Señor. El cuarto evangelio pone en
labios del mismo Juan la razón teológica de este misterio que
hoy contemplamos: Jesús es «el Cordero de Dios que ha
tomado sobre sí (para redimirlo con su sacrificio) el Pecado del
mundo» Un 1,29). Aquel «Bautismo» ya era signo y preludio
del «bautismo» (Mc 10,38 y Lc 12,50) de la Cruz.
2. — «Se le abrieron los Cielos, y vio que el Espíritu de Dios
bajaba y venía sobre él». Jesús entra con los pecadores en el
Jordán sabiendo que así lo quiere el Padre. En el fondo de la
humillación siente la clara experiencia de su Ser divino. El
Evangelio la describe a manera de una «teofanía». Ver que el
Cielo se abre es signo de intercomunicación familiar con Dios.
En Cristo Jesús se abrazan lo divino y lo humano. Desciende el
Espíritu Santo y habita en la Humildad.
3. — «Y una Voz dijo desde el Cielo: Este es mi Hijo amado, en
quien me he complacido». «Voz del Cielo» que significa
Revelación. Sólo Dios Padre podía «revelar» o manifestarnos a
su propio Hijo (Mt 11,27 y 16,17). Antes, el Señor hablaba de
su «Siervo» [ lectura]. Unidos por el Espíritu Santo a Cristo, el
Hijo único, podemos experimentar desde su corazón el Amor
del Padre —sabiendo que también somos sus hijos en El y con
El. Fue la Gracia infinita que recibimos cuando nos bautizaron
en el Nombre de la divina Trinidad. No hay mayor felicidad que
la de saber, pensar y vivir que Dios también nos llama «hijos»,
gracias a Jesús.
Los textos de la misa, en esta festividad del Bautismo del
Señor, empiezan con el primero de aquellos cuatro «Cánticos
del Siervo de Yahvé» incluidos en la segunda parte del libro de
Isaías. Jesús leía en estos cánticos su destino trazado por el
amor del Padre: su vocación de iluminar y redimir el mundo.
En este primer cántico, Dios presenta a su Servidor. El
concepto bíblico de servicio supone trabajar
desinteresadamente, siempre y sólo obra del Mesías-Servidor
consistirá, según esta profecía, en proclamar, promover e
instituir en todo el mundo el «Derecho» (entiéndase: la
Voluntad, Justicia o definitiva Ley de Dios); será, por tanto, «luz
de los pueblos» y misionero de su libertad. Su fisonomía
psicológica, suavidad y mansedumbre; su táctica, una
inagotable comprensión paciente con los débiles. Invencible,
porque es el mismo Yahvé quien lo eligió, lo ama y lo protege:
él lo ha consagrado con su Espíritu, que es la fuerza de Dios.
Cuando los primeros cristianos repasaban este cántico,
contemplaban en él, por transparencia, el rostro de Jesús
(véase Mt 12, 15-21).
El Evangelio relata el bautismo de Jesús en el Jordán, junto con
la teofanía (o «manifestació de Dios») que le siguió.
BAUTISMO DEL SEÑOR 81
Las teofanías bíblicas suelen tener dos fases: una visión, por la
que la presencia del Dios invisible se manifiesta a los ojos
mediante un signo, y una voz, que traduce con palabras al oído
el sentido de la visión. La teofanía del Jordán representa a los
ojos del descenso del Espíritu Santo desde los cielos abiertos.
Al mismo tiempo, la voz de Dios proclama Hijo suyo a Jesús,
sobre quien reposa el Espíritu.
Estas palabras del Padre reflejan intencionadamente el
comienzo de los Cánticos del Siervo. Quiere decir que se van a
realizar aquellas profecías en Jesús de Nazaret. El Espíritu de
Dios, que le ungió Mesías-Servidor, le indica la hora de iniciar
su misión al mundo (como hará con la Iglesia en Pentecostés).
En la conciencia humana de Jesús, la teofanía del Jordán
confirma, actualiza y eleva a tensión mística su vocación.
En vez de «mi Siervo», el Padre lo llama «mi Hijo, el Amado>.
(«El Amado» corresponde a una expresión semítica equivalente
a Unico). Novedad infinita del Evangelio: la revelación de un
Dios que es Padre, Hijo y Espíritu. La ascética del servido, en la
psicología de Jesús, sin perder un átomo de su autenticidad se
transfigura en espíritu filial.
La excelsa teofanía del Jordán, preludio del Tabor, tiene por
marco la mayor humillación: Jesús ha querido ser bautizado
entre los pecadores, asumiendo en sí todo el peso del pecado
humano para transformarlo en Justicia (véase el Evangelio del
domingo próximo). Según Lucas, la teofanía se realizó mientras
estaba en oración al salir del agua; de pie, con los brazos
abiertos, trazaba ya en el aire el signo de la Redención.
Al narrar como catequistas la actividad de Jesús, sus testigos
empezaban por el bautismo en el Jordán. Así lo hizo Pedro en
casa del centurión Cornelio, en la extensa alocución de la que
leemos sólo un breve fragmento. Los cristianos vemos en este
misterio un arquetipo de nuestra regeneración como hijos de
Dios en el agua bautismal por el Espíritu.
La Iglesia apostólica entendió el Bautismo del Señor como una
fiesta inaugural. Señaló la hora de la acción, madurada en el
silencio de Nazaret. La hora de proclamar y realizar el
Evangelio. Con su Bautismo en el Jordán empezó la Vida
Pública de Cristo.
El relato de San Mateo se desarrolla en dos fases: la primera
evoca el Bautismo; la segunda describe la inmediata
Revelación divina o «teofanía».
A. — Al evocar el Bautismo (vers. 13-15), destaca la iniciativa
de Jesús. Juan intenta oponerse, pero el Señor da su razón y
decide.
Jesús, en efecto, tomó la iniciativa de peregrinar desde Galilea
—tres o cuatro jornadas— para entrar religiosamente en el
agua del Jordán bajo la dirección del Bautista. Lo mismo que
hacían tantos otros. Sintonía con el alma del pueblo. Sencillez
de aceptar normas y ri,tos. Juan quiere atajarlo: ¿cómo puede
el Señor, el que viene a bautizar en Espíritu Santo, someterse a
aquel signo de previa conversión que administra su siervo?
(3,11).
La respuesta de Cristo resume todo su programa. Traduciendo
a la letra, diría:
«Nos corresponde cumplir así toda justicia» (vers. 15). La
palabra «Justicia», en el
82 CICLO A
Evangelio según San Mateo, abarca todo el plan salvífico de
Dios en cuanto es norma de vida para el hombre. Más sencillo:
«Justicia» es la Voluntad del Padre conocida, amada y hecha
propia. Jesús viene a «cumplirla>. No sóio en el sentido de
«practicarla», -sino en el de llevarla a su definitiva perfección.
Juan tuvo la misión de promover la «Justicia» con su bautismo
de agua, que era un signo de conversión y de preparación al
Evangelio. Jesús asume este bautismo, y le da plenitud de
sentido transfigurándolo en arquetipo del Bautismo cristiano.
Fue estilo de Jesús asumir los valores humanos para elevarlos a
nivel divino. De esta manera «cumplía»; es decir, daba plenitud
a la voluntad del Padre.
B. — La Revelación que sigue al Bautismo (vers. 16-17) se
describe con el estilo bíblico de las teofanías: Dios habla a los
ojos por medio de «signos» y a los oídos por una «voz celeste».
1. — El signo de los «cielos abiertos» (16a) anuncia la
intercomunicación y -la entrañable intimidad entre el orden
divino y el humano.
2. — El signo del Espíritu que desciende en forma visible afirma
la realización de la profecía que escuchamos en la primera
lectura (Is 42,1; véase también la 1,2). Jesús es aquel «Siervo
de Yahvé» elegido para iluminar con la verdad y el derecho de
Dios a todos los pueblos de la tierra. Según la teología bíblica,
cuando Dios escoge a un hombre para encomendarle una
Misión, le da su Espíritu. Es decir, se le da él mismo para
hacerlo instrumento de su Acción. La presencia activa del
Espíritu suscita en cada concreta situación humana el
«carisma» oportuno. El de la palabra profética, de la sabiduría,
de la fuerza, de la prudencia, del buen gobierno (Is 11,1-5)...
Los dones concretos del Espíritu en cada elegido determinan su
Vocación y marcan el programa de su Misión.
3. — La « Voz del Cielo» (17) es palabra de Dios Padre que
define la Personalidad Vocación de Jesús. Cita el comienzo de la
mencionada profecía del Siervo de Jahvé. Quiere decir que la
va a realizar: será el Profeta firme y humilde que describió el
Libro de Isaías, el Mártir por los pecados del pueblo. Pero la
«Voz del Cielo» eleva el presentimiento de Isaías a un nivel de
infinita plenitud: Jesús llevará a término la obra del «Siervo»,
pero es EL HIJO.
La Revelación de JESÚS HIJO DE DIOS es tema central del
Evangelio de hoy. Al mirar al cielo con sus ojos se ilumina la
infinita alegría de saber y sentir que Dios es PADRE. Y que el
ESPIRITU SANTO que los une es infinita realidad personal. La
teofanía del Bautismo proclama la Vocación de Jesús.
Manifestarse Hijo de Dios en su humanidad. Enseñar a los
hombres el auténtico sentido de la vida: el de llegar a ser y
sentirse con él hijo de Dios, en un mismo Espíritu (Gal 4,4-7).
Las antiguas liturgias orientales celebran con exultante alegría
el Bautismo de Jesús en el Jordán. Y los peregrinos de Tierra
Santa miran y tocan el agua del río con devoción evocadora.
Nuestro Jordán fue el bautismo sacramental. Nos unió con
Cristo, el único Amado y Predilecto del Padre. Tenemos su
vocación y carisma existencial: El de ser ante el mundo
transparencia de Filiación divina. Y, por tanto, hermanos
sinceros.
Con el «Bautismo» en el Jordán se inauguró la misión
evangelizadora de Jesús, se afirma su personalidad de Hijo de
Dios y Mesías Siervo de Yahvé, se prefigura su Pasión y Gloria.
La Iglesia celebró desde muy antiguo este Misterio como una
de las grandes «epifanías» del Señor.
BAUTISMO DEL SEÑOR 83
Del Libro de Isaías escuchamos el primer «Cántico del Siervo
de Yahvé». La voz del Padre en el Jordán refleja sus primeras
palabras, dando a entender que es Jesús quien va a realizar el
ideal de este poema. Invencible en su mansedumbre activa, el
Siervo llevará la Verdad, Derecho y Libertad de Dios a todos los
pueblos de la tierra.
El Libro de los Hechos cuenta en el capítulo 10 la
evangelización de la familia de
Cornelio, la primera no israelita que se incorporó a la Iglesia. El
sermón de San Pedro
(y. 34-43), del que leemos las primeras líneas, es un esquema
de la «Catequesis
apostólica», que consistía en una reflexión doctrinal sobre la
Vida de Jesús a partir del
Bautismo de Juan.
El Evangelio describe una manifestación de la divinidad
(teofanía) en el marco de un rito penitencial («bautismo»).
• A. — El «bautismo’> o baño religioso a que invitaba Juan era
un signo de conversión. Expresaba, de por sí, sentimiento del
pecado. Cuando los apóstoles explicaban a los catecúmenos
esta humillación de Cristo en el Jordán tenían que prevenir dos
dificultades: a) ¿acaso Jesús se había reconocido inferior a Juan
[ pretendía algún discípulo de éste]?; b) si en el Hijo de Dios es
inconcebible el pecado
¿qué sentido pudo tener para él un «bautismo» de penitencia?
San Mateo responde a estos interrogantes en los vers. 14 y 15:
a) Juan intuye en Jesús al Mesías (cf. 3,11) y Jesús,
implícitamente, lo acepta [ ahora...>]: ambos dan ejemplo de
hun en la verdad; b) la razón profunda que mueve a Jesús es
«cumplir toda Justicia» [ dice el texto original].
Son éstas las primeras palabras de Jesús en el Evangelio según
Mateo. El evangelista las pone en sus labios no como
explicación de un solo acto sino como síntesis- programática
de toda su Misión. En San Mateo, la palabra «Justicia» (que
fascinaba entonces al pueblo judío) equivale a realización de la
Voluntad del Padre. Entiende siempre por «Voluntad del Padre»
la Salvación mesiánico-escatológica de los hombres. «Cumplir»
no es simplemente «hacer», sino llevar-a-plenitud o toda
perfección. Estas primeras palabras de Jesús quieren decir,
según Mateo, que su «bautismo» ya es un acto salvífico, en
relación de continuidad con todos los demás que culminarán
en el Sacrificio redentor. Como en la Cruz, Cristo en el Jordán
lleva en sí «el pecado del mundo» Qn 1,29). Su gesto prefigura
el de los discípulos de todo el mundo (Mt 28,19) que entrarán,
por el Bautismo-sacramento, en comunión con la Santidad de
Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
B. — La teofanía (y. 16-17) muestra el Espíritu bajando sobre
Jesús y al Padre declarándolo Hijo suyo unigénito, centro de
todo su Amor. Al- contemplar este Misterio, los lectores de San
Mateo (y él mismo) pensaban en el Bautismo cristiano, por el
que somos constituidos hijos de Dios en Cristo al recibir el
Espíritu Santo. La Ley del bautizado es, como Jesús, cumplir
toda justicia (= realizar en amor la Voluntad del Padre). —
Desde el punto de vista cristológico, la teofanía declara la
Filiación divina de Jesús, su plenitud de Espíritu según las
Escrituras (Is 11,lss; 61,lss, etc.); su misión de Mesías al estilo
del «Siervo de Yahvé» (Is 42,1). La unión entre el «bautismo»
(humillación redentora) y la teofanía (glorificación) presignifica
el Misterio pascual.
PRIMER DOMINGO DE CUARESMA
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Génesis 2,7-9; 3,1-7
El Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en
su nariz un aliento de vida y el hombre se convirtió en ser vivo.
El Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia Oriente, y colocó
en él al hombre que había modelado.
El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles
hermosos de ver y buenos de comer; además el árbol de la
vida, en mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y
el mai.
La serpiente era el más astuto de los animales del campo que
el Señor Dios había hecho. Y dijo a la mujer:
— es que os ha dicho Dios que no comáis de ningún árbol del
jardín? La mujer respondió a la serpiente:
—Podemos comer los frutos de los árboles del jardín;
solamente del fruto del árbol que está a mitad del jardín nos ha
dicho Dios: No comáis de él ni lo toquéis, bajo pena de
muerte.»
La serpiente replicó a la mujer:
—No moriréis. Bien sabe Dios que cuando comáis de él se os
abrirán los ojos y seréis como Dios en el conocimiento del bien
y el mal.
La mujer vio que el árbol era apetitoso, atrayente y deseable
porque daba inteligencia; tomó del fruto, comió y ofreció a su
marido, el cual comió.
Entonces se les abrieron los ojos a los dos y se dieron cuenta
de que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se
las ciñeron.
Salmo responsori4 Sal 50,3-4. 5-6a. 12-13. 14 y 17
R. Misericordia, Señor, hemos pecado.
Misericordia, Dios mío, por tu bondad; por tu inmensa
compasión borra mi culpa. Lava del todo mi delito, limpia mi
pecado.
1 DOMINGO CUARESMA 85
Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi
pecado. Contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que
aborreces.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro
con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me
quites tu santo espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso. Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5,12-
19.
Hermanos: Lo mismo que por un solo hombre entró el pecado
en el mundo, y por el pecado la muerte, y la muerte se
propagó a todos los hombres, porque todos pecaron...
[ aunque antes de la ley había pecado en el mundo, el pecado
no se imputaba porque no había ley.
Pues a pesar de eso, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés,
incluso sobre los que no habían pecado con un delito como el
de Adán, que era figura del que había de venir.
Sin embargo, no hay proporción entre la culpa y el don: si por
la culpa de uno murieron todos, mucho más, gracias a un solo
hombre, Jesucristo, la benevolencia y el don de Dios
desbordaron sobre todos.
Y tampoco hay proporción entre la gracia que Dios concede y
las consecuencias del pecado de uno: la sentenc4a contra uno
acabó en condena total; la gracia, ante una multitud de
pecados, en indulto.]
Si por la culpa de aquél, que era uno solo, la muerte inauguró
su reino, mucho más los que reciben a raudales el don gratuito
de la amnistía vivirán y reinarán gracias a uno solo, Jesucristo.
En resumen, una sola culpa resultó condena de todos, y un
acto de justicia resu indulto y vida para todos.
En efecto, así como por la desobediencia de un solo hombre,
todos fueron constituidos pecadores, así también por la
obediencia de uno solo, todos serán constituidos justos.
VERSÍCULO No sólo de pan vive el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios. Mt 4,4b
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 4,1-11
En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu
para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta
días con sus cuarenta noches, al final sintió hambre.
86 CICLO A
Y el tentador se le acercó y le dijo:
—Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en
panes.
Pero él le contestó diciendo:
—Está escrito: ((No sólo de pan vive el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios.»
Entonces el diablo lo lleva a la Ciudad Santa, lo pone en el
alero del templo y le dice:
—Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito:
«Encargará a los ángeles que cuiden de ti y te sostendrán en
sus manos para que tu pie no tropiece con las piedras.»
Jesús le dijo: -
—También está escrito: «No tentarás al Señor, tu Dios.»
Después el diablo lo lleva a una montaña sltísima y
mostrándole todos los reinos del mundo y su esplendor le dijo:
—Todo esto te dará si te postras y me adoras.
Entonces le dijo Jesús:
—Vete, Satanás, porque está escrito: «Al Señor, tu Dios,
adorarás y a él solo darás culto.»
Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y lo
servían.
Fue el Espíritu Santo quien guió los pasos de Jesús hacia el
Desierto. Allí, con aquel ejercicio ascético de «cuarenta Días y
cuarenta noches» (al estilo de Moisés: Ex 34,28), nos dejó el
arquetipo de la Çuaresma cristiana. Nuestra Cuaresma ha de
ser ejercicio práctico de Espiritualidad.
Cristo venía del Bautismo en el Jordán, donde se manifestó
sobre él el Espíritu al tiempo que la voz del Padre decía: «Tú
eres mi Hijo, el Amado». Jesús vivió el silencio de aquellos días
en la ardiente conciencia de sentirse HIJO DE DIOS. Con la
misión de comunicar esta gloria a sus hermanos los hombres.
Gracias a él, en nuestro bautismo recibimos también el Espíritu
Santo, que nos constituyó hijos de Dios. Que la Cuaresma haga
reflorecer en nosotros, como una primavera del alma, la feliz
responsabilidad de vivir como tales.
El Espíritu quiso que Jesús fuese tentado. Es decir, que
venciese la TENTA ClON. Adán sucumbió (primera lectura), y
con él todos (segunda lectMra). Confesémoslo (salmo
responsorial). La Cuaresma es tiempo de purificación. En el
último inciso del Padrenuestro llamamos «liberación» a la
victoria contra el Mal que nos tienta. Cuando no se antepone
esta victoria personal contra el Pecado, se frustra todo
proyecto humano de liberación.
En el relato evangélico de las tres tentaciones tenemos una
«escenificación catequética» (que el mismo Señor sugeriría a
sus discípulos) de la victoria de Cristo contra Satanás. El
Tentador quería desviar su misión de HIJO DE DIOS. La lección
espiritual, en cada una de las tres escenas, se centra en el
texto bíblico que cita Jesús. Los tres textos son del
Deuteronomio. El Deuteronomio es una «meditación» sobre la
historia del Exodo. Cada una de las tres escenas alude a
situaciones de la peregrinación de Israel por el Desierto, en las
que el Pueblo se rebeló contra Dios. Jesús inculca una plena
docilidad.
1. — El hombre vive, no sólo de pan, sino también «de toda
Palabra que sale de la boca de Dios». Alusión a la historia del
maná (Ex 16). Lección ciertamente difícil, de la heroica
confianza que el Hijo de Dios tiene siempre en su Padre. Jesús
la explanó en el Sermón de la Montaña (Mt 6, 25-33).
2. — «No tentarás al Señor, tu Dios» El diablo sugiere a Jesús
una exhibición
1 DOMINGO CUARESMA 87
espectacular, fantástica. Así aceptarían todos sus divinas
credenciales... Pero la Fe no quiere razones mágicas. En el
estilo de la Encarnación lo divino fluye por cauces humanos,
sencillos, normales. -
3. — «Al Señor, tu Dios, adorarás». Sólo a El, único Señor y
centro de la vida. «Adorar a Satanás» es transparente alegoría
de vender alma y conciencia a otros «dioses» por ventajas
temporales. A partir del Calvario, servir al único Dios se suele
pagar con el martirio.
A partir de este primer domingo de Cuaresma la selección de
teztos bíblicos en la misa obedece a un plan temático. Después
del tiempo pascual reanudaremos. la lectura semicontinua de
San Mateo.
El Génesis nos recuerda la figura de Adán, rendido al pecado
por la tentación. En el Evangelio contemplamos la figura de
Cristo venciendo al tentador. Como puente
entre ambas lecturas, la Carta a los Romanos compara las dos
respectivas situaciones del hombre: bajo el dominio del pecado
y la muerte por su solidaridad con Adán; en el reino de la
gracia por su incorporación a Cristo.
El relato de las TENTACIONES sigue, en el Evangelio, al del
Bautismo y la teofanía en el Jordán. Allí la voz del cielo declara
a Jesús Hijo de Dios. El Espíritu que descendió sobre él le
impulsa hacia el DESIERTO. Eran muchos por aquel tiempo los
israelitas que buscaban el encuentro con Dios en el desierto
mediante una ascética de austeridad, oración y reflezión sobre
las Sagradas Escrituras. Su ambiente preferido estaba en la
vertiente oriental de los montes de Judá. Jesús quiso practicar
también una temporada, a nivel heroico, la espiritualidad del
desierto. Su ejemplo es invitación al cristiano moderno, que la
necesite como el pan.
El Maestro hablaría a veces con los discípulos, en la intimidad,
de su combate íntimo contra el Espíritu del Mal. Algn así como
una meditación de las «dos banderas». Ellos hicieron de sus
confidencias, en estilo convencional, lección para la Iglesia. Las
respuestas a las tres «tentaciones» evocan, por alusión, la
indocilidad del antiguo pueblo de Dios cuando peregrinaba a
través del desierto. Y destacan, sobre todo, la pura docilidad de
Cristo al camino señalado por el Padre. Camino de dólor,
sencillez y pobreza. El evangelista resumirá en una sola, en el
Calvario, la multiforme tentación satánica: «Si eres Hijo de
Dios, baja de la cruz» (27,40). Cuando él subió a la cruz
precisamente por ser Hijo de Dios. A la cruz que anuló aquellas
falsas ilusiones mesiánicas de su pueblo, puestas por el
Evangelio de hoy en boca del diablo:
taumaturgia egoísta, ézitos apocalípticos, poderío temporal y
riqueza. La firme docilidad de Jesús al camino trazado por el
Padre es norma y criterio para que en la Iglesia de los hijos de
Dios nunca se doble la rodilla ante Santanás.
Cristo vencedor. Adán vencido. El proceso de la tentación y del
pecadó está descrito en el Génesis de mano maestra. Ser
como Dios, árbitro autónomo del bien y del mal... Ilusión
sacrílega del primer Adán, y de nuestro Adán de cada día. Por
respuesta, la desnudez; manera bíblica de expresar la
absoluta, miserable, ridícula indigencia de la nada que ha
rechazado su apoyo en el Todo. Esta primera lectura es uná
llamada a todo hombre sincero a que sepa reconocer en su
íntima fisonomía al pate+ttçsco> qile -le une cQn Adán.
(Recordar que «Adam» -significa «hombre»).
El SalMo la respiX dél hombre sincero.
88 CICLO A
San Pablo proclama (en el clásico y difícil texto sobre el pecado
original) el gozoso mensaje de que, sólo por Cristo y en Cristo,
el hombre es elevado de su condición de pecador en Adán a la
participación de la Justicia o Santidad de Dios.
Cuaresma: primavera del espíritu. La Liturgia de la Palabra en
este primer domingo repasa los jalones fundamentales de la
Historia de la Salvación. El Hombre creado por Dios. Vencido
por el Mal en Adán. Vencedor del Mal en Cristo.
La primera lectura invita a recordar en su totalidad los tres
primeros capítulos del Génesis. Son teología en lenguaje del
pueblo. Lección de fe en torno a la pregunta:
« es el Hombre?». Dos vertientes en la respuesta. Primera: el
Hombre es artesanía de Dios. Obra máxima de su Creación.
Materia ennoblecida por su aliento, que es la Vida. Vida a nivel
de espíritu, inteligencia y amor. Vida que necesita desarrollarse
en familiaridad de comunicación con Dios y con sus
semejantes. Vida que, para serlo, pide Felicidad sin término —
por encima y más allá de la muerte. En su segundo aspecto, la
respuesta del Génesis define a la Persona humana libre y
responsable. «Tentada» por Alguien, inteligente y exterior a él,
que le enciende en orgullo de ser igual a Dios: ilimitada, fuente
del Bien y del Mal. Hacer propio este Orgullo (que, en el obrar
concreto, asumirá mil rostros distintos) se llama Pecado.
En la segunda lectura, San Pablo afirma el misterio de nuestra
solidaridad con el Hombre-Salvador, comparándolo y
sobreponiéndolo al misterio de nuestra previa solidaridad con
el Hombre-Pecador, Adán. Página difícil. Antes de explicarla,
conviene leer por entero los ocho primeros capítulos de la
Carta a los Romanos. Sin Cristo, todos y cada uno de los
hombres están en situación de Pecado. Enfermos en su
libertad. Incapaces de Salvación y de Justicia. Fruto y signo de
esa Esclavitud, la Muerte. Pero la Salvación de Cristo es victoria
infinita sobre el Mal (Rom 8). Perdón. Justicia. Vida. Espíritu.
Libertad. Filiación divina. Con una palabra —la más hermosa en
labios cristianos— GRACIA.
El Evangelio resume la Victoria del HIJO DE DIOS, en forma de
una lección viva, inspirada en el Deuteronomio, que el Señor
comunicará a sus discípulos. A partir del Bautismo (contexto
precedente: 3, 13-17), el Hijo de Dios busca la atmósfera de la
Gracia en el «desierto» (intensa comunicación con el Padre, en
actitud de peregrinación, Exodo). También en el «ayuno»
(austeridad con elevación religiosa, sin ostentación). La
Tentación es segura. Actualiza en cada uno la de Eva y Adán.
Su táctica podrá ser desconcertante. Hasta ingenua. Pero
converge y culmina en la Tentación suprema: Gloria y Poder a
cambio de negar a Dios. Postrarse en adoración ante el «ídolo»
de turno. Jesús vence y enseña a vencer con la Palabra de Dios
asimilada. Su última respuesta (vers. 1Db) es la Profesión de
Fe, hecha oración personal, que reza cada israelita todas las
mañanas y todas las noches.
SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Génesis 12,1-4a
En aquellos días, el Señor dijo a Abrahán:
—Sal de tu tierra
y de la casa de tu padre
hacia la tierra que te mostraré.
Haré de ti un gran pueblo,
te bendeciré, haré famoso tu nombre
y será una bendición.
Bendeciré a los que te bendigan,
maldeciré a los que te maldigan.
Con tu nombre se bendecirán
todas las familias del mundo.
Abrahán marchó, como le había dicho el Señor.
Salmo responsorial Sal 32,4-5. ¡8-19. 20 y 22
R. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo
esperamos de ti.
La palabra del Señor es sincera
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que
esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.
90 CICLO A
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo
esperamos de ti.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo i,
Querido hermano: -
Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según las
fuerzas que Dios te dé. El nos salvó y nos llamó a una vida
santa no por nuestros méritos, sino porque antes de la
creación, desde el tiempo inmemorial, Dios dispuso darnos su
gracia, por medio de Jesucristo; y ahora, esa gracia se ha
manifestado por medio del Evangelio, al aparecer nuestro
Salvador Jesucristo, que destruyó la muerte y sacó a la luz la
vida inmortal.
VERSÍCULO En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre:
Éste es mi Hijo, el amado; escuchad
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 17,1-9
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su
hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta.
Se tranfiguró delante de ellos y su rostro resplandecía como el
sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús:
—Señor, ¡qué hermoso es estar aquí! Si quieres, haré tres
chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió
con su sombra, y una voz desde la nube decía:
—Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchad
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y tocándolos les dijo:
—Levantaos, no temáis.
Al alzar los ojos no vieron a nadie más que a Jesús solo.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó:
—No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre
resucite de entre los muertos.
La Cuaresma nos prepara a la Pascua. El Éxodo fue camino a la
Patria. La vida mortal de los que son hijos de Dios tiene por
destino la Gloria. El domingo pasado vimos al Hijo de Dios
pasando su «cuaresma)> de sacrificio y tentación. Hoy lo
contemplamos transfigurado.
II DOMINGO CUARESMA 91
Jesús era buen pedagogo. Hablaba a los ojos más que a los
oídos. «Transfigurar- se» ante los discípulos fue lección de
teología. Ocho días antes les había dicho por primera vez que
es necesario pasar por la Cruz (Mt 10, 21-24). Les pareció
absurdo. Por eso, en el Tabor les deja entrever —como anticipo
de la Resurrección— la otra cara del Sacrificio. Sacrificio es la
puerta de acceso a Dios. Tenebrosa cuando se mira desde aquí.
Puro resplandor si se contempla desde donde la ilumina la
Verdad.
Los evangelistas condensaron en breves líneas el recuerdo de
aquella hora. En conformidad con su estilo didáctico, en la
redacción todo es «signo». Cifra de un pensamiento teológico.
Debe interpretarse bajo la luz de la historia bíblica. Por
exigencia de brevedad, nos limitaremos a insinuar la
traducción de dichos signos.
1. — TRANSFIGURACION. La «alta montaña» evoca el Sinaí. O
sea, el Lugar sacral del encuentro con Dios, donde El
manifiesta su Gloria, su Ley y su Alianza.
—«Moisés y Elías» fueron los dos grandes profetas, que, en la
Historia Antigua, subieron al Sinaí para conversar con Dios en
la cumbre y ser confirmados en su carisma de conductores del
Pueblo. —Una Luz intensa, no-natural, aviva la Presencia de
Dios. Significa, en el Tabor, que Jesús es Plenitud,
Transparencia y Comunicación de la divinidad. Luz ardiente en
Amor, Amor hecho Bondad, Bondad que infunde
Bienaventuranza. —De ahí la reacción de Pedro, quien, por
estar ante Jesús- manifestado, se siente del todo feliz. -
2. — REVELACION. La «Nube luminosa fue en Israel, desde el
Exodo, el signo privilegiado de una especialísima presencia de
Dios que va a intervenir en un momento decisivo. —La «Nube»
envuelve también a los tres Discípulos, germen y arquetipo de
la Comunidad de la Nueva Alianza; es decir, de la Iglesia. —La
« Voz desde la nube» es divina Revelación. El que habla, al
decir: «mi hijo», se autodefine PADRE. Su doctrina se centra en
una afirmación: Jesús, auténtico Hombre, es EL HIJO DE DIOS.
En El está todo su Amor. En obedecerle se resume toda ley:
ESCUCHADLE.
3. — SILENCIO. Al término, «Jesús solo». Sin Resplandor ni
Nube. Sin profetas: quien ha escuchado al Padre ya no necesita
a «Moisés» ni a «Elías»... Pedro, Santiago y Juan tienen que
«bajar de la Montaña» y caminar con Cristo hacia la Cruz, en
silencio. La verdadera Gloria (que en las «horas de Tabor» sólo
se pregusta) está al otro lado del Sacrificio.
Las lecturas de este segundo domingo de Cuaresma invitan a
reflexionar sobre algunas etapas fundamentales de la Historia
de la Salvación: siendo el género humano pecador (tema del
domingo pasado), Dios misericordioso (Salmo) le da a conocer
su vocación a constituir un inmenso pueblo o familia (primera
lectura), en la que la existencia del hombre tiene por ideal y
término la gloria que se manifiesta en Jesús transfigurado
(Evangelio).
El Apóstol resume toda esta Historia salvífica en un breve
inciso de la CARTA A TIMOTEO. Dios nos salvó de pura gracia;
nosotros no lo podíamos merecer. Esta gracia, decidida desde
la eternidad, se ha manifestado y realizado en Cristo Salvador.
Por él, en el Evangelio, se nos da la vocación a la santidad.
Porque Cristo venció a la muerte y (dice en significativa
expresión el texto original) «ha iluminado la vida». [ que el
bautismo se llamó antiguamente «Iluminación», y que los
cristianos se sentían «Luz en el Señor» (Efes 5,8).]
92 CICLO A
La vocación de Abrarn marca una hora decisiva en la Teología
de la historia. En los once primeros capítulos, el GENESIS
describe el rostro pecador del mundo en las figuras de Adán y
de Caín, en la generación del diluvio y en los constructores de
Babel. Sobre este mundo pecador alborea desde el principio,
en el horizonte de futuro, una promesa de Salvación. Con
Abram, casi veinte siglos antes de Cristo, esta promesa divina
se enraíza en un pueblo y en una tierra concreta. El Patriarca
de todos los redimidos se presenta como arquetipo de fidelidad
a la vocación: dócil a la Palabra, heroico en la renuncia,
peregrino sin condiciones, «amigo de Dios».
En el EVANGELIO, la imagen de Jesús transfigurado se presenta
como ideal y término a los peregrinos de la Salvación. Hacía
poco que había anunciado su próximo camino a Jerusalén para
sufrir allí Pasión y muerte. Añadió luego que cada uno debía
caminar, con su propia cruz a cuestas, en pos del Mesías. Esta
perspectiva abrumó a los discípulos. El Maestro dio a gustar a
los más íntimos una anticipación de la plena experiencia
pascual: por la Cruz a la Gloria.
La liturgia de la Palabra nos actualiza esta lección. El Hijo del
Hombre se manifiesta en la alta montaña hecho un ascua de
luz. La luz era signo de la presencia divina. La alta montaña
evoca el Sinaí, donde Moisés y Elías alcanzaron antaño el
privilegio de hablar con Yahvé. Ahora conversan con Jesús. La
proximidad de lo divino contagia felicidad; Pedro la quisiera
hacer permanente con una celebración escatológica de la
fiesta de los tabernáculos. Se repite, más explícita, la teofanía
del Jordán. Dios Padre dice a los hombres su única palabra del
Nuevo Testamento: «Es mi Hijo —escuchadle». Cuando los
discípulos en adoración volverán a abrir los ojos ya no verán
más (nota significativamente el evangelista) que «a Jesús
solo». Ni Moisés ni Elías: Jesús basta. El Padre ya no tiene más
que decir, porque en él ha revelado todo su pensamiento, todo
su corazón.
También hoy sigue resonando desde la nube luminosa del
Tabor la respuesta divina a todos los interrogantes del mundo:
«Escuchad a Cristo».
Cuaresma, camino de Pascua. Peregrinamos hacia la Gloria de
Cristo.
La primera lectura, del Génesis, nos presenta a Abrahán como
patriarca y arquetipo de todos los creyentes. Deja la
comodidad de sus limitaciones —tierra y casa— para
constituirse peregrino de Dios. Por su obediencia germina la
Bendición, que se extenderá a todo el mundo. El Nuevo
Testamento vio cumplirse la Bendición universal de Abrahán en
la Gracia de Cristo. Abrahán muestra a la humanidad el Camino
de la Fe. Fe es aceptar en activo la Palabra de lo alto que llama
al Hombre y lo conduce a un destino infinitamente superior a sí
mismo.
La segunda lectura es parte del «testamento pastoral» de San
Pablo. Lo envía desde la cárcel a Timoteo, su discípulo
predilecto, tentado de timidez. Le da aliento para trabajar y
también sufrir por el Evangelio. Porque Dios, desde la
eternidad, nos llama a una vida santa. Es decir, a un nivel de
pensamiento, amor y acción, que sea transparencia de la
hermosura divina. Jesucristo vino a hacer realidad este ideal
eterno de Dios sobre el Hombre. Y el Evangelio irradia la
vivencia de Cristo a todos los pueblos y a toda la historia.
Código de la Perfección, divina y humana a un tiempo. No hay
servicio más útil a la Humanidad que trabajar para que
conozca y viva el Evangelio.
II DOMINGO CUARESMA 93
En la lectura principal contemplamos la TRANSFIGURACIÓN.
Pocos días antes, Jesús había manifestado por primera vez a
los discípulos el programa de su Pasión y Muerte. Está a punto
de dejar Galilea, y va a emprender el Camino de la Cruz. Con
un gesto de pedagogía, hace ver y preguntar a sus íntimos la
última razón de la Cruz, que es la Gloria. La Liturgia imita esta
pedagogía, haciéndonos contemplar, ya en este segundo
domingo de Cuaresma, la figura de Cristo Glorificado. En la
pedagogía de la Biblia, se dan a conocer las realidades divinas
por medio de signos. La luz es signo de la gloriosa Presencia de
Dios. La carne transfigurada de Jesús irradia a los ojos el
misterio de su Divinidad. La «alta montaña» evoca el Sinaí,
donde Moisés y Elías conversaron con Dios —y ahora siguen
conversando con Jesús. El Sinaí fue cátedra de la Palabra de
Dios, y ahora Dios dice al mundo que escuche a su Hijo,
Palabra sustancial. Vuelve la «Nube» del Exodo. Era signo de la
Presencia activa de Dios en el corazón de su Pueblo. Ahora la
Nube recubre también a los tres discípulos, germen y arquetipo
de la Iglesia. Cuando se levantan de su gesto de adoración, no
ven más que a Jesús, solo. Unico Señor. Unica verdad. Como
ellos, peregrinaremos durante la Cuaresma de la vida con los
ojos ya iluminados por el reflejo de la Gloria de Cristo, que
también es nuestra.
TERCER DOMINGO DE CUARESMA
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Éxodo 17,3-7
En aquellos días, el pueblo, torturado por la sed, murmuró
contra Moisés:
— ha hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a
nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?
Clamó Moisés al Señor y dijo:
—iQué puedo hacer con este pueblo? Poco falta para que me
apedreen.
Respondió el Señor a Moisés:
—Preséntate al pueblo llevando contigo algunos de los
ancianos de Israel; lleva también en tu mano el cayado con
que golpeaste el río y vete, que allí estaré yo ante ti, sobre la
peña, en Horeb; golpearás la peña y saldrá de ella agua para
que beba el pueblo.
Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel.
Y puso por nombre a aquel lugar Massá y Meribá, por la reyerta
de los hijos de Israel y porque habían tentado al Señor
diciendo: ¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?
Salmo responsorial Sal 94,1-2. 6-7. 8-9
R. Escucharemos tu voz, Señor.
Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos
salva; entremos a su presencia dándole gracias, vitoreándolo al
son de instrumentos.
Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador
nuestro. Porque él es nuestro Dios
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
III DOMINGO CUARESMA 95
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de
Massá en el desierto, cuando vuestros padres me pusieron a
prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5,1-2.
5-8
Hermanos: Ya que hemos recibido la justificación por la fe,
estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor
Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta
gracia en que estamos; y nos gloriamos apoyados en la
esperanza de la gloria de ios hijos de Dios. La esperanza no
defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en
nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.
En efecto, cuando todavía estábamos sin fuerzas, en el tiempo
señalado, Cristo murió por los impíos; —en verdad, apenas
habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez
se atrevería uno a morir—; mas la prueba de que Dios nos ama
es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por
nosotros.
VERSÍCULO Señor, tú eres de verdad el Salvador del mundo;
dame agua viva; así no tendré Jn 4,42 y 15 más sed.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 4,5-42
En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaría llamado
Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José: allí estaba
el manantial de Jacob.
Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al
manantial. Era alrededor del mediodía.
Llega una mujer de Samaría a sacar agua, y Jesús le dice:
—Dame de beber.
(Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida.) La
Samaritana le dice:
— tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy
samaritana?
(Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.)
Jesús le contestó:
—Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de
beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.
La mujer le dice:
—Señor, si no tienes cubo y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas
el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos
dio este pozo y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?
Jesús le contesta:
—El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que
beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed; el agua
que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de
agua que salta hasta la vida eterna.
96 CICLO A
La mujer le dice:
—Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que
venir aquí a sacarla. [ le dice:
—Anda, llama a tu marido y vuelve. La mujer le contesta:
—No tengo marido. Jesús le dice:
—Tienes razón, que no tienes marido: has tenido ya cinco y el
de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad.
La mujer le dice:]
—Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron
culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se
debe dar culto está en Jerusalén.
Jesús le dice:
—Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni
en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno
que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos,
porque la salvación viene de los judíos.
Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar
culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque
el Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu, y los que
le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.
La mujer le dice:
—Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga él nos lo
dirá todo. Jesús le dice:
—Soy yo, el que habla contigo.
[ esto llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera
hablando con una mujer, aunque ninguno le dijo: «iQué le
preguntas o de qué le hablas?»
La mujer, entonces, dejó su cántaro, se fue al pueblo y dijo a la
gente:
—Venid a ver un hombre que me ha dicho todo ‘o que he
hecho: ¿será éste el Mesías? Salieron del pueblo y se pusieron
en camino adonde estaba él.
Mientras tanto sus discípulos le insistían:
—Maestro, come.
El les dijo:
—Yo tengo por comida un alimento que vosotros no conocéis.
Los discípulos comentaban entre ellos:
—ELe habrá traído alguien de comer? Jesús les dijo:
—Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a
término su obra. ¿No decís vosotros que faltan todavía cuatro
meses para la cosecha? Yo os digo esto: Levantad los ojos y
contemplad los campos, que están ya dorados para la siega; el
segador ya está recibiendo salario y almacenando fruto para la
vida eterna: y así se alegran lo mismo sembrador y segador.
Como todo, tiene razón el proverbio: «Uno siembra y otro
siega». Yo os envié a segar lo que no habéis sudado. Otros
sudaron y vosotros recogéis el fruto de sus sudores.]
En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él [ el
testimonio que había dado la mujer: «Me ha dicho todo lo que
he hecho.”]
Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se
quedara con ellos. Y se quedó dos días. Todavía creyeron
muchos más por su predicación, y decían a la mujer:
—Ya no creemos por lo que tú dices, nosotros mismos lo hemos
oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo.
Hoy y los próximos dos domingos vamos a leer tres páginas
sublimes del Evangelio de San Juan. Tres pasos de una
Catequesis bautismal: la meditación del Agua, de la Luz, de la
vida. La Cuaresma ha de ser «primavera» del espíritu.
III DOMINGO CUARESMA 97
Reflorezca en nuestra conciencia la alegría de haber sido
bautizados, de ser hijos de Dios.
El primer domingo de Cuaresma vimos al hijo de Dios luchando
contra el Mal en el Desierto. El segundo, lo contemplamos
gozando de la Gloria del Padre en la Transfiguración. Hoy,
tercer domingo, reflexionamos sobre su tesoro que es el
Espíritu Santo (bajo la alegoría del «Agua viva»).
La primera lectura recuerda la peregrinación de Israel por el
Desierto. Imagen de la vida humana. Sin el agua de aquella
Roca, que era símbolo de Dios, hubieran muerto de sed. El
Evangelio de la Samaritana es una meditación sobre el Agua
de Dios, que da la Vida. En la lectura intermedia, San Pablo
habla sin alegorías: el «agua» es el Espíritu Santo, que ha
impregnado nuestro corazón; es decir, lo más profundo de
nuestra existencia.
1. — «Si conocieras el don de Dios...» El «don» o regalo de Dios
es la presencia eficaz de Cristo entre nosotros. En la gran
familia humana. En la vida de cada uno. La «samaritana» lo
está viendo, y lo ignora. Cristo, tan presente y tan ausente en
nuestro corazón, en nuestra cultura, en nuestro pueblo...
2. — «... tú le pedirías de beber, y él te daría Agua viva». En
este diálogo entre el Maestro y la mujer de Samaría, San Juan
resume todo el Mensaje cristiano. A ella, pecadora y sin
horizonte, Jesús le ofrece un Manantial interior de felicidad. Si
se lo acepta, nunca más tendrá sed. Es decir, esa angustiosa
insatisfacción que está en la raíz de todos los vicios. Un
Manantial de Agua viva, que no se agotará en toda la
eternidad. —A través de esta página de San Juan, Cristo nos
está diciendo a todos los humanos sedientos (sin más
horizonte que el del pozo) que le pidamos el Espíritu Santo. El
Espíritu que nos enseñe a adorar a Dios tal como Dios quiere
ser adorado. Que nos eleve por encima de miserias que
dividen, como dividían a judíos y samaritanos. Que nos libre de
la esclavitud de creer que no somos más que materia y nos
ilumine en la verdad de pensar y sentir como hijos de Dios.
3. — «Contemplad los campos, que ya están dorados para la
siega». El Evangelio de la «samaritana» es una optimista
invitación misional a «los discípulos», a la Iglesia. La mayor
parte creían entonces que Samaría estaba muy lejos del
Evangelio (que faltaban meses para la siega...). Jesús, junto al
pozo de Jacob, se despreocupa hasta de la comida por su
apasionante misión de evangelizar. Son muchos, tal vez, los
«campos» de nuestro mundo que están esperando que se les
hable del Espíritu, de la Verdad, de Dios...
La lectura del ÉXODO recuerda cómo el pueblo no murió de sed
gracias al agua que salió de la roca. (Cuando se camina por el
desierto, el agua es condición y signo espontáneo de la vida).
En el EVANGELIO escuchamos una instrucción dialogada de
Jesús a partir de este simbolismo: agua-vida-Espíritu. Un inciso
de la CARTA A LOS ROMANOS invita a reflexionar, sin alegorías,
sobre el don del Espíritu Santo que nos comunica la Vida y el
Amor de Dios.
La protesta de los hijos de Israel que nos refiere el ÉXODO era
humanamente comprensible. Carecer de agua en el desierto es
un caso límite. Pero Dios espera de su pueblo una confianza sin
límite (la que, por contraste, manifestó Jesús en la primera
98 CICLO A
tentación de su desierto). Entre el pueblo indócil y Yahvé surge
la figura del mediador, Moisés. Mediador de la angustia del
pueblo ante Dios y de la gracia de Dios en favor del pueblo.
Bendita misión la del mediador. Dios estaba sobre la roca:
manera bíblica de sugerir que era él la fuente de agua viva.
En muchos textos poéticos de la Biblia se llama «Roca» al
mismo Dios. Así, por ejemplo, en el Salmo responsorial, que
invita a escuchar su palabra con religiosa dócilidad, ajena a los
nombres fatídicos de «Meribá» (= protesta) y «Masá» (=
tentación).
La escena junto al pozo de Jacob, en el EVANGELIO DE SAN
JUAN, es obra maestra de espiritualidad y estilo pastoral. Con
delicadeza amable, Jesús eleva el pensamiento de la extranjera
samaritana de la materia al espíritu, y en ella ofrece al mundo
el regalo divino de su «agua». Manantial generoso de la vena
de Dios, que mana y corre desde el corazón de cada hombre, si
lo acepta. San Juan suele repetir y explicitar los temas
fundamentales en sucesivas páginas de su Evangelio. Durante
la fiesta de los Tabernáculos (7,37-39) el Mesías invita a los
sedientos a beber de su «agua»: acercarse a la Fuente es
creer; el agua es el Espíritu Santo que brota de su entraña. En
la redacción de Juan es clara la alusión a la roca del Horeb.
(También San Pablo vio en ella la imagen simbólica de Cristo-
fuente de la Vida: 1 Cor 10,4). Por fin, en la hora suprema del
Calvario, el evangelista contempló en el costado herido del
Redentor esta Fuente de agua (19,33), signo de la Vida divina
que reciben los creyentes. En la última visión del Apocalipsis,
toda la Iglesia (la nueva Jerusalén) es un milagro de fecundidad
salvadora gracias al «río de agua viva» (el Espíritu Santo) que
procede del Padre y de Cristo (Apoc 22, 1-2).
El largo Evangelio de hoy contiene otras profundas lecciones,
que no hay tiempo de repasar. A los antiguos catecúmenos
(testigo el arte paleocristiano), la roca del Horeb y el pozo de
Jacob les hablaban del agua bautismal. Al infinito sediento y
fatigado que es el hombre, la Palabra de Dios le señala hoy su
oasis, donde beber de gracia, al pie de la Roca, Vida, gozo,
libertad.
La CARTA A LOS ROMANOS, con la habitual densidad del
lenguaje de Pablo, nos recuerda también que los creyentes han
recibido, por Cristo, el Espíritu Santo. Con él, la paz, la justicia,
la puerta abierta hacia Dios, la esperanza firme de la gloria. En
una palabra que lo resume todo: la comunión personal en
aquel Amor, que es vida eterna de Dios.
Cuaresma, tiempo de prepatarse al Bautismo. O de revivirlo en
sinceridad.
La primera lectura presenta al pueblo del Exodo en actitud de
protesta, porque temen morir de sed. Se les hace insoportable
la libertad. Preferirían la pretérita servidumbre. Olvidan que
Dios está en su camino. Signo de tantos pesimismos en la
historia. Los defiende la Fe y Oración de Moisés. Y la presencia
salvadora de Dios se les hace presente en la Roca del Sinaí. El
agua que mana de la «Roca» —de Dios— es símbolo de la Vida.
De la Gracia. En el arte paleocristiano, la imagen del pueblo
que recibe el agua de la roca golpeada por Moisés (o por
Pedro) evoca el Bautismo.
En la Carta a los Romanos, San Pablo nos habla de nuestro
paso a la Gracia de
III DOMINGO CUARESMA 99
Dios por la Fe, en virtud del Sacrificio de Jesús. Estábamos «sin
fuerzas». Enfermos en la libertad. Incapaces de Paz, de Vida,
de Esperanza, de Amor. Si ahora podemos «gloriamos», es
todo y sólo por Cristo.
La lectura de San Juan es una elevación teológica en dos
tiempos: el diálogo con la Samaritana y el diálogo con los
discípulos. El primero se eleva de la sed de agua a la sed de
Espíritu y Verdad. El segundo, del hambre de pan al hambre de
Apostolado para transformar el mundo en mies abundante para
Dios. —La Samaritana es pecadora y hostil. Pedagogo experto,
Jesús entra en diálogo pidiendo un favor. Luego instruye y
corrige. Levanta desde la vulgaridad al deseo de la Salvación.
El «don de Dios» es encontrarse con Cristo (vers. 10). «El agua
viva» significa su Verdad, Amor y Gracia, que el Espíritu Santo
hará real y viva dentro de cada uno que lo acepte por la plena
Fe Un 7,37-39). En consecuencia, la Adoración al Padre (la
liturgia, la oración) se hará «en Espíritu y Verdad» (vers. 23).
Quiere decir, bajo la acción del Espíritu Santo y en unión con el
Hijo de Dios, Jesucristo, que es la Verdad (Rom 8,10-30). La
Samaritana reconoce al Salvador, olvida su sed material y se
transforma en apóstol (y. 25-30). A continuación, el Maestro
exhorta también a los discípulos a elevarse y centrar más y
mejor la vida en trabajar por la Cuaresma (y los que
recordamos el Bautismo con infinita gratitud) entienden en
este Evangelio que la más auténtica felicidad humana es tener
sed de Dios. Sed de «agua viva».
CUARTO DOMINGO DE CUARESMA
PRIMERA LECTURA
Lectura del primer libro de Samuel 16,lb. 6-7. 1O-13a
En aquellos días, dijo el Señor a Samuel:
—Llena tu cuerno de aceite y vete. Voy a enviarte ajesé, de
Belén, porque he visto entre sus hijos un rey para mí.
Cuando se presentó vio a Eliab y se dijo: «Sin duda está ante el
Señor su ungido.» Pero el Señor dijo a Samuel:
—No mires su apariencia ni su gran estatura, pues yo lo he
descartado. La mirada de Dios no es como la mirada del
hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero el Señor
mira el corazón.
Hizo pasar Jesé a sus siete hijos ante Samuel, pero Samuel dijo:
—A ninguno de éstos ha elegido el Señor. Preguntó, pues,
Samuel a Jesé:
-—eNo quedan ya más muchachos? El respondió:
—Todavía falta el más pequeño, que está guardando el rebaño.
Dijo entonces Samuel a Jesé:
—Manda que lo traigan, porque no comeremos hasta que haya
venido. Mandó, pues, que lo trajeran; era rubio, de bellos ojos y
hermosa presencia. Dijo el Señor:
—Levántate y úngelo, porque éste es.
Tomó Samuel el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus
hermanos.
Salmo responsorial Sal 22,1-3a. 3b-4. 5. 6
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia
fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.
IV DOMINGO CUARESMA 101
Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú
vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me
unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de
mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Efesios 5,8-14
Hermanos: En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el
Señor. Caminad como hijos de la luz (toda bondad, justicia y
verdad son fruto de la luz) buscando lo que agrada al Señor,
sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más
bien poniéndolas en evidencia. Pues hasta ahora da vergüenza
mencionar las cosas que ellos hacen a escondidas. Pero la luz,
denunciándolas, las pone al descubierto, y todo lo descubierto
es luz. Por eso dice: <Despierta tú que duermes, levántate de
entre los muertos y Cristo será tu luz.
VERSÍCULO Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; quien me
sigue tendrá la luz de la vida. Jn 8,12b
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 9,1-41
En aquel tiempo, el pasar Jesús vio a un hombre ciego de
nacimiento.
[ sus discípulos le preguntaron:
—Maestro, ¿quién pecó: éste o sus padres, para que naciera
ciego?
Jesús Contestó:
—Ni éste pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en
él las obras de Dios. Mientras es de día tengo que hacer las
obras del que me ha enviado: viene la noche y nadie podrá
hacerlas. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.
Dicho esto,] escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo
untó en los ojos al ciego, y le dijo:
—Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).
El fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes
solían verlo pedir limosna preguntaban:
—ENo es ése el que se sentaba a pedir? -
Unos decían:
102 CICLO A
—El mismo.
Otros decían:
—No es él, pero se le parece. El respondía:
—Soy yo.
[ le preguntaban:
— cómo se te han abierto los ojos? El contestó:
—Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los
ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui,
me lavé y empecé a ver.
Le preguntarón:
—€Dónde está él?
Contestó:
—No sé.]
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. (Era sábado
el dia que Jesús hizo barro y le abrió los ojos). También los
fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista.
El les contestó:
—Me puso barro en los ojos, me lavé y veo. Algunos de los
fariseos comentaban:
—Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.
Otros replicaban:
— puede un pecador hacer semejantes signos? Y estaban
divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego:
—Y tú ¿qué dices del que te ha abierto los ojos? El contestó:
—Que es un profeta.
[ los judíos no se creyeron que aquél había sido ciego y había
recibido la vista, hasta que llamaron a sus padres y les
preguntaron:
—€Es éste vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació
ciego? ¿Cómo es que ahora ve? Sus padres contestaron:
—Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego; pero
cómo ve ahora, no lo sabemos nosotros, y quién le ha abierto
los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que
es mayor y puede explicarse.
Sus padres respondieron así porque tenían miedo a los judíos:
porque los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a
quien reconociera a Jesús por Mesías. Por eso sus padres
dijeron: <(Ya es mayor, preguntádselo a él.»
Llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron:
—Confiésalo ante Dios: nosotros sabemos que ese hombre es
un pecador. Contestó él:
—Si es un pecador, no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora
veo. Le preguntan de nuevo:
— te hizo, cómo te abrió los ojos? Les contestó:
—Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso: ¿para qué
queréis oírlo otra vez?, ¿también vosotros queréis haceros
discípulos suyos?
Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron:
—Discípulo de ése lo serás tu; nosotros somos discípulos de
Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ése
no sabemos de dónde viene.
Replicó él:
—Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene,
y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no
escucha a los pecadores, sino al que es religioso y hace su
voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un
ciego de nacimiento: si éste no viniera de Dios, no tendría
ningún poder.]
IV DOMINGO CUARESMA 103
Le replicaron:
—Empecatado naciste tú de pies de cabeza, ¿y nos vas a dar
lecciones a nosotros? Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían
expulsado, lo encontró y le dijo:
— tú en el Hijo del hombre? El contestó:
— quién es, Señor, para que crea en él? Jesús le dijo:
—Lo estás viendo: el que te está hablando ése es. El dijo:
—Creo, Señor.
Y se postró ante él. [ Jesús:
—Para un juicio he venido yo a este mundo: para que los que
no ven vean, y los que ven se queden ciegos.
Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron:
— nosotros estamos ciegos? Jesús les contestó:
—Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado; pero çomo decís
que veis, vuestro pecado persiste.]
Domingo central de Ja Cuaresma. Evangelio de aquel ciego a
quien Cristo regaló la Luz. Lo leían a los catecúmenos en esta
su inolvidable jornada del «gran escrutinio». Ya el arte
paleocristiano de las Catacumbas representaba la historia del
ciego de nacimiento como símbolo del Bautismo. En efecto, la
Iglesia antigua vio en esta página del Cuarto Evangelio una
meditación bautismal.
1. — «Mientras estoy en el mundo, soy la Luz del mundo». Al
pueblo de la Biblia le era connatural expresarse por medio de
símbolos. Uno de los más expresivos fue el de la «Luz». Sobre
todo, en contraste con las «Tinieblas». En cuanto símbolo
religioso, «Luz» nunca indicó una abstracción teórica. En el
lenguaje de la Biblia, «Luz» es Verdad, Pasión y Hermosura.
Vida palpitante en Amor. Sinceridad y Transparencia. Alma y
espíritu atraídos por la Altura. Pureza. «Tinieblas» significa lo
contrario. Y no hay otra «Luz» que la que viene de su fuente:
Dios. —El fragmento de la Carta a los Efesios que escuchamos
en la lectura intermedia, nos trae el eco de una homilía
bautismal apostólica. Erais «tinieblas» (dice a los que habían
compartido las inmoralidades del paganismo); pero ahora sois
Luz en el Señor. Para cuantos agradecemos el regalo de haber
sido bautizados, estas palabras suenan a felicitación:
aun sintiéndonos polvo, tenemos la misión de ser en el mundo
Luz de Cristo.
2. — «Creo, Señor. Y se postró ante él» Cuando se leían estas
palabras a los
catecúmenos, ellos las hacían suyas y las rubricaban recitando
el Credo. En el
Evangelio de San Juan, la antítesis entre Luz y Tinieblas
significa el contraste entre la
Fe y la Incredulidad. Aquel ciego personifica el pueblo de los
sencillos. Descubre a
Jesús paso a paso. Cumple sus indicaciones. Acepta su Palabra.
Lo confiesa y adora.
A su alrededor se mueven los indecisos, los que no se quieren
comprometer con la
Verdad por miedo a los «fariseos».
3. — «Para que los que no ven, vean, y los que ven, queden
ciegos». Expresión paradójica, al estilo oriental. «Los que ven»
quiere decir los que, en las cosas de Dios, están seguros de
saberlo ya todo con sus propios alcances. Autosuficientes. No
hay camino mejor para perder la Fe (o no tenerla nunca) que la
soberbia de mente y
104 CICLO A
corazón. Por el contrario, «los que no ven», los que tienen
conciencia de su limitación, saben ir con paso humilde, en
actitud bautismal, al agua de Siloé. Transparentes, se
identifican con la Luz que los iluminó un día y sigue
iluminándolos: Cristo.
Nota dominante de los textos bíblicos de este domingo central
de Cuaresma:
Jesucristo, Luz del mundo. Por la fe y el bautismo el hombre es
iluminado con su Luz (EVANGELIO). Sus buenas obras serán
irradiación de esta luz de Cristo (CARTA A LOS EFESIOS). La
lectura del ANTIGUO TESTAMENTO evoca el gesto significativo
con que Samuel ungió a David rey del pueblo de Dios. Cristo, el
Hijo de David, es «el Ungido» por excelencia; el bautizado
participa de su unción (reflejo poético en el SALMO).
Los que ordenaron esta liturgia de la Palabra pensaban en la
catequesis bautismal, propia de Cuaresma (recordar que el
bautismo se llamaba también «Iluminación»). En el antiguo
catecumenado (y donde se haya restablecido) corresponde a
estos días la impresionante ceremonia del «gran escrutinio».
En el EVANGELIO del domingo pasado contemplábamos a Jesús
fuente de VIDA. El de hoy lo manifiesta LUZ del mundo. Luz y
Vida son los dos grandes valores eternos que el hombre recibe
por Jesucristo según la teología de San Juan. Revelación y
Gracia. Verdad y divina Filiación. Ambos valores confluyen en el
encuentro con Dios por el Amor.
Cuando San Juan narra los milagros que obró el Señor los
presenta, además, como signos de una realidad sobrenatural.
En la curación del ciego de nacimiento describe el proceso del
hombre que pasa espiritualmente de las «tinieblas» a la «luz».
El marco ambiental de la escena fue la fiesta de los
Tabernáculos; espléndidas iluminaciones en el Templo
recordaban cómo Yahvé se hizo luz para Israel guiándolo en su
peregrinación por el desierto. Jesús se declara «Luz del
mundo» (8,12): el que le siga no caminará en tinieblas. El
milagro comenta esta declaración.
Nótense los personajes del drama en torno a Jesús: el ciego (le
es dócil, ve y se compromete); los fariseos (oposición
obcecada); la familia del ciego (el interés por encima de la
verdad). El papel que juegan los fariseos es el del pecado
contra el Espíritu; cerrar los ojos para no ver la luz. Ser árbitros
y no discípulos de la Verdad. Autosuficiencia intelectual
humana, ceguera incurable en la fe. El mendigo, en cambio,
sabía que era ciego: sin culpa. Dócil al camino de las cosas
sencillas: barro, agua ( qué anticuada sería para el hombre
religioso la demoníaca pretensión de querer ser tratado como
un espíritu puro! ¡y qué divina la pedagogía de los
sacramentos, de los ritos, del sentido misterioso de las cosas!).
El ciego iluminado da testimonio de Jesús con sus ojos abiertos
y su palabra; inflexible ante la presión social; agradece, cree,
adora. Al trasluz de la narración se lee en filigrana el itinerario
típico del llamado a la fe, catecúmeno, bautizado y testigo de
Cristo en clima de persecución.
El inciso de la CARTA A LOS EFESIOS tiene reflejos de homilía
bautismal. San Pablo proyecta la alegoría de la luz al campo de
la moral concreta (véase el contexto precedente: desórdenes
sexuales y codicia). La falta de limpieza se cubre con las
IV DOMINGO CUARESMA 105
«tinieblas» ( qué algunas «pérdidas de fe»?); la luz acusa,
exige, purifica.
La lectura del ANTIGUO TESTAMENTO prosigue en el método de
ir señalando, a lo largo de la Çuaresma, los grandes jalones de
la Historia bíblica de la Salvación (Adán-Abrahán-Exodo-
David...). La unción real preludia, a distancia, el misterio del
Ungido («Cristo») com el Espíritu de Yahvé. La Iglesia perpetúa,
en la liturgia del bautismo, esta unción sobre los miembros de
Cristo.
Cuaresma: alegría de vivir con plena conciencia de la LUZ DE
CRISTO.
En los primeros tiempos de la Iglesia, llamaban al Bautismo
«Iluminación». Por estas fechas (mitad de camino en los
ejercicios cuaresmales) se tenía el principal examen o
«escrutinio» de los catecúmenos, que se preparaban a recibirlo
en la noche de Pascua. Para ambientar este examen, se leía el
Evangelio del ciego de nacimiento. Transparencia de una
catequesis bautismal.
La primera lectura de los domingos de Cuaresma evoca los
grandes momentos de la Historia de la Salvación. Hoy presenta
una figura central: David, el ungido del Señor. «Ungido» es
connotación etimológica de Mesías o Cristo. Ungen al que es
bautizado para significar que su ser, vida y acción será reflejo
de Cristo. Cristiano.
En el fragmento de la Carta a los Efesios escuchamos el eco de
una homilía bautismal de la edad apostólica. Erais tinieblas, les
dice. Paganismo. Degradación a nivel de vergüenza en el
pensar y sentir, en el hablar y obrar. Despertad. Cristo es
vuestra Luz, y vosotros —cristianos— sois en el mundo Luz de
Cristo.
El Evangelio es una elevación teológica y pastoral en torno a la
declaración de Cristo: YO SOY LA LUZ DEL MUNDO Un 8,12). La
iluminación del ciego es a un mismo tiempo hecho histórico y
signo de transformación sóbrenatural. Imaginemos a San Juan
desarrollando de viva voz esta catequesis en su Comunidad
cristiana. Tres perspectivas: a) la luz (el ciego que cree); b) las
tinieblas (los «fariseos», que se niegan a creer); c) los
imprecisos... A.— El ciego no tenía la culpa de serlo. Pobre y
sincero, acepta la presencia y el misterioso contacto (o
«unción») de Jesús. Va con docilidad a lavarse en el agua
significativa de Siloé. Consciente de que su Luz es Gracia, lo
proclama frente a la ironía y las insidias, hasta ser testigo-
<cmártir» de la Verdad, y, en consecuencia, excluido de la
sociedad de los hipócritas. Reconoce a Cristo, cree en él y lo
adora. B.— Los que San Juan llama convencionalmente
«fariseos» representan el pecado contra el Espíritu: cerrar los
ojos pra negar la Luz. Actitud tan infeliz como inútil Un 1,5). C.
— Entre la luz y las tinieblas, los imprecisos (vecinos y familia
del mendigo). Han visto o presienten la Verdad. Pero no están
dispuestos a comprometer por ella su situación. —Cuando el
menosprecio ambiental hacía heroico el ser cristiano, los
catecúmenos se veían reflejados en esta historia. Agradecidos
a Cristo por el regalo de su Fe, se sentían serenamente ajenos
a la inquietud de los ciegos voluntarios.
QUINTO DOMINGO DE CUARESMA
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Ezequiel 37,12-14
Esto dice el Señor:
—Yo mismo abriré vuestros sepulcros,
y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío,
y os traeré a la tierra de Israel.
Y cuando abra vuestros sepulcros
y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío,
sabréis que soy el Señor:
os infundiré mi espíritu y viviréis;
os colocaré en vuestra tierra,
y sabréis que yo el Señor lo digo y lo hago.
Oráculo del Señor.
Salmo responsorial Sal 129, 1-2. 3-4ab. 4c-6. 7-8
R. Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.
Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz:
estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto.
Y DOMINGO CUARESMA 107
Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma
aguarda al Señor, más que el centinela la aurora. Aguarde
Israel al Señor, como el centinela la aurora.
Porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa;
y él redimirá a Israel de todos sus delitos.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8,8-11.
Hermanos: Los que están en la carne no pueden agradar a
Dios.
Pero vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, ya que
el Espíritu de Dios habita en vosotros.
El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo.
Si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado,
pero el espíritu vive por la justicia.
Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos
habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a
Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por
el mismo Espíritu que habita en vosotros.
VERSICULO Yo soy la resurrección y la vida, dice el Señor; el
que cree en mí no morirá para Jn 11,25a. 26 siempre.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 11,1-45
En aquel tiempo, [ cierto Lázaro, de Betania, la aldea de María
y de Marta, su hermana, había caído enfermo. (María era la que
ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su
cabellera: el enfermo era su hermano Lázaro).]
Las hermanas le mandaron recado a Jesús, diciendo:
—Señor, tu amigo está enfermo.
Jesús, al oírlo, dijo:
—Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá
para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado
por ella.
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se
enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en
donde estaba.
Sólo entonces dice a sus discípulos:
—Vamos otra vez a Judea.
[ discípulos le replican:
—Maestro, hace poco intentaban apedrearte los judíos, ¿y vas
a volver allí?
108 CICLO A
Jesús contestó:
—ENo tiene el día doce horas? Si uno camina de día, no
tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si camina de
noche, tropieza porque le falta luz.
Dicho esto añadió:
—Lázaro, nuestro amigo, está dormido: voy a despenarlo.
Entonces le dijeron sus discípulos:
—Señor, si duerme, se salvará.
(Jesús se refería a su muerte; en cambio, ellos creyeron que
hablaba del sueño natural.) Entonces Jesús les replicó
claramente.
—Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de que no
hayamos estado allí, para que creáis. Y ahora vamos a su casa.
Entonces Tomás, apodado el Mellizo, dijo a los demás
discípulos:
—Vamos también nosotros, y muramos con él.]
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado.
[ distaba poco de Jerusalén: unos tres kilómetros; y muchos
judíos habían ido a ver a Mar y a María, para darles el pésame
por su hermano.] Cuando Mana se enteró de que llegaba Jesús,
salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo
Marta a Jesús:
—Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano.
Pero aún ahora sé que todo lo quepidas a Dios, Dios te lo
concederá.
Jesús le dijo:
—Tu hermano resucitará. Marta respondió:
—Sé que resucitará en la resurrección del último día. Jesús le
dice:
—Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque
haya muerto vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá
para siempre. ¿Crees esto?
Ella le contestó:
—Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el
que tenía que venir al mundo. [ dicho esto, fue a llamar a su
hermana María, diciéndole en voz baja:
—El Maestro está ahí, y te llama.
Apenas lo oyó, se levantó y salió a donde estaba él: porque
Jesús no había entrado todavía en la aldea, sino que estaba
aún donde Mana lo había encontrado. Los judíos que estaban
con ella en casa consolándola, al ver que María se levantaba y
salía deprisa, la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar
allí. Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo se echó a
sus pies diciéndole:
—Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi
hermano.]
Jesús, [ llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la
acompañaban, sollozó y] muy conmovido preguntó:
— lo habéis enterrado? Le contestaron:
—Señor, ven a verlo.
Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban:
— lo quería!
Pero algunos dijeron:
—Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber
impedido que muriera éste? Jesús, sollozando de nuevo, llegó a
la tumba. (Era una cavidad cubierta con una losa.) Dijo Jesús:
—Quitad la losa.
Marta, la hermana del muerto, le dijo:
—Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días. Jesús le dijo:
—ENo te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?
Entonces quitaron la losa.
V DOMINGO CUARESMA 109
Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo:
—Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú
me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea
para que crean que tú me has enviado.
Y dicho esto, gritó con voz potente:
—Lázaro, ven afuera.
El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la
cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo:
—Desatadio y dejadio andar.
Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo
que había hecho Jesús, creyeron en él.
«YO SOY LA RESURRECCIÓN», dice el Señor. Pensamiento
dominante en las lecturas de este domingo. Ezequiel anuncia
de parte de Dios la Resurrección del Pueblo. Profeta de
Esperanza. La Esperanza es el sentimiento principal en la
Biblia. El Evangelio de la Resurrección de Lázaro es un poema
de Esperanza. Sería bueno meditarlo sin prisa, como si uno
estuviese presente aquellas horas en el hogar de Betania.
Recordemos, de paso, que la Cuaresma es tiempo oportuno
para decidirnos a meditar (no solamente a «leer») un tema del
Evangelio cada día.
1. — « Yo soy la Resurrección y la Vida». Vigorosa afirmación
cristológica, que recapitula el mensaje de la extensa lectura.
En esta página de San Juan todo es a un tiempo narración y
teología, realidad y signo. La real muerte y vuelta a la vida
temporal de Lázaro significa la futura Resurrección a la Gloria
eterna. Y asimismo la presente «Resurrección» espiritual del
pecador a la Gracia. —Fascinadora la personalidad de Jesús:
tan humano, que llora por el amigo; tan divino, que tiene poder
sobre la Muerte; tan filial, que actúa en la absoluta seguridad
de que el Padre lo escuchará.
2. — «El que cree en mí, aunque haya muerto vivirá». Estas
palabras glosan la primera parte de la afirmación precedente
(= «Yo soy la Resurrección»). Resucitar es recobrar plenamente
la propia vida después de haber muerto. Infinito regalo de
Cristo a los que creen en él. Cuando los catecúmenos
escuchaban este Evangelio como preparación a su próximo
Bautismo de la noche de Pascua, presentían el gozo de sentirse
moralmente liberados de una situación de «sepulcro» para
emprender su renovada vida de santidad, llenos del Espíritu de
Cristo. De este vida sinceramente «espiritual» nos habla San
Pablo en la segunda lectura.
3. — « Y todo el que está vivo y cree en mí, no morirá para
siempre». Glosa a la segunda parte de la afirmación principal
(= «Yo soy la vida»). La Resurrección de Lázaro es un ejercicio
práctico de Fe, protagonizado por Marta. Cuando San Juan
habla de la Fe, se refiere a la Fe total, que es adhesión a la
persona de Cristo en plenitud de pensamiento, corazón y
obras. Fe que el Bautismo consagra y la Eucaristía mantiene en
llama viva. Así entendida, la Fe es manantial de Vida eterna,
germen de Resurrección. Por encima del inevitable destino de
nuestra muerte corporal, que ningún progreso ha suprimido ni
suprimirá, el que cree —y sólo el que cree— tiene Esperanza.
110 CICLO A
«Yo soy la RESURRECCIÓN», dice Jesús: la VIDA para siempre, a
través y por encima de la muerte. Esta es la idea principal de
las lecturas de hoy. El EVANGELIO la ilumina con la historia de
la resurrección corporal de Lázaro. La visión de EZEQUIEL fue
un atisbo simbólico y profético de la «resurrección» del pueblo,
gracias al Espíritu de Dios. En la CARTA A LOS ROMANOS el
Apóstol exhorta a vivir en el Espíritu Santo, como corresponde
a quienes por el Bautismo han entrado en comunión personal
con la muerte y resurrección de Jesucristo.
Está cerca el fin de los ejercicios cuaresmales. Para los
catecúmenos, las enseñanzas de hoy son preludio a la
contemplación del Misterio pascual.
El EVANGELIO debería leerse como si uno se hallase presente
en Betania. En aquel hogar de Lázaro, Marta y María, Jesús era
de casa. Ideal de una comunidad cristiana, donde lo que de
veras cuenta es el amor recíproco de los hermanos con Jesús.
Teólogo de la Encarnación, Juan presenta al Hijo de Dios en la
sincera humanidad de quien llora por el amigo, y con la
majestad divina del que puede resucitar a los muertos.
El milagro de Lázaro fue realidad y signo. Manifestó la gloria de
Dios. Para los seguidores del Maestro, último paso del itinerario
de la fe que empezaron en Caná.
El sentido profundo del hecho se centra en la declaración de
Jesús: « Yo soy la Resurrección y la Vida...», y en el
correspondiente acto de fe: «Sí, Señor, yo creo... » (vers. 25-
27). El Redentor es fuente de Vida para el hombre (tema del
tercer domingo de Cuaresma). Pero el hijo de Adán era súbdito
de la muerte por el pecado (tema del primer domingo). Por
eso, vivir en cristiano es resucitar (»eI que cree en Mí, aunque
haya muerto vivirá). Lo que el mundo llamaba «muerte» será,
en Cristo, «dormición»: (c.. y el que está vivo y cree en M4 no
morirá para siempre»). Conforme a su pedagogía de hablar a
los ojos, el Maestro dio esta lección a través de un hecho
impresionante: la resurrección corporal de Lázaro. Este
Evangelio se presta a una catequesis sobre la «resurrección
primera» (Apoc 20,5-6) por la Gracia o Vida divina.
La CARTA A LOS ROMANOS señala la vertiente práctica de esta
catequesis al exhortar a los justificados a vivir en el Espíritu
Santo. Es el supremo don de Cristo glorificado. «Espíritu de
Cristo» en nosotros, nos hace semejantes a El: hombre& de
espíritu, conscientes de ser hijos de Dios, seguros de la victoria
sobre el pecado y la muerte, libres de los criterios de la
«carne» (es decir, del hombre limitado a su solo ser y obrar
natural). Esperando la muerte o «dormición» temporal, el
cristiano vive ya en su espíritu su condición de resucitado.
Superada la muerte, el Espíritu que vive en él transfigurará
todo su ser, también corporal, en la participación de la Gloria
eterna de Cristo.
El texto de EZEQUIEL son las últimas líneas de aquella
impresionante visión. Un inmenso campo lleno de huesos.
Imagen del pueblo cautivo en Babilonia, sin esperanza. Diálogo
entre Dios y el profeta: los huesos pueden revivir. Pasa sobre
ellos una ráfaga de Espíritu. Recobran los nervios, la carne, la
piel. Se levanta un inmenso ejército. Porque Dios hace florecer
los sepulcros en vida. (Meditación para tiempo de pesimismo.
Leer 2 Cor 1,9). En el SALMO el pecador pide su resurrección
espiritual. Del abismo a la cumbre; de las tinieblas de la noche
al amanecer de Dios.
* * •1
y DOMINGO CUARESMA 111
La Cuaresma nos lleva al Cristo que libera al hombre de la
Muerte. El pensamiento más destacado en las lecturas bíblicas
de este domingo es el de la Resurrección. La cercanía de
Pascua ilumina el horizonte. Los catecismos presienten su
próxima «Resurrección)) en el bautismo (Rom 6,3-11).
Ezequiel proclama la esperanza. Su pueblo la habrá perdido. Lo
describe bajo la alegoría de una hondonada llena de
esqueletos (y. 1-10). En cuanto aliente sobre ellos el Espíritu
del Señor, los huesos secos florecerán en vida.
El Espíritu, enseña San Pablo, define la existencia cristiana. Es
auténtico cristiano aquel en quien habita y actúa el Espíritu de
Dios. Lo libra de «comportarse según la carne». De ser esclavo
de su humana tendencia al mal (Rom 7,14-25). En la hora
suprema la librará de la muerte, por solidaridad con la
Resurrección de Cristo.
La resurrección de Lázaro es una de aquellas acciones
admirables, que el Evangelio de San Juan llama signos. En cada
«signo» se pueden subrayar tres aspectos: a) manifiesta la
Gloria divina; b) ilumina la Fe; c) es transparencia del Misterio
de la Salvación.
A. — En efecto, al recibir el mensaje de Marta y María, Jesús
declara que la enfermedad del amigo tendrá por finalidad
suprema la gloria de Dios (v.4).
B. — Repite con insistencia que esta glorificación se realizará
mediante la Fe; es el tema principal del diálogo con los
discípulos (v.15), del encuentro con Marta (y. 25-27), de la
escena frente al sepulcro (y. 40.42.45).
C. — Además, en el «signo» de Lázaro se transparenta un
Misterio superior. Jesús solía inculcar las verdades
trascendentes sirviéndose de hechos que impresiona sen los
sentidos. Por eso el evangelista pudo hacer de esta historia
una lección de teología. Lázaro, objeto del amor de Cristo,
sugiere la imagen del cristiano. En su hogar de Betania se
respira la Fe. Marta la expresa con vigor. Ella y María la viven
con ardencia. Jesús se les hace presente: YO SOY LA
RESURRECCION Y LA VIDA (y. 25-26). Vida eterna y divina, que
trasciende toda muerte. Creer es aceptar y darse en plenitud a
Cristo-Viviente, que en plenitud se nos da. Quien así cree, vive
en él para siempre. La muerte corporal, aunque digna de
lágrimas (y. 35), no le será más que una provisional
«dormición» (y. 11-14). El que cree, ama y espera, saborea la
Eternidad en el centro de su alma.
DOMINGO DE RAMOS
EVANGELIO
Lectkra del santo evangelio según san Mateo 21,1-11
Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagé, junto al
monte de los Olivos, Jesús mandó dos discípulos, diciéndoles:
—Id a la aldea de enfrente, encontraréis en seguida una borrica
atada con su pollino; desatadlos y traédmelos. Si alguien os
dice algo contestadie que el Señor los necesita y los devolverá
pronto.
Esto ocurrió para que se cumpliese lo que dijo el profeta: Decid
a la hija de Sión: Mira a tu rey, que viene a ti, humilde,
montado en un asno, en un pollino, hijo de acémila.
Fueron los discípulos e hicieron lo que les había mandado
Jesús: trajeron la borrica y el pollino, echaron encima sus
mantos y Jesús se montó. La multitud extendió sus mantos por
el camino; algunos cortaban ramas de árboles y alfombraban
la calzada. Y la gente que iba delante y detrás gritaba:
— el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
¡Viva el Altísimo! Al entrar en Jerusalén, toda la ciudad
preguntaba alborotada:
— es éste?
La gente que venía con él decía:
—Es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea. Palabra de Dios.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 50,4-7
Mi Señor que ha dado una lengua de iniciado,
para saber decir al abatido
una palabra de aliento.
DOMINGO DE RAMOS 113
Cada mañana me espabila el oído,
para que escuche como los iniciados.
El Señor Dios me ha abierto el oído;
y yo no me he rebelado ni me he echado atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban,
la mejilla a los que mesaban mi barba.
No oculté el rostro a insultos y salivazos.
Mi Señor ene ayudaba, por eso no quedabá confundido;
por eso ofrecí el rostro como pedernal,
y sé que no quedaré avergonzado.
Salmo responsorial Sal 21,8-9. 17-18a. 1 23-24
R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Al yerme se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza:
«Acudió al Señor, que le ponga a salvo; que lo libre si tanto lo
quiere.»
Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una banda de
malhechores:
me taladran las manos y los pies, puedo contar mi huesos.
Se reparten mi ropa, echan a suerte mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a
ayudarme.
Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te
alabaré. Fieles del Señor, alabadlo, linaje de Jacob, glorificadlo,
temedlo, linaje de Israel.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2,6-11
Hermanos: Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo
alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su
rango, y tomó la condicióq de esclavo, pasando por uno de
tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó
hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por
eso Dios lo levantó sobre todo, y le concedió el «Nombre-sobre-
todo- nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se
doble —en el Cielo, en la tierra, en el Abismo—, toda lengua
proclame: «Jesucristo es Señor!», para gloria de Dios Padre.
VERSÍCULO Cristo por nosotros se sometió incluso a la muerte,
y una muerte de cruz. Por eso, FIp 2,8-9 Dios lo levantó sobre
todo, y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre».
114 CICLO A
EVANGELIO
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 26,14—
27,66
C. En aquel tiempo [ de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a
los sumos sacerdotes y les propuso:
5. — estáis dispuestos a darme si os lo entrego?
C. Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde
entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
El primer dia de los ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y
le preguntaron:
5. — quieres que te preparemos la cena de Pascua?
C. El contestó:
—Id a casa de Fulano y decid ((El Maestro dice: mi momento
está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis
discípulos.»
C. Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y
prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los
Doce. Mientras comían, dijo:
—Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.
C. Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
5. — yo acaso, Señor?
C. El respondió:
—El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a
entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él;
pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!, más le
valdría no haber nacido.
C. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
C. — yo acaso, Maestro?
C. El respondió:
—Así es.
C. Durante la cena, Jesús cogió pan, pronunció la bendición, lo
partió y lo dio a los discípulos diciendo:
—Tomad, comed; esto es mi cuerpo.
C. Y cogiendo un cáliz pronunció la acción de gracias y se lo
pasó dicien4o:
—Bebed todos; porque ésta es mi sangre, sangre de la alianza
derramada por todos para el perdón de los pecados. Y os digo
que no beberé más del fruto de la vid hasta el día que beba
con vosotros el vino nuevo en el reino de mi Padre.
C. Cantaron el salmo y salieron para el monte de los Olivos.
Entonces Jesús les dijo:
—Esta noche vais a caer todos por mi causa, porque está
escrito: »Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del
rebaño.» Pero cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea.
C. Pedro replicó:
5. —Aunque todos caigan por tu causa, yo jamás caeré.
C. Jesús le dijo:
—Te aseguro que esta noche, antes que el gallo cante tres
veces, me negarás.
C. Pedro le replicó:
5. —Aunque tenga que morir contigo, no te negaré.
C. Y lo mismo decían los demás discípulos.
Entonces Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y
les dijo:
—Sentaos aquí, mientras voy allá a orar.
C. Y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a
entristecerse y a angustiarse.
Entonces dijo:
—Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo.
C. Y adelantándose un poco cayó rostro en tierra y oraba
diciendo:
DOMINGO DE RAMOS 115
—Padre mío, si es posible que pase y se aleje de mí ese cáliz.
Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres. -
C. Y se acercó a los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a
Pedro:
—ENo habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad
para no caer en la tentación, pues el espíritu es decidido, pero
la. carne es débil.
C. De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:
—Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba,
hágase tu voluntad.
C. Y viniendo otra vez, los encontró dormidos, porque estaban
muertos de sueño. Dejándolos de nuevo, por tercera vez oraba
repitiendo las mismas palabras.
Luego se acercó a sus discípulos y les dijo:
—Ya podéis dormir y descansar. Mirad, está cerca la hora y el
Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los
pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me
entrega.
C. Todavía estaba hablando, cuando apareció Judas, uno de los
doce, acompañado de un tropel de gente, con espadas y palos,
mandado por los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo.
El traidor les había dado esta contraseña:
5. Al que yo bese, ése es: detened
C. Después se acercó a Jesús y le dijo:
5. — Maestro!
C. Y lo besó. Pero Jesús le contestó:
—Amigo, ¿a qué vienes?
C. Entonces se acercaron a Jesús y le echaron mano para
detenerlo. Uno de los que estaban con él agarró la espada, la
desenvainó y de un tajo le cortó la oreja al criado del sumo
sacerdote.
Jesús le dijo: —
—Envaina la espada: quien usa espada, a espada morirá.
¿Piensas tú que no puedo acudir a mi Padre? El me mandaría
en seguida más de doce legiones de ángeles. Pero entonces no
se cumpliría la Escritura, que dice que esto tiene que pasar.
C. Entonces dijo Jesús a la gente:
— salido a prenderme con espadas y palos como a un bandido?
A diario me sentaba en el templo a enseñar y, sin embargo, no
me detuvisteis.
C. Todo esto ocurrió para que se cumpliera lo que escribieron
los profetas. En aquel momento todos los discípulos lo
abandonaron y huyeron.
Los que detuvieron a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el
sumo sacerdote, donde se habían reunido los letrados y los
senadores. Pedro lo seguía de lejos hasta el palacio del sumo
sacerdote y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver
en qué paraba aquello.
Los sumos sacerdotes y el Consejo en pleno buscaban un falso
testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte y no lo
encontraban, a pesar de los muchos falsos testigos que
comparecían. Finalmente, comparecieron dos que- declararon:
5. —Este ha dicho: «Puedo destruir el templo de Dios y
reconstruirlo en tres días.))
C. El sumo sacerdote se puso en pie y le dijo:
5. —ENo tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos
que levantan contra ti?
C. Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo:
5. —Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el
Mesías, el Hijo de Dios.
C. Jesús le respondió:
—Tú lo has dicho. Más aún, yo os digo: desde ahora veréis que
el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso
y que viene sobre las nubes del cielo.
C. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras diciendo:
5. —Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos?
Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué decidís?
C. Y dios contestaron:
5. —Es reo de muerte.
C. Entonces le escupieron a la cara y lo abofetearon; otros lo
golpearon diciendo:
116 CICLO A
S. —Haz de profeta, Mesías; dinos quién te ha pegado.
C. Pedro estaba sentado fuera en el patio y se le acercó una
criada y le dijo:
5. —También tú sndabas con Jesús el Galileo.
C. El lo negó delante de todos diciendo:
5. —No sé qué quieres decir.
C. Y al salir al portal lo vio otra y dijo a los que estaban allí:
S. —Este andaba con Jesús el Nazareno.
C. Otra vez negó él con juramento:
S. —No conozco a ese hombre.
C. Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron:
S. —Seguro; tú tsmbién eres de ellos, se te nota en el acento.
C. Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar diciendo:
5. —No conozco a ese hombre.
C. Y en seguida cantó un gallo. Pedro se acordó de aquellas
palabras de Jesús: «Antes de que cante el gallo me negarás
tres veces.» Y saliendo afuera, lloró amargamente.
Al hacerse de día, todos los sumos sacerdotes y los senadores
del pueblo se reunieron para preparar la condena a muerte de
Jesús. Y atándolo lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el
gobernador.
Entonces el traidor sintió remordimiento y devolvió las treinta
monedas de plata a los sumos sacerdotes y senadores
diciendo:
5. —He pecadó, he entregado a la muerte a un inocente.
C. Pero ellos dijeron:
5. — nosotros qué? ¡Allá tú!
C. El, arrojando las monedas en el templo, se marchó; y fue y
se ahorcó. Los sacerdotes, recogiendo las monedas, dijeron:
5. —No es lícito echarlas en el arca de las ofrendas porque son
precio de sangre.
C. Y, después de discutirlo, compraron con ellas el Campo del
Alfarero para cçmenterio de forasteros. Por eso aquel campo se
llama todavía «Campo de Sangre’>. Así se cumplió lo escrito
por Jeremías el profeta: «Y tomaron las treinta monedas de
plata, el precio de uno que fue tasado, según la tasa de los
hijos de Israel, y pagaron con ellas el Campo del Alfarero, como
me lo había ordenado el Señor.»]
Jesús fue llevado ante el gobernador, y el gobernador le
preguntó:
5. — tú el rey de los judíos?
C. Jesús respondió:
—Tú lo dices.
C. Y mientras lo acusaban los sumos sacerdotes y los
senadores no contestaba nada. Entonces Pilato le preguntó:
5. —ENo oyes cuántos cargos presentan contra ti?
C. Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador
estaba muy extrañado. Por la fiesta, el gobernador solía soltar
un preso, el que la gente quisiera. Tenía entonces un preso
famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente acudió, dijo Pilato:
5. —jA quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a
quien llaman el Mesías?
C. Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y
mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó a
decir:
5. —No te metas con ese justo porque esta noche he sufrido
mucho soñando con él.
C. Pero los sumos sacerdotes y los senadores convencieron a la
gente que pidieran el indulto de Barrabás y la muerte de Jesús.
El gobernador preguntó:
5. — cuál de los dos queréis que os suelte?
C. Ellos dijeron:
5. —A Barrabás.
C. Pilato les preguntó:
5. — qué hago con Jesús, llamado el Mesías?
DOMINGO DE RAMOS 117
C. Contestaron todos:
5. —Que lo crucifiquen.
C. Pilato insistió:
5. —Pues ¿qué mal ha hecho?
C. Pero ellos gritaban más fuerte:
5. —jQue lo crucifiquen!
C. Al ver Pilato que rodo era inútil y que, al contrario, se estaba
formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos en
presencia del pueblo, diciendo:
5. —Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!
C. Y el pueblo entero contestó:
5. — sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!
C. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de
azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.
Los soldados del góbernador se llevaron a Jesósal pretorio y
reunieron alrededor de él a toda la compañía: lo desnudaron y
le pusieron un manto de color púrpura y trenzando una corona
de espinas se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en
la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaban de
él diciendo:
5. — rey de los judíos!
C. Luego lo escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con
ella la cabeza. Y, terminada la burla, le quitaron el manto, le
pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar.
Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y
lo forzaron a que llevara la cruz.
Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir:
((La Calavera»), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo
probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se
repartieron su ropa echándola a suertesy luego se sentaron a
custodiarlo. Encima de la cabeza colocaron un letrero con la
acusación: Este es Jesús, el rey de los judíos. Crucificaron con
él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los
que pasaban, lo injuriaban y decían meneando la cabeza:
5. —Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días,
sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz.
C. Los sumos sacerdotes con los letrados y los senadores se
burlaban también diciendo:
5. —A otros ha salvado y él no se puede salvar. ¿No es el Rey
de Israel? Que baje ahora de la cruz y le creeremos. ¿No ha
confiado en Dios? Si tanto lo quiere Dios, que lo libre ahora.
¿No decía que era Hijo de Dios?
C. Hasta los bandidos que estaban crucificad s con él lo
insultaban.
Desde el mediodía hasta la media tarde vinieron tinieblas sobre
toda aquella región. A media tarde, Jesús gritó:
—Elí, Elí, lamá sabaktaní. C. (Es decir:
—Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?)
C. Al oírlo algunos de los que estaban por allí dijeron:
5. —A Elias llama éste.
C. Uno de ellos fue corriendo; en seguida cogió una esponja
empapada en vinagre y, sujetándola con una caña, le dio de
beber. Los demás decían:
5. —Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo.
C. Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu.
Entonces el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo; la
tierra tembló, las rocas se rajaron, las tumbas se abrieron y
muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron.
Después que él resucitó salieron de las tumbas, entraron en la
Ciudad Santa y se aparecieron a muchos.
El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el
terremoto y lo que pasaba dijeron aterrorizados:
118 CICLO A
S. —Realmente éste era Hijo de Dios.
[ Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas
que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderlo; entre
ellas, María Magdalena y María, la madre de Santiago y José, y
la madre de los Zebedeos.
Al anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José,
que era también discípulo de Jesús. Este acudió a Pilato a
pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo
entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en
una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había
excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del
sepulcro y se marchó.
María Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas
enfrente del sepulcro.
A la mañana siguiente, pasado el dia de la Preparación,
acudieron en grupo los sumos sacerdotes y los fariseos a Pilato
y le dijeron:
S. —Señor, nos hemos acordado que aquel impostor estando
en vida anunció: «A los tres días resucitaré.» Por eso da orden
de que vigilen el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan
sus discípulos, se lleven el cuerpo y digan al pueblo: «Ha
resucitado de entre los muertos.» La última impostura sería
peor que la primera.
Pilato contestó:
S. —Ahí tenéis la guardia: id vosotros y asegurad la vigilancia
como sabéis.
C. Ellos fueron, sellaron la piedra y con.la guardia aseguraron
la vigilancia del sepulcro.]
Último domingo de Cuaresma. «De Ramos» y «de pasión>.
Contraste (que es armonía) entre ios Hosanna del Monte de los
Olivos y la Cruz, tan próxima, del Calvario. Se lee en la misa LA
PASION SEGUN SAN MATEO. Los que asistan a la Bendición de
las Palmas escucharán, además, el Evangelio de la Entrada en
Jerusalén.
A. — «Decid a la Hija de Sión: Mira a tu Rey, que viene a ti;
humilde, montado en un asno... » El Maestro Jesús sabía hablar
a los ojos. Con el humanísimo gesto de pedir prestado el asno
de Betfagé, transforma aquella equívoca expansión de
entusiasmo popular en escenificación pedagógica de una
profecía bíblica, que todos conocían. Zacarías había anunciado
que el Mesías de los Pobres se presentaría a Jerusalén en
actitud de Paz. Exigiendo el desarme: «suprimirá los carros de
guerra... los caballos... el arco de combate... » (Zac 9,9). Signo
de esta actitud, entrar montado en un asno inofensivo (9,9);
los belicosos montaban a caballo... —La liturgia procura
actualizar a su manera, años tras año, aquella Manifestación
por el Reinado de la Paz. Ramos de olivo en manos inocentes.
Hosanna triunfal en labios sin odio. Posiblemente muchos de
los que entonces aclamaron a Jesús ardían en ideales de
horizonte terreno. Incluso de «santa» violencia. Jesús los
desautorizó en el Calvario. «Mira a tu Rey humilde, hija de
Sión...» La palabra correspondiente a «humilde» es la misma
que emplea San Mateo en la segunda Bienaventuranza (5,4) y
cuando el Señor se declara a sí mismo «suave y sencillo de
corazón» (11,29). Interpretada por el Evangelio, la liturgia de
las palmas es aclamación a Jesucristo Rey de los Humildes. De
los no-soberbios. Es decir, de los auténticos «pobres» según la
Biblia. Los no-violentos, que trabajan y hasta saben morir por
la paz.
B. — «Este es Jesús, el Rey de los judíos». Es decir, el Mesías.
La Cruz, infinita sinceridad del que proclamó el Reinado de la
paz, de la no-violencia, de la humildad y verdadera pobreza
según Dios. Coronación de las Bienaventuranzas. Por eso, los
cristianos de espíritu, cuando han leído y meditado todo el
Evangelio, lo «ven» resumido en Jesús Crucificado. El relato de
la Pasión es teología narrativa. Nació y se desarrolló en la
Iglesia de los Apóstoles como «texto explicativo» de la Fracción
DOMINGO DE RAMOS 119
del Pan. Los sufrimientos y muerte de Jesús no fueron trágica
fatalidad, sino Sacrificio consciente y voluntario por la
Salvación de los hombres. El que se «actualiza» en cada
Celebración eucarística. Todos y cada uno de los pormenores
del relato significan, adoctrinan, amonestan. Al cristiano de
espíritu la Pasión le pide estudio profundo, meditación
frecuente. Conocerla mejor en su impresionante realidad
histórica, comprenderla y asimilar en ella la Ciencia de la Cruz
podría ser un fecundo propósito de esta Semana Santa.
La liturgia de la Palabra tiene hoy por centro la PASIÓN SEGÚN
MATEO. Los que participen en la procesión de las palmas, oirán
también el Evangelio de la entrada de Jesús en Jerusalén. Las
lecturas de ISAIAS (tercer Cántico del Siervo de Yahvé) y de
SAN PABLO (Himno cristológico de la Carta a los Filipenses) nos
invitan a una reflexión teológica sobre los sufrimientos del
Mesías.
La conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén da al
presente domingo su encanto popular. Liturgia imitativa, que
hace resonar de año en año el eco de aquel ¡Hosanna! en el
que se encontraron la revelación de Cristo y la fe pura de los
niños. Pedagogo popular, el Mesías se ofreció a los ojos de la
gente en la escenificación plástica de una profecía, que habían
oído muchas veces en la sinagoga (Zacarías 9,9-10): el tan
esperado Hijo de David y Rey de Sión no entraría al frente de
un ejército y montado a caballo al estilo de los hombres de
guerra, sino sobre un asno, como los sencillos príncipes de
antaño: signo de paz y de humildad. Revelación pública de
Cristo, Rey de los «anawim» o «pobres de Yahvé». Zacarías le
señala también su misión en el mundo: «Desaparecerá el arco
de guerra —proclamará la paz a las naciones».- La ingenua
procesión de hoy, palmas y olivo en manos inocentes, forma un
sublime contraste, con los desfiles belicosos que suelen
encuadrar, en cualquier época de la historia, la presentación
de los grandes de la tierra. Fiesta de la séptima
Bienaventuranza, cantemos hoy el Hosanna de la paz.
La entrada en Jerusalén y la simbólica toma de posesión del
Templo fue para Cristo preludio de la PASION. La lectura asidua
y reflexiva del relato evangélico ha sido fuente inagotable de
espiritualidad en la historia del cristianismo. Su estructura
didáctica podría compararse a la de una elipse çon dos focos:
la Cena eucarística y la Crucifixión. El primero da la
interpretación teológica del segundo: la muerte de Jesús es el
Sacrificio de la Nueva Alianza (es decir de la unión definitiva
del pueblo con Dios, realizada y sellada con la sangre de la
Víctima). Sacrificio de expiación por los pecados del mundo. En
el Misterio de la Cena pascual, el discípulo entra en comunión
con la Víctima (y, por tanto, asimila su vida y su actitud). Al
redactar las distintas fases de la pasión, sepultura y
resurrección, los evangelistas pensaban en la atmósfera
religiosa de la Fracción del Pan: no se trataba de un hecho
simplemente pasado, sino de algo que la Iglesia revive cada
día.
En el libro de ISAÍAS, los cuatro Cánticos del Siervo de Yahvé
dibujaron con siglos de anticipación el auténtico rostro de
Cristo. Se leyó el primero en la fiesta del Bautismo del Señor.
Parte del segundo, el domingo siguiente. El cuarto, el más
conmovedor, se lee al principio de la acción litúrgica del
Viernes Santo. El tercero,
120 CICLO A
hoy: canta la docilidad, firmeza, martirio del Mesías. El «SALMO
de la Pasión» está
en línea paralela con estos Cánticos.
En la CARTA A LOS FILIPENSES Pablo nos conserva un
antiquísimo himno cristiano, que es una reflexión histórico-
teológica sobre la figura del Siervo de Yahvé. a) Jesús, desde
toda la eternidad, en la Gloria del Padre. b) Humildad de la
Encarnación en espíritu de servido (el Apóstol usa la palabra
fuerte «esclavo»). c) El servicio obediente, hecho Cruz. d)
Glorificación divina del Redentor, «Kyrios» o Señor del
Universo. Pablo escribía en tono de exhortación, para que
aprendamos de Cristo el humilde servicio de la Cruz.
Lectura principal de este domingo: la Pasión. Le sirve de
preludio, en la procesión de las Palmas, el Evangelio de la
Entrada en Jerusalén.
— La Entrada en Jerusalén fue una manifestación popular.
Discípulos, gente sencilla y también niños (Mt 21,15). Los
niños, cuando no se lo anublan los mayores, tienen el instinto
de Dios (21,16). Sentían la necesidad de aclamar en público a
Jesús. Molestaron (21,10 y 15). Se improvisó la fiesta
entretejiendo reminiscencias de gestos históricos
(entronización de reyes) con ritos y cantos litúrgicos (de la
procesión en la solemnidad de los Tabernáculos). Al aire de los
¡Hosanna! se lanzaban gritos de entusiasmo religioso y
mesiánico. Estos, en el ánimo de algunos (particularmente en
«la ciudad»: 21,10) podían suscitar resonancias nacionalistas y
políticas. —Jesús se mostró, como siempre, superior a las
circunstancias. Con un sencillo gesto transforma la imprecisa
manifestación en una parábola viviente. Para ello pide el asno
de Betfagé: «el Señor lo Pecesita» (v.3). Todos habían oído
muchas veces en la sinagoga el himno mesiánico del profeta
«Zacarías», que San Mateo cita alusivamente (v.5). Para
comprender la intención de Cristo, sería oportuno leer dicho
himno por entero. Felicita a Jerusalén porque viene a ella el Rey
humilde. El Rey de la Paz, «montado en un asno»... (Zac 9,9).
La palabra «humilde» significa sencillo, suave, «pobre». Rey de
las Bienaventuranzas. «Proclamará la paz», exigiendo el
desarme:
«suprimirá los carros de guerra... y los caballos de Jerusalén; y
desaparecerá el arco de la guerra» (Zac 9,10). Para los que
conocían las Escrituras, el asno de Betfagé decía a los ojos el
programa de no-violencia de Jesús. Los belicosos montaban,
armados, a caballo. —La Procesión de las Palmas actualiza
aquella parábola viviente de Jesús. Liturgia de Paz. Acto de Fe
en la Bienaventuranza de los sencillos.
— La Pasión fue heroica fidelidad de Jesús a su programa. Los
violentos lo hicieron víctima, y no resistió. Humilde. Pacífico.
Mártir. El cristiano que vive las Bienaventuranzas sintoniza
incansablemente con el relato evangélico de la Pasión. Por eso
el pueblo sencillo ha concentrado siempre en ella su
religiosidad. El relato de la Pasión es el núcleo más antiguo del
Evangelio. Se configuró en torno a la celebración eucarística.
Por eso empieza con la evocación de la Cena en que Jesús la
instituyó. La Eucarist:a ilumina el sentido teológico de la
Pasión. La entrega del Cuerpo y de la Sangre es Realidad-
hecha-signo de la Generosidad divina con que Cristo se da por
nosotros en Sacrificio de Alianza eterna. Y se nos da para
incorporarnos a él. Los que viven la Eucaristía se sitúan por
connaturalidad en el centro de la Cruz. San Pablo resumía la
Pasión diciendo que «Cristo nos amó y se
DOMINGO DE RAMOS 121
entregó a sí mismo por nosotros» (Ef 5, 2). Darse es la palabra
infalsificable del Amor. En la Pasión, Cristo nos la dice ¿on
infinita evidencia.
VIGILIA PASCUAL Y DOMINGO DE RESURRECCIÓN
EPÍSTOLA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 6,3-11
Hermanos: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo
fuimos incorporados a su
muerte. -
Por el bautismo fuimos sepultados con El en la muerte, para
que, así como Cristo fue despertado de entre los muertos por
la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida
nueva. Porque, si nuestra existencia está unida a él en una
muerte como la suya, lo estará también en una resurrección
como la suya.
Comprendemos que nuestra vieja condición ha sido crucificada
con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de
pecadores y nosotros libres de la esclavitud del pecado; porque
el que muere ha quedado absuelto del pecado. -
Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también
viviremos con El; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado
de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene
dominio sobre El. Porque su morir fue un morir al pecado de
una vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios.
Lo mismo vosotros consideraos muertos al pecado y vivos para
Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Salmo responsorial Sal 117,1-2. l6ab-17. 22-23
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su
misericordia. Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
La diestra del Señor es poderosa,
PASCUA DE RESURRECCIÓN 123
la diestra del Señor es excelsa. No he de morir, viviré, para
contar las hazañas del Señor.
La piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la piedra
angular.
Es el Señor quien lo ha hecho, es un milagro patente.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 28,1-10
En la madrugada del sábado, al alborear el primer día de la
semana, fueron María la Magdalena y la otra María a ver el
sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un
ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la
piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su
vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de
miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres:
—Vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado.
No está aquí: Ha resucitado, como había dicho. Venid a ver el
sitio donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos: «Ha
resucitado de entre ios muertos y va por delante de vosotros a
Galilea. Allí lo veréis Mirad, os lo he anunciado.
Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y
llenas de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos.
De pronto, Jesús le salió al encuentro y les dijo:
—Alegraos.
Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies.
Jesús les dijo:
—No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan
a Galilea; allí me verán.
PRIMERA LECTURA
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 10,34a. 37-43
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo.
—Hermanos: Vosotros conocéis lo que sucedió en el país de los
judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa
empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por
Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien
y curando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con
él.
Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en
Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo
resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino
a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos
comido y bebido con él después de su resurrección.
Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de
que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio
de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El
testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él
reciben, por su nombre, el perdón de los pecados.
124 CICLO A
Salmo responsorial Sal 117,1-2. I6ab-17. 22-23
R. Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
[ Aleluya].
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su
misericordia. Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es
excelsa. No he de morir, viviré para contar las hazañas del
Señor.
La piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la piedra
angular.
Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente.
SEGUNDÁ LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3,1-4
Hermanos: Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los
bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha
de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.
Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida
en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces
también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.
ALELUYA Aleluya. Aleluya.
¡Co 5,7b-8a Ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo.
Así pues, celebremos la Pascua. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 20,1-9
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al
amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del
sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro
discípulo, a quien quería Jesús y les dijo:
—Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo
han puesto.
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos
corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se
adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las
vendas en el suelo: pero no entró.
PASCUA DE RESURRECCIÓN 125
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro:
vio las vendas ene! suelo y el sudario con que le habían
cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino
enrollado en un Sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado
primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él
había de resucitar de entre los muertos.
Al celebrar la Pascua, saboreamos una triple experiencia de Fe:
Cristo ha resucitado; hemos resucitado con él; somos testigos
de la Resurrección.
1. — CRISTO HA RESUCITADO. Tema central de las páginas de
Evangelio que se leen en la Vigilia, Día y Semana de Pascua.
<‘Ha resucitado» quiere decir que Jesús de Nazaret, el que
murió en la Cruz, vive con su misma real humanidad en la
Gloria divina. Su «paso» de la Muerte a la Vida —acto de
infinito Poder, Sabiduría y Amor— se realizó en silenciosa
trascendencia. Luego, Jesús glorificado fue comunicando
pedagógicamente a los discípulos la verdad de su
Resurrección, que ya antes les había predicho. Sirvió de
«signo» inicial el Sepulcro vacío, cuyo significado les interpretó
el Angel. Se sucedieron las diversas apariciones a algunos en
particular:
a María de Magdala y compañeras, a los de Emaús, a Pedro y
otros apóstoles. Por fin, a todos reunidos. Al compás de lo que
veían y sentían, actuaba dentro de cada uno la gracia divina de
la Fe, más íntima que cualquier humaña evidencia. —La Pascua
israelita evoca y renueva año tras año el Paso de la esclavitud
a la libertad. Con su Paso de la Muerte a la Vida, Cristo le ha
dado plenitud de significación. No habría peor esclavitud para
el hombre que sentirse destinado a una muerte definitiva. De
ella Jesús nos ha liberado.
2. — « Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes
de allá arriba, donde está Cristo...’> Los textos de la Carta a
los Colosenses [ del Día] y a los Romanos [ la Vigilia] son
puntos homiléticos de espiritualidad bautismal. El Bautismo
nos incorporó a Jesucristo. La Eucaristía mantiene viva,
consciente y dinámica esta incorporación. Jesucristo es él y
toda la Humanidad incorporada a él. Su Resurrección nos
constituye en situación de Gloria. Transfigura a lo divino
nuestra existencia humana. Nos asegura que el dolor germina
en Bienaventuranza y que el mismo acto de la necesaria
muerte corporal nos manifestará la Vida eterna, que en Cristo
ya poseemos.
3. — «Nosotros somos testigos... » Autopresentación de San
Pedro según el libro de los Hechos [ lectura de la misa del Día].
Para pertenecer al grupo fundacional de los Apóstoles fue
condición haber sido testigos de la Resurrección de Jesús. La
Iglesiá es continuidad de la misión apostólica en el mundo. Su
testimonio de Cristo glorificado es inmanente: el que se da
siendo fiel a la razón de la propia existencia. Si nuestra Vida es
Cristo, ha de irradiar en la transparencia de su Verdad eterna,
de su Amor abnegado. Y también de la superconceptual Alegría
cristiana, que no se compra con dinero, placer o poder. Alegría
que tiene su manantial en aquella manera de vivir,
característica de Pascua florida, que el catecismo llama «estar
en Gracia de Dios».
126 CICLO A
Para quienes hayan tomado el gusto a la Palabra de Dios, las
lecturas y cánticos de la Vigilia Pascual son un festín de gloria.
La misa del día repite el mensaje de la noche luminosa: JESUS
HA RESUCITADO. En el EVANGELIO, Juan evoca el momento en
que esta fe alboreó en su espíritu. Los HECHOS muestran a los
Apóstoles, y en concreto a Pedro, irradiando al mundo esta fe.
En la CARTA A LOS DE COLOSAS, Pablo invita a profundizar en
ella desde el punto de vista de la incorporación de los
bautizados a Cristo.
Los evangelistas no describieron el hecho mismo de la
Resurrección, sino los acontecimientos sucesivos. Al referirlos
con amplia libertad de perspectiva, coinciden los cuatro en
estas tres fases: a) la sorpresa del sepulcro vacío y su
interpretación; b) las apariciones o encuentros de Jesús con
personas privadas, indicando o inspirando que llevan la noticia
a los apóstoles; c) el encuentro solemne con los apóstoles
reunidos y su misión a todos los pueblos de la tierra. Cada uno
de los cuatro relatos tiene como centro de gravedad este
momento definitivo: cuando el Colegio apostólico volvió a
reunirse con el mismo Jesús de antes, vivo después de muerto,
para recibir su mandato de evangelizar el. mundo. -
Leemos hoy la primera fase en el EVANGELIO SEGUN JUAN. (La
segunda es el conmovedor encuentro de la Magdalena con el
Señor: «María» — «Rabboní...» [ de la misa del martes]. La
tercera se leerá el domingo próximo.)
El primer signo de Resurrección fue el sepulcro vacío. Como
hecho verificable, sobresaltó a las fervorosas madrugadoras.
Como signo, por sí solo insuficiente (vers. 2), necesitaba una
interpretación autorizada. Según ios Sinópticos, quien la dio
fue un Angel del Señor (Evang. de la Vigilia). El cuarto
evangelista quiso dejar constancia de un recuerdo
autobiográfico: él mismo (= «el discípulo a quien Jesús
amaba»), junto con -Pedro, corrió al sepulcro; allí, al caer en la
cuenta de los que Jesús les había predicho según las Escrituras,
vio y creyó. Sintonizaba con sus ojos esa mirada limpia del
corazón que reconoce, por instinto, la Verdad.
Nacimiento a la Gloria eterna desde el sepulcro. Plenitud de
Vida, también corporal, a través de la muerte. La Resurrección
de Cristo inaugura esencialmente la era definitiva en la Historia
de la Salvación. Amanece en ella lo que en la Escatología
bíblica llaman «el Día de Yahvé». Los cuatro evangelistas
subrayan a una y con énfasis que se realizó en el primer día de
la semana. Pronto el sentido teológico de la Iglesia consagró
este día como «el Día del Señor». En este puente entre la
historia y la eternidad que es la existencia cristiana, el Día del
Señor o domingo («dominica dies») deben ser horas de cielo,
primacía del Espíritu, encuentro gozoso con el Señor:
siempre Pascua florida bajo el sol de la Gracia.
Según los HECHOS, la proclamación fundamental de los
Apóstoles fue su testimonio de la Resurrección. Sin ella no
habría Fe, ni Esperanza, ni Evangelio, ni Iglesia. El testimonio
es una llama divina que va prendiendo de persona a persona.
La llama que arde en nosotros se encendió junto al Sepulcro
vacío, al amanecer de la primera Pascua cristiana.
PABLO nos recuerda 9 por el bautismo, fuimos incorporados a
Cristo. En cuanto morimos, sea con El; en cuanto vivimos,
nuestra vida (pensamiento, amor, paz, gozo) es participación
de su Gloria. Un día, por lógica de la Redención total, hará
«vacío» nuestro sepulcro, y plenamente gloriosa nuestra
condición humana, también corporal.
PASCUA DE RESURRECCIÓN 127
PASCUA, «Día del Señor». La Glorificación de Jesús es el punto
culminante de la Historia.
1. — La Celebración litúrgica invita a gustar la experiencia de
la Fe: CRISTO HA RESUCITADO. El Evangelio recuerda cómo se
inició esta experiencia ante el Sepulcro vacío. Para la
Comunidad apostólica de Jerusalén, el Santo Sepulcro junto al
Calvario era signo y documento de la continuidad entre el
Cristo de la Cruz y el de la Gloria. Despojo de la Muerte en la
noche del viernes; triunfo de la Vida al amanecer del domingo.
Un ángel, voz de Revelación, proclama el Misterio: el
Crucificado ya no está aquí; VIVE. Durante la jornada manifestó
su inconfundible identidad a varios discípulos (Lc 24, 13-35). Al
término —hora de la última Cena— se hizo presente en medio
de la Comunidad reunida Qn 20, 19-23).
En el cuarto Evangelio, el Discípulo Predilecto evoca su
experiencia personal de haber sido el primero en ver-y-creer.
De paso, hace constar su respeto a la principalidad de Pedro
Qn 20, 1-10).
2. — La experiencia de la Fe se hizo imperativo de
comunicación. A partir de María Magdalena y sus compañeras
Qn 20, 17-18; Mt 28, 10), el honor de ver a Jesús confiere el
deber de anunciarlo a los demás. La Fe es un don divino a
compartir; o se transmite o se pierde. En la lectura de los
Hechos Apostólicos escuchamos a Pedro anunciando a Cristo
Resucitado Nuestra Fe de hoy es una llama ardiente, que
prendió al amanecer de Pascua junto al Santo Sepulcro y se ha
ido comunicando en la Iglesia, de vida en vida, hasta cada uno
de nosotros.
3. — Pascua transforma nuestra vida. Cristo resucitó por
nosotros (1 Cor 15,
20-22). En la de Cristo, la inmensa Familia de los bautizados
celebra su propia
Resurrección (Rom 6, 1-11). Por eso tiene en la altura —donde
está Cristo
Glorificado— el centro de sus valores, la luz de su pensamiento
y la fortaleza
insobornable de su amor (= Col 3, 1-4).
4. — Pascua es Alegría interior, que se manifiesta en la
incansable repetición del ALELUYA. La alegría es una
transfiguración de la existencia. Calor de una llama divina,
ardiente en la profundidad del propio ser. Participar hoy en la
Resurrección de Cristo quiere decir, con lenguaje del
catecismo, «estar en Gracia de Dios». Los cristianos sinceros
saben por experiencia que, en el silencio del alma, la Gracia de
Dios y la Alegría se abrazan en la Paz. Pascua es la fiesta
hermosa de la Gracia de Dios.
• SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA
PRIMERA LECTURA
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2,42-47
Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los
apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las
oraciones.
Todo el muodo estaba impresionado por los muchos prodigios y
signos que los apóstoles hacían en Jerusalén. Los creyentes
vivían todos unidos y lo tenían todo en común; vendían
posesiones y bienes y lo repartían entre todos, según la
necesidad de cada uno. A diario acudían al templo todos
unidos, celebraban la fracción del pan en las casas y comían
juntos alabando a Dios con alegría y de todo corazón; eran
bien vistos de todo el pueblo y día tras día el Señor iba
agregando al grupo los que se iban salvando.
Salmo responsorial Sal 117,2-4. 13-15. 22-24
R. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su
misericordia.
[ Aleluya].
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
Empujaban y empujaban para derribarme, pero el Señor me
ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía, él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria en las tiendas de los justos.
II DOMINGO PASCUA 129
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra
angular.
Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente.
Este es el día en que actuó el Señor; es nuestra alegría y
nuestro gozo.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 1,3-9
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su
gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los
muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza
viva, para una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que
os está reservada en el cielo.
La fuerza de Dios os custodia en la fe para la salvación que
aguarda a manifestarse en el momento final. Alegraos de ello,
aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en pruebas
diversas: así la comprobación de vuestra fe —de más precio
que el oro que, aunque perecedero, lo aquilatan a fuego—
llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste
Jesucristo nuestro Señor.
No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en
él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado,
alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 20,29 Porque me has visto, Tomás, has creído —dice el Señor
—. Paz a vosotros. Dichosos los que creen sin haber visto.
Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 20,19-31
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban
los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo
a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
—Paz a vosotros.
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los
discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
—Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os
envío yo.
Y, dicho esto, ezhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
—Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los
pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis,
les quedan retenidos.
Tomás, uno de los doce, llamado «el Mellizo», no estaba con
ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
—Hemos visto al Señor.
Pero él les contestó:
—Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el
dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su
costado, no lo creo.
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás
con ellos. Llegó Jesús,
130 CICLO A
estando cerradas las puenas se puso en medio y dijo:
—Paz a vosotros.
Luego dijo a Tomás:
—Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela
en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
Contestó Tomás:
— mío y Dios mío!
Jesús le dijo:
— me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber
visto.
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo
Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que
creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que,
creyendo, tengáis vida en su nombre.
Se encuentran en el Evangelio algunas Bienaventuranzas, que
no están entre las del Sermón de la Montaña. Hoy escuchamos
la principal: « los que tienen Fe!)>.
1. — «Vino Jesús, se puso en medio de ellos y les dijo: ¡Paz a
vosotros». Fue la primera Pascua y primer domingo cristiano. A
la misma hora que se habían reunido tres días antes, el Jueves
Santo. Entonces Jesús se despidió, anunciándoles que volvería.
Les prometió la Paz, la Alegría, el Espíritu. Los exhortó a que
permanecieran unidos. En estas páginas, San Juan evoca los
recuerdos inmortales de su juventud. Ahora, anciano, tiene
cada domingo con sus fieles la celebración eucarística. Al
evocar el primer atardecer de Pascua nos ofrece, junto con
aquella experiencia histórica, la perenne espiritualidad de
todas las reuniones eucarísticas dominicales. Jesús se hace
presente «en medio» de ellos (Mt 18, 20). Trasciende la
materia, pero se deja tocar. Manos y corazón llagado. Señor de
la Gloria y Cristo de la Cruz. Humanísimo y Dios. Su Presencia
es la Alegría. Su Palabra, la Paz. Transfunde su propia Misión a
la Iglesia comunicándole, como aliento creador (Gen 2, 7), el
Espíritu Santo. Con su poder de liberar al mundo del Pecado.
2. — «Si antes no veo.., si no meto el dedo... y la mano... ¡no
creeré!». Juan evangelista debió de encontrarse con más de un
difícil «Tomás» a lo largo de su vida. Al amigo apóstol,
constituido patrono de los que dudan, lo recuerda con afecto.
Tenía «su» razón...
3. — «Respondió Tomás y le dijo: ¡mi Señor y mi Dios!». El más
alto pensar, el más hondo sentir, el más claro hablar ante el
Jesús divino de la Gloria, ante el Jesús humano de las llagas
abiertas. Agradezcamos al Señor, que nos declara dichosos a
cuantos creemos sin necesidad de haber visto. Como aquellos
a quienes se dirige San Pedro en su preciosa Carta
[ intermedia]. LaFe cristiana tiene encendido su hogar en
medio de la Comunicación Apostólica. La Fe no es para
«razonadores» aislados. El libro de los Hechos [ lectura]
describe el ideal siempre nuevo de la Comunión Apostólica:
Doctrina, Fraternidad, Eucaristía, Oración. La increduli dad
empieza por no frecuentar, por ausentarse, por alejarse de ese
hogar de la Fe.
—Las últimas líneas (30-31) sirven de epílogo a todo el Cuarto
Evangelio. Dicen que su Autor lo escribió para que
mantengamos la Fe en Jesús, y creyendo obtengamos la Vida.
Sepamos agradecérselo.
II DOMINGO PASCUA 131
En el EVANGELIO, Juan destaca los momentos esenciales de la
manifestación de Cristo resucitado al colegio de sus apóstoles.
Tema central: la Misión. La resistencia a creer del ausente
Tomás hace pasar a primer plano, en la aparición siguiente, el
problema de la Fe. Los HECHOS dibujan el rostro ejemplar de la
más antigua comunidad cristiana de Jerusalén. Empieza la
lectura semicontinua de la primera ÇARTA DE SAN PEDRO:
domina en toda ella el tono de exhortación u homilía a los
recién bautizados.
Los primeros acontecimientos del domingo de Resurrección (el
sepulcro vacío, el aparecerse a algunos en particular)
preparaban el gran encuentro de Cristo con el colegio
apostólico reunido. Durante el ministerio público, los discípulos
habían formado con el Maestro una indisociable unidad. La
tentación de Getsemaní los dispersó (Mt 26, 31). La inmediata
solicitud del Resucitado fue la de restablecer aquella unión. Al
manifestárseles, insiste en afirmar su real identidad: «Soy yo
mismo...» (Lc 24, 39). En el EVANGELIO DE JUAN el signo
concreto de esta realidad e identidad está en las manos
llagadas el costado abierto (vers. 20, 25 y 27). Línea de
absoluta continuidad entre el Jesús a quien siguieron en
Galilea, el que se inmoló en la cruz y es el Señor de la Gloria.
Cuando lo ven, se cumple en ellos la promesa del Sermón de la
Cena: el gozo que no les quitará nadie Un 16, 22) y la paz que
el mundo no sabe dar Un 14,27). Los discípulos en torno a
Cristo, transparencia de Iglesia. Cada reunión eucarística es
atardecer de Pascua. Gozo y paz por la Presencia del Señor de
la Gloria, que conserva llagadas las manos y abierto el
corazón.
Con la sencillez de lo divino, Jesús transmite a sus apóstoles la
Misión que recibió del Padre. No renuncia a ella, la comunica:
desde ahora, el Yo profundo de la Iglesia en acción será Cristo.
Cristo, el Servidor o «Cordero» de Dios que vino a quitar el
pecado del mundo Un 1,29) en orden a establecer el reino de la
Santidad, la Justicia, el Amor. También sus enviados.
Unicamente por la fuerza del Espíritu. Con un gesto simbólico
se lo trasfunde. Línea de continuidad entre Dios Padre,
Jesucristo su Hijo y el Espíritu santificando el mundo a través
de los apóstoles.
La crisis de Tomás desemboca en la afirmación cumbre de la
cristología evangélica: ¡Tú eres «mi Señor y mi Dios»! Y en la
Bienaventuranza de la Fe post-apostólica: la de los ya no
testigos oculares (que creyeron porque «vieron», como el
mismo Tomás), sino dóciles oyentes de la Palabra. A ellos (a
nosotros) dedica Juan el epílogo del Evangelio (.c... se ha
escrito para que creáis... y creyendo tengáis Vida»).
La comunidad ejemplar de Jerusalén, según los HECHOS, tenía
por centro de su vida la asidua Fracción del Pan, o celebración
eucarística. Ambientada en la Doctrina de los apóstoles y en
las oraciones. Fuente de «koinonía» o comunión fraterna,
sincera y práctica. Por eso (porque era fiel a su identidad)
irradiaba alegría y contagiaba fe.
La primera página de la CARTA DE SAN PEDRO es un himno de
bendición a Dios y un elogio a los fieles por los valores
sustanciales del cristianismo: nacimiento a la Vida divina, fruto
y reflejo de la Resurrección de Cristo. Esperanza, Fe y Amor (sin
haber «visto»...). Autenticidad en el crisol de la «prueba» o
persecución. Alegría rebosante, preludio de la Gloria.
132 CICLO A
En la lectura del Evangelio se suceden tres apartados:
A. — Encuentro del Resucitado con la Comunidad de sus
Discípulos, al anochecer de Pascua (y. 19-23). Tiene dos
momentos. En el primero, se constata que los Díscipulos son
Testigos de la Resurrección. En el segundo, que son Enviádos
(«apóstoles») de Cristo. Ambos empiezan con el saludo de la
PAZ. Dicho por Jesús no era fórmula, sino eficacia Qn 14, 27).
Cuando escribe Juan, este saludo de la Paz ya era nota
característica del lenguaje litúrgico. La Paz en la Iglesia será
siempre atmósfera, signo y criterio de la Presencia de Jesús.
1.— El primer momento (y. 19-20) se concentra en la
experiencia de ver al Señor. Con plenitud de Alegría Qn 15, 11;
16, 22-24; 17, 13). Alegría es el rostro de la Fe. Vieron las
heridas de la Pasión; quiere decir que el Señor de la Gloria es el
mismo de la Cruz. Insinúa que la vocación cristiana a la Gloria
no consiste en suprimir el dolor y la muerte, sino en hacer, por
divino milagro, que de su misma entraña germine la Vida y la
Felicidad.
2.— En el segundo momento (y. 21-23) Jesús transfiere su
Misión, comunica con palabra y signo la Energía que la
garantiza y declara una de sus funciones esenciales. a) La
Misión es la misma que él ha recibido del Padre Qn 17, 18).
Hacer universal y perenne el Evangelio-en-Acción (Mc 16, 15;
Mt 28, 19). Dios, Cristo y la Iglesia están en línea indivisible. b)
Su Energía es la presencia dinámica del Espíritu Santo.
Anticipación de Pentecostés (Hch 1, 8). El signo con que la
expresa (y. 22) insinúa el misterio de una nueva creación (Gen
2, 7). c) Promover el Perdón de los Pecados fue esencial en la
vocación del Siervo de Yahvé Qn 1, 29), y lo es en la urgencia
del Apostolado.
B. — Dialéctica entre «ver» y «creer» (vers. 24-29). El segundo
apartado es una página transparente en torno a Tomás,
patrono de los que quieren dudar. Viendo la humanidad del
Señor, creyó por Gracia en su divinidad (y. 28). Pero serán
infinitos los que, por la Palabra de los Apóstoles Qn 17, 20),
creerán sin necesidad de ver. El autor del Evangelio personifica
en «Tomás» a los que creen que creerían si viesen
directamente a Jesús —olvidando que entre la Iglesia, Cristo y
Dios hay una continuidad indivisible.
C. — Las últimas líneas (vers. 30-31) son conclusión y rúbrica
de todo el Evangelio de San Juan. Invitan a la Bienaventuranza
de la Fe, que el Señor ofrece a los que «no han visto» (20, 29
b).
TERCER DOMINGO DE PASCUA
PRIMERA LECTURA
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2,14. 22-28
El día de Pentecostés, se presentó Pedro con los once, levantó
la voz y dirigió la palabra:
—Escuchadme, israelitas: Os hablo de Jesús Nazareno, el
hombre que Dios acreditó ante vosotros realizando por su
medio los milagros, signos y prodigios que conocéis. Conforme
al plan previsto y sancionado por Dios, os lo entregaron, y
vosotros, por mano de paganos, lo matasteis en una cruz. Pero
Dios lo resucitó rompiendo las ataduras de la muerte; no era
posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio, pues David
dice:
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón,
exulta mi lengua
y mi carne descansa esperanzada.
Porque no me entregarás a la muerte
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me has enseñado el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia.
Hermanos, permitidme hablaros con franqueza: El patriarca
David murió y lo enterraron, y conservamos su sepulcro hasta
el día de hoy. Pero era profeta y sabía que Dios le había
prometido con juramento sentar en su trono a un descendiente
suyo; cuando dijo que «no lo entregaría a la muerte y que su
carne no conocería la corrupción», hablaba previendo la
resurrección del Mesías. Pues bien, Dios resucitó a este Jesús, y
todos nosotros somos testigos.
Ahora, exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el
Espíritu Santo que estaba prometido, y lo ha derramado. Esto
es lo que estáis viendo y oyendo.
134 CICLO A
Salmo responsorial Sal 15,1-2a y 5. 7-8. 9-20. 11
R. Señor, me enseñarás el sendero de la vida. [ Aleluya].
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: Tú
eres mi bien. El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi
suerte está en tu mano.
Bendeciré al Señor que me aconseja; hasta de noche me
instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él
a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi
carne descansa serena:
porque no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel
conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu
presencia, de alegría perpetua a tu derecha.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 1,17-21
Queridos hermanos:
Si llamáis Padre al que juzga a cada uno, según sus obras, sin
parcialidad, tomad en serio vuestro proceder en esta vida.
Ya sabéis con qué os rescataron de ese proceder inútil recibido
de vuestros padres: no con bienes efímeros, con oro o plata,
sino a precio de la sangre de Cristo, el cordero sin defecto ni
mancha, previsto antes de la creación del mundo y
manifestado al final de los tiempos por nuestro bien.
Por Cristo vosotros creéis en Dios, que lo resucitó y le dio
gloria, y así habéis puesto en Dios vuestra fe y vuestra
esperanza.
ALELuYA Aleluya, aleluya.
Lc 24,31 Señor Jesús, explícanos las Escrituras. Enciende
nuestro corazón mientras nos hablas. Aleluya.
EVANGE1 10
Lectura del santo evangelio según san Lucas 24,13-35
Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el
primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante
unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que
había
III DOMINGO PASCUA 135
sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona
se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran
capaces de reconocerlo.
Elles dijo:
— conversación es esa que traéis mientras vais de camino?
Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se
llamaba Cleofás, le replicó:
—€ Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que
ha pasado allí estos días? El les pregunto:

Ellos le contestaron:
—Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en
obras y palabras ante Dios y todo el pueblo; cómo lo
entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo
condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos
que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves, hace dos
días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de
nuestro grupo nos han sobresaltado, pues fueron muy de
mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso
vinieron diciendo que habian visto una aparición de ángeles,
que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros
fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho
las mujeres; pero a él no lo vieron.
Entonces Jesús les dijo:
—jQué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los
profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para
entrar en su gloria?
Y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les
explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.
Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir
adelante, pero ellos le apremiaron diciendo:
—Quédate con nosotros porque atardece y el día va de caída.
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos
tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A
ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él
desapareció.
Ellos comentaron:
—ENo ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el
camino y nos explicaba las Escrituras?
Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde
encontraron reunidos a los once con sus compañeros, que
estaban diciendo: -
—Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a
Simón.
Y ellos Contaron lo que les había pasado por el camino y cómo
lo habían reconocido al partir el pan.
Jesús Resucitado está presente en la Iglesia. El Evangelio de los
discípulos de Emaús es una meditación sobre esta Presencia.
Presente en la Palabra de Dios. En la Fracción del Pan. En la
Comunidad Apostólica.
1. — En la Palabra de Dios. Al evocar el hecho real de aquel
camino de Emaús, San Lucas lo transfigura en diorama de una
liturgia de la Palabra. Sin darse cuenta, los dos caminantes
están escuchando a Jesús de Nazaret. Cuando en la comunidad
eclesial se proclama la auténtica Palabra de Dios y
auténticamente se explica, Cristo está presente. Jesucristo, la
Palabra viva, que por medio de signos escritos y orales entra
en el profundo pensar y sentir del hombre para elevarlo a
sintonía con el pensar y sentir de Dios. A los dos de Emaús,
antes hundidos en el pesimismo, les arde el «corazón»
mientras escuchan al incógnito Maestro (y. 32). Explicar las
Sagradas Escrituras de manera que se conviertan dentro de
cada uno en fuego de la propia alma es oficio principal en la
Iglesia. Y, sobre todo, gracia de Dios. Fundamento y corona
136 CICLO A
de toda Catequesis, desde el nivel infantil hasta la más alta
teología. [ preguntan qué textos del Antiguo Testamento pudo
comentar el Señor, camino de Emaús. En el pensamiento de
San Lucas tendrían prioridad aquellos que él pone en boca de
los Apóstoles a lo largo del libro de los Hechos. Así, por
ejemplo, en la primera lectura de hoy nos presenta a San Pedro
el día de Pentecostés, comentando cristológicamente el Salino
15. Luego lo saboreamos en el canto interleccional. Quien hace
suyo este Salmo, descubre en él un manantial inagotable de
poesía y de espiritualidad.]
2. — En la Fracción del Pan. Ya en la iglesia de los evangelistas
se leía y comentaba la Palabra de Dios para prepararse a la
celebración eucarística. A la «Fracción del Pan». «Quédate con
nosotros, que anochece...» Oración sencilla y plena, que ha
reflorecido en infinidad de peregrinos de Emaús. La Eucaristía
es hogar de la Fe. En el momento en que los ojos exteriores de
los dos discípulos se quedan sin su aparente objeto, se les
ilumina la mirada interior de la Verdad para «ver» y sentir la
real Presencia de Cristo. Cada eucaristía nos reenciende el
júbilo de Emaús.
3. — En la Comunidad Apostólica. Sin esperanza, los dos
discípulos de Emaús se iban de Jerusalén, donde habían
quedado los Apóstoles. Aquella noche, Jesús se quería
manifestar a todos, reunidos, para cenar con ellos en signo de
fraternidad y darles la Misión de llevar el Evangelio al mundo.
Es el tema de las siguientes líneas de San Lucas (24, 36-49),
que están en continuidad con el relato de Emaús. La
experiencia de Cristo pone en el alma de los dos la necesidad
de volver a Jerusalén. Es decir, a la Comunidad Apostólica,
donde el Amor de cada uno a Cristo se funde en el amor y
unidad de todos.
Con el EVANGELIO de hoy completamos la visión global de las
tres fases en que los evangelistas distribuyeron los
acontecimientos del domingo de Resurrección. En efecto,
después que hubieron encontrado el sepulcro vado de
madrugada (Ev. del dom. de Pascua) y antes de que el Señor
se manifestase a los apóstoles reunidos al anochecer (Ev. del
2> dom.), se apareció a algunos discípulos en particular. De
estas apariciones, San Lucas nos cuenta la de Emaús.
A través de la lectura de los HECHOS vemos a los Apóstoles
proclamando al pueblo hebreo, bajo la luz de las Escrituras, el
misterio de la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. La
CARTA DE SAN PEDRO nos exhorta a sentirnos conscientes y
responsables de que el precio de nuestra libertad es la sangre
de Cristo.
Los dos de Emaús se marcharon de Jerusalén cuando ya corría
entre los discípulos la noticia de que el sepulcro estaba abierto
y sin el cadáver; pero no la de que Jesús se hubiese
manifestado vivo. El evangelista da el nombre de uno de los
dos, Cleofás, que algunos suponen pariente próximo del Señor
Un 19, 25).
En su reportaje al compañero desconocido (vers. 18-24) todos
los verbos están en pretérito. Jesús fue. Le mataron. Estamos
ya en el tercer día desde que todo esto sucedió. En el centro, el
pretérito del ideal frustrado: «esperábamos que él iba a ser el
libertador de Israel».
El desconocido se les transforma en maestro. Pedagogo, no
teme reprender:
« Evocando textos de la Biblia les muestra cómo el auténtico
Mesías o
III DOMINGO PASCUA 137
«Cristo» no era el que ellos esperaban. Es el hombre del dolor;
el que va y lleva a la Gloria por la Cruz. El corazón de Cleofás y
del otro se hicieron llama viva (vers. 32). Porque en los
hombres de buena voluntad arde la esperanza si se les habla
de Cristo, del auténtico Cristo, claro, directo, al corazón.
En la manera de describir esta escena real se advierte el pincel
de artista y el alma apostólica de San Lucas. Porque los dos
peregrinos encarnan la fisonomía del hombre desalentado,
quizá frustrado, pero capaz de Evangelio. Aun alejándose de
Jerusalén, donde precisamente ha amanecido la esperanza, en
su camino ya no van solos. Su momento crítico, cuando viene
la noche, será decirle al Desconocido: «Quédate con nosotros...
«
« Y entró para quedarse con ellos». La hora de Emaús. Del
camino de la Palabra a la mesa de la Presencia (ver Apoc 3,20).
Luego corrieron a comunicar su fe con la de los Apóstoles
reunidos en Jerusalén. Y les contaron «cómo se les dio a
conocer en la Fracción del Pan».
En la manera de referir el hecho histórico, San Lucas refleja su
propia experiencia de cristiano. La de cuantos tienen abiertos
los ojos del espíritu para vivir, en torno a la Mesa de la Fracción
del Pan, su hora de Emaús.
Acto seguido el evangelista cuenta la manifestación del Señor
a los Apóstoles
(vers. 36-49). A fin de llevar su mensaje al mundo, les da el
carisma de interpretar las
Escrituras (y. 45-48) y les promete el Espíritu Santo (49). La
lectura de los HECHOS
nos ofrece un ejemplo de cómo los Apóstoles predicaban a
Cristo a partir de la Biblia.
(Concretamente del SALMO 15, que sirve hoy de canto
interleccional).
Prosigue la CARTA DE SAN PEDRO. Fuimos «redimidos» (=
liberados de la esclavitud) no con dinero sino con la sangre (=
sacrificio) de Cristo. Precio infinito. El cristiano no vende por
nada su íntima libertad de vivir como hijo de Dios.
Tres momentos en la lectura del Evangelio: el camino de
Emaús, la fracción del pan, el retorno a Jerusalén. Palabra,
Eucaristía y Misión.
1. El camino de Emaús. A San Lucas le gustaba contemplar a
Jesús caminando. Por eso, entre los recuerdos del Día de la
Resurrección, da importancia principal a la historia de los dos
discípulos. Se les han caído las alas de la Esperanza, porque
habían esperado mal (y. 21). Saben lo del Sepulcro vacío y se
van de Jerusalén, alejándose de la Comunidad de los Apóstoles.
Se hablan el uno al otro en diálogo cerrado, con lo que sólo
consiguen hacer más oscuro su pesimismo. Los dos discípulos
personifican el desaliento, enfermedad característica de la Fe
cuando no se nutre de la Palabra de Dios.
El Resucitado sigue siéndoles Maestro. Pedagogo eficaz,
examina, reprende y catequiza. Su lección se centra en el tema
clave del Misterio Cristiano: la Gloria germina de la Cruz. Tiene
por método la explicación de las Sagradas Escrituras. Al pasar
por sus labios, la letra bíblica se enciende en el Espíritu que la
inspiró, y su llama transfigura el corazón de los que escuchan
(vers. 27 y 32). Cristo camino de Emaús es ideal y norma de
los que sienten la responsabilidad de comunicar al mundo la
Palabra de Dios.
2. La Fracción del Pan. San Lucas escribe esta página para los
cristianos que
138 CICLO A
tienen en la celebración eucarística el hogar ardiente de su Fe.
El Camino hacia Emaús ha sido Liturgia de la Palabra. La
Memoria de Cristo abre la sed de su Presencia. Lo invitan bajo
el misterio del peregrino. La invitación de Emaús resume la
entrañable confianza con que miran a Jesucristo cuantos
entienden «los signos de los tiempos»: Quédate con nosotros,
que anochece...
La Fracción del Pan ilumina los ojos de la Fe con la certeza del
Invisible. San Lucas y sus lectores entendían el Gozo
inagotable que sugiere este momento. Cada Eucaristía
consciente es Emaús.
3. — El retorno a Jerusalén. Los que han recobrado laPrc sencia
de Cristo sienten la interior necesidad de recobrar la de la
Comunidad Apostólica. Volver a «Jerusalén» es reintegrarse al
hogar. Misioneros de su noticia, los dos de Emaús descubren
que su Fe ya es la de todos los hermanos. Con ellos van a
participar, al término de la inolvidable jornada, en la Presencia
eclesial del Señor (24,36 ss), que les confía la Misión de llevar
el Evangelio a todo el mundo. Gracias a los que nos
evangelizaron, podemos revivir en cada Celebración
Eucarística la experiencia de que Jesucristo se queda con
nosotros. El Gozo de Emaús.
CUARTO DOMINGO DE PASCUA
PRIMERA LECTURA
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2,14a. 36-41
El día de Pentecostés se presentó Pedro con los once, levantó
la voz y dirigió la palabra:
—Todo Israel esté cierto de que al mismo Jesús, a quien
vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías.
Estas palabras les traspasaron el corazón, y preguntaron a
Pedro y a los demás apóstoles:
— tenemos que hacer, hermanos? Pedro les contestó:
—Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo para
que se os perdonen los pecados, y recibiréis el Espíritu Santo.
Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y,
además, para todos los que llame el Señor Dios nuestro,
aunque estén lejos.
Con éstas y otras muchas razones los urgía y los exhortaba
diciendo:
—Escapad de esta generación perversa.
Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día se
les agregaron unos tres mil.
Salmo responsorial Sal 22,1-3a. 3b-4. 5. 6
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
[ Aleluya].
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia
fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.
140 CICLO A
Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú
vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me
unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de
mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 2,20b-25
Queridos hermanos:
Si obrando el bien soportáis el sufrimiento, hacéis una cosa
hermosa ante Dios, pues para esto habéis sido llamados, ya
que también Cristo padeció su pasión por vosotros, dejándoos
un ejemplo para que sigáis sus huellas.
El no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca;
cuando lo insultaban, no devolvía el insulto; en su pasión no
profería amenazas; al contrario, se ponía en manos del que
juzga justamente. Cargado con nuestros pecados subió al leño,
para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Sus
heridas os han curado. Andabais descarriados como ovejas,
pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras
vidas.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 10,14 Yo soy el buen Pastor —dice el Señor—, conozco a mis
ovejas y las mías me conocen. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 10,1-10
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
—Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de
las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y
bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las
ovejas. A éste le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz,
y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera.
Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y
las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo
seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de
los extraños.
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de
qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
IV DOMINGO PASCUA 141
—Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que
han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las
ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y
salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo
he venido para que tengan vida y la tengan abundante.
Domingo del Buen Pastor. El pueblo que escuchaba a Jesús
comprendía por intuición la alegoría religiosa del Pastor y su
rey. La Biblia y la Liturgia se lo habían hecho connatural. Un
israelita sabe concentrar toda la audacia de su fe y la ternura
de su confianza en el Salmo, que también nosotros cantamos:
«El Señor es mi Pastor:
nada me falta... »
El Mesías anunciado por los profetas tenía que aparecer ante el
pueblo como representación y presencia del único Pastor
supremo, que es Dios. Al afirmarse Pastor de Israel, Jesús se
definió Mesías. Para la Iglesia de los Apóstoles y de las
Catacumbas, la imagen del Buen Pastor era símbolo del Amor
de Cristo.
El vocabulario «pastoral» se extendió también (y ahora quizá
más que nunca) a la acción eclesiástica. Por respeto a su
origen, quienes lo hacen suyo se comprometen a mostrarse
ante el mundo transparencia del único Pastor.
1. — «Jesús les dijo esta comparación». Se refiere al texto de
los cinco primeros versículos. Instantánea alegorizante de un
aprisco en plena vida. Significa el Pueblo de Dios. El vallado
tiene una única puerta, que discierne dos estilos. Entrar y salir
por ella es libertad y derecho del Pastor. Saltar el muro,
habiendo puerta, es alevosía de ladrón.
2. — «Yo soy la Puerta». A lo largo del capítulo diez de San
Juan, el Maestro va comentando la alegoría bajo dos
perspectivas: la de la PUERTA y la del PASTOR. El leccionario
litúrgico corta el tezto en esta primera parte, dejando la
segunda y principal (la que tiene por lema « Yo soy el Buen
Pastor») para el ciclo B, que se leerá dentro de un año. —La
imagen de la «Puerta» no tiene sentido material, sino
funcional. PUERTA quiere decir legítimo entrar y salir. Línea de
encuentro entre familiares y amigos. Norma de gozosa libertad
activa que lleva el hogar al mundo y el mundo al hogar. La
Puerta juzga al que, con gesto de ladrón, se empeña en entrar
sin. pasar por ella. Las palabras con que el Señor acusa a
«ladrones y bandidos» aluden a situaciones concretas de la
historia reciente de su Pueblo. Falsos redentores equivocados y
criminales, expertos en robar, matar, destruir.
3. — «YO HE VENIDO PARA QUE TENGAN VIDA». Pensamiento
central de todo el capítulo, que introduce las reflexiones
siguientes bajo el lema «Yo soy el Buen Pastor» (vers. 11). El
que entrega su propia Vida en Sacrificio, a fin de que el Pueblo
tenga la Vida verdadera, «abundante». En el Evangelio, la
palabra Vida tiene una infinita plenitud de significado. Esta
frase, con que termina hoy nuestra lectura, condensa toda la
Misión Pastoral de Jesús y, por tanto, de su Iglesia.
El tema principal de la liturgia de la Palabra da fisonomía
propia a este «Domingo del Buen Pastor». (En la nueva
ordenación de textos se ha retrasado una semana con el fin de
no interrumpir la continuidad de la catequesis sobre las
manifestaciones del Señor resucitado durante los domingos 1°,
2° y 3° de Pascua).
142 CICLO A
El texto fundamental de la imagen eclesiológica de Cristo-
Pastor está en el capítulo 10 del EVANGELIO SEGUN SAN JUAN.
El SALMO 22 nos la traduce a cántico espiritual. En la CARTA
DE SAN PEDRO, la guía del Pastor-mártir nos invita a seguirlo
con docilidad.
La lectura de los HECHOS nos ofrece, lo mismo que el domingo
pasado, un fragmento de la primera predicación apostólica al
pueblo hebreo.
En el EVANGELIO de la Misa sólo se lee, este año, la primera
mitad de la alegoría del Pastor (la otra mitad la escucharemos
el año próximo). En su composición se siguió el procedimiento
pedagógico de la «revelación de la verdad en dos fases»: la
primera suscita un interrogante, la segunda le da la respuesta.
Entre ambas hay un momento intermedio, en el que los
oyentes manifiestan su falta de comprensión.
La primera fase (vers. 1-5) se limita a describir una escena de
la vida real de Palestina. Un aprisco vallado por un muro de
cerca, en el que hay una sola puerta. El pastor entra y sale por
ella; llama a sus ovejas, y éstas le reconocen la voz; las
conduce a los pastos, y le siguen. Si entra un ladrón, tendrá
que saltar la tapia; va dispuesto a matar; las ovejas no le
querrán seguir.
En el momento intermedio (vers. 6) los oyentes (los fariseos)
comprenden que el Maestro debe de hablar con alguna
intención; pero no la saben descubrir.
Por eso, en una segunda fase, Jesús irá destacando y
traduciendo a sentido religioso los cinco elemeütos de la
descripción inicial: el redil, la puerta, las ovejas, el pastor, el
ladrón.
De momento, en los vers. 7-9, el foco de la explicación se
concentra sobre el elemento «puerta». Pasar o no por ella
cuando se entra en el «redil» es el criterio que discierne al
«pastor» del «ladrón». En consecuencia, Jesús acusa a los que
vinieron antes de él. Venir suele tener en el Evangelio
resonancia mesiánica. Alude a los que, por declaración
explicita o con su actitud, se arrogaron la misión de salvadores
de Israel. Poi que abundaron los falsos mesías. Cristo es la
única «puerta» y se insinúa la del Mesía -Pastor («Yo he
venido..»). Esta se afirmará solemnemente en el 11: YO SOY EL
BUEN PASTOR... En las líneas siguientes sg habla del amor con
ue da la vida por sus ovejas, por su pueblo. Pero esta segunda
parte y su comentario corresponden al siguiente ciclo de
lecturas.
Bajo la luz de su explicación, la imagen inicial (vers. 1-5) se
transfigura. Ya no hay aprisco ni ovejas, sino la voz amiga de
Cristo que entra en sintonía con la intimidad de cada uno de
sus discípulos o «seguidores»: la huella de sus pasos es ley de
nuestro camino. Es lo que nos dice San Pedro en su Carta. Y el
Salmo canta la felicidad de tener tal Pastor. Honor y exigencia
para quienes han sido llamados al oficio de actualizar en la
Iglesia su amor pastoral. «Las ovejas le siguen, porque
reconocen su voz; no seguirán a un extraño, porque no
reconocen la voz de los extraños».
El capítulo 10 de San Juan recapitula lo que Jesús dijo de sí bajo
la imagen del PASTOR. Cada pueblo ha recibido de su tradición
un concreto tesoro de imágenes. Las «imágenes asimiladas»,
de las que el pueblo se sirve como de un lenguaje de casa, son
palabras de luz que hablan al alma.
IV DOMINGO PASCUA 143
En el «tesoro de imágenes» de Israel sobresalía la del PASTOR.
Miraban a Dios como realidad y arquetipo del Pastor bueno
(léase el Salmo interleccional). Y acusaban de malos pastores a
los dirigentes indignos (léase el capítulo 34 de Ezequiel). El
Mesías esperado tenía que ser Acción y Presencia pastoral de
Dios en medio del Pueblo.
Diciendo que él es EL BUEN PASTOR, Cristo afirma su
identidad.
Esta página de Evangelio empieza fijando la atención en una
escena de la vida real:
lo que sucede en un aprisco (vers. 1-5). Es obvio que Jesús
invita a reflexionar, pero no le comprenden (6). Entonces
explica su pensamiento con afirmaciones d.irectas (7-18).
Pedagogía del Maestro, que, mirando las cosas del orden
terreno (un aprisco), hace intuir y saborear las del orden
celeste (el Pueblo de Dios). De la Parábola a la Catequesis.
La «Parábola» esboza dos contrastes. El Pastor auténtico se
contrapone primero al ladrón (1-2) y luego al apacent ajeno o
«extraño», que las ovejas no (re)conocen (3-5). La
«Catequesis» desarrolla ambos contrastes. El primero con la
afirmación, repetida dos veces: YO SOY LA PUERTA. Los que no
entran por ella son ladrones (7-10). El segundo con la
afirmación, también repetida dos veces: YO SOY EL BUEN
PASTOR. El Buen Pastor conoce, ama, sirve, cuida, defiende y
acrecienta el «rebaño» (el Pueblo de Dios, la Iglesia) —hasta
dar la vida por él. En todo se contrapone al egoísta, que
«pastorea» únicamente por la paga. Esta segunda mitad de la
Catequesis (11-18), la más sustantiva, la deja el leccionario
para el año próximo. Es oportuno recordarla. Sólo anotamos el
texto delimitado para hoy:
1.— «YO SOY LA PUERTA». La puerta señala el legítimo «entrar
y salir» (9).
Acceso a la libertad positiva. Línea de encuentro con el familiar
y el amigo. Criterio
de rectitud para el que viene. Autocondena para quien tiene
que saltar por otro sitio
(1), porque su disposición lo aparta de ella. —Para el Pueblo en
su abertura a la
Salvación y a la Libertad, que es de solo Dios, no hay otra
puerta sino Cristo. El
Evangelio califica (y. 8) a quienes hayan pretendido serlo
«antes de él».
2. — «YO HE VENIDO PARA QUE TENGAN VIDA». Pensamientó
central de toda esta Catequesis. Transición hacia la imagen
principal del Pastor (vers. 11 ss), que da su vida (mortal) por la
VIDA (eterna) de las «ovejas». Jesús se contrapone a los falsos
mesías de aquella época, que no tuvieron más disposición ni
resultado que robar, matar y destruir. La Misión Pastoral
Cristiana es totalmente otra. Se concentra en la palabra VIDA,
con la infinita profundidad de sentido que le da el Evangelio.
QUINTO DOMINGO DE PASCUA
PRIMERA LECTURA
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 6,1-7
En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de
lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea,
diciendo que en el suministro diario no atendían a sus viudas.
Los apóstoles convocaron al grupo de los discípulos y les
dijeron:
—No nos parece bien descuidar la Palabra de Dios para
ocuparnos de la administración. Por tanto, hermanos, escoged
a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu
de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea; nosotros nos
dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra.
La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban,
hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro,
Nicanor, Simón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se
los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las
manos orando.
La Palabra de Dios iba cundiendo y en Jerusalén crecía mucho
el número de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban
la fe.
Salmo responsorial Sal 32,1-2. 4-5. 18-19
R. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo
esperamos de ti.
[ Aleluya].
Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los
buenos; dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el
arpa de diez cuerdas.
V DOMINGO PASCUA 145
La palabra del Señor es sincera
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.
Los ojos del Señor están puestos en us fieles, en los que
esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 2,4-9
Queridos hermanos:
Acercándoos al Señor, la piedra viva desechada por los
hombres, pero escogida y preciosa ante Dios, también
vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del
templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado para
ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo.
Dice la Escritura: <Yo coloco en Sión una piedra angular,
escogida y preciosa; el que crea en ella no quedará
defraudado.
Para vosotros los creyentes es de gran precio, pero para los
incrédulos es la piedra que desecharon los constructores: ésta
se ha convertido en piedra angular, en piedra de tropezar yen
roca de estrellarse.
Y ellos tropiezan al no creer en la palabra: ése es su destino.
Vosotros, en cambio, sois una raza elegida, un sacerdocio real,
una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios para
proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a
entrar en su luz maravillosa.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 14,5 Yo soy el camino y la verdad y la vida —dice el Señor—.
Nadie va al Padre, sino por mí. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 14,1-12
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulo:
—No perdáis la calma, creed en Dios y creed también en mí. En
la casa de mi Padre hay muchas estancias, si no, os lo habría
dicho, y me voy a prepararos sitio. Cuando vaya y os prepare
sitio volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo
estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.
Tomás le dice:
—Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo podemos saber el
camino?
Jesús le responde:
—Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino
por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre.
Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.
146 CICLO A
Felipe le dice:
—Señor, muéstranos al Padre y nos basta.
Jesús le replica:
—Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces,
Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices
tú: «Muéstranos al Padre>’? ¿No crees que yo estoy en el Padre
ye! Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta
propia. E! Padre, que permanece en mí, él mismo hace las
obras. Creedme: yo estoy en e! Padre y e! Padre en mí. Si no,
creed en las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también
él hará las obras que yo hago, y aun mayores. Porque yo me
voy al Padre.
Escuchamos en el Evangelio unas palabras del SERMÓN DE LA
CENA. Despedida de Jesús en el Cenáculo, horas antes de su
Pasión y Muerte. San Juan nos ha dejado en estos cinco
capítulos del «Sermón de la Cena» (Jn 13-17) los más
entrañables recuerdos del Maestro, que él comunicaba a su
iglesia en torno a la celebración eucarística. A lo largo de los
cinco capítulos se repiten con insistencia tres sentimientos: a)
Me voy al Padre... [ y Muerte]; b) pror volveré a vosotros...
[ Resurrección y apariciones]; c) luego caminaremos juntos
hacia el Padre [ vida y actividad de los cristianos con Cristo en
el mundo]
1. — «Me voy aprepararos sitio». Habla del infinito dolor de su
Cruz y se expresa con la sabrosa alegoría de un viaje a la Casa
del Padre. Para que los hombres pecadores pudiéramos entrar
en esa «Casa», es decir, en la intimidad eterna con Dios, quiso
adelantarse él, sacrificado por todos en redentora unicidad.
2. — «Luego de haber ido a prepararos sitio, volveré... »
Promesa de la Resurrección. Ausencia de unas horas, preludio
de una eterna Presencia. Al «volver», Jesús Glorificado trae a
los suyos, a la Comunidad Apostólica, a la Iglesia el aura divina
que él respira en la Casa del Padre...
3. — «... y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis
también vosotros». Caminar juntos y permanecer siempre
juntos. Idea cumbre de la espiritualidad del Nuevo Testamento:
seguir a Cristo; trabajar, padecer y gozar, morir y vivir en
Cristo. Estar con Cristo es cielo en la tierra. —Tomás apóstol,
patrono de los temperamentos contradictorios, dice no
entender la alegoría del «camino». Ello da pie a la afirmación
principal, que resume todo el Evangelio: YO SOY EL CAMINO, Y
LA VERDAD Y LA VIDA. El CAMINO de que habla Jesús no es una
línea trazada en el campo, que debamos recorrer. Es su misma
Persona. Dejar que él viva, piense, sienta y actúe en nuestro
«caminar», que es nuestro vivir. Jesús-Camino es la VERDAD
que se nos da en el Evangelio, la VIDA que arde en nosotros
por la Eucaristía. —Felipe apóstol suplica, como tantos
ingenuos, una experiencia tangible del Padre Dios. Hay que
recordarles que, en este mundo, basta Cristo. Que en la
humanidad glorificada de Cristo (el que tenemos en el
Evangelio, en la Eucaristía) DIOS se nos hace transparente,
cercano, de casa.
El EVANGELIO es un fragmento del «Sermón de laCena» según
San Juan. Lo serán también los de los dos domingos siguientes.
Ya de muy antiguo era costumbre leer este Sermón durante el
tiempo pascual. —Prosiguen independientemente las
V DOMINGO PASCUA 147
lecturas semicontinuas de los HECHOS APOSTÓLICOS y de la
primera CARTA DE SAN PEDRO.
La situación vital del EVANGELIO es la de Jesús despidiéndose
de los discípulos en el Cenáculo, ausente ya Judas, antes de
salir para Getsemaní. El evangelista distribuye las Palabras de
despedida del Señor (o «Sermón de la Cena») en tres grandes
secciones. El fragmento de hoy pertenece a la primera sección.
Esta primera sección Un 13,31 — 14,31) tiene ritmo de diálogo:
mientras habla el Maestro le interrumpen uno tras otro Pedro,
Tomás, Felipe, Judas Tadeo. Empieza anunciando que se va. Les
deja pot legado el amor fraterno-eclesial. Pedro protesta que
quiere ir con él. El Señor le predice su caída. Fn seguida vienen
las palabras que leemos hoy.
El sentimiento fundamental del primer párrafo es el que
distingue la despedida de Jesús de todas las demás. El
leitmotiv de la forma literaria «despedida del que va a morir»
sueLe ser: me voy, y no nos veremos más. En cambio Jesús
dice: me voy (entiéndase su muerte), y pronto volveré a
vosotros (su resurrección y presencia en la Iglesia).
Prosiguiendo en la alegoría del «viaje a la casa paterna», añade
que su ida tiene por objeto preparar la de ellos. El mismo les
acompañará luego, y estarán todos unidos allí, con el Padre,
para siempre. Expresión perfecta de la Comunidad
escatológica: una Familia.
Salta el pesimista del grupo, Tomás. Al evocar aquella noche,
Juan evangelista pensaba en su iglesia de Efeso, continuidad
teológica del Cenáculo, como la nuestra. ¡ Cuántos tampoco
saben a dónde vamos, y menos el camino! La respuesta de
Jesús es definitiva, programática: «YO SOY EL CAMINO: LA
VERDAD Y LA VIDA». Revelación y Gracia, luz y ardencia del
Amor, YO, «Verdad y Vida», SOY EL CAMINO. La universal
alegoría del «camino» les era familiar a los judíos: norma,
seguridad y condición para que nuestra vida llegue a su
término. Su término que es el Dios verdadero, que Cristo nos
manifestó como Padre.
Con una imperceptible transición, el Maestro pasa de la
metáfora del «camino a la realidad de su identificación con el
término. El que entra en comunión con Cristo no solamente va
hacia Dios sino que está ya en Dios. En Cristo Jesús conoce y
ve al Padre. En el vocabulario de Juan, «conocer» y «ver» no se
limitan a una contemplación teórica, sino que expresan una
experiencia vital.
Interrumpe ahora el ingenuo, Felipe. Es de los que no conciben
una experiencia religiosa que no les sea sensible, espectacular.
No se contenta con menos que con una teofanía (o «aparición»
divina). El Maestro da un paso más en la revelación del
misterio de Dios, y prepara la transición hacia los temas que
toca leer el domingo próximo.
Los HECHOS recuerdan la primera crisis de concordia en la
historia de la Iglesia, y cómo los apóstoles, de acuerdo con la
comunidad, procuraron encauzarla con realismo y prudencia.
Nótese la defensa de su plena entrega al ministerio de la
Oración y la Palabra. En la perspectiva literaria de San Lucas,
esta página es prólogo a los «Hechos» del protomártir Esteban
(cap. 6-7), cuya actividad y testimonio influyó de manera
decisiva en la difusión universal del cristianismo.
SAN PEDRO anima a los recién bautizados a realizarse en su
nueva situación de
148 CICLO A
Iglesia, Templo espiritual de piedras vivas, Pueblo de santos,
partícipes de la realeza y
sacerdocio de Cristo, Pueblo de Dios.
La lectura evangélica es del «Sermón de la última Cena». Tal
como la resume San
Juan, aquella Conversación del Señor con los Apóstoles ocupa
cinco capítulos (13-17)
y gira en torno a tres pensamientos: 1) Me voy al Padre, 2)
pero luego vendré a
vosotros 3) para llevaros conmigo al Padre.
San Juan la condensó por escrito con el fin de hacerla saborear
a su iglesia en torno a la Mesa de la Eucaristía. Jesús, en la
víspera de su Muerte, debió de poner el acento en la
Despedida («me voy al Padre...»). Pero San Juan lo pone en su
renovada Presencia gloriosa («vengo a vosotros») y, sobre
todo, en el Dinamismo escatológico que esta Presencia nos
infunde («os llevaré conmigo al Padre»).
Principales temas del fragmento que leemos hoy:
A. — «Voy al Padre». Fue la permanente actitud psicológica de
Jesús. la que daba sabor a su vida en la tierra. Por eso llamaba
«mi Hora» al último paso (Jn 13, 1, etc.). Tras el cancel de la
Muerte, veía «la Casa» paterna. La Casa es la razón del
Camino. El primer Camino lo tuvo que hacer a solas Un 13,33 y
36), por ser el único Redentor que con su Sacrificio podía
«preparar sitio» para los demás en aquel Hogar celeste, de
infinitas mansiones (14, 2)
B. «Vendré de nuevo, y os llevaré conmigo...» Hablando a sus
Apóstoles, se dirige a toda la Iglesia. Dos ideas: a) los
cristianos tenemos el centro de la vida donde está Cristo ( para
que donde estoy yo estéis también vosotros»); b) peró
podemos ir si no viene él mismo a llevarnos consigo. Según
San Juan, esta «Venida» o Presencia eficaz de Cristo se realizó
en la Resurrección (14, 18-24; 16, 16-24); permanece en la
Iglesia; se nos actualiza en cada Eucaristía; se manifestará
gloriosa al fin de los tiempos.
C. — «YO SOY EL CAMINO...» Tomás ( nosotros tantas veces!)
no sabe adónde hay que ir ni por dónde. La respuesta es
precisa: no hay más fin último que DIOS, y el único camino es
CRISTO: «nadie va al Padre sino por mí». El (metafórico)
«camino» es una Persona. No pide recorrer una distancia, sino
sintonizar la vida con él. Con Jesús. Pensar, sentir y obrar a su
ritmo. Seguirlo (14, 36). «La Verdad» y «la Vida» son
explicitación de la palabra «Camino». De ahí la frase entera,
que debe leerse así: YO SOY EL CAMINO: (es decir) LA VERDAD
Y LA VIDA.
D. « Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí». Intercomunión
perfecta. En su misma humanidad, Jesucristo es transparencia
de LA VERDAD de Dios. Palabra divina a los hombres (Jo 1, 18).
Plenitud y mediación de LA VIDA de Dios (Jo 1, 16-17). Su obrar
y hablar es pura Misión del Padre (14, 10-1 1). Para
comprender esto, hay que mirarlo y «conocerlo» con ojos de Fe
(cosa que Felipe entonces y tantos otros hoy no saben hacer:
14, 8-9).
E. — Por consiguiente, nos dice Cristo, vosotros que «creéis en
Dios, creed también en mí (14, Ib). Si creéis de veras,
participaréis conmigo en la fuerza divina (14, lib). Y por la FE
tendréis aquella PAZ que trasciende toda adversidad y libera
del miedo (14,ia = 14, 27 y 16, 33).
SEXTO DOMINGO DE PASCUA
PRIMERA LECTURA
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 8,5-8. 14-17
En aquellos días, Felipe bajó a la ciudad de Samaría y
predicaba allí a Cristo. El gentío escuchaba con aprobación lo
que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que
hacía y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los
espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y
lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría.
Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén, se enteraron
de que Samaría había recibido la palabra de Dios, enviaron a
Pedro y a Juan; ellos bajaron hasta allí y oraron por los fieles,
para que recibieran el Espíritu Santo; aún no había bajado
sobre ninguno, estaban sólo bautizados en el nombre del Señor
Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu
Santo.
Salmo responsorial Sal 65,1-3a. 4-5. 6-7a 16 y 20
R. Aclama al Señor, tierra entera. [ Aleluya].
Aclama al Señor, tierra entera; tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria. Decid a Dios: < temibles son tus
obras.>
Que se postre ante ti la tierra entera, que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre. Venid a ver las obras de Dios, sus
temibles proezas en favor de los hombres.
150 CICLO A
Transformó el mar en tierra firme, a pie atravesaron el río.
Alegrémonos con Dios, que con su poder gobierna
eternamente.
Fieles de Dios, venid a escuchar;
os contaré lo que ha hecho conmigo.
Bendito sea Dios que no rechazó mi súplica.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol San Pedro 3,15-18
Hermanos: Glorificad en vuestros corazones a Cristo Señor y
estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a
todo el que os la pidiere; pero con mansedumbre y respeto y
en buena conciencia, para que en aquello mismo en que sois
calumniados queden confundidos los que denigran vuestra
buena conducta en Cristo; que mejor es padecer haciendo el
bien, si tal es la voluntad de Dios, que padecer haciendo el
mal.
Porque también Cristo murió una vez por los pecados, el justo
por los injustos, para llevarnos a Dios. Murió en la carne, pero
volvió a la vida por el Espíritu.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 14,23 Si alguno me ama guardará mi palabra —dice el eñor
—, y mi Padre lo amará y vendremos a él. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 14,15-21
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al
Padre que os dé otro Defensor que esté siempre con vosotros,
el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo porque no
lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis porque vive
con vosotros y está con vosotros.
- No os dejaré desamparados, volveré. Dentro de poco el
mundo no me verá, peru vosotros me veréis, y viviréis, porque
yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre,
vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis
mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama, lo
amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.
La lectura del Evangelio es continuación de la del domingo
pasado. En torno a la mesa del Cenáculo, Jesús se despide de
sus Discípulos. Se va a la Casa del Padre pasando por la Cruz.
Pero les asegura que volverá muy pronto. Luego se quedará
con ellos para siempre: invisible a los ojos, evidente en el
corazón. Juan evangelista escribe estas palabras, meditadas
durante más de medio siglo, para infundir a los de su
VI DOMINGO PASCUA 151
iglesia, a los de la Iglesia de siempre, el sabor de la Presencia
de Cristo. Está en medio de nosotros el mismo Jesús de Nazaret
y de Jerusalén, transfigurando nuestra fraternidad —la Iglesia—
en Casa del Padre.
Para ello nos comunica el Espíritu Santo. Bajo la condición del
Amor cristiano.
1. — «Yo se lo pediré al Padre, y os dará otro Paráclito para que
esté siempre con vosotros, el Espíritu de la Verdad». Dentro de
quince días celebramos una vez más la Venida del Espíritu
Santo. Amor sustancial de Dios, que el Padre ha regalado por
Cristo al corazón de la Iglesia para que la Iglesia lo haga suyo
propio. Dice que el «mundo» no lo puede recibir. Juan
evangelista llama con «mundo» a los que con clara advertencia
y voluntad se niegan a la Fe. Cerrar los ojos para afirmar que la
luz no existe. Fe es mantener abierto el corazón y la
inteligencia al Espíritu de la Verdad, que es Dios mismo
viniendo a nosotros. «Paráclito», o sea, el que siempre está
junto a quien lo invoca para aconsejar, dirigir, defender,
consolar.
2. — «Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre, y
vosotros en m4 y yo en vosotros» (vers. 20). Preludio de la
«Oración Sacerdotal», que llena el capítulo 17 de San Juan y
contiene la más profunda Teología de la Iglesia. Los que de
veras se sienten Iglesia la deberían meditar muchas veces. La
unión de los cristianos por Cristo con el Padre en el Espíritu
constituye interiormente la Iglesia y hace de ella, ya en la
tierra, «la Casa del Padre» —que en boca de Jesús quiere decir
el Cielo.
3. — «Si me amáis...». La lectura evangélica de este domingo
empieza y termina con la condición del Amor cristiano (vers. 15
y 21). Aire y luz de la Casa del Padre. Las dos expresiones,
«amar a Cristo» y «guardar sus mandamientos» son pura
identidad. Y los «mandamientos» de Jesús se unifican todos en
el de la caridad fraterna. Amar así a Cristo nunca será éxito
personal, sino aceptación obediente y activa del Amor que nos
da el Padre en el Espíritu Santo. Esto no es mística de iniciados,
sino cotidiana sencillez, que sólo comprenden y practican los
que tienen un corazón de niño según el Evangelio.
El texto del EVANGELIO está tomado, como el del domingo
precedente, de la primera parte del Sermón de la Cena (o
despedida de Jesús la víspera de su muerte), en conversación
de intimidad con los apóstoles. Los HECHOS resumen la
historia de la primera evangelización de Samaría. La CARTA DE
SAN PEDRO da consejos de serenidad cristiana en tiempo de
persecución.
El EVANGELIO corresponde al momento de mayor elevación
teológica en la primera parte de la despedida de Jesús. Idea
dominante: gracias a su ausencia, relativa y temporal, los
discípulos tendrán para siempre el gozo de su Presencia activa
como Dios, junto con el Espíritu y el Padre.
Estas breves líneas están recargadas de doctrina. Tenemos que
limitarnos a un puro esquema. Distingamos dos términos de
relación: por un parte, los discípulos (y, en contraste con ellos,
«el mundo»); por otra, Dios.
10. Los discípulos. En dimensión histórica, los once apóstoles
del Cenáculo. Pero Juan, escribiendo años después, los
consideraba germen y signo de la Iglesia. En el evangelio
escrito, Jesús habla a la Iglesia: nos habla. El código del
auténtico discípulo se proclama dos veces (vers. 15 y 2fl: amar
a Cristo y cumplir sus mandamientos. Es
152 CICLO A
condición de la presencia del Espíritu. No dos cosas sino una,
indivisible. Obediencia sin amor, esclavitud; amor sin
obediencia, un contrasentido.
Por contraste con los discípulos se menciona, en negativo, «el
mundo». Es terminología convencional; se refiere a los no-
discípulos por expresa voluntad.
2°. Dios. Por el ruego de Cristo-hombre (entiéndase como
intención de su Sacrificio) el Padre enviará a los discípulos el
Espíritu Santo, que estará con ellos y en ellos para siempre. Es
«el Espíritu de la Verdad» que hace perennemente actual en la
Iglesia el magisterio de Cristo (vers. 26). Les dice que será para
ellos «otro» Paráclito, significando que primero lo fue Jesús (1
Carta de Jn 2,1). «Paráclito» es un término griego intraducible,
de significación general: «el que ayuda con su asistencia».
(Abogado, Defensor, Intercesor, etc. son aspectos concretos de
una más amplia ((Asistencia activa-eficaz»).
Después de su «ida al Padre» (muerte), Cristo volverá
(resurrección), y se realizará entre él y sus discípulos la más
estrecha unidad para siempre (18-19). El texto original dice a
la letra: «vosotros en mí y yo en vosotros» (tema de la alegoría
de la Vid y los sarmientos: Jn 15, 1-11). Irisaciones de esta
unión serán, para el discípulo:
«ver» a Cristo, vivir de su Vida (19), experimentar su Amor,
recibir la manifestación de su intimidad (21).
Esta Presencia de Cristo glorificado, sin dejar de ser humana,
es formalmente divina. Como tal, inseparable de la del Padre
(20). En los versículos que siguen al punto final de la perícopa
litúrgica se dice del auténtico discípulo: «mi Padre le amará, y
vendremos a él, y en él haremos morada» (23).
Recapitulando: fruto de la muerte y glorificación de Jesús para
cada uno de los discípulos y para todos a una, la más íntima
presencia personal activa («inhabitación>) de Dios Padre,
Jesucristo, Espíritu Santo.
A la muerte de Esteban su equipo tuvo que dispersarse. Felipe
evangelizó Samaría: primera misión «exterior» de la iglesia
madre de Jerusalén (los judíos observantes consideraban
ajenos a los samaritanos; incluso los odiaban). Los apóstoles
autorizaron y completaron la misión. Por su ministerio vino el
Espíritu Santo también sobre los samaritanos a confirmar su fe
y consagración bautismal.
La lectura evangélica es continuación de la del domingo
pasado. Un fragmento de la Conversación de Jesús con sus
Apóstoles en la última Cena. Estas palabras del Señor se
consignaron por escrito en la iglesia de Juan, el Discípulo
Predilecto, a fin de que las escuchásemos a perpetuidad y las
considerásemos dirigidas a nosotros cuantos nos reunimos en
torno a la Mesa de la Eucaristía.
El apartado que leemos hoy insiste en el segundo de los tres
pensamientos fundamentales del «Sermón de la Cena»: el de
la Presencia Divina en la Iglesia a partir de la Resurrección.
Presencia del mismo Jesucristo. Presencia del Padre. Presencia
del Espíritu Santo.
A. — Presencia de Cristo. «No os dejaré huérfanos: vengo a
vosotros» (y. 18). Les anuncia la Resurrección. Con la
Resurrección comenzó la Presencia de Jesucristo Glorificado en
la Iglesia. El texto griego del Evangelio de San Juan habla de
esta Presencia como de una «Venida». La misma Venida-y-
Presencia que al fin de los
VI DOMINGO PASCUA 153
tiempos se manifestará al Universo. (La que algunos llaman
«Parusía»). Las Apariciones a los Discípulos fueron
demostración perceptible a los sentidos de esta Presencia del
Resucitado. Pregustación del Gozo escatológico, y signos para
afirmar la Fe. «Vosotros me veréis». Como los de Emaús, que
empezaron a «ver)) auténticamente al Señor Glorificado desde
el momento en que se retiró de su mirada corporal. La
Eucaristía es nuestro Emaús. Presencia (real) del (en
apariencia) Ausente. La Fe es ver con ojos del espíritu la
Verdad divina, que la Revelación ha hecho transparente en sus
signos. — Dice que «el mundo» no verá a Cristo. San Juan
llama convencionalmente «mundo» a los que libre y
culpablemente rechazan la Fe. Esa parte de la humanidad que
no tiene más ideal ni horizonte que el de los Pecados capitales
(1 Jn 2, 16).
B. — Por Cristo con el Padre. «Aquel Día, (re)conoceréis que Yo
estoy en mi Padre, vosotros en Míy Yo en vosotros» (y. 20).
«Aquel Día» quiere decir la Pascua perenne de la Iglesia. «Estar
en Cristo, y Cristo en nosotros» es la sublime experiencia de la
Vida cristiana según San Juan (vgr. 15, 1-17). Participando de
su Filiación divina (1 Jn 3, 1-3), estamos con él en nuestro
Padre. Criterio, sabor y epifanía de esta intimidad con Dios es
la Caridad sincera y la guarda de los Mandamientos (vers. 21).
C. — En el Espíritu Santo. A lo largo del «Sermón de la Cena»,
Jesús anuncia cinco veces a su Iglesia la Venida-y-Permanencia
del Espíritu Santo. Hoy escuchamos el primero de estos cinco
textos (vers. 16-17). Invitación a que nos preparemos a revivir
en profundidad la fiesta perenne de Pentecostés. Es infinita la
actividad del «Paráclito» en la Iglesia. Espíritu de la Verdad,
mantiene ardiente el diálogo-de-vida entre la Fe de los
Discípulos y la Verdad de Dios.
Dicen que la más alta conquista de la inteligencia es llegar a
comprender que Dios vive en nosotros. Y la más honda
sabiduría, sentir y gustar que nosotros vivimos en Dios. El
Evangelio invita a reflexionar.
LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
PRIMERA LECTURA
Lectura de los Hechos de ¡os Apóstoles 1,1-II
En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús
fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones
a los apóstoles, que había escogido movido por el Espfritu
Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su
pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo y,
apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de
Dios.
Una vez que comían juntos les recomendó:
—No os alejéis de Jerusalén; sguardad que se cumpla la
promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó
con agua; dentro de pocos días, vosotros seréis bautizados con
Espíritu Santo.
Ellos lo rodearon preguntándole:
—Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar la soberanía de
Israel? Jesús contestó:
—No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el
Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu
Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis
testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los
confines del mundo.
Dicho esto, lo vieron levantarse hasta que una nube se le quitó
de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les
presentaron dos hombre vestidos de blanco, que les dijeron:
—Galileos, qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo
Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le
habéis visto marcharse.
Salmo responsorsal Sal 46,2.-3. 6-7. 8-9
R. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de
trompetas.
to Aleluya].
ASCENCIÓN DEL SEÑOR 155
Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de
júbilo; porque el Señor es sublime y terrible, emperador de
toda la tierra.
Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de
trompetas; tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey,
tocad.
Porque Dios es el rey del mundo; tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono
sagrado.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1,17-23
Hermanos: Que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre
de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para
conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón para que
comprendáis cuál es Ja esperanza a la que os llama, cuál la
riqueza de gloria que da en herencia a los santos y cuál la
extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que
creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que
desplegó en Cristo resucitándolo de entre los muertos y
sentándolo a su derecha en el cielo, por encima ds todo
principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de
todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el
futuro.
Y todo lo puso bajo sus pies y lo dio a la Iglesia, como Cabeza,
sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en
todos.
ALELUYA Aleluya.
Mt 28,19 y 20 Id y haced discípulos de todos los pueblos, dice
el Señor. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días
hasta el fin del mundo. Aleluya.
EVANGELIO
Final del santo evangelio según san Mateo 28,16-20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al
monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
—Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y
haced discípulos de todos los pueblos bautizándolos en el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; y
enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, Iasta el fin
del mundo.
156 CICLO A
El Libro de ‘os Hechos evoca en forma narrativa el MISTERIO
DE LA ASCENSION (1). Con ella empieza el tiempo de la Iglesia
en el mundo, cuyo programa resume San Mateo (2). La Carta a
los Efesios augura que la Gloria de Cristo sea para nuestra
Iglesia el único centro de su pensar, querer y existir (3).
1.— «Y ascendió al Cielo». Dios es maestro en pedagogía de los
signos. «Cielo» significa el ámbito de la evidente realidad,
amor y goce de Dios. La humanidad de Jesús es asumida a
compartir la Gloria del Padre. Desde este momento, el universo
proclama a un mismo tiempo la Gloria de Dios y la de
Jesucristo Dios-y-Hombre. Pensamiento fecundo para los que
gusten de leer el Evangelio en la naturaleza. San Lucas
contempla al Jesús de la Ascensión, no a la manera de un Elías
montado en carro bélico de fuego, sino con su característica
sencillez de siempre. En este preludio del Libro de los Hechos,
filigrana de «teología narrativa», San Lucas destaca la
dimensión eclesiológica y misional de la Ascensión. A partir de
ella, los Apóstoles van a recibir desde el «Cielo» la efusión del
Espíritu Santo, que los impregnará de Fuerza divina para
irradiar el Testimonio de Jesús desde el lugar de la Redención,
Jerusalén, hasta todo el mundo.
2. — «Id y haced discípulos a todos los pueblos». El Resucitado
convoca a su Colegio Apostólico en Galilea. Donde les había
adoctrinado con el Sermón de la Montaña. En estas últimas
líneas de su libro, Mateo ofrece una síntesis de todo el
Evangelio. Tres afirmaciones: a) Cristo ha sido constituido por
el Padre Señor del Universo («en el cielo y en la tierra»). b) La
Iglesia de sus Apóstoles tiene el deber y el derecho de
proclamar a todos los pueblos su Doctrina, administrar su
Bautismo, enseñar sus Mandamientos. c) Cuando la Iglesia
desarrolla esta Misión, en ella está presente y activo Cristo
Glorificado. Sin intermitencias («todos los días»). Sin límite
(«hasta el fin del mundo»).
3. — «Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la
Gloria.., ilumine los ojos de vuestro corazón». Que os infunda el
divino regálo de su Sabiduría, que trasciende todo humano
pensar y sentir. Comprender ya en esta vida la cercanía de
Cristo Glorioso, invisible a nuestros ojos pero evidente en el
corazón. La Ascensión no nos lo aleja; nos lo interioriza.
Celebrar el Misterio de Jesús elevado a los Cielos nos recuerda
que todos los humanos tenemos nuestro centro en su Altura. Y
que si vivimos «en Cristo Jesús», sentiremos el Cielo muy
cerca, muy dentro.
Las tres lecturas ofrecen otros tantos puntos de vista para
considerar el misterio de la ASCENSION: una memoria
narrativa, un deseo de contemplación, una consigna
eclesiológica.
1. — La memoria narrativa la debemos a San Lucas. Es la
primera página de los Hechos Apostólicos, enlazando con las
últimas líneas de su Evangelio (Lc 24, 50-53). La Ascensión
concluye la historia terrena de Jesús e inicia la de la Iglesia.
Durante un período de tiempo (en lenguaje bíblico, «cuarenta
días»), el Señor Resucitado confirma la Fe de sus apóstoles y
completa su formación (vers. 3). Les aviva la conciencia
imperativa de su Misión a todo el mundo (y. 8). La Ascensión
significa para los apóstoles el término de estas
manifestaciones habituales de la Presencia del Señor. Empieza
el «tiempo de la Iglesia», paréntesis de Fidelidad activa entre la
Resurrección y el definitivo Reino de Dios (vers. 3, 7 y 11).
Durante este paréntesis,
ASCENCIÓN DEL SEÑOR 157
la Iglesia tendrá su sentido, sabor y eficacia de la Presencia
divina en el Espíritu Santo (vers. 4-5 y 8).
San Lucas describe el Misterio de la Ascensión con la sencillez
y familiaridad eternamente características de Jesús (vers. 9 y
Lc 24, 50-52). Para sentir y gustar los Misterios, la inteligencia
humana tiene que recurrir a la pedagogía de los signos. El de
Jesucristo subiendo én su Humanidad al «Cielo» significa que el
centro de su Vida está allí. Más allá de toda imaginación, en la
omnipresente Realidad de Dios. Quien entienda con ojos de Fe
lo que significa la Ascensión, sentirá una inefable proximidad
de Cristo en toda dimensión del Universo. Y descubrirá en su
Presencia eucarística la anticipación del Gozo escatológico. Con
el lenguaje de los sencillos (más auténtico que el de los
«sabios»), un sabor de «Cielo».
2. En la segunda lectura, el Apóstol nos quiere comunicar un
deseo de contemplación. Que Dios «ilumine los ojos» de
nuestra profunda Interioridad (o «corazón»). Es el regalo de
una «sabiduría», que trasciende todo humano pensar.
Comprender la Gloria infinita de Jesucristo, por encima de todo
ideal, fuerza, valor o sistema del Universo. Descubrir que esta
Gloria es nuestro destino. Que la Iglesia es «Plenitud» de Cristo
Glorificado.
3. — La consigna eclesiológica de Cristo Glorificado según el
Evangelio de San Mateo pediría un comentario extenso. Es una
síntesis de las instrucciones que el Resucitado dio a los
discípulos [ lectura]. Afirmación, mandato y promesa. a)
Afirmación: el Padre lo ha constituido Señor del Universo (Mt
28, 18; cf. 11,27). b) Mandato: es en nombre de esta Soberanía
incondicional que la Iglesia de los Apóstoles tiene el deber-y-
derecho de ejercer su Misión de proclamar y enseñar el
Evangelio. De «hacer discípulos» y bautizar a quienes lo
acepten. c) Promesa (y. 20 b): Cristo Glorificado está en la
Misión apostólica. Sin intermitencias («todos los días»). Hasta
el fin del mundo.
SÉPTIMO DOMINGO DE PASCUA
PRIMERA LECTURA
Lectura de los Hechos de ios Apóstoles 1,12-14
Después de subir Jesús al cielo, los apóstoles se volvieron a
Jerusalén, desde el monte que llaman de los Olivos, que dista
de Jerusalén lo que se permite caminar en sábado. Llegados a
casa subieron a la sala, donde se alojaban: Pedro, Juan,
Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago
el de Alfeo, Simón de Celotes, y Judas el de Santiago.
Todos ellos se dedicaban a la oración en común, junto con
algunas mujeres, entre ellas María, la madre de Jesús, y sus
hermanos.
Salmo responsorzal Sai 26,!. 4. 7-8a
R. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida.
[ Aleluyaj.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?
Una cosa pido al Señor, eso buscaré:
habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la
dulzura del Señor contemplando su templo.
VII DOMINGO PASCUA 15
Escúchame, Señor, que te llamo; ten piedad, respóndeme.
Oigo en mi corazón: «‘Buscad mi rostro.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 4,13-16
Queridos hermanos:
Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo,
para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo.
Si os ultrajan por el nombre de Cristo, dichosos vosotros,
porque el Espíritu de la gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre
vosotros.
Que ninguno de vosotros tenga que sufrir por homicida, ladrón,
malhechor o entrometido. Pero si sufre por ser cristiano que no
se avergüence, que dé gloria a Dios por este nombre.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 14,18 No os dejaré desamparados —dice el Señor—; me voy,
pero volveré y os llenaré de gozo. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 17,1-ha
En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, Jesús dijo:
—Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo
te glorifique
y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida
eterna a los que le confiaste.
Esta es la vida eterna:
que te conozcan a ti, único Dios verdadero,
y a tu enviado, Jesucristo.
Yo te he glorificado sobre la tierra,
he coronado la obra que me encomendaste.
Ahora, Padre, glorifícame cerca de ti,
con la gloria que yo tenía cerca de ti
antes que el mundo existiese.
He manifestado tu Nombre
a los hombres que me diste de en medio del mundo.
Tuyos eran y tú me los diste,
y ellos han guardado tu palabra.
Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti,
porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste
y ellos las han recibido
160 CICLO A
y han conocido verdaderamente que yo salí de ti,
y han creído que tú me has enviado.
Te ruego por ellos;
no ruego por el mundo,
sino por éstos que tú me diste y son tuyos.
Sí, todo lo mío es tuyo y lo tuyo mío;
y en ellos he sido glorificado.
Ya no voy a estar en el mundo,
pero ellos están en el mundo
mientras yo voy a ti.
El ambiente del EVANGELIO vuelve a ser el Cenáculo, a punto
de bajar a Getsemaní. En actitud de Sacerdote, Jesús expone al
Padre el sentido e intenciones de su Sacrificio, como si recitase
la plegaria eucarística. En su corazón y sus palabras se unifican
tres perspectivas: la Cruz, la Iglesia, la Gloria.
El fragmento de los Hechos nos invita a sintonizar hoy, entre la
Ascensión y Pentecostés, con la comunidad apostólica que se
preparaba (según tradición, en el mismo Cenáculo) a recibir el
Espíritu Santo. El SALMO expresa la disposición religiosa
fundamental: desear y buscar la presencia de Dios.
Termina la lectura semicontinua de la primera CARTA DE SAN
PEDRO con una glosa a la Bienaventuranza de los perseguidos
por la causa de Cristo, porque de ellos es la predilección y el
gozo del Espíritu Santo.
En el EVANGELIO se lee parte de la que suelen llamar «Oración
sacerdotal». La ORACION SACERDOTAL Qn 17) es la tercera y
última sección de la despedida de Jesús después de la Cena
eucarística. Habla como quien está en el mismo acto del
Sacrificio. Juan ha querido sintetizar en esta página el legado o
testamento espiritual del Maestro (que resume, al mismo
tiempo, su teología de la Iglesia). Va entrelazando historia,
doctrina y súplicas en torno a un centro que se dilata en
círculos concéntricos. El centro es el mismo Jesús (vers. 1-5). El
primer círculo, los apóstoles (6-19). Un círculo más amplio, los
gue creerán en Cristo por la palabra de los apóstoles (20-23).
Termina con una recapitulación (24-26). Quien consiga el don
de sintonizar con el estilo de Juan, no encontrará página de
mayor profundidad, emoción y actualidad perenne.
1. —Jesús habla de sí mismo (vers. 1-5). Empieza mirando al
cielo, como quien señala el camino. Ha llevado a término su
Misión. Es la Hora decisiva (terminología escatológica: empieza
el Reino de Dios). Pide al Padre su Gloria (la manifestación de
su ser divino y eterno como el del Padre). Fruto de esta
glorificación será la Fe de los hombres (los hombres = «toda
carne»; la fe = «que te conozcan a Ti, etc.». Entiéndase
«conocer» y «fe» según la teología de Juan: fe total, personal,
viva). Por esta Fe, obtendrán la Vida eterna (la regeneración, la
gracia y la gloria). Así Cristo Redentor glorificará al Padre por la
salvación del mundo.
2. — Los apóstoles. A partir del vers. 6 habla de los discípulos
presentes en el Cenáculo. Recuerda su vocación (= el Padre se
los dio a Cristo). Elogia su fe, su fidelidad. Por anticipación, los
llama su gloria (y. 10: ¡qué ideal, ser gloria de Cristo!). Expone
al Padre el motivo de su preocupación y por qué va a rogar por
ellos: se
VII DOMINGO PASCUA 161
quedan en el mundo sin su presencia visible... [ este punto
termina la perícopa litúrgica. En las líneas siguientes, Jesús
declara sus conmovedoras peticiones por ellos, y luego por
toda la Iglesia.]
En la lectura de los HECHOS San Lucas nos da la primera de
sus <‘instantáneas’> literarias en que suele sintetizar la
imagen viva de la Iglesia (ver 2, 42-47; 5, 32-34, etc.). Todos,
unánimes, dedicados a la oración. Con los apóstoles. El autor
del Evangelio de la Infancia no podía menos de mencionar
explícitamente, en la que será la Iglesia de Pentecostés, a
María, Madre de Jesús.
DOMINGO DE PENTECOSTÉS
PRIMERA LECTURA
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2,1-11
Todos los discípulos estaban juntos de día de Pentecostés. De
repente un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en
toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas
lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose
encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y
empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la
lengua que el Espíritu le sugería.
Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas
las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y
quedaron desconcertados, porque c2da uno los oía hablar en
su propio idioma. Enormemente sorprendidos preguntaban:
—ENo son galileos todos esos que están hablando? Entonces,
¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua
nativa?
Entre nosotros hay partos, medos y elarnitas, otros vivimos en
Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en
Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita
con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o
prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los
oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia
lengua.
Salmo responsorial Sal 103, ¡ab y 24ac. 29bc-30. 31 y 34
R. Envía tu espíritu, Señor,
y repuebla la faz de la tierra.
[ Aleluya].
Bendice, alma mía, al Señor. ¡Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas.
DOMINGO DE PENTECOSTÉS 163,
Les retiras el aliento, y expiran,
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento y los creas,
y repueblas la faz de la tierra.
Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras. Que le
sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
12,3b-7. 12-13
Hermanos: INadie puede decir «Jesús es Señor», si no es bajo
la acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de dones, pero un
mismo Espíritu; hay diversidad de servicios, pero un
mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo
Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el
Espíritu para el bien común.
Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos
miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser
muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido
bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y
todos hemos bebido de un solo Espíritu.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Ven, Espíritu Santo, llena las corazones de tus fieles y enciende
en ellos la llama de tu amor. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 20,79-23
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana,
estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas,
por miedo a los judíos. En esto entró Jesús, se puso en medio y
les dijo:
—Paz a vosotros.
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los
discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
—Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os
envío yo.
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
—Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los
pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis,
les quedan retenidos.
San Juan, en el Evangelio, contempla a Jesús que infunde el
Espíritu a los Discípulos el mismo Domingo de Resurrección (1).
San Lucas, en los Hechos Apostólicos, describe el
PENTECOSTES inaugural de la Iglesia (2). San Pablo, en la
164 CICLO A
Carta a los Corintios, habla de la multiforme acción del Espíritu
en la vida de una concreta comunidad (3).
1. — «Recibid el Espíritu Santo». Atardecer de la primera
Pascua cristiana. Cumpliendo la promesa que había hecho tres
días antes en el <(Sermón de la Cena», Jesús comunica el
Espíritu Santo al núcleo funcional de su Iglesia. Mediante un
ges to simbólico —alentar sobre ellos— evoca la Creación del
Hombre tal como la representa el Génesis (2,7). El cristiano es
Nueva Creación: Hombre Nuevo, que respira el aliento de
Jesús. El Espíritu que reciben los Discípulos de Cristo es la
Fuerza de su Misión: la misma Misión que Cristo recibió del
Padre. Su primer objeto es «quitar el Pecado del mundo» Un 1,
29). Dicho en forma positiva, promover la Santidad. Santidad
es dejarse poseer, transformar y dirigir por Dios, el único
Santo. La de hoy es fiesta de nuestra vocación a la Santidad.
Momento oportuno para agradecer el sacramento de la
Confirmación. Y para revivirlo, haciendo muy nuestra la
multiforme riqueza de sentimientos que suscitan el himno Veni
Creator o la «Secuencia» de la misa.
2.— «Se llenaron todos de Espíritu Santo». «PENTECOSTÉS» (=
el «quincua gésimo» día después de Pascua) se consideraba
entonces la fiesta de la Alianza. El viento y el fuego recuerdan
el Sinaí. Pero ya no es vínculo de la Alianza la «Ley» externa,
sino el ESPIRITU DE DIOS. En esta página, San Lucas nos da
una «teología narrativa» de la Iglesia. Instrumento de la
Palabra espiritual, ardiente llama divina. Palabra que es ante
todo Alabanza, y luego Predicación. Un mismo decir se expresa
en milagrosa unanimidad a través de todas las lenguas del
mundo. Redención del pecado de Babel. La Comunidad de
Pentecostés es la que San Lucas ha descrito en la página
anterior (Hch 1, 13-14): los Apóstoles y otros Discípulos,
unánimes en oración con María la Madre de Jesús Como María,
la Iglesia ha de ser plenitud, transparencia y comunicación de
Dios.
3. — «Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu». La
comunidad local de Corinto ya utilizaba los dones del Espíritu
(los «carismas») para dividirse entre ellos. En una larga
reflexión (ca. 12-14), el Apóstol les exige colaboración mutua,
concordia, caridad, orden. Porque todos los «dones» proceden
de un solo Dios, un único Señor, un mismo Espíritu. Y se
ordenan al servicio de una única Iglesia.
La esperanza de un mundo renovado se realizaría, según los
profetas, cuando el Espíritu de Dios llenase de su presencia
eficaz toda la tierra. Las lecturas de hoy nos invitan a
considerar el momento fontal de esta renovación, en la
intimidad del Cenáculo (EVANGELIO), en la proclamación
abierta de Pentecostés (HECHOS), en la vida cotidiana de una
comunidad apostólica (CARTA A LOS CORINTIOS).
El EVANGELIO ya se leyó el segundo domingo de Pascua.
Primer encuentro del Resucitado con sus discípulos. Se cumple
el «volveré» del Sermón de la Cena, con su regalo de paz y
alegría. Les comunica su Misión. Les da el Espíritu Santo.
Al estilo pedagógico de los orientales, Cristo acompaña sus
palabras con un gesto en función de signo. Juan lo describe con
la misma expresión con que el Génesis (2, 7) describe a Dios
infundiendo la vida al Hombre, después de haberlo modelado
en arcilla. Los discípulos eran Iglesia en estado de creación. El
Señor les infunde el
DOMINGO DE PENTECOSTÉS 165
aliento divino del Espíritu Santo, que será para siempre el alma
de la Iglesia.
La característica del Espíritu de Dios según la Biblia es su
dinamismo eficaz, renovador. Por ser Espíritu de Santidad, al
entrar en contacto con el mundo de los pecadores, determina
en ellos una crisis de «discernimiento)) entre los que
libremente aceptan su Amor y los que lo rehúsan. Los primeros
son santificados a través del perdón; los otros, puestos en
evidencia de pecado y condenados. Cristo hace a los apóstoles
instrumentos del Espíritu en su divina actividad de santificar
perdonando.
El capítulo segundo de los HECHOS describe la espléndida
manifestación del Espíritu el día de Pentecostés. La presencia
activa de Dios hecha señsible en los signos del fuego y del
viento recuerda el Sinaí. (Los hebreos conmemoraban aquel día
la promulgación de la Ley). Como entonces nació el antiguo,
así nace ahora e inaugura su acción en el mundo el nuevo
Pueblo de Dios.
Pueblo que será en positivo lo que fue en negativo el de la
torre de Babel (primera lectura de la misa de la vigilia). Allí,
muchas lenguas y división; aquí, muchas lenguas y unidad.
Porque allí fue ley el orgullo humano, que divide; y aquí es
alma el Espíritu Santo, que unifica. En la enumeración de
pueblos (vers. 9-11). Lucas repasa mentalmente en círculo el
mapamundi de su tiempo: muchos países y muy diversos,
todos llamados a formar Iglesia.
La CARTA A LOS CORINTIOS contiene una larga instrucción
sobre los dones espirituales (o «carismas)>). La segunda
lectura nos da un breve extracto. Los de Corinto, fáciles en
problematizar, habían hecho de la variedad de dones
espirituales pretexto de discordia. El Apóstol exhorta al
equilibrio entre la diversidad y la unidad. Equilibrio que es
garantía de paz, eficacia y belleza. Ejemplo, el organismo
humano. Cuanto somos y tenemos cada uno de bueno es
participación de un mismo Espíritu. En él se desdibujan todas
las diferencias («judíos y griegos, etc.»: traducir a lenguaje
actual).
El SALMO invita a contemplar la Creación como un poema del
espíritu de Dios. La SECUENCIA lleva esta contemplación al
mundo, no menos fascinador, de la intimidad personal. Una
lápida de las Catacumbas dice sencillamente, después del
nombre de la difunta: vivas in Spiritu Sancto. El que vive ya
ahora en el Espíritu Santo, posee anticipadamente el Bien
escatológico; para él la muerte no es más que un paso de
frontera.
El Evangelio contempla a Jesucristo comunicando el Espíritu
Santo a los Discípulos, en el centro del Misterio de Pascua. Los
Hechos Apostólicos evocan el PENTECOSTES inaugural del
Cristianismo. La Carta a los Corintios habla de la acción del
Espíritu Santo en la vida cotidiana de la Iglesia.
1. — El Evangelio resume la Aparición del Resucitado, en medio
de la reunión de sus Discípulos, la tarde de Pascua. Cumple las
promesas que les hizo tres días antes, a la misma hora, en el
«Sermón de la Cena» Qn 13-17). La de que muy pronto
volvería a ellos. Que les infundiría su Paz y su Gozo. Sobre todo
la seguridad —reafirmada cinco veces— de que recibirían el
Espíritu Santo.
166 CICLO A
El Señor expresa esta comunicación del espíritu con unas
palabras (<>recibid el Espíritu Santo») y al mismo tiempo con
un signo. Signo es una palabra hecha luz, que entra por los
ojos. El signo o gesto de alentar sobre los Discípulos se refiere
intencionadamente al relato bíblico de la Creación del Hombre
(Gn 2,7). Significa que Cristo Resucitado es el Creador de una
Nueva Humanidad, vivificada por el Espíritu Santo.
Inmediatamente antes, Jesús Glorioso ha mostrado sus heridas,
afirmando que es el mismo que murió en la Cruz. Insiste en la
herida del costado (vers. 20, 25 y 27). De ella manó Sangre y
Agua—también signo del Espíritu Un 19, 31-37 y 7,37-39). En
la teología de San Juan, la donación del Espíritu Santo a la
Iglesia resume todo el Beneficio de la Cruz-y-Gloria de Cristo.
Su regalo perenne de Pascua.
La comunicación del Espíritu Santo a la Nueva Humanidad se
realiza en la Misión Apostólica (y. 21). Continuidad de la Misión
de Cristo, hecha tiempo y espacio de la Iglesia. Procede del
Padre, y es su acto de Amor al mundo Un 3, 16).
Cristo vino a quitarle al mundo su Pecado Un 1, 29). El Espíritu
continuará esta obra en la Misión de la Iglesia (vers. 23). Dicho
en positivo, liberar de los pecados equivale a infundir la
Santidad. El Espíritu Santo viene para hacer de la Nueva
Humanidad un pueblo de santos.
En el pensamiento bíblico, la santidad del hombre no es otra
cosa sino su contacto positivo con Dios —el único Santo. El
Misterio de Pentecostés se resume en la realidad de que, si lo
aceptamos, Dios está en nosotros. Contacto con Dios, que
transfigura. Para saborear este pensamiento léase despacio la
«Secuencia» de la misa.
2. — Los Hechos Apostólicos ofrecen una evocación narrativa
del primer Pentecostés cristiano. Para Israel, «Pentecostés»
significaba entonces la gran fiesta de la Alianza, memorial del
Sinaí. San Lucas subraya la universalidad de la Nueva Alianza.
La voz de la misma Fe, hecha oración en el fuego del Espíritu,
se hace inteligible en todas las lenguas de la tierra. Unidad
profunda, en la armónica variedad de expresión y cultura. Al
revés de «Babel», que significó confusión en la fingida unidad.
3. — La Carta a los Corintios exhorta a mantener la auténtica
Unidad profunda de la Iglesia, dentro de la enriquecedora
multiplicidad que suponen en ella la vocación, misión y carisma
de cada uno. El que vive sinceramente en el Espíritu Santo será
feliz en su concreta situación, y sabrá comprender la infinita
variedad de matices con que se manifiesta y actúa en los
demás.
LA SANTÍSIMA TRINIDAD
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Éxodo 34,4b-6. 8-9
En aquellos días, Moisés subió de madrugada al monte Sinaí,
como le había mandado el Señor, llevando en la mano las dos
tablas de piedra.
El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés
pronunció el nombre del Señor. El Señor pasó ante él
proclamando:
—Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira
y rico en clemencia y lealtad. Moisés al momento se inclinó y
se echó por tierra.
Y le dijo:
—Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros,
aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona nuestras
culpas y pecados y tómanos como heredad tuya.
Salmo responsorial Dn 3,52. 53. 54. 55. 56
R. A ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito tu nombre santo y glorioso;
a él gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria.
Bendito eres sobre el trono de tu reino.
Bendito eres tú, que, sentado sobre querubines, sondeas los
abismos.
Bendito eres en la bóveda del cielo.
168 CICLO A
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los
Corintios 13,11-13
Hermanos: Alegraos, trabajad por vuestra perfección, animaos;
tened un mismo sentir y vivid en paz.
Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros. Saludaos
mutuamente con el beso santo.
Os saludan todos los fieles.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la
comunión del Espíritu Santo esté siempre con vosotros.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Ap 1,8 Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Al Dios que
es, que era y que vendrá. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 3,16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
—Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para
que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que
tengan vida eterna.
Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al
mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será condenado; el que no cree ya está
condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de
Dios.
La más alta sabiduría, para el hombre consciente de su
destino, es anticipar ya de alguna manera en este mundo la
«Bienaventuranza» con que ha de vivir eternamente en el
amoroso conocimiento intuitivo de Dios Padre., Hijo y Espíritu
Santo. Esta celebración litúrgica de la SANTISIMA TRINIDAD
brinda un momento oportuno para pensar en DIOS.
1. — Lectura del Exodo. El pueblo que salió de Egipto ha
adorado el becerro de oro. Moisés sube al Sinaí para interceder.
Dios baja a su encuentro. Moisés suplicante invoca el Nombre
de Yahvé: síntesis de toda su Fe, Amor y Dolor. Dios le
responde glosando su propio Nombre con una sucesión de
títulos. Se resumen todos en uno:
RICO EN MISERICORDIA Y FIDELIDAD. Esta página del Exodo es
una profunda lección de teología descriptiva. El vocablo hebreo
correspondiente a MISERICORDIA(<Hésed») se puede traducir
también por Gracia y por Amor. El atributo de Dios que más
elogia la Biblia. FIDELIDAD (»émet») es la firmeza de roca con
que Dios mantiene su Verdad, sus designiós, sus promesas. Al
Dios de Misericordia y Fidelidad corresponde por parte del
hombre una infinita respetuosa Confianza.
2. Lectura de San Juan. Porque mira con Misericordia al mundo
que sufre la
LA SANTÍSIMA TRINIDAD 169
«miseria» del pecado y sus consecuencias, por Fidelidad al
designio de Salvación, Dios nos ha entregado su Hijo. Es su
propia Vida. De Nazaret al Calvario, de la Cruz a la Gloria, el
Evangelio de Cristo es el poema de la Misericordia y Fidelidad
de Dios hecha presente en el corazón del mundo. La respuesta
de nuestra infinita Confianza tenemos que darla a Dios en
Jesús. Quien con ojos de Fe ve a El, ve al Padre.
3. — Lectura de San Pablo. La bendición final de la segunda
Carta a los Corintios, escrita hacia la mitad del siglo primero,
insinúa el Misterio de la divina Trinidad, que es sello
característico de nuestra Fe, nuestra Oración y nuestra Vida
cristiana —en la que tantas veces escuchamos y repetimos:
«en el Nombre de/Padre y del Hijo y del Espíritu Santo». Desde
el pensamiento y corazón de Cristo sabemos y sentimos que
Dios es PADRE, que estamos «en» su HIJO, que el ESPIRITU
SANTO nos une a todos en Comunión.
Misterio del Dios Uno y Trino, que no comprendemos y por eso
adoramos. Dios Infinito no se encierrra en nuestros límites. Lo
admiramos y gozamos proclamando su Grandeza, como María
en el Magnificat. No hay mayor fuente de alegría que alabar y
glorificar de corazón a Dios —tan inmenso, tan nuestro, tan
íntimo.
Ser cristiano es vivir en comunión de amor con Dios Padre, Hijo
y Espíritu Santo. Todo ejercicio de fe, culto o acción en la
Iglesia tiene por centro el Misterio de Dios uno y trino. La
liturgia de hoy nos invita a saborear este Misterio principal.
El Antiguo Testamento preparó la revelación del Dios-padre
(reservada a Jesucristo) con la revelación del Dios-Bondad. Uno
de sus pasajes fundamentales es el que leemos del Exodo. Para
comprenderlo mejor, convendría recordar el contexto (33, 18—
34, 35), que expresa con lenguaje de entonces la más
entrañable experiencia teológica de Moisés. El verdadero Dios
de la Biblia es Amor comprensivo, cercano, fiel, exigente (y. 7),
único.
La lectura evangélica es parte de la conversación de Jesús con
Nicodemo Un 3, 1-21). Prolongándola, Juan presenta un esbozo
de Teología de la Salvación. En el corto fragmento eleccionado
por la liturgia destacan dos ideas:
a) Jesucristo, revelación y presencia del Amor del Padre. Según
el Nuevo Testamento, el amor teologal en su concepto fuerte
(= «agape») es siempre eficaz, y se realiza en dar y darse (Gal
2, 20; ‘Ef 5, 25, etc.). Dios ama al «mundo» (quiere decir: a los
hombres en necesidad de Salvación) y su amor consiste en
darles a Cristo. El comentario más inmediato de este pasaje se
encuentra en la primera Carta de San Juan (4, 8-16). La idea de
dar (y. 16) o enviar (y. 17) Dios a su Hijo abarca el Misterio de
la Encarnación en toda su amplitud y perennidad, aunque
centrando el punto de vista en’el Sacrificio de la Cruz (y. 14-
15). Quien mira a Cristo, ve el Amor de Dios.
b) Por la Fe en Cristo a la comunión de Vida con Dios. La
palabra «creer», en la teología de San Juan, tiene un horizonte
de significación tan amplio como la palabra amar y entregarse.
Fe cristiana es la respuesta positiva del hombre a la Palabra
sustancial de la Verdad-y-Amor de Dios hecha presente al
mundo en Jesucristo. Respuesta del hombre-total: inteligencia
y voluntad; actitud y actos concretos; corazón y vida. El que
cree así se une con Cristo Un 15, 1-11), y en él entra en
comunión con la Vida de Dios. El que «se niega a creer»
(suponiendo que la luz ha
170 CICLO A
llegado a sus ojos; cf. vers. 19-21), ha rehusado la Vida eterna;
mientras permanezca en su actitud, «ya está condenado».
La intención catequética de la liturgia al mandarnos leer estas
líneas en la fiesta de la Trinidad se concentra en la insistencia
con que Cristo es llamado «el Hijo único» de Dios. Este es el
título principal de Jesús en el Nuevo Testamento; quien no lo
reconoce como Hijo de Dios (en el sentido estrictamente
teologal de la expresión) no cree en él.
Desde su conciencia de Filiación, Jesús habló al mundo de Dios-
Padre. Y en la cumbre de la Revelación, manifestó también al
Espíritu.
Los creyentes reflejaron en su vida el Misterio de Dios con
espontánea connaturalidad de Fe. Unidos al Hijo en el Espíriu,
aprendieron a llamar a Dios
«iPadre!» (Rom 8, 14-17; Gal 4, 4-7). Y se sintieron todos
hermanos, para siempre, en la comunión de un infinito Amor.
Cada fiel y toda la Iglesia descubrieron su gozo en ser morada
e imagen de Dios uno y trino. Expresaron su fe en fórmulas tan
hermosas como la de la segunda Carta a los Corintios (23,13),
que hoy nos es familiar. Y, sobre todo, en la de la conclusión de
San Mateo (28, 19), que nos ha enseñado a signar todo nuestro
ser, pensar y obrar «en el Nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo».
Cristo ha venido para incorporar el hombre a la vida íntima de
Dios. El misterio de la intimidad de Dios revelada por Cristo es
el tema central en esta solemnidad del domingo después de
Pentecostés. Misterio que invita más a la adoración admirativa
en silencio que a la difícil expresión en palabras. Repasemos
los textos bíblicos de la
Misa. -
La lectura del EXODO evoca el momento inicial de la
renovación de la Alianza en el Sinaí, después que el pueblo
había apostatado adorando el becerro de oro. Dios se
manifiesta a Moisés, el intercesor. Pronuncia su Nombre
inefable (« Yahvé, Yahvé. . . ») y lo ilumina con una definición
descriptiva (el vers. 6, junto con el 7 que el texto litúrgico
omite). Sus palabras centrales son: «rico en misericordia y
fidelidad». La palabra hebrea correspondiente a «misericordia»
se puede traducir también por gracia o amor. La
correspondiente a «fidelidad» expresa una firmeza segura en la
que puede reposar la confianza, porque nunca falla. Estas dos
actitudes —misericordia y fidelidad— son los atributos más
característicos de Dios en los demás libros del Antiguo
Testamento. Fue la aurora del mediodía cristiano: Dios es Amor
eterno.
La lectura del EVANGELIO DE SAN JUAN nos habla de este Amor
de Dios manifestado en toda su plenitud por la entrega de su
Hijo al mundo. El fragmento pertenece a la última parte del
coloquio entre Jesús y Nicodemo. Suele decirse que amar es
dar. A condición de que lo que uno da sea signo sincero de sí
mismo. Porque amar de veras es darse. El evangelista ve la
expresión adecuada del Amor de Dios a los hombres (al
«mundo») en el hecho de que les dio su Hijo, el Unigénito. El
mejor comentario de estas palabras lo escribió el mismo Juan
hacia el final de su primera Carta (4, 7-21). Ver a Cristo con
ojos de fe (Encarnación y vida entre los hombres, Eucaristía,
Cruz, Gloria) es contemplar el inmenso don, el infinito amor de
Dios.
LA SANTÍSIMA TRINIDAD 171
Al llamar a Cristo Hijo único de Dios, el Evangelio reconoce a
Dios como Padre. Esta es la principal enseñanza de Jesús a los
hombres. El Eterno no es un abstracto solitario. Su vida es
diálogo íntimo a nivel infinito de inteligencia, belleza y
felicidad. El Amor recíproco del Padre y del Hijo con que se
entregan y compenetran mutuamente es divino y personal
como ellos. Misterio que trasciende los límites del humano
pensar y decir.
San Pablo termina la segunda CARTA A LOS CORINTIOS
(después de unas afectuosas recomendaciones y augurios)
invocando sobre ellos la bendición de Dios único y trino. En el
pensamiento del Apóstol, la Gracia (don o regalo) de Jesucristo
«el Señor» (título divino) comprende toda la obra de la
Redención (leer, en la misma Carta, 5, 14—6, 1). El Amor de
Dios (en el vocabulario de Pablo, «Dios» se refiere al Padre) es
la fuente primordial de esta Gracia (misma idea que el
Evangelio de.hoy). La Comunión del Espíritu Santo es la unión
de amor que él realiza entre todos y con Dios al incorporarnos
a Cristo (1 Cor 12, 13 y contezto).
El ideal divino sobre los hombres es el de una inmensa
fraternidad en el Hijo único (Rom 8, 29), por la que, elevados
ala dignidad de hijos de Dios (1 Jn 3, 1), puedan llamarle
¡Padre! en un mismo Espíritu (Rom 8, 15).
La fe viva en la SANTISIMA TRINIDAD (indisociable de la fe viva
en al Encarnación) es el manantial más fecundo de una robusta
vida cristiana en el orden íntimo personal (el alma del justo es
su reflejo), doméstico (ella es arquetipo del «amor de familia»),
eclesiástico (tema de la última parte de la Oración sacerdotal
de Jesús: Jn 17, 20-26).
Este domingo dedicado explícitamente a la SANTÍSIMA
TRINIDAD es ocasión de conocer y gustar mejor nuestra
participación en el Misterio de la Vida interior de Dios. Jesús
vivía en el corazón de este Misterio, y sus palabras lo
reflejaban por connatural experiencia: era Dios que hablaba de
Dios con humana familiaridad.
Entre los testimonios de Jesús sobre la interioridad de Dios, el
Evangelio de la misa escoge un fragmento de su entrevista con
Nicodemo. Fue San Juan quien resumió la eztensa conversación
Qn 3, 1-21), dándole Íorma de una catequesis sobre la Fe. La
dirige a todos los «Nicodemos» de la historia: los que de buena
gana creerían, si no se lo impidiese el respeto a su contorno
social.
Ez el fragmento que leemos se pueden anotar estas
consideraciones:
1. — Dios ama al mundo. El vocabulario de San Juan entiende
por «mundo» la Humanidad en cuanto está inmersa en
situación de pecado. Es en esta situación que Dios la amó
(Rom 5,8). Porque Dios es Amor (1 Jn 4, 7-16). Se identificó ya
como tal en el Sinaí [ lectura]. A nivel divino, la idea de Amor
trasciende toda limitación y debilidad. Es la fuerza interior del
infinito Bien, que, por serlo, tiende infinitamente a comunicarse
—como tiende la luz a iluminar y ci fuc a dar su calor.
2. —Jesucristo, expresión del Amor de Dios a los hombres.
Jesús vivió en la tierra con la clara conciencia de ser el Hijo de
Dios. Cuando lo llamaba «Padre», ponía en la vibración
humana de esta palabra toda la experiencia de su eterno
diálogo con él. Al
172 CICLO A
enviar y entregar su Hijo a los hombres, Dios se dio en él a sí
mismo. Dar-se es la sinceridad del Amor.
3. — «El que cree en él, no será condenado... » Porque el Amor
del Padre tiene por inmediato objetivo la Salvación del mundo.
Si hay algo evidente es que el «mundo»
—la pobre comunidad humana— necesita Salvación. Dios se la
ófrece en Cristo. Creer es aceptarlo. Entrar en su comunión de
pensamiento y vida. Pero si alguien lo rechaza con un gesto de
incredulidad consciente, el Evangelio advierte que ha escogido
la condenación.
La bendición final de la Carta a los Corintios [ lectura], que
suele abrir nuestras celebraciones eucarísticas, muestra la
espontánea sencillez con que los fieles de la Iglesia Apostólica
expresaban la experiencia de su intimidad con Dios. Miraban a
Jesucristo y su obra como un infinito regalo o «Gracia» divina
(Gal 2, 20-21). En hermandad con él, se sentían también hijos
de Dios (Rom 8, 29), saboreando el Nombre y el Amor del
Padre. Sabían por fe y experiencia que esta familiaridad era
fruto de la participación o comunión del Espíritu Santo (Gal 4, 6
y Rom 8, 15-16). Con la misma catequística sencillez
consagraban al Dios único los creyentes «en el Nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28, 19). Vivir esta
consagración será nuestro cielo, que ya presentimos en la
tierra.
SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 49,3. 5-6
« eres mi siervo (Israel)
de quien estoy orgulloso.
Y ahora habla el Señor,
que desde el vientre me formó siervo suyo. para que le trajese
a Jacob, para que le reuniese a Israel,
—tanto me honró el Señor y mi Dios fue mi fuerza—:
Es poco que seas mi siervo
y restablezcas las tribus de Jacob
y conviertas a los supervivientes de Israel;
te hago luz de las naciones,
para que mi salvación alcance
hasta el confín de la tierra.
Salmo responsorial Sal 39,2 y 4ab. 7-8a. 8b-9. 10
R. Aquí estoy, Sei para hacer tu voluntad.
Yo esperaba con ansia al Señor:
El se inclinó y escuchó mi grito; me puso en la boca un cántico
nuevo, un himno a nuestro Dios.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y en cambio me abriste el oído;
174 CICLO A
no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: «Aquí estoy
—como está escrito en mi libro— para hacer tu voluntad.’
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas.
He proclamado tu salvación ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes.
SEGUNDA LECTURA
Comienzo de la primera carta del apóstol san Pablo a los
Corintios 1,1-3
Yo, Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo, por voluntad de
Dios, y Sóstenes, nuestro hermano, escribimos a la Iglesia de
Dios en Corinto, a los consagrados por Jesucristo, al pueblo
santo que él llamó y a todos los demás que en cualquier lugar
invocan el nombre de Jesucristo Señor nuestro y de ellos. La
gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Señor
Jesucristo, sea con vosotros.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
frs 1,14. 12b La Palabra se hizo carne, y acampó entre
nosotros. A cuantos la recibieron, les dio poder para ser hijos
de Dios. Aleluya
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 1,29-34
En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él,
exclamó:
—Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Este es aquel de quien yo dije:
«Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí,
porque existía antes que yo.» Yo no lo conocía, pero ha salido a
bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel.
Y Juan dio testimonio diciendo:
—He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una
paloma y se posó sobre él.
Yo no lo conocía, pero el queme envió a bautizar con agua me
dijo: «Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre
él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo.
Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de
Dios.
Juan, el profeta que «bautizaba» en el Jordán, recibió de Dios
Misión y Gracia para ser TESTIGO DEL MESIAS ante Israel. Hoy
escuchamos en síntesis el Testimonio que dio el Bautizador
hablando de Jesús. «Dar testimonio» significa decir la verdad
de la que uno está seguro con irresistible convicción, porque la
ha «visto»
II DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 175
Estas líneas se redactaron de modo que las pudiesen
comprender los cristianos a quienes iba dirigido el Cuarto
Evangelio (junto con las Cartas de San Juan y el Apocalipsis).
En fidelidad al pensamiento del Bautista. Se da por supuesto
que Dios le reveló de alguna manera el misterio de la
personalidad de Jesús en aquella hora sublime, cuando lo
bautizó en el Jordán. Antes «no lo conocía». El Testimonio de
Juan el Precursor lo recapitulan cuatro afirmaciones:
1. —Jesús es el Siervo de Yahvé (y. 29). Lo expresa con una
alegoría inspirada en el capítulo 53 de Isaías: «Este es el
Cordero de Dios...» Se refiere a aquel «Siervo», esperanza de
Salvación para Israel y todo el mundo, del que habla
reiteradamente la segunda parte del libro de Isaías [ ej. en la
primera lectura de hoy]. La alegoría evoca al mismo tiempo la
inmolación liberadora del Cordero de Pascua. Y también su
eterna victoria sobre el Mal, proclama en el Apocalipsis. —La
Iglesia actualiza cada día la afirmación de Juan en uno de ios
momentos más entrañables de la Eucaristía:
«Este es el Cordero de Dios... » también la del «Cordero» es
palabra de luz que habla al corazón. —«Quita el Pecado del
mundo». Porque el «mundo», o sea, la Humanidad dejada a sí
misma, piensa y actúa connaturalmente en clave de Pecado. Y
el Mesías-<cCordero» lo «quita»: es decir, lo asume sobre sí
para anularlo en su propio Sacrificio. Jesucristo Redentor. En la
Cristología del Evangelio, toda Liberación humana pasa por la
Redención.
Por falta de espacio nos limitamos a enunciar las otras tres
afirmaciones:
2. —Jesús, aunque nació después de Juan, existía antes que él
(y. 30). Los lectores del Cuarto Evangelio veían insinuada en
esta «pre-existencia» su condición divina.
3. —Jesús es para nosotros plenitud y comunicación del Espíritu
Santo (32-33).
4. —Jesús es el Hijo de Dios (34). Afirmación definitiva,
fundamento de la Fe cristiana, la Esperanza y el Amor. —
Después de estas líneas, el Evangelio presenta una serie de
vocaciones al apostolado: Andrés, el Discípulo anónimo, Simón
Pedro, Felipe, Natanael... (y. 35-51). Vocaciones que florecieron,
como florecerán siempre, al calor de un sincero Testimonio de
Cristo.
La lectura del Evangelio continúa el tema del domingo pasado:
en el marco histórico de su Bautismo en el Jordán, el Precursor
da testimonio de Jesús, lo manifiesta al pueblo, lo declara
Mesías Redentor.
Como punto de partida de esta declaración le da el título de
Cordero de Dios. Era la imagen alegórica que mejor podía
suscitar en el alma hebrea una resonancia profunda de
emociones y pensamiento. Evocaba, ante todo, el sacrificio del
cordero pascual, memoria de la salida de Egipto y signo de
liberación que los israelitas renovaban todos los años con
máximo gozo y esperanza. Hablarles de un «cordero»
misterioso orientaba su imaginación y espíritu al altar de los
holocaustos en el Templo y al banquete familiar de la noche de
Pascua. A ello se añadía una intencionada alusión al cuarto
«Cántico del Siervo de Yahvé» (Isaías, cap. 52-53 primera
lectura en la acción litúrgica del Viernes Santo); cargado con
los pecados de todos, el Mesías-Servidor es llevado, con
mansedumbre de cordero, a su muerte martirial. [ filólogos
indican la curiosa posibilidad de que la palabra aramea
subyacente en la declaración de Juan fuese «talyá», que
significaba a un tiempo «cordero» y «servidor».]
176 CICLO A
La misión de Jesús en cuanto Mesías servidor y víctima
consiste en quitar el pecado del mundo. Estas palabras
resumen el antiguo ideal de los grandes profetas: el de que el
Reino de Dios será un reino de Santidad. Jesús viene a
instaurarlo, y su obra en la tierra tiene por objetivo suprimir el
pecado. «El Pecado», en singular absoluto:
es decir, todo cuanto signifique hostilidad a Dios, injusticia,
impiedad, mentira, depravación. A través de la liturgia el
Precursor sigue repitiendo su testimonio ante nuestro mundo
de hoy, miles de veces cada día, en la Fracción del Pan: «éste
es el Cordero de Dios... » Sea vida y claridad nuestra
celebración eucarística, y seremos Evangelio de santidad para
el mundo.
Para purificar al mundo de su pecado (prosigue el testimonio
de Juan), el Mesías, Hijo de Dios, lo llenará de su Espíritu
santificador. Del Espíritu que se manifestó sobre él
visiblemente en la teofanía del Jordán, y se llama, por
definición, Santo.
La lectura de Isaías nos ofrece un extracto del segundo
«Cántico del Siervo de Yahvé». Místicamente identificado con
su pueblo, Israel, y consciente de una fuerza divina, siente en
sí la vocación misionera universal de llevar a todos los pueblos
del mundo la verdad y la salvación de Dios. Pablo se
consideraba partícipe de esta misión (Hechos 13, 47), que lo es
de todos los colaboradores de Cristo.
El Salmo es la generosa respuesta del Siervo que se consagra a
la voluntad del Señor: «Aquí estoy!»... (Carta a los Hebreos 10,
5-10).
Empieza, independiente de los otros textos, la lectura
semicontinua de la primera Carta a los cristianos de Corinto.
Escuchamos hoy el saludo inicial. Al saludar de corazón,
deseamos el máximo bien. Para el Apóstol lo era la Paz de Dios
y su Gracia.
Juan Bautista, primer testigo de Jesús ante el pueblo, nos habla
en el Evangelio resumiendo su vocación y testimonio.
La escena está ambientada en un lugar llamado «Betania»,
junto al Jordán (1, 28). Poco después del Bautismo y Teofanía
que conmemoramos el domingo pasado. Son palabras
recogidas por Juan, el futuro evangelista, que seguramente se
contaba entonces entre los discípulos del Precursor (1, 37-40).
Para sintetizar por orden las ideas de este fragmento
autobiográfico, las esquematizamos en seis puntos:
1.— «Yo no lo conocía» (y. 31 y 33). Quiere decir que, antes de
la Teofanía, aunque tuviese un alto aprecio de Jesús de
Nazaret, no «conocía» el misterio de su Personalidad
trascendente.
2. — «El que me envió a bautizar con agua, me dijo: Aquel
sobre quien veas bajar el Espíritu y permanecer sobre él, ese
es el que bautizará con Espíritu Santo» (y. 33). Juan tenía clara
conciencia de su vocación: el mismo Dios lo envió a promover
la conversión del pueblo (1,6). Junto con la misión, le infundió
la esperanza segura de ver al Mesías.
3. — «He venido a bautizar con agua, para que sea
manifestado a Israel» (y. 31). Dócil a la misión encomendada,
Juan polariza toda su actividad a un supremo objetivo: que el
Pueblo conozca a su Salvador (cf. 1, 7).
II DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 177
4. — «Dije: Detrás de mí viene un hombre que está por delante
de mí, porque
existía antes que yo» (y. 30). Frase sentenciosa, con la que el
autor del cuarto
Evangelio resume todo el anuncio profético que el Precursor
hizo del Mesías (1, 15).
Humildad del siervo ante el Señor (1, 27). Gozo de menguar
para que crezca su gloria
(3, 27-30).
5. — «He visto al Espíritu que bajaba del cielo como una
paloma, y permaneció sobre él» (y. 32). « Yo he visto, y he
dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios» (y. 34). Alusión
a la Teofanía del Jordán (Mt 3, 16 par). Momento cumbre de su
vida: ¡el signo que Dios le había anunciado (punto 2) se realiza
en el humilde Jesús de Nazaret (punto 1)! «Yo he visto». En el
vocabulario del cuarto Evangelio, «ver» expresa una
experiencia personal ardiente, infalsificable. Sólo el que «ha
visto» puede -dar testimonio (cf. 19, 35), y la eficacia
comunicativa de su testimonio es invencible como el contacto
de una llama (5, 35). Juan insiste en la afirmación de que el
Espíritu «permaneció» sobre Jesús. Manera plástica de referir a
él las grandes profecías mesiánicas de Isaías que así lo
describían. La del Vástago de Jesé (Is 11, 2). La del
Evangelizador de los Pobres (Is 61, 1). Principalmente, la del
Siervo de Yahvé (42, 1). Apoyándose en esta última tal como la
interpretó la «Voz del Cielo» en el Bautismo (Mt 3,17 par),
afirma que Jesús es «el Hijo de Dios».
6. — Por haber comprendido que el Misterio dél Bautismo y su
Teofanía asume en plenitud las profecías o «Cánticos» de Isaías
sobre el Siervo de Yahvé, Juan define a Jesús por su rasgo más
característico: «ESTE ES EL CORDERO DE DIOS, QUE QUITA EL
PECADO DEL MUNDO’> (y. 29 y 36). Es la síntesis del cuarto y
último «Cántico» (Is 53), que describe al Siervo-Mártir
entregando su vida en sacrificio por los delitos de la Multitud.
Sin violencia. Sin resistencia ni odio: «como un cordero... »
(53,7). Jesús hizo suya esta profecía (Mt 20, 28). La más
antigua catequesis explicaba a partir de ella su Acción
redentora (Act 8, 27-35). A la evocación de Isaías se añadió la
significación del Cordero pascual Qn 19, 36; 1 Cor 5, 7, etc.). La
Liturgia repite cada día las palabras de Juan en el momento
más entrañable de la Eucaristía: «Este es el Cordero de Dios...
»
Estas palabras piden al «mundo» la sinceridad de reconocer
que está en situación de Pecado. Si intenta olvidarlo, lo humilla
la evidencia. Cristo ha venido para «quitar» el Pecado (= 1 Jn
3, 5). Además de «quitar», el verbo del texto original
significa «tomar sobre sí» (para llevar como una carga propia).
San Pedro saboreaba estos pensamientos en la contemplación
de Jesús crucificado (1 Pe 2,24). Quitarle su Pecado es la única
manera de regenerar y transformar el mundo a partir del alma.
Cristo comunicó el Espíritu Santo a los Apóstoles para que esta
Misión suya sea perenne Qn 20, 21-23).
El domingo que sigue a la fiesta del Bautismo tiene todavía por
tema principal la «epifanía» o manifestación de Jesús.
Instrumento de esta manifestación es la voz de Juan, el
Precursor.
Del Libro de Isaías escuchamos una parte del segundo
«Cántico del Siervo de
Yahvé». El Siervo, identificándose con su pueblo («Israel»), se
siente elegido por
Dios como mediador de la Salvación para todo el mundo.
Intuición universalista, que
preludia el himno mesiánico de Simeón (Lc 2, 32) cuando tenía
en sus brazos a Jesús
Niño.
178 CICLO A
Empieza la primera Carta de los Corintios. Como en las demás
Epístolas y según norma çle la época, la «inscripción»
menciona primero al remitente (vers. 1) y a ios destinatarios (y.
2), después formula el saludo (y. 3). Entre los hebreos, el
saludo era «jPaz!». Entre los helenistas, una expresión que
evocaba la palabra «Gracia y Paz»:
síntesis de cuanto nos ha dado Dios en Cristo, si lo
entendemos en el profundo sentido teológico con que lo decía
San Pablo.
Las palabras que el cuarto Evangelio pone en labios del
Bautista glosan aquella afirmación del Prólogo (1,7) «vino para
dar testimonio». Son reflexiones a propósito del Bautismo de
Jesús. El evangelista, sin deformar el pensamiento del
Precursor, da a estas palabras el sentido con que las entendían
él y su comunidad de Efeso a plena luz de la definitiva
Revelación. Podemos distinguir cuatro temas:
A.— Jesús, Redentor del mundo (y. 29). Los expresa con la
imagen del Cordero. Alude al Cordero pascual Un 19,36). Su
inmolación va a ser un Sacrificio propiciatorio (1 Jn 2, 2 y 4,
10). La «redención» o liberación costosa [ «precio» de sangre:
1 Pe 1, 19] se refiere a los pecados de los hombres (1 Jn 3, 5).
Considerándolos en conjunto, se puede decir, como aquí, en
singular: «el Pecado» del mundo. Minimizaría la Redención de
Cristo quien la limitase a una sola categoría de órdenes. En la
acción de «quitar» (los pecados) se sobrentiende el matiz:
«cargándolos sobre sí» , por cuanto esta imagen del «cordero»
alude también a lo que dice Isaías del Siervo de Yahvé (Is 53, 4.
7. 12). Como vimos el domingo pasado, cuando Jesús se acercó
al Bautismo ya iba en actitud de Redentor. Este testimonio de
Juan se repite cada día en el altar, antes de la Comunión. El
Apocalipsis (5, 6-10) desarrolla el tema en un contexto
sublime.
B.— Tr4scendencia de Cristo (y. 30). En estilo oriental de
enigma (= 1, 15), Juan proclama a Jesús mayor que él (1, 27),
porque, aunque posterior en manifestación temporal, le es
superior por su Preexistencia (eterna, divina: Jn 1, 1-2; 8, 58 y
17, 5. 24).
C.— Cristo, plenitud y fuente del Espíritu (y. 32-33).
Amaestrado por el mismo Dios, Juan ha comprendido que
reside en Jesús la plenitud del Espíritu Santo por el signo de su
descenso sobre él, como una paloma, después del Bautismo
del Jordán (Mt 3, 16). El Mesías comunicará el Espíritu Santo (7,
37-39), especialmente por medio de un nuevo y superior
Bautismo (3,5).
D.— Jesucristo, el Hijo de Dios (y. 34). Punto culminante de este
resumen de Doctrina cristológica que el Evangelio pone en
labios del Bautista. Juan se hace eco de la Voz del Padre (Mt 3,
17) que declara a Jesús Hijo suyo: el Amado y «Elegido» del
primer «Cántico del Siervo de Yahvé» (Is 42, 1).
TERCER DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 9,1-4
En otro tiempo el Señor humilló el país de Zabulón y el país de
Neftalí; ahora ensalzará el camino del mar, al otro lado del
Jordán, la Galilea de los gentiles.
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande;
habitaban tierra de sombras, y una luz les brilló.
Acreciste la alegría, aumentaste el gozo:
se gozan en tu presencia como gozan al segar, como se
alegran al repartirse el botín.
Porque la vara del opresor, y el yugo de su carga, el bastón de
su hombro
los quebrantaste como el día de Madián.
Salmo responsorial Sal 26,1. 4. 13-14
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación;
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida;
¿quién me hará temblar?
180 CICLO A
Una cosa pido al Señor, eso buscaré; habitar en la casa del
Señor por todos los días de mi vida; gozar de la dulzura del
Señor contemplando su templo.
Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera
en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
1,10-13. 17.
Hermanos: Os ruego en nombre de nuestro SeñorJesucristo:
poneos de acuerdo y no andéis divididos. Estad bien unidos
con un mismo pensar y sentir. Hermanos, me he enterado por
los de Cloe de que hay discordias entre vosotros. Y por eso os
hablo así, porque andáis divididos diciendo: «Yo soy de Pablo,
yo soy de Apolo, yo soy de Pedro, yo soy de Cristo.’> ¿Está
dividido Cristo? ¿Ha muerto Pablo en la cruz por vosotros?
¿Habéis sido bautizados en nombre de Pablo? No me envió
Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con
sabiduría de 9alabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Mt 4,23 Jesús predicaba el Evangelio del Reino, curando las
enfermedades del’pueblo. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 4,12-23.
Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a
Galilea. Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaún, junto al
lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que
había dicho el profeta Isaías:
«País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado
del Jordán, Galilea de los gentiles.
El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande;
a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les
brilló.»
Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo:
—Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos.
[ junto al lago de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, al que
llaman Pedro, y a Andrés, que estaban echando el copo en el
lago, pues eran pescadores.
Les dijo:
III DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 181
—Venid y seguidme y os haré pescadores de hombres.
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. -
Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo
de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las
redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también.
Inmediátamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
Recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas y
proclamando el Evangelio del Reino, curando las enfermedades
y dolencias del pueblo.]
A partir de hoy y durante los «domingos ordinarios» se leerán
por orden unos treinta fragmentos seleccionados del Evangelio
según San Mateo. Es regalo de Dios gozar con tal abundancia
de su Palabra. Son muchos, y ojalá fueran todos, los cristianos
que además leen personalmente día tras día el Evangelio en su
integridad.
Esta página que escuchamos hoy- sirve de introducción a la
primera parte de San Mateo: LA MISION EN GALILEA.-
1. — Sentido profético de la Misión en -Galilea. Llegada la hora
de proclamar el Evangelio al mundo, Jesús deja el silencio de
Nazaret y establece su centro de actividad en Cafarnaúm, a
orillas del Mar de Galilea. San Mateo, israelita de mente y
corazón, contempla los hechos salvíficos bajo la luz del Antiguo
Testamento. En este caso, del texto de Isaías que nos ofrece la
primera lectura. Los asirios habían devastado la región norte
de Palestina. Las comarcas de Zabulón y Neftalí. El pueblo sabe
que el Señor es Luz y Salvación (salmo). Presiente el futuro y
anuncia el amanecer de la Redención sobre aquellas tierras.
San Mateo pone el acento en la expresión «Galilea de los
Gentiles». Por su historia y situación fronteriza había en ella
mucha influencia pagana. Mateo escribe en una iglesia
cordialmente hebrea, pero ardiente en deseo de llevar el
Evangelio de Jesús a todo el paganismo. Como San Pablo.
«Para el que tiene Fe, todo es signo». Por eso Mateo ve en la
circunstancia de que Jesús dedicase la mayor parte de su
tiempo a evangelizar la Galilea un «signo» de que su intención
era dirigirse a todo el mundo. En la «Misión de Galilea»
estábamos todos. El Sermón de la Montaña y demás
enseñanzas, que iremos repasando, nos hablan directamente
al corazón de cada uno.
2. — Manifiesto de Jesús. Se resume en una frase (y. 17):
«Convertíos, que llega el Reino de los Cielos». Reino de los
cielos es un modismo hebraizante, habitual en San Mateo, que
quiere decir Reino de Dios. Jesús hablaba el lenguaje de su
pueblo, que se expresaba así. Hoy nos diría que Dios es y será
el único centro de nuestra vida. De nuestra vida personal y
comunitaria. Jesús transfiguró el concepto que los hombres
teníamos de Dios manifestando que es su Padre y nuestro
Padre. El programa del Reino de Dios está en el «Padre
nuestro». Desde que Jesús anunció el REINO DE DIOS, toda
reducción de Dios a lo implícito y secundario es antievangélica.
—»Convertíos...» Las Bienaventuranzas, que escucharemos el
próximo domingo, señalan el camino de la Conversión. —Y no
olvidemos los cristianos que, en nuestro deber de Conversión,
está el de trascender discordias desde la altura de Cristo:
véase la segunda lectura.
• A partir de este domingo empezamos una lectura
semicontinua del Evangelio según Mateo.
182 CICLO A
Sus dos primeros capítulos forman el «Evangelio de la
Infancia’>, que leímos ya durante los tiempos de Adviento y
Navidad. Sigue un resumen de la predicación del Precursor (2°
domingo de Adviento), el Bautismo de Jesús (domingo después
de Epifanía) y sus Tentaciones (1° de Cuaresma). A
continuación viene la actividad pública del Mesías. Nuestro
evangelista, hombre de método, empieza esta sección con
cuatro anotaciones previas, que leemos hoy: 1) el lugar del
ministerio de Jesús; 2) el tema de su predicación; 3) la
institución de un grupo inicial de discípulos, que le
acompañarán siempre; 4) un sumario o síntesis de su doble
actividad misionera por todo aquel país: enseñar, y curar
enfermos.
Por exceso de materia, y en atención a la rúbrica que autoriza
omitir la lectura de los puntos 3 y 4, nos limitaremos a los dos
primeros:
1. — Por un conjunto de circunstancias, signos del querer de
Dios, Jesús desarrolló la mayor parte de su actividad en Galilea.
Su centro misional fue una mediocre población a orillas del
Lago: Cafarnaúm. Desilusión y paradoja para quienes daban
por descontado que el ambiente social del Mesías, Hijo de
David, no podía ser otro que Judea en torno a su capital
Jerusalén, la gloriosa ciudad del Rey y de Yahvé. Pero en este
humilde condicionamiento topográfico Mateo ve realizada una
intuición profética de Isaías. Para los cristianos, la palabra
Galilea respira sencillez, espontaneidad. El Evangelio tiene allí
sabor de patria.
2. — Jesús proclama un acontecimiento trascendental: ¡El
Reino de Dios está aquí! En consecuencia, exige al pueblo una
previa decisión: ¡Convertíos! En las páginas siguientes el
Evangelio propone un amplio programa de conversión: el
Sermón de la Montaña. El próximo domingo escucharemos su
preludio y síntesis: las Bienaventuranzas.
La primera lectura nos anticipa el texto de Isaías que cita
Mateo. Es el comienzo de aquel cántico a la venida del
Emmanuel que escuchábamos en la misa de Nochebuena.
Amanecerá sobre Galilea (sometida entonces por los asirios) el
gozo de la libertad. Victoria de la luz sobre las tinieblas. Para su
hijo del antiguo Oriente, las tinieblas eran cifra de todo mal, y
la luz de todo bien. Al meditar el poema de Isaías, Mateo
contemplaba sobre Galilea el resplandor divino de la Luz de
Cristo, el Salvador. [ Salmo responsorial proclama el gozo de
esta Luz.] Por estar muy en contacto con los extranjeros, la
llamaban «Galilea de los gentiles»; el evangelista interpreta
esto como un signo de la evangelización del mundo pagano.
El primer defecto que reprende San Pablo escribiendo a la
iglesia local de Corinto es el de sus divisiones internas. Le
duele que la estrechez de unas preferencias humanas
comprometa a la unidad de Cristo. El magisterio religioso de
San Pablo ha sido actualidad siempre.
A lo largo de los «domingos ordinarios» del presente año
litúrgico ( ciclo A) leeremos por orden unos treinta textos
seleccionados del Evangelio según San Mateo. El de hoy tiene
por objeto introducir la Misión de Jesús en Galilea. Indica cuatro
aspectos de ella: el lugar, el programa, los colaboradores, el
método.
a) El lugar (vers. 12-16) donde se desarrolló gran parte de la
Misión evangelizadora de Jesús fue una comarca de la baja
Galilea. El centro de actividad. Cafarnaúm: una población
mediocre a orillas de su pequeño «mar». Zona periférica
III DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 183
en la tierra de Israel. De escasa incidencia política o social en
el conjunto de la nación. Cada lector podrá imaginar en su país
alguna situación semejante. Dice que Jesús se «retiró» a
Galilea. En San Mateo, el verbo «retirarse» suele connotar
persecución o peligro. Para el Mesías de las Bienaventuranzas
pronto se mostraba ajena y hostil la mentalidad de los
influyentes. Su Evangelio necesitaba un horizonte humano de
modestia y sencillez. Galilea le sirvió de patria.
San Mateo se complace en iluminar con textos proféticos cada
una de las circunstancias de la Vida de Jesús. El hecho de que,
siendo el Mesías, no pudiese instalar su residencia en la
capital, Jerusalén, y tuviese que refugiarse en una pobre
comarca, da pleno sentido a una de las páginas más hermosas
de Isaías. Nos la ofrece, en parte, la primera lectura y la
escuchamos por completo en la misa de Navidad. Durante la
juventud de Isaías, las tropas de Asiria devastaron la baja
Galilea: las tierras de Zabulón y Neftalí. El profeta reacciona en
esperanza; el pueblo que ahora está sumergido en las
«tinieblas» (la opresión de los paganos) verá en el futuro el
amanecer de una inmensa «Luz» (el Emmanuel o Mesías,
Príncipe de la Justicia y de la Paz: Isaías 8, 23 — 9, 6).
Al citar este texto, San Mateo pone el acento en la expresión
«Galilea de los Gentiles». En la frontera del paganismo y
sometida a su influencia, Galilea era la puerta de Israel al
mundo. San Mateo ve en ello un «signo» de la universalidad
del Evangelio. Destinado a «todas las Naciones» de la tierra
(Mt 28, 19), no se encerró en la clausura de unas murallas;
amaneció en el corazón de un país sufrido y pobre,
profundamente arraigado en la fe de Israel, pero abierto a
todos los caminos.
b) El programa de la Misión (y. 17) se resume en un indicativo:
«Llega el Reino de los Cielos», y un imperativo: « «Reino de los
Cielos)> es una expresión hebraizante, característica de San
Mateo. Muchos judíos, para evitar la excesiva repetición de la
palabra «Dios», la velaban bajo un sinónimo sacral; en este
caso, «el Cielo». San Marcos y San Lucas, que escribieron para
lectores no judíos, dicen siempre: «el Reino de Dios». «Reino» o
«Reinado», como expresión de una realidad religiosa y
trascendente, quiere decir soberanía. Dios, único Poder
supremo. Amor sin límites. Verdad absoluta en cuya luz se
comprueba toda verdad. Manifestando a los hombres que Dios
es Padre, Jesús transfiguró el concepto de Reino en el de
Familia. Todos hermanos. No por pacto, ficción literaria o
conveniencia, sino por ser. Proclamando que en el firmamento
de la humanidad hay un único sol, Jesucristo la libera de todos
los demás «absolutos». Porque Dios no se niega: se sustituye.
Los que creen no creer en él, pronto lo adoran en un ídolo. Y los
ídolos algún día se encarnan o «personalizan», ya individual ya
colectivamente, en tiranía. Jesucristo vino a liberar al hombre
proclamando que Dios es el único centro de su vida. Por eso,
porque tantas veces tenemos otros centros, nos dice en
imperativo: «jConvertíos!». Como programa de Conversión
escucharemos, el próximo domingo, las Bienaventuranzas.
c) Por colaboradores de su Misión. Jesús empezó a llamar
«seguidores» o discípulos (vers. 18-22). Primicias de los
apóstoles o misioneros. Los que en su Nombre y con su Gracia
comunicarán a los hermanos —en pensamiento, corazón y vida
— la Verdad de Dios.
d) El método de la Misión, por toda Galilea (y. 23), fue Palabra
de enseñanza (principalmente en la celebración litúrgica de las
sinagogas), que es al mismo tiempo Evangelio de Caridad o
Amor sincero.
184 CICLO A
La lectura principal de los <(domingos ordinarios’> durante
este año será del Evangelio según Mateo. La de hoy introduce
la evangelización de Galilea.
El texto de Isaías se refiere a la invasión de Galilea por los
ejércitos del asirio Teglat Falasar (s. VIII a.C.), deportación de
sus habitantes y sucesiva colonización pagana. Profetiza su
liberación, gracias al Niño-Rey heredero de David (9, 5-6). Esta
liberación mesiánica se expresa con la alegoría de la Luz
después de la tiniebla, la del gozo del segador, o del vencedor,
o del oprimido cuando ve rotos el yugo y el látigo del tirano.
En la primera sección de su Carta a los Corintios, San Pablo
exhorta a la perfecta unidad. Para comprender su pensamiento
sería bueno leer esta sección (1, 10—4, 21) de una vez, sin
cortes. Los neófitos de Corinto perdían tiempo, paz y provecho
subdividiéndose en grupos de fascinación por este o aquel
maestro humano. Para el Apóstol, todos somos de Cristo (3,
23); y sus ministros en la Iglesia tienen que aparecer como
pura transparencia suya, puro servicio (3, 5-8).
San Mateo dedica una gran parte de su libro a la
evangelización de Galilea. Las líneas que leemos hoy sirven de
introducción, indicando: a) el lugar; b) el tema; c) el círculo
íntimo de los «seguidores» o discípulos; d) el círculo amplio o
pueblo.
a) Lugar (y. 12-16). Jesús establece su centro misional en
Cafarnaúm, población mediocre en la ribera noroccidental del
«mar» de Galilea. El Mesías proclama el Evangelio en una
comarca provinciana, no en la capital. San Mateo considera
esta elección de Galilea como un «refugio» contra el peligro
que amenazaba en Judea y Jerusalén (= 2, 22). Y ve en ella una
realización en plenitud de aquella profecía de Isaías. En el
pensamiento de Mateo, la «Galilea de los gentiles» (bastante
paganizada, aun perteneciendo a Israel) es signo del mundo
pagano. El hecho de que el Mesías la evangelice, preludia la
universalidad del Cristianismo. Cuantos acepten el Evangelio
en «todas las naciones» (28, 19) se sentirán representados por
aquellos galileos que escucharon el Sermón de la Montaña. —
En su rostro humano, Galilea es sencillez, abertura,
disponibilidad: la Palabra de Jesús tiene allí sabor de patria.
b) El tema fundamental de la primera proclamación del
Evangelio se resumía en dos palabras (y. 17): un indicativo:
llega el reino de Dios; un imperativo: ¡convertíos! «Convertíos»
había sido la interpelación urgente de muchos profetas al
pueblo de Israel. Significa rectificar el camino, a veces en
sentido diametralmente contrario al que uno seguía. Supone la
docilidad de mente y corazón, capaz de reconocer el propio
error al contacto con la Palabra de Dios. Jesús expondrá su
programa de Conversión a lo largo de todo el Evangelio; sobre
todo, en el Sermón de la Montaña. para quien no teme la
Verdad, la Conversión es una actitud perenne; por ella se
define la juventud del alma, capaz de renacer cada día. Basta
leer las Bienaventuranzas para ver cuánto nos queda por
«convertirnos». —El motivo de la conversión es la proximidad
del Reino de Dios. [ escribiendo en ambiente judío, suele decir:
«de los Cielos», que es un hebraísmo del todo sinónimo]. Este
Reino de Justicia, Amor y Paz está en el horizonte del futuro,
pero desde allí ya ilumina eficazmente el presente; el «Padre
nuestro» pide que se realice así en la tierra como en el cielo.
Cuando más el hombre se convierte, más cerca está el Reino
de Dios.
[ puntos c) y d) son de lectura libre. Las lecciones que
contienen reaparecerán en otras perícopas.]
CUARTO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Sofonías 2,3; 3,12-13
Buscad al Señor los humildes, que cumplís sus mandamientos;
buscad la justicia, buscad la moderación, quizá podáis
ocultaros el día de la ira del Señor.
Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde, que confiará
en el nombre del Señor.
El resto de Israel no cometerá maldades, ni dirá mentiras, ni se
hallará en su boca una lengua embustera; pastarán y se
tenderán sin sobresaltos.
Salmo responsorial Sal 145,7. 8-9a. 9bc-1O
R. Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino
de los cielos.
El Señor hace justicia a los oprimidos, da pan a los
hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos.
El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya
se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los
peregrinos.
186 CICLO A
El Señor sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino
de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de
edad en edad.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
1,26-3 1.
Hermanos: Fijaos en vuestra asamblea, no hay en ella muchos
sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos
aristócratas; todo lo contrario, lo necio del mundo lo ha
escogido Dios para humillar a los sabios.
Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo
despreciable, lo que no cuenta para anular a lo que cuenta, de
modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor.
Por él vosotros sois en Cristo Jesús, en este Cristo que Dios ha
hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y
redención.
Y así —como dice la Escritura— el que se gloríe que se gloríe
en el Señor.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Mt 5,12a Estad alegres y contentos, porque vuestra
recompensa será grande en el cielo. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según San Mateo 5,1-12a
En aquel tiempo, al ver Jesús al gentío subió a la montaña, se
sentó y se acercaron sus discípulos, y él se puso a hablar
enseñándoles:
Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos los sufridos,
porque ellos heredarán la tierra.
Dichosos los que lloran,
porque ellos serán consolados.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia,
porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz,
porque ellos se llamarán los hijos de Dios».
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten, y os persigan, y os
calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y
contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.
IV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 187
Hoy escuchamos las BIENAVENTURANZAS en la redacción con
que las presenta San Mateo. Así las aprendimos en el
Catecismo. San Lucas tiene otra redacción más breve (6, 20-
23).
Las Bienaventuranzas introducen y al mismo tiempo resumen
el «Sermón de la Montaña». Bosquejan el ideal del Hombre
según el Evangelio. Cuando Jesús, en diversas ocasiones, las
iba proclamando, felicitaba aquel pueblo sencillo que le seguía.
Con ello daba a entender cómo quería que fuera, en cualquier
época y circunstancia, su Pueblo, su Iglesia. Siempre que las
instituciones de la Iglesia sienten la necesidad de reafirmarse
en lo esencial, vuelven a la meditación de las
Bienaventuranzas. Para el hombre qúe cree en el Evangelio
significa una apasionante invitación a la santidad.
En las Bienaventuranzas podemos considerar tres aspectos: la
proclamación de la Felicidad, las cualidades de quien la recibe,
su razón suprema que es el «Reino de
-Dios».
1. — Afirmación de la Felicidad. Reiterada nueve veces: «
¡ Dichosos...! » La verdadera Felicidad infunde un
superconceptual sentido de plenitud. Manantial de alegría, que
desea comunicarse a los demás. Si un cristiano no se considera
feliz es que todavía no ha descubierto el Evangelio.
2. — Cualidades de quienes la reciben. Decimos «la reciben»
porque la Felicidad es regalo de Dios. Y Dios la da de pura
gracia a quienes por gracia suya viven liberados, en espíritu y
práctica, del afán de poseer y dominar; a los humildes, a los
dispuestos al sacrificio, a los apasionados en favor de la Justicia
(es decir, del plan de Salvación que tiene Dios sobre el mundo).
También es condición de la Felicidad hacer Misericordia, irradiar
Paz, tener limpio no sólo manos y rostro, sino ante todo el
corazón. Quien vive así, será lógicamente calumniado y
perseguido por las mismas razones que lo fue Cristo; pero
también en ello recibirá Felicidad. Las Bienaventu ranzas
evangélicas son irradiación de una única luz. Indisociables. El
que quisiere fomentar unas desvalorizando las otras se
quedará sin ninguna.
3. — Razón suprema de la Felicidad. «Porque de ellos es el
Reino de los Cielos». Las demás expresiones de la segunda
parte de cada una de las Bienaventuranzas (poseerán la Tierra
Prometida, verán a Dios, etc.) son diversas maneras de decir la
misma realidad: «el Reino de los Cielos» Esta expresión propia
del pueblo de Jesús significa la plena comunión con Dios. El
«Reino de los Cielos» será eterno; pero ya está presente en la
esperanza de los que tienen Fe. Y en muchas realizaciones
cristianas que lo presignifican y permiten pregustarlo ya en
esta vida.
Prosigue la lectura del Evangelio según Mateo. Despueá de
haber afirmado, en general, que el Señor recorría la Galilea
predicando la doctrina del Reino de Dios y dando la salud a los
enfermos (4, 23), presenta dos amplias panorámicas de esta
doble actividad: la de Jesús Maestro (cap. 5-7) y la de Jesús
fuente de Salud para el hombre
(8-9).
Como ejemplo y síntesis de aquel Magisterio nos ofrece el
Sermón de la Montaña. Son las páginas que dibujan con más
vigor el rostro del auténtico discípulo según Cristo.
Preludio al Sermón de la Montaña son las BIENAVENTURANZAS.
Jesús - las debió de repetir muchas veces, aisladas o juntas, en
uno u otro orden. Su forma
188 CICLO A
literaria estaba en la línea de la tradición sapiencial del antiguo
Oriente. En cada
«bienaventuranza» decían tres cosas: que uno es feliz; qué es
lo que le hace o hará feliz; por qué disposición personal entra
en dicha felicidad. Así, por ejemplo, el discípulo según el
Evangelio 1) ha encontrado la felicidad 2) en el Reino de Dios
3) gracias a ser pobre en espíritu.
Las ocho Bienaventuranzas no describen distintas categorías
de personas. Son rasgos de un mismo rostro ideal; facetas de
un diamante único, indivisible. Un misericordioso no limpio de
corazón, un pobre o perseguido que no hiciese obra de paz, no
entrarían en la felicidad del Evangelio. En cada discípulo podrá
destacar un rasgo más que otro. Jesús las realizó todas en
plenitud y exacta armonía: las Bienaventuranzas son su
autorretrato espiritual. Es sublime contemplarlas en El, por
ejemplo, al pie de la cruz.
La primera y última señalan explícitamente el REINO DE LOS
CIELOS (manera hebrea de decir «Reino de Dios») como centro
de la felicidad humana. Las demás glosan la misma idea con
imágenes o temas bíblicos: tratados con misericordia en el
Juicio ( y compensados de su dolor (3a), entrarán en la Tierra
prometida (2a) serán admitidos a la mesa generosa del Padre
Dios (4a), contemplando su rostro (6a) pues son hijos suyos
(7a).
Son así bendecidos los que tienen por ideal ardiente la
JUSTICIA (4a), hasta el martirio (80. No sólo tienen limpias las
manos, sino también su más profunda intimidad (6a). Libres de
los tres errores fundamentales del hombre que busca su
felicidad por el camino de la riqueza (la), o del orgullo (2a), o
del placer (3>). Profesionales del amor hecho obras en favor
del necesitado (5>); constructores de la Paz (7>).
Los llamados a la CONVERSIÓN por el Evangelio tienen en las
Bienaventuran zas su programa. Los que las han aceptado, su
felicitación. Los santos, su biografía. Todos, la invitación a
reencontrar en ellas su profunda identidad de Hombre
reformado «a imagen y semejanza» de Dios.
El SALMO proclama el amor a los pobres del Dios de las
Bienaventuranzas. SOFONIAS describe el futuro de Dios como
el pueblo de los anawim de Yahvé:
sencillos y pobres, sinceros y humildes; el pueblo de los que
confían en un solo Dios, el que cantó siete siglos más tarde, la
Virgen en su Magnzficat (que es un reflejo perfecto de las
Bienaventuranzas). En la CARTA A LOS CORINTIOS el Apóstol
recuerda a los cristianos de siempre que es sabiduría de Dios
escoger a los humillados según el mundo para encarnar en
ellos el gozo divino de las Bienaventuranzas.
Al describir la Misión de Jesús en Galilea, lo primero que
destaca San Mateo es su Doctrina. Subió a la Montaña, y
enseñaba. En la Montaña del Sinaí Moisés había recibido de
Dios la «Torá»: código de pensamiento y vida para Israel. En el
monte de Galilea, Jesús proclama el Evangelio: camino de Vida
abierto al mundo.
A este Mensaje o Proclama inaugural de Jesús según Mateo (5-
7) suelen llamarlo «el Sermón de la Montaña». Jamás se han
pronunciado palabras más fecundas. Gandhi las citaba de
memoria. Para un cristiano son vida y nervio del pensamiento.
IV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 189
El Sermón de la Montaña tiene por obertura o preludio las
BIENAVENTU RANZAS. Es el texto de la misa de hoy.
Como forma literaria, la «bienaventuranza» era expresión
espontánea de los antiguos orientales. Esparcidas por el
Antiguo Testamento se encuentran más de cincuenta. Al
analizar cualquier «bienaventuranza», se distinguen tres
elementos: 1.°:
afirma que alguien es feliz; 2.°: indica la cualidad que lo
dispone a serlo; 3.°: señala el bien que constituye su felicidad.
Jesús dijo muchas «bienaventuranzas». La más característica y
sorprendente fue la de la Pobreza. En torno a ella, los
evangelistas formaron pequeñas colecciones (p.ej., Lc 6,20-
23). La más conocida es ésta de San Mateo, que contiene ocho
(repitiendo dos veces la última). La repasamos según los tres
elementos indicados:
1.— « Es decir (en lenguaje de la Biblia), «felices» o
«dichosos» desde dentro. Gozo del alma, que impregna la vida.
El misterio de una
Felicidad real, independiente del placer, honores y riqueza, es
privilegio de la Fe.
Repitiéndolo nueve veces, como un leitmotiv, este preludio del
Sermón de la
Montaña define la actitud evangélica. La palabra griega
«Evangelio» fue sinónimo de Alegría. Creyentes nominales que
ofreciesen al mundo un rostro de insatisfacción,
serían propagandistas de la incredulidad.
2. — «... los Pobres en el espíritu». Cualidad distintiva del
«hombre evangélico». Al proclamarla, Jesús se inspiraba en el
Libro de Isaías (Lc 4, 16-21). Las demás Bienaventuranzas son
facetas del único diamante. Lo que aquí formula con palabras,
Jesús lo dijo en vida desde el pesebre a la cruz. El «Pobre de
corazón» (= Mt 11,29) es suavidad (v.4). Capacidad de dolor
fecundo (v.5). Peregrino ardiente de la Justicia según Dios (v.6).
Comprensivo (v.7). Transparente (v.8). Sincero constructor de la
Paz (v.7). Con Cristo y como Cristo, es lógicamente
incomprendido, calumniado y perseguido por quienes piensan,
sienten y obran lo contrario (y. 10-11). El «Pobre de corazón»
es o desea ser pobre de verdad. Pero su pobreza tiene alma. La
que alienta en todo el Evangelio. Sin ella —cuerpo sin alma—
sería muerta.
3. — «... porque de ellos es el Reino de los Cielos». Es decir, la
plena integración en la Familia de Dios. Definitivamente, por la
Escatología feliz. Ya desde ahora, en su pregustación real y
consciente por la Fe, la Esperanza y el Amor. Por la Comunión
eucarística, eclesial y fraterna. «Incluidos» entre la mención
inicial (v.3) y final (y. 10 y 11) del «Reino de los Cielos» se dan
varios sinónimos: La Patria (v.4). La liberación de todo Dolor
(v.5). El Banquete escatológico (v.6). El Perdón divino (v.7). La
beatificante Visión con que los hijos de Dios contemplarán
eternamente el rostro de su Padre (y. 8 y 9; cf. 1 Cor 13,12s).
Cuando nos obsesionen problemas secundarios, será oportuno
repasar las Bienaventuranzas. El mejor «examen de
conciencia».
QUINTO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 58,7-70
Esto dice el Señor:
Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin
techo, viste al que va desnudo, y no te cierres a tu propia
carne.
Entonces romperá tu luz como la aurora, en seguida te brotará
la carne sana; te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria
del Señor.
Entonces clamarás al Señor
y te responderá.
Gritarás y te dirá:
Aquí estoy.
Cuando destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y la
maledicencia, cuando partas tu pan con el hambriento y sacies
el estómago del indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu
oscuridad se volverá mediodía.
Salmo responsorial Sal 111,4-5, 6.7. 8a y 9
R. El justo brilla en las tinieblas como una luz.
En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y
compasivo. Dichoso el que se apiada y presta y administra
rectamente sus asuntos.
y DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 191
El justo jamás vacilará, su recuerdo será perpetuo. No temerá
las malas noticias, su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor, reparte limosna a los
pobres, su caridad es constante, sin falta, y alzará la frente con
dignidad.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
2,1-5
Hermanos: Cuando vine a vosotros a anunciaros el testimonio
de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues
nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a
Jesucristo, y éste crucificado.
Me presenté a vosotros débil y temeroso; mi palabra y mi
predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la
manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se
apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 8,12 Yo soy la luz del mundo, dice el Señor. El que me sigue
no camina en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según San Mateo 5,13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa,
¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad
puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una vela para meterla debajo del
celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a
todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres para que vean vuestras
buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.
El fragmento del «Sermón de la Montaña» que escuchamos
hoy sigue en inmediata continuidad a las Bienaventuranzas,
que se proclamaron el domingo pasado. Al decir «vosotros»,
Jesús mira a sus Discípulos: a los verdaderos cristianos de todo
tiempo y condición. En el supuesto de que han hecho suyas las
Bienaventuranzas. Las Bienaventuranzas han esbozado el
rostro de la Iglesia tal como
192 CICLO A
debe ser ante Dios. Estas líneas afirman la misión que la Iglesia
tiene que realizar en el mundo.
1. — < sois la sal de la tierra». A Jesús le encantaba ezpresarse
con el lenguaje de las cosas sencillas. Por contexto, la «sal»
significa la sabiduría del Evangelio. El .xsabor» o sentido de
Dios que infunden las Bienaventuranzas a la vida del hombre.
El fuerte sabor de la sal se comunica con suavidad y proporción
a los alimentos que sazona. Los que se entregan a la práctica
de la santidad suelen ser relativamente pocos. Pero su
presencia confiere a la «tierra», es decir, a la sociedad
humana, un imperceptible pero real y eficaz sentido de cielo.
2.— «Vosotros sois la luz del mundo». La alegoría de la luz es
habitual en la Biblia. Funde en una única superconceptual
vivencia divina las nociones de Verdad, Amor y Alegría. Su
contrario son «las Tinieblas de la Muerte»: recordar aquel tezto
de Isaías citado por San Mateo (4,16), que leímos hace poco.
Los que hacen suyas las Bienaventuranzas —la santidad según
el Evangelio— son presencia de la Verdad, Amor y Alegría de
Dios en el mundo. El tezto que escuchamos hoy insiste en que
esta Luz no puede ni debe ocultarse. Es tanta hipocresía
decirse «sal» sin serlo, como cobardía esconder la Luz. Quien
posee la Verdad y no la comunica la pierde, como se apaga la
luz bajo el celemín. Cristo quiere a su Iglesia como aquella
ciudad en lo alto del monte, que presintió Isaías (2,1-5).
3.— «... que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a
vuestro Padre que está en los Cielos». En esta última frase, la
expresión «los hombres» quiere decir lo mismo que «el
mundo» y «la tierra» en las precedentes. El ideal de la Iglesia
en su paso por el tiempo es ser «alma del mundo». No para
recibir gloria mundana, sino para transparentar la Gloria de
Dios. Del Padre común, que desea reunirnos a todos en una
universal Familia humana que sepa decir el «Padre nuestro». Y
aceptar su Paz, «así en la Tierra como en el Cielo». Las
«buenas obras» de los hijos de Dios serán realidades tangibles
de Amor fraterno (primera lectura y salmo responsorial). De un
Amor que es pura Gracia del Padre y, por tanto, exclusiva
Gloria de él. El camino normal para que «los hombres» acepten
creer en Dios es que vean a los que se consideran hijos de Dios
realizando «buenas obras»: obras de Amor fraterno y Verdad
divina que son sinceridad de su Fe y transparencia —espiritual
evidencia— de la Gracia del Padre.
Prosigue la lectura del SERMÓN DE LA MONTAÑA. En su
introducción o preludio define a la comunidad de los discípulos
de Cristo en tres dimensiones: a) en su relación con el Reino de
Dios (Ev. del domingo pasado: las Bienaventuranzas); b) en su
relación con el mundo (Evangelio de hoy); c) en su relación con
«la Ley y los Profetas» (Ev. del domingo próximo).
Pedagogo y oriental, Jesús solía incorporar sus ideas a
imágenes sencillas, familiares. Le gustaba, además, desdoblar
un pensamiento en dos expresiones paralelas, que se
complementan entre sí. De ahí, en el texto que leemos hoy, las
metáforas de la SAL y de la LUZ. A esta última se le coordinan
otras dos: la ciudad en lo alto de la montaña, la lamparita
encima del candelero.
Ambas imágenes indican una virtualidad o eficacia esencial. La
luz ilumina; si no, no es luz. Si lo que era sal deja de salar, se
tira por inútil. Cristo habla a una
V DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 193
comunidad definida: « Vosotros...», los discípulos. No les dice lo
que deberían ser o podrían llegar a ser, sino lo que son si es
que son discípulos: «sois la sal de la tierra», «sois la luz del
mundo». Tierra y mundo son sinónimos con la &presión de la
última frase: «los hombres»; la gran familia humana. El
Evangelio habla a una pequeña comunidad que está entre
ellos. Pero da por supuesto que no es igual que ellos, pues, de
lo contrario, ya no les podría ser ni «sal» ni «luz».
El «vosotros» inicial resume el «vosotros» del último inciso de
las Bienaventuran zas, y se refiere a sus profesionales.
Vosotros, los pobres y sencillos; los de corazón puro; con
hambre y sed de ser justos según Dios, y perseguidos por ello;
los que hacéis en el mundo obra de misericordia y de paz.
Sal que sazona la tierra de sentido cristiano y luz que no se
puede esconder. Ya Isaías (2) con Miqueas (4) habían
contemplado proféticamente la futura Ciudad de Dios puesta
en lo alto de una montaña como centro de atracción para todas
las naciones del mundo. No sería evangélico refugiarse en la
invisibilidad.
« Vosotros sois la luz del mundo» es resonancia corporativa de
una declaración inalienable de Cristo: «Yo soy la luz del
mundo» Qn 8,12). El resplandor social de la Iglesia es
resplandor de Cristo, que él recibió del Padre (léase 2 Cor 3,18
- 4,6). Por eso, cuando «las buenas obras» de los discípulos son
realización auténtica de las Bienaventuranzas, el mundo ve en
ellas, por transparencia, la gloria de Dios. Este ha sido y será
siempre el camino real de la Fe.
La lectura de Isaías promete al «justo» que su vida se
transformará en luz. El salmo traduce la misma idea a poesía
sapiencial. En oriente, la luz es símbolo de todo bien. La
justicia que proclaman Isaías y el Salmo preludia la del Juicio
Final según Cristo (Mt 25, 31-46): pan al hambriento, abrigo al
desnudo, hogar al sin techo...
Pablo evoca un momento crítico de su apostolado: cuando
llegó a Corinto, insatisfecho del ensayo que había hecho en
Atenas, de hablar a los filósofos con palabras de sabiduría.
Decidió, desde entonces, no hablar ya más que directamente
de Cristo. Del Cristo que había dicho que atraería a todos a sí
desde la Cruz Qn 12,32). Pablo constató que el Maestro tenía
razón.
«Sal de la tierra» y «luz del mundo». Dos expresiones
alegóricas de Jesús, que recogió el Evangelio de Mateo para
definir la situación y misión de la Iglesia apostólica en medio
de una sociedad que aún no conocía al verdadero Dios.
Estas palabras del Sermón de la Montaña pertenecen todavía a
su «preludio», formando una sola unidad con las
Bienaventuranzas (que leímos el domingo pasado). El Maestro
empezó proponiendo el ideal evangélico, en tercera persona:
«Dichosos los pobres y sencillos, los que anhelan la Justicia, los
que hacen Paz y Misericordia... porque de ellos es el Reino de
Dios». Luego se dirige concretamente al grupo de sus
Discípulos, en segunda persona: «Dichosos vosotros cuando os
persigan por ser así...» (vers. 11 y 12). Y prosigue: «Vosotros
sois la sal de la tierra...»
Cuando se escribió el Evangelio, entendieron que Jesús, al
decir «vosotros», se refería a los Apóstoles. Los que fueron
germen y arquetipo de la Iglesia. Cristianos de fe,
sacramentos, vida y acción. Encarnación de las
Bienaventuranzas ante el mundo.
194 CICLO A
Para todos los demás, estas palabras son invitación imperativa.
Ser cristiano es gracia, honor y compromiso. Compromiso de
reactualizar en cada nueva circunstancia de la historia aquella
fidelidad con que los primeros Apóstoles fueron para su tiempo
«sal)> eficaz y «luz» irradiante.
a) La significación alegórica de la sal era entonces tan amplia
como imprecisa. Se consideraba absolutamente necesaria.
Podía connotar la idea de sacrificio. Aunque de sabor ingrato
en sí misma, da sabor y preserva de la corrupción. Pero si es
ella misma la que se «corrompe» o echa a perder, no sirve
para nada ni tiene remedio. En la redacción de San Mateo, la
«sal» es la Sabiduría evangélica de las Bienaventuranzas.
b) La imagen de la luz es de las más frecuentes en la Biblia. Lo
contrario son las tinieblas: síntesis de toda miseria, desdicha y
pecado. La luz sugiere la Verdad:
respiración y alimento del espíritu. No se concibe la luz sin
llama: sin calor y ardencia. Para un discípulo de la Biblia, no
hay Verdad sin Vida y sin Amor. La luz es atmósfera de
laAlegría.Cuando el hombre de la Biblia pronuncia la palabra
«Luz» en sentido pleno, levanta instintivamente los ojos y mira
al Infinito. Toda luz es efluvio de la Gloria de Dios. Por eso, al
decir de los Apóstoles: «Vosotros sois la Luz del mundo», Jesús
los declara transparencia de sí mismo Qn 8,12) y del Padre (1
Jn 1,5). Como aquella Ciudad mesiánica, en lo alto de la
montaña, de que habló Isaías (2,2; 60, 1-3). Cordialmente,
como la lamparita que ambienta el hogar.
La llama de esta luz apostólica son las buenas obras (vers. 16).
Diciendo «buenas obras», Jesús se refería principalmente a las
de amor fraterno con los necesitados (Mt 25, 3 1-46). Buenas
obras que son la sinceridad de la Fe. Viéndolas, el mundo será
testigo de la Gloria del Padre. Quiere decir que es el mismo
Padre quien inspira y mueve las «buenas obras» de sus hijos,
los auténticos cristianos. Ellos lo saben, y por eso no se glorían
en sí mismos, sino en solo Dios. Y pues buscan la gloria de su
Padre se han afanado siempre para encender en la tierra
antorchas de su Fe, que son las obras de Paz y Bien inspiradas
por las Bienaventuranzas.
La lectura semicontinua del Evangelio según Mateo ofrece hoy
un fragmento del «Sermón de la Montaña». Declara al discípulo
de Cristo su responsabilidad de ser instrumento de la Gloria de
Dios en el mundo.
Empiezan las lecturas con un fragmento de la tercera parte del
Libro de Isaías. El mensajero de la Palabra se dirige a los recién
llegados del exilio (s. VI a.C.), que se afanan por reconstruir la
Comunidad de Israel. Dicen que Dios no les atiende, y
quisieran «obligarlo» con ritos y ayunos. Pero descuidan los
deberes de fraternidad (cfr. todo el capítulo 58). El profeta les
recuerda un punto clave del auténtico sentido religioso: que la
Fe se realice en obras de asistencia a todo hermano que lo
necesite. Sólo entonces el Señor aceptará diálogo (vers. 9a). Y
cada uno y todos juntos en el Pueblo santo serán luz de la
Gloria de Dios (y. 8 y lOb); es decir, instrumento de su
Presencia eficaz en el mundo.
Las reflexiones de la Carta a los Corintios se refieren todavía al
tema de las divisiones en la Comunidad (del que hablábamos
hace dos domingos). Algunos se constituían en grupos de
aislamiento, fascinados por la «sabiduría» humana de éste o
aquél. San Pablo encarna en su propia experiencia el deber de
toda predicación
y DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 195
cristiana: ser transparente sinceridad del Evangelio, sin
envolverlo en nieblas ajenas aun cuando su contenido sea tan
austero, como el mensaje de la Cruz.
San Mateo se distingue por su arte en presentar las Palabras
de Jesús temáticamente ordenadas en amplios conjuntos o
«sermones». El primero y principal es el «Sermón de la
Montaña». Programa detallado de aquella Conversión que el
Señor proclamaba por toda la Galilea (4,17). Empieza por las
Bienaventuranzas (5,3-12), que son a un tiempo su preludio y
su síntesis.
El tezto que leemos hoy está redaccionalmente unido a las
Bienaventuranzas y tiene que interpretarse en función de ellas.
El pronombre «vosotros» interpela a los discípulos (5,1) en
cuanto realizan en su persona el ideal de «Justicia» o santidad
trazado en las Bienaventuranzas. Pero si uno llamado
«discípulo» por profesión externa o compromiso social no
encarna en su vida las Bienaventuranzas, deja de ser «sal» y
se apaga su «luz». Ambas imágenes, sal y luz, son alegoría de
la fuerza de irradiación contagiosa que tiene en sí la verdadera
santidad evangélica. El «mundo», es decir «los hombres», se
enciende sólo por contacto de quien sea llama viva de Fe.
a) Conforme a una antigua manera de pensar, común en
bastantes pueblos, San Mateo ve en la «sal» un símbolo de la
«sabiduría». Para él, no hay más Sabiduría que la ciencia
práctica de vivir según las Bienaventuranzas. El buen discípulo
la tiene y la comunica a los demás. Si la pierde personalmente,
ha cesado su razón de ser; no le queda más destino que el
menosprecio y la reprobación (vers. 13b).
b) En la Biblia, la imagen de la luz suele tener relación con la
gloria de Dios. «Dios es Luz» (1 Jn 1,5); Cristo es «la Luz del
mundo» ( 8,12), y los discípulos su transparencia (cfr. 2 Cor
4,6). La alegoría de la luz, en la Biblia, no se refiere a una
ciencia teórica sino a una vida que sea expresión ardiente de la
Verdad. Por eso, cuando el mundo ve la «luz» de los discípulos,
es decir, sus buenas obras, intuye que en ellos todo es Gracia,
cree en Dios y proclama su Gloria.
Si el mundo tiene que «ver», la luz de los discípulos no debe
esconderse. El Evangelio subraya esta idea con la doble
imagen de la lamparita (que ha de estar en el centro de la
habitación) y de la Ciudad (sobre la montaña: alusión al
oráculo de Isaías y Miqueas sobre la Jerusalén mesiánica).
Irradiar la Gloria de Dios no es falta de humildad en la Iglesia;
antes todo lo contrario.
SEXTO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Eclesiástico 15,16-21
Si quieres, guardarás sus mandatos, porque es prudencia
cumplir su voluntad; ante ti están puestos fuego y agua, echa
mano a lo que quieras;
delante del hombre están muerte y vida:
le darán lo que él escoja. Es inmensa la sabiduría del Señor,
es grande su poder y lo ve todo; los ojos de Dios ven las
acciones, él conoce todas las obras del hombre; no mandó
pecar al hombre, ni deja impunes a los mentirosos.
Salmo responsorial Sal 118,1-2. 4-5. 17-18. 33-34
R. Dichosos los que caminan en la voluntad del Señor.
Dichoso el que con vida intachable camina en la voluntad del
Señor; dichoso el que guardando sus preceptos lo busca de
todo corazón.
Tú promulgas tus decretos para que se observen exactamente;
¡ojalá esté firme mi camino para cumplir tus consignas!
VI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 197
Haz bien a tu siervo: viviré y cumpliré tus palabras;
ábreme los ojos y contemplaré las maravillas de tu voluntad.
Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes
y lo seguiré puntualmente;
enséñame a cumplir tu voluntad
y a guardarla de todo corazón.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera Carta del apóstol san Pablo a los
Corintios 2,6-10
Hermanos: Hablamos, entre los perfectos, una sabiduría que no
es de este mundo ni de los príncipes de este mundo, que
quedan desvanecidos, sino que enseñamos una sabiduría
divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de
los siglos para nuestra gloria.
Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido, pues si
la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de
la gloria.
Sino como está escrito: Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el
hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo
aman.»
Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu, y el Espíritu todo lo
penetra, hasta la profundidad de Dios.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Mt 11,25 Te doy gracias, Padre, porque has revelado los
misterios del Reino a la gente sencilla. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 5,77-37
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
[ creáis que he venido a abolir la ley o los profetas: no he
venido a abolir, sino a dar plenitud.
Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de
cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y
se lo enseñe así a los hombres, será el menos importante en el
reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe, será grande en el reino de los
cielos.]
Os lo aseguro: si no sois mejores que los letrados y fariseos, no
entraréis en el reino de los cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: no matarás, y el que
mate será procesado.
Pero yo os digo: todo el que esté peleado con su hermano será
procesado. [ si uno llama a su hermano «imbéci1 tendrá que
comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama renegado», merece
la condena del fuego.
198 CICLO A
Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te
acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti,
deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconcilias-te
con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Con el que te pone pleito procura arreglarte en seguida,
mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al
juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro
que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último
cuarto.]
Habéis oído el mandamiento: <(No cometerás adulterio,>.
Pues yo os digo: el que mira a una mujer casada deseándola,
ya ha sido adúltero con ella en su interior.
[ tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale
perder un miembro que ser echado entero en el abismo.
Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más
te vale perder un miembro que ir a parar entero al abismo.
Está mandado: <‘El que se divorcie de su mujer, que le dé acta
de repudio.>
Pues yo os digo: el que se divorcie de su mujer —excepto en
caso de prostitución— la induce al adulterio, y el que se case
con la divorciada comete adulterio.]
Sabéis que se mandó a los antiguos: <‘No jurarás en falso> y
<‘cumplirás tus votos al Señor.»
Pues yo os digo que no juréis en absoluto: [ por el cielo, que es
el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni
por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu
cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo]. A
vosotros os basta decir sí o no. Lo que pasa de ahí viene del
Maligno.
Escuchamos otra página del SERMÓN DE LA MONTAÑA. Habla
de la actitud que tomó Cristo ante la Ley Antigua. La
<(Montaña)> de las Bienaventuranzas evoca la del Sinaí,
donde se promulgaron los Mandamientos de la Ley de Diós.
En aquellos «Mandamientos» se expresa la Voluntad de Dios,
que orienta el camino de nuestra vida. Voluntad de Dios que
afirma y respeta la libertad [ lectura]. La libertad es un divino
privilegio que otorga al Hombre el honor de autodecidirse a
hacer el Bien. Para ayudarle, Dios lo ilumina con su propia
Sabiduría [ lectura]. Menospreciar esta Sabiduría, desviarse de
su Palabra, de sus Mandamientos, significa autocondenarse a
la Mentira. «iFeliz el que camina en la Voluntad del Señor!»
[ responsorial].
1. — «No he venido a abolir, sino a dar plenitud». Algunos
acusaron a Jesús de que con su conducta y doctrina anulaba
determinados aspectos de la Ley Antigua, que era el tesoro
más entrañable amado por Israel. Cristo replica diciendo que
no ha venido a destruir. Afirmación absoluta. Su Evangelio no
suprime valor alguno de ningún pueblo, de ninguna cultura.
Pero tampoco deja las cosas como estaban. Porque ha venido a
dar plenitud. A conducir ideas e instituciones hacia su
definitiva perfección. En líneas de profundidad y de
crecimiento, no de ruptura. La fructificación no destruye el
árbol; le da la plenitud a la que estaba destinado. En el
Evangelio de Jesús puede y debe «fructificar» todo valor
humano.
2. — «El que se salte uno solo de los preceptos más
insignificantes y se 16 enseñe así a los hombres será tenido
por insignificante en el Reino de los Cielos». Cuando se escribió
esta página del Evangelio ya defendían algunos en la
comunidad cristiana el egoísmo de limitar la vigencia de la
Voluntad de Dios a sólo los deberes de primera magnitud. Pero
Dios es pedagogo y artista, que se complace en forjar a sus
santos con la filigrana de las «pequeñas fidelidades». Consta,
además, por experiencia que las «pequeñas fidelidades» son la
garantía única de la gran Fidelidad.
VI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 199
3. — «Habéis oído que se dijo a los antiguos... Mas yo os
digo...)> San Mateo recoge unos cuantos ejemplos de cómo
Jesús reinterpretaba en plenitud la Antigua Ley. «No matarás»
exige no tener odio en el corazón ni en los labios. Porque del
rencor y del insulto germinan la violencia y el asesinato. —No
cometer adulterio ni con la mirada.
—Inquebrantable unión de los esposos. —Absoluta verdad en la
palabra. —El próximo domingo seguirán otros ejemplos.
El PRELUDIO AL SERMÓN DE LA MONTAÑA empezó trazando el
ideal de los discípulos de Cristo en su relación con el Reino de
Dios (las Bienaventuranzas), y afirmó luego que,
manteniéndose fieles a este ideal, son la luz del mundo. Ahora
considera una tercera dimensión fundamental del discípulo: su
actitud ante la Ley.
Para no desenfocar estas líneas conviene tener presente la
situación psicológica de aquellos israelitas que escuchaban a
Jesús en Galilea (y también la de los judeocristianos, que eran
mayoría en las comunidades a que se dirigía el primer
Evangelio).
En efecto, el buen hijo de Israel escucha en la sinagoga,
sábado tras sábado, una lectura bíblica de «la Ley» (o «Torá») y
una de «los Profetas». «La Ley y los Profetas» le son Palabra de
Dios y Revelación de su plan en favor del Pueblo. Israel tiene
en la Torá toda su luz, esperanza y camino. Es la manifestación
de la Voluntad del Señor. Y no reconoce más perfecta sabiduría
que cumplirla.
En sus tres primeras frases, el Evangelio de hoy se defiende de
una crítica de parte de un sector del judaísmo de entonces: la
de que la Doctrina de Jesús estaba en contra o al margen de la
Torá. Concreta su pensamiento en tres afirmaciones: a) la Torá
es un valor permanente, más que el mismo universo (y. 18). b)
Por tanto, el Mesías no vino a suprimirla. Pero sí a llevarla a la
definitiva perfección a que estaba destinada desde siempre
según el plan de Dios (17). c) En consecuencia, si un discípulo
del Evangelio menospreciase, teórica o prácticamente, un solo
mandamiento (en la perspectiva de perfección de que habla el
Maestro), quedaría descalificado en orden al Reino de Dios
(19).
En la cuarta frase (v.20) el Evangelio acusa a los acusadores. El
texto original dice:
«Si vuestraJusticia no es más abundante que la de los escribas
y fariseos...» La palabra
Justicia sugería entonces perfección moral, santidad,
cumplimiento exacto de la Ley.
Desautoriza a un sector concreto de los guías del pueblo de
Dios en aquel tiempo.
También es caridad señalar a los débiles un peligro.
En estas primeras frases se trasluce un rasgo de la pedagogía
de Jesús: su sentido de continuidad en proceso de
perfeccionamiento. Ni destruir ni dejar las cosas como estaban.
Aceptó, cumplió, desarrolló y orientó hacia su intrínseca
plenitud terminal los valores religiosos de su Pueblo. Un día
Israel comprenderá que el Evangelio era su propio destino.
A partir del versículo 21 se enumeran seis ejemplos de
interpretación de la Tor en plenitud evangélica. «No matarás»
significa ahora no odiar, no maldecir, perdonar siempre... «No
cometer adulterio» es ni siquiera desearlo, y cortar con energía
toda ocasión... El divorcio, nunca... Cualquier «sí» o «no» de un
cristiano debe ser tan verdad como un juramento... Más
adelante Jesús dirá la palabra definitiva: amar sin límite a Dios
y al prójimo, esto es la Ley y los Profetas.
200 CICLO A
Dios que da al hombre su Ley, y con ellael camino de la vida, le
da también la capacidad de decidirse «desde dentro», con
propia y plena responsabilidad. Así lo afirma Ben Sirá en la
primera lectura. El Salmo es fragmento de una larga
meditación de un joven que canta su amor a la Ley de Dios: El
amor es energía de la libertad. San Pablo completa el
pensamiento del domingo pasado: en el misterio de Cristo,
revelado por el Espíritu, está la suprema sabiduría.
SÉPTIMO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Levítico 19,1-2. 17-18
Dijo el Señor a Moisés:
—Habla a la asamblea de los hijos de Israel y diles:
Seréis santos, porque yo, el Señor vuestro Dios, soy santo.
No odiarás de corazón a tu hermano. Reprenderás a tu pariente
para que no cargues tú con su pecado.
No te vengarás ni guardarás rencor a tus parientes, sino que
amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Yo soy el Señor.
Salmo responsorial Sal 102,1-2. 3-4. 8 y 10. 12-13
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor
y no olvides sus beneficios.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te coima de gracia y de ternura.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en
clemencia. No nos trata como merecen nuestros pecados. ni
nos paga según nuestras culpas.
202 CICLO A
Como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros
delitos; como un padre siente ternura por sus hijos, siente el
Señor ternura por sus fieles.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
3,16-23
Hermanos: ¿No sabéis que sois templos de Dios y que el
Espíritu de Dios habita en vosotros?
Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él;
porque el templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros.
Que nadie se engañe. Si alguno de vosotros se cree sabio en
este mundo, que se haga necio
para llegar a ser sabio. -
Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios, como
está escrito: «El caza a los sabios en su astucia.» Y también:
«El Señor penetra los pensamientos de los sabios y conoce que
son vanos.»
Así pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues todo es
vuestro: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo
presente, lo futuro. Todo es vuestro, vosotros de Cristo y Cristo
de Dios.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
lJn 2,5 Quien guarda la palabra de Cristo, ciertamente el amor
de Dios ha llegado en él a su plenitud. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 5,38-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—Sabéis que está mandado: «Ojo por ojo, diente por diente.»
Pues yo os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al
contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale
la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarle la túnica, dale
también la capa; a quien te requiera para caminar una milla,
acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide
prestado, no lo rehúyas.
Habéis oído que se dijo:
«Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo.»
Yo, en cambio, os digo:
Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os
aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian. Así
seréis hijos de vuesfro Padre que está en el cielo, que hace
salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia a justos e
injustos.
Porque si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No
hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a
vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen
lo mismo también los paganos? Por tanto, sed perfectos como
vuestro Padre celestial es perfecto.
VII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 203
Jesús no vino a destruir lo Antiguo. Tampoco a dejarlo donde
estaba. Vino a dar plenitud. En el Evangelio del domingo
pasado esçuchamos cuatro ejemplos de cómo Jesús
interpretaba en plenitud la Antigua Ley: a) «no matar» quiere
decir no odiar; b) el adulterio ya se realiza en los ojos y el
corazón; c) la unión de los esposos es inquebrantable; d) «no
perjurar» significa jamás mentir. Hoy se leen los dos últimos
ejemplos de este capítulo del Sermón de la Montaña: la Ley de
Dios según el Evangelio va más allá de la «justicia» según los
hombres; exige el Amor, que es la Justicia según Dios.
1. — «Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por
diente...)> Fórmula popular de la antigua «ley del talión»,
recogida ya por el código de Hammurabi y por las Doce Tablas.
No deja la pena del malhechor al arbitrio de la venganza
privada (Gen 4,23-24), sino que la confía a la autoridad pública
y exige una norma de proporcionalidad. Pero el Maestro no
dicta una clase de derecho a los legisladores de este mundo,
que se limitan a su ámbito externo de poder y deber. Habla el
corazón de cada persona humana y le revela el arte divino de
devolver bien por mal en orden a superar la arrogancia del Mal
con la invencible soberanía del Bien. Radicalmente opuesto al
«zelotismo» con que algunos quisieron ofuscar el auténtico
rostro de Jesús. Las cuatro «situaciones» con que ilustra este
arte divino (vers. 39-41) son hiperbólicas al estilo oriental.
Espíritu y no letra. Exigirlas a la letra sería recaer en el más
exacto fariseísmo. En nuestra vida cotidiana hay mil
«situaciones» reales que nos brindan la ocasión de vencer el
Mal con el Bien.
2. — «Amad a vuestros enemigos». Sublime intuición del Padre
universal, que es «compasivo y misericordioso» (salmo).
Distribuye por igual sol y lluvia a los que lo aman y a los que lo
desprecian. El hijo de Dios no pone fronteras a su
«misericordia», que debe ser transparencia y comunicación de
la que él mismo ha recibido del Padre. Su «justicia» dejará de
ser egoísmo para alcanzar la altura o la libertad del Amor.
Meditemos la última Encíclica de Juan Pablo TI.
3. — «Seréis perfectos, como es perfecto vuestro Padre
celestial». «Seréis santos», dice el Levítico (primera lectura). Y
San Lucas, «misericordiosos» (6,36). Las tres expresiones
significan lo mismo. El hombre es hombre en cuanto imagen de
Dios. Presencia viva del Espíritu (segunda lectura). Sagrado.
Exigiendo a nuestro vivir humano un nivel divino, Jesús no pide
imposibles. Indica la cumbre hacia la que debemos caminar
con los ojos, el corazón y las obras. El camino es nuestro. La
infinita cumbre será (y ya es para muchos) Gracia de Dios.
OCTAVO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 49,14-15
Sión decía: «Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha
olvidado.»>
— que puede una madre olvidarse de su criatura, no
conmoverse por el hijo de sus entrañas?
Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré.
Salmo responsoríal Sal 61,2-3. 6-7. 8-9ab
R. Descansa sólo en Dios, alma mía..
Sólo en Dios descansa mi alma, porque de él viene mi
salvación; sólo él es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no
vacilaré.
Descansa sólo en Dios, alma mía, porque él es mi esperanza;
sólo él es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilaré.
De Dios viene mi salvación y mi gloria; él es mi roca firme, Dios
es mi refugio.
Pueblo suyo, confiad en él, desahogad ante él vuestro corazón.
VIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 205
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
4,1-5
Hermanos: Que la gente sólo vea en nosotros servidores de
Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora, en un
administrador lo que se busca es que ses fiel. Para mí lo de
menos es que me pidáis cuentas vosotros o un tribunal
humano; ni siquiera yo me pido cuentas. La conciencia, es
verdad, no me remuerde; pero tampoco por eso quedo
absuelto: mi juez es el
Señor. -
Así pues, no juzguéis antes de tiempo, dejad que venga el
Señor. El iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al
descubierto los designios del corazón; entonces cada uno
recibirá de Dios lo que merece.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Hb 4,12 La palabra de Dios es viva y eficaz, juzga los deseos e
intenciones del corazón. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 6,24-34
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque
despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará
al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios
y al dinero.
Por eso os digo: no estéis agobiados por la vida pensando qué
vais a comer, ni por el cuerpo pensando con que ós vais a
vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el
vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni
almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta.
¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a
fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora de tiempo de su
vida?
¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los
lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón,
en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues si a la
hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el
horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros,
gente de poca fe? No andéis agobiados pensando qué vais a
comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los
paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del
cielo que tenéis necesidad de todo eso.
Sobre todo buscad el Reino de Dios y su justicia; lo demás se
os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana,
porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan
sus disgustos.
Estas palabras del Sermón de la Montaña las dijo de corazón el
Hijo de Dios y luego fueron consignadas por escrito en una
atmósfera de Fe donde todos sabían y sentían que Dios es
Padre nuestro. A uno que viviese como huérfano de Dios le
resultaría imposible comprenderlas.
1. — «No podéis servir a Dios y al Dinero». Servir a Dios quiere
decir tenerlo por centro de la vida. No hay mayor libertad que
la de sentirse «servidor de Dios». Servir
206 CICLO A
a Dios, que es la lógica de amarle, equivale a reinar en espíritu,
desde su altura, por encima de toda servidumbre que nos
quieran imponer. —En vez de «Dinero», el texto primigenio
transcribe el correspondiente vocablo arameo que usaría Jesús
hablando a los de su tierra: «Mammón’>. Vocablo que sugiere
una personificación idolátrica de la Riqueza. Porque en toda
criatura inteligente radica un instinto de adoración. Pero
cuando lo desvía del auténtico Dios, diviniza en su lugar a un
ídolo y se pone a su servicio, no ya como hijo en comunión con
el padre sino como esclavo sometido a un tirano. «Servir a la
Riqueza» significa afirmar e imponer la primacía de las cosas
materiales sobre las personas. Consecuencia de ello, una
ilimitada injusticia y la pérdida de la paz.
2. — «Por eso os digo: no os angustiéis... » Elevación espiritual
de Jesús, que tantas veces había meditado en Nazaret la
presencia amorosa del Padre a través de la naturaleza. Le
encantaban las flores silvestres («los lirios del campo») y no el
fausto de los palacios. Al que en esto no sintonice con él, le
costará entender el Evangelio. «No os angustiéis...» El Maestro
quiere infundir paz en la vida personal de cada uno, sin lo cual
nunca florecerá la paz de todos. No induce al quietismo.
Enseña a trabajar con toda el alma, como hizo él siempre, pero
con paz y serenidad. Porque Dios es PADRE, y su amor
entrañable y concreto nos asiste en cada paso de la vida: en el
gozo como en el sufrimiento; en la prosperidad, en la
decadencia, en la muerte. Vivir en esta Fe no es comodidad
sino heroísmo: recordemos a Cristo en Getsemaní.
