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El Consentimiento - DR Luis Ovsejevich PDF
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El Consentimiento - DR Luis Ovsejevich PDF
Trabajo de
Luis Ovsejevich
EL CONSENTIMIENTO:
SUS TERMINOS
Tomo I – Buenos Aires, Editor Víctor P. De Zavalia, 1971 – Páginas 265 a 300
ÍNDICE GENERAL
1. 1. CONCEPTO
Para que el contrato exista es necesario que haya acuerdo de voluntades de las partes que lo
celebran.
Este acuerdo de voluntades se denomina consentimiento.
Dado que sin él, no hay contrato, debemos considerarlo como un elemento constitutivo del
mismo. E indudablemente es el más característico de esta especie de los actos jurídicos, que
estamos analizando: el contrato.
El importantísimo rol que el consentimiento desempeña se traduce en que es la base del
contrato, ya que sin él no puede existir ningún tipo de contrato. En ese sentido todos los
contratos son consensuales. En nuestra ley se denominan consensuales a aquellos contratos que
para su formación sólo requieren el consentimiento (art. 1140, Código Civil).
Puede ser que la ley o incluso las partes exijan que además concurran otros requisitos para
considerar perfeccionado el contrato, tales como la entrega de la cosa o el cumplimiento de
formalidades especiales, como sucede en los contratos reales o solemnes; pero ellos juegan
siempre como un plus del consentimiento. Y en tanto ese plus, como decimos puede o no
requerirse, en cambio consentimiento siempre debe haber. Inclusive ciertas promesas de
contratos reales obligan; en nuestro Código Civil, el art. 2244, crea ciertas consecuencias
jurídicas.
El primordial papel que representa el consentimiento se vincula al principio de la
autonomía de la voluntad con sus manifestaciones de la libertad de contratar y de la libertad
contractual. A ello se llegó tras una larga evolución histórica.
Ese rol indudablemente favorece el intercambio de los bienes y servicios con sus lógicas
consecuencias en el desarrollo económico, social y político de un Estado.
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1. 2. EVOLUCION HISTORICA
Para llegar al concepto de contrato que hoy nos parece tan simple, ha sido necesario un
largo proceso histórico.
El principio de la autonomía de la voluntad es una adquisición del Derecho moderno, no
existía en el Derecho romano.
A continuación analizaremos la evolución histórica.
1. 2. 1. Derecho romano
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Otra categoría de contratos admitidos por el Derecho romano, era la de los contratos
consensuales, que se perfeccionaban por el sólo consentimiento. Ellos eran: la venta, la locación, la
sociedad y el mandato.
Los contratos verbales y los literales, formaban la categoría de los contratos formales. Los
reales y consensuales, la de los no formales. Pero todos ellos integraban la de los nominados, por
oposición a los innominados.
Estos eran formados por aquellos pactos en los cuales una parte ya había ejecutado su
obligación. Desde ese instante la otra podía ser obligada a cumplir su prestación o a devolver lo
que hubiese recibido. Se reducían a los siguientes tipos: do ut des (doy para que des), do ut facias
(doy para que hagas), facio ut des (hago para que des), facio ut facias (hago para que hagas).
Había otros pactos a los cuales el pretor les dio sanción, por eso se los conoce como pactos
pretorianos: el pacto de constituto, el de juramento, el recepta y el de hipoteca. Y hubo otros que
recién se los sancionó en el Bajo Imperio, conociéndoselos como pactos legítimos: el de dote, el
de donación y el de compromiso.
Estos pactos pretorianos y legítimos que estaban provistos de acción, eran los pacta vestita,
por oposición a los pacta nuda (pactos desnudos).
Justamente estos últimos, señalan la característica del Derecho romano de sólo conferir
acción a aquellos que estuviesen expresamente previstos en su legislación. Todas aquellas
convenciones que no reuniesen las características de las figuras previstas (verbis, litteris, reales,
consensuales, pactos sancionados), o que no tuviesen por lo menos ejecución de su obligación
por una de las partes (innominados), no daban acción. Con lo cual en esos casos la sola voluntad
no bastaba para crear obligaciones. Es decir, existía la regla Ex nudo pacto actio ton nascitur.
1. 2. 2. Derecho canónico
Del precedente análisis surge que si bien en el Derecho romano se llegó a través de una larga
evolución a concebir una noción del contrato próxima a la nuestra, ella no llegó a ser la actual,
pues el simple acuerdo no podía hacer nacer obligaciones provistas de acción; sólo generaba
obligaciones naturales. Justamente un ejemplo de éstas era el simple pacto. Luego sólo eran
obligaciones civiles las que cumplían la formalidad exigida, o las figuras nominadas e
innominadas a las cuales expresamente se les daba acción.
Al producirse las invasiones bárbaras, se vuelve a un formalismo arcaico, por el cual para la
existencia del contrato se exigía cumplir con determinados ritos.
