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Sobre las formas que puede adoptar el Mal:

la negación del duelo

Darío Olmo*

En esta presentación, queremos hacerles dida definitiva e irreparable, en restos


conocer un trabajo que trata con la poster- humanos, de los tejidos blandos y el sólo
gación o supresión del Duelo, y cómo una hallazgo de restos consistentes en tejidos
disciplina forense puede colaborar en la duros, huesos y dientes. En el continente
resolución de este tipo de situaciones. Es una americano, la tradición de división del tra-
parte de la investigación de crímenes tiem- bajo entre las disciplinas forenses, otorga la
po después de producidos, lo que a veces incumbencia en el examen de los tejidos
permite fundamentar la persecución penal duros a la Antropología Biológica, cuando
de los responsables. Esto, porque las cir- se intenta comprender y conocer a las
cunstancias políticas en las que se inscriben poblaciones del pasado, a partir de esos
los crímenes contra la humanidad suelen materiales. Entonces, decimos que la Antro-
requerir del paso del tiempo para transfor- pología Forense es la aplicación de los
marse y permitir estas investigaciones. Para conocimientos sobre variabilidad humana,
ello, es recomendable echar mano de las que es ese acervo de la Antropología
herramientas que dentro de las ciencias se Biológica, al ámbito médico legal. Este diá-
ocupan de tratar con el pasado de las comu- logo entre la Antropología Biológica y la
nidades humanas, es decir, la Arqueología y Arqueología genera una suerte de síntesis,
sus auxiliares. Del mismo modo, vemos que, que resulta en la Antropología Forense, tal
salvo casos excepcionales, cuando media un como la estudiamos y la practicamos algu-
intervalo de tiempo de varios años entre los nos grupos de investigadores, que intenta-
sucesos investigados (en este caso, crímenes mos aportar, desde nuestro trabajo, a la
contra la humanidad) y la posibilidad de resolución de casos de violaciones a los
dar cuenta de ellos, lo frecuente es la pér- Derechos Humanos.

*Antropólogo forense (EAAF).

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En Argentina, a mediados de los ochen- una práctica terrorista de persecución polí-


ta del siglo pasado, se dio uno de los pri- tica contra un sector de la población. Los
meros casos en los cuales la comunidad militares argentinos no se detuvieron ante
científica internacional, especialmente la los límites marcados por la legalidad e incu-
norteamericana y especialmente la del rrieron en flagrantes, graves y masivas vio-
ámbito forense, colaboró con algunos de laciones a los Derechos Humanos, perpe-
sus recursos en el esclarecimiento de lo trando lo que se conoce como Crímenes
sucedido con víctimas de crímenes contra la contra la Humanidad. Fue la respuesta de
humanidad. No fue la primera experiencia los sectores dominantes de la sociedad
en este sentido, pero en este caso se inau- argentina, a un estado de movilización y
guró lo que devino una tradición. Este fue cuestionamiento, que no excluía la presen-
el inicio de una tendencia que con el trans- cia de organizaciones que desafiaban el
curso de los años se fue irradiando desde monopolio estatal del uso de la fuerza. Los
Latinoamérica a otras regiones del mundo militares argentinos hicieron alarde de una
con problemas similares. Quizás convenga adscripción a las doctrinas de contrainsur-
ilustrar estas generalizaciones con el relato gencia aplicadas por aquellas épocas por las
de lo ocurrido entonces, de modo de ayu- potencias coloniales europeas o norteame-
dar a comprender el cruce de actores que ricanas en el norte de Africa o en el sudeste
entonces se produjo y cómo su devenir se de Asia; en estos casos contra poblaciones
inscribió dentro de un clima de época que diferentes o remotas, los argentinos, como
hizo factible, y hasta probable, el desarrollo los guatemaltecos, lo hicieron contra sus
posterior de los acontecimientos. propios paisanos. Los relatos a posteriori de
esos militares reivindican esta genealogía
La Argentina, a mediados del siglo XX,
conceptual. Estas doctrinas alientan la prác-
vivió una suerte de alternancia entre
tica de la Desaparición Forzada de Personas
gobiernos civiles y militares. Las Fuerzas
como una herramienta eficaz para desalen-
Armadas, en especial el Ejército Argentino,
tar y aterrorizar a sus enemigos. Semejante
consideraban natural intervenciones tutela-
propuesta, es un escándalo para la legisla-
res sobre la imperfecta (a su juicio) demo-
ción internacional sobre conflicto armado,
cracia representativa. Esta forma de ver las
sea regular o irregular, y lesiona todo lo
cosas era compartida por los sectores domi-
sancionado por la legislación internacional
nantes de la sociedad argentina, que alen-
vigente entonces. Es necesario señalar que,
taban esas intervenciones. Entre 1930 y
para el último cuarto del siglo XX, Anmesty
1983 sólo un gobierno constitucional pudo
International señala su difusión en más de
suceder a otro, y en ese caso se trató de una
setenta países. De esta manera, violando
re-elección. Este gobierno reelecto, a su
todas las leyes que se decían defender, colo-
turno, fue interrumpido por un golpe mili-
caron el nombre del país entre los más pro-
tar que empleó el bombardeo aéreo de la
minentes en casos de violaciones a los
Casa de Gobierno entre sus argumentos. La
Derechos Humanos.
última, hasta la fecha, de estas intervencio-
nes, lo constituye el gobierno de las Fuerzas En Argentina se extendió, con sesgos
Armadas entre 1976 y 1983. Este se caracte- locales, el secuestro ilegal, la reclusión clan-
rizó, entre otros rasgos, por el empleo de destina, la tortura y la ejecución también

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clandestina, de miles de ciudadanos, en la partir del asesinato, el cuerpo de la persona


segunda mitad de la década de los setenta. pasaba a ser un problema del cual ocuparse.
Estos crímenes eran perpetrados por un sec-
La estructura de la represión se organizó
tor de las fuerzas armadas y de seguridad,
en base a la división del territorio nacional
especializado en tareas de inteligencia, y
propia del Ejército Argentino, por lo que la
contaba con la contención y apoyo de las
cadena de mandos del Ejército constituye el
instituciones militares y el gobierno que
orden en base al cual se organizó la repre-
estas presidían. En 1982, una aventura mili-
sión. Este punto es importante para consi-
tar de confrontación contra un miembro de
derar la suerte corrida por los cuerpos de las
la NATO, el Reino Unido, por la posesión de
personas secuestradas y luego asesinadas.
un archipiélago, terminó en desastre y debi-
litó de manera definitiva al gobierno mili- En algunas zonas, cuando las fuerzas repre-
tar, dando la oportunidad para la reapertu- sivas contaban con la disposición sobre el
ra democrática y una tímida revisión de lo medio aéreo, los cuerpos eran arrojados
ocurrido. desde aviones al Mar Argentino o al Río de
la Plata. En muchos casos, sin embargo, la
El rasgo más inquietante de la estrategia disposición del cadáver no formaba parte
represiva adoptada en Argentina lo consti- de la rutina del grupo de tareas y estos eran
tuye, quizás, la clandestinidad en la que abandonados en parajes más o menos mar-
actuaron las fuerzas armadas. Este ingre- ginales, mientras el Comandante de Zona
diente resulta sumamente perturbador para del Ejército emitía un comunicado anun-
una sociedad no acostumbrada a manifesta- ciando un enfrentamiento armado entre
ciones masivas de Terrorismo de Estado. Las irregulares y fuerzas legales, que había
personas designadas como blanco de los arrojado como resultado la muerte de los
grupos de tareas, en base a criterios de primeros. Los cuerpos eran tratados según
imputación amplios y no siempre coheren- la rutina burocrática prevista para el fenó-
tes, eran secuestradas y recluidas en centros meno “cadáver de identidad desconocida
clandestinos de detención, donde no goza- hallado en la vía pública”. Esta rutina gene-
ban de ninguno de los derechos que la ra una serie de documentos que la burocra-
Constitución Argentina asigna a sus ciuda- cia, imperturbable reproduce indiferente y
danos. En estos sitios eran, frecuentemente, es el rasgo más conspicuo de su naturaleza.
sometidos a tormento, para obtener infor- Casi todos concluyeron en sepulturas NN
mación (fuente de nuevos secuestros) y
(ningún nombre), de los cementerios públi-
degradar sus convicciones. Finalmente,
cos más cercanos. En algunos pocos casos, el
algún cuadro prominente del grupo represi-
mar devolvía los cuerpos a él arrojados y
vo decidía sobre la suerte de la persona, y en
estos también se inhumaban como NN en
muchos casos se optó por la aplicación de la
los cementerios municipales más cercanos.
pena capital, siempre por fuera de todo
marco legal. Mientras esto ocurría, y de Puede decirse que la sustracción de la
manera constante, el Estado negaba la identidad, al ingresar una la persona cauti-
detención y la Justicia rechazaba los recur- va del grupo de tareas en la estructura clan-
sos de habeas corpus presentados por los destina, y su salida bajo la forma de un
familiares de las personas secuestradas. A cadáver de identidad desconocida, son la

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constante y el rasgo más distintivo de este Abuelas comenzaron a recorrer las capita-
sistema. les de los países centrales denunciando lo
que sucedía en Argentina, uno de sus recla-
Una de las respuestas de la sociedad, no
mos se volvió a la comunidad científica,
esperadas por los militares, fue el surgi-
pidiendo herramientas para demostrar el
miento de numerosos colectivos organiza-
vínculo de consanguinidad entre personas
dos de personas afectadas por las prácticas
de generaciones discontinuas. Esta realidad
terroristas del Estado. Generalmente se tra-
alentó ciertos proyectos de investigación
taba de familiares de las personas desapa-
en esa línea, como la utilidad de la discri-
recidas, personas arrancadas del ámbito de
minación de los antígenos de histocompati-
lo privado por la tragedia de la resolución
del conflicto político que atravesó a la bilidad (lo que se conoce como sistema
sociedad argentina en ese período. Cuando HLA) para demostrar el vínculo de consan-
estas personas se organizaron para con- guinidad entre personas de generaciones
frontar con el Estado terrorista y reclamar alternas (abuelos y nietos). Estos estudios
por el paradero de sus seres queridos, lo resultan imprescindibles para posibilitar la
hicieron desde esos vínculos de sangre y el viabilidad de trasplantes de órganos entre
nombre de sus organizaciones denota el personas, pero a partir del reclamo de las
carácter de estos vínculos: Madres de Plaza Abuelas de Plaza de Mayo, se utilizan con
de Mayo, Abuelas de Plaza de Mayo, éxito para verificar parentesco biológico
Familiares de Detenidos y Desaparecidos entre abuelos y nietos. En el año 1984, ya
por Razones Políticas, etc. Su carácter sui instalado un gobierno constitucional surgi-
generis y la falta de experiencia política de do de elecciones sin proscripciones, era fre-
sus integrantes se transformó, a veces, en cuente observar, en las coberturas periodís-
una ventaja táctica en el terreno que se ticas, noticias de exhumaciones de restos
propusieron ocupar: no eran previsibles ni humanos ordenadas por la justicia, en
fácilmente controlables. Las Abuelas de diversos cementerios públicos. Ello porque
Plaza de Mayo es una reunión de mujeres cundían las denuncias que muchos de los
mayores, cuyo común denominador es el cadáveres inhumados como NN en los
de ser madres de personas desaparecidas cementerios correspondían, a su turno, a
junto a sus hijos o (en muchos casos) muje- ciudadanos cuya Desaparición Forzada
res y hombres que estaban esperando un había sido denunciada en los años 1976 y
hijo en el momento de producirse su 1977. Ese intervalo de tiempo, entre 1976 y
secuestro por los grupos de tareas del 1984, hacía que los restos exhumados se
Estado Terrorista. Un rasgo peculiar del presentaran esqueletizados, es decir, sin
caso argentino lo constituyen los frecuen- rastros de tejidos blandos. Por otra parte,
tes casos de apropiación de niños y sustrac- la ignorancia sobre la correcta forma de
ción de identidad: luego del secuestro y realizar las exhumaciones y su tratamiento,
asesinato clandestino de los padres, los de modo de conocer sobre las personas a
niños eran entregados a familias de milita- partir del estudio de estos restos, condujo a
res, policías o allegados a éstos, que los numerosas frustraciones, excavaciones
declaraban como propios y como tales los intempestivas, mezcla de restos de diferen-
criaron. Cuando a fines de los setenta, las tes personas y daños irreparables.

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A pedido de las Abuelas de Plaza de restos de los ciudadanos asesinados a sus


Mayo y la Comisión investigadora designa- familias, concluyendo la ronda de incerti-
da por el gobierno constitucional, CONA- dumbre perpetua y devastadora, propia de
DEP, una reunión de científicos norteameri- la Desaparición Forzada de Personas.
canos, American Asociation for the
Para establecer una identificación aserti-
Advance of Science (AAAS, una reunión
va, a partir de sólo restos óseos, es impres-
interdisciplinaria de investigadores que
cindible contar con datos muy precisos
fuera fundada en el siglo XIX por Lewis
sobre las personas que se está buscando,
Morgan, el padre de la Antropología moder-
datos susceptibles de manifestarse en teji-
na), reunió un grupo de especialistas foren-
dos duros, como fracturas antiguas, fichas
ses para visitar Argentina y colaborar en los odontológicas, radiografías antiguas, etc. A
trabajos iniciados. Ese grupo fue coordina- estos datos se los llama pre mortem y se los
do por Eric Stover. Entre ellos se encontraba compara con los datos post mortem, que
Clyde Collins Snow, una figura prominente son aquellos establecidos en el laboratorio
de la Antropología Forense de su país. Snow estudiando los restos.
proponía desde tiempo atrás, que el traba-
jo del antropólogo forense no debía iniciar- Poco a poco, ese grupo de estudiantes
se en el laboratorio y que éste debía ocu- fue adquiriendo experiencia, trabajando
parse de controlar el mejor modo de recu- junto a Show, y se transformó en un grupo
perar los materiales que luego analizaría. de investigadores a tiempo completo, origi-
Esa línea de razonamiento lo condujo a nando lo que se denominó el Equipo Argen-
apelar al concurso de otros antropólogos, tino de Antropología Forense.
los arqueólogos, que son quienes se ocupan Con el paso de los años, aquellos datos
de recuperar materiales del pasado de la pre mortem resultan cada vez menos fre-
manera más cuidadosa y con menor pérdida cuentes o no es posible hallarlos. Esta situa-
de información. Enfrentado a las exhuma- ción nos obligó a volvernos hacia aquella
ciones rudimentarias, Snow solicitó al Colegio documentación burocrática que el propio
de Graduados en Antropología el concurso Estado Terrorista originó y que reposaba en
de profesionales para colaborar en las sus anodinos archivos. Resultó un nuevo y
exhumaciones y evitar la propagación del trabajoso aprendizaje, que ha redundado
daño. El Colegio decidió desconocer el en el conocimiento de lo acontecido con
pedido y no contestarlo. Frente a ello, Snow varios cientos de ciudadanos Desaparecidos
obtuvo la ayuda de un grupo de estudian- y la recuperación de un número menor de
tes de Antropología y de Medicina, algunos sus restos, lo que permitió restituirlos a sus
habituados a la Arqueología prehistórica, familiares. Por otra parte, para demostrar
familiarizados con sus rutinas de cuidado y las hipótesis de identidad de los restos recu-
registro de los materiales recuperados. El perados cuando son cada vez menos fre-
trabajo resultó de utilidad y marcó una cuentes los datos pre mortem, hemos arti-
diferencia sustantiva con lo producido en culado líneas de trabajo con laboratorios
las investigaciones anteriores. Básicamente, capaces de analizar material genético (ADN
se establecieron numerosas identificacio- nuclear y mitocondrial), que compara dicho
nes, lo que permitió la devolución de los material, recuperado de los restos óseos u

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Darío Olmo Visiones del Mal Dossier

dentales, y su homólogo de muestras de ventajas que trabajar en equipo lleva


sangre y saliva de familiares. consigo.
Esta evolución de los trabajos en A medida que la situación política lo iba
Argentina transcurrió simultáneamente con permitiendo y que el ajuste de cuentas con
trabajos similares del Equipo en muchos el pasado inmediato lo hacía necesario,
otros países, en los cuales, el conflicto polí- comenzó a vislumbrarse la posibilidad de
tico devino en la perpetración de crímenes crear grupos similares en otros países latino-
contra la humanidad. americanos que emergían de dictaduras,
Así como lo hacen los Estados, los profe- como había acontecido en Argentina. Dentro
sionales o los especialistas en cualquier acti- de nuestras modestas posibilidades, intenta-
vidad, también los activistas en la defensa de mos contribuir y alentar la formación de
los Derechos Humanos, se reúnen en asocia- equipos de investigadores en estos lugares,
ciones internacionales, para la mejor defen- como lo fue en Chile y en Guatemala. En
sa de sus reivindicaciones y coordinación de estos casos, acompañando al Dr. Snow en los
sus iniciativas. De esta manera, comenzó a cursos introductorias para los investigadores
conocerse el buen suceso de las investigacio- locales. Por otra parte, existen grupos de
nes sobre la suerte corrida por los Desapare- naturaleza similar en el Perú y en Colombia.
cidos en Argentina, y el aporte de pruebas A lo largo de una trayectoria de veinte
sólidas para el juzgamiento de los responsa-
años, el EAAF ha desarrollado investigacio-
bles, que la restitución de cuerpos identifica-
nes en una diversidad de países, que incluye
dos implica.
Angola, Bolivia, Bosnia, Brasil, Chile, Colombia,
En países limítrofes, en los primeros Costa de Marfil, Croacia, Chipre, República
tiempos, y cada vez más distantes, a medida Democrática del Congo, El Salvador, Etiopía,
que estos avances se iban conociendo, el Filipinas, Guatemala, Georgia, Haití, Honduras,
trabajo del EAAF comenzó a ser solicitado Indonesia, el Kurdistán Iraquí, Kenia, Kosovo,
en muy diversos lugares, con problemas México, Panamá, Paraguay, Polinesia Fran-
similares. La respuesta institucional fue, por cesa, Perú, Rumania, Sierra Leona, Sudáfrica,
un lado, no rechazar ninguna solicitud fun- Sudán, Timor Oriental, Uruguay, Venezuela
dada en elementos convincentes y, por otra y Zimbawe.
parte, alentar la reproducción de la expe-
riencia argentina. En todos los casos, las actividades se
encuentran enmarcadas en los que son
El carácter independiente del Estado, nuestros objetivos institucionales:
que es elemento esencial del EAAF, permite
investigar sin compromiso alguno con las • Aplicar las ciencias forenses a la inves-
instancias oficiales, que frecuentemente se tigación y documentación de violaciones a
encuentran sospechadas de complicidad en los Derechos Humanos.
los episodios analizados. • Aportar estas evidencias a la justicia
Otro elemento que reivindicamos con • Asistir a los familiares de las víctimas en
énfasis, es el carácter de colectivo inter- su derecho de recuperar los restos de sus
disciplinario, con las dificultades y las seres queridos desaparecidos, llevar a cabo

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Dossier Visiones del Mal Darío Olmo

sus prácticas funerarias y poder honrar a sus • Contribuir a un mayor conocimiento del
muertos. pasado reciente, que frecuentemente es ocul-
• Colaborar en la formación de nuevos tado o distorsionado por las partes o institu-
equipos de otros países donde son necesa- ciones gubernamentales implicadas en los epi-
rias investigaciones de éste tipo. sodios investigados.

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EAAF: la escritura de la muerte

Fabiana Rousseaux*

Cuando los hombres de Ulises llegaron a la El trabajo del EAAF es un desafío ante la
isla de Enea, y fueron convertidos en cerdos, nueva tierra ética, fundada en Argentina a
Ulises intervino pidiéndole a Circe, la hechi- partir de la práctica sistemática de la desa-
cera, que les devuelva a sus hombres la forma parición forzada de personas. Tierra de la
humana. Circe obedeció, los hombres se transposición de fronteras que significaron
irguieron, recuperaron su postura y comen- los crímenes que estamos analizando.
zaron a hablar, pero estaban perdidos, no
El dato que aporta el discurso y praxis
lograban reconocerse. Ulises tuvo que nom-
antropológica instaura un límite preciso entre
brarlos uno por uno. Sólo entonces volvieron
la vida y la muerte, vedado hasta ese momen-
a ser quienes eran. Luego de esto Ulises vio
to para los familiares de las víctimas. Frente a
muchos otros animales y le pidió a la hechi-
esos datos ocultos, la intervención forense, es
cera que devuelva también a ellos a la forma
un trabajo de desciframiento que rompe con
humana. –Imposible, respondió Circe; aquí
la dialéctica instaurada de modo forzado a
no hay nadie que pueda nombrarlos.
partir del dominio y la manipulación de los
Es Ulises quien nombrando uno por uno cuerpos. Ese dominio perpetuado desde el
a cada hombre, los rescata de la condición momento mismo de la desaparición produjo el
inhumana a la que quedaron sometidos, poder absoluto de la vida y de la muerte, bajo
estableciendo un límite entre lo humano y la utilización del modo privilegiado del terror
lo animal, demarcado por el acto de nom- que implica el ocultamiento de los cuerpos
brar, y que hace posible transformar el gru- vivos y de los cuerpos muertos. Ocultamiento
ñido en palabra, ya que la palabra cobra que halla su eficacia a condición de “dar a ver”
ese estatuto en la medida en que alguien ese poder. Se trata del particular modo de goce
crea en ella. genocida, de “ocultar a la vista de todos.”

1 Psicoanalista (Secretaría de Derechos Humanos de la Nación).

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Dossier Visiones del Mal Fabiana Rousseaux

La certificación de la muerte biológica te se distancian en el sitio donde anclan. La


conmueve el desamparo que provoca en el muerte es un acto que no puede desinscribir-
sujeto, el acto solitario de invención de un se una vez que el sujeto ha arribado a su
acta de defunción privada y clandestina, reconocimiento, la desaparición es un hecho
causada por el ocultamiento de los restos, y que se abre a la espera de una resolución, a
el discurso del terror. la espera de una sanción. Allí es el sujeto
quien debe sancionar con un dispositivo fic-
El encuentro con los restos óseos, se
cional 1, convirtiendo el hecho en acto, y deci-
transforma así en el soporte real que posi-
dir si lo toma por verdad. El trabajo de duelo,
bilita el montaje de la simbolización de la
muerte, anudando de este modo lo real, es la tramitación de una sanción.
con lo simbólico-imaginario. Si como plantea Philippe Ariés, el duelo
Una muerte que puede sostenerse fren- tiene también la función de alivio de la
te a una mirada pública, y abre las condi- pena deberíamos agregar que abre la posi-
ciones para el rito funerario, el enlace a bilidad de ganar un saber sobre la muerte.
otros, contrarrestando el sentido impuesto A partir de acá, la verdad puede oficiar
por el terrorismo estatal, a partir de la vio- de tope a la incertidumbre que particulari-
lenta eficacia del acto de nominación del za a estos duelos, en tanto no hay examen
N.N. que deja sin nombre al desaparecido, de la realidad al cual filiarse.
pero también a sus deudos.
Cuestionamiento radical a la imposición
Lo escrito toma valor de prueba. La letra de la no-muerte. “Desaparecido” es un sig-
escrita en el cuerpo, propicia la escritura de nificante de la de-responsabilización. Y
la muerte, como punto de escansión ante la como tal deja al sujeto desamparado en la
repetición. Lo escrito hace de borde a lo duda de la muerte, y en la duda de su pro-
real, tiene un efecto restitutivo como tal. pia palabra.
Estamos parados sobre una huella que ¿Con qué cuenta el sujeto para sancio-
no hace marca: los “Desaparecidos”, lo que nar este duelo, es decir para inscribirlo bajo
no hace serie, lo que todavía no encuentra algún modo posible, ya que lo que lo parti-
un significante que alcance a recubrir la culariza, es una “no certeza”? ¿Sin sanción
dimensión de ese agujero como tal. y sin certeza a qué apela el sujeto para su
La muerte es un agujero que se produce elaboración?
en lo real. El duelo es un agujero en lo sim-
El EAAF realiza una intervención en el
bólico y el comienzo de un trabajo de movi-
campo de la identificación, y su trabajo funda
lización significante para intentar bordear
una matriz simbólica que permite escribir la
algo de ese agujero. La desaparición es, en
muerte, produciéndola. Eso conmueve un
cambio, lo que se instala en ese espacio que
lugar tal que rompe con la lógica de la desa-
va de la incertidumbre a la construcción de
parición que eterniza una espera. El rescate
una muerte.
del nombre propio permite producir una filia-
La certeza en estos duelos es un punto de ción, abolida simbólica y jurídicamente, con el
llegada y no de partida. Desaparición y muer- mecanismo sistemático de la desaparición.

1 Aquí utilizamos el concepto de ficcional como aquello que debe oficiar de verdad.

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Fabiana Rousseaux Visiones del Mal Dossier

El trabajo del EAAF produce un obstácu- Esa legibilidad corpórea se monta sobre lo
lo, una protección, un borde a la incertidum- biológico real contrarrestando así el sentido
bre vuelta persecución de una muerte que unívoco de la desaparición sin rastro de un
no termina de escribirse. Lo que desaparece cuerpo, de un sujeto. A la textualidad ósea,
es también lo que puede aparecer, bajo la podrá anudarse una historia y una transmi-
mascarada fantasmática de lo siniestro. sión. La restitución de identidad es un
encuentro con la huella de lo escrito sobre un
El texto que escribe cada quien respecto cuerpo, marca donde la técnica interviene
de los duelos que atraviesa, es un texto ínti- para producir efectos en el duelo suspendido.
mo, solitario, pero que requiere de una
Como escribieron los hijos de Lidia
condición: un texto social en el cual anclar.
Massironi, desaparecida e identificada por el
Lo colectivo permite servirse de una E.A.A.F.: “Hilvanar muerte, huesos y un nom-
significación, un sentido y un aval, a la bre en una sepultura..., luego de haber sido
enloquecedora incertidumbre clandestina amputado el culto y el llanto, hace que la
en la que queda atrapado el sujeto que carne, ya ausente, se encarne en una historia
tramita este duelo sin muerte, que no deja silenciada tanto como profanada... Hoy hay
“restos”. quienes trabajando en la identificación de
sus cuerpos que se encuentran anónimos en
La técnica forense es una herramienta fosas comunes, los extraen de la tierra que
puesta al servicio de la reconstrucción de finalmente los hubiese fundido con la nada,
una historia suprimida por el terrorismo para devolverlos a la cultura. Quizás escri-
estatal, que rescata el soporte biológico biendo su nombre sea posible humanizarlos
para litoralizar el territorio del cuerpo. en las encrucijadas de la historia”.

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Contra la pureza

Diana Sperling*

Kalon kakon, bello mal, llama Hesíodo a quien acarrea, en su vasija sellada, esos
Pandora, la primera mujer y madre, por “dones” que incluyen el trabajo, la muerte y
tanto, de todas las mujeres. ¿Habrá parado- el sexo. Concretamente, la diferencia. La
ja más aguda que ésta? ¿Cómo puede un entrada en escena de Pandora tiene como
mal ser bello, de qué manera lo peor y lo consecuencia que el hombre ya no será anth-
mejor se conjuntan en una dupla casi indis- ropos, sino andres, ya no la totalidad del
cernible? ¿En qué consiste esta rara asocia- género humano sino una de sus partes, la
ción? Si seguimos el brillante análisis que masculina. Zeus envía a Pandora como casti-
Vernant hace del texto hesiódico1, se verá go por el robo del fuego, ese gesto de sober-
que la relación entre los términos es de bia prometeica que ha permitido a los huma-
mutua afectación, pero en sentidos muy pre- nos construir un mundo propio, una cultura,
cisos: en primer lugar, es justamente la belle- una existencia a su medida.
za de la fémina lo que permite su entrada en De modo que si Pandora representa y
el mundo. Seductora y engañosa, aparece consuma la división, será en varios niveles.
como lo bueno –recordemos la íntima liga- División en sincronía y diacronía: primero,
zón que en el mundo griego tienen el bien y entre hombres y dioses, luego entre los sexos
la belleza– pero tras esa encantadora másca- y, más tarde y como consecuencia, entre
ra esconde EL MAL. O mejor dicho, los males. generaciones. El hombre deviene sexuado y
Y veremos, andando el texto, que no es lo mortal, destinado al trabajo y al esfuerzo
mismo y que se impone por tanto la necesi- pero también a la cosecha de sus frutos, al
dad de distinguir entre el mal y los males. amor y la paternidad. El texto de Hesíodo
Tentadora como la Eva bíblica, es la mujer lleva por título Trabajos y días.

*Filósofa y ensayista.
1 Vernant, Jean-Pierre, “À la table des hommes” en La cuisine du sacrifice en pays grec, ed. Gallimard, 1979.

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Diana Sperling Visiones del Mal Dossier

Lo bifronte una suerte de “accidente cósmico” en la


gesta creadora, que libera las chispas del
Tanto Prometeo como Pandora traen mal y las deja circulando por el mundo bajo
dichas y desdichas, mieles y amargores a la la forma de kelipot o cáscaras, envolturas
vida de los hombres. O, mejor: es a través de del bien. Le corresponderá al hombre la
sus actos y regalos que los relatos míticos tarea de rescatar los trozos de bien encerra-
muestran la estofa humana, ese raro tejido dos bajo tales cáscaras para restituir el
de tiempo y eternidad, de penas y maravi- orden del mundo. Porque el mal se vincula
llas, de sudor y recompensa. Cuando Zeus a la materia, ese “otro lado” –sitrá ajrá–
castiga, en el mismo gesto –y tal vez sin demoníaco o impuro, el mundo material
saberlo– bendice y premia. Es su venganza la como contracara de la realidad divina.
que provee a los mortales de los medios para Nuevamente, y como en el poema griego,
vivir más allá de sus limitadas existencias, a el mal asociado a la dualidad, la impureza,
través de las obras y los hijos. lo múltiple.3
Al igual que Zeus, el dios bíblico incurre
en ese doble gesto: primero Dios crea al
hombre “a Su imagen y semejanza” pero Historia del mal
luego advierte que “no es bueno que el
El mal tiene historia 4 (y hace historia):
hombre esté solo”, de modo que ni la cria-
recibe, a través de los siglos y las tradiciones,
tura es de naturaleza divina2 ni por tanto
diversos calificativos y se atribuye a diferen-
esa supuesta pureza paradisíaca –esa sole-
tes grupos o personajes. Nos resulta difícil
dad que parecía completud– es tan buena,
resistir la tentación de verlo encarnado en
(¿primera aparición del mal?); y luego, ante
colores o banderas.
la consecuente falta de Adán –la curiosidad
despertada por ese otro, u otra, ¡cuya apari- El mal ha sido calificado de absoluto,
ción ha sido decisión divina!– lo expulsa del radical, banal, y así sucesivamente, lo cual
Edén con lo que destina al hombre, también demuestra, antes que la consistencia propia
aquí, al trabajo, el sexo y la muerte. Es decir, del objeto, su carácter temporal: no una
a la condición propiamente humana. sustancia inmodificable, igual a sí misma,
pétrea e inmutable, sino algo maleable,
También la tradición cabalística lee, en el
poroso, afectado de tiempo. Al igual que el
acto de la creación, el surgimiento de un
hombre: esa criatura que, en palabras de
mal que estalla y se fragmenta como efecto
Vladimir Yankélevitch 5, “no es, sino deviene”.
de la desmesurada potencia divina que se
pone en marcha. Esta fuerza produce la Hablar de “mal absoluto” puede ser un
“rotura de los vasos” –shevirat hakelim–, oxímoron: mutua afectación, decía cuando

2 Spinoza en su Ética lo dice de un modo insuperable: “La esencia del hombre no pertenece al ser de la sustancia”, es decir, un refra-
seo de la bíblica lección: “no seréis como dioses”.
3 Se sabe –a partir de la obra de G. Scholem– que la Cábala tiene sus fuentes en el gnosticismo y el neoplatonismo y hereda, por tanto,
sus concepciones dualistas en las que el mal tiene carácter sustancial.
4 De hecho, hay en circulación actualmente un libro cuyo título es elocuente: Historias del mal, de Bernard Sichère. Más allá del poco
o mucho interés que el texto despierte, me parece que lo más significativo es su título que da cuenta de la historicidad incluso de lo
que se pretende atemporal.
5 Yankélevitch V., “Le mal” en Philosophie morale, Flammarion, Paris 1998

142
Dossier Visiones del Mal Diana Sperling

introduje el nombre de Pandora, nombre solo dos altas cumbres del asunto) significa
que significa –dicen los entendidos– “todos tener que elegir. No somos libres de ser
los dones”. Dones envenenados algunos, libres, diría Lévinas: la paradoja entre liber-
endulzados otros, dones que hay que tad y exigencia, entre elección y obligatorie-
ganarse, incluso para decidir renunciar a dad es la marca de la finitud.
ellos. De ahí que no se trate –vimos– de El
Caídos, expulsados, arrojados, incomple-
Mal, así con mayúscula, sino de los males,
tos, agujereados, circuncisos, cortados, ex-
esos ambiguos regalos en los que se mani-
istentes: diversos modos de nombrar eso
fiesta y se concreta, siempre fragmentaria-
que somos. Por fuera para siempre y desde
mente, parcialmente, ese supuesto mal-uno
siempre de lo Absoluto –llámese paraíso o
o mal-todo que alguna teoría o teología
edad de oro–, heterónomos y fallidos, no
pretende definir. Porque cada mal singular
dejamos nunca de ansiar o añorar esa ima-
contiene a su vez un reverso bueno, así
ginaria completud que los mitos cuentan.
como cada bien conlleva un cuidado, una
Los semidioses griegos o los babélicos cons-
preocupación, un esfuerzo, una angustia.
tructores encarnan esa nostalgia.
(El poeta Hesíodo lo sabe por experiencia
propia: él, hombre de extracción sencilla,
compone en sus obras un canto al trabajo.
Entre lo lleno y lo vacío
A diferencia de Homero y otros grandes
nombres de la literatura griega, señores de
Desde siempre, por tanto, los diversos
alta cuna, el campesino Hesíodo conoce los
discursos de los hombres se ocupan de la
sudores de la tierra tanto como sus frutos).
cuestión. En algunos relatos míticos el mal
De ahí que “bello mal” sea algo más que adopta el rostro de oscuras deidades, ejérci-
una paradoja: más bien, una anfibología, ya tos sombríos o monstruos de la profundi-
que no son dos términos que un azar o algún dad. Luego, cuando la filosofía toma el
raro forzamiento poético han puesto juntos, relevo, el mal parece desvanecerse: a
sino que esa juntura les es constitutiva. Como Sócrates y Platón no les interesa demasiado
hostis o sacer,6 se trata de “palabras sínto- el tema; sus preocupaciones se orientan a
ma”, lugares de la lengua donde se devela el definir, ubicar y eventualmente enseñar el
carácter dúplice, mixto, impuro de lo huma- Bien. ¿El mal? Apenas un vacío, la ausencia
no. Somos “esto”, pero también “lo otro”. del bien. Será al final de la Grecia clásica
Platón lo dice bellamente cuando habla de la –no por casualidad, época de crisis comuni-
belleza en sí y su diferencia con las cosas taria y derrumbe social– cuando el mal apa-
bellas, que pueden ser “bellas en un aspecto rezca claramente tematizado, solidificado
pero feas en otro” (Banquete). Relativo y par- como sustancia y reclamando la máxima
cial, el hombre se ve tironeado, solicitado por atención. Los movimientos helenísticos, el
deseos opuestos, atenaceado por valores en gnosticismo y el neoplatonismo hacen del
conflicto. Lo que en términos del existencia- mal su eje, le otorgan una consistencia y
lismo o de la ética kantiana (por mencionar una presencia que no ha tenido antes, lle-

6 Benveniste en su Vocabulario de las instituciones indoeuropeas y Freud en su artículo “Acerca del sentido antitético de algunas pala-
bras primitivas” indagan en este extraño aspecto del lenguaje. Hostis-hospes, huésped y enemigo a la vez, y sacer, sublime y horro-
roso. Ambigüedad que halla uno de sus lugares de expresión más clásicos en la tragedia, pero que subtiende la posibilidad misma
de la poesía.

143
Diana Sperling Visiones del Mal Dossier

nan el hueco de la pura ausencia, le dan ca”, (pag. 358) dice: “ Lo que el sujeto con-
nombre propio y lo vuelven personaje cen- quista en el análisis no es solamente este
tral de la trama en lo que siglos después se acceso (viene de hablar del acto genital y de
llamará “el gran teatro del mundo”7. las consecuencias que eso tiene para el suje-
to del psicoanálisis), incluso, una vez repeti-
Remontando hacia atrás el hilo, esta
do, siempre abierto en la transferencia a
expresión sugiere que el mal estaría ligado,
algo de otro que da a todo lo que vive su
en principio y en algún aspecto, a la repre-
forma es su propia ley cuyo escrutinio verifi-
sentación, a la puesta en escena. La cues-
ca el sujeto, si me permiten la expresión. Esa
tión del mal ¿no hace entonces su aparición
ley es en primer término algo que comenzó
ya mucho antes, concretamente en la tra- a articularse antes que él, en las generacio-
gedia? Es decir, en la escena por excelencia nes precedentes (nuevamente destaco, D.S.)
que se gesta allí mismo, en el exacto paisa- y que es hablando estrictamente la Até. Esa
je habitado por los filósofos atenienses. Até, aunque no siempre alcance lo trágico
Escena íntimamente enlazada, por origen y de la Até de Antígona, no por ello deja de
estructura, al ritual, y no a cualquiera sino ser pariente de la infelicidad”.
al ritual sacrificial, allí donde la muerte
adquiere una presencia central y orgánica. Contemporáneos de la tragedia, los pen-
Pero ése es tema de otros escritos. sadores presocráticos transitan rumbos
parecidos. El ser y el devenir, lo uno y lo
Tragedia, lugar de aparición estelar del múltiple, lo que cambia y lo que permane-
mal. Ahí hallamos algunas de sus formas y ce, lo eterno y lo mudable, lo indiferencia-
figuras, ropajes con los que se viste y habla, do y lo diverso son sus temas recurrentes,
un mal que el coro denuncia o que el héroe vías por las que reformulan y resignifican
padece. ¿Pathos, tal vez uno de sus nombres? los materiales que el mito les ha legado.
También hamartía, Némesis, pero por También aquí hay una escena: algo se
sobre todos ellos, Até. No resulta fácil defi- mueve, se pone en marcha, se sale de la
nirla; acaso sólo podamos bordearla, evo- oscuridad y asoma la cabeza ante el asom-
car sus matices, perseguir sus significados a bro de la mirada humana. También aquí,
través de las resonancias que su aparición digo, una acción (drama), que ya no es sólo
despierta. la de los dioses. El tiempo –ese socio inelu-
dible del movimiento– se presenta y exige
En su comentario a Antígona Lacan8 atención. Pero el tiempo y la acción, lo pro-
apunta: “Uno se acerca o no a Até y cuando piamente dramático, constituyen el terreno
uno se acerca a ella esto se debe a algo que, de la finitud, el ámbito de los mortales, esos
en este caso, está vinculado con un comien- seres separados para siempre de la idílica
zo y con una cadena, (yo destaco, D.S.) la de convivencia con los divinos, expulsados del
la desgracia de la familia de los Labdácidas” paraíso, habitantes de la falta y la diferen-
(p. 316, clase del 1/6/1960). Y casi al final de cia. Seres, pues, ya no autoengendrados
su seminario, en la clase 22 del 22 de junio sino causados, venidos de, precedidos por
de ese año, en el capítulo titulado “La otros que ya no están, como no estarán los
demanda de felicidad y la promesa analíti- presentes cuando sus retoños crezcan.

