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Decanos y Presidentes del

Colegio de Abogados de Puerto Rico, 1840*

DECANOS PRESIDENTES

Lcdo. Juan Vicente de Goicoechea 1840-1841 Lcdo. Benigno Fernández García 1934-1936
Lcdo. Agustín M. de Sirgado 1842-1847 Lcdo. Mariano Acosta Velarde 1936-1938
Lcdo. Fernando José Montilla 1848-1849 Lcdo. Benicio Sánchez Castaño 1938-1943
Lcdo. Juan de Mata Aybar 1950 Lcdo. Samuel R. Quiñones 1943-1945
Lcdo. Juan de Mata Aybar 1951-1874 Lcdo. Rafael Rivera Zayas 1945-1946
Lcdo. Manuel Valdez Linares 1951-1874 Lcdo. Francisco M. Susoni, Jr. 1946-1947
Lcdo. Pablo Sáez Aldao 1875-1877 Lcdo. Benicio Sánchez Castaño 1947-1954
Lcdo. José S. Quiñones 1878-1880 Lcdo. Félix Ochoteco, Jr. 1954-1956
Lcdo. Hilario Cuevillas 1881-1902 Lcdo. Luis R. Polo 1956-1958
Lcdo. Rafael López Landrón 1901 Lcdo. Baldomero Freyre 1958-1959
Lcdo. Juan Hernández López 1903 Lcdo. Manuel Abreu Castillo 1959-1961
Lcdo. José Raúl Cancio 1961-1962
Lcdo. Manuel Abreu Castillo 1962-1964
Lcdo. Noel Colón Martínez 1964-1966
Lcdo. William Fred Santiago 1966-1968
Lcdo. Rodolfo Cruz Contreras 1968-1970
Lcdo. Francisco Aponte Pérez 1970-1972
Lcdo. R. Elfrén Bernier 1972-1973
Lcdo. Arturo Negrón García 1973-1974
Lcdo. José H. Picó 1974-1976
Lcdo. Graciany Miranda Marchand 1976-1978
Lcdo. Ángel L. Tapia Flores 1978-1980
Lcdo. Luis F. Camacho 1980-1982
Lcdo. Arturo Negrón García 1982-1984
Lcdo. Abrahán Díaz González 1984-1986
Lcdo. Héctor Lugo Bougal 1986-1988
Lcda. Nora Rodrígez Matías 1988-1990
Lcdo. José M. Sagardía Pérez 1990-1992
Lcdo. Carlos R. Noriega Rodríguez 1992-1994
Lcdo. Harry Anduze Montaño 1994-1996
Lcdo. Manuel F. Arraiza Reyes 1996-1998
Lcdo. Eduardo Villanueva Muñoz 1998-2000
Lcdo. Jaime Ruberté Santiago 2000-2002
Lcdo. Arturo Luis Dávila Toro 2002-2003
Lcdo. Carlos Mondríguez Torres 2003-2004
Lcdo. Julio Fontanet Maldonado 2004-2006
Lcda. Celina Romany Siaca 2006-2008

*Durante la época de la Asociación de Abogados de Puerto Rico, (1911-1934) presidieron la misma


entre otros, los Lcdos. Francisco de Paula Acuña, Luis Muñoz Morales, Jacinto Texidor y Alcalá del
Olmo, Leopoldo Feliú y el Dr. Juan B. Soto.
fue el XIV enero-diciembre, 1957.
Directores de la Revista del
Colegio de Abogados de Puerto Rico

1RA ÉPOCA1 1914-1919

Jorge V. Domínguez enero 1914 - julio 1915


Luis Muñoz Morales julio 1915 - diciembre 1919

2DA ÉPOCA2 1935-1951

Félix Ochoteco, Jr. julio 1935 - agosto 1936


Gustavo Cruzado Silva septiembre 1936 - agosto 1937
Garpar Rivera Cestero septiembre 1 937 - 1939
Benjamín Ortiz septiembre 1939 - agosto 1941
José López Baralt septiembre 1941
Vicente Geigel Polanco enero 1944 - septiembre 1947
octubre 1947 - diciembre 19473
Luis Blanco Lugo enero 1948 - diciembre 1948
Edwin Cortés enero 1949 - diciembre 19514

3RA ÉPOCA 1955

Benjamín Rodríguez Ramón febrero 1955 - agosto 1958


Alfonso García Martínez noviembre 1958 - agosto 1961
Elí B. Arroyo noviembre 1961 - agosto 1962
Álvaro R. Calderón Mongil noviembre 1962 - agosto 1965
Benjamín Rodríguez Ramón noviembre 1965 agosto 1966
Elí B. Arroyo febrero1966 - agosto 1966
noviembre 1966 - agosto 1970
Carmelo Delgado Cintrón febrero 1970 - septiembre 1984
Alberto Medina Carrero octubre 1984 - septiembre 1986
Alfonso L. García Martínez diciembre 1986 - junio 1987
Alberto Medina Carrero julio 1987 - mayo 1989
Carmelo Delgado Cintrón mayo 1989 - enero 1998
Alberto Medina Carrero febrero 1998 -2007
Carlos C. Gil Ayala mayo 2007

* Compilado por el Lcdo. Carmelo Delgado Cintrón.


1
El 2 de enero de 1914 La Asociación de Abogados de Puerto Rico fundó la Revista antecesora de la
Revista del Colegio de Abogados de Puerto Rico. Dejó de publicarse en 1919.
2
Su nombre en esta época es Revista de Derecho, Legislación y Jurisprudencia del Colegio de Abogados.
3
El Lcdo. Roberto H. Todd, quien administraba la Revista, tomó la dirección durante este trimestre.
4
La Revista no se publicó durante tres años; su último volumen fue el XIV enero-diciembre, 1957.
Revista
VOL. 69 NÚM.3

JULIO-
SEPTIEMBRE 2008
DEL COLEGIO DE ABOGADOS DE PUERTO RICO

F u ndada e l 1 ro de enero de 1 9 1 4

comisión editorial PRESIDENTE


Lcdo. Luis Rafael Rivera Rivera

Editor
Lcdo. Carlos C. Gil Ayala

Otros miembros
Lcdo. Roberto A. Fernández Quiles
Lcda. Érika Fontánez Torres
Lcdo. José Ariel Nazario
Lcdo. Daniel Nina
Lcdo. René Pinto Lugo
Lcdo. Marcos Ramírez Lavandero
Lcdo. Héctor Serrano Mangual
Lcda. Carmen Edith Torres
Lcdo. Ignacio Vidal Cerra

La revista del Colegio de Abogados de Puerto Rico es publicada por el


Colegio de Abogados, cada tres meses en la Avenida Ponce de León Número 808,
Santurce, Puerto Rico 00907. Toda correspondencia relacionada con la Revista debe ser
dirigida al Editor, Cond. El Centro II, 500 Muñoz Rivera Ste. 1002, San Juan, PR 00918;
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las opiniones emitidas por los colaboradores; ni es responsable de su contenido. El
Colegio de Abogados no se solidariza, necesariamente, con las opiniones publicadas.

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dos de Puerto Rico. P.O. Box 9021900, Old San Juan, San Juan, P.R. 00902-
1900.
Colegio de Abogados de Puerto Rico
Junta de Gobierno 2006-2008

Presidenta Consejo de presidentes


Lcda. Celina Romany Siaca Lcdo. Arturo Negrón García
Lcdo. José Raúl Cancio
Lcdo. Rodolfo Cruz Contreras
Primer Vicepresidente Lcdo. Abrahán Díaz González
Lcdo. Rafael Capella Angueira Lcda. Nora L. Rodríguez Matías
Lcdo. Graciany Miranda Marchand
Lcdo. Noel Colón Martínez
Segunda Vicepresidenta Lcdo. Ángel L. Tapia Flores
Lcda. María de Lourdes Guzmán Lcdo. William Fred Santiago
Lcdo. Luis F. Camacho
Tesorera Lcdo. José M. Sagardía Pérez
Lcda. Glorimar Acevedo Cruz Lcdo. Carlos R. Noriega Rodríguez
Lcdo. Harry Anduze Montaño
Lcdo. Manuel F. Arraiza Reyes
Subtesorero Lcdo. Eduardo Villanueva Muñoz
Lcdo. Juan Reyes Rodríguez Lcdo. Jaime Ruberté Santiago
Lcdo. Arturo Luis Dávila Toro
Lcdo. Carlos Mondríguez Torres
Secretaria Lcdo. Julio Fontanet Maldonado
Lcda. Evelyn González Vargas

Subsecretaria Delegados
Lcda. Carmen I. Benabe Caraballo Lcdo. Arturo Hernández González
Lcdo. Bernardo Muñiz Arocho
Lcdo. Francisco Ortiz Burgos
Vocales Lcdo. Efraín Torres Rivera
Lcdo. Omar A. Añeses Bocanegra Lcdo. Gabriel Rubio Castro
Lcda. Maggie Correa Avilés Lcda. Luis Delannoy Sole
Lcdo. Gabriel M. Hernández González Lcdo. Héctor Iván Santos Santos
Lcdo. Rubén Falú Allende Lcdo. Mara Acevedo Rodríguez
Lcda. Ana Irma Rivera Lasssén Lcdo. Juan Ríos Vélez
Lcdo. José Roberto Vega Díaz
Lcdo. Ralphie Pérez Agosto
Miembro Ex-oficio Lcdo. Héctos Aníbal Castro Pérez
Lcdo. Julio Fontanet Maldonado Lcdo. Eladio Malavé Núñez
Lcdo. Iván L. Torres Rodríguez
Lcdo. Luis Muñiz Campos
Director Ejecutivo Lcda. María del Pilar Vázquez Muñiz
Lcdo. José M. Montalvo Trías Lcdo. Martín González Vázquez
Lcda. Marilucy González Báez
Lcda. María Consuelo Sáez Burgos
Lcdo. Miguel Negrón Nieves
Lcdo. José Martínez Custodio
Revista
VOL. 69 NÚM.3

JULIO-
SEPTIEMBRE 2008
DEL COLEGIO DE ABOGADOS DE PUERTO RICO

ÍNDICE

351 Nota editorial

355 Introducción
Alberto Bernabe

359 Comentarios sobre la profesión y el profesionalismo


Alberto Bernabe

382 ¿Por qué Sócrates debió integrar el servicio pro-bono a la


discusión del caso?: Tendencias y desarrollos en los nuevos
modelos de educación jurídica
Ana Matanzo Vicens

418 El trabajo pro bono en los bufetes privados ¿deber o aspiración?


Vivian I. Neptune Rivera

458 Mirrors of modernity The slave-machine:


body of knowledge, body of discipline
Daniel Nina
Profesión Nota Editorial

Rev. Col. Abog. PR


Vol. 3
Núm. 69 (2008)

Se ha dicho que lo más sagrado en nuestra profesión es el de-


recho de todo abogado a tener su propio cliente. Y es que en esa
misma tónica, los distinguidos colegas que hoy pueblan nuestras
páginas nos hablan de otro perfil del abogado y la abogada puer-
torriqueños de hoy, no necesariamente el togado letrado del pro
patria mori de que nos hablan algunos sectores de la tradición.
Un profesional más comprometido, quizás, pero de causas más
concretas y puntuales. Nuestros abogados y abogadas piensan y se
comprometen en agendas cuyos objetivos puedan ser alcanzados
en el término de vidas humanas concretas, más allá de los compro-
misos con las causas últimas de la Justicia Universal, el Consenso
Internacional de los Pueblos o la Redistribución Mundial de la
Riquezas. Nuestros abogados y abogadas, nosotros, hablamos, o
queremos hablar, un lenguaje más sencillo y a la vez más complejo;
el lenguaje de las acciones específicas hacia objetivos específicos;
el establecimiento de redes interpersonales y profesionales no ne-
cesariamente supeditadas a la sangre, a los abolengos, los apellidos
ilustres o patricios.
Según lo que hoy nos quieren decir estos invitados en estas
páginas, la profesión, esa entidad ciertamente abstracta y ilocaliza-
ble pero referente constante de la práctica, la profesión -decimos-,
es hoy más plebeya, por usar los términos del conflictos de vieja
sociedad romana según la expresión de otro buen colega, el viejo

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 1


Carlos Gil

Cicerón. Con su plebeyización nuestra profesión se ha vuelto más


heterogénea, menos compacta y monolítica pero más integrada en
la redes del diario vivir comunitario, su oído más en el suelo de los
desarrollos colectivos del país.
Una profesión por tanto más móvil, interestatal, e interdisci-
plinaria. Es por ello que junto a las clasificaciones tradicionales
de la profesión como abogado criminalista, abogado corporativo,
abogados en lo civil, de Familia, constitucionalista, etc., van sur-
giendo disciplinas de frontera, más porosas, más flexibles y activas.
Hablamos hoy de abogados y abogadas presidentes de corpora-
ciones de servicios, en el servicios público, en el desempeño de
roles no asociados necesariamente a las funciones tradicionales del
discurso patricio forense.
Así, a partir de las definiciones estipulativas del licenciado
Bernabe sobre profesión y profesionalismo, la colega Ana Matan-
zo Vicéns explora, apoyada en una impresionante masa documen-
tal, el trabajo pro-bono y su relación con la educación jurídica. En
su escrito se pregunta, ¿quiénes somos realmente, como gremio,
como profesión, como demografía? La respuesta supone en la in-
vestigación de Matanzo una exploración no siempre fácil, pero
siempre sincera y abierta, en torno a la microfísica de una pro-
fesión históricamente llamada al servicio pro-bono pero a la vez,
mutada y en cambio constante. Se requerirá un llamado (¿desde
dónde?) a un esfuerzo colectivo, en opinión de la autora, para re-
correr de nuevo el camino que va de la profesión al servicio.
Retomando también el reto que había lanzado el profesor Ber-
nabe en su artículo introductorio, la licenciada Vivian I. Neptune
Rivera postula, desde una especie de nuevo imperativo categóri-
co de servicio profesional, que es connatural a la profesión legal
el servicio pro bono. Y ello, independientemente de la ubicación
disciplinaria de que se trate (desde los bufetes y especialmente en
lo bufetes).
Incluimos un artículo del colega Daniel Nina en las fronteras
del tema de núcleo de profesión, sobre el cuerpo del trabajo escla-
vo, reescrito como máquina de producción. En la línea de las in-
vestigaciones de Foucault, el licenciado Nina explora el complejo
proceso de constitución del cuerpo como machine, como fuente de
valor y de conocimiento. En el fondo de su planteamiento estaría

2
Profesión

la tesis foucaultina de que el poder, al acrecentarse en una sociedad


acrecienta, paralelamente, la capacidad productiva; otra forma de
entender lo que antiguamente denominábamos explotación, plus-
valía, etc. No hay sociedad sin la constitución de sujetos, y no hay
constitución de sujetos, jurídicos principalmente, sin el efecto dis-
ciplinador de las técnicas de control.
Una última observación: Con este nuevo número inauguramos
nuestro nuevo formato digital. Esperamos que el carácter ahora
realmente global de nuestra publicación estimule a otros colegas a
enviar sus artículos a la revista, o incluso a someter sus temáticas
para la elaboración de números monográficos. Igualmente anun-
ciamos que desde ahora la revista podrá ser bajada directamen-
te desde el servidor del Colegio. También podrá ser adquirida en
amazon.com para su versión impresa.
A nuestros apreciados colaboradores, el agradecimiento por
tan excelentes aportaciones al foro. Al colega licenciado Alber-
to Bernabe el reconocimiento por la coordinación de este nú-
mero, su atención a los más pequeños detalles de la edición
y su convocatoria a los investigadores que hoy nos hablan para
decirnos cómo realmente somos, como abogados y abogadas,
como profesión.


Carlos Gil
Editor

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 3


Introducción Alberto Bernabe

A través de los años, la Revista del Colegio de Abogados ha


provisto un foro para la publicación de artículos, opiniones y de-
bates, lo que ha brindado a los autores la oportunidad de publicar
sus trabajos y a los lectores de nutrirse de información sobre temas
diversos relacionados con la profesión.
El presente número de la Revista se dedica al tema del pro-
fesionalismo, un término un tanto ambiguo que se usa frecuente-
mente para referirse a las obligaciones éticas de los abogados. Sin
embargo, la discusión acerca del significado del profesionalismo no
es un ejercicio abstracto o teórico. La formulación de una defini-
ción clara del concepto es fundamental para todos los miembros
de la profesión.
En ausencia de una definición clara de lo que se busca al
promover el profesionalismo, la educación y la profesión jurídicas
tenderían a enfatizar el cumplimiento de unas obligaciones éticas
mínimas. Sin embargo, el sistema de educación y entrenamiento
jurídico debe enfatizar, o basarse en, algo más que la competen-
cia mínima para cumplir con las obligaciones éticas establecidas
reglamentariamente o para evitar cometer impericia profesio-
nal. Nuestra identidad profesional, el ethos de la profesión,1 debe

1
Para una discusión sobre el ethos de la profesión, véase Efrén Rivera Ramos,
Mensaje a los Nuevos Colegiados, 60 Rev. Jur. Col. Abog. PR 33 (1999).

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 5


Alberto Bernabe

trascender la aplicación de reglas y la jurisprudencia. Además,


la falta de un sistema de valores profesionales definidos afecta la
confianza del público en la profesión y en el rol de ésta en nuestra
sociedad.2
En un intento de aportar a la discusión de este tema, el primer
artículo de este número discute el concepto del profesionalismo a
base de una descripción de los valores y principios básicos de la
profesión. Propone que éstos se encuentran esparcidos a través
de la reglamentación profesional y es preciso identificarlos y reco-
pilarlos de una forma más simple y sucinta. El resultado será la
obtención de una imagen más clara y amplia de los valores y prin-
cipios sobre los que se basa la responsabilidad profesional.
Los otros dos artículos del número se refieren de forma más
concreta a un aspecto particular del profesionalismo: la obligación
de velar porque nuestro sistema de derecho sea accesible a perso-
nas de escasos recursos económicos.3 Los artículos de las Profeso-
ras Vivian Neptune y Ana Matanzo abordan este tema desde dos
perspectivas distintas. La Profesora Neptune discute el tema des-
de el punto de vista de la práctica privada de la profesión, mientras
que la Profesora Matanzo lo discute desde el punto de vista de la
educación jurídica.
La Profesora Neptune discute los preceptos básicos que re-
glamentan el trabajo pro bono en Puerto Rico, España y Estados
Unidos y el estado de las cosas con respecto al trabajo pro bono
que realizan los bufetes privados. Aunque admite que el deber de
realizar trabajo pro bono consagrado en el Canon 1 de Ética Pro-
fesional es tan sólo una aspiración y no un mandato, la Profesora
Neptune construye un argumento sólido acerca de la importan-
cia de alentar a todos los abogados a prestar servicios gratuitos a

2
Estas ideas se discuten detalladamente en dos artículos del Profesor Neil
Hamilton en los que enfatiza la necesidad de desarrollar una definición clara
del concepto de profesionalismo. Véase Neil Hamilton, Assessing Professiona-
lism: Measuring Progress in the Formation of an Ethical Professional Identity, 5
U. St. Thomas L. J.; Neil Hamilton, Professionalism Clearly Defined, 18 Prof.
Lawyer 4 (2008).
3
Esta es la primera obligación a la que hace referencia nuestro Código de Ética
Profesional. Código de Ética Profesional, 4 L.P.R.A. Ap. IX, C. I (1970, según
enmendado).

6
Introducción

personas necesitadas como parte de nuestra identidad profesional.


Concluye que se trata de un deber ético y moral intrínseco a nues-
tra formación como abogados y abogadas.
Este elemento de lo que llamamos profesionalismo es al que se
le dedica particular atención en este número porque, entre otras
razones, se trata de un problema sobre el cual se puede hacer algo
significativo institucionalmente. El artículo de la Profesora Ma-
tanzo precisamente provee una descripción de un ejemplo concre-
to. Su artículo describe una iniciativa de la Escuela de Derecho de
la Universidad de Puerto Rico que aspira a contribuir al desarrollo
del profesionalismo en la etapa de formación de los futuros aboga-
das y abogados.
En su artículo, luego de discutir la conexión entre el desarrollo
de la educación legal en Estados Unidos y Puerto Rico, la Profeso-
ra Matanzo examina las fuentes modernas más importantes acerca
del tema del profesionalismo que apuntan a la conclusión de que los
programas de estudio de las escuelas de derecho no parecen ser
efectivos en lo que se refiere a la formación de valores profesiona-
les. A tenor con ese trasfondo, la Profesora Matanzo elabora las
bases teóricas del programa de servicios pro bono desarrollado en
la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico, el cual
puede servir de ejemplo para el desarrollo de otros programas o
iniciativas tanto en organizaciones educativas, como en bufetes u
organizaciones profesionales privadas.
El resultado final es, sin duda, un número de la Revista de
sumo interés para todo aquél que se preocupa por el desarrollo de
una identidad profesional, por la protección de la reputación y del
futuro de la profesión y por el rol de ésta en nuestra sociedad.
El éxito de este número se debe a la contribución de muchas
personas y no puedo dejar de agradecer a todos los compañeros
y compañeras que contribuyeron de alguna forma a su prepara-
ción. Por ello, quisiera agradecer, en primer lugar, a las autoras,
las Profesoras Ana Matanzo y Vivian Neptune, por sus excelen-
tes contribuciones, y a la Profesora Glenda Labadie Jackson por
su valiosa ayuda en el proceso editorial. Sin estas tres compañe-
ras este número de la Revista no hubiera sido posible. También
quisiera agradecer a John Corkery y Ralph Ruebner de The John
Marshall Law School por su apoyo. Finalmente, sobre todo qui-

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 7


Alberto Bernabe

siera agradecer al Licenciado Carlos Gil y a los demás miembros


de la Junta Editorial de la Revista del Colegio de Abogados por
haberme invitado a servir como editor de este número.

Alberto Bernabe
The John Marshall Law School
Chicago, Illinois

8
Comentarios sobre la Alberto Bernabe*

profesión y el
profesionalismo

El presente número de la Revista del Colegio de Abogados


se dedica a la discusión de algunos aspectos del deber de todo
abogado que se recogen en el concepto de “profesionalismo.”
Como abogados, todos nos consideramos profesionales, pero
en cierto sentido esto sólo significa que practicamos o que so-
mos miembros de una profesión. El concepto de profesionalismo
al que se dedica este número de la Revista se refiere más bien
a aquellas características personales y profesionales que se espe-
ran de cada miembro de la profesión. Este concepto es amplio
y, por consiguiente, no se podrá discutir todas sus implicacio-
nes en las páginas que siguen, pero los artículos que componen
este número discutirán algunos de sus aspectos más importantes.

* Profesor de Derecho, The John Marshall Law School; B.A. Princeton Uni-
versity, 1984; J.D., Escuela de Derecho, Universidad de Puerto Rico, 1987;
LL.M., Temple University School of Law, 1994.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 9


Alberto Bernabe

Aunque no parece existir un acuerdo acerca de cómo se debe


definir el concepto de profesionalismo,1 algo que sí debe estar cla-
ro es que no se refiere a la lista de reglas en los códigos de ética u
otra reglamentación detallada de la profesión. Profesionalismo es
lo que define la profesión; es lo que se ha llamado el “carácter de la
profesión.”2 La reglamentación ética es más bien un reflejo de los
principios de profesionalismo.3

1
Véase, entre muchos otros, American Bar Association, In the Spirit of Pu-
blic Service, A Blueprint for the Rekindling of Lawyer Professionalism, Report
of the A.B.A. Commission on Professionalism 10 (1986) (professionalism
is an elastic concept the meaning and application of which are hard to pin
down); Fred Zacharias, Reconciling Professionalism and Client Interests, 36 Wm.
& Mary L. Rev. 1303, 1307 (1995) (professionalism is an abused term); Timo-
thy Terrell & James Wildman, Rethinking Professionalism, 41 Emory L.J. 403,
406 (1992) (professionalism is an elusive concept); Burnele V. Powell, Lawyer
Professionalism as Ordinary Morality, 35 S. Texas L. Rev. 275, 277-278 (1994)
(the concept of professionalism is little-defined); Deborah Rhode, Opening Re-
marks: Professionalism, 52 S.C. L. Rev. 458, 459 (2001) (central part of the
“professionalism problem” is lack of consensus about what exactly the problem
is); Warren E. Burger, The Decline of Professionalism, 61 Tenn. L. Rev. 1 (1993);
Richard C. Baldwin, Rethinking “Professionalism” and Then Living It!, 41 Emory
L. J. 433 (1992); Amy R. Mashburn, Professionalism as Class Ideology: Civility
Codes and Bar Hierarchy, 28 Val. U. L. Rev. 657 (1994); Susan Daicoff, Asking
Leopards to Change their Spots: Should Lawyers Change? A Critique of Solutions to
Problems with Professionalism by Reference to Empirically-Derived Attorney Per-
sonality Attributes, 11 Geo. J. Legal Ethics 547 (1998); John C. Buchanan,
The Demise of Legal Professionalism: Accepting Responsibility and Implementing
Change, 28 Val. U. L. Rev. 563 (1994); Robert L. Nelson, Professionalism from
a Social Science Perspective, S.C. L. Rev. 473 (2001).
2
Efrén Rivera Ramos, Mensaje a los Nuevos Colegiados, 60 Rev. Jur. Col.
Abog. P.R. 33, 36 (1999).
3
En un mensaje a abogados recién admitidos a la práctica de la profesión, el
Profesor Efrén Rivera Ramos explicó este sentir de la siguiente forma: “Así
que la respuesta a la pregunta de cuál es el ethos, o el carácter, de la profesión
jurídica puertorriqueña no podrá buscarse exclusivamente ni en el Código de
Ética, ni en el texto de la jurisprudencia interpretativa de los cánones, ni en las
Resoluciones de la Junta de Gobierno [del] Colegio de Abogados . . . Es decir,
el ethos, . . . no está en la retórica sobre la profesión”. Id. a la pág. 36.

10
Comentarios sobre la profesión y el profesionalismo

Si el profesionalismo se limitara al cumplimiento de la regla-


mentación ética, bastaría con que nuestra educación y entrena-
miento enfatizaran un nivel mínimo de competencia y el cumpli-
miento de reglas para evitar incurrir en errores que puedan resultar
en la imposición de sanciones disciplinarias. Un profesional debe
aspirar a más que eso.4 Profesionalismo, en fin, se refiere a las
características de la identidad profesional que se aspira que todo
abogado observe y éstas, a su vez, se basan en los valores básicos
de la profesión.

I. La Profesión

La palabra “profesión” proviene del latín y originalmente se


refería al acto de hacer una declaración pública.5 Posteriormente,
evolucionó y se utilizaba para referirse a aquellos oficios en los
que se requería prestar un juramento para poder ejercerlos.6 Sin
embargo, este aspecto del concepto ya casi no se menciona. Las
definiciones más recientes enfatizan el hecho de que estos oficios
típicamente requieren educación especial, están sujetos a algún
nivel de reglamentación y se basan en una serie de valores éticos

4
Este es un principio básico recogido en el informe de la Comisión sobre Pro-
fesionalismo de la American Bar Association. Una de sus recomendaciones
principales fue: “All segments of the bar should . . . [r]esolve to abide by higher
standards of conduct that the minimum required by the Code of Professional
Responsibility and the Model Rules of Professional Conduct”. In the Spirit of
Public Service, supra nota 1, a la pág. 47.
5
Deborah Rhode & Geoffrey Hazard, Jr., Professional Responsibility and
Regulation, 2d. 1 (2007).
6
Id.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 11


Alberto Bernabe

comunes.7 Este último factor es precisamente el que caracteriza el


concepto de profesionalismo en la práctica del derecho.
A tenor con cualquiera de estas definiciones, la práctica de la
abogacía es una profesión y la aspiración de todo abogado es que
se le considere un profesional. Sin embargo, por años, distintos
sectores de la profesión, incluyendo varios jueces del Tribunal Su-
premo de Estados Unidos,8 han criticado la falta de profesionalis-
mo entre los miembros de la profesión.9

7
El informe de la Comisión de Profesionalismo de la American Bar Associa-
tion publicado en 1986 define el concepto “profesión” de la siguiente forma:
“An occupation whose members have special privileges, such as exclusive licen-
sing, that are justified by the following assumptions:

1.That its practice requires substantial intellectual training and the use
of complex judgments.

2.That since clients cannot adequately evaluate the quality of the ser-
vice, they must trust those they consult.

3.That the client’s trust presupposes that the practitioner’s self-inter-


est is overbalanced by devotion to serving both the client’s interest and
the public good, and

4.That the occupation is self-regulating – that is, organized in such a


way as to assure the public and the courts that its members are com-
petent, do not violate their client’s trust, and transcend their own self-
interest.”

In the Spirit of Public Service, supra nota 1, a la pág. 4. Véase, además, James
Moliterno & John Levy, Ethics of the Lawyer’s Work 6 (1993) y Michael
Polelle, Who’s on First and What’s a Professional?, 33 U. of San Francisco L.
Rev. 205 (1999).
8
Las expresiones sobre este particular del Juez Warren Burger llevaron a la
American Bar Association a crear una Comisión sobre Profesionalismo. El
Juez Burger expresó que algunos miembros de la profesión estaban abando-
nando los principios de profesionalismo y que esa era la percepción del público
en general. In the Spirit of Public Service”, supra nota 1, pág. 47. Véase, además
William Rehnquist, The State of the Legal Profession, 59 NY St. Bar J. 18, 20
(1987).
9
Por ejemplo, en un mensaje a abogados recién admitidos a la profesión en
1999, el Profesor Efrén Rivera recalcó la falta de profesionalismo con la que
algunos abogados se desempeñan profesional y personalmente. Rivera Ramos,
supra nota 2, a la pág. 35.

12
Comentarios sobre la profesión y el profesionalismo

Para algunos, los indicios de falta de profesionalismo son causa


de alarma y una oportunidad para criticar. Sin embargo, la preocu-
pación sobre el estado del profesionalismo debe ser simplemente
el comienzo de un esfuerzo por mejorar la situación. En vez de
distraernos en una conversación sobre si la práctica de la profesión
se ha “comercializado” debemos dedicar más atención a recalcar
los valores que hacen de la práctica una profesión. En este sen-
tido, debemos volver a revisar los principios básicos de nuestra
profesión.10

II. Los Principios Básicos de Nuestra Profesión



Como abogados, los miembros de la profesión cumplen una
función social de primer orden.11 Asisten a los que no pueden
asistirse por sí solos, guían, aconsejan y defienden a sus clientes en
el laberinto de las relaciones humanas y guardan secretos de la vida
de los clientes sin pasar juicio sobre ellos.12
Esta visión tan positiva sobre el papel social importante que
juega la profesión se basa en la confianza que la gente tiene en el
profesionalismo de los miembros de la profesión. Si por alguna
razón, el nivel de profesionalismo se pierde, también se pierde la
confianza en la profesión y con ello su reputación se afecta nega-
tivamente. Además, la falta de profesionalismo en la práctica de

10
Además de la American Bar Association, distintas entidades en 46 de los
estados de Estados Unidos se han manifestado sobre el tema. Para una lista
completa de los informes de comisiones de profesionalismo y de los códigos
profesionales existentes actualmente en Estados Unidos, véase http://www.aba-
net.org/cpr/professionalism/profcodes.html. Para una lista de las comisiones
de profesionalismo en los Estados Unidos, véase http://www.abanet.org/cpr/
professionalism/profcommissions.html.
11
Paulo VI, La Abogacía, Función Social de Primer Orden (Discurso del Papa al
Consejo de la Unión Internacional de Abogados), 25 Rev. Jur. Col. Abog.
P.R. 603 (1965).
12
Id. a las págs. 604-605.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 13


Alberto Bernabe

la profesión puede resultar en la intervención del Estado en el


ámbito de la reglamentación profesional.13
Durante los años, infinidad de entidades han tratado de acla-
rar cuáles son las bases del principio del profesionalismo.14 El he-
cho de que existe tanta literatura al respecto parece sugerir que el
tema es complicado o difícil. Sin embargo, no tiene por qué serlo.
En última instancia, los valores básicos que definen el profesiona-
lismo se pueden resumir en cuatro categorías: honestidad, respeto,
responsabilidad profesional y responsabilidad social.

a. Honestidad

Ser un profesional requiere honestidad y ésta se requiere no
sólo en la práctica de la profesión, sino también en todos los as-
pectos de nuestras vidas. En el ámbito profesional, nuestros Cá-
nones de Ética se refieren a este principio como una obligación

13
El preámbulo de las Reglas Modelo de Conducta Profesional de la American
Bar Association recoge esta idea al señalar que “[t]o the extent that lawyers
meet the obligations of their professional calling, the occasion for government
regulation is obviated”. A.B.A. Model Rules of Professional Conduct,
Preamble 11. Véase además, Neil Hamilton, Professionalism Clearly Defined, 18
Professional Lawyer 4 (2008). En este artículo, el profesor Hamilton desa-
rrolla la idea de que lo que define a una profesión es un contrato social mediante
el cual la sociedad y el Estado le permiten a la profesión desarrollar un sistema
de auto-reglamentación a cambio de la obligación de velar que se cumplan las
funciones sociales que se esperan de los miembros de la profesión. Por ello,
cuando la falta de profesionalismo afecta la confianza de la sociedad en cuanto a
cómo se están llevando a cabo estas funciones se puede argumentar que la pro-
fesión no está cumpliendo su parte del contrato y el Estado puede imponer re-
glamentación. Para ilustrar su punto, el profesor Hamilton señala cómo luego
de cierto número de escándalos corporativos relacionados con la profesión de
la contabilidad, el Congreso intervino aprobando el estatuto Sarbanes-Oxley
mediante el cual redujo el poder de la profesión de contadores públicos para
auto-reglamentarse. Id. a la pág. 5.
14
Véase notas 1 y 10.

