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Aproximacionessociológicas PDF
Aproximacionessociológicas PDF
sociológicas
Flabián Nievas (comp.)
Nievas, Flabián
Aproximaciones sociológicas.
1a. ed. - Buenos Aires: Proyecto Editorial, 2011.
272 p.; 22x15 cm.
ISBN 978-987-644-020-2
Capítulo 1
Las tres miradas sociológicas,
por Flabián Nievas..........................................................................23
Capítulo 2
El sujeto que actúa. Aproximaciones al individualismo metodológico
weberiano, por Malka Hancevich....................................................41
Capítulo 3
Las dimensiones de lo social en el pensamiento sociológico de Durkheim,
por Carlos E. Motto.......................................................................65
Capítulo 4
Consideraciones sobre el problema religioso en Durkheim,
por Mariano Millán........................................................................93
Capítulo 5
La sociología y su desafío fundacional: hacia un pensamiento “conectivo”,
por Juan Sebastián Califa.............................................................123
Capítulo 6
Ese oscuro objeto del deseo. El análisis de la mercancía en la teoría
marxista, por Matías Artese..........................................................137
Capítulo 7
Marx y las clases sociales,
por Pablo Bonavena......................................................................165
Capítulo 8
Aportes a la lectura de las relaciones sociales de producción capitalistas
según Marx y Engels,
por Hernán Hereñú, Julio Tedesco y Ricardo Zofío.....................205
Por qué y para qué aproximarse
a la teoría sociológica: a modo de prólogo
Adrián Scribano1
1 CEA-UE-UNC-CIES
(7)
contexto de producción, no se pude escribir sobre sociología sin mirar
la sociedad que pretende conocer. La sociología es por definición una
ciencia situada.
De los desafíos
2 Hacemos notar las conexiones posibles entre esta exposición sobre las prácti-
cas y las metáforas sobre el uso de teorías sosteniendo que las teorías implican/
producen prácticas y viceversa.
(15)
La pala. Algunos piensan a la actividad de la sociología en analo-
gía con los usos de la pala: cavar y desenterrar.
Los sociólogos que se apegan a la metaforización de la pala ven
en su práctica el dictum de sacar a luz lo que no se ve. Usando una
metáfora raíz que pivotea en la geología la actividad sociológica es la
encargada de penetrar en la estratigrafía de la sociedad mostrando sus
pliegues internos.
El cucharín. Otros muchos piensan la práctica del conocer en so-
ciología a través de metáforas de la edificación: construir y producir.
Los que practican una sociología desde una metáfora de la edifi-
cación trabajan bajo la creencia que sus acciones son como el cucharín
del albañil pegan y perfilan el edificio de lo social. La tarea de conocer
es productora de una realidad social que se entiende construida y re-
construida en las mismísimas acciones de conocimiento.
Estas metáforas instrumentales, el espejo, el martillo, la pala y
el cucharín, nos acercan al puzzle de los modos sociales de enten-
dimiento de la práctica sociológica. Más o menos adecuados, más o
menos precisos estos juegos metafóricos permiten entender, de modo
aproximado, la situación de la sociología contemporánea en nuestras
tierras. Creemos, sin embargo, que la realidad se constituye en una
madeja y entramado de todas estas metáforas, creemos que la socio-
logía es algo más y algo menos que estas “caracterizaciones” ¿Por qué?
Porque construir, reflejar, rupturar y develar son momentos de
la dialéctica entre hacer, pensar y decir que esta practica intelectual
llamada sociología implica. Porque creemos que, más acá de la doxa
académica, los standard’s scholasticos y la división institucional del po-
der académico la sociológica es una oportunidad para transformar el
mundo colectivamente.
Porque hacer/decir/pensar es una tensión helicoidal que adviene
como plus de una intelección de lo real que evita su duplicación en la
conciencia y se dispone para una crítica inmanente desde los nudos
mismos de las conexiones entre conocimiento y sociedad.
En la dirección señalada un libro sobre teorías sociológicas es una
posibilidad más para revisar las proximidades y distancias entre los
momentos de la tensión helicoidal aludida y también para re-cons-
truir lo que hay de contexto y situacionalidad en nuestras prácticas
teóricas.
(16)
De algunas huellas desde el carácter situado de la sociología
(19)
Bibliografía
(21)
Capítulo 1
Flabián Nievas1
El materialismo dialéctico
El modelo holista
El individualismo metodológico
ciencias sociales sea muy difícil que haya una “revolución científica”
como ocurre en las ciencias naturales, en las que cuando una teoría
dominante es desplazada hay que reconstruir prácticamente todo de
nuevo, tal como ocurrió con la física cuando el relativismo desalojó al
paradigma newtoniano.
En resumen. No hay una teoría que sea más certera que otra,
una que sea verdadera y las demás que sean falsas. Lo que existen son
enfoques alternativos, que se corresponden mejor con determinados
intereses y apreciaciones. En sociología, para sintetizar nuestra expo-
sición, las tres grandes corrientes teóricas se adaptan mejor según el
tipo de pensamiento del sociólogo: el individualismo metodológico
para comprender el mundo cotidiano; el holismo para entender el
mundo tal cual es; y el materialismo dialéctico para entender la lógica
del capitalismo y propender a su superación. De las tres sólo esta úl-
tima explica el mundo y brinda perspectivas de poder cambiarlo.
(40)
Capítulo 2
Malka Hancevich
las ideas de Werner Sombart y George Simmel. Sin embargo, a los fines de este
trabajo nos centraremos en exponer los postulados de los tres autores mencio-
nados anteriormente.
(46)
El sujeto que actúa
11 Esta idea puede ser relacionada con el doble proceso de inversión que plantea
Durkheim. En donde también existe una conciencia ilusoria. Mediante la ideali-
zación los hombres atribuyen a los sentimientos colectivos características irreales,
sobrenaturales y, luego, objetivan esas características en objetos exteriores.
12 Verón, Eliseo: Conducta, estructura y comunicación, Editorial Tiempo
Contemporáneo, 1968.
(53)
Aproximaciones sociológicas
que otros para lograr los fines propuestos. Como último elemento,
tenemos el fin de la acción, el objetivo que el actor espera lograr
con su acción.
En base a estas ideas Weber construye tipos ideales de acción
social, que varían en sus caracterizaciones de acuerdo a la relación que
se establezca entre los medios y los fines de cada una.
La acción racional con arreglo a fines, en donde las expectativas son
entendidas como condiciones o medios para el logro de determina-
dos fines, tanto los medios utilizados, como el fin propuesto tiene
un carácter racional. Cabe destacar que la absoluta racionalidad en la
acción con arreglo a fines es un caso límite.
Otro tipo ideal de acción social es el racional con arreglo a valores,
el cual se determina por la creencia conciente en el valor propio y
absoluto de una conducta. En este caso el fin propuesto es no racional
(cumplir con un valor) pero el modo de llevarlo a cabo es racional.
La acción social afectiva, es emotiva, determinada por afectos y
estados sentimentales. Está en la frontera de las acciones sociales, ac-
ción con sentido. Puede ser una reacción sin trabas a un estímulo
extraordinario, fuera de lo cotidiano.
Por último, la acción tradicional está determinada por una cos-
tumbre arraigada. Tanto la acción social afectiva como la tradicional
se encuentran en la frontera de las acciones sociales con sentido, son
acciones no racionales.
Entonces, en esta instancia es necesario remarcar que al hablar
de “actor social” siempre nos referimos a sujetos individuales. En la
teoría de Weber, sólo los actores individuales pueden realizar accio-
nes imputando sentido a las mismas, esta no es una capacidad que
puedan realizar los grupos. Aquí nuevamente volvemos acerca de la
relación teórica de individuo-sociedad en la concepción weberiana.
Los grupos son, para el autor, sólo consecuencias de entrelazamien-
tos de acciones específicas de personas individuales, son resultado
de la organización de individuos. Salvo que se recurra a una ficción
jurídica (persona jurídica), para Weber es imposible entender a las
organizaciones grupales como entidades reales con características
propias. Los actos individuales son los que constituyen y conforman
la realidad social.