7 Magaril, Nicolás: “El teatro del mundo”, inédito.


8 Lacan, J., Seminario libro 7, 1959-60, La ética del psicoanálisis, Paidós, Bs. As. 1995.

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Dossier Visiones del Mal Diana Sperling

Separación y límite, es decir, multiplicidad. ca la que toma y seculariza conceptos teo-


Pérdida de la ilusión de ser uno-todo. lógicos o si es a la inversa; lo que sí ocurre,
independientemente de qué campo presta
a cuál, es que en el cruce de esos discursos
El mal en (y de) la historia el mal hace su aparición con toda su poten-
cia. Desde Pablo de Tarso hasta Marx
Lo que de forma muy grosera y por mera –pasando por la escolástica y deteniéndo-
economía expresiva podemos llamar “reli- nos en Hegel, el más explícito formulador
gión” es el campo que se articula mayor- de la cuestión– la teodicea, el mesianismo o
mente en torno a la cuestión del mal. Es “las leyes de la historia” han organizado el
este discurso el que sostiene que “el sentido devenir del mundo teleológicamente. Y
del mundo está fuera del mundo”, y ese todo pensamiento de la finalidad trascen-
lugar “fuera de” recibe algún nombre y dente necesita del mal. De modo que la
alguna definición que apuntan a la trascen- escatología no sólo le da al mal un lugar,
dencia. Lugar que queda señalado como sino un lugar protagónico: el de motor de
ámbito del Bien, que se sostiene sólo a con- la historia. Tradicionalmente, el papel del
dición de que el mundo de aquí represente mal ha sido, según las gramáticas teleológi-
el mal. El tema dibuja un largo itinerario: cas, poner de relieve al Bien, hacerlo brillar,
diríamos, de Plotino a Nietzsche –éste, por servirle de opuesto en una confrontación
supuesto, desde una posición de crítica radi- que exige al hombre actuar y elegir. Escena
cal– y más allá, pasando por prácticamente agonística sin duda: dioses y demonios,
todos los nombres significativos en la histo- fuerzas enfrentadas que intentan apropiar-
ria de Occidente. se de los avatares del mundo y dirigir sus
Si el discurso religioso necesita imperiosa- destinos, Bien y Mal combaten en la arena
mente del mal, no es sólo en su terreno de la política o en los aposentos interiores
donde la cuestión se impone. La teodicea del alma.
organiza el mundo en función de un reparto “Lo que el hombre no tolera –dice
de bienes y males, y aun si el nombre mismo Nietzsche– no es el sufrimiento, sino la falta
alude a los dioses, sabemos que la filosofía de explicación del sufrimiento”11. Si como
–entre otros campos– se hace cargo de sus sostiene Lévinas el sufrimiento es la forma
propuestas (¿Quién sino Leibniz, uno de los
que el mal adopta en la experiencia huma-
“padres” de la modernidad, consagra ese
na, tales discursos organizan una economía
término?). También la política, la historia, el
del mal, ésa que Lévinas deplora, y con
derecho y hasta la ciencia, en algunas de sus
razón: pensado de esta manera, el mal se
modulaciones, hacen del mal un elemento
justifica, resulta en última instancia
de crucial importancia en sus desarrollos.
“bueno” ya que es útil para educar a los
No importa ahora terciar en la polémica hombres y guiarlos en su elección. A con-
entre Schmitt 9 o Taubes 10, pronunciarse a trapelo de tal tradición Lévinas niega que el
favor de uno u otro y decidir si es la políti- mal tenga utilidad o propósito alguno: es

9 Schmitt, Carl: Teología política, Struhart, Bs. As., 1985


10 Taubes, Jacob: La teología política de Pablo, Trotta, Madrid 2007
11 Cf. Nietzsche, F.: La genealogía de la moral, en cualquiera de sus versiones, tal vez uno de los textos más lúcidos y vigentes en rela-
ción a nuestro tema.

145
Diana Sperling Visiones del Mal Dossier

más bien un absurdo, una aberración, la hablar de “conciencia desgarrada” sea una
negación misma de la condición humana12. redundancia: la conciencia es por definición
En ese pensamiento el filósofo lituano está, <del> desgarramiento. Schopenhauer, ejem-
malgré lui, extrañamente cerca de Spinoza, plarmente, lo sabía). Se trata de una inter-
para quien tampoco hay en la historia fina- pretación mítica de la historia, una concep-
lidad alguna y, menos aún, bien o mal en ción religiosa de la política, una mística dis-
sentido sustancial.13 frazada de ética.
Idea difícil de aceptar. Es que, desprovis-
ta de finalidad última, la historia queda
Herencia
desfondada, librada a sus propios movi-
mientos, continuidades y discontinuidades
“¿Cómo un sujeto simple puede no ser
que la van conformando y que no respon-
simple?” es la pregunta que Jean-Michel
den a un modelo predeterminado. El senti-
Rey15 lee en De Maistre y que éste formula
do ya no vendría dado desde fuera, sino
en su texto sobre el sacrificio16. He ahí la
que se constituiría en el terreno mismo de
cuestión, no muy lejana de la de Hamlet
la acción, de las prácticas, de las produccio-
que, a la luz de estas reflexiones, podríamos
nes humanas. Como dice Karl Krauss –y
reformular: ¿cómo ser y no ser al mismo
Walter Benjamin cita14– “el origen es la
tiempo? ¿Cómo soportar, sobrellevar, asu-
meta”. Que no haya finalidad no significa
mir incluso con alegría este pliegue en que
que contingencia y caos sean lo mismo ni
consistimos, este ser agujereado, esta
que el azar sea la única lógica, sino que las
inconsistencia angustiosa, este tironeo de
eventuales lógicas son epocales, coyuntura-
valores, esta dualidad que nos condena y
les, propiamente históricas, y no metahistó-
nos salva a cada instante? ¿Cómo, diría,
ricas o dirigidas por y desde una trascen-
afrontar nuestra Até, la de cada uno, la
dencia ultramundana. La trascendencia
específica, contradictoria e intransferible
finalista usa al mal como motor porque en
singularidad?
algún punto historia y mal resultan
sinónimos: el mal es la salida de lo Uno, la Volvamos a Lacan para hallar ahí una
caída de lo Absoluto, la ruptura de la pista: en ambos pasajes citados, el factor
Totalidad, la división y la diferencia. Lo tem- común es la antecedencia, la cadena, la
poral y mundano deberían, por fin, retor- sucesión. Las generaciones precedentes cuya
nar al estado de perfección y quietud del maldición se hereda. En eso precisamente
que han salido, restituir la inocencia paradi- consiste lo trágico, en poner en escena
síaca y soldar las grietas que la conciencia la fatalidad de lo dado y a lo que no se
ha introducido en el mundo. (De ahí que puede escapar. Es eso lo que recibe el

12 Levinas, E.: “El sufrimiento inútil” en Entre nosotros, Pre-textos, Valencia 1993
13 Baruj Spinoza, gran lector de las fuentes bíblicas, interpreta el Génesis con absoluta fidelidad (cosa que su extraordinario conoci-
miento del hebreo le posibilita): el fruto prohibido a Adán no es del bien y el mal sino, literalmente, “del conocimiento de lo bueno y
de lo malo”. Recordemos que en hebreo bíblico, como en toda lengua antigua, no hay sustantivos abstractos; se trata por lo tanto de
formas adjetivas. Así, también Spinoza en su Ética habla de “lo bueno y lo malo, es decir, lo útil y lo perjudicial” con miras al aumen-
to de la potencia de obrar y la alegría del hombre.
14 Benjamin, Walter, “Tesis sobre filosofía de la historia” en Discursos interrumpidos I, Taurus, Madrid 1989
15 Rey, Jean-Michel, “Destino de la especie: la sangre, el sacrificio” en Redes de la letra Nº 10, Bs. As., mayo 2002
16 De Maistre, Joseph, Eclaircissement sur les sacrifices, Agora, Paris 1994

146
Dossier Visiones del Mal Diana Sperling

nombre de Até. Pero “la maldición de los mayor del mal. O de los males, si queremos
Labdácidas” es el contenido, la anécdota. Lo ser fieles a la condición parcial y fragmen-
que importa aquí no es lo que se hereda, taria de lo humano, ésa que es preciso asu-
sino el hecho de que se hereda. Es decir, el mir sin nostalgia y sin resentimiento para
ser gestado, causado, sexuado, mortal. escapar a los innumerables peligros de la
Pandora otra vez, con su carga de trabajos y Totalidad. No, no hay mal absoluto –como
días, angustias y tesoros. no hay bien ni nada absoluto– sino que,
reformulando la expresión, podríamos afir-
La Até –esencia y carozo de lo trágico– es
mar que no constituye un oxímoron sino un
esa necesidad imperiosa de hacerse cargo y
responder por aquello que no tiene su prin- pleonasmo: el mal es (la aspiración a) lo
cipio en uno, sino que viene de atrás. absoluto.
Benjamin otra vez: “Hemos sido esperados Las teodiceas y teleologías que han dado
en la tierra. Cada generación tiene una forma a Occidente inducen a malentender
deuda con las generaciones que la prece- incluso la filosofía kantiana: su “razón
den”17. Y agregaría: con las que le sucede- pura” no lo es en un sentido religioso, sino
rán, en una cadena sin fin, único modo de exclusivamente lógico y formal. Porque –el
infinitud al que accede el ser hablante. pensador de Königsberg lo sabe– nada más
Si el Bien –en Platón, pero también antes complejo e intrincado que el hombre, ese
y después de él– reside en lo completo y per- ser a caballo entre lo sensible y lo racional,
fecto, eterno y autoconsistente, llámese Idea la naturaleza y la ley, la necesidad y la liber-
o Ser, el mal quedará ligado a la falta, a la tad. Es también Kant quien distingue entre
sucesión, al tiempo. El mal es la herencia, de trascendente y trascendental: en esta
ahí el sentimiento trágico, la culpa y el casti- noción aparece el otro, se muestra la insufi-
go que persiguen al héroe desde antes de su ciencia del sujeto, su ligadura ineludible
nacimiento y más allá de su muerte. con aquello que lo excede y sin embargo lo
habilita en su subjetividad.
De modo que el mal no podría jamás lla-
marse puro, ya que –para un pensamiento Kant, Nietzsche, Spinoza, Levinas, tanto
fundamentalista y totalitario– su naturale- como Lacan o Freud, algunos de los nom-
za misma es la mezcla. La imperfección, la bres que nos sirven de guía para pensarnos
impureza. Pero ese pensamiento nos con- como habitantes de y habitados por lo múl-
duce inevitablemente a su reverso y conse- tiple. Es desde allí donde vislumbramos que
cuencia: a lo largo de la historia, el deseo de el mal es la pureza. A nosotros, impuros y
imponer compulsivamente el bien es lo que fallidos, encadenados al tiempo y prometi-
ha desatado las peores catástrofes. dos a la muerte, nos corresponde transitar
Matanzas, inquisiciones, torturas y genoci- los trabajos y los días, sembrar para cose-
dios perpetrados en nombre de la pureza. char, asumir aquello que se nos impone y
De raza o de sangre, lo mismo da, el afán de sin embargo nos convoca. Ganarnos, en fin,
absoluto se ha mostrado como la causa nuestra herencia.

17 Benjamin, W., op. cit.

147
Premio Bergwerk
Un jurado integrado por Yolanda Gampel (Sociedad Psicoanalítica de Israel),
Santiago Kovadloff (ensayista y filósofo argentino) y Marcelo Viñar (Asociación
Psicoanalítica del Uruguay), por decisión unánime, decidió en mayo de 2008 conceder
el Premio Dr. Maximiliano Bergwerk al trabajo que a continuación publicamos.
Psicoanalizar después de Auschwitz

Mariano Horenstein*

Callémonos al menos por una temporada.


George Steiner

I
supuesta evolución de la razón y el progre-
so. No se trata aquí de un “retorno” a la
Auschwitz marca un punto de quiebre en
barbarie ni de un traspié ocasional en el
la civilización occidental, la misma que dio
domeñamiento al que la civilización confi-
lugar, apenas medio siglo antes y en el
na lo pulsional. Tampoco se trata de com-
mismo territorio, al Psicoanálisis. Enzo
petir por un lugar de privilegio en los cóm-
Traverso, en un lúcido trabajo que da cuen-
putos de la muerte: ha habido genocidios
ta del estado de la reflexión intelectual acer-
antes (aún cuando el término no hubiera
ca de Auschwiz lo califica como “una ruptu-
sido inventado todavía), los ha habido des-
ra de la humanidad y un desgarro de la his-
pués. Auschwitz no se refiere tan solo a una
toria” (Traverso, p. 11).
cuestión judía sino que atañe a la especie
Aquello a lo que se alude mediante la humana en su conjunto. Aquello que elegi-
nomenclatura alemana de la localidad pola- mos nombrar como Auschwitz de manera
ca de Oswiecim, Auschwitz, representa una quizás insuficiente es un unicum considera-
inflexión, una ruina en el corazón de la civi- do por muchos (Levi, Mate, Arendt, Wiesel,
lización y no apenas un episodio más, por Lanzmann y un largo etcétera) como epíto-
horroroso que pueda haber sido, en una me de cualquier genocidio1, se diferencia de

* Psicoanalista (APC).
1 Reyes Mate diferencia tres planos de singularidad: moral, histórico y epistémico. Desde el primero de ellos, aún habiéndose expresado
en Auschwitz el mal a una escala inimaginable, no hay graduación del sufrimiento de las víctimas, toda víctima –más allá del genocidio
que se trate– pide justicia. Hay consenso en cuanto a la singularidad histórica de Auschwitz pues se trata allí de una matanza que no es
medio de alguna razón política o económica, sino fin en sí misma; además de ser la primera vez que un Estado decide eliminar a la tota-
lidad de un grupo humano con todo medio técnico disponible, todo un pueblo detrás, una técnica acorde y una filosofía que lo justifica-
ba; alcanza además una desmesura no igualable históricamente, y además la pretensión, señalada por Vidal-Naquet, de negar el crimen
en el seno del crimen mismo. Desde el punto de vista epistémico, se trata con respecto a Auschwitz de un acontecimiento del que cono-
cemos casi todo, y sin embargo no podemos comprender, es el acontecimiento impensado que da que pensar (Mate, b, p. 61 y ss).

151
Mariano Horenstein Premio Bergwerk

otros a la vez que quizás, desde el extremo, donde se había fundado apenas algunos
permite comprenderlos también. La especie años antes el primer instituto de Psicoanálisis
esclarece al género en Auschwitz, que o Viena, metrópolis por la que el joven Hitler
adquiere entonces el valor de un laborato- vagabundeaba mientras Freud construía sus
rio de experimentación acerca del sujeto teorías, donde se incubó la “Solución Final”.
humano. Un laboratorio extremo, por El mismo contexto cultural que vio surgir al
supuesto, pero en Psicoanálisis estamos Psicoanálisis gestó al nazismo. Pero la empre-
familiarizados con la investigación de los sa de aparear al Psicoanálisis con el topóni-
márgenes que iluminan el centro, con el mo Auschwitz no está sólo justificada por la
trabajo con los restos: es la psicopatología contemporaneidad de ambos. Se trata de
la que ilumina la “normalidad”. Lo que permitir que la ciencia del sujeto se vea
sucedió en Auschwitz ofrece así al pensa- interpelada por aquel lugar donde determi-
miento una tarea interminable que no ha nada concepción del sujeto, o al menos de la
cesado aún. civilización que lo ha posibilitado, se hace tri-
zas, se desvanece con el humo que expelen
Según cuenta Imre Kertész, algún día,
sus chimeneas.
no demasiado lejano, se tomará conciencia
de que Auschwitz es el acontecimiento En Psicoanálisis la palabra, lo simbólico,
traumático de la civilización occidental, el goza por lo general, más allá de las varian-
inicio de una nueva era (Kertész, p.26). tes teóricas nada desdeñables, de cierta vir-
Curiosamente o no –coinciden aquí las men- tud pacificadora: desde Anna O. y la bri-
tes más lúcidas del lado de las víctimas y las llante manera de definir lo que hacemos
más críticas voces del lado de los victima- como talking cure, los psicoanalistas nos las
rios– Günther Grass llega a la misma conclu- vemos con palabras, y contamos con pala-
sión: es un punto de ruptura, y resulta lógi- bras –la interpretación– para lo que no está
co fechar la historia de la humanidad y aún o no está ya puesto en palabras. ¿Qué
nuestro concepto de la existencia humana sucede cuando no hay palabras o cuando
con acontecimientos ocurridos antes y des- éstas no dicen ya nada, cuando algo del len-
pués de Auschwitz (Grass, p.13). guaje se ha pervertido radicalmente? Los
psicoanalistas, llegados a un punto imposi-
Auschwitz no fue una explosión de masas
ble de obviar en el trabajo clínico y luego
enardecidas, un pogromo más o menos
de ingentes esfuerzos por trabajar con lo
generalizado, sino una gigantesca operación
que sí tiene nombre, por descamar capas
de destrucción que surgió de una de las
superpuestas de sentido, nos las vemos
naciones más cultas del planeta y en el que
indefectiblemente con lo innombrable.
se aplicó la tecnología industrial de su tiem-
po. No fue obra de algunos cuantos psicópa- Ahora bien, la vacilación con la que alu-
tas sino que, por acción u omisión, millones dimos a esa cultura que menciona Kertész
de personas colaboraron para que ello suce- (p. 69 y ss), engendrada durante el nazismo
diera. Auschwitz fue un producto de la y sus consecuencias, sus regímenes pares o
modernidad, no un resabio inquisitorial, y herederos o aún sus precursores, no hace
aún cuando su enclave geográfico se hallara más que poner en evidencia, en su multipli-
en Polonia, fue en ciudades como Berlín, cidad, ese punto de indecibilidad: Shoah2,

152
Premio Bergwerk Mariano Horenstein

“holocausto”, Auschwitz, Exterminio de los cuestionamientos acerca de lógica que las


judíos europeos..., son nombres que no constituye, la fortaleza de sus fundamentos
existían al momento del hecho. Sólo un y la viabilidad de sus prácticas.
eufemismo: Endlösung, suponía las conse-
1) El hermoso libro de Esther Cohen, “Los
cuencias que conocemos. Sólo la palabra
narradores de Auschwitz”, brinda un pano-
del verdugo existía para nombrar lo innom-
rama general sobre los testimonios que la
brable. Las otras, intentos todos de explica-
Literatura ha podido construir acerca de
ción más o menos fallidos, vinieron des-
Auschwitz. Aparecen allí precursores 3, aler-
pués. Si se hubiera tratado tan sólo de la
tadores de incendio al decir de Benjamin,
multiplicación exacerbada de pogromos,
como Kafka o Joseph Roth o aquellos que
como el sucedido setenta años atrás y que,
registraron paso a paso la manera en que el
conocido como Kristallnacht, preludiara los
nazismo pervirtió el lenguaje, como Victor
acontecimientos por venir, podrían haberse
Klemperer o las víctimas directas que logra-
puesto en marcha ciertas defensas que sólo
ron hacer verdadera literatura a partir de sus
lo que es posible nombrar permite esgrimir.
testimonios incoercibles como Primo Levi o
Todos sabían lo que era un pogromo y
Kertész entre otros. En muchos sobrevivien-
todos conocían también, pudieran hacerlo
tes se encuentra el sentimiento de un deber
o no, la manera de escapar de él.
animado por la pulsión de contar, de impedir
“Esa cosa indecible que uno duda en lla- que el sueño nazi de un crimen sin huellas o
mar por su nombre, se dice Auschwitz” (V. un acontecimiento sin testigos se cumpla.
Jankélevitch, cit. en Reyes Mate 2003, p.55). Desde la obra de un Nobel hasta los manus-
Cuando nombramos Auschwitz, entonces, critos enterrados por los Sonderkommandos
nos referimos a la metonimia de lo indeci- de Auschwitz o los escritos arrojados sobre
ble, que adquirirá a su vez el triste privile- las paredes del guetto de Varsovia o los poe-
gio de ser la metáfora absoluta del horror. mas descubiertos en el abrigo que amortaja-
ba al cuerpo desenterrado de Miklós Radnóti
o la poesía –en la que se le iba la vida– de
II Paul Celan, introducen en la ingente litera-
tura ficcional sobre la Shoah el aire frío de la
Además de intentar dar cuenta de verdad en carne propia. Auschwitz lleva a
Auschwitz, las disciplinas humanas se han escribir, a intentar entender aquello que se
visto sacudidas –aunque más no sea desde sabe no será entendido, pero aún así… La
sus márgenes– por tal acontecimiento. literatura se ha hecho eco de lo sucedido en
Muchas de ellas se han permitido severos Auschwitz y hoy es difícil no encontrar en la

2 La manera más extendida de nombrar el genocidio con la palabra “Holocausto” ha sido cuestionada con razón por Giorgio Agamben
e incluso por quien la introdujera, Elie Wiesel. Su significado religioso de “sacrificio” exculpa a los victimarios y carga lo sucedido de
un sentido tal que nos resulta inutilizable, y por eso cuando lo hacemos es entre comillas. Shoah, palabra hebrea que significa catás-
trofe, tempestad, y difundida mayormente a partir de la película homónima de Claude Lanzmann encierra alguna opacidad mayor, lo
que consideramos una ventaja, pero queda también presa del circuito religioso (en la Biblia implica a menudo un castigo divino) y
judío (si bien los judíos fueron las víctimas por definición, no fueron las únicas). En contrapartida, de utilizar el eufemismo
“Endlösung” estaríamos asumiendo la lengua del verdugo, con las características que luego puntuaremos. “Destrucción de los judí-
os europeos”, título del libro capital de Hilberg, es además de extenso y descriptivo, limitativo. Por ello preferimos, aún permitién-
donos acudir a los otros términos, el más acotado y enigmático “Auschwitz”.
3 En el sentido borgiano de “Kafka y sus precursores”, o en el muy freudiano nachträglich, es decir cuando lo posterior funda o resig-
nifica lo ya acaecido.

153
Mariano Horenstein Premio Bergwerk

vidriera de novedades de cualquier librería decisiva, la de una Ethica more Auschwitz


algún libro en torno a la Shoah o al nazismo demonstrata”. Auschwitz descompleta como
o a la Segunda Guerra. Pero a la vez, y más una interpretación lacerante a cualquier dis-
allá de las temáticas que Auschwitz le haya ciplina con la que se enfrente. Interpreta
acercado, la literatura misma como forma desde su silencio, desde el testimonio de sus
artística se ha visto cuestionada. La conocida víctimas, desnuda la impotencia del pensa-
sentencia de Adorno (“Escribir un poema miento y pone a prueba a aquéllos que se
después de Auschwitz es un acto de barba- permiten escuchar ese clamor mudo.
rie” (Adorno, cit. en Traverso, p. 133), inte-
Reyes Mate, en sus lúcidos análisis de la
rroga el sentido de la literatura toda, del filosofía después de Auschwitz, dice que “la
acto mismo de la escritura. Este cuestiona- razón no puede ya pensarse en abstracto y,
miento radical es necesario aunque quizás en la medida en que se piensa concreta y
valga más como pregunta abierta, como contextualmente, se topa con Auschwitz” (b,
llaga que no debe ser suturada que como p. 162). Muestra las huellas de la Shoah en la
proscripción general, y así ha sido entendida filosofía actual: ni el existencialismo sartrea-
por escritores tan disímiles como Günther no, ni la crítica radical a la filosofía de
Grass, quien habla de que el mandamiento Arendt, ni el desconstruccionismo de Derrida
de Adorno sólo puede refutarse escribiendo o el postmodernismo de Lyotard habrían
(p. 24), –pero se trata de escribir con la ver- existido sin Auschwitz. Cada vez más, dice, se
güenza como fondo, asumiendo el peso de lee a clásicos como Kant, Nietzsche, Hegel o
las palabras dañadas–, o Primo Levi quien Heidegger con el telón de fondo del nazismo
cuenta que –y en esto coincidirá Kertész (íd., p. 161-2). La filosofía se ha dejado inter-
(p.66)–, después de Auschwitz no se puede pelar por Auschwitz hasta el punto de ras-
escribir poesía que no trate de Auschwitz trear entre sus corrientes aquéllas que
(Mesnard, p. 45). El mismo Adorno se retrac- –como el viejo Idealismo (a, p. 69), conducirí-
tó de su anatema al encontrar lo que Celan an, a sabiendas o no, a las cámaras de gas,
pudo hacer con la experiencia de Auschwitz según anunciaron aquéllos que pudieron vis-
antes que lo terminara de devorar el río. lumbrar lo que se avecinaba como Rosenz-
Desde las entrañas mismas de una literatura weig, Benjamin o Kafka. La historia de la filo-
en carne viva, ésta se deja conmover por la sofía es el registro de los ecos de Auschwitz.
Shoah, admite los cuestionamientos a su No hay pensamiento inocente, y el impacto
valor o existencia que representa la existen- de Auschwitz en la reflexión filosófica está
cia de verdugos “que también escriben poe- lejos de haber cesado aún.
mas” (Celan).
3) Pero si hay una disciplina en la que
2) La Filosofía se ha visto sin duda con- Auschwitz ha impactado ruidosamente es
movida por Auschwitz. Agamben sostiene en el Derecho. Y ello ha sucedido en una
que la Ética ha fracasado ante Auschwitz, doble vía: cuestionando por una parte las
que “casi ninguno de los principios éticos ideas de justicia y legalidad 4 pues los críme-
que nuestro tiempo ha creído poder recono- nes nazis –recordémoslo– se inscribieron en
cer como válidos ha soportado la prueba la más absoluta legalidad, por parte de un

4 Alguien dijo, a propósito del juicio a Eichmann en Jerusalén y lo que éste desnudó, bajo la lente de Hanna Arendt, acerca de un oscu-
ro y banal funcionario obediente de sus deberes, que antes había que preocuparse por quienes violaban la ley, …pero a partir de ese
momento, por quienes la cumplían…

154
Premio Bergwerk Mariano Horenstein

gobierno legitimado por la voluntad popular, contable de esencia carnicera” (Legendre, p.


la sanción de las leyes raciales de Nüremberg, 22) por el asesinato genealógico7 que impli-
la aplicación de las mismas a través de una có la Shoah, aparece cuestionada en sus mis-
maraña de reglamentos perfectamente váli- mos fundamentos. Esa vacilación de una ley
dos (Hilberg). fundante y ordenadora se advierte también
en la proliferación metastásica de reglamen-
Por otro lado, ante la novedad que
taciones y decretos que caracterizó al nazis-
irrumpía en el corazón de la civilización, se
mo (tanto como a las dictaduras latinoame-
hizo necesaria la creación de nuevas cate-
gorías jurídicas a partir de Auschwitz, tales ricanas), la degradación de una Ley que
como la de genocidio5 u otra que también pacifica y ordena en reglamentos que sólo
se forja a la luz del fuego de los cremato- dan coartadas a los verdugos y a sus cómpli-
rios: la noción de crimen contra la humani- ces para encubrir su participación personal
dad6, por definición imprescriptible. Como en el crimen. Como sabemos también por la
afirma Wladimir Jankelevitch, al no tener el clínica del obsesivo, un exceso de reparo
Derecho formas de ley en condiciones de reglamentario encubre a menudo una quie-
contestar la escala de Auschwitz, los críme- bra radical en el registro de la Ley.
nes de la Shoah permanecen imprescripti- Seguramente los grandes sistemas jurídi-
bles (cit. en Fuchs, p. 80). El Derecho, redu- cos no se han visto conmovidos por
cido a la impotencia ante lo impensado, Auschwitz y los teóricos positivistas continú-
reaccionó con tipos delictivos nuevos, asu- an su trabajo acrítico, pero desde los márge-
miendo a la vez que enfrentaba un proble- nes se han alzado voces que marcan un
ma “tan enorme que ponía en tela de juicio punto de duda, de inconsistencia en el cora-
al derecho mismo y le llevaba a la propia zón mismo del Derecho. Abren allí una bre-
ruina” (Agamben, p. 18). Auschwitz hace cha que no se sutura sólo con más Derecho,
estallar las categorías del mundo tal como con nuevos tipos delictivos, sino que lo cues-
se lo pensaba, cuestiona la misma idea de la tiona en sus fundamentos. Los vencidos de
responsabilidad (jurídica y subjetiva) y se la historia, como hubiera querido quizás
convierte en un verdadero ataque al funda-
Benjamin, interpelan con su testimonio y
mento del derecho mismo, tal como lo ha
con su misma existencia a una disciplina que
estudiado Pierre Legendre, desarticulando
no pudo hacer nada para evitar Auschwitz,
la construcción de todo el sistema jurídico
y poco para castigar a sus ejecutores.
occidental (el que se funda desde el judaís-
mo, por la vía del cristianismo hasta el dere- 4) En 1989 apareció un libro de Socio-
cho romano, en la ligadura genealógica con logía escrito por Zygmunt Bauman, llama-
la Referencia fundadora). Así la Ley, do Modernidad y Holocausto. Se trata de
“degradada bajo el régimen nazi a un gesto un sesudo análisis de las interacciones socia-

5 El término fue propuesto por un jurista judío-polaco, Rafael Lemkin, a finales de 1942 o principios de 1943, es decir en el mismo
momento en que la “Solución Final” cobraba forma en la Conferencia de Wannsee de enero de 1942. Si bien da cuenta de masacres
previas (la de los armenios, por ejemplo), el momento en que se produce su conceptualización y difusión está directamente relacio-
nado con Auschwitz.
6 Reconocido por primera vez en el Estatuto del Tribunal Militar Internacional de Nüremberg, en 1945, designa un crimen de una mag-
nitud tan especial que no encuentra cabida en los conceptos legales hasta entonces forjados (Mate a, 2003, p.212-3)
7 “El tránsito al acto hitleriano –dice Legendre con respecto al intento de exterminar a los judíos– constituye también un gesto de con-
dena a muerte en la dirección del sistema de la Ley en la cultura” (p. 22).

155
Mariano Horenstein Premio Bergwerk

les que posibilitaron la ejecución de la Shoah, tro de las víctimas, su voz inaudible, oyendo
podría pensarse incluso que una lectura al testigo recrear la existencia perdida de
más, brillante, meditada, en clave sociológi- quienes no volvieron de los campos, pensar
ca esta vez, del “Holocausto”. Sólo que la viabilidad de una pedagogia more
Bauman maniobra para extraer al genoci- Auschwitz demonstrata (Mèlich, p. 18).
dio del campo de la anomalía o del retroce- Mèlich aboga por una pedagogía y una
so, del fracaso de la racionalidad moderna y ética configurada a partir de los relatos del
del reflujo de la civilización, para conside- “Holocausto”, fundamentalmente relatos
rarlo como su efecto directo, como un pro- de una ausencia, de una ausencia del testi-
ducto típico de la racionalidad moderna, monio8 que es preciso transmitir. Se trata,
una experiencia de laboratorio que la des- dice en una inquietante aproximación a
nuda en sus notas esenciales. Luego de ana- nuestra práctica, de aprender a escuchar el
lizar con pericia los mecanismos de la silencio, pues es allí donde se muestra el
modernidad presentes y necesarios, en victi- grito de la víctima (p. 27). Resuena en estas
marios y víctimas, para que haya podido ideas el otro mandato de Adorno: educar
suceder lo que sucedió, luego de confrontar para que Auschwitz no se repita (Traverso,
la experiencia recogida por los historiado- p. 154). La pedagogía –en la enseñanza de
res y lo que ha podido saberse del hombre cualquier contenido– no puede seguir sien-
en experimentos clásicos de psicología social, do la misma a partir de tal calamidad.
desnuda los vínculos del “Holocausto” con la
6) Desde los gritos expresionistas de
burocracia moderna y su perfecto e inquie-
Munch o el destilado progresivo de las imá-
tante isomorfismo con la Modernidad.
genes de Rothko hasta la vanguardia más
Bauman incluye también la dimensión de la
radical como la evidenciada en Schibbolett,
responsabilidad en las conductas analizadas.
“apenas” una grieta convertida por Doris
No es casual que comience hablando de
Salcedo en instalación artística en la Tate
Sociología y termine escribiendo acerca de
Modern, o las provocativas muestras que,
Ética. Pero va un paso más allá en el des-
más cerca nuestro, ha organizado Nicola
montaje de un acontecimiento que piensa
Costantino utilizando su grasa corporal
tan singular como normal: apunta su análisis
para confeccionar jabones o el comic Maus,
a la Sociología misma y a sus presupuestos. El
de Art Spiegelman; del vacío mostrado por
objeto de estudio mira a la disciplina que lo
Malevitch a las imágenes imaginadas por
estudia, la cuestiona, y la Sociología no vol-
Pink Floyd en The Wall; del body art al arte
verá a ser la misma luego de la Shoah.
conceptual; desde Resnais hasta Spielberg
5) ¿Cómo transmitir lo implicado en la pasando por Lanzmann o Begnini; de Camus
Shoah? ¿Qué hacer con sus enseñanzas? a Jonathan Littell, de Celan a Gelman, de
Ésas parecen ser las preguntas que orientan Beckett a Perec, la Shoah ha impregnado
un lúcido ensayo de Joan-Carles Mèlich, como ningún otro acontecimiento al Arte
donde se permite repensar la Pedagogía a contemporáneo9. El psicoanalista Gérard
la luz de Auschwitz. Y allí, siguiendo el ras- Wajcman, en un lúcido texto, ha afirmado

8 Tal es en efecto el nombre de su libro, rico en resonancias, tanto acentuando el genitivo subjetivo como el objetivo: falta del testi-
monio, testimonio que hace patente una falta e, invirtiéndolo, testimonio de una ausencia.
9 Aún retroactivamente, pues obras como las de Munch o Malevitch, en las que se advierten las huellas del horror, no habían sido cre-
adas aún…

156
Premio Bergwerk Mariano Horenstein

refiriéndose al arte de la segunda mitad del no (íd., p. 45) “El animal racional, el homo
siglo pasado que “…todo cuerpo represen- faber, el homo ludens, el animal simbóli-
tado, toda figura, todo rostro, de hecho co… todos mueren en los hornos de
toda imagen y toda forma estarían atrave- Auschwitz” (íd.) ¿Y el sujeto construido tra-
sados hoy, de una manera o de otra, por los bajosamente por el Psicoanálisis desde hace
cuerpos liquidados de Auschwitz” (Wajcman, más de un siglo, podría haber salido indem-
a, p. 186) y, avanzando aún más en esa línea, ne? ¿Cómo no va a morir también en
reserva el nombre de Arte sólo a aquel que Auschwitz el homo analyticus, o al menos
toma la Catástrofe como referente último, el resultar tan severamente dañado, que nos
que no pasa por alto la cuestión de los cam- obligue a repensarlo? ¿Obliga Auschwitz a
pos. Una suerte de vibración fósil, las cáma- repensar al Psicoanálisis? Ésas son las pre-
ras de gas, resuena entonces detrás de cada guntas que, sin pretender responderlas,
obra contemporánea, más allá de toda cues- guían nuestra reflexión.
tión de género, tema o estilo (Íd., p. 186-7).
Al arte le es más sencillo cuestionarse.
III
Siempre por delante en cuanto a su capaci-
dad anticipatoria, el arte ha visto antes
El Psicoanálisis por supuesto se ha visto toca-
(Virilio, p. 52) y a la vez se ha hecho eco de
do. De hecho, la mayor parte de los pioneros
Auschwitz y lo que éste encierra de irrepre-
debieron huir debido al nazismo y puede
sentable, de impensable, de inasumible.
entenderse el mapa de las genealogías y
filiaciones analíticas y el de las corrientes
post-freudianas como sub-productos de la
En la línea que venimos puntuando,
diáspora a la que fueron forzados los psicoa-
Kertész ha dicho que habría que inventar
nalistas por el nazismo10. Pero a diferencia de
Auschwitz, prepararlo en el lenguaje como
las disciplinas mencionadas anteriormente,
acontecimiento fundacional. Auschwitz,
que desde algunos de sus cultores se permi-
dice, obliga a repensar todo, la antropolo-
tieron una reflexión acerca de las propias dis-
gía, la cultura, la ética, la educación, la reli-
ciplinas a la luz de Auschwitz, el Psicoanálisis
gión (cit. en Mèlich, p. 22). Está asumido
se ha limitado mayormente a la aplicación
que Auschwitz plantea problemas morales
de su formidable dispositivo terapéutico y de
inéditos, pero también, dice Reyes Mate
sus categorías teóricas para hacer inteligible
(2003, b, p. 93) en una línea similar, hace
Auschwitz, sus perpetradores, sus víctimas,
preguntas aún no contestadas a la antropo-
incluso el comportamiento de la mayoría
logía, a la política y a la ciencia. Así como
silenciosa que lo hizo posible. En ese sentido,
Auschwitz ha puesto en cuestión el concep-
como en una época solía hacer con el arte, el
to de Dios (Jonas, cit. en Mèlich o, 47), tam-
Psicoanálisis ha aplicado su saber a Auschwitz.
bién obliga a repensar lo humano. Auschwitz
implica una ruptura con el ideal ético ilus- Así, la mayoría de los trabajos, de por sí
trado y con la concepción del sujeto moder- numerosos11, que desde el Psicoanálisis

10 Un hecho tan aparentemente alejado de él, como la fundación de la Asociación Psicoanalítica Argentina, tenía entre sus motivacio-
nes construir un albergue científico a los refugiados de los totalitarismos europeos.
11 Entre los que baste citar, a modo de ejemplos tan sólo, los de Bettelheim, los de Ilany Kogan y Yolanda Gampel, los de Milmaniene,
Gerson, Kestenberg, Bergmann, Langer, Laub, D. y Auerhahn, N., Grubrich-Simitis, Benslama y Hounkpatin, M. Granek, Rachel

157
Mariano Horenstein Premio Bergwerk

recogen la experiencia de Auschwitz lo fundado por Matthias Göering, primo del


hacen o bien desde la vertiente explicativa lugarteniente hitleriano, las oscuras ambi-
o bien desde la vertiente terapéutica (a tra- güedades de algunos psicoanalistas no judí-
vés de la idea de trauma o de las viscisitudes os que permanecieron en Viena, y también
identificatorias en sobrevivientes por ejem- otra diáspora, la de analistas filonazis que
plo, o en la transmisión de los ecos de anidaron en algunas asociaciones cerca-
Auschwitz hacia las generaciones sucesivas nas12. Acercando la lente más aún, podría-
a la de las víctimas). mos hincar el diente sobre el papel de las
asociaciones psicoanalíticas bajo la dictadu-
Existe una tradición, iniciada por Freud,
ra y cavilar acerca de cómo una práctica
en cuanto a la utilización del aparato con-
estructuralmente tan reñida con el poder
ceptual psicoanalítico fuera del ámbito
como la nuestra, tan radicalmente subversi-
estrictamente clínico donde encuentra su
va se las ve con las instituciones y la política
legitimidad, eficacia y consistencia origina-
en general.
les. Tanto con respecto a obras de arte o
literarias como a encrucijadas sociales o reli- Así, en una lectura del sintagma “Shoah
giosas, el Psicoanálisis no se ha privado de y Psicoanálisis”, utilizaríamos el conjunto
decir cosas, con mayor o menor fortuna, Shoah para iluminar algunos aspectos del
con mejor o peor recepción. conjunto Psicoanálisis. Ahora bien, por lo
general, la vía a la que más se acude en la
Si quisiéramos ubicar alguna articulación
extensa bibliografía psicoanalítica sobre el
posible, alguna zona de superposición
tema es la inversa, es decir cómo desde el
entre dos conjuntos, el del Psicoanálisis por
conjunto Psicoanálisis podemos entender
un lado, y el de la Shoah por el otro, podrí-
algo que parece destinado a no entenderse
amos intentar aprehender también, en una
nunca del todo, la Shoah, sus causas y con-
vertiente casi sociológica, cómo afectó el
secuencias. Allí los psicoanalistas nos senti-
nazismo al Psicoanálisis, su proscripción
mos más cómodos y nos lanzamos con avi-
como “ciencia judía”, la quema de los libros
dez a teorizar y a practicar nuestro saber,
y la huida de Freud, la diáspora de la pri-
fundamentalmente por dos andariveles dis-
mera generación de analistas centroeuro-
tintos:
peos (amén del exterminio de los que per-
manecieron en el Tercer Reich). También 1) Una encomiable línea de reflexión
podríamos estudiar las complacencias polí- aparece junto al trabajo clínico con los
ticas de Ernest Jones, en aras de “salvar al sobrevivientes de la Shoah y sus descen-
Psicoanálisis” (Roudinesco et al., p. 410), dientes de primera, segunda o tercera
con el Allgemein Ärtzliche Gessellschaft für generación. Se aplican así los conocimientos
Psychotherapy, el Instituto de Psicoterapia del Psicoanálisis a mitigar el sufrimiento de

Rosenblum…, amén de los dedicados al tema en el último Congreso de IPA. Es evidente que el tema es sensible en el mundo del
Psicoanálisis y hacer una revisión bibliográfica exhaustiva se torna por momentos una tarea imposible y nos amenaza con diluir en
un mar de citas nuestra propia enunciación.
12 El conocido y escandaloso episodio sucedido en el ambiente psicoanalítico brasileño años atrás puede entenderse como un eco tar-
dío del nazismo, si consideramos la llegada a Brasil del analista filonazi Werner Kemper, quien fuera el analista de Leao Cabernite,
analista a su vez de Amílcar Lobo –quien, recordémoslo, alternaba la asistencia a sus seminarios de Psicoanálisis con las sesiones
de tortura en las que participaba como médico. Como sabemos en Psicoanálisis, el retorno de lo reprimido es la otra cara de la repre-
sión, y el suceso escamoteado reaparece en la valiente denuncia efectuada por Helena Besserman Vianna y el no menor coraje mos-
trado por R. H. Etchegoyen, por entonces presidente de IPA, al hacerle lugar (Besserman Vianna).