14
Comentarios sobre la profesión y el profesionalismo

de ser honesto15 y en el ámbito personal como una obligación de


dignidad.16
Nuestro Tribunal Supremo ha recalcado en muchas ocasiones
la importancia del deber de honestidad en toda faceta de nuestras
vidas.17 Así, por ejemplo, en cuanto a la honestidad en la práctica
de la profesión, en In re Astacio Caraballo,18 el Tribunal impuso
una censura enérgica a una abogada que mintió al tribunal de ins-
tancia para intentar recobrar compensación en una reclamación
por daños. En su decisión, el Tribunal dejó claro que el deber de
sinceridad y honradez que consagra el Canon 35 es una norma de
conducta que debe observarse en el ámbito profesional y en todas
las demás facetas de la vida privada.19

15
El Canon 35 señala:
“La conducta de cualquier miembro de la profesión legal ante los tribuna-
les, para con sus representados y en las relaciones con sus compañeros debe ser
sincera y honrada.
No es sincero ni honrado el utilizar medios que sean inconsistentes con
la verdad ni se debe inducir al juzgador a error utilizando artificios o una falsa
relación de los hechos o del derecho. Es impropio variar o distorsionar las citas
jurídicas, suprimir parte de ellas para transmitir una idea contraria a la que el
verdadero contexto establece u ocultar alguna que le es conocida.
El abogado debe ajustarse a la sinceridad de los hechos al examinar los tes-
tigos, al redactar afidávit u otros documentos, y al presentar causas. El destruir
evidencia documental o facilitar la desaparición de evidencia testifical en un
caso es también altamente reprochable. Código de Ética Profesional, 4 L.
P. R. A. Ap. IX, Canon 35.
16
El Canon 38 específicamente señala que la razón por la que se requiere ho-
nestidad y dignidad es por el hecho mismo de que los abogados son miembros
de una profesión. El canon establece que “[p]or razón de la confianza . . . de-
positada como miembro de la ilustre profesión legal, todo abogado, tanto en su
vida privada como en el desempeño de su profesión, debe conducirse en forma
digna y honorable.” Id., Canon 38.
17
Véase In re Padilla Rodríguez, 145 D.P.R. 536 (1998) (los Cánones 35 y 38
exigen a todo abogado ejercer su profesión con sinceridad y honradez, así como
conducirse en el desempeño de su profesión y en su vida privada de manera
digna y honorable); In re Roldán Figueroa, 106 D.P.R. 4 (1977) (un abogado
debe conducirse de forma digna y honorable tanto en la vida privada, como en
el desempeño de su función).
18
149 D.P.R. 790 (2000).
19
Id. a las págs. 798-99.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 15


Alberto Bernabe

Asimismo, en cuanto al deber de honestidad en los asuntos


privados, en In re Belk Arce20 el Tribunal también censuró a una
pareja de abogados por haber mentido sobre su estado civil en
una escritura pública. Los abogados declararon en la escritura
que eran solteros cuando en realidad estaban casados entre sí.21
Aunque la conducta de los abogados no le causó daño a nadie, el
estado civil era inmaterial para las transacciones y no se probó que
los abogados mintieron para obtener beneficio personal o generar
un fraude, el Tribunal les impuso sanciones al concluir, una vez
más, que el deber de honestidad rige en toda faceta de la vida y
que es un deber que tiene que ser cumplido estrictamente aunque
el así hacerlo conlleve sacrificios personales.22
Las opiniones del Tribunal en estos casos -y en otros simila-
res- son tajantes.23 Lo importante fue que los abogados mintieron
y que, al mentir, su conducta violó los valores de la profesión. En
Belk Arce, el Tribunal explicó su posición de esta forma: “[e]l mero
hecho de que un abogado mienta bajo juramento es una conducta
lesiva al buen nombre de la profesión y a las instituciones de justi-
cia, independientemente de los motivos que se tengan para ello.”24
En fin, la honestidad es un deber de conducta que todo abogado
tiene que cumplir en todo momento y en todo aspecto de su vida.

b. Respeto

El segundo principio básico del profesionalismo es el deber


de respeto. Una vez más, parece increíble que haya que recalcar
tal cosa pero lo cierto es que hace años que se viene comentando

20
148 D.P.R. 685 (1999).
21
Id. a la pág. 686.
22
Id. a la pág. 692. En Belk Arce, los abogados alegaron que mintieron sobre su
estado civil porque temían perder sus trabajos ya que su bufete tenía una regla
que prohibía la contratación de personas con lazos familiares. La decisión del
Tribunal esencialmente concluye que los abogados tienen que ser honestos, aún
si ello conlleva perder su empleo.
23
Véase nota 17.
24
148 D.P.R. 685, 692.

16
Comentarios sobre la profesión y el profesionalismo

la falta de respeto entre abogados.25 Por ejemplo, en un mensaje


a abogados recién admitidos a la profesión en 1999, el Profesor
Efrén Rivera recalcó que un aspecto fundamental de la insatis-
facción con la profesión tiene mucho que ver con la forma en que
se desempeñan profesional y personalmente algunos abogados26
y que una de “las quejas más frecuentes entre nuestros colegas es
la percepción de que el trato entre nosotros se ha deteriorado de
forma alarmante.”27 Desgraciadamente, la situación no es única a
la isla y no ha cambiado mucho, en parte porque muchos abogados
creen que es necesario actuar agresiva e irrespetuosamente para
representar los intereses de sus clientes.28
Nuestros Cánones de Ética recogen el principio básico so-
bre respeto profesional repetidamente. De hecho, los cánones lo
mencionan más que ningún otro deber. El Canon 27 señala que
“la buena relación entre compañeros es responsabilidad ineludible
de todo miembro de la profesión legal y para ello todo abogado
debe observar con sus compañeros una actitud respetuosa, since-
ra, honrada y de cordialidad y cooperación profesional, velando
siempre por el buen ejercicio de la profesión legal.”29 El Canon
30 señala que “[l]os abogados, como compañeros de profesión, se

25
Véase, entre otros, Warren Burger, The Decline of Professionalism, 61 Tenn.
L. Rev. 1 (1993); Sandra Day O’Connor, Professionalism, 76 Wash. U. L.Q. 5
(1998); Clarence Thomas, A Return to Civility, 33 Tulsa L. J. 7 (1997); Melissa
Hung, A Non-Trivial Pursuit: The California Attorney Guidelines of Civility and
Professionalism, 48 Santa Clara L. Rev. 1127 (2008).
26
Rivera Ramos, supra nota 2, a la pág. 35.
27
Id. a la pág. 42.
28
Véase, por ejemplo, In re González Carrasquillo, 164 D.P.R. 813 (2005) (abo-
gado actuó de forma poco profesional e irrespetuosa cuando le sacó la lengua a
una abogada y amenazó a otro abogado durante una deposición); In re Valcárcel
Mulero, 142 D.P.R. 41 (1996); García Santiago v. Acosta, 104 D.P.R. 321 (1975).
En Estados Unidos, véase, por ejemplo, Paramount Communications Inc. v. QVC
Network Inc., 637 A.2d 34, 52-57 (Del.1994); Redwood v. Dobson, 476 F.3d 462
(7th Cir. 2007); Calzaturficio SCARPA v. Fabiano Shoe Company, 201 F.R.D.
33 (D. Mass. 2001); Morales v Zondo, 204 F.R.D. 50 (S.D. N.Y. 2001).
29
Código de Etica Profesional, supra nota 15, Canon 27.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 17


Alberto Bernabe

deben mutuamente trato generoso y considerado”.30 El Canon


9 añade que todo abogado “debe observar para con los tribunales
una conducta que se caracterice por el mayor respeto.”31 A su
vez, los Cánones 15 y 16 extienden el deber de respeto a otros
participantes en el sistema judicial al señalar, que todo abogado
“debe tratar a los testigos y litigantes adversarios con respeto y
consideración”32 y que “[l]a actitud del abogado hacia los jurados
debe regirse en todo momento por normas de absoluta integridad
y honradez profesional.”33
Dicho esto, sin embargo, hay que aceptar que parte del proble-
ma se desprende del hecho de que otro principio básico de nuestra
profesión requiere que los abogados representen los intereses de
sus clientes fervorosamente y con celo. Desgraciadamente, mu-
chos abogados consideran que esto significa que se requiere que
sean agresivos, desconsiderados y hostiles. Otros no saben como
combinar la obligación de representar los intereses del cliente y la
obligación que les requiere actuar con respeto.
Evidentemente, los cánones le dan mucha importancia a la ne-
cesidad de que los abogados sean respetuosos. Sin embargo, en vez
de expresarlo con mandatos como las reglas que se escriben en la pi-
zarra en clases de primer grado,34 lo que se debe hacer es recordar que,

30
Id., Canon 30. Véase además, el Canon 29, el cual señala: “Cualquier rencor
que exista entre los clientes no debe afectar la conducta de los abogados entre
sí ni las relaciones hacia el litigante contrario. Debe evitarse escrupulosamente
toda cuestión personal entre los abogados. En el trascurso de un juicio es im-
propio aludir a la historia personal o peculiaridades individuales o idiosincrasias
del abogado adversario. Los coloquios entre abogados que causan dilaciones
y provocan disputas deben también evitarse. Será altamente impropio de un
abogado hacer imputaciones falsas que afecten la reputación y el buen nombre
de un compañero…” Id., Canon 29.
31
Id., Canon 9.
32
Id., Canon 15.
33
Id., Canon 16.
34
Los abogados que necesitan que se les recuerde sobre este tipo de regla, lo
más probable no la cumplirían. Véase, Rhode supra nota 1, pág. 461 (It is
scarcely self-evident that those most in need of civility instruction will pay
attention to guidance in aspirational form).

18
Comentarios sobre la profesión y el profesionalismo

simplemente la descortesía no es equivalente a una mejor repre-


sentación de los intereses de los clientes.35 Todo abogado debe
hacer un balance entre la práctica efectiva a favor de sus clien-
tes y el decoro profesional y personal. La reputación individual
y de la profesión en general sufre cuando un abogado actúa de
otra forma.

c. Responsabilidad Profesional

El principio de responsabilidad profesional tiene a su vez tres
elementos: responsabilidad para con los clientes, responsabilidad
para con la profesión en sí y algo que se puede llamar “orgullo
propio.” Este último elemento en realidad no es otra cosa que
el deber de cada individuo de esforzarse por lograr la excelencia
en todo aspecto profesional.36 Aquél que se siente satisfecho con

35
State Bar of Arizona, A Lawyer’s Creed of Professionalism, C(1) (lawyer
should be a vigorous and zealous advocate on behalf of a client while recog-
nizing that excessive zeal may be detrimental to a client’s interests as well as
to the proper functioning of our system of justice); Oregon State Bar, State-
ment of Professionalism 368 (lawyers should represent clients zealously, but
in a responsible manner); Roger Cramton, Delivery of Legal Service to Ordinary
Americans, 44 Case Western Res. L. Rev. 531, 605, 611 (1994) (renewed
vision of professionalism will include a lawyer who cares about clients and en-
gages in moral dialogue with them while protecting client interests); The Se-
dona Conference Cooperation Proclamation 1 (2008) (cooperation does
not conflict with the advancement of clients’ interests – it enhances it. Only
when lawyers confuse advocacy with adversarial conduct do these twin duties
of loyalty present a conflict.)
36
Véase, Neil Hamilton, supra nota 13, citando a Conference of Chief Justi-
ces, A National Action Plan on Lawyer Conduct and Professionalism
(1999), en el cual se señala que “[p]rofessionalism ultimately is a personal, not
an institutional characteristic. . . . The institutional framwork of the legal com-
munity can create a climate in which professionalism can flourish, but indivi-
dual lawyers must be the ones to cultivate this characteristic in themselves.”

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 19


Alberto Bernabe

hacer trabajo mediocre no puede ser considerado un profesional.37


El profesionalismo requiere que todos nos esforcemos para que
nuestro trabajo siempre sea de alta calidad.38 En muchos casos,
esto requiere sacrificios, pero ese tipo de compromiso es precisa-
mente lo que define nuestro profesionalismo.
En cuanto a la responsabilidad para con los clientes, el pro-
fesionalismo se caracteriza por la representación de los clientes a
base de un deber de fiducia. El abogado tiene que entender que
le debe lealtad y respeto a la causa del cliente, que tiene una obli-
gación de mantener la confidencialidad de la información relacio-
nada con la representación y que tiene que honrar su compromiso
con la prestación de servicios competentemente.39
Finalmente, en cuanto a la responsabilidad para con la profe-
sión en sí, los abogados tienen la obligación de velar por el me-
joramiento de la profesión, por la calidad de los servicios de la

37
El informe del Task Force on Law Schools and the Profession de la Sección so-
bre Educación Legal de la American Bar Association, conocido como el “Mc-
Crate Report,” de julio de 1992 señala: “[A] lawyer should not be content with
simply attaining [a] level of competence. The mark of a dedicated professional
is that he or she seeks to achieve excellence…” American Bar Association Section
of Legal Education and Admissions to the Bar, Legal Education and Profes-
sional Development B An Educational Continuum 219 (1992) [McCrate
Report]. Así mismo, el párrafo 7 del Preámbulo de las Reglas Modelo de la
A.B.A. señala que los abogados deben aspirar a desarrollar sus destrezas al ma-
yor nivel. A.B.A. Model Rules of Professional Conduct, preamble [7].
38
Nuestro Código de Ética Profesional expresa este principio en el Canon 2
al señalar que todo abogado “debe realizar esfuerzos para lograr y mantener un
alto grado de excelencia y competencia en su profesión a través del estudio y la
participación en programas educativos de mejoramiento profesional.” Código
de Etica Profesional, supra nota 15, Canon 2. Véase, además, A.B.A. Model
Rules of Professional Conduct, R. 1.1 (lawyer must “engage in continuing
study and education”).
39
La competencia es uno de los valores básicos de la profesión por lo que, ob-
viamente, también es parte del concepto de profesionalismo. Este principio es
parte de todos los códigos de conducta profesional, incluyendo el Canon 18, el
cual señala que será impropio asumir una representación profesional cuando el
abogado está consciente de que no puede rendir una labor idónea competente
y que no puede prepararse adecuadamente. Código de Etica Profesional,
supra nota 15, Canon 18. Véase, A.B.A. Model Rules of Professional Con-
duct, R. 1.1 (a lawyer shall provide competent representation).

20
Comentarios sobre la profesión y el profesionalismo

profesión en general y por la consecución de una mejor adminis-


tración de la justicia.40 Este último principio también es parte del
principio de responsabilidad social.

d. Responsabilidad Social

Este es el elemento del profesionalismo al que le dedicamos


más atención en este número, entre otras razones, porque es uno
de los pocos sobre el cual se puede hacer algo verdaderamente
significativo institucionalmente y porque se refiere a un problema
social de suma importancia.
Roscoe Pound señaló hace muchos años que el propósito pri-
mordial de la profesión es la práctica en el espíritu del servicio
público para promover un bien común.41 Esta visión de lo que es
un profesional fue retomada más recientemente por la American
Bar Association (“A.B.A.”) en un informe sobre profesionalismo
publicado en 1986.42 A base de esta visión, el profesionalismo
en el campo del derecho incluye dos elementos: una obligación
de velar por los intereses de los clientes y, al mismo tiempo, una
obligación por velar por los intereses del sistema de justicia y de la
sociedad en general.
El Preámbulo de las Reglas Modelo de la A.B.A. recoge este
principio al señalar que los abogados son simultáneamente repre-
sentantes de sus clientes, oficiales del tribunal y del sistema de
derecho y ciudadanos públicos que tienen una responsabilidad es-
pecial de velar por la calidad de la administración de la justicia.43
De igual forma, nuestro Código de Ética refleja este tema,
pero lo lleva más lejos al conectarlo con otros deberes sociales:

[l]os miembros de la profesión legal, individual y co-


lectivamente, tienen la responsabilidad de velar por que
los distintos procesos legales de la sociedad incorporen y

40
Código de Etica Profesional, supra nota 15, Canon 38 (todo abogado
deberá interesarse en hacer su propia y cabal aportación hacia la consecución de
una mejor administración de la justicia).
41
Roscoe Pound, The Lawyer from Antiquity to Modern Times 5 (1953).
42
In the Spirit of Service, supra nota 1, pág. 10.
43
A.B.A. Model Rules of Professional Conduct, Preamble [1].

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 21


Alberto Bernabe

consagren de manera efectiva y adecuada los principios de


vida democrática . . . Para desempeñar esta responsabilidad
la sociedad debe tener a su alcance todos aquellos servicios
profesionales adecuados, de naturaleza legal, que sean ne-
cesarios. . . .44

Sin embargo, existe consenso actualmente sobre el hecho de


que, al menos en cuanto al problema de acceso a la justicia, la profe-
sión no está cumpliendo efectivamente con esta visión.45 Distintos
estudios han señalado que actualmente se cubren menos del 20%
de las necesidades legales de la población más pobre.46 Aunque
no cabe duda de que muchos abogados proveen servicios pro bono,
algunos estimados en Estados Unidos sugieren que éstos son me-
nos de un 20%, que sólo del 10 al 20% de aquellos que sí lo hacen
proveen servicios a personas de escasos recursos económicos y que
muy pocos cumplen con el número de horas sugeridas en las Re-
glas Modelo de la A.B.A.47 Finalmente, algunos estudios señalan

44
Código de Etica Profesional, supra nota 15, Canon 1.
45
In the Spirit of Service, supra nota 1, pág. 48.
46
Pro bono in 2000, The Nat’ l Law J. A-10 (2000); Susan Martyn, Justice and
Lawyers: Revising the Model Rules of Professional Conduct, The Professional
Lawyer 20, 21 (2000); Rhode, supra nota 1, a la pág. 463, citando a A.B.A.
Consortium on Legal Servs. & the Public, Agenda for Access: The
American People and Civil Justice 23-32 (1996); Legal Services Corp.,
Serving the Civil Legal Needs of Low-Income Americans 12-13 (2000);
Alan W. Housman, Civil Legal Assistance for the Twenty-First Century: Achieving
Equal Justice for All, 17 Yale L. & Pol’y Rev. 369, 402 (1998).
47
Rhode, supra nota 1, a la pág. 465 (although accurate data are hard to come
by, recent surveys indicate that in most states less than one-fifth of lawyers
participate in pro bono programs for the poor) citando a Talbot D’Alemberte,
Tributaries of Justice: The Search for Full Access, 25 Fla. St. L. Rev. 631, 642 n.9,
646-47 (1998); David E. Rovella, Can the Bar Fill the LSC Shoes?, Nat’ l L.J.
A-26 (1996); State Bar of Texas, Civil Legal Services to the Poor in
Texas: Executive Summary, (2000), disponible en http://www.texasbar.com/
attyinfo/probono/legpoor.htm ( Jan. 14, 2000); State of N.Y. Admin. Bd. of
the Court, Report on Pro bono Activity of New York State Bar, disponible
en http://www.courts.state.ny.us/probono/pbrpt.htm (reporting that 47% of the
attorneys who responded to the survey perform pro bono services).

22
Comentarios sobre la profesión y el profesionalismo

que la cantidad de horas dedicadas por bufetes grandes a trabajo


pro bono se ha reducido significativamente en años recientes.48
Es difícil determinar las razones específicas que han llevado a
esta situación, pero como bien discute la Profesora Vivian Neptu-
ne en su artículo en este número, muchos han argumentado que se
debe a la comercialización de la profesión y a la presión creada por
el sistema de horas facturables.49 Se ha dicho, por ejemplo, que “la
profesión jurídica puertorriqueña se ve sumida en la tensión pro-
ducida por los factores que la impulsan a concebirse mayormente
como una empresa comercial y aquellos que la halan hacia la pre-
servación de su identidad como una profesión de servicio, guiada
por criterios que trascienden las consideraciones comerciales.”50
De igual forma, el Juez del Tribunal Supremo de Estados Unidos
William Rehnquist señaló en una ocasión que el interés en maxi-
mizar ganancias ha llevado a que los abogados modernos ignoren

48
Joseph Zengerle, Everybody Loses Without Pro bono, The Nat’ l Law J. A-20
(2000); Lawrence Fox, Ethics 2000: Is It Good for Clients?, The Professional
Lawyer 17, 18 (2001).
49
Pro bono in 2000, The Nat’ l Law J. A-10 (2000); Lawrence Fox, supra nota
48, a la pág. 18 (surveys suggest that firms’ requirements of billable hours make
many lawyers feel they do not have time, or cannot afford, to undertake pro
bono work). McCrate Report, supra nota 37, págs. 79-80 (large law firms
have become more profit oriented resulting in a change in large firm culture).
El informe de la Comisión de Profesionalismo de la American Bar Association
publicado en 1986 sugirió que los bufetes privados consideraran las horas dedi-
cadas a trabajo pro bono como parte del total de horas facturadas para propósitos
de la evaluación de la productividad de los abogados. Report of the Commis-
sion on Professionalism, supra nota 1, pág. 48.
50
Rivera Ramos, supra nota 2, pág. 38. El Profesor Rivera Ramos también
menciona un artículo del abogado y profesor catalán Ramón Mullerat en el
cual señala que “[h]ay una tendencia preocupante entre algunos abogados de
someterse a la comercialización de hoy. Para ellos, la acumulación de riqueza
se ha convertido en el foco dominante de la vida profesional, quedándole poca
energía o compromiso para con el servicio público o el trabajo “pro bono” en
favor de los necesitados.” Id. a la pág. 39. Véase, además, Richard C. Baldwin,
Rethinking “Professionalism” – and Then Living It!, 41 Emory L.J. 433, 436
(1992) (the most important substantive value carried by our professional heri-
tage is access to justice for all members of society).

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 23


Alberto Bernabe

los aspectos públicos de la profesión incluyendo el deber de servir


a la comunidad mediante la prestación de servicios pro bono.51
Estas conclusiones resultan un tanto sorprendentes ya que
tanto nuestro Código de Ética Profesional, como las Reglas Mo-
delo de la A.B.A. se refieren de una forma u otra a un compromiso
profesional con la prestación de servicios pro bono. De hecho, el
deber de velar por que toda persona tenga acceso a representa-
ción legal es la primera obligación ética a la que se refieren nues-
tros Cánones de Ética. Específicamente, el título del Canon 1 es
“Responsabilidad del abogado de laborar por que toda persona
tenga representación legal adecuada––Servicios legales a personas
indigentes” y señala:

Constituye una obligación fundamental de todo abo-


gado luchar continuamente para garantizar que toda per-
sona tenga acceso a la representación capacitada, íntegra y
diligente de un miembro de la profesión legal.

En la consecución de este objetivo el abogado debe


aceptar y llevar a cabo toda encomienda razonable de ren-
dir servicios legales gratuitos a indigentes, especialmente
en lo que se refiere a la defensa de acusados y a la represen-
tación legal de personas insolventes. La ausencia de com-
pensación económica en tales casos no releva al abogado
de su obligación de prestar servicios legales competentes,
diligentes y entusiastas.

También es obligación del abogado ayudar a establecer


medios apropiados para suministrar servicios legales ade-
cuados a todas las personas que no pueden pagarlos. Esta
obligación incluye la de apoyar los programas existentes
y la de contribuir positivamente a extenderlos y mejorar-
los.52

De igual forma, el preámbulo de las Reglas Modelo de la


A.B.A. recalca que ser miembro de la profesión conlleva una res-
ponsabilidad especial de velar por la calidad de la justicia y por

51
William Rehnquist, The State of the Legal Profession, 59 NY St. Bar J. 18,
20 (1987).
52
Código de Etica Profesional, supra nota 15, Canon 1.

24
Comentarios sobre la profesión y el profesionalismo

asegurar la accesibilidad de los servicios legales a personas de


escasos recursos.53 Específicamente, el sexto párrafo del preámbu-
lo a las Reglas Modelo señala:

A lawyer should be mindful of deficiencies in the ad-


ministration of justice and of the fact that the poor, and
sometimes persons who are not poor, cannot afford ade-
quate legal assistance. Therefore, all lawyers should devo-
te professional time and resources... to ensure equal access
to our system of justice for all those who because of eco-
nomic or social barriers cannot afford or secure adequate
legal counsel.54

Dados estos textos y opiniones, se puede argumentar que la


obligación de proveer servicios pro bono no se basa en valores mo-
rales o altruistas sino en el deber profesional de velar porque el
sistema de derecho funcione de forma justa. No puede decirse
que el sistema judicial es justo si personas de escasos recursos no
tienen acceso al sistema. Una obligación mandatoria de proveer
servicios pro bono sería, entonces, una forma de corregir algunas de
las deficiencias del sistema.

53
El primer párrafo del preámbulo de las Reglas Modelo de la A.B.A señala:
“A lawyer, as a member of the legal profession, [has] a special responsibility
for the quality of justice.” A.B.A. Model Rules of Professional Conduct,
Preamble [1], [6]. Véanse, además, A.B.A. Model Rules of Professional
Conduct, R. 6.1 (every lawyer has a professional responsibility to provide legal
services to those unable to pay); Code of Professional Responsibility, EC
2-25 (every lawyer should find time to participate in serving the disadvanta-
ged).
54
A.B.A. Model Rules of Professional Conduct, Preamble [6]. La Juez
del Tribunal Supremo de Estados Unidos Sandra Day O’Connor también se
ha expresado sobre este tema. En un intento por distinguir la práctica de la
profesión de una empresa comercial señaló en su opinión disidente en Zauderer
v. Office of Disciplinary Counsel, 471 U.S. 626, 676-77 (1985):

Lawyers are professionals, and as such they have greater obligations....


The legal profession has in the past been distinguished and well ser-
ved by a code of ethics which imposes certain standards beyond those
prevailing in the marketplace and by a duty to place professional res-
ponsibility above pecuniary gain.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 25


Alberto Bernabe

Sin embargo, esta responsabilidad “fundamental,” según la ca-


taloga nuestro Canon 1, no se ha convertido en un deber manda-
torio. Imponer una obligación a prestar servicios en contra de la
voluntad de un abogado sólo va a crear hostilidad y puede afectar
negativamente el nivel de calidad de la representación.55 Además,
la implementación de una obligación de este tipo posiblemente
tendría un efecto desproporcionado sobre abogados que practican
la profesión individualmente, como opuesto a los que la practican
como miembros de bufetes.
En fin, aunque se espera que todo abogado contribuya a pro-
veer servicios pro bono, nadie está obligado a hacerlo. La A.B.A.
ha considerado seriamente incluir un deber mandatorio en sus
Reglas Modelo, lo cual probablemente llevaría a la inmensa ma-
yoría de los estados a hacerlo también,56 pero nunca ha logrado
aprobarlo. Durante los años que precedieron la aprobación de las
Reglas Modelo en 1983, la comisión que las redactó propuso una

55
El informe de la Comisión de Profesionalismo de la American Bar Associa-
tion publicado en 1986 recalcó la necesidad de aumentar la participación en
programas pro bono, pero rechazó claramente la idea de crear una regla man-
datoria:

There is a need for increasing the pro bono activities of the entire Bar, particu-
larly to serve the needs of those groups that are unable to afford representation.
...

The Commission should not be understood as recommending a mandatory pro


bono commitment. We refrain from that for several reasons. First, it would be
antithetical to the tenets of public service to have to conscript lawyers. Second,
it may unfortunately create situations where lawyers unwillingly represent
clients to the detriment of those clients....

Still, the Commission believes that.... such services are a moral obligation on
the part of the individual lawyer.

Report of the Commission on Professionalism, supra nota 1, pág. 49.


56
Para 1999 más de 80% de los estados y el Distrito de Columbia ya habían
adoptado alguna versión de las Reglas Modelo de la A.B.A. Ronald Rotun-
da, John Dzienkowski, Professional Responsibility, A Student’s Guide 6,
§1-1(e)(4) (2007).

26
Comentarios sobre la profesión y el profesionalismo

regla mandatoria sobre la prestación de servicios pro bono.57 La


regla no recibió el apoyo de muchos sectores y fue reemplazada
por la regla actual la cual sólo se refiere a la obligación de proveer
servicios pro bono como una aspiración.58 Más recientemente, en
2001, la comisión a cargo de la más reciente revisión de las Reglas
Modelo una vez más consideró adoptar una regla mandatoria pero
también rechazó la idea.59
Existen argumentos válidos para oponer la aprobación de una
regla obligatoria que imponga un deber de prestar cierta cantidad
de horas de servicio pro bono.60 Sin embargo, esto no quiere decir
que el concepto del profesionalismo no debe incluir un compro-
miso por velar que se mejore la situación de acceso a servicios

57
La Regla 8.1 del borrador de 1980 de lo que eventualmente se convirtió
en las Reglas Modelo contenía una obligación sobre trabajo pro bono que leía
como sigue:
A lawyer shall render public interest legal service. A lawyer may dis-
charge this responsibility by service in activities for improving the law,
the legal system or the legal profession, or by providing professional
services to persons of limited means or to public service groups or
organizations. A lawyer shall make an annual report concerning such
service to the appropriate regulatory authority.
58
Según aprobada eventualmente, la regla cambió la palabra “shall” a “should,”
eliminó el requisito de hacer un informe anual y reconoció la posibilidad de
cumplir con la obligación a base de contribuciones monetarias a organizaciones
que proveen servicios legales a personas de escasos recursos. Véase, A.B.A.
Model Rule 6.1.
59
Rotunda & Dzienkowski, supra nota 56, §6.1-2, pág. 1005.
60
Algunos de éstos son los siguientes. La imposición de una obligación de
prestar servicios a personas necesitadas puede resultar en la prestación de servi-
cios de baja calidad porque estaría a cargo de abogados obligados a representar
clientes en contra de su voluntad o porque no habría garantía de que los abo-
gados tienen experiencia en el area de derecho envuelta. Si se trata de evitar
esta situación mediante la imposición de la obligación a abogados con experien-
cia, la obligación recaería desproporcionalmente sobre cierto número limitado
de abogados. Finalmente, se ha argumentado que imponer una obligación de
prestar servicios pro bono va en contra de los valores altruistas sobre los cuales se
basa el deber de proveer ayuda voluntariamente y, por lo tanto, puede reducir la
satisfacción que se siente como resultado de prestar servicios voluntariamente.
Véase, Mary Coombs, Your Money or Your Life: A Modest Proposal for Mandatory
Pro bono Services in Richard Abel, ed., Lawyers: A Critical Reader 249, 250
(1997).

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 27


Alberto Bernabe

legales. Aunque no existe una obligación específica sobre cómo


hacerlo, todos debemos contribuir al mejoramiento de la situa-
ción. Como mínimo, todos debemos contribuir monetariamente
a organizaciones que se dedican a proveer servicios a los sectores
más necesitados de nuestra sociedad.61

III. La Problemática Relación Entre Profesionalismo y la


Reputación de la Profesión

Muchos de los principios básicos que se han convertido en re-


glamentación profesional en realidad son simplemente una adap-
tación de valores sociales o morales. Sin embargo, no empece al
perfil del profesional que se desprende de estas reglas, la opinión
popular sobre la profesión no es necesariamente positiva.62 Des-

61
De hecho, se puede argumentar que esta aspiración (la de que todos los abo-
gados contribuyan monetariamente) debe ser una obligación mandatoria. So-
bre este tema, véase el artículo Your Money or Your Life: A Modest Proposal for
Mandatory Pro bono Services, mencionado en la nota 60. En ese artículo se
argumenta que la imposición de una obligación mandatoria de contribuir mo-
netariamente tiene varias ventajas sobre otros tipos de alternativas mandatorias.
Por ejemplo, un argumento en contra de una regla mandatoria es que su im-
plementación puede resultar en baja calidad de servicios porque algunos de los
abogados obligados a prestar los servicios lo hacen a regañadientes o porque los
servicios son en areas de derecho en las cuales los abogados obligados a llevar
la representación no tienen experiencia. Al darle la opción a los abogados de
cumplir con su obligación simplemente haciendo una contribución monetaria a
alguna organización que presta los servicios se asegura que solo aquellos aboga-
dos que sí quieren trabajar prestando esa clase de servicios son los que lo hacen.
Aquellos que no tienen experiencia o que no quieren, o no pueden, dedicar las
horas de trabajo no tienen que hacerlo pero si tienen que contribuir a financiar
a aquellos otros que sí quieren aceptar la representación.
62
Rivera Ramos, supra nota 2, pág. 34. (“. . . no es secreto para nadie la baja
estima en que muchos sectores de la población tienen a los abogados en todas
partes del mundo . . . Encuestas y estudios realizados en Europa, los Estados
Unidos y la América Latina avaluan esta percepción pública de la profesión con
abundancia de detalles.”)

28
Comentarios sobre la profesión y el profesionalismo

graciadamente, hay que aceptar que nuestra profesión no cuenta


con la mejor reputación.63
Este contraste entre la imagen popular de los miembros de la
profesión y el perfil que se desprende de los valores de la profe-
sión se debe en parte a la conducta impropia de muchos abogados,
pero se debe también al hecho de que a veces los valores de la
profesión requieren que los abogados actúen de forma que para
algunos puede parecer contraria a valores sociales. Todavía hay
quien objeta, por ejemplo, el hecho de que los abogados defien-
den con convicción a personas que ellos saben que son respon-
sables de los crímenes de los cuales se les acusa. En ese sentido,
es irónico que serle fiel a la representación de los intereses de los
clientes (uno de los principios básicos del profesionalismo) con-
tribuye a la opinión negativa de la profesión entre el público en
general. En la gran mayoría de los casos, cuando alguien se queja
de que los abogados no tienen escrúpulos en realidad se trata de
una reacción al hecho de que como profesionales los abogados
les deben fidelidad a sus clientes y, por lo tanto, los representan
con celo.
Como han señalado elocuentemente dos comentaristas nor-
teamericanos,

People dislike lawyers because lawyers are guns for


hire who manipulate the legal system, but they like us be-
cause we fight for our clients, protect their rights, and cut
through beaurocratic red tape. When we fight zealously
for our client, file lawsuits, and cut through red tape we
do good, but when we fight zealously for our client, file
lawsuits, and manipulate the legal system, we do bad. We
receive accolades and denunciations for doing the same
thing.64

63
Rotunda & Dzienkowski, supra nota 56, §1-7, pág. 43. Se ha dicho que hasta
Abraham Lincoln se quejó en una ocasión sobre “la percepción popular de que
los abogados son necesariamente deshonestos.” Richard Zitrin & Carol Lan-
gford, The Moral Compass of the American Lawyer 3 (1999).
64
Rotunda & Dzienkowski, supra nota 56, §1-7, pág. 45.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 29


Alberto Bernabe

En otras palabras, irónicamente, a veces desempeñarnos con


profesionalismo es precisamente lo que afecta la reputación de
nuestra profesión. Esta realidad siempre ha sido, y continuará
siendo, un reto para la profesión.
En parte, esta percepción errónea del profesionalismo se pue-
de mejorar con un esfuerzo constante por educar al público, no
sólo sobre sus derechos, sino sobre los valores profesionales.65 Sin
embargo, es igualmente importante que los abogados realmente
tengan un sentido claro sobre el profesionalismo sobre el cual se
basa su práctica. Es importante entender que los abogados per-
tenecen a una profesión con una tradición valiosa de servicio y
compromiso y que la representación vigorosa de los intereses de
los clientes no significa ser descortés o abusivo con los demás.66
Los abogados que no llegan a internalizar estos principios corren
el riesgo de sentirse descontentos con su profesión o de sentirse
rechazados socialmente.
En fin, los valores profesionales no son conceptos abstractos
en un certificado enmarcado para decorar nuestras oficinas. Se
trata de principios de importancia diaria que todo abogado debe
tomar en consideración como parte de cada decisión que toma
incluyendo decisiones sobre qué causas apoyar, cómo escoger sus
clientes, cómo relacionarse con sus clientes y con otros abogados y
cómo llevar a cabo la representación.
Es necesario entender nuestra función como abogados y los
valores que fundamentan nuestra profesión para aceptarlos como
parte integral de quiénes somos y de la justificación de lo que ha-
cemos.

IV. Conclusión

No cabe duda que no es fácil definir el concepto de profesio-


nalismo. Tal vez a lo que se debe aspirar es a reconocerlo cuando

65
Como señala el Canon 3 un elemento importante de la responsabilidad pro-
fesional que se espera de todo abogado es el deber de educar al público. Códi-
go de Etica Profesional, supra nota 15, Canon 3.
66
Para una discusión sobre estas y otras sugerencias, véase Rivera Ramos, supra
nota 2.