(56)
El sujeto que actúa
14 Hemos dejado de lado los escritos políticos del autor y lo referente a lo que
se ha dado a llamar “sociología de la dominación”.
15 Laurin-Frenette, Nicole: Las teorías funcionalistas de las clases sociales.
Sociología e ideología burguesas, Siglo XXI, 1989, p. 84.
(57)
Aproximaciones sociológicas
Para hacer más comprensible lo que son los tipos ideales, recor-
demos que anteriormente enumeramos los tipos ideales de acción
social (racional con arreglo a fines, con arreglo a valores, tradicional
y emotivo). Cuando en las clases se dan algunos casos concretos de
acciones sociales, los estudiantes reunidos en grupo, suelen discutir
a qué tipo ideal corresponde tal o cual acción, en búsqueda de la
“respuesta correcta”. Lo cierto es que al estar hablando de tipos idea-
les, las acciones “reales” no corresponden puramente a un sólo tipo
ideal, dentro de una acción social pueden aparecer aspectos de dos
o más tipos ideales. Lo esencial es poder justificar por qué la acción
concreta presenta predominantemente el tipo ideal de acción social
elegido.
Resta aclarar algo que se presta a confusión recurrentemente, y
es el hecho de creer que tipo ideal es lo mismo que tipo ideal de ac-
ción social. El tipo ideal, como he dicho, es una construcción que el
investigador realiza en base a lo observado en la realidad, de la cual
extrae los aspectos más relevantes. En la teoría de Weber hay un gran
número de tipos ideales: los de dominación, los de acción social, los de
formas de organización social (como la burocracia), los de creencias,
el concepto de Estado, de comunidad, entre otros. Entonces, cuando
se habla de tipos ideales se habla de algo general, que tiene formas
específicas como las que acabo de enumerar.
(62)
El sujeto que actúa
Bibliografía
(63)
Capítulo 3
Carlos E. Motto
Introducción
11 Durkheim, Emile; Las Reglas del Método Sociológico, Madrid, Orbis, 1982,
pág. 39.
(69)
Aproximaciones sociológicas
14 Las relaciones entre las nociones de bien y de deber son desarrolladas
ampliamente por Durkheim en un texto de 1906: “Determinación del hecho
moral” en Durkheim, Emile: Sociología y Filosofía. Buenos Aires: Miño y Dávila,
2000, págs. 57 a 86. Pero esta cuestión ya es introducida en Las Reglas del Método
Sociológico en 1901 en una nota del prefacio a su segunda edición. Op. cit., nota
4, al pie de pág. 27.
15 Sobre los conceptos de heteronomía y autonomía ver Piaget, Jean; El criterio
moral en el niño, Barcelona, Martínez Roca, 1987. También Nievas, Flabián; El
control social de los cuerpos, Buenos Aires, EUDEBA, 1999.
(71)
Aproximaciones sociológicas
corrientes hechos
sociales prácticas morfológicos
constituidas
voluntad
Gráfico 1
(74)
Las dimensiones de lo social
Hasta aquí trabajamos con las dimensiones del hecho social asu-
miendo la perspectiva del individuo ante aquel, o sea, destacando su
exterioridad con respecto al individuo. Este es un recurso pedagógico
que a Durkheim le permite apelar a la percepción de las personas, a
sus experiencias, para desarrollar su concepción de lo social, sin em-
bargo, debemos señalar lo siguiente: este tipo de exposición tiende a
formar la idea equivocada de que, individuo y sociedad, son fenóme-
nos enfrentados y excluyentes. Pero, como veremos más adelante, el
mismo pensamiento de Durkheim es más sutil y complejo en cuanto
a las interrelaciones entre lo individual y lo social, al punto que para
él la individualidad es un producto de lo social que sólo es posible
porque la sociedad, por decirlo de algún modo, se despliega en cada
uno de nosotros.
De modo que las dimensiones del hecho social se comprenderán
con mayor propiedad cuando despojados de la perspectiva individual
las observemos como dimensiones de la sociedad en su conjunto.
Veremos en los apartados siguientes como Durkheim utiliza estas
dos dimensiones cuando aborda el estudio de la sociedad de su época.
21 La filosofía política había abordado la cuestión del lazo social a partir de dos
conceptos, por una parte, el contrato social como momento mítico fundante de
un estado político; y por otra, la comunidad como fundamento de una identidad
nacional. Sobre estos conceptos y sus vínculos con la sociología pueden verse Nisbet,
Robert A; La formación del pensamiento sociológico: 1, Buenos Aires: Amorrortu,
2003 y Therborn, Göran; Ciencia, clase y sociedad, Madrid, Siglo XXI, 1997.
22 Ídem.
23 La División del Trabajo Social fue la tesis doctoral de Durkheim (primera
edición francesa: 1893).
(76)
Las dimensiones de lo social
24 Durkheim, Emile; De la división del trabajo social, Buenos Aires; Schapire,
(77)
Aproximaciones sociológicas
Solidaridad mecánica
Solidaridad orgánica
hemos destacado como una de las dos dimensiones del hecho social ad-
quieren una denominación precisa en la teoría de la socialización: por
una parte, tendremos procesos de integración tendientes a construir
semejanza que promoverán una moral heterónoma en los individuos
estos movidos por la noción de deber apelaran a la sanción de los otros,
los que no cumplan con la norma. Por la otra parte, tendremos pro-
cesos de regulación tendientes a vincular las desemejanzas promoverán
una moral autónoma en los individuos, estos habiendo incorporado las
normas, tenderán a lo bueno y lo razonable, en el marco de jerarquías
legítimas, y cuando entren en conflicto apelarán a la mediación de la
justicia retributiva. Un ejemplo claro de integración lo tenemos en los
llamados patrióticos en circunstancias de guerra, uno de regulación en
el fomento de la libre empresa.
La relación entre integración y regulación puede verse con más
claridad alrededor de lo que Durkheim denomina la efervescencia so-
cial, un fenómeno que está en un extremo del la dimensión estructural
que vimos aparecer en la definición del hecho social, pero, para abor-
dar esto, primero debemos hacer un repaso por algunas de las cuestio-
nes que trata en su sociología de la religión.
29 Las Formas Elementales de la Vida Religiosa (primera edición francesa; 1912).
(83)
Aproximaciones sociológicas
verse con claridad como las conclusiones que Durkheim saca sobre la función
social de la religión lo guían a la hora de formular una propuesta de pedagogía
laica. En Durkheim, Emile; Educación y pedagogía, Losada, Buenos Aires, 1998,
págs. 29 a 51.
32 “Durkheim se hallaba sin duda influido por la multitud de estudios sobre
psicología de masas que habían aparecido a finales del siglo XIX: los de Scipio
Sighele, Gustave Le Bon y Gabriel Tarde” Lukes, op. cit., pág. 456.
(85)
Aproximaciones sociológicas
34 Las Formas Elementales de la Vida Religiosa, op. cit., pág. 628.
(87)
Aproximaciones sociológicas
Y esto es así porque los ideales que unen a los hombres y los
llevan a tener una vida social distinta que la que surgiría de su incli-
nación egoísta es la base de la integración. Ahora, la creación de estos
ideales es el resultado de un relajamiento de las reglamentaciones,
de un desencadenamiento de las pasiones, como pudimos apreciar al
repasar los fenómenos de efervescencia social en su sociología de la
religión. “La efervescencia adquirió un estatuto específico en la so-
ciología de Durkheim: tiene un papel positivo en la vida social en
el momento en que la desregulación y el desencadenamiento de las
pasiones producen una integración superior a través de la creación o
de la revitalización de los ideales (religiosos o políticos)”.35
Pero estas tesis sobre la efervescencia social además de aclararnos
la relación entre integración y regulación, también nos especifica la
relación en la otra dimensión del hecho social, el grado de estruc-
turación; porque si bien los modos de ser son el sustrato de la vida
social ciertas maneras de hacer, sentir o pensar de alta maleabilidad,
como los fenómenos de efervescencia social, están en la origen de los
valores que mantienen cohesionada la sociedad y deben reanimarse
y recrearse ritual y periódicamente para que los modos de ser no se
desestructuren.