158
Premio Bergwerk Mariano Horenstein

las víctimas. Y surgen entonces sutiles des- generando la reacción de sobrevivientes,


cripciones de cuadros clínicos, del impacto intelectuales y artistas que se sienten, a
del trauma en el psiquismo, asimilaciones menudo con razón, interpretados –los fenó-
de la situación de los campos con las de la menos que estudian, sus obras o ellos mis-
patología mental y toda una serie de con- mos– abusivamente y fuera de contexto.
ceptualizaciones que marchan hombro a
De los trabajos desarrollados en las dos
hombro con la tarea asistencial y encuen-
vías reseñadas, en general –resulta imposi-
tran su prolongación en el trabajo con vícti-
ble en este contexto hacer una reseña por-
mas de genocidios más recientes, como los
menorizada– emerge como trasfondo cierta
perpetrados por las dictaduras latinoameri-
canas o por el régimen serbio en la ex – paradoja: por un lado, suele admitirse la
Yugoslavia o en situaciones de tensión y inconmensurabilidad de Auschwitz, su
riesgo extremo como la que se vive en el carácter inaprehensible, de unicum, por usar
conflicto israelí-palestino. la expresión de Levi, pero por otro, una vez
aceptada su radical diferencia con cualquier
2) Otra vía de abordaje, también de otro fenómeno, se le aplican a su análisis las
notoria raigambre, es la de apelar al apara- categorías teóricas psicoanalíticas habitua-
to teórico psicoanalítico para comprender les, como si se tratara de un hecho más.
cómo fue posible un hecho como la Shoah.
Se han estudiado así la psicología del verdu-
go y la de la víctima, los procesos identifica- IV
torios, los fenómenos de masas y de someti-
miento a un líder y un extenso etcétera. Esta Desde los testimonios de los supervivientes,
vía, legitimada en numerosos trabajos desde o al menos desde algunos testimonios prin-
Freud mismo, por un lado, ha permitido ceps, los que podrían ser tomados casi como
situar al Psicoanálisis como uno de los pen- un material clínico de primera mano13, suele
samientos más fecundos para entender los advertirse, sea con ironía o con irritación,
fenómenos humanos, pero a la vez, si no se contra la avidez con la que los psicoanalistas
toman las debidas precauciones, puede caer se han lanzado a explicar todo lo que pueda
en aquello frente a lo que Freud nos advir- ser explicado. En tales testimonios se vislum-
tiera tempranamente: el Psicoanálisis no es
bra, como fondo de sus lúcidos y dolidos
una weltanschaüung (concepción del uni-
análisis, cierta resistencia a la explicación.
verso) y debemos cuidarnos de cualquier
reduccionismo, aún del psicoanalítico, cuan- Tomaremos entonces, como punto de
do se trata de fenómenos complejos y mul- partida, algunos fragmentos del testimonio
tideterminados. Así como ha estimulado el de sobrevivientes de la Shoah no ya para
pensamiento, esta línea de trabajo, enco- servirnos de éstos para ilustrar o aplicar
lumnada a menudo bajo el nombre de nuestras teorías, cualesquiera que fueren,
Psicoanálisis aplicado (al arte, a la cultura) sino para dejarnos enseñar 14. Pensamos que
ha cometido también verdaderos dislates, de este modo no nos alejamos un ápice de

13 En ese sentido, Primo Levi decía que el acto de escribir equivalía para él a recostarse en el diván de Freud (cit. en Traverso, p. 184
y p. 202).
14 A lo largo de este trabajo, lo mismo intentaremos hacer con los artistas, esos avanzados exploradores que han encontrado una
manera particular de acercarse a aquello que se desprende de Auschwitz y ante los cuales los psicoanalistas estamos siempre
retrasados.

159
Mariano Horenstein Premio Bergwerk

la tradición freudiana, dejándonos conducir tentativas de explicación –en su mayoría


por la palabra de los sujetos sufrientes monocausales– fracasan del modo más irri-
hacia meandros de la subjetividad que la sorio” (Améry, p. 40). Luego, refiriéndose al
Shoah pone de manifiesto. sadismo de sus verdugos, dirá que era “dis-
tinto del sadismo de los manuales de psico-
Si escuchamos a los sobrevivientes, nos
logía al uso, distinto también de la inter-
encontramos perplejos ante una primera
pretación del sadismo ofrecida por el
evidencia: no parecen tener demasiada con-
Psicoanálisis de Freud” (íd., p.100). “Yo
sideración por lo que los psicoanalistas tie-
estaba presente –dice Améry. Ningún joven
nen para decir sobre la experiencia por la
politólogo (podría haber dicho psicoanalis-
que ellos han transitado15. Esto es grave si
ta, agregamos nosotros, sin forzar demasia-
pensamos que el Psicoanálisis se precia de
do las cosas…), por ingenioso que sea,
ser la disciplina que más ha iluminado la
puede venir a darme lecciones que resultan
subjetividad contemporánea. Tomemos
sumamente absurdas para cualquier testigo
algunas citas de eminentes testigos de la
ocular” (íd., p. 41). Jack Fuchs, otro sobrevi-
Shoah como ejemplos de ello: luego de
viente, se excusa diciendo que admira a los
habernos alertado contra los “freudismos
psicólogos que tienen respuestas para todo,
mezquinos” (Levi, b, p. 23), Primo Levi dice
él no las tiene, en todo caso piensa en el
con claridad: “no creo que los psicoanalistas
mejor modo de seguir formulando pregun-
(que se han arrojado con avidez sobre
tas (Fuchs, p. 145). Kertész, aún siendo
nuestros conflictos –negritas nuestras)
capaz de leer agudamente a Freud, descali-
sean capaces de explicar este impulso (de
fica las opiniones freudianas sobre el anti-
testimoniar). Su saber ha sido elaborado y
semitismo (p.60). No hablamos de legos
probado ‘fuera’, en el mundo que para sim-
sino de intelectuales sutiles que conocían la
plificar llamamos ‘civil’: a él pertenece la
obra de Freud y que seguramente se hubie-
fenomenología que describe y trata de
ran confortado al encontrar ahí alguna res-
explicar (…) Sus interpretaciones, aún las de
puesta para ese resto inexplicable que pro-
quienes como Bruno Bettelheim han atra-
bablemente a tantos, como a Levi o Améry,
vesado la prueba del Lager, me parecen
les costara la vida16.
imprecisas y simplistas” (íd., p. 73-74).
Por su parte, Jean Améry escribe, refirién- Por otra parte, en el testimonio de los
dose al hecho de que el pueblo de los poe- sobrevivientes siempre se arriba, tarde o
tas y los pensadores se haya convertido en temprano, a un punto en el que cesa cual-
criminal desde 1933 hasta 1945: “hasta hoy quier posibilidad de explicación, en el que
me ha parecido oscuro y a pesar de todas cualquier interpretación, aún la más avisa-
las laboriosas investigaciones de tipo histó- da, se revela impotente, quizás imposible.
rico psicológico, sociológico y político ya Nosotros como psicoanalistas nos encontra-
aparecidas y que todavía aparecerán, impo- mos así con sujetos que no sólo albergan un
sible en el fondo de aclarar (…) Todas las saber acerca de ellos mismos y de lo que

15 Seguramente habrá otras opiniones, pero recortamos aquí aquéllas correspondientes a algunos testigos que se han ocupado de
hacer pública su experiencia y sus reflexiones acerca de la misma.
16 Primo Levi, el optimista, se suicidó en 1987. Jean Améry, el escéptico, lo había hecho antes, en 1978. Entre ellos, son muchos quie-
nes redoblaron la verdad de sus testimonios sufrientes acabando con sus vidas: Paul Celan, Tadeusz Borowski, Sarah Kofman, Bruno
Bettelheim, Stefan Zweig, el mismo Walter Benjamin…

160
Premio Bergwerk Mariano Horenstein

han vivido, como cualquiera de nuestros –como en el pedido que le hiciera Emmy
pacientes, sino que también han atravesado von N. y que diera origen así a la asociación
una experiencia que roza con lo inimagina- libre, ¿cómo no imaginar que se hubiera
ble, lo cual carga a sus relatos con el peso detenido a escuchar la voz, el sufrimiento
de un testimonio único. Se han convertido, de las víctimas19, esa voz que, habiendo
muy a su pesar, en exploradores del límite, atravesado un dolor inenarrable aparece
de los confines de la experiencia humana. como “condición de toda verdad” (Adorno,
Con nuestras categorías teóricas e instru- cit. en Mate, b, p. 119).
mentos clínicos, estamos en una evidente
invalidez: no fueron concebidos para lidiar Si Freud pudo también hacer espacio en
con eso que Auschwitz develó acerca de la la teoría a lo que la Gran Guerra sacaba a la
especie humana, como decía Robert luz y postular así una extraña “pulsión de
Antelme, o más bien de la conditio inhuma- muerte”, cómo no pensar la atención que le
na a la que se refería Améry (p. 39). hubiera prestado a Auschwitz, el espacio
que le hubiera abierto en el seno de sus
La teoría en Psicoanálisis, sabemos, surge teorías… Sólo que desde la perspectiva his-
en una inextricable relación con la clínica tórica, se advierte incluso cierta ingenuidad
desde donde se la formula y en la que en el fundador del Psicoanálisis, incrédulo y
encuentra su validación última. Si evitamos conocedor como pocos del alma humana,
tomar estos testimonios de sobrevivientes cuando está pronto a emigrar a Londres
tan sólo como efectos de lo traumático vivi- luego de la llegada al poder de los nazis.
do o como resistencias debidas a su compro- Cuando éstos queman sus libros, dice con
miso subjetivo en los hechos –coartadas tristeza no exenta de ironía: es todo un pro-
siempre a mano para que los psicoanalistas greso, en otra época me hubieran quemado
no escuchemos17– y, –sin contradecir las a mí… sin poder imaginar que bastaban
implicancias subjetivas, incluso psicopatoló- apenas unos años, de haberse quedado en
gicas, que puedan discriminarse en ellos– los
Viena después de 1938, para que sí, efecti-
tomamos en cambio como cuestionamientos
vamente, lo hubieran quemado también a
dignos de ser escuchados, podríamos inten-
él, luego de gasearlo, en lo que se advierten
tar efectuar una maniobra inversa a la habi-
los beneficios de la revolución industrial a
tual: esto es, en vez de aplicar el Psico-
la que los nazis, a diferencia de los inquisi-
análisis a Auschwitz, aplicar Auschwitz
dores medievales, pudieron apelar20.
al Psicoanálisis 18. Freud, imaginamos, no
hubiera dejado de hacerlo. Si pudo escu- Entonces, como decíamos, podríamos
char a sus histéricas al punto de callarse invertir la maniobra habitual del Psicoanálisis

17 Marcelo y Maren Viñar hablan de que se trata de una “recuperación para un discurso médico-científico, recuperación tranquiliza-
dora en la medida que invierte la realidad que abordamos y la somete a códigos conocidos. La literatura médica y psicoanalítica sobre
los campos de concentración muestra que la misma realiza absolutamente esa reducción” (1993, p. 49).
18 Aplicar al Psicoanálisis un aparato conceptual extra-analítico debiera suscitar extrañeza, hacer extraños para nosotros mismos nues-
tros conceptos habituales y permitirnos por esa vía reinventarlos en cada ocasión.
19 Y bien podríamos extender esta observación a lo que otros sujetos, desde un lugar también sufriente pero a la vez resistente, tie-
nen para decir acerca del Psicoanálisis y que no siempre estamos dispuestos a oír: quienes militan teóricamente en los movimientos
homo, trans e intersexuales entre otros. En sus críticas, muchas veces fundadas, se desnuda cuánto anida aún de prejuicio en una
teoría innovadora y subversiva como el Psicoanálisis.
20 En ese sentido, Heinrich Heine, tan admirado por Freud, fue un paso más allá de la ingenuidad freudiana: cuando se empiezan a
quemar libros, decía, se sigue con las personas…

161
Mariano Horenstein Premio Bergwerk

aplicado –esto es someter fenómenos extra- mo y el carácter racista que caracterizó su


clínicos a la lente rigurosa de nuestros con- mirada durante décadas. Se trata en reali-
ceptos– y en vez de ello aplicar la Shoah al dad de la pregunta sobre la ética inherente
Psicoanálisis, ya no desde la óptica socioló- a cada saber. Y en pocas disciplinas la Ética
gico-científica más arriba enunciada sino ocupa un lugar tan crucial como en el
para intentar cernir si, y si es así cómo, Psicoanálisis al punto que allí, con sus carac-
impacta la Shoah como situación de quie- terísticas particulares, deviene corazón
bre de la civilización, como cultura y como mismo de su método.
laboratorio extremo de la subjetividad en
las categorías teóricas que constituyen al
Psicoanálisis mismo. V
Podría argumentarse, quizás con justicia, Tamaña pretensión –reflexionar sobre el
por qué una disciplina que, más allá de su Psicoanálisis, cuestionarlo a partir de la
relativa juventud, se demuestra sólida y fér- Shoah– excede a todas luces tanto los lími-
til tanto clínica como teóricamente debería tes de este trabajo como las posibilidades
ser puesta en juego, cuestionada en sus de quien lo pergeña. Pero este punto de
fundamentos o en su legitimidad. ¿Es que imposibilidad nos pone en la misma situa-
acaso la física fue cuestionada por la pro- ción en que Auschwitz pone al pensamien-
ducción de la bomba atómica?, podría decir to, que parece siempre impotente, siempre
indignado un imaginario interlocutor, ¿o la fragmentario y tentativo frente a un horror
biología ha sido puesta en duda por las bar- inconmensurable, difícil de cernir y resisten-
baridades que ha dicho el racismo en su te a la extracción de sus consecuencias.
nombre?. Y podríamos responderle que Entonces tomaremos lo anterior como un
quizás sí. Que aún con historias más anti- programa de trabajo del que solamente
guas y gloriosas que las de nuestra discipli- ensayaremos algunas incursiones explora-
na muchas de éstas han sido cuestionadas, a torias, más destinadas a sembrar dudas en
veces por parte de sus mismos adalides. nuestras certidumbres que a llegar a con-
Baste recordar la frase de Oppenheimer, el clusiones acabadas. Si se revela fértil la vía,
inventor de la bomba atómica, que habló cabe esperar profundizar esa tarea a futu-
de que, en Hiroshima “la física conoció el ro. A la par de poner en cuestión algunos
pecado”. O la definición que dio Rudolf conceptos fundamentales del Psicoanálisis
Höess, el último comandante de Auschwitz, que no parecen resistir indemnes el paso de
acerca del nacional-socialismo, que era, a su los convoyes que van (siguen yendo) rumbo
criterio, “biología aplicada”. O el papel ele- a Auschwitz, nos aproximaremos a algunos
vado a un cuestionamiento disciplinario de impasses de la teoría y la práctica analíticas
la medicina, a juzgar por el rol de los médi- y desde ahí, para darle mayor fertilidad
cos nazis y la utilización de sus saberes y heurística a nuestra tarea, a las maneras en
prácticas al servicio de la muerte 21. O el pro- que en otros campos se ha intentado abor-
fundo cuestionamiento que recayó sobre la dar algo de lo que está en juego en
antropología al descubrirse el etnocentris- Auschwitz.

21 En 1947, al conocerse los horrores perpetrados por los médicos nazis, se establece un “Código de Nüremberg”, que fija las condi-
ciones en las cuales pueden llevarse a cabo ensayos sobre el hombre, constituyéndose en texto fundamental de la ética médica
moderna (Virilio, p. 78-79), es decir, posterior a Auschwitz.

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1) Junto con la idea de lo traumático, cidio del pueblo judío.22 Pero cada vez son
del efecto sobre el psiquismo de las vícti- mayores las evidencias de que una política
mas, la tríada freudiana recuerdo-repeti- del recuerdo activa en Europa al menos
ción-elaboración, enunciada por Freud en desde los años ´70 no ha impedido que se
uno de sus señeros trabajos sobre técnica, tolerara, cuando no que se propiciaran
ha sido y es uno de los puntos de referencia abiertamente23 nuevos genocidios, y no en
más habituales a la hora de pensar desde el el remoto tercer mundo latinoamericano o
Psicoanálisis fenómenos como el que nos africano, que también los hubo, sino en los
ocupa ahora. Surgida de la clínica, de un Balcanes, en el corazón mismo de la Europa
modo de ordenar y orientar el trabajo clíni- civilizada. La muy conocida frase de George
co analítico, ha sido extrapolada para hacer Santayana –freudiana avant la lettre– escri-
inteligibles catástrofes como Auschwitz. De ta en las paredes de Dachau: Aquellos pue-
hecho no es casual que el último Congreso blos que no recuerdan el pasado están con-
Internacional de Psicoanálisis, que tuvo denados a repetirlo parece al menos insufi-
lugar el año pasado por primera vez en ciente. Quizás no alcance recordar para no
Berlín desde el período nazi, haya elegido repetir, salvo que consideremos el recuerdo
por tema central al ternario antes enuncia- en el sentido que Walter Benjamin plantea
do. En líneas generales, y a riesgo de sim- la articulación histórica del pasado. No sig-
plificar en exceso, suele entenderse que el nifica, dice, conocerlo “como verdadera-
trabajo analítico pasa por el recuerdo y la mente ha sido”, sino “apoderarse de un
posterior elaboración, por el levantamiento recuerdo tal como éste relampaguea en un
de represiones que posibilitará la cura y instante de peligro” (p. 51). Es decir –elegi-
dominará la repetición demoníaca, que mos leerlo así– apelar a un recuerdo menos
medra allí donde el recuerdo se ausenta. contemplativo que militante, inconformista,
Así, recordar, y redoblar ese trabajo a través que haga el intento, en cada época, de
de la Durcharbeitung de lo recordado, apa- “ganarle de nuevo la tradición al conformis-
rece como la alternativa más saludable mo que está a punto de avasallarla” (ídem).
frente al callejón sin salida de la repetición
(Freud, 1914). Fuera de la clínica, donde La concepción de la historia de Benjamin
también podría ponerse en cuestión, en el –y la historia, en su capilaridad microfísica,
campo social o histórico se presentan pro- es también nuestro territorio– implica con-
blemas. Podría pensarse que el recuerdo templarla a la manera en que se muestra en
vivo de la la masacre de los armenios a el Angelus Novus, imagen de Paul Klee que
manos de los turcos otomanos podría haber Benjamin toma como figura alegórica: el
funcionado como un antídoto contra la ángel de la historia, arrastrado por una
repetición, aunque diferenciada, del geno- tempestad que representa el progreso, con-

22 Al parecer esa era, por la negativa, la idea de Hitler quien, soñando con alguna inimputabilidad engordada de olvido, habría dicho al
comenzar el genocidio que infligió a los judíos: ¿quién recuerda hoy a los armenios?
23 La defección de las tropas holandesas de la ONU en Srebrenica, que habiendo prometido un “safe heaven” a los civiles que esca-
paban de los serbios, y cuya retirada permitió una masacre en la que murieron más de 6000 personas, es sólo un ejemplo entre varios
posibles. A esta altura es claro que el recuerdo, aún el recuerdo militante, socializado y difundido globalmente, no ha sido antídoto
suficiente contra la repetición. Basta tomar nota de los genocidios que asolaron al siglo XX luego de Auschwitz (Ruanda, Bosnia,
Latinoamérica) o la la creciente judeofobia en el corazón de una Europa que aún no ha terminado de hacerse cargo de su responsa-
bilidad en la Shoah o el preocupante ascenso de partidos radicales y xenófobos en países con tradición democrática (Suiza, Bélgica)
para aceptar sin duda alguna que el recuerdo de Auschwitz no ha inmunizado contra nada.

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templa horrorizado el pasado como un poder reintegrarla reflexivamente cuarenta


montón de ruinas. No es un detalle menor, años después26. Semprún elige cuidadosa-
en este contexto, que uno de los sentidos mente el epígrafe de Blanchot que coloca al
del término hebreo Shoah sea precisamen- inicio de su obra: quien pretenda recordar
te el de tempestad (Wajcman, p. 22) y la ha de entregarse al olvido, a ese peligro
Shoah/Tempestad ha puesto de relieve que es el olvido absouto y a ese hermoso
como ninguna otra cosa la premonición azar en el que se transforma entonces el
benjaminiana: se trata de ruinas. Tanto en recuerdo. Muchos de los que hicieron de la
la historia macroscópica como en las histo- memoria un deber ético y desembocaron en
rias mínimas de las que nos ocupamos a dia- el callejón sin salida del suicidio, quizás no
rio, se trata de ruinas. Wajcman lo dice con puedieron entregarse a esa cuota de olvido
claridad: la ruina es un objeto freudiano, el imprescindible para la vida, y quizás no
objeto y la memoria del objeto. Pero la haya sido ése un ingrediente menor a la
Shoah permite dar un paso más allá de la hora de acabar con sus existencias. Además
ruina, lo cual también es señalado por de haber sido “preservado” por el totalita-
Wajcman tal como aparece en el arte con- rismo estalinista luego de la liberación de
temporáneo y en la película Shoah, de Auschwitz, cierta distancia cínica, permitió
Claude Lanzmann: también es la ausencia al parecer a Kertész anclarse a la vida, al
de ruinas, el agujero en vez del desgarro en igual que a Vladek, el padre sobreviviente
la trama simbólica. Frente a la catástrofe de del guionista Art Spiegelman retratado con
la historia –insistimos: en sus diversos pla- maestría en Maus; lejos ambas posturas de
nos, micro o macroscópicos– el recuerdo es la nobleza del deber de memoria ejercido
a todas luces insuficiente24. por ejemplo por Levi.
Por otra parte, una lección extraíble Contamos por fortuna con los testimo-
también del testimonio de los sobrevivien- nios de los sobrevivientes –testimonios que
tes, en la senda de Nietzsche25, es que para no por ser numerosos deben hacernos olvi-
vivir también es necesario algún grado de dar que son una minoría absoluta de entre
olvido. Los recuerdos pueden hacer enlo- los testimonios posibles, no solamente fren-
quecer. Es sabido que de quienes sobrevi- te a los verdaderos testigos, los musulmanes
vieron a los campos de exterminio nazis, incapaces de testimoniar (Agamben) o los
como recuerda el escritor y sobreviviente
gaseados sin pasar casi por el campo que
Aaron Appelfeld (cit. en Wardi), “sólo
“retrata” Lanzmann en su ausencia (Mate),
aquellos que consiguieron olvidar pudieron
sino frente a los miles que, siendo capaces
vivir largo tiempo, y que los que poseían
de hacerlo, prefirieron no dar cuenta de lo
una memoria óptima murieron”. Jorge
que (les) pasó. ¿Qué sucedió con tantos que
Semprún lo expuso con claridad desde el
eligieron voluntariamente la vía del olvido?
título mismo de una de sus obras: la escritu-
ra o la vida, al relatar que tuvo que poner Frente al intento desesperado de los
en barbecho su experiencia concentraciona- sobrevivientes que decidieron contarlo
ria para reconectarse con la vida hasta todo para contrariar el presagio nazi de

24 Es una constatación clínica que, también en ese terreno, no siempre baste el recuerdo para impedir la repetición.
25 “Sin olvidar no hay manera de vivir”, decía (cit. en Mate, b, p. 66).
26 A Améry le llevó veinte años (Améry, p. 47).

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que nunca se sabría lo que ocurrió en con Foucault (b, p. 169), que para la
Auschwitz (y en caso de sabérselo no sería Ilustración, la realidad es lo presente,
creído), encontramos también testigos entonces lo ausente –lo fracasado, lo perdi-
mudos que no necesariamente testifican do, lo vencido– es irrelevante para el pensa-
menos con su silencio que los que hablan miento. “Pero, continúa, la memoria no es
con sus palabras. Albergar ese silencio –que fundamentalmente un recuerdo del pasa-
tan bien muestra Lanzmann en su película– do, sino el reconocimiento de esa parte
la presencia del ausente, la ausencia en la olvidada de la historia como parte de la
materialidad presente del relato como realidad” (íd., negritas nuestras). Eso
modo del recuerdo eficaz, de la memoria al ausente, según Adorno, es la expresión del
menos como resistencia, sino barrera, fren- sufrimiento pasado, y “hacer hablar al sufri-
te a la repetición. miento es el principio de toda verdad” (íd.).
El Psicoanálisis surge como disciplina reco-
No pretendemos licuar el valor de la
giendo ese resto expulsado por la lógica
memoria ni de la pacificación que brinda el
ilustrada, haciendo hablar el sufrimiento
recuerdo de un trauma olvidado pero
encerrado en los síntomas, dejándose sub-
vigente en el psiquismo, sino tan sólo cues-
vertir por una verdad que aparecía contra
tionar cierta ligereza con que a veces en
todo pronóstico. Y en esa operatoria,
Psicoanálisis pretendemos mudar repeticio-
encontró una eficacia clínica arrasadora.
nes en recuerdos, sin lograr desarticular el
Cabe preguntarnos quizás si no nos halla-
componente gozoso que cimenta lo diabó-
mos en una época de reflujo en ese sentido,
lico de la repetición. La memoria y su encar-
donde nos hemos convertido en técnicos del
nadura personal, el recuerdo, no evitan
recuerdo, en profesionales más o menos exi-
necesariamente la repetición y la elabora-
tosos y postulantes siempre a punto de ser
ción se vuelve impotente. Aún así, no tene-
recibidos –sin serlo nunca del todo– en los
mos quizás otra posibilidad contra la repe-
salones de la Ciencia, y si ello no ha mellado
tición que esa exhumación del recuerdo; y si
el filo de nuestro instrumento. Nos ocupa-
éste no basta, sabemos que el olvido basta
mos de rescatar un pasado presente y sinto-
aún menos. Quizás se trate de encontrar
mático, pero hemos perdido la luz con que
procedimientos, dentro y fuera del análisis,
el recuerdo “relampaguea en un instante de
para que el recuerdo se torne memoria, y
peligro”. El Psicoanálisis ha dejado de ser
ésta devenga un mandato ético.
una disciplina peligrosa –antes lo era, tanto
¿Qué sería recordar entonces en para los analistas como para sus pacientes– y
Psicoanálisis? Probablemente no haya para de eso también se trata en la repetición.
tal pregunta una respuesta sencilla ni uní-
voca, pero entiendo que vale la pena dejar-
la abierta a partir de la lección de 2) Los psicoanalistas trabajamos con y
Auschwitz y la insidiosa identificación de sobre el lenguaje. Aún cuando pretende-
nuestra praxis con los valores de la Ciencia, mos abordar lo insondable de la angustia o
y por ende con los del Progreso. Reyes Mate interpretamos el abanico de afectos que se
analiza esa deriva progresiva desde los despliega en una cura, lo hacemos a través
aportes de Adorno y Benjamin y advierte, del lenguaje. Al amor que es efecto de la

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transferencia lo conocemos a través del len- decir. Siempre se ha sabido de la dimensión


guaje. Tal como lo postulara Lacan en su catártica del hablar y poder relatar lo trau-
lectura de Freud, el inconciente está estruc- mático, por poner un ejemplo, cuando llega
turado como un lenguaje y el instrumental el tiempo de hacerlo, es aceptado común-
con el que operamos sobre él –la interpre- mente como una vía que morigerará el
tación– es lenguaje, y por esto mismo, por dolor, haciendo ingresar una cantidad masi-
ese isomorfismo, adquiere eficacia clínica. va de estímulos en el diafragma cualitativo
En la historia del Psicoanálisis, sin embargo, de lo pensable. Pero de lo que se trata en
maestros de la talla de Freud, Lacan o Bion, cierta clínica y sin duda en el testimonio de
luego de una confianza abrumadora en el los sobrevivientes es de cierto exceso difícil
trabajo significante, terminan por recono- de aprehender a través del lenguaje, exceso
cer siempre un punto de tope del lenguaje, de memoria o de olvido (Viñar, 1993, p. 14)
un límite más allá del cual sólo puede aven- frente al cual no es sencillo situarse.
turarse algo que se resiste al lenguaje, y
que sin embargo no podemos cernir sin él. Al ser la cura analítica una experiencia
Llámese ombligo del sueño, “O”, Real, de palabra, a menudo tiende a devaluarse
tarde o temprano un analista se topa en su su utilización. Tal cosa sucede por parte de
reflexión teórica o en su cotidianeidad clíni- los analizantes, que navegan necesariamen-
ca con ese borde. A veces se lo niega, a te en una lengua imaginaria, en la palabra
veces somos pretenciosos e imaginamos a la vacía hasta poder parir una lengua original,
interpretación como un escalpelo todopo- una palabra verdadera que dé cuenta de su
deroso que puede llegar a cualquier lado. A subjetividad de una manera iluminadora. Y
veces abusamos del lenguaje, al pretender también pasa con nuestra palabra, con
nombrar lo que no se puede nombrar. No nuestras interpretaciones, que a menudo,
sería extraño que como fruto de esa utiliza- sobre todo en curas que ya llevan cierto
ción excesiva del lenguaje terminemos por tiempo, tienden a desnaturalizarse, a per-
anestesiar la palabra y hacer que ésta pier- der filo, a ser más instrumentos de repeti-
da su eficacia clínica. ción de lo ya sabido que de descubrimiento
o invención.
Vivimos en una época donde la
Narración está en crisis y la comunidad de En la clínica, entonces, nos las vemos con
oyentes, tan cara a Walter Benjamin, en las palabras y con ese punto en que las pala-
peligro. Y el Psicoanálisis ha de encontrar su bras se acaban, donde por lo general apa-
legitimidad en medio de esta crisis, como rece la angustia. La Shoah, como laborato-
reducto de resistencia (Viñar, 2006). Entonces rio perverso acerca de la condición humana,
es problemático que, siendo como es una nos puede enseñar algo también aquí.
“cura de palabra”, las palabras pierdan su Atendamos a la manera en que los sobrevi-
filo; y éstas sufren cierto desgaste si se las vientes que nos han legado su testimonio
usa sin el debido cuidado, lo cual puede relatan su relación con el lenguaje y la
advertirse tanto en el habla cotidiana como angustia. Nada como Auschwitz debería
en la jerga y la práctica analíticas. Los servir para cernir, en primer lugar, ese espa-
pacientes vienen a hablar de su sufrimiento cio de horror, de terror sin nombre, por usar
y nosotros nos ofrecemos a escuchar su las palabras de Bion, y en segundo lugar,

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Premio Bergwerk Mariano Horenstein

para ponderar al lenguaje como herramien- sobrevivientes relatan siempre, en coinci-


ta con la cual acercarse a ese horror. dencia con los teóricos del análisis a los que
Algunas preguntas nos acosan: ¿Qué es el aludíamos, un punto en el que el lenguaje
lenguaje luego de Auschwitz? ¿Qué es una no alcanza.
lengua materna? ¿Con qué lenguaje teori-
Quizás sean los poetas los mejor posicio-
zar o construir nuestras interpretaciones?
nados para devolver al lenguaje su potencia
¿No parecen demasiado a menudo nuestras
luminosa, para abrazar ese punto de difícil
disquisiciones psicoanalíticas estar formula-
acceso. Más que los narradores, acostumbra-
das en un lenguaje ampuloso y hueco como
dos a vehiculizar ideas y tramas a través de
el que describiera Klemperer o cerrado a
una historia contada en palabras, en la poe-
cualquier apertura al Otro como la lengua
sía hay un efecto de reducción que muchas
schreberiana?
veces recuerda a una interpretación logra-
El extrañamiento de la lengua materna da. No aquella que engorda con saber a un
que terminó siendo la lengua del verdugo analizante sino la que le permite, a veces en
fue una constante para muchos sobrevi- un fogonazo28, verse de una manera inédita,
vientes. Victor Klemperer, filólogo de profe- la que hace aparecer la desnudez de la his-
sión que pudo salvar su vida pues estaba toria tras el pesado ropaje del presente.
casado con una alemana no judía y llevó
Muchos de los poetas de Auschwitz, no
durante todo el régimen un diario en el que
sin costo, no abandonaron su lengua mater-
anotaba la perversión de la lengua alemana
na, el yiddish para muchas de las comunida-
bajo el nazismo27, bautizó a ese lenguaje,
des del Este de Europa, el alemán para la
del cual sobrevivieron rastros aún después
burguesía asimilada de Europa Central.
de muerto Hitler, LTI, Lengua Tertii Imperii.
Pero el lenguaje no permaneció incólume
Para Antelme el francés era un espacio de
en Auschwitz, debió rescatarse de su bas-
singularidad durante su cautiverio alemán.
tardeo en la LTI, sufrió torsiones y debió
El caso de Améry es en ese sentido un sín-
someterse a una alquimia, seguramente
toma revelador pues, según relata (Améry,
personal en cada poeta, para que pudiera
p. 113), al comenzar las persecuciones nazis
dar cuenta de aquello que se resistía a ser
en Austria, abandona el dialecto en el que
puesto en palabras.
se crió, pero no puede sino mantener el ale-
mán –no tiene otra lengua– para pensar y El Psicoanálisis no es poesía, pero al
para expresarse aún contra la manera en aunar en su praxis el lenguaje como instru-
que la nación alemana se lavó de sus culpas. mento y materia viva de su operación y la
Fuchs dirá que no hay un lenguaje común, ética de la memoria que lo justifica en sus
ni siquiera entre sobrevivientes, que no hay, indagaciones insolentes sobre el pasado
a partir de la Shoah, un lenguaje general perdido debe, tanto como mantener afila-
para hablar del sufrimiento humano (p. 26). do el filo de las palabras y el poder incan-
descente de los conceptos que utiliza, guar-
De todos modos, tanto como en relación
dar una ética implacable frente al mal uso
al nombre que debía darse a algo que no
del lenguaje. Sin ser filología, no puede
tenía nombre hasta ese momento, los
permanecer impávido frente al lenguaje del

27 En un interesante trabajo, Sneh y Cosaka hablan de un pasaje del “discurso del exterminio” al “exterminio del discurso”.
28 Recordemos con Benjamin: apropiarse de un recuerdo tal como éste relampaguea en un instante de peligro.

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que testimonia Klemperer con su LTI, ni que una buena interpretación debería saber
frente al pequeño léxico del alemán nazi detenerse frente al abismo30. Respetar ese
aparecido en 1957 (Klemperer, p. 116) Pero punto de indecibilidad, lo que pone de
tampoco frente a los intentos de borronear manifiesto la película de Lanzmann, posibili-
el pasado liquidando la memoria que yace taría tal vez que el recuerdo, avizorado en
en los intersticios de las palabras, como se ese instante de peligro, sin sueño reparato-
desprende del “Diccionario para la supera- rio alguno, pueda si no impedir, al menos
ción del pasado” que acaba de editarse en acotar el demonio de la repetición.
Alemania.29
Hay un lugar, el del silencio, que parece
Quizás ver cómo se las arreglaron los necesario preservar. Así como el memento
escritores en general, y en particular los poe- es un mandato clave en la oración por los
tas con un lenguaje bastardeado para dar muertos y el ¡Zakhor! llevado a la dignidad
cuenta de la devastación nos ilumine algo. bíblica muestran el valor de la memoria del
trauma en la existencia de los supervivien-
Probablemente la distinción entre poesía
tes, también el silencio ocupa un lugar cen-
y narrativa en literatura pueda aplicarse
tral allí. No es casual que el silencio, unos
también al cine de algún modo. Si fuera así,
fragmentos de silencio, sea el vehículo ele-
atendiendo a nuestro tema, directores como
gido para homenajear a los muertos.
Steven Spielberg o Roberto Begnini, uno
Cuando las palabras se han prestado al
más en tono de drama épico, el otro más en
abuso, la tarea que les es encomendada la
tono de tragicomedia, ejemplificarían un
asume ahora, por vía negativa, el silencio31.
abordaje narrativo que pretendería ficciona-
lizar la Shoah. Hay todo un modelo interpre- Un silencio especial, no es el silencio
tativo, creo –y mucho más allá de Auschwitz– cómplice ni el silencio inarticulado ni el
que toma este sesgo. En el otro extremo, hay silencio de la conveniencia sino un silencio
otra manera de hacer cine, probablemente activo, militante, el silencio que hace cobrar
menos grata, más insoportable, más poética, relieve a cada letra que lo rasga. Sea con su
esto es, más cercana a lo indecible. El filme silencio o con su palabra, el analista debe
de Claude Lanzmann, Shoah, es uno de los poder dar lugar a ese vacío que el silencio
raros ejemplos de esta modalidad y quizás representa como ninguna otra cosa. Ese
debamos aprender de él, de su manera de silencio que los poetas saben poner de
preguntar, de mostrar el vacío, cómo cons- relieve mejor que nadie, es el que a veces se
truir interpretaciones verdaderas acerca de profana por una determinada manera de
lo imposible de cernir en palabras. Sabiendo interpretar en Psicoanálisis.

