Está en la página 1de 4

Resumen de La tarea del traductor de Walter Benjamin.

Walter Benjamin dice que cuando contemplamos una obra de arte debemos
tomar en cuenta que el artista jamás tomó en cuenta la capacidad del espectador
para interpretar dicha obra, no tomo en cuenta ni si era capaz o ni si era incapaz,
simplemente hizo la obra sin esperar un espectador ideal, concepto que a
Benjamin le parece nocivo ya que para él las teorías del arte simplemente se
dedican a: “(…) suponer la existencia y naturaleza del ser humano”. 1 Y el arte a lo
que se dedica es a dar idea de lo que es el hombre, pero éste no existe para que
sea visto por los hombres ni para un hombre ideal ya que el arte nunca es
dedicado a algo o a alguien. Sin embargo Benjamin se pregunta sobre ¿qué es lo
que sucede en la traducción? ¿Se piensa en aquellos que no entienden el idioma
original a la hora de traducir una obra? A dicha pregunta más que resolverla
Benjamin la utiliza para explicar que éste sirve para hacer la distinción entre una
obra original y la traducción. La obra de arte no dice mucho a quien logra
comprenderla, ello debido a que su fin no es la comunicación ni la afirmación, a
menos de que el fin de la traducción sea el funcionar como intermediario y que
tenga como fin la comunicación, cosa que como vimos en su ensayo Sobre el
lenguaje en general sobre el lenguaje de los hombres, a Benjamin le parece sin
importancia, además de que las malas traducciones suelen tener como principal
fin la comunicación y la intermediación, transmitiendo inexactamente contenidos
que no son esenciales. La mala traducción de una obra está dedicada al lector, y
por ello es que el contenido de la traducción es inexacto, pues no está interesado
en transmitir el contenido espiritual de la obra sino solo en la comunicación, que
es el momento en que el contenido esencial de la obra se pierde; además si la
obra original no se preocupa por el contemplador ideal, ¿Por qué la traducción ha
de hacerlo? Es el momento de preocuparse por el contemplador ideal que la
traducción se vuelve mala. La obra de arte original es la que determinará si se va
a traducir o no; se puede traducir ya sea porque tiene un lector ideal, o bien
porque la obra consiente una traducción de acuerdo a su forma. Si la obra es