Con el transcurrir de los siglos, surge una categoría de contratos por juramento, que los
desarrolla el Derecho canónico, en virtud del cual las partes contratantes comprometían su fe
jurando sobre los libros
Sagrados y sobre Reliquias. El que no cumplía con su promesa violaba la fe, incurría en
mentira. De ese modo los canonistas llegaron a admitir el carácter obligatorio de los pactos
desnudos. Más adelante se sostiene que la simple convención es obligatoria como si hubiese
existido una estipulación. Este nuevo principio creó resistencia entre los romanistas, pues
alteraba el concepto que formuló el Derecho romano, de que el solo consentimiento formaba el
contrato sólo en los casos de contratos nominados.
Pero la fórmula solus consensus obligat fue imponiéndose y ya en el siglo XVI se la admitía sin
discusiones en la práctica; consagrándola al siglo siguiente los juristas Loysel y Domat, y en el
XVIII, Pothier.
Era la consagración del pacta sunt servanda, al cual contribuyeron la escuela del Derecho
natural y la filosofía imperante en el siglo XVIII.
1. 2. 3. Derecho moderno
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consentimiento origina el contrato, con la sola excepción de los contratos reales y en
determinadas circunstancias de los solemnes.
Las mismas bases configuran nuestro Código Civil con su claro art. 1197.
En la legislación comparada rigen reglas similares.
No obstante ello, razones de prueba vinculadas al aspecto práctico limitan el principio del
consensualismo. La protección de la seguridad jurídica, también concurre al renacimiento del
formalismo.
Pero además, el Derecho contemporáneo se encuentra con nuevas maneras de producirse el
consentimiento, que demuestran que el principio de la autonomía de la voluntad, se encuentra
alterado sino restringido (véase infra n° 18).
1. 3. ACEPCIONES
1. 3. 1. Concepto
La primera tiene como presupuesto dos declaraciones, es bilateral, integrándose por dos
actos sucesivos y siempre copulativos, la oferta y la aceptación.
La segunda es unilateral, porque se forma con la manifestación de una sola voluntad.
Admitir este concepto lleva a hablar del mutuo consentimiento, expresión que consideramos
redundante porque el consentimiento por sí solo ya da la idea de que es mutuo.
Consideramos luego correcta la primera acepción, pues para que haya contrato se exigen
dos declaraciones como consecuencia del acuerdo de voluntades.
La segunda es una acepción popular, insuficiente para nuestro estudio; ella la entiende en el
sentido de aquiescencia, de condescender.
No obstante es común su utilización. Así se acostumbra decir: te doy mi consentimiento. Lo
emplea en este sentido el Código francés (art. 1108), el chileno (art. 1445) y el nuestro en el 1140, y
en la Ley de Matrimonio Civil, arts. 10, 15, 16, 85, inc. 3. La mezcla de ambas acepciones la
observamos en un mismo artículo: 1846.
Si aceptáramos que la declaración de voluntad de cada parte; emitida con propósito serio de
contratar se llamare consentimiento, la integración de ambas entonces debería llamarse acuerdo.
Consideramos que el término consentimiento debe estar reservado sólo a la declaración de
voluntad común, y no admitirse el concepto de consentimiento unilateral. Para éste deben
utilizarse otros términos, entre ellos, en forma genérica, el de declaración unilateral de voluntad,
y de manera específica, el de oferta y aceptación. La conjunción de las dos formará el
consentimiento.
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1. 4. NECESIDAD DE VOLUNTAD REAL Y SERIA
La mera volición interna de las partes no basta para que haya consentimiento. Para que éste
exista esa voluntad debe tener por finalidad inmediata un resultado jurídico de índole
obligacional, y por supuesto debe traducirse en una manifestación externa suficiente.
Esa voluntad debe ser seria, no lo es cuando el consentimiento se prestó por jocandi causa
(pura broma), o con reservas mentales conocidas por la otra parte, o bajo una condición
puramente potestativa de la voluntad del deudor.
Tampoco existe esa voluntad real y seria, cuando una persona realice por cortesía o por
hábito producto de la vida social, un acto que de su parte implique una prestación. No tiene
intención de obligarse, lo que sí ocurriría en un contrato gratuito. El ejemplo sería el transportar
gratuitamente en su automóvil a alguna persona que lo pide. El acompañar a un niño a la escuela
cuando la madre le pide ese favor a una persona. En esos casos no podría originarse
responsabilidad contractual.
1. 5. 2. Formas
Esa manifestación puede ser de diverso tipo. Las partes tienen libertad para expresar su
voluntad.
Hay ausencia de formas legales para la existencia del contrato consensual. La manifestación
puede ser expresa o tácita, con o sin intermediarios, por medio de cualquier procedimiento, por
actitudes que lo presupongan, etcétera.