29 Según consta en un cable de noticias de la agencia EFE del 19/12/07.


30 El espectador queda atrapado en las películas de Begnini y Spielberg como ante cualquier buen filme que sabe captar la atención,
dosificar la intriga, posibilitar ciertas identificaciones. En cambio, ver Shoah es una tarea difícil, más allá incluso de su duración: si
estuviera a nuestro alcance la dosificaríamos, nos levantaríamos a cada momento para luego volver, no hay nada que entretenga allí.
Estamos ante la diferencia, quizás, entre el encontrarnos ante un tejido simbólico e imaginario que hace soportable un real angus-
tiante, disimulándolo, y la mostración descarnada de éste último.
31 Ritvo señala el precario equilibrio que existe en el análisis entre las palabras que no se pronuncian, y designan entonces un espanto
inextinguible (como en el caso de los desaparecidos) y el silencio debido y necesario, siempre en riesgo de ser anegado con palabras
(p. 129).

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3) El edificio teórico freudiano está cons- los mecanismos regulatorios de lo simbólico


truido sobre la hipótesis de cierta represión sino a su misma constitución. Entonces pen-
necesaria para el nacimiento de la cultura. sar al mal hoy, sus figuras clínicas, no impli-
El mito freudiano forjado en El malestar en ca detenernos en un catálogo de las perver-
la cultura habla de ello, de cómo recién des- siones o buscar una suerte de cartografía de
pués del parricidio consumado surgen tanto la abyección en un territorio que no deslin-
la Ley como la Moral y la Religión, como da con cuidado el terreno del Psicoanálisis
formas de la obediencia retroactiva al del de la Moral. Quizás sea necesario mejor
padre muerto. Esta tesis freudiana central repensar al sujeto de la cultura, al sujeto
presenta la cultura como un progreso de la con el que operamos en el análisis. Quizás
humanidad a costa de cierta animalidad no sea ya tan crucial hacer inteligibles los
pulsional y está por detrás, a nuestro juicio, mecanismos de Dora, de Anna o de Hans
de una larga serie de análisis que preten- sino el de Adolf. No el apellidado Hitler –a
den ver en la Shoah un retorno de lo repri- fin de cuentas hay ya mucho dicho de la
mido, una falla en el dispositivo represor de excepcional psicopatología que le corres-
la cultura, un retroceso de la humanidad ponde y los fenómenos de masa que lo
que ve de pronto a su disposición el acceso entronizaron como líder absoluto– sino los
a un goce mortífero al que supuestamente de Adolf Eichmann, modelo de ese sujeto
había renunciado ya. gris, banal, que pulula por doquier.
No es ocioso recordar que la Shoah fue
perpetrada por una de las naciones más cul-
tas de la Tierra, apelando tanto en el plano VI
ideológico como en el técnico, a un instru-
mental ajeno por completo al hombre pri- 1) Hay un punto en que quizás, aún con-
mitivo. Ese solo rasgo debería hacernos sos- traviniendo la regla metodológica que nos
pechar de las lecturas a que nos referíamos. hemos autoimpuesto –aplicar la Shoah al
Psicoanálisis y no a la inversa– debemos res-
Y aquí parece más apropiada, con toda su catar algo que el Psicoanálisis, como ningu-
engañosa simpleza, una de las tesis benjami- na otra disciplina, tiene para decir con res-
nianas, aquella que recuerda que todo acto pecto a los genocidas.
de cultura es un acto de barbarie (Benjamin,
p. 52), que la barbarie es inherente al pro- Es aquí cuando el Psicoanálisis se aparta
greso, a la cultura, y no un estadio anterior. de la Psicología Social –más acostumbrada a
Resuena también aquí la concepción lacania- pesquisar lógicas y razones colectivas– al
na del Superyó como mandato de goce, que pensar el caso a caso, el uno a uno, la res-
se aleja un tanto del ideal regulador freu- ponsabilidad subjetiva como un asunto
diano para iluminar buena parte de las atro- absolutamente singular.
cidades que se consuman a diario en nombre
El devenir de la historia, las convenien-
de los más piadosos ideales.
cias políticas de siempre, favorecieron que
La barbarie así entendida es un reverso la responsabilidad alemana se diluyera
de la cultura, no su pasado superado. Y su luego de la derrota sufrida. Conceptos tales
resurgimiento no responde a una falla de como la culpabilidad colectiva encontraron

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un eco inusitado al permitirle a toda una tragedia cuestionan por su misma existen-
generación de perpetradores o cómplices cia a las mayorías silenciosas que posibilita-
de crímenes inimaginables lavar sus culpas ron y perpetraron la masacre. Hay una dis-
–por acción u omisión, culpas siempre indi- tancia entre Eichmann, quien se defendió
viduales32– desde una razón de estado que en el juicio aduciendo que era un simple
se convirtió en una virtual exculpación33. engranaje de la maquinaria nazi que cum-
plía órdenes sin discutir35 y Claude Eatherly,
En los textos revisados para el siguiente
uno de los pilotos de Hiroshima, quien inten-
trabajo, aparecen con persistencia algunos
tó matarse al comprender las consecuencias
datos inquietantes: ni los alemanes odiaban
de su acto, aún sin haber sido cuestionado ni
a los judíos más que otros pueblos, ni los
acusado, sin ni siquiera haber sabido lo que
genocidas, al menos en su mayor parte, pre-
su avión estaba arrojando sobre Japón.
sentaban cuadros psicopatológicos extre-
Escamoteada o asumida, la responsabilidad
mos (v. gr.: Todorov, p. 129). Eichmann
subjetiva es lo que se juega aquí, y ése, más
mismo, en el clásico estudio de Hanna
allá de las implicancias morales o religiosas,
Arendt, ha sido presentado como un hom-
es el campo del Psicoanálisis, el campo en el
bre de una normalidad rayana en lo vulgar.
que cada quién es responsable de sus deseos,
La dimensión colectiva de lo sucedido tien-
de su goce, de sus actos.
de a borrar la responsabilidad individual,
aquélla a la que en Psicoanálisis atendemos De la devastación producida por la Shoah
antes que a ninguna. Pero a la vez resalta surgen figuras que afirman el valor de decir
en la bibliografía un dato no menor: en no, la primera discriminación freudiana, y
cada una de las situaciones grupales habi- recrean la apuesta ética de Bartleby (prefe-
tuales en los campos, emergiendo de los riría no hacerlo, dice con terquedad el
flujos de comportamiento habituales, sur- héroe de Melville a cada momento), contra
gía alguien que decía no: desde algunos toda conveniencia. Quizás lo que la Shoah
pocos miembros del tristemente célebre enseña al Psicoanálisis se una con lo que el
Batallón 10134 (Browning) que se negaron a Psicoanálisis pueda aportar, en su capilari-
asesinar hasta algunos dirigentes de los dad, en la microfísica a través de la cual las
controvertidos consejos judíos que eligie- catástrofes de un siglo de inusitada violen-
ron suicidarse antes que seleccionar a sus cia infiltran los espacios subjetivos particu-
compañeros para la muerte, o la escasísima lares, aquéllos en los que el Psicoanálisis
pero real presencia de “justos” –quienes reencuentra su potencial al posibilitar que
ayudaron a las víctimas del genocidio aún a un sujeto distinto surja producto de la res-
riesgo de sus propias vidas– en medio de la ponsabilidad asumida.

32 Hanna Arendt dice con claridad que no hay ni inocencia ni culpabilidad colectiva (cit. en Traverso, p. 87). Retomando sus ideas, Karl
Jaspers hablará de cuatro formas de culpabilidad: criminal, política, moral y metafísica. La primera debía ser perseguida y castigada
legalmente, la segunda recaía sobre todo el pueblo alemán; la culpabilidad metafísica se asimilaba a la noción arendtiana de respon-
sabilidad colectiva y ésta, junto a la moral, no podían ser sancionadas por la ley pues afectaban exclusivamente a las conciencias (íd.,
p. 88-9). Nuestro concepto de responsabilidad, además de ser estrictamente individual, incluye al Inconciente.
33 Desde ahí, no cabe asombrarse de que la obediencia debida haya sido una de las justificaciones más comunes en relación a los crí-
menes cometidos por las dictaduras latinoamericanas.
34 El mismo estaba constituido por civiles que, representando aleatoriamente a la sociedad alemana en su conjunto, replicaba de forma
amateur y fuera de toda coerción, en la retaguardia, la tarea asesina de los Einsatzgruppen.
35 Aún cuando el propio código militar alemán autorizaba la desobediencia en casos extremos (Agamben, p. 102).

170
Premio Bergwerk Mariano Horenstein

2) Así como los testimonios de los sobre- Bion (quien plantea que el analista debe
vivientes de la Shoah son fundamentalmen- estar “sin memoria y sin deseo”, pero tam-
te el registro de una ausencia, y la escucha bien “sin comprensión”) contra el llenado
de esos testimonios nos confronta a quienes de ese silencio con palabras que pueden
no estuvimos allí con esa pérdida, el quizás, aún persiguiendo la verdad del suje-
Psicoanálisis ha aportado quizás un disposi- to, inundar ese hueco cavado en lo que
tivo, una maquinaria apta como pocas para habla el testigo en el diván, violar ese silen-
poner de manifiesto ese vacío que tiende cio aparecido gracias al dispositivo con
siempre a escabullirse, a cegarse, a llenarse. interpretaciones que restituyan una consis-
Nos referimos al dispositivo más que a las tencia que, más allá de los esperables efec-
teorías psicoanalíticas, pues muchas de ellas, tos ansiolíticos, resultará a la postre iatro-
pese a hablar de la ausencia de una manera génica. A la luz de las tristes “enseñanzas”
clara, por su utilización quedan convertidas de la Shoah, el dispositivo, esa máquina
en vehículos de la operación contraria, del para hacer presente la ausencia, como el
cegado o desconocimiento de esa ausencia arte contemporáneo o la pedagogía tal
insoportable. Ese artificio que consiste en como la describíamos, pone a todo sujeto
unos pocos elementos de radical simpleza: que se recueste en un diván en el lugar de
un lugar para que un sujeto se tienda, una testigo, de superviviente que testifica acer-
escucha atenta y desprejuiciada, deseosa de ca de esa ausencia36. Y resistirse a compren-
alojar algo que habrá de producirse allí, la der allí equivale en un punto a resistirse a
proscripción o al menos el olvido de todo comprender aquello que la Shoah muestra
interés, de todo saber previo para que un acerca de los victimarios, de la civilización
sujeto sufriente pueda producir, vía asocia- alemana, de la cultura occidental. No se
ción libre, un testimonio, no tanto de lo que trata tan sólo de la imposibilidad de com-
sabe o de lo que ha vivido –a fin de cuentas, prender, de la roca con que lo simbólico se
la confesión fue inventada antes que el aná- topa ineludiblemente, sino de la negativa a
lisis– sino de la ausencia a la que aludíamos. comprender, no se trata tanto de un límite
Es a través de este sencillo dispositivo, más o como de un acto: no hay que comprender, y
menos común a todas las teorizaciones, que ello en las distintas posibilidades que brinda
el Psicoanálisis cura revelando a cada anali- el multívoco término: ni dar sentido ni paci-
zante portador de una falta, testigo de una ficar de ninguna manera. Tampoco, en un
ausencia, de un vacío, de un silencio último. tercer sentido, de cercar, de considerar la
Shoah como un episodio limitado –sea de la
Esta hendidura cavada en el torrente de
Historia, de la historia de los judíos o de la
sentidos que profiere un sujeto en análisis
historia del siglo XX– sino como una virtua-
es liberadora, más aún que cualquier saber,
lidad posible inherente a la especie humana
pero es también angustiante, sobrecogedo-
more Auschwitz demonstrata37.
ra y convoca, así como el sentido llama a la
interpretación, a su clausura. Aquí cobra La comprensión apura un duelo imposi-
más relieve que nunca la advertencia profe- ble. Ni congelado ni bloqueado (Granek),
rida por Lacan (¡No comprendan!) o por sino asumido como imposible pues efectuar

36 Y a cada uno de nosotros en el lugar de “testigo del testigo” (Ritvo, p. 126), lo cual no debería carecer de consecuencias…
37 Dice Primo Levi que no se puede, o no se debe comprender, porque hacerlo es casi justificar; comprender es contener, identificar-
se con ese comportamiento o con su autor (Levi, a, p. 208).

171
Mariano Horenstein Premio Bergwerk

ese duelo equivaldría a silenciar las voces de metodológica, de mantener intacta tanto la
los vencidos de la historia a la manera en que capacidad de asombro como de indignación
la entiende Benjamin. Sólo un duelo inacaba- ante aquel punto de vacío a menudo horro-
do por inacabable, tan lejos de la melancolía roso que cuestiona con su instante de silen-
como de la liquidación del pasado, quizás, cio kilómetros de parrafadas estériles.
inmunice contra el demonio de la repetición.
Así como es difícil encontrar en los
3) Aquello a que la Shoah nos confronta
sobrevivientes referencias al Psicoanálisis
no se discierne con facilidad y lejos está de
como un corpus que haya podido dar cuen-
estas líneas pretender agotarlo. Sí creemos,
ta de aquello por lo que pasaron, nos asom-
aunque más no sea esto una tarea prepara-
bramos al detenernos, en la ingente biblio-
toria para poner a prueba cada una de
grafía sobre la Shoah, con alguien que sí
nuestras categorías conceptuales inheren-
desea comprender, y apela entonces a Freud,
tes al sujeto a la luz de Auschwitz, que tran-
al perpetuo combate que describe entre
sitamos un terreno en el que se impone una
pulsiones de vida y de muerte para explicar
ética del silencio, de poner más que nunca
la psicología de Hitler38. Algo no está bien si
en barbecho nuestras explicaciones tran-
es el nazi Albert Speer, arquitecto y poste-
quilizadoras (frente a nuestra angustia y la
rior ministro de armamento de Hitler quien
de los otros), de aceptar encontrarnos en el
puede recurrir a Freud alegremente. Aún
corazón de algo que aún no sabemos ni
cuando Speer haya sido uno de los pocos
podemos ni queremos encerrar en nuestros
jerarcas nazis en asumir la culpabilidad que
dogmas, al menos hasta tanto no hayamos
le cabe, hay en él un ansia de comprensión,
sido suficientemente interpelados. No nos
de ser comprendido, de comprender, y
apartamos del terreno de la teoría psicoa-
entonces apela al aparato freudiano.
nalítica, si ponemos a un lado los intentos
Resuenan aquí las palabras anticipadas al
explicativos para situarlos en la misma
principio, de Celan espantado cuando escribe
situación de incertidumbre con que nos
a Nelly Sachs: “Sabe, algunos de ellos escri-
ubicamos frente al discurso de un analizan-
ben poemas. ¡Esos hombres ¡escriben poe-
te. Disponemos, claro, de algunos instru-
mas!” (Celan, p. 26). Parafraseándolo, bien
mentos de navegación para orientarnos en
podríamos decir: “Sabe, algunos de ellos for-
un mar en el que de otro modo nos hundi-
mulan interpretaciones. Esos hombres ¡hacen
ríamos (entre los cuales la atención flotan-
interpretaciones!”
te no es el de menor importancia) pero qui-
Entonces hay que resistirse a compren- zás se trate de dejarnos llevar por cierta
der39, quizás en un sentido aún más radical corriente subterránea que ha emergido,
que al que alude Lacan o Bion cuando pro- dejar de pretender el manejo del timón
ponen al analista sustraerse de la tentación para ver hacia dónde nos lleva, para poner
de comprender demasiado pronto. Se trata a prueba incluso las nociones elementales
de sostener quizás un punto de perplejidad del arte de la navegación. Mientras, el

38 En una entrevista concedida a Eric Norden, publicada en la revista Playboy en junio de 1971 (cit. en Sneh et al., p. 44). El persona-
je de Speer se presta bien para pensar los distintos niveles de la responsabilidad, desde el momento que, aún habiendo asumido su
culpa y purgado prisión por ella, “podía acusarse de crímenes espantosos en el mismo tono que utilizaba para ofrecer un trozo de
Apfel Torte” (íd.).
39 Si se comprendiera el testimonio, dice M.-A. Ouaknin, la víctima desaparecería (cit. en Mèlich, p. 64).

172
Premio Bergwerk Mariano Horenstein

silencio40. Y si debiéramos emerger de él, plano de la teoría como en el momento en


como sucede a menudo, entonces sería pre- que ésta se encarna en cada interpretación.
ciso una palabra afín al silencio, una pala-
Psicoanalizar después de Auschwitz
bra más tributaria de la poesía que de la
implica, debe implicar, respeto por lo irre-
prosa. La interpretación entonces debe hur-
presentable, por lo que no se puede decir.
gar para encontrar tanto sus materiales
Ese exceso, incomprensible e inimaginable
como sus formas en la poesía. Como fue la
que encarna la Shoah nos impone en cierto
poesía el modo más acabado (Sneh et al.)
punto el deber del silencio, aunque resulte
de abordar Auschwitz, su ininteligibilidad,
en apariencia paradójico pues el mandato
por parte de las víctimas. Sólo con poesía del Psicoanálisis, si hubiera alguno, es
tributaria de Auschwitz puede abordarse la hablar. Conquistar territorios del ello con el
imposibilidad de poesía luego de Auschwitz yo, del inconciente con el preconciente,
y cabría imaginar que, si alguien hubiera como quiera llamarse, nos lleva siempre a
formulado el anatema de Adorno en rela- decir, a interpretar, a hacer hablar confian-
ción a nuestro oficio: “Ningún Psicoanálisis do en que hablar libera, alivia, que quitar la
luego de Auschwitz”, cabría responderle mordaza deshace los síntomas que pade-
que sólo podría remontarse el camino con ce/goza el sujeto. Pero en un punto no es
un Psicoanálisis que tenga a Auschwitz en así. Y no se trata solamente de la defensa
su reverso. del silencio versus el furor interpretandi.
No se trata de apelar a ningún misticis- Hay un punto en el que es preciso callar, en
mo, sino de rastrear y capturar ese habla relación a la Shoah y, extendiendo este
que guarda más afinidad con el silencio que acontecimiento como la encarnación de lo
con la multiplicación de palabras. Maurice irrepresentable a la clínica psicoanalítica,
Blanchot lo puntúa cuando escribe a partir también en relación a nuestra práctica coti-
de Antelme algo que quizás resulte impres- diana con nuestros pacientes, sean o no
cindible a la hora de pensar en la experien- supervivientes de la Shoah o sus descen-
cia analítica post-Auschwitz. Comentando a dientes más o menos traumatizados41.
Gershom Scholem acerca de la imposibilidad Como decía Wittgenstein, aquel viejo com-
de comprender perfectamente Auschwitz, pañero de escuela de Hitler, en su Tractatus,
Blanchot dice lo siguiente: “Por lo tanto, de aquello que no se puede hablar, mejor
callar, o mostrar (cit. en Wajcman, b, p. 27;
imposible olvidarlo, imposible recordarlo.
Fonteneau; cursivas nuestras), lo que abre
Asimismo, cuando se habla de él, imposible
quizás posibilidades inéditas a la interven-
hablar de él. Y finalmente, como no hay
ción analítica.
más nada que decir sobre este aconteci-
miento incomprensible, el habla sola Otra paradoja sólo aparente es aquélla a
debe llevarlo sin decirlo” (negritas nues- la que alude Perec cuando, refiriéndose a
tras). Precisamente de eso, de lo que el habla Antelme, dice que no es cierto que se pueda
sola debe llevar sin decirlo, es de lo que callar y olvidar, sino que primero hay que
debería tratarse en el análisis, tanto en el recordar. Antelme debe, continúa, explicar,

40 Un silencio que si bien implica cierto fracaso del lenguaje, es también una forma intensa de expresión de la palabra (cf. Mèlich, p.
21-2, 30).
41 En un punto, en Occidente, como se ha dicho y sin pretender homologar nuestro intento de reflexión con el sufrimiento padecido
por las víctimas, todos somos descendientes de la Shoah.

173
Mariano Horenstein Premio Bergwerk

contar, dominar ese mundo del que fue víc- particular, una poesía que no desconoce
tima (cit. en Mesnard, p. 19). La negativa a Auschwitz, de la misma manera que no
comprender por la que abogamos ha de debería desconocerlo cualquier interpreta-
tener como antecedente la incoercible nece- ción psicoanalítica. Después de Shoah, qui-
sidad de comprender, de comprender todo zás habría que leer, escribir y practicar el
lo comprensible sabiendo que arribaremos Psicoanálisis como se lee y se escribe poesía,
tarde o temprano a un lugar en que cual- respetando los espacios en blanco, descon-
quier intento en ese sentido se revelará tando que no todo es significable.
impotente.
En cierto modo, volviendo a la dificul-
Y aquí advertimos la razón de cierta irri- tad inicial de nombrar aquello que suce-
tación que nos embarga frente a algunos dió, los nombres disponibles bien podrían
trabajos de colegas en torno a la Shoah, por funcionar, en su opacidad, en lo que sugie-
otra parte encomiables desde muchos pun- ren sin definir, en su capacidad alusiva,
tos de vista. Es la falta de respeto a este como una interpretación, pero hacia el
silencio necesario, que nos enfrenta con un Psicoanálisis mismo, como una interpreta-
límite de lo representable y por ende de lo ción que más que importar el contenido de
interpretable, lo que causa malestar, cuan- lo que dice, vale por lo que hace decir.
do se moviliza toda la teoría para rellenar Dejarnos interpelar por Auschwitz equiva-
ese vacío, cuando la profusión de repeticio- le a asumir que aquello (o mejor dicho eso,
nes no hace sino enmascarar el punto de pues está menos lejano de lo esperable)
imposibilidad, para interpretar lo no inter- nos cuestiona, que no es un objeto inter-
pretable, en un exceso de lo simbólico. Hay pretable más, que no nos habilita, con su
una paradoja aparente ahí, un exceso de lo catálogo de monstruosidades, para esgri-
simbólico para abordar lo real, cuando qui- mir nuestras destrezas omniexplicativas ni
zás haya que tolerar el déficit de lo simbóli- en el terreno de la psicopatología, ni en el
co, el punto estructural donde nada puede de la psicología de las masas ni en el de la
(ni debe) decirse. El silencio con que el ana- condición humana ni en ningún otro. Los
lista acoge a su paciente –un silencio, digá- psicoanalistas deberíamos quizás dejarnos
moslo, particular, un silencio que más allá interpelar y correr el riesgo de que nues-
de la paradoja puede convivir con palabras tros conceptos se revelen anacrónicos e
pues se trata de palabras que no ignoran el incapaces de echar luz sobre Auschwitz.
lugar estructural del silencio– ese silencio
Eso no invalidaría nuestro método, más
analítico, decíamos no tendría tan sólo la
bien lo enriquecería, posibilitaría mante-
función de posibilitar la palabra no dicha
ner en el campo de nuestra praxis el hueco
de quien nos consulta sino también de mos-
de lo que no se sabe.
trar en acto la imposibilidad de una palabra
última. Lejos de inhibir la palabra, este Luego de Auschwitz, habría que psicoa-
silencio la propicia, de la misma manera nalizar con la pérdida en mente, siempre
que la “prohibición” de escribir poesía des- presente como tiene el deudo en la tradi-
pués de Auschwitz ha generado quizás ción judaica una prenda rota para demos-
tanta o más poesía que ningún otro acon- trar que hay algo roto dentro suyo.
tecimiento histórico. Sólo que es una poesía Analizar con el lenguaje desgarrado como

174
Premio Bergwerk Mariano Horenstein

escribe Celan, como escribía Perec42, huérfa- incidido en el tiempo que hubo de pasar
no de la Shoah también, que compuso una hasta que pudieran prestarse oídos a los
novela donde aparecen todas las vocales testimonios de los sobrevivientes43 y que no
menos una, la E (la A en la traducción espa- garantiza que esa ventana abierta al testi-
ñola), la más común en el idioma, en lo que monio de los ausentes, que de eso se trata,
tras la apariencia de una frivolidad más o permanezca abierta por mucho tiempo
menos ingeniosa, ponía en juego una escri- más. Evidentemente hay aquí algo que des-
tura en torno a la pérdida. Una literatura vela en otro sentido también, que descorre
donde la ausencia es patente, como la tri- un velo sobre algo que quizás no deba, no
butaria de la Shoah, conduce a pensar un pueda, ser visto salvo fragmentariamente,
Psicoanálisis que se permita hacer presente la cabeza de la Gorgona de la que habla-
la ausencia sin rellenarla de sentidos tan ba Levi, aquello que sólo los musulmanes
pacificadores como invalidantes. En el que han visto.
podamos construir interpretaciones acera-
Luego de la Shoah, el Psicoanálisis debe-
das, carentes tanto de vanidad como de
ría renovar más que nunca su pacto con la
moralina, lejos de cualquier pretensión de
función del resto, de lo marginal –si surgió
saber absoluto, lograr que cada palabra
como disciplina, fue ocupándose de lo que
que proferimos lleve en su reverso esa pér-
la Ciencia descartaba– poniéndolo en el
dida, ese vacío que Auschwitz hace eviden-
centro de sus preocupaciones. Y operar así
te de una manera ineludible.
una inversión (en el doble sentido de dar
vuelta y de apostar por el futuro) funda-
mental: situar en la periferia de nuestra
Para terminar, una nota autobiográfica
escucha lo que puede ser dicho mantenien-
que quizás dé cuenta de lo que se juega
do el lugar del centro, de corazón de nues-
aquí: mientras redactaba este trabajo, en el
tra praxis, a lo indecible.
tiempo de las lecturas previas, comenzó a
acometerme un insomnio ocasional pero Los perpetradores de la Shoah preten-
pertinaz. Me desvelaba, y despierto irreme- dieron no dejar rastros ni responsables. El
diablemente en mitad de la noche, me asal- Psicoanálisis, como práctica capilar, es en
taban pensamientos ligados a los testimo- ese sentido su reverso: si tiene eficacia es
nios que leía, a las películas que veía, a por la recuperación de rastros, si guarda
datos no necesariamente explícitos. La sen- alguna razón de ser es en la asunción de
sación general era la de toparme con algo una responsabilidad siempre subjetiva e
insoportable, lo que imagino que debe haber ineludible.

42 Al aceptar dejarnos enseñar por algunos escritores, aparece un sesgo interesante pues cabe suponer que muchos sobrevivientes y
artistas han pasado por divanes psicoanalíticos, algunos muy conspicuos –v.gr., Perec fue analizante de F. Dolto, Beckett de W. Bion.
Podríamos preguntarnos cuánto de lo que los autores han postulado en la teoría debe a la experiencia de escucha de esos analizan-
tes. Así, permitiéndonos interrogar desde los artistas y los sobrevivientes, no haríamos sino oír a los pacientes. Ni más ni menos que
lo que posibilitó, cien años atrás, que Freud inventara el Psicoanálisis.

43 Sólo a finales de los años ‘70 Auschwitz cobró importancia en la conciencia occidental. Hasta ese momento, por muchas razones,
la actitud predominante fue el silencio (Traverso, p. 17) y no había oídos dispuestos a escuchar a los sobrevivientes. Cabría reflexio-
nar cuánto de algunos conceptos psicoanalíticos centrales, como el de terror sin nombre en Bion o el fundamental registro de lo Real
en Lacan (donde éste ubicaba a los campos de concentración) debe a la aparición creciente y audible de testimonios de sobrevivien-
tes de la Shoah en Europa. Quizás convertir a la Shoah en una palabra no demasiado extraña al vocabulario psicoanalítico permita
acentuar distinto los conceptos con que operamos, y a veces es sólo un acento lo que convierte a una palabra en otra.

175
Mariano Horenstein Premio Bergwerk

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176
Palabras Cruzadas
“La guerra no es un efecto de la destructividad,
sino de la estupidez humana”
Entrevista a Antonino Ferro

La entrevista que publicamos fue realizada especialmente para Docta, en febrero de 2008,
durante el Encuentro Bion 2008, en Roma, por dos analistas de la Asociación Psicoanalítica
de Suiza, el Lic. Nino Rizzo y el Dr. Eduardo Puch, quienes son responsables también de la
traducción.

Antonino Ferro es miembro ordinario, con


función de training, de la Sociedad Psicoana-
lítica Italiana y de la International Psycho-
analytical Association. Desde hace muchos
años, da seminarios y supervisiones en
muchas sociedades de psicoanálisis, en
Europa, Norteamérica y Sudamérica. Autor
de numerosos artículos de clínica, teoría y
técnica psicoanalíticas, publicados en las
principales revistas internacionales de psi-
coanálisis. Ha publicado también los libros
Factores de enfermedad, factores de cura-
ción (Lumen), La sesión analítica (Lumen), El
psicoanálisis como literatura y terapia
(Lumen), La tecnica della psicoanalisi infan-
tile, La supervisione psicoanalitica: seminari
clinici di Sao Paulo, traducidos a varias len-
guas. Antonino Ferro, lúcido y original pen-
sador, toma “su” Bion no para repetirlo, sino
para recrearlo permanentemente y, de ese
modo, no traicionarlo.

179
Antonino Ferro Palabras cruzadas

Docta: Dr. Ferro, el tema de la entrevis- años de análisis, de ser analista, de ser
ta, es el “Psicoanálisis y el Mal”, tema paciente y poder pasar a través de este
del próximo número de la revista terror, de este encuentro con la parte desco-
Docta y también del próximo Congreso nocida de uno mismo, al placer de poder dia-
Argentino de Psicoanálisis. logar con los aspectos más diabólicos de uno.
En nuestro encuentro en Lausana, Aquí estamos frente a un gran proble-
cuando hablamos ya de este tema, usted ma, el problema del Mal en el sentido que
evocó una película que vio en su niñez. nosotros los analistas tenemos tendencia a
considerarlo como una cosa en sí misma,
AF: Sí, la película es La invasión de los
como que nosotros somos portadores tam-
ultra cuerpos, película muy interesante, en
bién del mal o que somos portadores del
donde ocurría que cuando el personaje se
instinto de muerte o de la destructividad,
dormía inmediatamente aparecía una espe-
esto es algo que siempre me ha intrigado y
cie de enorme cosa que se transformaba en
he intentado comprender.
un doble y este doble era un doble extrate-
rrestre que sustituía a la persona. Ésta, per- En la conferencia de Lausana di el ejem-
día la conciencia de sí misma, perdía toda plo de los tomates y el pasa tomates o moli-
capacidad de gestión de su propia mente. nillo. Si nos imaginamos que tenemos un
conjunto de tomates que serían los elemen-
Esta película fue muy famosa en Italia, y
tos Beta, y después tenemos el pasa toma-
tenía varias lecturas. Una lectura sociológi-
tes, (molinillo o triturador que se usa en
ca, que decía que este doble era el comu-
Italia para hacer la salsa) que sería la función
nismo que venía a tomar el poder, a susti-
alfa, que sirve a transformar estos «toma-
tuir el orden establecido.
tes» elementos beta.
Después hay, por supuesto, una lectura
Yo creo, que de todos estos tomates, aun
psicológica, basada en este doble que está
cuando la función alfa, el molinillo, sea
de cierta forma oculto.
grande y funcione bien, solo logramos
Recuerdo que de niño esta película me hacer pasar una parte, hay otra parte que
aterrorizaba, de repente pensaba que era el no pasa por el molinillo, esta otra parte,
doble que se concretizaba y me daba un digamos la cuota no transformada de ele-
miedo terrible. Recuerdo otra vez que pasó mentos beta, se acumula y es esta parte la
algo parecido, viví prácticamente una expe- que el psicoanálisis llama destructividad,
riencia parecida, estaba en Atenas, solo en instinto de muerte, pulsión de muerte.
un hotel y tenía en mi cuarto una cama
Yo no creo que nosotros tengamos una
enorme, y de repente pensé: “¡Dios mío! y
parte destructiva o que tengamos una
si en mi espalda estuviera el diablo?”
parte mortífera, o que tengamos el instin-
Después de un momento me dije: “bueno,
to de muerte; creo más bien, que tenemos
sería bastante divertido tener alguien con
una parte no transformada y no transfor-
quien charlar un rato”.
mable en nuestra especie. Creo que nues-
Me pareció bellísimo este acontecimien- tra especie en su evolución es, por ahora,
to, este pasaje, habían pasado 40 años, 40 una especie incapaz de transformar toda la

180
Palabras cruzadas Antonino Ferro

sensorialidad existente, como decía antes, y Entonces empecé a pensar y a ver que a
esta parte de sensorialidad, de elementos medida que estos pacientes se analizaban,
beta, que no pueden ser transformados, se mejoraban en el desarrollo de la capacidad
acumulan y se acumulan, y en cierto de contener las cosas, digamos del estómago,
momento deben ser evacuados. Y cuando y mejoraban en la capacidad de metabolizar
evacuamos, mediante mecanismos evacua- las cosas, es decir en el desarrollo de la fun-
tivos, tenemos las alucinaciones, tenemos ción alfa. Entonces los pacientes cambiaban y
las enfermedades psicosomáticas, tenemos la cuota que en otro momento hubiéramos
comportamientos evacuativos como accio- llamado de destructividad o instinto de
nes delictivas, el homicidio, o la guerra, por muerte disminuía y no por que se integra al
ejemplo. resto sino por que hay una transformación en
En realidad a la guerra la considero el contenido, pero sobre todo la capacidad
como ejemplo de la estupidez humana más de contener y sobre todo en la capacidad de
que ejemplo de la destructividad humana, transformar cosas que antes estaban obliga-
como testimonio que nosotros tenemos dos a vomitar o evacuar violentamente, en
más elementos beta que de los que somos actuaciones delictivas, violencia, en abusos.
capaces de digerir. Esto me trae a la mente un libro que
Es como si fuéramos al restaurante y nos acabo de leer que se llama Pericles el negro
sirven muchos platos y nos dan de comer es un libro bellísimo, el autor es Fernandino,
más y más. En un momento dado, nuestro un libro extraordinario, es la historia de un
estómago, que digiere esto y esto, ya no camorrista, de uno de la camorra Napolita-
digiere más. Y ciertas cosas que entran en na. El protagonista dice apenas empieza el
nuestro estómago las vomitamos. Esta libro, yo, como trabajo “le hago el culo a la
parte que vomitamos, que evacuamos, es la gente” uno piensa: claro, en el sentido meta-
parte que en el psicoanálisis llamamos des- fórico, y no, él trabaja con la camorra y cuan-
tructividad, instinto de muerte, mal. do hay alguno que no quiere colaborar, por
ejemplo que el dueño de un restaurante que
la camorra quiere comprar y que él no quie-
Su visión difiere de la visión Freudiana re vender, viene Pericles el negro y lo con-
del instinto de muerte, que está pre- vence, sodomizándolo. Pericles le hace el
sente desde un comienzo. culo físicamente, no metafóricamente... lo
sodomiza. Por supuesto que después de este
Creo que nunca me lo pregunté en la clí-
tratamiento el dueño del restaurante
nica trabajando con pacientes graves, con
entiende de qué se trata la cosa y vende rápi-
pacientes muy perturbados y con pacientes
damente el negocio.
que podríamos decir malvados, destructi-
vos. He visto que siempre, esta destructivi- Pericles el negro es como si tuviese dos
dad era en el fondo siempre una tentativa neuronas, esta siempre listo cuando se trata
de evacuar, una tentativa de comunicar, de sodomizar a alguien, es su trabajo, él no
incluso en las identificaciones proyectivas se hace ninguna pregunta, lleva con él una
más violentas, siempre era una tentativa de pomada antibiótica que él cree que lo pro-
comunicar alguna cosa. tege y le hace bien.

181
Antonino Ferro Palabras cruzadas

El libro es muy lindo por que él hace las sobre lo que hacía, los campos de con-
cosas automáticamente. Es lindo por que un centración de la Segunda Guerra Mundial,
día encuentra una chica, que venía de un o en Ruanda a donde pasó algo similar o
país de Europa del Este, creo que polaca y en la Argentina de la dictadura del 1976,
de repente nace una historia con ella, él se se cometen crímenes atroces.
enamora de esta chica, pero ni sabe qué
Sí, esto me hace acordar algo, yo tuve
cosa es enamorarse.
mellizas y tener mellizas es algo terrible por
Una noche, uno de los niños de esta chica que es como tener diez niños en casa, una
empieza a llorar, ella tenía dos hijos y Pericles, llora la otra tiene que comer, uno no se
que quería dormir porque estaba cansado, acuesta antes de media noche si todo va
decide ir y matar a este niño que no lo deja- bien, recuerdo que los primeros tiempos era
ba dormir, y por la primera vez en su vida él un ciclo continuo de estar despierto casi toda
tiene la fantasía de matar a este niño, es un la noche, como si ellas no estuvieran sincroni-
pasaje muy intenso y conmovedor, en vez de zadas, una tomaba la leche y se dormía y ahí
destrozar al niño para dormir tranquilo, él se despertaba la otra, unos diez días después
piensa en matarlo, se figura, se imagina de del nacimiento de las nenas, hice un sueño,
matarlo y esto se convierte para él en el soné que las agarraba las ponía en el horno y
nacimiento de la posibilidad de pensar y por hacía dos arrollados de carne al horno.
la primera vez no mata. Entonces comienza
Pienso que si seguimos con el ejemplo de
todo un camino hacia el pensar, hacia la sim-
los tomates que tenemos que poder digerir,
bolización, se enamora de esta chica, busca
si a toda esa sensorialidad la podemos trans-
a tener una relación, una historia y su vida
formar en un sueño, en una fantasía en una
cambia radicalmente. Esta novela corta, es
imagen, en un cuadro, en cualquier cosa;
una manera de contar que cómo esta perso-
entonces uno puede soñar, como fue mi
na que era en el fondo un destructivo, un
caso e incluso divertirse con ello. Si al con-
violento, que no pensaba, gracias a un
trario, uno no tiene esa posibilidad, diga-
encuentro feliz, contenedor, diríamos en
mos que no a introyectado un pasa tomates,
nuestro lenguaje, gracias a alguien con
una función alfa, una función transforma-
capacidad de “reverie”, de afecto, se produ-
dora que permita este espacio de trasformar
ce un cambio y se pasa de una estructura
un impulso en pensamiento, en imagen, en
violenta, evacuativa destructiva a la capaci-
sueño; entonces, tú lo descargas, lo actúas y
dad de pensar.
entonces lo metes al horno realmente.
Este libro hace realmente vivir esta expe-
riencia como una cosa extremamente intensa.
En las situaciones extremas como las
vividas en Ruanda, la Argentina o la
Lo que usted cuenta me hace pensar en Alemania nazi, cuál es el rol del grupo
el concepto de Hanna Arendt, cuando social que permite, tolera o incita even-
habla de la banalidad del mal, refirién- tualmente a que este trabajo de trans-
dose al juicio a Eichmann, esa idea de formación funcione mejor, más rápida-
hacer su trabajo sin ningún juicio moral mente o que se dificulte.