3. — «Buscad por encima de todo el Reino de Dios y su
Justicia». Lo contrario sería evadirnos de la única Realidad que
nos envuelve ahora y por siempre. El Padre Dios tiene su plan
eterno, que se realizará. Jesús llama a este plan su «Reino». El
Reino que pedimos en el Padrenuestro. Tiene por programa
elevar la humanidad a su altura. Altura que es Amor en la
Verdad, Paz en la Justicia, Perdón y Fraternidad en la Familia
universal del único Padre. Es honor infinito que Dios nos llame
a colaborar en su Reino, a «buscarlo», a trabajar por él.
Con la nueva serie de «domingos ordinarios» vuelve la lectura
seguida del Evangelio según San Mateo, que se interrumpió al
empezar la Cuaresma.
Estas palabras fueron pronunciadas por el Señor y escritas por
el evangelista en ambiente de Fe. Al margen y por encima de
la sabiduría humana. Son para quienes hayan aceptado las
Bienaventuranzas y recen de verdad el Padrenuestro.
A. Un solo Señor (vers. 24). Jesús invoca la experiencia del
pueblo al que habla:
no tendrá paz quien se empeñe en servir a dos amos a un
mismo tiempo. Porque servir suponía dedicarse plenamente.
Cuando la Biblia entiende por «amo» a Dios, concentra en la
noción de «servicio» todo el potencial del espíritu humano.
Entonces servir es darse en afecto y acción; tener al Señor y su
Gloria por centro de la vida. Cuando la Biblia llama a alguien
«siervo de Dios», expresa la más alta nobleza. Su antítesis es
servir a los ídolos. ídolo es un dios sin verdad y sin amor. «No
podéis servir a Dios y a la Riqueza». En vez de «riqueza», el
texto del Evangelio conserva el vocablo arameo «Mammón» —
el que usaría Jesús. Con ello da a entender que la personifica
como un ídolo. También el Apóstol llamó idolatría el insaciable
afán de poseer más y más (Col 3, «Servir a Mammón» (a la
riqueza material como valor / supremo) le cuesta al mundo
inmensos sacrificios: guerras, injusticias, esclavitud.
VIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 207
B. — «No os angustiéis...» A lo largo de los versículos 25-33,
Jesús transfunde a los discípulos el sabor de la pobreza serena
que vivió en Nazaret. Las aves y las flores del campo le
hablaban de la atención providente del Padre. Jesús tenía el
sentido de la naturaleza, hermosa y pura, que es la mejor
preparación al evangelio. El pensamiento-clave de esta
secuencia es no angustiarse. La angustia ante el porvenir es el
tributo que paga la «poca fe» (v.30). La Fe-de-verdad
transfigura la vida en confianza. Se siente afirmada y dirigida
por la mano de un amor entrañable [ lectura]. No es inercia,
sino paz activa. Tampoco es seguro contra infortunios; pero
cuando llega el dolor sabe con evidencia que es de la mano del
Padre, que todo lo ordena al bien (Rom 8,28), y no necesita
más consuelo.
«Buscad ante todo su Reino [ Padre) y su Justicia». Para San
Mateo, el programa de este «Reino» y esta «Justicia» se
formula en el Padrenuestro, centro y síntesis del Sermón de la
Montaña.
C. — El último consejo (y. 34) —no angustiarse por el mañana—
era refrán sapiencial en varios pueblos antiguos. Vivir día tras
día el solo hoy, no el ayer ni el mañana, ahorra sufrimiento
inútil y es clave de la eficacia y de la paz. El Evangelio lo
entiende con la religiosa serenidad de quienes piden cada día
en el Padrenuestro su Pan de hoy. Y saben por fe y ezperiencia
que Dios es Padre (Mt 7,7-11).
NOVENO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Deuteronomio 11,18. 26-28.
Moisés habló al pueblo diciendo:
—Meteos mis palabras en el corazón y en el alma, atadias a la
muñeca como un signo y ponedias de señal en vuestra frente.
Mirad: hoy os pongo delante maldición y bendición: la
bendición, si escucháis los preceptos del Señor vuestro Dios
que yo os mando hoy; la maldición, si no escucháis los
preceptos del Señor vuestro Dios y os desviáis del camino que
hoy os marco, yendo detrás de dioses extranjeros que no
habíais conocido.
Salmo responsorial Sal 30,2-3a. 3bc-4. ¡7 y 25
R. Sé la roca de mi refugio, Señor.
A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado; tú que eres justo, ponme a
salvo; inclina tu oído hacia mí, ven aprisa a librarme.
Sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve, tú que
eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu
misericordia. Sed fuertes y valientes de corazón, los que
esperáis en el Señor.
IX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 209
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 3,21-
25a. 28
Hermanos: Ahora, la justicia de Dios, atestiguada por la Ley y
los profetas, se ha manifestado independientemente de la Ley.
Por la fe en Jesucristo viene la justicia de Dios a todos los que
creen, sin distinción alguna. Pues todos pecaron y todos están
privados de la gloria de Dios, y son justificados gratuitamente
por su gracia, mediante la redención de Cristo Jesús, a quien
Dios constituyó sacrificio de propiciación mediante la fe en su
sangre.
Sostenemos, pues, que el hombre es justificado por la fe, sin
las obras de la Ley.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn /5,5 Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece
en mí y yo en él, éste da fruto abundante. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 7,2 1-27
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el Reino
de los Cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que
está en el cielo.
Aquel día muchos dirán: «Señor, Señor, ¿no hemos profetizado
en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos
hecho en tu nombre muchos milagros?»
Yo entonces les declararé: «Nunca os he conocido. Alejaos de
mí, malvados.»
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se
parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre
roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y
descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba
cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica
se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre
arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y
rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.
Concluido el período litúrgico de Pascua, vuelve la lectura
semicontinua del Evangelio según Mateo. El fragmento de hoy
pertenece al epílogo del «Sermón de la Montaña».
Le preceden unas líneas del Deuteronomio. Son también
epílogo de una reflexión de «Moisés» sobre la fidelidad a las
palabras del Señor. Porque a esta fidelidad está condicionada
la Alianza. Y sólo por la Alianza con Dios pasa el cauce de sus
Bendiciones. Quien la quebranta, se escogió la «Maldición». Lo
que más tentaba al Israel de entonces era la idolatría. La
infidelidad de «ir en pos de dioses extranjeros» consistía, para
un cristiano hoy, en hacer norma de su vida los principios y
valores antievangélicos.
Recogiendo y ordenando una selección de palabras de Cristo,
el «Sermón de la Montaña» según San Mateo (5-7) resume el
programa fundamental del Reinado de
210 CICLO A
Dios y señala la actitud del hombre que quiera aceptarlo.
Empieza con las Bienaventuranzas y termina con tres avisos
sobre otros tantos matices de una misma posibilidad de
fracaso en su práctica: la ilusión del camino fácil (7,13-14), la
del error disfrazado de profetismo (7,13-20), la de una
religiosidad que compromete palabras y gestos, pero no la vida
(7,21-23). Leemos el tercer aviso, y la parábola final (7, 24-27)
que los rubrica.
El tercer aviso consta de dos partes: una Sentencia sobre la
condición de entrar en el Reino de Dios (y. 21) y una evocación
del Juicio Final (22-23).
a) Jesús promulgó bastantes «Sentencias de condición de
entrada en el Reino de los Cielos». Era una manera pedagógica
de formular la indispensable cooperación de la libertad del
hombre a la Gracia de la Salvación. La presente es la
fundamental:
«Cumplir la Voluntad del Padre». El texto griego dice «hacer»:
verbo frecuente en San Mateo, con el que expresa la actuación
abierta y cordial de la propia voluntad: es decir, de la íntima
libertad humana. El buen discípulo del Evangelio no se
«somete» a la Voluntad de Dios como un esclavo; coincide con
la Voluntad del Padre como hijo, hermano de Jesús (28,10). La
Voluntad que otros, mirándola desde fuera, considerarían como
sola «ley», él la contempla desde dentro en su realidad de
Amor, y la hace suya con obediencia libre. Su actitud filial se
resume en la tercera petición del Padrenuestro.
El «hacer» evangélico fructifica en obras. Según San Mateo, el
canon o norma de las «buenas obras» (5,16) es el Amor
manifestado a Cristo en sus «hermanos
- pequeños»: los necesitados a quienes debemos atender
(25,31-46). Es decir, la Caridad a un tiempo teologal,
cristológica y fraterna. Por contraste, los que limitan su Fe a
palabras y ritos. En los primeros tiempos de la Iglesia, invocar
a Jesús como «Señor» o Kyrios era una Profesión de Fe (1 Cor
12,3b).
b) Quienes exteriorizaron su Fe con énfasis, aunque fuesen
taumaturgos, exorcistas y profetas, si no realizaron la Voluntad
del Padre en obras de Caridad, serán reprobados «aquel Día»:
cuando Cristo, el Señor, juzgará al mundo. En el texto griego
los llama «obradores de iniquidad». La «iniquidad» o anomía,
según el Sermón escatológico (24,12), equivale a la falta de
Amor. Lo mismo que en la descripción del Juicio final (25,31-
46). Sólo el Amor es vida de la Fe. Cuando San Pablo (p. ej. en
la Carta a los Romanos) expone las excelencias de la Fe, se
refiere siempre a la Fe viva.
La parábola conclusiva (y. 24-27) traduce a imagen el contraste
(escatológico) entre el hombre de Fe=vida y el que hubiese
aceptado la Palabra de Cristo, el Señor, únicamente como
objeto de adhesión teórica, emoción estética o
convencionalismo exterior.
Se reanuda la serie de domingos «per annum», interrumpida
desde Cuaresma. Al suprimirse, por ajuste de calendario, el 70
y el 8°, la lectura del Evangelio según Mateo llega, con el 90, al
final del Sermón de la Montaña. La primera lectura ofrece, por
analogía, parte de la conclusión de uno de los «sermones»
atribuidos a Moisés en el Deuteronomio. En la segunda lectura
empieza, independientemente, una serie de dieciséis
fragmentos selectos de la Carta a los Romanos.
IX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 211
El EVANGELIO contiene las últimas advertencias del Maestro en
el epílogo del Sermón de la Montaña. Se divide en tres
secciones:
1. — Una Sentencia de las que llaman «condiciones de entrada
en el Reino de Dios». Dice que no entrará quien se limite a
decir: «Señor, Señor» (Kyriel Kyriel). En el vocabulario de los
primeros cristianos, decirle a Jesús Kyrios («Señor») no era una
simple invocación piadosa, sino una profesión de Fe.
Significaba reconocer la Soberanía divina de Cristo. A propósito
de ello, el Evangelio afirma que no basta la Fe de palabra. La
Fe es entrega a Cristo de toda la persona: pensamiento,
corazón, palabra y vida. Y la vida es acción. Ley y norma del
hacer cristiano, dice Jesús, es la Voluntad del Padre. Ante Dios
uno se podría sentir súbdito y siervo. Pero ante Dios revelado
como Padre el cristiano se siente hijo. El hijo auténtico no ve en
la voluntad del padre una ley externa sino un dictado de su
propio corazón. Su imperativo de bondad le sale de dentro,
gozoso y libre.
2. — Sigue una referencia al último juicio. Todas las
instrucciones de Jesús en el Evangelio según Mateo terminan
hablando del Juicio. Los que aparecen ante el Juez son
cristianos (dicen: «Señor, Señor»). Y no cualesquiera, sino
profetas, exorcistas, taumaturgos... (En el inexacto lenguaje de
algunas épocas, los llamarían «carismáti cos»). No obstante,
son reprobados. No cumplieron personalmente la Voluntad del
Padre. Hicieron el apóstol sin ser discípulos.
3. — Termina ilústrando la misma idea con una parábola, al
estilo popular que fascinaba a los orientales. Contraste entre
dos hombres, uno «sabio» y otro «necio» (recordar, por
analogía, la parábola de las diez jóvenes). Porque uno cimienta
su casa en firme, y el otro en falso. Cuando venga la
tempestad (imagen también del Juicio en la simbología de
entonces), la construcción del primero permanecerá
(salvación), la del segundo será reducida a escombros
(reprobación).
La lectura del DEUTERONOMIO corresponde al término de un
largo Sermón, en el que «Moisés» recuerda y repromulga a los
israelitas la Ley del Señor. Les exhorta a que la lleven siempre
a flor de conciencia, como se lleva un brazalete o una diadema
(de ahí el uso de las «filacterias» o tefil-lín entre los judíos). La
Palabra de Dios les juzgará, o, mejor, ellos mismos se juzgarán
por su fidelidad o no a la Palabra de Dios.
Si alguno quisiere comentar, esta temporada, la CARTA A LOS
ROMANOS, pida ayuda a un buen libro y luz al Espíritu Santo. El
fragmento de hoy es de una densidad doctrinal abrumadora.
Supone los capítulos precedentes, donde Pablo muestra como
ni en el paganismo ni en el judaísmo consiguieron los hombres
la Justicia según Dios. El mundo entero estuvo bajo el dominio
del Pecado. La Justicia nos viene únicamente por Cristo-
Redentor. Para participar en ella, de pura gracia, son inútiles
las obras humanas independientes de la Fe. Es la Fe la que
pone en contacto con Cristo y la Justicia; la Fe plena y sincera
de que nos habla el Evangelio. («Hacer la Voluntad del Padre»
también es gracia de Cristo al discípulo; menospreciaría el que
se cerrase en su propia voluntad).
Leemos en el Evangelio las últimas líneas del Sermón de la
Montaña. Avisos
212 CICLO A
contra la fácil ilusión de decir y no hacer. Integran el fragmento
tres pequeñas unidades literarias: una «condición para entrar
en el Reino de Dios’>; una alusión al Juicio final; una parábola.
1. — Condición para entrar en el Reino de Dios (v.21). «Entrar
en el Reino de los Cielos» era una manera sencilla de expresar
la Salvación escatológica. El encuentro positivo con Dios al
terminar el «camino» de la vida temporal (Mt 7,14). La Vida
eterna (Mt 25,46b). No basta decir « ¡Señor!». Cuando el
evangelista puso por escrito estas palabras, invocar a Jesús
con el Nombre de «Señor» o Kyrios equivalía a confesar su
divinidad (Fil 2,11). Tener Fe cristiana y manifestarla en
Oración. Repetir el vocativo (Kyrie! Kyrie! = Mt 25,11) subraya
la vehemencia con que el creyente implora. Fe y Oración
hermosas, que no bastan. Dios acepta a quien lo acepte a él en
inseparable sinceridad de pensamiento, palabra y obra. Jesús
exhorta a esta lógica de la Fe con una manera de decir que
sabe a família: «hacer la Voluntad del Padre». Si es Dios y es
Padre, lo que «quiere» de cada hombre está pensado con
infinito amor. No hay más alta sabiduría que «hacer propio» el
Querer divino. Jesús nos da en el Evangelio la revelación
concreta de la «Voluntad» del Padre.
2. — Alusión al Juicio final (y. 22-23). Una dramática
«composición de lugar» subraya el precedente aviso. «Aquel
Día» quería decir el del Juicio escatológico: paso de frontera a
la eternidad. Jesús lo hizo tema de sus catequesis; por ejemplo,
para grabar a fuego el Mandamiento del Amor cristiano (Mt
25,31-46). Aquí pone en escena a unos sublimes creyentes,
aureolados en vida ante sí y los demás. «Profetas»
—que además echan demonios y obran maravillas. Su fracaso
ante Dios recuerda el descrito en la parábola de las diez
doncellas (Mt 25,11-12). Los rechaza como ajenos porque son
(dice el texto) de aquellos que «obran la iniquidad». La palabra
correspondiente a «iniquidad» (a-nomía; a la letra «sin ley»)
significa para San Mateo la antítesis del Amor cristiano (24,12),
que es plenitud y síntesis de la «Ley» o Voluntad de Dios (Mt
22, 37-40).
3. — Parábola de los dos constructores (24-27). Hablando claro,
el Maestro dice a cada uno (y nadie juzgue al otro: Mt 7, 1-5)
que ni el entusiasmo religioso ni los éxitos de acción exterior
valen sin la personal aceptación-en-obra del Evangelio. La
parábola es un díptico de contraste: en una tabla la sensatez,
en otra la necedad. Sensato el que edifica sobre base firme,
necio el que no. La tempestad es imagen de la «prueba» o
Juicio escatológico. La perenne sensatez consiste en traducir-
a--vida las Palabras de Cristo. <Hacerlas», dice el texto. —Dios
da para ello la necesaria sobrenatural energía, con su Gracia, a
los que creen de verdad [ a los Romanos]. Estos, mejor que en
la Antigua Alianza, llevan la Fidelidad a la Palabra en el corazón
y en el alma, en las manos y en la frente [
DÉCIMO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Oseas 6,3b-6
Esforcémonos por conocer al Señor:
su amanecer es como la aurora
y su sentencia surge como la luz. - Bajará sobre nosotros como
lluvia temprana,
como lluvia tardía que empapa la tierra. »eQué haré de ti,
Efraín?
¿Qué haré de ti, Judá?
Vuestra misericordia es como nube mañanera, como rocío de
madrugada que se evapora.
Por eso os herí por medio de profetas,
os condené con las palabras de mi boca. Porque quiero
misericordia y no sacrificios,
conocimiento de Dios más que holocaustos.»
Salmo responsorial Sal 49,1 y 8. 12-13. 14-15
R. Al que sigue buen camino, le haré ver la salvación de Dios.
El Dios de los dioses, el Señor habla:
convoca la tierra de Oriente a Occidente. No te reprocho tus
sacrificios, pues siempre están tus holocaustos ante mí.
214 CICLO A
Si tuviera hambre no te lo diría, pues el orbe y cuanto lo llena
es mío. ¿ Comeré yo carne de toros, beberé sangre de cabritos?
Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza, cumple tus votos al
Altísimo
e invócame el día del peligro, yo te libraré y tú me darás gloria.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos 4,18-
25
Hermanos: Abrahán, apoyado en la esperanza, creyó, contra
toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones,
según lo que se le había dicho: ((Así será tu descendencia.)>
No vaciló en la fe, aun dándose cuenta de que su cuerpo
estaba medio muerto —tenía unos cien años— y estéril el seno
de Sara.
Ante la promesa no fue incrédulo, sino que se hizo fuerte en la
fe por la gloria dada a Dios al persuadirse de que Dios es capaz
de hacer lo que promete, por lo cual le fue computado como
justicia.
Y no sólo por él está escrito: «Le fue computado», sino también
por nosotros a quienes se computará si creemos en el que
resucitó de entre los muertos, nuestro Señor Jesucristo, que fue
entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra
justificación.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Lc 4,18-19 El Señor me ha enviado para dar la Buena Noticia a
los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 9,9-13
En aquel tiempo, vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado
al mostrador de los impuestos, y le dijo:
—Sígueme.
El se levantó y lo siguió.
Y estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y
pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus
discípulos.
Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:
— es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?
Jesús lo oyó y dijo:
—No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos.
Andad, aprended lo que significa «misericordia quiero y no
sacrificios’>: que no he venido a llamar a los justos, sino a los
pecadores.
X DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 215
La idea en que coinciden hoy las lecturas del Evangelio y de
Oseas es la primacía religiosa del amor actuado en
misericordia.
La Carta a los Romanos presenta a Abrahán como arquetipo
del hombre que, por la fe, obtiene de Dios la justícia.
El EVANGELIO une dos escenas: a) la vocación de Mateo al
seguimiento de Cristo; b) el convite ofrecido al Señor por el
nuevo discípulo, con asistencia de muchos colegas suyos en el
oficio de «publicano».
A propósito de la primera escena habría que hablar del tema:
Seguir a Jesús. Se considera actualmente tema central de la
espiritualidad evangélica. Abarca un extenso arco de
consideraciones teológicas acerca de la elección, vocación,
renuncia a todo otro valor, dedicación total, comunión de vida
y misión, sintonía con el ritmo misionero de la vida terrena de
Cristo, connaturalidad con el camino de la cruz.
Pero el conjunto de la liturgia de la Palabra pone hoy el acento
sobre la segunda escena. El tema del convite tiene gran
importancia en la historia de la cultura humana, de manera
especial en el antiguo oriente. La comunión de mesa es a un
tiempo expresión y fragua del espíritu de familia. El convite
sella las buenas relaciones (p. ej. de un pacto), la amistad, la
fraternidad, la comunión de vida.
En el tiempo y pueblo de Jesús, toda comida familiar tenía
sentido religioso por estar siempre incluida y ambientada entre
oraciones o «Bendiciones». Además, con cierta frecuencia (y
en algunos ambientes cada día), la comida en reunión era un
acto específicamente religioso.
La gente entendía a Jesús cuando expresaba la esperanza del
Reino de Dios bajo la imagen de un banquete en torno a la
mesa del Padre. Y así le dio a su Comunidad o Iglesia, como
centro dinámico de su vida, un convite —anticipación en la
tierra del cielo— que fuese expresión y fragua de lo que la
Iglesia es y debe aparecer: la gran Familia de Dios.
El Maestro hablaba con palabras y, tanto o más, con actos.
Cuando organizó en el desierto el inmenso convite de los
pobres, su gesto hablaba de Iglesia. Lo mismo cuando se
sentaba a la mesa de los pecadores atraídos, de cerca o
todavía de lejos, a su Justicia.
Y esta es la severa lección del convite de Mateo:Jesús
comensal de los publicanos. Suponémos al lector informado de
lo que significaba un «publicano» en Israel. El no desmiente
que fueran pecadores y enfermos de espíritu (aunque tampoco
dice si más o menos que los otros). Pero su Corazón no llevaba
dentro las fronteras que suele llevar el de los que todavía no
siguen de veras a Jesús.
OSEAS, ya en el Antiguo Testamento, es un clásico de la
teología del corazón religioso. En las primeras líneas del
fragmento de hoy cita, quizá no sin ironía, palabras fervorosas
de sus contemporáneos penitentes. Dios les interrumpe,
acusando su veleidad. Sacrificios y holocaustos eran la cumbre
en la escala de valores. Dios pone por encima, sin rebajar
aquéllos, el del Amor actuando en Misericordia. El profeta
Oseas se refiere al escandaloso menosprecio de los deberes de
justicia y relación social por parte de sus contemporáneos.
La CARTA A LOS ROMANOS expone cómo la justificación
cristiana tenía ya su paradigma bíblico en la historia de
Abrahán, el justo. A la Fe sin sombra en la
216 CICLO A
palabra y promesa del Dios que lo puede todo, corresponde,
por parte de Dios, el regalo de su Justicia.
El Evangelio nos da unas palabras de Jesús engarzadas en un
marco narrativo. El «marco» lo forman tres escenas: la
vocación de Mateo, el convite de los publicanos, la crítica de
los fariseos. Repasemos el texto en orden inverso, empezando
por las palabras de Jesús.
A. — Las palabras de Jesús se concretan en tres Sentencias:
una declaración sobre su Venida al Mundo, un proverbio, una
referencia bíblica.
1. — <‘No he venido para llamar a justos, sino a pecadores».
Las afirmaciones del Señor que empiezan por la fórmula: «he
venido a... » equivalen a las que dicen: «el Padre me ha
enviado a...». Con tales Sentencias, Jesús definía su Misión al
mundo. Les daba énfasis reforzando la afirmación con la
negación de los contrario. La frase con que concluye el
Evangelio de hoy asevera que su Venida al mundo tiene por
objeto llamar-a-sí a los pecadores. Se entiende: para salvarlos.
Hermosa glosa de esta afirmación en la primera Carta a
Timoteo (1,15). Salvar al hombre-pecador es ponerlo en
comunión con la Justicia o Santidad de Dios. Tema de toda la
Carta a los Romanos. El hombre-pecador ha de corresponder
con una Fe-absoluta, al estilo de la de Abrahán [ lectura].
2. — «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos».
Proverbio, que es una parábola en germen: los «enfermos» son
el Hombre-pecador; el «médico», Cristo. Precisamente San
Mateo ha situado esta escena en la sección de su Evangelio
(cap. 8-9) que presenta al Mesías sanando enfermos. Bajo la
dolorosa realidad de cada uno de ellos, se transparenta en
signo a interioridad del pecador, que es, ante Dios, ciego,
paralítico, leproso... No hay hombre que no necesite Salud-
trascendente (Salvación) en su vivir, pensar y ser libre. Y no es
capaz de lograrla por sí solo. O la acepta de Cristo, o acabará
mendigándosela a los ídolos.
3. — «Misericordia quiero, y no Sacrificio». Cita del profeta
Oseas [ lectura]. «Misericordia» traduce el hebreo Hésed:
bondad, amor, ternura, gracia. «Sacrificio», por contexto, no se
refiere al culto en Espíritu y Verdad, sino al mero cumplimiento
de las normas y los ritos. Si con ello el «cumplidor» se oculta
bajo su «legalidad» cuando Dios le habla al corazón pidiendo
Hésed, es un hipócrita.
B. — Sirve de «marco narrativo» el Convite ofrecido por Mateo.
Jesús y sus discípulos comparten la comensalidad de los
«publicanos». Los estrictos cumplidores de la legalidad, que el
Evangelio llama «fariseos», tenían a los publicanos por
pecadores-evidentes. Quizá no exageraban al afirmar, aunque
sí al discriminar... Participar en un Convite era acto y signo de
cordialidad, benevolencia, Hésed. Los fariseos —es su
profesión— criticaron. El escándalo sublime fue que Jesús era
audaz en su independencia: aceptaba ser comensal de los
publicanos, y también de los fariseos. Sería arriesgado traducir
su actitud al vocabulario de nuestra sociedad.
Mateo evangelista escribió esta página en defensa de su
Iglesia, generosamente abierta a los «pecadores». No para
contagiarse de ellos, sino para transformarlos en hijos de Dios
y hermanos de Jesús, que ha venido para ser el Cristo de todos.
X DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 217
Dos instantáneas en el Evangelio de hoy: a) la vocación de un
publicano; b) el convite de Jesús a la mesa de los pecadores.
Ambas convergen en una cita del Profeta Oseas, cuyo contexto
escuchamos en la primera lectura. Es reminiscencia de una
liturgia penitencial dialogada. No se engaña Dios con la
conversión veleidosa que su pueblo le ofrece (vers. 1-5).
Quiere una conversión integral, de más valor que los
holocaustos (y. 6): la Misericordia; es decir, el Amor eficaz al
prójimo en su concreta necesidad de afecto y ayuda. Tal
misericordia va unida y en realidad equivale al Conocimiento
de Dios. Se refiere Oseas a un «conocimiento» en el sentido
hebreo de la palabra: entrañable y asimilador, como la Fe viva.
Dios es Amor eficaz, y «conocerlo» así compromete a hacer de
nosotros mismos un reflejo y transparencia de su Misericordia.
a) La primera instantánea del Evangelio presenta al Señor
llamando a un «publicano» para que le siga. La expresión
«seguir a Jesús» significaba, en la Iglesia primitiva, la
consagración personal-total del discípulo a su escuela, destino
y misión. Nadie puede seguirlo si no es llamado por El. El
seguidor renuncia a todo (profesión anterior, hacienda, familia,
hogar) y a sí mismo. Su gesto es la más alta realización de
afecto a Cristo y de interés por la salvación del pueblo. La
vocación que contemplamos hoy es de uno de los doce
Apóstoles, «Mateo el publicano» (10, 3), cuyo nombre va unido
al origen literario del primer Evangelio.
b) En la segunda escena pasamos de la aduana de Cafarnaúm
a la casa donde «Mateo» celebra con Jesús la alegría de su
liberadora vocación. Dice San Lucas (5, 29) que organizó «un
gran convite», al que fueron invitados sus hasta ahora colegas.
Empleados del fisco, a los que el Evangelio da el nombre
genérico de publicanos. Servidores de un poder contestado,
herían la sensibilidad económica, nacional y religiosa de gran
parte del pueblo. Al criterio de los «fariseos», había que
considerarlos pecadores públicos.
Jesús se sentó a la mesa de los «pecadores». Palabra de Dios y
pedagogo, hablaba a los ojos con sus actos haciéndolos
expresión viva de su Misión. Aquella comunión de mesa, signo
social de Fraternidad en su pueblo, pasaba a ser signo religioso
de Amor salvífico. Según los fariseos, comer con los pecadores
contagiaba de pecado. Les contesta con la parábola insinuada
del médico, cuyo deber es estar con los enfermos para darles
salud. Quien tiene personalidad como Cristo no es contagiado
por el mal, porque contagia el bien. El evangelista ha centrado
esta escena en el conjunto de los capítulos 8 y 9, que recogen
una serie de curaciones milagroso-significativas de
enfermedades: lepra, fiebre, parálisis... Curaciones que son
transparencia de la liberación más profunda del hombre: la del
espíritu del mal (8, 28-33) y el pecado (9, 1-8). Obra del Amor
salvífico de Cristo, o «Misericordia» según Oseas: primer
principio de su Ley, al que tienen que corresponder todos los
ordenamientos, incluso el de los «sacrificios».
En la respuesta de Jesús hay, además, ironía. El mayor pecador
era allí el fariseo, precisamente por considerarse justo y
discriminar a los otros. Algo hace insignifican tes las diferencias
humanas ante la Verdad del Evangelio: la universal necesidad
de Salvación y la común alegría de sentarse todos a la misma
mesa de la Gracia de Cristo, en una sola Fe.
UNDÉCIMO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Éxodo 19,2-6a
En aquellos días, los israelitas, al llegar al desierto de Sinaí,
acamparon allí, frente al monte. Moisés subió hacia Dios. El
Señor le llamó desde el monte diciendo:
—Así dirás a la casa de Jacob y esto anunciarás a los israelitas:
Ya habéis visto lo que he hecho con los egipcios y cómo a
vosotros os he llevado sobre alas de águila y os he traído a mí.
Ahora, pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi
alianza, vosotros seréis mi propiedad personal entre todos los
pueblos, porque mía es toda la tierra; seréis para mí un reino
de sacerdotes y una nación santa.
Salmo responsorial Sal 99, 2. 3. 5
R. Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su
rebaño.
El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por
todas las edades.
XI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 219
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5,6-11
Hermanos: Cuando todavía estábamos sin fuerzas, en el
tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; —en verdad,
apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien
tal vez se atrevería uno a morir—; mas la prueba de que Dios
nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores,
murió por nosotros. -
¡ Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre,
seremos por él salvos de la cólera!
Si cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por
la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya
reconciliados, seremos salvos por su vida!
Y no sólo eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por
nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la
reconciliación.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Mc 1,15 Está cerca el Reino de Dios.
Convertíos y creed la buena noticia. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 9,36—10,8
En aquel tiempo, al ver Jesús a las gentes se compadecía de
ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, »como
ovejas que no tienen pastor». Entonces dijo a sus discípulos:
—La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos;
rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su
mies.
Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar
espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia.
Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero,
Simón, el llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el
Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y
Mateo el publicano; Santiago el Alfeo, y Tadeo; Simón el
fanático, y Judas Iscariote, el que lo entregó.
A estos doce los envió Jesús con estas intrucciones:
—No vayáis a tierra de paganos ni entréis en las ciudades de
Samaría, sino id a las ovejas descarriadas de Israel.
Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad
enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad
demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis.
En el Evangelio se lee la introducción y el comienzo del
«Sermón apostólico». Por analogía, el Exodo nos recuerda el
momento en que Dios ofrece a Israel la gracia de ser su Pueblo.
El fragmento de la Carta a los Romanos es parte de una página
de transición entre el tema de la Justificación (ya realizada o
realizándose en la Fe) y el de la Salvación (que pregustamos en
la Esperanza).
220 CICLO A
Una de las características del EVANGELIO según Mateo son los
extensos «Sermones» de Jesús. El primero y fundamental es el
«Sermón de la Montaña>’ (cap. 5-7). El segundo (cap. 10)
resume las principales instrucciones que dio el Señor a los
apóstoles en orden a su actividad misional.
Antes de cada Sermón, el evangelista describe una escena
significativa que lo encuadre y ambiente. En este caso la
escena representa a Jesús manifestando a sus discípulos la
impresión que le produce el pueblo.
Como es normal en Israel, el Maestro se expresa con imágenes
(que entendían sin dificultad, por aludir a textos conocidos de
la Biblia):
a) La imagen del rebaño. Correlativa a la del «pastor». Jesús
deplora el abandono del pueblo por parte de los que tenían el
deber de servirle de guías religiosos. Puede servir de glosa al
tema el capítulo 34 de Ezequiel.
b) La imagen de la mies. Predilecta del Maestro en sus
parábolas. Inmensa la disponibilidad del pueblo a dar fruto
para el granero de Dios. Pero faltan «labradores».
Por metodología de la gracia, ante un problema de espíritu y no
de técnica, invita a la plegaria: «rogad al Señor de la mies... »
San Lucas (6,12) dice explícitamente que Jesús, antes de elegir
a los apóstoles, pasó la noche en oración.
Acto seguido Mateo presenta el equipo de los doce discípulos o
Apóstoles. Pastores y segadores de la Heredad de Dios.
Patriarcas del nuevo Israel.
Porque el Mesías diseña la estructura de su Comunidad
conforme a la imagen bíblica del Pueblo a que pertenece y
cuyas promesas viene a realizar en plenitud. La primitiva
Iglesia se sentía Israel de Dios, realización escatológica de las
Doce tribus (recordar el Apocalipsis), unidad en pluralidad
indivisible. Bajo el signo de Doce patriarcas, de- los que uno
era «el primero». Hay indicios de que las iglesias locales
judeocristianas, y también otras, se organizaron durante algún
tiempo a imagen de la gran Iglesia, con un colegio sacerdotal
de doce u once bajo la autoridad de uno. Exigencias de los
tiempos desdibujaron luego este hermoso signo. Pero la Iglesia
y las iglesias de Cristo nunca podrán ser rebaño sin pastor,
porque dejarían de ser Iglesia de Cristo.
La Mujer vencedora del Apocalipsis, imagen a un tiempo de la
Madre de Jesús y de la Iglesia, aparece coronada de Doce
estrellas. Los Apóstoles son gloria de la Iglesia.
Se leen, por fin, las primeras líneas del «Sermón a los
apóstoles». Volveremos sobre él el domingo próximo.
El ÉXODO nos traslada a la preparación del momento
fundacional, mediante el sacrificio de la Alianza, del antiguo
Pueblo de Dios. Dios mismo le señala al pueblo su ideal, y las
condiciones para realizarlo.
La CARTA A LOS ROMANOS exhorta a apoyar la esperanza de la
Salvación en el Amor de Dios, que se manifestó infinito en la
muerte redentora de Cristo. Una crisis de Esperanza sería una
crisis de Fe en el Amor.
Jesús quiso la continuidad de su Obra. Para ello constituyó el
Apostolado.
San Mateo dedica a la Misión Apostólica el capítulo 10 de su
Evangelio. Será tema de nuestra reflexión este domingo y los
dos siguientes. Distribuimos el fragmento de hoy en cinco
apartados:
XI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 221
1. — Sintió entrañable compasión por el Pueblo.., porque eran
«como ovejas sin Pastor». %lude a varios pasajes de la Biblia.
Sobre todo, al Libro de los Números (27, 17 y contexto).
También a Ezequiel (cap. 34), Zacarías (11, 7-11) y otros. La
imagen del PASTOR era una de esas palabras de luz que
hablan al alma. El Pueblo tenía a solo Dios por. «Pastor»
auténtico, y, para reconocer a alguien como buen pastor quería
verlo transparencia de él. Por indignidad de los pastores, Jesús
encontró a las multitudes «maltrechas y abatidas». Se
conmovió su corazón. La idea de constituir el equipo apostólico
nació de un acto de Amor al Pueblo.
2. — La Mies es mucha, pero los trabajadores pocos... Al decir
esto, Jesús pensaba de momento en Israel; al escribirlo, el
evangelista extendió su pensamiento a la Iglesia y a todo el
mundo. El Pueblo, sembradío de Dios, tiene una infinita
disponibilidad a los valores del espíritu. Para quienes
reconozcan el destino eterno del hombre, es máximo deber
social hacer lo posible para que haya el número suficiente de
«trabajadores» o profesionales que lo ayuden a elevarse a la
dignidad para la que ha nacido. Jesús, que conoce el misterio
de la libertad humana, indica el método: Rogad al Señor de la
Mies... Al Unico que puede encender en la intimidad de la
conciencia, en especial de los jóvenes, la llama del ideal más
útil y hermoso.
3. — El equipo fundacional. Jesús aceptó las categorías de su
pueblo, para elevarlas y transcenderlas. Pues Israel constaba
de Doce Tribus, eligió a Doce nuevos Patriarcas (Mt 19, 28).
«Doce» era cifra significativa de universalidad. «Israel» estaba
llamado a ser germen del Mundo transfigurado en Pueblo de
Dios. Los Doce Apóstoles son arquetipo de perfecta unidad en
el Nombre y Amor de Jesús dentro de una sincera diversidad en
carácter y opción. Hasta el extremo de coincidir un
«publicano», Mateo, con un «zelota», Simón. Monumento del
respeto de Dios a la
-- libertad humana, uno fue traidor.
4. — Su Poder y Misión. En el lenguaje transparente del
Evangelio (cfr. Mt 12,
22-50), la Autoridad-absoluta (»exusía<) para echar el
Demonio y sanar la Dolencia del Pueblo expresa la asociación a
la Obra del Mesías. Obra de Liberación trascendente, en orden
a la Redención y Salvación escatológica. Liberación anticipada
ya (y expresada con signos reales) en la Historia.
5. — Su programa. A partir del capítulo 10 versículo 5 empieza
un extenso «compendio de criteriología misional», en el que
San Mateo recoge, por fidelidad histórica, los consejos
provisionales que dio Jesús a los discípulos en su primerizo
ensayo por sola la Galilea, añadiendo luego las normas que
miran a la Misión universal. En el truncado fragmento que
leemos hoy se pueden inspirar provechosas reflexiones. Pero al
que desee conocer el Programa apostólico de Jesús y de la
Iglesia de San Mateo, le conviene estudiar el Sermón en su
integridad (10, 5-42).
Entre los temas fundamentales del Evangelio según Mateo
destaca el de que los Discípulos tienen que extender y
prolongar «hasta el Fin de los tiempos» (28,20) la Misión de
Cristo. Con prioridad en el pueblo de Israel (10,6), y después en
todo el mundo (28,19). Son enviados, misioneros, «apóstoles».
El capítulo 10 recoge, en forma de «sermón» o monólogo
seguido, una antología de las consignas, reflexiones y
enseñanzas en orden a la Misión que, en distintas ocasiones,
les iba dando el Maestro. De este primer Programa misional de
la Iglesia leemos hoy la introducción temática y el comienzo.
222 CICLO A
Es objeto de la Misión preparar a la Comunidad de Israel y de
todas las naciones para que, libre de pretéritas servidumbres,
realice su vocación de ser Pueblo y Reino de Dios. Por eso
leemos antes, en el Libro del Exodo, el pasaje clásico de esta
elección, cuando los israelitas acamparon junto al Sinaí, y
Yahvé estableció con ellos su Alianza.
El evangelista introduce el Programa misional evocando la
Institución de los Doce Apóstoles (10, 1-4). Le dan relieve dos
reflexiones de Jesús sobre la situación del pueblo, expresada
por medio de dos alegorías: la del Rebaño sin Pastor (9, 36); la
de la Mies sin segadores (9, 37-38).
a) La imagen del Rebaño sin Pastor evoca varios pasajes
bíblicos (p. ej. Num 27, 17). Sobre todo, el capítulo 34 de
Ezequiel. El Evangelio alude a la deplorable situación
contemporánea del pueblo de Jesús en cuanto a sus dirigentes
religiosos (comparar con Jn 10,8). Situación arquetípica de toda
comunidad donde no haya pastores o fallen en su oficio. La
afirmación «se compadeció», en el texto original, expresa el
afecto sensible de «entrañable-misericordia», característico de
Jesús, del que nace siempre un gesto eficaz de solución. Quiere
decir que la idea de instituir el oficio apostólico nació del Amor
de Cristo a su pueblo.
b) La alegoría bíblica de la Mies se orienta casi siempre a la
fase escatológica del Reino de Dios: Los braceros del campo
del Señor durante la historia preparan la «cosecha» de
santidad para la Casa eterna del Padre (Mt 13,43 y contexto).
«La Mies es mucha’>: es decir, el mundo estaría a punto para
Dios, si- hubiera suficientes segadores. El Evangelio advierte
que este problema máximo tiene una solución:
orar...
c) Cuando el Evangelio de Mateo habla de los Discípulos se
refiere al grupo fundacional de «los Doce», que en griego
llamaron Apóstoles. Jesús les comunica su propio poder contra
el dominio del Mal, manifestado en milagros de curación (9,
35). Se añade el catálogo nominal, con el rasgo humano
característico de alguno de ellos. Por ejemplo, el de Mateo,
publicano, y el de Simón que era considerado «cananeo» (Mt
10, 4) o zelota (Lc 6, 15). Antítesis extrema para quien conozca
la situación política de entonces. Mateo ve realizarse en la
escuela de Jesús el ideal de reconciliación que intuyó
poéticamente Isaías (11, 6-8). Es tan alto el apostolado, que
desde su perspectiva se nivela cualquier rivalidad de este
mundo.
El comienzo del Programa misional señala el primer campo de
acción (sólo Israel:
15,24). El tema del Mensaje (el mismo de Jesús: 4, 17). Las
credenciales o signos sensibles de la Salvación (= los de Cristo:
cap. 8 y 9). El desinterés, arraigado en la experiencia de que la
Salvación es pura Gracia (y así será también gracia el sustento
del misionero: vers. 9-15
DUODÉCIMO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Jeremías 20,10-13
Dijo Jeremías:
—Oía el cuchicheo de la gente:
«Pavor en torno;
delatadio, vamos a delatarlo.»
Mis amigos acechaban mi traspié:
«A ver si se deja seducir y lo violaremos,
lo cogeremos y nos vengaremos de él.
Pero el Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis
enemigos tropezarán y no podrán conmigo.
Se avergonzarán de su fracaso
con sonrojo eterno que no se olvidará.
Señor de los ejércitos, que examinas al justo y sondeas lo
íntimo del corazón, que yo vea la venganza que tomas de ellos,
porque a ti encomendé mi causa.
Cantad al Señor, alabad al Señor,
que libró la vida del pobre de manos de los impíos.
Salmo responsorial Sal 68,8-10. 14 y 17. 33-35
R. Que me escuche tu gran bondad, Señor.
Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.
224 CICLO A
Soy un extraño para mis hermanos, un extranjero para los hijos
de mi madre, porque me devora el celo de tu templo, y las
afrentas con que te afrentan caen sobre mí.
Pero mi oración se dirige a ti, Dios mío, el día de tu favor; que
me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude.
Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia; por tu gran
compasión vuélvete hacia mí.
Miradlo los humildes y alegraos, buscad al Señor y vivirá
vuestro corazón. Que el Señor escucha a sus pobres, no
desprecia a sus cautivos. Alábenlo el cielo y la tierra, las aguas
y cuanto bulle en ellas.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5,12-
15
Hermanos: Lo mismo que por un solo hombre entró el pecado
en el mundo, y por el pecado la muerte, y la muerte se
propagó a todos los hombres, porque todos pecaron...
Pero aunque antes de la ley había pecado en el mundo, el
pecado no se imputaba porque no había ley.
Pues a pesar de eso, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés,
incluso sobre los que no habían pecado con un delito como el
de Adán, que era figura del que había de venir.
Sin embargo, no hay proporción entre la culpa y el don: si por
la culpa de uno murieron todos, muchos más, gracias a un solo
hombre, Jesucristo, la benevolencia y el don de Dios
desbordaron sobre todos.
ALELUYA Aleluya, aleluya. -
Jn 15,25b.27a El Espíritu de la Verdad dará testimonio de mí,
dice el Señor, y también vosotros daréis testimonio. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del Santo evangelio según san Mateo 10,26-33
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
—No tengáis miedo a los hombres porque nada hay cubierto
que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue
a saberse.
Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que os digo
al oído pregonadlo desde la azotea.
XII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 225
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden
matar el alma. No; temed al que puede destruir con el fuego
alma y cuerpo. No se venden un par de gorriones por unos
cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo
disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la
cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo, no hay
comparación entre vosotros y los gorriones.
Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me
pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega
ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del
cielo.
A partir de hoy y hasta Adviento se reanuda la serie de
«domingos ordinarios», interrumpida desde la Cuaresma.
Prosigue la lectura del Evangelio según Mateo. En el capítulo
10 resume los principales consejos que iba dando Jesús a los
Apóstoles en vista a su futura misión. El fragmento que leemos
subraya una consigna: ¡NO TENGAIS MIEDO!)>. Tres
perspectivas: durante la proclamación del Evangelio (1); en el
martirio (2); ante el juicio de Dios (3).
1. — «No tengáis miedo... proclamad... » Jesús desarrolló su
magisterio personal en un ámbito reducido. Un país
insignificante. Poco tiempo. Grupos de discípulos escasos y no
selectos. Para el que era Sabiduría de Dios debió de significar
uno de los aspectos, y no el menos abnegado, de su Kénosis o
«anonadamiento» (Flp 2, 7). Pero contaba con que los
Apóstoles llevarían a todas partes su Evangelio. Se lo da a
entender parodiando un refrán popular: «no hay nada tan
oculto que no se llegue a saber... » Así pues, les dice, lo que yo
he tenido que enseñar ahora casi al oído, proclamadlo después
vosotros a todo el mundo. El Libro de los Hechos da testimonio
de cómo la Iglesia de los Apóstoles vivió este espíritu misionero
universal, sin el cual no hay Iglesia. «NO TENGAIS MIEDO»,
sigue diciendo el Señor a la Iglesia de siempre.
2. — «No tengáis miedo a los que matan... » Sólo será apóstol
quien esté dispuesto a ser mártir. El Evangelio prevé una
situación límite, en la que no queda más opción que dar la vida
por la Fe y la Palabra o callar la Palabra negando la Fe. Pero los
asesinos «no pueden matar el alma». Muchos, incluso niños,
humillaron al verdugo con este pensamiento. Pedagogo
realista, Jesús propone dos motivos complementa rios de
Fidelidad. El riesgo de la Condenación escatológica para el que
apostata y, sobre todo, la seguridad de que el Amor del Padre
está presente en el sacrificio de sus hijos. No que Dios se
complazca en el sufrimiento. Pero sabe que sólo el dolor
voluntariamente aceptado demuestra, purifica y eleva a infinita
perfección lo único que vale ante el Padre, que es el amor
sincero.
3. — «El que se pone de mi parte ante los hombres... El que me
niega ante los hombres... » Confesar abiertamente a Cristo o
negarlo es cuestión de ser o no ser en la Vida eterna. Simón
Pedro lo negó en el patio de Caifás por miedo al ambiente. Pero
luego se rehabilitó y dio testimonio de él ante amigos y
enemigos, hasta la muerte. Para más de uno, el «miedo al
ambiente» —la criada de Caifás— ha sido razón única de su
perder, de su negar la Fe. Que la gracia de Dios y su propia
sinceridad les ayude a imitar a Pedro también en el retorno.
226 CICLO A
En el Evangelio escuchamos una parte del «Sermón
apostólico», cuya introduc ción leímos el domingo pasado.
Exhorta a la confesión intrépida de la Fe. Como ejemplo de
esta firmeza en el antiguo profetismo, se nos ofrece la figura
de Jeremías.
Prosigue la selección de textos de la Carta a los Romanos. El de
hoy es uno de los más difíciles; compara y contrapone la
esclavitud bajo el pecado y la muerte introducida en el género
humano por Adán, y el orden de gracia y vida establecido por
Cristo.
El EVANGELIO SEGÚN MATEO nos ofrece en el «Sermón
apostólico» un compendio de metodología y espiritualidad
misionera del cristianismo primitivo. El evangelista nos da, con
las palabras de Jesús, también la experiencia de su Iglesia. La
nota dominante de todo el capítulo es la de que la misión del
discípulo reproduce la del Maestro en sus tres dimensiones de
palabra, obras y sufrimiento. Dando por supuesta la
identificación entre «apóstol» y «perseguido», una gran parte
del discurso son consejos en vista a la persecución.
Dentro de este contexto de persecución, el breve inciso de la
misa de hoy está articulado en torno a una consigna repetida
tres veces: ¡no tengáis miedo!».
El primer aviso contra el miedo (vers. 26-27) subraya el
imperativo de proclamar a plena luz lo que los apóstoles
aprendieron en la intimidad del Maestro. Son altavoz del
Espíritu. Cristo o quiere una Iglesia en silencio. «No temáis» no
es un seguro contra infortunios; quiere decir que acepten de
antemano con valentía la inevitable persecución (veánse los
vers. precedentes: 24-25).
El segundo aviso (vers. 28) es de una impresionante seriedad.
Supone al discípulo en el caso límite: o infidelidad o muerte por
la fe. Ante el caso límite nadie es héroe sino por motivos
supremos. Cristo no se desdeña de proponer como tal también
el temor de Dios. Muchos mártires han aludido a esta frase del
Evangelio en su respuesta a los jueces.
El tercer aviso o reflexión (vers. 29-3 1) complementa y
perfecciona el segundo. La mirada del que se siente hijo de un
Dios omnipresente ve la mano del Padre en cada pormenor del
mundo, hasta en la muerte de un pajarillo. La última razón que
mueve la mano del Padre (razón, a veces, terriblemente
oscura) es el Amor. Cuando el apóstol de Cristo sufre o muere
por serlo, sabe con certeza de fe que detrás de la mano que le
hiere está la mano que le ama.
Termina esta serie de exhortaciones a la confesión intrépida de
la Fe con otra referencia al Juicio escatológico (vers. 32-33). Al
que se haya declarado abiertamente de Cristo ante los
hombres, Cristo le declarará abiertamente suyo ante el Padre.
El que aquí finja desconocerle, allí será desconocido.
JEREMÍAS es el arquetipo de la victoria sobre el miedo que
viene de fuera y sobre el miedo que nace de uno mismo.
Hombre de fe entre impíos, clarividente entre miopes, tímido
entre prepotentes, su vida fue incomprensión, persecución y
desaliento. Ancora de todas sus tempestades, la fidelidad
heroica a la vocaci6n de profeta que Dios selló con su promesa:
«Yo estoy contigo» (Jerem 1, 8. 19). El fragmento de hoy
pertenece a una serie de esbozos autobiográficos, que
moderna mente han dado en llamar «Confesiones de
Jeremías».
XII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 227
La página de la CARTA A LOS ROMANOS sobre Adán y Cristo
(apenas iniciada en la segunda lectura) es célebre por su
relación con la doctrina del pecado original. La justificación es
el paso liberador de la esclavitud del Pecado y la Muerte bajo el
signo de Adán al reino de la Gracia y la Vida en comunión con
Cristo.
A lo largo del entero capítulo 10, San Mateo nos presenta a
Cristo dirigiendo una Exhortación programática a sus Doce
Apóstoles.
La tercera parte (10, 26-33) —la que leemos hoy— se refiere a
las persecuciones que acaba de predecir (10-16-25) y repite
con insistencia una única consigna: « tengáis miedo!». Estas
palabras del Señor, las transmite San Mateo a la Iglesia
Apostólica de siempre, que, por fidelidad a su institución, es
evangelizadora, y en consecuencia será siempre perseguida.
Las reflexiones para no temer se suceden en cuatro apartados:
1. Es voluntad de Cristo que sus apóstoles difundan a plena luz
las enseñanzas que de él recibieron en la intimidad. Se lo dice
con sencillez, glosando un proverbio popular (vers. 26) con dos
expresivos contrastes (y. 27). A partir de Pentecostés, los
Apóstoles llevaban en la sangre esta consigna; léase, por
ejemplo, el capítulo 4 del Libro de los Hechos. Consigna que es
al mismo tiempo afirmación. Quiere decir que ningún poder
externo ni cobardía interior podrá impedir que su Palabra se
propague al aire libre de todo el mundo.
2. — No tengáis miedo... a los que no pueden matar el alma (y.
28). Muchos mártires han humillado al verdugo con este
pensamiento. En el lenguaje de Israel, el vocablo
correspondiente a «alma’> connotaba en primer plano la idea
de vida. El hombre de fe (y de sana filosofía) se sabe inmortal.
—La segunda parte de la frase advierte austeramente el riesgo
de una Condenación total en la situación escatológica negativa
que el pueblo llamaba entonces «la Gehena». Cristo consideró
pedagógica mente válido inspirar a sus discípulos, como
motivación teológica contra el Mal, el «temor» de una sanción
eterna.
3. — Ni uno solo cae [ que lo disponga] vuestro Padre... (y. 29-3
1). Inmensamente más entrañable el pensamiento de la
asistencia del [ a todas las circunstancias de nuestra vida.
Contemplativo de la Naturaleza, Jesús veía su mano en la vida
y en la muerte de cada uno de los pajarillos. Quiere decir que
nada es fatalidad. Tampoco el dolor y el martirio. Para el que
tiene Fe, todo es signo y contacto de un infinito personal Amor.
Fe transfigurante, que no suprime la sensibilidad; actuarse en
este pensamiento les costó a Jesús sudar sangre en Getsemaní.
4. — Si uno me «confiesa» ante los hombres... Si uno me niega
ante los hombres... (y. 32-33). Otra referencia al Juicio
escatológico. «Confesar» a Cristo es declararse abiertamente
en comunión de pensamiento y amor con él. Epifanía de la Fe.
Negarle es lo que hizo Pedro en el atrio de Caifás. Cobardía en
la que cayeron no pocos ante la persecución. La persecución
tiene muchos rostros. Para algunos débiles, lo puede ser la
simple tacha social de no aparecer actualizados. No pocos de
los que creen haber perdido la Fe, recordarán que todo empezó
un día «negándola» sin más motivación que el temor al
ambiente. Para aviso de todos, quiso el apóstol Pedro que
contase en el Evangelio su pecado, y también su penitencia.
228 CICLO A
Leemos en el Evangelio una parte del Programa misional o
apostólico, cuya introducción consideramos el domingo
pasado. Como persiguieron a Jesús, igualmente perseguirán a
su apóstol. El tema de hoy es una consigna a los perseguidos:
la afirmación intrépida de la Fe.
Escuchamos antes unas líneas autobiográficas de Jeremías.
Evocan su figura ejemplar de profeta perseguido por anunciar
con exactitud, sin concesión al gusto contrario de la gente, los
mensajes que le inspiraba Yahvé. Sus palabras son un canto de
confianza absoluta en el Dios de la fortaleza; confianza
expresada con el lenguaje de la época, parecido al de algunos
salmos (y no siempre al mismo nivel que el del Evangelio).
Este fragmento del Programa de Misión supone haber leído las
instrucciones precedentes, que tratan de las persecuciones del
apóstol (10, 16-25). Se recapitulan todas en la consigna: « los
temáis!» (a los perseguidores, alegorizados antes en la figura
de <‘lobos» en relación con las «ovejas»: vers. 16 a).
El Maestro glosa este «No temáis» con la orden de una
intrépida proclamación del Evangelio (y. 26-27). Siguen tres
motivaciones teológicas de fidelidad en la fortaleza:
a) el valor relativo de la muerte (28); b) el sentido de la
Providencia (29-31); c) el Juicio Final (32-33).
Estas Palabras las recogió y ordenó San Mateo en su libro
cuando ya era normal entre sus primeros lectores ser
perseguido por la Fe de Cristo, y muchos estaban dispuestos al
martirio (mientras otros «temían)>). Llevan en sí la emoción
con que las dijo el Señor y la que le dio aquella Iglesia mártir al
hacerlas suyas.
1. — Orden de proclamar el Evangelio «sin miedo» (26-27).
Jesús toma como punto de partida un dicho sentencioso o
proverbio popular: no hay nada tan escondido que un día no se
descubra (26). En paralelismo con este pensamiento, distingue
dos fases en la revelación del Evangelio (27): la de su
ministerio terreno, limitado a un pequeño país y muchas veces
reservado a solos los discípulos, y la universal encomendada a
los Apóstoles. El principal motivo de su reserva fue el de que
los hombres no podían comprender en plenitud lo más esencial
de su Mensaje antes de realizarse el Misterio de su Cruz y
Glorificación. En la experiencia luminosa de este Misterio, los
apóstoles tienen que proclamarlo abiertamente a todo el
mundo. Son el medio de comunicación de la Palabra de Cristo.
Reducirlos al silencio, sería enfrentarse contra la Voluntad de
Dios (Act 5, 26-42). Reducirse ellos, sería traición (1 Cor 9,16).
2. — Motivos de fortaleza apostólico-martirial, a) El valor
relativo de la muerte (28). Quien tiene fe en el Más Allá, sabe
que ningún tirano le puede quitar la auténtica vida (o «alma»);
consciente de su inmortalidad en manos de Dios, sólo teme la
«gehena» o condenación escatológica. b) La Providencia del
Padre (29-31). Hasta en las mínimas circunstancias está Dios.
Jesús vivía así, en connaturalidad, la transparencia religiosa de
la.s cosas y los hechos. Su discípulo y hermano, hijo de Dios,
ve en todo la mano del Padre. Por eso entiende que todo, hasta
la contrariedad y la muerte, es gracia de un infinito Amor. c) El
Juicio final (32-33). En San Mateo, todas las series de
reflexiones terminan con la perspectiva del último Juicio. Ser
fiel o no a la confesión pública de Cristo condiciona la
Salvación (Rom 10, 9-10).
DECIMOTERCER DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del segundo libro de los Reyes 4,8-11. 14-16a
Un día pasaba Eliseo por Sunem y una mujer rica lo invitó con
insistencia a comer. Y siempre que pasaba por allí iba a comer
a su casa. Ella dijo a su marido:
Me consta que ese hombre de Dios es un santo; con frecuencia
pasa por nuestra casa. Vamos a prepararle una habitación
pequeña, cerrada, en el piso superior; le ponemos allí una
cama, una mesa, una silla y un candil y así cuando venga a
visitarnos se quedará aquí.
Un día llegó allí, entró en la habitación y se acostó. Dijo a su
criado Guiezi:
— podemos hacer por ella? Contestó Guiezi:
—No tiene hijos y su marido ya es viejo. Elle dijo:
—Llama a la Sunamita.
La llamó y ella se presentó a él. Eliseo dijo:
—El año que viene, por estas mismas fechas abrazarás a un
hijo.
Salmo responsorzal Sal 88,2-3. 16-17. 18-19
R. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu
fidelidad por todas las edades. Porque dije: «Tu misericordia es
un edificio eterno, más que el cielo has afianzado tu fidelidad.»
230 CICLO A
Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro; tu nombre es su gozo
cada día, tu justicia es su orgullo.
Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro acudo,
y el santo de Israel, nuestro rey.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 6,3-4.
8-11
Hermanos: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo
fuimos incorporados a su muerte.
Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para
que, así como Cristo fue despertado de entre los muertos por
la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida
nueva.
Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también
viviremos con él, pues sabemos que Cristo, una vez resucitado
de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene
dominio sobre él. Porque su morir fue un morir al pecado de
una vez para siempre y su vivir es un vivir para Dios.
Lo mismo vosotros consideraos muertos al pecado y vivos para
Dios en Cristo Jesús.
ALELuYA Aleluya, aleluya.
IPe 2,9 Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una
nación consagrada, para proclamar las hazañas del que os
llamó a salir de las tinieblas y a entrar en su luz maravillosa.
Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 10,37-42
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
—El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es
digno de mí; y el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí,
no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es
digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá, y el que
pierda su vida por mí, la encontrará. El que os recibe a
vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me
ha enviado. El que recibe a un profeta porque es profeta,
tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es
justo, tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea
más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos,
sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro.
Leemos las últimas líneas de la extensa Exhortación de Jesús a
sus Apóstoles, que San Mateo resumió en el capítulo diez del
Evangelio. Lo que el Señor dijo a los doce
XIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 231
Apóstoles interesa por igual, en cualquier época, a todos los
Discípulos consagrados a su obra de Salvación.
La primera mitad de esta página habla de los sacrificios a que
deben estar dispuestos. La segunda, de su dignidad como
representantes de Cristo. En cada una de las dos partes se
enlazan tres frases o «sentencias» análogas, que el Señor diría
en diversas circunstancias.
A. — El sacrificio del apóstol. Se da por supuesto que una
Iglesia fiel a su quehacer vivirá connaturalmente en clima de
persecución. Qui se consagre al apostolado podrá encontrar
dificultades por parte de la familia (y. 37), seguirá ciertamente
un camino de cruz (38), tendrá que estar siempre dispuesto a
dar la vida (39). — a) Posibles dificultades por parte de la
familia. El Evangelio ha puesto en la cumbre de los valores
humanos el amor entre padres, hijos, esposos. Pero más alto
está Dios. La legítima entrega al apostolado no es alistarse a
un programa cualquiera de orden terreno, sino consagrarse
personalmente a Cristo, el Hijo de Dios, al servicio de la
Salvación del mundo. Ningún familiar que entienda esto querrá
impedirlo; pero, silo quisiere, habría que recordarle aquello que
un día contestaron los Apóstoles ante el tribunal (Hechos 5,
29). — b) Camino de cruz. Decir uno que «sigue a Cristo» e ir al
mismo tiempo tras ventajas temporales y vida fácil sería una
burla o, al menos, una equivocación. — c) Disposición a perder
la vida. La del versículo 39 es una sentencia de corte
paradójico, repetida varias veces en el Nuevo Testamento: por
la Vida (eterna) hay que perder, si es preciso, la vida
(temporal). En tiempos de persecución sangrienta era un aviso
a los tentados de apostasía. Tal vez ahora en el mundo sean
pocos los cristianos que tengan ocasión de morir mártires. Pero
son muchos los que tienen que «vivir mártires» si quieren
mantener la Vida de Dios, sin ceder a ideologías, actitudes y
actos incompatibles con ella.
B. — La dignidad del apóstol (vv. 40-42). En estas tres últimas
sentencias se los considera representantes de Cristo, profetas,
justos, «pequeños»... Denominaciones bajo las que se
engloban todos los que de alguna manera se consagran al
apostolado. Recibirlos, acogerlos, ayudarlos es aceptar a Cristo
y colaborar con él en la Salvación del mundo.
El Evangelio nos ofrece por tercera vez un fragmento del
«Sermón apostólico», el último. Su primera mitad es parte de
una sección en la que el Señor advierte a los apóstoles acerca
de los máximos sacrificios a que tienen que estar dispuestos.
La segunda mitad es el epílogo de todo el Sermón; domina en
él la idea de que recibir a un enviado de Cristo es recibir al
mismo Cristo. La lectura del Antiguo Testamento sirve de
ilustración catequística a este último pensamiento (mérito y
bendición del que acoge a un enviado de Dios).
La Carta a los Romanos invita a reflexionar sobre el sentido
teológico del Bautismo en la perspectiva general de la
Justificación.
La primera mitad del fragmento de EVANGELIO exige a los
apóstoles una entrega absoluta. La frase-clave es: «ser digno
de Cristo». Para serlo, hay que poner a Cristo por encima de
todos los demás valores. Para expresar con vigor esta idea se
compara la fidelidad al llamamiento de Cristo con los dos
máximos valores humanos:
a) la familia; b) la vida.
232 CICLO A
a) La familia. Ningún sistema o religión ha puesto el amor de
familia más en el vértice de los valores humanos que el
Cristianismo. De ahí la asombrosa energía del versículo 37:
Cristo es más. Sólo Dios puede hablar así.
b) La vida. En aquellos primeros tiempos de la Iglesia, la
perspectiva normal de todo cristiano, y con mayor razón del
apóstol, era el martirio. El de Jesús fue considerado como
arquetipo de todos; de ahí que la expresión «llevar la cruz y
seguirle» (se entiende, hasta el Calvario inclusive), era una
manera fuerte de significar la disponibilidad a morir mártir
como y con Cristo. — A continuación (vers. 40), una sentencia
de estilo proverbial y paradójico subraya esta exigencia de
disponibilidad. Como todas las paradojas, juega con un doble
sentido de un mismo vocablo. Concretamente, entre la «vida»
(temporal) y la «Vida» (para siempre). El que ante el caso
límite de morir por Cristo ponga A salvo su vida temporal (por
la apostasía real o fingida), perderá la eterna; obtendrá la
eterna el que sacrifique la temporal. Recordemos que todas las
series de enseñanzas de Jesús en San Mateo terminan con una
referencia al devenir escatológico.
Es de agradecer el realismo del Maestro. Como buen
pedagogo, no engaña. Cuando su apóstol o consagrado sienta
el multiforme peso cotidiano de la cruz, no podrá hablar de
desengaño si es que leyó el Evangelio.
Con el versículo 40 empieza el epílogo del Sermón apostólico.
Resultaría más lógico leyéndolo después del 15 (del 16 al 39 es
una digresión a propósitio de las persecuciones). Los apóstoles
o «enviados» son en el mundo presencia activa de Cristo, el
Evangelio del Padre. Acogerlos, ayudarlos, colaborar con ellos
son gestos de fe que tienen por término al mismo Cristo y en él
a Dios. Hasta el de darles un vaso de agua en su sed por
Cristo. El Evangelio llama aquí a los apóstoles, con terminología
bíblica, «profetas» y «justos». Los supone en situación
profesional de pobreza, humildad y dedicación absoluta. Está
en germen en estas líneas la teología de la «cooperación (de
todos) al apostolado (de los dedicados a él por vocación,
consagración y misión)».
La PRIMERA LECTURA nos recuerda en extracto un ejemplo
delicioso de esta cooperación con «el hombre de Dios» en el
Antiguo Testamento.
La CARTA A LOS ROMANOS ve significado y realizado en el rito
bautismal
(cuando el neófito se sumergía en el agua y emergía de ella) el
misterio de la
Justificación, por el que el creyente muere para siempre a la
situación y servicio del
pecado y resucita para siempre a una Vida que es participación
y reflejo de la de
Cristo glorioso.
Escuchamos las últimas líneas del «Sermón o Exhortación
Misional a los Doce Apóstoles, resumida por San Mateo en el
capítulo 10. En su Evangelio, Mateo considera a «los Doce»
como núcleo fundacional y arquetipo de todos los Discípulos
consagrados a Cristo.
Esta Exhortación Misional, en su conjunto, está formada por
dos largas secuencias: P —el apóstol es un ENVIADO de Cristo;
22 —el apóstol será PERSEGUIDO por su fidelidad a Cristo. La
primera mitad del texto que leemos hoy concluye el segundo
tema; la otra mitad concluye el primero.
A. — El apóstol, PERSEGUIDO. La secuencia sobre la
Persecución empezó en el
XIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 233
versículo 16, que decía: «Yo os envío como ovejas en medio de
lobos...» Termina en los versículos 37-39, con los que empieza
la lectura de hoy. Su alta tensión emotiva está en función del
tema. Quiere decir que, cuando entra en juego la Fidelidad a la
consagración con que uno se ha comprometido a seguir a
Cristo, hay que estar pronto hasta para los máximos sacrificios.
Ejemplifica la idea con tres situaciones- límite: hasta Fa ruptura
con la familia, hasta la cruz, hasta dar la vida.
1. — Hasta la ruptura con la familia (y. 37). Nadie como
Jesucristo ha elevado el amor etre padres e hijos a nivel
sagrado. De ahí la infinita energía de estas palabras. Sólo Dios
puede hablar así. Alude a un caso extremo en que el afecto
familiar se ponga en trance de quebrar el compromiso de Amor
a Cristo. ¡Cuánto más si lo quebrase cualquier afecto o servicio
a una opción interesada o a una ideología incompatible!
2. — Hasta la cruz (y. 38). El imperativo de tomar sobre sí la
«cruz» para seguir a Cristo se repite en cinco o seis textos de
los Evangelios, y San Pablo alude a él varias veces. En aquella
época, cuando tantos habían visto con horror lo que era el
caminar de un hombre cargado con su cruz hacia el martirio, la
expresión tenía una fuerza impresionante. Sólo un Amor
encendido por el mismo Dios puede mantener una tal Fidelidad
en seguir a Cristo.
3. — Hasta dar la vida (y. 39). Sentencia de estilo paradójico,
que también se repite en seis contextos evangélicos. Ante la
decisiva opción de ser Cristo, ha «encontrado» la eterna. Si
apostata por miedo a la muerte, ha perdido la (auténtica) Vida.
B. — El apóstol, ENVIADO. Los versículos 40-42 concluyen la
secuencia sobre la Misión, cortada en el 15 por la digresión
sobre las Persecuciones. Se sobrentiende que el Enviado es
continuidad y presencia de Quien lo envía. Los Apóstoles, de
Cristo; Cristo, del Padre Qn 17,18). Ante un enviado fiel a su
definición, el que lo recibe o acoge entra en contacto con quien
lo envió. Con las denominaciones «profeta», «justo» y
«discípulo», San Mateo alude a diversas actualizaciones
ministeriales de la Misión en su Comunidad. Colaborar con
cualquiera de ellas, con la mirada puesta en Cristo presente y
activo a través de sus servidores, es asociarse a la Misión
Cristiana. La de elevar nuestro mundo comunicándole
Evangelio. Salvación y Paz.
DECIMOCUARTO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Zacarías 9,9-10
Así dice el Señor:
Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén; mira a tu rey
que viene a ti justo y victorioso, modesto y cabalgando en un
asno, en un pollino de borrica.
Destruirá los carros de Efraín, los caballos de Jerusalén,
romperá los arcos guerreros, dictará la paz a las naciones.
Dominará de, mar a mar,
desde el Eufrates hasta los confines de la tierra.
Salmo responsorial Sal 144,1-2. 8-9. 10-11 l3cd-14
R. Te ensalzaré, Dios mío, mi rey, bendeciré tu nombre por
siempre jamás.
[ Aleluya].
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey, bendeciré tu nombre por
siempre jamás. Día tras día te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
XIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 235
El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico
en piedad; el Señor es bueno con todos, es, cariñoso con todas
sus criaturas.
Que todas las criaturas te den gracias, Señor. Que te bendigan
tus fieles, que proclamen la gloria de tu reino, que hablen de
tus hazañas.
El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus
acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a
los que ya se doblan.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8,9.
11-13
Hermanos: Vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu,
ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros.
El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo.
Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos
habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a
Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por el
mismo Espíritu que habita en vosotros.
Por tanto, estamos en deuda, pero no con la carne para vivir
carnalmente. Pues si vivís según la carne, vais a la muerte;
pero si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo,
viviréis.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Cf. Mt 11,25 Te doy gracias, Padre, porque has revelado los
misterios del Reino a la gente sencilla. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 11,25-30
En aquel tiempo, Jesús exclamó:
—Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has
escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has
revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor.
Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más
que el Padre, y nadie cónoce al ‘Padre sino el Hijo y aquél a
quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os
aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso
y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque
mi yugo es llevadero y mi carga ligera.
236 CICLO A
Escuchamos hoy una de las páginas más hermosas del
Evangelio. Un «himno»
puesto en boca de Jesús. Tiene profunda semejanza con el
Magnijicat de su Madre.
San Lucas dice que se lo sugirió el Espíritu Santo en un
momento de jubilosa alegría
(Lc 10, 21). Tres estrofas: en la primera, bendice al Padre; en la
segunda, se define
Hijo de Dios; en la tercera, abre su corazón a los que buscan la
paz.
1. — «Te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra... porque
has revelado estas cosas a los pequeñuelos». Jesús habla por
experiencia. Lleva tiempo evangelizando. Los «pequeñuelos»,
los que tienen alma de pobre y corazón de niño, le han hecho
caso. Son los que escuchan con agrado las Benaventuranzas.
El pueblo del Sermón de la Montaña. Los que aprendieron a
rezar sinceramente el Padrenuestro. Humildad es mantener
abierto el propio ser —amor, pensamiento y vida— a la Gloria
de Dios. El humilde es capaz de recibir y abrazar la Verdad. El
orgulloso, por el contrario, se cierra en sí como centro único de
sí mismo. No deja entrar la luz de lo alto. A los que Jesús llama
con ironía«sabios y entendidos», el Magníficat los declara
«soberbios de mente y corazón».
2. — «Todo me ha sido entregado por mi Padre... » En la
segunda estrofa (y. 27) Jesús, el más humilde de los humildes,
exulta y da gracias, como la Virgen en el Magnificat, porque el
Padre lo ha colmado de grandeza. Cuatro afirmaciones: a) ha
puesto en sus manos el universo [ misma afirmación que en Mt
28, 18]; b) el Misterio de la Filiación divina de Jesús sólo lo sabe
Dios —y, por tanto, él puede y quiere «revelarlo»; es decir,
comunicar al hombre este conocimiento por la gracia de la Fe
(Mt 16, 17); c) la profunda identidad de Dios —la de ser PADRE
— sólo la conoce Jesús, c) y, por tanto, sólo él puede revelarla,
y de hecho la ha revelado.
—Como dice en la primera estrofa, «estas cosas» o realidades
de Fe únicamente las aceptan los «pequeñuelos». Los sencillos.
Los que mantienen alma y corazón abierto al cielo de las
Bienaventuranzas.
3. — « Venid a mí...» La tercera estrofa habla a los sencillos.
Cansados de aguantar sistemas y dirigentes de rostro
inhumano. Invita, alienta y ofrece. a) Invita a adherirse a él:
«venid a mí». A ser discípulos suyos: «aprended de mí».
«Tomad mi yugo» era una conocida metáfora, equivalente a
«entrad en mi escuela». b) Alienta indicando que su escuela es
humana. No regida por el dominio, sino por el amor (1 Jn 5, 1-
4). El Maestro es cordialmente suave y humilde —como han de
ser sus representantes. c) Ofrece «el reposo del alma». La paz-
asimilada, la que tiene su fuente en el propio interior.
El fragmento de Evangelio que escuchamos hoy está en el
centro de dos capítulos de San Mateo (11-12), en los que Jesús
aparece rodeado de incomprensión y oposición. Habían
esperado un Mesías tan distinto... Pero el texto de Zacarías da
testimonio de que también los profetas habían descrito ya, de
alguna manera, el estilo peculiar de Jesús.
De la Carta a los Romanos toca el primero de seis fragmentos
del capítulo octavo que se irán leyendo en domingos sucesivos.
Dicho capítulo expone los valores positivos esenciales de la
Justicia cristiana en orden a la Salvación y Glorificación.
Las palabras de Jesús en el EVANGELIO tienen la forma de un
himno,
XIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 237
compuesto de tres elementos o «estrofas)>:
Primero (vers. 25-26). Oración al Padre. El buen israelita dice
cada día un gran número de oraciones breves, que llaman
Berakhot o «Bendiciones>. Cada Berakhá o «Bendición» consta
de un verbo («Bendito seas...»), un vocativo («Señor Dios...») y
una motivación («porque...»). En ésta de Jesús el verbo se
podría traducir lo mismo por «bendecir» (espiritualidad más
oriental) como por «dar gracias» (mentalidad más occidental).
El vocativo, como siempre que Jesús se dirige a Dios, es
«jPadre!»
Lo que da carácter propio a cada Berakhá es su motivación.
Para comprender la de Jesús, téngase presente que en poesía
hebrea es normal expresar una idea mediante un contraste
negativo-afirmativo. La negación sirve de fondo para destacar
más la afirmación. Jesús bendice al Padre «porque ha revelado
estas cosas a los sencillos». «Estas cosas» se refiere, en
general, a las verdades del Evangelio. Refiriéndose a los
sencillos y humildes, el texto original dice: «los niños-
pequeños». Con todos sus defectos, saben que son pequeños;
así debe ser el hombre en su profunda intimidad ante Dios. En
resumen, Jesús bendice al Padre porque ha querido que la Fe
cristiana sea un abrazo entre la Verdad de Dios y la Íntima
Humildad del hombre. Situarse en actitud de orgullo es negar
el abrazo. Jesús los llamó, con ironía, «los sabios». En la
manera hebrea de expresar los conceptos, se puede decir que
Dios «les oculta» la Verdad. Pero la causa de este eclipse de Fe
no está fuera, sino dentro del hombre.
Segundo (vers. 27). Revelación del Hijo. La crisis de Fe que
describen los capítulos 11-12 de Mateo giraba en torno a una
pregunta: ¿Quién es Jesús? Los «sabios» daban respuestas
diversas, desconcertantes. Uno diría que se está perfilando hoy
una situación análoga. El versículo 27 da la respuesta que es
luz de los sencillos. Jesús es el Hijo de Dios. Su intimidad con el
Padre es un diálogo de conocimiento amoroso. El Padre lo ha
constituido Señor universal.
Tercero (vers. 28-30). Invitación a entrar en la Escuela de Jesús.
El Mesías suave y sencillo llama al pueblo de los humildes para
formar juntos su Comunidad. Los maestros de Israel les habían
impuesto un yugo pesado, y estaban rendidos; Jesús les ofrece
reposo bajo un yugo ligero. No que el Evangelio no tenga
exigencias heroicas. La profunda realidad de la promesa está
en las primeras palabras: «Venid a Mí». El contacto personal
con Cristo transforma el corazón, que ya no considera su yugo
como carga sino como amor, que no pesa.
Vimos ya el texto de ZACARÍAS, incluido en el Evangelio del
Domingo de Ramos. El rey que espera Sión es el Mesías.
Vencedor, pero sencillo. No entra montando a caballo (signo
entonces de guerra), sino sobre un asno (signo de paz).
La CARTA A LOS ROMANOS expone un aspecto fundamental de
la vida cristiana, que es el dominio del Espíritu sobre la carne.
El Espíritu de Dios ilumina y dirige al hombre, haciéndole
triunfar de sus tendencias menos ordenadas.
Escuchamos en el Evangelio unas Palabras del Hijo de Dios,
distribuidas en tres estrofas. En la primera habla al Padre. En la
segunda se define a sí mismo. En la tercera invita a los
hombres que buscan paz.
A. — La primera estrofa (11,25-26) es un himno de alabanza. El
pueblo de Jesús entretejía su vivir cotidiano con expresiones de
alabanza a Dios. Empezabán
238 CICLO A
invocándolo con un Nombre hermoso. Por ejemplo, «Señor del
cielo y de la tierra». Pero Jesús anteponía un vocativo de sabor
infinito: PADRE. Luego le decían el porqué de su gozo y
gratitud. Por ejemplo, porque nos has dado este pan, o este
día, o esta noche... Jesús bendi;e y alaba por lo que otros
considerarían un fracaso: porque su actividad evangelizadora
sólo tiene aceptación entre los sencillos: Te bendigo, Padre,
Señor del cielo y de la tierra, porque — escondiendo estas
cosas [ Evangelio] a los «sabios y entendidos» — las has
revelado a los «pequeñuelos».
«Sabios y entendidos» está dicho, con ironía. Entiéndase,
aquellos que se creían serlo. Dios mismo ha puesto en la
mirada limpia del espíritu humano una capacidad de
admiración, que lo hace sensible a los signos de Dios. El orgullo
anubla esta mirada. Jesús quería a los niños por su mirada
limpia, y llama con afecto «pequeñuelos» a los mayores que la
conservan. Dice lo que su Madre en el Magnificat: Dios acoge a
los sencillos, y aparta de sí a los soberbios.
B. — La segunda estrofa (y. 27) es proclamación de Fe. Habla
Jesús en la perspectiva de su Glorificación: el Padre le ha
comunicado la soberanía del Universo (= Mt 28, 18 b). Sólo el
Padre conoce de por sí el Misterio que define su personalidad:
el de ser EL HIJO DE DIOS [ es el Padre quien lo revela a los
sencillos, según ha dicho en la primera estrofa; cf. Mt 16, 17].
Correlativamente, sólo el Hijo conoce de por sí el Misterio
fuente de toda luz: el de que Dios es realmente PADRE. Y esta
es su infinita Revelación o Mensaje-divino a los hombres.
C. — La tercera estrofa (y. 28-30) se dirige a los fatigados, que
buscan paz. Refleja el antiguo lenguaje, de cuando la Sabiduría
invitaba a su escuela (p. ej., Sirac 51, 23-30). Pero Jesús
subraya que el centro de convocación es su propia Persona.
«Venid a mí», «aprended de mí» y la metáfora (entonces
popular) «tomad mi yugo» son expresiones sinónimas. A
quienes acepten, ofrece la profunda Paz intçrior:
«vuestro reposo». Es garantía, manantial y ejemplo de esta Paz
el carácter del Maestro: «suave y humilde de corazón» [ con la
primera lectura, de Zacarías]. Ajeno a los estilos y sistemas de
rostro inhumano que fascinaban entonces, y a los de siempre.
Sorprende la última afirmación. La invitación a «tomar mi
yugo» está muy cerca, en el Evangelio, de la que pide a cada
uno «tomar su cruz». Y la cruz no es ligera.
—Pero el Maestro habla a los creyentes (primera estrofa), que
lo reconocen Hijo de Dios y aprenden de él que Dios es PADRE
(segunda estrofa). A los de Fe encendida en Amor: la que
transfigura la existencia y da alas al espíritu para volar por
encima de toda «fatiga y agobio». La mejor glosa a este
pensamiento estaría en el entero capítulo 8 de la Carta a los
Romanos (o en el 5 de la Primera de San Juan).
El evangelio que escuchamos hoy tiene una excepcional
densidad. Proclama y canta la Gracia de la Fe, que es privilegio
de los humildes.
Oímos antes el pregón mesiánico de la segunda parte del libro
de Zacarías. La figura del Rey de Sión se contrapone a la de los
reyes paganos de la época (helenista):
ricos, opresores, arrogantes. El Mesías será justicia, salvación,
paz universal. En su venida, un signo externo de pacificante
pobreza: el asno (el caballo era montura de ricos y, sobre todo,
de guerreros). El Domingo de Ramos Jesús hizo un comentario-
en-acción de esta profecía a la vista de toda Jerusalén.
XIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 239
A partir del capítulo once, San Mateo pone en primer plano la
cuestión de la Fe cristológica. Jesús se ha manifestado ya en
doctrina, acción y programa (cap. 5-10). Juan Bautista abre el
interrogante: ¿quién es Jesús? (11, 2-5). Un repaso al ambiente
constata menosprecio (11, 16-19), inercia (11,20-24), oposición
(12, 1-14), calumnia (12,22 ss). En el centro de esta actitud
negativa ambiental, una sublime excepción: los «pequeñuelos»
comprenden a Jesús. A ellos se dedica el himno que leemos
hoy.
El himno consta de tres estrofas. En la primera (A), bendice al
Padre. En la segunda (B), Jesús se define. En la tercera (C),
invita a su Escuela. Para seguir la línea lógica del pensamiento
conviene empezar por la segunda.
B. —Jesús, Hijo de Dios y Señor del universo (y. 27). Tres
afirmaciones: a) El Padre y el Hijo se conocen mutuamente. El
concepto bíblico-hebreo «conocer» implica proximidad,
experiencia, afecto. Ninguna otra criatura puede participar de
por sí en este conocimiento. Es decir, Jesús vive con el Padre
en la región del Misterio absoluto, por cuanto Jesús es el Hijo
único de Dios en el sentido más estricto y singular de la
expresión. b) Dios Padre ha puesto todas las cosas en manos
de Cristo. Afirmación que refleja la profecía del «Hijo del
Hombre» según Daniel (7, 14), y el Resucitado proclama más
explícitamente al término del Evangelio (28, 18). El ejercicio y
finalidad de esta Soberanía universal es esencialmente
salvífico. c) En esta Soberanía salvífica, entra de manera
principal el poder de revelar a los hombres el conocimiento de
Dios.
A. — Sólo a los humildes se revela el Misterio de Cristo (y. 25-
26). En la forma litúrgico-popular judía de una Berakhá o
Bendición, Jesús canta la sabiduría del Padre que ha
condicionado la Fe a la Humildad. Fe es comunión obediencial
del hombre en el conocimiento que Dios tiene de sí y de todas
las cosas en él. Desde la Encarnación, es base fundamental de
la Fe reconocer que Jesús es de veras el Hijo de Dios, y en él y
con él ver y sentir a Dios como Padre. Los «sabios y listos’> no
entienden esto. La expresión se refiere a los que por tales se
tienen, apoyándose en su solo criterio. La idea de humildad se
expresa con una imagen predilecta de Jesús: «los
pequeñuelos». Humildad es realismo humano; saber y sentir
que uno es todo de Dios, y estar abierto sin condición a su
Palabra.
C. — «Venid a mí... » (y. 28-30). En virtud del paralelismo,
«venid a mí» es sinónimo de «aprended de mí» (exactamente:
«haceos discípulos míos»). «Yugo» y «carga» son alegorías de
la disciplina en la Escuela. Escuela gozosa, porque el Maestro,
lección viva de las Bienaventuranzas, es humilde-de-corazón.
Liberación de tantas escuelas «cansantes y agobiadoras» (cf.
23, 4). La Fe es Gracia, y con ella el Espíritu de Cristo (ver 2.
lectura) se hace Amor y Ley a un tiempo en la vida de quien,
como su Maestro, es humilde-de-corazón. Los demás no
pueden entenderlo.
DECIMOQUINTO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 55,1041
Esto dice el Señor:
Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven
allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y
hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al
que come, así será mi palabra que sale de mi boca:
no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi
encargo.
Salmo responsorial Sal 64, l0abcd. lOe-II. 12-13. 14
R. La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.
Tú cuidas de la tierra, la riegas y la enriqueces sin medida; la
acequia de Dios va llena de agua.
Tú preparas los trigales:
riegas los surcos, igualas los terrenos, tu llovizna los deja
mullidos, bendices sus brotes.
XV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 241
Coronas el año con tus bienes, tus carriles rezuman
abundancia; rezuman los pastos del páramo, y las colinas se
orlan de alegría.
Las praderas se cubren de rebaños, y los valles se visten de
mieses
que aclaman y cantan.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8,18-
23
Hermanos: Considero que los trabajos de ahora no pesan lo
que la gloria que un día se nos descubrirá. Porque la creación
expectante está aguardando la plena manifestación de los
hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración no por su
voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la
esperanza de que la creación misma se vería liberada de la
esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa
de los hijos de Dios.
Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está
gimiendo toda ella con dolores de parto.
Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias
del Espíritu, gemimos en nuestro interior aguardando la hora
de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.
ALELuYA Aleluya, aleluya.
La semilla es la Palabra de Dios. El sembrador es Cristo. Quien
lo encuentra, vive para siempre. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 13,1-23
Un día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a
él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó y la
gente se quedó de pie en la orilla.
Les habló mucho rato en parábolas:
—Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al
borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron.
Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía
tierra, y como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero
en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó.
Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron.
El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros,
sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos que oiga.
[ le acercaron los discípulos y le preguntaron:
— qué les hablas en parábolas?
El les contestó:
—A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del Reino
de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y
tendrá de sobra, y al que no tiene se le quitará hasta lo que
tiene.
242 CICLO A
Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y
escuchan sin oír ni entender. Así se cumplirá en ellos la
profecía de Isaías:
<(Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin
ver;
porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de
oído, han cerrado los ojos;
para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el
corazón, ni convenirse para que yo les cure.»
Dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque
oyen. Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo
que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron.
Vosotros oíd lo que significa la parábola del. sembrador:
Si uno escucha la palabra del Reino sin entenderla, viene el
Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo
sembrado al borde del camino.
Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y
la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es
inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución
por la Palabra, sucumbe.
Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la Palabra,
pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la
ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena
significa el que escucha la Palabra y la entiende; ése dará fruto
y producirá ciento o setenta o treinta por uno.]
«LES HABLÓ EN PARÁBOLAS». Las «parábolas» del Evangelio
son «comparaciones» inspiradas en cosas de la tierra, que
hacen pensar en las cosas del cielo. Casi la mitad de las
enseñanzas de Jesús nos han llegado en forma de parábolas. A
la gente sencilla que lo escuchaba no le era posible leer libros,
pero vivían en contacto con la naturaleza. Y el Maestro procuró
con sus parábolas que todas las realidades de su mundo se les
transformasen en palabra de vida y les hiciesen pensar en el
Reino de Dios: el campo y su laboreo, el mar con sus barcas y
redes, la vida del
-pastor, el ambiente doméstico, la relación social.
1. — «Salió el sembrador a sembrar... » (y. 3-8). Meditación
ante una tierra sembrada. Como en la mayor parte de
parábolas, Jesús está aludiendo a su experiencia personal:
lleva tiempo «sembrando» Evangelio en su patria y, a simple
vista, el fruto es mínimo. Doble reflexión. La primera, de
optimismo a largo plazo: la cosecha, al fin, será espléndida (al
ciento, sesenta, treinta por uno: cifras hiperbólicas). Se refiere
al Reino escatológico — pero también, como signo y preludio, a
la Iglesia o Comunidad de sus discípulos ya en este mundo.
Segunda reflexión: de nada servirá que la semilla sea fecunda
si le es ingrata la tierra en que ha caído.
2. — «< qué les hablas en parábolas?». Siguen unas cuantas
sentencias del Señor (y. 10-17), pronunciadas en diversas
ocasiones y enlazadas aquí por los evangelistas. Giran en torno
al problema de la Fe. Oyendo las mismas palabras de Jesús
(como antaño las de Isaías), algunos creyeron, pero la mayor
parte no. La Fe no se impone por sí misma. Pide ojos limpios,
oídos dóciles, corazón sencillo, ganas de creer. De lo contrario,
es como el que oye pero no escucha, como el que mira, pero
XV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 243
no ve. Ya puede el Maestro hablar en parábolas, que no les
importa pensar en lo que significan...
3. — «Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la
Palabra y la comprende; ése dará fruto... » Las últimas líneas
son esbozo de una plática en torno a las diversas actitudes con
que puede responder el hombre cuando oye la Palabra de Dios.
Cuatro perspectivas: a) Absoluta indiferencia. No le interesa. Ni
quiere pensar en ella. b) Superficialidad. Puro sentimiento.
Diletantismo. Sin «raíces». Ningún esfuerzo. Traicionará la Fe a
la primera dificultad. c) Voluntad de «servir a dos Señores» (Mt
6, 24). A Dios y a los ídolos de la Riqueza, del Placer.
Naturalmente, dejará de servir a Dios. d) Tierra buena. La del
que ha superado los precedentes defectos. La semilla se hará
espiga. La del que ha superado los precedentes defectos. La
semilla se hará espiga. La Palabra de Dios fructificará en Vida
cristiana profunda, permanente, sincera.
Sabrosas lecturas las de hoy para quienes tengan sentido
religioso de la naturaleza. En el Evangelio, una reflexión sobre
la eficacia de la Palabra de Dios a lavista del proceso biológico
de la siembra, maduración y siega (Parábola del Sembrador).
Tema parecido a propósito de la lluvia y la nieve en el Libro de
Isaías. El Salmo responsorial canta la gratitud al Señor que ha
bendecido la tierra con una cosecha generosa.
En la Carta a los Romanos San Pablo asocia la creación entera
a nuestra impaciencia escatológica de hijos de Dios.
La lectura semicontinua del EVANGELIO según Mateo llega al
tercer gran «Sermón»: el de las Parábolas. La parábola
evangélica habla de realidades del cielo con imágenes de la
tierra. Por consiguiente, hay que fijarse en tres cosas: 1) la
imagen terrena y 2) su proporción o analogía con 3) la realidad
espiritual religiosa.
1. La imagen es la historia en síntesis de un campo de trigo
desde otoño a verano. Cuatro momentos: a) unas semillas se
pierden al sembrarlas, por caer en tierra dura; b) otras
germinan antes de tiempo y se secan por no haber penetrado
en profundidad; c) otras arraigaron bien, pero crecen entre
cardos que las ahogan; d) las demás crecen hasta la mies y
dan fruto con fecundidad maravillosa, unas más y otras menos.
2. — Ante este cuadro tan sencillo, el Maestro invita a
reflexionar sobre lo que sucede, por analogía, en las cosas del
Reino de los Cielos. La clave de la comparación está en traducir
«semilla» por Palabra de Dios y «tierra» por corazón del
hombre. [ el lenguaje bíblico, «corazón» significa toda la
intimidad psicológica, abierta a su propia conciencia y a la
mirada de Dios.]
3. — Se siembra para cosechar. En la simbología bíblica, la
mies es la consumación escatológica. Para los que en el campo
de Dios hayan llegado a plena sazón, el cielo.
Pero la parábola expresa y explica una situación de crisis. La
paradoja de que no todos los que oyeron a Cristo creyeron. Y
de los que un día creyeron, no todos perseveraron. Esto fue
causa de extrañeza para unos; para otros de escándalo: ¿no es
omnipotente la Palabra de Dios? (Isaías: primera lectura).
La Palabra de Dios es un misterio de fecundidad. Como la
semilla: toda la técnica
244 CICLO A
no ha podido fabricar un grano de trigo que germine. Por eso la
música de los trigales en sazón sigue siendo, también para el
hombre técnico, un himno de gratitud a Dios (salmo
responsorial). Aunque no habría trigales sin sembrador, tierra,
lluvia y sol.
La Palabra de Dios es un misterio de fecundidad, pero no una
fuerza mágica. La Fe germina de la compenetración entre ella
y el <(corazón» del hombre. Toda la sabiduría y el poder
humano no producen una palabra-de-Dios que santifique. Por
eso la santidad será siempre gracia y cántico de gratitud. Pero
tampoco habría santidad o vida cristiana sin el laboreo íntimo
de cada voluntad, a fin de que sea para la Palabra de Dios lo
que la tierra buena para la semilla. La parábola indica tres
categorías de fracasados: los que no ofrecen ninguna acogida
interior a la Palabra; los que la reciben en la superficie del
sentimiento y caen a la primera prueba de voluntad; los que
pretenden compartir su único corazón entre el Evangelio y el
antievangelio.
[ larga digresión (vers. 10-17), cuya lectura puede omitirse, se
refiere a la. actitud de Jesús ante la incredulidad colectiva de
su pueblo. Tema imposible de resumir en pocas líneas.]
Profunda intuición la del Apóstol en la CARTA A LOS ROMANOS.
A la plena glorificación del hombre, también corporal, se
asociará la creación entera, partícipe ahora de nuestro dolor.
Es humano y cristiano amar religiosamente la naturaleza, como
la amó Jesús.
El Evangelio de hoy podría llevar por título: Meditación de la
tierra sembrada.
A. — Introducción (13, 1-3). «Les habló mucho en parábolas...»
Jesús habló casi siempre a gentes sencillas. Relacionaba su
pensamiento con las cosas que tenían entre manos y ante los
ojos. La naturaleza y el quehacer cotidiano. Los que lo
escucharon durante algún tiempo saboreaban luego sus ideas,
sin darse cuenta, en el fondo de todo lo que veían. En el campo
y el mar, en el pastor, en la artesa, en el rostro de un niño. En
todo: porque el Evangelio completo no deja sin «idea» ni una
sola de las «cosas» que constituían el horizonte del pueblo
sencillo palestinense en tiempo de Jesús. De esta manera nos
da a entender que la Creación es transparencia y voz divina, lo
mismo en su inmenso conjunto que en cada mínima
circunstancia actual. Felices los ojos que ven y los oídos que
oyen (v.16).
Los demás textos bíblicos de hoy están en la misma clave.
Contemplación de la lluvia y la nieve en Isaías. Mieses que
«aclaman y cantan» en el Salmo. Angustia de la Creación, que
es grito de la fecundidad en esperanza según San Pablo.
B. — Meditación de la tierra sembrada (vers. 3-9). Las
parábolas evangélicas dan la «idea» o intuición religiosa por
analogía con una «imagen», tomada del contorno real y
humano. La «imagen» a veces apenas se insinúa, a veces se
desarrolla por extenso, a veces además se explica. Los
evangelistas suponen que Jesús, cuando habló ante el pueblo,
desarrolló pero no explicó la «imagen» del campo sembrado (o
Parábola del Sembrador). Invitó a reflexionar: «que oiga (=
entienda) el que tenga oídos (= «entendederas»)...
La parábola es autobiográfica. Cristo llevaba tiempo trabajando
por el Reino de Dios, y gran parte de su labor caía en el vacío.
El problema no está en la sembradura
—---quiere decir— sino en la disponibilidad del terreno a su
germinación. Y hay
XV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 245
terrenos imposibles... Que cada uno entienda. Pero al Fin habrá
una Mies espléndida. Realismo mirando al tiempo, y optimismo
o confianza segura en vista a la Eternidad.
C. — «Oídio que significa la pará bola...» Al término (vers. 18-
23), el evangelista presenta a Jesús analizando la parábola a
solas con sus Discípulos. La rúbrica permite omitir la lectura de
estas líneas. Son esquema de una lección de pedagogía de la
Fe. El «terreno» y la «semilla» pasan a ser el hombre concreto
y LA PALABRA DE CRISTO. Los que no llegan a «dar fruto» es o
porque se cerraron a ella (y. 19), o porque sólo la admitieron a
nivel de sentimiento (20-21), o porque han pretendido
armonizarla con el ídolo-Riqueza (22).
• D. — «Felices vuestros ojos, porque ven... » Las difíciles
reflexiones sobre la fe y la incredulidad, recogidas en los vers.
10-17, también son de lectura discrecional. Imposible glosarlas.
Es Dios mismo quien da a los sencillos, de pura gracia, la
mirada limpia del «corazón» y el oído interior para captar los
signos de Dios. Los que con su actitud han preferido sustraerse
a esta Gracia, aun teniendo delante la luz no la ven. El
Evangelista no se refiere a todo el Pueblo de Jesús, sino a un
determinado sector de aquel tiempo. Y proclama, al otro lado,
la Bienaventuranza de los ojos limpios y los oídos atentos.
La Parábola del Sembrador resume la ezperiencia misional de
Jesús en Galilea. Es una invitación a r&flezionar sobre la
teología y la ascética de la Fe. Por la palabra, Dios comunica su
Verdad, Amor y Poder. El universo y la historia son la respuesta
dócil de los hechos y las cosas a la Palabra de Dios. Lo que más
destaca la Biblia en la Palabra de Dios es su eficacia. Nos lo
recuerda en la primera lectura un inciso de la segunda parte
del Libro de Isaías.
Fe es la respuesta positiva del hombre a la Palabra de Dios.
Respuesta infinitamente graduable, según la claridad con que
a cada uno se le manifieste.
Jesucristo es la manifestación definitiva de la Palabra de Dios.
La explica su doctrina, la realizan sus obras, la expresa su
persona. Para el hombre que se encuentra con él, Fe es aceptar
a Jesucristo.
Primicias del encuentro con Jesús, fueron los pueblos de
Galilea. Oyentes de sus enseñanzas, testigos de sus obras,
admiradores de su personalidad. Unos lo aceptaron, y entraron
por el camino de la Fe (recordar el Evangelio del domingo
pasado); otros se situaron en la indiferencia, oposición o
calumnia. De los mismos que habían empezado a creer,
algunos, ante las dificultades, se volvieron atrás.
El Maestro condensó su experiencia en una «parábola» o
comparación pedagógica popular. San Mateo la puso al
principio de una antología de ellas, én el capítulo trece. La
lectura completa de hoy tiene tres partes: en la primera, la
parábola; en la tercera, su explicación; en la segunda, unas
reflexiones sobre la fe y la incredulidad.
A. La parábola (y. 3-9). Cuadro en acción, que sintetiza el
proceso de un sembrado, de otoño a verano. A primera vista,
sensación de fracaso (icuánta semilla perdida!). En perspectiva
final, cosecha espléndida (las cifras del y. 8 son hiperbólicas,
expresión de una milagrosa fecundidad). Imprecisa, casi
enigmática, la parábola invita a reflexionar: y. 9• Sus oyentes
sabían que Jesús hablaba siempre del Reino de Dios, y
adivinarían que la parábola se refería, más allá de las
dificultades presentes, a su futura espléndida realización.
246 CICLO A
C. — Su explicación (y. 18-23). Una o más veces el Maestro
glosaría la parábola a solas con sus discípulos. Luego ellos
incluyeron en el Evangelio la explicación, enriquecida ya con la
experiencia de la Iglesia. La tierra es el hombre, considerado
en su «corazón» (e.d., en su interioridad: inteligencia, afecto,
reflexión, decisión). La semilla es la Palabra de Dios, gracia
ofrecida a la «tierra» por manos del Enviado. Divinamente
eficaz en sí, exige la cooperación y, sobre todo, la no-
frustración por parte de la «tierra». Cuando la «tierra» (el
hombre) acoge la «semilla» (la Palabra) ha empezado a
germinar la Fe, en orden a granar en «fruto» (obras-de-Fe). Tres
capítulos de frustración: a) la superficialidad (y. 4 y 19): la
Palabra es mero sonido exterior; b) el sentimentalismo (y. 5-6 y
20-21): «alegría» o sensación estética, sin reflexión ni
voluntad: c) el doble servicio (v.7 y 22) o jugar a dos barajas
(comentario en Mt 6,19-34 y 1 Jn 2,15-17).
B. — Las reflexiones intermedias (y. 10-17) no cabe explicarlas
en pocos minutos:
véase un buen libro. En sustancia: Jesús acusa a (un sector de)
sus oyentes de haber caído en la primera frustración: oyen
(fonéticamente) sin oír (en inteligencia reflexión-decisión). Por
eso no se les revelan las verdades profundas de Dios (último
motivo en Mt 11,25). Por contraste, bienaventurados los ojos
que ven (y. 16): los hombres de corazón sencillo, que tienen Fe.
DECIMOSEXTO DOMINGO.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de la Sabiduría 12,13. 16-19
No hay más Dios que tú, que cuidas de todo, para demostrar
que no juzgas injustamente.
Tu poder es el principio de la justicia,
y tu soberanía universal te hace perdonar a todos. Tú
demuestras tu fuerza a los que dudan de tu poder
total y reprimes la audacia de los que no lo conocen. Tú,
poderoso soberano, juzgas con moderación
y nos gobiernas con gran indulgencia,
porque puedes hacer cuanto quieres.
Obrando así enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser
humano, y diste a tus hijos la dulce esperanza de que, en el
pecado, das lugar al arrepentimiento.
Salmo responsorial Sal 85,5-6. 9-10. 15-16a
R. Tú, Señor, eres bueno y clemente.
Tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los
que te invocan. Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de
mi súplica.
Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor,
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú y haces maravillas, tú eres el único Dios.»
248 CICLO A
Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso, lento a la
cólera, rico en piedad y leal, miráme, ten compasión de mí.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8,26-
27
Hermanos: El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad
porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el
Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables.
El que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del
Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Cf. Mt 11,25 Te doy gracias, Padre, porque has revelado los
misterios del Reino a la gente sencilla.
Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 13, 24-43
En aquel tiempo, Jesús propuso esta parábola a la gente:
—El Reino de los cielos se parece a un hombre que sembró
buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía; un
enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó.
Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció
también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo:
«Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo?
¿De dónde sale la cizaña?» El les dijo:
«Un enemigo lo ha hecho.» Los criados le preguntaron:
«iQuieres que vayamos a arrancarla?» Pero él les respondió:
«No, que podríais arrancar también el trigo. Dejad crecer juntos
hasta la siega, y cuando llegue la siega diré a los segadores:
“Arrancad primero la cizaña y atad en gavillas para quemarla,
y el trigo almacenad en mi granero.”
[ propuso esta otra parábola:
—El Reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que
uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las
semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace
un arbusto más alto que las hortalizas y vienen los pájaros a
anidar en sus ramas.
Les dijo otra parábola:
—El Reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la
amasa con tres medidas de harina y basta para que todo
fermente.
Jesús ezpuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas
no les exponía nada.
XVI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 249
Así se cumplió el oráculo del profeta:
«Abriré mi boca diciendo parábolas;
anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo.»
Luego dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le
acercaron a decirle:
—Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.
El les contestó:
—El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el
campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del
Reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que
la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los
segadores los ángeles.
Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin
del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y
arrancarán de su Reino a todos los corruptores y malvados y
los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar
de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino
de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.]
«Jesús expuso todo esto en parábolas». Con la pedagogía de
las parábolas consiguió que aquel pueblo sencillo, viendo y
viviendo las cosas de su tierra, pensase en las del cielo. Si el
Maestro nos hablase hoy, también lograría que todas las cosas
de nuestro mundo nos recuerden a Dios. Este domingo se leen
tres parábolas: una muy difícil (la de la cizaña) y otras dos
transparentes (que no tenemos espacio para glosar. Son las de
la mostaza y la levadura. Quieren decir: ¡qué grande y fecundo
es en realidad el Reino de Dios, aunque algunos lo vean ahora
insignificante y, al parecer, inútil!...).
«Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿de dónde
sale la cizaña?’>. Era una vulgar manera de vengarse de
alguien sobresembrar mala semilla en su campo. Se
comprende la indignación de los mozos cuando, al cabo de
unos meses, ven granar cizaña donde se había sembrado buen
trigo. —Como casi todas las Parábolas de Jesús, también ésta
tiene mucho de autobiográfico. Llevaba tiempo anunciando el
Reino de Dios en compañía de sus Discípulos. Muchos ya se
habían separado de él por una u otra dificultad [ de la
precedente parábola, la «del Sembrador»]. Pero algunos, aun
manifestando actitudes claramente negativas, seguían dentro
de su «campo». Mala hierba. Algún día tuvo que saltar la
protesta de los que se consideraban del todo fieles: «iSeñor, y
por qué están aquí? ¿no sería mejor echarlos?... » La parábola
de la cizaña es una lección de fe serena. Todavía no. No es
vuestro quehacer condenar a los hermanos. Vendrá,
ciertamente la hora decisiva, y entonces Dios mismo purificará
de «mala hierba» su Reino.
Cuando San Mateo puso por escrito esta parábola en el
Evangelio, la Iglesia-en-el-mundo ya llevaba unos decenios de
experiencia. Y se notaba lo mismo que con los Discípulos en
torno a Jesús: cierta incómoda convivencia apenas discernible
entre el buen grano y la cizaña... San Mateo desdibuja la
imagen agrícola y hace de la parábola un esquema de
meditación alegórica sobre el Juicio Final. La reflexión no se
dirige precisamente a los públicos responsables del derecho y
la justicia (que han de cumplir su deber), sino a los hermanos
de una Fraternidad. Quienes, entre ellos, sean «mala hierba»,
sepan y piensen en su destino —la eterna condenación (vers.
40-42)—— si no se purifican ellos mismos a tiempo. Y los otros
sean justos, pero no justicieros; limpios, pero no puritanos ni
celotas. Que el celo sin amor y el estar muy seguros de su
propia limpieza podría ser ya, bajo la mirada de los ángeles,
cizaña en el propio corazón...
250 CICLO A
Prosigue en el Evangelio el «Sermón de las Parábolas)>. Un
fragmento del libro de la Sabiduría armoniza con la lección de
mesura que da la parábola del trigo y la cizaña.
Otro inciso del capítulo octavo de la Carta a los Romanos
presenta al Espíritu Santo como luz, guía y fuerza de la
esperanza cristiana hecha oración.
En el tercer gran «Sermón» de su EVANGELIO San Mateo
recoge y ordena siete parábolas del Señor. Vimos la
fundamental el domingo pasado. La lectura de hoy propone
tres. Las tres restantes se leerán el domingo próximo.
La rúbrica permite reducir la lectura de hoy a sola la parábola
de la cizaña. Por exigencia de espacio nos limitaremos a ella.
La lección de las otras dos no es difícil: a partir de la obra del
Jesús histórico, el Reino de Dios se está realizando ya én este
mundo conforme a un proceso de crecimiento, por virtualidad
propia, desde una ínfima pequeñez hasta una inmensa
grandeza. Crecimiento de extensión visible (p. del grano de
mostaza) y en eficacia interna de transformación (p. de la
levadura). Cada cristiano y la Iglesia entera están
comprometidos en la dinámica de este proceso; y es prudencia
saber armonizar por dentro el ideal de una mayor grandeza
con cada pequeña pero fecunda realidad.
La parábola de la cizaña es otra perspectiva de la misma
imagen fundamental del campo sembrado (o «parábola del
sembrador»). Responde a un dogma y a una experiencia: la
simultaneidad del bien y del mal en este mundo. Ni el
optimismo iluso de que todo es bueno, ni el pesimismo fácil de
que todo es malo.
En los últimos tiempos antes de venir Jesús, la expectación
mesiánica de su pueblo se había contaminado
progresivamente de radicalismo. En doble dirección: la
antecedente (el Reino de Dios será sólo para los que el Mesías
encuentre «justos» o santos) y la consecuente (el Mesías
eliminará inmediatamente del Reino de Dios a todos los no
justos o santos). El primer aspecto fomentó una espiritualidad
puritana, de la que eran exponente los fariseos y los esenios. El
otro aspecto derivó hacia el celotismo y otras formas de
violencia al servicio del ideal mesiánico.
Jesús, enraizado como nadie en el alma de su pueblo, supo
trascender por encima de los errores de su pueblo. Salta a la
vista, a lo largo del Evangelio, que estos errores respiraban en
la misma escuela íntima de sus discípulos. Maestro de
serenidad, practicó la parábola antes de enseñarla. Algún día
no faltarían impacientes que fueran a decirle, a su manera: «
que arranquemos la cizaña?» Entonces o cuando lo consideró
oportuno les dio la difícil lección, que, meditada y vivida por la
Iglesia apostólica, leemos hoy en el Evangelio.
La clave de esta enseñanza está en la doble fase de realización
del Reino de Dios:
su crecimiento progresivo en la historia y su definitiva
consumación en el más allá escatológico. Entonces la cizaña
será para el fuego. ¡Pero no invoquéis antes de su hora el
fuego de Dios sobre la cizaña (Lc 9,54-55)! Los que aspiran al
Reino del Padre, crezcan y maduren en paz como buen trigo,
sin envidiar ni imitar la cizaña que les rodea.
Como todas las comparaciones, también la de la cizaña es
incompleta e ilumina sólo una parte de la realidad. Porque en
la realidad humana la cizaña siempre está a tiempo de
volverse trigo. Es la perspectiva del fragmento de la
SABIDURIA: nada atrae a la conversión como la poderosa
bondad de Dios —y la humilde paciencia activa de sus hijos.
XVI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 251
San Pablo sabía por experiencia de fe lo que dice en la Carta a
los Romanos: que el Espíritu Santo envuelve y eleva nuestra
pobre oración en su aliento divino para hacerla digna del
Padre. Dichoso el que tenga un poco de esta experiencia de fe.
Continúa el capítulo de las Parábolas. Se puede escoger la
lectura corta que comprende sólo la de la cizaña, o la extensa,
en la que entran también las de la mostaza y la levadura.
A. — La Parábola de la cizaña es una variación de la del
domingo pasado. Podría llevar por título: el buen grano y la
mala hierba. Reflexión ante un campo sembrado de trigo, y
sobresembrado de la planta nociva que llaman cizaña. Primer
tiempo: un rencoroso, de noche, contamina el campo recién
sembrado. Segundo tiempo: han transcurrido meses, y los
servidores ven con sorpresa cómo está creciendo la mala
hierba: se ofrecen a extirparla, pero el amo no se lo permite.
Tercer tiempo, en perspectiva de futuro: al tiempo de la siega,
el amo mandará separar la cizaña del trigo.
Como en otras parábolas, también en ésta hay un reflejo
autobiográfico de Jesús. Llevaba meses o años sembrando
buena Semilla en ejemplo, palabra y acción. Pero en su
«campo», en el pequeño mundo de su Pueblo, seguía
germinando el Mal junto al Bien. Un día se dejaron oír los
impacientes de la Bondad total. Quizá habían entendido que el
Bautista anunciaba un Mesías que iba a purificarlo todo, en
seguida, a hierro y fuego (Mt 3,11-12). La impaciencia de
algunos se revestía entonces de fariseísmo: separar a los
«malos» y aislarse en casta de perfección. En otros, la
impaciencia se armaba de celotismo: extirpar a los «malos».
Por ser la Bondad auténtica, Jesús estaba por encima de todos,
en paciencia activa. «Hasta la siega», les dice. En la simbología
de entonces, la «siega» era transparencia, de cuando la
historia humana llegará a su definitiva madurez, y pasará a la
Eternidad a través del Juicio de Dios.
Cuando el evangelista puso por escrito esta parábola, pensaba
en su Iglesia, en la que seguía coexistiendo el Mal con el Bien.
No sin desdibujar algo la imagen agrícola, acentuó la alegoría
escatológica (13,30 y 13,40-43). Mateo había aprendido del
Señor y de la experiencia que conviene insistir en la
consideración del Juicio final (p.ej., 25,31-46).
Esta página no es letra de Código, sino lección de espíritu.
Lección difícil: para acertar la buena actitud cristiana ante el
Mal, hace falta también el consejo y sabiduría del Espíritu
Santo [ lectura]. Imitar la paciencia fuerte y eficaz de Dios
[ lectura]. La frontera entre el Bien y el Mal no se puede trazar
en mapas o en gráficos. Pasa por nuestra propia interioridad;
por el «corazón» de cada uno, donde siembra Cristo, pero
también el Enemigo. Quien lo reconozca, tratará con prudencia
la «cizaña» exterior. El que no quiera reconocerlo, se expone a
ya ser «cizaña» —si no como los «malvados» (y. 41), al menos
como los justicieros injustos. Recordar el Sermón de la Montaña
(7, 1-5).
B. — Con las Parábolas de la mostaza y de la levadura el
Maestro respondió a
soñadores de grandeza temporal, desilusionados ante las
condiciones de pequeñez y
escaso aprecio en que se desenvolvía (y sigue
desenvolviéndose en muchos ambientes)
la acción de su Evangelio. Pero es precisamente arte de Dios la
línea de continuidad
252 CICLO A
vital que va de la Humillación a la inmensa Grandeza
(escatológica, eterna). La Fe del cristiano, si se mantiene en
esta línea, descansa en la seguridad de que Dios no fracasa.
Prosigue el Sermón de las Parábolas. La de la buena y mala
semilla nos exhorta a comprender y no frustrar la pedagógica
paciencia del gobierno divino sobre los «malos» mientras viven
en este mundo.
Una lección análoga desarrolla el Libro de la Sabiduría desde la
mitad del capítulo 11 y por todo el 12. Es una meditación sobre
la historia. La primera lectura ofrece un breve extracto: Dios es
fuerte, y por eso comprensivo. La dilatada perspectiva con que
programa su justicia hace que la tolerancia con los pecadores
sea puerta abierta a su conversión. Los que quieren ser justos,
debieran imitarle.
San Mateo reúne en el capítulo 13 siete «parábolas» o
comparaciones populares sobre el Reino de Dios. Responden a
la crisis de fe, que el evangelista supone en gran parte de los
oyentes de Jesús hacia el término de la evangelización de
Galilea. La del Sembrador aseguraba una espléndida cosecha
de santidad en el Reino, más allá y por encima de la crisis
(cuyas causas, de paso, analiza: superficialidad, falta de
voluntad, apego a los valores mundanos). La Parábola de la
cizaña previene una tentación: la de los que, teniéndose por
buen trigo en el campo del Señor, un día descubren con
escándalo que entre ellos también hay mala hierba. Su celo les
impulsa a pasar de justos a justicieros. Podemos ver la lección
fundamental de esta parábola, formulada con expresiones más
directas, en la Carta a los Romanos 12,17-21.
En la lectura completa del Evangelio de hoy se distinguen tres
apartados: A: la parábola de la cizaña; C: su comentario; B:
otras dos parábolas y una reflexión del evangelista.
A. — La Parábola de la cizaíia (y. 24-30). Es una prolongación
de la del Sembrador. Promesa de trigo en tierra buena, sin
pedregal ni espinos. Fue antigua venganza de ambiente rural la
de sobresembrar mala hierba en el campo del odiado. Cuando
empieza a distinguirse, ya están las raíces tan entrelazadas
que no se puede arrancar sin perjuicio de toda la cosecha. El
ofrecimiento de los servidores no es más que un procedimiento
literario para dar pie a la declaración del dueño, punto focal de
la parábola: hay que tener paciencia hasta la «siega». Los que
han estudiado el vocabulario de San Mateo ven por
transparencia en la manera de describir la «siega» una
alegoría del Juicio Final.
C. — Explicación (y. 36-43). Mateo esquematiza en estas líneas
el pensamiento de Jesús, vivido ya en la experiencia de su
Iglesia. Aparte una breve alusión a la gloria de los hijos de Dios
(y. 43a: Dan 12,3), toda la atención converge en la condena
escatológica de la «cizaña», designada ya por su nombre
propio (vers. 38 b y 41). Pero antes habrá un tiempo
seguramente largo, durante el cual los justos tendrán que
soportar su convivencia. Es norma de espíritu; no artículo de
un código organizativo (cfr. Mt 18,15-17). Espíritu contrario al
de muchos contemporáneos de Jesús (fariseos, esenios,
discípulos del Bautista...), según los cuales el Mesías tenía que
suprimir inmediatamente a todos los «malos» (viéndoles cada
uno desde su perspectiva...) y crear una Comunidad temporal
de exclusivamente puros. En la Escuela de Cristo, quien sufre
por lacizaña no tiene más deseo de venganza que la de
XVI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 253
desear que se convierta en trigo (Rom 12,21).
B. — El grano de mostaza y la levadura (y. 31-33). Contra los
de mentalidad «apocalíptica», que esperaban la epifanía de un
Reino de Dios inmenso desde el punto de partida. Pero los
hombres de Fe saben que toda su grandeza teológica está ya
en la inicial pequeñez, desarrollada en humilde, paciente,
laboriosa continuidad.
—Sabiendo que muchos no entendían estas cosas, Jesús se las
decía en imprecisas y casi enigmáticas «parábolas» (y. 34-35).
DECIMOSÉPTIMO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del primer libro de los Reyes 3,5. 7-12
En aquellos días, el Señor se apareció en sueños a Salomón y
le dijo:
—Pídeme lo que quieras.
Respondió Salomón:
—Tú trataste con misericordia a mi padre, tu siervo David,
porque caminó en tu presencia con lealtad, justicia y rectitud
de corazón; y fiel a esa misericordia, le diste un hijo que se
sentase en su trono: es lo que sucede hoy. Pues bien, Señor,
Dios mío, tú has hecho que tu siervo suceda a David, mi padre,
en el trono, aunque yo soy un muchacho y no sé
desenvolverme. Tu siervo se encuentra en medio de tu pueblo,
un pueblo inmenso, incontable, innumerable. Da a tu siervo un
corazón dócil para gobernar a tu pueblo, para discernir el mal
del bien, pues ¿quién sería capaz de gobernar a este pueblo
tan numeroso?
Al Señor le agradó que Salomón hubiera pedido aquello y Dios
le dijo:
—Por haber pedido esto y no haber pedido para ti vida larga ni
riquezas ni la vida de tus enemigos, sino que pediste
discernimiento para escuchar y gobernar, te cumplo tu
petición: te doy un corazón sabio e inteligente, como no lo ha
habido antes ni lo habrá después de ti.
Salmo responsorial Sal 118,57 y ‘2. 76-77. 127-128. 129-130
R. Cuánto amo tu voluntad, Señor.
Mi porción es el Señor, he resuelto guardar tus palabras.
Más estimo yo los preceptos de tu boca, que miles de monedas
de oro y plata.
Que tu voluntad me consuele, según la promesa hecha a tu
siervo; cuando me alcance tu compasión, viviré, y mis delicias
serán tu voluntad.
XVII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 255
Yo amo tus mandatos, más que el oro purísimo; por eso aprecio
tus decretos, y detesto el camino de la mentira.
Tus preceptos son admirables, por eso los guarda mi alma; la
explicación de tus palabras ilumina, da inteligencia a los
ignorantes.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8,28-
30
Hermanos: Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve
para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio.
A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de
su Hijo para que él fuera el primogénito de muchos hermanos.
A los que predestinó los llamó; a los que llamó los justificó; a
los que justificó los glorificó.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Mt 11,25 Te doy gracias, Padre, porque has revelado los
misterios del Reino a la gente sencilla. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 13,44-52 -
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
—El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el
campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de
alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en
perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender
todo lo que tiene y la compra.
[ Reino de los cielos se parece también a la red que echan en
el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la
arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos
y los malos los tiran.
Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles,
separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno
encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
¿Entendéis bien todo esto?
Ellos le contestaron:
—Sí.
El les dijo:
—Ya veis, un letrado que entiende del-Reino de los cielos es
como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y
lo antiguo.]
256 CICLO A
Últimas tres parábolas de las siete que San Mateo recoge en el
capítulo trece de su Evangelio. Todas hablan del REINO DE
DIOS. (San Mateo, al modo hebraizante, dice «Reino de los
Cielos»). El que pedimos en el Padrenuestro: «venga tu Reino».
El Reino de Dios es Dios mismo amado, gozado, poseído. Las
primeras parábolas hablan de su valor; la tercera, del riesgo de
perderlo.
1. — «El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en
el campo... » Tres sugerencias: la alegría de aquel labrador; su
motivo; su precio. a) Lleno de alegría». La alegría es el rostro
de la felicidad. El Evangelio es alegría por definición. Si no nos
lo parece, es que todavía no lo hemos descubierto. b) El motivo
ha sido encontrar un tesoro. En todos los pueblos hay memoria
o leyenda de tesoros escondidos. La imagen de un «tesoro» es
signo de un inmenso valor. De un valor infinito, que es «el
Reino de Dios». Dios mismo. Si alguien tiene la experiencia de
haber descubierto a Dios, sabe que no hay felicidad que se le
pueda comparar. c) El precio: «va y vende todo cuanto tiene y
compra aquel campo... » Poseer a Dios vale, pero cuesta. No se
llega a él sin sacrificio. Los mártires por él dieron la vida. Los
apóstoles dejaron sus bienes, su oficio, su hogar. El que no
renuncia a algo por Dios, nunca tendrá a Dios.
2. — «El Reino de Dios se parece a un comerciante que va en
busca de perlas finas... » Lección muy parecida a la de la
parábola anterior. La del «tesoro» parece sugerir un
descubrimiento por pura sorpresa. La de la «perla» sugiere la
alegría, más sabrosa, del que halla lo que lleva tiempo
buscando con ilusión. «Buscar el Reino de Dios» es supremo
quehacer del hombre (Mt 6,33), perfecta sabiduría [ lectura].
3. — «El Reino de los Cielos se parece a la red que echan en el
mar... » La parábola de la «red barredera» forma paralelismo
con la de la cizaña (que leímos el domingo pasado). Misma
lección: en el mundo, y también en la Iglesia que está en el
mundo, conviven el mal y el bien. La perfecta separación (que
algunos desearían anticipar...) no vendrá hasta el Juicio
escatológico. Motivo de seria reflexión para los que hayan
elegido el Mal. —Termina el Sermón de las Parábolas con una
«parábola insinuada»:
la del padre de familia que tiene la sabiduría de ir armonizando
en su hacienda lo nuevo con lo antiguo. Aviso contra dos
pasiones, tan fáciles como igualmente dañosas, que ya
entonces florecían: la de todo conservar y la de todo innovar.
Tercera y última lectura del «Sermón de las Parábolas» en el
Evangelio. Las imágenes del «tesoro» o la «perla» se habían
aplicado antiguamente a la Sabiduría (p. ej., Prov 2,4 y 3,15);
en esta línea, la plegaria de Salomón según el Libro de los
Reyes puede servir de trasfondo a la enseñanza evangélica.
Todavía otro fragmento del capítulo octavo de la Carta a los
Romanos: una visión panorámica de la historia de nuestra
salvación desde la perspectiva de Dios.
Leemos las tres últimas de las siete parábolas recogidas en el
capítulo trece del EVANGELIO SEGUN MATEO. La rúbrica
permite omitir la última, que es paralela a la de la cizaña: una
red llena de peces buenos y malos (fase temporal del Reino de
Dios), que son separados al llegar a la orilla (Juicio
escatológico).
Las otras dos también son paralelas entre sí y expresan una
misma lección. Jesús
XVII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 257
hablaba al alma popular. Fruto de siglos de inseguridad, mucha
gente no conocía mejor medio de salvaguardar sus objetos
preciosos que el de enterrarlos. De ahí el folklore abundante en
historias de tesoros escondidos, olvidados y encontrados. Por
otra parte, Palestina era lugar de paso (y de oportunidad para
intermediarios) en el comercio internacional de perlas, que
alcanzaron a veces precios fabulosos.
En este ambiente, la imagen de ambas parábolas era muy
sencilla. En el mundo del negocio es sabiduría saber invertir.
Un comerciante en perlas advierte que una es excepcional.
Calla, «va y vende todo lo que tiene» (previo despojo táctico
para disponer de fondos suficientes) «y la compra»
(enriquecimiento superior). Lo mismo otro que descubre un
tesoro enterrado: «va y vende todo lo que tiene» (tal vez
pasando por insensato ante quienes no saben de qué va) «y
compra el campo» (operación perfecta).
Moralistas y juristas discutirán la ortodoxia del procedimiento.
En sus parábolas populares, Jesús unía a veces la analogía con
el contraste. Si los hijos de las tinieblas (decía a propósito de
otra curiosísima: Lc 16,8) son tan listos en sus manejos, ¿por
qué los hijos de la luz no tienen que ser más inteligentes en los
negocios del alma?
Y ahí apunta la lección espiritual. Esta última parte del
«Sermón de las Parábolas» (a partir del vers. 36) va dirigida en
particular a los Discípulos. En la iglesia apostólica sabían de
memoria cómo Jesús formulaba la vocación o llamamiento al
discipulado:
«Si quieres... ve y vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres
y tendrás un tesoro en el cielo; entonces ven y sígueme» (Mt
19,21).
Al resumir estas parábolas del tesoro y la perla, San Mateo las
hizo transparencia de la vocación y biografía simbólica del
perfecto discípulo (Mt 19,27) repitiendo la frase indicativa: «va
y vende todo lo que tiene... » Es la sabiduría evangélica de
saber renunciar a todo para alcanzar el Todo. Lección difícil,
que a veces se olvida. Pero el Señor no deja de enviar a cada
generación su Francisco de Asís que la recuerde en carne viva.
Sin llegar a su medida, en realidad son innumerables los que
por la causa de Dios han sacrificado algo o mucho de su
porvenir humano, comodidad e intereses.
El LIBRO DE LOS REYES presentará al joven Salomón orando
para obtener la gracia del buen gobierno, no riquezas. Sus
palabras (no tanto su conducta) quedan como norma perennç
de los constituidos en autoridad.
El inciso de la CARTA A LOS ROMANOS traza en síntesis la
historia del amor eficaz de Dios sobre los redimidos. Su ideal:
que reproduzcan la imagen de su Hijo. Así los vio desde la
eternidad. A esto los destinó y para esto los llamó y justificó.
Esta es y será su Gloria eterna.
En el capítulo trece de su Evangelio, San Mateo recogió siete
Parábolas de Jesús. Hoy leemos las tres últimas.
A. — La parábola del labrador que descubre un tesoro y la del
comerciante que da con una perla de excepcional valor son
expresión significante de una única experiencia. A Jesús
Maestro le gustaba iluminar una misma idea con dos ejemplos
o imágenes paralelas, a fin de que se más eficazmente en el
alma de la gente sencilla. En la realidad que expresan las
parábolas del tesoro y de la perla podemos considerar dos
aspectos:
258 CICLO A
1. La Alegría de encontrar. «Hallar» algo de tanto valor que, a
partir de aquel momento, transfigura nuestra vida y le da
sentido de plenitud es la más honda de las emociones
humanas. Dichoso quien tiene la experiencia. Pudo ser por
sorpresa, como la del labrador en el campo. También pudo ser,
más sabroso, fruto de una búsqueda tenaz, como la del
comerciante en perlas. Ambas parábolas se refieren a una
emoción incomparable: la de descubrir a Dios. Cuando Jesús
las dijo, era una experiencia viva en torno a él. Su palabra y su
presencia irradiaban plenitud de Dios, y muchos sencillos lo
comprendieron (Mt 11,25-27). Para el que abre los ojos del
espíritu, Dios es, en cada instante, novedad eterna en infinita
admiración. Felicidad. La. Felicidad en acto se llama Alegría.
2. — El precio de la Alegría. Labrador y comerciante intuyen
que lo que acaban de encontrar vale más que lo que poseen.
Cada uno «va, vende todo lo que tiene y», jugando con
ventaja, compra el campo o la perla excepcional. Los que
entonces acompañaban a Jesús captaban al acto la alusión
porque sabían de memoria la consigna: «va, vende todo lo que
tienes (es decir, renuncia y dáselo a los pobres) y síguerne».
Para los que han recibido la luz del Evangelio, encontrar a Dios
es seguir a Cristo. Y seguir a Cristo exige renunciar a lo que es
incompatible con él. El precio de la Alegría es el Sacrificio. A
algunos pide la renuncia de todo. A todos pide la renuncia de
algo. La verdadera historia del Pueblo de Dios es un inmenso
tejido de vidas sencillas que, por los valores del espíritu, han
renunciado libremente a muchas ventajas materiales con
humildad, amor y silencio.
B. La parábola de la «red barredera» [ lectura discrecional
según la rúbrica] está en paralelismo con la de la cizaña, que
se leyó el domingo pasado. En orden al «Reino de los Cielos»,
el Evangelio prevé una laboriosa etapa de preparación
temporal en este mundo. Y en este mundo (también dentro de
la Iglesia) la convivencia entre el mal y el bien es una realidad
ineludible. Lección de paciencia para muchos. Aviso serio del
Juicio de Dios para todos.
C. — El. «Sermón de las Parábolas» concluye con una reflexión,
que es otra parábola-insinuada (vers. 52). La del jefe de casa
que conserva los valores antiguos y los sabe armonizar con las
nuevas adquisiciones. Así es el maestro que asimila el estilo de
Jesús. Nadie como él habló en sintonía con el antiguo
pensamiento y lenguaje de la Biblia (Mt 5,17-19). Y nadie como
él lo hizo revivir en trascendente novedad, dándole, con la
plenitud evangélica, la milagrosa capacidad de reflorecer en
cada época y cultura. Es fácil ser antiguo o ser moderno. Ser
cristiano de veras es un arte divinamente superior.
Prosigue y termina la lectura íntegra del Sermón de las
Parábolas. Destaca la del que descubre un tesoro, junto con la
del que encuentra una perla excepcional.
Joyas y tesoros sirven, en la literatura sapiencial de Israel,
como término de contraste para encarecer que la Sabiduría
vale indinitamente más (vgr. Prov 8,10-21). Como hecho de
vida que encarnase esta idea, presentaron el del joven rey a
quien tocó asumir la difícil sucesión de David, cuando pide
como suprema gracia no las riquezas, sino la Sabiduría práctica
correspondiente a su oficio; es decir, el carisma del buen
gobierno en favor del pueblo.
XVII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 259
En esta última parte del <(Sermón)> o antología de Parábolas,
el evangelista da por supuesto que Jesús ya no habla a la
multitud (13,2), sino a solas con «los discípulos» (13,36). Una
de las notas que, según Mateo, caracterizan a «los discípulos»
en contraste con los demás (13, 10-17) consiste en que, pese a
su cortedad y sólo por gracia de las explicaciones que les da el
Maestro, acaban entendiendo (13,51).
En el texto que leemos hoy, podemos distinguir tres partes: a)
las parábolas del tesoro y la perla; b) la de la red; c) una
reflexión final.
A. — Parábolas del tesoro y de la perla (y. 44-46). Fue estilo de
Jesús desdoblar una misma idea en dos imágenes paralelas,
que se complementan. Uno que trabaja en campo ajeno,
descubre un tesoro por sorpresa; otro viajando con afán,
encuentra lo que buscaba. Esquema de aventuras felices, que
la gente oía con afición. En tiempo de guerras e invasiones, era
frecuente esconder «tesoros», que luego permanecían
olvidados (Qumrán, a su manera, es un ejemplo). Y el lujo
helenista había hecho subir hasta lo inverosímil la cotización de
las buenas perlas.
Con sus parábolas, Jesús enseñaba a reflexionar en clave
religiosa a partir de hechos profanos. La reflexión se apoya en
la actitud de las personas que intervienen. En el caso presente,
destaca en primer plano la sabiduría práctica de quienes saben
apreciar un valor excepcional, relativizando los demás. Saben
desposeerse para poseer mejor.
Al resumir las parábolas de Jesús, San Mateo redacta de tal
manera que una palabra o frase característica señale la
intención. El lector atento no puede menos de relacionar la de
hoy: «va, vende todo lo que tiene, etc» con aquélla otra
(19,21): «Ve, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y
tendrás un tesoro en el cielo, y ven, síguerne>. Las dos
parábolas son transparencia del descubrimiento de Cristo, que
invita a la renuncia de todo a fin de seguirle.
Detalle hermoso: «con alegría» (13,44). Por el contrario, aquel
joven que no supo renunciar se fue triste (19,22)...
B. — Parábola de la red (y. 47-50). Forma díptico paralelo con la
de la cizaña (24-30), ya explicada a «los discípulos» (36-43).
Para éstos, lección de realismo sobre la coexistencia del bien y
el mal durante el «tiempo de la Iglesia». Para todos, un aviso
sobre la seriedad del Juicio escatológico.
C. — Reflexión final (y. 5 1-52). El buen discípulo, el que
aprende en la escuela íntima de Jesús, entiende. Su renovado
descubrimiento de la verdad se va armonizando con la verdad
que ya poseía. Como el responsable de una casa, que armoniza
lo heredado con lo adquirido. Mateo se retrata a sí mismo en
este pensamiento, colofón de la primera parte de su libro. Hijo
sincero de Israel y discípulo de Cristo, busca y acierta la línea
de continuidad entre la Ley y el Evangelio (5,l7ss), la raíz y el
fruto. Ejemplo de una actitud, que es la menos fácil; pero, a
largo plazo, la única fecunda.
DECIMOCTAVO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isazas 55,1-3
Esto dice el Señor:
Oíd, sedientos todos, acudid por agua
también los que no tenéis dinero:
Venid, comprad trigo; comed sin pagar
vino y leche de balde.
¿Por qué gastáis dinero en lo que no alimenta? ¿Y el salario en
lo que no da hartura?
Escuchadme atentos y comeréis bien,
saborearéis platos sustanciosos.
Inclinad el oído, venid a mí:
escuchadme y viviréis.
Sellaré con vosotros alianza perpetua,
la promesa que aseguré a David.
Salmo responsorial Sal 144,8-9. 15-16. 17-18
R. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias de favores.
El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico
en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas
sus criaturas.
Los oos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
XVIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 261
abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente.
El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas
sus acciones; cerca está el Señor de los que lo invocan, de los
que lo invocan sinceramente.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la Carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8,35.
37-39
Hermanos: ¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la
aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la
desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?
Pero en todo esto vencemos fácilmente por Aquel que nos ha
amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni
ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni
altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del
amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Mt 4,4b No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra
que sale de la boca de Dios. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 14,13-21
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el
Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y
apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los
pueblos.
Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los
enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a
decirle:
—Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud
para que vayan a las aldeas y se compren de comer.
Jesús les replicó:
—No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer. Ellos le
replicaron:
—Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces. Les
dijo:
—Traédmelos.
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los
cinco panes y los dos peces alzó la mirada al cielo, pronunció la
bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los
discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta
quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras.
Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
Aquella tarde de la Multiplicación de los Panes quedó para
siempre en la memoria de los Apóstoles. Todo lo que hacía
Jesús era a la vez realidad y signo. Historia y
262 CICLO A
Catequesis. Años más tarde los evangelistas pusieron por
escrito el recuerdo de aquella tarde. Su relato es transparencia
doctrinal. Meditación sobre el Pueblo de Dios.
1. — «Se retiró de allí, en barca, hacia un lugar desierto». Por
varios motivos, Jesús necesitaba unas horas de soledad con
sus discípulos. Pero la gente de las poblaciones junto a la
ribera del lago se dieron cuenta, corrieron hacia donde
adivinaban que se dirigía la barca, llegaron antes y
transformaron el «desierto» en multitud. No obstante sus
incomprensiones, el pueblo sencillo y neutral sentía una
instintiva atracción hacia el Señor. Lo siente en cualquier
tiempo y lugar apenas conoce a Jesús, mientras no vienen
otros a estorbárselo. Aquel pueblo amaba a Jesús, no porque
entendiese su doctrina, sino porque intuía con evidencia que
Jesús lo amaba. Curó a sus enfermos. Hablaba con ellos.
Pasaban las horas en incansable compañía. —Los discípulos,
frustrados en el proyectado día de reposo, sí que se cansaban.
Y, con el pretexto de que la multitud se iba a quedar aquel dfa
sin comer, rogaron al Maestro que los despidiese.
2. — «Dadles vosotros de comer». Acababan de decirle:
«Estamos en un lugar desierto». La redacción griega de esta
página está cuajada de alusiones bíblicas. Decir «desierto»
significaba pensar en el Exodo. Un Pueblo inmenso en ruta
hacia la Patria de Dios —y suya— que necesitaba Pan. Jesús,
definitivo Moisés, no va a repetir el signo del maná.
Responsabiliza a los que ha constituido colaboradores suyos en
la misión de conducir al Pueblo, y les dice: «Dadles vosotros de
comer». Consigna que, una vez puesta por escrito en el
Evangelio, va dirigida a todos los responsables del Pueblo de
Dios.
3. — «Comieron todos y se saciaron». Resonancia de varios
textos de la Biblia, especialmente del Salterio. También del
Magnificat: «a los hambrientos los llenó de bienes». Y de la
cuarta Bienaventuranza según Mateo (5,6). El evangelista
describe una inmensa Cena de Fraternidad (como el «ágape»
en la Iglesia primitiva); un banquete sin desigualdades entre
los Pobres de Yahvé, en torno al Mesías, bajo el cielo de todos.
«Cinco mil» es cifra de multitud eclesial (Hch 4,4). Los gestos
de Jesús prenuncian intencionadamente la Eucaristía. La
Eucaristía, Pan de Cristo que se reparte a todos, significa y
exige una sincera Fraternidad humana, donde no haya
hambrientos junto a saciados.
El Evangelio recuerda aquella tarde de la multiplicación de los
panes, retablo vivo de la Iglesia en peregrinación hacia el Reino
de Dios.
Como lejana música de fondo, escuchamos en la primera
lectura las palabras del Señor que invita a sus fieles
hambrientos y sedientos [ exiliados en Babilonia]. En la nueva
Alianza obtendrán de balde, al solo precio de la fidelidad, la
plena satisfacción de su sed y su hambre.
En la historia de Jesús, la multiplicación de los panes vino a
resultar el acto conclusivo de su misión popular en Galilea.
Gesto de comprensión, testimonio de afecto, signo y preludio
de la nueva Comunidad mesiánica. Cuando los Apóstoles
daban a conocer a los nuevos creyentes los recuerdos de Jesús,
insistían en el de aquella tarde. Reflejan esta insistencia los
Evangelios escritos, con sus seis relatos, y
XVIII DOMINGO TIEMPO O 1INARIO 263
también el arte paleocristiano. Cada uno de los evangelistas
matizó la narración común con algunos rasgos peculiares; hoy
escuchamos los de San Mateo. Todos los perfiles de la
redacción (los comunes y los peculiares) reflejan algún
pensamiento o vivencia, porque el Evangelio era para ellos
tezto fundamental de Doctrina.
Quien esté habituado a contemplar el Evangelio «como si
presente se hallase», tendrá gozo y provecho en repasar
aquella jornada con la imaginación. Al amanecer, Jesús con los
discípulos pasa en barca de una ribera a otra del lago de
Genesaret (seguramente de la orilla noroeste a la nordeste).
Buscan una pausa de paz. La gente de los pueblos lo advierte,
y se les adelantan recorriendo a pie el breve arco de orilla
entre ambos puntos. Encuentro y convivencia. Gestos de
comprensión y misericor dia. Cena de inmensa fraternidad al
caer de la tarde.
1. Perspectiva —pueblo. Nota dominante: la atracción casi
instintiva con que «sigue» a Jesús (y. 13). A partir del capítulo
once, Mateo lo supone poco sensible a su Doctrina, pero
mucho al amor de compasión con que atiende a su necesidad
de salud (14) y de pan. El tezto original insiste en que han ido
a un «lugar desierto» (y. 13) y se encuentran en un «lugar
desierto» (13); es obvia la alusión al Ezodo: son imagen de
Israel, que fue al Desierto siguiendo a Moisés, y allí, en su
hambre, comió y se sació (20) de un Pan milagroso. La
ezpresión «hacer recostar sobre la hierba» (además de
constatar que era primavera, cerca de Pascua) es alusión al
Salmo del Buen Pastor (23,2 hebr.).
2. — Perspectiva —Jesús. Centro de gravedad para el pueblo.
Amor compasivo (v.14), fuente de Salud. Nuevo «Moisés»,
único guía, realiza en signo y promesa lo que Israel esperaba:
el inmenso «Banquete» del Pueblo de Dios, inaugurando ya en
la tierra su Reino. Al describirlo (v.19), los evangelistas reflejan
intencionadamente el rito de la Cena eucarística.
3. — Perspectiva —discípulos. Muy acentuada en San Mateo. Se
encomienda a su responsabilidad (16), aun sin medios (17),
que el pueblo no pase hambre. Mediadores de la gracia del Pan
entre Cristo y el pueblo (19b). Solícitos por la continuidad de
esta gracia (20b).
En síntesis, el evangelista evoca aquella asamblea de
entusiastas en el «desierto» como una meditación de Iglesia.
Pueblo de los humildes seguidores de Jesús, que ahora reciben
su Pan de mano de los Discípulos. Pueblo inmenso (y. 21: cifra
«significativa»; comparar con Act 4,4), del que no se ezcluyen
(como en las soñadas multitudes belicosas de ciertos
mesianismos) las mujeres y los niños... San Juan, en el capítulo
6, profundizará esta meditación eclesial bajo la luz del Misterio
eucarístico.
DECIMONOVENO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del primer libro de los Reyes 19,9a. 11-13a
En aquellos días, al llegar Elías al monte de Dios, al Horeb, se
refugió en uiia gruta. El Señor le dijo:
—Sal y aguarda al Señor en el monte, que el Señor va a pasar.
Pasó antes del Señor un viento huracanado, que agrietaba los
montes y rompía los peñascos:
en el viento no estaba el Señor. Vino después un terremoto, y
en el terremoto no estaba el Señor. Después vino un fuego, y
en el fuego no estaba el Señor. Después se escuchó un susurro.
Elías, al oírlo, se cubrió el rostro con el manto y salió a la
entrada de la gruta.
Salmo responsorial Sal 84,9ab-1O. 11-12. 13-14
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
Voy a escuchar lo que dice el Señor.
Dios anuncia la paz.
La salvación está ya cerca de sus fieles
y la gloria habitará en nuestra tierra.
La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz
se besan;
la fidelidad brota de la tierra
y la justicia mira desde el cielo.
XIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 265
El Señor nos dará la lluvia y nuestra tierra dará su fruto. La
justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la Carta del apóstol san Pablo a los Romanos 9,1-5
Hermanos: Como cristiano que soy, voy a ser sincero; mi
conciencia, iluminada por el Espíritu Santo, me asegura que no
miento. Siento una gran pena y un dolor incesante, pues por el
bien de mis hermanos, los de mi raza y sangre, quisiera incluso
ser un proscrito lejos de Cristo.
Ellos descienden de Israel, fueron adoptados como hijos, tienen
la presencia de Dios, la alianza, la ley, el culto y las promesas.
Suyos son los patriarcas, de quienes, según lo humano, nació
el Mesías, el que está por encima de todo: Dios bendito por los
siglos. Amén.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Sal 129,5 Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo ¡4,22-33
Después que se sació la gente, Jesús apremió a sus discípulos
a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla
mientras él despedía a la gente.
Y después de despedir a la gente subió al monte a solas para
orar. Llegada la noche estaba allí solo.
Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por
las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les
acercó Jesús andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole
andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo,
pensando que era un fantasma.
Jesús les dijo en seguida:
— soy yo, no tengáis miedo! Pedro le contestó:
—Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua.
El le dijo:
—Ven.
Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua
acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le
entró miedo, empezó a hundirse y gritó:
—Señor, sálvame.
En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo:
—iQué poca fe! ¿Por qué has dudado? En cuanto subieron a la
barca amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él
diciendo:
—Realmente eres Hijo de Dios.
266 CICLO A
Este relato evangélico continúa el de la Multiplicación de los
Panes. Al anochecer, Jesús despide al Pueblo. Ordena a los
Discípulos que emprendan el viaje de regreso en barca, sin él.
Se retira a un altozano para hacer oración. De madrugada
viene al encuentro de los Discípulos, que bregan contra el
vendaval y el oleaje. Ha querido poner a prueba su Fe. Esta
página vale por un tratado sobre la que los maestros de
espiritualidad llaman «Noche oscura».
1.— «Subió al monte, a solas, para orar. Ya de noche, estaba
allí, solo». Solo: es decir, con el Padre (Jn 16,32). Cierto que la
multitud aquella tarde se ha entusiasmado con él; pero no le
comprende. Tampoco los Discípulos. Si la Multiplicación de los
Panes preludia en cierto modo la Cena eucarística, la oración
del monte hace pensar en Getsemaní.
2. — «La barca iba ya muy lejos de tierra, azotada por las
olas». Desde aquel monte o pequeña elevación sobre el lago,
Cristo podía ver la angustia de sus Discípulos. Evocando
aquella noche cercana a la Pascua, el evangelista sugiere una
dramática meditación sobre la Iglesia. La barca azotada
(«atormentada», dice a la letra el texto griego) por las olas es
transparencia de la Iglesia perseguida. Pasión de Jesús en su
Cuerpo místico. Y el Señor parece estar, no ya dormido (como
en el primer relato de la tempestad: Mt 8,24), sino ausente...
3. — « Soy Yo: no tengáis miedo». Momento central. Ya alborea.
Cristo camina ingrávido sobre el «mar». Actualización
cristológica de un conocido tema de la Biblia de Israel: el de
Yahvé que se manifiesta Señor de los elementos, y salva en el
mar a los que estaban a punto de ser devorados por el abismo.
Motivo de adoración e infinita confianza. Al oído educado en la
Biblia, la declaración «SOY YO» de Jesús suena como un eco del
Nombre divino: Yahvé. Los de la «barca» lo adoran y confiesan
Hijo de Dios. Presencia de Cristo glorioso en la Iglesia azotada
por la persecución. « no tengáis miedo», dice entonces como
hoy a los creyentes de poca Fe. San Mateo personifica la «poca
Fe» de los que creen en la oscilante actitud de Pedro: ardiente
como en el Cenáculo, temeroso como en el patio de Caifás. La
fortaleza invencible de «Pedro» como Roca de la Iglesia (Mt
16,18) se la da únicamente la mano de Cristo (14,31). Y en
cuanto Cristo junto con Pedro de su mano suben a la «barca»,
cesa el vendaval (14,32)...
El Evangelio de hoy es una segunda parte del de la
multiplicación de los panes (que correspondía al domingo
precedente, pero no se leyó por caer la Transfiguración en la
misma fecha). Tema de fondo: «la prueba de Fe de la
comunidad apostólica». Se puede considerar como remota
analogía la historia que evoca la lectura del Libro de los Reyes.
El fragmento de la Carta a los Romanos es una introducción a
tres capítulos (9-11) de intrincadas reflexiones en torno a un
problema que angustiaba a los apóstoles:
¿por qué el pueblo de Israel no acepta el Evangelio de Jesús?
En la lectura del EVANGELIO (que se prestaría a una
impresionante contemplación imaginativa) distingamos cuatro
momentos:
A. — La tempestad. La tarde anterior Jesús organizó una
comida de milagrosa abundancia en un lugar junto al lago, que
evocaba el desierto (tema del Exodo). Para
XIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 267
la multitud de galileos peregrinos a la Pascua era un signo de
que había llegado la hora del Mesías. Estuvieron al borde de
promover uno de aquellos desorientados movimientos
«mesiánicos» característicos de Palestina en el siglo primero.
Jesús obró con energía: se despidió del pueblo; exigió a los
discípulos que se marchasen inmediatamente, solos y de
noche, en su barca. El se apartó, lejos, a hacer oración.
B. — La aparición de Jesús. Tanto no contaban con él, que lo
tomaron por un fantasma. [ deja de ser lástima que a veces se
confundan realidades divinas con fantasmas, y viceversa]. Se
convencieron cuando oyeron su inconfundible Palabra:
«Soy Yo» (asonancia bíblica del Nombre de Yahvé); «no
temáis...» Comparar con la incertidumbre de los discípulos y el
estilo de Jesús en las Apariciones pascuales (p. ej., Lc 24,36-
39).
C. — Los contrastes de Pedro. A lo largo de estos capítulos
centrales de su Evangelio, San Mateo presenta la Comunidad
de los discípulos como Iglesia en estado de formación. Y
destaca en ella constantemente la figura de Simón Pedro.
Además le dedica tres incisos peculiares; el de hoy es el
primero. Rasgo predominante: una adhesión ardiente al
Maestro, que no le permite estar separado de él ni un
momento más (comparar con Jn 21,7). Tan presto para meterse
por amor a Cristo en medio de la tempestad como miedoso
una vez en ella. Del primer momento al segundo va la misma
distancia que del Cenáculo al patio de Caifás.
Pero hay un tercer momento: el de la mano de Jesús. Gracias a
ella no se hunde Pedro, que se hundiría por sí solo. San Mateo
suele preparar unas páginas antes las lecciones fundamentales
de su Evangelio. Cuando poco más adelante se proclame más
fuerte que el Abismo la Iglesia edificada sobre Pedro, ya se
entiende que es porque la debilidad de Pedro se apoya en la
fuerza del Señor.
D. — La Fe purificada. «Cuando subieron a la barca, cesó el
viento». («Cuando subieron», en plural: Jesús con Pedro. El
evangelista Mateo suele ser intencionado en los pequeños
detalles de u redacción). La barca era símbolo de la Comunida4
de los discípulos. Estos («los de la barca») reciben al Señor con
un gesto litúrgico, y con la profesión de Fe puramente religiosa
propia de la Iglesia apostólica: « Verdaderamen te, eres el Hijo
de Dios».
La singular manifestación de Dios en el Sinaí (= Horeb)
después de la tempestad (lectura del LIBRO DE LOS REYES)
pone término a una larga noche del espíritu soportada por Elías
(ver todo el capítulo). Es una ley fundamental de los caminos
del Señor: que se prueba en las tinieblas la fidelidad al amor de
la luz.
Conmovedor el testimonio de afecto a su Pueblo que da el
Apóstol en la CARTA A LOS ROMANOS, y la enumeración de sus
títulos de gloria. Por encima de todos, el que Cristo sea de su
linaje; Cristo, Señor del universo y Dios... De ahí el dolor
inexplicable por su resistencia a la Fe.
Los que tienen experiencia de Dios saben lo que es «la noche
de la Fe». Saboreando un recuerdo de la vida de Cristo, San
Mateo nos ofrece una impresionante meditación sobre el tema.
1. —Jesús obligó a los discípulos a que subieran a la barca...
Por ser arquetipo de
268 CICLO A
obediencia, el Maestro lo fue también de autoridad. En los
momentos críticos sabía mandar, y era impensable no cumplir
su orden. Aquella tarde había multiplicado los cinco panes para
saciar a los cinco mil hombres. Era un evidente signo
«mesiánico», y les pareció la hora de proclamarlo Rey Un
6,15a). En la concreta situación política era un gesto suicida de
rebelión. Toda la actividad pública de Jesús fue un difícil
ejercicio práctico de amor al pueblo para ni herir sus
sentimientos ni condescender con sus errores. Se despidió de
ellos, y huyó a la soledad Un 6,15b). A sus discípulos les
costaría tanto separarse del pueblo, con cuyo ideal coincidían,
como de Jesús, cuya presencia les infundía seguridad. Por
obediencia, se embarcaron solos.
2. — Subió a la montaña para orar en soledad. Incomprendido
de todos, menos del Padre (cf. Jn 16,32). Los que saben algo de
esta experiencia de Jesús se acogen como él a la infinita
solución de todos los problemas: rezar.
3. — La barca, ya lejos de tierra, era combatida por las olas. El
evangelista dice exactamente «era atormentada». Los que han
estudiado a fondo la crítica literaria de esta página de San
Mateo y de su correspondiente del capítulo 8 (vers. 23-27) han
visto claro que en la «barca» alegoriza la Comunidad de los
Discípulos. La Iglesia. «El viento les era contrario».
Persecución. Desánimo de los barqueros. Olvido de que Cristo
está con ellos, orando desde «la Montaña».
4. — Se acercó a ellos... y se conturbaron diciendo: «/es un
fantasma!». Tema hermoso, frecuente en la Biblia: a la
«noche» de la Ausencia de Dios sigue infaliblemente el «día»
de su Presencia. Por eso, los firmes en la Fe siguen creyendo
«aunque es de noche» (recuérdese aquella poesía, quizá la
más profunda, de San Juan de la Cruz). Lástima que, a la hora
de la Luz, algunos confundan la Realidad con un «fantasma»
(cf. Lc 24,37), después de haber tomado tantos fantasmas por
realidades.
5. — Al sentir (Pedro) la fuerza del viento, le entró miedo y
gritó: «jSeñor, sálvame!». En todo el Nuevo Testamento, Pedro
es paradigma de la debilidad que se hace partícipe de la fuerza
del Señor por saber asirse a su mano. Los que antaño se
complacían en amplificar los fallos humanos de «Pedro» no
hacían más que iluminar su verdadera gloria: la de ser pura
transparencia de la Acción de Cristo.
6. — Y en cuanto subieron a la barca, cesó el viento. El plural
«subieron» se refiere a Jesús junto con Pedro. Los pormenores
redaccionales de San Mateo nunca dejan de tener intención.
7. — Y los que estaban en la barca se postraron diciendo: «j
Verdaderamente, eres Hijo de Dios!». Al recordar, casi medio
siglo más tarde, aquella noche y aquel amanecer, Mateo ve en
la «barca» una imagen de la Iglesia. La religiosidad popular de
Israel estaba segura de que Yahvé, y sólo él, puede dominar el
viento y el mar (cf. Mt 8,27). Jesús, enseña Mateo, es «Dios—
con-nosotros» (Mt 1,24), y está en medio de la Iglesia (Mt
18,20 y 28,20) . qué temer el viento contrario, o el desánimo
de los remeros, o la noche qu -es preludio del día —si tenemos
de verás «mucha Fe»?
El Evangelio continúa la’ «meditación de Iglesia», iniciada el
domingo pasado con la multiplicación de los panes.
El centro de esta meditación está en la seguridad de la
Presencia de Jesús, incluso cuando los hombres de poca fe lo
dan por ausente. Preparando esta idea, la primera lecturá
evoca uno de los ejemplos clásicos de «experiencia de Dios»
en la historia
XIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 269
sagrada. Elías peregrina al Sinaí a beber en su fuente el
espíritu de la renovación de Israel. Dios se le manifiesta allí
como a Moisés, pero ya no en la simbología de lo
extraordinario (incendio, huracán, terremoto), sino en el signo
de una nueva intimidad normal.
En la narración evangélica distinguiremos cinco momentos:
1. — Epílogo de la multiplicación de los panes (v.22).
Anochecía. Jesús exige a sus discípulos que se separen de él.
También aleja de sí al pueblo. Se entrevé una situación tensa,
de la que Juan indica la razón (Jn 6,15): aquellos hombres
querían proclamarlo rey. Oportunidad tentadora, por cuanto
muchos estarían a punto de peregrinar a Jerusalén por la
Pascua. En Palestina, y sobre todo en Galilea, se daban con
cierta frecuencia movimientos de mesianismo inmediato
político. Algunos terminaron en tragedia. Jesús actuaba en otro
plano, aun cuando comprendía los anhelos del pueblo y evit.ba
en lo posible perder su confianza. Sus mismos discípulos
respiraban el ambiente común. Aquella tarde tuvo que
mostrarse enérgico para impedir un gesto inútil, que hubiera
desfigurado su Misión.
2. —Jesús en oración (y. 23). Admirado, pero incomprendido de
los hombres, su diálogo abierto era con el Padre. El evangelista
subraya que estaba solo (pero cf. Jn 16,32b). Más que
indicación topográfica, «montaña» en San Mateo es expresión
significativa evocando el Sinaí: encuentro de cielo y tierra,
atmósfera de revelación, principio de importantes decisiones.
3. — Paz en la tempestad (y. 24-27). Los que conocen el estilo
alusivo de Mateo ven por la transparencia en estas líneas
(según el texto griego) una imagen de la Iglesia en
persecución: la barca es «atormentada» por las olas... A la
última vela de la noche, viene Jesús caminando sobre el mar...
El mar personificaba al enemigo trascendente, que sólo Dios
puede domeñar. La noche evoca el poder de las tinieblas.
Cuando se escribió el Evangelio, «la barca» ya era alegoría de
la Iglesia. En el «Yo soy» de Jesús advertían un reflejo del
Nombre divino «Yahvé». Como en las apariciones pascuales, el
miedo y la poca fe tomaron la realidad por fantasma (Lc
24,37). Jesús quiere de los suyos una Fe que venza el temor en
la Confianza Qn 16,33), porque, aun cuaüdo se sienten solos, El
está con ellos (Mt 28,20).
4. — Pedro al encuentro de Jesús (y. 28-31). Sólo Mateo añade
este episodio, remachando la lección de la perfecta Fe. El
inicial arrojo de Pedro y su inmediato temor recuerdan el
camino del Cenáculo al patio de Caifás. Su generosa Fe en
tentación se purifica por el sentido de la Gracia: por la
humildad de saber y experimentar que la Salvación está
únicamente en asirse de la mano del Señor.
5. — Profesión de Fe (y. 32-33). Evocando hechos reales, Mateo
ha redactado esta página como una meditación de Iglesia. El
final tiene aire litúrgico. Cuando Jesús y Pedro de su mano
suben a la barca, vuelve la paz. Era axioma en la cosmología
de Israel que sólo Dios tiene dominio sobre el viento y el mar
(cf. 8,27). Por eso, «los de la barca» (los fieles de la Iglesia) se
postran en ado y aclaman a Cristo con la expresión-síntesis de
su Fe: «Verdaderamente, eres el Hijo de Dios».
VIGÉSIMO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 56,1. 6-7
Así dice el Señor:
Guardad el derecho, practicad la justicia, que mi salvación está
para llegar
y se va a revelar mi victoria.
A los extranjeros que se han dado al Señor, para servirlo,
para amar el nombre del Señor
y ser sus servidores,
que guardan el sábado sin profanarlo
y perseveran en mi alianza:
los traeré a mi Monte Santo,
los alegraré en mi casa de oración;
aceptaré sobre mi altar
sus holocaustos y sacrificios,
porque mi casa es casa de oración
y así la llamarán todos los pueblos.
Salmo responsorial Sal 66,2-3. 5. 6 y 8
R. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te
alaben.
El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre
nosotros:
conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación.
XX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 271
Que canten de alegría las naciones, porque riges la tierra con
justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones
de la tierra.
Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te
alaben. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines
del orbe.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos ¡1,13-
15. 29-32
Hermanos: A vosotros, gentiles, os digo:
Mientras sea vuestro apóstol, haré honor a mi ministerio, por
ver si despierto emulación en los de mi raza y salvo a alguno
de ellos.
Si su reprobación es reconciliación del mundo, ¿qué será su
reintegración sino un volver de la muerte a la vida?
Los dones y la llamada de Dios son irrevocables.
Vosotros, en otro tiempo, desobedecisteis a Dios; pero ahora, al
desobedecer ellos, habéis obtenido misericordia.
Así también ellos que ahora no obedecen, con ocasión de la
misericordia obtenida por vosotros, alcanzarán misericordia.
Pues Dios nos encerró a todos en desobediencia, para tener
misericordia de todos.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Mt 4,23 Jesús predicaba el Evangelio del Reino, curando las
enfermedades del pueblo. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 15,21-28
En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró al país de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos
lugares, se puso a gritarle:
—Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un
demonio muy malo. El no le respondió nada. Entonces los
discípulos se le acercaron a decirle:
—Atiéndela, que viene detrás gritando. El les contestó:
—Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel. Ella
los alcanzó y se postró ante él, y le pidió de rodillas:
—Señor, socórreme.
El le contestó:
—No está bien echar a los perros el pan de los hijos. Pero ella
repuso:
272 CICLO A
—Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las
migajas que caen de la mesa de los amos.
Jesús le respondió:
—Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.
En aquel momento quedó curada su hija.
En su tierra se iba formando a propósito de Jesús un ambiente
cada vez más crítico. Consideró oportuno retirarse algún
tiempo al ezterior de la frontera de Israel. Fue con sus
discípulos a Fenicia, a la comarca de «Tiro y Sidón». Cierto día
le salió al encuentro una mujer, suplicándole que curase a su
hija enferma. San Mateo la llama «cananea» para subrayar su
condición de extranjera y pagana. Jesús tenía conciencia de
que durante la vida mortal debía limitar su misión a ser el
Mesías de Israel. Dio a entender que no podía aceptar la
súplica. Pero ante las lágrimas de una madre pudo más el
corazón que las normas. Pues tenía Fe, realizó en su favor —
aun siendo »cananea»— uno de los signos mesiánicós de la
Salud, reservados de momento a los hijos de Israel.
Después de la Resurrección, Cristo ordenó a sus Apóstoles que
llevasen el Evangelio a todas las naciones. Ellos comprendieron
entonces que ya el mismo Jesús había realizado durante su
vida mortal signos de universalismo. Uno de los más hermosos,
el de la cánanea. Cuando años más tarde San Mateo lo puso
por escrito, procuró redactarlo de manera que sirviese de aviso
a dos sectores igualmente incómodos que se enfrentaban en
su Iglesia. Los que, añorando el nacionalismo religioso de
Israel, veían con malos ojos a los cristianos venidos del
paganismo. Y algunos de estos recién llegados, que no
reconocían el honor debido a los hijos de Israel.
1. — «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David». San Mateo
personifica en aquella mujer la Iglesia de los Gentiles, que
reconoce a Jesús como Mesías («Hijo de David») y Señor o
«Kyrios». Fuente de la Misericordia o Amor-compasivo, que es
el sello característico de la Redención. Jesús contesta con el
silencio: su Misión personal se limita a Israel.
2. — «Ella vino apostrarse ante él, y decía: ¡Señor,
socórreme!». Tiene Fe. Por eso adora y suplica. Orar es la
respiración de la Fe. Los que dicen que han perdido la Fe, es
que antes perdieron la Oración. Jesús le brinda la ocasión de
humillarse (no hay Fe sin Humildad) reconociendo el honor de
Israel [ a fin de cuentas habrá dicho a los israelitas, no sin
ironía, que los paganos ya no son »perros», sino
comensales...].
3. — « mujer! ¡grande es tu Fe!». Habla el que tantas veces se
ha quejado de la incredulidad o «poca fe» de los suyos. Qué
aleccionador es este Evangelió cuando uno encuentra
cristianos ardientes, extramuros de la propia rutina...
Dios confió la verdad religiosa al pueblo de Israel con el fin de
que por medio de él se difundiese por todos los demás pueblos
del mundo. La Fe de la Cananea, en el Evangelio, preludia y en
cierta manera anticipa la hora de esta difusión universal. Ya en
el Antiguo Testamento, por medio de los profetas, el Señor iba
educando lenta y
XX DOMINGÓ TIEMPO ORDINARIO 273
progresivamente a su pueblo en orden al universalismo
religioso; leemos hoy un ejemplo concreto del Libro de Isaías. Y
otro de estilo litúrgico-popular en el Salmo.
La Carta a los Romanos fue escrita en una situáción paradójica.
Cuando un pequeño grupo de israelitas (los Apóstoles) habían
llevado ya por toda la tierra el mensaje universal del Mesías de
Israel, resultó que era precisamente Israel el que se negaba a
recibirlo. San Pablo, después de reflexionar angustiosamente
sobre este problema, predice la victoria definitiva del plan de
Dios sobre el mundo: un día también el pueblo de Israel será
cristiano.
El EVANGELIO de la Cananea es una lección en forma
dramática sobre la Fe. Fascinador cuando uno lo imagina con
realismo. Para comprenderlo, tengamos en cuenta dos
observaciones:
1 . La situación personal de Jesús en el plan de la Historia de la
Salvación. Mientras no se consumase su Sacrificio redentor,
actuaba en una etapa previa a la del universalismo realizado.
Con plena conciencia de ser el Enviado del Padre, sabía que su
Misión inmediata estaba circunscrita a los límites de «la Casa
de Israel». La fidelidad heroica a estos límites es precisamente
uno de los rasgos más impresionantes de la serenidad humana
de Jesús. Y de su capacidad de abnegación.
2. La intención pedagógica de San Mateo al redactar esta
página. Según dos puntos de vista: a) ante todo, con relación a
los judíos. En el amplio contexto anterior y posterior a esta
escena, el evangelista destaca con energía la incredulidad de
la mayor parte del pueblo, e incluso la poca fe de los
discípulos. La pagana Cananea (como antes el pagano
Centurión: 8,5-13), con su gran fe, juega un papel de luminoso
contraste. Mateo (judío también él, y de corazón) pone en
práctica lo que dice San Pablo en la segunda lectura de hoy:
«ver si despierto emulación en los de mi raza...» b) También
con relación a los cristianos convertidos del paganismo. Los
había muchos en la Iglesia cuando escribía Mateo. Y ya les
había entrado a algunos cierto complejo de «instalación en la
Fe». Perdía claridad aquella evidencia fundamental de que para
el creyente todo es pura gracia. También empezaban a olvidar
que su Salvación venía de Israel. El evangelista les presenta la
Cananea como arquetipo de cómo tiene que ser su Fe.
Aquel viaje de Jesús a tierras de Fenicia (actual Líbano) no era
de evangelización sino de retiro, casi de refugio. Una
angustiosa convergencia de situaciones había hecho incómoda
e incluso peligrosa su presencia en Galilea. Fuera de «la Casa
de Israel», su acción se reducía al pequeño grupo de discípulos
que le acompañaban.
La pobre madre de una enferma incurable pide una excepción.
Su pertinaz insistencia rinde los nervios de los apóstoles.
Sorprende, en Jesús, su silencio y luego las desabridas
respuestas. En la estructura pedagógica de la narración tiene
dos finalidades: 1) dar a entender la seriedad del plan de Dios
y de su aceptación por parte del Mesías; 2) poner de
manifiesto la extraordinaria «gran fe» de la mujer. Las
curaciones milagrosas eran signo y preludio de la Salvación
mesiánica. En atención a la Fe de la Cananea, Dios hace una
excepción a sus planes, y anticipa significativa mente la hora
de la Misión universal.
Entre los reflejos de esta Fe, notemos la audacia de la
humildad suplicante. El que en las cosas del Reino de Dios
piensa o espera tener algo sin oración es que olvidó que todo
es gracia. La oración es la voz de la Fe.
274 CICLO A
El «Evangelio de la Cananea» es recuerdo de una entrañable
obra de bondad. Al consignarlo por escrito, San Mateo hizo de
este recuerdo una meditación sobre la Fe.
A. — Recuerdo de una obra de bondad. Jesús se retira hacia la
costa de Fenicia, que corresponde al Líbano actual. Un conjunto
de circunstancias hacen incómoda su presencia en Galilea.
Consciente de que su misión personal de Mesías tiene que
limitarse, de momento, al pueblo de Israel, dedica su actividad
al pequeño grupo de discípulos que lo acompañan. Pero una
pobre mujer, que tiene a su hija gravemente enferma y sin
esperanza humana, le suplica un milagro. Jesús se encuentra
ante el humanísimo conflicto —tan frecuente— en que la ley
del corazón puede y debe sobreponerse a los programas y
normas. Pone a alta tensión la fe de la madre, hace constar
que se trata de un caso excepcional y concede la gracia que le
pide.
B. — Meditación sobre la Fe. Cuando San Mateo escribe esta
página, muchos paganos aceptan el Evangelio. La Iglesia
Apostólica se abre gozosa al universalismo. Mateo presenta a
la «Cananea» como ejemplo sublime, en contraste con la
frialdad de tantos hijos de Israel. Es conmovedor el diálogo
entre Jesús y la madre.
1. — «Oh, mujer, grande es tu Fe! Que se cumpla para ti lo que
quieres» (vers.
28). San Mateo ha acusado en páginas precedentes la actitud
de muchos que se niegan a la Fe. También la «poca fe» de los
Discípulos. Se refería siempre a israelitas. Hombres del Pueblo
de Dios. Ahora proclama la gran Fe de una extranjera y
pagana. Mateo ve en su rostro los rasgos de tantos ayer
idólatras, que ahora se sientan en la Iglesia a la mesa de Dios,
más fervientes que los ya «acostumbrados» . —Antes de
elogiar esta gran fe, el evangelista la ha descrito hecha oración
humilde. La oración es la voz de la Fe. Y cuando calla muere,
como muere el fuego sin llama. Muchos que aseguran haber
perdido la Fe, si fueran sinceros dirían que todo consistió en
dejar la oración cuando la tenían.
2. — «... también los perros comen las migajas de la mesa de
sus amos». Expresión dura, que debe comprenderse en el
contexto viviente al que la refiere San Mateo. Por parte de
algunos recién convertidos del paganismo empezaba el
desprecio de los judíos. La humildad de la Cananea es un aviso.
Dios es libre en sus planes, y escogió como Pueblo suyo a
Israel. Y es a través de Israel que Dios ha dado al mundo sus
máximos valores Qn 4,22).
3. — «No he sido enviado sino a las ovejas descarriadas de la
Casa de Israel». Jesús habla con sinceridad. La misión que
recibió de su Padre era limitada, concreta y humilde.
Aceptándola fue Salvador del mundo. Los que colaboran
profesionalmente en la Obra de Cristo tienen ejemplo en su
actitud. La sabiduría del apostolado está en sintonizar con los
planes de Dios, que no siempre coinciden con nuestra
metodología. Con la anchura de corazón con que Jesús vio en
la Fe excepcional de la Cananea un signo de la Voluntad del
Padre. La «gran Fe» es un don tan principal, que eleva el
hombre hasta el nivel del querer de Dios, y le concede
escuchar de sus labios:
«que se cumpla para ti lo que quieres... »
En la liturgia de la Palabra, todos los textos bíblicos tienen hoy
por tema dominante la universalidad de la Salvación.
Empieza por unas líneas de la tercera parte del Libro de Isaías.
Israel se ofrece como centro de la unidad espiritual del mundo.
Su Templo será casa de oración
XX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
275
abierta a todas las naciones. Se bosqueja, todavía imprecisa, la
idea de un nuevo «Israel» universal, que será fraternidad
religiosa y no estructura política. —San Pablo trabajó por esta
idea. Incomprendido por la mayoría de connacionales, habla de
su dolor en los capítulos 9-11 de la Carta a los Romanos.
El Evangelio de la Cananea refleja el problema del
universalismo en la Iglesia primitiva.
Dócil al programa divino de la Salvación, Jesús limitó su
actividad personal a la realización del Reino de Dios en Israel.
De aceptarlo, Israel con Jerusalén y el Templo hubieran sido
hogar religioso y cátedra del mundo.
Por encima del aparente fracaso, la Comunidad apostólica
continuó la Misión de Cristo. Muchos querían mantener el
antiguo condicionamiento de que los paganos recibiesen la
Salvación incorporándose a Israel. Pero el Espíritu fue
iluminando a quienes comprendiesen que tal condicionamiento
había cesado: todas las naciones debían entrar por igual en el
Reino de Dios.
Mateo escribió para una iglesia en la que aún convivían ambas
tendencias. El las armoniza y supera distinguiendo con claridad
entre el tiempo de la Misión terrena de Jesús [ solo Israel:
15,24] y el tiempo de su actividad celeste a través de la Misión
apostólica [ todas las naciones: 28,18-20]. Además recoge y
explica con cariño los momentos excepcionales de la vida
terrena de Jesús que fueron preludio y anticipo de la Misión
universal.
El más hermoso fue aquel diálogo con la Cananea:
a) súplica y silencio (y. 21 -23a). «Tiro y Sidón» es expresión
significativa del mundo pagano (= 11,21). En lenguaje bíblico,
«cananea» marca una antítesis religioso-cultural en contraste
con «israelita». Pero aquella extranjera-pagana reconoce la
prioridad teológica del pueblo judío, invocando y llamando
«Señor» al Hijo de David. [ el paganismo, todos tuvieron que
reconocer que «la Salvación vino de los judíos»: Jn 4,22]. La
Cananea, más que pedir, expone (al que es Misericordia, le
basta saber).
b) Razón del sdencio (23b-24). Los discípulos, al intervenir, dan
pie a una declaración de Jesús: «Sólo he sido enviado... » El
pasivo teologal es un frecuente hebraísmo que equivale a:
«Dios me ha enviado únicamente.., a Israel». Afirmación
sincera. Revela la humilde docilidad de Jesús al plan divino, y
explica a los lectores del Evangelio el porqué de su limitada
actividad.
c) Insistencia y repulsa (y. 25-26). Conmovedor el gesto de la
madre. Varios textos del Antiguo Testamento consideran la
oración como una «lucha» del hombre con Dios, en la que Dios
es vencido. La respuesta tiene un acento pedagógicamente
duro, a fin de que la victoria de la madre resulte más sublime.
d) El milagro de la Fe (y. 27-28). En efecto, ella, recogiendo la
humillación, la transfigura en fascinante plegaria que arranca
de Jesús una excepción a su norma. Quien acusó hace poco de
incredulidad a su pueblo y de «poca fe» a sus discípulos,
proclama ahora con énfasis la gran Fe de la pagana
«cananea». Es voz y testimonio de la Fe la oración humilde,
activa, en confianza sin límite. En aquella madre, Mateo ve
el rostro de tantos paganos atraídos por Jesús, que-ya se
sentaban en su iglesia al lado de los antiguos judíos, sin más
título que la Fe viva. A unos y a otros quiere dar a entender
que, ya en su Misión limitada a Israel, Jesús presignificó la
universalidad del Cristianismo.
VIGESIMOPRIMER DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 22,19-23
Así dice el Señor a Sobna, mayordomo de palacio:
Te echaré de tu puesto,
te destituiré de tu cargo.
Aquel día llamaré a mi siervo, a Eliacín, hijo de Elcías:
le vestiré tu túnica, le ceñiré tu banda, le daré tus poderes;
será padre para los habitantes de Jerusalén, para el pueblo de
Judá.
Colgaré de su hombro la llave del palacio de David:
lo que él abra nadie lo cerrará,
lo que él cierre nadie lo abrirá.
Lo hincaré como un clavo en sitio firme,
dará un trono glorioso a la casa paterna.
Salmo responsorial Sal 137,1-2a. 2bc-3. 6 y Sbc
R. Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.
Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles
tañeré para ti.
Me postraré hacia tu santuario, daré gracias a tu nombre.
XXI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 277
Por tu misericordia y tu lealtad, porque tu promesa supera a tu
fama. Cuando te invoqué me escuchaste, acreciste el valor en
mi alma.
El Señor es sublime, se fija en el humilde y de lejos conoce al
soberbio. Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la
obra de tus manos.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 71,33-
36
¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento el
de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables
sus caminos! ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue
su consejero? ¿Quién le ha dado primero
para que él le devuelva?
El es el origen, guía y meta del universo.
A él la gloria por los siglos. Amén.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Mt 16,18 Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia
y el poder del infierno no la derrotará. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 16,13-20
En aquel tiempo, llegó Jesús a la región de Cesarea de Felipe y
preguntaba a sus discípulos:
—iQuién dice la gente que es el Hijo del hombre? Ellos
contestaron:
—Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o
uno de los profetas. El les preguntó:
—Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Simón Pedro tomó la
palabra y dijo:
—Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Jesús le respondió:
—iDichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha
revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el
cielo.
Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré
mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las
llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará
atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará
desatado en el cielo.
Y les mandó a los discípulos que no dijeran a nadie que él era
el Mesías.
278 CICLO A
Esta conversación que mantuvieron Jesús y sus Discíp en la
comarca de Cesarea concluye la primera mitad del Evangelio
según Mateo. Todos los hechos y enseñanzas de esta primera
mitad se han oricntado hacia el interrogante decisivo:
¿QUIEN ES JESUS? El texto que leemos hoy ofrece tres temas:
la opinión ambiental, la Fe de los Discípulos, unas Palabras del
Señor en vista a su Iglesia.
1.— «éQuién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?’>.
Ven en él una extraordinaria personalidad. Dicen que es un
profeta. Lo admiran. Mas no lo comprenden. Uno piensa en
ciertas encuestas de nuestro tiempo sobre Jesús.
2.— «Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo?». «Vosotros» se
refiere a los Discípulos. Dentro del Evangelio de Mateo, «los
Discípulos» designan en arquetipo y germen a la Comunidad
Cristiana. Por todos responde uno. Pensamiento y voz de la
Comunidad. San Mateo, que ha escrito su Evangelio «en medio
de la Iglesia», pone en labios de Simón Bar-Yoná la Profesión de
Fe de la Iglesia. Desde la perspectiva cristiana (no desde otras
perspectivas), afirmar que Jesús es EL MESIAS o Cristo incluía
confesar que es EL HIJO DE DIOS. Jesús pronuncia sobre Simón
la Bienaventuranza de la Fe. Su Fe no se la ha dado «la carne y
la sangre» (= el ser humano limitado a sí mismo). Si ha
reconocido al Hijo de Dios es porque se lo ha revelado de pura
Gracia el único que lo conoce: el Padre celeste. Aquel que
revela a los «pequeños», no a los que se tienen por «sabios y
entendidos», quién es Jesús (Mt
11,25-27).
3. — «Sobre esta ‘Piedra’ edificaré mi iglesia». Jesús da a
Simón el sobrenombre «Pedro». En arameo diría Kefa, que
significa «piedra» o «roca». Tanto lo repitieron los primeros
cristianos, que acabó por convertirse en su nombre personal.
Llamar a alguien «roca» en que se apoya un edificio (= una
institución) es hablar en alegoría de su firmeza (Mt 7,24-27). La
Ekklesía o Comunidad de la Nueva Alianza no puede tener otra
firmeza que la de Cristo. Pero Cristo quiso hacer partícipe de
ella por gracia o carisma a su primer Apóstol. Hombre que
mostró más de una vez su fragilidad. Es arte divino vencer a
los fuertes sirviéndose de los débiles (1 Cor 1,27-29). La
alegoría de las «llaves» y la de «atar y desatar» explican y
subrayan su misión en la Iglesia. Ser signo eficaz de comunión
en la Verdad, en elCamino, en la Vida. Misión, oficio y carisma
que, mientras la Iglesia lea el Evangelio, entenderá que sigue
siendo actual.
Del Evangelio se lee el célebre diálogo ambientado cerca de
Cesarea de Filipo. Se habla metafóricamente de unas «llaves»;
un pasaje de Isaías ilustra esta imagen.
San Pablo termina la parte dogmática de su Carta a los
Romanos con un himno de admiración. Dichoso el que sabe
admirarse, porque todavía es inteligente. El hombre de fe no
alcanza en esta vida a comprender los caminos de Dios; pero
descansa, seguro de estar en manos de una Sabiduría eterna.
El EVANGELIO es de una singular riqueza de contenido.
Tenemos que reducirnos a un esquema:
1. — Marco circunstancial. Otro viaje de retiro hacia el norte, en
el límite o más allá de la frontera de Israel. Tierra paganizada.
2. — Balance de la evangelización de Galilea. Todos han
reconocido en Jesús
XXI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 279
«algo» extraordinario. Más o menos, se le tiene por «un
profeta». Pero nadie le ha visto a la luz de la fe, en su
verdadera personalidad.
3. — Examen de los discípulos. Responde uno por todos. Voz
representativa y personal a un tiempo. Cuando escribía San
Mateo, las palabras de San Pedro sintetizaban el pensamiento
cristológico de la Iglesia (Mesianidad y Filiación divina de
Jesús); y en este sentido las consigna el evangelista.
4. — Silencio mesiánico (último versículo). Ni el pueblo ni los
mismos discípulos estaban en condiciones de comprender la
verdadera significación de la palabra «Mesías» (ver el
Evangelio del próximo domingo). Jesús era buen pedagogo, y
sabía cuánto valen los silencios de espera.
- Estos cuatro puntos son comunes a los tres Sinópticos. Entre
el 3 y el 4, San Mateo añade la síntesis de las palabras con que
Jesús encumendó a Pedro.su misión peculiar. Tres apartados:
a) La Bienaventuranza de la Fe. Consta de tres elementos,
como todas las «bienaventuranzas» orientales: 1.-
«Felicitación»; 2.- Indicación del destinatario (estrictamente
individual: nombre y patronímico); 3.- Motivo de la «felicidad»:
el no dejarse llevar por un criterio «natural» (hebraísmo: por
cosas «de carne y sangre») sino por la docilidad a la Revelación
(alusión a Mt 11,25).
b) Imposición de (sobre)notnbre. Cuando un superior imponía
solemnemente un (sobre)nombre a alguien, significaba
proclamar su augurio y darle una misión. Jesús impone a
«Simeón bar-Yoná» el de Kefah. En arameo quiere decir
«piedra» o roca. Nunca había sido ni era nombre de persona.
Simón siguió llamándose Simón. Pero luego los cristianos, en
atención al Señor, le llamaron «Simón Kefa(s)>, o,
sencillamente, «Kefa(s)>. Los de lengua griega tradujeron
Pétros, los latinos Petrus, y así sucesivamente. En el Nuevo
Testamento griego se le llama «Kefas» 9 veces y «Pétros 154.
Son 163 alusiones conscientes a la Misión que le dio Jesús,
sintetizada en este nombre-título. El Maestro da su
interpretación en positivo y en negativo. En positivo: Kefas será
la base firme en que se apoyará su Iglesia, como un edificio
sobre la roca (leer Mt 7,24-27). En negativo: las «Puertas del
Infierno» no podrán contra ella. (Cualquiera que fuese la
significación concreta de la expresión, indicaba un Poder
trascendente maligno, superior a todos los poderes humanos.)
c) Delegación de autoridad. Dos imágenes complementarias: 1)
la entiega de «las llaves». Mañera de decir que se confía a uno
el ejercicio del poder de quien sigue siendo dueño de «las
llaves». (Ejemplo concreto en la primera lectura: Eliaquim en la
casa real de Ezequías). Concepto de «vicariedad>. 2) La
facultad de «atar y desatar». Frase hecha, que se usaba mucho
y en diversos sentidos (magisterial, disciplinar, moral, jurídico).
Por contexto, subraya la amplitud y eficacia del poder de las
llaves. Se refiere también y sobre todo a la facultad de
perdonar pecados (como en Jn 20,23).
Jesucristo Hijo de Dios vino a los hombres para establecer con
ellos el orden definitivo de Santidad, Unidad y Felicidad que, en
la lengua de su pueblo, llamaban
entonces—«el-Reino--de--los--Cielos».--Lo-pensó-como- una
inmensa Familia, en la que todos —Israel y el mundo entero—
serán verdaderamente hermanos, hijos de un mismo Padre que
está en el Cielo y en el Cielo nos quiere. En el pensamiento de
Jesús, «Cielo» quiere decir Vida divina.
280 CICLO A
Jesús sabía que este «Reino» iba a llegar pronto, pero no
inmediatamente, a su plena realización escatológica. Para el
tiempo de preparación, estableció una Comunidad. La
Comunidad de sus Discípulos. Cuando hubo que expresar el
Evangelio en lengua griega, se dio a esta Comunidad el
nombre más adecuado y sugestivo que se le podía dar: el de
«Eleklesía». La Comunidad establecida por Jesús tiene por
misión pre-significar, preparar y, sobre todo, iniciar ya la Vida
divina de la eterna Familia de Dios. Pensar, sentir y vivir «así
en la Tierra como en el Cielo».
En el Evangelio de hoy, San Mateo resume un profundo diálogo
(que tal vez se desarrolló en varias etapas durante la vida de
Jesús). En nombre de la Comunidad, Simón Pedro dice su Fe a
Cristo. En la persona de Simón Pedro, Cristo da su firmeza, su
misión y su poder a la «Ekklesía».
A. — Simón «Bar-Yoná» dice su Fe a Jesús. El Maestro pregunta
qué piensa de él su pueblo (16,13). Respuestas positivas, pero
insuficientes (y. 14). Lo admiran, lo consideran un hombre
extraordinario; pero no lo comprenden. El Maestro examina
directamente a los Discípulos (v.15). Los Discípulos tienen la
responsabilidad de que en el pueblo haya Fe. En nombre de
todos, responde Simón, «hijo de Juan» Qn 1,42). Voz personal
suya, que es la voz de todos. El evangelista llama
anticipadamente a Simón con el nombre de Pedro, insinuando
que pone en sus labios la profesión de Fe con el pleno sentido
con que la mantendrá en la Iglesia Apostólica. La que reconoce
en Jesús no solamente al «Mesías)> o Cristo, sino también al
Hijo de Dios en el más estricto sentido teológico de la
expresión.
B. —Jesús afirma el oficio de Simón en la Iglesia. Lo declara
arquetipo de los Humildes que aceptan la Fe (relacionar 16,17
con 11,25). Al estilo bíblico, le da un sobrenombre que significa
su destino. El sobrenombre Kefa en arameo, que, pasando por
el griego y el latín, se ha transformado en Pedro. Piedra, o,
mejor, Roca. Lo que da confianza, porque es firme. Aunque el
Enemigo trascendente ataque a la Ekklesía que en ella se
apoya. Su firmeza viene por gracia de la única «Roca», que es
Dios. Lo mismo que la administración de las «llaves» y la
eficacia teológica de «atar y desatar» singularmente al igual
que los demás en corporación (Mt 18,18). Estas palabras se
consignaron en el Evangelio para todo el tiempo de la Iglesia
en este mundo. Simón «Bar-Yoná» murió, pero no su peculiar
oficio y responsabilidad.
El Evangelio presenta a Jesús planeando el porvenir de su obra:
la «edificación» de la Iglesia.
Por piedra fundamental elige al primer discípulo, Simón Bar-
Yoná. La lectura de Isaías evoca una lejana situación análoga:
la investidura de El-yaquim como virrey ideal de la Casa de
David. Lo mismo que en tantcs pueblos antiguos y actuales, la
entrega de la llave (de gran tamaño entonces) se considera
símbolo eficaz de la delegación de autoridad.
San Mateo ha compuesto esta página central de su Evangelio a
manera de díptico:
a) ¿quién es Jesús?; b) ¿quién es Simón Pedro?
A. — ¿Quién es Jesús? (y. 13-16). La primera tabla del díptico se
subdivide en dos preguntas: informe sobre la opinión del
pueblo, examen de fe de los discípulos. Se da por concluida la
evangelización de Galilea. Como signo de no aceptación en su
tierra,
XXI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 281
el evangelista sitúa a Jesús más allá de la frontera de Israel.
1. — Informe sobre la opinión del pueblo (13b-14). Los diversos
pareceres coinciden en considerar a Jesús a nivel de uno de los
grandes hombres que prepararon la venida del Mesías y en no
reconocerlo como Mesías. Recogiendo la memoria de los
hechos del Señor, Mateo quiere al mismo tiempo reflejar la
situación contemporánea a sus lectores. Aquí acusa la mala
información de muchos. También hoy sería impresionante la
encuesta: ¿quién decís que es Jesús?
2. — Examen de Fe de los discípulos (15-16). Mateo ha ido
acentuando en los capítulos precedentes (cf. 13) la distinción
entre la multitud que no entiende y la escuela de Jesús abierta
a su Revelación. La escuela son «los Doce Discípulos», imagen
viva del nuevo Israel. Concluida la evangelización, los examina.
Voz de todos, pero voz singular, responde «Simón Pedro». El
redactor anticipa el sobrenombre «Pedro» (que el Señor
todavía no ha impuesto) porque piensa en situación de Iglesia.
Por eso pone en labios de «Pedro» la definitiva Fe explícita de
la Comunidad postpascual: Jesús no es solamente «el Mesías»,
sino también el Hijo de Dios en el más estricto sentido único de
la expresión.
B. — ¿Quién es Pedro? (y. 17-19). En el esquema seguido por
Marcos (8,27-30) y Lucas (9,18-21), Mateo incluye una
apretada síntesis sobre el carisma eclesiológico de Pedro
recogiendo Palabras del Señor pronunciadas en esta o diversa
ocasión. La misma doctrina se encuentra en otra forma y con
otras palabras en Lucas (22, 31-32) y en Juan (21, 15-17).
Está en el centro la idea de «Ekklesía» o Comunidad
escatológica de Salvación, «convocada» por y en el Mesías.
Iglesia, que Jesús llama suya. Se compara a un edificio (que se
va edificando incesantemente, dirá el mismo Pedro en su
Primera Carta 2,5). Casa, Templo o Ciudad en trance de
combate con las «Puertas» o fuerzas del Infierno (todo cuanto,
sobrehumano o humano, se opone a su programa de
Salvación). Ya en la tierra, la Iglesia es ámbito de
intercomunicación con el «Cielo» u orden divino (19b).
El Mesías proclama a Simón arquetipo de la Fe de los humildes
(comparar 16,17 con 11,25). Le asigna en su Iglesia el valor de
firmeza y cohesión que simboliza la «Roca» en que se apoya un
edificio (cf. 7,24-25). De áhí el sobrenombre augural arameo
Kefa, traducido al griego en Pétra/Petros. Ninguna persona lo
había llevado hasta entonces; por eso, cada vez (163!) que lo
usa el Nuevo Testamento es afirmación consciente del oficio
que significa. Símbolo equivalente el de la entrega de las
llaves, coordinado a la plena autorizada responsabilidad
(disciplinar, doctrinal, moral) de atar-y-desatar. —Aunque
Simón Bar-Yoná ya había muerto, el evangelista consignó estas
palabras del Señor como doctrina actual, seguro de que
«Pedro» seguía y seguirá viviendo mientras haya Iglesia.
VIGESIMOSEGUNDO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Jeremías 20,7-9
Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir;
me forzaste y me pudiste.
Yo era el hazmerreír todo el día,
todos se burlaban de mí.
Siempre que hablo tengo que gritar Vio1encia», y proclamar
«Destrucción».
La palabra del Señor se volvió para mí
oprobio y desprecio todo el día.
Me dije: no me acordaré de él, no hablaré más en su nombre;
pero la palabra era en mis entrañas fuego ardiente, encerrado
en los huesos;
intentaba contenerla, y no podía.
Salmo responsorial Sal 62,2. 3-4. 5-6. 8-9
R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta
de ti;
mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin
agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu
gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios.
XXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 283
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca
y mis labios te alabarán jubilosos.
Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los Romanos 12,1-2
Hermanos: Os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar
vuestros cuerpos como hostia viva, Santa, agradable a Dios;
éste es vuestro culto razonable.
Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la
renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la
voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Ef 1,17-18 El Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine los ojos
de nuestro corazón, para conocer cuál es la esperanza a la que
nos llama.
Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 16,21-27
En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que
tenía que ir a Jerusalén a padecer allí mucho por parte de los
senadores, sumos sacerdotes y letrados y que tenía que ser
ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se
puso a increparlo:
— lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.
Jesús se volvió y dijo a Pedro:
—Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú
piensas como los hombres, no como Dios.
Entonces dijo a los discípulos:
—El que quiera venirse conmigo que se niegue a si mismo, que
cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la
perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿De qué le
sirve a un hombre ganar el mundo entero, si inalogra su vida?
¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre
vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces
pagará a cada uno según su conducta.
Empieza la segunda mitad del Evangelio según Mateo. La
primera se recapituló en la afirmación: Jesús es el Mesías. La
segunda abre una perspectiva, que ningún
284 CICLO A
contemporáneo de Jesús había imaginado ni era capaz de
entender: el Mesías ha de establecer el Reino de Dios pasando
por la Cruz.
Esta segunda parte irá dirigida casi exclusivamente a los
Discípulos. Los adoctrina sobre el signo de la Cruz. Ellos
manifiestan una y otra vez su incomprensión. Pero el Maestro
no cede. —En las primeras líneas, que leemos hoy, aparecen
ya los tres aspectos: Jesús anuncia lo que ha de padecer en
Jerusalén. Pedro se opone. Jesús insiste: sólo quien emprenda
el Camino de la Cruz será Discípulo suyo.
1. — «Tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho». Jesús
había aceptado que Simón Pedro lo llamase «el Mesías». El
concepto «mesías» —equivalente a «rey»— cifraba una
imprecisa gran esperanza: la restauración del Reino de Israel
por obra de un «hijo de David». Jesús asumió los ideales de su
pueblo. Pero los elevó a un orden inmensamente más alto.
Conoce la Voluntad del Padre y la ha hecho su deber filial:
«tiene que ir a Jerusalén... » No forjará su Reino la guerra ni la
política, sino el Misterio de la Cruz-y-Resurrección. Misterio que
entraña la Salvación del mundo.
2. — «Tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los
hombres». Pedro cuenta con su valor y su espada Un 18,10-
11). Pensamientos de los hombres. Creyéndose héroe del Reino
y su Justicia, se ha puesto al servicio del Tentador (comparar el
texto con Mt 4,10). Desengañado al fin de su espada, Pedro
morirá en una cruz como el Maestro. Los evangelistas se
complacen en referir la humana fragilidad de Simón; así queda
claro que fue y es Roca firme de la Iglesia por pura Gracia de
Cristo.
3. — «Si alguien quiere venir en pos de mí...» Después del
episodio de Simón Pedro, preludio y símbolo de las
incomprensiones cristianas de la Cruz, vienen cuatro
Sentencias, que el Señor pronunciaría en diversas ocasiones.
Coinciden en un pensamiento común: por la Vida (eterna) hay
que poner en actitud de Sacrificio nuestra vida (temporal). —La
Pasión de Jesús se prolonga en la de sus Discípulos. La primera
Sentencia lo dice con una imagen impresionante: ser Discípulo
es seguir a Cristo, sustituyendo el innato egoísmo (niegue su
propio «yo»...) por el abrazo de la propia «cruz». No hay quien
no sepa por experiencia (a veces de sólo Dios comprendida)
cuál es su «cruz».
El Evangelio tiene por centro la primera de las tres
«Predicciones de la -Pasión». La lectura del Antiguo Testamento
pertenece a las «Confesiones» de Jeremías:
angustia del profeta que tiene que decir a su pueblo todo lo
contrario de lo que el pueblo quisiera oír.
San Pablo suele añadir a la siempre difícil parte doctrinal de
sus Cartas unas exhortaciones prácticas, en estilo claro y
sencillo. El fragmento de hoy es introducción a los cuatro
capítulos (12-15) de tales exhortaciones, con que termin Carta
a los Romanos. La vida cristiana, dice, es como una liturgia
espiritual. Su norma, la amable voluntad de Dios.
El EVANGELIO continúa y completa el diálogo junto a Cesarea
de Filipo (lectura del domingo pasado). Se trataba de una
pregunta fundamental: « Quién es Jesús?» Simón confesó que
Jesús es el Mesías.
Pero esta afirmación abría otro interrogante: « cómo será el
Mesías?» Entre los israelitas se daban opiniones. Para muchos,
un gran Rey. Según otros, un Profeta. O quizá un Sacerdote
ideal. También los había (p. ej. en Qumrán) quienes
imaginaban
XXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 285
un Israel bajo dos poderes paralelos, con dos Mesías: el de
David (un Rey ideal) y el de Aarón (un Sumo Sacerdote
perfecto).
Absolutamente nadie esperaba un Mesías-víctima.
Y esta fue la desconcertante novedad de Jesús. «Desde
entonces» (dice el texto a la letra) empezó Jesús Mesías a
mostrar a sus discípulos...>. «Desde entonces», cuando le
hubieron reconocido claramente por Mesías; no antes. «A sus
discípulos» o apóstoles; no al pueblo en general. «Empezó...»
no a decírselo una sola vez, sino a hacer de su pasión y muerte
tema habitual de las conversaciones. El Evangelio insistirá
sobre ello en las páginas sucesivas.
Pedro protesta con su característica inmediatez. En el fondo de
sus palabras se adivina el ofrecimiento de impedir a toda costa
lo que Jesús presiente. El mesianismo de todos iba envuelto
entonces en la humana ilusión de la violencia, que para Pedro
fue la inútil espada de Getsemaní.
Jesús era buen pedagogo y, por tanto, sabía reprender. Pedro
no ha hablado como un discípulo de Dios, sino como un
hombre cualquiera entre los hombres. Es admirable el camino
de la «formación» de Pedro. Para constituirlo Roca de la Iglesia,
Jesús lo hizo experto en humillaciones. Arquetipo de lo que
puede la gracia sobre la debilidad cuando es dócil.
La reprensión consta de un imperativo y un vocativo. Un
vocativo: «Satán’>. Vocablo hebreo que significa Adversario.
Sinónimo de Tentador. Se entendía por «tentar» incitar a uno a
desviarse del recto «camino». Pedro se ha interpuesto delante
del Maestro.
El imperativo dice (traducido al pie de la letra): « detrás de
mí!» Es una manera de recordarle que es discípulo y no
maestro. En el Evangelio se entiende por discípulo «el que
sigue a Jesús». Este imperativo prepara la inmediata Sentencia
fundamental sobre el «seguimiento»:
«El que quiera venir en pos de mí... » Condición previa:
«niéguese a sí mismo». Decir NO, por Cristo, a lo que era Sí por
egoísmo (propios criterios, intereses, tendencias...). Sólo así es
posible que cada discípulo, generosamente, «tome su cruz». La
cruz era signo del sacrificio de la propia vida como Cristo, con
Cristo, por Cristo. En resumen, quiere decir que la vocación al
discipulado equivale a la vocación al martirio. De hecho,
cuando se escribió el Evangelio, era normal que el cristiano
muriese mártir.
Las tres frases siguientes insisten en la misma idea: por la Vida
(escatológica o eterna) hay que dar la vida (temporal). Porque,
¿de qué serviría en esta vida tener todas las riquezas del
mundo, si se pierde la eterna? Como siempre en el Evangelio
de Mateo, el Señor termina con una alusión al Juicio Final.
Al cabo de una semana, Jesús, que era buen pedagogo, llevó a
Pedro con otros dos testigos al monte de la Transfiguración.
El Evangelio recuerda la hora impresionante en que Jesús
empezó a comunicar con solos sus Discípulos el que hasta
entonces se había reservado como absoluto secreto: que en la
próxima visita a Jerusalén le esperaba un abismo de
padecimientos y la más horrible pena de muerte.
La página que escuchamos se divide en tres apartados: Cristo
anuncia su propia
286 CICLO A
Pasión; Pedro protesta; Cristo anuncia la Pasión de todos los
que quieran ser Discípulos suyos.
A. —Jesús anuncia su Pasión (16,21). Pedro acababa de
reconocerlo como Mesías (16,15-20). Faltaban pocos días para
la radiante experiencia del Tabor (17,1-6). Entre los Discípulos
ardía una hoguera de entusiasmo. En el peligroso título
«mesías» los galileos concentraban entonces, a punto de
estallar, la plenitud de todas las esperanzas colectivas, tanto
religiosas como temporales. La mayor parte lo imaginaban rey;
otros profeta, jefe, reformador, sacerdote o todo a la vez.
Absolutamente nadie había imaginado que pudiese ser un
Mártir, hundido en la humillación a la vista del mundo.
Jesús asume las esperanzas de su Pueblo, pero las trasciende.
Por encima de todas las ilusiones, se define como el Mesías de
una Resurrección que se ha de forjar en la Cruz. No da más
razón sino la de que «tiene que ser» así. En el sencillo lenguaje
de Jesús, «tener que ser» traducía a conversación ordinaria su
conciencia de que era Voluntad del Padre. En Getsemaní lo dirá
claro. Para su psicología filial, «Voluntad del Padre» significaba
obediencia; es decir, coincidencia espontánea y libre con un
Amor inteligente a lo divino. Contra todos los «mesianismos»
por imposición, Jesús va a realizar el único humano: el de
salvar a los demás (y enseñar a que cada uno contribuya a
salvar a los demás) dando en sacrificio la propia vida.
B. — Pedro protesta (16, 22-23). Todavía inteligente a lo
humano (23b), Pedro lleva su espada escondida bajo la túnica
(Jn 18,10-11). Pedro reprendido (Mt 16,23a), humillado (26, 69-
75) y convertido (Lc 22,32), renunciará a la espada y morirá en
Cruz, como Cristo, en el Circo Vaticano, para ser arquetipo y
centro primacial de todos los Discípulos en la Iglesia (Mt 16,
18-19).
C. —Jesús señala a los Discípulos el camino de la Pasión (16.24-
27). Cuatro Sentencias del Señor, pronunciadas en diversas
ocasiones, que coinciden en un mismo pensamiento. La Vida-
divina vale más que el mundo entero (v.26). Más que la propia
vida (v.25). Fuera de la Vida-divina la única opción es un eterno
fracaso (v.27). Por la Vida-divina hay que renunciar al egoísmo,
seguir las pisadas de Cristo y abrazar la Cruz (v.24). Palabras
duras si se entienden en negativo; sublimes si en positivo.
Porque la Vida-divina, regalo de Cristo al mundo, traspone la
persona humana a un nivel infinitamente superior a sí misma.
El hombre es tristeza mientras se encierra en su propia
dimensión. Sólo es feliz, libre y alegre quien entrega y
consagra su vida, minuto a minuto, por algo (por alguien) que
vale más que él mismo. Más que la persona humana, sólo Dios.
Cristo enseñó el camino. En la entraña de la Cruz-aceptada se
encuentra la gozosa libertad.
San Mateo evoca el momento en que Jesús abrió por primera
vez a los ojos de sus discípulos una perspectiva nueva,
desconcertante, abrumadora: la Cruz.
Sirven de preludio unas palabras de Jeremías. Precisamente
por amar a su pueblo y hablar con sinceridad, el profeta fue
incomprendido, hecho objeto de burla, maltratado. En muchos
rasgos de su fisonomía se anticipa un reflejo de la de Cristo.
La lectura evangélica se nos ofrece como un díptico. En la
primera tabla, la Pasión de Jesús. En la segunda, la del
Discípulo.
XXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 287
A. — La Pasión de Jesús (y. 21-23). A lo largo de los capítulos de
transición entre el diálogo de Cesarea de Filipo y la entrada en
Jerusalén, la «Catequesis sinóptica» presenta tres veces a Jesús
profetizando su muerte dolorosa y resurrección. Después de
cada una de las tres predicciones, uno o varios discípulos
manifiestan su incomprensión. A partir de ella, el Maestro los c-
orrige, y proyecta sobre ellos el reflejo de la Cruz. Hoy leemos
la primera predicción. El discípulo que no comprende es el
mismo Simón Pedro.
1.— La profecía (y. 21). Jesús tenía conciencia de que iba al
encuentro de una muerte violenta. En virtud de su
conocimiento divino. También humanamente, dadas las
circunstancias en que se movía. Los evangelistas insisten
mucho en este pre-conocimiento a fin de destacar la libre
voluntad con que aceptó el Martirio. Habla de algo que «tiene
que» cumplir como un deber, como un Servicio (20, 28). Más
profundamente, como Voluntad del Padre (cf. Getsemaní). Esta
libre aceptación de la Cruz es lo qué ha hecho fascinadora la
imagen del Crucificado; no víctima fatal de un destino, sino
Ofrenda de Sacrificio generoso.
Confió su secreto a solos los discípulos, luego que lo
reconocieron como Mesías. A oídos hebreos, «Mesías» sonaba
a «Rey». Unos lo esperaban imperialista, otros apocalíptico,
quizá algunos sacerdotal. Pero nadie había imaginado que su
Reino tuviese que realizarse a través del fracaso y el patíbulo.
Por eso, en la conclusión de la lectura precedente vimos que
prohibió a sus discípulos que dijesen a los demás que él era el
Mesías. No podían comprenderlo. Tampoco lo comprendían los
discípulos...
2. — La incomprensión 4 Pedro (y. 22). El evangelista se
complace en darle el sobrenombre eclesiológico de Pedro (Kefa
o «Roca») a fin de evidenciar que la Gracia de su elección
como vicario del Mesías reposaba sobre carne frágil. A quienes
ofusca la fragilidad de los instrumentos de la Gracia
establecidos por Cristo, son analfabetos en Evangelio.
3. — La corrección (y. 23). Jesús rechaza el entremetimiento de
Pedro como una tentación (comparar con 4,10). Traduciendo en
positivo la censura, le enseña que el buen Discípulo tiene a
veces que pensar, sentir y obrar «no como los hombres»...
B. — La Pasión del Discípulo (y. 24-27). Manual de formación
cristiana, el Evangelio proyecta el deber o Servicio de la Cruz
también sobre el seguidor de Cristo En la precedente respuesta
a Pedro, el tezto original dice: « en pos de mí...!» (y. 23). Y
ahora añade: «El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz y sígame». La ezpresión «seguir a Jesús»
resumía el ideal de quienes le conocieron directamente y se
consagraron a El. Comprendían que en El se había manifestado
la suprema perfección humana según Dios. El imperativo de
llevar la cruz significaba la vocación o disponibilidad al
martirio. Muy pronto (ya San Lucas 9, 23) se aplicó al sacrificio
cotidiano. Siguen tres Sentencias análogas, mirando a la Vida y
Gloria escatológica (o al peligro de frustrarse eternamente).
Todo ello es preludio, en el Evangelio, de una lección
fascinadora sobre el último sentido de la Cruz: la
Transfiguración (17, 1-9).
VIGESIMOTERCER DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Ezequiel 33,7-9
Esto dice el Señor:
A ti, hijo de Adán, te he puesto de atalaya en la casa de Israel;
cuando escuches palabra de mi boca, les darás la alarma de mi
parte.
Si yo digo al malvado:
< eres reo de muerte», y tú no hablas, poniendo en guardia al
malvado, para que cambie de conducta, el malvado morirá por
su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre.
Pero si tú pones en guardia al malvado, para que cambie# de
conducta, si no cambia de conducta, él morirá por su culpa,
pero tú has salvado la vida.
Salmo responsorial Sal 94,1-2. 6-7. 8-9
R. Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis vuestro corazón.»
Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos
salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo
con cantos.
XXIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 289
Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador
nuestro. Porque él es nuestro Dios
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
<‘No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de
Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron,
aunque habían visto mis obras.»
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos 13,8-
10
Hermanos: A nadie le debáis nada, más que amor; porque el
que ama tiene cumplido el resto de la ley. De hecho, el <‘no
cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no envidiarás», y
los demás mandamientos que haya, se resumen en esta frase:
«Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”
Uno que ama a su prójimo no le hace daño; por eso amar es
cumplir la ley entera.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
2Co 5,19 Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo,
y a nosotros nos ha confiado el mensaje de la reconciliación.
Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 18,15-20
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te
hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama
a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado
por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la
comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad,
considéralo como un pagano o un publicano.
Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en
el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado
en el cielo.
Os aseguro además que si dos de vosotros se ponen de
acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del
cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre,
allí estoy yo en medio de ellos.
El fragmento de Evangelio que leemos hoy está en el centro de
una plática familiar del Señor con sus Discípulos, ambientada
en la casita de Cafarnaúm. Les inculca el espíritu pastoral con
que deberán actuar en cada concretE comunidad de Iglesia. En
la
290 CICLO A
primera parte (18, 1-14) ha hablado de ios niños y los débiles,
de los que son causa de escándalo, de los que están en trance
de perderse. Ahora les da normas para el posible caso de que
un miembro de la iglesia se ponga en actitud de pecador
público.
1. — «Si tu hermano peca...» Se entiende por «hermano» un
miembro de la Fraternidad cristiana, no los ajenos (1 Cor 5, 9-
13). No se refiere a aquellas «motas en el ojo» (Mt 7, 3-5), por
las que sería mezquindad importunar. Tampoco a la vulgar
cizaña, que hay que tratar con paciencia (Mt 13, 24-30). Piensa
en un grave y mantenido escándalo, que hace incompatible la
permanencia de un determinado miembro en la iglesia (18, 8-
9). Situación que se le planteó a San Pablo en Corinto (1 Cor 5).
Callar redundaría en complicidad [ lectura]. El Evangelio indica
un procedimiento que es (suavizándolo mucho) el que seguían
otras asociaciones contemporáneas en Israel. Empezar por una
entrevista personal, de corazón a corazón. Insistir luego ante
un mínimo número de testigos. Si persiste en su actitud, hacer
que sepa y confirme la reprensión toda la «ekklesía» en cuyo
ámbito se ha producido el escándalo. Si la menosprecia, él
mismo ha manifestado que quiere ser tenido por ajeno («como
un pagano»...). Podrá reincorporarse cuando vuelva y pida
perdón. —Estas líneas de Evangelio son espíritu, no artículo de
código. Sin traicionar el espíritu, habrá que adaptarlas a cada
distinta situación.
2. — «En la tierra... en el cielo...» Siguen dos solemnes
aseveraciones del Señor (18-19). Prometen a sus Discípulos en
la tierra la eficaz cooperación del Padre Dios que está en el
cielo. La primera extiende a los otros Discípulos unidos con
Pedro —al Apostolado permanente— la facultad de «atar y
desatar» que poco antes (16, 19) había otorgado a solo Pedro.
En la segunda les dice que el Padre escuchará siempre la
oración que le dirijan en común sintonía. -
3. — «Donde están dos o tres congregados en mi Nombre, allí
estoy en medio de ellos». Razón profunda de la Iglesia. Jesús el
Señor está en ella (Mt 28, 20). El Cielo y toda su Realidad
hecho presencia e intercomunicación con todas las realidades
de la tierra. «Dios-con-nosotros».
El Evangelio es una parte del cuarto «Sermón» o amplia
antología de Palabras del Señor, recogidas y ordenadas por San
Mateo. Dicho Sermón llena el capítulo 18, tiene por auditorio el
solo grupo íntimo de los Discípulos y les ofrece una especie de
«directorio pastoral» en germen. El fragmento que leemos hoy
indica el procedimien to con que hay que intervenir cuando un
miembro de la comunidad escandaliza con su comportamiento.
El profeta Ezequiel expresa este sentido de solidaridad
disciplinar entre los miembros del Pueblo de Dios mediante una
imagen: la del centinela.
Los cuatro capítulos (12-15) de exhortaciones prácticas de la
Carta a los Romanos insisten varias veces en el precepto
capital del Amor fraterno. El inciso que leemos hoy lo relaciona
con las leyes morales particulares (sobre todo, las que
protegen el derecho del prójimo). La Caridad unifica su
indispensable multiplicidad en una superior actitud: el que
ama, realiza por el otro, a partir de su gozosa interna libertad,
todo y más de lo que le exigen desde fuera cada una de las
leyes. Estas, además, ya no le estorban; como no estorba la
oportuna señalización a lo largo del camino que uno sigue
porque «quiere».
XXIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 291
El cuarto Sermón del EVANGELIO según Mateo se desarrolla en
tres ciclos de reflexiones y consignas ascético-pastorales. El
primer ciclo (vers. 1-14) proclama la primacía de los humildes
en el Reino de Dios (1-4) y declara a los «pequeños» o débiles
objeto primordial del quehacer apostólico, tanto en positivo
(ayudarlos: 5. 10-14) como en negativo (no «escandalizarlos»:
6-9). Hoy leemos el segundo ciclo (15-20), y el domingo
próximo el tercero.
Este segundo ciclo empieza con un tema realista. En la Iglesia
del Mesías no todo será buen grano. Es de prever que algún día
habrá un «hermano» o miembro públicamente pecador. No
según aquella normal miseria que conviene tolerar (recuérdese
la parábola de la cizaña). En el primer ciclo se habla de
«escándalos». La situación a que se refiere Mateo se dio, por
ejemplo, en la iglesia de Corinto recién fundada por San Pablo
(léase 1 Cor 5, 1-13, que es el mejor comentario). Ante el caso
grave no cabe la inhibición: hay que actuar por razón de iglesia
(jamás por aquel mezquino instinto fiscalizador ridiculizado por
el Sermón de la Montaña: Mt 7, 3-5).
A semejanza de otras agrupaciones religiosas judías de la
época, inspirándose en el Levítico (19, 17) y el Deuteronomio
(19, 15), el Evangelio indica un procedimiento que aúna en su
sencillez el celo, la caridad, la prudencia y la eficacia. Tres
pasos. Primero, de corazón a corazón con el solo culpable. Es
difícil el arte de reprender. Si tiene éxito, ha «ganado» un
hombre para Dios. El segundo paso es más incómodo:
reiterar la reprensión ante uno o dos testigos. El tercero nos
costaría imaginarlo actualmente (ver 1 Cor 5, 4-5): poner al
culpable en evidencia ante la iglesia local reunida. Si tampoco
hace caso del reproche común, él mismo se ha declarado ajeno
a la iglesia, y ésta formaliza públicamente su separación.
Siguen tres Sentencias del Señor. La primera (vers. 18)
reconoce colegialmente a los Discípulos la autoridad de «atar y
desatar» otorgada poco antes (16, 19) a San Pedro. La segunda
(19) asegura la especial eficacia de la oración cuando la hacen
juntos dos o más miembros de la comunidad. El texto griego
compara esta oración fraterna a una «sinfonía» o acorde
musical. Quiere decir que los Discípulos nunca deberían poner
en acto su poder de «atar y desatar» sin previo y cordial
recurso al diálogo con el Padre celeste del buen gobierno y
amor. La tercera Sentencia (20) asegura la Presencia de Cristo
en el centro de la Iglesia y de cada auténtica comunidad
eclesial reunida «en su Nombre». La conciencia de que Jesús es
«Dios-con-nosotros» (Mt 1,24) y está con los Discípulos hasta el
fin de los tiempos (Mt 28, 20) es para la Iglesia exigencia divina
de purificación y santidad.
El Evangelio de hoy constituye la sección central de unas
Instrucciones del Señor a sus Discípulos sobre el espíritu con
que deberán ejercer el oficio pastoral en la Comunidad
Cristiana. Humildad y firmeza; comprensión y autoridad. En el
contexto anterior (18, 1-4) habló de la atención a los niños y a
los débiles. Y también de los que dan o sufren «escándalo». En
el fragmento que leemos se distinguen dos partes:
A. — Corrección del hermano pecador (y. 15-17). El Evangelio
llama «hermanos»
a los miembros de la Comunidad cristiana, que es por vocación
una Fraternidad (Mt
23, 8). Al decir que un hermano «peca», no se refiere a las
pequeñas debilidades de
todo humano (7, 1-5), ni a la cizaña común (13, 24-30). San
Mateo piensa en algún
292 CICLO A
hecho impresionante y escandaloso, lo mismo que San Pablo
escribiendo a los de Corinto (1 Cor 5). Si la Fraternidad calla
ante el escándalo provocatorio de un miembro suyo, se
compromete la entera Fraternidad.
Pero el arte de corregir en cristiano pide amor y respeto en la
firmeza. Primero a solas, de corazón a corazón. Si no hace
caso, insistir ante un mínimo número de testigos (Dt 19, 15). Si
tampoco cede, que la Comunidad sepa y confirme la
reprensión. Por «comunidad» San Mateo dice Eleklesía. Se
refiere a la «Iglesia» en cuyo ámbito se ha producido el mal
ejemplo. Si el culpable persiste en él, pide con su actitud que le
consideren «como un ajeno». Podrá reentrar cuando vuelva y
pida perdón.
Estas normas reflejan (suavizándolas mucho) las de otras
asociaciones hebreas de aquel tiempo. Intentan realizar en
amor [ lectura] la fidelidad del centinela [ lectura]. Sin apagar
su espíritu, habrá que adaptarlas a las circunstancias de cada
época y situación.
B. — Presencia divina en la Comunidad. Siguen tres Sentencias
del Señor, reunidas aquí por San Mateo. Asegura a sus
Discípulos que trabajan «en la tierra» la asistencia eficaz del
Dios que está «en el Cielo»:
1. — Con relación al oficio de «atar y desatar» (y. 18). «Todo lo
que atéis... todo lo que desatéis... » Amplia autoridad religiosa,
que antes dio a Pedro en singular (Mt 16, 19 b). Cuando la
ejerce él, o con él «los Discípulos» a quienes el Señor da esta
responsabilidad en la Iglesia, Dios en el Cielo se solidariza con
sus decisiones.
2. En la oración (y. 19). Por contexto, la promesa de atender la
petición que sale al unísono de varios corazones hermanos se
refiere a la oración que ha de preceder e iluminar aquellas
decisiones que los responsables tomarán en bien de la
Comunidad. Por ejemplo, la de corregir (vv. 15-17).
3. En la vida de la Iglesia (y. 20). Esta última frase es, tal vez,
en todo su Evangelio la que mejor resume el pensamiento de
San Mateo. Cristo en la Iglesia. En efecto, Jesucristo «Dios-con-
nosotros» (Mt 1, 24) estará siempre con ella, hasta el fin del
mundo (Mt 28, 20).
El capítulo 18 de San Mateo presenta a Jesús instruyendo a los
Discípulos sobre el espíritu de humildad, celo, autoridad y
comprensión con que deben proceder en la Iglesia. Un esbozo
de «directorio ascético-pastoral», del que leemos un
fragmento.
Las normas que se dan en este fragmento presuponen una
convicción: que el hermano no puede inhibirse ante el terror o
pecado de su hermano. Como preludio a estas líneas del
Evangelio, escuchamos unas palabras de Ezequiel afirmando
dicho sentido de responsabilidad bajo la imagen del centinela.
El «directorio ascético-pastoral» del capítulo 18 de San Mateo
empieza con una lección de humildad. Jesús pone un niño en
medio de los Discípulos, y lo declara signo de la grandeza ante
Dios (18, 1-4). Añade que atender a un niño con espíritu
cristiano es atender a Cristo (y. 5).
De la imagen del «niño» pasa a la idea, más amplia, de los
pequeños o débiles, susceptibles de «escándalo». Advertencia
severísima contra quienes lo fomentan (y.
6-9).
XXIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 293
El peligro del escándalo trae el recuerdo de algunos que ya se
han desviado de la Comunidad, y están en trance de perderse
del todo. Jesús pide a los Discípulos en favor de cada uno de
ellos (alegorizado en una «oveja descarriada») la solicitud
incansable del Buen Pastor (y. 10-14).
Del que está a punto de caer, la atención se desplaza al que ya
ha caído plenamente. El hermano pecador. En el vocabulario de
Mateo, «hermano» quiere decir miembro de la Comunidad
cristiana. No se refiere a las connaturales flaquezas de cada
uno, ante las que Jesús exige cerrar los ojos (léase Mt 7, 1-5).
Ni se trata de la «cizaña» normal, objeto de la tolerancia hasta
el fin de este mundo (13, 24-43). Habla de un escándalo
singular, inconciliable con la profesión de «hermano’> en la Fe.
Para comprender el ambiente vivo de estas líneas, léase el
capítulo 5 de la 1 Carta a los Corintios.
El Señor habla a «los Discípulos» (18, 1). En el pensamiento de
Mateo, personifican a toda la Iglesia considerada en sus
ministros responsables. Les da unas normas de procedimiento,
y les recuerda tres principios eclesiológicos.
A. — Normas de procedimiento (y. 15-17). Inspiradas en la
tradición y costumbres contemporáneas del judaísmo. Primero,
una visita cordialmente severa a cuatro ojos; es gesto de
caridad (Lev 19, 17-18), del que puede salir una conversión (y.
15 b; cf. Sant 5, 19-20). Si fracasa, insistir ante el mínimo
número de testigos a norma del Deuteronomio (19, 15). Si no
hace caso, reprensión pública en la asamblea de la comunidad
o iglesia local (1 Cor 5,4; 2 Tes 3,14). En último término,
declararlo no perteneciente a la Comunidad (y. 17 b = ex-
comunión pedagógica o «medicinal»:
cf. 2 Tes 3, 15; 1 Cor 5, 5 b y 9-1 1). Son normas adaptadas a
una situación concreta, que habrá que modificar en otras
situaciones, manteniendo “ espíritu.
B. — Principios eclesiológicos (18. 19. 20): a) El poder de atar-
y-desatar (= 16, 19 b), sancionado por Dios (<-en el Cielo»),
reside en el Colegio de «los Discípulos». Poder de la Iglesia,
actuado en sus ministros autorizados. Además de la facultad
de aceptar o no en la comunión eclesiástica (y. 15-17), se
extiende al perdón teológico de los pecados (= Jn 20, 23). —b)
La oración acorde es el alma de esta eficaz intercomunión
entre el orden divino y el humano (el Cielo y la tierra), qüe se
realiza en la Iglesia. —c) Porque la Iglesia, en cualquier
congregación legítima («en mi Nombre»), aun mínima («dos o
tres»), donde se actualice, es ámbito de la eficaz Presencia
divina del Señor (28, 20 b).
[ última parte de este capítulo 18 (vers. 21-35), que no
leeremos este año, enseña a los mismos Discípulos que tienen
que velar por la pureza de la Iglesia (= y. 15-17), a perdonar
siempre las ofensas personales (y. 21).]
VIGESIMOCUARTO DOMINGO PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Eclesiástico 27,33—28,9
El furor y la cólera son odiosos:
el pecador los posee.
Del vengativo se vengará el Señor
y llevará estrecha cuenta de sus culpas.
Perdona la ofensa a tu prójimo,
y se te perdonarán los pecados cuando lo pidas. ¿Cómo puede
un hombre guardar rencor otro
y pedir la salud al Señor?
No tiene compasión de su semejante,
¿y pide perdón de sus pecados?
Si él, que es carne, conserva la ira,
¿quién expiará por sus pecados?
Piensa en tu fin y cesa en tu enojo,
en la muerte y corrupción y guarda los mandamientos.
Recuerda los mandamientos
y no te enojes con tu prójimo,
la alianza del Señor, y perdona el error.
Salmo responsorial Sal 102,1-2. 3-4. 9-10. 11-12
R. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico
en clemencia.
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.
XXIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 295
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te coima de gracia y de ternura.
No está siempre acusando, ni guarda rencor perpetuo.
No nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga
según nuestras culpas.
Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad
sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso, - así aleja de nosotros nuestros
delitos.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 14,7-9
Hermanos: Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno
muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si
morimos, morimos para el Señor. En la vida y en la
muerte somos del Señor. Para esto murió y resucitó Cristo,
para ser Señor de vivos y muertos.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 13,34 Os doy el mandato nuevo: que os améis mutuamente
como yo os he amado, dice el Señor. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 18,21-35
En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:
—Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que
perdonar? ¿Hasta siete veces?
Jesús le contesta:
—No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Y les propuso esta parábola:
—Se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las
cuentas con sus empleados. Al
empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil
talentos. Como no tenía con qué
pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus
hijos y todas sus posesiones, y
que pagara así. - El empleado, arrojándose a sus pies, le
suplicaba diciendo:
«Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo.’>
El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar,
perdonándole la deuda. Pero al salir, el empleado aquel
encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios,
y agarrándolo lo estrangulaba diciendo:
«Págame lo que me debes.’>
296 CICLO A
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo:
‘<Ten paciencia conmigo y te lo pagaré.»
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara
lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y
fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el
señor lo llamó y le dijo:
‘ malvado! toda aquella deuda te la perdoné porque me lo
pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu
compañero, como yo tuve compasión de ti?»
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que
pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo si cada cual no
perdona de corazón a su hermano.
La página de Evangelio que leemos hoy termina aquella
conversación del Maestro con sus discípulos en la casita de
Cafarnaúm. Antes les inculcó el espíritu cristiano de la
humildad y una predilección pastoral en favor de los niños, los
débiles y los pecadores. Ahora concluye con el Mandamiento
del Perdón fraterno. El más realista ejercicio del amor. La
Iglesia y cada comunidad de Iglesia será familia de hermanos
mientras sepamos pedir perdón y perdonar sin límite.
1. — El Mandamiento del Perdón fraterno se declara en las
primeras líneas. Era pedagogía de aquel tiempo introducir una
sentencia importante del Maestro con la pregunta de un
discípulo. La de Pedro es voz de todos: ¿de veras tendremos
que perdonar hasta «siete veces» al hermano que persevera
en ofendernos? La expresión «siete veces’> equivalía a
siempre. Jesús acentúa el modismo popular con un inmenso
subrayado: «setenta y siete veces». Quiere decir:
absolutamente siempre. Alusión por contraste a la insolencia
de Lamek, aquel arquetipo de violentos que prometía vengarse
«setenta y siete veces’> por cada injuria recibida (Génesis 4,
24).
2. — La parábola de. la infinita Misericordia. Jesús ilustraba su
doctrina con ejemplos que impresionasen la imaginación de la
gente sencilla. Aquel mal administrador había defraudado al
rey una cantidad que excedía al entero presupuesto anual del
reino. Por vía de justicia estaba perdido para siempre. Apela a
la compasión y se le perdona al punto toda la culpa y deuda.
Generosidad que nunca se ha visto en el orden humano y es
pura transparencia de lo que significa para nosotros el divino
perdón. Somos responsables, cada persona humana, de un
inmenso tesoro de Gracia mal administrada. Si alguien no
siente la urgencia de pedir perdón, y al pedirlo no se siente
infinitamente perdonado, todavía desconoce a Dios.
3. — Condenación del que no tiene Misericordia. La suprema
razón por la que debemos perdonar siempre al hermano es la
generosidad con que nos perdona siempre el Padre Dios.
Somos miembros de un Reino de Dios que es Familia y tiene
por Ley fundamental la Misericordia. Aquel siervo infinitamente
perdonado cometió la insensatez de vejar al «consiervo» por
una deuda que representaba la millonésima parte de la que él
mismo había contraído. Cuando decimos al Padre Dios en la
oración de cada día «perdónanos... corno nosotros hemos
perdonado», firmamos nuestra Salvación — o nuestra condena.
El Evangelio nos ofrece la última parte del Sermón o «directorio
pastoral» del capítulo 18 de San Mateo. Tema central: el
perdón ilimitado de las ofensas personales.
XXIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 297
Puede considerarse un comentario a aquella petición del
Padrenuestro: «perdónanos como nosotros perdonamos...)) Ben
Sirá, en su código de sensatez que llamamos el Eclesiástico,
prepara muy de cerca esta lección del Evangelio: ¿cómo va a
pedir misericordia a Dios el que es vengativo con su prójimo?
Termina con este domingo la serie de fragmentos de la Carta a
los Romanos. En las líneas que preceden al de hoy, San Pablo
da consejos de comprensión a propósito de ciertas curiosas
divergencias que habían surgido en la comunidad de Roma.
Sabiendo muy bien que los problemitas a ras de suelo apenas
sirven más que para dividir, les exhorta a sentirse unidos en el
más alto ideal: todo por Cristo. El que ama, trabaja y está
dispuesto a morir por servir a Cristo, no tiene por qué
incomodarse con otros hermanos que también, a su legítima
manera, aman y sirven al mismo único Señor.
El EVANGELIO DE SAN MATEO termina su cuarto «Sermón)) con
una severa advertencia contra el instinto de venganza.
Distingamos: a) la respuesta de Jesús a una pregunta de Pedro
(vers. 21-22); b) la parábola del inmenso deudor y mezquino
acreedor (23-34); c) la lección conclusiva (35).
a) La respuesta o Sentencia del Señor sobre el perdón de las
ofensas es una réplica a la ley de la venganza, que tuvo su
ezpresión clásica en el canto de Lamek: «... si Caín habría sido
vengado siete veces, Lamek lo será setenta y siete)) (Gen 4,
24). Siete quería decir «muchas)>; setenta y siete,
«muchísimas»: sin límite. El Génesis estigmatiza en el
salvajismo de Lamek la insaciable sed de venganza
característica de los descendientes de Caín (entiéndase: de la
sociedad moralmente degenerada). Cristo vino a transformar el
corazón humano infundiéndole una ilimitada capacidad de
perdonar. El Evangelio introduce pedagógicamente esta lección
con la pregunta de Pedro, el discípulo ya muy generoso, pero
todavía no en absoluta plenitud.
b) La parábola destaca el motivo pedagógico del mandamiento
del perdón. Su colorido literario refleja el sistema de
administración pública de un reyezuelo de la época. Tres
escenas: en la primera, un gestor de la hacienda real se
encuentra al descubierto. La deuda es enorme (equivalente al
rédito anual de un pequeño estado), muy por encima de la
capacidad económica de un particular. El código penal es
riguroso; pero el soberano lo perdona todo (generosidad
inconcebible en el orden humano) ante la súplica dolorida del
mal administrador. La escena es puramente significativa. En el
pueblo de Jesús llamaban «deuda» al pecado. La parábola
quiere decir que la culpabilidad del pecador ante Dios es
misteriosamente casi infinita, que el hombre no se puede
redimir a sí mismo, que su única esperanza es la Misericordia y
que ésta le abre los brazos con sólo pedir perdón de veras.
En la segunda escena (28-30), el deudor perdonado aparece
como acreedor de una cantidad insignificante (algo así como
una millonésima parte de lo que él debía). Detalle por detalle,
el Evangelio contrasta su conducta con la del Señor. En su
infamia se estigmatiza la de todo hombre que no quiere
perdonar. La última escena (3 1-34) expresa en forma
dramática lo que la Carta de Santiago (2, 12) dice sin
imágenes: «el juicio (escatológico) será sin misericordia para el
que no hizo misericordia». Quien se niega a ser imagen y
semejanza de la Misericordia del Señor ha escogido libremente
su condenación. Y la acepta de nuevo cada vez que osa pedir
en el Padrenuestro que se le perdone como él ha perdonado...
c) La lección conclusiva (35) añadc al verbo «perdonar» un
matiz sabrosamente
298 CICLO A
evangélico: «de corazón». El hombre transfigurado por la
gracia sabe que allí, en su profunda intimidad o «corazón», es
Dios mismo quien ama por él, y con él «hace misericordia».
Con el Evangelio de hoy termina la lectura del capítulo 18 de
San Mateo. Todo el capítulo es una conversación del Señor con
los Discípulos sobre el espíritu de humildad, fraternidad y
rectitud que debe animar su Iglesia. En esta última página
promulga y explica el Mandamiento del Perdón fraterno.
A. — Introduce el Mandamiento del Perdón una pregunta de
Pedro, el discípulo que representa a todos. Pedro encuentra
suficiente y heroico perdonar hasta siete veces. En la manera
de hablar de entonces, «siete» quería decir muchas. Jesús
subraya con énfasis: setenta y siete veces. Es decir,
«muchísimas»: sin límite, siempre.
La respuesta de Jesús a Pedro alude al cántico de Lamek,
referido en el Génesis (4, 24). Lamek, personificación del
hombre degradado, afirma que se ha de vengar de las ofensas
no «siete» sino «setenta y siete» veces. Glorificación salvaje
del odio, que ha reducido gran parte de la historia universal a
un elenco de guerras. El Evangelio es la absoluta antítesis del
rostro inhumano de «Lamek». Estar siempre dispuesto a
perdonar y reconciliarse es la más ardua victoria del espíritu.
Ser cristiano no es una fácil teoría.
B. — Una parábola sobre el Juicio escatológico ilumina esta ley
evangélica del perdón. Las Parábolas de Jesús eran un recurso
pedagógico para dar relieve y color a su doctrina. En ellas todo
era transparencia significante, y así lo intuían espontánea
mente quienes lo escuchaban. Una deuda de diez mil talentos
(algo así como trescientas o más toneladas de plata) excedía
toda ponderación. Era decir que aquel servidor o ministro del
rey había dilapidado el íntegro tesoro del estado. Convicto y
condenado a una pena severísima, es perdonado sólo por pedir
perdón. Generosidad inverosímil a nivel humano. Acto seguido
se encuentra con un compañero que le debe ¡poco más de una
millonésima parte! de lo que debía él, y lo maltrata con
inconcebible despotismo. Los oyentes de Jesús encontrarían
lógica la última escena, cuando el soberano revoca su perdón y
hace caer sobre aquel insensato todo el peso de la justicia.
Una frase de la Carta de Santiago (2, 13) resume la situación
final de la parábola:
«Juicio sin misericordia para el que no hizo misericordia».
C. — Insistimos en que la parábola es una «transparencia
significante». El pueblo de Jesús entendía directamente su
intención teológica. El religioso pueblo de Jesús llamaba deuda
al pecado (así lo decimos todavía en el Padrenuestro), y sabía
que Dios es trascendente. Quien acepta el Pecado formal
defrauda un tesoro (los «talentos» que Dios le ha dado para
administrar), de valor casi infinito. Sin más recurso ni
esperanza que el divino perdón.
Jesús, que veía el corazón del Padre, enseñó con apasionada
ilusión a los hombres que Dios es infinito en perdonar. Y quiere
que sus hijos sean en la Iglesia y ante el mundo presencia viva
de su Corazón. Reflejos de aquella Misericordia, Bondad o
Gracia que la Biblia considera el rasgo más característico de la
fisonomía de Dios. Si un cristiano rehusase el Mandamiento del
Perdón fraterno, se condenaría a sí mismo cuando reza el
Padrenuestro.
VIGESIMOQUINTO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 55,6-9
Buscad al Señor mientras se le encuentra,
invocadio mientras está cerca;
que el malvado abandone su camino,
y el criminal sus planes;
que regrese al Señor, y él tendrá piedad,
a nuestro Dios, que es rico en perdón. Mis planes no son
vuestros planes,
vuestros caminos no son mis caminos
—oráculo del Señor—. Como el cielo es más alto que la tierra,
mis caminos son m altos que los vuestros, mis planes, que
vuestros planes.
Salmo responsorial Sal 144,2-3. 8-9. 17-18
R. Cerca está el Señor de los que lo invocan.
Día tras día te bendeciré, Dios mío, y alabaré tu nombre por
siempre jamás. Grande es el Señor y merece toda alabanza, es
incalculable su grandeza.
El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico
en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas
sus criaturas.
300
CICLO A
El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas
sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan
sinceramente.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses l,20c-
24. 27a
Hermanos: Cristo será glorificado en mi cuerpo, sea por mi vida
o por mi muerte. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el
morir. Pero si el vivir esta vida mortal me supone trabajo
fructífero no sé qué escoger.
Me encuentro en esta alternativa: por un lado, deseo partir
para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero, por
otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para
vosotros.
Lo importante es que vosotros llevéis una vida digna del
Evangelio de Cristo.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Cf. Hch 16,24 Abre, Señor, nuestro corazón, para que
comprendamos las palabras de tu Hijo. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 20,1-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
—El Reino de los cielos se parece a un propietario que al
amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de
ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la
viña.
Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la
plaza sin trabajo, y les dijo:
«Id también vosotros mi viña, y os pagaré lo debido.
Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e
hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros,
parados, y les dijo:
« es que estáis aquí el día entero sin trabajar? Le respondieron:
«Nadie nos ha contratado. Elles dijo:
«Id también vosotros a mi viña.«
Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz:
«Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los
últimos y acabando por los primeros.«
Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno.
Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más,
pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se
pusieron a protestar contra el amo:
«Estos últimos han trabajado sólo una hora y los has tratado
igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el
bochorno.
El replicó a uno de ellos:
XXV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 301
«Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en
un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último
igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que
quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy
bueno?’>
Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.
Hoy escuchamos la Parábola de los llamados a trabajar en la
Viña. La vid y la viña eran símbolo nacional de Israel, como el
cedro lo es del Líbano. Los símbolos, cuando vienen
consagrados por la tradición, son palabras de luz que hablan al
alma.
A Jesús le gustaba desarrollar parábolas en torno a la Vid y la
Viña. Hasta los analfabetos entendían por transparencia que
hablaba de su propio Pueblo. Pueblo elegido por Dios para
promover en todo el mundo su Reinado de Justicia y de Paz.
«Trabajar en la Viña» significa, por tanto, dedicarse al servicio
del Reino de Dios. Creer y vivir el Evangelio. Nadie imaginaba
que el «jornal» de este trabajo representase unas monedas de
plata. Es la Gracia de pertenecer al Reino. Honor y felicidad
que excede toda riqueza material.
En sus parábolas, Jesús se refiere muchas veces a sí mismo y a
su actividad evangelizadora. Es él quien «al caer de la tarde»
(a la hora undécima, en lenguaje bíblico) vino como Dueño de
la Viña para llamar a los que nadie había llamado. Los
menospreciados del pueblo de la tierra. Religiosamente
marginados. Denominados «pecadores» por quienes se tenían
por justos. Entraron y «trabajaron» con entusiasmo en su inicial
Comunidad mesiánica. De entre ellos fueron elegidos los
Apóstoles. Formaron el auténtico Israel o Pueblo de Dios,
germen de la Iglesia. Jesús los acogió con el mismo amor que a
todos, e incluso con predilección.
Algunos que se consideraban aristocracia religiosa, fieles
desde antiguo, murmuraron. Por ejemplo, un sector de los
fariseos. Es tema constante del Evangelio. No criticaban por
sentido de justicia, sino por envidia. La envidia es cáncer del
amor fraterno. Y sin amor fraterno no hay Pueblo de Dios. La
parábola de hoy es un aviso a los que padecen esa
enfermedad espiritual de la envidia. Los que por considerarse
«primeros» en su estimación pasan a ser «últimos» ante Dios.
A nivel de relaciones humanas cabría discutir la conducta del
propietario. Pero las parábolas del Evangelio son pura
transparencia de una lección religiosa. Quiere decir que Dios
llama a todos a «trabajar» en su Reino. En todas las épocas de
la historia y en cualquier edad de la vida. Abraza con la misma
Bondad a los que entran a «última hora» (como el buen ladrón
en la cruz) y a los que le sirvieron desde la. primera infancia.
Aceptamos en comunión con su Bondad a las personas,
instituciones o pueblos que entren, aunque sea «a última
hora», en nuestra Familia eclesial. Sin envidia, que es cáncer
del amor y raíz de todas las tensiones.
La parábola del Evangelio invita a reflexionar sobre algunas
características de la historia de la Salvación, que no siempre
comprendemos los hombres. Porque los caminos de la gracia
de Dios están muy por encima de nuestras medidas y criterios,
302 CICLO A
como dice con religiosa admiración el Libro de Isaías.
San Pablo escribe desde la cárcel a sus cristianos de Filipos.
Presiente la liberación y su continuidad en el trabajo
apostólico; pero tampoco ignora que sus cadenas podrían
terminar en la riuerte. Dedicado a la gloria de Cristo en cuerpo
y alma, le es igual fiesta vivir que morir. Consciente de su
tesoro, quisiera que los demás lo descubran también y lo
compartan.
En el EVANGELIO DE SAN MATEO se encuentran, algo
separadas una de otra, tres parábolas a propósito de una Viña.
El orden litúrgico de lecturas las presenta seguidas en tres
domingos consecutivos (25, 26 y 27). No se olvide que en toda
parábola evangélica conviene distinguir bien la imagen terrena
de la verdad religiosa. La imagen refleja costumbres de la
época, sin aprobarlas ni reprobarlas. Como el de todo signo, el
valor de la imagen es puramente relativo y pedagógico.
La «Viña» era símbolo de Israel en cuanto Pueblo de Dios. Un
tema común a las tres parábolas es el de que Dios encomienda
a los hombres el laboreo de su Viña. Esta vocación de trabajar
al servicio directo de los intereses de Dios constituye la más
alta misión, responsabilidad y gloria del hombre.
En la parábola de hoy se destaca la continuidad histórica de
esta vocación. La expresa el afán de un terrateniente que,
desde el amanecer hasta última hora, va una y otra vez a
contratar jornaleros en la plaza del pueblo, donde se sitúan
esperando una oportunidad los sin empleo fijo. En el orden
humano no tendría sentido seguirlos contratando incluso
cuando sólo falta una hora para terminar la jornada laboral.
Diríase que el propietario quiere a toda costa, por encima del
interés de su hacienda, que ni un solo hombre tenga que
regresar al hogar con el alma y las manos vacías.
El acuerdo entre el dueño y sus trabajadores sugiere el tema
bíblico de la Alianza. A la fidelidad servicial del hombre
corresponde Dios con los bienes de la Salvación. Israel fue el
primer llamado. Pero a última hora (en la perspectiva de los
contemporáneos del Evangelio) vino el Señor a ofrecer también
un puesto en sü «Viña» a los hasta entonces «sin trabajo»: los
del pobre pueblo de la tiérra, los postergados por inútiles, los
tenidos por pecadores. Quienes se consideraban privilegiados
en exclusiva del Reino de Dios lo vieron con escándalo. Mucho
más cuando la invitación se extendió abiertamente a los
paganos. Los de la antigua fidelidad murmuraron. Quizá
hubieran tolerado a los r&ién venidos en un plano de
inferioridad. Pero Cristo y la Iglesia los sentaban al mismo nivel
en la mesa de la Alianza mesiánica. Incluso aparecían y eran
tratados como los predilectos.
Jesús dijo esta parábola para desautorizar a los murmuradores.
La narración es puramente significativa. Hubiera sido normal,
en el orden humano, que los trabajadores de primera hora se
molestasen. Pero los oyentes del Maestro sabían que no se
refería para nada a una situación laboral, sino a una actitud
religiosa. Y en este plano salta a la vista la mezquindad de los
que se entristecen, a fin de cuentas, porque la generosidad del
Señor es infinita. La parábola no se refiere al premio
escatológico personal, proporcionado al mayor o menor mérito
de cada uno (sería absurdo imaginar que los santos protestan
en el Juicio). Refleja una situación de Iglesia o Pueblo de Dios.
Invita a gozarnos cada vez que observemos como los
hermanos de última hora son considerados igual o mejor que
los que llevamos años al servicio del Dueño; ¿qué mayor dicha
que la de haber trabajado más tiempo por él? Dice, sobre todo;
a los que se sientan llamados a última hora, que no duden:
sabrán por experiencia «que el Señor es bueno...»
XXV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 303
Al Maestro le gustaba proponer reflexiones sugeridas por la
imagen de una Viña. La viña o también la vid se consideraban
símbolo de Israel. La gente lo entendía sin necesidad de
explicación. Símbolo de Israel en cuanto a Pueblo que Dios
cuidaba como <(propiedad)) suya.
Decir en una parábola que el dueño salió a contratar braceros
para trabajar en su Viña significaba que Dios llama a cada uno
a cooperar en la misión confiada a su Pueblo. La misión de
preparar el Reino de Dios, abriendo caminos a su plan de
Salvación. Desde los primeros pasos en la Historia de la
Salvación hasta el momento decisivo en que Jesús viene al
mundo (en la parábola: desde el amanecer hasta la última hora
de la jornada laboral), el Dueño no ha cesado de llamar a los
hombres con insistencia. Le duele que quede alguno sin
«trabajar>’. No es el interés lo que le mueve, sino el deseo de
favorecer a todos. Por eso sigue contratando trabajadores
incluso en «la hora oncena», cuando los hasta entonces
ociosos apenas podrán prestar un rendimiento mínimo.
Porque, al pedir cooperación, el Señor ofrece «jornal». La
alegoría del jornal debía resultar sabrosa para el auditorio
sencillo y pobre que escuchaba a Jesús. Significa los Bienes
que Dios concede en su Alianza. Superiores a toda humana
imaginación. Como los que recibió el Ladrón convertido en el
Calvario cuando Jesús, a «la hora oncena», le aseguró para
antes de la noche la felicidad infinita de estar para siempre con
él.
La lección peculiar de esta parábola está en su última escena,
cuando todos los que en su momento respectivo han aceptado
la llamada reciben el «jornal» completo. Si se tratase de un
relato documental histórico, cabría discutir el comportamiento
del amo. Pero la narración parabólica es pura «transparencia
significante» de una realidad superior, y asi lo entendía el
pueblo que escuchaba a Jesús.
En efecto, Jesús está alegorixando la experiencia de su propia
actividad evangelizadora. En los «de primera hora» caracteriza
a aquellos hijos de Israel que se consideraban a sí mismos
continuadores y depositarios de la más antigua Fidelidad. Los
«últimos» representan a los que vivían del todo ajenos a la
Salvación hasta que el Señor los invitó a convertirse. Muchos
aceptaron. Y él los recibió al mismo nivel que a los demás en el
goxo del Evangelio. Contra esta abertura divinamente
generosa refunfuñaron algunos de la antigua Fidelidad —con
aquel antipático ceño con que protestó ante su Padre el
hermano mayor del «hijo pródigo».
Dos errores al trasluz de su protesta. Consideran servidumbre
de mercenario haber «trabajado» desde siempre por un Dueño,
que (en el sentido único de la parábola) es el mismo Dios —
cuando, para el que tiene fe y corazón, no hay honor más alto
ni gozo más pleno. Miran a los recién llegados como intrusos —
cuando son hermanos.
En cada generación del Cristianismo ha habido «últimos» que,
por la Bondad del Amo de la Viña (y. 15 b), han venido a unirse
en plan de igualdad con los que se gloriaban de ser «los
primeros». Incluso a sobrepasarlos (en número, en iniciativa,
en éxito). Como los convertidos del paganismo en relación con
los judeocristianos ?n
304 CICLO A
tiempo de San Mateo. Cuando suceda algo parecido, los
«antiguos» de corazón grande no se resentirán, antes se
alegrarán entrañablemente con el Señor.
El Evangelio es una lección de catecismo sobre la incansable
Bondad de Dios. Siempre abierta para acoger a quienes
aceptan su llamada. De paso, reprende la estrechez de corazón
de algunos hombres que se creen buenos.
En la lectura inicial, el autor de la segunda parte del Libro de
Isaías exhorta a los exiliados de Babilonia. Que venzan el
desánimo acudiendo al Señor. Está cerca y llama: su capacidad
de perdonar y acoger es inmensa como la anchura del
firmamento.
La Parábola de los jornaleros de la Viña fue pronunciada por el
Señor y luego escrita por San Mateo en unas circunstancias
concretas, y según ellas debe ser comprendida.
Cuando la pronunció Jesús, seguramente hacia el término de su
misión, se habían definido en el público dos actitudes. Por una
parte, la disponibilidad a la conversión por parte de muchos,
que el ambiente había estigmatizado como «pecadores»; por
otra, la autosuficiencia crítica de los que se tenían a sí mismos
por fieles y justos desde siempre. Convencionalmente, la
primera actitud acabó por personificarse en la figura típica del
«publicano>, y la segunda en la del «fariseo». Pero en realidad,
no pocos adictos sinceros de Jesús llevarían en sí la tentación
«farisaica» de sentirse superiores a los recién convertidos, que
el Mesías acogía en plano de igualdad, e incluso de afectuosa
preferencia. Jesús los amonestó con varias instrucciones y
parábolas. Sobre todo, con la del Padre que tenía dos hijos: uno
pecador-y- arrepentido (el «pródigo»), otro siempre fiel. Si la
Bondad ilimitada del Padre para con el pecador hirió el alma
del siempre fiel, es porque no tenía espíritu de hermano (cf. Lc
15, 11-32).
La parábola de hoy sigue la misma línea. Las parábolas de
Jesús eran ejemplos sencillos, en parte realistas y en parte
paradójicos, a través de los cuales la gente veía por
transparencia una lección religiosa. La «Viña» era para todos
un símbolo connatural del Pueblo o Reino (Israel), cuyo dueño
es Dios. Dios quiere que todos los hombres, de cualquier
época, edad y condición, colaboren en su obra. Para expresar
esto con énfasis, presenta a un propietario rural que acude,
hora tras hora, a la plaza del pueblo a contratar braceros.
Incluso a la «hora undécima», cuando, según la manera de
contar de entonces, sólo falta una hora para terminar la
jornada laboral. Al propietario poco le puede interesar su
mínimo rendimiento; pero no quiere que en el pueblo quede un
solo hombre con las manos vacías y la tristeza de una noche
sin jornal.
Para ello, da a todos el salario íntegro. Signo de la buena
voluntad con que se adhirieron a su obra, cada uno en el
momento en que fue llamado. Signo, en último término, de su
buen corazón (vers. 15 b). Al decir esto, el autor de la parábola
no piensa en el propietario humano (cuya conducta pudiera ser
objeto de discusión); a través de su figura paradójica, describe
por transparencia el estilo de la Gracia, maravillosamente
distinto y superior a los pensamientos humanos.
Ejemplo de «llamado a la hora undécima» fue el Buen Ladrón.
Sería absurdo que
XXV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 305
un «justo desde siempre» criticase a Jesús por ello... De
manera análoga aparece inconveniente la murmuración de los
trabajadores de primera hora, si la entendemos en clave
teológica. Miraron a los demás como incómodos adventicios, y
no con la alegría de quien tiene corazón de hermano.
Lo que sucedía en torno a Jesús, pasó también en la iglesia de
Mateo. Los antiguos judeocristianos miraban como de «última
hora» a los convertidos del paganismo. Y les molestaba la
predileción que se tenía por ellos. En su favor el evangelista, al
poner por escrito la parábola, acentuó la idea de que muchas
veces, los últimos pasan a ser los primeros. Sobre todo, cuando
a los (que se creen) «los primeros» les falta lo único necesario:
la Caridad.
VIGESIMOSEXTO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Ezequiel 18,25-28
Esto dice el Señor:
Comentáis: no es justo el proceder del Señor.
Escuchad, casa de Israel: ¿es injusto mi proceder?; ¿o no es
vuestro proceder el que es injusto?
Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y
muere, muere por la maldad que cometió.
Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo, y
practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida.
Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos,
ciertamente vivirá y no morirá.
Salmo responsorial Sal 24,4bc-5. 6-7. 8-9
R. Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna.
Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas, haz
que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador, y todo el día te
estoy esperando.
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas;
no te acuerdes de los pecados ni de las maldades de mi
juventud; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad,
Señor.
XXVI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 307
El Señor es bueno y es recto y enseña el camino a los
pecadores;
hsce caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a
los humildes.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2,1-Ji
Hermanos: Si queréis darme el consuelo de Cristo
y aliviarme con vuestro amor,
si nos une el mismo Espíritu
y tenéis entrañas compasivas, dadme esta gran alegría:
manteneos unánimes y concordes
con un mismo amor y un mismo sentir.
No obréis por envidia ni por ostentación,
dejaos guiar por la humildad
y considerad siempre superiores a los demás.
No os encerréis en vuestros intereses,
sino buscad todos el interés de los demás.
Tened entre vosotros los sentimientos propios
- de una vida en Cristo Jesús. [ a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-
sobre-todo-nombre», de modo que al nombre de Jesús toda
rodilla se doble
—en el Cielo, en la Tierra, en el Abismo— y toda lengua
proclame:
«Jesucristo es Señor!», para gloria de Dios Padre.]
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jo 10,27 Mis ovejas oyen mi voz, dice el Señor, yo las conozco
y ellas me siguen. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 21,28-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los
ancianos del pueblo:
—iQué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al
primero y le dijo: «Hijo, ve hoy a
308 CICLO A
trabajar en la viña.’
El le contestó: «No quiero». Pero después se arrepintió y fue.
Se acercó al segundo y le dijo lo mismo.
El le contestó: «Voy, señor.» Pero no fue.
Quién de los dos hizo lo que quería el padre?
Contestaron:
—El primero.
Jesús les dijo:
—Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la
delantera en el camino del Reino de Dios. Porque vino Juan a
vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creisteis;
en cambio, los publicanos y prostitutas lo creyeron. Y aun
después de ver esto vosotros no os arrepentisteis ni le
creisteis.
Tenemos en el Evangelio de hoy otra de aquellas parábolas que
solía proponer Jesús en torno al símbolo tradicional de la
«Viña». Intervienen tres personas: un padre y sus dos hijos.
1. — El padre. Quiere que sus hijos dediquen manos y corazón
a la heredad familiar: «hijo, ve hoy a trabajar en la viña».
Muchos, entre la gente sencilla, poseían un modesto viñedo.
Los que escucharon a Jesús entendían por transparencia que la
«Viña», en una parábola, significa Israel. Jesús amaba con
pasión a Israel, su tierra y Pueblo elegido de su Padre. Lo hizo
religiosamente universal al extender a todo el mundo esta
vocación de ser Pueblo de Dios. Dios da a cada uno de los
hombrçs la misión de trabajar por su Pueblo: «ve a trabajar en
la Viña». Hoy: sin refugiarse en la evasión de un «mañana»
menos incómodo. Trabajar es promover la Salvación de los
hermanos. Construir Verdad y Paz, Justicia con Misericordia.
Evangelizar. Dios nos habla al interior de cada uno,
llamándonos «hijo» e infundiéndonos una concreta vocación de
hacer el bien. Con gloriosa responsabilidad personal [ lectura].
Quien afirma no percibir su voz, es que nunca entró en su
propio corazón.
—También Jesús, cuando vino al mundo, obedecía a la orden
del Padre: «Hijo, ve hoy a trabajar en la Viña...»
2. — El hijo que responde: «jVoy, Señor!»; pero no cumple.
Hipócrita. De aquellos que «dicen y no hacen» (Mt 23, 3). Por
contexto redaccional, el Evangelio atribuye esta actitud a los
que se habían constituido dirigentes religiosos y políticos de
Jerusalén. Por no renunciar a situaciones adquiridas, se
cerraron al Mensaje de la Salvación. En su imagen está la
realidad de todos los que, siendo como ellos buenos
recitadores de palabras divinas e impecables actores de ritos,
le dicen a Dios una y mil veces: «hágase tu Voluntad», para
seguir haciendo ellos la suya propia.
3. — El que responde: «iNo quiero ir!»; pero luego se arrepiente
y va. Insolente al principio con su padre. Sombra del pecador.
De los «pecadores» que con su conducta dicen no al Señor, el
Evangelio menciona dos categorías (entonces arq los
publicanos y las prostitutas. Pero muchos se convirtieron y
entraron por el Camino de la Salvación, mientras los hipócritas
se quedaban fuera.
—Quizá esta parábola, de catequística sencillez, nos reproche
algo en el secreto de la conciencia. Mas, por encima de ello,
nos ha de inspirar un sentimiento principal: la gratitud al Padre
Dios que nos concede el honor, «hoy» y cada día, de llamarnos
a trabajar por su Reino.
XXVI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 309
/
En el Evangelio destacan dos temas principales: 1) no entra en
el Reino de Dios el que sólo «dice», sino el que «hace’>; 2) por
la conversión o arrepentimiento, el mayor pecador se
transforma en justo.
Ezequiel fue el predicador de la responsabilidad personal en
una época en que se consideraba a los individuos envueltos en
la culpa o mérito colectivos de su clan. Insistió, además, en la
siempre actual capacidad de rectificar o de pervertir el camino
de la propia vida, y en que es esta decisión presente la que
cuenta ante el juicio de Dios. De sus textos clásicos en torno a
estos temas (14, 12-23; 18, 1-32 y 33, 10-20) leemos sólo un
breve inciso. El autor del Salmo reconoce que no podría
enderezar su camino a no ser por la gracia y la misericordia del
Señor.
En la comunidad cristiana de los Filipenses no habían surgido,
por excepción, problemas internos de orden doctrinal ni
práctico. Pero apuntaba, en sus relaciones de fraternidad, el
defecto que es semilla de todos los malestares de iglesia: la
pequeña discordia. Maestro sincero, el Apóstol indica sin
ambages cuál es el auténtico fallo: la crisis de humildad, cuyos
síntomas son la envidia, la vanagloria y el egocentrismo. Unico
método para educarse en la humildad fraterna: asimilar vital y
dinámicamente los sentimientos o psicología humana de
Cristo. [ continuación, San Pablo analiza su Humildad a través
del «himno cristológico», que se leyó en la misa del Domingo
de Ramos.]
Escuchamos hoy la segunda de las tres parábolas de la viña
conservadas en. el EVANGELIO DE SAN MATEO. La «Viña» era
símbolo de Israel en cuanto Pueblo o Reino de Dios. Leída con
ojos cristianos, la parábola se refiere a la Voluntad del Padre
que sigue encomendando a cada uno de sus hijos un trabajo o
vocación concreta en la obra de promover en el mundo su plan
de Salvación, Justicia y Amor.
Uno de los hijos desobedece descaradamente (« quiero!») a la
orden del Padre. Pero luego le sabe mal, y cumple lo mandado.
En lenguaje religioso, es un pecador que se ha arrepentido.
Ejemplo familiar y realista de «conversión». Jesús amplió y
dramatizó el mismo tema en la otra clásica «parábola de los
dos hijos» (Lc 15, 11-32).
Por çontraste, el retrato del que inclina la cabeza («voy,
señor...») y se queda tranquilo en su voluntad. Es de los
hipócritas que «dicen y no hacen» (Mt 23,3).
El Maestro utilizaría esta parábola para ilustrar aquel axioma
ascético, que se inculca en el epílogo del Sermón de la
Montaña (Mt 7, 21-27): no los que sólo dicen («Señor,
Señor...»), sino los que hacen (la Voluntad del Padre) entrarán
en el cielo.
Pero en el contexto vital a que se refiere San Mateo, dos días
antes de la Pasión, la parábola sirvió para juzgar y reprobar a
los responsables contemporáneos de Israel, así religiosos (los
jefes sacerdotales) como laicos (los «Ancianos» o senadores
del Pueblo), que se negaron a recibir al Mesías. Fueron el hijo
hipócrita. Artistas en recitarle a Dios palabras hermosas. Pero
sordos cuando manifestó su Voluntad, que no era la de ellos,
mediante el testimonio de Juan Bautista.
Por el contrario, muchos que habían sido pecadores públicos
(Jesús los caracteriza con las dos palabras más duras del
vocabulario de entonces) se convirtieron ante el ejemplo y
predicación del Precursor. Entraron por su «Camino de la
Justicia» (Lc 1, 76-79) y luego aceptaron el Evangelio. Primero
habían dicho «no» a Dios en lo íntimo de su conciencia. Pero al
fin abrazaron su Voluntad. Cuando se leían estas enseñanzas
en las primitivas comunidades apostólicas, no pocos ex-
rebeldes al Padre reconocían su propia historia y cantaban en
su corazón el
310 CICLO A
cántico de la Misericordia. Su gratitud se realizaba trabajando
con alegría en la «Viña» del Señor. Y todavía queda trabajo
para tantos...
El Evangelio trae otra parábola a propósito de una viña. Ya
sabemos que «la Viña» era símbolo de Israel. Símbolo familiar,
ya que muchos poseían un modesto viñedo, o, si más no, una
vid emparrada en su casita. Los que viven en comarcas donde
es tiempo de vendimia, podrán comprender con más realismo
que otros la alegoría: «trabajar en la viña».
La parábola es breve y sencilla. Intervienen tres personas:
1. — El padre. Cuando el Maestro contó este ejemplo, todos
vieron por transparencia que, al decir «padre», se refería a
Dios. La intención moral de la parábola se pone de manifiesto
en la pregunta: « hizo su voluntad?» (y. 31 a). En el
pensamiento de Jesús, «hacer la Voluntad del Padre»
significaba la más hermosa felicidad, perfección y plenitud.
Al entablar diálogo con el hombre, Dios lo llama «hijo». Cuanto
pida u ordene a partir de este sabroso vocativo, no podrá
menos de recibirse como un imperativo de espontánea
fidelidad. « Ve, hoy —le dice— trabaja en mi Viña». Es decir, en
mi Obra, que es la Salvación del mundo. La promoción de sus
valores divino-humanos: la Justicia, la Reconciliación y la Paz;
la Libertad responsable; la Santidad en el Amor. «Trabaja» por
el bien de un Pueblo que es tuyo, de tus hermanos y de Dios.
En otra parábola más conocida, en vez de «trabajar en la Viña»
el Señor da la responsabilidad de «hacer fructificar los
talentos» que cada uno ha recibido. No hay persona reflexiva
que no haya sentido este imperativo de Dios en la sinceridad
de su conciencia.
2. — El que se limita a decir que «sí»... Arquetipo de aquella
religiosidad inconsecuente, que el Señor acusó con severidad.
Los que «dicen y no hacen» (Mt 23, 3). Honran a Dios con
palabras, pero su vida está lejos de él (Mt 15, 7-8). Injustos y
sin caridad, no cesan de gritar: «jSeñor! ¡Señor!...» (Mt 7, 21-
23). Condenando a los hipócritas que le oían entonces, Cristo
reprobó a los de siempre. También a los que adornan con
palabras vacías y estériles su declaración de cristianismo, sin
que en la vida se distingan apenas de los paganos.
3. — El que dijo «no», pero después se convierte. Jesús y la
Iglesia apostólica gozaron con la sublime experiencia de ver
que muchos pecadores calificados se convertían de veras, para
luego vivir en ardiente fidelidad al Evangelio. Cristo avisa a sus
interlocutores, ritualmente intachables, que se exponen a
quedar excluidos del Reino de Dios, mientras aquéllos ya están
entrando (y. 31 b). Sólo Dios sabe-cuántas veces, bajo su
mirada, se han repetido en la Iglesia situaciones análogas...
La insistencia final (vers. 32) acusa a los altos dirigentes por
haberse cerrado en indiferencia frente a la Misión de Juan el
Bautista. Por el contrario, los sencillos y también muchos
pecadores la secundaron con abierta sinceridad. En cada
generación, Dios suscita enviados a imagen del Bautista para
actualizar la llamada a «trabajar» en serio por la Salvación del
mundo. Trabajar en serio connota disciplina, continuidad,
fatiga. Los que no comprendan que en nuestro tiempo también
está resonando esta llamada, pidan al Señor que los ilumine.
XXVI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 311
El Evangelio traduce a parábola un criterio práctico de la fe:
cuando el Padre Dios manifiesta su querer, la sinceridad filial
del hombre no está en er hermoso decir sino
en el dócil actuar. -
La primera lectura es simple evocación de una de las ideas
características de Ezequiel, reiteradamente inculcada a lo largo
del capítulo 18: la de la responsabilidad moral individual.
Muchos entonces acallaban su conciencia bajo el pretexto de
una maldad colectiva (y, por tanto, ajena), que recubría
fatalmente al pueblo ya a partir de sus antepasados. El profeta
proclama, en estilo popular, el honor y peso de la libertad de
cada persona humana, responsable en último término de sus
decisiones: capaz de convertirse de su pecado y de apostatar
en su rectitud.
Podemos considerar la lectura evangélica en dos fases: a) la
«Parábola de los dos hijos»; b) su aplicación a una determinada
circunstancia.
A. — La parábola (vers. 28-31 a). Acostumbrado al simbolismo
religioso, el público que escuchaba a Jesús entendía por
transparencia que el «padre» representa a Dios, y la «viña» al
pueblo de Israel en cuanto beneficiario principal y responsable
de su plan salvífico sobre el mundo. Dios encomienda a los
hombres de Israel la realización de su plan. En el
comportamiento de los dos hijos se significan dos actitudes.
Unos primero se niegan (= son pecadores), luego vuelven
sobre sí (se convierten) y cumplen lo mandado. Otros aceptan
con respetuoso asentimiento el mandato de Dios, y luego no lo
cumplen. Al estilo de las escuelas rabínicas, el Maestro termina
pidiendo a los oyentes que juzguen ellos mismos (y. 31).
El juicio corresponde a la doctrina expuesta en la primera
lectura: es el pecador eficazmente arrepentido quien realiza la
Voluntad del Padre. Al otro habría que aplicarle el epílogo del
Sermón de la Montaña: no los que se limitan a decir: «jSeñor,
Señor!» entrarán en el Reino de los Cielos (Mt 7, 21-23). 0 la
censura de los hipócritas, que «dicen y no hacen» (Mt 23,3).
En su significación esencial y permanente, la parábola interesa
a todos. En el «hoy» (y. 28) de cada circunstancia nos habla,
personal y concreta, la Voluntad del Padre invitando a
colaborar en su programa de Salvación. Jesús sustituyó con la
teológica expresión «Voluntad del Padre» (y. 31) el frío
concepto de «Ley» Para quien tiene corazón de hijo, el querer
del Padre es convicción y fuerza de su propia libertad.
B. — La parábola en sus circunstancias concretas (vers. 31b—
32). El Evangelio presenta como destinatarios de la parábola a
aquellos dirigentes responsables del pueblo judío, que fueron
incrédulos ante la predicación de Juan Bautista, de Jesús y de
los Apóstoles. Su Mensaje era el «hoy» de la Voluntad del
Padre, que los invitaba a entrar en su Reino. Representantes
oficiales del Pueblo que antaño había dicho «sí» a la Ley de
Dios (y lo repetían ineficazmente en sus ceremonias), no
aceptaron a la hora de la verdad su invitación, como el hijo
hipócrita. Por el contrario, grandes pecadores se convirtieron, y
llenaron la mesa del Reino.
Cuando San Mateo transcribió esta parábola en su Evangelio,
pensaba segura mente en los muchos ex-paganos que habían
aceptado «el Camino de la Justicia» y constituían, con
admiración y quizá escándalo de algunos antiguos, lo mejor de
su iglesia.
VIGESIMOSÉPTIMO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 5,1-7
Voy a cantar en nombre de mi amigo
un canto de amor a su viña.
Mi amigo tenía una viña en fértil collado.
La entrecavó, la descantó
y plantó buenas cepas
construyó en medio una atalaya y cayó un lagar. Y esperó que
diese uvas, pero dio agrazones. Pues ahora, habitantes de
Jerusalén,
hombres de Judá,
por favor, sed jueces entre mí y mi viña.
¿Qué más cabía hacer por mi viña
que yo no lo haya hecho?
¿Por qué, esperando que diera uvas,
dio agrazones?
Pues ahora os diré a vosotros
lo que voy a hacer con mi viña: quitar su valla para que sirva
de pasto, derruir su tapia para que la pisoteen.
La dejaré arrasada:
no la podarán ni la escardarán, crecerán zarzas y cardos,
prohibiré a las nubes que lluevan sobre ella.
La viña del Señor de los ejércitos
es la casa de Israel;
son los hombres de Judá su plantel preferido. Esperó de ellos
derecho,
y ahí tenéis: asesinatos;
esperó justicia, y ahí tenéis: lamentos.
XXVII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 313
Salmo responsorial Sal 79,9 y 12. 13-14. 15-16. 19-20
R. La viña del Señor es la casa de Israel.
Sacaste, Señor, una vid de Egipto, expulsaste a los gentiles, y
la trasplantaste. Extendió sus sarmientos hasta el mar y sus
brotes hasta el Gran Río.
¿Por qué has derribado su cerca, para que la saqueen los
viandantes, la pisoteen los jabalíes
y se la coman las alimañas?
Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu
diestra plantó, y que tú hiciste vigorosa.
No nos alejaremos de ti;
danos vida, para que invoquemos tu nombre. Señor Dios de los
ejércitos, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Filipenses 4,6-9
Hermanos: Nada os preocupe; sino que en toda ocasión, en la
oración y súplica con acción de gracias, vuestras peticiones
sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo
juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos
en Cristo Jesús. Finalmente, hermanos, todo lo que es
verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable; todo lo que es
virtud o mérito tenedlo en cuenta. Y lo que aprendisteis,
recibisteis, oisteis y visteis en mí ponedlo por obra. Y el Dios de
la paz estará con vosotros.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 15,16 Soy yo quien os he elegido, para que vayáis y deis
fruto, dice el Señor. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 21,33-43
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los
senadores del pueblo:
—Escuchad otra parábola:
Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una
cerca, cayó en ella un lagar,
314 CICLO A
construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se
marchó de viaje.
Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los
labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero
los labradores, agarrando a los crisdos, apalearon a uno,
mataron a otro, y a otro lo apedrearon.
Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e
hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo
diciéndose: «Tendrán respeto a mi hijo.»
Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron: «Este es el
heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su
herencia.»
Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron.
Y ahora, -cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hárá con
aquellos labradores?
Le contestaron:
—Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la
viña a otros labradores que le entreguen los frutos a sus
tiempos.
Y Jesús les dice:
—€No habéis leído nunca en la Escritura:
«La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra
angular.
Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente»?
Por eso os digo que se os quitará a vosotros el Reino de los
cielos y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.
Otra parábola de Jesús, una vez más en torno al símbolo de la
<‘Viña». En el mismo símbolo se inspiran el Salmo responsorial
y el «cántico de amor» de Isaías.
Teztos antiguos del pueblo de Israel, que se proclamarían
durante las fiestas de acción de gracias por la vendimia. Es
arte y eficacia de la pedagogía bíblica elevar el hombre a
pensamientos religiosos desde la concreta realidad terrena en
que se halla inmerso.
En el Cántico de la Viña de Isaías se trasluce otra alegoría: la
de Israel Esposa de Yahvé. El profeta echa en cara al
Pueblo/<’Esposa» la mayor infamia a que puede rebajarse
quien ha jurado amor: la de ser infiel.
La parábola de Jesús glosa el Cántico de Isaías en perspectiva
histórica. Tal como la resume San Mateo, se esquematiza en
tres períodos: antes de la venida del Mesías; la venida del
Mesías; después.
1.—Antes de la venida del Mesías (vers. 33-36). Dios se escogió
un Pueblo predilecto. En lenguaje alegórico: plantó la «Viña»
más hermosa, selecta, protegida. La confió a unos viñadores.
Los responsables del Pueblo. Esperaba los frutos con ilusión.
Entiéndase por «frutos» una vida digna de quienes saben que
son ciudadanos de Dios. Para ello envió una y otra vez a sus
servidores, los Profetas. Por toda respuesta, los responsables
de la ((Viña’> menospreciaron, maltrataron y hasta mataron a
los Enviados de Dios
2. — Misión, Muerte (37-39) y Exaltación (42) de Cristo.
Extremo gesto de confianza: Dios envía a Israel su propio Hijo.
Por respuesta... Estas líneas son un patético resumen del
drama de Jesús. Mas, precisamente en virtud de su sacrificio, el
Padre lo ha constituido «piedra angular» del mundo. —Esta
parábola no acusa al pueblo sencillo de Israel, que en gran
parte escuchaba con gusto el Evangelio. Condena a los malos
«viñadores»: aquellos dirigentes que, teniendo poder y
responsabilidad, traicionan por intereses egoístas el destino de
su propio Pueblo.
XXVII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 315
3. — «El Reino de Dios se dará a un Pueblo que produzca sus
frutos>. Al escribir estas palabras, San Mateo pensaba en la
Iglesia. «Pueblo de Dios» (1 Pedr 2, 9-10) abierto a todo el
mundo. Su razón de ser, como la de la «Viña» que cantó Isaías,
está en «dar frutos» de Bondad. Para profundizar en el sentido
de estas últimas palabras, léase la legoría de la «Vid
verdadera» en el Evangelio según San Juan (15, 1-17). Sus
sarmientos tienen por condición de fecundidad permanecer en
la Palabra y Amor de Cristo. Permanecer se llama Fidelidad.
Bajo la ya conocida imagen de la «viña», el Evangelio resume
en síntesis dramática la historia de la elección, infidelidad y
restauración del Pueblo de Dios.
La parábola de Jesús se inspira en la que compuso Isaías
ochocientos años antes. En su original hebreo es una de las
obras maestras de la literatura antigua. Después de un
preludio-dedicatoria (vers. la), el profeta canta en la primera
estrofa (lb-2) la predilección del Amado por su «viña» y la
ingratitud de ésta; en la segunda (3-4), el Dueño invita al
pueblo a tomar parte en el juicio contra su «viña»; en la tercera
(5-6) pronuncia la sentencia. El mismo Isaías declara en el
epílogo (7) el sentido de la parábola [ forma parte de la
extensa inculpación (capít. 1-5) de Judá por su injusticia social
y decadencia religiosa].
En el Salmo responsorial, el pueblo penitente, bajo la
experiencia del castigo anunciado por Isaías, implora la
restauración de la «viña» devastada.
La segunda lectura (de la Carta a los Filipenses) sigue, como de
costumbre, una línea aparte. La primera mitad (vers. 6-7)
enseña el camino de la paz interior —la que tantos pierden
porque perdieron el sentido de la oración y de la gratitud. El
versículo siguiente (8) consagra el auténtico humanismo
cristiano. En el último (9), Pablo se ofrece como ideal viviente
de sus discípulos (él, que era reflejo del ideal—Cristo: 1 Cor 11,
1).
Escuchamos la última de las tres «parábolas de la Viña»
transmitidas por el EVANGELIO SEGUN MATEO (la primera fue
la de los jornaleros (20, 1-16) y la segunda la de los dos hijos
(21, 28-32) enviados a trabajar en la «viña»).
El trasfondo literario-significativo supone a un propietario que
arrienda su viña a unos colonos y luego envía servidores para
percibir los frutos que le corresponden. Los colonos se declaran
una y otra vez en rebeldía violenta. Les manda a su propio hijo.
Desenlace trágico. Como en la mencionada segunda estrofa de
Isaías, el Maestro pide a los oyentes que juzguen ellos mismos.
Lo hacen con severa rectitud. El Maestro rubrica su sentencia,
y se la aplica a ellos.
La parábola, apenas verosímil en su aspecto humano, es toda
ella transparencia alusiva, como un cuadro con intención
simbólica. Los contemporáneos del Evangelio intuían
directamente el sentido religioso.
En este sentido religioso, el tema dominante es el de que una
determinada comunidad humana fue constituida responsable
profesional de la promoción del Reino de Dios en la tierra. Esta
comunidad predilecta fue Israel. De tiempo en tiempo, le
recordaban su excepcional vocación los «enviados» del Señor
(los profetas, etc., y por fin Juan Bautista según la parábola
precedente). Pero la infidelidad hizo de los profetas mártires. Y
del Hijo del Dueño el supremo mártir. Jesús no acusa al
316 CICLO A
pueblo como tal, sino a sus dirigentes responsables. Pero el
plan de Dios no puede frustrarse; por eso, la misión de
promover el Reino de Dios pasa «a un pueblo que produzca sus
frutos». Entiéndase, a la nueva Comunidad mesiánica o
cristiana, que se siente en línea de continuidad con la misión
teológica de Israel.
Este «Pueblo», que instituyó Cristo, siempre ha dado y dará
fruto si lo consideramos en su trascendente totalidad. Pero
cada grupo o individuo de los incorporados a él por pura gracia
somos responsables de fructificar en nuestro concreto
quehacer de santidad, justicia y apostolado. No faltan enviados
de Dios que vengan a recordárnoslo. Si nos negásemos a esta
concreta responsabilidad (Mt 25, 24-30), nos alcanzaría
también personalmente el juicio de reprobación de la parábola.
Por tercer domingo consecutivo escuchamos una Parábola de
Jesús en torno a la imagen de «la Viña». Imagen que, como es
sabido, simbolizaba a su patria Israel.
En escritos bíblicos anteriores ya se había glosado muchas
veces este símbolo. Un ejemplo es el Salmo interleccional. Y,
en la primera lectura, el «Cántico» de Isaías. Mediante una
doble trasposición alegórica, Isaías acusa en la infructuosidad
de la Viña la traición de Israel en cuanto Esposa amada de
Yahvé. Ejemplo clásico de lo que hace un tiempo llamaban
«denuncia profética». Los Profetas de verdad, por amor al
Pueblo, no temían reprocharle sus pecados.
Para componer la Parábola que leemos hoy, Jesús tomó pie del
«cántico» de Isaías. Tanto él como el antiguo profeta
predicarían estas reflexiones durante la fiesta que Israel
celebraba al terminar la vendimia, invitándole a poner interés,
por encima de la gozosa recolección, en otra no menos
importante «cosecha» de valores divinos.
Al adaptar el «cántico» de Isaías, Jesús lo modificó
radicalmente. Dios no destruye la «Viña» (cf. Is 5, 5-6). Es
plantación suya (Mt 21, 33), y no puede fracasar. Fueron los
viñadores quienes frustraban la cosecha. Por eso el Dueño
acaba con ellos y confía su Heredad a otros (y. 41). A otro
«Pueblo» que no defraude al Señor (y. 43). Tal como San Mateo
resume la parábola, esta esperanza optimista de la conclusión
pasa a ser su nota dominante.
El evangelista da la parábola en esquema, y acentúa el
contraste entre el comportamiento de los responsables del
«Pueblo de Dios» antes y después de Cristo.
A. — Antes del Mesías, Dios mandaba Enviados una y otra vez
(= muchas veces) a su Pueblo. Eran los Profetas. Requerían los
«frutos» debidos al Dueño. Rectitud de vida según la
conciencia y la Palabra del Señor. Pero los Responsables de la
«Viña» hicieron mártires a los Profetas. Jesús no acusa a los
sencillos, que también eran víctimas (Mt 23,4), sino a quienes
en cada época monopolizaban injustamente la eficacia tanto
de la opinión como de la violencia (Mt 23, 29-39).
B. — Gesto definitivo de amor al Pueblo, Dios le envía a su
propio Hijo (y. 37). Máximo Profeta: supremo Mártir (y. 38-39).
Los «arquitectos» lo desechan, pero Dios lo constituye «Piedra
fundamental» del mundo (y. 42).
C. — A partir de este momento teológico (el de la Resurrección-
y-Glorificación de Cristo), el Reino de Dios se confía a la
responsabilidad de otro «Pueblo», que será fiel (comparar con
1 Pedr 2, 4-10). Al escribir esto, San Mateo piensa en la Iglesia.
Comunión a un mismo nivel cristiano de «todos los pueblos» de
la tierra (Mt 28, 19)
—contando en esta llamada a la Comunión universal, sin duda,
también al pueblo israelita.
XXVII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 317
En su Plenitud cristológica, la Iglesia, que es Presencia activa
de Jesús (Mt 18,20 y 28, 20), nunca dejará de producir <(fruto»
de Santidad. Pero en la Vid puede haber sarmientos infieles Qn
15, 1-6). Los individuos o grupos particulares de la gran Iglesia
pueden y deben tener conciencia del antiguo riesgo de no
querer aceptar a los enviados —al supremo Enviado— del
Señor.
La lectura del Evangelio de hoy nos ofrece dos lecciones. La
primera, sobre el poder de la Fe. El Maestro solía- repetir a sus
discípulos un principio religioso fundamental: «para el que
cree, nada es imposible». Se lo expresaba con imágenes
hiperbólicas, corrientes en el lenguaje de su tierra: la fe
traslada las montañas, arranca de raíz los árboles... Los
discípulos, por su parte, fracasaron a veces a pesar de su
buena voluntad. En vez de buscar excusas, reconocieron que
era debido a su falta de fe. Su realismo se hizo humildad, y la
humildad oración: «Señor, auméntanos la fe...»
La segunda lección define, a través de una parábola, la
fisonomía espiritual del buen discípulo según el Evangelio, que
se sabe y siente «siervo de Dios». Incansable y dócil en su
actividad, humilde en su no-exigencia. Ha nacido para servir —
como Jesús.
El fragmento de la profecía de Habacuc se corresponde con la
primera lección del Evangelio. El profeta contempla al pueblo
de Dios oprimido por los violentos, injustos, impíos. [ refiere, al
parecer, a la prepotencia de los caldeos, hacia el a. 600 a.C.].
Con una audaz interpelación pide cuentas al mismo Dios: ¿por
qué triunfan los opresores y fracasan los justos? Por respuesta,
el Señor le manda grabar en una lápida su promesa
indefectible: los orgullosos injustos sucumbirán, pero el justo
vivirá por su fe. San Pablo se enamoró de esta última frase
(Rom 1,17).
La segunda Carta a Timoteo es el testamento espiritual del
Apóstol anciano y prisionero al discípulo predilecto. Fiel, pero
tímido, tenía éste necesidad de la palabra fuerte y segura del
maestro. Recuerda, le dice, aquel fuego de la gracia de Dios
que ardió en tu espíritu cuando te impuse las manos...
El salmo responsorial nos invita a escuchar la voz de Dios.
Creer en Dios es aceptar su Palabra. La Palabra de Dios es vida,
norma, verdad, promesa. La Fe es, por tanto, obediencia,
certeza, confianza. Y amor, porque el Amor es la lógica de la
Fe. Y fidelidad, porque la fidelidad es la Fe y el Amor que duran,
y sólo es digno de Dios lo que permanece. Dichosos los que
saben decirle a Cristo, Palabra sustancial de Dios presente
entre nosotros: ¡Señor, auméntanos la Fe! -
Por tercera vez consecutiva, el Evangelio dominical nos
alecciona a través de la imagen de una viña. Al discípulo de la
Biblia le es connatural ver las cosas de la tierra como
transparencias de la Palabra de Dios. La «Viña» es alegoría de
su Pueblo.
En su texto original, el poema de Isaías que escuchamos en la
primera lectura fue
318 CICLO A
obra maestra de la antigua literatura hebrea. Bajo la alegoría
de la viña estéril se insinúa la de la esposa infiel. Ambas
sintetizan aquella degradación religiosa, moral y social de
Jerusalén y Judá, que denuncian con severidad los primeros
cinco capítulos de Isaías. Pecado de traición al <desposorio» o
Alianza exclusiva de Israel con Yahvé. Por su culpa, el Pueblo
predilecto se vio abandonado en mano de los invasores.
En la Parábola de los viñadores rebeldes se transparenta la
dramática situación que envolvió a Jesús y a la Iglesia
apostólica. El pueblo de Israel, en cuanto comunidad teológica,
estaba llamado a ser instrumento de la realización del «Reino
de Dios)>. Arquetipo, centro e irradiación universal de la
Salvación. Los Profetas le habían despenado la conciencia de
este destino. Jesús Mesías le señaló la hora decisiva con su
Mensaje o «Evangelio». Pero los dirigentes del Pueblo, por
prejuicios e intereses creados, frustraron el plan de Dios.
Algunos de ellos tramaron y consiguieron la muerte de Jesús. El
grupo de los discípulos recogió su Misión al margen del
judaísmo oficial, constituyendo otra Comunidad teológica: otro
«Pueblo» (y. 43), abierto a todo el mundo.
Aquellos primeros cristianos (judíos todos ellos de sangre y
espíritu) vieron en la situación contemporánea la culminación
de una constante histórico-religiosa, denunciada tantas veces
en la Biblia: la infidelidad de Israel. Los infortunios de los años
siguientes, sobre todo la catástrofe del 70, fueron considerados
como su castigo. En el lenguaje de entonces era normal que se
personalizase en toda una ciudad o pueblo el pecado de sus
responsables.
La Iglesia apostólica, consciente de haber asumido en sí el
destino teológico de Israel, meditaba en esta parábola de Jesús
su propia responsabilidad. Pueblo de Dios, establecido «para
producir los frutos del Reino de los Cielos» (y. 43), veía en la
historia de las ajenas infidelidades, no una expansión de
resentimiento, sino el aviso de sus posibles caídas (como San
Pablo en Rom 11, 13-24). En esta clave debemos aplicarnos
esta página; entonces y siempre, cuando alguien se niega a
«dar fruto», acaba por apedrear a los enviados del Señor.
Traducir el lenguaje figurado de esta parábola no ofrece
dificultad. La «Viña» es Israel (= primera lectura), en cuanto
Pueblo o Comunidad responsable de una Misión religiosa. Los
siervos mensajeros son los Profetas, que despertaban en cada
generación la conciencia de su razón de ser como Pueblo de
Dios. Los mismos judíos censuraban a sus antepasados por
haber maltratado a los Proktas (Mt 2-3, 29-31). En la hora
decisiva, Dios envía a su propio Hijo. Usufructuarios más que
administrado res del Pueblo elegido, los dirigentes lo excluyen
de su Comunidad y lo asesinan. Próxima «Venida» del Señor y
castigo (alusión a la catástrofe del año 70). Fundación de otro
«Pueblo», la Iglesia, que «dará los frutos» que espera Dios.
Afirmación de la Gloria de Cristo (y. 42), que, de «piedra
desechada», ha pasado a ser Piedra-clave del mundo redimido.
Al poner por escrito la Parábola, San Mateo subraya la
responsabilidad de «dar fruto». En la descripción del Juicio (25,
31-46), dirá sin imágenes que lo que pide Dios es el ejercicio
del Amor hecho Servicio a Cristo en sus hermanos.
VIGESIMOCTAVO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lecti del libro del profeta Isaías 25,6-lOa
Preparará el Señor de los ejércitos para todos los pueblos, en
este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de
vinos de solera; manjares enjundiosos, vinos generosos.
Y arrancará en este monte
el velo que cubre a todos los pueblos, el paño que tapa a todas
las naciones. Aniquilará la muerte para siempre.
El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, y el
oprobio de su pueblo lo alejará de todo el país
—lo ha dicho el Señor. Aquel día se dirá:
Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara:
celebremos y gocemos con su salvación. La mano del Señor se
posará sobre este monte.
Salmo responsorial Sal 22,l-3a. 3b-4. 5. 6
R. Habitaré en la casa del Señor, por años sin término.
320 CICLO A
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar:
me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.
Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú
vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me
unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de
mi vida, y habitaré en la casa del Señor, por años sin término.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 4,1 2-
74. ¡9-20
Hermanos: Sé vivir en pobreza y abundancia. Estoy entrenado
para todo y en todo: la hartura y el hambre, la abundancia y la
privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta. En todo
caso hicisteis bien en compartir mi tribulación.
En pago, mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con
magnificencia, conforme a su riqueza en Cristo Jesús.
A Dios, nuestro Padre, la gloria por los siglos de los siglos.
Amén.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Ef 1,17-18 El Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine los ojos
de nuestro corazón, para conocer cuál es la esperanza a la que
nos llama.
Aleluya
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 22,1-
En aquel tiempo, volvió a hablar Jesús en parábolas a los
sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo, diciendo:
—El Reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la
boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los
convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados
encargándoles
XXVIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
321
que les dijeran: «Tengo preparado el banquete, he matado
terneros y reses cebadas y todo está a punto. Venid a la
boda.’>
Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras,
otro a sus negocios, los demás les echaron mano a los criados
y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió
sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron
fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados:
«La boda está preparada, pero los convidados no se la
merecían. Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los
que encontréis, convidadios a la boda.>’
Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que
encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de
comensales. [ el rey entró a saludar a los comensales reparó
en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo:
«Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?’>
El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros:
<‘Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí
será el llanto y el rechinar de dientes. Porque muchos son los
llamados y pocos los escogidos.’>]
Parábola del «banquete de bodas’> en el Reino de Dios. Tres
perspectivas: a) el Señor invita a su fiesta; b) ¿quiénes son
invitados o «llamados»?; c) ¿quiénes serán los «escogidos»?
1. — El Señor invita a su fiesta. La Biblia nos habla del cielo con
imágenes de la tierra. Fue antigua en Israel la alegoría del
Banquete [ lectura]. Signo de abundancia compartida;
expresión de amistad feliz en torno a la mesa. La parábola de
hoy anuncia la fiesta de bodas del hijo del rey. Quiere decir que
se está celebrando la Alianza del Mesías con su Pueblo. El
Señor envía a los servidores (a los «apóstoles») para que
avisen a los que ya de antemano habían sido «llamados’> (por
los profetas). Esta es la idea principal de la parábola: Dios
llama a sus amigos, los hombres. « a la boda!». Todos y cada
uno llevamos en el corazón de nuestra existencia un
«llamamiento» o Vocación divina. Dios quiere estar con
nosotros, ser para nosotros. Invita a su intimidad. « los
llamados a la Mesa del Señor!». Desde que vino a nuestro
mundo el Mesías —el Hijo de Dios, Jesús de Nazaret— la Mesa
del Señor con nosotros es su Alianza. Comunión en su Palabra
y Amor. Evangelio y Eucaristía. Redención. Gloria.
2. — Los «llamados. Mateo evangelista, al resumir esta
parábola, pone en primer plano la dolorosa experiencia de que
fue testigo: que el pueblo judío en su conjunto no aceptó el
Evangelio de Jesús. Incluso maltrataron a los «enviados» o
apóstoles. El versículo 7 interpeta como castigo de Dios la
ruina de Jerusalén. —En labios de Jesús, la parábola acusaba a
los dirigentes del pueblo, que contradecían su Mensaje de
Salvación, mientras mucha gente sencilla lo abrazaba con
afecto. Mateo extiende a su tiempo la experiencia de esta
aceptación: los Enviados han salido ya por los caminos del
mundo notificando a todos, también a los paganos, la
invitación del Evangelio. Y una multitud de «llamados» ha
venido de todas partes y se ha sentado a la Mesa del Señor en
la Iglesia de los Apóstoles.
3.— ¿Los «escogidos»? Termina diciendo que los «llamados’>
son muchos. Expresión hebraizante, que equivale a «todos».
Pero la mayor parte no pasan a ser «escogidos». Porque
sentarse a la Mesa del Señor compromete a aceptar su estilo y
sus normas. Y un sinnúmero prefiere quedarse en su
comodidad. Tampoco falta quien osa presentarse ante Dios sin
«traje de fiesta». Alusión a la túnica bautismal.
322 CICLO A
Signo de lo que el catecismo dice sencillamente: «estar en
Gracia de Dios». —Los que aspiren a ser escogidos, pidan al
Padre que extienda su Misericordia sobre los otros «muchos»,
que también han sido y siguen siendo llamados.
En el Evangelio leemos otra parábola: la de la «vocación» a
participar en el gozo del Reino de Dios.
Jesús habla de este gozo bajo la imagen de un banquete de
boda. Desde antiguo, los orientales revestían con la alegoría de
un festín el tema de una extraordinaria felicidad común.
Tenemos un ejemplo clásico, de Isaías, en la primera lectura:
Yahvé invita a todas las naciones, libres de dolor y tristeza, a su
convite escatológico.
El Salmo canta la serena paz del «huésped de Yahvé<.
(También Teresa de Avila decía: «quien a Dios tiene — nada le
falta».)
La segunda lectura pertenece a la conclusión de la Carta a los
Filipenses. El objeto principal de la carta fue agradecer una
generosa ayuda económica que los de Filipos habían enviado a
Pablo prisionero. Con franqueza de amigo, de paso, les revela
su independiente libertad de espíritu por encima del poseer o
carecer. Sin altivez estoica, consciente de que también esta
virtud es gracia: «todo lo puedo en Aquel (= Cristo) que me
conforta (= que pone en mí su fuerza)».
En el EVANGELIO DE MATEO, el ministerio de la Palabra de
Jesús en Jerusalén llena más de cuatro capítulos (21, 23 — 25,
46). Empieza en el Templo, dos días antes de la Pasión. La
compleja parábola de hoy está tomada de este contexto. La
repasamos en esquema:
1. — Hecho fundamental. Un rey celebra la boda de su hijo. La
gente de Palestina percibía directamente la intención religiosa
de estas imágenes. En el «rey» veían a Dios. El desposorio
significaba la Alianza de Dios (en la parábola: de Cristo) con su
pueblo. El banquete expresa la gozosa participación en los
bienes de la Alianza.
2. — Invitación. Los «enviados» ( apóstoles) llevan la noticia de
que es la hora de entrar. En el texto griego se repite cinco
veces la palabra-clave de este relato:
«llamar». Así, por ejemplo, el vers. 3 dice a la letra que el rey
mandó «llamar a los llamados». En efecto, era costumbre
ratificar a la hora decisiva la invitación ya cursada de
antemano. Los ya «llamados» eran el pueblo de Israel
(instruido por los profetas). La predicación apostólica le
anunció la esperada hora del Mesías.
3. — Respuesta al «llamamiento» o vocación. Dos fases:
indiferencia pasiva (= infidelidad) y reacción agresiva (=
persecución). Resume, con dolor, la experiencia de la misión
cristiana en Israel durante el siglo primero.
4. —Juicio contra los rebeldes. Se sintetiza en la destrucción de
«su ciudad». Tópico frecuente en la literatura antigua. Los
primeros lectores de Mateo pensarían inevitablemente en la
caída de Jerusalén el año 70.
5. — Prosigue el llamamiento. Orden de salir al exterior, por los
caminos, y «llamar a todos los que encuentren». Entusiasmo
de la primera misión cristiana a los paganos. Entonces la mesa
de Cristo se llenó de comensales («malos y buenos», anota
Mateo con realismo...).
6. —Juicio sobre los nuevos invitados. Pero no por sentarse a la
mesa del Señor aquí en la tierra ya tiene uno plaza segura en
el festín escatológico. Esto quiere decir
XXVIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 323
el apéndice de la parábola por medio de la simbología del
«vestido’>. También en la Iglesia puede haber quien ofende
con su «porte’> la mirada de Dios. Será excluido del Reino.
7. — Reflexión final. Los «llamados» son muchos. Quiere decir:
todos; es voluntad formal de Dios que la entera comunidad
humana entre en su Alianza. Pero la respuesta libre de cada
hombre determina el número real de los «escogidos». Jesús
constató que eran bien pocos. Mateo también. Y la experiencia
prosigue. Esta Palabra del Señor se refiere a una situación de
Iglesia en la tierra, no a la definitiva elección
escatológica. -
Hemos repasado la parábola en la perspectiva de la
experiencia misional del cristianismo naciente. Mas, al hacerla
nuestra, no nos quedemos en la arqueología. Dios sigue
llamando a la Mesa de su Hijo. Los hay indiferentes. Y también
hostiles. Y entre los que aceptan, puede haber «malos y
buenos». El Evangelio sigue hablando para todos.
La lección especial que destaca el Evangelio de hoy está en el
contráste entre el samaritano y los otros nueve leprosos. Todos
reconocieron el poder de Jesús, le pidieron la salud, cumplieron
su mandato, quedaron limpios. Pero sólo a uno se le encendió
el corazón en gratitud. San Lucas, artista y psicólogo, lo
describe bendiciendo a Dios a voz en grito, postrándose rostro
en tierra a los pies de Jesús, dando gracias. El evangelista era
discípulo de Pablo, quien había aprendido y sentía
cordialmente por revelación y experiencia que en el orden
cristiano todo es gracia. El que no agradece un beneficio es
porque se consideraba acreedor a él. En los nueve
desagradecidos, el Evangelio acusa veladamente la defectuosa
religiosidad de aquellos hombres del pueblo de Jesús que
creían tener derechos, y aun privilegios, ante Dios. Sólo el
samaritano, el menospreciado «extranjero», sintió de veras
que todo es gracia.
La lectura del Antiguo Testamento presenta a otro extranjero
curado de la lepra y agradecido al Dios de Israel. En la
deliciosa narración bíblica de Naamán y Eliseo (si la
recordamos o leemos íntegra) se presiente el reconocimiento
del verdadero Dios por todos los pueblos de la tierra.
Y éste es el anhelo del Salmo responsorial. Fiel a sus promesas
en favor de Israel, Dios justo y salvador quiere abrazar también
a todas las naciones del mundo, sin fronteras espirituales, en
un mismo orden de justicia y salvación.
Leemos hoy otro fragmento del testamento espiritual de Pablo
a Timoteo. Le exhorta a la fidelidad. El motivo, único: Cristo. Es
decir, nuestra comunión de destino con El: en el trabajo, en el
dolor, en la muerte, en el reino.