No obstante en determinados casos la ley o las propias partes pueden restringir esa libertad,
condicionando la existencia del contrato a cumplir con determinada formalidad.
La práctica asimismo limita esa libertad, a los efectos de poder probar los contratos, para el
supuesto de que una de las partos posterior mente niegue la existencia del mismo.
Nuestro Código trata el tema de la exteriorización al referirse al acto voluntario (arts.
913-920). Luego, al tratar el consentimiento, nuevamente se refiere a la exteriorización (1145-6)
sin que implique agregar nuevas ideas.
En estos últimos artículos la expresión consentimiento debemos entenderla en el sentido
restringido, pues una parte puede llegar a expresarlo en forma expresa y la otra tácitamente.
La forma de expresar el consentimiento podemos dividirla en "directa e indirecta",
reemplazando de este modo las expresiones de expresa o positiva, y tácita, que utiliza nuestro
Código.
Consideramos aconsejable este reemplazo terminológico, por ser más preciso.
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La distinción entre directa e indirecta estriba en el fin que tiene en cuenta la manifestación.
Así la directa incluye la expresa y el silencio. En cambio la diferencia entre expresa o tácita reside
en la forma de expresión.
1. 5. 2. 1. Directa
Los términos del consentimiento implicarán una manifestación directa cuando el contenido
del propósito que lleva a contratar es revelado explícita y directamente, sin la ayuda de
circunstancias concurrentes. No es necesaria una ilación, pues la voluntad se exterioriza en direc-
ción inmediata al fin que se propone.
Se expresa por palabras verbales o escritas, o mímicas.
La verbal es la declaración emitida por medio de palabras que pueden ser oídas por la
persona a quien se dirige. No tiene importancia la distancia a que se encuentra. Así comprende a
la que se hace por procesos mecánicos para la transmisión de la voz tales como teléfono, radio,
etc. En los contratos entre ausentes juega a través de la comunicación por mensajero o nuncio
(art. 1151).
La escrita es la declaración por medio de palabras graficadas. Constan en los llamados
documentos o instrumentos, y puede ser del propio puño y letra del declarante o de otro, e
inclusive puede asumir la forma de manuscrito, dactilografiado o impreso. La palabra escrita
para que sea auténtica debe estar firmada o si no puesta la impresión digital. Comprendemos
también dentro de la palabra escrita al telégrafo y al télex, aunque éste puede originar
inconvenientes motivados por la falta de la firma.
En los contratos entre presentes suele darse para dar mayor seguridad.
Puede también no estar firmada como en los casos de los prospectos, anuncios, carteles,
etcétera.
La mímica es la que se hace por gestos o signos. Comprende la inclinación de cabeza, el
levantar un brazo. Puede llegar a incluir signos convencionales como la utilización de semáforos.
Podría llamársela simbólica si empleamos este término en un sentido restringido.
1. 5. 2. 2. Indirecta
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que la ley exige una manifestación expresa de la voluntad, o que las partes hubiesen estipulado,
que sus convenciones no fuesen obligatorias, sino después de llenarse algunas formalidades."
El art. 1146 dispone: "El consentimiento tácito se presumirá si una de las partes entregare y
la otra recibiere la cosa ofrecida o pedida; o si una de las partes hiciere lo que no hubiera hecho, o
no hiciere lo quo hubiera hecho si su intención fuese no aceptar la propuesta u olería. "
La segunda parte del art. 1145 se refiere al consentimiento expreso, sin crear inconvenientes
su interpretación.
La tercera parte del art. 1145 trata del consentimiento tácito, repitiendo en términos
generales el art. 918 que se refiere a los actos voluntarios. De ambos surge que se requiere
certidumbre de la existencia de la voluntad. Ahora cabe preguntarse si esa certidumbre debe
excluir totalmente una voluntad distinta o basta con que infiera la manifestación de voluntad.
Nos inclinamos por esta última, es decir la entendemos como certidumbre relativa, razonable, y
no en sentido absoluto, porque ésa es la única manera de contribuir a la celeridad y buena fe en
los negocios jurídicos.
Nuestra ley trata del consentimiento presunto juntamente con el tácito. No obstante ello,
ambos términos no son sinónimos. Lo demuestran los arts. 873 y 874 por los cuales se puede
renunciar tácitamente, pero ella no se presume. La presunción se basa en una disposición de la
ley.
No obstante ello, creemos que la expresión presunción está tomada en materia de
consentimiento en una forma de interpretación de hechos, susceptible de prueba en contra, y los
casos que señala son:
1) Si una de las partes entregare y la otra recibiere la cosa ofrecida o pedida: es decir ambas
partes deben realizar hechos; si no hay actos comunes, podrá o no haber manifestación tácita,
pero no podrá ser presumida.