Por eso Durkheim plateaba que las funciones que cumplía
la religión eran comunes a todas las sociedades y afirmaba que
“Hay […] en la religión algo eterno que está destinado a sobre-
vivir a todos los símbolos particulares de los que se ha rodeando
sucesivamente”.36 No puede haber sociedad que no sienta la ne-
cesidad de mantener y reafirmar, a intervalos regulares, los sen-
timientos colectivos y las ideas colectivas que constituyen sus la-
zos sociales básicos. Pues bien, esto no puede obtenerse sino por
medio de reuniones, de asambleas, de congregaciones donde los
individuos, estrechamente próximos unos de otros, reafirman en
común sus sentimientos. Y se preguntaba: “¿Qué diferencia esen-
cial hay entre una asamblea de cristianos celebrando los principales
35 Steiner, op. cit., pág. 70. Puede entenderse entonces la función integradora
del castigo del criminal, en la medida que sobreexcita las fuerzas necesarias para
reafirmar la cohesión del grupo.
36 Las Formas Elementales de la Vida Religiosa, op. cit., pág. 641.
(88)
Las dimensiones de lo social
integración
regulación
Gráfico 2
(90)
Las dimensiones de lo social
Bibliografía
Mariano Millán2
Introducción
1 La escritura de este texto ha sido iniciada desde que tomé contacto con
unas notas de clase de Flabián Nievas que abordaban varios de los problemas
aquí presentes. Agradezco a Flabián por su generosidad al pasarme una copia
de sus anotaciones y también por leer los borradores de este trabajo. Desde
luego, las afirmaciones aquí presentes sólo comprometen mi pensamiento.
2 Licenciado en Sociología, UBA. Docente de Sociología (CBC) y de la
carrera de Sociología, UBA. Becario Doctoral de Conicet, con asiento en la
Universidad Nacional de General Sarmiento.
3 Existen numerosas ediciones en castellano, nosotros utilizaremos la de
Alianza, por considerar que tiene la traducción más lograda.
(93)
Aproximaciones sociológicas
suplanta, pues no podría hacerlo, el estudio del libro sobre el cual aquí
nos explayaremos.
Consideramos que la riqueza de la obra durkheimniana justifica
y excede con creces estas reflexiones, pues Las formas… aborda mu-
chos temas de relevancia y 100 años después de su primera edición
continua representando un trabajo ineludible en una gran cantidad de
materias de la investigación social. Al analizar el texto no dejaremos
de mencionar el nombre de varios comentaristas, como Steven Lukes4
o Anthony Giddens5
Nos motivan varias cuestiones. En primer lugar analizar el lugar
de Las formas… en el conjunto de una obra fundacional de la co-
rriente sociológica durkheimniana. ¿Por qué motivos dedicar tanto
esfuerzo a esta cuestión? ¿Qué ocurría en aquellos años en Francia?
¿Qué sentido tienen las investigaciones de Las formas… en el con-
junto de las preocupaciones sociológicas de Durkheim?
En segundo lugar nos interesa explicitar en detalle la proble-
mática sociológica del hecho religioso y la resolución a dichos in-
terrogantes planteada por nuestro autor. ¿Qué es la religión? ¿Qué
función social cumple? ¿Cuáles son las causas del fenómeno reli-
gioso? ¿Por qué medios es posible hacer de la religión un objeto
de estudio de la sociología? ¿Cómo aplica Durkheim las reglas del
método sociológico en este caso?6 ¿Qué son los símbolos religiosos?
¿Qué relación existe entre la religión y el desarrollo de la vida social?
¿Qué relaciones existen entre religión y conocimiento?
4 Lukes, Steven; Emile Durkheim. Su vida, su obra, Siglo XXI, Madrid, 1984.
5 Giddens, Anthony; “Introducción.Los escritos de sociología y filosofía social
de Durkheim” en Durkheim, Emile; Escritos selectos, Nueva Visión, Buenos
Aires, 1993 y también Giddens, Anthony; El capitalismo y la moderna teoría
social, Idea Books, Madrid, 1998.
6 Para ello es ineludible que el lector conozca el libro de Durkheim, Emile;
Las reglas del método sociológico. Existen varias ediciones, nosotros preferimos la
de Hyspamérica.
(94)
Consideraciones sobre el problema religioso en Durkheim
Primeras cuestiones
¿Por qué una sociología de la religión?
14 Sobre las formas de solidaridad en Durkheim debe leerse Motto, Carlos;
“¿Qué nos mantiene unidos?” en Nievas, Flabián (comp.) Algunas cuestiones de
Sociología, Proyecto, Buenos Aires, 2008, págs. 75-101.
(97)
Aproximaciones sociológicas
Segundas cuestiones
La metodología en la sociología de la religión de Durkheim
20 Durkheim, Emile; “Sobre la definición de los fenómenos religiosos” op. cit.,
pág. 129.
21 Durkheim, Emile; “Sobre la definición de los fenómenos religiosos” op. cit., pág. 131.
(101)
Aproximaciones sociológicas
b. Descartando prenociones
22 Foucault, Michelle; Vigilar y castigar, Siglo XXI, Buenos Aires, 2005, pág. 30.
(102)
Consideraciones sobre el problema religioso en Durkheim
25 Durkheim, Emile; Las formas elementales de la vida religiosa, op. cit., págs.
68 y 69.
(104)
Consideraciones sobre el problema religioso en Durkheim
26 Durkheim, Emile; Las formas elementales de la vida religiosa, op. cit., pág. 625.
27 Durkheim, Emile; Las formas elementales de la vida religiosa, op. cit., pág. 626.
(105)
Aproximaciones sociológicas
30 Durkheim, Emile; Las formas elementales de la vida religiosa, op. cit., pág. 626.
31 Durkheim, Emile; Las formas elementales de la vida religiosa, op. cit., pág. 626.
32 Durkheim, Emile; Las formas elementales de la vida religiosa, op. cit., págs. 25 y 26.
(107)
Aproximaciones sociológicas
33 Durkheim, Emile; Las formas elementales de la vida religiosa, op. cit., pág. 628
(109)
Aproximaciones sociológicas
[destacado en el original]
34 Durkheim, Emile; Las formas elementales de la vida religiosa, op. cit., pág. 635.
35 Durkheim, Emile; Las reglas del método sociológico, Hyspamérica, Buenos
Aires, 1985., págs. 27 y 28.
(110)
Consideraciones sobre el problema religioso en Durkheim
Como vemos entonces, las categorías que sirven para clasificar los
fenómenos tienen un origen religioso, pues es la religión la primera
estructura simbólica que tienen las sociedades y que permite organi-
zar conceptualmente el tiempo, el espacio, las personas y las cosas de
una sociedad. Pero ante todo los conceptos y las categorías son pro-
ductos sociales, que permiten a los hombres y mujeres comprenderse,
comunicarse y tejer relaciones, constituyendo, reproduciendo y/o
transformando sociedades. Como explica Durkheim: “El concepto es
una relación esencialmente impersonal y gracias a él se comunican las
inteligencias humanas.”40 Aclarando luego que:
45 Durkheim, Emile; Las formas elementales de la vida religiosa, op. cit., pág. 633.
46 Lukes, Steven; Emile Durkheim. Su vida y su obra, op. cit., págs. 459 y 460.
47 Durkheim, Emile; Las formas elementales de la vida religiosa, op. cit., pág. 633.
(115)
Aproximaciones sociológicas
48 Durkheim, Emile; La división del trabajo social, Libertador, Buenos Aires,
2004, pág. 365.
(116)
Consideraciones sobre el problema religioso en Durkheim
49 Durkheim, Emile; Las formas elementales de la vida religiosa, op. cit., pág. 641.
50 Lukes, Steven; Emile Durkheim. Su vida y su obra, op. cit., pág. 455.
(117)
Aproximaciones sociológicas
51 Durkheim, Emile; Las formas elementales de la vida religiosa, op. cit., pág. 639.
52 Durkheim, Emile; Las formas elementales de la vida religiosa, op. cit., pág. 635.
(118)
Consideraciones sobre el problema religioso en Durkheim
Conclusiones
Bibliografía
(122)
Capítulo 5
El hecho de que “uno no es con uno” sino que “uno es con otros”
es algo sobre lo que la sociología ha trabajado de modo sistemático.