En el orden cristiano todo es Gracia de Dios. Y la Gracia de Dios
es para todos, sin discriminación entre leprosos israelitas y
leprosos samaritanos, entre los paisanos de Eliseo y el
extranjero Naamán. Un mismo deber de absoluta gratitud nos
iguala a todos en el cántico universal de los redimidos.
Eucaristía significa «Acción de Gracias». No se podía dar
nombre más auténtico al centro imprescindible de nuestra vida
de cristianos.
324 CICLO A
Hoy escuchamos otra parábola. La de los convidados al
banquete de bodas. Las Parábolas del Evangelio miran el
mundo real como una transparencia de teología. Imágenes de
la vida terrena que hacen pensar en las cosas de Dios.
La imagen del «banquete» fue antigua y popular. Expresión de
la Alegría. Alegría, que es la Felicidad en acto. En el mensaje
divino y humano de la Biblia destaca la Alegría como un valor
principal. Dios invita al hombre al festín de su Gracia. La
Felicidad según Dios no es para guardarla oculta bajo llave en
la inconciencia, sino para sentirla, expresarla y comunicarla. —
Un fragmento del Libro de Isaías (primera lectura) nos habla
del «banquete» que ofrecerá Dios a todos los pueblos.
Fraternidad universal en torno a la mesa del Padre común. La
perspectiva es ciertamente «escatológica». Pero la Escatología
cristiana da por supuesto que los valores ultraterrenos ya son
realidad en la vida actual. El que saborea la felicidad de Dios
en esperanza cierta, ya la posee, la siente y la refleja en su
rostro.
En la parábola del Evangelio, el «rey» es expresión alegórica
(que todos entendían) para indicar que se habla de Dios. El Hijo
del Rey (de Dios) es el Mesías. Jesús. El «banquete» es un
festín de boda. Transparencia del pensamiento central de la
Biblia: la Alianza de Dios con su Pueblo. Ha llegado el momento
definitivo de la historia: «todo está a punto». Fraternidad
universal en Cristo. Todos a una misma Mesa de Paz —y, por
tanto, de Justicia, Amor y Sinceridad. Evangelio, que significa
«Mensaje de Alegría».
Los invitados. Punto focal de la parábola. Los Enviados (alusión
a los «apóstoles») salen una y otra vez, por mandato y con la
autoridad del «rey», a llamar a los convidados. Dichosos los
llamados a la Mesa del Señor. Llamar o invitar connota libertad.
La Gracia de Dios se ofrece, no se impone.
Los excluidos. Pero el que no acepta la invitación explícita de
Dios, renuncia a su Felicidad. La escatológica y la actual. San
Mateo, al poner por escrito la parábola, distingue varios niveles
de negación: la indiferencia, el menosprecio, el abierto
desprecio y el asesinato de los «enviados». El evangelista, al
redactar así, pensaba en responsables del pueblo de Jesús,
que, además de provocar la muerte de él (parábola del
domingo pasado), persiguieron a los apóstoles. Alude a la
destrucción de la «ciudad» (Jerusalén), por cuanto los antiguos
leían en las castástrofes temporales signos de la justicia
escatológica. Pero la lección es permanente: rechazar los
valores que el Evangelio proclama es renunciar a las fuentes
de la Alegría.
El invitado descortés. En todas las instituciones no decadentes
hay normas mínimas de convivencia. Entre ellas, la manera de
vestir. San Mateo ve con optimismo cómo «los enviados»
salieron fuera de la Ciudad, es decir, al Paganismo, y la Mesa
de Cristo se llenó de comensales. Pero algunos perseveraban
en su anterior conducta inmoral. A ellos dedica el episodio del
comensal grosero. Quiere decir que, para salvarse, no basta la
profesión de Fe y la pertenencia a una Institución. La admisión
a la Felicidad de Dios exige unas condiciones de
comportamiento. —Por eso, aunque «muchos» (hebraísmo por
«todos») han sido llamados, los que realmente cumplen dichas
condiciones sólo constituyen una minoría (y. 14)...
XXVIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 325
La liturgia de la Palabra nos alecciona hoy bajo la imagen de un
convite. Transparencia de la suprema verdad de los hombres:
la de que Dios llama a todos a tener parte en la comunión de
su gozo.
En la lectura inicial, el autor de la «sección apocalíptica» (c. 24-
27) del Libro de Isaías anuncia, para los últimos tiempos, la
convocatoria de todos los pueblos de la tierra al «festín»
exultante de la Salvación.
La Parábola actualiza el tema bíblico del Festín o Convite
mesiánico. Jesús al decirla, y luego el evangelista al ponerla
por escrito, se refirieron a las circunstancias concretas en que
vivían. Comprendamos primero este aspecto circunstancial,
para quedarnos luego con la teología permanente.
A. — Aspecto circunstancial. Es la última de las tres parábolas
que acusan a los dirigentes del pueblo judío por no haber
aceptado a Jesús. Corresponden a tres fases sucesivas de su
actitud: primero, no hicieron caso de Juan el Bautista (parábola
de los dos hijos: Mt 21, 28-32); luego se opusieron al mismo
Hijo de Dios, hasta provocar su muerte (los viñadores rebeldes:
21, 33-44); por fin, despreciaron y persiguieron a sus Enviados
o Apóstoles (parábola del Banquete: la que leemos hoy).
Esta tercera parábola quiere significar lo siguiente: Dios (el
«rey») celebra la «Boda» de su Hijo (= la Alianza del Mesías
con su Pueblo). Es el momento decisivo en la Historia de la
Salvación. La hora de Jesús. Manda a sus enviados (los
«apóstoles») para que inviten al festín (es decir: a participar en
los bienes de la Alianza). En el original griego hay un juego de
palabras: tienen que «llamar a los [ llamados» (y. 3). Se refiere
a Israel; pueblo «ya llamado» desde antiguo, por ministerio de
los Profetas, a ser fiel a la Alianza. Los Apóstoles actualizan
esta Vocación. Pero se encuentran con la indiferencia,
oposición y persecución por parte de los dirigentes (y. 5-6).
Sobreviene la destrucción de Jerusalén (y. 7), en la que los
cristianos vieron un castigo-signo de la incredulidad. El
apostolado concentra entonces su actividad en los de fuera (y.
9-10); es decir, en los paganos. Son tantos los que aceptan la
invitación, que la sala del convite mesiánico (la iglesia) se llena
(«de malos y de buenos...>).
Aquí terminaría la parábola. Pero el evangelista quiere evitar
que a sus cristianos les entre complejo de seguridad por el
simple hecho de considerarse «llamados». Por eso añade una
lección del Señor sobre el Juicio (y. 11-14). Será excluido y
condenado a las Tinieblas el comensal que, a la hora de la
Visita definitiva, no lleve el «traje de boda». Entiéndase: el que
carezca de «Justicia» o estado-de-Gracia (cf. Apocalipsis 19,8).
Se percibe el simbolismo de la túnica bautismal.
Termina, a manera de recapitulación, con una Sentencia
general de estructura semítica (y. 14). »Muchos (hebraísmo
equivalente a «todos») son llamados». Quiere decir que la
Vocación divina a la Salvación es universal. Pero hay quienes la
rechazan (sirve de ejemplo la primera parte de la parábola).
Otros la aceptan, mas luego la traicionan con su conducta (el
comensal indigno). En consecuencia, son «pocos» (o sea: sólo
una parte en contraste con la deseada totalidad) los
definitivamente «escogidos» (cf. Mt 13, 47-50).
B. — Doctrina permanente. Sobre el dolor de estas alusiones
del Evangelio a la situación de aquel tiempo, predomina una
sublime certeza: Dios ha realizado en Cristo su Alianza con los
hombres. Toda existencia humana es invitación a fiesta divina.
El Maestro la comparó a un banquete de boda: signo bíblico de
326 CICLO A
• intercomunión en una misma vida, gozo y amor. A la hora
suprema hizo que el signo fuera al mismo tiempo realidad en la
Cena eucarística, forja y expresión de la Alianza. Exigencia de
coherente fidelidad. « los llamados a esta Cena!’>, nos repiten
en cada celebración; y la respuesta debiera ser una gratitud
infinita.
VIGESIMONOVENO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 45,1. 4-6
Así dice el Señor a su Ungido, a Ciro,
a qtíien lleva de la mano:
Doblegaré ante él las naciones, desceñiré las cinturas de los
reyes, abriré ante él las puertas, los batientes no se le
cerrarán.
Por mi siervo Jacob, por mi escogido Israel, te llamé por tu
nombre, te di un título, aunque no me conocías.
Yo soy el Señor y no hay otro;
fuera de mí no hay dios.
Te pongo la insignia, aunque no me conoces, para que sepan
de Oriente a Occidente
que no hay otro fuera de mí. Yo soy el Señor y no hay otro.
Salmo responsorial Sal 95,1 y 3. 4-5. 7-8. 9-lOa y c
R. Aclamad la gloria y el poder del Señor.
Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la
tierra. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las
naciones.
328 CICLO A
Porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza, más
temible que todos los dioses.
Pues los dioses de los gentiles son apariencia, mientras que el
Señor ha hecho el cielo.
Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y
el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor,
entrad en sus atrios trayéndole ofrendas.
Postraos ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su
presencia la tierra toda. Decid a los pueblos: <El Señor es rey,
él gobierna a los pueblos rectamente.»
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera Carta del apóstol san Pablo a los
Tesalonicenses 1,1-5b
Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de los tesalonicenses, en
Dios Padre y en el Señor Jesucristo. A vosotros, gracia y paz.
Siempre damos gracias a Dios por todos vosotros y os tenemos
presentes en nuestras oraciones.
Ante Dios, nuestro Padre, recordamos sin cesar la actividad de
vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y el aguante de vuestra
esperanza en Jesucristo nuestro Señor.
Bien sabemos, hermanos amados de Dios, que él os ha elegido
y que cuando se proclamó el Evangelio entre vosotros no hubo
sólo palabras, sino además fuerza del Espíritu Santo y
convicción profunda, como muy bien sabéis.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
FIp 2,15-16 Brilláis como lumbreras del mundo, mostrando una
razón para vivir. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 22,15-21
En aquel tiempo, los fariseos se retiraron y llegaron a un
acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le
enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes y le
dijeron:
—Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino
de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque
no te fijas en las apariencias. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito
pagar impuesto al César o no?
Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús:
—jHipócritas!, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del
impuesto.
Le presentaron un denario. El les preguntó:
— quién son esta cara y esta inscripción?
Le respondieron: -
XXIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 329
—Del César.
Entonces les replicó:
—Pues pagadie al César lo que es del César y a Dios lo que es
de Dios.
«Al César lo que es del César; a Dios lo que es de Dios». Una
vez más el Evangelio invita a reflexionar sobre esta Sentencia,
tan antigua y siempre actual.
1. — «iHipócritas!, ¿por qué me tentáis?». Aquel interrogante
ardía en la conciencia del pueblo: ¿es lícito que los hijos de
Israel paguen tributo al idólatra César de Roma? La consulta se
desarrolla en el Templo de Jerusalén, capital de Judea. Judea
pertenecía entonces de pleno al Imperio Romano, mientras
Galilea (residencia legal de Jesús) gozaba de cierta ficticia
independencia bajo Herodes Antipas. Unos fariseos ponen en
escena a sus alumnos, que simulan apelar a la decisión del
indiscutible Maestro. Para acentuar la incidencia política, se les
asocian los «herodianos». Introduce la pregunta un elogio de
exquisita redacción: sabemos que enseñas la verdad de Dios,
sin miedo a los hombres... —Los adversarios de Jesús ya tenían
decidido eliminarlo. Si se declaraba en pro del César, perdía el
favor del pueblo. Y el favor del pueblo era ya lo único que le
protegía. Proclamar ilícito el tributo equivalía a constituirse jefe
moral de una insurrección, por cuanto el tributo era signo
eficaz de vasallaje. Inmediata la denuncia a Pilato y segura la
sentencia de muerte: lo que buscaban, y al fin consiguieron,
los adversarios de Jesús.
2. — «Al César, lo que es del César». Era normal en la
dialéctica escolar de Israel corresponder a una pregunta con
otra pregunta. Jesús pide que le muestren una de aquellas
monedas que aquéllos aceptaban, amaban, atesoraban. ¿De
quién es? Un «fariseo» celador de Israel con la moneda pagana
en sus manos es monumento de hipocresía. Integrista teórico
de la pureza de Israel para admiración de los ingenuos;
contemporizador con quien toque en su vida real. Con su gesto
y su estilo de vida, que el pueblo no ignora, ha contestado él
mismo a su propia pregunta.
3. — «A Dios, lo que es de Dios». Jesús solía elevar sus
respuestas a la altura en que no vivían quienes lo interrogaban.
Le preguntan sobre asuntos del César, pero ha venido a hablar
de Dios. Y de Dios les habla aunque no le hayan preguntado. El
peso de la frase está en las últimas palabras: «dad a Dios lo
que es de Dios». En pensamiento, corazón y vida. El «césar»
queda así reducido a su legítima dimensión:
la de no ser Dios. Y, por tanto, no-dueño de aquellos valores
intocables que son «patrimonio del alma» —de la persona
humana— y de los que la persona humana ha de dar cuenta a
solo Dios.
Hoy leemos una de las dos parábolas conservadas por San
Lucas sobre la eficacia de la oración insistente. [ otra es la del
«amigo importuno», correspondiente al domingo 170 de este
año.] Las parábolas de Jesús solían ser instantáneas realistas
de la sociedad de su tiempo: Una viuda era entonces la imagen
viviente de la miseria y el desamparo. Aquella no tenía dinero
para sobornar al juez corrompido ni contaba con influencias
que pudieran impresionarle. Pero le quedaba el. arma de los
pobres, terrible en el oriente tradicional: suplicar y seguir
suplicando sin dejar en paz, hasta
330 CICLO A
rendir los nervios del hombre más duro. Quien haya viajado por
allí sabrá por experiencia lo que digo. Incluso el juez injusto
acabó por hacer justicia a la pobre viuda. ¡ Cuánto mejor el
Dios de la Justicia escuchará el clamor de los que se la piden
con fe! Es admirable el sentido popular de la pedagogía de
Jesús, que no se desdeñaba de bajar a comparaciones tan
prosaicas a fin de que la gente sencilla comprendiera sus
lecciones de espiritualidad.
Esta enseñanza: que el hombre debe perseverar en la oración
toda su vida, es de las más características de Jesús. San Pablo
la repite también muchas veces. La oración es el diálogo de la
Fe. Pero la última reflexión del Señor es de una infinita tristeza.
Si viniese hoy a la tierra, ¿encontraría hombres de fe?
La lectura del Éxodo nos recuerda la batalla de Israel,
peregrino por el desierto, contra los amalecitas. La tradición, y
con ella la liturgia de hoy, ha visto una actitud de plegaria
intercesora en el gesto de Moisés enarbolando su vara
milagrosa, mano en alto, sobre la cima del monte.
Perseverante de sol a sol, su oración forjó la victoria de Israel.
El Salmo responsorial era un cántico de los israelitas que
peregrinaban a Jerusalén. Es decir, en nuestra perspectiva
cristiana, de los que peregrinan a la eterna Ciudad de Dios. La
nota dominante del cántico es la certeza de que el Señor del
término es también Señor del camino. Por eso, el hombre de fe
camina sin temor.
La segunda lectura es otro fragmento del testamento espiritual
de Pablo a
Timoteo. Nos ofrece hoy una parte de la clásica regla pastoral
de los ministros de la
Palabra de Dios, que muchos recordarán de memoria. Los
imperativos del Apóstol
(permanece... predica... insiste...) son de urgente actualidad
para que haya en la tierra
muchos hombres de fe.
***
En el Evangelio se observa cierto procedimiento, habitual en la
dialéctica del Maestro: el de ensanchar en su respuesta el
horizonte de una pregunta limitada. Atiende a una consulta a
propósitodel orden temporal; pero la rebasa, indicando a sus
interlocutores que, en virtud de la fe israelita que profesan,
hubieran debido situarse en una perspectiva más alta: la de
pensar en cómo hay que dar a Dios lo que es de Dios.
Es fundamental en dicha fe considerar todo lo que existe bajo
la soberanía trascendente del único Señor. Las demás
«soberanías» son órbitas limitadas, dentro y al servicio de este
universo teológico. El que contempla el curso pasado o
presente de la historia con esta difícil fe, puede incluso llegar a
la audacia de la segunda parte del libro de Isaías (primera
lectura), que proclamó al rey pagano Ciro «ungido» e
instrumento de Yahvé, aun cuando Ciro ni siquiera le conocía.
El Salmo responsorial presiente lo que sería el himno fraterno
de todos los pueblos y sus instituciones si un día tomasen
conciencia explícita de estar al servicio de un único
trascendente Señor. «Cántico nuevo» que está por estrenar.
Prosigue en el EVANGELIO el ministerio de la Palabra de Jesús
en el Templo de Jerusalén, poco antes de la Pasión. Después de
las tres parábolas iniciales, vienen tres
XXIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 331
problemas que le proponen sus contrarios. El primero, acerca
del tributo que los de Judea tenían que pagar al imperio
romano.
El evangelista destaca la falta de rectitud de los que
preguntaron. No buscaban aprender, sino comprometer («cazar
con trampa», dice el texto griego). Se cubren tras la aparente
iniciativa de unos alumnos. Hipócritas organizados, abren la
entrevista con un elogio a la sinceridad.
Plantean nada menos que un «caso de conciencia»: ¿es
lícito...? Por negarlo, núcleos de guerrilleros se habían alzado
en armas pocos años antes. Pero los romanos eran absolutos e
inmediatos en la imposición de su soberanía. Negar el signo
más característico de su reconocimiento (el «tributum capitis>)
equivalía a declararse rebelde. A la vista, la pena de muerte.
Era lo que andaban buscando los consultantes. Por otra parte,
afirmar sin más la licitud hería los sentimientos de un sector
del pueblo, simpatizante con sus héroes de la resistencia.
Los fariseos iban seguros con el dilema: o desacreditaban al
Maestro ante la gente, o lo eliminaban. Pero olvidaron un punto
débil: su mala conciencia. Era norma en las controversias que
se podía condicionar la respuesta a una contrapregunta. Para
darle relieve pedagógico, Jesús formula la contrapregunta en
acción: que presenten una moneda... Es difícil imaginar aquel
minuto de «suspense». El fariseo con un deñario en la mano
era el triunfo dialéctico de Jesús ante el pueblo: la caricatura
del hipócrita. Porque era notoria la afición al dinero de
aquéllos, que buscaban la muerte del Mesías de los pobres. El
denario (unidad monetaria aceptada en la práctica) era un
símbolo de cómo colaboraban habitualmente con el poder para
su bienestar y se enriquecían a su sombra, dejando para otros
el idealismo de la resistencia. Sus puritanas manos se llenaban
de imágenes e inscripciones explícitamente idólatras; pero
eran dinero... Jesús viene a decirles: ¿Por qué me preguntáis a
mí lo que vosotros dais por aprobado con vuestra conducta?
Sed lógicos con el César; pero, además, preocupaos (que no lo
hacéis) de dar a Dios lo que hay que dar a Dios. El texto
completo del Evangelio termina diciendo (vers. 22) que «se
marcharon»...
Pero la Sabiduría del Maestro se elevó por encima de aquel
momento circunstancial dejándonos una de las Sentencias de
valor permanente que más veces ha sido citada dentro y fuera
del recinto litúrgico. Cuando se puso por escrito el Evangelio,
era de viva actualidad para los cristianos en estado de
persecución. Porque algunos idólatras del poder habían
colocado el valor «césar» en el techo de todos los valores. Y los
mártires dijeron con sangre que hay un nivel exclusivo de Dios.
Su sangre cristiana era sincera, porque antes habían
demostrado también como ciudadanos que, bajo el techo de
Dios, hay órbitas concretas que afectan a la conciencia
religiosa (Romanos 13, 1-7).
Un grupo de «discípulos» al servicio de sus mandantes pidieron
a Jesús que se definiese en público sobre un problema en el
que se entremezclaban la conciencia religiosa, el sentido de
pueblo y la política. Cumplidores de la buena educación de
entonces, empezaron por elogiar al interlocutor reconociéndole
lo que más puede halagar a un Maestro: ser fiel a la Verdad de
Dios y libre ante el poder de los hombres.
Esta escena que leemos en el Evangelio de hoy se desarrolla
en Jerusalén, corazón de Judea. Por aquellos años, Judea estaba
directamente sometida al Imperio Romano.
332 CICLO A
No Galilea (residencia habitual de Jesús), que tenía una sombra
de independencia bajo Herodes Antipas. Aunque en la política
de los Herodes fue primer principio una servil docilidad a
Roma. La presencia de unos «herodianos» junto a los alumnos
de los fariseos acentúa la seriedad de la consulta.
La pregunta quemaba. Apane infinidad de impuestos
indirectos, los súbditos del Imperio pagaban todos los años su
contribución personal o tributum cap itis. Doloroso signo de
servidumbre a un Poder extranjero y pagano. Como extranjero,
ofendía la conciencia nacional de Israel. En cuanto pagano,
comprometía su fidelidad religiosa, que consideraba la idolatría
como el más abominable de todos los pecados.
Por eso preguntan «si es lícito>. Entiéndase, según la Ley de
Dios. Los del sector más integralista (los que ahora llaman
«zelotas») decían que no. Según ellos, Israel es una
«teocracia». No puede servir, aun en el orden político, más que
al único Dios. Por eso proclamaban obligatoria la resistencia.
Hasta la rebelión. Algunos se habían dejado arrastrar y siempre
fracasaron. La mayor parte, simpatixando con ellos, preferían
vivir tranquilos en una resignación de larga espera. No pocos
cuidaban su provecho personal colaborando con la situación.
Los que mandan preguntar a Jesús están seguros de que no
querrá ofender sentimientos del pueblo. Pero si dice o da a
entender que «no es lícito» se declara en rebelión frente a
Roma. Hay testigos, y será condenado a muerte. Es lo único
que buscan. Los evangelistas sitúan esta escena en el preludio
de la Pasión.
Antes de contestar, el Maestro los pone en evidencia. El fariseo
con un denario del César en la mano resulta una caricatura
viviente. Todo el mundo sabía su afición al dinero real y firme,
que era romano. El Profeta de los Pobres les estorbaba. Ponía
en peligro la estabilidad de un sistema provechoso. Servidores
gozosos del Imperio en su prosperidad económica, se insinúan
ahora celadores del heroísmo nacional y religioso. «Hipócritas...
»
A los que le preguntaban mal, el Maestro solía corresponder
contestando a lo que debían haber preguntado. Por eso, toda la
fuerza de la última frase está en la segunda parte: «Dad a Dios
lo que es de Dios». Los hipócritas sabían muy bien que el
magisterio popular de Jesús había tenido siempre como único
punto de perspectiva la altura divina. El Evangelio del domingo
próximo dirá claro «lo que es de Dios». Todo el corazón, el alma
y el ser de la persona humana. De paso ha dicho para siempre
que, desde esta altura, el «César» queda muy limitado, relativo
y no-dueño de muchos valores intocables que son patrimonio
de la persona humana y de solo Dios.
Lo del tributo ya lo habían contestado ellos mismos. El Maestro
era inteligente para dejar en su ridículo a quienes le preguntan
lo que ya saben.
En el Evangelio de hoy todo converge a la declaración final,
que es tal vez la sentencia de Jesús más universalmente
conocida: «Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es
de Dios».
El evangelista ha redactado la escena en forma de una fingida
consulta escolar. Algunos estudiantes (Mateo pensaba en
alumnos de las escuelas rabínicas) someten al Maestro un caso
de moral: «es lícito dar el tributo al César, o no?».
La pregunta quemaba. Decir que sí, ofendía al pueblo. Decir
«no», incitaba a la
XXIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 333
rebelión; en perspectiva, la pena de muerte.
En efecto, el «César» o emperador de Roma personificaba un
poder extranjero, idólatra. En su conciencia nacional-
teocrática, los patriotas miraban a su Judea como país ocupado
y profanado. Algunos habían caído en la tentación de la
violencia, inútil frente a un Imperio todavía invencible. Los más
aguardaban, con provisional resignación, que el mismo Dios
por su «mesías» les regalase el milagro de la libertad. El
tributum capitis o contribución por cabeza —el signo más
ineludible de la soberanía romana— reabría todos los años en
el alma de cada judío la herida del «celo» por Dios y su Patria.
Los tres Sinópticos califican de hipocresía aquella consulta.
Quienes la promovie ron, ocultos tras la ingenuidad de unos
«discípulos», pertenecían a clases dirigentes. El Evangelio los
llama, convencionalmente, fariseos. Con gloriosas excepciones,
los dirigentes locales de Judea gozaban entonces de una
provechosa instalación social y económica a la sombra del
orden romano. El «pueblo de la tierra» les quedaba lejos. Y les
inquietaba que se mantuviera tan cerca del profeta Jesús, el
que se había atrevido a acusarlos. Traman su muerte, que por
vía legal sólo le puede dar el juez romano. No dudan de que
hablará a gusto del pueblo. Elogian con énfasis su
imparcialidad como reclamo para que caiga en la trampa. Los
herodianos (simpatizantes con Roma) podrán ser testigos
cuando lo denuncien al procurador.
Entraba en las reglas de juego de las controversias condicionar
la respuesta a una contrapregunta. Al estilo oriental, Jesús la
concreta en gesto y palabra: que muestren un denario, que
declaren de quién es la imagen y a quién se refiere la
inscripción. Imagen e inscripción sabían a paganismo; en el
anverso: «Tiberio César, hijo del divino Augusto»; en el reverso:
«Pontífice Máximo».
Monedas como aquélla las aceptaban cada día, las, amaban y
atesoraban. Puristas de academia, autorizaban con su
cotidiano proceder la soberanía pagana del Imperio. Bien lo
sabía el pueblo de los pobres, allí presente. La figura del
fariseo presentando un denario aparece como un símbolo, que
lo desautoriza más que mil razones. Devolved al César eso que
tan bien cae en sus manos, les dice el Mesías de los pobres, y
tanto desdice de las vuestras si queréis ser coherentes...
Pero el acento principal recae sobre el último inciso: «A Dios lo
que es de Dios». Al contestar, Jesús solía trascender el
horizonte de las preguntas que le hacían. En la del tributo,
rectifica, declara y eleva. Quiere decir que, como Mesías que
ha venido a instaurar el Reinado de Dios, no mira las realidades
temporales sino desde el orden divino. Las instituciones del
César, como las de Ciro (primera lectura) o cualesquiera que
establezcan los hombres, son órbitas reducidas a sus límites
dentro del universo de solo Dios. Si los exceden, el Evangelio
los condena. En sus límites, los respeta como instrumentos de
la ordenación divina (Carta a los Romanos 13, 1-7). Y los
ilumina desde la perspectiva de Dios, como el sol ilumina todo
desde su altura.
TRIGÉSIMO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Éxodo 22,21-27
Esto dice el Señor:
No oprimirás ni vejarás al forastero,
porque forasteros fuisteis vosotros en Egipto. No explotarás a
viudas ni a huérfanos,
porque si los explotas y ellos gritan a mí yo los escucharé.
Se encenderá mi ira y os haré morir a espada, dejando a vuest
mujeres viudas
y a vuestros hijos huérfanos.
Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita
contigo, no serás con él un usurero cargándole intereses.
Si tomas en prenda el manto de tu prójimo se lo devolverás
antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para
cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar?
Si grita a mí yo lo escucharé,
porque yo soy compasivo.
Salmo responsorzal Sal 17,2-3a. 3bc-4. 47 y 5lab
R. Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza.
Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza,
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.
XXX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 335
Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza
salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos.
Viva el Señor, bendita sea mi Roca, sea ensalzado mi Dios y
Salvador.
Tú diste gran victoria a tu rey, tuviste misericordia de tu
ungido.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los
Tesalonicenses l,5c
Hermanos: Sabéis cuál fue nuestra actuación entre vosotros
para vuestro bien. Y vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el
del Señor, acogiendo la Palabra entre tanta lucha con la alegría
del Espíritu Santo. Así llegasteis a ser un modelo para todos los
creyentes de Macedonia y de Acaya.
Desde vuestra comunidad, la Palabra del Señor ha resonado no
sólo en Macedonia y en Acaya, sino en todas partes; vuestta fe
en Dios había corrido de boca en boca, de modo que nosotros
no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos
Cuentan los detalles de la visita que os hicimos: cómo,
abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios, para servir al Dios
vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús
desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y
que os libra del Castigo futuro.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 14,23 Si alguno me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo
amará, y vendremos a él. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 22,34-40
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que había hecho callar a los
saduceos, se acercaron a Jesús y uno de ellos le preguntó para
ponerlo a prueba:
—Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? El le
dijo:
— al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con
todo tu ser. Este mandamiento es el principal y primero. El
segundo es semejante a él:
‘ a tu prójimo como a ti mismo.»
Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.
Para el pueblo de Jesús, la «Ley» o Torá era valor supremo.
Expresión del pensamiento de Dios. Unica norma de la
perfección humana. Garantía de felicidad. Hijo de su pueblo,
Jesús abrazó la Ley y la cumplía, pero con libertad de espíritu.
La
336 CICLO A
llamaba «Voluntad del Padre». La interpretaba como quien es
Maestro y Señor. Por eso, sus adversarios lo tildaron de poco
respeto a la Torá. A propósito de ella, le dirigían en público
preguntas capciosas. Así fue la que leemos hoy: entre el sinfín
de «mandamientos» que tejen la «justicia» del hombre, ¿cuál
debemos considerar principal? Una respuesta desenfocada lo
desacreditaría ante los Doctores y lo podía comprometer ante
la Autoridad.
1. — «Amarás al Señor tu Dios... » Estas palabras eran santo y
seña de la identidad de Israel. Las rezaban todas las mañanas
y todas las noches. Escritas en su vestido y sobre el dintel de
su hogar. Morían con ellas en los labios. Enamorado de estas
palabras, raíz y entraña del alma de su pueblo, Jesús las elevó
a razón suprema de toda existencia humana. Amar a Dios es
plenitud del hombre. Dios, único eterno centro de su vida. «
Con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser»: triple
subrayado de totalidad. Amar a Dios, según la Biblia, no es
poesía de fácil sentimiento: incluye en sí la fidelidad, gratitud,
adoración, sintonía en el pensar y querer. No como un peso
que oprime al hombre desde fuera, sino como aliento que nace
libre y espontáneo en lo más profundo de su ser —porque allí
está Dios.
2. — «Amarás a tu prójimo... » Recordemos que el Maestro,
cuando le pregunta ban con no sincera intención, solía llevar,
su respuesta más allá de la imperfecta pregunta. El primer
mandamiento no puede ir solo, porque le es «semejante» e
indisociable el segundo. Un discípulo del Evangelio no puede
amar a Dios sino a través de su «prójimo». Y es prójimo toda
persona humana. Amar es querer bien y hacer el bien —sobre
todo a quien más lo necesita. Dentro de pocas semanas
consideraremos este tema en la meditación del Juicio final (Mt
25, 31-46).
3. — «De estos dos Mandamientos pende toda la Ley y los
Profetas». «La Ley y los Profetas» significaban, en el pueblo de
Jesús, toda la Revelación. La Palabra de Dios. La Caridad o
amor cristiano no suprime ningún valor; los eleva todos a
plenitud. Cuanto es bueno, recto y justo, ya en los momentos
heroicos ya en la sencillez de cada día, el discípulo del
Evangelio lo realiza no por fuerza, por fatalidad ni por rutina: le
mueve su amor, interior y cordial libertad, que es aliento de la
presencia de Dios.
En el Evangelio de hoy, lo mismo que en el del domingo
pasado, la respuesta de Jesús ensancha el horizonte de la
pregunta que le han dirigido. Un doctor le pide que resuelva
una cuestión, de actualidad para los teólogós de entonces: ¿no
se podría recapitular toda la Ley bajo un único y supremo
mandamiento? El Maestro responde que no se debe recapitular
en uno solo, sino en dos: en el de amar a Dios y en el de amar
al prójimo. (Sus discípulos comprenderán, más adelante, que
ambas dimensio nes del amor cristiano son actuación de una
misma Caridad teologal).
La primera lectura menciona algunas obras de amor al prójimo.
Pertenecen al que llaman «Código de la Alianza», incluido en el
libro del Exodo. Normas de moral y leyes concretas que
protegían, ya en el antiguo Israel, el derecho de los
socialmente débiles: inmigrados, viudas, huérfanos, pobres.
El Salmo responsorial dice en estilo selecto la más alta
expresión del sentido religioso, que es el amor a Dios. Es cierto
que el amor no está precisamente en las
XXX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 337
palabras; pero es justo que el hombre lo manifieste alguna vez
también con palabras. En la lectura intermedia, empezó el
domingo pasado una serie de fragmentos de la
primera Carta a los Tesalonicenses. En el inciso de hoy, San
Pablo elogia la irradiación social, gozosamente misioner4, de la
fe de aquellos recién convertidos del paganismo.
De las tres cuestiones que le propusieron a Jesús cuando
enseñaba en el Templo de Jerusalén, según el EVANGELIO de
Mateo, consideramos hoy la tercera (la segunda se deja para
otro ciclo de lecturas).
La pregunta tenía su importancia. Los rabinos intentaban
catalogar todas «las leyes» contenidas en «la Ley». Algunos
contaron seiscientas trece; otros menos, o más Las clasificaban
en leves y graves, fáciles o difíciles, pequeñas o grandes. No
puede haber convivencia humana compleja y duradera que no
apoye su eficacia en un entramado de muchas prescripciones.
Para sortear el peligro de un legalismo estéril, los inteligentes,
en vez de rebelarse, buscan unificar su vida moral bajo la luz
de unos pocos o de un único principio que sea razón, vida y
gozo de cada obediencia concreta. Es lo que preguntaba el
rabino.
La respuesta de Jesús se limita a citar el catecismo
fundamental de su pueblo. Todo judío religioso reza cada día,
mañana y noche, estas palabras del Deuteronomio (6, 5):
«Amarás al Señor, tu Dios...», en la primera frase de su
profesión de fe («Oye, IsraeL..»). Es de Maestro hacer descubrir
el valor de lo que ya sabemos (icuántos problemas dejarían de
serlo con sólo «descubrir» el catecismo!). En el estilo hebreo es
un superlativo enfático la triple repetición de totalidad: «con
todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu espíritu». El
hombre es un ser incompleto, abierto dinámicamente a su
plenitud. Su dinamismo es el amor: la polarización de toda
actitud y actividad en la línea recta que lleva al Amado.
Cuando descubre que su plenitud está en Dios, unifica la
complejidad de su vida y entra en el camino de la paz.
Llevando la respuesta más allá de la pregunta, Jesús pone en el
vértice de la Ley, junto al mandamiento del amor a Dios, el del
amor al prójimo (Lev 19, 18). Será tema principal del último
domingo (34°) del presente ciclo. Esta yuxtaposición no distrae
la unidad de la vida cristiana para quien sabe que el prójimo,
mi hermano, todo hombre, es pura transparencia cristológica
en la línea recta que nos orienta a Dios (Mt 25, 40).
El Evangelio de hoy es un ejemplo de la franqueza con que el
Señor hablaba sin acepción de personas. Nadie más admirable
entonces que un fariseo cumplidor exacto de los
mandamientos. Nadie más aborrecido que aquellos
funcionarios al servicio del fisco. Cuando Jesús contó la
parábola del fariseo y el publicano, la gente debió quedar
asombrada. Y algunos, de seguro, se escandalizaron.
¡Considerar pecador al «justo», y justificado a un «pecador»
público! Pero en el fariseo de la parábola había un fallo
fundamental que anulaba todo el valor de sus obras. Como si a
una construcción perfecta le faltasen los cimientos. Es verdad
que el fariseo hacía obras buenas. Reconocía, además, que sus
virtudes eran un don de Dios (pues le da gracias). Pero un don
que ya posee él y lo retiene como «suyo», propio, peculiar. Al
contemplar altivamente «su» perfección, que le llena los ojos,
pierde la perspectiva de conjunto y se considera ya el más
justo, quién sabe si el único justo («no soy como los
338 CICLO A
demás...»). Por eso se compara con otros., y los menosprecia:
la caridad es la primera víctima del orgullo. Menosprecia, sobre
todo, al vecino publicano; sin sospechar que en el mismo
instante se estaba realizando en él la maravilla de las
maravillas del Amor de Dios: la que en lenguaje teológico
llamamos «la justificación». La plegaria que el Evangelio pone
en labios del publicano es una síntesis del salmo penitencial
Miserere. (Con palabras del Catecismo, un «acto de
contrición»). Al bajar del Templo, el publicano era un santo. Y el
fariseo un pecador, por haberse apropiado la gloria que es
exclusiva de Dios. -
San Pablo debió de meditar muchas veces esta parábola. Su
discípulo Lucas la puso en el Evangelio para prevenir a los
cristianos contra la siempre cercana tentación del fariseo. El
humilde sabe que todo su bien es gracia de Dios, y lo es en
cada momento. En su fidelidad, canta como María el Amor
generoso del - que «hace maravillas en él» —pero nunca
proclama (y menos ante Dios) «sus maravillas» como propias...
La lectura del Eclesiástico y el Salmo responsorial ponderan el
valor de la oración de los pobres y desvalidos ante Dios. El
tema de la oración los relaciona con el Evangelio. Y también la
idea de que las tres predilecciones de Jesús fueron
precisamente los pobres, los niños y los pecadores en camino
de conversión.
En la última conmovedora página de la despedida de Pablo
antes del martirio se manifiesta la superación cristiana del que
había sido fariseo: proclama alto y gozosamente su fidelidad,
pero todo por gracia y para gloria del Señor.
Jesús habla al pueblo en los atrios del Templo de Jerusalén.
Poco antes de la Pasión. Un rabí o especialista en doctrina
religiosa, del partido de los fariseos (contrario a los saduceos),
le pregunta cuál es el mandamiento principal de la Ley. Era una
cuestión que entonces interesaba, y hasta podía apasionar.
Dice San Mateo que la intención, al preguntar, no era de
aprender, sino ‘de poner en un compromiso al Profeta-Maestro,
que osaba enseñar en público sin pertenecer a su grupo.
Como siempre que le dirigen una pregunta tendenciosa o mal
enfocada, Jesús, en la respuesta, ensancha y precisa su
horizonte. No basta atender a un solo «mandamiento
principal», porque hay otro que le es indisociable. Y entrambos
constituyen, no un aspecto particular aunque sublime, sino el
principio, razón y fundamento de todo lo que ordena la Ley y
proclaman los Profetas.
1. — El Mandamiento primeró y principal. Dicen que los
entonces fariseos y doctores de la Ley se entretuvieron en
clasificar centenares de «mandamientos». Seguramente no
tantos como en nuestra sociedad contemporánea. Respetuoso
con las inevitables reglamentaciones externas, el hombre tiene
sed de aire libre en su espíritu. La Palabra de Dios le enseña a
transfigurar la ley en la más alta expresión de la Libertad, que
es el Amor. «Amarás al Señor, tu Dios... » El buen israelita
saborea estas palabras todos los días, mañana y tarde, además
detenerlas escritas sobre su corazón y en el dintel de su casa.
Amar a Dios en gozosa totalidad de corazón, alma y ser. Dios,
centro luminoso y ardiente de la vida.
2. — El Mandamiento semejante al primero. «Amarás a tu
prójimo como a ti
XXX DOMINGO TIÉMPO ORDINARIO 339
mismo». Cada uno se ama a sí mismo por tendencia natural y
libre. El auténtico discípulo del Evangelio ama igualmente a su
prójimo por sobrenatural Gracia y Libertad. Antes y fuera de
Cristo se han considerado «prójimos» («próximos») a quienes
coinciden en ciertas coordenadas de raza, geografía o
institución. El discípulo del Evangelio sabe que es «prójimo»
todo hombre. Porque todo hombre es mi hermano, si todos
podemos y debemos llamar Padre nuestro a! único Dios. El
Nuevo Testamento es todo él proclamación y exigencia de
amor a los hermanos. Siempre en dimensión práctica. Siempre
bajo la luz directa del amor a Dios. Porque son las obras la
verdad del amor. La verdad de que amamos a Dios es que le
amamos en sus hijos. La verdad de que amamos a ellos es que
procuramos su bien. El Evangelio del Juicio Final, que
escucharemos dentro de pocas semanas (Mt 25, 31-46), nos lo
dirá con severa claridad.
3. — El Amor cristiano, principio y fundamento de toda Ley y
de toda Profecía. El Amor cristiano ennoblece los sentimientos,
pero no es juego del sentimiento. Es poner inteligencia,
voluntad y vida en línea recta de total disponibilidad a lo que
pide el bien del Amado. Con libertad consciente y heroica.
Porque el amor sin mentira siempre exige Sacrificio. En el
hermoso lenguaje de la Teología y el Catecismo, el Amor
cristiano se llama Caridad. Debe ser principio y razón de todas
las leyes, reglamentos y normas. En quienes las cumplen, y no
menos en quienes las dan. Tampoco sería inoportuno recordar,
donde abunden los profetas, que su Ley y el criterio que los
juzga, como nos juzga a todos, es la Caridad.
La página de Evangelio que hoy escuchamos proclama la más
importante lección. La de que todo cuanto exigen al hombre
«la Ley y los Profetas» se recapitula en una sola fundamental
actitud: amar de veras a Dios y al prójimo.
Enmarca literariamente esta lección la historia de Lina consulta
teológica. Un fariseo, que era además doctor de la Ley,
pregunta a Jesús en nombre de su grupo. Se encuentran en los
atrios del Templo de Jerusalén, poco antes de la Pasión,
rodeados de pueblo.
San Mateo da por supuesto que la intención de aquel doctor no
era recta. Más que aclarar una duda, buscaba comprometer a
Jesús. Israel era extremadamente susceptible cuando se
tocaba su valor máximo: la Ley o Torá. Pero, a distancia del
ambiente, apenas percibimos el aspecto conflictivo de la
escena. Y lo que importa es la respuesta de Cristo, afirmando
la primacía de la Caridad.
La cuestión que someten a Jesús era un interrogante abierto en
las escuelas rabínicas. La «Ley» escrita contenía muchos
preceptos (solían contar 613), a los que había que añadir
bastantes más de costumbre o tridición. No hay sociedad
compleja que no apoye su comunión y pervivencia en un
entramado de muchas normas. Pero el espíritu humano busca
su paz o unidad interior en el anhelo de resolver todas las
«leyes» en una única Ley. Iluminar toda la vida moral con un
Principio superior que sea fuente, motivo y convicción de cada
concreta obediencia.
Jesús señala como Ley principal el Amor a Dios. Para ello repite
unas palabras de aquella oración, tomada del Deuteronomio (el
«Shemab»), que todo buen israelita
340 CICLO A
reza al levantarse y al acostarse. Amar a Dios no es ejercicio
emocional, sino disposición profunda de la voluntad.
Polarización libre y serena de toda actitud y actividad en la
línea recta que lleva al Padre como centro de la vida. En la
Biblia, el Amor a Dios se reviste, según las circunstancias, de
fidelidad, gratitud, respeto, adoración, obediencia, renuncia,
sacrificio.
La verdad del amor está en su totalidad. Lo subraya con
énfasis una triple reiteración, prácticamente sinónima: «con
todo tu corazón (o interioridad sincera), con toda tu alma (o
vida), con toda tu mente (criterio y juicio)».
Como en otras ocasiones, la respuesta de Jesús va más allá de
la pregunta, dando a entender que ésta ha sido incompleta. No
basta ni sería posible amar exclusivamente a Dios. Junto al
mayor y principal mandamiento, es preciso observar otro, que
es su reflejo indisociable: el del amor al prójimo.
El Evangelio recuerda este segundo mandamiento más veces
que el primero. Lo considera casi siempre en la sinceridad
constatable de la acción. De las obras de misericordia. Sobre
todo, del perdón sincero. Su regla de oro: «como a ti mismo»,
es infalsificable. Amarse uno a sí mismo no es imposición, sino
actitud connatural. El discípulo del Evangelio, redimido de su
soledad egocéntrica por el Amor de Dios, ama
connaturalmente al hermano.
«Hermano» es traducción cristiana de prójimo. Y alcanza a
todo hombre. El Espíritu de Dios, que sopla donde quiere,
enciende hoy por toda la inmensa familia humana un urgente
sentido de fraternidad. Fraternidad que sólo será palabra viva
cuando florezca en el amor creyente de un mismo Padre.
TRIGESIMOPRIMER DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Malaquías 1,14b—2,2b. 8-10
Yo soy el Rey soberano, dice el Señor de los ejércitos; mi
nombre es temido entre las naciones.
Y ahora os toca a vosotros, sacerdotes:
Si no obedecéis y no os proponéis dar la gloria a mi nombre
—dice el Señor de los ejércitos—, os enviaré mi maldición.
Os apartasteis del camino,
habéis hecho tropezar a muchos en la ley, habéis invalidado mi
alianza con Leví
—dice el Señor de los ejércitos.
Pues yo os haré despreciables y viles ante el pueblo, por no
haber guardado mis caminos
y porque os fijáis en las personas al aplicar la ley. ¿No tenemos
todos un solo Padre?
¿No nos creó el mismo Señor?
¿Por qué, pues, el hombre despoja a su prójimo profanando la
alianza de nuestros padres?
Salmo responsorzal Sal 130, 1. 2. 3
R. Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
342 CICLO A
que superan mi capacidad; sino que acallo y modero mis
deseos, como un niño en brazos de su madre.
Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor. Espere Israel en el
Señor, ahora y por siempre.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los
Tesalonicenses 2,7b-9. 13
Hermanos: Os tratamos con delicadeza, como una madre cuida
de sus hijos.
Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo
el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas,
porque os habíais ganado nuestro amor.
Recordad, si no, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas;
trabajando día y noche para no serle gravoso a nadie
proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios.
También, por nuestra parte, no cesamos de dar gracias a Dios
porque al recibir la Palabra de Dios, que os predicamos, la
acogisteis no como palabra del hombre, sino, cual es en
verdad, como Palabra de Dios, que permanece operante en
vosotros los creyentes.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Mt 23,9b. iob Uno solo es vuestro Padre, el del cielo; uno solo
es vuestro Maestro, Cristo. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del Santo evangelio según san Mateo 23,1-12
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos
diciendo:
—En la cátedra de Moisés se han sentado los letrados y los
fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo
que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen.
Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la
gente en los hombros; pero no están dispuestos a mover un
dedo para empujar.
Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las
filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los
primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en
las sinagogas; que les hagan reverencia por la calle y que la
gente los llame «maestro
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno
solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo
es vuestro padre, el del cielo.
No os dejéis llamar jefes, porque uno solo es vuestro Señor,
Cristo.
El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será
enaltecido.
XXXI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
343
Leemos en el Evangelio otro fragmento del ministerio de la
Palabra de Jesús en el Templo, según Mateo, dos días antes de
la Pasión. Por encima de las alusiones concretas o
circunstancias de aquel tiempo, destaca, como lección
perenne, la responsabilidad que tienen ante el pueblo de Dios
quienes ejercen en él algún oficio de magisterio o guía.
Un extracto de frases de Malaquías, en la primera lectura, se
orienta al mismo tema a propósito de los pecados de los
sacerdotes que estaban al servicio del Templo de Jerusalén,
después de la vuelta del destierro, hacia el siglo 5° antes de
Cristo.
El Salmo es una delicada expresión de la actitud espiritual que
se recomienda a los discípulos en las últimas líneas del
Evangelio.
En la Carta a los Tesalonicenses se manifiesta el desinterés,
amor y espíritu de servicio de San Pablo en sus comunidades.
Así aparecía ante ellos como fiel mensajero, transparencia sin
sombra del Señor.
El fragmento de EVANGELIO es la introducción a un extenso
capítulo de San Mateo (23), en el que el Señor formula siete
acusaciones contra «los escribas y fariseos» (y. 13-36) y
termina anunciando la próxima ruina de Jerusalén (y. 37-39).
Estas líneas fueron escritas, en un determinado momento
histórico, para un concreto círculo social y religioso. Al
referirlas a otras situaciones hace falta discernimiento, y
tampoco sería justo aplicarlas a todos los doctores y fariseos
del tiempo de Jesús.
Mateo, redactó esta página para aviso de unas comunidades
judeocristianas en tentación de contagio por parte de sus
vecinas escuelas rabínicas, adictas al fariseísmo. El evangelista
pensaba, sobre todo, en los pastores o jefes responsables. A
ellos se dirige la segunda mitad, positiva (cómo debéis ser
«vosotros»: y. 8-12).
A. — En la primera mitad, por contraste, se dice cómo son «los
escribas y fariseos». Se afirma su responsabilidad, y se les
acusa de inconsecuencia, egocentris mo y vanagloria.
Su responsabilidad (2),. Ocupan «la cátedra de Moisés».
Reconocimiento de autoridad, sin ironía ni. crítica institucional.
Se refiere a una situación histórica concreta: los doctores o
«escribas» eran entonces los responsables del magisterio
religioso en Israel y, por tanto, representaban la continuidad
viviente de la Escuela (o «cátedra») de Moisés. Jesús
desautorizó algunas de sus opiniones personales; pero no, de
momento, su oficio de enseñar al pueblo la Ley y los Profetas.
Por eso, añade:
«cumplid lo que os dicen» (3a).
(Su inconsecuencia). Pero no imitéis su conducta, «porque
dicen y no hacen» (3 b-4). El valor de la Palabra de Dios no
está condicionado a la virtud de su mensajero. Pero los que lá
proclaman y no la practican se constituyen en tema de
escándalo y arquetipo de hipocresía.
Egocéntricos y vanidosos. Caricaturas vivientes en su afán de
aspirar bocanadas de incienso social por donde pasan o actúan
(5-7)...
B. — La segunda mitad habla directamente a los discípulos de
Cristo: «Voso tros. .. » El punto culminante de la crítica
precedente ha sido el afán de títulos; entonces estaba
subiendo, en las comunidades judías, la cotización de los de
«Rabí» (maestro) y «Abba» (padre). Mateo teme el contagio. Ve
la Iglesia como una familia de hermanos, que sienten la
presencia de un único Padre; discípulos y seguidores de un
único Maestro y Guía, Jesucristo. No hacer de pantalla a esta
luz teológica, interponiéndose como «rabí’>, «abba» o jefe en
nombre propio (8-10). Estos avisos
344 CICLO A
son espíritu, y recaería en el fariseísmo quien los interpretase
como letra. Recomiendan a los que en la Iglesia tienen peculiar
responsabilidad ser pura transparencia, sin sombra, del único
Señor.
Porque el que en la comunidad cristiana ocupa el oficio de
«primero», además de «hermano» como todos, es servidor de
todos (11). Y la actitud del servidor era, por definición, la de la
humildad (12).
El protagonista del Evangelio vuelve a ser un publicano.
«Publicano» sonaba al oído del pueblo lo mismo que
«pecador». Zaqueo era el jefe de los de Jericó. Hacía pocos
años que Herodes había transformado Jericó en una ciudad
opulenta de riqueza y placer. Tenía anfiteatro, hipódromo,
palestra, palacios y, sobre todo, inmensos jardines y bosques
de palmeras. Paso obligado para las caravanas de mercaderes.
En una palabra, plaza ideal para el porvenir de un publicano.
Zaqueo era rico, Jesús acababa de decir, camino de Jericó (Lc
18,24): <qCuán difícil es que los que tienen riquezas entren en
el Reino de Dios!»...
Pero añadió: «lo que es imposible para los hombres, es posible
para Dios». Zaqueo es el milagro de la gracia. Leemos hoy la
historia de su conversión. Se debió al encuentro con Jesús. Por
parte del «pecador», un pequeño paso de curiosidad. Por parte
de Cristo, todo lo demás. Lucas, siempre observador de las
reacciones psicológicas, nota que Zaqueo bajó «de prisa» y
hospedó a Jesús «con gozo». Jesús era fuego, y su contacto
encendía. Comensal del Profeta de la pobreza, el publicano
anuncia en público la decisión que le transforma: la mitad de
su fortuna para los pobres.
Zaqueo no llega a la medida del discípulo profesional, que es
renunciar a todo (18,22). Pero el Evangelio admite grados de
actuación en el ideal de Caridad que es común a todos. El
publicano proclama, además, su resolución de cumplir la
Justicia. Y si en algo ha defraudado, restituirá cuatro veces lo
debido.
En torno a su casa, el público observante seguía criticando a
Jesús porque admitía trato con un «pecador».
El autor del libro de la Sabiduría contempla la compasión divina
como un efluvio de la Omnipotencia. Porque la creación es un
acto continuo de Amor. Y en la entraña de todo ser creado está
la presencia del Dios que lo ama. Si es un hombre pecador, la
Omnipotencia se hará en él pedagogía comprensiva, paciente
en gradual exigencia hasta conseguir —salva su libertad— que
se convierta. El autor del Salmo responsorial canta
gozosamente a su Dios por ser así. Jesús, «Dios con nosotros»,
llevó en el Evangelio este amor comprensivo de Dios hasta las
últimas consecuencias.
San Pablo escribe a sus fieles de Tesalónica, hacia el año SI,
asegurándoles que hace oración continuamente por el
crecimiento de su fe y de su bondad. Les advierte que no
hagan caso de algunos que andan diciendo (e incluso dicen
que él ha dicho) que es inminente ya el fin de este mundo por
estar a punto de realizarse la «Parusía» o segunda Venida del
Señor.
XXXI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 345
En la página de Evangelio que leemos hoy Jesús previene a sus
discípulos y al pueblo contra algunos defectos en que caían
ciertos dirigentes religiosos de su tiempo. Estas palabras no
son sino el preludio de una vehemente acusación, que llena
todo el capítulo veintitrés de San Mateo.
La primera parte de la lectura crítica a los «escribas y
fariseos». La segunda exhorta, por contraste, a los oyentes:
«Vosotros...» Termina con una Sentencia proverbial sobre el
orgullo y la humildad.
A. — «Los escribas y los fariseos». Se refiere a un determinado
grupo de ellos, en una situación concreta. Sería injusto
generalizar. Por «escribas», San Mateo entiende a los maestros
o doctores de la Ley, que entonces empezaban a llamarse con
el título de «rabí». Tenían sus Escuelas o centros de formación,
y eran los guías autorizados de la religiosidad del pueblo a
través de las sinagogas. El Evangelio les reconoce su función,
pero acusa su vanagloria.
1. — Reconocimiento de su función. «Haced y observad todo lo
que os digan». Con la amplitud y dentro de los límites en que,
de hecho, ocupan la «Cátedra de Moisés». O sea, en cuanto
ejercen el magisterio religioso en Israel. Si en casos concretos
excedían sus límites y no eran fieles a la Palabra de Dios, Jesús
los desautorizaba (p.ej., Mt 15,6). Pero como norma respetó la
institución, aun cuando sabía y predijo su caducidad a corto
plazo.
2. — Crítica de su doble medida y su vanagloria. Exigentes
hasta el agobio para con el pueblo sufrido. Al revés del buen
Maestro (Mt 11,28-30). De conciencia amplísima en su vida
personal. Hipócritas. Exageran los signos que la gente admira.
Cada época y contorno social tiene sus «filacterias-» y sus
flecos. Mendigan presidencias. Les extasía el título que está de
moda. -Entonces era <rabí».
B. — « Vosotros... Cuando San Mateo recordaba y ponía por
escrito estas expresiones del Señor, pensaba en su Comunidad
eclesial. Temía y tal vez observaba ya el contagio de parte de
ciertos grupos rabínicos y farisaicos, que se movían en torno a
ella con énfasis de superioridad. Le dolía que el estilo cristiano
pudiera perder su sencillez. «No os hagáis llamar Rabí». Era
título reciente y sabroso. Quería decir «Grande». Tampoco
«Abba» (padre): honor que empezaba a otorgarse a algunos
doctores como aureola de singular veneración. Ni otras
maneras de bendecir el orgullo personal, que puedan anublar
el gozo de sentirse todos hermanos en la Iglesia, hijos de un
mismo Padre, bajo un único Pastor y Maestro, Cristo.
Estas palabras son espíritu y hablan a la sinceridad de cada
uno. El que exigiere a otros su cumplimiento «a la letra» se
expondría a ser uno más entre aquellos a quienes el Evangelio
acusa.
C. — Porque «el que se enaltece, será humillado... » El Salmo
responsorial da el tono exacto de la sencillez evangélica. Los
que «dicen y no hacen» acaban despreciables y viles ante el
pueblo [ lectura]. El pueblo creyente, que percibe por instinto
el aroma de la verdadera Humildad, que es Servicio. Y en ella
reconoce fraternalmente a los Servidores auténticos de Cristo.
TRIGESIMOSEGUNDO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de la Sabiduría 6,13-17
Radiante e inmarcesible es la sabiduría;
fácilmente la ven los que la aman
y la encuentran los que la buscan.
Se anticipa a darse a conocer a los que la desean. Quien
temprano la busca no se fatigará,
pues asu puerta la hallará sentada.
Pensar en ella, es prudencia consumada,
y quien vela por ella pronto se verá sin afanes. Ella misma
busca por todas partes
a los que son dignos de ella;
en los caminos se les muestra benévola
y les sale al encuentro en todos sus pensamientos.
Salmo responsorial Sal 62,2. 3-4. 5-6. 7-8
R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta
de ti;
mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin
agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu
gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios.
XXXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 347
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti,
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera Carta del apóstol san Pablo a los
Tesalonicenses 4,12-17
Hermanos: Ño queremos que ignoréis la suerte de los difuntos
para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza.
Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo
modo a los que han muerto en Jesús, Dios los llevará con él.
[ es lo que os decimos como Palabra del Señor:
Nosotros, los que vivimos y quedamos para. su venida, no
aventajaremos a los difuntos. Pues él mismo, el Señor, a la voz
del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del
cielo, y los muertos en Cristo resucitarán ew primer lugar.
Después nosotros, los que aún vivimos, seremos arrebatados
con ellos en la nube, al encuentro del Señor, en el aire.
Y así estaremos siempre con el Señor.
Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.]
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Mt 24,42a.44 Estad en vela y preparados, porque a la hora que
menos penséis viene el Hijo del hombre. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 25,1-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
—El Reino de los cielos se parecerá a diez doncellas que
tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas.
Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en
cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las
lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz:
jQue llega el esposo, salid a recibirlo!
Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se
pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las sensatas:
348 CICLO A
«Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las
lámparas.»
Pero las sensatas contestaron:
»Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor
es que vayáis a la tienda y os lo compréis.»
Mientras iban a comprarlo llegó el esposo y las que estaban
preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la
puerta.
Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo:
»Señor, señor, ábrenos.»
Pero él respondió:
»Os lo aseguro: no os conozco.»
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.
Ya sólo quedan tres domingos en este año litúrgico. Tiempo
oportuno de presentir la eternidad. Nuestra vida en el mundo
ha de ser jubilosa preparación de una fiesta divina. La parábola
de las diez vírgenes alegoriza este pensamiento. Tres fases: la
espera, el encuentro con el Señor, la participación en el
banquete de bodas.
1. — La espera. En sus «parábolas» Jesús habla del cielo con
imágenes de la tierra. Asistiendo a una fiesta de bodas sabía
hacer pensar en el Reino de Dios. El grupo de amigas de la
esposa (las jovencísimas del pueblo, que pronto irían pasando
a ser también protagonista cada una de ellas) la acompañaban
enarbolando lámparas o antorchas encendidas para animar, al
anochecer, el cortejo nupcial. En cierta ocasión, algunas de
ellas cometieron la imprevisión de no llevar reserva de aceite.
A la hora del apuro piden ayuda a destiempo, corren a buscar,
llegan tarde, quedan excluidas de la fiesta. La gente comenta
su insensatez. El Maestro toma pie de la anécdota para una
reflexión sobre la sabiduría con que unos viven siempre
preparados y la necedad con que otros se despreocupan en
vista al eterno banquete de la Gloria.
Años más tarde, Mateo evangelista resumió por escrito esta
«parábola» del Señor.
Pensando en la situación de su Comunidad, hizo de ella una
meditación para
nosotros, los cristianos. En las diez vírgenes se transparenta
una alegoría de la Iglesia.
De la Iglesia que vive su fe y amor esperando la gloriosa
Venida del Esposo, Cristo
Jesús. Pasa el tiempo y se van »durmiendo» —lenguaje
cristiano de la muerte...
2. — La hora decisiva. En la simbología judía y cristiana de
entonces, «medianoche» era el momento de llegar el Señor.
Transfiguración de las Tinieblas en Luz. Obertura de la Pascua
eterna. Un grito de júbilo: « a su encuentro!». Con las
antorchas en llama viva —símbolo de la Luz.
3. — La fiesta. «Las que estaban preparadas entraron con él al
Banquete de bodas». Nuestro cielo es estar siempre con el
Señor: Cristo Jesús [ lectura]. En desearlo con toda el alma
[ responsorial], en estar siempre a punto de entrar en él,
consiste la única Sabiduría [ lectura]. Carecer de ella sería
incomprensi ble necedad.
Dentro de quince días escucharemos la clara traducción de
esta parábola en el Evangelio del Juicio Final: tener o no aceite
en la antorcha de nuestra vida, ser Luz o ser Tinieblas, consiste
en practicar o no aquel Amor que sirve a Cristo en sus
hermanos.
XXXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 349
El tema doctrinal del Evangelio es el de la resurrección de los
muertos. Los seduceos la negaban. Por eso los fariseos, con la
mayor parte del pueblo, los tenían por herejes. Un día los
saduceos, con ironía de mal gusto, le propusieron al Señor una
de las dificultades que se plantearían en el más allá si los
muertos resucitasen: la imposible situación de una pobre viuda
que hubiese cumplido en esta vida la ley o costumbre oriental
del «levirato» (casarse, al morir el esposo, con el «levir» o
cuñado con el fin de perpetuar, por una ficción jurídica, la línea
genealógica del difunto). Por respuesta, Jesús les da dos
lecciones: una, sobre la condición de los justos resucitados;
otra, sobre el hecho mismo de la resurrección.
Los justos, dice, serán allá «como los ángeles». No se podía
expresar de manera más hermosa el destino eterno del
hombre. Al resucitar, reencuentra la continuidad de su propia
vida y conciencia personal, plenamente realizada en su
auténtica naturaleza humana, que es a un tiempo espiritual y
corpórea. Pero se equivocaría la pobre imaginación si pintase el
cielo de los hombres con rasgos propios de su provisional
limitación en este mundo. Porque allá serán como los ángeles.
Este ideal ya ilumina en esta vida la educación cristiana del
que tenga ojos limpios de fe. Para algunos, ser como ángeles
es plena vocación de testimonio celeste en la tierra.
Y es cierto que los justos resucitarán, prosigue Jesús, porque su
Dios es el Dios vivo que no puede morir. («El Dios de Abrahán,
Isaac y Jacob» es una manera bíblica de decir: el Dios de la
Alianza con su pueblo y sus fieles). La Alianza, por parte de
Dios, es un compromiso de amor divino, que, por esencia, es
eterno. Para que se realice, sus amados permanecerán en vida
para siempre. Y, según el concepto hebreo y cristiano del
hombre, esta vida eterna no sería plenamente humana si no
fuera, además de espiritual, también corpórea. Cuando Jesús
respondió a los saduceos, le faltaban muy pocos días para
morir en la cruz. Sus palabras: «no es Dios de muertos, sino de
vivos», significaban para duna confianza infinita. Su
Resurrección es la de todos los justos en comunión con El:
testimonio inmortal del Dios vivo que asocia los hombres a su
Vida.
Los siete hermanos del tiempo de los Macabeos, con su madre,
son arquetipo de la eficacia de la fe en la resurrección para
forjar héroes y mártires.
El salmo responsorial presiente la inmensa alegría del justo
que, «al despertar» (entiéndase: resucitar), se encuentra cara
a cara con su Dios.
San Pablo se siente unido por la oración, desde Corinto, con
sus fieles de Tesalónica. Pide por su perseverancia. Suplica
oraciones por su difícil apostolado. La oración de unos por otros
es la presencia cristiana de los ausentes.
El Evangelio nos da una lección de sentido cristiano de la vida.
Lo que cuenta, al fin de la jornada, es la ciencia práctica de la
salvación. Prudencia o sensatez, que los antiguos llamaron
sabiduría.
La primera lectura es una invitación a buscarla, tomada del
libro de la Biblia que lleva, por antonomasia, el nombre de
Sabiduría. Idílica expresión literaria de cómo la sabiduría, luz
de Dios, se anticipa a cada paso del corazón humano cuando
es abierto y diligente.
350 CICLO A
Ejemplo clásico de esta ardiente búsqueda o «sed» de Dios en
el Salmo. San Pablo recuerda a los cristianos de Tesalónica su
catequesis a propósito de la última Venida del Señor. Les
costaba (como a todos los de cultura helénica) aceptar el
dogma de la resurrección universal. El apóstol se lo reafirma, y
esboza una descripción imaginativa del encuentro definitivo de
los fieles con Cristo adaptándose al estilo apocalíptico de la
época.
La parábola que leemos en el EVANGELIO forma parte del
«Sermón escatológico» según Mateo. Dicho Sermón, largo y
difícil, se puede resumir en tres afirmaciones: (1 al término de
la historia, vendrá el Señor; (2 pero nadie sabe el día ni la hora:
(Y) por tanto, estad siempre a punto de recibirle. Esta última
idea se desarrolla en tres parábolas: la del mayordomo (24,45-
51), la de las diez vírgenes y la de los talentos.
Como en todas las parábolas de Jesús, conviene imaginar
primero la escena humana significativa, para reflexionar luego
sobre la lección religiosa que sugiere.
A. — La escena humana se inspira en una fiesta de boda.
Evoca el momento decisivo de recibir al esposo y acompañarlo
a su casa para celebrar la cena nupcial. Un grupo de jóvenes o
adolescentes, amigas de la esposa, se concentran al atardecer
junto a la casa de ella, dispuestas a formar en el cortejo
cuando el esposo venga a buscarla y llevarla consigo.
Conforme al rito popular, enarbolarán y agitarán antorchas
encendidas, que reiteradamente tendrán que impregnar de
aceite para que ardan. El esposo tarda. Se duermen. A
medianoche las despiertan los gritos de alborozo: por fin ha
llegado. Corren a aprestar sus antorchas. Pero resulta que
algunas no han traído aceite. Descuido tan impresionante, en
aquella situación, como para constituirlas en arquetipo de
insensatez. Recurso de emergencia a las compañeras; pero
éstas, en reacción de adolescentes auténticas, contestan que
en la plaza venden. Angustia de proveer cuando ya no es hora.
Lágrimas inútiles ante la puerta cerrada.
B. — Contada por Jesús, la pequeña historia debía tener un
delicioso acento popular. Y la gente sencilla intuiría sin
dificultad su lección religiosa. El evangelista, al resumirla por
escrito, estilizó la parábola y acentuó algunas transparencias
alegóricas. Así, por ejemplo, el último episodio se transforma
directamente en una escena de Juicio escatológico (comparar
con Mt 7, 22-23).
En el conjunto de las enseñanzas del Maestro, la previsión de
las jóvenes sensatas personifica la actitud característica del
hombre-según-el-Evangelio: siempre a punto de recibir al
Señor. La sintetizó en una palabra: velar, que quiere decir
«estar despierto» cuando tantos «duermen». Con la serenidad
de aquellas doncellas, que durmieron en paz porque «velaba»
su previsión. El creyente es un hombre en esperanza de
eternidad; sabe que nacerá a ella en un minuto determinado
de su tiempo, y que cada minuto puede ser éste. La eternidad
no le es una abstracción, sino el abrazo de Dios en Cristo —o el
inútil llanto en las tinieblas de fuera. Al principio del
cristianismo consideraban de preferencia el aspecto colectivo
de este encuentro (fin del mundo). Pero en las parábolas de
Mateo parece acentuarse ya la individualización de este fin en
cada existencia personal. Tema de actualidad cuando las
estadísticas advierten que a una gran parte de los hombre de
nuestra generación les llega el minuto de su eternidad sin
previo aviso.
XXXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 351
En los tres últimos domingos del actual Ciclo litúrgico (A), la
Palabra del Señor nos invita a reflexionar sobre el devenir
ultraterreno del Hombre. Sobre la que ahora es moda llamar
Escatología.
Hoy escuchamos en el Evangelio la primera de estas tres
lecciones. Pedagogo popular, Jesús pinta nuestro devenir
eterno como una Fiesta de Bodas. Era la más hermosa alegoría
en la tradición literaria de Israel. Símbolo de la perfecta
Felicidad. Expresión de infinita Alegría.
A. — La Parábola en el magisterio viviente de Jesús. Al
componer sus «parábolas», el Maestro se inspiraba en la
sencilla realidad. La mayor parte son páginas de vida. En
cualquier pueblo de Galilea, la boda de unos vecinos era fiesta
mayor para todos. Obsequios, música y cantos, fascinadora
comitiva nupcial, convite abierto y generoso. Las jovencísimas
amigas de la esposa, que en años próximos irán pasando a ser
ellas las protagonistas, se constituyen ahora en su corte de
honor. Enarbolando lámparas o antorchas encendidas
animarán el anochecer del encuentro definitivo. La tardanza
del esposo pone en evidencia la imprevisión de algunas, que
no han traído reserva de aceite. A la hora del compromiso se
atolondran, piden ayuda a destiempo, corren a buscar, llegan
tarde. La gente les reprocha su insensatez...
Alegorizando esta pequeña historia, el Maestro induce a una
severa reflexión sobre las dos actitudes fundamentales de la
existencia humana, que los escritos sapienciales de la Biblia
llaman respectivamente Sabiduría y Necedad [ lectura]. Es de
«sabios», «prudentes» o «sensatos» advertir que, en la vida, la
hora de la verdad está en el encuentro definitivo con Dios.
Puede tardar y puede anticiparse. Es al Fin cuando todo
empieza. Perder el «Reino de los Cielos,> —nuestra infinita
Felicidad— por haberse habituado a existir irreflexivamente, sin
«luz», sin amor ni esperanza, es fracaso total. Mucho más
incomprensible que el de aquellas «necias» adolescentes.
B. — La Parábola en su resumen escrito de San Mateo. La
parábola, que Jesús contaría con popular sencillez y gracia, la
esquematizó San Mateo en su libro cuando los cristianos ya
llevaban cuarenta o cincuenta años meditándola. En las
jóvenes o «vírgenes» (2 Cor 11,2) veían un símbolo de su
comunidad eclesial. En ella había trigo y cizaña (Mt 13,24-43):
actitudes «sensatas» y «necias». La Fiesta de Bodas que
esperaban (Apoc 19,9) era la Parusía o Venida gloriosa de
Cristo. Al venir El, irían todos, vivos y difuntos resucitados, a su
encuentro [ lectura]. Tenían la sensación de que el «Esposo»
tardaba mucho. Pero los sensatos mantenían en acto su
incansable reserva de Fidelidad. La parábola, en su ultima fase,
es una meditación sobre el Juicio escatológico (= Mt 7,21-23).
Para los necios será la hora de los deseos tardíos y el llanto
inútil. Dentro de pocos días escucharemos otra lección, más
realista, sobre el Juicio final (Mt 25,3 1-46). Nos dará a
entender que el aceite y la luz siempre a punto es la Fidelidad
o continuidad en el Amor cristiano. La Caridad sincera, que
nunca se cansa de esperar mientras va al encuentro del Señor
sirviéndole en sus hermanos.
TRIGESIMOTERCER DOMINGO PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Proverbios 31,10-13. 19-20. 29-31
Una mujer hacendosa, ¿quién la hallará?;
vale mucho más que las perlas.
Su marido se fía de ella
y no le faltan riquezas.
Le trae ganancias y no pérdidas
todos los días de su vida.
Adquiere lana y lino,
los trabaja con la destreza de sus manos.
Extiende la mano hacia el huso
y sostiene con la palma la rueca.
Abre sus manos al necesitado,
extiende el brazo al pobre.
Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura;
la que teme al Señor merece alabanza.
Cantadle por el éxito de su trabajo,
que sus obras la alaben en la plaza.
Sal Sal 127, 1-2. 3. 4-5
R. Dichoso el que teme al Señor.
¡Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos! Comerás
del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien.
XXXIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 353
Tu mujer como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos
como renuevos de olivo alrededor de tu mesa.
Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad
de Jerusalén, todos los días de tu vida.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los
Tesalonicenses 5,7-6
Hermanos: En lo referente al tiempo y a las circunstancias no
necesitáis que os escriba. Sabéis perfectamente que el Día del
Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando estén
diciendo: «paz y seguridad’>, entonces, de improviso, les
sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está
encinta, y no podrán escapar.
Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas para que ese día
no os sorprenda como un ladrón, porque todos sois hijos de la
luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas.
Así, pues, no durmamos como los demás, sino estemos
vigilantes y vivamos sobriamente.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 15,4a.5b Permaneced en mí y yo en vosotros, dice el Señor;
el que permanece en mí da fruto abundante. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 25, 14-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
—Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus empleados y
los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos
de plata; a otro, dos; a otro, uno; a cada cual según su
capacidad. Luego se marchó.
[ que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos
y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó
otros dos.
En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y
escondió el dinero de su señor.]
Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos
empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos.
Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó
otros cinco, diciendo:
»Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros
cinco.»
Su señor le dijo:
«Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido
fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete
de tu señor.’>
Se acercó luego el que había recibido dos talentos, y dijo:
354 CICLO A
«Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos.»
Su señor le dijo:
«Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido
fiel en lo poco, te daré un cargo importante: pasa al banquete
de tu señor.
Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo:
«Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no
siembras y recoges donde no esparces; tuve miedo y fui a
esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo.»
El señor le respondió:
«Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabías
que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues
debías haber puesto mi dinero en el banco para que al volver
yo pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento
y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le
sobrará; pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Y
a ese empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el
llanto y el rechinar de dientes.»
La Parábola de los Talentos expone alegóricamente la vocación
del cristiano en este mundo: trabajar en vista al Reino de Dios.
Tres perspectivas: el tiempo, el encuentro con el Señor, la
eternidad.
1. — El tiempo. Antes de proclamarlo, Jesús vivió largos años
en Nazaret el «evangelio del trabajo». Actividad de las manos y
del pensamiento. En su hogar jamás tuvo entrada la pereza,
porque tampoco lo tenía la frivolidad. Las parábolas de Jesús
Maestro reflejan la mística del trabajo (léase la reciente
Encíclica del Papa, especialmente en sus últimas páginas). La
vida del hombre tiene que «dar fruto». Como el trigo, como la
vid. Porque el hombre es colaborador de Dios, el infinitamente
activo. Fruto que redunde siempre en servido de Dios y de los
hermanos hombres, porque Dios es infinito Amor. Sabiendo
Jesús que sus paisanos tenían clara idea de que el dinero
también tiene que «fructificar», les propuso alguna vez
parábolas inspiradas en el orden económico. Un propietario se
ausenta y confía su hacienda a varios administradores. San
Mateo expresa las cifras en «talentos»:
unidad máxima entonces, que equivalía (más o menos, según
lugares y épocas) a unos treinta kilos de plata. Al regresar, el
propietario felicita y premia a los que han administrado con
diligencia; reprueba al perezoso inútil.
2. — El encuentro con el Señor. En esta parábola, tal como la
meditó la Iglesia de los Apóstoles y la resume por escrito San
Mateo, el Señor es Cristo. El «mucho tiempo» (y. 19) de su
Ausencia es la vida de la Comunidad eclesial en el mundo y la
de cada cristiano dentro de ella. Su regreso será la hora del
encuentro. La gloriosa Venida del Señor —que se va realizando
en el paso de cada uno a la eternidad. Los «talentos» significan
aquella concreta capacidad de hacer el bien que Dios ha
confiado a cada uno. Dentro de una semana, el Evangelio del
Juicio Final nos indicará algunas de estas maneras de «hacer el
bien». —La primera lectura y el salmo dicen hermosamente
una de las más habituales formas de hacer el bien, en el propio
hogar.
3. — El Gozo definitivo. Sublime ofrenda la de los servidores de
Cristo, que, al fin de la jornada, le devuelven su propia vida —
tesoro de Dios— enriquecida al ciento por ciento. Diligente
fidelidad a la Gracia que recibieron. Diligencia, por etimología,
significa «amor». No se les felicita por la «cantidad» que
ofrecen, tan diversa, sino por el amor realizado en trabajo con
que la han conseguido. A todos se dice por igual: «entra en el
Gozo de tu Señor». Eternamente. —Por contraste, el
XXXIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 355
perezoso inútil. Intenta cubrir su egoísmo, como tantos, con la
crítica y el insulto. Pierde la eternidad porque ha perdido su
tiempo. Si no ha querido trabajar y fatigarse, si no ha sido
«diligente)), es porque no amaba al Señor.
El Evangelio proclama el espíritu de laboriosidad como una de
las actitudes fundamentales del hombre según Cristo.
Precisamente porque espera el ciclo del Señor, se afana
trabajando por él en la tierra.
La primera lectura es un extracto del largo poema sapiencial
de la «mujer fuerte», que antaño sabían muchos de memoria.
Sirve de apéndice a la colección bíblica de los Proverbios.
Retrato tan insobornable de una mujer ideal, que se atreve a
subordinar la hermosura. Junto al sentido religioso (30b), su
vida y gloria se realiza en una incansable previsora
laboriosidad.
Un último fragmento de la Carta a los Tesalonicenses glosa la
parábola evangélica del «ladrón)) (Mt 24,43). Manera de
recomendar con énfasis la actitud escatológica del cristiano:
«estar siempre a punto» de que venga el Señor.
Leemos en el EVANGELIO la tercera de las parábolas con que
San Mateo concluye la vertiente práctica de su largo Sermón
escatológico. Las tres se orientan al momento «crítico» de la
Venida del Señor; es decir, al momento en que Cristo juzgará
quiénes son dignos y quiénes indignos de pasar al Reino
eterno, y separará a los unos de los otros. Al presente, unos y
otros están mezclados en una misma convivencia. El domingo
pasado, vimos esta actual convivencia y futura separación bajo
la imagen poético-popular de unas jóvenes sensatas o necias;
a la hora de la verdad, unas entran al banquete del Esposo y
otras se quedan fuera. La imagen de hoy está tomada de una
de las actividades que más comprometen en el orden
temporal: la de la administración económica.
La narración significativa se distribuye en tres etapas: a) el
amo se ausenta y hace a unos servidores responsables de su
capital; b) cada empleado administra la parte de hacienda que
le corresponde; c) el amo regresa, y cada uno le da cuenta de
su administración. El vocabulario es tan alusivo que se lee
directamente la intención religiosa.
a) Los primeros discípulos veían en el viaje del dueño la vuelta
de Cristo al Padre, dejándoles a ellos encargados en la tierra de
continuar su misión. A la desigual capacidad de cada uno se
adapta la desigual responsabilidad que se le confía; al
cumplirla, se realiza en plenitud a nivel de sus facultades, y
entrará por igual en comunión con el gozo del Señor. [ cantidad
de dinero que sirve de símbolo a esta responsabilidad del
discípulo es importante dentro de lo normal; ni fabulosa ni
menospreciable. Un talento correspondía (con variaciones
según épocas y lugares) a algo más de treinta kgs. de plata].
b) El tiempo de la ausencia del Señor se supone largo (y. 19).
Durante este período intermedio entre su partida después de la
Resurrección y su vuelta al fin de los tiempos, Cristo quiere que
sus bienes fructifiquen. Así lo entienden los servidores
diligentes, que llegan a conseguir un rendimiento del cien por
cien. Los «talentos» no son símbolo de una determinada
cualidad, acción u oficio, sino de todo cuanto es
356 CICLO A
gracia y quehacer apostólico durante el tiempo de la Iglesia en
la tierra. Negociar con ellos es la fidelidad activa de quien sabe
que todo don de Dios en nosotros lleva en sí la voluntad de
fructificar. Pero al empleado que inmovilizó el talento no le
importa nada más que su tranquila seguridad, no la gloria de
Cristo ni la salvación del mundo.
c) Cuando vuelve el Señor, pide el estado de cuentas. Alegoría
clásica del Juicio. Los servidores fieles reconocen que cuanto
con la gracia de Dios han «ganado)), a Dios pertenece. Elogio y
recompensa: entran en comunión con el gozo de Cristo. El
inútil pretende cubrirse con una defensa tan inútil como
insolente. El Dueño le dice sin rodeos que su única razón ha
sido la holgazanería. Desposeído y excluido: quien mantiene
sin fructificar la gracia recibida, la pierde. Cuando Mateo puso
por escrito esta parábola de Jesús se refería a los cristianos
apagados, receptores pasivos de la fe, sin afán de vivirla en
dinamismo de santidad, obras de amor y apostolado.
En este penúltimo domingo del año litúrgico las lecturas nos
ofrecen algunas reflexiones en torno al sentido escatológico de
nuestra existencia. La que llaman «Escatología)> es un
aspecto o perspectiva de un primer principio de la Revelación:
lo mismo que el cielo y la tierra, también la Historia es obra de
la mano de Dios. Sólo suyo fue el origen del mundo, suyo es el
presente y totalmente suyo será el Fin. Con la particularidad de
que el Fin es la razón de ser del principio y del presente; como
el río, que no tiene más destino, apenas nace, que fecundando
la tierra volver al mar.
Al futuro encuentro con solo Dios en el término de la Historia
los profetas lo llamaron «el Día de Yahvé» o «del Señor». En la
primera lectura de hoy, Malaquías describe la manifestación de
Dios al mundo en este su «Día» a manera de un Juicio o
discernimiento: para los malvados, fuego devorador; para sus
servidores, sol de Justicia que irradia en su luz la Salvación.
Con este «Día de Dios» se inaugura su Reino definitivo. El
salmo responsorial expresa la alegría con que hombres y
naturaleza aclaman la venida de este Reino, que trae al
mundo, por fin, un orden de justicia.
En el Evangelio leemos un fragmento (menos de la mitad) del
Sermón escatológico de Jesús según San Lucas. Cuando oyeron
con asombro que pronunciaba la destrucción del Templo de
Jerusalén, le preguntaron el tiempo y las señales. En su
mentalidad de hebreos, tal catastrofe sólo se concebía si iba
unida a la ruina total del mundo. Pero el Maestro distingue (en
la parte del Sermón que no leernos) ambos acontecimientos:
primero y pronto, la caída de Jerusalén con su Templo;
después, en un futuro indeterminado, el término escatológico
de la historia. Para el tiempo, corto o largo, que lo precederá,
da a los discípulos los tres avisos que leemos hoy. Primero:
no hacer caso de los falsos profetas que irán anunciando, en
cualquier época, que el Fin es inmediato. Segundo: no
confundir con signos de esta inmediatez los sufrimientos y
calamidades inherentes a la existencia humana en este
mundo. Tercero y principal: saber que el patrimonio de los
discípulos de Cristo en la tierra es la persecución. No teman: él
mismo les asistirá. Su virtud característica, la perseveran cia.
Con ella alcanzarán este «fin escatológico personal» que el
Evangelio llama salvar el alma.
XXXIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 357
Entre algunos cristianos de Tesalónica, hacia el año 50,
también se dio esa neurosis de creer que era inminente el Fin.
Y algunos.., dejaron de trabajar ( qué?). San Pablo les reprende
con energía. Les recuerda su ejemplo. Y el proverbio que solía
repetirles (el texto original dice exactamente: «el que no
quiera trabajar, que no coma». Porque, ¡cuántos quisieran, y
no pueden, y tienen el mismo derecho a comer!). El buen
cristiano cumple mejor su quehacer temporal, precisamente
porque sabe que tiene un valor y un destino eterno.
Penúltimo domingo del año litúrgico. Parábola de los
«talentos». Meditación sobre la actitud cristiana durante esta
vida temporal, en vista al Reino de Dios. Reprobación de la
pereza.
1. — La parábola en la predicación del Maestro. Jesús de
Nazaret formó su carácter humano en la disciplina del trabajo.
Pensador y activo. En su hogar se desconocía tanto la
superficialidad como la pereza. Lo refleja en sus parábolas. No
comprende que la vida del hombre en este mundo pueda ser
estéril. Tiene que crecer y (expresión predilecta de Jesús) «dar
fruto». Como el trigo, como los árboles. Sabiendo que sus
paisanos han tenido siempre muy clara la idea de que también
el dinero tiene que «fructificar», les propuso alguna vez
parábolas inspiradas en el orden económico. Un propietario se
ausenta, y encomienda parte de su hacienda a unos
empleados. Al regresar, elogia y recompensa a los que han
administrado sus bienes con diligencia. Y reprueba al que los
ha mantenido inactivos. Así reprobará el Juez escatológico a los
que hayan perdido inútilmente el tesoro de la vida que Dios les
regaló. Y coronará de eterna alegría a los que lo hayan hecho
fecundo en sinceridad de pensamiento, en amor generoso y en
servicio a los hermanos.
2. — La parábola en la redacción escrita de San Mateo. La
Iglesia apostólica meditó a fondo esta lección del Señor. Fiel al
Evangelio, educó a los hombres que lo aceptaban en el sereno
y constante dinamismo de quienes saben que, aprovechando
santamente el tiempo, están forjando su eternidad. Como en
toda convivencia humana, también hubo entre ellos algún
negligente. Cuando el evangelista puso por escrito la parábola
de Jesús, ya iba iluminada por la experiencia de su Comunidad.
El «dueño» es Cristo Señor, quien, al «ausentarse» después de
la Resurrección, deja en la tierra por «mucho tiempo» (y. 19)
administradores de sus Bienes. A cada uno «según su
capacidad» (v.15). Hoy dirían, inspirándose en San Pablo, a
cada uno su carisma. Su misión concreta. Su gracia-de-acción.
Se compara a unos «talentos». El talento era la máxima unidad
monetaria, equivalente al valor de unos treinta kilos de plata.
Quiere decir que la concreta vocación cristiana de cada uno es
un inmenso tesoro. Una gozosa responsabilidad. Los servidores
fieles lo «administran» con diligencia. Como la mujer fuerte de
la primera lectura. Etimológicamente, diligencia quiere decir
amor. Trabajan por Cristo, en la Iglesia, en el mundo, porque
aman a Cristo, aman la Iglesia y aman cristianamente el
mundo. Ya gozan ahora, y, al encontrarse con Cristo (segunda
lectura), entran en su gozo eterno.
San Mateo, pensando en algunos de su Comunidad, dedica un
largo espacio al perezoso (y. 24-30). Egoísta, no ha querido
hacer por el Dueño y su Casa (por Cristo y su Iglesia en el
mundo) ni siquiera el mínimo esfuerzo (y. 27). No ha sido
diligente, porque no -ama.-Encima, insulta con arrogancia. Es
aliento de la pereza egoísta, que
358 CICLO A
hiede en cualquier crítica estéril de quien gasta en acusar a
Otros el tiempo precioso que Dios nos ha dado para hacer el
bien.
El Evangelio del domingo próximo dirá claramente en qué
consiste hacer el bien.
Es connatural, cuando nos acercamos al fin del año litúrgico,
que los textos bíblicos recuerden el destino escatológico de
nuestra existencia temporal. El Evangelio enseña hoy
vigorosamente que el tiempo adquiere todo su valor para el
hombre cuando lo vive y realiza como introducción a la
eternidad.
San Mateo y San Lucas (19,11-27) resumieron por escrito, con
matices algo diversos, la común parábola de los
administradores. En la redacción de Mateo, la que leemos hoy,
suele llamarse «Parábola de los Talentos». Es la tercera en una
trilogía de parábolas o ejemplos; las dos primeras son la del
mayordomo (Mt 24,45-5 1) y la de las diez doncellas (25,1-13).
Los protagonistas de las tres coinciden en una actitud
fundamental: la de vivir en la expectación de que «viene el
Señor». Con la personal responsabilidad de estar siempre a
punto de recibirle. Ser fiel o no a esta responsabilidad
compromete el destino escatológico.
Las tres coinciden, además, en que la venida del Señor (o
Esposo) se retrasa mucho tiempo (24,48; 25,5; 25,19).
Advirtiendo, sin embargo, que al llegar cogerá a muchos de
improviso.
Estas circunstancias reflejan la situación espiritual de
bastantes comunidades cristianas del siglo primero. Habían
confiado con iluminada seguridad en la próxima Venida
gloriosa de Cristo Jesús. Venida o «Parusía» que significaba el
comienzo de la era de Dios, de la felicidad sin fin. Ardían en la
esperanza de que amaneciese s Día (2 lectura). Sabían que
hay que estar siempre en vela. Pero pasaban losaños sin que
su expectación se cumpliese. No acababan de comprender que
los planes de Dios no se miden por el calendario humano. Se
iba enfriando la caridad pastoral de algunos (Mt 24,48-51). Se
descuidaba el aceite que alimentase las antorchas... (25,8ss).
Se cernía sobre el fervor de la fe el desaliento de una pereza
disfrazada de cansancio.
La Parábola de los Talentos es un aviso contra esta tentación
de la fe perezosa. Como en toda parábola evangélica, hay un
relato significativo y una lección de vida:
El relato significativo tiene tres tiempos: a) un «señor» se
ausenta, y encomienda a varios servidores, según la capacidad
de cada uno, la administración de una parte de su inmensa
fortuna (un «talento» representa el valor de unos treinta kilos
de plata). b) Durante la prolongada ausencia, unos trabajan
con afán y duplican el depósito encomendado; otro se limita a
guardarlo intacto. c) Regresa el señor y pide cuentas.
Recompensa a los administradores eficaces y sanciona al inútil.
La lección es transparente. Antes de que entren en el gozo de
su eterna Presencia, Cristo Señor quiere que sus «servidores»
sean en la tierra y durante largo tiempo fecundidad dinámica
de la Gracia. Cada uno recibe en la Iglesia su peculiar carisma,
a proporción de su capacidad. Es siervo bueno y fiel quien le
saca el máximo rendimiento. El cristianismo ha consagrado la
mística del trabajo. Hermosa expresión en el poema de «la
mujer fuerte», del que se nos ofrece un breve extracto en la
lectura inicial. La siguiente página del Evangelio (la del Juicio
final, que corresponde al domingo próximo) nos dirá que esta
fecundidad activa de la Fe consiste en obras de
XXXIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 359
servicio fraterno, sobre todo en favor de los desvalidos.
Una parte considerable de la parábola se concentra en el juicio
del servidor perezoso (y. 24-30). El Evangelio estigmatiza en él
la actitud egoísta de quien sólo aspira a conservar, en inútil
seguridad, la gracia recibida. Por ello mismo la perderá {v.
28s). Los «talentos» del Espíritu tienen que fructificar, porque
son vida. Es tan contradictorio inutilizarlos como hacer que la
luz no ilumine, la llama no arda o la Fe no se realice en acción.
ÚLTIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Ezequiel 34,11-12. 15-17
Así dice el Señor Dios:
—Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas siguiendo su
rastro.
Como un pastor sigue el rastro de su rebaño cuando se
encuentra las ovejas dispersas, así seguiré yo el rastro de mis
ovejas; y las libraré, sacándolas de todos los lugares donde se
desperdigaron el día de los nubarrones y de la oscuridad.
Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré sestear —
oráculo del Señor Dios. Buscaré las ovejas perdidas, haré
volver las descarriadas, vendaré a las heridas, curaré a las
enfermas; a las gordas y fuertes las guardaré y las apacentaré
debidamente. En cuanto a vosotras, ovejas mías, así dice el
Señor Dios:
—He aquí que yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre
carnero y macho cabrío.
Salmo responsorial Sal 22,1-2a. 2b-3. 5-6
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar.
Me conduce hacia fuentes tranquilas, y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.
ÚLTIMO DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 361
Preparas una mesa ante mí enfrente de mis enemigos; me
unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de
mi vida, y habitaré en la casa del Señor, por años sin término.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera Carta del apóstol san Pablo a los
Corintios 15,20-26a. 28
Hermanos: Cristo ha resucitado, primicia de todos los que han
muerto.
Si por un hombre vino la muerte,
por un hombre ha venido la resurrección.
Si por Adán murieron todos,
por Cristo todos volverán a la vida.
Pero cada uno en su puesto:
primero Cristo como primicia; después, cuando él vuelva, todos
los cristianos; después los últimos, cuando Cristo devuelva a
Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder
y fuerza.
Cristo tiene que reinar,
hasta que Dios <haga de sus enemigos
estrado de sus pies
El último enemigo aniquilado será la muerte.
Al final, cuando todo esté sometido,
entonces también el Hijo se someterá a Dios,
al que se lo había sometido todo.
Y así Dios lo será todo para todos.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Mc 11,9b.lOa Bendito el que viene en nombre del Señor:
Bendito el reino que viene de nuestro padre David. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 25,31-46
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre y todos los
ángeles con él se sentará en el trono de su gloria y serán
reunidas ante él todas las naciones.
362 CICLO A
Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas
de las cabras.
Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha:
«Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino
preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me
disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve
desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel
y vinisteis a yerme.)>
Entonces los justos le contestarán:
«Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con
sed y ¿e dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te
hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos
enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?))
Y el rey les dirá:
«Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos mis
humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.))
Y entonces dirá a los de su izquierda:
«Apartaos de mí, malditos; id al fuego eterno preparado para el
diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de
comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me
hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en
la cárcel y no me visitasteis.))
Entonces también éstos contestarán:
«Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o
desnudo, o enfermo o en la cárcel y no te asistimos?
Y él replicará:
«Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos,
los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo.))
Y éstos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna.
Termina el año litúrgico. Cada año litúrgico es un resumen de la
historia del mundo considerada bajo la luz de Dios. Ultimo y
definitivo paso de esta historia, tan nuestra, será encontrarnos
a rostro descubierto con la Verdad. El «Juicio Final)>.
1. — «Cuando vendrá el Hijo del Hombre en su Gloria... « Mateo
describe la Venida escatológica de Cristo (la «Parusía») con los
rasgos con que en la Biblia se expresa la Gloria de Dios. Con él,
«todos los ángeles». Pastor y Juez, no sólo de Israel [ lectura y
salmo], sino de todas las Naciones. Kyrios o Señor. Rey
universal. La divinidad de Jesucristo es en el Evangelio
evidencia de Fe, al igual que su humanidad. Sentado en «el
Trono de la Gloria», llama hermanos suyos a los hombres, tanto
más entrañablemente cuanto más han sufrido, como él,
humillaciones y pobreza.
2. — «Serán congregadas ante él todas las Naciones». Por
encima de quienes rigieron su destino temporal, todos los
hombres que han constituido los diversos pueblos tienen un
solo Dios y Señor, que los llama a un único Reino trascendente.
A la tarde del Juicio o separación definitiva, no cuenta el haber
pertenecido a una u otra raza, tribu o institución, sino la
respuesta personal de cada uno a la ley divino-humana
impresa en el fondo de la conciencia.
3. — «Entonces dirá el Rey... » El Evangelio reitera cuatro veces
—dos en boca de Cristo y dos en la de los hombres— la
motivación de la Sentencia eterna. Repetición pedagógica,
para que se clave en la memoria y en el corazón. Ayudar al
hermano que tiene hambre y sed, al que carece de vivienda o
vestido, al enfermo, al privado de
ÚLTIMO DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 363
libertad. Deberes que inciden con tanta mayor urgencia sobre
cada uno cuanto mayor es su poder y responsabilidad en el
orden social. Obras y no sólo palabras de Misericordia. La
Misericordia es, en este mundo, la realidad concreta del Amor.
Más exigente aún que la Justicia. El Amor es la sinceridad de la
Fe. Cristo, Dios y Hombre, vive en cada uno de los hermanos
hombres, y en cada uno le debemos servir. A él, que se ha
hecho peregrino en la tierra, hambriento y carne de dolor para
que podamos ejercer en su favor nuestra bondad. (Sería un
eficaz obsequio a la Realeza de Cristo asimilar la doctrina
expuesta a este propósito por Juan Pablo II a lo largo de la
Encíclica Dives in Misericordia). Reconocer a Jesucristo «Rey»,
como los antiguos cristianos, es aspirar a un mundo más
humano gracias a su divina universal Presencia. -
Las lecturas de este último domingo del año litúrgico abren al
espíritu la perspectiva del último momento de la historia en la
tierra. Cuadro del Juicio final en el Evangelio. Visión
impresionante, capaz de liberarnos, si fuere preciso, de toda
fácil frivolidad. Al comparar esta página de Mateo con la
profecía de Ezequiel (primera lectura) se advierte cómo los
evangelistas aplicaban a Jesucristo lo que el Antiguo
Testamento decía de Dios, el «Pastor’> o Rey que ha de juzgar
a su Pueblo.
En todo el capítulo 15 de la primera Carta a los Corintios el
Apóstol expone por extenso el misterio de la resurrección
universal. En el inciso que leemos, la presenta como última y
decisiva victoria del progresivo dominio teológico de Cristo en
el devenir de la humanidad. Más allá, el universo de los justos
recapitulado en el Hijo de Dios será plenitud de Vida eterna en
la comunión beatificante del Padre.
El Sermón escatológico del EVANGELIO según Mateo termina
con una descripción del Juicio final. Muchas obras de arte se
inspirarán en ella. La repasamos en esquema.
1. — Venida gloriosa de Cristo (o «Parusía»). El evangelista
presenta a Jesús en la situación que la teología hebrea
reservaba a solo Dios: Juez inapelable de todo el mundo,
sentado en un trono glorioso (signo de realeza), acompañado
de todos los ángeles. Más adelante (vers. 34.40) le llama
explícitamente Rey. Buenos y malos lo invocan como Señor o
«Kyrios» (37.44). En un Evangelio judeocristiano no se podría
afirmar con expresiones más claras la divinidad de Jesucristo.
2. —Juicio de las naciones. Inspirándose en Ezequiel (34,17),
alegoriza por un momento (sólo hasta el vers. 33) su acto
judicial, evocando escena cotidiana de las montañas de Judea:
la de un pastor que reúne, al caer de la tarde, el rebaño que
vagaba disperso y mezclado durante la jornada, y luego lo
separa, recogiendo en un ambiente adecuado el ganado lanar
y en otro el cabrío. Así serán reunidos ante el Juez supremo
todos los pueblos de la tierra; él separará en dos órdenes
incomunicables para siempre a los hombres justos y a los que
no lo son.
3. — Proclamación de la sentencia. O con Jesucristo
(«venid...>) en el Reino del Padre, o lejos de él («apartaos... »)
en el fuego escatológico. Eterna bendición o maldición. Nótese
la idea de que el Reino fue «preparado desde la creación del
mundo’>. Con otras palabras: el universo y la historia no
tenían otra finalidad, enel plan de Dios, que la de ser preludio a
la felicidad eterna de sus hijos reunidos con El.
364 CICLO A
4. — Motivación de la sentencia. Lo que decide el destino
eterno es la actitud para con Cristo. Pero esta actitud se realiza
en el mundo sirviendo al hermano hombre en su concreta
necesidad. La verdad viva de la Fe es el Amor en cuanto toma
cuerpo y se expresa en estas «obras de misericordia», de las
que se repite cuatro veces un catálogo, no exhaustivo sino
ejemplificativo. La pregunta de ios justos e injustos es un
procedimiento pedagógico, normal en Mateo, para preparar y
dar énfasis a la suprema declaración del Señor: «lo que
hicisteis a ellos, me lo hicisteis a mí». Si nuestro encuentro con
el Padre es Cristo, el encuentro con Cristo son sus y nuestros
hermanos los hombres. «A la tarde (escribió San Juan de la
Cruz) te examinarán en el Amor. Aprende a amar como Dios
quiere ser amado...»
La Iglesia renovó la antigua proclamación de Jesucristo-Rey
cuando ideales sin amor se imponían y fascinaban a nivel de
Absoluto. Nuestro honor y gozo es reconocer como único Señor
sin límites a quien así ama a los hombres y les enseña a amar.
La descripción profética del Juicio Final concluye y resume las
enseñanzas del Evangelio. Es la hora de la Verdad, que da
sentido a la historia del mundo y a la vida de cada hombre.
Esta página de San Mateo, que ha inspirado tantas obras de
arte, medita o contempla un hecho trascendental. El encuentro
cara a cara con el Señor y el paso a la realidad eterna. Para
cada hombre será dentro de pocos años.
La meditación se desarrolla en los siguientes puntos:
1. — Venida (o «Parusía») del Juez. Se llama «el Hijo del
Hombre’>, título inspirado en la Profecía de Daniel. Se le
reconoce el honor y el poder divino: ocupa el Trono de la Gloria,
dispone de todos los ángeles, juzga al mundo entero, decide el
destino eterno de los hombres. Llama a Dios su Padre, y es
invocado como Señor y Rey. Con estas expresiones
equivalentes: «Señor’> (Kyrios) y «Rey», la Iglesia de los
Apóstoles afirmaba en Jesucristo la única Soberanía absoluta
de Dios. Muchos murieron mártires por no aceptarla en Césares
que pretendían arrogársela. La solemnidad litúrgica de hoy fue
instituida por un Pontífice clarividente, para replicar a una de
tantas formas del totalitarismo pagano que entonces estaba
renaciendo. No sería legítimo torcer su intención a fines
distintos o contrarios.
2. — Convocación de «todas las Naciones». Es decir, según el
pensamiento de San Mateo (28,19), de los que, de alguna
manera, han oído la proclamación del Evangelio.
3. — Separación entre los que pusieron su vida al servicio del
Bien o del Mal. Como en la primera lectura, se describe bajo
una alegoría pastoril. La «separación escatológica’> después
de la convivencia temporal es una constante en las parábolas:
el trigo y la cizaña, la red llena de bueno y mal pescado, las
vírgenes prudentes y necias, los administradores de los
talentos...
4. — Proclamación de la Sentencia. Leerla con reflexión
(versículos 34 y 41), pensando que es nuestro dilema eterno,
podría ser un severo ejercicio contra la tentación de la
frivolidad.
5. — Motivación de la Sentencia. Centro intencional de esta
página. Se repite rítmicamente cuatro veces, con el fin
pedagógico de grabarla en la memoria y en el corazón.
Enumera las «obras de amor fraterno», clásicas entonces en el
catecismo
ÚLTIMO DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 365
judeocristiano. No son catálogo, sino ejemplo inductivo de todo
servido fraternal. Cada hombre, por humilde que sea, está
rodeado de «hermanos pequeños» que lo necesitan. Lo
necesitan a nivel de asistencia material, o de justicia, o de
cultura, o de afecto, o de testimonio de fe y esperanza. Y
Jesucristo está en ellos. Pidiendo como Pobre, y exigiendo
como Rey de la Gloria nuestro Amor. No se podía afirmar con
más verdad y hermosura el valor divino de lo humano.
6. — Destino escatológico. Ultima palabra de la Historia (vers.
46). Es doctrina del Nuevo Testamento que hay una línea de
continuidad entre lo temporal ylo eterno. El Cielo es epifanía
gozosa de una vida, regalo de Dios, que ya floreció en el
mundo y ha fructificado en obras de servicio fraterno. Servicio
al bien de los hermanos hombres en todo orden. Sinceridad del
Amor, que es la verdad de la Fe. Ley de Jesucristo. Si los
responsables del mundo no tuviesen miedo de abrirle las
puertas de par en par... El infierno, por el contrario, es la
continuidad a nivel infinito del Egoísmo. El voluntario desprecio
de la Caridad con sus eternas consecuencias.
El primer ciclo del Leccionario termina con un diorama del
Juicio Final. Última página de las enseñanzas del Señor antes
de la Pasión en el Evangelio según Mateo.
Esta página es una obra maestra de expresión pedagógica,
apta para grabarse en la memoria por su vigor, ritmo y
simetría. En libros recientes se dan de ella diversas
explicaciones; nos atenderemos a la más común, que
consideramos la mejor.
La visión profética del Juicio se desarrolla en cuatro momentos:
1. — Venida del Hijo del Hombre. La expresión «el Hijo del
Hombre» recuerda la escena simbólica del capítulo 7 del libro
de Daniel. Figura misteriosa que personifica y recapitula el
Pueblo de los santos. Por él y en él se establece entre los
hombres el Reino de Dios. En la Doctrina escatológica del
Evangelio, la expresión el Hijo del Hombre se refiere siempre a
Jesús. Se describe su Venida con rasgos que la mentalidad
religiosa de Israel reservaba a solo Dios: viene asistido por
todos los ángeles, se sienta en el trono de la Gloria (y. 31).
Poco más adelante, se leda el título de Rey (v.34). Justos y
pecadores lo reconocen como Señor (y. 37 y 44). El mismo se
siente y declara Hijo de Dios (y. 34: «mi Padre»). Pocas veces
se acumulan en tan pocas líneas tantos títulos cristol6gicos,
que afirman la Soberanía universal y la divinidad de Jesucristo.
2. Convocación y separación. Se reúnen delante de él «todas
las naciones». En su concepción teológica de la historia, San
Mateo da por supuesto que antes les habrá sido proclamado el
Evangelio (28,19 y 24,14). La Biblia considera propio de Dios el
oficio de juzgar a todo el mundo. El Hijo del Hombre, Jesucristo,
lo ejerce separando a las personas (no a los pueblos) en dos
opuestos grupos, según su conducta en esta vida. Por un
momento, la escena se colorea con la alegoría bíblica del
Pastor (primera lectura), quien, al atardecer y en vista al
descanso de la noche, separa en dos categorías el ganado que
durante el día anduvo mezclado.
3. Proclamación y motivo de la sentencia. La alegoría pastoril
se desvanece para dar paso a un diálogo directo entre Cristo
Rey y los hombres. Es el centro de esta profecía escatológica,
en la que Mateo resume y sistematiza diversas enseñanzas del
Señor para amonestación de su Iglesia y de todo el mundo.
Quiere destacar con el máximo relieve que el destino eterno de
los hombres se decide por su actitud para con
366 CICLO A
Cristo. Y que esta actitud se realiza en el servicio a los
hermanos débiles. Porque el Amor es la verdad de la Fe, y las
buenas obras de atención fraterna son la verdad del Amor. Al
atardecer de su vida, cada hombre será examinado y juzgado
en un Amor cristológico, que habra consistido en su bien obrar
en favor de los hermanos necesitados. De los hermanos
hombres, que forman una misteriosa identidad con Jesucristo,
el Hijo del Hombre. Suprema lección del Evangelio a los
hombres: la de que si su encuentro con el Padre Dios es Cristo,
su encuentro con Cristo es el hermano.
Para subrayar con énfasis y clavar en la memoria esta idea, se
repite cuatro veces en el diálogo una lista de seis obras de
misericordia. Lista ejemplar, que quiere ser expresión de la
totalidad; en nuestra vida de relación hay infinitas maneras de
servir a Cristo en sus hermanos.
4. — El destino eterno. Evocando una vez más el libro de
Daniel (12,2), termina esta página con la visión del
impresionante doble cortejo hacia la Vida o hacia el castigo
escatológico sin fin. Termina para siempre la convivencia entre
la santidad y el pecado; entre los que hacen de su existencia
un servicio de amor y los que la cierran en el egoísmo. La
Venida del Hijo del Hombre no es sólo una epifanía gloriosa, a
distancia quizá de siglos. Está presente y actúa desde la
Resurrección y Glorificación de Cristo, que ha establecido ya su
Reino, donde es Ley el Amor. Para cada hombre, su encuentro
con él está muy cerca.
Eñ el Reino de Dios está el destino de la historia y el de la vida
de cada uno de los hombres. Caminamos hacia un orden en el
que sólo Dios será Rey, y con El reinarán sin sombras la Verdad
y el Amor, la Justicia y la Paz.
Dios ha comunicado a un Hombre la plenitud de su Realeza.
Jesús, el humilde de Nazaret, Rey del universo. La liturgia de la
Palabra nos ofrece tres perspectivas de este misterio.
Primero, un atisbo a mil años de distancia. David, rey de Judá,
es ungido rey también de Israel por libre petición de las tribus
del norte. De esta manera el pueblo hebreo vivirá unido y
seguro bajo su guía. Después, durante siglos de división y
fracasos, los profetas suscitarán la esperanza de un sucesor de
David, Rey, «Ungido» o Mesías perfecto. Al aparecer Jesús de
Nazaret, el pueblo sencillo lo saluda como «Hijo de David».
Perspectiva central: el Evangelio. Con la esperanza del Reino,
la pobre mentalidad de los hombres había mezclado sueños de
la tierra: honores, riquezas, imperio. Jesús afirmó sin rebajas la
soberanía de Dios, ante quien nada es autónomo; pero alejó de
su Reino aquellas formas que suelen envolver a los hombres
cuando les toca hacer de soberanos. Por eso El mismo, «Dios
con nosotros», habla y actúa siempre en el Evangelio con
indeclinable autoridad de Mesías, Señor y Rey. Pero rehúsa
cuanto en la tierra se llama grande. El ejemplo más
impresionante de esta síntesis de poder y humildad está en la
cruz: «ESTE —el hombre del extremo despojo.— ES EL REY».
Por encima de las muecas e ironías (refugio de tantas
incredulidades) se oye el grito del «buen ladrón»: Acuérdate de
mí en tu Reino... Victoria de la fe sobre las apariencias: ¡Jesús
crucificado - Cristo Rey! Rey divino a
ÚLTIMO DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 367
nivel de los despojados y angustiados, con quienes puede
dialogar de cruz a cruz. Omnipotencia de manos clavadas que
regalan un destino eterno: el mismo suyo
—«conmigo en el gozo infinito del Reino.
Tercera perspectiva. Algunos cristianos de Golosas habían
entrado en la tentación de amalgamar su fe con extrañas
divagaciones filosóficas de moda. No sabemos con precisión lo
que pensaban (seguramente tampoco ellos); el caso es que
Cristo se les había reducido a un elemento más dentro de una
complicada jerarquía de seres encargados de regir el
universo... Pablo reacciona con un himno de fe cristológica.
Cristo es principio, centro y término de todo ser, vida y fuerza
en la Creación. En El toda plenitud, toda primacía, todo poder:
nada le es autónomo ni en el cielo ni en la tierra. Gracias a su
Sacrificio reconciliador el inmenso Cosmos vuelve a ser un
poema infinito de unidad. La inagotable energía de su
capitalidad se desarrolla en y por la Iglesia universal. Ya desde
hace siglos, pensadores profundos han descubierto en la Carta
a los Colosenses la visión cristiana del universo, sublime,
fascinadora: Cristo en todo, y todo en Cristo. Educar así la
mirada de los niños sería una bendición para el mundo, que, al
descubrir en el Cristo de todos, sin prejuicios, la última razón
de su unidad, encontraría el camino de la paz.
CICLO B
PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 63,16b- 64,1. 3b-8
Tú, Señor, eres nuestro padre,
tu nombre de siempre es < redentor
Señor, ¿por qué nos extravías de tus caminos
y endureces nuestro corazón para que no te tema? Vuélvete
por amor a tus siervos
y a las tribus de tu heredad.
¡ Ojalá rasgases el cielo y bajases,
derritiendo los montes con tu presencia!
Bajaste, y los montes se derritieron con tu presencia. Jamás
oído oyó ni ojo vio
un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por el que espera en él.
Sales al encuentro del que practica la justicia
y se acuerda de tus caminos.
Estabas airado y nosotros fracasamos:
aparta nuestras culpas y seremos salvos.
Todos éramos impuros, nuestra justicia era un paño manchado;
todos nos marchitábamos como follaje, nuestras culpas nos
arrebataban como el viento.
Nadie invocaba tu nombre
ni se esforzaba por aferrarse a ti; pues nos ocultabas tu rostro
y nos entregabas al poder de nuestra culpa.
Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre,
nosotros, la arcilla, y tú, el alfarero:
somos todos obra de tu mano.
372 CICLO B
No te excedas en la ira, Señor,
no recuerdes siempre nuestra culpa:
mira que somos tu pueblo.
Salmo responsorial Sal 79,2ac y 3b. 15-16. 18-19
R. Señor, Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos
salve.
Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines,
resplandece. Despierta tu poder y ven a salvarnos.
Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu
diestra plantó y que tú hiciste vigorosa.
Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú
fortaleciste. No nos alejaremos de ti; danos vida, para que
invoquemos tu nombre.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los
Corintios 1,3-9
Hermanos: La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y
del Señor Jesucristo sean con vosotros.
En mi Acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes, por
la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús.
Pues por El habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en
el saber; porque en vosotros se ha probado el testimonio de
Cristo.
De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis
la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
El os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de
qué acusaros en él tribunal de Jesucristo Señor nuestro.
Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo Señor
nuestro. ¡Y El es fiel!
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Sal 84,8 Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu
salvación. Aleluya.
1 DOMINGO ADVIENTO 373
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos ¡3,33-37
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento.
Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y
dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero
que velara.
Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la
casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al
amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre
dormidos.
Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡velad!
ADVIENTO. Es decir, «Advenimiento’> o venida. Navidad será
pregustación y preludio de la gloriosa Venida del Señor.
Caminando hacia Belén preparamos nuestro Cielo.
Cuando decimos que «viene el Señor» expresamos un efecto
de perspectiva. Somos nosotros quienes, movidos por él,
vamos hacia él. Nuestra vida fluye hacia un irrevocable
destino: Dios. Dios, que se nos ha hecho tangible en Jesucristo.
Adviento es traducción latina de la palabra griega Parusía. La
que esperaban con amor los primeros creyentes. Ser cristiano
es creer con sencillez, amar con alegría y, por tanto, esperar
siempre.
La Liturgia de Adviento es toda ella ejercicio de Esperanza. Con
humildad la traducimos a oración en el Salmo y en el arranque
poético de Isaías. Escuchamos la introducción de una Carta de
San Pablo, el apóstol que respiraba Fe y Esperanza hasta en su
lenguaje coloquial.
San Marcos, evangelista de la sencillez, repite cuatro veces en
pocas líneas la consigna del que espera a Cristo con Fe y Amor:
«VELAR». Su frase central es:
«Velad, porque no sabéis cuándo vendrá el Señor de la casa».
Tres afirmaciones:
Vendrá - no sabéis cuándo - tenéis que velar.
1. — «Vendrá el Señor». San Marcos concentra en una
instantánea alegórica el mensaje de la parábola de los
talentos, el de las diez vírgenes y el de los siervos que esperan
la vuelta de su dueño. Alegoría de la «casa» o Iglesia
apostólica. Al ausentarse el Dueño (dice a la letra el texto) «ha
confiado la autoridad a sus servidores —a cada uno su tarea—
y ha dado al portero la orden de velar...» Es el «tiempo de la
Iglesia», durante la Ausencia visible del Señor.
2. — «No sabéis cuándo». Siempre en tono de alegoría, el
Evangelio da por supuesto que la Venida o «Parusía» del Señor
se realizará durante la «noche». (Enumera las cuatro «vigilias
nocturnas» del horario romano: anochecer, mediano che,
canto-del-gallo, aurora). En la simbología bíblica, la «noche» es
dominio de las Tinieblas. Ambito del Mal y la Mentira. Cuando
venga el Señor, quiere encontrar su «Casa» a plena Luz.
3.— «, Velad!». Diciéndolo a los apóstoles (y. 33 y 35) nos lo
dice a todos (y. 37). «Velar» es mantener despierto el espíritu.
No pactar con las Tinieblas, que son Mal y
374 CICLO B
Mentira. Dentro de la «casa» del Señor todo ha de ser Luz.
Amor hecho obras, que
arde en Esperanza activa. Los habituados a la lectura de San
Juan (p. ej. 1 Jn 1,5-29) y
San Pablo (p.ej. Rom 13, 11-14) saben cómo traducían a la
práctica, en la Iglesia de los
Apóstoles, la alegoría de vivir en la Luz.
ADVIENTO. Reencender la antorcha de la Esperanza. El
creyente es un hombre que espera (segunda lectura). Aun si en
las circunstancias que lo rodean todo invitase a desesperar
(primera lectura).
«Adviento» o advenimiento es equivalencia de la palabra
griega «Parusía». Quiere decir que el Señor está viniendo. El
camino de nuestra vida no tiene más razón de ser que la de
encontrarnos con El. La Esperanza tiene un rostro concreto:
Jesucristo.
El Evangelio de San Marcos ilumina este pensamiento con una
alegoría. Es la conclusión del «Sermón Escatológico», que llena
todo el capítulo trece. Alegoría del amo que se ausenta. Confía
la administración de la casa a sus servidores, hasta que él
vuelva. El «amo» o Señor es Cristo. La «casa», su Comunidad
de Salvación a través de la historia.
En esta alegoría del «tiempo de la Iglesia», San Marcos resume
y concentra la lección de dos o tres parábolas: la de los
talentos, la de las diez vírgenes, la de los siervos que esperan
al esposo (Lc 12,35ss). Fija toda la atención en una consigna,
repetida cuatro veces: VELAR.
A. — Tiempo de trabajar. Al ausentarse, dice el texto en
traducción literal, «confió a sus siervos la autoridad: a cada
uno su tarea». En breves palabras, un programa de
responsabilidad, orden y acción apostólica.
B. — Tiempo de no dormir. San Marcos tiene una manera de
redactar, que, más que describir, sugiere. Entre los «oficios» de
la hacienda del Señor, destaca uno solo:
el del portero. Su mística, estar despierto y a punto toda la
noche. Porque el Señor puede venir y seguramente vendrá «de
noche». A cualquiera de las cuatro vigilias en que los romanos
dividían el tiempo que va de la puesta a la salida del sol. En
oriente se solían contar tres vigilias. Marcos escribe en Roma.
La mística del «portero» se extiende a los demás siervos que,
según la perspectiva del Sermón Escatológico, escuchan a
Jesús en el Monte de los Olivos. Es decir, un grupo de Apóstoles
(13,3). Pero la última frase la extiende a todos. A todos los que
oyen o deben oír este Evangelio. ¡VELAD! (13,37).
La expresión velar connota alegóricamente que el «tiempo de
espera» es de noche. En la simbología del Nuevo Testamento,
«noche» es Tiniebla. Atmósfera del Mal y la Mentira. Refugio de
los que se entregan a vicios degradantes. Tentación para los
demás. Los avezados a leer a San Pablo y a San Juan
recordarán numerosos textos. Dentro de esta simbología,
dormir es pactar con la Noche. Velar significa disconformidad
con ella, esfuerzo y victoria. Cristo vendrá «de noche» para
establecer a ios fieles en su Luz. Mientras lo esperan, tienen ya
ahora, velando-y trabajando, su luz interior.
La vida cristiana es Adviento. Centinela que presiente la
aurora. Al pre-sentirla, ya la tiene en el corazón y la irradia en
los ojos. Es misión cristiana dar Esperanza al mundo. Navidad
nos hará comprender y saborear, como la Eucaristía, que la
infinita esperanza del hombre ya se ha hecho Realidad en
Cristo.
1 DOMINGO ADVIENTO 375
El ciclo litúrgico anual empieza con el reflorecer de una
esperanza activa y responsable. Adviento. Viene Jesús, el
Señor, y el mundo va hacia El.
Primera lectura, entresacada de las últimas páginas del Libro
de Isaías:
lamentación penitente por la ruina material y moral del país.
Pero Dios nos salvará. El Salmo responsorial insiste en la
misma idea. En la segunda lectura, San Pablo exhorta a los
cristianos de Corinto a centrar su intensa vida religiosa en la
expectación de la Venida del Señor.
Del Evangelio según Marcos leemos la consigna final del
«Sermón escatológico». Se resume en tres puntos: a) Vendrá el
Señor; b) no sabéis cuándo; c) Velad.
Para darle relieve, la subraya con la parábola del portero que
vela durante la noche. Un hombre se ausenta. Delega en sus
empleados la autoridad sobre la casa o hacienda. A cada uno
su peculiar responsabilidad. La del portero consiste en estar en
guardia hasta que él vuelva. Puede volver a cualquier hora de
la noche. Que no lo encuentre dormido...
Apenas esbozada, esta «parábola» es en realidad una alegoría
(o transparencia significativa) eclesiológica. El dueño de la
«casa» es Cristo glorificado. Su ausencia, el tiempo de la
Iglesia. Ha delegado su autoridad sobre ella en los discípulos. A
cada uno su especial tarea (recordar la «parábola de los
talentos»). Pero la atención se concentra en una sola: la del
portero. Tiene que estar en guardia, y precisamente de noche.
O sea, velar. Para expresarlo con énfasis, Marcos enumera las
cuatro «vigilias» en que los romanos dividían el tiempo desde
la puesta del sol hasta su salida:
atardecer, medianoche, canto del gallo, aurora.
Esta mención de la noche, referida a los discípulos de Jesús (y.
35), señala el punto culminante de la alegoría. La Venida de
Cristo inaugurará «el Día» eterno de Dios. El presente período
de expectación temporal se considera «noche». Situación
provisio nal de tiniebla en contraste con la auténtica Luz.
Bastantes textos del Nuevo Testamento presuponen este
esquema alegórico (vgr. Rom 13,12), inspirado en la tradición
hebrea.
Sobre el fondo de esta alegoría, destaca la consigna final del
Sermón escatológico:
a) « Vendrá el Señor». Tema de todo el capítulo 13 de Marcos.
Luz cenital en la espiritualidad del Nuevo Testamento. Ideal y
razón de ser de la historia, de la Iglesia, de cada vida. Pero la
Venida de Cristo no se limita a un único punto cronológico; está
al borde de cada momento humano.
b) No sabéis cuándo. Quien pretendiese saberlo, demostraría
ignorar el Evangelio (Mc 13,32). Gracias a esta ignorancia, que
es pedagogía del Padre, cada instante del hombre reflexivo es
virtual frontera con la eternidad.
c) ¡ Velad! «Velar» significa estar despierto y atento a la hora
en que parecería normal que uno duerma. Según la alegoría
neotestamentaria que hemos indicado, velar es vencer la
«noche» con la actitud propia del «Día». Ser luz en convivencia
con las tinieblas. Estar siempre a p1 para el encuentro con el
Señor. Como ascética y pedagogía de esta actitud, los primeros
cristianos tenían con frecuencia «vigilias» de oración.
Aludiendo a ellas, en muchos códices del Evangelio escribieron:
«velad y orad» (como en Getsemaní: .14,38). El que está en
vela presiente el gozo del
376
CICLO B
encuentro. Aunque por fuera es de noche, en su corazón ya
amanece, y hay sabor de Navidad.
Vuelve el ADVIENTO. Navidad a la vista. Tiempo de educación y
ejercicio de la esperanza cristiana. Idea dominante: el Señor
viene, está viniendo. Actitud característica: como los cristianos
de primera hora, cuando decían tan sinceramente:
« Señor Jesús
El Evangelio vuelve a insistir en el tema de la «vigilancia’>:
¡siempre a punto de recibirle!
La primera lectura selecciona algunas frases de un eztenso
salmo incluido en la última parte del Libro de Isaías (63,7 -
64,11). Humilde y ardiente petición de que Dios, que parecía
ausente de las lágrimas de su pueblo, «baje» y se le manifieste
como Redentor eficaz.
En las líneas introductorias de la Carta a los Corintios, el
Apóstol da gracias a Dios por la abundancia de dones
espirituales o carismas con que los ha enriquecido. Consigna,
augurio y plegaria: « hasta el fin!». Sin perseverancia nada
florece ni fructifica.
La última parte del «Sermón escatológico», tan amplia en
Mateo, se reduce en el EVANGELIO según Marcos a las pocas
palabras que leemos hoy. La estructura general del Sermón es
siempre la misma: A) Vendrá el Señor (Mc 13,5-3 1); B) y no
sabemos cuándo (13,32); C) por tanto, ¡velad! (13,33-37).
Para dar sentido y relieve a esta consigna («velad»), el
Evangelio esboza una parábola, que se podría llenar de
pormenores con un poco de imaginación: la del amo que se
ausenta y reparte a sus servidores diversas responsabilidades.
Al portero le toca la de estar siempre a punto para atender al
amo cuando llegue, aunque sea de noche. Por eso el portero de
turno tendrá que estar de guardia en todas las «vigilias»
nocturnas. (Marcos, adaptándose al uso de los romanos para
quienes escribe, enumera cuatro: atardecer, medianoche,
canto del gallo y aurora. En oriente solían enumerar tres).
Como en otras parábolas evangélicas, aparece más
transparente la significación religiosa que el ejemplo humano,
apenas insinuado. La «casa» de la que el Señor se ausenta es
su Comunidad o Iglesia en la tierra. Deja a cada uno de los
servidores su propia responsabilidad (recordar la parábola de
los talentos y la teología de los carismas). Pero todos deben
asimilar la actitud del portero, que es el personaje principal del
apólogo. La tradición popular judía (que pasó a los primeros
cristianos) imaginaba que la gran Venida de Dios o del Mesías
sería durante la noche. La parábola de las diez doncellas
supone el mismo trasfondo; pero la presente amplía la
posibilidad de que el Señor tarde mucho más o de que se
presente antes. Maneras sencillas de insistir en un mismo aviso
trascendente: Cristo «viene» hacia nosotros en nuestro camino
de la vida y de la historia: cada minuto puede ser el del
encuentro definitivo.
No sea que «os encuentre dormidos». Marcos utilizará la
misma expresión, pocas páginas más adelante, a propósito de
los tres discípulos de Getsemaní. «Velar» quiere decir estar
despierto cuando es normal que otros duerman. Expresiones
alegóricas de
1 DOMINGO ADVIENTO 377
una actitud: la de no estar nunca en falso con relación al Señor,
sabiendo que el Señor puede venir y llamar en aquel momento.
En otras parábolas fueron imagen de esta actitud el vestido de
fiesta, las antorchas ardientes, la contabilidad en orden. Sin
imagen, en la descripción del Juicio, las obras de caridad. Una
expresión tradicional cristiana resume la actitud diciendo:
«estar en Gracia de Dios». Hermosa palabra si tenemos de ella
el altísimo concepto que tuvieron los grandes pensadores y
hombres de acción del cristianismo. La fidelidad al Evangelio
consiste ante todo, para la «casa del Dueño», en ser una
comunidad de hombres auténticos que vivan normalmente en
Gracia de Dios.
Termina con una advertencia, que ilumina todo el Mensaje de
Jesús: «lo que os digo a vosotros (los Apóstoles), lo digo a
todos (los discípulos de siempre)». El Evangelio no es simple
evocación de cosas que se dijeron antaño. En cada una de sus
páginas, Cristo nos habla hoy.
SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta isaías 40,1-5. 9-11
Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios; hablad al
corazón de Jerusalén, gritadle:
que se ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen, pues
de la mano del Señor ha recibido doble paga por sus pecados.
Una voz grita:
En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la
estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se
levanten, que los montes y colinas se abajen, que lo torcido se
enderece y lo escabroso se iguale.
Se revelará la gloria del Señor,
y la verán todos los hombres juntos
—ha hablado la boca del Señor—. Súbete a un monte elevado,
heraldo de Sión; alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén; álzala,
no temas, di a las ciudades de Judá:
<Aquí está vuestro Dios.
Mirad: el Señor Dios llega con poder,
II DOMINGO ADVIENTO379
y su brazo manda.
Mirad, viene con él su salario,
y su recompensa lo precede.
Como un pastor que apacienta el rebaño, su brazo lo reúne,
toma en brazos los corderos y hace recostar a las madres)).
Salmo responsorial Sal 84, 17-12. 13-14
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvatión.
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos.))
La salvación está ya cerca de sus fieles
y la gloria habitará en nuestra tierra.
La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz
se besan;
la fidelidad brota de la tierra y la justicia mira desde el cielo.
El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La
justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pedro 3,8-14
Queridos hermanos:
No perdáis de vista una cosa: para el Señor un día es como mil
años y mil años como un día.
El Señor no tarda en cumplir su promesa, como creen algunos.
Lo que ocurre es que tiene mucha paciencia con vosotros,
porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se
conviertan.
El día del Señor llegará como un ladrón.
Entonces el cielo desaparecerá con gran estrépito; los
elementos se desintegrarán abrasados y la tierra con todas sus
obras se consumirá.
Si todo este mundo se va a desintegrar de este modo, ¡qué
santa y piadosa ha de ser vuestra vida!
Esperad y apresurad la venida del Señor, cuando
desaparecerán los cielos consumidos por el fuego y se
derretirán los elementos.
Pero nosotros, confiados en la promesa del Señor, esperamos
un cielo nuevo y una tierra nueva, en que habite la justicia.
Por tanto, queridos hermanos, mientras esperáis estos
acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con
El, inmaculados e irreprochables.
380 CICLO B
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Lc 3,4.6 Preparad el camino del Señor, allanad sus
senderos.
Todos los hombres verán la salvación de Dios. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según San Marcos 1,7-8
Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
Está escrito en el profeta Isaías: Yo envío mi mensajero delante
de ti para que te prepare el camino.
Una voz grita en el desierto: Preparad el camino al Señor,
allanad sus senderos.
Juan bautizaba en el desierto: predicaba que se convirtieran y
se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía
la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados y él
los bautizaba en el Jordán.
Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a
la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y
proclamaba:
—Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no
merezco agacharme para desatarle las sandalias.
Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu
Santo.
La vida cristiana es toda ella «adviento». Disponerse al
encuentro con el Señor. Esperanza activa. Este segundo
domingo del Adviento litúrgico nos actualiza la figura de Juan
Bautista, el profeta de la Esperanza.
1. — «Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del
Señor». San Marcos da a entender, en estas primeras líneas de
su libro, que con la predicación de Juan Bautista comenzó el
«Evangelio» de Jesús. La palabra Evangelio significa
«albricias». Novedad que irradia alegría. Jubiloso mensaje de la
Salvación. Nuestra Alegría, nuestro único Evangelio, es
Jesucristo. Y Juan le preparó el camino. El «Libro de la
Consolación de Israel», que constituye la segunda parte de
Isaías, empieza declarando con una transparente alegoría
[ lectura] cómo debe ser el camino social por donde ha de
venir el Señor a su pueblo. Sin encumbradas arrogancias ni
deprimentes humillaciones. Sin líneas torcidas. El Niño del
Pesebre quiere encontrarse, a un mismo nivel, con los Magos
de Oriente y los Pastores de Belén.
2. — «Juan el Bautista proclamaba en el desierto un bautismo
de conversión... « Para llegar al encuentro cordial con el Niño
del Pesebre, con el Señor de la Gloria, es necesario convenirse.
Por ser profeta de la Esperanza, Juan fue profeta de la
Conversión. Como signo pedagógico, invitaba a ella mediante
un «bautismo» o baño ritual en el Jordán. Mientras cada
hombre o cada grupo social se mueve hacia su egoísmo,
camina de espaldas a Dios. Cuanto más camina más se aleja
de El, que es fuente única de Esperanza. «Convertirse» es
volverse de cara a Dios.
3. — « Viene detrás de mí el que es más Fuerte que yo... » Juan
apareció a los ojos del pueblo sencillo como un nuevo Elías. Por
su vestido, por su firmeza, por su austeridad. Forjado en la
espiritualidad del Desierto, llevaba a Dios en el corazón y lo
II DOMINGO ADVIENTO 381
transparentaba en su rostro. El «Desierto» bíblico es silencio,
profundidad, diálogo con el Infinito. El pueblo sencillo llegó a
sospechar que Juan era el Mesías de Dios. Entonces Juan,
humilde como todo profeta auténtico, reaccionó afirmando que
no se sentía digno ni siquiera de ser un esclavo del Mesías
(esto significaba «desatarle las sandalias»). Juan Bautista,
testimonio diáfano de Jesús. Será el tema central del próximo
domingo. Este carisma del Precursor —ser transparencia de
Cristo a los ojos del pueblo— ha revivido, revive y seguirá
reviviendo en cada generación de la historia cristiana.
En este domingo de Adviento, la liturgia nos actualiza el
mensaje de Juan Bautista. Profeta de la esperanza cristiana.
1. — «Comienza el Evangelio de Jesucristo...» La primera línea
de San Marcos ya es una afirmación de optimismo. En el
mundo griego y romano, la palabra «evangelio» significaba el
gozo de una «buena noticia» excepcional. Albricias por una
victoria. En la Sagrada Escritura, resume la alegría de la
Salvación. Si en otras formas de religiosidad prevaleció tal vez
un acento de angustia, el Cristianismo, para quien lo descubre
de veras, es EVANGELIO: «mensaje alegre» de la perfecta
victoria sobre la Mentira, el Odio y el Mal.
2.— Personalidad de Juan el Bautista. Preparar el camino del
Señor. Abrir paso al Evangelio. Para iluminar la figura de Juan,
San Marcos cita, junto con otros textos bíblicos, el del Libro de
Isaías que escuchamos en la primera lectura. Imagina el
Desierto por el que tienen que regresar a su Patria, ya libres,
los hebreos exiliados en Babilonia. Dios camina con ellos. Que
nada obstaculice su paso. Ni montes, ni valles, ni rodeos
inútiles. La Voz de Juan es perenne n la historia. Hoy dice a los
responsables del mundo que abran de par en par las puertas a
Cristo. Porque desde que Dios se hizo Hombre en Nazaret y
nació en el Pesebre y resucitó en Jerusalén, la Esperanza del
mundo tiene un solo Nombre: Jesucristo.
3. — Consignas de Juan al pueblo. Consciente de su carisma y
misión profética, Juan vivió con austeridad, vistió como profeta
y habló sin temor. La gente sencilla veía en él una renovada
presencia de Elías. Les predicó la Conversión. Y como signo
exterior y compromiso social de ella, estableció un baño ritual
o «bautismo» en el Jordán. —Convertirse es hacer que la propia
vida deje de orientarse hacia el Mal y ponga su centro en el
Bien. La Conversión va del corazón a las obras, del espíritu a
las realidades tangibles, de la actitud a la acción. Ninguna ley
exterio ni circunstancia puede convertir a quien se cierre en su
egoísmo. Tiempo perdido el de afanarse por mejorar el mundo
si no se deja paso libre al Unico que puede convertir al hombre.
4. — Testimonio de Juan sobre el Mesías. Juan tuvo la grandeza
de aceptar sus límites. Sabía y dijo que no era el Mesías, sino
quien prepara el camino del Mesías. Fue humilde porque era
inteligente. Los servidores de Cristo no buscan su propia razón
personal, su interés ni su gloria. Anuncian que viene el Señor, y
ellos son pura voz que lo afirma. Viene el Señor. La vida del
cristiano es camino de Adviento. Va hacia «un cielo nuevo y
una tierra nueva, donde habita la Justicia» (segunda lectura).
No se cansa de esperar, porque sabe y siente que Dios es
eterno. Y porque ya tiene en su perenne Navidad interior —en
su isnión con Cristo— la certeza y la pregustación de su
Esperanza.
382 CICLO B
***
Los textos bíblicos del segundo y tercer domingo de Adviento
actualizan la misión de Juan el Bautista. Profeta de la
esperanza activa, sigue recordando a los hombres por dónde y
cómo tienen que preparar el camino de la Salvación.
Empiezan las lecturas con la primera página del «Libro de la
Consolación de Israel» (segunda parte de Isaías). Ha terminado
la cautividad. Viene el Señor a su pueblo: abridle camino. El
Salmo canta una esperanza, que será abrazo de la Justicia con
la Paz. San Pedro modera la impaciencia de quienes no
comprenden que las etapas del avanzar humano hacia su
definitivo «cielo nuevo y tierra nueva» se van cubriendo sin
prisa, a estilo divino, con ritmo de eternidad.
Escuchamos las primeras líneas del Evangelio según Marcos.
Forman parte de uña sección introductoria, a manera de
prólogo (1,1-15). El primer versículo sirve de título al libro. Los
siguientes presentan al Precursor como punto de partida de la
Obra de Jesús.
A. — El título o encabezamiento (vers. 1) dice así: «Comienzo
del Evangelio de Jesús, Mesías, Hijo de Dios». El nombreJesús
cifra la realidad histórica humana del profeta de Nazaret. El
evangelista lo reconoce Mesías o «Cristo», término y plenitud
de la expectación de Israel. Y afirma que es Hijo de Dios, en el
sentido trascendente de la expresión. La estricta Filiación
divina es centro de la Cristología de San Marcos. Jesús es
realmente hombre, pero su personalidad no se limita al solo
orden humano. Aunque durante la vida mortal tendrá que
cubrir bajo provisional silencio su condición divina y su
mesiánica dignidad.
La Obra entera de Jesús se resume en una palabra:
«Evangelio». Durante el siglo primero no se refería a un libro
escrito, sino a la objetividad concreta de las enseñanzas,
acciones y sacrificio del Hijo de Dios. El vocablo «Evangelio»
resonaba en el alma apostólica con vibración superconceptual.
Evocaba Salvación, victoria, libertad, paz.
B. — Personalidad y misión de Juan (y. 2-8). San Marcos
considera «comienzo» o punto de partida del Evangelio la
actividad del Bautista. En la manera de ver de otros
evangelistas, el Precursor pertenecía aún al período de
preparación. Se conjugaban ambas perspectivas si
consideramos a Juan como puente entre dos edades, pedagogo
de la transición entre la esperanza y presencia.
Esta peculiar situación de Juan se ilumina con un «testimonio»
o ficha bíblica, que amalgama una cita del Exodo (23,20) con
otras de Malaquías (3,1) unidas al conocido texto de Isaías que
hemos escuchado en la primera lectura (40,3). Juan es el
mensajero o «ángel» que prepara el Camino del Señor, precede
al pueblo y le guía.
La función precursora de Juan se realizó en palabra y rito. En
palabra, proclamando la Conversión. En rito, sensibilizándola
con un. baño religioso (o «bautismo»), por el que cada uno
expresaba el dolor y renuncia a sus pecados y el anhelo cordial
de purificación con el fin de disponerse en connaturalidad a la
inminente era de la santidad mesiánica. El pueblo sencillo
esperaba, para esta obra de purificación moral, el retorno en
persona del profeta Elías (Mal 3,23). El evangelista describe la
manera de vivir y vestir del Precursor, análoga a la del Tesbita,
significando así que Juan era Elías «en espíritu», estilo y
actitud.
Las últimas líneas resumen el anuncio directo que del Mesías
hizo su Precursor.
II DOMINGO ADVIENTO 383
Dice que viene inmediatamente. Es tan superior a él, que no se
considera digno ni de servirle como esclavo. Su «bautismo» no
consistirá en sola agua ritual y significativa; siendo Hijo de Dios
purifica y santifica a los hombres con la realidad divina del
mismo Espíritu Santo. Juan, que había pregustado el don del
Espíritu (Lc 1,15), rebosaba de gozo al presentir un pueblo
santo bajo la guía de Jesús Un 3,27-36).
Maestro de todo adviento, Juan el Bautista. Nos lo presenta el
Evangelio de San Marcos en su primera página.
La personalidad del Precursor aparece aureolada con unas
palabras del Libro de Isaías, que la primera lectura nos ofrece
con su contexto. Se referían históricamente al fin de la
cautividad de Babilonia. Nuevo Exodo de liberación: Dios
guiará hacia su patria, como Rey y Pastor, el cortejo de los
redimidos. Ya se oye en Sión el mensaje de gloria: «iDios está
aquí!» Abridle (grita la voz profética) un camino real a través
del desierto: que sea un «camino» sin curvas, sin desniveles ni
baches...
El autor de la segunda carta de San Pedro se dirige a cristianos
ya cansados de esperar (cuando declinaba el siglo primero) la
gloriosa Venida de Jesús. Se imaginaban que el desarrollo del
plan de Dios en la historia tiene que proceder al ritmo de las
humanas impaciencias. El cristianismo nació esencialmente
escatológico, y lo seguiría siendo si durase mil siglos en la
tierra, como el río va por definición al mar, por más largo y
lento que sea su curso. Prefijar fechas a la Hora de Dios es no
reconocer la libertad de su plan y apartarse de la Biblia.
La primera línea del EVANGELIO según Marcos equivale a un
título programático. En el Nuevo Testamento, la palabra
«evangelio» significa la jubilosa noticia permanente de la
Redención, y se identifica con la realidad personal «de
Jesucristo, el Hijo de Dios». El Evangelio es Cristo, y Cristo es
«evangelio».
Este «evangelio», o alegría perenne de que Jesús nos salva,
«comienza» a ser noticia para el Pueblo de Dios en la aparición
y ministerio profético de Juan Bautista. Marcos define su
personalidad con un texto bíblico (vers. 2-3) y describe luego
en esquema su actividad (4), éxito (5), figura (6) y predicación
(7-8).
Su actividad tuvo por centro el «desierto», lugar clásico del
encuentro con Dios según la espiritualidad hebrea. En la línea
de los antiguos profetas, llamó a la conciencia del pueblo para
que se conviertiera de sus pecados. Un rito de inmersión en el
Jordán significaba y sellaba de una vez para siempre la
decisión que tomaba cada uno. Decisión de transformarse en
íntima pureza moral, para ser digno del Mesías que viene.
El éxito inicial fue masivo. Con amable hipérbole dice Marcos
que «salía hacia él toda la región de Judea (los del campo) y
todos los jerosolimitanos (los de la ciudad)». Contraste con el
puritano aislamiento de los ascetas de Qumrán. Juan es el buen
misionero que, lleno de Dios en el desierto, hace llegar la voz
del desierto al corazón del pueblo y la ciudad.
Su figura evoca la del profeta Elías. Al vestido se le reconoce
en la Biblia una simbología eficaz: afirma y cualifica la
personalidad. Vistiendo a semejanza de Elías, significa a los
ojos del pueblo que vuelve a ser actualidad su ardiente celo
por la causa de Dios.
384 CICLO B
En su predicación brilla el anhelo de ser todo y sólo gloria de
Cristo. Ante él, no se considera ni a la altura de un esclavo
(cuando el pueblo le reconocía como un gigante de santidad).
El Mesías sí que «bautizará» de veras al pueblo; porque
derramará sobre él el Espíritu de Dios.
El Bautista es arquetipo de una legión de «precursores». Cada
vez que Jesús ha venido al encuentro de una existencia
individual o colectiva, alguien le preparó el camino. Humildes
como Juan, desaparecen cuando entra el Señor. Hace siglos
que la Iglesia es madre fecunda de tales «precursores», cuyos
nombres están escritos en el libro de Dios.
TERCER DOMINGO DE ADVIENTO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 61,1-2a. 10-11
El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque el Señor me ha ungido.
Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para
vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía
a los cautivos y a los prisioneros, la libertad, para proclamar el
año de gracia del Señor.
Desbordo de gozo con el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha envuelto en un manto de triunfo,
como novio que se pone la corona,
o novia que se adorna con sus joyas. Como el suelo echa sus
brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará
brotar la justicia y los himnos, ante todos los pueblos.
Salmo responsorial Lc 1,46-48. 49-50. 53-54
R. Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador.
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu
en Dios mi salvador; porque ha mirado la humillación de su
esclava.
386 CICLO B
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el
Poderoso ha hecho obras grandes por mí; su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles de generación en
generación.
A los hambrientos los coima de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel su siervo,
acordándose de la misericordia.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los
Tesalonicenses 5,16-24
Hermanos: Estad siempre alegres. Sed constantes en orar. En
toda ocasión tened la Acción de gracias: ésta es la voluntad de
Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros.
No apaguéis el espíritu, no despreciéis el don de profecía; sino
examinadio todo, quedándoos con lo bueno.
Guardaos de toda forma de maldad. Que el mismo Dios de la
paz os consagre totalmente, y que todo vuestro ser, alma y
cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la parusía de
nuestro Señor Jesucristo.
El que os ha llamado es fiel y cumplirá sus promesas.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Is 61,1 El Espíritu del Señor está sobre mí; me ha enviado para
dar la Buena Noticia a los pobres. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 1,6-8. 19-28
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste
venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por
él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
Los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan,
a que le preguntaran:
-—€Tú quién eres? El confesó sin reservas:
—Yo no soy el Mesías. Le preguntaron:
—Entonces, ¿qué? ¿Eres tú Elías? El dijo:
—No lo soy.
—íEres tú el Profeta?
Respondió:
—No.
Y le dijeron:
III DOMINGO ADVIENTO387
— eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos
han enviado, ¿qué dices de ti mismo?
El contestó:
—Yo soy «la voz que grita en el desierto: Allanad el camino del
Señor» (como dijo el profeta
Isaías). -
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:
—Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías,
ni el Profeta?
Juan les respondió:
—Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no
conocéis, el que viene detrás de mí, que existía antes que yo y
al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde
estaba Juan bautizando.
<cE! Señor está cerca’>. Pregustamos ya la Navidad. Navidad
y Adviento son signo litúrgico de que pronto se nos ha de abrir
la vida a un definitivo Nacimiento: el abrazo eterno del Señor.
Será para cada uno la hora suprema de su muerte: tan segura,
tan cercana.
El Evangelio empieza hoy con un fragmento del Prólogo de San
Juan. Define la misión del Bautista Precursor con un concepto
teológico fundamental: ser testigo de la Verdad. En efecto.
1. — «Vino para dar testimonio de la Luz» En el vocabulario del
cuarto Evangelio, «ver’> significa experimentar. Tener contacto
experimental con los ojos, con la mente y con el corazón. El
que así ha visto la verdad (la «Luz»), cuando habla tiene un
lenguaje de irresistible eficacia: o se le da crédito o se le
impone el silencio por la fuerza. Si ya no pueden hablar sus
labios, sigue hablando su vida, su sangre. En el griego que
usaban los antiguos cristianos, «testigo» se dice «mártir». Juan
Bautista fue mártir por la Verdad. Por la Luz divina, que ilumina
el mundo hecha Vida en la humanidad de Jesucristo. Juan el
Precursor no era la misma Luz, pero sí su antorcha. Su
transparencia. Su testigo —arquetipo de todos los sinceros
testigos del Señor.
2. — « Yo soy la voz que grita en el desierto: Allanad el camino
del Señor». Aquellos inquisidores enviados desde Jerusalén
tentaban al profeta. En la cumbre de la popularidad le era fácil
autodefinir su importancia. Todos los falsos profetas acaban
siempre y pronto anunciándose a sí mismos, no al Señor. Pero
Juan repite su apelación al libro de Isaías. No es más que
portavoz de un mensaje divino: enderezad el camino del Señor.
El «camino del Señor» es el que tenemos que seguir nosotros
para ir a su encuentro. Somos nosotros mismos: nuestra vida,
nuestras instituciones, nuestro mundo. A Dios no se va por la
insinceridad. Por las sinuosidades del propio interés. Se va a la
Verdad por camino recto.
3. — «Está en medio de vosotros, y no lo conocéis». Testimonio
y acusación del Profeta a nuestra sociedad. La que tanto debe
a Cristo, y se esfuerza en ignorarlo.
En el salmo responsorial cantamos el Magnificat. Lo anticipó el
libro de Isaías [ lectura]. «Estad siempre alegres», «en acción
de gracias» —dice el Apóstol [ lectura]. Cuando la Iglesia repite
cada día el Magnificat como himno propio, se siente muy
identificada a María, llena de júbilo por la presencia interior de
Jesús.
388 CICLO B
El camino de Adviento se aproxima al término. Está cerca el
Señor. Pregustamos la alegría de su encuentro.
La lectura principal yuxtapone dos fragmentos del cuarto
Evangelio, evocando la que fue misión y gloria de Juan
Bautista: dar testimonio del Mesías Jesús. El primer fragmento
define esta misión. El segundo la ilumina con un ejemplo.
1. — Vino para dar testimonio de la luz. Las primeras líneas Un
1,6-8) forman parte del «Prólogo de San Juan». Dar testimonio
de Jesús es uno de los conceptos predilectos del cuarto
Evangelio. El que «da testimonio» habla de lo que ha visto. La
expresión «ver», en el vocabulario de San Juan, no suele
referirse a la mirada de los ojos externos sino a una
experiencia personal, viva y profunda. Por eso, el que da
testimonio «habla» con todo su ser, pronto a rubricar lo que
dice con su vida y con su muerte.
Juan el Bautista dio testimonio de la Luz. En el Prólogo del
cuarto Evangelio la Luz divina, la que viene ál mundo para
iluminar a todo hombre, es Jesucristo. Palabra eterna.
Transparencia de la Verdad. Luz del pensamiento, llena de
Amor. Amor que se identifica con la Vida. Fue el Espíritu Santo
quien infundió en San Juan Bautista, para que pudiera dar
testimonio de ella, la experiencia divina del Mesías Jesús.
Dio testimonio a fin de que los otros viniesen a la Fe. No era la
Luz, pero sí su antorcha Qn 5,35). La Fe se propaga por el
testimonio de los que la viven, como el fuego por el contacto
de la llama. Tal vez las crisis ambientales de Fe sean ausencia
de testigos.
2. — «Está en medio de vosotros quien vosotros no conocéis».
El segundo fragmento de esta lectura evangélica Qn 1,19-28)
es el primero de una serie de «testimonios concretos» dados
por el Precursor junto al Jordán (1,19-42). Gracias a ellos, sus
mejores discípulos s pasaron a Jesús de Nazaret. La Iglesia
debe a Juan Bautista su núcleo fundacional. El «testimonio
concreto» que leemos hoy contesta a la comisión de
inquisidores que le enviaron altos dirigentes del pueblo. Juan
define sus límites. No es el Mesías, como pensaban algunos de
sus admiradores. Tampoco es Elías vuelto al mundo ni «el
Profeta» que anunció el Deuteronomio. Es voz humana que
anuncia la Palabra de Dios. Su obrero, que le allana el camino.
Su esclavo (vers. 23 y 27). Arquetipo de cuantos, por vivir la
Fe, deben dar Testimonio de Jesucristo. Anunciarlo sin
anunciarse. Serle transparencia, no muralla.
El evangelista condensa en este «testimonio concreto» toda la
predicación de Juan a Israel. La frase central es acusatoria: el
Mesías divino «está en medio de vosotros, y no lo conocéis».
Reflexión que se podría clavar hoy en el corazón del mundo,
que debe tanto a Jesucristo como Dios y como Hombre. Se
presiente ya la Navidad. Quienes no lo han hecho, tengan la
audacia de caminar hasta Belén para escuchar, junto a los
pastores del desierto, dónde está su Paz.
En torno a esta lectura principal, los demás textos proclaman la
Alegria. La Alegría es conciencia de la Felicidad. En la Biblia,
tiene por símbolo la Luz. Voz perfecta de la Alegría es el
Magnificat, intercalado hoy entre ios textos de Isaías y San
Pablo. La Iglesia se encuentra a sí misma en el corazón de su
Madre cada vez que canta el Magnificat.
Vivir en actitud de Adviento es aguardar a Jesús con la segura
fe de que vendrá. Expectación que ya sabe a Presencia. Y es
fuente de alegría.
III DOMINGO ADVIENTO389
San Pablo nos enseña a saborear en oración, gratitud y espíritu
esta alegría que florece en la esperanza de Cristo. Antes
hemos escuchado, en el Libro de Isaías, la gozosa respuesta de
los «Pobres de Yahvé» cuando se les anunció el mensaje de su
liberación por obra del Ungido. Enlaza ambos textos el
Magníficat, himno de la evangélica alegría.
La lectura principal se refiere otra vez a la personalidad de Juan
el Bautista. Se yuxtaponen en esta lectura dos fragmentos del
cuarto Evangelio: a) el testigo de la Luz; b) la voz en el
desierto.
a) El testigo de la Luz Un 1,6-8). El primer fragmento pertenece
al que suelen llamar «prólogo de San Juan». Dicho «prólogo» es
un poema doctrinal sobre la venida al mundo de Jesucristo, Hijo
de Dios y Revelación o «Palabra» del Padre. Por ser Hijo y
Palabra, Cristo es para los hombres resplandor visible y
comunicación de la Verdad viva, que se identifica con Dios.
Dicho con alegoría bíblica, es la «Luz» de los hombres.
Abriendo un paréntesis en el Prólogo, el evangelista presenta la
figura del Precursor, y le da el título de testigo de la Luz.
La más eficaz manera de dar testimonio de la Luz es ser
transparencia de ella. Juan Bautista lo fue; hasta el punto de
que algunos, fascinados por su claridad, estuvieron tentados
de confundirlo con la misma Luz.
b) La voz en el desierto. El segundo fragmento Un 1,19-28)
corrige este error de perspectiva. Refiere la misión inquisitorial
de algunos judíos notables de Jerusalén, que bajaron a la
comarca del Jordán para controlar la identidad de aquel
sorprendente predicador de penitencia. El evangelista lo
recuerda a sus lectores, porque en su época y ambiente
todavía quedaban algunos que consideraban a Juan Bautista
como Enviado definitivo de Dios, desconociendo o
infravalorizando a Jesús.
Juan responde al interrogatorio negando con energía ser el
término de la esperanza escatológica de Israel. Se alude a tres
de las principales formulaciones o aproximaciones de esta
esperanza en su tiempo: la del «Mesías» o Ungido del Señor, la
de «Elías» redivivo y la de «el Profeta» o nuevo Moisés
anunciado en el Deuteronomio (1 8,18).
El reiterado «no»-sirve como fondo de contraste para destacar
en relieve su exacta personalidad: « Yo soy la voz del que grita
en el desierto: trazad un camino recto para el Señor». Es cita
adaptada de la introducción a la segunda parte del Libro de
Isaías (40,3). Quiere decir que empieza a ser realidad viva el
mensaje de Salvación, tema dominante del mencionado
Deutero-Isaías; ya es la hora de proclamar sobre las montañas
el Evangelio de la Paz (Is 52,7). Cuando unos fariseos fiscalizan
su derecho a «bautizar» en signo de conversión, les atestigua
que el Señor a quien ignoran, ya está en medio de ellos.
Casi en la misma comarca donde predicaba el Bautista, sus
contemporáneos de Qumrán (1 QS VIII,12-14) invocaban el
mismo texto de Isaías (40,3) a favor de su vida ascética en el
desierto. Fueron una escuela cerrada de perfeccionismo según
la Ley. Juan lleva la voz y el espíritu del desierto al corazón de
la ciudad. Guía y maestro en el arte de la esperanza activa,
que es victoria sobre la nostalgia. Pedagogo del camino recto,
contra quienes sueñan ir a Dios o que Dios vaya a ellos por
sendas tortuosas. Su carisma es de perenne actualidad para un
mundo que todavía está en Adviento. Y se extiende a cuantos,
por gracia bautismal, tienen vocación y compromiso de ser
testigos de la Luz: transparencia de Cristo.
390 CICLO B
Nota dominante de la liturgia de hoy, la alegría de la Salvación
por Cristo. En el Evangelio se nos presenta otra vez la figura de
Juan, anunciando que el Salvador ya está entre nosotros.
La lectura del Antiguo Testamento junta las primeras y últimas
frases de un cántico de esperanza realizada, que abarca todo
el capítulo 61 de Isaías. En el fragmento inicial (1-2) habla el
profeta-ungido de Yahvé. Su misión es anunciar al pueblo de
los humildes el gozo de la restauración de Israel a la vuelta del
destierro de Babilonia. Ya amanece el día de Dios. Tiernpo de
gracia y libertad. En el fragmento conclusivo (10-11), la nueva
Jerusalén responde al favor de Dios con un Magnzficat de
gratitud. Jesucristo meditó en este capítulo de Isaías su propia
vocación (Lc 4, 16-21). En él se inspiró al proclamar la
Bienventuranza de los Pobres en el Sermón de la Montaña. En
efecto, la traducción literal del primer versículo de Isaías sería:
«... me ha enviado a llevar el evangelio a los Pobres». Los
«pobres’> o Anawim era un término hebreo bíblico para
designar el humilde y sufrido pueblo de los fieles a Yahvé. El
vocablo «evangelio» significaba la alegre noticia de su
redención. A este pueblo sencillo se dirigía Jesús en Galilea, y
al mismo sigue hablando ahora el Espíritu por medio de los
ungidos, recordándole su vocación de levantar, en amor y
justicia, la ciudad de Dios.
En el Salmo responsorial es María quien canta el «Magnificat»
de la Salvación. Alma y voz del pueblo humilde. Recapitulación
de la nueva Jerusalén, santa Ciudad de Dios. Cuando un
redimido hace suyo el Magnzficat de la Virgen, encuentra la
paz.
Esta es también la lección de espiritualidad que nos da el
Apóstol en la Carta a los Tesalonicenses. De la oración asidua
de acción de gi-acias mana la alegría interior. Y con ella, la paz
de todo el ser. La esencial tensión escatológica del cristianismo
no se realiza en una actitud de angustia nerviosa: San Pablo
fue maestro de serenidad. (Y, por tanto, de orden; por eso les
dice que pongan a prueba a quienes manifiesten don o carisma
de «profecía», y que sólo acepten a los auténticos).
La lectura del EVANGELIO según Juan empieza por un breve
inciso destacado de su prólogo (1,6-8). La infinita virtualidad de
simbolismo que encierra el concepto de «Luz» se aplicó en
Israel a Dios, a su Palabra, al Mesías. En este sentido, Fe es
aceptar la Luz. La misión del Precursor consistió en señalar,
como testigo, que la Luz infinita se había hecho presencia
entre los hombres bajo la humildad de Cristo.
El resto de la lectura evangélica (1,19-28) refiere en síntesis la
contestación del Bautista al interrogatorio que, en tono
inquisidor, le formularon algunos dirigentes. Define sin
equívocos el límite de su personalidad: no es el Mesías (como
pensaban algunos), ni Elías redivivo ni el esperado Profeta
escatológico. Llama luminosa y ardiente Un 5,35), toda su
existencia se consume en ser grito de la proximidad de Cristo.
Más aún, de su presencia: «en medio de vosotros está el que
vosotros no conocéis... »
Testigo de una Luz que el mundo no ve, Voz de una Presencia
que muchos no sienten, invitación al «camino» que abra el
horizonte de la auténtica Luz: programa de vida para tantos a
quienes el Espíritu, hoy como siempre, inspira la excelsa
vocación de ser, entre sus hermanos, «precursores de Jesús».
CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO
PRIMERA LECTURA
Lectura del segundo libro de Samuel 7,l-5.8b-11.16
Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le
dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo
al profeta Natán:
—Mira: yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca
del Señor vive en una tienda.
Natán respondió al rey:
—Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo.
Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del
Señor:
—Ve y dile ami siervo David: Eres tú quien me va a construir
una casa para que habite en ella?
Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que
fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus
empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a
los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi
pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en
adelante no perrnitiré que animales lo aflijan como antes,
desde el día que nombré jueces para gobernar a mi pueblo
Israel.
Te pondré en paz con todos tus enemigos, te haré grande y te
daré una dinastía. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi
presencia y tu trono durará por siempre.>
Salmo responsorial Sal 88,2-3. 4-5. 27 y 29
R. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu
fidelidad por todas las edades.
Porque dije: Tu misericordia es un edificio eterno, más que el
cielo has afianzado tu fidelidad.
Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
392 CICLO B
((Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.))
Él me invocará: ((Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca
salvadora.»
Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será
estable.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 16,25-
27
Hermanos: Al que puede fortalecernos según el Evangelio que
yo proclamo, predicando a Cristo Jesús —revelación del
misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y
manifestado ahora en la Sagrada Escritura, dado a conocer por
decreto del Dios eterno, para traer a todas las naciones a la
obediencia de la fe—, al Dios, único sabio, por Jesucrísto, la
gloria por los siglos de los siglos. Amén.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Lc 7,38 Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu
palabra. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 1,26-38
A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una
ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada
con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen
se llamaba María.
El ángel, entrando a su presencia, dijo:
—Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú
entre las mujeres.
Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo
era aquél.
El ángel le dijo:
—No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por
nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el
Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la
casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel:
— será eso, pues no conozco varón?
El ángel le contestó:
—El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te
cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se
llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha
concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban
estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María contestó:
—Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu
palabra.
Y el ángel se retiró.
IV DOMINGO ADVIENTO393
El camino de Adviento nos ha llevado a la vista de Belén. «El
Señor está cerca»:
vamos a adorarle. En el Evangelio según San Lucas, sirve de
preludio al Nacimiento de Jesús la Anunciación a su Madre.
El Anuncio de Gabriel a María es un relato bíblico de Vocación.
Se llama «Vocación» el momento en que Dios manifiesta a
cada persona lo que sobre la misión y destino de su vida tiene
pensado desde toda la eternidad. Desde la eternidad Dios
eligió a María de Nazaret por Madre de Jesús. En el momento
central de la historia, se lo comunicó a través de su Angel en
diálogo interior. Inspirado por el Espíritu Santo, el evangelista
Lucas, que conocía por transparencia el alma de María,
resumió este diálogo divino con las palabras que escuchamos
hoy.
1. — «jAlégrate, llena-de-gracia!: el Señor es contigo». La
Presencia del Señor en María constituye su Plenitud de Gracia.
A lo largo del diálogo, la voz de Dios a través del Angel va
concretando esta afirmación principal. Primero le dice que será
la Madre del Mesías prometido en las antiguas profecías
[ lectura]. Madre del «Hijo de David». Del Rey eterno. Del que
será Salvación divina —que esto significa el nombre de
«Jesús». A la reserva que expone la Virgen ( podrá ser
eso... ?»), responde el Angel manifestando la totalidad del
Misterio: el Mesías que ha de nacer de María es el mismo Hijo
de Dios. Asume realidad humana por obra del Espíritu Santo.
Cielo y Tierra, Dios y Hombre se hacen Alianza sustancial en el
Misterio de Nazaret. Jesús-Mesías: verdadero Hombre,
verdadero Dios. María es el Arca de esta divina Alianza. Su
Templo vivo, que no puede menos de ser todo-santo,
inmaculado. «Llena-de-gracia.» Cristo es la suprema Gracia, el
infinito regalo que Dios hace de Sí mismo al Hombre. María su
plenitud, transparencia y comunicación. Conocer a Ella es
descubrir a Cristo. Quien entra en su intimidad vive y canta con
Ella
— la Presencia eficaz de la divina Salvación.
2. — «He aquí la Sierva del Señor...» En aceptar, en abrazar la
Gracia de Dios está la perfección de la Fe. «Hágase en mí
según tu Palabra». Por su «sí» a la Vocación, María es también
plenitud, transparencia y comunicación de la Fe. La Iglesia
creyente se ha sentido siempre, identificada con Ella.
3. — «Le pondrás por nombre JESUS». Aurora de Navidad, la
Anunciación a María nos asegura que pronto tendremos en
nuestros brazos al Niño de Belén. La única Salvación total: la
que Dios ofrece al mundo dándose a Sí mismo en Jesús.
Último día de Adviento y víspera de Navidad. Escuchamos el
relato de la Anunciación a María. En el «Evangelio de la
Infancia» según San Lucas sirve de preludio a la historia del
nacimiento de Jesús.
La Anunciacióna María es su Vocación de Maternidad. Al
servicio de la Misión salvadora de su Hijo. Experiencia de la
más alta elección divina sobre una persona humana.
Para que el lector perciba con mayor realce la grandeza del
Mensaje a María, San Lucas le antepone el del mismo Angel
Gabriel a Zacarías, padre de Juan Bautista, en el Templo de
Jerusalén (Lc 1,5-25). Comparando paso a paso el texto
paralelo de ambas Anunciaciones, destaca en la de María la
humildad del ambiente, la preeminencia de la Madre, la
trascendencia del Hijo.
1. — Humildad del ambiente. Un lugar de Galilea, Nazaret, que
era signo de vida
394 CICLO B
escondida en el trabajo, pobreza y sencillez. Nazaret da el tono
al Evangelio. Su humillación, preludio de la del Pesebre en
Belén, alienta en el Magnzficat: himno de la Anunciación y
cántico espiritual de las Bienaventuranzas.
2. — Preeminencia de María. El Angel empieza saludándola
como Predilecta de Dios, colmada de su Gracia. Cuando San
Lucas escribía el Evangelio, la Iglesia apostólica ya veneraba a
la Madre de Jesús al unísono con las palabras de Gabriel. A
través de una serie de alusiones a textos del Antiguo
Testamento, la Anunciación considera a María Arca de la
Alianza; es decir, Santuario de la Presencia divina en medio del
Pueblo. Hija de Sión, que personifica la Jerusalén mesiánica o
Ciudad de Dios.
Colaboradora del Espíritu Santo, en absoluta disponibilidad a la
iniciativa del Todopoderoso. Madre y Virgen. Bienaventuranza
viva de la Fe en la Palabra de Dios (Lc 1,45) y arquetipo de
perfección para todo creyente. Su respuesta —«hágase»— no
es sumisión pasiva: abraza con afecto positivo y gozoso,
haciéndola suya, la Palabra que le viene de Dios. Se llama a sí
misma «esclava del Señor», Sierva de Yahvé, porque está
pronta a traducir en acto cualquier signo de su Voluntad. Ante
Dios, es un «sí» a flor de vida. La más pura Humildad, aliento
del Amor. En la Anunciación-aceptada se concentra toda la
historia y eternidad de María.
3. — Trascendencia de Jesús. La Anunciación en Nazaret es la
primera y fundamental lección de Cristología del Evangelio de
San Lucas. Toda la grandeza de María radica en ser «la Madre
del Señor» (Lc 1,43). El Angel empieza describiendo a su Hijo
como Mesías. Aludiendo a la profecía de Natán (primera lectura
de hoy), dice que será el Hijo de David, Rey para siempre.
Habla de su concepción y nacimiento con las mismas palabras
con que Isaías habló del «Emmanuel» (7,14). Pero en la última
parte del Mensaje, por encima de todas las esperanzas
mesiánicas de Israel, el Angel revela que el Niño será
verdaderamente Hijo de Dios.
Obra máxima del infinito Amor, Poder y Sabiduría, que el
Altísimo tenía pensada desde la eternidad (segunda lectura).
María de Nazaret es el ámbito de su realización. En Ella, la
esperanza de la Salvación empieza a ser Presencia. Adviento
se hace Navidad.
La historia del Pueblo de Dios fue «tiempo de Adviento» hasta
que llegó la hora del Mesías. Con la Encarnación, la esperanza
empezó a ser también Presencia. El Evangelio de hoy nos habla
de ella.
San Pablo resumía en la palabra «Evangelio» todo el plan,
programa o Misterio de la Salvación. Obra máxima de la
Sabiduría de Dios, manifestada al universo por Cristo (segunda
lectura). —El cauce humano de la venida de Cristo al mundo
tenía que ser la «casa» o linaje de David. Así lo anunció el
mensaje profético de Natán, del que escuchamos un fragmento
en la primera lectura.
La Anunciación a María forma par del «Evangelio de la
Infancia» según San Lucas. Sirve de introducción a la historia
del Nacimiento. Indicando sus circunstan cias familiares, revela
la categoría mesiánica y divina del Niño. Al mismo tiempo,
califica la misión y dignidad de la Madre.
IV DOMINGO ADVIENTO395
San Lucas procedía del mundo pagano y entró adulto en la
Iglesia. Humanista selecto, supo comprender y hacer suyo el
estilo de la Biblia. Historiador por naturaleza y cultura, recogió
y sintetizó la experiencia testimonial de María; la cristología
apostólica; la fe, veneración y amor de la Comunidad. Por él
sabemos cómo veía María a Jesús y cómo los cristianos veían a
María. Reflejando el esquema de otras «anunciaciones» o
«vocaciones» divino-angélicas del Antiguo Testamento, redacta
su más transparente página, fuente inagotable de inspiración
para artistas, teólogos y santos.
Una concisa presentación de los interlocutores, con su
circunstancia de tiempo, lugar y situación (y. 26-27), introduce
el diálogo entre Gabriel y María.
El diálogo se desarrolla en torno a dos temas principales: la
mesianidad y la divinidad del Niño que va a nacer:
A. —Jesús, Hijo de David (y. 28-33). Después de saludarla, el
ángel comunica a María su vocación, gracia o misión
excepcional. Será madre del tan esperado «Hijo de David» y
Rey definitivo. El evangelista resume y expresa el mensaje del
ángel con unas palabras que evocan claramente el «oráculo de
Natán» (primera lectura de hoy) y, sobre todo, la profecía de
Emrnanuel (Isaías 7,14). Quiere decir que se van a hacer
realidad en María aquellas esperanzas mesiánicas. María de
Nazaret será la Madre del Mesías, que espera todo el pueblo.
B. —Jesús, Hijo de Dios (y. 34-35). A la vocación, María opone
un reparo. Es clásico en las «vocaciones» de la Biblia que,
cuando Dios elige a un hombre para una misión extraordinaria,
éste manifieste su conciencia de incapacidad. La respuesta de
Dios suele ser: Yo estaré contigo. En el ejercicio de una
auténtica vocación, todo es gracia. La dificultad de María es
singular: su virginidad. Precisamente ello dará más relieve a la
profecía del «Emmanuel». La respuesta del ángel se eleva a la
más alta teología. Su maternidad será misteriosamente
virginal, bajo la acción del Espíritu de Dios que reposará sobre
ella como reposaba la Nube sobre el Arca de la Alianza en el
Tabernáculo para significar en ella la Presencia divina. Porque
el Niño será verdaderamente Hijo de Dios. Y la concepción
virginal será para la Fe un signo, poéticamente sugestivo, de
su divina Filiación.
Mensajero de la más excelsa vocación, Gabriel ha saludado. a
María con el título que mejor la define: «llena-de-gracia».
Impregnada de la Santidad de Dios. Toda luz sin sombra.
Inmaculada. La primera palabra que le dirige tiene sabor de
Evangelio:
«lAlégrate!». Arquetipo de toda perfección, la Virgen llamada a
ser Madre, Arca de la nueva Alianza de Dios con su Pueblo,
acepta la vocación con el consentimiento activo, en espíritu de
servicio generoso, que no sabe responder al Señor y a sus
«ángeles» más que con una sola palabra, la más breve y
hermosa: «Sí». Gracias a ella, el Adviento se hace Navidad.
En vísperas décelebrar el Nacimiento de Jesús, el Evangelio del
último domingo de Adviento nos invita a contemplar la
Anunciación del ángel a su Madre.
El capítulo 7 del segundo libro de Samuel refiere por extenso la
profecía de Natán. Era el texto fundamental en que se
aprobaba en Israel la esperanza de un Mesías «hijo de David».
La primera lectura nos da un extracto de dicha profecía: David
pensaba levantar una «casa» (= templo) para Dios, quien,
rehusando el obsequio, le promete
396 CICLO B
una «casa» (o dinastía) para siempre. [ el Salmo, Israel canta
este favor excepcional de Yahvé a su rey David.] El Señor
dirigió el curso de la historiade tal manera que la dinastía de
David llegase a su punto final y cumbre teológica en el humilde
hogar de María y José. Su hijo será, para siempre, el esperado
Rey-Mesías.
En la conclusión de la Carta a los cristianos de Roma el Apóstol
da gloria al Padre que los ha hecho fuertes por el Evangelio. El
Evangelio es la manifestación al mundo del plan o «misterio»
eterno de Dios en orden a la salvación de todos los pueblos por
la fe en Jesucristo.
El EVANGELIO de la Anunciación a María está redactado en
forma de diálogo. Una introducción (26-27) presenta a los
interlocutores: Gabriel, mensajero de parte de Dios, y María, la
virgen desposada con José, «de la casa de David».
Cada expresión de esta página de San Lucas refleja algún texto
del Antiguo Testamento. Así, ya desde la primera línea, el
nombre propio del ángel («Gabriel») relaciona su embajada con
la profecía de las setenta semanas (Daniel 9, 21 ss). Y la
mención de la «casa de David>’ advierte que se va a cumplir
el oráculo de Natán.
El diálogo se desarrolla en tres etapas: a) Saludo a María; b)
revelación de que va a ser madre del Mesías; c) misterio de la
concepción por obra del Espíritu Santo.
a) En el saludo (28-29) se percibe un eco de antiguos augurios
proféticos dirigidos a «la hija de Sión», ciudad de la esperanza
(p. ej., Zac 2, 14 y 9,9; Sof 3, 14, etc). Las palabras de Gabriel
sitúan a María en el punto focal de todo el amor, favor y
presencia activa de Dios. Por eso es en todo Gracia y en nada
pecado. Arquetipo de la personalidad cristiana. La oración del
«Ave María» sigue actualizando millones de veces en el espíritu
y. labios de los creyentes lo mejor que supo pensar y decir de
la Virgen el ángel del Señor. Ella correspondió con un silencio
de humildad reflexiva.
b) La vocación de ser Madre del Mesías se la comunica el ángel
con una frase calcada en la promesa del «Emmanuel» (Is 7,
14), añadiendo la descripción y destino del Hij.o-Rey con
palabras que evocan diversos oráculos de la Biblia, sobre todo
el de Natán expone una dificultad radical: su decisión de ser y
permanecer virgen
(34) - .
-. c) -Esta dificultad sirve para introducir la revelación de una
misteriosa y única maternidad virginal (35-37). La concepción
será obra del omnipotente Espíritu de Dios. El ángel emplea el
mismo vocabulario que designaba el reposar de la Gloria de
Yahvé sobre -el Arca de la Alianza. En la teología litúrgica de
Israel, el Arca era el lugar- donde moraba Dios en medio de su
Pueblo. Por obra del Espíritu, María se cónvierte en arca o
sagrario de la divinidad; porque su hijo se llamará y será
realmente el Hijo único de Dios.
Comprendida 5 vocación; María acepta (38). Su consentimiento
es la palabra más fecunda que han pronunciado jamás labios
humanos. Dijo «sí», y el Verbo se hizo carne.
Vigilia de Navidad para el mundo. Viene Jesús, el Salvador.
Quienes vayan a su encuentro —sabios de oriente o pastores
de Judá— lo encontrarán en manos de María.
LA SAGRADA FAMILIA
Lectura del libro del Génesis 15,1-6; 21,1-3
En aquellos días, Abrán recibió la palabra del Señor:
—No temas, Abrán, yo soy tu escudo, y tu paga será
abundante. Abrán contestó:
—Señor, ¿de qué me sirven tus dones, si soy estéril, y Eliezer
de Damasco será el amo de mi casa?
Y añadió:
—No me has dado hijos, y un criado de casa me heredará. La
palabra del Señor le respondió:
—No te heredará ése, sino uno salido de tus entrañas. Y el
Señor lo sacó afuera y le dijo:
—Mira al cielo; cuenta las estrellas, si puedes. Y añadió:
—Así será tu descendencia.
Abrán creyó al Señor, y se le contó en su haber.
El Señor se fijó en Sara, como lo había dicho; el Señor cumplió
a Sara lo que le había prometido. Ella concibió y dio a luz un
hijo a Abrán, ya viejo, en el tiempo que había dicho. Abrán
llamó al hijo que le había nacido, que le había dado Sara, Isaac.
Salmo responsorial Sal 104, Ib-2. 3-4. 5-6. 8-9
R. El Señor es nuestro Dios, se acuerda de su alianza
eternamente.
Dad gracias al Señor, invocad su nombre, dad a conocer sus
hazañas a los pueblos. Cantadle al son de instrumentos, hablad
de sus maravillas.
398 CICLO B
Gloriaos de su nombre santo, que se alegren los que buscan al
Señor. Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente
su rostro.
Recordad las maravillas que hizo, sus prodigios, las sentencias
de su boca. ¡Estirpe de Abrahán, su siervo; hijos de Jacob, su
elegido!
Se acuerda de su alianza eternamente, de la palabra dada, por
mil generaciones; de la alianza sellada con Abrahán, del
juramento hecho a Isaac.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 11,8. 11-12. 17-19
Hermanos: Por fe, obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia
la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber adónde
iba.
Por fe, también Sara, cuando ya le había pasado la edad,
obtuvo fuerza para fundar un linaje, porque juzgó digno de fe
al que se lo prometía. Y así, de uno solo y, en este aspecto, ya
extinguido, nacieron hijos numerosos como las estrellas del
cielo y como la arena incontable de las playas.
Por fe, Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac; y era su hijo
único lo que ofrecía, al destinatario de la promesa, del cual le
había dicho Dios: «Isaac continuará tu descendencia.))
Pero Abrahán pensó que Dios tiene poder hasta para resucitar
muertos. Y así, recobró a Isaac como figura del futuro.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Hb 1,1-2 En distintas ocasiones habló Dios antiguamente
a nuestros padres por los
profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo.
Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 2,22-40
Cuando llegó el tiempo de la purificación de María según la ley
de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén, para presentarlo al
Señor [ acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo
primogénito varón será consagrado al Señor))) y para entregar
la oblación (como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o
dos pichones»).
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Siméón,
hombre honrado y piadoso, que aguardaba el Consuelo de
Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un
oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver
al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu Santo, fue al
templo.
LA SAGRADA FAMILIA 399
Cuando entraban con el Niño Jesús sus padres (para cumplir
con él lo previsto por la ley), Simeón lo tomó en brazos y
bendijo a Dios diciendo:
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz;
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones,
y gloria de tu pueblo, Israel.
José y María, la madre de Jesús, estaban admirados por lo que
decía del niño.
Simeón los bendijo diciendo a María, su madre:
—Mira: Este está puesto para que muchos en Israel caigan y se
levanten; será corno una bandera discutida: así quedará clara
la actitud de muchos corazones. Y a ti una espada te
traspasará el alma.
Había también una profetisa, Ana hija de Fanuel, de la tribu de
Aser. Era una mujer muy anciana: de jovencita había vivido
siete años casada, y luego vitsda hasta los ochenta y cuatro;
no se apanaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con
ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba
gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban
la liberación de Israel.]
Y cuando cumplieron lo que prescribía la ley del Señor, se
volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba
creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la
gracia de Dios lo acompañaba.
La Liturgia renovada a partir del último Concilio quiere que se
celebre la fiesta de LA SAGRADA FAMILIA a plena luz de la
reciente Navidad. Cuando Dios se hizo Niño, aceptó y glorificó
nuestra humanísima vida de familia. Es su peculiar manera de
vivir en familia lo que configura el rostro de los pueblos. La
característica identidad de nuestra Patria la forjaron aquellos
hogares donde se pensaba, amaba y vivía según el ideal de
familia inspirado por el Evangelio.
En la misa de ‘cada uno de los tres ciclos litúrgicos se lee un
relato de la Infancia de Jesús, que conempla al Niño junto a
María y José. Corresponde a este, año la Presentación e Templo.
1. — «Lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor».
Primera entrada del Mesías en el Templo. Tenía cuarenta días.
En brazos de sus padres, responsables ante Dios de los gestos
religiosos del Niño. Cinco veces se repetirá en esta página que
todo se cumplió «según la Ley del Señor». Cuando Jesús tenga
doce años, ratificará la oblación que hicieron María y José,
permaneciendo por propia decisión unos días en el Templo:
«Tengo que estar en la Casa de mi Padre» (1-50). Para San
Lucas, el Templo de Jerusalén es en este relato signo de una
superior realidad teológica; ámbito de la total Presencia activa
de Dios. El gesto de ser presentado o presentarse a Dios en él
expresa la actitud fundamental de Jesús (arquetipo de la qut
‘debe ser actitud fundamental del cristiano): la plena
consagración al amor y servicio del Padre;
2. — «Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios, diciendo... »
El Cántico de Simeón lo saborean cada día miles de cristianos
en los últimos minutos de la jornada. Preciosa oración de la
noche. Jesús, luz del mundo, gloria de su pueblo, paz del
corazón. San Lucas describe al anciano profeta como perfecto
hombre del Espíritu: lo
400 CICLO B
tiene, lo escucha, obra bajo su impulso. Simeón y Ana
demuestran cómo se puede ser feliz en Dios también —y más
— al atardecer de la vida.
3. — «Se volvieron a Galilea, a su dudad de Nazaret». Su
consagración al amor y servicio del Padre, expresada en el
Templo, Jesús la realizó durante casi toda su vida en el hogar
de Nazaret. En la Santa Familia, que también era «Templo»; es
decir, ámbito de la Presencia eficaz de Dios. Reflejo de la de
Nazaret, cada familia cristiana es una pequeña iglesia. Y la
Iglesia universal, que tuvo su germen en Nazaret, es una
inmensa familia. La fiesta que celebramos hoy invita a
fomentar el espíritu de familia en la Iglesia, y el espíritu de
Iglesia en cada familia.
***
Al hacerse Hombre verdadero, el Hijo de Dios entró en las
circunstancias concretas que envuelven la vida de los
hombres. Tuvo un hogar. El gozo de su eterna Filiación se
tradujo a experiencia humana en los brazos de José y de María.
El Evangelio adquiere un entrañable sabor de proximidad
cuando se mira concentrado en aquel hogar de Nazaret, donde
Jesús lo vivió antes de proclamarlo.
Entre los recuerdos de su primera infancia, la liturgia de hoy
nos invita a considerar la Presentación en el Templo.
Encuadrada en la majestuosidad de aquel Templo de Jerusalén
y a propósito de una ceremonia ritual (la «purificación» de la
madre), San Lucas redacta una página llena de doctrina
cristológica. Jesús es el Mesías de los Pobres. Sometido a la
Ley. Consagrado al servicio de su Padre. Salvador y Redentor.
Luz para el mundo pagano. Gloria de Israel. Bandera
combatida. Su Madre está entrañablemente asociada a su
destino.
1. — La pobreza de la sagrada Familia se manifiesta en su
ofrenda. Los no pobres tenían que ofrecer un cordero (léase
Levítico 12,8).
2. — El evangelista subraya cinco veces que todo se hizo en
exacto cumplimiento de la Ley (cf. Mt 5, 17). De la Ley de
Moisés, que era Ley del Señor. Para elevar al pueblo por
encima de la situación imperfecta en que estaba, Jesús empezó
asumiéndola plenamente. San Lucas refleja el pensamiento de
su educador en la Fe, San Pablo (Gal 4,4-5).
La segunda parte (y. 18-21) del fragmento de la Carta a los
Colosenses sintetiza con un mínimo de palabras el estilo
familiar cristiano en su cuádruple relación de marido y mujer
entre sí, de hijos a padres y de padres a hijos. A los expertos en
psicología familiar no les pasará inadvertida la oportunidad del
último consejo. La primera parte de la lectura (12-17) exhorta a
fomentar el clima de espiritualidad característico de las
comunidades eclesiales cuando también son familia.
por ver a Cristo y tenerlo en sus manos. Miles de cristianos
cantan su paz todas las noches con el «Nunc dimittis» de
Simeón.
5. — Redentor. A San Lucas escritor le gustaba presentar
«vidas paralelas». Amable feminista, quiso ofrecer también una
figura ejemplar de profetisa —Ana— junto a la de Simeón.
Austera, religiosa, juvenil en su ancianidad, se afana en
comunicar a todos, a propósito de Jesús, la certeza de una
próxima «Redención de Israel».
6. — Bandera combatida. En su «Evangelio de la Infancia», que
es un precioso resumen de Cristología, San Lucas no podía
menos de trazar el signo de la Cruz.
LA SAGRADA FAMILIA 401
Simeón advierte a María que muchos en Israel, inconscientes
de su Gloria, se declararán contra Cristo. Presiente un
misterioso dolor bajo el símbolo de una ((espada», que,
hiriendo al Hijo, traspasará al mismo tiempo el inseparable
corazón de su Madre.
De Jerusalén regresaron a Nazaret. Su consagración, al Padre
Jesús la realizó, durante casi toda la vida, en el hogar. Santa
Familia, donde el cielo coincide con la tierra. Cuando la Iglesja,
universal Familia de Dios, quiere reencontrarse a sí misma,
peregrina a Nazaret. -
La infancia de Jesús se desarrolló en el marco de la vida
familiar. Por connaturalidad, nuestro pueblo ha encontrado en
la ((sagrada Familia» un motivo de sintonía afectuosa y una
invitación a la sencilla santidad del hogar.
La primera lectura es fragmento de una instrucción de Ben Sirá
a los hijos, a propósito del cuarto Mandamiento (3, 1-16). En la
segunda lectura, el Apóstol recomienda las actitudes que dan
sentido de familia a la comunidad cristiana, bajo la primacía
del amor y la paz.
De los temas evangélicos sobre la Infancia de Cristo, toca leer
este año el de su Presentación al Templo.
La redacción es de San Lucas, que escribe como historiador,
teólogo, artista y maestro espiritual a la vez. Pensando en las
iglesias que leerán su libro, no refiere los hechos por sí mismos
sino por lo que significan y enseñan. Indicamos concisamente
algunas de las muchas lecciones que irradian de esta página:
1. — La «Casa del Padre», centro de la vida de Jesús. En la
presentación al Templo por manos de sus padres, San Lucas ve
un signo y preludio de la misión del recién nacido. En la página
siguiente subrayará la misma idea narrando como Jesús
adolescente sube al Templo y, al quedarse allí por propia
iniciativa, lo justifica diciendo: «tengo que citar en la Casa de
mi Padre» (2, 49). Al rito de la presentación de los primogénitos
seguía en seguida el de su rescate mediante un donativo de
cinco siclos (Num 18, 15-16). San Lucas no menciona este
rescate a fin de dar a la escena el valor significativo de una
consagración.
2. — El Hijo de Dios, bajo la Ley. Discípulo de San Pablo, el
evangelista se complace en reflejar ideas de su maestro. Aquí
presenta en acción la de la Carta a los Gálatas (4, 4), cuando
dice que el Hijo de Dios se sometió a la Ley para librar a los
que estaban bajo la Ley. Repite con la mayor insistencia (tres
veces en las primeras líneas, cinco en el conjunto) que todo se
hizo según la Ley del Señor. Preludio de la actitud de Cristo
durante toda su vida, que acepta en actitud positiva las
incomodidades de una institución para superarla y
transformarla desde dentro.
3. — Del pueblo de los pobres. Para el rito de la «purificación»
de la madre, la Ley dispensaba a los pobres de la ofrenda de
un cordero, prescrita para los demás (Lev 12, 8). San Lucas da
por supuesto que la familia del Mesías tuvo que acogerse a
esta dispensa.
4. — Simeón, el hombre espiritual. Lucas piensa en las
comunidades formadas por
402 CICLO B
San Pablo, donde se apreciaba tanto el carisma de la
<(profecía». Describe a Simeón como un auténtico profeta:
dócil a la voz, al impulso, a la presencia del Espíritu. Reconoce
al Niño, cuya trascendencia ha pasado desapercibida a los
funcionarios del Templo. Canta su gloria, y en ello encuentra su
paz. La paz de Simeón permanece en el alma de miles de
servidores de Cristo, que repiten su Cántico al término de cada
jornada. —Atento a la paridad cristiana de la mujer, San Lucas
menciona en paralelismo con Simeón a la profetisa Ana.
Arquetipo de las ((viudas» que, en las primitivas comunidades
cristianas, consagraban al amor de Dios y al servicio de la
iglesia la reserva espiritual de su soledad.
5. — La com-Pasión de la Madre. Primer mariólogo, Simeón
intuye bajo la luz del Espíritu el sentido de la participación de
la Madre en el dolor del Mesías. Sobre todo, en el dolor de ver
como para muchos es ocasión de caída por considerarlo
bandera a la que hay que combatir.
6. — Nazaret, crecimiento. San Lucas anticipa en el hogar de
Nazaret uno de sus temas predilectos del Libro de los Hechos
Apostólicos: el del «crecimiento». Ideal de toda la Iglesia y de
cada uno, el Niño crecía. Crecer (progresar) es estilo y
consigna de Evangelio.
La sinceridad de la Encarnación situó al Niño-Dios en una
familia humana. Así lo contempla hoy la liturgia, en comunión
de vida con María y José. De las escenas «familiares» del
Evangelio de la Infancia corresponde leer, este año, la de la
Presentación al Templo.
El anciano compositor del Eclesiástico recogió también en su
voluminoso código de sensatez algunas expresiones del
sentido común bíblico-popular en torno al cuarto Mandamiento.
Adap el vocabulario, sus avisos llaman a la conciencia moral de
los hijos de hoy, no menos que a los de su tiempo (siglo II a.C.).
La segunda parte (y. 18-21) del fragmento de la Carta a los
Colosenses sintetiza con un mínimo de palabras el estilo
familiar cristiano en su cuádruple relación de marido y mujer
entre sí, de hijos a padres y de padres a hijos. A los expertos en
psicología familiar no les pasará inadvertida la oportunidad del
último consejo. La primera parte de la lectura (12-17) exhorta a
fomentar el clima de espiritualidad característico de las
comunidades eclesiales cuando también son familia.
En la estructura del EVANGELIO según San Lucas se observa
una tendencia a orientar las líneas dinámicas hacia el Templo
de Jerusalén. Allí es llevado Jesús recién nacido y allí va y se
queda por propia voluntad de adolescente (2, 41-50).
La primera entrada del Mesías en el Templo (2, 22-24) tiene el
sentido de una consagración o dedicación integral al ministerio
religioso. A los doce años, apoyará en ella su gesto significativo
de quedarse unos días en exclusiva dedicación a las cosas de
Dios (2, 49).
Algunas pinceladas del relato evangélico indiçan la fisonomía
social y la mentalidad del hogar de Jesús. Así, por ejemplo,
entregan la ofrenda que correspondía a los pobres (Lev 12,8). Y
tienen por estrella polar de su camino la ley del Señor (vers.
22. 23. 24. 39).
En la teología del Evangelio de la Infancia, esta primera
entrada en el Templo
LA SAGRADA FAMILIA 403
determina la inicial manifestación del Mesías a Israel. La
antigua esperanza cumplida toma cuerpo en dos figuras:
Simeón y Ana.
Simeón aparece como arquetipo del hombre espiritual, por
cuanto el Espíritu Santo mora en él, le habla y le mueve (25-
27). Su cántico (29-32) y profecía (34-35) resumen y actualizan
el pensamiento de Isaías. Infatigable vigía de la esperanza,
cuando ve amanecer la Salvación del mundo considera
realizada su vida y se despide en paz. Su «Nunc dimittis» está
en la cumbre de la poesía religiosa; para miles de cristianos es
sintonía de serenidad al caer de cada jornada. Profeta realista,
Simeón presiente la pasión del Mesías y la com-pasión de su
Madre. La gracia no suprimirá el libre albedrío: quienes
rechazarán al Salvador serán dueños de su propio fracaso.
San Lucas es artista en la manera de presentar vidas paralelas.
A la figura ejemplar de Simeón asocia la de Ana. Ideal de las
viudas dedicadas a Dios en las iglesias donde se leía su
Evangelio. Religiosa, perseverante, apóstol.
Con la vuelta a Nazaret (39-40), la vida de Jesús sigue el ritmo
de identidad en crecimiento propio de la auténtica familia.
Sinceridad de la Encarnación. Para forjar hombres a lo divino,
ningún método mejor que el de Dios cuando se dignó ser
humano. Que cada hogar (y las instituciones de formación y
convivencia que emanan de él como ondas concéntricas) sea
un trasunto de Nazaret.
BAUTISMO DEL SEÑOR
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 55,1-Ii
Esto dice el Señor:
Oíd, sedientos todos, acudid por agua, también los que no
tenéis dinero:
venid, comprad trigo, comed sin pagar vino y leche de balde.
¿Por qué gastáis dinero en lo que no alimenta y el salario en lo
que no da hartura?
Escuchadme atentos, y comeréis bien,
saborearéis platos sustanciosos.
Inclinad el oído, venid a mí:
escuchadme y viviréis.
Sellaré con vosotros alianza perpetua, la promesa que aseguré
a David:
a él lo hice mi testigo para los pueblos, caudillo y soberano de
naciones; tú llamarás a un pueblo desconocido, un pueblo que
no. te conocía correrá hacia ti; por el Señor, tu Dios, por el
Santo de Israel, que te honra.
Buscad al Señor mientras se le encuentra,
invocadio mientras está cerca;
que el malvado abandone su camino,
y el criminal sus planes;
que regrese al Señor, y él tendrá piedad,
a nuestro Dios, que es rico en perdón. Mis planes no son
vuestros planes,
vuestros caminos no son mís caminos
BAUTISMO DEL SEÑOR 405
—oráculo del Señor—. Como el cielo es más alto que la tierra,
mis caminos son más altos que los vuestros,
mis planes, que vuestros planes.
Como bajan la lluvia y la nieve del cielo,
y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de
fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al
sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de
mi boca:
no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi
encargo.
Salmo responsorial Ss 12,2-3. 4bcd. 5-6
R. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
El Señor es mi Dios y salvador:
confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
Dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos
sus hazañas, proclamad que su nombre es excelso.
Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la
tierra; gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.’>
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 5,1-9
Queridos hermanos: Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha
nacido de Dios; y todo el que ama a Aquel que da el ser ama
también al que ha nacido de El. En esto conocemos que
amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus
mandamientos. Pues en esto consiste el amor a Dios: en que
guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son
pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y
lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe.
¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es
el Hijo de Dios? Este es el que
406 CICLO B
vino con agua y con sangre: Jesucristo. No sólo con agua, sino
con agua y con sangre; y el Espíritu es quien da testimonio,
porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los testigos: el
Espíritu, el agua y la sangre, y los tres están de acuerdo. Si
aceptamos el testimonio humano, más fuerza tiene el
testimonio de Dios. Este es el testimonio de Dios, un
testimonio acerca de su Hijo.
ALELUYA Aleluya, aleluya. -
Jn 1,29 Juan, al ver a Jesús que venía hacia él, exclamó: »Este
es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.»
Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1,6b-11
En aquel tiempo, proclamaba Juan:
—Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no
merezco ni agacharme para desatarle las sandalias.
Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu
Santo.
Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo
bautizara en el Jordán
Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar
hacia él como una paloma. Se oyó una voz del cielo:
—Tú eres mi Hijo amado, mi preferido.
La fiesta del Bautismo del Señor, popular desde los primeros
tiempos del cristianismo, se celebra con gran solemnidad en
las iglesias orientales. Tiene significado de «epifanía». Epifanía
(vocablo griego) quiere decir «manifestación espléndida». Al
pasar por la tierra, Jesús mantuvo en habitual reserva su divina
personalidad. La manifestó con evidencia de Fe a sus
Discípulos bajo la plena luz de la Resurrección. Entonces ellos
recordaron y comprendieron aquellos pasos de su vida mortal
que con mayor fuerza significativa habían dejado entrever su
condición de Hijo de Dios. Uno de los más principales fue el
Bautismo en el Jordán.
1. — « Vino Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por
Juan en el Jordán». Terminan los años de silencio. En Nazaret,
Jesús ha divinizado la sencillez de la vida cotidiana: hogar,
sinagoga, taller. Llega la hora de emprender abiertamente la
actividad mesiánica. Peregrina tres o cuatro jornadas hasta el
lugar donde Juan adoctrina a los que se preparan para recibir el
Reino de Dios. Los exhorta a un impresionante gesto de
penitencia: el «bautismo» o inmersión en el Jordán. Solidario
con los humildes, Jesús entra también, de la mano de Juan, en
el río sagrado.
2. — «Vio rasgarse el cielo y bajar el Espíritu sobre él». El
evangelista traduce a lenguaje bíblico la ardiente experiencia
que Jesús tuvo en aquel momento de su Vocación. «Vocación»
es el Amor con que Dios elige a cada uno desde la eternidad y
lo destina y dispone a realizar su misión en el mundo. Jesús
sabía ya su Vocación. La leía en el corazón del Padre. Unir cielo
y tierra, Dios y los hombres. Ser plenitud del Espíritu Santo
para comunicar su presencia y sus dones por todo el mundo.
La teofanía del Jordán expresa con signos (<crasgarse el
cielo», «bajar el espíritu como
BAUTISMO DEL SEÑOR 407
una paloma)>) la conciencia mesiánica de Jesús.
3. — «Y se oyó una Voz del cielo...» Definición de Jesús,
proclamada por el Padre Dios: «TU ERES MI HIJO...» La «Voz del
Cielo» alude a varias profecías del Antiguo Testamento; por
ejemplo, a la del Siervo de Yahvé que escuchamos en la
primera lectura. Pero, en el pleno sentido con que la consigna
el Evangelio, afirma la real Filiación de Jesús en comunión de
una misma Divinidad con el Padre y el Espíritu Santo. El
misterio del Bautismo en el Jordán es «manifestación
espléndida» de Jesús como Mesías y como Dios.
***
«Bautismo» del Señor. Fiesta de exultante sabor popular entre
los cristianos orientales. Los Apóstoles comenzaban su
catequesis sobre Jesucristo evocando aquel momento en que
se manifestó sobre él la unción del Espíritu (ejemplo de San
Pedro en la segunda lectura). También en el Evangelio escrito,
la actividad del Mesías se inaugura con su Bautismo en el
Jordán.
1. — Fue decisión de Jesús la de bajar al río sagrado y recibir el
«bautismo en el agua» de manos del Precursor. Entrañable
decisión de poner punto final al tiempo de Nazaret. Nazaret
han sido años de silencio social, en identificación con la vida de
los humildes: hogar, sinagoga, taller. Ahora, en la plena
madurez de su edad, Jesús quiere ponerse en contacto con la
escuela religiosa de Juan. Tres o cuatro días de caminos
austeros; los mismos que sigue en multitud la gente sencilla.
En la espiritualidad de Israel, inspirada en el Exodo, el Jordán
significa la frontera de entrada en la Tierra Prometida. El «paso
decisivo» hacia el Reino de Dios. «Bautizarse», es decir,
sumergirse en el agua del Jordán era un impresionante signo
de estar dispuesto y decidido a dar este paso.
2. — Con este gesto significativo del «bautismo» termina para
Jesús el silenció de Nazaret y se inaugura la Misión a Israel.
Cuando los antiguos profetas iban a empezar su actividad en
medio del pueblo, Dios les manifestaba de una manera
sensible su Vocación. Hermosas y profundas las «narraciones
bíblicas de vocación»; por ejemplo, las de Moisés, Samuel,
Isaías, Jeremías... La de Jesús tiene una sublime sencillez. Al
aire libre, junto al Jordán. Se «rasgan» los cielos. Cuando
morirá, se rasgará el velo del Santuario. Bautismo y Cruz están
en línea de continuidad. Quiere decir que, a partir de Cristo, ya
no hay separación entre las realidades celestes.y las terrenas;
entre el orden divino y el humano. Dios-con-nosotros viene a
ser intimidad. Por eso, el Espíritu de Dios baja hasta el Hombre,
que, en este paso del «bautismo», representa a todos los
hombres. Baja sencillamente, «como una paloma»; no con aire
apocalíptico ni avasallador. El agua, en Israel, era símbolo de la
vida. Por tanto, del espíritu. A situar a los hombres en la
atmósfera de Dios.
3. — En las narraciones bíblicas de Vocación, los signos son
preludio de la Palabra. Dios define la amplitud y los límites de
la misión de cada profeta. Con absoluta plenitud, la Palabra
afirma que Jesús de Nazaret es EL HIJO DE DIOS. En el
Evangelio, esta página inaugural del Bautismo es una
declaración programática de Cristología: todo lo que Jesús dice,
hace y sufre es palabra, acción y sacrificio de
valor divino. -—
La Voz del cielo alude a varios textos bíblicos. Principalmente al
«Cántico del Siervo de Yahvé» que escuchamos en la primera
lectura. Describe el rostro pastoral
408 CICLO B
del Mesías: fuerte, humilde, comprensivo, universal.
Bautizándoles en el Espíritu, Jesús comunica a los hombres su
Filiación. La alegría de saber y sentir que Dios es Padre. Hoy
sería oportuno dar gracias por nuestro Bautismo.
*
La fiesta del Bautismo de Jesús es de antiquísima tradición.
Popular y gozosa entre los cristianos de Oriente. Oportuna para
una catequesis bautismal.
El Bautismo en el Jordán fue obertura de la actividad pública
del Mesías. Por eso, cuando los Apóstoles ordenaron su plan de
predicación sobre Jesús, consideraron dicho Bautismo como
tema inicial. En la segunda lectura tenemos un ejemplo; son
las primeras palabras del resumen de catequesis que dio San
Pedro en casa del oficial Cornelio. Concluida la exposición
doctrinal, se bautizó toda la familia; la primera no israelita que
entraba en la Iglesia.
También el Evangelio escrito, en su forma más antigua,
empezaba por el Bautismo de Jesús, al que precedía una breve
evocación del Precursor. Hoy se lee el texto de San Marcos, que
mantiene dicha forma primitiva.
Sobre este paso inaugural de la Vida Pública del Mesías caben,
entre otras, las siguientes reflexiones:
1. — El Bautismo fue el marco de una sublime comunicación
divina. Análoga a la «vocación inaugural» o investidura de los
grandes profetas de Israel, pero a nivel supremo. En ardiente
evidencia de Filiación, la humanidad de Cristo recibe del Padre
un testimonio gozosamente perceptible de amor, misión
redentora y voluntad de actuación inmediata. Termina el
silencio de Nazaret. Empieza la acción abierta de Maestro, Guía
y Salvador.
2. — El gesto de someterse al «bautismo» penitencial o baño
significativamente purificador administrado por Juan, no fue
ajeno a esta comunicación divina. Cristo baja al Jordán con la
actitud representativa con que subirá a la Cruz. La del «Hijo del
Hombre» o nuevo Adam que lleva en sí la responsabilidad de
todos los hombres: el pecado del mundo Un 1, 29). Al llamarlo
Hijo, el Padre ve en él a toda la nueva Humanidad
transfigurada por la Redención en Familia de Dios.
3. — Bajo esta luz cristológica, el Bautismo del redentor en el
Jordán significa y preludia el Bautismo sacramental cristiano.
Comunicando su plenitud divina, Jesús «bautizará con Espíritu
Santo». Dándoles su Espíritu, incorporará a los hombres a su
propia Filiación, por la que sentirán y llamarán a Dios «Padre»
(Rom 8, 15). Uniendo el antiguo signo a la nueva realidad,
conservará también en su Iglesia el ritmo bautismal del agua.
4. — Al poner por escrito la memoria de aquella comunicación
divina en el Jordán (de la que sólo Jesús y, en parte, Juan
habían sido testigos), los evangelistas la resumieron en la
forma literaria bíblica de una «teofanía». Dos signos que
hablan a los ojos, y una voz al oído que los interpreta.
5. — Primer signo a los ojos: «vio rasgarse el cielo». Alusión a
Isaías 63,19. Abrirse los cielos es preludio significativo de una
Revelación. Diálogo de pensamien to, amor y vida entre el
orden divino y el humano. Cristo será el único cauce de este
diálogo.
6. — Segundo signo: el Espíritu baja sobre él en forma sensible.
En la Biblia, la
BAUTISMO DEL SEÑOR 409
venida del Espíritu de Dios sobre un hombre indica y realiza su
vocación, misión, carisma y destino al servicio del Pueblo en
nombre y como instrumento de Dios.
7. — La Voz del Cielo declara en qué consiste esta Misión. Para
ellos, cita el comienzo del primer cántico del Siervo de Yahvé
según Isaías (42, 1). En los procedimientos pedagógicos de la
Biblia, estas alusiones equivalen a citar todo el cántico y su
contexto. Quiere decir que en Jesús se realiza el ideal de aquel
misterioso Servidor que ilumina el mundo, se sacrifica por los
pecados de los hombres y establece el Pueblo santo de Dios.
Pero la Voz del Cielo trasciende la profecía: el esperado
«Servidor» resulta ser el mismo Hijo de Dios. Su obediencia
será amor. Y en este amor servicial se forjará la nueva
Humanidad, renacida del agua y el Espíritu Un
3, 5).
También el Bautismo de Jesús fue epifanía. El vocablo griego
«epifanía» equivale a «manifestación espléndida». El silencio
de la Encarnación se hizo palabra y signo, cuando llegó su
momento, con el fin de iluminar la fe de los hombres. La
liturgia cristiana celebró desde muy antiguo, con alborozada
gratitud, las primeras manifestaciones del Hijo de Dios, y
consideró como tal su bautismo en el Jordán. Leemos hoy el
relato correspondiente en el Evangelio según Marcos.
Cuando los apóstoles y sus discípulos repasaron con ojos de fe
el Antiguo Testamento, vieron descritos de antemano en
algunos pasajes el carácter de Jesucristo y el estilo de su
misión. Entre las profecías que más les impresionaron están los
«cánticos del Siervo de Yahvé», conservados en el libro de
Isaías. Hoy escuchamos la lectura del primero: el Siervo
promoverá la victoria del derecho y la justicia hasta los
confines de la tierra (1. 4). Aliado del pueblo en su búsqueda
de la verdadera liberación (6-7). El respeto a los débiles será la
gloria de su fortaleza (2-3).
Todo el capítulo 10 de los Hechos Apóstolicos cuenta cómo fue
llamado por Dios y entró en la Iglesia el primer grupo no judío:
un oficial romano, llamado Cornelio, con su familia y allegados.
Del extenso relato, la segunda lectura toma únicamente el
comienzo de la exposición catequética desarrollada por San
Pedro en casa de Cornelio antes de bautizarles. El texto
completo de dicha catequesis (vers. 34-43) ofrece una síntesis
del mensaje cristiano; y esta síntesis viene a resultar un
programa o esquema del Evangelio que más tarde escribiría
Marcos, el discípulo de Pedro.
Tanto el plan catequético de Pedro como el EVANGELIO escrito
por Marcos empiezan con la historia del bautismo administrado
por el Precursor en el Jordán. El Hecho del bautismo de Jesús se
presenta como ocasión y marco de la inmediata manifestación
divina o teofanía. Como es frecuente en la Biblia, dicha
manifestación se hace perceptible a los sentidos humanos de
dos maneras complementarias: al oído, por la voz del Padre; a
los ojos, por el descenso visible del Espíritu.
a) La voz del Padre afirma en Jesús la identidad de su Hijo
único. En la intención del evangelista, esta declaración es
programática. Porque la orientación pedagógica de Marcos está
polarizada, del principio al fin de su libro, por una pregunta
fundamental que supone o suscita en sus lectores: « es
Jesús?». Ya en la primera línea del Evangelio indicó sin
imprecisiones su pensamiento: Jesús es el Hijo de Dios (1,1). Y
apenas entra en escena, venido del silencio de Nazaret, Dios
mismo da testimonio
410 CICLO B
desde el cielo: «Este es mi Hijo». Sólo después de esta
declaración y bajo su luz, Marcos se complacerá en acentuar
los rasgos más humanos de la personalidad del Maestro.
Quienes han analizado exegéticamente las palabras de la «voz
del cielo» han visto en ellas una evidente alusión al primer
cántico del Siervo (y al Salmo 2, 7). Quiere decir que aquella
profecía se está realizando: en su actitud de amor, el Hijo
asume la ascética obediencial del amable «Siervo de Yahvé»
(ver Mt 12, 16-21).
b) El descenso del Espíritu significa y manifiesta a los ojos el
carácter de la misión del Mesías. Lleno del Espíritu Santo y
movido por él, hablará, trabajará y sufrirá hasta que de su
plenitud el Espíritu se derrame sobre el pueblo, santificándolo
con el auténtico «bautismo», del que era sólo una figura el que
administraba el Precursor en el Jordán.
En la humildad de aquel signo de penitencia, Jesús hombre se
puso a nivel de solidaridad con sus hermanos pecadores. Por él
se abre el cielo a la tierra, invitándola a entrar en comunión
con el orden divino. Centro de esta comunión será el Hijo, y por
él los redimidos entrarán también en diálogo de amor con el
Padre en el Espíritu.
PRIMER DOMINGO DE CUARESMA
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Génesis 9,8-15
Dios dijo a Noé y a sus hijos:
—Yo hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes,
con todos los animales que os acompañaron, aves, ganado y
fieras, con todos los que salieron del arca y ahora viven en la
tierra. Hago un pacto con vosotros: El diluvio no volverá a
destruir la vida ni habrá otro diluvio que devaste la tierra.
Y Dios añadió:
—Esta es la señal del pacto que hago con vosotros y con todo
lo que vive con vosotros, para todas las edades: Pondré mi arco
en el cielo, como señal de mi pacto con la tierra. Cuando traiga
nubes sobre la tierra, aparecerá en las nubes el arco y
recordaré mi pacto con vosotros y con todos los animales, y el
diluvio no volverá a destruir los vivientes.
Salmo responsorial Sal 24,4bc 6-7bc. 8-9
R. Tus sendas, Señor, son misericordia y lealtad, para los que
guardan tu alianza.
Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas, haz
que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas.
Acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor.
412 CICLO B
El Señor es bueno, es recto, y enseña el camino a los
pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña
su camino a los humildes.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de Ls primera carta del apóstol san Pedro 3,18-22
Queridos hermanos:
Cristo nurió por los pecadores una vez para siempre: el
inocente por los culpables, para conducirnos a Dios.
Como era hombre, lo mataron; pero como poseía el Espíritu,
fue devuelto a la vida.
Con este Espíritu fue a proclamar su mensaje a los espíritus
encarcelados que en un tiempo habían sido rebeldes, cuando la
paciencia. de Dios aguardaba en tiempos de Noé, mientras que
construía el arca, en la que unos pocos —ocho personas— se
salvaron cruzando las aguas.
VERSÍCULO No sólo de pan vive el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios. Mt 4,4b
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1,12-15
En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto.
Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por
Satanás; vivía entre alimañas y los ángeles le servían.
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a
proclamar el Evangelio de Dios; decía:
—Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios.
Convertíos y creed la Buena Noticia.
En la misa del primer domingo de Cuaresma se lee el Evangelio
de la «Tentación» de Jesús en el desierto. Mateo y Lucas
pormenorizan tres «tentaciones’> concretas. La redacción de
Marcos se concentra en el hecho esencial.
La primera lectura evoca un momento sublime en la Historia de
la Salvación: el pacto de paz que, terminado el Diluvio, Dios
hizo para siempre con la humanidad, representada por Noé, y
con todo ser viviente. Pacto de paz que tiene por memorial
perenne en la naturaleza el arco iris. En la segunda lectura,
San Pedro reflexiona sobre el simbolismo bautismal de la
tradición del Diluvio.
1. — «E inmedeatamente el Espíritu empujó a Jesús
a/Desierto». Frase inicial que conecta esta lectura evangélica
con el inciso anterior (Mc 1, 10-11): el Bautismo de Jesús en el
Jordán. Vino el Espíritu Santo sobre él y la Voz del Cielo lo
declaró Hijo de Dios. El primer impulso del Espíritu sobre el Hijo
de Dios es llevarlo al Desierto.
1 DOMINGO CUARESMA 413
Revivir el Éxodo. Lección de espiritualidad bautismal. El
«Desierto» bíblico es espacio donde el hombre se siente
peregrino. En camino hacia la Patria de su identidad humana,
que es el Reino de Dios. Lugar de austeridad. Los antiguos
cristianos veían en el Bautismo de Jesús la imagen de su propio
Bautismo. La Cuaresma es tiempo fuerte de espiritualidad
bautismal. Prepararse al Bautismo los catecúmenos, revivirlo
como si volvieran a nacer ios ya bautizados. El Bautismo es
nacimiento a la Vida divina. Momento cumbre de la existencia
humana. La Cuaresma es tiempo de «desierto ii Conciencia
viva de caminar hacia Dios. Renuncia a lo que estorba en el
camino: «Señor, haz que camine con lealtad» (Salmo
respónsorial).
2. — «Durante cuarenta días en el Desierto fue tentado por
Satanás». A partir del retorno de esta «Tentación» o «Prueba»
en el Desierto, uno de los motivos fundamentales del Evangelio
de Marcos será la Victoria de Cristo sobre el Espíritu del Mal.
Los demonios que esclavizaban al hombre salen gritando su
derrota; lo confiesan «Santo» (1, 24), «Hijo del Dios Altísimo»
(5, 7)... Por etimología, «Satanás» es el anti-Dios. «Adversario»
del Dios revelado por la Biblia; o sea, antítesis del Amor y la
Fidelidad. La espiritualidad del desierto es activa, militante,
vencedora. El hombre que no vence el Mal es vencido por el
Mal.
3. — «iConvertíos y creed en el Evangelio!». Consigna de
Cuaresma. Evangelio es «la Buena Noticia» de que llega el
Reino de Dios. Dios ya está aquí, entre los hombres. «Con-
vertirse» es hacer constante la actitud bautismal de Renunciar
a Satanás. «Volverse» de espaldas al anti-Dios y de cara a
Cristo. Cuaresma, tiempo de Conversión. Penitencia cordial y
sacramental. Victoria sobre las negaciones del Amor y la
Fidelidad. Hacer auténtico en nosotros el Evangelio.
Todos los años, el Evangelio del primer domingo de la
Cuaresma renueva la memoria de los cuarenta días que pasó
Jesús en el Desierto, tentado por Satanás. Marcos reduce esta
memoria al hecho esencial, sin describir ninguna de aquellas
«tentaciones» concretas que refieren Mateo y Lucas.
1. — Tentación. En el lenguaje de la Biblia, «tentar» significa
someter a prueba. Como se prueba un metal noble a fin de
constatar que es auténtico y no falso. Para el hombre de Fe, la
tentación es la prueba de su Fidelidad. El fragmento que
leemos hoy continúa el relato del Bautismo en el Jordán. Allí
desciende sobre Jesús el Espíritu Santo, y la Voz celeste lo
declara Hijo de Dios. Por fidelidad al mismo Espíritu, Jesús va
ahora al Desierto.
En el polo opuesto de la fidelidad está Satanás. El «Adversario»
de Dios. El que eligió ser in-fiel. El auténtico Hijo de Dios tiene
que enfrentarse con él y superarlo. A lo largo de unas escenas
profundamente significativas (las liberaciones de posesos), el
Evangelio de Marcos proclamará la victoria de Cristo sobre el
Espíritu del Mal que esclaviza a los hombres. Los cuarenta días
en el Desierto son preludio de esta victoria. Y dicen a la
libertad humana que, si quiere ser más fuerte que la
avasalladora prepotencia del Mal, tiene que contar con el
Espíritu de Dios, y serle dócil.
2. — Desierto. Muchos israelitas contemporáneos de Jesús iban
también al Desierto para sentir más cerca a Dios. En el silencio
hecho oración. En la austeridad, que es ejercicio práctico del
espíritu de pobreza. La cifra de «cuarenta» es evocación
414 CICLO B
del Éxodo. Deja entrever que Jesús permaneció en el Desierto
una larga temporada. Las obras de Dios no quieren prisas. Las
mejores realizaciones cristianas de la historia han tenido su
primavera en un Desierto. Muchas veces en el desierto
ambiental. Siempre en el «desierto interior)). Con sencillez de
catequista, Marcos describe el Desierto de Jesús como un
retorno al paraíso, donde el Hombre estaba en paz con las
fieras y en fraternidad con los ángeles de Dios.
3. — A la breve mención del Desierto, sigue el comienzo de la
Misión de Jesús en Galilea. Dice que ha llegado la plenitud de la
Historia, y el mundo tiene que transformarse ya en Reino de
Dios. En una inmensa Familia de hermanos, que reconocen un
mismo Padre y con su Espíritu quieren sinceramente liberarse
del Maligno —que es toda infidelidad, injusticia, mentira y odio.
Programa de Cuaresma: «Convertios, y creed en el Evangelio».
No habría comprensión profunda de la vida humana sin la
experiencia de la tentación. El Evangelio del primer domingo
de Cuaresma tiene por tema central la Tentación de Jesús.
Se empieza leyendo el epílogo de la narración del Diluvio
según el Génesis. Cuando la humanidad se degrada, Dios,
Señor de la Historia, la purifica y regenera. Esta idea se
desarrolla con impresionante dramatismo a través de la
narración bíblica del Diluvio. Termina con un pacto de paz entre
Dios y todo cuanto tiene vida en la tierra. El arco iris se declara
memorial pedagógico de este pacto. Ideas sencillas sobre el
respeto sagrado a toda vida, que ningún hombre debiera
olvidar.
En la lectura intermedia, San Pedro actualiza y da pleno
sentido a la lección teológica del Diluvio. Proclama la eficacia
salvadora de la muerte, descenso a la región de los muertos y
Resurrección de Jesucristo. El Bautismo da realidad concreta a
esta eficacia salvadora en cada uno de los redimidos.
El Evangelio de la Tentación de Jesús se presenta en la
tradición sinóptica bajo dos formas: la breve y esquemática de
San Marcos (treinta palabras) y la extensa de Mateo y Lucas.
La segunda desarrolla la primera a base de tres ejemplos
concretos de sugestión diabólica: transformar las piedras en
pan; descender desde lo más alto del Templo en manos de los
ángeles; hacerse dueño del mundo a cambio de la adoración y
servicio del Mal.
La fidelidad al texto litúrgico ciñe el comentario al esquema de
Marcos. Ofrece varios temas: la moción del Espíritu, el Desierto
y sus circunstancias (los cuarenta días, las alimañas), la
Tentación, el servicio de los Angeles.
1. — La moción del Espíritu. La ida al desierto sigue
inmediatamente al Bautismo en el Jordán. Allí el Espíritu se
manifestó sobre Jesús, declarándolo Hijo de Dios que va a
realizar la misión redentora del «Siervo de Yahvé». El Espíritu
es presencia y acción, que dirige todos los pasos de la
humanidad de Jesús. Su primer impulso, antes de proclamar el
Evangelio al pueblo, es llevarlo al desierto. En la manera de
expresarlo («lo empujó»), San Marcos sugiere que este impulso
fue enérgico, vehemente. La fidelidad a la presencia, palabra
interior y moción del Espíritu de Dios es un primer principio de
toda auténtica sinceridad de vida según Cristo.
2. — El Desierto. Para los primeros lectores del Evangelio, que
tenían la Biblia
1 DOMINGO CUARESMA
415
como libro fundamental de formación y cultura, la palabra
«Desierto» sugiere y evoca el Exodo. La aventura del pueblo de
Israel, que, siguiendo la llamada de Dios, va al encuentro de
Dios. El Desierto/Exodo connota austeridad, carencia de todo
hasta el último límite, recurso directo y constante al único
Señor. Pone en camino la esperanza de conseguir la Tierra
Prometida. En la época de Jesús, la espiritualidad del Desierto
había cristalizado en institución. Muchos israelitas acudían a
una región próxima al lugar donde fue bautizado, para preparar
en austeridad, oración y estudio la hora del Mesías. Jesús quiso
ejercitarse también una larga temporada en esta ascética. Es
una constante en la historia de la espiritualidad que toda
acción fecunda se forja en el «desierto». —»Czsarenta días» es
una cifra significativa; evoca los «cuarenta» años del Exodo, y
también el ayuno de Moisés y Elías. Supone un tiempo no
breve; en las cosas de Dios, lo que ha de durar no va deprisa.
3. — La Tentación. Tentar es ((poner a prueba». El Israel del
Exodo sucumbió a las «tentaciones». Jesús, arquetipo del
nuevo Israel o Pueblo de Dios, vence al Espíritu del Mal. El
camino del hombre hacia el Reino de Dios es tensión y lucha
entre los «dos Espíritus». Cuaresma es invitación urgente a la
victoria. En oración y austeridad. En docilidad al Espíritu de
Dios contra el Mal. Con la ayuda de sus «ángeles». En la
gozosa contemplación del horizonte, cada día más cercano de
la Tierra Prometida o Reino de Dios.
El primaveral retorno de la CUARESMA vuelve a hacer más
consciente en nosotros la actitud de discípulos: « enséñame
tus caminos...!» (Salmo). En la escuela de Dios se profesa la
ciencia de la Vida. Catecúmenos de espíritu rumbo a la Pascua
definitiva, vamos a reactualizar en pensamiento y generosidad
las razones eternas de nuestro vivir como hijos de Dios.
Cada primer domingo de Cuaresma, el Evangelio presenta en
la Tentación del Mesías el drama humano de la tensión entre el
Bien y el Mal. Este año corresponde leer la redacción de
Marcos, la más concisa y breve.
La primera lectura evoca el desenlace de la narración del
diluvio según el Génesis. Uno de los grandes paradigmas
bíblicos del esquema ofensa-ruptura-reconciliación aplicado a
las relaciones entre Dios y el mundo. El corto fragmento que
leemos hoy expresa la idea de la reconciliación mediante la
estructura mental de una «alianza». Dios condesciende a
«pactar» con el mundo en la persona del justo Noé. El
concepto teológico de la «alianza» tendrá su más clara
realización en el Sinaí, y la definitiva en el Cenáculo. Hermosa
la educación que enseña a captar el sentido religioso-
significativo de la naturaleza: cuando se abre el arco iris, el
discípulo de la Biblia entiende en su sonrisa el mensaje de la
paz de Dios.
La Carta de San Pedro evoca también la historia del diluvio en
un contexto muy difícil de interpretar. El recuerdo de los que se
salvaron en el arca sugiere una alegoría del bautismo. Pero se
alude también a los pecadores de aquel tiempo, y (suponiendo,
al parecçr, que algunos se convirtieron) se hace referencia al
momento en que recibieron la proclamación (liberadora) de
Cristo cuando su «descenso al lugar de los muertos» después
de sufrir la muerte por la redención del mundo. [ hebreos
consideraban la generación del diluvio como arquetipo de
corrupción moral. En el hecho de salvarse algunos de ella, tal
vez el Apóstol quiere sugerir una infinita reserva de esperanza.
Pero el texto es oscuro y permite otras interpretaciones].
416 CICLO B
La segunda mitad del fragmento de EVANGELIO señalado para
hoy ya se leyó el tercer domingo ordinario del presente ciclo.
La primera enuncia, sin pormenores, el misterio de la Tentación
de Jesús en el desierto; el texto se reduce a treinta palabras.
Idea principal: el Espíritu Santo, el que se manifestó sobre
Jesús en la teofanía del Jordán (vers. 10), le «lanza» (así dice
expresivamente el texto original) al desierto. El Hijo de Dios,
Cristo hombre, se deja llevar por el impulso del Espíritu de Dios
con la docilidad de la flecha al arco.
A partir del Exodo, el desierto se consideró escuela activa de
Dios. Encuentro liberador con el Infinito a través del absoluto
despojo de cuanto no es El mismo. «Cuarenta días»: número-
signo, evocador de antiguas resonancias bíblicas (y además, a
nivel pedagógico, aviso de seriedad: las realizaciones del
espíritu no se obtienen sin consagración de tiempo largo y
total).
La espiritualidad del desierto es ascética de combate íntimo.
Porque en el espíritu del hombre actúa, de fuera a dentro, una
presión anti-Dios: es el Adversario o «Satanás». (Se
ensombrecería el humanismo si tuviéramos que poner a
cuenta de solo el hombre tanta acción y pensamiento de signo
diabólico en el mundo). Cristo luchó para enseñarnos a vencer.
El evangelista termina evocando la asistencia de los ángeles
en medio de los riesgos del «desierto» (las «alimañas» ...).
Diríase una intencionada reminiscencia del salmo 91 [ en esta
hipótesis, Marcos envolvería la ascética del Desierto en una
atmósfera de infinita confianza «bajo las alas de Dios».
SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Génesis 22,1-2. 9a 15-18
En aquel tiempo Dios puso a prueba a Abrahán llamándole:
---iAbrahán!
El respondió:
—Aquí me tienes.
Dios le dijo:
—Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de
Mona y ofrécemelo allí en sacrificio, sobre uno de los montes
que yo te indicaré.
Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán
levantó allí un altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo
puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán tomó
el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor gritó
desde el cielo:
—jAbrahán, Abrahán! El contestó:
—Aquí me tienes. Dios le ordenó:
—No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé
que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu
único hijo.
Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los
cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el camero y lo ofreció
en sacrificio en lugar de su hijo.
El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo:
—Juro por mí mismo —oráculo del Señor—: Por haber hecho
eso, por no haberte reservado tu hijo, tu hijo único, te
bendeciré, tnultiplicaré a tus descendientes como las estrellas
del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes
conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los
pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque
me has obedecido.
418 CICLO B
Salmo responsortal Sal 115,10 y 15. 16-17. 18-19
R. Caminaré en presencia del Señor, en el país de la vida.
Tenía fe, aun cuando dije:
Qué desgraciado soy.» Mucho le cuesta al Señor la muerte de
sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
—Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre,
Señor.
Cumpliré al Señor mis votos, en presencia de todo el pueblo;
en el atrio de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la Carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8,31b-
34
Hermanos: Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra
nosotros?
El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la
muerte por nosotros, ¿cómo no nos dará todo con El? ¿Quién
acusará a los elegidos de Dios?
Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo
que murió, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios, y
que intercede por nosotros?
VERSÍCULO En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre:
Éste es mi Hijo, el amado; escuchadlo.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 9,1-9
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan,
subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró
delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco
deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del
mundo.
Se les aparecieron Elías y Moisés conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús:
—Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres chozas,
una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Estaban asustados y no sabía lo que decía.
II DOMINGO CUARESMA 419
Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube:
—Este es mi Hijo amado; escuchadio.
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a
Jesús solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó:
—No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del
hombre resucite de entre los muertos.
Esto se les quedó grabado y discutían qué querría decir aquello
de resucitar de entre los muertos.
Los evangelios dominicales de Cuaresma en este ciclo B son
lecciones de catequesis en torno a la personalidad divina y
humana de Jesucristo. El domingo pasado lo contemplábamos
en la austera «espiritualidad bautismal» del Desierto. Hoy en la
Gloria de la Transfiguración.
La Transfiguración se realiza en lo alto de una montaña. La
Montaña, en la pedagogía bíblica, es lugar de divina
Revelación. Arquetipo de Montaña donde Dios se manifiesta al
hombre fue el Sinaí. El «Tabor» o Monte de la Transfiguración
es el Sinaí del Evangelio. Moisés y Elías, los dos profetas que
en el Antiguo Testamento hablaron en el Sinaí con Yahvé,
reaparecen ahora hablando con Jesús.
Para manifestarse o «revelarse» a los hombres, Dios utiliza en
la historia bíblica una pedagogía sensorial. Luz para los ojos,
Palabra a los oídos. El misterio del Tabor se desarrolla conforme
a esta pedagogía:
1. — «Se transfiguró delante de ellos». Una preternatural
incandescencia de Luz se consideraba signo de la Divinidad.
Así reconoció Saulo al Señor, camino de Damasco. El Cristo de
la Transfiguración es un icono de la Gloria. Al contemplarlo, los
limpios de corazón ensayan la bienaventuranza de ver la Faz
de Dios en el Más Allá. Pedro, fuera de sí, deseaba quedarse
eternamente en el Tabor.
2. — «Este es mi Hijo Amado: escuchadlo». A partir del Exodo,
la misteriosa «Nube» era presencia, guía, palabra de Dios. La
que los rabinos llamaron Shekiná. Voz del Cielo. Revelación.
Habla a los tres Discípulos, núcleo de la Iglesia. Les dice que
Jesús de Nazaret, su Maestro, es el Hijo de Dios. Principio
fundamental de la Fe cristiana. «El Amado». Unigénito. Infinito
acto de Amor-hecho-Sacrificio, que el Padre ofrece a los
hombres (como insinúa en parábola la lectura del Génesis y
afirma en clara teología la de la Carta a los Romanos).
«Escuchadlo». Este breve imperativo es todo cuanto dice Dios
Padre a la humanidad en el Nuevo Testamento. La antigua Ley
se «transfigura» en la Palabra de Cristo. Quien tenga sed de
altura, de luz y de paz va a su única fuente, el Evangelio.
3. — «Hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los
muertos». La experiencia del Tabor es anticipación didáctica o
«signo profético» de la Resurrec ción. Resucitar es gloriosa
«transfiguración» de Morir-en-entrega-de-Sacrificio. Una
semana antes, Jesús había hablado por primera vez a los
discípulos de la Cruz. El catecumenado de Cuaresma nos va
introduciendo, paso a paso, en la convicción del Misterio
Pascual. Ni Gloria sin Cruz, ni Cruz sin Gloria. Quien sabe mirar
la cruz con ojos de Fe ve en ella misma, por transparencia, la
Gloria.
420 CICLO B
El primer domingo trazó la austeridad del camino de Cuaresma
al hablarnos de las tentaciones de Jesús en el Desierto. Hoy lo
presenta Transfigurado, para que contemplemos en su Gloria
cuál es nuestra vocación y destino.
1. — «Se transfiguró». El «alto monte» recuerda el Sinaí. Era
pedagogía bíblica que Dios se manifestase al hombre en las
montañas. Los limpios de corazón (los capaces de ver a Dios)
tienen sed de altura. La Transfiguración fue para los tres
discípulos allí presentes como una Palabra de Luz. La carne de
Cristo se manifestó transparencia de su Divinidad. En la
tradición de Israel, el aparecer de una maravillosa claridad
incandescente se consideraba símbolo divino.
2. — «Este es mi Hijo, elAmado: escuchadio». Para los iniciados
en la simbología de la Biblia, una «Nube» maravillosa daba a
entender la Presencia activa de Dios. Así fue durante la
peregrinación por el Desierto. Presencia activa, que ahora se
re4liza en Magisterio. Es la única Palabra que Dios Padre dice a
los hombres. En la intención del evangelista, Pedro, Santiago y
Juan representan la Iglesia. Reciben del Padre la declaración
fundamental de la Fe:Jesús de Nazaret es el Hijo de Dios. Y esta
Fe tiene que ser vida y eficacia: «Escuchadle». Es decir,
aceptad su Doctrina en pensamiento, corazón y manos. En el
Sinaí se proclamó la Ley. Testigos de ella, han acudido los dos
ascetas del Sinaí, Elías y Moisés, que entonces hablaron con
Yahvé y ahora siguen conversando con Jesús. La nueva y
eterna Ley ya no son tablas de piedra. La nueva Ley,
transfigurada en Espíritu y Amor, es el mismo Jesús.
Escuchadlo. Habituaos, los que tenéis sed de altura, a saborear
y asimilar la Palabra de Cristo, hecha diálogo de vida en la
profunda interioridad de la conciencia.
3. — «Hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los
muertos». Cuando los tres apóstoles reflexionaron, más tarde,
sobre aquella fascinadora experiencia de Jesús en el Tabor,
comprendieron que había sido un signo profético de la
Resurrección. Aliento para seguir el Camino de la Cruz. La
Resurrección de Cristo inaugura el Reino escatológico. Reino
que transfigura el hombre en hijo de Dios, el tiempo en
eternidad, la creación en cielo. El que sabe mirar con ojos de Fe
la creación, el tiempo y, sobre todo, a los hermanos hombres
ya los comprende y siente bajo la Luz gloriosa de Cristo
Transfigurado. De Cristo Resucitado.
La lectura tradicionalmente característica del segundo
domingo de Cuaresma es el Evangelio de la Transfiguración.
Respuesta divina a una pregunta fundamental en el camino de
la Fe cristiana: « es Jesús?».
La Sagrada Escritura presenta la personalidad de Abrahán
como arquetipo de la Fe en acción. El perfecto creyente tiene a
Dios por centro y luz de la vida. Sigue sus caminos, aun cuando
son pura oscuridad. Porque, siendo caminos de Dios, está
seguro de que en el último paso brillará el amor. El lector
inteligente de esta difícil narración pedagógica del Génesis
(que leemos sólo en extracto) sabe desde el principio que no
terminará con un sacrificio humano, que el Pueblo de Dios
aborrecía. Es paradigma de la absoluta fidelidad. La de quien
obedece a Dios sabiendo, aun contra toda apariencia, que sus
mandatos son siempre gracia y amor en beneficio del hombre.
San Pablo termina la parte expositiva de la Carta a los
Romanos con un cántico de
II DOMINGO CUARESMA 421
agradecida confianza en el amor de Dios hecho evidencia en
Cristo. Leemos un fragmento.
El relato evangélico de la Transfiguración es una síntesis de
Cristología.
Coinciden en la persona de Jesús la Revelación del Padre y la
Fe de la Iglesia
representada por los tres discípulos. Todo converge a una
verdad: la de queJesús es el
Hijo de Dios. Todo cristaliza en la única palabra que dice el
Padre a los hombres en el
Evangelio: «Escuchadie». O sea (según la fuerza de la
expresión «escuchar» en la
Biblia), obedecedle, seguidle.
El «alto monte» de la Transfiguración traspone al Nuevo
Testamento el valor y la significación del Sinaí. La «Ley» ya no
son unas frases esculpidas en la piedra. La Ley-hecha-Vida es
la misma persona de Jesús. Escucharle e identificarse con él es
coincidir desde dentro con la Voluntad (que es Amor, Sabiduría
y Felicidad) del Padre en actitud filial.
Las dos grandes figuras del Antiguo Testamento, Moisés y Elías,
que conversaron con Yahvé en el Sinaí conversan ahora con
Jesús. Dan testimonio de su divinidad a la Iglesia de Pedro,
Santiago y Juan.
La Transfiguración corresponde a un momento decisivo de la
vida de Jesús. Ha terminado la evangelización de Galilea.
Incomprendido por casi todos. Perseguido y destinado a la
muerte por algunos. Se acerca la Pasión. Los pocos que lo han
reconocido como Mesías tienen de su mesianidad un concepto
temporal, interesado. Jesús les acaba de hablar de la cruz, la
abnegación, el sacrificio (véase la página anterior del
Evangelio). La gente está por celebrar la fiesta de los
Tabernáculos en ambiente de exaltación. Jesús se retira a la
soledad. «Subir a la alta montaña» es signo de buscar la
intimidad con solo Dios. Lleva consigo a tres discípulos; los
necesarios para que, según la Ley, puedan luego «dar
testimonio». En el diálogo con el Padre, se transfigura. Cuando
los evangelistas tuvieron que resumir en pocas líneas aquella
inefable experiencia, la esquematizaron en forma de
<‘teofanía».
Los signos son conocidos en el estilo de las teofanías. El
principal es el de la Nube sobrenaturalmente luminosa. Los
rabinos le daban un nombre (Shekiná), equivalente al de
Presencia (divina). La Voz, que es Revelación, afirma la
personalidad de Jesús, definiéndola por su máximo título: el de
Hijo de Dios; el Unigénito en quien el Padre ha puesto todo su
Amor.
Cuando los Apóstoles reflexionaron, más tarde, sobre el
misterio del Tabor, comprendieron que había sido un signo
profético de la Resurrección. Y, por tanto, de un eterno Reino
glorioso en trascendencia escatológica. Que tenían que
«escuchar» al Hijo de Dios cuando les hablaba del previo paso
por el dolor y la cruz. En el Tabor se desvanece la ilusión de un
mesianismo temporal, terreno, triunfalista a lo humano. Se
insinúa la Cristología del Misterio Pascual, que invita a todos los
discípulos del Evangelio a la gloriosa elevación teológica de ser
y sentirse.
Al segundo domingo de Cuaresma le corresponde siempre el
Evangelio de la Transfiguración. Sabor anticipado de la Gloria
en el camino de la Cruz. Lo leemos, en el presente ciclo (B),
según la redacción de Marcos.
La primera lectura nos actualiza, en cada uno de los tres ciclos,
un momento
422 CICLO B
fuerte de la vida de Abrahán según el Génesis. Hoy leemos en
extracto la historia de su máxima prueba: el imperativo de
ofrecer el holocausto a Isaac, el unigénito en quien tenía
puesto todo su amor y en quien concentraba toda la esperanza
de su fe. El relato completo es una de las páginas más
conmovedoras de la literatura universal, en la que se han
inspirado muchas veces grandes artistas. En el fondo daba a
los antiguos hebreos, con estilo popular, una lección de
teología contra la práctica de los sacrificios humanos (cuya
tentación hizo caer más de una vez a Israel por contagio del
paganismo circunstante): Dios los podría reclamar; pero no
quiere, y enseña a sus fieles a satisfacer su deseo de oblación
a través de un signo sustitutivo (p. ej., un cordero). —Sobre
este fondo destaca el rasgo ejemplar de la fe absoluta del
Patriarca. Su Dios le había prometido una descendencia
gloriosa, y esta promesa no podía tener ya más apoyo humano
que la vida de Isaac. El mismo Señor le pide ahora que la
suprima. Estilo de Dios, el de llevar a sus fidelísimos por un
camino sin camino. Como la de Abrahán, toda Fe que merezca
este nombre tendrá que forjarse algún día en la pura
motivación de que Dios es Dios. Por esta crisis purificadora
(que el criterio humano seguramente llamará «absurdo») el
hombre fiel entra en la lógica divina, y se realiza en él su
destino mil veces mejor de lo que en su lógica humana hubiera
previsto.
De la Carta a los Romanos escuchamos el comienzo del himno
al Amor de Dios (que sería bueno leer hasta el fin: 8, 31-39).
Cántico espiritual de los redimidos después que han
profundizado extensamente (cap. 5-8) el misterio de la
Justificación y Salvación. Puente de enlace con la lectura
anterior: la analogía entre el gesto de Abrahán y el de Dios
cuando réaliza su amor a los hombres en la entrega sacrificial
de su propio Hijó.
El EVANGELIO de la Transfiguración nos invita a participar en la
experiencia iñefable de que gozaron los íntimos de Jesús
cuando lafe en su Filiación divina se les hizo claridad en los
ojos y sabor de cielo en el espíritu. Al redactar esta página, los
evangelistas concentraron en ella un tesoro de matices
cristológicos. Subrayamos algunos:
Ante todo, el que destaca el prefacio propio de hoy: «que la
Pasión es el camino de la Resurrección». Aquella hora vivida en
la «alta montaña» fue una catequesis intuitiva de la Gloria, que
completó la anterior y dura primera catequesis oral sobre la
Cruz del Mesías (8,31) y de todos cuantos quieran seguirle (8,
32-38). Tan inexacto sería un Evangelio de Cruz sin Gloria como
uno de Gloria sin Cruz.
La seguridad de una resurrección gloriosa, que aquel día
presintieron aun sin comprenderla (vers. 9-10), irradia de la fe
en la Filiación divina de Cristo. El Hijo de Dios vivo no podía
permanecer bajo el dominio de la muerte. La voz del Padre
(9,7) proclama a la Iglesia de los apóstoles la revelación
teológica del Jordán (1, 11), al tiempo que confirma y precisa la
confesión de Pedro (8, 29). Aceptar él Jesús auténtico del
Evangelio tiene por condición creer en su divinidad.
El Hijo de Dios es el Profeta (Deut 18, 15) o Maestro del mundo
en su destino escatológico de ser Reino de Dios. Por tanto,
«escuchadle>: única palabra del Padre celeste a los hombres
en el Evangelio.
No sin temor (y. 6), también pedagógico, los testigos de Jesús
se sintieron tan felices (5) como para quedarse allí para
siempre. Al corazón limpio y sencillo como el de aquellos
apóstoles, el rostro amigo de Jesús le es proximidad de cielo.
TERCER DOMINGO DE CUARESMA
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro dél Éxodo 20,1-17
El Señor pronunció las siguientes palabras:
Yo soy el Señor, tu Dios,
que te saqué de Egipto, de la esclavitud.
No tendrás otros dioses frente a mí.
[ te harás ídolos
—figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la
tierra,
o en el agua debajo de la tierra—. No te postrarás ante ellos, ni
les darás culto;
porque yo, el Señor, tu Dios, soy un dios celoso:
castigo el pecado de los padres en los hijos, nietos y biznietos,
cuando me aborrecen.
Pero actúo con piedad por mil generaciones
cuando me aman y guardan mis preceptos.]
No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso. Porque
no dejará el Señor impune
a quien pronuncie su nombre en falso.
Fíjate en el sábado para santificarlo.
[ seis días trabaja y haz tus tareas, pero el día séptimo es un
día de descanso, dedicado al Señor, tu Dios:
no harás trabajo alguno. ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu
esclavo, ni tu esclava, ni tu ganado, ni el forastero que vive en
tus ciudades.
Porque en seis días hizo el Señor
424 CICLO B
el cielo, la tierra, el mar
y lo que hay en ellos.
Y el séptimo día descansó;
por eso bendijo el Señor el sábado y lo santificó.]
Honra a tu padre y a tu madre:
así se prolongarán tus días
en la tierra, que el Señor, tu Dios, te va a dar.
No matarás.
No cometarás adulterio.
No robarás.
No darás testimonio falso contra tu prójimo.
No codiciarás los bienes de tu prójimo:
no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su
esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de él.
Salmo responsorial Sal 18,8. 9. 10. 11
R. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante.
Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos.
La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
Más preciosos que el oro, más que el oro fino; más dulces que
la miel de un panal que destila.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
1,22-25
Hermanos: Los judíos exigen signos, los griegos buscan
sabiduría. Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado:
escándalo para los judíos, necedad para-los griegos; pero para
los llamados a Cristo —judíos o griegos—: fuerza de Dios y
sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los
hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
III DOMINGO CUARESMA 425
VERSICULO Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo
único. Jn 3,76 Todo el que cree en él, tiene vida eterna.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 2,13-25
En aquel tiempo, se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús
subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de
bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y,
haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo,
ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y
les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
—Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de
mi Padre.
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de
tu casa me devora.»
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
—eQué signos nos muestras para obrar así? Jesús contestó:
—Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.
Los judíos replicaron:
—Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú
lo vas a levantar en tres días? Pero él hablaba del templo de su
cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los
discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la
Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos
creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús
no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no
necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él
sabía lo que hay dentro de cada hombre.
Jesucristo, « Templo» de la Divinidad. Idea principal en el
Evangelio de este tercer domingo de Cuaresma (ciclo B).
Reflexionando sobre aquel gesto de Autoridad mesiánica, que
consistió en limpiar de profanadores el Templo de Jerusalén.
La lectura del Exodo invita a repasar una vez más el Decálogo.
Ley fundamental del Dios que libera: Yo soy e/Señor, que te
saqué de la esclavitud... —El Salmo canta la hermosura de esta
Ley o norma de Justicia, inscrita por el Creador en lo más
íntimo del corazón humano.— San Pablo confiesa la razón de
su invencible eficacia apostólica: predicar, sin miedo a nadie, el
Cristo de la Cruz.
1. —- «El celo de tu Casa me devora». Con estas palabras del
Salmo 69 resumieron los Discípulos aquella enérgica reacción
de su Maestro contra quienes habían convertido en mercado
los atrios del Templo. El Templo es la Casa de Dios. Espacio
consagrado, donde la Presencia de Dios tiene que hacerse
tangible. Quien entra en el Templo debe dar en exclusiva a esta
Presencia su pensár y sentir, toda palabra y toda actitud. Por
ser Hijo de Dios, Cristo llamaba al Templo «la Casa de mi
Padre’>. En él fue presentado niño por María; en él consagró sú
juventud (Lc 2, 22 y 49). Unos cuantos prepotentes del alto
sacerdocio judío habían montado allí su negocio. Sobre todo, la
familia de Anás. No le perdonaron aqüel acto de denuncia
profética. Fue una entre las razones inconfesables,
seguramente la principal, de la condena contra Jesús
426 CICLO B
dictada por el Sanedrín. El «celo» ,o amor ardiente por la Casa
de Dios lo «devoró»; es decir, fue la causa de su muerte.
2. — «Hablaba del Templo de su Cuerpo». Podéis destruir este
«Templo» (replica Jesús a quienes le piden una credencial de la
Autoridad con que se ha atrevido a purificar el Santuario), que
yo lo levantaré (lo «resucitaré») en tres días. Se refería a su
Muerte y Resurrección. Su «Cuerpo» quiere decir la plena
realidad concreta de su ser. A partir del Misterio Pascual, el
Cuerpo de Jesús Glorificado es el único «Templo» de la
Divinidad. Cuando los creyentes «entramos» en él, nos
sentimos en la Casa de Dios. Pregustamos el Cielo. Aquí en la
tierra, el Cuerpo de Jesucristo Glorificado se nos hace Realidad
concreta en la Eucaristía. Unidos en ella, formamos Iglesia. Y
llamamos «iglesias» (o, por analogía, «templos») los lugares
donde la celebramos. Espacios que deben ser irradiación de la
Presencia de Dios en Cristo. Evocación del Cielo. Que jamás
den motivo a una purificación como aquella de Jerusalén...
Cuando abriremos los ojos a la Verdad en el Más Allá,
descubriremos lo que ya intuyen en este mundo los espíritus
selectos: que el Universo entero es «Templo» y Evidencia de
Dios en Cristo Glorificado.
Jesús echa del santuario a los mercaderes. Significa la
purificación del Templo de Jerusalén; gesto de Autoridad, que,
según la esperanza de los profetas y del pueblo religioso, tenía
que realizar el Mesías. A partir de este episodio, el Evangelio
de San Juan se eleva a la consideración de otro «Templo», que
es el mismo Jesús.
1. — «No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de
comercio». Jesús amaba el Templo de Jerusalén. El templo es
un espacio donde la Presencia de Dios se hace tangible. A
Jesucristo, consciente de ser el Hijo de Dios, el Templo le sabía
a hogar. Lo llamaba «la Casa de mi Padre». Allí fue presentado
niño en brazos de María. Allí, a los doce años, consagró su
adolescencia. Le dolían los abusos de que era objeto. Invasores
paganos lo habían profanado a lo largo de la historia. Pero
ahora el escándalo procedía de dentro. Unas cuantas familias
de la aristocracia sacerdotal judía tenían montado en su recinto
un ofensivo negocio. El Mesías lo reprueba públicamente, con
un gesto de excepcional dureza. Le mueve el celo por la Casa
de Dios. Celo es amor en llama, que «devoró» a Cristo: los
empresarios de aquel montaje religioso comercial respondieron
con el odio y la muerte.
2. — «Destruid este Templo, y en tres días lo levantaré».
Enigma sentencioso, al estilo oriental, con el que cifra el
previsto acontecimiento de su Muerte (vosotros destruiréis este
«Templo»...) y su Resurrección (pero yo lo levantaré de nuevo a
los tres días). El Templo de Jerusalén no era más que un
admirable signo provisional y pedagógico. El auténtico Templo,
espacio de la Presencia tangible de Dios entre los hombres, es
Cristo Resucitado. Al «entrar» en él, los creyentes encuentran
el centro de su paz, que es la Casa del Padre. El hogar de la
entrañable felicidad al que todo ser humano, por haber nacido
tal, está esencialmente destinado. Cuando en el vocabulario
cristiano hablamos todavía de «templos», nos referimos a
edificios pedagógicamente ordenados a consumar nuestra
unión con la única Realidad que les da sentido: el Cuerpo de
Cristo. Por amor a esta Realidad, dichos edificios han de tener
atmósfera de cielo y ser ajenos a cuanto pudiera evocar
aquella profanación de Jerusalén. Cuando abriremos los ojos a
la eterna Verdad, caeremos en la cuenta de
III DOMINGO CUARESMA 427
que todo el Universo es Templo y evidencia de Dios en Cristo
Glorificado.
Cristo purifica de mercaderes el Templo. Los altos empresarios
no se lo perdonarán; le costará la vida. De aquel Templo de
Jerusalén, el Evangelio se eleva a la consideración de otro
«Templo» mejor: el mismo Cristo.
La primera lectura de los domingos de Cuaresma evoca por
orden los grandes momentos de la Historia Sagrada. La de hoy
corresponde al Éxodo. Promulgación del Decálogo. La redacción
bíblica glosa algunos Mandamientos; en la tradición
catequética se reducían todos a una frase lapidaria. La
introducción (Yo soy tu Dios, que te saqué de la esclavitud...)
caracteriza el Decálogo como código, expresión y condición de
la auténtica libertad.
Comprendida en su contexto biográfico, la segunda lectura es
a un tiempo acto de fe y testimonio de la experiencia pastoral
de San Pablo. En la problematizada misión de Atenas y Corinto
se convenció de que, para ser Apóstol eficaz, tenía que
predicar a solo Cristo, en la desconcertante realidad de la cruz.
Después de la indicación de tiempo y lugar (vers. 13), esta
página del Evangelio de San Juan ofrece dos temas: la
purificación del Templo de Jerusalén; la erección de un nuevo
Templo. Las últimas líneas, sobre la fe imperfecta de muchos
(y. 23-25), preparan la entrevista con Nicodemo, que viene a
continuación.
A. — La purificación del Templo. El Templo de Jerusalén había
sido profanado muchas veces desde fuera. Por reyes impíos de
Judá o por invasores extranjeros:
Nabucodonosor, Antíoco, Pompeyo... Al volver la normalidad, el
pueblo se sentía en el deber de «purificarlo». Una fiesta muy
expresiva, la «Hanakká», reanimaba todos los años este
sentimiento. Jesús encontró el Templo profanado desde dentro.
Un sonoro mercado invadía el espacio reservado a significar y
vivir la Presencia de Dios. Cuatroo cinco familias de la alta
aristocracia sacerdotal monopolizaron durante el siglo primero
la administración del Templo. Casi siempre, la insaciable de
Anás. No satisfechos con los ingresos normales, consentían o
promovían el abuso que refiere el Evangelio. Jesús protestó con
un «signo» impresionante, al estilo de los profetas. El pueblo
estaba con él, y nadie se le enfrentó de momento. Pero el
evangelista anota una reflexión (posterior) de los discípulos.
Aludiendo al Salterio (69, 10), dice así en el texto original: «El
celo de tu Casa me devorará». «Celo» es amor en llama. Me
«devorará» o consumirá serefiere a la muerte. Responsable
principal de la muerte de Jesús fue un sector dei sacerdocio,
que había hecho del Templo su feudo. Concretamente, la
familia de Anás. Hubieran consentido que Jesús se limitase a
predicar su doctrina. No toleraron que atacase públicamente
sus abusos.
En perspectiva cristológica, el signo de Jesús fue una
afirmación de Mesianidad, a la luz de los prefetas Malaquías (3,
lss), Zacarías (14, 21), y del común sentir de la expectación
mesiánica popular. Según el texto de San Juan, afirma su
Filiación divina (<(la Casa de mi Padre»). Sobre las ruinas de
aquel Templo que tanto amó vive la memoria de su gesto en
defensa del espíritu. Y de la severidad con que advirtió que la
religión no se debe degradar én negocio.
B. — El nuevo Templo. Formaba parte de la esperanza
mesiánica la convicción de que el Mesías edificaría un Templo
nuevo. Inmenso, definitivo; manantial de agua
428 CICLO B
viva (Ezequiel); hogar de todos los pueblos de la tierra (Isaías,
etc.). Cuando le piden las credenciales de su autoridad sobre el
Templo antiguo ( signo nos mues tras... ?»), Jesús contesta con
un enigma al estilo oriental, que es profecía velada de su
muerte (vosotros destruiréis este «Templo») y Resurrección (y
yo lo «levantaré» en tres días). El nuevo Templo es el «Cuerpo»
o concreta personalidad divino-humana de Jesús Resucitado.
Templo es el espacio donde la Presencia, Vida, Gloria, Santidad
y Felicidad de Dios se hacen transparentes, perceptibles. Cristo
es el infinito punto de convergencia donde la universal
Humanidad encuentra su contacto con Dios (Apoc 21, 22 ss).
Cuando en cristiano hablamos de «templos», nos referimos a
espacios provisionales, religiosamente pedagógicos, que deben
ser evocación, reflejo y actuación de la Presencia de Jesús
glorificado. A la hora de la Verdad, todo el Universo nos
aparecerá como Templo de Dios en Cristo.
En el Evangelio del tercer domingo de Cuaresma propio del
ciclo B, San Juan narra el gesto profético con que Cristo purificó
el Templo de Jerusalén, lo interpreta y lo relaciona con el
misterio de su Muerte y Resurrección.
En cada uno de ios tres ciclos, la primera lectura ofrece un
pasaje del Éxodo, epopeya teológica de la liberación de Israel.
Término y condicionamiento de su libertad fue servir a solo
Dios. Del yugo bajo el Faraón en Egipto a la Alianza con Yahvé
en el Sinaí. Siendo una alianza la conjunción de dos
voluntades, la del Señor puso a su nivel la del pueblo elegido.
Al articularse en un estatuto, código o carta fundamental de la
Alianza, la Voluntad de Dios se hizo «Ley». Considerada en esta
auténtica perspectiva, la Ley era pura y amable tal como la
canta el Salmo responsorial. Jesús la llevó a plenitud, a
proporción de la nueva y eterna Alianza. Documento primiciál y
perenne en este acuerdo con Dios es el Decálogo. Hoy lo
leemos en una de sus redacciones bíblicas, que las catequesis
populares, ya desde muy antiguo, suelen concentrar en una
síntesis lapidaria. Muy oportuno el tema en la anual
reactualización de nuestro catecumenado durante la
cuaresma; ya que toda sobrestructura ascética, pastoral o
carismática sería frágil si un día nos entrase en crisis su
indispensable y único punto de apoyo: la guarda de los
Mandamientos (Mt
19, 17-19).
El inciso de la Carta a los Corintios refleja una experiencia
personal de San Pablo. Nacido y educado entre dos culturas, la
judía y la helenística, hubiera sabido agradarles (y
seguramente lo intentó alguna vez) flexionando el mensaje
hacia sus predilecciones unilaterales. Pero la reflexión y la
gracia consagraron en él la audaz fidelidad de proclamarles a
solo Cristo en la austera objetividad de su Cruz, tema repulsivo
para ambas culturas. En compensación, tanto los judíos como
los paganos helenistas que fueron dóciles a la Palabra,
descubrieron en el Cristo auténtico aquellos mismos valores
que les fascinaban («fuerza», «sabiduría»), a un nivel
inmensamente más elevado que el de sus anteriores pre-
juicios.
Recordemos en el EVANGELIO la expulsión de los mercaderes
del Templo. La acción de Jesús tuvo más de gesto significativo,
al estilo de los profetas, que de represión expeditiva de un
abuso (en ios inmensos espacios del Templo, una gran parte ni
se enterarían). Repetidas veces en la historia, los invasores de
fuera habían
III DOMINGO CUARESMA 429
profanado el Santuario, que los judíos santificaban luego al
retornar. Jesús realiza ahora en signo la definitiva purificación
mesiánica (Mal 3, 1-3 y Zac 14, 21), no a consecuencia de una
ocupación externa, sino contra los que profanan desde dentro
la Casa de Dios. Su intención va a los responsables, arquetipo
de caída en la perenne tentación de conectar el ministerio y
ejercicio religioso al engranaje de un método económicamente
productivo.
Juan evoca y hace suya la reflexión de los discípulos a
propósito del «celo» o entrañable amor de Jesús por el Templo,
Casa de su Padre. Tuvo que prenunciar su ruina, pero con
lágrimas. Enraizado en los sentimientos concretos de su
pueblo, los trascendió al elevar a santidad de Templo todo el
espacio del mundo redimido Qn 4, 21-24).
Su intervención y expresiones sobre el Templo pesaron mucho
en el proceso contra Jesús. Juan declara el sentido mistérico de
una de sus más discutidas sentencias: se refería, dice, a su
propio cuerpo, «Templo» de la Presencia real de Dios entre los
hombres, derrocado en la muerte y «levantado» de nuevo al
tercer día en su Resurrección a la Gloria. Allí es ámbito y
plenitud de la nueva Jerusalén, donde todo es Templo (Apoc 21,
22).
CUARTO DOMINGO DE CUARESMA
PRIMERA LECTURA
Lectura del segundo libro de las Crónicas 36,14-16. 19-23
En aquellos días, todos los jefes de los sacerdotes y el pueblo
multiplicaron sus infidelidades, según las costumbres
abominables de los gentiles, y mancharon la Casa del Señor,
que él se había construido en Jerusalén.
El Señor, Dios de sus padres, les envió desde el principio avisos
por medio de sus mensajeros, porque tenía compasión de su
pueblo y de su Morada. Pero ellos se burlaron de los
mensajeros de Dios, despreciaron sus palabras y se mofaron de
sus profetas, hasta que subió la ira del Señor contra su pueblo
a tal punto que ya no hubo remedio.
Los caldeos incendiaron la Casa de Dios y derribaron las
murallas de Jerusalén; pegaron fuego a todos sus palacios y
destruyeron todos sus objetos preciosos. Y a los que escaparon
de la espada los llevaron cautivos a Babilonia, donde fueron
esclavos del rey y de sus hijos hasta la llegada del reino de los
persas; para que se cumpliera lo que dijo Dios por boca del
profeta Jeremías: »Hasta que el país haya.pagado sus sábados,
descansará todos los días de la desolación, hasta que se
cumplan los setenta años.»
En el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de la
palabra del Seño boca de Jeremías, movió el Señor el espíritu
de Ciro, rey de Persia, que mandó publicar de palabra y por
escrito en todo su reino: »Así habla Ciro, rey de Persia: El
Señor, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la
tierra. El me ha encargado que le edifique una Casa en
Jerusalén, en Judá. Quien de entre vosotros pertenezca a su
pueblo, ¡sea su Dios con él y suba!»
Salmo responsorial Sal 136, 1-2. 3. 4. 5. 6
R. Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de
ti.
Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión; en los sauces de
sus orillas
colgábamos nuestras cítaras.
IV DOMINGO CUARESMA 431
Allí los que nos deportaron nos invitaban a cantar, nuestros
opresores, a divertirlos:
Cantadnos un cantar de Sión.
¡Cómo cantar un cántico del Señor en tierra extranjera!
Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano
derecha.
Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 2,4-10
Hermanos: Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que
nos amó: estando nosotros muertos por los pecados, nos ha
hecho vivir con Cristo —por pura gracia estáis salvados—, nos
ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con
él. Así muestra en todos los tiempos la inmensa riqueza de su
gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque
estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a
vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las
obras, para que nadie pueda presumir. Somos, pues, obra
suya. Dios nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos
dediquemos a las buenas obras, que él determinó
practicásemos.
VERSÍCULO Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo
único. Jn 3,16 Todos los que creen en él tienen vida eterna.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 3,14-21
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
—Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así
tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que
cree en él tenga vida eterna.
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para
que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que
tengan vida eterna.
Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al
mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será condenado; el que no cree ya está
condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de
Dios.
Ésta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, y
los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras
eran malas.
Pues todo el que obra perversamente detesta la luz, y no se
acerca a la luz, para no verse
432 CICLO B
acusado por sus obras.
En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que
se vea que sus obras están hechas según Dios.
El Evangelio de este cuarto domingo de Cuaresma (ciclo B)
resume la segunda mitad de aquella conversación teológica
que mantuvieron en Jerusalén el fariseo de buena voluntad
Nicodemo y el Mesías Jesús. — La primera lectura y el salmo
evocan la Cautividad de Babilonia y el retorno a la Patria:
liberación temporal, que la Biblia considera preludio de una
definitiva Salvación. — La Carta a los Efesios glosa el Misterio
cristiano de la Salvación: diálogo entre la Gracia de Dios y la Fe
con que el hombre la abraza y la vive.
Adoctrinando a Nicodemo, el Maestro expone este Misterio de
la Salvación desde tres perspectivas: la de Dios Padre, la de
Cristo, la nuestra. Amor, Sacrificio, Fe.
1. — «Tanto ha amado Dios al mundo, que le ha dado su Hijo, el
Unigénito». En la sinceridad del Evangelio, amar significa
darse. El concepto «mundo» incluye a todos los hombres,
connotando su situación de pecadores. El Padre que está en los
Cielos nos ama (a los hombres, a los pecadores) con inmenso
Amor. Tan inmenso como su propio Hijo, que es su mismo Ser.
Dios se nos ha dado a los hombres en Cristo Jesús (glosar este
pensamiento con el texto de la Carta a los Romanos 8, 32-39).
Nadie tiene un más alto aprecio de la Humanidad que quien
sabe y siente que Jesús vive en medio de ella y es nuestro
Dios. Acto de Amor del Padre, prendido en el corazón del
«mundo». Toda iniciativa humana que nazca de sincero Amor
(Paz en la Justicia, Progreso en orden al Bien, Libertad en la
Verdad) es aliento de Cristo.
2. — «... así tiene que ser elevado el Hijo del Hombre)>. «Ser
levantado en alto» es una expresión característica del Cuarto
Evangelio para indicar la crucificación de Jesús. La
escucharemos de nuevo el próximo domingo. Hablando a un
experto en la Biblia como Nicodemo, el Maestro le recuerda lo
de aquella serpiente de bronce que Moisés «elevó» en el
Desierto (Num 21, 8-9) y era un «signo de Salvación» (Sab 16,
6-7). Los heridos de muerte que la miraban con confianza
recobraban la salud. Aquel signo bíblico se realiza ahora
plenamente en favor de los que miran con Fe, con absoluta
confianza, al Hijo de Dios crucificado por nuestra Salvación.
3. — «Al que cree en El, no se le condena; pero el que no cree
ya está condenado... » Cree quien acepta con todo su
entender, obrar y sentir el Amor de Dios, que se nos ha hecho
presente y evidente en el Sacrificio de Jesús. Negarse es
rechazar la Salvación. Las últimas líneas denuncian una de las
motivaciones profundas del «no querer creer»: el miedo de las
Tinieblas a la Luz.
Escuchamos la segunda parte de la conversación que tuvo
Jesús con Nicodemo, según el Evangelio de San Juan.
Catequesis sobre la Salvación, concentrada en tres puntos: el
Sacrificio de Cristo, el Amor de Dios, nuestra Fe.
1. — «... así tiene que ser levantado en alto el Hijo del
Hombre». Hablando a un experto en la Biblia como Nicodemo,
Jesús le recuerda lo de aquella serpiente de bronce, que Moisés
erigió en el Desierto (Num 21, 8-9). Los heridos de muerte, si
se
IV DOMINGO CUARESMA 433
volvían a mirarla, recobraban la salud. Fue un «signo de la
Salvación» (Sab 16, 6-7). Prenunciaba al Hijo del Hombre o
Mesías, el auténtico Salvador, que ahora tiene que ser
«levantado en alto». «Ser levantado» es una manera de aludir
a la crucifixión, propia del cuarto Evangelio, que la repetirá
otras dos veces (8, 28 y 12, 32). La última dice: «cuando sea
levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí». En la
profunda comprensión teológica de San Juan, la «elevación»
sacrificial de Cristo —cuando lo alzaron en la cruz— significó y
empezó a realizar su elevación a la Gloria. Quien lo «mira» con
ojos de Fe (19, 37) dejándose atraer por él, tiene Vida eterna.
2. - «Porque Dios ha amado tanto al mundo, que ha dado su
Hijo, el Unigénito... » En el vocabulario de San Juan se entiende
por «mundo» a los hombres, voluntariamente establecidos en
situación de pecado y, por tanto, necesitados de Salvación.
Dios los ama, nos ama, con la infinita sinceridad de darnos a su
propio Hijo. Nuestro Jesús de Nazaret y del Sermón de la
Montaña, del Calvario y de la Gloria, del Evangelio y de la
Eucaristía, es la Presencia tangible del Amor de Dios en el
corazón del mundo.
3. — «Al que cree en él, no se le condena; pero el que se niega
a creer, ya está condenado...» Creer en Cristo es entrar en
sintonía personal con este Amor de Dios que salva. San Juan
entiende por «creer» la indivisible sinceridad con que uno
acepta a Cristo en el pensar y el sentir, en el hablar y el obrar.
Quien, por el contrariar, lo rechaza, decide quedarse
libremente en la situación de Pecado — que lleva en sí misma y
hace ya presente la Condenación. Las últimas líneas de este
Evangelio se refieren al insincero horror a la Verdad de
quienes, cuando ya han decidido obrar el Mal, cierran puertas y
ventanas a la Luz para afirmar que no existe. Porque saben o
presienten que la Verdad exige el Bien. — Por miedo de sus
compañeros, Nicodemo fue a Jesús al amparo de la noche. Pero
luego se mantuvo dócil a su nostalgia de la Luz (léase Jn 7, 50-
52 y 19, 39-40). Abundan los nicodemos, y es muy cristiano
tratarlos con afectuosa comprensión.
En el Evangelio, Jesús habla de la fe perfecta a Nicodemo: un
hombre (como tantos) de buena voluntad y fe imprecisa.
La primera lectura de los domingos de Cuaresma nos es
ocasión de ir repasando las principales etapas de la Historia
Sagrada. La de hoy evoca en una mirada de conjunto la
decadencia moral y fin del Reino de Judá, la destrucción de
Jerusalén (a. 587), la cautividad en Babilonia, el edicto de
restauración (a. 538). Para el autor de las «Crónicas» (o
Paralipómenos) la Historia es Teología en acción. En la trama
de los acontecimientos está la mano pedagógica de Dios.
La Carta a los Efesios ofrece temas de sublime reflexión. La
existencia cristiana, regalo infinito del Amor de Dios.
Transformación del pecador en Gloria de Cristo. Sabor
anticipado de Cielo. Todo es gracia y gratitud para el que vive
consciente de la Salvación; incluso sus «buenas obras», que
Dios le pone en el camino.
En la lectura evangélica escuchamos la segunda mitad de la
conversación entre Jesús y Nicodemo. Nicodemo se ha
acercado hasta el umbral de la Fe. Admira a Jesús. Pero no
cruza el umbral, porque su aureola de judío notable y adhesión
al grupo de los fariseos le priva de libertad. Busca ser
coherente consigo, pero también
434 CICLO B
con los suyos; va a Jesús, pero de noche. Juan evangelista miró
con simpatía esta personificación de la penumbra que aspira a
ser luz. Más adelante, presenta a Nicodemo como voz de la
justicia en el Sanedrín (7, 50-51). Y en la tarde del Viernes
Santo, como uno de los pocos que no temieron declararse
amigos del Mártir (19, 39).
En la primera parte de la conversación (que no leemos), Jesús
expone a Nicodemo la necesidad de «renacer» en el Espíritu.
Nicodemo se resiste a creer. Jesús se lo reprocha. Sigue un
monólogo sobre la Salvación, recalcando la responsabilidad de
la Fe. Es el texto que se lee hoy. Resultan las siguientes ideas:
a) Por la Fe a la Vida eterna (vers. 14-15). Sirve de analogía
aquella «serpiente de bronce» (Num 21, 8-9), que fue un
«signo de la Salvación» (Sab 16, 6-7). Los heridos de muerte
que la «miraban» salvaban la vida. Aquel gesto de «mirar-con-
esperanza» se traduce ahora en la actitud de creer. Creer,
según Juan, es confiarse a Cristo en perfecta sintonía de
inteligencia, voluntad, afecto. Es «estar en él», como sarmiento
en la Vid (15, 1-1 1). Por esta conjunción con él, el creyente
obtiene la Vida eterna. Participación de la misma Vida de
Cristo, que es Vida, Santidad, Felicidad, Gloria divina. En la
analogía con aquella «serpiente de bronce», recalca la
circunstancia de la elevación. Cuando el Evangelio de Juan
refiere a Cristo la expresión «ser elevado», sintetiza con ella el
Misterio de su Crucifixión-y-Glorificación (ambos aspectos en
indivisible unidad). El pensamiento se centra en el momento de
la Cruz, cuando Cristo «es elevado» por encima de la multitud.
En esta preeminencia «sublime» del Crucificado, ve significada,
anticipada e irradiante como en una entronización toda la
Gloria de Cristo.
b) Cristo, regalo de Dios al mundo (y. 16-17). Pensamiento
principal. Dios ama al mundo. A los hombres. En su concreta
condición de pecadores. Ama infinitamente, a lo divino. Quiere
salvarlos. Amar es darse. Se les da en su propio Hijo. Cristo
crucificado-y-glorificado es la realidad tangible del Amor de
Dios en el corazón de la humanidad (misma idea en Romanos
8, 31-39).
c) Responsabilidad de la Fe (y. 18). Es sincera la voluntad
salvífica de Dios. Pero respetuosa con la libertad del hombre. El
que no acepta la Vida por rehusar la Fe, ha escogido su
Condenación.
d) Amor y odio de la Verdad (y. 19-21). Frente a la revelación
del Amor de Dios, no pocos han preferido la Tiniebla. Al
corazón que elige obrar el Mal, se le hace insoportable la Luz
interior. Para ver la Verdad, hay que amarla y «hacerla».
En la serie de lecturas.propias del ciclo B, corresponde a este
domingo central de la Cuaresma una página del Evangelio de
San Juan, que resume la teología de la Salvación del mundo.
La primera lectura es una interpretación religiosa de la ruina de
Jerusalén bajo Nabucodonosor (587), la consiguiente cautividad
de los judíos en Babilonia [ en el Salmo responsorial] y su
término (538). Esta página sirve a un tiempo de epílogo al
Libro de las Crónicas y de introducción al de Esdras y
Nehemías. Estos Libros eran, para los israelitas repatriados,
una meditación de la historia a la luz de la fe. Con esta luz,
vieron en los acontecimientos nacionales el desarrollo de la
política anti-pecado de Dios, bajo la cual le había sido
indispensable al pueblo una rigurosa y larga expiación de su
pasada infidelidad. Pero entendieron
IV DOMINGO CUARESMA 435
también que esta misma exigencia de Justicia estuvo al
servicio de la línea constante del gobierno de Dios sobre su
pueblo, que es la de la Misericordia.
En este fragmento de la Carta a los Efesios se concentra lo más
característico de la teología de San Pablo. Idea central: nuestra
Salvación es pura Gracia del Amor (= «Misericordia» =
«Bondad») de Dios. Su don o Gracia se nos ha realizado «en
Cristo Jesús»: en El nuestra Vida, Resurrección, Ciudadanía
celeste (escatológica y ya actual). De nuestra cosecha
teníamos la Muerte, a causa del pecado; sin más camino a la
Salvación que el de aceptarla de gracia, por la plena Fe. Pablo,
ex-fariseo que sabía por dónde suele fallar la autenticidad
religiosa de las personas o colectividades, procuraba impregnar
de humildad esencial el pensamiento de sus discípulos.
Humildad dinámica; pues quien saborea que todo es Gracia, se
considera a sí mismo «obra» o «creación» de Dios, con un
programa divino de actividad o «buenas obras», que tiene que
practicar «en Cristo». Mejor dicho, que Cristo realizará a través
de él,
siempre que se deje llevar de la Gracia.
Conforme a un procedimiento literario peculiar del cuarto
Evangelio, el encuentro de Nicodemo con Jesús empieza en
forma de diálogo en torno a un tema concreto (3, 1-9) y
prosigue en monólogo con una elevación teológica puesta en
boca del Señor. Leemos sólo esta segunda parte, que
contempla en visión de conjunto la esencia del cristianismo.
Tres ángulos de perspectiva: Dios, Cristo, los hombres. Idea
central: la Salvación del mundo.
a) Iniciativa de la Salvación: el Amór de DIOS. El concepto de
Amor o «Agápe» es principio coordenador y síntesis de todo el
sistema doctrinal cristiano. Equi entre «amar» y «dar»: Dios
amó dando a su Hijo. La riqueza vital del don manifiesta y
califica el amor: aquí es infinito. «Dios amó al mundo»: la
palabra mundo en sentido antropológico (= «los hombres»)
acentúa siempre en San Juan su sLruac de pecado Dios amo a
los pecadores para salvarlos, evitando su ondepac 16-17).
Arquetipo de nuestro amor al «mundo»; amor que no será
cristiaño si no é soteriológico.
b) La Salvación, obra de CRISTO. El Padre «dio» y «envió» su
Hijo al mundo como victima de expiacion por los pecados (1 Jn
4 9 10) El Maestro alude a la Cruz simbolizada eñ el « signo de
salvación» (Sab 16, 6) que fue aquélla serpiente de bronce
-(Niñ:21, 8-9). L expresión «ser elevado» (vers. 14) es lenguaje
místico, que funde en una misma intuición la subida al patíbulo
y la ascensión a la gloria Qn 12, 32).
c) Actitud de LOS HOMBRES ante la Salvación. Creer o rehusar
la Fe en .,Çristo: dilema de Vida eterna o autocondenación (el
que se niega a Cristo, «ya está»
•en situación de muerte eterna). «Creer», en San Juan, es tan
dinámico como «amar»:
•es darse en alma y vida a la Gracia. En los últimos versículos
(19-21) insinúa la psicología de la incredulidad consciente: Fe
es abrir todas las ventanas a la Luz, y lo inconfesáble íntimo no
tiene más defensa que la tiniebla.
QUINTO DOMINGO DE CUARESMA
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Jeremías 31,31-34
Mirad que llegan días —oráculo del Señor— en que haré con la
casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva.
No como la que hice con vuestros padres,
cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto:
Ellos, aunque yo era su Señor, quebrantaron mi alianza;
—oráculo del Señor—.
Sino que así será la alianza que haré con ellos,
después de aquellos días —oráculo del Señor—:
Meteré mi ley en su pecho, la escribiré- en sus corazones; yo
seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo,
el otro a su hermano, diciendo:
Reconoce al Señor.
Porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande
—oráculo del Señor—, cuando perdone sus crímenes, y no
recuerde sus pecados.
V DOMINGO CUARESMA 437
Salmo responsorial Sal 50,3-4. 12-13. 14-15. 18-19
R. Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
Misericordia, Dios mío, por tu bondad; por tu inmensa
compasión borra mi culpa. Lava del todo mi delito, limpia mi
pecado.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro
con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me
quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu
generoso. Enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores
volverán a ti.
Los sacrificios no te satisfacen, si te ofreciera un holocausto, no
lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado, un corazón
quebrantado y humillado tú no lo desprecias.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 5,7-9
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas,
presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la
muerte, cuando en su angustia fue escuchado. El, a pesar de
ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la
consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen
en autor de salvación eterna.
VERSÍCULO El que quiera servirme, que me siga, dice el Señor;
y donde esté yo, allí también Jn 12,26 estará mi servidor.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 12,20-33
En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la
Fiesta había algunos gentiles; éstos, acercándose a Felipe, el
de Betsaid de Galilea, le rogaban:
—Señor, quisiéramos ver a Jesús.
Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a
decírselo a Jesús.
Jesús les contestó: -
438 CICLO B
—Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre.
Os aseguro, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere,
queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama
a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este
mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera
servirme, que me siga y donde esté yo, allí también estará mi
servidor; a quien me sirva, el Padre le premiará.
Ahora mi alma está agitada y, ¿qué diré?: Padre, líbrame de
esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre,
glorifica tu nombre.
Entonces vino una voz del cielo:
—Lo he glorificado y volveré a glorificarlo.
La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un
trueno; otros decían que le había hablado un ángel.
Jesús tomó la palabra y dijo:
—Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a
ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser
echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré
a todos hacía mí.
Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.
Las conmovedoras palabras que escuchamos hoy en el
Evangelio sirven de preludio a la Pasión. Están ambientadas en
el Templo de Jerusalén, a propósito de la solemne entrada de
Jesús como Rey de Paz.
En la primera lectura, Jeremías prenuncia la Nueva Alianza:
Dios (su conocimiento, su voluntad, su perdón) estará en el
centro del corazón del hombre. Para que ello sea realidad,
pedimos en el Salmo un corazón puro. La Carta a los Hebreos
evoca la humanísima experiencia que tuvo Jesús del dolor y la
angustia.
1. — « Queremos ver a Jesús». En la de aquellos peregrinos de
cultura griega que se acercaron al apóstol Felipe, San Juan
escucha la voz de todo el paganismo abierto al Evangelio:
«Queremos ver a Jesús». La expresión «ver» no se limita a los
ojos del rostro. Se refiere, ante todo, a la mirada del espíritu.
Penetrar con inteligencia y corazón en la realidad profunda. Es
lo que el mundo pide —y no otra cosa— a los apóstoles de
siempre: Queremos vera Cristo. Conocerlo. Comprenderlo.
Gozosa responsabilidad de los que tienen oficio y carisma de
cumplir esta Mision
2. — «Si el grano de trigo al caer en tierra no muere... »
Alegoría transparente. Divina fecundidad del Sacrificio. En el
programa de la Salvación no hay más camino que el del
Sacrificio voluntario: servir y seguir al único Salvador por la
Cruz a la Vida. Cuántas veces hemos saboreado la alegoría del
grano de trigo al celebrar la muerte de auténticos servidores y
seguidores de Jesús...
3. — «Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos
hacia mí». La Cruz de Cristo, centro de la Historia. Quienes con
mirada sencilla la descubren, se dejan llevar por su atracción.
«Ser levantado en alto» es expresión característica del Cuarto
Evangelio para significar la crucifixión salvífica de Cristo bajo la
luz teológica de la Gloria (expresión que ya leímos el domingo
pasado en la conversación con Nicodemo). Es «la Hora» de
Jesús. Hora de ser glorificado El y de glorificar al Padre. Pero
también Hora de inmenso dolor. El Cuarto Evangelio expresa
aquí la angustia humana de Jesús (que los Sinópticos
concentran en Getsemaní): «Padre, líbrame de esta Hora...».
Angustia vencida por la Fidelidad a la Misión recibida: «/Pero si
por esto he venido, para esta Hora! Padre, glorifica tu
Nombre.» —Cada vez que decimos
V DOMINGO CUARESMA 439
el Padrenuestro —«santificado» (= glorificado) sea tu
«Nombre»— nos hacemos eco de estos sentimientos del Cristo
doloroso: tan divino, tan humano, tan nuestro.
Escuchamos en el Evangelio unas palabras del Maestro, que
San Juan añade a continuación de su Entrada como Rey de Paz
en Jerusalén. Ensanchan el horizonte de aquel éxito local y
momentáneo (12, 19) a la visión de Cristo Redentor, centro de
toda la Humanidad (12, 32).
1. — « Queremos ver a Jesús». Los hechos que narra el cuarto
Evangelio, además de realidad, suelen ser transparencia de
una idea. En la petición de aquellos peregrinos que buscaban
entrevistarse con el Profeta de Nazaret, San Juan entiende la
voz del mundo pagano abierto al Cristianismo. Eran unos
forasteros de cultura griega, simpatizantes con el Dios de
Israel. Acuden a la mediación precisamente de los dos
apóstoles que llevaban nombre griego: Andrés y Felipe. Este
detalle no carecía de intención en el ambiente helenista de los
lectores de San Juan. «Queremos ver a Jesús». Según el
vocabulario del cuarto Evangelio, la noción de «ver» no se
limita a los ojos del rostro; se refiere, ante todo, a la miradá del
espíritu. Contemplar la realidad profunda de Cristo con
inteligencia limpia y buena disposición de la voluntad. Esta
manera de «ver» es una puerta abierta a la Fe, si no es ya la Fe
misma que se asoma a los ojos. Son incontables, también en el
mundo de hoy, los que siguen diciendo a quienes tienen la
misión de mostrarlo: «Queremos ver a Jesús».
2. — «Si el grano de trigo que cae en tierra no muere...»
Alegoría en miniatura. La «muerte» de la semilla simboliza la
fecundidad del Sacrificio. El Sacrificio es clave del programa
divino de la Salvación del hombre. Por la Vida eterna debes
estar dispuesto a dar la vida temporal (y. 25). Si quieres servir
a Cristo, tienes que seguirlo: por su camino a la Gloria, que
pasa por la Cruz (y. 26).
3. — « Y cuando yo habré sido levantado de la tierra, atraeré a
todos hacia mí». Inmensa profecía que, bajo el signo del Hijo
del Hombre «elevado»; junta en una única perspectiva la Cruz,
la Gloria y el Reino universal de Cristo. Juan evangelista
destaca aquí en primer plano la «elevación» o Exaltación de la
Cruz (y. 33). Hora de indecible sufrimiento, cuya inminencia
provoca angustias de Getsemaní (y. 27 y segunda lectura). «La
Hora» de Jesús (y. 23). La de la máxima Glorificación del Padre
(y. 28). La que libera al mundo del dominio del Mal (y. 31). La
Hora del Sacrificio, cuando en la Sangre de Cristo se sella la
eterna Alianza entre la Humanidad y Dios (primera lectura).
«Atraeré a todos hacia mí». Cristo Redentor, «elevado» por el
Sacrificio-hecho-Gloria, es la alta cumbre divina adonde
estamos llamados todos y cada uno de los hombres.
A través del Evangelio de Juan, Jesús habla de la fecunaidad
del Sacrificio. Faltaba poco para subir al Calvario.
Jeremías anuncia la «Nueva» Alianza. Purificado de raíz, el
«corazón» del hombre se identificará, desde su interior
libertad, con la Ley de Dios. Dios y cada hombre serán
recíproca entrega, mutuo conocimiento. — A partir de la Ultima
Cena (Lc 22, 20), la «Nueva Alianza», en sí escatológica, se nos
ha hecho ya presente en
440 CICLO B
aliento de progresiva realización. Cada asamblea eucarística la
actualiza.
De una larga instrucción de la Carta a los Hebreos sobre el
Sacerdocio de Cristo, leemos unas palabras que aluden a su
angustia en Getsemaní, su filial obediencia, la perfección y
fecundidad de su Acción salvadora.
La escena del Evangelio se desarrolla, según Juan, a raíz de la
manifestación del Domingo de Ramos, quizá en el Templo.
Unos «griegos» (paganos o prosélitos extranjeros) piden VER A
JESUS. En el lenguaje significativo de Juan, «ver» quiere decir
entrar en contacto personal de simpatía. Atraídos por Jesús, ya
están en el unibral de la Fe, o más adentro. -
En la de ellos, Juan escucha la voz del mundo pagano que
necesita VER A JESUS. Nada enriquecería tanto la cultura de la
humanidad como el conocimiento universal de Jesucristo.
Como respuesta al ruego de aquellos peregrinos, el Evangelio
pone en boca del Maestro un ardiente soliloquio, del que
leemos los siguientes pensamientos:
a) Ha llegado «la Hora» (y. 23). Jesús solía hablar con emoción
de «su Hora>’ Un 2, 4; 17, 1, etc.). La que reveló el sentido de
su existencia. La de su «Cruz gloriosa», en cuanto centro de
irradiación de la Gloria de Dios en él, y por él al mundo. El
gesto de simpatía de aquellos gentiles presignificó esta
Glorificación universal, que Jesús contempla gozosamente en
espíritu.
b) El grano de trigo (y. 24). Alegoría transparente. Preciosa. La
Muerte de Cristo, germen de una infinita cosecha de Salvación.
c) Para obtener la Vida (eterna), hay que entregar la vida
(temporal). Vers. 25. Axioma en forma de paradoja, que el
Maestro solía repetir (Mt 10, 39; 16, 25, etc.). Los antiguos
cristianos lo entendieron como invitación al martirio. (Toda
fidelidad cristiana es «martirial»).
d) «Servir a Cristo» (= ser discípulo suyo) consiste en seguirle.
Se entiende, por contexto, que hay que seguirle por la Cruz a
la Gloria (que dará el Padre). Es un reflejo de otro axioma que
solía repetir el Maestro (véase Mt 16, 24).
e) Presentimiento de la agonía de Getsemaní (vers. 27-28 a).
Jesús no era estoico. Le angustia el horror del inminente
suplicio. Asoma la tentación de evadirse, rogando al Padre que
se lo dispense. Pero reacciona al punto, centrando la voluntad
en un único ideal: la Gloria divina.
f) Respuesta del Cielo (y. 28 b). Mejor que el «ángel» de
Getsemaní (Lc 22, 23), el mismo Padre le asegura que su
Sacrificio va a ser el centro de la Glorificación divina (glosar la
idea a base de Jn 17, 1-5).
g) Ambigüedad de los signos exteriores (y. 29). No sin
intención, el evangelista anota que entre el pueblo allí
presente muchos oyeron y no entendieron. Quiere insinuar que
la Fe requiere una disposición personal, que aquellos no tenían.
h) La hora del Juicio (y. 30-321). En la Cristología de Juan, la
Muerte-y- Glorificación de Cristo anticipa radicalmente el Juicio
escatológico de condenación contra el Príncipe del Mal y sus
seguidores (glosar con 16, 5-11 y con la advertencia a
Nicodemo: 3, 18-20).
i) Cristo «elevado», centro de atracción del universo (y. 32-33).
En el Cuarto Evangelio, la contemplación de la preeminencia
de Jesús Glorioso se concentra en la «mirada» (19, 37) de Fe
salvífica (3, 14-15) a su Crucifixión, cuando fue «elevado»
sobre el mundo a manera de una entronización real (19, 19-
22). Siguo y realidad de un
Y DOMINGO CUARESMA 441
infinito Amor, Jesucristo voluntariamente-crucificado (ya de
hecho Glorificado), será eternamente el centro del universo.
Los que desde ahora lo ven y se dejan atraer por él, anticipan
esta realidad eterna.
Como epílogo de la entrada en Jerusalén, el Evangelio de Juan
ve en la iniciativa de aquellos extranjeros el signo de una
nueva humanidad puesta bajo el influjo de la atracción de
Cristo, y resume en frases concisas lo que pensaba y sentía
Cristo al empezar «la Hora» de su Pasión glorificante.
Más allá de la reprobación y ruina contemporánea de Jeremías,
su Libro anuncia para el futuro mesiánico del pueblo de Dios la
gloria de una «Nueva Alianza». De los varios aspectos con que
la describe en otros contextos (perennidad, universalidad,
etc.), hoy leemos el más impresionante: Dios infundirá en la
intimidad (o «corazón») de cada persona —purificándola de los
pecados— su conocimiento práctico y el sentido de su Voluntad
(o «Ley»). El profeta saborea ya en esperanza la teología y
psicología cristiana del Espíritu, en la que la Voz del Sinaí y del
Sermón de la Montaña habla desde dentro: desde la más
sincera personalidad, hecha insobornable conciencia de Fe.
Quien no la reconociese, no estaría aún de veras en la Nueva
Alianza. Responsabilizado de su culpa, el hombre implora en el
Salmo interleccional la «creación» en sí de esta intimidad
transparente («un corazón puro») santificada por el Espíritu de
Dios.
La Carta a los Hebreos es toda ella una sinfonía de reflexiones
en torno al tema de la Nueva Alianza (p. ej., 8, 6-13; 10, 1-18).
El inciso que leemos se refiere (en correspondencia al
Evangelio de hoy) a la angustia que sintió Jesús ante la Pasión.
Compartió con nosotros la aleccionadora experiencia de cuán
desgarrador puede resultar a veces, también en la Nueva
Alianza, hacér nuestra en pensamiento y obra la Voluntad del
Padre que nos habla desde dentro.
El cuarto Evangelio sitúa la escena que evocamos hoy al
término de la entrada en Jerusalén, el domingo de ramos. Fiel a
su método, Juan transfigura una sencilla anécdota, iluminando
con reflejo cristológico cada gesto y palabra. Unos peregrinos
«griegos», es decir, no judíos (simpatizantes con el judaísmo, o
«prosélitos»), sienten la curiosidad de entrevistarse con el
héroe de la jornada. Buscan entre los apóstoles un puente para
conseguirlo. Intervienen precisamente los dos de nombre
griego:
Felipe y Andrés (Juan escribe para comunidades helenistas, y
estos detalles les resultan amables). Piden una sola cosa:
«queremos ver a Jesús». Es lo principal o único que, al criterio
de Juan, el mundo espera del apóstol. En su mentalidad, «ver»
induce connaturalmente a creer y a dar testimonio.
La anécdota queda en el aire, pues no tiene más objeto que
introducir una densísima elevación doctrinal del Señor. Indice
de temas:
a) Vers. 23. «Ha llegado la Hora». Según el cuarto Evangelio,
esta «Hora» de Jesús comprende, en única y simultánea
perspectiva de Gloria divina, la Pasión y la
Resurrección/Ascensión.
b) V. 24. Parábola del grano-sembrado. Ilustra la fecundidad
soteriológica del Sacrificio. Comparar con Is 53, 10-11 y Mt 26,
28 («... por una multitud»).
c) V. 25. Axioma muy repetido en el Evangelio: Por la Vida
(eterna) hay que dar
442 CICLO B
la vida (temporal).
d) V. 26. El «servidor» de Jesús tiene que ser «seguidor» suyo.
En plena participación de su misterio salvador. En la Cruz como
en el gozo del Padre.
e) V. 27-28 a. Síntesis anticipada de la «agonía» (= lucha
íntima) de Getsemaní. El ideal de la Gloria del Padre se
sobrepone al temor de la Cruz.
f) V. 31. La Pasión, victoria sobre el «mundo» o reino del
pecado y su animador, Satanás.
h) V. 32-33. Cristo crucificado + glorificado ( 3, 14-15), centro
de atracción de todos los hombres. Aquellos «griegos» eran
símbolo primicial. El Señor ve en espíritu «la multitud» de los
redimidos buscando un apóstol para decirle:
queremos ver a Jesús.
DOMINGO DE RAMOS
EVANGELIO
Lectura del Santo evangelio según san Marcos 11,1-lo
Se acercaban a Jerusalén, por Betfagé y Betania, junto al
monte de los Olivos, y Jesús mandó a dos de sus discípulos,
diciéndoles:
—Id a la aldea de enfrente y, en cuanto entréis, encontraréis
un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y
traedlo. Y, si alguien os pregunta por qué lo hacéis,
contestadle:
»El Señor lo necesita, y lo devolverá pronto.»
Fueron y encontraron el borrico en la calle atado a una puerta;
y lo soltaron. Algunos de los presentes les preguntaron:
—e Por qué tenéis que desatar el borrico?
Ellos le contestaron como había dicho Jesús; y se lo
permitieron.
Llevaron el borrico, le echaron encima los mantos, y Jesús se
montó. Muchos alfombraron el camino con sus mantos, otros
con ramas cortadas en el campo. Los que iban delante y
detrás, gritaban:
— ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! Bendito el reino
que llega, el de nuestro padre David. ¡Viva el Altísimo!
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 14,1—
15,47
[ dos días para la Pascua y los Ácimos. Los sumos sacerdotes y
los letrados pretendían prender a Jesús a traición y darle
muerte. Pero decían:
5. —No durante las fiestas; podría amotinarse el pueblo.
C. Estando Jesús en Betania, en casa de Simón, el leproso,
sentado a la mesa, llegó una
444 CICLO B
mujer con un frasco de perfume muy caro, de nardo puro;
quebró el frasco y se lo derramó en la cabeza. Algunos
comentaban indignados:
5. — qué viene este derroche de perfume? Se podía haber
vendido por más de trescientos denarios para dárselo a los
pobres.
C. Y regañaban a la mujer. Pero Jesús replicó:
—Dejadia, ¿por qué la molestáis? Lo que ha hecho conmigo
está bien. Porque a los pobres los tenéis siempre son vosotros
y podéis socorrerlos cuando queráis; pero a mí no me tenéis
siempre. Ella ha hecho lo que podía: se ha adelantado a
embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Os aseguro que, en
cualquier parte del mundo donde se proclame el Evangelio, se
recordará también lo que ha hecho ésta.
C. Judas Iscariote, uno de los Doce, se presentó a los sumos
sacerdotes para entregarles a Jesús. Al oírlo, se alegraron y le
prometieron dinero. El andaba buscando ocasión propicia para
entregarlo.
El primer día de los ácimos, cuando se sacrificaba el cordero
pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:
S. — quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?
C. El envió a dos discípulos, diciéndoles:
—Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro
de agua; seguidlo, y en la casa en que entre, decidle al dueño:
< Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a
comer la Pascua con mis discípulos?
Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada
con divanes. Preparadnos allí la cena.
C. Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad,
encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de
Pascua. Al atardecer fue él con los Doce. Estando a la mesa
comiendo dijo
Jesús:
—Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar: uno que
está comiendo conmigo.
C. Ellos, consternados, empezaron a preguntarle uno tras otro:
5. — yo?
C. Respondió:
—Uno de los Doce, el que está mojando en la misma fuente
que yo. El Hijo del hombre se va, como está escrito; pero, ¡ay
del que va a entregar al Hijo del hombre!; ¡más le valdría no
haber nacido!
C. Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición,
lo partió y se lo dio, diciendo:
—Tomad, esto es mi cuerpo.
C. Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio
y todos bebieron. Y les dijo:
—Esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por
todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid
hasta el día que beba el vino nuevo en el Reino de Dios.
C. Después de cantar el salmo, salieron para el Monte de los
Olivos. Jesús les dijo:
—Todos vais a caer, como está escrito: Heriré al pastor y se
dispersarán las ovejas. Pero cuando resucite, iré antes que
vosotros a Galilea.
C. Pedro replicó:
S. —Aunque todos caigan, yo no.
C. Jesús le contestó:
—Te aseguro, que tú hoy, esta noche, antes que el gallo cante
dos veces, me habrás negado tres.
C. Pero él insistía:
S. —Aunque tenga que morir contigo, no te negaré.
C. Y los demás decían lo mismo.
C. Fueron a una finca, que llaman Getsemaní, y dijo a sus
discípulos:
—Sentaos aquí mientras voy a orar.
C. Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, empezó a sentir terror
y angustia, y les dijo:
DOMINGO DE RAMOS 445
—Me muero de tristeza: quedaos aquí velando.
C. Y, adelantándose un poco, se postró en tierra pidiendo que,
si era posible, se alejase de él aquella hora; y dijo:
— (Padre): tú lo puedes todo, aparta de mí ese cáliz. Pero no lo
que yo quiero, ‘sino lo que tú quieres.
C. Volvió, y al encontrarlos dormidos, dijo a Pedro:
—Simón, ¿duermes?, ¿no has podido velar ni una hora? Velad y
orad, para no caer en la tentación; el espíritu es decidido, pero
la carne es débil.
C. De nuevo se apartó y oraba repitiendo las mismas palabras.
Volvió, y los encontró otra vez dormidos, porque tenían los ojos
cargados. Y no sabían qué contestarle. Volvió y les dijo:
—Ya podéis dormir y descansar. ¡Basta! Ha llegado la hora;
mirad que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de
los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me
entrega.
C. Todavía estaba hablando, cuando se presentó Judas, uno de
los Doce, y con él gente con espadas y palos, mandada por los
sumos sacerdotes, los letrados y los ancianos. El traidor les
había dado una contraseña, diciéndoles:
5. —Al que yo bese, es él: prended y conducid bien sujeto.
C. Y en cuanto llegó, se acercó y le dijo:
5. —!Maestro!
C. Y lo besó. Ellos le echaron mano y lo prendieron. Pero uno de
los presentes, desenvainando la espada, de un golpe le cortó la
oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús tomó la palabra y les
dijo:
— salido a prenderme con espadas y palos, como a caza de un
bandido? A diario os estaba enseñando en el templo, y no me
detuvisteis. Pero, que se cumplan las Escrituras.
C. Y todos lo abandonaron y huyeron.
Lo iba siguiendo un muchacho envuelto sólo en una sábana; y
le echaron mano; pero él, soltando la sábana, se les escapó
desnudo.
Condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote, y se reunieron
todos los sumos sacerdotes y los letrados y los ancianos. Pedro
lo fue siguiendo de lejos, hasta el interior del patio del sumo
sacerdote; y se sentó con los criados a la lumbre para
calentarse.
Los sumos sacerdotes y el sanedrín en pleno buscaban un
testimonio contra Jesús, para condenarlo a muerte; y no lo
encontraban. Pues, aunque muchos daban falso testimonio
contra él, los testigos no concordaban. Y algunos, poniéndose
en pie, daban testimonio contra él diciendo:
5. —Nosotros le hemos oído decir: «Yo destruiré este templo,
edificado por hombres, y en tres días construiré otro no
edificado por hombres.))