2) Si una de las partes hiciere lo que no hubiera hecho si su intención fuese no aceptar la
propuesta: si el apoderado ejecuta actos concernientes al mandato, no obstante guardar silencio
sobre si lo toma a su cargo, es aceptación tácita (art. 1876).
3) Si una de las partes no hiciere lo que hubiera hecho si su intención fuese no aceptar la
propuesta: es un supuesto vinculado al anterior, y el art. 1878 ejemplifica sobre el particular.
De todas maneras no tendrá valor el consentimiento tácito, en los siguientes supuestos:
1) Que la ley exija una manifestación expresa de la voluntad (artículo 1145).
2) Que las partes sujeten la existencia del contrato al cumplimiento de ciertas formalidades
(art. 1145).
3) Que haya una protesta o declaración expresa en contra (artículo 918).
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2) Cuando hay obligación de explicarse por relaciones de familias (ejs.: arts. 249 y 253).
3) Cuando hay una relación entre el silencio actual y las declaraciones precedentes; este
caso es el de mayor interés para la materia que estamos analizando. Se trata de un silencio
calificado o circunstanciado que autoriza a presumir que la voluntad de la persona que guarda
silencio, es concordante con sus manifestaciones precedentes. Así cuando el mandatario notifica
a su mandante que en la celebración de un acto se ha excedido de los límites del mismo, el
silencio de éste implica ratificación (art. 1935).
También las partes pueden convenir que el silencio implicará asentimiento. Por ejemplo,
con la prórroga de los contratos de locación de cosas, de trabajo, etcétera.
1. 6. 1. Concepto
1. 6. 2. Teoría subjetiva
Según la teoría subjetiva o de la voluntad real, en los actos jurídicos debe estarse a lo
verdaderamente querido por la parte, y no a lo declarado; en nuestra materia contractual ella
consiste en tomar en consideración la intención común de las partes contratantes.
Es la teoría clásica en Francia. Destaca la función predominante de la voluntad real. La
manifestación tiene una función accesoria, instrumental. Tiene su fundamento filosófico en la
protección de la libertad de determinación del individuo que contrata.
1. 6. 3. Teoría objetiva
Para la teoría objetiva o de la voluntad declarada, lo que hay que tener más en cuenta es lo
manifestado, y no lo querido. Y si hay diferencias debe prevalecer la exteriorizada.
Fue propuesta por los tratadistas alemanes del siglo XIX. Hacen predominar la voluntad
declarada aun cuando sea ficticia, sobre la verdadera voluntad. Sostienen que las voluntades
escondidas en el fondo del alma no pasan al dominio del derecho; si podrían invocárselas no
habría seguridad jurídica. Se fundamenta justamente en la protección de la seguridad y del
crédito, el no engañar la confianza de terceros.
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1. 6. 4. Solución en el Derecho Comparado
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1. 7. PROCESO DE SU FORMACION
1. 7. 1. Formación instantánea
Puede ocurrir que los términos que conforman el consentimiento se den en una forma
instantánea. En ese supuesto estaremos en presencia del contrato entre presentes.
Ahora bien, esto no ocurre solo en el caso de que el oferente y el aceptante estén en el mismo
momento y lugar. Sólo interesa la inmediatez de la aceptación en relación a la oferta. Por ello .es
que la ley admite que puede realizarse por medio de agente o nuncio, pero éste tiene que obtener
de inmediato la aceptación (art. 1151).
Suele suceder que para arribar a la celebración de un contrato, las partes realizan durante un
período previo diversas negociaciones, que llevarán a que oportunamente se lance la oferta, que
al ser aceptada conducirá al contrato.
Esas negociaciones preliminares no quitarán el carácter de contrato entre presentes, pues
éste es configurado por la inmediatez de la aceptación en relación a la oferta.
Se discute qué valor jurídico tienen esas tratativas contractuales. Como se analiza en otra
monografía del presente libro, la ruptura de las mismas puede originar responsabilidad
precontractual. No es que las negociaciones sean vinculatorias, pero sí pueden llevar a una
obligación en otro sentido, el de reparar el daño.
1. 7. 2. Formación progresiva
1. 7. 2. 1. 1. Concepto. Remisión
Cuando la aceptación a la oferta no es dada en presencia del que emitió esta última, se
configura el contrato entre ausentes. Es importante el estudio de esta categoría, a los efectos de
determinar el lugar y el momento en que se perfecciona el mismo. Nos remitimos a la
monografía sobre el tema publicada en este libro.
Ejemplo típico del contrato entre ausentes es el concluido por correspondencia, sea epistolar
o telegráfica. También se incluye el celebrado por medio de agentes (art. 1147), pero en el
supuesto de que éstos no estén encargados de traer una respuesta, pues si lo están sería contrato
entre presentes (art. 1151).
En el camino hacia la conclusión del contrato, puede ocurrir que las partes alcancen el
acuerdo sobre ciertos elementos esenciales del contrato, pero no sobre todos. Dejando la
determinación de los elementos faltantes para un acto posterior.