30
Comentarios sobre la profesión y el profesionalismo

lo vemos.67 Sin embargo, tampoco debe caber duda de lo impor-


tante que es entenderlo.
Es interesante notar que la A.B.A. requiere que todas las es-
cuelas de derecho ofrezcan un curso sobre responsabilidad profe-
sional o un curso en el cual se cubra la historia, las metas, la estruc-
tura, los valores, las reglas y las responsabilidades de la profesión
y de sus miembros.68 Este requisito ejemplifica el compromiso de
nuestra profesión con la necesidad de internalizar el concepto del
profesionalismo como parte de la preparación académica para la
práctica de la profesión. De hecho, las escuelas de derecho podrían
dejar de requerir que los estudiantes tomen cursos sobre contratos
o derecho constitucional, pero no pueden dejar de requerir que
tomen el curso de responsabilidad profesional.
Este compromiso con el estudio de los principios básicos de
la profesión, obviamente, no debe terminar con los estudios de
derecho sino que debe convertirse en un compromiso a largo plazo
durante la práctica de la profesión. En conclusión, visto todo en
conjunto, los valores que se reflejan en nuestros Cánones de Ética
y en las Reglas Modelo de la A.B.A. reafirman la convicción de
que todo abogado, por el hecho de ser un profesional, juega un
papel vital en la sociedad el cual incluye velar por el funciona-
miento de nuestro sistema legal y el acceso a la justicia más allá
de intereses personales o comerciales. Eso es lo que significa ser
un profesional.

67
Evidentemente esta expresión es una mala traducción de la famosa explica-
ción del Juez del Tribunal Supremo de Estados Unidos Potter Stewart quien, al
preguntársele su definición de pornografía, aceptó que no podía definir lo que
constituía pornografía pero que ... “I know it when I see it.” Jacobellis v. Ohio,
378 U.S. 184, 197 (1964) (Stewart, concurring) (I shall not today attempt fur-
ther to define [pornography]; and perhaps I could never succeed in intelligibly
doing so. But I know it when I see it, and the motion picture involved in this
case is not that.).
68
A.B.A. Standards for Approval of Law Schools, Standard 302 (students must
receive instruction in professional responsibility, or on the history, goals, struc-
ture, values, rules, and responsibilities of the legal profession and its members)
disponible en http://www.abanet.org/legaled/standards/20082009StandardsW
ebContent/Chapter%203.pdf. El único otro curso que se requiere específica-
mente es un curso sobre redacción en el contexto de la práctica profesional. Id.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 31


¿Por qué Sócrates debió integrar Ana Matanzo Vicens*
el servicio pro-bono a la discusión
del caso?: Tendencias y desarrollos en los
nuevos modelos de educación jurídica

“In actual professional practice, it is often not the


particular knowledge or special skill of the lawyer or phy-
sician that is critical, important as these are. At moments
when judgment is at premium, when the practitioner is
called on to intervene or react with integrity for the va-
lues of the profession, it is the quality of the individual’s
formation that is at issue. The holistic qualities count: the
sense of intuitive engagement, of habitual disposition that
enable the practitioner to perform reliably and artfully.
Thinking about how to train these capacities inevitably
calls up words such as integration and focus to describe
deep engagement with the knowledge, skills, and defi-
ning loyalties of the profession.1

La facultad de la Escuela de Derecho de la Universidad de


Puerto Rico se mantiene siempre atenta y dispuesta a renovar su

*
Catedrática de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico, autora
de la propuesta para la creación del Programa Pro Bono UPR y coordinadora
del programa durante el año académico 2007-2008. La autora desea agradecer
a las profesoras Glenda Labadie Jackson, Érika Fontánez Torres y María Jimé-
nez, sus recomendaciones y observaciones. También agradece a su ayudante de
cátedra, Raiza Cajigas, por la colaboración brindada en las labores de revisión
y cotejo del artículo.
1
William M. Sullivan, Anne Colby, Judith Welch Wegner, Lloyd Bond
& Lee S. Shulman, Educating Lawyers: Preparation for the Profession
of Law 85 (2007) (Informe Carnegie).

32
programa de estudios con el objetivo de atemperar la oferta acadé-
mica a las exigencias y necesidades de los tiempos, para así brindar
a sus alumnos las mejores y más diversas oportunidades de for-
mación y adiestramiento. A tenor con dicha política, en mayo de
2007 la Escuela de Derecho incorporó al programa académico un
nuevo ofrecimiento bajo el nombre de “El Programa Pro Bono de la
Universidad de Puerto Rico”.
Con la introducción de esta iniciativa, la Escuela se propu-
so enriquecer el currículo conducente al grado de Juris Doctor,
incorporando de forma aún más estructurada y visible que hasta
el presente, la dimensión del servicio público como componente
esencial de la formación profesional de los abogados y abogadas.
Al iniciar el Programa Pro Bono UPR, la Escuela de Derecho
se unió a un selecto grupo de otras escuelas que, receptivas a las
tendencias y desarrollos más recientes en materia de educación ju-
rídica, han redoblado esfuerzos para enfatizar en sus programas la
enseñanza de aquellos valores que deben distinguir a los abogados
y abogadas como profesionales comprometidos con el servicio y el
fin público.
Los principios antes esbozados sirven de telón de fondo al
presente artículo en el que se esboza el proceso de diseño, orga-
nización y puesta en marcha del Programa Pro Bono UPR. En la
Parte I se exponen los referentes internos y externos que sirvieron
de plataforma a la conceptualización y diseño del programa. En
la Parte II se examina cómo este tipo de programa se inserta en
las corrientes más vanguardistas en el campo de la educación jurí-
dica. En este respecto se le prestará particular atención al informe
Educating Lawyers; Preparation for the Profession of Law,2 publica-
do recientemente por la Carnegie Foundation y cuyos principales
señalamientos y recomendaciones coinciden plenamente con los
objetivos del Programa Pro Bono UPR. En la Parte III se discute
el modelo de programa adoptado, así como los proyectos desarro-
llados, las comunidades servidas, las experiencias de aprendizaje
y los logros obtenidos hasta la fecha. Por último, a un año de la
adopción del Programa Pro Bono UPR, tras un análisis intros-

2
Id.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 33


Ana Matanzo Vicens

pectivo, se esbozan algunas reflexiones críticas y se formulan reco-


mendaciones dirigidas a consolidar y a fortalecer el proyecto.
Confiamos en que el presente trabajo aporte algunas ideas que
resulten útiles para aquellos profesores y profesoras de derecho
dispuestos a reexaminar sus quehaceres docentes, atraídos por la
siempre interesante propuesta de desarrollar métodos más noveles
y efectivos de educación jurídica que propendan a la formación de
una clase profesional más comprometida con el bien común y me-
jor compenetrada con las necesidades de la comunidad en donde
se desempeña.

I. Las bases del programa: el ethos de la institución

A. La alineación del programa pro bono con las políticas insti-


tucionales de la Escuela de Derecho y los estándares de acredita-
ción

La creación del Programa Pro Bono UPR, cuya propuesta fue


presentada a la facultad de la Escuela de Derecho y aprobada por
voto unánime en su reunión de mayo de 2007, es consistente con
la cultura y larga tradición de servicio público que siempre ha dis-
tinguido a la única escuela de derecho pública de Puerto Rico.
Además, la propuesta responde perfectamente a las principales
políticas académicas y a los planes programáticos de la Escuela de
Derecho y de la Universidad de Puerto Rico en general, entre los
cuales se encuentran los siguientes:

1. Misión de la Escuela de Derecho


En su declaración de misiones, la Escuela de Derecho mani-
fiesta que está comprometida “…con la formación de abogados
competentes con clara conciencia de su responsabilidad social,
profesional y ética.”3

3
Catálogo de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico
7 (2006).

34
¿Por qué Sócrates debió integrar el servicio pro-bono a la discusión del caso?: Tendencias y desarrollos en los
nuevos modelos de educación jurídica

2. Declaración de fines y objetivos de la Escuela de Derecho


En su declaración de objetivos, la Escuela de Derecho ex-
presamente reconoce su deber de crear en el estudiante una clara
conciencia “...de la seria responsabilidad social que gravita sobre
el abogado, en vista de la importante misión que desempeña la
profesión en la comunidad…”.4

3. Perfil del egresado


En ocasión de la reciente reforma curricular, la Escuela de De-
recho adoptó el perfil de un egresado que tiene plena conciencia
de su responsabilidad social.5

4. Autoestudio 2001
El Informe de Autoestudio que la Escuela de Derecho adoptó
en el año 2001, en ocasión de la visita de sus agencias acreditadoras,6
expresamente incluyó como meta programática la creación de nue-
vos programas que propendan a un mejor y más diverso ámbito de
oportunidades y experiencias de aprendizaje para los estudiantes.
En el resumen de los principales objetivos a perseguir se incluyó
específicamente: “…the promotion of concerns relating to access
to justice in all our substantive, procedural and clinical courses”.7

5. Visión Universidad 2016


El Plan Estratégico del Recinto de Río Piedras “Visión Uni-
versidad 2016”, adopta como objetivo del Recinto: “…contribuir
al enriquecimiento intelectual, cultural, económico y social de

4
Revisión del Programa de Estudios Conducente al Grado de Juris
Doctor, Anejo 5ª, pág. 7 (1999).
5
Id. a la pág. 1.
6
La Escuela de Derecho de la UPR está acreditada desde el 1945 por la Ame-
rican Bar Association (ABA) y es miembro de la Association of American Law
Schools (AALS) desde el 1948. Véase Hans Perl Matanzo, La Escuela de Dere-
cho de la Universidad de Puerto Rico: Un Legado de Manuel Rodríguez Ramos, 73
Rev. Jur. U.P.R. 1095, 1122-1123 (2004).
7
Autoestudio 2001-2002, Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto
Rico 187 (2002).

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 35


Ana Matanzo Vicens

Puerto Rico fortaleciendo sus vínculos de colaboración con todos


los sectores de la comunidad.”8

6. Diez para la Década


La agenda programática desarrollada por la Presiden-
cia de la Universidad de Puerto Rico en el documento titu-
lado “Diez para la Década” incluye como una de las metas
de la institución “participar en la… búsqueda de alternati-
vas a problemas de urgencia social, fomentar el servicio pú-
blico y la responsabilidad social entre alumnos y docentes
y… apoyar proyectos comunitarios en… comunidades marginadas
y vulnerables.”9

7. Los Estándares de acreditación


Las dos principales instituciones acreditadoras de la educa-
ción jurídica en los Estados Unidos, la American Bar Association
(“ABA”) y la Association of American Law Schools (“AALS”),
exigen que las escuelas de derecho incorporen en sus currículos
la formación ética de los futuros abogados.10 De hecho, desde el
año 1996 el estándar 302(a) 5 de la ABA requiere que el currículo
de las escuelas acreditadas ofrezca educación sustancial en “…the
history, goals, structure, values, rules and responsibilities of the
legal profession.”11 Además, en 2005 se aprobó una enmienda al
estándar de acreditación 302(b) con el objetivo de requerir que
todo programa académico ofrezca a los estudiantes de derecho la

8
Plan Estratégico Visión Universidad 2016, Senado Académico de la Uni-
versidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras 2 (2006-2007).
9
Antonio García Padilla, Diez para la Década, Agenda para la Plani-
ficación 2006 -2016 14 (2005-2006).
10
Standards for Approval of Law Schools, Council of the Section of Legal Edu-
cation and Admissions to the Bar, American Bar Association, Section 302 (b)
(2008-2009), disponible en http://www.abanet.org/legaled/standards/200820
09StandardsWebContent/Chapter%203.pdf; Bylaws and Executive Committee
Regulations Pertaining to The Requirements of Membership, AALS, Bylaw 6-7.9
(2005) disponible en http://aals.org/about_handbook_requirements.php.
11
Standards for Approval of Law Schools, supra nota 11.

36
¿Por qué Sócrates debió integrar el servicio pro-bono a la discusión del caso?: Tendencias y desarrollos en los
nuevos modelos de educación jurídica

oportunidad de participar en actividades de servicios legales


pro bono.12
En agosto de 2007, el Comité de Acreditación de la ABA
adoptó una interpretación del estándar 302(b) para puntualizar
que los servicios pro bono a que se refiere el estándar son aquellos
prestados sin reconocimiento de crédito académico, de naturaleza
legal y en beneficio de personas de escasos recursos o de organi-
zaciones que las representen. Por lo tanto, servicios voluntarios
de otra índole13 o servicios legales prestados con reconocimiento
de crédito académico, como ocurre en los cursos clínicos, aunque
pueden considerarse como parte de los programas disponibles a
los alumnos, por sí solos no cumplen con el mandato recogido en
el estándar 302(b).

B. El compromiso de servicio y el programa de estudios

Aunque el surgimiento de los programas pro bono es un desa-


rrollo relativamente reciente en las escuelas de derecho de los Es-
tados Unidos,14 la propuesta antes mencionada no resultaba ajena
para la facultad de Escuela de Derecho de la UPR, pues se trataba
de un proyecto muy afín al compromiso que la institución siempre
ha tenido con los sectores más necesitados del país. La Clínica
de Asistencia Legal de la Universidad de Puerto Rico, sin duda

12
Id.
13
En la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico se llevan a cabo,
por conducto de organizaciones estudiantiles y directivas de clases graduandas,
actividades de naturaleza cívica o caritativa tales como aportaciones monetarias
a favor de asociaciones benéficas como la Asociación Americana contra el Cán-
cer, la limpieza de playas y recolectas de alimentos para personas damnificadas
por fenómenos naturales.
14
La Escuela de Derecho de la Universidad de Tulane se convirtió en el 1987
en la primera que estableció el servicio pro bono como requisito de graduación.
Véase Cynthia F. Adcock, A Handbook on American Law School Pro
Bono Programs 7 (2001).

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 37


Ana Matanzo Vicens

el exponente más emblemático de dicho compromiso, sirvió de


excelente modelo para el nuevo programa.15
Otros eventos más recientes también allanaron el camino.
Plenamente consciente de su influencia en la educación jurídica
del país y de la región, en los últimos años la Escuela de Derecho
de la UPR había venido afinando y acentuado esfuerzos con el
fin de aproximar el programa académico a la agenda del servicio
público a la comunidad.
Durante el año académico 2001-2002, en su Informe de Au-
toestudio y Plan Estratégico, la Escuela de Derecho identificó el
acceso a la justicia como un tema que debía incorporarse a to-
das las áreas del plan de estudio. Los frutos de ese compromiso
no se hicieron esperar y pronto surgieron varias iniciativas que
sembraron la semilla para la posterior creación del Programa Pro
Bono UPR.
Precisamente en reconocimiento a tales esfuerzos, en el año
2006 la AALS le concedió al entonces Decano, Dr. Efrén Ri-
vera Ramos, el premio Deborah L. Rhode por las contribuciones
de la Escuela de Derecho en apoyo de las causas relacionadas
con el tema del acceso a la justicia. Entre las iniciativas que este
prestigioso premio reconoció sobresalen las que se desglosan
a continuación:

1. Programa de Enlace con Escuelas Públicas


A través de este programa, iniciado durante el año académico
2002-2003, los estudiantes de Derecho diseñan e imparten cla-

15
La Clínica de Asistencia Legal de la UPR, fundada en 1952, se distingue
por ser, dentro de la comunidad de escuelas acreditadas por la ABA, uno de
los pocos proyectos que ofrece, desde la misma escuela y con un presupuesto
propio, una experiencia clínica en vivo que permite a los estudiantes representar
a clientes reales bajo la supervisión de un profesor o profesora. Véase Ana Ma-
tanzo Vicens, La Educación Jurídica Clínica en Puerto Rico: la Clínica de Asisten-
cia Legal de la Universidad de Puerto Rico, 60 Rev. Jur. U.P.R. 3, 12-13 (1991).
La reciente revisión curricular, que redujo a la mitad el número de los créditos
obligatorios, respetó el carácter mandatario del curso clínico, precisamente en
reconocimiento a la aportación que la experiencia clínica brinda a la iniciación
crítica del alumno al ejercicio de la profesión. Véase Revisión del Programa
de Estudios Conducente al Grado de Juris Doctor, supra nota 5, a la
pág. 20.

38
¿Por qué Sócrates debió integrar el servicio pro-bono a la discusión del caso?: Tendencias y desarrollos en los
nuevos modelos de educación jurídica

ses a estudiantes de escuelas superiores públicas con el fin de fa-


miliarizarlos con los derechos fundamentales de los ciudadanos y
con el sistema de justicia puertorriqueño. Estos estudiantes tam-
bién reciben servicios de orientación y mentoría para alentarlos
a proseguir estudios universitarios y a considerar como meta la
carrera en derecho. Con ello, además, se promueve una profesión
jurídica más diversa y representativa de todos los sectores de nues-
tra sociedad.

2. Jornadas Ambientales
Como parte de las Jornadas de Derecho Ambiental de la Aso-
ciación Nacional de Derecho Ambiental (“ANDA”) se han or-
ganizado actividades de asesoría y capacitación para beneficio de
diversas comunidades y organizaciones dedicadas a la defensa de
la justicia ambiental. Cabe destacar que en agosto de 2007, la Di-
visión Estudiantil de la ABA le concedió a ANDA el premio Judy
M. Weightman Memorial Public Interest Award en reconocimiento
a su extraordinaria aportación al servicio público.

3. Clínicas especializadas
En años recientes, la Escuela de Derecho ha ampliado y forta-
lecido su oferta clínica mediante la creación de sesiones dedicadas
a la representación de sectores que tienen una urgente necesidad
de servicios legales en determinadas áreas especializadas del de-
recho. Entre estas nuevas sesiones se encuentran las clínicas de
Desarrollo Comunitario, Derecho Ambiental, Inmigración, Salud
de Mujeres Confinadas, Mediación y Derechos Humanos; esta
última se dedica a la defensa de los derechos de homosexuales,
lesbianas, transexuales y transgéneros.

4. Proyecto Aula Verde


La Escuela de Derecho apoya y sus alumnos han participado
en este proyecto dedicado, entre otros objetivos, al desarrollo de
estrategias de autogestión económica para la reinserción social de
vecinos y vecinas de residenciales públicos.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 39


Ana Matanzo Vicens

5. Ofrecimientos curriculares
En los últimos años se han ofrecido consistentemente, o se han
incorporado al currículo, cursos electivos tales como Sociología del
Derecho, Derecho y Pobreza, Derecho y Cambio Social y diversos
seminarios especializados sobre temas relacionados.16 También se
añadió al currículo medular del primer año de estudios el curso La
Profesión Jurídica, dedicado al estudio de la historia, valores, apti-
tudes y rol social de la profesión, el cual incluye un componente
especialmente dedicado al tema de acceso a la justicia.

ii.
La educación jurídica y la responsabilidad social
del abogado: nuevas tendencias y desarrollos

El Programa Pro Bono UPR se ubica conceptualmente dentro


de las tendencias modernas impulsadas por las principales institu-
ciones jurídicas de los Estados Unidos y de Puerto Rico que recla-
man un mayor énfasis en la formación ética y la responsabilidad
social de los abogados y abogadas.
Históricamente se ha reconocido que el deber de los abogados
y abogadas de brindar servicios legales gratuitos a personas necesi-
tadas es un valor paradigmático de la profesión.17 En Puerto Rico,
los Cánones de Ética que regulan la conducta de los abogados y
abogadas reconocen que éstos ejercen una función primordial en
la administración de la justicia.18 En consideración a ese rol, y por
razón del monopolio que ostentan sobre esencialmente todas las
funciones jurídicas, a los miembros de la profesión legal se les im-
pone el deber ético de desplegar todos sus esfuerzos con el fin de

16
Académicas de la talla de la profesora Ellen Chapnik, Decana del Programa
de Iniciativas por la Justicia Social de la Escuela de Derecho de la Universidad
de Columbia, y la profesora Lucie White, Catedrática de la Escuela de Derecho
de la Universidad de Harvard, han ofrecido los cursos Pro Bono Practice and
Design (marzo 2007) y Community Action for Social and Economic Rights (abril
2008), respectivamente.
17
Richard C. Baldwin, Rethinking “Professionalism”- and Then Living It!, 41
Emory L.J. 433, 436 (1992); Fred C. Zacharias, Reconciling Professionalism and
Client Interests, 36 Wm. & Mary L. Rev. 1303, 1317-1318 (1995).
18
Código de Ética Profesional, 4 L.P.R.A. Ap. IX, C. I (1970, según enmen-
dado).

40
¿Por qué Sócrates debió integrar el servicio pro-bono a la discusión del caso?: Tendencias y desarrollos en los
nuevos modelos de educación jurídica

lograr un ordenamiento jurídico eficaz, íntegro y accesible a todos


los sectores de la sociedad.19
A tenor con ese llamado, el Canon I dispone que todos los
abogados y abogadas deben rendir servicios legales gratuitos en
beneficio de quienes tienen necesidad de vindicar sus derechos
pero no cuentan con suficientes recursos económicos para sufragar
los gastos de una adecuada representación legal.20 Sin embargo, al
igual que en la mayoría de las jurisdicciones de los Estados Uni-
dos, el referido deber no es de carácter mandatorio.21 El Canon I
recoge un principio de carácter aspiracional y su cumplimiento se
ejerce, particularmente en los casos de naturaleza civil, de manera
ad hoc excepto en los casos donde media una asignación de oficio
por parte del tribunal.22
A pesar de que han transcurrido cerca de cuatro décadas desde
la aprobación de los Cánones de Ética, en Puerto Rico no se ha rea-
lizado aún un estudio que analice en qué medida el gremio cumple
con esta responsabilidad profesional. No obstante, las principales
instituciones jurídicas están de acuerdo en que existe la necesidad
de institucionalizar y regular de forma más sistemática el descargo

19
Jaime B. Fuster, La Misión del Abogado en el Mundo Contemporáneo y sus Impli-
caciones para las Escuelas de Derecho, el Tribunal Supremo y el Colegio de Abogados,
36 Rev. Jur. U.P.R. 579 (1967); Fuster, La Responsabilidad Social del Abogado,
Ley y Foro 15-19 (2003).
20
El Canon I textualmente dispone que: “[c]onstituye una obligación funda-
mental de todo abogado luchar continuamente para garantizar que toda persona
tenga acceso a la representación capacitada, íntegra y diligente de un miembro
de la profesión legal”. Véase Código de Ética Profesional, supra nota 19.
21
Sólo siete jurisdicciones estatales exigen informar el número de horas de ser-
vicio pro bono que rinden los abogados anualmente, a saber: Florida, Hawaii,
Illinois, Maryland, Mississippi, Nevada y New Mexico. Otras diez (10) han
adoptado normas de carácter voluntario. Véase Pro Bono Reporting, Standing
Committee on Pro Bono and Public Service and the Center Pro Bono, Ame-
rican Bar Association, disponible en http://www.abanet.org/legalservices/pro-
bono/reporting.html.
22
En 1998 el Tribunal Supremo aprobó el Reglamento para la Asignación de
Abogados y Abogadas de Oficio en Casos de Naturaleza Penal, 4 L.P.R.A. Ap.
XXVIII.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 41


Ana Matanzo Vicens

del referido deber por parte de los miembros de la profesión.23 Así


pues, se persigue reconectar la imagen del abogado con el ideal de
un jurista defensor de un sistema de justicia imparcial y accesible
a todos los ciudadanos por igual.

A. Desarrollos recientes en los Estados Unidos


Resulta pertinente destacar algunas instancias que acreditan
las tendencias de las que hemos venido dando cuenta en las sec-
ciones precedentes:

1. Informe de la Comisión Stanley


En respuesta a la alarma provocada por la creciente percepción
de un desmedido carácter mercantilista en la profesión legal,24 en
1986 la ABA publicó el Informe de la Comisión Stanley que subra-
yaba el principio de la responsabilidad social de la profesión legal
como el elemento primordial que la caracteriza y distingue de un
mero oficio.25

2. Informe MacCrate
El Informe MacCrate de 1992, también publicado por la ABA,
expresó que el deber de promover la justicia y brindar servicios
legales pro bono constituye uno de los principales valores de la
profesión.26

3. Informe Haynsworth
La ABA, a tenor con su objetivo de reforzar los valores pro-
pios de la profesión, publicó en 1996 el Informe Haynsworth con

23
Véase, en general, Deborah L. Rhode, Cultures of Commitment: Pro Bono for
Lawyers and Law Students, 67 Fordham L. Rev. 2415 (1999).
24
Para un análisis del surgimiento de las grandes firmas de abogados y sus efec-
tos en la práctica de la profesión, véase The Large Firm Phenomenon, an Edu-
cational Continuum, Report on the Task Force on Law Schools and the Profession:
Narrowing the Gap, 1992 A.B.A. Sec Legal Educ. and Admissions to the
Bar, Legal Educ. and Prof. Dev 75-88 (Informe MacCrate).
25
Véase “…In the Spirit of Public Service”: A Blueprint for the Rekindling of
Lawyer Professionalism, 1986 A.B.A. Commission on Professionalism (In-
forme de la Comisión Stanley).
26
Informe MacCrate, supra nota 25, a la pág. 125.

42
¿Por qué Sócrates debió integrar el servicio pro-bono a la discusión del caso?: Tendencias y desarrollos en los
nuevos modelos de educación jurídica

el propósito de promulgar los medios para “…inculcar de forma


más adecuada un más alto sentido de profesionalismo entre los
abogados americanos”.27

4. Informe Learning to Serve


Como parte del conjunto de iniciativas en los ámbitos a los
que nos hemos referido, en 1999 la Comisión de Oportunidades
de Servicio Público y Pro Bono de la AALS publicó el informe
llamado Learning to Serve,28 el cual eventualmente desembocó en
la creación de una sección permanente de pro bono y servicio pú-
blico en la AALS que hoy día cuenta con más de 400 miembros.
En el 2003, el proyecto de la AALS conocido como el Equal
Justice Program rindió el informe conocido como “Pursuing Equal
Justice: Law Schools and the Provision of Legal Service”, el cual estu-
dia el rol primordial que ejercen las escuelas de derecho en el logro
de un mejor y más efectivo acceso a la justicia. Esos esfuerzos
también motivaron la fundación del AALS Pro Bono Project cuya
misión es: “…improve the teaching of the professional ethic of pro
bono service in the legal academy.”29 Por su parte y con análogos
propósitos, en 1993 la ABA creó el Standing Committee on Pro
Bono and Public Service y el Pro Bono Center.30
Conforme a estos desarrollos, en épocas recientes algunos de
los presidentes de la AALS y de la ABA han dedicado sus tér-
minos a los temas de acceso a la justicia y servicio público. Ese
fue el caso de Deborah L. Rhode y Elliot Millstein, presidentes
de la AALS durante los años 1998-1999 y 2000-2001, respecti-
vamente. Por su parte, Michael S. Greco, presidente de la ABA
durante el término de 2005-2006, adoptó el lema “Renaissance of
Idealism in the Legal Profession” con el objetivo de revigorizar el

27
Teaching and Learning Professionalism, 1996 A.B.A. Sec. Legal Educ. and
Admissions to the Bar, Report of the Professionalism Commission 1 (In-
forme Haynsworth).
28
Learning to Serve: The Findings and Proposals of the AALS Commission on Pro
Bono and Public Service Opportunities, 1999 A.A.L.S. Commission on Pro
Bono and Public Service Opportunities.
29
Adcock, supra nota 15, a la pág. 4.
30
Pro Bono and Public Service and the Center for Pro Bono, disponible en http://
www.abanet.org/legalservices/probono/committeeinfo.html#cteinfo.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 43


Ana Matanzo Vicens

compromiso de los abogados con su deber de proveer servicios pro


bono.31

5. Estándar de acreditación 302 (b) de la ABA


La antes comentada enmienda al estándar de acreditación 302
(b) de la ABA que requiere que se incorpore el servicio pro bono
en los programas académicos de las escuelas acreditadas también
significó un desarrollo importante en esta área.32 Entre las ciento
noventa y nueve escuelas (199) de derecho actualmente acredita-
das por la ABA, ciento setenta (170) escuelas ofrecen a sus estu-
diantes alguna oportunidad de brindar servicios legales pro bono y
de servicio público, sin recibir a cambio créditos académicos. De
este grupo de escuelas, diez y ocho (18) le exigen a sus estudian-
tes un número de horas de servicios pro bono como requisito de
graduación33

6. Reglas Modelo de Conducta Profesional


En el Preámbulo a las Reglas Modelo de Conducta Profesio-
nal de la ABA, las cuales fueron enmendadas significativamente
entre 2002 y 2007, también se destaca el deber de los abogados de
procurar que las personas de escasos recursos logren un efectivo
acceso a la justicia.34 En concreto, la Regla 6.1, aunque de carácter
aspiracional, incorpora una definición del concepto de “servicio
legal pro bono”35 y establece que los abogados deben aspirar a con-
tribuir unas cincuenta horas de servicios pro bono cada año.36

31
Renaissance of Idealism in the Legal Profession, 2006 A.B.A. Commission on
the Renaissance of Idealism in the Legal Profession 1.
32
Standards for Approval of Law Schools, supra nota 11.
33
Otras trece (13) escuelas exigen como requisito de graduación la participa-
ción del alumno en algún programa de servicio público. Cuatro (4) escuelas
exigen la prestación de servicios comunitarios. Hoy día, ciento diez (110) es-
cuelas ofrecen programas pro bono de participación voluntaria y veinticinco
(25) tienen programas independientes creados por estudiantes. Véase Chart of
Law School Pro Bono Programs, disponible en http://www.abanet.org/legalservi-
ces/probono/lawschools/pb_programs_chart.html.
34
Model Rules of Professional Conduct Preamble 1 (2007).
35
La Regla 6.1 lee: “[e]very lawyer has a professional responsibility to provide
legal services to those unable to pay.” Id. R. 6.1.
36
Id.

44
¿Por qué Sócrates debió integrar el servicio pro-bono a la discusión del caso?: Tendencias y desarrollos en los
nuevos modelos de educación jurídica

B. Desarrollos Recientes en Puerto Rico


En Puerto Rico también se han desarrollado iniciativas simi-
lares a las antes esbozadas. En 1998 el Tribunal Supremo aprobó
el Reglamento para la Asignación de Abogados y Abogadas de
Oficio en Casos de Naturaleza Penal,37 que significó un paso im-
portante hacia la puesta en vigor de lo dispuesto por el Canon I.
Posteriormente, en el año 2002 se organizó, con una amplia
participación de múltiples sectores, el Primer Congreso de Acceso
a la Justicia, el que se celebró en conjunto con la XXII Conferen-
cia Judicial dedicada al mismo tema. La Escuela de Derecho de
la Universidad de Puerto Rico ejerció un rol protagónico en la
organización y celebración de dicho congreso cuyas memorias se
publicaron en 2006.38
A raíz de la celebración del Congreso, en los últimos años la
Rama Judicial ha dedicado especial atención al tema del acceso a la
justicia. En el año 2003, el Tribunal Supremo creó el Comité para
el Estudio de la Asignación de Abogados y Abogadas de Oficio.39
Poco tiempo después, en ese mismo año, el Tribunal Supremo
constituyó la Comisión de Acceso a la Justicia.40 Eventualmente
los dos cuerpos rindieron sus respectivos informes, el primero en
marzo de 2004 y el segundo en marzo de 2005.41 Ambos informes
formulan importantes recomendaciones dirigidas a garantizar un
mejor acceso al sistema de justicia para amplios sectores de nuestra
sociedad que no cuentan con los recursos necesarios para obtener
una adecuada representación legal. Algunas de esas recomenda-

37
In re Aprobación del Nuevo Reglamento para la Asignación de Abogados y
Abogadas de Oficio en Procedimientos de Naturaleza Penal, 2008 T.S.P.R. 68.
Véase, además, Reglamento, supra nota 23.
38
Primer Congreso de Acceso a la Justicia en Puerto Rico de mayo de
2002 y XXII Conferencia Judicial (2005).
39
In re Comité para el Estudio de la Asignación de Abogados y Abogadas de
Oficio, 2004 T.S.P.R. 7.
40
In re Comisión de Acceso a la Justicia, 2003 T.S.P.R. 20.
41
Informe final: Propuesta plan estratégico Comité para el estudio de
la Asignación de Abogados y Abogadas de oficio (2005); Informe Comi-
sión de Acceso a la Justicia (2004).

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 45


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ciones aparecen recogidas en el Plan Estratégico de la Rama Judi-


cial de Puerto Rico 2007-2011.42
Por otra parte, el proyecto de enmiendas a los Cánones de Éti-
ca Profesional, rendido desde el 2000 por la Comisión Revisora
del Código de Ética Profesional, fortalece los postulados del Ca-
non I vigente y aunque mantiene su carácter aspiracional, la Regla
6.1 propuesta reafirma la obligación fundamental de los abogados
de brindar servicios legales pro bono.43 Para ello adopta el texto
de la Regla 6.1 de las Reglas Modelo de la ABA incluyendo una
definición de “servicio pro bono” y la aspiración al servicio de cin-
cuenta horas de servicio pro bono al año.44

C. El informe Carnegie: aires de cambio en la educación jurídica

En la década de los años cuarenta, en Puerto Rico se adoptó


el modelo norteamericano de educación jurídica. De clara orien-
tación profesional, dicho modelo, promulgado en el 1871 por el
Decano Christopher Columbus Langdell de la Escuela de De-
recho de la Universidad de Harvard, se caracterizó por adoptar
el “método del caso” como el eje central del proceso formativo
de los abogados.45 En sus inicios, dicho método se distanció de
las dos formas tradicionales de enseñanza jurídica, a saber, el
adiestramiento por pares a través de largos periodos de pasantías
y la conferencia magistral, propia del método europeo de educa-
ción jurídica.46

42
Uno de los imperativos del Plan Estratégico de la Rama Judicial de Puerto
Rico 2007-2011 es garantizar el acceso a la justicia es. Entre las estrategias
adoptadas se incluye la creación de un organismo permanente para asesorar en
la formulación de la política pública en torno al acceso a la justicia. El docu-
mento está disponible en http://www.tribunalpr.org/Obra-JUSTICIA.pdf.
43
Informe de Reglas de Conducta Profesional de la Comisión Revisora
del Código de Ética Profesional, Colegio de Abogados de Puerto Rico
119-120 (2000).
44
Id.
45
Véase Arthur T. Von Mehren, Law in the United States: A General
and Comparative View 25-26 (1988).
46
Véase Robert Granfield, Making Elite Lawyers 28–29 (1992).