C. Pero ni en esto concordaban los testimonios.
El sumo sacerdote se puso en pie en medio e interrogó a Jesús:
5. —ENo tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos
que levantan contra ti?
C. Pero él callaba, sin dar respuesta. El sumo sacerdote lo
interrogó de nuevo preguntándole:
5. — tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?
C. Jesús contestó:
—Sí, lo soy. Y veréis que el Hijo del hombre está sentado a la
derecha del Todopoderoso y que viene entre las nubes del
cielo.
C. El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras diciendo:
5. — falta hacen más testigos? Habéis oído la blasfemia. ¿Qué
decís?
C. Y todos lo declararon reo de muerte. Algunos se pusieron a
escupirlo, y, tapándole la cara, lo abofeteaban y le decían:
5. —Haz de profeta.
C. Y los criados le daban bofetadas.
446 CICLO B
Mientras Pedro estaba abajo en el patio, llegó una criada del
sumo sacerdote y, al ver a Pedro calentándose, lo miró
fijamente y dijo:
S. —También tú andabas con Jesús el Nazareno.
C. El lo negó diciendo:
S. —Ni sé ni entiendo lo que quieres decir.
C. Salió fuera al zaguán, y un gallo cantó.
La criada, al verlo, volvió a decir a los presentes: -
S. —Este es uno de ellos.
C. Y él lo volvió a negar.
Al poco rato también lós presentes dijeron a Pedro:
S. —Seguro que eres uno de ellos, pues eres galileo.
C. Pero él se puso a echar maldiciones y a jurar:
5. —No conozco a ese hombre que decís.
C. Y en seguida, por segunda vez, cantó el gallo. Pedro se
acordó de las palabras que le había dicho Jesús: »Antes de que
cante el gallo dos veces, me habrás negado tres’>, y rompió a
llorar.]
Apenas se hizo de día, los sumos sacedotes con los ancianos,
los letrados y el sanedrín en pleno, prepararon la sentencia; y,
atando a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato.
Pilato le preguntó:
5. — tú el rey de los judíós?
C. El respondió:
—Tú lo dices.
C. Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas.
Pilato le preguntó de nuevo:
5. —ENo contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan.
C. Jesús no contestó más; de modo que Pilato estaba muy
extrañado.
Por la fiesta solía soltarse un preso, el que le pidieran. Estaba
en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían
cometido un homicidio en la revuelta. La gente subió y empezó
a pedir el indulto de costumbre.
Pilato les contestó:
5. — que os suelte al rey de los judíos?
C. Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado
por envidia.
Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que
pidieran la libertad de Barrabás.
Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó:
5. — hago con el que llamáis rey de los judíos?
C. Ellos gritaron de nuevo:
S. —Crucifícalo.
C. Pilato les dijo:
5. —Pues, ¿qué mal ha hecho?
C. Ellos gritaron más fuerte:
5. —Crucifícalo.
C. Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás,
y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo
crucificaran.
Los soldados se lo llevaron al interior del palacio —al pretorio—
y reunieron a toda la compañía. Lo vistieron de púrpura, le
pusieron una corona de espinas, que habían trenzado, y
comenzaron a hacerle el saludo:
5. — rey de los judíos!
C. Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y,
doblando las rodillas, se postraban ante él. Terminada la burla,
le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para
crucificarlo. Y a uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón
de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar
la cruz.
Y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de »La
Calavera»), y le ofrecieron vino
DOMINGO DE RAMOS 447
con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificarón y se repartieron
sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se lleva cada
uno.
Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la
acusación estaba escrito: El rey de los judíos. Crucificaron con
él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así
se cumplió la Escritura que dice: «Lo consideraron como un
malhechor.»
Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:
S. — tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días,
sálvate a ti mismo bajando de la cruz.
C. Los sumos sacerdotes se burlaban también de él diciendo:
S. —A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar. Que el
Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo
veamos y creamos.
C. También los que estaban crucificados con él lo insultaban.
Al llegar al mediodía toda la región quedó en tinieblas hasta la
media tarde. Y a la media tarde, Jesús clamó con voz potente:
—Eloí, Eloí, lamá sabaktaní. C. (Que significa:
—Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?)
C. Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
S. —Mira, está llamando a Elías.
C. Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre,
la sujetó a una caña, y le daba de beber diciendo:
S. —Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo.
C. Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró.
El velo del templo se rasgó en dos, de arriba a abajo.
El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado,
dijo:
5. —Realmente este hombre era Hijo de Dios.
[ Había también unas mujeres que miraban desde lejos; entre
ellas María Magdalena, María la madre de Santiago el Menor y
de José, y Salomé, que, cuando él estaba en Galilea, lo seguían
para atenderlo; y otras muchas que habían subido con él a
Jerusalén.
Al anochecer, como era el día de la Preparación, víspera del
sábado, vino José de Arimatea, noble magistrado, que también
aguardaba el Reino de Dios; se presentó decidido ante Pilato y
le pidió el cuerpo de Jesús.
Pilato se extrañó de que hubiera muerto ya; y, llamando al
centurión, le preguntó si hacía mucho tiempo que había
muerto. Informado el centurión, concedió el cadáver a José.
Este compró una sábana y lo puso en un sepulcro, excavado en
una roca, y rodó una piedra a la entrada del sepulcro.
María Magdalena y María, la madre de José, observaban dónde
lo ponían.]
DOMINGO DE RAMOS. La multitud de peregrinos acampados en
las afueras de Jerusalén quisieron acompañar a Jesús hasta la
Ciudad y el Templo, vitoreándolo como restaurador de la
Dinastía de David. Con el gesto de montar en un asnillo, el
Señor transforma la comprometedora manifestación en cuadro
plástico del vaticinio con que el profeta Zacarías había
anunciado la Entrada en Jerusalén del Rey de la Paz (Zac 9, 9-
10). En efecto, los jefes belicosos montaban a caballo o en
carros de combate. El Domingo de Ramos actualiza todos los
años aquella manifestación conforme al significado profético
que le dio Jesús. Nuestra Bendición y Procesión de las palmas,
gozo de los niños, es celebración cristiana de la no-violencia.
448 CICLO B
DOMINGO DE PASIÓN. La Alianza de Paz con Dios y entre todos
tos hombres la estableció Jesús en su propia Sangre (Ef 2, 13-
18). Una vez para siempre con el Sacrificio de la Cruz. Siempre
como la única vez en el Misterio de la Eucaristía. Ambos
aspectos, Eucaristía y Cruz se incluyen en la Historia de la
Pasión, que abarca desde la última Cena hasta la Sepultura. La
Historia de la Pasión es centro focal de todo el Evangelio. Los
cuatro evangelistas glosaron un mismo relato previo, casi
esquemático, que debió de ser uno de los documentos más
antiguos del cristianismo. Este año se lee el texto de San
Marcos.
A. — En la narración de la ULTIMA CENA, todo confluye a un
momento principal: Jesús ha de celebrar con sus Discípulos el
Convite de Pascua. PASCUA es Redención. Paso de la
servidumbre bajo los Faraones al servicio del Dios que libera.
Del largo Convite Pascual, el Evangelio sólo destaca la
eucaristización y entrega del Pan y del Cáliz. Signo y Realidad
del Sacrificio con que el Hijo de Dios establece su Alianza con
el Padre y entre todos los hombres. La Iglesia es, en la tierra,
espacio de esta Alianza. Las palabras de su Consagración y
Donación eucarística fueron, en labios de Jesús, el acta
fundacional de la Iglesia.
B. — El relato de la PASION sigue paso a paso las tres etapas
del Martirio:
prendimiento, proceso, ejecución. Expolio de la libertad, del
derecho, de la vida. La oración preparatoria de Getsemaní lo
eleva todo a Misterio de Amor: es el «Cáliz» que el Padre —el
«Abbá»— pone en labios de su Hijo... Desde la generación
apostólica, los cristianos han visto en el de la Pasión su propio
camino. Vocación a compartir el «Cáliz» del Señor. Y han
concentrado en la meditación de estas páginas toda su Fe en el
Cristo de la Cruz —del sacrificio voluntario— único que nos
lleva a la Victoria sobre el Pecado, a la Justicia, a la Gloria.
PAUTA DE LECTURA
DE LA PASIÓN SEGUN SAN MARCOS
Marcos, discípulo y colaborador de San Pedro, nos ha dejado el
relato de la Pasión más directo, conciso y ocular. Vértice de su
Evangelio, cuyas líneas convergen todas hacia el momento en
que el centurión romano afirma ante la Cruz que aquel Hombre
es Hijo de Dios. Marcos cuenta la Pasión a su Iglesia —la de
Pedro y los demás Apóstoles— que la está reviviendo en su
propia carne. Procura que todos los episodios sean lección de
experiencia cristiana.
El relato constata los hechos en estilo de acta. Como es normal
en las «Actas de Mártires», los hechos se desarrollan en tres
etapas: el arresto, el proceso, la ejecución. Con el fin de
iluminar su hondo sentido teológico, al Acta de la Pasión y
Muerte se antepone la de la Cena pascual-eucarística. El
Convite de Betania sirve de preludio a ambas secciones.
1. ACTA DE LA PASIÓN Y MUERTE
1. — El arresto o «prendimiento». Ambientado en Getsemaní.
La Oración de Getsemaní enlaza el misterio del Cenáculo con el
del Calvario. La misma palabra «cáliz», que hace un momento
tuvo sabor de Eucaristía (14, 23), se refiere ahora (14,
DOMINGO DE RAMOS 449
36) al Martirio (= 10, 38). El Hijo de Dios, el que habla a su
Padre con aquel vocativo
—Abbá— que los hebreos decían sólo a su padre terreno en
clima de familia, siente ante el dolor la sincera dificultad de la
«carne» o naturaleza humana. Puesto en la Tentación, avisa a
la Iglesia tentada que la «carne» (el hombre) es débil, y le hace
falta, para contar con la fuerza del Espíritu, entregarse a la
Oración en vez de «dormir y descansar» (14, 37-41).
Para el Mártir que lo acepta voluntario, el instante del arresto
significa la ezperiencia de ver inmolada su libertad. El apóstol
de laespada cae en la equivocación de cubrir la falta de
Espíritu con la violencia. Todos los discípulos se manifiestan
«carne débil». Lo del adolescente de la sábana tal vez sea un
emotivo recuerdo del mismo Marcos. El Traidor se ha dejado
arrastrar hasta las últimas consecuencias de una prolongada
negación de Fidelidad a quien lo había elegido.
2. — En el Proceso, el candidato a mártir da el Testimonio de la
Verdad que le ha de costar la vida, O, por el contrario, lo niega.
El Evangelio yuxtapone el Testimonio de Jesús y las Negaciones
de Pedro.
Ante la suprema representación de Israel, rompiendo el silencio
mantenido hasta entonces, Jesús afirma ser el Hijo de Dios.
Mesías escatológico a nivel estrictamente divino. Síntesis de la
Cristología de San Marcos (1, 1). Lo declaran reo de muerte por
blasfemia. Sentencia pre-determinada ((14, 55), irregularidad
de procedimiento, malos tratos. «El Justo en manos de los
injustos».
Fue el mismo Pedro quien procuró que se incorporase al Acta
de la Pasión, para aviso de otros, el episodio de sus negaciones
y su penitencia. Carne débil, confiaba en su propia fuerza (14,
29-31). Durmió en Getsemaní.
No teniendo facultad de llevar a término la sentencia de
muerte, los del Sanedrín acuden al Prefecto romano. Saben
que no le va a interesar una acusación de orden religioso, y la
revisten de expresión política. Desde este punto sólo se habla
de «el Rey de los Judíos». Pilato ve el juego, pero no le
conviene indisponerse con quienes controlan el peligroso
pueblo de Jerusalén. Se rebaja hasta parangonar el inocente
con un asesino. Negociando una transacción con la injusticia,
acaba por aceptarla. Otra escena de malos tratos, más cruel
que la anterior. La fisonomía de Pilato ha tenido siempre una
maligna capacidad de contagio.
3. — En la historia de un mártir, el momento principal es la
Muerte. Marcos dibuja un Calvario de severidad impresionante.
Se lee al trasluz el Salmo 22. Reitera las palabras «cruz» y
«crucificar»; su sola mención condensaba, para los lectores de
entonces, toda imaginable posibilidad de vilipendio, despojo y
tormento. Marcos saborea la Teología de la Cruz. Es la
experiencia de San Pedro, que tpvo que «convenir» a ella sus
precedentes ilusiones de mesianismo terreno. Como signos de
actitud cristiana, Marcos menciona al principio a Simón de
Cirene, y al fin al grupo de mujeres que «seguían y servían» al
Maestro. Y, sobretodo, al Centurión: primicias de la Fe que
amanece en la contemplación de Cristo Crucificado (1 Cor 1,
23-24).
El relato evangélico de la Pasión se prolonga necesariamente
hasta la Sepultura.
En efecto, para la primitiva Comunidad Apostólica, aquel
Sepulcro-vacío de
Jerusalén (Mc 16, 6) era monumento y lugar de celebración del
Misterio Cristiano. El
Misterio de que en la Muerte-con-Cristo está la Vida y en su
Cruz la Gloria. Sin la
experiencia segura de la Gloria del Resucitado no se hubiese
escrito l historia de su
Pasión.
450 CICLO B
II. ACTA DE LA CENA PASCUAL-EUCARÍSTICA
El relato evangélico de la Cena (14, 12-26) se antepone al de la
Pasión para iluminar su profundo sentido, que no fue el de una
tragedia sobrevenida sino el de un SACRIFICIO libremente
aceptado. Jesús Redentor se entrega a Sí mismo por nosotros.
Su Sangre derramada —su Vida voluntariamente ofrecida—
consagra la eterna Alianza de comunión entre Dios y la
Humanidad. Darse o entregarse por otro es la sinceridad del
amor (Gal 2, 20). En el Sacrificio de la Cruz y la Eucaristía se
nos revela infinito el Amor de Dios, hecho presente e íntimo a
cada uno de los hombres en Jesucristo.
A manera de preludio, la unción de Betania (14,2-9) simboliza
la respuesta del corazón humano a Jesucristo. Respuesta del
corazón, cuyas expresiones concretas pueden extrañar a veces
a quienes no conocen el lenguaje de la gratitud.
En la liturgia de este domiúgo, la Palabra evangélica presenta
dos centros de interés: a) la memoria de la Entrada del Mesías
en Jerusalén; b) el acta de su Pasión.
A. — Desde la primera perspectiva, es DOMINGO DE RAMOS.
Día de gozo para los niños. Jesús aprobó que los niños, dóciles
a su instinto divino, le aclamasen. Aunque ello molestó
aalgunos (Mt 21,16). El paso de Cristo por medio de su pueblo
fue alternancia de humillación y gloria. En su caminar místico
por la historia sucede lo mismo. La Liturgia de hoy saborea
ambos aspectos.
Aquella Entrada en Jerusalén fue un signo de afirmación y de
rectificación:
1. — La afirmación de que Jesús es «el Hijo de David».
Expresión popular judía del concepto «MESIAS». Destinado,
según las Escrituras, a ser Rey de Israel. Y de todos los pueblos
de la tierra, convergentes en unidad de espíritu bajo la luz de
Sión. Según las profecías, Jerusalén tenía que ser hogar y
corazón del mundo. No es ilícito esperar que algún día se
cumpla el deseo de Dios. Heroicamente fiel a su misión
(consciente del inmediato fracaso: Lc 19,41-44), Jesús Mesías
cumple el deber de tomar posesión «en signo» de su Ciudad y
Templo. Por cortejo real, el pueblo de los humildes.
2. — Simultáneamente, aquella toma-de-posesión en signo fue
una rectificación. El agua del Mesianismo bíblico, al fluir
durante siglos por su Tierra, se había contaminado. Así la bebía
el pueblo, a través de un magisterio decadente. La vocación a
una primacía universal de Espíritu se degradaba en esperanza
de imperio. Errores internos, injusticias y opresión extranjera
excitaban en el pueblo contemporáneo de Jesús una amalgama
teocrático-nacionalista en progresiva impaciencia de desquite.
Flotaba en el aire la bienaventuranza de la violencia. Cualquier
personalidad preeminente en el pueblo corría el riesgo de
cristalizar en líder de la misma.
Jesús bordeó el peligro. Presentarse en Jerusalén rodeado de
una multitud que vitorea la restauración del Reino de David, no
podía menos de aparecer a miradas críticas como un reto al
Poder instalado, a favor de otro Poder. Siempre en solidaridad
con los anhelos de su pueblo, Jesús procuraba elevarlo, desde
dentro, por encima de sus errores. Maestro en la pedagogía de
los signos, transfiguró con un sencillo gesto aquella
manifestación en representación plástica de una Profecía de
Paz.
DOMINGO• DE RAMOS 451
Para comprenderlo, basta recordar el himno mesiánico del
Deutero-Zacarías (9,9-10). ¡Exulta!, le dice a Jerusalén: ¡viene
tu Rey! Hará que desaparezcan de la tierra los carros de
combate, los caballos, las armas. «Proclamará la Paz a las
Naciones» (vers. lOb). En Oriente (como en todas partes) las
ideas entran por los ojos. El caballo era montura de guerreros.
Cuando el Profeta dice que el Mesías entrará a tomar posesión
de su Ciudad montado en un asnillo, quiere significar en idílica
paradoja que será un Rey sin ejército. Que no vendrá a
suprimir la guerra con la guerra, sinó a hacerla imposible con la
no-violencia activa de la Paz.
El relato evangélico subraya que fue Jesús mismo quien mandó
introducir en escena el jumento. Quería mostrar plásticamente
que estaba realizando la profecía. Los israelitas sabían la
Escritura casi de memoria de tanto oírla en la sinagoga. A la
luz de la Biblia, el signo del asno transfiguró aquella
manifestación en comentario a la Bienaventuranza de la Paz.
Con este sentido evangélico, el mensaje del Domingo de
Ramos sigue siendo de sincera actualidad.
B. — Terminada la evocación de la Entrada en Jerusalén y
conforme a la perspectiva principal de los textos bíblicos de la
Misa, este domingo es DE PASION. Escuchamos su relato
evangélico según uno de los tres Sinópticos. Este año
corresponde el de Marcos. Durante la Acción litúrgica del
Viernes Santo se proclama todos los años el de Juan.
En el relato evangélico de la Pasión cristalizó la palabra viva
con que los testigos fueron repitiendo durante años las
circunstancias del hecho más impresionante de la vida terrena
de Jesús: el de que murió crucificado. La Memoria se hacía
Presencia cada día en el Misterio de la Fracción del Pan.
Los Discípulos jamás se hubieran complacido en recordar una
crucifixión por sí misma. Era horror y escándalo. Si
contemplaban la de Jesús, era desde la experiencia vivida de
su Resurrección. Profundizando en las Escrituras,
comprendieron que todo había sido preordenado por la
Sabiduría de Dios. La tan anunciada Gloria del Mesías tenía que
realizarse en el Dolor. Reconocieron que la causa de ello está
en los pecados del mundo. En «nuestros pecados» (1 Cor 15,3).
Al principio, el relato escrito de la pasión fue breve, casi
esquemático. Al estilo de un «acta». Anticipando el posterior
lenguaje eclesiástico, podría intitularse: Acta del Martirio de
Jesús. Luego cada uno de los cuatro evangelistas lo enriqueció
añadiendo pormenores y recalcando los valores doctrinales que
consideraba de mayor interés.
El núcleo del «acta» consta de tres momentos: el arresto, el
proceso, la ejecución.
1. — El arresto es el momento en que se arranca al hombre su
libertad. Los evangelistas pusieron en evidencia el pre-
conocimiento con que se entrega voluntariamente Jesús.
Estigmatizaron la infidelidad del mal discípulo.
2. — El «proceso» es doble: a) ante un simulacro del tribunal
religioso; b) ante el poder civil. Domina el tema (frecuente,
p.ej., en el Salterio) del Justo juzgado por los injustos. Los
evangelistas acentúan la responsabilidad (moral) de Caifás y
los suyos por encima de la (jurídica) de Pilato. Es cuestión de
perspectiva, que duele a nuestros hermanos judíos. Para hablar
de ello sin ofender, hace falta conocimiento de la situación
histórica, objetividad y caridad.
3. — La ejecución se describe con la sublime sencillez de una
Fe pura. Por ser Hijo de Dios, «fue crucificado». El amor, el arte
y la teología nunca agotarán aquí su capacidad de
contemplación.
452 CICLO B
Las redacciónes evangélicas de la Pasión fueron escritas en
ambiénte de Iglesia perseguida. Reflejan sobre ella su valor de
«ejemplaridad». Cristo, el Mártir perfecto. Pedro, el «lapso» (o
caído) por imprudencia, que sabe levantarse y llorar. Judas, el
fracasado, pero no penitente. Cada una de las demás figuras
es signo de una característica actitud. También la de las santas
mujeres, fuertes por el amor activo de Fe.
A la del Sacrificio en la Cruz, precede el «acta’> de la Cena
Pascual-Eucarística. Ambas se iluminan recíprocamente. En las
predicciones y relato de la Pasión, da unidad a las diversas
circunstancias la afirmación (incesantemente repetidá en el
texto original) de que «fue entregado». En la Cena Pascual-
Eucarística Jesús se adelanta y sobrepone a quienes «le
entregan» entregándose a sí mismo. Tomad. Esta es mi Carne.
Mi sangre. En realista expresividad hebrea: todo mi Ser. DAR-SE
por el Bien del otro es la perfecta identidad del Amor. Y en esto
se resume toda la historia de la Pasión.
El centro de las lecturas bíblicas de este domingo es la Pasión
según San Marcos.
La acompañan dos textos en perspectiva profética y uno en
reflexión cristiano- apostólica. De Isaías, una parte del tercer
Cántico del «Siervo de Yahvé’>: dócil alumno de Dios y firme
Maestro del mundo. Del Libro de los Salmos, unos versos del
21: la plegaria del mártir que confía en Dios (la que el Salvador
rezó en su extrema agonía). De la Carta a los Filipenses, el
himno a Jesucristo Dios y Hombre, humillado hasta la cruz y
Señor del universo. Son textos ya conocidos, idénticos en los
tres ciclos litúrgicos.
La historia de la PASIÓN constituye la parte más antiga y
proporcionalmente extensa de los Evangelios escritos. Cuando
se reunían los primeros grupos de discípulos para celebrar el
Memorial de Jesús, lo que principalmente evocaban los testigos
eran los hechos y circunstancias de su Hora suprema. Esta
evocación cristalizó pronto en un relato fijo. San Marcos nos lo
da en forma casi esquemática; los demás evangelistas
amplían, subrayan y matizan mejor algunos pormenores. El
estilo impasible de estas páginas era convencional; su
recitación o lectura servía simplemente de catalizador a la
sensibilidad de cristianos profundamente poseídos por el amor
a Cristo en memoria, pensamiento y afecto: todavía en el siglo
cuarto, la peregrina Egeria cuenta como en los lugares santos
de Jerusalén toda la multitud lloraba a lágrima viva a la sola
audición del relato evangélico.
Literariamente, el relato evangélico de la Pasión es arquetipo
del género literario «Actas de los mártires’>. La acción del
martirio se desarrolla en cuatro tiempos:
prendimiento, proceso religioso, proceso civil, ejecución. Le
precede una preparación o «anticipación»: la Cena pascual-
eucarística, que se enlaza con el martirio en la Oración de
Getsemaní. Cada cambio de escena determina un «camino»:
Cenáculo Getsemaní, Getsemaní-sanedrín; sanedrín-pretorio;
pretorio-Gólgota. Coordenada a la del proceso religioso, se
destaca la escena de las negaciones de Pedro. Al término, la
sepultura prepara el amanecer del sepulcro-vacío (lectura
evangélica de la Vigilia pascual). Al principio sirve de preludio
el presentimiento profético de la Cena de Betania, encuadrada
por la decisión reservada de los enemigos sin Judas (antes) o
inmediata con Judas (después).
DOMINGO DE RAMOS 453
La mayor parte de estas escenas se subdividen en varios
momentos. Nunca se había escrito tanto sobre cada uno de
ellos en estos últimos años. El tema en que más se insiste es el
del Proceso de Jesús. Signo de la actual aguda sensibilidad a
los derechos y la justicia. Y del deseo de analizar en su última
raíz la secular crisis de comprensión mutua entre cristianismo y
judaísmo.
En la intención del evangelista predomina el interés doctrinal
cristológico. Jesús se manifiesta Mesías-Hijo de Dios
precisamente en el «escándalo» de la cruz (1 Cor 1,23). A
través de los hechos más humillantes contados con serenidad
notarial, la iglesia apostólica leía en filigrana la realización del
plan de Dios «según las Escrituras» (1 Cor 15,3). Para
comprender nosotros lo mismo, necesitamos una laboriosa
formación bíblica. Con amable delicadeza en vista a los
cristianos romanos para quienes escribe, Marcos rubrica el
drama del Gólgota con la valiente declaración del oficial
romano allí presente: «en verdad este hombre era el Hijo de
Dios». Tema central y síntesis de todo el Evangelio (Mc 1,1).
Bajo esta luz teológica, la Cruz es un misterio de Salvación por
todos, que se actualiza en su Memorial eucarístico (Mc
14,24).
Interesante, desde un punto de vista práctico, la intención de
ejemplaridad con que Marcos (entiéndase Pedro, que era su
maestro) caracteriza las figuras marginales de la Pasión. Sobre
todo la del mismo Pedro, arquetipo del cristiano real (espíritu
pronto y carne débil) que, para mantenerse en la difícil
Voluntad del Padre, necesita en absoluto «velar y orar» (Mc
14,37-38)
Los que asistan a la conmemoración de la entrada mesiánica
en Jerusalén, oirán también la historia evangélica
correspondiente, según Marcos, que fue una lección visual de
cómo «el Señor» (Mc 11,3) quería y organizó personalmente la
manifestación popular de su realeza en Israel y en el mundo.
También aquí se ve por transparencia, en filigrana, el plan de
Dios «según las Escrituras» (Zacarías, 9,9-10). «El Señor
necesitó» (Mc 11,3) aquel día la poca cosa de un jumento
prestado, a fin de mostrarse cuál es: Rey de los pobres, los
sencillos, los hombres de paz... (Mt 5,5ss). También hoy «el
Señor necesita» la poca cosa de los «pequeños» según el
Evangelio, que no temen confesar su fe y aclamarlo, para
demostrar que en ellos, y no en los «sabios y prudentes» (Mt
11,25), quiere el Padre realizar su Reino.
VIGILIA DE PASCUA Y DOMINGO DE RESURRECCIÓN
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 16,1-7
En aquel tiempo, María la Magdalena, María la de Santiago y
Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y
muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol,
fueron al sepulcro. Y se decían unas a otras:
—iQuién nos correrá la piedra a la entrada del sepulcro?
Al mirar vieron que la piedra estaba corrida, y eso que, era
muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron un joven sentado
a la derecha, vestido de blanco. Y se asustaron. El les dijo:
—No os asustéis. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado?
No está aquí. Ha resucitado. Mirad el sitio donde lo pusieron.
Ahora id a decir a sus discípulos y a Pedro: «El va por delante
de vosotros a Galilea. Allí lo veréis, como os dijo».
Las lecturas y cánticos de la Vigilia Pascual son sinfonía de luz
en torno a la divina experiencia, que es alma de nuestra Fe:
JESUS HA RESUCITADO. Culmina en el Evangelio del Sepulcro
Abierto. Seguiremos el texto de San Marcos, propio del ciclo
B.
1. — «El primer día de la semana, al salir el sol, fueron al
Sepulcro». Las tres protagonistas, discípulos de Jesús en
Galilea (15,41), habían sido testigos presenciales de su Muerte
(15,40) y Entierro (15,47). Terminado el reposo sabático, van
con aromas al Sepulcro con, el ánimo de embalsamar al
Maestro mejor de lo que otros pudieron hacer con prisas el
Viernes al atardecer. El primer día de la semana. «Día del Sol»
para los romanos. De la creación de la Luz según el Pueblo de
la Biblia. Para nosotros, DIA DEL SENOR. Domingo («dominica
[ Radiante memorial de la Resurrección. Día de nuestra alegría
y nuestro gozo. La festiva celebración cristiana del domingo
configuró el espíritu religioso y humano de nuestro Pueblo. Y
PASCUA DE RESURRECCIÓN 455
será insustituible garantía de su permanencia. No sin intención
significativa, Marcos advierte que, cuando las tres
madrugadoras llegaron al Sepulcro, ya había salido el Sol...
2. — « a Jesús el Nazareno, el Crucificado... ?» Esta última
página del Evangelio según San Marcos refleja la más antigua
«catequesis iiarrativa» de la Resurrección. Los fieles de
Jerusalén (María entre ellos) frecuentaban sin duda el venerado
Sepulcro para renovar en él su experiencia del Misterio
Pascual. Allí habían puestoal Crucificado —y sellaron la losa.
Una fuerza misteriosa dejó abierta y vacía la tumba. Allí
mismo, en el Santo Sepulcro hecho ya Santuario de la Muerte
vencida y Monumento de la Resurrección, celebraban
tangiblemente el divino ü-iunfo de la VIDA. «HA RESUCITADO».
La Resurrección de Jesús no es simplemente el sucederse
cronológicamente del morir al volver a vivir. Es el Misterio de
una Muerte, acto infinito de Amor, que germina en Vida. —En
la fiesta litúrgica de Pascua celebramos nuestra inserción en
Cristo por el Bautismo y la Eucaristía. Incorporados ya a El, su
Vida de Resucitado es también nuestra. La comunicación de
esta Vida de Jesús, que se transparenta en el rostro de los
santos, ha sido y es en el mundo testimonio perenne de la
Resurrección.
3. — «Íd a decir a sus Discípulos...» Aquel joven vestido de
blanco fue Mensaje divino. «Angel». Palabra de Dios que se
comunica. De sus labios prendió en el alma de las tres
servidoras de Jesús la llama de la Fe. Y la Misión de transmitirla
a los demás: «id a decir a los Discípulos...» Ser cristiano es
anunciar la Resurrección. —Las expresiones de «espanto» (en
griego, «ék-stasis»), «miedo», silencio, etc. son hipérbole
popular, muy de San Marcos, para significar una inmensa
Admiración.
Los cuatro relatos evangélicos en torno a la Resurrección
empiezan por la visita al Sepulcro. donde terminan los de la
Pasión. La sorpresa del Sepulcro abierto y vacío fue el signo qu
sacudió a los discípulos, y los dispuso a recibir
sobrenaturalmente el Anuncio definitivo de la Redención:
CRISTO HA RESUCITADO.
1. — «Al amanecer, cuando todavía estaba oscuro». Se
pusieron en camino de noche, y al llegar había salido el sol. A
través de las expresiones con que sugieren la hora en que las
mujeres fueron al Sepulcro, los evangelistas quieren significar
el paso de las Tinieblas a la Luz. Subrayan que era «el primer
día de la semana». Día del Sol para los romanos. Día del Señor
para nosotros. Día de dar gracias por la Luz. De reestrenar el
gozo de tener Vida eterna. De encontrarse en la Eucaristía,
asimilando la Resurrección. —El cuarto Evangelio concentra la
atención en María Magdalena. La página siguiente a la que se
lee hoy describe su encuentro personal y diálogo con el
Resucitado. La imagen de María Magdalena que da San Juan
personifica la experiencia de pasar de las Tinieblas a la Luz. De
la Ausencia a la Presencia. De no «ver» a Jesús a tenerlo como
centro de la vida.
2. — « Vio y creyó». San Marcos pone el Kérigma o Anuncio
pascual en boca del joven vestido de blanco: Jesús de Nazaret,
el mismo Jesús de la historia que murió en la Cruz, HA
RESUCITADO. La reacción de asombro de las mujeres quiere
decir sencillamente que se trata de un Misterio inefable. —El
cuarto Evangelio destaca una anécdota, que recuerda el primer
acto de Fe en la Resurrección de aquel «Discípulo Amado», que
las comunidades efesinas consideraban como su Apóstol.
Siendo más
456 CICLO B
ágil o diligente, no obstante (o por eso mismo) reconoce y
respeta la principalidad de Pedro... Un detalle accidental (el de
que la mortaja permaneciese en el sepulcro) sirve de vehículo
(como tantas veces) a la acción interior de la gracia: vio y
creyó.
3. — «Hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él
había de resucitar de entre los muertos». Para Pedro y el
Discípulo Amado —Juan— «la Escritura» significaba la Palabra
de Dios, que Jesús les había explicado tantas veces. Es Dios
mismo quien, por sus caminos y sirviéndose de sus
instrumentos, ha hecho que prendiese en la conciencia de cada
uno de nosotros el fuego de su Palabra: CRISTO HA
RESUCITADO. Por eso creemos, sin necesidad de «ver» Qn
20,29). Creer es asimilar. En la infinita alegría de su Gloria y
para siempre, Cristo es nuestro.
PASCUA define nuestra felicidad de sentirnos cristianos. Jesús
quiso que «su Hora» decisiva coincidiese con la Fiesta máxima
de Israel. Con aquella Pascua que actualizaba en cada israelita
la memoria de haber sido liberado de la esclavitud por solo
Dios. Y le enardecía en la esperanza segura de una más
perfecta Liberación.
La coincidencia de la Pascua de Jesús con la de Israel no fue
simplemente cronológica. Significa que el símbolo de aquellos
siglos de preparación ha pasado a ser ya Realidad eterna. Por
el Misterio de su Pascua, Cristo nos redimió. Elevó a los
hombres a una situación de Libertad perfecta.
La Vigilia Pascual canta y vive el gozo de esta situación. La
acepta por la Fe viva. Por el Bautismo (recibido o evocado), con
sus compromisos. Por la invitación a la Mesa de los Hijos de
Dios.
La Vigilia Pascual es aurora del DOMINGO-DE-PASCUA. La
palabra «domingo» viene de «domínica» (dies). O sea, «el Día
del Señor». En el lenguaje bíblico, la expresión «Día del Señor»
tiene tal plenitud de sentido, que sería imposible resumirlo en
pocas líneas. Es la Hora en que Dios hace plenamente suya la
historia de los hombres. Inaugura la era escatológica. El «Reino
de Dios», que lo es de Santidad y Paz. Celebrar litúrgicamente
el Día del Señor es atestiguar y pregustar en la tierra la
realidad de nuestro destino eterno. Memorial y actualización de
la Pascua de Cristo, todos los domingos del año son también
Día del Señor. Es urgente tarea avivar en el pueblo su gusto,
sentido y práctica.
El núcleo de nuestra Pascua está en la RESURRECCION. Sin fe
en la Resurrección de Jesús, no se hubiera escrito una sola
página del Nuevo Testamento. No existiría la Iglesia. El hecho
de la Resurrección de Jesús fue el tema primero y principal de
la predicación de los Apóstoles (ejemplo en la lectura inicial de
la Misa del Día). La certeza de sentirse incorporado por.el
bautismo a él (epístola de la Misa de la Vigilia), hizo de la
Resurrección el arquetipo de un nuevo estilo de vida, cuyo
centro de gravedad está en la Altura (segunda lectura de la
Misa del Día).
La predicación apostólica y la fe en Cristo Resucitado
presuponía la historia de su muerte y sepultura. Afirmaba la
identidad personal, humana (y, por tanto, también corpórea)
entre el Jesús de la Muerte y el de la nueva Vida; el de la Cruz y
el de la Gloria. Predicación y fe centraban el Misterio en la
confesión de que Jesús, verdadero Hombre, es también
verdaderamente el Hijo de Dios.
Su paso de la Muerte a la Vida se realizó en silenciosa
trascendencia. Los
PASCUA DE RESURRECCIÓN 457
evangelistas, en fidelidad de testimonio, no cayeron en la
tentación de «describirlo». Se limitaron a constatar que el
mismo Jesús de antes de la muerte, ya eternamente vivo, se
manifestó varias veces y con evidencia a sus discípulos.
Primero, a algunos en particular. Por fin, a todos los Apóstoles
reunidos para transmitirles su Misión de evangelizar el mundo.
Entre la historia de la Cruz y la de las Apariciones, los cuatro
evangelistas escribieron una página de transición: la del
Sepulcro vacío. Es la que leemos hoy (según Marcos en la
Vigilia; según Juan en la Misa del día).
En esta página del Sepulcro vacío se refleja la emoción con que
los antiguos cristianos de Jerusalén visitarían con frecuencia el
lugar, evocando el amanecer de aquel primer Domingo de
Pascua. A los sepulcros cerrados de otros personajes célebres
de la época se solía ir a honrar sus despojos. Al Sepulcro
abierto de Jesús se iba a proclamar la victoria de la Vida. El
Angel la había formulado con lapidaria precisión: « resucitado!:
no está aquí».
Los pormenores descriptivos de esta página, diversos en cada
evangelista, son humanos, comprensibles, significativos.
Destaca el mensaje principal: que el Crucificado vive glorioso
para Siempre. Y en él estamos todos los creyentes. Tenemos
que irradiar en nuestro mundo la Justicia, Paz y Gozo de su
Reino. Con la invencible Fe de que el destino personal de cada
Hombre, más allá de la Muerte, tiene con Cristo un horizonte
infinito.
La sucesión de lecturas y cánticos, en la liturgia de esta noche
luminosa, tiene el aire de una sinfonía ideal; su leitmotiv es la
victoria de la Vida sabre la muerte. Al término de la completa
meditación bíblica, el tema se personaliza en Jesús y resuena
entre aleluyas la eterna proclamación pascual: HA
RESUCITADO. La suya sea también nuestra alegría y nuestro
gozo. Fiesta evocadora del bautismo, que por El y con El nos
hace solidarios de la Resurrección y vencedores de la muerte,
no suprimiéndola sino, mejor, transformándola en floración de
eternidad.
Las lecturas de la misa del día continúan el tema de la Vigilia.
La de los HECHOS ofrece un ejemplo del método con que los
apóstoles exponían el contenido fundamental del cristianismo.
Pedro catequiza por primera vez a un grupo no judío (en casa
de Cornelio, oficial de la tropa romana en Cesarea). Su
resumen histórico-teológico del Mensaje de la Salvación tiene
por centro la Resurrección y Vida gloriosa del Crucificado.
El inciso de la CARTA A LOS COLOSENSES exhorta a traducir en
actitud práctica y psicológicamente consciente la fe en el
misterio divino que todo cristiano lleva en su profunda
intimidad: el misterio de la comunión de vida con Cristo
glorioso. Dios «nos ha resucitado en Cristo Jesús y nos ha
sentado en el cielo con El» (Efes 2,6). Esta anticipada inserción
personal en la existencia escatológica del Resucitado se realiza
a partir del bautismo, y germina de la previa inserción en su
muerte (Rom 6,4-11). Cuando un redimido descubre en sí el
tesoro de esta vida «escondida en Dios», comprende con el
Apóstol que su centro de atracción está en la altura. Allí hace
suyo el horizonte de Cristo. Saborea en connaturalidad de
espíritu sus valores eternos (y, precisamente por eso, aprecia
más y mejor estas realidades y circunstancias temporales por
las que tienen que canalizar ahora en la tierra su vida
sobrenatural).
458 CICLO B
El Evangelio tiene por tema central el signo de la tumba vacía;
se puede leer según Juan o también según Marcos (como en la
misa de la noche). Es de notar la objetividad con que los
evangelistas renunciaron a descubrir el hecho de la
Resurrección, momento cumbre de la historia humana en
perspectiva de Dios; misterio de infinito Poder, Sabiduría y
Amor que se realizaría en silenciosa trascendencia. Los
apócrifos cayeron pronto en la tentación de imaginar. Pero los
evangelistas se colocan en la perspectiva testimonial de los
discípulos. Y el testimonio apóstolico fue precedido por un
sobresalto y un interrogante: el descubrimiento hecho por unas
mujeres de que el santo sepulcro estaba abierto y vacío.
Como puro suceso, no pasaba de ser un «signo» impreciso y
equívoco. Juan pone en boca de la Magdalena una espontánea
interpretación pesimista.. Los cuatro evangelistas, cada uno
con diverso colorido redaccional, quieren decir, en sustancia,
que tuvo que ser el mismo Señor quien les interpretase el
auténtico significado ya iluminando su espíritu con el recuerdo
de antiguas lecciones, ya hablándoles por medio de un ángel al
estilo bíblico-apocalíptico, ya, en fin, manifestándoseles
personalmente.
Todos los evangelistas destacan que fue al amanecer del
«primer día» de la semana. Día de la luz según el Génesis. Día
del Sol para los romanos. Para los cristianos, la «dominica
dies»: «Día del Señor», o domingo. Primicias del «Día de Dios»,
que es su fiesta eterna. Pascua de todo el año, a pleno sol de la
Gracia de Cristo. Sería un fecundo programa de acción religiosa
y social devolver a nuestro mundo el sentido auténtico del
domingo.
En el relato de San Juan destaca la diligencia de María de
Magdala en su búsqueda
y encuentro de Jesús (vers. 11-17) al estilo del Cántico (3,1-4),
y su actitud de servicio
a los apóstoles (vers. 2 y 18). Destaca también el sentido de
colaboración y mutuo
complemento entre Pedro y Juan, dos arquetipos de hombre de
Iglesia (fue honor de
Juan, más rápido y clarividente, ceder el paso a Pedro...).
SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA
PRIMERA LECTURA
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 4,32-35
Ene1 grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo
mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio
nada de lo que tenía.
Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor
con mucho valor.
Todos eran muy bien Vistos. Ninguno pasaba necesidad, pues
los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo
ponían a disposición de los apóstoles; luego se distribuía según
lo que necesitaba cada uno.
Salmo responsorial Sal 117,2-4. í6ab-18. 22-24
R. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su
misericordia.
[ Aleluya].
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es
excelsa. No he de morir, viviré para contar las hazañas del
Señor. Me castigó, me castigó el Señor, pero no me entregó a
la muerte.
460 CICLO B
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra
angular.
Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente.
Este es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 5,1-6
Queridos hermanos: Todo el que cree que Jesús ese! Cristo ha
nacido de Dios; y todo el que ama a Aquel que da el ser ama
también al que ha nacido de E!. En esto conocemos que
amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus
mandamientos. Pues en esto consiste el amor a Dios: en que
guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son
pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y
lo que ha conseguido la victoria sobre el
mundo es nuestra fe. -
¿ Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús
es el Hijo de Dios? Este es el que vino con agua y con sangre:
Jesucristo. No sólo con agua, sint con agua y con sangre; y el
Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 20,29 Porque me has visto, Tomás, has creído —dice el Señor
—. Paz a vosotros. Dichosos los que creen sin haber visto.
Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 20,19-3 1
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana,
estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas,
por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio
y dijo:
—Paz a vosotros.
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los
discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
—Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os
envío yo.
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
—Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los
pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis,
les quedan retenidos.
Tomás, uno de los Doce, llamado «el Mellizo no estaba con
ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
—Hemos visto al Señor.
Pero él les contestó:
—Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el
dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su
costado, no lo creo.
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás
con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en
medio y dijo:
—Paz a vosotros.
II DOMINGO PASCUA 461
Luego dijo a Tomás:
—Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela
en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
Contestó Tomás:
— mío y Dios mío!
Jesús le dijo:
— me has visto has creído? Dichosos los que creañ sin haber
visto.
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo
Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que
creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que,
creyendo, tengáis vida en su nombre.
Atardecer del Día de la Resurrección. El Señor de la Gloria se
manifiesta en medio de la Comunidad de sus Discípulos,
excepto Tomás. Repetición del encuentro, al domingo
siguiente, con Tomás. Cuando el anciano evangelista Juan puso
por escrito estos recuerdos de su juventud, contemplaba en los
hechos de Cristo la pauta de su Iglesia. Y al trasluz de este
encuentro de la primera Pascua quiso sugerirnos cómo ha de
ser nuestra Celebración cristiana de cada Pascua, de cada
Domingo. Conciencia viva de que el Señor y Dios de la Gloria,
Cristo, está en medio de nosotros. Continuidad de su Misión en
el mundo. Alegría profunda. Paz.
1. — « a vosotros!». Legado de Jesús a su Iglesia. Paz activa,
fruto del Espíritu Santo. La salutación « a vosotros!», repetida
tres veces en esta página, ya tenía sabor de liturgia en tiempo
de San Juan. La saboreamos hoy todavía, sobre todo antes de
comulgar. Hermana de la Bondad y la Alegría, la Paz es
atmósfera de Dios. La respira quien asimila el Evangelio, como
San Francisco. Para que sea capaz de comunicarla al mundo,
Jesús infunde en su Iglesia el Espíritu Santo. El signo de alentar
sobre los Apóstoles evoca la Creación del Hombre tal como la
representa el Génesis (2,7). El Espíritu de Cristo Resucitado
crea en el mundo la nueva Humanidad. Sobre ella se ejerce la
Misión de la Iglesia. Misión que tiene por objetivo primordial
suprimir en los hombres el Pecado. Disponerlos al Perdón y
perdonar. Donde a pesar de la Redención sigue dominando el
pecado, no florece• la Paz.
2. — «jFelices los que creen sin haber visto!». San Juan termina
así su Evangelio con la Bienaventuranza que las resume todas:
la Bienaventuranza de la Fe. En su comunidad de Efeso, a fines
de siglo, ya no quedaba nadie que hubiese visto a Jesús. Creían
por la Palabra de los Apóstoles, permanente en la Iglesia Qn
17,20). Como nosotros. San Juan les dedica —nos dedica— esta
preciosa Bienaventuranza de la pura Fe. La breve incredulidad
de Tomás sirve únicamente de fondo oscuro para destacarla.
Breve incredulidad, modelo de tantas «crisis» momentáneas
que se resolverían con sólo mirar las manos y el corazón de
Cristo...
En la lectura evangélica conviene distinguir tres panes. 1)
Encuentro del
Resucitado con sus Discípulos, al anochecer del domingo de
Pascua. Tema: la Misión
de la Iglesia. 2) Encuentro del domingo siguiente, dirigido
especialmente a Tomás.
Tema: la Fe de los que creerán por la Palabra Apostólica. 3)
Epílogo de todo el
Evangelio de San Juan, indicando su intención pastoral.
462 CICLO B
1. — « Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Las primeras Comunidades cristianas tenían la conciencia viva
de ser «enviadas». Según el hablar latino, «misioneras». Según
el griego, «apostólicas>. Sabían que el punto de apoyo de su
Misión era un mandato de Jesucristo Resucitado. Los tres
Sinópticos terminan el libro con unas palabras de El, dando a
los Discípulos la orden de llevar su Evangelio «a todo el
mundo» (Mc 16,15), «a todas las naciones» (Mt 28,19), desde
Jerusalén hasta el confín de la tierra (Lc 24,17 y Act 1,8). San
Juan subraya que esta Misión de los Discípulos es continuidad
de la que Jesús ha recibido del Padre. Lo dijo ya en la Oración
Sacerdotal (Jn 17, 6-19). Por eso es deber y derecho de la
Iglesia ver a los hombres con la mirada de Cristo, amarlos y
servirlos con su Corazón, comunicarles la Palabra y la Vida que
Cristo recibió del Padre.
En este encuentro del anochecer de Pascua, destaca tres ideas
en torno a la Misión. Que su atmósfera es la Paz y la Alegría; la
que dejó en herencia durante el Sermón de la Cena. Que su
fuerza es el Espíritu Santo presente y activo, como lo prometió
en el Sermón de la Cena. Que entre sus prioridades sobresale
la de ofrecer al hombre su liberación a partir de dentro con el
Perdón de los pecados.
2. — «Dichosos los que creen sin haber visto». Pensando en los
fieles de su Comunidad, y en los de todos los siglos, Juan les
dedica una de las más profundas Bienaventuranzas del Señor.
Se la brinda un recuerdo de su amigo Tomás, el pesimista dócil.
Creyó bajo la experiencia abrumadora de ver y tocar. Precioso
acto de Fe, que los de la iglesia de Juan sin duda repetirían a
Cristo Jesús presente en la celebración eucarística: «jMi Señor y
mi Dios!». Como ellos, felices cuantos tenemos el gozo de
creer, bajo la Gracia de Dios, por la Palabra apostólica Un
17,20).
3. — «... para que, creyendo, tengáis Vida en su Nombre». Juan
entiende por Fe aceptar a Cristo en plena abertura de
inteligencia, corazón y libertad. El que así cree, tiene Vida
eterna (3,15; 6,47, etc.). En la teología de San Juan, el
significado de «Vida eterna» o divina trasciende infinitamente,
ya en este mundo, el más alto ideal que hayan podido ofrecer
al Hombre todos los pensadores de la historia.
Termina la Octava de Pascua. Pensamiento central de las
lecturas bíblicas: la Fe.
En los «Hechos Apostólicos», San Lucas evoca los primeros
tiempos de la Iglesia de Jerusalén, como arquetipo e invitación
a examen de conciencia para las demás Comunidades.
Ardientes en la Fe, la unidad les nacía de dentro. Su unidad
sincera se realizaba en amor y justicia por una eficaz
intercomunicación de bienes temporales.
La segunda lectura contiene un intenso y difícil resumen de la
doctrina de San Juan sobre la Fe. La Fe viva y acrisolada en
Amor, tal como él la entiende, es «victoria» o superación de
aquellas aparentemente invencibles fuerzas, criterios y
tendencias al mal, que Juan sintetiza convencionalmente en la
palabra «mundo».
La lectura evangélica expone la Aparición de Jesucristo
resucitado a los Discípulos reunidos. Se subdivide en tres
escenas:
A. — Aparición a los Discípulos, en ausencia de Tomás. Los
cuatro evangelistas describen, aunque de distinta manera, el
encuentro del Resucitado con la Comunidad de sus Discípulos
(después de haberse manifestado a algunos en particular). En
los cuatro, el tema central de este encuentro es la Misión
Apostólica al mundo.
II DOMINGO PASCUA 463
San Juan recalca que el encuentro tuvo lugar el mismo
domingo (= «el día primero de la semana»). A la hora en que,
durante la Ultima Cena, se había despedido de ellos
anunciando un pronto retorno. El texto griego dice
expresamentç que Jesús «vino» y se puso en medio. La Venida
de Jesús, aunque se consumará al fin de los tiempos, tuvo su
principal realidad en la Resurrección. La Iglesia pre-gusta esta
Venida en la Celebración eucarística. Al evocar la Manifestación
del Señor a sus Discípulos, San Juan la contemplaba como una
transparencia de los Encuentros dominicales de la Iglesia.
Incluso en el reiterado saludo, de sabor litúrgico: «Paz a
vosotros». Paz que florece en Alegría. Atmósfera de Dios.
Los Apóstoles vieron al Resucitado. Con las heridas
características: signo de identidad con el Cristo de la Cruz.
«Haber visto» era punto de partida para su profesión de
Testigos.
Momento central: les transmite su propia Misión. Serán
testimonio, eficacia, responsabilidad de Cristo en el mundo
(glosar con Jn 17, 16-19).
Misión imposible sin una fuerza superior. Por ello, les infunde el
Espíritu. El gesto alude a la Creación del Hombre según el
Génesis (2,7). Al soplo de Cristo, surge la nueva Humanidad.
Servicio primordial del Espíritu Santificador a través de’ la
Iglesia de los Apóstoles: liberar al mundo del Pecado —si
quiere.
B. — Tomás no acepta el testimonio de los demás Discípulos (y.
24-25). San Juan escribe para una iglesia en la que, aparte él,
ya no quedan testigos oculares de Jesús. Recordando a Tomás,
el pesimista generoso, personaliza en su actitud la de tantos
que se resisten a creer sin una experiencia personal y
«tangible» de Dios...
C. — Aparición a todos, y lección de Fe a Tomás. Seguro
encuentro dominical o «Venida» del Señor. Las llagas
permanecen en su Cuerpo glorioso como sello de un infinito
Amor-hecho-Sacrificio. Son el camino de la Fe de Tomás, que
estalla en aclamación litúrgica: ¡Mi Señor y mi Dios! Con estas
palabras termina el Evangelio de Juan como empezó (1,1):
proclamando la Divinidad de Jesucristo. Por encima de la
debilidad de Tomás, el Maestro afirma la Bienaventuranza de la
Fe pura. De los que creerán por el Testimonio y la Palabra
(15,26 y 17,28), sin necesidad de ver ni tocar.
—Las últimas líneas (y. 30-31) son «epílogo» a todo el
Evangelio. Testimonio y Palabra que el Espíritu mantiene en
identidad y ardencia a través de todos los tiempos, para que
los que aceptan y creen tengan Vida. San Juan hoy pediría al
mundo, abrumado de incertidumbres, la sensatez de la Fe. La
audacia de escuchar el Evangelio.
***
La segunda mitad del capítulo 20 del Evangelio según Juan
compendia en dos epifanías pascuales sucesivas el legado del
Señor a la Iglesia de los apóstoles.
San Lucas, en el Libro de los Hechos, dibuja la fisonomía ideal
de esta Iglesia apostólica al evocar la primera Comunidad de
Jerusalén: «la multitud de los creyentes tenían un solo corazón
y una sola alma» (vers. 32a). El progreso de las convivencias
humanas está condicionado a la fatigosa búsqueda de algunos
puntos de convicción común que dejan a salvo la personalidad
de cada uno. El Espíritu de Pentecostés creó en su Iglesia la
unidad infundiendo en los discípulos la llama divina de una fe y
amor, que siendo íntima y libre en cada uno era la misma en
todos. Por eso, siendo multitud
464 CICLO B
se sentían familia y como tal practicaban la comunicación de
bienes, no en virtud de una exigencia ascética o una
imposición disciplinar, sino como actuación connatural de su
vivir cristiano.
Como auténtico teólogo, al autor de la Carta de San Juan le
enamora lo sustancial. Por eso juzga el vivir cristiano según el
canon de las dos actitudes que lo definen: creer y amar. Creer
en Jesucristo tal como se nos ha manifestado: Mesías e Hijo de
Dios; el del Jordán y del Calvario; del Bautismo y la Eucaristía.
Sin la fácil reducción a la media verdad, que ya entonces
tentaba a algunos cobardes de inteligencia: la Fe total es
victoria sobre el «mundo». Amar, que es lógica vital del creer,
y abarca todo su campo: a Dios como Dios; a los hombres
como hijos suyos.
El EVANGELIO escrito de la Resurrección se desarrolla en tres
etapas: 1) el• sepulcro vacío; 2) el encuentro del Resucitado
con alguna(s) persona(s) en particular [ la Magdalena, lós de
Emaús]; 3) el encuentro con el Colegio apostólico reunido.
Cada uno de los evangelistas sigue estas tres fases como
amplia libertad de redacción, pero manteniéndose en los
siguientes puntos de vista teológicos: a) la identidad entre el
Jesús de antes de la muerte y el de la Vida renovada; b) su
auténtica y plena humanidad en esta nueva Vida; c) y, por
tanto, su verdadera corporeidad. En el pensamiento de los
evangelistas, Resurrección equivale a Glorificación; es decir,
asunción a un orden divino. Para salvar el desnivel entre la
trascendencia de este orden, objeto de fe, y las leyes normales
de la experiencia sensorial en nuestro mundo, la pedagogía de
la Revelación se adaptaba a la concreta capacidad receptiva
(vista, oído, tacto), de los testigos del Resucitado. Esta
comunicación divino-humana dejaba en los presentes la
infalsificable certeza conjunta de sentidos y fe en la realidad de
la presencia viva del Señor.
Juan refiere dos momentos memorables de la frecuente (Act
1,3) comunicación del Resucitado con sus apóstoles:
A. — El primer domingo de la Pascua cristiana. Al atardecer.
«Vino Je5ús dice a la letra el texto original, sugiriendo la gran
«Venida», que se realizó sustancialmente en la Resurrección y
se va actualizando en cada reunión eucarística de Iglesia, a
estilo de Emaús. El Señor de las manos llagadas y corazón
abierto. A su Presencia se evapora el miedo y se llenan de la
atmósfera de Dios, que es el Gozo y la Paz. Tres datos
teológicos de primer orden: 1) la Misión apostólica al mundo,
continuidad indisociable de la Misión personal de Cristo; 2)
para ella, el Espíritu Santo, regalo de Pascua; 3) con él, la
comunicación del poder divino de santificar a los hombres por
el perdón de los pecados (y de negárselo a quienes resulten
indignos).
B. — Ocho días de espera. En la intención del evangelista,
presentimiento de la Iglesia post-apostólica, cuando tendrán
que creer por la palabra de los Apóstoles en Jesús Un 17,20).
Tomás, arquetipo del que ofrecería fe sólo a cambio de
experiencias sensoriales directas. En compensación, nos deja
un precioso Credo cristológico: el del cuerpo llagado es mi
Señor y mi Dios. Todo sucedió para felicitar a los infinitos
creyentes que no estábamos allí: bendita la fe pura, que no
necesita experiencias.
TERCER DOMINGO DE PASCUA
PRIMERA LECTURA
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 3, 17-19
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:
—Israelitas, ¿de qué os admiráis?, ¿por qué nos miráis como si
hubiésemos hecho andar a éste por nuestro propio poder o
virtud? El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de
nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que
vosotros entregasteis ante Pilato, cuando había decidido
soltarlo.
Rechazasteis al santo, al justo y pedisteis el indulto de un
asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de
entre los muertos y nosotros somos testigos.
Sin embargo, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia y
vuestras autoridades lo mismo; pero Dios cumplió de esta
manera lo que había dicho por los profetas: que su Mesías
tenía que padecer.
Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren
vuestros pecados.
Salmo responsorzal Sal 4,2. 4. 7. 9
R. Haz brillar sobre nosotros el resplandor de tu rostro.
[ Aleluya].
Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío, tú que en el
aprieto me diste ançhura, ten piedad de mí y escucha mi o
Sabedlo: El Señor hizo milagros en mi favor, y el Señor me
escuchará cuando lo invoque.
466 CICLO B
Hay muchos que dicen:
«iQuién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»
En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 2,1-Sa
Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno
peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el
Justo. El es víctima de propiciación por nuestro pecado, no sólo
por los nuestros, sino también por los del mundo entero. En
esto sabemos que lo conocemos: en que guardamos sus
mandamientos. Quien dice: «Yo lo conozco» y no guarda sus
mandamientos es un mentiroso y la verdad no está en él.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Lc 24,32 Señor Jesús, explícanos las Escrituras. Enciende
nuestro corazón mientras nos hablas. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 24,35-48
En aquel tiempo, los discípulos contaron lo que les había
pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al
partir el pan.
Mientras hablaban, se presentó Jesús en medio de sus
discípulos y les dijo:
—Paz a vosotros. -
Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. El les
dijo:
— qué ‘os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro
interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona.
Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y
huesos, como veis que yo tengo.
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no
acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
—Jenéis ahí algo que comer? -
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. El lo tomó y comió
delante de ellos. Y les dijo: -
—Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que
todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos
acerca de mí tenía que cumplirse.
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las
Escrituras. Y añadió:
—Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre
los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la
conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos,
comenzando por Jerusalén.
III DOMINGO PASCUA 467
Cristo resucitado se reunió de nuevo con los Apóstoles y les dio
el mandato de llevar su Evangelio a todo el mundo.
Escuchamos hoy este divino mandato en la forma con que lo
resume San Lucas. -
1. — «Se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: ¡Paz a
vosotros!» Ultimas horas del día de la Resurrección. Acaban de
regresar los dos de Emaús y comunican el gozo de su
encuentro con el Señor a los Apóstoles, reunidos con otros
discípulos en Jerusalén. «Donde están dos o tres reunidos en
mi Nombre (había dicho Jesús), allí estoy yo en medio de ellos»
(Mt 18,20). Y para infundirles la convicción de esta Presencia,
que es alma de la Iglesia, se les manifiesta visiblemente con
toda su realidad espiritual y corporal. Cuando San Lucas
escribía esta página, algunos de sus lectores cristianos,
influidos por la manera de filosofar helenística, se resistían a
reconocer la verdadera «corporeidad» de Jesucristo resucitado.
Preferían considerarlo como un puro espíritu. Por eso el
evangelista subraya pedagógicamente los signos de real
corporeidad: mostrar las llagas de las manos y los pies, dejarse
palpar, comer delante de ellos. La paz y alegría de la Presencia
del Señor [ la que se canta en el salmo responsorial] disipó su
incredulidad. La Fe resplandece sin nubes cuando se vive en
alegría profunda y se mantiene la paz interior.
2. — «En su Nombre [ el nombre del Mesías o Cristo] se
predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los
pueblos». San Lucas resume concisamente en esta última
página de su Evangelio lo que el Señor fue diciendo a sus
Apóstoles a lo largo de muchos días (Hch 1,3), antes de
dejarlos sin su presencia visible. Los envía a predicar en todas
las naciones. Empezando por Jerusalén, que es centro teológico
de la tierra. No van a predicar teorías abstractas, sino la
«metánoia» o Conversión de los hombres hacia Dios, a partir
del Perdón de los pecados. Este mandato apostólico está en
íntima relación con el tema central del próximo Sínodo de los
Obispos: «La reconciliación y la penitencia en la misión de la
Iglesia». Los Hechos de los Apóstoles, libro escrito también por
San Lucas, son ilustración narrativa de cómo los discípulos
hicieron lo que les mandó Jesús [ lectura]. En orden a cumplir
su misión, les concede un peculiar carisma: el de comprender
las Sagradas Escrituras. Quien las comprende en sintonía con
el magisterio de los Apóstoles, bajo la luz del Espíritu, descubre
a Dios y se descubre a sí mismo.
El Evangelio de San Lucas concentra en un solo día varios
hechos memorables de Cristo Resucitado, seleccionados entre
los muchos que de El habían transmitido sus testigos. Por la
mañana, las idas y venidas del Sepulcro vacío. Durante la
jornada, el camino de Emaús. Al anochecer, el encuentro con
toda la Comunidad apostólica en una casa de Jerusalén.
Leemos hoy esta última sección.
1. — «Se presentó Jesús en medio de sus discípulos». La
expresión «en medio» va intencionalmente subrayada. La
repite igual San Juan cuando refiere las apariciones del
Resucitado a su Comunidad apostólica (20, 19 y 26). Y también
San Mateo en aquella Palabra del Señor, que define su
concepto de Iglesia: «donde están dos o tres reunidos en mi
Nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (18,20). La iglesia es
Jesucristo aquí presente, y nosotros unidos en torno a El. —
Lucas describe con insistencia los signos de realidad con que el
Señor de la Gloria les dio a entender que era el mismo Jesús de
siempre, el de la cruz («mirad mis manos y mis pies...»), el
tantas veces amable comensal de su mesa fraterna. Que no
era un «fantasma». San
468 CICLO B
Lucas escribía para lectores de cultura «helenística» (la de
muchos pensadores recientes), que se resistían a admitir una
Resurrección divina y al mismo tiempo plenamente humana (y,
por tanto, también de alguna manera corpórea), —Como en
todos sus actos de Presencia, el Resucitado infunde a la
Comunidad de sus discípulos la Paz y la Alegría. Al evocar este
encuentro de la noche de Pascua, el evangelista piensa en las
sinaxis eucarísticas de su Iglesia en torno al Señor.
2. — «Les abrió el entendimiento para que comprendiesen las
Escrituras». Lo mismo que aquella tarde en el camino de
Emaús (24, 27 y 32). Como en las reuniones eucarísticas de la
Iglesia, cuando se celebran con espíritu. La Palabra de Dios
debidamente «comprendida’> es luz y fuego de la Presencia
de Cristo.
3. — «... y proclamar en su Nombre a todos los pueblos la
Conversión y el Perdón de los pecados». Para esta
Proclamación o «Kérigma» los constituye Testigos (vers. 48) y
les asegura la fuerza del Espíritu Santo (y. 49). Proclamarles
Conversión y Perdón es convencer a todos los hombres de que
tienen que resucitar. Que el destino de la Humanidad no es una
inmensa tumba, sino el gozo eterno de Cristo en el corazón de
Dios. No por la vida a la Muerte, sino por la muerte a la VIDA.
Después de aparecerse a algunos discípulos en particular,
Cristo Resucitado se manifestó al Colegio Apostólico reunido. El
tema de este encuentro definitivo fue la Misión cristiana a todo
el mundo.
La primera lectura es de los Hechos Apostólicos. Lo será en
todos los domingos del período pascual. San Lucas escribió el
Libro de los Hechos como una continuidad del Evangelio. La
Iglesia de los Apóstoles realiza la consigna misional del Señor.
En el fragmento que leemos, habla San Pedro después de
comunicar la salud a aquel tullido que pedía limosna a la
puerta del Templo. Proclama la gloria de Jesús, centrándola en
el Misterio Pascual. Irradia de este Misterio, como el calor del
fuego, una exigencia de conversión.
En la segunda lectura, San Juai subraya el compromiso de
forjar en rectitud moral la existencia cri Escribe contra algunos
que limitaban el cristianismo a un sublime conocimiento (una
«Gnosis» decían con énfasis). Perenne tentación disociar la
teoría de la praxis, la fe de la moral. Ser cristiano es irradiar en
el mundo la Verdad de Cristo Resucitado con indivisible
sinceridad de pensamiento, actos y actitud.
Contemplamos el encuentro del Resucitado con su Comunidad
apostólica tal como la resume y sistematiza el Evangelio según
San Lucas. Podemos distinguir dos partes: la Aparición y el
mandato de Misión. -
A. — La Aparición. Al atardecer del mismo Domingo de Pascua.
San Lucas, artista y pedagogo, ha introducido la escena con el
relato de los dos discípulos de Emaús (24, 13-35), que insinúa
un ambiente de celebración eucarística. Algunas
observaciones:
1. — Jesús «en medio de ellos». Nótese que es la misma
expresión que emplea San Juan. Recuérdese la vivencia de
«ekklesía» que nos dejó San Mateo en la frase central de su
Evangelio: «donde están dos o tr reunidos en mi Nombre, allí
estoy yo en medio de ellos» (1 8,20). La reunión de aquel
atardecer de Pascua en Jerusalén es como una imagen
luminosa de lo que son, vistas con ojos de fe, las asambleas
eucarísticas de la Iglesia de siempre.
III DOMINGO PASCUA 469
2. — La Paz. [ vers. 36b falta en algunos códices]. Saludo casi
litúrgico de Cristo Resucitado. La Paz es para su Iglesia en el
mundo un regalo divino, un signo y un deber.
3. — Tensión entre la Fe y la duda. San Lucas acentúa con
énfasis la realidad del Testimonio apostólico. Vieron al
Resucitado. Constataron sus heridas, expresión de identidad
entre el Jesús de la gloria y el de la Cruz, el de la fe y el de la
historia. Lo tocaron (manera de afirmar su real corporeidad).
Comieron con él (insistencia en la misma idea, e imagen del
Banquete escatológico que la Iglesia pregusta en su unión con
Jesús Glorificado). —San Lucas redacta pensando en algunos
de sus lectores helenistas, que se resistían a creer en la
realidad de una auténtica Resurrección. En la de los Apóstoles,
Jesús reprende sus dudas. En esta perspectiva, su mensaje es
también actual. El Jesús de la Historia y de la Fe no es un
«fantasma»...
B. — El mandato de Misión. Fiel discípulo de Pablo, Lucas
subraya (como en el camino de Emaús: 24, 27 y 32) que el
conocimiento perfecto de Jesús que irradiarán los Apóstoles por
el mundo tiene que apoyarse también en la inteligencia plena
y profunda de las Sagradas Escrituras. Para ello es
imprescindible una gracia (un carisma): que el mismo Señor
«les abra el entendimiento» (vers. 45). Cristo da este carisma a
su Apostolado. Testigos de su realidad y mensajeros
autorizados de la Palabra de Dios, llevarán por toda la tierra el
Misterio de Salvación a partir del lugar concreto y tangible en
que se realizó: Jerusalén. No serán maestros de una hermosa
teoría sino ministros de una radical transformación, que
compromete en su totalidad a la persona humana: la
Conversión. Asimilar en la propia vida el Misterio de la Muerte-
y-Resurrección de Jesús, que libera de todo pecado, esclavitud
y mal. Reencontrar la alegría, como los de Emaús.
El Evangelio nos invita a revivir la definitiva manifestación
pascual del Señor resucitado a la comunidad de sus discípulos,
en la perspectiva teológica y misional con que la presenta San
Lucas.
De los Hechos Apostólicos leemos un fragmento de la
alocución dirigida por San Pedro a la multitud que acudió al
enterarse de como había dado instantáneamente la salud a un
paralítico. Se trataba de un hombre que todos conocían,
mendigo habitual junto a determinada puerta del Templo de
Jerusalén (aquel a quien dijo Pedro: «No tengo oro ni plata,
pero te doy lo que tengo: en el nombre del Mesías Jesús de
Nazaret, ¡camina!»). El Apóstol aprovechó la oportunidad para
proclamarles la Resurrección del Crucificado, invitándoles a
penitencia. Muchos hicieron caso, tanto que la recién nacida
comunidad cristiana de Jerusalén llegó a contar, aquel día,
unos cinco mil fieles.
La lectura intermedia de los domingos del tiempo pascual
durante el presente ciclo litúrgico (B) se toma de la primera
Carta de San Juan. Su autor fue teólogo sin igual, místico
sincero y pastor celoso. La «Carta» es un tratado teológico, una
contemplación mística y un aviso pastoral a propósito de la
esencia del Cristianismo. Concebida como una unidad en su
original estructura literaria, pierde gran parte de su plenitud de
sentido cuando se la reduce a fragmentos. —El inciso de hoy
pertenece a un contexto que desautoriza a ciertos
pseudocristianos, puestos en la pendiente que acabaría por
llevarlos al «gnosticismo». Se decían inmunizados al pecado y
ya
470 CICLO B
perfectos gracias a su puro «conocimiento’> religioso. Juan
proclama el realismo de nuestra cercanía al pecado, y la
indivisibilidad del hombre ante Dios; del hombre que (en la
mentalidad teológica de San Juan) es amalgama de
inteligencia, voluntad y corazón. Quien descansa en su
«conocimiento» de Dios menospreciando ios Mandamientos,
hace de sí mismo una mentira viviente.
El capítulo 24 del EVANGELIO según San Lucas presenta
ordenadamente las tres fases de la catequesis apostólica sobre
la Resurrección: a) el sepulcro vacío (vers. 1-12); b) la aparición
a discípulos aislados (los de Emaús: 13-35); c) la manifestación
definitiva a toda la comunidad de los Díscipulos (36-49).
Termina con la despedida o Ascensión.
Hoy leemos casi íntegra la tercera fase. Al compararla con la
misma según Juan, Mateo o el apéndice de Marcos, tengamos
presente que los evangelistas no nos han dejado una filmación
cinematográfica, sino un apretado resumen didáctico de las
muchas experiencias y lecciones que el Señor comunicó
durante largos días a sus Discípulos.
En esta página, San Lucas expone dos temas: A) La verdad de
la Resurrección (36-43); B) la Misión cristiana al mundo, que se
enraíza en ella (44-49).
A. — En cuanto a la verdad de la Resurrección, insiste en los
tres aspectos fundamentales: realidad, identidad, corporeidad
de Jesús glorioso. 1) Para mostrar su corporeidad, el Señor
recurre al procedimiento pedagógico-revelacional de hacerse
tangible a manos mortales y de participar en el ágape fraterno
de los Discípulos (el «pez»: indicación del sentido cristológico
de dichos ágapes). Lucas (como Juan) escribe en un ambiente
tentado o ya contagiado de «docetismo» (error de los que
decían que Cristo no tuvo cuerpo más que en «apariencia»). 2)
La identidad del Resucitado con el Crucificado («Soy Yo
mismo») tiene por signo la permanencia de sus llagas en las
manos y pies. Signo, al mismo tiempo, de su perenne y
gloriosa oblación sacrificial. 3) Su realidad es todo lo contrario
de un «fantasma» (hoy dirían una sugestión).
B. — Con la Resurrección, empieza el Evangelio para el mundo.
En su Resurrección/Glorificación, el Cristo de la Cruz fue
constituido por el Padre Señor efectivo del universo. Ya nada le
puede ser neutral. La Misión tiene por objeto «explicitar» en
toda dimensión histórica esta Soberanía de Cristo. Iniciar con el
esfuerzo humano su eterna Epifanía. Por eso, el Evangelio de la
Resurrección termina siempre con la Misión apostólica. Su
fuerza, la Palabra de Dios: para ello les da el carisma de la
interpretación auténtica de las Escrituras.
CUARTO DOMINGO DE PASCUA
PRIMERA LECTURA
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 4,8-12
En aquellos días, Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo:
—Jefes del pueblo y senadores, escuchadme: porque les hemos
hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para
averiguar qué poder ha curado a ese hombre. Pues quede bien
claro, a vosotros y a todo Israel, que ha sido el nombre de
Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien
Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se presenta
éste sano ante vosotros.
Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y
que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede
salvar y, bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que
pueda salvarnos.
Salmo responsorial Sal 117,1 y 8-9. 21-23. 26 y 28cd y 29
R. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra
angular.
[ Aleluya].
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su
misericordia.
Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres;
mejor es refugiarse en el Señor, que fiarse de los jefes.
472 CICLO B
Te doy gracias, porque me escuchaste y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la piedra
angular.
Es el Señor quien lo ha hecho; ha sido un milagro patente.
Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos
desde la casa del Señor. Tú eres mi Dios, te doy gracias. Dios
mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su
misericordia.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera Carta del apóstol san Juan 3,1-2
Queridos hermanos:
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de
Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no lo
conoció a El.
Queridos: ahora somos hijos de Dios y aún no se ha
manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se
manifieste, seremos semejantes a El, porque lo veremos tal
cual es.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 10,14 Yo soy el buen Pastor —dice el Señor—, conozco a mis
ovejas y las mías me conocen. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 10,11-18
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
—Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da la vida por las
ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas,
ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace
estragos y las dispersa; y es que a un asalariado no le
importan las ovejas.
Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me
conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre;
yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también
a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz y habrá un
solo rebaño, un solo Pastor. Por eso me ama el Padre: porque
yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita,
sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para quitarla y
tengo poder para recuperarla. Este mandato he recibido del
Padre.
IV DOMINGO PASCUA 473
Para afirmar que Yahvé es su rey, su firmeza y su guía, el
pueblo de la Biblia lo llama PASTOR: «El Señor es mi Pastor,
nada me falta...,> (Sal 23). Cristo, por su condición de Hijo de
Dios, tiene el gozo y la responsabilidad de ser y sentirse Pastor
de su Pueblo.
1. — «YO SOY EL BUEN PASTOR». El único. Cuando en el
vocabulario eclesiástico damos a alguien el título de «pastor» o
hablamos de una acción «pastoral», se ha de entender como
pura transparencia de Cristo. Por encima de su acento poético,
este Evangelio es teología del Sacrificio redentor. «El Buen
Pastor da la vida por las ovejas». Los cristianos de las
catacumbas miraban la imagen del Buen Pastor con el espíritu
con que ahora contemplamos un crucifijo. Por contraste, el
egoísmo del asalariado o mercenario no ve en las ovejas que le
han confiado nada más que el provecho de su personal
contabilidad. «Dar la vida por las ovejas» es la idea central,
que se va repitiendo con insistencia en esta página. Habla el
Cristo de la Cruz y de la Eucaristía. El que se ha entregado a sí
mismo por nuestra Salvación, en infinita generosidad de dolor
y amor. Libremente. Con la divina seguridad de que, cuando la
muerte se hace Sacrificio voluntario, florece en Resurrección.
Por obediencia al Padre: quien tiene corazón de hijo de Dios
sabe que en coincidir desde dentro con el querer del Padre está
su perfecta libertad.
2. — «YO SOY EL BUEN PASTOR. Conozco a mis ovejas, y mis
ovejas me conocen». Poco antes dijo que las conoce a cada
una «por su nombre propio» (10,3). Alegoría de una comunidad
entrañablemente humana, familiar. «Conocer», en el
vocabulario de San Juan, connota una relación personal,
inteligente, afectuosa. A los tiranos les gusta y aprovecha
masificar su sociedad. El que es «buen pastor» pone toda su
alma, corazón y providencia en cada una de las personas a él
confiadas.
3. — «Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil... »
Jesús vino para unir a todos los hombres en universal Familia
de hermanos, hijos de un mismo Padre que está en el cielo y el
corazón de cada uno. Se realizará plenamente el Evangelio
cuando Cristo sea de todos y todos de Cristo. Sin perder, antes
afirmando, cada uno de los hombres y pueblos sus legítimas
diferencias. «Habrá un solo rebaño y un solo Pastor». Ideal
humano y divino, que será del todo verdad en el Más Allá. Pero
el mundo descubriría su paz si empezase a vivirlo ya desde
ahora.
La liturgia dedica un domingo del tiempo pascual a reflexionar
sobre la imagen del Buen Pastor.
1. — «YO SOY EL BUEN PASTOR. El buen pastor da su vida por
las ovejas». El Evangelio que leemos hoy se concentra en torno
a un pensamiento principal: DAR LA VIDA. Jesús se autodefine
Redentor de los hombres. Acaba de decir que ha venido para
que tengan Vida, y la tengan sobreabundante Un 10, 10).
Cuando en el Evangelio de San Juan se habla de «Vida» quiere
decir la gracia de ser Hijos de Dios. La fuente de esta Vida está
en el Sacrificio, que realiza Cristo derramando su propia
sangre. La imagen bíblica del PASTOR era característica de
Yahvé: «El Señor es mi Pastor... » (Sal 23). Se aplicó también a
reyes y otros dirigentes, que se portaron tantas veces como
pastores indignos (Ex 34). En la época de Jesús tenía
connotación mesiánica. En este sentido Jesús desautoriza a los
falsos mesías, que han venido al pueblo para robar, matar y
destruir Un 10, 8). Ilusos de la violencia. Héroes de la
474 CICLO B
sangre ajena. Sólo el Buen Pastor, derramando la suya, da la
Vida al Pueblo. Contraste con el asalariado, que resume todo su
criterio pastoral en la propia contabilidad. Cede y huye ante el
«lobo». Y se dispersa el rebaño, que no tiene otra muralla ni
arma que el pecho y el cayado de su pastor.
2. — «YO SOY EL BUEN PASTOR. Conozco a las mías, y las mías
me conocen». Antes dijo que las conoce y llama por su nombre
(10, 3). Transparencia alegórica de un Pueblo humano.
«Conocer>, en el lenguaje bíblico-hebraizante, significa una
relación concreta y personal, inteligentemente afectuosa.
Cristo nos conoce así a cada uno de sus hermanos, y así quiere
ser conocido. Los sedientos de protagonismo necesitan
masificar. El Buen [ pone todo su corazón en cada una de las
personas humanas.
3. — « Y habrá un solo Rebaño, un solo Pastor». Intuición
profética de un mundo en el que, sin perder nadie su propio
rostro humano, todos sean de Cristo y Cristo de todos. Si
entendiéramos de veras el Evangelio, comprenderíamos que es
el punto de encuentro de la universal aspiración a la Unidad,
en el respeto de toda humana diferencia.
Las últimas líneas hablan de la Resurrección. Y de la psicología
profunda de Jesús, donde la obediencia filial se transfigura en
Libertad. Y de la altísima razón por la que da su vida por los
hombres, que es la de conocer al Padre y saber que el Padre le
conoce. Que este «conocimiento» —Luz intelectual llena de
Amor— prenda en el corazón de tantos a quienes la voz interior
de Dios llama también a dar su vida...
La lectura característica de este domingo es el Evangelio del
buen Pastor.
San Juan resume en el capítulo 10 diversas reflexiones de Jesús
en torno a la figura significativa del «Pastor». Imagen
tradicional en el lenguaje religioso de Israel. Para
comprenderla, convendría tener presentes algunos textos, muy
conocidos, de la Biblia. Por ejemplo, el Salmo 23 (<cE! Señor
es mi Pastor...»). Sobre todo, el capítulo 34 de Ezequiel, que
probablemente se había leído en el oficio sinagoga de la fiesta
en que Jesús pronunció estas palabras.
San Juan las puso por escrito después de haberlas meditado
durante muchos años. Esta página, en su intención, es ante
todo un capítulo de Cristología. Ilumina la personalidad de
Jesucristo. Personalidad que se va autodefiniendo a lo largo del
cuarto Evangelio, con frecuencia a través de la afirmación « Yo
soy...». El « Yo soy» de Jesús (reflejo de la manera con que «
Yahvé» se manifestó a Israel) asume diversos títulos a nivel
divino. En el texto que leemos hoy asume el de Pastor.
Unicamente Dios se consideraba Pastor de Israel por derecho
propio. Los «pastores» o jefes humanos eran pura delegación
suya, ministerio, obediencia. Por abusar de su oficio son
desautorizados en el capítulo 34 de Ezequiel. En dicho capítulo,
Dios anuncia que reasumirá el exclusivo régimen pastoral de
su Pueblo en y por el Pastor-Mesías. Con las palabras del
Evangelio, Jesús se declara realidad definitiva del anuncio
profético de Ezequiel.
Al poner por escrito estas palabras, San Juan pensaba en su
iglesia de Efeso, y en todas las iglesias; Su descripción del
buen Pastor irradia una clara intención de
IV DOMINGO PASCUA 475
ejemplaridad, referida a quienes tienen el oficio y carisma de
actualizar en cada situación de la Iglesia el amor pastoral de
Jesucristo.
El texto que leemos es sólo un fragmento de la alegoría.
Presupone el que se leyó el año pasado (vers. 1-10). Estilo
reiterativo. Una afirmación principal, insiste: Jesús es el
auténtico Pastor, que da su vida por las ovejas. Dentro de esta
afirmación dominante, podemos distinguir tres sucesivas
variaciones:
1.— Contraste con el mercenario. Se supone un clima de
persecución (hay «lobos»: Mt 10, 16 a). Piedra de toque de la
autenticidad: la actitud ante el «lobo». (Antes que Juan, ya
Pablo había advertido el peligro de «lobos» a los «pastores» de
Efeso: Act 20, 28-29). Razón profunda de la diferente actitud: el
asalariado considera las «ovejas» (el pueblo encomendado a
su responsabilidad) como algo ajeno...
2. — Relación con las ovejas (vers. 14-16). Conocimiento
mutuo. En el lenguaje bíblico, «conocer» a una persona no es
acto intelectual sino vital. Supone contacto, intercomunicación
afectuosa. Para dar relieve a esta idea, convendría releer los
vers. 3 y 4: las ovejas disciernen la voz del Pastor; el Pastor
llama a cada una por su nombre... Intimidad de diálogo
personal, concreto, diferenciado. En el arte pastoral no cabe la
masificación. Jesús asimila su relación de conocimiento-
afectuoso con los hombres a su relación de intimidad con el
Padre. Este Amor inefable explica su Sacrificio. —Las ovejas
son «suyas». No sólo las ya agrupadas en el actual «redil» (la
Iglesia en su presente limitación, tal como la pensaba Juan
cuando escribía, o como la veía Jesús en el grupo de sus
discípulos). También las que serán atraídas por el amor
salvífico en acción, que es a un tiempo pastoral y misionero.
Sublime intuición profética de un mundo donde todos serán de
Cristo. Y Cristo de todos.
3. — Relación con el Padre. Las últimas líneas (y. 17-18)
resumen algunas ideas de la más profunda y difícil Cristología
según Juan. La Muerte sacrificial de Cristo tiene por término
indisociable la Resurrección. Su glorioso Sacrificio es punto
focal del Amor del Padre. En la entrega de Sí, Jesús fue al
mismo tiempo libre y obediente. Misterio de la psicología
cristiana, que sólo comprenden quienes han descubierto lo que
es un infinito Amor filial.
El tema característico de este domingo lo da el Evangelio del
«Buen Pastor». Transparencia alegórica en la que se nos
manifiesta la psicología de Cristo y el ideal de cuantos quieran
sintonizar con ella. Tema de actualidad: nunca como hoy tuvo
tanta vigencia en el vocabulario cristiano la palabra «pastoral».
La lectura de los Hechos Apostólicos se refiere al mismo
contexto histórico que la del domingo pasado. Mientras Pedro
hablaba a la multitud (después de haber curado a aquel
mendigo paralítico), intervinieron los responsables del orden
público en el Templo de Jerusalén. Detuvieron a él y a Juan que
lo acompañaba. Pasaron la noche presos y, al día siguiente,
fueron interrogados por el Sanedrín (tribunal supremo cívico-
religioso de los judíos). La pregunta era: « nombre de quién (es
decir: con qué autoridad) hacéis esto?». La respuesta de Pedro
fueron las palabras que leemos hoy. O sea: «En el Nombre de
Jesús». Pauta de actitud para la Iglesia de siempre. Por aquella
vez, se limitaron a prohibirles que volviesen a hablar de Jesús
al pueblo. Ellos contestaron que tenían que obedecer a Dios
antes que a los hombres. Al siguiente conflicto, la misma
respuesta les valió una tanda de azotes. Y poco más tarde, la
476 CICLO B
muerte de algunos. Es interesante observar a lo largo de los
primeros capítulos del Libro de los Hechos, cómo se
corresponden mutuamente la fidelidad al testimonio de Cristo y
la progresiva persecución.
En la primera Carta de San Juan, la contemplación teológica
procede como una sinfonía en tres tiempos. Las palabras que
leemos hoy dan el leitmotiv del segundo tiempo (2, 28 - 4, 6):
¡Somos hijos de Dios! Cuando esta verdad, corazón del
misterio cristiano, amanece en el horizonte de la conciencia
personal, la vida humana se transfigura. Es lástima que «el
mundo no nos conoce»; pero sería aún más triste que un
cristiano se desconociera a sí mismo, huérfano de luz bajo el
sol. La fe consciente en nuestra filiación divina arde en
esperanza de visión, aquel Día «cuando se manifieste [ Señor)»
y aparezca que somos imagen y vida suya, resplandor de su
infinitud al verle cara a cara «tal cual es», en familia dentro del
Hogar divino.
Prosigue la lectura del EVANGELIO del «Buen Pastor», iniciada
el año pasado. Recordemos cómo se desarrolla esta alegoría en
San Juan. Primero, Jesús describe una escena pastoril de
ambiente palestinense (vers. 1-5)). Los oyentes no captan su
intención (y. 6). Entonces el Maestro va explicando el sentido
de los principales rasgos del cuadro inicial; sobre todo el de la
«Puerta» del redil (7-10) yel del «Pastor» (11-17). Más adelante
insiste en algunas reflexiones a propósito de las « Ovejas» (26-
29). El año pasado leímos la narración inicial y la explicación de
la «Puerta». En este segundo ciclo de lecturas (B) toca la del
«Pastor». El año próximo, las últimas reflexiones sobre las
«Ovejas».
La imagen del PASTOR en el Evangelio se inspira más en la
antigua tradición literario-simbólica de la Biblia que en la
contemporánea realidad profesional (menos idílica de lo que
suelen pintarla). «Pastores» eran los supremos responsables
del bienestar civil y religioso del Pueblo. Cayado y cetro se
confundían. Los profetas, y, sobre todo, Ezequiel (34),
desautorizaron a los «pastores» indignos y encendieron la
esperanza de un «Pastor» ideal. El pensamiento básico del
Evangelio de hoy es el de que este ideal profético se realiza y
agota en la persona de Jesús.
El Pastor ideal se contrapone al mercenario (11-13). Para éste,
las ovejas sólo valen en cuanto rinden. Pero el Buen Pastor
apacienta porque ama (verJn 21, 15-19). Amar es darse.
Cuando vino el lobo, la vida de las ovejas costó la sangre del
Pastor. Pastor y ovejas se conocen mutuamente (14-15).
«Conocerse», en la Biblia, implica intercomunión amorosa,
entrañable, concreta. No hay «pastoral» cristiana sin afecto
religioso a nivel de familia. —La alegoría expresa a
continuación el anhelo universalista de familia. —La alegoría
expresa a continuación el anhelo universalis;a de Jesús. Y
termina con una mirada al Padre, en cuyo recíproco amor se
forja el milagro de que la obediencia sea libertad.
QUINTO DOMINGO DE PASCUA
PRIMERA LECTURA
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 9,26-31
En aquellos días, llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse
con los discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no se
fiaban de que fuera realmente discípulo. Entonces Bernabé se
lo presentó a los apóstoles.
Saulo les contó cómo había visto al Señor en el camino, lo que
le había dicho y cómo en Damasco había predicado
públicamente el nombre de Jesús.
Saulo se quedó con ellos y se movia libremente en Jerusalén
predicando públicamente el nombre del Señor. Hablaba y
discutía también con los judíos de lengua griega, que se
propusieron suprimirlo. Al enterarse los hermanos, lo bajaron a
Cesarea y le hicieron embarcarse para Tarso.
Entre tanto, la Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y
Samaría. Se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al
Señor y se multiplicaba animada por el Espíritu Santo.
Salmo responsorial Sal 21,26b-27. 28 y 30. 31-32
R. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea. [ Aleluya].
Cumpliré mis votos delante de sus fieles. Los desvalidos
comerán hasta saciarse, alabarán al Señor los que lo buscan:
viva su corazón por siempre.
Lo recordarán y volverán al Señor hasta de los confines de la
tierra; en su presencia se postrarán las familias de los pueblos.
Ante él se postrarán las cenizas de la tumba, ante él se
inclinarán los que bajan al polvo.
478 CICLO B
Me hará vivir para él, mi descendencia lo servirá, hablarán del
Señor a la generación futura, contarán su justicia al pueblo que
ha de nacer:
todo lo que hizo el Señor.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3,18 24
Hijos míos, no amemos de palabra ni de boca, sino con obras y
según la verdad. En esto conocemos que somos de la verdad, y
tranquilizaremos nuestra conciencia ante El, en caso de que
nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que
nuestra conciencia y conoce todo.
Queridos, si la conciencia no- nos condena, tenemos plena
confianza ante Dios; y cuanto pidamos lo recibiremos de El,
porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le
agrada. Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre
de su Hijo Jesucristo, y que nos amemos unos a Otros tal como
nos lo mandó.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 15,4. 5b Permaneced en mí y yo en vosotros, dice el Señor;
el que permanece en mí da fruto abundante. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 15,1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador.
A todo sarmiento mío que no da fruto lo poda para que dé más
fruto.
Vosotros estáis limpios por las palabras que os he hablado;
permaneced en mí y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece
en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí
y yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí no podéis
hacer nada.
Al que no permanece en mí, lo tiran fuera, como al sarmiento,
y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros,
pediréis lo que deseéis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante;
así seréis discípulos míos.
La alegoría de la Vidy los sa está en el centro del «Sermón de
la Cena». El Sermón de la última Cena, tal como nos lo ha
conservado el Evangelio según San Juan, constituye el
testamento espiritual de Jesús. De dicha alegoría leemos hoy la
primera mitad, quedando la otra para el próximo domingo.
V DOMINGO PASCUA 479
1. — « Yo soy la Vid, vosotros los sarmientos». La vid (y, por
extensión, la viña) fue símbolo tradicional para significar a
Israel en cuanto pueblo elegido de Dios. Desarrollan este
símbolo varios textos de los Profetas y los Salmos. Los
plasmaba, en tiempo de Jesús, una vid de oro colocada en el
frontispicio del Templo de Jerusalén. Cuando el Señor dice a sus
discípulos que ellos están a manera de sarmientos en la
verdadera Vid, que es El mismo, los declara y se declara a sí
mismo auténtico Israel. Pueblo de Dios. Comunidad de la
Alianza. Cuerpo místico. Iglesia. Antes dijo que el labrador de
esta vid es Dios Padre. Porque la Iglesia, hogar de sus hijos, es
obra personal de su amor paterno. La cultiva con inteligente
providencia. La «poda» o purifica (alusión a la divina pedagogía
del sufrimiento) para que sea más fecunda.
2. — «Permaneced en mí y yo en vosotros». Ser Iglesia es
permanecer unidos todos y cada uno con Cristo en recíproca
fidelidad. Esta página del Evangelio tiene sabor de plegaria
eucarística. Habla el Señor en torno a la mesa, donde los
discípulos han participado de su mismo cáliz rebosante del
«fruto de la vid». Quien ha hecho de la Eucaristía el centro de
su vida, permanece en Cristo como Cristo permanece en él.
3.— «El que permanece en míyyo en él, ése da fruto
abundante». La consigna de esta meditación eucarística y
eclesial es dar fruto. Dios es acción, porque es amor; el que
entra en contacto de amor con él, se hace instrumento de su
dinamismo. Como los apóstoles. Pero «sin mí no podéis hacer
nada», les advierte y nos advierte el Señor. Como el sarmiento
si pierde su interior comunión de vida con la vid. Como los
pescadores del lago en aquella noche de inútil fatiga Un 21). La
Eucaristía dignamente participada es forja de nuestro
permanecer en Cristo. Vitalidad que tiene su fuerza no en las
circunstancias, sino dentro de sí: La Iglesia sabe por larga
experiencia que a condición de su eficacia en el mundo está en
su fidelidad a la Eucaristía.
Hoy y el próximo domingo leemos, en dos mitades, la alegoría
de la Vid y los sarmientos. Al consignar en el «Sermón de la
Cena» estas palabras de Jesús, Juan evangelista quiso
significar que las sigue diciendo al corazón de la Iglesia en
cada Eucaristía.
1. — « Yo soy la Vid verdadera, y mi Padre es el labrador». « Yo
soy la Vid:
vosotros, los sarmientos». La «vid,> era imagen bíblica de
Israel. Asumiéndola, Cristo se declara Pueblo de Dios. Centro
de comunicación para sus discípulos, así como los sarmientos
están en la cepa. Realización profética de Israel. Comunidad
escatológica de Salvación. «Ekklesía». Siempre que la Iglesia
toma conciencia de sí misma, descubre a Cristo en su propio
ser. Al Cristo auténtico, que nació de María Virgen, pasó
haciendo el bien y consagró su vida en holocausto de Caridad
por la Salvación de los hombres. «Vid» teológica, que el Padre
plantó y cultiva con sus manos. Quiere decir, sin imágenes,
que Dios Padre constituyó a su Hijo centro de la Comunidad
humana —centro del mundo y de la historia— a fin de que
todos y cada uno de los hombres se unan con El.
A quienes aceptan este plan de Dios, la meditación evangélica
de la Vid y los sarmientos les señala dos actitudes: permanecer
y dar fruto.
2. — Permanecer. La consigna más insistente. Permanecer es
mutua intimidad de pensamiento y vida. Permanecer es
fidelidad. Fidelidad es el amor que no traiciona. Ser cristiano no
consiste en apuntarse a una ideología. Creer es aceptar la
inmanencia
480 CICLO B
activa de Cristo en nuestra vida concreta: en su diálogo
interior, en su expresión corporal, en su irradiación
comunitaria. Cuando esta presencia pasa a ser consciente, la
vida se transfigura en Evangelio; si es habitual, el cielo se
anticipa. Permanecer es el don de la Eucaristía sincera: «el que
come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él»
Un 6,56). Sólo quien permanece puede dar fruto (154,5).
3. — Dar fruto. Condición de vida para todos y cada uno de los
«sarmientos». Porque al sarmiento estéril, Dios lo aparta de su
Vid: la Iglesia escatológica (y. 6). Dar fruto significa cumplir el
mandato de Cristo realizando obras de Amor fraterno (tema del
próximo domingo). Juan evangelista oye a Jesús pronunciar
estas palabras ante la Mesa eucarística, sobre el cáliz lleno
«del fruto de la Vid». Fruto ue es la propia Sangre, derramada
por la Redención de todos. Cuando la Iglesia celebra la
Eucaristía, y en ella reconoce su identidad, aprende que su
destino es darse también por la Salvación del mundo, con un
Amor sin término Un 13, 1).
La lectura evangélica es del «Sermón de la Cena» según Juan.
Ambiente eucarístico. Meditación en torno a la Nueva Alianza,
forjada por la unidad entre Cristo y su Iglesia.
La primera lectura invita a sintonizar con el ardiente
dinamismo de la Iglesia Apostólica. La segunda pide al
cristianismo una profunda autenticidad en el amor, la confianza
y la fe.
El evangelista San Juan recopiló en el Sermón de la Cena (cap.
13-17) un tesoro de enseñanzas con estilo de «alocución de
despedida». Testamento espiritual de Cristo a la Iglesia.
Seguramente servía de pauta a las plegarias eucarísticas de
Juan en Efeso. En el centro, la alegoría de la Vid y los
sarmientos.
Esta alegoría se desarrolla en dos fases. En la primera se
contempla la imagen significativa. Todo el interés se concentra
en la razón por la que existe la Vid: «dar fruto». La segunda
fase traduce esta vocación y gloria de la Vid (dar fruto) a la
actividad teológica-práctica que por ella se significa: cumplir el
mandamiento del Amor. Hoy leemos sólo la primera fase; la
segunda queda para el próximo domingo.
Las ideas de esta primera fase proceden con ritmo de
paralelismo antitético y reiterativa insistencia. Se pueden
esquematizar en cuatro apartados: Jesús, el Padre, los que
«dan fruto», los que «no dan fruto».
1. —Jesús. Se autodefine con el característico « Yo soy... »
(vers. 1 y 5), eco del lenguaje con, que « Yahvé» se manifiesta
en la Biblia. La Vid es imagen bíblica y tradicional de Israel en
cuanto Pueblo de Dios. Una espléndida vid de oro consagraba
este símbolo en la fachada del Templo. La palabra griega
«verdadera» no se opone a »falsa» sino a imperfecta,
provisional, umbrátil. Jesús se afirma real y auténtico «Israel» o
Pueblo de Dios. Como tal, forma unidad corporativa con los
discípulos (los «sarmientos»: vers. 5). Esta unidad, Pueblo o
Iglesia pertenece al Padre (vers. 1), que la cuida con eficaz
pedagogía. Comunidad de Filiación divina. En seguridad de
confianza por la plegaria (y. 7). Gloria de Dios en el mundo (y.
8). —En esta alegoría de la «Vid» se transparenta la misma
doctrina Cristo-eclesiológica que suele desarrollar San Pablo
mediante la imagen del «Cuerpo (místico)».
2. — El Padre. Destacando la principalidad del Padre y su
inmediata providencia
Y DOMINGO PASCUA 481
concreta sobre cada uno, Jesús define la «Vid»/Iglesia como
una inmensa Fraternidad. Cada hijo-discípulo es su obra de
arte, reflejo de su Gloria (vers. 8).
3.— Los que «dan fruto». «Dar fruto» es la expresión que más
se repite en esta primera fase de la alegoría. La segunda fase
revela que «dar fruto» simboliza el ejercicio del Amor cristiano,
que es vida de la Fe. Condición absoluta de «fructificar» es
mantenerse en la cepa. Estar en comunión de unidad con
Cristo en la Iglesia. Al que permanece, el Padre lo purtfica
pedagógicamente a fin de que vaya progresando más y más en
el ejercicio del Amor. Instrumento de purificación es la Palabra
de Cristo. —La expresión «Permaneced en mí, y yo en
vosotros» tiene reflejo eucarístico (comparar con Jn 6, 56). Y
resume toda la Teología de la Alianza.
4. — Los que «no dan fruto». Los que no aman ni creen. En la
doctrina de San Juan, fe viva y ejercicio del amor cristiano o
Caridad son indivisibles. Destino de los que no dan fruto: la
separación, la aridez, el fuego (escatológico). Razón de su
fracaso: no permanecer en la Comunión de Cristo. Solo él
comunica la vida y el gozo de la Filiación divina. Inútil el pensar
y el querer del hombre sin la Gracia. Porque sin él, sin Cristo,
todo es nada (vers. 5).
En los tres últimos domingos del tiempo de Pascua se lee en el
Evangelio un fragmento del «Sermón de la Cena» según San
Juan. Hoy toca la alegoría de la Vid y los sarmientos.
Los Hechos Apostólicos evocan un episodio muy realista de la
iglesia de Jerusalén. Cuando hacía casi tres años que su mayor
enemigo Saulo les había dejado en paz yéndose a dar guerra a
la comunidad de Damasco, se les presentó transformado en
discípulo de Jesús. Era humano que temiesen ser víctimas de
una estratagema. Sólo se le abrieron las puertas luego que el
clarividente Bernabé garantizó su sinceridad. Convivió con
ellos unos pocos días, en familiar comunión con Pedro (Gal 1,
17-24). Su impaciente celo resucitó el dinamismo
evangelizador del mártir Esteban entre los judíos helenistas
(Act 6, 8-10). Estos lo miraban como apóstata y decidieron
acabar también con él. Pero el Señor reservaba a Saulo otro
destino. Los cristianos hebreos, que en medio de tantas
dificultades habían conseguido una situación de paz (Act 9,
31), le acompañaron con expeditiva amabilidad hasta Cesarea,
y allí lo embarcaron rumbo a Tarso.
El fragmento de la primera Carta de San Juan pertenece a una
larga serie de variaciones en torno al tema: «Somos hijos de
Dios» (del que el domingo pasado leímos las primeras líneas).
Una vida consciente de filiación se realiza en acorde con la -
Voluntad del Padre, cuyo mandato es el Amor. Y pues Dios es la
Verdad, sólo está en la Verdad quien ama a lo divino y, para
ello, permanece en la Fe. En la Verdad de su Fe y Amor
encuentra la paz de la conciencia, aun por encima de
justificados remordimientos. —Estas intuiciones de San Juan,
que no se pueden aprisionar en palabras concretas, las va
dando a saborear a lo largo de su Carta a modo de variaciones
melódicas sobre un tema musical.
Una de las vivencias fundamentales del cuarto EVANGELIO es
la de «permanecer en Cristo». Permanecer es fidelidad. Y
fidelidad es el amor que dura. Cuando San Juan coordinó a
manera de testamento espiritual las palabras del
482 CICLO B
Maestro que más le habían conmovido, puso en el centro del
«Sermón de la Cena» la alegoría de la• Vid como imperativo de
fidelidad a Jesús. La palabra-clave de esta unidad literaria es
«permanecer».
La Vid se consideraba símbolo de Israel en cuanto llamado a
ser Pueblo de Dios. Al afirmarse Vid «verdadera» (auténtica,
perfecta), el Mesías quiere decir que se realiza definitivamente
en sí el ideal de la Comunidad mesiánica. En ambiente de
cultura campesina, Jesús expresa con esta imagen agrícola lo
mismo que significaría luego San Pablo, hombre de ciudad
helenística, con la clásica imagen del «cuerpo» o persona
humana. Lo que en la Tradición se dijo «Cuerpo místico».
Teológica unidad viviente de Cristo con sus fieles.
El Evangelio destaca el carácter operativo de esta unión: el
buen sarmiento «da fruto». Aun así, el Padre, suprema
providencia de la Iglesia, lo »poda» (en griego: lo «purifica»)
para que dé más fruto. Delicada sugerencia a propósito de la
fecundidad religiosa del sufrimiento. La expresión alegórica
«dar fruto» abarca todo el dinamismo de la santidad y el
apostolado.
Por contraste, la reprobación del sarmiento estéril. Arrancado
de la Vid, su destino está en el fuego escatológico. Siervo
perezoso (Mt 25, 26), que hizo inútil en sus manos caídas la
infinita riqueza de la gracia.
Porque «sin Mí no podéis hacer nada», dice el Señor. En el
orden de nuestra vocación al orden divino, todo es gracia. El
«sarmien;o» voluntariamente desconecta do del tronco ha
escogido la muerte. Y no se olvide que en esta alegoría están
indisociablemente unidos el aspecto cristológico y el
eclesiológico.
En la iglesia de Juan debió de ser una meditación eucarística.
Jesús la pronunciaría ante el cáliz, lleno del «fruto de la vid». La
expresión central: «permaneced en míy yo en vosotros», sabe
a comunión de sangre y vida (comparar con Jn 6, 56).
SEXTO DOMINGO DE PASCUA
PRIMERA LECTURA
Lectt de los Hechos de los Apóstoles 10,25-26. 34-35. 44-48
Aconteció que cuando iba a entrar Pedro, Cornelio salió a su
encuentro y se echó a sus pies. Pero Pedro lo levantó diciendo:
—Levántate, que soy un hombre como tú. Y, tomando de
nuevo la palabra, Pedro añadió:
—Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo
teme y practica la justicia, sea de la nación que sea.
Todavía estaba hablando Pedro, cuando cayó el Espíritu Santo
sobre todos los que escuchaban sus palabras.
Al oírlos hablar en lenguas extrañas y proclamar la grandeza
de Dios, los creyentes circuncisos, que habían venido con
Pedro, se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se
derramara también sobre los gentiles.
Pedro añadió:
—ESe puede negar el agua del bautismo a los que han recibido
el Espíritu Santo igual que nosotros?
y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo.
Le rogaron que se quedara unos días con ellos.
Salmo responsortal Sal 97,1. 2-3ab. 3cd-4
R. El Señor revela a las naciones su justicia. [ Aleluya].
Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas,
su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.
484 CICLO B
El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su
justicia:
Se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la cara
de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro
Dios.
Aclama al Señor, tierra entera, gritad, vitoread, tocad.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 4,7-10
Queridos hermanos:
Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el
que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no
ha conocido a Dios, porque Dios es Amor. En esto se manifestó
el amor que Dios nos tiene: en que Dios mandó al mundo a su
Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste
el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en
que él nos amó y nos envió a su Hijo, como propiciación por
nuestros pecados.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 14,23 Si alguno me ama guardará mi palabra, dice el Señor;
y mi Padre lo amará y vendremos a él. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 15,9-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—Como el Padre me ha amado, así os he amado yo;
permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo
mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y
permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y
vuestra alegría llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo
os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus
amigos.
Vósotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su
señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído
a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he
elegido; y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y
vuestro fruto dure.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dé.
Esto os mando: que os améis unos a otros.
VI DOMINGO PASCUA485
El evangelio de hoy va repasando las ideas fundamentales de
aquella alegoría de la Vid y los sarmientos, que leímos el
domingo pasado, para darles un acento más concreto y
realista. El imperativo «permaneced en mí» se traduce por:
Permaneced en mi amor. La consigna «dar fruto» se realiza
practicando el Mandamiento del amor fraterno.
1. — «Permaneced en mi Amor». Nos habla el Cristo de la Cruz
y la Eucaristía. Asegura amamos con la misma plenitud con
que el Padre Dios le ama a El. Nos manda, y es su testamento
espiritual, que «permanezcamos» en este amor que nos tiene.
Permanecer significa no separarse. No arrancarnos de lo que es
nuestra vida. Ser cristiano es vivir la certeza consciente de que
Cristo nos ama a cada uno en nuestra exacta circunstancia
personal. Su corazón es nuestro hogar. En saberlo y sentirlo
está la perfecta alegría; la que solo El posee en plenitud y
quiere comunicarnos.
2. — «Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros
como yo os he amado». Estas líneas siguen un razonamiento
de lógica divina (véase la segunda lectura):
Cristo permanece en el amor que le tiene el Padre cumpliendo
su «mandamiento» de amar a los hombres; nosotros
permaneceremos en el amor que nos tiene Cristo si cumplimos
su «mandamiento» de amarnos los unos a los otros. En el
vocabulario de Jesús, «mandamiento» no significa una ley
impuesta desde fuera, sino una condición de vida que nace de
dentro. El que quiere vivir, respira sin necesidad de que se lo
manden por un precepto especial.. El Amor fraterno es la
respiración del cristianismo.
De esta caridad fraterna se nos ofrece Jesús como arquetipo.
Maestro de la comunicación afable, que supo tratar a los
discípulos como amigos, y no como un dueño a sus siervos.
Amor que en dar la vida encuentra su infinito. Habla el Cristo
de la Eucaristía y la Cruz. Cruz y Eucaristía que son evidencia y
canon de la perfecta amistad.
3. — «Soy yo quien os ha elegido; y os he instituido para que
vayáis y deis fruto». Elección y misión: todo es pura Gracia.
Nuestra Misión cristiana consiste en dar fruto; o sea, realizar
obras de amor fraterno, que serán ante el mundo testimonio
de la Gracia. Para este ideal, que cumple toda justicia y avanza
más allá de la estricta justicia, los elegidos disponen de una
fuerza invencible: la oración al Padre en nombre de Jesús.
El Evangelio sigue glosando la alegoría de «la Vid y los
sarmientos», que empezamos a leer el domingo pasado.
1.— «Permaneced en mi Amor». Antes Jesús había dicho:
«permaneced en mí», como los sarmientos en la cepa.
«Permanecer» es fijar la morada. Establecerse en un hogar
interior, que impregne de cálida luz el pensamiento y la vida.
La Iglesia tiene su hogar en el Amor de Cristo. Permaneced en
mi Amor. No hay más felicidad que la de sentirse amado.
Cuando los Discípulos toman conciencia del Amor con que
Cristo los ama, florece en ellos la Alegría, y su Alegría llega a
plenitud.
Por fidelidad de Amor, la voluntad humana de Jesús vibró
siempre al unísono con la del Padre. Por fidelidad, el discípulo
de Jesús «guarda sus mandamientos». «Sus mandamientos»
quiere decir la expresión concreta y práctica de su Amor. Se
486 CICLO B
recapitulan todos en uno: «que os améis unos a otros como yo
os he amado’>. Pensar y vivir en Caridad fraterna es el criterio
de «permanecer en Cristo’>. Caridad de horizonte universal,
que ha de tener por forja su ejercicio en el ámbito de la Iglesia.
Porque estas palabras que leemos en el Evangelio, las dijo y
sigue diciéndolas el Señor ante la Mesa de la Eucaristía.
2. — «Nadie tiene un amor más grande que el que da la vida
por sus amigos». Reaparece el tema central de la alegoría del
Buen Pastor: DAR LA VIDA. Se aplica ahora al inciso modal del
precedente imperativo: «amaos... como yo os he amado». El
Redentor generoso de la Cruz y la Eucaristía nos da la medida
del Amor fraterno. En él, DAR LA VIDA muriendo fue sello y
corona de haberla dado viviendo. Antes de subir al Calvario,
Cristo liberador del egoísmo humano pasó por todos los
caminos haciendo el bien. Hombre para los demás.
Llamando a sus Discípulos «amigos», quiere decir que es él
quien se les ofrece por Amigo. Amigo transparente, que
comunica al corazón del otro todo su pensar y sentir. Amigo
sincero, que, precisamente por serlo, exige que el otro acepte
la sintonía de su Querer. La más alta cumbre del espíritu
humano es entrar en la familiar amistad con Jesús.
3. — «No me elegisteis vosotros a mí; soy yo quien os elegí a
vosotros... » Todo es iniciativa que viene de lo Alto. Todo es
Gracia. El Amor [ lectura], la Elección, la Misión... La Misión es
«dar fruto»: obras de Caridad que sean testimonio de la Gracia.
Para ello, los «elegidos» cuentan con su único e infinito poder:
la voz de la Fe. Cuanto piden en Nombre de Cristo, el Padre se
lo concede.
La alegoría de la Vid y lbs sarmientos (que leímos el domingo
pasado) concluye con una lección sobre el ejercicio de la
Caridad. Punto central del Sermón de la Cena. Médula del
cristianismo.
La primera lectura evoca el momento en que la acción
evangelizadora de los Apóstoles se abrió sin reserva al mundo
de los no-judíos. La segunda introduce al tema del Evangelio:
Dios es Amor, y sólo quien ama lo descubre.
El Evangelio de hoy (vers. 9-17) repasa las ideas de la
precedente alegoría de la Vid (y. 1-8), traduciéndolas a
lenguaje explícito y aplicándolas a la vida práctica. La anterior
consigna: Permaneced en mí (como los sarmientos en la cepa),
se traduce por: Permaneced en mi Amor. La imagen «dar
fruto», por el Mandamiento del Amor fraterno. Estilo
reiterativo; insistente y rítmica variación de unos mismos
temas.
A. — «Permaneced en mi Amor» (y. 9). Imperativo principal.
Condensación de toda la vida cristiana. No estar en
reciprocidad de amor con Cristo sería el único fracaso (1 Cor
16,22). Consigna de permanecer. Iluminada por la precedente
alegoría de los sarmientos, que mueren si no «permanecen» en
la Vid. Permanecer es constancia, fidelidad. No es amor el que
no se ha forjado en una decisión de absoluta fidelidad para
siempre.
El imperativo brota de un indicativo: « Yo os he amado». En
esta afirmación se resume toda su existencia. Aceptarla es la
más profunda síntesis de la Fe. San Juan contempla la Doctrina
de Jesús a nivel místico, donde todo se unifica en una sola
intuición. Encarnación, vida, muerte, Eucaristía, Iglesia son un
acto infinito de Amor Un 13, 1).
VI DOMINGO PASCUA487
El Amor de Jesucristo a los hombres es revelación y
comunicación de su divina y eterna (17, 24) intimidad: «como
el Padre me ha amado». Al entrar y «permanecer» en él, el
hombre entra, de pura gracia, en el diálogo interior de la
misma vida de Dios
(17, 26).
De ahí la experiencia sobrenatural cristiana de un gozo
perfecto (vers. 11), que supera y trasciende todo lo sensible.
Pero el amor de que hablan Cristo y San Juan no es éxtasis
evasivo ni sentimental complacencia. Amar es abertura al otro,
ofrenda, aceptación, servicio. Por eso, según el versículo 10, el
amor de Jesús al Padre se ha realizado en «guardar sus
mandamientos» (14, 31). Al comunicarse a los Discípulos, les
infunde esta interior obediencia, que florece como ley en el
propio corazón.
Los vers. 12-17 explican cómo hay que guardar los
mandamientos de Cristo, y así permanecer en su Amor:
B. — «Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los
otros». Misma consigna al principio (12) y al final (17) de este
apartado, a manera de «inclusión». No es consejo, sino ley.
Bajo ella, toda legítima ordenación concreta se transfigurará en
indicación del cauce por donde ha de discurrir el amor-y-
servicio a los hermanos. El auténtico cristiano cumple y excede
toda justicia desde más arriba, por el ejercicio de
la Caridad teologal. —
La norma: «Como yo os he amado» (= 13, 34), se explicita en
el vers. 13: hasta dar la vida por los demás. Fue éste el
mandamiento que Jesús recibió del Padre (10, 17-18). El Amor
según Cristo tiene forma de Cruz.
San Juan evoca estas Palabras a propósito de la Cena
eucarística del Señor. En el ambiente de intimidad eclesial que
simboliza la imagen de la Vid. Donde los Discípulos son sus
amigos. Esta palabra —«amigos»— queda en el Evangelio
como ofrecimiento de divina intimidad a todos y solos cuantos
«hacen los que manda» (vers. 15). Los que han transfigurado
suvida en ejercicio de Amor fraterno, y por eso, sirviendo a los
hombres (Mt 25, 31-46), «permanecen en el Amor» de Cristo
(y. 10).
Ideal infinito, sólo posible por la Gracia. En efecto, para «dar
fruto» no hemos elegido nosotros. Nos ha elegido él (vers. 16).
La clave de la Gracia está en la oración (vers. 16 b).
La lectura del Evangelio es continuación de la del domingo
pasado. El punto de partida fue la alegoría de la Vid. Su idea
central, la de «permanecer en» Cristo.
El fragmento de los Hechos Apostólicos yuxtapone tres incisos
muy aislados del capítulo 10. Tenemos, en dicho capítulo, la
relación extensa de un paso decisivo en la historia de la
primitiva Iglesia, cuando Dios manifestó que tenía prisa en
otorgar los bienes de la Salvación a todos por igual, tanto a los
judíos como a los no judíos. Porque, hasta entonces, la
comunidad hebreo-cristiana seguía teniéndose por privilegiada
y condicionante. El hogar escogido para dar el signo de
universalidad fue el de un oficial del ejército romano, Cornelio,
en Cesarea del mar. El signo se hizo patente en la
comunicación sensible del Espíritu Santo y sus carismas, como
en el día de Pentecostés, pero ahora directamente a unos
paganos. Instrumento ministerial de la abertura fue San Pedro.
Cuando regresó a Jerusalén los cristianos judíos le criticaron,
pero supo defenderse. El paso quedó consignando en la
Escritura,
488 CICLO B
desautorizando a cuantos más tarde quisieren también
enfeudar el Evangelio en el recinto de alguna predilecta
diferenciación humana.
A modo de una sinfonía teológica, la primera Carta de San Juan
se eleva, en su tercer y último tiempo (4, 7 - 5, 13) a la
contemplación directa de los máximos valores: el Amor y la Fe.
La idea fuerte de las líneas que leemos hoy es la de que el
Amor cristiano (.cAgape» o Caridad) no nos nace de nuestra
propia fuente. Viene de lo alto, porque el Amor es de Dios. Más
aún, el Amor es Dios. Y pues amar es darse, el Amor divino se
nos ha manifestado y comunicado en la donación del Hijo al
mundo por la Encarnación redentora. Las líneas siguientes
hablarán de la respuesta de los hombres al Amor de Dios.
Con estas líneas del Evangelio concluimos la unidad literaria
central del «Sermón de la Cena», iniciada el domingo pasado.
Después de la alegoría de la Vid y los sarmientos (y. 1-6),
prosigue el Señor en un monólogo afectuoso entretejiendo, sin
orden sistemático, afirmaciones y consignas. El clima religioso
es el de una celebración eucarística; en la iglesia de Juan
evocarían una y mil veces estas palabras cuando se sentaban
a la Mesa del Señor.
Todas las afirmaciones de este monólogo derivan de la
fundamental: «Yo soy la Vid, vosotros los sarmientos» (y. 5).
Unión vivificante de cada uno con Cristo y unidad corporativa
de todos en la Iglesia. Tres irisaciones de esta idea:
1) La del Amor de Cristo a los suyos (y. 9).-El amor es la
traducción viva, humana y teológica del concepto de «unión».
De este Amor se afirman las siguientes cualidades: a) La
iniciativa. Es Cristo quien «elige» y «sitúa» a cada uno en su
concreto programa de «fructificación» (y. 16). La vocación
cristiano-apostólica es el regalo de Jesús-amigo. b) En efecto,
su Amor es de amistad y diálogo íntimo (y. 15). Al que no
comprendiese esta espiritualidad de Juan (13, 23...) le quedaría
aún mucho por descubrir en Cristo. c) Es Amor de sacrificio,
hasta dar la vida (y. 13). d) Es infinito, como el del Padre.
Las otras dos irisaciones del Amor-unión de Cristo con los
suyos son: 2) la seguridad de la oración eficaz (7, 16); 3) el
gozo perfecto (11).
En cada matiz de estas afirmaciones va delicadamente
envuelta una consigna de reciprocidad. Consigna, por tanto, de
«dar fruto» avanzado en el programa de la propia elección o
vocación; de amistad confidente, de sacrificio sin límite, de
oración y alegría.
Pero los dos mandatos en que más insiste el Señor son el de
«permanecer» y el del amor mutuo entre los discípulos o
miembros de la Iglesia. Este amor mutuo intraeclesial es más
exigente (= ¡ «como yo os he amado»!: y. 12) que el del
mandamiento universal del amor al prójimo (= «como a ti
mismo»). —<Permanecer» es fidelidad. Amor que no se
desmiente, ni se cansa, ni traiciona. Otros lo llamarán
«perseverancia>, que es la más divina de las gracias, y su
pérdida el único fracaso.
ASCENSIÓN DEL SEÑOR
SEGUNDA LECTURA.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4,1-13
Hermanos: Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis
como pide la vocación a la que habéis sido convocados.
Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos,
sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la
unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.
Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la
esperanza de la vocación a la que habéis dido convocados. Un
Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo
trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.
A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la
medida del don de Cristo. Por eso dice la Escritura: «Subió a lo
alto llevando cautivos y dio dones a los hombres.» El «subió»
supone que había bajado a lo profundo de la tierra; y el que
bajó es el mismo que subió por - encima de todos los cielos
para llenar el universo.
Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros,
evangelizadores, a otros, pastores y maestros, para el
perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio y,
para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos
todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios,
al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.
EVANGELIO
Lectura del Santo evangelio según san Marcos 16,15-20
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once, y les dijo:
—Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la
creación.
El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer
será condenado.
490 CICLO B
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán
demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán
serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal no les
hará daño. Impondrán las manos a los enfermos y quedarán
sanos.
El Señor Jesús, después de hablarles, ascendió al cielo y se
sentó a la derecha de Dios.
Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas panes, y el
Señor actuaba con ellos y confirmaba I Palabra con los signos
que los acompañaban.
Nuestra patria está en la Gloria. Celebramos hoy la ASCENSIÓN
de Jesús.
1. — «Subió al Cielo». Las tres lecturas de la misa se refieren a
la definitiva Glorificación de Cristo resucitado, expresada bajo
la forma visible de una «ascensión» a la altura de Dios. La
humanidad de Jesús fue asumida a aquella Vida sin término,
que es a un mismo tiempo Verdad, Amor y Hermosura. A aquel
orden divino, que la Biblia nos ha enseñado a llamar «Cielo». El
Cielo de nuestro Dios no es una parcela de espacio enclavada
más allá de las estrellas. Nuestro Cielo está en el Infinito. Es la
realidad de Dios amado y poseído en evidencia. Dios ha
impregnado de este Infinito el corazón humano, que no será
feliz hasta que descanse en él. Todos buscan su cielo, su
«paraíso». Cristo nos ha mostrado cuál es el único verdadero,
que él llama y nos enseña a llamar familiarmente la Casa de mi
Padre. Al despedirse visiblemente de los Apóstoles, Jesús,
divino pedagogo, significó su entrada en la Gloria por medio de
una Ascensión. El hombre tiene sed de altura. A Jesús, cuando
vivía en la tierra, le gustaba elevar los ojos al Cielo. Al ideal
hacia el que vamos con todo nuestro ser, debemos ir antes con
la mirada y el corazón. Todo lo que realmente «eleva» al
hombre lo acerca a Dios.
Con una expresión del salterio, los antiguos cristianos dijeron
que Jesús, en su definitiva Glorificación, se sentó (fue
entronizado) a la diestra del Padre. Es una manera de afirmar
que comparte, también como Hombre, su soberanía sobre el
Universo y la Historia. A los que viven la Fe en inteligencia,
toda la Creación y cada uno de sus seres les son signos de
proximidad de Cristo.
2. — «Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas
partes». El misterio de la Ascensión significa para los Apóstoles
el término de la Presencia visible del Señor entre ellos.
Empieza el tiempo de la Iglesia. Tiempo de extender a todos
los pueblos la Misión que Jesús realizó en el limitado espacio de
Israel. Misión irrenunciable, que perdurará mientras dure el
caminar de los hombres en la tierra. Pentecostés completará el
misterio.
3. — «El Señor actuaba con ellos y confirmaba la Palabra». La
Ascensión no significa separación. Es el comienzo de otra
manera, no menos divina, de Presencia. Cristo Jesús vive, habla
y actúa en el corazón de la Iglesia. La Iglesia lo comprende
más y mejor cada vez que se redescubre a sí misma. Presencia
del Ausente, que tiene sus horas de luz en la Eucaristía —
memorial de la Cruz y la Gloria; de la Muerte, Resurrección y
Ascensión de Jesucristo.
***
Celebramos, trasladada a este domingo, la fiesta de la
ASCENSIÓN.
1. — «Jesús el Señor, después de hablarles (a los Apóstoles),
subió al Cielo y se
ASCENCIÓN DEL SEÑOR 491
sentó a la derecha de Dios». Cristo Resucitado «ascendió» en
su Humanidad a aquel orden trascendente en el que Dios es
Evidencia y Gloria. A aquella Vida sin término, llena de toda
Verdad, Amor y Hermosura, que la Biblia y nuestros padres nos
enseñaron a llamar «Cielo». El Cielo teológico no es una
parcela de Universo creado, un espacio más allá de las
estrellas. El Cielo está en el Infinito, y Dios impregnó de su
atmósfera la profundidad del corazón humano. Por eso todo
hombre añora, busca y hasta inventa su paraíso. Sólo Jesús nos
habló del único verdadero, que él conocía por experiencia
desde la eternidad. Lo expresó con una alegoría entrañable: la
Casa del Padre. Suya y de nosotros. «Ascendiendo» a ella nos
atrae hacia la Altura. El hombre que no haya renunciado a su
propia naturaleza tiene hambre y sed de «elevarse». Toda
auténtica elevación humana acerca a Cristo.
Decir que «se sentó a su derecha» es manera bíblica de
significar que la Humanidad de Jesús, a partir de su
Glorificación, comparte la omnipresente Soberanía del Creador
sobre el Universo [ lectura]. Por eso, a los cristianos de Fe
inteligente como San Pablo, la inmensa Creación y cada uno de
los seres que la integran les son signos de una transformante
proximidad de Cristo.
2. — «Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes,
y el Señor actuaba en ellos... » Con el gesto pedagógico de la
Ascensión, Jesús da a entender a los Apóstoles que ha
terminado el tiempo de su Presencia visible. Les deja la Misión
de evangelizar, continuidad de la suya. Al cumplirla, descubren
que el Señor de la Gloria permanece actuando con ellos, tanto
más presente en su Realidad cuanto más ausente a los
sentidos. La Iglesia sigue redescubriendo día tras día en su
propio ser esta Permanencia del Señor (Mt 28, 20).
3. — Hasta que el Señor se nos manifieste en la plena luz de su
Gloria. Porque «el mismo Jesús que os ha dejado para subir al
Cielo, volverá como le habéis visto marcha rse» [ lectura]. El
autor del Libro de los Hechos concluye así la catequesis sobre
la Ascensión de Jesús: con la esperanza de su Retorno y
nuestro encuentro con él. La Fe mira hacia el porvenir con una
felicidad que transfigura ya la vida presente. En cada vida
concreta, su último porvenir, que es el encuentro con el Señor,
puede estar muy cerca.
SÉPTIMO DOMINGO DE PASCUA -
PRIMERA LECTURA
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 1,15-17. 20a. 20c-26
En aquellos días, Pedro se puso en pie en medio de los
hermanos y dijo:
—Hermanos, tenía que cumplirse lo que ci Espíritu Santo, por
boca de David, había predicho en la Escritura, acerca de Judas,
que hizo de guía a los que arrestaron a Jesús. Era uno de
nuestro grupo y compartía el mismo servicio.
En el libro de los Salmos está escrito: <Que su moradaquede-
desierta y también: Que su cargo lo ocupe otro
Hace falta, por tanto, que uno se asocie a nosotros como
testigo de la resurrección de Jesús, uno de los que nos
acompañaron mientras convivió con nosotros el Señor Jesús,
desde que Juan bautizaba, hasta el día de su ascensión.
Propusieron dos nombres: José, apellidado Barsabá, de
sobrenombre Justo, y Matías. Y rezaron así:
—Señor, tú penetras el corazón de todos; muéstranos a cuál de
los dos has elegido para que, en este servicio apostólico, ocupe
el puesto que dejó Judas para marcharse al suyo propio.
Echaron suertes, le tocó a Matías y lo asociaron a los once
apóstoles.
Salmo responsorial Sal 102,1-2. 11-12. 19-20a
R. El Señor puso en el cielo su trono. [ Aleluya].
Bendice, alma mía; al Señor,
y todo mi ser a su -santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.
VII DOMINGO PASCUA 493
Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad
sobre sus fieles;
como dista el Oriente del Ocaso, así aleja de nosotros nuestros
delitos.
El Señor puso en el cielo su trono, su soberanía gobierna el
universo.
Bendecid al Señor, ángeles suyos, poderosos ejecutores de sus
órdenes.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol San Juan 4,11-16
Queridos hermanos:
Si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos
amarnos unos a otros. A Dios nadie le ha visto nunca. Si nos
amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor
ha llegado en nosotros a su plenitud. En esto conocemos que
permanecemos en él y cien nosotros:
en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y
damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo, para ser
Salvador del mundo. Quien confíe que Jesús es el Hijo de Dios,
Dios permanece en él y él en Dios.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 14,18 No os dejaré huérfanos; volveré a vosotros. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 17.1.llb-19
En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, Jesús dijo:
—Padre santo: guárdalos en tu nombre a los que me has dado,
para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos,
yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba;
y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de la perdición, para
que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el
mundo, para que en ellos mismos tengan mi alegría cumplida.
Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado porque no
son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego
que los retires del mundo, sino que los guardes del maL No son
del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en la
verdad; tu Palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo,
así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo,
para que también se consagren ellos en la verdad.
El domingo entre la Ascensión y Pentecostés tiene por lectura
característica la plegaria con que termina el «Sermón de la
Cena» según San Juan. Suelen llamarla «Oración sacerdotal».
494 CICLO B
Término y corona del Sermón de la Cena, el capítulo 17 de San
Juan es un extenso monólogo dirigido al Padre. A manera de
«Plegaria eucarística», Jesús expone y propone con filial
seguridad las intenciones por las que se consagra en Sacrificio.
Habla desde el Cenácul,, en la actitud de la Cruz, elevado en
espíritu a la perspectiva de la Gloria. Al evocar y redactar esta
oración, Juan evangelista saboreaba la presencia actual de
Jesucristo Sacerdote eterno intercediendo sin cesar ante el
Padre (Hebr 7, 25) desde el corazón de su Iglesia.
Se desarrolla en tres círculos en torno a tres temas principales:
la Glorzficación divina (vers. 1-5), la Misión apostólica (6-19), la
Unidad cristiana (20-26). El Leccionario litúrgico distribuye el
texto por trienios. Este año toca un fragmento del segundo
tema.
Este fragmento se resume en un vocativo («Padre santo...») y
dos imperativos coordinados ( en tu Nombre» = «Santifícalos
en la Verdad»).
A. — El vocativo «Padre» lo reitera Jesús seis veces a lo largo
de la Plegaria. Se transparenta en él la conciencia de ser y
sentirse el Hijo de Dios. El título «Santo» fundamenta y prepara
la petición definitiva: «santifícalos.. . » En el pensamiento
hebreo-bíblico, «santidad» no equivale simplemente a «bondad
eximia». Es concepto entitativo. El Dios-Santo (Is 6, 3) es el
totalmente-Otro, distinto del mundo, trascendente. Pero la
Santidad se hace resplandor visible y comunicación en su
Gloria. Cristo, venido al mundo, es Gloria del Padre. En él, la
Santidad de Dios se revela en dos dimensiones principales: la
de la Verdad y la de la Gracia, que es Amor Un 1, 14). Cristo
realiza su Obra instituyendo en el mundo un espacio divino-
humano de Verdad y de Amor (veánse la primera y tercera
parte de esta Oración sacerdotal).
B. — De ahí la primera petición: «Guárdalos en tu Nombre, a
los que me has dado». En el lenguaje de la Biblia, «nombre» es
el mismo ser en cuanto se manifiesta o revela. En Cristo se
hace gloriosamente visible el «Nombre» de Dios, irisado en
Verdad y Amor. Pide al Padre que establezca y afirme a los
suyos en este espacio de Verdad y Amor.
Los suyos son el grupo apostólico presente en el Cenáculo.
Núcleo germinal y arquetipo de la Iglesia. Patriarcas de la Fe
(vers; 20). Jesús se despide y los pone en manos del Padre (que
atenderá su petición enviando el Espíritu).
«Guardar» incluye también defender. Entra en juego la
antítesis negativa del espacio divino de la verdad y el Amor.
San Juan la llama «mundo». Entiéndase el ámbito donde es ley
la Mentira (vgr. 8, 44-47) y el Odio (16, 18-25). San Juan
describe en sus Cartas el rostro inconfundible de lo que él
entiende por «muñdo» (vgr. 1 Jn 2, 14-17). Los cristiano-
apóstoles tienen el deber de vivir en él (y. 15). Son enviados a
él (18). Pero le son radicalmente distintos (16). Para San Juan,
«mundo» es el área de dominio del Maligno (1 Jn 5, 19). Por
eso, evocando la última petición del Padrenuestro, ruega al
Padre que los «guarde del Maligno» (vers. 15). [ que no
siempre «mundo» tiene sentido peyorativo en los escritos de
San Juan: cf. 3, 16].
C. — En las últimas líneas, la petición de Jesús se hace
teológicamente explícita:
«Santifkalos en la Verdad». La Verdad es la Palabra, el
«Nombre», la Revelación del Padre. Se ha hecho espíritu,
institución y vida en la Obra de Jesús. «Santificar», en el
lenguaje bíblico, es liberar de la esfera profana, extra-divina,
para situar y consagrar a uno en total pertenencia dentro del
ambiente donde irradia la Santidad-y-Gloria de Dios. El acto de
«santificar» se realiza en plenitud ofreciendo-en-sacrificio. En
este
V DOMINGO PASCUA 495
sentido se lo aplica Jesús (y. 19): su muerte va a ser una
Consagración, en virtud y a
ejemplo (Gal 6, 14) de la cual los cristiano-apóstoles quedarán
gozosamente (y. 13)
consagrados en la única pertenencia y servicio de la total (16,
13) Verdad.
fr fr fr
Para este domingo entre la Ascensión y Pentecostés, el texto
del Evangelio se toma siempre de la «Oración Sacerdotal»,
repartida en tres secciones. Corresponde a este año la segunda
sección: Jesús ruega por los Apóstoles.
Del libro de los Hechos leemos en extracto la historia de cómo
San Matías fue incorporado al Colegio Apostólico. Todos tenían
clara conciencia de que la elección tenía que decidirla Dios.
Pero, al mismo tiempo, condicionaron dicha elección a la
idoneidad del candidato: para cumplir la misión fundacional de
«apóstol» tenía que haber sido testigo del Jesús histórico
durante toda su actividad pública, desde el Bautismo hasta la
Ascensión (límites temporales de la Doctrina apostólica, que se
condensó luego en los Evangelios escritos). Al compensar esta
página, San Lucas se anticipó a cierta problemática de nuestro
tiempo, en el que algunos parecen dar por supuesto que la
primitiva Predicación cristiana se apoyaba exclusiva o casi
exclusivamente en la experiencia post-pascual del Señor
glorificado.
El fragmento de la primera Carta de San Juan es continuación
inmediata del que escuchamos el domingo pasado. El Amor
absoluto de Dios al hombre define la vida del hombre como
una respuesta al Amor de Dios. Pero nuestra respuesta la
espera Dios en el hermano hombre. Este es el compromiso de
fe más concreto y quizá el más difícil del Cristianismo. Con él o
contra él cada uno se anticipa la sentencia que oirá en el Juicio
escatológico (Mt 25, 31-46). «Has visto al hermano, has visto al
Señor», solían decir antiguamente. El que dispone todo su
pensar y hacer en esta actitud cristológico-fraterna
«permanece en Dios y Dios en él».
En el conjunto de la última Cena, la «Oración Sacerdotal» del
Señor Un 17) tiene el aire de una «Plegaria eucarística». En las
primeras líneas (y. 1-5) se refiere a sí mismo; acto seguido (6-
19) a los apóstoles, y luego (20-26) a todos los creyentes. Juan
resume en este monólogo al Padre la más profunda síntesis de
lo que Jesús piensa y siente sobre la Iglesia. En la manera
como el anciano discípulo redacta esta síntesis se percibe una
cálida, emoción de experiencia: testigo ya de muchas
debilidades cristianas, quiere dejar a los cristianos de siempre
su testimonio del ideal de Cristo, manifestado en «la Hora» (y.
1) de su perenne Jueves Santo.
El EVANGELIO de hoy recoge la segunda mitad de la oración
por los apóstoles. En las líneas precedentes (y. 6-10) ha
bosquejado su elogio: son regalo del Padre, discípulos de la
Revelación, instrumento de la gloria de Cristo. Cuando escribía
Juan, el grupo apostólico del Cenáculo era ya memoria y
arquetipo; el evangelista piensa en los continuadores y,
pensando en ellos, consigna las supremas peticiones de Jesús
al
Padre:
1) «Que sean uno» (y. 11). «Como nosotros», le dice Jesús.
Lamentando la inevitable excepción, mencionada a Judas (y.
12).
2) «Que los guardes del mal» (y. 15). Es un eco de la última
petición del Padrenuestro (Mt 6, 13 b) y, como en ella, sería
mejor traducir «del Maligno». Va envuelta en la idea de que los
apóstoles están y tienen que estar «en el» mundo, pero
496 CICLO B
no son «del» mundo (presencia en el mundo, pero no espíritu
mundano). Juan relaciona estrechamente entre sí los conceptos
de «mundo» y «Maligno» (1 Jn 5, 19). Para ser más fieles a su
pensamiento, hoy podríamos expresarlo con otro vocabulario.
Pero es transparente, en sincera hermenéutica, que hay zonas
de fascinación religiosamente negativa en el mundo, a las que
el apóstol debe saberse y sentirse ajeno.
3) «Santifícalos en la Verdad» (y. 17). El verbo es el mismo que
en el y. 19:
significa «consagrar», dedicar plenamente a Dios en acto de
sacrificio. Jesús Sacerdote se ofrece a sí mismo en sacrificio por
esta intención (y. 19): que el servicio de sus apóstoles a la
Verdad sea un holocausto de entrega total. La Verdad es la
Palabra o Logos del Padre (y. 17): el mismo Cristo.
DOMINGO DE PENTECOSTÉS
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 5,16-25
Hermanos: Andad según el Espíritu y no realicéis los deseos de
la carne; pues la carne desea contra el espíritu y el espíritu
contra la carne. Hay entre ellos un antagonismo tal, que no
hacéis lo que quisierais. Pero si os guía el Espíritu, no estáis
bajo el dominio de la ley.
Las obras de la carne están patentes: fornicación, impureza,
libertinaje, idolatría, hechicería, enemistades, contiendas,
envidias, rencores, rivalidades, y partidismo, sectarismo,
discordias, barracheras, orgías y cosas por el estilo. Y os
prevengo, como ya os previne, que los que así obran no
heredarán el reino de Dios.
En cambio, el fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz,
comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad,
dominio de sí. Contra esto no va la ley. Y los que son de Cristo
Jesús han crucificado su carne, con sus pasiones y sus deseos.
Si vivimos por el Espíritu, marchemos tras el Espíritu.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 15,26-27; 16,12-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—Cuando venga el Defensor, que os enviaré desde ci Padre, el
Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio
de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el
principio estáis conmigo.
Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar
con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad,
os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será
suyo:
hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
498 CICLO B
Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá
comunicando
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que
tomará de lo mío y os lo anunciará.
Jesús vino al mundo para darnos a Dios. Poseer a Dios será
nuestro cielo. Recibir el Espíritu Santo —misterio de
Pentecostés— significa anticipar el cielo en la tierra.
1. — «Exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: RECIBE EL
ESPIRITU SANTO». El Evangelio nos recuerda la manifestación
de Cristo Glorificado a los discípulos, el mismo día de la
Resurrección. Les da el Espíritu Sánto. Es su regalo de pascua a
la Iglesia. Fiel al método pedagógico de expresar las cosas del
cielo con signos de la tierra, alienta sobre ellos. En hebreo, una
misma palabra responde a los conceptos de «soplo», <‘viento»
y «espíritu». Este gesto de exhalar el aliento evoca el de Dios
cuando creó el hombre, según el Génesis (2,7). Cristo
Resucitado es el creador de la nueva Humanidad.
Jesús da a la Iglesia su Espíritu. El Amor sustancial que le
mantiene unido al Padre en relación de Hijo. Sentirse Iglesia
compromete a «respirar» el Espíritu de Jesús. Tener conciencia
de ser en él y con él hijos de Dios. Todos hermanos. El Espíritu
Santo inspiró la Biblia. El Evangelio. Donde se vive en el
Espíritu Santo hay transparencia de Evangelio, con sus
Bienaventuranzas, su Padrenuestro, su Magnifi cat. Obra
maestra del Espíritu Santo, cooperando con María Virgen, ha
sido el misterio de la Encarnación, que nos actualiza y hace
presente en la Eucaristía. Espíritu de Santidad, siempre
dispuesto a perdonar el pecado, pero no a convivir con él.
2. — «Se llenaron todos de Espíritu Santo». En el Libro de los
Hechos, San Lucas describe a todo color el primer Pentecostés
cristiano. Arquetipo de lo que ha de ser y hacer en el mundo la
Iglesia de siempre. Plenitud, transparencia y comunicación del
Espíritu. Palabra ardiente —lenguas de fuego— que bendice a
Dios y proclama a los hombres la Salvación. Palabra que,
siendo una, la comprenden y hacen suya todos los pueblos,
cada uno en su lengua y cultura. Catolicidad multiforme.
Antítesis de Babel.
3. — «Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu». En la
primera Carta a los Corintios, San Pablo desarrolla a lo largo de
tres capítulos su pensamiento a propósito de los «dones»
espirituales o carismas. Leemos la introducción. Dice que nadie
es capaz (en el orden de la Salvación) de hacer algo bueno sin
el espíritu. Ni siquiera confesar que «Jesús es el Señor». El
Espíritu Santo, artista silencioso que configura desde lo más
íntimo la manera de ser de cada persona humana, da a cada
uno su peculiar aptitud, función o capacidad de servicio para el
bien de todos. Que el egoísmo no haga motivo de división lo
que ha de ser eficacia y hermosura de la Iglesia: la armonía en
la diversidad.
***
En el corazón de la Iglesia siempre es Pentecostés.
1. — «Exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: RECIBID EL
ESPÍRITU SANTO». Jesús era pedagogo. Sabía amaestrar.con las
palabra, imágenes y signos que la cultura de sus oyentes les
permitía comprender. Al manifestarse a los Discípulos, la
DOMINGO DE PENTECOSTÉS 499
tarde de Pascua, reproduce sobre ellos aquel gesto divino con
que la Biblia (Gén 2, 7) expresa el misterio de la Creación del
Hombre. Jesús Glorificado «crea» una nueva Humanidad
transfundiéndole su propio «aliento’>, su Vida, su Espíritu:
Recibid el Espíritu Santo.
La personalidad de Jesús fue obra maestra del Espíritu de Dios.
En su carácter se transparentaba con rostro humano la
fisonomía del Espíritu Santo, cuyo Amar y Saber divino inspiró
la vida sencilla de Nazaret, el sentido permanente de Filiación
en la presencia del Padre, la proclamación de las
Bienaventuranzas. El Espíritu Santo movía a Jesús cuando
«pasó haciendo el bien» y condenando la hipocresía. Hombre
perfecto encendido en el Espíritu, Cristo llevó hasta la muerte
la sinceridad de su Misión para transfigurarse, Crucificado, en
arquetipo universal del Amor y la Paz.
Al decir: RECIBID EL ESPIRITU SANTO, les transfunde su
«aliento». Cuando la Iglesia lo recibe, queda comprometida —
todos y cada uno— a «respirar» el Espíritti de Jesucristo. De
acuerdo con la línea de pensamiento y vida que el mismo
Espíritu Santo dejó consignada en los Evangelios.
Porque es tarea del Espíritu Santo como alma de la Iglesia
configurar en ella la semejanza de Cristo. En el texto que
leemos hoy, San Juan subraya el deber- y derecho de continuar
su Misión. Misión que tiene entre sus objetivos primarios el de
purificar el mundo mediante el Perdón de los pecados.
2. — «Se llenaron todos del Espíritu Santo». En el Libro de los
Hechos, San Lucas describe a todo color aquella fiesta de
Pentecostés con que la Iglesia de los Apóstoles inaugura y
caracteriza su presencia comunicativa en el mundo. Les
impulsa el Espíritu (simbolizado por el «viento»). Son palabra
ardiente («lenguas de fuego»), que proclama la grandeza de
Dios. Mismo entender y sentir en la sinfonía de una variada
comprensión lingüística. Universalidad acorde. Catolicidad
multiforme.
3. — «Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu». El
Espíritu de Dios es el Artista que llena el Universo de inmensa
pero armónica variedad. La diversidad de «dones», «frutos» y
«carismas» del Espíritu en el orden de la Salvación es todavía
más rica. Cada persona humana, en su fisonomía sobrenatural
y vocación eterna, es obra de su arte divino: concreta, distinta,
irrepetible. Todo ello viene de Dios, y todo, aun siendo tan
distintos, nos une a todos con Dios.
Pentecostés siempre es actual. Toda y siempre de Cristo, la
Iglesia de los Apóstoles es toda y siempre del espíritu.
En, el Evangelio (= 2° Dom. Pasc.), San Juan resume la
experiencia de diversas manifestaciones de Jesús resucitado,
concentrándola en la Aparición a los Apóstoles, al anochecer
de la primera Pascua cristiana, en Jerusalén. Recordemos los
temas principales: a) es domingo y se ha reunido la
comunidad, incomprendida por los de fuera; b) Jesús «viene»
(vers. 19) y se sitúa «en medio de ellos»; c) Señor de la Gloria,
muestra los signos del Sacrificio (las heridas), en identidad con
el Cristo de la Cruz; d) su presencia los impregna de la
atmósfera- de Dios, que es Paz y Alegría.
Al redactar estas líneas para sus amigos de Efeso, a más de
medio siglo de distancia, San Juan evocaba un hecho
realmente histórico. Pero, al mismo tiempo, iluminaba el
sentido profundo de sus reuniones eucarísticas dominicales. En
ellas,
500 CICLO B
congregada en su intimidad, la Iglesia sabe y siente que Jesús
viene y se hace presente «en medio de» los suyos (Mt 18, 20).
Inmolado y glorioso. Fuente de su Alegría y de su Paz.
En la segunda mitad de esta página, Juan resume en tres
aspectos el legado de Cristo a su Iglesia: la Misión, el Espíritu,
el Poder de perdonar.
a) La Misión es continuidad de la suya (= 17,18). Enviado del
Padre sin separarse de él, Jesús ha revelado al mundo el rostro
del Padre. Enviados de Cristo y en unión con él (15,1-17), los
Apóstoles tendrán la responsabilidad de revelar al mundo en sí
mismos el rostro de Cristo, y en él el de Dios (2 Cor 4,6).
b) El Espíritu Santo es Vida de la Iglesia. Su Amor y su Verdad.
Energía de su Misión. Este momento es punto culminante de
una larga catequesis sobre el Espíritu Santo en todo el
Evangelio de San Juan. Cristo lo tiene en plenitud (3,34). Bajo
la alegoría del «agua», anuncia a la Samaritana (4,13-14) y a
todo el pueblo (7,37-39) que lo dará a los creyentes. Bajo la
misma imagen, realiza lo que anunció cuando es abierto su
costado, en la cruz (19,33). Habla detenidamente a los
Apóstoles del Espíritu Santo «Paráclito» en el Sermón de la
Cena (14-16).
Además de la comparación del «agua», la Biblia representa el
Espíritu de Dios bajo el signo del «aliento». En hebreo una
misma palabra significa «aliento», «viento» y «espíritu».
Conforme al estilo de los profetas, Jesús da expresión y relieve
a la idea con un gesto. Gesto que es evocación intencionada
del que el Génesis (2,7) atribuye a Yahvé cuando vivifica el
Hombre. Reducidos a su mera condición natural, los Apóstoles
serían de barro de la tierra. Es el Espíritu quien los constituye
realidad primicial y arquetipo de la Iglesia. De la Iglesia,
espacio de la nueva Humanidad, que se extenderá por todo el
mundo.
c) El Perdón de los pecados, por la figura del Espíritu que actúa
en los Apóstoles, se ofrece al mundo como primer paso de su
transformación.
Algunos encontrarán más sabor en la primera lectura, la de los
Hechos. Evocación temática del primer Pentecostés cristiano,
que se enraíza en el judío dándole plenitud de sentido.
Entonces lo consideraban (más que fiesta agrícola como
antaño) memorial del encuentro con Dios en el Sinaí.
Solemnidad de la Alianza. En el Pentecostés de la Iglesia se
sienten reunidos todos los pueblos entre sí y con Dios en una
misma comprensión a partir de la propia cultura. Antítesis de
Babel. Cada discípulo es llama del Espíritu. Artista de la
Creación, el Espíritu Santo realiza su obra de arte predilecta
cuando perfecciona a lo divino la persona humana. Serle dócil
es sabiduría y éxito de la vida. Arquetipo de su arte, Jesucristo.
Rasgos de su estilo, las bienaventuranzas, la predilección
desinteresada por los pobres, los enfermos, los niños o débiles.
Expertos han advertido hambre y sed de Espíritu en el mundo
contemporáneo. Pentecostés es actual.
Cada vez que el hombreatiende religiosamente a las Sagradas
Escrituras, entra en diálogo con el Espíritu Santo, inspirador y
Autor de la Biblia. Conforta recordarlo en su festividad de
PENTECOSTES. Al participar en la liturgia de la Palabra, nos
sentamos a la escuela de Dios. Su contacto asiduo crea el
sentido de la Verdad, el
DOMINGO DE PENTECOSTÉS 501
discernimiento instintivo entre la luz y las tinieblas. Infunde el
gusto de la Palabra del Eterno, tan superior a las efímeras que
no lo son.
Las lecturas de la misa de Pentecostés nos invitan a considerar
las primeras manifestaciones del Paráclito en nuestra fase de
la Historia de la Salvación: el tiempo de la Iglesia, donde él es
Protagonista.
El Libro de los Hechos recuerda la gran efusión carismática
inaugural del Espíritu en la Iglesia de los Apóstoles, presente la
Madre de Jesús (1,13-14). La escenografía de viento y fuego
evoca la del Sinaí. La figura de lenguas, el don de la Palabra
ardiente. El primer instinto de esta Palabra divina puesta en
labios humanos es de volver a su origen: cantar la gloria de
Dios (v.11). Luego desciende hecha predicación (14-36),
conversión (37-41) y vida cristiana (42). Signo espectacular de
Pentecostés: la irisación de una misma voz en muchos idiomas
y la convergencia de muchos idiomas en una sola
comprensión. Donde actúa el Espíritu Santo, se redime el
castigo de Babel. Demostrarlo al mundo será siempre misión y
responsabilidad de la Iglesia de los Apóstoles.
En la primera Carta a los Corintios, San Pablo trata por extenso
(c. 12-14) de los «carismas», que, en su pensamiento, son
dones del Espíritu concedidos a cada miembro de la Iglesia en
armonía con su aptitud y destino concreto, en función y al
servicio de la Comunidad. El conjunto de los muchos y variados
carismas despliega, sobre el Pueblo santo, el arco iris de la
Gracia de Dios. Pero la mediocridad de algunos en Corinto ya
había hecho de ellos pretexto de contraste y tensiones. En la
correspondencia con ellos, Pablo pone en juego su capacidad
de persuasión y autoridad apostólica a fin de obtener por
razones de teología la convergencia de los que tan aficionados
se mostraban a divergir por criterio propio. Las líneas que
leemos hoy esbozan el tema e inician la alegoría del «cuerpo»
o persona humana, que más adelante desarrolla ampliamente.
El EVANGELIO nos lleva a la fuente del Espíritu. Primera
manifestación del Resucitado al grupo de los discípulos, según
Juan (= Ev. del 2° dom. de Pasc.). Les revela, en palabra y
signo, el misterio constitutivo de la Iglesia: la participación de
todos en un mismo Espíritu como fruto de la Redención. Su
gesto (vers. 22a) evoca el soplo creador de Yahvé (Ge 2,7b y
Sab I5,llb).
Juan había preparado metódicamente este tema a lo largo del
Evangelio. En lo del manantial de agua viva, hablando con la
Samaritana (4,14). Al declarar que esta agua manará del
mismo Jesús, mística Roca del Horeb (Ev. de la Vigilia: 7, 37-
39). Sobre todo, en el emocionado testimonio del costado
herido, que se abre en fuente de Agua y Sangre (19,34-35). El
agua, como el viento, simbolizaba desde antiguo el Espíritu de
Dios.
Al manifestárseles Jesús en el gozo de Pascua, les muestra las
manos y el costado (v.20). Signo de la Salvación cumplida, de
la fuente abierta. Ya es realidad la teología de la Vid y los
sarmientos (15,lss): la comunión de vida con Cristo consiste en
la participación de la Iglesia y de cada uno de sus miembros en
un mismo Espíritu Santo. La doctrina de San Juan no dejará de
indicar en otros textos (p. ej. 3,5; 6,53) el condicionamiento
sacramental de esta unión.
Al recibir de él su Espíritu, cada miembro se configura a Jesús
con la peculiar fisonomía y vocación que le corresponde dentro
de la multiforme variedad del cuerpo de la Iglesia. Refiriéndose
al Colegio apostólico, el Evangelio les reconoce la más
502 CICLO B
íntima asimilación a Cristo por el carisma de continuar en el
mundo su misión personal, la misma que él recibió del Padre (y.
21). En ejercicio de esta misión, ofrece al mundo la liberación
del pecado (y. 23). Su consigna, la Paz.
Entre los signos de nuestro tiempo, hay quienes han notado la
añoranza del Espíritu. El Evangelio sabe la fuente que mana y
corre. Sedientos, diría Isaías (5,1), venid a las aguas...
LA SANTÍSIMA TRINIDAD
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Deuteronomio 4,32-34. 39-40
Habló Moisés al pueblo y dijo:
—Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han
precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la
tierra; ¿hubo jamás desde un extremo al otro del cielo palabra
tan grande como ésta?, ¿se oyó cosa semejante?, ¿hay algún
pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo,
hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?, ¿algún Dios
intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras por
medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte
y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el
Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto?
Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón que el Señor es el
único Dios allá arriba en el cielo y aquí abajo en la tierra; no
hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te
prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos, después de ti,
y prolongues tus días en el suelo que el Señor tu Dios te da
para siempre.
Salmo responsorial Sal 32,4-5. 6 y 9. 18-19. 20 y 22
R. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor.
La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
El ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.
La palabra del Señor hizo el cielo, el aliento de su boca, sus
ejércitos, porque El lo dijo y existió, El lo mandó y surgió.
504 CICLO B
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que
esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.
Nosotros aguardamos al Señor:
El es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo
esperamos de ti.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8,14-
17
Hermanos: Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos
son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud,
para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos,
que nos hace gritar: ¡Abba! (Padre). Ese Espíritu y nuestro
espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios;
y si somos hijos, también herederos de Dios y coherederos con
Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él
glorificados.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Ap 1,8 Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Al Dios que
es, que era y que vendrá. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo .evangelio según San Mateo 28,16-20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al
monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándo,se a ellos, Jesús les dijo:
—Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y
haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; y
enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin
del mundo.
Escuchamos, en la misa de hoy, la página con que concluye el
Evangelio según Mateo. Palabras de Cristo glorificado a su
Colegio apostólico. Siempre que el evangelista Mateo habla del
Colegio apostólico, lo considera representación y germen de
todos los creyentes. El Señor resucitado no se despide: afirma
que estará con ellos mientras dure el mundo. Ellos con El son
la Iglesia. Iglesia a la que el Señor de cielo y tierra transmite la
consigna de evangelizar a todos los pueblos. Para que todos
LA SANTÍSIMA TRINIDAD 505
acepten ser discípulos de Jesús. Sellarán su Fe con el
sacramento del bautismo. Los Apóstoles, en efecto, tienen la
misión de:
1. — Bautizar «EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL
ESPIRITU SANTO». La triple denominación «Padre, Hijo y
Espíritu Santo» es sabrosa expresión cristiana de nuestro
conocimiento de DIOS tal como Jesús lo ha revelado. «En el
nombre...» es un modismo hebraizante, que connota relación
personal. Cuando al bautizarnos dijeron sacramentalmente
estas palabras sobre nosotros, nos situaron en relación de
intimidad familiar con Dios. Con Dios Padre, que nos constituye
hijos suyos. Con Dios Hijo, que nos tiene por hermanos. Con
Dios Espíritu Santo, que impregna y transfigura nuestra
existencia como la luz cuando penetra en el cristal. Infinidad de
veces, día tras día, repetimos estas palabras
—«en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo»—
aplicándolas a situaciones concretas de la vida; sean cada vez
memorial y ejercicio de esta familiar relación con Dios, en que
nos constituyó el bautismo.
2. — «Habéis recibido un Espíritu de adopción filial, en el cual
gritamos: ¡Abbá! (Padre)». Consciente de ser el Hijo de Dios,
Jesús solía dirigirse al Padre divino coñ el vocativo infantil con
que los niños de su tierra hablaban al padre terreno dentro del
hogar: ¡AbbárNadie en Israel había tratado a Dios con tal
sencilla familiaridad. Los antiguos cristianos, según atestigua
San Pablo, conscientes de haber recibido el Espíritu en el
bautismo, hicieron también suya esta oración. Les gustaba
saborearla en la lengua materna de Jesús: ¡Abbá! Era en
germen el «padrenuestro». El Espíritu Santo, que Cristo posee
y nos comunica por Gracia, es el Amor sustancial en el que
dialogan Padre e Hijo dentro del hogar divino de la Trinidad. El
misterio de LA SANTISIMA TRINIDAD no es una abstracción
filosófica. Es la ardiente experiencia de Dios que tiene Jesús y a
la que nos invita en el Cielo como «coherederos» de un tesoro
común. Vivamos en la Fe ya desde ahora lo que será nuestra
eterna alegría.
3. — «Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón que el
Señor es el único Dios» Centro, corazón y cántico de nuestra
vida. Quien lo reconozca tal como se nos ha revelado en Jesús,
es imposible que deje de amarlo.
Nos bautizaron EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL
ESPIRITU SANTO. Somos discípulos de Cristo por la Gracia de
Dios, y porque la
Iglesia de los Apóstoles sigue cumpliendo por todo el mundo la
Misión que el Señor
Glorificado les confió en el monte de Galilea, según leemos en
el Evangelio de hoy:
1. — «Id y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos
en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo». En
griego, la palabra BAUTIZAR connotaba la inmersión en el
agua, que los antiguos solían practicar como signo religioso.
Esta inmersión (o «báptisma») daba a entender con realismo la
voluntad de integrarse en un nuevo ambiente vital, con el que
se compenetre la propia existencia como con el aire y la luz.
EN EL NOMBRE es un modismo hebraizante, y quiere decir la
Persona misma que se invoca de palabra y corazón al practicar
el rito religioso. Cristo dio a su Bautismo eficacia sacramental.
Ser bautizado en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo es entrar con toda la propia vida en el corazón de la Vida
de Dios, como entra gozoso el nadador en el mar que lo
envuelve y acaricia.
506 CICLO B
2. — «Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, éstos son
hijos de Dios». Estar inmersos en el corazón de la divina
Trinidad es «respirar» el Espíritu de Cristo, que él mismo nos ha
comunicado. Vivir, sentir y obrar en el Espíritu Santo. Nuestro
consejero interior, que es energía, pureza, rectitud, carácter. El
Espíritu nos configura en Cristo, nos asimila a él: «somos hijos
de Dios». Experiencia de la felicidad con que Jesús, el Hijo
Unico, sintió presente y activo dentro de sí todo el Amor del
PADRE en Nazaret, en el Tabor, en el Calvario. Sabor de la
ternura con que lo invocaba como el niño hebreo en la
intimidad del hogar: «Abbá. .. » «Coherederos de Cristo».
Sentimos como nuestra la Gloria de Dios, que es su tesoro o
«herencia». Como entrañablemente nuestro el Universo,
transparencia de esta Gloria.
3. — «Reconoce... en tu corazón que el Señor es el único Dios.
No hay otro». Los discípulos aprendieron a vivir el Misterio de
Dios en la experiencia de Jesús. Del único Dios verdadero, real
y distintamente Padre, Hijo y Espíritu Santo. La experiencia de
Jesús les enseñó que cuando el Hombre «respira» así el
Misterio de Dios, transfigura su paso por la tierra en camino de
Amor, de Justicia y de Paz. No hay más alto servicio a nuestros
hermanos que fomentar entre ellos el sentido del auténtico
Dios.
Concluido el tiempo pascual, la Liturgia propone en este
domingo una pausa de reflexión sobre la vida íntima de Dios tal
como Jesús la dio a conocer.
La lectura del Deuteronomio es preliminar. Proclama la fe del
Antiguo- Testamento. Epílogo de una «meditación sobre la
historia» (1-4), puesta en labios de Moisés». Afirma el
monoteísmo a partir de la experiencia: la Naturaleza y la
Historia no tienen sentido si el hombre no percibe en ellas una
presencia activa del único Dios.
En la Carta a los Romanos,, el Apóstol habla a quienes viven en
la plena luz de la Revelación. Saben que están en paz con Dios
gracias a Cristo. Que han recibido el Espíritu Santo (5,1-11).
Las líneas que leemos glosan una idea principal: somos hijos
de Dios. Y dicen:
a) El auténtico hijo de Dios se deja guiar por el Espíritu Santo,
que le es ley de Amor desde su propia intimidad (5,5). b) Por
eso, libre y filial, ya no puede sentirse ante Dios forzado y
pasivo como un esclavo. c) Es el mismo Espíritu quien le
atestigua que es hijo de Dios, al inspirarle la Oración cristiana.
Núcleo y resumen de ella es la invocación: ¡Padre! Los
primeros cristianos, aun los de habla griega o latina, la
pronunciaban en la lengua materna de Jesús: ¡Abbá! Era en
Palestina la expresión familiar de sencillez con que los niños se
dirigían a su padre en la intimidad. Nadie antes de Jesús había
osado hablar con tal confianza al altísimo Dios. El
«Padrenuestro» es un desarrollo de la exclamación « y debería
mantener su primera emoción.
b) De la idea de «hijo» deriva la de «heredero». Incorporado al
único Hijo, el cristiano sabe que Dios y todo lo que es de Dios
será suyo. Expresión de una Esperanza infinita, cuya realidad
ya pregusta.
Sigue, como texto principal, la última página del Evangelio
según Mateo. Jesús Glorificado comunica al Colegio Apostólico
su Mandato de Misión. Se articula en
LA SANTÍSIMA TRINIDAD 507
tres incisos: en el segundo, confiere la Misión; en el primero,
afirma su fundamento; en el tercero, su garantía.
1.-— Fundamento de la Misión es la Soberanía divina sobre
todo el Universo (= «cielo y tierra») que Jesucristo, a partir de
su Muerte-y-Resurrección, ha recibido [ Padre: 11,27]. Vers. 18.
2. — Garantía, la Presencia activa de Cristo en sus Enviados
(10,40), sin intermitencias («todos los días»), hasta la definitiva
Parusía (vers. 20b).
3. — La Misión (vers 19-20a) tiene por campo «todos los
pueblos» de la tierra, sin exclusión ni privilegio. Por ambición,
«hacerlos-discípulos» [ Cristo]. El Evangelio puso sabor de
familia en la palabra «discípulo» (12,49). La multiforme
Comunidad humana está llamada a ser una sola Familia en
Cristo. Dos actividades fundamentales en el ejercicio de la
Misión: Bautizar (19) y enseñar a nivel de vida toda la Doctrina
de Jesús (20a).
El leccionario litúrgico ha tomado esta página para el Domingo
de la Trinidad en razón de la frase: «Bautizar en el Nombré del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo». La palabra «bautizar»
conserva la primitiva fuerza de expresión equivalente a
«inmergir». «Bautizar en... » indica movimiento = ser
introducido en un nuevo espacio de vida. «Nombre» en el
vocabulario bíblico, es signo del Ser en cuanto lo conocemos
(nos ha sido revelado) y ejerce su acción sobre nosotros. Por el
Bautismo el hombre es introducido en una inefable comunión
de vida con el único Dios, que es real, distinta y personalmente
Padre, Hijo y Espíritu Santo. Al hacerse Hombre y unirnos a él,
el Hijo nos ha situado en el corazón de la Trinidad. Nos ha dado
la Fe para saber nuestra felicidad, e incluso sentirla. En el
mismo Espíritu de Amor con que él dialoga con el Padre,
también nosotros le podemos llamar ¡Abbá! E ir realizando en
la tierra el eterno programa del Padre, que quiere hacer de
todos los hombres una inmensa Familia de Hermanos en el
corazón de su único Hijo.
Para el que vive la Fe conscientemente, cada día y hora es
fiesta de la divina Trinidad. El Evangelio nos invita a recordar el
momento decisivo de nuestra existencia, cuando fuimos
incorporados a la vida Íntima de Dios «en el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo». Misterio fundamental del
Cristianismo, que brilla en el cenit de toda acción y oración
litúrgica. En épocas de intensa religiosidad popular, su
glorificación era sabor de cielo en labios de los humildes.
La lectura del Antiguo Testamento está tomada de la
conclusión del primer discurso u homilía de «Moisés» en el
Deuteronomio. Dicha homilía consiste en una larga meditación
sobre la experiencia de la proximidad de Dios en la vida real
del pueblo de Israel: en sus flaquezas, combates, angustias y
alegrías. Dios no es un ajeno ni un enajenante: su presencia
arde en la entraña de toda sinceridad humana. Si el hombre
penetra en la última razón de su ser como individuo y como
pueblo, comprende a Moisés cuando proclama que Dios es
Dios. El Salmo interleccional glosa hermosamente esta
experiencia.
En la Carta a los Romanos, San Pablo expresa en clave
cristiana su nueva experiencia de Dios. Durante los siglos
precedentes, la pedagogía de la Revelación se había
concentrado en la defensa del monoteísmo, cuando el hombre
religiosamente primario fabricaba ídolos para entretener su sed
de trascendencia. Sobre la asegurada
508 CICLO B
afirmación de que Dios es Uno, el Maestro trajo al mundo la
eterna buena noticia de que Dios es Padre. No ya como
expresión sentimental o mítica, sino como definición en
lenguaje humano de la vida íntima del Infinito. El concepto de
Dios-Padre es correlativo del de Dios-Hijo y de su mutua
interrelación de Amor infinito, o Espíritu Santo. La ternaria
realidad de un solo Dios nos resplandece a los creyentes en la
carne humana de Cristo glorificado. De él recibimos el Espíritu
Santo en el perenne Pentecostés de la Salvación. A él nos
asimila su Espíritu, haciéndonos partícipes por gracia de su
misma Filiación divina. En él y con él conocemos, amamos y
sentimos a Dios como Padre. En estas líneas de la Carta a los
Romanos, San Pablo da por supuesto que todo cristiano normal
ha envuelto su personalidad consciente en la atmósfera de un
diálogo de vida con Dios. Su ritmo es sentirse hijo, y decírselo
con la palabra que le dicta a un tiempo su propio «espíritu» y el
«Espíritu» de Dios que vive en él: «Padre... » Reflejando una
práctica de las primeras comunidades cristianas, el Apóstol
transcribe la palabra «padre» en la lengua materna en que la
solía decir Jesús de Nazaret: Abbá. Dicen que era entonces la
expresión característica de los niños (no de la gente mayor y
en el lenguaje literario o litúrgico); expresión ungida de
familiaridad y sencillez.
En el EVANGELIO, San Mateo resume el legado de Cristo al
Colegio Apostólico cuando se les manifestó glorioso en Galilea.
En virtud de la autoridad sobre cielo y tierra que él ha recibido
del Padre, ellos irán en misión hasta el fin de la historia para
hacer de todos los pueblos Escuela, Iglesia y Presencia de
Jesús. Su actividad: convertir, bautizar, adoctrinar.
Bautizarán -‘cn el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo». En la pluma del evangelista, estas palabras son
síntesis teológicas antes que fórmula ritual. El «Nombre», en el
lenguaje de la Biblia, es cifra de la misma Persona en cuanto
manifestada y (re)conocida. En el texto original, la preposición
«en» tiene fuerza dinámica, sugiriendo la idea de entrega,
dedicación o consagración. Al unirnos al Cuerpo místico de
Cristo, el Bautismo nos establece en una nueva relación de
intimidad real y personal con Dios uno y trino. Un corazón más,
en la gran familia humana, sabe decir «Padre» con libertad y
amor.
La fascinación del Misterio de Dios uno y trino ha llevado a los
genios del Cristianismo hasta las más altas cuntres de la
reflexión filosófica. Desde allí han visto más claro lo mismo que
sabemos los pobres: que no hay satisfacción humana
comparable a la de corresponder a la Palabra de Dios con el
gozo de la Fe.
EL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Éxodo 24,3-8
En aquellos días, Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que
había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo
contestó a una:
—Haremos todo lo que dice el Señor.
Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se
levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y
doce estelas, por las doce tribus del Israel. Y mandó a algunos
jóvenes israelitas ofrecer al Señor holocaustos y vacas, como
sacrificio de comunión. Tomó la mitad de la sangre y la puso en
vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. Después tomó
el documento de la alianza y se lo leyó en alta voz al pueblo, el
cual respondió:
—Haremos todo lo que manda el Señor y le obedeceremos.
Tomó Moisés la sangre y roció al pueblo, diciendo:
—Esta es la sangre de la alianza que hace el Señor con
vosotros, sobre todos estos mandatos.
Salmo responsorial Sal 115,12-13. 15 y l6bc. 17-18
R. Alzaré la copa de la salvación, invocando tu nombre.
[ Aleluya].
Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo, rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre,
Señor.
Cumpliré al Señor mis votos, en presencia de todo el pueblo.
510 CICLO B
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 9,11-15
Cristo ha venido como Sumo Sacerdote de los bienes
definitivos. Su templo es más grande y más perfecto: no hecho
por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado.
No usa sangre de machos cabríos ni de becerros, sino la suya
propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre,
consiguiendo la liberación eterna.
Si la sangre de machos cabríos y de toros y el rociar con las
cenizas de una becerra tienen el poder de consagrar a los
profanos, devolviéndoles la pureza externa, cuánto más la
sangre de Cristo, que, en virtud del Espíritu eterno, se ha
ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar
nuestra conciencia de las obras muertas, llevándonos al culto
del Dios vivo.
Por eso él es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido
una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante
la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa
de la herencia eterna.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 6,5 1-52 Yo soy el pan vivo bajado del cielo —dice el Señor
—; quien coma de este pan vivirá para siempre. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del Santo evangelio según san Marcos 14,12-16. 22-26
El primer día de ios ácimos, cuando se sacrificaba el cordero
pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:
— quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?
El envió a dos discípulos, diciéndoles:
—Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro
de agua: seguidlo, y en la casa en que entre decidle al dueño:
«El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en quevoy a
comer la Pascua con mis discípulos?»
Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada
con divanes. Preparadnos allí la cena.
Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron
lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua.
Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo
partió y se lo dio, diciendo:
—Tomad, esto es mi cuerpo.
Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio y
todos bebieron.
Y les dijo:
—Esta es mi sangre, sangre de la
alianza,derramadapor_todos._Os-aseguro que no volveré a
beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en
el Reinb de Dios.
Después de cantar el salmo, salieron para el Monte de los
Olivos.
Fiesta de Corpus. Glorificación de la Eucaristía. La palabra
Eucaristía sugiere gratitud. Demos gracias a Cristo por haber
tenido la ardiente idea de regalarnos el Misterio de su Cuerpo y
Sangre.
EL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO 511
1. «Cuando se sacrificaba el cordero pascual». Quiso instituir
su Misterio eucarístico en el ámbito de la fiesta de Pascua.
Jesús asumió las instituciones de su pueblo; no para abolirlas,
sino para elevarlas a plenitud. La Pascua era gozoso memorial
de la liberación de Egipto. Cuando los israelitas, de esclavos
del Faraón pasaron a ser libres adoradores del Altísimo. La
Eucaristía es nuestra Pascua perenne. Signo y eficacia de la
sincera libertad a que Dios nos llama.
2. — «Tomad, esto es mi Cuerpo». Recibid y haced vuestro todo
mi ser, quiere decir Jesús. Amar es darse. En la Eucaristía
aceptamos, hecho signo de pan compartido, el gesto actual de
su infinito amor. El mismo amor que le movió a hacerse
hombre por nosotros y a morir en la cruz. El mismo con que
ahora nos comunica su Espíritu y nos ofrece su Gloria. Aceptar
la Eucaristía es comprometerse a asimilar, a hacer también
nuestra la generosidad e Cristo. Arder en amor dispuesto al
sacrificio. Darnos por los hermanos, como él, en espíritu de
eucaristía. Liberados del egoísmo, que es el «faraón» oculto de
todas las humanas servidumbres.
3. — «Esta es mi Sangre, Sangre de la Alianza, derramada por
todos». Alude al pacto que Dios hizo con su pueblo en el Sinaí [
lectura]. Era costumbre antigua sellar los pactos o alianzas con
la sangre de un sacrificio. Jesús ha venido para unir a los
hombres con Dios en eterna fidelidad. En Alianza perfecta
[ lectura]. Vínculo de esta fidelidad es su propia Sangre
ofrecida en sacrificio. En el pensamiento bíblico, la sangre es la
vida. Bçber la Sangre eucarística de Jesús es signo eficaz de
querer que él viva en nosotros. Que nuestra vida sea la suya.
Que nos infunda su manera de pensar y sentir. Su generosidad
es sacrificarse por la salvación del mundo. Su gozosa relación
filial con el Padre en el Espíritu. Su divina Fidelidad.
Cuando el lenguaje humano tiene que hablar de Dios se siente
muy limitado; no puede hacer más que apuntar al Infinito,
como el dedo que señala una estrella. Juan se nos presenta hoy
en el Evangelio como simple testigo de la misma Palabra de
Dios. La Palabra crucificada que nos habla en silencio a los
ojos, de Corazón a corazón.
La primera lectura, del Libro de Oseas, evoca la historia del
Exodo bajo la imagen de un padre cariñoso (Dios) que acude a
liberar a su pequeñuelo (Israel) y lo rodea de finezas para que
el amor filial florezca espontáneo en su alma joven. El pueblo
se revela ingrato; pero, en la tensión entre el hijo pecador y
Dios justo, vence el «corazón» de padre. —Oseas señaló un
momento cumbre en la historia del conocimiento de Dios. Con
imágenes muy humanas, dibujó un rostro de Dios
apasionadamente amable, que, cuando ha sido traicionado por
sus predilectos, les ofrece siempre la sonrisa del primer amor,
sin que por ello ceda en su exigencia de santidad.
En la Carta a los Efesios, el Apóstol declara su vocación
(«gracia» o carisma) de evangelizar a todos los pueblos,
anunciándoles que ya está en acto el ideal eterno de la
Sabiduría de Dios: «cristificar» todo lo creado a partir de la
Iglesia (tema de los capítulos 1 y 2). Pide a continuación que
sus lectores tomen parte activa en este plan divino. Que
prevalezca en toda «dimensión» (y. 18) la ciencia viva del Amor
cristiano. Para ello, robustezcan su «hombre interior» (v.16) en
el Amor y Fe de Cristo: firmes en él como el árbol en la raíz,
como el edificio en su cimiento (y. 17).
512 CICLO B
El EVANGELIO es de los característicos de Juan, el realista
contemplativo que sabía ver en cada uno de los hechos
externos de Jesús el misterio de su interior verdad.
A. — El hecho externo es angustioso. Por temor a la
sensibilidad judía, se ordena que sean retirados los cadáveres
antes del inminente comienzo de la Fiesta. Van a acelerar,
mediante el «crurifragium», la agonía de los crucificados. Se
detienen ante Jesús: ya ha muerto. Para cerciorarse del todo,
un soldado le clava su lanza en el costado. De la herida abierta
mana sangre y «agua)).
B. — La interior verdad es objeto de varias reflexiones: 1) El
sacrifico pascual. Juan ha ordenado la cronología de la Pasión
de manera que la muerte de Cristo coincida con el día y hora
en que se inmolaban los corderos de Pascua (Ex 12,6). Rubrica
este paralelismo con una referencia bíblica (vers. 36): hasta un
detalle ritual (el de no quebrar los huesos: Ex 12,46) se ha
cumplido en la inmolación del que es ya único «Cordero
pascual» —es decir, Víctima ofrecida por la redención del
pueblo.
2. — El Mártir de Zacarías. Otra referencia bíblica (vers. 37)
invita a leer con ojos cristianos un vaticinio escatológico del
profeta Zacarías (12,9ss): la muerte de un misterioso
«traspasado», que será centro de ardiente dolor y amor. No
menos que Pablo (Gal 3,1), Juan creía en la pedagogía de los
ojos. Para un inmenso pueblo de sencillos, la «mirada» al
costado herido de Jesús será «fe» en la Palabra del Amor
infinito, que les habla en silencio de Corazón a corazón.
3. — La Fuente abierta. Tema fascinador para una tierra- de
sedientos (Is 55,1). Véase el mismo contexto de Zacarías
(13,1). 0 el canto interleccional de hoy (Is 12,3). Juan preparó
el tema en el diálogo con la Samaritana (3,10-15). Y, sobre
todo, en aquella declaración de Jesús en el Templo (7,37-39). A
la luz de estos y otros textos, el «agua» simboliza el Espíritu
Santo. Tal vez con alusión al bautismo. La sangre es signo de la
Vida (con probable resonancia eucarística: Jn 6,53-56). Espíritu,
Vida, inserción humano-sacramental en lo divino, Cristo fuente
para nuestra sed de Dios:
temas de abrumadora densidad teológica en torno a la esencia
del Cristianismo, a la esencia de la Iglesia. Juan los concentra
en la contemplación del costado abierto del Crucificado. —En el
vers. 35 nos da, además, el mejor resumen del concepto de
«testimonio». Y se nos presenta él mismo con la gozosa
seguridad de ser testigo de Quien «nos amó hasta el fin»
(13,1), para que el mundo crea.
SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
PRIMERA LECTURA
Lectura del primer libro de Samuel 3,3b-1O. 19
En aquellos días, Samuel estaba acostado en el templo, donde
estaba el arca de Dios. El Señor llamó a Samuel y él respondió:
—Aquí estoy.
Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo:
—Aquí estoy; vengo porque me has llamado. Respondió Elí:
—No te he llamado; vuelve a acostarte. Samuel volvió a
acostarse.
Volvió a llamar el Señor a Samuel.
Él se levantó y fue a donde estaba Elí y le dijo:
—Aquí estoy; vengo porque me has llamado. Respo Elí:
—No te he llamado; vuelve a acostarte.
Aún no conocía Samuel al Señor, pues no le había sido
revelada la palabra del Señor. Por tercera vez llamó el Señor a
Samuel y él se fue a donde estaba Elí y le dijo:
—Aquí estoy; vengo porque me has llamado.
Elí comprendió que era el Señor quien llamaba al muchacho y
dijo a Samuel:
—Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde: Habla,
Señor, que tu siervo te escucha. Samuel fue y se acostó en su
sitio. El Señor se presentó y le llamó como antes:
— Samuel!
El respondió:
—Habla, Señor, que tu siervo te escucha.
Samuel crecía, Dios estaba con él, y ninguna de sus palabras
dejó de cumplirse.
514 CICLO B
Salmo responsorial Sal 39,2 y 4ab. 7-8a. Sb-9. 10
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Yo esperaba con ansia al Señor; El se inclinó y escuchó mi
grito:
me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y en cambio me abriste el
oído; no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: ((Aquí
estoy
—como está escrito en mi libro— para hacer tu voluntad.’>
Díos mío, lo quiero
y llevo tu ley en las entrañas.
He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he
cerrado los labios, Señor, tú lo sabes.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
6,13c-15a. 17-20
Hermanos: El cuerpo no es para la fornicación, sino para el
Señor; y el Señor para el cuerpo.
Dios, con su poder, resucitó al Señor y nos resucitará también
a nosotros.
¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?
El que se une al Señor es un espíritu con él.
Huid de la fornicación. Cualquier pecado que cometa el
hombre, queda fuera de su cuerpo. Pero el que fornica peca en
su propio cuerpo. ¿O es que no sabéis que vuestro cuerpo es
templo del Espíritu Santo? El habita en vosotros porque lo
habéis recibido de Dios.
No os poseéis en propiedad, porque os han comprado pagando
un precio por vosotros. Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro
cuerpo!
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 1,41. 17b Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).
La gracia y la verdad vinieron por medio de él. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 1,35-42
En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y,
fijándose en Jesús que pasaba, dijo:
II DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 515
—Éste es el cordero de Dios.
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús.
Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les preguntó:
-. buscáis?
Ellos le contestaron:
—Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?
El les dijo:
—Venid y lo veréis.
Entonces fueron, vieron dónde vivía, y se quedaron con él
aquel día; serían las cuatro de la tarde.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que
oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encontró primero a su
hermano Simón y le dijo:
—Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo:
—Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que
significa Pedro).
El Evangelio de hoy está ambientado en la ribera del Jordán,
poco después del Bautismo del Señor. Recuerda el día y la hora
en que unos discípulos de Juan descubrieron a Cristo y
decidieron seguirle. Día y hora de su Vocación.
Pocos relatos de Vocación superan en profundidad y poesía la
del niño Samuel. Dios, que se complace en dialogar con los
niños, lo llama por su nombre propio en el silencio del corazón.
El maestro sacerdote le indica cómo debe responder. Muchos
más niños descubrirían el glorioso camino de su vida si alguien
les enseñase a decir:
«Habla, Señor, que tu siervo escucha» [ lectura]. «Aquí estoy
para hacer tu voluntad» [
1. — «Los dos discípulos [ Juan] oyeron sus palabras y siguieron
a Jesús». Había dicho, señalándolo: «Este es el Cordero de
Dios». En esta afirmación, que repetimos cada día en la misa,
el Evangelio condensa una amplia catequesis bíblico-mesiánica
del Precursor. Quiere decir que es aquel Siervo de Yahvé
descrito por Isaías (53). El «cordero» que con su sangre
victimal consagrará la definitiva Pascua de nuestra Liberación
(Ex 12). Juan era testigo. Cuando miraba a Jesús, veía en su
rostro.la Verdad de Dios. Quien ve la Verdad y la siente en sí
como una llama, al dar testimonio prende su propio fuego en el
corazón de los que escuchan. Por eso, aquellos dos discípulos
siguieron a Jesús. Parece que el evangelista Juan se identifica
con uno de ellos. Cuando escribía estas líneas, pasado más de
medio siglo, recordaba el lugar, día y hora de su Vocación.
2.— «Les preguntó: ¿Qué buscáis?». Todas las palabras que
San Juan escribe en su Evangelio resultan transparentes. En lo
inmediato que dicen se adivina lo infinito que sugieren. Quien
busca a Cristo con sinceridad, ya lo tiene en el alma. Descubre
su morada (sabe dónde está). Lo «ve» o contempla con sus
propios ojos —porque para San Juan el Cristo de la Verdad es
un éxtasis de luz. Permanece en él.
3. — «jHemos encontrado al Mesías (es decir, a Cristo)!». Quien
acepta el testimonio, luego se convierte él mismo en testigo. Si
el fuego arde, enciende: a las pocas horas de descubrir a Jesús,
la alegría comunicativa de Andrés ya ha conquistado a su
hermano. La Vocación puede y suele venir a través del rostro
luminoso de un hermano, un amigo, un maestro. Simón,
hermano de Andrés, recibirá el sobrenom bre arameo de Cefas
o «Kefa», que quiere decir Roca. Sobrenombre adaptado luego
516 CICLO B
al griego y al latín («Petrus»), cuya significación eclesiológica
(Mt 16,18) entendían, como nosotros, los cristianos que, al
amanecer del siglo segundo, leyeron el Evangelio.
El Evangelio recuerda el día y la hora en que dos discípulos
conocieron a Jesús y decidieron seguirle. Evocando aquella
experiencia, el evangelista (que se considera identificado con
uno de los dos discípulos) quiere insinuar a todos sus lectores
los pasos que tendrán que dar en el camino de la Fe: aceptar el
testimonio, buscar y encontrar, permanecer.
1. — Aceptar el testimonio. La escena tiene por marco la ribera
del Jordán. Juan ha visto bajar el Espíritu Santo sobre Jesús de
Nazaret. Ya lo mira con ojos de pura Fe. Es el Mesías. Resume
su idea del Mesías con aquella expresión característica:
« el Cordero de Dios!)>. La alegoría del «Cordero de Dios»
sintetiza el último canto del Libro de Isaías sobre el Siervo de
Yahvé. Insinúa además el carácter de sacrificio pascual que
tendrá su muerte. Juan ha visto la Luz y da testimonio. En el
vocabulario del cuarto evangelio «ver» significa una
experiencia personal viva y ardiente. Quien ha visto así la
Verdad, la comunica con sinceridad invencible. Como el fuego
que arde y alumbra. Dar testimonio es el medio de
comunicación de la Fe. Donde hay crisis de Fe es probable que
haya decadencia de testigos. Los dos discípulos, al oír a Juan,
se van en pos de Jesús sin titubear.
2. — Buscar y encontrar. De recibir el testimonio ajeno, hay
que pasar-<—en—el camino de la Fe, al contacto personal con
Cristo. Buscar su encuentro, su comunión. El que lo busca con
intención sincera ya lo tiene en su alma. Las palabras del
Maestro a los dos discípulos son para todos los hombres: «
quién buscáis?... Venid y veréis».
3. — Permanecer. En la escuela de Juan evangelista, el más
alto ideal está en una constante interioridad de unión con
Cristo. Como los sarmientos en la Vid. Como el hombre de
plena Fe en la Eucaristía. Al evocar su lejana primera vocación,
el evangelista ve presignificado este ideal en el gozo de aquel
día, cuando, por invitación del mismo Jesús, se quedaron como
huéspedes en su morada.
El testimonio se recibe para darlo. Al día siguiente Andrés
comunica a Simón la llama de su Fe en el Mesías Jesús. Simón
será discípulo principal que llevará el nombre profético de
«Cefas» o Roca —cuyo significado eclesiológico sabían muy
bien, a finales del siglo primero, los lectores de San Juan.
El Evangelio de hoy relata el primer paso de la Vocación de los
Apóstoles, después del Bautismo de Jesús, en la ribera del
Jordán.
La Biblia contiene bastantes «relatos de vocación». Páginas
intensamente sugerentes. Una de las más hermosas: la del
niño Samuel (primera lectura). Al percibir la voz misteriosa,
busca, pregunta, obedece. En cuanto descubre en ella a Dios,
se ofrece al diálogo con la incondicional generosidad que es
norma de todos los llamados: «Habla, Señor, que tu siervo
escucha».
En la segunda lectura, San Pablo desarrolla una lección moral a
partir del sentido teológico cristiano del cuerpo.
II DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 517
En línea de continuidad con el testimonio de Juan Bautista, el
cuarto Evangelio describe el primer encuentro de Jesús con
cinco discípulos: un anónimo, Andrés, Simón «Cefas», Felipe y
Natanael (1,35-51). Leemos lo que corresponde a los tres
primeros. Fiel a su método habitual, Juan Evangelista presenta
los hechos con tal arte que resultan .transparencia de
realidades teológicas. Entre otras lecciones de vida, destacan
las siguientes:
1. — El testimonio, instrumento de comunicación de la Fe. Juan
Bautista proclama la presencia del Mesías, y, al instante, dos
discípulos siguen a Jesús. Andrés no sabe quedarse solo en el
gozo de su descubrimiento, y lo comunica a Simón. Felipe a
Natanael (vers. 45). Para el autor del cuarto Evangelio, la
experiencia personal de Jesús es una llama viva que necesita
prender en torno. Mil razones teóricas podrán no encender la
Fe; pero nadie permanece neutral al contacto de un testimonio
ardiente.
(El título «Cordero de Dios» (y. 36) tiene gran relieve en la
Cristología de Juan [ y Apocalipsis]. Evoca los poemas
mesiánicos del «Siervo de Yahvé» según Isaías, y realiza el
simbolismo del Cordero Pascual.)
2. — Buscar y encontrar. Las primeras palabras que Juan
evangelista pone en boca del Maestro son: « buscáis?». Buscar-
hasta-encontrar es un tema espiritual intenso en el Cuarto
Evangelio. Quiere insinuar que todos los caminos del hombre
son un interrogante abierto hasta que desembocan en Cristo.
Entonces cantan su paz en una admiración: « encontrado!»
(vers. 41 y 45).
3. — «Maestro, ¿dónde moras?». Es difícil expresar bien en el
actual lenguaje corriente el matiz intencionado del verbo
griego, que significa «establecer o tener su morada»,
«permanecer». Juan evangelista centró su profunda
espiritualidad en el ideal de vivir íntimamente unido o
«permanecer en» Jesús por la Fe y el Amor. Es el tema principal
de la alegoría de la Vid y los sarmientos (15,1-10):
«permaneced en Mí, y Yo en vosotros». También de la
Catequesis eucarística (6,56): «... en Mí permanece, y Yo en
él». —Opinan muchos que el discípulo anónimo, compañero de
Andrés aquella tarde, era el mismo Juan apóstol. Al escribir el
Evangelio, pasados unos sesenta años, recordaba el lugar, día
y hora en que descubrió al Maestro. La emoción de haber sido
su huésped, en una sencilla choza junto al Jordán, se ilumina
con el sabor y vocabulario de su actual profunda intimidad
mística con el Señor. Y considerando esta intimidad
presignificada e iniciada en el gozo de aquel primer encuentro,
escribe: «... y vieron donde permanecía, y permanecieron con
El» (vers. 39). Era al caer de la tarde. La conversación se
prolongaría durante varias horas; como aquella otra noche en
el Cenáculo.
4. — «Venid y veréis» (vers. 39). En el vocabulario
intencionalmente teológico de Juan, «ver» suele ser cifra de
una experiencid personal, espiritual e inteligente. El que así
«ve», cree. Es buen método pastoral invitar a los hombres a
que se pongan en camino para «ver» (con espíritu, inteligencia
y afecto personal) a Cristo.
Al domingo inmediato a las fiestas del Bautismo del Señor le
corresponde, en cada uno de los tres ciclos de lecturas bíblicas,
un fragmento de la sección introductoria del Evangelio según
Juan. En el ciclo actual (B), su tema es la vocación de los
primeros discípulos de Jesús.
Momento decisivo de la vida, la vocación se puede manifestar
a un hombre ya
518 CICLO B
maduro, o durante la juventud, o en primaveral adolescencia.
Dios tiene entrada libre a la voluntad de sus hijos, sin horarios.
El Libro de Samuel nos cuenta hoy la vocación de su
protagonista. Educado al calor de la casa de Dios, la voz divina
se le insinúa en connaturalidad íntima, profunda, familiar. Dói a
su maestro sacerdote («vengo, porque me has llamado»), éste
le enseña a ser dócil a Dios: «Habla, Señor, que tu siervo
escucha». A partir de su generosidad de niño, Dios hizo del
hombre Samuel la salvación del pueblo.
La de Samuel es a actitud clásica del fiel ante su Dios en el
arte de vivir según la Biblia. El Salmo interleccional le da una
expresión equivalente: «Aquí estoy para hacer tu voluntad». Al
frente y en nombre de todas las vidas generosas, así habló
Jesús (Hebr 10,7), como su Madre (Lc 1,38).
Durante algunos domingos proseguirá la lectura sernicontinua
de la primera Carta a los Corintios, iniciada en enero del año
pasado y luego interrumpida. Urgencia de reflexión y reforma,
hoy como siempre, la teología del cuerpo humano
que nos recuerda el Apóstol. -
En línea de continuidad con su prólogo (1,6-8.15), el
EVANGELIO según Juan enlaza una cadena de «testimonios»
del Bautista: ante las autoridades religiosas (1,19-28), ante el
pueblo (1,29-34), ante sus discípulos (1,35-39). Este último
testimonio fructifica inmediatamente en vocaciones
apostólicas. Es la primera parte de la lectura de hoy.
No olvidar aquel procedimiento literario, tan característico del
cuarto evangelista:
el de referir hechos realesy concretos, estilizándolos de tal
forma que se transfiguren en signo o arquetipo de una idea. En
la historia de Andrés y el otro se resume el proceso de todo
llamamiento a la familiaridad discipular con Jesús.
En esquema: a) el testigo señala a Jesús que «pasa»...; b) los
que oyen su testimonio, c) siguen a Jesús: buscan y preguntan
dónde mora; d) lo encuentran, ven y permanecen con él.
Quienes estén habituados al vocabulario del evangelista
espiritual comprenderán al punto el tesoro de vivencias que se
encierra en cada una de estas expresiones.
Porque Juan dice mucho en cada insinuación, e incluso en sus
silencios. En efecto, muchos opinan con razón que el anónimo
compañero de Andrés fue él mismo, quien recuerda, ya
anciano, la primaveral hora decisiva de su existencia, cuando
conoció y se entregó a Cristo. Recuerda incluso que sucedió
«hacia la hora décima»: al caer de la tarde. En aquella época
del año (algunas semanas antes de Pascua: Jn 2,1-3),--casi a
puesta de sol. Con ella se empezaba a contar en oriente el
nuevo día. Decir que «se quedaron con él aquel día», significa
que fueron acogidos con fraterna hospitalidad toda la noche en
la tienda de peregrino o en la cueva natural donde se
albergaría entonces Jesús, como otros ascetas del desierto, en
las cercanías del Jordán. Horas de inédita emoción, que
abrieron al joven un horizonte infinito.
El fuego enciende. Cuando amaneció, la experiencia de haber
encontrado a Cristo ya era una ascua de gozo, que de Andrés
prendió en su hermano Simón —el destinado a ser Roca fuerte
de la Iglesia. La vocación de Dios al hombre pasa muchas
veces por el rostro luminoso de un hermano o amigo que
encontró en ella su felicidad.
TERCER DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Jonás 3,1-5. 10
En aquellos días, vino de nuevo la palabra del Señor a Jonás:
—Levántate y vete a Nínive, la gran capital, y pregona allí el
pregón que te diré.
Se levantó Jonás y fue a Nínive, como le había mandado el
Señor. (Nínive era una ciudad enorme; tres días hacían falta
para atravesarla.) Comenzó Jonás a entrar por la ciudad y
caminó durante un día pregonando:
—Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada.
Los ninivitas creyeron en Dios, proclamaron un ayuno, y se
vistieron de sayal, grandes y pequeños.
Cuando vio Dios sus obras y cómo se convertían de su mala
vida, tuvo piedad de su pueblo el Señor, Dios nuestro.
Salmo responsorial Sal 24,4bc-Sab. 6-7bc. 8-9
R. Señor, instx-úyeme en tus sendas.
Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas.
Haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor.
520 CICLO B
El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los
pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña
su camino a los humildes.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Conntios
7,29-3 1
Hermanos: Os digo esto: el momento es apremiante.
Queda como solución: que los que tienen mujer vivan como si
no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están
alegres, como si no lo estuvieran; los que compran, comd si no
poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no
disfrutaran de él: porque la presentación de este mundo se
termina.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Mc 1,15 Está cerca el Reino de Dios; creed la Buena
Noticia. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1,14-20
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a
proclamar el Evangelio de Dios.
Decía:
—Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios:
Convertíos y creed la Buena Noticia.
Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano
Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el
lago.
Jesús les dijo:
—Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su
hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes.
Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los
jornaleros y se marcharon con El.
Desde ahora y a lo largo de todos los «domingos ordinarios»
del presente año litúrgico se leerán por orden unos treinta
fragmentos del Evangelio según Marcos. San Marcos supo unir,
en su pequeño libro, la profundidad del teólogo a la
transparencia del catequista. El texto que escuchamos hoy
sirve de preludio a la Misión de Galilea. Tres puntos. Primero:
Jesús anunció la Venida del Reino de Dios. Segundo: exigió la
Conversión. Tercero: sus apóstoles lo dejaron todo para
seguirle.
1. — «El tiempo ha llegado a su plenitud y está aquí el Reino
de Dios’>. La cercanía del REINO DE DIOS es la verdad central
del Evangelio. El anuncio jubiloso, siempre nuevo, de la
Salvación. Para los primeros cristianos que leyeron el
III DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 521
Evangelio de Marcos, así como para los galileos que hicieron
caso de la predicación de Jesús, la expresión popular «Reino de
Dios» estaba ya libre de toda ilusión teocrática temporal.
Quiere decir que Dios ha de «reinar» en la vida del hombre
sobre la tierra como «reina)> el sol desde el firmamento un
mediodía sin nubes. Jesús vino a despertar en nuestra humana
conciencia la fascinadora realidad de que Dios es Dios. Centro
de la vida. Unica y eterna razón de nuestra existencia. El
tiempo de todas las esperanzas humanas ha llegado a su
plenitud en Cristo. Todo lo demás, en este mundo, son valores
interesantes, dignos de atención, pero relativos [ lectura]. —
Más adelante, Jesús revelará que Dios es nuestro Padre. Intimo.
Cordial, Que, por consiguiente, somos todos una universal
familia de hermanos y, como tales, debemos vivir en ayuda
mutua, en caridad sincera.
2. — «Convertíos y creed en el Evangelio». La conjunción «y»
es meramente explicativa. «Convertirse» quiere decir «creer en
el Evangelio». «Creer» es aceptar en pensamiento, corazón y
obras. Evangelio-o «Buena Noticia» es la Venida y Presencia
del Reino de Dios. Conforme al vocabulario de los profetas,
«con-vertirse» significa volverse hacia una buena dirección,
diametralmente opuesta a la mala dirección en que uno estaba
«caminando». Si «caminaba» de cara a sus ídolos y de
espaldas a Dios, volverse hacia Dios y dar la espalda a los
ídolos. Que cuanto más uno camina, se afana y corre de
espaldas a la Verdad, tanto más se aleja de ella...
3. — «... y le siguieron». Aquellos pescadores comprendieron,
por instinto divino, que el Reino de Dios se nos ha hecho
presente a los hombres en la persona de Jesús. Y fueron los
primeros en hacer del camino de Jesús su propio camino.
«Seguir a Jesús» es la definición evangélica —la nás antigua y
hermosa— del perfecto cristiano.
El texto de San Marcos que leemos hoy es programa y resumen
de la «buena noticia» o Evangelio que el Hijo de Dios hecho
Hombre vino a traer al mundo. Empezó a anunciarlo en Galilea.
Proclama una realidad: la de que viene el Rezno de Dios. Pide a
los hombres la actitud indispensable para recibirlo: convertirse.
Ofrece a algunos la vocación más excelsa: seguirlo.
1. — «Viene el Reino de Dios». La expresión «Reino de Dios’>
sonaba familiar a oídos de aquel humilde pueblo de Galilea.
Entendían que Dios ha de ser el centro y razón de toda nuestra
vida. El anuncio de que se acerca su Reino, y ya está aquí,
quiere decir que el hombre, desde ahora, puede y debe
comprender su verdadero destino. El destino de vivir
conscientemente unido con Dios, y Dios con él. Cristo, además,
comunicó a los discípulos la experiencia viva que El está
gozando desde la eternidad: la de que Dios es Padre.
Aceptando su «Reino», la universal convivencia humana se
transfigura en una sincera Fraternidad. Fraternidad que no se
funda en eventuales motivos de interés o sangre, sino en la
misma razón de haber nacido hombre. Este Reino del Padre
que anunció Jesús se realizará perfectamente en la feliz
Escatología, que los humildes llaman Cielo. Pero es
compromiso de Fe para los cristianos procurar y conseguir que
las instituciones temporales de la tierra sean ya reflejos del
Reino de Dios: imagen y preludio de aquella celeste Perfección.
2. — «Convertíos... » La palabra «con-vertirse», en su
connotación etimológica, sugiere el gesto de «volverse». El que
vive de espaldas a Dios no recibirá la luz de su
522 CICLO B
Reino si antes no realiza el acto de serena libertad, que
consiste nada más que en volverse de cara a El. La Conversión
de que habla San Marcos no se limita a este o aquel detalle de
comportamiento. Convertirse es una total orientación de la
vida cara a la Verdad. Convenirse es aceptar la Fe en
pensamiento, obediencia y corazón. «Creer en el Evangelio».
3.— «Y, dejando las redes, lo siguieron». La vocación al
apostolado de los hermanos Simón y Andrés, Juan y Jaime, es
arquetipo del más alto ideal del hombre cuando se «convierte»
a Dios. Cuando recibe y acepta en sus ojos la mirada de Cristo.
Cuando decide andar con El el mismo camino. Seguirlo.
A partir de hoy y durante los «domingos ordinarios» del
presente año se irán leyendo por orden fragmentos escogidos
del Evangelio según Marcos. El de hoy sirve de preludio: Jesús
da comienzo a su programa de evangelización, y empieza a
constituir un equipo de hombres que se consagrará a
continuarlo.
En esta primera proclamación del Evangelio, Cristo pide
Conversión. Como tela de fondo de Antiguo Testamento, la
lectura inicial evoca una de las exposiciones más completas y
expresivas de los motivos, condiciones y fruto de la
Conversión: la del Libro de Jonás.
En la segunda lectura, San Pablo enseña a integrar
positivamente todo valor humano en la serena libertad del
creyente, que ve su tiempo y mundo iluminado ya por el Reino
de Dios.
La lectura evangélica tiene dos apartados: a) el «sumario» o
resumen de la proclamación del Reino de Dios en Galilea; b) la
llamada de unos discípulos.
- A. — Marcos sintetiza la primera actividad de Jesús en Galilea
con la expresión:
«proclamare Evangelio de Dios». Desglosa esta proclamación
en un indicativo («está cerca el Reino de Dios») y un
imperativo (
1.— El verbo correspondiente a «proclamar» sugería entonces
la imagen del heraldo, que pregona un mensaje del rey. Jesús
predicaba con firmeza, como quien habla en nombre de Dios.
El sustantivo «evangelio» solía referirse, en el lenguaje
corriente, al gozoso comunicar o celebrar la noticia de una
victoria, de un feliz acontecimiento familiar o político. Pero el
concepto peculiar de «Evangelio» en el Nuevo Testamento se
forjó a partir del Libro de Isaías. Allí significa el término de la
cautividad, la salvación o liberación del Pueblo santo, la paz. En
perspectiva superior:
la gozosa experiencia de que ya no es un opresor extranjero
sino el mismo Dios quien reina sobre Jerusalén (Is 52,7).
2. — Dando pleno sentido al mensaje de Isaías, Cristo anuncia
que ya está aquí el Reino de Dios. No piensa en una estructura
teocrática, sino en el ideal de que la Presencia eficaz de Dios
ilumine, como sol al mediodía, y rija todo acontecer humano. El
programa del Reino de Dios está en el Padrenuestro. El Reino
de Dios es propiamente «escatológico», por cuanto tiene su
vigencia total en el Cielo. Pero Cristo ha hecho presente el
Cielo en la tierra, el orden divino en el humano. Por eso dice
que «el tiempo ha llegado a su plenitud». El cristiano ya siente
y vive la eternidad en el corazón de su tiempo.
3. — « «Con-venirse» es volverse desde cualquier actitud
impreci
III DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 523
sa o inexacta al punto focal de la suprema Verdad, Pasión y
Hermosura, que es Dios hecho presente al mundo en
Jesucristo. Como sinónimo de «convenirse», añade: « creed en
el Evangelio!». Identificado con su misión de evangelizar,
Cristo expresa, personifica y es el Evangelio de Dios. «Creer
en» es confiarse; darse en pensamiento, voluntad, corazón y
vida. Quien así cree en Cristo, entra en el Reino de Dios.
B. — En orden a la dilatación y prolongación de su obra, llama
a unos colaboradores. Núcleo germinal de la Comunidad o
Iglesia que tendrá por gozo, vocación e identidad
«evangelizar», como Jesús. Maestro en el lenguaje alegórico y
en el arte de sintonizar con cada persona concreta, por ser
trabajadores del mar los define «pescadores de hombres».
Instrumentos de la gracia para elevar la comunidad humana al
honor y gozo de ser Reino de Dios.
***
A partir de este domingo procederá ordenadamente la lectura
semicontinua del Evangelio según Marcos. San Marcos fue un
joven discípulo colaborador de Pablo y, sobre todo, de Pedro.
Para utilidad de las comunidades apostólicas y bajo la
inspiración del Espíritu Santo consignó por escrito las líneas
esenciales de lo que sus maestros enseñaban acerca de Jesús.
La lectura del segundo domingo de Adviento nos ofreció ya el
comienzo de su Evangelio, y la fiesta del Bautismo del Señor su
inmediata continuación. Luego viene el retiro de Jesús en el
desierto (primer domingo de la próxima Cuaresma) y en
seguida el texto que escuchamos hoy.
Como antigua ilustración de uno de los temas de este
Evangelio de hoy (el de la Conversión), empezamos evocando
el pregón de Jonás. Para el autor del Libro que lleva su nombre,
el recuerdo de aquella «gran Nínive» era cifra de la ciudad
pecadora por antonomasia (como lo fueron después Babilonia,
Roma pagana y otras). La aventura de Jonás encarna el drama,
tantas veces repetido, de la vocación profética a
contracorriente. La conversión de «Nínive» es paradigma de
cómo la sincera penitencia de cualquier máximo pecador, ya al
borde del abismo, atrae inmediata mente sobre sí el perdón
infinito de la Misericordia.
Prosigue la antología de fragmentos de la primera Carta a los
Corintios con una breve digresión del capítulo siete, que
discurre todo él sobre las situaciones cristianas de matrimonio
y virginidad. El Apóstol quiere decir, a su manera, que el que
tiene sentido de eternidad estima los valores temporales, aun
los más entrañables, en su auténtica dimensión relativa y
pasajera. Así sabe gozar de ellos sin perder su libertad de
espíritu.
En la lectura del EVANGELIO se distinguen dos panes: la
primera es un resumen del Mensaje de Jesús; la segunda, una
escena de vocación al apostolado.
1) El Mensaje (o «Kérygma») que el Mesías proclamó en Galilea
se centraba en dos temas. Uno en indicativo: Está llegando el
Reino de Dios. Otro en imperativo:
¡ Convertíos!
a) La inminente proximidad del Reino de Dios fue un
«evangelio»; es decir, una gozosa noticia. Los profetas habían
educado el corazón de Israel en su esperanza. Alboreaba en el
horizonte del futuro un glorioso porvenir teológico, de no
confundir con espejismos de paraíso terrenal. Jesús anunció
que «se había cumplido el tiempo» de la preparación y sonaba
ya la hora de Dios en el mundo de los hombres. Les
524 CICLO B
enseñó a vivir en oración esta inminencia del nuevo orden
divino: «Venga tu Reino».
b) La gradual instauración del Reino de Dios está condicionada
a una actitud humana: « ConvertíosL’>. El concepto de
conversión íntima (o actitud humana:
« Convertíos!»). El concepto de conversión íntima (o
«metánoia>) supone tres fases:
un punto de partida, un término y un camino o método. El
punto de partida es el hombre tal como Cristo lo encontró. El
término es el hombre tal como Cristo lo quiere. El camino es la
docilidad a sus consignas: « en el Evangelio!» En cada uno que
de veras se convierte se realiza ya el Reino de Dios.
2) La vocación al apostolado de dos parejas de hermanos
(Pedro-Andrés, Jaime-Juan) sirve de preludio inmediato a la
actividad pública del Mesías, que desde ahora aparecerá
siempre acompañado de sus discípulos-colaboradores en inicial
situación de Iglesia. Una vocación correspondida es arquetipo
de la <(conversión» en su fase terminal. Aceptar y
comprometerse a ser tal como Cristo nos quiere. Cada vez que
pasa esto, se repite al mundo la «buena noticia»: está llegando
el Reino de Dios.
CUARTO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Deuteronomio ¡8,15-20
Habló Moisés al pueblo diciendo:
—El Señor, tu Dios, te suscitará un profeta como yo, de entre
tus hermanos. A él le escucharéis. Es lo que pediste al Señor,
tu Dios, en el Horeb, el día de la asamblea: ‘ENo quiero volver
a escuchar la voz del Señor, mi Dios, ni quiero ver más ese
terrible incendio; no quiero morir.
El Señor me respondió: Tienen razón; suscitaré un profeta de
entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca
y les dirá lo que yo le mande. A quien no escuche las palabras
que pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas. Y el profeta
que tenga la arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le
haya mandado, o hable en nombre de dioses extranjeros, es
reo de muerte.
Salmo responsorzal Sal 94,1-2. 6-7. 8-9
R. Ojalá escuchéis hoy su voz; no endurezcáis vuestros
corazones.
Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos
salva; entremos en su presencia dándole gracias, vitoreándole
al son de instrumentos.
Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador
nuestro. Porque él es nuestro Dios
y nosotros su pueblo, del rebaño que él guía.
526 CICLO B
Ojalá escuchéis hoy su voz:
No endurezcáis el corazón como a Meribá, como el día de Masá
en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron,
aunque habían visto mis obras.»
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
7,32-35
Hermanos: Quiero que os ahorréis preocupaciones: el célibe se
preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al
Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos del
mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido.
Lo mismo, la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los
asuntos del Señor, consagrándose a ellos en cuerpo y alma; en
cambio, la casada se preocupa de los asuntos del mundo,
buscando contentar a su marido.
Os digo todo esto para vuestro bien, no para poneros una
trampa, sino para induciros a una cosa noble y al trato con el
Señor sin preocupaciones.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Mt 4,16 El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande;
a los que habitaban en tierra y sombra de muerte, una luz les
brilló. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1,21-28
Llegó Jesús a Cafarnaún, y, cuando el sábado siguiente fue a la
sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su
enseñanza, porque no enseñaba como los letrados, sino con
autoridad.
Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un
espíritu inmundo, y se puso a gritar:
— quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar
con nosotros? Sé quién eres: El Santo de Dios.
Jesús lo increpó:
—Cállate y sal de él.
El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte,
salió. Todos se preguntaron estupefactos:
— es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los
espíritus inmundos les manda y lo obedecen.
Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando
la comarca entera de Galilea.
Sigue la lectura de San Marcos. El otro domingo nos presentó a
Jesús evangelizando la comarca de Galilea y llamando
discípulos. Hoy nos lo sitúa en el que fue su centro misional: la
aldea de Cafarnaúm, junto al lago. Lección de esta
IV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 527
página: la fuerza sobrenatural de la Palabra de Cristo.
1. — «Entraron en Cafarnaúm y, el sábado inmediato,
enseñaba en la sinagoga». La actividad principal de Jesús en
Galilea fue la de ENSENAR. Comunicar a los hombres, en
lenguaje humano, el Pensamiento de Dios. Oficio de «Profeta» [
lectura].Dichoso el pueblo que sabe oír la voz de Dios [ Jesús
solía ejercer su Magisterio en el ámbito de la liturgia sinagoga
Cada sábado acudía todo el pueblo a la sinagoga. Allí
escuchaban dos o tres lecturas de la Biblia con su comentario,
cantaban los himnos tradicionales, se sentían hermanos en
amor, patria y fe. La palabra «sinagoga» significa reunión,
asamblea. La Iglesia de los Apóstoles heredó de la sinagoga
nuestra Liturgia de la Palabra, que introduce y ambienta la
celebración eucarística. Es Jesús mismo, Palabra viviente de
Dios, quien en ella sigue hablando, «enseñando» a su pueblo.
2. — « Y estaban asombrados de su enseñanza, porque les
enseñaba como quien tiene autoridad». Y no como los
escribas, letrados o doctores de la Ley, nota San Marcos. Alude
a ciertos maestros religiosos, que solían hablar en las
sinagogas. Administradores de palabras eruditas que no llegan
al alma; palabras aprendidas por obligación y recitadas por
oficio. Habituado a soportarlos, cuando el pueblo oyó a Jesús
sintió como cosa nueva la emoción de estar en contacto con la
todopoderosa Palabra de Dios. Palabra de Dios que se nos hace
cercana y familiar en labios de Jesús, traducida al humanísimo
lenguaje del Evangelio.
3. — « Y se decían unos a otros: ¿ Qué es esto? Este enseñar
con autoridad es nuevo: hasta a los espíritus inmundos les
manda, y le obedecen». Teólogo y al mismo tiempo catequista,
San Marcos ilustra intuitivamente la eficacia de la Palabra de
Cristo por medio de un signo impresionante: la liberación de un
hombre poseído por el Espíritu del Mal. En la imagen de aquel
infeliz endemoniado o enfermo se representa la actitud de
quienes viven y actúan dominados por un odio práctico a la
Santidad. La actitud de rechazar, porque sí, toda cercanía e
influjo de Dios Santo, suprema fuente de todo Bien. Para
exorcizar esa actitud, nada más a propósito que la Palabra de
Cristo. El Evangelio.
El Evangelio afirma e ilustra la Autoridad de la Palabra de
Cristo.
Preparando el tema, la lectura del Deuteronomio explica en
qué se apoyaba y cómo se discernía la autoridad de los
antiguos Profetas de Israel. Fue gloria y límite de su carisma
actuar como órganos auténticos de comunicación de la Palabra
de Dios en su Pueblo. Iniciado en Moisés, el ejercicio del
ministerio profético culminó en la proclamación del Evangelio
por Jesucristo.
En la lectura intermedia, San Pablo elogia la virginidad por
motivo religioso como situación de voluntaria y activa
dedicación total al trato y servicio del Señor.
La lectura evangélica es continuación de la del domingo
pasado. Nos decía que, al volver del Jordán, Jesús se puso a
«proclamar el Evangelio» por toda la Galilea. Escogió por
centro misional una aldea junto al lago, llamada Cafarnaúm.
Para, dar una idea de aquella evangelización, San Marcos
describe la actividad de una jornada. Conaretamente de un
sábado, la fiesta semanal en Israel. El deber y gozo principal
del sábado consistía en asistir a la sinagoga.
528 CICLO B
En la sinagoga se reunía todo el pueblo. La celebración era sólo
Liturgia de la Palabra: lecturas bíblicas, comentario, plegarias,
salmos. Gran parte de la acción evangelizadora de Jesús tuvo
por marco y vehículo la liturgia sinagogal. Sobre todo, la
explicación y aplicación práctica de la lectura bíblica, que
ahora llamamos «homilía». También para el pueblo cristiano
una de las fuentes más importantes de evangelización en
profundidad sigue siendo la asistencia reflexiva a las
celebraciones litúrgicas, con sus textos bíblicos y homilía.
De la jornada de Cafarnaúm, compuesta por San Marcos como
índice y ejemplo de la actividad habitual de Jesús durante
aquellos meses, leemos hoy el párrafo que se refiere a la
sinagoga. Está redactado conforme a una estructura estilística,
que los entendidos llaman «inclusión». Consiste en repetir la
misma idea principal al comienzo y al fin de la unidad literaria.
La parte «incluida» entre ambos extremos desarrolla e ilumina
dicha idea principal. En el caso presente: a) la idea principal es
la de que Jesús enseñaba con Autoridad (y. 22 y 27); b) ilumina
y da relieve a esta idea la descripción de un exorcismo (y. 23-
26).
A. — Enseñaba con Autoridad. El ministerio de la Palabra de
Jesús se llama reiteradamente «enseñanza». Corresponde a su
categoría de Maestro. Como heraldo, proclama; como Maestro,
enseña. La enseñanza (o «didajé») sigue a la proclamación (o
«kérygma») como la planta desarrollada a la semilla. Jesús
enseñaba en la sinagoga a partir de la lectura bíblica. San
Marcos no da aquí ningún ejemplo; se limita a constatar que el
estilo de Jesús era distinto del de los escribas, rabinos o
doctores de la Ley de su tiempo. Ellos se limitaban con
excesiva frecuencia a referir y contrastar opiniones de las
varias tendencias. Obsesionados por una estéril problemática
interna. La Palabra de Jesús transparentaba su conciencia de
ser y sentirse el Hijo de Dios. Explicaba y aplicaba la Ley en
perspectiva de Legislador. Exponía la Verdad desde dentro. La
divina seguridad de su pensamiento se exteriorizaba en
pedagógica firmeza de expresión. Y el pueblo escuchaba con
admiración incansable.
B. — El exorcismo. A San Marcos le gustaba describir
exorcismos impresionantes (p. ej. el de Gerasa: 5,1-20). Sin
perjuicio de su misteriosa realidad, los hacía transparencia
significativa del drama de la previa esclavitud y liberación
trascendente del hombre por Jesucristo. En esta jornada
ejemplar, sitúa a un hombre poseído por el Mal en el centro
mismo de la sesión litúrgica. Ante la presencia de quien es la
Santidad, el Impuro se manifiesta histéricamente incompatible.
Le vence la sola Palabra. Demostración a los ojos de su divina
Autoridad. Y signo de que el Evangelio, Doctrina o Enseñanza
eternamente «nueva», libera al hombre que se pone bajo su
influencia, a partir de la profunda interioridad de su espíritu
donde le había esclavizado el Mal.
El Evangelio de Marcos presenta hoy a Jesús inaugurando su
actividad pública en la sinagoga de Cafarnaúm. Cafarnaúm era
una población fronteriza de escasa importancia en la ribera
norte-occidental del lago de Galilea. Los que se reunían el
sábado en la sinagoga advirtieron en seguida que Jesús de
Nazaret era distinto de sus maestros habituales, por cuanto él
hablaba y actuaba con una misteriosa irresistible autoridad.
Si hubiesen preguntado a aquella gente sencilla cómo habría
que calificar el estilo
IV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 529
de la palabra y actuación de Jesús, tal vez hubieran respondido
que era el de «un profeta». En este orden de ideas, la liturgia
nos propone leer, antes del Evangelio, un texto célebre del
Deuteronomio. Moisés transmite al pueblo la promesa de que
Dios suscitará «un profeta» en medio de ellos. El Deuteronomio
se refería, en primer plano, a la continuidad institucional del
profetismo en Israel. Pero cuando ésta hubo cesado, orientaron
el texto hacia la esperanza de «un Profeta» singular y
excepcional, muy relacionado con la era mesiánica, que
algunos (como los primeros cristianos) identificaron con el
mismo Mesías. —De paso, el Deuteronomio define la noción del
«profeta» auténtico: es aquel que dice en nombre de Dios
todas y solas las palabras que el mismo Dios ha puesto en su
boca. Bajo esta definición, queda claro el concepto de falso
profeta: el que da al pueblo, como si fueran de Dios, sus
propias palabras. O el que se constituye en portavoz de
«dioses» que no son Dios.
El capítulo siete de la primera Carta a los Corintios contiene
diversos consejos apostólicos en torno a las situaciones
cristianas de matrimonio o virginidad. Cuando San Pablo, en el
fragmento que leemos hoy, declara su predilección por la
virginidad o celibato, afirma su verdadera razón de ser en
perspectiva religiosa: la de una consagración personal al amor
y servicio de Dios, en plena dedicación no compartida. Salta a
la vista que este celibato positivo no excluye únicamente el
matrimonio, sino cuanto es incompatible con «servir a solo
Dios» (p. ej.: Mt 6,24).
Con el fin de dar una impresión global de la actividad
mesiánica de Jesús durante la primera fase de la
evangelización de Galilea, San Marcos presenta en esta sección
de su EVANGELIO el «programa de un sábado» en Cafarnaúm.
Lo más importante del día santo para un israelita es participar
en la liturgia de la Palabra con sus hermanos en la sinagoga.
Jesús había asistido a la liturgia sabática bastante más de mil
veces a partir de su infancia. Ahora, además de escuchar,
enseñaba. Sus homilías sinagogales fueron el vehículo normal
del Evangelio.
Al pueblo le impresionó sobremanei el tono de autoridad con
que hablaba. Testigo de la verdad y seguro de su misión, se
hacía transparente en su Palabra de Dios la fuerza irresistible
de la Voluntad de Dios.
La antigua pedagogía profética solía realizar la invisible verdad
en signos perceptibles. El Santo de Dios iba a derrocar en el
mundo de los hombres el imperio del Mal. Al recordar aquella
espectacular victoria de Jesús sobre los «espíritus impuros»,
San Marcos pensaría especialmente en la progresiva
evangelización del paganismo romano. Al margen de lo que
cada uno pueda opinar sobre el carácter espiritual o psíquico
de la posesión diabólica, su irresistible liberación por la sola
Palabra era, a los ojos del pueblo, un impresionante signo de
cómo la nueva Doctrina empezaba a rendir el orden demoníaco
del mundo de los hombres a la soberanía de la Santidad de
Dios.
El próximo domingo leeremos la continuación del «sábado en
Cafarnaúm». El poder del Mesías se manifestará en fascinadora
humanidad al servicio de los enfermos y los humildes.
QUINTO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Job 7,1-4. 6-7
Habló Job diciendo:
—El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio, sus días
son los de un jornalero.
Como el esclavo, suspira por la sombra, como el jornalero,
aguarda el salario.
Mi herencia son meses baldíos. me asignan noches de fatiga; al
acostarme pienso: ¿cuándo me levantaré? Se alarga la noche
y me harto de dar vueltas hasta el alba. Mis días corren más
que la lanzadera
y se consumen sin esperanza.
Recuerda que mi vida es un soplo,
y que mis ojos no verán más la dicha.
Salmo responsoridl Sal 146,1-2. 3-4. 5-6
R. Alabad al Señor, que sana los corazones quebrantados.
Alabad al Señor, que la música es buena; nuestro Dios merece
una alabanza armoniosa. El Señor reconstruye Jerusalén, reúne
a los deportados de Israel.
V DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 531
Él sana los corazones destrozados, venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas, a cada una la llama por su
nombre.
Nuestro Señor es grande y poderoso, su sabiduría no tiene
medida. El Señor sostiene a los humildes, humilla hasta el
polvo a los malvados.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
9,1 6-19. 22-23
Hermanos: El hecho de predicar no es para mí motivo de
soberbia. No tengo más remedio y, ¡ ay de mí si no anuncio el
Evangelio!
Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga.
Pero si lo hago a pesar mío es que me han encargado este
oficio. Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer
el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que
me da la predicación de esta buena noticia. Porque, siendo
libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a
todos.
Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me
he hecho todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos.
Y hago todo esto por el Evangelio, para participar yo también
de sus bienes.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Mt 8,17 El tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras
enfermedades. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1,29-39
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago
y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba
en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de
la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.
Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los
enfermos y poseídos. La población entera se agolpaba a la
puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó
muchos demonios; y como los demonios lo conocían no les
permitía hablar.
Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se
puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo,
le dijeron:
—Todo el mundo te busca.
El les respondió:
-—Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar
también allí; que para eso he venido.
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y
expulsando los demonios.
532 CICLO B
El domingo pasado vimos a Jesús «enseñando con autoridad»
en la sinagoga. Hoy San Marcos completa el programa de
aquella inicial jornada de Cafarnaúm con otras tres escenas. La
primera, en casa de Simón y Andrés. La segunda, entre una
multitud de enfermos. La tercera, en el silencio de la oración.
Esta «jornada de Cafarnaúm», que Marcos nos describe como
punto de partida de la evangelización de Galilea, tiene valor
ejemplar. Quiere indicarnos desde el primer día cuáles fueron
las líneas habituales de la actividad de Jesús: enseñar su
doctrina, atender a los enfermos, alternar con los discípulos,
hacer oración.
1. — «Fue con Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés».
Además del oficio religioso en la sinagoga, la fiesta del sábado
se celebraba reuniéndose gozosamente familiares y amigos en
torno a la mesa. Jesús empieza su convivencia formativa con
los Discípulos. Su Familia en espíritu. Preludio de la Iglesia.
Simón Pedro y Andrés pusieron a disposición del Maestro «la
casa» que poseían en Cafarnaúm. La suegra de Simón, la que
debía de actuar como ama de casa, yacía enferma. Divino y
humanísimo, como un gesto de amabilidad, Jesús le devuelve
la salud y ella les sirve a la mesa. El Evangelio de Marcos es un
compendio escrito de la predicación oral de San Pedro. Cuando
el primer Apóstol hablaba de Jesús, recordaba estos hechos
con infalsificable autenticidad. La imagen de Jesús dando la
mano a aquella enferma representa la obra del Salvador que
levanta de su postración a la Humanidad. —Los peregrinos a
Tierra Santa visitan los restos arqueológicos de aquella «Casa
de San Pedro», excavada hace pocos años, que pronto se
convirtió en uno de los primeros lugares de culto cristiano.
Cerca de la gran sinagoga, debajo de la cual acaban de
identificarse los cimientos de la que se levantaba allí mismo,
mucho más sencilla, en tiempo de Jesús.
2. — «Cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y
poseídos». El enfermo tiene hambre y sed de salud. La salud es
signo de la Salvación. Rodeado de enfermos, el Salvador se
encuentra en su centro. San Pedro concretó la vida de Jesús en
una afirmación, que es programa de toda existencia cristiana:
«Pasó haciendo el Bien» (Hch 10,38).
3. — «Muy de madrugada se fue a un lugar desierto y estaba
allí en oración». Dialogar a solas con el Padre era para Jesús
principio y término de toda actividad. Y lección hecha ejemplo
para sus Discípulos. Trabajar y no orar, tiempo perdido. Cuando
los Discípulos intentan reducir la presencia del Maestro a
Cafarnaúm, los empieza a educar en vista a un horizonte
universal: no ha venido para tal o cual pueblo, sino para todos.
No encontrando ambiente en la capital, Jesús fue a proclamar
el Evangelio por la comarca de Galilea. El pescador Simón le
ofreció su casa de Cafarnaúm, que sirvió de centro mision Para
dar una idea significativa de la actividad de Jesús durante
aquellos meses, San Marcos cuenta lo que hizo a lo largo del
«primer día», que fue un sábado. El pasado domingo vimos el
momento principal de aquella jornada: la predicación en la
sinagoga. Hoy continúa la misma lectura con Otras tres
escenas:
1. — En casa de Simón. Los mejores comentaristas reconocen
en estas líneas la sencillez de un recuerdo personal, que San
Pedro contaba en sus catequesis al pueblo y Marcos se limitó a
reproducir. Después de la celebración religiosa en la sinagoga,
la
V DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 533
hora sabrosa del sábado, día festivo de Israel, era la buena
comida familiar. Un contratiempo anubla el gozo de los
comensales. Hablan de la enferma al Maestro, y él entra y le
devuelve la salud. Ella, que sería de hecho el ama de casa, se
pone a servirles a la mesa. Jesús era entrañablemente
humano. Los arqueólogos han constatado que «la Casa de San
Pedro)> fue, desde muy antiguo, centro de reunión o pequeña
«ekklesía» de los cristianos en Cafarnaúm. Posiblemente ya
San Marcos sugiere en esta escena familiar de los primeros
discípulos de Jesús un signo de Iglesia.
2. — Con los que sufren. Al despuntar las primeras estrellas,
termina el reposo festivo, que es absoluto en Israel. Cuantos
tienen enfermos, los llevan entonces ante la casa de Simón.
Impresionante cuadro plástico del dolor, que es patrimonio del
hombre [ lectura]. Marcos nunca deja de subrayar, en clave
catequética, que detrás del misterio del dolor está el Misterio
del Mal. Jesús viene a destruir el Mal y, como signo de esta
Misión, libera a muchos enfermos de su dolor. Cuando San
Pedro tuvo que resumir en una sola frase la actividad de Jesús,
recordando escenas como ésta, dijo: «Pasó haciendo el Bien»
(Hchs 10,38). Elogio máximo, que debiera poder extenderse a
todo hombre.
3. — En el silencio de la plegaria. Antes de amanecer, sin ser
notado, Jesús sale a un lugar desierto y se entrega a la oración.
El Evangelio dice esto para lección de sus seguidores, sobre
todo de los muy activos. Cuando despiertan los demás, lo
descubren e intentan retenerlo en su solo pueblo, les
manifiesta su Misión, que es la de evangelizar en todas partes.
Misión que, más tarde, comprendieron sus Apóstoles [ lectura]
y procuraron continuar.
Leemos en el Evangelio la segunda mitad de aquella crónica de
«un día de Jesús en Cafarnaúm», que empezamos a considerar
el domingo pasado. San Marcos describe el desarrollo de este
«día» a manera de ejemplo y síntesis programática de la
actividad evangelizadora de Jesús por toda la Galilea.
Uno de los objetivos de esta actividad fue socorrer a los
afligidos en su dolor. El hombre en la tierra es un profesional
del sufrimiento. Por encima de tantas creaciones literarias de
todas las edades y pueblos en torno a la angustiosa realidad
del dolor humano, sobresale como obra maestra el Libro de
Job. La lectura inicial nos ofrece un fragmento.
Arquetipo de los que son llamados al pleno servicio de Cristo,
San Pablo afirma en un paréntesis de la Carta a los Corintios
que toda su identidad y gloria de apóstol se realiza al cumplir
de balde, y por la misma exigencia interna de la vocación, el
oficio de evangelizar.
En la relación esquemática que nos da San Marcos de aquella
«jornada de Cafarnaúm», después de la intervención en la
liturgia sinagoga podemos considerar otros cuatro momentos:
1. — La curación de la suegra de San Pedro. Era sábado, día
festivo. Al gozo de la liturgia seguía el gozo de la convivencia
familiar en torno a la mesa. Simón el pescador, el futuro
«Cefas» o Roca de la Iglesia, puso a disposición de Jesús su
propia casa, que se convirtió así en centro misional de la
comarca. Simón y Andrés invitaron a los amigos Santiago y
Juan. Entra en aquella humanísima escena el signo del dolor
534 CICLO B
en la persona de la enferma. El Mesías, que en la sinagoga se
ha enfrentado con el Espíritu del Mal mediante un milagro-
signo-de-victoria, se enfrenta ahora con la aflicción humana
mediante un milagro-signo-de-compasión. Reintegrada a su
gozo, la familia se reúne para la cena festiva, y la enferma que
ha recobrado la salud sirve a la mesa.
El evangelista describe este milagro-tipo, que fue un hecho
real, como transparencia significativa de la Misión salvífica de
Jesús. Aparte otras lecciones, la principal está en la expresión
«la levantó». En el original griego, es el mismo verbo usado
habitualmente en el Nuevo Testamento con el sentido de
«resucitar». La enferma devuelta a la Salud es el signo de la
humanidad postrada que se levanta (Efes 5,14), de la mano de
Cristo, para servir en la convivencia gozosa de su Comunidad o
Iglesia.
2. — Cristo, Salud del Pueblo. Sigue un «sumario» o resumen
programático (y.
32-34). Terminado el reposo oficial del sábado con la puesta del
sol, la gente, impedida antes por la ley o costumbre, puede
llevar sus enfermos a la Casa de Pedro que ya es de Jesús. San
Marcos menciona globalmente los dos géneros de milagros,
que más adelante describirá con detalle en varios casos
concretos: los que dan la Salud al hombre, los que escenifican
la victoria contra Satanás. San Marcos y sus lectores romanos
intuían en la expulsión de «los demonios)> el triunfo
escatológico de Cristo contra el dominio del Mal, hecho ya
presente en la historia. —Se reitera una vez más la exigencia
del «secreto mesiánico». Para evitar el equívoco de un
mesianismo mal comprendido según el criterio de falsos
valores temporales, Jesús no quería que se revelase al pueblo
su identidad de Hijo de Dios hasta que estuviese
indisociablemente unida a la experiencia de la Pasión. La Fe
pública, según Marcos (15,39), empezó en labios de un pagano
al pie de la Cruz.
3. — En diálogo de intimidad con el Padre. Silenciosamente,
cuando los demás descansan aún después de una intensa
jornada, Jesús va, antes del amanecer, a un lugar desierto en
contacto con la naturaleza para hablar a solas con el Padre.
San Marcos dice esto con intención de ejemplaridad, pensando
en los cristianos, sobre todo en los que viven con plenitud su
consagración. No sabrá hablar a los hombres de Dios quien no
hable frecuente, larga y cordialmente con Dios.
4. — Misión por toda la comarca. En su ingenuo realismo, las
últimas líneas pre-significan, en la intención de Marcos, que el
Evangelio de Cristo no se debe circunscribir a ninguna
topografía concreta y limitada.
El Evangelio de Marcos nos refiere la segunda mitad de aquel
programático «sábado en Cafarnaúm que empezamos a leer el
domingo pasado. Terminado el oficio religioso en la sinagoga,
Jesús y los discípulos van a casa de Pedro para celebrar la
fiesta en el hógar. Al anochecer, acude la gente llevando
muchos enfermos, que Jesús cura. De madrugada, mientras los
demás duermen, se marcha a las afueras para hacer oración.
Luego empieza a evangelizar toda la Galilea.
Ya en esta primera jornada de actividad pública vemos cómo el
Salvador sale una y otra vez al encuentro del dolor humano en
uno de sus más característicos aspectos según la Biblia: la
enfermedad. La primera lectura nos invita a degustar simbólica
mente la obra cumbre de la literatura universal en torno al
misterio del dolor
V DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 535
humano: el Libro de Job. El poema dramático de Job sólo tiene
pleno sentido cuando se considera en toda su compleja
integridad: es el grito de la fe que pide luz en la noche oscura.
La respuesta, Cristo.
En los capítulos 8 y 10 de la primera Carta a los Corintios San
Pablo da normas a propósito de un curioso problema de
conciencia que le habían planteado (si en licito o no comer
carne procedente de sacrificios idolátricos). El Apóstol se afana
para hacer comprender a los que se creen más inteligentes
que a veces hay obligación moral de renunciar a la propia
libertad por respeto a la conciencia de los que son menos
inteligentes. En el capítulo 9 se pone a sí mismo como ejemplo:
él ha renunciado al derecho de percibir retribución por
dedicarse al Evangelio a fin de que nadie encuentre obstáculo
para aceptar el Evangelio. Por esta renuncia, dice, no tiene
motivo de gloriarse, ya que evangelizar de balde es una
interior exigencia para quien sabe que no eligió ser apóstol por
voluntad propia, como quien elige una profesión humana, sino
que fue asumido por otra Voluntad como instrumento gratuito
del Señor.
En estas primeras escenas de la actividad pública de Jesús
según el EVANGELIO de Marcos se percibe un eco de los
recuerdos personales de San Pedro. El buen pescador puso a
disposición del Maestro su casa de Cafarnaúm. De la sinagoga
pasaron a ella. Cuando Jesús, con los cuatro discípulos (y
seguramente otros familiares), iban a sentarse en torno a la
mesa festiva, una preocupación ensombrecía el hogar: la
suegra de Pedro yacía enferma, con fiebre alta. Un amable
gesto del Señor la restituye en un momento a su hacendoso
afán de ama de casa. Ella misma les sirve la comida. Cristo era
divinamente humano.
Al ponerse el sol cesaba la obligación del descanso sabático.
Entonces la gente empezó a llevarle sus enfermos, y Jesús los
curaba. Marcos resume en este primer anochecer el recuerdo
de otras muchas escenas parecidas. Obsérvese la insistencia
con que procura dar a entender una y otra vez a sus lectores
romanos que el Mesías de Israel vino a liberar a los hombres de
toda sujeción al poder demoníaco.
El descanso nocturno selló la jornada. Temprano, todavía a
oscuras, salió Jesús sin ser notado. Sobresaltados los demás al
advertir su ausencia, lo encontraron por fin en un lugar
sosegado de las afueras haciendo oración. Intencionado aviso
del Evangelio a los cristianos activos, quienes, como sea,
rescatarán también de su horario algunas horas de intimidad
directa y exclusiva con el Padre.
Las últimas líneas sirven de transición a las siguientes páginas
del Evangelio de Marcos: fiel a la misión por la que vino, el
Mesías sale a sembrar Evangelio por toda la Galilea.
SEXTO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Levítico 13,1-2. 44-46
El Señor dijo a Moisés y a Aarón:
—Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una
mancha en la piel y se le produzca la lepra, será llevado ante el
sacerdote Aarón o cualquiera de sus hijos sacerdotes. Se trata
de un hombre con lepra, y es impuro. El sacerdote lo declarará
impuro de lepra en la cabeza.
El que haya sido declarado enfermo de lepra andará
harapiento y despeinado, con la barba tapada y gritando: »
impuro!» Mientras le dure la lepra, seguirá impuro: vivirá solo y
tendrá su morada fuera del campamento.
Salmo responsorzal Sal 31,1-2. 5. 11
R. Tú eres mi refugio;
me rodeas de cantos de liberación.
Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han
sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le
apunta el delito.
Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito;
propuse: »Confesaré al Señor mi culpa», y tú perdonaste mi
culpa y mi pecado.
Alegraos, justos, con el Señor,
aclamadlo, los de corazón sincero.
VI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 537
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
10,31—11,!
Hermanos: Cuando comáis o bebáis o hagáis cualquier otra
cosa, hacedio todo para gloria de Dios.
No deis motivo de escándalo a los judíos, ni a los griegos, ni a
la Iglesia de Dios.
Por mi parte, yo procuro contentar en todo a todos, no
buscando mi propio bien, sino el de ellos, para que todos se
salven.
Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Lc 7,16 Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha
visitado a su pueblo. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según San Marcos 1,40-45
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de
rodillas:
—Si quieres, puedes limpiarme.
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó diciendo:
—Quiero: queda limpio.
La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. El lo
despidió, encargándole severamente:
—No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a
presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que
mandó Moisés.
Pero cuando se fue, empezó a. divulgar el hecho con grandes
ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar
abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en
descampado; y aun así acudían a él de todas partes.
Después de aquella jornada inicial de enseñanza, beneficencia
y oración en Cafarnaúm, cuenta San Marcos que Jesús salió a
evangelizar otros pueblos de la comarca para volver luego a
Cafarnaúm. Excursión misional, que resume en un solo hecho
concreto: la purificación de un leproso. San Marcos, pedagogo
intuitivo, ve representada en esta escena la actitud de quien
busca la Salvación en Cristo yel amor eficaz de Cristo para el
hombre que busca y pide la Salvación. Consideremos los tres
momentos sucesivos: a) un leproso acude a Jesús; b) Jesús
purifica el leproso; c) el ex-leproso proclama la obra de Jesús.
1. — «St quieres, puedes purzficarmex.. En la mentalidad de
aquellos pueblos (reflejada en la primera lectura) la «lepra»
recapitulaba todos los males que pueden abrumar a un
hombre. Recordar el libro deJob. Y la descripción del Siervo de
Yahvé
—como un leproso— según Isaías. Dolor indecible. Maldito de
Dios, sin duda (creían) por algún inmenso pecado. Por eso,
marginación total: es un «impuro» que comunica impureza a
los «limpios» que lo toquen o se acerquen a él (en toda
sociedad, también hoy, a cuántos se trata como a
«leprosos»...). —El «leproso» del
538 CICLO B
Evangelio es arquetipo del hombre que está consciente de
necesitar la Salvación. Imagen de Dios, cada persona humana
debería ser un reflejo de Santidad. Pero la conciencia, si es
sincera, le acusa de lo contrario. El «leproso» según el
Evangelio acude a Cristo. Se postra en humillación. Suplica.
San Marcos pone en sus labios la más sencilla y perfecta
profesión de Fe: «si quieres, puedes... » Purificar a un leproso
con un solo acto de voluntad está por encima de todo poder
humano.
2. — «Quiero: queda purificado». Contra aquellos
convencionalismos hechos ley, Jesús toca al Leproso. Su mano
—su Humanidad— comunica pureza. Es decir, Santidad divina.
Catequista y teólogo, San Marcos subraya en el «Quiero» de
Jesús la afirmación de un Poder sobre todo poder.
3. — «Empezó aproclamary a divulgare! hecho... » Por una
parte le manda que se calle y por otra lo envía a los sacerdotes
para cumplir las normas legítimas y para que conste el
testimonio. A lo largo de todo el Evangelio de Marcos
notaremos una difícil alternancia entre la sincera voluntad de
silencio y un inevitable destino de proclamación. Es lógica del
Misterio cristiano. El Dios de la Gloria quiere revestir su Gloria
de Humildad. Y la Humildad de Gloria. Clave y síntesis del
Misterio será la Cruz. Pero un Leproso-purificado —el Hombre-
redimido— no puede menos de mostrar su gratitud
proclamando a Cristo y exultando en cantos de liberación
(salmo responsorial).
El Evangelio del domingo pasado terminaba diciendo que Jesús
salió de Cafarnaúm para anunciar su mensaje del Reino de
Dios a otros pueblos de las cercanías. San Marcos resume el
sentido de esta primera excursión misional en un solo cuadro:
Jesús y el Leproso.
1. — El Leproso. En aquel antiguo oriente, la desgracia de
cualquiera de las enfermedades que llamaban «lepra»
recapitulaba en sí todos los males. Dolor y hundimiento
psicológico: recordar el libro de Job. Estigma social: apanados
de todo posible contacto con los «limpios», reducidos a la
soledad o a una colonia de infrahumanos en las afueras del
poblado. Estigma religioso: según la atávica obsesión que
consustancializaba enfermedad ypecido, el leproso era un
«impuro». Monumen to vivo de expiación por alguna culpa
personal (recordar las reflexiones de los amigos de Job). La
primera lectura ofrece una mínima muestra de las antiguas
legislaciones sobre lá «lepra»; reflejo de condicionamientos
culturales que Jesús vino a transformar.
2. —Jesús. Marcos destaca esta curación taumatúrgica, entre
las muchas obradas por el Mesías, como expresión arquetípica
de su actividad en favor de los hombres que necesitan
Salvación: «pasó haciendo el Bien» (Hchs 10,38). El Leproso
del Evangelio lleva en su rostro las facciones de los abrumados
por el Mal. De aquellos a quienes los que se arrogan patente
social o religiosa de «limpios» consideran excluidos por
«impuros». Superando atavismos, Jesús toca al Leproso.
3. — La Fe. Pero el «Leproso» tiene su deber. Saber y sentir que
carece de «Salud», y no se la puede dar a sí mismo. Ni se la
puede dar nadie, más que quien es Dios hecho Presencia entre
los hombres. Aceptar a Cristo. Hablarle y suplicar; que la
Oración es la voz de la Fe. También cumplir las normas
establecidas que él indique. Y proclamar sus favores, a fin de
que otros puedan acudir a recibirlos. El Leproso del
VI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 539
Evangelio es arquetipo del Creyente. Del hombre dócil a la
Sinceridad.
Ya desde estas primeras líneas, San Marcos nos va
acostumbrando a una intencionada dialéctica. Jesús se impone
a sí mismo y exige a los demás un estilo de sencillez y reserva
(el vulgarmente llamado «secreto mesiánico)>). Pero su
actividad hace desbordar el entusiasmo de los sencillos. Lá
clave de esta dialéctica nos la dará en la Cruz.
La Misión de Cristo tuvo por objetivo «salvar)) al hombre.
Rescatarlo de toda esclavitud, a partir de su misma interior
miseria. Para la mentalidad de entonces, el más impresionante
signo de esta miseria personal era la lepra. Jesús se estremecía
de compasión eficaz, ante un leproso. En el gesto de curarlo,
que nos refiere el Evangelio de hoy, San Marcos vio y quiso que
viéramos una representación expresiva de toda la Misión
salvadora de Cristo en favor de la humanidad.
La primera lectura sirve de ambientación histórico-social para
comprender la tragedia de que era víctima el leproso del
Evangelio. Ofrece un breve extracto de las disposiciones
legales vigentes en el Israel tradicional. Al horror de la lepra (y
otras enfermedades aparentemente análogas) se acumulaba el
prejuicio de considerarla signo y efecto de pecado. El leproso
era «impuro»-contagioso, indigno de la convivencia en un
pueblo que se consideraba a sí mismo.«santo». A quien tiene
hoy paciencia de leer por entero aquel largo capítulo de
disposiciones legales, le provocan extrañeza y desagrado. Pero
sería conveniente reflexionar y reconocer que toda convivencia
humana hemos tenido y tenemos nuestros «leprosos».
Nuestros incompatibles, «impuros» y sospechosos de contagio,
contra quienes vige la cómoda defensa del aislamiento y la
exclusión.
En la segunda lectura, San Pablo afirma su esencial actitud de
apóstol: a imitación de Cristo, tener por primer principio de
criterio y relación la Gloria de Dios y la Salvación de todos los
hombres; sin excluir ni a «griegos» ni a «judíos»...
En el Evangelio, San Marcos presenta esta escena de la
purificación del leproso a manera de resumen significativo de
la evangelización de Jesús por toda la comarca de Cafarnaúm.
La miseria del hombre en contacto’ con la Misericordia de Dios
hecha presente al mundo en Jesucristo. Podemos analizar en
esquema los principales puntos de reflexión;
1. — La Fe del leproso. Se manifiesta en gesto y en palabra. En
gesto: «acercarse a Jesús» con actitud humilde. En el lenguaje
siempre sugerente del Evangelio, la expresión «ir a Jesús» con
ánimo bien dispuesto suele indicar el primer paso de la Fe. La
Fe del leproso se traduce en palabra: «Si quieres, puedes
purificarme». Reconocimiento de la propia necesidad de
purificación. Sin este reconocimiento en sentido total y
profundo, el hombre nunca llegará a la Fe. Reconocimiento,
rebosante de confianza, de que Jesús tiene un Poder que es de
solo Dios. Con su gesto y palabra, el leproso del Evangelio se
convierte en paradigma de la humilde, confiada y creyente
oración del hombre interiormente auténtico, que tiene
conciencia de necesitar un Salvador, y sabe que el único es
Jesucristo.
2. — La compasión eficaz del Mesías. El texto original la
expresa con un vocablo reservado habitualmente para indicar
la «entrañable» Misericordia de Dios. En el
540 CICLO B
lenguaje de algunas épocas, se podría traducir por «se
conmovió su corazón». Al sentimiento responde el gesto y la
palabra. El gesto consiste en tocar con la mano. La costumbre
con fuerza de ley mandaba que el hombre «puro» se
mantuviese a no menos de veinte pasos del leproso. Este tenía
obligación de advertirle con su grito de autoacusación: «
¡impuro!». Rompiendo el convencionalismo, Jesús se complacía
en tocar a los leprosos. Signo de la eficacia divinamente
santificadora de su Humanidad. Ejemplo de convivencia activa
para el cristiano, que debe contagiar en el mundo pureza de
Salvación, y no ser contagiado por la «lepra» de otros hombres
hermanos. La palabra de Jesús: «Quiero: sé purificado», tiene
sabor de Omnipoten cia, y como tal la consignó el evangelista,
que creía en su Divinidad.
Siguen otros puntos: 3) La consigna de «secreto mesiánico»,
que sólo cesaría al pie de la Cruz; 4) El respeto a las
instituciones, aun las provisionalmente vigentes (y. 44); 5) El
testimonio agradecido del leproso, norma de cuantos sientan el
gozo de la Salvación. Quien no la atestigua, no la agradece; 6)
Jesucristo, centro de atracción para el pueblo sencillo y sincero
(y. 45).
Al contarnos el encuentro purificador de Jesús con el leproso, el
Evangelio nos lo presenta como signo y resumen de su obra de
Salvación. En la página siguiente (la que leeremos el próximo
domingo) pasará a primer plano esta intención teológica
cuando Jesús, a partir de una enfermedad del cuerpo (la
parálisis), se referirá explícitamente a la enfermedad del
espíritu; es decir, al pecado. El salmo responsorial orienta en
este sentido nuestra reflexión sobre las lecturas de hoy.
La del Antiguo Testamento nos da un brevísimo extracto de una
amplia sección del Levítico (cap. 13-14) dedicada al
diagnóstico, profilaxis y purificación de la «lepra» en el antiguo
Israel. Consiste en una compilación de nociones empíricas,
prácticas y ritos a propósito de la lepra (u otras enfermedades
que entonces consideraban como tal). Al hombre moderno,
esta sección del Levítico no puede menos de resultarle
anacrónica y molesta. Para comprender algo, hay que entrar en
la mentalidad de aquellos pueblos. El leproso les aparecía
como caso límite de una «impureza», que era la antítesis de la
«santidad» (conceptos muy distintos entonces de los que
entendemos ahora bajo ambas palabras). El pueblo tenía que
permanecer «santo». Para protegerse, aislaban toda persona o
cosa portadora de «impureza» (pues creían que esta se
comunicaba también por contacto físico). Los leprosos fueron
la gran víctima de una mentalidad que, en el fondo,
acompañaba o incluía el horror al contagio. La Revelación
atenuó y acabó por anular esta mentalidad.
Los capítulos 8, 9 y 10 de la primera Carta a los Corintios
forman un tejido de digresiones en torno a aquel incómodo
«caso de conciencia» que algunos fieles se habían planteado:
¿podemos o no comer carne de animales sacrificados a los
ídolos? Sin dejar de resolver su duda, Pablo se esfuerza por
orientar la intención moral de aquellos discípulos hacia motivos
más cristianos: el respeto a la conciencia de los que nos
rodean (sobre todo si son «débiles») y el interés sincero por su
salvación. En fin, la gloria de Dios. Los transparentes consejos
del Apóstol que hoy leemos concluyen y recapitulan toda esta
sección.
En su EVANGELIO, Marcos presenta primero la purificación del
leproso; luego
VI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 541
los dos mandat9s que se le dan; a continuación, la propaganda
que hace y la consiguiente popularidad de Jesús.
Novedad liberadora: el leproso se acerca y Jesús lo toca.
Prejuicios, costumbres y normas le exigían mantenerse a
distancia.. Quien lo tocase quedaría «impuro». Aun si sólo
coincidiese con él bajo la sombra del mismo árbol. Tenía que
andar sucio, desgarrado. Si se le aproximaba un distraído,
gritar: «jimpuro, impuro!». Los sanos veían en su horror la
evidencia de un castigo divino por pecados suyos o de sus
padres. Desautorizando tales normas y prejuicios, Jesús tocaba
precisamente a los leprosos. En vez de quedar él «impuro», los
purificaba a ellos. Siglo tras siglo, Cristo ha reaparecido
muchas veces junto a los leprosos para romper el aislamiento a
que los seguía condenando una sociedad ya no primitiva.
Cuando el Evangelio refiere curaciones de leprosos, emplea
con reiterado énfasis el verbo purificar («limpiar», en la
traducción litúrgica); el mismo con que el Nuevo Testamento
designa a veces el perdón y recuperación de los pecadores. El
gesto y palabras del1eproso que se acerca a Cristo son pura
Fe. «Si quieres, puedes»: sólo en Dios el poder está a nivel del
querer.
El Maestro le manda cumplir el rito de presentarse al
sacerdote, conforme al Levítico (14). Respeto a las normas
legítimas, aun cuando sean provisionales. Le prohíbe divulgar
el hecho: su inexperiencia podría comprometer el desarrollo
ordenado del plan de autorrevelación del Mesías.
Pero el ex-leproso no puede callar. Se complica la
evangelización de Galilea. El pueblo se entusiasma por Jesús:
pronto habrá enemigos.
SÉPTIMO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 43,18-19. 21-22. 24b-25
Esto dice el Señor:
No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que
realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?
Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo
para apagar la sed del pueblo que yo formé, para que
proclamara mi alianza.
Pero tú no me invocabas, Jacob; ni te esforzabas por mí, Israel;
no me saciabas con la grasa de tus sacrificios; pero me
avasallabas con tus pecados, y me cansabas con tus culpas.
Yo, yo era quien por mi cuenta borraba tus crímenes y no me
acordaba de tus pecados.
Salmo responsorial Sal 40,2-3. 4-5. 13-14
R. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.
Dichoso el que cuida del pobre y desvalido, en el día aciago lo
pondrá a salvo el Señor. El Señor lo guarda y lo conserva en
vida para que sea dichoso en la tierra, y no lo entrega a la saña
de sus enemigos.
VII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 543
El Señor lo sostendrá en cf lecho del dolor, calmará los dolores
de su enfermedad. Yo dije: «Señor, ten misericordia, sáname,
porque he pecado contra ti.»
A mí, en cambio, me conservas la salud, me mantienes
siempre en tu presencia. Bendito el Señor, Dios de Israel, ahora
y por siempre. Amén. Amén.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los
Corintios 1,18-22
Hermanos: ¡Dios me es testigo!
La palabra que os dirigimos no fue primero «sí» y luego «no».
Cristo Jesús, el Hijo de Dios, el que Silvano, Timoteo y yo os
hemos anunciado, no fue primero «sí» y luego «no»; en él todo
se ha convertido en su «sí»; en él todas las promesas han
recibido un «sí». Y por él podemos responder «Amén» a Dios,
para gloria suya.
Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con
vosotros.
El nos ha ungido, El nos ha sellado, y ha puesto en nuestros
corazones, como prenda suya, el Espíritu.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Lc 4,18 El Señor me ha enviado para dar la Buena Noticia a los
pobres, para anunciar a los cautivos la libertad. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 2
Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que
estaba en casa.
Acudieron tantos, que no quedaba sitio ni a la puerta. El les
proponía la Palabra.
Llegaron cuatro llevando un paralítico, y como no podían
meterlo por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde
estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con
el paralítico.
Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico:
—Hijo, tus pecados quedan perdonados.
Unos letrados, que estaban allí sentados, pensaban para sus
adentros:
— qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar
pecados fuera de Dios?
Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo:
— qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico «tus
pecados quedan perdonados» o decirle «levántate, coge la
camilla y echa a andar»?
Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en
la tierra para perdonar pecados...
Entonces le dijo al paralítico:
—Contigo hablo: Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa.
544
CICLO B
Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista
de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios diciendo:
—Nunca hemos visto una cosa igual.
Concluida la primera excursión misional por otras aldeas, Jesús
vuelve a Cafarnaúm. La gente invade el interior y contorno de
la «casa» donde se aloja (sin duda la de Pedro). Les anuncia la
Palabra. Y su Palabra se muestra divinamente eficaz en la
plena liberación de un hombre. Liberación de la enfermedad y
también del pecado.
Israel esperaba de solo Dios el Perdón de los pecados. Gracia
que condiciona la «salud» o salvación de cada uno
[ responsorial] y la felicidad de todos en la era mesiánica
[ lectura]. Cuando unos maestros religiosos que estaban allí
entendieron que Jesús concedía esta gracia exclusiva de Dios
al paralítico, lo tacharon de blasfemo. También de blasfemia
será acusadó la noche de la Pasión. En la trama del Evangelio
de Marcos, empieza ya con esta página que leemos hoy el
Proceso de Jesús.
1. — « Y vinieron trayéndole un paralítico... » Tenía fe. Otros
enfermos ponían en acto su fe acercándose a Jesús. El
paralítico no puede. Se ofrecen al servicio de su fe las manos,
el ingenio y la decisión de cuatro amigos, que abren camino
por donde no hay camino hasta llegar a Jesús. Conmovedor
ejemplo de solidaridad.
2. — «Para que veáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en
la tierra para perdonar pecados...)> Frase central de esta
página. Todas las curaciones de enfermos en el Evangelio son
signos reales de la Salvación total. Aquí Jesús lo declara
explícitamente. El «Hijo del Hombre» tiene Poder en la tierra.
Clara alusión a la profecía mesiánica del capítulo siete de
Daniel. Pero muchos habían soñado este «Poder» del Mesías a
nivel político, guerrero, nacional. Cuando Jesús da a entender
que él es el Hijo del Hombre, insinúa y prepara la afirmación
suprema de que es Hijo de Dios. Su Poder llega a la interioridad
de la conciencia, donde el hombre sincero se sabe y siente
pecador. Imagen viva de Dios, cuando el hombre se aparta de
Dios por el pecado se aliena de su propia verdad y libertad. En
los pecados personales está la raíz de toda esclavitud e
injusticia en el mundo. Poder y Misión de Cristo, que luego
confió a sus Apóstoles, es liberar al hombre del pecado. Como
signo y prueba, dijo al paralítico: ¡ levántate y camina!
3. — « Y se levantó al instante». En la expresión griega de San
Marcos, el gesto de «levantarse» insinúa la imagen de una
resurrección. Duele ver tantas vidas religiosa y humanamente
postradas, como el paralítico de Cafarnaúm. Para todos, si
quieren, la Palabra de Cristo sigue siendo divinamente eficaz.
Su Poder en la tierra es gloriosamente humilde. Se realiza
perdonando. Sólo aceptando su perdón podrá el hombre
resucitar.
En las páginas precedentes, San Marcos ha presentado a Jesús
anunciando el Evangelio, primero en Cafarnaúm y luego en su
comarca. El pueblo lo acepta con entusiasmo. Ahora, de
regreso a Cafarnaúm, lo presenta en contraste con algunos de
VII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 545
los dirigentes que entonces más influían en el pueblo.
Hoy leemos la primera de cinco escenas consecutivas (Mc 2,1-
3,6), en las que intervienen aquellos dirigentes para censurar a
Jesús. Los estudiosos las llaman impropiamente
«controversias». Documentan el impacto de sorprendente
novedad que produjo la persona, acción y doctrina de Jesús
ante sus contemporáneos.
En la intención de San Marcos, estas escenas ya son preludio
de la Pasión. Los supremos dirigentes condenarán a Cristo por
blasfemo (Mc 14,64). En la casa de Cafarnaúm, los «escribas»
o maestros oficiales de la Ley consideran que lo es cuando
oyen las palabras que dirige al paralítico. La última de las cinco
«controversias» terminará con la decisión de eliminarlo (3,6).
1. — « Viendo su Fe...’> Los evangelistas suelen expresar
gráficamente la Fe en la actitud de los hombres necesitados de
Salud que se acercan al Salvador para obtenerla. El paralítico
no podía. Su Fe se hace amor y servicio en la audacia de los
cuatro amigos. Decididos a llegar, hacen camino por donde no
hay camino. Muchos «paralíticos» irían a Cristo si una mano
amiga los llevase.
2. — «El Hijo del Hombre tiene Poder en la tierra para perdonar
pecados». Ya desde las primeras páginas del Evangelio de San
Marcos, Jesús de Nazaret habla y actúa como quien tiene
conciencia divina. Los maestros de la Ley juzgan
correctamente: en el pensamiento bíblico, perdonar pecados es
de solo Dios. —Al hablar del «Hijo del Hombre» y de su
«Poder», Jesús se refiere a la profecía mesiánica de Daniel
(cap. 7). Muchos habían interpretado aquel «Poder» en
categorías de nivel terreno. Cristo lo lleva hasta el fondo de la,
interior libertad, donde el mal tiene sus raíces. En el divino
perdón de los pecados está la esperanza de una nueva
humanidad (primera lectura).
3. — « Y al instante se levantó... » El gesto de paralítico, en la
redacción griega de San Marcos, insinúa la imagen de una
«resurrección». A quienes duele ver, en nuestros hermanos los
hombres, tantas «vidas postradas», recuerden que la Palabra
de Cristo es viva, siempre actual, divinamente eficaz.
Al describir el encuentro con aquel paralítico de Cafarnaúm, el
Evangelio destaca un aspecto esencial de la Salvación que
Jesucristo ha traído a los hombres: el perdón de los pecados.
Sirve de preludio, tomado del Libro de Isaías, un mensaje a los
exiliados de la Cautividad. Ya amanece su liberación, milagro
nuevo más sorprendente que todos los antiguos. Signo de lá
futura Redención, que penetrará hasta la raíz de toda humana
esclavitud borrando el pecado.
San Pablo se defiende contra quienes le han acusado de una
flaqueza humana tan común como en no cumplir lo prometido.
Para defender su fidelidad, proclama la de Cristo. Porque no
concibe que un apóstol suyo, confirmado por su Espíritu, pueda
dejar de imitarlo.
El Evangelio relata la curación de un paralítico. Las curaciones
de enfermos, tan frecuentes a lo largo de la historia
evangélica, son actos de presencia de la Misericordia eficaz de
Dios en favor de los hombres. Esta Misericordia o Amor en
acción se manifestó al mundo en la persona de Jesucristo. La
Comunidad de sus
546 CICLO B
discípulos tiene por ley y compromiso la misión de perpetuar
en la tierra esta presencia activa de la Bondad de Dios. La
atención a los enfermos y desvalidos es prueba de autenticidad
en los que profesan el Evangelio.
Las curaciones milagrosas obradas por el Mesías son, además,
signo de su Misión redentora. Jesús no permitía que se
considerase la enfermedad de un hombre concreto como
consecuencia de sus pecados personales Un 9,2-3). Pero intuía
en la desdicha común de la humanidad una transparencia de
su esclavitud bajo el Pecado, cuyo rostro multiforme bien
puede llamarse lep!a, ceguera o parálisis. Y çuando devolvía a
un enfermo la Salud, presentía el gozo de ofrecer a todos los
hombres su más profunda Salvación, que consiste ante todo en
liberarlos de aquello que los hace infinitamente desgraciados:
la separación de Dios por el pecado.
Un día quiso manifestar explícitamente esta significación
teológica de la curación de un enfermo. Nos lo recuerda el
Evangelio de hoy:
1. — Las primeras líneas ayudan a imaginar la escena. Se
mantiene la inicial popularidad de Jesús. Cuando vuelve a
Cafarnaúm, después de un recorrido misional por la comarca,
la gente acude a la casa donde reside, la de Simón Pedro,
hasta el punto de bloquear la entrada. Les encanta escuchar su
Doctrina. El evangelista constata intencionadamente esta
buena disposición del pueblo. En seguida van a entrar en juego
los adversarios de Jesús, que San Marcos llama «escribas». Son
representación de una actitud interesada. Conseguirán, al
menos en parte, problema tizar la relación entre el pueblo y
Jesús. Sin su intervención, el pueblo tiene una connatural
sintonía con el Evangelio. Es mucha la responsabilidad de los
«escribas»; en cualquier tiempo.
2. — La curación del paralítico, en cuanto obra de Misericordia
corporal, sigue el esquema de otros milagros parecidos. Fe
dinámica en Cristo por parte de los que suplican la Salud. Aquí
se añade un rasgo ejemplar: la solidaridad de los cuatro
amigos. Su ingenio y audacia en la manera de introducir el
enfermo: para la Fe en llama viva, no hay imposibles, Sigue la
actuación del Poder de Jesús, que lo declara «Hijo del Hombre»
o Mesías. Termina con la incondicional admiración del pueblo.
3. — Cristo, que lee en la profunda conciencia, dice al hombre,
en la persona de aquel paralítico, la más sabrosa declaración
de paz que espera quien se sabe pecador y tiene Fe: «estás
perdonado». El pecado afecta a la relación personal entre Dios
y el hombre. Sólo Dios puede perdonarlo. Cuando Jesús invoca
el milagro para acallar el escándalo de los escribas, dice
mucho acerca de su misteriosa personalidad. Más tarde
comunicará a sus Discípulos la administración de este Poder,
que da a los hombres la Paz de Dios. El paralítico-caminando es
un símbolo expresivo de lo que serían muchas vidas oscuras si
se acercasen a la fuente de su Paz y alegría, que mana del
divino Perdón.
***
El Evangelio nos recuerda hoy cómo el Señor otorgó al
paralítico la gracia de una doble salud: la del alma con el
perdón de los pecados y la del cuerpo restituyéndole su
agilidad. Signo y primicias de la plena Salvación. A partir de
este momento, la obra evangelizadora del Mesías será objeto
de control y crítica por parte de un frente de enemigos. El
Maestro tendrá que afirmar su doctrina en estilo de
«controversia». Se presiente la persecución.
VII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 547
El anuncjo evangélico del perdón de ‘os pecados, centro de la
escena del paralítico, se ilumina desde lejos en la lectura del
Antiguo Testamento. La forman hoy tres incisos de un «poema
de liberación» incluido en la segunda parte del Libro de Isaías.
Canta el retorno de la cautividad de Babilonia. Dios llevará a
Israel a través del desierto, obrando maravillas en un «nuevo»
Exodo más glorioso todavía que el «de antaño» (y. 18-19 y 20b-
21). Y aun cuando el pueblo sólo sabe responder a Dios con la
fatigosa ingratitud de sus pecados (y. 22 y 24b), Dios le sigue
correspondiendo con el amor incansable que perdona y olvida
(y. 25).
Por el simple hecho de haber tenido que aplazar una visita
anunciada, algunos de Corinto censuraron a Pablo como
hombre de doble palabra. Es decir, ajeno a la transparente
sinceridad del Sermón de la Montaña (Mt 5,37). El Apóstol se
defiende en la introducción de su segunda Carta a los
Corintios. Se siente tan «otro Cristo» sellado y ungido por el
Espíritu, que, para defenderse, le basta proclamar que Cristo
no tiene más que una sola palabra. Su palabra y su misma
existencia son un «Sí», en el que se realizan todas las
promesas de Dios al mundo. Evocando la predilección con que
Jesús solía emplear el vocablo hebreo «amen» con sentido
fuerte (= «Sí: en verdad firme y absoluta»), Pablo alude a la
práctica de rubricar, ya desde la edad apostólica, con la
firmeza del «amen» nuestra glorificación al Padre «por
Jesucristo nuestro Señor».
En las primeras páginas de su EVANGELIO, Marcos ha
destacado cómo el pueblo sencillo reaccionó con entusiasmo
ante las primeras manifestaciones de la actividad mesiánica de
Jesús en Galilea. Unicamente el espíritu del mal éxteriorizaba
su descontento. Ahora el evangelista muestra en cinco
instantáneas consecutivas cómo algunos responsables de la
orientación religiosa del pueblo se fueron situando en la
oposición. Empieza a insinuarse la crisis que culminará en
Jerusalén. La primera de estas escenas de contraste es la del
paralítico.
En esta página hay dos temas entrelazados: la curación del
enfermo y la «controversia» con unos escribas. El primer tema
es transparente: Por una parte, el hombre hambriento de
salvación que se áfana, lleno de Fe, para entrar en contacto
con el Salvador. Por otra, Cristo que da de gracia la salvación
con la autoridad divina de su palabra. Ejemplar la Fe del
paralítico, compartida por sus cuatro amigos. Fe que es la
verdad del amor, que ignora la palabra «imposible», y donde
no hay camino abre camino sin temor a críticas: con audacia,
ingenio y laboriosidad.
En el pueblo al que hablaba y se adaptaba Jesús era
espontánea la asociación psicológica entre enfermedad y
conciencia de pecado. Quien leía en los corazones, vio que en
la Fe del paralítico ardía también la esperanza del perdón. Y le
absolvió con la sencillez de quien puede: « y camina!». Imagen
eficaz de «resurrección» corporal y religiosa a un tiempo. Ante
ciertos síntomas de «parálisis», tengan los camilleros y
comuniquen la Fe sin imposibles de acercar el enfermo al único
Cristo de siempre: el que sigue diciendo: « y camina!...» (Efes
5,14).
Algunos doctores opinaron que Jesús «blasfemaba», por cuanto
perdonar pecados es función estrictamente divina. Al referir la
autodefensa del Señor, es transparente la intención teológica
del evangelista.
OCTAVO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectt del profeta Oseas 2,14b-íSb. 19-20
Esto dice el Señor:
Yo la cortejaré, me la llevaré al desierto, le hablaré al corazón.
Y me responderá allí
como en los días de su juventud,
-como el día en que la saqué de Egipto. Me casaré contigo en
matrimonio perpetuo;
me casaré contigo en derecho y justicia, en misericordia y
compasión; me casaré contigo en fidelidad, y te penetrarás del
Señor.
Salmo responsorial Sal 102,1-2. 3-4. 8 y 10. 12-13
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor
y no olvides sus beneficios.
Él perdona todas tus culpas,
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te coima de gracia y de ternura.
VIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 549
El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en
clemencia. No nos trata como merecen nuestros pecados, ni
nos paga según nuestras culpas.
Como dista el oriente del ocasó, así aleja de nosotros nuestras
culpas, como un padre siente ternura por sus hijos, siente el
Señor ternura por sus fieles.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los
Corintios 3,Ib-6
Hermanos: ¿Necesitamos presentaros o pediros cartas de
recomendación? Vosotros sois nuestra carta, escrita en
nuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres.
Sois una carta de Cristo, redactada por nuestro ministerio,
escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en
tablas de piedra, sino en las tablas de carne del corazón.
Esta confianza con Dios la tenemos por Cristo.
No es que por nosotros mismos estemos capacitados para
apuntarnos algo, como realización nuestra; nuestra capacidad
nos viene de Dios, que nos ha capacitado para ser servidores
de una alianza nueva: no basada en pura letra, porque la pura
letra mata y, en cambio, el Espíritu da vida.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
St 1,18 El Padre, por propia iniciativa, con la palabra de la
verdad, nos engendró, para que seamos como la primicia de
sus criaturas. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del Santo evangelio según san Marcos 2,18-22
En aquel tiempo, los discípulos.de Juan y los fariseos estaban
de ayuno. Vinieron unos y le preguntaron a Jesús:
—Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan.
¿Por qué los tuyos no?
Jesús les contestó:
— que pueden ayunar los amigos del novio, mientras el novio
está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden
ayunar.
Llegará un día en que se lleven al novio; aquel día sí que
ayunarán.
Nadie le echa un remedio de paño sin remojar a un manto
pasado; porque la pieza tira del manto —lo nuevo de lo viejo—
y deja un roto peor.
Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque revientan los
odres, y se pierde el vino y los odres; a vino nuevo, odres
nuevos.
550 CICLO B
Leemos otra de aquellas cinco escenas, que llaman
«controversias», en las que el Evangelio según Marcos (2,1-
3,6) presenta algunas actitudes de oposición o disconformidad,
manifestadas por dirigentes del judaísmo contemporáneo
frente al Profeta de Nazaret. Escenas que son lección de
Cristología: muestran por contraste cómo Jesús trasciende a
todos en personalidad, acción y doctrina. Al mismo tiempo, van
preparando el drama de la Pasión.
1. — ¿Por qué tus discípulos no ayunan? El ayuno no se
consideraba precisamente ejercicio de penitencia o método de
autodominio. Muchas veces era signo de tristeza o duelo.
También servía para disponerse al diálogo con Dios o para
prepararse en orden a una misión comprometida. Casi nunca lo
consideraban obligatorio. Pero las escuelas religiosas de los
fariseos y la de Juan Bautista se sometían con frecuencia e
intensidad al ayuno voluntario. Extrañaba a sus miembros que
los discípulos de Jesús no hiciesen lo mismo. Faltos de
comprensión, se dieron al fácil desahogo de criticar.
2. — ¿Cómo pueden ayunar los invitados a la boda, mientras
está con ellos el esposo? Insinuando la parábola de una fiesta
de bodas, alude a un pensamiento principal de la teología
bíblica: Dios es el «Esposo» de su Pueblo. Así lo sintió Oseas
(de cuyo libro escuchamos un retazo en la primera lectura).
Desarrollaron esta misma alegoría otros Profetas, varios
Salmos y el Cantar. Esta imagen del desposorio fue la más
entrañable concreción del tema central de la Biblia: el de la
Alianza entre los hombres y Dios. Jesús viene a dar nueva y
eterna realidad a esta Alianza. El Esposo está aquí. Los
Discípulos representan las primicias de la nueva Humanidad.
Dejad en su fiesta. No los forcéis a inoportunos signos de dolor.
3. — Días vendrán en que el Esposo les será arrebatado... La
redacción griega de estas palabras se inspira en el Canto del
Siervo-Mártir de Yahvé (Is 53,8) y da a entender una muerte
violenta. Cristo preanuncia la Pasión. Sellará con sangre su
Alianza. Días de dolor para los Discípulos, que pasarán presto
Qn 16,20). Cuando la Iglesia relee este enigmático Evangelio,
entiende que debe armonizar el «ayuno» de los necesarios
sufrimientos con el gozo cada día renovado de su
«desposorio», que es una Alianza eternamente nueva con
Cristo Dios.
Las dos últimas sugerencias parabólicas (del «vestido» y del
«vino») quieren decir que el Evangelio pide al hombre que lo
acepta una profunda y completa renovación. No es tarea de
zurcir remiendos; no de reformar detalles, sino de
transformarse en totalidad.
Jesús fue criticado con frecuencia. Los evangelistas relatan
varias escenas en las que el Maestro replica a quienes le
censuran. Hoy leemos una. Podemos considerar estos relatos
(que los autores modernos llaman «de controversia») según
dos niveles:
a) el de los adversarios, que suelen fijarse en algún detalle
secundario y circunstancial; b) el de Jesús, que aprovecha la
crítica como fondo oscuro para hacer resaltar sobre él algún
aspecto principal de su Mensaje. Así, por ejemplo, en el
Evangelio de hoy echan en cara al Maestro que su escuela no
se distingue por ciertas prácticas de austeridad en las que se
afanaban otras (la del Bautista, las de los fariseos). Jesús,
dando un valor relativo a estas prácticas, toma pie de la crítica
para afirmar un hecho trascendental: estamos en la fiesta de la
Nueva Alianza (expresada bajo la alegoría bíblica de unas
bodas).
VIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 551
Las palabras del Profeta Oseas son primicias de esta alegoría,
que luego reproducen y desarrollan otros textos de la Sagrada
Escritura. Significan un esfuerzo pedagógico para sugerir, en el
simbolismo de la más íntima relación humana, aquella
intercomunión de afecto, interés y vida con que se unen Dios y
su Pueblo en el Misterio que (con otra expresión también
alegórica) llamamos Alianza.
San Pablo pone en guardia a los fieles de Corinto contra
algunos predicadores no legítimos. Querían mantener fija,
como un valor inmóvil, la «Antigua Alianza». Es decir, aquella
fase provisional de la Historia de la Salvación, que debía llegar
a su plenitud y renovación en Cristo. Como Apóstol de Cristo, él
se siente ministro de la Alianza Nueva.
En el texto del Evangelio podemos considerar por separado la
crítica que dirigen a Jesús y su respuesta.
A. — «Tus discípulos no ayunan». El ayuno era el tercero entre
los ejercicios fundamentales de religiosidad (después de la
oración y la limosna o beneficencia: Mt 6,2-18). La privación
voluntaria de alimentos se consideraba parte integrante,
expresión y signo de una situación de tristeza. A veces
acompañaba el luto. Otras veces reforzaba la oración
suplicante de un afligido, por sí o por el pueblo. A nivel superior
de espiritualidad, podía significar y fomentar el deseo ardiente
o «hambre» de Dios. En la época de Jesús, el ayuno (muy
pocas veces obligatorio) era una práctica libre de religiosidad
apreciada y difundida. Los fariseos observantes solían ayunar
dos días cada semana (lunes y jueves). Juan y sus discípulos
seguramente eran más rígidos. Los aficionados al deporte de la
crítica notaron, no sin un dejo de escándalo, que Jesús y sus
discípulos no les imitaban (véase Mt 11,18-19).
B. — «El Esposo está con ellos». Cristo se expresaba
espontáneamente con el lenguaje y el simbolismo de la Biblia.
La imagen del desposorio de Dios con su Pueblo, como signo
de la Alianza, era un tema suficientemente conocido. El gozo
de la liberación mesiánica se pddía traducir a la parábola de un
Banquete de Bodas: el «Esposo» era el Hijo de Dios. Al
proclamar el Evangelio, Jesús quería que resplandeciese sobre
el pueblo en esperanza la luz de la alegría. No era el momento
pedagógico de fomentar ritos de tristeza. De una pregunta
crítica con sabor de casuismo, el Maestro se eleva en su
respuesta a la serena proclamación de un Mensaje:
el «Esposo» de Israel, Hijo de Dios, ya está aquí y declara
presente la Nueva Alianza que anunciaron los profetas.
Pero la respuesta tiene una segunda parte. Vendrán días de
tristeza, cuando el «Esposo» les sea violentamente arrebatado.
Velada profecía de la Pasión y Muerte. Entonces «los
discípulos» tendrán motivo de «ayunar». Cuando se escribió el
Evangelio, «los discípulos» quería decir la Iglesia. Al margen
del judaísmo, tenían en su propia religiosidad días de gozo y
días de dolor. El Evangelio justifica equilibradamente ambos
aspectos. Y añade las dos breves parábolas de la radical
novedad del Cristianismo (y. 21-22). Algunos, aceptando el
Eyangelio, caían en la añoranza de mantener prácticas
antiguas, carentes ya de sentido (vino nuevo en odres
viejos...). Se les aconseja una renovación total (vino nuevo en
odres nuevos). Es decir, una plena adhesión al estilo de su
Comunidad cristiana.
552 CICLO B
El Evangelio recuerda algunos de los motivos de contraste que
distanciaron la escuela de Jesús de otras corrientes religiosas
de Israel en su tiempo. Uno de dichos motivos fue cierta
diversidad de criterio en relación con la práctica devocional del
ayuno. A propósito de una pregunta que le dirigen en tono de
crítica, el Maestro les invita a que tomen conciencia de estar
viviendo la hora decisiva de la Salvación mesiánica. Al estilo de
varios escritores bíblicos, Jesús habla de esta hora bajo la
alegoría de un festín de bodas.
El profeta clásico de esta alegoría fue Oseas. Cordialmente
sensible al valor fidelidad, tuvo que sufrir la traición de una
esposa infiel. Generoso, esperó su retorno y la perdonó. Su
experiencia personal le sirvió de montaje alegórico para
dramatizar la ((infidelidad» de Israel a su Dios: la Comunidad
elegida, «esposa» de Yahvé, se está prostituyendo en idolatría
y corrupción.. .Pero Yahvé espera y perdona. [ Salmo canta
esta divina magnanimidad.] En las escasas líneas de Oseas que
leemos hoy, el «Esposo» Dios anuncia que tratará de corazón a
Israel como en los tiempos de su primer amor, cuando la
Alianza de Sinaí en el desierto. La renovada Alianza
«desposorio» será eterna, fraguada en una recíproca fidelidad
de Dios y los hombres enriquecida de nobles actitudes: justicia,
amor, comprensión. Otros escritos del Antiguo Testamento
recogieron y ampliaron la alegoría de Oseas. Y el Nuevo
Testamçnto tradujo a la dimensión Cristo-Iglesia la imagen del
«desposorio» Yahvé-Israel.
En los primeros siete capítulos de su segunda Gana a los
Corintios, el Apóstol se afana por reavivar la plena confianza
que tenía en él la Comunidad; confianza puesta ahora en crisis
por algunos sembradores de cizaña. San Pablo alude, no sin
ironía, a
necesidad que tenían éstos de amparar su prestigio en «canas
de recomendación». El no las necesita, ya que le recomienda la
misma existencia de la Comunidad de Corinto, fundación suya:
ellos son una «carta» escrita con letras de espíritu por Jesús a
través del Apóstol en el corazón de cuantos alaban a Dios al
ver las maravillas que está obrando en su Iglesia. Pablo se
cubre contra la vanagloria con el pensamiento de que todo es
gracia: también su ministerio apostólico. E inicia en el último
versículo (6) una reflexión a propósito de la «letra» y el
«espíritu» (que sigue en 7-18).
Aquella pregunta que hicieron a Jesús, según el EVANGELIO,
procedía seguramente de cierta mezquina necesidad de
criticar (y. Mt 11,16-19). ¿Por qué su escuela tenía que parecer
menos austera que otras contemporáneas; por ejemplo, la de
Juan Bautista? El Maestro aprovecha la circunstancia para dar
dos lecciones: una mirando al presente, y otra al futuro
próximo.
Ahora, dice, se está preparando la fiesta de boda (= la
Salvación mesiánica). El «esposo» (= Cristo) ya está aquí, con
sus amigos (los discípulos). Israel es llamado a su definitiva
Alianza de amor (recordar el mensaje de Oseas). No es hora de
signos de tristeza (el ayuno no se consideraba tal), sino de
gozo.
Vendrá un día, añade, en que arrebatarán al «esposo» (profecía
velada de la Pasión). Entonces sí que los discípulos tendrán
motivo de tristeza, y «ayunarán». (Con este inciso, el Evangelio
autoriza la práctica regular del ayuno devocional, difundido
muy pronto entre los primeros cristianos a imitación de Jesús,
que también lo practicó).
Marcos añade otra lección del Maestro, en estilo parabólico
popular. A los anclados en su manera de ver las cosas, les
alteraba el nuevo estilo religioso del
VIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 553
Evangelio. Mantos viejos que no se apañan con un remiendo de
novedad. Invitación a la «conversión» radical: ponerse el
manto nuevo y comprar odres nuevos...
NOVENO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Deuteronomio 5,12-15
Esto dice el Señor:
Guarda el día del sábado santificándolo, como el Señor tu Dios
te ha mandado.
Durante seis días puedes trabajar y hacer tus tareas; pero el
día séptimo es día de descanso dedicado al Señor tu Dios. No
haréis trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo,
ni tu esclava, ni tu buey, ni tu asno, ni tu ganado, ni el
forastero que resida en tus ciudades; para que descansen
como tú el esdavo y la esclava.
Recuerda que fuiste esclavo en Egipto y que te sacó de allí el
Señor tu Dios con mano fuerte y con brazo extendido. Por eso
te manda el Señor tu Dios guardar el día del sábado.
Salmo responsorial Sal 80,3-4. 5-6ab. 6c-8a. 10-hab
R. Açlamad a Dios, nuestra fuerza.
Acompañad, tocad los panderos, las cítaras templadas y las
arpas; tocad la trompeta por la luna nueva, por la luna llena,
que es nuestra fiesta.
Porque es una ley de Israel, un precepto del Dios de JacQb, una
norma establecida para José, al salir de la tierra de Egipto.
Oigo un lengtraje desconocido:
—Retiré sus hombros de la carga, y sus manos dejaron la
espuerta, clamaste en la aflicción y te libré.
IX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 555
No tendrás un dios extraño, no adorarás un dios extranjero. Yo
soy el Setior Dios tuyo, que te saqué del país de Egipto.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los
Corintios 4,6-1 1
Hermanos: El Dios que dijo: «Brille la luz del seno de la
tiniebla» ha brillado en nuestros corazones, para que nosotros
iluminemos, dando a conocer la gloria de Dios, reflejada en
Cristo.
Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea
que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de
nosotros.
Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos
apurados, pero no desesperados; acosados, pero no
abandonados; nos derriban, pero no nos rematan; en toda
ocasión y por todas partes llevamos en el cuerpo la muerte de
Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en
nuestro cuerpo.
Mientras vivinios, continuamente nos están entregando a la
muerte, por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús
se manifieste en nuestra carne mortal.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 17,17 Tu palabra, Señor, es la verdad. Santifícanos en la
verdad. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 2,23—3,6
Un sábado atravesaba el Señor un sembrado; mientras
andaban, los discípulos iban arrancando espigas. Los fariseos
le dijeron:
—Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido? El
les respondió:
—ENo habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus
hombres se vieron faltos y con hambre? Entró en la casa de
Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los
panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, y
les dio también a sus compañeros.
Y añadió:
—El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el
sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del
sábado.
[ otra vez en la sinagoga y había allí un hombre con parálisis
en un brazo. Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y
acusarlo.
Jesús le dijo al que tenía la parálisis:
—Levántate y ponte ahí en medio. Y a ellos les preguntó:
—iQué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?,
¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?
Se quedaron callados.
Echando en torno una mirada de ira y dolido de su obstinación,
le dijo al hombre:
—Extiende el brazo.
Lo extendió y quedó restablecido.
En cuanto salieron de la sinagoga,’ los fariseos se pusieron a
planear con los herodianos el modo de acabar con él.]
556 CICLO B
El Evangelio se refiere a uno de los motivos que más
acentuaron la oposición contra Jesús en un sector del judaísmo
de su tiempo: la diversa manera de comprender y aplicar el
tercer Mandamiento, el de santificar el día del Señor.
La lectura del Deuteronomio nos invita a recordar este artículo
fundamental en el antiguo código religioso y civil del pueblo de
Dios. «Sábado» significó, ante todo, «reposo». El poema
genesíaco del origen del mundo presenta pedagógicamente al
mismo Creador como última razón y ejemplo del orden divino
que manda al hombre alternar las jornadas de labor con el día
de descanso. La intocable sacralidad del sábado protegió, en la
sociedad hebrea, un derecho de los obligados a trabajar.
Robusteció, además, su conciencia de pueblo con las reuniones
sinagogales; le hizo más sensible al gozo de familia y al sabor
de fiesta; garantizó la milagrosa continuidad de sus
convicciones religiosas a través de circunstancias imposibles.
La Iglesia heredó de Israel la institución del ((día dcl Señor»,
dándole sentido cristológico y realizándolo, por razones
peculiares, no el último sino el primer día de la semana. El
derecho y deber, universalmente reconocido en la sociedad
moderna, del descanso semanal hunde sus raíces en la
conciencia religiosa, y podría fenecer cuando dejase de recibir
su savia.
Profunda alegoría la del oficio apostólico en la segunda Carta a
los Corintios: la gloria de Dios se refleja en el rostro de Cristo,
de Cristo al corazón del Apóstol (que antes era tinieblas...), y
de éste al mundo. Es decir: el mundo ve a Cristo en el alma del
Apóstol, y en Cristo ve a Dios. Ante afirmación tan estupenda,
el Apóstol siente otra vez la necesidad de humillarse; porque
se reconoce a sí mismo el siempre frágil; porque en el
auténtico apóstol todo es Gracia.
Después de exponer los primeros pasos de la actividad
mesiánica de Jesús en Galilea y su buena acogida por parte de
la gente, el EVANGELIO de Marcos presenta a algunos
adversarios (sobre todo, a los «fariseos») manifestando su
disconformidad en cinco episodios consecutivos. Hoy leemos
los dos últimos.
Ambos se refieren a la observancia del sábado. Los fariseos
habían concretado la ley del descanso en una abrumadora lista
de trabajos prohibidos. Su casuística derivaba a minucias
insospechables. La obsesión por lo secundario asfixiaba el gozo
de la fiesta. A los ojos del pueblo se confundía en un mismo
plano la siempre razonable Ley de Dios con su extravagante
aplicación bajo el capricho de unos hombres. (El Evangelio se
refiere a la fisonomía global del «fariseísmo» en su época; no
todos los fariseos pensaban lo mismo).
La primera de las dos escenas nos suena a irónica. Los
discípulos sienten hambre, y conan a su paso unas espigas
maduras (la costumbre y la ley lo permitían). Pero era sábado,
y en sábado estaba prohibido «cosechar»... Jesús se eleva
contra la ridícula acusación de los fariseos estableciendo un
generoso principio, que ilustra, al estilo rabínico, con un
episodio de la historia bíblico-popular de David. La atención al
hombre está por encima del rito. Dios elevó el sábado a valor
sagrado; pero mucho más a la persona humana, que es centro
de interés y no satélite de cualquier institución positiva,
también religiosa, ordenada a su perfeccionamiento.
[ más el Hombre por excelencia («el Hijo del Hombre», o
Mesías) tiene dominio- sobre el sábado! Con esta reflexión
conclusiva el Evangelio insinúa la autoridad divina de Jesús,
por la que se justificaría también la modificación de la ley del
sábado en el sentido cristológico de la «dies dominica», o
domingo.]
IX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 557
El último episodio pone en acto el mismo criterio a favor de un
enfermo en plena sinagoga. La voz del hambre y de la
enfermedad sigue recordando a la conciencia del mundo la
primacía del amor eficaz al hermano hombre según el
Evangelio.
UNDÉCIMO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Ezequiel 17,22-24
Esto dice el Señor Dios:
—Arrancaré una rama del alto cedro y la plantaré. De sus
ramas más altas arrancaré una tierna
y la plantaré en la cima de un monte elevado;
la plantaré en la montaña más alta de Israel,
para que eche brotes y dé fruto
y se haga un cedro noble. Anidarán en él aves de toda pluma,
anidarán al abrigo de sus ramas.
Y todos los árboles silvestres sabrán
que yo soy el Señor,
que humilla los árboles altos
y ensalza los árboles humildes,
que seca los árboles lozanos
y hace florecer los árboles secos. Yo, el Señor, lo he dicho y lo
haré.
Salmo responsorisl Sal 91,2-3. 13-14. 15-16
R. Es bueno dar gracias al Señor.
És bueno dar gracias al Señor y tañer para tu nombre, oh
Altísimo; proclamar por la mañana tu misericordia
y por la noche tu fidelidad.
XI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 559
El justo crecerá como la palmera, se alzará como cedro del
Líbano; plantado en la casa del Señor, crecerá en los atrios de
nuestro Dios.
En la vejez seguirá dando fruto y estará lozano y frondoso;
para proclamar que el Señor es justo, que en mi Roca no existe
la maldad.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los
Corintios 5,6-10
Hermanos: Siempre tenemos confianza, aunque sabemos que,
mientras vivimos, estamos desterrados lejos del Señor.
Caminamos sin verlo, guiados por la fe.
Y es tal nuestra confianza, que preferimos desterrarnos del
cuerpo y vivir junto al Señor.
Por lo cual, en destierro o en patria, nos esforzamos en
agradarlo.
Porque todos tendremos que comparecer ante el tribunal de
Cristo, para recibir premio o castigo por lo que hayamos hecho
en esta vida.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
La semilla es la palabra de Dios. El sembrador es Cristo. Quien
lo encuentra, vive
para siempre. Aleluya. -
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 4,26-34
En aquel tiempo, decía Jesús a las turbas:
—El Reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente
en la tierra.
El duerme de noche, y se levanta de mañana; la semilla
gennina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va
produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la
espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se
mete la hoz, porque ha llegado la siega.
Dijo también:
— qué podemos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola
usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra
es la semilla más pequeña, pero después, brota, se hace más
alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que
los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas.
Con muchas parábolas parecidas les exponía la Palabra,
acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con
parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en
privado.
Reanudamos el segundo ciclo de domingos ordinarios, y con
ello la lectura del Evangelio según San Marcos. De su capítulo
sobre la enseñanza de Jesús en Parábolas escuchamos las dos
últimas y la conclusión.
560 CICLO B
1. — «La semilla germina y va creciendo... » Las Parábolas de
Jesús reflejan la experiencia de los años que vivió en Nazaret.
¡ Cuántas veces, al contemplar joven reflexivo los campos de
su pueblo, habría observado la esperanza del labrador que
siembra, la fuerza vital de la semilla, el gozo de la siega! Veía
en todo ello una imagen de la Misión que iba a cumplir en el
mundo. Cuando ya la estaba cumpliendo, compuso con esta
imagen la Parábola que leemos hoy. Con ella quería que los
discípulos cómprendiésemos el estilo de su tarea misional,
considerándola en los tres aspectos que corresponden a los
tres momentos de la imagen campesina: la sembradura, la
germinación y la cosecha.
Le gustaba sentirse Sembrador. Sembró Palabra, Bondad,
Sacrificio. Sembrar es infundir fecundidad en la tierra. Cristo
metió en la entraña de nuestro mundo las semillas de Dios.
Héroe de la esperanza, la razón del Sembrador es la cosecha:
cuando mira su sembradío yermo en apariencia, sabiendo que
hay que pasar el invierno en acto de pura fe, ya presiente y
goza las --mieses en sazón.
La parábola pone el acento en la misteriosa vitalidad de la
Semilla. Germinando en invisible silencio, acaba por trascender
la tierra en que fue «enterrada’> vistiéndola de riqueza y
hermosura. Cristo dedicó esta Parábola a los que descansan en
su pesimismo religioso, que es un pecado contra la Fe. Y a los
impacientes, que pretenden disimular este pecado. El
Evangelio que él «sembró’> en el corazón de la Humanidad
vive, germina y crece sin que nadie sepa explicar cómo.
Aunque haya quien no lo vea, no lo quiera o quiera impedirlo.
El punto omega de la Historia humana —la «siega»— ya está
en las manos de Jesucristo Dios.
2. — «Al sembrarlo en la tierra, es la más pequeña de todas las
semillas». Otra parábola, la del grano de mostaza, que refleja
el ambiente sencillo de Galilea (los literatos preferían la
solemne imagen del cedro: véase la primera lectura). La obra
de Jesús en la tierra va creciendo, desde la humildad de
Nazaret hacia el Infinito. Por su divina fuerza interior. Crecer,
con lentitud omnipotente, es el ritmo de los planes de Dios.
3. — «Les exponía la Palabra adaptándose a su capacidad de
entender...» Jesús fue el pedagogo de los humildes. Con las
Parábolas, les enseñó a gustar y sentir las cosas del Cielo cada
vez que veían y tocaban sus cosas de la Tierra.
DUODÉCIMO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Job 38,1. 8-11
El Señor habló a Job desde la tormenta:
— cerró el mar con una puerta, cuando salía impetuoso del
seno materno, cuando le puse nubes por mantillas y niebla por
pañales, cuando le impuse un límite con puertas y cerrojos, y le
dije: «Hasta aquí llegarás y no pasarás, aquí se romperá la
arrogancia de tus olas»?
Salmo responsorial Sal 106,23-24. 25-26. 28-29. 30-31
R. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
[ Aleluya].
(Los hijos de Israel) entraron en naves por el mar, comerciando
por las aguas inmensas. Contemplaron las obras de Dios, sus
maravillas en el oceáno.
Él habló y levantó un viento tormentoso, que alzaba las olas a
lo alto; subían al cielo, bajaban al abismo, el estómago revuelto
por el mareo.
562 CICLO B
Pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación.
Apaciguó la tormenta en suave brisa,
y enmudecieron las olas del mar.
Se alegraron de aquella bonanza,. y él los condujo al ansiado
puerto. Den gracias al Señor por su misericordia, por las
maravillas que hace con los hombres.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los
Corintios 5,14-17
Hermanos: Nos apremia el amor de Cristo, al considerar que, si
uno murió por todos, todos murieron.
Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para
sí, sino para el que murió y resucitó por ellos.
Por tanto, no valoramos a nadie por criterios humanos.
Si alguna vez juzgamos a Cristo según tales criterios, ahora ya
no.
El que vive con Cristo es una criatura nueva.
Lo viejo ha pasado, ha llegado lo nuevo.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Lc 7,16 Un gran Profeta ha surgido entre nosotros.
Dios ha visitado a su pueblo. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 4,35-40
Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos:
—Vamos a la otra orilla.
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras
barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán y las
olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. El
estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron
diciéndole:
—Maestro, ¿no te importa que nos hundamos? Se puso en pie,
increpó al viento y dijo al lago:
— cállate!
El viento cesó y vino una gran calma. El les dijo:
— qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe? Se quedaron
espantados, y se decían unos a otros:
— quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!
XII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 563
Reanudamos la serie de «domingos ordinarios», interrumpida
desde la Cuaresma. El presente ciclo B tiene como lectura
principal el Evangelio de San Marcos. Hoy toca una escena
impresionante: Cristo domina la tempestad.
1. — «Se levantó un fuerte huracán y las olas rompían sobre la
barca... » Sabrá meditar con realismo esta página quien haya
pasado por un trance parecido, cuando cada ola que
sobreviene renueva el extremo peligro del naufragio. Al lago de
Genesaret los hebreos lo llaman mar. Reflexionando sobre la
firmeza con que aquella noche se impuso al viento y al agitado
«mar», los discípulos intuyeron el misterio de la personalidad
de Jesús. Según la manera de pensar de los antiguos israelitas,
reflejada en numerosos textos de la Biblia, el mar es una fuerza
caótica, monstruo devorador de naves y vidas. Sólo Yahvé
puede dominarlo. En efecto, el Creador que lo formó, lo
mantiene en sus límites como a un niño en la cuna [ de Job:
primera lectura]. Es Dios quien levanta y sosiega sus
tempestades [ responsorial]. Sobre este trasfondo de
mentalidad bíblica, el gesto de Jesús tal como lo describe el
Evangelio tiene una consciente significación teológica.
2. — «Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: ¡cállate!