El documento que fija los puntos sobre los que ya hay acuerdo se llama minuta o
puntualización, o borrador.
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En relación a este tema se originó en el Derecho alemán, la teoría de la Punktation, por la cual
el consentimiento se forma con el solo acuerdo sobre las cláusulas esenciales, facultándose al
Juez a completar la voluntad de las partes, estableciendo las cláusulas accesorias.
El Código Alemán rechaza expresamente esta teoría (art. 154). En cambio el Código de las
Obligaciones Suizo la admite (art. 2).
En nuestro Derecho, en virtud de lo dispuesto por el art. 1152 se sostiene que se rechaza la
posibilidad de asignar carácter obligatorio a la minuta.
No compartimos esa total negativa, pues consideramos que se debo analizar cada caso,
porque si se comprueba que los puntos sobre los que todavía no existía acuerdo son de escasa
proporción en la relación con los puntos ya acordados, que había por ambas partes intención de
celebrar contrato, se le debe dar validez a la minuta; debiendo el Juez integrar lo que falte a
través de la interpretación.
1. 8.1. Concepto
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1. 8. 2. Predisposición de cláusulas por la voluntad de las partes
1. 8. 2. 1. Contrato de opción
A través de un contrato surge un derecho perfecto para uno de los contratantes y sometido a
su exclusiva voluntad, que puede o no ejercer, pues le es potestativo. Ejemplo, el pacto de
retroventa (arts. 1366, 1380 y sigts.), el de reventa (arts. 1367 y 1391) la posibilidad de prorrogar
una locación.
Conforme a esa predisposición, la parte no obligada puede celebrar un contrato, que haga
nacer obligaciones, modificarlas o extinguirlas.
1. 8. 2. 2. Prelación
Las partes pueden establecer que para el supuesto de que uno de ellas decida celebrar
determinado negocio, estará obligada a darle preferencia a la otra respecto de otros eventuales
interesados.
Quiere decir que también crea una opción, pero en este caso condicionada. Ya no es
potestativa, como en el contrato de opción, sino modal, sujeta a la condición de que ocurra un
evento futuro e incierto. Ejemplos: el pacto de preferencia (arts. 1368, 1392 y sigts.) y el pacto de
mejor comprador (arts. 1369, 1397 y sigts.), en el primero la condición es suspensiva, en el
segundo resolutoria.
1. 8. 2. 3. Contrato preliminar
Es aquél por el cual una de las partes o ambas se obligan a celebrar con posterioridad otro
contrato, que será definitivo, pero cuyo contenido ha quedado determinado en el preliminar. Es
decir que es un contrato de primer grado u obligatorio, frente al segundo que es de
cumplimiento o ejecución. Ejemplo: el boleto de compraventa; la venta de calidad determinada.
1. 8. 2. 4. Contrato normativo
Es un contrato que contiene las normas que regirán la eventual estipulación de futuros
contratos. No es preliminar, pues no obliga a celebrar el nuevo. Es un contrato preparatorio.
Suministra un esquema abstracto. Son ultra partes. El ejemplo es el convenio colectivo.
El contrato reglamentario tiene por objeto una serie de contratos futuros que pueden o no
sobrevenir y que son gobernados por el contrato tipo. Suministra un esquema concreto, no
tienen las partes nada más que agregar su firma. No obliga. Puede ser el resultado de un
acuerdo.
1. 8. 2. 6. Contrato de coordinación
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1. 8. 2. 8. Contrato abierto
Son aquéllos en los que se aceptan que entren otras personas. Pero ya hay un contrato, no
como en el por adhesión, que hasta tanto no lo acepte alguien no hay contrato sino sólo oferta.
Ejemplo del contrato abierto, es el de sociedad.
Es una concepción nacida en Alemania, elaborada por Haupt, y muy discutida. Según ella se
desconoce la naturaleza contractual del supuesto fáctico que da origen al vínculo obligatorio;
serían de hecho pues nacen de un acto no contractual, pero serán contractuales en cuanto se le
aplican las normas vinculadas a los contratos.
Ejemplo: la utilización de un ómnibus, de un servicio público, de un aparato automático, en
el que a cambio de una moneda se adquiere un bien.
1. 8. 3. 1. Contrato autorizado
Es aquél por el cual las partes tienen libertad para concluirlos y estructurar las cláusulas,
pero queda sujeta la validez a la aprobación de la autoridad. Ejemplo: la compraventa de
inmuebles en las zonas de seguridad.
El contenido está legalmente reglamentado, aunque hay libertad para realizarlos y elegir el
contratante. Ejemplo: el contrato de transporte (Código de Comercio, art. 184); la fijación de
precios máximos y mínimos.