En disputa con la forma más corriente de pensar, la labor de esta
ciencia suele echar luz sobre los entramados humanos: los indivi-
duos siempre son parte de conexiones, aunque en diversos grados
y desde diferentes posiciones nunca dejan de estar conectados los
unos con los otros, nos dice una primera y elemental lección. En
ese sentido, el conocimiento, el saber de la propia situación, nunca
es un problema estrictamente individual sino que es un problema
que se manifiesta y que se resuelve con y frente a otros, suele agre-
garse. El conocimiento es entonces un hecho colectivo del que el
individuo participa aunque pueda hacerlo con un grado mayor o
menor de injerencia personal. Por ello, si bien estar entramados
es una característica de la especie humana, las cambiantes figuras
de este entramado, las sucesivas reconfiguraciones que sufra a lo
largo del tiempo —tiempo para el cual el desarrollo de una vida
es en general impropio como vara temporal para medir los gran-
des cambios— son singulares a cada sociedad y en cierta medida
irrepetibles. De estas figuras puntuales se ocupan las sociologías
especiales como aquellas que se concentran en lo que sucede en la
vida urbana u otras que ponen su atención en los pormenores de la
vida rural por ejemplo.
No obstante, más allá de las áreas de observación específica que
esta disciplina ha elaborado a lo largo de décadas, una preocupa-
ción constitutiva general suya resulta en mostrar la conexión in-
trínseca entre nuestra biografía y los problemas más generales de la
vida social que aparecen como “estructurales” en tanto no son con-
secuencia de este o aquel individuo sino de una sumatoria singular
de ellos construidos en un extenso y enredado devenir histórico.
Para la sociología se puede decir que este razonamiento “conectivo”
es un punto de partida básico, algo así como un acuerdo fundacio-
nal, que ha dotado diferentes escuelas teóricas. Se trata, por cierto,
de una conexión que aunque la ciencia social toda, la sociologías
pero también otras disciplinas, realizó con mayor refinamiento y
solidez que el “hombre de la calle” no pretendió siempre retaceár-
sela a los últimos. Por el contrario, numerosos sociólogos agrupa-
dos en escuelas de pensamiento diferentes e incluso en pugna se
(125)
Aproximaciones sociológicas
(126)
La sociología y su desafío fundacional
Rompiendo el cascarón
(134)
La sociología y su desafío fundacional
1. Libros
2. Artículos
(136)
Capítulo 6
Matías Artese2
Introducción
La mercancía
de los objetos aunque no se pueda ver, que hace que una piel de un
animal sea intercambiable por uno o varios elementos que representen
una misma (o similar) cantidad de valor, es decir, una magnitud deter-
minada de trabajo humano abstracto encerrado en esos objetos.
Y si afirmamos que es posible equiparar una cantidad de bolsas de
harina con otra cantidad de frascos de miel o con una piel curtida de
un animal es porque ese trabajo humano abstracto es posible de medir.
Toda mercancía tiene una magnitud de valor, o una cantidad deter-
minada de Valor. Y esa magnitud, ¿de qué depende? Está sujeta a la
cantidad de tiempo que se utiliza para la producción de una mercancía.
Todos los productos que consideramos mercancías tienen una canti-
dad de tiempo de trabajo cristalizado en ellas. Ese tiempo es social,
eso quiere decir que la producción de mercancías está condicionada
por las técnicas y tecnologías presentes en distintas épocas de desa-
rrollo, que por supuesto, se imponen socialmente. Por ello conocemos
el sistema productivo de una civilización no tanto por los productos
que fabrican y consumen, sino por los elementos que utilizan en esa
producción.
Si una tela es fabricada en una jornada de trabajo porque existe
una tecnología que así lo permite (un telar manual, por ejemplo), y que
ha hegemonizado la industria de la fabricación de telas, sería obsoleto
que esa tela se haga a mano tardando cinco días pues existe una tec-
nología social que permite fabricarla en sólo una jornada. Hablamos
entonces de un tiempo socialmente necesario de una jornada para la rea-
lización de telas. Si se pretende fabricar esa misma tela pero con una
técnica más rudimentaria cuando está disponible el telar manual, ten-
drá una magnitud de valor mucho mayor y consecuentemente no po-
drá intercambiarse. Simplemente porque es posible fabricar telas con
un valor menor, es decir, más baratas y accesibles. Por eso el tiempo
de trabajo necesario es social, y no individual: está estipulado social-
mente por el desarrollo que colectivamente se estableció en el modo
de producción.
Entonces esa mensura, esa medición que hace posible que las
mercancías sean equiparables e intercambiadas se resume a una can-
tidad de trabajo humano abstracto que es posible medir mediante un
tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción de una mer-
cancía. Resumiendo lo visto hasta aquí:
(144)
Ese oscuro objeto del deseo
sean formalmente libres) 12 para que sus productos puedan ser conce-
bidos como equivalentes. Segundo, y en consecuencia, que las particu-
laridades y características de las mercancías tal y como las conocemos
hoy son propias del sistema de producción capitalista.
Es necesario entonces que dejemos claro que la idea de equiva-
lencia e igualdad entre las mercancías no siempre tuvo la fuerza que
hoy tiene, como si fuese algo absolutamente obvio. Es en este punto
cuando Marx marca un contraste con el razonamiento de Aristóteles:
el pensador y filósofo griego no podía interpretar del todo cómo es
que objetos tan distintos como por ejemplo la leña y la miel sean
conmensurables e intercambiables. ¿Dónde está lo igual, lo que hace
que elementos tan disímiles como el hierro y el algodón puedan ser
equiparables? Obviamente en la Grecia Antigua existía el intercam-
bio de mercancías, pero no como lo conocemos en la etapa capitalista.
La sociedad griega, basada en un sistema esclavista de producción,
provocaba que los objetos productos del trabajo contuvieran dentro
de sí una condición quimérica al ser equiparados unos con otros, es
decir características difíciles de descifrar. Ese modo de producción y
el conocimiento que poseía Aristóteles en esa época, le impidieron
elaborar —ni siquiera imaginar— conceptos relacionados al valor y al
trabajo abstracto. Las mercancías eran equiparables pero no se sabía
el origen de esa equiparación ya que no existía la idea de igualdad en
los distintos trabajos que encerraban los productos a intercambiar. Por
ello es posible llegar a las entrañas de la mercancía en una sociedad en
la que “los obreros son formalmente libres”, y se establezca un con-
trato de igualdad formal en los tiempos de trabajo y en las magnitudes
de valor que encierra toda mercancía (cosa que no existía en el modo
de producción esclavista). Es decir que ese conocimiento fue posible
una vez las condiciones de trabajo también fueron equiparables y se
convirtieron en objetivas. Es decir, donde existió un tiempo de trabajo
socialmente necesario.
15 La división del trabajo social nos traslada a otro gran pensador e investigador,
Emile Durkheim (1859-1917). En La división del trabajo Social —su tesis
doctoral escrita en 1893— se deja en claro que la paulatina división del trabajo
en la historia de la humanidad se impone como un hecho social que coacciona
al individuo, observación que no contradice a la teoría marxista. Durkheim
ve muchos problemas que Marx también veía en el S. XIX: el aumento de
homicidios, alcoholismo, hacinamiento, etc., es decir, el aumento del grado de
embrutecimiento no sólo en la fábrica sino fuera de ésta. La diferencia principal
es que Durkheim no plantea la explotación —y dominación consecuente—
de una clase social sobre otra y las relaciones de dominación como problema
central, sino la cada vez mayor individualización de las tareas que generarían
un alto nivel de conflicto y egoísmo y una “conciencia colectiva fragmentada”.
Es decir, una problemática de carácter moral.
(156)
Ese oscuro objeto del deseo
18 Meiksins Wood, E.: Democracia contra Capitalismo, pág. 37. Desde ya, la
caracterización que hace la autora tiene la más plena vigencia. Esta observación
nos advierte de la supuesta “neutralidad” que adquiere el Estado en el sistema
capitalista, que incluso en determinadas circunstancias históricas fue caratulado
como “benefactor”. Podríamos encontrar decenas de ejemplos en los cuales
se verifica que el Estado ejerce una coerción en pos de sostener e impulsar la
acumulación y funcionamiento del capitalismo. La disolución violenta de una
huelga, por ejemplo, tiene que ver con ese “momento” de coerción que adopta
el Estado, por fuera del momento de apropiación en el proceso productivo.