¡enmudece!». Cuando San Marcos concretó la redacción escrita
de esta escena, los ministros de la Palabra —empezando por
los mismos Apóstoles— la habían contado infinidad de veces
en las reuniones cristianas. En la barca veían alegorizada su
propia comunidad. La Iglesia. En la tormenta, las
persecuciones. Ya en el Antiguo Testamento (por ejemplo, en
algún texto del salterio) rezadores angustiados interpelan al
Dios que «duerme». Entiéndase, que no resuelve al punto los
problemas de este mundo tal y como los hombres los quisieran
ver resueltos. Jesús dio a los discípulos la lección de «dormir»
en medio de la tempestad durante la época en que, divino
pedagogo, los estaba educando en el heroísmo de la fe total.
¡ Les echa en cara no tener fe precisamente cuando recurren a
él esperando un milagro! Porque los quiere perfectos en la fe:
con la segura convicción de que la barca donde él está, aun
cuando «duerma», no puede naufragar.
3. — « Quién es éste, que hasta el viento y el mar le
obedecen?» Interrogación admirativa, que lleva en sí misma la
respuesta. Testimonio de un poder divino sobre el revuelto
«mar». Invitación a que mantengamos una fe heroica—sobre
todo cuando nos parece, tantas veces, que el Señor se ha
dormido...
,**
Reanudamos los «Domingos durante el año» del Tiempo
ordinario, interrumpi dos desde la Cuaresma. Es lectura
fundamental de este segundo ciclo el Evangelio de San Marcos.
Toca hoy una página sugerente: Cristo domina la tempestad en
el mar.
Le sirve de preludio una ficha del Libro de Job. Sacada de la
avasalladora interpelación poética de los últimos capítulos (38-
41), que, repasando las maravillas del Universo, reconoce en
cada una a solo Yahvé por Hacedor y Dueño. Entre las
primeras, el mar.
En la pausa de la lectura intermedia, San Pablo dice cuál es la
fuente de su siempre renovada entrega apostólica. Alude (por
contexto) a otros que no saben actuar sino por miras humanas.
A él le satisface lo esencial: vivir y trabajar en el cauce del
Amor sacrificado, que de Cristo mana y a Cristo nos lleva.
564
CICLO B
El Evangelio es recuerdo de una noche impresionante. La barca
debía ser de los discípulos; tal vez la de Simón Pedro (Lc 5,3). A
quien haya pasado por una análoga experiencia de peligro, no
le será difícil «sentir» la emoción condensada en esta página.
Cada ola que rompe parece la definitiva. Cuando los apóstoles,
más tarde, contaban sus andanzas con el Maestro a los que no
habían sido testigos, no podían pasar por alto aquella angustia
de feliz conclusión. A fuerza de repetirlo, estilizaron el relato.
Quien tuvo que ponerlo por escrito imitó, naturalmente, la
literatura que mejor conocía: el Antiguo Testamento (en
especial, el libro de Jonás 1,4-6). Cada uno de los tres
sinópticos matizó a su gusto la redacción. La más pedagógica
es la de Mateo.
Los apóstoles y sus colaboradores contaban este hecho en
función de su oficio magisterial. Testigos de la Gloria divina de
Cristo a partir de la Resurrección y llenos del Espíritu, cuando
evocaban los hechos pasados de Jesús contemplaban en cada
uno el resplandor de esta Gloria. Y los exponían de tal manera
que sus oyentes también los entendiesen así. El punto de
referencia solía ser el Antiguo Testamento. Destacaban en las
palabras de Jesús el tono con que Yahvé habla en la Biblia. Y en
sus acciones, la manera de obrar de Yahvé. La página que
leemos hoy debe interpretarse según esta clave.
El punto de partida es la idea que los hebreos tenían del mar.
Fuerza indómita, temible, caótica. Lo nombran y describen
como un monstruo, con resabios de mitología cosmogónica.
Sólo Yahvé puede domeñarlo. El lo reduce con rigor a sus
límites (primera lectura, etc.). Lo «increpa» como un rebelde
(Hab 3,8, etc.). Levanta las tempestades y las sosiega a su
voluntad (salmo responsorial, etc.).
Sobre el fondo de esta convicción, adquiere todo su relieve
cristológico la expresión del evangelista: « levantándose,
increpó al viento y dijo al mar:
¡calla! ¡enmudece!». Y al ver la eficacia omnipotente de su
palabra, los discípulos reflexionan: « pues, es éste, que hasta
el viento y el mar le obedecen?»...
En estas palabras (traducidas a la letra del texto original) se
transparenta la profesión de fe, que San Mateo pone explícita
al término de la segunda «tempestad calmada» (14,33):
¡ Verdaderamente, eres el Hijo de Dios! En efecto, Jesús habla y
actúa a nivel del Señor de la Creación, a quien, a lo largo del
Evangelio, llama «Padre».
De esta fe en su poder divino florece la intrépida confianza.
Quien está en su «barca», no puede naufragar. Cuando se puso
el Evangelio por escrito, ya veían en la «barca» una alegoría de
la Comunidad o Iglesia de los que están con él. Y no es difícil
imaginar qué sugiere el oleaje. También en los libros poéticos
de la Biblia (Sal 44,24, etc.) se habla expresivamente del Dios
que «duerme»... Jesús reprendió la falta de fe de quienes
tuvieron angustia y prisa en despertarlo. Como recordaremos
en la próxima unidad, era el período de formación a nivel
heroico de sus apóstoles. Y los quería acrisolados en la
experiencia de todos los imposibles humanos, resueltos por la
serena ilimitada confianza en solo El, y cuando El quiera.
DECIMOTERCER DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de la Sabiduría 1,13-75; 2,23-25
Dios no hizo la muerte,
ni se recrea en la destrucción de los vivientes; todo lo creó
para que subsistiera;
las criaturas del mundo son saludables, no hay en ellas veneno
de muerte ni imperio del Abismo sobre la tierra, porque la
justicia es inmortal.
Dios creó al hombre incorruptible,
le hizo imagen de su misma naturaleza.
Por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la
experimentan los que le pertenecen.
Salmo responsorial Sal 29,2 y 4. 5-6. 11 y 12a y 13b
R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado
que mis enemigos se rían de mí. Señor, sacaste mi vida del
abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre
santo; su cólera dura un instante, su bondad, de pot vida; al
atardecer nos visita el llanto, por la mañana, el júbilo...
566 CICLO B
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los
Corintios 8,7-9. 13-15
Hermanos: Ya que sobresalís en todo: en la fe, en la palabra, en
el conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos tenéis,
distinguíos también ahora por vuestra generosidad.
Bien sabéis lo generoso que ha sido nuestro Señor Jesucristo:
siendo rico, por vosotros se hizo pobre, para que vosotros, con
su pobreza, os hagáis ricos.
Pues no se trata de aliviar a otros pasando yosotros
estrecheces; se trata de nivelar. En el momento actual, vuestra
abundancia remedia la falta que ellos tienen; y un día, la
abundancia de ellos remediará vuestra falta; así habrá
nivelación.
Es lo que dice la Escritura: »Al que recogía mucho no le
sobraba; y al que recogía poco no le faltaba.»
ALELUYA Aleluya, aleluya.
2Tm 1,iob Nuestro Salvador Jesucristo destruyó la muerte, y
por medio del Evangelio sacó a la luz la vida. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 5,21-43
En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo a la Otra orilla, se le
reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y al
verlo se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
—Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella,
para que se cure y viva.
Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo
apretujaba.
[ una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce
años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de
tratamientos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero
en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y,
acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto,
pensando que, con sólo tocarle el vestido, curaría.
Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó
que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido
fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente,
preguntando:
— me ha tocado el manto?
Los discípulos le contestaron:
—Ves como te apretuja la gente y preguntas: » me ha tocado?»
El seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La
mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que
había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. El le dijo:
—Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud.
Todavía estaba hablando, cuando] llegaron de casa del jefe de
la sinagoga para decirle:
XIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 567
—Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la
sinagoga:
—No temas; basta que tengas fe.
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro,
Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del
jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y
se lamentaban a gritos. Entró y les dijo:
— estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta,
está dormida.
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos, y con el padre y
la madre de la niña y sus acompañantes entró donde estaba la
niña, la cogió de la mano y le dijo:
—Talitha qumi.
(Que significa: Contigo hablo, niña levántate.)
La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar —tenía
doce años—. Y se quedaron viendo visiones.
Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de
comer a la niña.
Todas las páginas del Evangelio procuran suscitar en quien lo
lee una misma disposición fundamental: tener fe en Jesús. Esta
actitud fundamental la ilumina hoy San Marcos a través de dos
historias: la de aquella enferma incurable, la de la niña de Jairo.
1. — «Hija, tu fe te ha curado: vete en paz... » Traduciendo a la
letra el texto original, diría: «tu fe te ha salvado». En la
redacçión escrita de Marcos se conserva el eco de las
catequesis orales en que San Pedro contaba sus recuerdos de
Jesús. Por tratarse de catequesis religiosas, el hecho histórico
está al servicio de la doctrina. Aquella mujer, que tanto se
afanó por la salud corporal, representa a cuantos tienen sed de
Salvación. Informada de la bondad de Jesús, un instinto del
corazón la llevó a sus pies. Condicionó su confianza a un gesto
casi ritual: tocar el manto del profeta... Al Maestro, inteligente
y comprensivo, le gustaba esta Fe de los humildes con sus
auténticas expresiones. «Tu Fe te ha salvado: vete en Paz».
Signo y preludio de cuantos, teniendo sed de Paz y de
Salvación, acierten a buscarla en su fuente: Cristo.
2. «No temas; ten fe y basta’>. En la figura de Jairo, San
Marcos levanta un monumento al amor paterno. Hombre de
alta condición se postra suplicante, por su niña, a los pies del
Maestro. Espera contra toda esperanza. Puesta a prueba su fe,
cree heroicamente que, si interviene Jesús, se realizará lo
imposible. ¡Cuántos hijos espiritualmente «muertos» vivirían, si
tuvieran unos padres así!
3. — «iNiña, levántate!». Marcos evangelista había oído a San
Pedro recordando, con viveza de testigo ocular y en su propia
lengua materna, ese instante de divina poesía. El humanísimo
gesto de inclinarse Jesús para tomar a la niña de la mano. Su
cariñoso vocativo: ¡talithá!. El enérgico imperativo: «iponte en
pie!». La alegría de todos. —Los primeros cristianos
contemplaban en esta escena la imagen significativa de su
«resurrección» por el Bautismo [ con el fragmento de himno
bautismal citado en Efesios 5,14]. El Bautismo nos asocia a la
Resurrección de Cristo y nos compromete a vivir en actitud
coherente; es decir, a ya no «dormir» o morir en el pecado
[ Romanos 6,3-111. —De manera especial, esta encantadora
escena invita a pensar en los niños o adolescentes cristianos.
Que sientan en sí la mano de Jesús. La cónsigna con que los
atraehacia la altura: «ilevánt ate!». Es la única palabra
concreta que les dirige en el Evangelio. Cifra de un infinito
ideal: Excelsior!
568 CICLO B
Conmovedor el Evangelio de hoy. Profundo su significado:
victoria sobre la Muerte, gracias a Cristo.
Le sirve de preludio una reflexión sapiencial, digna de
meditarse. La segunda lectura se refiere a la comunicación de
bienes, que organixó San Pablo entre sus iglesias y la de
Jerusalén. Es de profética actualidad la norma de una
razonable «nivelación’>; idea del Cristianismo, mucho antes
que de otros.
El Evangelio recogió y nos conserva la experiencia de los
Apóstoles. Cuando «evangelizaban», transfundían en los
demás el conocimiento experimental que ellos habían tenido
de Jesús. El Maestro les fue manifestando gradualmente el
secreto de su divina Personalidad haciendo que irradiase en
sus palabras y, sobre todo, en sus acciones. Acciones y
palabras que’ suscitaban en los discípulos un interrogante con
sed de respuesta: « es Jesús?» (p. ej. Mc 4,41).
La página de hoy representa, en el Evangelio de Marcos, la
tercera tabla de un tríptico de manifestaciones del Poder de
Cristo:
1.— La primera fue la tempestad calmada (Ev. del dom,
pasado). Muestra de la soberanía sobre la Naturaleza,
equivalente a la de Yahvé.
2. —La segunda, la liberación del endemoniado de Gerasa. La
región de Gerasa era pagana. En una página impresionante
(5,1-20), el Evangelio escenifica el encuentro y victoria
trascendente de Cristo sobre el «espíritu impuro» del
Paganismo.
3. — La tercera parte del tríptico, la que leemos hoy, significa
su dominio victorioso sobre la Muerte,
Quien manifiesta tal Poder, no puede menos de ser el Hijo de
Dios. Los Apóstoles acabaron por entenderlo. Y el Evangelio
escrito, que recoge su experiencia, está redactado de tal
manera que el lector termine con la misma confesión de Fe.
Hijo de Dios, Salvador. Porque siempre que Jesús manifestaba
su Poder divino, lo manifestaba al servicio del hombre. Para
«salvarlo» de una concreta aflicción (enfermedad, peligro,
muerte...). Cada milagro era además signo de la Salvación
totaL Por eso, la resurrección de la bija de Jairo expresa la
suprema Esperanza cristiana: la victoria trascendente sobre la
Muerte, gracias a Cristo.
a) Es hermoso imaginar la escena. Se abre con la ardiente
súplica de Jairo, voz de su Fe. Puesta a prueba con la noticia de
la defunción y el desánimo de todos, la Fe de Jairo alcanza la
cumbre. Cree y confía que Jesús vencerá la muerte. Para que
fuesen plenamente signo de la Salvación, Jesús exigía para
cadimilagro la cooperación de la «fe». Es decir, de una actitud
que fuese signo de la Fe teologal. En el caso de Jairo, la fe-
signo del padre se derrama en bendición de vida sobre la hija...
( resucitarían para Dios, si la fe de sus padres fuese la de
Jairo!).
[ camino, se intercala la curación de aquella mujer enferma. El
leccionario permite omitirla. Homenaje a la fe del pueblo
sencillo, que necesita expresarse a su manera.]
b) El momento sublime se clavó en la memoria de los tres
apóstoles-testigos. Cuando lo contaban, repetían por
veneración las palabras de Jesús en su lengua materna. En el
texto original hay una notable semejanza entre las expresiones
del Evangelio y las del himno conservado en la Carta a los
Efesios (5,14): « tú que duermes; resucita de entre los
muertos, y te iluminará Cristo!». El dolor de la casa
XIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 569
de Jairo hace pensar en otros cadáveres-de-personalidad,
«dormidos» a la Fe, Esperanza y Amor ya en la irrepetible
primavera de la vida. Quienes los lloran o deben llorarlos,
supliquen a Cristo que se acerque a cada uno de ellos hasta
cogerlo de la mano y repetirle el imperativo juvenil, creador: «
ate!», abre los ojos a la luz.
A continuación de las Parábolas, San Marcos cuenta algunas
obras admirables de Jesús. Eran signos de su Poder divino
puesto al servicio del hombre. El evangelista redactó estas
historias de milagros de manera que el lector entienda que
Jesús sigue obrando entre nosotros, con más profunda realidad,
lo que hacía entonces a su paso por la tierra. Que si salvó a sus
Discípulos de la tempestad (4,35-41), los sigue salvando ahora
de no menores angustias. Que continúa librándonos del
«espíritu impuro» del que un día libró a aquel Geraseno (5,1-
20). En esta serie de «signos de Salvación», el más hermoso es
el que leemos hoy: Cristo salva de la Muerte.
1. — «Mi niña está en las últimas: ven a imponerle las manos,
para que se salve y viva». Jairo postrado a los pies de Jesús es
un monumento al amor paterno. Cuando un padre ama y sufre
así por sus hijos, le es connatural abrirse a Dios. El Evangelio
presenta a Jairo como arquetipo de Fe. Contra toda esperanza
humana, cree y confía. Acude al Señor, se humilla, ruega.
2.— «La niña no está muerta: está dormida». Para mostrarse
pura, la Fe dejairo tenía que ser acrisolada en la prueba total.
Su hija muere. Sigue confiando en la sola Palabra de Jesús,
cuando todos los demás se burlan. Jesús habla el lenguaje de
la gente sencilla de Israel: morir es «dormir». Entendían: para
«despertar» en la resurrección al fin de los tiempos. Pero Jesús
quiere dar a entender con un signo tangible que nuestra
Resurrección y nuestra Vida está en él.
3. — «Talithá, qum!». A Pedro se le grabó en los oídos del
corazón aquel imperativo de Jesús y nos lo conservó en su
misma lengua materna. Pide una vez más el «silencio
mesiánico», porque hasta después de su propia Resurrección
nadie iba a comprender el sentido profundo de aquel gesto. No
vino para regalar a los recién muertos unos años más de vida
mortal. El milagro obrado en casa de Jairo fue signo de una
Resurrección y una Vida trascendente, que se nos ofrece a
todos por la Palabra y el contacto con la Humanidad de
Jesucristo. —El humanísimo gesto, el vocativo cariñoso (talithá)
y el enérgico imperativo (jqum!) a la adolescente muerta son
paradigma y mensaje. Cristo sigue diciendo «ien pie!» a tantos
cadáveres-de personalidad. Especialmente cuando ya lo son en
la irrepetible primavera de su juventud. La Resurrección-y-la-
Vida no es ensueño, sino razón y ritmo de la Existencia
cristiana (Rom 6-8). Dinamismo, transparencia, sinceridad,
carácter. En la Iglesia apostólica decían un himno (Ef 5,14), que
rima con el Evangelio de hoy:
«Despierta, tú que duermes — resucita de entre los muertos—y
Cristo será tu Luz»...
DECIMOCUARTO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Ezequiel 2,2-5
En aquellos días, el espíritu entró en mí, me puso en pie y oí
que me decía:
—Hijo de Adán, yo te envío a los israelitas, a un pueblo rebelde
que se ha rebelado contra mí. Sus padres y ellos me han
ofendido hasta el presente día. También los hijos son
testarudos y obstinados; a ellos te envío para que les digas:
»Esto dice el Señor.» Ellos, te hagan caso o no te hagan caso
(pues son un pueblo rebelde), sabrán que hubo un profeta en
medio de ellos.
Salmo responsonal Sal 122,í-2a. 2bcd. 3-4
R. Nuestros ojos están en el Señor, esperando su misericordia.
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores.
Como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su
señora, así están nuestros ojos
en el Señor Dios nuestro, esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de
desprecios; nuestra alma está saciada del sarcasmo de los
satisfechos, del desprecio de los orgullosos.
XIV DOMINbO TIEMPO ORDINARIO 571
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda Carta del apóstol san Pablo a los
Corintios 12,lb-lO
Hermanos .‘ Para que no tenga soberbia, me han metido una
espina en la carne: un emisario de Satanás que me apalea,
para que no sea soberbio. Tres veces le he pedido al Señor
yerme libre de él y me ha respondido: «Te basta mi gracia: la
fuerza se realiza en la debilidad.»
Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así
residirá en mí la fuerza de Cristo.
Por eso vivo contento en medio de mis debilidades, de los
insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades
sufridas por Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy
fuerte.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Lc 4,18 El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha enviado para
dar la Buena Noticia a los pobres. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 6,1-6
En aquel tiempo, fue Jesús a su tierra en compañía de sus
discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la
sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:
— dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han
enseñado? ¿Yesos milagros de sus manos? ¿No es éste el
carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y
Judás y Simón? ¿Y sus hermanos no viven con nosotros aquí?
Y desconfiaban de él. Jesús les decía:
—No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus
parientes y en su casa.
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos
imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y
recorría los pueblos de alrededor enseñando.
Los de su pueblo no aceptaron a Cristo. No les cabía en la
mente que un paisano suyo, tan cercano a ellos, fuese el
Enviado de Dios.
1. — «Jesús fue a su tierra en compañía de sus discípulos». A
su «patria», dice textualmente el evangelista. Se trata de una
visita que hizo a Nazaret cuando iba recorriendo en misión
evangelizadora toda la Galilea. Ya tenían noticia de los milagros
que había obrado en otros pueblós Le vieron llegar rodeado de
discípulos. Oyeron como anunciaba el Reino de Dios en su
comentario a las lecturas bíblicas durante la liturgia sinagogal.
Les fascinó su sabiduría. La sabiduría es más que la ciencia; es
el don, que pocos poseen, de hacer que quienes escuchan
encuentren «sabrosa» la Verdad. Que les llegue hasta el
corazón y la vida entrando por la inteligencia. Cuando Jesús
hablaba no era posible quedarse indiferente. Los de Nazaret le
oyeron con asombro. Ya estaban en el umbral de la Fe.
2. — « es éste el carpintero... ?». Contra la Fe, que estaba a
punto de florecer, saltó la tentación del desprecio. Si conocían
a su parentela, de ningún relieve social. A
572 CICLO B
su madre, tan pobre y sencilla. Si él mismo había sido, durante
años, el «artesano» al que acudían para toda suerte de
encargos y remiendos... ¿Cómo se metía a profeta, enviado de
Dios y tal vez Mesías? —A Jesús le dolió el desprecio de su
pueblo y lo atenuó englobándolo en una experiencia universal,
hecha proverbio: la experiencia de que ningún profeta es
aceptado en su patria.
3. — «Y se extrañó de su falta de Fe». Si los evangelistas han
escrito esta página es para que la leamos y entendamos los
cristianos en la Iglesia. No por su intrascendente valor
anecdótico, sino porque encierra el paradigma de muchos
fracasos en la Fe. Fe es aceptar a Dios. Y Dios nos ha venido al
encuentro en la humildad de la Encarnación concreta. De Jesús,
el único, el del Evangelio. Sabiduría inaccesible al orgullo.
Fuerza de Salvación, que sólo actúa en la debilidad [ lectura].
Bienaventuranzas. Espíritu de infancia. Cruz. Contra ello, a la
humana vulgaridad le es connatural la tentación del desprecio.
Y hay que elevarse para no caer en ella. Para saber aceptar a
Dios. Reconocer a Cristo, que es nuestro Dios, en los signos
humildes con que nos habla y se nos hace presente cada día.
El Evangelio recuerda la visita que hizo Jesús a Nazaret cuando
pasaba por todos los pueblos de Galilea proclamando el Reino
de Dios. Fue a los suyos, que tanto quería, y los suyos no le
comprendieron.
1.— « sabiduría es ésa...? ¿y esos milagros...?». Ante la
personalidad de Jesús no era posible quedarse indiferente. En
Israel apreciaban la Sabiduría. Sabiduría es la Verdad sabt la
que ilumina en Amor el sentimiento y la vida. No hay en la
historia de la palabra humana un código de sabiduría
comparable al Evangelio de Jesús. El vocablo correspondiente a
«milagros» en el texto original significa Obras-de-Poder. Antes
de esta página, San Marcos ya ha contado varios de estos
Hechos admirables por los que se manifiestaba el Poder de
Dios, puesto en las manos de Cristo al servicio de la Salvación
del hombre.
Al ver evangelizar, los paisanos de Nazaret no se podían
quedar indiferentes. La personalidad de Jesús suscitaba y
suscita admiración. Viene espontánea la pregunta:
¿ Quién es éste?...
2. — «No es éste el artesano...?» Si la imaginamos en su
pequeña dimensión histórica, seamos indulgentes con aquella
reacción de los de Nazaret. Habían visto a Jesús durante casi
treinta años, compartiendo con ellos escuela y juegos,
asistencia a la sinagoga, fiestas y dolor, pobreza y trabajo.
Siempre humanísimamente: en absoluto silencio divino.
Pero San Marcos, que escribe para la iglesia, eleva aquella
escena a paradigma de una falta de fe. Dice (en el texto
original) que «se escandalizaban» de él. En griego,
«escandalizarse» significaba tropezar y caer en el camino.
Entiéndase: en el camino de la Fe. Los de Nazaret no concebían
un Mesías sin poder y gloria humana. Les fue obstáculo
(«escándalo») para reconocer que el Mesías era Jesús al verlo
tan cercano, tan socialmente humilde.
La Fe pura acepta el Misterio de la Encarnación concreta. El
Mesías, Hijo de
Dios, ha venido a nosotros en la infalsificable autenticidad de
Jesús de Nazaret —de
Jesús del Evangelio— con su propio estilo, sus
Bienaventuranzas y su Pasión.
Conformarlo a otra ideología sería repetir, ya sin perdón, el
error de aquellos
irreflexivos paisanos suyos.
XIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 573
3. — «No desprecian a un profeta más que en su tierra... »
Siempre popular, Jesús glosa la actitud de su aldea citando o
forjando un proverbio. Los proverbios no son leyes físicas, pero.
iluminan la experiencia de la vida. Con estas palabras, el
Profeta incomprendido elogia a muchos, cuya grandeza no
reconocemos por tenerlos demasiado cerca y, sobre todo, por
nuestra incomprensión.
Jesús evangeliza en su aldea. Vulgares y no humildes, no
entienden que la Palabra de Dios haya venido en forma tan
humana.
San Pablo bendice al Señor, porque le educa eficazmente en la
humildad. Ezequiel amonesta sobre la responsabilidad de
hacer caso a Dios cuando habla.
El Evangelio presupone un hecho real: el de que los paisanos
de Jesús lo admiraron, pero no lo comprendieron. En algún
momento difícil, incluso lo trataron con -desdén. Fueron
víctimas de aquella común vulgaridad: la de quienes no saben
reconocer a los auténticamente grandes cuando los tienen
demasiado cerca. Varios refranes la reflejan y acusan (y. 4).
Por sí misma, esta anécdota carecería de importancia. Apenas
hay hombre de acción a quien no hayan herido con algún
desprecio los que más quiere. Pero los evangelistas, al
evocarla, la transformaron en paradigma o imagen arquetípica
de la actitud de todo su Pueblo. Ya no se refieren a la
entrañable Nazaret (cuyo nombre, excepto Lucas, omiten), sino
a toda la Tierra o «Patria» de Jesús. Esta página de los
Sinópticos es ilustración a color de aquel severo juicio de San
Juan (1,11): «Vino a lo que era suyo, y los suyos no lo
recibieron».
En primera perspectiva, «lo suyo» quiso decir Israel. Pero,
cuando se escribió el Evangelio, el concepto «Israel» ya
trascendía a quienquiera recibe la visita del Cristo que le pide
una respuesta de Fe. Si como historia pasada esta página
recuerda un fracaso, como lección siempre actual avisa para
que no caigamos, con otras expresiones, en aquella misma
actitud.
Al esquematizar la redacción, los redactores del Evangelio
señalaron en dicha actitud tres fases sucesivas: admiración,
crisis, incredulidad.
1. — La admiración de Nazaret es un eco de aquel «día
inaugural» de Cafarnaúm, que leíamos hace tiempo (Mc 1,21-
28). Ambientada en la catequesis litúrgica de la sinagoga. Las
exclamaciones resumen la experiencia que el pueblo tenía de
Jesús. Reconocen «la Sabiduría que le ha sido dada (por Dios)»
y «las Obras-de-Poder (divino) que se realizan por sus manos».
Admirable en Doctrina y Acción. También San Pablo resumía la
personalidad de Cristo diciendo que es «Poder de Dios y
Sabiduría de Dios» (1 Cor 1,24).
Entonces y ahora, la experiencia directa de Jesús suscita un
aura de entusiasmo. Algo en él desborda toda categoría.
Cuando se le da un título concreto —sea de maestro, profeta,
reformador o cualquier otro— siempre queda abierta e
insaciada en el alma la pregunta fundamental: « es?». Todas
las páginas de San Marcos son flechas de luz que convergen a
esta pregunta. Al hacerla suya, el discípulo abre la ventana a la
respuesta definitiva de la Revelación, que le iluminará desde lo
alto ( Mc 9,7).
574 CICLO B
2. — Crisis. Pero aquellos en quienes piensa el evangelista no
pueden esperar ninguna respuesta superior, porque ya saben
quién es Jesús. Lo han visto tantas veces en el taller... Hasta
conocen a su familia: su madre tan sencilla, sus «hermanos» o
parientes... Vulgaridad de estrecho horizonte, que el
evangelista transforma en símbolo del fracaso de la fe de su
Pueblo. El texto griego dice que «se escandalizaban en él».
«Escándalo» quería decir tropiezo-y-caída en el camino. La
humanidad de Jesús, tan concretamente humilde, les era
obstáculo para la Fe. Preludio del «escándalo» de la Cruz (1 Cor
1,23). En su mentalidad, el Mesías e Hijo de Dios no podía ser
así... —Este «escándalo de la Encarnación concreta» no es sólo
de entonces. Hay quienes proclaman hermosamente los
valores humanos de Cristo. Pero ellos mismos les impiden
reconocer al mismo tiempo su trascendente personalidad
divina. En vez de serles transparencia, el Hombre les oculta la
vista de Dios.
3. — Su incredulidad provoca la «admiración» de Jesús. Manera
de decir que esperaba otra cosa de su Pueblo. Sin Fe no tenían
razón de ser los milagros, por cuanto eran signos de la
Salvación; quien se niega a creer, renuncia a salvarse. —Pero
esta página oscura que hemos leído hoy no es punto final. El
próximo domingo veremos cómo reacciona el Maestro,
enviando a sus apóstoles a predicar la conversión.
Reanudamos la lectura metódica del Evangelio según Marcos,
interrumpida desde el principio de la Cuaresma. El fragmento
de hoy expresa en forma popular la incomprensión que el
Mesías encontró en su tierra. Lo mismo que dice San Juan
(1,11): «vino a los suyo, y los suyos no le recibieron».
La primera lectura es un breve inciso del relato de vocación del
Profeta Ezequiel. Escuchen o no, la Palabra de Dios irá por su
boca al pueblo. Porque quiere salvarlos. Ante este afán salvífico
de Dios por su palabra, vale también aquello: teme al amor
que se te da; es tu cielo o tu infierno.
Sublime la confesión de San Pablo en la segunda Carta de los
Corintios. Entre las gracias extraordinarias con que el Señor ha
enriquecido su apostolado, le agradece la mejor de todas: la de
ser débil y enfermizo. Porque así sus éxitos apostólicos son
pura transparencia de la fuerza de Cristo, y no tiene más gloria
que ser gloria de El:
resplandor de su luz, calor de su llama.
El EVANGELIO cuenta la inútil visita del Mesías a «su pueblo».
Se refiere a Nazaret, que era entonces la mínima expresión de
una comunidad aldeana. Jesús había convivido y trabajado en
ella casi toda su vida. Ausente desde algunos meses, vuelve
ahora, de paso, rodeado de discípulos y con aura de profeta. El
día de fiesta, hizo la explicación homilética de la Estructura al
vecindario reunido en la sinagoga. Como en todas las demás
poblaciones de Galilea, anunció la llegada del Reino de Dios. El
evangelista resume en pocas palabras un proceso de
reacciones, que posiblemente se produjeron en distintos días.
De momento, admiración y asombro. Luego, extrañeza. En
aldehuelas como aquella, cada vecino sabe o cree saber todo
lo que es, dice y piensa cada uno de los demás. Y el convecino
Jesús nunca había dado ocasión a que alguien sospechase de
él una reserva de transcendencia. La extrañeza
XIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 575
ante la imprevista revelación de su valor entró por el camino
fácil de la crítica y se resolvió, según expresión fuerte del texto
original (y. 3), en «escándalo».
Esta página, leída en superficie, podría no tener más alcance
que el de poner en evidencia la humana mediocridad. En casi
todas las culturas, el común sentir ha censurado con algún
proverbio ese vicio de perspectiva que induce a menospreciar
los valores cercanos. A propósito de ello, Jesús citó, adaptó o
forjó el proverbio de que nadie es profeta en su casa. Antigua
experiencia, que no excluye alguna honrosa excepción. Jesús
tenía derecho a esperarla de su pueblo, y «se admiró» o
extrañó de no encontrarla.
Pero la intención del evangelista al redactar estas líneas era
más profunda. Elevó aquel incidente a paradigma de la
incredulidad de todo el antiguo Pueblo de Dios. Cubrió el
nombre de «Nazaret» con la expresión más genérica: «su
patria». Y llamó «escándalo>’ aquella ocasional mezquindad.
En su vocabulario, «escándalo» significa ba obstáculo u
ocasión de tropiezo y caída en el buen «camino». Y entendían
por «camino» la aceptación práctica del Evangelio: la Fe. Al
pueblo de Jesús le fue obstáculo para creer en él su
Encarnación concreta. El que hubiese sido un artesano de
Nazaret, el que su familia fuese gente sencilla y conocida.
Soñaban hermosas lejanías, cuando la Salvación estaba en su
casa. El Evangelio no nos dice esto para que censuremos un
error ajeno. El «escándalo» de la Encarnación concreta podría
sernos perenne, como nos es perenne la concreta presencia de
Cristo entre nosotros. Para un cristiano consciente, soñar
lejanías de Salvación ya no sería sólo mediocridad, sino falta
de Fe.
DECIMOQUINTO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Amós 7,12-15
En aquellos días, dijo Amasías, sacerdote de Betel, a Amós:
—Vidente, vete y refúgiate en tierra de Judá: come allí tu pan y
profetiza allí. No vuelvas a profetizar en «Casa de Dios porque
es el santuario real, el templo del país.
Respondió Amós:
—No soy profeta ni hijo de profeta, sino pastor y cultivador de
higos.
El Señor me sacó de junto al rebaño y me dijo: Ve y profetiza a
mi pueblo de Israel.
Salmo responsorial Sal 84,9ab-1O. 11-12. 13-14
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos.’
La salvación está ya cerca de sus fieles
y la gloria habitará en nuestra tierra.
La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz
se besan;
la fidelidad brota de la tierra
y la justicia mira desde el cielo.
El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
XV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 577
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1,3-14
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos
ha bendecido en la persona de
• Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. El
nos eligió en la Persona de Cristo
—antes de crear el mundo— para que fuésemos consagrados
en el Hijo, redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el
perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y
prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a
• conocer el Misterio de su Voluntad. Este es el plan que había
proyectado realizar por Cristo, cuando llegase el momento
culminante: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de
la
— tierra.
[ Cristo hemos heredado también nosotros. A esto estábamos
destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y
así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos
alabanza de su gloria. Y también vosotros —que habéis
escuchado la Verdad, la extraordinaria noticia de que habéis
sido salvados, y habéis creído— habéis sido marcados por
Cristo con el Espíritu Santo prometido, el cual —mientras llega
la redención completa del pueblo, propiedad de Dios— es
prenda de nuestra herencia.]
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Ef 1,17-18 El Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine los ojos
de nuestro corazón, para conocer cuál es la esperanza a la que
nos llama.
Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del Santo evangelio según san Marcos 6,7-13
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de
dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos.
Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada
más, pero ni pan ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que
llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.
Y añadió:
—Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de
aquel sitio.
Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos
el polvo de los pies, para probar su culpa.
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos
demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
578 CICLO B
Jesús envió a sus doce principales discípulos para que
difundiesen su mensaje por ios pueblos de Galilea. Los
«enviados» de Cristo se llaman, con una palabra derivada del
latín, misioneros y, con una derivada del griego, apóstoles.
Cuando San Marcos escribió esta página, contemplaba en
aquel novicial ensayo misionero de los doce «Apóstoles» una
imagen de la Misión universal de la Iglesia en el mundo.
1.— «Y los fue enviando de dos en dos...». Los «enviados» son
medio de comunicación personal entre quien los envía y los
destinatarios del mensaje. Comunicación es anular distancias.
Romper el aislamiento. El «apóstol» pone en contacto a Cristo
con el pueblo. Para ello, mantendrá viva su conexión tanto con
el pueblo al que es enviado como con Cristo. De la intimidad
personal con Cristo procede la eficacia de todo apostolado. A lo
largo de su Evangelio, San Marcos suele referirse a los Doce
[ discípulos] mediante la expresión: «los que estaban con
Jesús». Al enviarlos «de dos en dos» sugiere su condición de
testigos [ dar testimonio válido, según la ley, eran necesarios
por lo menos dos]. Por otra parte, es axioma de sabiduría
perenne la utilidad de la colaboración fraterna por encima del
individualismo (Eclesiastés 4,9). «Les dio autoridad sobre los
espíritus inmundos». San Marcos tiene un especial interés en
referir la victoria de Cristo sobre el demonio. Manera de
recordar que en la raíz de los males humanos actúa un
elemento ajeno al hombre, del que sólo podemos ser liberados
por el poder de Dios. Es la gran Liberación (sin la cual
resultarían inútiles las otras) que pedimos cada día en la última
línea del Padrenuestro.
2. — «Ni pan, ni alforja, ni dinero...». Radical ejercicio de
pobreza en unas primeras experiencias, que los discípulos
recordaban con nostalgia (Lc 22,35). Cuando, más tarde, la
actividad apostólica no podrá menos de ajustarse a cierta
organización, estas palabras del Evangelio permanecerán
como cifra del sincero desinterés con que el apóstol ha de
conseguir su libertad de espíritu —profunda pobreza, que es
condición de fidelidad al servicio de la sola Gracia de Dios.
3. — « Y si en algún lugar no os reciben y no os escuchan...». Al
desinterés del apóstol corresponderá la ayuda de quienes
reciben el mensaje. Aunque tampoco le faltarán —como al
profeta [ lectura]— los desaires, que sabrá superar con
dignidad y firmeza.
Jesús quería que la gente de Galilea se preparase a recibir el
Reino de Dios. Además de hablar personalmente a cuantos
pudo, organizó una misión popular encomendándola a sus
discípulos. San Marcos escribe el recuerdo de esta iniciativa
cuando ya ha pasado una generación y el Evangelio se
propaga por todo el mundo conocido. Sabiendo que quienes
van a leer esta página son los evangelizadores actuales,
describe aquel primicial ensayo apostólico de Galilea como
signo, preludio y norma de la Misión cristiana universal.
1. — «Jesús llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en
dos... » Del verbo griego «enviar» (apostél-leim) viene la
palabra apóstol, que quiere decir Enviado. San Marcos veía en
los Doce [ de Jesús el germen de la gran Iglesia, que continúa
extendiéndose por todo el mundo gracias a la perennidad de la
Misión que Cristo le sigue y seguirá confiando. Sólo es
«enviado» por Jesús, según el Evangelio, quien previamente ha
aceptado la invitación a estar con él (Marcos 3,13-14). Estar
con Jesús significa comunión de afecto, pensamiento y vida.
Les transmite su Autoridad o
XV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 579
Poder. A San Marcos le gustaba subrayar que este Poder se
ejerce contra «los espíritus inmundos». Quiere decir que en la
raíz de todos los males infrahumanos y antihumanos que
esclavizan a los hombres (5,1-20) está la realidad de un Mal
trascendente, superior a las fuerzas humanas. Para conseguir
la liberación o salvación del Hombre, hace falta que el Poder de
Dios se enfrente dentro de nosotros con este Mal o Maligno,
como pedimos en la última línea del Padrenuestro. Porque si
sólo se ataca una u otra de sus manifestaciones concretas,
permanece intacta en el fondo la raíz fecunda de toda
Esclavitud.
2. — «Ni pan, ni alforja, ni dinero... » Cada evangelista dice
hiperbólicamente a su modo (comparar con la expresión
todavía más radical de Mateo 10,9-10) que los enviados de
Cristo no deben contar más que con el mínimo imprescindible
de recursos materiales. Es confianza en Quien los envía y paso
libre a la acción directa de su Gracia. Pero acusan al mismo
tiempo la culpa de los que se niegan a acogerlos.
3. — «Y se pusieron en camino, y proclamaron la Conversión...
» Redactando con elipsis, Marcos viene a decir que repetían el
Mensaje fundamental de Jesús en Galilea (1,14-15): es urgente
convertirse, porque llega el Reino de Dios. Como el Maestro
realizaban hechos admirables, que eran signos de la Salvación.
—En su posterior actividad por todo el mundo, tan compleja y
difícil, los Apóstoles recordaban con ilusión aquel ensayo de
novicios (Lc 22,35). Quisieron dejar escrito en el Evangelio su
recuerdo, del que todos tenemos algo que aprender. En cada
época habrá un Francisco de Asís que lo comprenda en
plenitud.
El Evangelio habla del primer ensayo misional de. los apóstoles
en Galilea, preludio de la Misión a todo el mundo.
El apostolado hereda el espíritu de los profetas. La primera
lectura recuerda a uno de ellos: dócil a Dios y fuerte ante los
poderosos de la tierra.
En la segunda lectura, comienza la Carta a los Efesios. El
primer y mejor tratado teológico sobre la Iglesia. Empieza
contemplándola desde la perspectiva eterna del Padre.
En cuanto documento histórico, el Evangelio recuerda aquella
limitada misión en Galilea. Jesús envía a los discípulos por los
pueblos de la comarca, para mentalizar a la gente sobre el
cercano advenimiento del Reino de Dios.
Pero el evangelista Marcos, que escribe unos cuarenta años
después bajo la experiencia de la Predicación apostólica por
todo el mundo, considera aquel primicial ensayo como
arquetipo de la Misión cristiana en general.
Es hilo conductor de todo el libro de San Marcos la idea de que
Jesús forma con sus discípulos una «familia» (3,33-35) o
comunión de destino. Les transfunde su perisami y espíritu,
para que ellos sean prolongación y continuidad suya en el
mundo.
Cuando Marcos redacta su libro, ya hace años que vive en su
Iglesia esta experiencia de la «continuación» de Cristo. Por eso,
no propone esta página de la Misión como un recuerdo del
pasado, sino como una lección de vida para el presente.
En la visión de conjunto de su Evangelio, esta página refleja y
supone otra precedente: la de la institución del Colegio de los
Doce [ En el pensamiento
580 CICLO B
de Marcos, «los Doce» son germen y arquetipo de toda la
Iglesia. Define su vocación en dos fases (3,14): la primera
«estar con él» (con Jesús); la segunda, «enviarlos a proclamar»
(el Evangelio). La Misión comunica la previa experiencia de la
intimidad con Cristo.
Esta iniciativa misional viene inmediatamente después de la no
aceptación de Jesús en su tierra (Evang. del dom. pasado). En
Cristo no hay fracasos: cada reflejo de cruz se ilumina en
reflejo de resurrección. Desde el punto de vista histórico, la
iniciativa marca un cambio de táctica: la evangelización sale
de la sinagoga a los caminos. San Marcos vio simbolizado en
este cambio el paso de Israel al mundo.
En el texto se pueden anotar, entre otras, las siguientes ideas:
a) «Empezó a enviarlos». El verbo griego enviar (»apostél-
lein») es correlativo al sustantivo «apóstol» (enviado). Supone
una previa situación de proximidad (= «estar con El»; 3,14).
Conservando el contacto (afectivo, doctrinal, jurídico) con
Quien lo envía, el apóstol lo ofrece a quienes todavía no gozan
de El. Cumplida la Misión, vuelve a quien lo envió (Ev. del dom.
próximo).
b) «De dos en dos». Reflejo de una costumbre, fundada en la
norma legal (Deut 19,15) que exigía dos testigos, por lo menos,
como criterio de verdad. Cada apóstol es testigo de Cristo, y su
testimonio debe concordar con el de los demás.
c) Poder sobre los espíritus inmundos. El Evangelio expresa la
instauración del Reino de Dios en la idea de una victoria sobre
Satanás (cf. 5,1-20). El apóstol recibe de Jesús el Poder de
liberar al hombre de cuanto no-humano lo esclaviza desde
dentro.
d) Consignas de pobreza (y. 8-9). Formulaciones gráficas, que
son espíritu y no letra (cf. Mt 10,9s). Liberado del afán de sus
provisiones, cuenta con la hospitalidad o cordial asistencia,
pobre entre los pobres, del pueblo a quien es enviado (y. 10).
La Misión es su derecho, que obliga al mundo ante él (y. 11).
Las últimas líneas (y. 12-13) resumen la actividad de los Doce
Apóstoles con expresiones muy parecidas a las que, en otros
contextos del mismo Evangelio, resumen la de Jesús. Es idea-
fuerza de la teología de San Marcos la continuidad de Cristo
Jesús en la Iglesia-de-los-Apóstoles, donde él vive, piensa y
actúa.
Antes de dar por concluida la evangelización de Galilea, el
Maestro quiso ejercitar a su equipo de Doce discípulos en una
reducida campaña misional. El Evangelio de San Marcos no
conserva más que un breve recuerdo de aquella experiencia,
en la que se presentía, como el árbol de la semilla, la gran
Misión a todo el mundo.
Amós era pastor de Téqoa, a dos horas de Belén, en el corazón
de Judá. Una insoslayable llamada divina (7,14-15 y 3,3-8) lo
arrancó de su paz, llevándolo a profetizar en tierra hostil. El
pueblo hebreo estaba dividido en dos reinos: «Israel» al norte y
«Judá» al sur. El santuario nacional del norte era «Beth-el» (o
«Casa-de Dios»). La inesperada voz del profeta pastor de Judá
se levantó allí como grito de los pobres y anuncio de peligro (la
amenaza asiria). Lenguaje disonante en medio de la opulencia,
despreocupación y complejo de seguridad de que gozaban
(entiéndase, la minoría afortunada) bajo el prolongado reino de
Jeroboam II. Los guardianes del tranquilo vivir tenían a mano el
fácil tema de la extranjería (7, 12-13): lo hicieron sospechoso
de conspiración política (7,10-11) y lo devolvieron a su tierra.
El Libro de
XV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 581
Amós, legado del profeta religioso y social del siglo VIII a.C.,
conserva oráculos de sabrosa modernidad.
La segunda lectura nos propone la elevación rítmica con que
empieza la Carta a los Efesios. Texto de extrema concisión (que
los traductores intentan aligerar). Se dice con frecuencia, a
manera de himno, en la nueva Liturgia de las Horas. A través
de ella será pronto familiar para muchos, e irán descubriendo
cada vez más su tesoro de doctrina y vivencia teológica. Es el
resumen más denso del pensamiento de San Pablo en su plena
maduraz. La estructura redaccional de esta página es la de una
«Bendición’> explicada. La Bendición (»Eulogía» en griego,
«Berakhá» en hebreo) es la expresión más directa de la
espiritualidad israelita. Respuesta de admiración, gozo y
reconocimiento ante cada realidad que uno encuentra en la
vida, considerándola regalo de Dios. El buen hijo de Israel se
comunica así con el Señor, con una sencilla frase interior, cien
y más veces cada día. La «Eulogía» del Apóstol está en el y. 3:
« sea Dios-Padre, que nos ha colmado de bendiciones celestes
en Cristo!» Los y. 4-14 van explicitando algunas de estas
«bendiciones»: el destino eterno a la santidad en el amor, la
filiación divina, etc. Con menos sencillez y belleza literaria, la
Berakhá del Apóstol tiene una profunda analogía con el
Magnificat. Gozo de sentir que la propia existencia es única y
totalmente flor y fruto de la Gracia de Dios.
Del ejercicio práctico de misión apostólica en Galilea, el
EVANGELIO según Marcos no tiene más que estas líneas (y el
regreso, que leeremos el próximo domingo). Mateo, en cambio,
recopiló otras instrucciones del Maestro, ordenándolas en un
extenso «directorio misional» (Mt 10,5-42).
En su trasfondo histórico, la iniciativa del Señor corresponde a
un último esfuerzo para dar a todos los pueblos de Galilea
conciencia de la hora trascendental que vivían. Los discípulos-
enviados multiplicaban la presencia de Jesús. Como él,
predicaban la Conversión para abrir paso al Reino de Dios.
Como él, comunicaban salud y luchaban contra el dominio
diabólico para significar que estaba llegando la Salvación
definitiva.
De los detalles de organización, Marcos conserva uno precioso:
que eran enviados «de dos en dos». Norma de antigua
experiencia, que formuló muy bien el Eclesiastés (4,9). Insiste,
con énfasis oriental, en la más absoluta pobreza (y. 8-9). Es
decir, en la más absoluta confianza. Por una parte, en quien los
envía (ver Lc 22,35). Por otra, en el pueblo al que son enviados
(y. 10). Previsión de fracasos, sin complejos pusilánimes (y. 11):
también con énfasis muy oriental, dice que puede haber polvo
indigno de las sandalias del misionero (la primera lectura es un
reflejo de este tema). Quiere decir que sigan su camino; otras
puertas se abrirán, y nunca faltará campo abierto a la Misión
«hasta que venga el Hijo del Hombre» (Mt 10,23).
DECIMOSEXTO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Jeremías 23,1-6
¡Ay de los pastores que dispersan
y dejan perecer las ovejas de mi rebañó!
—oráculo del Señor.
Por eso, así dice el Señor, Dios de Israel:
A los pastores que pastorean a mi pueblo:
Vosotros dispersasteis mis ovejas, las expulsasteis, no las
guardasteis; pues yo os tomaré cuentas, por la maldad de
vuestras acciones
—oráculo del Señor.
Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas, de todos los países a
donde las expulsé, y las volveré a traer a sus dehesas, para
que crezcan y se multipliquen. Les pondré pastores que las
pastoreen:
ya no temerán ni se espantarán y ninguna se perderá
-oráculo del Señor.
Mirad que llegan días -oráculo del Señor— en que suscitaré a
David un vástago legítimo:
reinará como rey prudente, hará justicia y derecho en la tierra.
En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro.
Y lo llamarán con este nombre:
El-Señor-nuestra-justicia.
XVI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 583
Salmo responsorial Sal 22,í-3a. 3b-4. 5. 6
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta:
En verdes praderas me hace recostar. Me conduce hacia
fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.
Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú
vas conmigo:
Tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí enfrente de mis enemigos; me
unges la cabeza con perfume y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de
mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Efesios 2,13-18
Hermanos: Ahora estáis en Cristo Jesús.
Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes
estabais lejos. El es nuestra paz.
El ha hecho de los dos pueblos, judíos y gentiles, una sola
cosa, derribando con su cuerpo el muro que los separaba: el
odio.
El ha abolido la Ley con sus mandamientos y reglas, haciendo
las paces, para crear, en él, un solo hombre nuevo. Reconcilió
con Dios a los dos pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo
mediante la cruz, dando muerte, en él, al odio. Vino y trajo la
noticia de la paz; paz a vosotros los de lejos, paz también a los
de cerca.
Así, unos y otros, podemos acercarnos al Padre con un mismo
Espíritu.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 10,27 Mis ovejas oyen mi voz, dice el Señor, yo las conozco
y ellas me siguen. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 6,30-34
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y
le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. El les dijo:
584 CICLO B
—Venid vosotros solos a un s. tranquilo a descansar un poco.
Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban
tiempo ni para comer.
Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los
vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las
aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les
adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio
lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se
puso a enseñarles con calma.
El fragmento de Evangelio que leemos hoy sirve de prólogo a
la multiplicación de los panes (que ha de ser tema de reflexión
durante los próximos domingos). Dos centros de interés: la
relación entre Jesús y el pequeño grupo de sus apóstoles; la
relación entre Jesús y la multitud.
1. — «Los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús». Vuelven
de aquel novicial ensayo misionero por los pueblos de la
comarca. Alborozados. Como alumnos que dan cuenta de
haber cumplido un programa, refieren al Maestro todo lo que
han hecho y todo lo que han dicho en sus catequesis. Si San
Marcos quiso escribir esto en el Evangelio, treinta o cuarenta
años más tarde, fue para que sirviese de arquetipo ejemplar a
la Iglesia apostólica de siempre. «Enviados» habrá muchos que
seguirán diversos caminos; pero será siempre único el hogar
de sus salidas y sus retornos:
Cristo. Reencontrarse con gozo en este hogar, que los
mantiene a todos en comunión de familia, es norma y garantía
de autenticidad.
2. — «Y se fueron en la barca a un lugar desierto, a solas».
Apóstoles en ensayo, ya empiezan a sentir la incómoda
esclavitud de estar a disposición del pueblo. Ni tiempo para
comer. El Maestro, siempre pedagogo, les ofrece una pausa. «
Venid a solas a un lugar desierto». La expresión «desierto»
(conforme al texto original) es intencionada. A partir del Exodo,
la espiritualidad de la Biblia ve en el desierto un ámbito
privilegiado para el ejercicio de la fe y el encuentro con Dios.
3. — «Al desembarcar, Jesús vio una gran multitud...». Mientras
bogaban, de madrugada, cruzando por un sector del lago, los
observaron desde los poblados vecinos (que estaban en pie de
peregrinación por la inmediata fiesta de Pascua) y corrieron
hacia aquel punto de la orilla donde adivinaron que iban a
tomar tierra. Sobre el fondo de este recuerdo histórico, el
evangelista compone una escena doctrinal. El «desierto»,
como en el Exodo, ha florecido en multitud. El pueblo tiene
instinto de fe y, aun sin darse cuenta, busca a Dios. A Jesús se
le conmueve el corazón porque sabe y siente la
responsabilidad de ser su Pastor [ lectura y salmo
responsorial]. Duranto todo el día les comunica su Palabra. Al
atardecer, ayudado por sus apóstoles, les dará el Pan. —La
figura del buen Pastor destaca sobre un fondo oscuro: aquel
pueblo suyo, que tanto amaba, vivía «como ovejas que no
tienen pastor». Expresión que se lee varias veces en la Biblia y
es una crítica de aquellos responsables del bien común, que,
en vez de situarse a disposición del pueblo, habían situado el
pueblo a su disposición.
La narración evangélica de hoy es vida y movimiento. Su
paisaje, el añorado mar de Galilea. Conviene representárnosla
como si estuviéramos presentes.
1. — « Volvieron los apóstoles a reunirse con Jesús... » Aquella
misión popular no
XVI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 585
había sido más que un ensayo de novicios. Su puesto era estar
con el Maestro. Fueron regresando de dos en dos, hasta
integrarse de nuevo en el grupo discipular de los Doce,
preludio del Colegio Apostólico. Es la única vez que San Marcos
los llama «apóstoles». Escribiendo a bastantes años de
distancia, cuando ya son muchos los que propagan el
Evangelio por el mundo, ve en aquella primicial experiencia la
norma de todo apostolado. El misionero es un «enviado»
siempre a punto de volver a quien lo envió, porque no tiene
más centro de gravedad que Cristo.
2. — «Venid aparte, vosotros, a un lugar desierto y reposad un
poco». Ni tiempo para comer. Es incómodo entregarse con
sinceridad al servicio del pueblo. En todo su Evangelio, San
Marcos da a entender que el pueblo siente la atracción de
Jesús. Es verdad que las motivaciones de aquella multitud no
eran desinteresadas ni religiosamente transparentes. Pero
tampoco pide Dios a cada pueblo en un momento determinado
más de lo que entonces se puede esperar de él.
La invitación del Maestro a los discípulos es cordialmente
humana. Necesitan descanso. Luego vendrá la lección heroica
de sacrificarlo por atención al pueblo.
—También Jesús solía buscar para sí la Paz del silencio y el
reposo en algún paraje «desierto» después de una intensa
actividad (Mc 1,35.45, etc.). El Desierto, en la espiritualidad
bíblica, es lugar privilegiado del encuentro con Dios.
3. — «Vio una gran multitud y se compadeció de ellos...» Al
lento bogar de la barca se adelanta la gente que corre por los
caminos de la orilla. Temen que Jesús se les ausenta. Falta poco
para la Pascua y muchos ya están en plan de peregrinos. Cada
año por esta fiesta Israel tiene toda su alma religiosa y
nacional a flor de piel. En Jesús se les ha encendido una
esperanza. Cuando desembarcan, en vez del desierto soñado
reencuentran la multitud. Cristo se emociona. En frase bíblica,
los ve como ovejas sin pastor. «Pastores» les sobran [ lectura].
Carecen de un Pastor a lo divino [ responsorial]. En la
conciencia de ser el Buen Pastor, empieza por darles su
Palabra. Luego compartirán el Pan [ del domingo próximo].
Doctrina y alimento. Verdad y Vida. Cuando los Apóstoles
meditaron más tarde aquella jornada, entendieron que Jesús
les había señalado —dando Palabra y Pan— su programa de
acción.
El Evangelio de hoy refleja un momento de la vida de Jesús
(hacia el término de la actividad mesiánica en Galilea), en el
que incide simultáneamente sobre su persona la popularidad
de los sencillos, el recelo de los políticos (6,14-16) y la
malevolencia de los dirigentes ideológicos (7,lss). Sus éxitos
suscitan la contradicción, y en el ánimo de los contradictores
va tomando cuerpo la tentación de provocar su muerte. Por
eso San Marcos, narrador pedagogo, intercala entre el envío de
los apóstoles y su regreso, como presagio de la cercana Pasión,
el martirio de Juan Bautista (6,17-29).
Ciñéndonos a las breves líneas que nos señala el Leccionario, y
dando por conocido su contexto, cabe subrayar los siguientes
aspectos:
1. — Los «apóstoles», o discípulos-c<enviados», se reúnen con
Jesús. De dos en dos, el reencuentro debió de ser gradual.
Marcos lo considera en su conjunto, como expresión de una de
las ideas fundamentales de su libro: la de que la situación
normal de «los Doce», durante la época de su educación en la
Fe, era la de «estar-con-Jesús». El ejercicio de misión, en
cuanto hecho histórico, ha sido un simple ejercicio práctico.
586 CICLO B
Y en cuanto arquetipo y preludio de la Misión cristiana
posterior, significa que el «enviado’>, una vez cumplido su
quehacer ante el mundo, vuelve a Cristo como a su centro de
gravedad. Como al hogar de su fuego.
Los enviados en retorno dan cuenta a Jesús de su actividad.
Quien lea con atención los Hechos de los Apóstoles, observará
que era norma y costumbre de la Iglesia primitiva referir a la
comunidad-base el desarrollo y resultado de la misión (p. ej.,
14,27). Fiel al hecho histórico, Marcos lo ilumina con la luz de
su propia experiencia eclesial. Ningún apóstol es autónomo. La
Iglesia, Cristo total, es armonía de espíritu y sinfonía de acción.
Cada miembro, jerarca o no, actúa en comunión con todos, Y,
cuando corresponde, refiere a todos su obrar en gozosa
sinceridad.
Un detalle sugestivo en la redacción de Marcos: dice que los
apóstoles refirieron a Jesús «lo que hicieron y enseñaron». Es el
binomio-síntesis («hacer» y «enseñar») con que el Nuevo
Testamento suele resumir la actividad personal de Jesús (vgr.
Act 1,1). Manera de sugerir otra idea fundamental de la
teología neotestamentaria: la del paralelismo-de-continuidad
entre los Apóstoles y Jesucristo.
2. — La incómoda popularidad. El evangelista repite aquí (vers.
31b) el mismo flash literario con el que iluminó el día de la
institución de los Doce (= 3,2). Ni tiempo para comer. Más o
menos consciente, el pueblo tiene instinto de Cristo. Instinto
que proyecta también sobre sus discípulos cuando le son
transparencia. Quien se lo acepta, se constituye su siervo.
Hasta inmolarse en la máxima renuncia de un hombre libre,
que es la de su tiempo.
3. — El derecho al reposo. La invitación de Jesús a los suyos
(vers. 31a) es deliciosamente humana. Quienes mandan o
dirigen a subordinados deberían recordarla, no sólo cuando lo
exige el derecho, sino también cuando es de equidad o
comprensión. En el texto original, cada palabra evoca un tema.
«Venid» [ subraya la existencial situación discipular de «estar-
con-Jesús». «Vosotros a solas», insinúa un límite de exigente
diferenciación. «A un lugar desierto» refleja la tan actual
espiritualidad del Exodo. «Reposad... » es un eco de la
vocación cristiana a la única Paz (cf. Mt 11,29).
4. — La victoria del pueblo. En el clima, más que tropical, del
lago de Galilea se sale de viaje al amanecer. La popularidad de
Jesús está en ascua. Al lento bogar de la barca se le adelanta la
gente corriendo por la orilla. Cuando desembarca, el desierto
es multitud. Jesús la compadece y comprende: busca un
Pastor, porque sus «pastores» la han defraudado [ de la
primera lectura, de Jeremías].
Termina la lectura donde empieza el tema principal: la
multiplicación de los panes. Jesús pasa el día dándoles Doctrina
y Pan. Retablo profético de la Iglesia. Queda abierto el tema
para los próximos domingos.
La vuelta del primer ensayo misional de los apóstoles prepara
el relato de la
Multiplicación de los Panes (que leeremos el domingo próximo).
La liturgia de la
Palabra destaca, en el Evangelio de hoy, la realización en Cristo
del ideal del Buen
Pastor.
Lo canta el Salmo responsorial y le sirve de preludio un oráculo
del Libro de Jeremías, que concluye la serie de «acusaciones a
los reyes» (21,11-23,8), antes de la «acusación a los profetas»
(23,9-40). En tres incisos: a) acusa al mal gobierno de su
XVI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 587
tiempo (= los «pastores»), declarándole culpable de la caída
de Jerusalén bajo Nabucodonosor (a. 587) y deportación de los
judíos (y. 1-2); b) anuncia el retorno a la cautividad y
restauración nacional, gracias a una intervención directa de
Dios (y. 3-4); c) profetiza, en fin, la venida del Rey justo o
Pastor ideal: el Mesías (y. 5-6). [ emotiva de las mismas ideas
por el mismo orden en el capítulo 34 de Ezequiel: a) y. 1-10; b)
y. 11-22; c) y. 23-31.]
Corresponde al presente domingo el segundo de siete
fragmentos consecutivos de la Carta a los Efesios. Obra de
madurez del Apóstol cautivo, ya en el umbral de la ancianidad,
la Carta de los Efesios es la primera y arquetípica constitución
doctrinal sobre el Misterio de la Iglesia en la historia de la
teología cristiana. El domingo pasado nos mostró, en forma de
«himno de bendición», el ideal de la Iglesia en la perspectiva
de Dios. Hoy nos ofrece otro «himno» en torno al tema: Cristo
es nuestra Paz (2,14). Forma parte de un contexto que expone
cómo el ideal de Dios se está actualizando en la Iglesia de los
Apóstoles. En el horizonte personal de Pablo, el mayor
escándalo de la división y separación humana se había cifrado
en el binomio:
«Judíos - Paganos». Entre ambos, una muralla de odio. Sobre
esta concreta situación histórica, el Apóstol apoya una
afirmación trascendente y absoluta: en Cristo ha caído toda
muralla de separación. Su Cuerpo inmolado (centro fontal y
síntesis de la Iglesia) es espacio y horizonte de la Unidad de
todos los hombres entre sí, y de su unión en un mismo Espíritu
con Dios Padre.
El EVANGELIO es una simple transición narrativa entre el
regreso de los apóstoles y la multiplicación de los panes:
a) Regreso de los apóstoles (y. 30). Su misión se recapitula en
las mismas dos palabras que la de Jesús: «hacer» y «enseñar»
(= Act 1,1). Enviados por el Maestro (Mc 6,7), vuelven como a
su centro al que los había elegido «para que estuviesen con él»
(3,14).
b) Ambiente de popularidad (y. 3lb). Aparte la Pasión, el pueblo
se manifiesta casi siempre, en el Evangelio, atraído a Jesús con
entusiasmo superficial. Jesús alterna la condescendencia con el
retraimiento hacia la soledad. Aquel día no les dejaban en paz,
ni a él ni a los apóstoles. Se adivina el éxito de la «misión
popular» recién concluida.
c) Invitación al reposo (y. 31a). Gesto de amable realismo.
Cierto descanso es derecho y deber, también para el apóstol.
Salen en la barca (y. 32); sin duda, la de Pedro, cuyas
memorias Marcos pone por escrito. En el clima pesadamente
cálido de Genesaret (—208 mis.!), los viajes se emprenden de
madrugada.
d) El inevitable pueblo (y. 33-34). Corrió la noticia de que su
profeta se alejaba. Faltaba poco para la Pascua, y la gente ya
estaba en pie de peregrinación. De aquí y de allí fueron
apresuradamente a tomarle la delantera. Cuando
desembarcaron, el ansiado desierto se les había transformado
en multitud. Jesús condesciende. Sabe la riqueza de valores
que o en su disponibilidad el alma del pueblo. Pero los ve, en
vieja expresión bíblica (Num 27,17; Ez 34,5-6) como rebaño sin
Pastor... Radical acusación de quienes tenían oficio de serlo. El
relato que sigue (del que el fragmento de hoy es únicamente
prólogo) presenta al Mesías Pastor, que da a su pueblo
Doctrina y Pan.
DECIMOSÉPTIMO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del segundo libro de los Reyes 4,42-44
En aquellos días, vino un hombre de Bal-Salisá trayendo en la
alforja el pan de las primicias
—veinte panes de cebada— y grano reciente para el siervo del
Señor. Eliseo dijo a su criado:
—Dáselos a la gente para que coman.
El criado le respondió:
— hago yo con esto para cien personas?
Eliseo insistió:
—Dáselos a la gente para que coman. Porque esto dice el
Señor: »Comerán y sobrará.» El criado se los sirvió a la gente;
comieron y sobró, como había dicho el Señor.
Salmo responsorial Sal 144,10-11. 15-16. 17-18
R. Abres tú la mano, Señor, y sacias de favores a todo viviente.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan
tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus
hazañas.
Los ojos de todos te están aguardando, tú les das la comida a
su tiempo; abres tú la mano, y sacias de favores a todo
viviente.
El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas
sus acciones; cerca está el Señor de los que lo invocan, de los
que lo invocan sinceramente.
XVII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 589
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4,1-6
Hermanos: Yo, el prisionero por Cristo, os ruego que andéis
como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed
siempre humildes y amables, sed comprensivos; sobrellevaos
mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del
Espíritu, con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo
Espíritu, como una sola es la meta de la esperanza en la
vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un
bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo
penetra todo, y lo invade todo.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Lc 7,16 Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha
visitado a su pueblo.. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 6,1-15
En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de
Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque
habían visto los signos que hacía con los enfermos.
Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus
discípulos.
Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces
levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente dijo a Felipe:
— qué compraremos panes para que coman éstos?
(Lo decía para tantearlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer).
Felipe le contestó:
—Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno
le toque un pedazo. Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano
de Simón Pedro, le dijo:
—Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un
par de peces, pero, ¿qué es eso para tantos?
Jesús dijo:
—Decid a la gente que se siente en el suelo.
Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron: sólo los-
hombres eran unos cinco mil.
Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a
los que estaban sentados; lo mismo todo lo que quisieron del
pescado.
Cuando se saciaron, dijo a sus discípulos:
—Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se
desperdicie.
Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los
cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido.
La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:
—Este sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo.
Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para
proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña, él solo.
Escuchamos hoy el relato de la Multiplicación de los Panes. La
lectura evangélica de este domingo y de los cuatro siguientes
no se toma de San Marcos, sino del
590 CICLO B
capítulo sexto de San Juan. El capítulo sexto de San Juan es
una Homilía cristológica y eucarística.
1. — «Jesús dice a Felipe: ¿con qué compraremos panes...?» Al
trasluz de la redacción, San Juan está aludiendo continuamente
a hechos de la Historia Bíblica. Al milagro de Eliseo [ lectura],
que Jesús repite y trasciende. Al Exodo, cuando el pueblo
liberado en la fiesta de Pascua no tiene pan, y Dios se lo da. La
intervención de Felipe y de Andrés subraya la imposibilidad
humana de proporcionar alimento a tanta multitud. Ni
doscientos denarios bastarían, cantidad que seguro no tenían a
mano. Unico recurso son las provisiones que ofrece un niño.
2. — «Jesús tomó los panes, dijo la Acción de Gracias y los
repartió a los comensales». «Cinco mil» significa una gran
multitud. Igual que en la Iglesia de los primeros días (Hechos
4,4), que ya se sentía inmensa. En el detalle pictórico de la
«hierba» (= Mc 6,39) se transparenta el Salmo del buen Pastor
[ salmo responsorial del domingo pasado]. Jesús es aquel
Pastor divino en quien el pueblo encuentra camino recto,
protección segura, alimento y amor. Los panes que el Señor
bendice, multiplica y reparte son los que ha ofrecido el niño.
Los milagros de la Fe suelen ser abrazo de dos Generosidades:
la infinita de Dios y la de los humildes que han puesto todo lo
suyo en las manos de El.
La Multiplicación de los Panes fue un acto final y síntesis de la
evangelización de Galilea. El evangelista lo describe como
Banquete fraternal del Pueblo mesiánico, bajo la guía del buen
Pastor Jesús. Al mismo tiempo, como preludio y signo de la
Celebración Eucarística. El Pan es sagrado: Jesús ordena que no
se desperdicie ni un solo fragmento.
3. « sí que es el Profeta que ha de venir al mundo!». Pero,
interpretando la misión de este «Profeta» escatológico en el
único sentido que a ellos interesa o pueden entender, quieren
proclamarlo allí mismo su Rey temporal. Uno de los momentos
más difíciles en la vida de Jesús. Incomprendido, vuelve al
Silencio. Para hablar de nuevo, el día siguiente, en Cafarnaúm:
su Homilía sobre el Pan de la Vida será el tema de la lectura
evangélica durante los próximos cuatro domingos.
La lectura seguida del Evangelio de San Marcos es
reemplazada, en este domingo y en los cuatro siguientes, por
la del capítulo sexto del Evangelio de San Juan, que empieza
con el relato de la multiplicación de los panes (hoy, dom. 17.°)
y sigue con una reflexión teológica sobre el Pan de la Vida
eterna (dom. 18.° al 21.°).
El relato evangélico de la multiplicación de los panes tuvo un
lejano precedente en el ciclo de tradiciones hagiográficas de
Eliseo, que fueron recogidas por los continuadores de su
escuela de profetismo y pasaron a la Biblia en el Libro de los
Reyes. Era tiempo de hambre (4,38) y, por encima del
escepticismo humano (y. 43), la Palabra de Dios y la fe de
Eliseo hizo el milagro de que poco pan saciase muchas bocas.
Aquella alforja de veinte raciones fue generosidad de un
hombre sencillo, que la trajo como ofrenda de primicias al
Señor. —Discípulo predilecto y heredero espiritual de Elías,
Eliseo fue un «hombre de Dios» dotado de excepcional
capacidad de influjo, árbitro inevitable de la vida pública de
Israel durante la segunda mitad del s. IX a.C.
Después de exponer la teología de la Iglesia como realización
del ideal de Dios, el
XVII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 591
Apóstol pasa a la sección de consejos y exhortaciones morales
en la Carta de ios Efesios. El pensamiento moral de San Pablo
no es más que pura armonía del obrar con el ser. Lógica viva
de quien ha visto claro que su concreta existencia personal es
gracia de Dios, transparencia de Cristo, responsabilidad de
Iglesia. Cuando en el libre obrar traicionase esta realidad, sería
acusado y condenado desde dentro. El prisionero de Cristo
supo que entre las comunidades efesinas se percibían
síntomas de discordia. Y les interpela en nombre de la Unidad.
Unidad que es horizonte de Dios, único Padre, Señor y Espíritu.
Horizonte de Iglesia, único «Cuerpo» de Cristo con una sola Fe
y un mismo camino sacramental. Ser Unidad exige, desde
dentro, vivir y actuar bajo el signo de la Paz. Y la Paz sólo
respira en la atmósfera de unas actitudes-de-Iglesia, irisación
del amor, de las que San Pablo enumera algunas:
humildad, mansedumbre, comprensión magnánima,
compromiso mutuo de pacien cia...
El EVANGELIO de la multiplicación de los panes recuerda un
momento crítico de la Misión de Jesús en Galilea. Maestro
incomprendido, busca el desierto. Pero el aura popular le llena
el desierto de multitud. Pastor condescendiente (Ev. del dom.
pasado) se da al pueblo y en abundancia de cena fraternal.
Una vez más incomprendido (y. 15), vuelve a la soledad.
Cuando los evangelistas escribieron esta página, la recamaron
de alusiones al Antiguo Testamento y a la vida cotidiana de la
Iglesia. Era su manera de significar mucho en pocas palabras.
Para el que sabe leer con esta mentalidad, el texto es una
condensación de doctrina cristológica. Sugerimos algunos
ternas:
— Presignificación de la nueva Pascua (y. 4) y el nuevo
«Exodo». El pueblo, peregrino en el desierto, recibe de Jesús el
nuevo «maná», que en su Pan (punto de partida del Sermón de
Jesús sobre «el Pan de la Vida»: Ev. del dom. próximo).
— Jesús-Pastor. Insinuación en el y. 10, a la luz del Salmo 23
(22), 1-2.
— El gran profeta esperado, muy superior a Eliseo (y. 14).
— Ante todo, imagen de la gran asamblea del Pueblo de Dios
(o «Ekklesía>) en torno a la mesa del nuevo «Moisés», el
Mesías: Cristo. «Cinco mil» es cifra dé una gran multitud (Act
4,4); la Iglesia de los Apóstoles tenía el gozo de sentirse ya
inmensa. La actitud y gestos de Jesús son trasunto de los de la
Cena eucarística, centro de convergencia e irradiación de la
fraternidad eclesial. También el arte paleocristiano significó la
Eucaristía con reflejos de la multiplicación del pan.
—Detalle sugestivo del cuarto Evangelio: el regalo de Dios no
es creación de la nada, sino multiplicación de la generosidad
de un niño (y. 9). Otro aviso intencionado: que la desidia
humana no eche a perder ningún fragmento de la generosidad
de Dios (y.
12).
Para San Juan, esta página es «composición de lugar» para la
reflexión siguiente sobre Jesús, el Pan que da la Vida al mundo.
DECIMOCTAVO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Éxodo 16,2-4. 12-15
En aquellos días, la comunidad de ios israelitas protestó contra
Moisés y Aarón en el desierto diciendo:
— hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando
nos sentábamos alrededor de la olla de carne y comíamos pan
hasta hartarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar
de hambre a toda la comunidad.
El Señor dijo a Moisés:
—Yo haré llover pan del cielo: que el pueblo salga a recoger la
ración de cada día; lo pondré a prueba a ver si guarda mi ley o
no. He oído las murmuraciones de los israelitas. Diles de mi
parte: <CAl atardecer comeréis carne, por la mañana os
hartaréis de pan; para que sepáis que yo soy el Señor Dios
vuestro»
Por la tarde una bandada de codornices cubrió todo el
campamento; por la mañana había una capa de rocío alrededor
de él. Cuando se evaporó la capa de rocío, apareció en la
superficie del desierto un polvo parecido a la escarcha. Al
verlo, los israelitas se dijeron:
— es esto?
Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo:
—Es el pan que el Señor os da de comer.
Salmo responsortal Sal 77,3 y 4bc. 23-24. 25 y 54
R. El Señor les dio pan del cielo.
Lo que oímos y aprendimos, lo que nuestros padres nos
contaron, lo contaremos a la futura generación:
Las alabanzas del Señor, su poder, las maravillas que realizó.
XVIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 593
Dio orden a las altas nubes, abrió las compuertas del cielo:
Hizo llover sobre ellos maná, les dio pan del cielo.
El hombre comió pan de ángeles, el Señor les mandó
provisiones hasta la hartura. Los hizo entrar por las santas
fronteras hasta el monte que su diestra había adquirido.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4,17. 20-
24
Hermanos: Esto es lo que digo y aseguro en el Señor: que no
andéis ya, como es el caso de los gentiles, que andan en la
vaciedad de sus criterios. Vosotros, en cambio, no es así como
habéis aprendido a Cristo, si es que es él a quien habéis oído y
en él fuisteis adoctrinados, tal como es la verdad en Cristo
Jesús. Cristo os ha enseñado a abandonar el anterior modo de
vivir, el hombre viejo corrompido por deseos de placer, a
renovaros en la mente y en el espíritu. Dejad que el Espíritu
renueve vuestra mentalidad, y vestíos de la nueva condición
humana, creada a imagen de Dios: justicia y santidad
verdaderas.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Mt 4,4b No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra
que sale de la boca de Dios. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 6,24-35
En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus
discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en
busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le
preguntaron:
—Maestro, ¿cuándo has venido aquí?
Jesús le contestó:
—Os lo aseguro: me buscáis no porque habéis visto signos,
sino porque comisteis pan hasta saciaros.
Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento
que perdura, dando vida eterna, el que os dará el Hijo del
hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios.
Ellos le preguntaron:
— podremos ocuparnos en los trabajos que Dios quiere?
Respondió Jesús:
—Este es el trabajo que Dios quiere: que creáis en el que él ha
enviado.
Ellos le replicaron:
— qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti?
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está
escrito: Les dio a comer pan del cielo.’>
594 CICLO B
Jesús les replicó:
—Os aseguro que no fue Moisés quién os dio pan del cielo, sino
que es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo. Porque
el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.
Entonces le dijeron:
—Señor, danos siempre de ese pan.
Jesús les contestó:
—Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y
el que cree en mí no pasará nunca sed.
El fragmento de Evangelio que leemos hoy está redactado en
forma de diálogo entre Jesús y un grupo de hombres que
habían asistido, la tarde anterior, a la multiplicación de los
panes.
Después de este milagro de los panes, realizado en aquel
«lugar desierto» junto al lago de Genesaret, quisieron
proclamarlo rey. Pero Jesús lo evitó, alejándose de ellos. Horas
más tarde se unió a sus apóstoles, quienes, por orden suya,
regresaban en barca hacia Cafarnaúm. Allí, en la sinagoga,
vuelven a encontrarse todos.
Al llegar a este punto, San Juan evangelista pone en labios del
Señor un largo «sermón» (del que, en domingos sucesivos,
leeremos otros pasajes). En este sermón, San Juan sintetiza
todo el pensamiento de Cristo en torno a uno de los temas
principales del Evangelio: EL PAN DE LA VIDA. Con el método
pedagógico característico del Maestro: el de considerar las
cosas del cielo a partir de nuestra experiencia de las de la
tierra. Desde el pan que mantiene la vida temporal, elevarnos
al Pan divino que da la Vida eterna.
De este sermón o catequesis sobre el Pan de la Vida leemos
hoy únicamente la introducción. El Señor empieza
corrigiéndoles a aquellos hombres que dialogan con él su
manera de pensar en tres aspectos. Primero (y. 25-27): que no
sigan yendo tras él sólo en busca de beneficios temporales.
Segundo (28-29): que para alcanzar el alimento que da la Vida
eterna acepten el verdadero camino: tener Fe. Tercero (30-32):
que no esperen del Mesías una repetición del antiguo «maná» [
lectura y salmo]. Aquello no fue más que signo y profecía de la
realidad actual, infinitamente más divina. En efecto.
—<cEs mi Padre quien os da el verdadero Pan del cielo. Porque
el Pan de Dios es el que baja del cielo y da la Vida al mundo».
Resumen de todo el sermón. Jesús habla de sí mismo, según
declarará enseguida. Tres afirmaciones: 1) Es el don o regalo
de Dios Padre a los hombres (Jn 3,16). Darles su hijo es darles
su corazón, su sabiduría, todo su ser. 2) Baja del cielo. Manera
sencilla de significar su preexistencia divina y su Encarnación.
3) Da la Vida al mundo. Misión de buen Pastor Un 10,10).. En el
Evangelio de San Juan, el vocablo «vida» siempre se refiere a la
Vida sobrenatural, infinita, eterna.
Ante estas palabras, sale del alma la petición (que San Juan
pone en labios de los oyentes de Jesús, y es un eco de la del
Padrenuestro): «Señor, ¡danos siempre este Pan!». Los que
sabemos ya desde niños la respuesta de Cristo: «YO SOY EL
PAN DE LA VIDA», la aceptamos y saboreamos cada día con
exultante gratitud.
XVIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 595
Vamos a escuchar durante cuatro domingos consecutivos otros
tantos fragmentos de una Homilía de Jesús sobre el Pan de la
Vida. Por escenario, la sinagoga de Cafarnaúm. Una día
después de la Multiplicación de los Panes.
Al consignarla por escrito, sesenta años más tarde, Juan
evangelista sintetizó en esta «Homilía» la Doctrina que Jesús
había expuesto en aquella y también en otras ocasiones. La
redactó de manera que sirviese de exhortación a los cristianos
en orden a recibir con plena Fe la Eucaristía.
Lo que leemos hoy no es más que una introducción. Diálogo
entre Jesús y algunos que asistieron al milagro de los panes.
Los que el día antes iban a proclamarlo rey, si no les hubiese
desaparecido. Lo han buscado con afán, y por fin lo encuentran
en Cafarnaúm. En este diálogó introductorio, Jesús les corrige
por tres veces en su manera de pensar y sentir:
1. — «Trabajad no por el alimento que perece, sino por el
Alimento que perdura en Vida eterna». Primera rectificación.
Que se interesen por los valores del espíritu. Buscad ante todo
el Reino de Dios, había dicho Jesús en el Sermón de la
Montaña. Y ellos sólo le siguen si les proporciona bienes
terrenos. «Alimento que perece». Porque ama de veras a los
hombres, Cristo quiere que descubran y vivan ya en el mundo
su verdadero destino: la Vida eterna. Vida divina que él, el Hijo
del Hombre, viene a darnos por medio de un «Alimento» que la
contiene y la comunica. Y el Padre autentifica con «Signos»
admirables (= «ha sellado») esta Misión.
2. — «Este es el trabajo que Dios quiere, que creáis en quien él
ha enviado». Segunda rectificación: que se abran a la Fe. Han
preguntado qué obras deben hacer El evangelista personifica
en ellos la mentalidad de quienes piensan que el hombre ha de
realizar su destino con sus solas fuerzas. Sin mí no podéis
hacer nada, dirá Cristo
Un 15,5). Y la puerta de la Gracia es la Fe. Creer según el
Evangelio no es aplaudir una teoría. Creer es para cada uno
abrir a Cristo todo el espacio de su propia personalidad: todo
su pensar, querer y sentir.
3. — «Es mi Padre quien os da el verdadero Pan del Cielo». Le
recuerdan el milagro del maná [ lectura]. Esperaban que su
mesías, rey terreno, lo repetiría. Todas las ideologías humanas
aguardan su maná. El Maestro les rectifica una vez más su
manera de pensar. Dios les está ofreciendo, a ellos y a todos
los hombres, mucho más de lo que esperan. Un «Pan»
auténticamente del «Cielo»:
divino. Alimento que comunica la misma Vida de Dios. Cristo. A
los que vienen a él, a los que creen en él, les sacia el hambre y
sed infinita del espíritu humano.
Para comprender el texto evangélico de este domingo
decimoctavo, conviene tener presente el del decimoséptimo,
que no se leyó por coincidir la fiesta de Santiago. Era el de la
Multiplicación de los Panes.
Con los pocos panes que ofreció un niño, Jesús dio de comer a
una inmensa multitud. Cuando los apóstoles recordaban en su
predicación aquel «signo», lo presentaban como una imagen
de la Comunidad mesiánica o Iglesia, reunida con el Señor en
la «Fracción del Pan». Fue el cuarto evangelista quien mejor
iluminó con reflejos eclesiológicos y eucarísticos la memoria de
aquella concentración de galileos en torno al Mesías. Por eso el
Leccionario, al llegar a este momento, interrumpe la lectura de
Marcos e intercala durante cinco domingos una selección de
fragmentos
596
CICLO B
del capítulo sexto de San Juan.
El fragmento de hoy nos sitúa en la madrugada del día
siguiente al del milagro. Al anochecer, Jesús se hurtó al
entusiasmo del pueblo, que quería proclamarlo rey (6,14-15).
Los apóstoles embarcan, solos, para cruzar el lago. Una
tormenta los retarda. Jesús les va al encuentro, de noche,
sobre las aguas. Llegan juntos al término del viaje. Cuando
amanece, la gente que se quedó al otro lado busca con afán a
Jesús. Aprovechando algunas barcas de pescadores (6,22-23),
pasan también a la orilla opuesta, donde lo encuentran, por fin,
en Cafarnaúm. Empieza un largo diálogo.
El evangelista lo resume, a más de sesenta años de distancia.
En la fiel transmisión del Pensamiento de Cristo, se adapta a la
situación pastoral de sus lectores. Condensa en este capítulo la
Doctrina eucarística, que expuso Jesús también y
principalmente en otras ocasiones.
En el fragmento que leemos hoy, la frase principal es la del
último versículo (35):
YO SOY EL PAN DE LA VIDA. Con ella empieza la instrucción
catequética del Maestro, que terminará con la afirmación (y.
58): EL QUE COME ESTE PAN, VIVIRA ETERNAMENTE.
Las líneas precedentes —desde el encuentro con los que le
buscaban (y. 24-25) hasta el comienzo de la catequesis (y. 35)
— sirven de introducción. Destacan en ella los siguientes
puntos:
1. — Después de haber saciado su hambre, Jesús eleva el
pueblo desde la exclusiva preocupación por el pan-de-la-vida-
temporal (y. 26) hasta el deseo de recibir también y
principalmente el Pan-de-la- Vida-del- (= de la Vida divina,
eterna: y. 34). Es la misma pedagogía con que eleva a la
Samaritana desde el afán por el agua natural hasta el anhelo
del «agua» del Espíritu (4,7-15). El versículo 34 es alusión o
cita de la cuarta petición del Padrenuestro.
2. — Cuando Jesús les ofrece el Pan de Dios, aquellos hombres
preguntan: « haremos para obrar las obras de Dios?» (y. 28:
traducción literal). Se transparenta la equivocación, muy
arraigada entonces, de pensar que el hombre puede «ganarse»
con su solo esfuerzo y acción los bienes sobrenaturales. El
Maestro rectifica, contestando:
«Esta es la obra de Dios: que CREAIS en el que El ha enviado»
(es decir: en Jesús). Según San Juan, la Fe ( «creer en...»)
significa una disposición personal total. Abrirse a la Gracia de
Dios, aceptando a Cristo y uniéndose a El en totalidad de
pensamiento, voluntad y vida.
- 3. — Los interlocutores evocan el Maná (y. 31). Una de las
«maravillas» del Exodo, de que habla la primera lectura.
Realidad y «signo» de la asistencia de Dios en el caminar de su
Pueblo por la historia. En la intención del evangelista-redactor,
son los «judíos» quienes hablan, contraponiendo la situación
Antigua a la Nueva, la Ley de las obras al Evangelio de la
Gracia, Moisés a Cristo. La respuesta corresponde a un
principio general de hermenéutica: todo aquello era figura y
preparación; la realidad verdadera (= «auténtica») está en
Jesús. De ahí la afirmación temática con que empieza la
instrucción o catequesis:
4. — «El Pan de la Vida soy Yo». Quien tenga hambre-y-sed
(ideal ardiente) de Infinito, «venga a Mí» (= «crea en Mí»), y
hallará para siempre su Paz.
Prosigue la lectura del capítulo sexto del Evangelio de San
Juan. Escuchamos hoy las circunstancias y entrada en materia
del Sermón sobre el Pan de la Vida.
XVIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 597
Del Antiguo Testamento oímos unas líneas del Éxodo, las
indispensables para evocar la crisis del hambre en el desierto.
Al prófugo que lograse cruzar la frontera de Egipto con la
península del Sinaí sin caer en manos de la guardia, le
acechaba la muerte por hambre o sed en el arenal. Los
fugitivos acaudillados por Moisés llegaron pronto a la situación
límite. La recién estrenada alegría de la libertad se les ahogaba
en añoranza de la opresión con carne y pan. Intervino Dios
para que encontrasen alimentos, naturales en sí pero
milagrosos por la oportunidad, cantidad y duración. Al principio
les fascinaba el descubrimiento del para ellos ignorado maná.
Pronto les hastió por insípido y monótono. La tradición hebrea
elevó el maná a signo catequético de la providencia de Dios
sobre el hambre del pueblo. Y lo poetizó, llamándolo Pan de
Dios, del cielo, delicia de los ángeles... (Salmo responsorial de
hoy, y Sabid 16,20-29).
Otro fragmento de la parte moral de la Carta a los Efesios. Sus
lectores inmediatos eran cristianos recién venidos del
paganismo. El Apóstol les exhorta a no ser más aquel «hombre
viejo» que habían sido. Se lo dice con una metáfora muy suya
(quizá alusiva al rito bautismal): la de «desnudarse» para
«revestirse». En la simbología bíblica, la manera concreta de
vestir era expresión y, en cierto modo, elemento integrante de
la personalidad. Despojados del pagano que habían llevado en
sí mismos, les invita a «revestirse del Hombre Nuevo». En la
Carta a los Romanos (13,14), dice claramente «revestirse de
Jesucristo» (ver también Efes 2,15 y Colos 3,10-11). Tener y
mostrar una personalidad que sea transparencia de la de
Cristo. Un ideal de <(hombre nuevo» es denominador común
de todas las aspiraciones e inquietudes de nuestro mundo hoy.
Misión del Apóstol hoy, decirle al mundo nuestro ideal con
palabras que le sean claridad, emoción y esperanza.
El EVANGELIO empieza indicando el cuadro ambiental (y. 22-
24). Supone que la gentç ha pernoctado en el lugar de la
multiplicación de los panes. Quieren reencontrar a Jesús. Al día
siguiente, pasan en barcas pesqueras a la otra orilla, hacia
Cafarnaúm. Jesús y los discípulos han hecho la misma ruta de
noche, durante una tormenta (y. 16-21). Reunidos otra vez,
comienza el diálogo.
El diálogo-discurso tendrá como leitmotiv la elevación-
contraste entre el pan ordinario (como el que comieron ayer) y
un «Pan» divino, que les dará el Padre. Estilo característico de
Jesús, que enseña a pensar en las cosas del cielo a partir de las
cosas sencillas de la tierra.
El primer compás del diálogo es de acusadora sinceridad (y.
26-27): no es buena la razón por la que le buscan con tanto
afán. Sueñan un Mesías que irradie prosperidad. El horizonte
ideológico de aquellos hombres se había puesto ya en
evidencia al atardecer del día anterior (y. 15). Fue el punto
crítico de la incomprensión de Jesús en su pueblo. Les declara
sin equívocos que su ideal es otro: ha venido con Misión
auténtica (= «marcado con el sello») del Padre para ofrecer al
mundo un manjar en orden a la Vida eterna.
Ellos entienden que esta comida también habrá que ganarla
trabajando; ¿ qué nuevo trabajo u «obra» se les pide? (28).
Respuesta (29): la «obra» con que hay que disponerse a recibir
el Pan de Dios es la Fe en Cristo (<(Fe», en San Juan, significa
entrega total de pensamiento, corazón y actitud).
Reacción negativa: si Jesús quiere que crean, haga un «signo»
verdaderamente digno del Mesías, nuevo Moisés; por lo menos,
como el del Pan del Cielo (o «maná»)
598 CICLO B
en el Éxodo (30-31). Réplica programática de Jesús: el
auténtico «Pan del Cielo» no fue aquél, sino el que ahora
mismo les ofrece el Padre (32-33). Introducida por su ruego
(34), sigue la afirmación central del discurso: YO SOY EL PAN
DE LA VIDA (35). Jesús pone a disposición de los hambientos de
Vida, la mesa de sí mismo. Unica condición para acercarse a
ella, creer.
DECIMONOVENO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del primer libro de los Reyes 19,4-8
En aquellos días, Elías continuó por el desierto una jornada de
camino, y al final se sentó bajo una retama, y se deseó la
muerte diciendo:
—Basta ya, Señor, quítame la vida, pues yo no valgo más que
mis padres.
Se echó debajo de la retama y se quedó dormido. De pronto un
ángel lo tocó y le dijo:
—Levántate, come.
Miró Elías y vio a su cabecera un pan cocido en las brasas y
una jarra de agua. Comió, bebió y volvió a echarse. Pero el
ángel del Seor le tocó por segunda vez diciendo:
—Levántate, come, que el camino es superior a tus fuerzas.
Se levantó Elías, comió y bebió, y con la fuerza de aquel
alimento caminó cuarenta días y cuarenta noches, hasta el
Horeb, el monte de Dios.
Salmo responsorial Sal 33,2-3. 4-5. 6-7. 8-9
R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre
en mi boca. Mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos
su nombre.
Yo consulté al Señor y me respondió; me libró de todas mis
ansias.
600 CICLO B
Contempladio y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se
avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo
salva de sus angustias.
El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles, y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a
él.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4,30—5,2
Hermanos: No pongáis triste al Espíritu Santo. Dios os ha
marcado con él para el día de la liberación final.
Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e
insultos y toda la maldad. Sed buenos, comprensivos,
perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo.
Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor
como Cristo os amó y se entregó por nosotros como oblación y
víctima de suave olor.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 6,51 Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo, dice el
Señor, el que coma de este pan vivirá para siempre. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 6,41-52
En aquel tiempo, criticaban los judíos a Jesús porque había
dicho ><yo soy el pan bajado del cielo>,, y decían:
—iNo es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre
y a su madre?, ¿cómo dice ahora que ha bajado del cielo?
Jesús tomó la palabra y les dijo:
—No critiquéis. Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre
que me ha enviado.
Y yo lo resucitaré el último día.
Está escrito en los profetas: > todos discípulos de Dios.»
Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí.
No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que viene de
Dios: ése ha visto al Padre.
Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna.
Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el
desierto el maná y murieron: éste es el pan que baja del cielo,
para que el hombre coma de él y no muera.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este
pan vivirá para siempre.
Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo.
XIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 601
Escuchamos otro pasaje del «sermón» sobre el PAN DE LA
VIDA, cuya lectura se inició el domingo pasado. Instrucción o
catequesis, que el evangelista Juan pone en labios del Señor
hablando en la sinagoga de Cafarnaúm, el día siguiente al de la
multiplicación de los panes.
En el desarrollo de esta instrucción, Jesús va reiterando unas
mismas ideas, cada vez con mayor claridad: 1) que él es el PAN
que Dios da al mundo; 2) Pan «bajado del cielo», 3) que
comunica la Vida eterna a quien coma de él.
El inciso de hoy corresponde al momento en que algunos
protestan contra la afirmación: «ha bajado del cielo» (y. 41-42).
Sin contestarles directamente, el Maestro introduce una
digresión sobre la Fe (43-47). Luego vuelve a las ideas
centrales
(48-52).
1. — « Yo soy el Pan vivo, que ha bajado del cielo». La
expresión «bajar del cielo» es un espontáneo modo de decir,
que usamos también en el Credo de la misa: «bajó del cielo y,
por obra del Espíritu Santo, se encarnó de María la Virgen». O
sea, empezó su existencia realmente humana en nuestro
mundo a partir de la real existencia divina, que tenía desde
siempre en aquel ámbito universal de Dios que la Biblia llama
«Cielo». Misterio de la Encarnación. No es de extrañar que a los
oyentes de Cafarnaúm este pensamiento los desconcertase.
Pero el evangelista Juan, medio siglo más tarde, no escribe
para ellos sino para unos «cristianos» de su propia iglesia que
ya no miraban a Jesucristo con ojos de Fe. Lo consideraban el
más admirable de los hombres; pero nada más que hombre,
hijo de José y María (y. 42). Evocando palabras del Maestro,
Juan les da a entender que no son «discípulos de Dios». Que no
atienden a la voz del Padre ni se dejan atraer por El. No van a
Cristo. En una palabra:
no tienen Fe (y. 44-47).
2. — «El que come de este Pan, vivirá para siempre». «Comer»
es la más realista expresión de asimilar. El Señor está
hablando, en primer término, de la Fe. Creer, en la
espiritualidad de San Juan, equivale a «asimilar» (hacer
interiormente «nuestro») el pensar y sentir, la disponibilidad
ante el Padre y los hombres, la vida humana y divina de Jesús.
No es fruto de un -esfuerzo; es dejarnos poseer, transformar,
asimilar por El...
3. — « Y el Pan que yo daré es mi Carne [ en sacrificio] por la
Vida del mundo». El hebraísmo «carne» expresa (lo mismo que
«sangre») la totalidad de la persona. A partir de esta frase, el
«sermón» de Cafarnaúm se declara abiertamente eucarístico.
Comulgar en la realidad sacramental de Cristo es el acto
perfecto de la auténtica Fe, que nos sitúa en la auténtica Vida.
El leccionario nos ofrece otro fragmento de la Homilía sobre el
Pan de la Vida, cuya introducción escuchamos el domingo
pasado.
Al estilo contemplativo del cuarto Evangelio, la Homilía va
repitiendo los mismos temas varias veces; pero cada vez con
nuevos matices y más claridad. Los temas fundamentales son:
1. — El verdadero Pan que nos da Dios Padre es Jesucristo; 2.
— Es un Pan «bajado del Cielo»; 3.— Que comunica la Vida [ a
los hombres.
Dos diálogos sirven de preludio y de epílogo a la Homilía. Se
interrumpe a causa de una «murmuración» en el auditorio. Es
el punto en que empieza la lectura de hoy.
602 CICLO B
1. — «Serán todos discípulos de Dios... » Murmuraron por las
palabras: «ha bajado del Cielo». Palabras que, en el lenguaje
de los sencillos, evocan el Misterio de la Encarnación. Como en
el Credo de la misa: «Jesucristo, Hijo único de Dios..., bajó del
Cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la
Virgen, y se hizo Hombre». Al trasluz de aquellos «judíos» de
Cafarnaúm que murmuraron, Juan evangelista advierte a semi-
cristianos de su tiempo que anublaban con ideas y lenguaje
equívoco el Misterio de la Encarnación. La más hermosa de las
verdades, centro de nuestra Fe.
Por boca del Maestro, el Evangelio avisa a los que se sientan
tentados de refugiarse en una crisis de fe, recordándoles lo que
significa y vale creer en Jesucristo (y. 44-47). Es escuchar lo
que dice Dios Padre, y no rehusar la invitación eficaz con que a
todos nos atrae. El que cree de veras tiene Vida eterna y la
esperanza segura de una resurrección en Gloria. Los creyentes
(glosando un texto de Isaías) son discípulos de Dios. La sincera
docilidad interior del espíritu humano a la voz divina lleva a la
Fe, como lleva a la Pureza y al Amor (1 Tes 4, 8 y 9).
2. — « Yo soy el Pan vivo, que ha bajado del Cielo: el que coma
de este Pan, vivirá para siempre». Sigue la Homilía insistiendo
en los (ya mencionados) temas fundamentales. Divino y
humano, Jesucristo es un «Pan», infinitamente mejor que el
maná; nos ofrece no sólo la energía temporal [ lectura], sino su
misma Vida eterna, si nos «asimilamos» con él...
3. — « Y el Pan que yo daré es mi carne, por la Vida del
mundo». A partir de esta frase la Homilía es abiertamente
eucarística. La consumación perfecta de la Fe, la asimilación
con la Vida de Cristo, se realiza en la Comunión sacramental de
su Carne y su Sangre. Tema de la próxima lectura.
Leemos otro fragmento del capítulo sexto de San Juan, cuyo
tema central es el Pan de la Vida. Recordemos que empezó
evocando el «signo» de la multiplicación de los panes. Al día
siguiente, en Cafarnaúm, Jesús dirige al pueblo una catequesis
dialogada, elevándolo de la preocupación por el alimento
temporal al deseo de un alimento divino, que da la Vida eterna.
Tal como la redactó San Juan, temperamento contemplativo,
esta instrucción catequética se va desarrollando en estilo
insistente, a manera de «variaciones sobre el mismo tema». En
cada repetición, la misma verdad adquiere nuevos reflejos,
cada vez más luminosos.
Las dos ideas más reiteradas, del principio al final, son las
siguientes:
1. — Se trata de un Pan bajado del cielo;
2. — Da la Vida eterna a los que lo comen.
De este «Pan» se afirman sucesivamente tres cosas: a) que es
un don o regalo del Padre; b) que se identifica con Jesús; c) que
se entrega a los hombres en el Misterio eucarístico de su Carne
y Sangre.
La disposición para recibirlo es la Fe. Se entiende por Fe, en
San Juan lo mismo que n -San--Pablo,ia--actitud fundamental
del hombre que se abre sin reservas a la Gracia de Dios, hecha
Luz, Amor y Vida en Jesucristo. Creer es entregarse a El en
totalidad razonable y gozosa de pensamiento, sintonía de
voluntad, confianza y afecto.
XIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 603
El que con esta Fe recibe el Pan-que-es-Jesús, se une con Él.
Comparte su Vida divina. Gozará de su Resurrección gloriosa,
para siempre.
En torno a estos pensamientos principales, el capítulo sexto de
San Juan, no obstante su aparente complejidad, tieñe la unidad
orgánica de las buenas obras de arte. Para comprenderlo y
sentirlo, conviene considerarlo alguna vez en su conjunto. Y
luego relacionar con este conjunto. cada uno de los
fragmentos.
El fragmento que nos señala hoy el Leccionario empieza con la
primera de las tres reacciones de incredulidad con que, a lo
largo del discurso de Cafarnaúm, contesta una buena parte de
los oyentes. Se refiere a una de las dos ideas que hemos
esquematizado: la de que Jesús («el Pan de la Vida») ha bajado
del cielo.
La expresión figurada «bajar del cielo)> (análoga a la del Credo
de la misa) es cifra del Misterio de la Encarnación. Afirma la
pre-existencia (divina, eterna) de Jesús en cuanto Hijo de Dios.
Ilumina la afirmación inicial de que su Venida es un don o
regalo del Padre (comparar con Jn 3,16: tanto amó Dios al
mundo, que le dio a su Hijo único, para que todo el que cree en
El... tenga Vida eterna).
La «murmuración» de Cafarnaúm es idéntica a la de aquellos
de Nazaret, sobre la que reflexionamos hace unas semanas
(Mc 6,1-6). Convencidos de que. le. conocen bien como hombre
concreto, se les anubla la vista de la Fe. La Humanidad de
Jesús, en vez de serles transparencia, les oculta el rostro de
Dios. El error de Cafarnaúm no está ausente de nuestro mundo.
Sin contestar directamente, el Maestro les pone en evidencia el
fondo de la incredulidad. No son «discípulos de Dios» (y. 45).
Los grandes profetas (Isaías, Jeremías) habían preanunciado
para los tiempos del Mesías la docilidad de los corazones a la
Gracia de la Revelación. Pero muchos corazones prefieren
cerrarse en sí mismos. En unrespeto a la libertad, Dios atrae (y.
44) pero no coacciona. Juan fue duro en juzgar a los que
prefirieron las tinieblas (3, 19-21; 12,37-43).
Después de esta interrupción (y. 47ss), el discurso vuelve al
cauce de las ideas dominantes, que ya hemos esquematizado.
Con la última frase de la lectura de hoy empieza la definitiva
explicación: el Pan de la Vida eterna se nos da y lo recibimos
en el Misterio de la Eucaristía. Es la «Carne» [ en sacrificio] por
la Vida del mundo. Con la expresión «Carne», el evangelista
alude a la frase central de su Prólogo (1,14). El que con plena
Fe recibe a Jesús en la Eucaristía, está en comunión de Vida
con el Verbo, el Hijo de Dios.
Escuchamos otro fragmento del Sermón del Pan de la Vida en
el Evangelio de San Juan. Destaca hoy la actitud negativa de
los que se resisten a creer.
La primera lectura es un episodio del ciclo de tradiciones de
Elías en el Libro de los Reyes. Su mismo nombre era bandera:
«Eliy-yah» Mi Dios es Yah Paladín de los derechos del único
Dios de Israel, de sus profetas y sus pobres contra la idolatría
interesada de los poderosos. Bajo el furor de la reina Jezabel,
no le queda más opción que buscar un refugio inaccesible.
Reproduce la experiencia del Exodo, huyendo al Horeb o Sinaí.
En el imposible desierto le acecha la muerte por agotamiento.
Pero Dios le renueva de algún modo la providencia del maná.
En el episodio de Elías, la Biblia nos habla a todos: sólo
llegaremos a nuestro Sinaí si en la dureza del camino, que
excede nuestra debilidad, aceptamos de mano de Dios el Pan
604 CICLO B
que da fuerzas sobrehumanas.
Sigue la selección de consejos prácticos de la segunda parte de
la Carta a los Efesios. El «Hombre Nuevo», del que habló poco
antes, tiene una fisonomía concreta a partir de la idea general
de ser «imitación» o transparencia de Dios y Cristo (y. 32 y 1-
2). De esta fisonomía concreta enumera varios rasgos, de los
que leemos sólo unos pocos. Por ejemplo, los del y. 31, en el
que describe en cinco fases (nos atenemos al texto griego) una
excandescencia de mal carácter desde el rencor íntimo hasta
sus explosiones sonoras: cosas que desdicen de quien un día
se revistió de Cristo. Preciosa la exhortación a no entristecer al
Espíritu Santo (y. 30; cf. Is 63,10). Quiere decir que la
atmósfera normal de la vida cristiana es de gozo y serenidad
bajo el sol del Espíritu; no ensombrecerlo con «nubes» de
displicencia egoísta.
El EVANGELIO de San Juan suele exponer sus temas doctrinales
a través de lentas reiteraciones, que algunos han comparado a
«círculos concéntricos». Es la cualidad o defecto de los
temperamentos contemplativos. Cada «círculo» repasa las
mismas ideas del precedente, matizándolas y concretándolas.
En el Sermón del Pan de la Vida distinguiríamos tres de estos
«círculos» ideológicos: 1) mi Padre os dará un Pan... 2) Yo soy
el Pan... 3) mi Carne es el Pan... En cada uno de los tres, se
afirman del «Pan» estas dos ideas principales: a) que ha bajado
del Cielo; b) que da la Vida eterna (= divina) a los hombres.
Cada una de las tres veces, un sector mayoritario de los
oyentes se declara en actitud de contestación.
La perícopa de la misa de hoy empieza por la contestación
correspondiente al segundo «círculo» (y. 41-42). Juan
evangelista ha hecho de este capítulo sex una síntesis de la
misión de Jesús en su tierra, y explica por qué la mayor parte
de «los judíos» no creyeron en él. Una de las principales
razones fue el escándalo de la Encarnación concreta, sobre el
que reflexionamos hace poco (dom. 14.2) a propósito de la
visita de Jesús a Nazaret. Sabían cuál era su pueblo, conocían
su familia y no les cabía en su mentalidad que Dios hubiese
querido «bajar» al mundo así, tan en silencio. (Recordemos
aquella invitación del Tentador a bajar por el aire desde el
tejado del Templo sobre la multitud; alusión crítica, casi irónica,
a cierto apocalipticismo de la religiosidad de entonces).
En su réplica (43-47), Jesús prescinde del tema de su
murmuración y va al fondo de la teología de la incredulidad.
Una nota de la Nueva Alianza tiene que ser la de que los
hombres sean «discípulos de Dios» (Is 54,13 yJer 31,33-34). El
Padre «habla» en la interior conciencia y «atrae» hacia Cristo.
Se supone una disponibilidad dócil, incondicionada, sin sabias
pre-decisiones contra la Fe (Mt 11,25). Quien se niega al divino
coloquio interior o lo interrumpe, ciega su mente a la Fe, que
es la única fuente de la Vida (47).
Los últimos versículos del fragmento litúrgico de hoy
recapitulan el «segundo círculo» (48-50): Yo (dice Jesús) soy el
«Pan», que ha bajado del Cielo (= preexistencia divina y
Encarnación), y da la Vida (eterna, divina) a los que lo reciben.
Si el Discurso terminase aquí, «comer» sería expresión
alegórica equivalente a creer. Pero el último versículo de hoy
(51) abre el tercer ciclo, explícitamente sacramental. El pleno
encuentro del creyente con Jesús-Pan de Vida es la comunión
eucarística. Será la idea central de la próxima lectura (Dom.
20.2).
VIGÉSIMO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Proverbios 9,1-6
La Sabiduría se ha construido su casa plantando siete
columnas; ha preparado el banquete, mezclado el vino y
puesto la mesa;
ha despachado sus criados para que lo anuncien en los puntos
que dominan la ciudad:
Los inexpertos, que vengan aquí, voy a hablar a los faltos de
juicio: Venid a comer mi pan y a beber el vino que he
mezclado; dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de
la prudencia.>
Salmo responsorial Sal 33,2-3. lO-II. 12-13. 14-15
R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre
en mi boca; mi alma se gloría en el Señor:
Que los humildes lo escuchen y se alegren.
Todos sus santos, temed al Señor, porque nada les falta a los
que le temen; los ricos empobrecen y pasan hambre, los que
buscan al Señor no carecen de nada.
606 CICLO B
Venid, hijos, escuchadme:
os instruiré en el temor del Señor. ¿Hay alguien que ame la
vida y desee días de prosperidad?
Guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad; apártate
del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 5,15-20
Hermanos: Fijaos bien cómo andáis; no seáis insensatos, sino
sensatos.
Sabed comprar la ocasión, porque vienen días malos.
Por eso, no estéis aturdidos, daos cuenta de lo que el Señor
quiere.
No os emborrachéis con vino, que lleva al libertinaje; sino
dejaos llenar del Espíritu.
Recitad, alternando, salmos, himnos y cánticos inspirados;
cantad y tocad con toda el alma para el Señor.
Celebrad constantemente la Acción de Gracias a Dios Padre,
por todos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 6,56 El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y
no en él, dice el Señor. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 6,5 1-58
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
—Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de
este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne,
para la vida del mundo.
Disputaban entonces los judíos entre sí:
— puede éste darnos a comer su carne?
Entonces Jesús les dijo:
—Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y
no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come
mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré
en el último día.
Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera
bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en
él.
El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del
mismo modo, el que come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros
padres, que lo comieron y murieron: el que come este pan
vivirá para siempre.
XX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 607
Escuchamos la última parte de la Homilía sobre el Pan de la
Vida, ambientada en la sinagoga de Cafarnaúm (y. 59). El Pan
que ha bajado del Cielo y da la Vida de Dios a los hombres, es
Jesucristo en la Eucaristía.
1. — «El Pan que yo daré es mi Carne, por la Vida del mundo».
Juan evangelista traduce literalmente al griego por sárx
(«carne») la palabra que Jesús diría en hebreo (bashar) o
arameo (bishrá) al pronunciar la consagración del pan en la
última Cena. Dicha expresión hebrea o aramea significaba,
subrayándola con realismo, la totalidad viviente del hombre. En
nuestra manera de pensar y hablar diríamos «el-cuerpo-y-el-
alma». Con el mismo sentido escribió San Juan en el Prólogo, al
hablar de la Encarnación (1,14): «El Verbo se hizo Carne, y
estableció su morada entre nosotros». La Eucaristía es
continuidad universal, cercana, íntima, de la más hermosa de
las verdades: el Misterio del Hijo de Dios hecho Hombre, por la
Vida del mundo.
«Por la Vida del mundo». Frase concisa, que entraña la idea de
ofrecimiento y entrega. Desde la Encarnación, toda la
humanidad de Cristo arde como llama encendida en el Espíritu
de Dios, que es Amor. Y pues Amor es darse, Cristo es el
Hombre perfecto: el que no vive para sí, sino por los demás.
Hasta el infinito del Amor, que ha sido darse en absoluto. Morir
en Sacrificio voluntario para que los otros tengan Vida. Y hacer
perenne, universal e íntima esta entrega sacrificial en el Pan
eucarístico.
2. — «El que come mi Carne y bebe mi Sangre, tiene Vida
eterna». Antes ha dicho lo mismo en negativo: el que no come
y bebe sacramentalmente, no tendrá Vida. A continuación
insiste en que su Carne y Sangre son auténtica comida y
bebida: sacian el hambre y sed del espíritu humano (6,35), que
nada más puede saciar. La Eucaristía es convite de Dios a los
hombres [ lectura]. Un convite significa-y-realiza la voluntad de
comunicar a los amigos el gozo de la propia abundancia. En la
Eucaristía, Dios Amigo nos da todo su Bien —que es él mismo.
3. — «El que come mi carne y debe mi Sángre, permanece en
mí y yo en él». El más sabroso pensamiento para Juan
evangelista, que centraba su espiritualidad en la inmanencia
personal mutua, consciente, amorosa y activa entre Jesús y
cada creyente, entre todos y el Padre (y. 57). Participar con
plena-Fe en la Eucaristía tiene un nombre que es realidad:
Comunión. La glosa de este pensamiento está en la alegoría de
la Vid (15,1-17). —«Este es el Pan que ha bajado del Cielo..»
Rúbrica y síntesis de toda la Homília.
En la lectura del capítulo sexto del Evangelio de San Juan,
llegamos a la tercera fase, explícitamente eucarística, del
Sermón sobre el Pan de la Vida.
El Libro de los Proverbios hace a la Sabiduría protagonista de la
literariamente universal escena alegórica del convite. El
convite es signo y eficacia de la voluntad de comunicar a los
amigos el gozo de la propia abundancia. La «sabiduría» fue
ideal y norma del humanismo práctico en muchos pueblos del
Antiguo Oriente. Israel la impregnó de religiosidad, y vio en
Dios su fuente y hasta su personificación. A través de los
escritos bíblicos «sapienciales», los altos principios de la Fe se
hicieron luz concreta para la cotidiana sensatez, prudencia y
realismo. Jesús y sus apóstoles recogieron mucho de la
tradición sapiencial, elevándola a nivel de Evangelio. En la
lectura de hoy, la Sabiduría (literariamente personificada)
invita a toda la ciudad a la mesa puesta en su palacio. Por
manjar y bebida, ofrece el buen juicio...
608 CICLO B
Estas líneas de la Carta a los Efesios son consejos de
«sabiduría cristiana». La Fe se hace criterio de la vida real. Por
ella, hay que sacar eficacia del único tiempo de que
disponemos, con aquel sentido de valoración de quienes
administran divisas en época de crisis (y. 16). Por ella, el
hombre-cristiano no destroza su humanidad con la borrachera
(y. 1 Sa: hoy día, el Apóstol añadiría otras cosas, de las que
nadie ignora cuánto destrozan la propia humanidad). A quienes
sientan nostalgia de emociones profundas, les señala un
camino limpio: el de la ardiente espiritualidad (18b), que pone
la existencia interior y comunitaria a ritmo de cántico (19) y de
universal gratitud (20).
Escuchamos en el EVANGELIO la tercera y definitiva
declaración sobre el Pan de la Vida. Empieza con una
recapitulación (y. Sia) del triple leitmotiv que se ha ido
repitiendo desde el principio: a) Yo soy el «Pan», b) «bajado del
Cielo» (alude a la Encarnación), c) para dar Vida divina a los
hombres (ver Jn 10,10). Viene luego la introducción o
insinuación de la idea nueva que se va a desarrollar en este
último ciclo: «Este Pan, es mi Carne» (y. 51b). Juan emplea la
palabra «carne» en su peculiar sentido hebreo-bíblico = «el
íntegro ser humano viviente». Esta «carne» (o totalidad
humana) de Jesús será entregada en sacrificio «por la vida del
mundo».
Surge una nueva «contestación» entre los oyentes (y. 52).
Sirve de entrada al siguiente compendio de catequesis
eucarística:
1. — La participación sacramental de la Carne y Sangre de
Cristo es de todo necesaria, en el orden normal de la Gracia,
para mantener la Vida divina (y. 53).
2. — Por ley estilística de paralelismo, repite en positivo lo que
acaba de decir en forma negativa. La comunión es fuente de
Vida eterna para el hombre (y, por tanto, principio de
resurrección escatológica: y. 54). Juan escribe para ser leído
por cristianos hacia el fin del siglo primero, y emplea un
lenguaje inequívocamente eucarístico. Por otra parte, es
testigo del pensamiento de Jesús.
3. — Cristo está realmente en el manjar y bebida eucarísticos
(y. 55). El acento está en la palabra «verdadero» (o
«verdaderamente»); es decir, auténtico, real, nó imaginativo ni
metafórico. En todo este compendio, Juan une a la palabra
«carne» el elemento correlativo «sangre». En la antropología
hebrea, se consideraba sede de la vida. Derramar la sangre, es
dar la vida; beberla, es asimilarla.
4. — El efecto propio de la comunión eucarística es la mutua
inmanencia personal entre Jesús y el que lo recibe (y. 56). Este
pensamiento, de irradiante fecundidad, se desarrolla por
extenso en el Sermón de la Cena, bajo la alegoría de la vid y
los sarmientos Qn 15,1-17).
5. — La Comunión de Vida, a través de Cristo-Eucaristía, se
extiende a su principio fontal: el Padre (y. 57).
El último y. (58) recapitula todo el Sermón. Quiere decir que ya
desde el principio, aunque implícitamente, se refería al «Pan»
en sentido sacramental. Es el convite de Jesús, Sabiduría de
Dios entre los hombres, que les quiere comunicar ya desde
ahora, como amigos, la plenitud eterna de su gozo.
VIGESIMOPRIMER DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Josué 24,1-2a. 15-17. 18b
En aquellos días, Josué reunió todas las tribus de Israel en
Siquén y llamó a los ancianos, a los jefes, a los jueces, a los
magistrados para que se presentasen ante Dios. Josué dijo a
todo el pueblo:
—Si no os parece bien servir al Señor, qcoged a quién servir: a
los dioses a quienes sirvieron vuestros antepasados al este del
Eufrates o a los dioses de los amorreos, en cuyo país habitáis.
Yo y mi casa serviremos al Señor.
El pueblo respondió:
— de nosotros abandonar al Señor para servir a dioses
extranjeros! El Señor es nuestro Dios; él nos sacó a nosotros y
a nuestros padres de Egipto, de la esclavitud; él hizo a nuestra
vista grandes signos, nos protegió en el camino que recorrimos
y entre los pueblos por donde cruzamos. Nosotros serviremos
al Señor, porque él es nuestro Dios.
Salmo responsorial Sal 33,2-3. 16-17. 18-19. 20-21. 22-23
R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre
en mi boca; mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.
Los ojos del Señor miran a los justos, sus oídos escuchan sus
gritos; pero el Señor se enfrenta con los malhechores, para
borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias;
610 CICLO B
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males, de todos lo libra el Señor;
él cuida de todos sus huesos, y ni uno solo se quebrará.
La maldad da muerte al malvado, y los que odian al justo serán
castigados. El Señor redime a sus siervos, no será castigado
quien se acoge a él.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 5,21-32
Hermanos: Sed sumisos unos a otros con respeto cristiano.
Las mujeres, que se sometan a sus maridos como al Señor;
porque e marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es
cabeza de la Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo. Pues
como la Iglesia se somete a Cristo, así también las mujeres a
sus maridos en todo.
Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su
Iglesia.
El se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla,
purificándola con el baño del agua y la palabra, y para
colocarla ante sí gloriosa, la Iglesia sin mancha ni arruga ni
nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también
los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son.
Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás ha
odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor, como
Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su
cuerpo.
»Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se
unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.’> Es éste un
gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 6,64b.69b Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes
palabras de vida eterna. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 6,61-70
En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron:
—Este modo de hablar es inaceptable, ¿quién puede hacerle
caso? Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban les dijo:
— os hace vacilar?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir
adonde estaba antes? El espíritu es quien da vida; la carne no
sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son
vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen.
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo
iba a entregar. Y dijo:
XXI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 611
—Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre
no se lo concede.
Desde entonces muchos discípulos suyos se echaron atrás y no
volvieron a ir con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce:
—iTambién vosotros queréis marcharos?
Simón Pedro le contestó:
—Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida
eterna; nosotros creemos. Y sabemos que tú eres el Santo
consagrado por Dios.
Después del «sermón» de Jesús sobre el PAN DE LA VIDA, el
Evangelio de San Juan añade, a manera de epílogo, esta
página que leemos hoy. Resume una crisis de Fe. Bajo dos
perspectivas: la de un círculo amplio de «discípulos» y la del
grupo de los «doce apóstoles».
Como recuerdo histórico, esta «crisis de Fe» correspondería a
la última fase de la misión de Jesús por los pueblos de Galilea.
Muchos se habían entusiasmado con él convencidos de que era
el promotor, en nombre de Dios, de un reino «mesiánico»
nacional, de horizonte prácticamente limitado a los intereses
de este mundo. A medida que el Maestro iba revelando su
pensamiento, tan distinto, se apartaban de él.
Cuando San Juan evangelista, medio siglo más tarde, redactó
estas líneas, pensaba en la crisis religiosa por la que pasaban
algunos cristianos de su iglesia de Efeso. Y entre las muchas
cosas que diría Jesús a sus discípulos de Galilea, seleccionó
estas concisas frases que leemos hoy.
1. — «Las palabras que yo os he dicho son espíritu y son vida».
Se refiere, en especial, a las inmediatamente anteriores (y. 51-
59). En ellas se reafirma unas siete veces la realidad del
Misterio eucarístico: para tener Vida eterna es necesario comer
la Carne y beber la Sangre del Señor. Algunos encuentran esto
inaceptable. Jesús les habla de su Ascensión al Cielo. Su
Glorificación como Dios. La Humanidad de Cristo (su «Carne y
Sangre») es plenitud, transparencia y comunicación de la
Divinidad. Por ella viene a los creyentes el Espíritu Santo y la
Vida eterna. En esta atmósfera de «espíritu» y «vida» hay que
entender las palabras del Señor. El Misterio de la Eucaristía no
tendría sentido sin el Misterio de la Encarnación, del que es
continuidad.
2. — «Pero hay algunos de vosotros que no creen». Habla a
discípulos. Los que antes se habían abierto a la gracia de la Fe;
es decir, a la atracción hacia Jesús que infunde el Padre. Juan,
al escribir esto, pensaba en algunos de su iglesia. El que pierde
la Fe en la realidad teológica de Cristo, en su personalidad a un
tiempo divina y humana, lógicamente perderá el amor, el
respeto y la Fe a su continuidad eucarística entre nosotros.
3. — «Señor, ¿a quién iremos?: ¿ Tú tienes palabras de vida
eterna». Jesús interpela a ios Doce. Los íntimos. La esperanza
de su Iglesia. Si no tuviesen Fe, dejaría que se marchasen.
Responde por todos (aparte el que en su interior ya no está con
él) el portavoz apostólico de la Fe en Cristo: Simón Pedro.
A continuación de la Homilía sobre el Pan de la Vida, el
Evangelio trae un
612 CICLO B
diálogo del Maestro con un grupo amplio de quienes hasta
entonces habían sido discípulos suyos, y otro con el grupo
íntimo de los Doce apóstoles.
Es el momento culminante de un proceso, que algunos llaman
la crisis de Galilea. A medida que Jesús iba manifestando con
claridad su programa de pensamiento y acción, muchos que
esperaban otro mesianismo más conforme con sus ilusiones
humanas lo iban abandonando.
Al redactar esta página, Juan evangelista pensaba sobre todo
en algunos de los que eran o habían sido cristianos de su
iglesia. Hombres de fe vacilante, más comprometidos con el
ambiente que con el Evangelio. En el ejemplo de aquellos
contestatarios y en el de los Apóstoles quiere proponerles la
opción decisiva de ser o no ser [ lo propuso antaño Josué a los
israelitas: primera lectura].
1. — « es esta Palabra! ¿ Quién puede seguir escuchándola?».
Hablan los que han perdido o están en trance de perder la fe.
No se dejan atraer por el Padre. Critican la Palabra o Doctrina
que ha expuesto Jesús, sobre todo la de su origen divino.
Subrayando una vez más que «ha bajado del Cielo», Jesús
alude a su vuelta al Cielo. Es decir, a su Glorificación después
de la muerte sacrificial. Les echa en cara que algunos de ellos
son falsos, y sabe que uno lo entregará. De la infidelidad a la
traición hay un camino fácil.
2. — «Las Palabras que os he dicho son Espíritu y son Vida».
Jesús habla de realidades trascendentes, que se aceptan en
horizonte de Fe. Si su «Carne» da Vida eterna es porque está
indisociablemente unida a la Divinidad, y en ella actúa el
Espíritu. Las crisis de Fe en la Eucaristía son todas, como
aquélla, crisis de Fe en la Encarnación.
3. — «Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes Palabras de Vida
eterna». Jesús interpela a los Doce, dispuesto a quedarse solo
antes que ceder en la Doctrina. La Fidelidad de todos habla por
la voz personal de Pedro. Hermosa su declaración: «creemos y
sabemos... » Saber, en el vocabulario del cuarto Evangelio, es
haber experimentado, sentir, saborear... El que así ha conocido
a Jesús, con una Fe profundamente enraizada en la vida, ya no
sabe ir tras otros mesías.
Escuchamos hoy el último de los cinco fragmentos del capítulo
sexto de San Juan, seleccionados por el Leccionario. El
penúltimo se omitió, por coincidir el domingo pasado con la
solemnidad de la Asunción.
Recordemos que dicho capítulo sexto tiene por tema principal
EL PAN DE LA VIDA. Su imagen bíblica fue el Maná en el
Desierto. Jesús la actualizó, al multiplicar los panes para
aquella multitud, que representaba al Pueblo de Dios. Luego
explicó la realidad significada por la imagen. Dijo que el «Pan»
era él mismo. «Bajado del cielo», por el Misterio de la
Encarnación. Regalo de Dios Padre a los hombres, para
comunicarles la verdadera Vida: eterna, sobrenatural, divina.
Insistió en que el hombre sólo recibe este Pan y esta Vida si
tiene Fe; es decir, si se abre a la Gracia de Dios en entrega
personal de todo su pensar, querer, sentir y obrar.
En la última fase de la instrucción catequética (la que tocaba
leer el domingo pasado), el Señor añadió una nueva revelación.
Dijo que para <‘comer el Pan de la Vida» había que realizar
plenamente la actitud de Fe en la concreta y sacramental
participación de su Carne y Sangre eucaristizada. Compartir la
Vida divina es entrar
XXI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 613
en comunión personal con Jesús. «El que come mi Carne y
bebe mi Sangre, permanece en mí y yo en él» (y. 56). <‘Así
como el Padre viviente me ha enviado y yo vivo por el Padre,
así también el que me come vivirá por mí» (y. 57).
Cuando Juan puso por escrito estas palabras, en fiel
transmisión del Pensamiento de Jesús, las entendían todos
porque hacía más de sesenta años que la Iglesia tenía, en la
participación asidua del Misterio de la Presencia eucarística del
Señor, el centro total de su Fe, su Esperanza, su Amor. Cuantos
pensamos igual, sentimos el gozo de permanecer, como Juan,
en la verdadera Doctrina de Jesús.
El fragmento que leemos hoy es epílogo a todo el Discurso de
la sinagoga de Cafarnaúm. Podría titularse: Crisis de fe entre
los discípulos. A lo largo de la catequesis se ha manifestado
dos veces la «murmuración» o reacción negativa de los sin-fe;
los que se consideranfuera de la Comunidad del Mesías (y. 41-
42 y 52). Ahora la crisis se plantea dentro. El evangelista la
presenta en dos cuadros: por una parte «los discípulos», por
otra «los Doce».
a) Los discípulos (y. 60-66). Un sector de ellos juzgan con su
propio criterio la Palabra de Cristo (y. 60: «esta palabra es
dura, ¿quién puede seguir escuchando?...»). El Maestro les
declara abiertamente que no tienen Fe (y. 64). El hombre de Fe
es juzgado por la Palabra: no la juzga. En alguno, la
incredulidad llegará hasta la traición (64b). La última raíz de su
actitud está en no aceptar la Gracia o don del interior
magisterio del Padre; no son «discípulos de Dios» (y. 65;
comparar con 44-45).
Respondiendo al motivo concreto de su «escándalo» (el que la
«carne» pueda comunicar la Vida divina), Jesús les anticipa el
Misterio de su futura Glorificación (y. 62). Es decir, de su
Crucifixión salvífica, Resurrección y Entronización junto al
Padre. Es el Espíritu o divinidad la que, en ypor la Carne (=
Humanidad) glorificada de Jesucristo, comunica al creyente la
Vida sobrenatural, eterna, divina (63a). Y las palabras que ha
dicho Jesús (63b) se deben aceptar en este horizonte de Fe,
bajo la luz del Espíritu (14,26 y 16,13). —Juan termina diciendo
que «muchos» de entre los discípulos dejaron de seguir a
Cristo. Cuando escribía todo esto, pensaba
-intencionadamente en los recientes apóstatas —más o menos
racionalistoides— de sus Comunidades efesinas (vgr. 1 Jn 4,1-
6).
b) «Los Doce». Los Apóstoles. Cimiento y firmeza de la Ciudad
de Dios (Apoc 21,14). Habla por todos la voz singular de Simón
Pedro, lo mismo que en Cesarea de Filipo (Mt 16,15-16). Acto
de Fe universal, pacificante: Tus palabras son de vida eterna.
Fe personal y sabrosa: «creemos y sabemos» (hemos
experimentado, sentimos, saboreamos...).
El Sermón del Pan de la Vida, en el Evangelio de San Juan,
termina provocando una crisis de Fe, que plantea a los
discípulos de Cristo una opción decisiva y se resuelve en un
discernimiento entre los que permanecen y los que abandonan.
Sobresale la confesión de Pedro, como norma de fidelidad a la
Palabra.
El Libro de Josué continúa la reflexión histórico-religiosa del
Pueblo sobre sus orígenes, después del Exodo y de la
purificación en el Desierto. Según su óptica, la entrada en la
Tierra Prometida y su fatigosa toma de posesión tampoco fue
obra de la fuerza de Israel, sino regalo de la protección de su
Dios. Al término convencional de la conquista, Josué convoca
una asamblea de todas las tribus en Siquem. Advierte o
614 CICLO B
presiente síntomas de disgregadora imprecisión en su fidelidad
a Yahvé. La <(idolatría)) fascina siempre, no por sí misma sino
en cuanto cobertura de otras facilidades. Josué enfrenta al
pueblo con la valiente opción de ser o no ser. La respuesta es
positiva, porque todavía conservan viva la memoria del amor
de Dios a ellos y a sus padres. Leemos hoy un breve extracto
de este último capítulo de Josué, como analogía o trasfondo de
la opción planteada por Cristo a sus discípulos en Cafarnaúm.
En los últimos párrafos de la Carta a los Efesios, el Apóstol
redacta un conciso «código de la familia)) en sus dimensiones
esposo-esposa, padres-hijos, amos- servidores. Leemos la
clásica sección dedicada a los esposos. Densa de sugerencias
concretas, prevalece en ella un principio generador: el de que,
a la mirada de Dios, se recubren mutuamente en una misma
transparencia el ideal Iglesia y el ideal Familia. Lo expresará
San Juan Crisóstomo, llamando a la Iglesia «la gran Familia» de
Dios y a la Familia «la pequeña Iglesia» de Cristo. El Apóstol
tenía el don de la «sabiduría» para hacer que estas ideas
generales incidiesen como luz concreta en la vida real. Apenas
habrá problemas internos de Iglesia donde quede claro, en la
inteligencia afectuosa de todos, que la Iglesia es y será
eternamente una Familia. Asimismo, en la mutua entrega de
los esposos se refleja el inefable misterio del amor eficaz entre
Cristo, Cabeza de la Iglesia, y su propio Cuerpo. La psicología
del matrimonio ennoblecida por la conciencia de su situación
teológica se realiza en transparencia de amor incondicionado;
espontáneo y gozoso cada uno en su simultánea unidad y
diferenciación complementaria; llama prendida en la hoguera
del Corazón de Cristo y, por tanto, eterna.
El EVANGELIO (punto final del largo Sermón del Pan de la Vida)
empieza con la definitiva «contestación» de algunos que, hasta
entonces, se habían considerado discípulos. El evangelista
condensa en un momento el proceso, quizá largo, de una crisis
de Fe en Galilea. En realidad, seguramente está pensando, más
que en aquéllos, en algunos cristianos vacilantes o ya
marginales de su iglesia. Indica, apenas aludiendo, algunos de
los puntos de «escándalo»:
a) V. 62. La afirmación de que Jesús «bajó del Cielo» (=
preexistencia divina y Encarnación)... Respuesta: lo confirma su
posterior ascensión, glorificación y reinado eficaz desde el
Cielo (ver Jn 12,32).
b) V. 63: la idea de una «carne» (humana) que da Vida
(divina)... Respuesta: la doctrina eucarística sólo tiene sentido
a partir de la Fe en el misterio de la Encarnación: la «Carne» de
Cristo está indisociablemente unida a la Divinidad. La
precedente catequesis eucarística leída en clave
«precisivatnente» humana sería un absurdo. Las crisis de Fe en
la Eucaristía son crisis de Fe en la Divinidad de Jesucristo.
En los y. 64 y 65 vuelve a la idea de los y. 44-45: no creer en
Cristo es negarse a la voz y atracción interior del Padre.
Los y. 66-67 presentan la crisis radical: el Maestro está
dispuesto a quedarse solo por no ceder en su Doctrina.
Voz de la fidelidad (y. 68-69), Simón Pedro define en sí y junto a
sí la reducida comunidad de los incondicionalmente discípulos
de la Palabra. Criterio, de sublime sencillez el suyo. Si nos
alejamos de Cristo ¿a quién nos vamos a acercar?...
VIGESIMOSEGUNDO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Deuteronomio 4,1-2. 6-8
Habló Moisés al pueblo diciendo:
—Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os
mando cumplir. Así viviréis y entraréis a tomar posesión de la
tierra que el Señor Dios de vuestros padres os va a dar.
No añadáis nada a lo que os mando ni suprimáis nada, así
cumpliréis los preceptos del Señor, nuestro Dios, que yo os
mando hoy. Guardadios y cumplidios porque ellos son vuestra
sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos que,
cuando tengan noticia de todos ellos, dirán:
»Cierto que esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente.»
Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los
dioses tan cerca como lo está el Señor Dios de nosotros
siempre que lo invocamos? Y, ¿cuál es la gran nación, cuyos
mandatos y decretos sean tan justos como toda esta ley que
hoy os doy?
Salmo responsorial Sal 14,2-3a 3cd-4ab. 4c-5
R. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua.
El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino, el que
considera despreciable al impío y honra a los que temen al
Señor.
616 CICLO B
El que no retracta lo que juró aún en daño propio, el que no
presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente. -
El que así obra nunca fallará.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol Santiago 7,17-18. 21b-22. 27
Queridos hermanos:
Todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba, del Padre
de los Astros, en el cual no hay fases ni períodos de sombra.
Por propia iniciativa, con la Palabra de la verdad, nos engendró,
para que seamos como la primicia de sus criaturas. Aceptad
dócilmente la Palabra que ha sido plantada y es capaz de
salvaros. Llevadla a la práctica y no os limitéis a escucharla,
engañándoos a vosotros mismos.
La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre es ésta:
visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones y no mancharse
las manos con este mundo.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
St 1,18 El Padre, por propia iniciativa, con la palabra de la
verdad, nos engendró, para que seamos como la primicia de
sus criaturas. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 7,1-Sa 14-75.
27-23
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con
algunos letrados de Jerusalén y vieron que algunos discípulos
comían con manos impuras (es decir, sin lavarse las manos).
(Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse
antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición
de sus mayores, y al volver de la plaza no comen sin lavarse
antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos,
jarras y ollas.)
Según eso, los fariseos y los letrados preguntaron a Jesús:
—lPor qué comen tus discípulos con manos impuras y no
siguen la tradición de los mayores?
El les contestó:
—Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está
escrito: ((Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón
está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la
doctrina que enseñan son preceptos humanos.» Dejáis a un
lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de
los hombres.
En otra ocasión llamó Jesús a la gente y les dijo:
—Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede
hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace
impuro al hombre. Porque de dentro del corazón del hombre
salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios,
adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia,
difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de
dentro y hacen al hombre impuro.
XXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 617
Terminada la serie de textos sobre «el Pan de la Vida»,
volvemos al Evangelio de San Marcos. Hoy se lee (en extracto)
una larga «controversia),. Fariseos y escribas acusan al
Maestro. Han venido expresamente de Jerusalén a Galilea.
Comienzo del proceso a Jesús, que culminará en la Pasión. Le
echan en cara que sus discípulos no observan «la tradición de
los Ancianos». En concreto, no practican ciertas abluciones
rituales antes de comer. (Como San Marcos escribe para
lectores en su mayor parte no judíos, explica en un paréntesis
en qué consisten esas abluciones exigidas por los fariseos).
El Maestro replica a ambas acusaciones. Primero: por encima
de las «tradiciones» o enseñanzas de los hombres están los
Mandamientos de Dios. Segundo: la sincera religiosidad no
consiste precisamente en lavarse las manos, sino en mantener
puro el corazón.
1. — «Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón
está lejos de mí». Expresión del vicio más reprobado en el
Evangelio: la hipocresía. Antes de acusar a otros, como
hicieron aquellos doctores venidos de Jerusalén, debiera mirar
cada uno si estas palabras no reflejan también su propio
rostro...
2. «Dejando a un lado el Mandamiento de Dios, os aferráis a la
tradición de los hombres». La palabra «tradición» o transmisión
era sinónima de enseñanza (por cuanto se «transmite» de
maestro a discípulo). En tiempo de Jesús, bastantes maestros
religiosos de Israel exageraron el valor de su propia autoridad.
En vez de explicar y aplicar a la vida práctica la Palabra de
Dios, a veces la ahogaban con su exagerada meticulosidad y
aun la sustituían. El Evangelio aduce un ejemplo concreto
acerca de la ayuda que los hijos deben a sus padres (y. 9-13: el
leccionario litúrgico lo omite por motivo de brevedad). A todo
nivel del magisterio religioso es principio fundamental que el
maestro humano debe estar al servicio de la Palabra de Dios, y
no viceversa.
3. — «Lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre».
«De dentro» quiere decir del corazón. Se entiende por
«corazón», en el lenguaje de la Biblia, la sincera interioridad
consciente de la persona humana. Interioridad que Dios ve por
transparencia; porque Dios está dentro. Las obras serán la
lógica del «corazón». El Evangelio enumera aquí doce entre las
principales suciedades que pueden salir «de dentro»; esas sí
que manchan al hombre. Lavar objetos y manos es cosa fácil.
Hoy, como siempre, hay muchas maneras de «lavarse las
manos>. Pero el Evangelio, la conciencia y Dios juzgan el
corazón.
Terminadas las lecturas de San Juan sobre el Pan de la Vida,
volvemos al Evangelio de San Marcos. Hoy toca una página
difícil. El leccionario intenta aligerarla omitiendo una porción
considerable de texto. Refiere uno de esos contrastes entre
Jesús y sus adversarios, que algunos libros llaman
«controversias». Entran en juego temas que en aquel tiempo y
lugar apasionaban, aunque ahora nos parezcan, a primera
vista, arcaicos.
1. — «Se reunieron ante Jesús los fariseos, con algunos
escribas venidos de Jerusalén... » La escena se desarrolla
todavía en Galilea. Advirtiendo que algunos inquisidores vienen
precisamente de Jerusalén, Marcos quiere insinuar que ya se
acerca la tragedia que allí se va a consumar. Las que llaman
«controversias» son
618
CICLO B
preludio y esbozo del Proceso a Jesús. Ahora lo acusan por el
comportamiento de sus discípulos. Dos aspectos en la
acusación. Uno concreto: se saltan las abluciones rituales. Otro
de actitud general: con esto, menosprecian «la tradición de los
Ancianos».
El Maestro contraataca a los dos reproches. Primero: las
enseñanzas de los hombres nunca deben anteponerse a la
Palabra de Dios. Segundo: lo que importa es la conciencia pura,
no las manos muy bien lavadas con agua.
2. — «Dejáis a un lado el Mandamiento de Dios y os aferráis a
las tradiciones de los hombres». La palabra «tradición»
( transmisión) era sinónima de enseñanza (que se «transmitía»
de maestro a discípulo). Los maestros religiosos de Israel
contempo ráneos de Jesús (y de la Iglesia primitiva)
exageraban el valor de su autoridad. A veces, más que explicar
y aplicar la Palabra de Dios, la sustituían [ les echa en cara el
Señor con un ejemplo (y. 9-13) que el leccionario omite].
Exigiendo a todos prácticas meticulosas, que a lo sumo son
para una minoría, hacían insoportable a la gente sencilla la
fidelidad religiosa (Mt 23,4). Algunas (como la de aquellas
abluciones de manos) eran de reciente invención; caso típico
de exigir «tradiciones» de anteayer, descuidando o
infravalorando la observancia fundamental de los
Mandamientos de Dios.
3. — «Es lo que sale de dentro lo que hace impuro al hombre».
De dentro; es decir, del «corazón». En lenguaje bíblico,
«corazón» es la sincera interioridad consciente de la persona
humana. Su pensar, sentir y querer bajo la mirada del Dios que
está dentro. Las obras son lógica del «corazón». El Evangelio
enumera doce entre las principales maldades que «salen de
dentro» y manchan la persona humana. Lavar ritualmente
objetos y manos (y. 3-4) es tarea fácil; y hay muchas maneras,
también ahora, de «lavarse las manos». A los de manos puras,
labios elocuentes y vida corrompida el Señor los llamaba
hipócritas (y. 6).
Concluida la serie de textos de San Juan sobre «El Pan de la
Vida eterna», se reanuda hoy la lectura de San Marcos.
Página muy compleja. El Leccionario la simplifica, omitiendo
casi una tercera parte. Sigue a la Multiplicación de los Panes.
Es resumen de una controversia. Intervienen, por una parte,
algunos Doctores de la Ley junto con los fariseos. Por la otra,
Jesús con quien están los discípulos y el pueblo.
Se entrelazan dos temas: el de la pureza ritual y el de la
tradición tal como aquellos Doctores la entendían.
A. — Sobre la pureza ritual. La acusación de los escribas se
concentra en el vers. 5. El texto original dice, con expresividad
hebraizante: « qué tus discípulos comen el pan con manos no
purificadas...
Marcos escribe para lectores no judíos. Por eso intercala un
paréntesis aclaratorio (y. 3-4). El rito de purificarse las manos
había sido propio de ambientes sacerdotales y litúrgicos. Los
perfeccionistas superficiales, a los que se refiere el Evangelio,
se empeñaban en imponerlo a todo el pueblo. Mucha gente
sencilla (hombres del campo, pastores, etc.) no podían ni
querían hacerles caso. Por eso los despreciaban. Marcos
emplea intencionadamente en esta página el hebraísmo
«comer el pan»
XXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
619
después de haber descrito, en la precedente, aquella sublime
escena de los cinco mil hombres que, en el «desierto», comen
el pan bendecido y multiplicado por el Señor (naturalmente, sin
lavarse las manos...).
Jesús aceptaba con sencillez las costumbres de su tierra. No
hubiera opuesto dificultad a la de purificarse las manos antes
de comer, si se hubiese considerado como gesto pedagógico,
expresión de una actitud de espíritu.
Pero los escribas atribuían al rito una eficacia mágica. Sin
ablución, las manos que se habían ocupado en quehaceres
profanos eran impuras. Hacían impura la comida que tocaban.
La comida hacía impuro al hombre.
Todo ello presupone una convicción: que, para entrar en
sintonía con Dios, el hombre debe estar en una situación de
dignidad, llamada convencionalmente «pureza».
La equivocación radical consiste en situar la «pureza» o
«impureza» ante Dios en lo que es exterior al hombre. Cosas,
gestos, ritos, prácticas, sistemas, palabras. Ahora como
entonces, hay infinitas maneras de «lavarse las manos» y
mantener corrompido el corazón.
En el lenguaje de la Biblia, «corazón» significa interioridad. La
total personalidad humana —pensar, querer, sentir y obrar—
enraizada y unificada en la insobornable conciencia íntima.
Cuando el hombre es limpio en esta auténtica realidad
profunda de su ser, las obras y gestos exteriores serán
transparencia de luz. Pero si tiene el «corazón» impuro, se le
desbordará en inmoralidad activa (y. 21-23), y sus exhibiciones
de santidad (o de honradez o de perfección humana)
merecerán de Cristo la calificación de hipocresía (y. 6-7).
B. — Sobre la tradición puramente humana. La palabra
«tradición» era sinónima de enseñanza o magisterio. Ponía el
énfasis en la fidelidad a lo ya enseñado por los precedentes
Doctores. Su quehacer debía haber sido explicar, comentar y
aplicar «el Mandamiento de Dios» (y. 8); es decir, su Revelación
o «Ley» en el auténtico sentido (primera lectura). Pero las
escuelas rabínicas, a que alude el Evangelio, yuxtaponían y
aun sobreponían sus especulaciones humanas a la Palabra de
Dios. (En las líneas que omite el Leccionario, Jesús acusa de
ello a los Doctores con severidad). Por añadidura, bastantes
«tradiciones» (como la de imponer las abluciones de manos)
eran de reciente invención... Es norma de los profesionales del
magisterio religioso ser transparencia, nunca modificación o
sustitución, de la verdad de Dios.
Volvemos a la lectura seguida del Evangelio según Marcos,
después de cinco semanas de interrupción. En la página de
hoy, Jesús plantea un radical dilema religioso: ¿manos limpias
o conciencia pura? ¿Enseñanzas de los hombres o Palabra de
Dios?
El primer texto es un fragmento de la alocución introductoria
de «Moisés» en el Deuteronomio. A vista de la Tierra
prometida, el máximo guía de la liberación se despide de Israel
legándole un código de fidelidad a su misma existencia como
pueblo. Consigna dominante, guardar los Mandamientos del
Señor. Así se forjará la peculiar Sabiduría, que hará de Israel un
pueblo superior a los demás. Clave de este privilegio, la
entrañable cercanía de Dios en medio de ellos. —Estas
palabras bíblicas, como todas, trascienden el horizonte
arqueológico en que fueron pronunciadas. Con
620 CICLO B
ellas, «Moisés» sigue interpelando hoy al auténtico Pueblo que
Dios ha convocado a su verdadera libertad en la justicia.
Empieza una serie de cinco fragmentos de la Carta de
Santiago. No fue su autor el Apóstol Santiago, hermano de
Juan, sino un homónimo; casi seguro, el pariente de Jesús, jefe
de la iglesia madre de Jerusalén, que murió mártir hacia el 62.
La Carta o mensaje es una antología de reflexiones en tono
«sapiencial». Reliquia del estilo homilético de las asambleas
judeo-cristianas de los primeros tiempos, refleja a menudo la
tradición oral evangélica, sobre todo el Sermón de la Montaña.
Es el documento apostólico del Nuevo Testamento que con más
vigor sale en defensa de los débiles y oprimidos contra el
arbitrio de los opresores. —La lectura de hoy yuxtapone tres
incisos aislados del capítulo primero. Ideas principales: a) Dios,
creador de los astros luminosos y luz sin sombras, es fuente de
todo bien (y no del mal: ver 1,13-15); b) en esta creación
visible nos llama a ser su obra maestra, engendrados por su
Palabra; c) seamos dóciles a esta Palabra salvadora, que
llevamos «plantada» en nosotros mismos (recordar la parábola
del sembrador); d) uno de sus principales imperativos, el amor
eficaz a los menesterosos.
El EVANGELIO tiene aire de controversia. Los antagonistas
censuran un acto (omitir aquellos ritos de ablución: y. 3-4) y,
sobre todo, la actitud que los inspira (no hacer caso de las
enseñanzas de sus maestros: y. 5).
Jesús (y. 6-7) aplica a los censores la denuncia profética de
Isaías (29,13) contra los religiosamente hipócritas. Mucho Dios
en los labios, y el alma sin Dios.
Luego (y. 8) desautoriza la acusación principal: la de no seguir
«la tradición de los Mayores». El Evangelio se refiere a un
sector concreto de la corriente farisaico- rabínica de su tiempo
(al hablar de este tema, históricamente muy complejo, evítese
toda afirmación universal). Junto a la Palabra o «Ley» de Dios
imponían un conjunto de explicaciones y prescripciones
marginales, que llamaban «tradición». Este su magisterio
suplementario, en vez de transparencia de la de Dios, resultó
ser doctrina de ellos. Ya no transmisión de un legado divino
(como ha de ser todo auténtico magisterio religioso) sino
«tradición de los hombres».
Jesús los desautoriza con una contra-acusación: «dejáis el
Mandamiento de Dios...» (y. 9). En los versículos siguientes
(10-13), omitidos en la lectura litúrgica, ilustra esta acusación:
enseñan a los hijos, con argucias, a saltarse el cuarto
Mandamiento... Ejemplo de aquella ingeniosa mentalidad
hipócrita, que sabe forjar subterfugios legalistas para
quebrantar en buena conciencia la ley.
La última sección de la controversia (también reducida en la
lectura) vuelve al tema de las purificaciones rituales, un tanto
arcaico para nuestro mundo (y. 14-23). Pasó a la historia la
preocupación de que la persona humana pueda quedar
«impura» ante Dios por estos u otros manjares, por lavarse o
no ritualmente las manos. La «pureza» del hombre ante Dios —
su intrínseca calidad moral— tiene por centro y fuente el
«corazón», la sincera intimidad que es raíz de los actos. Una
enumeración de «suciedades» morales (y. 21-22), no arcaica
para nuestro mundo, invita a quienes nos sintamos aludidos a
pensar cómo debe estar a la vista de Dios nuestro infalsificable
corazón.
VIGESIMOTERCER DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 35,4-7a
Decid a ios cobardes de corazón: sed fuertes, no temáis.
Mirad a vuestro Dios, que trae el desquite, viene en persona,
resarcirá y os salvará.
Se despegará los ojos del ciego, lo oídos del sordo se abrirán,
saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará.
Porque han brotado aguas en el desierto, torrentes en la
estepa; el páramo será un estanque, lo reseco un manantial.
Salmo responsorial Sal 145,6b-7. 8-9a. 9bc-1O
R. Alaba, alma mía, al Señor. [ Aleluya].
Alaba, alma mía, al Señor:
Que mantiene su fidelidad perpetuamente, que hace justicia a
los oprimidos, que da pan a los hambrientos.
El Señor libera a los cautivos. El Señor abre los ojos al ciego, el
Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los
justos, el Señor guarda a los peregrinos.
El Señor sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino
de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de
edad en edad.
622 CICLO B
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del 4póstol Santiago 2,1-5
Hermanos: No juntéis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso
con la acepción de personas.
Por ejemplo: llegan dos hombres a la reunión litúrgica. Uno va
bien vestido y hasta con anillos en los dedos; el otro es un
pobre andrajoso.
Veis al bien vestido y le decís:
—Por favor, siéntate aquí, en el puesto reservado. Al otro, en
cambio:
—Estáte ahí de pie o siéntate en el suelo.
Si hacéis eso, ¿no sois inconsecuentes y juzgáis con criterios
malos? Queridos hermanos, escuchad:
¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para
hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a los
que le aman? -
ALELuYA Aleluya, aleluya.
Mt 4,23 Jesús predicaba el Evangelio del Reino, curando las
enfermedades del pueblo. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 7,31-37
En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por
Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y
le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y
le piden que le imponga las manos.
El, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los
oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo,
suspiró y le dijo:
—Effetá. -
(Esto es: «Abrete».)
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la
lengua y hablaba sin dificultad.
El les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo
mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el
colmo del asombro decían:
—Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los
mudos.
El Evangelio de Marcos nos cuenta la curación de un hombre
sordo y prácticamente mudo. Poco más adelante (8,22-26),
describirá con el mismo estilo popular la curación de un ciego.
Dos relatos que (caso excepcional) no se encuentran ni en
Mateo ni en Lucas. Dentro de la catequesis cristológica de San
Marcos, quieren decir que se va haciendo realidad, por obra de
Jesús, la esperanza mesiánica que cantó el libro de Isaías
[ lectura].
En el pensamiento del evangelista, estos gestos con los que
Cristo dio la salud a
XXIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 623
algunos enfermos son signos (palabras-en-acción) de la
«Salud» o Salvación radical que ofrece a todos los hombres.
Viene la hora de que no haya ciegos ni sordos ni mudos en
relación con la Verdad. Que de nadie se deba repetir aquella
expresión bíblica: «tienen ojos y no ven; tienen oídos y no
oyen...»
San Marcos ambienta este signo de Salvación en una tierra
oficialmente pagana: la «Decá-polis» o confederación de «diez-
ciudades», hacia el nordeste de Israel. Quiere indicar con ello
que los hombres de todos los pueblos, también los no-
israelitas, están llamados a «ver», «oír» y «hablar» o proclamar
el Evangelio de la Salvación.
1.— «A través de la Decápolis». Incomprendido entre los suyos,
pasa de incógnito por tierra ajena. También allí acuden a él los
predilectos de Dios. Los que sufren [ responsorial]. Los pobres [
lectura]. Enraizado en el alma del pueblo, Jesús no teme
adaptarse a ritos y maneras de los taumaturgos populares de
aquel tiempo. Pero trasciende a todos en intencionalidad
religiosa —mirada al cielo— y en eficacia. Conmovedor el
imperativo, que el evangelista conserva en la lengua materna
de Jesús: Effetá!; es decir, jábrete! Imperativo que (junto con
los ritos que lo acompañan) paso luego a la iniciación
bautismal —de la que esta página es una transparencia.
«Abertura» de los oídos a la Verdad; «abertura» de los labios a
su proclamación. ¡Dichoso el hombre que sabe «abrir», sin
miedo, toda su vida a Cristo!
2. — «Les mandó que no lo dijeran a nadie». Jesús era sincero
en su voluntad de silencio. Y el pueblo era sincero al proclamar
sus obras. Experiencia tantas veces repetida en los que siguen
a Cristo con sinceridad.
3. — «Todo lo ha hecho bien». Hacerlo todo bien, según el
Evangelio, consiste en hacer bien a todos. Resumen de la vida
de Jesús y programa de la de sus discípulos.
El Evangelio muestra a Jesús curando a un hombre sordo y
balbuciente. Este género de curaciones realizadas por el Señor
eran a un tiempo acción y signo. Acción de Misericordia, signo
de Salvación. Haciendo obras de Bondad y Misericordia en
favor de los necesitados, Cristo daba ejemplo del estilo que ha
de tener nuestro paso por el mundo. Concediendo la salud del
cuerpo, inducía significativamente a pensar en la «salud total»
del hombre, que es la Salvación.
1. — « Y al momento se le abrieron los oídos». En la curación
se suceden tres momentos: un gesto de tradición popular, que
aviva la fe; una mirada al Cielo, que expresa el origen del
Poder que obra en Cristo y por Cristo; una palabra eficaz. El
evangelista conserva esta palabra —effetá— en el habla
materna de Jesús. Luego pasó a la liturgia bautismal. «Abrirse
los oídos» es modismo de sabor bíblico, que sugiere la
docilidad a la Palabra de Dios. A partir de aquí, el hombre habló
correctamente.
—En el camino normal de la Salvación, la Palabra de Dios tiene
una importancia fundamental. Acogerla y traducirla a vida. Fe y
Testimonio. Son demasiados los que apenas saben «balbucir»
cuando toca hablar de las supremas verdades sobre Dios, el
mundo, el hombre y su destino. El punto de partida está en no
hacerse sordo a la Palabra. Quien no escucha no sabe hablar.
Atender a la voz del Señor que se expresa en la Naturaleza y la
Revelación, la que nos habla al unísono por su Espíritu en la
intimidad y por sus ministros autorizados al oído. Con
optimismo misionero, San Marcos da a entender que Jesús obró
esta curación en tierra pagana: en la confederación de las
«diez-ciudades» o Decápolis.
624 CICLO B
2. — «Les mandó que no lo dijeran a nadie». Jesús era sincero.
Su característica voluntad de silencio correspondía al estilo del
Siervo de Yahvé. Y el pueblo también era sincero al proclamar
sus obras con entusiasmo. Para propagarse, la causa de Cristo
puede confiar en su bondad inmanente y en la del pueblo, más
que en ios habituales procedimientos de la humana
ostentación.
3. — «TODO LO HA HECHO BIEN». El más conciso y perfecto
resumen de la vida de Jesús. Maestro que enseña con su
ejemplo a hacerlo todo bien haciendo el bien a todos. Cuantos
consagran amor, ciencia y sacrificio a la «salvación total» de
nuestros hermanos, vean en estas palabras del pueblo sencillo
su ideal y su gloria.
San Marcos nos presenta a Jesús de camino, más allá de las
fronteras de Israel. Se presiente el contacto del Evangelio con
el paganismo. La «Decápolis» (o confedera ción de «diez
ciudades» helenísticas) era tierra pagana. Los adversarios de
Jesús han puesto obstáculos al desarrollo de su Misión en
Galilea, misión que ya se puede considerar concluida. El
Maestro peregrina por tierra ajena con sus discípulos,
dedicando el principal esfuerzo a su más profunda educación
en la Fe.
En este contexto de la formación de los discípulos en la Fe, San
Marcos recuerda dos curaciones extraordinarias: la de un sordo
(que leemos hoy) y otra muy parecida:
la de un ciego (poco más adelante: 8,22-26). Los dos únicos
milagros recordados por San Marcos que no se encuentran en
los demás Evangelios. En su profundo sentido espiritual, los
ojos abiertos y los oídos abiertos son los caminos por los que
entra en el hombre la Revelación de Dios. Cuando Jesús
acusaba de incredulidad a sus contemporáneos, solía hacerlo
con aquella expresión bíblica: «tienen ojos y no ven, tienen
oídos y no oyen...» (Mc 8,18 etc.).
La lectura de hoy evoca un gesto real de la Misericordia eficaz
del Salvador. Pero en la manera de describir la realidad del
milagro se transparenta su intención principal: significar la
abertura del hombre a la Fe. Podemos distinguir tres
momentos:
1. — La curación del enfermo. Jesús actúa por medio de un
gesto que tiene la función de signo, una palabra eficaz y una
mirada al cielo con «gemido», que expresa la ardiente
apelación al Poder sobrenatural que va a obrar en él y por él.
El imperativo «effetá>, conservado en la lengua materna de
Jesús, pasó muy pronto a la liturgia bautismal. Los
historiadores que conocen las costumbres populares de la
época observan que el Maestro se adaptó a ellas, aunque
trascendiéndolas en la sinceridad religiosa de los signos y en la
eficacia. El sordo, una vez curado, empezó a hablar
correctamente. También en la pedagogía de la Fe, el oír como
es debido la Palabra precede a su inteligente y amorosa
proclamación. Los primeros lectores del Evangelio de Marcos,
al llegar a esta página, recordaban seguramente su
catecumenado, y bendecían al Señor por la gracia de no ser
sordos a su voz.
2. — La consigna de silencio. Aparece con relativa frecuencia
en el Evangelio, sobre todo en el de Marcos, el imposible
mandato de callar el beneficio de la salud, cuando Jesús la
otorga a los enfermos. Esta consigna se relaciona con el que
muchos llaman «secreto mesiánico». Casi siempre, junto a la
orden del silencio, se constata el entusiasmo con que difundían
la noticia por todas partes. Jesús era sincero. Actuaba
XXIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 625
en línea de fidelidad con el estilo de humillación y de silencio
propios del «Siervo de Yahvé». En cuanto dependía de él, sólo a
partir de la Cruz manifestaría su Gloria.
3. — El comentario de los testigos. Pero el pueblo no
condicionado por sus enemigos también era sincero. En
personalidad, palabra y acción, Jesús irradiaba su misterio
divino. Y la mirada limpia de los humildes lo percibió, aunque
no lo supiese definir. El elogio: «Todo lo ha hecho bien)) es
como un eco de aquellas palabras del Génesis, cuando afirma
que Dios hizo bien todas las cosas. Y al decir que «hace oír a
los sordos y hablar a los mudos)>, se referían a las imágenes
con que el libro de Isaías canta la total renovación de los
tiempos mesiánicos [ lectura].
Jesús asumió la responsabilidad de este programa de
renovación humana expuesto por Dios en las Escrituras, y la
transmitió a la Iglesia junto a su propia Misión. Los
milagros del Evangelio, siendo acción eficaz de Misericordia,
son al mismo tiempo signos de la Salvación total del hombre.
Es tarea cristiana anticipar ya en la tierra el gozo de esta
Salvación, que será perfecta en la Escatología. Cuanto se haga
en amor y técnica para liberar al hombre de cualquier
enfermedad, deficiencia o limitación superable, es obra de
Evangelio e imitación de Quien nos enseñó el arte divino de
hacer bien a todos y hacerlo todo bien.
El Evangelio según Marcos nos ofrece hoy uno de los pocos
relatos exclusivos suyos: el de la curación de un sordo
balbuciente. La presencia del Mesías Jesús anuncia la hora de
Dios, cuando «se abrirán los oídos de los sordos...»
La primera lectura nos da en su contexto este augurio profético
de Isaías. Es fragmento de un himno (35,1-10) que, a propósito
del retorno de los desterrados en Babilonia, canta con
hermosas imágenes la futura renovación del mundo cuando
llegue a plenitud el Reino de Dios.
La Carta de Santiago recuerda a los cristianos que su vida
concreta de relación social tiene que regirse por criterios de Fe.
Respetar el valor de cada persona humana tal como la aprecia
Cristo. Quien hiciese distinción de trato entre un pobre y un
rico sólo por ser tales (sobre todo, en ambiente intraeclesial)
manifestaría un criterio pagano.
En el párrafo anterior al del EVANGELIO de hoy, San Marcos
narró la curación de la hija de una mujer pagana, sirofenicia
(7,24-30). Empieza luego señalando vagamente el itinerario
que siguió Jesús al regresar de aquella comarca de Tiro hacia
Galilea. Dice que pasó por territorio de la Decápolis. El
evangelista parece insinuar con ello que el milagro que viene a
continuación se realizó’ también en tierra oficialmente pagana.
Estas excepcionales salidas del Mesías al exterior de la Tierra
Santa presignificaban la futura misión cristiana entre los
gentiles.
Además de su realidad histórica como gesto de misericordia,
cada una de las curaciones obradas por Jesús tiene en el
Evangelio valor de signo viviente, y representa la obra de la
Salvación en su totalidad o en algún aspecto. Así, por ejemplo,
la sordera de aquel enfermo nos hace pensar en otra: la que
tantas veces impide al hombre percibir en su profunda
intimidad la palabra con que Dios le llama al diálogo.
El Señor curaba a los enfermos con un gesto y una palabra. El
gesto solía ser el
626 CICLO B
contacto o imposición de las manos. La palabra, un imperativo
a la enfermedad. Con ello ponía en acto y manifestaba su
Poder sobrehumano, divino. Era condición previa la actitud de
Fe con que el suplicante se acercaba a él (o le era presentado
por sus amigos).
Pero esta narración contiene algunos pormenores singulares.
La palabra de Jesús se conserva en su lengua materna. Indicio
de que así la repetirían en algún gesto ritual de la Iglesia
apostólica. Desde muy antiguo entró en la liturgia del
bautismo, lo mismo que el rito de la saliva. Con éste, Jesús se
adaptó, como en tantas ocasiones, a costumbres de la época
(ver también Jn 9,6). Pero, al adaptarse a ellas, las trascendía:
sumirada al cielo con no disimulada emoción («suspiró») hecha
plegaria eleva a nivel religioso taumatúrgico una práctica
popular, que en otras manos hubiera sido rutinaria e ineficaz.
Fiel a uno de sus temas cristológicos predilectos (el del
«secreto mesiánico»), San Marcos destaca la orden de no
difundir la noticia del milagro. Actitud sincera en Jesús, sin
ignorar la imposible aceptación de su deseo por parte de la
gente sencilla. Al margen de otras motivaciones
circunstanciales, su razón profunda era la de mantenerse en el
estilo de sencillez con que Isaías había descrito de antemano la
fisonomía del Siervo de Yahvé entre los hombres (ver Mt 12,16-
21).
Las últimas palabras son una intencionada referencia a las
profecías mesiánicas (como la de la primera lectura de hoy). Y
un hermoso ejemplo de cómo el pueblo daba testimonio de
Jesús: «todo loba hecho bien». Al mismo tiempo, un programa
de acción para los que trabajan por su causa; que todavía
quedan en la tierra, con relación a la Verdad, no pocos sordos y
también mudos.
VIGESIMOCUARTO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectt del libro del profeta Isaías 50,5-10
En aquellos días dijo Isaías:
—El Señor Dios me ha abierto el oído; y yo no me he rebelado
ni me he echado atrás. Ofrecí la espalda a los que me
golpeaban,
la mejilla a los que mesaban mi barba.
No oculté el rostro a insultos y salivazos.
Mi Señor me ayudaba, por eso no quedaba confundido;
por eso ofrecí el rostro como pedernal,
y sé que no quedaré avergonzado.
Tengo cerca a mi abogado, ¿quién pleiteará contra mí? Vamos
a enfrentarnos: ¿quién es mi rival? Que se acerque.
Mirad, mi Señor me ayuda; ¿quién probará que soy culpable?
Salmo responsorzal Sal 114,1-2. 3-4. 5-6. 8-9
R. Caminaré en presencia del Señor, en el país de la vida.
[ Aleluya].
Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante; porque
inclina su oído hacia mí, el día que lo invoco.
Me envolvían redes de muerte, me alcanzaron los lazos del
abismo, caí en tristeza y angustia.
628 CICLO B
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida.’>
El Señor es benigno y justo, nuestro Dios es compasivo; el
Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas me salvó.
Arrancó mi alma de la muerte, mis ojos de las lágrimas, mis
pies de la caída. Caminaré en presencia del Señor, en el país
de la vida.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol Santiago 2,
Hermanos míos: ¿De qué le sirve a uno decir que tiene fe, si no
tiene obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar?
Supongamos que un hermano o una hermana andan sin ropa y
faltos del alimento diario, y que uno de vosotros les dice: «Dios
os ampare: abrigaos y llenaos el estómago», y no les dais lo
necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve?
Esto pasa con la fe: si no tiene obras, está muerta por dentro.
Alguno dirá:
—Tú tienes fe y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras, y yo,
por las obras, te probaré mi fe.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Ga 6,14 Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz del
Señor, en la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para
el mundo.
Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 8,27-35
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las
aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino preguntó a sus
discípulos:
— dice la gente que soy yo? Ellos le contestaron:
—Unos, Juan Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas.
El les preguntó:
—Y vosotros, ¿quién decís que soy?
Pedro le contestó:
—Tú eres el Mesías.
XXIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 629
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie.
Y empezó a instruirlos:
—El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser
condenado por los senadores, sumos sacerdotes y letrados, ser
ejecutado y resucitar a los tres días.
Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó
aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió, y de cara a los
discípulos increpó a Pedro:
—iQuítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres,
no como Dios!
Después llamó a la gente y a sus discípulos y les dijo:
—El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo,
que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar
su vida la perderá; pero el que pierda su vida por el Evangelio
la salvará.
Con la lectura de hoy llegamos a la página central del
Evangelio según Marcos. Se plantea un interrogante decisivo:
¿quién es Jesús?
1. — « Y vosotros, ¿ quién decís que soy?». El Maestro camina
a solas con sus discípulos por una región socialmente pagana;
hacia la fuente principal del Jordán. Apartado de su tierra.
También en nuestros días, cuando en una encuesta se
pregunta: « opinas sobre Jesús? las respuestas suelen dar
mucho que pensar. La mayoría de sus contemporáneos
coincidían en reconocer que era alguien excepcional. Quizá el
Bautista redivivo. O Elías bajado del cielo. O un profeta
semejante a ellos. En resumen: uno que ha venido a preparar
la hora de la Salvación. No satisfecho, el Maestro quiere en sus
discípulos una más exacta manera de pensar. En el Evangelio,
los «discípulos» representan a la Iglesia. Portavoz de todos,
contesta Pedro: «Tú eres
el Mesías». Es decir, Cristo. No ya un profeta o un precursor;
sino aquel a quien presintieron todos los profetas y han
preparado el camino todos los precursores. El que ha venido a
realizar la Salvación, a inaugurar el Reino de Dios. Quien lo
reconoce así, ya no siente la necesidad de esperar otros
«mesías», ni los aceptará cuando se presenten como tales.
2. — «El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho». Entre los
contemporáneos de Jesús, «el Mesías» era una esperanza tan
absoluta como imprecisa. Cada corriente de opinión la soñaba
a la medida de sus prejuicios. La mayor parte estaban
convencidos de que iba a ser el héroe de una guerra santa,
triunfador al estilo de este mundo, fundador de una teocracia
nacional. Por eso Jesús exigió silencio sobre su condición de
Mesías, hasta que la experiencia de la cruz y la resurrección
manifestasen cuán distintos son los pensamientos de Dios
sobre la manera de salvar al mundo. Pedro no pensaba aún
como Dios, sino como los hombres. Su fe (como tantas veces la
nuestra) tenía que pasar por la purificación. Intenta disuadir al
Maestro. Así tentó Satanás a Jesús en el desierto. Esta escena
tan realista, la contaba el mismo Simón Pedro en su catequesis
a la iglesia primitiva. De ella pasó al Evangelio de su amigo San
Marcos.
3. — «Si alguien quiere venir en pos de mí...». Las palabras del
Señor con que termina la lectura de hoy no piden un
comentario sino la obediencia amorosa de la Fe. San Pedro las
realizó al pie de la letra. Ser auténtico cristiano es continuar en
la propia vida el estilo del auténtico «Mesías» o Cristo. Un estilo
que tiene por signo la Cruz.
630 CICLO B
El Evangelio según Marcos tiene dos vertientes. En la primera,
se va planteando la pregunta fundamental del Cristianismo: «
es Jesús?». Sólo Pedro, portavoz de los Discípulos, da la
respuesta exacta: Jesús es el Mesías. En la segunda vertiente,
el Maestro declara con palabras y hechos cómo ha de ser el
auténtico Mesías. Por encima de todas las ilusiones y contra
todos los prejuicios, afirma que el Mesías ha de ir a la Gloria
por la Cruz. La página que leemos hoy sirve de punto de enlace
entre las dos vertientes. Se distribuye en tres secciones. En la
primera, Pedro confiesa la Mesianidad de Jesús. En la segunda,
Jesús anuncia el Misterio Pascual. En la tercera, avisa a los
Discípulos que deben seguirle por su único camino, que es el
de la Cruz.
1. — « Quién dicen los hombres que soy yo?». Todos los que
vieron a Jesús reconocieron en él una personalidad
excepcional, aunque no supieron o no pudieron dar los últimos
pasos hacia la fe. Seamos comprensivos con quienes están hoy
día en análoga actitud, ayudándoles con nuestra oración y
prudencia. Sólo Pedro, asumiendo en su voz la de todos los
Discípulos, afirma: « eres el Mesías!». En su convicción y
entusiasmo había más fuego que luz. Ilusiones y prejuicios
habían enturbiado el programa divino de la Salvación universal
mesiánica con proyectos exclusivamente terrenos y cerrados.
Jesús les impone silencio. No deberán proclamarlo «Mesías», es
decir, Cristo, hasta que hayan entendido por experiencia su
condición esencial de Crucificado.
2. — «El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho... » Es la
primera vez que el Señor anuncia su Pasión. Aparte el sentido
proTético de algunos textos de la Biblia, como los del «Siervo
de Yahvé» [ lectura], a nadie en Israel se le había ocurrido que
el Mesías pudiera sufrir tales humillaciones. Por eso Pedro se
opone con vehemencia. Le domina aún el criterio humano, no
el de Dios. La reprensión que le dirige el Maestro nos afecta a
todos cada vez que nos empeñamos en rectificar los caminos
de Cristo según nuestra medida y razón.
3. — «Si alguno quiere venir en pos de mí, ni a sí mismo, tome
su cruz y sígame». Cuando los primeros cristianos oían estas
palabras, se sentían invitados al Martirio. Algunos, como el
mismo Pedro, pudieron cumplir a la letra la consigna de llevar
su cruz y morir en ella por el Evangelio. Para los más, la «cruz»
consiste en la fidelidad cristiana de cada día. Fidelidad que
dejaría de serlo si perdiese su esencial actitud de sacrificio.
La página de San Marcos que leemos hoy sirve de epílogo a la
Misión en Galilea y de preludio al Camino de la Cruz. Puente de
enlace entre estas dos partes en.que se divide su Evangelio.
La primera parte (la Misión en Galilea) plantea constantemente
el interrogante:
¿quién es Jesús? Sus obras y doctrina despiertan la admiración
de todos, preparando una respuesta de Fe. Pero la gente se
queda a medio camino, y no ve en él más que un Profeta. Sólo
Pedro, portavoz de los discípulos, reconoce que es el Mesías.
La segunda parte resuelve la cuestión: ¿cómo ha de ser el
Mesías? Corrigiendo muchas ilusiones humanas, el Maestro
declara que tiene que padecer y morir para resucitar en Gloria.
Su rostro expresará la humillación del «Siervo de Yahvé»
descrito en las Sagradas Escrituras [ lectura]. El que quiera
seguirlo como discípulo, tendrá que participar en su Cruz.
XXIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 631
Esta página central de San Marcos se puede resumir en los
siguientes puntos:
a) Situación geográfica. Jesús sigue peregrinando, casi como
un exiliado, más allá de la frontera de Israel. Solo con los
discípulos, en tierra pagana.
b) Incomprendido por su pueblo. La pregunta: « dicen los
hombres que soy?», provoca el momento decisivo de la Fe: el
de reconocer la personalidad de Jesús. Sus obras y palabras
dejaban entrever el Misterio de su trascendencia. Pero «los
hombres» (en la intención del redactor evangelista: los que no
aceptan más luz que la de su propio criterio humano; y. 33) se
limitaron a clasificarlo como uno más, aunque excepcional,
entre los «profetas». Si fuera hoy, tal vez lo hubieran
catalogado entre los supremos personajes de la historia, o lo
hubieran llamado superhombre.
c) La respuesta de Pedro. El Maestro pide a los discípulos una
mejor comprensión. El Evangelio considera y presenta a «los
Discípulos» como germen y arquetipo de la Iglesia. La voz de
Pedro es expresión y norma de su pensamiento. «jTú eres el
Mesías!». Fue generosa, aunque todavía imprecisa. Porque la
palabra «Mesías» (o «Cristo») tenía en el Israel de entonces
más fuego que luz. Hacía presentir, sin definirla, la prometida y
suspirada Liberación total del pueblo. Pasiones y circunstancias
habían confundido con el ideal divino proyectos
exclusivamente terrenos.
d) Orden de silencio. Por eso el Maestro les exigió, de
momento, callar. Es la consigna, frecuente en San Marcos, que
suelen llamar «secreto mesiánico». Hasta que la experiencia
del Calvario juntase para siempre al glorioso título de Mesías o
Cristo la condición de Cruczficado.
e) Primer anuncio de la Pasión. Por primera vez el Maestro
declara abiertamente a sus discípulos la razón profunda de
esta orden de silencio. «El Hijo del Hombre» (título mesiánico)
tiene que sufrir humillación y muerte para entrar en su Gloria.
Nadie hasta entonces había sospechado tal paradoja. Y
ninguno de los que piensan con criterio puramente humano la
hubiera comprendido.
O La tentación de Pedro. Entre ellos estaban tocíavía los
apóstoles. El portavoz expresa con vehemencia su oposición a
la idea de un Mesías destinado al fracaso temporal y a ser
condenado por los hombres como un malhechor. Jesús rechaza
a Pedro con autoridad, como rechazó al Tentador en el desierto
(Mt 4,10). Pone en evidencia el fondo de su error: en vez de
regirse por criterio de Fe (= «sentir las cosas de Dios»), se deja
llevar por razones exclusivamente humanas (piensa como «los
hombres» del y. 27-28).
g) La vida cristiana, camino de la Cruz. San Marcos,
colaborador de San Pedro, puso esta lección en el Evangelio
escrito para aviso de los lectores cristianos, que, más o menos
inconscientemente, piensan y sienten como el Apóstol aquel-
día. Y añade unas Sentencias del Señor, que recuerdan a todos
la condición indispensable de «llevar la cruz» si quieren de
veras seguir a Cristo. La Vida eterna pide el sacrificio de la vida
temporal. San Pedro, convertido, cumplió a la letra la consigna
de Jesús. Sabía por experiencia que el amor y gozo infinito de
Cristo se realiza en la generosidad de dar la vida por El y como
El. Algunos, como Pedro, hasta el martirio. Los más en la
fidelidad cotidiana al vangelio (Lc 9,23).
Leemos hoy la página central del Evangelio según Marcos. San
Marcos fue el
632 CICLO B
discípulo predilecto de San Pedro. A través de él percibimos un
eco de la predicación del mismo Apóstol, que se nos presenta
sincero, apasionado y humilde en su fe y amor a Jesucristo.
La lectura del Antiguo Testamento corresponde al tercer
cántico del Siervo de Yahvé según Isaías (como la del Domingo
de Ramos). Sirve de trasfondo profético a la predicción de los
padecimientos de Cristo en el Evangelio.
Las preguntas de la Carta de Santiago siguen interpelando a
cuantos intenten reducir la fe cristiana a una teoría o un
sentimiento. Se da por supuesto que de nada valdrían las obras
sin la Fe; pero se pregunta qué vale o qué es una «fe» que no
se realice y manifieste en obras de amor.
El EVANGELIO lo forman tres secciones coordinadas entre sí: A)
la pregunta sobre la identidad de Jesús; B) el anuncio de su
Pasión; C) el código de sus seguidores.
A) Hasta aquel.momento, Jesús había manifestado su
personalidad actuando, sin definirla con palabras. Viendo lo
que hacía, no podían menos de preguntarse:
« es?». En diálogo a solas con los apóstoles durante un viaje al
límite septentrional de la Tierra Santa, el Maestro examina el
estado de la opinión. Es cierto que muchos le consideran un
hombre extraordinario, pero nadie intuye su misteriosa
identidad. La falta de comprensión de los suyos no fue el
menor entre los sufrimientos morales de Jesús. Pregunta
directamente a los discípulos. Contesta la voz singular y
representativa de Pedro, reconociendo que es el Mesías.
Conforme a su habitual táctica de silencio, les prohíbe hablar
de esto a los demás.
B) Una de las razones de esta prohibición era el sentido
equívoco que tenía entonces la palabra «mesías». Significaba
«ungido» y evocaba la noción de rey. Muchos entendían y aun
circunscribían esta noción al orden político-terreno. La perenne
«tentación del monte» (Mt 4,8-10). Contra ella, Jesús conecta
para siempre el nombre de Mesías o Cristo a la imagen de la
Cruz. Es la primera vez que anuncia su Pasión. A partir de este
paso, será el tema dominante (Ev. del Dom. próximo).
Hablando en términos de teología bíblico-judaica, diríamos que
asocia e identifica la esperanza del reino trascendente del
«Hijo del Hombre» (según Daniel) con el destino sacrificial del
«Siervo de Yahvé» (según Isaías). Al reaccionar Pedro,
personifica, para aviso de todos, el papel del tentador. Pero su
prejuicio personal, propio «de los hombres», tiene que ceder al
criterio de Dios que se manifiesta en la Palabra de Cristo. Es así
la ascética de la Fe.
C) La reprensión de Jesús a Pedro dice literalmente en el texto
original: « detrás de mí...!». Tu oficio es el de seguirme, no el
de serme obstáculo en el camino. Ampliando esta idea, el
Evangelio añade la consigna que dice traducida a la letra: «Si
alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, etc.».
El cristiano se consideraba al principio, más aún que como
«discípulo», como seguidor de Jesús. Y es ley fundamental del
que sigue a otro caminar por el mismo «camino». Siendo el de
Cristo un camino a la crucifixión, es preciso antes decirse «no»
a sí mismo. Sustituir el propio «yo» (por definición, egoísta) por
un yo crucificado (Gal 2,19-20). Cuando San Marcos ponía pQr
escrito el Evangelio, muchos cristianos habían dado ya la vida
por la Fe como mártires (al paso que otros habían apostatado
para salvar la «vida»). La última frase se refiere a ellos. Está
redactada en forma de paradoja, jugando con los dos sentidos
de la palabra «vida»: es tanto lo que vale la Vida (eterna), que,
para «salvarla», hay que estar dispuesto a perder por Cristo la
vida (temporal).
VIGESIMOQUINTO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de la Sabiduría 2,17-20
(Dijeron los malos):
Acechemos al justo, que nos resulta incómodo:
se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros
pecados, nos reprende nuestra educación errada; declara que
conoce a Dios
y se da el nombre de hijo del Señor; es un reproche para
nuestras ideas y sólo verlo da grima;
lleva una vida distinta de los demás y su conducta es diferente;
nos considera de mala ley y se aparta de nuestras sendas
como si fueran impuras; declara dichoso el fin de los justos y
se gloría de tener por padre a Dios.
Veamos si sus palabras son verdaderas,
comprobando el desenlace de su vida.
Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará del poder de
sus enemigos;
lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura, para
comprobar su moderación
y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muerte
ignominiosa, pues dice que hay quiÇn se ocupa de él.
634 CICLO B
Salmo responsorial Sal 53,3-4. 5. 6. 8
R. El Señor sostiene mi vida.
Oh Dios, sálvame por tu nombre, sal por mí con tu poder.
Oh Dios, escucha mi súplica, atiende a mis palabras.
Porque unos insolentes se alzan contra mí, y los hombres
violentos me persiguen a muerte sin tener presente a Dios.
Pero Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.
Te ofreceré un sacrificio voluntario
dando gracias a tu nombre que es bueno.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la Carta del apóstol Santiago 3,16—4,3
Hermanos: Donde hay envidias y peleas, hay desorden y todo
clase de males. La sabiduría que viene de arriba, ante todo es
pura y, además, es amante de la paz,
comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras,
constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando
la paz; y su fruto es la justicia.
¿De dónde salen las luchas y los conflictos entre vosotros? ¿No
es acaso de ios deseos de placer que combaten en vuestro
cuerpo?
Codiciáis lo que no podéis tener; y acabáis asesinando.
Ambicionáis algo y no podéis alcanzarlo; así que lucháis y
peleáis.
No lo alcanzáis, porque no lo pedís.
Pedís y no recibís, porque pedís mal, para derrocharlo en
placeres.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
2Ts 2,14 Dios nos llamó por medio del Evangelio, para que sea
nuestra la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 9,29-36
En aquel tiempo, instruía Jesús a sus discípulos. Les decía:
—El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los
hombres, y lo matarán; y después de muerto, a los tres días
resucitará.
Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
XXV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
635
Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa les preguntó:
— qué discutíais por el camino?
Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido
quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y
les dijo:
—Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el
servidor de todos.
Y acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y
les dijo:
—El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a
mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me
ha enviado.
Jesús, el Hombre perfecto, hizo de su vida en este mundo un
caminar consciente hacia la muerte. Morir por obediencia
amorosa al Padre fue el momento culminante de su vida y
germinó en Resurrección. Tres veces predijo con especial
solemnidad este misterio a sus discípulos. Hoy leemos la
segunda predicción tal como la resume San Marcos.
1. — «El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los
hombres». Cuando Jesús en el Evangelio habla de «el Hijo del
Hombre>, se refiere a sí mismo. Es expresión hebraizante,
inspirada en una visión profética del capítulo siete de Daniel.
En esta visión, el profeta, que vive en un pobre pueblo
martirizado por perseguidores impíos, le anuncia la proximidad
de un Reino de gloria. Será Dios mismo quien va a dar este
Reino a cierto «Hijo del Hombre», que representa al pueblo que
ahora vive en el dolor. Jesús cumplió esta imprecisa visión
profética en un sentido pleno y universal. El hebraísmo «Hijo
del Hombre» se traduciría en nuestra manera de hablar por el
Hombre. Jesús realiza el ideal del Hombre perfecto.
Representando a toda la inmensa familia humana, quiere
liberarla de la situación de pecado que la oprime, para elevarla
a un orden divino de justicia, santidad y gloria.
El Hijo del Hombre, el Hombre perfecto, cayó «en manos de los
hombres». Lo martirizaron y mataron. Los responsables
directos de la Pasión, desde Judas hasta Pilato, no fueron sino
concreción y paradigma de todos los pecadores. «Todos en él
pusimos nuestras manos...». Mas, por encima de quienes lo
entregaron, fue el mismo Jesús quien < amó y se entregó a sí
mismo» por nosotros (Ef 5, 2 y 25; Gal 2,20). Amar es darse. La
Pasión redime a la humanidad por lo único que es capaz de
redimirla: el Amor perfecto, divino y humano a un mismo
tiempo. En Cristo crucificado se nos ofrece la evidencia de este
Amor.
2. — «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y
el servidor de todos». Los discípulos, naturalmente, no
comprendieron la revelación del misterio de la Cruz. De la
verdadera Salvación a precio del perfecto Sacrificio. Acto
seguido, se pusieron a discutir sobre precedencias. Antigua
enfermedad. Ambición. Sed de protagonismo. El Maestro los
adoctrina sobre nuestra pequeña «cruz» cotidiana. La de estar
al servicio de los demás. Que nadie sabrá servir si no acepta
ser humilde, si no aspira a ser «el último de todos».
3. — « Y acercando a un niño> lo puso en medio de ellos... »
Parábola viviente de la humildad. Porque ama a los niños,
realidad y símbolo de todos los débiles, Jesús manda acogerlos
como a él mismo. La atención, material y espiritual, a los niños
es criterio de fidelidad al Evangelio.
636 CICLO B
En la página de Evangelio que escuchamos hoy se suceden
tres momentos: 1) Jesús anuncia otra vez su Pasión; 2) los
Discípulos, que no le comprenden, sólo se afanan por los
primeros puestos; 3) corrigiéndolos, el Maestro les inculca cuál
ha de ser el estilo de su acción: servir con humildad y proteger
a los débiles.
1. — «El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los
hombres». La expresión «el Hijo del Hombre» es, en los
evangelios, el título que prefiere Jesús para insinuar su
condición de Mesías. Se inspira en el capítulo siete de Daniel.
Significa aquel ser humano y también divino (Dn 7,13), en el
que se recapitula el «Pueblo de los Santos», a quien Dios da su
Reino universal y eterno (7,14 y 27) luego que haya sufrido la
persecución (7,25). Jesús solía referirse a esta profecía del
«Hijo del Hombre» cuando hablaba de su Pasión y Gloria
(Persecución y Reino), en la que va incluida también la Pasión y
Gloria de todo el Pueblo de Dios o Iglesia. —El verbo
«entregar» es palabra-clave en el relato de la Pasión. Judas lo
entrega al Sanedrín; el Sanedrín lo entrega a Pilato; Pilato lo
entrega a los verdugos. En perspectiva superior, es el Padre
quien lo ha entregado por la salvación del mundo (Rom 8,32 y
Jn 3,16). Y en la Eucaristía el mismo Jesús declara con palabras
y signo real que se entrega voluntariamente a sí mismo por
todos y cada uno. Darse es amar (Ef 5,2 y 25; Gal 2,20).
2. — Los Discípulos discutían por el camino «sobre quién de
ellos era el mayor». A renglón seguido de cada una de las tres
veces que el Maestro anuncia su Pasión, Marcos evangelista
presenta a los Discípulos pensando y hablando en actitud
radicalmente opuesta. El va a la total humillación; ellos sueñan
precedencias. Marcos escribe para los cristianos de su tiempo
(y los de siempre). Pobres y austeros. Porque sabe con qué
ingenuidad a quienes han dejado mucho y quizá todo les entra
también a veces el hambre y sed de protagonizarse como
sea...
3. — «El que acoge a un niño como éste en mi Nombre, me
acoge a mí...» Jesús ve en el niño la imagen viva del Discípulo.
Por eso, cuanto uno quiera ser más y mejor Discípulo, tanto
debe hacerse «siervo» de los demás. Porque el «siervo» era, en
la estimación de entonces, la suprema expresión de la
pequeñez. En la «infancia evangélica» está la transparencia de
la santidad. Regalo del Padre. Si alguno intentase fingirla,
saltaría a la vista su falsificación. Porque ama a los niños, y en
ellos a todos los realmente débiles, Jesús manda acogerlos
como a él mismo. Son su Presencia viva (Mt 25,40).
La lectura evangélica de este domingo tiene dos partes: a) la
segunda profecía de la Pasión; b) el comienzo de unas
instrucciones ascético-pastorales de Jesús a los apóstoles.
A. — Segundo anuncio profético de la Pasión. Antes de la
entrada nJerusalén, los Sinópticos presentan a Jesús
anunciando tres veces a los discípulos los padecimientos y
muerte que allí le esperan. Fieles a la predicación cristológica
de los apóstoles, terminan siempre con la perspectiva gloriosa
de la Resurrección. Repetir «tres veces» un mismo tema fue
procedimiento literario para destacar su importancia. Quieren
decir que, durante aquel último período de su paso por la
tierra, el Maestro les hablaba con frecuencia de la Pasión. Al
mismo tiempo, dan a entender que fue a ella con libertad
consciente. Aun prescindiendo de la ciencia divina, le bastaba
estar
XXV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 637
informado de lo que tramaban los altos dirigentes para no
ignorar la tragedia a que se exponía presentándose
públicamente en la capital.
Cuando resumieron, con extrema concisión, estas tres
profecías, los evangelistas emplearon expresiones que, siendo
familiares a sus primeros lectores, les sugerían el sentido
teológico del Sacrificio de Jesús. La más característica, en el
texto que leemos hoy, es el verbó «ser entregado». Se repetirá
con frecuencia en la historia de la Pasión:
Judas lo entrega a los del Sanedrín; los del Sanedrín lo
entregan a Pilato; Pilato lo entrega a los verdugos... Los
primeros cristianos, que hablaban o pensaban en hebreo,
intuían en la forma pasiva «ser entregado» (sin indicación de
sujeto agente) una alusión a la iniciativa suprema del mismo
Dios que entrega su propio Hijo por la Salvación del mundo
(Rom 8,32 yJn 3,16). Consciente de su Misión, que es darse por
los hombres (Mc 10,45), Jesús, al instituir la Eucaristía
inmediatamente antes de la Pasión, realiza su pleno sentido
entregándose totalmente a ellos. Dar-se es la más alta
expresión del amor. San Pablo resumía toda la obra de Cristo al
decir: me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gal 2,20; «por
nosotros»: Ef 5,2; «por la Iglesia»: Ef 5,25). Arquetipo de
perfección humana, Cristo es el Hombre («el Hijo del Hombre»)
que se da por los demás.
B. — Instrucciones ascético-pastorales. A cada una de las tres
profecías de la Cruz sigue una escena de contraste, en la que
los discípulos se manifiestan del todo ajenos al espíritu del
Maestro. Después de la primera, es Pedro quien aparece cogido
en falta (Mc 8,32). Después de la segunda, todos. Después de
la tercera, Santiago y Juan (10,35s).
El Maestro acaba de predecir la suprema humillación que le
espera. Y los discípulos, prudentemente apartados de él
mientras caminan, discuten sus preceden cias de valor u oficio.
El evangelista levanta acta de este mal ejemplo en vista de
aquellos de sus lectores que introducirían en la fraternidad
eclesial la vanidad mundana de quienes anhelan ser o parecer,
ya individual ya colectivamente, más encumbrados que los
demás.
Una vez en la casa de Cafarnaúm, Jesús corrige y adoctrina a
los futuros apóstoles. De varios consejos, que se suceden sin
orden lógico, la lectura de hoy sólo da los primeros:
— quien aspire a ser el primero en una fraternidad eclesial, que
lo sea en el sentido de la propia pequeñez y en el espíritu de
servicio;
— signo de esta primacia de la consciente pequeñez: el niño.
Lo sitúa en la presidencia del grupo. La connatural sintonía con
los niños, sin menoscabo de una sublime fortaleza, es uno de
los rasgos que mejor caracterizan la psicología de Jesús. Se
siente identificado con ellos. Ve en ellos la expresión directa y
total del sentido de filiación, que es ritmo de su vida y esencia
del Cristianismo.
La segunda profecía de la Pasión, en el Evangelio según
Marcos, introduce unas enseñanzas de Jesús sobre el valor de
la humildad hecha servicio.
La lectura del Antiguo Testamento es una cita del Libro de la
Sabiduría. Sólo tiene pleno sentido dentro del amplio contexto
de sus cinco primeros capítulos, que ofrecen una
impresionante reflexión, en estilo dramático, en torno al eterno
problema del «justo perseguido». El autor lo resuelve
luminosamente con su fe en la justicia
638 CICLO B
divina de un inevitable más allá inmortal. La ficha que leemos
está tomada del discurso que sintetiza la mentalidad de los
malos en esta vida (desmentido luego por su patético discurso
ante el juicio de Dios: 5,2-13). Algunas de estas frases
reaparecen en boca de .los que insultaban a Cristo en el
Calvario (Mt 27,42-43).
Sigue la Carta de Santiago con su insistente invitación a que
nos dejemos guiar por la ((sabiduría)> que nos viene de lo alto:
el juicioso sentido cristiano de la vida. En tono de reprensión, el
fragmento de hoy es una llamada a la paz. Porque la paz entre
hermanos es víctima de la insaciada e insaciable sed de tener
más, de gozar más.
La lectura del EVANGELIO incluye dos temas: A) la segunda
profecía de la pasión; B) el comienzo de una plática del Señor a
los apóstoles.
A. — A partir del viaje hacia Cesarea de Filipo (Ev. del dom.
pasado), San Marcos pone tres veces en labios de Jesús el
anuncio de sus padecimientos. Quiere decir que era el tema
habitual de sus conversaciones con los discípulos durante este
último período de su paso por la tierra. El Maestro evitaba
encontrarse con el pueblo (9,30) y se daba de lleno a la
formación en profundidad de sus íntimos, los que pronto iban a
ser sus enviados o ((apóstoles». A éstos les cogió de sorpresa
la nueva enseñanza; ni ellos ni ningún israelita habían
imaginado jamás que el Mesías tuviese que ganar el mundo a
través de su propia humillación. Jesús se lo revelaba con
insinuante claridad; pero ellos se abstenían de hacerle
preguntas, para poder descansar en el engaño de que tal vez
no le entendían bien.
El Evangelio menciona reiteradamente las profecías de la
Pasión para destacar el claro pre-conocimiento que tenía Jesús
de lo que iba a suceder en Jerusalén. Y, por tanto, la serena y
segura libertad con que caminaba hacia su destino. Tema de
fecunda reflexión para hombres de carácter.
B. — A cada una de las tres profecías sigue un gesto de los
discípulos, que pone en evidencia su incomprensión del sentido
de la cruz. El Maestro aprovecha pedagógicamente su fallo
para reprenderlos y adoctrinarles. El domingo pasado vimos el
de Pedro. Hoy, el de todo el grupo. El domingo 29.° será el de
Santiago y Juan.
En efecto, presintiendo el amanecer de un mesianismo de
ventajas, discutían entre ellos de quién sería el primer cargo.
Flaqueza humana sin originalidad; quizá entonces más
ingenua.
Los hechos de la Pasión tenían en la Iglesia primitiva, además
de su sentido teológico, función de ejemplaridad. Las
humillaciones de Cristo se recordaban como norma de
cotidiana modestia (Filip 2,1-11). Por eso el Evangelio, bajo el
signo del «Hijo del Hombre entregado en manos de los
hombres», añade una serie de Sentencias del Señor a
propósito de la humildad eclesial. Hoy sólo leemos las dos
primeras:
a) La conocida paradoja evangélica de que será primero (ante
Dios) el voluntariamente último (ante los hombres). Y pues
entonces se consideraba último el «siervo», quien quiera ser
grande a lo divino, hágase siervo de todos.
b) También de los «niños». El niño se presenta en el Evangelio
como realidad y signo del hermano débil. Para hacer más
expresiva su palabra, Jesús toma un niño en brazos y pronuncia
una Sentencia análoga a la del Juicio final (Mt 25,40). Buscad la
grandeza sirviendo a los «niños» (acogiendo, defendiendo,
promoviendo...). Porque en el niño (en su doble aspecto de
realidad y signo) está Cristo; y en Cristo, Dios.
VIGESIMOSEXTO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Números 17,25-29
En aquellos días el Señor bajó en la nube, habló con Moisés y,
apartando algo del espíritu que poseía, se lo pasó a los setenta
ancianos; al posarse sobre ellos el espíritu se pusieron en
seguida a profetizar.
Habían quedado en el campamento dos del grupo, llamados
Eldad y Medad; aunque estaban en la lista no habían acudido a
la tienda, pero el espíritu se posó sobre ellos y se pusieron a
profetizar en el campamento.
Un muchacho corrió a contárselo a Moisés:
—Eldad y Medad están profetizando en el campamento.
Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven, intervino:
—Moisés, señor mío, prohíbeselo.
Moisés le respondió:
— celoso de mí? ¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y
recibiera el espíritu del Señor!
Salmo responsorial Sal 18,8. 10. 12-13. 14
R. Los mandatos del Señor alegran el corazón.
La ley del Señor--es perfecta------—--— y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante.
La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
640 CICLO B
Aunque tu siervo vigila para guardarlos con cuidado ¿quién
conoce sus faltas?
Absuélveme de lo que se me oculta.
Preserva a tu siervo de la arrogancia, para que no me domine:
así quedaré libre e inocente del gran pecado.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol Santiago 5,1-6
Ahora, vosotros, los ricos, llorad y lamentaos por las desgracias
que os han tocado.
Vuestra riqueza está corrompida y vuestros vestidos están
apolillados. Vuestro oro y vuestra plata están h y esa
herrumbre será un testimonio contra vosotros y devorará
vuestra carne como el fuego.
¡Habéis amontonado riqueza, precisamente ahora, en el
tiempo final!
El jornal defraudado a los obreros que han cosechado vuestros
campos está clamando contra vosotros; y los gritos de los
segadores han llegado hasta el oído del Señor de los ejércitos.
Habéis vivido en este mundo con lujo y entregados al placer.
Os habéis cebado para el día de la matanza.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 17,l7ba Tu palabra, Señor, es la verdad. Santifícanos en la
verdad. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 9,37-42. 44. 46-
47
En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús:
—Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu
nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los
nuestros.
Jesús respondió:
—No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi
nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está
contra nosotros está a favor nuestro.
El que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías,
os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que
escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le
valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo
echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale
entrar manco en la vida que ir con las dos manos al abismo, al
fuego que no se apaga.
Y si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la
vida que ser echado con los dos pies al abismo.
Y si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en
el Reino de Dios que ser echado al abismo con los dos ojos,
donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
XXVI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 641
El fragmento evangélico que leemos hoy está en inmediata
continuidad con el que se leyó el domingo pasado. Habla el
Maestro a los doce discípulos reunidos en la casita de
Cafarnaúm. Se habían puesto a discutir sobre honores y
precedencias apenas él les anunció, por segunda vez, la
Pasión. Cuando el evangelista Marcos, treinta o cuarenta años
más tarde, condensó por escrito esta escena, pensaría en la
Iglesia. En los que dentro de ella tienen o aspiran a tener algún
oficio de dirección. Jesús les puso a un niño en medio como
parábola viviente de la sencillez que ha de sonreír en el estilo
de toda autoridad eclesial. Mirando al niño como centro de
aquella germinal «iglesia» de Cafarnaúm, el Maestro sigue
dando lecciones de actitud apostólica. De espíritu comprensivo.
De atención a los débiles. De horror al escándalo.
1. — «Hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre,
y se lo hemos querido impedir». A Juan (como antaño a Josué:
primera lectura) todavía le tientan las soluciones fáciles (Lc
9,54-55). No puede menos de reconocer que aquél «echa
demonios». Para San Marcos, con intencionada expresión,
echar demonios es una manera de significar la eficacia de la
misión cristiana. Tiene que reconocer, además, que aquél
actúa en nombre de Jesús: por su fe, bajo su autoridad. Pero
añade: «no es de los nuestros». Le falta todavía a Juan el
espíritu de comprensión, fruto que ha de madurar en la
experiencia y la humildad. Confunde el arte de discernir
quiénes están sustancialmente a favor o en contra de la causa
de Cristo (perspectiva de Mt 12,30 y Lc 11,23) con el celo de
marginar a losque actúan dentro de la gran comunión eclesial,
pero no pertenecen a nuestro grupo. — en cambio, bendice al
que ofrezca un vaso de agua a quienquiera trabaje por él.
2. — «El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que
creen... » En los evangelios sinópticos, la palabra
«escandalizar» significa de ordinario ser causa culpable de que
otro pierda la fe. La fidelidad a Dios. En el alma de los
«pequeños», los sencillos, los niños, la Fe es un tesoro divino
que exige respeto. Quien les contagia su propia corrupción, vea
cómo lo juzga el Evangelio.
3. — « Y si tu mano te escandaliza...» Si tú mismo estuvieres
en trance de aceptar el «escándalo»; si adviertes que alguien o
algo pone en peligro tu fidelidad a Dios, apártalo de ti aunque
te sea tan querido como tus manos, tus pies o tus ojos. Por ser
pedagogo sincero, Jesús no tuvo miedo de hablar con absoluta
firmeza cuando se trata de cosas que comprometen la eterna
salvación.
Leemos otros tres de aquella serie de avisos que dio el Maestro
a los Doce Discípulos, en la casa de Cafarnaúm, el día que ellos
tuvieron una discusión sobre quién era el más importante. El
domingo pasado escuchamos el primer y fundamental consejo:
hacerse sencillos como los niños. Hoy habla 1) de la
comprensión, 2) de la fidelidad a la Misión cristiana, 3) del
«escándalo». El Leccionario omite, por razón de brevedad, el
último aviso que los recapitula todos: «fomentad la paz unos
con otros» (Mc 9,50).
1. — «El que no está contra nosotros, está a favor nuestro». El
discípulo Juan reconoce que aquel exorcista actúa y tiene éxito
en el Nombre de Jesús. Pero le echa de menos un requisito
esencial: ser «de los nuestros». [ y celoso como Juan aparece
Josué en la primera lectura. Moisés, en cambio, se muestra
magnánimo de espíritu en relación con el Consejo de Ancianos
y con todo el Pueblo.] Si Marcos y
642 CICLO B
Lucas (9,49) conservaron el recuerdo de esta anécdota de Juan
fue para aleccionar a los cristianos de su Iglesia (y a los de
siempre), entre los que observarían parecidos signos de
incomprensión. Es razonable que no deba actuar en las cosas
de Cristo el que «no está con Cristo» (como da a entender el
Señor en otra Sentencia, complementaria de la de hoy, que
podemos leer en Lucas 11,23 y Mateo 12,30). Pero cuando uno
invoca sinceramente el Nombre de Jesús en comunión de Fe (y,
además, «echa demonios»...), no es en manera alguna
apostólico reducirlo al silencio por la escueta razón de que no
va en nuestro grupo.
2. — «El. que os dé a beber un vaso de agua...» El texto griego
continúa, con difícil sintaxis: «en nombre de que sois de
Cristo». Quiere decir: cuando alguien os presta aunque sea una
insignificante ayuda mientras actuáis en vuestra Misión
cristiana, a los ojos de Dios ya participa en ella (comparar con
Mateo 10,40-42). Miradlo como amigo y sed fieles a la Misión.
3. — «El que escandalice... » La palabra escandalizar significa
«poner a alguien un tropiezo para que caiga en el camino».
Cristo le dio sentido moral: «ser para otro causa de una caída
en su fidelidad a Dios». «Los pequeñuelos que creen» son los
sencillos, los de corazón transparente, los niños. Tienen
derecho a ser respetados. Quien les contagia su propia
corrupción, vea cómo le juzga el Evangelio. Cristo se muestra
excepcionalmente severo con el escándalo que se da; y
también con el que se acepta. Siendo el mejor pedagogo, no
teme hablar de la posible condenación eterna. Si algo o alguien
tan querido como tu ojo, tu pie o tu mano te aparta del Bien, sé
cristiano de carácter. Sacrifícalo por Dios —y por ti mismo.
En la lectura del Evangelio prosigue aquella instrucción de
Jesús a sus discípulos, de la que escuchamos, el domingo
pasado, los dos primeros consejos. Al texto de hoy le
corresponden los cuatro siguientes. El diálogo está ambientado
en la casa de Cafarnaúm, después de predecir por segunda vez
la Pasión.
Estas palabras dirigidas a los Doce Discípulos, una vez
consignadas en el Evangelio escrito son para toda la Iglesia. En
especial, para los dirigentes o responsables. En medio de los
Doce, Jesús puso a un niño (9,36). Signo de la espiritualidad
característica de su escuela. Los Discípulos, por no entender
que el camino hacia la Cruz compromete a todos (8,34),
seguían fomentando ensueños de grandeza (9,34). El Maestro
los instruye y corrige manteniendo al niño pequeño ante sus
ojos. Los pensamientos y avisos que se van sucediendo,
heterogéneos en apariencia, están iluminados todos por este
signo de actitud evangélica. El fragmento de hoy considera
cuatro manifestaciones de esta actitud:
1. — El espíritu comprensivo. Por contraste, la intransigencia
de Juan. Reconoce que aquel exorcista invoca el Nombre de
Jesús. Da por supuesto que libera a los enfermos o poseídos.
Pero no le perdona el que no vaya con ellos. No tiene derecho a
hacer el bien. No es del grupo.
La primera lectura recuerda un ejemplo análogo, de cuando
Israel peregrinaba por el desierto. A Josué no le parecía
tolerable que el espíritu de profecía se difundiese más allá de
la presencia personal de Moisés. Celoso del jefe, pero tanto o
más de sí mismo. Sublime la réplica de Moisés.
Jesús fue absoluto al demarcar la línea que separa la luz de las
tinieblas. No admite
XXVI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
643
zona neutral entre aceptar la Verdad manifestada o rechazarla
a sabiendas. En este sentido, pudo decir a quienes se le
declararon incrédulos por libre decisión: «el que no está
conmigo, está contra mí)> (Mt 12,30 y Lc 11,23).
Pero, dentro del inmenso espacio delimitado por la frontera de
la Verdad, no quiere exclusivismos. El celo del inexperto Juan
no atendía a la palabra «tú» (Jesús), sino que ponía el acento
en «nosotros». Sentía a su grupo, más que predilecto, único.
Jesús le invita a ensanchare! corazón: entre los que aceptan la
Verdad, «el que no está contra nosotros ya está a favor
nuestro».
El evangelista recordó esta anécdota, tan humana, para
desautorizar estrechas rivalidades, que entorpecen la acción
de quienes comparten una misma Fe. La sincera humildad
ignora estos problemas.
2. — La conciencia de ser todo de Cristo (y. 41). Hasta al recibir
un vaso de agua, el discípulo sabrá reconocer que se lo dan
«porque es de Cristo», y a través de su nonada obsequian al
Señor (Mt 25,40).
3. — El respeto a lafe de los débiles (y. 42). La expresión
«escandalizar» se aplica casi siempre en los Sinópticos a la
acción de quien -pone a otros en trance de perder la Fe. «Estos
pequeños que creen en mí» no se refiere sólo a los niños, sino
en general a los del pueblo sencillo, tal vez menospreciados
por los que se tienen por «sabios» (Mt 11,25), «fuertes» y
«libres» (Rom 14 y 1 Cor 8-10)... Quien sabe cuánto vale la Fe
de los «pequeños», sabrá imitar al Siervo de Yahvé, que, por
ser humilde, no apagó el pábilo humeante ni acabó de romper
la caña quebrantada (Mt 12,19-20).
4. — El sentido de la propia debilidad (y. 43-48). El discípulo se
reconoce «pequeño» a sí mismo. Ante el peligro de perder
también él la Fe, o alguno de los valores coesenciales, no se
apoya en su personal seguridad. Acepta, como condición de la
Gracia, la ascética del Evangelio que consiste en suprimir la
ocasión. Jesús lo expresa, al estilo de su tierra, con
impresionantes hipérboles (quiere decir: a costa de cualquier
sacrificio). Tampoco considera ajeno, como motivo de fidelidad,
el temor de una condenación eterna. —En el texto de San
Marcos, esta serie de consejos termina con una expresión
luminosa: «Vivid en paz unos con otros» (y. 50).
Continúa, en el Evangelio según Marcos, la plática de Jesús a
los doce apóstoles en la intimidad de «la casa» de Cafarnaúm.
La lección del niño (9,36) fue su punto de partida, y sigue
siendo su motivo dominante.
Del Antiguo Testamento leemos una anécdota de la
peregrinación por el desierto, según el Libro de los Números.
Propone a Moisés como ejemplo anticipado de aquella amplitud
de miras que inculcará Jesús en las primeras líneas del
Evangelio, en contraste con la recelosa actitud de Josué (al que
imitó Juan). —En un contexto más general, la historia de la
elección de los Setenta Ancianos como equipo de gobierno de
Moisés constituye la clásica lección bíblica del equilibrio entre
autoridad y consejo, entre la preeminencia indiscutible (Num
13) de uno y la coparticipación activa y ordenada de su
«espíritu» o carisma por parte de muchos.
En la Carta de Santiago se siente todavía el acento de su
palabra viva durante la «sinagoga» (2,2) o primitiva asamblea
litúrgica judeo-cristiana. Sus temas son los mismos del Sermón
de la Montaña (ver Lc 6,24; Mt 6,19, etc.); pero los reviste con
la vehemencia oratoria de los antiguos profetas, por ejemplo
de Amós. Su apóstrofe de
644 CICLO B
hoy es pura tradición bíblica de la defensa del débil oprimido
contra el opresor prepotente. Con estilo más catequético, Jesús
dejó plasmado el mismo tema en la parábola de Lázaro y el
epulón.
Al redactarse el EVANGELIO, el «sermón del niño» en
Cafarnaúm quedó reducido a una concatenación antológica de
sentencias, a propósito de algunos temas que seguían siendo
de actualidad para la Iglesia en que predicaba Pedro y escribía
Marcos. Leemos hoy los siguientes puntos:
a) Sobre el espíritu de comprensión (y. 38-40). A Juan le
costaba entender que, más allá de la frontera del propio grupo,
otros tuvieran derecho a hacer el bien en nombre de Cristo.
Pero el Maestro invita a mirar como amigo, en la acción
apostólica, a todo el que no sea declaradamente adversario:
«quien no está contra nosotros está por nosotros». [ el que ya
tuviere conciencia de su llamada a Cristo, el Evangelio
conserva otra sentencia que le advierte su imposible
neutralidad: «el que no está conmigo, está contra mí»: Mt
12,30].
b) Sobre la ayuda a los discípulos (41). Se presupone que el
apóstol es un profesional de las Bienaventuranzas; pobre y
«pequeño», está expuesto al hambre y a la sed... A partir de
esta fidelidad a su vocación, el Evangelio ofrece a los demás el
honor de ayudarles, también materialmente (ver Mt 10,40-42).
c) A propósito del que da escándalo (42). En los Evangelios
sinópticos, el vocablo «escandalizar» significa casi siempre
poner a otro en trance de perder la fe. La fe en Cristo se
apreciaba como el mayor bien, más que la vida. «Los pequeños
que creen» son los miembros humildes de la Comunidad;
seguramente débiles de formación y cultura, necesitan el
apoyo y defensa de los que son o se creen «fuertes»
(problemática de Rom 14 y 1 Cor 8-10). También, y en primer
lugar, los niños. El que les provoca lo que para ellos es
«escándalo», se pone a sí mismo bajo el foco de la severa
reprobación de Jesucristo.
d) A propósito del que recibe escándalo (43-48). Con una
sucesión de impresionantes hipérboles (que ellos entendían en
su justa significación) el Maestro advierte a todos, y en primer
lugar a los apóstoles, que, antes que perder la fe o uno de sus
valores integrantes, hay que renunciar a cualquier bien y
soportar cualquier sacrificio, por radical que sea. El Evangelio
puro fue escuela de mártires. Con expresiones populares de
entonces (la «gehena») y alusiones bíblicas (Is 66,24), Jesús
pedagogo no tenía miedo de recordar a los hombres la
posibilidad de su condenación eterna.
VIGESIMOSÉPTIMO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Génesis 2,18-24
El Señor Dios se dijo:
—No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien
como él que le ayude. Entonces el Señor Dios modeló de arcilla
todas las bestias del campo y todos los pájaros del
cielo, y se los presentó al hombre, para ver qué nombre les
ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que el hombre le
pusiera.
Así el hombre puso nombre a todos los animales domésticos, a
los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no se
encontraba ninguno como él, que le ayudase.
Entonces el Señor Dios dejó caer sobre el hombre un letargo, y
el hombre se durmió. Le sacó una costilla y le cerró el sitio con
carne.
Y el Señor Dios trabajó la costilla que le había sacado al
hombre, haciendo una mujer, y se la presentó al hombre.
Y el hombre dijo:
— Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne!
Su nombre será Mujer, porque ha salido del hombre.
Por eso abandoi el hombre a su padre y a su madre, se unirá a
su mujer y serán los dos una sola carne.
Salmo responsorial Sal 127,1-2. 3. 4-5. 6
R. Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida.
¡Dichoso el que teme al Señor, y sigue sus caminos! Comerás
del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien.
646 CICLO B
Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tü casa; tus hijos,
como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa.
Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor
Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad
de Jerusalén todos los días de tu vida.
Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas a los hijos de tus
hijos. ¡Paz a Israel!
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 2,9-11
Hermanos: Al que Dios había hecho un poco inferior a los
ángeles, a Jesús, lo vemos ahora coronado de gloria y honor
por su pasión y muerte.
Así, por la gracia de Dios, ha padecido la muerte para bien de
todos.
Dios, para quien y por quien existe todo, juzgó conveniente,
para llevar a una multitud de hijos a la gloria, perfeccionar y
consagrar con sufrimiento al guía de su salvación.
El santificador y los santificados proceden todos del mismo. Por
eso no se avergüenza de llamarlos hermanos.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
¡fu 4,12 Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en
nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 10,2-16
En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a
Jesús para ponerlo a prueba:
—ELe es lícito a un hombre divorciarse de su mujer? El les
replicó:
— os ha mandado Moisés?
Contestaron:
—Moisés permitió divorciarse dándole a la mujer un acta de
repudio.
Jesús les dijo:
—Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al
principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso
abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su
mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son
dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo
separe el hombre.
XXVII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 647
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.
Él les dijo:
—Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete
adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y
se casa con otro, comete adulterio.
[ presentaron unos niños para que los tocara, pero los
discípulos les regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:
—Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de
los que son como ellos es el Reino de Dios. Os aseguro que el
que no acepte el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.]
Ya muy cercana la Pasión, Jesús dejó la Galilea y emprendió el
camino hacia Jerusalén. Por el camino siguió evangelizando.
San Marcos sitúa en este breve paso tres lecciones a propósito
del matrimonio, de los niños, de la riqueza. Corresponden a la
celebración de hoy los dos primeros temas, quedando el
tercero para el domingo próximo.
1. — «Se acercaron unosfariseosy le preguntaron a Jesús para
ponerlo aprueba...» Es decir, para comprometerlo. Ya sabían lo
que Jesús pensaba acerca de la firmeza de la familia, que se
cimenta en la fidelidad del matrimonio. Aquellos «fariseos» no
buscaban aprender; querían proveerse de testigos para acusar.
Les convenía que declarase algo contra la Ley. En el contexto
social judío de entonces, quien osase hablar contra la Ley de
Moisés se exponía a las peores consecuencias. Jesús les
contesta con otra pregunta, para que digan ellos mismos qué
es lo que dejó establecido Moisés sobre el instituto jurídico del
«repudio». El hombre casado podía «repudiar» a su mujer
cumpliendo las formalidades requeridas y con algún motivo
legal (que se solía interpretar con generosa laxitud a favor del
marido). El Maestro afirma que esta práctica ha de
considerarse excepción o paréntesis de una ley superior y
permanente. Excepción provocada por la decadencia moral.
Decadencia que califica de «terquedad» (al pie de la letra,
dureza de corazón). Es una antigua manera bíblica de indicar la
obstinada oposición a los planes de Dios. El ideal de Dios está
inscrito, «desde el principio», en la teología de la creación del
hombre-y-la-mujer. Al unirse en matrimonio, forman «una sola
carne». Manera- bíblica de decir un único ser. Unidad de amor
y fecundidad, de derechos, deberes y destino. Jesús concluye
el diálogo pronunciando su sentencia definitiva, principio
básico de la familia según el derecho natural y cristiano: «lo
que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
2. — «En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo
mismo». Sorprendi dos por la segura firmeza del Maestro. En la
mente del evangelista, «los discípulos» representan a la
Comunidad cristiana, Jesús repite su pensamiento con otras
palabras, no menos decisivas. Ningún «repudio», promovido ya
por el hombre ya por la mujer, deshace su compromiso de
fidelidad. Fidelidad es el amor que dura y vence cualquier
dificultad. Ante quienes sufran dificultades, «los discípulos»
pondrán en acto toda su capacidad de comprensión y ayuda —
sin renunciar a la Palabra de Cristo.
3. — «Dejad que los niños vengan a mí». Palabras
transparentes. Las sigue repitiendo el Maestro a «los
discípulos» de siempre. Los niños tienen derecho a acercarse a
Jesús. «No se lo impidáis».
648 CICLO B
Durante el camino de Galilea a Jerusalén, el Evangelio de San
Marcos propone tres lecciones del Señor: la firmeza del
matrimonio, la dignidad de los niños, el sentido evangélico de
la riqueza. Seiee hoy la primera y (si se quiere) la segunda,
dejando la tercera para el próximo domingo. La primera se
desarrolla es dos fases:
una en público, dialogando con los fariseos; otra, en casa, con
los discípulos.
1. — «Lo que Dios unió, que no lo separe el hombre». Ya sabían
que Jesús era contrario al «repudio» (forma legal de divorcio en
Israel). Sólo les interesaba comprometerlo. Decir algo contra la
Ley de Moisés era exponerse a la muerte. Por eso contesta con
otra pregunta: ¿qué os mandó Moisés? Responden
prudentemente que les per,nitió... Una excepción, dispensa o
tolerancia no niega, antes supone la ley fundamental. Pero
Jesús interpreta la tolerancia de Moisés diciendo que fue por la
«dureza-de-corazón» de quienes la provocaron. La expresión
bíblica «dureza-de- corazón» (cuyo arquetipo fue el Faraón del
Exodo) significa ser obstinadamente indócil a la voluntad
divina. Jesús quiere restituir al mundo el ideal de Dios «en el
principio de la creación». A la altura de este ideal, cuando se
unen en matrimonio el hombre y la mujer forman «una sola
carne». Manera hebraizante de decir: un solo ser. Unidad que
es proyecto, obra y derecho de Dios. Cuando se ha realizado en
plenitud de amor, fuente de vida, permanece única, total, para
siempre.
2. — «En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo
mismo... » Seguramente sorprendidos por la firmeza doctrinal
del Maestro, en un ambiente de tolerancia invadido por aquella
que el Concilio Vaticano II llamó «epidemia del divorcio»
(Constitución sobre la Iglesia y el mundo, 47). Jesús se limita a
señalar, con austera claridad, las consecuencias éticas de su
doctrina. Al mismo nivel de responsabilidad (que presupone el
de dignidad y derecho) para el hombre y la mujer.
3. — «El que no acepte el Reino de Dios como un niño, no
entrará en él». La segunda lección declara, entre los derechos
del niño, el de que no se le pongan impedimentos para
acercarse a Jesús. Advierte, además, a quienes se tienen por
adultos, que deben aprender de los niños el arte de «aceptar el
Reino de Dios». El que aún es niño tiene, como los antiguos
«Pobres de Yahvé», la fácil disponibilidád de saborear que todo
es Gracia. Y que su pequeñez está abierta, como el cielo, a la
Presencia de la divina Inmensidad.
Jesús va a la Pasión. Desde Galilea hacia (Mc 10,1). Al paso,
sigue evangelizando. Durante este camino, San Marcos evoca
tres lecciones. Hoy leemos dos, dejando la tercera para el
domingo próximo:
A. — «Lo que Dios unió, no lo separe el hombre». La primera
lección, a propósito del matrimonio, se desarrolla en dos fases:
una en público, ante el pueblo (y. 1) y algunos fariseos; otra a
solas con los discípulos.
1. — Era habitual entonces, aun en las escuelas y sinagogas,
que las cuestiones se tratasen en forma de diálogo a partir de
una pregunta. Pero cuando los contrarios de Jesús le
preguntaban en público temas candentes, con frecuencia su
intención no era la de aprender sino la de comprometerle ante
el pueblo o frente al poder. En la escena de hoy, según San
Marcos, los fariseos van con este plan.
XXVII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 649
La entrevista o «controversia» está condensada en cuatro
puntos: a) pregunta de los fariseos; b) contrapregunta de
Jesús; c) respuesta de los fariseos; d) réplica de Jesús y
respuesta a la primera pregunta.
a) La pregunta de los fariseos presupone que saben o
sospechan que Jesús mantiene sobre este tema un punto de
vista del todo único. Dentro del contexto sociojurídico de Israel,
la pregunta era ociosa, ya que la Ley autorizaba al marido ( a
la mujer!) a despedir o «repudiar» a su consorte con
determinadas condiciones. Se podía discutir sobre la amplitud
de estas condiciones; no sobre el derecho en sí. Si el Maestro
contestaba en tono absolutamente negativo (como esperaban
los interlocu tores), contradecía a la Ley. Hería el sentimiento
del pueblo y se exponía a desagradables consecuencias (cf. Act
6, 13-14).
b) Jesús se acoge a un procedimiento dialéctico que todos
admitían; condicionar la respuesta a una contrapregunta. La
formula con habilidad: ¿Qué manda la Ley de Moisés?...
c) Cautelosamente matizan la respuesta: «Moisés permitió...»
[ el texto de la ley aludida en Deut 24,1-4. No instituyó el
«repudio» (odivorcio unilateral), que ya preexistía en forma
arbitraria. Lo condicionó a determinadas situaciones y
formalidades, en defensa de la parte débil. Pero al amparo de
esta ordenación, interpretada con criterio laxista, los hombres
cubrían con un velo de legalidad religiosa la que el Vaticano II
ha llamado «epidemia del divorcio». Ya había protestado
Malaquías (2,14-16).].
d) Jesús coge por la palabra a los interlocutores. La ordenación
de Moisés no fue sino tolerancia. Y su motivo, la «dureza-de-
corazón» de los hombres. Con esta palabra, la Biblia designa la
actitud de rebeldía obstinada contra Dios. Por encima de
aquella tolerancia, permanece el ideal divino. Jesús exige que
vuelva a reconocerse y aceptarse en plenitud. Lo ilumina con la
historia bíblica de la creación del Hombre y la Mujer [ lectura].
Su unión «en una sola carne» (hebraísmo: en plena comunión
integrante de personalidad humana) es proyecto, obra y
derecho de Dios. Una vez realizada, no hay voluntad de
hombre que pueda separarla.
2. — Una vez a solas con él, los Discípulos (seguramente
sorprendidos: Mt
19,10!), piden alguna aclaración. El Maestro se reafirma en su
absolutez. (Marcos adapta sus palabras al ambiente social
romano, en el que se concedía también a la mujer despedir al
consorte). Exige al amor que sella el matrimonio la sinceridad,
sin la cual no hay amor, de ser único, total y para siempre.
B. — «Dejad que los niños vengan a mí». Si los evangelistas
conservaron por escrito esta escena, es porque ya en sus
comunidades había «sabios y prudentes» (Mt 11,25) que
consideraban no-aptos a los niños para acercarse a Jesús
(entiéndase: en su Presencia eclesial). Sobre ellos recae la
indignación y el aviso del Maestro. Quien no ha descubierto la
capacidad, facilidad y necesidad de Jesús que tiene la infancia,
ignora tanto a Jesús como a los mismos niños.
El Evangelio de hoy, preparado por la lectura del Génesis, tiene
por tema principal el concepto bíblico-cristiano del matrimonio,
y, en concreto, su radical oposición al divorcio.
Los primeros capítulos del Génesis son una antigua lección
catequética en torno a
650 CICLO B
las ideas fundamentales sobre el mundo, el hombre y la
historia, bajo la luz de la fe en un solo Dios. El lector moderno
que consiga sintonizar con las categorías de expresión del
autor, reconocerá en él una profundidad teológica
sorprendente, mucha experiencia de la psicología humana y
una amable capacidad de adaptarse a la inteligencia
imaginativa del pueblo que adoctrinaba. El fragmento de hoy
«ilustra» la superioridad del hombre y su insaciabilidad
psicológica y vital con todo lo creado que no sea humano. Por
otra parte, su «yo» no se realiza, aislado, sin un «tú». De ahí
pasa a ilustrar, con una acción significativa, la dignidad de la
mujer (concepto no común en aquella época), que es «del
mismo hueso y carne» que el hombre (hebraísmo equivalente
a: de su misma naturaleza, vida y derecho humano). Por fin
proclama la unicidad (contra la poligamia) e indisolubilidad del
matrimonio, que los integra en una unión equiparable a la de
un solo organismo personal (= «una sola carne»). Jesús
interpreta auténticamente en el Evangelio el sentido de este
texto (junto con Génesis 1,27, que ha presentado previamente
la creación del varón y la mujer sin sucesión alguna
cronológica).
Empieza una serie de fragmentos de la Carta a los Hebreos, el
más profundo tratado de Cristología del Nuevo Testamento.
Para dar sentido completo a los incisos de hoy, conviene
situarlos en su contexto (1,5-2,18): no obstante su temporal
humillación, Cristo, el Hijo de Dios, es infinitamente superior a
los ángeles.
La lectura del EVANGELIO se refiere a la última fase de la
misión de Jesús, ya de camino hacia Judea poco antes de la
Pasión. Marcos sitúa en este período tres enseñanzas
fundamentales del Maestro: sobre el matrimonio, la infancia y
las riquezas. El tercer punto se leerá el próximo domingo.
Omitimos el segundo (de lectura discrecional) por falta de
espacio.
El primer tema se desarrolla en forma de controversia. Los
adversarios parten del supuesto de que todo israelita casado
tiene derecho a «repudiar» a su mujer, dentro de las
condiciones señaladas por la Ley (Deut 24,1-4). Si preguntan
en público a Jesús es porque, previamente informados, cuentan
con que se opondrán a este derecho. Es decir, se declarará
contra la Ley de Moisés; delito peligroso (Act 6,13-14), que
podrá servir de base al proceso que un día u otro esperan
instruirle.
Jesús se acoge a una táctica que todos admitían: la de
condicionar su respuesta a la de una contrapregunta. El juego
dialéctico es hábil por ambas partes: les pregunta qué mandó
Moisés, y ellos, para no dar pie a una réplica, contestan que
permitió...
De ahí pasa a la afirmación de su pensamiento. Aquella toleran
ci4 fue excepción o eclipse del ideal que Dios quiso realizar en
la creación del hombre y la mujer. El motivo de tal excepción o
condescendencia fue una actitud, que en el lenguaje bíblico se
llama «dureza de corazón». Es la consciente y obstinada
indocilidad a la línea de acción y criterio señalada claramente
por Dios (por la conciencia, por el derecho natural, por su
Palabra explícita...). Cristo honra a sus hermanos los hombres
al negarles el derecho de legitimar sus fallos con la «dureza de
corazón». Evoca la doctrina constitucional humana del Génesis,
y la rubrica con una de aquellas sentencias características
suyas que se graban con oírlas una sola vez: «Lo que Dios
unió, no lo separe el hombre».
La radical negativa sorprendió a ios mismos discípulos (Mt
19,10). A solas con ellos, se la reitera, formulándola ahora al
estilo de las leyes del antiguo oriente (<si alguien... etc.»).
Cristo restituye al amor que sella el matrimonio la sinceridad
de
XXVII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 651
aquellos adverbios, sin los cuales no sería más que palabra
vacía: siempre, sólo, totalmente.
VIGESIMOCTAVO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de la Sabiduría 7,7-11
Supliqué y se me concedió la prudencia,
invoqué y vino a mí un espíritu de sabiduría. La preferí a los
cetros y a los tronos,
y en su comparación tuve en nada la riqueza. No le equiparé la
piedra más preciosa,
porque todo el oro a su lado es un poco de arena, y junto a ella
la plata vale lo que el barro.
La preferí a la salud y a la belleza,
me propuse tenerla por luz,
porque su resplandor no tiene ocaso.
Todos los bienes juntos me vinieron con ella, había en sus
manos riquezas incontables.
Salmo responsorial Sal 89,12-13. ¡445. ¡6-17
R. Sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida
será alegría y júbilo.
Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un
corazón sensato. Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten
compasión de tus siervos.
Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo;
XXVIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 653
danos alegría por los días en que nos afligiste,
por los años en que sufrimos desdichas.
Que tus siervos vean tu acción
y sus hijos tu gloria.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la Carta a los Hebreos 4,12-13
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de
doble filo, penetrante hasta el punto donde se dividen alma y
espíritu, coyunturas y tuétanos. Juzga los deseos e intenciones
del corazón. Nada se oculta; todo está patente y descubierto a
los ojos de Aquel a quien hemos de rendir cuentas.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Mt 5,3 Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el
Reino de los cielos. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del Santo evangelio según san Marcos 10,17-30
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno
corriendo, se arrodilló y le preguntó:
—Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús
le contestó:
— qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios.
Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás
adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás,
honra a tu padre y a tu madre.
El replicó:
—Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño. Jesús se le
quedó mirando con cariño y le dijo:
—Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a
los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso,
porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus
discípulos:
— difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios! Los
discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió:
—Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el Reino de Dios a los que
ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello
pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino
de Dios.
Ellos se espantaron y comentaban:
—Entonces, ¿quién puede salvarse?
654 CICLO B
Jesús se les quedó mirando y les dijo:
—Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede
todo.
[ se puso a decirle:
—Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos
seguido.
Jesús dijo:
—Os aseguro, que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o
madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio,
recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más —casas y
hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con
persecuciones—, y en la edad futura vida eterna.]
San Marcos pone en labios del Maestro, de paso hacia
Jerusalén, una lección sobre los bienes temporales en relación
con la Vida eterna. La lectura se subdivide en tres secciones.
Forma la primera el ejemplo negativo de aquel que rehusó
seguir a Jesús por no dejar sus riquezas. La segunda recoge
unas reflexiones del Maestro. La tercera ofrece el ejemplo
positivo de quienes lo han dejado todo por seguir a Jesús.
Es austera esta página del Evangelio. Palabra que se clava en
lo más hondo del espíritu [ lectura]. Abrazándola con fe,
muchos escogieron hacerse pobres para seguir a Cristo.
Milagro de amor, que transfigura su vida en alegría y júbilo
[ responsorial].
En la primera lectura, habla un rey idealizado («Salomón»)
declarando que prefiere la Sabiduría a la hermosura, al dinero,
al poder. Para los que creemos en Cristo, nuestra «Sabiduría»
es su Evangelio. A él debemos subordinarlo todo. Cuando se
presenta un inevitable dilema entre perder la vida o renunciar
a la posesión de determinados bienes materiales, el hombre
sensato no duda en escoger la vida y perder lo demás. Por
análoga sensatez, cuando la Vida eterna pida cualquier
renuncia en orden a alcanzarla, el hombre de fe consciente
tampoco dudará.
1. — «Maestro bueno, ¿qué debo hacer... ?». Pregunta uno que
ha cumplido siempre los Mandamientos. Para salvarse, le
bastaría. Pero aspira a una mayor altura. Llama a la puerta del
Evangelio y Jesús se la abre. Tiene ya en su mano la
oportunidad de ser un perfecto discípulo, un apóstol.
«jSígueme!», le dice el Señor. Momento sublime de vocación
personal, concreta, irrepetible. La tierra era buena, divina la
semilla; pero la malograron las zarzas... (léase Mc 4,18-19).
2. — «/Qué difícil les es entrar en el Reino de Dios a los que
ponen su confianza en las riquezas!» Para glosar estas severas
líneas no hay más que releer el Sermón de la Montaña. A Jesús
le gustaba expresarse con el lenguaje proverbial e hiperbólico
de su pueblo (p. ej., el apólogo del camello...). Dios ha de ser el
centro de la vida. A quien la haya centrado en el exclusivo afán
de poseer y retener sin compartir, sólo lo puede librar de esta
esclavitud un milagro de la Gracia.
3. — «Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido... »
Habla Pedro en nombre de cuantos han tomado la decisión de
seguir a Jesús. Si es mucho lo que han tenido que dejar, es
infinito lo que reciben. En el cielo y también en esta vida. Con
lenguaje popular, Jesús les asegura una felicidad cien veces
superior al sacrificio que les costó. Los que han hecho de veras
la experiencia, dan testimonio de que es verdad.
XXVIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 655
En la primera lectura nos habla el alma de un antiguo israelita
que aprecia la Sabiduría más que el poder, la belleza y el
dinero. Entendían entonces por Sabiduría algo así como el
sentido práctico de la vida. Una luz interior que ilumina desde
el propio corazón el camino que hay que caminar en cada
circunstancia. Para el israelita, la Sabiduría es la misma Palabra
de Dios enraizada en lo profundo del alma.
Con Jesucristo, la Sabiduría de Dios se nos hizo Evangelio.
Palabra humana, divina y exigente. Sermón de la Montaña. Su
primer principio: «Buscad, por encima de todo, el Reino de
Dios; y todo lo demás os vendrá por añadidura». Es una
manera de decir: Amad al único Dios sobre todas las cosas. La
historia del rico, que escuchamos hoy, es una lección sobre
este principio.
1. — « debo hacer para obtener la Vida eterna?» Admirador de
Jesús. Generoso en imaginación. Pregunta por la Vida eterna,
quizá pensando más en sí que en Dios. Por eso Jesús le invita a
mirar más alto: sólo en Dios está la fuente del Bien. Se declara
cumplidor desde joven. («Cumplir» los Mandamientos es
condición indispensable. Pero el que se limitase a ello, podría
obrar con la intención egocéntrica de cumplir sólo para
«asegurarse». El Evangelio pide más.) Jesús lo ama y, por
tanto, le exige. Si busca a Dios por encima de todo, libere su
espíritu de aquel otro supremo valor que lo está absorbiendo. Y
extienda el amor de Dios a los hermanos necesitados
comunicándoles sus bienes. No acepta y se marcha. La Palabra
de Dios ha puesto su corazón al descubierto [ lectura]. Quisiera
cumplir con dos dioses simultáneos (Mt 6,24)...
2. — «/ Qué difícil es entrar en el Reino de Dios...!» Camino
angosto del Sermón de la Montaña (Mt 7,13-14). Es difícil
renunciar voluntariamente a la riqueza. Imposible a las solas
fuerzas humanas (apólogo del camello...). Pero Dios lo puede
todo. Quiere decir que en la vida de Fe «todo es Gracia». Y la
Gracia de Dios entra cuando se le abren de par en par las
puertas del alma, sin condiciones.
3. — «Quien deja... recibirá cien veces más». El Maestro habla
en lenguaje popular. Da a entender que nadie renuncia a algo
por Dios que no reciba —ya en esta vida— una felicidad
inmensamente superior a aquella que dejó. Experiencia que
sólo entienden los que pasan por ella, como San Francisco de
Asís. A otros les parecerá imaginación. Aunque tarde o
temprano también tendrán que dejar aquello a que se
— agarran, sin el gozo de haber sido libres.
Durante el camino hacia la Pasión, entre Galilea y Jerusalén, el
Evangelio escenifica tres lecciones de Jesús. Hoy escuchamos
la tercera.
Está distribuida en tres momentos: a) una experiencia de vida
(y. 17-22); b) una reflexión a propósito de ella (y. 23-27); c) una
palabra de aliento a los que aceptan poner en práctica la
lección (28-30).
Un procedimiento pedagógico, frecuente entre los hebreos,
indica el tema central de esta difícil página. Es el
procedimiento que llaman «inclusión» y consiste en empezar y
terminar la unidad literaria con una misma palabra-clave. En
este caso, con la expresión «VIDA ETERNA», objeto de la
pregunta introductoria (y. 17) y de la promesa conclusiva (y.
30).
A lo largo del texto, el concepto de «Vida eterna» se expresa
con tres sinónimos:
Cielo (y. 21), Reino de Dios (y. 23,24,25), Salvación (y. 26).
656
CICLO B
Para los primeros discípulos del Evangelio, estas palabras
tenían claridad de ideal y fuego de convicción. Elevan el
Hombre a un nivel infinitamente más alto que toda filosofía.
Si uno no entiende el destino ultraterreno del Hombre, no
encontrará sentido en esta página. Tal vez le hará sonreír
(como a ciertos contemporáneos de Jesús: Lc 16,14). Pero
quien tiene fe en un Cielo inmortal y pone en Dios el centro de
su vida, sabe relativizar los demás valores. Escuchamos en la
primera lectura la reflexión de un pensador israelita, que
estimó la Sabiduría por encima del dinero, poder y hermosura.
Cristo manifestó en su persona la Sabiduría de Dios puesta a
disposición de los hombres. El que lo descubre, como Francisco
de Asís, sabe despojarse de lo demás para identificarse con él.
Es lo que quiere decir hoy el Evangelio en la tercera parte, la
principal. Por contraste, empieza poniendo ante los ojos la
experiencia de un fracaso:
A. — El discípulo frustrado. Era israelita sincero. Vio en Jesús al
maestro «bueno». Un rabí al estilo de los demás, el mejor de
todos. Sin descubrir el Misterio de su personalidad, que no era
el momento, Cristo le invita a mirar más alto. A Dios, fuente de
toda Bondad. Los Mandamientos esenciales —el Decálogo—
son expresión de su Sabiduría y, como tales, comunicación de
su Bondad a los hombres. Camino de la «Vida eterna». Pero
aquel israelita cumplidor de buenas obras esenciales, ha
intuido en el maestro la llamada a una entrega más generosa.
Está a la puerta del Evangelio, y Jesús se la abre. El apego a
sus «muchas posesiones» (y. 22) le priva de libertad para
entrar. Afirma cumplir los Mandamientos, y falta al principal:
amar a Dios más que todas las cosas, y en él al prójimo [ por
tanto, a los «pobres», con quienes no hay amor si no hay
comunicación de bienes].
Cuando los evangelistas redactaron este caso típico, pensaban
en algunos acaudalados de su tiempo, que hubieran aceptado
con gusto el hermoso Evangelio a condición de que la Iglesia
fuese condescendiente con su egoísmo.
B. — Reflexión. A partir del caso concreto, Jesús instruye a los
discípulos asombrados (manera de decir que es una lección
sorprendente) sobre el tema en general. Uno de los mayores
obstáculos para abrazar de veras el Cristianismo como camino
de Salvación es el apego a la innecesaria abundancia de bienes
poseídos. Y es excepción de puro milagro poseer sin apegarse
(y. 27)... Jesús da color a las ideas con imágenes hiperbólicas,
usadas también por otros en su tiempo.
C. — Los discípulos auténticos. El fracaso de aquel rico es
fondo oscuro sobre el que resalta la generosidad de los muchos
que lo han dejado todo para caminar con libertad al paso de
Jesús. Su razón es el Evangelio. En el más allá del horizonte
terrenal, les espera la plenitud de la Vida eterna. Y ya ahora
( aun en medio de las persecuciones!) una compensación de
felicidad al ciento por uno de sus renuncias. Nadie deja algo
por Dios que no reciba luego el gozo de lo que dejó, elevado a
un orden sorprendentemente más alto y puro. Por eso, el que
abraza con sincera libertad la pobreza según el Evangelio no
puede envidiar a nadie. Compadece a los que todavía son
esclavos.
Leemos en el Evangelio de San Marcos la tercera de aquellas
lecciones que dio Jesús camino de Judea. Riqueza y pobreza
voluntaria en la perspectiva del Reino de Dios.
XXVIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 657
Del libro de la Sabiduría escuchamos las reflexiones de un rey
ideal (<cSalomón»). El espíritu de Sabiduría, dice, vale más
que todas las riquezas. No hay hombre sensato que, en su
escala de valores, no ponga alguno por encima del dinero (p.
ej., la salud, el amor auténtico, etc.). El Evangelio nos dirá que
en la cumbre de todos los valores está el de seguir a Cristo. Y
que es ganancia al ciento por uno dejarlo todo por él.
Este inciso de la Carta a los Hebreos termina una exhortación
de fidelidad,
docilidad u obediencia a la Palabra de Dios. La más compleja
intimidad del hombre le
es transparente como el aire a la luz del sol. Nuestra actitud
ante ella es dilema de vida
o muerte escatológica. El amplio contexto anterior (3,7-4,11)
es una homilía en torno
a aquella advertencia: Hoy, si oyes su voz, no le cierres tu
corazón...
En la lectura del EVANGELIO de hoy se distinguen tres
secciones: a) la historia de un hombre que, por apego a sus
riquezas, no aceptó ser discípulo de Cristo (y. 17-22); b)
reflexiones de Cristo a sus discípulos en torno a la posesión de
bienes temporales (23-27); c) felicidad del que renuncia a todo
para seguir a Cristo (28-30).
a) Para aquel hombre, el supremo ideal era alcanzar la vida
eterna. En orden a ello, presentía la conveniencia o necesidad
de hacer algo grande. Consulta a Jesús (en quien no reconoce
más que un excelente rabí). Antes de contestar, el Maestro le
invita a ver más claro lo que es principio y fundamento de una
sólida religiosidad: que en solo Dios está la fuente de todo
bien; y, por tanto, hay que centrar en él vida, amor y
esperanza, sin presunción ni egocentrismo. Luego le recuerda
el indispensable camino de los Mandan’iientos. Le recita o
glosa algunos de ellos (los de carácter familiar y social),
consagrando así el catecismo perenne. Al declarar su
irreprochable observancia, el consultante quiere decir que está
dispuesto a más. Esta generosa disposición ilumina la mirada
de Jesús. Le ofrece el honor de ser su discípulo en plena
dedicación. Es decir, «seguirle». Primer paso del seguimiento,
ceder su riqueza a los pobres. Se le anubla la mirada, y escoge
quedarse rico. La semilla había caído en tierra fecunda, pero la
ahogaron los espinos (leer Mc 4,18-19).
b) Siguen tres Sentencias casi idénticas, a propósito de las
riquezas y la entrada en el Reino de Dios. Al término, otra
sobre el infinito poder de la gracia. El asombro de los discípulos
sirve una y otra vez para hacer resaltar más la exigencia de
Cristo.
Las dos primeras Sentencias (y. 23 y 24) van en lenguaje
directo; la tercera (25), en imagen hiperbólica muy del gusto
de aquel tiempo (otros rabinos emplearon la misma expresión,
para indicar algo sumamente difícil, poniendo «elefante» en
vez de «camello»). Es la conocida advertencia del Sermón de la
Montaña: no se puede estar simultáneamente al servicio del
verdadero Dios y del dios Dinero (Mt 6,24). Cristo ofrece y
exige al discípulo ser libre de la esclavitud de las cosas.
Indispensable actitud interior, común a todo creyente. A cada
uno, su vocación individual le señala el programa concreto de
desposeimiento en que se le realizará dicha actitud.
La última Sentencia (27) responde a la dificultad que tantos
han opuesto a la moral del Evangelio: hermosa, pero imposible.
La omnipotente gracia de Dios lo mismo realiza el milagro de
que el fango florezca en azucenas que el de que la casa de
Zaqueo abra sus puertas a la Salvación.
c) La tercera parte (de lectura discrecional) asegura, en estilo
de gráfica hipérbole, la satisfacción actual y escatológica de
quienes, llamados por vocación concreta a dejarlo realmente
todo, responden a Cristo con la feliz generosidad que no quiso
tener aquel pobre rico.
VIGESIMONOVENO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
LectKra del libro del profeta Isaías 53,10-1 1
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento.
Cuando entregue su vida como expiación,
verá su descendencia, prolongará sus años;
lo que el Señor quiere prosperará por sus manos. A causa de
los trabajos de su alma, verá y se hartará,
con lo aprendido mi Siervo justificará a muchos, cargando con
los crímenes de ellos.
Salmo responsorial Sal 32,4-5. 18-19. 20 y 22
R. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo
esperamos de ti.
Aclamad, justos, al Señor,
que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que
esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte -
y reanimarlos en tiempo de hambre.
Nosotros aguardamos al Señor:
El es nuestro auxilio y nuestro escudo. Que tu misericordia,
Señor, venga- sobre nosotros, como lo esperamos de ti.
XXIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 659
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta de los Hebreos 4,14-16
Hermanos:
Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo
sacerdote grande que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de
Dios.
No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de
nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo
exactamente como nosotros, menos en el pecado.
Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia,
para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie
oportunamente.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Mc 10,45 El Hijo del hombre ha venido para servir y dar su vida
en rescate por todos. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del Santo evangelio según san Marcos 10,35-45
En aquel tiempo [ acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo,
Santiago y Juan, y le dijeron:
—Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir. Le
preguntó:
— queréis que haga por vosotros?
Contestaron:
—Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a
tu izquierda. Jesús replicó:
—No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que
yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me
voy a bautizar?
Contestaron:
—Lo somos.
Jesús les dijo:
—El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con
el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a
mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está
ya reservado.
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y
Juan.]
Jesús, reuniéndolos, les dijo: (en la forma abreviada: reuniendo
a los Doce...)
—Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los
pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros
nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y
el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo
del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y
dar su vida en rescate por todos.
Camino de Jerusalén, ya muy cerca. Jesús sabe que va a la
Pasión y acaba de decírselo a solas, por tercera vez, a los doce
discípulos. Santiago y Juan se apresuran a pedirle los primeros
puestos en el reino...
660 CICLO B
1. — «No sabéis lo que pedís». Lo que pedían eran los primeros
puestos de gloria junto a Cristo. Lo que aún no sabían es que
en Cristo y junto a Cristo no hay más acceso a la gloria que la
cruz. El Maestro los invita a reflexionar preguntándoles si están
dispuestos a beber su mismo «cáliz», a sumergirse en su
propio «bautismo». Ambas imágenes son alegoría de la Pasión.
Insinúan, además, una realidad teológica:
que el Bautismo cristiano y la Eucaristía (<beber el cáliz...»)
son vocación y compromiso a tener parte en la glorificante cruz
de Cristo. Los dos hermanos dijeron que sí, que estaban
dispuestos. No sospechaban que con su respuesta se ofrecían
a ser mártires. Cuando más tarde lo comprendieron, no se
volvieron atrás. Estuvieron seguros de que Cristo había
«interpretado» divinamente la sinceridad de su corazón. El que
con amor sincero se ha ofrecido a Cristo, sabrá aceptar
siempre por amor la manera con que Cristo «interpreta» y
realiza su ofrecimiento.
2. — «El que entre vosotros quiera ser grande, sea vuestro
servidor». Los otros diez discípulos, desde Pedro hasta Judas,
se indignaron contra los dos hijos de Zebedeo. Todos aspiraban
a lo mismo. Es la raíz de tantas críticas airadas. Todos soñaban
ser jefes en un reino mesiánico nacional, radiante de justicia y
santidad; pero también de honor, poder y ventajas temporales.
Los evangelistas constatan esa incomprensión que rodeaba a
Jesús de Nazaret, hasta de parte de sus más adictos.
Incomprensión con que lo siguen juzgando, aun hoy, algunos
sabios. Lo escribieron en el Evangelio, movidos por el Espíritu
Santo, para lección de la Iglesia de siempre. No imitar el estilo
de los jefes paganos. Quienes en la Iglesia sean «grandes» y
«primeros», a quienes toque el carisma de regir, tengan
corazón de niño, alma de buen servidor, disponibilidad de
esclavo. No se trata de ‘adoptar unas formas externas, tan
fáciles de fingir; las lecciones del Evangelio son espíritu y son
vida. Los que viven en el Espíritu, entienden qué quiere decir el
Señor.
3. — «Porque el Hijo del Hombre no ha venido para que le
sirvan, sino para servir y dar su vida...» Bajo este título: «el
Hijo del Hombre», la más primitiva comunidad cristiana
entendía a Jesús Mesías. El Hijo del Hombre se identifica con el
Siervo de Yahvé [ lectura]. El que redime a su pueblo
sirviéndole con el Sacr de su propia vida.
A punto de subir a Jerusalén. Santiago y Juan ambicionan los
primeros puestos del Reino cuando Jesús acaba de anunciarles,
por tercera vez, su Pasión.
1. — «No sabéis lo que pedís... » Discípulos que buscan poder y
honores cuando el Maestro va a la cruz. Los evangelistas
conservaron este recuerdo humillante de los dos grandes
apóstoles para aviso de cuantos, simulando que sirven a Dios,
en realidad gestionan su propio provecho temporal. El Señor
les invita a compartir su «bautismo» y su «cáliz». Imágenes
qus significan vivir hasta el fondo la misma vocación que él
está viviendo. A oídos cristianos, ambas imágenes sugieren la
mística profunda del Bautismo sacramental y la Comunión
eucarística. Ellos aceptan. Más tarde, la experiencia y la fe les
abrieron los ojos a la divina realidad de lo que habían
aceptado: abnegación, pobreza y martirio. No se consideraron
«frustrados». Y dieron gracias a Dios. Como saben hacer los
que se consagraron al Señor por puro servicio, y no por el
triunfo de los propios int o criterios.
2. — «El que entre vosotros quiera ser el primero, sea el
esclavo de todos». Los
XXIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 661
otros diez se indignan contra aquellos dos, porque ellos
también aspiran a lo mismo. Achaque transparente de tantas
críticas. El Maestro habla a todos. Si uno quiere ser algo en la
Escuela de Cristo, tenga alma de pobre, corazón de niño y
humilde laboriosidad de siervo. Allá los jefes paganos con sus
maneras de mandar (y. 42).
3. — «Porque el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido,
sino a servir...» Quiere decir: no sigáis el ejemplo de los jefes
paganos en su altanería; imitad al «Hijo del Hombre», que es
Cristo. El Hombre perfecto, que no ha venido a sojuzgar
servidores, sino a ser él mismo el Servidor. Con estas palabras,
Jesús hace suya la figura profética del SIERVO DE YAHVE
(primera lectura). Y explica en qué consiste, según él, servir.
Consiste en «dar la propia vida para redimir a todos». Cristo,
Redentor de los hombres. Razón suprema de su magisterio y su
plegaria, de su oficio sacerdotal (segunda lectura); su Cruz y su
Eucaristía. Redimir es salvar. Liberar del Mal. Trabajar
humildemente para restablecer en el mundo la integridad que
Dios quiso darle. Muchos hombres y mujeres han renunciado a
todo para colaborar en esta Misión cristiana de salvar el
mundo. Renunciemos todos a algo por amor del mundo y por
amor de Cristo, «Siervo» Redentor, que es el centro del mundo
y de la historia.
En la última etapa del camino, subiendo ya a Jerusalén, el
Señor anuncia por tercera vez a sus apóstoles la Pasión y
muerte que allí le espera (Mc 10,32-34). Lo mismo que las
otras dos veces anteriores, los discípulos demuestran con una
salida desconcertante que no han comprendido. Entonces Jesús
los corrige, inculcándoles la idea de que también ellos tendrán
que compartir su Pasión y hacer de la propia vida un Sacrificio
por los demás. Por razón de brevedad, el leccionario omite la
profecía de la Pasión.
A. — La petición de los hijos de Zebedeo forma contraste
paradójico con el inmediatamente anterior anuncio de los
sufrimientos del Maestro. Cristo va a la Cruz, y ellos se dan
prisa en asegurarse las primeras sillas de su Reino de Gloria.
Reino que imaginan en clave terrena, y del que esperan
ventajas de orden temporal. Si el evangelista levantó acta de
este fallo de los dos apóstoles, fue para aleccionar a otros que,
en la Comunidad cristiana, podían caer en actitudes más o
menos parecidas. Los puestos de responsabilidad en la Iglesia
tienen que ser «preparados» [ Dios]. Elección y vocación
divina. No resultado de otras gestiones según criterio humano.
No sin intención, pone en sus labios las palabras: «uno a la
derecha y otro a la izquierda». El Evangelio sólo las emplea
otra vez, pocas páginas más adelante, refiriéndolas a los dos
crucificados junto al Señor en el Calvario (15,27)...
Es en este sentido que Jesús «interpreta» su petición. Les
ofrece beber su cáliz. Compartir su destino. Ellos aceptan, sin
comprender todo el alcance del lenguaje alegórico con que les
habla Cristo. Bajo su error de superficie late la entrañable
verdad de su amor. Quieren incondicionalmente estar con El.
Cuando la experiencia les hará comprender que con ello
aceptaron el martirio, no se arrepentirán. Es normal en quienes
se entregan de verdad (a Dios, a Cristo, a la Iglesia) que la
posterior experiencia martirial de su consagración sobrepase
en mucho lo que al hacerla imaginaron. Pero bendicen al
Señor, que «interpretó» divinamente su entrega como una
absoluta decisión de fidelidad.
662 CICLO B
B. — La actitud cristiana: servir. Al mal ejemplo de Jaime y Juan
se añade el de los otros diez. Todos se sienten ofendidos,
porque todos ambicionan. No han asimilado la lección del
«niño» (9,33-37). El Maestro la remacha con otra más fuerte:
la del «esclavo». Tres sentencias yuxtapuestas. La primera,
sobre el estilo de los jefes paganos. La tercera, sobre el del Hijo
del Hombre (o Mesías). La segunda es una interpelación a los
discípulos para que sean como Cristo, y no como los grandes
del paganismo.
1. — La primera sentencia (y. 42) constata una evidencia
reconocida por todos:
entre los gentiles o paganos, ser jefe significa imponerse,
dominar, someter.
2. — La segunda (y. 43-44) se dirige a quien en la Comunidad
cristiana tendrá el carisma u oficio de ser «grande» o
«primero». Responsable. Dirigente. Autoridad. Que no imite el
estilo pagano. Su consigna: ser «siervo»; más aún, «esclavo»
de todos los demás. Jesús habla dentro de la atmósfera social
de Israel de entonces, donde la noción de «servir» incluía la
total dedicación personal de trabajo por el otro, la gratuidad, la
actitud humilde.
3. — Del Hijo del Hombre (y. 45) se había dicho en el libro de
Daniel que todos le servirían (7,14). Pero Jesús transfigura su
imagen en la del Siervo de Yahvé. No ha venido a tener
servidores, sino a ser el Servidor. El último inciso declara en
qué consistirá su definitivo «acto de Servicio». En dar su vida
por la Redención del mundo. Cruz y Eucaristía. Sacrificio total
por los demás. El que quiera ser grande según el Evangelio,
tiene que «servir» así.
El Evangelio de San Marcos presenta tres ciclos de enseñanzas
del Señor en torno a sus tres profecías de la Pasión. La página
que se lee hoy corresponde al tercer ciclo, ya a punto de entrar
en Jerusalén.
Escuchamos al principio un breve fragmento del cuarto
«cántico del Siervo de Yahvé», conservado en el libro de Isaías.
Visión profética de un Mártir, que dará su vida por el pueblo.
Jesús se refiere a este texto en la última frase del Evangelio de
hoy.
La Carta a los Hebreos fue dirigida a un grupo de cristianos en
crisis de fidelidad bajo el cansancio de la persecución. Muy
sensibles a los antiguos valores del Templo de Jerusalén, su
culto y su sacerdocio. El autor centra la exhortación a la
perseverancia en un más perfecto conocimiento de Jesucristo,
Hijo de Dios y hermano de los hombres, a quien presenta como
supremo, único y eterno Sacerdote. El fragmento de hoy invita
a entrar en su confiada intimidad.
En la lectura del EVANGELIO se distinguen dos partes: 1) la
primera (y. 35-41) cuenta la maniobra de Santiago y Juan, y la
indignación de los demás apóstoles cuando se enteraron; 2) en
la segunda (42-45), el Maestro les corrige a todos,
inculcándoles el espíritu de humildad y servicio.
Para comprender esta página, sería bueno leer las líneas que la
introducen (32-34). Están subiendo a Jerusalén, y el Maestro
acaba de anunciarles por tercera vez su inmediata Pasión y
muerte. Es impresionante, en este momento, la inoportunidad
de los dos hermanos. Adoran al Maestro; pero, cuando habla de
cruz, no le entienden. Prefieren soñar grandeza y ventajas
personales. El evangelista dejó escrita esta lección
XXIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 663
para todos; con especial intención para los que en cualquier
tiempo pudieran ser o parecer grandes dentro de la Iglesia.
1. — El atrevimiento de los hijos de Zebedeo no hace más que
individualizar aquella común aspiración a los primeros puestos
que vimos en la lectura del domingo 25.° El Evangelio sólo
repetirá esta frase de entonación áulica: «uno a la derecha y
otro a la izquierda», a propósito de los dos compañeros de
crucifixión en el Calvario (Mc 15,27). Con las dos metáforas
(«cáliz» y «bautismo»), Cristo quiere decir que la máxima
cercanía del discípulo a él aquí en la tierra sólo se realiza
cuando comparte su cruz. Los cristianos de los primeros siglos
consideraban que esta participación únicamente se realiza de
una manera perfecta en el martirio, que el Maestro ofrece aquí
y anuncia a los dos hermanos. Cuando se redactó el Evangelio
por escrito, las metáforas de la copa (o «cáliz») y del baño (o
«bautismo») reflejaban también el sentido de iniciación y
educación martirial que tienen los sacramentos del Bautismo y
la Eucaristía.
2. — La lección de Jesús se desarrolla en tres Sentencias: a) Al
contrario de como se ejerce el mando en el régimen de los
pueblos (y. 42), b) la autoridad dentro de la Iglesia debe
consistir en un humilde servicio fraternal (43-44), c) inspirado
en el Sacrificio redentor (45).
a) El despotismo con que se administraba el poder en las
«naciones» o pueblos paganos de la época sirve de contraste.
b) «No será así entre vosotros», dice a los apóstoles, futuros
dirigentes de la Iglesia. La autoridad intraeclesial tendrá por
norma y estilo la actitud del «siervo». Estas palabras respiran
el ambiente de la Cena (Lc 22,24-27), cuando el Señor y
Maestro dio el signo pedagógico de servir como esclavo a sus
discípulos (Jn 13,1-17). Las palabras «siervo» y «esclavo» se
entendían entonces en sentido fuerte, ya que el servido
implicaba trabajar siempre y sólo por los demás, como un
deber innato, en situación de humildad.
c) En la última frase, Jesús identifica al «Hijo del Hombre» (es
decir, a sí mismo) con aquel «Siervo de Yahvé» vaticinado en el
libro de Isaías. Su acto de servicio en favor de «la multitud» (de
todos los hombres) consiste en dar la vida en sacrificio de
redención. Estas palabras son preludio de las que pronunciará
al establecer la entrega perenne de su cuerpo y sangre en el
misterio eucarístico (Lc 22,19-20 par). El que aspire a ser
alguien en la Iglesia, tendrá que hacer suya la generosidad con
que Cristo ha puesto su vida entera en acto de «servicio
redentor» hasta la muerte.
TRIGÉSIMO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Jeremías 31,7-9
Esto dice el Señor:
Gritad de alegría por Jacob, regocijaos por el mejor de los
pueblos; proclamad, alabad y decid:
el Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel.
Mirad que yo os traeré del país del Norte, os congregaré de los
confines de la tierra.
Entre ellos hay ciegos y cojos,
preñadas y paridas:
una gran multitud retorna.
Se marcharon llorando, los guiaré entre consuelos; los llevaré a
torrentes de agua, por un camino llano en que no tropezarán.
Seré un padre para Israel,
Efraín será mi primogénito.
Salmo responsorial Sal 125,1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6
R. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar:
La boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares.
XXX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 665
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.’. El Señor ha estado
grande con nosotros, y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes de
Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre
cantares.
Al ir, iba llorando, llevando la semilla; Al volver, vuelve
cantando, trayendo sus gavillas.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta de los Hebreos 5,1-6
Hermanos: El Sumo Sacerdote, escogido entre los hombres,
está puesto para representir a los hombres en el culto a Dios:
para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. El puede
comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo
está envuelto en debilidades. A causa de ellas tiene que
ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del
pueblo.
Nadie puede arrogarse este honor: Dios es quien llama, como
en el caso de Aarón. Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la
dignidad de Sumo Sacerdote, sino Aquel que le dijo: «Tú eres
mi hijo, yo te he engendrado hoy», o como dice otro pasaje de
la Escritura: «Tú eres Sacerdote eterno, según el rito de
Melquisedec.»
ALELUYA Aleluya, aleluya.
2Tm 1,lOb Nuestro Salvador Jesucristo destruyó la muerte, y
por medio del Evangelio sacó a la luz la vida. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 10,46-52
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y
bastante gente, el ciego Bartimeo (el hijo de Timeo) estaba
sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era
Jesús Nazareno, empezó a gritar:
—Hijo de David, ten compasión de mí.
Muchos le regañaban para que se callara. Pero él. gritaba más:
—Hijo de David, ten compasión de mí.
Jesús se detuvo y dijo:
—Llamadlo.
Llamaron al ciego diciéndole:
—Animo, levántate, que te llama.
666 CICLO B
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo:
— quieres que haga por ti? El ciego le contestó:
—Maestro que pueda ver.
Jesús le dijo:
—Anda, tu fe te ha curado.
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
El ciego de Jericó recobra la vista al encontrarse con Jesús. En
esta historia, el Evangelio no quiere sugerir la imagen de todo
hombre cuando descubre por la fe que Cristo es su luz y su
camino.
1. — «El ciego Bartimeo estaba sentado al borde del camino».
Pasa junto a él la gozosa multitud que peregrina hacia
Jerusalén por la Pascua. El pobre ciego no puede peregrinar.
Sentado en sus tinieblas, inmóvil a la vera del camino.
Paradigma del hombre que necesita salvación. Bartimeo tenía
hambre y sed de luz. A todos los que pasaban les pedía
limosna. Las puertas de Jericó, cruce de rutas comerciales,
eran lugar excelente para los mendigos. A todos suplicaba una
moneda, pero ni al más poderoso de este mundo se hubiera
atrevido a pedir lo único que podía transfigurar su vida: el
regalo de la luz.
2. — « que vea!». 0 que pasaba Jesús y el corazón le dijo que
Dios estaba cerca. Dios se deja sentir en el corazón de los
sencillos. El texto de San Marcos conserva en su lengua
materna el exacto vocativo con que el ciego se dirige al Señor:
« (maestro-mío)... !». Lo proclama «Hijo de David», título con
que la gente del pueblo designaba a su Mesías, al Salvador. Le
grita una y otra vez: «/ten piedad de mí!» San Marcos lo dice
en griego con la expresión «eléyson!», que a oídos de sus
lectores en la iglesia apostólica ya sonaba a oración litúrgica.
La oración es la voz de la fe. Bartimeo no tiene miedo y se
sobrepone al ambiente, que pretende acallarlo para que no
moleste... Cuando le dicen que Jesús lo llama, suelta el manto
en que recogía las limosnas y dando un brinco de alegría corre,
como si ya viese, hacia Jesús.
3. — « Y le seguía por el camino». Se refiere, por contexto
inmediato, al camino que subía a Jerusalén y culminó en la
entrada del domingo de Ramos (Mc 11,1-10). Símbolo de la
humanidad redimida peregrinando hacia su patria, la Jerusalén
de Dios [ lectura y salmo]. En esta historia de Bartimeo, San
Marcos nos describe por transparencia el milagro de la Fe. Fe
es la vista interior del espíritu. Signo de que ya tenía esta
visión interior —luz divina, regalo de la gracia— Jesús le da
también a Bartimeo la vista de los ojos. «Tu fe te ha salvado:
camina... » Y se puso a «seguirlo por el camino» de Jerusalén.
Seguir a Jesús suele significar en el Evangelio ser discípulo
suyo. Los primeros lectores de San Marcos conocían, sin duda,
a Bartimeo como miembro de la comunidad cristiana. Si un día
nos envolviese la tentación de «sentarnos» en las tinieblas,
pidamos al Señor que nos dé la fe del ciego de Jericó, su
sentido de la oración y su valentía.
‘:- * *
Jesús da la vista a un ciego de Jericó. Acto de Bondad y signo
de Salvación. Tres
XXX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 667
momentos: 1) Fe del ciego; 2) Palabra salvadora de Cristo; 3)
Fidelidad del que ha recibido la luz.
1. — «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí». Mendigo,
inmóvil al margen del camino, aislado de la realidad, el ciego
de Jericó era imagen viva del hombre que necesita la
Salvación. Pasó el Señor. La Gracia de Dios pasa siempre junto
al hombre en su camino. A su paso, Bartimeo gritó. La oración
es voz de la Fe, y el sufrimiento la enciende en grito. Los
salmos bíblicos de dolor dicen con frecuencia: «grité al Señor, y
me escuchó». Marcos evangelista resume la plegaria de
Bartimeo en una palabra griega — que ya era habitual en
labios de la Comunidad apostólica y la Iglesia ha repetido
siempre. Eléyson ( piedad») es una llamada al sentimiento más
entrañable del corazón de Dios tal como lo describen las
santas Escrituras. Sentimiento que expresan por aproximación
las tres palabras juntas:
Amor, Gracia y Misericordia.
2.— «Anda, tu fe te ha salvado». El mendigo pide a Jesús la
limosna que no se le hubiera ocurrido pedir a ningún
omnipotente de la tierra: «Rabbuní ( mío»), que pueda ver... »
Por su Fe, recibe la gracia de la luz. Como todas las curaciones
obradas por Cristo, la de Bartimeo es a un tiempo acto de
Bondad y signo de Salvación. Como acto de Bondad, nos
enseña el estilo cristiano de «pasar por el mundo haciendo el
Bien». Los que trabajan con amor y técnica para liberar a los
hombres de las enfermedades y la miseria colaboran en la obra
redentora de Cristo. Como signo de Salvación, el milagro del
cielo nos invita a pensar que hay también una ceguera del
espíritu. La que no sabe o quiere abrirse a la luz divina. La luz
interior de los ojos limpios que «ven» a Dios. Si un día
estuviéramos en tinieblas y al margen del camino de la Vida,
sin Fe, sepamos llamar, como Bartimeo, al corazón de la Gracia
cuando pasa tan cerca de nosotros.
3. — « Y le seguía por el camino». En el Evangelio, «seguir a
Jesús» significa ser discípulo suyo. Bartimeo sube con él a
Jerusalén y toma parte en la alegría de la entrada. Pocos días
después verá su dolor en el Calvario. Quien ha recibido de
Cristo la gracia de la luz, por gratitud y nobleza se siente
comprometido a seguirle sin condiciones, con fidelidad.
***
San Marcos describe la curación de un ciego en Jericó. Obra de
Misericordia, característica del Mesías. Signo de Salvación.
Imagen del proceso en la Fe de los discípulos. Lección de
seguimiento por el «camino» de Jesús. Preludio de la entrada
en Jerusalén.
1. — El ciego Bartimeo tenía su estratégico puesto de mendigo
junto a una puerta de la ciudad. Jericó era cruce obligado de
caravanas, centro de comercio y placer, opulenta. Ukima etapa
de peregrinación para los que iban con Jesús a celebrar la
Pascua en Jerusalén. Al oír que es El quien pasa, el ciego
levanta al máximo su grito de súplica y lo va repitiendo con
insistencia. Jesús manda llamarlo. Acude rápido. En el
conmovedor diálogo, San Marcos conserva en su exacta
pronunciación vernácula el vocativo de respetuosa cordialidad
Rabbuní! ( Bartimeo, que a todo el mundo pedía una moneda,
pide ahora una limosna de luz al Unico que la puede dar.
2. — La curación del ciego es uno de los tantos gestos en que
se manifiesta la
668 CICLO B
Misericordia del Mesías. El evangelista resume su plegaria en el
grito «eléyson!» (ten misericordia), que ya era expresión
litúrgica en la iglesia de los apóstoles. La Misericordia es el
rasgo que más veces define el carácter de Dios en la Biblia.
Cristo configuró con este carácter divino su rostro humano,
arquetipo de todo rostro que sea verdaderamente humano. La
noción de Misericordia tiene en la Sagrada Escritura una gran
amplitud y nobleza; es el mismo Amor, que se muestra eficaz
según la medida en que lo necesita aquel a quien se ama.
Recapitula en sí la Justicia, la Ley y el Evangelio (Mt 25,31-46).
El pueblo cristiano puede realizar hoy en amor y técnica
bastantes de las Obras de Misericordia que el Señor hizo de
manera admirable o milagrosa. Por ejemplo, la de que ningún
ciego en la tierra tenga que vivir de limosna. Y la de que nadie
permanezca ciego mientras le quede a la ciencia algún recurso
para darle la vista.
3. — Los milagros del Evangelio tienen, además de su realidad
histórica, función de signo. El enfermo que anhela la salud
representa al hombre consciente de su miseria, con hambre y
sed de Salvación. Los enfermos del Evangelio van al encuentro
de Cristo. Actitud de Fe: saben de cierto que tiene Poder divino
para curarlos, y confían en absoluto que lo hará. El momento
más emotivo es cuando su Fe se les hace grito de súplica. La
oración es la voz de la Fe. «Tu Fe te ha salvado», le dice el
Señor a Bartimeo. Los lectores de Marcos veían condensado en
esta frase uno de los fundamentales pensamientos teológicos
de San Pablo.
4. — No sin intención pedagógica, San Marcos sitúa las dos
curaciones de ciegos (ésta de Jericó y la de Betsaida: 8,22-26)
inmediatamente después que los discípulos han demostrado
no comprender a Jesús, y él les ha curado con su palabra la
ceguedad del espíritu.
5. — La expresión más característica del «ser discípulo» según
el Evangelio es la de seguir a Jesús. En la Biblia, «camino» es
alegoría de vida. Identidad de camino, comunión de vida.
Bartimeo ciego estaba sentado al margen del camino. Apenas
recobra la vista, sigue a Jesús. Dos frases bíblicas
características resumen los dos momentos: «estar sentado en
tinieblas» y «caminar en la luz». En la curación de Bartimeo,
San Marcos describe el paso de quien estaba en lejanía de
Cristo y se transforma en discípulo suyo.
6. — El camino que va a seguir Bartimeo sube de Jericó a
Jerusalén. Mil metros de desnivel por montes desiertos. Al
término, la entrada triunfal. Bartimeo repetirá con gratitud sus
aclamaciones al «Hijo de David» o Mesías. Pocos días después,
sus ojos recién iluminados lo verán en el Calvario. Su mirada
de Fe es invitación a muchos que siguen «sentados en las
tinieblas». Que nazca en su conciencia el hambre y sed de la
Luz, tan cercana. La voz de la fe: «Rabbuní, que vea...».
***
El Evangelio según Marcos nos invita a contemplar, en Jericó,
última etapa del viaje a Jerusalén, cómo un ciego mendigo,
sentado al borde del camino, alcanzó de Cristo la gracia de la
luz.
Por asociación de ideas o palabras, la primera lectura nos
propone un oráculo de consolación, con perspectiva mesiánica,
tomado del Libro de Jeremías. Describe el cortejo del pueblo de
Yahvé, que admite en sí hasta a los pobres ciegos y cojos
(contraste con 2 Sam 5.8), en éxodo de liberación de su
cautividad y en ruta hacia la patria regenerada.
XXX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 669
La Carta a los Hebreos enfoca su tema central: el Sacerdocio
de Cristo, como punto de apoyo de la perseverancia en la
fidelidad cristiana. Las primeras líneas (1-4) esbozan la figura
ideal del pontífice. Situado entre Dios y los hombres, en
sintonía afectuosa con ambas partes. Especializado por
dedicación en su •oficio sacral, reconciliador. Designado por
iniciativa no humana, sino del mismo Dios. En las últimas
líneas (5-6) empieza una larga aplicación de estos rasgos
generales a la figura concreta de Jesucristo, sumo, único y
eterno Sacerdote.
En la narración del EVANGELIO se pueden distinguir cuatro
momentos: a) Situación (y. 46); b) el acto de Fe del ciego (47-
51); c) la Palabra de Salvación de Jesús (52a); d) desenlace
(52b).
a) La situación es la de aquel trascendental «camino a
Jerusalén» (10,32), hacia la Pascua definitiva, cuando
empezaba en Jericó la fuerte «subida)) (unos mil metros de
desnivel), cuya fase culminante iba a ser la «entrada en
Jerusalén» y su Templo (11,1-11). El grito del ciego (<qHijo de
David!))) sirve de obertura y da el topo a la siguiente
aclamación davídico-mesiánica de la multitud. —Jericó está a
unos 250 mts. bajo el nivel del Mediterráneo y unos 150 sobre
el del cercano Mar Muerto. Urbanizada opulentamente por
Herodes y Arquelao, era entonces un paraíso de invierno para
los ricos; cruce internacional de caravanas, hervidero de
traficantes y miserables.
b) Ultima de las curaciones milagrosas referidas en el libro de
Marcos, la de este ciego consiste, como las demás, en un
encuentro de la fe suplicante del afligido con el todopoder
salvífico de Jesús. Gesto de misericordia corporal, pero también
y principalmente signo de una superior gracia de sentido
religioso. Los ciegos que recobran la vista según el Evangelio
encarnan el drama teológico de la Luz venciendo las Tinieblas.
Ejemplo clásico, el capítulo 9 de San Juan. El lenguaje bíblico
traduce este drama a vivencia personal en dos expresiones: la
de «estar sentado en las tinieblas» (vgr. Mt 4,16) y la de
caminar en la luz (cf. Ef 5,8). Mendigo al margen de la multitud
en fiesta, el ciego estaba «sentado»: inmóvil, inútil. Lleno ya de
luz, «seguía» a Cristo en su ruta: avanzando, subiendo. Unica
excepción en sus narraciones de milagros, Marcos le da
nombre propio; indicio de que, al escribirse el Evangelio, era
conocido de los lectores como miembro de la Iglesia.
Bartimeo invoca al «Hijo de David». Era uno de los títulos con
que el pueblo señalaba al esperado Mesías. El ciego intuye su
rasgo característico: la Misericordia. Su fe se realiza en
plegaria: «j compasión de mí!». La oración es la voz de la Fe. Y
cuando la Fe es audaz, su voz se hace grito, clamor. Bartimeo
es carne viva de una situación frecuente en el libro de los
Salmos, refiriéndose a los afligidos: «clamé al Señor.., y me
escuchó». Este clamor es urgencia cuando Jesús pasa: diez
minutos más tarde ya hubiera sido inútil.
La incomprensión de los que le riñen pone a prueba su Fe.
Sublime su respuesta a la pregunta de Jesús (<>Rabbuní —
Maestro mío— ¡que vea!»): ni al más rico y poderoso del
mundo hubiera osado pedir una lismosna de luz. Pero allí
estaba el Señor, el que vendría «para abrir los ojos a los
ciegos» (Isaías 42,7).
c) Cristo le da la luz con sola su Palabra. «Tu Fe te ha salvado»,
dice el texto original, dejando ver por transparencia la
significación soteriológica del milagro.
d) Lo primero que debió de ver al abrir los ojos sería el rostro
de Jesús. A partir de aquí, «se puso a seguirle» en su
«camino». Es la expresión cristiana más antigua del discípulo
perfecto.
TRIGESIMOPRIMER DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Deuteronomio 6,2-9
Habló Moisés al pueblo y le dijo:
—Teme al Señor tu Dios, guardando todos los mandatos y
preceptos que te manda, tú, tus hijos y tus nietos, mientras
viváis; así prolongarás tu vida. Escúchalo, Israel, y ponlo por
obra para que te vaya bien y crezcas en número. Ya te dijo el
Señor Dios de tus padres: «Es una tierra que mana leche y
miel.»
Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es solamente uno.
Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con toda el alma,
con todas las fuerzas.
Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria; se las
repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y
yendo de camino, acostado y levantado; las atarás a tu
muñeca como un signo, serán en tu frente una señal; las
escribirás en las jambas de tu casa y en tus portales.
Salmo responsorial Sal 17,2-3a. 3bc-4. 47 y 51 ab
R. Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza.
Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza, Señor, mi roca, mi
alcázar, mi libertador. Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo
mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos.
Viva el Señor, bendita sea mi Roca, sea ensalzado mi Dios y
Salvador. Tú diste gran victoria a tu rey, tuviste misericordia de
tu Ungido.
XXXI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 671
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la Carta a los Hebreos 7,23-28
Hermanos: Muchos sacerdotes se fueron sucediendo, porque la
muerte les impedía permanecer en su cargo. Pero Jesús, como
permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa; de
ahí que pueda salvar definitivamente a los que por medio de él
se acercan a Dios, porque vive siempre para interceder en su
favor. Y tal convenía que fuese nuestro Pontífice:
santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y
encumbrado sobre el cielo. El no necesita ofrecer sacrificios
cada día —como los sumos sacerdotes, que ofrecían primero
por los propios pecados, después por los del pueblo—, porque
lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.
En efecto, la ley hace a los hombres sacerdotes llenos de
debilidades. En cambio, las palabras del juramento, posterior a
la ley, consagran al Hijo, perfecto para siempre.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 14,23 Si alguno me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo
amará, y vendremos a él. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 12, 28b-34
En aquel tiempo, un letrado se acercó a Jesús y le preguntó:
—e Qué mandamiento es el primero de todos? Respondió
Jesús:
—El primero es: «Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es el
único Señor: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con
toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.» El segundo
es éste: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» No hay
mandamiento mayor que éstos.
El letrado replicó:
—Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es
uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el
corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser y amar al
prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos
y sacrificios.
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo:
—No estás lejos del Reino de Dios.
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Ya en Jerusalén, pocos días antes de su muerte, Jesús enseña
en los atrios del Templo. Saduceos, herodianos y fariseos le han
dirigido en público varias preguntas malintencionadas. Se
adelanta por fin un escriba o doctor de la Ley —al parecer,
sincero— y le propone una cuestión realmente importante.
A. — La pregunta. Los «escribas» ejercían el oficio de maestros
o guías religiosos del pueblo. Explicaban la Ley de Dios,
aplicándola a las situaciones concretas. Habían catalogado
centenares de «mandamientos», normas y preceptos. Les
dominaba el afán de encauzar y codificar moralmente toda la
existencia del hombre
672
CICLO B
hasta los mínimos detalles. Su meticuloso interés en procurar
la perfección de cada acto por sí mismo inducía el peligro de
descuidar o infravalorar las actitudes fundamentales. Bajo su
magisterio, la religión, en vez de dar alas, se hizo peso y
angustia. El escriba del Evangelio siente la necesidad de fijar la
atención en algún principio supremo, que simplifique la vida
dándole unidad y paz. Pregunta cuál es el Mandamiento
principal, el que trasciende y recapitula todos los demás.
B. — La respuesta de Jesús consta de dos partes. En la primera
cita uno de los textos bíblicos más conocidos. Todo israelita
observante lo recita cada día por la mañana y por la noche, lo
tiene escrito en la puerta de su casa y lo lleva consigo en las
filacterias. Jesús le viene a decir al escriba que la solución al
problema planteado está ya resuelta por el catecismo
fundamental de su pueblo. Más de una vez se ahorraría tiempo
y esfuerzo buscando la respuesta a cuestiones que preocupan
en los teztos elementales que cuando niños sabíamos de
memoria.
El texto de esta primera parte consta de una afirmación y un
imperativo:
a) La afirmación de que existe Dios, el Unico, nuestro Dios.
b) El imperativo de amarle con todo el potencial de nuestro
pensar, querer y sentir.
Afirmación e imperativo se apoyan mutuamente. La fe
enciende el amor, y el amor ilumina la fe. Por el contrario, de
un Dios mal conocido, de un Dios no amado, nace el ateísmo.
Amar es orientar positivamente todo el propio ser en la línea
recta que lleva al amado. En el examen de conciencia, y
oportunamente en la confesión, sería aconsejable empezar
siempre por la pregunta principal: si Dios es realmente el
centro de nuestra vida.
Se puede observar con frecuencia en el Evangelio que las
respuestas de Jesús van más allá de lo que le han preguntado.
Al escriba que le plantea la cuestión de un único principal
mandamiento le hace notar que no se debe omitir un segundo,
también co-principal: el del amor al prójimo. Por primera vez en
la historia, el Evangelio considera prójimo y hermano a todo
hombre, sin excepción. «Como a ti mismo»:
como si fuera tu propio yo. Amar es pensar, querer y sentir en
orden al bien del otro. Superación del egoísmo por una
fraternidad sin límites. El Evangelio sitúa ambos mandamientos
en una misma perspectiva. La mayor parte de las veces, el
amor a Dios se realiza en el amor eficaz a los hermanos
hombres. En estos dos mandamientos se recapitulan todos los
demás. El amor sincero incluye y sobrepasa la Ley y la Justicia.
El hombre según el Evangelio se adelanta a toda ordenación y
norma justa aceptándola desde dentro, con libertad.
A San Marcos le gusta, y es pedagógico, expresar dos veces la
misma idea. Por eso repite esta fundamental enseñanza de
Jesús, con énfasis, poniéndola en boca del escriba o maestro
religioso de Israel. Considerando como máximo valor la liturgia,
considera, no obstante, que el amor está por encima del culto.
Jesús le felicita. Está muy cerca del Reino de Dios. Si pone en
práctica lo que dice, ya estará dentro.
*
En el Templo de Jerusalén, dos o tres días antes de la Pasión, se
entrevista con Jesús un «letrado», escriba o octor de la Ley.
Hoy diríamos un teólogo. Su pregunta se planteaba con
frecuencia en las escuelas rabínicas de entonces: cuál es el
primero o
XXXI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
673
principal entre tantos mandamientos, leyes o normas que
debemos cumplir. El criterio de la perfección humana. Jesús
responde declarando que son dos, y no uno solo, los
mandamientos que están por encima de todos los demás: el de
amar a Dios y el de amar al prójimo. El doctor, a la manera de
un buen discípulo, repite y glosa con admiración esta
enseñanza del Maestro. Jesús lo felicita.
1. «Amar a Dios de todo corazón...» Jesús, hijo de su pueblo,
recuerda al letrado las sencillas palabras que saben de
memoria todos los hijos de su pueblo. Las rezan cada mañana
y cada noche, las tienen escritas junto a la puerta del hogar,
las enseñan a los niños como principio de su fe y razón de su
vida: «Escucha, Israel:
Yahvé, nuestro Dios, Yahvé es único...» [ lectura]. Dios único.
Infinito. En el universo, que es su templo, no caben ídolos.
Quien tiene abiertos los ojos del corazón, del alma, de la
mente, de todo su ser, no puede menos de amarlo. En el
lenguaje de la Biblia, amar a Dios no se reduce a un
sentimiento emocional. Quiere decir orientar hacia El en
positivo toda la plenitud de nuestra persona. Vivir, actuar y
existir en El. Conscientemente. Admirarlo y cantarlo
[ responsorial]. Si Dios es infinito, amarlo en totalidad incluye
amar en El toda verdad, bondad y belleza, la ciencia y el arte,
el progreso, la justicia, la libertad, la paz. Y, sobre todo, su obra
predilecta que es el hombre.
2. — «y amar al prójimo como a uno mismo... » Se entiende por
«prójimo» toda persona humana, por cuanto todo hombre nos
es imagen viva de Dios y reflejo de su presencia. Amarlo,
según el Evangelio, supone reconocer su valor sagrado,
respetarlo y querer eficazmente su bien. La mayor parte de las
veces, nuestro amor a Dios se realiza y se demuestra sirniero
en el ejercicio, no siempre fácil, del amor al prójimo.
3. — «... vale más que todos los holocaustos y sacrificios». En
la escala de valores del fiel israelita los «holocaustos y
sacrificios» ocupaban un altísimo lugar. Más que ellos y que
cualquier otro valor o interés que pudiera fascinarnos, ha de
prevalecer en el corazón cristiano la primacía de Dios y, en su
nombre, la del valor sagrado de cada persona humana.
Un doctor de la Ley, fatigado de tener que fijarse en
centenares y más centenares de preceptos, pregunta a Jesús si
no habrá un principio superior que pueda dar sentido y unidad
al vivir humano. Jesús responde:
1. — «Amarás al Señor tu Dios... » Jesús cita el texto bíblico
más conocido. Todo israelita creyente lo sabe de memoria
[ lectura], lo reza cada mañana y cada noche, lo tiene escrito
en la puerta de su hogar. «Escucha (= «Shemá»), Israel: el
Señor es nuestro Dios, el Señor es único». Afirmación de Fe que
ilumina el Amor. Porque el Dios que se nos revela en la
Creación y en la Biblia es verdad fascinadora, belleza infinita.
Trascendente en el Universo, íntimo en la profundidad de
nuestro ser. Dios que nos quiere entrañablemente. El
«mandamiento» de amarle no es imposición jurídica; es
respuesta necesaria del corazón, el alma y la vida. No hay
hombre que niegue a Dios; cuando dice negarlo, lo sustituye
porque lo desconoce. Y pone su alma y vida en otros «dioses»,
que son añoranza del único Dios. Dios es único, y quien lo
descubre encuentra en él toda Verdad, Pasión y Belleza. En él
ama la tierra y el universo, la ciencia y el trabajo, el arte, la
justicia, la libertad y la paz. En él ama, sobre todo, su obra
maestra que es la persona humana:
674 CICLO B
2. — «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». El doctor de la
Ley pensaba en un solo «mandamiento». Jesús lo desdobla en
dos. Porque en su visión divina de las realidades, sabe que
toda persona humana es imagen viva y especial presencia del
único Señor. En el conjunto del Evangelio Jesús entiende por
«prójimo» a todo hombre, incluso a los que con criterio no
cristiano podríamos considerar como enemigos. Este concepto
de fraternidad universal, desconocido hasta entonces, ha sido
la más admirable novedad en la historia de las relaciones
humanas. Novedad evangélica que para muchos, incluso
bautizados, está todavía por descubrir. Amar en cristiano no es
una utópica sintonía de sentimientos. Es la firme y a veces
heroica voluntad de mirar con afecto y hacer bien
afectuosamente a todo el que lleva la imagen de Dios, que es
todo hombre. Amor que exige la justa ordenación social y
también la recta educación y la corrección si es necesaria.
3. — «No estás lejos del Reino de Dios». El doctor de la Ley
asiente con exultación a las palabras de Cristo. Es la reacción
de toda inteligencia noble cuando las entiende. Ya está muy
cerca de Dios. Cuando ponga en práctica estas palabras estará
«dentro», y habrá encontrado su paz al descubrir por
experiencia que Dios es el centro de la vida.
En forma de diálogo con un doctor de la Ley, el Evangelio de
San Marcos nos da hoy la lección principal del Cristianismo: el
Mandamiento del Amor.
Este pasaje del Deuteronomio, que citará Jesús en el Evangelio,
ha sido siempre para los israelitas su texto fundamental de fe,
esperanza y amor. Escrito en las «filacterias» de su frente y en
la «mezuzá» a la puerta de su casa. Oración de cada día para
todos, y además, para muchos, en la hora suprema del
martirio.
La Carta a los Hebreos presenta a Cristo como Sacerdote
eterno, único, perfecto; en contraste con la caducidad,
multiplicidad y limitaciones del antiguo sacerdocio hebreo. El
motivo de estas reflexiones es fomentar más y más una
absoluta confianza en la eficacia salvadora de su intercesión
(sobre todo para aquellos lectores de la Carta, desalentados
por el cansancio y la persecución, a quienes tentaba la vuelta
al judaísmo).
El diálogo que leemos en el EVANGELIO forma parte de una
amplia «controversia» entre Jesús y algunos representantes de
la orientación religiosa del pueblo (11,27-12,14). Se desarrolla
en un atrio del Templo de Jerusalén, dos o tres días antes de la
Pasión. Mateo y Lucas dan a entender que el interlocutor iba
con segundas intenciones. Pero MarcQs lo presenta como un
hombre de buena voluntad, que pregunta sinceramente la
opinión del Maestro. El esquema es sencillo: a) Pregunta del
doctor de la Ley; b) respuesta de Jesús; c) aprobación y
comentario del doctor; d) elogio de Jesús; e) conclusión.
a) El que pregunta es un «escriba». Los que redactaron el
Evangelio entendían por tales a los rabinos o doctores de la
Ley. Especialistas profesionales en la interpretación y
aplicación de la Palabra de Dios transmitida por las Escrituras.
La mayor parte eran fariseos. Su meticulosa exigencia de lo
accidental fomentaba una religiosidad angustiada: Al
contabilizar los mandamientos de la Ley o Torá, contaron 613:
248 que mandan y 365 que prohíben. Unos «leves» y otros
«graves»; unos
XXXI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 675
<(grandes» y otros «pequeños». Todavía añadieron a ellos un
sinfín de prescripciones de cosecha propia. Entre los más
selectos, ya se dejaba sentir el anhelo de unificar la
complejidad de la vida bajo la luz de un solo principio que, sin
suprimir ni entorpecer ninguna, fuese razón, motivo, energía y
gozo de toda acción consciente. La pregunta del doctor brinda
a Jesús la oportunidad de enseñar a los hombres este
pacificador sentido único de su multiforme existencia.
b) La respuesta de Jesús consiste en recordar el catecismo
fundamental de su pueblo. Pronuncia las primeras palabras del
Shemá Israel (<(Oye, Israel»): credo israelita, que saben de
memoria y rezan todos cada día, por la mañana y por la noche.
Dios, el Infinito Unico, es nuestro Dios. No lejanía abstracta,
sino centro de la vida. Centro de todo el <(corazón», «alma»,
((mente» y «energía» del hombre, que descubre en El su
interior riqueza al abrir los ojos de la Fe. Aceptar a Dios como
centro de la propia vida es amarlo. El amor es una fuerza
indefinible, polarización voluntaria de toda actitud y actividad
de la persona, desde dentro, en la línea recta que lleva al
Amado. Quien encontró su centro, tiene la paz.
Preguntado sólo por el primer mandamiento, Jesús responde
también acerca del segundo. Al decir «segundo», no inicia una
enumeración, sino que señala una proximidad. Es
característico de sola la doctrina de Cristo asociar ambos
mandamientos (el del amor a Dios y el del amor al prójimo) en
una misma perspectiva. El Nuevo Testamento recuerda
explícitamente el segundo mandamiento más veces que el
primero. Mejor dicho, enseña que el primero (sin dejar de ser
nunca conscientemente «el primero») se realiza de ordinario
en el segundo: Dios nos sale al encuentro cada día en el
hermano.
c) El doctor aprueba con entusiasmo la doctrina de Cristo.
Resumiendo varios textos de la Biblia, proclama que la ley del
Amor está por encima de los deberes cultuales. (En aquel
pueblo, justamente enamorado de su tradicional ordenación
litúrgica, esta afirmación era impresionante).
Termina el Maestro elogiando la sinceridad mental del escriba.
Rasgo nada común entre los que aquellos días habían
polemizado con Jesús. Sólo entonces cayeron en la cuenta de
que les convenía más, para que no quedase en evidencia su
razón, evitar el diálogo.
TRIGESIMOSEGUNDO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectt del primer libro de los Reyes 17,10-16
En aquellos días, Elías se puso en camino hacia Sarepta, y al
llegar a la puerta de la ciudad encontró allí una viuda que
recogía leña. La llamó y le dijo:
—Por favor, tráeme un. poco de agua en un jarro para que
beba. Mientras iba a buscarlo le gritó:
—Por favor, tráeme también en la mano un trozo de pan.
Respondió ella:
—Te juro por el Señor tu Dios que no tengo ni pan; me queda
sólo un puñado de harina en la orza y un poco de aceite en la
alcuza. Ya ves que estaba recogiendo un poco de leña. Voy a
hacer un pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y luego
moriremos.
Respondió Elías:
—No temas. Anda, prepáralo como has dicho, pero primero
hazme a mí un panecillo y tráemelo; para ti y para tu hijo lo
harás después.
Porque así dice el Señor Dios del Israel:
La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se
agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la
tierra.
Ella se fue, hizo lo que le había dicho Elías y comieron él, ella y
su hijo.
Ni la orza de harina se yació, ni la alcuza de aceite se agotó:
como lo había dicho el Señor por medio de Elías.
Salmo responsorial Sal 145,7. 8-9a. 9bc-10
R. Alaba, alma mía, al Señor. [ Aleluya].
XXXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 677
Alaba, alma mía, al Señor:
Que mantiene su fidelidad perpetuamente, que hace justicia .a
los oprimidos, que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos, el Señor abre los ojos al ciego, el
Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los
justos, el Señor guarda a los peregrinos.
El Señor sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino
de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de
edad en edad.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 9,24-28
Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres,
imagen del auténtico, sino en el mismo cielo, para ponerse
ante Dios, intercediendo por nosotros.
Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces —como el sumo
sacerdote que entraba en el santuario todos los años y ofrecía
sangre ajena; si hubiese sido así, Cristo tendría que haber
padecido muchas veces, desde el principio del mundo—. De
hecho, él se ha manifestado una sola vez, en el momento
culminante de la historia, para destruir el pecado con el
sacrificio de sí mismo.
El destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de
la muerte, el juicio.
De la misma manera Cristo se ha ofrecido una sola vez para
quitar los pecados de todos.
La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, para
salvar definitivamente a los que lo esperan.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Mt 5,3 Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el
Reino de los cielos. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 12,38-44
En aquel tiempo [ Jesus a la multitud y les decía:
—jCuidado con los letrados! Les encanta pasearse con amplio
ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los
asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en
los banquetes; y devoran los bienes de las viudas con pretexto
de largos rezos. Esos recibirán una sentencia más rigurosa.]
Estando Jesús sentado enfrente del cepillo del templo,
observaba a la que iba echando
678 CICLO B
dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda
pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos les dijo:
—Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el cepillo más
que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra,
pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía
para vivir.
La lectura del Evangelio de San Marcos, propia de este año
litúrgico, ya se acerca a su término. Dos o tres días antes de la
Pasión, Jesú está a punto de salir por última vez del Templo de
Jerusalén. Al momento de salir anunciará su destrucción: no ha
de quedar piedra sobre piedra... Poco después, en la cumbre
del Monte de los Olivos, hablará con sus discípulos sobre la
próxima ruina de la Ciudad santa y cítros acontecimientos de
signo escatológico.
En esta emotiva circunstancia, como punto final del ministerio
de la palabra en Jerusalén, San Marcos pone en boca de Jesús
una declaración que es flor de su Evangelio: el elogio de la
generosidad de los pobres. Por contraste, precede a este elogio
una severa crítica [ el leccionario permite omitir] contra
algunos doctores de la Ley.
A. — Crítica de algunos escribas ambiciosos e insinceros. El
domingo pasado escuchamos a Jesús elogiando a un «letrado»,
escriba o doctor de la Ley. Con la misma objetividad, San
Marcos constata hoy el aviso de Jesús al pueblo contra otros
que abusaban de su prestigio institucional. No eran todos ni
seguramente la mayor parte; pero fascinaban a la gente con su
fingida perfección. Es de buen pastor prevenir a los sencillos
cuando alguien los desorienta al servicio de su propio interés y
vanagloria.
B. — Elogio de la generosidad de los pobres. Los huérfanos y
las viudas eran, en el mundo de la Biblia, arquetipo de pobreza.
De la pobreza no retórica, sino real. En la Iglesia naciente, la
primera iniciativa de asistencia organizada fue a favor de las
viudas carentes de recursos. Ellas, a su vez, ayudaban en lo
que podían a la comunidad. Entre los recuerdos de la vida de
Jesús debía conmoverlas de manera especial éste de la viuda
que sacrificó, por puro amor de Dios, todo cuanto tenía: dos
moneditas de apenas un gramo de cobre cada una. Al
elogiarla, Cristo erigió un monumento a la incomprendida
generosidad de los pobres. En Sarepta tuvo que ser también
una viuda la que, en su extrema pobreza, supo dar agua y pan
al profeta inmigrante [ lectura]. Este Evangelio de hoy es una
divina felicitación a tantos «pobres», no sólo de bienes
materiales sino asimismo de tiempo disponible, de cualidades
personales, de salud, que, a la hora de la verdad, son los que
ponen generosamente todo y más de lo que pueden al servicio
de Dios, de la Iglesia y de sus hermanos.