182
Palabras cruzadas Antonino Ferro

Creo, como ya dije, que a la base hay gión como decía esta mañana en el congre-
una carencia en nuestra especie de la fun- so. Si un día vamos a comprar un auto y el
ción alfa, nuestra especie es la especie más vendedor nos dice no importa que este auto
expuesta a la sensorialidad, a estímulos que no funcione bien ahora, la verdadera vida
no logramos digerir o transformar. de este auto va a empezar cuando lo man-
den al corralón. Es decir, la Iglesia Católica te
Así como tenemos las diferentes enfer-
propone que la verdadera vida empieza des-
medades psicosomáticas al hígado, los riño-
pués de la muerte y es lo mismo en todas las
nes u otra afección sicosomática en alguna
otras religiones, no somos capaces de estar
otra parte del cuerpo, bueno también el
en contacto con nuestra finitud, con la
cuerpo social tenemos un Ruanda o el
angustia de muerte, somos un producto que
nazismo como evacuación de la cuota que
en nuestro interior tenemos una fecha de
nuestra especie no es capaz de metabolizar,
vencimiento, y esto es intolerable, y cuando
y que tienen que poder evacuarse de algu-
hay algo de lo que no logramos hacer el
na manera.
duelo o alguna cosa que no logramos meta-
Pienso que es un problema realmente bolizar se produce tal angustia que es lógi-
enorme de nuestra especie y que no hay co que nos pongamos a hacer la guerra, que
una verdadera solución racional o razona- nos pongamos a exterminarnos y entonces
ble, tenemos que esperarnos a desaparecer, todo esto en vez de ser un sufrimiento into-
que no lo excluyo, o que se logre un salto lerable, se vuelve una evacuación, se vuelve
evolutivo que permita mejorar nuestro no una forma de afrontar nuestra muerte
“pasa tomates”, que permita mejorar nues- sino más bien matando a alguien.
tra capacidad de transformar en arte, en
Los elefantes no saben que tienen que
pensamientos, en imágenes, en historias, en
morir, no se vio nunca una guerra de leones
narraciones, en pintura, en lo que uno quie-
contra tigres. Decimos que la mente huma-
ra; que se pueda evolucionar a un punto tal
na esta en evolución, pero ¿quién lo ha
de no tener necesidad de evacuar en el
dicho ? Como especie estamos haciendo
cuerpo, como enfermedades psicosomáticas
mucho más daño nosotros que los cocodri-
o evacuar en el cuerpo social a través de
los que no le han hecho mal a nadie, noso-
todos estos hechos trágicos de la experien-
tros estamos destruyendo el planeta en el
cia histórica que vivimos.
que vivimos, esto es un signo de nuestra
estupidez, no sé si a esto le podemos llamar
una evolución, tenemos una visión dema-
Bion ya mencionaba algo sobre esta
siado antropocentrista.
incapacidad de nuestra especie.
Bion decía que nuestro sistema de pen-
sar es por ahora rudimentario, y que él no Su comentario acerca de la religión me
sabía si nuestra especie es una especie que hace pensar también en las estructuras
puede dar un ulterior salto evolutivo. de nuestras sociedades de psicoanálisis.
Nosotros tenemos también otras locuras Es interesante esto, creo que en el psico-
que son formas evolutivas, pienso en la reli- análisis hay varios aspectos que conviven en

183
Antonino Ferro Palabras cruzadas

cada analista y en cada grupo analítico de bien modelos clínicos que nos ayuden a tra-
diferentes maneras. Hay un aspecto científi- bajar mejor a producir transformaciones con
co que se ve en muchos grupos; estos grupos nuestros pacientes.
son creativos, sus miembros son creativos,
Consideremos estos modelos como abso-
son grupos que funcionan bien, en cada uno
lutamente provisorios. Pero bien, este
de nosotros hay una parte, digamos científi-
modelo dice que tenemos también durante
ca, que ve al análisis como una ciencia que
la vigilia una función transformadora que
tiene su progreso y su transformación.
permite operar las transformaciones de la
Después tenemos un aspecto del psicoa- sensorialidad, de los elementos beta en
nálisis más artístico, artesanal, que es muy imágenes, en pensamientos, y esto corres-
sugestivo, un poco determinado por el ponde bastante con la experiencia clínica.
grupo de pertenencia y un poco debido a
Tenemos poquísimos instrumentos en lo
una cuota muy personal, incluso en la clínica.
que se refiere al autismo, pero del autismo
Finalmente tenemos, inevitablemente, un del bebé autista. Me refiero a las tierras
aspecto religioso, que está caracterizado en desoladas de nuestra mente, nosotros tene-
la frase clásica que sería “Freud ya lo había mos una gran cantidad de aspectos autísti-
dicho”. Es como decir, hoy que tenemos el cos. No tenemos por ahora una Land Rover
transistor, “el que inventó la válvula ya lo para explorar estos espacios.
había dicho”. Yo digo no, aquello era la vál-
Esto es lo fascinante del psicoanálisis, según
vula, esto es el transistor, son diferentes ¿no?
yo, probar nuevos instrumentos para conocer
nuevas tierras desconocidas y desoladas.
En sus trabajos usted, da una impor- En psicoanálisis, una ciencia experimen-
tancia central al concepto del pensa- tal y lo que ya sabemos, ya lo sabemos, es la
miento onírico de la vigilia. curiosidad la que debe ser el motor princi-
pal. Es como los peldaños de una escalera, si
Tomo el ejemplo de Bion en donde el
me quedo con el pie en el primer escalón no
sueño, no como sueño de la noche sino
voy a ningún lado.
como el pensamiento onírico de la vigilia es
como el discurso del Superyo o del Yo. Creo
que son siempre modelos de la mente, no es
¿Cómo interviene el traumatismo en
que si agarramos un cerebro hacemos un
este proceso de pasaje del “pasa toma-
agujero encontraremos el Superyo o encon-
tes” y de qué manera daña este proceso?
tramos el yo, son sólo modelos de funciona-
miento e, incluso, éste lo es, pero digamos Creo que ya lo dije en Lausana, yo dis-
que es un modelo que me permite concep- tinguiría un traumatismo en más, positivo,
tualizar el modo de funcionamiento de la activo podríamos decir, y un traumatismo
mente y entonces éste es un modelo incluso en menos. Si un niño que se ha desarrolla-
clínicamente útil. Dentro de 40 años tendre- do bien y que vive después una experiencia
mos modelos más útiles para pensar la de vida realmente traumática, que corres-
mente. No tienen que ser modelos religiosos, pondería a algo así como un camión de
como la virginidad de la Madona, sino más tomates que imprevistamente hace irrup-

184
Palabras cruzadas Antonino Ferro

ción en la vida psíquica del individuo y él se Si tenemos un niño que debe proyectar
encuentra con una cantidad enorme de sus elementos beta en la mente de su madre,
tomates que no tendrían que estar. si tiene una madre acogedora, que puede
transformar sus elementos beta, que sabe
En este punto el hará uso de su pasa-
introyectar, todo funciona bien; pero si des-
tomates y podrá ser ayudado de los otros
graciadamente este niño que necesita pro-
pasa-tomates del grupo de pertenencia, y yectar encuentra una madre, o el que se
es en ese momento que se juega lo que él ocupa de él, que tiene “la cabeza cerrada”,
podrá realmente desarrollar. por que vive un luto, por que tiene una
En un cierto momento es posible que depresión, una enfermedad, una dificultad,
este niño o logra metabolizar esto y todo entonces cuando el niño proyecta sus ele-
puede ser nuevamente funcional, o queda- mentos beta no recorren el circuito necesa-
rá una parte psicótica como excedente de rio para ser transformados y entonces él pro-
elementos beta que pudieron ser digeridos. yecta, proyecta y proyecta, nadie recibe y
estos elementos beta van aumentando y se
Entonces cuando tenemos esta visión, no van acumulando.
creo que sea tan importante ir a encontrar
el traumatismo, ir a encontrar que fue lo
que pasó, yo me encuentro con esta perso- ¿El psicoanálisis puede contribuir a cam-
na que tiene esta acumulación de elemen- biar el ser humano?
tos beta que podrá contarme de mil formas
Creo que el psicoanálisis puede ser una
diferentes. Mi trabajo con este paciente
buena cura para la mente humana y segu-
será cómo poder metabolizar esto y cómo
ramente lo mejor que hemos inventado
poder desarrollar su función alfa de mane-
hasta el día de hoy, no tenemos otra cosa
ra que él pueda estar menos perseguido y
que tome en cuenta la centralidad de la
menos abusado por este estado emotivo
mente humana, el sufrimiento humano y el
que abusa continuamente de él. sufrimiento síquico.
Entonces lo que cuenta puede ser, no sé, Creo que el psicoanálisis es un instrumen-
mi marido es violento, cuando era niña me to bastante adecuado, teniendo en cuenta
pasó esto y la narración se vuelve un hiper- lógicamente que el psicoanálisis no puede
contenido con respecto a un contenido ina- hacer milagros. Si sobrevivimos, como espe-
decuado, y esto podrá ser contado de mil cie, creo que el psicoanálisis podrá entonces
maneras diferentes. Creo que la función ana- mejorarse, desarrollarse, volverse mas útil.
lítica consiste en lograr a desarrollar el conte-
nedor y de desarrollar la capacidad de trans- Pero como ya dije creo que somos, no
formar esto que desgraciadamente sucedió. una especie ignorante, somos una especie
estúpida, morimos de hipercolesterolemia
Como trauma negativo tenemos una en el norte del mundo y de hambre en el sur,
situación digamos por adición de elementos sin ir más lejos, después de haber tenido a
beta, debido a un evento que irrumpe vio- Berlusconi durante 5 años, ahora que nos
lentamente, como un luto que no puede ser hemos liberado, pedimos el bis ¿cómo es
elaborado, por decir. posible esto?

185
Antonino Ferro Palabras cruzadas

¿El analista tiene que tener un cierto y el brujo, algo que vemos en todas las
compromiso político, social? estructuras primitivas. Existían muchas
figuras pero las que necesariamente esta-
No, yo creo que el psicoanálisis no es
ban eran éstas. Siempre hace falta alguno
conocimiento, yo creo que el psicoanálisis
que represente el aspecto mágico y tal vez
es transformación. Entonces, creo que un
nosotros somos algo así como magos
analista se debe comprometer con su pro-
modernos.
pia vida psíquica en contacto con la vida
psíquica del otro y que el factor transfor- Pero esto no es sugestión, no sugestio-
mador es justamente la capacidad del ana- namos, no engañamos a las personas, nues-
lista de acoger la angustia del otro. tra mente, creo, es realmente una máquina
de lavar. Nosotros realizamos realmente
Un psicoanalista funciona un poco cosas, operaciones transformadoras, noso-
como una letrina y un poco como una lava- tros cumplimos operaciones transformado-
dora. Como letrina en el sentido que debe- ras, aunque de esto no sepamos todo.
mos ser receptivos a la angustia, a lo sucio Tenemos algunas ideas, como la “reverie”,
del paciente; y como lavandería en el sen- la transformación en sueños, la interpreta-
tido que él viene con su angustia y sale ción, etc.
limpio y el ensuciado sos vos, el analista
debe poner su propia mente a disposición
del paciente. ¿Cómo llegó usted al psicoanálisis?
Creo que no sabemos exactamente lo Esta es una pregunta difícil: yo comienzo
que hacemos con el paciente, nosotros hace- a interesarme en el psicoanálisis por primera
mos cosas, realizamos operaciones mentales vez, conscientemente a los quince años por-
con el paciente, pero qué es lo que hacemos que un amigo me dio a leer un texto de
exactamente, creo que sabemos un 5 % de Freud, Sicopatología de la vida cotidiana, y
lo que hacemos, el otro 95 % afortunada- Lecciones introductorias al Psicoanálisis, era
mente lo tenemos que descubrir por que un amigo pediatra, que estaba haciendo un
sino sería muy aburrido ser analista, si ya análisis, que me regaló mi primer libro de psi-
supiéramos todo. Creo que sabemos real- coanálisis. Este es entonces el factor externo.
mente poco de la mente humana, de nues-
tra mente y los factores de cambio. Como factor interno, está el hecho que
yo era un niño solitario, un niño triste, un
Sabemos algo de lo que estamos hacien- niño, que podríamos decir que tenía ciertos
do, la investigación psicoanalítica engan- rasgos autísticos, no clínicamente, sino del
cha sobre lo que estamos haciendo sin área autística. Creo que el motor ha sido un
saber qué estamos haciendo. Cuando esta- sufrimiento que yo he percibido desde
mos sesión hacemos muchas más cosas de niño, como un niño meditabundo, un niño
las que logramos decir, entender y hacer; como obsesivo, como un niño muy serio, de
creo que esto es una función primordial de alguna manera. Yo no creo que fuese algo
la mente y esto me hace pensar en las pelí- para preocuparse, pero mi madre cuando
culas de indios que veíamos de niños; veía- yo tenía 14 o 15 años me llevó a consultar
mos siempre dos figuras principales: el jefe con un siquiatra que me prescribió neuro-

186
Palabras cruzadas Antonino Ferro

lépticos, yo estaba muy angustiado en la el Bion que ya conocemos, otro que sería
escuela…, lo tomé un tiempo corto. Estudié como poder desarrollar los instrumentos
medicina e hice neurología, buscando una conceptualizados por Bion.
repuesta por la vía química, pero, finalmen-
Dos, es el concepto de campo, no en su
te, después de una serie de tentativas de
manera un poco ingenua hecha en las pri-
ensayo y error, es el psicoanálisis lo que me
meras descripciones, pero cómo podemos
convenció.
imaginarlo.
Debo decir que hice un psicoanálisis por-
Finalmente mi mayor interés está dirigi-
que estaba mal, volverse psicoanalista es,
do a cómo poder acercarse a las zonas
muchas veces, una buena excusa
mudas, no visto solamente como algo trági-
co sino también como tierras a explorar, tie-
Usted en el libro El niño y el psicoana- rras nuevas a donde somos llamados a diri-
lista menciona una serie de autores girnos. No podemos quedarnos sólo en los
Argentinos que dice considerar impor- conceptos tradicionales, si decimos bueno
tantes para el psicoanálisis. se terminó o no se puede ir, es como la luna
o como Marte, otros sistemas que nos lla-
Considero el psicoanálisis de la Argentina man y que debemos ir.
un análisis libre en un modo extraordinario
a partir de Blejer, que era realmente un
intuitivo que dijo cosas que después, en un ¿Cuál es la diferencia entre destructivi-
lenguaje diferente, dijeron Bion, Ogden, dad y estupidez?
Racker, Aberasturi, y tantos otros.
No lo sé realmente. Creo que la estupi-
Y por supuesto, la primera conceptuali- dez podría ser un precursor de la destructi-
zacion de “Campo” es de los Beranger. vidad. A veces la estupidez es una defensa,
Considero que el psicoanálisis de la una defensa contra la angustia.
Argentina es un análisis vivaz y haciendo un Me salgo un poco de la pregunta, pero
paralelo con el tango, diría un análisis muy pensaba en una paciente que tuve, real-
apasionado. No los conozco todos actual- mente tonta, estúpida y que me ha enseña-
mente, porque el mundo es grande, pero do tantas cosas y con ella descubrí que cuán
son voces importantes, voces vivas y creati- inteligentes son los pacientes que nos pare-
vas, siempre original, gente que se juega y cen tontos, cuán increíble es la sensibilidad
que sabe cambiar, que sabe abrirse a nuevas
de estos pacientes y cómo la estupidez
perspectivas, como todo el psicoanálisis sur
puede ser un estado letárgico para apaci-
americano.
guar algo demasiado hipersensible. Esta
paciente, en un momento en que yo estaba
resfriado, cada vez que yo tosía ella se moría
¿Cuáles son sus principales centros de
de la risa, un día me dice que ella se reía así
interés y de investigación, actualmente?
por que esa tos le recordaba tanto la agonía
Principalmente tres: uno, que busca a de su abuela, poco tiempo después esta
desarrollar los conceptos de Bion, pero no paciente hizo un sueño extraordinario, soñó

187
Antonino Ferro Palabras cruzadas

que había un recipiente con una espesa asquerosos, gusanos. Todo esto debajo del
capa de arroz (arroz, riso en italiano que arroz, debajo de la risa, que la protegía de
también quiere decir risa) y debajo de este esta angustia indefinible, gusanos, cosas
arroz había una gran cantidad de bichos asquerosas.

188
Contextos
Violencia Socio-Política: Estrategias y
acciones psicosociales de reparación.
El caso chileno

Juan Pablo Jiménez*

1. Eran las cinco de la tarde del día jueves 18 nado los estudios de medicina, en pocos
de abril de 1974. Salíamos con Gabriela, mi días más debía recibir el título de médico en
mujer, y nuestra pequeña hija Francisca, de una ceremonia en un céntrico local de la
sólo año y medio, a visitar unos amigos. Ya ciudad). Le pido al comandante que me
en la calle, se acerca un muchacho y me pre- deje ir a cambiarme de ropa, a lo que acce-
gunta si mi auto está en venta; le digo que de, no sin antes advertirme que cualquier
no, que de donde sacó esa información. Dice intento de huida podría costarme la vida.
que leyó el aviso en el diario, que si yo soy Ese par de minutos fueron cruciales, nos
Juan Pablo Jiménez. Simultáneamente con pusimos de acuerdo con Gabriela para
responder afirmativamente sentí una poner en marcha el plan de contingencia
angustia inmediata, supe que me venían a que habíamos elaborado los días anterio-
buscar. Ese muchacho, vestido andrajosa- res, que debía empezar avisando a los
mente, no era un tipo que podía comprar demás compañeros requeridos (felizmente
un auto, por muy barato que fuera el viejo todos ellos alcanzaron a encontrar asilo en
SIMCA que había heredado de mi padre, y embajadas extranjeras). Así, sumido en una
yo tampoco tenía intención de venderlo. sensación de irrealidad, partí en un jeep
Bruscas, nos rodean las metralletas, y el que descapotado, custodiado por militares
hace de jefe, con voz temblorosa y con un armados con metralletas, al lugar donde
dejo de gentileza en su tono, me informa estaría detenido por 10 días, encerrado,
que estoy detenido, debo acompañarlo. Me incomunicado y vigilado en una pieza oscu-
pregunta por cuatro o cinco compañeros de ra, en el centro de la ciudad de Santiago, en
estudios, si he sabido últimamente de ellos un antiguo edificio universitario, lugar que
(recién en enero de ese año yo había termi- la autoridad había designado como prisión

*Psicoanalista (Universidad de Chile. Asociación Psicoanalítica Chilena).

191
Juan Pablo Jiménez Contextos

para funcionarios, profesionales y estudian- cualquier tipo, cuando tal dolor o sufri-
tes de la salud, acusados de montar una red miento es provocado por, o por instigación
de hospitales clandestinos que debía entrar de, o con el consentimiento o aceptación,
en operación cuando se pusiera en acción el de un oficial público o por otra persona
supuesto plan de toma del poder total por actuando en calidad de tal.1
parte de gobierno de izquierda de la
Unidad Popular encabezado por el presi-
dente Allende. En diciembre de 1974, ocho 3. El mandato de la Comisión Nacional
meses después, el general que actuaba en sobre Prisión Política y Tortura, convocada
calidad de juez militar, nos sobreseyó a por el presidente Ricardo Lagos, señala que
todos los implicados, unas 200 personas, su “objeto exclusivo es determinar, de
con las siguientes y ambiguas palabras: “Los acuerdo a los antecedentes que se presen-
hospitales clandestinos existieron... en la ten, quiénes son las personas que sufrieron
imaginación de algunos exaltados”. privación de libertad y torturas por razones
políticas, por actos de agentes del Estado o
de personas a su servicio, en el período
2. De acuerdo con los datos que maneja la comprendido entre el 1 de septiembre de
Comisión Nacional sobre Prisión Política y 1973 y el 10 de marzo de 1990”. También
Tortura, creada por Decreto Supremo en establece que deberá “proponer al Presi-
noviembre del 2003, entre los años 1973 y dente de la República las condiciones,
1974, no menos de 30.000 personas corrie- características, formas y modos de las medi-
ron la misma suerte: fueron detenidas, y más das de reparación, austeras y simbólicas,
del 90% de ellas refiere haber sido tortura- que podrán otorgarse a las personas que,
da. Es preciso señalar que esta cifra adquiere reconocidas como prisioneros políticos o
relevancia si pensamos que Chile en el año torturados, no hubieren recibido hasta la
1973 tenía una población cercana a los 9 fecha otro beneficio de carácter reparatorio
millones de habitantes y que la cifra estima- derivado de tal calidad” (Ministerio del
da de personas que fueron afectadas por la Interior 2005, pp.21s)
tortura es mayor (más de 50.000 personas).
A partir de su instauración, y entre agos-
De acuerdo con la definición de las to del 2004 y marzo del 2005, la comisión
Naciones Unidas, el término ‘tortura’ se abrió un plazo en el que convocó, en todo
refiere a cualquier acto por medio del cual el país, a los ciudadanos que se sentían
se ocasiona intencionalmente dolor o sufri- interpelados por el mandato, a entregar su
miento severo, físico o mental, a una perso- testimonio a las personas que el Estado
na, con el propósito de obtener de ella o de designó para tal propósito. No fue fácil
una tercera persona alguna información o aceptar la invitación. A pesar de haber esta-
confesión, castigándola por un acto que do 10 años en psicoanálisis personal y de
ella o un tercero haya cometido o se sospe- haber elaborado, una y mil veces, todo lo
cha haya cometido, o intimidándola o apre- que me pasó antes y después de esos 10
miándola, a ella o a un tercero, por cual- días, aún me aguijonea la angustia y el
quier razón basada en discriminación de pudor cuando intento revolver mis recuer-

1 Artículo I, Convención de las Naciones Unidas en contra de la Tortura, 1984.

192
Contextos Juan Pablo Jiménez

dos y juntar mis agitados pensamientos ten y permitan el reconocimiento de la rea-


sobre aquellos tiempos. Cuesta encontrar lidad traumática por parte de la sociedad
sentido en exponerse una vez más y revivir en su conjunto. Es decir, que dada la natu-
momentos tan difíciles. Con todo, fue la raleza psicosocial del trauma, no basta la
propia familia, los amigos y antiguos com- elaboración individual. Un hecho clínico
pañeros quienes, una vez más, vinieron en clave, que confirma lo dicho, es la observa-
nuestra ayuda. Durante esos meses nos jun- ción reiterada de la reactivación de la sinto-
tamos a reflexionar sobre la importancia de matología traumática en pacientes víctimas
dejar un registro histórico sobre lo sucedi- de la violencia política, que ya han sido tra-
do, para que nuestros hijos sepan lo que tados, cada vez que aparecen noticias públi-
pasó y aprendan a cuidar la convivencia cas o hechos políticos significativos en rela-
cívica. Decidimos entregar nuestro testimo- ción con la violación de los derechos huma-
nio a la comisión sobre prisión política y tor- nos, como lo fueron los distintos hallazgos
tura. Las mismas razones me animan ahora de osamentas durante estos años; las pro-
a elaborar este escrito. Sin embargo, como pias declaraciones frente a la Comisión
no puedo dejar de lado mi condición de Verdad y Reconciliación (1990) y el conoci-
académico, de psiquiatra y psicoanalista, es miento público del informe de esa Comisión
decir, de alguien que ha hecho de la auto- (1991); la votación en el Parlamento de una
rreflexión una profesión, me veo compelido ley de Reparación (1991); la detención de
a presentar, junto con mi testimonio, un Pinochet en Londres (1998); la reactualiza-
punto de vista, a partir del cual creo se ción de los juicios a los perpetradores, esto
entiende mejor la dificultad de elaborar lo es, tener que declarar frente a sus victima-
sucedido a tantas familias chilenas a partir rios; la instauración de la Mesa de Diálogo
del cruento golpe de Estado de 1973 y la (1999) y de la Comisión de Prisión Política y
importancia de actos de reparación por Tortura (2004).
parte del mismo Estado. Como bien lo plantean Castillo y Gómez
(2005), durante el período llamado de
“transición democrática”, que empezó con
4. Las organizaciones de familiares de las el término de la dictadura de Pinochet y la
víctimas y de las instituciones de salud men- reinstauración de la democracia en marzo
tal y derechos humanos existentes en Chile, de 1990, se produjo una intensa lucha ideo-
donde participan algunos psicoanalistas2, lógica en contra de los sectores que busca-
han planteado consistentemente a lo largo ban establecer la “memoria oficial” sobre lo
de los años que existe un anudamiento sucedido en relación con la violación de los
traumático entre la violencia institucionali- derechos humanos durante la dictadura.
zada, la memoria y el olvido, y que este Esta “memoria oficial” pretendía silenciar,
dilema no puede ser resuelto sino por un ocultar, olvidar, a la vez que exaltar o real-
proceso social que considere la necesidad zar acontecimientos, personajes y significa-
de gestos concretos y simbólicos que facili- dos determinados, construyendo de esta

2 En especial me refiero al grupo de psicoanalistas que en los años ochenta, es decir, en pleno período de dictadura, fundaron el
Instituto de Salud Mental y Derechos Humanos, ILAS. Este grupo, además de desarrollar por décadas una enorme labor terapéutica,
nos ha legado importantes documentos donde se recoge y se reflexiona sobre las consecuencias traumáticas de la violencia socio
política extrema, y sobre modelos de abordaje terapéutico y de reparación psicosocial. Entre estos documentos destacan dos exce-
lentes disertaciones doctorales, de Elena Gómez (2005) y de María Isabel Castillo (2007).

193
Juan Pablo Jiménez Contextos

forma un contexto político-social particular. la tortura, señala los agentes del Estado
Así como desde la institucionalidad de la que la practicaron, establece los medios
dictadura durante 17 años se negó la viola- empleados por diversos organismos públi-
ción sistemática de los derechos humanos, cos, identifica las leyes que ampararon las
la “memoria oficial” post dictadura buscó prácticas represivas, describe la actitud
circunscribir las historias y experiencias de complaciente de los tribunales de justicia
represión y violencia al espacio íntimo y pri- frente a la dictadura. La larga lista de cuar-
vado, es decir, privatizar una problemática teles, comisarías, unidades, buques, oficinas
social. De este modo, superar el pudor, públicas, campos de prisioneros y recintos
luchar en contra del deseo personal de secretos cubre todo el territorio nacional.
dejar atrás lo sucedido y entregar un testi- La conclusión es clara e insoslayable: duran-
monio público de la propia condición de te los 17 años de dictadura militar, la prisión
víctima de la dictadura, se transformó, de política y la tortura fue una práctica institu-
ser un acto individual de toma de concien- cional del Estado.
cia y autoafirmación, en un acto político
con efectos psicosociales.
En sus casi doscientos años de vida inde- 5. El informe consigna (Ministerio del
pendiente, Chile ha tenido pocos quiebres Interior 2005, pp. 497 y ss.) que para la
tan profundos y dolorosos como el de 1973. mayoría de las víctimas que fueron objeto
El camino de recuperación de la memoria de la represión, el primer impacto fue des-
colectiva ha sido largo, paciente y complejo. cubrir que la agresión, la tortura y el riesgo
El primer paso dado fue la Comisión de de muerte provenían de los agentes del
Verdad y Reconciliación, creada por el Estado. Un segundo aspecto fue la indefen-
Presidente Aylwin (1990), el primer gober- sión y el desamparo frente al poder armado
nante democrático después de Pinochet. y coactivo del Estado, más aún cuando la
Gracias a su labor fue posible establecer en mayoría de los chilenos, por tradición histó-
gran medida la verdad sobre las chilenas y rica, tenía la noción de sus derechos y
chilenos que murieron como consecuencia garantías, y una cierta expectativa en las
de la violencia política, y certificar más allá funciones protectoras y de defensa de las
de toda duda el drama de los detenidos autoridades y de la policía. Esta experiencia
desaparecidos. violentó un aprendizaje social internalizado
acerca de la seguridad y confianza en las
Otro paso fundamental fue la Mesa de
instituciones y autoridades, y potenció la
Diálogo, instalada por el Presidente Frei
angustia de las víctimas ante la total inde-
(1999), que sucedió a Aylwin, en la cual par-
fensión en la que se encontraban. En esta
ticiparon las Fuerzas Armadas y otras insti-
situación desmedrada, los afectados recu-
tuciones, que extendió la conciencia sobre
rrieron a las iglesias y a los organismos de
la magnitud de la tragedia y favoreció el
derechos humanos, entidades que asumie-
proceso de reencuentro democrático.
ron la defensa de los perseguidos y exigie-
El informe de la Comisión Nacional sobre ron a las autoridades el respeto de los dere-
la Prisión Política y Tortura (2005) hace un chos humanos, lo que permitió modificar,
recuento de los recintos donde se practicó en parte, ese contexto de indefensión abso-

194
Contextos Juan Pablo Jiménez

luta. Las torturas se aplicaban, casi siempre, te, cuando no violadas por personas y ani-
en lugares donde el detenido se encontraba males, u obligadas a presenciar la violación
incomunicado o en recintos secretos de y la tortura de seres queridos.
detención, sin límites de tiempo ni restric-
Al socavar sus recursos morales, psicológi-
ciones en los procedimientos, y sin que las
cos y físicos, al agredir su cuerpo en un
autoridades reconocieran esas prácticas,
ambiente aislado y en la más total indefen-
pese a que ellas eran empleadas a escala
sión, se pretendía forzar al prisionero a
nacional por agentes del Estado o personas
hablar y delatar, configurando una confe-
a su servicio. En muchos casos se negaba la
sión. Intentando evitar la tortura, muchos se
detención del prisionero, sin que los aboga-
autoinculparon de variados delitos e involu-
dos o aquellos contados jueces que lo inten-
craron a otros. Considerado y tratado como
taron, pudieran intervenir en favor del
un enemigo, el objetivo principal era aniqui-
detenido. Era precisamente en ese período
larlo, llevando al sujeto al horror de una
de incomunicación, que podía durar sema-
experiencia límite y a la destrucción de sus
nas o meses, cuando el detenido sentía
lealtades. Por todo ello, la tortura afectó el
estar expuesto a la muerte. Por cierto, en
sentimiento de dignidad y de integridad per-
un número significativo de detenidos, la
sonal de las víctimas. La convicción de haber
inminencia de la muerte produjo el colapso
cambiado irremediablemente, de vivir como
de las estructuras defensivas y la angustia se
desgajados del pasado al anterior a la tortu-
instaló en ellos de manera persistente. De
ra emergió de múltiples testimonios.
ahí que, en sus testimonios, éstos reiteren el
hecho de haber quedado traumatizados.
La tortura operó como una herramienta 6. El verse expuesto a una situación límite
de control político mediante el sufrimiento. plantea preguntas existenciales profundas y
Independientemente de la participación pone en juego todas las habilidades para
directa o indirecta en hechos que pudieran sobrevivir. Una de las estrategias principales
ser constitutivos de delito, la tortura fue un de afrontamiento que constato apliqué
recurso del poder durante todo el período tenazmente durante mi detención, y des-
del régimen militar. Buscaba amedrentar, pués de ella, fue, precisamente, la reflexión
someter, obtener información, destruir la sistemática. Pero, hay situaciones que esca-
capacidad de resistencia moral, física, psico- pan a la capacidad de entendimiento.
lógica y política para oponerse al régimen Mientras daba vueltas en la penumbra de
gobernante. Las víctimas fueron humilla- los cuatro metros cuadrados de mi celda, lo
das, amenazadas y golpeadas; expuestas al que más me atormentaba era preguntarme
frío extremo, al calor y al sol hasta provocar cuánto podría soportar sin entregar a mis
la deshidratación; a la sed, al hambre, a la amigos. En ese contexto, entregar a mis
privación de luz, a posiciones forzadas, al amigos significaba simplemente decir a los
colgamiento por largas horas, al impedi- carceleros lo que yo suponía ellos querían
mento de conciliar el sueño; sumergidas en escuchar, esto es, que yo no sólo había tra-
aguas servidas hasta el límite de la asfixia, bajado en la planificación de un plan sani-
sometidas a descargas eléctricas en las par- tario para una guerra por el poder total
tes sensibles del cuerpo, vejadas sexualmen- sino que, además, estaba en condiciones de

195
Juan Pablo Jiménez Contextos

darles nombres de otros que me habían dirigente gremial y político, y mi detención


acompañado en esa organización. Me ciertamente tenía que ver con eso. En ese
ayudó mucho tener la certeza de que tal momento me pregunté por las motivacio-
plan nunca existió, de modo que no tenía nes que me guiaban y descubrí, con ver-
ninguna información que podría haber sido güenza, que no eran tan altruistas como yo
útil para tal propósito. Cuando durante las quisiera haber creído. Temía que mis valo-
6 horas de interrogatorio que siguió a los res de solidaridad, infundidos por mi edu-
10 días de reclusión en una pieza oscura, cación cristiana, mis convicciones políticas,
me pasaron una lista de no menos de 50 que me habían llevado a militar en un par-
nombres, descubrí, asombrado y aliviado, tido de izquierda, mi sentido de compromi-
que todos los que conocía de esa lista habí- so con los más pobres, que me habían incul-
an sido compañeros de estudio o profesores cado en mi familia y en los movimientos en
de la facultad de medicina; por lo tanto, si los que milité, demostraran no ser más que
los conocía habíamos estado juntos en labo- una fachada para conquistar reconocimien-
ratorios o en salas de hospital, en consulto- to. Desesperadamente, busqué dentro de
rios periféricos, en poblaciones atendiendo mí motivos que me sostuvieran en el caso
enfermos en campañas de invierno, pero que las cosas empeoraran. Finalmente, lle-
ese conocimiento era inútil para los carcele- gué a la convicción que me sería difícil
ros. A pesar de todo, nunca he sentido seguir viviendo en paz conmigo mismo si
tanto miedo como en esos días. Durante el para librarme de ésta tuviera que delatar a
trayecto al baño, donde, custodiado, se me mis amigos. Esa convicción era coherente
permitía ir una vez al día, no faltaba el com- con los valores aprendidos en mi familia y
pañero que se acercaba y, con la evidente en mi colegio. La pedagogía del colegio en
intención de ayudarme, me decía fugaz- el que estudié la secundaria estaba centra-
mente al oído: “prepara una buena historia da en valores como la lealtad, el compañe-
para cuando te lleven a la Academia de rismo y la entrega a ideales de servicio a los
Guerra y te torturen, todos hemos pasado demás. Por su parte, mi padre tuvo siempre
por allá”. En las noches se escuchaban gri- una actitud heroica y romántica frente a la
tos aterradores, entre llantos y risas des- vida: ésta no merecía vivirse si uno no se
templadas, como de tipos trastornados. De entregaba generosamente a causas subli-
las 6 horas de interrogatorio, 3 las pasé tiri- mes. Hasta el final de su vida nos dio prue-
tando, no podía detener el castañeteo de bas de consecuencia. La verdad es que mi
mis dientes, me costaba hablar, sentía frío y posición frente a esta educación fue siem-
estremecimiento. Tenía plena conciencia pre ambivalente. Por un lado me inflama-
que por esos días muchos habían desapare- ban los discursos ardientes pero, por el
cido sin dejar rastro; me preguntaba por otro, siempre me sentí perseguido por man-
qué estaba ahí, cómo me había expuesto a damientos que no terminaba de asimilar
tal situación, me sentía irresponsable con como míos. La fuerza de los mandatos resi-
mi pequeña familia, mi mujer y mi hija, si día en que, si no los seguía, la vida perdía
no sería ésta la consecuencia de mi propio sentido y me sentía excluido de la comuni-
narcisismo, de mi afán de destacarme. dad de mis pares. Pero, cada vez que intenté
Durante mis estudios había llegado a ser ser consecuente con esos ideales, se apode-

196
Contextos Juan Pablo Jiménez

raba de mí la ansiedad por exigencias que corporal y emocional. Si hablas, mueres por
ensombrecían el placer de estar vivo. Mucho traicionar tus ideales, si no lo haces, mueres
me ha costado lograr un compromiso altruis- igual.
ta con el que me sienta parte de la sociedad
Como si lo anterior no fuera suficiente,
y que esté a la altura de mis posibilidades.
las agresiones padecidas por las víctimas no
se circunscriben a su individualidad y a su
círculo más inmediato, pues conciernen y
7. Por cierto, para muchos el miedo y la
repercuten en toda la sociedad. Las conse-
angustia que emergió durante la experien-
cuencias de las violaciones de derechos
cia límite continuaron después de abando-
humanos alteraron profundamente los
nar la cárcel. Muchas víctimas concordaron
en la persistencia de esas emociones duran- modelos históricos de participación cívica y
te largo tiempo y señalaron que interferían ciudadana y de confianza entre las perso-
en sus relaciones personales: En la comisión, nas. La política como quehacer legítimo fue
varios declararon tener temor a la oscuri- asociada a la muerte y a las pérdidas. Para
dad, a los lugares cerrados, a los ruidos, a la sobrevivir, los horizontes individuales, fami-
electricidad, a lugares particulares, a salir a liares y comunitarios tendieron a limitarse a
la calle, a dormir, a los uniformados, a ser los intereses inmediatos. La persona que
detenidos nuevamente, a desaparecer, a la estuvo en prisión y fue torturada vivió no
soledad, a olvidar y, a la vez, a recordar. En sólo el silencio propio, sino también el
efecto, para algunas personas la incapaci- ajeno sobre su experiencia, transformada
dad de recordar provocaba casi tanta de este modo en un asunto privado. Hasta
angustia como la imposibilidad de olvidar. el día de hoy me sorprende la reacción de
Muchos dijeron sentirse atemorizados al personas cercanas que, cuando sale el tema
brindar su testimonio ante la comisión, de mi detención, dicen: “Qué sorpresa, yo
pues sus antecedentes quedarían registra- no tenía idea de esto”. Muchas veces he
dos en una lista que luego (en caso de un constatado que tales personas repiten lo
nuevo golpe de Estado) podría servir para mismo después de algún tiempo en que el
identificarlos y detenerlos nuevamente. tema vuelve a aflorar en nuestras conversa-
ciones. Es como si no se pudiera integrar la
La tortura se experimenta como amena- experiencia en el intercambio cotidiano y,
za de muerte. Pero el conjunto de la situa- una y otra vez, se olvidara.
ción de prisión y tortura expone a la perso-
na a diversas experiencias traumatizantes, Aún en aquellos que, como yo, tuvieron
debido a la incapacidad del afectado para la suerte y los recursos personales y familia-
asimilarlas en su marco conceptual y de sus res para salir menos dañados de esta expe-
convicciones. Implica verse enfrentado a la riencia, queda una sensación persistente de
crueldad vivida en completo desamparo, a exclusión del cuerpo social que hace difícil
lo impredecible e incontrolable, a la injusti- la integración ciudadana. Hasta la vuelta a
cia, al abuso, a la tergiversación de los la democracia, en 1990, estuve en una “lista
hechos, de las palabras y sus significados, a negra” de médicos que no podían acceder a
la mentira, al dolor y a la denigración, al cargos de jefatura en hospitales públicos ni
sometimiento y al límite de la resistencia pertenecer a directivas de sociedades cientí-