1. 8. 4. 1. Concepto
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2. OFERTA
2. 1. CONCEPTO
2. 2. 1. Invitación a ofrecer
La invitación a ofrecer consiste en una solicitación hecha a una o varias personas para que
éstas se hagan oferentes de un contrato. No crea efectos jurídicos, no lo vincula, teniendo la
facultad de aceptar o rechazarla, ni engendra responsabilidad. Le faltan requisitos que tiene la
oferta y que caracterizan a ésta. Pero si se hace en remate, licitación o subasta pública,
perfecciona el contrato la oferta más conveniente; que según los casos puede ser la más alta o la
más baja.
Es muy común en el Derecho administrativo. La prevé el decreto 6900/63 sobre
contrataciones oficiales.
2. 2. 2. Opción y prelación
Como señalamos anteriormente (véase supra nums. 1.8.2.1 y 1.8.2.2.) la opción y la prelación
son supuestos que nacen de un contrato, es decir convencionales; en cambio la oferta nace de una
declaración unilateral.
En la opción y prelación surge un Derecho subjetivo en un caso puro y en el otro modal,
pero siempre provenientes de acuerdos de voluntad.
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En cambio en la oferta no nace un Derecho subjetivo, porque puede revocarse mientras no
se haya aceptado (art. 1150). Aun en el caso de que la oferta fuera irrevocable, no habría nacido
de un contrato, sino de la voluntad unilateral del oferente.
El contrato de opción, es una cláusula que puede insertarse en cualquier contrato, pero esa
cláusula es de tal relieve que parece dominar todo el contrato de que forma parte.
Sobre la naturaleza jurídica de la opción, se sostiene que es un contrato de formación
sucesiva, que se forma íntegramente cuando se ejercita el derecho de opción; y por otro lado que
el contrato existe desde el comienzo, sólo quedan en suspenso los efectos; existe desde antes.
2. 3. REQUISITOS
2. 4. OFERTA AL PUBLICO
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Si el que emite la oferta al público lo hace bajo la forma de promesa, como lo es la de
recompensa, inclusive la propia ley le da carácter obligatorio (art. 2536).
En la nota al 1148, Vélez, luego de citar y referirse a Troplong y Savigny, y de negar eficacia
a las ofertas hechas al público mediante circulares, prospectos, etc., destaca que lo contrario debe
decirse de las promesas de recompensa, de los títulos al portador, de las obligaciones abstractas.
Esto surge de la necesidad de la seguridad jurídica en las transacciones.
2. 5. VALOR JURIDICO
2. 5. 1. Obligatoriedad y autonomía
Emitida la oferta cabe admitir o no que la misma obliga. Ambas posiciones se han sostenido.
Por ejemplo en el Derecho romano la pollicitatio u oferta carecía de trascendencia, salvo en los
casos en que se la hubiere hecho con voto a la divinidad o a la ciudad.
Ahora bien, se admita o no el carácter obligatorio de la oferta, tanto el criterio afirmativo
como el negativo admiten atenuaciones. El afirmativo en cuanto no sería posible que
perpetuamente tuviera ese carácter. El negativo en cuanto que en determinados casos debe
admitírsele el carácter obligatorio.
2. 5. 3. Fundamentos de la obligatoriedad
2. 5. 4. 1. En el Código Civil
Nuestro Código Civil en el art. 1150 establece que las ofertas pueden ser retractadas
mientras no hayan sido aceptadas.
Es decir que el proponente no tiene obligación de mantener la oferta durante ningún tiempo
a la espera de la aceptación. Puede revocarla en cualquier momento, ad nutum, es decir a
voluntad. Tiene carácter precario.
Cuando al señalar los requisitos de la oferta (véase supra n° 2.3.) dijimos que debe ser
vinculante, lo hicimos entendiendo este término en el sentido de que se hace con un propósito
serio de quedar obligado si se acepta, pero en el ínterin puede ser revocado.
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En cambio en otros Códigos como el alemán, suizo y brasileño se establece el principio de
que la oferta obliga, para que ello no ocurra debe expresamente eliminarse la obligatoriedad
reservándose el derecho de revocarla o aun decidir libremente sobre la aceptación formulada.
La situación que estamos analizando juega para los contratos entre ausentes, pues en cuanto
a los entre presentes, ellos se forman instantáneamente. En cuanto a aquéllos la posibilidad de
revocar queda vencida desde que se ha enviado la aceptación, en virtud de lo dispuesto por el
art. 1154.
La facultad de revocación se puede ejercitar sin perjuicio de que esa actitud lleve a un caso
de responsabilidad precontractual, que conducirá a resarcir daños y perjuicios, pero nunca a
obligarlo a celebrar el contrato.