El fragmento de Evangelio que leemos hoy presenta, en díptico
de contraste: a) una denuncia profética contra el egoísmo de
ciertos escribas; b) un elogio de la pobreza generosa.
a) Contra unos responsables de la educación religiosa del
pueblo> que sólo se afanaban por su honor y provecho
personal. En defensa de la gente sencilla.
XXXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 679
« de los escribas!». Jesús y el evangelista hablaban
concretamente de quienes por aquel tiempo se habían
constituido maestros de la religiosidad de su pueblo. Voz de
alerta frente a unos que tenían oficio de ser guías, pero en
realidad desorientaban. Estas palabras fueron pronunciadas y
escritas a propósito de un determinado sector del judaísmo,
que los mismos judíos también criticaron; sería error e
injusticia extenderlas a todos los «escribas», rabinos o doctores
de la Ley de entonces o de otras épocas. El Evangelio no
condena a unas personas: denuncia una actitud y a cuantos se
incluyan en ella. Actitud de vanagloria en la afectada
administración de gestos y signos, que ha sido siempre
patrimonio de mediocres. Y, mucho más condenable, avaricia a
costa de los socialmente débiles, encubierta con hipocresía
religiosa. Los evangelistas conservaron estas severas palabras
de Jesús para que cada uno, en las comunidades cristianas,
vea si está en tentación de contagiarse con los mismos
defectos. Para acusar tales defectos en otros, habría que tener
la mirada limpia y sincera como Cristo.
b) Elogio de una mujer del pueblo, que en su pobreza dio todo
cuanto tenía. Aquella viuda estaba en situación y en derecho
de pedir. Por amor, da hasta sus últimas reservas. Al decir su
elogio, Jesús erige un monumento a la generosidad de los
pobres. Dios es Generosidad (salmo responsorial), y los que
viven en su corazón respiran generosidad como un aliento
divino. Las dos moneditas de la viuda, ínfimas en su valor
tangible, fueron más a los ojos de Dios que los fáciles
donativos de muchos ricos. Las grandes obras del cristianismo
han sido amasadas con infinidad de sacrificios pequeños, pero
heroicos. Bien sabe la experiencia que, a la hora de hacer el
bien, hay muchos pobres no solamente en dinero sino también
en tiempo disponible, en cualidades personales, en salud, que
dan de su pobreza mucho mejor que otros «ricos» en su estéril
abundancia. Los generosos-humildes, identificados con la
«viuda del gazofilacio», recordarán esta página de Evangelio
con entrañable gratitud.
En aquella viuda del Evangelio, Cristo canoniza el heroísmo de
quienes saben ser a un tiempo pobres y generosos. La primera
lectura y el salmo cantan la superior generosidad de Dios sobre
ellos. Y en la segunda lectura, el autor de la Carta a los
Hebreos contempla la generosidad de Cristo, que se entregó a
sí mismo por todos y para siempre.
El leccionario presenta, en una misma página de Evangelio,
dos actitudes opuestas:
1. — El egoísmo de los escribas. Es de denuncia profética.
Mateo (23,1-39) y Lucas (11,39-54; 20,45-47) la desarrollan por
extenso. Marcos la reduce a pocas palabras. Se dirige a los
escribas, rabinos o doctores de la Ley. Eran entonces los
maestros oficiales de la religiosidad y la moral. Cristo cumple la
misión de poner al pueblo en guardia frente a quienes tenían
oficio de guiarlo, y de hecho lo desorientan. Misión ingrata, que
le costó la vida.
La censura contra los escribas se concentra en dos puntos: la
vanagloria y la avaricia. Vanagloria que se afana por los
primeros puestos en las celebraciones litúrgicas (sinagoga) y
en los encuentros sociales (banquetes). Mendiga muestras de
admiración a su paso por los lugares concurridos (las
«plazas»). Exagera los distintivos religiosos de la indumentaria
(vgr, el «talith»), que solían llevar los judíos
680 CICLO B
observantes. Prolongan sus rezos cuando hay espectadores.
Rasgos irónicos para dibujar la caricatura del hipócrita. La
vanagloria suele ser orgullo de la mediocridad, siempre al
borde del ridículo. Peor la avaricia, que se sirve del prestigio de
la instalación para explotar en provecho propio la ingenuidad
de los débiles (p.e., las viudas).
Estas líneas se deben entender en su género literario y en la
concreta situación histórica. Exageran los defectos de
determinadós grupos o sectores (que también ios judíos
criticaron). No sería correcto ni justo aplicarlas a otros. Hubo
rabinos excelentes. El Evangelio no condena a unas personas
en concreto; denuncia una actitud, y a todos los que se
incluyan en ella, sean escribas o no, servidores de la Sinagoga
u hombres de Iglesia. Los evangelistas conservaron estas
palabras por temor a que sus propias comunidades se
contagiaran de ios mismos defectos. Quieren decir que cuantos
tengan una responsabilidad en el ámbito religioso deben
resplandecer por su humildad y su desinterés.
2. — La generosidad de la viuda. Jesús acaba de cerrar con
angustiosa severidad su controversia con los altos
representantes de Israel (Mc 11,27-12,40). Sale por última vez
del Templo de Jerusalén. Desde el Monte de los Olivos va a
anunciar su destrucción. Luego morirá dentro de tres días. En
un momento de pausa, frente al gazofilacio o tesoro de las
ofrendas, da su última lección. El divino elogio de la
generosidad de los pobres.
Viudas y huérfanos eran entonces arquetipo de la suma
pobreza. Su atención fue una de las primeras obras sociales de
la Iglesia apostólica. A la que pasó entonces por delante de
Jesús sólo le quedaban dos de las ínfimas monedas de cobre en
circulación (de un gramo escaso cada una). Inútiles por su
precio material, aquellas minúsculas piezas fueron signo y
sinceridad de un valor infinito. El de quien, estando en
situación y derecho de pedir, da por amor hasta sus últimas
reservas. La generosidad humilde de los pobres que no se
amparan en su poco tener para no dar. No solamente de los
pobres en dinero, sino también de los pobres en tiempo
disponible, en cualidades, en salud, en influjo social. La de los
que, ajenos a la ostentación de los fuertes, dan con afecto todo
y más de lo que pueden, sin más reconocimiento de su
ignorado heroísmo que la mirada y el elogio de Dios.
Ya cerca de su término, la lectura semicontinua del Evangelio
según Marcos nos ofrece el divino elogio de la generosidad de
los pobres: la reflexión de Jesús a propósito del óbolo de la
viuda.
Mismo tema en el Libro de los Reyes, en el ciclo de Elías, a
propósito de una prolongada sequía que dejó hondo recuerdo
en las tradiciones populares del Oriente bíblico. El profeta,
execrado por el rey de Israel, busca asilo en tierra extranjera:
primero, junto al torrente Kerit, y, cuando este también se
seca, en la población de Sarepta, territorio de Fenicia (actual
Líbano). Una viuda reducida a la última miseria es la encargada
por Dios (y. 8-9) de librarle a su costa de morir de hambre.
Jesucristo hizo memoria de ella en el sermón de Nazaret (Lc
4,25-26). Primer regalo precioso, un vaso de agua. Después, el
último pan. Acoger como tal al profeta de Dios era un acto de
fe en el mismo Dios (Mt 10, 40-42). La fe de aquella viuda
alcanzó el supremo límite del heroísmo. Con el subsiguiente
milagro, la Biblia da a entender a su manera
XXXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 681
que Dios sabe devolver elevada al infinito la generosidad que
sus pobres han tenido con él.
Otro fragmento aislado de una larga meditación teológica de la
Carta a los Hebreos sobre el Sacerdocio de Cristo. Como
sacerdote, ofreció al Padre un Sacrificio infinito (y, por tanto,
único), que fue él mismo. El tiempo de su aparición en la tierra
para ofrecerlo marcó para siempre el centro de la historia
humana. Luego entró en el Cielo, y, con su presencia, lo
transformó en un Templo perfecto, del que aquel de Jerusalén
era sólo un símbolo o imagen. Allí está junto al Padre, en
actitud perenne de ofrenda sacerdotal por la salvación de los
hombres. Cuando vuelva a la tierra en el último Día, llevará a
su término definitivo esta obra de Salvación. —Un estudio
profundo de la Carta a los Hebreos ilumina el sentido de
nuestra Eucaristía, actualización cotidiana y familiar entre
nosotros de este único, eterno, glorioso gesto sacerdotal de
Cristo.
Leemos en el EVANGELIO el doble epílogo con que termina San
Marcos aquella «controversia» entre Jesús y unos cuantos
representantes del judaísmo oficial en los atrios del Templo de
Jerusalén. Dos temas independientes: a) una advertencia al
pueblo (y. 38-40); b) una lección a los discípulos (41-44).
a) La primera parte (cuya lectura se puede omitir) acusa
algunos vicios de los «escribas». Lucas y, sobre todo, Mateo
(23) desarrollan ampliamente esta que ahora quizá llamarían
denuncia profética. Véase el Evangelio del domingo 31, ciclo A.
Marcos se limita a indicar tres puntos: el afán de figurar y
distinguirse, la avaricia a costa de los débiles, la simulación de
religiosidad. Si el Maestro habló así y los evangelistas lo
hicieron constar fue con la intención profiláctica de informar el
criterio de la gente sencilla. No censuraban con ello a cada
rabino o doctor (los había muy buenos) sino su fisonomía de
grupo reconocida por todos y reflejada por la mayoría. Jesús
tenía autoridad para desautorizarlos ante el pueblo. Deber
ingrato y peligroso, en el que sólo sabrá imitarle con eficacia
quien le haya imitado antes en todo lo demás.
b) Va a salir del Templo por última vez. Al salir, profetizará su
destrucción (13,1-2). Frente al «gazofilacio» o sala del tesoro
observa el aire con que pasa la gente echando limosnas para
diversas finalidades, que indica la correspondiente inscripción
junto a cada uno de los trece cepos alineados para recogerlas.
Algunos poderosos escenifican aquella ironía del Sermón de la
Montaña (Mt 6,2). Pero pasa también una pobre viuda. Viudas y
huérfanos eran el arquetipo social de la pobreza. Su donativo,
dos de las mínimas piezas en circulación, de un gramo escaso
de cobre, que llamaban «lepton» en griego y «perutá» en
hebreo (Marcos anota, en el texto original, que las dos juntas
equivaldrían a un «cuadrante» romano). Las últimas que le
quedaban. Expresión de una infinita confianza en la respuesta
de Dios. Imposible decir su elogio mejor que Cristo: dio toda su
«vida. Monumento a la generosidad de los pobres. Ungida de
sacrificio, es mucho mayor a los ojos de la Verdad que la de los
que pueden dar en abundancia de lo que les sobra. Muchos
pobres (de dinero, de tiempo libre, de salud, de aptitudes, de
edad...) darán gracias a Cristo por esta página del Evangelio.
TRIGESIMOTERCER DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Daniel 12,1-3
En el tiempo aquel se levantará Miguel,
el arcángel que se ocupa de tu pueblo:
Serán tiempos difíciles, como no los ha habido desde que hubo
naciones hasta ahora.
Entonces se salvará tu pueblo:
todos los inscritos en el libro.
Muchos de los que duermen en el polvo despertarán:
unos para vida perpetua, otros para ignominia perpetua.
Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que
enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas. por toda la
eternidad.
Salmo responsorial Sal 15,5 y 8. 9-10. 11
R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en
tu mano.
Tengo siempre presente al Señor, cón él a mi derecha no
vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi
carne descansa serena:
XXXIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 683
Porque no me entregarás a la muerte
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu
presencia, de alegría perpetua a tu derecha.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la Carta a los Hebreos 10,11-14. 18
Hermanos: Cualquier otro sacerdote ejerce su ministerio
diariamente ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios,
porque de ningún modo pueden borrar los pecados.
Pero Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un
solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el
tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como
estrado de sus pies.
Como una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los
que van siendo consagrados.
Donde hay perdón, no hay ofrenda por los pecados.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Lc 21,36 Velad, orando en todo momento,
para que merezcáis presentaros
ante el Hijo del hombre. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 13,24-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—En aquellos días, después de una gran tribulación, el sol se
hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas
caerán del cielo, los ejércitos celestes temblarán.
Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con
gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus
elegidos de los cuatro vientos, del extremo de la tierra al
extremo del cielo.
Aprended lo que os enseña la higuera: Cuando las ramas se
ponen tiernas y brotan las yemas, sabéis que la primavera está
cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él
está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta
generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra
pasarán, mis palabras no pasarán. El día y la hora nadie lo
sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.
Última lectura del Evangelio según San Marcos. Unos pocos
versículos sacados del amplio Sermón escatológico. Forman el
«Sermón escatológico» una serie de avisos del Señor a sus
discípulos en vista a la destrucción de Jerusalén (la del año 70),
a la caducidad de este mundo y a las tribulaciones que les
esperan antes de que se
684 CICLO B
manifieste el Reino de Dios. San Marcos ambienta el Sermón
escatológico en el Monte de los Olivos, frente al impresionante
panorama de Jerusalén.
Gran parte del Sermón está redactado en estilo «apocalíptico»,
muy en boga por aquel tiempo. Estilo cuajado de simbolismos.
Los símbolos sirven para dar color imaginativo al pensamiento.
Se equivocaría quien se quedase en ellos, como si expresasen
una realidad material, sin atender al pensamiento del que son
transparen cia.
Todos los textos «escatológicos)> de la Biblia tienen por
principio supremo la Esperanza. El destino del hombre no es el
polvo, sino la resurrección [ lectura]. No la corrupción en el
sepulcro, sino la alegría eterna junto a Dios [ responsorial].
Jesucristo siempre [ lectura].
1.— «Verán venir al Hijo del Hombre». Cuando los primeros
cristianos designaban a Jesús con la denominación «el Hijo del
Hombre», pensaban en el capítulo siete de Daniel. El autor de
este capítulo afirma, bajo imágenes «apocalípticas», una
segura convicción: que la historia del mundo (que no parece
más que sucesión de opresiones e injusticias) se iluminará un
día con la victoria del Reino de Dios. Traerá esta victoria, no sin
previo dolor, un Hijo del Hombre elevado a nivel divino, «sobre
las nubes». Según el Evangelio, la Venida (en griego,
«Parusía») del Hijo del Hombre será la de Cristo glorificado,
quien llevará la historia de los hombres a la feliz eternidad de
Dios. La conmoción del firmamento previa a su Venida (y. 24 y
25) simboliza la renovación del universo.
2. — «Para reunir a sus elegidos». El autor del libro de Daniel
veía en aquel «Hijo del Hombre» un símbolo de la nación judía.
Según el Evangelio es Cristo el centro de reunión o comunión,
no de un solo pueblo sino de todos los hijos de Dios. Inmensa
«ekklesía» de los hombres llamados a ser hermanos en una
familia eterna. Cuando la universal «iglesia» de la tierra se
siente sinceramente unida en Cristo, pregusta ya la alegría del
Reino de los cielos, que será plena realidad a partir de su
gloriosa Parusía.
3. — «Sabed que está cerca, a la puerta». Los cristianos de la
edad apostólica vivían en una segura proximidad de esta
Venida de Jesús. Conscientes de no saber «el día ni la hora».
Así es razonable que vivamos; porque Dios está siempre «a la
puerta», y nuestra vida en la frontera de su eternidad.
En los textos bíblicos de hoy alienta una infinita Esperanza. De
la humillación del polvo a las estrellas (primera lectura).
Alegría eterna junto a Dios (salmo responsorial) Con Cristo para
siempre (segunda lectura).
El texto evangélico forma parte del Sermón escatológico.
«Sermón» que abarca todo el capítulo 13 de San Marcos y
consiste en un resumen sistematizado de varios avisos y
consejos que dio el Señor a sus discípulos en vista a la próxima
ruina de Jerusalén y a la caducidad de todo el mundo. Jesús,
buen pedagogo, vestía sus ideas con las imágenes y símbolos
que entonces gustaban al pueblo. Así, verbigracia, cuando
pinta con colores de estilo «apocalíptico» el desmoronarse del
firmamento (y. 24-25) quiere significar que Dios va a renovar el
Universo. Momento decisivo de esta renovación será la Venida
del Hijo del Hombre.
1.— «Y entonces verán venir al Hijo del Hombre...» La visión
del «Hijo del Hombre» viniendo en una celeste aureola de
nubes (signo de divinidad) se inspira en
XXXIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 685
el capítulo 7 del Libro de Daniel. Es una manera de expresar la
definitiva realización del Reino de Dios entre los hombres. En el
Evangelio, el <(Hijo del Hombre’> es Jesús mismo. Su Venida
(en griego, «Parusía») quiere decir la manifestación evidente
de su Poder y Gloria divina en el Universo. El Evangelio de hoy
destaca el aspecto más «humano» de esta Gloria eterna: la
universal reunión de los elegidos en torno a él. La «ekklesía»
del Cielo, gozoso encuentro de los que en todo tiempo, raza y
pueblo se han sentido y tratado como hermanos, unidos en el
corazón de un solo Dios y Padre. Cristo en su centro, su amor y
su gloria. Cuando la «iglesia» de la tierra se congrega con un
solo corazón y una sola alma en torno a la Mesa de Cristo,
significa, prepara y preludia esta infinita alegría que nos
espera, dentro de poco tiempo, en nuestra auténtica «patria de
la identidad».
2. — «Cuando veáis suceder esto, sabed que está cerca, a la
puerta». Jesús se refiere a los «signos de caducidad» de todo lo
temporal, de los que van a ser testigos los hombres de su
generación. Entre dichos «signos», el más impresionante fue la
ruina de Jerusalén y su Templo. Como el reverdecer de la
higuera añuncia el término del invierno, así los signos de
caducidad del mundo deben despertar en el hombre la gozosa
conciencia de estar siempre en la frontera de la eternidad. Dios
está a punto de llamar a su puerta.
3. — «... pero el Día y la Hora nadie lo sabe». El Evangelio
desautoriza toda curiosidad, tan humana, de cronometrar los
planes de Dios. El cristiano prudente está siempre a punto de
recibirlo.
El año litúrgico se acerca a su fin. Circunstancia oportuna para
reflexionar en perspectiva de fe sobre el Fin del mundo. Con
esta intención, el leccionario nos propone un fragmento del
«Sermón escatológico» según Marcos.
Los autores llaman «Sermón escatológico» a un conjunto de
avisos yexhortacio nes de Cristo a sus discípulos, que llena
todo el capítulo 13 de Marcos, casi todo el 21
de Lucas y los capítulos 24 y 25 de Mateo. El tema central de
estos avisos y
exhortaciones es la Venida gloriosa del Hijo del Hombre.
La expresión «Hijo del Hombre» evoca el capítulo 7 del libro de
Daniel. En dichó capítulo es personificación o símbolo del Reino
eterno de santidad que Dios va a instaurar en su Pueblo. Antes
destruirá todos los imperios opresores. El profeta ha
representado estos imperios bajo imágenes de animales
monstruosos (Dan 7,1-8). «Hijo del Hombre» era un hebraísmo
o aramaísmo equivalente a Hombre. El contraste entre el
símbolo de los imperios del mal (unos monstruos) y el del
Reino establecido por Dios (un Hombre celeste, que avanza por
el firmamento) da a entender que, en este Reino, la
Humanidad alcanzará su perfección ideal.
Jesús anunció la proximidad del tan esperado Reino. Describió
su Venida con imágenes inspiradas en aquella visión del «Hijo
del Hombre» según Daniel. Pero esta expresión (el Hijo del
Hombre) ya no es en sus labios un mero símbolo profético del
Reino, sino un título personal del Mesías que lo va a realizar.
Jesús se identificó a sí mismo con «el Hijo del Hombre». Es
decir, con el Hombre perfecto que representa, une consigo y
recapitula en una inmensa comunión fraternal a los demás
hombres.
Cuando Jesucristo afirma que el Hijo del Hombre (o sea, él
mismo) vendrá sobre las nubes del cielo con Gloria y Poder,
quiere decir que va a establecer definitivamente
686 CICLO B
el Reino eterno de Dios en el mundo de los hombres. Reino que
los hijos de Dios suplicamos cada día en la segunda petición
del Padrenuestro. Reino del Padre, donde la atmósfera es paz;
la ley, amor; el orden, justicia; la vida, santidad. Supremo bien,
donde no existe el mi y todo es infinita bienaventuranza.
La Venida gloriosa del Hijo del Hombre, Jesucristo, se está
realizando desde su Resurrección. Tendrá su epifanía total al
término de la Historia, cuando sólo quede la eternidad. El
«Sermón escatológico» concentra la atención en esta última
fase, considerada como el Fin del mundo.
Los evangelistas recogieron y ordenaron en el «Sermón
escatológico» diversos consejos que daba el Señor a sus
discípulos en orden al Fin. Sobre todo, el de conservar la calma
en medio de los sufrimientos de la «gran tribulación» que
tendrán que soportar en este mundo. San Marcos ambienta el
Sermón escatológico en la cumbre del Monte de los Olivos, al
atardecer del martes anterior a la Pasión. Jesús y sus discípulos
tienen ante los ojos Jerusalén, la ciudad más rica en historia,
esperanza y sentimiento. Jesús acaba de predecir su
destrucción. Esta catástrofe se considera «signo» del Fin, como
el reverdecer de la higuera es signo del verano que se acerca.
Pero el día exacto y la hora de este Fin es un secreto absoluto,
reservado al Padre. Secreto que hasta el Hijo de Dios tiene que
respetar.
En las breves líneas que leemos, la Venida gloriosa del Hijo del
Hombre tiene como fondo de constraste la imagen de un
cataclismo universal. Son expresiones de estilo apocalíptico,
que no tomaban a la letra ni los mismos que las escribían. Lo
mismo que la destrucción de Jerusalén y su Templo significa la
caducidad de todo lo que no es divino. El hombre de la Biblia,
en medio de las realidades de este mundo, sabe que está
siempre en la frontera de la eternidad. En el caer de los valores
temporales, ve por transparencia el Reino de Dios cada vez
más cercano.
El último fragmento del Evangelio según Marcos, en este ciclo
B, es una pequeña parte del «Sermón escatológico». Por su
difícil oscuridad, le dedicamos todo el espacio disponible. La
lectura de Daniel también habla del Fin de los tiempos,
mencionando especialmente la resurrección. La Carta a los
Hebreos subraya una vez más la infinita eficacia del único
Sacrificio de Cristo: todos los hombres podrán y deberán
buscar en él su perfeccionamiento.
El EVANGELIO ambienta el Sermón escatológico en la cumbre
del Monte de los Olivos, la antevíspera de la Pasión, al caer de
la tarde. Desde la cumbre dominan la panorámica de Jerusalén.
En primer plano, el Templo: conjunto de edificaciones de medio
kilómetro de frente, firmes como un alcázar y hermosas como
una imagen profética del paraíso. Pero Jesús, al salir por última
vez, acaba de afirmar que no quedará de él piedra sobre
piedra. En la mentalidad de los hebreos, su ruina involucraba la
del mundo. Le preguntan a solas «cuándo será» todo esto
(13,1-4). Jesús toma pie de la pregunta de sus discípulos para
pronunciar el «Sermón escatológico».
Dicho «Sermón», tal como nos lo transmite el Evangelio,
representa una síntesis selectiva del pensamiento de Jesús,
adaptada al interés pastoral de la primera generación cristiana.
Habla en actitud de profeta. Tema dominante, la Escatología.
XXXIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 687
La Escatología bíblica es fruto de la convicción de que la
historia humana gravita hacia un devenir, que está
invenciblemente en las manos de Dios. Porque Dios es el Señor
del Universo también en su proceso dinámico que va del
pasado al presente y al futuro. La reflexión profético-
escatológica de Israel concentró su atención en el momento
supremo de este proceso: el paso entre el Fin de «este mundo»
y el comienzo de otro, que será Reino de Dios.
Ya desde dos siglos antes de Cristo, se hablaba de estas cosas
en un peculiar género literario, que llaman «apocalíptico».
Maneras peculiares de expresarse (muchas veces mediante
símbolos) que no se deben tomar, ni las tomaban ellos, al pie
de la letra.
El Sermón escatológico del Evangelio está formado por una
serie de instrucciones y advertencias a los cristianos en vista a
la ruina de Jerusalén (que fue el año 70) y al fin del mundo.
Mejor dicho, a «la Venida del Hijo del Hombre», que inaugura el
Reino de Dios. Se leen hoy sólo los últimos versículos y el
comienzo del epílogo. En esquema:
a) Conmoción del Universo (y. 24-25). Escenografía
impresionante del momento previo de la Venida del Hijo del
Hombre: el Universo se oscurece y tiembla. Fórmulas de estilo
apocalíptico, transcritas de otros libros de la Biblia. No las
entendían en sentido literal: San Pedro se expresa de la misma
manera, refiriéndose a la venida del Espíritu Santo el día de
Pentecostés (Act 2,15-21).
b) Venida del Hijo del Hombre (26). Interpretación cristiana de
la célebre visión profética del libro de Daniel (7,13-14). En el
Evangelio, «el Hijo del Hombre» es Jesucristo. Humano y divino,
viene para llevar a plenitud la historia de los hombres
estableciendo definitivamente el Reino de Dios. Su Venida (en
griego dicen «Parusía») realiza aquel «Día de Yahvé» de que
hablaban tanto los profetas del Antiguo Testamento.
c) Reunión de sus elegidos (27). Indirectamente supone la
exclusión de los indignos (o sea, el Juicio escatológico). El
centro de esta convocación o «ekklesía» eternamente feliz es
la persona de Cristo.
d) Signo de la Parusía (28-29). La parábola de la higuera que
rebrota, signo de la proximidad del verano, enseña a mirar
«estas cosas» (se refiere a la ruina de Jerusalén y el Templo, de
la que habló en los y. 14-23) como signo de que el Señor ya
está «a la puerta». Lección fundamental de la Escatología
bíblica: aprender en las catástrofes la caducidad de lo terreno.
Cada hombre y todos juntos existimos en la frontera de la
eternidad.
e) Epílogo. Tres breves Sentencias: la primera (30) asegura que
el mencionado signo (la caída de Jerusalén) sucederá durante
la generación de los contemporáneos de Jesús. La segunda
(31), que la Palabra de Cristo es eterna e infalible. La tercera
(32), que el Padre celeste ha querido mantener en el más
absoluto secreto el día de la Venida gloriosa de su Hijo (quien
«no lo sabe» en el sentido de que no tiene misión del Padre
para revelarlo a los hombres). Termina el capítulo (33-37) con
una exhortación a estar siempre a punto de recibir al Señor.
ÚLTIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Daniel 7,13-14
Yo vi, en una visión nocturna, venir una especie de hombre
entre las nubes del cielo. Avanzó hacia el Anciano venerable y
llegó hasta su presencia.
A él se le dio poder, honor y reino. Y todos los pueblos,
naciones y lenguas lo sirvieron. Su poder es eterno, no cesará.
Su reino no acabará.
Salmo responsorial Sal 92,lab. lc-2. 5
R. El Señor reina, vestido de majestad.
El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder.
Así está firme el orbe y no vacila. Tu trono está firme desde
siempre, y tú eres eterno.
Tus mandatos son fieles y seguros, la santidad es el adorno de
tu casa, Señor, por días sin término.
ÚLTIMO DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 689
SEGUNDA LECTURA
Lectura del libro del Apocalipsis 1,5-8
Gracia y paz a vosotros de parte de Jesucristo, El Testigo fiel, el
Primogénito de entre los muertos, el Príncipe de los reyes de la
tierra.
A Aquel que nos amó, nos ha librado de nuestros pecados por
su sangre, nos ha convertido en un reino, y hecho sacerdotes
de Dios, su Padre. A Ella gloria y el poder por los siglos de los
siglos. Amén.
Mirad: El viene en las nubes. Todo ojo lo verá; también los que
lo atravesaron. Todos los pueblos de la tierra se lamentarán por
su causa. Sí. Amén.
Dice Dios: Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el
que viene, el Todopoderoso.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Mc 11,9b.IOa Bendito el que viene en nombre del Señor:
Bendito el reino que viene de nuestro padre David. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 18,33-37
En aquel tiempo, preguntó Pilato a Jesús:
— tú el rey de los judíos? Jesús le contestó:
—eDices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí? Pilato
replicó:
— soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han
entregado a mí; ¿qué has hecho?
Jesús le contestó:
—Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este
mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en
manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
Pilato le dijo:
—Conque, ¿tú eres rey? Jesús le contestó:
—Tú lo dices: Soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he
venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es
de la verdad escucha mi voz.
Poncio Pilato interroga en nombre del César al acusado Jesús
de Nazaret. Amanecer del Viernes Santo.
«. Mi Reino no es de este mundo». Se lo da a entender con la
razón que más podía impresionar a un oficial del ejército
romano: sus adictos no han recurrido a la violencia. No porque
no les rondase la común tentación de la espada; pero Jesús la
ha excluido en absoluto. Que su Reinado o soberanía no es de
este mundo quiere decir que no se encuadra en formas y
criterios de Poder militar, económico o político. Viene de más
allá de las realidades terrenas y las trasciende.
690 CICLO B
2. — «Tú lo dices: soy Rey». Pilato insiste con ironía en la
pregunta. Le admira que un pobre sumido en la humillación se
atreva a hablar de su «Reino». Jesús le acepta la palabra «rey»
—pues «tú lo dices»...— para iluminarla acto seguido con un
superior y desconcertante sentido que excede la capacidad de
comprensión de Pilato:
3. — « Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo:
para dar testimonio de la Verdad». Cuando el Evangelio de San
Juan pone en labios de Jesús la expresión «he venido al
mundo» da a entender que alude a su preexistencia eterna
junto al Padre. Jesús, el Hijo de Dios, «viene» a nuestro mundo
—es decir, se ha hecho Hombre— para dar testimonio a los
hombres de lo que él ha visto y ha vivido desde siempre en el
coraxón de Dios. Esta es su VERDAD. Verdad que no es un
teorema ideológico, sino la ardiente experiencia interior de que
Dios es Padre. Ha venido al mundo para «revelar» o comunicar
esta experiencia suya a sus hermanos los hombres. Israel
esperaba el Reino de Dios. Lo soñaban todos; pero cada uno a
su manera. El Hijo de Dios, Cristo Jesús, ha venido a hacernos
presente este Reino en su persona. El título «Rey de los Judíos»
(que Pilato escribió en tono de sarcasmo) quiere decir a los
ojos de la Fe que el verdadero Reino de Dios ya está aquí: en
Cristo Redentor. «Todo el que es de la Verdad, escucha su voz».
«Ser de la Verdad» significa tener el pensamiento, coraxón y
vida en armonía con ella. Al atardecer de la Historia, Jesucristo
Rey juzgará a todos y a cada uno según el Mandamiento del
Amor (Mt 25, 31-46). Pilato no quiso entender nada, y, en
nombre del César, mandó crucificar la Verdad. Pero desde
entonces es ella la que reina en los corazones libres,
precisamente desde la Cruz. Cuando San Juan redactó esta
escena, medio siglo más tarde, pensaría en tantos «testigos» o
mártires cristianos que ya habían sacrificado su vida por
afirmar que la Verdad de Cristo está por encima de cualquier
César.
CriÑto, centro del universo y de la historia. «Rey» en sentido
bíblico-teológico. El presente domingo, conclusión del año
litúrgico, nos invita a celebrar religiosamente esta verdad.
Para dar a entender que todo tiene en Dios su razón de ser,
que de él depende y a él se ordena, la Biblia utilizó el
vocabulario de la realeza: « reina!» [ responsorial]. El «Reino
de Dios» fue tema principal de la predicación de Jesús. Nos
reveló que Dios es Padre y nos enseñó a decirle: «Padre
nuestro, que estás en los cielos... ¡venga tu reino!».
Su eterna realeza, Dios Padre la ha comunicado a Cristo. Es «el
Hijo del Hombre», rey universal para siempre [ lectura]. Hijo de
Dios, que con su sangre nos constituye en reino sacerdotal
[ lectura].
Cristo Jesús hace humana y familiar la realeza de Dios. Su reino
es vivir el Evangelio, medir la felicidad por las
Bienaventuranzas, irradiar justicia en la paz activa,
misericordia eficaz en el amor.
El Evangelio de San Juan contempla a Cristo Rey en el misterio
de la Cruz, hora cumbre de su victoria —que es la Redención.
Con este espíritu leemos un fragmento de la declaración de
Jesús ante el juez en el pretorio, poco antes de ser conducido al
Calvario.
1. — «Mi Reino no es de este mundo». Se lo dicea Pilato,
presencia jurídica de un «reino» muy «de este mundo»: el del
César. A Pilato, gobernador bien informado, le
ÚLTIMO DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
691
resultó evidente que Jesús Nazareno no tenía ningún parecido
con el César de Roma.
2. — «Para esto he venido: para dar testimonio de la Verdad».
«Dar testimonio» es afirmar aquello que uno sabe porque lo ha
visto. Ser fiel en afirmarlo con palabras, con la vida, con la
muerte; en griego, testigo se dice «mártir». Jesús, el Hijo de
Dios, vino al mundo de los hombres desde su preexistencia
divina para sernos testigo mártir humano de la Verdad o
Fidelidad que él está viviendo, desde siempre, en el Amor del
Padre.
3. — «Todo el que es de la Verdad, escucha mi voz». Título de
ciudadanía en el Reino de Cristo. Escuchar la voz de sus
palabras, de su Evangelio, de su sangre. «Es de la Verdad»
quien está en sintonía con ella. Pilato tuvo la Verdad delante de
sus ojos y la despreció. La Verdad de las verdades que es Dios,
transparente en el rostro de Cristo, la ve sólo el que la quiere
amar.
Último domingo del año litúrgico. Termina otra etapa en
nuestra peregrinación de fe por el tiempo, hacia el misterio de
la eternidad. Momento oportuno para contemplar a Jesucristo
en su trascendente soberanía. Jesucristo, alfa y omega del
universo, clave de la historia, centro donde todos los hombres
están convocados a encontrarse entre sí y con Dios en la
definitiva verdad de su existencia.
La primera lectura evoca la visión profética del «Hijo del
Hombre», descrita a lo largo del capítulo 7 de Daniel. Imagen
de un Hombre arquetípico, terreno y celeste a la vez.
Personifica y recapitula «el Pueblo de los Santos del Altísimo».
Después de hundir los imperios que lo han oprimido (Dn 7,1-
12), Dios le comunica su realeza universal y eterna. —En el
Evangelio, Jesús da pleno sentido a la profecía del Hijo del
Hombre, y la realiza con su propia Vida, Pasión y Gloria.
Leemos también un fragmento intensamente cristológico de la
introducción al Apocalipsis de San Juan. Todo el libro es un
poema a la soberanía trascendente de Jesús glorificado, que
rige desde su situación divina los destinos del mundo.
La lectura evangélica corresponde a la segunda de las siete
escenas en que divide San Juan el proceso de Jesús ante Pilato.
Primera fase del interrogatorio. Interior del palacio. Amanecer
del Viernes Santo. Son interlocutores el Hijo de Dios y el
representante del César.
La acusación se ha concentrado en un único cargo; Jesús de
Nazaret pretende ser «el Rey de los Judíos». Juan redacta el
resumen del proceso de manera que se vea clara la distinción
entre el limpio sentido teológico de este título y las
connotaciones políticas con que algunos pudieran empeñarlo.
El evangelista tiene en cuenta la Iglesia de su tiempo. Los
cristianos proclaman a Jesús «Señor» y «Mesías», títulos que
equivalen a «Rey». Para que nadie rebaje valores divinos al
nivel terreno, estas líneas excluyen la tentación de delimitar el
hecho cristiano como uno más entre los «reinos» de este
mundo. Al mismo tiempo, afirman su trascendencia en el
mundo. Dentro del pretorio, la indefensa Verdad es interrogada
por el poder de la fuerza. Desde el primer momento, el juez
pasa a ser reo. El poder acabará crucificando la Verdad. Pero la
Verdad reinará desde la Cruz, a pesar y por encima de la
fuerza.
En el fragmento que leemos, las preguntas de Pilato sirven
para introducir y dar relieve a la declaración final de Jesús
sobre el sentido de su Reinado.
Jesús empieza defendiéndose con dos observaciones. La de
que el juez,
692 CICLO B
representante de la autoridad civil, no tiene nada
personalmente de qué acusarle. La de que él se ha dejado
prender sin recurrir a la violencia. Dos hechos que iluminan
una afirmación provisional negativa: «Mi Reino no es de este
mundo».
Sorprendido Pilato de que un hombre tan humillado hable
todavía de su Reino, le pide una declaración precisa. Ya que se
la pide («tú lo dices...»), Jesús se la da, Y apoya la legitimidad
de su Realeza en la preexistencia divina: « Yo he venido al
mundo...» (idea central del Prólogo de San Juan). Testigo de la
Verdad de Dios en el orden celeste, ha traído su testimonio al
mundo de los hombres. Su voz o palabra es transparencia de la
Verdad. Si uno tiene el sentido de la Verdad y la acepta,
pertenece a su Reino. En la terminología del cuarto Evangelio,
la Verdad es la Revelación de Dios al mundo en Jesucristo. Dios
es Amor, Paz en la Justicia. Santidad. El Reino de Cristo se
compenetra con todas las realidades de este mundo en
exigencia de perfección y, si es preciso, de conversión.
Presencia del único Dios, no admite que nadie ni nada se
divinice. Su Verdad hace a los hombres libres desde dentro Un
8,32).
En este último domingo del año litúrgico, las lecturas bíblicas
convergen al tema de la Realeza universal de Cristo.
Pensamiento teológico que da sentido de unidad a la Creación,
a la comunidad humana, a la conciencia íntima de cada
hombre.
La primera lectura es del Libro de Daniel y corresponde a la
visión del «Hijo del Hombre». Personificación de un Reino
eterno de santidad y paz, que sucederá a los imperios
despóticos de la tierra, representados, en el contexto anterior a
la visión, con símbolos de fieras o monstruos. El título de «Hijo
del Hombre», aplicado con frecuencia a Jesucristo en el
Evangelio, tiene como punto de partida esta profecía de Daniel.
Se leen también unas líneas de la introducción del Apocalipsis.
En su estilo peculiar, todo el Apocalipsis de San Juan es un
himno a la Realeza de Cristo, que se empieza a realizar ya en
la Iglesia aun en medio de las persecuciones.
El EVANGELIO está tomado de la Pasión según San Juan. Una
escena del proceso civil: el interrogatorio. A primera hora de la
mañana del viernes, en una sala interior; Pilato, representante
del César, y Jesús de pie ante él. Se desarrolla en forma de
diálogo, con tres alternancias:
1. — La primera pregunta se centra sobre la única de las
acusaciones contra Jesús que podían interesar a un
representante del poder civil. Usurpar el derecho de soberanía
en un territorio sometido al imperio romano era camino recto al
patíbulo. Por sus previas informaciones sobre el acusado, el
juez debía estar seguro de la respuesta negativa. Y le
sorprende que Jesús conteste con una prudente contrapre
gunta, que equivale a un «distingo» dialéctico: ¿habla el
procurador por cuenta propia (y, por tanto, según su
diccionario político) o se limita a repetir una ezpresión de los
acusadores israelitas (los cuales, si la entienden debidamente,
tienen que darle un peculiar sentido teológico-mesiánico)?
2. — Pilato, con aire molesto y en tono despectivo, reconoce
que su pregunta ha sido de segunda mano. Cosas de los judíos
y de su alto sacerdocio. Pide al acusado que declare él mismo
qué falta ha cometido. —Jesús se sitúa en la línea de la
respuesta de Pilato y la interpreta. Su realeza es distinta de la
que ejercen los soberanos en este
ÚLTIMO DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 693
mundo. Es de otro orden y tiene otro origen. Una prueba dada
pocas horas antes, convincente para la mentalidad de Pilato,
que era militar de profesión: teniendo adictos, se ha entregado
sin resistencia.
3. — Entre sorprendido e irónico, el procurador reitera la
pregunta inicial:
¿entonces, de una u otra manera siempre peligrosa, declaras
ser «rey»? Pues se empeña en preguntárselo con esta
terminología, Jesús lo confiesa. Pero al punto aclara la razón
formal de su reinado: dar testimonio de la Verdad. El verbo
griego correspondiente a «dar testimonio» suena al oído como
«ser mártir». La afirmación de Jesús, aun cuando abarca todo
el tiempo de su paso por la tierra, se concentra ahora en su
Pasión y muerte, que es un «martirio» de y por la Verdad. El
concepto de «Verdad» en el cuarto Evangelio abarca todo el
amplio espectrograma de la Luz divina comunicada a los
hombres. El abrazo sincero con esta Verdad de Dios se llama
Fe: viva, práctica, integral. Cuando un hombre tiene el sentido
de la Verdad con la mirada interior limpia de hipocresía,
entonces «escucha la voz» de Jesús. Expresión sugestiva, eco
de la alegoría del Buen Pastor (10,3.27). Es lo mismo decir que
quien se niega a escuchar la voz de Jesús está en la esfera de
la Mentira. Llamada a la conciencia de Pilato, quien pasa, en
este diálogo, de la posición de juez a la de reo. Su alicaída
respuesta, la de un vulgar escéptico: «y qué es eso de la
Verdad?» Por honradez jurídica, proclama su inocencia. Pero
puesto a prueba de intereses concretos, el Pilato arquetípico
del Evangelio acaba crucificándolo. En la teología de San Juan
es coesencial a la Cruz la Resurrección y la Gloria. Y en el Reino
de Cristo es vocación común el «martirio» por la Verdad.
CICLO C
PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Jeremías 33,1446
Mirad que llegan días —oráculo del Señor—, en que cumpliré la
promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá.
En aquellos días y en aquella hora suscitaré a David un vástago
legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra. En aquellos
días se salvará Judá y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la
llamarán así: <
Salmo responsorial Sal 24,4bc-5ab. 8-9. 10 y 14
R. A ti, Señor, levanto mi alma.
Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas, haz
que camine con lealtad, enséñame, porque tú eres mi Dios y
Salvador.
El Señor es bueno y recto, y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a
los humildes.
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad, para los que
guardan su alianza y sus mandatos. El Señor se confía con sus
fieles
y les da a conocer su alianza.
698 CICLO C
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los
Tesalonicenses 3,12—4,2
Hermanos: Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor
mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos, y
que así os fortalezca internamente; para que cuando Jesús
nuestro Señor vuelva acompañado de sus santos, os presentéis
santos e irreprensibles ante Dios nuestro Padre.
Para terminar, hermanos, por Cristo Jesús os rogamos y
exhortamos. Habéis aprendido de nosotros cómo proceder para
agradar a Dios: pues proceded así y seguid adelante.
Ya conocéis las instrucciones que os dimos en nombre del
Señor Jesús.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Sal 84,8 Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu
salvación. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 21,25-28. 34-36
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra
angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar
y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo,
ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias
del cielo temblarán. Entonces verán al Hijo de hombre venir en
una nube, con gran poder y gloria.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se
acerca vuestra liberación. Tened cuidado: no se os embote la
mente con el vicio, la bebida y la preocupación del dinero, y se
os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un
lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de
todo lo que está por venir, y manteneos en pie ante el Hijo del
Hombre.
Vuelve la entrañable liturgia de Adviento a despertar en el
mundo el sentido de la esperanza. Con la mirada al Infinito:
única perspectiva en la que el corazón humano encuentra la
medida de su profunda aspiración innata, y en la que descubre
su perfecta libertad. A partir del Evangelio, el Infinito tiene
rostro humano: Cristo. Norte y guía del camino de Adviento: en
su Natividad de Belén, en su inmediatez de encuentro con cada
generación y cada vida, y, sobre todo, en su plena
manifestación escatológica.
Empieza el tercer ciclo de lecturas bíblicas. Libro principal: el
Evangelio según San Lucas. Es tradición y pedagogía que el
primer paso sea la consideración del fin:
de la Venida, Presencia o «Parusía» del Hijo del Hombre en el
punto omega de la historia.
Los profetas educaron la esperanza del Pueblo de Dios. En
horas de pesimismo, de temor, el Libro de Jeremías reitera por
segunda vez (ver 23,5-6) la antigua promesa de un «Vástago»
glorioso que hizo el Señor a David por medio de Natán.
1 DOMINGO ADVIENTO 699
La fe en la última Venida del Señor fue punto de partida de la
formación cristiana de los convertidos en las primeras misiones
de San Pablo. Su Carta a los de Tesalónica propone reflexiones
y aclara dudas en torno a este tema fundamental. El breve
inciso que leemos les recuerda que, cuando venga Cristo, nos
juzgará en el Amor o Caridad fraterna (ver Mt 25,31-46) antes
de aceptarnos en su Reino.
En este primer día del tercer ciclo, la lectura del EVANGELIO
vuelve a proponer un fragmento del <(Sermón escatológico»,
análogo al del penúltimo domingo del ciclo anterior. Se podrían
repetir las mismas consideraciones. La redacción es ahora de
San Lucas, el médico y colaborador apostólico de San Pablo.
Leemos solamente un extracto de los últimos párrafos del
«Sermón». Destacan las siguientes ideas.
1. — Tema principal: Vendrá el Hijo del Hombre (y. 27). Esta
expresión aparece con frecuencia en las enseñanzas de Jesús.
Alude al capítulo siete del libro de Daniel, donde el profeta se
sirve de ella para describir en estilo apocalíptico la próxima
instauración del Reino de Dios y de sus santos. En el Evangelio,
aquel humano y divino «Hijo del Hombre» según Daniel se
identifica con Cristo. Porque el Reino de Dios y de sus santos se
recapitula en su Persona y se manifiesta con su Presencia.
Cuando «venga» al fin de los tiempos, esta Presencia llenará el
universo. Todo aparecerá a todos bajo la luz de la gloria de
Cristo, evidente como el mediodía que no se puede negar o
ignorar.
2. — Conmoción del universo (25-26). Escenografía clásica
dentro del estilo «apocalíptico». Expresa la soberanía universal
de Dios (en el Evangelio: de Cristo) al intervenir
definitivamente en la historia humana. San Lucas destaca más
que los otros evangelistas la impresión que producirá en los
hombres (entiéndase: en los que estén en actitud negativa
ante Dios).
3. — Gozo de los elegidos (28). Por el contrario, los que viven
según el Evangelio, no se alteran por los signos de la
proximidad de Cristo, aunque en su primer plano parezcan
dolor y destrucción. En el trasfondo de cada pérdida de lo
caduco, ven crecer la aurora de su definitiva «liberación». San
Lucas emplea aquí (él solo entre los evangelistas) una palabra
característica de su maestro San Pablo: «apolj?trosis». En su
ambiente social helenístico significaba la «redención de un
esclavo». Con ella daba a entender a los convertidos del
paganismo la gracia de Cristo, que nos «redimió» a su costa de
la más radical privación de la libertad, que está en el servicio
personal de cada uno al dictado del mal: de cuanto en el
lenguaje sincero se llama «pecado».
4. — Actitud del que vive en esperanza (34-36). Por eso, los
redimidos de Cristo saben que la libertad empieza en el
corazón de cada uno, y se niegan a la esclavitud de la
corrupción, las embriagueces, la sed de lucro. Conscientes de
su fragilidad, viven en aquella actitud escatológica de la
«vigilancia» (Mc 13,33-37), que se realiza en la oración
habitual.
ADVIENTO o «advenimiento». Viene el Señor. Empezamos otro
año litúrgico. La Liturgia da orden y sentido al paso de nuestro
vida por el tiempo. Vamos hacia Dios porque él viene a
nosotros.
Dios ya se nos hizo presente en Jesús. Por eso celebramos su
Venida en la Navidad. Nuestra fiesta de Navidad ha de ser
pregustación del cielo. Para sentirla así
700 CICLO C
nos prepararemos durante cuatro semanas. Siglos antes, los
profetas anunciaron que la Venida del Mesías al mundo iniciaría
una era de salvación y de paz [ lectura].
Teniendo ya a Dios en Cristo por la fe y el amor, esperamos
ahora su Venida gloriosa. La que los antiguos cristianos
llamaron, en griego, «Parusía». A ella se refiere San Pablo en la
segunda lectura. Y Jesús en el fragmento del «Sermón
escatológico» que nos ofrece hoy el Evangelio según San
Lucas.
1. — «Verán venir al hijo del Hombre...» Visión de estilo
«apocalíptico», inspirada en el capítulo siete de Daniel. La
Venida del «Hijo del Hombre» (es decir, de Cristo glorioso)
inaugura el Reinado universal y eterno de Dios. Corresponde al
que numerosos textos proféticos del Antiguo Testamento
llaman «el Día de Yahvé>. Momento decisivo en el que serán
juzgados por Dios —por Cristo— y reprobados los servidores
del Mal.
2. — «Se acerca vuestra liberación». Lo dice Jesús a los
discípulos. Los que se mantendrán fieles por encima de las
persecuciones de que ha hablado antes el Sermón
escatológico. Cuando venga el Señor para juzgar al mundo no
han de sentir miedo, sino la alegría del oprimido cuando ve
venir su libertad. Los versículos 25 y 26 describen mediante
habituales símbolos del estilo «apocalíptico» la severidad del
juicio escatológico contra el paganismo (= «las gentes»).
Muchas de las comunidades cristianas a las que San Lucas
dirige su Evangelio tenían que vivir inmersas en el paganismo
ambiental, que las «perseguía» no sólo con la violencia sino
también y más por la presión social y el contagio de sus
costumbres corrompidas.
3. — «Estad siempre despiertos». Velad en oración (dice, por
consiguiente, a los cristianos) no sea que, asimilando las
costumbres paganas, os hicieseis dignos de ser reprobados por
el Señor cuando venga. San Lucas indica algunos de los vicios
propios del paganismo que amenazaban corromper el corazón
de los fieles (y. 34).
—La Venida del Hijo del Hombre, de Cristo glorioso, está en
acto desde su Resurrección. A cada persona humana se le
manifiesta en la hora, siempre cercana, de su paso a la
eternidad. Toda nuestra vida es Adviento. Preparación y
preludio de una perenne, divinamente feliz, Navidad.
Adviento, tiempo de esperanza. Israel fue esperanza del Mesías
en una tierra de Paz y Justicia [ lectura]. Señalando a la
humanidad un horizonte infinito, el Evangelio ha transfigurado
en tiempo de esperanza toda la historia.
La página de Evangelio que nos propone hoy el leccionario
litúrgico la componen dos fragmentos de la última parte del
Sermón escatológico según San Lucas. Llamamos
«Escatología» a la consideración religiosa de la historia del
mundo en la perspectiva de su término final. Como un río que
va al oceáno al que debe su origen, así los hombres y los
pueblos pasan por la tierra y la fecundan al pasar, pero su
destino y razón de ser está en el más allá. Jesús infundió en
sus discípulos la serena conciencia de caminar hacia un orden
ultraterreno, divino. Es la manera mejor y quizá la única de
hacer menos ingrato el presente orden temporal.
Dicen que el «Sermón escatológico» es el capítulo más oscuro
y difícil del Evangelio. No lo es tanto si se considera en su
conjunto. Pero el carácter fragmentario del texto que leemos
no permite más que una breve reflexión sobre los
1 DOMINGO ADVIENTO 701
cuatro puntos que contiene: 1) la Venida del Hijo del Hombre;
2) el gozo con que deben recibirlo sus discípulos; 3) la angustia
de los otros; 4) necesidad de estar siempre a punto
1. — « Verán venir al Hijo del Hombre...» En el Nuevo
Testamento, la expresión «el Hijo del Hombre» se refiere a
Jesucristo, en cuanto Hombre-arquetipo, celeste y terreno a la
vez, que recapitula e incorpora a sí la inmensa familia de todos
los hombres fieles a Dios. La escena de su «Venida» gloriosa se
inspira en aquella visión profética del capítulo 7 de Daniel.
Quiere decir que con su Presencia activa instaura en el mundo,
en contraste con los imperios opresores, un orden
trascendente de Justicia, Amor y Santidad (= el Reino de Dios).
La «Venida del Hijo del Hombre» tendrá su epifanía absoluta al
término de la historia. Pero a los ojos de la fe se va realizando
ya en el tiempo de la Iglesia, a partir de la Resurrección. Cristo
«viene» en cada actualización eucarística, en cada realidad de
santificación. Especialmente, en cada muerte o término
personal de la historia. El ladrón penitente del Calvario, según
San Lucas, pide a Jesús un recuerdo «cuando venga en su
Reino» (23,42). La respuesta es el cielo aquella misma tarde (y.
43). La «Parusía» o encuentro final del Cristo con todos los
elegidos juntos será convergencia en perspectiva de eternidad
de infinitos encuentros personales.
2. — «Alzad la cabeza: llega vuestra liberación». Para sus
fieles, la Venida de Cristo no es terror, sino amistad, gozo y
victoria. San Lucas refleja el vocabulario de su maestro Pablo;
la palabra griega correspondiente a «liberación» (apol connota
el sentido teológico de «Redención». Rescate definitivo de toda
esclavitud a partir de la interior de cada uno.
3. — «Los hombres quedarán sin aliento...» El Sermón
escatológico decora literariamente la «Venida del Hijo del
Hombre» con la misma simbología cósmica (conmociones en
los astros, en el mar...) con que varios textos del Antiguo
Testamento decoraron «el Día [ la victoria] de Yahvé». Sugiere
la fuerza irresistible con que el Reino de Dios se afirma por
encima de la caducidad de todo lo creado. San Lucas, en los
Hechos Apostólicos (2,19-20), pone la misma simbología en
boca de San Pedro para ilustrar la gloria religiosa del día de
Pentecostés. Los signos de proximidad de la «definitiva
liberación» son motivo de angustia únicamente para los que
están en actitud negativa con Dios.
4. — «Estad siempre en vela... » Los últimos versículos (34-36)
se pueden comentar con la exhortación de San Pablo, el amigo
de Lucas, a los cristianos de Tesalónica [ lectura y, sobre todo,
1 Tes 5, 1-11]. Vivimos en la frontera de la eternidad y cada
minuto puede traernos la sorpresa de pasarla. Quien aprecia el
auténtico valor de su vida, está habitualmente en acto de
recibir al Señor.
Empezamos otro Año litúrgico. Adviento. Esperanza y preludio
del encuentro definitivo con Cristo-Dios. Vamos a él porque
viene a nosotros.
1. — « Y entonces verán al Hijo del Hombre venir en una nube
con gran Poder y Gloria». Jesús, buen pedagogo, se expresó
con el lenguaje y categorías mentales de sus paisanos. La
Venida de un misterioso «hijo de hombre» significaba (bajo la
luz del capítulo siete de Daniel) la inauguración del «Reino de
Dios» en su Pueblo santo. Este Reinado, divino y humano a un
tiempo, condena y sustituye a los imperios
702 CICLO C
inhumanos, simbolizados por cuatro bestias feroces en la
mencionada visión del capítulo siete de Daniel. Que Dios viene
a «reinar» es una manera de decir que los hombres
reencontraremos en él el centro de la vida. Porque el centro de
nuestra vida está en el auténtico Dios: plenitud y fuente de la
Verdad, la Sinceridad, el Amor y la Justicia. —Jesús pedagogo
se adaptaba al lenguaje de su pueblo, pero le daba una
significación infinitamente más llena. «Hijo del hombre» era un
semitismo equivalente a «hombre». Jesús lo asumió como
título personal y cifra de su Misión. Siendo Hijo de Dios, es el
Hombre perfecto que recapitula en sí a toda la Humanidad.
Cuando termine el Tiempo, vendrá en su Gloria divina para
unirnos plenamente con él.
2. — «Erguíos y levantad la cabeza, que se acerca vuestra
liberación». San Lucas expresa el concepto de «Liberación» con
una palabra griega predilecta de su maestro Pablo: «apol que
quiere decir redención en el sentido de liberación de la
esclavitud. Gozo exultante. Plenitud de la Vida. Transfiguración
de la Esperanza en Amor. —En contraste, para los que estén en
actitud negativa ante Dios el encuentro con Cristo es motivo de
angustia: el evangelista la describe con rasgos tradicionales
del estilo apocalíptico (y. 25-26).
3. — « Velad en todo momento... » «Velar», en el lenguaje
expresivo del Evangelio, es estar a punto de recibir el abrazo
de Cristo glorioso. Cuando termine el Tiempo. El tiempo de
cada uno. Porque cada persona humana realiza en sí el
Universo, y el «fin del mundo» le coincide con el término de su
vida. «Velad... pidiendo» ser hombres dignos del Hombre-Dios.
San Lucas redacta pensando en la degradación inhumanizada
del ambiente social que rodea y tienta a sus lectores (y. 34)...
No es así como se construye en la tierra la Jerusalén-de-la-
Justicia [ lectura]. —La entrañable Navidad que se acerca y
cada Eucaristía es preparación, ensayo y preludio del abrazo
infinito de Jesús. Sabor y música de Eternidad feliz en el
corazón del Tiempo.
SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Baruc 5,1-9
Jerusalén, despójate de tu vestido de luto y aflicción y viste las
galas perpetuas de la gloria que Dios te da; envuélvete en el
manto de la justicia de Dios y ponte a la cabeza la diadema de
la gloria perpetua, porque Dios mostrará tu esplendor a
cuantos viven bajo el cielo. Dios te dará un nombre para
siempre: Paz en la justicia, Gloria en la piedad.»
Ponte en pie, Jerusalén, sube a la altura, mira hacia oriente y
contempla a tus hijos, reunidos de oriente a occidente, a la voz
del Espíritu, gozosos, porque Dios se acuerda de ti. A pie se
marcharon, conducidos por el enemigo, pero Dios te los traerá
con gloria, como llevados en carroza real.
Dios ha mandado abajarse a todos los montes elevados, a
todas las colinas encumbradas, ha mandado que se llenen los
barrancos hasta allanar el suelo, para que Israel camine con
seguridad, guiado por la gloria de Dios; ha mandado al bosque
y a los árboles fragantes hacer sombra a Israel. Porque Dios
guiará a Israel entre fiestas, a la luz de su gloria, con su justicia
y su misericordia.
Salmo responsorial Sal 125,1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6
R. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar;
la boca se nos llenaba a risas, la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían: »El Señor
ha estado grande con ellos.>’
704 CICLO C
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte como los torrentes del
Negueb. Los que sembraban con lágrimas, cosechan entre
cantares.
Al ir, iban llorado, llevando la semilla; al volver, vuelven
cantando, trayendo sus gavillas.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la Carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 1,4-6.
8-11
Hermanos: Siempre que rezo por vosotros, lo hago con gran
alegría.
Porque habéis sido colaboradores míos en la obra del
Evangelio, desde el primer día hasta hoy.
Esta es nuestra confianza: que el que ha inaugurado entre
vosotros una empresa buena, la llevará adelante hasta el Día
de Cristo Jesús.
Testigo me es Dios de lo entrañablemente que os quiero, en
Cristo Jesús.
Y ésta es mi oración: que vuestra comunidad de amor siga
creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para
apreciar los valores.
Así llegaréis al Día de Cristo limpios e irreprochables, cargados
de frutos de justicia, por medio de Cristo Jesús, a gloria y
alabanza de Dios.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Lc 3,4.6 Preparad el camino del Señor, allanad sus
senderos.
Todos los hombres verán la salvación de Dios. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo ez según san Lucas 3,1-6
En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo
Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea,
y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio
virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás,
vino la Palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el
desierto.
Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo
de conversión para perdón de los pecados, como es±á escrito
en el libro de los oráculos del profeta Isaías:
<Una voz grita en el desierto: preparad el camino del Señor,
allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los
montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se
iguale. Y todos verán la salvación de Dios.
II DOMINGO ADVIENTO 705
Tema central de la liturgia de la Palabra en este segundo
domingo de Adviento: la misión y personalidad de Juan el
Bautista, en la perspectiva del Evangelio según San Lucas.
Signo perenne de autenticidad, la figura de Juan, para cuantos
tienen oficio y carisma 4e preparar en el mundo los caminos
del Señor.
En el Libro de Baruc resuena el eco de la plegaria y augurio con
que alentaban, en las sinagogas de la diáspora judía, los
últimos tiempos antes de Cristo, la esperanza de un prózimo
día de gloria para su lejana Jerusalén. La llama del ideal futuro
ardía en el hogar de su amor a la humilde realidad presente.
Lección de estilo también para la esperanza de los hijos de la
Iglesia.
En la Carta a los cristianos de Filipos la nota dominante es la
amistad entre el Apóstol y sus discípulos-colaboradores. Las
líneas de la auténtica amistad según Pablo no se limitan a sí
mismas en el círculo del tiempo, sino que convergen a la
eternidad en «el Día de Cristo» (traducción neotestamentaria
del «Día de Yahvé» anunciado por los profetas). Por eso, el que
ama en cristiano quiere y procura, por encima de todo, que su
amigo sea «limpio e irreprochable» en orden al común
encuentro de aquel Día eterno.
En el EVANGELIO leemos una introducción a la actividad
profética del Precursor. Escribe San Lucas, helenista de amplia
cultura humana puesta al servicio de la Palabra de Dios, que
supo unir a la entonación propia de los historiadores de su
tiempo la imitación intencionada del estilo bíblico (comparar
con Jer 1,1-4). Empieza trazando con énfasis las dos
coordenadas básicas de la historiografía: el cuándo y el dónde
(a). Anuncia luego la misión de Juan (b), y la interpreta bajo la
luz de un pasaje de Isaías (c).
a) V. 1-2a. Sincronizar la actividad de Juan con el gobierno de
Roma, centro político del mundo, significa para Lucas situar el
mensaje evangélico en el horizonte de la historia universal.
«Año decimoquinto», a partir de la muerte de Augusto (19-VIII-
14); según el sistema de cómputo que se adopte, pudo serlo
desde el otoño del 27 al del 29. La lista de autoridades
subalternas con la indicación de sus principales territorios llena
el mapa de la Tierra que fue ámbito de la actividad o
presencia del Mesías. Mencionar dos sujetos del único sumo
pontificada refleja una situación anómala; en efecto, Anás
había sido destituido por el gobernador romano (a. 15); pero
siguió ejerciendo toda la vida una influencia determinante,
aunque oficialmente ocupasen el cargo (siempre impuestos por
la autoridad civil) otros, como su yerno Caifás (a. 18-36).
Todos o casi todos los nombres enumerados evocan recuerdos
de corrupción. Signos de la necesidad que tiene el orden
humano de ser redimido. Estas líneas reflejan, además, la
sinceridad con que el evangelista quiere dar sentido de historia
a su libro. Alguna fácil teoría contemporánea que prejuzga lo
contrario, falta a la objetividad.
b) V. 2b-3. «Vino la Palabra de Dios sobre Juan». Modismo
bíblico para ezpresar la imprescindible llamada sobrenatural a
poner en acto el carisma profético. Juan había preparado esta
hora de realización consagrando su juventud a la ascética del
desierto, escuela de Dios y forja de reformadores. Muchos
ascetas por aquel tiempo moraban, como Juan, en el Desierto
de Judá. Sólo él tuvo la audacia de llevar el alma del desierto al
corazón de la ciudad yendo a predicar por la tierra baja del
Jordán, en la comarca de Jericó. Su consigna, el imperativo de
los grandes profetas bíblicos:
706 CICLO C
« El «bautismo» en el río sagrado era signo profético de la
Conversión al «camino de la Justicia» (Mt 21,32), la paz (Lc
1,79) y la Salvación (Lc 1,77).
c) V. 4-6. El texto citado de Isaías era en tiempo de Juan lema
de los ascetas del desierto (vgr, en Qumrán), que iban allí a
«preparar el camino del Señor». En Isaías se refiere a los
repatriados que cruzan el desierto, bajo la guía de Dios, desde
Babilonia a Palestina. Los evangelistas le dan sentido alegórico
de «conversión»: lo torcido que se endereza, lo hundido que se
eleva, lo áspero que se suaviza y lo altanero que se allana para
que pueda entrar Cristo... Lucas añade una afirmación de
universalismo: todo el mundo verá su Salvación.
ADVIENTO. «Viene el Señor». Hace falta preparamos. Para
llegar al Día de Cristo perfectos en el amor, realizadores de
justicia, limpios e irreprochables [ lectura]. Los profetas fueron
maestros en el arte de preparar el camino de Dios. Hoy,
segundo domingo de Adviento, escuchamos la voz del mayor
entre los profetas: Juan Bautista.
Su mensaje se resume en una consigna: Conversión.
Convertirse es retornar de la esclavitud de «Babilonia»,
peregrinando entre cantos de alegría [ responsorial], hacia la
eterna «Jerusalén» que tiene por nombre Paz y Gloria: «Paz en
la justicia, Gloria en la piedad» [ lectura].
1. — « Vino la Palabra de Dios sobre Juan». Manera bíblica,
inspirada en el libro de Jeremías, de expresar la misión y
carisma del profeta. La Palabra de Dios llena, ilumina y
enciende el alma del profeta como fuego que necesita
comunicarse. Sería profeta falso uno que diese por Palabra de
Dios sus propios pensamientos, ideas y criterios. Antes de
manifestarse voz de la Palabra, Juan había vivido años de
asceta en la soledad, discípulo del silencio. Lucas sitúa el
comienzo de la misión del Bautista, preludio de la de Jesús, en
el año quince de Tiberio, que corresponde más o menos al 28
de nuestra era. Con este sincronismo y la enumeración de
autoridades civiles y religiosas en Judea, Galilea y pueblos
vecinos, San Lucas da a entender su consciente voluntad de
exponer el Evangelio como un hecho histórico.
2. — « el camino del Señor!». El estilo de la Conversión que
anuncia Juan se ilumina con la vibrante proclama inicial de la
segunda parte del libro de Isaías. Ya en el mismo texto de
Isaías y más en su lectura evangélica, las expresiones «abajar
los montes» y «elevar los valles» tienen sentido alegórico.
Enaltecer a los humildes y derrocar a los prepotentes, como
canta la estrofa central del Magnifzcat (1,51-53). No para que
los humillados de hoy suban a ser los prepotentes de mañana,
con lo que no se conseguiría nada más que un traslado de
injusticias. «Viene el Señor» y quiere llegar a nosotros por un
camino recto y llano. Sin tortuosidades de falsedad. Sin la
prepotente soberbia, que es razón de todas las injusticias.
3.— «Y todos verán la Salvación de Dios». Horizonte universal y
optimista, que San Lucas se complace en destacar con
frecuencia. La Salvación de Dios es Jesús; lo dice en hebreo su
mismo nombre. «Ver» a Jesús significa reconocerlo, gozar su
presencia, aceptarlo. Jesucristo es de todos. Y preocupa pensar
que, teniendo tan cerca su Salvación, queden tantos que no la
pueden, saben o quieren «ver».
II DOMINGO ADVIENTO 707
Juan Bautista enseñó al pueblo a caminar en esperanza. A no
esperar en la pasividad. La liturgia de Adviento actualiza la
misión del Precursor.
En la primera lectura (del «libro de Baruc») habla una
comunidad de judíos instalada en medio del paganismo.
Cántico de fe en la vocación teológica de su lejana patria.
Sigue un fragmento de la Carta de San Pablo a sus amigos de
Filipos. Les señala, como razón y estímulo de todo progreso, la
cercanía del eterno «Día de Cristo».
El Evangelio presenta la figura de Juan Bautista bajo tres
aspectos: a) su vocación; b) un resumen de su actividad; c)
significación de la misma a la luz de un texto profético de
Isaías.
1. — « Vino la Palabra de Dios sobre Juan... Manera bíblica de
expresar la vocación e investidura de un profeta. San Lucas se
inspira literariamente en la de Jeremías. El profeta es un
instrumento obediencial de la Palabra de Dios al pueblo.
Hombre del silencio mientras no recibe la Palabra. Voz
irreprimible cuando la Palabra está en él. Juan pasó su
noviciado de silencio «en el desierto». Solitario ante Dios,
solidario de su pueblo. Es en la forja del desierto donde se
templa la fortaleza de los profetas. Al prender en su conciencia
la llama de la vocación, Juan, el profesional de la soledad, se
transfigura en predicador de multitudes.
Imitando el estilo de la Biblia y el de los historiadores
helenistas, San Lucas encuadra este paso decisivo de la vida
del Precursor en un solemne sincronismo con las autoridades
políticas y religiosas del momento. En la intención del
evangelista, este sincronismo se refiere, tanto o más que a la
aparición de Juan, al comienzo de la vida pública de Jesús.
Quiere decir con precisa exactitud que el Cristianismo no es
una teoría abstracta, sino un hecho histórico real y eficazmente
enraizado en la historia del mundo. La enumeración de
autoridades no se limita a Tierra Santa. La encabeza el
emperador de Roma, es decir, de todo el orbe conocido. San
Lucas considera la manifestación de Jesús, de la que fue
heraldo el Precursor, como un acontecimiento de interés
universal.
2. — «Predicando un bautismo de conversión...» Objetivo de su
actividad: la conversión del pueblo. Signo: el bautismo.
Método: la «proclamación». Proclamar («predicar», dice la
traducción) era oficio de heraldo. Voz imperativa, que
comunica la voluntad del soberano. El profeta legítimo
proclama la Palabra, refrendada con la autoridad de Dios.
Convenirse es transformarse radicalmente todo el hombre de
mal en bien, a partir del corazón. Elque se reconoce a sí mismo
con sinceridad sabe con evidencia en qué actos y actitudes
tiene que «convertirse». La conversión marca el norte de la
vida; sin ella, cuanto más uno camina más se aleja de su
centro. El «bautismo» o baño sagrado en el Jordán era signo
expresivo y compromiso social de la conversión. Todo ello se
orientaba al «perdon de los pecados», beneficio fundamental y
punto de partida de toda renovación, que esperaban del
Mesías.
3. — « Voz del que grita en el desierto: preparad el camino del
Señor... » Los cuatro evangelios definen la misión del Precursor
con estas palabras del libro de Isaías. En sentido material se
referían al retorno del destierro e invitaban poéticamente a
construir a través del desierto que media entre Babilonia y
Palestina un camino llano (sin «montes» ni «valles»), recto y
suave para que por él pasase el Señor al frente de su pueblo
liberado. Pero ya seguramente el autor de este capítulo de
Isajas (como el del «libro de Baruc» en la primera lectura) daba
a estas expresiones el sentido alegórico con que las entiende
el Evangelio. Los «montes» y demás obstáculos significan la
708 CICLO C
mala voluntad de los hombres. Su orgullo, pereza y egoísmo. Si
no se <(allanan)>, «rectifican» y «suavizan», no vendrá el
Señor a liberarnos. El texto citado por San Lucas termina con
optimismo: «Todo el mundo verá (como Simeón en el Templo:
Lc 2,30) la Salvación de Dios».
El Evangelio de este segundo domingo de Adviento nos hace
presente, en memoria y espíritu, la personalidad del Precursor
de Jesús: Juan, hijo de Zacarías, profeta de la esperanza activa.
1. — «Vino la Palabra de Dios sobre Juan Manera bíblica de
expresar la moción carismática por la que Dios hace a un
hombre voz de su pensamiento ante el pueblo. El profeta
consciente como Juan sabe ser silencio —años de desierto—
hasta la hora en que el Señor le confía la proclamación de su
Mensaje. —En la estructura literaria del Evangelio según Lucas,
estas líneas que leemos hoy representan el comienzo del libro,
ya que los dos capítulos precedentes tienen función de
((preludio». Empezando con el solemne sincronismo de
aquellas autoridades políticas y religiosas que de alguna
manera tuvieron relación con los hechos que va a narrar, el
evangelista quiere dar a entender su intención de escribir
historia. —El año quince del emperador Tiberio nos sitúa en el
28 de nuestra era (año más o menos, según el sistema de
computar que se adopte).
2. — «Proclamando un bautismo de Conversión». Como el de
los antiguos profetas de Israel, el imperativo del Mensaje de
Juan se concentra en una palabra:
« Un «bautismo» o inmersión en el Jordán era el rito que
significaba y sellaba en compromiso público esta decisión de
convenirse. En vista a obtener, por gracia de Dios, el perdón de
los pecados. —La expresión «convertíos», en la lengua que
hablaba Juan y su pueblo, tenía la fuerza expresiva de: «
Volved
—pues la dejasteis— a la rectitud en el pensar, sentir y obrar,
que os define como hombres y como pueblo. Jesús describirá la
Conversión con el entrañable paradigma de un porquerizo
hambriento que retorna a su hogar, donde fue y volverá a ser
feliz.
3. — «p°reparad el camino del Señor!». Estas palabras, que
son el manifiesto inaugural de Isaías-II, resonaban por aquel
tiempo en el alma de Israel con la vibración del pueblo que
canta su himno cuando está consciente de que despunta la
hora de resurgir [ lectura]. Ya en el antiguo texto de Isaías y
más todavía en su adaptación evangélica, estos imperativos
son alegoría de actitudes humanas. «Viene Jesús», pero su
camino a nosotros ha de ser ancho, recto y plano. No oponerle
obstáculos, no empeñarse en torcer su ruta. El espíritu del
Precursor será actual en el mundo, con voz y rostro concreto,
hasta que todos vean (quieran ver, si ya está aquí) la Salvación
de Dios.
TERCER DOMINGO DE ADVIENTO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Sofonías 3,14-18a
Regocíjate, hija de Sión,
grita de júbilo, Israel,
alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén.
El Señor ha cancelado tu condena,
ha expulsado a tus enemigos.
El Señor será el rey de Israel,
en medio de ti, y ya no temerás.
Aquel día dirán a Jerusalén: <No temas, Sión,
no desfallezcan tus manos.» El Señor tu Dios, en medio de ti,
- es un guerrero que salva. El se goza y se complace en ti,
te ama y se alegra con júbilo
como en día de fiesta.
Salmo responsorial 15 12,2-3. 4bcd. 5-6
R. Gritad jubilosos: ‘ grande es en medio de ti el Santo de
Israel.»
El Señor es mi Dios y salvador; confiaré y no temeré, porque mi
fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
710 CICLO C
Dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos
sus hazañas.
Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadias a toda la
tierra; gritad jübilosos, habitantes de Sión:
«Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.)>
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta el apóstol san Pablo a los Filipenses 4,4-7
Hermanos: Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito,
estad alegres.
Que vuestra mesura la conozca todo el mundo.
El Señor está cerca.
Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y
súplica con acción de gracias, vuestras peticiones sean
presentadas a Dios.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros
corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Is 61 El Espíritu del Señor está sobre mí; me ha enviado para
dar la Buena Noticia a los pobres. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 3,10-18
En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan:
—€Entonces, qué hacemos? El contestó:
—El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no
tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo.
Vinieron también a bautizarse unos publicanos; y le
preguntaron:
—Maestro, ¿qué hacemos nosotros? El les contestó:
—No exijáis más de lo establecido. Unos militares le
preguntaron:
— hacemos nosotros? El les contestó:
—No hagáis extorsión a nadie, ni os aprovechéis con
denuncias, sino contentaos con la paga. El pueblo estaba en
expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías;
él tomó la
palabra y dijo a todos:
—Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo,
y no merezco desatarle la
III DOMINGO ADVIENTO 711
correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y
fuego: tiene en la mano la horca para aventar su parva y reunir
su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no
se apaga.
Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le
anunciaba la Buena Noticia.
El Evangelio de San Lucas recoge algunas de las enseñanzas
que daba el Bautista durante su ministerio profético, como
«maestro» (3,12) del pueblo en la «ciencia de la Salvación»
(1,77).
Los demás textos bíblicos propios de este tercer domingo de
Adviento son para la
Iglesia una invitación imperativa a vivir en el gozo de ser y
sentirse proximidad de
Cristo. Júbilo irradiante de una «Jerusalén» llena de Dios, que
se presiente como
augurio en el Libro de Sofonías y es cántico de experiencia en
el salmo interleccional
(Is 12,2-6).
En la Carta a los Filipenses el Apóstol habla como maestro de
espíritu a sus amigos, que, por discrepar en cosas secundarias,
habían puesto en peligro su paz. Que la proximidad del Señor
les sea fuente de alegría. La alegría del cristiano es sonrisa de
la constante Acción de Gracias que respira su intimidad. En
este clima de Fe, toda angustia se serena en oración y súplica.
Y la Paz de Dios, superior a todo análisis psicológico, guarda el
santuario del corazón. Cuando el cristiano pierde esta sencilla
espiritualidad, es inútil que vaya por ella a fuentes ajenas. Su
pérdida de la Paz, cuando no es crisis de salud, lo es de Fe.
En el EVANGELIO del domingo pasado, San Lucas presentaba la
figura y misión del Precursor de Cristo. Hoy nos ofrece algunos
temas de su predicación. En la mente del evangelista, estos
temas indicaban cómo debían prepararse al bautismo los que
deseaban entrar en la Iglesia: por la Conversión y la Fe.
a) Conversión. En las líneas precedentes (3,7-9), que no
leemos, se proclama la necesidad de una conversión que sea
sincera. Es decir, que <(dé frutos». A continuación y en forma
de consultas (« debemos hacer?»: y. 10), se concretan algunos
de estos «frutos» o actitudes del hombre que ha rectificado
(«convertido») el rumbo de su vida orientándola hacia Dios:
1. — Actitud general para todos (y. 11): la comunicación de
bienes. Mientras haya quien carezca de vestido y comida, no
es cristiano retener lo que sobra. «Vestido y comida» eran
expresión popular de todo lo indispensable para el desarrollo
de una vida humanamente digna. San Lucas pone en boca del
Bautista el sentido social cristiano, que la primera iglesia de
Jerusalén realizó hasta el máximo, en libre generosidad (Act
2,44-45 y 4,32-37), como signo y llamada a la re-conversión de
cuantos cristianos lo olvidaren.
2. — Honradez profesional (y. 12-14). Enfrentándose con el
ambiente, Juan acepta bautizar a profesionales tan execrados
por algunas corrientes puritanas que dominaban el judaísmo
religioso de su tiempo como los «publicanos» y la gente de
armas. Empleados al servicio de la administración pública y del
ejército. Para prepararse al Reino de Dios, les exige fidelidad a
su deber de justicia. Otros los hubieran rechazado, o les
hubieran impuesto la dimisión. El Bautista es precursor
712 CICLO C
también de la doctrina que pone la santificación al alcance de
todo hombre en su concreto género de vida.
b) Fe en Cristo (y. 15-17). En algunas de las regiones para las
que escribía San Lucas (vgr. Act 18,25; 19,3) quedaban núcleos
de personas que sobrevalorizaban la personalidad de Juan
hasta reconocerlo prácticamente como si fuera el «mesías».
Por eso (y. 15) destaca su humilde testimonio de Jesús, ante el
cual se considera menos que un siervo ante el señor (y. 16).
Juan ha sido el profeta y pedagogo de la conversión del pueblo;
Jesús, el único Mesías, viene como Santificador y Juez
escatológico. Como Santificador «bautizará»; es decir, pondrá
al hombre en contacto de intimidad vital con el Espíritu de
Dios. Al escribir esto, San Lucas pensaba en la teofanía de
Pentecostés (Act 1,4-5), hecha realidad perenne en el corazón
de la Iglesia. Espíritu Santo comunicado por Cristo, que es
purificación, ardencia de amor, santidad y dinamismo
apostólico. La imagen de Cristo-Juez se expresa con la del
labrador, que limpia o «purifica» su era de la paja inútil
(comparar con Mt 13,39-43). Con estas y otras enseñanzas
Juan «evangelizaba» es decir, proclamaba al pueblo el mensaje
de la auténtica alegría (y. 18).
La liturgia de este domingo, a mitad del camino de Adviento,
saborea la proximidad del Redentor. «El Señor está cerca»
[ lectura]. «En medio de ti» [ inicial y salmo]. Sentir la
presencia de Dios Salvador infunde la alegría de los santos, la
paz activa de los fuertes.
El Evangelio según San Lucas nos ofrece un resumen de lo que
Juan Bautista decía a la gente cuando preparaba la inmediata
venida del Mesías.
1. — « Qué debemos hacer?... » Poco antes el Precursor le ha
dicho al pueblo, con sinceridad de profeta, que urge «hacer» o
dar frutos de auténtica Conversión (y. 8). Ahora van
preguntando qué es lo que a cada uno le toca «hacer». El
verbo «hacer» es la palabra más destacada en estas líneas. No
nos salvan los sentimientos ni las teorías. Dios quiere que la
eficacia de su Salvación se manifieste en nuestras obras. Obras
de ayuda fraterna entre los hombres. Que el que anda sobrado
de pan lo comparta con quien no tiene pan. Y lo mismo el
abrigo, la cultura, los beneficios del progreso. Hágase a tiempo,
con criterio y por amor, lo que al fin habrá que hacer mal y por
fuerza, Exigente pero comprensivo, Juan Bautista señala un
camino de Salvación incluso a quienes ejercen oficios que los
puritanos declaraban irremisiblemente pecaminosos: a los
aborrecidos «publicanos» y a los encargados de respaldar con
las armas el respeto a la ley. Que alcancen la justicia, como
todos, en el ejercicio correcto y nunca abusivo de su propio
trabajo profesional.
2. — «Viene el que puede más que yo». Tan alto subió su fama,
que sospechaban si Juan no sería el Mesías. Pero él pone al
servicio de Jesús toda su influencia sobre el pueblo. Obrero de
su camino. Pedestal de su grandeza. Así la Iglesia y cuantos en
ella trabajan por la Salvación: no quieran más gloria que la de
ser transparencia sin sombras de la gloria de Cristo.
3. — «El os bautizará con Espíritu Santo». Al consignar en el
Evangelio escrito estas palabras del Precursor, San Lucas
pensaría en el misterio de la Iglesia tal como se manifiesta en
el día de Pentecostés. El Espíritu Santo, regalo de Jesús,
transfigura la más honda realidad de nuestra vida en una
personal, ardiente, dinámica Presencia de Dios.
III DOMINGO ADVIENTO 713
Adviento es camino de Belén. Ir al encuentro del que ha de ser
nuestra Paz. Son pasos de este camino las obras de amor y
justicia. Nos lo recuerda Juan en el Evangelio.
Las otras dos lecturas y el salmo proclaman la auténtica
alegría. Porque el Señor está cerca, dice San Pablo. Porque está
en medio de ti, le grita Sofonías a Jerusalén. El gozo profundo
es sonrisa de la fe. Su forja, dar gracias a Dios siempre y en
todo.
El Evangelio del domingo anterior presentó al profeta del
desierto, Juan, como heraldo precursor de la Venida de Dios a
la tierra. El de hoy añade una muestra de su ministerio de la
palabra. Las líneas que escuchamos presuponen el párrafo
anterior, omitido en el leccionario. En dicho párrafo (y. 7-9),
Juan expone al pueblo la alegoría del árbol que, o da buen
fruto, o lo cortan y echan al fuego. En consecuencia, les dice:
«dad frutos dignos de la conversión». «Dignos», o sea,
correspondientes y proporcionados a la radical decisión de
convenirse.
Las interpelaciones proféticas de Conversión en la Biblia nunca
limitan su exigencia a la fase preliminar de los sentimientos,
pensamientos actitudes. Piden actos concretos y verificables.
«Hacer». San Lucas pone en boca del Bautista tres ejemplos de
«frutos de conversión», contestando a tres repeticiones de la
misma pregunta realista y práctica formulada por diversos
sectores de su auditorio: «éQué debemos hacer?»:
1.—La respuesta al pueblo en general es: compartir los bienes.
Que nadie esté sin abrigo mientras hay quien tiene dos
abrigos. Que nadie pase hambre mientras haya uno a quien le
sobra el pan. Lo mismo en el Evangelio que en los Hechos
Apostólicos, San Lucas destaca en primer plano el imperativo
religioso de la equidad social.
2. — También preguntaron unos «publicanos». Se refiere a
empleados de inferior categoría en el engranaje fiscal del país.
Los de la estricta observancia en Israel los consideraban
ladrones, colaboracionistas e indignos del pueblo de Dios. Un
fariseo no les habría ofrecido más camino de salvación que
renunciar al oficio. Pero Juan no discrimina. En toda situación
se puede ser del Mesías. Exige (y no es poco) cumplir el deber
profesional.
3. — Todavía más comprometedora la pregunta del tercer
grupo. No se trata de oficiales del ejército ni siquiera de
soldados, sino de gente armada en profesión de respaldar la
aplicación de las leyes. Su tentación, la injusticia violenta. Su
«conversión», el exacto deber (que implicará, además, la
austeridad de no contar más que con la pura nómina, tal vez
no generosa).
Comprensivo, humano y exigente, el Bautista enseña a
encontrar el camino hacia Dios no en la declamación de
elevadas y fáciles utopías, sino en la sencillez de la propia y
cotidiana circunstancia.
El tema principal de su actividad profética fue anunciar la
proximidad del Mesías. Lo resume San Lucas en las últimas
líneas:
a) En la cima de la popularidad, casi a nivel de «mesías», Juan
se declara indigno de servir como esclavo al auténtico y único
Salvador que está viniendo ya, Jesús. Arquetipo de las
personas e instituciones que tienen por vocación ser ante el
mundo gloria de Cristo, y no propia.
714 CICLO C
b) El Mesías Jesús «bautizará» a los hombres en Espíritu Santo
y fuego. Aparte el sentido con que los hebreos pudieron haber
entendido antes esta expresión, San Lucas la considera
realizada en la Iglesia a partir de Pentecostés (Act 1,5 y 11,16).
c) El Mesías Jesús llevará también a término el anunciado Juicio
escatológico, en su doble perspectiva eterna de felicidad o
fracaso. Lo describe bajo la alegoría del labrador que aventa la
cosecha.
Con estas y otras enseñanzas, concluye San Lucas, Juan
«evangelizaba» al pueblo. En su primigenia significación,
«evangelizar» es comunicar el gozo de una feliz novedad. La
de que el Salvador ya está presente, y sólo hace falta
«convertirse» a él.
Hoy, a mitad del camino de Adviento, los textos litúrgicos
cantan Alegría. «El Señor está cerca». Cuando se siente venir
Aquel a quien se ama, ya está en el corazón. «En medio de ti».
A través de la redacción de San Lucas evangelista nos habla la
voz perenne de Juan, el Precursor de Jesús.
1. — «Preguntaban a Juan: ¿Así, pues, qué tenemos que
hacer?». Con, vehemencia profética, el Bautista había metido
en el alma de las multitudes la urgenéiá de dar «frutos de
Conversión» (y. 7-9). Se abre el diálogo y le preguntan cómo.
La palabra-clave de este diálogo es «hacer». No bastan para
convertirse a Dios los fáciles sentimientos. Ni imaginarse que
uno ya «está en actitud» mientras sus actos no corresponden.
Juan señala para todos, como «fruto de Conversión», compartir
los bienes. Que los abrigos sobrantes pasen a quien carece de
abrigo. Y la abundancia de comida a quien no tiene pan. Voz
del Precursor de Cristo, clavada para siempre en el alma de las
multitudes. Sería pena vernos obligados un día a hacer mal y
por fuerza lo que pudo hacerse a tiempo con libertad y amor.
—También preguntan «qué tienen que hacer» unos
recaudadores de impuestos y unos encargados de respaldar
con las armas el cumplimiento de la ley. No era cómodo
responder én público. La gente les odiaba por su
comportamiento y por el poder al que servían. De preguntar a
un fariseo, les hubiera exigido renunciar al oficio. Juan,
exigente y comprensivo, les abre un camino a Dios en la
correcta y desinteresada fidelidad a los límites de su deber.
2. — « Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte
que yo... » En la cumbre de la popularidad .Juan pudo ser
considerado como el Mesías; Al menos, como un «mesías».
Sincero, y por tanto humilde, se declara esclavo del Unico que
lo es. Pedestal de su gloria. Arquetipo de las personas e
instiiuciones a quienes, en cada generación, Dios confía el
irrenunciable destino de serlo en el mundo.
3. — «El os bautizará en Espíritu Santo y fuego». Por su
significación etimológica, el vocablo «bautizar» connota que
los hombres van a ser inmersos en la atmósfera o presencia
ardiente del Espíritu. Sin excluir una referencia al Juicio
escatológico (y. 17). Al poner por escrito esta palabras, San
Lucas pensaba en el Pentecostés (Hch 1,5) perenne (Hch
11,16) de la Iglesia. En aquel, «fuego» que Jesús viene a traer
al mundo (Lc 12,49) para que el vivir humano, a su contacto,
se vuelva comunicación y transparencia de Dios.
CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Miqueas 5,2-5a
Esto dice el Señor:
Pero tú, Belén de Efrata,
pequeña entre las aldeas de Judá,
de ti saldrá el jefe de Israel.
Su origen es desde lo antiguo,
de tiempo inmemorial.
Los entrega hasta el tiempo en que la madre dé a luz, y el
resto de sus hermanos retornarán a los hijos de Israel.
En pie pastoreará con la fuerza del Señor,
por el nombre glorioso del Señor su Dios.
Habitarán tranquilos porque se mostrará grande hasta los
confines de la tierra,
y ésta será nuestra paz.
Salmo responsorial Sal 79,2ac y 3b. 15-16. 18-19
R. Oh Dios, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.
Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines,
resplandece. Despierta tu poder y ven a salvarnos.
716 CICLO C
Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu
diestra plantó y que tú hiciste vigorosa.
Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú
fortaleciste, no nos alejaremos de ti;
danos vida, para que invoquemos tu nombre.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 10,5-10
Hermanos: Cuando Cristo entró en el mundo dijo:
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un
cuerpo; - no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias.
Entonces yo dije lo que está escrito en el libro:
«Aquí estoy, oh Dios,
para hacer tu voluntad.
Primero dice: No quieres ni aceptas
sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni víctimas
expiatorias, —que se ofrecen según la ley—.
Después añade: Aquí estoy yo ahora para hacer
tu voluntad.
Niega lo primero, para afirmar lo segundo.
Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la
oblación del cuerpo de J esucrist
hecha una’vez para siempre.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Lc 1,38 Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu
palabra. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 1,39-45
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la
montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y
saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su
vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo, y dijo a voz en grito:
—jBendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de
alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú, que has creído!, porque lo
que te ha dicho el Señor se cumplirá.
IV DOMINGO ADVIENTO 717
En este último domingo de Adviento, preludio de Navidad, los
textos bíblicos fijan la atención en la persona que más cerca
estuvo de Cristo y que más nos acerca a Cristo: su Madre.
Como signo de su misión, leemos en el Evangelio la visita a
Santa Isabel.
El profeta Miqueas complementa la revelación de su
contemporáneo Isaías a propósito de la Reina-Madre del
«Emmanuel» (Is 7,14) asegurando que el nacimiento del
Salvador se realizará en la humildad de Belén. Las
características de su reinado serán la fortaleza, la perennidad
y, sobre todo, la Paz (= Is 9,5-6).
El autor de la Carta a los Hebreos nos introduce en la intimidad
de Cristo «cuando entró en el mundo». Para formular su
ofrecimiento al Padre, adapta y glosa unas palabras del Salterio
(40,7-9). Pone a disposición de Dios todo su ser y obrar, con
generosidad en llama viva («aquí estoy...»). Arquetipo del
supremo ideal humano, la consagración, su «hacer»
manifestará en cada circunstancia la docilidad de una
conciencia filial, donde es sol sin nubes la Voluntad del Padre.
Estas palabras, que resumen la actitud constante de Jesucristo:
«aquí estoy para hacer tu Voluntad», son acorde perfecto con
las de su Madre en la aurora de la Encarnación: «he aquí la
esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra».
En el primer capítulo de su EVANGELIO, San Lucas refiere las
Anunciaciones de la concepción de Juan y de la de Jesús. Antes
de contar los respectivos Nacimientos, presenta en su mismo
cuadro el gozo y admiración de las dos madres. Escena de
religiosidad y delicado sentido humano: en la transparencia de
sus madres, son protagonistas los dos niños.
a) El «camino» (y. 39) de María supone tres o cuatro jornadas.
San Lucas dispone la estructura de sus dos libros (Evangelio y
Hechos apostólicos) a base de «caminos de Salvación». Los
inaugura y da la pauta la joven Virgen de Nazaret. Llena de
Dios para irradiar su Gracia. Como artista y psicólogo que era,
el evangelista cifra en una palabra su actitud: «de prisa» (más
propiamente: «con diligencia»). No es expresión de cronología
ni de movimiento, sino de estilo. De la agilidad espiritual de
quien está siempre a punto de secundar sin esperas cualquier
insinuación de Dios (y. 36). El hecho de peregrinar a un punto
de la región montañosa de Judea, en las cercanías de la alta
Jerusalén, añade a la «prisa» o diligencia un aire de consigna
juvenil: excelsior!
b) El «saludo» (y. 40) oriental no puede menos de ser efusivo.
Su palabra-clave es «Paz» (Shalom!). En labios de María esta
palabra nos fue noticia, promesa y consigna.
c) La manifestación de gozo (y. 41) en el hijo de Isabel anticipa
una de las más entrañables afirmaciones del Precursor en
testimonio del Mesías (ver Jn 3,27-30). Gozar por la proximidad
de Cristo es flor y sonrisa de la Fe. El evangelista pone
significativamente este preludio de la misión de Juan en su vida
intramaternal (cf. 1,15). La Biblia reconoce al niño, ya antes de
nacer, su absoluto valor humano y trascendencia social (p. ej.,
Gen 25, 23).
d) El cántico de Isabel (41b-45) es la primera de las cinco
composiciones poéticas en las que San Lucas resume, a lo
largo del «Evangelio de la Infancia», los puntos más
fundamentales de su teología y espiritualidad. Está encuadrado
entre dos formas literarias muy bíblicas: una Bendición y una
Bienaventuranza. En la Bendición (42) se proclama a María la
más llena del favor divino entre todas las mujeres, por ser la
Madre del Señor. En la Bienaventuranza (45), se la llama
dichosa por su Fe. Así se juntan en una misma indivisible
perspectiva los dos aspectos mariológicos,
718 CICLO C
Maternidad y Santidad, que el evangelista repetirá más
adelante (Lc 11,27-28). Las palabras de humildad de Isabel
(43) aluden a la presencia del Arca de la Alianza (2 Sam 6,9),
sugiriendo que lo es María como sagrario de Dios. Primera voz,
inspirada por el Espíritu Santo (43), de las que, a través de
todas las generaciones (48), la proclamarán bienaventurada.
Último domingo de Adviento. Presentimos Navidad. El
Evangelio contempla a María subiendo a la montaña y
saludando a Isabel. María madre, esperanza y presencia del
Salvador que está en Ella. La que siglos antes anunció
Miqueas: Madre del Rey eterno, que ha de nacer en Belén y es
nuestra Paz [ lectura].
Poco antes de emprender el camino, la Virgen había aceptado
en Nazaret su vocación y carisma de maternidad diciendo al
ángel: «Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu
palabra». En su interior y al unísono con Ella, Cristo viniendo al
mundo le decía a Dios: «Aquí estoy para hacer tu voluntad»
[ lectura]. Ofrenda sacerdotal del sacrificio de sí mismo, puesto
en manos del Padre por la Salvación del mundo.
Para San Lucás, teólogo y artista, María en el misterio de la
Visitación es plenitud, transparencia y comunicación de Cristo.
Por eso, a su voz el hijo de Isabel exulta de- alegría. En el
encuentro de las dos madres, el Evangelio contempla el de los
dos niños. El de Isabel personifica toda la esperanza; el de
María la total presencia de la Salvación. En el concepto bíblico
de Salvación, su signo principal es la alegría.
La madre de Juan el Precursor esboza un himno de alabanza a
la de Jesús Mesías. San Lucas pone en las palabras de Isabel el
pensamiento y el corazón de la iglesia en la que redacta su
Evangelio bajo la moción del Espíritu Santo. Tres incisos: una
bendición, un elogio, una bienaventuranza.
1. — « tú entre las mujeres..!’>. Superlativo hebraizante. Se
considera bendecido por Dios quien está bajo la acción eficaz
de su amor, favor y gracia. La razón que sitúa a María en la
más alta cumbre de las personas «bendecidas» por Dios es su
Maternidad (= «bendito el fruto de tu vientre»).
2. « Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?».
Isabel interpreta el signo profético con que su niño da
testimonio de la presencia del Mesías y por ello proclama la
grandeza de su madre. «La Madre de mi Señor». Al consignar
por escrito este título de María, San Lucas pone en la palabra
«Señor» (Kyrios) el acento cristológico, trascendente y divino
que tenía en la iglesia de su tiempo.
3. — «jDichosa tú que has creído...!». Bienaventuranza de la
Fe. Se l repetirán a María todas las generaciones. Creer es
abrazar la Palabra que viene de Dios. Como la Virgen Madre en
Nazaret. Siempre que la Iglesia se reconoce a sí misma en su
arquetipo, que es María la perfecta creyente, descubre que
toda su fuerza y su gozo infalible está en la Fe.
Adviento es caminar hacia Dios. El encuentro de los hombres
con el Dios-Salvador, que se ha hecho hermano suyo, se realiza
por María. Como signo y preludio de este encuentro, el
Evangelio evoca el momento de la Visitación.
IV DOMINGO ADVIENTO 719
El Libro de Miqueas contempla proféticamente la madre del
Mesías. De ella nacerá, en la humilde Belén, el que ha de ser
Pastor de la Paz. La Carta a los Hebreos expresa con palabras
del Salterio la actitud fundamental de Cristo en la Encarnación:
realizar la Voluntad del Padre, inmolándose por la santificación
del mundo.
La Visitación de María a santa Isabel forma parte del
«Evangelio de la Infancia» según Lucas. Precede el anuncio
angélico de la concepción de Juan y el de la concepción de
Jesús. Ya en el seno materno, Juan resume la esperanza de los
hombres y Jesús trae la respuesta del amor de Dios. El
encuentro de las dos madres es mediación del encuentro de
sus hijos. La Biblia habla a veces de «visitas» de Dios a su
pueblo. El padre de Juan, Zacarías, cantará la hora mesiánica
como una entrañable «Visita» del Sol divino sobre las tinieblas
del mundo (Lc 1,78-79). María es la antorcha de su luz. Su
visita a la casa de Juan significa y preludia la maternal
instrumentalidad con que estará presente en todas las
«Visitas» de Cristo Dios a los hombres.
En el texto evangélico podemos considerar: 1) la acción de
María; 2) las palabras de Isabel.
1. — La acción de María es camino, visita y saludo. En la
afiligranada redacción del texto griego, San Lucas describe a la
virgen caminante como arquetipo de alada prontitud. Ir a «la
montaña» es connotación topográfica; pero sugiere, también y
más, la atracción de la altura en espíritu de juvenil
«excelsior!». La expresión «deprisa» sólo quiere indicar una
actitud de gozosa diligencia. Por su etimología, «diligente» es
el que ama. La pereza, cuando no es enfermedad, es desamor.
María, la diligente, responde con un inmediato camino de tres o
cuatro jornadas, arduo y no sin peligro, para prestar su servicio
de caridad a Isabel obedeciendo a una simple insinuación del
ángel (Lc 1,36).
Arca de la nueva Alianza y custodia viviente, la Virgen madre
hace real con su presencia la «visita» del Señor a la casa de
Juan. «Saludó». Saludar, en Israel, es dar la Paz. En el
vocabulario de la Biblia, «Paz» es la síntesis de todos los bienes
que trae el Mesías. Regalo de Navidad al mundo. A la voz de
María, instrumento mediador de la Gracia, Isabel y Juan (Lc
1,15) se llenaron de Espíritu santo y de aquel Gozo profundo
que es hermano de la Paz. Signo y preludio de la misión
perenne de la Madre de Jesús en la Iglesia.
2. — Las palabras de Isabel resumen su gozo, bajo la moción
del Espíritu, en tres incisos: una bendición, un elogio, una
bienaventuranza:
a) La «Bendición» es una forma literaria frecuente en la Biblia.
Quien proclama a alguien «bendecido» [ Dios] afirma con
admiración el singular amor y favor que Dios ha manifestado
sobre él. «Entre todas» [ mujeres] es un hebraísmo equivalente
al superlativo: «más que todas...». El segundo miembro de la
frase («y bendito es elfruto... ») da la razón del primero. Quiere
decir que toda la «Bendición» de que goza María radica en su
Maternidad.
b) El elogio se reviste de humildad. Con la misma sencillez con
que Juan se reconocerá inferior a Jesús, la anciana Isabel se
declara infçrior a la joven María. Porque es «la Madre de mi
Señor». San Lucas pone en labios de Isabel la fe de la Iglesia
apostólica, que, cuando confiesa que Jesús es el Señor, lo
entiende en sentido estrictamente divino.
c) La «Bienaventuranza» es otra forma de expresión
genuinamente bíblica. Isabel ve personificada en María la
Bienaventuranza de la Fe. La Fe es total e incondicional
720 CICLO C
entrega a Dios (Lc 1,38), tal como la entiende Lucas en la
escuela de San Pablo. La voz exultante de Isabel inaugura el
cántico de la gloria de María, que ya nunca cesará (Lc 1,48).
Termina Adviento. La liturgia de la Palabra ya respira Navidad.
Súplica al Dios que viene a salvarnos [ Contemplación de los
sentimientos interiores de Jesús cuando entra en el mundo [ a
los Hebreos]. Mirada a Belén, cuna de la Paz
{Profecía de Miqueas]. -
Evangelio de la Visitación. Luego de aceptar la Palabra que el
Angel le ha anunciado, María emprende el camino hacia los
Montes de Judá. En ella, su hijo comunica el gozo de la
Salvación al hijo que está en Isabel. Sagrada dignidad de los
hijos en el seno de sus madres. María es plenitud,
transparencia y comunicación de la Gracia de Dios. San Lucas,
teólogo y artista, considera este viaje de Nazaret a Judea como
anticipación significativa del que hará Jesús Mesías, en el
comienzo de la predicación del Evangelio, para encontrarse
con Juan el Precursor.
Lucas describe en María, jovencísima entonces, el arquetipo de
la juventud limpia y cristiana. Diligente. Servicial. Atraída por la
altura. Esta página que leemos hoy es introducción al
Magníficat (1,46-55), himno espiritual de los siempre jóvenes.
Alentada por el Espíritu, Isabel dirige a María una Bendición, un
Elogio y una
Bienaventuranza:
1. — «jBendita tú..!». «Entre las mujeres»: manera hebraizante
de expresar con énfasis el grado superlativo. Como aquella
«Judit» que personifica en la Biblia el Pueblo de la Fidelidad (Jdt
13,18). Gozar de una Bendición significaba recibir un efluvio de
fecundidad y felicidad que tiene en Dios su frente. La
excepcional Bendición de María es su Hijo (en fórmula hebrea
= «el fruto de tu vientre»).
2. — «La Madre de mi Señor». Isabel interpreta el gesto de la
criatura, que se anticipa a su Misión profética en Israel: dar
testimonio del Mesías. Siendo superior en dignidad y rango, se
humilla ante María como hará más tarde Juan ante Jesús. En la
redacción de San Lucas, el título Señor —»Kyrios»— tiene plena
densidad teológica e indica un Mesías a nivel divino.
3. — «jFeliz tú, la que has creído...!». Bienaventuranza de la Fe.
Gozo de la perfecta Creyente, que abrazó la Palabra que le vino
de Dios (Lc 1,38). Palabra aceptada, que tendrá en María plena
Realización. Jesús subrayó esta Bienaventuranza de su Madre
en la respuesta a aquella mujer del pueblo de la que habla San
Lucas (11,27-28). La Bienaventuranza proclamada por Isabel
abre el inmenso coro de «todas las generaciones» (1,48b) que
llamarán feliz a María por ser llena de Gracia, Madre de Jesús,
Virgen de la Fe.
LA SAGRADA FAMILIA
PRIMERA LECTURA
Lectura del primer libro de Samuel 1,20-22. 24-28.
En aquellos días, Ana concibió, dio a luz un hijo y le puso el
nombre de Samuel, diciendo:
—iAl Señor se lo pedí!
Pasado un año, su marido Elcaná subió con toda la familia para
hacer el sacrificio anual al Señor y cumplir la promesa. Ana se
excusó para no subir, diciendo a su marido:
—Cuando destete al niño, entonces lo llevaré para
presentárselo al Señor y que se quede allí para siempre.
Cuando Ana hubo destetado a Samuel, subió con él al templo
del Señor, de Siló, llevando un novillo de tres años, una fanega
de harina y un odre de vino. Cuando mataron el novillo, Ana
presentó el niño a Elí, diciendo:
—Señor, por tu vida, yo soy la mujer que estuvo aquí junto a ti,
rezando al Señor. Este niño es lo que yo pedía; el Señor me ha
concedido mi petición. Por eso se lo cedo al Señor de por vida,
para que sea suyo.
Después se postraron ante el Señor.
Salmo responsorial 83,2-3. 5-6. 9-10
R. Dichosos los que viven en tu casa, Señor.
¡Qué deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos!
Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor, mi corazón y
mi carne retozan por el Dios vivo.
722 CICLO C
Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza al preparar su
peregrinación:
Señor de los ejércitos, escucha mi súplica; atiéndeme, Dios de
Jacob.
Fíjate, oh Dios, en nuestro Escudo, mira el rostro de tu Ungido.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera Carta del apóstol san Juan 3,1-2. 21-24.
Queridos hermanos:
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de
Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le
conoció a El. -
Queridos: ahora somos hijos de Dios y aún no se ha
manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se
manifieste, seremos semejantes a El, porque lo veremos tal
cual es.
Queridos: si la conciencia no nos condena, tenemos plena
confianza ante Dios. Y cuanto pidamos lo recibimos de El,
porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le
agrada. Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre
de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal
como nos lo mandó.
Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en
él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el
Espíritu que nos dio.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
-Cf Hch 16,14b Abrenos el corazón, Señor, para que aceptemos
las palabras de tu Hijo. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 2,41-52
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las
fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a
la fiesta según la costumbre, y cuando terminó,
se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que
lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la
caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo
entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron
a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el
templo, sentado en medio de los maestros,
escuchándolos y haciéndoles preguntas: todos los que le oían
quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que
daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
—Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te
buscábamos angustiados. El les Contestó:
— qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa
de mi Padre? Pero ellos no comprendieron lo que quería decir.
LA SAGRADA FAMILIA
723
Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.
Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante
Dios y los hombres.
El Hijo de Dios nacido en Belén viene a renovar desde dentro la
vida del hombre, cuyo manantial y cauce es la familia. La
liturgia de este domingo infraoctava de Navidad ilumina el
ideal de la familia humana con la luz de la palabra y el ejemplo
de Dios.
La primera lectura es una glosa al cuarto Mandamiento en
estilo sapiencial. La forman dos incisos del Libro del
Eclesiástico o «Sabiduría de Jesús ben Sirá» (siglo II a.C.),
inmensa antología de consejos y reflexiones compilada por un
anciano que creía en la fecundidad social del sentido común
educado en el respeto a la Ley de Dios.
En este fragmento de la Carta a los Colosenses se yuxtaponen
dos temas: una llamada urgente al espíritu de reconciliación y.
paz en la comunidad cristiana (y. 12-17) y el comienzo de una
síntesis de moral y pedagogía familiar (y. l8ss). El Apóstol pasa
connaturalmente de un tema al otro, consciente de que el
espíritu de familia ha de ser norma de la convivencia
intraeclesial y el sentido de iglesia alma y vida de la familia
cristiana (ver Ef 5,22ss).
La declaración de Filiación divina y primera manifestación de la
Sabiduría de Jesús en el Templo es el último de los misterios, o
temas de contemplación y reflexión, que nos ofrece San Lucas
en los dos capítulos iniciales del Evangelio a propósito de la
Infancia del Señor. Este único recuerdo explícito de su
adolescencia es ya signo y preludio de la Vida pública, y aun de
la Vida gloriosa de Cristo, cuyo ideal, destino e invitación es
«estar en la Casa del Padre».
En esta página podemos considerar dos aspectos: el relato y su
significación teológica. San Lucas, pedagogo y artista, ha
fusionado perfectamente ambos aspectos, de tal manera que
la historia es, por ella misma, transparencia de la doctrina. El
centro al que todo converge son las palabras de Jesús (y. 49):
las primeras que el Evangelio pone en sus labios.
El relato consiste en la sencilla exposición, sin ningún rasgo
milagroso, de un gesto del niño que contrasta con su constante
actitud obediencial en Nazaret, siempre a la orden de María y
José (y. 51). A los doce años el israelita se consideraba ya
plenamente responsable ante la Ley de Dios. A lo largo del
«Evangelio de la Infancia», el evangelista ha ido notando
reiteradamente cómo esta Ley, incluso en sus pequeños
detalles, era norma de vida en la familia de Jesús. Suben al
Templo de Jerusalén. En el Evangelio de San Lucas, la palabra
<(Templo» ya no sugiere tanto las piedras cuanto la idea de
ser signo de la Presencia de Dios en medio de su pueblo. Y
lugar privilegiado de la revelación mesiánica a Israel, conforme
a la profecía de Malaquías (3,1-3).
Al quedarse en el Templo, Jesús realiza un «signo» de su misión
de manifestarse a Israel. Incluso en la vida de los héroes y
santos se ha visto a veces, en plena juventud, una anticipación
preludial de su porvenir. En su amable sencillez de discípulo
que, conforme al estilo escolar de la época, dialoga con los
maestros a través de preguntas
724 CICLO C
y respuestas, alborea ya en el pueblo de Dios la definitiva
revelación de la Sabiduría. María y José realizan en su angustia
la experiencia de «buscar a Jesús». Tema
predilecto de San Juan evangelista, y también de San Lucas.
Inspirado en la literatura bíblica sapiencial, y especialmente en
el Cántico. La circunstancia de los «tres días)) es una pincelada
alusiva a la Pasión. De manera más concreta, María se
presenta (como en todo el Evangelio de la Infancia) en camino
de Fe. Intuye que en los hechos y palabras de su Hijo se
esconde un misterio infinito, y las recoge en su corazón (y. 51)
donde crecerán, como él (y. 52), en manifestación de divina
claridad.
En forma de pregunta, las palabras del Niño son una
afirmación: su «deber» o vocación consiste en «estar en la
Casa de su Padre». Expresión concisamente programática de
todo su futuro trabajo, sufrimiento y gloria. Conciencia de
Filiación divina, que le hacía ver el Templo como un hogar. Y su
hogar de Nazaret como un Templo donde «crecía» —modelo de
toda juventud— bajo la mirada -del Padre.
Navidad connota espontáneamente el calor o la añoranza del
hogar. Oportuna mente la liturgia dedica este domingo dentro
de la octava a una reflexión sobre la Familia en la luz ejemplar
de la de José, María y Jesús.
La primera lectura es una glosa sapiencial en torno al cuarto
Mandamiento. Se dirige a los hijos. Todo hombre es hijo por
definición. En la segunda lectura, el Apóstol traza un intenso
programa de convivencia dentro de una comunidad cristiana o
iglesia. A continuación da unos consejos directos y realistas en
el orden estrictamente familiar. Ambos órdenes se
compenetran: para el que tiene sentido religioso, la familia es
una pequeña iglesia y la iglesia una gran familia.
En cada uno de los tres ciclos del leccionario, el Evangelio
invita a contemplar como si estuviéramos presentes un
episodio de la vida familiar de Jesús. Este año toca el de la
peregrinación al Templo de Jerusalén, cuando tenía doce años.
San Lucas ha fundido en perfecta amalgama la narración y la
teología. Los hechos irradian lecciones. Destacamos algunas:
1. — Sintonía de la familia de Jesús con las leyes, situaciones y
costumbres de su tierra. Sincero en la Encarnación, el Hijo de
Dios vivió su vida social al ritmo de la de su tierra, dócil a su
propia cultura. Se celebraba la Pascua y peregrinaron a
Jerusalén, en caravana, como los demás.
2. — Conciencia de Filiación divina. El centro de esta página
son las palabras, las primeras que Jesús pronuncia dentro del
Evangelio de San Lucas: «Tengo que estar en la Casa de mi
Padre». A los doce años, el adolescente israelita entraba en
plena madurez y responsabilidad religiosa. Jesús inaugura esta
madurez con una declaración programática. En el pensamiento
de San Lucas, el Templo no es un espacio geométrico ni la
materialidad de unas piedras, sino el ámbito significativo y
expresivo de la Presencia absoluta de Dios. Con aquellas
palabras, Jesús afirma su consciente y obediencial dedicación,
como Hijo único, a los intereses del Padre. La extrañeza
manifestada por María y José quiere decir que, salvo esta vez,
la vida del niño se había desarrollado en ritmo de constante
obediencia a ellos. Dentro de este ritmo, la aparente excepción
subraya el énfasis del gesto significativo. Si San Lucas anota
que, de momento, no lo comprendieron, es para dar a entender
la profundidad de un Misterio, que sólo más adelante sería
plenamente revelado. José y María
LA SAGRADA FAMILIA 725
también caminaban en la Fe.
3. — Nazaret, templo y hogar. Regresan a Nazaret, y Jesús
continúa bajo la obediencia de José y María. San Lucas resume
este período con su idea predilecta del «crecimiento». En los
Hechos de los Apóstoles referirá con frecuencia esta idea a la
Iglesia, que es la expansión de Nazaret a todo el mundo.
Crecer es el ritmo del cristianismo. La obediencia familiar de
Nazaret no desmiente el programa de «estar en la Casa del
Padre». Si el Templo de Jerusalén le fue hogar, el hogar de
Nazaret le es Templo. Por eso advierte San Lucas que allí crecía
no sólo a la vista de los hombres, sino principalmente «ante
Dios». Hacer del hogar en la tierra un santuario de la presencia
divina es fuente de alegría y fundamento de la más sencilla y
firme espiritualidad cristiana.
Los textos bíblicos que preceden al Evangelio invitan a
reflexionar sobre la espiritualidad doméstica. Estar en familia
requiere un esfuerzo de amable generosi dad en la convivencia
[ lectura]. El hogar del justo es bendición de felicidad [ Al padre
y a la madre se les debe respeto, amor y asistencia hasta el fin
de la vida [ lectura].
San Lucas corona su «Evangelio de la Infancia» con aquella
inolvidable peregrinación de la Sagrada Familia a la ciudad y
templo de Jerusalén.
1. — «Iban cada año a Jerusalén por la fiesta de Pascua». Jesús
y los suyos vivían serenamente enraizados en las instituciones
de su país. «Según la costumbre». Cada primavera subían a
Jerusalén en festiva caravana. Todos los sábados participaban
en la liturgia de su pequeña sinagoga de Nazaret (Lc 4,16). En
el espíritu de aquella continuidad activa con la tradición y
cultura del propio pueblo, que da a cada familia su fisonomía
peculiar, su sello, su plenitud interior.
2. — «, sabíais que yo debo estar en la Casa de mi Padre?».
Primeras palabras que se conservan de Jesús según el
Evangelio de San Lucas. Por estar consciente de ser el Hijo de
Dios, tiene por hogar suyo «la Casa de su Padre». San Lucas
considera el Templo de Jerusalén no como un edificio material
sino como signo y ámbito de la total Presencia de Dios. Con
palabra y actitud, Jesús adolescente afirma su vocación
teológica. Por encima de cualquier vinculación humana. Aun a
costa de hacer sufrir a los más queridos. En último horizonte,
insinúa la entrada escatológica (después de morir y resucitar a
los tres días) en «la Casa de su Padre». Diciendo que José y
María no comprenden, el evangelista quiere significar que se
trata de un Misterio absoluto.
3.— «Y bajó con ellos a Nazaret». No desmiente su vocación.
Porque si el Templo le es hogar, la casita de Nazaret le es
Templo. Presencia viva del Padre, hecha Transparencia en María
y José. Por eso obedece. Las crisis en saber obedecer, cuando
se trata de ambientes cristianos, son anublamiento de ojos que
no saben ver a Dios.. Con la previa responsabilidad de que,
quienes recibieron la misión de mandar, no re a ser
Transparencia. Y Jesús crecía. Cuando predicará el Evangelio,
sobre tpdo en las Parábolas, invitará a los discípulos, en
perenne juventud de espíritu, a crecer siempre y en todos los
valores. Y María hizo de su «corazón», de su vida interior, un
memorial viviente de Jesús.
EL BAUTISMO DEL SEÑOR
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 3,15-16. 21-22
En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación y todos se
preguntaban si no sería Juan el Mesías. El tomó la palabra y
dijo a todos:
—Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo,
y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. El os
bautizará con Espíritu Santo y fuego.
En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, rnienras
oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma
de paloma, y vino una voz del cielo:
—Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto.
Jesús dejó Nazaret, bajó al Jordán y quiso ser «bautizado» por
el Precursor. El «bautismo» que administraba Juan equivalía a
una liturgia penitencial. Con el rito de entrar en el agua
purificadora, el pueblo afirmaba su voluntad de convertirse.
«Conversión» es volverse de cara a Dios. Juan les había dado a
entender que Dios está muy cerca.
Cristo bajó al Jordán como subiría a la cruz: solidario con el
mundo pecador. Fraternidad redentora, que toma sobre sí
como si fuese propio el pecado de todos.
El «bautismo» en el Jordán sirve de marco a una teofanía.
Palabra griega, que quiere decir divina manifestación. Dios
Padre declara que Jesús de Nazaret es su Hijo, plenitud activa
de su Espíritu.
Las liturgias orientales celebran con jubilosa solemnidad esta
teofanía del Jordán. La consideran una epifanía; o sea, una
«espléndida manifestación» de la identidad plenamente
humana y plenaménte divina de nuestro Salvador, Jesús.
1. — «Después de bautizarse Jesús y mientras oraba... » A San
Lucas, que aprendió el arte de orar en la escuela de San Pablo,
le gusta presentar con frecuencia la
EL BAUTISMO DEL SEÑOR 727
imagen de Cristo en oración. También la Iglesia de Pentecostés
se preparó en oración, como la de siempre, para recibir el
Espíritu. Cuando Jesús se disponía a orar centraba mente y
corazón en un vocativo, que resume todo el Evangelio: « -
Padre!)).
2. — «Bajó el Espíritu sobre al El símbolo del «cielo abierto))
preludia la intercomunicación que ha de unir, en Cristo, cielo y
tierra, las realidades del orden divino con las del orden
humano. Si Dios pone su Espíritu sobre alguien [ lectura] es
para darle autoridad y fuerza en orden a realizar una misión en
favor del pueblo. La experiencia del Jordán encendió en llama
viva la conciencia que tenía Jesús de su vocación redentora y le
indicó que llegaba la hora de realizarla en plenitud. Termina el
vivir silencioso de Nazaret y empieza la actividad pública, que
culminará en el Misterio pascual.
3. — «Vino una voz del cielo: Tú eres mi Hijo...» Palabra del
Padre, que verifica en la humanidad de Jesucristo la
experiencia que como Dios tenía desde la eternidad. Fue
vocación de Cristo actuar en la tierra esta experiencia de amor
filial y comunicarla a sus hermanos los hombres. —Cuando los
evangelistas describieron el «bautismo» de Jesús pensaban en
el bautismo sacramental cristiano, por el que el Padre nos da
su Espíritu y nos incorpora a su Hijo. El cristiano que vive su
bautismo y ha aprendido a llamar «Padre» a Dios, sabe que en
lo más hondo de su corazón resuena constante la voz celeste
que le dice también: «tú eres mi hijo, mi amado...»
El Evangelio de esta festividad junta dos recuerdos: a)el de que
Jesús bajó de Nazaret al Jordán y allí aceptó, como otros
muchos judíos, el «Bautismo» o rito penitencial del Precursor;
b) el de que una Revelaçión celeste o «Teofanía» proclamó su
personalidad de Hijo de Dios.
— El Bautismo. Juan el Precursor anunció la .inmediata venida
del Mesías y la proximidad del Juicio. Inculcó al pueblo la
urgencia de prepararse con una Conversión absoluta. Como
acto decisivo, signo impresionante y compromiso social de esta
Conversión, señaló un único «bautismo» o baño ritual en el río
sagrado de Israel. Se sumergían en el Jordán y confesaban (en
concreto o genéricamente) sus pecados. Practicándose en
aquel tiempo otras ceremonias análogas, les era espontá neo
considerar el contacto del agua como un símbolo de
purificación.
En la manera de relatar la escena, San Lucas destaca la
solidaridad de Jesús con el pueblo. «Bautizándose» como ellos
en el Jordán, se manifiesta co-responsable con los pecadores.
Es la misma actitud con que irá a la Pasión, que anunciará dos
veces bajo la metáfora de un «bautismo» o baño’ de sangre (Lc
12,50 y Mc 10,38). A quien recordase la historia de Israel,
entrar en el Jordán le sugeriría la decisión del paso a la Tierra
Prometida.
El Bautismo del Señor fue un gesto significativo de voluntad
redentora, en línea recta hacia la Cruz. Misterio de humillación,
que se aureola con una «teofanía» o manifestación divina. Es el
tema principal del Evangelio de hoy.
B. — La Teofanía. Conforme a un esquema de estilo
apocalíptico, frecuente en la Biblia, la revelación del Jordán es
a un tiempo imagen y voz: comunicación a los ojos y al oído.
1. — «Abrirse el cielo» es una imagen simbólica, que anuncia la
intercomunica ción familiar entre el orden divino y el humano
Qn 1,51). Realiza esta intercomunica
728
CICLO C
ción el Espíritu Santo. Su presencia activa en la humanidad de
Jesús se manifiesta por medio de un signo sensible, que
sugiere el vuelo de una «paloma» bajando desde lo alto hacia
él.
El Espíritu Santo es el infinito regalo con que Dios se da a los
hombres. Toda su plenitud se concentra en la humanidad de
Jesucristo. Los demás participarán del Espíritu en cuanto estén
en comunión con Jesús. Juan el Precursor ha anunciado que el
Mesías «bautizará» en Espíritu. Es Espíritu que es «fuego».
Ardencia de dinamismo sobrenatural. Imperativo de santidad.
Amor. «Bautizar» en Espíritu es impregnar en él toda la
existencia humana, todo el pensar, querer y sentir, como
estaban impregnados en agua los que se «bautizaban» o
sumergían en el Jordán. En los Hechos de los Apóstoles, San
Lucas presentará la Comunidad de Pentecostés como arquetipo
de esta situación cristiana.
Jesús tuvo siempre la plenitud del Espíritu. La teofanía del
Jordán la pone de manifiesto con la pedagogía de una
«imagen». Indica también que desde este momento el Espíritu
mueve a Jesús a realizar su actividad pública como «Ungido» o
Mesías. A «pasar haciendo el bien» por toda la Galilea y Judea,
dice San Pedro en la segunda lectura. La teofanía del Bautismo
señala el fin del silencio de Nazaret y marca la hora de la
acción.
2. — El momento culminante es la Voz de lo alto. La Palabra
que revela el Misterio. Al definir a Jesús como Hijo suyo, quien
habla manifiesta ser el Padre. Con la previa mención del
Espíritu Santo, el Evangelio nos invita a contemplar en el
Jordán la primera manifestación de la divina Trinidad. Y a ver el
conjunto de la escena como un arquetipo del Bautismo
sacramental cristiano.
La Voz del cielo alude al comienzo de los Cánticos del Siervo de
Yahvé [ lectura]. Del Siervo que ha de ser luz, esperanza,
derecho y libertad del mundo. Cristo Jesús realizará esta
vocación del «Siervo» con Espíritu de Hijo. «El Amado». El que
llena la infinita capacidad del Amor infalible de Dios. Quien
descubra a Cristo bajo la luz de Dios, tendrá también el gozo
de realizar en él toda su capacidad de admiración, toda su sed
de amar.
Contemplamos hoy una de las «epifanías» (o manifestaciones
del Misterio de Cristo) más celebradas por las antiguas
Liturgias. Unida al Bautismo en el Jordán. Declara la identidad
de Jesús: Hombre entre los hombres, es EL HIJO DE DIOS.
1. — « Y aconteció, cuando todo el pueblo era bautizado, que,
habiendo sido bautizado también Jesús y mientras oraba... » A
través de esta compleja frase San Lucas destaca la inserción
en la concreta religiosidad del pueblo. Hermano de los
pecadores, hace suyo el signo de Conversión que Juan Bautista
les ha propuesto. Subió del agua y se puso en oración. Era
costumbre hacerla de pie, con los brazos abiertos. Sugeriría un
esbozo de la cruz. Para Jesús, orar es ritmo de la vida. San
Lucas lo advierte con insistencia; quiere que las comunidades
de Iglesia aprendan del Señor, como lo aprendió la de
Pentecostés, que sólo quien hace oración está abierto a la
venida del Espíritu.
2. — « Y mientras oraba, se abrió el cielo y bajó el Espíritu
Santo sobre él». «Abrirse el cielo» es una manera bíblica de
decir que Dios va a entrar en comunicación con el Hombre. El
Espíritu ha de ser energía, derecho y vida del Siervo
EL BAUTISMO DEL SEÑOR 729
Yahvé [ lectura]. «Unción» del que por él se llama Mesías o
Cristo [ quiere decir «el Ungido»: segunda lectura]. La teofanía
del Jordán escenifica a los ojos, mediante una imagen
simbólica, la total Presencia activa del Espíritu Santo en la
humanidad de Jesús. Inspirará sus palabras y gestos, guiará su
fidelidad hasta la Muerte, realizará su Glorificación.
3. — «Y vino una Voz del Cielo: Tú eres mi Hijo... » En las
teofanías bíblicas, una Voz suele manifestar al oído cuál es el
sentido profundo de la «visión». Voz todopoderosa, como la
que el hombre de fe sabe percibir en la naturaleza y en la
Historia [ responsorial]. En la teofanía del Jordán, la Voz de Dios
afirma que Jesús es SU HIJO. Palabra que define. Vocación,
Consagración y Misión. Quiere decir que el Espíritu lo llena y
guía para traducir a realidad humana el diálpgo de Amor que
mantiene eternamente como Hijo con el Padre. Aquel Bautismo
y Teofanía del Jordán presignificaron el Bautismo sacramental
cristiano, por el que Jesús, comunicando el Espíritu Santo a sus
hermanos los hombres, les infunde la experiencia de su misma
Filiación. La de saber que Dios nos es Padre y sentir en la
profundidad de la propia vida la Voz inefable que nos dice
también: «tú eres mi hijo, mi amado... »
PRIMER DOMINGO DE CUARESMA
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Deuteronomio 26,4-10
Dijo Moisés al pueblo:
—El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y
la pondrá ante el altar del Señor tu Dios. Entonces tú dirás ante
el Señor tu Dios: «Mi padre fue un arameo errante, que bajó a
Egipto, y se estableció allí, con unas pocas personas. Pero
luego creció, hasta convertirse en una raza grande, potente y
numerosa. Los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, y
nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al
Señor, Dios de nuestros padres; y el Señor escuchó nuestra
voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia.
El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo
extendido, en medio de gran terror, con signos y portentos.
Nos introdujo en este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que
mana leche y miel. Por eso ahora traigo aquí las primicias de
los frutos del suelo, que tú, Señor, me has dado. Lo pondrás
ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu
Dios.
Salmo responsorial Sal 90, 1-2. 10-11. ¡2-13. 14-15
R. Acompáñame, Señor, en la tribulación.
Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra
del Omnipotente, di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío, Dios
mío, confío en ti.
No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu
tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te
guarden en tus caminos.
1 DOMINGO CUARESMA 731
Te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la
piedra; caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás leones y
dragones.
Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi
nombre, me invocará y lo escucbaré. Con él estaré en la
tribulación, lo defenderé, lo glorificaré.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 10,8-
13
Hermanos: La Escritura dice: «La palabra está cerca de ti: la
tienes en los labios y en el corazón.» Se refiere al mensaje de
la fe que os anunciamos. Porque si tus labios profesan que
Jesús es el Señor y tu corazón cree que Dios lo resucitó, te
salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justicia, y por la
profesión de los labios, a la salvación.
Dice la Escritura: «Naáie que cree en él quedará defraudado.»
Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno
mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo
invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se
salvará.»
VERSÍCULO No sólo de pan vive el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios. Mt 4,4b
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 4,1-73
En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del
Jordán, y durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por
el desierto, mientras era tentado por el diablo.
Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.
Entonces el diablo le dijo:
—Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en
pan. Jesús le contestó:
—Está escrito: «No sólo de pan vive el hombre.»
Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante
todos los reinos del mundo, y le dijo:
—Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo
han dado y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante
de mí, todo será tuyo.
Jesús le contestó:
—Está escrito: «Al Señor tu Dios adorarás y a él solo darás
culto.»
Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y
le dijo:
—Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito:
«Encargará a los ángeles que cuiden de ti», y también: “Te
sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las
piedras.”
732 CICLO C
Jesús le contestó:
—Está mandado: ((No tentarás al Señor tu Dios.»
Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra
ocasión.
Vuelve la Cuaresma, primavera del alma. Reflorece en la
sinceridad de muchos la esperanza de una vida que tenga más
sentido. Un deseo, cada vez más reálista, de santificación. Las
lecturas bíblico-litúrgicas de esta temporada invitan a
reconsiderar las actitudes fundamentales de quienes fuimos
bautizados en Cristo. El tema clásico del primer domingo es el
de la Tentación en el Desierto; lo meditamos, este año,
siguiendo el Evangelio de San Lucas.
La primera lectura es parte de una ordenación ritual de la
ofrenda de las primicias, conservada en el Deuteronomio. Con
dicha ofrenda, Israel manifestaba su fe y gratitud a Yahvé,
rememorando los momentos fuertes de su historia: el haber
sido elegido como Pueblo de Dios cuando los antepasados eran
todavía nómadas.; la instalación de Egipto, esclavitud y
liberación; el regalo de la Tierra prometida. Recordar y celebrar
con actos concretos la Historia de la Salvación es fuente
generosa de religiosidad.
Glosando algunos textos bíblicos (Dt 30,12-14, etc.), San Pablo
destaca una vez más, en este inciso de la Carta a los Romanos,
el dinamismo justificado y salvífico de la Fe viva. La del hombre
que acepta la Palabra en el «corazón» (o plena interioridad
personal abierta a Dios), y además la confiesa con los «labios»
(o sea, con la cristiana sinceridad de sus palabras, práctica
religiosa y actitud social).
El EVANGELIO de la Tentación en el Desierto según Lucas
empieza con una presentación global (y. 1-2), a la que añaden
tres situaciones concretas (3-12), seguidas de una conclusión
(13).
a) La presentación global relaciona el retiro al Desierto con el
Bautismo en el Jordán. Allí se manifestó en Jesús la plena
posesión delEspíritu Santo y su dignidad y misión de Hijo de
Dios (3,21-22). San Lucas, discípulo de Pablo (comparar vers. Ib
con Rom 8,14), contempla ahora a Cristo en el Desierto como
arquetipo de los cristianos, hijos de Dios, que deben actuar
siempre bajo la guía del Espíritu que mora en ellos.
- La cifra «cuarenta» y la mención del hambre aluden al Exodo.
El camino del Exodo fue paradigma de todas las generaciones
de Israel. En aquella época, iban muchos a experimentarlo
ascéticamente en el desierto real (Qumrán, etc). Cristo
emprendió a nivel heroico la misma experiencia, como
arquetipo de situación para la Iglesia. En este sentido, su
primera y universal lección, según Lucas, es la docilidad al
Espíritu Santo.
Aviso realista: el «Desierto» es también lucha contra el
Enemigo. En clave teológica, campo de Tentación.
b) Al igual que el de Mateo (4,3-10), el texto de Lucas
escenifica en tres situaciones concretas la fidelidad de Jesús a
su camino recto de Hijo de Dios y su réplica a las desviaciones
que le propuso el Tentador. Esta página singular es una
meditación cristológica sobre el transfondo del Exodo y el
Deuteronomio. Jesús asume en ella la actitud filial del
verdadero Israel, arquetipo de la Iglesia. No se rebela, como el
1 DOMINGO CUARESMA --733
antiguo Israel (Ex 16,2-3), en su libre pobreza; ni adora el
becerro de oro (Ex 32), ni tienta a Dios (Ex 17,1-7).
Por boca del diablo hablan los mesianismos equivocados del
judaísmo de su tiempo, y, sobre todo en la redacción de Lucas,
las «tentaciones» de la Iglesia. Jesús afirma la primacía del
espíritu en el hombre, a prueba de cualquier austeridad y
pobreza (y. 4; comparar conJn 4,31-34). La insobornable
fidelidad a los derechos del único verdadero Dios (5-8); en esta
segunda tentación, se transparenta la situación de los
mártires, que lo perdían todo por no doblar la rodilla ante el
«dios de este mundo» (2 Cor 4,4)... La sencillez
antiapocalíptica (9-12).
c) Conforme a su tendencia habitual, San Lucas ha ordenado
las «tentaciones» de manera que terminen en Jerusalén.
Satanás cede provisionalmente; su próximo ataque será en la
Pasión (22,3.53). Y la victoria de Cristo consistirá en su
obediencia filial hasta la Cruz, de la que su ejercicio de
«espiritualidad del Desierto» fue signo y preludio.
El primer domingo de Cuaresma tiene por lectura característica
el evangelio de las Tentaciones. Página singular, que escenifica
la inconciliable oposición de criterio entre Jesús y el diablo. Por
boca del diablo se dan a entender ciertos ensueños
mesiánicos, que fascinaban a muchos. Las respuestas de Jesús
expresan su fidelidad al Espíritu de Dios.
Esta página es continuación de la del bautismo en el Jordán.
Allí Dios Padre ha declarado que Jesús es su Hijo. El Espíritu
Santo se ha manifestado sobre él como plenitud, fuerza y guía
de la obra de Salvación que va a emprender en la tierra. Ahora
el Hijo de Dios es sometido a prueba por el Espíritu del Mal. En
tres escenarios: el desierto, la altura, Jerusalén. Como hombre,
como rey del mundo, como Mesías de Israel.
1. — En el desierto. Antes de empezar su misión en Israel,
Jesús quiso experimentar a fondo, durante «cuarenta días», la
ascética del desierto. Silencio, oración total, austeridad.
Expresión fuerte del desierto interior que había vivido
sencillamente en Nazaret. «Desierto interior» sin el que nunca
hubo santidad, ni apostolado sincero, ni profunda vida
cristiana. La Cuaresma debería ser, de alguna manera, un
ensayo de desierto interior. Sintió hambre, signo real de una
extrema pobreza. Fue el momento de la gran tentación de
Israel en el desierto, cuando deseó volver a Egipto, a la
esclavitud. Jesús se refiere a ella, citando el Deuteronomio
(8,3). Véase el contexto de esta cita, que da el sentido de la
respuesta de Jesús. Por fidelidad a su Dios Israel emprendió el
camino del Exodo, y por fidelidad tenía que seguirlo hasta el
fin. Por fidelidad al Espíritu Santo Jesús ha ido al desierto, signo
de su camino de la cruz. Por fidelidad se mantendrá en él hasta
el fin, porque la fidelidad no cede ante ninguna tentación, ante
ningún sacrificio.
2. — Desde lo alto. El Enemigo presenta con descaro la ilusión
del oro y la espada. Ilusión que impregnaba el mesianismo
temporal de no pocos en Israel. A cambio de la idolatría.
«Arrodillarse ante el diablo». Entiéndase: anteponer al amor y
servicio del único Dios, como razón suprema de la vida del
hombre, cualquier valor intramundano. Por no ceder a esta
tentación, por no adorar el imperio, muchos cristianos de la
iglesia primitiva aceptaron el martirio de sangre. Y otros
muchos, a lo
734 CICLO C
largo de la historia, aceptaron y aceptan el martirio social.
3. — En el Templo de Jerusalén. Irónica respuesta a los
ensueños de aquellos falsos «mesías», que engañaban a los
sencillos prometiendo manifestaciones exóticas
(«apocalípticas») para asombrar al mundo. El Evangelio tiene
otro estilo. La fe del grano de trigo que cae y muere con la
segura esperanza de fructificar por gracia de Dios, en
espléndida cosecha de santidad y justicia.
La liturgia de la Palabra del primer domingo de Cuaresma tiene
por tema característico las Tentaciones del Mesía5. El texto
evangé’ico redactado por San Lucas empieza con una visión de
conjunto, a la que siguen tres ejemplos concretos y una
conclusión.
1.— En la visión de conjunto (1-2) destaca un pensamiento
principal: el Espíritu Santo, que se ha manifestado sobre Jesús
al ser bautizado en el Jordán, lo impulsa inmediatamente a
retirarse al Desierto. Ir al desierto era un gesto de religiosidad,
que practicaban bastantes judíos en la época de Jesús. Se
inspiraba en el Exodo, cuando Israel, liberado de la esclavitud,
peregrinó por el Desierto del Sinaí a la Tierra prometida. El
asceta del desierto se dispone a la experiencia de Dios con el
silencio, la austeridad y la oración. Todas las gestas religiosas
de la historia se han forjado en un intenso preludio de desierto.
San Lucas acentúa con énfasis la docilidad de Jesús al Espíritu
Santo. Dice, a la letra: «era llevado por el Espíritu, en el
desierto, durante cuarenta días». Con la misma expresión («ser
llevadopor el Espíritu») su maestro San Pablo define la actitud
propia de los cristianos hijos de Dios, en la carta a los Gálatas
(5,18) y a los Romanos (8,14). San Lucas quiere presentar así a
Cristo Hijo de Dios, regresando del Jordán, como ideal de los
bautizados. El Espíritu le es plenitud y guía. Sus «cuarenta»
días (cifra significativa) de ejercitación espiritual son arquetipo
de la Cuaresma litúrgica. Y punto de referencia para la
creatividad multiforme con que grandes eduçadores de la Fe
harán del «desierto», real o pedagógico, su met de la santidad.
En las tradiciones de Israel y otros pueblos antiguos, el
«desierto» se consideraba también morada peculiar de
demonios. Y en consecuencia, palestra de tentación. En el
concepto bíblico de «tentación» prevalece de ordinario su
significación primera y fundamental de prueba. Dios quiere que
el hombre le demuestre en ejercicio su fidelidad, «poniéndole a
prueba» con dificultades tal vez abrumadoras. La tentación
acrisola como el fuego. La Biblia ofrece paradigmas
impresionantes de tentación- prueba, como los de Abraham,
Job y Tobías. Cuando en la tentación actúa el Espíritu del Mal,
se mueve dentro de los límites pedagógicamente marcados por
la Voluntad de Dios, cuya intención es siempre positiva y
enriquecedora. El riesgo de fracaso va a cuenta de la voluntad
del hombre. Para enseñarle a vencer, Cristo fue intensamente
«tentado» (Hebr 4,15).
2. — Los tres ejemplos, que Lucas (3,3-12) y Mateo (4,3-10)
relacionan con la estancia de Jesús en el Desierto, apenas se
comprenden a primera vista en su sentido literal. El hecho de
replicar las tres veces apelando al mismo contexto del
Deuteronomio (cap. 6-8) insinúa la clave de interpretación.
Dicho contexto se refiere a la peregrinación de Israel recién
liberado por el Desierto. Dios lo educó allí en la austeridad de
la Pura Fe, a fin de forjarlo como Pueblo suyo. Las pruebas o
1 DOMINGO CUARESMA 735
«tentaciones» fueron muy duras e Israel no las superó. Jesús es
sometido a pruebas más o menos análogas y las vence, para
indicar al nuevo Israel (su pueblo, comunidad o iglesia) la línea
recta de la Fe.
a) La primera tentación se contrapone a la protesta del antiguo
Israel cuando, vencido por el hambre, pidió volver a la
esclavitud de Egipto. Jesús asume una situación análoga por el
heroico ayuno voluntario, signo concreto de su docilidad al
Espíritu. No utilizará el poder de Hijo de Dios para librarse del
sufrimiento actual ni, en otra «tentación» más dura (Mt 27,40),
para bajar de la cruz. Está realizando el ideal del Hombre
perfecto. Y el Hombre vive también de altos valores, que
merecen el sacrificio de su personal interés. Jesús se refería en
concreto a la Voluntad del Padre, sabiendo con certeza que le
pedía entonces aquella situación de austeridad.
b) La tentación de los reinos de este mundo es transparente.
Se expresa en estilo «apocalíptico», que todos comprendían.
Antigua y perenne fascinación del paganis mo. Conmutar el
sentido religioso de la vida por la principalidad del oro y el
poder. Al precio de la idolatría (o «adoración de Satanás»). Es
idolatría toda adoración de valores intramundanos. Jesús
contesta con el acto de Fe de Israel: un solo Dios.
c) La tentación del Templo alude a ciertas ilusiones de éxito
fácil y mágica espectacularidad, que fomentaban en el pueblo
sencillo algunos falsos «mesías». Bajar de lo alto sobre la
multitud que llenaba el Templo de Jerusalén les hubiera dado la
razón. Pero el «camino» de Jesús y de su Iglesia es otro.
Siembra laboriosa, fatiga, testimonio, esperanza de fe. Lo
contrario es «tentar a Dios»; o sea, empeñarse inútilmente en
cambiar sus planes o Voluntad.
3. La conclusión propia de San Lucas es alusiva: «hasta otra
oportunidad». Supone que el Enemigo seguirá molestando a
Jesús. Se refiere, sobretodo, a la Pasión y en concreto a
Getsemaní (22,40).
Cuaresma. Primavera del alma. Tiempo de revivir y saborear la
más honda realidad de nuestra existencia: la de estar
consagrados a Dios desde el Bautismo.
El Evangelio de las Tentaciones vencidas nos da una lección de
Fidelidad. Jesús vuelve del Jordán. Proclamado Hijo de Dios.
Lleno del Espíritu Santo. Tiene la Misión de invitar a sus
hermanos de todo el mundo a que compartan la gloria de ser
también con El hijos de Dios, hombres de Espíritu.
Pero le sale al encuentro el Tentador. Aquel contra quien
pedimos protección todos los días al término del Padrenuestro.
Aquel que, desde la creación de Adán, ronda de continuo en
torno al Hombre con la obsesión de contagiarlo. Fue infiel al
Dios que tanto le quería, y su aliento es la Infidelidad.
1. — Jesús «era llevado por el Espíritu en el Desierto». En la
manera de redactar esta frase, San Lucas refleja la de su
amigo San Pablo cuando escribe (Rom 8,14):
«son hijos de Dios los que se dejan llevar por el Espíritu de
Dios». La perfección del Hombre está en ser dócil al Espíritu.
Por fidelidad a él, Jesús perseveró en la ascética del Desierto.
Israel, liberado de Egipto, fue vencido en el Desierto por el
hambre; cayó en Tentación y quiso volver a la esclavitud. La
firmeza de Jesús es la del «Israel» auténtico: la del Hijo de Dios
decidido a perseverar hasta el fin por no ceder en su Fidelidad
(= Mt 27,40). Porque el bienestar, los gustos y los intereses
temporales no son lo único ni lo principal en la vida del Hombre
que tiene Fe. Esta lección de Cristo
736 CICLO C
es un paradigma ejemplar, a nivel heroico, que naturalmente
no podrá comprender quien esté situado en la óptica del
Tentador.
2. — «Al Señor tu Dios adorarás y a El solo darás culto».
Después de la insinuación del «pan», el Enemigo presenta con
descaro la ilusión del imperio y las riquezas. En estas tres
escenas, de redacción catequética, la Iglesia de los
Evangelistas meditaba sus propias «tentaciones». Y entendía
por idolatría (o sea, «arrodillarse ante el diablo») preponer
cualquier valor intramundano al amor y servicio del único Dios.
Por no ser ni parecer idólatras, muchos aceptaron el martirio.
3. — «No tentarás al Señor tu Dios». La Tentación del Templo
caricaturiza los ensueños de aquellos falsos «mesías», que
engañaban a la gente sencilla anunciando manifestaciones
espectaculares («apocalípticas») de Dios, que asombrarían al
mundo. Jesús y la Iglesia tienen otro estilo: la humilde
paciencia del Sembrador, que trabaja, confía y espera. —San
Lucas termina anotando que el demonio no se retira para
siempre, sino hasta una próxima y más agresiva ocasión (en el
caso de Jesús, Getsemaní). Quiere decir que la guarda de la
Fidelidad pide una vigilancia permanente.
SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Génesis 15,5-12. 17-18
En aquellos días, Dios sacó afuera a Abrán y le dijo:
—Mira al cielo, cuenta las estrellas si puedes.
Y añadió: -
—Así será tu descendencia.
Abrán creyó al Señor y se le contó en su haber.
El Señor le dijo:
—Yo soy el Señor que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte
en posesión esta tierra. El replicó:
—Señor Dios, ¿cómo sabré que voy a poseerla? Respondió el
Señor:
—Tráeme una ternera de tres años, una cabra de tres años, un
carnero de tres años, una tórtola y un pichón.
Abrán los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad
frente a la otra, pero no descuartizó las aves. Los buitres
bajaban a los cadáveres y Abrán los espantaba.
Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a
Abrán y un terror intenso y oscuro cayó sobre él.
El sol se puso y vino la oscuridad; una humareda de horno y
una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros
descuartizados.
Aquel día el Señor hizo alianza con Abrán en estos términos:
A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto
al Gran Río.
Salmo responsorial Sal 26,1. 7-8a. 8b-9abc. 13-14
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
738 CICLO C
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?
Escúchame, Señor, que te llamo, ten piedad, respóndeme. Oigo
en mi corazón: «Buscad mi rostro.)>
Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro; no
rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio.
Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera
en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3,17—
4,1
Hermanos: [ mi ejemplo y fijaos en los que andan según el
modelo que tenéis en mí. Porque, como os decía muchas
veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos, hay muchos
que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es
la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas. Sólo
aspiran a cosas terrenas.]
Nosotros [ el contrario] somos ciudadanos del cielo, de donde
aguardamos un Salvador:
el Señor Jesucristo.
El transformará nuestra condición humilde, según el modelo de
su condición gloriosa, con esa energía que posee para
sometérselo todo.
Así pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi
corona, manteneos así, en el Señor, queridos.
VERSÍCULO En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre:
Éste es mi Hijo, el amado; escuchad
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,28b-36
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Juan y a Santiago a
lo alto de una montaña, para orar. Y mientras oraba, el aspecto
de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos.
De repente dos hombres conversaban con él: eran Moisés y
Elías, que aparecieron con gloria; hablaban de su muerte, que
iba a consumar en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y espabilándose
vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.
Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús:
II DOMINGO CUARESMA 739
—Maestro, qué hermoso es estar aquí. Haremos tres chozas:
una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
No sabía lo que decía.
Todavía estaba hablando cuando llegó una nube que los cubrió.
Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube
decía:
—Este es mi Hijo, el escogido; escuchadlo.
Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron
silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que
habían visto.
El Evangelio de San Lucas presenta hoy a Cristo transfigurado
en gloria mientras oraba. Signo de esperanza e invitación a la
sintonía para quienes tienen, por vocación
• bautismal, la misión de ser luz de Dios en el mundo.
El Génesis evoca dos momentos sublimes de Abrahán: la Fe de
aquella noche estrellada, cuando rindió a la Palabra de Dios sus
personales «evidencias», y aquel atardecer en que, a través de
un sueño o visión mística, reclinó sus afanes por el futuro en la
firmeza de la Alianza con Yahvé.
• En la Carta a los Filipenses, San Pablo nos exhorta a sentirnos
«ciudadanos del cielo», destinados a una eterna
transfiguración —también corporal— a imagen y en comunión
con Cristo.
El EVANGELIO nos invita a considerar la Transfiguración como si
estuviésemos allí. Signo momentáneo de la Gloria de Cristo,
que dio a la Fe de los apóstoles sabor de experiencia (cf. Jn
1,14b). Sobre un fondo literario común, cada evangelista
presenta el misterio con peculiares matices; en el actual ciclo
litúrgico, nos toca advertir los de San Lucas.
El motivo teológico de esta página es la «epifanía» (o
manifestación reveladora) de la Filiación divina de Jesús.
Confirma la teofanía del Jordán (3,21-22) y anticipa el mensaje
de la Resurrección. Todas las líneas del Evangelio convergen a
este acto de fe: «Jesucristo es el Hijo de Dios» (vers. 35).
La teofanía del monte respondió a un momento crítico: el de
cuando el Maestro expuso, por primera vez, a los discípulos su
destino y decisión de ir a la Cruz (9,22), consagrando así un
único estilo de Cristianismo (9,23). San Lucas insiste, más que
otros, en la necesidad de la Cruz como paso a la Gloria (24,26).
La teofanía del monte, por su contexto vital, fue proclamación
y poema de esta difícil enseñanza (vers. 31).
Subordinados al pensamiento central, la narración evangélica
incluye varios temas, fáciles de advertir para quien esté
avezado al estilo de la Biblia. Por ejemplo:
El monte (28). Lugar clásico de Revelación. Arquetipo, el Sinaí.
Los evangelistas reflejan intencionadamente este arquetipo:
fue en el Sinaí donde Moisés y Elías (30) hablaron con Yahvé...
La oración (28-29). Indicación peculiar de San Lucas, que se
complace en presentar a Jesús orando. Sugiere al lector cómo
debe imitarle, si quiere «transfigurarse» también en espíritu. Si
la Iglesia tiene que mostrar al mundo el verdadero rostro de
Cristo, la oración es su primer valor.
El «éxodo» (31). El texto original griego dice que Moisés y Elías
hablaban con Jesús del «éxodo» que debía llevar a término en
Jerusalén. En el concepto de «éxodo»
740 CICLO C
San Lucas incluye la muerte, la Resurrección y, sobre todo, la
Ascensión al cielo, «Tierra prometida» de los que siguen el
camino de la Cruz.
Las «tiendas» (33). Probable alusión a la fiesta hebrea de las
tiendas (o «tabernáculos»). Apenas consciente, Pedro desea
que se queden también Moisés y Elías. Pero la institución
provisional que simbolizan ya pasó. La respuesta va a ser:
«Jesús solo’> (36). La nube (34). Signo de la Presencia de Dios,
según la Biblia. La «nube» sacralizó el Sinaí (Ex 24,15-18), el
Tabernáculo del desierto (Ex 40,34), el Templo de Jerusalén (3
Re 8,10-11). Ahora cubre significativamente también a los
discípulos presentes, germen de la Iglesia, Templo espiritual de
Dios es Cristo.
La Voz divina (35) proclama el esencial misterio cristológico:
Jesús es el Hijo de Dios. Por tanto, «escuchadie». Unico e
ilimitado mandamiento directo del Padre celeste a los hombres
según el Evangelio. Feliz quien acepta la Palabra de Dios de
labios del mismo Dios.
La liturgia de la Palabra tiene hoy por centro la
TRANSFIGURACIÓN. En ruta cuaresmal hacia la cruz, este
evangelio de la Transfiguración nos hace presentir la gloria del
Resucitado. Gloria que será razón ejemplar y causa de nuestra
personal «transfiguración » [ lectura].
1. — « Y mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió». San
Lucas es el evangelista que con mayor frecuencia presenta a
Jesús haciendo oración. A Jesús, pedagogo de la naturaleza, le
gustaba orar en lo alto de las montañas, signo del encuentro
entre el cielo de Dios y la tierra de los hombres. Los peregrinos
a Tierra Santa hacen suya la experiencia de la Transfiguración
en la cima del Tabor. Con su manera de describir a Jesús
transfigurándose, San Lucas insinúa el más divino elogio de la
oración. La oración «transfigura». Realidad profunda, que la
Biblia expresa mediante el símbolo de la «luz». Lo que la luz a
los ojos, es Dios al corazón y a todo el ser del hombre. Tal vez
hay tantos ciegos de Dios porque quienes tuvieron la
responsabilidad de educarlos no supieron o no quisieron
comunicarles el gozoso amor y la práctica cotidiana de hacer
oración.
2. «Pedro y sus compañeros... vieron su gloria». La gloria de
Jesús. En el pensamiento y vocabulario de la Biblia se entiende
por «Gloria» la irradiación perceptible de la divinidad en lo
creado. La Gloria de Dios resplandece en el universo. Se
manifiesta en las líneas maestras de la historia y también en
muchos acontecimientos concretos. La Gloria de Dios se
concentra y transparenta en la persona de Jesucristo, arquetipo
de perfecta humanidad. El misterio de la Transfiguración es
signo de luz en la cumbre del Tabor, que nos llama a todos
hacia su altura.
3.— «Y una voz desde la nube decía: Este es mi Hijo...» La
infinita Gloria del Hombre está en ser y sentirse Hijo de Dios.
Hasta este momento se veían Moisés y Elías junto a Cristo. Los
dos grandes de Israel, que antaño subieron al Sinaí para entrar
en diálogo personal con la Gloria de Yahvé. Ahora han
conversado con Jesús acerca del plan de salvación que llevará
a término en Jerusalén. El Tabor es actualización evangélica del
Sinaí. La «nube» recuerda aquella que durante el Exodo fue
signo eficaz de la Presencia de Yahvé. En el Sinaí, Dios
promulgó la Ley. Desde el Tabor, como vértice y superación de
toda «Ley», el Padre dice a los hombres:
II DOMINGO CUARESMA 741
Escuchad a mi Hijo. El único. La Palabra-síntesis de Dios al
mundo. Al oírse la «Voz» (manera popular entonces de
expresar una Revelación divina), los tres apóstoles vieron a
«Jesús solo». Excluía la tentación de considerar maestro
supremo a Moisés o Elías, o a cualquier otro «profeta» de antes
o de ahora.
La liturgia de la Palabra tiene hoy por tema principal la
contemplación de Jesús transfigurado. Ideal del cristiano con
destino de cielo, llamado a ser resplandor de la Gloria divina
[ lectura].
La Transfiguración es el hecho capital que concluye la
evangelización de Galilea. A punto de emprender el camino a
Jerusalén. Se dibuja en el horizonte la proximidad de la Cruz.
Su presentimiento domina la vida interior de Cristo y sus
conversaciones. Ha hablado de ella, por primera vez, a los
discípulos. Contradicción y angustia. A los pocos días, en
experiencia de altísima oración, su humanidad pregusta una
anticipación de la gloria en que florecerá la Cruz. Gloria de la
Resurrección, la Parusía y el Reino. Asisten tres discípulos,
primicias de la Iglesia. Su testimonio pasa al Evangelio. Dentro
de una fundamental coincidencia con los otros dos Sinópticos,
San Lucas redacta con su peculiar estilo. Describe al
Transfigurado como si pintase con palabras un icono teológico:
arquetipo de actitud cristiana y lección intuitiva de. Fe. Cabe
destacar los siguientes rasgos:
— Oración transfigurante. Una de las predilecciones
características de San Lucas es la de presentar a Cristo
haciendo oración. Quiere describir su figura en el Evangelio
como norma práctica de la vida cristiana. Y en la vida cristiana
la oración es el centro. Unico entre los evangelistas, advierte
explícitamente que aquel día subió a la alta montaña para orar.
Y anota, con expresión pedagógicamente intencionada, que
«mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió». La oración
transfigura. Enseñar a hacer oración es quehacer número uno
en la educación del hombre a partir de su infancia y juventud.
Rostros oscuros y agresivos serían transparencia de paz activa
si dedicasen unos minutos cada día a la oración.
— Plenitud de la Esperanza de Israel. Moisés y Elías
personifican, respectiva mente, la «Ley» o Torá y los
«Profetas». Es decir, toda la esperanza en acción que Dios
comunicó a su pueblo Israel en vista a realizar el Reino
mesiánico. Moisés y Elías hablaron con Yahvé en la cumbre del
Sinaí. Hoy vienen para terminar su diálogo, y hablan con Jesús.
Luego desaparecen. Han cumplido su misión. Queda «Jesús
solo». Jesús que es Evangelio definitivo. Plenitud y término de
la Ley y los profetas. San Lucas ve, el monte de la
Transfiguración como un nuevo Sinaí.
— Realización del Exodo. San Lucas dice, traduciendo a la letra,
que Moisés y Elías hablaban con Jesús «del Exodo que iba a
cumplir en Jerusalén». Se refiere al «paso» definitivo o Misterio
pascual en su totalidad indivisible de Pasión- Resurrección-
Ascensión. Los primeros cristianos meditaban la obra de Cristo
sobre el trasfondo de la epopeya bíblica del Exodo. Epopeya
teológica que es Liberación de la servidumbre humana,
ascética de Libertad en el «desierto» y Ali4nza [ sugerido en la
difícil primera lectura]. El «Exodo» de Cristo en Jerusalén va a
ser Alianza nueva y eterna del Cielo con la tierra. De Dios con
los hombres. La Transfiguración presiente su Gloria.
— Fuente de Felicidad. Un momentáneo reflejo de esta Gloria
envuelve a los
742 CICLO C
discípulos en un bienestar, que quisieran eterno. Cristo es
atmósfera de Bienaventu ranza.
— Hijo de Dios. La Transfiguración es teofanía. Manifestación
espléndida de la Divinidad. La <(nube)> (tema también del
Exodo) es signo de su eficaz Presencia. El Padre declara a los
discípulos (a la Iglesia) que Jesucristo es su Hijo. Su «Elegido».
Toda «elección» al gozo de Dios tendrá como condición estar
unido a Cristo. El Padre lo declara también su portavoz o
Palabra: «Escuchadie». La expresión griega de San Lucas
(imperativo-presente) tiene el matiz equivalente a «estar
siempre en actitud habitual de escucharlo». Docilidad, que es
virtud del «discípulo» y camino de la Sabiduría. En la ascética
de la Cuaresma, sea ejercicio principal la voluntad de ser
dóciles a la Doctrina de Cristo.
El segundo domingo de cuaresma nos invita a contemplar la
TRANSFIGURA C Signo y preludio de la Gloria del Resucitado.
Ideal de cuantos tenemos por vocación ser «ciudadanos del
cielo» (segunda lectura): transfigurados eternamente con
Cristo. -
1. — «Tomando consigo a Pedro, a Juan y a Santiago, subió a la
Montaña para orar». En la pedagogía de la Biblia, la Montaña
es el lugar predilecto para encontrarse Dios con el Hombre.
Jesús, que intuía el sentido divino de la naturaleza, amaba las
montañas. Subió para hacer oración, en diálogo íntimo con el
Padre, y se transfiguró. Manera de significar a ojos humanos l
transparencia de su Divinidad. El evangelista San Lucas se
complace en presentar a Jesús como arquetipo del cristiano. En
esta contemplación del Tabor, quiere dar a entender que la
oración eleva y «transfigura». La tarea más urgente del mundo
es enseñar a los hombres, ya desde niños, a hablar con el Dios
que vive en la más honda interioridad de su ser. Muchos
rostros opacos y agresivos serían transparencia y eficacia de
paz si consagrasen unos minutos cada día a la oración.
Aparecen Moisés y Elías. El mediador de la Ley y el Profeta de
Israel que peregrinaron al Sinaí para hablar con Dios. Ahora
vienen para hablar con Jesús, culminación de «la Ley y los
Profetas» (de todo lo provisional en la historia del mundo). Ellos
desaparecerán, y queda «Jesús solo» (y. 36). Moisés y Elías
conversan con El sobre el que sería tema principal de su
oración aquella noche. Es decir, sobre el «Exodo» que iba a
cumplir en Jerusalén. La expresión «Exodo» (que es la de San
Lucas en el texto griego) abarca la Muerte, Resurrección y
Ascensión. Connota la idea de la Pascua definitiva: de la
Liberación perfecta y la Alianza de Dios con su Pueblo.
2.— «Y vieron su Gloria». En la teología bíblica, la GLORIA esel
esplendor de la Trascendencia o «Santidad» de Dios. Ilumina la
Creación. Se concentra en el Hombre perfecto, tal como Dios lo
pensó desde la eternidad. El Hombre es Gloria de Dios, y Dios
es la Gloria del Hombre. Jesús realiza este ideal, y nos llama a
realizarlo en comunión con El.
3. — « Y se oyó una Voz desde la Nube, que decía: Este es mi
Hijo, el Elegido:
escuchadlo». En la antigua simbología bíblica, «la Nube» hacía
presente la Gloria de Dios. La Transfiguración es teofanía.
Manifestación de la Divinidad de Cristo. Hijo y
II DOMINGO CUARESMA 743
Palabra del Padre, que debemos escuchar. El Elegido, que
anunció Isaías (42,1-8).
Feliz el hombre que, al reconocer en Cristo la Verdad,
Hermosura y Felicidad de
Dios, descubre en El su propio ideal.
TERCER DOMINGO DE CUARESMA
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Éxodo 3,1-8a. 13-15
En aquellos días, pastoreaba Moisés el rebaño de su suegro
Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño transhumando por
el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios.
El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las
zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse.
Moisés se dijo:
—Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver
cómo es que no se quema la zarza.
Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde
la zarza:
—Moisés, Moisés. Respondió él:
—Aquí estoy. Dijo Dios:
—No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio
que pisas es terreno sagrado. Y añadió:
—Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de
Isaac, el Dios de Jacob. Moisés se tapó la cara, temeroso de ver
a Dios.
El Señor le dijo:
—He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus
quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos.
Voy a bajar a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra,
para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana
leche y miel.
Moisés replicó a Dios:
—Mira, yo iré a los israelitas y les diré: el Dios de vuestros
padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntan cómo
se llama este Dios, ¿qué les respondo?
Dios dijo a Moisés:
— el que soy. Esto dirás a los israelitas: Yo-soy» me envía a
vosotros. Dios añadió:
III DOMINGO CUARESMA 745
—Esto dirás a los israelitas: el Señor Dios de vuestros padres,
Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a
vosotros. Este es mi nombre para siempre: así me llamaréis de
generación en generación.
Salmo responsorial Sal 102,1-2. 3-4. 6-7. 8 y 11
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te coima de gracia y de ternura.
El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en
clemencia;
como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad
sobre sus fieles.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
10,7-6. 10-72
Hermanos: No quiero que ignoréis que nuestros padres
estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y
todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar; y
todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron
la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual
que los seguía; y la roca era Cristo. Pero la mayoría de ellos no
agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el
desierto.
Estas cosas sucedieron en figura para nosotros, para que no
codiciemos el mal como lo hicieron nuestros padres.
No protestéis como protestaron algunos de ellos, y perecieron
a manos del Exterminador.
Todo esto le sucedía como un ejemplo: y fue escrito para
escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última
de las edades. Por lo tanto, el que se cree seguro, ¡cuidado! no
caiga.
VERSÍCULO Convertíos, dice el Señor, porque está cerca el
Reino de los Cielos. Mt 4,17
746 CICLO C
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 13,1-9
En aquella ocasión se presentaron algunos a contar a Jesós lo
de los galileos, cuya sangre vertió Pilato con la de los
sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó:
— que esos galileos eran más pecadores que los demás
galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y si no os
convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que
murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran
más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo
que no. Y si no os convenís, todos pereceréis de la misma
manera.
Y les dijo esta parábola:
—Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar
fruto en ella, y no lo encontró.
• Dijo entonces al viñador:
«Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera
y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en
balde?
Pero el viñador contestó:
«Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le
echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, el año que viene la
cortarás.»
El Evangelio se nos hace voz de la conciencia para recordar
que, en nuestra situación, de pecado, hay un solo camino hacia
Dios: la Conversión.
Del Exodo leemos, en extracto, la teofanía de la zarza ardiente,
la vocación de Moisés, la declaración del Nombre divino. La
teofanía manifiesta y consagra el Sinaí (= Horeb) como lugar
santo de Revelación. La vocación da a Moisés mandato,
carisma y autoridad de jefe indiscutible para conducir a Israel
desde la esclavitud de los hombres hasta el servicio de Dios y
la posesión de su Tierra. La declaración eleva el Nombre
tradicional «Yahvé» (no «Jehová») a síntesis de la fidelidad de
Israel, cimentada en el principal mandamiento de que su Dios
«es» Dios y fuera de El no lo es ningún otro (Ex 20,2-6). El
pensamiento hebreo no sabría percibir el concepto «ser<>
independiente del acto: Dios «es» el todopoderoso actuando
en favor del Pueblo. Veáse la glosa del nombre «Yahvé» en
Apoc 1.8.
Con la nueva Alianza, Yahvé ser-y-acción se nos hace presencia
viva en Jesús. Por un «éxodo» mejor y definitivo nos lleva a la
plena Salvación, si le queremos seguir. En una digresión de la
primera Carta a los Corintios, San Pablo interpreta la historia
del Desierto en clave cristiana. Habla en tono de amonestación
a cienos discípulos de conciencia fuerte; quizá los más en
peligro de «caer». Porque no basta estar en la Comunidad que
peregrina; dentro de ella, la gracia de la Salvación pide una
respuesta libre y personal en cada uno.
En el EVANGELIO leemos un fragmento del «Camino a
Jerusalén». San Lucas quiso dar especial relieve a la
significativa figura de «Jesús caminando hacia Jerusalén». Toda
la parte cçntral de su libro (9,51-19,29) supone esta situación
de «camino», y va distribuyendo a lo largo de él una variada
antología de enseñanzas. La de hoy tiene por tema la universal
necesidad de Conversión.
Este aviso se dirigía, en perspectiva inmediata, al pueblo
contemporáneo del
III DOMINGO CUARESMA 747
Mesías. En la situación de ellos veía Jesús la de todos los
hombres, y con esta amplitud pasaron sus palabras al
Evangelio escrito.
Empieza con dos reflexiones simétricas en torno a dos
«sucesos» recientes (A). Concluye con una parábola (B).
A. — El asesinato de unos galileos cuando se disponían a
ofrecer sacrificios en el Templo, seguramente por la Pascua,
debió de ser uno de tantos actos de represión en la mal
dominada Palestina. Bastaba cualquier sospecha de desorden.
Lo de la torre junto a la fuente de Siloé sería un infortunio
casual.
La reflexión de Jesús tiene dos filos. Censura, ante todo, una
persuasión arraigada en aquel tiempo (y en otros): la de que
las desgracias personales son castigo de Dios por concretas
culpas personales (Jn 9,2.34). Pero el contrapeso de esta
censura no está en declarar que aquéllos eran inocentes, sino
en afirmar que todos estamos en situación de pecado. De ahí
el otro filo de la reflexión, en línea de continuidad con la
pedagogía de los profetas, que hacían de los infortunios
personales o nacionales «signos» del Juicio de Dios. Lo mismo
que las «cosas» sirven, en las parábolas, como punto de
partida para reflexionar sobre verdades trascendentes, así
también los sucesos y las noticias. La emoción por un dolor
propio o ajeno, sin cargarlo a culpa de nadie, invita a pensar en
el más doloroso destino que nos espera a los pecadores, si no
entramos por el camino de la Conversión.
B. — La parábola de la higuera estéril simboliza este destino
(comparar con Mt 3,10). El Amo espera «frutos»; o sea,
Conversión (Mt 3,8). Su espera es larga y magnánima, pero
tendrá fin (2 Pe 3,9s) —y sería impiedad abusar de su
paciencia. En primer plano histórico, Jesús hablaba de la «viña»
= Israel (Is 5,1-7), y anunciaba en signo la ruina de Jerusalén
(explícitamente en Lc 13,34-35; 19,41-44). El próximo domingo
leeremos en el Evangelio el poema de la Conversión que el
Señor espera de sus hijos.
Cristo resumió su mensaje a los hombres en una consigna:
«jConvertíos!». Nos lo iban repitiendo durante la ceremonia de
entrada en la cuaresma, mientras ponían sobre la frente de
cada uno el signo penitencial de la ceniza. Hoy el Evangelio
nos recuerda con insistencia la misma consigna. El próximo
domingo reflexionaremos otra vez a propósito de la
Conversión, escenificada en el más humano y divino relato
ejemplar: la parábola del hijo pródigo.
«Convenirse» supone cambiar la propia actitud personal de
mala en buena o de menos buena en mejor. Cuando
predicaban los profetas bíblicos, convertirse quería decir
ponerse de cara al único Dios y volver la espalda a los ídolos
que cada uno había adorado. Aquellos ídolos divinizaban
pasiones que entonces y ahora esclavizan el alma: el afán de
mandar sin respeto, de poseer sin justicia, de gozar sin
mesura. En antítesis contra todos los «ídolos», la Conversión
que proclama Jesús pide abrazar de corazón su mensaje:
«Convertíos y creed al Evangelio». El Evangelio anuncia que
sólo Dios es Dios y que Dios está aquí. Su Reinado tiene por ley
la Caridad y por estilo de vida las Bienaventuranzas.
1. — «Si no os convertís, todos pereceréis lo mismo».
Comentaban delante de Jesús una fechoría más del déspota
Pilato. El asesinato de unos galileos mientras ofrecían
sacrificios en el Templo de Jerusalén. Algunos insinuarían que
aquellos galileos
748
CICLO C
debían de ser especialmente pecadores. Porque un atávico
prejuicio, muy difundido entonces, asociaba toda desgracia
personal a una concreta culpa personal. Jesús reacciona contra
ese prejuicio. Pecadores lo somos todos, y si no nos
convertirnos nos corresponderá un castigo del que la desgracia
de aquellos galileos no es más que un símbolo.
2. — «Si no os convertís, todos pereceréis de la misma
manera». Análoga consideración a propósito del reciente
desplome de una torre en Siloé, cerca del Templo. Jesús,
pedagogo realista, tomaba pie de todos los acontecimientos y
circunstancias vividas por su pueblo para invitarlo a reflexionar
y mejorar.
3.— «jSeñor, déjala todavía este año...!>. En esta página de
San Lucas, las dos anécdotas precedentes no son más que
introducción a la parábola de la higuera estéril. La higuera,
como la viña, era símbolo de Israel. Porque amaba
entrañablemen te a su pueblo, le dolía a Jesús que «no diese
fruto». Que, prisionero de otros ideales, no abrazase el
Evangelio de Dios. Presiente su ruina, pero, «viñador»
incansable, pide al Padre que tenga un año más de paciencia...
—Pueblo de Dios lo somos también nosotros. La parábola nos
exhorta a agradecer y confiar; pero no a abusar de la
«paciencia» con que Dios espera, año tras año, nuestra sincera
conversión.
El Evangelio propone unas reflexiones, conservadas sólo por
San Lucas, en torno a la primera (Mt 4,17) y principal consigna
que dio el Mesías a su pueblo:
« Toda la ascética cristiana, y con mayor intensidad la de
cuaresma, es un ejercicio de Conversión.
El fragmento que escuchamos hoy contiene dos unidades
literarias: a) un aviso a propósito de ciertas noticias que se
comentaban aquellos días; b) la parábola del árbol estéril.
Ambas unidades pertenecen a la amplia y variada antología de
enseñanzas de Jesús, que recogió San Lucas en la sección
central de su Evangelio (9,51-19,27); sección que los
entendidos suelen llamar «el Camino a Jerusalén».
a) Reflexión a propósito de unos sucesos recientes. Llega la
noticia de que los esbirros de Pilato han dado muerte a unos
galileos mientras estaban ofreciendo sacrificios en el Templo de
Jerusalén. Tal vez los representantes de la autoridad habían
advertido una sombra, quizás abrigaban una sospecha de
alteración del orden. Posiblemente se había dejado traslucir el
vigoroso sentimiento popular de reivindica ción antirromana.
Pilato creía en la eficacia de la represión fulminante. Los
galileos que rodeaban a Jesús comentarían la desgracia de sus
paisanos con dolor y resentimiento. Poco antes se habían
enterado de otra catástrofe: el desplome de una torre en el
barrio de Siloé, con un balance de dieciocho muertos.
Un prejuicio muy arraigado, incluso entre los discípulos de
Cristo O 9,2), veía en todo infortunio personal concreto el
castigo de un pecado personal concreto. Es el error que inspiró
aquella inútil elocuencia de los amigos de Job. Mezquino
consuelo para el que sufre, decirle que es por su culpa. Aun
hoy es posible detectar entre gente religiosa alguna
supervivencia de tal prejuicio. Jesús lo desautoriza. Los
sufrimientos de cada persona son un misterio, que sólo Dios
tiene derecho a interpretar.
Pero Jesús aprovecha pedagógicamente la emoción que han
producido aquellas noticias en sus oyentes para dar relieve a
otra idea. La de que todos son pecadores. El Mesías habla a su
pueblo. Su entrañable pueblo de Israel. Es su Profeta definitivo.
III DOMINGO CUARESMA 749
Tiene misión y deber de proclamarle la verdad. El Israel
contemporáneo de Jesús había torcido su vocación y destino.
Elegido como instrumento privilegiado del Reino de Dios,
preponía a esta elección sus propios ideales e intereses
terrenos. En el estilo de los profetas, las catástrofes de orden
temporal son signo de la reprobación escatológica. Al decir:
«todos pereceréis lo mismo», Jesús presentía la ruina del año
70. Pero a través del Evangelio su Palabra se dirige a todos. A
la Iglesia y a cada uno. Porque todos pueden vivir en un error
análogo al de aquella generación. Urge convertirse.
«Convertirse» es renunciar a la línea de la propia acción
equivocada para volver a la que señaló la Voluntad de Dios.
Individuos y colectividades tienen dentro de sí la Voz que les
advierte en qué deben convertirse a fin de no perecer en la
definitiva frustración de su existencia.
b) La parábola de la higuera que no da fruto. Junto con la
«vid», la «higuera» fue símbolo tradicional del Pueblo de Dios.
Es su deber y gloria la generosidad en fructificar. La parábola
es transparente. Hace tiempo que el árbol no da fruto. Ha
negado con hechos su razón de ser, y el Dueño decide
suprimirlo (cf. Lc 3,9). Pero interviene el Mediador, suplicando
la gracia de una última oportunidad. Significa la misión de
Cristo a Israel. Su apasionado afán en trabajar para que el
Pueblo se «convierta». Es decir, «fructifique» en las obras de
bondad y gracia que quiere Dios. Al término de su vida, Jesús
declarará con un signo profético (la maldición de la higuera sin
fruto) que su llamada a la conversión no ha obtenido
respuesta.
Pero a través del Evangelio su parábola sigue interpelándonos
a todos. «Convertirse» —consigna de cuaresma— quiere decir
dar fruto. «Hacer» fruto, dice el texto griego. El discípulo del
Evangelio pone en acto toda la inmensa capacidad de obrar el
bien que suministra a cada hombre la Gracia de Dios. La
parábola de la higuera condena la inercia religiosa. La pereza
del espíritu, que es opio de la auténtica libertad. Nos recuerda
que el Evangelio es dinamismo y creatividad. Escuela de
generosidad activa. El cristiano prepara la eternidad
«fructificando» en el mundo.
El Evangelio de este tercer domingo de cuaresma, en el ciclo C,
resume dos lecciones de actitud fundamental cristiana, que el
Maestro solía inculcar a su pueblo:
la de convertirse y la de dar fruto. —El fragmento pertenece a
aquella amplia antología de enseñanzas de Jesús, recogidas
por San Lucas, que los exegetas suelen llamar «el Camino a
Jerusalén» (Lc 9,51-19-28).
1.— Lección de vida a propósito de unos sucesos de actualidad:
TODOS DEBEMOS CONVERTIRNOS. Traen angustiados la última
noticia. Una más entre las fechorías de Pilato. Sus esbirros han
dado muerte a unos galileos en plena acción litúrgica del
Templo de Jerusalén. Seguramente unos patriotas sobre
quienes habría recaído algún indicio o pura sospecha de
peligrosidad. Por asociación de ideas se recuerda otro
infortunio reciente: el desplome de una torre en Siloé, a poca
distancia del Templo. Alguien debió razonar, en torno a Jesús,
con la necia mentalidad de los amigos de Job: cada desgracia
personal es signo y sanción de un pecado personal. Jesús
desautorizó este prejuicio (Jn 9,3). El dolor de cada persona
humana es un misterio, que sólo comprenderá cuando lo vea
desde la inteligencia y el corazón de Dios. Aquellas víctimas
del Templo y de Siloé no eran más pecadores que quienes
están comentando su muerte. —Porque también éstos son
pecadores. Como los
750 CICLO C
profetas bíblicos, Jesús se eleva del horror de una catástrofe
temporal a la reflexión sobre la Muerte escatológica. Si no os
convertís, dice, todos caeréis en ella. Jesús tuvo la sinceridad
de llamarnos a todos pecadores. El primer paso hacia la Vida
es la CONVERSION, «Pertencia» o metánoia. De y reconocer
nuestra actitud negativa para con Dios y la Conciencia.
Confesarla y volvernos hacia la Verdad. Programa de
Cuaresma.
2. — Parábola de la higuera: DAR FRUTO. Como la «viña» y la
«vid», también la «higuera» era símbolo familiar de Israel, el
Pueblo que Jesús amaba entrañablemen te. Y quería elevarlo a
la altura de su infinita vocación. Desde la Redención, cada
Pueblo y todos unidos son «Israel» para Jesús. Pedagogo de la
generosidad activa, la consigna principal del Maestro era «dar»
(o «hacer») fruto. En cuerpo, alma y espíritu, la persona
humana es Gracia de Dios: vida fecunda que debe crecer y
fructificar en Amor, Verdad y Bien. Lo contrario es aquella
inercia personal o pereza profunda, tan querida y fomentada
por quienes prefieren que el pueblo sea masa. Objeto de
manipulación y cliente pasivo de consumo. La ascética del
Evangelio es de dinamismo y creatividad. Hacer de la tierra un
espacio de libertad y justicia, abierto al Reino de Dios. «Dar
fruto». Impedir o dificultar el conocimiento del Evangelio, sería
mal servicio para un Pueblo que quiera ser fiel a su destino.
CUARTO DOMINGO DE CUARESMA
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Josué 5,9a. 10-12
En aquellos días, el Señor dijo a Josué:
—Hoy os he despojado del oprobio de Egipto.
Los israelitas acamparon en Guilgal y celebraron la pascua al
atardecer del día catorce del mes, en la estepa de Jericó.
El día siguiente a la pascua, ese mismo día, comieron del fruto
de la tierra: panes ácimos y espigas fritas.
Cuando comenzaron a comer del fruto de la tierra, cesó el
maná. Los israelitas ya no tuvieron maná, sino que aquel año
comieron de la cosecha de la tierra de Canaán.
Salmo responsorial Sal 33,2-3. 4-5. 6-7
R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre
en mi boca; mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos
su nombre.
Yo consulté al Señor y me respondió, me libró de todas mis
ansias.
Contempladlo y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se
avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo
salva de sus angustias.
752 CICLO C
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los
Corintios 5,17-21
Hermanos: El que es de Cristo es una criatura nueva: lo
antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. Todo esto viene de
Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos
encargó el servicio de reconciliar. Es decir, Dios mismo estaba
en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuentas
de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado el mensaje de la
reconciliación. Por eso, nosotros actuamos como enviados de
Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por medio
nuestro. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis
con Dios. Al que no había pecado, Dios le hizo expiar nuestros
pecados, para que nosotros, unidos a él, recibamos la salvación
de Dios.
VERSÍCULO Me pondré en camino adonde está mi padre, y le
diré: Padre, he pecado contrae! Lc 15,18 cielo y contra ti.»
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 15,1-3. 11-32
En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los
pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los letrados
murmuraban entre ellos:
—Ese acoge a los pecadores y come con ellos. Jesús les dijo
esta parábola:
—Un hombre tenía dos hijos: el menor de ellos dijo a su padre:
‘Padre, dame la parte que me toca de la fortuna.>, El padre les
repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo,
emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo
perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un
hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país,
que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban
ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían
los cerdos; y nadie le daba de comer.
Recapacitando entonces se dijo:
Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan,
mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino
adonde está mi padre, y le diré: “Padre, he pecado contra el
cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame
como a uno de tus jornaleros.”
Se puso en camino adonde estaba su padre: cuando todavía
estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a
correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo.
Su hijo le dijo:
> he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco
llamarme hijo tuyo.»
Pero el padre dijo a sus criados:
Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en
la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y
matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba
muerto y ha revivido, estaba perdido y lo hemos encontrado.»
Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
IV DOMINGO CUARESMA 753
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el
baile, y, llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.
Este le contestó:
«Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero
cebado, porque lo ha recobrado con salud.»
El se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e
intentaba persuadirlo.
Y él replicó a su padre:
«Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca
una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener
un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo
que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el
ternero cebado.»
El padre le dijo:
«Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo:
deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y
ha revivido, estaba perdido y lo hemos encontrado.»
En la Parábola del Hijo pródigo, el Evangelio nos invita a
descubrir reflejos de nuestra propia vida.
Las primeras lecturas nos van guiando, durante el tiempo de
Cuaresma, por las etapas fundamentales de la Historia bíblica.
El Libro de Josué evoca hoy el término del Exodo, puesto bajo
el signo de la Pascua como su comienzo, y la inicial toma de
posesión de la Tierra prometida. En clave teológica es la
historia del hombre peregrino, que, celebrando el misterio
pascual, ya siente próxima y saborea en espíritu, más allá del
Jordán, la Patria.
A lo largo de una digresión de la segunda Carta a los Corintios,
San Pablo define la esencial misión del apóstol en el mundo,
correlativa a la esencial Acción salvadora de Cristo: la de
reconciliar a los hombres con Dios.
El EVANGELIO describe el itinerario de este retorno a Dios. La
del Hijo pródigo es la última de las tres parábolas que integran
el capítulo 15 de San Lucas. Las tres convergen a un mismo
pensamiento: cuando se encuentra lo que se amaba y se
perdió, es hora de gozo y fiesta (y. 5-6; 9; 23). De lo «perdido»
y «encontrado» es imagen, en la primera parábola, una oveja
entre cien; en la segunda, una dracma entre diez. Al final de
ambos ejemplos se da la explícita interpretación religiosa:
«estar perdido» equivale a ser pecador; «ser encontrado», a
convertirse; el gozo llena el corazón de Dios (7) y de sus
ángeles (10).
El tercer ejemplo se narra sencillamente, porque no necesita
explicación, siendo una «transparencia» literaria donde lo
significado está a la vista y lo significante es puro color. Este
colorido literario se toma de la situación más entrañablemente
humana (la relación paterno-filial), y se concentra en los
momentos críticos a fin de impresionar la imaginación,
sensibilidad y pensamiento. Insuperable por su calidad artística
y literaria, quien lee u oye por primera vez esta página, aunque
no vuelva a oírla durante meses, la repite luego en sus líneas
esenciales e incluso añade espontáneamente nuevas
transparencias, fruto de su personal reflexión. Muchos, en
nuestra tierra, recordarán auditorios de hombres recios y duros
llorando al ffieditarla, y celebrando luego con fiesta y gozo su
retorno a Dios.
El «cuadro» significativo principal es una masía donde, en
connaturalidad de trabajo, la abundancia, la paz y el amor son
tan de cada día que hay que reflexionar
754 CICLO C
para advertirlos. Se supone que, de más allá del horizonte, han
llegado al hijo ecos de canto de sirenas. De ahí el segundo
«cuadro», en la soñada tierra extranjera, con un rápido
sucederse de situaciones: placer, prodigalidad inconsciente,
miseria, hambre, sumisión y envidia a los cerdos.
Tres personajes destacados: el padre, el hijo menor, el hijo
mayor.
a) El hijo menor (el «pródigo»). Sin ser el protagonista (lo es el
padre), la parábola le dedica la mayor parte del espacio en
cuanto personificación del proceso del pecado (alejamiento
voluntario del Padre y de su «atmósfera») y de la conversión
(retorno penitente). Ninguna dificultad para traducir a reflexión
catequética cada uno de sus pasos. Nótese que no se idealizan
los motivos de su decisión: se acuerda más del pan que del
amor. La parábola quiere, precisamente, destacar a plena luz la
ilimitada Misericordia del Padre, que lo suple todo. Conmovedor
el camino de vuelta, preparando su «confesión»; es como una
realización plástica del salmo «Miserere».
b) El padre. Esperaba. Perdona, rehabilita y pone el hogar en
fiesta porque ama. Aquel «perdido» o pecador era su hijo, y
sólo esperaba un gesto de su libertad para abrazarlo. Poemas
del Amor de Dios y de la dignidad teológica del hombre, aun
del más degradado. Con este poema, Jesús defiende
indirectamente su actitud (y. 1-3), que los fariseos no
comprendían.
c) El hijo mayor. Aviso cordial al «fariseo» de siempre, que tal
vez hoy lee el Evangelio. Fidelísimo servidor, en comunión de
trabajo con el Padre, pero todavía no en comunión de
espiritualidad. Aprenda, no sólo a ser, sino a sentirse hijo para
comprender al hermano, a todo hermano, en la perspectiva del
Corazón de Dios.
Evangelio del hijo pródigo. «Gustad y ved qué bueno es el
Señor» (salmo). Nos libró de la servidumbre (primera lectura).
Nos reconcilia consigo (segunda lectura).
Al trasluz de esta humanísima parábola todos reconocemos
nuestra imagen. Seguramente en la historia del hijo que se
marchó y ahora vuelve. Tal vez en el disgusto del hermano
mayor. Ojalá nos reconociésemos en la manera de pensar y
sentir del padre.
1. — «Emigró a un país lejano». Le cansaba el hogar. Vida
sencilla, trabajo fecundo. Austera seguridad de cariño y de
pan. Satisfacción de crecer sobre las propias raíces. De lejos,
llegaron a su «masía» paterna ecos de sirena. Holganza,
diversiones, placer. (De lejos, en la perspectiva de los israelitas
que escuchaban la parábola de Jesús, quería decir desde el
mundo pagano, donde se crían cerdos...). Insolente, reclama la
herencia en vida del padre. Insensato, consume en pecado
sucio lo que otros ahorraron en sacrificio para él. Al dejar su
casa, su razón de ser y de valer, sueña que está realizando el
éxodo hacia la «libertad». Despierta cuando ya no le queda
nada más que ser un hambriento servidor de los cerdos.
2. — « Volveré adonde está mi padre». Con esta parábola (en
cuya meditación han llorado muchos padres y no pocos hijos)
Cristo nos ofrece un catecismo transparente del pecado y,
sobre todo, de la Conversión. Pecar es alejarse de Dios.
Convenirse, volver a El. El hijo pródigo volvió por hambre más
que por amor. Recita su fórmula de contrición y, a cambio de
comer, se ofrece al castigo. Felices los que de alguna manera
sienten hambre del pan de Dios. Que, para convenirse, no le
hace falta al
IV DOMINGO CUARESMA 755
pobre pecador ser un experto en sublime espiritualidad. Porque
Dios es infinitamente Padre y le basta con que sus hijos, los
hombres, los pecadores, volvamos a sus brazos.
3. — El hermano mayor. Jesús contó la parábola del hijo
pródigo frente a unos «fariseos y escribas» que lo censuraban
porque acogía grandes pecadores a su doctrina y a su mesa.
Ellos, los «fariseos y escribas», se consideraban intachables.
Para aceptar a tales pecadores hubieran exigido una inmensa
penitencia. Por eso Jesús completó la parábola con la oscura
imagen del hermano mayor. Perfecto en «cumplir» y exigir.
Ignorante en comprender y amar. Para conocer a Dios y a
Cristo; para entender la Iglesia y su ministerio de
Reconciliación, hacía falta saber y sentir lo que significa de
veras ser padre, ser hijo y ser hermano.
La parábola del Hijo pródigo resume todo el Evangelio. Al
trasluz de una historia entrañablemente humana, Cristo revela
al mundo el Corazón de Dios.
Las primeras líneas indican la circunstancia en que Jesús
pronunció esta parábola. Se le acercaban muchos
«pecadores». Le escuchaban con agrado. Sentía atracción
hacia su Mensaje. El correspondía a su confianza y se dejaba
invitar a su mesa. Esto escandalizó a los «observantes».
Los humanos tendemos a clasificar a los de nuestro entorno en
«buenos» y «malos». Y a poner una valla de protección entre
«ellos» (los malos) y nosotros. En aquella sociedad
íntegramente religiosa, se tenían a sí mismos por «buenos» los
que observaban a la letra todos los mandamientos, preceptos y
normas. Por excelencia, los fariseos. Los del otro lado eran
considerados y llamados «pecadores». Por antonomasia, los
publicanos.
El fariseo defendía.su pureza aislándose. (En realidad, tal como
los describe San Lucas en otra parábola [ sublimándose y
despreciando al otro). El profeta Jesús los desconcertó. Más
puro que ellos bajo la luz del sol, aheznaba en conversación y
fiesta con los «pecadores».
Por ser Palabra de Dios, todas las acciones de Jesús eran signo
y doctrina, Antes y más que con expresiones orales, enseñaba
con obras. Participar en un convite era demostración de gozo,
afirmación de amistad, abertura a la comunión. En él se hacía
presente el mismo Dios para «reconciliár al mundo consigo, sin
tomarle cuenta de sus pecados» [ lectura]. La cordialidad con
que admitía a los pecadores eran los brazos abiertos del
perdón del Padre.
Para dejar a la Iglesia constancia de esta actitud, San Lucas
recogió y yuxtapuso en un mismo capítulo de su Evangelio tres
parábolas que la simbolizan. La fiesta que hace el pastor
cuando recobra una de sus ovejas, que había perdido (15,3-7).
La fiesta que hace un ama de casa cuando recobra una de sus
contadas monedas, que había perdido (15, 8-10). La fiesta que
hace un padre cuando recobra a su hijo, que se había perdido
(15,11-32). Se puede comprobar intuitivamente el «motivo
fundamental» de este capítulo 15 subrayando en rojo los
versículos que lo van repitiendo (6,9,24 y 32) : . .1».
Hoy leemos la tercera parábola. Se divide en -dos episodios.
Ambos concluyen con el mencionado «motivo fundamental» (y.
24 y- 32): -
1. — El Padre y el hijo menor. Por parte del hijo, insuperable
alegoría del pecador. Quiere alejarse del Hogar que lo ha
formado, que es alejarse de sí mismo. Le
756 CICLO C
fascina lo ajeno (en perspectiva de Israel: el paganismo, donde
se crían cerdos...). Del Padre, sólo ama el dinero (que
abusivamente reclama como ya suyo: Eccli 33,20-24). Es un
israelita que hace el <(éxodo» al revés: de la libertad a la
servidumbre. Malgasta en vicios la fortuna que otros le
amasaron con sacrificio. Hijo de Casa buena, ya es siervo de
los puercos. Les tiene envidia, porque al menos comen. Esto le
trae el recuerdo de lo que dejó. Se arrepiente por hambre, no
por amor. Se decide a pedir perdón y aceptar el castigo con el
fin de comer. No se podía pintar con más energía la
degradación del pecador. Los fariseos la aprobarían.
Lo que sorprende es la Bondad del Padre. Le basta ver que su
hijo vuelve. Corre anticipándose en el abrazo. Ningún reproche.
Perdón total y gratuito. Rehabilitación absoluta. Banquete,
música y danza.
2. — El Padre y el hijo mayor. Entra en escena el «fariseo» de
las primeras líneas (y. 2). Exacto cumplidor (29). Digno de
elogio (31). Pero no acepta la comensalía del recién venido, al
que sólo mira como «pecador» y se niega a llamar hermano.
Su Padre le exhorta a que lo reconozca como tal («este
hermano tuyo...»: 32), y entre en el gozo de la Reconciliación.
Esta parábola no es la historia sentimental de una familia de
labradores. Es transparencia del misterio divino de la
Reconciliación obrada por Cristo, y nos incluye a todos. A la
mayor parte, como «pródigos» para llamarnos al abrazo del
Padre en infinita confianza. A muchos, como servidores de la
Reconciliación para imitar a Dios en generosa abertura. Quizá a
alguno como al «hijo mayor». No deje vacío el puesto que
también él tiene reservado en la fiesta.
En las lecturas del cuarto domingo de Cuaresma conforme al
Ciclo C destaca la Parábola del Hijo pródigo. Mensaje del
corazón de Dios al corazón del Hombre. Cuanto más uno va
conociéndose a sí mismo, más se encuentra reflejado en ella.
Jesús vino al mundo para que nos convirtiéramos. Todos. Pero
los hombres se situaron ante él en dos actitudes: la de quienes
se reconocen pecadores y la de los que se tienen por
perfectamente justos.
Como caricatura de tales «justos» el Evangelio suele presentar
a los fariseos. La expresión «fariseos» es convencional y, en
sentido rigurosamente histórico, sólo debe aplicarse a
determinados grupos de aquel tiempo y ambiente. Cuando San
Lucas puso por escrito la parábola, pensaba también y sobre
todo en algunos sectores de la Comunidad cristiana
contagiados de cierto «fariseísmo». El alma de este fariseo
perenne se asoma en el rostro del hijo mayor.
La actitud de los que se sabían y sentían «pecadores» la
personifica el Evangelio en los publicanos (Lc 18,9-14). Los
fariseos procuraban aislarse de ellos en purificante
discriminación. Cristo, luz que transfigura la oscuridad sin
contaminarse de ella, se les ofreció como maestro, amigo y
comensal. Los fariseos le censuraron (15,1-2). El replicó con las
parábolas de la oveja perdida (15,3-7), de la dracma perdida
(8-10) y la que leemos hoy. Tres perspectivas: el hijo menor, el
mayor y el padre.
1. — El hijo menor. Insolente en exigir. Del padre le interesa el
dinero al irse y el pan al volver. Le aburría el hogar, que era
razón única de su ser y valer. Le han fascinado los paraísos
ajenos de la holganza, el placer y el consumo. Reducido por
ellos a siervo de los cerdos, sólo le convierte la razón del
hambre. Su retorno tiene más de necesidad que de amor. Jesús
no poetiza la figura del «pecador»: cuanto más
IV DOMINGO CUARESMA 757
miserable, más luminosa la pura Bondad del Padre.
2. — El hijo mayor. Intachable en cumplir, analfabeto en amar.
No sabe ser hermano, porque aún no ha aprendido a ser hijo.
Estas líneas de significación transparente quedaron escritas en
el Evangelio por si a alguien, en la Iglesia, le tienen que servir
de aviso.
3. — El Padre. Expresión de la pura Bondad con que Dios
espera que cada uno de los hombres se reencuentre con El. Por
identificación, cualquier signo de buena voluntad. Camino a
seguir para los que en la Iglesia continúan su obra. Flor de esta
parábola es la Alegría generosa —banquete, música y danza—
con que Dios y toda su Casa celebran el reencuentro del
Hombre.
QUINTO DOMINGO DE CUARESMA
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 43,16-21
Así dice el Señor, que abrió camino en el mar y senda en las
aguas impetuosas;
que sacó a batalla carros y caballos, tropa con sus valientes:
caían para no levantarse, se apagaron como mecha que se
extingue.
No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que
realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?
Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo;
me glorificarán las bestias del campo, chacales y avestruces,
porque ofreceré agua en el desierto, ríos en el yermo, para
apagar la sed de mi pueblo, de mi escogido, el pueblo que yo
formé, para que proclamara mi alabanza.
Salmo responsorial Sal 125,1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6
R. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
V DOMINGO CUARESMA 759
Cuando el Señor cambió la suene de Sión, nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con
ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes de
Negueb.
Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando, llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando, trayendo sus gavillas.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3,8-14
Hermanos: Todo lo estimo pérdida, comparado con la
excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo
perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y
existir en él, no con una justicia mía —la de la Ley—, sino con
la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y
se apoya en la fe.
Para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la
comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muene,
para llegar un día a la resurrección de entre los muertos. No es
que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta:
yo sigo corriendo. Y aunque poseo el premio, porque Cristo
Jesós me lo ha entregado, hermanos, yo a mí mismo me
considero como si aún no hubiera conseguido el premio.
Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y
lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta,
para ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo
Jesús.
VERSÍCULO Buscad el bien y no el mal y viviréis, y así estará
con vosotros el Señor. Am 5,14
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 8,1-11
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al
amanecer se presentó de nuevo en el templo y todo el pueblo
acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
760
CICLO C
Los letrados y los fariseos le traen una mujer sorprendida en
adulterio y, colocándola en medio, le dijeron:
—Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante
adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las
adúlteras: tú, ¿qué dices?
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
—El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando
por los más viejos, hasta el último.
Y quedó solo Jesús, y la mujer en medio, de pie. Jesús se
incorporó y le preguntó:
—Mujer, ¿dónde están tus acusadores?, ¿ninguno te ha
condenado?
Ella contestó:
—Ninguno, Señor. Jesús dijo:
—Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.
El Evangelio nos habla del juicio de Jesús sobre una adúltera.
Arte divino de condenar el pecado y absolver al pecador.
Empiezan las lecturas con un oráculo del Libro de Isaías en su
segunda parte. Alienta a los judíos que van a ser repatriados
desde Babilonia (s. VI a.C.). No envidien el antiguo Exodo de
Egipto, porque el Omnipotente va a realizar con ellos otro no
menos admirable. El inmenso arenal que han de cruzar les será
fuente viva y canto de gloria. Cuando leemos en clave cristiana
estas elevaciones proféticas, pensamos en otra liberación más
definitiva, otro «éxodo» y otra Patria mejor.
En la Carta a los Filipenses, Pablo, inmovilizado en la prisión,
expresa con una imagen atlética su dinamismo cristiano. La
meta, Cristo. Su justicia, su cruz, su gloria. Por descubrirlo,
Pablo se despojó de cuantos ideales le habían apasionado (y. 4-
7) antes de conocerlo a fondo. Seguro de estar ya en la pista,
ve que le queda-mucho por delante. No saborea lo pasado;
sabe que si un atleta se vuelve a mirar atrás, pierde ventaja.
Es ejemplar (y. 17) este sentimiento juvenil de la vida. Cuando
personas o instituciones miran fijo a la meta —Cristo—— sólo
les preocupa avanzar.
La página de EVANGELIO que leemos se transmitía como hoja
suelta en la Iglesia primitiva. Luego la incorporaron al libro de
Juan, aunque no siempre en el mismo contexto. Por el estilo, se
diría de San Lucas (y algunos amanuenses se la atribuyeron, a
continuación de 21,38).
La intención de los que el Evangelio llama «escribas y fariseos»
no era resolver una duda jurídica ni apedrear a aquella infeliz,
sino acabar con Jesús. Provocaron la situación para «tentarle»
(dice el texto original, quizá no sin cierta alusión al espíritu
diabólico).
El trasfondo socio-político es el mismo que el de la pregunta
sobre el tributo al César. Se encuentran en el área del Templo
de Jerusalén, centro neurálgico de la tensión entre Israel y
Roma. Jesús y sus adversarios están rodeados, por una parte,
del pueblo y, por otra, bajo la sombra de la fortaleza Antonia,
inmenso signo eficaz
V DOMINGO CUARESMA 761
de la presencia militar, administrativa y judicial del Imperio
romano en Judea.
Los hipócritas consultantes manejan el arma del dilema. O
Jesús se niega a responder, y entonces (tratándose de un caso
de aplicación de la Ley de Moisés) desmiente su carácter de
profeta y de Mesías, o da una respuesta definida y, en este
caso, o se desacredita ante el pueblo o cae en manos de la
autoridad civil.
En efecto, cualquier declaración a favor de la Ley, que era
inequívoca (Lev 20,10; Deut 22,22-24), se podía derivar a
reclamación de un derecho de soberanía, ya que los romanos
se habían reservado la pena capital n 18,31). En un clima de
extrema suspicacia, era suficiente para una denuncia por delito
político, de consecuencias siempre peligrosas.
Si, por el contrario, se manifestaba contra la Ley, rozaba, ante
la opinión popular, el fatídico crimen de «blasfemia)> (Act
6,11.14). En este punto, la corriente de los «zelotas» estaba
llevando la sensibilidad colectiva al paroxismo.
Situación de «suspense», que el Maestro acentúa al reaccionar,
en silencio de palabras, con un gesto misterioso. Inútil cavilar
qué escribía. Aunque no es inverosímil que remedase el
ceremonial de los jueces cuando dictaban sentencia:
primero, escribirla en silencio; luego leerla en voz alta. Glosa
de la situación en Rom 2,1 (y 2,22...). Los acusadores se
constituyen reos, y se autoabsuelven desfilando. Momento
típico de la hipocresía justiciera. Ojalá nunca se olvidase la
lección. Jesús ni les mira.
La escena final es sublime. Mirándose a los ojos, la miseria y la
Misericordia. Clara y severa la Verdad: ¡no vuelvas a pecar
jamás! Pero la persona que ha pecado y se ha humillado queda
con vida, con honor y amor.
Cuaresma, «primavera del espíritu». Isaías anuncia el glorioso
renacer del pueblo de Dios. El Salmo lo agradece y canta. San
Pablo nos da a entender que los que creen y esperan llevan
dentro de sí la fuente de su renovación: Cristo.
El Evangelio habla de perdón. Perdonar transformando al
pecador es arte divino.
1. — « Y todo el pueblo acudía a él» Cuando Jesús iba de
Galilea a Jerusalén solía pasar la noche en las afueras de la
capital. Amaba el silencio. De madrugada, volvía al Templo. En
sus inmensos atrios se reunía con el pueblo. El auténtico
pueblo, sencillo en sus cualidades y en sus defectos, siente una
espontánea connaturalidad con el Maestro de las
Bienaventuranzas mientras no se le interponen falsos
maestros. Aquel día interrumpió el diálogo una representación
de los que el evangelista llama «escribas y fariseos»
2. — «El que de vosotros esté sin pecado, que le tire la primera
piedra». Maestro y Profeta, Jesús ve el fondo oscuro de sus
conciencias. Los que condenan por lo mismo que debieran ser
condenados (Rom 2,1). Los que censuran por los mismos
pecados que cometen (Rom 2,22). Han sorprendido a una
infeliz en acto de adulterio. Al cómplice le correspondería la
misma pena; pero con el cómplice, valientes justicieros, no han
podido... La Ley de Moisés (como gran parte de las
legislaciones antiguas) impone la pena de muerte. Declaración
de principio, de la que todos sabían evadirse en la práctica.
Ahora ponen a Jesús en el compromiso de afirmar su vigencia
eficaz. Si se niega, lo acusarán de destruir la Ley de Moisés. Si
dice que sí, habrá desautorizado su Evangelio de Misericordia
(y, sobre todo, lo podrán denunciar a Pilato por
762
CICLO C
usurpar el derecho de pena capital, que los romanos se
reservaban). Jesús responde con una contrapregunta: ¿quién
se sabe limpio para tirar la primera piedra? Ellos no ignoran
que es profeta, y puede recordar a cada uno cuándo y con
quién pecó. La hipocresía teme la luz como su mayor enemigo.
Desfilaron uno a uno, empezando por los más venerables.
3. — «Tampoco yo te condeno; anda, y desde ahora no peques
más». Misericordia que perdona. Imperativo de conversión. La
pecadora ante Jesús, sin hipócritas en torno, resulta una
imagen viva del Evangelio. Gracia de la Santidad de Dios, que
condena el pecado. Pero da vida a la persona que ha pecado,
transfigurándole alma, corazón y sentidos en pureza cristiana
(Mt 5,27-30). Nuestra generación necesita
—como todas— arrodillarse también a los pies de Cristo para
escuchar su palabra de salvación: camina en la paz y no
vuelvas a pecar.
La historia de la Adúltera perdonada pone en escena dos
rasgos de la personalidad de Jesucristo: su firmeza frente a los
hipócritas y la bondad con que acoge a los pecadores en
camino de conversión.
Después de una introducción circunstancial, el breve drama se
desarrolla en dos partes: a) la consulta insidiosa de los
escribas; b) el diálogo entre el. Señor y la pecadora.
1. — La introducción circunstancial encuadra la escena en los
atrios del Templo de Jerusalén. Durante sus visitas a la capital,
Jesús iba al Templo de madrugada y allí acudía el pueblo,
madrugador como él, para escuchar su doctrina (Lc 21,37-38).
Al anochecer salía hacia el monte de los Olivos, buscando
retiro y seguridad en Getsemaní o en Betania. Cristo Maestro
está hablando a la multitud de los sencillos. Situación
evangélica de serenidad. Un grupo de adversarios la
interrumpe.
2. — La «pregunta insidiosa». Los influyentes que se habían
propuesto acabar con Jesús tenían que conseguir dos objetivos
previos: desacreditarlo ante el pueblo y comprometerlo con la
autoridad. Para ello iban a consultarle en público problemas
candentes, simulando celo por la Ley. Formulaban la pregunta
con malicia, de manera que cualquier solución resultase
ofensiva ya para los gobernantes ya para el sentimiento
popular.
En la «consulta» que leemos hoy preguntan si hay que aplicar
la Ley ante el escándalo que acaba de producirse. Un adulterio
sorprendido en flagrante. Casi todas las legislaciones de los
pueblos antiguos condenaban a muerte a las que consideraban
adúlteras. La de Israel (como alguna otra) imponía el mismo
castigo por igual a ambos cómplices: al hombre y a la mujer
(Lev 20,10; Deut 22,22-24). Pero aquellos celadores de la
moralidad, por lo visto, sólo valieron para detener a ella...
Hacía tiempo que tales leyes apenas servían más que de
norma ideal o principio teórico. La decadencia de costumbres,
también en Israel (Rom 2), tocaba fondo, y los más culpables
sabían cómo refugiarse en la impunidad.
«Los escribas y los fariseos» están seguros de que Jesús no va
a autorizar la sentencia de muerte. Su cordialidad con los
pecadores es lo que más le critican. Lo acosan con una
pregunta repulsiva para que declare ante muchos testigos y en
el mismísimo Templo que no hay que cumplir la Ley de Moisés.
Ello les basta para una campaña de difamación y un proceso
ante el Sanedrín. En el artificioso judaísmo que
Y DOMINGO CUARESMA 763
pretendían representar, la «Ley)> o Torá era el supremo valor,
en el que recapitulaban todos los sentimientos de religión,
patria y raza.
Jesús ni los mira. Se inclina para dibujar rasgos sobre el
enlosado. Era una manera de decir al importuno que no es
digno de atención. Insisten, y él accede a pronunciar la
sentencia. Pero no contra l mujer, sino contra cada uno de
ellos. Saben que el Profeta puede intuir las conciencias. El que
se atreva a alardear de puro, se expone a que le recuerde en
público cuándo, cómo y con quién pecó (cf. Rom 2,22). Y el
pueblo allí presente, indignado, es capaz de aplicarle la Ley de
Moisés al pie de la letra... Uno por uno, prefieren confesarse en
silencio, deslizándose del grupo. No sin ironía dice que se
anticiparon los más viejos. Insuperable representación plástica
de un arquetipo odioso: el del hipócrita justiciero (cf. Mt 7,3-5).
3. — La pecadora ante Jesús. El cristiano del siglo primero que,
inspirado por Dios, redactó esta narración puso el acento en la
última escena. La instantánea de la pecadora ante Jesús
resume el Evangelio. De la Ley a la Gracia. De la condenación a
la Misericordia. Gracia y Perdón que son imperativo interno de
pureza: «/no peques más!>. Cristo no es permisividad. Va más
a fondo que la Ley. Al que lo es todavía en el corazón, ya lo
declara adúltero (Mt 5,27-28). Y para conservar puro el corazón
exige el mayor sacrificio (Mt 5,29-30). La adúltera quedó libre
de pena. Pero obligada desde dentro a una conducta de pureza
por la mirada, la Palabra, la Gracia y el Amor salvífico de Cristo.
Cuaresma, tie de perdón. El leccionario del ciclo C nos invita a
considerar el Evangelio de la adúltera perdonada.
Empieza el relato con una indicación del lugar, tiempo y
circunstancias. Jerusalén. Jesús sale todas las noches del
recinto amurallado, en busca de retiro y seguridad. En casa de
sus amigos de Betania, o en la finca de Getsemaní. Apenas
amanece, vuelve al Templo donde pasa horas hablando de Dios
al pueblo sencillo. Le interrumpe un grupo de fariseos, entre los
que destacan algunos escribas o Maestros de la Ley. Arrastran
a una mujer sorprendida en evidente pecado de adulterio.
Preguntan a Jesús si se le tiene que aplicar la pena de muerte,
tal como lo manda la Ley de Moisés. Dos momentos en la
dramática situación: 1) Jesús frente a los acusadores; 2) la
pecadora ante Jesús.
1. —Jesús frente a los acusadores. No los mueve la verdad ni la
justicia. No buscan la muerte de la adúltera, sino la de Jesús Un
7, 19 y 25). Si desautoriza la Ley de Moisés, cae en desgracia
del pueblo apasionado. Si dicta sentencia capital contra la
pecadora, se arroga un derecho que los romanos se habían
reservado. Los romanos que estaban allí, vigilando la Ciudad y
el Templo desde la Fortaleza Antonia. Casi todas las
legislaciones antiguas condenaban a muerte a la mujer
adúltera. La de Israel también al cómplice. En arqueológica
teoría, pues todos sabían cómo burlar la Ley (Rom 2,22).
Aquellos hipócritas han comprometido a una infeliz ingenua. El
Profeta lo sabe. Les manifiesta su menosprecio, trazando
signos en el enlosado. Tanto insisten, que levanta los ojos para
clavarlos en el rostro de ellos. Le exigen que asuma el oficio de
juez temporal que no es el suyo Qn 8,15). Clásico estilo de
«tentar» a quienes tienen misión religiosa: que se salgan de su
órbita, para luego acusarlos... Jesús, Profeta de conducta
inmaculada Un 8,46), interpela sus conciencias. Que se
764 CICLO C
juzguen a sí mismos antes de juzgar. Saben que puede decir a
cada uno dónde y con quién pecó. Y allí está el pueblo para
oírlo. Los hipócritas temen la luz, que es su mayor humillación,
y desaparecen.
2. — La pecadora ante Jesús. Momento sublime. Resumen del
Evangelio. De la Ley a la Gracia. Abrazo de la Miseria del
hombre con el Perdón de Dios. Misericordia que es imperativo
interior de pureza. El Evangelio no es permisividad. Pide más
que la Ley. Jesús declara adúltero al que lo es en el secreto de
su corazón (Mt 5, 27-28). Y le impone el mayor sacrificio para
salvarse (Mt 5,29-30). Comprensivo y exigente. «No te
condeno», pero «no peques más». Para aquella pobre mujer, la
mirada de Cristo debió de ser, desde entonces, imperativo
ardiente de pureza.
DOMINGO DE RAMOS
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 19,28-40
En aquel tiempo, Jesús iba hacia Jerusalén, marchando a la
cabeza.
Al acercarse a Betfagé y Betania, junto al monte llamado de los
Olivos, mandó a dos discípulos, diciéndoles:
—Id a la aldea de enfrente: al entrar encontraréis un borrico
atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y, si
alguien os pregunta: €Por qué lo desatáis?», contestadle: ‘El
Señor lo necesita.»
Ellos fueron y lo encontraron como les había dicho. Mientras
desataban el borrico, los dueños les preguntaron:
— qué desatáis el borrico? Ellos contestaron:
—El Señor lo necesita.
Se lo llevaron a Jesús, lo aparejaron con sus mantos, y le
ayudaron a montar. Según iba avanzando, la gente alfombraba
el camino con los mantos. Y, cuando se acercaba ya la bajada
del monte de los Olivos, la masa de los discípulos,
entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos por todos
los milagros que habían visto, diciendo:
—jBendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en
el cielo y gloria en lo alto. Algunos fariseos de entre la gente le
dijeron:
—Maestro, reprende a tus díscípulos. El replicó:
—Os digo, que si éstos callan, gritarán las piedras.
766 CICLO C -
EVANGELIO
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 22,14—
23,56
C. [ la hora, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo:
—He deseado enormemente comer esta comida pascual con
vosotros antes de padecer, porqtte os digo que ya no la
volveré a comer hasta que se cumpla en el Reino de Dios.
C. Y, tomando una copa, dio gracias y dijo:
—Tomad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no
beberé desde ahora del fruto de la vid hasta que venga el
Reino de Dios.
C. Y, tomando pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo:
—Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto
en memoria mía. Después de cenar, hizo lo mismo con la copa
diciendo:
—Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre, que se
derrama por vosotros. Pero mirad: la mano del que me entrega
está con la mía en la mesa. Porque el Hijo del hombre se va
según lo establecido; pero ¡ay de ése que lo entrega!
C. Ellos empezaron a preguntarse unos a otros quién de ellos
podía ser el que iba, a hacer eso. Los discípulos se pusieron a
disputar sobre quién de ellos debía ser tenido como el primero.
Jesús les dijo: .
—Los reyes de los gentiles los dominan y los que ejercen la
autoridad se hacen llamar bienhechores. Vosotros no hagáis
así, sino que el primero entre vosotros pórtese como el menor,
y el que gobierne, como el que sirve. Porque, ¿quién es más, el
que está en la mesa o el que sirve?, ¿verdad que el que está
en la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que
ssrve.
Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis
pruebas, y yo os transmito el Reino como me lo transmitió mi
Padre a mí; comeréis y beberéis a mi mesa en mi Reino, y os
sentaréis en tronos para regir a las doce tribus de Israel.
C. Y añadió:
—Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para
cribaros como trigo. Pero yo he pedido por ti para que tu fe no
se apague.
Y tú, cuando te recobres, da firmeza a tus hermanos.
C. El le contestó:
5. —Señor, contigo estoy dispuesto a ir incluso a la cárcel y a la
muerte.
C. Jesús le replicó:
—Te digo, Pedro, que no cantará hoy el gallo antes que tres
veces hayas negado conocerme.
C. Y dijo a todos:
—Cuando os envié sin bolsa ni alforja, ni sandalias, ¿os faltó
algo?
C. Contestaron:
5. —Nada.
C. El añadió:
—Pero ahora, el que tenga bolsa que la coja, y lo mismo la
alforja; y el que no tiene espada que venda su manto y compre
una. Porque os aseguro que tiene que cumplirse en mí lo que
está escrito: «Fue contado con los malhechores». Lo que se
refiere a mí toca a su fin.
C. Ellos dijeron:
5. —Señor, aquí hay dos espadas.
C. El les contestó:
—Basta.
C. Y salió Jesús como de costumbre al monte de los Olivos, y lo
siguieron los discípulos. Al llegar al sitio, les dijo:
—Orad, para no caer en la tentación.
C. El se arrancó de ellos, alejándose como a un tiro de piedra,
y, arrodillado, oraba diciendo.
—Padre, si quieres, aparta de mí ese cáliz. Pero que no se haga
mi voluntad, sino la tuya.
C. Y se le apareció un ángel del cielo que lo animaba. En medio
de su angustia oraba con
DOMINGO DE RAMOS 767
más insistencia. Y le bajaba el sudor a goterones, como de
sangre, hasta el suelo. Y, levantándose de la oración, fue hacia
sus discípulos, los encontró dormidos por la pena, y les dijo:
— qué dormís? Levantaos y orad, para no caer en la tentación.
C. Todavía estaba hablando, cuando aparece gente: y los
guiaba el llamado Judas, uno de los Doce. Y se acercó a besar a
Jesús.
Jesús le dijo:
—Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?
C. Al darse cuenta los que estaban con él de lo que iba a pasar,
dijeron:
5. —Señor, ¿herimos con la espada?
C. Y uno de ellos hirió al criado del sumo sacerdote, y le conó la
oreja derecha.
Jesús intervino diciendo:
—Dejad basta.
C. Y, tocándole la oreja, lo curó. Jesús dijo a los sumos
sacerdotes y a los oficiales del templo, y a los ancianos que
habían venido contra él:
— salido con espadas y palos a la caza de un bandido? A diario
estaba en el templo con vosotros, y no me echasteis mano.
Pero ésta es vuestra hora: la del poder de las tinieblas.
C. Ellos lo prendieron, se lo llevaron y lo hicieron entrar en casa
del sumo sacerdote. Pedro lo seguía desde lejos. Ellos
encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor y
Pedro se sentó entre ellos.
Al verlo una criada sentado junto a la lumbre, se le quedó
mirando y le dijo:
5. —También éste estaba con él.
C. Pero él lo negó diciendo:
5. —No lo conozco, mujer.
C. Poco después lo vio otro y le dijo:
5. —Tú también eres uno de ellos.
C. Pedro replicó:
5. —Hombre, no lo soy.
C. Pasada cosa de una hora, otro insistía:
5. —Sin duda, también éste estaba con él, porque es galileo.
C. Pedro contestó:
5. —Hombre, no sé de qué hablas.
C. Y estaba todavía hablando cuando cantó un gallo. El Señor,
volviéndose, le echó una mirada a Pedro, y Pedro se acordó de
la palabra que el Señor le había dicho: «Antes de que cante
hoy el gallo, me negarás tres veces.’> Y, saliendo afuera, lloró
amargamente.
Y los hombres que sujetaban a Jesús se burlaban de él dándole
golpes.
Y, tapándole la cara, le preguntaban:
5. —Haz de profeta: ¿quién te ha pegado?
C. Y proferían contra él otros muchos insultos.
Cuando se hizo de día, se reunió el senado del pueblo, o sea,
sumos sacerdotes y letrados, y, haciéndole comparecer ante su
sanedrín, le dijeron:
5. —Si tú eres el Mesías, dínoslo.
C. El les contestó:
—Si os lo digo, no lo vais a creer; y si os pregunto, no me vais a
responder.
Desde ahora el Hijo del hombre estará sentado a la derecha de
Dios todopoderoso.
C. Dijeron todos:
5. —Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?
C. El les contestó:
—Vosotros lo decís, yo lo soy.
C. Ellos dijeron:
5. — necesidad tenemos ya de testimonios? Nosotros mismos
lo hemos oído de su boca.]
C. El senado del pueblo, o sea, sumos sacerdotes y letrados, se
levantaron y llevaron a Jesús a presencia de Pilato. Y se
pusieron a acusarlo diciendo:
768 CICLO C
5. —Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra
nación, y oponiéndose a que se paguen tributos al César, y
diciendo que él es el Mesías rey.
C. Pilato preguntó a Jesús:
5. — tú el rey de los judíos?
C. El le contestó:
—Tú lo dices.
C. Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la turba:
5. —No encuentro ninguna culpa en este hombre.
C. Ellos insistían con más fuerza diciendo:
5. —Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde
Galilea hasta aquí.
C. Pilato, al oírlo, preguntó si era galileo; y al enterarse que era
de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió. Herodes estaba
precisamente en Jerusalén por aquellos días.
Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento; pues hacía
bastante tiempo que quería verlo, porque oía hablar de él y
esperaba verlo hacer algun milagro.
Le hizo un interrogatorio bastante largo; pero él no le contestó
ni palabra.
Estaban allí los sumos sacerdotes y los letrados acusándolo
con ahínco.
Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio y se burló de él;
y, poniéndole una vestidura blanca, se lo remitió a Pilato. Aquel
mismo día se hicieron amigos Herndes y Pilato, porque antes
se llevaban muy mal.
Pilato, convocando a los sumos sacerdotes, a las autoridades y
al pueblo, les dijo:
S. —Me habéis traído a este hombre, alegando que alborota al
pueblo; y resulta que yo le he interrogado delante de vosotros,
y no he encontrado en este hombre ninguna de las culpas que
le imputáis; ni Herodes tampoco, porque nos lo ha remitido: ya
veis que nada digno de muerte se le ha probado. Así que le
daré un escarmiento y lo soltaré.
C. Por la fiesta tenía que soltarles a uno. Ellos vociferaron en
masa diciendo:
5. — ése! Suéltanos a Barrabás.
C. (A éste lo habían metido en la cárcel por una revuelta
acaecida en la ciudad y un homicidio.)
Pilato volvió a dirigirles la palabra con intención de soltar a
Jesós. Pero ellos seguían gritando:
5. — crucifícalo!
C. El les dijo por tercera vez:
5. —Pues, ¿qué mal ha hecho éste? No he encontrado en él
ningún delito que merezca la muerte. Así es que le daré un
escarmiento y lo soltaré.
C. Ellos se le echaban encima pidiendo a gritos que lo
crucificara; e iba creciendo el griterío.
Pilato decidió que se cumpliera su petición: soltó al que le
pedían (al que había metido en la cárcel por revuelta y
homicidio), y a Jesús se lo entregó a su arbitrio.
Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de
Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz para que la
llevase detrás de Jesús.
Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se
daban golpes y lanzaban lamentos por él.
Jesús se volvió hacia ellas y les dijo:
—Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por
nuestros hijos, porque mirad que llegará el día en que dirán:
((Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y
los pechos que no han criado». Entonces empezarán a decirles
a los montes: »Desplomaos sobre nosotros», y a las colinas:
»Sepultadnos((; porque si así tratan al leño verde, ¿qué pasará
con el seco?
C. Conducían también a otros dos malhechores para
ajusticiarlos con él.
Y cuando llegaron al lugar llamado ((La Calavera», lo
crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y
otro a la izquierda.
Jesús decía:
DOMINGO DE RAMOS 769
—Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
C. Y se repartieron sus ropas echándolas a suerte.
El pueblo estaba mirando.
Las autoridades le hacían muecas diciendo:
5. —A otros ha salvado, que se salve a sí mismo, si él es el
Mesías de Dios, el Elegido.
C. Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre
y diciendo:
5. —Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo. -
C. Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea:
Este es el rey de los judíos.
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo:
5. —ENo eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.
C. Pero el otro le increpaba:
5. — siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y
lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que
hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.
C. Y decía:
5. —Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino.
C. Jesús le respondió:
—Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.
C. Era ya eso de mediodía y vinieron las tinieblas sobre toda la
región, hasta la media tarde; porque se oscureció el sol. El velo
del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz
potente, dijo:
—Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.
C. Y, dicho esto, expiró.
El centurión, al ver lo que pasaba, daba gloria a Dios diciendo:
5. —Realmente, este hombre era justo.
C. Toda la muchedumbre que habíq acudido a este
espectáculo, habiendo visto lo que ocurría, se volvían dándose
golpes de pecho.
Todos sus conocidos se mantenían a distancia, y lo mismo las
mujeres que lo habían seguido desde Galilea y que estaban
mirando.
[ hombre llamado José, que era senador, hombre bueno y
honrado (que no había votado a favor de la decisión y del
crimen de ellos), que era natural de Arimatea y que aguardaba
el Reino de Dios, acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y,
bajándolo, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro
excavado en la roca, donde no habían puesto a nadie todavía.
Era el día de la Preparación y rayaba el sábado. Las mujeres
que lo habían acompañado desde Galilea fueron detrás a
examinar el sepulcro y cómo colocaban su cuerpo. A la vuelta
prepararon aromas y ungüentos. Y el sábado guardaron reposo,
conforme al mandamiento.]
REFLEXIONES PARA UNA LECTURA DE LA
PASIÓN SEGÚN SAN LUCAS
Consideraciones generales
Uno de los momentos más característicos de Semana Santa es
la lectura o canto de la Pasión. Según San Juan en la liturgia del
Viernes. Según uno de los tres Sinópticos en la misa del
Domingo de Ramos: este año (ciclo C) corresponde San Lucas.
En el fondo de las cuatro redacciones permanece la estructura
de una misma narración primitiva, esencial y concisa como un
acta: cada evangelista la completó y adaptó, mirando al bien
espiritual de sus lectores. Las siguientes consideraciones se
refieren a
770 CICLO C
los elementos comunes, indicando de paso alguno de los
rasgos especiales de San
Lucas. -
El acta evangélica de la Pasión considera a Jesucristo como
afirmación de la Verdad, indicación del Camino y fuente de
Vida.
1. — Afirmación de la Verdad. La historia de la Pasión es
«Teología narrativa». Doctrina expresada con hechos. Por ser
Jesús la Palabra de Dios, enseñaba no solamente hablando sino
también y principalmente con sus actos. Los acontecimien tos
de la Pasión y Muerte fueron el momento culminante de su
Magisterio.
La lección más impresionante fue la de fundir el glorioso ideal
de «Mesías» o Cristo con la experiencia de la Crucifixión.
Afirmar un «Cristo-Crucificado» ofendía escandalosamente (1
Cor 1, 23) las convicciones mesiánicas del judaísmo oficial de
entonces. Pero la Pasión no desautoriza únicamente aquellas
convicciones, sino cualquier otro rebrote de «mesianismo»
terreno que pueda nacer en el alma del Pueblo de Dios.
Relacionándola con toda su Misión en la tierra, la muerte
violenta fue para Jesús un desenlace normal, que él presintió y
predijo. Prueba de sinceridad del Profeta fiel, que no cesa de
proclamar la justicia y denunciar el pecado. Arquetipo del Justo
perseguido. La Cruz es consecuencia lógica del Sermón de la
Montaña. En una palabra, la Pasión tiene valor de «Martirio»:
testimonio y rúbrica de sangre a toda la Doctrina
anteriormente profesada.
Los evangelistas contemplan la Crucifixión del Mesías al trasluz
de la experiencia pascual de su Gloria. Su Gloria de Hijo de
Dios. Pasión y Glorificación están en una indivisible línea de
continuidad. Las Apariciones demuestran a los ojos que el
Resucitado es el mismo de la cruz. Y a punto de morir, reo ante
el Sanedrín, Jesús afirma su Divinidad. El creyente que
contempla el Mesías-Crucificado como Hombre y Dios, intuye
en el misterio de su Muerte una infinita realidad de Vida.
El pueblo sencillo comprende el sentido teológico de la Pasión.
Por eso ha hecho de la Cruz su compendio del Evangelio.
2. — Camino. Los evangelistas (sobre todo Lucas) dieron a su
relato de la Pasión y Muerte un transparente sentido de
ejemplaridad. Escribían en clima de persecución. Todo cristiano
fiel veía muy posible el martirio de sangre, y seguro el
«martirio social». Ser discípulo comprometía a seguir a Jesús-
Mártir por su mismo Camino. Cuando San Lucas narra la
primera muerte cristiana, la del diácono Esteban, la describe
como un reflejo de la de Cristo. Perdonar a los enemigos por
amor. Ofrecerse en oración de confianza. Iluminar el
sufrimiento con la paz. Getsemaní revela el corazón de esta
actitud: el sentido filial. En identificación activa con la Voluntad
del Padre. Es decir, con su proyecto salvífico sobre el mundo.
La intención de ejemplaridad o aviso afecta también a los
personajes secundarios. Pedro, el candidato al martirio que por
confiar en sí mismo «cae», pero sabe levantarse. Judas, el
amigo traidor, clave de tantas persecuciones. Transparente la
virtualidad alusiva de otras figuras: las mujeres del pueblo, las
discípulas, el noble José de Arimatea, el malhechor penitente.
Incisivo el retrato de los perseguidores.
3. — Vida. San Lucas interpretó la historia de Jesús como un
Camino-de-Exodo. Su Pasión y Muerte es el Paso decisivo.
Pascua de la liberación eterna. Al otro lado está el Reino de
Dios. La Vida en el Espíritu Santo. Dicho en el lenguaje popular
que podía entender el buen Ladrón, el «paraíso». Esta historia
del buen Ladrón, exclusiva de San Lucas, es un hermoso
ejemplo de «Teología narrativa». Expresión viva de
DOMINGO DE RAMOS 771
cuán eficaz es la Fe penitente en el Poder salvífico del
Crucificado. Por Gracia de Cristo, su «con-crucificado» pasa en
un instante de la situación de Muerte a la situación de Vida.
La lectura de la Pasión y Muerte empieza por la de la Cena del
Señor. Al juntarlos en una sola unidad redaccional, el Evangelio
ha querido poner de manifiesto la compenetración entre
ambos aspectos de un mismo Misterio. San Lucas subraya el
ambiente pascual de la Cena. Las líneas con que la describe
encierran una riquísima doctrina. En la «Sangre derramada»;
es decir, en el Sacrificio de Jesús se constituye la Nueva
Alianza (Lc 22,20, con alusión a Jeremías 31,31-34). La Iglesia
de Dios (Hechos 20,28), que en cada Eucaristía renueva el «sí»
de fidelidad a su Esposo.
En la última Cena Jesús da su Cuerpo y Sangre a los discípulos.
«Se entrega por vosotros», dice del Cuerpo; «se da por
vosotros», de la Sangre. Al hablar de su Muerte, en otros
textos, suele decirse que «fue entregado», que otros «lo
entregaron». Pero en las Palabras de la Cena afirma su
voluntaria y libre iniciativa: es él mismo quien se da o entrega
a sí mismo, totalmente, por los demás. Darse es equivalencia
de amar (Gal 2,20; Ef 5,2 y 5,25). Y la noción bíblico-cristiana
de Sacrificio incluye el amor como condición esencial y actitud
predominante. La historia de la Cena eucarística y la Pasión,
reducidas en el Evangelio a perspectiva de unidad, es «Teología
narrativa» del Sacrificio, que funde en una misma llama la
Glorificación del Padre y la Liberación total o Salvación
escatológica de los hombres.
Guión esquemático
Después de un prólogo (22,1-6), la historia de la Pasión une
redaccionalmente dos ciclos: el de la Cena de despedida y el
del Martirio. (El resumen que sigue corresponde al texto de
Lucas; comparándolo con el de los otros evangelistas se
pueden observar sus notables diferencias).
A. — Ciclo de la última Cena.
Tiene por centro la Celebración del convite pascual,
encuadrado por su Preparación y una Alocución de despedida.
1. — La Preparación (22,7-13) no se lee en la misa. Destaca
dos ideas: a) la Cena va a ser una Fiesta de Pascua; b) Jesús
pre-conoce lo que va a suceder.
2. — Al iniciar la Celebración (y. 14-15), Jesús declara mediante
un enérgico hebraísmo («con deseo he deseado...») que este
es el momento al que convergían todos los afanes de su vida.
El relato distingue a continuación tres perspectivas: a) la última
Cena pascual judía (17-18); b) la próxima futura Pascua eterna
del Reino de Dios (16 y 18b); c) el Banquete sacrificial
eucarístico de la Nueva Alianza (19-20): los Discípulos lo
seguirán celebrando en la tierra como Memorial de la Pasión,
Presencia de Jesús, pregustación del Reino escatológico.
3. — Temas de la Alocución de despedida: a) el Señor pre-
conoce la traición y va conscientemente a su destino (21-23);
b) servicio y grandeza del Apostolado (24-30); c) aviso y
encargo a Pedro (31-34); d) inminencia de la tribulación (35-
38).
772 CICLO C
B. — Ciclo del Martirio.
Sigue las tres fases en que se desarrolla espontáneamente un
«acta de mártir)>:
arresto, proceso, ejecución. Antes, el mártir se prepara orando.
Después de la muerte, sus amigos rescatan el cuerpo y le dan
piadosa sepultura.
Oración previa (39-46). La plegaria del Mártir es lucha (en
griego: «a contra la Tentación «satánica» (cf. vers. 3,31 y 53b).
La respuesta divina —el Angel es la Fortaleza. Fidelidad heroica
de Jesús en su característica actitud filial. Fracaso de la pereza
en los discípulos.
1. — Arresto (47-54). Desposeimiento de la libertad. Con
cautela y violencia, como si fuera un peligroso. Traición del
amigo (dice que, cuando se leía el beso de Judas en antiguas
Comunidades cristianas, muchos lloraban). Ilusión de los
discípulos, que hasta hace un momento dormían: confiar en su
espada. Serenidad de Jesús, que reprende su error y lo
compensa.
San Lucas sitúa en esta primera fase, antes del proceso, la
caída de Pedro (54b-62) y los malos tratos de la guardia (63-
65). En la caída de Pedro, acentúa la ejemplaridad de su
conversión bajo la mirada del Señor (61-62).
2. — Proceso. Se desdobla en dos: ante la tradicional autoridad
suprema del pueblo judío; ante la efectiva autoridad civil.
Proceso judío (66-71). Omitiendo todo detalle, se concentra en
el momento esencial: Jesús se ha constituido reo por
declararse «el Hijo de Dios».
Proceso romano (23,1-25). Protagonista, Pilato. Unico que de
hecho podía hacer cumplir la sentencia de muerte. Los
acusadores disfrazan de político (y. 2) el recién comprobado
«delito» religioso. Forcejeo de Pilato entre la conciencia jurídica
y el oportunismo. Significativo episodio de Herodes (exclusivo
de Lc). Definitiva convocación de autoridades y pueblo.
Insistente proclamación de inocencia. Pilato cede
culpablemente ante la presión de los acusadores culpables.
Estos representan un sector local y temporal del pueblo judío;
encarnación dramática de un «mesianismo» cerrado, que no
podía aceptar al Mesías de las Bienaventuranzas. Sería injusto
utilizar esta escena como pretexto de un antijudaísmo global.
3. — Ejecución (23,26-49).
San Lucas pinta la «Via Crucis» y el Calvario como un retablo
destinado al religioso ejercicio de meditar «mirando» (y. 35a y
49). Simón de Cirene encarna la figura del discípulo-seguidor,
que acepta «llevar la cruz en pos de Jesús» (26). La gente
sencilla, y especialmente las mujeres del pueblo, se
compadecen de él (27), contemplan (35a), vuelven
cordialmente impresionados (48). El centurión proclama su
inocencia (47). Serena ejemplaridad del Mártir, que perdona a
los que le hacen sufrir (34), y muere en entrega de amor al
Padre (46) que le ha dado a beber el cáliz (22,42). La Cruz,
signo de contradicción: para unos, fracaso y objeto de burla
(35b-39); para el pecador con ojos de Fe (40-43), signo y
eficacia de Salvación.
El epílogo de la Sepultura (50-56) añade al retablo la última
figura ejemplar, que
Lucas, sensible a los valores humanos, describe con
admiración: José de Arimatea. La
provisión de aromas de las discípulas sirve de enlace y preludio
al Anuncio de la
Resurrección (24,1-2), capítulo definitivo y principal en la
«Teología narrativa» del
Sacrificio redentor de Jesús.
DOMINGO DE RAMOS 773
Empieza la liturgia de hoy evocando aquella entrada en
Jerusalén. Memoria de un desahogo popular, tan sencillo que
sólo inquietó a algunos fariseos. Jesús le dio dimensión
teológica, con signos más que con palabras. Ya que se
empeñaban en aclamarle «rey», montó en un borrico: manera
de transformar un entusiasmo, tal vez equívoco, en cuadro
plástico de aquel oráculo del profeta (Zac 9,9-10) que anunció
la entrada en Sión de un Vencedor que sería, pobre y montado
en un asno, el Rey de la Paz. (Por esta época, los reyes del
mundo tenían que ser buenos guerreros, y montar a caballo).
San Lucas adaptó la narración a sus lectores helenistas, que
entendían poco de signos proféticos y menos de hebreo; por
eso, para iluminarles el sentido de aquella fiesta, sustituye los
«jhosanna!» por una declaración explícita del programa del
Rey Jesús puesta en boca del pueblo: « en el Cielo y Gloria en
las alturas!». Es el himno de Navidad (2,14), modificando
intencionalmente el inciso <(Paz en la tierra». Allí era un
augurio; aquí un aviso. El aviso de que la Paz le tiene que venir
a la tierra de lo alto, como la lluvia y el calor del sol. —Artista
en contrastes, San Lucas dedica el párrafo siguiente (41-44) a
las lágrimas de Jesús por la próxima guerra, que ha de asolar
Jerusalén porque no quiso reconocer la fuente de su Paz (42).
Las lecturas que preparan la Pasión, en la asamblea eucarística
de este domingo de Ramos, son las mismas para los tres ciclos.
Del Libro de Isaías, una parte del tercer cántico del Siervo de
Yahvé. Buen alumno de Dios, y, por eso, buen maestro de los
hombres; firme hasta el martirio. —De la Carta a los Filipenses,
el <(himno cristológico>. Síntesis preciosa de la fe con que los
discípulos de primera hora adoraban en amor la divinidad de
Cristo, sus humillaciones y su soberanía universal.
La HISTORIA DE LA PASIÓN fue la pieza fundamental de los
documentos en torno a la memoria de Jesús, que entraron
luego a formar parte de los Evangelios canónicos. Su núcleo
primordial tiene la estructura de las «actas de los mártires»:
prendimiento, proceso, ejecución. El proceso es doble: religioso
ante el Sanedrín (ineficaz, por cuanto no podían ejecutar la
sentencia) y civil ante Pilato. En este núcleo primordial, todo
converge con rapidez hacia la escena del Calvario. Escena que
es la paradoja de un Mesías, Hijo de Dios que viene a
establecer su Reino hundiéndose en un fracaso absoluto de
vilipendio, despojo y tormentó. Nuestra imaginación ya no es
capaz de medir el «escándalo» que producía (1 Cor 1,23) un
Evangelio así.
Para iluminar lo que no es escándalo, sino Misterio,
introdujeron la Historia del Martirio con la de la CENA PASCUAL-
EUCARISTICA. En ésta, todo converge a las palabras de la
Consagración. En verdad hecha signo, Jesús se da todo por la
Iglesia. Por el mundo, llamado a ser comensal de Dios en la
Iglesia. Donación a los hombres, realizada y expresada en
gesto latréutico de Sacr que, siendo total y voluntario, marca el
límite supremo del Amor.
En la Historia completa de la Pasión, sus dos ciclos (el del
Martirio y el de la Eucaristía) se iluminan mutuamente. La
comprensión de la Eucaristía transfigura cada humillación,
despojo y tormento en ofrenda a Dios por los hombres. La
meditación del Martirio da a la Eucaristía una impresionante
seriedad.
En la teología sacrificial de la Eucaristía, los evangelistas
destacaron, entre los demás aspectos (Sacrificio de Alianza,
Sacrificio de Expiación) el de Sacrificio de Comunión. «Comed»,
«bebed todos»; esto es, asimilad: «hace vuestra» mi Vida. No
774 CICLO C
en abstracto, sino en su concreta actitud de este momento. La
del que en generosidad eucarística adora a Dios dándose a los
hombres.
Bajo esta luz, la Pasión, supuesto su valor salvífico, se presenta
con una principal perspectiva de ejemplaridad. Cuando
escribieron esta Historia, profesarse cristiano equivalía a
ofrecerse candidato para el martirio. El de Jesús servía de
pauta. Por ejemplo, en disponerse con la oración (Getsemaní).
No resistencia (prendimiento). Hablar lo indispensable y callar
mucho en el proceso. Perdonar... De los cuatro evangelistas,
San Lucas es el que más conscientemente trabaja este aspecto
de ejemplaridad. También en las figuras que le rodean: Simón
de Cirene, las buenas mujeres, el criminal penitente... Cuando
San Lucas tuvo que escribir la historia del primer discípulo
mártir, Esteban, calcó sus actitudes y palabras en las de la
Pasión de Cristo.
Los que participan hoy en la Bendición de los Ramos y en la
Misa escuchan dos veces la proclamación del Evangelio: un
conciso relato de la entrada en Jerusalén y una extensa
memoria de la Pasión.
1. —Jesús viene a Jerusalén como Rey Mesías. « en el cielo y
gloria en las alturas!». El Señor transformó aquella ingenua
manifestación del pueblo en liturgia de la Paz. Se empeñan en
aclamarlo rey. Acepta, pero sin oro ni espada. Su derecho está
en el nombre del Señor y su fuerza en el corazón de los
humildes. Por montura, pide de prestado un borrico. Gesto de
evidente intención significativa, que el Evangelio subraya con
énfasis: «el Señor lo necesita... » Con ello traduce a parábola
viviente uno de los más vibrantes anuncios proféticos de la
Biblia: el del Mesías pobre y humilde —montado en un asno—
que proclamará a las naciones el desarme y la paz (léase
Zacarías 9,9-10). Los reyes de la tierra hacían sus «entradas
triunfales» montados a caballo o en carros bélicos, con una
imponente escolta de gente armada. Cristo Rey no quiere
asemejarse a ellos. Sus discípulos gritan: « en el cielo y Gloria
en las alturas!». Quieren dar a entender que la paz o será
resplandor de la Gloria de Dios o no será. La paz entre los
hombres no nace de la tierra; la proclamaron desde el cielo los
ángeles de Belén. Algunos, que el evangelista denomina
«fariseos», desearon y no consiguieron acallar el vítor de los
discípulos. Año tras año, la bendición y procesión de las palmas
actualiza, en la Comunidad de los discípulos, aquella
proclamación evangélica de Jesucristo Rey de la Paz.
2. — Historia de la Pasión. Los primeros cristianos se reunían
asiduamente para celebrar la Fracción del Pan. Cumplían así,
como nosotros, mandato del Señor:
«Haced esto en memoria mía». Para avivar esta memoria
evocaban los pasos de Jesús durante aquellas horas del primer
jueves y viernes santo, desde el Cenáculo hasta el Calvario, el
Sepulcro y la Gloria. Así se fue formando un relato fundamental
de la Pasión, que luego cada evangelista adaptó y redactó con
su peculiar estilo. Hoy escuchamos el texto de San Lucas,
quien nos ofrece en la bondad de Cristo crucificado una pauta
de cómo hemos de llevar y sufrir también cada uno la cruz de
nuestra vida. Desde la primera línea nos invita a considerar el
sacrificio del Redentor
—Cruz y Eucaristía— en sintonía con su corazón:
«Ardientemente he deseado celebrar esta Cena pascual con
vosotros antes de padecer...» Si Cristo anheló su
DOMINGO DE RAMOS 775
Sacrificio es porque veía en él la gloriosa revelación del amor
de Dios, la salvación del mundo y la razón de ser de su Iglesia.
Domingo de Pasión. El pueblo cristiano, por instinto divino,
reconoce en la Cruz de Cristo el signo eficaz de su Verdad, su
Amor y su Victoria. Como San Juan y San Pablo, no separa la
Cruz de la Gloria ni la Gloria de la Cruz. Esta doble dimensión
del Misterio Cristiano se transparenta en todos los textos
bíblicos del presente domingo. En el Cántico del Siervo de
Yahvé, discípulo de Dios y Maestro de los hombres (primera
lectura). En el Salmo de la Pasión, soliloquio del Mártir-
Salvador. En el Himno cristológico de la Carta a los Filipenses,
reliquia de la más antigua liturgia cristiana, que proclama la
Soberanía universal de Cristo precisamente por su humillación
en la Cruz.
La procesión de los ramos evoca y actualiza la Entrada triunfal
en Jerusalén. Mediante un «signo» preanunciado en el Libro de
Zacarías (montar en un asno, y no en un caballo o un carro de
guerra), Jesús se declara Rey de los sencillos y pacíficos. Como
tal lo reconoce el pueblo de los que aman la sencillez y la paz.
Los niños son actores principales en esta liturgia popular.
La lectura o canto de la Historia de la Pasión es hoy el
momento principal en la Liturgia de la Palabra. Después que el
Señor se les ausentó visiblemente, los Discípulos se reunían
con frecuencia a celebrar la Fracción del Pan. Cumplía así su
testamento: «Haced esto, que es mi Memorial». Sabían que en
cada Eucarístia se les hacía presente, como en Emaús, y
actualizaba en ellos el Misterio de su Muerte-y-Vida. De su
Cruz-y-Gloria. Por eso recordaban y comentaban con afecto
—la gratitud es memoria del corazón— todas y cada una de las
circunstancias de aquella «Hora» de Jesús, que empezó al
atardecer del Jueves Santo y culminó en la Resurrección.
Aquellas conversaciones de los Apóstoles y sus colaboradores
cristalizaron luego en un resumen escrito, que cada
evangelista elaboró y redactó con su peculiar estilo.
San Lucas, cuya redacción leemos este año, presenta a Jesús
en la Pasión como camino de la vida cristiana. El buen discípulo
es Cireneo, que lleva la Cruz en pos del Señor. En actitud de
Servicio, como Jesús al celebrar la Cena pascual y eucarística.
En Oración, como en Getsemaní y en el Calvario. Perdonando.
Las palabras con que empieza esta Historia de la Pasión
revelan un Corazón-en-llama: «Con ardiente deseo he deseado
celebrar esta Pascua con vosotros... » Llamada a la gratitud de
cuantos recuerdan lo que Jesús hizo por ellos. Invitación a
tener también un corazón-en-llama para celebrar la Cena
pascual y eucarística con El.
DOMINGO DE RESURRECCIÓN
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según San Lucas 24,1-12
El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron
al sepulcro llevando los aromas que habían preparado.
Encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y entrando no
encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban
desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con
vestidos refulgentes. Ellas, despavoridas, miraban al suelo, y
ellos les dijeron:
— qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha
resucitado. Acordaos de lo que os dijo estando todavía en
Galilea: >El Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos
de pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar».
Recordaron sus palabras, volvieron del sepulcro y anunciaron
todo esto a los Once y a los demás. María Magdalena, Juana y
María la de Santiago, y sus compañeras contaban esto a los
apóstoles. Ellos lo tomaron por un delirio y no las creyeron.
(Pedro se levantó y fue corriendo al sepulcro. Asomándose vio
sólo las vendas por el suelo. Y se volvió admirándose de lo
sucedido.)
Jueves Santo. En torno a la mesa. De la amable convivencia
humana al milagro divino de la Comunicación. La convivencia o
comunidad sólo es Comunión cuando converge en Dios. Ya
siglos antes, Jeremías había presentido la «nueva Alianza» de
los hombres con Dios en sus tres rasgos distintivos:
interioridad, intimidad, pureza. Esta es la Sangre de la nueva
Alianza. De palabras semejantes había nacido Israel como
pueblo junto al Sinaí. Las de la institución eucarística son el
acta fundacional de otro Pueblo, que llamarán Iglesia. Sangre
de la Alianza, «sangre derramada»:
Sacrificio. Es decir, gesto latréutico o de adoración a Dios.
También Israel nació, en el Sinaí, de un sacrificio. Jesucristo
realiza su adoración a Dios entregándose por los
DOMINGO DE RESURRECCIÓN 777
hombres. «Por vosotros»: la Iglesia. «Por la multitud»: el
mundo llamado a ser comensal de Dios en la Iglesia. «Comed»,
«bebed»: asimilad; comunión de vida; sintonía de actitud. No
separéis lo que Cristo ha unido: adorar a Dios y servir a los
hermanos. Tres días después, los de Emaús le reconocieron, no
todavía en sus ardientes palabras, sino en la manera de partir
el Pan.
Viernes Santo. Cruz. Invención límite del ingenio humano para
concentrar en el punto de la Muerte la máxima intensidad de
sus coeficientes: fracaso, despojo, dolor. Pero al contacto de
Cristo se hace ofrenda latréutica, liturgia de Vida, «eucaristía».
Esta es la Sangre de la nueva Alianza —que es en el Calvario
donde se «derrama». Por temor al compromiso lógico, ya en
tiempo de San Pablo muchos no aceptaron la teología profunda
de la Cruz. Por ejemplo, en Galacia. Preferían verla como una
fatal o inevitable necesidad previa, no como la entraña misma
donde nace la Vida. Bebed también y comed: asimilad actitud
de crucifijo, para descubrir la Resurrección.
Noche pascual. La Vida eterna de los hombres amanece en un
sepulcro, desde ahora vacío. En resumen, la obra de Cristo
consistió, no en regalar a los hombres la Vida, sino en
transformar la Muerte en Vida. A la basílica del Calvario, los
antiguos de Jerusalén la llamaron Anástasis (=
«Resurrección»). El Resucitado de San Juan conserva las
heridas abiertas, gloriosamente. Porque, de tanto
contemplarlo, Juan llegó a «ver» al Crucificado ya en Gloria.
Alguno de nuestros mayores hubiera dicho además, en su
lenguaje ingenuo, «diciendo misa» (pensamiento y manera de
expresarlo que iluminó a Juan XXIII en su penosa personal
«crucifixión»). Nuestra perenne celebración pascual eucarística
entrecruza tan íntimamente ambas perspecti vas, que la luz
transfigura las tinieblas. Que no está el milagro espiritual
cristiano en esperar el gozo, y menos en evitar el dolor, sino en
sentirnos ya gozosamente Comunión de Cristo glorioso, siendo
nosotros todavía carne y sangre donde se realiza su Pasión.
Es poco el espacio material que el Evangelio dedica a la Vida
gloriosa de Cristo; en San Mateo, por ejemplo, poco más de la
sexagésima parte del libro. Pero sin fe explícita en la
Resurrección, ni los evangelistas ni San Pablo hubiesen escrito
una sola línea. El silencioso Misterio de la Resurrección de Jesús
significa para toda la Revelación divina y para toda la historia
humana lo que el sol para el firmamento a mediodía.
El texto que leemos de los Hechos Apostólicos junta el
comienzo y la conclusión del Mensaje evangelizador de San
Pedro, la primera vez que le tocó catequizar directamente a un
grupo de paganos (la casa de Cornelio, en Cesarea del mar).
Leído íntegro (y. 34-43), el Mensaje resulta una síntesis de
Cristología fundamental, recapitulada en el hecho de la
Resurrección y en su testimonio apostólico. El oficio de
«Apóstol» tuvo por condición e identidad la de ser testigo
personal del Señor resucitado. La Iglesia fraguó en la
aceptación de este testimonio. Y desde entonces y hasta el fin
de los tiempos, la Iglesia sigue dando testimonio y siendo ella
misma testimonio de la Resurrección.
La lectura intermedia se puede tomar de la primera Carta a los
Corintios. Alude a
778 CICLO C
la antigua tradición hebrea de celebrar conjuntamente la fiesta
de Pascua y la de ‘os Azimos. Alegorizando, la levadura
significa corrupción, y el pan hecho sin ella pureza y verdad.
Para la Iglesia, que vive de Cristo, siempre es Pascua. En
Corinto, alguien pretendía amasar la Fe con «levadura» de
paganismo. ¡ Sed «ázimos», dice el Apóstol, los que os sentáis
a la mesa de Dios!
El EVANGELIO nos invita a revivir la experiencia del sepulcro
vado. Suponemos el texto de San Lucas, como en la liturgia de
la noche.
Recordemos que todos los evangelistas coinciden en presentar
el anuncio de la Resurrección a través de tres fases: a) el signo
de la tumba vacía y su interpretación; b) el Señor se manifiesta
a individuos en particular; c) su encuentro definitivo con el
Colegio apostólico.
El relato de la visita al sepulcro conserva el recuerdo de una
situación real, inesperada y desconcertante. Fue necesaria una
revelación, puesta en boca de ángeles, para que el hecho
dejase de ser un enigma y se transformase en signo de Fe.
Pronto aquel lugar, anejo al Calvario, fue centro de veneración
y de liturgia conmemorativa. Testimonio y monumento-síntesis
del Misterio de Pascua. Donde murió la Muerte, vencida (1 Cor
15, 54-55) en su misma identidad al ser transformada en
génesis de Vida. Ha sido siempre ley del corazón visitar los
despojos de un ser querido o admirado. Pero generaciones de
fieles han acudido al Santo Sepulcro, sabiéndolo vacío, para
dar sensación de tangibilidad a su Fe en la Vida eterna.
Esta página de San Lucas empieza con Una humilde
peregrinación de las mujeres al santuario de la Muerte. Del
Misterio sólo saben la vertiente oscura del Viernes por la tarde:
«fue crucificado, muerto y sepultado». Sensación
amorosamente resignada de la ausencia de Cristo, que es
ausencia de Dios.
Por boca de los dos ángeles-testigos actúa la pedagogía
sobrenatural de la Fe. No sin un dejo de reprensión por el
olvido, se limitan a recordar y aplicar la palabra de Cristo.
Formulación sugestiva del Misterio: « qué buscáis entre los
muertos al Viviente?». Toda Fe, toda Esperanza, todo Amor se
apoyan en la seguridad de la certeza pascual: Cristo, el mismo
que murió, vive eterna nerne (Apoc 1, 18). La página siguiente
(camino de Emaús) completará el concepto de Vida con el de
Presencia: vive y está con nosotros. Los que teorizan sobré la
«muerte» (ausencia) de Dios es que desconocen el camino de
Emaús.
En los cuatro Evangelios, la fe en la Resurrección estalla al
punto en necesidad de comunicarla, aun a costa de ser tenido
por visionario. No es fuego el que no prende. Y la llama de
nuestra Fe, pasando por miles de corazones, se encendió allí,
junto al Sepulcro hecho signo de la Vida, al amanecer de la
Pascua perenne.
¡CRISTO HA RESUCITADO! «Resucitar» es expresión que
traduce a vocabulario humano un misterio trascendente.
Misterib de la victoria de la vida a través de la muerte. Victoria
de la Vida sin límite. Es decir, de Dios.
Proclamar que Cristo ha resucitado significa afirmar que Jesús
—el mismo de Nazaret, Belén y Cafarnaúm; el que murió en la
cruz y fue sepultado— VIVE ETERNAMENTE. En plenitud divina
y en plenitud humana.
La fe en la Resurrección de Jesucristo supone para el
cristianismo lo que el sol
DOMINGO DE RESURRECCIÓN 779
para el firmamento a mediodía. Sin la Resurrección no existiría
la Iglesia ni se hubiera escrito una sola página del Evangelio.
La firmeza de la fe en la Resurrección y el florecimiento de la
vida cristiana se corresponden recíprocamente. Si una se
anubla, se oscurece también la otra.
En el Bautismo y la Eucaristía, Jesús se une con nosotros y
nosotros participamos en su «paso» de la Muerte a la Vida. La
liturgia de esta santa noche y día de PASCUA es una
fascinadora sinfonía de textos bíblicos en torno al misterio de
nuestra «resurrección» por el Bautismo y la Eucaristía. Unión
con Cristo resucitado, que debería transfigurar nuestra vida
interior en incesante ¡Aleluya! Para el bautizado que vive en
gracia de Dios siempre es Pascua en el alma.
Los evangelistas, por teológica autenticidad, no describen el
hecho de la Resurrección de Jesús, que se realizaría en
silenciosa trascendencia. Refieren, sí, algunas de sus
manifestaciones. Primero, el signo y mensaje del sepulcro
vacío. Luego, algunas apariciones a discípulos en particular;
por ejemplo, a los de Emaús. Por fin, el definitivo encuentro
con el grupo apostólico reunido, cuando les da la misión de
proclamar el Evangelio a todo el mundo. La Iglesia es
misionera y universal por mandato de Jesucristo Resucitado.
La lectura del Evangelio (según San Lucas en la liturgia de la
noche; según San Juan en la del día) nos invita a rememorar
aquella primicial experiencia del SEPULCRO VACIO. El que
había sido monumento de la muerte pasa a ser testimonio de
la Vida. Signo desconcertante en un primer momento. Unos
seres celestes (mensajeros de la divina Revelación) proclaman
el fundamento de la Fe apostólica: « qué buscáis entre los
muertos al Viviente? No está aquí: HA RESUCITADO». El
Viviente, en la Biblia, es título de Dios. Los primeros cristianos
de Jerusalén visitaban con frecuencia el Santo Sepulcro para
evocar aquel amanecer de Pascua y reencender la llama de su
Fe. Llama de Fe que se ha comunicado, de generación en
generación, hasta nosotros. Como ellos, también nosotros
debemos ser ante el mundo testigos de la Resurrección.
La lectura evangélica del Domingo de Resurrección evoca la
primera visita al Santo Sepulcro, ya vacío, al amanecer de la
primera celebración de la Pascua cristiana. En la Vigilia
nocturna escuchamos el texto de uno de los tres Sinópticos
(este año, el de San Lucas). En la misa del día, el de San Juan.
Los cuatro Evangelios dedican su último capítulo a la
Manifestación de Cristo Resucitado. Página corta en palabras si
se compara con la totalidad del libro. Ilimitada en proyección,
por cuanto no señala el punto final, antes evoca el momento
en que la Obra de Jesús se abre camino a través de la historia.
Todos los Acontecimientos pascuales convergen a la definitiva
reunión, en la que el Señor comunica su Misión a los Apóstoles
para que lleven su Presencia a todos los pueblos de la tierra. La
Resurrección fructifica en Iglesia. Para iluminar esta idea, San
Lucas prolongó el Evangelio con un segundo volumen: el de los
Hechos Apostólicos. De él toman su primera lectura las misas
de los siete domingos de Pascua. Invitación a sentirnos en línea
de continuidad con la primera generación de creyentes, que
oyó
780 CICLO C
hablar del Resucitado a sus inmediatos testigos.
Aunque cada evangelista redactó su capítulo de la
Resurrección con estilo propio y notables diferencias, todos
siguen un mismo esquema en tres etapas: 1) El sepulcro vacío;
2) Aparición del Resucitado a discípulos en particular; 3)
Manifestación e investidura de la Misión al Colegio apostólico
reunido. El domingo próximo se leerá el tercer punto según San
Juan. Hoy, en la misa del día, escuchamos al mismo
evangelista en el primer punto. Entre otras, sugiere las
siguientes reflexiones:
1. — «El primer día de la semana..» Todos empiexan con esta
señalación de tiempo, subrayada con énfasis en el texto
original. Principalidad de un día que, si era «del sol» para los
romanos y de la creación de la luz para los hebreos, fue de la
Resurrección de Cristo para la Iglesia. Luego se llamó «Día del
Señor». Dies Dominica. Abreviando, Dominica; es decir,
«domingo». Pregustación del eterno Día del Señor, cuando la
humanidad asociada a la Gloria de Cristo celebrará su Gozo
total, libre de toda aflicción y servidumbre. Santificar el
domingo es ensayar el Cielo. La Pascua de Resurrección fue
arquetipo del domingo. Todo domingo debe ser Pascua en el
alma.
2. — «... y ve la losa quitada del sepulcro». El santo sepulcro
fue monumento de la Muerte y se transfigura en testimonio de
la Vida. Signo del «Paso» decisivo en el Exodo de la Salvación.
Piedra que grita: « está, oh Muerte, tu victoria?» (1 Cor 15, 55).
La escena del entierro al anochecer del viernes (19, 38-42) y la
inmediata de la visita al amanecer del domingo (20, lss)
constituyen el eslabón de continuidad entre el Evangelio de la
Pasión Un 18-19) y el de la Gloria Un 20). Como en todos los
pueblos, era costumbre en Jerusalén ir a venerar el sepulcro de
los seres queridos para llorar su ausencia. Los cristianos iban al
de Jesús para cantar su Fe.
3.— «Vio y creyó». El hecho de que el sepulcro estuviera
abierto, sin más, era todavía un signo impreciso. Magdalena lo
pudo interpretar en negativo: «Han robado... » Ejemplar su
diligencia en comunicar a los Apóstoles tanto ahora su
angustia como después su certeza (20, 18). Personificación
ardiente del itinerario espiritual que trazó el Cántico: ausencia
del Amado — búsqueda — Presencia (20, 11-16). Itinerario que
tienen que recorrer también los dos grandes Apóstoles. Llega
antes el que no es-Pedro; pero cede el paso, porque sabe
reconocer quién es principal. La grdenada colocación de los
lienzos descarta la hipótesis del robo, y abre un intertogante
(cf. Lc 24, 12). Juan parece afirmar que ya allí empezó a creer.
La Gracia y el amor iluminan los signos. En realidad fue la
Presencia de Jesús la que luego les encendió la Fe. Es tema
central de todo el capítulo 20 un grito de júbilo: «Hemos visto
al Señor» (vers. 18. 20. 25...). Privilegio de los que habían de
ser sus Testigos. Pero, además, fondo de contraste para
destacar al fin la divina Bienaventuranza de cuantos creemos
en la Resurrección sin haber visto (20, 29).
En la cumbre del Evangelio está el anuncio de la Resurrección.
Desde ella se ve todo el universo bajo la luz de la Esperanza.
La Iglesia de los Apóstoles contempla en la de Cristo su propia
Resurrección [ de la Carta a los Romanos y a los Colosenses].
Resurrección que es nuestro «paso» liberador de una situación
de Muerte a una situación de Vida. Pascua. Por el Bautismo
fuimos asumidos de una vez para siempre a esta comunión con
la Muerte-y-Vida de Jesús. La Celebración
DOMINGO DE RESURRECCIÓN 781
Eucarística nos la hace presente y eficaz en cada jornada. La
liturgia de esta Noche santa es una sinfonía espiritual,
armonizada con textos bíblicos, en torno al Misterio del
Bautismo y la Eucaristía.
San Lucas y San Juan refieren con catequética sencillez
algunas de las cosas que sucedieron aquel «Día primero de la
semana»: primer Domingo de Resurrección. Al amanecer, la
visita al Sepulcro [ para las misas de hoy]. Durante el día,
manifestación del Resucitado a algunos discípulos en particular
(p. ej., los de Emaús). A la hora del Jueves Santo, reencuentro
con toda la Comunidad apostólica reunida [ del próximo
domingo].
1. — «Al amanecer, fueron al Sepulcro... » Esta narración
evangélica evoca una historia real. La sorpresa de encontrar el
Sepulcro abierto no fue más que una imprecisa señal de
atención. Tan imprecisa, que Magdalena la pudo interpretar en
negativo: «han robado...» Fue necesaria una ulterior
Revelación, por la palabra del Angel y del mismo Jesús. Los
primeros cristianos de Jerusalén solían visitar litúrgicamente el
Santo Sepulcro. Monumento de la Muerte que germina en Vida.
Jesús ha transfigurado las realidades humanas; desde él, ante
la tumba del ser querido ya no se deplora la destrucción: se
canta la Esperanza.
2. — « qué buscáis entre los muertos al Viviente? No está aquí:
HA
RESUCITADO». Síntesis de la Fe que los cristianos proclamaban
en sus visitas al
Santo Sepulcro. En la Biblia, «el Viviente» es un título de Dios.
La Iglesia saborea en
Amor la certeza de la Fe de Pascua: Jesucristo, el mismo que
murió en la cruz y fue
sepultado, vive eternamente (léase Apoc 1, 18). La experiencia
de Emaús y del
Cenáculo añadirá la última palabra: «y está en medio de
nosotros».
3. — «Anunciaron todo esto a los Once y a los demás». El fuego
enciende y la Fe tiene necesidad de comunicarse. Cuando
prende en el alma la Alegría de Pascua
—Cristo vive y está entre nosotros— se siente un infinito deseo
de transmitirla a los demás.
SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA
PRIMERA LECTURA
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 5,12-16
Los apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del
pueblo.
Los fieles se reunían de común acuerdo en el pórtico de
Salomón; los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la
gente se hacía lenguas de ellos; más aún, crecía el número de
los creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al Señor.
La gente sacaba los enfermos a la calle, y los ponía en catres y
camillas, para que al pasar Pedro, su sombra por lo menos
cayera sobre alguno.
Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén llevando
enfermos y poseídos de espíritu inmundo, y todos se curaban.
Salmo responsorial Sal 117,2-4. 22-24. 25-27a
R. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su
misericordia.
[ Aleluya].
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
La piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la piedra
angular.
Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente.
II DOMINGO PASCUA 783
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación, Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos
desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.
SEGUNDA LECTURA
Lectura del libro del Apocalipsis 1,9-lÍa. 12-13. 17-19
Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el
reino y en la esperanza en Jesús, estaba desterrado en la isla
de Patmos, por haber predicado la palabra de Dios y haber
dado testimonio de Jesús.
Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente,
como una trompeta, que decía: «Lo que veas escríbelo en un
libro, y envíaselo a las siete iglesias de Asia». Me volví a ver
quién me hablaba y, al volverme, vi siete lámparas de oro, y en
medio de ellas una figura humana, vestida de larga túnica con
un cinturón de oro a la altura del pecho. Al verla, caí a sus pies
como muerto. El puso la mano derecha sobre mí y dijo:
—No temas: Yo soy el primero y el último, yo soy el que vive.
Estaba muerto, y ya ves, vivo por los siglos de los siglos; y
tengo las llaves de la Muerte y del Infierno. Escribe, pues, lo
que veas: lo que está sucediendo y lo que ha de suceder más
tarde.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 20,29 Porque me has visto, Tomás, has creído —dice el Señor
—. Paz a vosotros. Dichosos los que creen sin haber visto.
Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 20,19-3 1
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana,
estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas,
por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio
y les dijo:
—Paz a vosotros.
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los
discípulos se llenaron de alegría al ver a! Señor. Jesús repitió:
—Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os
envío yo.
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
—Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los
pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis,
les quedan retenidos.
Tomás, uno de los Doce, llamado «el Mellizo», no estaba con
ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
—Hemos visto al Señor.
Pero él les contestó:
784 CICLO C
—Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el
dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su
costado, no lo creo.
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás
con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en
medio y dijo:
—Paz a vosotros.
Luego dijo a Tomás:
—Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela
en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
Contestó Tomás:
— mío y Dios mío!
Jesús le dijo:
— me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber
visto.
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo
Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que
creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que,
creyendo, tengáis vida en su nombre.
En la última página de su Evangelio, San Juan contempla el
encuentro de Jesús glorificado con sus discípulos como punto
de partida de la misión apostólica. Tomás protagoniza la crisis
de la duda y la victoria de la Fe.
La primera lectura de los domingos del tiempo pascual se toma
de los Hechos Apostólicos. Antología de recuerdos ejemplares,
que muestran cómo los Apóstoles realizaban en la Iglesia el
plan de Cristo. En la sucesión de los hechos concretos se
intercalan, de vez en cuando, «sumarios» o visiones del
conjunto; en el texto de hoy, se han fundido dos: el primero (y.
12a y 15-16) presenta a los Apóstoles, principalmente a Pedro,
curando milagrosamente enfermos, como Jesús (ver Jn 13, 12).
El segundo (y. 12b-14) describe algunos rasgos de la iglesia
judeo-cristiana de Jerusalén: a) asiduidad en el Templo (ver Lc
24, 53); b) espíritu de concordia (y. Act 4, 32); c) conciencia de
formar una comunidad definida, que infunde al pueblo respeto
y admiración (y. 13); d) crecimiento constante (y. 14).
La lectura intermedia es del Apocalipsis de San Juan. Mensaje
profético de un «testigo» o martyr a la Iglesia perseguida, a
últimos del siglo 1. Es un poema teológico, que sigue (en parte)
los procedimientos artístico-literarios del género que llaman
«apocalíptico» (género que estuvo en boga los dos últimos
siglos antes y los dos primeros después de Cristo). El que
conoce sus leyes lo encuentra tan comprensible y hermoso
como lo pueda ser un auto sacramental para quien sabe leerlo.
El Apocalipsis de Juan está delimitado por dos grandes
«visiones» significativas: una de Cristo al principio y otra de la
Iglesia al final. La dinámica, muy compleja, del drama se puede
resumir en esta afirmación: La Iglesia es perseguida, pero
Cristo vence (comparar conJn 16,33b). Por tanto, la Iglesia es
ya teológicamente triunfante, y lo será escatológicamente. En
su intención práctica, el Apocalipsis es una exhortación a la
fidelidad (a Cristo en la Iglesia) hasta el martirio. —El texto
litúrgico de hoy da un fragmento de la visión inaugural.
El EVANGELIO nos sitúa en la última fase de las
manifestaciones del Señor resucitado: su encuentro con los
discípulos reunidos. Con esta página Juan daba por terminado
su libro, antes de añadir como apéndice el capítulo 21. Temas
principales:
I DOMINGO PASCUA 785
a) Realidad de la Resurrección. Expresada con las categorías
más concretas de la experiencia: lo vieron, lo oyeron hablar, lo
tocaron. En esta afirmación de realidad, se destaca la identidad
humano-corporal con el crucificado: sus manos, su costado.
Sugerencia de una idea, que reaparece en el Apocalipsis: en su
Gloria, el Redentor conserva las huellas de la inmolación (Ap
5,6).
b) Cumplimiento de las promesas del Sermón de la Cena: 1) la
Paz Un 14, 27), flor de la Cruz (Efes 2, 14-17), atmósfera de
Dios, fisonomía del cristiano; 2) el Gozo
Un 16,22-24), fruto y testigo de la Paz, una de las mayores
pruebas de amor a Cristo
(gozar por su Gloria, estando uno todavía en el dolor); 3) el
Espíritu Santo Un
14,25-26; 15,26-27; 16,7-15).
c) El don del Espíritu Santo, manantial de la Paz y el Gozo,
constituye el centro de este encuentro pascual. Escenificado
con un gesto evocador (Génesis 2, 7), que significa la creación
de un nuevo orden humano. Al comunicar Jesús a los discípulos
su propio Espíritu les comunica su propia Misión (y. 21): misión
de sacrificio por la Verdad (verJn 17,17-19), de santidad a partir
del perdón de los pecados (y. 23). A la luz de la «oración
sacerdotal», Jesús se refiere directamente al Colegio
apostólico. Cada uno de estos temas encierra un tesoro de
teología.
d) La bienaventuranza de la Fe. Cada evangelista expresa a su
manera el hecho de que, después de morir Cristo, a los
discípulos les costó mucho creer. Juan personaliza la crisis en
Tomás. Sincero en la negación y, por tanto, abierto a la gracia
de la luz (que no pide más disposición que la sinceridad).
Definitivo su acto de Fe —«fmi Señor y mi Dios!»—, la más alta
cumbre cristológica del Nuevo Testamento. Juan piensa en sus
lectores, también nosotros, los de la Fe y Amor a Cristo en la
noche de los sentidos (ver 1 Pdr 1,8), y les dedica la más
hermosa Bienaventuranza (y. 29b).
Momento culminante del primer Domingo de Resurrección:
Jesús Glorificado se manifiesta presente en su Comunidad
apostólica.
1. — «/Paz a vosotros!». La PAZ fue el legado de Jesús a sus
discípulos en el Sermón de la Cena del Jueves santo. «Mi paz os
dejo, mi paz os doy...» Tres días después, al atardecer del
Domingo de Gloria, se lo confirma como regalo pascual. La Paz
es flor de la cruz. Ambiente de Dios. Programa de la Iglesia.
Con la paz, la sincera alegría. Cuando San Juan evangelista
redactó esta página, «la Paz sea con vosotros» ya tenía sabor
de saludo litúrgico en las celebraciones eucarísticas. La
participación asidua y cordial en la Eucaristía es la más eficaz
pedagogía de la Paz.
2. — «Recibid el Espíritu Santo». Alentando sobre los
discípulos, Jesús evoca el gesto divino de la creación del
hombre según el Génesis. Vivificada por el Espíritu Santo, nace
la nueva humanidad. El Espíritu es alma de la Iglesia. En él
está su fuerza, su sabiduría, su amor. Con su Espíritu, Jesús
comunica a los Apóstoles su Misión en el mundo, la que recibió
del Padre. Dios, Cristo y la Iglesia están en una línea de
indivisible continuidad. La acción del espíritu en y por la Iglesia
es, ante todo, purificar. Liberar con la más radical liberación
interior —la de su propio pecado— a los hombres que acepten
de Dios la gracia de ser libres.
3. — «Dichosos los que creen... » Bienaventuranza de la Fe,
raíz y compendio de todas las Bienaventuranzas. Cada
evangelista expresa a su manera el hecho de que,
786 CICLO C
después de haber visto morir a Jesús, les costó mucho a los
discípulos creer en su Resurrección. San Juan personifica esta
crisis en el apóstol Tomás. Temperamento pesimista, sincero en
su negación y sincero, por tanto, en aceptar la gracia de la luz.
La luz que viene de lo alto no pide al hombre, para ser
aceptada, más condición que la de la sinceridad. A la
condescendencia de Cristo que le viene al encuentro, Tomás
córresponde con la más hermosa confesión de fe: «FMi Señor y
mi Dios!» (Salmo 35,23). Jesús bendice a los que, sin ver con
nuestros propios ojos su humanidad glorificada, confesamos,
en sintonía con la Iglesia de los Apóstoles, su divinidad:
«Felices los que creerán sin haber visto...» Esta
bienaventuranza de la pura fe, segura de la luz cuando es de
noche, nos tiene que llenar de paz.
El Evangelio recuerda el acto culminante del Día de la
Resurrección, cuando Jesús se manifestó presente en medio de
los Apóstoles.
A. —Jesús Resucitado, en medio de sus Discípulos. El Encuentro
pascual con el Colegio Apostólico está en línea de continuidad
con la Cena del Jueves Santo, celebrada tres días antes a la
misma hora. El Señor cumple lo que dijo al despedirse:
«Dentro de un poco ya no me veréis; dentro de otro poco me
volveréis a ver...»
(16,16-24).
El evangelista contempla aquel anochecer de Pascua, «el
primer día de la semana» (es decir, el domingo), como
arquetipo de las celebraciones eucarísticas dominicales de la
Iglesia.
El Encuentro pascual evoca y realiza los principales temas del
Sermón de la Cena (Juan 13-17). Por ejemplo:
1. — La « Venida» de Jesús. El texto original dice que Jesús
«vino» y se situó en medio de ellos (y. 19 y 26). El Jueves
anterior Jesús se había despedido anunciando su
próxima.»Venida» (p. ej., Jn 14,18.23.28...). La espiritualidad
cristiana según San Juan está abierta a una constante Venida
del Señor, hecha Presencia activa tanto en la intimidad de cada
existencia como en la Comunión eclesial. La Iglesia es Jesús
«con nosotros» (Mt 28,20), «en medio de nosotros» (Mt 18,20).
Su Presencia tiene por hogar la Celebración eucarística.
2.— La Paz. Al escribir tres veces «Paz a vosotros» (y.
19.21.26),Juan saborea el recuerdo del testamento espiritual
de Jesús en la Cena (14,27, etc.) y al mismo tiempo una
expresión litúrgica de su comunidad eclesial. La paz es Gracia
y Ley de Cristo. Síntesis de amor fraterno, voluntad de
cooperación y respeto a la justicia. Programa de la Iglesia en el
mundo. Eficacia de la Bendición de Dios.
3. — «Hemos visto al Señor... » Privilegio de los destinados a
ser Testigos suyos. El cuerpo glorificado es inasequible a los
sentidos mortales. Las Apariciones fueron pedagogía divina de
comunicación. Mostrando las heridas y dejándose tocar
proclamó su real identidad, la misma del que había muerto en
la Cruz. Y afirmó su situación celeste trascendiendo las leyes
físicas. Ver al Señor es fuente de Alegría
(16,22).
4. — «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Palabra definitiva de Cristo Resucitado, que es imperativo,
norma y derecho de la Misión Apostólica. Por medio de los
Apóstoles, consagrados en la Verdad Qn 17,17-19), el proyecto
divino de la Salvación se actuará en todos los pueblos de la
tierra hasta el fin de la
II DOMINGO PASCUA 787
historia (Mt 28, 19-20).
5. — «Recibid el Espíritu Santo...» Don infinito anunciado en el
Sermón de la Cena (14,l6ss y 15,26ss). Alentando sobre los
Apóstoles, Cristo evoca el gesto de la creación del Hombre
(Gen 2,7). Renace la humanidad (Ez 37). El contacto del
Espíritu Santo purifica. Por eso, la primordial tarea de sus
instrumentos ministeriales será la de ofrecer al hombre su
interior purificación. Es decir, la liberación del Pecado, raíz y
condición de toda libertad.
B. — La Bienaventuranza de la pura Fe. Juan escribe para los
que ya no han podido ser testigos oculares. Los que creen por
la palabra de los Apóstoles. Por ellos pidió Jesús en la última
parte de la Oración Sacerdotal Un 17, 20). En su elogio, Juan
añade el sabroso episodio de Tomás. Personificación de los
encarcelados en el único criterio de su experiencia sensible.
Jesús condesciende con Tomás. Pero añade la suprema
Bienaventuranza del Evangelio: la de los que creerán por pura
Fe. « Señor y mi Dios!» ( Salmo 35,23): la más alta expresión
cristológica del Nuevo Testamento, gracias a la duda y
conversión de Tomás. Proclamación de la divinidad de
Jesucristo, que se repetiría con frecuencia en la iglesia de Juan
(incluso como réplica al perseguidor de turno, entonces
Dominiciano, que quería ser llamado por los súbditos «dominus
et deus noster»...). —Las últimas líneas (30-31) son epílogo de
todo el Evangelio. Jesucristo, centro focal de la Fe. Unico
camino de la Vida.
Juan evangelista evoca el momento culminante del primer
Domingo de Resurrección. Jesús Glorificado se reencuentra con
su Comunidad Apostólica, tal como les anunció tres días antes
a la misma hora de la Cena eucarística del Jueves. Tres regalos
de Pascua: la Paz, la Misión, el Espíritu Santo.
1. — « a vosotros!» Cuando escribía San Juan, estas palabras
ya eran el saludo litúrgico de la asamblea cristiana. Legado de
Cristo Un 14,27). Programa de la Iglesia. Atmósfera de Dios. Al
evocar este encuentro del anochecer de Pascua, el evangelista
proyecta en transparencia la celebración eucarística de su
comunidad. Jesús, vivo y con las huellas de la Pasión, presente
en medio de los suyos. Vivir la Eucaristía es la más profunda
educación de la Paz.
2. — «Como el Padre me envió a mí, así también yo os envío a
vosotros». Cristo Resucitado es fuente, derecho y norma de la
Misión cristiana al mundo. La Oración sacerdotal de la última
Cena delimita el ámbito de la Misión. Consagración al servicio
de la Verdad Qn 17,17-19). Dios, Cristo y la Iglesia de los
Apóstoles constituyen, en este ámbito, una línea de
continuidad indivisible.
3. — «Recibid el Espíritu Santo... » Regalo de Dios en Cristo.
Altna, vida y corazón de la Iglesia. Su única riqueza propia,
ciencia, energía y amor. Jesús cumple la reiterada promesa que
hizo en la noche del Jueves Santo (Jn 14,25-26; 15,26-27; 16,7-
15). El gesto bíblico de alentar sobre los Apóstoles significa una
nueva creación (Gen 2,7). El Espíritu de Dios puede vivificar un
pueblo de cadáveres (visión de Ezequiel 37). Su inmediata
función es purificar. Por eso los Apóstoles, con la fuerza del
Espíritu, pueden y deben liberar al hombre de los pecados.
La Bienaventuranza de la Fe. Juan evangelista dedica la última
página del libro a los fieles de su Comunidad. Los que ya nó
habían sido testigos oculares de Cristo,
788 CICLO. C
pero creían en él por la Palabra de los Apóstoles (Jn 17,20). Fe
austera y pura, que es Gracia del Espíritu y cumbre de todas
las Bienaventuranzas. Por contraste, la indócil exigencia de
Tomás. Porque Tomás era sincero (sinceridad es la disposición
que Dios pide al hombre para encontrarse con él), Cristo
condescendió. Tomás corresponde con la más hermosa
profesión de Fe cristológica. «FMi Señor y mi Dios!». Se repetía
en la Iglesia de San Juan, como réplica al Emperador, que se
hacía llamar por sus súbditos «señor y dios nuestro». A los que
aceptamos ver a Cristo con los ojos del Espíritu, la
Bienaventuranza de la Fe nos llena de Alegría.
TERCER DOMINGO DE PASCUA
PRIMERA LECTURA
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 5,27b-32. 40b-4
En aquellos días, el sumo sacerdote interrogó a los apóstoles y
les dijo:
—ENo os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre
de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra
enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de
ese hombre.
Pedro y los apóstoles replicaron:
—Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. <(El Dios
de nuestros padres resucitó a Jesús a quien vosotros matasteis
colgándolo de un madero.» «La diestra de Dios lo exaltó
haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión
con el perdón de los pecados.» Testigo de esto somos nosotros
y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.
Azotaron a los apóstoles, les prohibieron hablar en nombre de
Jesús y los soltaron. Los apóstoles salieron del Consejo,
contentos de haber merecido aquel ultraje por el nombre de
Jesús.
Salmo responsorial Sal 29,2 y 4. 5 y 6. 11 y 12a y 13b
R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado. [ Aleluya].
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado
que mis enemigos se rían de mí. Señor, sacaste mi vida del
abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre
santo; su cólera dura un instante, su bondad, de por vida.
790 CICLO C
Escucha, Señor, y ten piedad de mí,
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.
SEGUNDA LECTURA
Lectura del libro del Apocalipsis 5-11-14
Yo, Juan, miré y escuché la voz de muchos ángeles: eran
millares y millones alrededor del trono y de los vivientes y de
los ancianos, y decían con voz potente: »Digno es el Cordero
degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza,
el honor, la gloria y la alabanza.» Y oí a todas las criaturas que
hay en el cielo, en la tierra, bajo la tierra, en el mar —todo lo
que hay en ellos— que decían: ‘Al que se sienta en el trono y al
Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos
de los siglos.» Y los cuatro vivientes respondían: «Amén.’, Y los
ancianos cayeron rostro en tierra, y se postraron ante el que
vive por los siglos de los siglos.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Rm 6,9 Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no
muere más. La muerte ya no tiene dominio sobre él. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según San Juan 21,1-19
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos
junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo,
Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos
discípulos suyos:
Simón Pedro les dice:
—Me voy a pescar.
Ellos contestan:
—Vamos también nosotros contigo.
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada.
Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla;
pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les diçe:
—Muchachos, ¿tenéis pescado?
Ellos contestaron:
—No.
El les dice:
—Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.
La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de
peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro:
—Es el Señor.
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se
ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se
acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que
unos cien
III DOMINGO PASCUA 791
metros, remolcando la red con los peces.
Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto
encima y pan. Jesús les dice:
—Traed de los peces que acabáis de coger.
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red
repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aunque
eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice:
—Vamos, almorzad.
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era,
porque sabía bien que era el Señor.
Jesús se acerca, toma el pan y se lo da; y lo mismo el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos,
después de resucitar de entre los muertos.
[ de comer dice Jesús a Simón Pedro:
—Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? El le contestó:
—Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dice:
—Apacienta mis corderos. Por segunda vez le pregunta:
—Simón, hijo de Juan, ¿me amas? El le contesta:
—Sí, Señor, tú sabes que te quiero. El le dice:
—Pastorea mis ovejas. Por tercera vez le pregunta:
—Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo
quería y le contestó:
—Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero. Jesús dice:
—Apacienta mis ovejas.
Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas
adonde querías; pero cuando seas viejo, extenderás las manos,
otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.
Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios.
Dicho esto, añadió:
—Sígueme.]
La última página del Evangelio de San Juan nos ofrece una
lección práctica de Cristo resucitado sobre el oficio pastoral en
la Iglesia.
El fragmento de los Hechos Apostólicos recoge el momento
crítico de la segunda intervención formal del Sanedrín
(supremo Consejo del pueblo judío) para controlar o impedir la
predicación de los Apóstoles. Estos afirman, a precio de sangre
y oprobio, su inquebrantable obediencia a una Misión divina,
que los hace superiores a cu sanedrín.
Del Apocalipsis leemos las últimas líneas de una contemplación
teológica del Universo, que abarca los capítulos 4 y 5. Como en
una «Ekklesía» infinita, armónicamente estructurada en
círculos concéntricos, todos y todo cantan la Gloria de Dios y
de Cristo inmolado Señor de la historia. En el círculo más
íntimo, recapitulan esta Doxología universal los cuatro
Vivientes y los veinticuatro Ancianos (en griego:
«presbyteroi»). En los capítulos siguientes, el autor del
Apocalipsis
792 CICLO C
escenifica la angustia de la Iglesia perseguida en la tierra; por
eso quiere que pregustemos antes, mirando al cielo que es su
arquetipo, el gozo de la Liturgia eterna de la Gloria.
En el EVANGELIO de San Juan, el capítulo 21 fue añadido como
complemento, a modo de epílogo, después de una primera
conclusión (20,30-31). Lo redactó el mismo evangelista (o un
discípulo suyo identificado con su manera de pensar y escribir).
Contemplativo y realista a un tiempo, describe las situaciones
procurando que en cada pormenor se transparente una
intención teológica. Nada es meramente anecdótico; todo
significa.
La escena está ambientada en la orilla occidental del lago de
Genesaret. La misma tierra amable donde, durante largos
meses, se había forjado el espíritu de los Apóstoles en
familiaridad con Jesús. La última y definitiva lección se
desarrolla en torno a dos imágenes: a) el Pescador; b) el Pastor.
a) El Pescador. Cuando se redactó esta página, a fines del siglo
1, ya era espontáneo entre los lectores cristianos el paso a
nivel nocional entre la imagen del «pescador» y la idea del
«apóstol» (pescador de hombres: Mc 1,17). Habituados al estilo
pedagógico de Jesús, que no sólo hablaba en parábolas, sino
que también daba lecciones con parábolas-en-acción,
comprendían intuitivamente el sentido religioso de esta escena
de Genesaret.
Lección principal: el contraste entre la prolongada labor de
noche, al margen de la presencia y palabra de Jesús, y la fácil
redada de día por su mandato. Sin El, nada Un 15,5). Siempre
que los apóstoles olviden este primer principio de su
metodología profesional, se lo volverá a repetir, con voz de
Evangelio, la humillación de las redes vacías.
Subordinadas al tema central, los habituados al estilo de San
Juan percibirán una sinfonía de alusiones eclesiológicas: p. ej.,
en la incondicionada cooperación de los demás a la iniciativa
de Pedro: en la universal («153») plenitud de una «red», que
no se rasga (contraste con Lc 5,6), etc.
b) El Pastor. Tres veces, que es como antiguamente se
proclamaban las afirmaciones de altísimo interés. Ya en tierra
firme, con un signo de celeste comensalidad en la evidencia
del Señor. Transparente la alusión por contraste a las tres
infidelidades del patio de Caifás. Ahora el amor ya no es
solamente sincero (que también lo era aquella noche, pero no
basta) sino además humilde y, por tanto, seguro. En su
definitiva profesión de fidelidad, Pedro es asociado al oficio
único del Buen Pastor Un 10), que da por las ovejas (no suyas,
sino de Cristo) todo su tiempo, corazón y vida.
Este capítulo 21 fue escrito para dejar constancia de la singular
Misión que Cristo resucitado confió a Pedro en la Iglesia.
Cuando se escribió, Simón hijo de Juan había muerto mártir
(vers. 18-19) hacía ya bastantes años. Pero el evangelista
quiso dar a entender a sus lectores de siempre que la Misión
de «Pedro», única y singular, duraba y duraría mientras el
Rebaño de Cristo peregrine en la tierra: hasta que El vuelva.
Encuentro del Señor resucitado con sus discípulos junto al lago
de Genesaret. Con esta página, añadida a manera de
suplemento, se concluye el Evangelio de San
III DOMINGO PASCUA 793
Juan en su redacción definitiva. Es una meditación sobre la
Iglesia de los apóstoles.
1. — «Echad la red...» Los hechos reales que describe el
Evangelio de San Juan son siempre transparencia de un
pensamiento. El faenar de los pescadores simboliza el
ministerio apostólico. Están juntos algunos discípulos;
precisamente siete, cifra de totalidad. Todos a una secundan,
en docilidad espontánea, la iniciativa de Simón Pedro. Bregan
toda la noche por su cuenta, sin conseguir nada. Amanecen
cansados y vacíos. Es el momento de la gracia, que florece
sobre la humildad hecha experiencia. «Sin mí no podéis hacer
nada», les había dicho el Señor pocos días antes (Jn 15,5).
Obedecen por instinto a su palabra: «Echad la red...» Así, de
una sola redada, llevan a sus pies «ciento cincuenta y tres
peces grandes» (cifra que en el ambiente de los primeros
lectores del Evangelio representaba, según parece, la
universalidad de los pueblos de la tierra). Cada apóstol
reacciona a su estilo. Contemplativo Júan, «el discípulo
amado». Impetuoso Pedro. Los otros cinco, fieles a su oficio de
remar; sin anónimos y constantes »remeros», de poco serviría
a la barca de la Iglesia la singularidad de los grandes... Una vez
en la orilla, todos gozan por igual en la «mesa» del que saben
y saborean, aunque no lo digan, que es el Señor. En aquel pan
y pescado dispuesto por Jesús, el evangelista insinúa la
Eucaristía. Misterio tangible, en el que la Iglesia se encuentra
cada día con el Resucitado. Nuestro cielo aquí y ahora. Reino
de Dios presente, todavía no en evidencia para los sentidos,
pero ya sí en la realidad de la Fe.
2. — «Apacienta mis ovejas...» Cristo resucitado, único Pastor
de la Iglesia (Jn
10,1-16), confía al ministerio pastoral de Simón Pedro la
totalidad de su «rebaño», que sigue perteneciendo en
exclusiva al Señor: «apacienta mis corderos», «apacienta mis
ovejas». La prueba de madurez del apóstol es su amor a Cristo:
sincero, patente, capaz de contrapesar en humildad las propias
caídas.
3. — « Quien escribió estas últimas líneas del Evangelio, a fines
del siglo primero, quiso dejar en ellas un testimonio de
veneración a San Pedro, el cual, ya hacía años, había seguido a
Cristo hasta el fin muriendo por él y como él en una cruz. Sello
del amor pastoral que le confesó tres veces aquella mañana,
junto al lago de su juventud.
El Resucitado se manifiesta a un grupo representativo de
Discípulos, junto al lago de Galilea. Escena real, y al mismo
tiempo transparencia simbólica. Es Cristo glorificado quien
ordena y dirige la Misión de su Iglesia en el mundo.
El domingo pasado escuchábamos la conclusión del Evangelio
según San Juan. Decía que Jesús hizo otros «signos», que no
están escritos en el Libro (20, 30-31). Pero luego consideraron
oportuno que se contase también este «signo» de la pesca
milagrosa; para ello añadieron un capítulo más, a manera de
suplemento. Lo redactaría el mismo evangelista, o tal vez
alguien de su escuela muy sintonizado con su manera
característica de pensar y hablar.
El autor de esta página contempla aquella aparición del
Resucitado a través de su propia experiencia de más de medio
siglo de historia de la Iglesia. Esta experiencia le ha hecho
comprender la seriedad de algunas lecciones del Señor. Por
eso, al dibujar la escena, traza con intencionado vigor los
rasgos que dan a entender dichas lecciones.
794 CICLO C
Así, por ejemplo, se complace en presentar a los grandes
dirigentes de la Iglesia, tan diversos entre sí, trabajando en
fraternal colaboración. Insiste en destacar la unificante
principalidad de uno de ellos; principalidad que le confirió el
mismo Jesús. Subraya la ineficacia de la Misión cristiana
cuando se cierra a sí misma en el área del esfuerzo y la técnica
personal, en contraste con su inexplicable fecundidad cuando
actúa, por instinto de pura fe, bajo la Palabra del Señor.
Siguiendo el estilo del cuarto Evangelio, en este capítulo
complementario no hay nada que sea pura anécdota. Todo
tiene significación. En cada hecho, detalle y acción se
transparenta una enseñanza. Dentro de la fidelidad histórica, el
autor pudo conden en una misma perspectiva hechos
acaecidos en diversas circunstancias. Repasemos
concisamente el texto del Leccionario (que omite una parte del
capítulo):
A. — El Señor dirige la actividad apostólica de la Iglesia (y. 1-
14). Se encuentran juntos siete Discípulos de Jesús (y. 2).
Cuando se redactó esta página, a fines del siglo primero, la
memoria de cada Apóstol o Discípulos de Jesús estaba
incorporada a la iglesia o grupo de iglesias que había fundado
y dirigido. En el Apocalipsis, escrito por la misma época y en la
misma escuela, las «siete iglesias» son cifra significativa de la
Iglesia universal. La barca y el oficio de pescador eran ya,
entre los lectores cristianos, imagen transparente de la
actividad misionera. Todo el equipo apostólico se entrega a
faenar, en gozosa fraternidad, a una indicación de Pedro. Al
amanecer regresan con las redes y el alma vacías. Es la hora
del Señor. Sólo en la experiencia de la humillación activa se
aprende y saborea que todo es Gracia. Una Palabra, a la que
obedecen por instinto, y los brazos robustos ya no tienen
fuerzas para recoger el
éxito. -
Se destaca la figura de «el Discípulo a quien amaba Jesús».
Intimo en la Cena Eucarística (13,23). Fiel en la Cruz (19,26).
Primero en intuir la Resurrección (20, 2ss). Con paz de los que
ahora opinan diversamente, reconocemos en su rostro el de
Juan. El aura de su incomparable personalidad, y la espléndida
floración de sus comunidades efesinas, hizo que algunas
miradas viesen en él la instancia suprema del Cristianismo.
Pero él, servidor de la Verdad, procuró destacar en todo su
Evangelio la humilde principalidad de Pedro, que en este último
capítulo queda subrayada con sencilla evidencia. Simón Pedro
que, al término de la acción, lleva él solo en nombre de todos
la única Red llena de un número de peces que significa la
universal totalidad...
B. — El Señor constituye a Pedro pastor de su Rebaño (y. 15-19,
que pueden omitirse). Re-unión de los Discípulos con el
Resucitado en la familiaridad de un convite, que es signo del
Convite eucarístico, eclesial y escatológico. Con su triple
pregunta, el Maestro cancela la pasada triple negación del
Discípulo, ya experto en humillaciones. Sabrá que su oficio es
pura Gracia. Transparente la alegoría bíblica del «Pastor». El
Rebaño o Pueblo mesianico sigue siendo totalmente de Cristo
( corderos», «mis ovejas»). El trabajo pastoral es expresión y
ejercicio del Amor personal a Cristo. Cuando se escribió esta
página, ya hacía años que Simón «había dado gloria a Dios» (y.
19) con su martirio. Pero las palabras que le dirigió el Señor
Resucitado mantenían valor actual y permanente. Testigo de su
Voluntad, «el Discípulo a quien amaba Jesús» quiso dejar
constancia en su Evangelio de la unificante principalidad de
Pedro, cuyo Oficio pastoral no muere.
III DOMINGO PASCUA 795
Leemos hoy el último capítulo del Evangelio según San Juan.
Cristo Resucitado se encuentra con un grupo de Discípulos
junto al mar de Genesaret. Esta página (inspirada, como todas
las de la Biblia, por el Espíritu de Dios) se añadió a manera de
suplemento cuando el libro ya estaba terminado. Si no es del
mismo San Juan, la redactó quien había asimilado muy bien su
estilo y pensamiento. Consideró que hacía falta dejar escrita
para la Iglesia de siempre esta suprema lección del Señor a sus
Apóstoles. Se desarrolla a través de dos escenas: la de los
pescadores, la del pastor.
1. — Los pescadores. En el Evangelio de San Juan todo es real y
significante a un mismo tiempo. Los hechos sirven de
transparencia a la doctrina. El fáenar de los pescadores habla
de la Misión apostólica en el mundo (Mt 4, 18-19). Un equipo
de Discípulos, todos solidarios a la iniciativa de Pedro. Se
afanan y fracasan. La humillación de las redes vacías les
dispone a saborear el sentido de la Gracia (< Jn 15,5).
Experiencia tantas veces repetida en instituciones de Iglesia.
Vuelven al trabajo por docilidad instintiva a la palabra de Jesús.
Y sólo por esa docilidad se produce la redada inmensa,
universal. Cada uno reacciona a su aire. El «Discípulo Amado»
intuye, declara y contempla al Señor. Pedro bracea a su
encuentro. Los otros cinco reman... Gracias a la fidelidad de los
remeros, la red llega hasta la orilla para que Pedro la ofrezca al
Señor. Sin ellos, sin los «remeros», de poco servirían la
intuición y el entusiasmo de los que sobresalen. Ya en la orilla,
todos gozan y se sienten por igual comensales del Señor y
Amigo. Esta última página de San Juan es meditación sobre la
Iglesia.