También podemos ver esto en otras circunstancias: cuando se aplica una
represión a los cortes de ruta, por ejemplo, el Estado interviene en este caso
no para obligar a los expropiados a que vendan su fuerza de trabajo –como
sucedía en el siglo XV y XVI en Inglaterra- sino para despejar el espacio de
circulación de las mercancías y que en definitiva puedan realizarse como tales
en el mercado.
(160)
Ese oscuro objeto del deseo
Consideraciones finales
20 Marx, K.: Manuscritos Economía y Filosofía. Primer Manuscrito, pág. 116.
(162)
Ese oscuro objeto del deseo
cada vez puedan acumular más bienes y más capital será el empleo de
Fuerza de Trabajo, que produce más de lo que es retribuida. Y que ese
plusproducto sea expropiado legalmente.
Pero como hemos mencionado a lo largo de este artículo, para
Marx no hay nada estático, sino que la realidad es dialéctica, en per-
manente movimiento y depende en definitiva de los procesos sociales
concretos que acontecen. Si bien las clases asalariadas hoy también
permanecen expropiadas (material y culturalmente), esto no implica
que sea algo eterno y no pueda ser cambiado. La constante división
del trabajo que genera embrutecimiento, también permitió la reunión
de decenas, centenares o miles de personas en un establecimiento,
y la conformación del proletariado en sí. Pero como mencionamos
anteriormente, formar parte del proletariado no implica necesaria-
mente tomar conciencia de que una parte del Valor producido será
expropiado por el capital, y que ese mecanismo es lo que permitirá su
reproducción y acumulación. Es el conflicto o la intención manifiesta
de revertir una situación lo que da la llave para abrir las puertas hacia
esa concientización. A su vez la toma de conciencia permite nuevas
instancias de conflicto, y el conflicto deriva en el cambio de estruc-
turas económicas, de pensamiento, de una cosmovisión. Pero eso es
materia de otro capítulo dentro del marxismo, que aquí no tocaremos.
Una última reflexión que atañe a la labor de aprendizaje. Solemos
pensar que estos elementos revisados sólo pueden servir con el fin de
aprobar una materia, o a lo sumo sirve como insumo a sociólogos, a
historiadores o a economistas. Nada más alejado de la realidad. Haber
abordado los primeros pasos en la lectura de la obra El capital no sólo
permite entender la génesis del capitalismo y su desarrollo ulterior du-
rante el siglo XIX, sino también entender los ejes sobresalientes que
sostienen el andamiaje del sistema incluso al día de hoy. Y esto es válido
para sociólogos, historiadores, economistas, geógrafos, filósofos o con-
tadores, y para todos aquellos que alguna vez deban vender su FT para
subsistir, es decir, la casi totalidad de la población. Por ello, así como es
tarea de los mismos asalariados tomar conciencia de su condición de
productores de plusvalor que es expropiado, es tarea de todos tomar
conciencia de las acciones que realizamos, siempre y cuando queramos
entender la realidad alejándonos de un pensamiento mágico o ingenuo
y acercarnos a un entendimiento más científico de esa realidad.
(163)
Aproximaciones sociológicas
Bibliografía
(164)
Capítulo 7
Pablo Bonavena
1 Véase sobre el tema de Pérez Díaz, Ortelio V.; Las ideas de Marx sobre las
clases sociales desde la actualidad; ponencia presentada en la IV Conferencia In-
ternacional “La obra de Carlos Marx y los desafíos del Siglo XXI”; La Habana,
Cuba, mayo de 2008, págs. 1 y 2.
(165)
Aproximaciones sociológicas
pero sin duda “el concepto de clase fue formulado por primera vez ob-
jetivamente con toda su fuerza por Marx”.15 Entremos en tema.
Georges Gurvitch asevera que Marx sólo brindó una “definición
negativa” del concepto de clase social, pues expuso especialmente ele-
mentos para delimitar qué no consideraba una clase social, siendo
más acotada el despliegue de criterios para definir positivamente los
alcances de la categoría.16 Para Marx una clase social no es una casta,
ni un estado, ni una corporación, ni un grupo profesional ni una capa
social. Tampoco es un mera categoría estadística que clasifica a secto-
res de la población de un país según su nivel educativo y cultural, su
calidad de vida, hábitos de consumo, tradición, etc.17 Argumenta que
las clases sociales no se pueden diferenciar por el ingreso ni tampoco
por la ocupación u oficio. Niega su relación, asimismo, con el honor o
por la pertenencia a un orden legal que habilitaría a considerar la clase
social como una categoría de status.18 El próximo párrafo de Giddens
robustece estas afirmaciones y algunas de sus implicancias:
15 Adorno, Theodor; Introducción a la Sociología. Barcelona, Gedisa. 1996, pág. 38.
16 Gurvitch, G.; op. cit… “Octava Conferencia”, pág. 77. Giddens, A.; Capita-
lismo y la moderna…, op. cit.., pág. 84.
17 ���������������
Gurvitch, G.; op. cit., pág. 77.
18 �������������
Elster, J,; op. cit., pág. 130.
(169)
Aproximaciones sociológicas
Con estos planteos, insisto, vemos que Marx difiere con los crite-
rios actualmente más extendidos para efectuar un análisis en términos
de una teoría de la estratificación social tales como el ingreso, el status
y la ocupación.20 La conceptualización que construyó acerca de las
clases sociales posee una complejidad mucho mayor.
Segunda aproximación
19 Giddens, A.; “La estructura de clases…”. Op. cit., pág. 30.
20 Véanse aspectos de la relación entre clase y status en Parkin, Frank; “Es-
tratificación social”, en Bottomore, Tom y Nisbet, Robert (comps.); Historia del
análisis sociológico. Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1988. Capítulo 15.
21 Giddens, A.; “Capitalismo y la moderna…”. Op. cit., pág. 84
22 Esta pluralidad, sin embargo, no permite suponer la presencia de una mul-
tiplicidad caótica de criterios; por el contrario, es posible visualizarlos con rigor,
habida cuenta de que no presentan contradicciones que los esterilicen. Véase al
respecto Poulantzas, Nicos; Poder político y clases sociales en el Estado capitalista”,
México D.F., Siglo XXI. 1997. Cita 19 de la pág. 79.
(170)
Marx y las clases sociales
23 “En principio, podemos definir una clase como un conjunto de relaciones
sociales (formas de vinculación indirecta del individuo con la naturaleza) rela-
tivamente homogéneo y estable, distinto de otros conjuntos igualmente homo-
géneos endógenamente —esta distinción es importante, dado que su ausencia
indicaría que estamos ante una comunidad, cuya existencia es incompatible con
las clases sociales— e igualmente estables, conjunto de relaciones sociales que se
expresa en las condiciones históricas de vida de individuos concretos. Pues bien,
si la clase es el conjunto de relaciones sociales, el elemento analítico mínimo es
la relación social, es decir, la vinculación mediada entre el hombre (en sentido
genérico) y el resto de la naturaleza (que incluye, por supuesto, a los restantes
hombres)”. Nievas, Flabián; “Lucha de clases: isomorfismo y metamorfosis en las
categorías analíticas de los pensadores marxistas clásicos”. Tesis doctoral. Buenos
Aires, 2009, pág. 195.
24 Meiksins Wood, Ellen; Democracia contra capitalismo. México D.F., Siglo
XXI. Capítulo 3, pág. 90.
25 Marín, Juan Carlos; “Acerca del origen del poder. Ruptura y propiedad”. Cua-
derno del CICSO. Serie Teoría Nro. 10. Buenos Aires, junio de 1984.