197
Juan Pablo Jiménez Contextos

ficas. La sensación de exclusión social fue dos que aún recuerdo con nitidez, que se
vivida dolorosamente. repetían y alternaban durante la noche. En
el primero, yo me encontraba encerrado
con llave en una pieza de la casona cam-
8. La reconstrucción del período en que se pestre de mis abuelos, castigado por mi
sufrió la represión con el fin de entregar el abuela materna, mientras mis primos juga-
testimonio a la comisión permitió a las víc- ban afuera. Mi sensación era de una pro-
timas obtener una visión retrospectiva de funda y dolorosa exclusión. Ese fue un epi-
cómo se habían reorganizado emocional y sodio real. Yo tendría unos doce años e hice
moralmente, a pesar de lo padecido. A la algo que exasperó a mi abuela quien me
comisión acudieron personas que relata- castigó a estar dos días encerrado en mi
ron haber sufrido terribles torturas, que pieza pudiendo sólo salir al baño. Por la
sobrellevaron largos períodos de reclusión ventana podía ver a mis primos jugando
y que, al recobrar la libertad, a menudo inmediatamente afuera y recuerdo haber
debieron sobreponerse a distintas formas tenido la convicción de que mi abuela les
de secuelas laborales, físicas, psicológicas y había dicho que jugaran, precisamente ahí,
psicosomáticas. Pese a este cuadro, muchas para hacerme sentir el castigo. La sensación
se mostraron resilientes y lograron recons- que tuve en esa ocasión en que fui castiga-
truir sus proyectos de vida y llevar una vida do por mi abuela era exactamente la misma
satisfactoria. Otras, en cambio, manifesta- que sentía ahora, me sentía excluido e
ron cómo las secuelas de las torturas se ins- injustamente castigado; junto a la humilla-
talaron en el centro de sus vidas, a modo ción y a la vergüenza, sentía rabia y miedo.
de un interminable presente traumático El otro sueño que se repetía tuvo caracterís-
que no había podido ser superado. Cada ticas opuestas: me visitaban mi padre, mi
cual enfrentó esas experiencias con los abuelo y mi bisabuelo. Los tres, con cariño,
recursos individuales. No es fácil establecer me daban ánimo y consejo de cómo debía
por qué una persona logró reponerse y por responder al interrogatorio del fiscal. En mi
qué la otra no. sueño, yo entendía que había sido elegido
A lo largo de los 10 años de psicoanálisis, por ellos para continuar las tareas de la
que comencé dos años después de mi familia; era uno más, un miembro del
detención, y que, entre otras cosas, me lle- grupo. Les preguntaba por qué estaba en
varon a ser psicoanalista, muchas veces volví prisión y ellos me contaban sus propias
a revivir aquellos 10 días de reclusión. Con experiencias de cómo habían caído y final-
ayuda de mi analista creo haber construido mente se habían librado de la prisión y de
una cierta narrativa que me permitió inte- la muerte. A mis abuelos no los conocí, pero
grar vivencias de otra forma innombrables. sí escuché numerosos relatos de mi padre
La actividad onírica de esos días de reclu- acerca ellos. Ambos habían sido militares.
sión fue intensa, tenía la sensación de Durante el siglo diecinueve, época turbu-
seguir pensando mientras dormía, tuve sue- lenta en toda Latinoamérica, en que las
ños de esos que se llaman lúcidos, en los jóvenes naciones, recién independizadas de
que discutía e intercambiaba argumentos la monarquía española, luchaban por
con mis personajes. De entre éstos, hubo encontrar su identidad nacional, el padre

198
Contextos Juan Pablo Jiménez

de mi abuelo había participado en varios canto y los instrumentos. Aprendí a tocar la


movimientos político militares, y en tres guitarra mirando y escuchando embelesado
ocasiones había sido tomado prisionero y a mi madre. De adolescente me transformé,
condenado a muerte, para finalmente esca- con mi acordeón, en número fijo de los
par por intercesión de algún familiar o paseos. Esos días canté y canté mucho.
amigo de la familia. Murió en 1891, a los Despertaba con melodías en la boca que
pocos días de salir de prisión, durante la cantaban a la vida, a las montañas y a los
revolución que derrocó al presidente consti- bosques, al sol y al mar. Creo que buscaba
tucional de la época. Mientras mi bisabuelo retener la energía y la alegría vital que tan-
moría, mi abuelo, junto a su hermano, tas veces he sentido después de largas
ambos capitanes de artillería, estaban a cabalgatas por las montañas, o cuando de
cargo de sendas baterías que apuntaban a chicos nos refrescábamos en los ríos que
la armada fondeada en la bahía de cruzan las tierras del sur de mi país. Por
Valparaíso y que amenazaba al gobierno horas miraba fijamente el cielo a través de
constitucional del presidente Balmaceda. una rendija en que se filtraba la luz del día.
Pero nunca llegaron a disparar un tiro, Me imaginaba que salía y volvía al colegio
antes fueron secuestrados por un tío mari- donde había realizado mis estudios a decir
no quien los protegió hasta que terminó el a mis profesores y compañeros que había
conflicto. Por cierto, fueron degradados y pasado la prueba, que había sido conse-
mi abuelo fue reincorporado al ejército 5 cuente. (Lo absurdo de todo esto era que yo
años después como teniente. Cuando éra- sabía que la mayoría de mis profesores tení-
mos niños, mi padre nos contaba esos rela- an una posición política contraria a la mía;
tos familiares, de parientes que pelearon y quizás en alguna parte me imaginaba que
murieron en las guerras del siglo XIX y nos ahora entenderían...). De hecho, unas
mostraba libros y recortes de diarios de la semanas después de ser liberado, y estando
época. Por su parte, en mi familia se sabía en arresto domiciliario, me visitó el rector
que mis padres se habían conocido en la de mi colegio, un carismático sacerdote
Cárcel de Santiago, cuando mi madre visita- belga, quien nos enardecía con sus exhorta-
ba a los amigos de un tío que había sido ciones sobre la vida heroica y nos hacía par-
asesinado en una revuelta política el 5 de ticipar de su apasionado amor por la natu-
septiembre de 1938. Mi padre, con 23 años raleza. Le conté mi experiencia con cierto
de edad, a la sazón estudiante de medicina, orgullo y él la escuchó respetuoso. Claro
formaba parte del grupo que participó en que él era monárquico y a sus alumnos nos
la revuelta. Claro que yo militaba en un par- había trasmitido esa concepción heroica
tido de izquierda y mi padre lo hacía en esa que puede inflamar por igual a un joven
época en uno de derecha. comunista o a un adolescente fascista.
Cuando miro hacia atrás constato cuan
ambigua es la vida. Me produce espanto
9. Durante esos días de reclusión también pensar que yo pude ser uno de aquellos
canté. De mi abuela materna, que provenía que, presionados por la violencia extrema y
de una familia de artistas, heredé la afición enfrentados a la radical ambigüedad, opta-
por la música y un cierto talento para el ron por sobrevivir sin importar el precio.

199
Juan Pablo Jiménez Contextos

10. Inevitablemente, interpretamos las La superación de situaciones límites


situaciones que nos sobrevienen a partir de como son la prisión y la tortura dependen
nuestro mundo interno. Las explicaciones y en gran medida de la capacidad de lidiar
teorías sobre nosotros mismos y nuestro com- con la ambigüedad que subyace a las inter-
portamiento que nos damos para superar pretaciones que hacemos. La ambigüedad
situaciones que escapan a nuestra compren- se refiere a que en la elaboración de la posi-
sión inmediata, nos permiten mantener la ción de víctima, inevitablemente encontra-
coherencia psicológica y alejar la depresión y mos dentro de nosotros el victimario. Me
la angustia. Treinta y cinco años después, mi parece claro que una estrategia inconscien-
reacción a la detención la sigo entendiendo te de supervivencia fue “mimetizarme”: Yo
en el contexto de la relación con mi familia. sabía que el fiscal que estaba a cargo de la
Por un lado, como la realización del manda- preparación del consejo de guerra para los
to de cumplir con las tareas que imponía el médicos era, casualmente, padre de un
linaje paterno y, por otro, como la confirma- compañero mío, más joven que yo, del cole-
ción de estar excluido de la familia materna. gio y de la escuela de medicina. Durante el
Simultáneamente, fueron mis padres quienes interrogatorio, noté que permanentemen-
vinieron en mi auxilio y quienes me dieron el te yo hacía alusión a mi calidad de ex alum-
coraje y las pistas que debía seguir para salir no de ese colegio y de estudiante de medi-
ileso. Mi padre y sus padres me reconocieron cina, con la intención de que el fiscal me
como uno de los suyos y me infundieron identificara con su hijo, lo cual, por cierto,
coraje, mi madre y su familia me trasmitió lo colocaba a él en la posición de mi padre.
alegría vital. Así me explico que ideas que yo Es una dinámica de supervivencia muy recu-
había pensado durante el día, preparándome rrida pero también muy riesgosa. Aún
para el interrogatorio que venía, se las escu- recuerdo la culpa que me produjeron las
chara en sueños a mi abuelo, o que volvieran palabras de un antiguo profesor mío que
una y otra vez a mi memoria aquellos vera- estuvo prisionero por más de un año, con
nos pasados en el campo, con sus buenos y quien me topé poco antes de salir de la pri-
malos momentos. Por cierto, mientras estaba sión. Me dijo: “Tú sales después de pocos
detenido tenía la convicción de que mis her- días, supongo porque tu familia tiene
manos y amigos, mi familia entera, estaba influencias, a ti se te acusa de algo concre-
moviendo todas las influencias posibles para to, a mí, en cambio aún no se me dice por-
protegerme y sacarme de ahí. Cuando salí, qué estoy acá”. Aquellos que lograron
mi hermano mayor me dijo que por un ins- superar bien situaciones de abuso son per-
tante había temido que yo hiciera las dili- sonas que pudieron elaborar e integrar la
gencias más difíciles dándomelas de héroe. ambigüedad que producen identificaciones
Creo que tenía miedo a la fuerza de mis ten- contradictorias de víctima y victimario. En
dencias autodestructivas. Es claro que la todo caso, la capacidad de tolerar dentro
línea entre el heroísmo y el masoquismo de sí tales contradicciones, sin negar una en
puede ser en ocasiones muy tenue. Padres y favor de la otra, nos hace más tolerantes,
hermanos juegan así un papel doble, son nos aleja del fanatismo y nos permite
simultáneamente los malos que dañan y los entender mejor a nuestros semejantes.
buenos que salvan. Existen sin embargo circunstancias que

200
Contextos Juan Pablo Jiménez

hacen casi imposible tal superación. Cuando daron plasmadas en lo que la neurociencia
el maltrato y las humillaciones vienen de llama actualmente memoria implícita. Sólo
personas que debieran protegerte, es impo- el presente, es decir, nuevos y actuales
sible elaborar la ambigüedad. Es el caso de registros relacionales puede poner en pala-
los hijos maltratados severa y crónicamente bras y modificar experiencias emocionales
por sus padres, humillados, golpeados, abu- anteriores (Nachträchlichkeit).
sados sexualmente por ellos. Los padres,
En relación con esto, Castillo (2007, p 73),
que están ahí para entregar un contexto de
señala que en el trabajo con pacientes trau-
seguridad en cuyo seno sea posible el desa-
matizados por la violencia política el espacio
rrollo y la maduración personal, son los mis-
terapéutico se constituyó por un largo perí-
mos que destruyen esa posibilidad. El niño odo en el único lugar de construcción de
pequeño no puede entender porqué es tra- memoria, “ya que, escribe, éramos nosotros,
tado con tanto odio por quien en otros los terapeutas, quienes dábamos validez y
momentos le demuestra tanto amor. La reconocimiento a lo ocurrido, constituyén-
única manera de sobrevivir es fragmentar la donos en los testigos de sus experiencias,
vida mental, escindirla entre buenos y mientras el entorno social y político se dedi-
malos irreconciliables o, simplemente, no caba a negarlo, a silenciarlo y desmentirlo.
pensar más en aquello. El terrorismo de Nuestra presencia permitía que esos aconte-
Estado tiene ese mismo efecto sobre las víc- cimientos traumáticos vividos fueran recor-
timas. La institución que está ahí para cui- dados y adquirieran la calidad de experien-
dar y proteger a los ciudadanos, se trans- cia”. Lo mismo constata en los grupos tera-
forma en agente de dolor y muerte. Se frac- péuticos con mujeres encarceladas, tortura-
tura así radicalmente la relación del sujeto das y violadas cuando eran adolescentes y
con la sociedad. que guardaron el secreto durante más de 30
años. La nueva experiencia de relacionarse
dentro del grupo con personas que tuvieron
11. Sin perjuicio de lo anterior, la experien- vivencias similares, el crear vínculos signifi-
cia de trabajar con víctimas de la represión, cativos y confiables en torno a esas memo-
muestra que la elaboración del trauma indi- rias, diferentes a la situación traumática,
vidual sólo es posible en la medida de que permitió que aquellas experiencias olvida-
haya un entorno psicosocial que la sosten- das puedan ser elaboradas.
ga. Esta afirmación se sustenta en una larga
tradición psicoanalítica, fundamento del
método, que afirma que el rescate de las 11. Entonces, la relación entre las situacio-
memorias reprimidas u olvidadas, el “hacer nes traumáticas y la memoria, implica una
consciente lo inconsciente”, sólo es viable doble dimensión; una de ellas es la propia
en la presencia de un otro confiable y signi- de la memoria emocional individual, inhe-
ficativo. En este sentido, la memoria no rentemente abierta a nuevas posibilidades
puede sino ser relacional. Nuevos registros de registro. La otra es aquella de la memo-
relacionales permiten la resignificación de ria social entendida como una construcción
huellas traumáticas, muchas de las cuales enmarcada dentro de las posiciones particu-
nunca alcanzaron a ser conscientes y que- lares de los sujetos que componen una

201
Juan Pablo Jiménez Contextos

sociedad determinada. Es la presencia y el va se constituye más allá de la experiencia


reconocimiento del otro, en última instan- individual, aunque se basa en ella. Esto sig-
cia de la sociedad, lo que permite reesta- nifica que las historias personales no pue-
blecer el vínculo entre la memoria indivi- den ser suprimidas ni borradas y precisan de
dual y la memoria social. un “nuevo comienzo” social que les permi-
ta recuperar el sentido de identidad y per-
Si retomamos entonces la pregunta acer-
ca de la importancia que pueden tener los tenencia, lo cual sólo puede surgir en una
gestos sociales, como el que representa una cultura sociopolítica que incluya entre sus
comisión del Estado que da reconocimiento valores la ética de los derechos humanos y
público a una experiencia como la tortura la democracia.
ejercida por antiguos agentes del mismo
Estado, podemos pensar que el campo
vivencial creado por la Comisión ofrece a las
personas afectadas una nueva experiencia Bibliografía
relacional, la que permite generar una Castillo MI. (2007) El proceso de duelo (im)posible en los fami-
nueva forma de memoria emocional y liares de detenidos-desaparecidos y su relación con la violen-
cia política, el trauma y la memoria. Disertación doctoral.
puede por ende abrirla a nuevas posibilida- Santiago, Universidad Andrés Bello.
des de integración y sanación. En lo que a Castillo MI & Gómez E. (2005) Construyendo Colectivamente la
mi respecta, puedo afirmar que el prestar memoria omitida. El contexto del Informe de la Comisión sobre
testimonio frente a la Comisión sobre Prisión Política y Tortura. Presentado en el 44 Congreso
Psicoanalítico Internacional. Río de Janeiro.
Prisión Política y Tortura, representó un
Gómez E. (2005) Trauma psíquico temprano en hijos de perso-
cambio decisivo en mi vivencia de reinser- nas que han sido afectadas por traumatización de etiología
ción como ciudadano en la sociedad chilena. social. Desde la experiencia clínica a un análisis conceptual.
Disertación doctoral. Santiago, Universidad Andrés Bello.
Finalmente, la experiencia chilena con- Ministerio del Interior (2005) Informe de la Comisión Nacional
firma, una vez más, que la memoria colecti- sobre Prisión Política y Tortura. Santiago: La Nación S.A.

202
Con memoria y con deseo
Lo que Silvia Bleichmar me enseñó

María Cristina Hernando*

Es una tarea muy agradable para mí escribir comentarios sobre la revista en grupos de
esta nota en la revista Docta recordando a colegas en numerosas ocasiones.
Silvia Bleichmar, Doctora en Psicoanálisis,
El título de esta nota surge de mi reco-
Psicóloga, intelectual y librepensadora argen-
nocimiento y mi agradecimiento por todo
tina; mi maestra y mi amiga. En primer lugar,
lo que fui aprendiendo, repensando, entu-
porque me permite reencontrarla a través de
los recuerdos y compartir con los lectores siasmándome en el estudio, revisando mis
algunos aspectos de su obra decisiva y origi- conocimientos de diversas teorías y mi
nal, y segundo, a la manera de un homenaje tarea clínica a través de mi relación con
en esta publicación que ella apoyó desde sus ella, en las supervisiones, las clases, confe-
inicios, generosamente, con el empuje que la rencias, la lectura de sus libros y artículos,
caracterizaba cuando algo la entusiasmaba. sus comentarios informales… Su rigurosi-
Recuerdo cuando se le propuso responder a dad analítica y crítica en la revisión de la
un cuestionario1 para el primer número de la clínica a la luz de la metapsicología freu-
revista. Silvia aceptó rápidamente, y a partir diana me permitió reorganizar mi manera
de allí participó escribiendo artículos2, dando de pensar y trabajar, además de trasmitir-
una conferencia con motivo de la presenta- me su pasión por el psicoanálisis y su cuida-
ción de la revista Docta número dos3 y esti- do y delicada sensibilidad hacia el sufri-
mulando permanentemente la continuidad miento de los seres humanos en general y
de la publicación, a través de sus elogiosos en particular de los pacientes.

* Psicoanalista (APC).
1 Palabras cruzadas. Revista Docta Nº0. Año 1. Primavera 2003. Pág.205
2 Ampliar los límites de la interpretación en una clínica abierta a lo real. Revista Docta. Nº1. Año 2. Otoño/invierno. 2004. Pág. 65
3 La sexualidad a un siglo de los Tres ensayos. Revista Docta. Nº3. Año 3 Primavera 2005. Pág. 77.

205
María Cristina Hernando Con memoria y con deseo

Mi primer contacto con su teoría fue a tra- sonalmente ya que vino invitada a realizar
vés de sus escritos en la revista “Trabajo del una jornada de un día en la ciudad de
Psicoanálisis”, editada en México, donde me Córdoba. Allí nos fue explicando algunos
impactó su artículo “Aperturas para una técni- puntos de su teoría que había plasmado en
ca en Psicoanálisis de Niños”, la nueva visión l984 a través de la publicación de su primer
que aportaba a partir de la revisión de las teo- libro “En los orígenes del sujeto psíquico”4
rías que fundamentaban, hasta el presente, mi y otros escritos, ya que su productividad
trabajo en el análisis de niños: la teoría de siempre fue muy intensa. Nos habló de su
Melanie Klein, en primer lugar y la teoría laca- modelo de aparato psíquico en el cual el
niana, en este caso en la propuesta de concepto de la represión originaria adquiría
Mannoni, y Eric Laurent. Rescata los aportes una necesariedad para la fundación de lo
de ambas y propone su propia teoría plante- inconsciente y, por lo tanto, de la tópica psí-
ando respecto de la primera la necesidad de quica, la diferencia entre trastorno y sínto-
superar el endogenismo pulsional y fantasmá- ma, la tópica fallida que permitía las filtra-
tico “…los supuestos de una mitología bioló- ciones del proceso primario generando
gica que impedía la interpretación del incon- momentos de confusión entre la realidad y
ciente singular e histórico y los movimientos la fantasía, las condiciones de la caractero-
de su constitución al darlo por un existente patía…. A través de sus palabras e ideas se
originario” y a la segunda, la necesidad de iba produciendo en mí un nuevo ordena-
salir del intersubjetivismo que propone “que miento de conceptos que había aprendido y
no se realizará sin teorizar y explorar a fondo usado proveniente de distintos autores y
la constitución del inconsciente en su carácter teorías, generando nuevas incógnitas a
de existente histórico, singular y de hacer develar. Me transmitió su pasión por el
jugar en este movimiento las diferencias entre estudio, por rescatar a partir de su mirada
estructura de partida de la constitución psíqui- particular de la teoría de Freud, los aportes
ca infantil –es decir la estructura del Edipo en de valiosos psicoanalistas del campo del
tanto constelación deseante de los padres en análisis de niños a partir de un riguroso
su carácter de sujetos clivados– y la productivi- análisis metapsicológico y su posterior reor-
dad del inconsciente en sus relaciones particu- denamiento. Su mensaje transmitía un fuer-
lares con los otros sistemas psíquicos, en el inte- te contenido ético: insistía en la necesidad
rior de una tópica que define sus modos de de la construcción de conocimientos que
relación tanto interno como externo”.
permitiera un acertado diagnóstico y la
Termina el artículo diciendo:“Una teoría indicación terapéutica correcta ya que decía
de lo originario y una técnica para operar “en los tiempos de infancia una indicación
en los tiempo de constitución del psiquismo incorrecta puede provocar una pérdida de
es el objetivo de trabajo en cuya produc- tiempo y las pérdidas de tiempo en la infan-
ción me veo embarcada”, objetivos, que cia no se recuperan más”.
junto con otros, se propuso, investigó y tra-
Impulsada por el interés, la motivación
bajó durante toda su vida.
que en mí habían despertado sus ideas y el
A finales de los ochenta, un grupo de desconocimiento de ellas me dediqué al
colegas tuvimos el placer de conocerla per- estudio del libro al que nos había introduci-

4. En los orígenes del sujeto psíquico. Amorrortu Editores. Buenos Aires. 1984

206
Con memoria y con deseo María Cristina Hernando

do en su exposición (“Los orígenes del suje- bilitando el armado de vías colaterales que
to psíquico”) donde continué profundizan- darán el fundamento donde se apoyará la
do el concepto de neurosis en la infancia a identificación primaria en la constitución
través de la instauración de la represión ori- del yo, en un segundo tiempo. La diferen-
ginaria que fundaba la posibilidad de con- ciación entre diferentes inscripciones: lo
flicto psíquico en el niño; el concepto de arcaico y lo originario y la diferente mane-
metábola y de historia significante, a través ra de abordarlas en el análisis. Una nueva
del caso de Andrés, un niño con una fobia a concepción de la neurosis infantil a partir
Drácula; su concepción acerca de la construc- de la revisión de las series complementarias
ción de la inteligencia producto de los ava- de Freud. Allí la herencia parental da lugar
tares en el pasaje por los distintos momentos a la estructura edípica de partida y la histo-
constitutivos; el cuidado en discriminar si un ria infantil a la historia significante donde
problema de aprendizaje devenía de una se tiene en cuenta especialmente la secuen-
falla en esta constitución o en una inhibi- cia traumática para la determinación sinto-
ción, sus ideas acerca de la constitución de la mal. Estos conceptos ejemplificados con el
curiosidad y el deseo de investigar dando material de una niña de tres años aquejada
una vuelta diferente a los escritos de M.Klein de un mutismo. El tratamiento de un niño
sobre el tema, entre otros. psicótico donde va conceptualizando teóri-
En el año 1991 comencé a supervisar con camente y mostrando sus modos de inter-
ella mi tarea clínica. Aprendí allí acerca de su vención. En el último capítulo su concep-
rigurosidad en la búsqueda de la estructura ción de la heterogeneidad del inconciente y
y la dinámica de la expresión sintomal, su los momentos constitutivos subrayando la
meticulosa investigación de la historia del operatoria y motivación de la represión ori-
paciente, formas de lectura del material, ginaria.
intervenciones a partir de su mirada aguda En el año 1996 comienza a dictar semina-
sobre los pacientes, su ética siempre presen- rios 6 en el Hospital de Niños de Bs. As. El ter-
te, su ternura y compasión frente al sufri- cero de ellos, en 1998 fue sobre el tema
miento de los pacientes, su generosidad para “Inteligencia y simbolización”, tema que la
conmigo en cuanto a todo lo que me brin- venía ocupando ya en su primer libro y en el
daba, especialmente su apoyo en los que trabaja durante toda su producción.
momentos difíciles que presentaban algunos Plantea de inicio que a pesar de que la pro-
tratamientos y su humor que hacía diverti-
blemática de la inteligencia no es básica-
das algunas situaciones que le presentaba.
mente propia, ya que no es una problemáti-
En 1993 se publica su segundo libro “La ca de lo inconsciente; el psicoanálisis puede
fundación de lo inconsciente”5 donde pro- hacer aportaciones sobre este tema. En este
duce nuevos desarrollos acerca de la consti- seminario revisa las teorías acerca de la
tución del psiquismo planteando los dos construcción de la realidad de Castoriadis,
aspectos de la función materna en el primer Piera Aulagnier y Winnicot comparándola
tiempo de la vida psíquica: implantación de con su propia postura acerca de este tema.
la pulsión y narcisización, esta última posi- Plantea los requisitos del sujeto cognoscen-

5. La fundación de lo inconciente. Amorrortu Editores. Buenos Aires. 1993


6 Los seminarios que la Dra. Bleichmar ha dictado en Bs. As. se encuentran, con su programa respectivo, en la página web:
www.silviableichmar.com

207
María Cristina Hernando Con memoria y con deseo

te entre los que se encuentran la implanta- na” 8 publicado en el 2006, donde expone
ción de la pulsión con la inauguración de la su teoría acerca de la constitución masculi-
imaginación radical y su ordenamiento a na expresada en germen en un artículo de
partir de la constitución del yo. Se continúan 1992. Teoría que cambia la manera de abor-
numerosas conferencias y escritos sobre el daje de estos pacientes por un lado y los
mismo tema. Esta conceptualización acerca fantasmas homosexuales de los varones.
de la inteligencia la desarrolla también en los Este seminario sobre sexualidad es retoma-
dos últimos capítulos de “Clínica Psicoanalítica do en parte en el seminario “Qué se sostie-
y Neogénesis”7 y constituyen la base de nume- ne de las teorías sexuales en nuestro tiem-
rosos trabajos acerca de los distintos aprendi- po” dictado en Córdoba.
zajes realizados en la Cátedra de Psicopeda-
gogía Clínica de la UBA. En abril del 2001 se organiza en la
Universidad Nacional de Córdoba su primer
Después de terminar el seminario sobre seminario de postgrado: Traumatismo y
inteligencia, continuó dictando seminarios Simbolización.
en la ciudad de Buenos Aires entre los que
se encuentra el seminario sobre sexualidad Allí tuvimos la posibilidad de escucharla,
llamado “La sexualidad infantil de Hans a aprender psicoanálisis, filosofía, cultura
John/Joan”en 1999. general (Lectura para las “noches cultas”)
política, y lecciones de ética; admirar su bri-
Allí expone su revisión de distintos llante inteligencia, compromiso social y
aspectos de la sexualidad: sexualidad divertirnos con su humor agudo y desenfa-
ampliada, sexualidad genital, Complejo de dado. En el primer seminario, anteriormen-
Edipo, teorías sexuales infantiles, perversi- te nombrado, desarrolló extensa y cuidado-
dad polimorfa, juegos sexuales infantiles, samente el concepto de traumatismo en
sexualidad masculina y femenina a partir de sentido estricto y en sentido amplio, dife-
los conceptos de producción de subjetivi- rentes tipos de registros psíquicos a partir
dad y constitución del aparato psíquico de esto y formas de abordarlos.
incluyendo los cambios que se produjeron
en los últimos tiempos. Allí relata varios En él también nos fue comentando su
casos de niños con dificultades de identifi- pensamiento acerca de la realidad social y
cación sexual y profundiza su conceptuali- cultural argentina con una lucidez admira-
zación acerca de los casos de travestismo y ble, comentarios que se plasman en una
transexualismo que lleva a hacer un cuida- serie de artículos periodísticos y finalmente
doso análisis acerca de lo que es modifica- en el libro “Dolor País”9 que se publica en el
ble o no en relación a la identidad de géne- 2002, que continúa con “La subjetividad en
ro. Su preocupación y estudio sistemático riesgo” 10 publicado en el 2005 y “No me
de estos pacientes se ve desarrollada en el hubiera gustado morir en los 90” 11 publica-
libro “Paradojas de la sexualidad masculi- do en el año 2006.

7. Clínica psicoanalítica y neogénesis. Amorrortu. Editores. Buenos Aires. 1999


8. Paradojas de la sexualidad masculina. Editorial Paidos. Buenos Aires. 2006
9. Dolor País. Ediciones del Zorzal. Buenos Aires. 2002
10. La Subjetividad en Riesgo. Editorial Topía. Bs. As. 2005
11. No me hubiera gustado morir en los 90. Taurus-Alfaguara. Bs. As. 2007

208
Con memoria y con deseo María Cristina Hernando

Continuó dictando en Córdoba el semi- marzo del 2007 pero a raíz de la agudiza-
nario “La clínica psicoanalítica de nues- ción de la enfermedad que la aquejaba
tro tiempo” donde hizo aportes en rela- desde hacía varios años, no pudo viajar,
ción a lo que se sostiene en estos tiempos falleciendo el 15 de agosto del 2007. La
de la Psicopatología freudiana y las diferen- forma como enfrentó su enfermedad tam-
tes manifestaciones de las mismas debido a bién fue un ejemplo de vida. Nos decía
los cambios en la cultura. Diversas formas cuando intentábamos cuidarla aconseján-
de abordaje dependientes de la estructura dole limitar su actividad que siempre fue
del psiquismo que presentan los pacientes. muy intensa “Déjenme morir viviendo” y así
La diferencia entre intervenciones psicoa- lo hizo, trabajando y produciendo hasta sus
nalíticas y el tratamiento analítico; entre el últimos momentos.
concepto de intromisión y violencia secun-
daria entre otras. No quiero terminar esta nota sin poner
de manifiesto la enorme esperanza y con-
Luego llegó el seminario “Qué se sos- fianza que tenía Silvia en relación a la
tiene hoy de nuestras teorías sexuales” potencialidad del psicoanálisis en el alivio
del que ya hablé anteriormente pero del del sufrimiento humano, esta situación se
que quiero rescatar la revisión a la que ejemplifica con su noción de neogénesis en
sometió las teorías sexuales infantiles en el que plantea que aspectos estructurales
relación a las que ella encontraba en esta fallidos pueden ser constituidos en el trata-
época, 100 años después de Tres Ensayos, en miento. Es importante al respecto subrayar
su práctica clínica y en las supervisiones de la diferencia que marcaba entre los trata-
otros colegas. También la diferencia entre mientos de las neurosis y los trastornos efec-
perversidad polimorfa y perversión en la tos de la constitución fallida de la tópica.
infancia.
Como un homenaje a Silvia, los psicoa-
Y el último finalizado a fines del 2006
nalistas que valoramos sus aportes, debe-
“La Psicopatología en su relación con la
mos seguir trabajando su teoría, por la
ética y la sexualidad”donde su interés e
fecundidad clínica de sus conceptos, con el
investigación se dirige a la formación del
rigor científico que la caracterizaba, siem-
sujeto ético.
pre abiertos a las reformulaciones y desa-
A fines del 2006 anunció su quinto semi- rrollos, en relación a la puesta a prueba de
nario, en Córdoba, que comenzaría en la clínica como ella proponía.

209
Symposium las dimensiones
del psicoanálisis
“La música es la más bella forma de tiempo”
Jorge Luis Borges

Nur Abdel Masih; Cristina Blanco; Noemí Chena;


Julieta Paglini; Niris Peralta; Liliana Tavip; Silvia Tulián*

“Iba caminando con dos amigos por el paseo, el sol se ponía-


el cielo se volvió de pronto rojo-
yo me paré -cansado me apoyé en una baranda-
sobre la ciudad y el fiordo oscuro azul
no veía sino sangre y lenguas de fuego-
mis amigos continuaban su marcha
y yo seguía detenido en el mismo lugar temblando de miedo-
y sentía que un alarido infinito penetraba toda la naturaleza”

Munch Edward. “El grito”, l893.

El grito prefigura el poder de la voz. Desde de sentido acompasando lo expresado y


el origen, el grito es una manifestación de vivenciando lo indecible.
la excitación en la materia viva; da cuenta
Se dice que la música usa el sonido para
del dolor y también del placer. Si bien res-
evidenciar el silencio, o sea lo incognosci-
ponde a incitaciones, es a la vez autónomo.
ble e inasible de la realidad. El sujeto es
La afinidad entre voz y palabra es gran- diagramado en la duración sonora por una
de porque su conjunción es indisoluble. En sucesión de instantes de silencio, y la escu-
la voz humana puede modularse toda gama cha analítica percibe esos momentos como
musical con sus intensidades y movimientos el sustrato real que perdura detrás de las
desde la repetición monótona hasta el apariencias sensibles concretizadas en el
esplendor operístico. Sus elementos serían tiempo sonoro. Con ello se busca trasponer
los comunes a la música: ritmo, tonalidad, las limitaciones inherentes a las determi-
volumen y timbre. Cuando los combinamos nantes vitales para sumergirse en lo no-
podemos modular la emocionalidad de la manifiesto.
voz, es decir la temperatura de nuestra
comunicación. Se trata de una estructura simbólica de
carácter primordial. Proviene del griego
La música en su tonalidad, ritmo, melodía,
Musiké (tejné), “el arte de las musas”, con
armonía, dis-armonía e intensidad, es una
este nombre se conocía a las nueve hijas naci-
dimensión princeps en nuestra comunicación.
das de la unión del dios Zeus y Mnemosine,
Como psicoanalistas en la tarea cotidia- de entre ellas Euterpe era la musa de la
na la recibimos como escucha, a la espera música.

* Psicoanalistas (APC).

213
Nur Abdel Masih et al. Symposium: las dimensiones del psicoanálisis

Leyenda, historia, mito… la música no En el análisis se facilita la emergencia y


tiene más padre que el tiempo. transformación de los sonidos, creando una
partitura en el encuentro ilusorio. Parafra-
Se infiere que en sus orígenes tuvo por
seando a Godard, el análisis es montaje; es
objeto reproducir sonidos de la naturaleza y
mostrar en el sentido del cine, es hacer visi-
aquellos vinculados con las percepciones
ble lo invisible.
internas, como por ejemplo el ritmo cardíaco.
Escrito desde y en el cuerpo, hace a la comu- Analista es aquel que presta su voz al
nicación con la vida. Ritmo y armonía que texto mudo, que es capaz de escuchar las
constituyen uno de los primeros registros de variaciones de un tema por los surcos de la
diferencia en tanto intermitencia. Tal vez pre- memoria grabada en la música del lengua-
anuncio de símbolo y de existencia. Ritmo je. Pues la musicalidad de la palabra, bor-
sonoro que se repite en innumerables repi- dea el vacío de donde surgirá la letra.
ques tribales y rituales religiosos. Está en la Como analistas, reforzar la escucha, bor-
base del compás musical y se repite como dear ese vacío sin caer en él.
fondo en una partitura, dando cuenta de un
registro sensible y visceral que fuera utiliza- A menudo el analista canta canciones en
do, junto a la danza, para diversos ritos paga- el que el significado de la intervención es
nos o religiosos en las diferentes culturas. inútil por sí misma. Podríamos decir que en
el espacio analítico surge un nuevo juego
La musicalidad es innata, el lenguaje musi- de lenguaje y esto puede realmente llegar a
cal se construye. Es así entonces que hallaría- tener un papel importante en la emergen-
mos diferentes dimensiones dentro del cia del sentido, fortaleciendo el sentimiento
espectro musical. Por una parte, aquello que de que ese momento es algo único.
lo aproxima a la pulsión y por otra, intervie-
ne en el hacer para y desde otro en la convi- Muchas variaciones interpretativas en la
vencia social. contención modulativa analítica, pueden
transformarse en tiempo conectivo y así com-
La voz que se instituye en baño sonoro, poner, inaugurar un “contrapunto” de claves
viene del otro materno y funda mediante entre paciente y analista. Asombro, sorpresa,
transmisión de ritmo, caricia y lenguaje los efecto en el espacio analítico, donde quizás
preanuncios de símbolo y es su ejercitación la sonoridad se transcriba en el registro de la
lo que produce el laleo, balbuceo de la tran- musicalidad de las palabras.
sicionalidad en que se juega el adentro-afue-
Escuchemos el eco de un análisis en el
ra de un cuerpo y el llamado al cuerpo para
que la música adquiere un valor relevante.
encontrar simbolización.
Durante el proceso militar, María fue
La musicalidad funda y erogeniza la
detenida. Veinte años después inicia análi-
audición y la emisión, así encuentra sus raí-
sis por otros padecimientos.
ces y su nostalgia en una atmósfera original.
Garrofe agrega que “rivaliza con el lengua- La angustia invadía a esta paciente tal
je, siempre estará más cercana a una escritu- como si estuviera reviviendo sus experien-
ra de la pulsión que a ese forzamiento de cias en prisión, violación, engaño, oculta-
escritura que se efectúa en el análisis”. miento, muerte…

214
Symposium: las dimensiones del psicoanálisis Nur Abdel Masih et al.

Al contar la detención decía: “Yo escu- canción con la que se acompañaba durante
chaba y me parecía ver lo que estaba pasan- su detención... Canción que finalmente ella
do, lo imaginaba…” canta en una sesión.
Narrando lo vivido en prisión, monta el
escenario a través de la escucha, sonidos del
Bibliografía
trauma, “… el ruido de botines en los pasi-
llos…”, “… el gatillar amenazante acompa- Aulagnier, Piera. La Violencia de la Interpretación.
ñados de gritos intimidatorios...” Freud, Sigmud: Proyecto de Psicología. Carta 52. Vol. I (Obras
Completas). Ed. Amorrortu
Tiempo después expresó: Freud, Sigmud: Recordar, Repetir y Elaborar. Vol. XI (Obras
Completas). Ed. Amorrortu.
“… Eso de revivir, estoy aprendiendo a Freud, Sigmud: Más allá del Principio del Placer. Vol. XVIII
recordar después que lo reviví acá, a eso de (Obras Completas). Ed. Amorrortu.
la cárcel, ahora lo recuerdo. Repetir es como García, Javier: Cuerpo e Inconsciente. Coreografía-Cuerpo-
sentirme en carne viva, sin piel”. Inscripción. Revista Docta Vol. II.
Granajo Galimay, Nora: Placer Musical. Revista A.P.A.
Inmersa en la muerte se repetía a sí misma Meltzer, Donald: Sinceridad y otros Trabajos. La Temperatura y la
“¡No me van a matar!”. Distancia. 1976.
Meltzer, Donald. Metapsicología Ampliada. Los Límites del
Transcurridos varios meses de análisis, este Lenguaje.
“¡No me van matar!” lo entrama con una Rosolato, Gui: La Voz entre Cuerpo y Lenguaje.

215
El Psicoanálisis
y el analista en sus dimensiones

Rodolfo Moguillansky*

0. El psicoanálisis y el psicoanalista 1. Los prolegómenos del espacio


y las dimensiones que le plantea en que se fundó el psicoanálisis
la salud mental y el imaginario social
La concepción psicoanalítica de la que
En esta ponencia –sobre el psicoanálisis y surgió un nuevo modo de comprender la
el analista, en sus dimensiones– quiero indi- subjetividad humana no fue soplar y hacer
car algunos ejes sobre: botellas, fue el producto de un arduo y
largo camino. La aparición del psicoanálisis,
1. Los prolegómenos del espacio en que se tuvo condiciones de posibilidad dadas por
fundó el psicoanálisis. el innegable genio de Freud y determinadas
condiciones históricas que dieron cabida a
2. Los efectos que produjo su emergencia
estas ideas en el imaginario social.
3. El apogeo del psicoanálisis
Sugiero, en la misma línea, que sus crisis,
4. La crisis de los ochenta también se deben tanto a cuestiones inter-
nas de la teoría y la práctica como a cam-
5. Epílogo sobre las dimensiones actua-
bios en los modos de pensar en la sociedad.
les de nuestra teoría y nuestra práctica.