1
Walter Benjamin, “La tarea del traductor” en Ensayos escogidos, Ediciones Coyoacán, México, 2008, pp.
119.
traducible es porque dentro de su contenido hay una traducibilidad idiomática
inherente que permite la traducción, aun cuando para los hombres pueda parecer
imposible el traducir. Si una obra original se traduce es porque tiene como forma
esencial la traducibilidad; es aquí donde encontramos una relación íntima entre lo
original y la traducción, ya que la traducción existe gracias al original, es una
manifestación de vida del original. Si una obra se traduce es porque ha logrado
sobrevivir a varias generaciones y ha logrado alcanzar la época de su fama.
Gracias a que la obra ha alcanzado ese gran status es que se hacen traducciones
de él; a la obra original se deben las traducciones y no al revés como quieren
hacernos creer los malos traductores. En las traducciones es donde el original
expande su energía vital que no se expandiría si ella misma no tuviera tal energía
de vida. Si una obra de arte se traduce es porque es en sí misma parte de una
esfera superior que después se va traduciendo al resto de los idiomas. Si una obra
es capaz de traducirse de un lenguaje a otro entonces nos muestra como a pesar
de que un lenguaje sea diferente a otro hay una relación íntima entre esos
lenguajes que es lo que permite la traducción. Esa relación íntima es una priori
idiomático que demuestra la semejanza en la forma de decir algo de un idioma al
otro. Lo idiomático es lo que importa a la hora de traducir una obra, pues parece
decir Benjamin, éste es el contenido espiritual de la obra de arte, el cual se pierde
al momento de querer hacer una traducción semejante al del original; cuando se
hace una traducción se debe tener como prioridad transmitir ese contenido
espiritual, el cual no se puede transmitir si se utilizan palabras en desuso o que le
dan otro significado lejos del contenido espiritual. Las palabras se van
desgastando y para un contenido espiritual eso significa que si quiere sobrevivir
deberá encontrar un lenguaje adecuado para seguir manteniendo su vitalidad. El
lenguaje por otra parte sólo puede llegar a la pureza al momento de que los
idiomas se dan cuenta de que no pueden decir todo lo que desean en su sólo
lenguaje y ven que deben de complementarse con otro idioma para poder decirlo.
En los idiomas debemos distinguir entre lo entendido y la forma de entender; algo
puede ser entendido como silla o chair, y es lo mismo si lo vemos desde lo
entendido pero no si lo es desde la forma de entender, en la que una forma es el
español y otra el inglés. A pesar de que la forma es diferente en su intención
trasmiten el mismo contenido. El lenguaje, los idiomas están en continua
transformación lo cual significa que si las obras desean seguir sobreviviendo
deben adaptarse a esas transformaciones. Si algo nos muestra la traducción
según Benjamin es que: “(…) la traducción no es sino un procedimiento transitorio
y provisiona para interpretar lo que tiene de singular cada lengua”2. Y ese
procedimiento lo hace de acuerdo a como el idioma del que traduce al traducido
tiene una relación en el momento de su traducción. La traducción es de acuerdo al
presente y por ello la traducción nunca es permanente. El lenguaje original tiene
una unidad que al momento de traducirse se va ocultando en pliegues, los cuales
fungen como un manto que oculta al soberano. Los románticos fueron los
primeros en ver que la vida de las obras y su supervivencia dependen de la
traducción. Y aquí se hace una distinción entre poetas y traductores. El poeta hace
su obra, y el traductor debe de hacer la traducción de tal forma que ésta tenga un
eco del original en el idioma al que lo está traduciendo. Mientras el escritor escribe
de acuerdo a su sentimiento, el traductor debe traducir de acuerdo a la ideología
que lo somete y de tal modo que en su ideología la obra conserve el eco original.
Si se hace una traducción palabra por palabra no se refleja el sentido que tiene el
original puesto que :”(…) en relación con el original no se encuentra en lo
pensado, sino que es adquirida precisamente, en la misma proporción en que lo
pensado se halla vinculado con la manera de pensar en la palabra determinada “.3
Cuando se traduce literalmente se desemboca según Benjamin en la
incomprensión. Como ejemplo tenemos las traducciones de Sófocles que hizo
Hölderlin. La fidelidad de la reproducción complica la del sentido, por lo tanto la
conservación del sentido no requiere la traducción literal. En una traducción se
reconstruye el pensamiento extranjero en el propio idioma y así se reconocen
según Benjamin como fragmentos de un lenguaje superior. En la traducción de un
lenguaje a otro el lenguaje se complementa hacía un lenguaje superior y puro, que
sin embargo aun deja cosas que no se pueden transmitir. La misión del traductor

2
Ibíd., p.127.
3
Ibíd., p.131.
para Benjamin es: “(…) rescatar ese lenguaje puro confinado en el idioma
extranjero, para el idioma propio, y liberar el lenguaje preso en la obra al nacer la
adaptación.”4 Una obra debe de romper con las ataduras caducas del propio
idioma para así perdurar y vivir en otros. Benjamin señala que Rudolph Pannwitz
en su texto Crisis de la cultura europea decía que en vez de convertir lo alemán
en griego hay que darle forma griega al alemán. No se debe uno aferrar a la
lengua, sino que hay que permitir que la extranjera sacuda la lengua original con
violencia. Ya para concluir, Benjamin dice que una obra es traducible cuanto
menos sea su carácter de mensaje; y cuanto más sea su valor más será apta
para traducirse. Una traducción se hace del original siempre, pues una traducción
de otra traducción cae en lo superficial.

Bibliografía:

Walter Benjamin, Ensayos escogidos, Ediciones Coyoacán, México, 2008.

4
Ibíd., p.134.

También podría gustarte