26 “La noción de propiedad nos remite a un campo de la realidad, que usual-
mente no percibimos; a) el campo de la creación de las condiciones de existencia
(171)
Aproximaciones sociológicas
Tercera aproximación
30 De los autores que he citado hasta el momento, Theotonio dos Santos
considera cuatro niveles del concepto de clase. El primero se corresponde con
el modo de producción; el segundo con la estructura social; el tercero con una
situación social y, finalmente, el cuarto con una coyuntura puntual. Op. cit.. Ca-
pítulo IV.
31 Su postura comparte, más o menos, una misma grilla interpretativa con va-
rios otros autores. Erick Olin Wright, por ejemplo, afirma que la obra de Marx
está “llena de análisis de clase. Con algunas excepciones, la mayor parte de ella
(173)
Aproximaciones sociológicas
El recorrido efectuado hasta aquí nos permite afirmar que las clases
sociales son conjuntos de individuos determinados principalmente por
su lugar en el proceso de producción, es decir, en la esfera económica.38
Pero esta definición es incompleta. Si su formulación se detendría aquí
tal vez podríamos sospechar que Marx efectivamente esgrime una con-
cepción economicista de las clases sociales. Sin embargo no las asimila
a “cosas” ni a “casillas” dentro de una estructura estática para ser llena-
das por individuos con los mismos atributos económicos.39 El lugar
económico tiene un papel fundamental pero se combina con criterios
40 Poulantzas, N.; “Las clases sociales. Párrafos corregidos”. Publicado en Be-
nítez Zenteno, R.; op. cit., pág. 154.
41 “…Una clase no puede definirse en sí, sino en una relación de contradic-
ción”. Castells, Manuel; “Comentario: La teoría marxista de las clases sociales
en América Latina”. Publicado en Benítez Zenteno, R.; op. cit., pág. 166.
42 Poulantzas, N.; Las clases sociales en el capitalismo actual. México D.F., Siglo
XXI., 1987, pág. 13.
43 “[…]. De ahí la importancia que revisten, a este respecto, las obras políticas
de Marx y de Engels”. Poulantzas, N.; Poder político y clases sociales…, op. cit..
Pág. 62.
44 Op. cit., pág. 112.
(177)
Aproximaciones sociológicas
45 “La ideología alemana”. Obras Escogidas. Moscú, Progreso. 1974, pág. 64.
Subrayado propio.
46 Sobre los debates y controversias en torno al tema pueden verse el citado
texto de Meiksins Wood. También de Caínzos López. Miguel A.; “Clase, ac-
ción y estructura de E.P. Thompson al posmarxismo”. Zona Abierta 50. España,
enero/marzo de 1989. El libro de Thompson, Edward P.; La formación histórica
de la clase obrera. Barcelona, Laia. 1977. Finalmente, Cohen, Gerald; La teoría de
la historia en Karl Marx. Una defensa. Madrid, Siglo XXI, 1986.
47 Miliband, R.; op. cit., pág. 420.
48 John Rex considera que Marx acuñó dos etapas en la formación de una
(178)
Marx y las clases sociales
clase social: “Una clase en sí surge cuando se dan las condiciones económicas
adecuadas, pero se convierte en una clase para sí en el curso de la lucha política”.
El conflicto social. Madrid, Siglo XXI, 1981, pág. 101. “Clase en sí” y “clase para
sí” es un lenguaje acuñado por Kant, reformulado luego por Hegel. Giner, Sal-
vador; Teoría Sociológica clásica; Barcelona, Ariel; 2001; pág. 138.
49 Estos tres extractos corresponden a Poulantzas, N.; “Las clases sociales”.
Párrafo reelaborado luego del Seminario. Publicado en Benítez Zenteno, Raúl
coordinador; op. cit., pág. 96.
(179)
Aproximaciones sociológicas
50 Marx, Karl; El 18 Brumario de Luís Bonaparte. Madrid, Sarpe, 1985, págs.
152-3.
51 Sobre el tema, véase Zofío Vidal, Ricardo; “Revolución burguesa y desarro-
llo del proletariado como clase partido en El 18 Brumario de Luis Bonaparte
de Carlos Marx”. Documento de Trabajo. Universidad Nacional de Luján, De-
partamento de Ciencias Sociales, 1994.
(180)
Marx y las clases sociales
52 Bensaïd, D.; op. cit., pág. 180. Las cursivas corresponden al original El re-
saltado es propio.
53 ��������������������
Meiksins Wood, E.; op. cit., pág. 111.
54 Una aclaración importante. El marxismo no escinde las esferas económicas
y políticas de lo social, pero eso no equivale a yuxtaponer o confundir tales di-
mensiones. Tanto la política como la economía son esferas relativamente autó-
nomas en el capitalismo, a diferencia de lo que ocurría en formaciones sociales
precapitalistas. Véase una fundamentación del planteo en Poulantzas, N.; Poder
político y clases sociales…, op. cit..
55 “Fue precisamente Marx el primero que descubrió la gran ley que rige la
marcha de la historia, la ley según la cual todas las luchas históricas, ya se de-
sarrollen en el terreno político, en el religioso, en el filosófico o en otro terreno
ideológico cualquiera, no son, en realidad, más que la expresión más o menos
clara de luchas entre clases sociales, y que la existencia, y por tanto también los
(181)
Aproximaciones sociológicas
64 Marx, K.; Miseria de la Filosofía. Madrid, Sarpe, 1984, págs. 173-4.
65 Parte del próximo ordenamiento teórico corresponde a Nievas, Flabián; Los
(187)
Aproximaciones sociológicas
La conciencia de clase
71 “Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época;
o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la
sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante”. Marx. K. y Engels,
F.; “La ideología alemana”. Obras Escogidas. Moscú, Progreso. 1974, pág. 45.
72 Harnecker, M.; Los conceptos elementales…, op. cit., págs. 182 y 183.
73 Jacoby, Roberto; “El asalto…”. Op. cit., pág. 93.
(191)
Aproximaciones sociológicas
74 Lenin postula su concepción del Partido como un instrumento para “intro-
ducir la conciencia de clase en el proletariado, es decir, en mostrarle y ayudarlo
a ser consecuente con sus verdaderos intereses de clase”. Harnecker, M.; Los
conceptos…, Op. cit., pág. 183. De Lenin, V. véase “Qué hacer”. Op. cit.. Georg
Lukács nos señala que desde la perspectiva del proletariado “…coinciden auto-
conocimiento y el conocimiento de la totalidad”, agregando: “…el proletariado
es, a su vez, sujeto y objeto de su propio conocimiento”. Op. cit..
75 Véase el tema en Mandel, Ernest; La teoría leninista de la organización.
Buenos Aires, Ediciones del Siglo. 1972.
76 Esta cuestión tiene una gran densidad teórica que aquí se presenta en una
versión simplificada. La siguiente cita demuestra algunos de los alcances de su
complejidad: “…equiparar la clase con un nivel particular de conciencia, o con
la existencia de la conciencia de clase, sería identificar la clase con una etapa
de su desarrollo, en lugar de subrayar, como lo hace Thompson, los procesos
complejos que intervienen en la «disposición de comportarse como una clase».
La concepción de clase de Thompson, como «relación» y «proceso», está diri-
gida contra las definiciones que, en el mejor de los casos, implican que existe
un punto en la formación de las clases donde pueda interrumpirse el proceso
y afirmar: «aquí está la clase y no antes»… El propósito de Thompson no es…
identificar la clase con un nivel particular de conciencia u organización” que la
haga una fuerza política consciente, sino dirigir nuestra atención hacia la clase
(192)
Marx y las clases sociales
las empresas capitalistas y son asalariados. Poulantzas los considera agentes que
llevan a cabo las funciones del capital ocupando el lugar del capital. Por ende,
aunque cobren salario no pertenecen a la clase obrera. Wright, E.O.; “Clase, cri-
sis…”. Op. cit., pág. 34. La referencia bibliográfica del texto de Nicos Poulantzas
es Las clases sociales en el capitalismo actual. Madrid, Siglo XXI. 1977.
83 “Un negro es un negro. Sólo en determinadas condiciones se convierte en
esclavo. Una máquina de hilar algodón es una máquina para hilar algodón. Sólo
en determinadas condiciones se convierte en capital. Arrancada a estas con-
diciones, no tiene nada de capital, del mismo modo que el oro no es de por sí
dinero, ni el azúcar el precio del azúcar”. Marx. K.; “Trabajo asalariado y capital”.