Cabe preguntarse qué sucede si el oferente nada dice sobre la revocación y a la vez el
aceptante aún no ha aceptado; ¿sigue' abierta en forma indefinida para éste la posibilidad de
aceptar? ¿o la oferta tiene un plazo de caducidad? Si bien sabemos que en nuestro Derecho la
oferta no vincula, queda el interrogante respecto al silencio, en la retractación. En los contratos
entre presentes no hay problemas pues sólo se verifica en forma instantánea (art. 1151); en
cambio para el de ausentes la ley nada dice, por lo que debe entenderse que queda indefinida y
que en cualquier momento el destinatario podrá aceptar al no haberse retractado la oferta. En
cambio en el Derecho alemán ella sólo puede ser aceptada hasta que el oferente pueda esperar la
llegada de la respuesta en circunstancias normales.
Otro interrogante se plantea con la aceptación formulada sin saber de la retractación. En ese
caso no habrá conclusión del contrato, pero sí podrá caber el resarcimiento previsto por el 1156.
El Proyecto de reformas al Código Civil argentino efectuado en 1936 propuso que la oferta
fuese obligatoria, siguiendo al Código Alemán. Así dispuso en el art. 794: "Cuando la propuesta
se hiciere a un ausente y no llevase plazo, el que la propuso quedará obligado hasta el momento
en que pueda esperarse el recibo de la contestación expedida a tiempo y regularmente."
2. 6. OFERTAS IRREVOCARLES
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2. 6. 1. 1. Vigencia temporal
El proponente al emitir la oferta puede obligarse a permanecer en ella hasta una época
determinada. Es decir que en el ínterin no puede revocar, y la aceptación perfecciona al contrato.
De esa manera el destinatario ha adquirido un derecho subjetivo. Situación similar es la
declaración de que la aceptación será oída si llega en determinado tiempo
En este caso el problema estriba en saber cuándo caduca esa renuncia o si queda en forma
indefinida.
Entre las posibilidades de limitación tenemos: la de la prescripción decenal (art. 4023), la de
solicitar la fijación de un plazo por el juez (arts. 541, 618 primera parte, 620; en el Código italiano,
arts. 1329 y 1331); en cualquier momento (Brebbia), en tiempo verosímil.
Este último criterio se aconseja en el IVº Congreso Nacional de Derecho Civil, como de lege
lata: "El segundo de los supuestos del apartado 2" del art. 1150, debe interpretarse en el sentido
de que la oferta se mantiene en el lapso durante el cual puede esperarse la llegada a
conocimiento del proponente de la aceptación remitida a tiempo y regularmente."
2. 7. CADUCIDAD. SUPUESTOS
Nuestro Código Civil no admite la autonomía de la oferta, así es que dispone el art. 1149:
"La oferta quedará sin efecto alguno si una de las partes falleciere, o perdiere su capacidad para
contratar: el proponente, antes de haber sabido la aceptación, y la otra, antes de haber aceptado."
De esta manera la oferta caduca cuando el oferente fallece o pierde su capacidad antes de
haber conocido la aceptación. Esta norma juega sólo para los contratos entre ausentes, y no para
los celebrados entre presentes.
El fallecimiento comprende tanto la muerte natural como la declaración de ausencia con
presunción de fallecimiento.
La pérdida de capacidad (supuestos del art. 1160) también abarca a los inhabilitados del art.
152 bis.
Este principio de la caducidad general a todos los contratos, no se aplica a la donación, pues
para ella rige el art. 1794: "Si la donación se hace a varias personas separadamente, es necesario
que sea aceptada por cada uno de los donatarios, y ella sólo tendrá efecto respecto a las partes
que la hubiesen aceptado. Si es hecha a varias personas solidariamente, la aceptación de uno o
alguno de los donatarios se aplica a la donación entera. Pero si la aceptación de los unos se
hiciera imposible, o por su muerte o por revocación del donante respecto de ellos, la donación
entera se aplicará a los que la hubiesen aceptado."
Cabe preguntarse qué sucede si la oferta es irrevocable, y fallece o cae en incapacidad el
proponente. ¿Subsiste o no la propuesta? En general debe considerarse que subsiste, salvo que
de su propia naturaleza resulte lo contrario, como si fuera personalísima. Este criterio se sostuvo
en el despacho de mayoría aconsejado en el IV9 Congreso Nacional de Derecho Civil.
El art. 1153 establece: "Si la oferta hubiese sido alternativa, o comprendiendo cosas que
puedan separarse, la aceptación de una de ellas concluye el contrato. Si las dos cosas no pudiesen
separarse, la aceptación de sólo una de ellas importará la propuesta de un nuevo contrato."
Es decir que en la oferta alternativa o de cosas que pueden separarse, la aceptación de una
perfecciona el contrato. Por ejemplo, si se ofrece vender o alquilar un determinado producto, la
opción que haga el destinatario por una de ellas, hace que el contrato quede perfeccionado.
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En cambio si la oferta no es susceptible de separación, la declaración de aceptar una sola de
ellas, importa una propuesta de nuevo contrato. Es decir será una contrapropuesta.