Por la amplitud del tema que quiero


abarcar iré dando algunos trazos, que para 1.1. La locura en el siglo XIX,
los que le interesan remiten a una nota que un problema médico
amplifica las cuestiones citadas.
Me importa señalar, para marcar lo que,
al aparecer, iba a discutir el psicoanálisis,

*Psicoanalista (ApdeBA).

216
Symposium: las dimensiones del psicoanálisis Rodolfo Moguillansky

que la locura –que había sido expulsada de 1. 2. 2. Surge en el siglo XIX


la sociedad en el medioevo, aislada hacia un suspiro romántico
mediados del siglo XVII i y sin grilletes, gra-
cias a Pinel en la Revolución Francesa– También apuntemos, como parte de ese
adquirió solemnidad médica en el curso del brochazo, que en ese siglo XIX victoriano
siglo XIX. se abrió un suspiro romántico, un preludio
imaginativo de nuevas formas del amor
La locura, en el siglo XIX, devino un pro-
que encontrarían su realización social en el
blema médico, no ligado a la brujería, cuan-
siglo XX.
do la psiquiatría explicó la parálisis general
progresiva –enfermedad que fue tomada
como paradigmática de la locura en el siglo
XIX–, como un estadio terminal de la sífilis. 1. 2. 3. En el siglo XIX
Por fin, con esta concepción, la locura había se concibe sólo a una sexualidad
encontrado un lugar respetable en la socie- congruente con el
dad, pero al precio de suponerla causada “fin reproductivo”
por enfermedades orgánicas ii, era un pro-
blema heredosifilítico. El suspiro romántico, en este imaginario
social, a partir de 1860 pierde fuerza y casi
se apaga. Con Flaubert, a través de Madame
1. 2. El imaginario Bovary, el código romántico se degrada.
del siglo XIX Flaubert se burla del adulterio y cuestiona la
imaginería romántica. La literatura, a partir
El psicoanálisis, para hacerse lugar tuvo de Flaubert, acaba con las mujeres diáfanas
que discutir tanto las concepciones médicas y angelicales.
como las ideas que eran parte del imagina- Esto se refuerza con que después de La
rio social del siglo XIX. Comuna de 1870 progresa en la sociedad
burguesa el temor a “la animalidad del pue-
blo”. El peligro venéreo pone los pelos de
1. 2. 1. El siglo XIX, punta.
un siglo hipócrita
Esa sociedad pensaba que las prácticas y
Para dibujar de un brochazo el imagi- modos de sentir que no entraban dentro de
nario social dominante en el siglo XIX, la sexualidad reproductiva, no correspondí-
digamos rápidamente que fue un siglo an a la naturaleza humana normal, eran
hipócrita, en tanto, la sociedad de la “aberraciones”. Desde esta definición, para
época reprimía el sexo, pero estaba obse- esta sociedad la sexualidad era un fenóme-
sionada por él; hostigaba la desnudez no a enmarcar y acotar. Como ejemplo del
pero miraba a través de la cerradura. No control y de la sanción que se ejercía sobre
perdamos de vista que esa sociedad a la la sexualidad que se apartaba de la norma
vez que encorsetaba la pareja conyugal imperante evoquemos el juicio que se le
en un matrimonio concertado, promovía hizo en Londres a Oscar Wilde a fines del
burdeles. siglo XIX.

217
Rodolfo Moguillansky Symposium: las dimensiones del psicoanálisis

2. Los efectos que produjo la ilusión de la reciprocidad amorosa. Los


su emergencia conflictos planteados por esta pareja fue
uno de los nichos privilegiados en los que
La emergencia del psicoanálisis conmo- floreció el psicoanálisis.
vió al siglo XX.

2. 2. Los escándalos que trajo


2. 1. Con el psicoanálisis el psicoanálisis
y su concepción del inconsciente,
se centra en la subjetividad la Por cierto, el surgimiento del psicoanáli-
comprensión del sufrimiento psíquico sis acarreó algunos escándalos en el imagi-
nario social porque:
Para caracterizar lo que produjo evoque- • Traía un nuevo modo de ver la sexualidad
mos que el psicoanálisis nació en el seno de humana en la que se postulaba la no arti-
una sociedad en la que se empezaban a dis- culación entre sexualidad y reproducción.
cutir los paradigmas que habían regido en el
siglo anterior; la sociedad europea había ini- • Mostraba que el síntoma era una cons-
ciado profundos cambios luego de las revo- trucción psicológica a la que subyacía un
luciones liberales de mitad del siglo XIX. La conflicto en el que era determinante la
Viena de Francisco José, no era ajena a ello, causalidad del deseo inconsciente.
era una sociedad cambiante, vital. • Ponía en evidencia que las neurosis eran
El psicoanálisis se abrió paso en esa socie- expresiones encubiertas de una sexuali-
dad postulando la existencia de una subjeti- dad inconciliable con la conciencia; se tra-
vidad que estaba regida por un determinis- taba de una sexualidad que a los neuróti-
mo inconsciente y desde él comprendía el cos les planteaba problemas morales,
sufrimiento psíquico, dando lugar a una ocupaba un lugar, luego había que dárse-
concepción de un hombre problemático por lo y la neurosis a su modo se lo otorgaba.
completo, que ya no sabe quién es y, a la • Introducía la idea que afirmaba que de la
vez, sabe que no sabe; un hombre que man- elaboración de la sexualidad parten las
tiene una relación de indeterminación con- columnas que sostienen los paradigmas
sigo mismo que lo lleva a una pregunta éticos humanos.
abierta sobre sí mismo.
• Proponía que el imperativo categórico,
Uno de los elementos que favoreció la tenía origen y encontraba basamentos
difusión del psicoanálisis es que en esa socie- en la elaboración que cada ser humano
dad europea, en los comienzos del siglo XX, hace de su sexualidad infantil. El impera-
se estaban dando profundos cambios en el tivo categórico, para la particular mirada
campo de las relaciones amorosas, que del psicoanálisis, no surgía del acuerdo
como dije habían sido anticipadas imagina- social, ni era un bien otorgado por Dios,
tivamente por el romanticismo. Advino una se instituía como producto de la elabora-
pareja no concertada, que se fundamentaba ción del Complejo de Edipo, literalmente
en la cohesión que presuntamente le daba era su heredero.

218
Symposium: las dimensiones del psicoanálisis Rodolfo Moguillansky

• Concebía la locura como producto de un 2. 3. La incorporación dentro del


conflicto psíquico y no como lo decía la psicoanálisis del papel instituyente de
ciencia positivista como un problema la cultura en la subjetividad humana
orgánico, lo que entrañaba el peligro de
un retorno de los demonios que tanto Con Freud entonces nació un nuevo modo
había costado eliminar para darle hono- de concebir los fundamentos éticos, en el que
rabilidad a la medicina y a la psiquiatría. los valores e ideales estéticos, desde su pers-
pectiva, encontraban su raíz en la forja que
se desplegaba en los avatares de la sexuali-
El planteo de Freud –respecto de la dad infantil. Si embargo, también tenemos
sexualidad– contribuyó a instituir enuncia- que decir, que la concepción de Freud, en
dos de fundamento de los que resultaba un consonancia con las tesis Lamarckianas de la
nuevo imaginario social. época, aunque dio cuenta del malestar que
traía la cultura, no le dio lugar al papel insti-
Recordemos, para poder resaltar lo que el
tuyente de la cultura en la subjetividad y
psicoanálisis proponía cómo, desde las dife-
recurrió para explicar la transmisión cultural
rentes cosmovisiones religiosas se había fun-
a modelos filogenéticos.
damentado el sistema de valores desde un
orden divino. Kant (1797)1 había descrito El Lacan tuvo el enorme mérito de introdu-
imperativo categórico como la base de la cir dentro de la teoría el papel instituyente
moral que encontraba su fundamento últi- que tenía la cultura en la conformación del
mo, –la idea de bien supremo– en Dios, o sujeto, con su artículo “La familia” (1938)4.
una causa en la naturaleza toda que encierra
Más tarde, de la mano de autores como
la exacta concordancia entre la felicidad y la
Piera Aulagnier y Käes se replantearía el in-
moralidadiii. Por otro lado, la ilustración y el
trincado tejido que se da, según el psicoanáli-
iluminismo (Montesquieu, 1735 2 ; Rouseau,
sis, entre la sexualidad y el imaginario social
1762) 3, suponían que en el ágora se podría
para dar origen a los valores humanos, sin por
lograr, mediante el diálogo, un contrato
eso perder las especificidades de cada campo.
social que aseguraría un orden, un universo
de valores en donde primaría la razón.
Para el psicoanálisis, el orden instituido 2. 4. El psicoanálisis
por este imperativo además de no ser un y un nuevo imaginario social
“don natural”, por fundamentarse en la
represión de la sexualidad, no garantizaba Luego de las postulaciones de Freud
la “exacta concordancia entre la felicidad y nada quedaría igual. Lo que trajo el psicoa-
la moralidad” que proponía Kant; la cultura nálisis, fue instituyente –en el sentido que
y los valores que la sustentan serían siempre, le da a esta idea Cornelius Castoriadis 5– de
desde nuestra mirada, fuente de malestar. un nuevo imaginario social.

1 Metafísica de la ética (1797)


2 Montesquieu, (Charles-Louis de Secondat, Barón de la Brede y de Montesquieu), 1735, El espíritu de las leyes, Tecnos, Madrid, 1987.
3 Jean Jacques Rousseau, 1762, El contrato social, o principios de derecho político, Edicomunicación, Barcelona, 1998.
4 Lacan, Jacques, 1938, La familia. Ed. Axis. Buenos Aires 1975.
5 Castoriadis, Cornelius, 1975, La institución imaginaria de la sociedad, Tusquets, Bs. As. 1993.

219
Rodolfo Moguillansky Symposium: las dimensiones del psicoanálisis

A partir de estas ideas se plantearía una psicosis; la violencia familiar; el abuso


complejísima relación entre la sexualidad y sexual; la adopción; el auge de las nuevas
los enunciados de fundamento de la cultu- técnicas reproductivas; las disfunciones en
ra. Quedaba como tarea para el psicoanáli- la adolescencia; el abordaje judicial de deli-
sis dar cuenta de este cruce fundamentando tos consumados por menores.
cómo, desde la perspectiva del psicoanálisis,
La aparición de la clorpromazina creó un
se instituyen los singulares ejes axiológicos
nuevo marco para el tratamiento de la psi-
en cada ser humano.
cosis y alentó los atrevimientos de abordar
Para explorar el tema, digamos que la con el psicoanálisis las psicosis agudas, y a la
literatura del siglo XX hincó fuerte en este vez mostró que el psicoanálisis era una
sujeto conflictuado por su anhelo de amor herramienta eficaz en los esfuerzos de reco-
que, a la vez, había perdido el inequívoco nectar al psicótico crónico con su entorno.
marco de los enunciados de fundamento
Para evocar estos cambios recordemos
del siglo XIX.
que en esa época Maxwell Jones con una
base conceptual psicoanalítica comenzó en
la Inglaterra de la posguerra con “las comu-
3. El apogeo del psicoanálisis
nidades terapéuticas”, considerando que
era central la participación de los pacientes
En la segunda mitad del siglo XX, cam-
en la vida comunitaria para su resocializa-
biaron las dimensiones del psicoanálisis.
ción. En otros lugares del mundo se lleva-
Se expandió por el mundo, se implantó en
ron a cabo, en esa época, experiencias con
nuestra región, contribuyó a generar
abordajes grupales comunitarios de inspira-
cambios en el imaginario social, se incor-
ción psicoanalítica.
poró como una pieza central dentro de la
psiquiatría. Comenzó a tener mayor miramiento en
el imaginario social y en las políticas de
estado en el campo de la salud mental un
3. 1. El psicoanálisis, promotor de “sufrimiento psíquico” que podía ser abor-
cambios en el campo de la salud mental dado a través de las herramientas que tení-
an fundamento en el psicoanálisis lo que
El psicoanálisis catalizó cambios e inno- permitió que numerosos psicoanalistas
vaciones en el campo de la salud mental tuvieron un papel preponderante tanto en
luego de la Segunda Guerra mundial y el campo académico como en elaboración
comenzó a tener una notable presencia ins- de políticas de salud mental.
titucional y académica.
Dentro de esta ola es imprescindible
A partir de los años cincuenta fue plausi- citar cómo Mauricio Goldenberg, en nues-
ble y necesario que los organismos de salud tro país, contribuyó a la incorporación del
consideraran que el psicoanálisis fuese una psicoanálisis en el territorio de la salud
buena herramienta para afrontar la cre- mental, con la creación en 1956 de un servi-
ciente preocupación que había en esos cio de psicopatología en un hospital gene-
tiempos dada por la clínica derivada de la ral, en Lanús.

220
Symposium: las dimensiones del psicoanálisis Rodolfo Moguillansky

Este cambio culminó cuando a fines de fuertemente nuestro campo, contraponer a


los años setenta se instituiría un nuevo para- Marcuse y a Foucault, en tanto polos ejem-
digma de la salud mental en la Conferencia plares de esta discusión en la segunda parte
de la OMS (Organización Mundial de la del siglo XX: la aparente oposición que se
Salud) sobre Prevención Primaria en Alma trazó entre la “hipótesis represiva”, plante-
Ata (1978). Recordemos que en la declara- ada por Marcuse 6 –que se blandía en nom-
ción de la OMS de Alma Ata se establece bre del psicoanálisis en el mayo parisino– y
una concepción dinámica acentuando el la respuesta de Foucault7 sobre el papel ins-
determinante papel de la familia y de la tituyente del poder sobre la sexualidad. Esta
comunidad en el campo de la prevención discusión nos plantea la tarea de construir
primaria en la salud mental. teorías que zanjen, superen esta aporía.
En esa tarea se hicieron necesarias nue-
vas ideas porque, aunque parezca irreve-
3. 1. La revolución sexual rente, intuyo que Freud no previó cabal-
y los cambios en el imaginario social mente la ola que sus ideas iban a producir.
Si bien en Tres Ensayos –hace a nuestro abc
Los cambios que se empezaron a dar en psicoanalítico–, estaba implícita la no arti-
el imaginario social en los comienzos del culación entre sexualidad y reproducción,
siglo XX, todavía fueron mucho más allá no resulta creíble que Freud previera la
después de la Segunda Guerra mundial. envergadura que iba a tener la radical
El psicoanálisis fue una de las levaduras desarticulación que se ha dado, y que se va
de la revolución sexual –que advino en la a seguir dando, entre ellas. Al anterior
segunda mitad del siglo XX– que produjo desarraigo –entre sexualidad y reproduc-
nuevos enunciados de fundamento. Esta ción–, se sumaría además que, en la posmo-
revolución levantó represiones y permitió dernidad, se está desanudando uno de los
acceder a un mundo más libre, más rico, más sólidos pilares sobre los que se asentó
más creativo, más alegre. Con esa revolu- la modernidad en la que nació el psicoaná-
ción sexual de la posguerra cayeron tabúes, lisis, la mutua implicación entre la sexuali-
y la sociedad fue más permisiva con una dad y el amor. En esa línea tenemos que
sexualidad que se salía del formato de los advertir que a raíz de las nuevas técnicas
reproductivas, sexualidad y reproducción
ideales victorianos; empezaron a adquirir
devendrán probablemente no solamente
carta de ciudadanía, no sin sobresaltos, for-
no articuladas sino heterogéneas.
mas de relación que hubiesen sido pensadas
como inadmisibles para los enunciados de
fundamento anteriores.
4. La crisis de los ochenta
Se asistió en el curso de los sesenta a
importantes polémicas en torno a cómo Nuevos problemas. Después de los ochen-
concebir la sexualidad y la sociedad. En este ta entra en crisis el matrimonio entre el psi-
punto, me parece interesante, en tanto tocó coanálisis y la psiquiatría que había dado

6 Eros and Civilization, Beacon Press, Boston, 1955, en español Eros y Civilización, 1955, Seix Barral, Barcelona 1969,
7 Foucault, Michel, Historia de la sexualidad, Volumen I: Introducción (1976), El uso del placer (1984) y La preocupación de sí mismo
(1984), Siglo XXI, Buenos Aires, 1987.

221
Rodolfo Moguillansky Symposium: las dimensiones del psicoanálisis

las directivas en el campo de la salud men- conseguirán en el campo de la genética. No


tal en la posguerra, y, a la vez, entran a debiéramos confundir lo que aporta el psi-
tallar nuevos paradigmas en el imaginario coanálisis respecto de la sexualidad y la sub-
social. jetividad con el conocimiento que trae la
biología. No tiene sentido discutir el evi-
dente valor de las neurociencias o de la
4. 1. El surgimiento de genética, hacerlo es pecar de ignorancia. Lo
una psiquiatría adinámica que hay que discutir es si ellas dan cuenta
de la subjetividad de la que se ocupa el psi-
Hacia 1952 surge, en el seno de la psi- coanálisis; sugiero que la biología y el psi-
quiatría norteamericana, la primera edi- coanálisis abren ventanas en las que se pro-
ción, DSM-I. Con los años aparecieron nue- ducen conocimientos heterogéneos.
vas versiones. La Asociación Psiquiátrica
Norteamericana publicó en 1994 el DSM IV
y recientemente apareció la versión revisa- 4. 2. El imaginario social
da del DSM-IV, el DSM-IVR. de la posmodernidad
Esta publicación que pretende surgir de
una exhaustiva revisión de la literatura Para tener una agenda en la que poda-
sobre las investigaciones en trastornos men- mos pensar nuestro lugar como psicoanalis-
tales, pretende una clasificación no teórica, tas y la dimensión del psicoanálisis en estos
lo que implica un profundo cambio de tiempos, no podemos dejar de registrar que
paradigma en el campo de la salud mental. en los finales del siglo XX y comienzos del
XXI asistimos a la emergencia de un nuevo
Este cambio de paradigma toma mayor imaginario social en el que se ponen en dis-
fuerza después de los ochenta. Hoy, en el cusión los enunciados que fundamentan la
campo de la salud mental nos encontramos sociedad.
con corrientes de pensamiento que conciben
la subjetividad humana como un epifenóme- Vivimos en un mundo en transición –qui-
no de determinaciones anatómicas, genéti- zás no ha habido época que no lo haya
cas y bioquímicas y, aunque no sólo desde el sido–, pero en cada momento de la historia,
psicoanálisis, se afirma que el DSM es reduc- los que lo habitan suponen normalidades
cionista, en tanto, esta clasificación “objeti- que los nuevos tiempos ponen en crisis y
va” no enfatiza la distinción entre estado y suelen creer, con algo de nostalgia, que al
rasgo; es adinámico. Tenemos que admitir haberse perdido los soportes dados por los
que se ha mostrado como un referente muy enunciados de fundamento de la sociedad
firme tanto en el pensamiento psiquiátrico en la que nacieron y crecieron, viven en una
como en las políticas de salud mental. sociedad anómica; y entonces luchan por
mantener los enunciados previos.
Si bien no podemos desconocer que el
siglo XXI será sin duda una época que, des- Un interesante ejemplo de esta discu-
pués de haber conseguido el completa- sión, en torno a cómo se fundamentan los
miento del “genoma humano”, no dejará imperativos éticos en estos tiempos, es la
de sorprendernos con los avances que se que mantuvieron públicamente Umberto

222
Symposium: las dimensiones del psicoanálisis Rodolfo Moguillansky

Eco y Carlo María Martini (Obispo de Milán) convivimos además con vínculos estructura-
a través de un memorable intercambio epis- dos según otros paradigmas culturales y
tolar en un diario de Milán. Entre esas polé- también con familias con un alto grado de
micas, también ocupa un lugar significativo anomia. Este listado corto, con diferentes
–tratando de mantener unido algo que, modos de vínculo, marca nuevas y diversas
como dije antes, en la posmodernidad está formas de subjetivación. Pero esto no es
desagregando: el anudamiento entre todo, la transición no para. El mayor hiato
sexualidad y amor –La Carta Encíclica Deus que, a la luz de lo que nos anticipa Atlan, se
Caritas Est (Dios es amor) de Benedicto XVI dará entre sexualidad y reproducción y del
sobre el amor cristiano8. aflojamiento del nudo que se había conse-
El discurso de Ratzinger intenta instalar guido entre la sexualidad y el amor, traerá
una axiología basada en valores absolutos como inevitable consecuencia nuevos
respecto de la sexualidad, una axiología modos de relación. Seguramente la polari-
derivada de un presunto “orden natural”, dad masculino-femenino tienda a atenuar-
desconociendo las nuevas noticias que nos se y asistamos a la emergencia de nuevas
informan sobre la mayor amplitud y la ver- prácticas y modos de sentir en torno a la
satilidad que toma en cada individuo su sexualidad, bajo las formas de novedosos e
posicionamiento sexual. impensables, para nosotros, lazos sociales.

Dentro de estas “nuevas” que anticipan En esos nuevos lazos sociales Kojeve
la mayor desarticulación, a modo de ejem- anunciaba los peligros del “final de la his-
plo, citemos que Henry Atlan acaba de toria” en la que, a través de dominar de la
publicar en Francia L´utérus aritificiel (El naturaleza, desterrar la escasez y satisfacer
útero artificial)iv, anunciando que el siglo las necesidades de la humanidad, desapare-
XXI verá nacer un bebé por ectogénesis (el cía el conflicto humano.
desarrollo de un embrión fuera del organis- Podemos anticipar una gran discusión,
mo humano), es decir de un útero artificial. quizás sea uno de los grandes temas de este
Atlan nos anticipa, en su ensayo, que se siglo que recién empieza, y seguramente
concretará lo que narró A. Huxley en Un incidirá en nuestra clínica. Es probable que
mundo feliz. El mundo feliz de ficción de buena parte de nuestra teoría para explicar
Huxley se está asomando en la sociedad.
un hombre, que se culturalizaba con los
Otra “nueva”, es que hoy en Occidente enunciados de fundamento modernos,
asistimos a la coexistencia de configuracio- entre en crisis.
nes familiares de la modernidad con otras,
nacidas en la pos-modernidad; configura-
ciones que, por cierto, ya tienen un lugar y 5. Epílogo
una legalidad en la sociedad: familias
ensambladas, familias reconstituidas, fami- Quizás tengamos que admitir que este-
lias homoparentales, familias monoparen- mos ante un cierto vacío teórico –ante el
tales, parejas gay, parejas de lesbianas, etc. advenimiento de una sexualidad humana,
Junto a estas configuraciones familiares en una sociedad en la que se anticipan

8 Primera Encíclica del Pontificado de Benedicto XVI, dada Roma, el 25 de diciembre del año 2005. Extraído de www. corazones.org,
página de Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María.

223
Rodolfo Moguillansky Symposium: las dimensiones del psicoanálisis

engendramientos y eventuales crianzas mos. En ese punto, si bien la ética del


signadas por tecnologías que amenazan Psicoanálisis implica la no promesa de felici-
con dejar de lado todo lo que conoce- dad para quien avance por los caminos del
mos–, y en la que se vaticina un “hombre deseo, podemos sostener que hay un efecto
sin conflictos”. liberador que produce la experiencia analí-
tica: la posibilidad de elección de qué es lo
Ante este empuje, no debiéramos olvi-
que se quiere, qué se desea, pero no se
dar que el psicoanálisis puntualiza una sub-
puede eludir el conflicto.
jetividad en la que lo que nos define como
humanos es la instauración de un ideal. Al No debiéramos renunciar al patrimonio
instituirse un ideal nuestra vida se pone al del psicoanálisis ante los cantos de sirena
servicio de valores que no nos permiten que proponen desde la tecnología la aboli-
nunca más una identidad con nosotros mis- ción del conflicto.

224
Dimensiones: epistemología y psicoanálisis

Félix Gustavo Schuster*

Dimensiones: 1. f. cada una de las magnitu- los paradigmas, los programas de investiga-
des que se consideran en el espacio para ción científicos y las tradiciones.
determinar el tamaño de las cosas; tomadas
Las teorías, planteadas como un conjun-
sobre una línea para medir las cosas lineales,
to de hipótesis, han constituido una base
sobre las líneas perpendiculares entre sí para
clásica del desarrollo científico: Popper es
las superficies, y sobre tres, también perpen-
un representante de esta línea.
diculares entre sí, para los cuerpos. 2. en sen-
tido no material, aspecto o cualidad que Los paradigmas, en su carácter de cosmo-
puede ser considerada en algo: “La dimen- visiones que corresponden al desarrollo de la
sión humana del problema”. 3. (pl.) aspecto ciencia, contienen teorías, valores y creencias:
de las cosas por el que pueden ser más gran- Kuhn es su representante más caracterizado.
des o más pequeñas: “Apreciamos con la
Los programas de investigación científi-
vista las dimensiones de las cosas”=magni-
ca, representados por Lakatos pretenden
tud. (pl.) cuantía de ese aspecto en cada
conciliar a Popper y a Kuhn (un programa
caso: “Un toldo de grandes dimensiones”
de investigación está compuesto por un
(pl.) Se aplica también a cosas no espacia-
núcleo central, integrado por hipótesis que
les:”Las dimensiones de la catástrofe”.
son irrefutables (a la Kuhn) y un cinturón
Dimensional (adj.) De (la) dimensión o de protector de hipótesis auxiliares que son
(las) dimensiones. (María Moliner: Dicciona- refutables y que pueden cambiar para
rio de uso del español) defender mejor al núcleo central.
En el campo epistemológico podemos Las tradiciones de investigación son cos-
plantear cuatro unidades posibles: las teorías, movisiones que confrontan, uniendo o

*Epistemólogo (UBA).

225
Félix Gustavo Schuster Symposium: las dimensiones del psicoanálisis

separando, líneas epistemológicas diferen- entonces sí puede hablarse de verdad o


tes, brindando la posibilidad, cuando ello es falsedad.
posible de compararlas. Laudan podría
Un caso interesante vinculado a esta últi-
representar a esta última unidad. El con-
ma posición es el trabajo de Albert Ellis,
cepto de problema es también importante
“Una reformulación operacional de algu-
para esta última línea.
nos conceptos del psicoanálisis”, donde
A veces se ha considerado que, frente a desarrolla la posibilidad de una reducción
la creciente complejidad de los desarrollos (de lo teórico a lo observacional). Partiendo
de la ciencia, el concepto de teoría es dema- de los conceptos observacionales de “per-
siado simple para constituirse en la unidad cepción” y “respuesta” se pueden ir defi-
más adecuada. Sin embargo, debemos niendo otros conceptos (así ‘conciencia’ se
señalar que dicho concepto no es tan sim- define por el hecho de que uno percibe y
ple como se pretende, sino que plantea percibe que percibe, e ‘inconsciente’ cuan-
diferentes posibilidades. Así, pueden men- do uno percibe y no percibe que percibe). A
cionarse distintas variantes con respecto a partir de allí se definen otros conceptos,
las teorías: nos encontramos de esta mane- como ‘evaluación’ y ‘aprendizaje’ y luego se
ra con el realismo, el instrumentalismo y el reemplazan los conceptos teóricos conteni-
descriptivismo. El realismo nos dice que las dos en las teorías freudianas por conceptos
teorías pueden se verdaderas o falsas, y que observacionales. El tema es de interés, aun-
las entidades a las que se refieren los con- que el problema es quizás que en esta
ceptos contenidos en ellas tienen existencia reducción hay algo que se pierde: la misma
real, independiente (por otra parte, el tipo teoría psicoanalítica.
de entidades a que se hace referencia, por
Volviendo a lo señalado más arriba que
ejemplo en la física contemporánea, es
el concepto de ‘teoría’ no es tan simple y
complejo y de ninguna manera simplista).
nos brinda posibilidades distintas. Con res-
Un representante del realismo es el mismo
pecto a la confrontación de las teorías con
Popper, aunque el suyo es un realismo muy
la realidad, Popper plantea que se confron-
peculiar. Recordemos que hay un libro de
ta a través de la evidencia empírica.
Putnam “Las mil caras del realismo”.
Los paradigmas, por su parte, no son ni
El instrumentalismo, por su parte, señala
verdaderos ni falsos, son cosmovisiones
que las teorías no son ni verdaderas ni fal-
que solamente pueden cambiar cuando se
sas, constituyen principios para la acción y
produce una acumulación insostenible de
se evalúan en términos de éxito o de fraca-
anomalías. Además, el cambio de paradig-
so (conceptos de índole pragmática). El eco-
ma tiene que ver con la conversión y la
nomista Milton Friedman es un ejemplo de
persuasión.
esta posición.
A su vez, los programas de investigación
Y, finalmente el descriptivismo nos dice
se sostendrán mientras se conserve su con-
que las teorías no son ni verdaderas ni fal-
tenido empírico y la capacidad predictiva.
sas (igual que el instrumentalismo) pero, si
logramos expresar (o reducir) su vocabula- Laudan, por su parte, enfatiza el concep-
rio teórico a un vocabulario observacional, to de ‘problema’: una teoría será mejor que

226
Symposium: las dimensiones del psicoanálisis Félix Gustavo Schuster

otra cuanto mayor sea la cantidad de pro- proceder a su validación, es decir una visión
blemas empíricos que resuelva y menor la de la ciencia que se centra en el contexto de
cantidad de problemas conceptuales que justificación. En una línea más subjetivista,
tenga. el énfasis estaría en el ámbito de la produc-
ción del conocimiento, en un contexto de
Teorías, paradigmas, programas de
descubrimiento, contexto que incluye
investigación y tradiciones de investigación
aspectos ideológicos, psicológicos, socioló-
se constituyen así en diferentes dimensio-
gicos e históricos. La cuestión acerca de si es
nes de análisis. En ese marco, el concepto
posible establecer una conexión entre
de ‘tradiciones’ adquiere un sentido intere-
ambos contextos, entre la producción y la
sante, ya que nos permite comparar y vin-
validación del conocimiento, sería a su vez
cular tradiciones que, como ha ocurrido his-
relevante para el tratamiento de la conver-
tóricamente, se ignoraban mutuamente.
gencia, ya que se apuntaría de ese modo a
Nos referimos, por ejemplo, a la tradición
plantear diversos planos de comunicación
anglosajona y a la francesa que en muchos
no desvinculados entre sí.
sentidos se desconocían, aunque un análisis
puntual podría mostrar que había un desa- Todos estos puntos se vinculan, en térmi-
rrollo paralelo de conceptos. Tal es el caso nos generales, con el lenguaje de la ciencia:
con respecto al papel de la historia de la hay términos vinculados de una manera
ciencia enfatizado, antes de Kuhn, por más inmediata al universo observacional, a
Bachelard en la tradición francesa. la base empírica, pero hay otros cuya refe-
rencia a la realidad no es inmediata sino
¿Qué ocurriría en el caso del psicoanáli-
mediata (‘inconsciente’, ‘libido’, ‘yo’, ‘super-
sis, la hipótesis del inconsciente, las hipóte-
yo’, ‘ello’).
sis edípicas, la represión?, ¿formarían parte
de un núcleo central? Una vez establecidas En este marco será de interés analizar y
las hipótesis que constituyen el núcleo cen- discutir las diferentes tradiciones o dimen-
tral, el cambio de alguna de ellas, implicaría siones en el campo psicoanalítico a través de
otro programa de investigación. En las autores centrales como Freud, Klein, Lacan.
visiones más objetivistas se enfatiza acerca Este es un desafío que podemos encarar en
de la necesidad de disponer de hipótesis y conjunto.

227
De la osadía al devenir

Juan P. Baena-Cagnani; Nira Banhos; Victoria Cane;


Griselda Gianello; Graciela Santiago*

“Para ser un Giraluna hay que tener fe, esperanza y Curiosidad”.


L. E. Aute

I. Epílogo a modo de introducción


Todo fue parte del ensayo y del tras-
bambalinas, que nunca será publicado. Sólo
Comenzamos a escribir este trabajo por
una pequeña parte seleccionada, que no
el final de nuestras discusiones grupales
escapará de tener errores, como los actores
acerca de las dimensiones.
en escena pueden equivocarse por más
Creímos saber sobre qué escribir, pensa- serios que sean su actitud y propósitos.
mos luego que no sabíamos cómo diagra-
Como el analista, que con su mejor dis-
marlo y después de escribirlo desde distintos
posición y respeto por sus pacientes corre el
ejes (enciclopédico, histórico, etimológico,
riesgo de un “traspié”, o de “comerse” algu-
monográfico) llegamos a una dispersión irri-
nas apreciaciones, ya que siempre las esce-
tante. Una rapsodia de ideas en expansión y
nografías son diferentes, la iluminación
nada integradora de todas las ocurrencias.
resalta distintas áreas y los actores, dirigidos
Seguramente, el tema sea tan inabarca- por los propios pacientes, tienen sus estilos
ble por las infinitas posibilidades del psico- para narrar sus historias.
análisis, solo o en combinación con otras
Claro está que en un análisis por lo menos
ciencias y disciplinas.
hay uno que intentará permanecer en su lugar:
El peso de la infinitud es indigesto. el analista. El otro, el analizado, podrá llevar
sus múltiples personajes y adjudicarle también,
Navegamos por varios temas, buceamos
transferencialmente al primero los roles que
por diversos autores, indagamos nuestras
sus fantasías inconscientes le permitan.
propias ideas. Esperamos la idea mesiánica,
que no llegó nunca, nos divertimos y nos De esta manera se irá gestando una
enojamos. dimensión única y particular entre ambos

*Psicoanalistas (APC).

228
Symposium: las dimensiones del psicoanálisis Juan P. Baena-Cagnani et al.

integrantes de la pareja, que tomarán el das a la Neurología y al dogmatismo cientí-


compromiso de adentrarse a lo desconocido. fico de la época. En poco tiempo, Freud fue
Ninguno de los dos sabe qué encontrarán a transformando ese primer lugar de médico
lo largo del proceso, y si éste continuará o que ocupaba frente a ellas: visitándolas en
no. Ni qué obstáculos o aventones se presen- sus domicilios, revisándolas físicamente,
tarán en el durante. Tal vez, cada uno por examinando su orina y estando atento a lo
separado imagine un camino a recorrer que que les ocurría a lo largo de la jornada, al
puede o no ser coincidente. La realidad es el lugar de analista que fue construyendo
proceso que va deviniendo. Lo mejor que paulatinamente.
puede pasar es la sorpresa, la idea nueva que
Pasó desde la hipnosis a la “técnica de la
emerja y que dé sentido a lo inentendible
presión sobre la frente” utilizada por prime-
del material o bien, que le quite sentido a las
ra vez con Elizabeth von R., que luego des-
falsas certezas que opacan la verdad.
cartó, como lo expresa en su contribución
A estas apreciaciones llegamos y por lo para el libro de Loewenfeld, diciendo que
que sigue comenzamos. “evita todo contacto físico” con sus pacien-
tes (1904), aunque parecería que habría
abandonado esta práctica antes de 1900.
II. Hace poco más de 100 años
Su genialidad lo llevó a no desestimar
algunas emociones que lo impactaban
En este trabajo, predominantemente
generando una transformación, un cambio
teórico-técnico, nos proponemos desarrollar
cualitativo en su observación.
algunas de las dimensiones que conforman
el universo psicoanalítico: la mente del ana- ¿Son estos aspectos que luego a partir
lista, fundamentalmente su dimensión de del autoánalisis fueron gestando su mente
continente. Una mente involucrada en la como analista? Nos encontramos aquí con
sesión, en la dupla del encuentro. la mente del analista 100 años antes del
presente.
Nuestro interés parte de trabajos escri-
tos por este grupo vinculados con la contra- En el historial de Miss Lucy R. es donde
transferencia, sus múltiples significados, sus escribe “...esto sólo admitía una interpreta-
vicisitudes intra y extra encuentro analista- ción. Tuve la osadía de comunicársela a la
paciente. paciente...” Nos detenemos en ese término:
osadía, y nos preguntamos ¿por qué lo vivió
Si recurrimos a la historia, lo hacemos
de esa forma?
apelando a Freud, a sus comienzos; cuando
tenía entre sus manos un descubrimiento En 1909,”a propósito de un caso de neu-
que había que investigar, conceptuar, siste- rosis obsesiva”, en el relato que hace de las
matizar. Agregamos a esto, que en los ini- sesiones con su paciente, vemos como su
cios Freud estaba más adherido al modelo mente trabajaba frente a las agresiones del
médico: sus intervenciones con las pacientes mismo. Queremos remarcar especialmente la
descriptas en “Estudios sobre la histeria” sesión del día 26 de noviembre donde el
(1893-1895), dan cuenta de una mente paciente trae un sueño: “Tiene 29 años, yace
impregnada de teorías y concepciones liga- de espalda sobre una muchacha (mi hija ) y la

229
Juan P. Baena-Cagnani et al. Symposium: las dimensiones del psicoanálisis

posee sexualmente con las heces que le salen mente del analista nos dice en “Análisis
del ano”. Freud se refugia en su rigor cientí- Terminable e interminable” (1937) que
fico y comenta que es una soberbia fantasía “Todo analista debería hacerse de nuevo
anal. Creemos que tal vez en ese momento le objeto de análisis periódicamente, quizá
resultó difícil aceptar que el paciente estaba cada cinco años, sin avergonzarse por dar
ejerciendo una violenta identificación pro- ese paso. Ello significaría, entonces que el
yectiva de evacuación, a través de su hija, análisis propio también, y no sólo el análisis
hacia la parte más continente de Freud. terapéutico de enfermos, se convertiría de
¿Dónde fue a parar esta violencia? Creemos una tarea terminable en una interminable”.
que a la mente del analista que trató de
defenderse con este comentario que implica
un distanciamiento emocional. III. Deviniendo hoy
En cuanto a la transferencia, si bien estu-
vo presente clínicamente desde la utiliza- Compartiendo lo dicho por Betty Joseph:
ción del método catártico, fue en 1900 “Cuando miramos a los mayores desarro-
cuando Freud realizaba el tratamiento de llos en psicoanálisis en las últimas 4 ó 5
Dora que se impuso manifiestamente en la décadas –psicoanálisis en movimiento–
relación médico-paciente y cuya exclusión pienso que aquello que encontramos no
dio como resultado la deserción de la joven. son tanto descubrimientos “novedosos” y
Tal vez ocupado en el análisis de los sueños, teorías sino refinamientos nuevos en técni-
obra que publicó en la misma época, no se ca ayudando hacia una mayor sensibilidad
permitió advertir que la excitación sexual a lo que está pasando en nuestros pacien-
que Dora experimentaba con el Sr. K, opor- tes, y esto a su vez llevando a una profun-
tunamente la estaba experimentando con dización de la comprensión”. Numerosos
él en su consultorio. Sólo en una reflexión autores se han dedicado a profundizar,
posterior pudo darse cuenta de que el ampliando cuestiones teórica-técnicas vin-
sueño de Dora, entrada privilegiada al culadas a lo que sucede en la mente del
inconsciente, implicaba la inmediatez de la analista: Klein, Racker, Heiman, Winnicott,
situación inconsciente de la transferencia. H. Rosenfeld, D. Rosenfeld, J. Grotstein, A.
Ferro, entre otros.
En 1911 plantea el concepto de contra-
transferencia: “Nos hemos visto llevados a W. Bion con su capacidad y curiosidad
prestar atención a la contratransferencia que intelectual abrió caminos creando un mode-
se instala en el médico por el influjo que el lo de la mente diferente, clarificando con-
paciente ejerce sobre su sentir inconsciente, cepciones teóricas y enlazándolas con el tra-
y no estamos lejos de exigirle que la discier- bajo clínico. En este modelo, el aparato para
na dentro de sí y la domine...” La retoma en pensar se va construyendo a partir de un
1914 en “Puntualizaciones sobre el amor de vínculo: alguien que evacúa I.P realistas, que
Transferencia” y Strachey nos dice que es en esta teoría tienen la función de comuni-
difícil encontrar otro examen expreso de la car, y alguien que las reciba y pueda soste-
cuestión en sus obras publicadas. nerlas, tolerarlas y, de ser posible, devolver-
Preocupado, quizá tangencialmente, en la las metabolizadamente.