2. — El pastor. Antiguamente se solían repetir tres veces,
delante de testigos, las afirmaciones de absoluta eficacia. Tres
veces negó Pedro a Jesús; tres veces tiene que profesarle
fidelidad. Fidelidad es el Amor que dura. El de Pedro a Jesús ya
es humilde y, por tanto, seguro. Tres veces el Señor lo
constituye responsable personal y universal de su Rebaño. La
alegoría religiosa del Rebaño y el Pastor era transparente en
Israel. Pastor supremo del Pueblo es solo Dios, y por identidad
su Mesías. Cristo no renuncia; dice: «mis» corderos, «mis»
ovejas. Pero comunica a Pedro la plenitud del servicio pastoral.
«Pastorear» la Iglesia es amar personalmente a Cristo. Sello de
este amor, el Martirio (y. 18). Su expresión dinámica, el
Seguimiento (y. 19). Cuando se escribió esta página, ya hacía
años que Pedro personalmente había muerto. Pero permanecía
y permanecerá su carisma al servicio de la Comunión cristiana
universal.
CUARTO DOMINGO DE PASCUA
PRIMERA LECTURA
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 13,14. 43-52
En aquellos días, Pablo y Bernabé desde Perge siguieron hasta
Antioquía de Pisidia; el sábado entraron en la sinagoga y
tomaron asiento.
Muchos judíos y prosélitos practicantes se fueron cón Pablo y
Bernabé, que siguieron hablando con ellos, exhortándolos a ser
fieles al favor de Dios.
El sábado siguiente casi toda la ciudad acudió a oír la Palabra
de Dios. Al ver el gentío, a los judíos les dio mucha envidia y
respondían con insultos a las palabras de Pablo.
Entonces Pablo y Bernabé dijeron sin contemplaciones:
—Teníamos que anunciaros primero a vosotros la Palabra de
Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la
vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo
ha mandado el Señor: « te haré luz de los gentiles, para que
seas la salvación hasta el extremo de la tierra.
Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron mucho y
alababan la Palabra del Señor; y los que estaban destinados a
la vida eterna creyeron.
La Palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero
los judíos incitaron a las señoras distinguidas y devotas y a los
principales de la ciudad, provocaron una persecución contra
Pablo y Bernabé y los expulsaron del territorio.
Ellos sacudieron el polvo de los pies, como protesta contra la
ciudad, y se fueron a Iconio. Los discípulos quedaron llenos de
alegría y de Espíritu Santo.
Salmo responsorial Sal 99,2. 3. 5
R. Somos un pueblo y ovejas de su rebaño. [ Aleluya].
Servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.
- IV DOMINGO PASCUA797
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su
rebaño.
El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por
todas las edades.
SEGUNDA LECTURA
Lectura del libro de Apocalipsis 7,9. 14b-17
Yo, Juan, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría
contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie
delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras
blancas y con palmas en sus manos.
Y uno de los ancianos me dijo:
—Estos son los que vienen de la gran tribulación, han lavado y
blanqueado sus mantos en la sangre del Cordero.
Por eso están ante el trono de Dios dándole culto día y noche
en su templo.
El que se sienta en el trono acampará entre ellos.
Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el
bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono será su
pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas.
Y Dios enjugará las lágrimas de sus ojos.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 10,14 Yo soy el buen Pastor —dice el Señor—, conozco a mis
ovejas y las mías me conocen. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 10,27-30
En aquel tiempo, dijo Jesús:
—Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me
siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre
y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha
dado, supera a todos y nadie puede arrebatarlas de la mano de
mi Padre. Yo y el Padre somos uno.
El Evangelio del cuarto domingo de Pascua tiene por tema
central la imagen del «Buen Pastor».
En la lectura antológica de los Hechos Apostólicos pasa a ser
protagonista San Pablo. Su acción en Antioquía de Pisidia sirve
de ejemplo típico del método con que evangelizaba las
ciudades paganas a partir de la comunidad judía.
798 CICLO C
El Apocalipsis anticipa, a base de simbología litúrgica y
también pastoril, una visión de la universal comunidad de los
redimidos en la Gloria.
En cada uno de los tres ciclos litúrgicos se considera, en este
domingo, un determinado aspecto de la compleja alegoría
mesiánico-pastoral que leemos en el capítulo 10 del
EVANGELIO según San Juan. El primer año (A) destacaba la
imagen de la «puerta» del redil. El segundo (B), la figura del
«pastor». En este tercero (ciclo C), centra la atención el las
«ovejas». Unas pocas líneas que recapitulan toda la alegoría; el
evangelista las ambienta en la fiesta de la Dedicación o
Hanukká, algunos meses más tarde que las precedentes, a
propósito de una acusación en forma de pregunta que los
adversarios, con aire inquisitorial, dirigen a Jesús (y. 24) en el
Templo de Jerusalén; exactamente en su pórtico oriental,
llamado «de Salomón» (y.
22-23).
Con esquemática concisión, estas breves líneas ofrecen los
siguientes temas:
1. — Actitud de las «ovejas» (= los fieles) en relación con Jesús.
a) Escuchan su Voz. Disposición fundamental de la Fe:
docilidad a la Palabra. Gusto interior y sentido de la
inconfundible Verdad. Discernimiento de la voz amiga de
Cristo, por sintonía de connaturalidad, entre el griterío de los
mercenarios. b) Le siguen. En la primitiva expresión evangélica
«Seguir a Jesús» se recapitula toda la dinámica del
Cristianismo, que, no es teoría sino sincronización espontánea
de todo el ser (pensamiento y sentimiento, acción y pasión) al
ritmo de Quien «camina» delante. Sobre este tema central del
Evángelio se han elaborado recientemente varios estudios de
impresionante riqueza.
2. — Disposición de Cristo en favor de las «ovejas», a) Las
conoce ( y. 14). En el lenguaje de la Biblia, «conocer» implica
una relación de contacto personal-vital, afectivo, unificante.
Claridad de mirada recíproca, templada en amor. b) Les da la
Vida eterna (cf. y. 10). Participación, ya ahora, de la misma
Vida de Dios, que Cristo tiene en plenitud fontal. Extasis de
gratitud para el hombre que descubre este su único tesoro
(que el catecismo llama Gracia santificante). c) Las protege y
defiende con mano invencible contra el enemigo (cf. y. 11-13)
que intenta llevarlas a la «Perdición» (escatológica). —
Observemos, de paso, cómo el Evangelio esboza en estas
líneas un programa de ascética y criteriología «pastoral».
3. — El Padre en relación cóti las «ovejas» y con Jesús. a) Ellas
son el regalo de Dios a su Hijo; regalo en el que se manifiesta
su divina grandeza (sublime idea, que a los cristianos nos
ennoblece tanto como nos exige). b) El mismo Padre las
mantiene seguras en su invencible mano, como Jesús; c)
porque el Padre y Jesús son unidad en la acción y, por tanto, en
la esencia. El contexto siguiente muestra como los oyentes
comprendieron que Jesús hablaba de su divinidad (y. 31-33).
Habituado a contemplar a Dios transparente en la naturaleza,
el pueblo de la Biblia cantó su bondad divina bajo la
humanísima imagen del Pastor. «iServid al Señor con alegría...:
somos su pueblo y ovejas de su rebaño!».
« Yo soy el Buen Pastor», dice Cristo. Presencia de la acción
«pastoral» de Dios en medio de su pueblo. La alegoría
evangélica del Buen Pastor, que con tanto afecto miraban los
cristianos de las catacumbas, funde en sí las ideas de mesías,
rey, maestro,
IV DOMINGO PASCUA 799
guía, redentor, sacerdote.
Jesucristo Buen Pastor es el tema peculiar de este cuarto
domingo de Pascua. Las breves líneas del Evangelio que
leemos en el presente ciclo litúrgico recapitulan (y suponen
que tenemos presente) el texto fundamental Un 10, 1-16), que
se leyó en los dos ciclos anteriores.
1.— «Mis ovejas escuchan mi voz». En una alegoría, la imagen
es pura transparencia de la idea. Palabra de luz que entra por
la inteligencia en el corazón. La «voz» del Buen Pastor es su
Evangelio. Su doctrina. «Escuchar» quiere decir aceptar. Creer.
Docilidad a Cristo en nuestra manera de pensar y sentir, de
hablar y hacer. Fe activa que camina. Porque las «ovejas»
fieles, los creyentes, no se limitan a contemplar y bendecir al
Pastor: lo «siguen». Seguir a Jesús es configurar nuestra vida a
la de él. Vivir la fe en santidad. «Yyo las conozco», dice el
Señor. A cada una por su nombre Un 10,3). «Conocer», según
el vocabulario de la Biblia, connota una experiencia afectuosa;
un personal y recíproco trato de amistad Un 10, 14).
2. — « Y yo les doy la Vida eterna». Pensamiento cumbre, que
rebasa la alegoría pastoril. Dando por ellos la vida temporal Un
10,11.15.17-18), Jesús transfunde a sus fieles (10,10) aquella
Vida sin límite que él tiene en común con el Padre; Vida
sobrenatural, divina, eterna. Regalo de la Redención, que se
nos hace presente en cada Eucaristía.
3. — «Y nadie las arrebatará de mi mano». Jesús ve a sus
discípulos como un don precioso que le ofrece el Padre U 17,6-
10.24). El Enemigo Un 10,12) no conseguirá arrancárselos.
Porque la mano de Cristo cuenta con la omnipotencia del
Padre, que es uno con él en obra, intención y ser Un 17, 11-23).
Razón de infinita confianza. Bajo la firmeza del Buen Pastor
—»su vara y su cayado»: salmo 23—, el pueblo de los
creyentes camina y avanza, sin miedo, con invencible
seguridad.
Las lecturas bíblicas de este cuarto domingo de Pascua tienen
por tema central la figura del Buen Pastor.
En el mundo de la Biblia, las cosas sencillas eran voz y signo
de realidades superiores. En la experiencia cotidiana de ver a
un pastor guiando y protegiendo su rebaño, el pueblo saboreó
la esperanza de sentirse también él afectuosamente unido y
seguro en torno a la persona de un jefe, conductor o rey ideal.
El sentido religioso y los desengaños de la historia elevaron
esta esperanza a la convicción de que Dios podía ser el
auténtico Pastor de Israel. Así lo cantaron los salmos más
hermosos. Al llegar el momento decisivo, Dios se serviría para
ello de un Enviado, instrumento y realización de su Presencia.
El Mesías.
Cuando el Nuevo Testamento presenta a Jesús como el único
verdadero Pastor, afirma su Mesianidad. Es uno de los más
transparentes títulos cristológicos. En su imagen, la Iglesia de
las catacumbas expresó toda su Fe, Confianza y Amor. Para dar
a entender que los representantes y ministros de Cristo en la
tierra tienen que ser y aparecer transparencia suya, se
acostumbra. a llamarlos también —por analogía— «pastores».
El teólogo incomparable de Cristo-Pastor es San Juan
evangelista. Recogió sus enseñanzas y las resumió en el
capítulo diez del Evangelio. El Leccionario dominical las ha
fragmentado a lo largo de los tres ciclos. Primero fija la
atención en el redil y su
800 CICLO C
«Puerta». Luego en la personalidad del Pastor. En las últimas
líneas, las que leemos el presente año, pone el foco de interés
en las «ovejas».
El Maestro pronunció estas palabras en el Templo de Jerusalén,
el último año de su vida mortal. Resguardado, porque era
invierno, en el pórtico de oriente (que el pueblo llamaba «de
Salomón»: Jn 10,22s). estaban celebrando la Hanu/eleá: fiesta
de la Dedicación o Renovación. Hacía doscientos años que
Judas Macabeo había purificado o renovado aquel Santuario,
profanado por los helenistas idólatras, después de vencerlos
con las armas. En el alma del pueblo, la gesta de los Macabeos
era un hecho reciente, actual. Esperaban al nuevo héroe, jefe o
«mesías» que arrojase de Jerusalén a los idólatras de hoy. Los
ocupantes romanos. Algunos rodean a Jesús y le preguntan
nerviosamente si es él «el Mesías» (10, 24). Misma pregunta y
misma intención que la del Sanedrín en la madrugada del
Viernes Santo. Jesús afirma, pero elevándose. No es el limitado
rey temporal que ellos esperarían, sino el Pastor universal en el
que Dios se hace presente al mundo. Pero ellos no pueden
aceptarlo, porque no son cual deben ser sus «ovejas», es decir,
sus fieles (10,26). A propósito de esta réplica, Jesús precisa en
unas pocas palabras (las únicas que el Leccionario manda leer)
la disposición de sus auténticas «ovejas» resumida en tres
actitudes: Fe. Segúimzento. Confianza. Termina afirmando su
unidad con el Padre.
A. — Fe. «Mis ovejas escuchan mi Voz, y yo las conozco». La
«voz» es la Palabra. «Escuchar», según Juan, es aceptar en
plenitud personal: inteligencia, corazón, voluntad generosa.
Aceptar así la Palabra de Cristo significa creer. El verdadero
Mesías no ha venido a convocar un ejército, sino una
Comunidad universal de creyentes por su Palabra en Dios. El
los «conoce». Conocer, en San Juan, es comunión vital de
pensamiento y amor con aquel a quien se «conoce».
B. — Seguimiento. «Ellas me siguen, y yo les doy la Vida
eterna». «Seguir a Jesús» es la expresión evangélica del
Cristianismo perfectamente vivido. Hacer de su Camino el
propio camino. Pensar y obrar, amar y entregarse como El,
junto con El, en El. Quien así transfigura su vida mortal, entra
por El en comunión de su Vida y Felicidad eterna.
C. — Confianza. «No perecerán jamás, y nadie las arrebatará
de mi mano». Infinita seguridad compartida del que no se
suelta de la mano de Cristo. Paz en la tormenta. Invencible
fortaleza de los débiles. Las que otros arrebatan, ¿estaban de
veras «en su mano»?...
En las últimas palabras, Jesús da a entender que estar en su
mano es estar en la del omnipotente Padre (y. 29). Porque él y
el Padre Dios son misteriosa Unidad (y. 30). Los que le habían
preguntado, entendieron que hablaba de su divinidad y
desearon matarlo allí mismo (10,31), anticipando el ya próximo
Viernes Santo. En la Oración Eucarística de la última Cena,
Cristo pidió al Padre que la Unidad entre ellos fuese arquetipo y
fuente de la Unidad de la Iglesia.
Domingo del Buen Pastor. Es transparente en la Biblia la
alegoría del «Pastor». Somos Pueblo y necesitamos guía,
defensa, unidad. Pastor del Pueblo de Dios no hay otro que el
mismo Dios —y, por identidad, su Mesías. Sólo en su Nombre
podrán ejercer oficio pastoral los servidores que él designe.
San Juan expone la teología de Cristo-Pastor en el capítulo 10
de su Evangelio. El
IV DOMINGO PASCUA 801
Leccionario lo reparte en fragmentos a lo largo de los tres
ciclos. El último, el que leemos hoy, tiene estilo de
recapitulación. Se pueden esquematizar sus afirmaciones en
tres apartados: las que se refieren a los fieles de Cristo (en el
lenguaje de la alegoría: a sus «ovejas»); las que se refieren a
Cristo-Pastor; las que hablan del Padre. [ entre paréntesis los
versículos del capítulo 10 en los que ya se dijeron antes y con
más amplitud las mismas ideas.]
1. — Los fieles. Dos actitudes fundamentales: aceptar la
Palabra de Cristo, seguirle. a) «Mis ovejas escuchan mi Voz» (y.
3 y 13). Palabra amiga, que disciernen por instinto.
Inconfundible entre el griterío de mil extraños (y. 5 y 8).
Evangelio. Fe es abrazar y hacer propia la Palabra de Cristo.
Pensar, sentir y querer con el Pastor. b) «Y ellas me siguen» (y.
4). El Buen Pastor no hace avanzar el rebaño proponiéndole
teorías: va delante. Creer en Jesús es caminar al ritmo de
Jesús.
2. — Cristo-Pastor. Tres rasgos: conoce a los suyos, les
comunica su Vida, les asegura la Salvación, a) « Yo las
conozco» (y. 14). En el vocabulario bíblico, «conocer» significa
contacto personal, afectuoso, recíproco. Ser cristiano es estar
en diálogo de intimidad con Jesucristo. b) «Les doy la Vida
eterna» (y. 10). La de Dios, que él tiene en plenitud. Cuando
transfigura el ser del hombre, los teólogos la llaman «Gracia
santificante». Cristo nos la da dándose él mismo,
principalmente en la Eucaristía. c) «No perecerán jamás y
nadie las arrebatará de mi mano» (y. 11-13). El Pastor bueno es
Pastor fuerte. En su mano firme está la invencible confianza de
los débiles.
3. — El Padre. Las dos últimas líneas se elevan a la más alta
perspectiva teológica y anticipan pensamientos de la Oración
Sacerdotal (capítulo 17): a) «Mf Padre, que me las ha dado...»
(17,2.6.9.10). Los fieles, la Iglesia, toda la humanidad en
cuanto llamada a ser su «Ekklesía» para siempre, somos el
regalo de Dios a su Hijo. b) «...y nadie puede arrebatarlas de la
mano de mi Padre» (17,11.15), que es Omnipotente («supera a
todos»). c) « Yo y el Padre somos uno». Unidad en el obrar y
también en el ser, a la que, de algún modo, Cristo asimila e
incorpora su Iglesia (17, 11.21.22.23).
QUINTO DOMINGO DE PASCUA
PRIMERA LECTURA
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 14,20b-26
En aquellos días, volvieron Pablo y Bernabé a Listra, a Iconio y
a Antioquía, animando a los discípulos y exhortándolos a
perseverar en la fe diciéndoles que hay que pasar mucho para
entrar en el Reino de Dios.
En cada iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los
encomendaban al Señor en quien habían creído. Atravesaron
Pisidia y llegaron a Panfilia. Predicaron en Perge, bajaron a
Atalía y allí se embarcaron para Antioquía, de donde los habían
enviado, con la gracia de Dios, a la misión que acababan de
cumElir. Al llegar, reunieron a la comunidad, les contaron lo
que Dios había hecho.por medio de ellos y cómo había abierto
a ios gentiles la puerta de la fe.
Salmo responsorsal Sal 144,8-9. 10-11. 12-l3ab
R. Bendeciré tu nombre por siempre jamás, Dios mío, mi Rey.
[ Aleluya].
El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera .y rico
en piedad;
el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus
criaturas.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan
tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus
hazañas.
V DOMINGO PASCUA 803
Explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de
tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en
edad.
SEGUNDA LECTURA
Lectura del libro del Apocalipsis 21,1-5a
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer
cielo y la primera tierra han pasado, y el mar ya no existe. Vila
ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo,
enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna
para su esposo. Y escuché una voz potente que decía desde el
trono:
—Esta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre
ellos. Ellos serán su pueblo y Dios estará con ellos. Enjugará las
lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni
dolor. Porque el primer mundo ha pasado.
Y el que estaba sentado en el trono dijo: »Ahora hago el
universo nuevo.»
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 13,34 Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a
otros como yo os he amado
—dice el Señor—. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 13,3 1-33a. 34-35
Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús:
—Ahora es glorificado el Hijo del hombre y Dios es glorificado
en él. (Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará
en sí mismo: pronto lo glorificará.)
Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros.
Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros
como yo os he amado. La señal por la que conocerán que sois
discípulos míos será que os amáis unos a otros.
Los últimos tres Domingos de Pascua se lee, todos los años, un
fragmento del «Sermón de la Cena» según San Juan.
Testamento espiritual de Jesús. Corazón de su Evángelio.
Reflejo de las celebraciones eucarísticas en las que el Discípulo
amado evocaba, coordenaba y traducía al lenguaje de su
ambiente los más entrañables recuerdos del Maestro. Hoy
escuchamos las primeras líneas de dicho Sermón.
La primera lectura de los Hechos Apostólicos cuenta el regreso
de la primera expedición misional de San Pablo (años 45-49
aprox.). En vez de proseguir de Derbe hasta Antioquía por el
camino más breve (ver un mapa), rehacen en sentido inverso
un agotador y peligroso itinerario de centenares de kilómetros
con el fin de visitar las iglesias recién fundadas. Sabían cuán
frágil es la Fe si no se cultiva. Dos objetivos
804 CICLO C
principales: a) confirmarlos en su fidelidad o perseverancia; b)
designar y ordenar en cada comunidad un equipo de
responsables (ancianos o <(presbíteros)>).
La selección antológica del Apocalipsis salta directamente a la
última visión: la de la nueva y eterna Ciudad de Dios y de los
hombres unidos con él, en un Universo renovado. Al describir
esta ((Ciudad» en los párrafos siguientes, el autor del
Apocalipsis trazará en símbolos el más hermoso resumen de
Eclesiología.
En el trozo de EVANGELIO que se lee hoy podemos distinguir
dos puntos: una reflexión teológica acerca del Misterio pascual
(y. 3 1-32) y el comienzo de la «alocución de despedida» de
Jesús antes de su muerte (y. 33-35). Idea central del primer
punto, la Gloria; del segundo, el Amor.
1. El Misterio pascual (Pasión, Muerte y Resurrección) que
«ahora» se va a realizar en plenitud lo considera Jesús desde la
perspectiva suprema de la glorificación. En La mentalidad
hebrea de la Biblia, la «Gloria» es un bien exclusivamente
divino. Irradiación de la majestuosa Santidad de Dios. Los seres
inteligentes perciben su resplandor en el Universo y en la
Historia. Cristo Redentor, que recapitula en sí el Universo y la
Historia, aparece en el Evangelio de San Juan como absoluta
realización y revelación de la Gloria de Dios. Cuando Judas sale
del cenáculo, empieza el «ahora» decisivo de la Redención.
Jesús la ve en espíritu ya realizada, y resume su obra diciendo
que Dios ha sido glorificado haciéndole a él Gloria suya ante
los hombres (comparar conJn 17,1-5). De momento, a los ojos
de la Fe. «Pronto» en visión evidente. (Situándose en el
cenáculo entre los apósfoles, el adverbio «pronto» se refiere a
la Resurrección. Situándose en la Iglesia, donde Cristo repite
sus palabras a todos los fieles, «pronto» se refiere a su
definitiva Venida o «Parusía», cuando su Gloria llenará
visiblemente el Universo). —Al celebrar la Eucaristía
actualizamos esta suprema glorificación de Dios en Cristo, que
da sentido a nuestra existencia y a toda la Creación.
2. — En la literatura bíblica, como en muchas otras, existe una
forma redaccional con características especiales para expresar
la despedida del que va a morir. El Sermón de la Cena se ajusta
a esta forma literaria. Anuncia a los «hijos» o discípulos su
inminente partida. Les deja su permanente voluntad en tono
de «mandato». El de Jesús, es el Amor fraterno. Tema central
del Evangelio, de infinita actualidad. Notemos algunos
aspectos: a) se refiere al amor de los discípulos o cristianos
entre sí. Caridad intraeclesial. También está mandada su
irradiación hacia fuera, incluidos los enemigos y perseguidores
(Mt 5,43ss). Pero esta proyección externa es calor de un hogar
íntimo, que cesa si se apaga. b) Es un mandamiento nuevo. La
esencial novedad está en que su norma ya no es «como a ti
mismo», sino «como Cristo nos ha amado». Sin límite n 13,1),
humilde (Jn 13,2-17), crucificado (Gal 2,19-20). c) Signo de
Iglesia: «gloria» o resplandor del mismo Amor de Cristo, que se
transparenta en el corazón y manos de sus (auténticos)
discípulos. Este último versículo (35) es clave de todas las
afirmaciones, y también de las crisis locales o temporales de la
Iglesia.
Leemos hoy las primeras líneas del Sermón de la Cena. El
«Sermón de la Cena» abarca desde el capítulo 13 hasta el 17
del Evangelio de San Juan. Testamento espiritual del Señor a
sus Discípulos. A toda la Iglesia. Ambientado en torno a la
mesa
V DOMINGO PASCUA 805
eucarística, la noche del Jueves santo. Habla Jesús como
amigo, como maestro, como sacerdote. Divina lección sobre la
teología del Misterio pascual. Los que quieren vivir a fondo el
cristianismo, lo leen muchas veces por entero, lo meditan, lo
guardan en su corazón.
En estas primeras líneas, Jesús declara la intención suprema de
su vida: la GLORIA de Dios.
1. — «Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es
glorificado en el En el lenguaje de la Biblia, la Gloria de Dios es
a Dios mismo en su relación con los hombres lo que es el
resplandor del sol al mismo sol cuando ilumina la tierra.
Manifestación, transparencia. Nadie con ojos mortales puede
ver a Dios en sí mismo. Pero su Gloria nos lo hace asequible. La
Gloria de Dios la proclama el universo. Y resplandecía en el
rostro del Hombre tal como Dios lo pensó y lo hizo: «a imagen
y semejanza)> suya, sin pecado. En medio de un mundo
pecador, Jesús vino a realizar de nuevo el ideal del Hombre
perfecto. Ser transparencia de la Gloria de Dios. Cuando en la
última Cena dice que «ahora)> Dios es glorificado en él, Jesús
habla desde su actitud de Sacrificio. Donación absoluta de sí
mismo por la salvación de todos. Darse es amar. En el
Sacrificio de Jesús, el amor llega al infinito. Y pues Dios es el
infinito Amor, Cristo sacrificado —Cruz y Eucaristía— es para
nosotros su manifestación y transparencia. Su Gloria. En
consecuencia, Dios Padre «lo glorifica en sí mismo» por la
Resurrección.
2. — «Os doy un mandamiento nuevo, que os améis unos a
otros como yo os he amado». El mandamiento del amor
fraterno es pura lógica del Misterio pascual. Si Dios es Amor, si
Cristo sacrificado y resucitado es su Gloria, la única manera de
transformarse el hombre en «glorificación» de Dios es salir de
su pecado (es decir, de su egoísmo) y darse por Dios a los
hermanos. Amar en cristiano; o sea, «como él
—Cristo—— nos ha amado». Si uno dijese que «ama» estando
en actitud egoísta, sería la mentira del amor. Porque la medida
y criterio del amor cristiano está en la Cruz, en la Eucaristía.
«En esto conocerán que sois discípulos míos». Iglesia. La
Comunidad cristiana da testimonio del amor de Cristo ante el
mundo si antes lo practica dentro de sí misma. El mandato
temporal y eterno (eterno, y por eso siempre «nuevo») de la
Iglesia es ser transparencia de la gloria de Dios —que consiste
en amar de verdad.
Escuchamos en el Evangelio las primeras palabras del «Sermón
de la Cena» según San Juan.
El «Sermón de la Cena» Qn 13-17) es testamento espiritual de
Jesús. Plegaria eucarística de su Sacrificio. Despedida ante la
muerte, con la seguridad de un inmediato reencuentro
glorioso. Conviene leerlo por entero muchas veces en actitud
de sosegada contemplación. Como si uno se hallase presente
en el Cenáculo, en sintonía con aquel Discípulo «a quien
amaba el Señor».
Juan dio su definitiva forma y redacción al «Sermón de la
Cena» siendo ya anciano, con más de medio siglo de
experiencia apostólica. En sus palabras se percibe el acento
del Maestro junto con el de la Iglesia cuando las evocaba al
celebrar la Eucaristía.
En este fragmento inicial afirma que el Sacrificio de Jesús es la
expresión suprema
806 CICLO C
de la Gloria de Dios. Anuncia su partida. Deja a la Iglesia el
Mandato que ha de definir su identidad.
A. — El Sacrificio de Jesús, expresión suprema de la Gloria. En
la teología bíblica, el concepto de «Gloria» es paralelo al de
«Santidad». Ambos pertenecen al orden estrictamente divino,
y sólo se pueden aplicar a realidades creadas en cuanto son
reflejos de Dios. El universo y la historia son dignos de la Gloria
divina. El Hombre, su imagen. Cristo, la plenitud Un 1,14).
Plenitud que se realiza y manifiesta en el Misterio Pascual de la
Muerte-y-Resurrección. El Padre comunica toda su Gloria a
Jesús, y la Gloria de Jesús es epifanía ante el mundo de la del
Padre. Teólogo de mirada angélica, Juan supo contemplar la
Cruz como realización ya actual de la Gloria. Y así puso en
labios de Cristo el triunfal «Ahora es glorificado... » ya en el
mismo momento oscuro de la traición de Judas. Porque el
Sacrificio de Jesús, en la Cruz y en la Eucaristía, fue la
realización infinita del Amor. Y el Amor en Dios (cf. 1 Jn 4,16) se
identifica con la Santidad y la Gloria. —Como reflexión práctica,
recordemos que cada vez que celebramos la Eucaristía se hace
viva y ardiente en medio de nosotros la obra máxima del Amor,
Santidad y Gloria divina. —Para iluminar estas difíciles ideas
pueden ser útiles dos contextos paralelos de San Juan: a
propósito de los helenistas que querían ver a Jesús (12,23-33),
y cuando él dirigió al Padre el comienzo de la Oración
Sacerdotal.
B. —Jesús anuncia su temporal Ausencia (y. 33). Tema repetido
varias veces en el Evangelio de San Juan (p. ej. 7,33-34).
Buena parte del «Sermón de la Cena» tiene el tono
emocionado de una «Alocución de despedida».
C. — El Mandamiento nuevo. En las «alocuciones de
despedida», el que va a morir entrega, en forma de
pensamiento, consejo o mandato, el legado supremo de su
alma. Para los que le rodean (hijos, discípulos o amigos) este
legado pasa a ser el imperativo de toda su vida. Jesús da a la
Iglesia el Mandamiento del Amor fraterno.
En la Biblia, el «Mandamiento» equivale a un compromiso de
Alianza. Es respuesta de fidelidad a la iniciativa de Dios que
ofrece su favor al hombre. En la «nueva Alianza», Cristo da a
los discípulos su infinito Amor. Se da a Sí mismo. Y exige en
retorno a cada uno un. Amor equivalente, que tiene que
realizarse en el servicio a los hermanos. Mandamiento siempre
«nuevo» (cf. 1 Jn 2,7-8); fragancia espiritual de flor recién
abierta, como el inmarcesible «cántico nuevo» de la eternidad.
Lo eterno jamás envejece. «Como yo os he amado». Palabras
dichas en contexto de Eucaristía, después del significativo
lavatorio de los pies. Servicio humilde. Donación de sí mismo.
«Hasta el fin» (13,1) o absoluta totalidad. En los que reciben la
Eucaristía, la respuesta de Amor cristológico-fraterno debe ser
una evidencia. Signo ante los demás de que Cristo está y actúa
en ellos. Identidad de la Iglesia. En el definitivo examen de la
vida, como razón de ser o no ser en el Reino de Dios, se nos
juzgará sobre el Mandamiento nuevo (Mt 25,31-46). El
Discípulo prudente sabrá prevenir este examen, juzgándose a
sí mismo en el atardecer de cada jornada.
Leemos hoy unas líneas entresacadas del comienzo de aquella
larga sección del cuarto.. Evangelio que suelen llamar el
Sermón de la Cena Un 13-17). Ultima Conversación del Amigo
al despedirse en la víspera de su muerte. «Testamento
V DOMINGO PASCUA 807
espiritual» de Jesús, que el Discípulo Amado meditó durante
medio siglo y legó por escrito a la Iglesia para que lo
meditemos nosotros como él.
En el fragmento que se lee hoy destacan dos temas: a) la
Gloria de Dios; b) el Amor fraterno.
A. — La Glorificación de Dios en Cristo. El Sermón de la Cena es
como una plegaria eucarística. Se sitúa en el «ahora» del
Sacrificio Redentor. El momento en que Judas se va del
Cenáculo marca el comienzo de este «ahora». Y Jesús proclama
la intención principal de su Ofrenda: Glorificar a Dios. La
reiterará en la Oración Sacerdotal Un 17,1-5). Dios Padre
responde a la Ofrenda de su Hijo glorificándolo asimismo. Ya
«ahora». Ningún hombre ha recitado en la tierra una
Glorificación comparable a la de Jesús Crucificado (Flp 2,5-11).
Y «pronto» de una manera definitiva, a nivel divino. El adverbio
«pronto» se refiere a la Resurrección, entendida en su pleno
sentido teológico (que comprende también la «Parusía>:
cuando todos los hombres entrarán en la evidencia de Cristo
Glorificado, razón de ser del Universo y de la Historia). —
Glorificar a Dios es hacer inteligible y clara su fascinadora
Hermosura, Grandeza, Santidad. En una palabra: su Amor, que
se identifica con su Ser. El gesto de Cristo-Dios entregándose
por la Salvación del mundo es el signo infalsificable del Amor
de Dios. De su Gloria.
B. — El Mandamiento del Amor cristiano. Jesús quiere que los
suyos sean en el mundo prolongación de su «Gloria». Lo pedirá
al Padre en la Oración Sacerdotal Un 17,20-26). Por eso les
transmite la Ley divina del Amor. No como imposición de fuera
a dentro, sino como expresión del propio «ser cristiano».
«Nuevo» no significa algo reciente, que luego envejecerá;
corresponde a la Alianza nueva-y-eterna. Lo eterno es siempre
actual, gozo recién estrenado, juventud. «Como yo os he
amado». Cristo no es sólo ejemplo, sino también fontalidad.
Participamos en su Corazón. «La señal por la que
conocerán...’> El signo plástico del Cristianismo es la cruz, su
signo viviente, un Amor dispuesto al Sacrificio. Signo y motivo
de credibilidad para el mundo Un 17,21-23). —Cada vez que
celebramos la Eucaristía, Cena del Señor, se nos hace actual y
«nuevo» el evangélico Sermón de la Cena. Y con él, la vocación
de ser Gloria de Dios siendo Amor cristiano.
SEXTO DOMINGO DE PASCUA
PRIMERA LECTURA
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 15,1-2. 22-29
En aquellos días, unos que bajaban de Judea se pusieron a
enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban como
manda la ley de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un
altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se
decidió que Pablo, Bernabé y algunos más subieran a Jerusalén
a consultar a los Apóstoles y presbíteros sobre la controversia.
Los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia acordaron
entonces elegir algunos de ellos y mandarlos a Antioquía con
Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas Barsabá y a Silas, miembros
eminentes de la comunidad, y les entregaron esta carta:
(<Los apóstoles, los presbíteros y los hermanos saludan a los
hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia convertidos del
paganismo.
Nos hemos enterado de que algunos de aquí, sin encargo
nuestro, os han alarmado e inquietado con sus palabras.
Hemos decidido por unanimidad elegir algunos y enviároslos
con nuestros queridos Bernabé y Pablo, que han dedicado su
vida a la causa de nuestro Señor. En vista de esto mandamos a
Silas y a Judas, que os referirán de palabra lo que sigue: Hemos
decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más
cargas que las indispensables: que no os contaminéis con la
idolatría, que no comáis sangre ni animales estrangulados y
que os abstengáis de la fornicación.
Haréis bien en apartaros de todo esto. Salud.»
Salmo responsorial Sal 66,2-3. 5. 6 y 8
R. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te
alaben.
[ Aleluya].
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
VI DOMINGO PASCUA 809
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con
justicia, riges los pueblos con rectitud, y gobiernas las naciones
de la tierra.
Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te
alaben. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines
del orbe.
SEGUNDA LECTURA
Lectura del libro del Apocalipsis 21,10-14. 22-23
El ángel me transportó en espíritu a un monte altísimo y me
enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo,
enviada por Dios, trayendo la gloria de Dios. Brillaba como una
piedra preciosa, como jaspe translúcido. Tenía una muralla
grande y alta y doce puertas custodiadas por doce ángeles,
con doce nombres grabados: los nombres de las tribus de
Israel. A Oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres
puertas, y a occidente tres puertas. El muro tenía doce
cimientos, que llevaban doce nombres: los nombres de los
Apóstoles del Cordero. Templo no vi ninguno, porque es su
templo el Señor Dios Todopoderoso y el Cordero.
La ciudad no necesita sol ni luna que la alumbre, porque la
gloria de Dios la ilumina y su lámpara es el Cordero.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 14,23 Si alguno me ama guardará mi palabra, dice el Señor;
y mi Padre lo amará, y vendremos a él. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 14,23-29
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y
vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que
estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Os he habladó ahora que estoy a vuestro lado; pero el
Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre,
será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que
os he dicho.
La paz os dejo, mi paz os doy: No os la doy como la da el
mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me
habéis oído decir: «Me voy y vuelvo a vuestro lado.», Si me
amarais os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es
más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para
que cuando suceda, sigáis creyendo.
810 CICLO C
Próxima ya la Ascensión, el Evangelio de este domingo nos
sitúa en uno de los momentos más intensos de la «despedida»
de Jesús, tal como la recordó San Juan en el Sermón de la
Cena. El sentimiento de su Ausencia se transfigura por la fe en
el gozo de una mejor Presencia.
El libro de los Hechos Apostólicos preludia en germen todas las
situaciones de la Iglesia en su historia. También las crisis
internas. La más peligrosa de entonces fue la que provocaron
los «judaizantes» contra la abertura misional de San Pablo. Su
pretensión mataba de raíz la catolicidad del Cristianismo.
Aceptaron el arbitraje de la iglesia madre, la de Jerusalén.
Prevaleció la Verdad, suavizada con algunas concesiones
circunstanciales gracias a la prudencia de Santiago. La lectura
litúrgica se limita al comienzo y a la conclusión del capítulo 15,
que, en su armónica complejidad, da una idea germinal de lo
que serán luego en la Iglesia los Concilios.
La lectura dçl Apocalipsis se reduce también a un breve
extracto del gran retablo significativo con que describe San
Juan la «Jerusalén» escatológica; o sea, la Iglesia eterna (21,9 -
22,5). Cada símbolo es pura cifra nocional de una verdad
teológica. En las pocas líneas que leemos se afirman las
siguientes: a) la sobrenaturalidad (viene del cielo, obra de
Dios, resplandor de su Gloria); b) la continuidad con «Israel»
(es decir, la misión de ser Pueblo de Dios); c) la universalidad
(«doce» puertas abiertas a los cuatro puntos cardinales); d) la
apostolicidad (cimentada sobre los Apóstoles); e) la sacralidad
(toda la Ciudad es «templo»; o sea, presencia de la Gloria de
Dios que resplandece en la faz de Cristo).
El EVANGELIO está tomado de la primera parte del «Sermón de
la Cena», hacia la conclusión de la primera «despedida».
Conviene distinguir dos sectores:
A. — Los vers. 23-26 recapitulan la elevación teológica central
de esta «despedida», que empieza en el vers. 15. Sería bueno
meditarla por entero. Jesús contrapesa la idea de su Ausencia
(visible), que desarrolló antes, con la promesa de una Venida
(invisible, pero real e incluso perceptible) a la intimidad de
cada uno de los que creen y aman. Esta Venida-y-Presencia
será: a) del Espíritu Santo (y. 15-17); b) del mismo Jesús, Hijo
de Dios (y. 18-19); c) y también del Padre (y. 20-2 1). Una
interrupción de Judas Tadeo (y. 22) introduce la recapitulación
que leemos en la perícopa litúrgica de hoy: Jesús reafirma el
hecho y la condición de esta divina Presencia, al mismo tiempo
que concreta su significado. 1) El significado es el Amor. Amar
es «dar-se»: hacer que el otro pueda llamarle sinceramente
suyo. «Venir» Dios a uno es situársele en relación de
pertenencia. El hombre posee el Infinito; centrado en Dios,
hasta siente cielo y tierra como un bien familiar. La situación
del hombre que tiene en sí a Dios se expresa con la imagen
litúrgica de la «Morada» (o Templo); como la Jerusalén de la
lectura precedente, la integridad de cada ser humano se
transfigura en luz. Recordemos que nadie ha escrito de estas
cosas con más sentido de experiencia que Teresa de Avila. 2)
La con dición es que el creyente ame a Cristo, realizando su
amor en el cumplimiento de sus «palabras» (y. 23-24), o sea,
de sus «mandatos» (y. 15). Los místicos sinceros, como Juan,
nunca dejan de apoyar la más alta espiritualidad en la base
única de la ascética y la moral. 3) Uno de los frutos de la
inhabitación divina será el magisterio del Espíritu al servicio de
la Palabra de Cristo. Magisterio que actúa en cada uno de los
miembros de la Iglesia; en cada uno según su función.
B. — El don de la Paz (v.27). En la teología bíblica, la Paz o
Shalom es el
VI DOMINGO PASCUA 811
resultado de la Alianza. Casi su definición. En los versículos
precedentes el Señor no ha hecho más que «explicar» lo que
es la nueva Alianza realizada y sellada con su Sangre: mutua
relación de Amor eficaz entre el hombre y ‘adivina Trinidad.
Todo el «sermón de la Cena» según Juan es una glosa al tema
de la Nueva Alianza. Viviéndola en Eucaristía y en sinceridad
de vida sobrenatural, el creyente encuentra en ella la fuente de
su Paz —la que el «mundo» fuera de Dios no puede dar, porque
la Paz es atmósfera del cielo.
La primera parte del «Sermón de la Cena» (cuya introducción
leímos el domingo pasado) se desarrolla en tono de despedida.
Entrañable adiós del Amigo y Maestro que va a morir. Hoy
escuchamos las últimas líneas de esta primera parte. Dos
pensamientos principales: a) por encima de la ausencia visible
de Jesús, los discípulos gozarán de su presencia interior, divina;
b) tendrán en este mundo la verdadera Paz.
[ vez de estas líneas, se podría leer hoy el Evangelio del
domingo próximo, impedido por celebrarse la solemnidad de la
Ascensión. Plegaria sacerdotal de Cristo para que todos los que
tenemos fe en él vivamos una sincera, teológica y eterna
unidad con él y entre nosotros.]
1. — «El que me ama, guardará mi Palabra y mi Padre lo
amará, y vendremos a ély haremos morada en él». Dios
presente en nosotros. En lo más hondo de nuestra realidad
humana. La presencia íntima de Dios es nuestro mayor tesoro.
Gloria de la «nueva Jerusalén», la Iglesia eterna. Regalo de la
Redención. Está con nosotros el Padre que nos ama. Cristo, el
Hijo de Dios, nuestro Hermano. El Espíritu Santo, «Paráclito»
que nos asiste continuamente como maestro, consolador,
consejero y guía. Ser «templo» de la Santísima Trinidad fue la
luz interior de María en su paso por la tierra y ha de serlo
también para nosotros. Saber y pensar que Dios está en el
centro de nuestra vida («vivir en la presencia de Dios», tal
como nos aconsejaban los maestros espirituales a quienes
tanto debemos) es la más eficaz forja de carácter, fuente de
alegría, escuela de rectitud, estímulo de constante progreso en
el estudio, en el trabajo, en la promoción sincera de toda
justicia y de toda misericordia.
—Condición de la presencia de Dios es amarlo. Guardar la
Palabra de Cristo. Su Evangelio. Hacer de él criterio de nuestro
pensar, sentir y querer. Y también, sin cobardía, de nuestro
hablar. Atesorar la Palabra, como María de Nazaret. Como ella,
abrazarla, saborearla, acunarla en el corazón. —Son los niños
según el Evangelio quienes más y mejor gozan la presencia
interior de Dios, si sus educadores quieren cooperar con ellos.
2. — «La Paz os dejo, mi Paz os doy». En cada celebración de la
Eucaristía repetimos estas palabras. Las glosamos con
insistencia como preludio a la comunión. Son el legado de
Cristo a la Iglesia. Que de tanto repetirlas con sinceridad,
lleguen a hacerse nuestro instinto. El rostro del cristianismo ha
de ser transparencia de Paz. En la familia, en la patria, en el
mundo.
Hoy escuchamos en el Evangelio las últimas líneas de la
«Oración Sacerdotal». Corresponderían al domingo próximo;
pero se anticipan por haberse trasladado a
812 CICLO C
dicho domingo la Solemnidad de la Ascensión.
Con la «Oración Sacerdotal» (Jn 17) concluye el Sermón de la
Cena, del que hablamos el domingo pasado. El Maestro se ha
despedido de los Apóstoles. A manera de testamento
espiritual, les ha dictado las supremas exhortaciones y
mandatos. Anuncia su próximo Retorno. Al fin, levanta los ojos
al cielo y explaya su corazón en un ardiente monólogo al Padre.
Acto seguido salen para Getsemaní.
Cuando Juan puso por escrito estas palabras había pasado más
de medio siglo. Historiador, teólogo y místico, al recordar a
Jesús hablando en el Cenáculo lo contempla al mismo tiempo
orando en el silencio de la Cruz y desde la Liturgia universal de
la Gloria. La redacción evangélica unifica estas tres actitudes
en perspectiva de eternidad. Sus palabras resumen todo el
amor de Cristo Sacerdote por la Iglesia. Tienen el aire de una
Plegaria eucarística. Plegaria eucarística que Juan repetiría o
adaptaría muchas veces al celebrar con sus discípulos el
Memolial del Señor.
Conviene leer muchas veces la Oración Sacerdotal por entero.
Sólo una lectura asidua, reflexiva y afectuosa introduce a la
connaturalidad con el espíritu de San Juan. Y sintonizar con
Juan evangelista es entrar en sintonía con la interioridad de
Jesús. En esta Oración, Jesús habla como Sacerdote en acto de
Sacrificio personal. Indica y glosa las intenciones del Sacrificio.
Primero, la Gloria divina (y. 1-5). Luego, la santificación en la
Verdad del grupo apostólico que le rodea (6-19). Por grupo
apostólico de Cristo se entiende también su continuidad en la
historia. En tercer lugar, pide por todos los creyentes. Es la
última parte, que leemos hoy. Estilo insistente, reiterativo. Todo
gira en torno a un mismo pensamiento: la Unidad.
1. — «Pido también por los que creen en Mí por la palabra de
ellos [ los Apóstoles]». Es decir, por la Iglesia forjada en la Fe
con que cada uno ha recibido y recibe por la predicación o
«palabra» apostólica el Testimonio de la Verdad de Cristo. Esta
Plegaria del Sacerdote eterno interpela directa y
explícitamente también a nuestra generación.
2. — «Que todos sean uno... » Lo repite tres veces. Manera
oriental de dar énfasis extraordinario a una idea. La tercera
vez, con hermosa energía: «que sean llevados-a-la-plena-
perfección en la unidad» (y. 23). El tema de la Unidad es
principal en San Juan. Lo expresa en la alegoría de la Vid (15,
lss). En el signo de la Túnica indivisible (19,24). De la Red que
no se desgarra (21,11). Juan era ya testigo de divisiones, y
quiere poner en evidencia que son la mayor traición al ideal
que tiene Jesús de su Iglesia. Los cristianos se dividen cuando
han puesto algún otro amor por encima del de Cristo.
3.— «Como tú, Padre, en míyyo en ti...»; «Como nosotros...»;
«Yo en ellos y tú en mí...». Otra insistencia triple. La unidad de
la Iglesia refleja y prolonga la comunión de pensamiento. Amor
y vida entre el Padre y Jesús.
4. — «Les he dado la Gloria que me diste... » Pensamiento
central. En el vocabulario de Juan, «Gloria» es manifestación y
comunicación de la divinidad. En el conjunto de su teología, el
don de la «Gloria» coincide con el del Espíritu Santo. Alma de la
Iglesia. Su manantial de Vida, Amor y Gracia. Razón suprema
de su Unidad.
5. «Para que el mundo crea...» (y. 21); «para que el mundo
conozca... » (23). Cuando la Comunidad de los cristianos es
transparencia del Espíritu y epifanía del Amor de Dios, el
«mundo» [ no cristianos] no puede menos de experimentar y
VI DOMINGO PASCUA 813
reconocer la Misión salvífica de Cristo. La Fe se propaga con el
testimonio evidente de la Unidad.
Los últimos incisos (24-26) son recapitulación y epílogo de toda
la Oración Sacerdotal. Pide por todos los suyos el supremo
regalo de «estar con él». El Cielo, que es contemplación de su
Gloria, comunión en su Amor eterno.
El Evangelio del domingo sexto de Pascua nos hace revivir uno
de los momentos más emotivos del «Sermón de la Cena»; es
decir, de aquella conversación de despedida que tuvo el Señor
con los Discípulos en la víspera de su muerte. Dos temas: a) la
Presencia de Dios en los que le aman; b) la Paz.
[ vez de esta lectura se puede anticipar la del domingo
séptimo, impedida por haberse trasladado a él la solemnidad
de la Ascensión. Son las últimas líneas de la «Oración
Sacerdotal». Jesús pide al Padre la Unidad de su Iglesia.]
A. — «El que me ama, guardará mi Palabra. Y mi Padre lo
amará, y vendremos a él y en él haremos morada». La
sinceridad del amor a Cristo está en «guardar su Palabra». Al
igual que María en Belén, en Nazaret y siempre. Guardar su
Palabra es hacerla centro del pensamiento, acción y vida.
Abrazarla y acunarla como entrañablemente propia. Palabra
que es Evangelio. Transparencia de su corazón. Revelación del
Padre. El que así ama en reciprocidad a Cristo, el Padre lo ama
por él y con él. Amar es dar-se. Amor de Dios es el regalo de su
Presencia. En él haremos morada. «Morada» o «mansión» es la
continuidad de aquella situación espiritual en que tanto insiste
Juan evangelista: «permanecer» el hombre en Dios y Dios en el
hombre. Dios «hizo morada» en el Arca de la Alianza. En el
Templo de Jerusalén. La Nueva Alianza es interioridad. Cada
persona humana está llamada a ser Templo de Dios. A este
propósito escribió maravillas Teresa de Jesús en su obra
cumbre, llamada precisamente «las Moradas». El diálogo
interior con Dios es manantial, forja y escuela del carácter.
Riqueza de los que son pobres y niños según el Evangelio. Los
otros (los que «no aman ni guardan mis palabras») tal vez no lo
pueden comprender.
—En este diálogo interior, Jesús insiste en el magisterio vivo de
Dios Espíritu Santo:
«él os lo enseñará todo, y (= es decir ) hará que recordéis todo
lo que yo os he dicho».
B. — «La Paz os dejo - mi Paz os doy». En cada celebración de
la Eucaristía, como preludio a la Comunión, decimos y
glosamos estas palabras con emotiva insistencia. La Eucaristía
es manantial, forja y escuela de la Paz. Donde permanece mos
en Dios, y el Dios de la Paz, el Amor y la Justicia permanece en
todos y cada uno de nosotros. Si los educadores reflexionasen
más sobre el insustituible valor educativo de la Eucaristía bien
celebrada, inculcarían más su aprecio y participación frecuente
a los niños, a los jóvenes, a todos.
ASCENSIÓN DEL SEÑOR
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 9,24-48; 10,19-23
Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres
—imagen del auténtico—, sino en el mismo cielo, para ponerse
ante Dios, intercediendo por nosotros.
Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces —como el sumo
sacerdote que entraba en el santuario todos los años y ofrecía
sangre ajena. Si hubiese sido así, Cristo tendría que haber
padecido muchas veces, desde el principio del mundo—. De
hecho, él se ha manifestado una sola vez, en el momento
culminante de la historia, para destruir el pecado con el
sacrificio de sf mismo.
El destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de
la muerte, el juicio.
De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para
quitar los pecados de todos.
La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado para
salvar definitivamente a los que lo esperan.
Teniendo entrada libre al santuario, en virtud de la sangre de
Jesús; contando con el camino:
nuevo y vivo que él ha inaugurado para nosotros a través de la
cortina, o sea, de su carne; y
teniendo un gran sacerdote al frente de la casa de Dios,
acerquémonos con corazón sincero y
llenos de fe, con el corazón purificado de mala conciencia y
con el cuerpo lavado en agua pura. Mantengámonos firmes en
la esperanza que profesamos, porque es fiel quien hizo la
promesa.
EVANGELIO
Final del santo evangelio según san Lucas 24,46-53
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre
los muertos al tercer día y en su
ASCENCIÓN DEL SEÑOR 815
nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados
a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.
Y vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre
ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os
revistáis de la fuerza de lo alto.
Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los
bendijo.
Y mientras los bendecía, se separó de ellos (subiendo hacia el
cielo).
Ellos se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban
siempre en el templo bendiciendo a Dios.
Solemnidad de la ASCENSIÓN. Fiesta que sabe a cielo para
cuantos aprendimos de pequeños a revivir los Misterios de la
Vida de Cristo a través del año litúrgico.
Entre los hagiógrafos del Nuevo Testamento, San Lucas es el
que da mayor relieve a la Ascensión del Señor. Con ella
concluye el Evangelio y con ella introduce los Hechos
Apostólicos. Leemos ambos textos en la misa.
La teología de estos nos las resume el Credo con tres
afirmaciones redactadas en lenguaje bíblico: Subió al cielo - y
está sentado a la derecha del Padre - y de nuebo vendrá con
Gloria.
1. — Subió al cielo. El hombre tiene sed de altura. Cuando
Jesús se dirigía en oración al Padre, levantaba los ojos al cielo.
El firmamento nos es mensaje del infinito. Transparencia de la
gloria. En la expresión bíblica «subir al cielo» no hay mito ni
ingenuidad. Es pedagogía divina, que sabe decir realidades
trascendentes mediante signos que entran por los ojos en el
corazón. La sed que nos atrae hacia la altura es nostalgia de
Dios. Después de la Resurrección, el Maestro se manifestó
varias veces a ios apóstoles. Les confirmó la fe. Superando el
estrecho horizonte humano que respiraban (Act 1,6), les
infundió la conciencia misionera, progresiva mente universal
(Lc 24, 47 y Act 1,8), característica de la Iglesia. Y para darles a
entender que había terminado su acción visible en la tierra, un
día Jesús subió al cielo. Momento inolvidable. Quiere decir que
entendieron, sintieron y «vieron’> que está en la Gloria de
Dios. Hombre perfecto, Jesús abre y señala en su Ascensión un
camino a todos los hombres. Excelsior! Que no es la tierra el
centro de las almas.
2. — Está sentado a la derecha del Padre (Ef 1,20). Expresión
imaginativa, inspirada en el Salterio. Quiere decir que el Hijo
de Dios resucitado, el mismo Jesús de Nazaret y de la Pasión,
comparte con el Padre la plenitud de soberanía divina sobre
toda la realidad presente o futura del universo. Oigamos con
admiración lo que nos dice la Carta a los Efesios en la segunda
lectura. Elevación de la naturaleza humana a Gloria infinita —
que de alguna manera irradia sobre toda persona humana por
su realización con Cristo.
3. — Y de nuevo vendrá con Gloria. Consigna de esperanza
activa que los dos mensajeros celestes dan a los apóstoles en
el monte de la Ascensión (Act 1,11). Con la Ascensión empieza
el «tiempo de la Iglesia». Tiempo de hacer historia cristiana en
este mundo hasta su fin, hasta la Parusía. Tiempo de trabajar
para que la tierra sea preparación, signo anticipado y preludio
del Cielo para todos. Energía interior de este trabajo, Cristo
desde la Gloria da a su Iglesia el Espíritu Santo. Tema del
próximo domingo, Pentecostés.
816 CICLO C
La solemnidad litúrgica de la Ascensión nos invita a sentir
como gozo ya compartido desde ahora, ideal de perfección y
esperanza de eternidad, el Misterio de la Gloria de Cristo, que
afirmamos en el Símbolo de la Fe con una doble expresión de
lenguaje bíblico: «Subió al cielo» y <(está sentado a la derecha
del Padre».
En el momento culminante de la Misa, casi todas las Plegarias
eucarísticas mencionan explícitamente, junto al memorial de la
Muerte y Resurrección, el de «la gloriosa Ascensión a los
Cielos». El Misterio de la Ascensión sitúa a Cristo en la cumbre
del universo. Desde ella tienen sentido transparente la vida, la
muerte y la eternidad. Celebrar conscientemente la Eucaristía
es situarse al nivel de Cristo (= Col
3,1-4).
San Lucas es el autor del Nuevo Testamento que da mayor
relieve a la escena visible de la Ascensión. La presenta como
punto terminal de la Obra terrestre de Jesús en el Evangelio.
Como punto de partida de la Obra de la Iglesia en los Hechos
Apostólicos.
A. La Ascensión, término de la Acción visible de Jesús en la
tierra según el Evangelio (Lc 24, 36-53). El texto que señala el
Leccionario no es sino una parte del relato de la Aparición de
Jesús Resucitado a la Comunidad apostólica, reunida en una
casa de Jerusalén [ Cenáculo?]. San Lucas, que es a un tiempo
historiador, artista y pedagogo, concentra en esta única
escenificación las lecciones de los varios encuentros que tuvo
el Señor con ellos a partir de Pascua y antes de la última
despedida (cf. Hechos 1,3). Disipó las dudas. Los afirmó en la
Paz. Encendió su Alegría (y. 36-43). Sobre todo, les infundió el
carisma de comprender en plenitud la Palabra de Dios (44-45).
Les confió la Misión universal y concretó los temas esenciales:
Cristo, la Conversión, el Perdón de los Pecados. Precisó el
método:
empezar por Jerusalén, santuario de la Redención. Los
constituyó Testigos (46-48). Les advirtió que no se lanzasen al
trabajo antes de contar con la Fuerza del Espíritu
(49).
Concluida la última fase de la formación de los Apóstoles, Jesús
da por terminadas sus manifestaciones sensibles. Desde la
Resurrección, su Cuerpo glorificado era inasequible a los
sentidos mortales. Las Apariciones fueron pedagogía divina de
comunicación, más eficaz que la humana en su capacidad de
infundir la certeza de lo que es real. Siempre en línea de esta
pedagogía divina, el maestro quiso que su gesto de despedida
dejase un recuerdo sublime.
San Lucas lo describe (50-53) mejor que cuantos pintores se
han inspirado en él. Sugiere la imagen del Sumo Sacerdote
bendiciendo al pueblo (cf. Ecli 10, 20-21). La mayor parte de
códices añaden que los presentes «se postraron en tierra». Y
subió al «Cielo». Es decir, manifestó dónde estaba su centro
(«a la derecha del Padre»), como Dios y Hombre verdadero, por
encima de todas las realidades creadas que son espacio de su
Realeza y transparencia de su Gloria [ segunda lectura].
San Lucas termina el Evangelio con una liturgia de gozo y
alabanza (y. 52-53). A pesar de que Cristo ya les es Ausencia.
Pero lo saben presente por el amor y la fe. Saborean su Gloria.
Los maestros de espíritu enseña que la más alta victoria
consiste en gozar intensamente por y con el gozo de Cristo,
superando y olvidando la propia tristeza, soledad o dolor.
B. — La Ascensión, punto de partida de la Acción de la Iglesia
en el mundo según los Hechos Apostólicos (1,1-11). En el
comienzo del segundo volumen de su obra, San Lucas presenta
la Ascensión como preludio y aviso de preparación a la venida
del
ASCENCIÓN DEL SEÑOR 817
Espíritu Santo (tema del próximo domingo). Anota
explícitamente que los encuentros del Resucitado con los
Apóstoles duraron bastante tiempo («cuarenta días»: número
significativo, no matemático). Subraya la Misión de testigos de
Cristo, sin preocuparse por otros problemas (como, p. ej. el del
«Reino de Israel»). Considera la Ascensión como un paréntesis
abierto, que se cerrará en la Parusía. Mientras tanto, es tiempo
de la Iglesia. Tiempo de evangelixar el mundo, para hacerlo
digno del Encuentro definitivo con el Señor. El Misterio de la
Ascensión ha situado a una Altura infinita el centro de
gravedad del pensamiento, corazón y destino de la
Humanidad.
La liturgia celebra el Misterio de la ASCENSIÓN. Cada día lo
confesamos en el Credo o Símbolo de la Fe. Lo actualizan en el
Canon o Plegaria eucarística. Momento definitivo de su
Resurrección o Glorificación, Jesucristo «subió al Cielo» y «está
sentado a la derecha del Padre».
En la cumbre del Universo y de la Historia [ lectura]. Con
Jesucristo, el Hombre es situado al nivel de Dios. Su centro de
gravedad está en la Altura. Porque «el hombre tiene sed de
altura y de pureza». Excelsior!
San Lucas es el escritor del Nuevo Testamento que da mayor
relieve a la escena visible de la Ascensión. Anillo de enlace y
continuidad entre el final de la primera parte de su libro (el
Evangelio) y el comienzo de la segunda (los Hechos
Apostólicos). En la liturgia de la Palabra escuchamos ambos
textos.
A. — La Ascensión, momento terminal del Evangelio. Es decir,
de la Presencia y Acción visible de Jesús en la tierra. Reúne a
los discípulos. Los constituye testigos y transmisores de su
Salvación universal. Para ello, les anuncia la próxima comunica
ción del Espíritu Santo. Camino de Betania, en lo alto del Monte
de los Olivos, se despide. Los bendice con un gesto sacerdotal.
Se aleja en dirección al Cielo. Quiere decir que, desde este
momento, ya no se les manifestará habitualmente en forma
perceptible a los sentidos. Vive y actúa en el orden
trascendente de la Gloria. Está en el «Cielo», y, por tanto,
también en la profunda intimidad de cada hombre unido a
Dios. Ausencia aparente, que es entrañable Presencia. Los
discípulos vuelven a Jerusalén y al Templo irradiando el aire de
la Presencia de Jesús en medio de ellos: la Alegría espiritual y
el sentido de la divina Alabanza.
B. — La Ascensión, comienzo de los Hechos Apostólicos
[ lectura]. Esta página, más descriptiva, sirve de preludio al
Misterio de Pentecostés. Desde su Glorificación, Jesucristo
asistirá a la Iglesia de los Apóstoles comunicándoles
incesantemente el Espíritu Santo. Sin él, nada. Desviarían su
Misión utilizándola para actividades de horizonte limitado,
como aquella de «restaurar la soberanía de Israel». Los dos
«hombres vestidos de blanco» (intérpretes del pensamiento de
Dios, como en el sepulcro vacío) sacan a los Discípulos de su
éxtasis. Cristo glorioso volverá. Es decir, nos encontraremos
todos juntos con él en la Gloria definitiva. Ahora es tiempo de
Oración, de Presencia en el Espíritu y de Misión en su Nombre.
De glorificar a Cristo en la tierra por la Fe y el Amor. Tiempo de
Iglesia. Tiempo de liberar al hombre de todo cuanto lo rebaja
hacia la infrahumano, y de elevarlo a su destino, que está en la
Altura.
SÉPTIMO DOMINGO DE PASCUA
PRIMERA LECTURA
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 7,55-60
En aquellos días, Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada
en el cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la derecha de
Dios, y dijo:
—Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha
de Dios. Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y
como un solo hombre se abalanzaron
sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a
apedrearlo. Los presentes, dejando sus capas a los pies de un
joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a
Esteban, querepetía esta invocación:
—Señor Jesús, recibe mi espíritu.
Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito:
—Señor, no les tengas en cuenta este pecado.
Y con estas palabras expiró.
Y Saulo aprobaba aquel asesinato.
Salmo responsos-sal Sal 96,1 y 2b. 6 y 7c. 9
R. El Señor reina sobre toda la tierra. [ Aleluya].
El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables.
Justicia y Derecho sostienen su trono.
Los cielos pregonan su justicia y todos los pueblos contemplan
su gloria. Ante él se postran todos los dioses.
VII DOMINGO PASCUA 819
Porque tú eres, Señor, altísimo sobre toda la tierra.
Encumbrado sobre todos los dioses.
SEGUNDA LECTURA
Lectura del libro del Apocalipsis 22,12-14. 76-17. 20
Yo, Juan, escuché una voz que me decía:
—Mira, llego en seguida y traigo conmigo mi salario, para
pagar a cada uno su propio trabajo.
Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y
el fin. Dichosos los que lavan su ropa, para tçner derecho al
árbol de la vida y poder entrar por las puertas de la ciudad.
Yo, Jesús, os envío mi ángel ¿Ón este testimonio para las
Iglesias: «Yo soy el renuevo y el vástago de David, la estrella
lucjente de la mañana.» El Espíritu y la novia dicen: «jVen! El
que lo oiga, que rtpita: « El que tenga sed y quiera, que venga
a beber de balde el agua de la vida. El que asé esto responde:
«Sí, vengo en seguida.»
—Améii. ¡Ven, Señor Jesús!
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 14,18 No os dejaré huérfanos, dice el Señor; me voy, pero
volveré y os llenaré de gozo. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 17,1. 20-26
En aquel. tiempo, levantando los ojos al cielo, Jesús dijo:
—Padre santo: no sólo por ellos ruegó, sino también por los que
crean en mí por la palabra de ellos; para quetodos sean uno,
como tú,. Padre, en mí y yo en ti, que ellos también lo sean en
nosótros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean
uno, como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para
que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa
que tú me has enviado y los has amado como me has amado a
mí. Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén
conmigo, donde yo estoy, y contemplen mi gloria, la que me
diste, porque me amabas antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y
éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dad& a conocer
y les daré a conocer tu Nombre, para que el amor que me -
tenías esté, en ellos, como también yo estoy en ellos.
El «Sermón de la Cena» del Evangelio de San Juan termina con
la Oración sacerdotal de Jesús. Se lee en este domingo
después de la Ascensión, distribuida en tres partes conforme a
los tres ciclos litúrgicos. Este año toca la conclusión: el
Redentor pide la Unidad de los creyentes; y. que-así lleguen a
ver la Gloria divina en plenitud de Conocimiento y Amor.
A lo largo de dos extensos capítulos de los Hechos Apostólicos
San Lucas presenta
820 CICLO C
la personalidad, acción y pasión del «diácono» Esteban en
intencionado paralelismo con la de Jesús. Quiere decir que
realizó el ideal del discípulo. La cumbre de este ideal se
consideraba entonces el martirio; o sea, el testimonio dicho en
sangre de una Fe total en Cristo, Hombre y Dios. Esteban murió
rezando y perdonando como el Maestro, casi con las mismas
palabras. De la semilla enterrada de Esteban germinó San
Pablo.
El Apocalipsis es una sinfonía de símbolos en torno al leitmotiv:
«Jesús viene». Leemos hoy en extracto su epílogo-
recapitulación, a) Jesús se afirma: 1) Dios y razón de ser del
universo (y. 13; comparar con 1,8); 2) Mesías-Rey (y. 16); 3)
justoJuez (y. 12). b) Jesús anuncia a las iglesias (16) su pronta
Venida (12 y 20a); la condición para entrar en su «Ciudad» es
la túnica bautismal de la Gracia (y. 14). c) La Iglesia, asistida pr
el Espíritu (ver Rom. 8,26) pide, como la «Esposa» en el
Cántico, la Venida de Jesús (17a); con su oración sintonizan
cuantos tienen sed de Vida (17b). Conclusión y síntesis de todo
el Apocalipsis:¡ Ven, Señor Jesús! (es la traducción de aquel
siogan de la más antigua liturgia cristiana: Marana, thaI: 1 Cor
16,22).
Recordemos que la Oración sacerdotal de Jesús se desarrolla
en tres círculos concéntricos: 1) primero ruega por sí; 2) a
continuación por los presentes en la última Cena (= los
apóstoles); 3) luego por toda la Iglesia. Leemos esta tercera
parte. El estilo es el característico de San Juan, rítmico y
reiterativo como un oleaje. Consideraremos esquemáticamente
tres temas: a) quién ora; b) por quiénes; c) qué pide.
a) Habla el Redentor, en actitud de estar ofreciendo el
Sacrificio (y. 19). Corporalmente, todavía en el Cenáculo;
intencionalmente, en la trascendencia atemporal de su
Glorificación (y. 24). Juan evoca y hace presentes sus palabras
en ambiente de celebración litúrgica: el capítulo 17 es Plegaria
eucarística.
b) Después de interceder por los consagrados y enviados al
servicio de la Verdad (y. 17-19), extiende su mirada a todos los
que creen en él(en Cri sto) por la palabra de ellos (de los
apóstoles). Por la Iglesia universal. Pasada la primera
generación de los que «vieron» (Jn 20,29), Fe es aceptación de
la Palabra de Cristo-Dios en la palabra de sus Enviados (Rom
10,14-18).
c) El tema central de la intercesión es la UNIDAD. Triple
petición, signo de angustiosa insistencia (cf. Getsemaní y 2 Cor
12,8). Cuando escribía Juan, en sus iglesias había crisis de
concordia; por eso habla en el Calvario de la túnica sacerdotal
que no se divide (19,23-24), y en Tiberíades de la red que no
se rasga (21,11). —En el centro de las tres peticiones, es
definitiva la afirmación teológica de la segunda (y. 22):
Jesús comunica a los creyentes la Doxa o «Gloria» que recibe
del Padre. El don y Presencia irradiante del Espíritu. En él
entran en comunión con la Vida íntima del Hijo y del Padre (y.
21 y 23). La Iglesia, «sacramento visible» del misterio trinitario,
que lo es de Unidad en Amor. En el testimonio irradiante de
esta su «Gloria», el «mundo» creerá (y. 21) y conocerá (y. 23) a
Cristo. Ideal fascinador. Y responsabili dad de quienes lo
anublen. —En las últimas líneas (y. 24-26), el Redentor
manifiesta su voluntad de que los a él confiados participen en
su glorificación escatológica. Consistirá esencialmente en
«ver» su Gloria, con lo que su «conocimiento» llegará a
plenitud (cf. 1 Cor 13,12 y Apoc 21,23). En el vocabulario de
San Juan, «ver» y «conocer» connotan una experiencia
afectuosa de contacto personal-vital. Su noción está en la
frontera de la palabra definitiva: la comunión en el Amor
eterno de Dios.
DOMINGO DE PENTECOSTÉS
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8,8-17
Hermanos: Los que están en la carne no pueden agradar a
Dios.
Pero vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, ya que
el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el
Espíritu de Cristo no es de Cristo. Si Cristo está en vosotros, el
cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la
justicia. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los
muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los
muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos
mortales por el mismo Espíritu que habita en vosotros.
Por tanto, estamos en deuda, pero no con la carne para vivir
carnalmente. Pues si vivís según la carne, vais a la muerte;
pero si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo,
viviréis.
Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos
de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para
recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos
hace gritar: ¡Abba! (Padre). Ese Espíritu y nuestro espíritu dan
un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y si somos
hijos, también herederos, herederos de Dios y coherederos con
Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él
glorificados.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 14,15-16. 23b-26
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al
Padre que os dé otro Defensor que esté siempre con vosotros,
el Espíritu de la verdad.
El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y
vendremos a él y haremos morada
822
CICLO C
en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra
que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Os he hablado ahora que estoy a vuestro lado; pero el
Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre,
será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que
os he dicho.
En la fiesta de Pentecostés de que habla San Lucas se inauguró
la Misión de la Iglesia. Misión que, a partir de entonces, es
alma de la historia humana hasta el Fin. No celebramos un
hecho pretérito y concluido. Ayer, hoy y siempre la Iglesia es
continuidad viva de Pentecostés. Por eso la fe inteligente la
aprecia con un mismo amor en su pasado, su presente y su
porvenir.
Algunos Santos Padres llamaron «Evangelio del Espíritu Santo»
a los Hechos de los Apóstoles. La teología de los Hechos
Apostólicos tiene por idea maestra la continuidad entre Jesús y
la Iglesia. La razón de esta continuidad es la Presencia activa
del Espíritu Santo. El mismo que vino sobre Cristo (Lc 3,22) en
plenitud esencial (4,1) viene ahora sobre los discípulos (A 1, 5
y 8) en proporcionada plenitud (2,4). San Lucas encuadra y
condensa en el día de Pentecostés la primicial epifánica
manifestación de la fuerza del Espíritu en la Iglesia de los
Apóstoles. El judaísmo reciente celebra la antigua fiesta
agrícola de Pentecostés como un complemento de Pascua; un
memorial de la gesta del Exodo en la llegada al Sinaí, cuando
la Palabra del Señor se dio al pueblo como Ley. La «teofanía»
(viento y fuego) sobre la Casa cristiana de Jerusalén lleva a
plenitud aquella del Sinaí. La imaginativa religiosa de entonces
veía en las «lenguas ardientes» un signo de la Voz de Dios; al
prender en la docilidad de cada uno de los creyentes, los
transformó en «comunicación» de su Palabra al mundo. Como
primer mensaje a los hombres, la Iglesia llena de Espíritu
proclamó la Gloria de Dios (vers. lib). Sinfonía ecuménica de
muchas «lenguas», muchos oídos y un solo entender. Reverso
de la división de Babel. En su inicial manifestación, el Espíritu
Santo presenta la Iglesia al mundo como acto y signo de
multiforme catolicidad.
El texto de la Carta a los Corintios se leyó no hace mucho
(dom. ord. 2° y 3»). La joven comunidad rebosaba de dones o
«carismas» atribuidos al Espíritu. Pero no todo parecía limpio.
Dos criterios de autenticidad: 1) el acuerdo con la profesión de
Fe (y. 3b); 2) la convergencia servicial en la ordenada unidad
de la Iglesia.
El EVANGELIO también se leyó hace poco (2° dom. Pascua).
Jesús glorificado se manifiesta a los apóstoles cumpliendo las
promesas que les hizo en el «Sermón de la Cena»: la de su
retorno gozoso, la de la Paz, y sobretodo, la del Espíritu Santo.
El gesto con que expresa la comunicación del espíritu (y. 22) es
evocación plástica del de Dios cuando infundió la vida al primer
Hombre (Gen 2,7). La Iglesia es Vida por el Espíritu, y alienta
con el mismo aliento de Jesús. Con la misteriosa fuerza
creadora de la vida, el Espíritu configura en el cuerpo eclesial
los rasgos de la fisonomía de Cristo, que se transparenta en el
rostro de los santos canonizados y en el de infinitos santos
anónimos. San Juan concentra en una misma perspectiva el
don del Espíritu a los Apóstoles (y. 22), su Misión en
continuidad con la de Cristo (y. 21) y su poder judicial (16,7-11)
contra el Pecado (20,22). La Iglesia, que es a un tiempo de los
DOMINGO DE PENTECOSTÉS 823
Apóstoles y del Espíritu Santo, lucha espiritualmente por’la
santidad, no sin dolor, en un mundo que está al servicio del
Pecado. Le es glo.ria y victoria cada vez que una existencia
humana consigue la Libertad y «fructifica’en Espíritu» (Gálatas
5,22-23).
Las lecturas, himnos y oraciones de la liturgia de Pentecostés
son tesoro de belleza literaria. Y, sobre todo, de reflexión
teológica —tan necesaria en nuestro tiempo— a propósito del
Espíritu Santo. Nos limitaremos a los textos de San Juan, San
Lucas y San Pablo que se proclaman en la misa del día.
1. — «Recibid el Espíritu Santo». El Evangelio de Juan nos
muestra al Señor resucitado infundiendo su Espíritu a la
Comunidad apostólica el día de Pascua. Regalo de la
Redención. Dios mismo que entra como vida propia en la más
profunda interioridad del hombre. Dios santidad y amor,
perdón y pureza. Jesucristo subraya sus palabras con un gesto
significante: el de alentar sobre los discípulos. Evocación del
gesto con que Dios creó al hombre según el relato catequístico
del Génesis (2,7). El hombre es arcilla (materia) vivificada y
transfigurada por el «aliento’> (por el Espíritu) de Dios.
Transfundiéndole su espíritu, Jesús quiere crear en el mundo la
nueva humanidad. Una comunidad de hombres dignos de Dios
y de sí mismos. Un reino del Espíritu, que sea preludio y
anticipo del Reino escatológico. Fiel a la esperanza, la Iglesia
invoca de continuo sobre sí misma y el mundo la energía
creadora del Espíritu: Veni, Creator Spiritus... ¡renueva la faz de
la tierra! [ responsorial]
2. — «Se llenaron todos de Espíritu Santo». San Lucas, en el
libro de los Hechos, describe a todo color el primer Pentecostés
cristiano. En continuidad con el Pentecostés hebreo, evoca la
manifestación del Señor a su pueblo en el Sinaí. Viento y
fuego: signos bíblicos de la presencia activa de Dios. En el
corazón de la Iglesia siempre ha de ser Pentecostés. Plenitud,
transparencia y comunicación del Espíritu Santo. Plenitud, pues
sin el Espíritu la arcilla divinizada volvería a ser barro.
Transparencia, porque la luz no existe donde no resplandece.
Comunicación, ya que administrando bienes divinos sólo se
tiene lo que se da. San Lucas pinta la fiesta de Pentecostés
como una celebración de universalidad. Superación del fracaso
de Babel. En la humanidad renovada tiene que haber muchos
pueblos y muchas lenguas, pero un mismo entender y gozar la
Palabra de Dios.
3. — «Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu». El
Espíritu de Dios ha puesto el sello característico de la
hermosura (perfecta armonía dentro de una inmensa variedad)
en todas sus obras de arte. En el universo. En la Biblia.
También en la Iglesia. La segunda lectura, la de San Pablo a los
Corintios, aplica este pensamiento a la vida práctica. Que el
Espíritu de Pentecostés nos comunique a todos los cristianos su
divina predilección por la multiforme unidad.
Con aquel primer Pentecostés de la Comunidad apostólica en
Jerusalén se inauguró el tiempo de la Iglesia. El tiempo de la
Iglesia continúa la Obra de Cristo a través de la historia.
Artífice de esta continuidad, el Espíritu Santo. En el corazón de
la Iglesia siempre es Pentecostés.
824 CICLO C
Quien tuviese tiempo para meditar todas las lecturas y
cánticos tanto de la Vigilia como del Día de Pentecostés,
saborearía en plenitud de gozo la teología del Espíritu de Dios,
tan oportuna para nuestro tiempo. Las reflexiones de esa
página se limitarán a los textos de San Juan y San Lucas,
proclamados en la misa del día.
A. —Jesús Resucitado comunica el Espíritu Santo a los
Apóstoles Un 20,19-23). Ya escuchamos este Evangelio en la
octava de Pascua. San Juan concentra en la primera aparición
del Resucitado al Colegio Apostólico el cumplimiento de todas
las promesas que les había hecho en el «Sermón de la Cena».
Presencia para siempre después de una breve Ausencia.
Alegría. Paz. La Misión al mundo. La comunicación del Espíritu
Santo.
Conforme al estilo de los antiguos profetas, el Maestro
acompaña con un gesto significativo las palabras que afirman
esta comunicación. Escenifican el relato genesiaco de la
formación del Hombre (Gen 2,7). Dios en Jesús crea por el
Espíritu una nueva Humanidad, a su imagen y semejanza (cf.
Gal 4,6 y Rom 8, 15-17. 29).
Para comprender en plenitud este texto, convendría iluminarlo
con los anuncios de la venida del espíritu a lo largo del
«Sermón de la Cena». Invitamos a repasarlos
G 14,15-17.26; 15,26; 16,7-15). Dicen que el Espíritu Santo
procede del Padre y del
Hijo. Divino y Dios como ellos. Que es el Guía que lleva a la
Verdad total. Testigo y
Gloria de Cristo. Continuador de su Obra. «Paráclito» como él
Un 14,15 y 1 Jn 2,1). El intraducible vocablo griego-jurídico
«Paráclito» sugiere que está en acto un
proceso entre él y el «mundo». En San Juan, la palabra
«mundo» suele indicar el espacio humano donde domina el
espíritu del Mal (1 Jn 5,19). En este «proceso» se defiende la
Justicia contra el Pecado Un 16,8). El Espíritu de Dios es
Espíritu de Santidad. Por eso, al infundirlo Jesús a los
Apóstoles, los constituye, como él Un 1,29), artífices y
responsables de la victoria sobre el Pecado en el mundo: «a
quienes perdonéis los pecados... »
Liberar del Pecado el corazón del hombre es previo a toda
acción de justicia, de libertad social y de paz. Al comunicarle su
Espíritu, Cristo Resucitado transfiere a su Cuerpo apostólico en
la tierra la más eficaz Misión de humanidad.
B. — Cristo Señor, desde la Gloria, manifiesta la plenitud activa
del Espíritu Santo sobre su Iglesia en la fiesta de Pentecostés
(Hechos 2,1-11).
Página deliciosa, que es una amalgama de realidad histórica,
teología y arte como tantas otras de San Lucas. En la época del
Nuevo Testamento, la fiesta de «Pentecostés» era para los
hebreos Memorial de la Alianza junto al Sinaí. Lucas describe
con reminiscencias de la del Sinaí la teofanía de la nueva
Alianza: resonancias de cielo, vendaval misterioso, fuego
divino. Signos de la Presencia activa del Espíritu Santo, que
habían prometido a la Comunidad apostólica Jesús y el Padre
(Hech 1,4’-5). El Espíritu Santo, Fuerza del Omnipotente (Lc 24,
49). Derecho y Deber de la Misión eclesial de llevar a todo el
mundo el Testimonio de Cristo (Hech -1,8). Ardencia (Rom
12,11 y contexto). Fructificación de santidad humano-divina
(Gal 5,22-23). Libertad (Gal 5,13-18).
San Lucas ha descrito pocas líneas antes la Comunidad
apostólica de Pentecostés, destacando su unanimidad forjada
en la oración. Apóstoles. Hermanos y hermanas. Más de un
centenar en total. Con ellos, María la madre de Jesús (Hech
1,13-15). Comunidad arquetipo de la Iglesia. El Pentecostés de
Jerusalén fue inauguración y programa normativo de toda su
historia. En este programa normativo sobresale un rasgo: la
Universalidad. Unidad en un inmenso pluralismo. No vuelta
atrás, sino
DOMINGO DE PENTECOSTÉS 825
superación de Babel. Muchos pueblos y muchas lenguas: un
solo entender, pensar y
sentir (cf. 4,32). «Unidad del Espíritu, que enlaza en la Paz» (Ef
4,3-6...). Anhelo y
condición de supervivencia para nuestro mundo.
La liturgia conmemora aquel primer Pentecostés cristiano,
cuando vino y se manifestó el Espíritu Santo sobre la
Comunidad Apostólica en Jerusalén. Inaugura ción del «tiempo
de la Iglesia», que ha sido, es y será en la tierra continuidad
del «tiempo de Jesús Donde está el Espíritu que viene de Dios
Padre y de Cristo Glorificado, allí está la Iglesia, llena de su
Presencia, activa por docilidad a su impulso. En el alma de la
Iglesia siempre es Pentecostés.
San Lucas, que empieza la historia de la I con Pentecostés,
empezó la historia de Jesús con la Anunciación a María. El
Angel dice a la elegida por Madre del Señor que el Espíritu
Santo viene sobre ella (Lc 1,35). A ejemplo y en unión con
María, la Iglesia ha de ser también en el mundo plenitud,
transparencia y comunicación del Espíritu de Dios.
Sería una delicia meditar todas las lecturas bíblicas de la Vigilia
y del Día de Pentecostés. Algunas sublimes, como la profecía
de la Resurrección del Pueblo gracias al Espíritu en Ezequiel
(cap. 37). El Espíritu Santo es el autor, el artista de la Biblia, De
la Biblia, el libro sin comparación más difundido todos los años
en el mundo. Constituiría un razonable obsequio de
Pentecostés reafirmar una vez más el Libro de Dios como
manantial insustituible de nuestra fe y también de nuestra
cultura.
Nos limitamos a una breve reflezión sobre los teztos de San
Juan y San Lucas proclamados en la misa del día.
A. —Jesús Resucitado infunde el Espíritu Santo, el mismo día de
Pascua, a los
Apóstoles Un 20, 19-23). Ya escuchamos este mismo Evangelio
hace pocos domingos.
El gesto de alentar sobre los Discípulos significa, aludiendo al
Génesis (2,7), una
Nueva Creación. Se renueva la faz humana de la tierra. Ser
cristiano es dejarse
transfigurar por el Espíritu de Dios. Antítesis del Pecado. Fuente
de la Paz.
B. — Cristo, desde la Gloria, realiza y manifiesta la plenitud del
Espíritu sobre la Iglesia en la fiesta de Pentecostés (Hch 2,1-
11). Para los hebreos de aquel tiempo, Pentecostés era
memorial de la Alianza con Dios junto al Sinaí. San Lucas
describe, con reminiscencias de aquella del Sinaí, la teofanía
de la Nueva Alianza. Viento que es acción bajo la fuerza del
Espíritu. Fuego divino, que es Palabra. En ella se forja la
Unidad. Redención de la humana Babel: multitud de pueblos,
diversidad de lenguas, un solo entender, pensar y sentir. Ahora
la Humanidad, para sobrevivir, necesita unirse. Más allá de las
inútiles utopías, se le ofrece una esperanza: abrirse al Espíritu
de Dios.
LA SANTÍSIMA TRINIDAD
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Proverbios 8,22-31
Esto dice la Sabiduría de Dios:
El Señor me estableció al principio de sus tareas, al comienzo
de sus obras antiquísimas.
En un tiempo remotísimo fui formada,
antes de comenzar la tierra.
Antes de los abismos fui engendrada,
antes de los manantiales de las aguas.
Todavía no estaban aplomados los montes, antes de las
montañas fui engendrada.
No había hecho aún la tierra y la hierba,
ni los primeros teitones del orbe.
Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba la
bóveda sobre la faz del Abismo; cuando sujetaba el cielo en la
altura, y fijaba las fuentes abismales.
Cuando ponía un límite al mar:
y las aguas no traspasaban sus mandatos; cuando asentaba
los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él, como aprendiz,
yo era su encanto cotidiano, todo el tiempo jugaba en su
presencia:
jugaba con la bola de la tierra, gozaba con los hijos de los
hombres.
LA SANTÍSIMA TRINIDAD 827
Salmo responsorial Sal 8,4-5. 6-7. 8-9
R. ¡Señor, dueño nuestro,
qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!
Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luha y las
estrellas que has creado, qué es el hombre, para que te
acuerdes de él, el ser humano, para darle poder?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y
dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos.
Todo lo sometiste bajo sus pies:
rebaños de ovejas y toros, hasta las bestias del campo, las
aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el mar.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de Ls carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5,1-5
Hermanos: Ya que hemos recibido la justificación por la fe,
estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor
Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta
gracia en que estamos; y nos gloriamos apoyados en la
esperanza de la gloria de los hijos de Dios. Más aún, hasta nos
gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación
produce constancia, la constancia, virtud probada, la virtud,
esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios
ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo
que se nos ha dado.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Ap 1,8 Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Al Dios que
es, que era y que vendrá. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 16,12-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar
con ellas por- ahora: cuando venga él, el Espíritu de la Verdad,
os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será
suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por
venir.
El me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá
comunicando.
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que
tomará de lo mío y os lo anunciará.
828 CICLO C
Es honor de seres inteligentes aceptar una luz superior. Cristo
nos introdujo en el Misterio de la Vida íntima de Dios Padre,
Hijo y Espíritu Santo. Hoy la Liturgia nos invita a saborear, en
este su centro más divino, el incomparable gozo de creer.
La «Sabiduría’> fue alto ideal humanista del antiguo Oriente.
Sentido y norma de la vida perfecta, fascinó como en épocas
recientes ha fascinado a muchos la «Razón’>. Israel elevó el
ideal-Sabiduría al orden religioso: no hay más Sabiduría que la
que mana de Dios. Algunos textos bíblicos la personzficaron
literariamente, contemplán dola como la Idea viva con la que
Dios creó y gobierna el mundo. Hoy leemos uno de estos
textos, el Libro de los Proverbios. Invitación a orar dondequiera
con los ojos abiertos, porque nuestro Universo y cada una de
sus cosas es arte, gozo y sonrisa de la Sabiduría de Dios.
La segunda lectura es parte de una transición (5,1-11) entre
dos bloques doctrinales de la Carta a los Romanos. Su idea de
fondo es la de que estamos en camino desde la Justificación
(ya recibida por la Fe en Jesucristo) hacia la definitiva Salvación
o Gloria escatológica. Camino de paz (y. 1), y también de dolor
santificante (3). Su dinamismo es la Esperanza, que tiene por
garantía nuestra experiencia ya actual del Amor de Dios. Esta
experiencia no es sugestión, sino contacto real del Espíritu
Santo, que se nos ha dado (en la Justificación) y nos eleva (por
la Gracia) a comunión de Vida con el Hijo y participación del
Amor que le une con el Padre.
El texto del EVANGELIO pertenece al «Sermón de la Cena’>. Es
un fragmento del Anuncio profético de la Venida del Espíritu
Santo. Jesús habla con espontánea familiaridad de su relación
con el Padre y el Espíritu. Es más lo que supone que lo que
afirma. La afirmación global es la de que el Espíritu Santo
asumirá su función de Magisterio en continuidad y en plenitud.
Intentaremos reducir a esquema los diversos matices:
1.— El Espíritu Santo, Enviado. En el pensamiento de Juan,
«venir» (y. 13) es correlativo de «ser enviado’>. Por Cristo
(15,26) y por el Padre (14,26). El Espíritu habla lo que «oye»
(16,13) y comunica lo que «recibe’> (16,14) deJesús, quien
todo lo «recibe» (16,15; 17,10) y «oye» (15,15) del Padre.
Amable expresión humana de la unidad de ser y acción en la
distinción personal de los Tres. Lección de estilo para quienes
en el mundo tienen Misión de ser instrumento y signo de la
divina armonía
Un 17,20-23).
2. — El Espíritu Santo, Maestro. Tres expresiones equivalentes:
a) «habla» (y.
13); b) «guía-en-el-camino» hacia la Verdad total. Por eso se
llama «el Espíritu de la Verdad». En San Juan, «la Verdad» es
Cristo: su persona, su obra, su mensaje. Quiere decir que el
Espíritu llevará a los Discípulos (a la Iglesia) al pleno y
profundo conocimiento (nocional y experimental) de Jesucristo
(que entonces, antes de la Pasión y Glorificación, los Discípulos
no podían tener: 16,12). Por eso el Espíritu (con sus
instrumentos, los apóstoles: 17, 10) es en la historia el
Glorificador de Jesús:
16,14. c) «anuncia». Verbo anangél-lo, reiterado tres veces en
el texto griego (vers.
13.14.15). Sugiere el oficio de mensajero-legado. «Lo que está
por venir» (13); entiéndase: en cada nueva incidencia de la
historia, el Espíritu sugerirá a la Iglesia el oportuno
pensamiento práctico de Dios.
LA SANTÍSIMA TRINIDAD 829
EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO
Bajo la invocación de la SANTÍSIMA TRINIDAD nacimos a la vida
sobrenatural en el bautismo y bajo ella esperamos pasar de la
muerte al cielo. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
sigamos todos los días y todas las noches de nuestro paso por
la tierra.
El misterio de la Trinidad nos lo reveló Jesús. Es su personal
experiencia de la vida divina. Sabe, siente y goza que Dios le
es Padre. Que él es su Hijo. Que entre ambos arde un recíproco
infinito amor, al que llamamos Espíritu Santo. Al ser
incorporados a Cristo, entramos también nosotros en el
corazón de la divina Trinidad. Misterio de un Dios que ama y es
amado; de un Dios que es amor. Por eso el hombre, forjado a
semejanza de Dios, nunca se realiza con solo vivir, sino con
amar y sentirse amado.
Los textos bíblicos de la misa de hoy aluden al misterio de la
Santísima Trinidad desde diversas perspectivas. Los del
Antiguo Testamento preludian su revelación. Los del Nuevo
subrayan la acción del Espíritu Santo. Sugerimos algunas
reflexiones a propósito del Evangelio.
1. — «El Espíritu de la Verdad os guiará hasta la Verdad
plena)>. Palabras de Jesús a sus discípulos en la noche del
jueves santo, cuando se despedía de ellos antes de morir. Les
promete —nos promete a todos— el Espíritu Santo. El Espíritu
que, al entrar en nuestros corazones, enciende en ellos el Amor
de Dios [ lectura]. Regalo de la Redención. A la altura de Dios,
Amor y Verdad son una misma cosa. En el corazón de la Iglesia
y en el de cada hijo de Dios, el Espíritu Santo vive y actúa
como maestro de la perfecta Verdad. La Verdad de sentir a
Dios y comprender al hombre con afectuosa inteligencia. La de
mirar el mundo y las circunstancias con ojos de Evangelio. La
que integra las pequeñas «verdades» de cada momento en la
única eterna Verdad, que es el Amor.
2. — «El me glorificará». En la armonía dela Trinidad, el Espíritu
Santo no se atribuye nada a sí mismo. Todo lo recibe del Padre
y del Hijo, todo lo refiere a ellos. Es tarea principal suya en la
historia glorificar a Jesús, pasando él casi inadvertido. Así la
Iglesia y cuantos en ella trabajan: la razón de su palabra,
acción y presencia en el mundo sea siempre la gloria de Cristo,
nunca la suya propia.
3. — «Todo lo que tiene el Padre es mío». Estas palabras,
además de su trascendental sentido teológico, sugieren una
amable consideración. Somos hijos de Dios, incorporados a su
Hijo único Jesucristo. Los bienes del Padre son tesoro común de
nuestro inmenso hogar. También el universo y la naturaleza.
Obra maestra de la Sabiduría [ lectura]. Tesoro que debemos
gozar como propio y respetar como divino [ responsorial]. A lo
Francisco de Asís, que resumía esta vivencia en aquella, el
Evangelio desprecia los bienes temporales. Los relativiza bajo
los del espíritu [ lectura]. La Paz de la Fe (y. 22-30). Vivir todos
en Familia bajo un solo Padre...
Jesús vino a comunicarnos la experiencia de la plena Verdad de
Dios. Y a invitarnos a participar en ella. Con la Liturgia de hoy,
saboreamos el gozo de haber aceptado.
830 CICLO C
Nacimos a la Vida eterna «en el Nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo» (Mt 28,19). Miles de veces, a nuestro paso
por la tierra, signamos con estas mismas palabras nuestros
días y noches, nuestras iniciativas y pensamientos. En el
Misterio revelado por Jesús, Dios tiene sabor de familia. El
cristiano consciente se siente asimilado al Hijo en el Espíritu
(Gal 4,6) y dialoga con el Infiñito llamándole «Padre», suyo y de
todos, porque sabe que lo es (Rom 8,14-16).
Pensadores como San Agustín han escrito maravillas sobre la
Trinidad Divina. Es Misterio absoluto. La Iglesia lo formula con
expresiones precisas, que debemos conocer porque son criterio
de certeza y garantía de unidad. Los primeros Discípulos vivían
en la Fe del Misterio, y se referían a él con lá sencillez de que
da testimonio el Nuevo Testamento. La profunda sencillez que
aprendieron del Maestro, y resplandece en el Evangelio que
leemos hoy.
A. — El Espíritu Santo, Maestro de la plena Verdad (Jn 16,12-
15). Habla Jesús en el «Sermón de la Cena». Víspera de su
muerte. Se despide de los Apóstoles. Da por concluido su
magisterio personal directo. Anuncia una segunda etapa en la
formación de los Discípulos: el magisterio del Espíritu Santo.
En cuanto a su magisterio directo, reconoce que le quedan
muchas cosas por decir. Poco antes (15,15) declaró que ya se
lo había dado a conocer todo. No se contradice. Les ha
comunicado el Mensaje evangélico sustancialmente completo.
Pero hace falta profundizar en su riqueza insondable. Y para
esto no están preparados. No lo podrían «soportar». Pedagogo
y humilde, el Maestro sabe esperar y dejar que otro lleve a
término su obra.
En efecto, privados de la vista de Jesús los Apóstoles no van a
quedar sin la presencia de un Maestro divino. Cuando Juan
escribe estas líneas, a más de medio siglo de distancia,
considera el grupo apostólico del Cenáculo como germen y
arquetipo de la Iglesia. Recuerda la promesa de Jesús con la
experiencia de que ya se está cumpliendo: a partir de
Pentecostés, el Espíritu Santo actúa en la Iglesia apostólica
como «Guía hacia la plena Verdad».
Por eso, Jesús lo llama «el Espíritu de la Verdad». En el
vocabulario de San Juan, la Verdad nunca significa un
conocimiento frío. Es experiencia luminosa del Amor. Palabra
ardiente de Dios, que pide el abrazo total de nuestra Fe. El que
no cree es porque no ama. La Verdad es Cristo. Por eso, el
Espíritu «glorificará» a Jesús. Irá dando a conocer en la Iglesia
los infinitos valores de su personalidad. Pondrá en evidencia
teológica que Jesús no fue solamente un excepcional «hombre
de Dios», sino que es realmente el Hombre-Dios.
El Espíritu Santo «dará a conocer» lo que está por venir. Habla
el Señor con la mirada profética puesta sobre todo el tiempo de
la Iglesia. Quiere decir que en cada nueva situación el Espíritu
sugerirá la visión cristiana de los acontecimientos. No
precisamente a cada uno en particular, sino a la Iglesia. —Con
la sencillez de quien habla de un acuerdo en su propio hogar,
Jesús advierte que el Espíritu no dirá otra cosa sino lo que
«oye» y «recibe» de él, como él «oye» (15,15) y «recibe» (17,7
etc.) todo del Padre...
B. — «En nuestros corazones... » (Rom 5,5). El fragmento de la
Carta a los Romanos (2 lectura) es uno entre los muchos textos
del Nuevo Testamento que proclaman el Gozo (amor,
esperanza, fortaleza, gloria, paz...) de quien abraza en sí la
plena Verdad de Dios. Padre, Hijo y Espíritu se le hacen
presencia activa en el «corazón». En la interioridad de su ser
Un 14,23, etc.). Allí le infunden el «sentido de
LA SANTÍSIMA TRINIDAD 831
Dios». Con él, comprende la Creación, goza de ella y la canta
como Poema de infinita
Sabiduría y Hermosura (1’ lectura y salmo responsorial). Su
vida es un Magnificat. A
la Virgen María, realidad-límite de la perfección a que puede
llegar por Gracia de
Dios la persona humana, nuestros padres la llamaban «Templo
y Sagrario de la
Santísima Trinidad».
Ningún hombre ha hablado de DIOS como Jesús. Con la clara
sencillez de quien dice lo que está viendo y viviendo. Manifestó
que Dios es su PADRE. Se declaró HIJO suyo, a un mismo nivel
de obrar y de ser. Unidos en el infinito diálogo de inteligencia,
amor y vida que llamamos ESPIRITU SANTO.
La Fe y el Bautismo nos han incorporado al Hijo de Dios,
Jesucristo. Con él estamos siempre ante el Padre. Vivimos en el
Espíritu. Los cristianos signamos en el Nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo nuestro vivir y nuestro morir, los días y
las noches, el trabajo, el amor y el pensamiento. El MISTERIO
DE LA SANTISIMA TRINIDAD se trasluce en toda acción y toda
palabra de la Liturgia. Si la Iglesia le dedica una solemnidad
especial es para hacernos más conscientes y más ardientes en
lo que ha de ser estrella de nuestro caminar por el tiempo,
delicia de nuestra eternidad.
Vivir el Misterio de la Trinidad es entrar en Dios por la
experiencia de Jesucristo. Los textos bíblicos de la misa
iluminan algunos aspectos de esta experiencia.
A. — El Espíritu Santo, nuestro guía hacia la plena Verdad [ del
Evangelio]. Habla Jesús en, el «Sermón de la Cena». Da por
terminada la comunicación externa de su palabra a los
Apóstoles. En lo sucesivo, será el Espíritu su Maestro interior.
Con la naturalidad de quien comenta el orden que reina en su
hogar, Cristo manifiesta la divina concordia de su intimidad
trinitaria: el Espíritu sólo dirá a los Apóstoles lo que«oye» y
«recibe» de él, que es lo mismo que él «oye» y «recibe» del
Padre. Sería lógico que los que aseguran hablar en nombre del
Espíritu nunca dijesen cosa distinta de lo que de veras dice él...
El Espíritu Santo promueve la Gloria de Cristo. Intérprete suyo,
aplica la Verdad del Evangelio a cada momento de la historia, a
cada nueva circunstancia de la Vida.
B. — «... en nuestros corazones» [ de la Carta a los Romanos].
Ser cristiano es tener al Espíritu Santo —y con él a Cristo y al
Padre— en el «corazón». Es decir, en la profunda interioridad
del propio yo. A María, la perfecta cristiana, la llamaban
nuestros padres «templo y sagrario de la Santísima Trinidad».
—Quien así respira el «sentido de Dios», mira con entrañable
cariño la tierra, el firmamento y todas las criaturas
[ responsorial y primera lectura]. Cuanto más progresa en el
conocimiento científico del Universo, más ve con evidencia que
es obra de un infinito Poder, Sabiduría y Amor. Feliz el hombre
a quien enseñaron desde niño a vivir, pensar y amar con
alegría «en presencia de Dios».
EL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Génesis 14,18-20
En aquellos días, Melquisedec, rey de Salem, ofreció pan y
vino. Era sacerdote del Dios Altísimo. Y bendijo a Abrahán
diciendo:
—Bendito sea Abrahán de parte del Dios Altísimo, que creó el
cielo y la tierra.
Y bendito sea el Dios Altísimo, que ha entregado tus enemigos
a tus manos.
Y Abrahán le dio el diezmo de todo.
Salmo responsorial Sal 109,1. 2. 3. 4
R. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
Oráculo del Señor a mi Señor:
Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus
pies.>
Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
‘<Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre
esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
EL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO 833
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los
Corintios 11,23-26
Hermanos: Yo he recibido una tradición, que procede del Señor
y que a mi vez os he transmitido:
Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó
pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto
en memoria mía. Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar,
diciendo:
«Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced
esto, cada vez que lo bebáis, en memoria mía.»
Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz,
proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 6,5 1-52 Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo —dice el
Señor—; quien coma de este pan vivirá para siempre. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,llb-17
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar a la gente del Reino de
Dios, y curó a los que lo necesitaban.
Caía la tarde y los Doce se le acercaron a decirle:
—Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de
alrededor a buscar alojamiento y comida; porque aquí estamos
en descampado.
El les contestó:
—Dadles vosotros de comer. Ellos replicaron:
—No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que
vayamos a comprar para todo este gentío.
(Porque eran unos cinco mil hombres.)
Jesús dijo a sus discípulos:
—Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta.
Lo hicieron así, y todos se echaron.
El, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al
cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se ios dio
a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron
todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.
834 CICLO C
En el Evangelio, San Lucas evoca la historia de la Multiplicación
de los panes como una transparencia de la Iglesia reunida en
celebración eucarística. —En la segunda lectura, San Pablo
recuerda a los fieles de Corinto cómo el Señor realizó y mandó
a los Discípulos que sigan realizando el <(Sacramento de su
Sacrificio».— A partir de la Carta a los Hebreos, aquel rey-
Sacerdote de la Jerusalén pre-israelftica [ que nos hablan la
primera lectura y el salmo] ha sido considerado imagen
profética de Jesús.
A. — La Multiplicación de los Panes. Jesús quiso concluir su
Misión a través de Galilea con un acto que fuese a un tiempo
realidad y símbol& encontrarse con los discípulos y la multitud
en un lugar desierto y compartir todos el Pan multiplicado por
virtud divina en sus manos. Mirando a la historia, actualizaba el
Maná del Exodo. De cara al futuró, preludiaba lo que debe ser
en la tierra el reino de Dios que vino a proclamar: una
Comunidad de humanos unidos entre sí y con él en Fe,
Sencillez y Fraternidad. —Cuando los evangelistas, años más
tarde, escribieron el recuerdo de aquel día, lo iluminaron —sin
deformarlo— con su experiencia de Iglesia. San Lucas insinúa
una contemplación eucarística. Sigue el mismo esquema que
en el capítulo de Emaús (24,13-35): primero, la Palabra (<(se
puso a hablarles del Reino de Dios...»); al declinar el día, la
Bendición y Fracción del Pan... —Palabra y Pan, Verdad y Vida:
luz y ardencia en la llama única del hogar de la Iglesia: la
Celebración eucarística.
B. — La Cena del Señor. En el contexto (que todos recordamos)
de la segunda lectura, San Pablo reprende severo a los fieles
de Corinto porque celebran la Eucaristía sin respeto, sin
unidad; sin conciencia de que es contacto real con la misma
Persona —Cuerpo y Sangre— del Redentor. Para hacerlos
entrar en sí, les recuerda la Catequesis, Doctrina o
<(Tradición» que les había enseñado, y que proviene del
mismo Jesús (cuando escribía el Apóstol habían pasado poco
más de veinte años). Son, en sustancia, las mismas Palabras-
eficaces del Señor, que ya se decían entonces y siguen
haciéndose actuales en cada celebración eucarística de la
Iglesia. —Entregán dose al Padre en la Cruz, Jesús se dio a los
hombres en la Eucaristía. Comulgar en el Sacramento de su
sacrificio compromete a asimilar su vida y su actitud. Adorar
gloriosamente su Cuerpo y Sangre es entrar en sintonía con el
Cielo. El Cuerpo y la Sangre de Cristo, hechos donación
perenne en la Eucaristía, son signo, Fealidad y fuente del único
verdadero Amor, que consiste en darse —a Dios y a los
hermanos— como El.
SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 62,1-5
Por amor de Sión no callaré, - por amor de Jerusalén no
descansaré, hasta que rompa la aurora de su justicia y su
salvación llamee como antorcha.
Los pueblos verán tu justicia, y los reyes, tu gloria; te pondrán
un nombre nuevo.
pronunciado por la boca del Señor. Serás corona fúlgida en la
mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios.
Ya no te llamarán abandonada
ni a tu tierra devastada
a ti te llamarán <CMi favorita
y a tu tierra < porque el Señor te prefiere a ti
y tu tierra tendrá marido.
Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te
construyó;
la alegría que encuentra el marido con su esposa, la
encontrará tu Dios contigo.
Salmo responsorial Sal 95,l-2a. 2b-3. 7-8a. 9-lOa y c
R. Contad a todos los pueblos las maravillas del Señor. Cantad
al Señor un cántico nuevo,
836 CICLO C
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.
Proclamad día tras día su victoria, contad a los pueblos su
gloria, sus maravillas a todas las naciones.
Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y
el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor.
Postraos ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su
presencia la tierra toda. Decid a los pueblos: E1 Señor es rey,
él gobierna a los pueblos rectamente.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
12,4-1 1
Hermanos: Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu;
hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor; y hay
diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en
todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien
común. Y así uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría;
otro, el hablar con inteligencia, según el mismo Espíritu. Hay
quien, por el mismo Espíritu, recibe el don de la fe; y otro, por
el mismo Espíritu, don de curar. A éste le han concedido hacer
milagros; a aquél, profetizar. A otro, distinguir los buenos y
malos espíritus. A uno, el lenguaje arcano; a otro, el don de
interpretarlo. El mismo y único Espíritu obra todo eso,
repartiendo a cada uno en particular como a él le parece.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
2Ts 2,14 Dios nos llamó por medio del evangelio, para que sea
nuestra la gloria de Jesucristo nuestro Señor. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 2,1-12
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea y la
madre de Jesús estaba allí; Jesús y sus discípulos estaban
también invitados a la boda.
Faltó el vino y la madre de Jesús le dijo:
—No les queda vino.
Jesús le contestó:
—Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.
Su madre dijo a los sirvientes:
—Haced lo que él diga.
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las
purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
II DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 837
Jesús les dijo:
—Llenad las tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó:
—Sacad ahora, y llevádselo al mayordomo.
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de
dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el
agua), y entonces llamó al novio y le dijo:
—Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya
están bebidos, el peor; tú en cambio has guardado el vino
bueno hasta ahora.
Así, en Caná de Galilea, Jesús comenzó sus signos, manifestó
su gloria y creció la fe de sus discípulos en él.
Después bajó a Cafarnaún con su madre y sus hermanos y sus
discípulos, pero no se quedaron allí muchos días.
En el Evangelio de este domingo, como en el de los dos
precedentes, destaca la
idea de «epifanía». El silencio de la Encarnación se hace
asequible, en signos, a la Fe.
La «Gloria» o condición divina de Jesús, que se manifestó a los
Magos en Belén y al
Bautista en el Jordán, empieza a manifestarse a los Discípulos
y futuros Apóstoles en
Caná de Galilea.
Del Antiguo Testamento escuchamos un poema a la
resurrección de Jerusalén, conservado en el Libro de Isaías. El
profeta ezpresa las relaciones entre la futura Ciudad Santa y su
Dios con la alegoría de un desposorio. Imagen tradicional de la
Alianza, a partir de Oseas. El Evangelio sigue la línea de esta
tradición.
La lectura semicontinua de la primera Carta a los Corintios se
distribuye en tres etapas, al principio de cada ciclo de
«domingos ordinarios». La reanudamos hoy por el capítulo de
los carismas. Dones de acción al servicio del bien común, que
San Pablo atribuye al Espíritu Santo en cuanto gracia (y. 4), a
Jesucristo el Señor en cuanto servicio (y. 5) y a Dios Padre en
cuanto acción (y. 6). Su espléndida variedad (y. 8-10) había
suscitado celos entre los hermanos de la joven iglesia. El
Apóstol les recuerda que es única la fuente de los carismas,
Dios, y único su fin: hacer a cada hombre concretamente útil
para los demás. Se desarrollará esta idea en la lectura del
próximo domingo.
El EVANGELIO debe leerse en el espíritu con que lo escribió San
Juan. Místico teólogo y pastor, intuía el misterio de la
Encarnación en cada paso de la vida del Maestro. Meditaba su
cotidiana sencillez como «epifanía» o palabra silenciosa de su
divinidad. Bajo esta luz, los incidentes más humanos se
transfiguran en lección de verdades trascendentes. Cada
hecho real, sin dejar de serlo, cifra una vivencia de
espiritualidad. Cuando el Señor manifiesta su poder, ello es
«signo» de su Gloria.
En su dimensión histó rica y teniendo en cuenta el exuberante
estilo con que se desarrollaban tales fiestas, las bodas de Caná
revelan la encantadora connaturalidad de María y Jesús con el
alma de su pueblo. El contraste con la precedente etapa de
ascética en el Desierto insinúa otro rasgo de perfecta
humanidad: aquella superioridad a las circunstancias (Filip 4,
11-13) que permite encuadrarse en cada una de ellas como si
fuera la adecuada al propio temperamento, gusto y misión.
838 CICLO C
Pero el evangelista Juan eleva aquella escena popular a
contemplación teológica. En la simbología bíblica, un convite
nupcial evoca espontáneamente el gozo del Pueblo santo unido
en Alianza con su Dios. «La Madre de Jesús estaba allí», en el
corazón del destino religioso de Israel. Un inexplicable fallo de
provisión (sin vino no hay fiesta) insinúa la crisis del judaísmo.
El Mesías sustituye su ya inútil «agua de purificación» por un
«vino nuevo» que los expertos, no sin sorpresa (cf. Lc 5,39),
encontrarán más sabroso que el de antes.
Al «signo» de la abundancia del Vino en Caná, realizado
cuando estaba cerca la Pascua (2,13), sucedió, en la Pascua
siguiente (6,4), el signo de la abundancia del Pan. Todo
convergía hacia «la Hora» de Jesús. La del Misterio pascual:
Sacrificio-y-Gloria actualizado en Eucaristía. Cuando Juan
recordaba lo de Caná, pensaba en el Gozo definitivo (Apoc
19,9) de la Iglesia en torno a la Mesa de Cristo. Y en ella, la
presencia eficaz de la Madre.
En el diálogo de Caná destaca la Fe de María. Habla y actúa en
seguridad de confianza. La primera reacción evasiva de Jesús
acrisola esta Fe. La Fe de María se comunicará a los Discípulos
(y. 11).
Otro rasgo del diálogo: la educación en la obediencia. Es la
única palabra de María a los hombres en el Evangelio: «Haced
cuanto él—Jesús— os diga». El milagro se realizó al compás de
la exacta docilidad de los servidores (y. 7-8).
Fiel a su plan teológico, Juan vuelve a presentar a María en el
Calvario (19,25-27), cuando ha llegado realmente «la Hora» de
la Alianza eterna. Madre de Jesús, del Discípulo, de la Iglesia.
Imprescindible en el Gozo de la Salvación.
Evangelio de las bodas de Caná. Antes se hacía memoria de
este milagro o «signo» en la fiesta del seis de enero. Porque su
lección principal consiste en ser también una «epifanía»; es
decir, una espléndida manifestación de la gloria de Cristo (y.
11).
1. — «Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea...»
El evangelista San Juan contempla todos los pasos de Jesús en
la tierra como signos de presencia divina al mismo tiempo que
hechos de realidad humana. En cuanto «hecho», la asistencia
de Jesús a una fiesta de bodas al estilo oriental —alborozo de
mesa abundante, cantos y danza— nos da testimonio de su
humanísima sencillez. Hombre del pueblo, Cristo bendice y
hace suya la sana autenticidad del pueblo. María estaba allí.
Atenta y servidora por instinto, se anticipa a todos en advertir
el apuro de aquella familia. Decidida y eficaz, pone a su hijo en
el compromiso de resolverlo. Ya que todo invitado solía aportar
un regalo útil para la fiesta, éste será el suyo.
2. — «El mayordomo probó el agua convertida en vino, sin
saber de dónde venía... » En el cuarto Evangelio todo es
transparencia. Si un contemplativo educado en la Biblia como
San Juan habla de bodas, es que alude a la Alianza de Dios con
su pueblo [ lectura]. En una boda o «alianza», el banquete
expresa su clima de fiesta generosa, de alegría desbordante.
Desde muy antiguo, el vino era cifra proverbial de esta alegría.
En las palabras: «no tienen vino», San Juan ve formulada la
situación del Pueblo de la Alianza antes de venir el Mesías.
Muchas «tinajas de piedra» llenas de agua, prodigalidad de
ritos y purificaciones sin eficacia, crisis de alegría interior. Por
medio de una parábola insinuada, Jesús comparó su mensaje
de salvación al «vino nuevo» (cf. Lc 5,37-39). Y cuando «llegó
su hora», nos invitó a la
II DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 839
fiesta de su Alianza eterna en un banquete donde, con el Pan
de la Vida, nunca se agota el Vino de la infinita generosidad.
3. — «Esto que hizo Jesús en Caná de Galilea fue el comienzo
de sus signos...)> Luego vendrán, en el cuarto Evangelio, el
signo del Pan (multiplicación de los panes), el de la Luz (el
ciego de nacimiento), el de la Resurrección (Lázaro)... San Juan
contempla el «misterio» o signo de Caná a través de la
Glorificación de Jesús y de su ezperiencia en la Iglesia
apostólica. Los «discípulos», los cristianos, gozan ya de la
Nueva Alianza y celebran su alegría en el inagotable banquete
de la Salvación. Creen en Jesús. Y reconocen en María, primera
creyente, la Maestra de su Fe,
En el Evangelio, contemplamos el «signo» de las Bodas de CaS.
Desde antiguo, la liturgia solía relacionar la memoria de este
milagro con la festividad del seis de enero. En efecto, San Juan
lo interpreta como una «epifanía» o manifestación de la Gloria
de Jesús.
En el simbolismo de la Biblia, un festín de bodas sugiere la
gozosa predilección con que Dios quiere unirse o
espiritualmente «desposarse» con su Pueblo [ Jerusalén, la
Iglesia]. La lectura inicial nos invita a saborear una apasionante
elevación poética de la última sección del libro de Isaías en
torno a esta alegoría. —El segundo texto bíblico habla de los
carismas. Su ezuberante multiplicidad anublaba en algunos
cristianos de Corinto el sentido de la unidad eclesial. Por eso el
Apóstol insiste en que son «gracias sociales», que el único
Dios, Señor y Espíritu da a cada fiel en la Iglesia para servir con
su peculiar vocación personal al bien de la única Comunidad.
Para entender el Evangelio de las Bodas de Caná, conviene
tener presente el alma y estilo de San Juan Evangelista.
Enamorado del Misterio de la Encarnación, ve expresada en
cada paso de Jesús la indisociable simultaneidad del Verbo
eterno y la «Carne» humana (1,14). Jesús es todo sencillez de
autenticidad terrena. Llora por los amigos, se fatiga y tiene
sed. Pero cada hecho y palabra es en él signo y voz directa de
valores divinos. Decir que aceptó asistir a los festejos del
matrimonio de unos conocidos define su radiante cordialidad
social. En la monótona austeridad cotidiana de aquella tierra,
la celebración de la boda de un paisano, que solía durar varios
días, era una explosión de alborozo, cantos y danza. María,
previamente presente, parece haber sido la razón de que fuera
invitado también Jesús con sus recientes discípulos. Cuando
uno de ellos, San Juan, recordaba aquella jornada medio siglo
más tarde, veía en la acción de María y Jesús una transparencia
del Misterio de la Iglesia, y con este espíritu nos dejó escrito su
recuerdo en el Evangelio. Para exponerlo con método,
distingamos el hecho y su significación.
1. — El hecho. La programada normalidad de la fiesta se ve
comprometida por un fracaso. Se está agotando la provisión de
vino. Numerosos textos antiguos dictaminan que sin vino no
hay alegría en un banquete. Mejor dicho, no hay banquete. Si
la noticia cunde entre los invitados, nadie perdonará la
imprevisión o poca generosidad de los esposos. María adviene
la inminencia del momento crítico. Muy a su gusto, está en el
círculo de la organización y servicio. Comunica la situación a
Jesús. El evangelista resume el diálogo tan en esquema, que es
necesario suponer en él otras frases, gestos o matices. Era un
deber social imperdonable de los invitados
840 CICLO C
colaborar en el banquete con algún regalo de inmediata
utilidad. María sugiere. La primera respuesta de Jesús es
aparentemente evasiva. Quien lea con atención el Evangelio,
notará lo mismo en otras ocasiones (p. ej.., en la multiplicación
de los panes). Tal vez para elevar a alta tensión la confianza.
María interpreta, comprende y pone a unos servidores a las
órdenes de Jesús. El obsequio-milagro se realiza con tanta
generosidad como discreción. Lo presencia el grupo inicial de
discípulos (1,35-Sl), y se afirma en su Fe. Podemos imaginar el
entusiasmo de Natanael, que era de Caná (21,2), teniendo en
cuenta su anterior admiración (1,45-31)...
2. — Significación. El evangelista subraya la idea principal (y.
11): Jesús manifestó a los discípulos su Gloria. La Gloria del
Hijo de Dios, que es plenitud de Amor y Verdad (1,14). (Muchos
añaden, a nivel homilético, que con su presencia declaró y
selló la santidad del matrimonio. Y, añadiríamos, la
evangelicidad de la sana alegría popular). —Además, en el
simbolismo neotestamentario, una fiesta de bodas es
transparencia de la Nueva Alianza. Jesús habla a María de «su
Hora». La Hora de la Pasión-y-Glorificación, hecha memorial
perenne en la Eucaristía. No ha llegado, pero la anticipa en
imagen. Al «agua» de las inútiles ceremonias antiguas sucede
el «Vino», que es el gozo plenamente participado de la
Redención. En el capítulo 6, San Juan se eleva de la
consideración del «pan» terreno al Pan-Eucaristía. También la
escena de Caná sugiere una elevación análoga. Dondequiera
se reúne la Iglesia para celebrar la «fiesta de bodas» de la
Nueva Alianza, María, la «Mujer» perfecta, está unida a Jesús —
lo mismo que en el Calvario (19, 26)— en presencia, espíritu y
colaboración. Su consigna a los «servidores» [ la Iglesia] es
única, decidida y completa: «Haced lo que él —Jesús— os
diga».
Hoy consideramos en particular la tercera de las «epifanías» o
manifestaciones de la Gloria de Jesús, que una tradición
litúrgica proponía conjuntamente el día seis de enero. La
primera fue la Estrella que guió a los Magos; la segunda, la
teofanía del Bautismo; la tercera, el «signo» de Caná.
1. -,— «Al tercer día se celebraron unas bodas en Caná de
Galilea, y la Madre de Jesús estaba allí» Pensador y místico, el
Autor del cuarto Evangelio veía con ojos de fe la transparencia
divina de las cosas. En la página que leemos hoy entrecruza un
recuerdo de la humanísima sencillez de Jesús con la teología de
la nueva Alianza. Juan vive el Misterio de la Encarnación, y por
eso sabe percibir en cada hecho terreno de Jesús el resplandor
de su Gloria. —En cuanto «hecho terreno», Jesús asistiendo a
aquella fiesta nos da una lección de autenticidad. Caná estaba
a un paseo de Nazaret. La fiesta de una boda en aquellos
pueblos se desarrollaba con alborozo de obsequios, música y
danza. Hombre de carácter, superior a las circunstancias, Jesús
sabe mostrarse connatural lo mismo a la austeridad del
desierto que al banquete de los amigos. Con su presencia
activa bendice la sana alegría popular. Sella el concepto sacral
del matrimonio, base de una sociedad a nivel de personas
humanas. Jesús fue invitado a Caná porque María estaba allí.
2. — «Haced lo que él os diga». Para un hombre de la Biblia
como Juan, considerar una boda es reflexionar sobre la teología
de la Alianza [ lectura]. El diálogo de María con Jesús pasa de la
una a la otra perspectiva. A nivel de «hecho terreno», María, la
servidora, expone y resuelve con atrevida confianza el apuro
de
II DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 841
los esposos. Es un regalo. Pero el evangelista eleva todas las
frases del diálogo a transparencia religiosa. «No tienen vino»
es juicio crítico sobre la situación del Pueblo de la Alianza antes
del Mesías. En una parábola, Jesús comparó su Evangelio al
«vino nuevo». Caná escenifica la parábola. El vino era palabra
de fiesta, cifra de alegría. Cristo lo elevó en la Cena a signo
eficaz de su Sangre: de su Vida comunicada al Pueblo. «No ha
llegado mi Hora», dice. La del Misterio Pascual. La del
Banquete-Comunión de la Nueva Alianza. Pero la pre-significa
en la generosidad del milagro. María estaba allí. Como estará
junto a la Cruz, junto a la Eucaristía, cuando «la Hora» haya
llegado.
3. — «Manifestó su Gloria, y sus discípulos creyeron en él». Las
ocasionales «epifanías» de Jesús en la tierra no tienen más
motivo que encender la Fe. La Fe de los discípulos, que es su
perenne Epifanía ante el mundo. En Caná todo fue iniciativa de
la Virgen creyente, Madre y pedagoga de la Fe.
TERCER DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Nehemías 8,2-4a. 5-6. 8-70
En aquellos días, Esdras, el sacerdote, trajo el libro a la
asamblea de hombres y mujeres y de todos los que podían
comprender. Era el día primero del mes séptimo.
Leyó el libro en la plaza que hay ante la puerta del agua, desde
el amanecer hasta el mediodía, en presencia. de hombres,
mujeres y de los que podían comprender; y todo el pueblo
estaba atento al libro de la ley.
Esdras, el sacerdote, estaba de pie sobre un estrado de
madera, que habían hecho para el caso. Esdras abrió el libro a
vista del pueblo, pues los dominaba a todos, y, cuando lo abrió,
el pueblo entero se puso en pie.
Esdras pronunció la bendición del Señor Dios grande, y el
pueblo entero, alzando las manos, respondió: «Amén, Amén>’;
se inclinó y se postró rostro a tierra ante el Señor.
Los levitas leían el libro de la ley de Dios con claridad y
explicando el sentido, de forma que comprendieron la lectura.
Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote y letrado, y los
levitas que enseñaban al pueblo decían al pueblo entero:
—Hoy es un día consagrado a nuestro Dios: No hagáis duelo ni
lloréis.
(Porque el pueblo entero lloraba al escuchar las palabras de la
ley.) Y añadieron:
—Andad, comed buenas tajadas, bebed vino dulce y enviad
porciones a quien no tiene preparado, pues es un día
consagrado a nuestro Dios. No estéis tristes, pues el gozo en el
Señor es vuestra fortaleza.
Salmo responsorial Sal 18,8. 9. 10. 15
R. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
III DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 843
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante.
Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos.
La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
Que te agraden las palabras de mi boca, y llegue a tu
presencia el meditar de sni corazón, Señor, roca mía, redentor
mío.
SEGUNDA LECTURA
Lects de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios
12,12
Hermanos: Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos
miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser
muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido
bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo.
Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
El cuerpo tiene muchos miembros, no uno soio.
[ el pie dijera: «No soy mano, luego no formo parte del
cuerpo’», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo?
Si el oído dijera: «No soy ojo, luego no formo parte del cuerpo»,
¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo?
Si el cuerpo entero fuera ojo, ¿cómo Oiría?
Si el cuerpo entero fuera oído, ¿cómo olería?
Pues bien, Dios distribuyó el cuerpo y cada uno de los
miembros como él quiso.
Si todos fueran un mismo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?
Los miembros son muchos, es verdad, pero el cuerpo es uno
solo. El ojo no puede decir a la mano: «No te necesito»»; y la
cabeza no puede decir a los pies: «No os necesito». Más aún,
los miembros que parecen más débiles son más necesarios.
Los que nos parecen despreciables, los apreciamos más. Los
menos decentes, los tratamos con más decoro. Porque los
miembros más decentes no lo necesitan.
Ahora bien, Dios organizó los miembros del cuerpo dando
mayor honor a los más necesitados. Así no hay divisiones en el
cuerpo, porque todos los miembros por igual se preocupan
unos de otros. Cuando un miembro sufre, todos sufren con él;
cuando un miembro es honrado, todos le felicitan.]
Vosotros sois el cuerpo de Cristo y cada uno es un miembro.
[ Dios os ha distribuido en la Iglesia: en el primer puesto los
apóstoles, en el segundo los profetas, en el tercero los
maestros, después vienen los milagros, luego el don de curar,
la beneficencia, el gobierno, la diversidad de lenguas, el don de
interpretarlas. ¿Acaso son todos apóstoles?, ¿o todos son
profetas?, ¿o todos maestros?, ¿o hacen todos milagros?,
¿tienen todos don para curar?, ¿hablan todos en lenguas o
todos las interpretan?]
844 CICLO C
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Lc 4,18 El Señor me ha enviado a dar la Buena Noticia, a
proclamar la liberación a los cautivos. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio segun San Lucas 1,1-4; 4-14-21
Ilustre Teófilo:
Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los
hechos que se han verificado entre nosotros, siguiendo las
tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos
oculares y luego predicadores de la Palabra. Yo también,
después de comprobarlo todo exactamente desde el principio,
be resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la
solidez de las enseñanzas que has recibido.
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea, con la fuerza del
Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba
en las sinagogas y todos lo alababan.
Fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la
sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie
para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y,
desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque él me ha ungido.
Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, - para
anunciar a los cautivos la libertad,
y a los ciegos, la vista.
Para dar libertad a los oprimidos;
para anunciar el año de gracia del Señor.»
Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó.
Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a
decirles.
—Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.
Empieza hoy metódicamente la lectura semicontinua del
Evangelio según San Lucas, que (interrumpida durante la
Cuaresma y tiempo pascual) se prolongará hasta el fin de este
año litúrgico.
El primer texto, del Libro de Nehemías, describe una ceremonia
de lectura bíblica de excepcional solemnidad. Forma parte del
conjunto de iniciativas con que los mejores de Israel llevaron
adelante la difícil «Restauración» cuando la vuelta del destierro
(s. VI-y a.C.). La escena ilumina, por analogía, la liturgia
sinagogal que sirve de marco al Evangelio de hoy. El
Cristianismo ha recibido en herencia de Israel esta institución
de la lectura bíblico-litúrgica. Las recientes disposiciones de la
Iglesia han acrecentado la importancia de esta práctica en
amplitud, frecuencia y facilidad de comprensión. Motivo de
gozo y estímulo de responsabilidad. Nada supera la eficacia
pedagógica de la palabra viva, sobre todo cuando está
ambientada en la atmósfera de una liturgia digna, serena,
afectuosa.
Prosigue, en la primera Carta a los Corintios, el tema de los
«carismas». Son dones personales de acción al servicio de la
Iglesia. San Pablo desarrolla su predilecta
III DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 845
contemplación de la Iglesia como «cuerpo» de Cristo, vivificado
por su único Espíritu. La imagen del cuerpo ilumina el milagro
eclesiástico de la perfecta unidad en la sincera variedad. Cada
órgano tiene su función al servicio del conjunto. Ojos y mano
realizarán juntos una filigrana de arte o técnica si no se
sustituyen ni interfieren en su «especialidad». Así en la Iglesia
todos son cuerpo y cada uno es un miembro. Su mejor servicio
es amar, cultivar, desarrollar y ejercer el propio «carisma», y
no el ajeno (y. 28
La lectura del EVANGELIO une dos fragmentos independientes:
a) el prólogo; b) la visita de Cristo a Nazaret.
a) San Lucas fue el único autor del Nuevo Testamento que
siguió la costumbre helenística de encabezar su obra con un
prólogo. Estas cuatro ‘líneas (1,1-4) constituyen el documento
más importante- en orden a comprender el «género literario»
del Evangelio escrito. Declara-que su fuente primordial fue la
predicación de los que habían sido «testigos oculares» de los
hechos de Jesús (o sea, los Apóstoles). Lucas investigó con celo
y sistematizó con arte sus enseñanzas (que ya otros, vgr.
Marcos, habían puesto por escrito). En resumen, su Evangelio
es una documentación escrita del Testimonio apostólico sobre -
Cristo Jesús, hecho pensamien to, vida y tradición de la Iglesia
primitiva. No olvidemos el dato teológico de que los
evangelistas, como todos los autores de la Biblia, escribieron
bajo la inspiración del Espíritu Santo.
b) De la visita a Nazaret leemos sólo la primera mitad, dejando
la otra para el domingo próximo. Empieza con una visión global
(un «sumario?>, en la actual terminología exegética) de la
misión de Jesús Mesías en Galilea (y. 14-15). La actividad más
destacada fue la enseñanza, y el marco habitual la-asamblea
litúrgica del pueblo en la sinagoga. Lucas, siempre discípulo de
Pablo (cf. Rom 8,14), subraya la docilidad del Maestro a la
dirección del Espíritu Santo.
- En. el drama de Nazaret se concentra significativamente toda
la misión de Jesús en su patria Israel. Con su entusiasmo inicial
(lectura de hoy), que degeneró luego en crítica, protesta y
persecución (lectura del domingo próximo). No es la historia-de
un solo día, sino la síntesis de muchas «visitas».
El instrumento normal de evangelización fue, para Jesús, la
homilía, Cada sábado, todo el pueblo acude a la sinagoga. Sin
esta asamblea del Día del Señor, Israel no sería Israel (ni la
Iglesia sería Iglesia). Profesan juntos la Fe, rezan, cantan y
escuchan la lectura (y la glosa o traducción) del Pentateuco,
luego la de los Profetas, luego su explicación u homilía. Lucas
nos da, en síntesis, el estilo de las homilías de Jesús.
Proclamaba que el fascinador «mañana» de los Profetas se ha
hecho «hoy» - con su Presencia. Las Promesas de Dios son ya
Evangelio (noticia, actualidad). Cristo es libertad de los
oprimidos, riqueza de los pobres, luz de los ciegos, Gracia del
Señor. La teología y la espiritualidad de San Lucas se
concentran en este «hoy», que envuelve toda la existencia de
la Iglesia, y la compromete a ser para el mundo signo de la
realización en Cristo de las promesas de Dios. - -
Cuando escuchamos en un acto litúrgico la lectura ¿le la Biblia;
es Dios mismo quien nos habla al corazón. Sus palabras- son
espíritu y vida (salmo responsorial). -El
846 CICLO C
primer texto de la misa recuerda aquella inmensa celebración
de la Palabra de Dios, que organizó Esdras para infundir a
Israel conciencia de pueblo unido en los difíciles años de la
Restauración, después de la cautividad de Babilonia. El
fragmento evangélico de San Lucas presenta a Jesús leyendo y
comentando la Sagrada Escritura en la sinagoga de Nazaret.
1.—El prólogo de San Lucas (1,1-4). En las cuatro primeras
líneas de su libro, San Lucas declara qué es lo que se ha
propuesto escribir, de quiénes lo aprendió y con qué fin lo
escribe. Lucas era médico y poseía una sólida cultura. Artista
de la palabra. Enamorado de la belleza y-la verdad, abrazó el
cristianismo. Amigo de San Pablo. Dedica el Libro a Teófilo, a fin
de que él y los demás lectores cristianos vean que su fe no se
apoya en mitos, sino en una firme realidad histórica. Realidad
de unos hechos
—los de Jesús— predicados por quienes fueron sus testigos. Es
decir, por. los apóstoles. Este prólogo de San Lucas constituye
el documento más antiguo en orden a comprender el género
literario y valor didáctico de los Evangelios. Mejor que algunas
teorías elaboradas diecinueve siglos más tarde. Sin olvidar que
los Evangelios, escritos bajo la inspiración del espíritu Santo,
forman parte de la Biblia y son Palabra de Dios. -
2. —Jesús «entró en la sinagoga, como era su costumbre los
sábados, y se puso en pie para hacer la lectura». Desde la
época de Esdras, los hijos de Israel acuden a la sinagoga los
días festivos. Se lee la Palabra de Dios. Se traduce, si hace
falta. Se comenta. Todo envuelto en cánticos y oración. Jesús
de Nazaret fue siempre fiel a esta costumbre. La «homilía», es
decir, el comentario práctico de los textos leídos en la liturgia
sinagoga le sirvió de predilecto medio de comunicación para
anunciar el Evangelio por los pueblos de su tierra. En Nazaret,
Jesús lee y comenta la página de Isaías que más le gustaba; la
que le inspiró las Bienaventuranzas.
3. — «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír». San
Lucas condensa en esta frase el pensamiento germinal de las
homilías que pronunciaba Jesús en las sinagogas. Su método
consistía en mostrar cómo la Palabra de Dios, escrita antaño en
la Biblia, se hace realidad viva aquí y ahora gracias a su
presencia. A ejemplo del Señor, también la Iglesia desea que al
ser leída y explicada la Palabra dentro de la Liturgia —alimento
principal de la Fe— el pueblo la sienta gustosamente viva,
cercana, actual.
Empieza la sucesión antológica de textos del Evangelio según
Lucas, correspon diente al tercer ciclo (C). Los que participan
con asiduidad en la Eucarístía dominical habrán reflexionado,
al terminar el año, sobre unos cincuenta fragmentos escogidos.
Enriquecedora experiencia de teología, cultura y arte.
Dios hecho Carne vino a transfigurar en luz de Evangelio toda
situación humana. A partir de Israel, la primera audacia de su
Mensaje fue arraigar precisamente en Antioquía de Siria. Una
de las tres capitales del mundo romano-helenístico. Envuelta
en una fortificación de treinta y cinco kilómetros. Más de tres
mil columnas de mármol en los pórticos de su avenida
transversal. Opulencia. Libertinaje. Lucas era antioqueno.
Médico. Alma de artista. Observador. Experto en derecho y en
metodología histórica. Por ser humanista de veras (y, por
tanto, abierto al infinito) descubrió en el Cristianismo la plena
realización de su identidad. Plasmó su espíritu
III DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 847
en una obra de dos volúmenes (que llamamos «Evangelio» y
«Hechos de los Apóstoles»). Pablo fue guía de Lucas, y Lucas
complemento de Pablo. La cultura de Europa, y con ella la del
mundo, deben a ambos ilimitada gratitud. Lo reconocen
cuantos les han dedicado la misma atención científica que a los
demás genios de la historia.
La primera lectura evoca una impresionante ceremonia
organizada por Esdras. Lejano preludio de nuestras
celebraciones de la Palabra. —En la segunda, el Apóstol, a
propósito de los llamados «carismas», exhorta a una sincera
unidad de Iglesia en la fecunda diversidad de funciones.
La lectura evangélica yuxtapone dos fragmentos
independientes: a) el prólogo; b) el comienzo de la misión en
Galilea.
A. — El prólogo (1, 1-4). Imitando a otros escritores helenistas
de su tiempo San Lucas empieza con un prólogo-dedicatoria,
en el que declara: 1) el tema del libro; 2) la fuente; 3) el
método; 4) la finalidad. El texto original griego es de una
solemnidad intraducible; en el siguiente esquema procuramos
reflejar su sentido con fidelidad. 1. — El tema son «las cosas
que han-sido-llevadas-a-pleno-cumplimiento [ Dios] entre
nosotros». Es decir: la realización de todas las profecías y
esperanzas. En el comienzo del segundo volumen (Act 1,1) dirá
más concretamente: «todo lo que Jesús hizo y enseñó». 2. —
Lafuente es la «tradición» o testimonio magisterial de «los que
desde el principio fueron testigos oculares y constituidos
ministros de la Palabra». Es decir, de los Apóstoles. 3. — En
cuanto al método, dice que ha procurado tres cualidades:
investigación completa, exactitud, orden (entiéndase: orden
pedagógico, no precisamente cronológico). 4. — El escrito de
Lucas se propone como finalidad que el amigo Teófilo, y los
demás cristianos como él que lo lean, «reconozcan» (es decir:
repasen y comprueben «la firmeza de lo que les enseñaron al
cate quizarlos» de viva voz). Además, San Lucas da a entender
que conoce [ utiliza] otros escritos sobre Jesucristo anteriores
al suyo. Por ejemplo, el de San Marcos. —Este prólogo-
dedicatoria tiene más peso científico para conocer el origen de
los Evangelios que muchas teorías actualmente de moda.
B. — Comienzo de la misión en Galilea (4,l4ss). Este segundo
fragmento presupone el Bautismo en el Jordán y las
Tentaciones del Desierto. Dice que a continuación Jesús,
impulsado por el Espíritu Santo, empezó a proclamar el
Evangelio por todas las sinagogas de Galilea. El pueblo lo
admiraba.
Como ejemplo arquetípico de esta evangelización de Galilea,
describe una visita a Nazaret. El leccionario nos manda leer
hoy sólo el comienzo de esta «visita», dejando su desarrollo y
conclusión (sin lo cual no tiene sentido) para el domingo
siguiente. El centro de la celebración sinagoga era la recitación
y comentario de unos textos bíblicos. Jesús asume el oficio de
lector. Escoge su pasaje predilecto (Is 61). El que lo define
«Mesías» (= «ungido» por el espíritu). Mesías de los Pobres. A
San Lucas, ciudadano de la soberbia Antioquía, le encanta
subrayar la liberadora pobreza evangélica. La «homilía» de
Jesús en Nazaret irradia gozo y sorpresa. Cuanto presintieron
los profetas, es «hoy» un hecho tangible. En todo Evangelio,
San Lucas siente predilección por el adverbio hoy. Cristo es
actualidad. La lectura del domingo próximo reasumirá este
mismo tema, llevándolo a su conflictivo desarrollo y desenlace.
848 CICLO C
Empezamos la lectura del Evangelio según San Lucas. Se irán
sucediendo luego unos treinta fragmentos seleccionados.
Participar en la liturgia de la Palabra durante los tres ciclos
supone escuchar, en tres años, más de ciento cincuenta
lecciones sobre el Evangelio. Un tesoro de teología y cultura.
Los minutos que dedicamos una vez por semana a reflexionar
en la iglesia sobre la Palabra de Dios merecen la más cordial
atención. «Tus Palabras, Señor, son Espíritu y Vida»
[ responsorial].
El fragmento de hoy, en su primer párrafo, reproduce el
Prólogo con que San Lucas dedica su libro al amigo Teófilo.
Luego, saltándose tres capítulos, presenta una escena
programática: Jesús en la sinagoga de Nazaret.
1. — « Un relato de los hechos que se han cumplido entre
nosotros conforme nos los transmitieron los que fueron desde
el principio testigos oculares y luego Servidores de la Palabra».
El evangelista declara en el Prólogo qué es lo que quiere
escribir. Un memorial en forma narrativa de lo que Jesús hizo y
enseñó (= Hchs 1,1), tal como sus apóstoles lo han
transmitido. San Lucas, helenista de sangre y espíritu, entró en
la Comunidad cristiana de Antioquía desde el paganismo. Su
libro ha inspirado más obras de arte que ningún otro. En él
recibimos el testimonio directo de su Fe. El testimonio de la Fe
que se respiraba en la Iglesia de los primeros años. El
testimonio de las acciones y palabras de Jesús tal como las
conmemoraban, seleccionaban y resumían, al evangelizar las
diversas poblaciones, los apóstoles que habían convivido con
él. Este Prólogo de San Lucas tiene más peso que algunos
escritos de nuestro tiempo sobre el origen de los Evangelios,
cuyos autores están, en información y criterio, a mil
novecientos años de distancia de la Iglesia apostólica.
2. — «Enseñaba en las sinagogas». Para cada agrupación
humana de Israel la sinagoga es hogar de oración y escuela de
la Palabra. La fe de Israel vive de la liturgia sinagogal. También
el amor a Jesús en nuestros pueblos ha dependido en gran
parte de las homilías dominicales. Donde se pierde la fidelidad
a la liturgia semanal, desaparece la Fe y se apaga la conciencia
de pueblo.
3. — «Se puso en pie para hacer la lectura». Los que tienen
arte y carisma de proclamar la Palabra en la asamblea
creyente [ lectura], miran con sentido de presencia histórica
cómo lo haría Jesús. La cita de Isaías que reproduce San Lucas
era su texto preferido. Evangelizar a los Pobres. —El leccionario
corta la escena en el momento crítico: cuando Jesús afirma que
la Salvación ya está aquí. Continuará esta misma escena y
concluirá el próximo domingo.
CUARTO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Jeremías 1,4-5. 17-19
En los días de Josías, recibí esta palabra del Señor:
—Antes de formarte en el vientre, te escogí, antes de que
salieras del seno materno, te consagré: Te nombré profeta de
los gentiles. Tú cíñete los lomos, ponte en pie y diles lo que yo
te mando. No les tengas miedo, que si no, yo te meteré miedo
de ellos.
Mira: yo te convierto hoy en plaza fuerte, en columna de hierro,
en muralla de bronce, frente a todo el país: Frente a los reyes y
príncipes de Judá, frente a los sacerdotes y la gente del campo;
lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo
para librarte, —oráculo del Señor.
Salmo responsorial Sal 70,1-2. 3-4a 5-6a. lSab y 17
R. Mi boca anunciará tu salvación.
A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre; tú que eres justo, líbrame
y ponme a salvo, inclina a mí tu oído, y sálvame.
Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi
peña y mi alcázar eres tú, Dios mío, líbrame de la mano
perversa.
Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
850 CICLO C
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno, tú me sostenías.
Mi boca cantará tu auxilio,
y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
12,31—13,13
Hermanos: [ los carismas mejores. Y aún os voy a mostrar un
camino mejor. Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y
de los ángeles; si no tengo amor, no soy
más que un metal que resuena o unos platillos que aturden.
Ya podría tener el don de predicción y conocer todos los
secretos y todo el saber; podría tener fe como para mover
montañas; si no tengo amor, no soy nada.
El amor es comprensivo,
el amor es servicial y no tiene envidia; el amor no presume ni
se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita, no lleva
cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza
con la verdad.
Disculpa sín límites, cree sin límites,
espera sin límites, aguanta sin límites. El amor no pasa nunca.
¿El don de predicar? Se acabará. ¿El don de lenguas?
Enmudecerá. ¿El saber? Se acabará. Porque inmaduro es
nuestro saber
e inmaduro nuestro predicar; pero cuando venga la madurez, lo
inmaduro se acabará.
Cuando yo era niño, hablaba como un niño,
sentía como un niño, razonaba como un niño.
Cuando me hice un hombre,
acabé con las cosas de niño.
Ahora vemos como en un espejo de adivinar;
entonces veremos cara a cara.
Mi conocer es por ahora inmaduro,
entonces podré conocer como Dios me conoce.
En una palabra:
quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres.
La más grande es el amor.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Lc4, El Señor me ha enviado a dar la Buena Noticia a los
pobres, para anunciar a los cautivos la libertad. Aleluya.
IV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 851
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 4,2 1-30
En aquel tiempo, comenzó Jesús a decir en la sinagoga:
—Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.
Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las
palabras de gracia que salían de sus labios.
Y decían:
—ENo es éste el hijo de José?
Y Jesús les dijo:
—Sin duda me recitaréis aquel refrán: «Médico, cúrate a ti
mismo»: haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que
hás hecho en Cafarnaún.
Y añadió: -
—Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra.
Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de
Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y
hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna
de ellas fue enviado Elías más que a una viuda de Sarepta, en
el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en
tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue
curado más que Naamán, el sirio.
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y,
levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco
del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de
despeñarlo.
Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.
Prosigue la lectura del Evangelio según San Lucas con la
segunda parte de la «visita a Nazaret». Síntesis en forma
dramática de la incomprensión con que fueron recibidas la
doctrina y obras de Cristo en su tierra.
El primer capítulo del Libro de Jeremías recoge varios
recuerdos autobiográficos del profeta en torno a su vocación. El
texto litúrgico de hoy selecciona un breve inciso del comienzo
(y. 4-5) y otro del final (17-19). El primero contempla su destino
desde la perspectiva eterna de Dios. El segundo, la fortaleza de
alcázar con que tendrá que realizarlo. Jeremías fue arquetipo
de heroísmo en la fidelidad de decir a su pueblo la verdad de
parte de Dios contra la opinión, la pasión y la acción de casi
todos. Al proponer este texto, el leccionario insinúa un
paralelismo o analogía entre la personalidad de Jeremías y la
de Jesús.
De la primera Carta a los Corintos escuchamos el «Himno a la
Caridad». Tema predilecto de San Pablo. Insiste en él con
énfasis siempre que escribe sobre los carismas. Porque se dio
cuenta de que algunos pretendían recubrir con ellos su
egoísmo. Concretamente, este «himno» o exhortación
pertenece al amplio tratado sobre los carismas, que abarca los
capítulos 12 a 14 de la Carta. Se divide en tres partes. La
primera (y. 1-3) afirma que los «dones de acción» más
brillantes, aun con el máximo sacrificio personal, son inútiles
en quien los ejerce sin Caridad. La segunda (4-7) describe el
rostro visible del Amor cristiano en catorce o quince rasgos
infalsificables; es una delicada invitación a examen de
conciencia para algunos que, visiblemente, no realizaban este
ideal. Por fin (8-13) destaca la primacía de la Caridad teologal
como valor supremo y eterno del Cristianismo.
852 CICLO C
La reflexión sobre el EVANGELIO de hoy tiene que ser
continuación de la del domingo pasado. Jesús presidió la
lectura bíblica e hizo su «homilía» en la sinagoga de Nazaret.
Declaró que el futuro de las profecías era ya Presencia en su
persona. Proclamó abierto el «hoy» de la Redención: riqueza de
los pobres, liberación de los oprimidos, luz de los ciegos. En la
intención de San Lucas, esta «homilía» de Nazaret es programa
y resumen de toda la predicación de Jesús.
De análoga manera, las reacciones de los asistentes preludian
y sintetizan las varias y sucesivas actitudes con que el pueblo
de Israel acogió el mensaje del Mesías.
Para muchos (al menos durante algún tiempo) fueron
«palabras de gracia». Expresión hebraizante, con sentido
religioso; quiere decir que irradiaban y comunicaban la
«gracia», favor o amor de Dios a su pueblo.
Pronto, en algunos ambientes, la transparencia de la primera
admiración se enturbió con reflejos humanos. Les parecía
demasiado concreta, para ser Mesías su condición humana: «>
es éste el hijo de José?» El realismo de la Encarnación siempre
ha hecho más difícil la fe para quienes ignoran la humildad de
espíritu.
Se interpuso también la estrechez de horizonte. San Lucas
recoge un curioso incidente de los recuerdos de Jesús y lo
eleva a signó: los de Nazaret tuvieron celos de Cafarnaúm (la
proporción era la de un caserío de montaña frente a un
mediocre centro comarcal). Porque su profeta se puso a ejercer
allí, y no entre ellos, los paisanos de toda la vida. Se referían a
los aspectos «útiles» de su actividad; o sea, a las curaciones de
enfermos (y. 23). Afecto interesado, con instinto de monopolio.
Desvalorización de la imagen profética del Mesías, que tenía
que ser gloria de todo Israel y luz del mundo.
El evangelista, discípulo de Pablo, escribe para comunidades
cristianas que habían vivido y sufrido este problema de
horizonte no en la anecdótica rivalidad entre Nazaret y
Cafarnaúm sino en la dramática tensió entre Israel y el mundo
pagano. Por eso recoge también, en la «visita a Nazaret», la
lección bíblica de Cristo sobre los profetas de Israel enviados a
los gentiles. Y dolorosamente incomprendidos en su tierra.
Como signo de la extrema incomprensión de los suyos, el
drama de Nazaret. Termina con un gesto que preludia la
muerte violenta. Pero Cristo «seguía caminando» añade San
Lucas, con expresión significativa, pensando en el seguro y
universal avanzar de su Evangelio.
Jesús en la sinagoga de Nazaret. Escuchamos hoy la conclusión
de esta página de San Lucas, iniciada el domingo anterior.
Jesús ha leído aquel texto de Isaías (c. 61) que anuncia el
Mesías de los Pobres. Luego afirma que esta profecía se
cumple en él. Tres reacciones por parte del auditorio: una de
admiración, otra de menosprecio y crítica; la última, de odio
mortal.
Estas líneas que leemos hoy no son la crónica de un solo día. A
partir de algún episodio acaecido en su aldea, San Lucas
condensa en una «escena programática» las experiencias por
las que fue pasando Jesús de Nazaret durante toda su misión a
Israel. Hubo una fase en que prevaleció la espontánea
admiración popular. Otra en que los resentidos lo criticaron
para desautorizarlo. Llegó el momento en que se impusieron
por la violencia quienes pretendían suprimirlo.
1. — «Se admiraban de las palabras de gracia que salían de
sus labios». El pueblo
IV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 853’
sencillo, los de buen corazón (Lc 8,15), los de alma
transparente como María de Betania (10,39), reciben por
connaturalidad la Palabra de Cristo con aquel amor inteligente
que sabe «admirar». Entienden que sus palabras son
mensajeras de la Gracia.
2. — «Decían: ¿No es éste el hijo de José?... » El evangelista
señala dos motivos de crítica o menosprecio contra Jesús. El
primero, su condición social. Hijo de un artesano. A los que sólo
saben pensar como piensa la opinión los decepcionó, porque
se esperaba un Mesías más glorioso... La otra razón de crítica
frente a Jesús fue su amplitud de horizonte. Algunos de Nazaret
sintieron celos porque su «prófeta» otorgaba más favores a
Cafarnaúm que a ellos. El Evangelio amplía este problema
localista al resentimiento de muchos israelitas contra los
paganos. Resentimiento que se vivía con amargura en
determinados sectores de las iglesias para las que escribía San
Lucas. Algunos de Israel hubieran querido un Mesías
estrictamente nacional. Sin el gozoso universalismo, que es
indispensable en la Misión cristiana. De paso, se acusa un
hecho de antigua experiencia: el de que los profetas
auténticos, los que dicen la verdad, no suelen ser aceptados en
su tierra. La primera lectura recuerda el ejemplo arquetípico de
Jeremías.
3. — «Lo empujaron fuera del pueblo.., con intención de
despeñarlo». En aquel (quizá intrascendente) alboroto de
Nazaret, San Lucas ve presignificado el testimonio de la muerte
victimal con que el Mesías de los Pobres sellará su Misión.
Termina con un rasgo de victoria: abriéndose paso a través de
sus agresores, Jesús «avanzaba». Quiere decir: su Presencia
gloriosa, su Evangelio, su Iglesia, siguió y seguirá su camino.
El fragmento cíe Evangelio que el leccionario nos manda leer,
continúa y termina la Visita de Jesús Mesías a Nazaret según
San Lucas. Para entenderlo es preciso recordar su comienzo,
que se leyó el domingo pasado.
Algunos opinan que San Lucas fundió en una única secuencia
el recuerdo de tres
visitas hechas por Jesús a Nazaret en distintas épocas de la
evangelización de Galilea.
Una acogida con agrado, otra con resentimiento, otra con
agresiva hostilidad.
También cabe suponer que, reflejando actitudes de distintos
grupos de paisanos del
Señor, el evangelista hace de esta «Visita a Nazaret» una
contemplación programática
(realista y simbólica al mismo tiempo) de toda la misión y
drama de Jesús Mesías en su
Patria. Dentro de esta suposición, destacan los temas
siguientes:
1. — Método habitual de la proclamación mesiánica. La liturgia
sinagogal. Cada concreta comunidad israelita acude el sábado
a la Sinagoga o «Reunión». Habla con Dios, canta su
esperanza. Oye la lectura de la Biblia, que alguna persona
autorizada glosa y comenta. Jesús debió de asistir bastante
más de mil veces a su entrañable sinagoga de Nazaret.
Escuchó en ella toda la Ley y los Profetas. Experimentó la
eficacia pedagógica de su comentario cuando se hace con
conviçción y amor. Al llegar la hora de proclamar el vio en la
liturgia de la Palabra el más eficaz instrumento de
comunicacion Recorria todos l pueblos de Galilea y anunciaba
en su sinagoga el Reino de Dios mediante la homilíá o
explicación de los textos bíblicos que el pueblo acababa de oír.
-.
2. — Identidad del Mesías. ‘Como ejer arquetípico de esta
actividad
854 CICLO C
misionera, San Lucas presenta a Jesús actuando de maestro en
su sinagoga de Nazaret, donde tantos años se había mostrado
discípulo. Lee su texto predilecto: el capítulo 61 de Isaías
(Evangelio del domingo pasado). El profeta habla en él del
Mesías. Es decir, del « Ungido» de Yahvé. Lo ha «ungido» o
consagrado su Espíritu (teofanía del Jordán). Al consagrarlo, le
confía una Misión esencial: la de llevar el «Evangelio» o
gozoso-anuncio-de-la-Redención a ios Pobres. A los cautivos,
oprimidos y huérfanos de luz.
3. — Idea-fuerza de las homilías de Jesús: «Hoy se cumple esta
Escritura». El impacto está en el adverbio «hoy». Cristo es
realidad actual de las profecías. De toda la esperanza de Israel
y del mundo. Cuando escribe Lucas, entiende también y
principalmente este «hoy» del Cristo presente en la Iglesia de
los Apóstoles. En cada concreta comunidad debe ser Palabra
de Dios que «hoy» está entre nosotros el Mesías del
«Evangelio» o buena noticia de los Pobres. Del que anuncia y
exige la sincera liberación de todos los sometidos de cualquier
esclavitud, externa o interior.
4. — Diversas actitudes ante la Proclamación, a) En muchos,
admiración y aplauso ( ¿sentimental?). b) En algunos,
extrañeza crítica por la situación social del Mesías, que
esperaban tan glorioso y resulta ser hijo del artesano del
lugar... c) En no pocos, resentimiento celoso porque otorga más
favores en otra población (en Cafarnaúm) que en la suya (les
encantan las «palabras de gracia» —es decir, que anuncian la
Gracia de Dios; pero preferirían beneficios concretos y
cotizables...).
5. — Los de horizonte cerrado. Lucas escribe desde la gran
Iglesia de su tiempo abierta a todo el mundo helenístico-
romano. En aquella incomprensión de algunos de Nazaret y en
sus celos por los forasteros de Cafarnaúm ve un símbolo del
error de tantos judíos que no supieron aceptar el Evangelio
universalista de Jesús. Vulgaridad proverbial, la de no
reconocer a los grandes cuando son de casa... Jesús les
recuerda que también antaño hubo grandes profetas a quienes
apreciaron mejor los paganos que los del propio Israel.
6. — Ruptura y violencia. La escena final (evocación tal vez de
algún alboroto intrascendente en Nazaret) simboliza y preludia,
en el estilo sugerente de Lucas, la definitiva y trágica
reprobación de Jesús-Mesías por los responsables de su Patria.
7. — Cristo se abre camino. En el texto griego la última frase
tiene una fuerza intraducible. Significa que Cristo (su Mensaje,
su Iglesia) «pasa» y «avanza» por en medio de quienes han
querido acabar con él. A través de todo su Evangelio y Hechos
de los Apóstoles, San Lucas ilustra esta seguridad del
optimismo cristiano.
El leccionario nos manda leer, en el Evangelio según San
Lucas, la segunda mitad de la visita de Jesús a Nazaret. No se
puede comprender esta narración sin tener presente su
primera parte, la que escuchamos el domingo pasado.
Jesús regresa del Jordán y empieza a misionar por los pueblos
de Galilea. Entra un sábado en la sinagoga de Nazaret. Más de
mil veces, durante su infancia y juventud, había asistido a ella
como discípulo. Allí escuchaba en proclamación litúrgica,
semana tras semana, la Biblia entera. Esta vez hablará como
Maestro. Lee su texto preferido: aquel del libro de Isaías donde
el Ungido del Señor dice que ha sido enviado para anunciar el
Evangelio a los Pobres de Yahvé. Un Evangelio que es libertad
de los cautivos, vista de los ciegos, tiempo de Gracia para
todos (Is 61,1-2).
IV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 855
A partir del texto leído, Jesús pronuncia la homilía. Se resume
en una afirmación trascendental: «Hoy se ha cumplido esta
Escritura». Es decir: ha pasado la era de la Ley y los Profetas.
El Ungido del Señor —el Mesías de la Salvación— ya está aquí.
1. — «Hoy se ha cumplido esta Escritura>. Es el mensaje
central de la «Visita a Nazaret». Su énfasis recae sobre el
adverbio hoy. Cuando redactó esta escena, San Lucas entendía
por «hoy» el tiempo de la Iglesia. Quiere decir que Cristo es la
realidad presente de las Profecías. La respuesta actual a la
Esperanza de los hombres. Quien está consciente de tener a
Cristo, goza en plenitud la realidad de su «hoy». Sin nostalgias
caducas Sin refugiarse en utopías.
2. — «Se admiraban de las Palabras de la Gracia, que salían de
sus labios». En los de corazón sencillo entraba el Evangelio
como luz en el cristal. Palabras de Jesús, que son anuncio y
comunicación de la Gracia.
3. — «Y decían: ¿No es éste el hijo de José?». En la «visita a
Nazaret» no nos da
- San Lucas la crónica de un solo día. Tomando pie de diversas
actitudes de aquellos paisanos, compone una especie de
«sumario», que simboliza toda la Misión de Jesús
Mesías en Israel. Los que sólo ven en él al «hijo de José»
representan a cuantos no quisieron reconocer la trascendencia
de su personalidad. Los que lo critican por los beneficios
hechos a Cafarnaúm preludian la angosta mentalidad de
quienes no aceptarán un Mesías que rebase fronteras. Para
ellos San Lucas pone en labios del Maestro aquella lección
bíblica de universalismo a propósito de Elías y Eliseo. Como
Jeremías [ lectura] y tantos otros, el profeta sincero (quizá por
eso escasean) resulta incómodo a sus paisanos. En riesgo de
martirio —presignificado por el arrebato de violencia con que
termina la «visita a Nazaret». Violencia incapaz de impedir que
Jesús —su Mensaje, su Obra— siga avanzando.
QUINTO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 6,1-2a. 3-8
El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un
trono alto y excelso: la oria de su manto llenaba el templo.
Y vi serafines en pie junto a él. Y se gritaban uno a otro
diciendo:
— santo, Santo, el Señor de los Ejércitos, la tierra está llena de
su gloria! Y temblaban las jambas de las puertas al clamor de
su voz, y el templo estaba lleno de humo. Yo dije:
— de mí, estoy perdido!
Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de un
pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor
de los Ejércitos.
Y voló hacia mí uno de los serafines, con un ascua en la mano,
que había cogido del altar con unas tenazas; la aplicó a mi
boca y me dijo:
—Mira: esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa,
está perdonado tu pecado.
Entonces escuché la voz del Señor, que decía:
— quién mandaré? ¿Quién irá por mí?
Contesté:
—Aquí estoy, mándame.
Salmo responsorial Sal 137,1-2a. 2bc-3. 4-5. 7c-8
R. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor,
Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles
tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario.
Daré gracias a tu nombre
V DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 857
pór tu misericordia y tu lealtad. Cuando te invoqué, me
escuchaste, acreciste el valor en mi alma.
Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra, al escuchar el
oráculo de tu boca; canten los caminos del Señor, porque la
gloria del Señor es grande.
Extiendes tu brazo y tu derecha me salva. El Señor completará
sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus
manos. -
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
15,1-11
Hermanos: [ recuerdo el Evangelio que os proclamé y que
vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os
está salvando, si es que conserváis el Evangelio que os
proclamé; de lo contrario, se ha malogrado nuestra adhesión a
la fe. Porque] lo primero que yo os transmití, tal como lo había
recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados,
según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer
día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más
tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos
hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros
han muerto; después se le apareció a Santiago, después a
todos los Apóstoles; por último, como a un aborto, se me
apareció también a mí. [ soy el menor de los Apóstoles, y no
soy digno de llamarme apóstol, porque he perseguido a la
Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy y su
gracia no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más
que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios
conmigo.] Pues bien; tanto ellos como yo esto es lo que
predicamos; esto es lo que habéis creído.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Mt 4,19 Veníos conmigo —dice el Señor—, y os haré
pescadores de hombres. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 5,1-11
En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para
oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de
Genesaret; y vio dos barcas que estaban junto a la orilla: los
pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes.
Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la
apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba
a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
—Rema mar adentro y echad las redes para pescar.
Simón contestó:
858 CICLO C
—Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos
cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.
Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande,
que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra
barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron
ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían, Al ver esto,
Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús, diciendo:
—Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.
Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que
estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y
lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que
eran compañeros de Simón.
Jesús dijo a Simón:
—No temas: desde ahora, serás pescador de hombres.
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
A propósito de una «pesca milagrosa», el Evangelio según San
Lucas invita a reflexionar sobre algunos aspectos
fundamentales de la vocación y oficio apostólico.
La primera lectura prepara el tema recordando la vocación del
Profeta Isaías. Una - teofanía le pone en contacto con el
misterio de Dios. Joven de espíritu selecto, le quema el dolor
dela corrupción religiosa y social de su pueblo. Humilde en
hambre de pureza, le abruma la visión de la Santidad. En la
teología de Isaías, la Santidad es definición de Dios (= «el
Santo de Israel»). Como un fuego, que atormenta a quien se le
pone en actitud negativa; purifica e inflama a quien se le
acerca en contacto positivo. Por eso, en signo místico y
litúrgico, le purifica los labios (palabra, pensamiento y espíritu)
un ascua del altar («fuego» de Dios). Hecho llama de amor a
Dios y a su pueblo, se ofrece en generosidad a la misión: «
estoy!».
En la primera Carta a los Corintios, San Pablo empieza un
repaso de catecismo sobre la Resurrección. A sus destinatarios,
como a todos los impregnados de cultura helénica, les costaba
asimilar esta verdad fundamental del cristianismo. El Apóstol
les recuerda el artículo de Fe que aceptaron, dio firmeza a su
vida y les puso en el camino de la Salvación (vers. 1-2). No se
lo predicó como teoría suya, sino como doctrina que recibió en
su propia catequización (vers. 3), ya desde su bautismo en
Damasco. Cuando el Apóstol escribe estas líneas, han pasado
poco más de veinte años de la muerte y resurrección de Cristo
(como si ahora nos refiriésemos a un hecho acaecido en 1950).
Por eso puede apelar serenamente a testigos vivientes (vers.
6).
En el EVANGELIO, San Lucas prepara el momento definitivo de
la elección de los Doce Apóstoles (6, 12-16) con esta escena,
que ilumina el sentido y misión del apostolado. El evangelista
redacta más con técnica de pintor que de fotógrafo,
conjugando diversos planos históricos en una sola perspectiva.
Todo converge a la frase central: «Serás pescador de
hombres».
a) Empieza con una evocación llena de colorido (comparar com
Mc 3,9 y 4,1): la multitud se agolpa en torno a Jesús junto al
lago. Para hablarles con mayor eficacia, pide una barca y se
aparta un poco de la orilla. Lucas anota intencionadamente
que la «barca» era la de Simón (Pedro). Antes de decirlo en
alegoría («pescadores de hombres»), Cristo presenta en
realidad el destino de sus misioneros o apóstoles: ser maestros
de la Fe e instrumentos de la Salvación por la Palabra.
V DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 859
b) Orden de adentrarse en el mar y echar las redes. Habla un
hombre de montaña (Nazaret) a pescadores expertos. Contra
su experiencia. Lección del estilo de la Fe pura: la
connaturalidad a la paradoja. Más concreto: la docilidad u
obediencia contra el propio criterio (que los cortos de visión
llaman «evidencia»). «En tu Palabra...» El evangelista ha
iluminado previamente el valor de la Palabra de Cristo (ver 4,
32.36.39).
c) Signo profético del’ éxito cuando se trabaja a. la orden de
Cristo (y. 6). El Maestro de la sencillez educaba así, a través de
sus propias vivencias, la Fe de sus discípulos. Es pedagogía
hablar a pescadores en lenguaje de pescador.
d) Necesidad de cooperación. Cooperación en la que unos
tienen la iniciativa y otros el gozo de secundar (y. 6-7).
e) Momento central: Simón Pedro (Lucas anticipa aquí el
nombre «eclesiástico»:
6,14) intuye la Santidad divina de Jesús. Conciencia humillada
de «pecador» (el evangelista prepara o anticipa la experiencia
del VierneiSanto). Jesús no la desmiente; pero da paz («no
temas...») y afirma la vocación. En la Iglesia de los que tienen
Fe, la humillación del apóstol no ensombrece su apostolado.
Término final de un camino humano, que es punto de partida
del camino de Dios: la total renuncia, correlativa de la total
consagración o «Seguimiento».
Cuando San Lucas compuso esta página, recordaba al Simón
Pedro que él conoció actuando en la iglesia (del que habla en
los Hechos Apostólicos). En cada detalle del hecho histórico
puso una transparencia significativa, iluminando la singular
relación con Cristo del que siempre fue considerado primero
entre los Apóstoles.
San Lucas nos ofrece una meditación sobre Cristo Maestro
junto al lago de Genesaret, en las afueras de Cafarnaúm. Uno
de los lugares más sugestivos de Tierra Santa. Tres momentos:
Jesús habla al pueblo; la pesca milagrosa; los pescadores
siguen a Jesús.
1. — «La gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la
Palabra de Dios». Primeras experiencias, radiantes, de la
misión de Jesús en Galilea. El pueblo de las Bienaventuranzas
recibe con agrado la Palabra de Dios porque la oye sincera,
sencilla, transparente. En la Palabra de Dios se descubre a sí
mismo. Ya no basta el ámbito de las sinagogas y hacen falta
espacios abiertos, inmensos. Ello incomodará, en sucesivas
fases de la historia evangélica, a los que no quieren ni a Jesús
ni al pueblo... Pide a Simón Pedro servirse de su barca y la
convierte en cátedra para una gozosa liturgia de la Palabra,
oficiada bajo el cielo de Dios en el templo de la naturaleza.
2. — « mar adentro...!» Despidiéndose del pueblo, Jesús
pedagogo se dispone a procurar una imborrable experiencia de
evangelización a sus amigos pescadores. Les hace vivir una
parábola expresada con hechos. Reunir en la playa, como
acaba de hacer Jesús, una multitud de hombres para
orientarlos hacia el Reino de Dios se puede comparar a la
alegría del pescador que consigue colmar, más allá de lo
previsible, sus redes y su barca. Simón Pedro, amargado por un
reciente fracaso profesional, obedece por pura docilidad a la
consigna del Maestro. « tu palabra
—y sólo por ella— echaré las redes», dice el futuro apóstol. —
Salta a la vista que San Lucas nos da a entender cuál tendrá
que ser el estilo obediencial de los que deseen
860 CICLO C
consagrarse al servicio del Evangelio por la salvación del
mundo.
3. — «Desde ahora serás pescador de hombres». Divino
pedagogo que sabe hablar a cada uno en su concreto lenguaje.
Habla al pescador con el lenguaje de los pescadores. En esta
«narración programática>, San Lucas amalgama y condensa
diversos momentos del largo proceso con que se fue
desarrollando la vocación al apostolado de Simón Pedro y sus
compañeros. Subraya su conciencia de saberse y sentirse
indigno ante la Santidad de Dios. Humildad realista,
fundamento de toda elevación espiritual. Como el joven Isaías
(primera lectura), que necesitó purificar sus labios en el fuego
del altar. Destaca también la resolución de dejarlo todo para
seguir a Cristo. Sin oro ni espada. Generosidad de la que tantos
jóvenes sienten y cantan la añoranza, porque intuyen que no
hay más alto amor ni más honda bienaventuranza que la de
darse en consagración al seguimiento de Jesús.
El Evangelio tiene por tema central la vocación de Simón Pedro
y sus compañeros al apostolado. Encuadra e ilumina esta
vocación el relato de una pesca maravillosa mente abundante,
fruto de su docilidad activa a la palabra del Maestro.
Fiel a su estilo, San Lucas coordina en una misma secuencia
diversos recuerdos del Señor. Quiere ofrecernos una
«contemplación programática» del Ministerio apostóli co, para
el que Jesús eligió a Simón como arquetipo y centro. Escribe
con la concreta experiencia de Iglesia que atestigua su Libro de
los Hechos. La escena es realista y simbólica a la vez.
A. — Momento preliminar: Jesús predica al pueblo la Palabra de
Dios desde la barca de Simón (vers. 1-3). En las páginas
precedentes, San Lucas ha presentado a Jesús solo (sin
colaboradores) enseñando en las sinagogas. Pero la multitud
que quiere oírlo desborda ahora esta situación. Se improvisa un
inmenso auditorio a la orilla del lago. Para atenderlo,
transforma en cátedra una barca de pescadores. En la época
en que escribía San Lucas, ya se insinuaba en el ambiente
cristiano el símbolo de la nave-Iglesia. Anota
intencionadamente que la barca era la de Simón.
B. — Signo profético (4-7). En la pedagogía de Jesús era
habitual comunicar la idea a través de la imagen. Con
frecuencia, la imagen se realiza en acción. La «pesca
milagrosa» fue una parábola-viva del Ministerio apostólico.
Quiso inculcar para siempre una convicción en el ánimo de
aquellos pescadores, cuyo interés y horizonte de vida estaba
centrado en el trabajo profesional. Entre labradores, el Maestro
hablaba de un «fruto» o cosecha ubérrima. A hombres del mar
les pone en las manos una redada impresionante. La escena
evoca espontáneamente la del último capítulo de San Juan.
Su énfasis está en la docilidad activa al Señor («por tu
palabra...>). Con ella es seguro el éxito, no obstante las
condiciones adversas (pescar de día en la transparencia de
aquel lago). Pero el mayor esfuerzo por propia iniciativa («toda
la noche bregando...») resulta estéril. —Otra lección en esta
parábola viviente: la cooperación fraterna. Los «socios» de
Simón acuden a ayudarle. Y de su obediencia a Cristo se llenan
las dos barcas, sin recelos ni envidias.
C. — Confesión de la majestad divina del Señor (8-lOa). Por
primera vez y anticipándose al cambio de nombre (6,14), San
Lucas designa al futuro apóstol con su título «eclesiástico»:
Simón-Pedro. Es el protagonista de toda la secuencia. Su
y DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 861
nombre de familia («Simón») se repite en ella seis veces. Único
interlocutor de Jesús. Los demás se consideran «socios» suyos
(p. ej., Santiago y Juan: y. 10), o quedan en el anonimato. San
Lucas, compañero entusiasta de Pablo, destaca siempre a
plena luz, lo mismo en su Eva que en los Hechos de los
Apóstoles, la principalidad de Pedro. Su reacci ante el milagro
es un acto de Fe. El énfasis se concentra en la exclamación:
«Señor» (Kyrze). En el vocabulario de Pablo y Lucas, «Señor’>
o Kyrios es el título divino de Jesús. Según la pedagogía de la
Biblia, la experiencia de la proximidad de Dios infunde «temor»
(entiéndase, respeto sagrado). Y pone a flor de piel la
conciencia de pecador que tiene el hombre sincero según la
Biblia [ sublime de Isaías en la primera lectura]. La escena
anticipa el característico penitente de Pedro, que estallará en
la madrugada del Viernes Santo.
D. — Interpretación del signo profético, vocación y seguimiento
(lOb-1 1). Infundiendo confianza («no temas...»), el Señor
revela el sentido de la parábola-en- acción: será «pescador» de
hombres. Sirvan de comentario a esta sugerente alegoría del
apostolado los primeros capítulos de los Hechos Apostólicos
(sermón de Pentecostés, etc.). «Desde ahora»: urgencia de la
decisión. Inmediatamente, en holocausto de pobreza
(«dejándolo todo»), Simón y con él los demás lo siguieron.
Jesús ha dado el primer paso en orden a la continuidad de su
obra en el mundo.
En torno al recuerdo de una pesca milagrosamente abundante
en el lago de Genesaret, San Lucas compone un cuadro
plástico para invitarnos a reflexionar sobre la vocación al
apostolado de Simón Pedro y sus colaboradores.
1. — «Desde la barca, sentado, enseñaba a las multitudes».
Primeros tiempos de la predicación en Galilea. Crece el hambre
de escuchar a Jesús. Ya no basta el recinto de la sinagoga. Le
asedian cuando está a orillas del lago. Pide una barca al amigo
Simón y hace de ella su cátedra. Liturgia serena del Verbo de
Dios en el templo de la naturaleza. Ejercicio de lo que será
tarea principal de la Misión apostólica. Transfundir la propia
experiencia de Dios al corazón de los demás, mediante la
Palabra de la Vida. Palabra que es Luz y Amor. Evangelio.
2. — «Por tu Palabra, echaré las redes». Simón pescador
llevaba reciente en el alma la amargura del más sensible de los
fracasos: el del trabajo profesional. La tristeza de las redes
vacías. El malhumor del cansancio inútil. Jesús pedagogo se
hará dueño de la vida de Simón entrenado precisamente por
esta llaga abierta. ¡ A tender las redes en pleno día! Simón
experto sabe que es un error. Pero Simón discípulo subordina
su saber a la confianza absoluta en el Maestro. ¡Por tu Palabra
—y únicamente por ella— voy a echar las redes!
3. — «Desde ahora, serás pescador de hombres». Al redactar
esta página (síntesis de diversos hechos y palabras del Señor),
San Lucas la ilumina con su conocimiento experimental de la
Iglesia apostólica. Destacada principalidad de Simón Pedro.
Fraterna colaboración de los otros discípulos con él. Exito
humanamente incompren sible de su trabajo, siempre y
cuando lo emprendían bajo la Palabra del Maestro. También
noches vacías. Penitencia ejemplar con que el primer Apóstol
reconocía, a los pies del Señor, su pecado. Toda esta escena,
en el pensamiento de San Lucas, es
elogio y paradigma de la más excelsa profesión; la de traer
hombres a la «barca» de Cristo. Arte divino que no se alcanza
con oro ni espada: sólo se concede a quien tiene amor. Darse a
él, bien merece el sacrificio de dejarlo todo.
SEXTO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Jeremías 17,5-8
Así dice el Señor:
Maldito quien confía en el hombre,
y en la carne busca su fuerza,
apartando su corazón del Señor.
Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien;
habitará la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita.
Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su
confianza:
será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente
echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará
verde;
en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto.
Salmo responsorial Sal 1,1-2. 3. 4 y 6
R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de
los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos,
VI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 863
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.
Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón,
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin.
No así los impíos, no así:
serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el
camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
15,12. 16-20
Hermanos: Si anunciamos que Cristo resucitó de entre los
muertos, ¿cómo es que decía alguno que los muertos no
resucitan?
Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado.
Y si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís
con vuestros pecados; y los que murieron con Cristo se han
perdido. Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida,
somos los hombres más desgraciados.
¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de
todos.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Lc 6,23ab Alegraos y saltad de gozo: porque vuestra
recompensa será grande en el cielo. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 6,17. 20-26
En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró
en un llano con un grupo grande de discípulos y de pueblo,
procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y
de Sidón.
El, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo:
—Dichosos los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios.
Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis
saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis.
Dichosos vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan,
y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por
causa del Hijo del hombre.
Alegraos ese día y saltad de gozo: porque vuestra recompensa
será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres
con los profetas.
Pero, ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya tenéis vuestro
consuelo! ¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque
tendréis hambre! ¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo
y lloraréis! ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es
lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas.
864 CICLO C
Análogo al «Sermón de la Montaña’> según Mateo, también el
Evangelio de San Lucas presenta una declaración programática
del pensamiento de Jesús, pronunciada por el Maestro después
de haber elegido, en el monte, a los doce apóstoles.
Escuchamos hoy la introducción: «Bienventurados los
pobres...»
Al profeta Jeremías le dolía que la mayor parte de sus
angustiados compatriotas hubiesen abandonado a Dios, «la
fuente de agua viva» (17,13), para engañarse a sí mismos con
la inútil esperanza de auxilios humanos. Les amonesta, en tono
sapiencial, con esta composición redactada en la forma
literaria (popular en oriente) de un díptico-contraste entre la
«bendición» y la «maldición».
Prosigue, en la primera Carta a los Corintios, la catequesis
sobre la Resurrección. Algunos, admitiendo la de Jesucristo,
negaban la de los demás hombres. La lógica de San Pablo se
apoya en un principio fundamental de su téología: el de la
plena solidaridad de vida y destino entre el Redentor y los
miembros de su Cuerpo místico. Como es nuestra su Cruz, así
también su Resurrección y Gloria. De paso (vers. 19) advierte
que si una comunidad de cristianos cerrase el horizonte de su
esperanza a sólo este mundo, sería únicamente digna de
compasión.
En el EVANGELIO leemos las Bienaventuranzas, como preludio
del que suelen llamar «Sermón de la Montaña» según San
Lucas. Las principales diferencias con la redacción paralela de
San Mateo son las siguientes: a) el número: cuatro en vez de
ocho; b) el contraste con las correlativas «malaventuranzas»,
formando un díptico de dos estrofas en contraste, al estilo de
la precedente composición de Jeremías; c) la interpelación
directa a los discípulos, en segunda persona («vosotros», no
«ellos» como en Mt); d) la insistencia (más acentuada en el
texto original) en distinguir la condición de ahora de la del
futuro escatológico.
1. La situación ambiental y significativa es la siguiente:
Después de una noche de oración en el monte, Jesús instituye
allí el colegio fundacional de los Doce Apóstoles (6,12-16);
luego baja con ellos a un «lugar llano» junto al monte. Lucas
quiere reflejar la relación de Moisés con Dios, los Ancianos y el
pueblo en el Sinaí. Jesús encuentra en el llano a una «gran
multitud» de discípulos. En los escritos de Lucas (Ev y Act), la
palabra «discípulos» significa (o pre-significa) los cristianos.
Jesús, rodeado de los Doce Apóstoles, se dirige a ellos; en la
intención de Lucas, este «sermón» es un mensaje a la Iglesia.
Al llano ha acudido una inmensa muchedumbre de judíos y
también extranjeros (Tiro y Sidón); en la mentalidad de Lucas
(= Pablo), el mensaje cristiano debe ser oído también por el
mundo, que todavía tiene capacidad de Evangelio.
2. — Las tres primeras Bienaventuranzas se consideran
sinónimas. «Pobreza», «hambre» y «dolor» (= lágrimas)
equivalen a «la cruz de cada día», que, según Lucas (9,23),
define la situación normal del «discípulo». Su maestro Pablo
también enseñaba que sólo por el camino de «tribulación» se
llega al devenir escatológico del Reino de Dios (Act 14,22).
3. — Por contraste, la desdicha de los «ricos», «hartos» y
«satisfechos». El evangelista estigmatiza la imagen del anti-
discípulo en las parábolas del epulón (16,19-31) y del poseedor
insensato (12,16-21). En resumen: a) limitan su preocupación
al orden temporal, sin pensar en el eterno; b) se niegan a su
deber de comunión social con los pobres; c) olvidan y
prácticamente no aceptan su dependencia de Dios. En
teología, son hombres sin esperanza. La imagen del mal rico
VI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 865
según Lucas ilumina, por contraste, su ideal del pobre
evangélico (que, excepcional mente, puede llamarse Zaqueo:
19,Iss). Ver también Act 4,32-37.
4. — Según estas dos parábolas y el conjunto de la teología de
San Lucas (recordar, p.ej., el Buen Ladrón: 23,43), la frontera
entre este «ahora» abnegado del discípulo y su plenitud de
gozo en el Reino de Dios es la muerte individual, no un
impreciso futuro colectivo.
5. — La mejor realización personal y expresión literaria del
espíritu de las Bienaventuranzas según Lucas: María de
Nazaret y su Magnificat (1,46-55).
6. — Signo y garantía de fidelidad a este espíritu es la situación
social de los discípulos «perseguidos», tema de la última
felicitación (de aviso: vers. 26) de Cristo.
Hoy escuchamos una vez más la proclamación de las
Bienaventuranzas. La página más sorprendente del Evangelio.
Sólo tiene sentido, belleza y sabor para los que creen en la
resurrección de Cristo y piensan bajo la luz de esta fe (segunda
lectura).
En el texto de San Lucas, las afirmaciones de bienaventuranza
se limitan a cuatro. Las más paradójicas. San Mateo enumera
ocho; las que aprendimos en el catecismo. A las cuatro
bienaventuranzas, San Lucas contrapone otras tantas
«malaventuranzas» dirigidas a quienes viven en la actitud
opuesta. La Biblia presenta con frecuencia este contraste entre
la felicidad y la desdicha, la bendición y la maldición (ejemplos
en la primera lectura y el salmo).
1. —Jesús bajó del monte con los doce Apóstoles... En lo alto de
la montaña, el Señor acaba de instituir el grupo de los doce
apóstoles, núcleo germinal de la Iglesia. Bajan a un lugar llano
y se encuentran con una inmensa multitud, formada no sólo
por israelitas sino también por los que han venido de tierras
paganas (Tiro y Sidón). Ante la multitud (que en la intención
del evangelista es signo de todo el mundo) y con la mirada
puesta en los discípulos (que representan a los cristianos),
Jesús declara en un «sermón» o alocución programátiça (6,20-
49) cuál ha de ser la fisonomía espiritual del hombre si quiere
pertenecer al Reino de Dios. El rasgo esencial de esta
fisonomía lo dan las Bienaventuranzas.
2. — «Dichosos los pobres, porque vuestro es el Reino de
Dios... » Los pobres, los que lloran, los que tienen hambre, los
perseguidos por ser de Cristo no son categorías distintas sino
aspectos de una misma realidad viva. Facetas de un solo
diamante. Espectrogramas de una única luz: la fidelidad al
Evangelio. Jesús no escribió libros sobre las Bienaventuranzas;
las mostró transparentes en su vida, en su muerte, en su
resurrección. Reflejar en sí la experiencia de Cristo; o sea, vivir
en las Bienaventuran zas, es pura gracia de Dios. Sólo gozará
de ella, aun sin entenderla, quien la pida y acepte. El espíritu
de las Bienaventuranzas se canta en el Magnzficat y se respira
en el Padrenuestro cuando el Padrenuestro y el Magnificat se
dicen con sinceridad. San Lucas ambientó en la atmósfera de
las Bienaventuranzas la descripción ejemplar de la Iglesia
naciente que nos ha dejado en los Hechos Apostólicos.
3. — «Pero, ¡ay de vosotros los ricos, porque ya tenéis vuestro
consuelo!... » La imagen del «rico» saciado y necio, cerrado en
lo material, sin horizonte de espíritu, de amor ni de humanidad,
nos la da San Lucas en las parábolas del epulón (16,19-3 1)
866 CICLO C
y del poseedor necio (12,16-21). El Evangelio lamenta su error
y les ofrece —como a
Zaqueo (19,lss)— un camino de salvación si se convierten.
San Lucas resume en una Proclamación fundamental las líneas
maestras del Mensaje de Cristo (6,20-49). Corresponde al
«Sermón de la Montaña» de San Mateo (5-7), que es tres veces
más largo. Ambos empiezan con las Bienaventuranzas, tema
del Evangelio de hoy.
Tanto Mateo como Lucas adaptaron las palabras de Jesús a las
circunstancias de la comunidad en que escribían. Los que
aprendimos de memoria en el catecismo las Bienaventuranzas
según Mateo, podemos constatar a simple vista las diferencias
entre su redacción y la de Lucas. Hoy nos toca exponer ésta,
sin entretenemos en analizar dichas diferencias.
1. — En la «composición de lugar», San Lucas distingue tres
círculos de oyentes ante el Maestro: el de los doce Apóstoles,
el de un gran número de discípulos, el de una multitud de
pueblo, no sólo judío (de Judea y Jerusalén) sino también
forastero (de la costa de Tiro y Sidón). Los doce Apóstoles
acaban de ser elegidos, al amanecer, en la cumbre de la
montaña (13-16). Para proclamar el Mensaje fundacional, Jesús
baja con ellos a una llanura. Se dirige a los discípulos (y. 20).
En el Evangelio de Lucas, «los discípulos» representan a los
cristianos. La Iglesia. Las palabras que va a pronunciar
constituirán el documento básico de su espiritualidad. Está
presente el pueblo, judío y pagano, que también escucha (7,1).
Con ello San Lucas quiere insinuar la universalidad del
mensaje, que se ofrece a todo el mundo como norma ideal e
invitación apremiante.
2. — Sirve de preludio un díptico de cuatro Bienaventuranzas
en contraste con otras tantas «malaventuranzas». Habla a los
discípulos, en segunda persona, con el tono vibrante que
algunos llaman «de interpelación profética».
La contraposición Bienaventuranzas-Malaventuranzas se
inspira en el tradicional esquema bíblico de las Bendiciones y
Maldiciones [ en la primera lectura]. Evoca el antiguo
ceremonial de la conclusión de una alianza, cuando se
invocaba la bendición de Dios sobre quienes observasen sus
cláusulas y la maldición sobre quienes las quebrantasen. Las
Bienaventuranzas codifican la actitud fundamental de quien
entra en la Alianza del Mesías. El «monte» y la «llanura»
podrían ser un reflejo de la análoga topografía del Sinaí,
escenario de la Alianza de Yahvé con Israel.
3. — Las tres primeras frases del díptico, concisas y lineales,
son expresión de una sola idea: la Pobreza evangélica (o su
antítesis). Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento es
normal identificar al «pobre» con el que «tiene hambre» y el
que «llora» o sufre. El Evangelio según Lucas personifica el
contraste entre el «pobre-hambriento-dolorido» y el «rico-
harto-satisfecho» en la parábola de Lázaro y el Epulón (16,19-
31). Expresión hímnica del contraste en el Magnificat (1,51-53).
4. — La misma parábola de Lázaro pone en evidencia la
dialéctica entre la situación del «ahora» (tan subrayado en esta
redacción de las Bienaventuranzas) y su inversión radical en un
próximo 44venir escatológico Según Lucas, la frontera entre
ambas situaciones es la muerte de cada uno. Pero, aunque la
alegría total del Banquete mesiánico está en el más allá (21),
el Pobre evangélico ya posee aquí el Reino de Dios
VI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 867
(20). Y en él es feliz, con la divina «bienaventuranza» que no
dan los bienes de este mundo.
5. — En efecto, la desgracia del mal rico está en haber puesto
en bienes caducos su «consuelo’> (24). Entiéndase, el centro
de la vida. Por otra parte, la Pobreza evangélica no está en sólo
carecer, sino en tener además alma de niño (18,15-17) y
realista humildad (18,9-14).
6. — El cuarto elemento del díptico se dedica, con énfasis, a los
Perseguidos por fidelidad a Cristo (22-23). Antítesis, los que se
venden como falsos profetas por un aplauso (26).
7. — Resumiendo: San Lucas expresa en su redacción de las
Bienaventuranzas la felicitación del Señor a su Iglesia pobre y
perseguida. La que el mismo San Lucas presenta como ideal
viviente en los primeros capítulos de los Hechos Apostólicos.
Por contraste, las «malaventuranzas» son su señalación de
peligro. Peligro no irreal en alguna comunidad: léase la Carta
de Santiago.
Más breve que el «Sermón de la Montaña» según Mateo,
también San Lucas nos ofrece en su libro una Proclamación
fundamental del Reino de Dios. Empieza con la afirmación
programática: «Bienaventurados los Pobres...»
De este Mensaje leemos únicamente el preludio. Las
Bienaventuranzas. San Lucas las reduce a cuatro,
contraponiéndoles otras tantas lamentaciones contra quienes
viven en actitud opuesta.
1. — «Bajó de la Montaña, con los Doce... » San Lucas
ambienta esta Proclamación fundamental del Reino de Dios
con una escena significativa. En lo alto de la Montaña, Jesús ha
pasado la noche en oración. Fruto de la oración, al amanecer,
ha instituido allí mismo sus Doce Apóstoles. Núcleo de la
Comunidad que dejará en el mundo. Baja con ellos a un «lugar
llano», donde se encuentra con la muchedumbre. San Lucas
distingue en ella dos sectores: un gran número de -Discípulos y
otra gran multiti.id de gentes que han venido de Judea y
Jerusalén y también de Tiro y Sidón. Los primeros representan
a Israel; los segundos son preludio de los pueblos paganos. Por
Discípulos se entiende a los que ya creen en Cristo. Con esta
«escena significativa», San Lucas deja entrever su
pensamiento sobre la predicación del Evangelio: palabra de
Jesús con sus Apóstoles a la Iglesia, ante la abierta presencia
del mundo —que también puede y debe oírlo.
2. — «Bienaventurados los Pobres... los que ahora tenéis
hambre... los que ahora lloráis...» Tres matices de- una misma
realidad. Cuando felicitaba a los Pobres, Jesús Mesías pensaba
en aquel texto de Isaías que leyó en la sinagoga de Nazaret.
Cuando San Lucas puso por escrito estas palabras, veía y vivía
la gozosa austeridad de la Iglesia apostólica. Jesús no escribió
libros sobre la pobreza. vivió pobre en medio de los pobres, y
demostró sentirse feliz. Seguro de su experiencia, pudo llamar
infelices a los que no tienen otro afán que los bienes
materiales, la saciedad del placer y la insolencia. Las
Bienaventuranzas son corazón del Evangelio, y sólo se llega a
ellas cuando se abraza el Evangelio en indivisible totalidad.
Entonces se saborea el himno de las Bienaventuranzas: el
Magnificat, cántico de María y de los Pobres según Dios.
3. — «Bienaventurados cuando os odien... por causa del Hijo
del Hombre».
868 CICLO C
Divina felicitación a los que son perseguidos —calumniados,
ridiculizados, exclui dos— por ser cristianos. Los que no venden
su fidelidad a la Fe, como los falsos profetas (y. 26), por un
aplauso.
SÉPTIMO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del primer libro de Samuel 26,2. 7-9. 12-13. 22-23
En aquellos días, SaúI se puso en camino con tres mil soldados
israelitas y bajó al desierto de Zif, persiguiendo a David.
David y Abisaí fueron de noche al campamento enemigo y
encontraron a Saúl durmiendo, echado en el círculo de carros,
la lanza hincada en tierra junto a la cabecera. Abner y la tropa
dormían echados alrededor.
Abisaí dijo a David:
—Dios te pone al enemigo en la mano. Voy a clavarlo en tierra
con la lanza de un solo golpe; no hará falta repetirlo.
Pero David replicó:
—No le mates. No se puede atentar impunemente contra el
Ungido del Señor.
Entonces David cogió la lanza y el jarro de agua de la cabecera
de Saúl, y los dos se marcharon. Nadie los vio, ni se enteró, ni
se despertó. Todos siguieron dormidos, porque el Señor les
había enviado un sueño profundo.
David volvió a cruzar el valle y se detuvo en lo alto de la
montaña, a buena distancia de Saúl. Desde allí gritó:
—jRey!, aquí está tu lanza, manda uno de tus criados a
recogerla. El Señor recompensará a cada uno su justicia y su
lealtad. El te puso hoy en mis manos, pero yo no he querido
atentar contra el Ungido del Señor.
Salmo responsorial Sal 102,1-2. 3-4. 8 y 10. 12-13
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
870 CICLO C
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.
Él perdona todas tus culpas,
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te coima de gracia y de ternura.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en
clemencia; no nos trata como merecen nuestros pecados, ni
nos paga según nuestras culpas.
Como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros
delitos;
como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor
ternura por sus fieles.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
75,45-49
Hermanos: El primer hombre, Adán, se convirtió en ser vivo.
El último Adán, en espíritu que da vida.
El espíritu no fue lo primero: primero vino la vida y después el
espíritu.
El primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo
hombre es del cielo.
Pues igual que el terreno son los hombres terrenos; igual que el
celestial son los hombres celestiales.
Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos
también imagen del hombre celestial.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 13,34 Os doy un mandato nuevo: que os améis mutuamente
como yo os he amado, dice el Señor. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 6,27-38
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos,
haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os
maldicen, orad por los que os injurian.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te
quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al
que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si
amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los
pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los
que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores
lo hacen.
VII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 871
Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis?
También los pecadores prestan a otros pecadores con intención
de cobrárselo.
¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin
esperar nada: tendréis un gran premio y seréis hijos del
Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos.
Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis
y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados;
perdonad y seréis perdonados; dad y se os dará: os verterán
una medida generosa, colmada, remecida, rebosante.
La medida que uséis la usarán con vosotros.
En línea de continuidad con el espíritu de las
Bienaventuranzas, el Evangelio según San Lucas ofrece hoy la
parte central de la declaración programática del pensamiento
de Cristo a sus discípulos (o «Sermón de la Montaña»).
Saúl persigue a David para matarlo. El perseguido consigue
tener a mano la vida del perseguidor. Abisaí personifica el mal
consejo de la violencia (cf. también 2 Sam 16,9). David se
muestra superior. Aun cuando su respeto a Saúl se apoyase en
otras motivaciones, veamos en él un preludio del espíritu
evangélico. El Libro de Samuel (cap. 24 y 26) conserva la
memoria ejemplar de aquella hazaña.
Hacia el fin de la primera Carta a los Corintios, en el capítulo
sobre la Resurrección, San Pablo introduce uno de sus temas
característicos: el paso de la solidaridad con el «primer Adam»
a la solidaridad con el «Adam último’> o definitivo, que es
Cristo. Para quien piensa en hebreo bíblico, como el Apóstol,
«Adam» significa Hombre. La comunión con el antiguo Adam
nos constituyó vivientes a nivel de vida terrena (o «natural»).
La comunión con Cristo nos ha elevado al orden «celeste» o
divino de la vida sobrenatural. En este orden, el principio que
anima y transfigura toda la existencia humana es el Espíritu. El
hará de la realidad corpórea de los redimidos, cuando lleguen a
plenitud de vida en la Resurrección, imagen y continuidad de la
de Cristo resucitado. Doctrina que trasciende la imaginación,
pero da paz a la inteligencia. Véase también Filip 3,20-21.
La página de EVANGELIO que escuchamos hoy es continuación
inmediata de la del domingo pasado, que conviene repasar o
tener presente. Prescindiendo de los «ricos>’ y satisfechos (y.
24-26), que se supone que no están o «no escuchan», el
Maestro, acompañado de los Apóstoles (y. 17), se dirige a «los
discípulos» (y. 20), o sea, a todos los cristianos. Habla a
quienes están en la situación de las Bienaventuranzas (y.
20ss), y, más concretamente, a los perseguidos (22-23). Dando
por conocido y aceptado el precepto bíblico del amor al
prójimo, lo extiende y aplica a los enemigos (por contexto: a
los perseguidores),
San Lucas coordinó estas Sentencias de Jesús con diverso
criterio que San Mateo (comparar con Mt 5,38-48; 7,1-2 y
7,12). La sucesión de ideas es más antológica que lógica.
Esquematizando el fragmento de hoy, podemos distinguir tres
«estrofas», cada una de las cuales termina con una norma
general: a) la regla de oro de la caridad fraterna (y. 31); b) el
ideal de la imitación de Dios (y. 36); c) el principio «medida por
medida»: versión rabínica de la ley del talión aplicada al juicio
escatológico en relación con nuestra conducta social (y. 38b).
a) La primera «estrofa» empieza desdoblando el imperativo
fundamental: amad a los enemigos, en otros tres sinónimos
complementarios (27-28): haced bien -
872 CICLO C
bendecid - orad por los que os odian - maldicen - injurian (ver
Lc 23,34 ay Act 7,60). Imperativo nuevo y único en la historia
del pensamiento humano. Milagro de la victoria del amor-de-
voluntad sobre el sentimiento en alas de la Gracia.
Reprobación de un criterio que dominaba en otros movimientos
contemporáneos de religiosidad y reforma: identificación con
los de dentro, odio a los de fuera. Siguen, por analogía, cuatro
situaciones paradójicas (29-30), que fascinaron a los ideólogos
modernos de la no-resistencia; en clave de buena
hermenéutica significan el holocausto de todo egoísmo y la
disponibilidad a todo servicio. Termina con la que suelen llamar
«regla de oro» (31): que el interés instintivo por ti se
transforme en interés de caridad por el otro.
b) La segunda estrofa es una variación sobre el mismo tema.
Interpela a los que consideran amor el amarse a sí mismos (32-
34). El <(discípulo» tiene que realizarse como hijo (35) e
imagen (36) de su Padre. Dar y darse sin precio, al estilo de la
Gracia de Dios.
c) La tercera estrofa eleva el precepto de la caridad fraterna a
ley fundamental del Juicio escatológico (37-38). Conforme a
una práctica redaccional hebraizante, los verbos en pasiva
indican que el sujeto agente es «Dios»: No juzguéis y Dios no
os juzgará... perdonad y Dios os perdonará... La medida que
uses con tu hermano el hombre, Dios la usará contigo... (cf.
Sant 2,13).
Escuchamos, en el Evangelio de hoy, el fragmento más
característico de la Carta fundamental del Reino de Dios según
Lucas. El domingo pasado se leyó el preludio (las
Bienaventuranzas).
San Lucas combina y funde textos que se habían transmitido
separados en la predicación apostólica. Quien tenga tiempo de
comparar su redacción con la de San Mateo (5,39-48), se dará
cuenta de matices muy interesantes.
El Señor se dirige a sus Discípulos. «A los que escucháis» (27).
0 sea, a la Comunidad de los Pobres-y-Perseguidos que acaba
de proclamar dichosos (20-23). Es el pueblo de la nueva
Alianza, y le entregan la nueva Ley, que se llamará Evangelio.
Cifrada en un solo artículo: amad sin límites. Para glosarla, San
Lucas ha ordenado las palabras del Señor en un de tres
miembros, cada uno de los cuales empieza con el verbo amar.
1. — «Amad a vuestros enemigos... » El primer miembro
empieza por una estrofa (27-28) que irisa en cuatro reflejos la
actitud de los Pobres-y-Perseguidos según el Evangelio ante
quienes los persiguen, odian, maldicen y calumnian: amarlos,
hacerles bien, bendecirles, orar por ellos. La primera lectura
evoca el lejano ejemplo de David acosado por Saúl. Más cerca
de las palabras de Cristo está la fisonomía del Siervo de Yahvé
trazada por el Deutero-Isaías (c. 53). Hay un eco de estas
palabras en la exhortación a la Caridad de la Carta a los
Romanos (12,9-21).
Siguen cuatro imperativos de mansedumbre activa en caso de
agresión, expolio o abuso de confianza por parte de este
incómodo «otro’> que es tantas veces el prójimo (29-30). Por
elemental hermenéutica no se deben tomar a la letra estas
hipérboles. Son ilustraciones imaginativas a todo color de una
actitud vinculada a la caridad: la de renunciar con sinceridad a
la violencia, a costa si es preciso del propio interés.
Concluye esta primera parte la que suelen llamar «Regla de
oro de la caridad
VII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 873
fraterna» (31). Querer para todo hermano hombre el bien que
quieres para ti. No basta la normal delicadeza de no quererle ni
hacerle el mal.
2. — «Si amáis únicamente a los que os aman...» Forman la
segunda sección tres interrogantes pedagógicos (32-34), en los
que se da por supuesto que el discípulo del Evangelio debe
situarse a un nivel del todo superior al de quienes San Lucas
llama «los pecadores». Los que rebajan el concepto de «amor»
a un intercambio egocéntrico de afectos, intereses y placer. El
amor o Caridad según Cristo es absolutamente otra cosa.
3. — «Así, pues, amad a vuestros enemigos...» La tercera parte
reitera el imperativo inicial (35 = 27), y se remonta a la fuente
de este arte sobrehumano de amar a quien merece lo
contrario, de dar y darse sin esperanza de respuesta. Cristo
transfunde a los discípulos su personal experiencia interior,
que es la de ser y sentirse hijo de Dios. Imagen viva y
traducción en carne humana de la fuerza infinita del Amor del
Padre.
El íntegro recitado y todo el Evangelio se recapitula en la
última consigna (36): ser compasivo, como el Padre Dios.
Referencia a un tema constante de la Biblia, sobre todo del
Salterio, que tiene su más vigorosa expresión en el Sinaí (Ex
34,6), cuando el Señor revela todo su corazón con intraducibles
palabras que expresan ternura, entrañable piedad, gracia y
favor, necesidad ontológica de darse. Porque el Bien es
donación, y dejaría de ser bien si se replegase en sí mismo. El
amor de Caridad según el Evangelio es transparencia del
Padre. Donde actúa, los ojos sinceros se maravillan
—porque no lo comprenden— cuando alguien niega a Dios.
Las últimas líneas de la lectura de hoy (37-38) inician otro
apartado de este «Sermón junto a la Montaña» o Programa del
Reino de Dios según San Lucas. Glosan una idea frecuente en
el Evangelio: Dios nos tratará (en el Juicio escatológico) con el
mismo estilo o medida (de bondad o de rigor) con que
hayamos tratado durante la vida a nuestros hermanos los
hombres.
DÉCIMO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del primer libro de los Reyes 17,17-24
En aquellos días, cayó enfermo el hijo de la señora de la casa.
La enfermedad era tan grave que se quedó sin respiración.
Entonces la mujer dijo a Elías:
— tienes tú que ver conmigo?, ¿has venido a mi casa para
avivar el recuerdo de mis culpas y hacer morir a mi hijo?
Elías respondió:
—Dame a tu hijo.
Y, tomándolo de su regazo, lo subió a la habitación donde él
dormía y lo acostó en su cama. Luego invocó al Señor:
—Señor, Dios mío, ¿también a esta viuda que me hospeda la
vas a castigar haciendo morir a su hijo?
Después se echó tres veces sobre el niño, invocando al Señor:
—Señor, Dios mío, que vuelva al niño la respiración.
El Señor escuchó la súplica de Elías: al niño le volvió la
respiración y revivió. Elías tomó al niño, lo llevó al piso bajo y
se lo entregó a su madre diciendo:
—Mira, tu hijo está vivo. Entonces la mujer dijo a Elías:
—Ahora reconozco que eres un hombre de Dios y que la
palabra del Señor en tu boca es verdad.
Salmo responsorial Sal 29,2-4. 5-6. 11 y 12a y 13b
R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado, y no has dejado
que mis enemigos se rían de mí. Señor, Dios mío, a ti grité y tú
me sanaste;
X DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 875
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre
santo;
su cólera dura un instante, su bondad, de por vida.
Al atardecer nos visita el llanto,
por la mañana el júbilo.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí,
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 1,11-19
Hermanos: Os notifico que el Evangelio anunciado por mí no es
de origen humano; yo no lo he recibido ni aprendido de ningún
hombre, sino por revelación de Jesucristo. Habéis oído hablar
de mi conducta pasada en el judaísmo: con qué saña perseguía
a la Iglesia de Dios y la asolaba, y me señalaba en el judaísmo
más que muchos de mi edad y de mi raza como partidario
fanático de las tradiciones de mis antepasados.
Pero cuando aquel que me escogió desde el seno de mi madre
y me llamó a su gracia se dignó revelar a su Hijo en mí, para
que yo lo anunciara a los gentiles, en seguida, sin consultar
con hombres, sin subir a Jerusalén a ver a los apóstoles
anteriores a mí, me fui a Arabia, y después volví a Damasco.
Más tarde, pasados tres años, subí a Jerusalén para conocer a
Pedro, y me quedé quince días con él. Pero no vi a ningun otro
apóstol; vi solamente a Santiago, el pariente del Señor.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Lc 7,16 Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha
visitado a su pueblo. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 7,11-17
En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín,
e iban con él sus discípulos y mucho gentío.
Cuando estaba cerca de la ciudad, resultó que sacaban a
enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y
un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo:
—No llores.
Se acercó al ataúd (los que lo llevaban se pararon) y dijo:
—Muchacho, a ti te lo digo, ¡levántate!
876 CICLO C
El muerto se incorporó y empezó a hablar y Jesús se lo entregó
a su madre.
Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios diciendo:
—Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a
su pueblo.
La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea
entera.
¡JOVEN, LEVÁNTATE!
Terminado el tiempo pascual, reanudamos la lectura
semicontinua del Evangelio según San Lucas, que se
interrumpió al empezar la cuaresma. Corresponde a este
domingo una de las páginas más emotivas: la resurrección del
joven de Naím. Sirve de preludio el milagro de Elías en la
primera lectura. El salmo canta la gratitud del que sabe y
siente que también a él Dios lo ha librado de la fosa...
1. — « llores!». Jesús se conmovió. El verbo que emplea aquí
San Lucas en el texto griego es sumamente expresivo: indica
una compasión «entrañable». La que sentiría el padre del hijo
pródigo (Lc 15,20). La del buen samaritano (10,33). La
característica de Dios, «rico en misericordia». Misericordia es
amor abierto hacia el que sufre. El verbo que emplea San
Lucas se traduciría con acierto por «se conmovió su corazón».
En el encuentro con el supremo dolor de aquella madre, el
evangelista nos invita a contemplar el corazón de Cristo.
Ternura de infinito amor, a un tiempo humano y divino. No sin
intención teológica, San Lucas llama a Jesús «el Señor». Naím
está a un paseo de Nazaret, en el declive de una colina
mirando al Tabor. Jesús de Nazaret, también hijo único, debió
presentir en aquel momento el dolor de su madre, también
viuda, cuando dentro de poco lo acompañaría al sepulcro.
2. — « —a ti te lo digo— levántate!». Los milagros del
Evangelio son siempre, a partir de su realidad, signos de la
Salvación. El Hijo de Dios no vino precisamente para suprimir
en este mundo las enfermedades ni para regalar a algunos
recién muertos unos años más de existencia mortal. La
resurrección del joven de Naím, la de la hija de Jairo y la de
Lázaro son en el Evangelio imagen sorprendente, palabra a los
ojos y profecía en acto de la Resurrección a la vida divina. La
que Jesús nos comunica cuando nos incorpora a su propia
Resurrección. La que se nos anticipa en el bautismo. Un himno
bautismal del siglo primero decía: «jDespierta, tú que duermes,
- levántate de entre los muertos, - y Cristo te iluminará!» (Ef
5,14). San Lucas conocía de seguro este himno. Y en el joven
de Naím insinúa la imagen de los que «duermen» en sueño de
muerte espiritual, huérfanos de la luz de Dios. El imperativo de
Jesús a aquel cadáver se repite hoy al corazón de muchos:
«jJoven, levántate!»...
3. — «Todos daban gloria a Dios». San Lucas suele terminar sus
narraciones de milagros con una aclamación coral de alabanza
a Dios por parte de los testigos. Cuando un aliento de
resurrección hace reflorecer hoy, en amplios espacios de la
Iglesia, el espíritu de la verdadera juventud, es gozoso deber
para los testigos proclamar que «Dios visita a su pueblo.»
UNDÉCIMO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del segundo libro de Samuel 12,7-10. 13
En a días, dijo Natán a David:
— tú! Así dice el Señor Dios de Israel:
Yo te ungí rey de Israel, te libré de las manos de Saúl, te
entregué la casa de tu Señor, puse sus mujeres en tus brazos,
te entregué la casa de Israel y la de Judá, y por si fuera poco
pienso darte otro tanto.
¿Por qué has despreciado tú la palabra del Señor, haciendo lo
que a él le parece mal? Mataste a espada a Urías el hitita y te
quedaste con su mujer. Pues bien, la espada no se apartará
nunca de tu casa; por haberme despreciado, quedándote con
la mujer de Urías.
David respondió a Natán:
—He pecado contra el Señor.
Y Natán le dijo:
—Pues el Señor perdona tu pecado. No morirás.
Salmo responsorial Sal 31,1-2. 5. 7. ¡1
R. Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.
Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han
sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le
apunta el delito.
Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito; propuse:
«Confesaré al Señor mi culpa y tú perdonaste mi culpa y mi
pecado.
878 CICLO C
Tú eres mi refugio: me libras del peligro,
me rodeas de Cantos de liberación.
Alegraos, justos, y gozac con el Señor,
aclamadlo, los de corazón sincero.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 2,16. 19-
21
Hermanos: Sabemos que el hombre no se justifica por cumplir
la ley, sino por Creer en Cristo Jesús. Por eso hemos creído en
Cristo Jesús para ser justificados por la fe de Cristo y no por
cumplir la ley. Porque el hombre no se justifica por cumplir la
ley.
Para la ley yo estoy muerto, porque la ley me ha dado muerte;
pero así vivo para Dios. Estoy crucificado con Cristo: vivo yo,
pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí. Y mientras vivo en
esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta
entregarse por mí. Yo no anulo la gracia de Dios. Pero si la
justificación fuera efecto de la ley, la muerte de Cristo sería
inútil.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
lJn 4,lOb Dios nos amó y nos envió a su Hijo
como víctima de propiciación por nuestros
pecados. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del Santo evangelio según san Lucas 7,36—8,3
En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer
con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la
mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de
que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de
perfume, y, colocándose detrás, junto a sus pies, llorando, se
puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con
sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume.
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo:
—Si éste fuera profeta, sabría quién es esta mujer que le está
tocando y lo que es: una pecadora.
Jesús tomó la palabra y le dijo:
—Simón, tengo algo que decirte.
El respondió:
—Dímelo, maestro.
Jesús le dijo:
—Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos
denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar,
los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?
Simón contestó:
—Supongo que aquel a quien le perdonó más.
Jesús le dijo:
—Has juzgado rectamente.
XI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 879
Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón:
— a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste
agua para los pies; ella en cambio me ha lavado los pies con
sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me
besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de
besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento;
ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te
digo, sus muchos pecados están perdonados, porque tiene
mucho amor: pero al que poco se le perdona poco ama.
Y a ella le dijo:
—Tus pecados están perdonados.
Los demás convidados empezaron a decir entre sí:
—íQuién es éste, que hasta perdona pecados?
Pero Jesús dijo a la mujer:
-—Tu fe te has salvado, vete en paz.
[ tarde iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en
pueblo predicando la buena noticia del Reino de Dios; lo
acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado
de malos espíritus y enfermedades: María Magdalena, de la
que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa,
intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le
ayudaban con sus bienes.]
Reanudamos la lectura semicontinua del Evangelio de San
Lucas, interrumpida desde la Cuaresma. La de hoy es una de
las páginas más conmovedoras: la pecadora a los pies de
Cristo en casa del fariseo.
Un tema análogo en el libro de Samuel: la conversión de David.
Supone la precedente historia del pecado del rey; historia que
es un monumento de sinceridad. Sobre la «confesión» de
David: He pecado contra el Señor, se compuso más tarde el
Salmo Miserere, la más entrañable expresión de la penitencia
sincera y noble. [ llama purificadora de su dolor arde en la
convicción de que quien ha sido injusfo con el otro hombre
(aunque se trate de un infeliz extranjero como Urías) ha
pecado contra Dios].
[ la Carta a los Gálatas leemos en extracto una síntesis del
pensamiento de San Pablo sobre la inutilidad de las obras de la
Ley y la eficacia de la Fe en Cristo en orden a la Justificación. El
Apóstol desarrolló luego las mismas ideas por extenso en la
Carta a los Romanos. De parte de Dios, todo es Gracia pasando
por la Cruz de Cristo. Por parte nuestra; la respuesta de Fe
consagrada por el Bautismo es darnos de tal manera a Cristo,
que su misma Vida y el signo de su Cruz se prolongue, realice y
manifieste en cada uno de nosotros.]
El EVANGELIO nos invita a contemplar uno de los
incomparables «cuadros pedagógicos» del teólogo y artista
San Lucas. Ante él, es fácil y espontánea una meditación
afectiva. Dándola por supuesta, nos limitaremos a algunas
reflexiones en orden a la comprensión doctrinal:
1. — La técnica redaccional de San Lucas no está en analogía
con la de un fotógrafo sino con la de un pintor. A partir de la
memoria de unos hechos reales, ilumina cada una de sus
figuras para hacerlas caracterización ejemplar de una actitud
religiosa.
2. — En la intención del evangelista, esta actitud religiosa es
ya cristiana. El «fariseo» palestinense y aquella «pecadora» sin
nombre son el soporte histórico de
880 CICLO C
una lección dirigida a su círculo de lectores: las iglesias
educadas en la espiritualidad de San Pablo (y a través de ellas,
todos los cristianos).
3. — Las dos figuras en contraste, el «fariseo» y la «pecadora»,
forman paralelismo con «el fariseo y el publicano» de la
conocida parábola (18,9-14). Dos estilos de actitud religiosa.
Aquella parábola los examina sólo en humildad. El Evangelio de
hoy, también en el amor que es fragancia de la humildad.
4. — El amor-en--humildad de cada uno se pone a prueba en la
relación viva y personal con Cristo. Cristo es la figura central
del cuadro. San Lucas lo presenta en sinceridad histórica y a
plena luz de la Fe: cordial y humano, trascendente y divino:
fuente única del perdón y la Gracia.
5. — El «fariseo» representa el papel del que aprecia, obsequia
e incluso ama. Pero a nivel de cumplimiento mínimo. De no
compromiso. En una palabra: de frialdad.
6. — En la imagen de la «pecadora», San Lucas pone lo mejor
de su paleta de artista, seguro de que sus lectores
comprenderán lo que quiere decir. Es la gran «Fe» (y. 50) que
hace de todo el ser una llama viva por Cristo.
7. — La parábola de Jesús al fariseo descubre la razón profunda
de esta Fe-en-amor. No se refiere a una mayor o menor
«cantidad» de pecado, sino a la escasa o plena conciencia que
tiene cada uno, ante Dios, de la necesidad de un inmenso
perdón. Quien no ha descubierto esto en sí, todavía ignora a
Cristo, como el fariseo. Cumple, pero no ama.
8. — La «pecadora» sin nombre fue realidad y es signo de esta
sed ardiente de Salvación. Suplica y agradece a un tiempo.
Ama porque ha sido perdonada, y el amor la mantiene en el
perdón. Ha encontrado en Cristo «el camino de la Paz» (y. 50).
AMAR A CRISTO, GRATITUD DEL PERDÓN
Tema principal de las lecturas de este domingo: el perdón de
los pecados. Ejemplo clásico de David en la primera lectura.
Sabroso cántico de liberación en el salmo responsorial.
Profunda teología de San Pablo en la Carta a los Gálatas: el
hombre no se justifica (no pasa de la situación de pecador a la
de amigo de Dios) por su propio esfuerzo, sino por gracia de la
redención de Cristo. Porque él nos amó a cada uno y por cada
uno se entregó hasta morir en la cruz. Por eso el Apóstol nos
quiere agradecidos. Que cada uno pueda decir como él: «vivo
yo, aunque ya no soy yo sino Cristo quien vive en mí».
Sublime la página de Evangelio. Diorama en el que San Lucas,
artista y pedagogo, entremezcia varios momentos de la vida
de Jesús. Responde a la crítica que sus adversarios le han
dirigido pocas líneas antes (vers. 34) al motejarlo como amigo
de los pecadores. Tres personajes en escena: Jesús, Simón el
fariseo, la pecadora sin nombre.
1. —Jesús. No teme aceptar a un tiempo el convite de un
fariseo de buena posición y el obsequio de aquella infeliz.
Independiente, sabe comprender y reprender. Profeta, no
pierde ocasión de hablar de Dios. Divino, goza perdonando.
2. — El fariseo. Reflejo del de la parábola del fariseo y el
publicano (Lc 18,9-14). Seguro de que aquella mujer es
pecadora; pero él no. Sus «deudas» ante Dios, si las
XI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 881
tiene, son mínimas. Satisfecho en su tranquila conciencia,
apenas tiene por qué agradecer la Salvación. Por eso su actitud
con Jesús es de frío cumplimiento. (Téngase en cuenta que San
Lucas redacta esta página para que sea leída en las iglesias.
Da por supuesto que todos reconocen a Jesús como divino
Salvador. Y pinta en el rostro de Simón la transparencia de
algunos cristianos, contaminados ya de «fariseísmo»
espiritual).
3. — La pecadora. Trascendiendo la concreta situación
individual de aquella mujer, San Lucas ejemplariza en ella la
gratitud de todo el que se sabe y siente perdonado por Cristo.
Gratitud, aliento de la humildad. Humildad agradecida, que
florece en amor. La fe sincera ilumina en la conciencia
profunda del hombre su realidad de pecador y lo pone de
rodillas, con amor agradecido, ante el Cristo de la cruz. Cuando
se pierde o entra en crisis este «sentido religioso del pecado»
es que ya se ha perdido o está en crisis la fe. La Iglesia dedica
especialmente este año a conmemorar y vivir la Redención de
Cristo. Vivirla también en signos prácticos, como el sacramento
del perdón. Donde Cristo repite personalmente a cada uno: «Tu
fe te salva; sigue el camino de la paz». Gustar este sabor
divino del perdón es escuela de amor a Cristo.
Reanudamos la lectura semicontinua del Evangelio según San
Lucas. Hoy invita a reflexionar sobre un aspecto de la Salvación
que afecta a todos: el Perdón de los pecados.
Jesús está de paso en una pequeña ciudad de Galilea. Un
fariseo lo invita a comer. Ambiente oriental, abierto; si hay
curiosos pueden acercarse, observar, escuchar. Entra en
escena la pecadora. Sublime inoportunidad, que transforma el
convite en lección de Evangelio.
San Lucas concentra la atención en tres personas: Jesús, el
fariseo, la pecadora.
1.—Jesús. Inmediatamente antes (7,34), ha recordado que lo
motejaban como «amigo de los pecadores». Acepta la
acusación y la transfigura. No «amigo» para rebajarse al nivel
de ellos, sino para elevarlos al de él. Lucas evangelista había
sido un pagano de buen corazón, que aprendió a Cristo en la
experiencia de la Iglesia apostólica. Le fascinó la Bondad activa
de Jesús. Presencia ardiente del «Dios-que- salva» en medio de
los hombres. Cuando redactó el Evangelio, puso toda su alma
en las páginas que presentan al hombre concreto recibiendo de
Cristo la Gracia de la Salvación. La historia de Zaqueo. La del
«buen ladrón» en la cruz. Hechos que realizan en vida lo que el
Maestro enseñó en muchas parábolas, como la del fariseo y el
publicano (18,9-14) o la del hijo pródigo (15,11-32). La que
leemos hoy es una de estas páginas en que San Lucas
presenta a Jesús como «Salvador/amigo de los pecadores».
Quizá la más hermosa.
2. Elfariseo. Obsequia al Maestro con deferencia. Pero sin
comprometerse. Sin afecto. —Téngase presente que San Lucas,
al escribir la historia evangélica, suele reflejar en sus
personajes actitudes que él ha observado en la Iglesia o en el
mundo de su tiempo. Diríase que en el «fariseo» Simón pinta
los rasgos del cristiano que cumple, pero no ama. El Maestro
pondrá en evidencia el porqué de su frialdad (vers.
44-47).
3. — La pecadora. Discretamente, San Lucas no dice su
nombre ni añade dato
882 CICLO C
alguno personal. Muchos han creído que se refiere a María de
Magdala (8,2). No consta. El evangelista recoge el hecho
histórico de una pecadora pública, que manifestó con gran
énfasis su Conversión a los pies de Jesús. Y eleva su gesto a
arquetipo del momento en que el pecador-convertido recibe de
El la Gracia infinita del Amor de Dios hecho Perdón.
Sobre esta Gracia, explicando el gesto ejemplar de la
pecadora-convertida allí presente, Cristo da al «fariseo)> una
lección de catecismo.
Empieza con la parábola de los dos deudores. El pueblo de
Jesús la comprendía por intuición, porque en su lengua
vernácula llamaban «deuda» al pecado. Las parábolas de Jesús
tenían más de sugerencia que de raciocinio. Invitaban a
reflexionar. Si a un pobre endeudado le condonasen de pura
gracia quinientos denarios (casi dos kilos de plata), miraría al
bienhechor con entrañable gratitud. Pero se comprende que a
un favor pequeño se corresponda con un cumplimiento...
El Señor amonesta al «fariseo)) con ironía. La frialdad con que
lo trata bien da a entender que en poco ha tenido que ser
perdonado... San Lucas presenta sencillamente a Jesús en su
condición divina. Y ve en las lágrimas y la voluntaria
humillación de aquella pecadora la amorosa penitencia
agradecida con que tantas vidas, al descubrirse sinceramente
pecadoras («deudoras») ante Dios, han buscado y obtenido en
el perdón de Jesucristo el milagro de su transformación interior.
—En la imagen del fariseo no describe precisamente a los que
tienen menos «cantidad de pecado, sino a los que tienen
amortecida la gratitud por la salvación. El orgullo espiritual
puede acabar de extinguir su «poco amor)).
Termina pronunciando la absolución. Asombro de los
comensales (comparar con la escena del paralítico: 5,20-21).
«Tu Fe te ha salvado)). La Fe de que habla San Pablo en la
segunda lectura. La que vacía al creyente de su frío «yo» para
apenarlo de la Vida, el Amor y la Paz de Cristo. —A base del
Evangelio de hoy se podría reflexionar sobre el sentido
profundo del sacramento de la Reconciliación.
Vuelve la serie de «domingos ordinarios». Las lecturas de hoy
tienen por tema central el Perdón de los pecados. Empiezan
evocando la historia de David, tantas veces imitada. Sigue una
«plegaria del pecador)) (en el Salterio las hay muchas,
entrañables). Luego San Pablo resume la teología de la
Justificación: ningún hombre pasa de pecador a justo-ante-Dios
si no es haciendo suya con Fe incondicional, en el centro de su
propio Yo, la Gracia de Cristo.
En el Evangelio, San Lucas nos pone ante los ojos, como un
cuadro viviente, la experiencia del Perdón de Dios. Jesús
expresaba su Doctrina con hechos reales y al mismo tiempo la
explicaba con palabras. La página que leemos hoy entremezc
ambas maneras de enseñar. Como telón de fondo está la
parábola de los dos deudores. En primer plano, la escena del
banquete. En relación con Jesús, Simón el fariseo hace el papel
del que se tiene por «deudor de poco». La pecadora sin
nombre exterioriza los sentimientos del que se sabe «deudor
de mucho».
El evangelista escribió esta página pensando en los cristianos
que la iban a leer. El humanísimo Jesús a quien invitó Simón
era y es el Señor en quien la Iglesia cree y a quien adora. Las
diversas actitudes del fariseo y de la que llora por sus pecados
(análogas a las del fariseo y el publicano en el capítulo 18) se
siguen observando en la Comunidad.
XI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 883
1. —Jesús. Cordial e independiente. No teme aceptar la
invitación de un fariseo y sabe reprender a quien lo ha
invitado. Al pecador que reconoce serlo, le abre de par en par
la comprensión. Acepta la Fe y perdona como Dios.
2. — El fariseo. Obsequia sin darse. Cumple y no ama.
Convencido de que sus «deudas» con el Señor nunca han
pasado de minucias, no agradece el perdón —ni ya lo pide.
3. — La pecadora. Más allá de su concreta calificación social, el
evangelista quiere describir, en la humildad y gratitud de
aquella mujer convertida por el Mensaje de Cristo, el amor del
que sabe y siente, bajo la luz de la Fe, que el Señor le ha
perdonado de pura gracia una «deuda» inmensa. (En la lengua
materna de Jesús, llamaban «deuda» al pecado. Así nos lo
enseñó a decir en el Padrenuestro. Manera realista de
expresarse para quienes no han perdido la noción de la justicia.
Si nuestro ser y obrar es de Dios, defraudárselo es violar su
derecho). «Tu Fe te ha salvado:
¡sigue el camino de la Paz!» Es la Fe la que en el hombre
sincero ante Dios ilumina el sentido del pecado y la sed de
liberarse de él por gracia del Señor. Cuando está en crisis este
«sentido», cuando se tienen en menos sus normales
expresiones y prácticas, es que se apaga la Fe.
DUODÉCIMO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Zacarías 12,10-1 1
Esto dice el Señor:
—Derramaré sobre la dinastía de David
y sobre los habitantes de Jerusalén
un espíritu de gracia y de clemencia.
Me mirarán a mí, a quien traspasaron,
harán llanto como llanto por el hijo único,
y llorarán como se llora al primogénito.
Aquel día será grande el luto de Jerusalén, como el luto de
Hadad-Rimón
en el valle de Meguido.
Salmo responsorial Sal 62,2. 3-4. 5-6. 8-9
R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta
de ti;
mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin
agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu
gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré,
XII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 885
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti
y tu diestra me sostiene.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 3,26-29
Hermanos: Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.
Los que os habéis incorporado a Cristo por el bautismo, os
habéis revestido de Cristo. Ya no hay distinción entre judíos y
gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres, porque todos
sois uno en Cristo Jesús. Y si sois de Cristo, sois descendencia
de Abrahán, y herederos de la promesa.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 10, 27 Mis ovejas oyen mi voz,
dice el Señor,
yo las conozco y ellas me siguen. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según San Lucas 9,18-24
Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus
discípulos, les preguntó:
—iQuién dice la gente que soy yo?
Ellos contestaron:
—Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha
vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
El les preguntó:
—Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Pedro tomó la palabra y dijo:
—El Mesías de Dios.
El les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió
—El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado
por los ancianos, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y
resucitar al tercer día.
Y, dirigiéndose a todos, dijo:
—El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue
con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera
salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi
causa la salvará.
886 CICLO C
La lectura del tercer Evangelio llega hoy a un punto crucial,
que recapitula su primera parte (manifestación de la
personalidad de Jesús) al mismo tiempo que prepara la
segunda (el largo «camino a Jerusalén»).
El misterioso texto atribuido al profeta Zacarías le sirvió de
meditación a Juan mirando a Cristo «traspasado» en el Gólgota
Un 19,37) y contemplándolo glorioso desde Patmos (Apoc 1,7).
El fragmento de la Carta a los Gálatas resume la situación de
los justificados por la Fe en cuatro perspectivas de una misma
realidad: 1) Son hijos de Dios, en Cristo; 2) se han
transformado en imagen y actitud de Cristo (metáfora del re-
vestimiento, aludiendo a la túnica del rito bautismal); 3) por
encima de sus diversidades, constituyen la más absoluta
unidad místico-sociológica; 4) realizan el Pueblo de Dios (= la
promesa de Bendición universal prometida a los «hijos» de
Abrahán).
La perícopa del EVANGELIO abarca dos unidades temáticas y el
comienzo de una tercera:
1.> — Examen de Fe cristológica. a) Frase introductoria (1 8a):
Jesús en oración íntima («solo») a la vista de sus discípulos.
Lucas lo suele presentar así ante las circunstancias
trascendentales, dando a entender que para los que viven
como Cristo la oración personal es vida de la acción. b)
Balance de la opinión común (18b-19). Conviene saber qué
piensa el pueblo («la gente»). Al criterio de Lucas, el sondeo no
acusa un fracaso, sino una insuficiencia: todos le tienen por un
profeta extraordina rio, y esta opinión es todavía un positivo
interrogante abierto. c) Examen de los «discípulos» (en el
vocabulario de Lucas, entiéndase: los cristianos). En ellos no se
tolera una «opinión» insuficiente: la Fe es o no es. d) Respuesta
de Pedro. «Pedro» no es simplemente Simón. Es nombre
eclesiástico de oficio y carisma primacial; su voz es norma de
la Fe cristológica. «El Mesías de Dios». Lucas sentía en la
palabra griega Christós («Mesías>) toda su fuerza etimológica
de «Ungido». Y entendía: «ungido por el Espíritu Santo» (4,18 y
Act 10,38). Esta «unción» le constituía desde el primer
momento de su existencia (1,35) Hijo de Dios (3,22). En el
pensamiento de Lucas, «Mesías de Dios» es sinónimo de Hijo
de Dios (4,41). e) Mandato de silencio (21). En el programa de
la Salvación, el título de «Mesías» (que sonaba a pura gloria)
tenía que consubstancializarse con la idea del paso-por-el-dolor
(24,25-27). Hasta que los discípulos asimilasen esto, silencio
(prácticamente hasta «Pentecostés»).
2.> — Primera profecía de la Pasión-y-Resurrección (22).
Motivo del precedente mandato de silencio. La tesis está en las
palabras: «tiene que padecer mucho». Lucas insiste con
frecuencia en el principio del «tiene que...»: toda la vida de
Cristo (y del discípulo) es un deber, señalado por la voluntad
de Dios mediante su Palabra (las Escrituras).
3.>— Consignas del que «sigue a Jesús». «Seguir a Jesús» fue
la más antigua definición dinámica del «discípulo» (o
«cristiano»). El Evangelio rubrica el primer anuncio de la Pasión
con cuatro avisos al «seguidor», de los que sólo leemos dos: a)
llevar la «cruz» de cada día; b) estar dispuesto a sacrificar la
vida (temporal) para obtener la Vida (eterna). —Para que el
hombre comprenda palabras como éstas, hace falta que la
sinceridad del Espíritu Santo le transfigure el corazón.
XII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 887
¿QUIÉN ES JESÚS?
Todas las páginas del Evangelio responden a la cuestión
decisiva de la fe cristiana:
« es Jesús?». Pregunta y respuesta que se hacen explícitas en
el texto que leemos hoy. Tres incisos: 1) Jesús es el Mesías; 2)
su nota característica es el sacrificio; 3) y lo ha de ser de sus
seguidores.
1.— «Y vosotros, ¿quién decís que soy?». Lo pregunta Jesús a
sus discípulos. Antes, para marcar un contraste, pregunta qué
dice la gente. Cuando Lucas evangelista habla de «los
discípulos», los considera núcleo fundacional de la Iglesia.
Arquetipo de los cristianos. Jesús ha terminado la misión en
Galilea. La gente lo admira. Han oído su doctrina, han
presenciado sus milagros, saborean su bondad. Pero no ven en
él más que un profeta de la Salvación. A nivel de Elías o del
Bautista. No descubren al Salvador. Se han parado en el
umbral de la fe, como tantos, por fuera. Antes de examinar a
«los discípulos», Jesús ora por ellos. Porque la fe es gracia del
Espíritu. Abertura a una luz que viene de lo alto. Responde sólo
Pedro, expresión y criterio de la fe de todos (Lc 22,32). «El
Mesías de Dios». Aquel Cristo o «Ungido» del Señor con quien
se identificó Jesús en la sinagoga de Nazaret (4, 16-21). Para
San Lucas evangelista, el título de Mesías se entrelaza en una
misma comprensión con el Hijo de Dios (léase 22,66-71).
2. — «El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho». La
expresión «el Hijo del Hombre» en labios de Jesús equivale
alusivamente a la de Mesías. Cristo impone silencio a los
discípulos. Porque entre sus contemporáneos (y entre ellos
mismos) la esperanza mesiánica se había vuelto tan imprecisa
como equívoca. Muchos, quizá la mayor parte, acariciaban la
ilusión de la espada. La salvación por la violencia. Al margen y
por encima de tantos fáciles «mesías de ios hombres», Jesús se
declara el único y heroico Mesías de Dios. Los Mesías de la cruz
[ primera lectura].
3. — «Si alguno quiere venir en pos de mí... » Entre las
diversas expresiones de creer plenamente en Cristo [ ejemplo,
«revestirse de él»: segunda lectura], la más sugestiva durante
los primeros años de la iglesia fue la de seguirlo. Caminar a un
mismo ritmo de vida. Participar en su actitud de sacrificio por
la salvación del mundo. Llevar cada uno su propia «cruz»,
sabiendo que en ella está la resurrección. San Lucas añade:
«cada día», para dar a entender que no se trata precisamente
de morir sino de vivir mártir. Un cristianismo sin práctica de
sacrificio personal sería desconocer al Mesías de Dios. Evasión
del Evangelio.
Para un cristiano es fundamental saber contestar a la
pregunta: ¿quién es Jesús? El Evangelio recuerda la ocasión en
que el mismo Maestro abrió este interrogante decisivo ante sus
Discípulos.
Se puede dividir el texto en tres apartados:
1.— « decís que soy?» (y. 18-20). Iba a terminar muy pronto su
paso por la tierra. Había puesto al alcance del pueblo una
Doctrina más alta que la de todos los pensadores conocidos.
Obraba milagros de Bondad-y-Poder con la naturalidad de
quien dispone de una fuerza divina. Aseguraba cumplirse en él
la esperanza que anunciaron los Profetas. Lo mismo alternando
con los hombres que hablando con
888 CICLO C
Dios, irradiaba de su sencillez, más humana que la de nadie,
un aliento inconfundible de trascendencia.
De este modo, para revelar al mundo su Personalidad Jesús
sigue la pedagogía, que quiere como estilo suyo en la Iglesia,
de manifestarse en obras antes de afirmarse con palabras. Al
hacer la pregunta que refiere hoy el Evangelio ya lleva largo
tiempo de actividad. Todos han visto las obras de Dios. ¿Quién
es el que las hace?...
Al preguntar esto, la intención de Jesús se concentra sobre el
grupo íntimo de sus
Discípulos, los futuros Apóstoles. Espera de ellos un profundo
reconocimiento de su
Personalidad. Antes pide al Padre en favor de ellos una gracia
de luz (Mt 11,25-27 y
16,17), y se retira a solas en oración. Norma de eficacia para
los pedagogos de la Fe. La conversación sobre lo que piensa
«la gente» sólo sirve de preparación y
contraste al examen de los Discípulos: «pero vosotros, ¿quién
decís que soy?». La opinión de la gente es admirativa (= 9,7-
9). Lo ven como un profeta excepcional. No lo pudieron
reconocer como Mesías porque se lo impedía un prejuicio: el de
que el Mesías tenía que establecer en su pueblo, identificado
con el Reino religioso de Dios, también un reino temporal de
poder y gloria. Por los Discípulos responde Pedro. San Lucas
considera a «los Discípulos», en su Evangelio, como arquetipo
germinal de la Iglesia. «El Mesías de Dios». No el que imaginan
los hombres. La palabra del texto original «Christós» (=
«Mesías» o «Ungido») tiene en San Lucas el peso teológico que
tiene entre nosotros su equivalente «Cristo». A nivel de
«Señor» y de «Hijo de Dios». La voz de Pedro es expresión y
norma de la Fe de «los Discípulos».
En el mundo contemporáneo, la cuestión « es Jesús?» sigue
siendo para la mayor parte un interrogante abierto. Para
alcanzar la pacificante certeza de la Fe todos necesitamos una
gracia de luz.
2. «Tiene que padecer mucho... » (y. 21-22). La expresión
«tiene que... » referida a Jesús en el Evangelio declara su
concreta vocación personal, identificada con la Voluntad del
Padre y significada proféticamente en la Biblia [ texto de la
primera lectura de hoy]. Jesús introduce por primera vez a los
Discípulos en el íntimo secreto de que toda su vida es un
camino consciente y libre hacia la Cruz. En la Iglesia, el título
glorioso de «Cristo» llevará espontáneamente unido el de
«Crucificado». La Crus será el «paso» a la Resurrección, y
realizará a nivel infinitamente más elevado y puro todos los
ideales de transformación y gloria que hayan podido soñar los
hombres en la tierra. Ni Pedro ni los demás discípulos
entendieron nada de momento. Jesús siguió practicando con
ellos la heroica paciencia del maestro que sabe comprender,
insistir y esperar.
3. — «El que quiera venir en pos de mí... » (y. 23s). En los
primeros años de la Iglesia se expresaba la decisión de vivir
como auténtico cristiano con la imagen evangélica de «seguir
a Jesús». Seguir es hacer el mismo camino al paso del otro.
Docilidad activa. Comunión de vida. Seguir a Cristo Crucificado
es sentirse comprendido en la vocación de «padecer mucho»
con él, llevando la cruz. «Negarse a sí mismo (= decir
eficazmente «no» a los dictados del egoísmo). Esta frase de
Jesús se entendía principalmente de los mártires. Pero San
Lucas añadió la circunstancia «cada día» para sugerir que la
fidelidad a la Fe en la vida normal también es un «martirio
cotidiano». Asociación a la eficacia divina de la Cruz con que
Cristo ha salvado al mundo.
XII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 889
La lectura del Evangelio abarca tres puntos: a) Jesús es el
«Mesías» o Cristo; b) para entrar en su Gloria el Mesías tiene
que sufrir antes Pasión y Muerte; c) ser discípulo suyo
compromete a seguirle por su mismo camino.
a) «Y vosotros, ¿quién decís que soy?». Al pasar por la tierra,
Jesús dejó transparentarse el misterio de su personalidad en
obras, doctrina y actitud. Se adaptaba a la capacidad de
pensar y sentir de su pueblo, pero jamás se encasilló en
ninguna de las clasificaciones religiosas o sociales entonces
conocidas. Lo admiraron todos, entusiasmaba a los sencillos,
inquietó a los demás. Llegó a hacerse común la pregunta:
¿quién es Jesús. Concluida la Misión en Galilea y a punto de
iniciar el Camino a Jerusalén, Lucas concentra en esta página el
planteamiento de la Fe cristiana. Se manifiestan tres
posiciones: la imprecisa de la gente, la positiva de los
discípulos, la hostil del sanedrín.
Las multitudes coinciden en que Jesús es distinto de todos los
maestros y políticos que les hablan del Dios de Israel. El habla
del Padre que está en los Cielos como si tuviera experiencia.
Por eso se les antoja que debe de ser alguno de los profetas
—Juan, Elías o cualquier otro— que ha vuelto del más allá. Se
equivocan por ingenuos; pero por sinceros mantienen el alma
abierta a la posibilidad de creer.
Jesús interroga a sus Discípulos: «Y vosotros...» Lucas veía en
los «Discípulos» a los creyentes de la Iglesia. antes Jesús se dio
a la oración. Por ellos. No hay Fe sin la visita interior de la
Gracia. Y es la Oración el umbral donde Libertad del hombre y
Gracia de Dios se dan el abrazo de la Fe. (Muchos piensan no
tener Fe, y es que cerraron la puerta). Pensamiento de todos,
responde la voz de Pedro: tú eres «el Cristo de Dios». Lucas y
sus lectores, que eran griegos, intuían en el vocablo «Cristo» la
significación de «Ungido». Es el divino liberador Ungido por el
Espíritu, que se autopresentó en la sinagoga de Nazaret (léase
Lc 4,16-21). Ungido como Hijo de Dios en el Jordán (3,21-22 y
Hechos 10,37-38), y en su misma concepción (Lc 1,35). En San
Lucas, el concepto de Cristo está inseparablemente unido al de
Hijo de Dios.
b) Jesús les exige silencio provisional. Falta a su Mesianidad la
consagración de la Cruz. Una vez Glorificado, mandará que su
Fe se viva y proclame en todo el mundo.
- c) Por eso, la Fe del que quiera seguirle, se realiza en la
fidelidad a llevar también la propia «cruz». Vivir y morir
concelebrando con él el Sacrificio Redentor. «Cada día»: que
sólo es Fidelidad la del que ama cada día, hasta el Fin.
DECIMOTERCER DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectara del primer libro de los Reyes 19,16b. 19-21
En aquellos días, el Señor dijo a Elías:
—Unge como profeta sucesor a Eliseo, hijo de Safat, natural de
Abel-Mejolá. Elías se marchó y encontró a Eliseo, hijo de Safat,
arando, con doce yuntas en fila y él llevaba
la última. Elías pasó a su lado y le echó encima su manto.
Entonces Eliseo, dejando los bueyes, corrió tras Elías y le pidió:
—Déjame decir adiós a mis padres; luego vuelvo y te sigo. Elías
contestó:
—Ve y vuelve, ¿quién te lo impide?
Eliseo dio la vuelta, cogió la yunta de bueyes y los mató, hizo
fuego con los aperos, asó la carne y ofreció de comer a su
gente. Luego se levantó, marchó tras Elías y se puso a sus
órdenes.
Salmo responsorial Sal 15,1-2a y 5. 7-8. 9-10. 11
R. El Señor es mi lote y mi heredad.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor:
«Tú eres mi bien.» El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en su mano.
Bendeciré al Señor que me aconseja, hasta de noche me
instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él
a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón,
XIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 891
se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena:
porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel
conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu
presencia, de alegría perpetua a tu derecha.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 4,31b—
5,1. 13-18
Hermanos: Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado. Por
tanto, manteneos firmes, y no os sometáis de nuevo al yugo de
la esclavitud. Hermanos, vuestra vocación es la libertad: no
una libertad para que se aproveche el egoísmo; al contrario,
sed esclavos unos de otros por amor. Porque toda la ley se
concentra en esta frase: ((Amarás al prójimo como a ti mismo.»
Pero, atención: que si os mordéis y devoráis unos a otros,
terminaréis por destruiros mutuamente. Yo os lo digo: andad
según el Espíritu y no realicéis los deseos de la carne; pues la
carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Hay
entre ellos un antagonismo tal, que no hacéis lo que quisierais.
Pero si os guía el Espíritu, no estáis bajo el dominio de la ley.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
JS 3,9; Habla, Señor, que tu siervo escucha. Tú tienes palabras
de vida eterna. Aleluya.
Jn 6,69b
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,51-62
Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo,
Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por
delante.
De camino entraron en una aldea de Samaría para prepararle
alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron:
—Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que
acabe con ellos? El se volvió y les regañó. Y se marcharon a
otra aldea.
Mientras iban de camino, le dijo uno:
—Te seguiré adonde vayas.
Jesús le respondió:
—Las zorras tienen madriguera y los pájaros, nido, pero el Hijo
del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.
A otro le dijo:
—Sígueme.
El respondió:
—Déjame primero ir a enterrar a mi padre.
Le contestó:
—Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a
anunciar el Reino de Dios.
892 CICLO C
Otro le dijo:
—Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi
familia. Jesús le contestó:
—El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale
para el Reino de Dios.
Leemos hoy las primeras líneas de la sección más
característica del Evangelio de San Lucas: el «Camino hacia
Jerusalén», que llena diez capítulos. Tema principal:
con qué disposiciones hay que seguir a Jesús.
Del libro de los Reyes escuchamos la vocación de Eliseo. El
manto de Elías era signo social de su carisma profético. Al
«investir)> con él al joven labrador de Abel-Meholá le invita a
participar en su misión. La respuesta de Eliseo es libre, radical
y gozosa. Inmola los bueyes, quema el arado, celebra fiesta, lo
deja todo y sigue a Elías.
La última parte de la Carta a los Gálatas exhorta a los liberados
por Cristo a vivir dignamente su libertad. Para un cristiano, el
arte de ser libre es dejarse llevar por el Espíritu Santo que, al
poseerle en plenitud, le inspira amor desde el centro de su
propio ser. El que vive así se anticipa a toda ley externa y la
trasciende en perfección hasta ser, por amor, un esclavo al
servicio de los otros. Pero si uno entendiese por libertad
dejarse llevar por la «carne» (en sentido hebraizante: por el
egoísmo pasional humano) manifestaría estar bajo la peor
«ley», al margen del Evangelio, de la Gracia y de Cristo.
En esta primera página del «Camino hacia Jerusalén» podemos
distinguir dos temas: la actitud con los que «no reciben» y la
disposición de los que «siguen a Cristo».
A. — San Lucas escribe las cosas que sucedieron durante el
«camino» en perspectiva de los discípulos. Piensa en los
apóstoles o misioneros cristianos, a los que tiene que servir de
lectura formativa. Jesús y los suyos forman un numeroso
equipo misional. Realistas, envían por delante a algunos que
preparen hospedaje. Un pueblo de samaritanos se les cierra
por antagonismo localista. La feliz idea de los «hijos del
trueno» nace de una convicción: su Maestro Jesús realiza en
plenitud la imagen de los profetas bíblicos, y, sobre todo, la de
Elías (léase 2 Reyes 1,9-16...). Pero no les movía el amor de
salvación, sino otras pasiones. Bastantes manuscritos del
Evangelio redactan la respuesta así: «les reprendió diciendo:
¡no sabéis de qué espíritu sois!». Y modificó la ruta, enseñando
a los apóstoles el nuevo estilo de la incansable paciencia
activa, que ni se impone a las resistencias ni cesa por ellas.
B. —Jesús aparece en el Evangelio siempre de camino. Estar
con él exige «seguirle». «Caminar» (= vivir) a su ritmo, en su
estilo, con su destino. Para ser discípulo suyo no basta la
sintonía de pensamiento; hace falta la comunión personal de
vida. Bajo el tema «seguir a Jesús», San Lucas reúne en esta
primera página del gran «camino» tres instantáneas de
ascética discipular. En la primera, el Hijo del Hombre se declara
en el más radical de los desposeimientos: carecer de
«instalación». El seguidor no puede enraizarse; es misionero
peregrino, siempre de paso. La segunda instantánea es una
hipérbole oriental; entenderla a la letra demostraría falta de
espíritu. Quiere decir que la llamada de Dios no admite
esperas. Que por encima
XIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 893
de lo más sagrado de este mundo todavía hay algo superior:
evangelizar. La tercera recuerda al «labrador» evangélico que
«lo de atrás» ya no existe para él. Fue un día holocausto, como
los bueyes y el arado de Eliseo.
SEGUIR A CRISTO
Tres puntos de reflexión en la lectura evangélica: 1) Jesús
emprende el camino de Jerusalén; 2) pasa por Samaría; 3) ¿con
qué disposición hay que seguirle?
1.— «Tomó la decisión de ir a Jerusalén». Para San Lucas,
Jerusalén es la ciudad del Misterio pascual. Cruz, resurrección,
subida al cielo, envío del Espíritu. Lugar donde el tiempo llegó
a «plenitud». Extremo sacrificio, divina glorificación, salvación
del mundo. El texto original dice con energía: «afirmó su rostro
para ir a Jerusalén». Decidió arrostrar el más arduo camino. «A
rostro firme» hacia la cruz. Jesús fue hombre de carácter. La
sección que empieza con el texto de hoy —«el camino de
Jerusalén»— abarca diez capítulos y es la más característica
del Evangelio según Lucas. El evangelista describe este camino
como una Misión (lo constataremos en la lectura del próximo
domingo). Discípulo de San Pablo, Lucas comprendió a Cristo a
través de la Iglesia. De una Iglesia esencialmente «apostólica»
o misionera, siempre en abnegado camino de evangelización. Y
quiso dibujarnos su arquetipo en este camino de Jesús a
Jerusalén.
2. — «En una aldea de Samaría... no lo recibieron porque se
dirigía a Jerusalén Los samaritanos se consideraban ajenos en
raza y religión. Vecinos odiados. Peor que extranjeros. Los
peregrinos solían evitar el paso por su tierra. Jesús no. San
Lucas insinúa en su gesto un prenuncio de la misión cristiana a
Samaría (Act 8,4-25). Santiago y Juan querían actualizar el
estilo de Elías (2 Re 1,9-12). Pero Jesús, que nunca fue zelota,
trasciende a Elías; el «fuego» que él ha venido a prender en la
tierra transfigura y salva (Lc 12,49). Firme en la decisión, ni
destruye al adversario ni cede ante él: sigue su camino.
3. — «Le dijo uno: Te seguiré adonde vayas». Pues Jesús
siempre va de camino, para estar junto a él hay que andar a su
paso, con su ritmo, tras sus huellas. Seguirle. Los primeros
discípulos vivieron esta experiencia personal. Gozosos en total
renuncia [ primera lectura]. Alegres en plena consagración
[ Libres según el espíritu [ lectura]. San Lucas presenta en este
momento del camino de Jesús tres instantáneas de vocación al
seguimiento. En las tres el Maestro emplea el lenguaje
paradójico y absoluto de muchos proverbios orientales (y en
esta clave hay que entenderlo; no en una material literalidad).
Significa que el que quiera seguir a Cristo ha de estar
dispuesto a carecer de toda «instalación». Y a no dilatar su
decisión al amparo de bien parecidas excusas. Deseando con
toda el alma anunciar el Reino de Dios a su pueblo, Jesús sabía
que le quedaba poco tiempo de vida en este mundo y tenía
prisa por evangelizar.
San Lucas da mucha importancia en su Evangelio a la Sección
central, que llaman «El Camino de Jerusalén Le dedica casi diez
capítulos. Hoy leemos las primeras líneas.
894 CICLO C
Lucas vino desde el mundo pagano al conocimiento de Cristo a
través de la Iglesia. Los viajes apostólicos de San Pablo fueron
su gran experiencia. Pensó y vivió la Fe cristiana como una
Misión. Una Misión que es paso de Dios por el valle de la
historia, abriendo caminos hacia un más allá. Cuando, en plena
madurez, se dedicó a poner por escrito los Hechos y
Enseñanzas de Jesús, quiso dar realce a su figura de Misionero,
forjador de misioneros. Es el motivo dominante de esta Sección
—«el Camino de Jerusalérn>— cuyo preludio repasamos hoy.
En este preludio se distinguen tres momentos: a) anuncio del
tema (vers. 51-52a); b) actitud ante los que no aceptan (52b-
56); c) disposición exigida a los que quieran «seguir» (57-62).
A. — Anuncio del tema. Jesús va a emprender el último viaje.
Cuatro rasgos: 1°) Se «cumple» su tiempo. Esta, manera
bíblica de decir que el tiempo «se cumple»
—que llega a su plenitud— supone la convicción de que Dios
ha trazado de antemano nuestro itinerario en la tierra. En él
está señalado un término o plena-realización. 2°) Jesús sabe su
destino. Ve llegar la hora de su Plenitud. San Lucas la expresa
con una :ntraducible palabra griega: «Análempsis» (= «ser
llevado a lo alto»). El significado de esta palabra no se limita a
sólo la Ascensión, sino que abarca todo el Misterio Pascual: La
Pasión y Muerte, la Resurrección y glorificación. 3°) Consciente
de que el Misterio se ha de consumar en Jerusalén, toma la
decisión de ponerse en camino. El original lo dice con un
enérgico hebraísmo: «afirmó su rostro para ir...» Dicho
hebraísmo connota que se trata de «arrostrar» una durísima
adversidad. Jesús emprendió el Camino de la Cruz «a rostro
firme». Consciente, libre, inquebrantable. Era hombre de
carácter. 4°) Ya de camino, antes de entrar en una población,
enviaba mensajeros para preparar la acogida. En la lectura del
próximo domingo (10,1-12) veremos mejor cómo San Lucas
describe el «Viaje a Jerusalén» a la manera de una Misión
evangelizadora. Arquetipo de la Misión de la Iglesia, que irá
sembrado Evangelio por todos los pueblos, caminando siempre
hacia la Cruz, que es su Gloria.
B. — Actitud con los que no aceptan. Fue audacia pedir
hospedaje a Samaritanos. Enemigos de raza. Lucas vería en el
gesto un símbolo de universalidad. La negativa crispó a Juan y
su hermano. No sin razón Jesús los llamaba «hijos del trueno»
(Mc 3,17)... Su inefable propuesta es una apelación a la historia
de Elías (léase 2 Re 1,9-12). Es tema constante en el Evangelio
de San Lucas el de que Jesús «actualiza» la figura de Elías,
pero trascendiéndola. Más adelante afirmará: «He venido a
prender fuego en la tierra... » (12,49). Pero se refiere a un
Fuego divino, que purifica y salva. Muchos antiguos códices
añaden: los reprendió diciendo: ¡no sabéis de qué espíritu
sois!.. Del auténtico Espíritu de Cristo habla la segunda lectura.
San Lucas puso esta anécdota en su Evangelio para eviso de
los futuros «hijos del trueno» en la historia. Jesús no se venga
ni se impone. Tampoco desiste: sigue su Camino.
C. — Disposición de los que quieran «seguir». Tres
instantáneas. Ambientadas en la edad heroica del apostolado.
Las respuestas de Jesús son expresiones de timbre proverbial
(la tercera, y quizá la segunda, auténticos proverbios), que no
se deben analizar en la literalidad de sus palabras. Quieren
subrayar enérgicamente una vivencia: el que siente la llamada
de consagrarse al Seguimiento de Jesús tiene que renunciar a
todo, sin demora ni regateos. Con mayor prontitud todavía que
la que pidió Elías a Eliseo (primera lectura). Son consignas que
recaen sobre los plenamente consagrados; pero el reflejo de su
espíritu interesa a todos.
DECIMOCUARTO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 66,1O-14c
Festejad a Jerusalén, gozad con ella, todos los que la amáis,
alegraos de su alegría, los que por ella llevasteis luto:
mamaréis a sus pechos y os saciaréis de sus consuelos, y
apuraréis las delicias de sus ubres abundantes.
Porque así dice el Señor:
Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz. como un
torrente en crecida, las riquezas de las naciones.
Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las
acariciarán; como a un niño a quien su madre consuela, así os
consolaré yo;
(en Jerusalén seréis consolados). Al verlo se alegrará vuestro
corazón
y vuestros huesos florecerán como un prado; la mano del
Señor se manifestará a sus siervos.
Salmo responsorial Sal 65,1-3a. 4-5. 6—7a. 16 y 20
R. Aclama al Señor, tierra entera.
Aclama al Señor, tierra entera,
tocad en honor de su nombre,
896 CICLO C
cantad himnos a su gloria;
decid a Dios: «Qué temibles son tus obras.»
Que se postre ante ti la tierra entera, que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre. Venid a ver las obras de Dios, sus
temibles proezas en favor de los hombres.
Transformó el mar en tierra firme, a pie atravesaron el río.
Alegrémonos con Dios, que con su poder gobierna
eternamente.
Fieles de Dios, venid a escuchar, os contaré lo que ha hecho
conmigo.
Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica, ni me retiró su
favor.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 6,14-18
Hermanos: Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de
nuestro Señor Jesucristo, en la cual el mundo está crucificado
para mí, y yo para el mundo. Pues lo que cuenta no es
circuncisión o incircuncisión, sino criatura nueva.
La paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos los que se
ajustan a esta norma; también sobre Israel. En adelante, que
nadie me venga con molestias, porque yo llevo en mi cuerpo
las marcas de Jesús. La gracia de nuestro Señor Jesucristo está
con vuestro espíritu, hennanos. - Amén.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Col 3,15a. 16a Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro
corazón; que la Palabra de
Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 10,1-12. 17-20
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los
mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y
lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:
—La mies es abundante y los obreros pocos: rogad, pues, al
dueño de la mies que mande obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en
medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no
os detengáis a saludar a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa»,
y, si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz;
si no, volverá a vosotros.
XIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 897
Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan:
porque el obrero merece su salario.
No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os
reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos
que haya, y decid: ((Está cerca de vosotros el Reino de Dios.»
[ entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid:
((Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los
pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed
que está cerca el Reino de Dios.»
Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que
para ese pueblo.
Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron:
—Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.
El les contestó:
—Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he
dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el
ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno.
Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los
espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están
inscritos en el cielo.]
Las tres lecturas bíblicas de hoy, muy diversas en su estilo y
circunstancias históricas, coinciden en la idea siempre actual y
urgente de la Paz.
La primera es un canto jubiloso al renacimiento de Jerusalén,
tomado de la tercera
- parte del Libro de Isaías. Se refiere a la vuelta del destierro.
«Jerusalén», madre fecunda que arrulla a sus hijos en la
abundancia de la Paz. Mejor dicho: Dios, que en «Jerusalén»
inunda de Paz como una madre el corazón de cada uno de sus
hijos. «Jerusalén» presignifica el Pueblo del Mesías: la Iglesia.
Quien desde ella no sabe tratar con Dios como un niño
transparente con su madre, todavía ignora quién es Dios.
La segunda lectura es el punto final de la Carta a los Gálatas.
Pablo, como todos los escritores de entonces, dictaba a un
amanuense, pero al terminar solía escribir de propio puño
algunas palabras. Así son las que leemos hoy. Síntesis vigorosa
de su pensamiento. En sustancia: no cuentan para él ni los
valores judíos (4a circuncisión») ñi los valores paganos (<(la
incircuncisión»), sino los que ha traído Cristo ((<la nueva
creación»). Y Cristo es el de la Cruz, que, crucificándonos con
él, nos libera del ((mundo» y de nosotros mismos. El que
entienda esto, descubrió la Paz.
El EVANGELIO es continuación del del domingo pasado, en el
comienzo del «Camino a Jerusalén». San Lucas, sin traicionar
su dimensión histórica, lo ilumina de manera que presignifique
el «camino» de la Misión cristiana universal, de la que él es
colaborador en la escuela de San Pablo. El número 70 (si refleja
la Biblia hebrea) ó 72 (si refleja su versión griega) no es
matemático, sino significativo: representa la totalidad de los
pueblos del mundo (Gen lO).
Jesús, pues, envió a muchos discípulos, en plan de ejercicio
práctico, organizando por tierras de Palestina una »misión
popular». A propósito de ella, recogiendo diversos consejos del
Señor (avalados por la experiencia de la Iglesia naciente), San
Lucas condensa en pocas líneas un ideario de metodología
apostólico-eclesial. Dada la densidad de contenido, nos
limitamos a enumerar algunos puntos:
«De dos en dos». Nunca uno solo. Así lo practicó siempre San
Pablo (era costumbre de la época y, además, norma de
perenne sabiduría). Su oficio es preparar la llegada de Cristo:
nada más. Desproporción entre la inmensa madurez de
cosecha
898 CICLO C
que sólo pide manos de segadores y los pocos segadores:
¡ pedid más segadores! (y ¿qué sentido tendría que los
«pocos» gastasen su tiempo en otra labor?...). Audacia sin
ingenuidad: los lobos son lobos. Urgencia: «caminad; no os
detengáis en saludos inútiles» (en interminables «evasiones»
divergentes de la misión). Pobreza ágil (como el atleta
inteligente, sin peso ni estorbo); porque es vuestro derecho la
prestación de cuanto necesitéis por parte de los «misionados».
Aceptando con la misma sencillez, y sin merodear, la mesa
generosa como la noble austeridad. Atención a los enfermos
(¡qué bien lo han entendido nuestros clásicos «misioneros» y
«misioneras»!). Paz a cada casa ( otro regalo mejor?). Y, sobre
todo, proclamar a todos que Dios está muy cerca. (Aunque
prefieran no saberlo y no se les pueda dejar más que polvo de
las sandalias; pero que hayan oído la afirmación clara de que
Dios está muy cerca, y en su mano la justicia eterna). [ la
lectura opcional con el retorno de los «72». Alegría del segador.
Y alegría, sobre todo, de tener el propio nombre escrito en el
çorazón de Dios
MISIONEROS DE LA PAZ
Jesús inicia el camino de Jerusalén. Lo organiza en forma de
Misión. Envía a «setenta y dos» para que vayan preparando,
pueblo por pueblo, su visita.
San Lucas escribe esto a medio siglo de distancia. Al trasluz de
aquella iniciativa del Señor, contempla la Misión de la Iglesia
en la que él está trabajando. «Setenta y dos» es número
significativo; en base al capítulo diez del Génesis cifra la
totalidad de los pueblos de la tierra. En la de aquellos
discípulos, el evangelista bosqueja la fisonomía de los
misioneros contemporáneos suyos. Los continuadores de los
Apóstoles, que siembran Evangelio por todos los caminos del
mundo. Pensando en ellos resume los consejos que dio Jesús a
sus enviados. Consignas de perenne actualidad, porque la
Iglesia será siempre misionera.
Esta página, leída por entero (10,1-24), da tema para muchas
reflexiones. Nos limitamos a breves sugerencias en torno a tres
puntos: 1) la Misión; 2) los misioneros; 3) el mensaje.
1. — La Misión. Obra del Señor. Es él quien dispone, llama,
selecciona, envía, comunica su autoridad a los enviados (y. 19)
y la sanciona (10-12); está en ellos (16); goza por su éxito (21);
saborea su divina felicidad (20). Artista en parábolas, Cristo
compara su Misión en el mundo al trabajo de un sembradío
inmenso: «la mies es mucha... »
2. — Los misioneros. Consciente de ser demasiado pocos ante
una «mies» urgente, piden al Señor que envíe más (y. 2). Las
nuevas vocaciones serán respuesta a la oración de los ya
llamados. Siempre en camino (3a). Nunca aislados (y. 1: «de
dos en dos»). No perder tiempo (4b). Sin afán por las
provisiones (4a), aceptan con noble pobreza, sin rebuscarla, la
generosidad de quienes los reciban (7-8). No-violentos («como
corderos») pero tampoco ingenuos, sabiendo que los lobos son
lobos (y. 3; cf. Mt 10,16). Sin complejo de cobardía (10-11).
Sencillos (21). Seguros (19). Feliçes (17.20.23-24). Hacer el
bien como Jesús (9a). Proclamar la Palabra (9b.llb) y comunicar
la Paz (5) como él.
3. — El mensaje. Igual que el de Cristo (Mc 1,15): «El Reino de
Dios ya llega a
XIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 899
vosotros» (y. 9b). En labios de Jesús, la expresión «reino» o
«reinado» de Dios abarca y resume todo el Evangelio. Dios
aceptado como centro de la vida. Por toda la cercana feliz
eternidad. Y ya desde ahora. Con él, la Paz (5). Los misioneros
del Evangelio lo son de la Paz. PAZ, en la lengua de la Biblia
(shalom!), significa la plenitud de todos los bienes. Caricia de
la ternura de Dios [ lectura]. Efluvio de su «misericordia»
[ lectura]; es decir, de su amor.
Continúa la Sección central del Evangelio de San Lucas. «El
Camino a Jerusalén>.
El evangelista presenta a Jesús organizando una «Misión» por
los muchos pueblos que va a visitar. Lucas dirige su libro a una
constelación de Comunidades cristianas, que son fruto y
herencia viva de la todavía reciente actividad misionera de los
Apóstoles. Historiador y teólogo, describe esta iniciativa de
Jesús como arquetipo o signo profético de la Misión universal
de la Iglesia en el mundo. Las consignas que, medio siglo
antes, dijo el Señor a sus discípulos en Palestina son
actualizadas y puestas por escrito, bajo la inspiración del
Espíritu Santo, con el fin de quelas hagan suyas los cristianos-
misioneros del tiempo de San Lucas. Y los de siempre.
Destaquemos algunas de las muchas ideas contenidas en esta
página:
1. — Sentido de la Misión (vers. 1). La iniciativa la toma «el
Señor». Es él quien primero designa y luego envía Un 15,16).
Los envía (dice el texto original) «delante de su faz». Manera
bíblica de expresar que su oficio consiste en preparar el
camino, la visita, la «Venida» de Cristo —como Juan el
Precursor (Lc 1,76-79).
El número «setenta y dos» (lo mismo que «Setenta») no
expresaba una cantidad exacta, sino la idea de una multitud o
de una totalidad. Así, por ejemplo, en el capítulo 10 del
Génesis, los (pueblos) descendientes de Noé que llenan la
tierra son 70 (según el texto hebreo) ó 72 (según el griego). Si
Jesús organiza una Misión por Palestina a base de «setenta y
dos» discípulos es un símbolo intencionado de la Misión a todo
el mundo. Los envía «de dos en dos» para darles categoría de
testigos conforme a la mentalidad hebrea (Deut 19,15).
2. — La Misión cristiana, problema de Oración (2). Maestro en
parábolas, Jesús contempla la humanidad como un inmenso
sembradío de la Gracia (cf. Mt 13,1-43). «La Mies es
abundante». Ilimitada disponibilidad del mundo al Evangelio.
Pero yermo en gran parte por ser tan pocos los que se dan al
trabajo de colaborar con Cristo en la Salvación de los hombres.
«Rogad al Señor de la Mies...» La falta de dedicaciones al
apostolado, ¿no podría acusar una crisis de oración?
3. — Audacia apostólica (3-4). Siempre en camino, avanzando:
«jid...!». Con la debilidad invencible de los dispuestos al
martirio («corderos entre lobos»). Con la superior libertad del
que no necesita apoyar su confianza en las provisiones. Con la
premura consciente de que el tiempo es sagrado y no se puede
perder (en el antiguo oriente, los «saludos» fácilmente
derivaban a diálogos sin fin).
4. — El Mensaje cristiano (5-6). La Paz. Realidad sustantiva.
Atmósfera de Dios que llena e ilumina la interioridad del
apóstol. De sus labios vuela al corazón del hermano hombre. Si
encuentra acogida, el apóstol ha realizado la obra más grande
que se puede concebir en el orden social: la de dar al hermano
hombre la Felicidad. Si el otro la rechaza, la Paz sigue intacta
en el corazón del apóstol. El concepto bíblico de Paz o
«Shalom» es tan amplio como el de Bien. Fruto y Presencia del
Espíritu.
900 CICLO C
Sólo viene de lo alto. Se ofrece, no se impone. No la tiene
quien no la comunica. La Paz es una caricia maternal de Dios
[ lectura]. Quien la busca de veras, la encuentra en la médula
de la Cruz [ lectura].
En las líneas siguientes se establece como norma que las
»casas» y «pueblos» de buena voluntad hagan posible al
apóstol la total dedicación a su trabajo (7-8). Dos cauces
intercomunicantes en su actividad: las obras de asistencia y la
predicación de la Palabra (9). Los que se niegan al Evangelio,
además de rehusar la Paz toman sobre sí una grave
responsabilidad. No por ello el apóstol dejará de hablar con
valentía (10-12). —Los éxitos sólo ponen de manifiesto que el
Apostolado es mediación del Poder de Cristo (17-19). La
verdadera alegría es la de estar inscrito, por la Gracia de la Fe
con Amor, en el registro de ciudadanía del Cielo.
En la lectura de San Lucas del domingo pasado (impedida por
la fiesta de San Pedro) empezaba la Sección más característica
de su Evangelio: el camino de Jesús a Jerusalén. Pre-
significación y paradigma del «caminar’> del Cristianismo por
el mundo. Hoy escuchamos un capítulo programático de esta
Sección. Un compendio de las consignas que solía dar Jesús a
sus «enviados» o «misioneros». Lucas redactó este compendio
pensando en las comunidades que lo iban a leer. Eran iglesias
ardientes aún en el espíritu de San Pablo. Cristianos activos,
que, siendo pocos, estaban convencidos de que iban a llenar el
mundo de Evangelio. Estas líneas, de actualidad perenne, se
prestarían a una amplia reflexión. Nos limitaremos a breves
sugerencias bajo tres aspectos: la Misión, su estilo, su Mensaje.
A. — La Misión. Iniciativa del Señor. Es él quien llama,
selecciona, envía. La «mies» es suya. Pues los que trabajan son
pocos, y muchos los puestos de trabajo, conviene que los
encargados de la «mies» hablen con el Señor. Donde haya
oración, habrá más consagrados al servicio de Cristo. San
Lucas se refirió antes (9,1) a los Doce Enviados. Correspondían
a la inicial perspectiva mesiánica de Israel (<das doce tribus»).
Ahora menciona a muchos más. «Setenta y dos»: número
convencional que, en el ambiente donde escribía San Lucas,
simbolizaba la universalidad geográfica de los hermanos
hombres (Gen 10). La Misión cristiana en un lugar y la que se
desarrolla en todo el mundo son ondas concéntricas de una
misma Luz.
B. Estilo de la Misión. Siempre en camino. No perder tiempo.
Nunca aislados. Terminado el trabajo, volver al Señor (vers. 17-
20). Sin miedo (pero advertidos d que los lobos son lobos).
Liberados de tener que ocuparse de las propias provisiones,
aceptar con honor, aunque sin rebuscarla, la generosidad de
quienes los reciban. Los que con absoluta voluntad se cierran a
aceptar el mensaje de la Fe son ciertamente libres; pero
decirles claro que en su decisión queda comprometida su
temible responsabilidad frente a Dios (y. 11 y 12).
C. — Mensaje. «Ya llega a vosotros el Reino de Dios» (v.9). El
que pedimos al PADRE NUESTRO. Al Padre, que quiere hacer de
todos los hombres, sus hijos, una familia de hermanos donde
tengamos seguro cada día el Pan que necesitamos como el
Perdón y el Perdón que necesitamos todos como el Pan. Sólo en
aceptar a este Dios está la PAZ, que el Evangelio ofrece a la
libertad del mundo (y. 5-6). La Paz profética de Jerusalén,
anunciada en la primera lectura. La de aquella «Jerusalén
Ciudad de Paz (Salmo 122), que estará donde esté Cristo.
DECIMOQUINTO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Deuteronomio 30,10-14
Habló Moisés al pueblo diciendo:
—Escucha la voz del Señor tu Dios, guardando sus preceptos y
mandatos, lo que está escrito en el código de esta ley;
conviértete al Señor tu Dios con todo el corazón y con toda el
alma.
Porque el precepto que yo te mando hoy no es cosa que te
exceda ni inalcanzable; no está en el cielo, no vale decir: » de
nosotros subirá al cielo y nos lo traerá y nos lo proclamará,
para que lo cumplamos?» Ni está más allá del mar, no vale
decir: « de nosotros cruzará el mar y nos lo traerá y nos lo
proclamará, para que lo cumplamos?»> El mandamiento está
muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca. Cúmplelo.
Salmo responsorial Sal 68,14 y 17. 30-31. 33-34. 36ab y 37
R. Buscad al Señor, y vivirá vuestro corazón.
Mi oración se dirige a ti, Dios mío, el día de tu favor; que me
escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude.
Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia, por tu gran
compasión vuélvete hacia mí.
Yo soy un pobre malherido, Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza
con acción de gracias.
Miradlo, los humildes, y alegraos,
902 CICLO C
buscad al Señor, y vivirá vuestro corazón. Que el Señor
escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos.
El Señor salvará a Sióñ, reconstruirá las ciudades de Judá. La
estirpe de sus siervos la heredará, los que aman su nombre
vivirán en ella.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la Carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 1,15-
20
Cristo Jesús es imagen de Dios invisible, primogénito de toda
criatura; porque por medio de él fueron creadas todas las
cosas: celestes y terrestes, visibles e invisibles. Tronos,
Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por él
y para él. Eles anterior a todo, y todo se mantiene en él. El es
también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. El es el principio, el
primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él
quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de
la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 6,64b. 69b Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes
palabras de vida eterna. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 10,25-37
En aquel tiempo, se presentó un letrado y le preguntó a Jesús
para ponerlo a prueba:
—Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?
El le dijo:
— está escrito en la Ley?, ¿qué lees en ella? El letrado
contestó:
— al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y
con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti
mismo.»
Elle dijo:
—Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.
Pero el letrado, queriendo aparecer como justo, preguntó a
Jesús:
— quién es mi prójimo?
Jesús dijo:
—Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de
unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se
marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un
sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y
pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio:
al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
XV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 903
Pero un samaritano que iba de viaje llegó a donde estaba él y,
al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas,
echándoles aceite y vino y, montándolo en su propia
cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente
sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo:
—Cuida de él y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la
vuelta. ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como
prójimo del que cayó en manos de los bandidos?
El letrado contestó:
—El que practicó la misericordia con él.
Díjole Jesús:
—Anda, haz tú lo mismo.
El Evangelio de hoy ilumina al discípulo en la «opción
fundamental» de su conciencia cristiana y humana.
Una reflexión del Deuteronomio glosa el aspecto más
fascinador de esta opción vital en el discípulo de la Biblia: su
interioridad. El punto de partida está en la evidencia de que
Dios es Dios: infinitud, soberanía, ciencia, amor, Todo. El
hombre ante El no tiene más actitud razonable que la de la
aceptación incondicional. No por imposición, sino por
connaturalidad. En el lenguaje bíblico se dice: «con todo el
corazón y con toda el alma». Porque a Dios (su Palabra, su
Presencia) no hay que ir a buscarlo más allá de las estrellas ni
en el subsuelo del abismo. Está cerca, dentro: más adentro que
la íntima conciencia de mi «yo». Cuando el hombre comprende
esto, la respuesta, decisión u «opción» que define toda su vida
no puede ser otra que la que nos dirá el Evangelio: amar.
Empezamos una selección de la Carta a los Colosenses con su
página de oro: el Himno a Cristo, que se ha hecho ya familiar a
los que alaban a Dios con la renovada «Liturgia de las Horas».
Cristo imagen y plenitud de Dios. Principio, centro y razón de
ser del Universo. Realidad profunda de la Iglesia, que en El
cumple su misión de reconciliar a todos en la Paz.
Transparente la lección del EVANGELIO. Prosigue el «camino a
Jerusalén>, que es un código de espiritualidad discipular. No
olvidemos que Lucas, evocando fielmente la historia de Jesús,
escribe en orden a la formación de sus lectores cristianos. Los
«escribas», los «sacerdotes» o «levitas» del Templo de
Jerusalén, los «samaritanos», etc. son figuras de trasfondo
sobre las que destaca, en el primer plano de su intención
pedagógica, la posible diversa actitud del discípulo de Cristo.
A. — La primera parte resume un diálogo según el método de
las escuelas rabínicas (pregunta, contrapregunta, respuesta
acertada, aprobación). Se presupone que el ideal del hombre
es la Vida eterna (sin él, ya nada tendría sentido). En orden a
ella, se pregunta qué hay que «hacer» (el discípulo piensa en
«actos»). La respuesta es que hay que amar (el Maestro señala
la previa actitud, decisión u opción radical que orienta y
encauza toda la vida). Con todo el «corazón», «alma»,
«energía» y «pensamiento»: cuatro sinónimos hebraizantes
que expresan una absolutísima totalidad espontánea
(«concientizada» dirían algunos). No es una ley impuesta: es la
misma conciencia de ser hombre que florece en amar a Dios.
B. — Y al «prójimo». Esta conjunción de perspectiva
(Dios/«prójimo»), excep cional en otras religiosidades, fue
normal y característica (quizá lo más característico)
904 CICLO C
del Cristianismo. Y su más sorprendente novedad fue
identificar el concepto de «prójimo» (en el trasfondo filológico
= amigo) con todo hombre (antiguamente era prójimo sólo el
de la misma raza; luego también el inmigrado/asimilado y, en
parte, el «prosélito»). Jesús da esta lección, en su estilo
popular, con la conocida y severamente crítica parábola del
Buen Samaritano. Para un samaritano cualquiera, un judío era
el arquetipo del «ajeno» y odiado. Pero aquel «samaritano» era
ya cristiano de corazón, y. sólo vio en el herido a un «hombre»:
es decir, a un hermano. «Haz tú lo mismo», dice el Maestro, y
no como aquellos oficialmente santos que pasaron de largo,
porque (aunque practicaban ocasionalmente obras buenas) no
se habían afirmado en la opción fundamental de amar
absolutamente a Dios en sí y en el prójimo.
¿QUIÉN ES MI PRÓJIMO?
De paso hacia Jerusalén, Cristo va exponiendo los temas
principales de su Evangelio. Ante todo, el Mandamiento del
amor a Dios y alprójirno. Tres puntos: 1) el Mandamiento
afirmado por la Palabra de Dios; 2) traducido a la práctica en el
ejemplo del buen samaritano; 3) hecho norma de nuestra vida.
1. « Qué debo hacer para heredar la vida eterna?». Lo pregunta
un maestro de religión en Israel. Pregunta lo que ya sabe. Por
eso Jesús le invita a que responda él mismo. Para «heredar» la
vida eterna tenemos que hacer de nuestra existencia temporal
un ejercicio de amor. Con aquella totalidad personal que
subraya el texto bíblico más conocido de los israelitas; el que
rezan cada día, mañana y noche, como profesión de fe (Deut
6,4-5): Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda
tu alma, con toda tu energía... Amar es admirar, bendecir,
respetar, sentirse unido. Dios centro de la vida. Amar a Dios es
luz inteligente con la que nuestros ojos ven transfigurarse
todas las cosas: el universo, la naturaleza, las circunstancias. Y
sobre todo la persona humana, imagen viva de Dios. Por eso,
«amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Lev 19,18).
2. — « Y quién es mi prójimo?». La pregunta supone que existe
una línea divisoria entre unos que debemos mirar como
prójimos y otros que no. Jesús vino a borrar esta línea divisoria
(Gal 3,28). Para dárselo a entender a aquel maestro en religión,
le expone un caso ejemplar: la parábola del buen samaritano.
Alguien yace malherido en pleno desierto de Judá. No consta
su nombre, su patria ni su nivel social. Su dignidad infinita se
afirma con una única palabra: es «un hombre». Persona
humana. Imagen de Dios y objeto de su amor. Lo ven dos
oficiantes del templo de Jerusalén y pasan de largo. Todavía no
han descubierto a Dios (Os 6,6). Pasa un samaritano y «hace
misericordia».
3. — «Anda y haz tú lo mismo». San Lucas insinúa en la
imagen de aquel samaritano una transparencia del mismo
Dios, «rico en misericordia». Amar al prójimo según el
Evangelio no se reduce a una simpatía humana, que nunca
será universal; un samaritano significaba entonces para un
judío (y viceversa) el límite extremo del no-prójimo. Amar al
prójimo según Cristo es energía del amor de Dios prendido en
nuestro corazón por su Espíritu (cf. Rom 5,5 y 1 Jn 4,7-21).
Energía que actúe en hechos, al estilo del samaritano que
venda las heridas, cuida el enfermo, paga
XV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 905
su hospedaje. El rostro social del cristianismo ha de ser la
ayuda fraterna al necesitado. Tan limpia de egoísmos, que el
mundo intuya en ella el resplendor de Dios (Mt 5,16).
Concluida aquella misión preparatoria de los «setenta y dos»
discípulos, San Lucas presenta al Maestro, siempre en camino
hacia Jerusalén, dando lecciones de vida cristiana a los que
encuentra a su paso. Hoy escuchamos la primera lección. La
más importante.
Tiene dos partes: un principio fundamental y su aplicación
práctica. Un principio: la Ley que lleva a la Vida. Su aplicación:
el ejemplo del buen Samaritano.
Cada una de las dos partes se desarrolla en forma de un
diálogo con cuatro fases:
a) alguien dirige una pregunta al Maestro; b) el Maestro le
devuelve la pregunta, formulándola de manera que ella misma
oriente hacia la respuesta; c) el que preguntó da la respuesta
acertada; d) el Maestro se la aprueba y la traduce en
imperativo de acción: «haz lo que dices, y alcanzarás la Vida».
1.—La Ley que lleva ala Vida (y. 25-28). El que pregunta es un
doctor de la Ley. El evangelista supone que preguntó con
intención no limpia. La «Ley» o Torá era la carta fundamental
del pueblo de Israel. Todos estaban seguros de que por la Ley
iban a la Vida. Si el profeta de Nazaret hubiese indicado un
camino diverso, se habría manifestado mal profeta. Jesús solía
emplear un procedimiento muy hábil para desarmar a los que
querían comprometerlo: dirigirles una contrapregunta. « Qué
lees en la Ley?». Hablando así, ya ha declarado que la acepta
(Mt 5,17). Jesús asumió mejor que nadie los valores de su
pueblo. No para quedarse en ellos, sino para darles plenitud,
elevarlos y trascenderlos. El doctor cita por instinto el texto
principal:
«Amarás al Señor con todo el corazón... » (Deut 6,5). No le
cuesta recordarlo porque lo reza, como todo israelita, cada
mañana y cada noche. La permanencia de la Fe está en la
oración de todos los días. Creyente que no reza, pronto dirá
que ha perdido la Fe. El otro texto: «Amarás a tu prójimo...»
(Lev 19,18) se inculcaba mucho en la mejor escuela rabínica de
aquel tiempo (la de Hil-lel).
El doctor merece especial elogio por haber alineado los dos
textos en una misma perspectiva. Ello da a entender que hay
una esencial interrelación entre amar a Dios y amar al prójimo.
El amor a Dios en esta vida se realizará casi siempre en el
servicio de la persona humana, que es signo vivo de su
presencia. El amor al prójimo no será desinteresado, universal
y puro si no irradia del amor a Dios.
2. — El ejemplo del buen Samaritano (y. 29-37). El doctor
insiste con otra pregunta: «ey quién es prójimo para mí?».
«Prójimo» suena a próximo, cercano. Según las distintas
épocas, significó el hermano de tribu, clan, comunidad sacral o
política, pueblo, nación. Los más abiertos antes de Jesús
incluyeron en el privilegio de «prójimo» también a los
inmigrados-asimilados y a los «prosélitos». El Evangelio
proclama la mayor revolución positiva, transformación o
«conversión» de la Historia: prójimo de cada persona humana
es toda persona humana. Acusación de insinceridad o
desconocimiento a quienes, en nombre del progreso, quisieron
a veces poner dificultades a la actividad más útil para la
convivencia social: la de evangelizar.
Jesús devuelve la pregunta al «legista», hecha imagen a todo
color con un apólogo. Un hombre no identificable, malherido,
desnudo, en lo más hórrido del
906 CICLO C
Desierto de Judá. Pasa de largo la aristocracia oficial del
espíritu. Demuestran no amar a Dios. Pasa y se detiene uno
que tiene a Dios en el alma, quizá sin pensarlo. Ama de todo
corazón, manos, bolsa, riesgo y sacrificio personal. Es un
«samaritano»; hereje y cismático: despreciable (Ecle 50,25s).
Cuando Jesús pide la respuesta al escriba (y. 36), modifica
intencionadamente la pregunta. No importa averiguar quién es
prójimo para mí (y. 29). Interesa saber cómo yo debo ser
prójimo para todo aquel que Dios me ponga en el camino. El
doctor comprende a quién debe imitar, aunque no se digna
manchar sus labios con la palabra «samaritano» ( tenemos a
veces en el pensamiento algún impronunciable «samaritano»,
individual o colectivo?). En la redacción griega, San Lucas pinta
al Samaritano con rasgos de Jesús. Haz como él, y tendrás la
Vida eterna. El mejor comentario está en el Juicio final según
Mateo
(25,31-46).
Continúa la Sección central del Evangelio según San Lucas.
Jesús camina hacia Jerusalén. A su paso va dejando lecciones
de vida en orden al camino que sus discípulos tendrán que
recorrer por el mundo. De estas lecciones, escuchamos hoy la
primera y principal. Se presenta en dos fases, respondiendo a
dos preguntas sucesivas que le formula un Doctor o Maestro de
la Ley.
A. — Primera pregunta: ¿qué debe hacer el hombre para
obtener la Vida eterna? El que pregunta es un israelita, fiel a su
práctica religiosa. Uno de los que reza cada día el texto
fundamental de la Fe: «Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios
es el Señor único. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu
corazón, con toda tu alma, con toda tu energía... » (Dt 6,4-5). Y
no ignora que también está escrito en la Torá: «Amarás a tu
prójimo como a ti mismo» (Lv 19,18). Pregunta a Jesús lo que
ya sabe. Lo pone en evidencia el Maestro al contestarle con
otra pregunta. Pero lo elogia amablemente: te has expresado,
le dice, muy bien. Falta una cosa: practica lo que ya sabes, y
tendrás la Vida que deseas. —Lo mismo nos viene a decir hoy
el Evangelio. La Palabra de Dios no está en una lejanía más
alta que las nubes o al otro lado del mar [ lectura]. Arde en lo
íntimo de nuestro ser. La reenciende la liturgia, el estudio, la
oración personal. ¿Por qué volver a cuestionar, como si se
ignorase, lo que Dios ya tiene dicho? Pon en práctica lo que ya
sabes, y la Verdad se te hará Vida.
B. — Segunda pregunta: <çy quién es mi prójimo?». Hoy
suelen decir, con más o menos convicción, «todo hombre es mi
hermano». Los antiguos vocablos correspon dientes a
«prójimo» llevaban también acento conceptual y afectivo de
fraternidad. Se referían a los de la misma tribu, clan, pueblo,
comunidad. Pero siempre con un límite. Una frontera, al otro
lado de la cual los hombres son no-hermanos. —Con el ejemplo
catequético del Buen Samaritano, Jesús habla al corazón de la
humanidad. Un malherido. No se sabe quién es. Pero es un
hombre, y todo hombre es mi hermano. Unos oficiantes del
Templo de Jerusalén, del mismo país, pasan de largo. Tal vez
servían y cumplían como oficiantes; no como hijos de Dios, que
es Dios y Padre de todos. Absoluta ejemplaridad del
Samaritano. Los samaritanos se consideraban para los judíos, y
‘viceversa, extranjeros y cordialmente enemigos. Tal vez
llevamos en el pensamiento unos cuantos «samaritanos»
nuestros personales y alguno corporativo...
—«Anda, haz tú lo mismo» que el Buen Samaritano. El
Evangelio es heroico. Nos exige heroísmo de amor-hecho-
servicio, porque Cristo quiere que seamos hombres de verdad.
DECIMOSEXTO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Génesis 18,1-lOa
En aquellos días, el Señor se apareció a Abrahán junto a la
encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de
la tienda, porque hacía calor. Alzó la vista y vio tres hombres
en pie frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la
puerta de la tienda y se prosternó en tierra, diciendo:
—Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu
siervo. Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y
descanséis junto al árbol. Mientras, traeré un pedazo de pan
para que cobréis fuerzás antes de seguir, ya que habéis
pasado junto a vuestro siervo.
Contestaron:
—Bien, haz lo que dices.
Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le
dijo:
—Aprisa, tres cuartillos de flor de harina, amásalos y haz una
hogaza.
El corrió a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a
un criado para que lo guisase en seguida. Tomó también
cuajada, leche, y el ternero guisado y se lo sirvió. Mientras él
estaba en pie bajo el árbol, ellos comieron.
Después le dijeron:
— está Sara, tu mujer?
Contestó:
—Aquí, en la tienda. Añadió uno:
—Cuando vuelva a verte, dentro del tiempo de costumbre,
Sara habrá tenido un hijo.
Salmo responsorial Sal l4,2-3ab. 3cd-4ab. 5
R. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
El que procede honradamente
908 CICLO C
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua.
El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino;
el que considera despreciable al impío y honra a los que temen
al Señor.
El que no presta dinero a usura, ni acepta soborno contra el
inocente. El que así obra nunca fallará.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la Carta del apóstol san Pablo a ios Colosenses 1,24-
28
Hermanos: Me alegro de sufrir por vosotros: así completo en mi
carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo que es la
Iglesia. Dios me ha nombrado ministro de la Iglesia,
asignándome la tarea de anunciaros a vosotros su mensaje
completo: el misterio que Dios ha tenido escondido desde
siglos y generaciones y que ahora ha revelado a su pueblo
santo.
Dios ha querido dar a conocer a los suyos la gloria y riqueza
que este misterio encierra para los gentiles: es decir, que
Cristo es para vosotros la esperanza de la gloria. Nosotros
anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a
todos, con todos los recursos de la sabiduría, para que todos
lleguen a la madurez en su vida cristiana.
ALÉLuYA Aleluya, aleluya.
Lc 8,15 Dichosos los que con un corazón noble y generoso
guardan la palabra de Dios, y
- dan fruto perseverando. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 10,38-42
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer
llamada Marta lo recibió en su casa.
Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies
del Señor, escuchaba su palabra.
Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta
que se paró y dijo:
—Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola
con el servicio? Dile que me eche una mano.
Pero el Señor le contestó:
—Marta, Marts: andas inquieta y nerviosa con tantas cosas:
sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no
se la quitarán.
XVI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 909
En el Evangelio, Marta y María personifican dos maneras de
«recibir a Jesús en casa». Las dos son buenas; pero una de
ellas es la mejor.
La lectura del Génesis coincide con el Evangelio en el tema de
la hospitalidad. Primera virtud social en el pueblo de la Biblia.
Signo eficaz del corazón abierto al amigo. El santuario de
Mambré fue monumento de la amistad entre Abrahán y Dios.
Dios pasa con sus ángeles en cansancio de peregrino. Era idea
común, también en otros pueblos antiguos, que el desconocido
ante nuestra puerta puede ser un mensajero de Dios; más aún,
presencia oculta del mismo Dios. El anciano Abrahán se
rejuvenece obsequiando. Acoger a Dios siempre es Gracia; su
regalo a Abrahán, el milagro de un hijo.
En la Carta a los de Colosas, el Apóstol reafirma la autoridad de
su ministerio en la Iglesia. Por fidelidad a su misión está en la
cárcel, desde donde escribe. De paso, formula su teología del
dolor. Ve a la Iglesia identificada con Cristo, del que es
«cuerpo». En consecuencia, la vida terrena de la Iglesia tiene
por centro, como la de Cristo, su crucifixión. Cada miembro que
sufre (como el Apóstol) «completa» en lo que toca a su
persona («en su carne») la Cruz de la Iglesia, que es de Cristo.
El Apóstol se alegra porque no sufre cerrado sobre sí; antes
puede decir, en fecundidad salvadora como Jesús: «por
vosotros».
El texto del EVANGELIO pertenece al «Camino hacia Jerusalén».
La casa de Betania es arquetipo de aquéllas que acogen a los
enviados de Cristo (Evang. del dom. XIV). San Lucas redacta
con mano de artista, pedagogo y maestro espiritual pensando
en sus lectores cristianos, sobre todo en los dedicados a la
misión. El cuadro de Marta y María es una transparencia de dos
diversas (no «contrarias») maneras de pensar y vivir una
sincera dedicación al Señor. Para comprender la intención de
Santucas, es bueno comparar esta escena con la que describe
en su libro de los Hechos 6,1-4: ante el dilema de consagrarse
a sola la Palabra y Oración o dedicarse también al «servicio de
las mesas», los Apóstoles escogen lo primero.
En el trasfondo realista de la historia, Marta y María se reparten
como hermanas la atención al huésped: la una, afanándose
para que nada falte al buen servicio de mesa y estancia; la
otra, manteniendo la conversación. A base de una sencilla
anécdota, el Evangelio transforma ambas actitudes en lección
de espíritu.
Marta personifica, no la actividad sino la agitación. Imagen del
que obra como si
Dios necesitase más de nosotros que cada uno de nosotros de
él. Como si Cristo (la
Iglesia, el buen misionero) agradeciesen más las «cosas» que
la aceptación de su
Verdad y la sintonía con su Ideal. Marta, además, se contempla
en su afán y la crispa
que no la contemplen los demás; interpela por eso, no para ser
ayudada.
El acierto de María está en comprender cuál es la Misión de
Cristo (de la Iglesia, de sus ministros) y hacerse en cuerpo y
alma (1 Cor 7,34) objeto de ella: resonancia, sabor y vida de la
Palabra de Dios. Como otra María en Belén (Lc 2,19), Nazaret
(2,51) y el hogar de Pentecostés (Act 1,14).
ESCUCHAR LA PALABRA DEL SEÑOR
El hogar de Marta y María fue un oasis de paz en los caminos
de Jesús. Después de su glorificación pasaría a ser núcleo de
una de las más antiguas agrupaciones de
910 CICLO C
cristianos. En toda genuina comunidad eclesial se respira el
aire de Betania. Por eso San Lucas incluyó en su Evangelio la
memoria de esta anécdota familiar que leemos hoy. La
anécdota sería intrascendente en sí misma, pero el evangelista
la transfigura en meditación de Iglesia. Tres puntos: 1) recibir al
Señor en nuestra casa; 2) servirlo; 3) escuchar su Palabra.
1.— <(Lo recibió en su casa». Muchos salmos (por ejemplo, el
de la misa de hoy) expresan un anhelo de sabrosa profundidad
espiritual: ser huésped en la casa del Señor. Más sabroso
todavía, dar hospedaje al Señor en nuestra casa como Abrahán
junto a la encina de Mambré [ lectura]. Como los que abrieron
su hogar a Cristo: Pedro en Cafarnaúm, Zaqueo en Jericó, Marta
en Betania. Transparencias visibles de una más alta realidad:
Dios quiere estar muy cerca, muy dentro, en el corazón. Signo
y preludio de lo que será el cielo, la Iglesia en la tierra ha de
ser una inmensa familia del Señor (cf. Ef 2,19). Y cada
comunidad local y cada hogar cristiano una pequeña Iglesia.
2. — «Marta se afanaba en los muchos quehaceres del
servido». Ama de casa, su honor es servir. Generosa, necesita
obsequiar. San Lucas da por supuesto que Jesús iba
acompañado del no pequeño grupo de sus discípulos. Marta,
responsable, quiere estar personalmente en todo. Sin ella, la
casa no funcionaría. Naturalmente, tiene sus puntos débiles.
Embriagada por la actividad, pierde la paz y no sufre que no la
pierda también su hermana.
3. — «María, sentada a los pies del Señor, escuchaba su
palabra». Para comprender la intención de San Lucas, conviene
tener presente el capítulo seis de los Hechos Apostólicos, que
escribió él mismo. La Iglesia-madre de Jerusalén, desde sus
primerísimos años, también arde en afán de servir con obras
de asistencia. Esta «diakonía» o servicio es para ellos, como
para Marta, deber, carisma y honor. Pero los Doce apóstoles se
consagran en dedicación plena y absorbente, junto con la
oración, al servido de la Palabra (Act 6,4). La escena de
Betania, iluminada por San Lucas, es un esbozo de Iglesia.
Digna de todo elogio la acción. Pero primordial la atención a la
Palabra. Recibir con afecto la Palabra de Dios, aceptarla,
hacerla propia y vivirla significa creer. Gracias a «María», no
siempre comprendida por «Marta», la casa de Betania pasó a
ser imagen de la Iglesia, hogar de la Fe. Mejor lo había sido
Nazaret, donde las cualidades de «María» y las de «Marta» sin
sus defectos se fundieron, milagro de la Gracia, en una única
Mujer.
En el ideal de vida cristiana que expone San Lucas, lo primero
es escuchar-y- acoger la Palabra. El Señor se lo recordó a Marta
cuando no supo comprender a su hermana María.
Por comparación en el Evangelio de San Juan (1,lss y 12,lss), el
episodio de Marta y María debería situarse en Betania, cerca de
Jerusalén, en la ruta hacia Jericó (en la que está ambientada la
precedente parábola del buen samaritano). El Señor sigue su
Camino con los discípulos (10,38a), y es acogido en casa de
Marta.
Dentro de la historia evangélica, el hogar de Betania es
arquetipo de hospitalidad. El mundo de la Biblia recapitulaba
todás las virtudes sociales en la buena acogida al huésped.
Puerta, despensa y corazón abiertos. Seguros de que el Dios
del peregrino
XVI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 911
siempre vence en generosidad. La primera lectura de la misa
nos ofrece una de las páginas más expresivas de la antigua
literatura oriental sobre el beneficio de la hospitalidad. En los
tres misteriosos visitantes, Abrahán recibe al mismo Dios con
su Bendición para siempre. El hogar de Betania fue oasis en los
caminos del Hijo del Hombre, que no tenía donde reclinar la
cabeza (Lc 9,58). Modelo de los que, por ser hijos de la Paz,
saben acoger en su casa y corazón a los que llevan consigo el
Evangelio de la Paz (10, 5-6). Y, sobre todo, al que es la misma
Paz.