El problema se crea en determinar cuándo es o no separable. Dependerá de las
circunstancias de cada caso el fijarlo.
2. 9. FORMAS Y MODALIDADES
2. 9.1. Expresión
Conforme al modo en que lleva a la conclusión del consentimiento, puede ser entre
presentes y entre ausentes (véase supra 1. 7. 1. 1. y 1. 7. 2. 1).
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3. ACEPTACION
3. 1. CONCEPTO
Como ya hemos señalado, para que se perfeccione el contrato la oferta debe ser aceptada.
Luego la aceptación es también una declaración de voluntad unilateral y recepticia, pero
que en este caso tiene como destinatario al oferente.
La persona que acepta se llama aceptante.
En los contratos entre presentes la aceptación debe ser dada de inmediato, es decir se la debe
percibir instantáneamente.
En los contratos entre ausentes desde que se la emite se considera que se perfecciona el
contrato (art. 1154).
En la concepción clásica del consentimiento se considera que ambas partes contribuyen en
conjunto a fijar las reglas aplicables al contrato y discuten las condiciones propuestas por cada
una de ellas. A estos contratos de libre discusión se los denomina gré a gré. En cambio si no hay
posibilidad de discutir porque el oferente ya determinó de antemano todas las condiciones y el
destinatario sólo puede-'adherir a la celebración del contrato o rechazarlo, habrá un contrato por
adhesión.
3.2. REQUISITOS
3. 2.1. Enumeración
Las partes pueden imponer a la aceptación todo tipo de modalidades, pero en general
deberá cumplir los siguientes requisitos:
a) Ser pura y simple o sea corresponder exactamente a la oferta. No puede modificarla ni
imponerle condiciones; estos casos implicarían nuevas ofertas (art. 1152). El indicar a través de
un telegrama "va carta", muy común en nuestra práctica, a nuestro entender no puede configurar
aceptación, pues no se puede conocer el contenido de ella, pero en determinadas circunstancias y
de acuerdo a los términos empleados podría llegar a considerarse como aceptación.
b) Dirigida al proponente, es decir que es recepticia. Como consecuencia de ello puede
retirarse hasta tanto no la haya recibido el destinatario de la oferta.
c) Debe ser seria.
d) Debe darse oportunamente, es decir en tiempo hábil. Si la oferta es verbal, debe
aceptarse en el acto. Si es escrita, en nuestro Derecho en principio no hay límite en cuanto al
tiempo de aceptación. Pero puede quedar limitado por retractación o caducidad. En estos casos
si llega la aceptación será tardía, y cabrá considerarla como extemporánea, o sea carente de valor,
importando una nueva oferta (solución del Código alemán, arts. 146-150) o darle al oferente la
facultad de considerarla eficaz o ineficaz (posición del Código italiano, art. 1326). Creemos que
en la práctica ambas soluciones conducen al mismo resultado.
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3. 2. 2. Modificación e incompleta
Conforme al art. 1152 la aceptación no puede modificar la oferta, es decir requiere absoluta
coincidencia, si no habrá nueva oferta o contrapropuesta. Debe corresponder exactamente a la
propuesta en cuanto a todos sus elementos, como podrían serlo el precio, la cosa, la naturaleza
del contrato, y las modalidades a que estuviera sujeto.
Al no permitirse ningún tipo de modificación también se ha dicho que no puede ser
incompleta, es decir que no cabe admitir la teoría de la puntualización que es la que considera
sólo necesario el acuerdo sobre los puntos esenciales del contrato.
Hemos expuesto nuestra opinión (véase supra 1.7.2.2.) de que puede admitirse que el juez
interprete e integre los contratos cuando ello es susceptible de hacerse en base al acuerdo sobre
los puntos esenciales.
3. 3. 2. Autonomía: caducidad
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3. 4. FORMAS
Al igual que la oferta por la manera de expresarse puede ser expresa o tácita; y asimismo
por la forma de concluir el contrato puede serlo entre presentes o entre ausentes.
También las partes pueden agregar modalidades que faciliten o restrinjan la manera de
aceptar. Lo facilitarán cuando permitan que la aceptación puede llegar por cualquier vía, tal
como terrestre, aérea, telegrama o incluso decir que el silencio la implica. Pero esto último debe
tomarse con extrema cautela, pues se podría invertir el principio legal acerca de que el silencio
no vincula. El ejemplo que comúnmente se da es el del abono del diario, en que el silencio
implica aceptación de que se lo siga entregando. En todos los casos debe observarse el grado de
certidumbre que implica el silencio, teniéndose en cuenta que en principio implica rechazo de la
oferta.
La restringirán, cuando sólo pueda llegar la aceptación a través de una vía determinada o en
cierto tiempo; en este último supuesto estaremos en presencia de una oferta irrevocable.
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