230
Symposium: las dimensiones del psicoanálisis Juan P. Baena-Cagnani et al.

En la vida postnatal es la madre-continen- Pensamos que los conceptos son parte del
te quien recepta los contenidos caóticos emo- bagaje teórico del analista y contribuyen a
cionales y sensoriales del bebé, por medio de formar parcialmente su continente mental,
su capacidad de reverie, (ensoñación mental), pero si en el momento de estar con su pacien-
y le devuelve las ansiedades recibidas modu- te viran a ser contenidos, lo saturarán impo-
lándolas para que pueda re- introyectarlas y sibilitándolo para disponer de una mente flo-
darles sentido paulatinamente. tante que le permita el encuentro con los
contenidos del paciente, y de esta manera no
Esta experiencia emocional es el primer
podrá captar el hecho seleccionado que inte-
paso para la constitución de la capacidad
gre y dé sentido a la comunicación del anali-
para pensar, que siempre es dolorosa, e
zante. Partiríamos de una concepción de
implica un permanente replanteo y apertu- mente de carácter inefable e inescrutable.
ra a lo desconocido. Este vínculo humano,
incluye un aprendizaje en el que opera una Recordando el epigrama de Kant que
transformación que tiene que ser captada, dice: “La experiencia sin teoría es ciega, y la
en forma implícita o visible, entre los inte- teoría sin experiencia es vacía”, para que
grantes de dicha relación que funcionarán realmente haya conocimiento tiene que
como continente-contenido en crecimiento darse la combinación integrativa de ambas
recíproco, desafiando sus posibilidades. partes. Así el conocimiento consiste en una
actividad de construcción del objeto, éste
Tomando lo descripto como modelo que no se encuentra de modo pasivo fuera del
subyace en la relación analista-paciente, mundo del sujeto. Lo determinante en el
nos ubicamos en el funcionamiento mental acto de conocer no es tanto el objeto (en el
del analista y nos preguntamos ¿cómo tra- sentido clásico de la teoría del conocimien-
baja entonces con un paciente? to) sino el sujeto.
El analista desde el originario lugar ideal “Pensar que el analista puede trabajar
de tener una mente aséptica, a una que sobre las emociones del paciente, como el
será el blanco del impacto de identificacio- pintor trabaja sobre la tela, resultaría repug-
nes proyectivas, deberá realizar una disocia- nante a la teoría y práctica psicoanalíticas. El
ción no patológica, operativa, que le permi- pintor que trabaja sobre las emociones del
ta desarrollar su tarea. Ésta será llevada a público con un fin en vista, es un propagan-
cabo a través de complejas operaciones que dista con la mentalidad de un artista de afi-
incluye la ensoñación, lo que lo va habili- ches. No lo alienta el propósito de que su
tando para poder receptar los contenidos público sea libre en la elección del uso que va
emanados del paciente, como así también a dar a la comunicación que él hace. La posi-
para captar sus propios contenidos, sean ción del analista es semejante a la del pintor
éstos ideicos, sensoriales o emocionales y que, a través de su arte, enriquece la expe-
ser capaz de abstenerse, tenerlos en cuenta, riencia de su público. Como los analistas no se
para ser pensados a posteriori. Ambas men- proponen dirigir la vida del paciente, sino
tes se hallan en una interrelación perma- capacitarlo para que la viva según sus luces y,
nente y Bion lo expresa diciendo: “que el por tanto, que sepa con que luces cuenta.”
paciente era su mejor colega”. (Bion, W. Transformaciones, cap. IV p. 53).

231
Juan P. Baena-Cagnani et al. Symposium: las dimensiones del psicoanálisis

IV. Aperturas a modo de final En nuestras discusiones grupales surgen


como lluvia de ideas otros temas que exce-
Innumerables analistas post-freudianos de en este momento seguir desarrollándo-
han retomado algunos de los puntos que el los: la teoría de los mundos superpuestos, la
genial maestro dejó planteados. Quizás teoría de campo psicoanalítico, las situacio-
porque hoy como entonces, en algunas cir- nes traumáticas…
cunstancias seguimos teniendo la osadía
que aquel tuvo, nuestras mentes continúan Antonino Ferro plantea el concepto de
siendo el blanco del impacto de identifica- “analista herido”, definiendo que un ana-
ciones proyectivas que sin lugar a dudas nos lista seguramente ha sido “un herido”, pero
sacuden. Nos advierte sobre la presencia de considera que su análisis lo debería haber
la contratransferencia y la contraidentifica- curado suficientemente. Plantea que cierta
ción proyectiva desde múltiples manifesta- sensibilidad de las heridas curadas puede
ciones: somnolencia, ansiedad, aislamiento, permitirle vibrar armónicamente con las
soledad, celos, envidia, violencia, inercia, heridas del paciente. Lo problemático se
rabia, terror, depresión, confusión, deso- constituye cuando las heridas o nuevas heri-
rientación, necesidad de acción, deseo das vuelven a sangrar. Nos dice: “En este
(sexual o de otro tipo), hastío, sensación de caso, es necesario el autoanálisis, si bien en
inundación. Hasta manifestaciones graves caso de que el sangrar superase cierto
como ocurre con pacientes severamente umbral de sufrimiento, el analista tiene la
perturbados: implicancias corporales, sue- obligación ética de una nueva serie de aná-
ños y pesadillas contratransferenciales, lisis, para no “enfermar” ulteriormente a
entre otras. El desafío consistiría en poder sus pacientes o para no hacerse curar por
percatarnos hasta que punto nos involucra- sus pacientes, lo que resultaría una perver-
mos con nuestra identidad, crisis vitales, sión del estatuto mismo del análisis…”
teorías, temas de nuestro interés en un
momento dado, etapas de nuestra forma-
ción, y que esto nos motorice para partici- Bibliografía
par y generar espacios donde lo perturba- Bion, Wilfred R.: Cogitaciones, Editorial Promolibro, Valencia, 1996.
dor no obture nuestra tarea. Espacios de Bion, Wilfred R.: Transformaciones, Centro Editor de América
trabajos grupales, tales como grupos de Latina
estudio, grupos de discusión grupos de Freud, Sigmund.: Obras Completas Tomos II, VII, X, XI, XII y
supervisión etc. Sólo una mente psicoanali- XXIII, Amorrortu Editores, Bs.As., 1986
zada puede retroalimententarse en un Ferro, Amtonino.: Factores de Enfermedad, Factores de
Curación, Ed. Lumen, Buenos Aires, 2003.
dinamismo que dispare el autoanálisis o el
Grotstein, James.: Identificaciones Proyectiva y escisión. Gedisa.
reanálisis. México, 1986.

232
De subjetivaciones y desamparos:
la dimensión social del analista

Nur Abdel Masih; Beatriz Gallo; Carlos Garzón; Jorge Obeide;


Julieta Paglini; Carola S. de Kuschnir; Liliana Tavip*

Hace ya muchas décadas que el Psicoanálisis racionalidad pura, en una relación con el
recurre a la Filosofía para ayudarse a formu- Otro que no fuera solamente cognoscitiva.
lar su quehacer.
Esto, que ocurría en Francia, había sido
Sabemos, o queremos creer, que el precedido por Heidegger en Alemania, quien
Inconsciente, la Transferencia y la Sexualidad en 1927 hablaba de un modo de relación con
infantil permanecen como los pilares de el mundo que incluía lo que llamaba “dispo-
nuestro pensamiento. siciones afectivas”.
Pero también vemos que la literatura Comenzaba lo que se llamó Crítica al Suje-
psicoanalítica, que es el índice de ese pen- to de la Razón pura.
samiento, abunda en términos nacidos de la
Filosofía. La Filosofía de la Razón pura había ins-
pirado los ideales de la Modernidad
Uno de ellos es el sustantivo Subjetivación, (Libertad, Igualdad y Fraternidad), que
que nos parece especialmente adecuado para fracasaron rotundamente en los hechos
pensar el título de este Congreso. históricos.
Su rastreo histórico aporta lo siguiente: Los filósofos a los que aludíamos pensa-
En 1933 el filósofo Kojeve dictaba en La ron un Sujeto diferente, situado, encarna-
Sorbona un Seminario sobre el pensamiento do, histórico, político, ético. El de la imagi-
de Hegel, al que asistían entre otros, Levinas, nación creadora.
Hipolite, Lacan...
No el Sujeto, sino este Sujeto, con sus
A partir de la introducción del deseo, se peculiaridades de género, de edad, de raza,
planteaba allí la posibilidad de salir de la de etnia, de biografía y cultura.

* Psicoanalistas (APC)

233
Nur Abdel Masih et al. Symposium: las dimensiones del psicoanálisis

Este sujeto deviene tal a través de un pro- viduos van construyendo diferentes formas
ceso histórico de constitución con el Otro. de subjetividad.”(9)
(Levinas).
El tiempo vivido vertiginosamente pro-
Foucault insistirá en los elementos histó- mueve el borrado de la secuencia pasado-
ricos propios de la época, como los discursos presente-futuro, intentando anular así la
y saberes sobre el ser humano y las relacio- incertidumbre y taponar la angustia; el
nes de poder con las instituciones. carácter definitivo de la muerte y la angus-
tia del infortunio común, acompañante
A este proceso, como lo hemos descrip-
necesario del vivir.
to, la Filosofía lo llama, usando un neolo-
gismo: Subjetivación. (Acción y efecto de Recordando la frase de Leo Baek “Nada
crear un Sujeto). es tan triste como el silencio” (10), pensa-
mos que como psicoanalistas no podemos
La palabra deviene psicoanalítica por ni debemos dejar de reflexionar y decir
apropiación. Psicoanalistas lacanianos y no acerca de cómo los avatares de la postmo-
lacanianos la usaremos, con sustratos dife- dernidad afectan y dimensionan al sujeto
rentes, pero con una peculiaridad que cons- paciente y al sujeto psicoanalista.
tituye el sello del psicoanálisis: se trata de un
Sujeto dividido estructuralmente. El proceso de globalización, al destituir el
ideal como valor común, trastocó la brújula.
El acento está puesto ahora en la capaci-
dad traumatizante del accionar social, en el El ideal fue reemplazado por el objeto
que desintrincada la Pulsión de Muerte de consumo. La meta de los integrantes de
parece desatada de sus vínculos con la Vida. la sociedad no está relacionada ya con pro-
yectos vitales a largo plazo; muy por el con-
El Psicoanálisis quizás comparte con la trario, lo que afanosamente se busca es una
Filosofía el hecho de ser una disciplina que máxima satisfacción en el menor tiempo
va determinando su campo de competen- posible. Se recurre a objetos que por su pre-
cia a medida que se mueve en él. Como cariedad son rápidamente reemplazados
psicoanalistas tal vez estemos en una posi- por otros, permitiendo así el ilusorio senti-
ción más ventajosa para reorientarnos miento de libertad e infinitud ante oportu-
incluso cuando los ideales parecen haber nidades tan diversas.
sido pulverizados.
La incapacidad de los integrantes de la
“Cada época tiene un modo histórico de sociedad actual para interrogarse acerca de
subjetivación. Porque en cada noción de sus temores hace que se encuentren en una
subjetividad se articulan las distribuciones permanente (y siempre inacabada) lucha
de poder político que se corresponden al contra los mismos.
momento histórico en que se construyeron.
“Se trata de demorar la frustración, no
La subjetividad es el modo en que el sujeto
la gratificación”. (7)
hace la experiencia de sí mismo, pero esa
experiencia no es igual para todos, es la Consideramos que la imposibilidad de
experiencia del particular mundo en el que tolerar la frustración que caracteriza a
se vive. En cada momento histórico, los indi- nuestra época dificulta la posibilidad de

234
Symposium: las dimensiones del psicoanálisis Nur Abdel Masih et al.

pensar y de sentir, promoviendo el predo- tura. Es la presencia-ausencia de ese Otro la


minio de una acción despojada de aquellos. que genera la representación y el afecto; es
ese Otro objeto privilegiado quien facilita o
Zygmunt Bauman dice: “El miedo es más
dificulta la subjetivación. A su vez, ese Otro
temible cuando es difuso, disperso, poco
es representante, él mismo, de la cambian-
claro; cuando flota libre, sin vínculos, sin
te cultura. El resultado es un Sujeto único,
anclas, cuando nos ronda sin ton ni son; cuan-
singular e irrepetible.
do la amenaza que deberíamos temer puede
ser entrevista en todas partes, pero es impo- Esta concepción que tenemos del sujeto
sible de ver en ningún lugar concreto.”(8) define nuestra comprensión y quehacer psi-
coanalíticos, y no dejamos de advertir que
Este miedo así descripto se parece ente- también somos los analistas sujetos de esta
ramente a la angustia. Cultura y atravesados por ella.
Angustia que trae a los pacientes a con- Hay algo abrumador en la realidad
sultarnos, en sus versiones neurótica o trau- actual. El avance tecnológico es vertiginoso,
mática, pero de la que nosotros, los analis- las transformaciones exceden la capacidad
tas, no deberíamos considerarnos exentos. de incorporarlas, la vida, los valores, la reali-
La destrucción de las redes sociales hace dad tienen una cualidad efímera, el movi-
que el Otro no responda, y deja a los “per- miento arrasa las figuras referenciales, el
sonajes” de nuestra historia en soledad e tiempo raudo se achata generando un
inermidad. orden monótono. Nos preguntamos ¿no son
éstas características las que provocan, como
Sabemos, desde Freud, que la sociedad efecto, “modificaciones epocales” en los
es para el hombre el único modo, a partir analizandos y analistas? Nos encontramos
de Eros, que hace posible la construcción de muchas veces con sujetos compelidos a no
una historia en común, como una manera reflexionar, a no cuestionarse, despojados
de enfrentar el inevitable malestar en la de sus sentimientos, que reaccionan con
cultura. futilidad, que eligen sin sentir y necesitan
Comenzamos a contar esta historia de sin desear.
subjetivaciones y desamparos para cen- ¿Qué hacemos los analistas con los
trarnos en el analista y su paciente, como temores al fracaso de nuestros proyectos
protagonistas. individuales y colectivos, al caos económico
y social, a los nuevos ideales, a los ataques
Hoy pensamos al sujeto como un ser
contra el psicoanálisis, a la violencia que
complejo, a la vez abierto y determinado.
nos acecha desde afuera y desde adentro?
Complejo por la convergencia de discursos y
vivencias concientes e inconscientes; y ¿Cerramos la puerta del consultorio y
determinado por su sujeción a la naturale- nos olvidamos de ellos en la ilusión del ana-
za, al cuerpo y a los otros, abierto en su lista espejo?
devenir y en sus posibilidades de cambio.
Pero los encontramos de pronto en el
El ser humano se constituye y modifica a desaliento frente a otro paciente que inten-
través del Otro, de los otros: sociedad y cul- ta “zafar” del compromiso que implica el

235
Nur Abdel Masih et al. Symposium: las dimensiones del psicoanálisis

análisis o en un gran cansancio al terminar El trabajo analítico supone siempre un


la jornada, o en una dificultad para hacer recorte de la realidad, nunca deja de verse
planes de mediano o largo plazo. inmerso en una situación y una historia de
un analizado y un analista.
Pero también podemos dejarlos fluir, en
la atmósfera de la atención flotante, y vol- Acordamos con Marucco en que esta-
ver a encontrarlos, pero esta vez, en una mos frente a una clínica del inconsciente
hermosa interpretación que nos surge de reprimido y de uno escindido, que nos
pronto y los integra en su sentido con el involucra como analistas desde nuestra
material del paciente. contratransferencia, para abordar “lo per-
cibido no conciente”, aquello que no cesa
El hacer del analista es un hacer compro-
de repetirse sin lograr una representación
metido, en defensa de la vida, de la pulsión verbal.
de vida, del despliegue de potencialidades,
de la creación de lo nuevo “El psicoanálisis Así como analistas operaremos no sólo
siempre ha rescatado las posibilidades levantando represiones, sino también instau-
humanas de transformación” del analizan- rando diques, como una manera de posibili-
do y del analista. tar que el paciente otorgue una inscripción a
aquellos traumas “sin nombre”, aquello que
Teniendo en cuenta que el analista está carece de representación palabra.
inmerso en la misma cultura que el anali-
zando, se hace necesario aceptar la existen- Las representaciones verbales dan cuen-
cia de los cambios y reflexionar sobre ellos. ta de lo reprimido, pero no hay palabra
De lo contrario corremos el riesgo de ads- para lo desmentido, constitutivo del yo,
cribir ciegamente a teorías o instituciones, así, lo desmentido no cesa de retornar. Lo
encerrarnos en fortalezas narcisísticas, no siniestro es el retorno de lo igual. “Ese yo
ver, renegar los cambios. Corremos el riesgo escindido se expresa con un sentimiento
de que el miedo nos paralice o de que la (lo siniestro), además de la compulsión
seudo abstinencia nos encubra, o de adhe- repetitiva. Sentimiento que habla de una
rir a todo lo nuevo de manera acrítica. historia, como las repeticiones también
son una historia. Entonces habrá una his-
Cualquiera de los dos extremos antes toria vivida, mediante repeticiones trans-
mencionados implica un corrimiento del ferenciales que le permita al analista
lugar de analista, tal cual nosotros lo enten- reconstruir la historia, otorgarle significa-
demos: ser los garantes de la construcción do simbólico…” (6)
del espacio para vivenciar y pensar; del espa-
Así es a partir de la producción desde la
cio para que a partir de la palabra tenga
mente del analista, el lugar privilegiado
lugar la transformación subjetivante. En la
para operar sobre esas huellas mnémicas
situación analítica, el analista comprometido
que no tuvieron representación palabra.
con su hacer, facilita el despliegue transfe-
rencial a través del cual el sujeto que padece “Otorgar significaciones es construir.
se siente escuchado en su repetición, recono- Construcciones que invocan la mente del
cido por su ser, no por su tener, rescatado en analista y que deben ser corroboradas por la
lo propio de sí. actitud del paciente y sus pronunciaciones”.

236
Symposium: las dimensiones del psicoanálisis Nur Abdel Masih et al.

Se torna imprescindible el análisis del (4) “Construcciones en el análisis”. 1937 O.C. Ed. Amorrortu
analista y su autoanálisis. (5) “La escisión del yo en el proceso defensivo. 1938. O.C. Ed.
Amorrortu
“El analista de hoy tendrá que dejar el (6) Marucco, Norberto C:
lugar de la omnipotencia y desacralizarse “Cura analítica y transferencia. De la represión a la desmentida”.
denodadamente junto con su paciente para 1999.Ed. Amorrortu
ayudarlo a librarse de su padecer.”(6) “Introducción de (lo siniestro) en el yo”
“La transferencia: ¿qué, cómo y cuándo interpretar”
El psicoanálisis siempre ha sido subversi- “Posfacio. Las neurosis hoy: en las vías de acceso a las “zonas
vo y se enfrenta hoy a resistencias no menos psíquicas”
potentes que las que enfrentó Freud en sus “Actualización del concepto de Trauma en la Clínica
comienzos. En la época de su creación pro- Psicoanalítica” Revista de Psicoanálisis -APA- T.: LXIII Nº 1.
2006
movía el levantamiento de las represiones.
(7) Bauman, Zygmunt:
Hoy sigue siéndolo, porque la propuesta de
“Modernidad Líquida” Fondo de Cultura Económico. Argentina.
los analistas se enfrenta a aquello de la cul- 2003
tura que banaliza al sujeto, que promueve (8) “Miedo Líquido” Ed. Paidós. España- 2006-
la renegación y la escisión. (9) “Entrevista imaginaria a Michael Foucault;Los modos históri-
cos de subjetivación”. Zona Erógena. Ed. Sequitur, Madrid
El desafío de hoy, es el de dar nuevas res- 2006.
puestas en la teoría y en la clínica que per- (10) Baek, Leo: citado por Z. Barman en “Modernidad y
mitan la emergencia de ese Sujeto único Holocausto”.
que la cultura intenta masificar y borrar. (11) Giovanna, Borradori: “La Filosofía en una época de terror”.
(12) Solano Suárez, Estela: “Entrevista en La Voz del Interior.
12-08-07
(13) Birulés, Fina: Del Sujeto a la Subjetividad, en “Tiempos de
Subjetividad” Paidós- Bs. As. 1996.
Bibliografía (14) Moise, Cecilia y otros: “Subjetivación- Desobjetivación y
Trauma Social” Revista de Psicoanálisis -APA- T.: LXIII Nº 1.
Freud, Sigmund: 2006
(1) “Recordar, repetir y reelaborar” 1914- O.C. Ed. Amorrortu (15) Kelmansky, R. y otros: “Fin de Milenio y Subjetividad”
(2) “Lo siniestro” 1919. O.C. Ed. Amorrortu Revista de Psicoanálisis -APA- T.: LX; Nº 4- 1998
(3) “Más allá del principio de placer”. 1920. O.C. Ed. Amorrortu (16) Lipovetsky, G.: “La Era del Vacío”. Ed. Anagrama. 1986

237
Lecturas
Sperling, Diana. Genealogía del odio. Sobre el judaísmo en occidente. Altamira. Buenos AIres 2007

La Palabra acallada

“El que tenga ojos para ver y


oídos para oír se convencerá
de que los mortales no pue-
den guardar ningún secreto.
Aquel cuyos labios callan, se
delata con la punta de los
dedos; el secreto quiere salír-
sele por los poros”, dirá Freud
en sus palabras preliminares.
En Genealogía del odio.
Sobre el judaísmo en occi-
dente, Diana Sperling toma
a Nietzsche como un caso
ejemplar para analizar la
relación entre el judaísmo y
occidente. Piensa al filósofo
alemán como un síntoma. Lo
piensa escribiendo y siendo
escrito por lo que sucede en
un mundo y una época.
En concordancia con la
cita freudiana, Sperling seña- te. Y que esto no es inocente bles respuestas dan cuenta de
la que: “las entrelíneas, los sino que se paga un precio la capacidad exploratoria de
márgenes, las notas, revelan elevado por ello. Hay una Sperling. Y a medida que nos
lo que el texto niega o no interrogación permanente adentramos en el libro confir-
alcanza a decir, porque no acerca del porqué, siendo el mamos también su manera
sabe que lo dice”. judaísmo parte constitutiva de pensar. Manifiesta la auto-
de lo occidental, su destino ra: “reconozco que tengo a
Sin embargo, no es el
ha sido (¡y es!) el de una mi favor la posibilidad espon-
filósofo alemán el tema cen-
negación y ocultamiento tánea de pensar en forma no
tral del libro. Sí lo es, en
perpetuo.
cambio, la hipótesis de la dualista; lo hago, en efecto,
filósofa de que el judaísmo Interrogación permanente desde un pensar que desco-
es el punto ciego de occiden- e intentos sostenidos de posi- noce en sus fuentes y en su

241
Lecturas

estructura originaria tal gullece de uno de sus ances- aún en las no pocas citas
modalidad. Este pensar –lo tros y reniega del otro. antisemitas del filósofo. Todo
judío– discurre en forma de lo contrario, toma toda la
En El Zahir Borges dice
multiplicidad y diferencia obra –con sus énfasis, con-
que “en la figura que se
–en un sentido amplio–, de tradicciones y cambios– para
llama oxímoron, se aplica a
diseminación, y nunca de “acompañar el pensamiento
una palabra un epíteto que
oposiciones y antítesis”. nietzscheano en su desplie-
parece contradecirla”. Oxi-
gue multidireccional para
Desde el comienzo del morónico resuena el térmi-
comprender las ideas fuerza
texto la autora despliega no compuesto judeocristia-
que lo agitan”.
en un recorrido minucioso nismo. Sperling analiza la
cómo la civilización occi- “intencionalidad” del mismo El judaísmo en occiden-
dental, siendo heredera que tiende a eliminar una te, el punto ciego. Nietzsche
del logos griego y del davar tensión y que aspira a tachar como un síntoma. La lectu-
hebreo, sólo elige a uno de diferencias. Propone pensar ra del pensador alemán
ellos. El judaísmo pasa en- que ésta es una entidad sin- puede generar una hipnóti-
tonces a ser relegado, ocul- crética que, más que dar ca fascinación. Tan podero-
tado, perseguido. En su cuenta de los términos que sa que impida ver el impe-
constitución misma occi- la componen, dice acerca rio de sombras en su decir.
dente convierte al judaís- de quién la dice. ¿Fascinación, ingenuidad,
mo en algo ajeno a él. Se ceguera?, quizás sí, en el
El término judeocristiano
niega a reconocer que se lector común. Pero ¿en los
aparece muchas veces en los
encuentra indisolublemen- otros?, en los Derrida, Blan-
textos de Nietzsche, pero
te ligado y en esta nega- chot, Foucault, Deleuze...
queda definitivamente fija-
ción hace que el odio sea
do en su “Genealogía de la ¿Es posible leer a Nietzsche
parte de su identidad.
Moral”. Ahora bien, apare- como si el Holocausto no
Refiere Diana Sperling: “lo ce la ineludible pregunta: hubiese ocurrido?
judío y su negación, lo judío y ¿qué sabe Nietzsche de
A lo largo del libro,
su rechazo, recorren en para- judaísmo sino lo que le ha
Sperling seguirá analizando
lelo, como una doble costura, llegado, ya mediado y dis-
lúcidamente a occidente en
la historia occidental. Pero, a torsionado, a través del cris-
contraposición al carácter
veces, el hilo salta. Es que esta tianismo? Cristianismo que
no ontológico del judaísmo
negación y este ocultamiento para “hacerse un lugar” se
y las innumerables conse-
producen efectos concretos, erige en legítimo dueño del
cuencias que de ello se des-
ya no en el plano de lo teóri- texto sagrado y su verdad,
prenden. La estrategia que
co, sino en el de la vida atribuyéndole a su antece-
utiliza recuerda –a decir de
misma, en los cuerpos, en el sor el delito de traición.
la autora– a los procedi-
devenir del mundo”.
Con un soporte concep- mientos de Freud, el
Es mérito de la filósofa tual amplio y sólido, la lectu- Talmud, o de Benjamín:
lograr en cada página que el ra que la autora hace de “trata de comprender la
lector pueda preguntarse Nietzsche no se detiene en cuestión en su funciona-
por qué occidente se enor- un texto en particular. Menos miento y abordar, aquí y

242
Lecturas

allá, los puntos del conflicto apoyada en una erudición


que parecen reveladores o que revela muchos años de
sintomáticos”. lectura y reflexión comparti-
da. Además, las evidencias
Con osadía irá desgra-
explicativas que va plante-
nando el pensamiento judío
ando no excluyen los espa-
que palpita en occidente: cios de incertidumbre y pro-
“un pensamiento no regido pician la interrogación. No
por el ser sino por el hacer; descuido tampoco el estilo
no orientado por el destino literario, que facilita la lec-
sino por la redención; no tura, no muy frecuente en
asentado sobre la identidad los libros de filosofía.
sino sobre el despliegue de
lo distinto…”. Vana y siempre parcial la
pretensión de transmitir en
Para concluir pienso que la concisión de una reseña
“Genealogía del odio. Sobre el pensamiento de la filóso-
el judaísmo en occidente” fa. Grato el intento.
tiene varias virtudes. A la
hipótesis central del libro la
encuentro valiente y firme, Jorge Obeide

243
Chemouni, Jaquy. Sobre Trotsky y el psicoanálisis. Nueva visión. Buenos Aires 2007

Un matrimonio difícil: marxismo y psicoanálisis

Tal vez no pueda decirse de


un libro que sea anacróni-
co, pero sí que ha llegado
tarde, al menos a nuestro
país. Hace algunas décadas
atrás, la discusión entre psi-
coanalistas y marxistas era
enconada, y alineaba de un
lado a quienes repudiaban
al psicoanálisis por ser una
“manía burguesa”, como
Rodolfo Ghioldi, conspicuo
dirigente del partido comu-
nista argentino (O. Terán) y,
del otro, a psicoanalistas como
José Bleger o Pichón Riviere,
convencidos de que ambas
teorías no debían ser la una
subsidiaria de la otra.
Seguramente este libro
habría aportado generosa-
mente al debate.
la la simpatía que sentía por estalinismo, enemigo acé-
Pero esto no lo desmere- esta nueva teoría que con- rrimo de cualquier pensa-
ce. Muy por el contrario, tal mocionaba a la intelectuali- miento libre y creativo.
vez hoy se ponga al servicio dad de la época, y que lo dife-
de otro debate, quizás más Cualquier asociación con
renciaba tanto de la morali-
medular, acerca de la capa- la posición de Freud en lo
dad victoriana de Lenin, que
cidad transformadora del que hace al lugar del psicoa-
rechazaba las ideas de Freud
psicoanálisis. nálisis en los Estados Unidos
por considerar excesivo el
corre por cuenta de quien
El afán del creador del lugar de la sexualidad en la
esto lee.
Ejército Rojo por encontrar un teoría psicoanalítica, como
psicoanálisis que sea pota- de la proscripción total y Jaquy Chemouni hace
ble para el marxismo, reve- absoluta impuesta por el un exhaustivo recorrido,

244
Lecturas

minuciosamente documen- miembros de la intelectuali- relación entre ambos una


tado, sobre el interés de dad de la época con la suerte de acuerdo en lo que
Trotsky por encontrar un Revolución Rusa, como para hace a esta otra revolución,
psicoanálisis compatible que un psicoanalista pudie- la que promueve el psicoa-
con el marxismo. ra ser parte de una conjura nálisis, pese a la manifiesta
para eliminar a los oponen- oposición de Freud al bol-
El autor, psicoanalista él
tes a Stalin, ya exiliados? chevismo.
mismo y si no simpatizante
de la figura de Trostky, al Al menos, sabemos que Y es tal vez ésta una
menos conocedor profundo este compromiso ha sido lo perspectiva desde la que se
de su pensamiento, parece suficientemente fuerte como puede leer este libro, por
estar tan embarcado en la para que estos crímenes no fuera del intento de encon-
misma empresa que por fueran denunciados por trar coincidencias o disen-
momentos resulta difícil parte de la intelectualidad sos teóricos.
diferenciarlos. “progresista” de la época.
El autor de “La revolu-
Jack Fuchs, sobreviviente de
La necesidad de encon- ción permanente” postula
Auschwitz, cuestiona en un
trar coincidencias entre las un único modo de sostener
escrito el silencio de intelec-
dos teorías excede larga- una revolución, y es impedir
tuales emblemáticos como
mente los requerimientos que se establezca, que se
Pablo Neruda, que denun-
propios de cualquiera de burocratice, como única
ciaba los crímenes del nazis-
ellas, y remite más a las de manera de que esta revolu-
mo, pero guardaba silencio
quienes, como Trotsky, (¿y ción no se traicione a sí
frente a los del stalinismo.
Chemouni?) adscriben a misma. Su capacidad trans-
ambas. La meticulosa descripción formadora debe atravesar
de los padecimiento psíqui- el mismo proceso, en una
La investigación acerca
cos de Zina, hija de Trotsky, suerte de garantía de conti-
de la posible participación
las vicisitudes de su trata- nuidad de cambio.
de Max Eitington en el asesi-
miento y las actitudes de
nato de Trotsky tiene el plus Tal podría pensarse de
éste frente a ella, aportan
de la intriga. (Tranquilos, un análisis, cuya meta, lejos
mucho más a conocer los
psicoanalistas del mundo, M. de estar predeterminada, es
entretelones de su vida pri-
Eitington resulta inocente). la de promover un proceso
vada que de su posición
de cambio permanente,
Pero resultan muy inte- frente al psicoanálisis.
que renuncia a la seguridad
resantes las circunstancias
De hecho, el confiar a su de un resultado previamen-
por las que un analista tan
hija a un tratamiento analí- te establecido por la incerti-
próximo a Freud, que apoyó
tico, por aquel entonces, dumbre de un proceso de
hasta económicamente al
habla de una fuerte toma de crecimiento continuo.
movimiento psicoanalítico,
posición.
pudiera estar sospechado Y así como Stalin, con su
de un crimen político. También su vínculo con terrible dictadura y sus crí-
Breton y el surrealismo menes contra el pueblo
¿Sería tan fuerte el com-
hablan de esto. Hay en la soviético, corrobora las
promiso político de algunos

245
Lecturas

hipótesis de Trotsky, los Se trataba de Donald por otro, en la profunda


incesantes ataques al psico- Meltzer, cuyo posicionamien- diferencia entre revolución
análisis por parte del esta- to adverso al stablishment y rebeldía, como aspectos
blishment dan cuenta de ya se perfilaba entonces, y adultos y adolescentes de la
que la capacidad transfor- que decía: “la mente incan-
mente, respectivamente.
madora del psicoanálisis sable del joven Trotsky vis-
sigue siendo un incordio en lumbró el futuro de la revo- Así, no se trata de forza-
la cultura dominante. Cuando lución rusa y su dilema, en da concordancia teórica, ni
el psicoanálisis no pasa a ser el sentido de que a menos de una inclusión de una teo-
parte de esta cultura, claro que el sistema nuevo pudie-
ría en otra, a estilo de lo que
está. ra incluir como institución
el impulso permanente podría ser “un psicoanálisis
Por 1960, cuando la figu- hacia la revolución se pro- marxista” o un “marxismo
ra de Trotsky aún no era duciría implacablemente psicoanalítico”, sino de dos
muy bien vista por la mayo- una metamorfosis que lo teorías que comparten una
ría de la izquierda, sobre convertiría en un estado capacidad de transforma-
todo la que remitía sus aná- monolítico y traicionaría sus ción en sus respectivos ámbi-
lisis políticos a los del PCUS premisas básicas”. Basaba tos, lo que excluye, por defi-
(Partido Comunista de la su referencia en una doble
nición, cualquier tipo de
URSS), y este libro aún no cuestión: por un lado, a lo
había sido escrito, un ana- que llama la revolución per- acuerdo. Y no excluye nin-
lista residente en Inglaterra manente de las generacio- gún tipo de confrontación.
publicaba un artículo llama- nes, en aras de un proceso
do “La revolución perma- de cambio que debe ser
nente” de las generaciones. tolerado por los mayores, y Eduardo Kopelman

246
Reglamento de Publicaciones

Si bien Docta es fundamentalmente el medio de expresión de las ideas de los inte-


grantes de la APC, podrán publicarse trabajos de analistas pertenecientes a otras ins-
tituciones de IPA y de fuera de IPA, en una proporción a determinar para cada núme-
ro por el Comité Editor.

Los trabajos a publicar serán preferiblemente inéditos y redactados en castellano. A


juicio del Comité Editor podrán editarse trabajos publicados previamente pero consi-
derados de especial interés, o presentados en congresos, mesas redondas, etc., citan-
do lugar y fecha donde fueron expuestos originariamente.

En caso de incluirse trabajos con viñetas clínicas, el autor tomará medidas para pre-
servar absolutamente la identidad de los pacientes, siendo exclusiva responsabilidad
del autor el cumplimiento de los procedimientos para lograr tal finalidad o bien ob-
tener su consentimiento.

Las opiniones de los autores de los trabajos o de las personas entrevistadas son de su
exclusiva responsabilidad. Su publicación no implica de modo alguno que el Comité
Editor o el Comité de Lectura compartan los conceptos vertidos.

Los trabajos se presentarán en diskettes en archivos de Word. Se adjuntarán cuatro (4)


copias impresas. La extensión de las presentaciones no deberá exceder las 20 páginas
A4, formato Times New Roman tamaño de fuente 12 con interlineado a doble espacio.

En la primera página se incluirá el título del mismo y los nombres del autor o los au-
tores. En página aparte, junto al título del trabajo, se adjuntará una breve descripción
curricular de los autores y datos de contacto (teléfono, fax, dirección electrónica). Se
adjuntará también un resumen en castellano de las principales ideas, redactado en
tercera persona y de aproximadamente 150 palabras.

Se incluirán todos los datos de referencia de las publicaciones citadas, poniéndose es-
pecial cuidado en aclarar cuando se trata de citas de otros autores, y en que las mis-
mas sean fieles al texto original. La bibliografía deberá consignarse al final utilizando
el sistema internacional conocido como autor (fecha), según el siguiente modelo:
Barthes, Roland (1993) Fragmentos de un discurso amoroso. México: Siglo XXI.
————————(1995) El placer del texto y lección inaugural. México: Siglo XXI.

247
Paz, Octavio (1991) “La palabra edificante”. En: Los signos en rotación y otros ensayos. Madrid: Alian-
za, págs. 34-58.
Si se trata de un artículo de revista o de publicaciones periódicas:
Gottdiener, M. y Joe R. Feagin (1988), “El cambio de paradigmas en la sociología urbana”. Sociológica,
año 5, núm. 12, enero-abril, 1990, págs. 209-236.
Si se trata de un artículo tomado de un sitio web:
Cousillas, Ana María (1996): Medios de comunicación y folklore.
www.naya.org.ar/articulos/identi03.htm
Cuando se incluya una referencia bibliográfica en el texto, se consignará solamente el
autor, la fecha y el número de página, según el siguiente modelo:
(Barthes, 1993:45)

Con respecto a las notas, deberán colocarse a pie de página, como Referencia con Nú-
mero corrido en superíndice, utilizando la función “insertar nota al pie” de Word.

Cuando se cita por segunda vez la misma obra, pero previamente se ha citado otra
obra (de otro autor), se consigna: Juan Martínez, Op. Cit. p,. 21.

En el caso en que Juan Martínez haya sido citado inmediatamente antes, se cita: íbidem.

Las citas textuales deberán consignarse entre comillas en el cuerpo del texto, sola-
mente en el caso de que su extensión no exceda los 4 renglones. En el caso de que
sean más largas deberán agregarse aparte, sin comillas, con espaciado interlineal sen-
cillo, con fuente de cuerpo 10, y con mayor margen de ambos lados.

Los trabajos serán enviados a la dirección de la Asociación Psicoanalítica de Córdoba,


Independencia 1091-Córdoba (5000). Los autores residentes fuera de Córdoba, po-
drán hacerlo como archivo adjunto por correo electrónico a apcba@arnet.com.ar y, si-
multáneamente, a docta@apcweb.com.ar.

Los trabajos presentados serán objeto de una evaluación independiente, con caracte-
rísticas de “doble ciego”, por al menos dos integrantes del Comité de Lectura de Doc-
ta, quienes podrán hacer recomendaciones tendientes a su eventual publicación. La
evaluación se hará con criterios parametrizados y su aceptación, rechazo o solicitud
de cambios o ampliaciones constituyen la tarea del Comité de Lectura de Docta, quien
remitirá sus sugerencias al Comité Editor.

El Comité Editor decidirá, en función de la evaluación del Comité de Lectura y la per-


tinencia del trabajo, la oportunidad de su eventual publicación, el número de la re-
vista en que se hará la misma y la sección en que finalmente será incluido.

Los originales de los trabajos presentados, publicados o no, no serán devueltos.

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Este número 4 de
la revista Docta
(otoño 2008)
se terminó de imprimir
en Córdoba
en mayo de 2008.

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