Obras Escogidas. Moscú, Progreso. 1974, pág. 163.
84 Wright, E.O.; Clase, crisis…, op. cit., pág. 22.
85 Esta definición involucra especialmente a los obreros fabriles, a los obreros
agrícolas y a los mineros. Véase Poulantzas, N.; Las clases sociales …, op. cit..
Véase Wright, E.O.; Clase, crisis…, op. cit., pág. 23.
(196)
Marx y las clases sociales
Notas finales
92 Sobre la relación entre la clase como un artefacto teórico y las clases reales,
véase el interesante debate que abre el trabajo de Bourdieu, Pierre: Poder, derecho
y clases sociales. Capítulo III: “¿Cómo se hace una clase social? Sobre la existencia
teórica y práctica de los grupos”. Bilbao, Desclée de Brawes. 2000.
93 Lenin, Vladimir; “Una gran iniciativa”. “Marx, Engels, marxismo”. Moscú,
Progreso, Pág. 479. Citado por Harneker, M.; op. cit., pág. 167.
(199)
Aproximaciones sociológicas
Bibliografía
(203)
Capítulo 8
Hernán Hereñú
Julio Tedesco
Ricardo Zofío
Primera parte
Introducción
1 Marx, Karl; El capital; Siglo XXI Editores; Mexico; 1996; Libro I; pág. 43.
(205)
Aproximaciones sociológicas
2 “…El dinero es un vínculo social; es decir que vincula y rige recíprocamente las
más diversas actividades de individuos que de otro modo se encuentran aislados.
El que posee este vínculo social objetivizado puede dominar las actividades
sociales de otros, representa el vínculo social per se y puede por lo tanto actuar
como representante de la generalidad, de la colectividad, para regir las actividades
de los individuos dentro de la sociedad…” Instituto Marx-Engels-Lenin (Moscú);
El Marx desconocido [1939] en; Marx, Karl; Elementos fundamentales para la crítica
de la economía política (Grundrisse) 1857-1858; Siglo XXI Editores; México; 1989;
Tomo 1; pág.xxii.
(206)
Aportes a la lectura de las relaciones sociales de producción capitalistas según Marx y Engels
3 Rubin, Isaak Illich; Ensayos sobre la teoría marxista del valor; Cuadernos de
Pasado y Presente, N°53; Sexta edición; México; 1985; págs. 55/56.
4 Nievas, Flabián; “Lucha de clases: isomorfismo y metamorfosis en las categorías
analíticas de los pensadores marxistas clásicos”; Tesis Doctoral; Buenos Aires; 2009.
(207)
Aproximaciones sociológicas
10 “…Si esa necesidad de uno puede ser satisfecha por el producto del otro y
viceversa; si cada uno de los dos es capaz de producir el objeto de la necesidad
del otro y cada uno se presenta como propietario del objeto de la necesidad
del otro, ello demuestra que cada uno trasciende como hombre su propia
necesidad particular, etc., y que se conducen entre sí como seres humanos, que
son conscientes de pertenecer a una especie común…” Marx, Karl; Grundrisse;
op. cit.; pág.181.
(211)
Aproximaciones sociológicas
13 ����������������������
Rubin, Isaak Illich; op. cit.; pág. 55.
14 Ídem.
15 Ídem.
16 Carta de Marx a Kugelmann; 11 de julio de 1868; en Marx, Carlos y Engels,
Federico; Correspondencia; Editorial Cartago; Buenos Aires; 1972; págs. 213-4.
(213)
Aproximaciones sociológicas
23 ����������������������
Rubin, Isaak Illich; op. cit.; págs. 56-57.
24 ����������������������
Rubin, Isaak Illich; op. cit.; pág. 57.
(216)
Aportes a la lectura de las relaciones sociales de producción capitalistas según Marx y Engels
25 ����������������������
Rubin, Isaak Illich; op. cit.; págs. 58-59.
26 “…por «cosas» sólo entendemos los productos del trabajo, al igual que
Marx…” Rubin, Isaak Illich; op. cit. pág. 59.
27 �������������
Marx, Karl; op. cit.; Libro I; pág. 89.
(217)
Aproximaciones sociológicas
28 �Ídem.
(218)
Aportes a la lectura de las relaciones sociales de producción capitalistas según Marx y Engels
Según Marx:
a. compra, y;
b. venta.
32 Los análisis que corresponden a este señalamiento serán abordados con
mayor detenimiento en el capítulo II del presente escrito.
33 Marx, Karl; El Capital; op. cit.; pág. 180.
(222)
Aportes a la lectura de las relaciones sociales de producción capitalistas según Marx y Engels
Así, tenemos:35
43 “…La reflexión en torno a las formas de la vida humana, y por consiguiente
el análisis científico de las mismas, toma un camino opuesto al seguido por
el desarrollo real. Comienza post festum [después de los acontecimientos] y,
por ende, disponiendo ya de los resultados últimos del proceso de desarrollo.
Las formas que ponen la impronta de mercancías a los productos del trabajo y
por tanto están presupuestas a la circulación de mercancías, poseen ya la fijeza
propia de formas naturales de la vida social, antes de que los hombres procuren
dilucidar […] su contenido.” Marx, Karl; El capital; op. cit.; pág. 92.
Como vemos, el punto de partida del método seguido por Marx (el análisis de
la forma social que asume el resultado del trabajo humano, la mercancía), está
determinado por la naturaleza misma de las relaciones sociales que dominan el
período histórico-social concreto que esta analizando: la economía mercantil
capitalista.
44 Marx, Karl; op. cit.; pág. 103.
(227)
Aproximaciones sociológicas
Ahora bien. Estas relaciones sociales son ejecutadas por los hom
bres: para que las cosas se relacionen unas con otras como mercancías
ha de intervenir la voluntad de sus propietarios (figura jurídica del
contrato que preside el cambio de las mercancías). De modo que
quiénes actúan socialmente, son los hombres, pero lo hacen sólo ma-
terialmente, sin saberlo. Así:
54 ����������������������
Rubín, Isaac Illich; op. cit.; pág. 73.
(232)
Aportes a la lectura de las relaciones sociales de producción capitalistas según Marx y Engels
por los mismos actores. La lógica de la explicación social que desarrolla Durkheim,
presenta a las cosas físicas -de las que hay sensibilidad-, portando propiedades que
no son físicas. Emilio Durkheim, Formas elementales de la vida religiosa; Conclusiones.
58 “…Así como en la religión el hombre está dominado por las obras de su propio
cerebro, en la producción capitalista lo está por las obras de su propia mano…”
Marx, Karl; El Capital; op. cit.; pág. 771.
59 Marx, Karl; op. cit.; pág. 88.
(234)
Aportes a la lectura de las relaciones sociales de producción capitalistas según Marx y Engels
Segunda parte
1. Introducción
65 Marx, Karl; (Grundrisse); pág. 227. En el mismo sentido: “Lo que el
obrero vende no es directamente su trabajo, sino su fuerza de trabajo, que pone
temporalmente a disposición del capitalista…” Marx, Karl; Salario, precio y
ganancia [1865]; en Carlos Marx-Federico Engels; Obras fundamentales [Tomo
11]; Fondo de Cultura Económica; Mexico; 1987; pág. 492.
66 “…la Economía Política clásica encontró que el valor de una mercancía lo
determinaba el trabajo necesario para su producción encerrado en ella. Y se contentó
con esta explicación. También nosotros podemos detenernos, provisionalmente,
aquí. Recordaré tan sólo, para evitar equívocos, que hoy esta explicación es del todo
insuficiente. Marx investigó de un modo minucioso por vez primera la propiedad
que tiene el trabajo de crear valor, y descubrió que no todo trabajo aparentemente y
aun realmente necesario para la producción de una mercancía añade a ésta en todo
caso un volumen de valor equivalente a la cantidad de trabajo consumido…” Engels,
Friedrich; Introducción a la edición de 1891 de Trabajo asalariado y capital.