46
¿Por qué Sócrates debió integrar el servicio pro-bono a la discusión del caso?: Tendencias y desarrollos en los
nuevos modelos de educación jurídica

Desde entonces, el debate en torno a cuál es el modelo más


adecuado de enseñaza jurídica, se ha caracterizado por las ten-
siones propias de la naturaleza bifurcada de la educación jurídica
norteamericana,47 la cual gravita entre su carácter académico y su
finalidad profesional.48 No obstante, a pesar de esa dualidad, la
característica distintiva del método del caso ha sido siempre el
aprendizaje en contexto, que se centra en el análisis de opiniones
judiciales, usualmente dictadas a nivel apelativo o por un tribunal
de última instancia.49 La discusión en torno al caso usualmente se
dirige mediante un proceso de preguntas y respuestas, conocido
comúnmente como el método socrático, que propicia conducir el
análisis de forma progresiva, desde lo particular a lo general.50
Con la adopción del método del caso, el profesor de derecho
cesaba de recitar en el aula los enunciados de la norma jurídica
para, en su lugar, centrar sus esfuerzos en la formulación de pre-
guntas dirigidas a provocar el análisis crítico de la norma y al exa-
men de cómo ésta se genera, se desarrolla, se aplica o se descarta,
desde el contexto de los hechos concretos de un caso.51
El énfasis en la educación jurídica en contexto cobró aún más
fuerza con la incorporación del método clínico. La incorporación
de la experiencia viva como foco central del aprendizaje, significó
el giro más dramático que se ha experimentado en la educación

47
Gary Bellow, Looking at Law Schools: A Student Guide from the
Society of American Law Teachers 236, 237 (1984).
48
James E. Moliterno and Fredric I. Lederer, An Introduction to Law,
Law Study and the Lawyer’s Role 3 (1999). Véase, además, William Twi-
ning, “What are Law Schools For?,” Blackstone’s Tower: the English
Law School 52–53 (1994); Alberto Bernabe Riefkhol, Tomorrow’s Law Schools:
Globalization and Legal Education, 32 San Diego L. Rev. 137, 144 (1995).
49
Von Mehren, supra nota 46, a la pág. 26.
50
Id.
51
Id.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 47


Ana Matanzo Vicens

jurídica de los Estados Unidos desde la introducción del método


del caso.52
Durante la segunda mitad del siglo pasado, los defensores del
método clínico insistían en señalar cuán deficiente resultaba el
método socrático, basado en la discusión de opiniones de tribuna-
les de última instancia, para el desarrollo de las destrezas propias
del ejercicio competente de la profesión y para la formación ética-
profesional de los estudiantes de derecho.53
Aunque la mayoría de los proyectos clínicos en un principio
tenían como meta el entrenamiento en las destrezas propias del li-
tigio, ya desde sus inicios, académicos de la talla del Profesor Gary
Bellow de la Escuela de Derecho de la Universidad de Harvard
resaltaban el valor del método clínico en la enseñanza de la ética
profesional.54 En ese sentido el Profesor Bellow fue visionario de
las corrientes modernas que hoy abogan por una educación jurí-
dica basada en la experiencia práctica, lo que en inglés se cono-
ce como “experiential learning”, y más dirigida al desarrollo de la
identidad profesional.55
La anterior exposición sirve de trasfondo al análisis del Infor-
me Educating Lawyers: Preparation for the Practice Law (en ade-
lante “Infome Carnegie”), publicado en el 2007 por la Carnegie
Foundation for the Advancement of Teaching.56 Dicho informe

52
En 1968 la Fundación Ford financió la creación del Council on Legal Edu-
cation for Professional Responsibility, organización que impulsó el crecimiento
de los programas clínicos en las escuelas de derecho norteamericanas. Véase
Training for the Public Profession of the Law, A Report to the Association of Ame-
rican Law Schools, pt.1, § 2, a la pág. 56 (P. Carrington Report, AALS Annual
Meeting Proceedings, 1971).
53
Ante la naturaleza vicaria del método del caso, se contrastaban las ventajas
que para tales fines proponía el método clínico en el que el aprendizaje se deriva
de experiencias directas y no filtradas. Véase David Barnhizer, Clinical Educa-
tion at the Crossroads: The Need for Direction, B.Y.U.L. Rev. 1025, 1028 (1977).
54
Id. a la pág. 1034. Véase, además, Gary Bellow, On Talking Tough to Each
Other: Comments on Condlin, 33 J. Legal Educ. 619, 622 (1983); Charles H.
Miller, Living Professional Responsibility-Clinical Approach, Clinical Educa-
tion for the Law Student 99 (1973). Véase también Sullivan, supra nota 2,
a la pág. 92.
55
Bellow, supra nota 48, a la pág. 239.
56
Sullivan, supra nota 2.

48
¿Por qué Sócrates debió integrar el servicio pro-bono a la discusión del caso?: Tendencias y desarrollos en los
nuevos modelos de educación jurídica

amerita un análisis pormenorizado por las implicaciones que su-


pone para el modelo vigente de educación jurídica y por su parti-
cular tangencia con las iniciativas dirigidas a incorporar el servicio
pro bono en el currículo de las escuelas de derecho.
El Informe Carnegie evalúa la educación que imparten las
escuelas de derecho y su efectividad en la formación de juristas
competentes y con un sentido claro de identidad profesional. Tras
reconocer que la educación jurídica no puede ser un proceso uni-
tario, el informe repasa las tres dimensiones que componen la for-
mación profesional de un abogado o abogada, a saber: el acopio
y dominio del conocimiento formal especializado y la capacidad
analítica, la capacitación en las destrezas propias del quehacer de
los abogados y la formación de la identidad profesional, con los
valores y aptitudes que la caracterizan.57
El estudio concluye que mediante el método del caso, las
escuelas de derecho logran con gran éxito que los alumnos ad-
quieran y desarrollen importantes destrezas cognoscitivas y
analíticas durante el primer año de su carrera.58 El referido
método, sin embargo, resulta deficiente para la efectiva capaci-
tación en las destrezas forenses y para la formación de un senti-
do de profesionalismo, es decir, del conjunto de valores que co-
nectan al profesional con los propósitos de la función que le co-
rresponde ejercer en la sociedad.59
El Informe Carnegie le brinda atención especial al examen de
aquellas competencias profesionales que el método socrático des-
atiende. El trabajo reconoce que para el desempeño profesional
competente un estudiante de derecho tiene que aprender a tomar
decisiones en escenarios complejos e inciertos, tiene que desarro-
llar el hábito de analizar críticamente sus experiencias y aprender
de ellas y, sobre todo, tiene que cultivar el sentido de pertenencia

57
Sullivan, supra nota 2, a las págs. 9, 13-14.
58
Id. a la pág. 74.
59
Id. a la pág. 84. Para un excelente análisis del significado de “profesionalis-
mo” en este contexto, véase Neil Hamilton, Professionalism Clearly Defined, The
Professional Lawyer, Vol. 18 No. 4 (2008).

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 49


Ana Matanzo Vicens

que produce el entender cabalmente su rol social y su capacidad de


contribuir responsablemente al bien común de su comunidad.60
Para ese aprendizaje tridimensional, se insiste en la necesidad
de formular un modelo de educación jurídica más integrado y me-
jor insertado en experiencias vivas que inicien al estudiante en el
complejo proceso de formulación de juicios, toma de decisiones y
análisis de las opciones valorativas que siempre entrañan el des-
empeño ético de la gestión profesional.61
Para ello el estudio hace acopio de las recomendaciones del
informe Best Practices for Legal Education: A Vision and Road Map,
publicado en el 2006 y auspiciado por la Clinical Legal Education
Association,62 y de otros estudios como el realizado por la profe-
sora Peggy Cooper Davis de la Escuela de Derecho de la Univer-
sidad de Nueva York,63 al que hace referencia cuando indica: “…
the cognitive, practical, and ethical-social apprenticeships become
intertwined as students’ understandings of fundamental concepts
is deepened through experience.”64
Dado el rol primordial que ejercen los abogados para el logro
de una sociedad libre, justa y democrática, el Informe Carnegie
enfatiza la apremiante necesidad de reformar el modelo vigente
de educación jurídica, de suerte que se puedan proporcionar a los
alumnos, desde su primer año de estudios, oportunidades formati-
vas de socialización y aculturamiento que propendan al desarrollo
de su identidad ético-profesional. Sobre dicho particular el infor-
me expresa:
“For professional education, the question is how to
provide a powerful experience of the best sense of what
it means to take up a profession. The answer we belie-
ve, lies in understanding the whole of student experience
as a formative process –a time of apprenticeship, during
which the novice starts on the road towards assuming the

60
Sullivan, supra nota 2, a las págs. 30 - 31.
61
Id. a la pág. 191; Matanzo, supra nota 16, a las págs. 16 y 22.
62
Roy Stuckey et al, Best Practices for Legal Education 125 (2007).
63
Peggy Cooper Davis, The Development of Professional Identity in
Law Students 124–126 (2006).
64
Sullivan, supra nota 2, a la pág. 200.

50
¿Por qué Sócrates debió integrar el servicio pro-bono a la discusión del caso?: Tendencias y desarrollos en los
nuevos modelos de educación jurídica

identity of a competent and dedicated professional. To be


a professional in the full sense is to understand oneself as
claimed by a craft and a purpose in whose service to use
that craft. …. Professional education is, then, inherently
ethical in the deep and broad sense. The distillation of the
abilities and values that define a way of life….”65

Sin lugar a dudas, el Informe Carnegie y los que le precedie-


ron, han provocado aires de cambio en el mundo de la educación
jurídica. Hoy ya se comienzan a implementar enmiendas signifi-
cativas en los currículos de las más prestigiosas escuelas de derecho
norteamericanas.66
Por otra parte, resultan evidentes las implicaciones del Infor-
me Carnegie en la validación y afianzamiento de los programas
pro bono en los planes de estudios jurídicos. El informe anali-
za de forma particularizada el potencial que ofrece el trabajo por
bono para el nuevo modelo de educación jurídica que se propo-
ne.67 En definitiva, las experiencias de servicios pro bono, dispo-
nibles desde el primer año de estudios, adecuadamente diseñadas
y ofrecidas con el beneficio de mentoría académica, proporcionan
una oportunidad única que permite conjugar las tres dimensio-
nes de la formación profesional: el conocimiento, las destrezas
y el sentido de identidad y propósito, logrando así la educación
más integrada y completa que el Informe Carnegie promueve.68

65
Id. a la pág. 30.
66
La Escuela de Derecho de la Universidad de Harvard enmendó recientemen-
te su currículo para, entre otros cambios, añadir al plan de estudios del primer
año un curso intensivo para el desarrollo de las destrezas para la solución de
problemas (“problem solving skills”). El nuevo programa enfatiza el aprendizaje
en contexto y amplía significativamente los ofrecimientos clínicos. Además,
incorpora como requisito de graduación la participación en algún programa de
servicio pro bono. Véase Harvard Law School, Harvard Law Bulletin,
Vol. 59 No. 1, 17-23 (Winter 2008). Por su parte, la AALS dedicó su con-
ferencia anual en enero de 2008 al tema: Reassessing our Roles as Scholars and
Educators in the Light of Change.
67
Sullivan, supra nota 2, a las págs. 138-139.
68
Id. a las págs. 238-239.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 51


Ana Matanzo Vicens

El modelo del programa pro bono upr

El cuidadoso diseño del Programa Pro Bono UPR fue un factor


crucial para el éxito de su puesta en vigor. El camino por recorrer
quedó bien trazado gracias a la guía de un marco conceptual bien
definido, con objetivos y procedimientos claramente establecidos.
Con el objetivo de diseñar el programa, se estudiaron los dis-
tintos modelos vigentes en otras escuelas de derecho acreditadas
por la ABA. Como indicáramos anteriormente, dicho estudio re-
flejó que un abundante número de escuelas de derecho cuentan
con algún tipo de programa pro bono. No obstante, sólo en un
puñado de escuelas, unas treinta y cinco (35), la participación en
algún programa de esta índole constituye un requisito de gradua-
ción.69
Los modelos de organización de este tipo de programas son
diversos. En algunos casos los programas se administran inter-
namente, pero la mayoría opera a través de sistemas de referidos
hacia ubicaciones externas, con cierto apoyo administrativo brin-
dado desde las escuelas de derecho. Hasta donde tenemos conoci-
miento, son muy pocos los programas que ofrecen experiencias de
servicios con el beneficio de mentoría académica. También varía el
número de horas de servicio requeridas, pero por lo general fluctúa
entre veinte (20) y setenta (70) horas.70
A raíz de la ponderación de las alternativas disponibles y de
los objetivos trazados, la Escuela de Derecho adoptó el siguiente
modelo, cuyo perfil se describe a continuación.

A. Metas y Objetivos del Programa


La meta principal que persigue el programa es fomentar el
estudio y la acción en torno a la causa del acceso a la justicia. Para
ello, la propuesta articuló los siguientes objetivos:

1. Estimular en los alumnos la voluntad y disposición de servicio públi-


co con el objetivo de que éstos obtengan un cabal entendimiento de
sus responsabilidades profesionales para con la sociedad.

69
Chart of Law Schools, supra nota 34.
70
Id.

52
¿Por qué Sócrates debió integrar el servicio pro-bono a la discusión del caso?: Tendencias y desarrollos en los
nuevos modelos de educación jurídica

2. Aprovechar las ventajas de aprendizaje que provee la experiencia de


servicio público y convertirla en un renglón fundamental de la educación
impartida, de forma que cada actividad se nutra de la otra para lograr
la meta de “servir formando y formar sirviendo”.

3. Exponer a profesores y estudiantes a las urgentes necesidades que


sufren amplios sectores del país para que las labores docentes e inves-
tigativas conducidas en la Escuela de Derecho ayuden a atenderlas.

4. Procurar, por vía de la mentoría brindada por los profesores y profe-


soras, que los estudiantes puedan comenzar su quehacer profesional
a través de experiencias de servicio público de manera organizada, ri-
gurosa y crítica. Con ello se promueve que una vez se incorporen a la
profesión, sigan brindado servicios pro bono de excelencia.

5. Estrechar los vínculos de la Escuela de Derecho con la comunidad y


propiciar valiosas oportunidades de colaboración con otras institucio-
nes, asociaciones y sectores de nuestra sociedad.

6. Mejorar la imagen y percepción de la profesión legal, tan afectada por


el creciente tono mercantilista con que se aprecia.

7. Reducir las diferencias entre los objetivos vocacionales de los profe-


sionales dedicados a la práctica privada y aquéllos que optan por carre-
ras en el servicio público.

8. Recabar la participación activa de los miembros de la profesión. Con


ello la Escuela de Derecho estrecha lazos con éstos, particularmente
con sus ex alumnos.

9. Servir de agente intermediario entre los proveedores de servicios y los


que los necesitan.

10. Potenciar la capacitación y formación de los alumnos, brindándoles la


oportunidad de iniciarse en el rol profesional en una etapa más tem-
prana de su carrera, para comenzar a conocer y manejar los procesos
multidimensionales de la actividad profesional.

B. Modelo y organización del programa


El programa se articuló a base del modelo que se detalla a
continuación.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 53


Ana Matanzo Vicens

1. Definición de servicios pro bono


De entrada se adoptó una definición de servicio pro bono ba-
sada en la Regla 6.1 de la Reglas Modelos de la ABA:71 “aque-
llos servicios profesionales que requieren del conocimiento y las
destrezas que de ordinario se adquieren mediante el estudio y en-
trenamiento jurídico a que se someten abogados y estudiantes de
derecho, y que se brindan sin expectativa alguna de remuneración,
ya sea económica o de crédito académico”.
A pesar de no concederse crédito académico por el servicio
brindado, se contempló que la participación de los estudiantes en
el programa pro bono pudiera ser reconocida en las ceremonias
de graduación y premiación. También se realizaron los trámites
necesarios ante la Oficina del Registrador de la Universidad de
Puerto Rico para que la trascripción oficial de créditos incluyese
alguna mención acerca de la participación de los alumnos en el
programa. Con ello, además de reconocer el valor académico de la
experiencia, se oficializa una información que puede ser pertinente
para futuras oportunidades de estudios o empleo, particularmente
en el sector público.

2. Los Beneficiarios del Servicio


La definición adoptada también puntualiza que los posibles
beneficiarios del servicio sólo pueden ser personas que, ya directa-
mente o a través de organizaciones o grupos que los representan,
tienen alguna necesidad de representación o asesoramiento jurídi-
co pero no cuentan con los medios necesarios para obtener dichos
servicios.
Además, pueden considerarse como servicios pro bono, la ase-
soría y orientación que se brinden con el objetivo de difundir y
proteger los derechos y libertades civiles en aras de lograr un mejor
y más efectivo sistema de justicia.

3. El carácter voluntario del programa


El debate que se ha generado en torno a si los programas pro
bono de las escuelas de derecho deben ser de carácter obligatorio o
voluntario es agudo y complejo. La principal literatura en torno a

71
Model Rules, supra nota 35.

54
¿Por qué Sócrates debió integrar el servicio pro-bono a la discusión del caso?: Tendencias y desarrollos en los
nuevos modelos de educación jurídica

estos temas recoge argumentos de peso a favor y en contra de una


u otra postura.72
El Programa Pro Bono UPR se inició como un proyecto piloto
de carácter voluntario. Esta determinación se basó en tres consi-
deraciones. Primero, el currículo vigente en la Escuela de Dere-
cho ya exige, como requisito de graduación, que todo estudiante
se matricule en alguna de las secciones que ofrece la Clínica de
Asistencia Legal, curso que tiene un año de duración. Cada una de
estas secciones está dedicada al servicio de determinados sectores
de nuestra sociedad que tienen necesidades apremiantes de servi-
cios legales y ningún o pocos recursos para poder obtenerlos.
En segundo lugar, el carácter voluntario de la experiencia re-
presenta de forma más idónea los valores altruistas y el sentido de
responsabilidad pública que la Escuela de Derecho interesa pro-
mover y desarrollar en sus estudiantes.
Finalmente, algunas organizaciones estudiantiles de la Escue-
la de Derecho ya se habían adelantado a la agenda subyacente del
proyecto al adoptar diversas iniciativas de servicios pro bono. Se
estimó que el carácter voluntario del programa propuesto evitaría
desalentar la participación de los alumnos en esas otras oportuni-
dades ya existentes.
En atención a que el programa se inició como un proyecto
piloto, se consideró prudente comenzar con un número limitado
de ofrecimientos. Un programa obligatorio hubiese requerido ga-
rantizar la ubicación de todos los estudiantes en algún proyecto y
tal compromiso parecía prematuro para el primer año del progra-
ma. Con la confianza de que al cabo del primer año del proyecto
la Escuela de Derecho estaría en mejor posición de decidir cómo
mejorar y ampliar la oferta de servicios, se optó por comenzar con
un programa de carácter voluntario.

4. Estudiantes
Con el fin de estimular la más amplia participación de los es-
tudiantes, se adoptó una política de admisión al programa muy
liberal. De ahí que los requisitos para participar en el programa se

72
Deborah L. Rhode, Pro Bono in Principle and in Practice, Standford Law
School, Public Law Working Paper No. 66, 18 (2003).

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 55


Ana Matanzo Vicens

limitaron a los siguientes: (1) que el estudiante hubiera cursado un


primer semestre de estudios con el promedio y número de crédi-
tos mínimo requerido por las normas de retención académica, (2)
que el estudiante suscribiese un documento en el que se compro-
metiera a completar antes de graduarse, un mínimo de cuarenta
horas (40) de servicio y a desempeñar cabalmente las tareas que les
fueran asignadas por el mentor o mentora del proyecto particular
en que habría de participar y (3) que el estudiante asistiera a las
reuniones convocadas por su profesor mentor y llevara a cabo las
actividades de evaluación y reflexión que éste le asignara.

5. Profesores Participantes
La incorporación del mentor o mentora académica es proba-
blemente la característica más distintiva del Programa Pro Bono
UPR. Hasta donde tenemos conocimiento, muy pocos otros pro-
gramas, si alguno, se conducen con el beneficio de supervisión
académica directa.73 De hecho, uno de los principales hallazgos
del estudio de la Profesora Deborah Rhode; Pro Bono in Principle
and in Practice: Public Service and the Professions demostró que una
parte significativa de los estudiantes encuestados evaluaron nega-
tivamente sus experiencias de pro bono debido a la falta de interés
y participación de sus profesores y profesoras.74
Desde el inicio del programa se hizo hincapié en el propósito
esencialmente educativo del proyecto y para ello resultaba indis-
pensable la participación de los profesores y profesoras de la fa-
cultad. Este objetivo encontraba apoyo en las recomendaciones de
los diversos informes de la ABA antes mencionados.75 También
se utilizó como referencia el plan estratégico conocido como el
National Action Plan on Lawyer Conduct and Professionalism, adop-
tado en 1996 por la Conferencia Judicial de los Jueces Presidentes,
el cual reconoce la influencia positiva que las relaciones de mento-

73
Del mismo modo, ninguna escuela de derecho hoy día exige que la facultad
brinde servicios legales pro bono. Véase Pro Bono, supra nota 31.
74
Rhode, supra nota 73, a la pág. 97; Sullivan, supra nota 2, a la pág. 139.
75
Informe MacCrate, supra nota 25; Informe de la Comisión Stanley, supra
nota 26; Informe Haynsworth, supra nota 28.

56
¿Por qué Sócrates debió integrar el servicio pro-bono a la discusión del caso?: Tendencias y desarrollos en los
nuevos modelos de educación jurídica

ría pueden ejercer en la formación de la identidad profesional y de


la responsabilidad social de los abogados.76
Por lo antes dicho, la organización del proyecto comenzó con
una invitación a los profesores y profesoras de la Escuela de De-
recho para que sometieran propuestas de proyectos que pudieran
desarrollarse desde el Programa Pro Bono UPR.77 Esto servía, de
paso, como una forma de ampliar las oportunidades de servicio
de los profesores/abogados, para quienes, además de lo requerido
por el Canon I, el renglón de servicio es una de las tres áreas que,
junto a la enseñanza y la investigación, constituyen sus deberes y
responsabilidades medulares como docentes.
Los mentores académicos tienen como función principal
generar un proceso de introspección sistemática que propenda
al análisis crítico de la experiencia de servicio, de suerte que los
alumnos puedan integrarla a las materias sustantivas que estudian
en clases, al desarrollo de destrezas y al proceso formativo de su
identidad profesional.
Además de resaltar el valor educativo del servicio, la partici-
pación de los profesores y profesoras asegura una experiencia, de
entrada bien diseñada y desarrollada, con el beneficio de la debida
supervisión académica. Como valores añadidos, la mentoría per-
mite:
1. sacar mejor provecho del enorme talento y capacidad que dis-
tinguen a los miembros de la facultad;
2. enriquecer la función de modelaje que los profesores ejercen
en la formación de la identidad ética de los alumnos y de la
profesión en general;

76
A National Action Plan on Lawyer Conduct and Professionalism
(adoptado el 21 de enero de 1999 por la Conferencia de Jueces Presidentes).
Para un análisis a fondo sobre este tema, véase Neil Hamilton & Lisa Mont-
petit Brabbit, Fostering Professionalism through Mentoring, 57 J. Legal Educ.
1 (2007).
77
La convocatoria se extendió a abogados y abogadas de la práctica privada y a
centros de servicios legales gratuitos, invitándoles a apadrinar algún proyecto.
En el primer año del programa no se produjeron propuestas para proyectos
externos. No obstante, varios de los proyectos generados por propuestas de do-
centes contaron con la colaboración de profesores, profesoras y de abogados y
abogadas, que sin ser mentores, aportaron sus servicios profesionales en alguna
etapa del proyecto.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 57


Ana Matanzo Vicens

3. facilitar la integración de la experiencia del servicio a la función


docente y a la investigación;
4. garantizar la excelencia y puntualidad de los servicios prestados
y un desempeño del más alto rigor profesional y ético.

IV. La puesta en marcha del programa pro bono upr

A. Proyectos
Constituyó una agradable sorpresa que en cuanto el programa
se anunció a la comunidad de la Escuela de Derecho, este recibió
la más entusiasta acogida por parte de los profesores. Además, a
partir de la primera reunión de orientación celebrada durante el
mes de septiembre de 2007, la iniciativa generó entre los estudian-
tes un interés de una magnitud insospechada.
Como producto de ese interés y energía, lo que comenzó cau-
telosamente con apenas cuatro (4) proyectos, al cabo de unos diez
meses había proliferado de tal forma que el año académico con-
cluyó con nueve (9) proyectos en operación y otros tres en eta-
pa de planificación, próximos a comenzar en el año académico
2008-2009.
Los proyectos cubren intereses diversos pero todos parten de
un mismo compromiso: promover el acceso a la justicia de aque-
llas personas de escasos recursos que tengan necesidad de recibir
servicios y orientación legal. Cuatro de los proyectos, por ejemplo,
procuran asesoría legal para diversas comunidades en distintos
sectores de la isla sobre controversias o problemas relacionados
con el derecho de propiedad, el derecho ambiental y el desarrollo
y revitalización social y económica.
El trabajo que se realiza en uno de estos proyectos se rela-
ciona específicamente con los temas de la justicia ambiental y la
capacitación de los ciudadanos y ciudadanas para lograr responder
y actuar efectivamente ante las diversas situaciones que puedan

58
¿Por qué Sócrates debió integrar el servicio pro-bono a la discusión del caso?: Tendencias y desarrollos en los
nuevos modelos de educación jurídica

estar amenazando el medio ambiente.78 Otro proyecto relacio-


nado ofrece asesoría legal en aspectos propietarios, corporativos
y ambientales a la Corporación ENLACE en el proceso de im-
plantación de la ley que provee para el desarrollo integral de las
comunidades aledañas al Caño Martín Peña.79 El tercer proyecto
de esta índole se creó para brindar asesoría legal en temas relacio-
nados con la titularidad de las residencias de los vecinos y vecinas
de La Perla.80 Finalmente, en abril de 2008 se inició el cuarto
proyecto de este tipo, con el fin de ofrecer servicios de análisis
jurídico al Centro de Acción Urbana, Comunitaria y Empresarial
(CAUCE), organismo que coordina la puesta en vigor de la Ley
Especial para la Rehabilitación de Río Piedras de 1995.81
Otros dos proyectos se relacionan con temas de sexualidad y
derechos reproductivos. Uno de ellos busca promover soluciones
al problema de inequidad entre los géneros en materia de salud
sexual y reproductiva mediante la divulgación de información y
el asesoramiento legal a jóvenes adolescentes.82 El segundo tiene
como objetivo adelantar el debate y la formulación de una política
pública respetuosa de la dignidad y los derechos humanos de las

78
Este proyecto está dirigido por la profesora Érika Fontánez Torres y cuenta
con la colaboración de las licenciadas Maritere Padilla y Laura B. Arroyo. Ade-
más de ofrecer en diversas comunidades talleres informativos en temas relacio-
nados con la protección del ambiente, los estudiantes del proyecto prepararon
un Manual de Derecho Ambiental para las Comunidades, con el fin de capacitar
a los ciudadanos en la defensa efectiva de la política pública y de la justicia
ambiental.
79
Este proyecto contó con la participación de diecisiete (17) estudiantes, que
laboraron bajo la dirección de la profesora Érika Fontánez Torres, y con la co-
laboración de los profesores Michel Godreau y Carlos Díaz Olivo y de la Lcda.
María Hernández.
80
Este proyecto, bajo la dirección de la autora del presente artículo, contó con la
colaboración de las profesoras Érika Fontánez Torres, María Jiménez y Ana C.
Gómez y de los abogados Alvin Couto y Víctor Pérez de Probono Inc.
81
La Lcda. Carmen Correa, profesora de la Facultad de Administración de
Empresas y quien también colabora con CAUCE, es la mentora de este pro-
yecto.
82
La profesora Patricia Otón es la mentora de este proyecto, el que además
cuenta con la colaboración de Carmen Rivera, Directora Ejecutiva de Pro Fa-
milia, y Blanca Cuevas, Directora del Programa de Educación de Pro Familia.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 59


Ana Matanzo Vicens

personas que componen la comunidad GLBTT-gay, lesbiana, bi-


sexual, transexual y transgénero.83
El programa también cuenta con un proyecto que provee ase-
soría legal a inmigrantes en las comunidades Villas de Sol, Juan
Domingo y Capetillo84 y dos proyectos adicionales cuyo objetivo
principal es la educación. Uno de éstos se dedica a entablar un en-
lace con estudiantes de escuelas públicas con el fin de educar sobre
los conceptos de justicia y derecho, la organización y funciona-
miento del sistema legal puertorriqueño y los derechos civiles de
la ciudadanía. Esta iniciativa también persigue añadir diversidad
en las escuelas de derecho promoviendo la carrera de la abogacía
entre los estudiantes de escuela superior.85 Existe otro proyecto
que se conduce para proveer orientación legal e información sobre
temas de acceso a la justicia para beneficio de toda la ciudadanía
a través de un programa de radio semanal. Cada sábado se trans-
mite el programa radial Justa Causa, preparado y conducido por

83
Los veinte y siete (27) alumnos y alumnas que participaron en este proyecto
bajo la supervisión del Profesor Ricardo Alfonso, dedicaron gran parte de sus
esfuerzos a cabildear ante la Legislatura en contra de la aprobación de la Certi-
ficación 99. EL grupo también contó con la colaboración del Dr. José Toro Al-
fonso, el Lcdo. Osvaldo Burgos Pérez, la Dra. Carmen Vélez, el Padre Manuel
Olmos de la Iglesia Metodista y la Iglesia Metropolitana Cristo Sanador y de
diversas organizaciones, tales como Puerto Rico para Tod@s, La Comisión de
Derechos Civiles, el Proyecto Tanamá.
84
Este programa contó con la mentoría de la profesora Myrta Morales Cruz,
quien laboró en colaboración con los abogados Fernando Zambrana, Julie Cruz
y Ángel Robles, Romelinda Grullón del Centro de la Mujer Dominicana y la
Escuela Graduada de Trabajo Social. Merece resaltarse que este fue el primer
proyecto creado por iniciativa de un grupo de estudiantes encabezado por Jesús
García Hernández. Los estudiantes formularon su propuesta y se encargaron
de su organización.
85
El mentor de este proyecto es el profesor Aníbal Rosario. Participaron 22
estudiantes de derecho que contaron con la colaboración de las siguientes es-
cuelas: Escuela Superior República de Colombia, Escuela Superior Ramón
Vila Mayo, Futuros Abogados de la Escuela Superior Ana Roque de Humacao,
Escuela Superior de Naranjito, Taller de Derechos Civiles UPR, Aula Verde,
Escuela Elemental de la Comunidad de Monte Hatillo. Escuela Superior José
Campeche de San Lorenzo, Escuela Superior de Ciales, la Escuela Superior de
Morovis, Escuela Superior de Coamo y Grupo Piloto de la Escuela Superior
de Barceloneta.

60
¿Por qué Sócrates debió integrar el servicio pro-bono a la discusión del caso?: Tendencias y desarrollos en los
nuevos modelos de educación jurídica

los estudiantes que participan del proyecto bajo la mentoría de la


profesora María Jiménez y del profesor Carlos Concepción.

B. Logros obtenidos
Al concluir el primer año del programa Pro Bono UPR la
suma de las aportaciones que profesores, estudiantes y colabora-
dores habían logrado era verdaderamente impresionante. Ciento
cincuenta estudiantes participaron activamente en el programa y
contaron con la supervisión y guía de un total de nueve mentores
académicos y de otros catorce profesores y profesoras y abogados
y abogadas que colaboraron en varios de los proyectos. Los estu-
diantes brindaron un total agregado de 2,245 horas de servicio.
Más importante aún que las cifras antes esbozadas, las opor-
tunidades formativas que se ofrecieron a través de las experiencias
de servicio estimularon en los alumnos la voluntad y disposición
hacia el servicio público, integrando a ello la capacitación y forma-
ción profesional, sin tener que esperar al curso clínico en su último
año de estudios. Se pudo fomentar así el estudio y la acción en
torno a la causa del acceso a la justicia.
Además, y no menos importante, las experiencias del servicio
pro bono lograron que los estudiantes comenzaran a asumir el rol
profesional en una etapa temprana de sus estudios. Con ello se
consiguió exponerlos a los procesos multidimensionales del que-
hacer jurídico y sobre todo, al complejo proceso de toma de deci-
siones, característico del ejercicio profesional.86
Como expresó la Profesora Érika Fontánez Torres en el acto
de clausura que organizaron los estudiantes para informar los lo-
gros del proyecto, quedaba demostrado que el servicio pro bono:
• Genera una reflexión más rica sobre la creación y aplicación de normas
y de la jurisprudencia.

• Adelanta la agenda ciudadana que promueve el uso del derecho como


herramienta de cambio social.

• Propicia un mejor entendimiento de los complejos problemas sociales


que nos aquejan y la función que para su solución pueden ejercer el de-
recho y la profesión legal.

86
Matanzo, supra nota 16, a la pág. 16.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 61


Ana Matanzo Vicens

• Brinda a los estudiantes la oportunidad de proyectarse en el futuro como


profesionales sensibles a tales escenarios.

• Contribuye a reconfigurar la práctica de la profesión, rescatando una


identidad distinta, más comprometida con el cambio social.

• Enriquece la discusión en los foros académicos, generando conocimien-


to y debate sobre los procesos jurídicos y el derecho como herramientas
para la democratización.87

En definitiva, a través del servicio pro bono se logró impartir


una educación jurídica más rica y completa a nuestros estudiantes.

V. Conclusión

El éxito logrado por el Programa Pro Bono UPR durante su


primer año de operación sin duda fue resultado directo del em-
peño y entusiasmo desplegado por un gran número de personas.
Hubiese sido imposible poner en marcha este tipo de ofrecimiento
que intenta trazar un nuevo rumbo en la enseñanza del derecho,
sin el compromiso y la dedicación de los profesores y profesoras
que brindaron su mentoría a los proyectos, sirviendo así de mode-
lo y vivo ejemplo del paradigma profesional que promulgamos.88
Pero ciertamente, el recurso más valioso de la iniciativa fueron
los y las estudiantes, cuyo talento, integridad, calidad personal y
liderazgo son luz de esperanza para el futuro de la profesión legal
y del país.
Los clientes y las comunidades brindaron el otro componente
indispensable para la agenda de un programa pro bono, pues su
capacidad de trabajo y tesón en la lucha por lograr una sociedad
más justa, nos sirvieron de guía e inspiración.
El gran reto que ahora confrontamos es mantener este tipo de
ofrecimiento en el programa de estudios y ampliarlo para beneficio

87
Mensaje de Clausura en la Noche de Logros a cargo de la Prof. Érika Fon-
tánez Torres, Catedrática Asociada de la Escuela de Derecho de la Universidad
de Puerto Rico, mentora académica de los proyectos Pro Bono Caño Martín
Peña y ANDA y actual Coordinadora del Programa Pro Bono.
88
El proyecto no hubiese sido posible sin el compromiso y dedicación de las si-
guientes profesoras y profesores; Érika Fontánez Torres, Patricia Otón, Aníbal
Rosario, María Jiménez, Myrta Morales y Carlos Concepción.