San Lucas nos conservó esta anécdota tan humana. Marta
sería el ama de casa. Su mismo nombre significa «señora». La
visita de Jesús traía gozo, honor y compromiso. Lo
acompañaban sus discípulos (38a). Para organizar una acogida
impecable, Marta tenía que movilizar todos los recursos
domésticos de actividad e ingenio. Pero María no se resigna a
perder la privilegiada ocasión de escuchar la palabra del
Maestro sentada a sus pies. Comprensible la censura de su
hermana mayor. Jesús, dando a entender con finura que
bastaría mucho menos de lo que hace para sentirse muy
obsequiado, aprovecha el momento de tensión para decirle a
«Marta» una de esas lecciones de vida que se quedan para
siempre en la memoria. Que el espíritu está por encima de
todos los afanes, y «María» ha acertado.
Cuando Lucas puso por escrito esta incidencia, ya habían
pasado muchos años. Se dirige a un amplio círculo de
comunidades cristianas. Ve la casa de Betania como esbozo de
una iglesia. Idealiza las figuras venerables de Marta y María,
constituyén dolas paradigma de dos maneras complementarias
de realizarse en la vocación cristiana: el servicio o acción, y la
plena atención a la Palabra de Dios. Para comprender la
intención del evangelista sería oportuno leer antes el capítulo 6
de los Hechos Apostólicos, que escribió él mismo. El servicio de
las obras asistenciales provoca serias tensiones en la iglesia de
Jerusalén. Los Apóstoles proponen una mejor distribución de
responsabilidades, a fin de poder cumplir ellos su vocacional
plena entrega a la Oración y al Ministerio de la Palabra.
En esta perspectiva eclesial, «Marta», además de
imprescindible, es admirable. Tiene por honor servir, hacer,
dar. Pero el Señor tiene que decirle sus defectos, que ella sola
no ve. Uno, no comprender a «María». Más grave, no
comprender al Señor. Está en su casa no para que le den
«cosas», sino para darse él a las personas iluminando ojos,
pensamiento y corazón con su Palabra y su Presencia.
Embriagada por su propio afán, «Marta» quiere multiplicarse
por sí misma y llegar a donde no puede. Pierde su paz, y no
sufre que otra no la pierda como ella. Pretendiendo servir, se
ha constituido centro; hasta quiere que el Señor la secunde.
En «María», San Lucas ha pintado la imagen del discípulo.
«Sentada a los pies del Señor», en humildad y sosiego.
«Escucha la Palabra». Escuchar es aceptar, conservar y
saborear en la profunda intimidad del propio ser. Como María
de Nazaret (2,19). Bienaventuranza (11,28) de la Fe viva
(1,45). La «parte», es decir la herencia que permanece para
siempre (Sa 16(15),5).
Jesús no desautoriza a «Marta». Le dice cómo debe ser.
Recordaría con nostalgia sus años de vida familiar en Nazaret,
arquetipo perfecto de la Iglesia, donde «Marta» y «María» eran
una misma persona.
912 CICLO C
Para quien sepa imaginarlas «como si presente se hallase», las
escenas evocadas hoy en la lectura del Génesis y en la del
Evangelio son de entrañable poesía humana. Coinciden en un
pensamiento: Recibir en casa al Señor.
— Las ruinas de Mambré son todavía hoy monumento de la
hospitalidad de Abrahán. En los tres peregrinos recibe a Dios.
Con entusiasmo: le rejuvenece servir y obsequiar. Y pues
acoger a Dios siempre es Gracia, Dios lo llena de su Bendición.
— Aquel hogar de Betania fue para Jesús, en la última fase de
su paso por la tierra, oasis en un desierto de incomprensión.
Marta y María, hermanas de Lázaro. Ejemplo de «hijos de la
Paz» (Lc 10,6), que saben acoger en su casa y en su corazón el
Evangelio de la Paz. Toda genuina comunidad eclesial será un
reflejo de Betania.
Por eso San Lucas hizo de la familiar anécdota que leemos hoy
un tema de reflexión para sus cristianos, para los cristianos de
siempre. Cierto día, en presencia del huésped Jesús, saltó la
chispa de una normal tensión entre Marta y María. Como las
que suelen producirse en la Iglesia, pensaría San Lucas. Para
captar su intención, leánse las primeras líneas del capítulo seis
de los Hechos Apostólicos, escritos por él mismo. En la Iglesia
madre de Jerusalén se desarrollaba una eficaz actividad
asistencial en favor de los necesitados. Muchos se daban
generosamente a la «diakonía»: al oficio de servir. Pero los
Apóstoles creyeron que su más importante deber era el de
consagrarse en exclusiva al ministerio de la Oración y la
Palabra.
A. SERVIR. «Marta» es admirable. Sin ella, la casa no funciona.
Su honor es estar en todo, obsequiar, atender a todo. Pero
tiene un punto débil: no comprender a «María». La dedicación
a escuchar la Palabra de Dios le parece comodidad. O falta de
sentido de colaboración... Embriagada por su activismo (por su
agitación) pierde la paz y no sufre que no la pierdan los otros.
Convencida de que lo único que quiere es servir, se constituye
en centro de interés. Y hasta quiere que el Señor la secunde.
B. — ESCUCHAR LA PALABRA. «María» ha comprendido por
instinto que Cristo Jesús no viene a nuestro hogar
precisamente a recibir nuestros dones, sino a dársenos en
Palabra, en Presencia, en Vida. Es «María» la que pone la Casa
de Betania en comunicación con el cielo. Siñ ella, se parecería
a una más entre las de la tierra.
Pero en este mundo la Acción también es necesaria. Jesús
recordaría con nostalgia su Casa de Nazaret, donde «María» y
lo bueno de «Marta» se fundían en una única Mujer, arquetipo
perfecto de la Iglesia.
DECIMOSÉPTIMO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Génesis 18,20-32
En aquellos días, el Señor dijo:
—La acusación contra Sodoma y Gomorra es fuerte y su
pecado es grave: voy a bajar, a ver si realmente sus acciones
responden a la acusación; y si no, lo sabré.
Los hombres se volvieron y se dirigieron a Sodoma, mientras el
Señor seguía en compañía de Abrahán.
Entonces Abrahán se acercó y dijo a Dios:
— que vas a destruir al inocente con el culpable? Si hay
cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no
perdonarás al lugar por los cincuenta inocentes que hay en él?
¡ Lejos de ti tal cosa!, matar al inocente con el culpable, de
modo que la suerte del inocente sea como la del culpable;
¡lejos de ti! El juez de todo el mundo ¿no hará justicia?
El Señor contestó:
—Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes,
perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos.
Abrahán respondió:
—Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y
ceniza. Si faltan cinco para el número de cincuenta inocentes,
¿destruirás, por cinco, toda la ciudad?
Respondió el Señor:
—No la destruiré, si es que encuentro allí cuarenta y cinco.
Abrahán insistió:
—Quizá no se encuentren más que cuarenta.
—En atención a los cuarenta, no lo haré. Abrahán siguió
hablando:
—Que no se enfade mi Señor si sigo hablando. Y si se
encuentran treinta?
—No lo haré, si encuentro allí treinta. Insistió Abrahán:
—Me he atrevido a hablar a mi Señor, ¿y si se encuentran
veinte? Respondió el Señor:
914 CICLO C
—En atención a los veinte no la destruiré.
Abrahán continuó:
—Que no se enfade mi Señor si hablo una vez más. ¿Y si se
encuentran diez? Contestó el Señor;
—En atención a los diez no la destruiré.
Salmo responsortal Sal 137, l-2a. 2bc-3. 6-7ab. 7c-8
R. Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.
Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles
tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario.
Daré gracias a tu nombre, por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama. Cuando te invoqué, me
escuchaste, acreciste el valoren mi alma.
El Señor es sublime, se fija en el humilde, y de lejos conoce al
soberbio. Cuando camino entre peligros, me conservas la vida.
Extiendes tu brazo Contra la ira de mi enemigo y tu derecha
me salva.
El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus
manos.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 2,12-
14
Hermanos: Por el bautismo fuisteis sepultados con Cristo y
habéis resucitadocon él, porque habéis creído en la fuerza de
Dios que lo resucitó. Estabais muertos por vuestros pecados,
porque no estabais circuncidados; pero Dios os dio vida en
Cristo, perdonándoos todos los pecados. Borró el protocold que
nos condenaba con sus cláusulas y era contrario a nosotros; lo
quitó de en medio, clavándolo en la cruz.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Rm 8,15 Habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos que nos
hace gritar: ¡Abba! Padre. Aleluya.
XVII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 915
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 11,1-13
Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando
terminó, uno de sus discípulos le dijo:
—Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.
El les dijo:
—Cuando oréis, decid: «Padre, santificado sea tu nombre,
venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana,
perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros
perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer
en la tentación.»
Y les dijo:
—Si alguno de vosotros tiene un amigo y viene durante la
medianoche para decirle: «Amigo, préstame tres panes, pues
uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que
ofrecerle.» Y, desde dentro, el otro le responde: «No me
molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos
acostados: no puedo levantarme para dártelos.» Si el otro
insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da
por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará
y le dará cuanto necesite.
Pues así os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y
hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien
busca halla, y al que llama se le abre.
¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará
una piedra?
¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un
huevo, le dará un escorpión?
Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a
vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el
Espíritu Santo a los que se lo piden?
Las lecturas bíblicas convergen hoy a un tema principal: el arte
de la oración.
La del Génesis es continuación de la del domingo precedente.
Dios <‘pasa» por Mambré y conversa amigablemente con
Abrahán. Tema, la destrucción de Sodoma, arquetipo de una
sociedad depravada. Diálogo de insistencia, muy oriental (un
«regateo»). Manera popular de introducir dos motivos
teológicos: el de la intercesión (ante la colectividad pecadora,
el corazón del justo se inclina a la oración salvífica) y el de la
solidaridad bienhechora de los (pocos) justos en favor de los
(muchos) pecadores de su pueblo. Ambas ideas preparan, de
lejos, la teología cristiana de la Redención.
El fragmento de la Carta a los Colosenses forma parte de un
amplio contexto que les exhorta a no hacer caso de quien
predica ajenas doctrinas de Salvación, pues saben que estando
unidos a Cristo por la Fe y el Bautismo, en él lo tienen todo. En
síntesis:
el perdón de los pecados, la liberación de la Muerte y el don de
una nueva Vida que, ya desde ahora, es gozo de Resurrección.
En el «Camino hacia Jerusalén», después del cuadro de Marta y
María sobre lo único necesario, San Lucas recoge tres
enseñanzas del Maestro sobre la oración.
Las introduce con un hecho de vida: por ver a Jesús orando, un
discípulo le ruega que les enseñe a orar. El evangelista
compuso esta sección del «Camino’> como código de
espiritualidad para los cristianos de sus comunidades; sobre
todo, para los más responsables. Había aprendido en la escuela
de Pablo que hacer o no oración es
916 CICLO C
cuestión de ser o no ser creyente. La oración es la respiración
de la Fe, que sin ella se asfixia y muere ( «ateísmos» no han
sido más que pereza de orar!). Introducir la lección de Jesús
con su propio ejemplo es un aviso de metodología a los
servidores de la Palabra, que nunca serán maestros de oración
(ni, por tanto, de Fe) si no empiezan por ser testigos.
1. — En vez de la fórmulá del <‘Padre nuestro» según Mateo
(6,9-13), la única que ha entrado en todas las liturgias y en la
práctica popular de siempre, Lucas da otra versión algo
adaptada al ambiente helenístico. La palabra esencial es el
vocativo:
«Padre». En su lengua materna, Jesús lo decía con la expresión
familiar ( Mc 14,36) propia de los niños cuando se dirigen a su
padre en casa. Los cristianos imitaron el estilo de Jesús (Rom
8,15; Gal 4,6), del que no se conoce ningún ejemplo anterior al
suyo. Esta sola palabra resume toda la espiritualidad del
Evangelio: ser y sentirse pequeños ante Dios, en absoluta
intimidad filial, puesta la confianza en su corazón y la
disponibilidad de todo el ser en sus manos.
2. — Transparente la parábola del amigo importuno.
Encontraremos la misma lección en otra parábola muy
parecida (el juez y la viuda) el domingo 29°.
3. — Tampoco necesita comentario la comparación a fortiori
entre el Padre celeste y la ternura que sienten en la tierra los
padres para con sus hijos. Con una delicada variación
redaccional (comparar con Mt 7,11), Lucas introduce en la
última línea la petición de «Espíritu Santo». Hombre de Iglesia,
recuerda la comunidad ejemplar que, con María, se preparaba
a Pentecostés (Act 1,12-14). Es certeza de Fe, quizá poco
asimilada, que quien pide con perseverancia esta actitud de
Espíritu que llaman santidad, la alcanzará.
SEÑOR, ENSÉÑANOS A ORAR
El Evangelio del domingo pasado invitaba a escuchar a Dios. El
de hoy, a hablarle. La fe es diálogo divino-humano en el
corazón: palabra de Dios a nosotros, palabra de nosotros a
Dios. Los peregrinos a Tierra Santa meditan el Evangelio del
domingo pasado —el de Marta y María— en Betania. El de hoy
—el del PADRENUESTRO— a un paseo desde Betania, en lo alto
del monte de los Olivos cara a Jerusalén. Tres puntos en esta
lectura: 1) Jesús, maestro de oración. 2) Hablamos a Dios,
nuestro amigo. 3) Hablamos a Dios, nuestro padre.
1. —Jesús, maestro de oración. Es maestro quien enseña con la
vida. A los discípulos, por ver a Jesús orando, se les despierta
la sed de hacer oración. Ejemplo a seguir para los educadores
en la fe. Quien educa, no comunica lo que dice sino lo que es.
«f Señor, enséñanos a orar!». La oración es el infinito de la
vida. Connatural al hombre como la sonrisa y el llanto. Jesús
condensó su doctrina sobre la oración en el PADRENUESTRO.
Lucas da una redacción breve, sustancialmente igual a la más
conocida de Mateo (6,9-13). En la primera mitad, pedimos la
Gloria de Dios, que se manifiesta en su Reino. Que sobre todo
ámbito humano se haga evidencia, como sol a mediodía, la
transparente verdad del «santo nombre» de Dios: su rostro de
PADRE. En la segunda mitad rogamos por nosotros. Pan, que es
lo que piden los pobres. Perdón, pues somos pecadores.
Protección, ya que nos sentimos débiles como niños.
XVII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 917
Niños, pobres y pecadores en voluntad de conversión
constituyen la divina aristocracia del Evangelio. Cuando el
Padrenuestro se hace vida propia, es luz inagotable. Procure
cada uno escribir un día su comentario personal.
2. — Dios amigo. —Jesús habla de su padre con deliciosa
naturalidad. Podemos insistir en nuestras peticiones como el
amigo importuno de la parábola. Como Abrahán, el <(amigo de
Dios)> [ lectura]. Tratar al Señor con afecto y confianza de
amigo da a la vida un sabor de cielo, que ignoran los que no
saben o no quieren orar.
3. — Dios PADRE. Cuando Jesús llama «Padre del cielo)> a
Dios, habla por experiencia. Experiencia de la Gloria y Amor
que gozó en su intimidad desde antes de la creación del
universo. Nos incorporará a ella en el Reino escatológico. Pero
quiere que la pregustemos ya en este mundo. «Pedid...
buscad... llamad...». El mayor regalo que nos da Dios es su
ESPIRITU SANTO. El que nos inspira la oración (Rom 8, 26-27).
El que nos mueve desde el corazón a llamarle «Padre» (Rom
8,14-16). No hay mayor dignidad, honor, tesoro ni felicidad que
la de saber, pensar y vivir la auténtica realidad de nuestra vida
cristiana: que somos hijos de Dios (1 Jn 3,1-2).
Las lecturas de hoy son una llamada a la fidelidad en la
oración. Oración es la Fe que ama. Fidelidad, el Amor que dura.
Este Evangelio de la «Oración al Padre» según San Lucas es
continuación del de «Marta y María». Los peregrinos lo
meditaban en la cumbre del Monte de los Olivos, cerca de
Betania, mirando a Jerusalén. Se levanta allí un hogar de
espiritualidad, monumento vivo al «Padrenuestro».
Jesús dijo a «Marta» que lo mejor y lo primero es escuchar la
Palabra de Dios. Palabra de Dios es Evangelio que habla a la
sincera interioridad del hombre. Palabra personal, que suscita
respuesta. Palabra viva, que engendra diálogo. Cuando el
hombre interior «sintoniza» con la Palabra de Dios —con el
Dios que le habla— la oración se hace aire y luz de su
existencia. Por eso, al Evangelio de Marta que tiene por centro
el arte de oír la divina Sabiduría, sigue pedagógicamente el de
hoy, que tiene por centro el arte de hablar a quien es Padre y
Amigo.
San Lucas distribuye esta secuencia sobre la Oración en tres
apartados: cómo hay que orar, con cuánta insistencia, con qué
confianza. Los repasamos en orden inverso:
C. — Confianza segura, porque Dios es Padre (y. 9-13). Ritmo
ternario, expresión de cordial insistencia: «pedid... buscad...
llamad...» Los verbos en pasiva son manera hebraizante de
referirse a Dios sin nombrarlo (= «Dios os dará... Dios os abrirá
la puerta...»). Si los padres terrenos, tan imperfectos, no
defraudan la súplica de sus hijos, ¿qué no hará el Padre Dios?
San Lucas se dirige a cristianos de alta espiritualidad, que
consideran su máximo tesoro el regalo del Bautismo y
Confirmación: el Don, cada vez más consciente, del Espíritu
Santo.
B. — Insistencia audaz, que Dios es Amigo (5-8). Parábola
transparente. [ de algunos domingos, meditaremos otra
parecida: la del juez y la viuda: 18,1-8]. La amistad da valor
incluso para «molestar» al Amigo cuando nos urge un
problema. El «amigo de Dios», Abrahán, no temió insistir hasta
el límite [ lectura].
A. — La Carta fundamental de la Oración (1-4). Un detalle
inicial de inmenso valor (y. 1): a los discípulos se les despierta
la sed de orar viendo orar a Jesús. El arte
918 CICLO C
de hacer oración se comunica por contagio personal, como el
de tener fe y el de ser feliz. Lo saben por experiencia los
padres en el hogar, los maestros en la escuela, los apóstoles
en su ambiente.
Jesús no dio una fórmula, sino una pauta. La Iglesia apostólica
la concretó, bajo la luz del Espíritu. Esta redacción de Lucas
difiere ligeramente de la de Mateo (6,9-13), única que ha
pasado a todas las tradiciones litúrgicas y populares.
Toda la oración se concentra en el vocativo «jPadre!». Define al
cristiano (y vocacionalmente a todo hombre). Hijo de Dios. En
su lengua materna, Jesús utilizaba el vocablo característico de
los niños en familia: « Nadie había osado hacerlo antes de él.
Sentido religioso de infancia filial (unidó a un carácter fuerte
como el roble), que es la esencia del Evangelio. Los primeros
cristianos lo asimilaron en comunión de Espíritu y Palabra con
el Señor (Gal 4,6 y Rom 8,15).
Los hijos de Dios piden ante todo por los intereses de su Padre.
El respetuoso-reconocimiento («santificación») universal de su
«Nombre» o Realidad- manifestada. La progresiva actuación,
ya en este mundo, de los bienes de su «Reinado» escatológico
(Verdad-Amor-Gozo-Paz).
Los hijos de Dios suplican también por la Comunidad fraterna
que forman en la tierra. Fieles al Evangelio, viven en espíritu de
pobreza, y por eso piden como gracia («danos») el Pan del día
presente, que se procurarán con su trabajo («nuestro»). Se
saben pecadores, y piden perdón a trueque de también
perdonarse entre ellos. Se sienten débiles, y piden la fuerza
invencible de lo alto en sus luchas o «tentaciones».
—Los pobres, los pecadores en hambre de perdón y los «niños»
o humildes fueron los predilectos de Jesús. Nadie saborea
mejor el «Padrenuestro» que el que se coloca entre ellos.
Seguimos escuchando lecciones del «camino a Jerusalén»,
parte central del Evangelio según Lucas. La del domingo
pasado, a propósito de Marta y María, nos animó a escuchar la
Palabra. Hoy se trata de hacer Oración. Oír a Dios — hablar a
Dios: diálogo divino que transfigura la existencia humana.
Tras una introducción narrativa (A), el texto se distribuye en
tres apartados: haz tu oración según el Evangelio (B-1): como
amigo al Amigo (B-2), como hijo al Padre (B-3).
A. — Introducción narrativa. A los discípulos les da envidia
observar a Jesús haciendo oración, y piden que les enseñe a
imitarlo. El arte de orar se comunica a otros con el ejemplo
personal, como el de hacer el bien y el de sentirse feliz. De
poco servirían las exhortaciones de padres, maestros,
sacerdotes si su pueblo, escuela, familia no les viera
asiduamente en gozosa oración.
B-1. — Orar según el Evangelio. Fieles al mandato del Salvador,
los Apóstoles nos transmitieron el PADRENUESTRO. San Mateo
en fórmula «litúrgica», más extensa, que pronto pasó a ser la
única. San Lucas en redacción abreviada, pero equivalente.
Imposible comentarlo en pocas líneas. Rogamos a cada uno
que, al menos una vez en la vida, escriba su comentario
personal. Se dirige al PADRE. Jesús lo decía con la expresión
más cariñosa de su lengua materna: «Abbá». La primera
generación cristiana siguió diciéndolo así. Al poner en nuestros
labios el mismo vocativo con que él hablaba a Dios, Jesús
quiere transfundimos su experiencia de
XVII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 919
Filiación. No hay mayor felicidad y exigencia de altura para el
hombre que la de saber y sentir que realmente es hijo de Dios.
—Pedimos al Padre Dios que todos le conozcan y reconozcan...
Que se realice ya en nuestro tiempo un anticipo de lo que será
su Comunión en el cielo: Justicia, Paz, Amor... Que todos tengan
cada día su Pan (que a nadie sobre mientras falte a uno solo)...
Que perdonemos pues tenemos que ser perdonados... Que su
Gracia, ya que no puede nuestra miseria, nos defienda del
Mal...
B-2. — Llamar a la puerta de Dios como a la de un Amigo (y. 5-
8). Con la sencillez de Abrahán [ lectura].
B-3. — Con la confianza del Hijo en casa de su Padre (y. 9-13).
El buen hijo de Dios sabe pedir pan, y tantas cosas necesarias
como el pan. Pero sin olvidar los valores supremos. San Lucas
redacta para cristianos conscientes de su Fe. Y sugiere pedir el
mayor bien: el Espíritu Santo. Es decir, un eficaz influjo de sus
dones en nuestro vivir de cada día. Porque los hijos de Dios, los
que dicen en serio el Padrenuestro, deben ser en el mundo
plenitud y transparencia del Espíritu de Dios.
DECIMOCTAVO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Eclesiastés 1,2; 2,21-23
Vaciedad sin sentido, dice el Predicador,
vaciedad sin sentido; todo es vaciedad.
Hay quien trabaja con destreza,
con habilidad y acierto,
y tiene que legarle su porción
al que no la ha trabajado.
También esto es vaciedad y gran desgracia.
¿Qué saca el hombre detodo su trabajo
y de los afanes con que trabaja bajo el sol? De día dolores,
penas y fatigas;
de noche no descansa el corazón.
También esto es vaciedad.
Salmo responsorial Sal 89,3-4. 5-6. 12-13. 14 y 17
R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en
generación.
Tú reduces el hombre a polvo, diciendo: «<Retornad, hijos de
Adán. Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó; una vela
nocturna.
Los siembras año por año,
como hierba que se renueva:
XVIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 921
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca.
Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un
corazón sensato. Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten
compasión de tus siervos.
Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3,1-
5. 9-11
Hermanos: Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los
bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha
de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.
Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida
en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces
también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.
Dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la
fornicación, la impureza, la pasión, la codicia, y la avaricia, que
es una idolatría.
Ni sigáis engañándoos unos a otros.
Despojaos de la vieja condición humana, con sus obras, y
revestíos de la nueva condición, que se va renovando como
imagen de su creador, hasta llegar a conocerlo.
En este orden nuevo no hay distinción entre judíos y gentiles,
circuncisos e incircuncisos, bárbaros y escitas, esclavos y
libres; porque Cristo es la síntesis de todo y está en todos.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Mt 5,3 Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el
reino de los cielos. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 12,13-21
En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús:
—Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.
El le contestó:
—Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre
vosotros? Y dijo a la gente:
—Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues aunque uno
ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.
Y les propuso una parábola:
—Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar
cálculos: ¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha.
922 CICLO C
Y se dijo: Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré
otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto
de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo:
«Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años:
túmbate, come, bebe, y date buena vida.
Pero Dios le dijo: «Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo
que has acumulado ¿de quién será?’>
Así será del que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.
Las tres lecturas convergen a un interrogante: el centro de la
vida humana, ¿está en la tierra? ¿se limita al tiempo presente?
¿se realiza en el goce de los bienes materiales?
El libro del Eclesiastés refleja una época de transición (cuando
el helenismo penetraba en Israel). A unos les fascinan los
valores temporales; otros los condenan; el «Eclesiastés» o
Qohélet los relativiza. Experto en todo cuanto ocupa y
preocupa a los hombres, cifra su experiencia en el leitmotiv
que repite 25 veces: «todo es vanidad». Y la suma de todo:
«vanidad de vanidades». Con ello no proclama una tesis; sólo
abre y deja abierto un interrogante. Encarna la sensatez
humana, serenamente insatisfecha de su propio horizonte,
sobre el que todavía no ha amanecido el Evangelio en el, todo
lo humano tendrá sentido. (Entiéndase en esta perspectiva
provisional el inciso de la primera lectura}
La Carta a los Colosenses proyecta la teología bautismal sobre
la vida práctica. Renacido por el Bautismo, el hombre está en
comunión con Cristo resucitado. Como él, tiene por centro el
orden divino: el «cielo». El cristiano es anticipación en el
mundo de la Gloria y Santidad escatológica. El pecado le es
incompatible, contradictorio: debe «mortificarlo». La acción
metafórica de «despojarse» y «revestirse» alude al rito
bautismal. Sin metáfora: cada cristiano y todos unidos llevan
en sí la imagen viva de Cristo, de tal manera que todas las
diferencias (de raza, de cultura) quedan subordinadas,
minimizadas.
El Evangelio de San Lucas va jalonando el «Camino hacia
Jerusalén» con pláticas o instrucciones del Maestro en orden a
la formación de los discípulos. Hoy leemos el comienzo (12,13-
21) de una a propósito de la actitud ante los bienes temporales
(los versículos restantes, del 22 al 34, contienen las
aplicaciones prácticas). En este fragmento inicial, el
evangelista ha coordenado tres temas independientes:
1. — La petición de arbitraje (13-14). Anécdota secundaria, que
sirve para introducir y dar color al tema de los «bienes». De
paso, Jesús afirma un criterio de su metodología: la dedicación
absoluta, y por tanto, exclusiva al campo de acción para el que
ha sido enviado.
2. — Un aviso sapiencial (15). Es el centro o «tesis» de la
plática. Afirmación: la sobreabundancia de bienes temporales
no da ni garantiza la «vida». Experiencia de sentido común
(tema del Salmo 49). Pero Jesús insinúa en la palabra Vida un
sentido más profundo: la que se adquiere a cambio de la
pobreza evangélica (ver y. 32-33). Por tanto: «guardaos de la
codicia» (el vocablo original, «pleonexía», significa el afán
insaciable de tener másy más. En la segunda lectura, el
Apóstol la llama «idolatría» = servir a la propiedad superflua
como a un dios).
XVIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 923
3. — La parábola del rico «insensato» (16-21). Ilustración
gráfica del aviso precedente. Ironía trágica del insaciable
egoísta (»atesorador para sí»: y. 21), falto de sensatez por
haber olvidado que la clave de la «Vida» está en manos de
Otro (y que hay un más allá: ver 16,19-31; sin Fe, estas
reflexiones tendrían poco peso). Termina insinuando que hay
una áuténtica riqueza «ante Dios»: véase el vers. 33 y 18,22...
LA DIVINA RIQUEZA
Continúa la sección central del Evangelio según Lucas.
«Camino de Jerusalén». El Maestro pasa sembrando lecciones
de sentido cristiano. En la página que leemos hoy empieza un
tema característico: el valor de los bienes temporales. El tema
se prolonga hasta las primeras líneas de la lectura del domingo
próximo y concluye resumiéndose en aquel aforismo: «Donde
esté vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón» (12,34).
Por criterio de brevedad, el leccionario omite la parte más
luminosa de esta reflexión sobre los bienes temporales: la fe
viva en la Providencia del Padre (12,22-31). Si alguien se
sirviese de la liturgia de la Palabra como base de su oración
privada, le sugeriríamos que no deje de meditarla.
En el fragmento introductorio que leemos hoy podemos
distinguir tres momentos: 1) una anécdota, que da pie al tema;
2) la parábola del «rico insensato»; 3) la transición al
pensamiento principal que quiere inculcar Jesús: que cada uno
procure hacerse «rico» ante Dios.
1. — «Guardaos de toda clase de codicia». Dos hermanos
contienden por asuntos de herencia. Deprimente espectáculo,
tantas veces repetido en torno a la muerte de los padres. Uno
de ellos intenta granjearse la «influencia» del Maestro. Pero el
Señor le da a entender que para eso están los jueces.
Anécdota marginal, de la que no hace falta sacar más
consecuencias que las obvias. San Lucas la introduce como
«hecho de vida» para exponer, a partir de ella, un tema
predilecto de Jesús: no fomentar la insaciable sed de poseer
más y más. (Sed que el Apóstol, en la segunda lectura, califica
de «idolatría»).
2. — « Parábola del «rico insensato». Impresionante caricatura
del hombre materializado, que se afana toda la vida
únicamente para asegurarse por muchos años «su vida», y se
encuentra de súbito nada más que con la muerte. Sus
riquezas, desbordantes, tenían que haber servido ( ideal!) para
«holgar, comer, beber, gozarla... » Servirán para que Otros, sin
agradecérselo, repitan su error. Ilustración a todo color del
Eclesiastés [ lectura]. Esta parábola preludia la del Epulón, que
se leerá el último domingo de septiembre. El Evangelio de San
Lucas sugiere varias veces la práctica, tan cristiana y tan
sensata, de pensar a tiempo en la muerte.
3. — «Así es el que atesora para síy no procura ser rico ante
Dios». «Enriquecerse ante Dios» quiere decir, según el
Evangelio, comunicar los bienes a quienes los necesitan y no
tienen (12,33; 18,22). Al «rico insensato» le acongojaba no
saber dónde colocar la sobreabundante cosecha (12,17). ¡Y
habría en su propio país infinidad de despensas vacías!.
Quienes estén informados acerca de la distribución y
administración de los bienes en nuestro mundo, juzgarán si la
parábola puede tener todavía actualidad.
924 CICLO C
Llevamos varios domingos escuchando fragmentos de la
Sección central del tercer Evangelio. La que llaman <(el
Camino a Jerusalén». San Lucas agavilló a lo largo de este
«Camino» una antología de la más alta doctrina de Jesús. El
apanado que toca hoy podría llevar por título: «el verdadero
tesoro».
Este apanado o secuencia se articula en cuatro puntos: 1° una
anécdota a propósito de dos hermanos que discuten por la
herencia; 2° la parábola del rico que no pudo disfrutar de su
riqueza; 3° una elevación poético-espiritual sobre la confianza
en Dios como fuente de paz en el uso de los bienes temporales
(12,22-31); 4° una ezhortación a la pobreza generosa (12,32-
34). Toda la secuencia se recapitula en el consejo final:
«Haceos un tesoro inamisible en el Cielo...: porque donde está
vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.»
Por exigencia de brevedad, el Leccionario litúrgico nos da sólo
los dos primeros puntos. Son como el fondo oscuro de la
luminosa doctrina que ofrecen los otros dos. Comprendámoslos
según esta perspectiva. Si alguno tuviese tiempo de leer la
secuencia entera (12,13-34), se llevaría una idea más
alentadora del magisterio de Cristo sobre el concepto y uso de
los bienes que hacen feliz al hombre.
1°. — La disensión por una herencia (vers. 13-15). Se adivina
un caso de aquella deprimente vulgaridad humana de que
todos hemos sido testigos alguna vez. Recién muerto el padre,
los hermanos se crispan entre sí por el reparto de los bienes.
La ley otorgaba la herencia a los hijos varones, y entre ellos
privilegiaba en absoluto al mayorazgo. El que apela a Jesús es
el hermano menor. Seguramente el mayor le escamotea la
reducida porción que según ley le corresponde. En vez de
acudir al tribunal, pide (en público, por falta de sentido común)
el arbitraje de Jesús. Lo llama «Maestro». Sin duda lo toma por
uno de tantos «rabinos» a los que algunos acudían, en
atención a su prestigio moral, para resolver a las buenas
conflictos semejantes.
Jesús se niega. Es un caso concreto. No sería correcto
establecer a base de él una norma general de acción para los
que quieran imitar a Jesús. Se ofrecerán situaciones en las que
el buen cristiano podrá, e incluso deberá, prestarse a gestiones
análogas. Si el evangelista cuenta la anécdota, es
exclusivamente para que sirva de introducción al consejo (y.
15) y parábola siguiente. El contexto parece insinuar que el
litigio se ha planteado en el seno de una familia
económicamente fuerte. En tal hipótesis, ninguna respuesta
podía ser más realista que la de recordarle al interpelante que
para eso están los jueces.
2°. — La parábola del rico insensato. Cristo aprovecha la
incidencia para entrar de lleno en una de sus lecciones
predilectas: la de que el hombre no sea esclavo de las «cosas».
Habla a la imaginación del pueblo, personificando en la
caricatura de un «necio» la eterna sabiduría del Eclesiastés
[ lectura]. Un afortunado, que se garantiza a sí mismo un largo
porvenir. Unas trojes inmensas son el seguro de su felicidad
[ ustedes a categorías y terminología económica actual].
Inefable su plan de vida (y. 19): dulce no hacer nada, comer,
beber, gozarla...
En sus cuentas ha olvidado un solo factor: Dios. Si entonces o
ahora alguien pretende ignorar a Dios, no podrá ignorar su
infalible Visita, que es la muerte. La impresionante Visita, que
reduce a cada hombre concreto a la pura desnudez de su valor
personal, sin el falso montaje de las «cosas» en que se afanaba
por apoyarlo.
La última idea del texto que leemos (y. 21) introduce la
hermosa continuación del
XVIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 925
que no leemos. Lo que enriquece la inmortal personalidad del
hombre no son las «cosas», sino los valores eternos. Los que
Dios cotiza. No es que el Evangelio desprecie los bienes
temporales. Los relativiza bajo los del espíritu [ lectura]. La Paz
de la Fe (y. 22-30). Vivir todos en Familia bajo un solo Padre,
Dios (31-32). Compartir los bienes por Amor (33). Ser libre en
el «corazón», que no puede tener más centro digno de sí que
el Infinito eterno (34). Quien vive así, goza también de lo
demás por añadidura (31).
La sección central del tercer Evangelio, la que llaman «el
Camino de Jerusalén>, viene a constituir un ideario del
Discípulo de Jesús. San Lucas recogió a lo largo de este
«Camino» una antología de las más altas enseñanzas del
Maestro en vista al Camino que tendrán que recorrer sus
Discípulos por el mundo.
El tezto que leemos hoy contiene la primera mitad de un
conjunto de reflexiones, que podría llevar por título: «la
verdadera riqueza». Empieza por una anécdota:
cierto ingenuo pide a Jesús que intervenga en una discusión
contra su hermano por motivos de herencia (A). Sigue un
consejo de estilo sapiencial (B), ilustrado acto seguido con la
parábola del rico mal-previsor (C).
Por imperativo de brevedad, el leccionario corta la lectura aquí,
omitiendo su consecuencia práctica que puso San Lucas a
continuación: vivir con gozosa sencillez, en la segura confianza
de Dios Padre. Los que utilizan los textos de la misa como tema
de oración personal, no dejen de leer privadamente también
esta página (Lc 12,22-32), que constituye la vertiente luminosa
del conjunto en contraste con la sombría, que vamos a repasar:
A. — Aquel buen hombre pide al «Maestro» (como si se tratase
de un rabí o Doctor de la Ley) que intervenga con su autoridad
en un litigio familiar, evidentemente a favor suyo... Jesús le da
a entender que para eso están los jueces y árbitros. Su Misión
personal es distinta y superior.
B. — El pensamiento sapiencial del versículo 15 anticipa la
lección de la parábola. Con todas las riquezas no se compra la
vida. Experiencia de sentido común, de la que ya habla el
Salterio. Ningún rico puede sobornar a la Muerte... Cuando
Jesús citaba proverbios populares, solía utilizarlos como puente
hacia una más alta reflexión. Aquí insinúa que con dinero
tampoco se compra... la Vida (eterna).
C. — La parábola es transparente. Prepara la del Epulón (cap.
16). Se trata de un super-posesor que ya no sabe dónde
colocar sus posesiones (cuando en su pueblo había tantos
«lugares de pobreza» donde colocarlas, que le hubieran hecho
también rico ante Dios: y. 21). Su «programa de vida» es digno
de cualquier parásito (y. 19):
comer y beber, vagar y gozar. —Para él como para todos, la
Palabra de Dios se condensa en una definitiva realidad: a la
hora infalible de morir —pronto—— ¿qué valor tendrá todo
eso? « (y. 20)... - El Evangelio del domingo próximo recogerá
las últimas palabras de esta secuencia sobre la verdadera
riqueza del Hombre, que tiene sed de Infinito y se equivoca
cuando pretende saciarla con bienes materiales.
DECIMONOVENO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de la Sabiduría 18,6-9
Aquella noche se les anunció de antemano a nuestros padres,
para que tuvieran ánimo al conocer con certeza la promesa de
que se fiaban.
Tu pueblo esperaba ya la salvación de los inocentes y la
perdición de los culpables. Pues con una misma acción
castigabas a los enemigos y nos honrabas llamándonos a ti.
Los hijos piadosos de un pueblo justo ofrecían sacrificios a
escondidas, y de común acuerdo se imponían esta ley sagrada:
que todos los santos serían solidarios en los peligros y en los
bienes; y empezaron a entonar los himnos tradicionales.
Salmo responsori Sal 32,1 y 12. 18-19. 20 y 22
R. Dichoso el pueblo a quien Dios escogió como heredad.
Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los
buenos;
dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se
escogió como heredad.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que
esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo
esperamos de ti.
XIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 927
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 11,1-2. 8-19
Hermanos: La fe es seguridad de lo que se espera, y prueba de
lo que no se ve. Por su fe son recordados los antiguos:
por fe obedeció Abrahán a lz llamada
y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad.
Salió sin saber adónde iba.
Por fe vivió como extranjero en la tierra prometida,
habitando en tiendas
—y lo mismo Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa—
mientras esperaba la ciudad de sólidos cimientos cuyo
arquitecto y constructor iba a ser Dios.
Por fe también Sara, cuando ya le había pasado la edad,
obtuvo fuerza para fundar un linaje,
porque se fió de la promesa.
Y así, de una persona, y ésa estéril, nacieron hijos numerosos,
como las estrellas del cielo y como la arena incontable de las
playas.
[ fe murieron todos éstos, sin haber recibido la tierra
prometida; pero viéndola y saludándola de lejos, confesando
que eran huéspedes y peregrinos en la tierra. Es claro que los
que así hablan están buscando una patria;
pues si añoraban la patria de donde habían salido, estaban a
tiempo para volver.
Pero ellos ansiaban una patria mejor,
la del cielo.
Por eso Dios no tiene reparo en llamarse su Dios:
porque les tenía preparada una ciudad. Por fe Abrahán, puesto
a prueba, ofreció a Isaac:
y era su hijo único lo que ofrecía, el destinatario de la promesa,
del cual le había dicho Dios:
((Isaac continuará tu descendencia. » Pero Abrahán pensó que
Dios tiene poder
hasta para resucitar muertos.
Y así recobró a Isaac como figura del futuro.]
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Mt 24,42a. 44 Estad en vela y preparados, porque a la hora
que menos penséis viene el Hijo del hombre. Aleluya.
928 CICLO C
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 12,32-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
[ temas, pequeño rebaño: porque vuestro Padre ha tenido a
bien daros el reino.
Vended vuestros bienes, y dad limosna; haceos talegas que no
se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde
no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está
vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.]
Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas: Vosotros
estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la
boda, para abrirle, apenas venga y llame.
Dichosos los criados a quienes el Señor, al llegar, los encuentre
en vela: os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y
los irá sirviendo.
Y si llega entrada la noche o de madrugada, y los encuentra
así, dichosos ellos.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene
el ladrón, no le dejaría abrir un boquete.
Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que
menos penséis, viene el Hijo del hombre.
[ le preguntó:
—Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?
El Señor le respondió:
—€ Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha
puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la
ración a sus horas?
Dichoso el criado a quien su amo al llegar lo encuentre
portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos
sus bienes.
Pero si el empleado piensa: «Mi amo tarda en llegar», y
empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y
beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a
la hora que menos lo espera y los despedirá, condenándolo a
la pena de los que no son fieles.
El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a
ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe,
pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos.
Al que mucho se le dio mucho se le exigirá; al que mucho se le
confió más se le exigirá.]
El Evangelio exhorta a vivir en la «actitud escatológica» del
verdadero discípulo:
como si esta noche tuviera que venir Nuestro Señor.
El fragmento del libro de la Sabiduría forma parte de una larga
meditación sobre la Historia sagrada, desde la creación del
Hombre hasta el Ezodo (cap. 10-19). Canta la noche de la
liberación de Egipto: la primera Pascua. En la liturgia de la
noche pascual, los hebreos actualizaban la expectación del
Mesías. Y los primeros cristianos, la del retorno definitivo de
Jesús. En la espiritualidad del Nuevo Testamento, toda la
existencia cristiana es Vigilia pascual (tema del Evangelio de
hoy).
Prosigue la lectura de la Carta a los Hebreos, interrumpida
desde el domingo 33 del ciclo B. Habla a una comunidad de Fe
cansada y Esperanza caída. Para reencenderles su llama,
evoca la memoria de los héroes: una larga serie de creyentes
heroicos de la Historia sagrada (11,3-40). Insiste, sobretodo, en
Abrahán y su familia (el fragmento que leemos). El primer
versículo resume en dos rasgos la firmeza de la Fe viva: «ve»
como presente lo invisible (11,27), y «posee ya» en amorosa
confianza lo que espera.
XIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 929
Otra instrucción o plática a ios discípulos en el «Camino a
Jerusalén» del Evangelio según Lucas, en torno a una
seguridad de Fe: «Viene el Señor». El discípulo, cuya mística es
la del servicio, tiene que estar en todo momento a punto de
recibirle. Insistiendo en esta única idea, el evangelista ha
recogido diversas parábolas, que analizamos en esquema:
[ — Los y. 32-34 pertenecen todavía a la instrucción
precedente, sobre el uso de los bienes temporales. El
«discípulo» (el cristiano) debe ser una antítesis del rico
insensato (Ev. del dom. pasado).]
1. — Alegoría del Señor que vuelve de la boda (35-38). Algún
rasgo de semejanza con la parábola de las vírgenes según
Mateo (25,1-13) y la del portero según Marcos (13,33-36). Pero
la imagen que sugiere Lucas es humanamente irreal, pura
«transparencia» teológica. Los discípulos-servidores estén «a
punto» de recibir al Señor (y. 35: como los hebreos celebrando
la Pascua: Ex 12,11). Vuelve de la «boda» (Reino celeste).
Puede tardar (larga «vigilia»). Llama (comparar con Apoc 3,20).
Invita a cenar y él mismo les sirve [ evocación de la última
Cena (Lc 22,27), imagen y anticipo del gozo eterno: 22, 29-30].
La alegoría parece referirse al encuentro escatológico personal
con Cristo (es decir, a la muerte).
2. — Parábola del ladrón (39-40). Otra imagen impresionante
para subrayar la misma consigna: pues no sabéis la hora, estad
siempre a punto.
3. Parábola del mayordomo (41-46). La exhortación a la
vigilancia escatológica es válida para todos los «discípulos» o
cristianos. A través de una pregunta de Pedro, se concentra
ahora sobre los jefes de las comunidades. Son el siervo
principal, puesto por Cristo al frente de los demás siervos.
«Estar siempre a punto» significa la fidelidad a su oficio. Pero si
alguno subordinase la fidelidad a su egoísmo, a la hora del
Encuentro definitivo sería tratado como un apóstata.
4. — Criterio de responsabilidad (47-48). Porque el que vio por
gracia la Verdad de su misión, no puede refugiarse luego en la
ignorancia.
A LA HORA QUE MENOS PENSÉIS...
Proseguimos con San Lucas «el camino de Jesús hacia
Jerusalén». El domingo pasado repasábamos una difícil lección:
¿para qué valen los bienes temporales? Los tres primeros
versículos de la lectura de hoy (32-34) concluyen este tema.
Pueden servir [ de proclamación facultativa] para evocarlo y
recapitularlo. Frase principal:
«Donde esté vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón».
A partir del versículo 35 empieza otro tema. Sentido
escatológico de la existencia cristiana. El estado de ánimo
característico de quien piensa y vive según el Evangelio
consiste en estar aguardando su encuentro definitivo con el
Señor que «viene». Nuestro «tesoro» está en el cielo.
Jesús se expresaba en «parábolas». San Lucas, en esta página,
nos resume tres: 1) la del esposo; 2) la del ladrón; 3) la del
dueño.
1. — «Ceñida la cintura y encendidas las lámparas». El Esposo
que vuelve es el Señor. Desde la Gloria (su «fiesta de bodas»).
Lo esperan en su casa de la tierra. La Comunidad cristiana.
Dispuestos como los hebreos celebraban la Pascua [ en el
primer texto: Sab 18,6-9]. «Ceñida la cintura»: en plan de
servicio —no como
930 CICLO C
quien está para echarse a descansar. «Encendidas las
lámparas», porque fuera es de noche y dentro hay que
celebrar una gran fiesta. «En vela», aunque el Esposo tarde
hasta la madrugada. A punto de abrir apenas llame, gozosos
en su alegría. Y el Señor los servirá. Como en su Cena Pascual
(cf. Lc 22,27). En la Eucaristía, que es preludio del cielo (Lc
22,29-30). Velar quiere decir estar despiertos a la hora en que
tantos duermen... —El evangelista (entremezclando diversas
parábolas de Jesús) esboza en estas líneas una alegoría de la
Iglesia en su tiempo. Muchos se impacientaban viendo que
tardaba la gloriosa Venida del Señor (la «parusía») No
desalentarse. La Fe es seguridad de la esperanza [ lectura].
«Nosotros aguardamos al Señor» [ —Para cada uno, la llegada
del Señor se realiza en su muerte personal. Feliz el que está
siempre a punto de abrazarlo.
2. — « preparados!». Transparente la parábola del ladrón (y.
39-40). El descuido culpable, en un mal momento, puede
arruinar toda la vida. También en el orden de la Salvación. El
Hijo del Hombre, dice el mismo Jesús, «VIENE A LA HORA QUE
MENOS PENSEIS..»
3. — «El administrador fiel y prudente». La tercera parábola,
que se refiere a un mayordomo o intendente expuesto a
abusar en provecho propio de la prolongada «ausencia>’ del
Dueño, va dirigida a los que en cualquier ámbito de la Iglesia
tienen más autoridad (y. 41-43), honor (44), conocimiento
(47a), responsabilidad (45- 46.47b.48b). Corresponde a ellos
meditarla.
El que vive de Fe, nunca pierde la Esperanza. Esta convicción
aflora hoy en todos los cánticos y lecturas. Por limitación de
espacio, nos concentraremos en el Evangelio.
San Lucas concadena en esta página cuatro esquemas de
parábola, que el Señor debió contar por extenso en distintas
ocasiones. Constituyen una lección más de espiritualidad en el
« Camino a Jerusalén»; es decir, en la sección central del tercer
Evangelio, que estamos leyendo estos domingos. Las cuatro
parábolas se orientan a un mismo objetivo: despertar aquella
actitud del creyente (a veces semidormida), que algunos
llamarían Sentido escatológico de la existencia. Saber y pensar
qüe, si actuamos en la tierra, es para el Cielo. Que nuestro
fugaz presente se va desarrollando hacia un Porvenir, que
permanecerá eternamente.
El Leccionario da permiso para cercenar el texto hasta la
mínima brevedad. Lo repasaremos todo, centrando la atención
en el fragmento de lectura obligatoria.
0. — El primer apartado (y. 32-34) pertenece todavía a la
lección del domingo pasado, que hablaba del «verdadero
tesoro». Puede servir de transición al tema de hoy. Donde está
el tesoro, allí está el corazón —dijo Cristo. «Tesoro» es imagen
expresiva de la idea de valor. «Corazón» significa en la Biblia
todo el hombre a partir de su profunda interioridad. Su pensar
y sentir; su querer y gozar. Cristo invita a considerar el «Cielo»
como valor supremo. Nos será Cielo el universo hecho
diafanidad de la Presencia viva y del Goce amoroso de Dios.
Colocar ya desde ahora el «tesoro en el Cielo» es elegir a Dios
como centro de la vida. Centro del pensar y sentir, del querer y
gozar. Si uno ha presentido quién es Dios, no temerá dejar
«cosas» por él (y. 32), con la seguridad de que no pierde nada.
1. — De ahí la primera parábola (y. 35-38): la de los que
aguardan la Venida del
XIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 931
Señor. El artista Lucas pinta con palabras un «cuadro
alegórico», combinando rasgos de distintas parábolas y
recuerdos de gestos significativos del Maestro. El Señor que
viene es, a un tiempo, Dueño, Esposo y... Servidor (y. 37b) de
sus siervos. El evangelista piensa en la última Cena (Lc 22,27b
y Jn 13,4-15), cuando «el Hijo deJ Hombre» se reveló, con su
Entrega personal ( Mc 10,45), Servidor de los hombres. Los
criados, velando con su lámpara ardiente en la mano (y. 35-
36), son transparencia de la Iglesia, que celebra en Realidad
litúrgica, cristiana la antigua Esperanza de la liberación pascual
en la noche de este mundo [ de la difícil primera lectura] Su
consigna es siempre velar. Estar despiertos en el espíritu
cuando otros duermen. Tener Fe. Fe es la gracia de vivir
gozosamente como quien ve al Invisible. Sentir la creciente
cercanía de Dios. Estar seguros en la Esperanza, cuando otros
dudan y tiemblan [ lectura: y. 1].
2. — La segunda parábola (y. 39-40) alerta a los desprevenidos.
Si a uno le consta que alguien se ha propuesto desvalijar su
casa, la mantiene en perpetua vigilancia. Es segura y
trascendental, al término de la vida, la fascinadora Visita de
Dios. Pero nadie sabe el día ni la hora. Esperar con fidelidad es
estar siempre a punto de recibirla.
3. — La intención de la tercera parábola (41-46) la carga Lucas
a la cuenta de Simón Pedro. Entiéndase, de aquellos que tienen
por carisma cuidar del orden y bienestar en la Casa del Señor.
Los Responsables de la Comunidad cristiana. [ por analogía,
cuantos presiden y gobiernan cualquier convivencia humana].
Su gozo o deuda ante la Visita de Dios (= su Responsabilidad
escatológica) se multiplica por la decisiva eficacia de su fiel o
negligente servicio.
4. — La última parábola o reflezión (47-48) no es más que un
subrayado de la precedente. «Saber lo que quiere el Amo» de
nuestra vida, se llama Conciencia. A algunos (a los
«Responsables» del apólogo anterior) les pide mucho más. Alto
honor. Divina muestra de confianza. Es de justicia y amor que
su respuesta sea muy generosa. Y, naturalmente, más severa
su responsabilidad.
Sigue la antología de Enseñanzas de Jesús recogidas y
ordenadas por San Lucas en la parte central de su Evangelio.
Hoy escuchamos una secuencia de tres parábolas en torno al
tema: Viene el Señor; estad siempre a punto de recibirlo.
Esperanza de la Fe, que da firmeza y sabor a la vida [ lectura].
[ leccionario sugiere empezar la lectura con la conclusión de la
secuencia anterior (y. 32-34), que trataba de la verdadera
riqueza. No ser como aquel «rico insensato» de la parábola.
Comunicad los bienes innecesarios con quienes carecen de lo
necesario y Dios será vuestro tesoro].
A. — Viene el Señor: parábola de los servidores que lo esperan
(35-38). Combinando rasgos de diversas parábolas de Jesús,
San Lucas bosqueja una «escena alegórica» que representa la
Comunidad cristiana. El Señor se fue a una Fiesta de Bodas...
(Jesús a la Gloria). Sus servidores lo aguardan en vigilia
nocturna, ceñidas las túnicas, ardientes las lámparas...
(sugerencia de una permanente «espiritualidad de Vigilia
Pascual» en la Iglesia; también intenta insinuarla la difícil
primera lectura). Nadie sabe cuándo llegará; quizá muy tarde...
(reflejo de la tentación que desalentaba a muchos cristianos de
entonces: pasan los años, y el Señor no viene). Si al llenar los
encuentra en actitud de «Vigilia», los sentará a su Mesa y se
constituirá El —el
932 CICLO C
Señor— en Servidor de ellos (eco de la conversación de Jesús
con los Discípulos en la última Cena: Lc 22,27-30. Promesa del
cielo bajo la imagen de un Banquete eucarístico-glorioso).
Comprendamos la hermosura de esta «escena alegórica».
Velar es estar despierto cuando otros duermen . Si algunos
prefieren que en la «noche» de este mundo sólo haya
Tinieblas, sean nuestras Comunidades y nuestros corazones un
oasis de Luz.
B. — Viene el Señor, y no sabemos cuándo: parábola del ladrón
(39-40). Reflexión a propósito de una noticia, tan habitual
entonces como ahora (»han entrado ladrones en tal casa...»).
Es de hombres sensatos vigilar permanentemente sus valores.
No esperar la experiencia personal del robo. Ningún valor tan
serio como la propia Salvación.
C. — Viene el Señor: estén en guardia, sobre todo, los que el
mismo Señor ha constituido Responsables de su Casa (41-48).
La última parábola afecta a los que, en cualquier ámbito de la
Iglesia, tienen más conocimiento (47), más autoridad (41-42) y
más honor (44).
VIGÉSIMO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Jeremías 38,4-6. 8-10
En aquellos días, los príncipes dijeron al rey:
—Muera ese Jeremías, porque está desmoralizando a los
soldados que quedan en la ciudad, y a todo el pueblo, con
semejantes discursos. Ese hombre no busca el bien del pueblo,
sino su desgracia.
Respondió el rey Sedecías:
—Ahí lo tenéis, en vuestro poder: el rey no puede nada contra
vosotros.
Ellos cogieron a Jeremías y lo arrojaron en el aljibe de Melquías,
príncipe real, en el patio de la guardia, descolgándolo con
sogas. En el aljibe no había agua, sino lodo, y Jeremías se
hundió en el lodo.
Ebedmelek salió del palacio y habló al rey:
—Mi rey y señor, esos hombres han tratado inicuamente al
profeta Jeremías, arrojándolo al aljibe, donde morirá de
hambre.
(Porque no quedaba pan en la ciudad). Entonces el rey ordenó
a Ebedmelek:
—Toma tres hombres a tu mando, y sacad al profeta Jeremías
del aljibe, antes de que muera.
Salmo responsorial Sal 39. 2. 3. 4. 18
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito.
Me levantó de la fosa fatal,
de la charca fangosa;
934 CICLO C
afianzó mis pies sobre roca
y aseguró mis pasos.
Me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios.
Muchos al verlo quedaron sobrecogidos y confiaron en el Señor.
Yo soy pobre y desgraciado, pero el Señor se cuida de mí;
tú eres mi auxilio y mi liberación, Dios mío, no tardes.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 12,1-4
Hermanos: Una nube ingente de espectadores nos rodea: por
tanto, quitémonos lo que nos estorba y el pecado que nos ata,
y corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los
ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que
renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, sin miedo a la
ignominia, y ahora está sentado a la derecha del Padre.
Recordad al que soportó la oposición de los pecadores, y no os
canséis ni perdáis el ánimo. Todavía no habéis llegado a la
sangre en vuestra pelea contra el pecado.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 10,27 Mis ovejas oyen mi voz, dice el Señor, yo las conozco
y ellas me siguen. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 12,49-53
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- —He venido a prender fuego en el mundo: ¡y ojalá estuviera
ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia
hasta que se cumpla!
¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división.
En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra
dos y dos contra tres; estarán divididos: el padre contra el hijo
y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra
la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.
Las tres lecturas alaban, recomiendan o expresan una misma
actitud: la fidelidad a la misión encomendada, hasta el
martirio.
La biografía del Profeta Jeremías constituye uno de los casos
más completos de esta fidelidad. Incomprendido hasta de sus
paisanos y parientes, abrumado por su
XX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 935
propia timidez, tildado de traidor a la patria precisamente
porque la amaba y le decía la verdad. La anécdota que leemos
hoy es una más entre sus muchas experiencias de prisión,
azotes y trances de muerte. Ejemplar, en contraste con los del
país, la honradez del siervo africano Ebed-Mélek. Para
comprender la anécdota habría que leer por entero los
capítulos 37 y 38.
En el capítulo 12, la Carta a los Hebreos entra de lleno en la
exhortación a perseverar firmes en la Fe bajo la persecución, si
es preciso hasta el martirio (y. 4). Con juvenil alegoría ve en el
cristiano un atleta corriendo en el estadio. La «nube de
espectadores» son los héroes de la Fe enumerados en el
capítulo precedente (la Iglesia escatológica, testigo de nuestro
combate en el mundo). Pero la alegoría de la «carrera» se
desdibuja apenas insinuada para transformarse en la de
«seguir a Cristo» (y. 2). Fijos en él los ojos para asimilar su
estilo: el de saber renunciar a la vida fácil por fidelidad a la
vocación de la Cruz.
A manera de puente entre la instrucción anterior sobre la
vigilancia escatológica y la siguiente sobre la urgente
necesidad de convertirse (siempre durante el «Camino hacia
Jerusalén»), el Evangelio de Lucas junta en un apartado tres
reflexiones del Maestro a propósito de su Misión:
1. — «Fuego vine a enviar sobre la tierra... » En boca de Jesús,
la frecuente expresión: «he venido a...», equivale a: «he sido
enviado a... [ mi Padre del Cielo]». El «fuego» que trae es
celeste, divino. No con fin vengador; San Lucas desautorizó
esta interpretación apenas iniciado el «Camino» (9,54-55). La
segunda mitad de su obra (los «Hechos Apostólicos») presenta
como fruto de la misión de Jesús el envío del Espíritu Santo (Lc
24,49 y Act 1,4-8), que se irá propagando de ciudad en ciudad
por toda la tierra. El Espíritu Santo vino en signo de «fuego»
(Act 2,3), realizando el idéal de Jesús.
2. — Jesús quisiera ver el mundo ya inflamado en Espíritu de
Dios (= purificado
+ santificado, según el simbolismo bíblico del «fuego»: Is 6,6s).
Pero antes tiene que sumergirse él en un «bautismo» (o «baño
purificador»). Alegoría de la Pasión (Mc 10,38). En la teología
del N.T., el regalo del Espíritu Santo al mundo es fruto del
Sacrificio Redentor. Sabiéndolo, Jesús vive en la «angustia»
(entiéndase: en el anhelo apremiante) de llevarlo a pleno
cumplimiento. Preciosa revelación de su intimidad psicológica.
3. — Los versículos 51-53 preparan la instrucción siguiente:
hay que definirse (convertirse) ante la hora del Mesías. Pero
muchos rehusarán, mientras otros aceptan. De ahí el dolor de
la división (profetizado ya en Lc 2,34s). Hasta en el seno de las
familias: alusión (reflejando a Miqueas 7,6) a la tragedia de las
casas en las que un sector se oponía activa y fanáticamente a
la Fe de otro sector (Lc 21,16).
SIGNO DE CONTRADICCIÓN
Prosigue el camino hacia Jerusalén. En el horizonte, ya cercano,
el signo de la cruz. Cristo va dispuesto a realizar en su propia
persona la purificación del mundo mediante un «bautismo» de
sangre. Por medio de él, ansía encender toda la tierra en el
«fuego» de Dios. Pero muchos no lo aceptarán. Se va a cumplir
aquel doloroso prenuncio de Simeón a María (Lc 2,34-35),
cuando le advirtió que Jesús sería un signo
936 CICLO C
de contradicción, una bandera combatida. De ahí las tres
frases del Señor que San Lucas coordina en esta breve
secuencia que leemos hoy: 1) la imagen del fuego; 2) la
imagen del <(bautismo»; 3) el drama de la división.
1. — La imagen de/fuego (y. 49). Frase tan difícil de traducir
como de interpretar. Misión de Cristo: «fuego vine a traer sobre
la tierra». Su vehemente deseo: «jojalá estuviera ya
ardiendo!». En la tradición bíblica, el «fuego» era uno de los
clásicos símbolos inmateriales de la presencia activísima de
Dios. Por ejemplo, en las teofanías del Sinaí. O en la vocación
de Isaías. Se llega hasta la afirmación (metafórica) de que Dios
«es» fuego (Hebr 12,29). En los primeros tiempos del
cristianismo atribuían a Jesús este loguion, no escrito en el
Evangelio pero probablemente auténtico: «el que se acerca a
mí, se acerca al Fuego». El «fuego» de Dios (o sea, su
activísima presencia-de-contacto) lo mismo inflamará en gozo
de amor a quien lo ama que consumirá en indecible pena a
quien lo odie. Y quien necesite purificación, lo purificará no sin
dolor. —Seguramente San Lucas identificaba el «fuego» divino
que Jesús trae al mundo con el Espíritu Santo (cf. Act 2,3), en el
que son inmersos o «bautizados» los que se salvan (Act 1,5 y
11,16).
2. — La imagen del «bautismo» (y. 50). Entiéndase la palabra
báptisma en la significación etimológica de «baño» que tiene
en griego. Jesús compara su pasión y muerte a una inmersión
total en el sufrimiento redentor (Mc 10,38). En el «fuego»
divino con que el Padre quiere purificar en él a todo el mundo.
Sabe que su Sacrificio es condición previa para que venga el
Espíritu Santo sobre los redimidos. Por eso desea con ardiente
afán (= Lc 22,15) que llegue su hora...
3. — El drama de la división (y. 5 1-53). Eco de la profecía de
Simeón (2, 34-35). Reflejo del odio con que, en las
persecuciones, no pocos fueron entregados al verdugo por los
más íntimos amigos y parientes (Lc 21,16-1 7). Cristo ofrece la
Paz; pero los hay que de ella misma hacen pretexto de guerra
(10,5-6). Los versículos 52 y 53 (que podrían resultar ofensivos
al oído) son glosa de un texto de Miqueas (7,6), que todos
conocían: estigmatiza con dureza la degradación a que puede
llegar un pueblo. Por fidelidad a Dios, algunos tienen que sufrir
el más difícil martirio: el de sentirse incomprendidos y hasta
aborrecidos de su propia familia.
Hace semanas que estamos repasando el «Camino a
Jerusalén», sección central del Evangelio según Lucas. Desde el
primer paso, se divisó en el horizonte la figura de la Cruz. A
medida que avanzamos, crece en perspectiva. Las palabras de
Cristo que recordamos hoy la presienten muy cercana.
El texto es difícil. Muchos autores lo entienden de diversas
maneras. Dividámoslo pedagógicamente en dos apartados: a)
el ideal de Jesús sobre el mundo; b) la previsión de lo que va a
suceder en realidad.
A-1. — El ideal de Jesús. Una misión: «He venido a prender
Fuego en la tierra». Un anhelo: «1Y qué más quiero, sino que
ya estuviera ardiendo!». La palabra «fuego», en la Biblia, es
expresión polivalente. Podría connotar venganza, castigo,
purificación, amor. Recordemos que, al empezar el «Camino»,
Jesús se negó a autorizar que bajase Fuego del cielo sobre un
pueblo reacio (9,54s). Quiso demostrar que su estilo no era
belicoso como el de Elías... (2 Re 1,10-12). San Lucas escribió
el tercer Evangelio (cf. 3,16) y también los Hechos Apostólicos
(cf. 1,5 y 2,3).
XX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 937
Comparando ambos libros, es claro que entendió que el
«Fuego» a que se refiere Jesús lo tiene que encender y
propagar en el mundo el Espíritu Santo.
Seguramente Cristo dio a la frase una significación muy
amplia. «Fuego» es signo y alegoría de la Santidad de Dios (cf.
Is 6). El contacto con la Santidad divina atormenta a los
malvados, purifica a los imperfectos, enciende en Amor a los
que se entregan a ella. Jesús quiso poner a «la tierra», es decir,
a »los hombres», en contacto con la Santidad de Dios. Para
aniquilar con este contacto las injusticias, la inmoralidad y el
crimen. Para purificar de su escoria, no sin dolor, muchas
imprecisas «buenas voluntades». Sobre todo, para crear el
milagro de los niños, jóvenes y hombres a quienes los ángeles
consideran sinceramente «santos», porque ven en ellos
—por gracia de Cristo— la transparencia de la Santidad de
Dios.
Jesús concibió su ideal y lo va desarrollando en perspectiva
escatológica. Quiero decir que lo habrá realizado en plenitud al
término de la Historia, y mantendrá esta Realización (que será
el perfecto «Reino de Dios») por toda la eternidad. Los que
tienen ojos de Fe, lo contemplan ya ahora como una lucha en
fase de victoria decisiva del Bien sobre el Mal. Saben que vale
más el silencioso heroísmo de los «santos» que la vulgaridad
de los que se niegan a serlo. Gozan contemplando a María de
Nazaret en el Cielo y en el corazón de la Iglesia como una
universal llama viva del fuego de la Santidad de Dios.
Muchos escritores antiguos atribuyen a Jesús una frase que,
aunque no está escrita en el Evangelio, parece ser auténtica:
«El que se acerca a Mí, se acerca al Fuego..» Cuando uno
observa tantas vidas «apagadas», le entran ganas de decir a
sus responsables: no les impidáis acercarse a Cristo...
A-2. — Continúa el Señor: Con un «bautismo» tengo que ser
«bautizado»... ¡y qué afán siento hasta que se haya cumplido!
La palabragriega «báptisma» conserva su sentido propio de
«baño». Jesús sabe que tiene que «sumergirse» —como
nadador en el mar— en el trance de su Martirio (= Mc 10, 38-
39). Lo desea (Lc 22,15) y espera con anhelante angustia,
porque sabe que su Pasión, Muerte y Resurrección será para el
mundo la fuente única de la Santidad Un 7,37-39, etc.).
B. —Jesucristo, signo de división. La segunda mitad de la
lectura (y. 5 1-53) son palabras de infinita tristeza. No
proclaman un ideal. Profetizan o constatan una realidad. La
que ya anució a la Madre, recién nacido el Niño, aquel anciano
Simeón (Lc 2,34-35). Por no aceptar la Paz que Dios les regala,
algunos la han hecho pretexto de guerra. Las últimas líneas
(52-53) son cita alusiva del libro de Miqueas (7,6). Sería bueno
advertirlo, para que su estilo no cause extrañeza. Pintan, a su
estilo, una extrema degradación. En las persecuciones (San
Lucas pensaría en la de Nerón) uno de los mayores
sufrimientos de algunos mártires fue el desgarro de su propia
familia. Jesús lo deplora; pero advierte que la Fidelidad
cristiana (el Fuego de Dios en el espíritu) no la podrán anegar
los torrentes de ninguna tribulación (Cant 8,6-7).
Jesús habla de su Misión al mundo. Siempre en aquel «Camino
a Jerusalén», que estamos repasando desde hace unas
semanas. San Lucas yuxtapone, en esta página, tres
Sentencias del Señor:
A. — Misión de Cristo en el mundo: «He venido a traer fuego a
la tierra...» Deseo de Cristo sobre el mundo: «... ¡y qué más
quiero sino que esté ya ardiendo!» San Lucas y sus lectores
relacionaban espontáneamente con el Espíritu Santo la
938 CICLO C
imagen del «fuego)> celeste. Toda la acción del Salvador entre
los hombres preparó el momento de Pentecostés. Es el mismo
Jesucristo, Glorificado junto al Padre, quien el «día» de
Pentecostés envía el «fuego» del Espíritu Santo a los que
quieran .aceptarlo. (Pentecostés es un «día» perenne, que
abarca toda la historia cristiana). Y Cristo desea con todo el
corazón que el «Fuego» del Espíritu de Dios prenda en el
espíritu de los hombres. Sin la llama de Dios, la humanidad
sería una antorcha apagada. El Espíritu, invisible por sí mismo,
se transparenta en su eficacia. Las principales transparencias o
«frutos» del Espíritu que enumera el Nuevo Testamento son: el
Amor, la Verdad, la Justicia, la Pureza, la Libertad, la Alegría, la
Unidad, la Paz. El anhelo de que toda la tierra esté ardiendo en
el «Fuego» traído por Cristo Jesús quiere decir todo esto. —Los
antiguos atribuyeron a Jesús una frase que; aunque no escrita
en el Evangelio, parece ser auténtica: «el que se acerca a mí,
se acerca al Fuego». Uno pediría a los responsables de tantas
vidas «apagadas» que no les impidan acercarse a Cristo.
B. — Con un «bautismo» tengo que ser «bautizado»... Alegoría
de la Pasión (
Mc 10,38). Báptisma en griego significa «baño». Jesús veía ya
cerca el momento de «sumergirse» en el trance de su Martirio.
Precisamente la Cruz iba a constituirlo fuente del Espíritu ( Jn
7,37-39 y 19,34). Hogar de la llama de Fe que encenderá el
mundo ( Jn 12,32). Por eso Jesús desea con afán ( Lc 22,15)
que llegue su Hora (entiéndase así la palabra «angustia» de
algunas traducciones).
C. — El tercer tema es un eco de la profecía de Simeón (Lc
2,34-35). Los hay que por no querer la Paz (Lc 2,14) hacen de
ella pretezto de guerra. Alude al dolor de algunos creyentes
que (sobre todo en tiempo de persecución) se veían
traicionados por sus más íntimos, hasta por los de su familia.
Es el mayor sacrificio de la Fidelidad. [ últimas líneas son glosa
de un antiguo tezto de Miqueas, que todos conocían; advertirlo
para que su estilo no cause eztrañeza].
VIGESIMOPRIMER DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 66,18-21
Esto dice el Señor:
Yo vendré para reunir
a las naciones de toda lengua:
vendrán para ver mi gloria,
les daré una señal, y de entre ellos
despacharé supervivientes a las naciones:
a Tarsis, Etiopía, Libia, Masac, Tubal y Grecia;
a las costas lejanas que nunca oyeron mi fama
ni vieron mi gloria:
y anunciarán mi gloria a las naciones.
Y de todos los países, como ofrenda al Señor, traerán a todos
vuestros hermanos
a caballo y en carros y en literas, en mulos y dromedarios,
hasta mi Monte Santo de Jerusalén —dice el Señor—, como los
israelitas, en vasijas puras, traen ofrendas al templo del Señor.
De entre ellos escogeré sacerdotes y levitas
—dice el Señor.
Salmo responsorial Mc 16,15, Sal 116,1-2
R. Id al mundo entero y predicad el Evangelio. [ Aleluya].
940 CICLO C
Alabad al Señor todas las naciones,
aclamadio todos los pueblos.
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 12,5-7. 11-13
Hermanos: Habéis olvidado la exhortación paternal que os
dieron: «Hijo mío, no rechaces el castigo del Señor, no te
enfades por su reprensión; porque el Señor reprende a ios que
ama y castiga a sus hijos preferidos.» Aceptad la corrección,
porque Dios os trata como a hijos, pues, ¿qué padre no corrige
a sus hijos?
Ningún castigo nos gusta cuando lo recibimos, sino que nos
duele; pero después de pasar por él, nos da como fruto una
vida honrada y en paz. Por eso, fortaleced las manos débiles,
robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por una senda
llana: así el pie cojo, en vez de retorcerse, se curará.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 14,6 Yo soy el camino, la verdad y la vida, dice el Señor,
nadie va al Padre sino por mí. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según sen Lucas 13,22-30
En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén; recorría
ciudades y aldeas enseñando.
Uno le preguntó:
—Señor, ¿serán pocos los que se salven? Jesús les dijo:
—Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que
muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la
casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y
llamaréis a la puerta diciendo: «Señor, ábrenos y él os
replicará: «No sé quiénes sois.» Entonces comenzaréis a decir:
<‘Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en
nuestras plazas. Pero él os replicará: «No sé quiénes sois.
Alejaos de mí, malvados.>’
Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a
Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de
Dios y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de Oriente y
Occidente, del Norte y del Sur y se sentarán a la mesa en el
Reino de Dios.
Mirad: hay últimos que serán primeros y primeros que serán
últimos.
XXI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 941
El Evangelio de San Lucas presenta un esquema de
meditación, ambientada imaginativamente «ante la puerta del
Reino de Dios’>.
El fragmento del Libro de Isaías sirve de trasfondo a uno de los
temas del Evangelio: la peregrinación de todos los pueblos a la
Casa del verdadero Dios. La lista de naciones y el aire de las
comitivas son expresión poética de una idea: la victoria del
universalismo religioso. Aunque el poeta todavía condiciona
este universalismo a la primacía de Israel.
El autor de la Carta a los Hebreos prosigue en su exhortación a
la fidelidad hasta el martirio. La redacta en forma de glosa a
textos de la Biblia (Prov 3,11-12 y 4,26; Is 35,3). Idea
dominante: son hijos de Dios, y es de buen padre la pedagogía.
No hay pedagogía sin «paidéia»: corrección eficaz que, de
momento, sabe a castigo. La persecución que sufren por la Fe
es un acto de la «paidéia» de Dios sobre ellos. Acéptenla, pues,
con el gozo de sentirse tratados realmente como hijos.
En el EVANGELIO empieza otra sección del «Camino hacia
Jerusalén». En el pensamiento de San Lucas, «Jerusalén» era
cifra y memorial del hecho de la Redención y punto de partida
de la expansión universal de la Iglesia. Ello no podía menos de
evocar la tristeza de la casi total ausencia de Israel en esta
expansión. La lectura evangélica de hoy roza este tema. Léase
en la perspectiva del evangelista, que no es acusadora ni
polémica, sino pastoral. No escribe contra israelitas, sino que
se dirige a cristianos para avisarles; también ellos podrían
frustrar su vocación.
Esta página es una antología o yuxtaposición de diversas
enseñanzas de Jesús en torno a la idea: «entrar en el Reino de
Dios No se refiere a la definitiva salvación o condenación
personal de cada uno (es secreto de Dios); no habla de
personas, sino de actitudes y de su lógica consecuencia. En
esquema:
1. — Uno del público abre el tema con la clásica pregunta
sobre el número de los que se salvan (y. 23). En Israel
predominaba la opinión favorable a los judíos y muy pesimista
en cuanto a los paganos.
2. — Vers. 24: alegoría de «la puerta estrecha’> (ver Mt 7,13-
14). Sin condescender con la inútil curiosidad, el Maestro
advierte que las condiciones de entrada (la «puerta») son
exigentes. Uno que pretenda entrar por el camino ancho (fácil),
no pasará.
3. — Vers. 25: alegoría de «la puerta cerrada» (ver Mt 25,10-
12). Fragmento de instrucción escatológica sobre la necesidad
de decidirse por Cristo mientras hay «tiempo». Terminado el
«tiempo», ya es tarde.
4. — Vers. 26-27: inútil apelación al título de haber sido del
Pueblo de Dios (comp. con Mt 7,22-23, que la refiere a los
«carismáticos»). Alude a la falsa confianza de tantos judíos de
entonces (y. 23). Ante el Juicio, sólo cuenta el «hacer bien» (Mt
25,3 1-46).
5. Contraste (vers. 28-29): la entrada de muchos creyentes del
paganismo. Imagen de la peregrinación universal y del festín
escatológico (ver Mt 8, 11-12).
6. — Recapitulación (y. 30; comp. con Mt 20,16): muchos
(israelitas) que se creían con derecho de prioridad ante el
Señor han pasado detrás de otros muchos (del mundo pagano)
que consideraban como «últimos», y viceversa.
942 CICLO C
LA PUERTA ANGOSTA
Siempre «de camino hacia Jerusalén», el Señor nos habla del
Reino de Dios. Su tema predilecto. Pasar de este mundo a un
universo renovado donde el Padre Dios sea eternamente todo
para todos: Belleza, Amor y Verdad.
Jesús hablaba a los sencillos en lenguaje parabólico.
Imaginativo. Describe la Salvación como una sala en la que se
celebra el «banquete mesiánico’>. La sala tiene una única
puerta de entrada. De ahí una reflexión en tres puntos: 1)
tiempo de entrar; 2) momento de cerrar la puerta; 3)
celebración de la fiesta (y desolación de los excluidos).
1. — Tiempo de entrar. Uno de los oyentes quisiera que Jesús
afirme sin ambages que son pocos los que se salvan. Bajo esta
pregunta se trasluce una maligna convicción: la de que los
paganos (que constituían la inmensa mayoría del mundo)
normalmente se condenaban al paso que los de raza y fe
israelita (una pequeña minoría) podían dar su salvación casi
por segura. Jesús ataca de frente el prejuicio. Salvarse o
condenarse es asunto de responsabilidad personal. No
privilegio de raza, pueblo o estructura religiosa. Respuesta
eficaz de cada uno al llamamiento de Dios. Fidelidad. Esfuerzo.
Sacrificio. El camino es arduo y la puerta estrecha ( Mt 7,13-
14). Incompatible con el Evangelio la vida fácil, el hedonismo,
la frivolidad. Dios exige precisamente porque nos ama
[ lectura]. Un cristianismo de austeridad gozosa fascina y
atrae. Por el contrario, cuando una corriente o institución de
Iglesia cae en la tentación de «ensanchar la puerta», pronto
empieza a vaciarse. Es experiencia divina que la medidade la
felicidad, ya en este mundo, está en proporción directa con la
medida del sacrificio voluntario.
2.— Momento de cerrar la puerta (y. 25-27; cf. Mt 25,10-12 y
7,21-23). Evoca en estilo de parábola el Juicio final. A quien no
obró el bien, de nada le servirá haber sido paisano o comensal
del Señor. Los que tengan ideas claras sobre Dios y Cristo,
comprenderán que en las palabras «jApartaos de mí...!» se
encierra toda la seriedad del infierno.
3. — Celebración de la fiesta (28-31). Clásica alegoría del
«banquete escatológi co». Con los patriarcas y profetas de
Israel, se sentará a la mesa de Dios una inmensa multitud de
peregrinos de la fe [ lectura y salmo], venidos de todos los
pueblos del mundo (Mt 8,11-12). Por el contrario, aquellos que,
aun considerándose «primeros» por pertenecer al Pueblo de
Dios, no obraron personalmente el bien ni quisieron entrar por
la «puerta estrecha’>, se quedarán fuera para siempre.
Sigue el «Camino a Jerusalén». Cada página de este «Camino»
es una lección de vida. A la de hoy podríamos darle un título
alegorizante: «La puerta del Reino de Dios».
El evangelista yuxtapone temáticamente en una misma página
sentencias y fragmentos de parábolas, que el Maestro diría en
ocasiones diversas. Todas coinciden en invitar al cristiano-
discípulo a que se sienta personalmente responsable y a que
sea exigente conszgo mismo.
Introduce el tema una pregunta desenfocada. En vez de
contestarla, Jesús se eleva
XXI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 943
a una reflexión desarrollada en tres fases: a) la puerta
estrecha; b) el diálogo a través de la puerta cerrada; c) la
desesperación de los excluidos. Termina con un «loguion» (o
dicho sentencioso) de interés general.
A. — La pregunta introductoria (y. 23). Ingenuo o malicioso, uno
del público pide a Jesús alguna declaración acerca de las
estadísticas del cielo y del infierno. A los aficionados a la
literatura «apocalíptica» les encantaba fantasear a este
propósito. En Israel, donde hablaba Jesús, era sentimiento
común que ninguno o casi ninguno de los que morían dentro
de la ortodoxia judía se condenaba eternamente. Por el
contrario, consideraban lógico que los «goyim» (los paganos
no-israelitas) fuesen a parar a la Gehena como a su destino
normal.
Jesús, y Lucas como intérprete suyo, son expertos en el arte de
no contestar precisamente a la pregunta, sino a la intención
del que pregunta. El anónimo interpelante sufre el cáncer
religioso de la seguridad. Supone que serán pocos los que se
salven (el paganismo era inmensamente mayor que Israel),
pero él está seguro de contarse entre estos pocos. El mismo
cáncer puede darse en otras profesiones religiosas. También en
el Cristianismo. «Cambie lo que cambie, iremos al Cielo los
mismos de siempre», decía aquél... La Confianxa en Dios es
oro. La seguridad en la propia condición personal (o
corporativa) es oro falso: la falsificación más dañosa.
Jesús hablaba a judíos. Pero el evangelista escribe para sus
iglesias, donde la mayor parte de los miembros son no-judíos y
deben aplica rse la lección. Cuando San Lucas compuso sus
dos libros (el Evangelio y los Hechos), la inmensa mayoría de
israelitas se habían declarado anticristianos, y permanecían en
el error de su «seguridad». El lo da por sabido; pero no escribe
tanto para ellos cuanto para sus propios lectores, a fin de que
no caigan en el mismo defecto.
B-1. — La puerta estrecha (y. 24: ampliación del tema en Mt
7,13-14). Jesús responde al curioso interpelante que lo que
importa no es saber cuántos entran, sino entrar. La «puerta
estrecha» es alegoría de exigencia. Lo contrario de la «ancha»,
que significa permisividad. La segunda lectura (sobre todo en
su contexto total: Hebr 11-13) también nos interpela a una de
las más urgentes «conversiones»: la de la vulgaridad o
facilonería de un seudo-cristianismo sin verdadera ascética.
B-2. — Diálogo a través de la puerta cerrada (25-27: glosa en
Mt 7,21-23 y 25,1-12). Inútil insistencia de los que hayan
diferido la conversión personal para cuando ya ha pasado el
tiempo. Inútil apelación al honor de haber sido paisanos. Jesús
decía esto a sus hermanos judíos. Sus palabras en el Evangelio
valen también y más para quienes ahora pueden considerarse
amigos suyos y comensales...
B-3. — Desesperación de los excluidos (28-29: mismo tema en
otro contexto: Mt 8,11-12). Primer plano: sustitución del
«Pueblo elegido» pero infiel por pueblos «paganos» de todo el
mundo. Lección definitiva: ningún privilegio terreno, ni siquiera
religioso, da derecho a la Salvación. Entran los fieles a la
Gracia. No los seguros de sí mismos.
Sentencia conclusiva (30: glosa en Mt 19,30 — 20,16). Nadie se
considere a sí mismo «primero» (perfecto, asegurado en la
impecabilidad...). Si no se ajusta a la «puerta estrecha», podrá
ser, a la hora de la verdad, tan «último» que quede excluido.
«De camino hacia Jerusalén» sigue hablándonos el Señor en el
Evangelio de San
944 CICLO C
Lucas. Lecciones de sentido común cristiano. La de hoy se
desarrolla en forma de una narración parabólica en tres fases.
Parábola de la Decisión. Que cada uno, dice el Maestro, se
decida desde ahora a entrar en el Reino de Dios. Decisión
esforzada (1), urgente (2), definitiva (3).
De acuerdo con la tradición de Israel, la llamada a tener parte
en el Reino eterno se expresa bajo la alegoría de una invitación
a la Mesa de Dios. Para entrar en la sala del Banquete no hay
más que una puerta.
1.— «Entrad por la puerta estrecha’>. La «puerta estrecha» es
signo de exigencia. La «ancha» lo sería de permisividad. Jesús
vino a formar hombres de carácter. Sus Palabras en el
Evangelio dejan ver claro que el hacerse discípulo suyo no es
compatible con una manera de vivir fácil, egoísta, perezosa.
Uno de los factores que más contribuyeron a que se propagara
el Cristianismo fue su exigencia de superación personal;
exigencia que, en una sociedad corrompida, fascinaba los
corazones sedientos de altura y hastiados de vulgaridad. Si
una institución cristiana cayese en la tentación de «ensanchar
la puerta», pronto empezaría a vaciarse. —Para glosar el tema
de la «puerta estrecha», véase el epílogo del Sermón de la
Montaña según Mateo
(7,13 -14).
2. — « ábrenos!». La escena de la «puerta cerrada» es alegoría
del Juicio final. Lo mismo que en la parábola de las diez
doncellas (Mt 25,10-12) y en el mencionado epílogo del
Sermón de la Montaña (Mt 7.21-23). Al que haya dejado su
conversión para entonces le dirá el Señor: «ya es tarde». El
tiempo de vivir en este mundo es gracia divina de infinito valor.
El que no lo aprovecha —el que «pierde el tiempo»— pierde la
eternidad.
3. — «Alejaos de mí... » Palabra inmutable del Señor, que hace
de la eternidad un infierno. Es el hombre mismo quien se forjó
esta Palabra al escoger libremente «alejarse de Dios». Con la
vergüenza de ver a los propios antepasados y a inmensas
multitudes de los cuatro puntos cardinales que han sabido
«aceptar a Dios» y venir a su Casa. —San Lucas, en esta
página, conserva la manera como Jesús hablaba a sus
hermanos de Israel. La mayor parte creían que por pertenecer
al Pueblo de Dios ya estaban a salvo. El ingenuo que le dirige
la pregunta inicial (y. 23) seguramente da a entender que son
los «pocos» de Israel los que se salvarán, perdiéndose la mayor
parte de los demás. Jesús no da ni insinúa estadísticas del
Juicio; sencillamente apela a la responsabilidad de cada uno.
No se salvará uno por haber pertenecido a un pueblo o a ún
grupo, sino por su personal fidelidad a Dios.
VIGESIMOSEGUNDO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Eclesiástico 3,19-21. 30-31
Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán
más que al hombre generoso.
Hazte pequeño en las grandezas humanas,
y alcanzarás el favor de Dios;
porque es grande la misericordia de Dios,
y revela sus secretos a los humildes. No corras a curar la
herida del cínico,
pues no tiene cura,
es brote de mala planta.
El sabio aprecia las sentencias de los sabios
el oído atento a la sabiduría se alegrará.
Salmo responsorial Sal 67,4-5ac. 6-7ab. 10-11
R. Has preparado, Señor, tu casa a los desvalidos.
Los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios,
rebosando de alegría. Cantad a Dios, tocad en su honor,
alegraos en su presencia.
Padre de huérfanos, protector de viudas, Dios vive en su santa
morada.
946 CICLO C
Dios prepara casa a los desvalidos,
libera a los cautivo y los enriquece.
Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada;
y tu rebaño habitó en la tierra
que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la Carta a los Hebreos 12,18-19. 22-24a
Hermanos: Vosotros no os habéis acercado a un monte
tangible, a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la
tormenta, al sonido de la trompeta; ni habéis oído aquella voz
que el pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera hablando.
Vosotros os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios
vivo, Jerusalén del cielo, a la asamblea de innumerables
ángeles, a la congregación de los primogénitos inscritos en el
cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han
llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Mt 11,29ab Cargad con mi yugo —dice el Señor— y aprended
de mí, que soy manso y humilde de corazón. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas ¡4,1. 7-14
Entró Jesús un sábado en casa de uno de los principales
fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les
propuso este ejemplo:
—Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto
principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría
que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro, y te dirá:
»Cédele el puesto a éste.» Entonces, avergonzado, irás a
ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último
puesto, para que cuando venga el que te convidó, te diga:
«Amigo, sube más arriba.» Entonces quedarás muy bienante
todos los comensales.
Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se
humilla será enaltecido.
Y dijo al que lo había invitado:
—Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos
ni a tus hermanos ni a tus parientes ni a los vecinos ricos;
porque corresponderán invitándote y quedarás pagado.
Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y
ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán
cuando resuciten los justos.
XXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 947
Tema de las lecturas: la humildad. Siempre actual; hoy como
antes, unos y otros desean, procuran y hasta exigen que sean
humildes los demás.
Cuando Ben Sirá compiló el libro que más tarde llamaron
Eclesiástico, el Israel postexílico ya había tomado conciencia
de ser el Pueblo de los «pobres» (anawim) o humildes de
Yahvé. Su actitud fundamental debía ser la de saberse y
sentirse tales (la del «niño» en el Evangelio: Mt 18,1-5). La
primera lectura extracta cinco proverbios en torno a este tema:
A (y. 19): La «humildad» (sencillez o suavidad = Mt 11,29b),
que reconoce en el otro su valor y honor, se agradece más que
la generosidad; B (20) atrae la gracia o amor de Dios (= Sant
4,6); C (21) y la comunicación de su intimidad (= Mt 11,25); D
(30) en cambio, el altanero es un enfermo incurable; E (31): un
rasgo de la sabiduría (o humildad): la capacidad de escuchar...
Los destinatarios de la Carta a los Hebreos pasaban por la
tentación de volver al judaísmo. Es decir, a aquella religiosidad
que sus doctores recientes habían hecho opresiva al exagerar
la preponderancia de la Ley. Para caracterizarla, el autor de la
Carta evoca un Sinaí convencionalmente terrible. Fondo oscuro
para destacar en contraste la serena espiritualidad evangélica.
La expresión-clave del contraste es:
«haberse acercado a...». O sea: estar en. El cristiano está en la
«Jerusalén celeste», en comunión de pensamiento, voluntad y
gozo con Dios, con sus ángeles y santos, con Jesús. Consciente
de su gloria, no tiene por qué sentir nostalgia de otra Fe.
En el EVANGELIO leemos la introducción y dos de los cuatro
puntos de una instrucción desarrollada durante un ágape
festivo (14,1-24). San Lucas escribe para un ambiente cultural
griego, donde era apreciada esta forma literaria del «convite»
o symposion: el Maestro, sentado a la mesa, da lecciones de
sabiduría a los comensales.
A. — Introducción (y. 1). La comida extraordinaria del sábado
hacia mediodía, terminado el oficio religioso de la sinagoga,
era ocasión de encuentros sociales. Jesús, sinceramente
humano, no esquiva la invitación de un fariseo principal.
Asisten otros fariseos y doctores (y. 3). Atmósfera de
curiosidad.
B. — La «parábola viviente» de la humildad (y. 7-1 1). Situación
realista. Es. achaque antiguo que quienes tienen seguro el sitio
de honor lleguen cuando ya todo y todos están a punto. A
primera vista, Jesús se limitaría a glosar una norma de
prudencia, que era patrimonio común del buen sentido y
estaba escrita en el libro de los Proverbios (25,6-7). Pero su
arte pedagógico consiste en hacer de la realidad temporal una
transparencia religiosa. Un «convite» era imagen espontánea
del Reino de Dios (y. 15). Lo que pasa en un convite terreno es
débil reflejo parabólico de aquella ley que vige en las cosas del
cielo: «El que se humilla, será enaltecido»... (hebraísmo = Dios
lo enaltecerá). La verdadera grandeza del hombre está en
Dios, en Cristo. El que baja del pedestal de su propio «yo» para
darse, en olvido de sí, al amor-y-servicio de los pobres (esta es
la auténtica »Humildad» cristiana) coincide con Cristo, se
encuentra con Dios y ya pregusta el cielo.
C. — La generosidad sin interés (12-14). Las «invitaciones» u
obsequios de este mundo son un juego de equilibrio entre el
Debe y el Haber. En las cosas de Dios, la generosidad si es
humilde será sincera: dar y darse sin compensación.
948 CICLO C
SABIDURÍA DE LA HUMILDAD
La primera mitad del capítulo 14 (y. 1-24) de San Lucas —
siempre «camino de Jerusalén»— recuerda un convite. Jesús
acepta sentarse a la mesa de un fariseo principal. Entonces,
como siempre, un convite fácilmente se transformaba en
simposio. Es decir, en un intercambio de puntos de vista; un
diálogo en torno a temas de interés común entre los
comensales. El género literario «simposio» gustaba de manera
especial en el ambiente helenista, dentro del que pensaba y
escribía San Lucas. En este caso se coordinan cuatro temas: 1)
la observancia del reposo sabático; 2) la humildad; 3) el
desinterés; 4) la expectación del Reino de Dios. El leccionario
nos propone sólo la introducción con el segundo y el tercer
punto. Así, pues, en la lectura litúrgica podemos considerar
tres apartados: 1) Jesús acepta la invitación de un fariseo; 2)
comentario sobre la humildad; 3) lección sobre el desinterés.
1. —Jesús acepta la invitación de un fariseo notable (y. 1).
Sábado, gozoso día de fiesta. De mesa generosa. Han
celebrado el oficio religioso en la sinagoga. La mayor parte de
los comensales, sin duda, son también de ideología farisea.
Jesús es sociable. Abierto: no excluye categorías. Libre: acepta
favores sin condicionarse.
2. — «El que se humilla será enaltecido» (y. 7-11). Jesús
recuerda una antigua norma de prudencia, ya escrita en los
Proverbios (25,6-7). Cuando en un acto social llega el
poderoso, se le asigna el primer puesto. Si algún ingenuo lo
ocupó antes, paga su inexperiencia con un sofocón. «Es
humillado». —Jesús, pedagogo realista, sabía elevarse desde
cualquier pobre circunstancia humana hasta la altura de su
divino pensamiento. A partir de algún fallo que observaría en el
convite, afirma un principio de sabiduría religiosa. No ser
orgulloso ante la mirada de Dios. Porque «el que se enaltece,
será humillado». [ decir, según un frecuente hebraísmo: «Dios
lo humillará»]. Dios, en su juicio eterno, sólo enaltece a los
humildes. Es el tema central del Magnificat (Lc 1, 46-55). Y de
toda la espiritualidad bíblica. La gloria es de soio Dios. Y el que
la usurpa para sí, tiende a hacerse un pequeño «dios». Al
orgullo le estorba el Dios único. Por eso es cáncer de la fe.
[ referimos al orgullo en su sentido fuerte. No a sus débiles
sombras, como, por ejemplo, la común «vanidad»...].
3. — No mercadear con la «generosidad» (y. 12-14). Dar y
darse sin esperar retorno (Lc 6,32-36). El fariseo que invitó al
Maestro debía ser experto en el arte, tan humano y social, de
favorecer para granjearse favores ( Cuántos «obsequios»
suelen recibir los poderosos!). Jesús invita a un arte superior y
divino: confiar el retorno de los favores a las manos de solo
Dios. Del Dios de los pobres y los desvalidos.
Siempre en ruta hacia Jerusalén, el Evangelio describe un
Convite festivo que sirve de ocasión a Jesús para dar a los
comensales unas cuantas lecciones de filosofía religiosa. San
Lucas tenía formación helenística y deja transparentar en este
episodio un leve reflejo del género literario «Symposion»
(«convite»), que tanto gustó a algunos escritores griegos.
Leído por entero, este «Symposion» o Convite-escuela contiene
cuatro episodios:
1) una lección sobre el sentido humano que debe tener el día
de fiesta, a propósito de la curación de un enfermo (14, 2-6); 2)
un consejo práctico sobre la humildad; 3) otro sobre la
generosidad; 4) una elevación alegorizante sobre el gran
Convite (eclesial y
XXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 949
escatológico) del Reino de Dios (14,15-24). Por respeto a la
inevitable brevedad, el Leccionario sólo ofrece la introducción
(vers. 1) y los episodios 2 y 3.
A. — La introducción hace constar que era Sábado. El gozoso
día de fiesta, equivalente a nuestro Domingo. Después del
oficio religioso en la sinagoga, se procuraba tener una buena
comida. Ocasión de invitaciones, encuentros e intercambios
sociales. Al pasar Jesús por la población, le ofrece su mesa un
fariseo ilustre. El Maestro solía aceptar. Le brindaba
oportunidad de intercambiar valores humanos, que en él eran
también divinos. El evangelista nota que se respiraba en torno
al convite un ambiente de expectante curiosidad.
B. El arte de la humildad (vers. 7-1 1). Quien haya organizado
algún acto social sabe cuán delicado y a veces pintoresco
resulta el problema de las «precedencias». Dicen que en
Oriente la susceptibilidad es aún más sensible. El Maestro
observó que algunos invitados, tal vez lugareños, procedían
con tan poca precaución al ocupar los sitios preferentes, que se
exponían a un sofoco. Quien lea el Evangelio con sentido
humano observará la difícil habilidad con que Jesús manejaba
la ironía. Todos hemos visto cómo los que están seguros de su
puesto de honor procuran llegar al último momento (si no algo
más tarde), cuando todos tendrán que levantarse para
agasajarlos. Si el orgullo es odioso, la vanidad es divertida.
Jesús avisó a los incautos (y, de paso, caricaturizó a los
vanidosos) con amable gracejo. Su «consejo sapiencial» no era
nuevo; lo había recogido del sentido común popular, ya hacía
siglos, el Libro de los Proverbios (25,6-7). Con bastante
frecuencia, al hablar con la gente, el Señor cita o refleja dichos,
refranes y ejemplos tradicionales.
Pero nunca se queda a ras de tierra. De lo sencillo y cotidiano
sube a la cumbre del espíritu. Lo que pasó o iba a pasar en
aquel symposion pueblerino, le sirve de punto de referencia,
ejemplo o parábola-viva de lo que sucede en el orden
trascendente de la relación entre el hombre y Dios. Por eso
rubrica el anterior humanísimo «consejo sapiencial» con un
«loguion» o Palabra, que resume el corazón del Evangelio (y.
11). Lo habían anticipado los Profetas (p. ej. Ea 21,31). Lo
había cantado María de Nazaret (Lc 1,51-52). «El que se
enaltece, será humillado; el que se humilla, será enaltecido».
Por respeto, la lengua hebrea evita muchas veces la repetición
del nombre de Dios poniendo su acción en pasiva impersonal.
En nuestra estructura lingüística occidental se debería decir:
«Al que se enaltece a sí mismo, Dios lo humilla; al que se
humilla, Dios lo enaltece».
La Humildad es el aliento del Amor. No se conquista; es gracia
del Cielo. No se define; es superconceptual. Cuando el
orgulloso se cree humilde, no tiene remedio. Sola la Humildad
realiza la sed divina que tiene el espíritu humano de grandeza
(Lc 1,48-49). El humilde no fracasa nunca. La sinceridad de su
vacío es abrazo de la Plenitud. No es inferioridad ni
apocamiento. La auténtica Humildad nació y se hizo fuente
única en Nazaret. El que la ignora, no ha descubierto a Cristo.
C. — La no-interesada generosidad (12-14). Otra lección del
Symposion. Transparente. Dar para recibir es mercadear. No es
que Jesús critique al que lo invitó; él y sus discípulos no eran
precisamente ricos. Pero tal vez sí que le hubiera complacido
ver algún otro pobre, con él, a la misma mesa.
Siempre en camino hacia Jerusalén, San Lucas presenta ajesús
dando lecciones de
950 CICLO C
sentido común religioso durante un Convite. Lucas, clásico-
popular del helenismo, refleja en esta página el género literario
«Symposion», que con tanto arte habían cultivado algunos
escritores griegos. Un fariseo notable invita- al Maestro a su
generosa mesa festiva del sábado, después del Oficio sinagoga
Jesús sabía aceptar sin condicionarse. El fariseo, naturalmente,
también ha invitado a otros de su estrato social,
marcadamente diverso del de Jesús y sus discípulos. Se respira
entre los comensales un clima de expectante curiosidad.
El evangelista enhebra, en este «Symposion» o Convite (14, 1-
24), cuatro temas de Conversación-magisterial. Por limitación
de tiempo, el leccionario recoge únicamente el tema segundo,
sobre la Humildad (A), y el tercero, sobre la Generosidad
desinteresada (B).
A. — La Humildad (y. 7-11). A Jesús le gustaba salpicar la
conversación con sentencias y proverbios de la perenne
sabiduría popular. Sabía elevarlos por encima de su sentido
puramente humano (a veces egoísta) para hacerlos vehículo
del pensamiento evangélico. Aquel día, algunos invitados
porfiaban para situarse en los puestos de más categoría. Quizá
para observar mejor al Maestro. Tal vez llevados por esa
ingenua «vanidad» social, que suele ser la sombra ridícula del
orgullo. Exponiéndose a que llegue al último momento o un
poco más tarde, como suele, quien está seguro de su sitio de
honor. El ingenuo o vanidoso tendrá que cedérselo, para
refugiarse en lo que quede, que será lo último. El consejo que
deja caer Jesús sobre la reunión era muy antiguo, y ya lo había
recogido el libro de los Proverbios
(25, 6-7).
De este consejo de la vida práctica (que no es inútil recordar)
pasa con pedagógica naturalidad a uno de los pensamientos
de sabiduría religiosa más repetidos en el Evangelio: «el que se
enaltece, será humillado; el que se humilla, será enaltecido».
Manera de hablar hebraizante, frecuente en el estilo de Jesús,
que quiere decir: «al que se enaltece, Dios lo humilla; al que se
humilla, Dios lo enaltece». El Magnificat, Cántico espiritual de
María y de la Iglesia, es una glosa a este pensamiento.
B. — La Generosidad desinteresada (y. 12-14). El que da para
recibir otro tanto o más, tiene espíritu de mercader. Si la
Generosidad mira a Dios y es humilde, será sincera: dar y
darse sin calcular la compensación —con la segura confianza
de que Dios es más generoso y «agradecido» que los hombres.
VIGESIMOTERCER DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de la Sabiduría 9,13-19
¿Qué hombre conoce el designio de Dios,
quién comprende lo que Dios quiere?
Los pensamientos de los mortales son mezquinos
y nuestros razonamientos son falibles;
porque el cuerpo mortal es lastre del alma
y la tienda terrestre abruma la mente que medita. Apenas
conocemos las cosas terrenas
y con trabajo encontramos lo que está a mano:
Pues quién rastreará las cosas del cielo, quién conocerá tu
designio, si tú no le das sabiduría enviando tu Santo Espíritu
desde el cielo?
Sólo así serán rectos los caminos de los terrestres, los hombres
aprenderán lo que te agrada; y se salvarán con la sabiduría
los que te agradan, Señor, desde el principio.
Salmo responsori4l Sal 89,3-4. 5-6. 12-13. 14 y 17
R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en
generación.
Tú reduces al hombre a polvo, diciendo: < hijos de Adán. Mil
años en tu presencia son un ayer, que pasó, una vela nocturna.
952 CICLO C
Los siembras año por año, como hierba que se renueva, que
florece y se renueva por la mañana, y por la tarde la siegan y
se seca. Enséñanos a calcular nuestros años, para que
adquiramos un corazón sensato. Vuélvete, Señor, ¿hasta
cuándo?
Ten compasión de tus siervos.
Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo;
baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Filemón 9b—1O. 12-
17
Querido hermano:
Yo, Pablo, anciano y prisionero por Cristo Jesús, te recomiendo
a Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado en la prisión; te lo
envío como algo de mis entrañas. Me hubiera gustado
retenerlo junto a mí, para que me sirviera en tu lugar en esta
prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo
sin contar contigo: así me harás este favor no a la fuerza, sino
con toda libertad. Quizá se apartó de ti para que le recobres
ahora para siempre; y no como esclavo, sino mucho mejor:
como hermano querido. Si yo lo quiero tanto, cuánto más lo
has de querer tú, como hombre y como cristiano. Si me
consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí mismo.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Sal 118,135 Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, enséñame tus
leyes. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 14,25-33
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se
volvió y les dijo:
—Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su
madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus
hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se
sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para
terminarla?
No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se
pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:
<Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de
acabar.
O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero
a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que
le ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para
pedir condiciones de paz.
Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no
puede ser discípulo mío.
XXIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 953
Es austera la lección evangélica de este domingo. El que quiera
seguir a Jesús como discípulo, tiene que estar dispuesto a
renunciar a todo, incluso a sí mismo.
La primera lectura es del libro que llaman, por antonomasia,
«de la Sabiduría’>. Sólo es sabio según la Biblia quien tiene el
hábito de considerar en profundidad el mundo, la historia y el
hombre bajo la luz de Dios. La primera virtud del sabio es la
conciencia de su propia limitación. Se da cuenta de que el
tener «un corazón sensato’> es pura gracia de Dios, y por eso
la pide. Las líneas que leemos forman parte de una «oración
para alcanzar la Sabiduría», que llena el capítulo noveno del
libro. El antes impreciso ideal bíblico de la Sabiduría se hizo
tangible, concreto y práctico en Jesucristo y su Evangelio.
La Carta a Filemón es la más breve de las de San Pablo; se lee
entera, sin prisa, en menos de tres minutos (el texto litúrgico
sólo da un extracto). Ejemplo perfecto de autoridad pastoral
que, al hablar en tono de hermano al corazón, hace que el otro
se sienta obligado libremente por amor. Se trataba de salvar la
situación de un esclavo fugitivo, Onésimo, de manera que no
fuera sancionado según la ley entonces vigente, sino recibido
por su dueño como un hermano en Cristo.
Prosigue la sección más característica del Evangelio de San
Lucas: el «Camino hacia Jerusalén>. Es una antología de
enseñanzas de Jesús sobre el perfecto discípulo. Hoy toca la
lección de la renuncia. El evangelista ha juntado dos
Sentencias paralelas del Maestro, dos parábolas asimismo
paralelas y una conclusión que resume la «tesis».
1. — La primera Sentencia (y. 26) tiene acento hiperbólico
(mucho más en el texto original). Nunca el amor de familia ha
sido más divinamente humano que en la doctrina y ejemplo de
Jesús de Nazaret. Pero si el cristiano ama a los suyos mejor que
nadie por Dios es porque ama sin límite a Dios. Y en su entrega
a Cristo está en juego el derecho de Dios. Esta frase refleja la
situación de la Iglesia naciente en clima social de persecución.
A consecuencia de su fidelidad al Evangelio, muchos eran
odiados a muerte por los de su misma casa. Al holocausto de
las cosas tenían que añadir el del corazón.
2. — Y el de la propia vida. De ahí la otra exigencia: llevar la
cruz (y. 27). En su sentido realista, «llevar la cruz» quería decir
estar dispuesto a morir en el tormento de la Fe. El martirio se
consideraba tendencia normal y perfección del «seguimiento»
de Cristo. Luego se aplicó metafóricamente la expresión «llevar
la cruz» al pequeño martirio de cada jornada.
3. — Las dos parábolas (28-30 y 31-32) aluden seguramente a
hechos concretos que sus contemporáneos conocían. De paso,
son testimonio del humano criterio práctico de Jesús. Quieren
decir que las decisiones importantes no se deben tomar a la
ligera, sin prever juiciosamente (con «sabiduría») los medios y
las posibilidades.
4. — De ahí la conclusión: «no puede ser discípulo» (= y. 26 y
27) de Cristo quien no acepta una previa actitud: la renuncia a
todo. Los que tuvieron la audacia de hacer suya con Fe esta ley
de Evangelio, saben que su aparente vacío se resuelve siempre
en infinita Plenitud.
9 CICLO C
<(MÁS QUE TODAS LAS COSAS»
En la segunda mitad del capítulo 14, San Lucas presenta a
Jesús caminando (hacia Jerusalén) delante de una inmensa
multitud. En esta multitud, el evangelista ve representados a
todos los que en el mundo sienten la atracción de hacerse
«discípulos» suyos. El Señor se vuelve hacia ellos y les repite
por tres veces (antigua manera de afirmar una idea en
superlativo) cuál es la condición fundamental.
Esta condición fundamental la reconocemos y aceptamos cada
vez que decimos (los que tenemos el gozo de rezar tal como
nos enseñaron nuestros padres): «Señor mío Jesucristo.., a
quien amo más que todas las cosas».
Por tres veces, la página que leemos hoy insiste en este único
pensamiento. Cristo, a quien tenemos que amar 1) más que a
los seres más queridos en este mundo; 2) más que la propia
vida; 3) más que todo haber y poseer. Estas tres insistencias
están, respectivamente, en los versículos 26, 27 y 33. Entre la
segunda y la tercera van intercaladas dos parábolas, a las que
aludiremos en la conclusión.
1. — Más que a los seres más queridos (y. 26). Nadie ha
elevado el amor de familia a un nivel más divino que el
Evangelio. Nunca se quieren con más transparencia los
esposos, padres, hijos y hermanos que cuando saben y viven
que el amor que se tienen es comunicación y efluvio de su
amor a Dios. Difícilmente habrá padres que hayan sido tan de
verdad queridos por sus hijos como los que nos enseñaron
clara y sinceramente a amar a Jesús más que a ellos mismos...
2. — Más que la propia vida (y. 27 y final del 26). Es de Cristo
quien está dispuesto a dar la vida por él. En algunos casos, con
el testimonio (= «martirio») de la propia sangre derramada.
Siempre, con el testimonio de serle fiel hasta la muerte.
3. — Más que toda posesión (y. 33). «Renunciar a todos sus
bienes» pedirá al corazón de algunos el heroísmo de dejarlos
de una vez para siempre. A los demás, el estar sinceramente
dispuestos a subordinar sus pertenencias (de riqueza, de
poder, de prestigio...) al «amor de Cristo por encima de todo»
—que, en determinadas circunstancias, les puede exigir su
sacrificio.
En resumen, ser cristiano no es como enrolarse en una
ideología halagadora. Ser cristiano es opción heroica. Conviene
tener de ello plena conciencia. De ahí las. dos parábolas de la
prudencia reflexiva. Un buen constructor no echa los cimientos
sin tenerlo todo ya previsto (y. 28-30). Un militar responsable
no se aventura a una batalla si no, cuenta con medios (31-32).
Uno que quiera salvarse, no soñará conseguirlo a base de
egoísmos, de comodidad sin renuncias, de vida fácil sin
sacrificio.
San Lucas sigue contemplando a Jesús en ruta hacia Jerusalén.
« Grandes multitudes hadan camino con El», dice el texto
(14,25). Para el evangelista discípulo de San Pablo, este Pueblo
en marcha con Jesús al frente era primicia y signo de la Iglesia,
que peregrina por el mundo hacia su verdadera «Jerusalén»,
que está en lo alto (= Gal 4,26).
En la intención de San Lucas, «caminar con Jesús» quiere decir
ser discípulo suyo. Para él, la palabra «discípulo» incluye a todo
cristiano (no a solos los dirigentes).
XXIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 955
La página que leemos hoy desarrolla una lección, que parece
una exigencia negativa: para ser Discípulo (= cristiano), es
necesario renunciar a todo. El estilo de esta página es
angustioso. Pero al trasluz del estilo, se intuye que la lección es
positiva y fascinadora: ser Discipulo consiste en amar a Cristo
sobre todas las cosas. En esta disposición positiva nos
sentimos de acuerdo, y la afirmamos con frecuencia en
entrañables oraciones que aprendimos de nuestros padres.
Para inculcar esta lección, el evangelista yuxtapone dos
«loguia» [ es plural griego de «loguion» = Palabra
sentenciosa]. Seguramente Jesús los pronunció en distintas
ocasiones. Luego da color a la idea con un binario de
parábolas. Termina con un epifonema o recapitulación.
A-1: Primer loguion (y. 26: compararlo con Mt 10,37). Funde en
una frase dos afirmaciones: 1) el Discípulo debe posponer al
Amor de Jesús el de todos los demás seres, aun los más
queridos; 2) incluso el de su propia vida. La segunda
afirmación prepara el loguion siguiente. En la primera, la
enumeración de las personas, cuyo amor hay que posponer, es
de una impresionante emotividad. [ griego, San Lucas
reproduce la dureza del hebreo (o arameo) en que se
expresaba el Maestro. Si alguien lee traducciones que
conserven dicha dureza, advierta que el verbo semítico
«odiar», en este contexto como en otros, no es sino una
manera enérgica de decir: «amar menos que...»]. La Biblia, y
sobre todo el Evangelio, enaltecen el amor entre los miembros
de la familia, más que ningún otro documento de la historia. Lo
que pide Jesús, sólo lo puede pedir Dios. El Evangelio se
escribió con la clara conciencia de que Jesús es Dios. —Por otra
parte, cuando los padres cristianos enseñan a sus hijos como
deben amar a Jesús sobre todas las cosas (cf. Kempis 2,7) y
aun más que a ellos mismos, lo hacen con la gozosa seguridad
de que no perderán nada de su cariño, antes ganarán mucho.
Igualmente los esposos y los hermanos que ponen explícita
mente a Cristo por encima de todo su amor.
A-2: Segundo loguion (y. 27: comparar con Mt 10,38). La
expresión «tomar su cruz» y con ella «seguir a Cristo» (hasta
ser crucificado) se aplicó al principio a la situación realista del
Discípulo-mártir, que, posponiendo el amor a su propia vida
(26b), muere por Fidelidad al Maestro. Al martirio de la carne
se añadió muchas veces el del corazón: sentirse
incomprendido por los más queridos. Posteriormente, la frase
«llevar la cruz en pos de Cristo» se ha referido también al
martirio blanco:
mantenerse fiel al Evangelio en pensamiento, profesión pública
y acción cuando el poder o el ambiente lo hacen objeto de
menosprecio, segregación y vejaciones.
B-1: y. 28-30. De un irreflexivo, que no afinó el presupuesto de
una construcción, seguramente todos podríamos contar algún
caso. B-2: o. 31-32. La imprudencia de aceptar una batalla
suicida tal vez la había presenciado Jesús niño desde las
alturas de Nazaret, cuando Quintilio Varo, con unos veinte mil
soldados, aniquiló a los «zelotas» fortificados en la vecina
Séforis. Ambas «parábolas» son indicio de la sensatez con que
su Autor sabía enjuiciar los acontecimientos de este mundo.
Recapitulación (y. 33). Por analogía, la decisión de ser Discípulo
de Cristo pide también la sensatez de poner los medios
adecuados. Uno es principal: renunciar. El Evangelio exige.
Dicen los expertos en el arte de la santidad, que para alcanzar
el Todo hay que dejarlo todo.
956 CICLO C
El Evangelio de hoy empieza con una sugestiva instantánea:
Jesús sigue su Camino, y le acompaña un gran número de
gente sencilla. San Lucas ve en esta multitud un signo del
Pueblo de Dios. De la gran Iglesia, cuyo destino es estar
siempre en marcha, con Cristo, hacia su «Jerusalén».
Jesús habla al pueblo que le sigue. A los que desean ser
DISCIPULOS suyos. Es decir, cristianos de verdad. Señala tres
condiciones.
Estas condiciones van redactadas en frases negativas. Las tres
concluyen con la misma expresión: (quien no cumple esto...)
«no puede ser discípulo mío» (y. 26,27 y 33). Cuando hablaba,
Jesús sabía armonizar la más austera exigencia con una
fascinadora atracción. A los que invitaba a comprometerse con
su causa, por ser Amigo sincero, no los engañaba con promesa
de ventajas terrenas, con ofrecimiento de facilidades. El arte
de aumentar en número y calidad las vocaciones cristianas fue
presentar el Cristianismo en insobornable pureza.
Bajo su redacción negativa y dura, cada una de las tres
«condiciones para ser discípulo» contiene una luminosa
afirmación positiva. Intentamos expresarla en los siguientes
enunciados:
1. — Para ser discípulo de Jesús, hay que amarlo con un amor
total, por encima de cualquier otro amor (y. 26). Porque Jesús
es Dios. Me lo inculcaron mis padres, conscientes de que mi
entrañable amor a ellos quedaría desde entonces dispuesto al
servicio de un más alto y exigente Amor. Pero sabían que nada
ennoblece y afirma tanto el amor de padres, hijos y esposos
como hacerlo reflejo de una superior llama divina.
2. — Para serle discípulo, hay que seguir con Cristo «el Camino
de su Cruz»
—con disponibilidad a ser Mártir, si las circunstancias lo piden,
como El. Muchos hermanos nuestros de todo el mundo
cumplen, tal vez en forzado silencio, esta condición (y. 27).
3. — En orden a ser discípulo de Jesús, hay que practicar
voluntariamente la pobreza en sinceridad de corazón y de vida
(y. 33). Programa heroico, al que sería imprudente lanzarse sin
previa, serena y madura reflexión. De ahí las dos humanísimas
«Parábolas del hombre reflexivo» (28-30 y 31-32), que San
Lucas unió redaccionalmente a estas «tres condiciones». —
Digamos, de paso, que las dos parábolas dan testimonio, en la
humanidad de Jesús, de un envidiable y no frecuente sentido
común.
VIGESIMOCUARTO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Éxodo 32,7-71. 13-14
En aquellos días dijo el Señor a Moisés:
—Anda, baja del monte, que se ha pervertido tu pueblo, el que
tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que
yo les había señalado. Se han hecho un toro de metal, se
postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: GEste es tu
Dios, Israel, el que te sacó de Egipto.
Y el Señor añadió a Moisés:
—Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por
esodéjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta
consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo.
Entonces Moisés suplicó al Señor su Dios:
— qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú
sacaste de Egipto con gran poder y mano robusta? Acuérdate
de tus siervos, Abrahán, Isaac y Jacob a quienes juraste por ti
mismo diciendo: <Multiplicaré vuestra descendencia como las
estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la
daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre.
Y el Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado
contra su pueblo.
Salmo responsorial Sal 50,3-4. 12-13. 17 y 19
R. Me pondré en camino adonde está mi padre.
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa
compasión borra mi culpa. Lava del todo mi delito, limpia mi
pecado.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
958 CICLO C
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado, un corazón
quebrantado y humillado tú no lo desprecias.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera Carta del apóstol san Pablo a Timoteo
1,12-17
Doy gracias a Cristo Jesús nuestro Señor,
que me hizo capaz, se fió de mí
y me confió este ministerio.
Eso que yo antes era un blasfemo,
un perseguidor y un violento.
Pero Dios tuvo compasión de mí,
porque yo no era creyente
y no sabía lo que hacía.
Dios derrochó su gracia en mí,
dándome la fe y el amor cristiano.
Podéis fiaros y aceptar sin reserva lo que os digo:
Que Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores,
y yo soy el primero.
Y por eso se compadeció de mí:
para que en mí, el primero, mostrara Cristo toda su paciencia,
y pudiera ser modelo de todos los que creerán en él y tendrán
vida eterna.
Al rey de los siglos,
inmortal, invisible, único Dios,
honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
2Co 5,l9ac Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo
consigo, y a nosotros nos ha confiado el mensaje de la
reconciliación. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 15,1-32
En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y ios
pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los letrados
murmuraban entre ellos:
—Ese acoge a los pecadores y come con ellos.
Jesús les dijo esta parábola:
XXIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 959
—Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no
deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada,
hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, se la carga
sobre los hombros, muy contento; y al llegar a casa, reúne a
los amigos y a los vecinos para decirles:
» he encontrado la oveja que se me había perdido.»
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un
solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos
que no necesitan convertirse.
Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no
enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado,
hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, reúne a las
vecinas para decirles:
« he encontrado la moneda que se me había perdido.»
Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios
por un solo pecador que se convierta.
[ les dijo:
—Un hombre tenía dos hijos: el menor de ellos dijo a su padre:
»Padre, dame la parte que me toca de la fortuna.’> El padre
les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo,
emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo
perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un
hambre terrible y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y.tanto le insistió a un habitante de aquel país,
que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban
ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían
los cerdos; y nadie le daba de comer.
Recapacitando entonces se dijo:
«<Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan,
mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino
adonde está mi padre, y le diré: “Padre, he pecado contra el
cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: crátame
como a uno de tus jornaleros.”»
Se puso en camino adonde estaba su padre: cuando todavía
estaba lejos, su padre le vio y se conmovió; y, echando a
correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo.
Su hijo le dijo:
«Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco
llamarme hijo tuyo.» Pero el padre dijo a sus criados:
«<Sacad en seguida el mejor traje y vestidio; ponedle un anillo
en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y
matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba
muerto y ha revivido, estaba perdido y lo hemos encontrado.»
Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el
baile, y, llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.
Este le contestó:
«Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero
cebado, porque lo ha recobrado con salud.»
El se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e
intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre:
«Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca
una orden cuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener
un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo
que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el
ternero cebado.>’
El padre le dijo:
«Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo:
deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y
ha revivido, estaba perdido y lo hemos encontrado.»]
960 CICLO C
Las Lecturas bíblicas de este domingo son un poema a la
Misericordia del Señor.
La del Exodo recuerda la primera y arquetípica infidelidad del
Pueblo de Dios recién liberado, apenas concluida la Alianza en
el Sinaí. Dar culto a un «becerro de oro» significa despreciar la
trascendencia de Yahvé, rebajando su Gloria al nivel de los
ídolos. Por rechazar al auténtico Dios, el Pueblo santo perdía
hasta su razón de ezistir. Pero Moisés, el mediador, le obtuvo la
divina generosidad del perdón.
La primera Carta a Timoteo es un esbozo de directorio pastoral.
El Apóstol quiere que su discípulo y continuador tome
conciencia de la verdad que para él es corazón del Evangelio:
la de que Cristo vino para salvar a los pecadores. En San Pablo
esta verdad fue experiencia autobiográfica. Se tenía a sí mismo
por obra maestra de la Misericordia de Jesús, y como tal se
declaraba a los demás. Todo él humillación por sus pecados;
todo él gloria de la Gracia de Cristo. El saborear internamente
la Misericordia le hizo maestro en el arte de llevar los
pecadores a la santidad.
La más perfecta expresión literaria de su Misericordia nos la
comunicó el Señor en el capítulo 15 del Evangelio según Lucas.
Empieza por una escena ambiental, que sirve de introducción a
las tres parábolas de la oveja, la dracma y el hijo perdido.
1. — La escena ambiental presenta a Jesús rodeado de
«pecadores» en disponibili dad activa de conversión: escuchan
su palabra y se sientan a su mesa. Situación impresionante,
que molesta a los siempre críticos puritanos. Contra éstos,
Jesús toma la palabra en defensa propia.
2. — Las tres parábolas coinciden en una nota dominante: el
gozo de quien encuentra lo que, siendo propio y amándolo,
había perdido. Subrayando en rojo todas las expresiones que
denotan alegría, salta a la vista esta nota dominante del
capítulo 15: el Cielo está de fiesta al contemplar la acción
salvadora del Mesías.
a) Lo «perdido» según el criterio de Dios era el hombre en
situación aceptada de pecado. Las dos primeras parábolas lo
representan con imágenes alusivas (oveja, dracma). La tercera
lo describe en la carne viva de un hijo «pródigo» (ver domingo
4° de Cuaresma). Su historia resume el proceso típico de la
«perdición»: sed de autonomía frente al Padre (Dios), ilusión de
ajena libertad, vacío, servicio a los cerdos.
b) Con estas parábolas, Jesús afirma y defiende su gestión en
favor de lo «perdido». Ha venido al mundo para salvar
teológicamente a sus pecadores y, para salvarlos, tiene que
entrar en contacto con ellos. Lo que los fariseos critican es
presencia y arte de la Misericordia divina. Es decir, del Amor
eficaz sobre los que están en la «miseria» (teológica). En vez
de criticar, debieran alegrarse con los ángeles de Dios.
c) San Lucas puso por escrito estas enseñanzas de Jesús en el
«Camino a Jerusalén» para instrucción de los discípulos; es
decir, de los cristianos y, sobre todo, de los consagrados al
servicio de la Iglesia. La Misericordia de Dios que actúa en
Jesús debe proseguir actuando en sus ministros. Buscadores
incansables de cada «oveja» extraviada, de cada «dracma»
caída. Instrumentos vivos del Amor comprensivo del Padre. Si a
veces decimos que el mundo está (teológicamente) «perdido»,
sea para enamorarnos más de la misión cristiana de
«encontrarlo» para Dios.
XXIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 961 LA ALEGRÍA DE DIOS
El Dios del Sinaí —nos recuerda la lectura del Éxodo— consintió
en perdonar al pueblo que había trocado su adoración por la de
un becerro de oro. Luego el Salmo ofrece unos fragmentos de
la más universal plegaria de contrición: el «Miserere».
Después, en la carta a Timoteo, el Apóstol afirma por propia
experiencia que Jesús ha venido a nuestro mundo para salvar a
los pecadores. Todo ello sirve de preludio a las tres parábolas
que integran el capítulo 15 del Evangelio según Lucas. La
liturgia de la Palabra es hoy un ELOGIO DE LA MISERICORDIA
DE DIOS.
San Lucas enhebra estas tres parábolas en el hilo de un mismo
pensamiento: la alegría con que Dios recibe, cuando vuelve a
sus brazos, al hombre pecador. Al hombre «perdido». Jesús
iluminó este pensamiento con las imágenes que más
hondamente podían impresionar a la gente sencilla que lo
escuchaba. Cuando el pecador vuelve a Dios, Dios y sus
ángeles se alegran como cuando un pastor recobra su oveja
perdida(v. 5-7)... Como cuando un ama de casa muy pobre
encuentra su dracma perdida (9-10)... Como cuando el padre
pudo besar de nuevo y sentar a su mesa a aquel hijo suyo, tan
«perdido» (20-24)...
Esta página del Evangelio es transparente y no necesita
comentario. Sugerimos tres puntos de reflexión: 1) la
murmuración de los fariseos; 2) la defensa de Jesús; 3) la
invitación al hermano mayor del «hijo pródigo».
1. — La murmuración de los fariseos (y. 1-2). Libre de espíritu y
superior a las circunstancias, Jesús acepta invitaciones de
«fariseos» (Lc 7,36; 11,37; 14,1) y también de «publicanos».
Pero los fariseos a quienes se refiere el evangelista (no todos
eran así) se arrogaban el monopolio de la justicia. A los
«publicanos» los declaraban pecadores. Considerando
escándalo el que el Maestro se manchase con su compañía, se
desahogaron murmurando. San Lucas describe una situación
análoga a propósito del convite de Leví (5, 29-32) y del de
Zaqueo (19,7).
2. — La defensa de Jesús. Su anhelo es colmar la alegría del
Padre, «rico en Misericordia». Del que desea que todos se
salven. Esto quieren decir las tres parábolas. Aquel convite con
«publicanos» presignificaba de alguna manera la fiesta que
celebra el corazón de Dios cada vez que un hijo «perdido»
vuelve a los brazos y a la mesa del Padre.
3. — Invitación al hermano mayor. La parábola del «hijo
pródigo» termina invitando al hermano a entrar en la fiesta. A
alegrarse con el Padre. A no ser fariseo de corazón. A no
«murmurar». A convertirse de siervo en hijo. A no mirar la
religión como un mero tejido de deberes, sino como vida, amor
y gozo de familia entre el Padre Dios y los hombres hermanos...
El leccionario brinda la oportunidad de leer por entero el
capítulo quince de San Lucas. Corazón del Evangelio. Canta la
alegría con que Dios abraza a los que retornan a él. Contiene
una breve introducción y tres parábolas.
1. — La introducción (y. 1-2) recuerda el habitual conflicto entre
Jesús y aquellos que el evangelista llama «escribas y fariseos».
En materia doctrinal estaban casi de acuerdo (Mt 23,2-3). Pero
no en la actitud. Jesús acogía a los «publicanos y pecadores»
que se acercaban a escucharlo. Hablaba con ellos y aceptaba
ser su
962 CICLO C
comensal. Para dar color a esta actitud de Jesús, San Lucas
contó antes el caso concreto del publicano Leví (5,27-32) y
contará más adelante el del publicano Zaqueo (19,1-10). Los
de la otra mentalidad no estaban conformes. «Murmuraban».
Ellos, constituidos en monopolio de la bondad, apartaban en
incomunicación a los que consideraban pecadores. El ejemplo
más claro de aquel tiempo y país eran los publicanos (18, 9-
14).
2. — Jesús defiende su actitud apelando a la más alta razón: el
afán con que Dios busca al hombre que se ha alejado de él, a
fin de hacerlo otra vez suyo. El amor de padre con que hace
participar en su alegría al hijo pecador que vuelve a él.
Identificado con Dios, Cristo considera misión suya buscar a los
apartados que necesitan Salvación (19,10) y acogerlos cuando
se le acercan.
Dos parábolas concisas y simétricas iluminan el primer
aspecto: el ejemplo del pastor (y. 3-7) y el del ama de casa (y.
8-10). Buscan con ardor lo que han perdido y querían
entrañablemente. Una tercera y larga parábola (y. 11-32) tiene
como punto culminante la emoción con que el Padre abraza al
hijo perdido cuando vuelve. En las dos primeras se da a
entender que la Salvación es iniciativa y Gracia de Dios. La
tercera indica que también el hombre tiene que cooperar con
su Conversión.
Cada una de las tres parábolas, leída por separado, sugiere
varias y profundas reflexiones. Sobre todo, la del Hijo pródigo
(que ya hemos comentado este mismo año en el cuarto
domingo de Cuaresma). Al leer las tres de una vez es bueno
fijarse en su lección de conjunto:
a) Si a un pastor se le ha extraviado una sola oveja, concentra
en ella todo su interés y angustia. Al recobrar la normal
integridad del rebaño, la angustia se transfigura en fiesta. ¡Así
es motivo de alegría para Dios la conversión de un pecador!
(y. 7).
b) Lo mismo si una mujer pierde, busca y encuentra una sola
de sus diez dracmas de plata [ vez la dote, que suele lucir
como diadema al vestirse de fiesta]. ¡Así hay alegría entre los
ángeles cuando se recobra para su Cielo un pecador! (y. 10).
c) También la parábola del Hijo pródigo tiene su momento
principal en la fiesta y alegría del retorno (y. 22-24). Esta
alegría divina es el leitmotiv o tema fundamental de todo el
capítulo quince de San Lucas, contra la amargura de unos
hipócritas que se incomodaban y protestaban al ve como se
realizaba ante sus ojos la obra predilecta de Dios en Cristo:
acoger, perdonar, salvar.
Con la última escena de la parábola (y. 25-32) Jesús responde
directamente a la «murmuración» inicial (y. 1-2). El hijo mayor
asume el papel de los fariseos. Le indigna ser comensal de
aquel pecador en retorno, ¡ que es su hermano! Se cree justo,
porque cumple todas las órdenes. Experto en servir, no sabe
amar. Por eso le repugna el sabor del perdón.
Cuando San Lucas puso por escrito estas parábolas de Jesús,
hacia el último tercio del primer siglo, sabía que no las iban a
leer los antiguos fariseos. Escribe para la Iglesia de entonces y
de siempre. Esta página forma parte del «Camino a Jerusalén»,
que es código de mentalidad cristiana. Previene contra la
perenne tentación humana de imitar al «hermano mayor». E
invita a recibir con la alegría del Padre común a todo hermano
hombre, aunque fuere «publicano», cuando viene a sentarse
junto a nosotros en la mesa de la Salvación.
VIGESIMOQUINTO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Amós 8,4-7
Escuchad esto los que exprimís al pobre, despojáis a los
miserables, diciendo: ¿Cuándo pasará la luna nueva para
vender el trigo, y el sábado para ofrecer el grano?
Disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis balanzas con
trampa, compráis por dinero al pobre, al mísero por un par de
sandalias, vendiendo hasta el salvado del trigo.
Jura el Señor por la Gloria de Jacob
que no olvidará jamás vuestras acciones.
Salmo responsortal Sal 112,1-2. 4-6. 7-8
R. Alabad al Señor, que ensalza al pobre. [ Aleluya].
Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor. Bendito
sea el nombre del Señor, ahora y por siempre.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre el
cielo;
¿quién como el Señor Dios nuestro,
964 CICLO C
que se eleva en su trono y se abaja para mirar al cielo y a la
tierra?
Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para
sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo.
SEGUNDA LECTtJRA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo
2,1-8
Te ruego, pues, lo primero de todo, que hagáis oraciones,
plegarias, súplicas, acciones de gracias por todos los hombres,
por los reyes y por todos los que están en el mando, para que
podamos llevar una vida tranquila y apacible, con toda piedad
y decoro. Eso es bueno y grato ante los ojos de nuestro
Salvador, Dios, que quiere que todos los hombres se salven y
lleguen al conocimiento de la verdad.
Pues Dios es uno, y uno solo es el mediador entre Dios y los
hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por
todos: éste es el testimonio en el tiempo apropiado: para él
estoy puesto como anunciador y apóstol —digo la verdad, no
miento—, maestro de los paganos en fe y verdad.
Encargo a los hombres que recen en cualquier lugar alzando
las manos limpias de ira y divisiones.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
2Co 8,9 Jesucristo, siendo rico, por vosotros se hizo pobre, para
que vosotros, con su pobreza, os hagáis ricos. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 16,1-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
[ hombre rico tenía un administrador y le llegó la denuncia de
que derrochaba sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo:
Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu
gestión, porque quedas despedido.x
El administrador se puso a echar sus cálculos:
> voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para
cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo
que voy a hacer para que, cuando me echen de la
administración, encuentre quien me reciba en su casa.»
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo, y dijo al
primero:
eCuánto debes a mi amo?»
Este respondió:
»Cien barriles de aceite.»
XXV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 965
Él le dijo:
«Aquí está tu recibo: aprisa, siéntate y escribe “cincuenta”.»
Luego dijo a otro:
«Y tú, ¿cuánto debes?» El contestó:
«Cien fanegas de trigo.» Le dijo:
«Aquí está tu recibo: escribe “ochenta”.»
Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que
había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más
astutos con su gente que los hijos de la luz.
Y yo os digo: Ganaos amigos con el dinero injusto, para que,
cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.]
El que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de
fiar; el que no es honrado en lo menudo, tampoco en lo
importante es honrado.
Si no fuisteis de fiar en el vil dinero, ¿quién os confiará lo que
vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, lo vuestro
¿quién os lo dará?
Ningún siervo puede servir a dos amos: porque o bien
aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se dedicará al primero
y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.
El Evangelio de San Lucas vuelve a uno de sus temas
predilectos: renunciar por el Reino de Dios al afán de poseer.
Cuando hombres e instituciones se entregan a la sed de
riqueza material, caen normalmente en el pecado de explotar a
los socialmente débiles o <‘pobres’>. La Biblia condena con
energía tal injusticia de los poderosos. Hoy leemos un ejemplo
entre muchos, tomado del Profeta Amós (siglo VIII a.C.).
Primer aviso pastoral de la Carta a Timoteo: procurar que en su
comunidad se tenga asiduamente la «oración universal».
Medio privilegiado de actuar por la Iglesia el designio divino-
cristiano de la Salvación del mundo. Entre aquellos por quienes
se debe orar, el Apóstol destaca expresamente a los que rigen
los pueblos. Eptre las intenciones, la paz.
Casi todo el capítulo 16 del Evangelio según Lucas habla de la
actitud cristiana frente a la riqueza. Comienza con la parábola
del administrador tramposo y termina con la del rico epulón.
Entre ambas, se intercala una serie de avisos (vers. 9-18). Hoy
leemos la primera mitad del capítulo, que resumimos en
esquema:
1. — El apólogo del administrador injusto no necesita
comentario. Más de un oyente de Jesús pensaría en algún caso
real parecido. En síntesis, aquel empleado socialmente hundido
se agarra a un último recurso: procurarse deudores de gratitud,
a los que compromete haciéndolos solidarios en la estafa.
Intrascendente ejemplo popular de cuán hábil, astuta (o
«prudente’>) suele ser la injusticia en este mundo. El ecónomo
fue despedido por infiel, pero alabado por ingenioso (vers. 8a).
2. — La reflexión a propósito de la parábola se refiere
únicamente a esta «prudencia» o arte de ordenar los medios al
fin que uno busca. Si los que no tienen más horizonte que el de
este mundo se muestran hábiles en su terreno, ¿por qué han
de ser torpes en el suyo los que creen en la Luz? (vers. 8b).
3. — El vers. 9 contiene la lección positiva. Invita a dar los
bienes [ los pobres] a
966 CICLO C
fin de ser recibidos por Dios en su Casa eterna. A la hora de la
muerte «falta» o falla el dinero y sólo queda el Amor. El destino
del Epulón servirá de ejemplo negativo (Ev. del dom. próx.).
[ se entienda por «dinero injusto» el adquirido injustamente
(jen tal caso habría que restituir!). El texto de Lucas dice:
Mammón de injusticia. «Mammón» significaba en hebreo el
conjunto de bienes materiales que uno posee y en los que
confía. Se llama «de injusticia» por cuanto incita a ella (ver
primera lectura)].
4. — Tres sentencias paralelas (vers. 10-12) condicionan la
buena «administra ción» de ios bienes espirituales al recto uso
evangélico de la riqueza temporal. En efecto, los cristianos han
recibido para desarrollarlo un tesoro divino (recordar la
parábola de los talentos) que es inmenso (10), auténtico (11) y
«propio». El que no es fiel en renunciar por Cristo a los bienes
temporales (insignificantes, aparentes, «ajenos»), ¿cómo será
fiel a las superiores exigencias de la Gracia?
5. — Vers. 13 (= Mt 6,24). La Riqueza (en el sentido absorbente
del hebreo «Mammón») es como un ídolo, que exige servicio
total. Quien tiene Fe de veras sabe que Dios ha de ser «el
primer y único servido».
FIELES ADMINISTRADORES DE LOS BIENES DE DIOS
El Evangelio de hoy sirve de preludio al que forma la segunda
parte del mismo capítulo 16 de San Lucas y se leerá el próximo
domingo (la parábola del rico epulón y el mendigo Lázaro).
Este fragmento que escuchamos hoy lo constituyen tres
unidades: a) la historia del administrador astuto (y. 1-9); b) una
exhortación a administrar con religiosa fidelidad los bienes que
el Señor nos da (y. 10-II); c) un aviso sobre la incompatibilidad
entre el servicio del único Dios y la idolatría del dios Dinero (y.
13).
En todo el capítulo 16 de San Lucas se transparenta una idea
fundamental: los bienes de que disponemos en este mundo
son de Dios. El los confía a nuestra responsabilidad para que
los administremos en provecho no sólo de nosotros mismos
sino también de los necesitados. Quien los tratase como
exclusivamente suyos dedicándolos a su exclusivo interés,
sería reo de injusticia ante el único dueño de todo: Dios.
1. — « Ganaos amigos con el dinero [ de tantas injusticiasJ,
para que cuando os falte os reciban en las moradas eternas».
El Maestro no elogia el fraude de aquel injusto administrador.
Pero reconoce que fue hábil en salvarse a tiempo de lá miseria
cuando vio que se iba a quedar sin trabajo y sin dinero. Y toma
pie de esta habilidad, característica de tantos «hijos de las
tinieblas», para dar un consejo a los que deseen ser «hijos de
la luz». Los que creen en valores eternos. La parábola del
administrador injusto prepara la del rico epulón. Quien dispone
de riquezas en este mundo, no es más que administrador de
bienes que pertenecen a Dios. Todo el dinero que cree poseer
le «faltará» un determinado día: el de su muerte. Si quiere
obtener los bienes eternos, sea previsor a tiempo. Gánese a los
que Dios quiere que sean sus «amigos». Los que le ha puesto
en el camino de la vida para que sean ayudados por él. Si
aquel rico hubiese cumplido el deber de compartir con Lázaro
sus bienes temporales, Dios lo hubiera recibido junto al amigo
Lázaro en sus moradas eternas.
XXV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 967
2. — «El que es de fiar en lo menudo, también en lo importante
es de fiar». La fidelidad de los grandes momentos se forja,
ensaya y demuestra en la fidelidad de las pequeñas
circunstancias. Pensamiento sapiencial, que gustaba mucho al
Maestro. Ojalá no lo olviden sus discípulos. Jesús aplica este
principio a la fidelidad en administrar los bienes temporales
(cosa «pequeña» para él) en favor de los necesitados, garantía
de la fidelidad a las cosas realmente «grandes» (la atención a
los bienes eternos).
3. — «Ningún siervo puede servir a dos amos». Considerar la
riqueza como valor supremo equivaldría a transformarla en
«ídolo». Los ídolos esclavizan. Sólo es libre quien ama y sirve al
único Dios (también en lo que afecta a la administración de sus
bienes temporales) con todo el corazón.
Casi todo el capítulo 16 del Evangelio según Lucas se mueve
en torno a la cuestión, que nunca dejará de preocupar a una
conciencia honrada: cómo emplear con sentido cristiano los
bienes que uno posee. Concretamente, el dinero.
Empieza el capítulo con la parábola del administrador
tramposo y termina con la del rico opulento y el mendigo
Lázaro. Entre ambas parábolas, el evangelista ha enhebrado
sin orden lógico unas cuantas Sentencias del Señor. Hoy
escuchamos la primera parábola y algunas de dichas
Sentencias. Leeremos la otra parábola el domingo próximo.
A. — Parábola del administrador tramposo. Seguramente aludía
a algún escánda lo reciente, que se comentaba en el pueblo.
Un administrador ha perdido la confianza del amo, que le
notifica el despido. Sin más ingresos que los de su oficio, se le
presenta el ingrato dilema de colocarse como bracero o
mendigar. Reacio a ambas perspectivas, se ingenia un tercer
camino. Aprovecha las escasas horas que le quedan, convoca a
los deudores del amo y les rebaja a costa del mismo una parte
considerable de la deuda. Una vez han aceptado el fraude, el
chantaje es perfecto: si lo denuncian a él se denuncian a sí
mismos. Se cuentan dos casos, dando por supuçsto que
seguirían otros. Cantidades discretamente elevadas. El primero
se beneficia con cincuenta «bath» de aceite (unidad que,
según épocas y lugares, podía oscilar entre 21 y 45 litros; en
total, de un mínimo de mil a un máximo de más de dos mil). El
segundo gana veinte «kor» de trigo (un «kor» equivalía a diez
«bath»; la rebaja importaba un volumen no inferior a cuatro ni
superior a nueve mil litros. En ambos casos, el valor en dinero
resultaba casi el mismo (lo que ganaría un obrero en uno o dos
años de trabajo).
Con bienes no suyos, el administrador ha comprado gratitud.
Alguien le acogerá en condiciones favorables (vers. 4). Injusto
(vers. 8), pero hábil.
B. — Reflexión y aplicaciones prácticas. Jesús Maestro sabía
canaliz cualquier hecho de vida hacia una reflexión
provechosa. La por todos reconocida inmoralidad del
administrador da pie a una lección de contraste. Si los «hijos
de este mundo» se muestran pecaminosamente hábiles en la
gestión de sus intereses, ¿por qué no son santamente hábiles
en los suyos los «hijos de la luz»? De esta reflexión general, el
Evangelio deriva las siguientes aplicacioneÑ prácticas:
1. — Invertir el dinero en ayuda al necesitado, a fin de que
produzca un rendimiento eterno (vers. 9). San Lucas conserva
en el texto griego el vocablo arameo
968 CICLO C
«Mammón», que personifica el «Dinero» como un ídolo. Lo
llama «injusto» en la perspectiva de quienes lo consideran
absolutamente suyo, cuando no son más que administradores
de lo que Dios ha dispuesto que pase por sus manos. La
correcta y «hábil» administración de los bienes consiste en
«ganarse amigos» haciendo buenas obras en favor de los
necesitados. San Lucas se refiere a la «limosna» (= 12,33), en
el más amplio y noble sentido de la palabra. Cuando llegue
para cada uno la siempre cercana Escatología, le «faltará» toda
riqueza material. Si la ha colocado a tiempo en obras de
asistencia (si ha hecho de los pobres sus amigos), recibirá en
gratitud la gozosa acogida (de Dios) en la morada eterna.
2. — La fidelidad en la administración cristiana de la riqueza
material (que consiste en aplicarla a la ayuda de los menos
favorecidos) es condición previa para que Dios le confíe a uno
de los valores eternos, que, en relación con el Dinero, son más
importantes (vers. 10), verdaderos (vers. 11) y «propios» del
hombre (y. 12).
3. — Recapitulación. El hombre ha nacido para Dios, que es el
centro de su vida. Quien sirve a Dios, no puede servir al ídolo
«Dinero» (Mammón). Dice San Lucas a renglón seguido (vers.
14) que unos fariseos, al oír esto, se burlaron de Jesús. Por
respuesta les contó la vida, muerte y destino del rico opulento.
Será el tema del domingo próximo. El rico esclavo de sus
propios bienes, que no quiso servir al Dios que llamaba cada
día a la puerta de su casa en la presencia del hambriento
Lázaro.
Sigue el «Camino a Jerusalén», sección central del Evangelio
según Lucas. Próximo a la muerte, Jesús va educando el
sentido cristiano de sus Discípulos. El capítulo 16 entra en un
tema que ya preocupó a los profetas [ lectura]: el buen o mal
uso de los bienes temporales: posesiones, riqueza, dinero.
Termina dicho capítulo con la parábola del rico epulón y el
mendigo Lázaro, que se leerá el domingo próximo. Empieza
con la del administrador injusto, que escuchamos hoy.
A. — La parábola del administrador injusto aludía tal vez a
algún episodio real, objeto de comentarios en el pueblo. Un
propietario despide al administrador, acusado del malversar
sus bienes. Al borde de la mendicidad, el administrador
aprovecha las contadas horas que le quedan para comprar, a
costa del amo, la gratitud de unos cuantos deudores.
Sustituyendo facturas, les regala cantidades que equivaldrían
entonces al salario de uno o dos años de trabajo. Chantaje
perfecto, ya que no pueden denunciar sin denunciarse a sí
mismos. Una vez en la calle no faltará quien, por afecto o por
compromiso, le proteja.
La conclusión de la pará bola (vers. 8) elogia no los pecados
del administrador sino su habilidad. Jesús pedagogo sabía
sacar lecciones de luz hasta de las tinieblas. Si los que sólo se
afanan por los bienes de este mundo suelen ser tan sagaces,
¿por qué al trabajar por los intereses de Dios somos tantas
veces inhábiles, desganados y torpes?
B. — A partir de este pensamiento, el Evangelio sugiere tres
consignas:
1.— Generosidad (vers. 9). Al final de la jornada, el Dinero nos
«faltará» (moriremos sin él; véase la parábola del Epulón).
Invertirlo a tiempo en favor de los necesitados (limosna, obra
de asistencia: Lc 12,33). Entonces los pobres, nuestros
«amigos», y Dios solidario con ellos nos acogerán en la feliz
Eternidad. Así podemos transformar el Dinero, tantas veces
instrumento de injusticia («Mammona de iniquidad»), en medio
de Salvación.
XXV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 969
2. — Fidelidad (vers. 10-12). La fidelidad a lo grande se prueba
antes en la fidelidad a lo pequeño. A los ojos de la Fe, el Dinero
es un valor secundario, «ajeno» al Hombre. Sólo a quien lo
administra fielmente (= con la generosidad que exige el
Evangelio) Dios concederá otros Bienes, inmensamente
superiores.
3. — Libertad (vers. 13). Dios es el único Dios, centro de la
Vida. Quien sirve a Dios no es esclavo de nadie ni de nada.
Pero cuando entre Dios y el hombre se interpola el servido del
ídolo-Dinero (de «Mammón»), el hombre pierde su libertad
interior y cae en la peor miseria: la de no tener más que cosas
materiales, sin Espíritu.
VIGESIMOSEXTO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Amós 6,la. 4-7
Esto dice el Señor todopoderoso:
¡Ay de los que se fían de Sión!
¡Ay de los que confían en el monte de Samaría! Os acostáis en
lechos de marfil,
tumbados sobre las camas, coméis los carneros del rebaño y
las terneras del establo; Canturreáis al son del arpa, inventáis,
como David, instrumentos musicales, bebéis vinos generosos,
os ungís con los mejores perfumes, y no os doléis de los
desastres de José.
Por eso irán al destierro,
a la cabeza de los cautivos.
Se acabó la orgía de los disolutos.
Salmo responsorzal Sal 145,7. 8-9a. 9bc-1O
R. Alaba, alma mía, al Señor.
Él hace justicia a los oprimidos, dan pan a los hambrientos,
liberta a los cautivos.
El Señor abre los ojos al ciego,
XXVI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 971
el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los
justos, el Señor guarda a ios peregrinos.
Sustenta al huérfano y a la viuda, y trastorna el camino de los
malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad
en edad.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo
6,11-16
Hermano, siervo de Dios:
Practica la justicia, la religión, la fe, el amor, la paciencia, la
delicadeza. Combate el buen combate de la fe. Conquista la
vida eterna a la que fuiste llamado, y de la que hiciste noble
profesión ante muchos testigos. Y ahora, en presencia de Dios
que da la vida al universo y de Cristo Jesús que dio testimonio
ante Poncio Pilato: te insisto en que guardes el mandamiento
sin mancha ni reproche, hasta la venida de nuestro Señor
Jesucristo, que en tiempo oportuno mostrará el bienaventurado
y único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el
único poseedor de la inmortalidad, que habita en una luz
inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver.
A él honor e imperio eterno. Amén.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
2Co 8,9 Jesucristo, siendo rico, por vosotros se hizo pobre, para
que vosotros, con su pobreza, os hagáis ricos. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 16,19-31
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
—Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y
banqueteaba espléndidamente cada día.
Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal,
cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban
de la mesa del rico, pero nadie se lo daba.
Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.
Sucedió que se murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al
seno de Abrahán.
Se murió también el rico y lo enterraron. Y estando en el
infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de
lejos a Abrahán y a Lázaro en su seno y gritó:
Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje
en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque
me torturan estas l1amas.
Pero Abrahán le contestó:
— recuerda que recibiste tus bienes en vida y Lázaro a su vez
males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú
padeces.
972 CICLO C
Y además entre nosotros y vosotros se abre un abismo
inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde
aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros.
El rico insistió:
<(Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de
mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su
testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de
tormento.«
Abrahán le dice:
«Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen.« El rico
contestó:
«No, padre Abrahán. Pero, si un muerto va a verlos, se
arrepentirán.« Abrahán le dijo:
«Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni
aunque resucite un muerto.«
Cuenta el Evangelio de San Lucas (16,14) que, cuando Jesús
exponía su pensamiento sobre el apego a las riquezas, algunos
«amigos del dinero» se burlaron de él. Por respuesta, pocas
líneas más abajo viene la parábola de Lázaro y el epulón.
El Profeta Amós había sido pastor en el Desierto de Judá, no
lejos de Belén. Educado en la fraterna austeridad de su gente,
cuando visita la capital del norte, Samaría, le indigna aquel lujo
de una minoría de opulentos a costa de la miseria de tantos (I.
lect. del dom. pasado). Profesionales del placer, infieles a la
tradición social de la Alianza, inconscientes del más allá. Por
boca del profeta pastor, la Biblia interpela y condena en ellos a
los «epulones» de cualquier época o situación.
De la primera Carta a Timoteo leemos la exhortación final. El
anciano Apóstol piensa, no sin temor, en la perseverancia del
discípulo. Sus consignas se pueden resumir en una sola
palabra: fidelidad. Firmeza activa y mzrtirial en guardar el
mandato recibido, en cumplir el ministerio encomendado.
Como el día de la «hermosa profesión», hasta el encuentro
definitivo con Cristo.
La parábola del rico y el pobre no es un reportaje histórico, sino
una composición pedagógica en la que las figuras representan
situaciones humanas y el diálogo expresa verdades religiosas.
El Maestro se adaptó a la imaginativa y al lenguaje de su
pueblo. Un rico actúa de protagonista, en contraste con un
pobre. Tres momentos: A) situación en este mundo; B) en el
más allá; C) diálogo con Abrahán, que subraya las principales
lecciones.
En conjunto es un comentario dramático a la bienaventuranza
de los pobres=hambrientos=doloridos y la malaventuranza de
los ricos=hartos=< satisfechos según el texto de San Lucas
(léase 6,20-21 y 4,24-25).
A) El «epulón» es un hombre cerrado en sus bienes. Este es su
pecado. Le pone en evidencia la vista de Lázaro: sin pan, sin
ropa, sin salud; todavía perros sedientos aprovechan sus
llagas. El epulón, viéndolo (le reconocerá en el más allá), sigue
cerrado en sus cosas.
B) La muerte, momento trascendental de la existencia
humana. Inversión de situaciones en el más allá. [ seno de
Abrahán» corresponde a la imagen entonces popular del
«cónvite celeste» con los patriarcas de Israel: Mt 8,11; «en el
seno de» indica el lugar de preferencia: Jn 13,23].
XXVI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 973
C) Las súplicas del condenado ofrecen la ocasión pedagógica
de que «Abrahán» dé algunas lecciones, no tanto a él cuanto a
quien oye el Evangelio:
1.>: Su pecado fundamental fue el de centrar la existencia en
los bienes de este mundo: «recibiste tus bienes...» Por ello se
olvidó de confiar en Dios y de amar al necesitado.
2.’: A partir de la muerte, la separación entre elegidos y
condenados es absoluta y definitiva (y. 26).
3.’ y principal: Los «epulones» tienen que convertirse al
espíritu de pobreza y amor en esta vida, aceptando la Palabra
de Dios (= «Moisés y los profetas» en el vocabulario popular de
entonces). El que no cree por la Palabra de Dios, tampoco
creerá por una aparición de ultratumba ni porque resucite a un
muerto (alusión al Lázaro de Betania: Jn 11 y 12,9-11).
Es inmenso el campo de aplicación de esta parábola. Hay
epulones individuales y colectivos. Los hay de poder
económico, de cultura y hasta de valores religiosos y
saboreada «santidad». ¡Ay del que se cierra en egoísmo
cuando «Lázaro», hambriento, está a su puerta!
LA PARÁBOLA DEL RICO SIN CORAZÓN
Cuando Jesús declaró que no podemos servir al único Dios y al
ídolo Riqueza, algunos amantes del dinero hicieron mofa de él
(Lc 16,14). Por respuesta a su burla, el Evangelio ofrece la
parábola del rico epulón y el mendigo Lázaro.
Tres momentos: a) en esta vida (y. 19-21); b) a la hora de morir
(y. 22); c) más allá de la muerte (y. 23-31).
1. — «Había un hombre rico... Y un mendigo, por nombre
Lázaro, estaba echado junto a su portal». Si se prescindiese del
contraste con Lázaro, la figura del epulón apenas representaría
más que una oscura vulgaridad. El hombre ha nacido para
objetivos más elevados que darse a comilonas y a la necedad
de un lujo impresionante [ lectura]. Lo que condena al epulón
es el hecho de que Lázaro exista y esté al alcance de su mano.
«Lázaro» es quien carece de pan y abrigo, enfermo
sin’asistencia, desamparado sin hogar. Rostro que mil veces
pueden ver todos los «epulones» del mundo, ya en la misma
puerta de su casa ya por la ventana de los medios
informativos. Es esta reconocida vecindad de «Lázaro» lo que
proclama injusto al «epulón».
2. — «Murió el mendigo... Murió también el rico... » La muerte,
momento principal de la vida. «Verdad eterna», que no
debemos olvidar. Lázaro es asumido entre los amigos de Dios
[ responsorial]. El epulón muere habiendo malogrado el mayor
tesoro de esta vida: su tiempo. Tiempo para hacerse amigo de
Dios y de Lázaro. Tiempo de convertirse. Ahora ya es tarde.
Envuelto en esta abrumadora realidad: ya es tarde, se
desarrolla el diálogo entre el rico y Abrahán.
3. — « Y en el infierno, en medio de tormentos, levantando los
ojos vio de lejos a Abrahán y a Lázaro... » Ya es mendigo el que
fue epulón. Sus placeres se le han vuelto fuego. Sed infinita.
Dolor de quien ha perdido a Dios. ¡Y lo tuvo tan a mano, en el
hermano que sufría (Mt 25,34-45)!.. Israelita, invoca a Abrahán
como «padre» (cf. Lc 3,8). Llamándolo «hijo», el patriarca le
recuerda que su condenación es irrevocable. Y
974 CICLO C
merecida, pues nada hizo para atenuar el escandaloso
contraste entre su bienestar y la desdicha de Lázaro. Ultima
insistencia del (<Epulón)>: enviar un mensaje impresio nante
(la aparición de «Lázaro» resucitado) a los hermanos epulones
que viven en nuestro mundo para que se conviertan antes de
morir. En la respuesta de Abrahán
—es decir, del Autor de la parábola— se resume su lección
principal: quien rehúsa convertirse por la Palabra de Dios,
tampoco se convertirá aunque un muerto resucite. En la
perspectiva de Abrahán, la Palabra de Dios se expresaba por
«Moisés y los Profetas». Ahora, además, se nos hace presente
en el Evangelio.
El domingo pasado empezamos a leer el capítulo 16 del
Evangelio según San
Lucas. Un paso más en el «Camino de Jerusalén». Tema
arriesgado: manera cristiana
de utilizar los bienes de este mundo. Cuando le oyeron afirmar
que no puede servir a
Dios quien sirve a la Riqueza, algunos «amigos del dinero»
(vers. 14) se burlaron de
Cristo. Por respuesta les contó la parábola que escuchamos
hoy.
Esta parábola tiene dos partes: una narración de hechos sin
palabras y un diálogo que interpreta la narración. La narración
presenta tres rápidas instantáneas de contraste entre el rico y
el pobre: en la vida, en la muerte, en el más allá. Forman el
diálogo tres súplicas del rico y tres respuestas de Abrahán: la
razón de su condena, la pérdida de toda esperanza, el motivo
por el que hubiera debido convertirse él y deben convertirse
mientras queda tiempo los que siguen viviendo en el mundo
tan egoístas como él vivió.
En las últimas palabras, que el Maestro pone en boca de
Abrahán, se resume la intención de la parábola. Apremiante
llamada a convertirse. La Conversión fue tema central del
Mensaje de Cristo. No entendía por «conversión» una actitud
imprecisa. Exigía la renuncia a pecados concretos. Un rabino
casi contemporáneo de Jesús acusó de dos vicios principales a
la sociedad judía de entonces: el de que se odiaban los unos a
los otros, y el de que todos iban detrás de «Mammón» (del
ídolo-Dinero). Destaca sobre este trasfondo la insistencia del
Evangelio en dos valores: el amor fraterno y la pobreza. Dos
valores que son aspectos indisociables de una misma actitud.
La parábola del Epulón y Lázaro es una denuncia profética
contra el servicio de la Riqueza sin amor.
A. — Narración. 1.—Primera escena: el «epulón» y Lázaro en
esta vida. Contraste en dos aspectos del poseer: vestido y
comida. Para uno, telas carísimas. Para el otro, desnudez y
llagas. Uno en festín perenne. Al otro, muerto de hambre, ni le
dan los desperdicios, y hasta vienen perros a nutrirse con la
podre de sus úlceras...
—Transparencia significativa de una situación de pecado, que
es personal y social a un tiempo. Personal: aunque no quedase
un solo pobre en el mundo, la vida de «epulón» no tiene
sentido. El hombre es destello del amor de Dios, y sólo se
realiza dándose. Cuando se cierra en el placer, frustra su razón
de existir. Social: Lázaro está a la puerta. No hay epulón que no
tenga muchos a la vista. Si permanece aislado en su festín es
que no tiene amor. Debe ser arte difícil amar en cristiano y no
ser pobre. Pero nadie tire la primera piedra. Púrpura y mesa
abundante no son el único ni el principal valor. Puede haber
posesores pecaminosamente egoístas de cultura, de influencia,
incluso de religiosidad...
2 y 3. — La muerte, hora de la verdad. Jesús habla al pueblo de
Israel adaptándose
XXVI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 975
a su lengua y su imaginación. El «seno de Abrahán» quiere
decir el lugar de preferencia (como el de Juan en la última
Cena: Jn 13,23) en el banquete de los elegidos, que preside el
Patriarca. El rico está en la situación que describe la Carta de
Santiago (5,1-6). Se dirige, suplicante, a Abrahán:
B. — Diálogo. Primera lección: «jacuérdate.. .1» El que por
egoísmo ha querido perder a Dios, sufre una sed infinita. $in
alivio. Para hacerlo consciente de su realidad, basta recordarle
su pecado. «Lázaro» es personificación de los Pobres de Yahvé.
Los oprimidos humildes, que creen y esperan. Anunció su
liberación Isaías (61,lss). La canta el Magnificat (Lc 1,52s). La
proclaman las Bienaventuranzas (Lc 6,20). —Segunda lección:
«un abismo inmenso... » (vers. 26): el destino escatológico es
irreversible. —Tercera y principal lección (vers. 27-31): aviso a
los «hermanos» que el Epulón tiene en el mundo. Viven como
vivió él, en camino hacia el mismo infierno. Que escuchen la
Palabra de Dios (= «Moisés y los Profetas»). En perspectiva de
revelación cristiana: el Evangelio. Procurad por todos los
medios ponerlos en contacto de inteligencia y amor con él. Si
Jesús habló con tanta dureza en esta parábola, fue con la
pedagógica intención de despertar conciencias dormidas. El
«Epulón» descubrirá su felicidad el día que libre, y por amor, él
baje hacia «Lázaro» y Lázaro suba hacia él.
Cuenta San Lucas que mientras Jesús ezponía su pensamiento
acerca de la riqueza algunos se mofaban, pues eran «amigos
del Dinero» (16,14). Por respuesta dijo la parábola o relato
ejemplar del Epulón y Lázaro. Tres puntos de meditación para
un Rico-egoísta: a) en esta vida; b) en la frontera de la muerte;
c) en el Más Allá.
Esta parábola es lección de catecismo, no reportaje fotográfico.
Las formas imaginativas con que se expresa Jesús las
comprendía sin dificultad el pueblo sencillo de su tiempo.
A. — En esta vida. Unos pocos trazos impresionistas destacan a
todo relieve el inhumano contraste entre un Rico-egoísta y
ante sus ojos un Pobre-desamparado. Dos figuras que
personifican dos situaciones. Aun cuando no existiera la del
Pobre, la del Epulón resultaría deplorable: el hombre no ha
nacido para hartarse. Pero lo que en definitiva lo condena es su
aislamiento egoísta junto al Mendigo hambriento, enfermo y
desnudo.
B. — La muerte, momento trascendental. La Biblia de Israel (y
la literatura sapiencial de otros pueblos) prenunciaban una
futura «inversión de situaciones»: los arrogantes serán
humillados, los humillados serán enaltecidos. La parábola que
leemos hoy pone en la muerte de cada hombre el instante
definitivo de esta actuación de la justicia de Dios. Lázaro es
elevado al puesto de honor en el beatificante «Convite»
escatológico, reclinado junto a («en el seno de») Abrahán. Al
ahora mendigo Epulón la púrpura se le ha vuelto fuego y sus
hartazgos hambre y sed. Manera de expresar una realidad
infinitamente más dura: la pérdida de Dios.
C. — Reflexiones. Bajo la forma de un diálogo entre Abrahán y
el «hijo» condenado, la parábola pone en boca del «padre» tres
consideraciones para que las entiendan todos los «hijos de
Abrahán». Primera (y. 25): el Rico-egoísta no estaría en el
infierno si hubiese evitado la inhumanidad del desnivel entre
su situación y la de Lázaro (Mt 25,41-46). No es pecado tener
bienes; lo es no comunicarlos. Cuando la
976 CICLO C
Biblia amenaza a los prepotentes con una futura-escatológica
«inversión de situaciones» es para que eviten ahora, en la
tierra, los inhumanos «contrastes de situación». Segunda (y.
26): la situación del hombre a partir de la Muerte es
irreversible: urge convertirse ahora. Tercera (y. 27-31): para
convertirse, se necesita y basta la atención a la normal Palabra
de Dios («Moisés y los Profetas» en perspectiva israelita; toda
la Revelación y particularmente el Evangelio en perspectiva
cristiana). El que se niega a creer por la Palabra de Dios,
tampoco creerá por la resurrección de un muerto —ya sea
«Lázaro» ya el mismo Jesucristo.
VIGESIMOSÉPTIMO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Habacuc 1,2-3; 2,2-4
¿Hasta cuándo clamaré, Señor,
sin que me escuches?
¿Te gritaré <
sin que me salves?
¿Por qué me haces ver desgracias,
me muestras trabajos, violencias y catástrofes, surgen luchas,
se alzan contiendas?
El Señor me respondió así:
Escribe la visión, grábala en tablillas,
de modo que se lea de corrido.
La visión espera su momento, se acerca su término y no
fallará; si tarda, espera, porque ha de llegar sin retrasarse.
El injusto tiene el alma hinchada,
pero el justo vivirá por su fe.
Salmo responsorial Sal 94,1-2. 6-7. 8-9
R. Escucharemos tu voz, Señor.
Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos
salva; entremos a su presencia dándole gracias, vitoreándolo al
son de instrumentos.
978 CICLO C
Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador
nuestro. Porque él es nuestro Dios y nosotros su pueblo, el
rebaño que él guía.
«No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de
Massá en el desierto, cuando vuestros padres me pusieron a
prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras.»
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo
1,6-8. 13-14
Querido hermano:
Aviva el fuego de la gracia de Dios que recibiste cuando te
impuse las manos; porque Dios no nos ha dado un espíritu
cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio. No
tengas miedo de dar la cara por nuestro Señor y por mí, su
prisionero. Toma parte en los duros trabajos del evangelio,
según las fuerzas que Dios te dé. Ten delante la visión que yo
te di con mis palabras sensatas, y vive con fe y amor cristiano.
Guarda este tesoro con la ayuda del Espíritu Santo, que habita
en nosotros.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
IP 1,25 La palabra dél Señor permanece para siempre; y esa
palabra es el Evangelio que os anunciamos. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelto según san Lucas 17,5-10
En aquel tiempo, los apóstoles dijeron al Señor: -
—Auméntanos la fe. El Señor contestó:
—Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa
morera: «Arráncate de raíz y plántate en el mar», y os
obedecería.
Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como
pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice:
«En seguida, ven y ponte a la mesa»?
¿No le diréis: <Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras
como y bebo; y después comerás y beberás tú»? ¿Tenéis que
estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo
mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid:
<‘Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos
que hacer.»
XXVII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 979
El Evangelio y demás lecturas de hoy invitan a tomar plena
conciencia de nuestra condición de fieles. Es decir, de
«hombres de Fe». De Fe viva: la que se realiza en fidelidad y
florece en confianza.
Mientras se destaca sobre Judá una tormenta de advertencias [
el ataque de Nabucodonosor], el Profeta Habacuc interpela a
Dios para que manifieste su justicia (1,2-3). La «visión» o
respuesta divina se resume en un oráculo, digno de esculpirse
en una lápida puesta en el lugar de más tránsito (2,2). Se
cumplirá ciertamente (2,3): el impío [ invasor] acabará en el
fracaso, pero el justo [ vivirá gracias a su Fe. San Pablo
comprendió en profundidad teológica cada uno de los tres
elementos de esta sentencia (la Justicia, la Vida, la Fe) y la hizo
base de su espiritualidad (Rom 1,17; Gal 3,11; Hebr 10,38).
La segunda Carta a Timoteo está compuesta a manera de
testamento pastoral del Apóstol encadenado, que ya sólo
espera la hora del martirio. La persecución arrecia, y el
prisionero sabe o presiente que su discípulo pasa por la
angustia del temor. Para vencerla, le invita a reavivar el fuego
de la gracia de estado o «carisma» que encendió en él la
consagración al ministerio (y. 6). Gracia ministerial que se
realiza en tres actitudes características: la fortaleza, la caridad,
la sensatez (7). Por ello lo exhorta a la audacia evangelizadora
(8). A la madurez de quien sabe mantenerse firme en el ideal
que aprendió del maestro (13). A la fidelidad de guardar el
«depósito» encomendado
(14).
El texto de San Lucas pertenece aún a la gran sección central o
«Camino a Jerusalén». Maestro de espíritu, Jesús forma en
profundidad a los discípulos. En la intención del evangelista, los
«discípulos» o «apóstoles» son arquetipo de sus lectores: los
cristianos y, sobre todo, los consagrados al ministerio. El
fragmento de hoy incluye dos lecciones independientes:
1.— El discípulo de Jesús, hombre deFe (y. 5-6). La súplica de
los apóstoles debió arrancar de la humillación por algún
fracaso (vgr. Mt 17,19-20). Quiere decir que la Fe no es
conquista humana, sino regalo de la gracia de Cristo que hay
que pedir. En la respuesta, Jesús utiliza grafismos corrientes de
su pueblo: «como un grano de mostaza» = pequeñísimo [ real
y fecundo]; «decir a un sicómoro, etc.» = realizar imposibles.
No «imposibles» en el orden natural (no se habla precisamente
de «milagros»), sino en el ámbito de la misión evangelizadora
encomendada a los apóstoles. La historia del auténtico
apostolado y de la santidad es una epopeya de «imposibles
humanos», llevados a término por el Espíritu de Dios que tiene
por instrumentos suyos a los «hombres de Fe». De la Fe-total,
por la que el discípulo sintoniza plenamente con Cristo
pensamiento, voluntad, corazón y vida.
2. — El disvípulo, servidor consciente (y. 7-10). La comparación
del criado es simple pincelada literaria para dar color a la idea
fundamental de que hacerse discípulo o apóstol es una
consagración. Dedicación plena (a Dios, a Cristo, a la Iglesia)
de todo el ser, haber y poder. Este es su holocausto, su gloria y
también su inexplicable felicidad. Por eso le es connatural la
humildad: cuanto hace, es «deber’>. Y hasta es normal que su
conciencia le amoneste serenamente que podría y «debería»
hacer más.
980 CICLO C
SEÑOR, AUMÉNTANOS LA FE
San Lucas recoge en el Evangelio dos consignas que el Señor
solía repetir a sus apóstoles: a) tener fe; b) vivir en actitud de
servido. Para mejor comprenderlas, viene oportuno el consejo
del Apóstol a Timoteo en la segunda lectura: c) reavivar
elfuego de la gracia.
1. — «jSi tuvieraisfe...!». La fe es don del cielo, no conquista
del hombre. Por eso hace falta pedirla: «iSeñor, danos más
fe!». Algunos dicen haber perdido la fe —y es que antes
perdieron la oración. «Como un grano de mostaza». Buen
pedagogo, Jesús hablaba el lenguaje imaginativo de su pueblo.
Un grano de mostaza era símbolo de algo pequeñísimo a la
vista. Pero tan interiormente lleno de vida, que germina con
espléndida fecundidad (Lc 13,19). La fe no se mide por
cantidades. Siembra de Dios en el corazón humano, arraiga en
su profundidad y quiere por tierra fértil la sencillez. «Si
tuvierais fe, diríais a esa morera [ sicómoro], etc.». Otra
expresión imaginativa, corriente en el pueblo de Jesús.
Significa realizar empresas que exceden la humana capacidad.
En los que de veras tienen fe, se transparenta una eficacia
divina. Innumerables ejemplos en la historia del apostolado.
2. — «Somos siervos...» Jesús, «el Siervo de Yahvé», hizo de su
vida un holocausto de servicio (Mt 20,28). Y quiso transfundir
esta vocación a sus apóstoles (Mt 20,25-27). La parábola que
escuchamos en la segunda parte de la lectura evangélica (y.
7-10) refleja el ambiente de antiguas masías, donde los
servidores a tiempo pleno compartían el peso y el interés de la
hacienda, el honor y amor de la familia. Por encima de esta
imagen, Jesús habla de vidas consagradas al Reino de Dios. A
trabajar sin reservas por el Evangelio. Con la humildad
ardientemente feliz de sentirse junto al Señor «auténticos
siervos», que gozan haciendo por él sencillamente,
divinamente, lo que tienen que hacer...
3. — «Reaviva el fuego de la gracia de Dios». La palabra
correspondiente a «gracia» en el texto original griego es
carisma. Se refiere en concreto a la consagración que Timoteo
había recibido jerárquicamente como ministro de Dios en la
Iglesia. El Apóstol compara este «carisma» a un fuego que
debe mantenerse siempre en llama viva. —Análoga
exhortación se podTía extender a todo cristiano. Todos hemos
recibido del Señor nuestra vocación profesional. Nuestra
peculiar misión o manera de servir a Dios en los hermanos.
Nuestro «carisma». Por encima de las dificultades o desánimos
(que también sufría Timoteo), sea nuestro sencillo vivir
personal cristiano una llama ardiente de fidelidad.
San Lucas distribuye el «Camino de Jerusalén» en tres etapas.
Como epílogo de la segunda, reúne cuatro consignas del Señor
a los discípulos. Omitiendo las dos primeras [ el escándalo»
(17,1-3a) y «perdonar sin límite» (3b-4)], el Leccionario manda
leer hoy las otras dos: a) «tener Fe», b) y «actitud de servido».
A. — «Tener Fe» (vers. 5-6). Diálogo entre «los Apóstoles» y «el
Señor». Cuando San Lucas lo resumió por escrito, a medio siglo
de distancia, sus lectores veneraban en «los Apóstoles» al
glorioso equipo fundacional que había llevado el Evangelio por
todo el mundo conocido. Lucas tenía éxperiencia de su
apasionante aventura misional por haber acompañado muchas
veces a San Pablo en los viajes. Por eso
XXVII DOMIÑGO TIEMPO ORDINARIO 981
redactó el «Camino de Jerusalén» como un esbozo profético de
los Caminos del Apostolado cristiano. Y al escribir el Libro de
los Hechos marcó la pauta histórica de la Iglesia, que es
caminar por todos y cada uno de los pueblos de la tierra, cara
al martirio —como Jesús caminó por Israel hacia la cruz —
sembrando Evangelio.
Testigo de audacias misioneras, San Lucas lo fue también de
humanos desalientos. [ segunda lectura refleja un caso
concreto]. Para lección de todos, recogió de las memorias de
Jesús esta cordial anécdota. Los Apóstoles se sienten
abrumados por las exigencias que lo que aprenden en el
«Camino» va amontonando sobre su vocación. Suplican al
Señor. No piden riqueza ni poder temporal. Tampoco la fácil
evasión de su responsabilidad. Piden Fe.
La respuesta del Señor pasa por encima de la petición. En vez
de otorgar, enseña. Tema de su lección: la omnipotencia de la
Fe. Lucas escribe para la Iglesia de siempre, y quiere señalar a
todos los alicaídos y tentados de evasión el único consejo:
volverse al Señor, y pedirle lo que precisamente no tienen. « la
Fe!» es una de las sencillísimas oraciones, que el Evangelio
ofrece a quienes tal vez se quejan de que no saben orar. [ texto
griego también permite, aunque es menos probable, la
traducción: « la Fe!»]
Jesús hablaba el lenguaje graficista de su tierra. Un «grano de
mostaza» era símbolo de lo más insignificante a la vista, pero
fecundo en virtualidad (Lc 13,19). «Arrancar de cuajo un
sicómoro» era frase hecha para expresar una hazaña
sobrehumana. Quiere decir que cuando el Apóstol se deja
poseer por la Fe, Dios realiza en él y por él obras superiores a
toda inteligencia, poder o técnica de los hombres. No
olvidemos que todo bautizado tiene algo de apóstol. Y que la
Fe no es una actitud teórica. Es aceptación sincera de Cristo-
Dios, que toma posesión de nuestro ser. Del pensamiento,
criterio, corazón y vida. La Fe auténtica florece en Alegría y
fructifica en Fidelidad. Su aroma es la Confianza. [ primera
lectura contiene una frase preciosa: «El justo vivirá por la Fe».
San Pablo actualizó y desarrolló este pensamiento a lo largo de
casi toda la Carta a los Romanos.]
B. — Actitud de servido (y. 7-10). La parábola final amonesta a
los que están siempre a punto de presentar a Dios la factura de
sus «trabajos». Mercenarios del Reino de Dios. Que las buenas
obras hechas en estado de gracia son «meritorias» es un dato
elemental del catecismo. Pero si un hombre de Fe sirve a Dios
y a Cristo con la atención centrada en el salario, demuestra no
haber descubierto que servir a Dios y a Cristo es amar sin
reservas y confiar sin cálculo. —Una vez más, el Maestro
expresa su pensamiento alegorizándolo en las realidades
cotidianas de su pueblo. El servidor-total (más humano en
IsraeLque el «esclavo» del paganismo) no tenía más horizonte
de vida que servir. [ seguramente preferiría tomar como punto
de comparación a aquellos que, por ideal o «mística», se
entregan gratuitamente al servicio de una causa sin regateo de
horario, esfuerzo y sacrificio]. Para un apóstol, servir a Cristo es
vida, honor y amor. Y pues el aliento del Amor es la Humildad,
cuando el apóstol ha hécho todo lo que debía y podía, sabe
decirle al Dueño y Amigo: «soy tu insignificante siervo...» con
el sabor de una entrañable gratitud.
Escuchamos en el Evangelio una doble consigna: Fe y espíritu
de Servicio. Habla Jesús a «los Apóstoles». Medio siglo
después, cuando San Lucas consignaba por
982 CICLO C
escrito estas palabras, «los Apóstoles» ya habían recorrido los
caminos del mundo sembrando Evangelio. Lo que el Señor dijo
precisamente a ellos interesa a todos los cristianos, pues todos
tenemos algo de apóstol. Pero afecta en plenitud a los que han
consagrado toda su vida, como aquellos, al servicio de Dios.
A. — CREER (y. 5-6). De camino hacia Jerusalén el Maestro va
exponiendo a sus discípulos un programa de vida que es
sobrehumano. Para realizarlo hace falta «el fuego de la Gracia
de Dios’> [ lectura]. Ser Apóstol significa ponerse en actitud
cotidiana de heroísmo. Si la única fuerza del apostolado es la
Gracia, la ventana abierta a la Gracia es la Oración. «jSeñor,
danos más Fe!». Plegaria transparente que podéis ofrecer a los
que se lamentan de no saber orar. Cree según el Nuevo
Testamento quien abre de par en par la sinceridad de su propia
existencia a Cristo-Dios que quiere entrar en ella. Fe es estar
con El en sintonía de pensamiento, corazón y criterio. Vida del
justo [ lectura], la Fe se manifiesta auténtica en la Fidelidad.
Jesús, hombre de pueblo, hablaba a nivel de la gente de su
pueblo, cifrando las ideas en imágenes. «Como un grano de
mostaza»: o sea, pequeñísimo. «Arrancar de cuajo un
sicómoro» fue expresión normal para significar una acción
superior a las fuerzas humanas. En lenguaje llano viene a
decir: si realmente tenéis Fe (aunque a los ojos del mundo
parezca insignificante), haréis obras superiores a todo poder,
inteligencia y técnica de los hombres. La experiencia
comprueba, en positivo y en negativo, esta afirmación.
B. — SERVIR (y. 7-10). Todos sabían, y muchos por experiencia,
lo que era el criado en una masía. [ hecho, en Israel como en
pueblos más cercanos, solía compartir el peso, honor y amor
de la familia]. Jesús vivía personalmente e inculcaba a ios
suyos la mística de la plena dedicación al trabajo por el Reino
de Dios. Expresión realista de su título «Siervo de Yahvé». San
Pablo se dijo y sintió «esclavo de Cristo». Trabajando por el
Evangelio, el buen «servidor» no tiene más ilusión en este
mundo que la de servir. Y goza en ser humilde sin ficción:
cuando ha hecho lo que podía, sabe decirle al Señor: «soy tu
siervo inútil... » con todo el honor y amor de una infinita
confianza.
VIGESIMOCTAVO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del segundo libro de los Reyes 5,14-17
En aquellos días, Naamán el sirio bajó y se bañó siete veces en
el Jordán, como se lo había mandado Eliseo, el hombre de Dios,
y su carne quedó limpia de la lepra, como la de un niño. Volvió
con su comitiva al hombre de Dios y se le presentó diciendo:
—Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el
de Israel. Y tú acepta un presente de tu servidor.
Contestó Eliseo:
—Juro por Dios, a quien sirvo, que no aceptaré nada.
Y aunque le insistía, lo rehusó.
Naamán dijo:
—Entonces, que entreguen a tu servidor una carga de tierra,
que pueda llevar un par de mulas; porque en adelante tu
servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios de comunión a
otro dios que no sea el Señor.
Salmo responsorial Sal 97,1. 2-3ab. 3cd-4
R. El Señor revela a las naciones su justicia.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo;
el Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su
justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa
de Israel.
984 CICLO C
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro
Dios. Aclama el Señor, tierra entera, gritad, vitoread, tocad.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo
2,8-13
Querido hermano:
Haz memoria de Jesucristo el Señor, resucitado de entre los
muertos, nacido del linaje de David. Este ha sido mi Evangelio,
por el que sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor.
Pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso lo aguanto
todo por los elegidos,
para que ellos también alcancen su salvación,
lograda por Cristo Jesús, con la gloria eterna.
Es doctrina segura:
Si morimos con él, vivsremos con él.
Si perseveramos, reinaremos con él.
Si lo negamos, también él nos negará.
Si somos infieles, él permanece fiel,
porque no puede negarse a sí mismo.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
lTs 5,18 En toda ocasión tened la Acción de gracias: ésta es la
voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 17,11-19
Yendo Jesús de camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y
Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su
encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le
decían:
—Jesús, maestro, ten compasión de nosotros. Al verlos, les dijo:
—Id a presentaros a los sacerdotes.
Y mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos,
viendo que estaba curado, se volv alabando a Dios a grandes
gritos, y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias.
Este era un samaritano.
Jesús tomó la palabra y dijo:
—ENo han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde
están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a
Dios?
Y le dijo:
—Levántate, vete: tu fe te ha salvado.
XXVIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 985
En el orden de la Salvación, todo es Gracia. No basta saberlo;
la Palabra de Dios nos enseña a vivirlo en consciente gratitud.
La primera lectura, del Libro de los Reyes, evoca la curación de
Naamán. Estas pocas líneas sólo tienen sentido si se lee o
recuerda la narración entera (5,1-27). Quiere decir en estilo
popular que el único Dios, el de Israel, ofrece la Salvación
también a los extranjeros. A Naamán se le pide, como
expresión de la sinceridad (y humildad) de su confianza,
lavarse en el Jordán. El agua es signo de purificación. Tema de
la gratuidad; el don de Dios no se «paga» (actitud ejemplar de
Eliseo). Naamán corresponde con la Fe: sólo adorará al único
Dios (otro «rito» pedagógico:
sobre unos puñados de tierra «santa» traída de Israel).
En la segunda Carta a Timoteo, o testamento pastoral, el
Apóstol inculca al discípulo el principio y fundamento de toda
vida, acción, fervor y martirio del servidor del Evangelio:
memoria constante de Cristo, unión en fidelidad con Cristo.
Todo lo demás es secundario, y sin esto sería inútil.
Con el encuentro de los diez leprosos empieza en San Lucas la
última etapa del «Camino a Jerusalén». Sobre la base de un
hecho histórico, esta página es una lección de profunda
espiritualidad, muy propia de la escuela de San Pablo: la de
vivir en explícita gratitud la evidencia de que todo el bien que
tenemos es Gracia.
1. — La voz de la Fe. Los «leprosos» eran execrados no por
enfermos sino en cuanto impuros. Considerados objeto y
vehículo de una no inmerecida maldición divina. Aislados en
absoluto apartheid (Lev 13,45s). Clima social lamentable, que
hacía de su miseria una injusta pero impresionante imagen
viva de lo que es un pecador en su corrupción a los ojos de la
Verdad. Atendiendo a los leprosos, Jesús realizaba una
sorprendente obra de Misericordia y, al mismo tiempo, ofrecía
un signo visible de la Salvación. Los diez leprosos representan
la disponibilidad del hombre abierto a la Salvación: a) tener
conciencia de su miseria; b) creer y confiar en el Poder salvífico
de Jesús; c) expresarlo con la voz de la Fe, que es la oración de
súplica.
2. — La prueba de la Fe. Como a Naamán, se les pone por
condición de la Salud un rito externo, formal. La Fe del hombre
tiene que ser concreta, sincera y humilde. Al que no acepta las
«condiciones», incluso rituales, de la Fe le puede faltar alguna
de estas cualidades, o todas. Los diez leprosos demostraron
una gran Fe.
3. — La gratitud, cántico de la Fe. Como en todos sus
«cuadros» evangélicos, San Lucas sugiere más que lo que dice.
El samaritano personifica al redimido consciente, que saborea
su liberación como pura Gracia constante en constante
«Magnificat» de gratitud. Otros, los más, se quedan con Jos
dones de Dios sin darle Gloria. Aun sabiendo con la inteligencia
que son de El, los poseen en la práctica y los sienten como
propios. No piensan en lo que fueron, en lo que serían, en lo
que tal vez serán sin ellos. Educado en la escuela de Pablo,
para quien la teología de la Gracia fue experiencia vital, Lucas
escribe esta página para que sus lectores comprendan cómo
desea Cristo que sus redimidos tengan siempre a flor de
conciencia aquel ¡Gracias! luminoso que los transforma en
testimonio y poema de la Gracia de Dios.
986 CICLO C
GRATITUD, MEMORIA DE LA FE
Diez leprosos piden y obtienen de Jesús la salud. Sólo uno le da
gracias. Tres momentos en esta aleccionadora página de San
Lucas: a) la fe suplicante (y. 11-13); b) la fe obediente (y. 14);
c) la fe agradecida (y. 15-19).
1. — «jJesús, Maestro, ten compasión de nosotros!». Camino de
Jerusalén (camino hacia el Sacrificio por la Salvación del
mundo), Jesús bordea el confín entre dos regiones
enemistadas: Samaría y Galilea. Los peregrinos conmemoran
en las afueras de Genín el encuentro con los diez leprosos.
Marginados de la sociedad, dolor en carne viva, execrados
como «impuros». Frente al inhumano puritanismo de sus
contemporáneos, Jesús atendía a los leprosos. Inspirador de los
muchos que han consagrado a ellos tiempo, ciencia y corazón.
Aquellos leprosos sabían que no eran capaces de darse a sí
mismos la salud. Y que no la podían esperar de nadie más que
de Dios. Recurren a Jesús por instinto de fe. San Lucas y sus
primeros lectores veían en la lepra un signo impresionante de
la humanidad que necesita Salvación.
2. — «Y mientras iban de camino, quedaron limpios».
Respetuoso con lo instituido (Mt 5,17), les ordena cumplir una
disposición de la Ley de Moisés (Lev 14, 1-3). Van como si ya
estuviesen limpios. Y en respuesta a su fe obediente, el Señor
les concede quedar limpios. También Naamán aceptó por fin,
no sin previa rebeldía, la intrascendente condición que le había
impuesto Eliseo [ lectura]. El Señor es dueño de condicionar
determinadas gracias de Salvación, no a la materialidad de
determinadas instituciones o ritos, sino a la fe sin orgullo con
que se aceptan.
3. — «Se postró a los pies de Jesús, dándole gracias». Y era
precisamente un samaritano. Hermano odiado, que los
israelitas vecinos rehuían como extranjero (y viceversa). «Tu fe
te ha salvado». Preludio de la evangelización de Samaría, a la
que el mismo San Lucas da peculiar relieve en los Hechos de
los Apóstoles. El Evangelio rompió en abertura ecuménica el
cerco localista en que los judíos de entonces asfixiaban el ideal
de un Mesías Salvador del mundo. —Aquel samaritano fue
agradecido. Gratitud, memoria del corazón. Cuando el
bienhechor es divino, el corazón arde en fe. Los otros nueve se
quedaron el beneficio y dejaron al Bienhechor. Ser
desagradecido se podría atribuir a una pérdida de memoria,
pero consiste casi siempre en no tener corazón. Significativa la
queja del Señor: «los otros, ¿dónde están?». Entiéndanlo tantos
(personas, instituciones, pueblos) que deben a Cristo lo mejor
de su ser. Oportuna la recomendación del Apóstol [ lectura]:
«Acuérdate de Jesucristo...»
San Lucas tiene interés en hacer constar que Jesús, en su
«Camino hacia Jerusalén» entró también en relación con
Samaría. Los samaritanos y los judíos de entonces eran
hermanos, que, enemistados por razones de historia, se
trataban mutuamente como «extranjeros». Con rencor. En
otros dos momentos del «Camino», Lucas ha presentado a
Jesús comprensivo con los samaritanos (9,51-56 y 10,30-37).
Hoy presenta un samaritano agradecido a Jesús.
El relato se desarrolla en dos escenas: a) Jesús y los diez
leprosos; b) Jesús y el samaritano.
A. —Jesús y los diez leprosos (vers. 11-14). Cuando los
Sinópticos describen
XXVIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 987
curaciones de enfermos obradas por Jesús, procuran que el
lector las vea bajo tres aspectos: como actos de Bondad,
manifestaciones de Poder divino y signos vivientes de la
Salvación. Suelen subrayar el tercer aspecto, que incluye los
otros dos.
Empiezan indicando la circunstancia por la que se encontraron
Jesús y el enfermo. Terminan constatando el hecho de la
curación. En el centro, describen los dos momentos principales:
la Fe con que el hombre, que se sabe privado de Salud, lá pide
a Cristo; la Generosidad con que el Señor se la concede.
El Evangelio de hoy habla de unos leprosos. La legislación era
cruel. Los consideraban «impuros». Apartados de todo contacto
con la sociedad de los «limpios», solían agruparse en las
afueras para ayudarse a sobrevivir. Salen al encuentro de
Jesús, que viene de camino. Guardan la distancia prescrita por
la ley. Gritan su petición, y el Señor les responde.
1. — Petición de los leprosos. Lo invocan por su Nombre, que
dice toda su Misión: « Salvador. Los cristianos de la Iglesia
apostólica concentraban en la frecuente pronunciación del
Nombre «Jesús» todo su potencial de Fe, Amor y Confianza.
Lucas hace de los enfermos arquetipos de oración. No lo
llaman médico, sino «Maestro’>. Cuentan con la eficacia
purificadora de su Palabra. De su Doctrina. No piden más que
Amor. La expresión griega del Evangelio tiene sabor de liturgia:
« hymás!x.. Corresponde al grito intraducible con que empieza
en hebreo el salmo Miserere, que viene a decir: dame tu
Gracia, tu entrañable Bondad... Al mismo tiempo que evoca un
hecho histórico, sucedido medio siglo antes, San Lucas sugiere
a sus lectores que también ellos fueron o son «leprosos» en la
profunda sinceridad de su conciencia. Y pone en sus labios la
más sencilla plegaria para pedir a Cristo un corazón
transparente.
2. — Respuesta del Señor. Según la ley, si un leproso recobraba
la salud tenía que presentarse a los sacerdotes, en el Templo
de Jerusalén, para cumplir algunas formalidades y ser
readmitido en la sociedad. Jesús pide a sus diez amigos un acto
de confianza heroica: ir, como si ya estuviesen purificados. Y
aceptar unas normas. Obedecen. En el camino de la
obediencia, reciben de milagro la Salud. Otra vez San Lucas
quiere insinuar una lección de vida, que parece difícil
únicamente a los incapaces de comprender la sencillez.
B. —Jesús y el samaritano (y. 15-19). Cristo daba la gracia de la
salud corporal como signo de Salvación. De la Salvación
teológica. La <(Redención» o Liberación total, que penetra
hasta la raíz de toda esclavitud en la profunda intimidad de
cada hombre. Es decir, la Gracia de Cristo, que libra del
Pecado. Para ello hay que creer en Jesús con Fe teologal. —Sólo
volvió un ex-leproso. San Lucas lo considera imagen del
creyente perfecto. Diciendo su Magnificat a Dios, se postra en
actitud de «adoración» a los pies de Jesús. Da gracias. En el
texto griego del Evangelio, la expresión «dar gracias» tiene el
inefable sabor de la palabra «eucaristía». Jesús lo felicita: «Tu
Fe te ha salvado». Fe perfecta. Salvación total. Precioso
resumen de lo que San Pablo explicará en largas y oscuras
páginas. Aquel ex-leproso, imagen de los perfectos creyentes,
era samaritano. «Extranjero». Dolorosa alusión de Lucas a la
no-Fe de tantos judíos y a la gozosa aceptación de Cristo por
otros «extranjeros»-paganos en la Iglesia de su tiempo. —La
queja del Bienhechor es entrañable: «los otros... ¿dónde están?
La ingratidud es el primer síntoma de alarma cuando la
personalidad empieza a desmoronarse. De muchos que
recibieron del Evangelio lo mejor que tienen, y ahora no
reconocen a Cristo, se podría hacer la misma pregunta: ¿dónde
están?...
988 CICLO C
Samaritanos y judíos eran hermanos enemistados. Hijos de una
misma historia, copartícipes de una misma Tierra prometida, se
miraban con rencor. Los israelitas
—de Judea o de Galilea— consideraban a los de Samaría
«extranjeros» en el tono más peyorativo de la expresión, como
si perteneciesen al paganismo.
San Lucas destaca la simpatía de Jesús con los Samaritanos.
Preludio de la abertura con que su Evangelio, nacido en Israel,
debía extenderse a todos los pueblos. Verdad y Amor están por
encima de las humanas fronteras. Por eso San Lucas,
historiador y teólogo a un tiempo, empieza la página que
leemos hoy con esta indicación, más «significativa» que
topográfica: «Camino de Jerusalén, cruzaba a través de
Samaría y Galilea... »
A. — LOS DIEZ LEPROSOS. Los consideraban «impuros». Los
obligaban a vivir separados de la sociedad de los «limpios».
Con el prejuicio de que su pena era castigo de sus pecados.
Amasijo de dolor, vergüenza y miseria. Jesús se compadecía a
la vista de los leprosos. Sus gestos milagrosos en favor de ellos
eran signo y norma de lo que deben hacer los hombres (de lo
que tantos han hecho ya) para salvar a los hermanos de toda
situación personal y social de «lepra» con el milagro de la
Ciencia y la Caridad. —Sencillísima la plegaria de aquellos diez:
lección para los que dicen no saber orar. —Obedecen a la
norma que les indica el Señor. Como obedeció, por fin, Naamán
a la inofensiva ceremonia que le prescribió Eliseo [ lectura]. En
el camino de la Obediencia reciben la Salud.
B. — EL UNICO AGRADECIDO. Samaritano. «Extranjero». En las
Comuni dades que conoció San Lucas, la mayor parte
procedían del paganismo. Del pueblo predilecto de Jesús pocos
abrazaban la Fe. San Lucas «pinta» en la figura de aquel ex-
leproso el entusiasmo de los ex-paganos de sus iglesias. Exulta
por su transformación personal. Proclama muy alto la Gloria de
Dios. Adora a Jesús. Le da Gracias. Ser cristiano es un diálogo-
de-vida entre la Gracia y la Gratitud. Gracia del Señor, Gratitud
del que se siente redimido (ex-«leproso»). El aviso alarmante
de que empieza a desmoronarse una personalidad es cuando
se le ofusca el instinto de agradecer. Que a la hora de la
Sinceridad no pueda preguntar Alguien, de personas y
colectividades que deben lo mejor de lo que tienen y son a la
Fe cristiana, «, están?». La Gratitud es la memoria del Amor.
«Acuérdate de Jesucristo...» [ lectura].
VIGESIMONOVENO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Éxodo 17,8-13
En aquellos días, Amalec vino y atacó a los israelitas en
Rafidín.
Moisés dijo a Josué:
—Escoge unos cuantos hombres, haz una salida y ataca a
Amalec. Mañana yo estaré en pie en la cima del monte con el
bastón maravilloso en la mano.
Hizo Josué lo que le decía Moisés y atacó a Amalec; Moisés,
Aarón y Jur subieron a la cima del monte.
Mientras Moisés tenía en alto la mano, vencía Israel; mientras
la tenía bajada, vencía Amalec. Y como le pesaban las manos,
sus compañeros cogieron una piedra y se la pusieron debajo
para que se sentase; Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a
cada lado.
Así Sostuvo en alto las manos hasta la puesta de sol.
Josué derrotó a Amalec y a su tropa, a filo de espada.
Salmo responsorial Sal 120,1-2. 3-4. 5-6. 7-8
R. El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?, el auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme; no
duerme ni reposa el guardián de Israel.
990 CICLO C
El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño, ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal, él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas, ahora y por siempre.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol San Pablo a Timoteo
3,14—4,2
Querido hermano:
Permanece en lo que has aprendido y se te ha confiado;
sabiendo de quién lo aprendiste, y que de niño conoces la
Sagrada Escritura: Ella puede darte la sabiduría que por la fe
en Cristo Jesús conduce a la salvación. Toda Escritura inspirada
por Dios es también útil para enseñar, para reprender, para
corregir, para educar en la virtud: así el hombre de Dios estará
perfectamente equipado para toda obra buena.
Ante Dios y ante Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y
muertos, te conjuro por su venida en majestad: proclama la
Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, reprocha,
exhorta con toda comprensión y pedagogía.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Hb 4,12 La Palabra de Dios es viva y eficaz, juzga los deseos e
intenciones del corazón. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 18,1-8
En aquel tiempo, Jesús, para explicar a los discípulos cómo
tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta
parábola:
—Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le
importaban los hombres.
En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle:
<Hazme justicia frente a mi adversario por algún tiempo se
negó; pero después se dijo: <Aunque ni temo a Dios ni me
importan los hombres, como esa viuda me está fastidiando, le
haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara.,>
Y el Señor respondió:
—Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios ¿no hará
justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?, ¿o les dará
largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero cuando
venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?
XXIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 991
En la espiritualidad del Evangelio según Lucas, ser cristiano es
vivir en oración. Lo recuerda de nuevo la parábola de la viuda y
el juez.
La manera de evocar la batalla contra los amalecitas quiere
insinuar, en el Libro del Exodo, una lección de sentido religioso:
que los hombres luchan, y Dios da la victoria. La mano y vara
de Moisés eran instrumento o signo de la fuerza del Señor.
Prosigue la lectura antológica de la segunda Carta a Timoteo, o
testamento pastoral del Apóstol. Permanecer en la Doctrina
recibida, que es Palabra de Dios consignada por escrito en la
Biblia. Esta fiel continuidad, transmisión o tradición hace de la
Iglesia una sinfonía de Fe, no sólo en la frágil coincidencia de
un mómento cronológico sino en la perenne Comunión de
todas las generaciones con el mismo pensamiento de Jesús
ayer, hoy y siempre. La fuerza de la Verdad es permanecer
eternamente. Firme en ella, el discípulo y continuador del
Apóstol se dedicará plenamente al Servicio de comunicar esta
Verdad.
Las Parábolas del Evangelio enseñan a reflexionar sobre las
cosas del cielo al ver las de la tierra.
En la que leemos hoy, el punto de partida es una pequeña
historia, muy del mundo de la Biblia. La prueba de fuerza entre
un juez sin conciencia y una viuda que tiene razón. En aquella
sociedad, viudas y huérfanos eran el arquetipo del indefenso.
La viuda esgrime su única arma: la incansable importunidad.
Arma temible para quien conozca la resistencia oriental de la
súplica: día tras día, horas y más horas en el mismo tono, con
las mismas palabras. Aquel juez que no temía a los poderosos
ni al Omnipotente, acaba por temer a una pobre viuda. Ha
triunfado la constancia del débil.
Sobre esta vulgar historia, el Señor invita a reflexionar. Si la
súplica incansable pudo hasta con un injusto, ¡cuánto mejor se
ganará el corazón del Padre Dios! Se da por supuesto que los
«elegidos» o fieles tendrán que sufrir en este mundo bajo la
injusticia de prepotentes. El Evangelio fue predicado, vivido y
escrito en clima de persecución. Profesionales de las
Bienaventuranzas, los cristianos esperaban y creían en la
Justicia de Dios. La voz de su Fe era la oración incansable para
que venga el Señor: su Reino, su Justicia. (Propiamente
hablando, el Reino de Dios no «vendrá»:
está viniendo, y cada realización de Justicia, ya en este mundo,
es un paso). Dios se hace esperar (y. 7b); pero en su Día la
Justicia será eficaz, inmediata (8a). La última reflexión insinúa
un temor: el de que, cansados de vivir en Esperanza, los
elegidos para ser «pobres en espíritu» dejen de creer en la
eficacia de su única arma: la perseverante Oración.
La parábola de la viuda traducía a imagen popular aquella
actitud «escatológica» característica del horno evangelicus:
esperar hasta el Fin e ir preparando la «Venida del Hijo del
Hombre» (1.=1,del Reino de Dios y su Justicia) con el
incansable corazón en llama del primer amor de la Fe. Ya que
algunos se «desaniman» (y. 1), el evangelista les advierte con
esta lección de Jesús en el Camino a Jerusalén. Que no falte en
la tierra la Fe de los elegidos (y. 8b). Falta cada vez que dejan
de contar con la única fuerza que les hace invencibles: la
perseverante Oración.
«No desanimarse» fue una de las consignas predilectas de San
Pablo. «No nos
992 CICLO C
cansemos de obrar el bien», decía a los amigos de Galacia (Gál
6,9) y de Tesalónica (2 Tes 3,13). No desfallezcamos en nuestra
fidelidad apostólica (2 Cor 4,1) a pesar de la debilidad
abrumadora por dentro (2 Cor 4,6) y de las persecuciones por
fuera (Ef 3,13). Perseverar. A la omnipotente energía de Dios le
gusta realizar sus planes a través de la paciencia activa de los
humildes. «Nuestro auxilio viene del Señor» [ responsorial]. Así
vencieron los brazos abiertos de Moisés, desde la cumbre,
cuando la batalla de Rafidim [ lectura]. « [ lectura].
San Lucas, discípulo de San Pablo, ilumina esta lección de
fidelidad perseverante con una parábola de Jesús. Tres puntos:
a) el relato humano; b) reflexión sobre el mismo; c) advertencia
final.
1. — «Había un juez en una ciudad...» Una pequeña población,
como solían ser las de la tierra de Jesús. Retrato impresionista
del perenne cacique. Sin conciencia (
«no teme a Dios»). Sin respeto a los hombres, pues ha
asegurado bien desde arriba su posición para que ningún
ciudadano pueda contra él. No sirve a la justicia; se sirve de
ella. «Juez injusto». —Y una viuda. Símbolo en aquellos
tiempos, junto a los huérfanos, de la mayor entre todas las
pobrezas, que consiste en el desamparo social. La figura de la
viuda (no la del juez, que sólo sirve de contraste) es la
protagonista de la parábola. Incansable en sus idas y venidas
de la casa del juez. « justicia!». Los pedigüeños orientales
tienen una ilimitada resistencia en repetir siempre la misma
súplica, siempre igual, siempre con el tono y afecto de la
primera vez. El cacique acaba por rendirse. No por conciencia,
sino por egoísmo. Teme «perder la cabeza» [ que la pobre
viuda vaya a «pegarle en la cara»]...
2. — «Orar siempre y no desanimarse». La historia de la viuda
es ejemplo humano de una lección divina. Si las lágrimas
incansables pudieron vencer a aquel hombre sin conciencia,
¡cuánto mejor atenderá Dios a sus «elegidos»!... Cuando San
Lucas puso por escrito esta parábola de Jesús, los cristianos
oraban día y noche al Padre Dios para que viniese su Reii (Lc
11,2). El reino de la sincera justicia. Algunos se impacientaban
(léase Lc 17,20-22, clave de esta parábola). Se desanima ban.
Sin caer en la cuenta de que el que ora sinceramente por la
justicia ya la está realizando en su corazón y en su ambiente
(Lc 17,21). Ya anticipa «los días del Hijo del Hombre» (Lc
17,22).
3. — «El Hijo del Hombre, ¿ encontrará esta fe en la tierra?».
Severa pregunta del Evangelio a todos los impacientes y
desanimados. Entiéndase por «fe» la fidelidad perseverante en
la oración.
La parábola evangélica de este domingo es.un elogio de la
paciencia activa. Fuerza invencible de los débiles que no se
refugian en el desaliento.
El texto se distribuye en cuatro partes: a) una introducción; b)
el ejemplo o parábola; c) su aplicación; d) una reflexión final.
a) En la introducción (18,1), el evangelista resume en forma de
consigna la lección de vida que el Señor quiere dar a sus
discípulos (a los cristianos) con la parábola que va a contar.
Consigna de perseverancia. La expresa en positivo (<corar
siempre») y en negativo («no desanimarse»). Perseverancia es
fidelidad al estilo y ritmo de vida que uno eligió para siempre. [
la consigna del Apóstol a Timoteo en la segunda lectura:
¡Permanece...!]
XXIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 993
b) La parábola (y. 2-5) pone en escena dos personajes: por una
parte el juez y por otra una viuda que reclama justicia. El
primero es un pequeño poderoso, sin honor ni conciencia. Dios
no le importa, y de los hombres sabe que está a buen seguro.
Jesús solía tejer sus parábolas con hechos humanos tan
verosímiles, que más de una vez han sido realidad. En este
ejemplo, el juez injusto sólo sirve de trasfondo para destacar a
plena luz la paciencia activa de la viuda. Viudas y huérfanos
eran arquetipo del desamparado. Del socialmente pobre. La
viuda ha aprendido de memoria el camino de ida y vuelta a la
casa del juez. Quienes tienen experiencia de lugares donde
todavía perdura el mundo de la Biblia conocen la ilimitada
resistencia del suplicante en repetir la súplica, siempre con las
mismas palabras y tono como si fuera la primera vez. Para el
pequeño poderoso, el «hazme justicia» de la viuda acaba por
ser una obsesión. Teme perder la cabeza [ así,
metafóricamente, la frase: «no sea que acabe pegándome en
el rostro»]. Ya que no por Dios ni por los hombres, cede por
egoísmo. —Seguramente a muchos esta parábola nos trae al
pensamiento alguna pequeña historia de nuestra vida. Casos
en que el fuerte se ha tenido que rendir a la paciencia activa
del débil por el único o principal motivo de que le deje en paz...
c) En la aplicación de la parábola (6-8a) el Señor sigue un
procedimiento dialéctico muy usado entre los maestros o
rabinos de entonces, equivalente al que los escolásticos llaman
razonamiento a fortiori. El que hasta un mal juez acabe por
atender una súplica hecha con perseverancia es imagen
sugestiva y punto de apoyo pedagógico para hacer reflexionar,
a nivel religioso, sobre la eficacia de la oración presentada al
buen Dios.
En esta breve página se repite cuatro veces la expresión
«hacer justicia». Parece la preocupación dominante. La
parábola responde a la impaciencia de algunos en tiempo de
Jesús y de los Apóstoles. La impaciencia de los «elegidos» (y.
7); es decir, de los que aceptaron con entusiasmo la elección o
vocación al Reino de Dios. En el «Reino de Dios» saboreaban el
ideal fascinador de un orden humano-divino, donde será ley y
vida para todos la Justicia perfecta en la sinceridad del Amor.
Muchos lo creían inminente. Pero lo soñaban como una
irrupción espectacular en el centro de las instituciones de este
mundo. Preguntaban con ilusión: « vendrá?» (17, 20). Y al
pasar años sin cumplirse su ilusión, pensaron que Dios «da
largas» y no escucha
(18,7).
Esta parábola, en efecto, concluye una larga instrucción sobre
«el Día» o «la Venida del Hijo del Hombre» (17,20-37). Una de
las últimas enseñanzas en el Camino a Jerusalén. Consigna de
«no desanimarse», aunque el sol de la justicia no siempre
resplandezca en el firmamento exterior. El Reino de Dios ya
está entre nosotros (17, 21). En la vida de muchos,
sinceramente abierta al Evangelio. En la fecundidad de una
oración inmensa (la de todos los «elegidos» recapitulada por la
Liturgia), que de mil maneras repite incansablemente —«día y
noche» a través de los siglos— la súplica de Jesús al Padre:
«Venga tu Reino».
d) El que tiene fe práctica en la fecundidad de la oración
pregusta en esperanza el gozo de que Dios la ha escuchado. La
oración con Fe es una fuerza invencible. La reflexión final (y.
8b) invita a un examen de conciencia.
San Pablo, en diversos contextos de sus Cartas, repite dos
consejos de vida
994 CICLO C
cristiana. Uno: no desanimarse. Otro: orar siempre. San Lucas,
amigo y colaborador de San Pablo, junta ambos consejos para
introducir la parábola de la viuda y el juez:
«es necesario orar siempre y no desanimarse».
- Cuando Moisés mantenía las manos en alto, vencía Israel
(dice la lectura del Exodo). Cuando las dejaba caer, vencía el
Enemigo. Manera simbolizante de dar a entender que el Pueblo
de Dios, en su peregrinar hacia la Tierra Prometida, no tiene
más auxilio que el del Señor que está en la Altura (salmo
responsorial).
« es la consigna del Apóstol a Timoteo (segunda lectura).
Permanecer es Fidelidad. Y la forja de la Fidelidad cristiana es
el contacto cordial, desde niños, con las Sagradas Escrituras,
Palabra de Dios, y su Magisterio autorizado. Dios es Fidelidad, y
el que permanece en comunicación con El no se cansa.
1. — La parábola de la viuda y el juez (y. 2-5). El Maestro solía
revestir sus lecciones al pueblo con comparaciones (en griego,
«parábolas»), inspiradas en la vida real. Dos personajes. Un.
juez sin honor ni conciencia. Una viuda. Arquetipo entonces de
la persona sin amparo. Del socialmente pobre. Le queda una
sola arma:
la paciencia activa. Quienes han estado en lugares donde se
conserva el antiguo mundo de la Biblia conocen la ilimitada
resistencia de los suplicantes cuando repiten la misma súplica
siempre con las mismas palabras y el mismo tono. La
«paciencia activa» es la más eficaz aliada de la omnipotencia.
No por justicia ni por compasión, sino por egoísmo, el pequeño
poderoso acaba por ceder. Teme que le haga «perder la
cabeza» (esto quiere decir la expresión: «no sea que acabe
pegándome en el rostro»).
2. — Aplicación de la parábola (y. 6-8a). Si hasta un juez injusto
cedió a las súplicas, cuánto más [ fortiori, decían los
escolásticos] Dios atenderá a sus «elegidos»!... El Dios de la
Biblia, que es Fidelidad y Amor, sensible a las lágrimas de los
humildes. —Pero Jesús pide a los humildes que sean también
«sensibles» a los planes y pedagogía de Dios. Que no se
cansen de pedir y esperar, en «paciencia activa». Algunos
cristianos pretendían que Dios «haga justicia»
espectacularmente, al estilo de como creen hacerla los
hombres. La Justicia de Dios es una Realidad presente y eterna,
que arraiga y germina en la profundidad personal de cada
hombre para desde ella transformar el mundo.
3.— Reflexión y aviso: Pero cuando el Hijo del Hombre, Cristo,
venga a juzgarnos, ¿encontrará esta Fe?...
TRIGÉSIMO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Eclesidstico 35,15b-17. 20-22a
El Señor es un Dios justo, que no puede ser parcial; no es
parcial contra el pobre, escucha las súplicas del oprimido; no
desoye los gritos del huérfano o de la viuda cuando repite su
queja; sus penas consiguen su favor y su grito alcanza las
nubes.
Los gritos del pobre atraviesan las nubes
y hasta alcanzar a Dios no descansan;
no cesa hasta que Dios le atiende,
y el juez justo le hace justicia.
Salmo responsorial Sal 33,2-3. 17-18. 19 y 23
R. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre
en mi boca, mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.
El Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la
tierra su memoria. Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo
libra de sus angustias.
996 CICLO C
El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos.
El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se
acoge a él.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo
4,6-8. 16-78
Querido hermano:
Yo estoy a punto de ser sacrificado
y el momento de mi partida es inminente.
He combatido bien mi combate,
he corrido hasta la mcta,
he mantenido la fe.
Ahora me aguarda la corona merecida,
con la que el Señor, juez justo,
me premiará en aquel día; y no sólo a mí,
sino a todos los que tienen amor a su venida.
La primera vez que me defendí ante el tribunal,
todos me abandonaron y nadie me asistió.
Que Dios los perdone.
Pero el Señor me ayudó y me dio fuerzas
para anunciar íntegro el mensaje,
- de modo que lo oyeran todos los gentiles. El me libró de la
boca del león.
El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me
llevará a su reino del cielo.
¡A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén!
ALELUYA Aleluya, aleluya.
2Co 5,l9ac Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo
consigo, y a nosotros nos ha confiado el mensaje de la
reconciliación. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 18,9-14
En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola por algunos que,
teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos, y
despreciaban a los demás:
—Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era un fariseo; el
otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:
« Dios!, ce doy gracias, porque no soy como los demás:
ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos
veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo.’>
El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a
levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: ‘
Dios!, ten compasión de este pecador.’>
Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque
todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será
enaltecido.
XXX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 997
En la parábola del Fariseo y el Publicano, el Evangelio de San
Lucas nos invita a considerar, desde un punto de vista práctico,
la teología de la Justificación.
Unas frases aisladas del Libro del Eclesiástico, que forman la
primera lectura, podrían servir de glosa al Evangelio del
domingo pasado (la viuda ante el juez, símbolo de la eficacia
de la oración del pobre).
Ultima página de la segunda Carta a Timoteo. A punto de morir
por Cristo, el Apóstol pronuncia el Consummatum est de su
vida. Saborea el gozo de proclamar el Evangelio, por última
vez, ante el primer tribunal del mundo. Presiente su liberación
en el Reino de Dios.
El Evangelio expone en forma de parábola aquella verdad en
que tanto insistía San Pablo: ningún hombre es justo por sí
mismo («Por sus obras»); todos necesitan ser justificados por la
Misericordia de Dios.
1. — Empieza indicando para quiénes iba la parábola (y. 9). Los
caracterizan tres actitudes: a) considerarse «justos)> ante Dios
por mérito propio; b) apoyar en sí mismos la confianza de la
Salvación; c) despreciar a los que no son «perfectos» como
ellos.
2. — El «fariseo» de la parábola encarna estos tres rasgos.
Hace de la oración incienso de su orgullo. Aunque da gracias a
Dios reconociéndolo como fuente última de su bien obrar, en
realidad se constituye dueño de este bien, y lo saborea en
espíritu de propiedad (con lo que es injusto ante Dios) y de
monopolio (con lo que es injusto ante los demás hombres). No
miente al hacer inventario de sus virtudes. Pero su gozo es el
de un coleccionista que se extasía ante «sus» obras de arte,
que ha robado.
2b. — Síntesis viva del salmo Miserere, el «publicano» está en
la verdad. Sabe que de cosecha propia sólo tiene pecado, y se
abre en humildad suplicante a una Salvación de pura Gracia,
toda de Dios.
3. — La conclusión de la parábola (y. 14a) corrige el error
fundamental del «fariseo», que se tenía por justo (y. 9) cuando
debía buscar y pedir ser justificado por Dios. Paradójicamente,
el gran pecador desciende santificado del Templo, y el heroico
cumplidor de la Ley desciende pecador. Porque la primera
condición del hombre de Fe según el Evangelio es la de no
apropiarse la Gloria de Dios, de la que son reflejo y testimonio
las buenas obras que el hombre puede hacer por su Gracia (Mt
5,16 y Efes. 2,7-10).
La parábola no es, evidentemente, una apología del pecado.
Acusa a los fariseos de dentro, «cumplidores» sin humildad, y,
por tanto, sin amor de Dios ni del prójimo. La verdadera justicia
o santidad estaría en la perfección en obras del fariseo junto
con el sentido de la Gracia de Dios del publicano (Mt 23,23).
4. — Rubrica la parábola una Sentencia (y. 14b), que Jesús
debió de repetir muchas veces. En las frases hebraizantes, los
verbos en pasiva suelen tener por sujeto implícito a Dios. La
traducción, por tanto, sería: «Al que se enaltece, Dios le
humillará; al que se humilla, Dios lo enaltecerá». Se refiere al
Juicio escatológico. El pasaporte de la Gloria será la humildad
de corazón, educada en la teología de la Gracia. La parábola
deja entender también que el mejor ejercicio práctico de esta
humildad es la oración, con tal de no hacerla a lo fariseo.
998 CICLO C
JUSTIFICADOS EN LA HUMILDAD
En el pueblo de Jesús entendían por justicia (ante Dios y los
hombres) lo que nuestros formadores espirituales solían llamar
«santidad». Aquella íntima disposición de bondad activa,
sembrada por Dios en el corazón, que constituye el mayor
tesoro de nuestra existencia. La única riqueza que cada uno
llevará consigo después de la muerte. Antítesis del «justo», el
pecador.
Cuanto tenemos de bondad y justicia es regalo o gracia del
Señor. Quien no estuviere convencido de esto, nunca
entenderá el Evangelio. La verdadera humildad está en
saberlo, sentirlo y vivirlo.
San Pablo fue maestro de humildad. Atribuyó al Señor todo el
bien de su vida [ lectura]. Su doctrina sobre la justificación es a
un tiempo teología y pedagogía de la humildad (léase, por
ejemplo, la Carta a los Efesios 2,4-10). Sabía por experiencia
que, cuando el orgullo se introduce en cualquier obra buena, la
destruye por dentro como un cáncer.
San Lucas, colaborador de San Pablo, nos ofrece en el
Evangelio la parábola de Jesús sobre elfariseo y elpublicano.
Lección transparente de cómo el hombre deja de ser justo por
el orgullo y es justificado por Dios en la humildad.
1. — El fariseo (y. 11-12). Escribe San Lucas, en el texto griego,
que el fariseo «oraba hacia sí». Extasiado ante su propia
santidad. Seguro de sí mismo ante Dios, pues se considera
«justo» por mérito propio. Nuestras buenas obras son gloria de
Dios, pero el soberbio se las apropia. Como quien alardease de
poseer una inmensa riqueza, exhibiendo una colección de
joyas robadas. Enla psicología del orgullo entra también (como
síntoma que casi nunca engaña) el desprecio de los demás.
2. — El publicano (y. 13). Es pecador. Lo sabe. Lo siente
profundamente. Balbucea, sin arte, una oración. Precioso
ejemplo para quienes se quejan de no saber orar; la oración
del pobre, del humilde, sube al cielo hasta alcanzar a Dios
[ lectura y salmo].
3. — Lección conclusiva (y. 14). Aquel orgullosos que se tenía
por <(justo», gloriosamente repleto de lo que él y todos
admiraban como «buenas obras», volvió a casa esclavo del
pecado. Del profundo pecado de haberse querido sustituir él
mismo a la gracia de Dios. El otro, el que subió al templo
consciente y dolido de su vida pecadora, fue justificado por
Dios en la humildad. No, claro está, para continuar al servicio
de la injusticia. Sería refinado fariseísmo «hacer el publicano» y
ufanarse de serlo. La más limpia humildad está en la sencillez.
Sencillez de fructificar en buenas obras tan dóciles a la gracia
(Ef 2,10), que resulten transparencia de la gloria de Dios (Mt
5,16).
La parábola del Fariseo y el Publicano sirve de complemento a
la del Juez y la Viuda, que leímos el domingo pasado. Ambas
tienen por tema fundamental la oración.
La del domingo pasado era un elogio de los que gritan día y
noche a Dios pidiendo Justicia. Su oración es voz de la Fe.
Quien ha descubierto el Evangelio y cree en él, no puede
menos de anhelar un mundo redimido hasta las últimas
consecuencias. Liberado de tanto injusto desorden. Donde
cada hombre viva en
XXX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 999
amor, dignidad y rectitud de hijo ante el Padre común. En
amor, dignidad y rectitud de hermano ante todos y cada uno
de los demás hombres. Los del pueblo y tiempo de Jesús
condensaban en la palabra Justicia este ideal, que ha de
hacerse realidad en el «Reino de Dios». Ser justo se
consideraba cifra de la perfección [ entre nuestros mayores
«ser santo»]. Lo contrario, ser pecador.
La parábola de hoy interpela al hombre concreto. Es bueno
pedir la común rectitud. Pero lajusti cta tiene que enraizarse en
la interior profundidad de cada uno. Donde el hombre es
diálogo abierto hacia Dios o soliloquio con su único yo. San
Lucas distribuye la parábola del Fariseo y el Publicano en
cuatro fases: a) una introducción; b) la parábola, en forma de
díptico; c) su conclusión; d) una referencia al juicio
escatológico.
a) La introducción (18,9) es del evangelista. Señala y acusa. No
nombra explícitamente a los «fariseos», como haría el Señor
(p. ej., Lc 16,14-15), porque en el ambiente donde escribe San
Lucas no hay fariseos de carnet. Pero siempre y en todas
partes los habrá de alma, y para todos va la lección. Injustos
ante Dios y ante los hombres, como pone en evidencia su
arquetipo:
b-1) El «Te Deum» del Fariseo (10-12). En lo más vistoso del
espacio sagrado. Está en su gloria. Tiene fama y acciones de
santo (de «justo» en el vocabulario de la época). Cumplidor.
Exacto. Mortificado. Lo admiran y se admira. Su oración es un
éxtasis sobre sí mismo [ Lucas dice, a la letra, que «oraba
hacía sí...]. Se siente propietario de una inmensa riqueza
espiritual (virtud, honradez, religiosidad, «justicia»), y saborea
el gozo de dar gracias a Dios por tenerla —como las podría dar
el ladrón por retener la fortuna ajena de que ha sabido
apoderarse. Desde su altura, el Fariseo mira con menosprecio a
todos los demás, infelices pecadores. Sobre todo, al más
vecino...
b-2) El « Yo pecador» del Publicano (13). Ya suponía audacia
para un «publicano» (funcionario ajeno, maldito y
ensambenitado) subir al Templo de Jerusalén, la santa acrópolis
de Israel. Situado bajo la irradiación del público menosprecio,
zaherido por el «fariseo»-corporativo. Humillado en sí y ante
Dios. Balbucea una oración sin arte (precioso regalo para los
que se quejan de no saber orar...). —San.Lucas, catequista de
paganos y amigo del ex-fariseo Saulo, se complace en pintar
figuras de «publicanos» abiertos a la Gracia. Era la historia de
tantos en su Comunidad. Y quizá un bosquejo de su propia
vida.
c) La conclusión (14a) tiene estilo de paradoja, frecuente en
Jesús. El pecador, bajó del Templo justificado; el «justo», bajó
pecador. La fuerza del pensamiento está en la forma verbal
pasiva: «justificado». Se sobrentiende: «por Dios». En su
autoconocimiento, el hombre ha de tener un punto de partida:
su condición de pecador. De desorden íntimo (con Dios,
consigo, con los demás), que no está en su mano resolver, y
pide Redención. El hombre en su realidad está en situación de
no-ser-justo-por-sí-mismo, y necesita ser justificado por Dios.
Es la verdad, que los santos llaman humildad. El primer paso a
toda Justicia es la Gracia. Llama divina prendida en el ser del
hombre. Mientras la reconoce divina, el hombre puede cantar
el Magnificat de las grandezas que Dios hace con él. Pero en
cuanto pretende extender sobre ella su título de propiedad, la
apaga. Fue el pecado del Fariseo, que, en vez de orar, injurió a
Dios —y, lógicamente, a los hombres.
d) Una referencia al juicio escatológico (14b) da amplitud de
principio general al ejemplo concreto de la parábola. Los
verbos están en «pasivo teológico», frecuente en
1000 CICLO C
el lenguaje religioso hebreo. Equivalen a: Dios humillará (en el
Juicio definitivo) a todo el que se enaltece; Dios enaltecerá a
todo el que se humilla. Tema central del Magnificat (Lc l,46ss).
La humildad es el clima de la Fe.
La vida cristiana es un diálogo entre la Gracia y la Gratitud.
Gracia de Dios y Gratitud del corazón humano. Cuando la
interior libertad de un hombre está ocupada por el Orgullo, se
cierra al diálogo.
Escuchamos hoy la Parábola del Orgullo (personificado en un
«fariseo’>) y de la Sinceridad o Humildad (personificada en un
«publicano»).
1. — La oración del «Fariseo». La palabra «fariseo» es
convencional. La realidad histórica de los Fariseos en tiempo de
Jesús es compleja, y no se puede describir en pocas líneas. La
parábola se refiere a un determinado sector de ellos, cuya
fisonomía San Lucas caracteriza con tres rasgos: a) se
consideran «justos» por sus propias obras; b) se sienten
seguros de sí mismos ante Dios; c) desprecian a los demás. —
El tercer rasgo es un síntoma inequívoco. Extasiado al
contemplarse a sí mismo, el «fariseo» mira hacia abajo desde
su altura, y se da cuenta de que todos los demás son
miserables pecadores. Sobre todo si están cerca de él, como el
publicano... El menosprecio del prójimo es la señal de alarma
de nuestro inconfesado Orgullo. —El segundo rasgo priva al
fariseo del más sabroso gusto de la Fe, que es la confianza en
Dios, en Cristo. Se siente «rico»: propietario de un inmenso
capital de virtud. El que se siente «seguro» de su justicia, de su
fidelidad, de su Salvación, ignora el Evangelio. —En el primer
rasgo está el pecado fundamental. En su realidad existencial,
el hombre no es por sí mismo justo ni santo. Es Dios quien lo
justifica y santifica. San Pablo vivió en su carne esta gloriosa
experiencia. La refleja en todos sus escritos (véase, por
ejemplo, el capítulo 3 de la Carta a los Filipenses; sobre todo el
versículo 9). En la segunda lectura se gloría de lo que Cristo ha
hecho en él y por él. El hombre es transparencia de la Gloria de
Dios; cuando se constituye a sí mismo fuente de la Gloria,
sustituye a Dios y acaba por suprimirlo.
2. — La oración del «Publicano». San Lucas se complace en
presentar figuras de hombres sinceros abiertos a la pura
Gracia. Como aquel crucificado que invocó a Jesús, crucificado
como él. El que no se siente pecador llamado a la santidad
ignora a Dios. El publicano volvió del Templo «justificado»; es
decir, santo. Oración del pobre que llega a lo más alto del cielo
(primera lectura).
La frase con que concluye esta página, la repetía Jesús muchas
veces. Dios levanta a los humildes hasta una Altura infinita,
que es la de su corazón. La glosa perfecta de este pensamiento
está en el Magn4ficat.
TRIGESIMOPRIMER DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de la Sabiduría 11,23—12,2
Señor, el mundo encero es ante ti como un grano de arena en
la balanza, como gota de rocío mañanero que cae sobre la
tierra. Te compadeces de todos, porque todo lo puedes, cierras
los ojos a los pecados de los hombres, para que se arrepientan.
Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho; si
hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado.
Y ¿cómo subsistirían las cosas si tú no lo hubieses querido?
¿Cómo conservarían su existencia, si tú no las hubieses
llamado? Pero a todos perdonas, porque son tuyos, Señor,
amigo de la vida. En todas las cosas está tu soplo incorruptible.
Por eso corriges poco a poco a los que caen; a los que pecan
les recuerdas su pecado, para que se conviertan y crean en ti,
Señor.
Salmo responsorial Sal 144,1-2. 8-9. 10-11. l3cd-14
Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey.
Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey, bendeciré tu nombre por
siempre jamás. Día tras día te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico
en piedad, el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas
sus criaturas.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
1002 CICLO C
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas.
El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus
acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a
los que ya se doblan.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los
Tesalonicenses 1,11—2,2
Hermanos: Siempre rezamos por vosotros, para que nuestro
Dios os considere dignos de vuestra vocación; para que con su
fuerza os permita cumplir buenos deseos y la tarea de la fe: y
para que así Jesús nuestro Señor sea vuestra gloria y vosotros
seáis la gloria de él, según la gracia de Dios y del Señor
Jesucristo. Os rogamos a propósito de la última venida de
nuestro Señor Jesucristo y de nuestro encuentro con él, que no
perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por supuestas
revelaciones, dichos o cartas nuestras: como si afirmásemos
que el día del Señor está encima.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Jn 3,16 Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único.
Todos los que creen en él tienen vida eterna. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según San Lucas 19,1-10
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad.
Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba
de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía,
porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a
una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo:
—Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en
tu casa. El bajó en seguida, y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban diciendo:
—Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.
Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor:
—Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y
si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces
más.
Jesús le contestó:
—Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo
de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a
salvar lo que estaba perdido
XXXI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 1003
El «Camino a Jerusalén» del Evangelio según Lucas llega a su
última etapa en Jericó. Cristo está a punto de realizar la
Salvación (18, 3lss). Dos hechos de vida presignifican la
eficacia de esta Salvación en el hombre: el milagro del ciego
(18,35-43) y el milagro del rico, que leemos hoy.
La primera lectura es fragmento de una larga meditación del
Libro de la Sabiduría sobre el sentido religioso de la historia del
mundo. Dice que en su manera de tratar a los pecadores Dios
sabe castigar, corregir, esperar y perdonar con una pedagogía
en la que se armonizan la exacta Justicia, la paciente
Misericordia y un infinito Amor.
Unas líneas sin contexto de la segunda Carta a los
Tesalonicenses contienen una oración del apóstol (1,11-12) y
un aviso (2,1-2). Idea fundamental de la primera:
Cristo es gloria de la Iglesia, y la Iglesia [ ser] gloria de Cristo.
Tema del segundo: no dar crédito a nadie que anuncie para
fecha próxima «el Día del Señor» ( la «Parusía», que algunos
vulgarmente llaman o consideran «el fin del mundo»).
A la historia del encuentro con Zaqueo le da sentido su última
frase (y. 10). Reflexión final, que es un eco de aquella parábola
(15, 4ss) del Pastor (= Jesús) y la oveja perdida (=el hombre
necesitado de Salvación).
1. — Zaqueo quiere «ver a Jesús» (y. 2-4). El texto original
subraya con énfasis que aquel minúsculo alto funcionario del
fisco era (lógicamente) rico. Precisamente en la página anterior
(18,24s) decía el Evangelio que no le ha de costar menos a un
rico entrar en la Salvación que a un camello pasar por el ojo de
una aguja. Pero que a Dios nada le es imposible (18,27). San
Lucas ilumina esta última afirmación con la victoria de Zaqueo.
Su primer paso hacia la Salvación fue dejarse arrastrar, con
sencillez de niño, por aquella atracción que sobre el pueblo
ejercía y ejerce Jesús.
2. — Cristo se hospeda en casa de Zaqueo (5-7). Darse Jesús
como huésped es signo de la Gracia de su intimidad
transformante (Betania, Cenáculo, Emaús; cf. Apoc 3,20).
Docilidad positiva («de prisa», «con gozo») a la inesperada voz
del Amigo, que pide para dar. Por su oficio, la opinión tenía
prejuzgado a Zaqueo como profesionalmente «pecador)>. De
ahí el escándalo en torno al gesto pastoral de Jesús
(y. 7).
3. — El obsequio de Zaqueo a Cristo (y. 8). San Lucas había
dibujado en su Evangelio la imagen del rico «necio (12,16-21) y
la del rico egoísta (16,19-31). Su conciencia pastoral le exigía
dibujar también la del rico en camino de Salvación, Su
«Zaqueo» es arquetipo. Autocontrol severo en la justicia; en
hipótesis de fraude, penitencia voluntaria equivalente a la
multa que algunas legislaciones de entonces imponían al
ladrón (y. 8b). Sobre todo, positiva generosidad («caridad») con
los pobres, en los que Zaqueo entiende obsequiar a su
huésped Jesús. A nivel de arquetipo, Lucas indica un porcentaje
heroico, que hará sonreír a muchos y pensar a algunos.
4.—Apología de Zaqueo (y. 9) y del buen Pastor (10). Contra
aquellos profesionales de la crítica inútil (y. 7). Zaqueo, al que
llaman pecador, también es «hijo de Abrahán»; es decir,
miembro digno del Pueblo de Dios, en el que no debe haber
racismos internos. Y el Ministro de la Salvación cumple su oficio
pastoral al ocuparse de aquellos a quienes la opinión de los
«buenos» tiene prejuzgados como «pecadores».
1004 CICLO C
EL RICO QUE ENTRÓ EN EL REINO DE DIOS
El camino de Jesús a Jerusalén llega a su término. Penúltima
etapa, Jericó. Faltan pocos días para la cruz. San Lucas nos
invita a contemplar una vez más su predilecta imagen de
Cristo Salvador de todos los hombres, actuando en la
conversión de Zaqueo.
1. — Zaqueo en el camino de Jesús. Jericó —clima tropical a
unos doscientos cincuenta metros de depresión— era entonces
ciudad opulenta. Encrucijada internacional de mercaderes.
Delicia de jardines y palacios. Lujo y placer para ricos.
Esperanza de limosna para multitud de pobres. Jesús acaba de
devolver la vista a un ciego mendigo (Lc 18,35-43). También el
jefe de los publicanos quiere vera Jesús. Se llama Zaqueo,
nombre hebreo que paradójicamente significa «puro». Israelita
al servicio de los romanos, extranjeros idólatras, dueños
entonces de Judea. Alto funcionario en el cuerpo de exactores
de tributos. San Lucas subraya que era, lógicamente, rico. A
esos llamados convencionalmente «publicanos» el pueblo los
aborrecía. Presuntos ladrones. Los consideraba «pecadores»
profesionales por su oficio, no menos repugnantes que las
prostitutas. Zaqueo quiere ver a Jesús, que nunca más volverá
a pasar por Jericó. Sin temor al ridículo, corre y se sube a un
sicómoro. En la vida de cada uno hay oportunos rasgos de
sencillez, que pueden tener consecuencias trascendentales.
Jesús mira a Zaqueo. Sublime dignación, se le ofrece por
huésped.
2. —Jesús en casa de Zaqueo. En su Evangelio, San Lucas nos
ha pintado la imagen del rico insensato (12,16-21). La del rico
sin corazón (16,19-31). Ha advenido que resultaría milagro de
la gracia ser rico y entrar en el Reino de Dios (18,24-27).
Zaqueo es realidad ejemplar de este milagro de la gracia. Ante
todo, sentido de la justicia: si ha defraudado, se impone a sí
mismo la sanción (señalada entonces por algunas
legislaciones) de restituir el cuádruplo. Por encima de todo,
generosa comunicación de bienes: el cincuenta por ciento de
sus beneficios legítimos al servicio de los necesitados. San
Lucas escribió esta página pensando en los creyentes
económicamente favorecidos y no llamados a una renuncia
total.
3. — Conclusión. La última frase (y. 10), reflejando un texto
profético de Ezequiel (34,16), define a Jesús como Mesías
divino, buen Pastor. La caridad pastoral sabe entrar también en
casa del «publicano> Zaqueo. Fuera, los incomprensivos de
siempre se dedican a la estéril murmuración (y. 7). Cristo,
presencia del Dios uriiversalmente bondadoso [ lectura y
salmo], siguió su camino de Jericó a Jerusalén, donde iba a
morir por la Salvación de todos.
Hoy recordamos, en la lectura del Evangelio, la historia de una
Conversión.
San Lucas se muestra en ella, como siempre, pedagogo y
artista. La secuencia se desarrolla en dos escenas: Jesús y
Zaqueo en el camino (y. 1-6a); Jesús y Zaqueo en la casa (y.
6b-10). Su mensaje se concentra en la recapitulación final (y.
10): Cristo ha venido para buscar y salvar lo que estaba
perdido. Alude a la parábola de la oveja extraviada (Lc 15,3-7),
y, en el fondo, responde a la interpelación profética de
XXXI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 1005
Ezequiel (cap. 34) a los pastores del Pueblo de Dios. Esta
recapitulación conclusiva del encuentro con el publicano
Zaqueo repite la del encuentro con el publicano Leví:
«No he venido a llamar a Conversión a ¡os “justos” [ irónica a
los fariseos de espíritu], sino a los pecadores» (Lc 5,32).
Buscar, llamar y salvar. El evangelista redacta la Conversión de
Zaqueo a manera de un diorama que presenta en acción a
Cristo Salvador. Lucas escribe en ambiente popular romano-
helenístico, que en aquel tiempo tenía por ideal la Salud plena
o «Salvación» del hombre concreto. Bastantes la pedían a los
dioses bienhechores; algunos la esperaban de un emperador.
Lucas dice al mundo que la Salvación le viene del único Dios en
Jesús. Es el pensamiento fundamental de su libro.
A veces ilumina este pensamiento con parábolas del Señor,
como las de la oveja y la dracma perdida, o la del hijo pródigo
(c. 15). Otras veces hacen de la curación de enfermos una
transparencia significativa del hombre liberado por Cristo; así,
por ejemplo, introduce y ambienta la historia de Zaqueo
contando inmediatamente antes la del ciego de Jericó, que por
su Fe en Jesús recobra la vista (18, 35-43). Pero las escenas
predilectas de San Lucas son las de conversiones admirables.
La del malhechor a la hora de la muerte en el Calvario (23,40-
43). La de una mujer escandalosa en Galilea (7,37-50). La de
Zaqueo.
Esta breve historia resume, como un arquetipo, el itinerario del
encuentro con la Salvación. Repasémoslo en esquema.
1. —Jesús pasa porjericó. Ultima etapa del «Camino
ajerusalén». La Redención está a la vista. El Evangelio
considera signos de Redención el milagro corporal del pobre
Ciego y el milagro espiritual del rico Publicano. La arqueología
ha revelado el rostro de Jericó en tiempo de Cristo. Ciudad
jardín, inmensa y monumental, sobre un fondo de miseria.
Comercio, lujo y placer. Atmósfera de pecado. Jesús pasa por
Jericó, y no volverá a pasar. Es trascendental en la existencia
del hombre sentir el paso, quizá último, del ofrecimiento divino
de la Salvación.
2. — Zaqueo busca «ver a Jesús». La expresión «ver a Jesús»,
repetida dos veces por San Lucas (y. 3 y 4), tiene significación
profunda como en San Juan (p. ej., 12,21). Sabe que en torno a
Jesús hay una aura sobrehumana, y no se cierra a su atracción.
Supera las dificultades: corre, sube, no teme la crítica.
Iniciativa de buena voluntad.
3. —Jesús interpreta y trasciende la buena voluntad de Zaqueo.
En el diálogo entre la libertad y la Gracia, Dios suele interpretar
y cumplir los deseos profundos que el hombre ni se atreve a
explicitar. Jesús actúa a lo divino. Cuando pide, ofrece. Más que
una visión fugaz, Zaqueo ha conseguido la comensalidad del
profeta.
4. — El Publicano acepta la Gracia de ofrecer. «Con diligencia»,
dice el texto, y «con alegría». Gozo y prontitud son estilo de la
docilidad a la voz del Señor. Ofrece hospitalidad. En el diálogo
con la Gracia de Dios, quien da recibe.
5. — «Todos murmuraban... » Por tener conciencia segura de su
Misión, Cristo podía actuar al margen y por encima de los «pre-
juicios» comunes.
6. — «La mitad de mis bienes, Señor, a los pobres...» El
contacto con Cristo enciende en sinceridad de Evangelio. Por
eso tantos lo prefieren a distancia. San Lucas ve en Zaqueo la
ejemplaridad de algunos ricos incorporados al Cristianismo
apostólico. La pecadora convertida dio sus lágrimas y
perfumes. El rico su comunicación de bienes. Con la
generosidad, Zaqueo no olvida la obligada restitución-y-
penitencia en caso de injusticia. Convertirse es ser cristiano. Y
ser cristiano no es una amable teoría. El mensaje del Evangelio
de hoy interpela con
1006 CICLO C
grave urgencia a individuos y colectividades.
7. — Hoy ha entrado la Salvación en esta casa. «Jesús»
significa Salvación-de Yahvé. Su misión y la de los suyos es
infundir Santidad donde hay Pecado. Ir a la casa de Zaqueo
para transE gurarla en templo;
TRIGESIMOSEGUNDO DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del segundo libro de los Macabeos 7,1-2. 9-14
En aquellos días, arrestaron a siete hermanos con su madre. El
rey los hizo azotar con látigos y nervios para forzarlos a comer
carne de cerdo, prohibida por la ley.
El mayor de ellos habló en nombre de los demás:
— pretendes sacar de nosotros? Estamos dispuestos a morir
antes que quebrantar la ley de nuestros padres.
El segundo, estando para morir, dijo:
—Tú, malvado, nos arrancas la vida presente; pero, cuando
hayamos muerto por su ley, el rey del universo nos resucitará
para una vida eterna.
Después se divertían con el tercero. Invitado a sacar la lengua,
lo hizo en seguida y alargó las manos con gran valor. Y habló
dignamente:
—De Dios las recibí y por sus leyes las desprecio; espero
recobrarlas del mismo Dios. El rey y su corte se asombraron
del valor con que el joven despreciaba los tormentos. Cúando
murió éste, torturaron de modo semejante al cuarto. Y, cuando
estaba a la muerte,
dijo:
—Vale la pena morir a manos de los hombres cuando se espera
que Dios mismo nos resucitará. Tú en cambio no resucitarás
para la vida.
Salmo responsorial Sal 16,1. 5-6. 8b y 15
R. Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.
Señor, escucha mi apelación, atiende a mis clamores, presta
oído a mi súplica, que en mis labios no hay engaño.
1008 CICLO C
Mis pies estuvieron firmes en tus caminos, y no vacilaron mis
pasos.
Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío, inclina el oído
y escucha mis palabras.
A la sombra de tus alas escóndeme.
Yo con mi apelación vengo a tu presencia,
y al despertar me saciaré de tu semblante.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los
Tesalonicenses 2,15—3,5
Hermanos: Que Jesucristo nuestro Señor y Dios nuestro Padre
—que nos ha amado tanto y nos ha regalado un consuelo
permanente y una gran esperanza— os consuele internamente
y os dé fuerza para toda clase de palabras y de obras buenas.
Por lo demás, hermanos, rezad por nosotros, para que la
palabra de Dios siga el avance glorioso que comenzó entre
vosotros, y para que nos libre de los hombres perversos y
malvados; porque la fe no es de todos.
El Señor, que es fiel, os dará fuerzas y os librará del malo. Por
el Señor, estamos seguros de que ya cumplís y seguiréis
cumpliendo todo lo que os hemos enseñado.
Que el Señor dirija vuestro corazón, para que améis a Dios y
esperéis en Cristo.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Ap 1,5a. 6b Jesucristo es el primogénito de entre los muertos; a
él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según sen Lucas 20,27-38
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que
niegan la resurrección [ le preguntaron:
—Maestro, Moisés nos dejó escrito: ((Si a uno se le muere su
hermano, dejando mujer pero sin hijos, cásese con la viuda y
dé descendencia a su hermano.» Pues bien, había siete
hermanos:
el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero
se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por
último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál
de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con
ella.]
Jesús les contestó:
—En esta vida hombres y mujeres se casan; pero los que sean
juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre
los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como
ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la
resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo
indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: Dios
de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob.» No es Dios de
muertos sino de vivos: porque para él todos están vivos.
XXXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 1009
El Evangelio de este domingo está ambientado en el Templo de
Jerusalén, poco antes de la muerte de Jesús. Su tema es el
punto crítico de nuestra Fe: ¿el hombre existe para sólo morir,
o está destinado a una sublime renovación de su vida más allá
de la muerte? En lenguaje sencillo y gráfico: ¿habrá o no
resurrección?
En la primera lectura escuchamos un fragmento del acta del
martirio de aquellos siete hermanos con su madre. Muchos
recordarán la emoción con que la leíamos de niños en la
Historia Sagrada. En esta narración ejemplar, el autor del
segundo Libro de los Macabeos muestra cómo la esperanza de
la resurrección es motivo eficaz de fidelidad heroica hasta la
muerte.
Terminada la exhortación a no dejarse engañar por anuncios de
un inmediato fin del mundo (2,1-12), la segunda Carta a los
Tesalonicenses prosigue con una espontánea sucesión de
frases independientes. En cada una de ellas se refleja toda la
espiritualidad de San Pablo ungida por el «sentido de la
Gracia» y una fecunda amistad traducida a comunión de
plegaria por sus intenciones y las de sus discípulos.
En la Doctrina de Cristo es fundamental la Fe en la resurrección
de los muertos. Lo era también para la conciencia religiosa del
judaísmo de su tiempo, excepto un sector minoritario: los
saduceos.
A. — Fueron saduceos, en efecto, los que arguyendo ad
absurdum pretendían ridiculizar la esperanza en una vida
futura auténticamente humana. A partir de la anacrónica ley o
costumbre del levirato (Dt 25, 5-10) forjan un caso que
provocaría en el más allá un extraño compromiso de infidelidad
o poligamia. Al poner en sus labios tan torpe razonamiento, el
Evangelio quiere descalificar en los «saduceos» de cualquier
época su conocido materialismo (Act 23,8) y el grosero
horizonte mental que los incapacita para toda elevación
teológica.
B. — La réplica de Jesús empieza corrigiendo esta falta de
horizonte: la de imaginar la vida futura del hombre
«resucitado» según los condicionamientos provisionales de su
actual existencia como «hijo de este mundo». Para dar a
entender en lenguaje religioso-popular que la vida celeste de
los hombres excederá toda capacidad de imaginación, Jesús
dice que allá serán «al igual que los ángeles». La analogía no
se refiere a la incorporeidad, sino al que entonces
consideraban oficio característico de los seres angélicos:
contemplar (Mt 18,1 Ob), bendecir y amar a Dios en sí y en
todas sus obras. Ultima razón de esta existencia sublime:
serán, en el pleno sentido de la palabra, hijos de Dios. Bajo la
luz de esta Fe, el cristiano entiende que es la vida presente la
que debe ser reflejo de la futura, y no viceversa. De ahí en
algunos la vocación de vivir ya desde ahora, en cierta manera,
«al igual que los ángeles».
Las últimas palabras (y. 37-38) invitan a reflexionar. «El Dios de
Abrahán, etc.» significa, en teología bíblica: el Dios que eligió
para Sí (en «Alianza») a Abrahán, etc. Esta Elección/Alianza
connota una eficaz intimidad perenne. En este contacto de
unión con Dios, fuente de Vida, el hombre elegido encuentra la
última razón de su vivir eternamente (como «hombre», que no
lo sería en plenitud, según la antigua mentalidad hebrea, sin
corporeidad). En resumen: la resurrección es un regalo de Vida
eterna que Dios hace al hombre como «suyo», por Amor. Jesús
habla desde una perspectiva de contemplación. La Iglesia
apostólica apoyó su fe en la Resurrección en la experiencia de
la de Cristo, de quien se consideraba eternamente inseparable.
1010 CICLO C
DIOS DE LOS QUE VIVEN
El camino de Jerusalén ha llegado a término. Jesús pasa los
últimos días antes de su Pasión enseñando en el Templo (Lc
21,37). Adversarios de diversas tendencias discuten con él.
Toca el turno a los saduceos.
1. — Los saduceos. Pocos en número, temibles por su
influencia. Religiosidad sin convicción y arcaizante. Instalados
en la clase alta sacerdotal, monopolizaban el régimen y la
fecunda administración del Templo. En sumisa
condescendencia con el poder romano. Mentalidad
materialista. Odiados por los fariseos. Los fariseos se tenían
por abanderados de la fe en la resurrección de lar muertos. A
partir del siglo de los macabeos (y ya antes), la fe en la
resurrección era llama viva de esperanza en Israel [ lectura].
Los saduceos la negaban y se burlaban de ella. El «problema»
que plantean a Jesús (vers. 28-33) pone de manifiesto su
precaria cultura: si una mujer, por fidelidad a la ley o
costumbre del «levirato» (Dt 25, 5-10), se ha visto obligada a
tener en este mundo siete maridos sucesivos, ¿cómo resolverá
su situación legal cuando los vuelva a encontrar
simultáneamente en el más allá?...
2. — La verdadera resurrección. Jesús describe con tres rasgos
la existencia de los justos resucitados: serán hijos de Dios;
serán «como los ángeles»; no morirán jamás (y. 36). Vida
plenamente humana, transfigurada en resplandor de la gloria
divina (cf. Mt 13,43 y Dn 12,13). Léase la catequesis de San
Pablo a los de Corinto a propósito de esta sublime condición de
los resucitados para el cielo (1 Cor 15,42-55). Los saduceos se
burlaban de la resurrección. Materialistas sin esperanza.
Muchos fariseos la «imaginaban» como una especie de paraíso
sensual según la medida de los bienes y goces de este mundo.
Cristo nos habla de la verdadera felicidad ultraterrena, elevada
al infinito en comunión con la vida de Dios. Vida celeste, que
trasciende todo cuanto podemos ahora imaginar (cf. 1 Cor 2,9).
3. «Dios de los que viven». En las últimas líneas (y. 37-38),
Jesús se refiere a uno de los textos más profundos de la Biblia.
La revelación de Yahvé a Moisés desde la zarza ardiente. Es «el
Dios de los Padres: Dios de Abrahán, Dios de Isaac y Dios de
Jacob» (Ex 3,6.15.16). Es decir, el que hizo alianza con ellos. Su
protector. Su amigo. Dios, vida infinita y fuente de toda vida,
no deja a sus amigos en la muerte. Cuando establezca su
Reinado, vivirán todos con él y para él. En plenitud humana.
«Resucitados». —Jesús tuvo esta catequesis en víspera de la
Pasión. Con la segura confianza de que el Padre, Dios de la
vida, no abandonaría su humanidad en la muerte. Y que en su
día, todos cuantos «viven para Dios», resucitarán- con él (1 Cor
15,12-27).
Ya en Jerusalén, Cristo adoctrina al pueblo en los atrios del
Templo. Inminente la Pascua y su Pasión. Dirigentes religiosos
de varias tendencias entran en controversia con él. Hoy nos
toca escuchar uno de los puntos discutidos: el de la
resurrección.
Los evangelistas han conservado el recuerdo de algunas de las
«controversias» del Maestro, porque contribuyen a iluminar su
doctrina por contraste con errores ajenos. Además, sirvieron de
norma a la Comunidad apostólica, que, en contacto social con
ideologías no aceptables, se vio también obligada a disentir y
discutir.
El esquema redaccional de las «controversias» es sencillo: A.—
Presentación de
XXXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 1011
los adversarios y su pensamiento; B.— Réplica de Jesús.
A. — Los saduceos y su mentalidad. Pocos en número, fuertes
en influencia. Instalados en la clase alta sacerdotal,
monopolizaban el régimen y la gestión económica del Templo.
Desde allí asumieron la representación de Israel en el diálogo
oficial con el poder romano. Durante los años de actividad
pública de Jesús, el diálogo fue siempre de sumisa
colaboración. Abiertos a las costumbres paganas. Odiados por
los fariseos, que se creían baluarte del sentir nacional y
aristócratas del pensamiento religioso. La religiosidad de los
saduceos era de un arcaísmo convencional.
Los saduceos ridiculizaban a los que creían en la resurrección
de los muertos. En tiempos de Jesús era esperanza ardiente
para la mayor parte de los israelitas una Resurrección personal
y nacional al comienzo de la próxima era definitiva del mundo
renovado bajo la soberanía de Dios. Los fariseos se
constituyeron adalides de esta Fe. Los saduceos la rechazaban.
La primera parte del Evangelio de hoy resume una sátira
saducea de mal gusto: la desventura de una mujer, que, por
(teórica) fidelidad a la Ley de Moisés (Deut 25,5-10), se ha
visto obligada a tener siete maridos sucesivos. Cuando
resuciten todos, ¿cómo resolverá en buena moral su incómoda
situación?
B. — La réplica de Jesús tiene dos fases: primero deja entrever
el misterio de la vida celeste; luego afirma la razón profunda
de la Fe en la Resurrección.
1. — Los resucitados en el mundo divino (y. 34-36). San Lucas
redacta estas palabras del Señor en tono de catequesis más
que de polémica. Describe con una gradación ternaria a los
que Dios, en el Juicio, halla dignos de resucitar gloriosamente:
son inmortales, son semejantes a los ángeles, son hijos de
Dios. El acento recae en el último inciso: hijos de Dios. Lucas
dirige su Evangelio a quienes conocían muy bien las profundas
reflexiones de San Pablo a propósito de nuestra resurrección
unida a la del Hijo de Dios, Cristo Jesús. El Cielo será epifanía
de nuestra Filiación divina (cf. 1 Jn 3,1-2). Asumidos a la
eternidad, los elegidos realizan al infinito su existencia —
plenamente humana— en una actividad superior de
inteligencia, amor rebosante de gozo a Dios y a cada uno de
los seres creados, que ninguna imaginació puede describir. Los
saduceos negaban la resurrección, frente a los fariseos que la
imaginaban según la medida de las cosas de este mundo.
Cristo se eleva por encima de todos, y habla de una vida
eterna de los hombres a la medida de Dios. La sátira de los
fariseos cae fuera de su perspectiva.
2. — El Dios que da la Vida (y. 37-38). Las últimas líneas de
este Evangelio son difíciles. Aluden al diálogo de Yahvé con
Moisés desde la zarza incandescente. Yahvé se define como «el
Dios de Abrahán, Isaác y Jacob». Los israelitas resumían la
expresión, diciendo: «el Dios de nuestros Padres». Querían
decir: el Dios que los eligió, los amó y se unió a ellos en
Alianza. Ahora bien, cuando Dios asume al hombre su
intimidad (a su «Alianza») le contagia su Vida. Habla Jesús con
la seguridad de quien tiene desde siempre la experiencia de su
intimidad con el Padre. Sabe que va a morir dentro de muy
pocos días, y pone toda su alma en la afirmación de que Dios
«no es Dios de muertos»... Fiel a su amor, a su «Alianza», no
dejará al ser amado en el vacío de la muerte. Cuando y como
quiera lo asumirá a su convivencia divina en perfecta realidad
humana —que connota también la «corporeidad». —San Lucas
termina el resumen de esta «controversia» con una expresión
del Señor, en la que se percibe también el eco de varios textos
de San Pablo: «todos viven para él» (cf.
1012 CICLO C
Gal 2,19). Ideal cristiano, que no concibe la vida futura a
imagen de la presente, sino la presente a imagen de la futura.
La existencia temporal del hombre encuentra su sentido en la
eternidad. Si no hubiese Resurrección —es decir, Cielo en
plenitud humana— tendría razón el Pesimismo.
TRIGESIMOTERCER DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Malaquías 4,1-2a
Mirad que llega el día, ardiente como - un horno:
malvados y perversos serán la paja, y los quemaré el día que
ha de venir
—dice el Señor de los ejércitos—,
y no quedará de ellos ni rama ni raíz.
Pero a los que honran mi nombre
los iluminará un sol de justicia,
que lleva la salud en las alas.
Salmo responsorial Sal 97,5-6. 7-8. 9
R. El Señor llega para regir la tierra con justicia.
Tocad la cítara para el Señor, suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor.
Retumbe el mar y cuanto contiene, la tierra y cuantos la
habitan, aplaudan los ríos, aclamen los montes, al Señor que
llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia,
y los pueblos con rectitud.
1014 CICLO C
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los
Tesalonicenses 3,7-12
Hermanos: Ya sabéis cómo tenéis que imitar mi ejemplo: No
viví entre vosotros sin trabajar, nadie me dio de balde el pan
que comí, sino que trabajé y me cansé día y noche, a fin de no
ser carga para nadie.
No es que no tuviera derecho para hacerlo, pero quise daros un
ejemplo que imitar.
Cuando viví con vosotros os lo dije: el que no trabaja, que no
coma.
Porque me he enterado de que algunos viven sin trabajar, muy
ocupados en no hacer nada.
Pues a ésos les digo y les recomiendo, por el Señor Jesucristo,
que trabajen con tranquilidad para ganarse el pan.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Lc 21,28 Levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra
liberación. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 21,5-19
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo,
por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo:
—Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará
piedra sobre piedra: todo será destruido.
Ellos le preguntarón:
—Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que
todo eso está para suceder?
El contestó: -
—Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán
usando mi nombre diciendo:
«Yo soy’> o bien «el momento está cerca>’; no vayáis tras
ellos.
Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis
pánico.
Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en
seguida.
Luego les dijo:
—Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá
grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre.
Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.
Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán,
entregándoos a los tribunales y a la cárcel, y os harán
comparecer ante reyes y gobernadores por causa de mi
nombre: así tendréis ocasión de dar testimonio. -
Haced propósito de no preparar vuestra defensa: porque yo os
daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni
contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os
traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os
odiarán por causa de mi nombre.
Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá: con vuestra
perseverancia salvaréis vuestras almas.
XXXIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 1015
Las lecturas de este penúltimo domingo del año litúrgico se
refieren al futuro trascendente o «escatológico». El que vive en
cristiano camina por las dificultades del mundo presente hacia
un porvenir divinamente hermoso, que ya presiente y pregusta
dentro de sí en seguridad de Esperanza.
El Profeta Malaquías habla a los judíos recién llegados del
destiero a su patria. Se les había marchitado la fácil ilusión de
un resurgimiento triunfal. Infravaloración política, angustia
económica y, sobre todo, decadencia interna en el orden
social, moral y religioso. Después de un severo examen de
conciencia colectiva, el Profeta les invita a mirar, más allá del
horizonte circunstancial, hacia el «Día de Yahvé>. En esta
expresión («el Día de Dios») se concretaba una certeza
teológica: la de que la historia del mundo, que tuvo en el
Eterno su principio y tiene la razón profunda de su desarrollo,
tendrá también en El su término definitivo. Cuando el mundo
llegue a Dios, tendrá por sol su Justicia, y desaparecerá la
maldad como paja en el horno.
Este sentido escatológico de la existencia es fuente de energía.
El hombre de Fe se siente responsable de mejorar el mundo, en
todos los órdenes, para hacerlo más digno de su destino, que
es «el Reino de Dios». Pero algunos impacientes no
comprenden este sentido teológico de la historia lenta como
todo lo divino. Así, por ejemplo, ya hacia el año 50, algunos
cristianos de Tesalónica se dejaron engañar por quienes
anunciaban un inmediato «Fin del mundo». En consecuencia,
dejaron de trabajar y se dedicaron a contagiar nerviosismo. En
su segunda Carta, San Pablo los reprende y, en nombre del
sentido cristiano de la convivencia, les exige orden, paz y
laboriosidad. Se propone a sí mismo como ejemplo de
infatigable trabajo voluntario, que hizo posible la gratitud de su
ministerio apostólico.
Jesús puso en el centro de su Mensaje el anuncio del Reino de
Dios. Lo estableció ya en la tierra, misteriosamente presente y
activo en su Persona. Habló del porvenir de este Reino;
porvenir difícil en la perspectiva del tiempo y glorioso en
perspectiva de eternidad. Se expresaba en el lenguaje de su
pueblo, impregnado entonces del estilo que llaman
«apocalíptico». Los evangelistas condensaron sus enseñanzas
en el «Sermón escatológico», al término de la vida pública,
poco antes de la Pasión.
Hoy leemos la primera mitad de este «Sermón», según San
Lucas. Fragmento difícil, sobre todo faltando la visión de
conjunto. Indicamos el esquema
a) Ocasión (y. 5). La admiración popular ánte la maravilla del
Templo de Jerusalén, que consideraban «eterno».
b) Profecía de Jesús (6): no quedará de él piedra sobre piedra.
c) Los oyentes preguntan la fecha y el signo precursor de esta
catástrofe (y. 7). Se supone en ellos la convicción de que la
ruina del Templo y Ciudad irá unida al Fin del mundo.
d) Jesús predice la aparición de falsos profetas, que anunciarán
la inmediatez de este Fin (8). No hacerles caso. Tampoco son
signo de proximidad las guerras, revoluciones (9) y demás
catástrofes (10-11).
e) Para los fieles de Cristo, la espera será dura y habrá que
«perseverar firmes» (y. 14). Persecuciones, traición, odio
(12.16.17). La fidelidad será su «testimonio» (13). Confiar en la
íntima asistencia de Cristo (14-15). Y en la Providencia (18).
La segunda mitad del «Sermón», la más importante, habla de
la ruina de Jerusalén
(20-24), de la gloriosa Venida de Cristo para establecer el
definitivo Reino de Dios
(25-27), de la gozosa esperanza cristiana (28-33), del deber de
estar siempre a punto
(34-36).
1016 CICLO C
PERSEVERAR
Penúltimo domingo del año litúrgico. Leemos en el Evangelio
según San Lucas un fragmento del que los libros llaman
«sermón escatológico». Antología de diversos avisos y
reflexiones del Señor en torno a la caducidad de las cosas de
este mundo. Todo fenecerá. Pero al otro lado de este sombrío
fin, se abrirá el principio de una eternidad gloriosa. Tema,
principal del próximo domingo.
1.— «No quedará piedra sobre piedra » (y. 5-6). Dos o tres días
antes, Jesús había predicho llorando la devastación de
Jerusalén (Lc 19,41-44). Ahora anuncia la destrucción del
Templo. Templo y Ciudad formaban una inmensa estructura de
opulencia, belleza y solidez. Para muchos, garantía segura de
perennidad. Cuarenta años más tarde (el 70), las legiones
romanas arrasaron Ciudad y Templo. «No quedará piedra sobre
piedra». Lección austera de que nada en este mundo es
definitivo. —Para Jesús profeta, lo mismo que antaño para
Jeremías (26), Miqueas (3,12) y Ezequiel (9-10), la ruina de
Jerusalén con su Templo constituye un impresionante signo del
juicio de Dios por su infidelidad.
2. — «Que nadie os engañe)> (y. 7-9). Muchos, por aquel
tiempo, vivían en la persuasión de que era inmediato «el fin del
mundo». Aquel «Día de Yahvé» que anunciaron los profetas
[ lectura y salmo]. Algunos inquietos, en Tesalónica, hasta
dejaron de trabajar... [ lectura]. «jQue nadie os engañe!».
Abundancia de falsos «mesías» (v.8) excitaban esa obsesiva
expectación del «fin». No pocos anunciaban para después una
era de felicidad material, paradisíaca. El «sermón
escatológico» según San Lucas declara que ni las guerras y
revoluciones, ni otras calamidades, ni la misma destrucción de
Jerusalén constituyen señales de que «el fin del mundo» ya
está llegando.
3. — « Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».
Antes de la gloriosa Venida del Señor (y. 27), antes de la agonía
y fin de este mundo (y. 10-11 y 25-26), durante un tiempo que
nadie sabe cuánto durará, les queda a los fieles de Cristo
mucho que hacer y que sufrir en este mundo. El Evangelio
subraya las persecuciones (y. 12-19). Denuncias,
interrogatorios, traición, odio ambiental, cárcel, muerte.
Testigos (en griego, «mártyres») de la Fe. Cristo les infundirá
sabiduría para serlo (y. 13-15). Consigna del Evangelio a los
cristianos perseguidos: PERSEVERANCIA (y.
19). La palabra griega con que la expresa San Lucas
(«hypomoné») significa «permanecer firme bajo una presión».
Constancia en la actitud de sacrificio. Paciencia activa y
fecunda (Lc 8,15). No ceder a las solicitaciones de rebajar la
Fe. Fidelidad acrisolada en la prueba. Todas las auténticas
iniciativas de Dios entre los hombres llevan el sello de esta
perseverancia. En ella está la fuerza invencible de los
humildes. La «salvación de las almas».
Leemos en el Evangelio de este penúltimo domingo del año
litúrgico una parte del «Sermón escatológico» de Jesús.
Escatología es la Fe que contempla serenamente en el
horizonte del futuro la transparencia de la Eternidad. La
Historia es una obra de arte del pensamiento de
XXXIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 1017
Dios, y así como fue suyo el Origen del mundo, las personas y
los pueblos, así es también suya la filigrana de cauces por
donde discurre el dinamismo de la libertad humana hacia el
irrevocable Fin común.
De este Fin hablaron con frecuencia los profetas bíblicos. Tal
vez sus éxpresiones e imágenes, propias de la época, nos
resulten difíciles [ lectura]. Pero queda clara una certeza: la de
que tras el último paso de cada vida y el último de la historia
de todos está el trascendental encuentro con Dios.
Jesús impregnó de pensamiento escatológico toda su Doctrina.
Vivió y enseñó a vivir el tiempo dándole valor de Eternidad.
Poco antes de morir, habló intensamente a los Discípulos de su
Retorno glorioso al fin de la historia para transfigurar el mundo
de los hombres en definitivo «Reino de Dios». Les dijo también
algo de lo que tenían que hacer y sufrir mientras esperasen en
este mundo su Retorno. Es el tema del Sermón escatológico.
Tal como lo redacta San Lucas, el Sermón escatológico es una
meditación sobre la historia, ambientada en el Templo de
Jerusalén. Tiene una introducción, tres partes y una reflexión
final:
La introducción es la profecía de la destrucción del Templo
(21,5-7).
La primera parte anuncia a los Discípulos los peligros y
sufrimientos que tendrán que pasar en el mundo (vers. 8-19).
La segunda parte se refiere a la destrucción de Jerusalén, que
fue el año 70. Signo impresionante de la caducidad de todos
los valores temporales (y. 20-24).
La tercera parte describe, con lenguaje inspirado en los
profetas, la Venida gloriosa de Cristo. Para sus fieles, la hora de
la definitiva Libertad (y. 25-28).
La reflexión final exhorta a estar siempre a punto de recibir al
Señor (29-36).
Por exigencia de brevedad, el Leccionario litúrgico sólo nos
ofrece la introduc ción y la primera parte, omitiendo todo lo
demás.
1. — La introducción presenta a Jesús hablando con el pueblo,
en el Templo de Jerusalén, después de las «controversias» con
los adversarios. Algunos elogian aquel inmenso edificio, que
parecía indestructible. Asegura que será arrasado. Espontánea
ménte asocian el pensamiento de aquella catástrofe con el Fin
de todas las cosas. Preguntan.
2. — Más allá de la pregunta (que ha servido de introducción
pedagógica), la primera parte del Sermón escatológico
presenta a los Discípulos (a todos los que escuchan el
Evangelio) una visión panorámica de lo que tendrán que sufrir
en el mundo mientras caminan hacia el definitivo encuentro
con el Señor:
a) Peligros de falsos «mesías» y falsos profetas (y. 8). El
evangelista piensa en los de su época. Pero los habrá siempre.
No ir tras ellos.
b) Guerras y desórdenes sociales (y. 9). No son la señal
específica del Fin del mundo. Son la cruz permanente que
fabrica para sí mismo el mundo pecador. No perder el ánimo.
c) Ampliando el tema precedente, enumera las cuatro grandes
calamidades con que la Biblia suele resumir el dolor de la
humanidad: peste, hambre, guerras y terremotos. Añade los
«portentos», que impresionaban al pueblo sencillo de la época
(fenómenos astronómicos o meteorológicos, que no
comprendían y les aterroriza ban): y. 10-11.
d) Sufrimiento peculiar de los cristianos: las Persecuciones (y.
12-19). Herencia de
1018 CICLO C
Cristo a su Iglesia. Traiciones, arrestos, interrogatorios. Incluso
la muerte. Y el clima social de «odio», que es insidiosa manera
de perseguir. Cristo promete a los que sufren «por su Nombre»
la inspiración de su Sabiduría a la hora de la defensa. El honor
de ser testigos (en griego, «mártyres»). Su protección en el
dolor. —Consigna a los Perseguidos: la Perseverancia.
Perseverancia es Fidelidad cuando todo presiona e invita a
ceder. Siempre que la Iglesia necesita aliento de Fidelidad,
recuerda la historia de sus Mártires.
Penúltimo domingo del Año litúrgico. Leemos en el Evangelio
unas líneas del «Sermón escatológico». En el Sermón
escatológico los evangelistas recogieron una antología de
avisos y reflexiones de Jesús en torno al sentido profundo que
tienen los acontecimientos temporales cuando se consideran
desde una perspectiva de eternidad. Como el agua fluye por el
cauce de los ríos hacia el mar, así el mundo de los hombres va
por la historia hacia Dios. Para infundir a sus discípulos este
«sentido teológico de la historia», el Maestro les hablaba con el
lenguaje imaginativo de su pueblo, forjado en la escuela de los
profetas. [ un difícil ejemplo en la primera lectura]. Lenguaje
distinto del nuestro, que pide para ser comprendido un
esfuerzo de adaptación. -
El texto que leemos hoy no llega ni a la mitad del «Sermón
escatológico» según San Lucas. Anotamos las ideas
principales:
1. — Profecía de la destrucción del Templo (y. 5-6). Aquel
Templo de Jerusalén era un conjunto arquitectónico que
excedía en robustez y hermosura a cuanto podemos imaginar.
Monumento (creían) de invencible perennidad. Jesús afirma
que, a corto plazo, no quedará piedra sobre piedra. Signo de la
caducidad de las instituciones y valores en que suelen confiar
los hombres.
2. — Los sufrimientos, patrimonio de este mundo (y. 7-1 1).
Eran muchos entonces los que esperaban un inmediato y feliz
mesianismo en la tierra. Incluso las calamidades, guerras y
catástrofes se les antojaban signos de su inmediatez. [ algunos
inefables de Tesalónica habían dejado de trabajar, porque ya
no merecía la pena...: stgunda lectura]. El Evangelio de Jesús
se niega a toda fácil y cautivadora utopía. Los sufrimientos son
forja del Reino de Dios. El «Sermón escatológico» sirve de
prólogo a la Pasión. Desautoriza a cuantos espontáneos
«mesías» y «profetas» anuncien la próxima inauguración de un
paraíso terrenal.
3. — La Persecución, herencia de Cristo a los suyos (y. 12-19).
Además de compartir los sufrimientos del mundo, la Fe
cristiana lleva en sí misma un peculiar crisol de purificación.
Los auténticos seguidores de Jesús serán perseguidos. San
Lucas ya escribe con experiencia; en su manera de redactar se
refleja el martirio de San Esteban y el de San Pablo. Pero los
perseguidos humillarán a los perseguidores, porque su palabra
es portavoz del Evangelio y su Perseverancia da testimonio de
la fuerza de Dios que se manifestó en la Pasión de Cristo.
Perseverancia es Fidelidad acrisolada. No rebajar el Evangelio a
cambio de aplauso y comodidad. Siempre que a la Iglesia de
Cristo, en su camino por la historia, le hace falta aliento de
Fidelidad, revive el testimonio de los Mártires.
SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO
PRIMERA LECTURA
Lectura del segundo libro de Samuel 5,1-3
En aquellos días, todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a
ver a David y le dijeron:
—Hueso y carne tuya somos; ya hace tiempo, cuando todavía
Saúl era nuestro rey, eras tú quien dirigías las entradas y
salidas de Israel. Además el Señor te ha prometido: <Tú serás
el pastor de mi pueblo, Israel, tú serás el jefe de Israel.
Todos los ancianos de Israel fueron a Hebrón a ver al rey, y el
rey David hizo con ellos un pacto en Hebrón, en presencia del
Señor, y ellos ungieron a David como rey de Israel.
Salmo responsorial Sal ¡21,1-2. 3-4a. 4b-5
R. Qué alegría cuando me dijeron:
Vamos a la casa del Señor.»
Qué alegría cuando me dijeron:
< a la casa del Señor.» Ya están pisando nuestros pies tus
umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben
las tribus, las tribus del Señor.
Según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor.
En ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David.
1020 CICLO C
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 1,12-
20
Hermanos: Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho
capaces de compartir la herencia del
- pueblo santo en la luz.
El nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha
trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
- el perdón de los pecados. El es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura; porque por medio de él fueron
creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles, Tronos,
Dominaciones, Principados, Potestades;
- todo fue creado por él y para él.
El es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
El es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
El es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es
el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.
ALELUYA Aleluya, aleluya.
Mc 11,9b.lOa Bendito el que viene en nombre del Señor:
Bendito el reino que viene de nues tro padre David. Aleluya
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 23,3 5-43
En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús
diciendo:
—A otros ha salvado, que se salve a sí mismo, si él es el Mesías
de Dios, el Elegido. Se burlaban de él también los soldados,
ofreciéndole vinagre y diciendo:
—Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea:
Este es el rey de los judíos. Uno de los malhechores
crucificados lo insultaba diciendo:
—ENo eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros. Pero
el otro le increpaba:
— siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo
nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos;
en cambio, esté no ha faltado en nada.
Y decía:
—Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino. Jesús le
respondió:
—Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.
SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO 1021
El último domingo del Año litúrgico nos invita a profundizar el
sentido teológico de la soberanía de Jesucristo en la Iglesia y
sobre el Universo.
El fragmento del segundo Libro de Samuel recuerda la
investidura de David como jefe único del pueblo de Dios. Su
realeza fue a un tiempo voluntad popular y carisma divino;
garantía de orden, prosperidad y fortaleza; convergencia de las
limitaciones y pecados de David, la historia de la Revelación
considera su figura como promesa, signo y germen del
auténtico «Ungido» (= Mesías o Cristo).
El texto de la Carta a los Colosenses contiene un Himno a
Jesucristo (probable reflejo de liturgia bautismal). Le precede
una acción de Gracias (y. 12-14) al Padre que nos llamó a salir
de la tiranía de las «Tinieblas», mediante el Sacrificio de su
Hijo, hasta el honor de ser ciudadanos libres en el Reino de la
Luz, de la Santidad, del Amor: es decir, de Cristo. —En la
primera estrofa del Himno (y. 15-17), Jesucristo, Revelación del
Padre, es proclamado autor, razón de ser, centro de cohesión y
término del Universo. La segunda estrofa (18-20) lo reconoce
Cabeza de la Iglesia, plenitud divina, primicias y vértice de la
humanidad glorificada; punto de convergencia de la
reconciliación y paz universal. Ambas estrofas se compenetran,
por cuanto el Universo tiene por destino ser dimensión de la
Iglesia eterna: Reino de Dios y de Cristo.
Al redactar la página del Calvario, el evangelista San Lucas
centró la atención en el tema de la realeza de Jesús. La declara
el título de su condena (a); la escarnecen quienes no la
comprenden (b); la comprende y tiene parte en ella el humilde
pecador (c).
a) El título «Rey de los Judíos» (vers. 38) fue traducción a
lenguaje civil del término sacral Mesías (= «Ungido»; es decir,
Rey). En público, Jesús había evitado siempre ambas
expresiones (la de «Mesías» y la de «Rey») por la connotación
política que suscitaban en el ánimo de muchos. En el Calvario
se terminó el equívoco. Desde ahora, el título de Cristo (=
«Mesías» o Rey) evocará siempre la imagen y la idea de la
Cruz.
b) El escarnio de algunos judíos principales (no del pueblo) a
propósito del título «Mesías» (y. 35), y de los soldados romanos
a propósito de su equivalencia en lenguaje civil (y. 36-37)
denuncia un error fundamental: la de considerar incompati ble
la dignidad y poderío del Mesías=Rey (que ellos sólo concebían
según el canon terreno-político) con la actual situación de
crucificado. Pero el Señor ejercía de verdadero Rey en la Cruz,
precisamente porque no cuidaba de «salvarse» (físicamente) a
sí mismo, sino de Salvar (teológicamente) a los demás.
c) Así lo entiende la Fe del «buen ladrón». De ella brota su
plegaria de moribundo al Crucifijo viviente. Y el generoso
esfuerzo para convencer al compañero. En la transparencia del
dolor humilde ha visto a Jesús como Rey de la Salvación
escatológica. Sólo le pide un recuerdo, porque cree en su Amor.
—San Lucas, artista en narraciones de Conversión, presenta en
el con-crucificado del Calvario un arquetipo del hombre
pecador contrito ante su Salvador y Rey. En la respuesta de
Jesús, «estar en el paraíso» es sinónimo popular del teológico
«estar conmigo». San Pablo compÑndió y vivió esta idea;
según él, el cielo consiste en «estar con Jesús» (1 Tes 4,17b; Fil
1,23, etc.).
1022 CICLO C
CENTRO DEL UNIVERSO Y DE LA HISTORIA
Jesús recorrió los pueblos de Galilea anunciando el REINADO
DE DIOS (Mc 1,15). Lo deicribió por medio de parábolas. Lo
prometió a los humildes en las bienaventuranzas. Nos enseñó a
pedirlo en la oración: « tu Reino!». No que Dios venga a
«reinar» sobre los hombres a la manera de los reyes
temporales, sino en un sentido que trasciende toda limitación.
Que Dios sea el centro de nuestra vida. Como el sol a mediodía
en un firmamento sin nubes.
A través de su Muerte y Glorificación, Cristo Jesús, el Hijo de
Dios, fue entronizado «a la derecha del Padre». Manera bíblica
de decir que comparte con él
—en cuanto Dios y en cuanto Hombre— su Realeza divina.
Centro del universo y de la historia, como proclama la segunda
lectura de la misa, que es un himno de la Iglesia apostólica a
Cristo Rey. Centro de nuestra vida. Los redimidos somos de su
Reino. Se nos manifestará glorioso y divinamente feliz, más
allá de la muerte, en la auténtica Jerusalén [ responsorial].
La lectura evangélica nos presenta a Cristo Rey en la cruz.
Incomprendido de todos, menos del «buen ladrón».
1.— «Este es el Rey de losJudíos». En la intención de quien lo
mandó escribir, el letrero de la cruz fue cruel sarcasmo. Leído
con ojos de fe, suscita una emocionada reflexión. Cristo (que
ya era Rey en sentido teológico a partir de la Encarnación)
instituyó su Reinado en el Sacrificio de la cruz. Victoria de un
Amor infinito. Arquetipo y manantial de todo auténtico amor en
el corazón de los hombres. Porque Dios es Amor. Y, por eso,
Dios en Cristo «reina» allá donde hay amor auténtico. Donde el
odio no cabe. Donde «reina» la Justicia y no menos la
Misericordia. Donde se procura el perdón y la reconciliación,
único camino de la Paz.
2. — «jJesús, acuérdate de mí...!» Milagro de la fe. Confiesa la
Realeza de Jesús, viéndole crucificado y humillado. Los que
sólo conciben un «Mesías» fuerte, rico y glorioso ya en este
mundo, se burlan y lo maldicen. San Lucas, teólogo y artista,
«pinta» en la figura del «buen ladrón» la divina eficacia del
Sacrificio redentor de Cristo. Transfigurar en santo al hombre
pecador. —Imagen también de los moribundos que, en su
dolor, invocan el nombre de Jesús y miran el Crucifijo con
infinita confianza.
3. — «Hoy estarás conmigo en el paraíso». «Conmigo», es
decir: en mi Reino. El Reino de Dios en Cristo es ya, por
comunión de amor, Reino de los hombres: «si con él sufrimos,
reinaremos con él». —Termina el año litúrgico con el sabor de
una gloriosa esperanza, más allá de nuestra personal
«crucifixión»; esperanza que resume toda felicidad: «estar con
Jesús», por siempre.
En la página más conmovedora de su Evangelio, San Lucas nos
propone considerar la Realeza de Jesucristo Salvador desde la
perspectiva de la Cruz.
Momento culminante de la Pasión. Cuando San Lucas redactó
la historia de la Pasión, tenía presentes los condicionamientos
de la Iglesia en que vivía. Algunos habían acusado a los
cristianos de tener por «Rey» a Jesús en detrimento de la
soberanía del César (p. ej., Hechos 17,7). Manera fácil de
cohonestar ciertas
SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO 1023
iniciativas de persecución, que la conciencia social reprobaría
si los perseguidores manifestasen sus razones inconfesables.
Caifás y sus condescendientes del Sanedrín adoptaron esta
fácil táctica. Para verse libres del Profeta que ponía en peligro
su instalación, acusaron a Jesús ante el prefecto romano como
agitador, antagonista del César y aspirante, en línea secular, a
la función de «Rey» (Lc 23, 2 y 5).
Pilato rechaza la acusación, afirmando cuatro veces que Jesús
es inocente (23, 4.14.20 y 22). También Herodes (23,15).
También el Centurión en el Calvario (23,47). San Lucas subraya
con insistencia que los administradores de la autoridad no
encontraron en la incansable Misión de Jesús ante el pueblo
ningún delito clasificable en su código. No obstante, lo
condenaron por «Rey». Su sentencia quedó escrita en el título
de la cruz (23,38). Caifás llevaba años colaborando con Pilato.
Se debían favores mutuamente. La sangre del justo no era un
precio excesivo para mantener sus buenas relaciones.
El fragmento que leemos hoy está enmarcado en este contexto
histórico. Preside la escena el título de la Cruz: «Este es el Rey
de los Judíos». Equívoco sangriento. En la intención de los
romanos, una burla. Para los responsables del pueblo judío, un
insulto Un 19,21). Equívoco sangriento, y a la vez sublime.
Porque también entra en el estilo de Dios escribir su verdad por
manos pecadoras. Leído con ojos de fe, el título de la Cruz
define a Cristo. Rey de Judíos —entiéndase: del Pueblo de Dios
— y del Universo «por la sangre de su cruz». Medítese con
atención el Himno a la Realeza Universal de Cristo en la Carta a
los Colosenses [ lectura]. En el centro de su Obra de Paz está el
Sacrificio Redentor.
San Lucas expone su Teología con hechos. La escena del
Calvario es una lección sobre Jesús Rey-en-cuanto-Salvador.
Actúan el pueblo, los responsables judíos, los soldados
romanos, los otros dos crucificados y el mismo Cristo:
a) Según el texto original griego, el pueblo está allí «mirando’>
(y. 35a). Silencioso. Neutral. Bajará del Calvario conmovido,
impresionado, penitente (y. 48).
b) Los responsables judíos lo insultaban como falso «Mesías».
La principal connotación de la palabra hebrea «mesías» era la
de «Rey instituido por Dios». Tema de la burla: no es Salvador
si no se salva a sí mismo.
c) Los soldados repiten a su manera, con su lenguaje y estilo,
lo que oyen.
d) Uno de los con-crucificados insiste por tercera vez: si es el
Mesías Salvador, que lo demuestre bajando todos de la cruz.
e) Sobre este fondo de error, vulgaridad y mentira se alza la Fe
del «buen Ladrón». Reprende, proclama, suplica. Reprende al
compañero, porque en la frontera suprema de la muerte (=
«en el mismo suplicio») no piensa en Dios. Proclama que Jesús
es inocente, en contraste con su propia culpabilidad. Ellos han
sido sentenciados por hechos de violencia, quizá de sangre.
Sabían el riesgo que asumían y han caído en él. Pero Jesús ha
sido crucificado por calumnia de unos y cobardía de otros. En
sus amores no hay más sangre ni intención de sangre que la
propia. Suplica a Jesús un recuerdo, confesándolo Rey en el
más allá de la Cruz.
f) Jesús rompe el silencio. Alguien ha entendido su Realeza.
Ciencia difícil, que se aprende aceptando la cruz. El Evangelio
personifica en el «buen Ladrón» la Fe de tantos pecadores que
han reconocido, quizá en la última hora de su vida y gracias al
Dolor, que su Salvador, Rey y Amigo es Jesús Crucificado.
Parece morir en el mayor fracaso, y nace una infinita Felicidad.
Descubre que esta Felicidad infinita (en
1024 CICLO C
lenguaje del pueblo, «paraíso») es estar-con-Cristo («hoy
estarás conmigo...»). Sólo quien crea esto podrá entender que
Jesucristo es Rey.
Cuando Jesús de Nazaret evangelizó Galilea, su programa se
resumía en una afirmación: viene para los hombres el «Reino
de Dios» (Mt 4,17). Quiere decir que Dios ha de ser el único
centro de nuestra vida.
En la segunda lectura de la misa escuchamos un himno a
Cristo Redentor. Dios Padre comunicó la plenitud de la Realeza
divina a su Hijo Jesús. Lo ha constituido centro del universo y
de la historia. Razón de ser del cielo y de la tierra. Este himno
de la Iglesia apostólica recapitula y trasciende cuantos libros
de Cristología han escrito los hombres.
Al entrar en comunión con Jesucristo participamos en la gloria
de ser hijos de Dios. Su Realeza transfigura la humanidad en
universal Familia de hermanos, para Gloria del Padre. Gran
parte de los reinos de este mundo se fundaron sobre la sangre
de los vencidos. Cristo instituye el Reino dando en la cruz su
propia Sangre, que es nuestro Perdón y nuestra Paz.
Pero entre los contemporáneos de Jesús muchos esperaban un
«Mesías», un rey en nombre de Dios, que los colmase de
ventajas temporales. Al estilo del antigu David [ lectura],
aunque más enriquecedor y poderoso. Cuando vieron quc Jesús
no iba por ese camino, lo proscribieron y se burlaron de él.
El «retablo» del Gólgota que nos ofrece San Lucas es una obra
maestra de historiador, teólogo y artista. En el centro, Jesús
Crucificado y su «título» escrito en las tres lenguas que
significaban entonces la universalidad. REY DE LOS JUDIOS.
Entiéndase: del Pueblo de Dios. Nuestro. En torno, la
vulgaridad de unos y otros que, desengañados, se burlan de él.
Destacando, la personalidad sublime del que suelen llamar
«buen Ladrón».
El «buen Ladrón» empieza declarándose pecador. Quien no
tenga conciencia viva de necesitar personalmente la Salvación
jamás entenderá a Jesús. En el más inmenso de los
sufrimientos llega a reconocer, heroicamente, que lo merece.
Su cruz, aceptada en unión con la de Cristo, ya le es altar.
Invencible en la Fe, sabe que Jesús, el Justo a punto de morir,
le puede salvar en el Más Allá de la muerte. Le pide un
recuerdo en su Reino de Gloria. El recuerdo es la fidelidad del
Corazón. Cristo, Rey por la Cruz y no por espada ni por riqueza
temporal, lo transfigura de pecador en santo. —Lucas resume
en la escena del «buen Ladrón» toda la espiritualidad de San
Pablo. La felicidad (el «paraíso») es estar para siempre con
Jesús (Filip. 1,23). Los que tengan otro ideal tendrán que
seguir, lógicamente, otros caminos.
CRONOLOGÍA DEL NUEVO TESTAMENTO
30 aC-14 dC Augusto emperador (Lc 2,1).
8-7 aC, Nacimiento de Jesús (Lc 2,lss.)
4 aC Muerte de Herodes el Grande (Mt 2,19). División de
Palestina (Lc
3,1).
14 dC Tiberio, emperador.
18-136 dC Caifás, sumo sacerdote.
26-36 Poncio Pilato, gobernador romano de Judea.
27 ó 28 Juan Bautista inicia su predicación (Lc 3,ls).
27 ó 30 Jesús inicia su predicación.
30 ó 33 Tercera Pascua de la predicación de Jesús. Muerte de
Jesús.
35 ó 36 Martirio de san Esteban (Act 6-7).
34/36 Convérsión de Saulo/Pablo (Act 9).
37/39 Pablo visita a los apóstoles en Jerusalén (Act 9,26s).
36-44 Herodes Agripa, rey de Judea.
41-54 Claudio, emperador.
c. 42 Martirio de Santiago el Mayor (Act 12, ls).
44 Principios de la comunidad cristiana de Antioquía.
c. 44 Primer viaje de san Pablo con Bernabé (Act 13-14).
48/50 Carta de Santiago.
48-58 Redacción aramea del Evangelio de san Mateo.
48-49 Regreso a Antioquía de Pablo y Bernabé.
49/50 Concilio de los Apóstoles, en Jerusalén (Act 15,ls).
50-52 Segundo viaje de san Pablo (Act 15,36-18,22).
51-52 Primera y segunda Cartas a los Tesalonicenses (desde
Corinto).
51-53 Galión, procónsul en Acaya (Act 18,12).
52-60 Félix, procurador (Act 23,26). -
53/58 Tercer viaje de san Pablo y permanencia en Efeso (Act
18,23-21,14).
54-68 Nerón, emperador. -
56 Carta a los Gálatas (desde Efeso).
1026
CRONOLOGIA DEL NUEVO TESTAMENTO
55/65 Evangelio de san Marcos. -
56 Primera Carta a los Corintios (en Efeso).
57 Segunda Carta a los Corintios (en Macedonia).
57-58 Carta a los Romanos (desde Corinto).
Pentecostés 58 San Pablo vuelve a Jerusalén y es detenido (Act
20,3-23,35).
58/60 San Pablo, prisionero en Cesarea (Act 24-26).
59/67 Redacción griega del Evangelio de san Mateo. Evangelio
de san Lucas.
60-61 Viaje de san Pablo a Roma (con Lucas, Act 27,1-28,16).
61-63 San Pablo, prisionero en Roma (Act 28, 17s). Cartas a los
Efesios, a los Colosenses, a los Filipenses y a Filemón.
61/68 Hechos de los Apóstoles.
61/64 Primera Carta de san Pedro.
62/67 Cartas de san ,Judas.
64-65 San Pablo en Efeso, Macedonia yGrecia (lTm 1,3; Tt 1,5;
3,12). Primera Carta a Timoteo, Carta a Tito.
64/67 Martirio de San Pedro en Roma.
64/70 Carta a los Hebreos.
66/67 Segunda Carta de Pedro, Segunda Carta a Timoteo.
Martirio de san Pablo en Roma.
70 Destrucción de Jerusalén por Tito.
90/95 Evangelio de san Juan; Cartas de san Juan; Apocalipsis.
96 Carta de Clemente de Roma a los Corintios.
C. 100 Muerte del apóstol Juan.
PALESTINA
EN TIEMPOS DE
JESUCRISTO
Reino de
Herodes el Grande
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ÍNDICE
Justificación 5
Prólogo 7
CICLO A
Primer Domingo de Adviento 13
Segundo Domingo de Adviento 19
Tercer Domingo de Adviento 25
Cuarto Domingo de Adviento 32
Natividad del Señor 38
La Sagrada Familia. Jesús, María y José 55
Solemnidad de Santa María, Madre de Dios 60
Segundo Domingo después de Navidad 63
Epifanía del Señor 73
Bautismo del Señor 78
Primer Domingo de Cuaresma 84
Segundo Domingo de Cuaresma 89
Tercer Domingo de Cuaresma 94
Cuarto Domingo de Cuaresma 100
Quinto Domingo de Cuaresma 106
Domingo de Ramos 112
Vigilia Pascual y Domingo de Resurrección 122
Segundo Domingo de Pascua 128
Tercer Domingt de Pascua 133
Cuarto Domingo de Pascua 139
Quinto Domingo de Pascua 144
Sexto Domingo de Pascua 149
La Ascensión del Señor 154
Séptimo Domingo de Pascua 158
1030 ÍNDICE
Domingo de Pentecostés 162
La Santísima Trinidad 167
Segundo Domingo del Tiempo Ordinario 173
Tercer Domingo 179
Cuarto Domingo 185
Quinto Domingo 190
Sexto Domingo 196
Séptimo Domingo 201
Octavo Domingo 204
Noveno Domingo 208
Décimo Domingo 213
Undécimo Domingo 218
Duodécimo Domingo 223
Decimotercer Domingo 229
Decimocuarto Domingo 234
Decimoquinto Domingo 240
Decimosexto Domingo 247
Decimoséptimo Domingo 254
Decimoctavo Domingo 260
Decimonoveno Domingo 264
Vigésimo Domingo 270
Vigesimoprimer Domingo 276
Vigesimosegundo Domingo 282
Vigesimotercer Domingo 288
Vigesimocuarto Domingo 294
Vigesimoquinto Domingo 299
Vigesimosexto Domingo 306
Vigesimoséptimo Domingo 312
Vigesimoctavo Domingo 319
Vigesimonoveno Domingo 327
Trigésimo Domingo 334
Trigesimoprimer Domingo 341
Trigesimosegundo Domingo 346
Trigesimotercer Domingo 352
Ultimo Domingo del Tiempo Ordinario. Solemnidad de
Jesucristo,
Rey del Universo 360
CICLO B
Primer Domingo de Adviento 371
Segundo Domingo de Adviento 378
Tercer Domingo de Adviento 385
Cuarto Domingo de Adviento 391
La Sagrada Familia 397
Bautismo del Señor 404
ÍNDICE 1031
Primer Domingo de Cuaresma 411
Segundo Domingo de Cuaresma 417
Tercer Domingo de Cuaresma 423
Cuarto Domingo de Cuaresma 430
Quinto Domingo de Cuaresma 436
Domingo de Ramos 443
Vigilia de Pascua y Domingo de Resurrección 454
Segundo Domingo de Pascua 459
Tercer Domingo de Pascua 465
Cuarto Domingo de Pascua 471
Quinto Domingo de Pascua 477
Sexto Domingo de Pascua 483
Ascensión del Señor 489
Séptimo Domingo de Pascua 493
Domingo de Pentecostés 497
La Santísima Trinidad 503
El Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo 509
Segundo Domingo del Tiempo Ordinario 513
Tercer Domingo 519
Cuarto Domingo 525
Quinto Domingo 530
Sexto Domingo 536
Séptimo Domingo 542
Octavo Domingo 548
Noveno Domingo 554
Undécimo Domingo 558
Duodécimo Domingo 561
Decimotercer Domingo 565
Decimocuarto Domingo 570
Decimoquinto Domingo 576
Decimosexto Domingo 582
Decimoséptimo Domingo 588
Decimoctavo Domingo 592
Decimonoveno Domingo 599
Vigésimo Domingo 605
Vigesimoprimer Domingo 609
Vigesimosegundo Domingo 615
Vigesimotercer Domingo -y.--. - 621
Vigesimocuarto Domingo 627
Vigesimoquinto Domingo 633
Vigesimosexto Domingo 639
Vigesimoséptimo Domingo 645
Vigesimoctavo Domingo 652
Vigesimonoveno Domingo 658
Trigésimo Domingo 664
Trigesimoprimer Domingo 670
Trigesimosegundo Domingo 676
1032 ÍNDICE
Trigesimotercer Domingo 682
Ultimo Domingo del Tiempo Ordinario. Solemnidad de
Jesucristo,
Rey del Universo 688
CICLO C
Primer Domingo de Adviento 697
Segundo Domingo de Adviento 703
Tercer Domingo de Adviento 709
Cuarto Domingo de Adviento 715
La Sagrada Familia 721
El Bautismo del Señor 726
Primer Domingo de Cuaresma 730
Segundo Domingo de Cuaresma 737
Tercer Domingo de Cuaresma 744
Cuarto Domingo de Cuaresma 751
Quinto Domingo de Cuaresma 758
Domingo de Ramos 765
Domingo de Resurrección 776
Segundo Domingo de Pascua 782
Tercer Domingo de Pascua 789
Cuarto Domingo de Pascua 796
Quinto Domingo de Pascua 802
Sexto Domingo de Pascua 808
Ascensión del Señor 814
Séptimo Domingo de Pascua 818
Domingo de Pentecostés 821
La Santísima Trinidad 826
El Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo 832
Segundo Domingo del Tiempo Ordinario 835
Tercer Domingo 842
Cuarto Domingo 849
Quinto Domingo 856
Sexto Domingo 862
Séptimo Domingo 869
Décimo Domingo 874
Undécimo Domingo 877
Duodécimo Domingo 884
Decimotercer Domingo 890
DecimocuartoDomingo 895
Decimoquinto Domingo 901
Decimosexto Domingo 907
Decimoséptimo Domingo 913
Decimoctavo Domingo 920
Decimonoveno Domingo 926

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