(238)
Aportes a la lectura de las relaciones sociales de producción capitalistas según Marx y Engels
Valor total M = capital constante [C] + capital variable [V] + plusvalía [P]
Donde:
Las mercancías [M] son productos del trabajo humano que tie-
nen valor de uso y valor de cambio o valor. El valor medido en dinero
es el precio.
67 Sweezy, Paul; Teoría del desarrollo capitalista [1942]; Fondo de Cultura
Económica; México; 1973; pág. 74.
(239)
Aproximaciones sociológicas
74 Marx, Karl; El capital; op. cit.; pág. 203. Respecto de las “diversas condiciones”
que menciona Marx, para que la fuerza de trabajo sea una mercancía, ver los
parágrafos siguientes.
75 “…Lo que el obrero vende no es directamente su trabajo, sino su fuerza de
trabajo, que pone temporalmente a disposición del capitalista. Hasta tal punto
es así, que […] se fija la duración máxima por la cual puede un hombre vender
su fuerza de trabajo. Si le fuera permitido hacerlo sin limitación, ello equivaldría
a la restauración pura y simple de la esclavitud…” Marx, Karl; Salario, precio y
ganancia [1865]; obra ya citada; pág. 492.
76 Marx, Karl; El Capital; op. cit.; pág. 208.
77 Marx, Karl; El Capital; op. cit.; pág. 215.
(242)
Aportes a la lectura de las relaciones sociales de producción capitalistas según Marx y Engels
78 El cuerpo del trabajador es, en primer lugar, el cuerpo biológico; deviene
cuerpo productivo en el proceso de mecanización de la fábrica capitalista. Así,
el cuerpo productivo es un resultado histórico-social.
79 Marx, Karl; El Capital; op. cit.; pág. 245.
80 De allí que el concepto teórico es susceptible de ser observado y medido
[mensurado]: el trabajo es un observable o indicador de la fuerza de trabajo.
81 Cabe aclarar que no estamos hablando de valor en el sentido capitalista,
pues allí estaríamos en presencia del proletario poseedor de la fuerza de trabajo
mercancía; antes bien, nos referimos al trabajo como actividad subjetiva de la
especie humana, como cuerpo productor de valores de uso: como objetivación del
trabajo fuera del capital, como exterioridad del capital. De hecho, “…El trabajo
en sí mismo no da valor al producto, sino sólo el trabajo que es organizado en
determinada forma social (en la forma de una economía mercantil) […] El valor
de las cosas expresa un determinado tipo de relaciones de producción entre las
personas…” Rubin, Isaac Illich; op. cit.; pág. 121.
(243)
Aproximaciones sociológicas
88 Marx, Karl; (Grundrisse) 1857-1858; obra ya citada; [185]; pág. 215.
89 Marx, Karl; El capital; obra ya citada; Libro I; págs. 203-204.
90 Marx, Karl; el Capital; obra ya citada; Libro I; pág. 205.
(247)
Aproximaciones sociológicas
91 Marx, Karl; El capital; obra ya citada; capítulo XXIV, Punto 1; nota (a); Libro I;
págs. 893-894 [cursiva agregada].
(249)
Aproximaciones sociológicas
92 Marx, Karl; El capital; obra ya citada; Libro I; pág. 206. En ese mismo
sentido: “¿Cómo puede explicarse el singular fenómeno de que encontremos
en el mercado un grupo de compradores en cuya posesión se hallan la tierra,
la maquinaria, las materias primas y los víveres, bienes que son todos ellos […]
productos del trabajo, y, de otra parte un grupo de vendedores que no tiene otra
cosa que vender que su fuerza de trabajo, sus brazos y sus cerebros capaces
de trabajar? […] La investigación de este problema versaría sobre lo que los
economistas llaman «acumulación previa u originaria», aunque debiera llamarse
en realidad expropiación originaria. Encontraríamos, en efecto, que esta llamada
acumulación originaria consiste sencillamente en una serie de procesos históricos
que conducen a la disolución de la originaria unidad del trabajador y sus medios
de trabajo…” Marx, Karl; Salario, precio y ganancia; obra ya citada; pág. 492.
93 Al respecto, Marx, Karl; “La llamada acumulación originaria”; en El capital;
obra ya citada; Libro I; capítulo XXIV.
(250)
Aportes a la lectura de las relaciones sociales de producción capitalistas según Marx y Engels
98 Marx, Karl; (Grundrisse) 1857-1858; obra ya citada; [185]; pág. 215.
(252)
Aportes a la lectura de las relaciones sociales de producción capitalistas según Marx y Engels
99 Marx, Karl; (Grundrisse) 1857-1858; obra ya citada; [202] [203]; pág. 235.
100 Tomado de Dussel, Enrique; La producción teórica de Marx. Un comentario
a los Grundrisse; Siglo XXI Editores; Mexico; 1998; pág. 140.
101 Marx, Karl; El capital; obra ya citada; Libro I; pág. 214.
(253)
Aproximaciones sociológicas
107 Marx, Karl; (Grundrisse) 1857-1858; obra ya citada; [214]; pág. 248.
108 Flabian Nievas; “Lucha de clases: isomorfismo y metamorfosis en las
categorías analíticas de los pensadores marxistas clásicos”; obra ya citada;
capítulo VII; Algunas consideraciones formales. “Mediante la puesta en acción
de la fuerza de trabajo, pues, no sólo se reproduce su propio valor sino un valor
excedente. Este plusvalor constituye el excedente del valor del producto por encima
del valor de los factores que se han consumido al generar dicho producto, esto es, los
(256)
Aportes a la lectura de las relaciones sociales de producción capitalistas según Marx y Engels
Tenemos que:
[A] 365 + [B] 52 + [C] 4 etc. dividido 365.117
124 Marx, Karl; El capital. Capítulo VI (inédito); pág. 18/19 [cursivas agregada].
125 Marx, Karl; El capital. Capítulo VI (inédito); pág. 18/19 [cursivas agregada].
(262)
Aportes a la lectura de las relaciones sociales de producción capitalistas según Marx y Engels
128 Marx, Karl; (Grundrisse) 1857-1858; obra ya citada; [185] [186]; pág. 216.
129 Marx, Karl; (Grundrisse) 1857-1858; obra ya citada; [185]; pág. 215.
130 Marx, Karl; (Grundrisse) 1857-1858; obra ya citada; [186]; pág. 216.
(264)
Aportes a la lectura de las relaciones sociales de producción capitalistas según Marx y Engels
Por ello:
De allí que:
131 Marx, Karl; El capital; obra ya citada; Libro II, Capítulo 1, págs. 30/31 [cursiva
agregada].
132 Marx, Karl; El capital; obra ya citada; Libro I; págs. 375/376.
133 Marx, Karl; El capital; obra ya citada; Libro I; págs.376.
(265)
Aproximaciones sociológicas
140 Marx, Karl; El capital; obra ya citada; Libro II, pág. 86 [cursiva agregada].
141 Marx, Karl; El capital; obra ya citada; Libro I; pág. 234. “La sustancia
común a todas las mercancías, vale decir, su sustancia no como base material,
como cualidad física, sino su sustancia común en cuanto mercancías y por ende
valores de cambio, consiste en que son trabajo objetivado […] O, también, el trabajo
objetivado, es decir, como trabajo existente en el espacio, se puede contraponer en
cuanto trabajo pasado al existente en el tiempo. Por cuanto debe existir como algo
(269)
Aproximaciones sociológicas
temporal, como algo vivo, sólo puede existir como sujeto vivo, en el que existe
como facultad, como posibilidad, por ende como trabajador. El único valor de
uso, pues, que puede constituir un término opuesto al capital, es el trabajo (y
precisamente el trabajo que crea valor, o sea el productivo.” Marx, Karl; (Grundrisse)
1857-1858; [183]; págs. 212/213.
142 Nievas, Flabián; “Lucha de clases: isomorfismo y metamorfosis en las
categorías analíticas de los pensadores marxistas clásicos”; obra ya citada;
capítulo VI; “El problema de la temporalidad del proceso”.
143 Marx, Karl; El capital; Libro VI (inédito); pág. 19 [cursiva agregada].
(270)
Aportes a la lectura de las relaciones sociales de producción capitalistas según Marx y Engels
Bibliografía
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