62
¿Por qué Sócrates debió integrar el servicio pro-bono a la discusión del caso?: Tendencias y desarrollos en los
nuevos modelos de educación jurídica

de futuros estudiantes y profesores de derecho. Dicha encomienda


no es sólo de las escuelas de derecho, pues necesariamente tiene
que compartirse con las principales instituciones jurídicas y con la
profesión legal en general.
Desde el escenario universitario, para que estos programas
proliferen y se sostengan resulta indispensable que un mayor
número de profesores y profesoras se incorporen a la iniciativa,
sirviendo de mentores y colaboradores de los proyectos.89 Ello
es importante por la legitimación que la participación activa de
los docentes le brinda al ofrecimiento.90 Además, la intervención
de los profesores y profesoras garantiza la óptima vinculación de
la experiencia aleccionadora del servicio pro bono al proceso de
aprendizaje, aprovechándola en todo lo que vale para lograr un
mejor entendimiento y más crítico examen del ordenamiento y su
funcionamiento.
La participación en este tipo de proyecto le ofrece a docentes
e investigadores una oportunidad extraordinaria de enriquecer y
ampliar el foco de sus investigaciones, dotándolas de una mayor
vigencia y pertinencia tanto para el sistema jurídico, como para la
comunidad en general.91
Además de una más nutrida participación docente, también
es importante que se le asigne un mayor apoyo institucional al
proyecto. Aunque todos y todas las mentoras aportaron sus ser-
vicios de forma ad honorem y la Escuela le concedió al progra-
ma cierto apoyo económico y administrativo, resulta aconsejable
la asignación de un presupuesto operacional recurrente mínimo,

89
Durante el primer año del programa participaron como mentoras tres (3)
profesoras de derecho con nombramiento regular. La mentoría del resto de los
proyectos la ofrecieron cinco (5) otros profesores y profesoras adjuntos o por
contrato y una (1) profesora de la facultad de Administración de Empresas.
90
Erwin Chemerinsky, A Pro Bono Requirements for Faculty Members, 37 Loyo-
la of Los Angeles Law Review 1235 (2004).
91
Entre las recomendaciones formuladas por la AALS Commission on Pro
Bono and Public Service Opportunities en su informe “Learning to Serve” se
propone que toda escuela de derecho adopte una política formal que promueva
la prestación de servicios pro bono por los miembros de la facultad, incluyendo
el deber de reportar anualmente el servicio rendido. El documento está dispo-
nible en www.aals.org/probono/project2.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 63


Ana Matanzo Vicens

que permita cubrir ciertos gastos básicos, y sufragar los costos de


publicación de manuales y opúsculos que se generan para las co-
munidades servidas, la creación y mantenimiento de un portal ci-
bernético y la planificación estratégica del futuro sostenimiento y
desarrollo del programa.
En el renglón de apoyo institucional también resulta priori-
taria la asignación de un espacio reservado para la operación dia-
ria del programa. Contar con una instalación propia afianza la
identidad del programa, reafirma el compromiso de la Escuela de
Derecho con el proyecto, y más importante aún, facilita el flujo
y acercamiento de estudiantes y por tanto, su apoderamiento del
programa.92
Finalmente, las escuelas de derecho tienen que comenzar a
evaluar cuán efectivos resultan sus programas de estudios en la
formación de los valores profesionales. Hasta ahora el avalúo del
aprendizaje del egresado se ha concentrado en constatar el conoci-
miento especializado adquirido y el desempeño competente de las
destrezas propias del ejercicio profesional. En dicho esquema, sin
embargo, encontramos poco, si algún énfasis, en medir cuán efec-
tivos hemos sido en inculcar el sentido de responsabilidad social
que forma parte de nuestra misión.
En los últimos años ésta es un área que se ha comenzado a
estudiar en los Estados Unidos pero en Puerto Rico muy poco o
nada se ha hecho para intentar constatar si logramos transmitir a
los estudiantes de derecho la responsabilidad social y los valores
éticos que profesamos.93 Resulta impostergable que se empiece
a evaluar, continua y sistemáticamente, el efecto de la educación
legal en la formación de la identidad profesional de los egresados.
Ahora bien, aunque los esfuerzos de las instituciones educa-
tivas son importantísimos, por sí solos no son suficientes. Sólo
mediante el empeño conjunto y la acción concertada de todas las

92
Melanie Kushnir, Building and Sustaining an Effective Law School Pro Bono
Program with a Baker’s Dozen Tips, Syllabus, ABA Vol. 39 No. 2, 7 (2008).
93
Entre los estudios más conocidos se encuentra el de la Profesora Deborah L.
Rhode, supra nota 73, y uno más reciente de Robert Granfield, The Pedagogy
of Public Service: Assessing the Impact of Mandatory Pro Bono on Young Lawyers,
Law School Admission Council (2004-2005).

64
¿Por qué Sócrates debió integrar el servicio pro-bono a la discusión del caso?: Tendencias y desarrollos en los
nuevos modelos de educación jurídica

instituciones jurídicas concernidas, será posible que comencemos


a cerrar “… the shameful gap between our rethorical commitments and
daily practices concerning access to justice.”94 (Énfasis suplido). Así
lo demuestra la experiencia de la comunidad jurídica norteame-
ricana en relación a los avances que en las últimas dos décadas

se han obtenido hacia la institucionalización de los servicios lega-


les pro bono. Como bien expone el Profesor Scott C. Cummings
de la Escuela de Derecho de la Universidad de California, Los
Ángeles (UCLA):
“Pro Bono has undergone a profound transformation
from informal action to complex professional institution.
Whereas for most of American legal history, pro bono was
ad hoc and individualized, dispensed irregularly as pro-
fessional charity, within the last twenty-five years it has
become centralized and streamlined, distributed through
an elaborate organizational structure embedded in and
cutting across professional associations, law firms, state-
sponsored legal services programs, and non-profit public
interest groups.” 95

Resulta, pues, imperativo que en nuestra jurisdicción se ins-


titucionalice más concretamente el cumplimiento de los deberes
que impone el vigente Canon I, cuyo lenguaje, aprobado original-
mente casi cuarenta años atrás, resulta un tanto quijotesco y des-
fasado de la realidad de una profesión cuyo ejercicio es hoy mucho
más complejo y costoso.96
Como señalamos anteriormente, en años recientes, tanto el
Tribunal Supremo de Puerto Rico como el Colegio de Abogados,
han dedicado tiempo y recursos a promulgar un nuevo Código de

94
Deborah L. Rhode, Access to Justice 5 (2004).
95
Scott L. Cummings, The Politics of Pro Bono, 52 U.C.L.A. L. Rev. 1, 6
(2004).
96
Véase, en general, Christine H. McGuire, Educating Professionals:
Responding to New Expectations for Competence and Accountability
(1993).

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 65


Ana Matanzo Vicens

Responsabilidad Profesional.97 Aunque se cuenta con el beneficio


de los magníficos trabajos rendidos por el Comité para el Estudio
del Reglamento para la Asignación de Abogados de Oficio y de
la Comisión de Acceso a la Justicia, las recomendaciones formu-
ladas, en su mayoría, están aún pendientes de implementación.98
También urge la enmienda de los vigentes Cánones de Ética. La
propuesta Regla 6.1 es un buen comienzo.99
Estos esfuerzos, sin embargo, no cuentan con el beneficio de
la información y datos que un estudio abarcador puede suplir so-
bre cómo los abogados y abogadas descargan su deber de prestar
servicios legales gratuitos, sobre todo en el área civil,100 y cómo
aportan a esta agenda las principales instituciones concernidas, en
particular los tribunales, el Colegio de Abogados y los bufetes y
sociedades profesionales. Por ello, resulta apremiante que se co-
mience a estudiar la profesión de una forma regular y sistemática.
Distinto a los Estados Unidos, donde continuamente se evalúa
el estado general de la profesión y en particular, de los servicios
pro bono,101 en Puerto Rico no se cuenta hoy día ni tan siquiera

97
Dicho código se encuentra sometido ante la consideración del Tribunal Su-
premo desde el 2005.
98
El 1 de mayo de 2008 se circuló un proyecto de enmienda al Reglamento de
Abogados de Oficio que atiende algunos de los señalamientos de la Comisión.
No obstante, dista mucho de las principales recomendaciones que fueron so-
metidas, en especial las referentes a la necesidad de una mayor asignación de
fondos. También echamos de menos en el proyecto la mención del registro de
abogados que ordenó crear el Tribunal Supremo en el caso de Pueblo v. Mora-
les, 150 D.P.R. 123 (2000), para que los abogados que atienden asuntos civiles
y que han sido dispensados de la asignación de casos de naturaleza penal, en
efecto brinden servicios pro bono en casos de naturaleza civil. Véase In re: Apro-
bación del Nuevo Reglamento para la Asignación de Abogados y Abogadas de
Oficio en Procedimientos de Naturaleza Penal, ER-2008-03.
99
Model Rules, supra nota 35.
100
El Informe del Comité para Estudiar el Reglamento de Asignación de Abo-
gados y Abogadas de Oficio recopila importante información sobre el estado de
las cosas en los procedimientos de naturaleza penal.
101
Además del precursor estudio de la Profesora Rhode, las ramas judiciales y
los colegios de abogados han empezado a llevar a cabo estudios similares. Véase
2007 Pro Bono Contributions of Wisconsin Lawyers, State Bar of Wisconsin, dis-
ponible en http://www.wisbar.org/AM/Template.cfm?Section=Research_and_
Reports&TEMPLATE=/CM/ContentDisplay.cfm&CONTENTID=73212.

66
¿Por qué Sócrates debió integrar el servicio pro-bono a la discusión del caso?: Tendencias y desarrollos en los
nuevos modelos de educación jurídica

con los datos más básicos sobre el perfil demográfico del gremio
y mucho menos de las tendencias y desarrollos que se detectan en
su comportamiento.102
Los únicos estudios dirigidos a evaluar el perfil sociológico de
la profesión legal los dirigió hace más de cuatro décadas el Juez
Asociado del Tribunal Supremo, Honorable Jaime B. Fuster.103
Su memoria, como académico y como jurista, bien merece que la
Rama Judicial, las escuelas de derecho, el Colegio de Abogados
y los principales bufetes del país, aúnen esfuerzos para estudiar
sistemáticamente cómo los miembros de la profesión contribuyen
con sus servicios a garantizar un mejor acceso a la justicia para
todos los ciudadanos y ciudadanas por igual. Sin ello, resulta al-
tamente improbable que logremos institucionalizar, de forma más
efectiva y equitativa, la prestación de los servicios legales pro bono
que debemos proveer los abogados y las abogadas del país.

102
La autora lleva a cabo actualmente, desde la Escuela de Derecho, un estudio
de campo sobre los servicios legales pro bono que prestan los abogados y abo-
gadas en Puerto Rico.
103
Véase Jaime B. Fuster, Los Abogados de Puerto Rico, Fundamentos
para una Sociología de la Profesión Legal (1974).

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 67


El trabajo pro bono en Vivian I. Neptune Rivera*

los bufetes privados


¿deber o aspiración?

Introducción

El Canon Primero de los Cánones de Ética Profesional de
Puerto Rico señala expresamente que todo abogado “debe acep-
tar y llevar a cabo toda encomienda razonable de rendir servicios
legales gratuitos a indigentes.”1 De esta manera se fomenta en
nuestra jurisdicción el que todo abogado y abogada realice trabajo
pro bono. Sin embargo, existe un gran debate en torno a si el deber
de realizar trabajo pro bono incluido en el Canon 1 de ética profe-
sional, es una aspiración o un mandato. Ante esta disyuntiva mu-
chos abogados y abogadas se enfrascan en su carácter individual en
el trabajo pro bono por diversos motivos, principalmente aquellos
relacionados a la satisfacción que genera el servir y representar a
personas que no tienen los recursos para obtener representación
legal.
El Canon también señala que “es obligación del abogado ayu-
dar a establecer medios apropiados para suministrar servicios lega-

* Decana Asociada y Profesora Escuela de Derecho Universidad de Puerto


Rico. JD Universidad de Puerto Rico (1995), LLM Columbia University, New
York (1998).
1
4 L.P.R.A.. Ap. IX, Canon 1.

68
les adecuados a todas las personas que no pueden pagarlos.”2 Sin
embargo, no está claro cuál debe ser el alcance de la participación
de los bufetes privados en Puerto Rico en el trabajo pro bono.
Este artículo busca proveer una respuesta a estas interrogantes
a base de una discusión de los preceptos básicos que reglamentan
el trabajo pro bono en Puerto Rico, España y Estados Unidos y del
estado actual del trabajo pro bono realizado por bufetes privados.

Trasfondo sobre el tema del trabajo pro bono


en Puerto Rico

El problema que ocasiona la falta de recursos en la obtención


de representación legal, ha llevado a varios sectores de la sociedad
a reflexionar sobre el problema del acceso a la justicia. Tanto la

2
El Canon 1 del Código de Etica Profesional señala:
Constituye una obligación fundamental de todo abogado luchar
continuamente para garantizar que toda persona tenga acceso a la
representación capacitada, íntegra y diligente de un miembro de la
profesión legal.
En la consecución de este objetivo el abogado debe aceptar y
llevar a cabo toda encomienda razonable de rendir servicios legales
gratuitos a indigentes, especialmente en lo que se refiere a la defensa
de acusados y a la representación legal de personas insolventes. La au-
sencia de compensación económica en tales casos no releva al abogado
de su obligación de prestar servicios legales competentes, diligentes y
entusiastas.
También es obligación del abogado ayudar a establecer medios
apropiados para suministrar servicios legales adecuados a todas las
personas que no pueden pagarlos. Esta obligación incluye la de apoyar
los programas existentes y la de contribuir positivamente a extenderlos
y mejorarlos.
4 L.P.R.A. Ap. IX, Canon 1. El Canon añade que el deber de proveer
servicios a indigentes existe “especialmente en lo que se refiere a la defensa de
acusados” posiblemente porque la Constitución del Estado Libre Asociado de
Puerto Rico reconoce el derecho de todo acusado a tener asistencia de abogado,
Art II. Sección 11, Constitución Estado Libre Asociado de Puerto Rico. Este
deber, a su vez, ha quedado plasmado en las Reglas de Procedimiento Criminal.
Regla 57 de Procedimiento Criminal, 34 L.P.R.A. Ap. II, R. 57.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 69


Vivian I. Neptune Rivera

rama judicial, el Colegio de Abogados y las Escuelas de Derecho,


mediante sus Clínicas de Asistencia Legal, han manifestado su
preocupación genuina sobre el problema del acceso a la justicia
y se han planteado posibles soluciones que dependen en última
instancia, del trabajo voluntario de los abogados y abogadas.
Un ejemplo de la reflexión sobre el problema del acceso a la
justicia fue la celebración conjunta el 2 y 3 de mayo de 2002 del
Primer Congreso sobre Acceso a la Justicia y la XXII Conferen-
cia Judicial de Puerto Rico. Durante el Congreso y las sesiones
plenarias de la Conferencia Judicial se discutió el estudio sobre la
percepción que tenía la ciudadanía sobre los tribunales realizado
en el año 1998.3 Dicho estudio se organizó por áreas de derecho
y los consultados brindaron su opinión en torno a la representa-
ción legal de los indigentes. En síntesis estos fueron algunos de
los resultados: en el área de menores hubo consenso en que hay
una crisis en torno a la representación legal gratuita. Se enfatizó
el hecho de que la Sociedad para Asistencia Legal no representa a
menores y que existía falta de equidad en la distribución de la car-
ga en el servicio de abogados de oficio.4 En el área civil se indicó
que muchos ciudadanos con reclamaciones válidas no logran ac-
ceso a la justicia porque sus casos no son rentables para abogados
privados.5 Se mencionó que hay una gran desigualdad de acceso
debido a los altos costos del litigio civil y que la Corporación de
Servicios Legales no podía atender a toda la gente pobre.6 En el
área de derecho de familia se discutió el problema serio que existe
en el acceso a la justicia y se planteó la auto representación como
una alternativa real.7
En el área criminal se identificaron dos deficiencias en el siste-
ma de representación de los acusados indigentes: sobrecarga de la
Sociedad para la Asistencia Legal, incluyendo la insuficiencia de

3
Memorias Primer Congreso Acceso a la Justicia, XXII Conferencia
Judicial, 2 y 3 de mayo de 2002, San Juan, Puerto Rico, (Ed. 2005).
4
Id. a la pág. 213.
5
Resumen Ejecutivo Primer Congreso Acceso a la Justicia, XXII Con-
ferencia Judicial, 2 y 3 de mayo de 2002, San Juan, Puerto Rico (Ed. 2005),
a la pág. 12.
6
Id.
7
Id. a la pág. 13.

70
El trabajo pro bono en los bufetes privados ¿deber o aspiración?

recursos de investigación, y fallas en el sistema de designación de


abogados, el cual fue descrito como “falto de equidad” al obligar a
trabajar gratuitamente a abogados criminalistas los cuales forman
un grupo reducido.8 Se recomendó adoptar el modelo federal de
un panel de abogados pagado con fondos públicos o que se esta-
bleciera un Public Defender Office con asignaciones legislativas.9
Cabe destacar que en el área criminal, en el año 1993 en el
caso Ramos Acevedo v. Tribunal Superior, nuestro Tribunal Supre-
mo sostuvo la constitucionalidad de la obligación de todo abogado
de prestar servicios profesionales gratuitos a acusados indigentes.10
Además, en el año 1995 el Tribunal ordenó un estudio sobre la
designación de abogados de oficio y en el 1998 se aprobó el Re-
glamento para la Asignación de Abogados y Abogadas de Oficio
en Procedimientos de Naturaleza Criminal.11 En el Reglamento
se estableció que la obligación de representar personas indigentes
no recae exclusivamente en el Estado, sino que es una obligación
compartida con los abogados y abogadas.12
Con este trasfondo, y a raíz de la XXII Conferencia Judicial y
el Primer Congreso de Acceso a la Justicia, el Tribunal Supremo
resolvió crear un comité para estudiar la implementación del Re-
glamento para la Asignación de Abogados o Abogadas de Oficio.
Dicho comité, presidido por la Honorable Dolores Rodríguez de
Oronoz, Jueza del Tribunal de Apelaciones, sometió su informe el

8
Resumen Ejecutivo, supra, nota 5.
9
Id.
10
133 D.P.R. 599, 609 (1993).
11
Reglamento para la Asignación de Abogados y Abogadas de Oficio de 30
de junio de 1998. Es necesario destacar que el 1 de mayo de 2008 el Tribunal
Supremo de Puerto Rico mediante resolución aprobó un nuevo Reglamento
para la Asignación de Abogados y Abogadas de Oficio en Procedimientos de
Naturaleza Penal el cual derogó el reglamento del 1998 y entró en vigor el 1 de
septiembre de 2008. En éste, se reducen las horas que los abogados de oficio
deben prestar gratuitamente antes de recibir compensación, de 50 a 30 y se
permite recibir créditos de educación continua equivalentes a una hora de cré-
dito por cada 5 horas de trabajo hasta un máximo de 6, estableciéndose que no
excederán de 8 horas en cada período de cumplimiento. Véase 2008 TSPR 68.
12
Resumen Ejecutivo, supra nota 5, a la pág. 13.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 71


Vivian I. Neptune Rivera

9 de mayo de 2005.13 El informe señala que para los años 2000-


2001 en algunas regiones los casos criminales atendidos por abo-
gados y abogadas de oficio casi igualaron los casos atendidos por la
Sociedad de Asistencia Legal.14 El informe alude además a la exis-
tencia de una desigualdad en el número de designaciones de oficio
que recaen sobre un mismo abogado.15 A su vez, en la mayoría de
los casos, los abogados que prestaron sus servicios no solicitaron el
pago de compensación o, si la solicitaron, no habían cumplido con
el requisito de la Regla 26 del Reglamento relativa al mínimo de
50 horas de servicio gratuito al año antes de recibir compensación
por servicios de oficio bajo el Reglamento del 1998.16
Como parte de los esfuerzos para viabilizar el acceso a la justi-
cia, el Tribunal Supremo de Puerto Rico ha manifestado particular
interés en articular una propuesta cabal en torno a los problemas
del Acceso a la Justicia en nuestro sistema judicial. Ante esta si-
tuación, el 27 de febrero de 2004, la entonces Jueza Presidenta del
Tribunal Supremo de Puerto Rico, Honorable Miriam Naveira
Merly, designó a una Comisión de Acceso a la Justicia presidida
por el licenciado José Alberto Morales, para que presentara un
informe para comenzar el desarrollo de un “plan estratégico para
el desarrollo de un sistema comprensivo e integrado de servicios
suficientes que garanticen a la población indigente y aquellos en
desventaja económica, servicios de abogacía, solución de conflic-
tos y procesamiento de sus necesidades de orden civil de la mayor
calidad.”17
Esta Comisión rindió su informe final bajo el título Informe
Final Propuesta Plan Estratégico Comisión de Acceso a la Justicia el
30 de abril de 2004 en el cual señala que la las necesidades mayo-
res de la población indigente surgen en áreas especializadas como

13
Informe Comité para el Estudio de la Asignación de Abogadas y
Abogados de Oficio, 9 de mayo de 2005, Tribunal Supremo de Puerto Rico.
14
Id. a la pág. 68.
15
Id. a la pág. 62.
16
Id. a la pág. 76.
17
Informe Final Propuesta Plan Estratégico Comisión de Acceso a la
Justicia, 30 de abril de 2004, a la pág. 6 (Tribunal Supremo de Puerto Rico,
2004).

72
El trabajo pro bono en los bufetes privados ¿deber o aspiración?

derecho de familia, derecho de salud y derecho penal.18 El comité


expresó:
“No obstante como parte de la propuesta de expandir
servicios pro bono público a los abogados del País se debe
señalar que abogados que ejercen en campos del derecho
que tradicionalmente no se consideran necesidades prio-
ritarias de servicios legales a indigentes, pueden aportar
a las comunidades de ese sector de la población con sus
servicios, aunque no atiendan los casos que resultan ser
estadísticamente prioritarios. Así, por ejemplo, abogados que
se especializan en derecho corporativo podrían aportar su tiem-
po y trabajo a organizaciones sin fines de lucro; abogados que
se dedican a derecho de inmigración podrían brindar servicios
gratuitos de asesoría a inmigrantes indigentes; y abogados es-
pecializados en derecho de entretenimiento podrían servirle a
artistas, artesanos o músicos a proteger sus derechos de autor o
derechos morales.”19

Como parte del plan estratégico la Comisión propuso que se


estableciera un sistema de registro de abogados y abogadas dispo-
nibles voluntariamente para adiestrarse y atender gratuitamente
casos de personas o comunidades indigentes a través del programa
Pro Bono del Colegio de Abogados.20 Además, recomendó fijar
en 25 horas al año las horas que deben ser dedicadas voluntaria-
mente al servicio pro bono, establecer con carácter mandatorio el
requisito de presentar un informe anual sobe la labor pro bono
realizada y permitir que los abogados y abogadas que practiquen
en grupos deleguen la ejecución de la suma de las horas de servi-
cio pro bono a uno o más abogados de los que formen parte del
grupo de abogados.21 Por último, la Comisión sugirió incorporar
estas normas al Código de Ética Profesional, al Reglamento para

18
Id. a la pág. 9
19
Id. a la pág. 9. (Enfasis suplido).
20
Id. a la pág. 16.
21
Id.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 73


Vivian I. Neptune Rivera

la Designación de Abogados de Oficio en Causas Penales y al


Reglamento del Tribunal Supremo.22

Jurisprudencia y reglamentación local sobre


trabajo voluntario

Como señalamos anteriormente, en Ramos Acevedo v.


Tribunal Superior, nuestro Tribunal Supremo sostuvo la consti-
tucionalidad de la autoridad de un tribunal a imponer la obli-
gación a cualquier abogado a prestar servicios profesionales
gratuitos a acusados indigentes.23 Además, en su decisión el
Tribunal creó un esquema tentativo24 que sirvió de guía al Comi-

22
Id. a las págs. 16 y 17.
23
133 D.P.R. 599, 610 (1993).
24
El Tribunal Supremo ordenó a los Jueces Administradores que esbozaran
y elaboraran un plan mediante el cual se dividiera de una manera equitativa,
razonable y justa, la carga que la asignación de oficio representaba para los
abogados que practican lo criminal en cada región judicial de forma que todos
los abogados participaran en la distribución de casos y de tal manera que la
práctica individual privada de ninguno de ellos se viera afectada de forma irra-
zonable. Id. a la pág. 615.

74
El trabajo pro bono en los bufetes privados ¿deber o aspiración?

té25 que oportunamente formuló un informe con recomendaciones


reglamentarias para la asignación de abogados de oficio en casos
criminales.26 Este informe, a su vez, sirvió de base para el Regla-
mento para la Asignación de Abogados y Abogadas de Oficio en
Procedimientos de Naturaleza Criminal27 mediante el cual se creó

25
Véase Resolución del 18 de junio de 1993, In Re Conferencia Judicial
de Puerto Rico, 133 D.P.R. 654 (1993). En este caso, el Tribunal Supremo
indica:

“Como Corolario de la decisión emitida en Ramos Acevedo v. Tribunal


Superior, opinión y sentencia de 14 de junio de 1993, se constituye el
Comité Asesor sobre Asignación de Abogados de Oficio en Causas
Criminales, adscrito al Secretariado de la Conferencia Judicial, con
el objetivo de que estudie y le someta recomendaciones al Tribunal,
sobre la problemática de la asignación de abogados de oficio en causas
criminales; ello con el propósito de que el Tribunal, al amparo de su
poder inherente de reglamentar la profesión de abogado, implante un
sistema uniforme a esos efectos. Dicho comité estará integrado por
las siguientes personas: Hon. Jorge Segarra Olivero, Presidente, Hon.
René Arrillaga Beléndez, Hon. Fernando Gierbolini Borelli, Hon.
Procurador General de Puerto Rico, Presidente Colegio de Abogados
de Puerto Rico, Director Ejecutivo Sociedad para la Asistencia Legal,
Lcdo. Harry Anduze Mondano, Lcdo. Manuel Martínez Umpierre,
Lcdo. Harry N. Padilla, Prof. Olga Elena Resumil y Prof. Migdalia
Fraticelli.” 133 D.P.R. 654.

Cabe destacar que el Juez Negrón García emitió voto disidente en el cual rei-
teró la postura plasmada en su disenso en Ramos Acevedo v. Tribunal Superior,
supra, por entender que es inconstitucional imponerle sólo a los abogados cri-
minalistas la representación de oficio de los indigentes ya que el deber ético de
cumplir con esa encomienda es de todos los abogados. Id.
26
Pueblo v. Morales, 150 D.P.R. 123, nota al calce 1 (2000).
27
Reglamento para la Asignación de Abogados o Abogadas de Oficio en Pro-
cedimientos de Naturaleza Penal, que entró en vigor el 1 de julio de 1998. “El
propósito del reglamento fue establecer un sistema uniforme para la asigna-
ción de abogados o abogadas de oficio en procedimientos de naturaleza penal,
cuando la persona sometida a tal procedimiento fuera indigente, no pudiera
ser representada por la Sociedad para Asistencia Legal, por la Corporación
de Servicios Legales de Puerto Rico, Inc. u otra entidad análoga y no hubiera
renunciado expresamente a su derecho a asistencia de abogado(a))”. Informe
Comité para el Estudio de la Asignación de Abogados y Abogadas de
Oficio, supra nota 13, a la pág. 1.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 75


Vivian I. Neptune Rivera

un procedimiento uniforme para ofrecer representación gratuita a


personas indigentes acusadas de delito en todas las regiones judi-
ciales.
Durante la sesión plenaria de la XXII Conferencia Judicial
y el Primer Congreso de Acceso a la Justicia en Puerto Rico, se
comprobó la necesidad de efectuar una revisión de la efectividad
del sistema de abogados y abogadas de oficio creado en virtud
del Reglamento del 1998.28 El Tribunal Supremo resolvió crear
un comité para estudiar la implantación del Reglamento y se le
encomendó al comité recopilar información, realizar un análisis y
rindir un informe al Tribunal Supremo.29
Del Informe del Comité rendido el 9 de marzo de 2005, surge
lo siguiente:
“De nuestras reuniones con los jueces administradores, jueces de
vistas preliminares y funcionarios judiciales que administran el sistema
y de las ponencias recibidas en las vistas públicas surge el hallazgo de
que el sistema de asignación de abogados(as) de oficio está en crisis.
Cada región lo que tiene es un limitado número de abogados(as) que
atienden casos criminales. A estos abogados(as) se les asignan casos
graves y de menores constantemente. Según los deponentes, el volu-
men de casos de oficio ha aumentado dramáticamente en los pasados
años y la carga de estas designaciones resulta al presente sumamente
onerosa.[ ] Algunos manifestaron tener suspicacia sobre el manejo de
las listas y sobre las designaciones efectuadas ya que recibían desig-
naciones frecuentes cuando era imposible que la lista hubiera rotado
completa. Las listas y el orden de las designaciones no se hace públi-
co por lo que no pueden constatar cuántas designaciones tiene cada
abogado(a) y las frecuencias de estas.” 30

Los abogados que practican derecho penal alegan que en oca-


siones las listas de abogados suplidas por las delegaciones del Co-
legio de Abogados, las cuales dependen de la información que los
colegiados suplen al Colegio de Abogados, no están al día o no
contienen las direcciones correctas de los abogados y abogadas.31

28
Id.
29
Id.
30 Id. las págs. 82 y 83.
31
Resumen Ejecutivo, supra nota 5, a la pág. 15.

76
El trabajo pro bono en los bufetes privados ¿deber o aspiración?

Otro factor que ha preocupado a algunos abogados y abogadas


es el hecho de que los criterios para la determinación de indigen-
cia de la Rama Judicial son diferentes a los de otras organizaciones
que ofrecen servicios legales gratuitos. De hecho, en ocasiones
algunas personas no cualifican para recibir los servicios a base del
Reglamento cuando sí cualificarían bajo los criterios de otras or-
ganizaciones. Sin embargo, no cuentan con los recursos humanos
suficientes para brindarle los servicios gratuitos.
En cuanto a la representación en casos civiles, en Pueblo v.
Morales32 el Tribunal Supremo ordenó a las delegaciones del Co-
legio de Abogados y a los Jueces Administradores de las diferentes
Regiones Judiciales que configuraran un sistema de asistencia legal
para indigentes en el área civil.33 En ese caso, la licenciada María
de los A. Colom Báez alegó que, dado que no estaba familiarizada
con la práctica del derecho criminal, obligarla a representar acusa-
dos en casos penales la llevaría a violar el Canon 18 del Código de
Ética Profesional que exige al abogado competencia al asumir la
representación de una causa34 y la expondría a responsabilidad civil
frente a sus representados.35 Consciente de su deber ético de ofre-
cer representación legal gratuita a los menesterosos, sin embargo,

32
Pueblo v. Morales, supra nota 26.
33
Id. a la pág. 133.
34
El canon 18 versa sobre la competencia del abogado y consejo al cliente y
establece:

“Será impropio de un abogado asumir una representación profesional cuando


está consciente de que no puede rendir una labor idónea competente y que no
puede prepararse adecuadamente sin que ello apareje gastos o demoras irrazo-
nables a su cliente o a la administración de la justicia.

Es deber del abogado defender los intereses del cliente diligentemente, desple-
gando en cada caso su más profundo saber y habilidad y actuando en aquella
forma que la profesión jurídica en general estima adecuada y responsable. [...]

No obstante, un abogado puede asumir cualquier representación profesional si


se prepara adecuadamente para ello y no impone gastos ni demoras irrazonables
a su cliente y a la administración de la justicia.” 4 L.P.R.A. Ap. IX, Canon 18.
Véase, Pueblo v. Morales, supra nota 26, a la pág. 132.
35
Id.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 77


Vivian I. Neptune Rivera

la licenciada Colom Báez, se puso a la disposición del tribunal de


instancia para representar indigentes en causas no penales.36
Al enfrentarse al problema en cuanto a la objeción a aceptar
casos criminales, el Tribunal Supremo en la opinión emitida por
el Honorable Juez Asociado Negrón García, resolvió que la licen-
ciada Colom Báez tenía razón.37 Ordenar a abogados inexpertos
en la práctica criminal a asumir representación podría resultar en
una violación al Canon 18.38 Es por eso que en esas circunstancias
el abogado puede objetar y rechazar una designación. El Tribunal
entonces aprovechó la oferta de la licenciada en cuanto a la repre-
sentación de indigentes en casos civiles para sugerir la creación
de un registro de abogados que, como la licenciada Colom Báez,
serían excusados por los tribunales de prestar servicios profesio-
nales de naturaleza penal.39 Los abogados incluídos en ese nuevo
listado podrían estar sujetos a prestar servicios legales gratuitos a
personas indigentes en casos civiles.40 En atención a esta circuns-
tancia y a la de otros abogados activos en situaciones similares, el
Tribunal se expresó en los siguientes términos:
[H]asta que se disponga de otro modo, las delegaciones
del Colegio de Abogados y los Jueces Administrativos de
las diferentes regiones judiciales, deben mantener un registro
ad hoc paralelo al sistema ya establecido en lo criminal, con los
nombres de abogados que, por razones válidas sean dispensados
por los tribunales de prestar servicio profesional de naturaleza
penal. Los abogados incluídos en este Registro podrán
estar sujetos a prestar gratuitamente servicios legales en
casos relacionados con las personas indigentes.”41

Cabe destacar que en la opinión, el Honorable Juez Asociado


Negrón García afirma que el deber ético de ofrecer representación

36
Id. a la pág. 133.
37
Id.
38
Id. a la pág. 132, citando a Ramos Acevedo v. Tribunal Superior, 133 DPR
599 (1993).
39
Id. a la pág. 133.
40
Id.
41
Id. a la pág. 133. (Enfasis suplido).

78
El trabajo pro bono en los bufetes privados ¿deber o aspiración?

legal gratuita a los menesterosos es una “obligación moral que vin-


cula y es responsabilidad de toda la profesión legal”.42

El estado actual de la representación de indigentes en


Puerto Rico

En la Sesión Plenaria Conjunta de la Vigésima Segunda Con-
ferencia Judicial y el Primer Congreso de Acceso a la Justicia en
Puerto Rico se discutió el tema del Canon Primero y el deber de
representación de oficio en un panel constituído por el Profesor
Guillermo Figueroa Prieto, Catedrático de la Escuela de Derecho
de la Universidad de Puerto Rico y presidente de la Comisión de
Revisión del Código de Etica Profesional del Colegio de Aboga-
dos, la licenciada Gretchen Coll Martí, entonces Administrado-
ra de la Administración para el Desarrollo Socioeconómico de la
Familia, el licenciado Federico Rentas, Director Ejecutivo de la
Sociedad para la Asistencia Legal, el licenciado Luis F. Camacho,
abogado en la práctica privada, el licenciado Juan Márquez, socio
del bufete McConnell Valdés y la Honorable Dolores Rodríguez
de Oronoz, Jueza del Tribunal de Circuito de Apelaciones. El pa-
nel fue moderado por el Honorable Francisco Rebollo López, Juez
Asociado del Tribunal Supremo. En su presentación, aludiendo a
la opinión en Pueblo v. Morales, la Jueza Oronoz indicó:
“De los informes que rinden los Jueces Administra-
dores sobre las designaciones de oficio, no surge que de for-
ma institucionalizada y uniforme se hayan confeccionado estos
registros paralelos para ofrecer representación legal gratuita a
los indigentes en causas no penales. Las únicas regiones que
informaron designaciones de oficio en causas no penales
fueron las siguientes: la Región de Aguadilla informó que
en el año 200-2001 se designaron abogados de oficio para
35 casos de naturaleza civil y para atender 147 casos de me-
nores; en la Región de Humacao se designaron abogados
de oficio para atender 160 asuntos de menores; en la Re-
gión de Aibonito las designaciones de oficio para atender
casos de la Sala de menores alcanzaron 163; en la Región

42
Id.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 79


Vivian I. Neptune Rivera

de Fajardo hubo designación de abogadas o abogados de


oficio en 40 casos civiles y 56 de menores; y en la Región
de Carolina se designaron 11 abogados de oficio en casos
civiles. La realidad es que las designaciones de oficio en casos
no penales, en comparación con la cantidad de casos presentados
en estas áreas, es insignificante.”43
Para actualizar la información provista por la Jueza Rodríguez
Oronoz en el Congreso de Acceso a la Justicia, en septiembre de
2006 solicité información relacionada a los informes que preparan
Juezas y Jueces administradores regionales sobre el uso de las listas
de abogadas y abogados de oficio en casos civiles. La Oficina de
Administración de los Tribunales me comunicó mediante carta
del 6 de octubre de 2006 que los informes son para uso interno y
se utilizan como documentos de trabajo en la toma de decisiones
gerenciales por lo que no podían facilitarme la información.44
Sin embargo, luego de comunicarme con el Juez Presidente de
nuestro Tribunal Supremo, Honorable Federico Hernández Den-
ton, recibí a través del Secretariado de la Conferencia Judicial y
Notarial y de su directora, licenciada Lilia Oquendo, las siguientes
estadísticas de casos asignados de oficio en asuntos civiles:45

43
Memorias Primer Congreso Acceso a la Justicia, supra nota 3 a la pág.
106. (Enfasis suplido).
44
Carta con fecha del 6 de octubre de 2006 de la Honorable Sonia Ivette Vélez
Colón, Directora Administrativa de los Tribunales. Copia disponible con la
autora.
45
Los datos para las regiones judiciales de Bayamón, Carolina, Aguadilla y
Arecibo y San Juan no estuvieron disponibles. Correos electrónicos del Secre-
tariado de la Conferencia Judicial y Notarial de 15, 17, 21, 22 de noviembre de
2006 y 1 de diciembre de 2006. Copias disponibles con la autora.

80
El trabajo pro bono en los bufetes privados ¿deber o aspiración?

Región Judicial Casos civiles asignados de oficio


2005-2006
Humacao 28
Ponce 284
(incluyeron mandamus mayormente en
casos de confinados e indican que no llevan
récord de otro tipo de asignaciones
en casos civiles)
Guayama 34
Utuado 3
Caguas 4
Aibonito 19
Fajardo 38
Mayagüez 119
Fajardo 38

A base de esta información, se puede concluir, según lo había


hecho la Jueza Rodríguez Oronoz años antes, que las designacio-
nes no van a la par con el número de radicaciones civiles ni con el
número de personas indigentes que existen en nuestra sociedad.
El sistema sugerido por el Tribunal en Pueblo v. Morales, supra,
puede ser una excelente herramienta para proveer acceso real a la jus-
ticia en el área civil. Sin embargo, para que funcione es necesario que
se ponga en vigor. Es necesario que todas las regiones judiciales
preparen el listado paralelo de abogados y abogadas eximidos de
representar a indigentes en causas penales y que se utilice al máxi-
mo de manera equitativa.
A su vez, es indispensable que las estadísticas sobre las listas
y su uso en la asignación de casos de oficio en el área civil estén
disponibles para que la profesión legal pueda estudiarlas y brindar
opciones reales al mejoramiento de los servicios legales gratuitos
a la población indigente del país en causas no penales. De igual
modo, sería conveniente que en las estadísticas sobre el uso del
listado civil se identifique si los abogados o abogadas son parte de
un bufete o practican de manera individual para poder medir la
participación de todo tipo de organización profesional en el ser-
vicio pro bono.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 81


Vivian I. Neptune Rivera

El rol de la American Bar Association en la práctica


de servicios pro bono en los Estados Unidos

Desde la aprobación de los Cánones de Etica Profesional de
la American Bar Association en 1908, la ABA ha sido la fuente
principal de modelos de reglamentación en el área de la ética pro-
fesional en los Estados Unidos. Además de los Cánones de Etica,
la ABA adoptó el Código Modelo de Responsabilidad Profesional
en 1969 y las Reglas Modelo de Responsabilidad Profesional en
1983. La mayoría de los estados han adoptado alguna versión de
estos modelos esbozados por la ABA.
Los Cánones de Etica Profesional de 1908 exhortaban, pero
no obligaban, a los abogados a prestar servicios sin recibir paga y a
considerar la pobreza del cliente para reducir o eliminar los hono-
rarios.46 A su vez, al adoptar el Código Modelo en 1969, la ABA
reconoció una aspiración a que los abogados provean servicio pro
bono al señalar que la responsabilidad básica de proveer servicios
legales a personas que no pueden pagar recae sobre los abogados.47
Además, el Código Modelo alude al deber de los abogados a de-
dicar de su tiempo al servicio a los desventajados.48
Durante la preparación de los borradores que eventualmen-
te se convertirían en las Reglas Modelo, sin embargo, se discutió
seriamente la posibilidad de convertir esa aspiración en una obli-
gación específica. De hecho, la comisión a la cual se le asignó la
tarea de revisar el Código Modelo, conocida como la Comisión

46
El canon 4 establece en lo pertinente: “a lawyer assigned as counsel for an in-
digent prisoner ought not to ask to be excused for any trivial reason, and should
always exert his best efforts in his behalf ”. El canon 12 por su parte indica: “a
client’s ability to pay cannot justify a charge in excess of the value of the service,
though his poverty may require a less charge or non at all”. ABA Canons of
Professional Ethics, August 27, 1908 (preamble and Canons 1 through 32)
en http://www.abanet.org/cpr/mrpc/Canons_Ethics.pdf. Última visita 21 de
agosto de 2008.
47
ABA Model Code of Professional Conduct, EC-2-25 en http://www.
abanet.org/cpr/mrpc/mcpr.pdf. Última visita 21 de agosto de 2008.
48
Id.

82
El trabajo pro bono en los bufetes privados ¿deber o aspiración?

Kutak,49 propuso una regla que obligaría a los abogados a proveer


40 horas de servicios legales a personas indigentes o al pago de
una cantidad de dinero equivalente a una entidad que proveyera
los servicios.50 Sin embargo, esta propuesta recibió gran oposición
por parte de los miembros del ABA y la Comisión eliminó el re-
quisito de horas y la opción de paga pero mantuvo la naturaleza
mandatoria de la regla añadiendo el deber de informar las horas
trabajadas durante el año.51 Eventualmente, sin embargo, en res-
puesta a las objeciones masivas al servicio mandatorio, la Comi-
sión eliminó la regla propuesta.
En contraste con la propuesta inicial, la ABA eventualmente
aprobó la regla Modelo 6.1 la cual por primera vez acuñó el térmi-
no “pro bono” para definir la obligación de los abogados de servir
al público pero la cual adoptó un modelo voluntario, retomando
el lenguaje del Código Modelo de 1969.52 La regla constituye un

49
El título oficial de la Comisión, cuyo presidente fue Robert J. Kutak, era
American Bar Association Commission on Evaluation of Professional Stan-
dards. Véase, American Bar Association, Discussion Draft, Model Rules of Profes-
sional Conduct, Commission on Evaluation of Professional Standards, January 30,
1980.
50
Deborah L. Rhode, Pro Bono in Principle and in Practice, 53 J. Legal Edu-
cation 413, 426 (2003).
51
David L. Shapiro, The Enigma of the Lawyer´s Duty to Serve, 55 NYU L.
Rev. 735, 736 (1980). La regla 8.1 del borrador de 1980 señalaba:

A lawyer shall render public interest legal service. A lawyer may dis-
charge this responsibility by service in activities for improving the law,
the legal system or the legal profession, or by providing professional
services to persons of limited means or to public service groups or
organizations. A lawyer shall make an annual report concerning such
service to the appropriate regulatory authority.

Véase Ronald Rotunda, John Dzienkowski, Professional Responsibility, A


Student’s Guide §6.1-2(b) (2007-2008). (Enfasis suplido).
52
Scott L. Cummings, The Politics of Pro Bono, 52 UCLA L. Rev. 1, nota al
calce 171 (2004). Véase, además, Informe de la Sub Comisión de Estu-
dio del Canon Primero del Código de Etica Profesional, Tribunal Su-
premo, Comisión Acceso a la Justicia, Anejo I Informe Final Propuesta
Plan Estratégico Comisión de Acceso a la Justicia (2004).

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 83


Vivian I. Neptune Rivera

llamado exhortativo siendo una declaración voluntaria de carácter


moral.53 Según aprobada, la Regla Modelo 6.1 señala:
“A lawyer should render public interest legal service. A lawyer
may discharge this responsibility by providing professional services at
no fee or a reduced fee to persons of limited means or to public ser-
vice or charitable groups or organizations, by services in activities for
improving the law, the legal system or the legal profession, and by fi-
nancial support for organizations that provide legal services to persons
of limited means.”54

En 1993 la ABA enmendó la regla nuevamente para estable-


cer que todo abogado debía aspirar (aunque no está obligado) a
ofrecer 50 horas anuales de servicio pro bono:
A lawyer should aspire to render at least 50 hours of pro bono pu-
blic legal services per year. In fulfilling this responsibility, the lawyer
should:
(a) provide a substantial majority of the (50) hours of legal
services without fee or expectation of fee to:
(1) persons of limited means or

(2) charitable, religious, civil, community, governmental
and educational organizations in matters which are desig-
ned primarily to address the needs or persons of limited-
means; and
(b) provide any additional services through:
(1) delivery of legal services at no fee or substantially re-
duced fee to individuals, groups or organizations seeking
to secure or protect civil rights, civil liberties or publics
rights, or charitable, religious, civic, community, gover-
nmental and educational organizations is matters in fur-
therance of their organizational purposes, where the
payment of standard legal fees would significantly deplete
the organization’s economic resources or would be
otherwise inappropriate;

(2) delivery of legal services at a substantially reduced fee


to persons of limited means; or

53
Informe de la Sub Comisión de Estudio del Canon Primero del Códi-
go de Etica Profesional, Tribunal Supremo, Comisión Acceso a la Jus-
ticia, Anejo I Informe Final Propuesta Plan Estratégico Comisión de
Acceso a la Justicia 4 (2004).
54
ABA Model Rules of Professional Conduct, R. 6.1.

84
El trabajo pro bono en los bufetes privados ¿deber o aspiración?

(3) participation in activities for improving the law, the


legal system of the legal profession.

In addition, a lawyer should voluntarily contribute financial su-


pport to organizations that provide legal services to persons of limited
means.55

Además, el comentario a las reglas establece que cuando el


abogado no pueda rendir servicio pro bono podrá en su lugar con-
tribuir económicamente a organizaciones que provean servicios
legales a personas de escasos recursos económicos o podrá satis-
facer su responsabilidad sobre servicio pro bono colectivamente a
base de la actividad agregada del bufete en donde labore.56
Más recientemente, en 2001 como parte del proceso de revi-
sión de las Reglas Modelo, la Comisión a cargo de la revisión una
vez más consideró aprobar una regla mandatoria sobre servicio pro
bono57 pero eventualmente rechazó la idea a base de un voto de 7
a 6.58 Además, según se explica en el comentario a la regla, ésta
no es una regla cuyo cumplimiento se impone mediante el proceso

55
ABA Model Rules of Professional Conduct R. 6.1 (1993). (Enfasis
suplido). Varios estados adoptaron la versión original de la Regla Modelo 6.1,
entre estos Alabama, Alaska, Arkansas, Indiana, Kansas, Louisiana, Michigan,
North Dakota, Oklahoma, Pennsylvania, Rhode Island, South Carolina, Was-
hington, West Virginia y Wisconsin. Informe de la Sub Comisión de Estu-
dio del Canon Primero del Código de Etica Profesional, supra nota 53, a
la pág. 7. En otros estados se ha incorporado la Regla 6.1 según enmendada en
1993, entre ellos Minnesota, Mississippi y Vermont. Id., a la pág. 6. En algu-
nos estados el trabajo voluntario es acreditado a las horas de educación jurídica
continua requerida para ejercer la profesión. Colorado, Delaware, New York,
Tennessee, Washington, Wyoming. Pro Bono & Public Service en http//:www.
abanet.org./legalservices/probono/clerules.html.
56
Véase, Deborah L. Rhode, supra nota 50 a la pág. 427.
57
La propuesta señalaba: “A lawyer shall render unpaid public interest legal
service.”... Discussion Draft, Model Rules of Professional Conduct,
American Bar Association, Commission on Evaluation of Professional
Standards, January 30, 1980, Regla 8.1 titulada Pro Bono Publico Services.
Véase, Shapiro supra nota 51, nota al calce 49.
58
Informe de la Sub Comisión supra nota 53, a la pág. 4.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 85


Vivian I. Neptune Rivera

disciplinario.59 Sin embargo, la versión aprobada en 2002, por


votación de 228 a 215,60 añadió una oración que resalta el deber
ético de proveer servicios legales gratuitos a indigentes. La ora-
ción señala que “[e]very lawyer has a professional responsibility to
provide legal services to those unable to pay.”61

El Código de Etica Profesional de Puerto Rico



El Código de Etica Profesional de Puerto Rico ha estado vi-
gente prácticamente sin alteración desde su aprobación en 1970.
Por ello, en 1996 el entonces presidente del Colegio de Abogados,
licenciado Manuel Arraiza, designó una Comisión Revisora del
Código de Etica Profesional.62 Dado que los primeros Cánones
de Etica Profesional de Puerto Rico del año 1935, así como el Có-
digo de Etica Profesional que lo suplantó, provienen de las reco-
mendaciones y trabajos realizados por la ABA, la Comisión deci-
dió usar las Reglas Modelo de la ABA como documento principal
de trabajo. A su vez, se utilizaron de modelo por la aceptación
que estas reglas han tenido por parte de nuestro Tribunal Supremo
cuando ha sido necesario suplir deficiencias en la reglamentación
vigente.63
El resultado de los trabajos de la Comisión ha quedado plas-
mado en el proyecto de Reglas de Conducta Profesional el cual
fue sometido por el Colegio de Abogados al Tribunal Supremo

59
“[R]esponsibility set forth in this Rule is not intended to be enforced through
(the) disciplinary process”. ABA, Annotated Model Rules of Professional Con-
duct, 5th Ed. Rule 6.1, p. 407, 508 (Chicago 2002). Véase supra nota 53 a la
pág. 7.
60
Informe de la Sub Comisión supra nota 53, a la pág. 6.
61
Id.
62
Prefacio al Proyecto Reglas de Conducta Profesional, aprobado por la Asam-
blea General el 10 de septiembre de 2005, disponible en www.tribunalpr.org/
reglas-de-conducta/index.htm. Ultima visita 28 de julio de 2008.
63
Id.

86
El trabajo pro bono en los bufetes privados ¿deber o aspiración?

en octubre de 2005.64 Este proyecto incluye una regla específica


sobre trabajo pro bono que establece:
Regla 6.1. Servicio Voluntario pro bono
“Constituye una obligación fundamental de todo abo-
gado y abogada luchar continuamente para garantizar que
toda persona tenga acceso a la representación capacitada,
íntegra y diligente de un miembro de la profesión legal. Al
descargar esta responsabilidad el abogado o a la abogada
debe:

(a) proveer sus servicios profesional gratuitamente o sin ex-


pectativa de pago a:
i. personas de escasos recursos económicos; u

ii. organizaciones caritativas, religiosas, cívicas comunita-
rias, gubernamentales y educativas en asuntos diseñados
particularmente para atender las necesidades de personas de
escasos recursos económicos;

(b) proveer cualquier servicio adicional mediante:


i. prestación de servicio legal gratuito o mediante cobro de
honorarios sustancialmente reducidos a individuos, grupos
u organizaciones que se proponen asegurar o proteger dere-
chos civiles, libertades civiles y derechos públicos, o a orga-
nizaciones caritativas, religiosas, cívicas, comunitarias,
gubernamentales y educativas en asuntos dirigidos a avan-
zar sus propósitos organizacionales, si el pago de honorarios
regulares reducirá significativamente los recursos económi-
cos de tal organización o serían inapropiados;

ii. prestación de servicios legales mediante cobro de


honorarios sustancialmente reducidos a personas de es-
casos recursos económicos; o

iii. participación en actividades tendentes a mejorar


el derecho, el sistema legal o la profesión legal; y

(c) gestionar ayuda legal a personas de escasos recursos


económicos.

64
El periodo abierto para comentarios del público y miembros de la profesión
legal se extendió hasta el 31 de mayo de 2006.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 87


Vivian I. Neptune Rivera

También es obligación del abogado o de la abogada ayudar


a establecer medios apropiados para suministrar servicios legales
adecuados a todas las personas que no pueden pagarlos. Esta obli-
gación incluye apoyar y colaborar en el mejoramiento de los pro-
gramas existentes y contribuir voluntariamente al sostenimiento
económico de las organizaciones que proveen ayuda legal a perso-
nas de escasos recursos económicos.”65
La primera oración del párrafo inicial de la regla corresponde
al Canon 1 vigente. La segunda oración, así como los incisos (a)
y (b) corresponden a los incisos (a) y (b) de la Regla 6.1 modelo
de la ABA. El inciso (c) es de nueva creación y el último párrafo
corresponde al tercer párrafo del canon 1 del Código de Etica
Profesional vigente con alguna variación en su redacción.66
Surge con claridad que en nuestra jurisdicción el enfoque pro-
puesto al tema del trabajo pro bono voluntario se ha basado en
la influencia de las propuestas de la ABA. El deber no es man-
datorio ni se requiere la divulgación o notificación de las horas
trabajadas cada año.

El rol de los bufetes privados en la prestación de servicios


pro bono en Estados Unidos

En los Estados Unidos la Regla Modelo 6.1 no generó mucho


entusiasmo. Sin embargo, los bufetes privados jugaron un papel
muy importante en la estructura de los programas pro bono. De
hecho, la institucionalización del trabajo pro bono ha dependido
del auge que tomaron los bufetes de abogados y abogadas67 co-
menzando en la década de los 60 cuando se operaba bajo la creen-
cia de que los estudiantes más destacados egresados de las mejores
escuelas de derecho no laborarían en una firma de abogados que
no tuviera un programa pro bono.68 Como consecuencia, se crea-
ron y formalizaron numerosos programas de trabajo pro bono.
Más recientemente, se ha enfatizado en divulgar y dar publi-

65
Prefacio al Proyecto Reglas de Conducta Profesional, supra nota 62.
66
Informe de la Sub Comisión, supra nota 53, a las págs. 16-17.
67
Cummings, supra nota 52, a la pág. 33.
68
Id. a la pág. 35.

88
El trabajo pro bono en los bufetes privados ¿deber o aspiración?

cidad al trabajo pro bono realizado por bufetes privados. Desde


1992, la revista popular American Lawyer ha publicado informa-
ción y estadísticas sobre la actividad de trabajo pro bono de los 100
bufetes más importantes de los Estados Unidos.69 Más importan-
te aún, la participación del bufete en el trabajo pro bono comenzó
a ser un factor en la determinación de la posición del bufete en la
lista. Desde entonces, ha habido un incremento del trabajo pro
bono por parte de bufetes privados.
Además, en 1993 la ABA auspició el “Law Firm Pro Bono
Challenge” exhortando a los bufetes a contribuir de 3 a 5 por cien-
to de sus horas facturadas a trabajo pro bono. Los resultados del
reto serían publicados, divulgando los bufetes que cumplieran con
el reto y los que fracasaran.70 El reto fue diseñado para promover
el trabajo pro bono en los bufetes grandes requiriendo demostrar
un compromiso institucional en fomentarlo y sostenerlo. En los
primeros dos años 170 bufetes participaron en el reto, incluyendo
los bufetes más grandes.71
Estos dos eventos (el Pro Bono Challenge de la ABA y la in-
corporación del nivel de participación en programas pro bono
como parte de la designación como 100 Top Firms de la revista
The American Lawyer) motivaron a bufetes de gran tamaño a de-
sarrollar programas pro bono para atraer a estudiantes candidatos
a empleo, mejorar su puesto en el listado de bufetes y facilitar el
cumplimiento con el reto de la ABA. Es en este contexto que, los
bufetes comenzaron a aumentar su confianza en los comités pro
bono, contrataron coordinadores a tiempo completo y formaliza-
ron las políticas de casos pro bono.72 Tanto así que los programas
de trabajo pro bono institucionalizados, los cuales eran virtual-

69
Véase, por ejemplo, The American Lawyer, July 2008, www.americanlawyer.
com. La firma Jenner & Block de Chicago obtuvo el primer lugar en la edición
de julio 2008 al obtener una puntuación de 133.8, con un promedio de 174.8
horas dedicadas al trabajo pro bono por abogado y con un 92.8 por ciento de
abogados que dedican más 20 horas al servicio pro bono al año. The Honor
Roll, Claire Duffett, The American Lawyer, July 2008. (Hoja informativa divul-
gada por el bufete Jenner & Block).
70
Cummings, supra nota 52, a la pág. 40.
71
Id.
72
Id. a la pág. 41

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 89


Vivian I. Neptune Rivera

mente inexistentes hacía dos décadas, ahora ocupaban un papel


central en los bufetes privados.73
Es necesario notar, sin embargo, que en realidad no se conoce
el nivel exacto de la contribución al trabajo pro bono por parte de
abogados en Estados Unidos. Es difícil conseguir la información
porque sólo siete estados requieren de manera compulsoria un in-
forme sobre niveles de contribución de trabajo pro bono.74 A su
vez, la definición de lo que constituye trabajo pro bono es ambigua
y expansiva ya que muchos abogados incluyen como trabajo pro
bono el trabajo realizado a amigos, familiares u organizaciones que
podrían pagar por esos servicios. Por ejemplo, en Nueva York el
47 por ciento de los abogados ha indicado que realiza trabajo pro
bono pero tres cuartas partes incluyen ayuda a amigos y familia en
la definición.75 Además, el nivel de participación promedio varía
a través de los estados. Por ejemplo, de acuerdo a un estudio, en
Nueva York la participación de los abogados que prestan servicios
pro bono es de 42 horas al año, mientras que en Texas es tan solo
20 horas al año.76 Cuando se ajusta al número a base de la canti-
dad de abogados que no hace trabajo pro bono, el total cambia a
20 horas en Nueva York y 5 horas en Texas.77
De acuerdo a un estudio realizado por la profesora Deborah
Rhode, aunque un compromiso con el deber de proveer servicios
pro bono no es inconsistente con el éxito comercial,78 tan solo
un tercio de los bufetes de abogados han aceptado el “Pro Bono

73
Id.
74
Al momento de la profesora Rhode redactar su artículo, sólo tres estados,
Florida, Illinois y Maryland, requerían de manera compulsoria el informe so-
bre nivel de contribución de trabajo pro bono. Rhode, supra nota 50 a las
págs. 427 y 428. En la actualidad, los siete estados que requieren el informe
de manera compulsoria son Florida, Hawaii, Illinois, Maryland, Mississippi,
Nevada y New Mexico. Para un listado de las jurisdicciones y sus reglas, véase
Pro Bono Reporting, Standing Committee on Pro Bono and Public Service
and the Center Pro Bono, American Bar Association, disponible en http://
www.abanet.org/legalservices/probono/reporting.html. Ultima visita el 10 de
septiembre de 2008.
75
Id. a la pág. 429.
76
Id.
77
Id.
78
Id. a la pág. 430.

90
El trabajo pro bono en los bufetes privados ¿deber o aspiración?

Challenge” de la ABA y un número sustancial de esos bufetes no


cumple con el reto.79 Sólo 18 de los 100 bufetes más poderosos
han alcanzado las aspiraciones de las Reglas Modelo de 50 horas
al año.80
Los hallazgos del estudio de la profesora Rhode, el primero
que se realizó sobre el tema del trabajo pro bono en los Estados
Unidos, fueron publicados en el artículo “Pro Bono Work in Princi-
ple and in Practice”81 El estudio se basó en una revisión de la lite-
ratura sobre altruismo en general y sobre aportaciones particulares
de la profesión jurídica, así como un estudio empírico realizado
por medio de cuestionarios y entrevistas realizadas por la autora
a una muestra de 3,000 abogados y abogadas.82 La autora envió
cuestionarios a graduados de las Escuelas de Derecho de Yale, la
Universidad de Pennsylvania, Fordham, Tulane, Northwestern, la
Universidad de Chicago, a individuos y bufetes que habían recibi-
do el premio de la ABA por trabajo pro bono entre los años 1993
y 2000, y a bufetes incluidos en la lista de la revista The American
Lawyer de los primeros 100 bufetes por ingreso bruto entre 1993
y 2000.83 De los cuestionarios enviados 844 fueron devueltos
para un 28 por ciento de respuesta con un margen de error menor
de 3 por ciento.84 El promedio de horas pro bono dedicadas fue
de 70.85
El estudio también refleja que los factores más determinan-
tes para realizar trabajo pro bono fueron satisfacción intrínseca
al realizar el trabajo y el sentido de obligación.86 El compromiso
con el servicio público y la satisfacción personal fueron los factores
que brindaron mayor motivación.87 De importancia secundaria
figuraron las políticas y estímulos de los patronos y los beneficios

79
Id.
80
Id.
81
Deborah Rhode, Pro Bono in Principle and in Practice, 535 Legal Educ. 413
(2002).
82
Id. a la pág. 443.
83
Id. Todos los datos sobre servicio pro bono estaban disponibles al público.
84
Rhode, supra nota 50, a la pág. 444.
85
Id. a la pág. 446.
86
Id
87
Id.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 91


Vivian I. Neptune Rivera

profesionales tales como la oportunidad de hacer contactos o de


recibir clientes referidos. De poca importancia figuraron el com-
promiso político o religioso y la obtención de premios.88
En cuanto al hecho de que tantos abogados no participaban
en trabajo pro bono, el estudio refleja que existen varios factores
que operan para disuadir la participación en trabajo pro bono en-
tre los cuales se incluyen obligaciones profesionales, obligaciones
familiares, la expectativa de horas a ser facturadas, la actitud del
patrono, la falta de oportunidades en el área de práctica de los
abogados, la falta de experiencia o conocimiento del área de dere-
cho envuelta, la falta de conocimiento de las oportunidades para
brindar servicios pro bono y la falta de una política específica sobre
participación en trabajo pro bono por parte de los patronos.89 Casi
la mitad de los patronos (47%), no tenía una política sobre trabajo
pro bono y sólo poco más de un tercio (35%) tenía una política
formal.90 En los bufetes grandes y medianos los abogados inter-
pretan la falta de una política formal como ausencia de apoyo al
trabajo pro bono.91
Además, el estudio de la profesora Rhode señala que una li-
mitación adicional es el efecto de la participación en trabajo pro
bono en ascensos y bonos. Sólo una cuarta parte de los patronos
contaban el trabajo pro bono como horas que podían ser factura-
das.92 Para abogados con responsabilidades familiares y econó-
micas grandes, el trabajo que no puede atribuirse a su cuota de
horas a facturar es un lujo que no pueden costear.93 Sólo el 10%
de los encuestados indicaron que sus organizaciones valoraban el
trabajo pro bono tanto como el trabajo que puede facturarse. El
18% afirmó que las contribuciones pro bono no eran vistas como
importantes y casi la mitad señalaron que eran vistas negativa-
mente.94 En cambio, en el caso de los ganadores de los premios
por servicio pro bono, 73% de los individuos y 50% de los bufetes

88
Id. a las págs. 446- 447.
89
Id. a las págs. 447- 448.
90
Id. a la pág. 450.
91
Id.
92
Id.
93
Id.
94
Id. a la pág. 451.

92
El trabajo pro bono en los bufetes privados ¿deber o aspiración?

informaron que el trabajo pro bono era valorado tanto como el


trabajo con paga.95
Independientemente del nivel de participación actual en pro-
gramas de trabajo pro bono, en última instancia, el funcionamien-
to de los modelos institucionalizados en los bufetes depende de
muchos factores como son la colaboración con instituciones exter-
nas a los bufetes para conectar a los abogados con los clientes pro
bono, la eficiencia en los servicios prestados y la responsabilidad
plasmada en el compromiso de los participantes.
En su estudio, la profesora Rhode sugiere que para crear un in-
centivo a la participación en trabajo pro bono es necesario fomen-
tar la visión del tabajo pro bono como parte integral e inherente
de la identidad profesional, y no como un requisito académico o
de trabajo.96 En el contexto académico, la autora señala que pro-
gramas bien diseñados que envuelven oportunidades de servicio,
pueden aumentar el interés altruista de servir en el futuro.97 A su
vez, la experiencia de servicio y trabajo voluntario tiene un efecto
positivo en el desempeño académico de los estudiantes, su sensibi-
lidad para los problemas sociales y compromiso con las actividades
altruistas o con carreras de servicio.98
Otro factor que puede ayudar a fomentar la participación en
los programas pro bono es el reclutamiento de abogados practi-
cantes reconocidos y miembros de las facultades de derecho como
mentores y modelos.99 Su participación conlleva beneficios cru-
ciales tales como reconocimiento público, premios, créditos como
trabajo académico o como horas que puedan ser facturadas y
oportunidades para desarrollar sus logros.100 El objetivo es que los
participantes vean el servicio pro bono como una parte de su iden-
tidad profesional la cual genera satisfacciones y beneficios más allá
de compensación económica.101

95
Id.
96
Id. a la pág. 416.
97
Id. a la pág. 421.
98
Id. a la pág. 422.
99
Id. a la pág. 423
100
Id.
101
Id.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 93


Vivian I. Neptune Rivera

El papel de los bufetes privados en la prestación de


servicios pro bono en Puerto Rico

En Puerto Rico no hay estudios sobre el trabajo pro bono en


los bufetes privados aunque algunos profesores y profesoras es-
tán estudiando el tema con miras a desarrollar estudios empíricos
sobre el mismo. Sin embargo, la prensa ha reseñado iniciativas
específicas de bufetes en los cuales se ha diseñado una división de
trabajo pro bono.102 Además, muchos de los miembros de bufetes
admiten hacer trabajo pro bono aunque muchos no tienen una po-
lítica sobre el tema ni una estructura establecida o un coordinador
o coordinadora a cargo.103 Algunos proveen servicios a institucio-
nes benéficas o sin fines de lucro a las cuales asesoran en todas las
gamas posibles.104 Otros han indicado que han sido llamados por
el tribunal utilizando el listado de abogados civilistas elaborado a
partir de Pueblo v. Morales, pero que no existe una estructura uni-
forme para las designaciones ni para el manejo de los casos.105
En torno a la visión de los bufetes privados sobre el trabajo
pro bono, en su ponencia en el Congreso de Acceso a la Justicia
de mayo de 2002 como representante de los bufetes privados, el
licenciado Juan Márquez indicó que no estaba en controversia que
los bufetes deben reconocer que el abogado tiene un deber ético de
garantizar el acceso a representación legal competente para toda
persona que incluye la responsabilidad de rendir servicios legales
a personas indigentes.106
Por otro lado, en cuanto al hecho de que tantos abogados no
participaban en trabajo pro bono en Puerto Rico y a los factores
que operan para disuadir la participación en trabajo pro bono, el
licenciado Márquez indicó que a raíz Pueblo v. Morales, abogados

102
Joanisabel González, McConnell Valdés abre una división “pro bono”, El Nue-
vo Día, 24 de agosto de 2006, pág. 49.
103
Información compartida con la autora por representantes de bufetes que
asistieron al Encuentro convocado por la Escuela de Derecho el 13 de marzo
de 2007.
104
González, supra nota 102.
105
Véase supra nota 103.
106
Memorias Primer Congreso Acceso a la Justicia, supra nota 3, a la
pág. 89

94
El trabajo pro bono en los bufetes privados ¿deber o aspiración?

y abogadas expresaron su preocupación sobre la posibilidad de que


se les asignaran casos en áreas en las cuales no tenían experiencia.
Abogados corporativos temían que se les fuera a asignar un caso
sobre custodia, por ejemplo. Además, no todo abogado tiene el
entrenamiento ni la inclinación para atender asuntos litigiosos en
los tribunales.107 Esta preocupación sobre la asignación de casos es
un problema real ya que cada vez más los bufetes se sub especiali-
zan dejando fuera la asesoría general o genérica. Evidentemente,
el problema de la inexperiencia y eventual responsabilidad ética
por fallas en la representación no alienta la participación en mayor
escala de abogados y abogadas.
Otro problema fundamental que opera como disuasivo para
la participación en trabajo pro bono es el hecho de que la práctica
de la profesión por los bufetes de abogados es un modelo muy
competitivo en el mercado. El trabajo en estos lugares requiere
grandes demandas de tiempo. Dedicar tiempo a proveer servicios
de representación legal a personas que no pueden pagar implica
perder la oportunidad de dedicarle esa parte del tiempo a asuntos
por los que se podría facturar. Como señaló el licenciado Már-
quez en su ponencia, dado que todo abogado tiene un número
mínimo de horas que debe facturar, el tiempo disponible para el
trabajo pro bono es limitado.108
Cabe destacar que estos mismos argumentos han sido esbo-
zados en Estados Unidos como razones para no realizar trabajo
pro-bono en bufetes.109 Fueron los beneficios derivados de la sa-
tisfacción personal, aumento en el índice de retención de los abo-
gados y abogadas nuevos, compromiso desde las estructuras pri-
marias de los bufetes y el beneficio en mercadeo y percepción en
la comunidad legal, los que han logrado que los bufetes se inserten
en el modelo pro bono y lo hagan parte de su institución.
En la actualidad, sólo el bufete McConnell Valdés tiene un
programa pro-bono establecido el cual rinde servicios gratuitos a
entidades que sirvan a personas indigentes y a personas de escasos
recursos económicos. Cabe preguntar, ¿por qué no existen más

107
Id. a la pág. 90.
108
Id. a la pág. 91.
109
Rhode supra nota 50, a la pág. 434.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 95


Vivian I. Neptune Rivera

divisiones de trabajo pro bono en bufetes en Puerto Rico? ¿Por


qué se entiende como algo no tan importante el compartir la carga
de brindar asesoría a los indigentes?
Para tratar de aclarar estas interrogantes, la Escuela de Dere-
cho de la Universidad de Puerto Rico invitó a más de 60 bufetes
privados de Puerto Rico a un conversatorio el 13 de marzo de
2007. Participaron doce de los principales bufetes de abogados de
San Juan incluyendo miembros de los bufetes de Correa, Collazo,
Herrero & Fortuño P.S.C., Cancio, Nadal, Rivera & Díaz, P.S.C.,
Del Toro & Santana, Fiddler, González & Rodríguez, P.S.C.,
Goldman, Antonetti & Córdova, P.S.C., González, Castañer &
Morales Cordero, P.S.C., Lcda. María H. Sandoval, Esq., Mc-
Connell Valdés, Pinto-Lugo Oliveras & Ortiz, P.S.C., así como el
director del capítulo de Puerto Rico de la American Civil Liberties
Union (ACLU) licenciado William Ramírez, el director Ejecutivo
de Pro-Bono Inc., licenciado Luis E. Rodríguez Lebrón, el licen-
ciado Charles Hey, Director de Servicios Legales de Puerto Rico,
Inc., el entonces Decano de la Escuela de Derecho Efrén Rivera
Ramos y un nutrido grupo de profesores y profesoras.
Los licenciados Arturo García Solá y Antonio Escudero del
bufete McConnell Valdés compartieron sus experiencias con su
programa pro bono y trajeron a Puerto Rico como invitado al li-
cenciado David Roth, director de Lex Mundi Pro Bono Founda-
tion, quien conversó con los participantes sobre sus experiencias
realizando trabajo pro bono en el bufete Steptoe and Johnson en
Washington DC. Dicho bufete tiene uno de los programas pro
bono más completos y exitosos de los Estados Unidos.
En mayor o menor grado los representantes de los bufetes ad-
mitieron realizar trabajo pro bono pero de manera esporádica o
como favor a familiares, conocidos o clientes. Los representantes
de McConnell Valdés presentaron y compartieron su estructura
en la cual existe una división de pro bono dirigida principalmente
al aspecto transaccional, con socios y asociados a cargo de esas
iniciativas.
En reunión posterior del 23 de mayo 2007, se les presentó a los
representantes de los bufetes que asistieron, el programa Pro Bono
que la Escuela de Derecho pondría en vigor a partir de agosto de

96
El trabajo pro bono en los bufetes privados ¿deber o aspiración?

2007, desarrollado y coordinado por la profesora Ana Matanzo.


Las respuestas de los bufetes fueron muy positivas.

Otras alternativas en Puerto Rico

Pro Bono Inc. es una corporación sin fines de lucro creada en


el 1981 por el Colegio de Abogados para ofrecer servicios legales
gratuitos a personas indigentes en el área del derecho civil.110 Los
criterios económicos para cualificar como beneficiario son los de
la Corporación de Servicios Legales y el 90% de los fondos de Pro
Bono, Inc. proviene de la Corporación de Servicios Legales. Los
servicios se ofrecen gratuitamente por abogados que pertenecen al
panel de voluntarios del programa. Según el Licenciado Luis Ro-
dríguez, director de Pro Bono, Inc., algunos de los abogados que
proveen servicios voluntarios provienen de bufetes privados, pero
no existe un compromiso recurrente ni a gran escala de abogados
participantes que provengan de bufetes grandes en Puerto Rico.
Los mayores participantes son “solo practitioners.”
Pro Bono, Inc. ofrece servicios en las áreas de derecho de fa-
milia, (alimentos, custodia, divorcio, tutela), derecho de vivienda
(desahucio, ejecución de hipoteca), derechos del consumidor (co-
bro de dinero, garantías, contratos, menores, envejecientes, em-
pleo, mediación).111
Otra alternativa disponible para proveer servicios legales a
personas indigentes es el programa de práctica compensada me-
diante el cual se le ofrece un nivel limitado de paga a los abogados
voluntarios.112 Esta compensación ayuda a promover que aboga-
dos provean servicios a personas necesitadas pero la paga no puede
ser más del 50% del valor prevaleciente en el mercado.113 Además,
bajo el programa pro bono se pueden imponer el pago de los ho-

110
La información en este párrafo es el resultado de una entrevista realizada
al licenciado Luis Rodríguez, Director de Pro Bono Inc. el 6 de diciembre de
2006.
111
Id. Véase además, Folleto informativo de Pro Bono Inc., copia disponible
con la autora.
112
Para que los abogados y abogadas puedan participar del programa de prácti-
ca compensada, tienen que ser parte de Pro Bono Inc.
113
Información provista por el Lcdo. Rodríguez a la autora.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 97


Vivian I. Neptune Rivera

norarios de abogado a la parte contraria mientras que esto no se


permite bajo el programa de práctica compensada. Según el Li-
cenciado Rodríguez, se estima que 34% de los casos cualificados
se llevan bajo el programa Pro Bono, Inc. y 66% bajo el programa
de práctica compensada.
Aunque Pro Bono, Inc. y otras organizaciones similares pro-
veen servicios legales a personas necesitadas, según ha señalado el
Licenciado Rodríguez, la demanda de representación en el área
civil es mayor a los ofrecimientos de servicios.114 Hace falta desa-
rrollar alternativas para alentar la participación de más abogados.
Por ejemplo, se debe considerar utilizar fondos generados por la
cancelación de sellos en documentos legales como un fondo para
proveer compensación a abogados que proveen servicios volunta-
rios a personas necesitadas.115 También se debe considerar adop-
tar una regla que requiera la divulgación de la cantidad de horas
de trabajo pro bono que llevan a cabo los bufetes o abogados en su
carácter individual.

El modelo de España

La Constitución española de 1978 en su artículo 119 establece


que la justicia será gratuita cuando así lo disponga la ley en todo
caso respecto de quienes acrediten insuficiencia de recursos para

114
Id.
115
Una medida similar se propuso en el Proyecto del Senado 1608 del 2 de
agosto de 2006. Este proyecto disponía para la creación de un panel voluntario
de abogados compensados en procedimientos de naturaleza penal. Se establecía
la cancelación de un sello especial de $5 dólares a ser cancelado en querellas
radicadas bajo la Ley Núm. 140 de 23 de julio de 1974, Ley sobre Controver-
sias y Estados Provisionales de Derecho y mediante un fondo recurrente que
surgiría de la imposición de un sello especial de $20 dólares a ser cancelado por
las compañías de fianzas al momento de prestar la fianza. Art. 6 P del S. 1608.
El proyecto fue aprobado por la Cámara de Representantes el 7 de noviembre
de 2006 con 46 votos a favor y 0 en contra, y por el Senado el 14 de noviembre
de 2006 con 25 votos a favor, 0 en contra y 2 abstenidos. La medida fue enro-
lada y posteriormente enmendada. Sin embargo, no se convocó un Comité de
Conferencias por lo que no se aprobó. Véase, historial legislativo P del S. 1608
(2002).

98
El trabajo pro bono en los bufetes privados ¿deber o aspiración?

litigar.116 A su vez, la Ley 1/1996 de 10 de enero de Asistencia


Jurídica Gratuita y su reglamento 2103/1996 de 20 de septiembre
modificado por el Real Decreto 14551/2005 de 2 de diciembre
establecen y reglamentan el sistema de justicia jurídica gratuita.
Se trata de un servicio público, prestado por la Abogacía y la Pro-
curaduría, financiado con fondos públicos. Entre las condiciones
para poder tener acceso al sistema de justicia gratuita se encuentra
el cumplir con los requisitos de necesidad económica esbozados
en el reglamento. El ciudadano que requiera los servicios jurídi-
cos gratuitos lo solicitará al Colegio de Abogados117 del lugar en
que se encuentre el Juzgado o Tribunal que haya de conocer del
proceso principal para el cual se solicita la asistencia legal, o ante
el Juzgado de su domicilio quien dará traslado de la petición al
Colegio de Abogados territorialmente competente.118 El Colegio
de Abogados entonces asigna un abogado de oficio.
Recientemente se creó un sistema electrónico para simplificar
el proceso de solicitud de un abogado de oficio al acceder la página
de internet www.justiciagratuita.es, donde se incluye el cuestio-
nario para determinar capacidad económica,119 se elige la región
correspondiente y se obtiene información. Si el Colegio de Abo-
gados determina que el ciudadano es elegible, en un plazo máximo

116
Constitución Española del 1978, Art. 119 .
117
En España la colegiación de abogados y abogadas es compulsoria. Art. 11,
Estatuto General de la Abogacía Española, 22 de junio de 2001, Real Decreto
658/2001 de 22 de junio. BOE núm. 164, 10 de julio 2001 24913. Los Cole-
gios de Abogados envían los listados de los abogados egresados a los distintos
Tribunales del país. Existen varios Colegios de Abogados a través de las dis-
tintas regiones de España. El Consejo General de la Abogacía Española es
el órgano representativo, coordinador y ejecutivo superior de los ochenta y tres
Ilustres Colegios de Abogados de España que agrupan un total de 116,394
abogados practicantes. Véase http://www.cgae.es. Ultima visita el 27 de julio
de 2008.
118
Reglamento de Asistencia Jurídica Gratuita, 2103/1996 de 20 de septiem-
bre y modificado por el Real Decreto 1455/2005 de 2 de diciembre.
119
Se utiliza actualmente el Indicador Público de Renta de Efectos Múltiples
(IPREM) en lugar del salario mínimo interprofesional (SMI) que se utilizó
hasta julio de 2004. Para el año 2007 el IPREM fue de 13.977.60 euros al
año.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 99


Vivian I. Neptune Rivera

de 15 días se le comunica al Colegio de Procuradores para que en


3 días designe al abogado que asumirá la representación.120
Los Colegios profesionales establecen sistemas de distribu-
ción objetiva y equitativa de los distintos turnos y medios para
la designación de los profesionales de oficio.121 Dichos sistemas
son públicos para todos los colegiados y pueden ser consultados
por los solicitantes de asistencia jurídica gratuita. A su vez, los
abogados inscritos en los servicios de justicia gratuita desarrollan
sus actividades con libertad e independencia sujetos a las normas
de disciplina del programa.122 Sin embargo, la Ley de Asistencia
Jurídica Gratuita establece que una vez se designe al abogado la
defensa será obligatoria.123 Sólo en el orden penal podrán excusar-
se los abogados designados por razones personales y justas según
determinado por los decanos de los Colegios.124
En el año 2006, el Observatorio de la Justicia Gratuita125 ela-
boró un informe donde se evaluó la puesta en vigor de la ley sobre
justicia gratuita.126 En el informe se destaca que bajo el mode-
lo actual se brinda justicia gratuita en las siguientes áreas: penal
general (menores, jurados y constitucional), general civil (familia,

120
Reglamento de Asistencia Jurídica Gratuita, supra nota 118.
121
Véase http://www.cgae.es supra nota 117. Ultima visita el 27 de julio de
2008.
122
La Ley 1/1996 de 10 de enero de Asistencia Jurídica Gratuita.
123
Id.
124
Id.
125
El Observatorio de la Justicia Gratuita CGAE-LA LEY, está dedicado a
la reflexión sobre los problemas y el análisis de los indicadores para mejorar el
servicio prestado por la abogacía a la sociedad. Anualmente publica un informe
sobre el servicio que se le brinda a la población indigente. En el informe se
incluyen datos económicos del costo incurrido por jurisdicciones y autonomías
en este tipo de servicio y otros análisis. Un Comité de Expertos independiente,
en el que están integrados representantes de la Administración de las diversas
profesiones jurídicas y de los sectores sociales afectados, elabora recomendacio-
nes. Estas recomendaciones se envían al Ministerio de Justicia, Consejerías de
Justicia de las distintas comunidades autónomas y demás instituciones implica-
das. La edición del informe, está disponible en las páginas de internet http://
www.abogados.es, http://www.laley.es y http://www.cgae.es/, y en Los Españo-
les Aprueban Justicia Gratuita, 18 de julio de 2008 http://www.cgae.es/. Ultima
visita 27 de julio de 2008.
126
Justicia Gratuita, Informe del Observatorio de la Justicia Gratuita,
CGAE-La Ley 2006, en http://www.cgae.es/portalCGAE/archivos/fiche-
ros/1183641636382.pdf, última visita 27 de julio de 2008.

100
El trabajo pro bono en los bufetes privados ¿deber o aspiración?

menores y constitucional), general administrativo (refugiados y


extranjería), general social, violencia de género (órdenes jurisdic-
cionales, penal, civil y familia), jurisdicción penal, orientación jurí-
dica, servicio de tramitación y concesión/denegación de beneficios
y servicio de información sobre liquidación trimestral.127
Entre otros hallazgos del estudio resaltan los siguientes: Hay
más de 20,000 abogados en el Turno de Oficio y en la justicia
gratuita. La mitad de éstos tiene de 10 a 20 años de experiencia
siendo la mediana 13.5. Cuarenta y seis por ciento son abogadas.
La edad media de los abogados en el sistema es 40 años y éstos tie-
nen una formación superior a la media porque se les exige cursos
especializados. Finalmente, los abogados envueltos en el sistema
han atendido un promedio de 20 casos.128
Una diferencia sustancial entre el modelo de España y el nues-
tro es que en España se pagan honorarios y gastos al abogado que
ofrece servicios de asistencia jurídica gratuita.129 Cada Colegio de
Abogados dicta las normas sobre honorarios de abogados y a base
de éstas se hacen los cálculos de los honorarios a pagarse. Algunos
de los honorarios son cubiertos con fondos públicos, otros con
fondos colegiales y otros con fondos mixtos.130 Además, en los ca-
sos en que la sentencia final concede costas a favor del beneficiario
de la asistencia jurídica gratuita la parte contraria deberá aportar
las costas causadas en la defensa de aquella. Si se condenase al
beneficiario a pagar las costas, éste deberá abonar las costas de su
defensa y las de la parte contraria. Los abogados desempeñan su
labor de forma libre e independiente, sujeto únicamente al control
deontológico colegial que ha de garantizar el estado de derecho.
Como indica el presidente del Consejo General de la Abogacía
española, Carlos Carnicer:
[L]o que las Administraciones públicas dedican a este
capítulo de la asistencia jurídica gratuita, aunque haya cre-
cido en los últimos años por razones objetivas, no es un

127
Id. a las págs. 12 y 13.
128
Id. a la pág. 7.
129
Id. a las págs. 12 y 13.
130
Id.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 101


Vivian I. Neptune Rivera

gasto. Es una inversión y una garantía de seguridad y de


salud democrática del Estado de Derecho.131

El presidente del CGAE añade que:

[L]os Colegios de Abogados y los abogados estamos


empeñados en mejorar la formación de los abogados del
Turno de Oficio -y de todos los abogados- y en mejorar la
calidad del servicio de asistencia jurídica gratuita. Porque
nos corresponde, pero sin olvidar que a las Administra-
ciones públicas les compete garantizar que ese servicio se
desarrolle con la calidad, los medios, las contraprestacio-
nes y las condiciones que marca la Constitución para hacer
efectivo, real y pleno . . . el acceso a la justicia.132

Conclusión

El deber ético y moral de rendir servicios gratuitos a personas


indigentes en Puerto Rico es intrínseco a nuestra formación como
abogados y abogadas. Nuestros Cánones de Etica actuales y las
propuestas Reglas de Conducta Profesional ciertamente abonan a
la formación de juristas comprometidos con la equidad y el acceso
real a la justicia. Sin embargo, dado el compromiso económico
que conlleva el estudio y la práctica del derecho, no se penali-
za a ningún abogado o abogada por no realizar trabajo gratuito.
No obstante muchas abogadas y abogados prestarían servicios a
personas necesitadas si tuvieran la oportunidad de hacerlo como
complemento a su práctica privada.
Por esta razón, es necesario reforzar en la educación univer-
sitaria el interés público y el servicio como aspiración máxima.
Esfuerzos como los de la Escuela de Derecho de la Universidad
de Puerto Rico de incorporar la experiencia de trabajo voluntario,
son un buen comienzo para incentivar a los estudiantes a conti-
nuar prestando servicios pro bono una vez se gradúen. Por otra

131
Los Españoles Aprueban Justicia Gratuita, 18 de julio de 2008 http://www.
cgae.es/. Ultima visita 27 de julio de 2008.
132
Id.

102
El trabajo pro bono en los bufetes privados ¿deber o aspiración?

parte, los cursos y experiencias prácticas afines al principio del tra-


bajo voluntario son un paso más en la dirección correcta.
Nuestro Tribunal Supremo también ha aportado al esfuerzo
al reconocer créditos de educación continua por la labor pro bono
realizada. En este sentido, el Nuevo Reglamento para la Asigna-
ción de Abogados y Abogadas de Oficio en Procedimientos de
Naturaleza Penal, aprobado por nuestro Tribunal Supremo el 1 de
mayo de 2008 y el cual entró en vigor el 1 de septiembre de 2008,
recoge este precepto al conceder una hora crédito de educación
continua por cada 5 horas de labor realizada por el abogado u abo-
gada de oficio, como mecanismo alterno de cumplimiento y luego
de someter las certificaciones requeridas por el reglamento.133
Sin embargo, hace falta desarrollar más alternativas para alen-
tar a los abogados del país a proveer servicios pro bono. Por ejem-
plo, el Colegio de Abogados debe darse a la tarea de continuar
fomentando el servicio pro bono entre sus colegiados. Esta insti-
tución puede servir de fuente de entrenamiento en aquellas áreas
civiles que ya han sido identificadas como las de mayor necesidad
por la población de escasos recursos económicos: casos de familia,
custodia, divorcios, alimentos y desahucios. Una vez identificadas
las áreas de más demanda, sin necesidad de invertir en recursos
adicionales muy bien el Colegio podría abrir talleres teóricos y
prácticos sobre esas áreas para que los abogados y abogadas intere-
sados tengan las herramientas básicas para brindar una represen-
tación apropiada, no sólo como parte de los programas de Edu-
cación Continua, sino como parte de la formación del abogado o
abogada con interés en dedicar horas al servicio pro bono.
Además, siguiendo el modelo de España y lo esbozado en
Pueblo v. Morales,134 resulta imperioso que el listado de abogados
civilistas sea actualizado para tener al día las listas de abogados
excusados de rendir servicios pro bono en el área penal y que el
listado de abogados y abogadas y sus turnos estén disponibles al
público. De esta manera, puede tenerse un mejor control sobre la
repartición equitativa de turnos. En esta etapa inicial y tomando

133
Reglamento para la Asignación de Abogados y Abogadas de Oficio, supra
nota 11.
134
150 D.P.R. 123 (2000).

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 103


Vivian I. Neptune Rivera

en cuenta las complejidades que la compensación del trabajo rea-


lizado en exceso de 50 horas al año bajo el Reglamento de Aboga-
dos de Oficio de 1998 en casos criminales ha generado, el listado
debe utilizarse de manera uniforme y efectiva para que no recaiga
en los mismos abogados la representación gratuita de indigentes.
La actualización del listado de abogados también facilitará el
desarrollo de las estadísticas necesarias para preparar estudios so-
bre el tema de justicia gratuita. A base de esta información se
podrán incorporar las tendencias plasmadas en los informes que se
generen en los Tribunales con miras a brindar recomendaciones.
Los Tribunales de Puerto Rico y la Administración de Tribunales
con la ayuda del Colegio de Abogados deben cooperar para com-
pletar esta actualización.
Además, se debe circular entre los abogados y abogadas del lis-
tado civil los ofrecimientos de adiestramientos, tanto los provistos
por el Colegio de Abogados como por las Escuelas de Derecho
y sus programas de Educación Continua. Los talleres tomados
deben ser convalidados como créditos de educación continua,
siguiendo el modelo adoptado en el nuevo Reglamento para la
Asignación de Abogados y Abogadas de oficio de 2008. Final-
mente, se debe requerir que los abogados y abogadas que presten
servicios pro bono radiquen un informe anual al Colegio de Abo-
gados sobre las horas dedicadas al servicio pro bono.
Nuestro Colegio de Abogados y Abogadas debe considerar
la creación de un reto anual similar al “Pro Bono Challenge” de la
ABA estableciendo un mínimo de horas para todos los bufetes y
practicantes del derecho y al final del año reconocer a aquellos que
hayan llegado a la meta y los que la excedieron, que confiamos,
sean mayoría. El reto, por ejemplo, puede ser el 3 por ciento de las
horas facturadas al año. Este reto puede servir de estímulo a los
bufetes en Puerto Rico a inscribirse, participar y fomentar entre
sus miembros el trabajo pro bono de una manera estructurada y
no casual.
Por otra parte, nuestro Tribunal Supremo, en la evaluación
del Proyecto de Reglas de Conducta Profesional, debe establecer
en la propuesta regla 6.1 sobre servicio voluntario pro bono una
cantidad de horas mínima y uniforme. Se debe incorporar la su-
gerencia contemplada en el Informe Final y Propuesta de Plan

104
El trabajo pro bono en los bufetes privados ¿deber o aspiración?

Estratégico de la Comisión de Acceso a la Justicia de 30 de abril


de 2004, de establecer 25 horas al año para el trabajo voluntario
pro bono y el requisito de presentar un informe anual sobre la
labor pro bono realizada. El texto de la nueva regla debe señalar,
en parte, lo siguiente:
Constituye una obligación fundamental de todo abogado y abo-
gada luchar continuamente para garantizar que toda persona tenga
acceso a la representación capacitada, íntegra y diligente de un miem-
bro de la profesión legal. Al descargar esta responsabilidad el abogado
o la abogada deberá:

(a) Proveer un mínimo de 25 horas anuales de servicios profe-


sionales gratuitamente o sin expectativa de pago a:

(1) Personas de escasos recursos económicos u

(2) Organizaciones caritativas [...]

(b) Proveer cualquier servicio adicional mediante: [...]

(2) gestionar asistencia legal a personas de escasos recursos


económicos.

Todo abogado y abogada radicará un informe anual indicando el


número de horas dedicadas al trabajo legal realizado de manera vo-
luntaria y sin paga. El informe será negativo en los casos en que no se
realizó trabajo voluntario [...].135

Los bufetes privados también tienen que jugar un papel im-


portante. Su rol como propulsores del cambio en la percepción del
trabajo voluntario pro bono es crucial. Deben aceptar el reto de
prestar un mínimo de 25 horas anuales de trabajo voluntario por
cada abogado y abogada para aportar al bienestar de la comuni-
dad de la cual son parte y a la cual sus miembros pueden y desean
servir.
Es indispensable que los administradores y miembros de los
bufetes reconozcan que más que una herramienta de mercadeo

135
Este texto fue propuesto en una carta enviada al Secretariado de la Confe-
rencia Judicial y Notarial el 31 de mayo de 2006 con comentarios a la propuesta
Regla 6.1 de Servicio Voluntario pro bono. Copia de la carta disponible con la
autora.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 105


Vivian I. Neptune Rivera

o de mecanismo para cumplir con requisitos de trabajo pro bono


que en los Estados Unidos y Europa exigen algunas empresas
como condición para contratar a bufetes en otras jurisdicciones,
reconozcan que todos salen ganando con la prestación de servicios
voluntarios. Los índices de satisfacción y por ende los de reten-
ción de asociados y asociadas de nueva contratación aumentarán
en la medida en que surja el sentido de pertenencia al sentirse
partícipes de un proyecto que va más allá de la mera acumulación
de dinero.
La adopción de políticas formales sobre el trabajo pro bono es
el primer paso de ese compromiso. El asignar a personal clave y
de gran respeto en el bufete para coordinar estos esfuerzos enviará
el mensaje correcto de la importancia que tiene para el grupo el
trabajo voluntario. Por otro lado, es necesario reevaluar las políti-
cas de horas a facturar para que se le otorgue a las horas dedicadas
al trabajo pro bono, autorizado conforme a la política del bufete,
el mismo peso e importancia que a las horas dedicadas a la labor
con paga. El mantener un balance y distribución adecuada garan-
tizará el que ningún participante del programa se vea afectado en
cumplir con las metas de trabajo remunerado y que no se afecte la
rentabilidad operacional del bufete.
A su vez, el trabajo pro bono debe considerarse como un factor
favorable en la evaluación del desempeño de los miembros del bu-
fete y para ascensos, bonos y reconocimientos. Cabe destacar que
cada vez más los egresados de las mejores Escuelas de Derecho de
los Estados Unidos y Puerto Rico inquieren sobre el programa pro
bono de los bufetes que les hacen ofertas para aquilatar si los pro-
gramas son genuinos y si existe un compromiso real o son meras
estrategias de mercadeo.136
Por otra parte, es necesario que los bufetes nombren un coor-
dinador o coordinadora o que establezcan un comité para desa-

136
Véanse, Stacy DeBroff, Esq., Pro Bono Guide: An introduction to pro bono
opportunities in the Law Firm setting, 1st ed., en www.law.harvard.edu/students/
opia/docs/guide-pro-bono.pdf y Choosing a Law Firm: Critically evaluating pro
bono policies and programs, Yale Law School Career Development Office en
http://www.law.yale.edu/documents/pdf/CDO_Public/cdo-evaluatingprobo-
no.pdf. Ultima visita el 27 de julio de 2008.

106
El trabajo pro bono en los bufetes privados ¿deber o aspiración?

rrollar las oportunidades, garantizar que los participantes reciban


asignaciones en áreas de interés, asegurar adiestramientos adecua-
dos y brindar la supervisión en el desempeño. La meta de 25
horas al año por abogado o abogada es una realista, y en mayor o
menor grado la mayoría de los bufetes la cumple calladamente, sin
divulgarlo y sin tener una estructura o coordinación centralizada
que permita expandir los servicios a quienes no pueden costearlos
dentro de las áreas identificadas por el bufete.
En fin, desarrollar un compromiso con un deber de prestar
servicios legales a personas de escasos recursos requiere la partici-
pación del Estado, los Tribunales, la Asamblea Legislativa, las Es-
cuelas de Derecho, el Colegio de Abogados, los bufetes privados y
abogados y abogadas individuales. Además, se debe considerar la
integración del modelo español en torno al uso de fondos públicos
y colegiales para sufragar los costos de la justicia gratuita y el uso
de los turnos de oficio. Este esfuerzo puede abonar a la estructu-
ración cabal de nuestro sistema en aras de garantizar el acceso a la
justicia de las personas necesitadas que no cuenten con los recur-
sos económicos para retener representación legal.
Todos los miembros de la profesión legal tenemos el deber de
cumplir con nuestra responsabilidad y dejar atrás la noción de que
se trata de una mera aspiración. La naturaleza propia de nuestra
profesión jurídica así lo requiere y nuestra comunidad legal está
lista para realizarlo. Como bien señalara el Juez Negrón García en
su opinión disidente en Ramos Acevedo v. Tribunal Superior:
“En virtud de los fundamentos expuestos, y para salvar
la constitucionalidad de la actual práctica de los tribuna-
les de nombrar abogados de oficio para representar a los
acusados indigentes . . . es impostergable reconocer, sin
ambages, que existe un deber ético de todo abogado de prestar
un mínimo de horas anuales de “servicios legales gratuitos a
indigentes,” que se extiende a cada uno de los miembros de la
profesión legal. No puede ser de otra forma, pues el Canon
1 del Código de Ética Profesional [...] única fuente positi-
va de este deber, no hace distinción alguna”.137

137
Ramos Acevedo v. Tribunal, 133 DPR a la pág. 653. (Enfasis suplido).

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 107


Mirrors of modernity Daniel Nina*

The slave-machine: body of


knowledge, body of discipline

Introduction

In 1848, slavery was at its peak in the Caribbean (Sued-Badillo,


2000). The mode of production assisted sugarcane monoculture:
slaves were needed for the different phases of sugar production.1
How to define the nature and role of the slave in this dominant
mode of production is a problematic question that this disserta-
tion attempts to address. I argue that the slave body has to be

*Attorney, Author and Professor of Law (Facultad de Derecho Eugenio Maria


de Hostos). Dissertation as partial fulfillment of the Master of Art in History
of Science at Harvard University (degree pending 2009). The author wants
to thanks the Colegio de Abogados de Puerto Rico, for a gratuitous financial
donation, to complete this academic degree. fdnina@hotmail.com, dnina@
hostos.edu
1
It is important to mention that in 1790, the sugar cane plantation began a
peak which lasted until the mid-1850s. The sugar produced was fundamenta-
lly exported to the USA market. As an illustration, in 1822, for example, the
production of sugar was at 17,944,000 pounds. In 1848 it was at 101,298,754
pounds. The need for slaves and other types of “free labor” was important to
assist in the production of sugar. In this regard, the slave population in 1812
was 17,536 slaves and in 1846, it was 51,265 slaves (Baralt, 1981: 75, 78).

108
seen as a machine, or a machine-extension, in the production of
sugar (Hartman, 1997; cr. ref. Fields, 1992).2
Historically in the case of Puerto Rico, the relation between
slavery and sugarcane production has been seen, fundamentally,
through two perspectives: the perspective of the mode of produc-
tion, on the one hand, and on the other, the perspective of the vio-
lation of the human rights of the slave (Díaz-Soler, 1974; Baralt,
1981; Segrera, 1973; Sued-Badillo, 2000; Trías-Monge, 1999).3
What I am proposing in this essay, however, is to explore a
“Third Alternative”, in which the disciplinary culture applied to
the body of the slave developed a know-how of body control and
discipline, which transcended the mode of production. In par-
ticular, I am proposing to explore the possibility that the body of
the slave was in itself a machine, or machine-extension, within
the mode of production. As is commonly understood about the
period of African slavery in the Americas, slaves did not have legal
rights and were not recognized as citizens. The notion of forced-
labor applied to the slaves created the bizarre experience in which
it was expected from them to work, work and work. It is in this
sense that I would like to address this “third alternative” in the
study of slavery: the perspective of the slave body as a machine on
which a disciplinary governmentality was inscribed.
As Foucault suggested in a very insightful way, the lessons that
emerge from the political economy of the body are never limited
to the phenomenon to which it is applied. I propose to analy-
ze how the lessons from slavery affected other sectors of society,
in particular the non-slave population (Foucault, 1996, 1977), in
a particular period of history in Puerto Rico where the lack of
sufficient forced-labor [of slaves] created an alternative free labor
demand-supply to which the lessons of the disciplinary culture

2
In a different context, Guterl refers to the Asian population as “machine-
like” (Guterl, 2002:49).
3
Puerto Rico was discovered in 1493 by the Spanish emerging empire. It was
kept as an in-transit-colony for many years, very little developed. As early
as 1508 slaves were introduced officially in Puerto Rico. Slavery lasted, as a
regulated and legal practice, until 1873, when it was officially abolished by the
Spanish state. Puerto Rico was ceded to the USA after the Spanish-American
War of 1898.

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 109


Daniel Nina

of slavery were applied (Negrón Portillo & Mayo Santana, 1994;


Sued Badillo, 2000).
I do recognize that in 19th Century Puerto Rico, slavery
emerged as a practice of domination in three different fields: do-
mestic, agricultural, and slaves-for-hire (Díaz Soler, 1974). But I
will emphasize that in the 19th Century, agricultural slavery was
at its peak in Puerto Rico (in particular from 1790 to 1840s; Ba-
ralt, 1981), due to the fact that sugarcane production was at its
highest point, before it began to decline in the 1850s.4 In this
regard, although there were a great number of domestic slaves and
slaves-for-hire, the core of slavery, and the practices associated
with the most oppressive culture of domination, was related to the
sugar cane plantation (Díaz Soler, 1974; Ruiz-Belvis & others,
1959:72). Both domestic slavery and slavery-for-hire were seen
as more lenient forms. In the domestic world, the slave-master
and his family allowed a great deal of intimacy to the slaves living
within the home domain. By the same token, slaves-for-hire had
more autonomy, and in many cases lived independently from the
slave master (Negrón Portillo and Mayo Santana, 1992).
In this dissertation I will initially contextualize the situation
of Puerto Rico from 1790 to 1848. Secondly, I will address the
idea of the body of the slave as a technological machine which
embodied knowledge and disciplines, and then apply it to the case
of Puerto Rico in 1848. Finally, I will provide the conclusion to
this dissertation.

4
According to Baralt (1981:16), in 1789 there were 4657 brown (mulatto)
slaves and 6603 African slaves in Puerto Rico (for a total of 11260). In 1802,
there were, respectively, 11258 and 13333 for a total of 24,591).

110
Mirrors of modernity The slave-machine: body of knowledge, body of discipline

19th Century Puerto Rico: Slaves (Black and Brown)

In 1848, slavery as a mode of production was at its peak in


the Caribbean. Puerto Rico was no exception to this trend. Su-
garcane benefited from the slave mode of production. However,
although the exploitation of slaves provided “free” labor to the
masters, sugarcane production faced a serious economic crisis due
to lack of access to the USA market. In addition, the restrictions
(to the international trade) and prohibitions (to eradicate slavery)
placed on the slave trade by the British Empire in the early 1800s
(1807, to be specific) caused serious problems in the availability
of tools (slaves) for work.5 Meanwhile, slaves throughout the Ca-
ribbean region initiated multiple revolts questioning the mode of
production itself and the conditions of forced labor to which they
were subjected (Diaz Soler, 1974).
In the case of Puerto Rico, race and slavery were commonly
associated from the beginning of colonization in the early 16th
Century. Since 1526, through an Edict of the Spanish Crown,
being African was associated with the condition of being a slave.
To have African blood made a person a slave. So, the construction
of race, for example, was based on the categories of “white” people

5
This situation produced a shift in the logic of slavery. In 19th century, the
practice of making brown people slaves, increased due to the fact that the local
slave-master could not import slaves from Africa. For the first time in 19th,
more slaves were locally born from mixed races than been African pure (Negrón
Portillo & Mayo, 1992). It is important to mention that since 1526, through
an Edict of the Spanish King, people of different races should not engage in
process of mix-breeding. In this regard, the intention of the Spanish crown
was to keep separate the races. Moreover, this same edict established that those
people who were descendant of any person who happens to have an African
origin, will be consider as slave. Although this was in effect since early colo-
nization of Puerto Rico, its real impact was recognized in 19th century, when
for the first time, the color population was 50% of that of the white population
(Ruiz-Belvis and others, 1959; Díaz-Soler, 1974). The ideological discourse
of race in the case of Puerto Rico was, fundamentally, since early colonization
in 16th Century, based on a racist distinction between Europeans and African
(Thomas, 1997).

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 111


Daniel Nina

and people of “color”. In this second category were included sla-


ves and free people of color.6
It is important to mention that although marriage between
slaves was not prohibited, it was not encouraged until the late
18th Century, for the reproduction of slaves.7 But the idea that
mixed-race relations also produced slaves was an important consi-
deration, because although not necessarily forced to be slaves, the
subjectivity of being “other” was present all the time. This came
to realization in 1848, when for the first time, free people of color

6
The idea of controlling races, was very much part of the Spanish colonialism
in the case of Puerto Rico. The Spanish Crown, did not allow from the very
beginning mix-race marriage, and it was totally forbidden to sexually interact
with slaves. However, in practice, this prohibition were not taken too seriously,
and a brown population of mulattos and metizage began to emerged. However,
what I think is important to consider, is the idea that race and ethnicity were
linked from an ideological perspective in order to discriminate. The impor-
tance of the 1526 edict has to be seen in the 19th Century, where the popula-
tion census were still conducted between the classification of white people and
people of color, in order to classify free black people and slaves. Moreover,
when the 1848 Edict of governor Juan Prim was issued on May 31, it was
clearly addressed to people of color, regardless of their status as citizens (Díaz
Soler, 1974).
7
The concept of “family” within the slave mode of production, will need to
be studied independently. However, what it is clear is that the notion of this
concept, within the perspective of people considered to be slave or free color
people, was different to the mainstream white people. The reasons for this are
two fold: on the one hand, the procreation within the slave institution always
belongs to the master or owner of the slave. In this sense, up to the late 1800s,
just before abolition, proprietary rights were higher than the rights of the slave
itself. On the other hand, it has been documented, that slaves and free people,
developed means of solidarity, and one of those was to send away the children
of slaves to the custody of free people of color, who will assist in taking care of
those children. Their citizen status was unknown (Negrón Portillo and Mayo
Santana, 1992).

112
Mirrors of modernity The slave-machine: body of knowledge, body of discipline

were also criminalized by the imposition of the death penalty for


any attempt to revolt against the status quo.8
Historians in Puerto Rico have rarely engaged with the con-
cept of race and non-slave people of color. For example, Baralt
(1981:78) provides the following statistics:

Free and Slave Inhabitants of Puerto Rico


Year Slaves Free Population % of Slaves
1812 17,536 183,014 9%
1820 21,730 230,622 10%
1830 32,240 323,838 10%
1834 41,818 358,836 11%
1846 51,265 443,138 11%
1854 46,918 492,452 10%
1860 41,776 580,238 7%
1873 30,014 617,328 5%

From this perspective, the representation of the different po-


pulations, free and slave, is seen to be not significantly problema-
tic, particularly when one examines the percentage of slaves in
relation to the free population. But to claim that at its peak, the
slave population represented only 11 per cent of the total popu-
lation is misleading. “Slaves” meant people who had no citizen
rights and belonged to a master or slave owner. However, these
were not the only people who could be subjected to the pains of
the slave condition. The fact that free people of color were cri-
minalized in 1848 by the edict of Juan Prim is a reminder of the
consequences of having African blood -- a concept first defined in
1526. Ruiz-Belvis, Acosta and Quiñonez (1959, originally prin-

8
It is important to note, that in 1848, as a result of the imposition of the Edict
of governor Juan Prim, the free color population of the island, complained
against their criminalization. The complain, curious enough, was raised by the
US consul in Puerto Rico, Mr George Latimer to the US President, James
Buchanan. It was stated, in official correspondence, that the “color population,
that until then was treated as white people, are complaining against the mea-
sures taken by Prim, causing a great deal of hostility and aggressive responses,
which will be difficult, if not impossible, to calm” (Morales Carrión, 1978:171,
translation provided).

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 113


Daniel Nina

ted in 1867), argue that the size of the black population in Puerto
Rico in the mid-1800s - both slave and free people of color - was
an interesting phenomenon. It is important to mention that these
three authors were leading forces in the anti-slavery pro-aboli-
tionist movement in Puerto Rico, which began in the late 1840s.
They provide the following statistics:

Total Population for Puerto Rico (Ruiz-Belvis & others, 1959:56).


Year Whites Free Color Slaves
1834 190,619 126,399 41,818
1846 216,083 175,791 51,265
1860 300,430 241,015 41,736

Note in the foregoing statistics the relation between popu-


lation size and race, which clearly reveals that in 1846 (just two
years before the infamous Edict of 1848), the total white popula-
tion of the island was 216,083, but the total population of African
origin exceeded the whites, at 227,056. From this perspective, if
- as it appears to be - the “moral panic” on race was related not to
work (slave or not) but to race (African, black or brown), any legal
measures taken in this decade must be considered as deriving from
an anti-African viewpoint and as, therefore, racist.9
The independence of the USA in 1776 encouraged other co-
lonial territories to challenge Spanish, Portuguese and French rule
in the continent. Haiti followed the USA in 1804 by proclaiming
independence from France – at the height of the Napoleonic Em-
pire. Simon Bolivar, the great liberator of Latin America, deve-
loped his movement for the total independence of the colonial
territories and the creation of the Great America, which ended in

9
I am using the concept of “moral panic” as developed with Hall and other
in 1978, to address the emergence of a law and order discourse in the United
Kingdom (Hall and others, 1978). On the same token, Guterl has invoked a
similar panic in the late 1800s and early 1900s USA, when dealing with the
emergence of race and class in the American imagination (Guterl, 2002). In
both examples, the idea of a moral panic that defines an enemy, either black,
African or foreigner, allows us to understand the social construction of practices
of racism.

114
Mirrors of modernity The slave-machine: body of knowledge, body of discipline

significant declarations of independence by many countries, from


Venezuela to Argentina.
In response, there was a massive increase in the migration of
pro-Spain ruling classes to Puerto Rico, which increased the ele-
ment of conservatism. The experience of Haiti, and especially the
violence of the revolution there, provoked high levels of fear and
despair amongst the white population in Puerto Rico. Further-
more, the effectiveness of the British Empire in prohibiting the
international slave trade, forcing Spain to comply, caused havoc in
the midst of the sugarcane boom of the early 1800s.
All this fear, I argue, was related to the dominance of the
colonial model in Puerto Rico, where white superiority was un-
derstood as the norm. Any questioning of this ideology of race
supremacy was seen as a challenge, and subject to suppression. In
this sense, I argue, the emergence of a black free population in
Puerto Rico was never seen as a social problem, until its growth
and social context became threatening to the dominant establish-
ment. I argue this, because in the case of Puerto Rico, it was until
late 1800s, when the idea of not classifying the population census
between white and people of color, was eliminated (Díaz Soler,
1974). In other words, why was it necessary to keep such two
main categories of races? Everything was determined by ethnic
origin. To have black blood established a condition of difference,
if not of inferiority, which was the basis for a different type of
racial classification; and, as will be seen in the context of the penal
laws, a different type of official punishment.
In addition, the consideration of proprietary rights, which
in the case of the slave mode of production and the anti-slavery
[pro abolition] movement was so fundamental, brings into con-
sideration a different factor. To be black in any racial dimen-
sion in Puerto Rico, since 1526, meant that at a point you were
the property of someone, and by different means you gained your

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 115


Daniel Nina

freedom.10 This fomented the ideological conception that to be


black meant to be [potentially] owned (Cr. Ref. Morales Carrión,
1978). In this regard, it created a perception of being a different
type of citizen (in particular in the case of free-color people), who
could potentially be returned to slavery.11
It is interesting to follow the arguments of the abolitionist mo-
vement in Puerto Rico (Díaz Soler, 1974; Ruiz Belvis and others,
1959).12 The essential clash is between the interests of the slaves
and the interests of the masters: between recognizing the need of
slaves to be free, by virtue of their observed good behavior, on the
one hand, and the need of the master to be compensated for loss
of property, on the other.

10
As from 1789, in the Real Cedula, the Spanish government defined certain
practices for allowing the slaves to achieve their independence. One of them,
was to purchase your freedom, either by one payment of by payment by ins-
tallments (this called in Spanish “coartación”). In addition, the slave master
can give freedom as a last will gesture, in his-her testament. Slaves that de-
nounce other slaves, who were conspiring for organizing a revolt, can also get
their freedom. Runaway slaves from other islands or countries, once arrive in
Puerto Rico and accepted Christianity, were granted their freedom (Díaz Soler,
1974).
11
The consequence of the 1848 was, in a way a remembering to all black people,
regardless of their status, of their potential slave condition. Interesting enough,
this was captured by the USA consul to Puerto Rico, George Latimer, who
pointed at this problem in his correspondence to the USA president, James
Buchanan (Morales Carrión, 1978).
12
Although the anti-slavery movement came to its peak in the 1860s, its foun-
dation are probably laid in the process post-1848. In particular, the general cap-
tain, Juan de la Pezuela, Earl of Cheste, who replaced Juan Prim, Earl of Reus,
on September 4, 1848, opened the conversation for a more negotiated transi-
tion to a post-slavery society. This has been defined as the “gradualist” appro-
ach, which encourage the idea of a transition process by way of reducing the
slave population in the island and allowing to increase the free-labor, although
through indenture labor practices in the island (Morales Carrión, 1978:178).
It is interesting to mention, that within his “gradualist” approach, Pezuela pro-
moted on June 11, 1849, through the executive order 40, the establishment
of forced-labor practices through the so-called “libretas the jornaleros” (this
equals to a very sui-generis system of indenture labor; Morales Carrión, 1978:
183). This was incorporated into this Police Code and Good Government of
December 15, 1849. This measure, within the “gradualist” approach inspired
by him, was attempting to promote a natural transition from slave labor into
free labor. However, the practice in itself, at least one year after Prim´s edict of
1848, was still very much oriented within the logic of extracting the concept of
“forced labor” and imposing it in an emerging free-labor culture.

116
Mirrors of modernity The slave-machine: body of knowledge, body of discipline

The social construction of the abolitionist movement’s posi-


tion was in fact a subtle way of promoting another type of ra-
cism and an ideology of discrimination. I find it very interesting
that historians, in particular those who promoted the abolition
of slavery (Ruiz Belvis, Acosta and Quiñonez in 1867 [published
in 1959]), argued that the black population should receive some
sort of education before gaining total freedom. This is a very in-
teresting idea, because it suggests that those who needed to be
re-educated were the slaves. It also suggests that un-learning the
lessons of slavery was not needed by the rest of the population, in
particular the dominant white population. In this regard, even the
abolition process contained a racist ideology, specifically that of
white superiority, which influenced the notion of the body/bodies
that needed to be disciplined or re-disciplined.
The above needs to be seen in the context of the early 1800s,
when the era of “peaceful domination” of the other (people of Afri-
can origin and slaves), was coming to an end. What was at stake
was the challenge to an ideological configuration that equated
white with superiority and to which black people, both free and
slave, needed to be submissive. In this sense, the 1800s provoked
a crisis in the “order” that had been seen as normal until then - an
“order” that privileged the race and labor conditions of the white
over those of the black-slave/free-color person.13
As an example, between 1511 (when the first slaves were in-
troduced to Puerto Rico) and 1812, there were slave revolts on the
island. However, what made the revolts of 1800s different was
the notion of conspiracy and total destruction of the white-master
order (Baralt, 1981). This conspiracy, it needs to be noted, did
not emerge only from the black-slave population. It also emerged
amongst free black people.
The first of these revolts occurred in 1812, when the [domes-
tic] slave population of San Juan (the capital city of Puerto Rico)

13
It is very interesting, but in early 1800 (1820s in particular) the government
in Puerto Rico promoted selective immigration to the island of wealthy immi-
grants, to whom land will be given according to the capital investment that they
will be doing in Puerto Rico. In this regard, to import slaves, was a better assets
that was rewarded with more land. The ethnicity of these immigrants, as has
been suggested by historians, was white (Figueroa, 2005).

69 REV. COL. ABOG. PR VOL. 69 NÚM. 1 (2008) 117


Daniel Nina

took to arms and proclaimed the abolition of slavery. The pro-


clamation very much reflected people’s confusion about what was
occurring in the Spanish parliament, but definitely the slaves got
the enthusiasm and courage to proclaim their own liberty (Baralt,
1981).
What is important about the revolts is the participation of
the free color population in the process. On the one hand, it is
documented by historians that free people of color encouraged
the slaves to get their freedom and were supportive of the process
(Baralt, 1981:27). But what is also important to note is that fear
of the slave revolts became fear of the free color population as
well. Measures were taken by the government of the island, and
in particular by the military authorities, against both slaves and
free color people who were conspiring (Baralt, 1981:26).
These measures, at least from my perspective, raise the ques-
tion of the behavior expected from black people on the island.
The “good shepherd”, whether slave or free person of color, was
required not to confront or challenge the regime.14 Revolts were
not the correct thing to do.15

14
I can argue that the history of slavery so far that has been told in Puerto Rico,
with rare exceptions, from the point of view of the [white controlled] mode of
production. For example, Figueroa (2005), analyzes the slave conditions in the
town of Guayama (south of Puerto Rico), where one the three largest African-
slave population in mid-1800s was located. What is an interesting contribu-
tion of his research project is to analyze how the slaves acquired their freedom
(coartación). What became clear in his research, is that freedom was more
easily achieved for female domestic slaves rather than for agricultural male or
female slaves. His [plausible] argument to explain this rest on the facts that
domestic slaves have multiple means, some of them legal others not, to get
money (Figueroa, 2005:93-95).
15
From the traditional historical accounts (Ruiz Belvis and others, 1959) to
the historiography contributions (Morales Carrión, 1978; Díaz Soler, 1974),
including the human rights perspective, it is important to mention that it was
always present the argument free color population has shown their capacity to
socially integrated in a positive factor in the emerging culture of Puerto Rico.
However, this has to be seen as a patronizing attitude, which encourage a subtle
but clear way of controlling population. The opposite question can be asked:
why it was expected loyalty from the white person?

118
Mirrors of modernity The slave-machine: body of knowledge, body of discipline

The revolts that took place were mainly by the slave popula-
tion inscribed in the agricultural world. The possibility, howe-
ver, that black people could be united, and the influence exercised
by different types of slaves (in particular the slaves-for-hire, who
were urban slaves), were recognized by those in power as a major
potential threat. In this sense, the 1800s, in particular the decades
leading to 1848, provoked a great deal of anxiety amongst those in
power, who believed their order was in crisis. Indeed, 1848 meant
the end of a particular interpretation of social order.
As historians have documented, resistance and organized re-
volts created the social imaginary, linking different types of people
of color in a common cause. The idea that the free –black- popu-
lation was unsympathetic to the cause of the slave population has
been challenged by historians in Puerto Rico. The participation
of that population, with different levels of interaction in the re-
volts was relevant, and it posed a problem to the white population,
which statistically was not
numerically more advantage to them. Moreover, from an
ideological perspective, the notion that white people’s fear of the
black population came to fruition in the early 1800s, needs to be
contextualized in relation to the other considerations raised before
in relation to challenges to the institution of slavery.
In 1848 Juan Prim, the military governor of Puerto Rico (a
Spanish colonial territory), issued a military edict named the
“Black Edict for African People in Puerto Rico”. This military
edict established, among other things, that any black person (free

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Daniel Nina

or slave) caught performing any life threatening action against a


white person should be punished immediately with death.16
Juan Prim emerged, in contradictory ways, as the “savior” of
the white population. But who was this person who did interes-

16
A liberal translation from Spanish to English of the Black Edict on African
People in Puerto Rico states the followings:

The public edict on african people in Puerto Rico by captain general


Juan Prim

The critical circumstances that are facing all the countries of the region,
of civil war and racial conflicts, force me to take measures to avoid reproducing
those situations in the island, affecting our peaceful and loyal environment. In
addition, I hereby instruct to take immediate actions to punish any criminal
activity that occurs. Using the powers that are conferred to me by the Queen
of Spain, I state the following:

Article 1: Crime of any kind committed by people of the African race living in
Puerto Rico, they may be slave or free people, will be prosecuted and punish by a mi-
litary tribunal organized by the general captain, excluding the jurisdiction of the local
tribunals.
Article 2: Any African person, slave or free person, who commits a physical crime
against a white person, in the case of the slave will be killed immediately; in the case of
the free African person, their right hand will be cut and if the white person was physi-
cally harmed, the free African person will be killed immediately.
Article 3: If an African person, free or slave, insults, threatens, or verbally abuse
a white person, will be in the case of the slave imprisoned for five years, and in the
case of the free African person, will be prosecuted accordingly to the prevalent civilian
penalties.
Article 4: The owners of the slaves are hereby authorized to handle misdemeanors
committed by the slaves, and it will be in my authority to decide how to prosecute, if
needed, the slave owners for abusing the right here conferred.
Article 5: If any slave decides to conspire against his master for inspiring a revolt,
the slave master will be authorized to kill the slave immediately, in order to stop the
action continuing spreading in the island.
Article 6: The eight military commanders of the island, are hereby authorized to
investigate the crimes committed by people of the African race against public security,
against people and property; and the process of investigation should be as fast as possi-
ble, and in no case should last more than 24 hours, period in which I should be informed
in order to take a decision consistent with this Edict.

And for avoiding any doubt, I should proclaim that this Edict be posted in
the capital city and publish in the Public Gazette of Government.

May 31, 1848.

120
Mirrors of modernity The slave-machine: body of knowledge, body of discipline

ting things for his time in history? It is important to mention that


historians have assessed the figure of Prim in a quite problematic
way. He was appointed military governor of Puerto Rico on Dec-
ember 15,1847 (and lasted until September 5, 1848), at the early
age of 33 years old. He was openly racist, and had a messianic
vision whose implementation he regarded as part of his mandate
in Puerto Rico (Morales Carrión, 1978).
Through his presence in Puerto Rico, he aimed to protect the
white population and guarantee the political domination of Spain;
but he also participated in the pacification of slave revolts in the
Caribbean region – an action for which he had no political man-
date whatsoever. It is in this context, that he has to be studied,
as a political entrepreneur of racially motivated actions (Morales
Carrión, Ibid).
At the time of issuing the edict, for example, he decided to
subject St Croix, a colony of the Danish Empire, on the eastern
coast of Puerto Rico, to military invasion. He embarked on this
action, motivated by the military vision of controlling an Afri-
can/black people revolt, so that it did not spread more widely in
Puerto Rico. He was absent on this campaign for the last three
months of his responsibilities on the island. But he managed to
quell the revolt in St. Croix and to promote the view that the
black population of Puerto Rico, slave or free, needed to be
under supervision.
In the context of an island enmeshed in the toils of the in-
ternational crisis, most of it created by the slavery mode of pro-
duction itself, and the revolts of the slaves, Juan Prim´s initia-
tives must be assessed not necessarily as negative (for those in
power, who happened to be white). It did, however, unveil the
ideological foundations of racial classifications, with their overt
stereotypes, hidden animosity between the races, and, as argued
before, expectations of how black people (whether slave or free)
should behave.
Slave revolts, as organized, collective conspiracies, lasted, ac-
cording to historians, until 1848 (Baralt, 1981). Afterwards the
nature of the revolts changed: slaves killed their master as a way
of protesting against, but not destroying, the mode of production.
The Edict of Juan Prim, nonetheless, played the infamous role

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of promoting a regime of terror over all the population. In this


regard, both in July and August 1848, a military tribunal was used
to try alleged slave revolt leaders, whose deaths were required in
order to establish discipline and a new moral order (Morales Ca-
rrión, 1978:164).
For Prim, as historians have argued, what was involved was the
need to assert a disciplinary mentality of total control over the bo-
dies of people who happened to be classified as black. As Morales
Carrión states, he was interested in controlling “life and property”
and a way of doing this was through harsh measures against the
lives of people (Morales Carrión, 1978:167). As historians have
argued (Negrón Portillo & Mayo, 1992; Morales Carrión, 1978),
the impact of such legislation has to be examined from different
perspectives. In particular, historians have argued the following
ideas:
a. The 1848 legislation was the first of its kind, which ex
pressly allowed the master and other people to summarily
kill slaves or any black people who revolted against white
people.
b. The legislation created two consequences for the 19th cen-
tury: on the one hand, it openly defined a racial category
as a way of criminalizing behavior (African people,
regardless of their citizenship status); on the other, an
emerging free black population tried to distinguish itself
from the slave population. 17
c. The edict created a strange condition which gave the
military power to “militarize” criminal activities which
ordinarily would be dealt with by the civilian courts.
d. The international context was a very problematic one for
the stability of Puerto Rico: the independence of [black]
Haiti (1804) and the Second French Republic (1848, abo
lishing slavery in the French territories of the Caribbean)

17
Since 1526, via Spanish legislation affecting their colonies in the new world
(America), black people were defined as those of African origin, as well as those
with African blood. By 19th century there were already more slave of brown
(mulatto) color (this means, mixed race) than from African origin (Negrón
Portilla & Mayo, 1992).

122
Mirrors of modernity The slave-machine: body of knowledge, body of discipline

posed serious problems for the Spanish government in


Puerto Rico.
e. The 1848 legislation also controlled the proliferation of
slave revolts in Puerto Rico. In fact, the last recorded re
volt happened in July 1848, two months after the edict –
the slave leaders were immediately killed (Baralt, 1981).
f. After 1848, the slaves did not participate in collective re-
volts, but began a practice of killing the master or the
mayoral (the slave-driver; Baralt, 1981).
g. The slavery abolitionist movement emerged in 1848.
The edict created so much havoc that on July 4, 1848, Prim
was ordered to be replaced by Juan de la Pezuela, Earl of Cheste.
Since Pezuela only took office in September, and Prim did not
become aware of his substitution until August, he continued or-
ganizing his “total onslaught” against black people both in Puerto
Rico and abroad (Morales Carrión, 1978:166).
The effect of the edict, perhaps, needs to be reflected on. On
the one hand it tried to quell slave revolts on the island; on the
other, it represented a reminder of the correct behavior that black
people, slave or free, were expected to adopt. In this regard, the
edict has to be seen as part of a complex process of sovereignty and
discipline, as Foucault suggested, in which one and the other were
exercising different social and normative functions.
It is interesting that historians have only documented the
consequences of the edict in relation to the black (free or slave)
population. Little is said in relation to its effect on the white
population. Did they feel safer? Definitely, from the Spanish
government’s immediate removal of Juan Prim, the need to keep
appeasing the black free population, and to continue the process
of domestication over the slave population, which had to learn to
obey the order of the system, were very important considerations
(Morales Carrión, 1978).

The slave: body of knowledge, body of discipline

The body of the slave has not been analyzed in the case of
Puerto Rico. The slave mode of production has been analyzed es-
sentially as part of the sugar cane plantation, in which agricultural

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slaves were a fundamental asset. But in the case of urban slaves,


for example, analysis has been limited (Negrón Portillo and Mayo
Santana, 1992; Curet, 1986).
However, what is a common feature of the different types of
slave practices in Puerto Rico, that defines a particular knowledge
(as a social practice that evolved from the interaction between the
slave master and the slave); and that it then became a discipli-
ne, which was inscribed into the body of the slave, as ideology,
as correct behavior, as social norm. I argue that the lessons of
slavery through the centuries (1511, first slaves in Puerto Rico,
until 1873, the formal legal abolition of the practice) created a
particular understanding of freedom-and-slavery which needs to
be interpreted through a different lens.
What I am arguing for is to consider the slave as part of the
machine-technology required for the mode of production of
slavery (regardless of the type of slave practice to which it was
applied). It is not inappropriate to define the slave as a slave-
machine. Why? Because the expectations to its body were not
similar to those expectations of the body of a white person or to
some degree, of a free person of color. 18
Perhaps the most interesting feature of slavery in Puerto Rico
is that since the 16th Century, the slave was formally defined as
a pieza (roughly translated as “unit”). A “unit” represents a tool,
which you can use, sell, merge, rehabilitate and in some cases des-
troy. But a very important feature of the “unit” is its lack of agency
and capacity of self-determination. In this regard, the concept of
the “unit” presupposes ownership by someone that can dispose
of it.
The value of an agricultural estate (sugar plantation) was de-
fined by many factors. One of them was the land that the planta-
tion had. Sometimes, however, the value of land was cheaper than
the value of the assets that the plantation had. In this regard, for
example, it has been documented that in certain regions of the

18
The relation between free-color people and slaves, needs to be assessed in
an independent study. My arguments are based on the limited analysis that
the historians have made of this argument (Cr. Ref. Negrón Portillo and Mayo
Santana, 1992).

124
Mirrors of modernity The slave-machine: body of knowledge, body of discipline

island of Puerto Rico, slaves as capital had more value than the
land itself (Figueroa, 2005).
The first feature that needs to be addressed, that conditions
the slave and modifies the perspective of the self, is that of be-
longing and ownership. To be a slave meant to be owned. As I
have argued, this ownership entailed subjugation, and implied an
understanding of the adequate behavior to which a person should
adhere. The slave had no autonomy. But in the 1800s, when slave
revolts aimed to destroy the mode of production, controls were
also imposed on the free-color population; many of the restric-
tions and disciplinary behavior were also extended to them.
The second consideration that needs to be explored here, in
defining the notion of the slave as a machine, is that associated (in
particular in the case of the agricultural slave) with productivity.
Díaz Soler (1974:154) is one of the few historians to examine
the relation between productivity and the sugar cane plantation
(the industrial part of the plantation), where slaves were requi-
red, amongst other things, to produce the sugar and its products.
However, this type of analysis varied in relation to the machinery
(fixed capital, in Marxist terminology) involved in production.
The less machinery, the more slaves. More machinery, fewer sla-
ves. Díaz Soler argues, nonetheless, that for the manufacturing
of sugar, an average of 21 slaves was needed (1974:155; Figueroa,
2005).
Even when historians have different perspectives on the rele-
vance or not of slaves (for example, Morales Carrión, 1978; Díaz
Soler, 1974), what is critical to argue is that production at the
factories (ingenios) did require slave hands. This forced-labor was
conceived as part of the fixed capital of the slave master. It was
part of his inventory of goods. It was, indeed, one of the big-
gest reasons not to abolish slavery: if the slaves became free, the
financial value of the sugar plantations would automatically de-
crease (Morales Carrión, 1978; Díaz Soler, 1974; Ruiz Belvis and
others, 1959). Historians have rarely researched or documented
the productivity of slaves depending on their physical or ethnic

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origin. This is a research project still to be conducted (Figueroa,


2005).19
The final argument when assessing the slave body as that of
knowledge and discipline, is associated with ethnic considerations
and the behavior expected from the slaves. In the common par-
lance of slavery, each slave belonged to a “nation” (la nación). His-
torians have not so far problematized this concept, which seems
to be associated with the cultural beliefs of the slaves – either re-
ligious, fraternal or ethno-national. The knowledge that evolved
out of the concept of la nación was not limited to those exercised
by the slave requiring free time to do their entertainment acti-
vities. Instead, it is associated with the continuous suppression
exercised by the masters, the Catholic Church and the govern-
ment authorities.
It seems that the slaves, although they were reduced to be-
ing machines, were actually also human, and thus required free
time to do their own-style celebrations. This is what the Spa-
niards authorities claimed as being part of the slaves’ “nation”. But
even these expressions were state regulated, if not entirely barred.
For example, in 1849, as part of the measures taken by Governor
Pezuela (who succeeded Governor Juan Prim), the government
prohibited the practices of black people, free or slaves, around
funerals and other ceremonies of their nation (Morales Carrión,
1978:184-185). This practice, of controlling the will and limiting
the freedom of the people, was a peculiar disciplinary measure
adopted against black people, slaves or free.
What is consistent is that slavery, but also extended in some
cases to free color people, defined knowledges that then becomes
practices of discipline over the population. In this particular case,
it did affect mostly slave and free color people.

19
There are many research to be conducted, which are beyond the scope of this
thesis. However, I found it interesting that in 1854 to 1956, a major cholera epi-
demic affected Puerto Rico (Díaz Soler, 1974; Figueroa, 2005). What is highly
problematic is the fact that 12% of the slave population died out of cholera.
Moreover, 78% of all 30 thousand dead people were either free color people
(56%) or slaves (22%). The questions that historians have not made until now,
is why such a high toll in the non-white population (Figueroa, 2005:74).

126
Mirrors of modernity The slave-machine: body of knowledge, body of discipline

Michel Foucault and Bio-Politics

Michel Foucault (1996) developed the concept of bio-poli-


tics to describe the effect of disciplinary culture on the bodies of
people. Bio-politics in this regard stands for the power to deter-
mine life and death for a person (Foucault, 1996). In the case of
the slave, the dominant premises have argued that such a body
was just the body of a person subjugated to a labor condition that
made him or her the servant of the master.
The exploration of bio-politics applied to that body can pro-
vide us with interesting information concerning the disciplinary-
knowledge that evolved out of the mode of production (Hartman,
1997; Foucault, 1996). This information can throw light not only
on what slavery and its disciplinary context represented, but also
how the lessons that came out of it were applied to the “free com-
munity of people”.20
The example of the 1848 edict shows how the idea of slavery
(as a normative enforcement to obedience) was also applied be-
yond the slaves. In this regard, it was about regulating not just
the body of the slave, but also the body of other people who could
potentially be dominated (free color people, for example). From
this perspective, we are not talking about edicts or laws, but about
the capacity to discipline people and make them conform to a
particular type of behavior.
In the case of the slave, I will argue, this condition was to
accept their nature of being restricted to the will of their master.

20
The concept of the “free community of people” is something that in Puerto
Rico has been associated with the inmate population and the way they talk
about the people who are not in prison. On the other hand, in the middle of
19 century, when you have already a slave population and a non-slave popu-
lation, the idea of freedom was an important “mirror” to which the slave look
for solutions, therefore the metaphor of the “free community of people”. It
is very interesting, but historians have pointed out that the slave-owner had
a particular interest in preserving its slave alive. In this regard, for any type
of job that has risks involved, the slave-master will prefer to use “free labor”,
instead than a slave (Díaz Soler, 1974:149). This poses the interesting element
of preserving the life of the slave, as part of the inventory of assets that the
slave-master had.

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Furthermore, in the case of free people, as the crisis of 1848 su-


ggested, it did represent the possibility of controlling the will of
people whose only difference was their skin color or the “purity”
of their blood.
Foucault suggests that the body of the slave taught us how to
manage populations whose social value was not reducible to their
condition of lack of freedom, but enabled the development of
know-how for controlling all populations (Foucault, 1996). In
this sense, the importance of slavery cannot be limited only to the
experience of those directly affected (slaves) from a human rights
perspective.21 It has to be seen as well in the experience of those
affected by the mode of production, in particular the white slave
masters, free people in general, and other persons classified by race
who, although not black, were also affected by slavery.22
Foucault, however, allows us to explore a different dimension
of the conversation. The way in which the master-slave relation
was organized required that the master determined what was good
for the slave in order to keep her or him in the production line, and
alive (Tapia-Rivera, 1967). The “slave- machine” body required
more than oil to keep its productivity going. It required encryp-

21
As from 1820s the government in Puerto Rico began a practice of organizing
a census on vagrants .- which were required to have a job. In 1840s, it develo-
ped an additional census named Libreta de Jornaleros (the passbook of wor-
kers) to which all people, black or white, where obliged to register, establishing
their work-affiliation. It was mandatory (Sued-Badillo, 2000).
22
I borrow ideas here from Bruno Latour’s work on modernity, and the contra-
dictory idea that as much as we were attempting to be modern, we keep in place
practices which are really not-modern (Latour, 1993). For example, for the
“dual citizen” of the colonial plantation, who was a European, modernity meant
rights in Europe vis a vis the idea of non-rights for the slave in the plantation.
In this regard, and borrowing ideas from Agamben (1999) for modernity the
Caribbean experience of the sugar plantation and slavery meant the develop-
ment of a permanent culture of state of exception, which locus of power was the
body of the slave-machine.

128
Mirrors of modernity The slave-machine: body of knowledge, body of discipline

ting discipline, energy and attitudes into a body whose freedom


was delegated to the will of the master (Hartman, 1997).23

On Modes of Production, Knowledge/Discipline


and the Slaves

What is important is to reconceptualize what the body of


the slave meant for the mode of production and for the historical
period under consideration. The slave was not a human person.
It was an object measured by its productivity, direct or indirect,
and by the capacity of others to keep its productivity unaffected
(Nina, 2001).
For the master, as well as the political or civil institutions
that supported him (the state and the church), every interaction
with the slave developed knowledge that served to further control
that body. Slavery was much more than a mode of production. It
was also about understanding how the “slave-machines” worked.
What we need to understand is the information that developed
and its effect both for the slaves and the rest of the population.24
In particular, I bring to attention that in the middle of the
financial crisis affecting sugarcane production, when the 1848
legislation came into existence, other equivalent legislation was
enacted to apply to the non-slave population (Pico, 1983). The
so-called laws against vagrancy of 1841, the Indenture Laws of
1849, or laws forcing poor people to have a job, were implemen-

23
Díaz Soler (1974; 1854; 1957) who is recognized as the historian of slavery,
in contradictory ways documents, with some slave testimonies, the life of the
agricultural slaves, and their relation with the slave-master. It particular, he
documented the rules of dressing of the slave (blue and black stripes clothes;
three sets a year provided by the slave-master); the housing of the slaves (by
law two slaves by room, by practice up to six slaves in a room); and the marital
practices, by which the children of slaves belong to the slave-master . All the-
se practices, amongst other, established a disciplinary society that defined the
behavior of the slaves.
24
For me this constitutes a very novel argument of my line of enquiry in this
research, as much as contemporary literature review, on this history of slavery
in Puerto Rico, do not address the mode of production from the perspective of
the body of knowlege-body of discipline paradigm (Pico, 1983; Baralt, 1981;
Sued-Badillo, 2000; Segrera, 1973). .

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ted as a way to enforce “semi-slavery” labor practices, whose pri-


mary reference was the slave mode of production.25 The reasoning
applied to this legislation, it is my argument, were drawn from the
experience of slavery as applied to the black population.26
Using a Marxian (Marx, 1962) analysis of the mode of produc-
tion, in conjunction with the Foucaultian methodology (Foucault,
1996, 1977) of bio-politics, it is important to explore the relation
between the mode of production, the slave body and the knowled-
ge that emerged out of it -- knowledge that was applied both
to the slave, as a way of disciplining and controlling it, and to
the body of the emerging labor force, which happened to be whi-
te. It is my contention that the lessons from the slave-machine
knowledge-discipline, were applied to the rest of society, and the
consequences of this have not been thoroughly explored yet.27 In
some respects, we all became “machines”.

25
As a matter of fact, until the end of the 18th Century, slaves were not allowed
to get married; in particular, until the enactment of l the 1789 Slave Treatment
Rules. In the early 1800, in particular the laws against vagrancy of 1841, they
were issued to enforce that vagrant people cannot have “communal marriage”,
but can only be together after officially (and religiously) getting married. A
condition to which it was needed to have employment (Sued-Badillo, 2000).
I argue that the logic behind this “civilian” legislation emerged from the slave
mode of production.
26
This argument is quite interesting although in the literature reviewed on
the topic, I have not found any indication of applying a cross-reference to the
indenture laws based on the lessons of slavery. Although the authors reviewed
recognized that the financial crisis and the crisis in labor force, drove the slave
master and the state into other sources of labor, it is not seen as part of exten-
sion of the “slave-machine culture” into other sectors of society (Pico, 1983;
Sued-Badillo, 2000).
27
The history of slavery, 16th Century to 19th Century European-led process,
resurfaces continuously in different ways. Perhaps, in the 2000 onward, it has
been very critical the conversation around issues of moral and financial com-
pensation to the people (countries) and descendants of slaves (Wickham, 2001;
William, 2001; Tertsch, 2001; Krauthausen, 2001; Gómez, 2001). However, I
would like to problematize in this research project, from Foucault´s perspective,
what was the consequence of the disciplinary world imposed to the slaves in the
rest of the population. In this regard, I borough a concept from Stephen Carter
(1988) when he introduced the concept of “racialism”. It is one of my argu-
ments that slavery, developed a negative memory that affected all of us, which
states how do we treat a person that is classified as slave – this mean, black and
with limited freedom and dignity.

130
Mirrors of modernity The slave-machine: body of knowledge, body of discipline

Conclusion

Slavery was a mode of production during the modern era,


which, in contradictory ways, allowed accumulation through the
exploitation of subjugated labor. It required a human being, na-
med slave, who for most of the time was not considered human
or a citizen; however, for legal matters, in particular criminal law,
the slave was recognized as human, responsible for its actions, and
therefore capable of being disciplined through punishment. In
the daily life of the slaves, the slave-master or the slave-driver
established a world of disciplines –– of accepted behavior, forced
labor and productivity and restrictive practices –– on the body of
the slave.
Recognizing the above, it is important to explore the space
between the knowledge and discipline incorporated into the body
of the slave, and the resistance and subversion that the same slave-
body inflicted on its master’s intentions. At the end, the experien-
ce of slavery allows one to look at it from different perspectives,
and for different reasons.

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