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Módulo: Indicadores de ciencia y tecnología en

Iberoamérica

Mario Albornoz
Rodolfo Barrere

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Presentación

En este módulo se abordarán los principales aspectos de la construcción de indicadores


de ciencia y tecnología, focalizando su aplicación en el caso de los países de
Iberoamérica. El recorrido que aquí se propone involucra tanto los aspectos
metodológicos y conceptuales, como la reseña de aquellos aspectos empíricos propios
del desarrollo de esta actividad en la región.

El carácter prioritario de la ciencia y la tecnología en el contexto de las actuales


tendencias hacia la mundialización del conocimiento y de la economía determina la
magnitud del desafío que los gobiernos deben afrontar. Los países en desarrollo no
pueden escapar a esta discusión, ya que la búsqueda activa de un proceso de
desarrollo económico y social sostenible y equitativo requiere, imprescindiblemente, de
la movilización de capacidades científicas y tecnológicas endógenas.

Es así como el problema de disponer de información que refleje, cuantitativa y


cualitativamente, los distintos aspectos de las actividades de investigación y desarrollo
(I+D) reviste una gran importancia a la hora de asignar recursos, determinar políticas y
evaluar el impacto de su ejecución. La información e indicadores confiables, pertinentes
y adecuados a las características propias de los países, pero a la vez comparables
internacionalmente, resaltan como componentes básicos para profundizar los
diagnósticos y orientar los esfuerzos en su desarrollo.

La disponibilidad de información científica y tecnológica confiable y de calidad, además


de servir como herramienta a los tomadores de decisión en política CyT, demuestra los
beneficios que brinda contar con indicadores de ciencia, tecnología e innovación
actualizados en cada país. Conocer la situación y las características de los sistemas
científicos y tecnológicos regionales permite tomar conciencia de la importancia que
reviste dar apoyo a estas actividades. La discusión acerca de los indicadores más
apropiados, lejos de ser un tema menor, o de interés exclusivo para tecnócratas o
amantes de las estadísticas, se sitúa en el corazón del campo de lo que hoy se
denomina “política y gestión” de la ciencia y la tecnología.

Objetivos

Los siguientes son los objetivos específicos de este tema:

a) Contextualizar el papel que los indicadores de ciencia y tecnología poseen para


la formulación de políticas adecuadas al desarrollo económico y social sostenible
de la región.

b) Presentar los principales aspectos teóricos y metodológicos de la recolección de


información estadística y la construcción de indicadores de ciencia y tecnología.

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c) Señalar los distintos tipos de indicadores habitualmente elaborados a nivel
internacional y las nuevas temáticas que están siendo incorporadas en este
campo.

d) Analizar las particularidades que la construcción de indicadores científicos y


tecnológicos involucra en Iberoamérica, destacando sus diferencias con los
países desarrollados y el camino recorrido hasta el momento en esta materia.

e) Mostrar cómo a través de los indicadores es posible describir ciertos rasgos


estructurales de los países iberoamericanos, vinculando esta capacidad del
instrumento con las necesidades informativas del proceso de toma de decisiones
en ciencia y tecnología.

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Indicadores de ciencia y tecnología en
Iberoamérica

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1. ¿Por qué es importante la información CyT?

Muchos intérpretes de los procesos históricos han caracterizado la época en la que


vivimos por la emergencia de una “sociedad de la información”, donde los procesos
económicos están, cada vez más, basados en el conocimiento. Como lo expusiera
Daniel Bell (1994) a comienzos de la década del setenta, la información se ha ido
convirtiendo en el principio axial de las sociedades contemporáneas. El conocimiento,
en particular, se ha constituido en una fuerza transformadora de las estructuras
económicas y sociales.

En un sentido más preciso, la información cambia la geografía económica mundial y el


perfil de las actividades productivas de mayor valor agregado En ese marco, las
actividades científicas y tecnológicas resultan herramientas centrales para el
desarrollo económico y social, teniendo por lo tanto la política científica un lugar
importante en las agendas de los gobiernos de todo el mundo.

En los últimos años se ha comprendido también que la capacidad de administrar los


flujos de información es un elemento central de las nuevas políticas de desarrollo. En
este contexto, la toma de decisiones, tanto a nivel de las políticas públicas como a nivel
de las empresas y otros actores sociales requiere flujos de información cada vez
más confiable, precisa y abundante.

En ese sentido, el carácter prioritario del conocimiento en el contexto de las actuales


tendencias mundializadoras de la economía, determina la magnitud del desafío que los
países deben afrontar en el proceso de desarrollo científico y tecnológico. Los países en
desarrollo no deben escapar a esta discusión ya que la búsqueda activa de un proceso
de desarrollo económico y social sostenible y equitativo requiere, imprescindiblemente,
de la movilización de capacidades científicas y tecnológicas endógenas.

Sin embargo, este fenómeno no es propio de los últimos años. Desde fines de la
Segunda Guerra Mundial creció significativamente el interés de los gobiernos por el
desarrollo científico y tecnológico, impulsado por los espectaculares avances
alcanzados a nivel bélico. Cómo afirmaba Vannevar Bush (1999) en su informe,
Ciencia, la frontera sin fin, “más y mejor ciencia significará el progreso de toda la
sociedad”. Si bien posteriormente la idea de que el avance de los conocimientos
científicos solo podía traer beneficios a la sociedad fue severamente cuestionada, el
interés de los gobiernos por este tema, principalmente en los países desarrollados, no
ha parado de aumentar.

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Ese interés puede verse reflejado en el esfuerzo realizado por los países en el gasto en
Investigación y Desarrollo (I+D). En los países desarrollados, el gasto se ha estabilizado
alrededor del 2.5 % del PBI, aunque es importante destacar los casos de Japón con el
3.1 % y Finlandia con el 3.5% (OCDE 2004). En América Latina, si bien el gasto es
mucho menor, en las últimas décadas se ha dado un crecimiento en la inversión en I+D;
el promedio de la región pasó de un 0.49 % en 1990 al 0.64 % en el 2002 (RICYT
2004). El caso más significativo es Brasil, cuyo gasto en I+D creció 0.76 % al 1.0 % en
2002. Por cierto, hemos utilizado aquí un indicador clásico: Gasto en I+D en relación
con el PBI.

Es así como el problema de disponer de información que refleje, cuantitativa y


cualitativamente, los distintos aspectos de las actividades científicas y tecnológicas
revisten una gran importancia a la hora de asignar recursos, determinar políticas y
evaluar el impacto de su ejecución. La información e indicadores confiables,
pertinentes, adecuados a las características propias de los países, pero a la vez
comparables internacionalmente, resaltan como componentes básicos para profundizar
los diagnósticos y orientar los esfuerzos en su desarrollo.

La disponibilidad de información científica y tecnológica confiable y de calidad, además


de servir como herramienta a los tomadores de decisión en política CyT, demuestra los
beneficios que brinda contar con indicadores de ciencia, tecnología e innovación
actualizados en cada país. Conocer la situación y las características de los sistemas
científicos y tecnológicos regionales permite tomar conciencia de la importancia que
reviste dar apoyo a estas actividades. La discusión acerca de los indicadores más
apropiados, lejos de ser un tema menor, o de interés exclusivo para tecnócratas o
amantes de las estadísticas, se sitúa en el corazón del campo de lo que hoy se
denomina “política y gestión” de la ciencia y la tecnología.

2. ¿Qué son los indicadores?

Podemos definir a los indicadores como representaciones cuantitativas de los procesos


y parámetros que definen el estado y las dinámicas de los sistemas de ciencia y
tecnología. Los indicadores constituyen un elemento de diagnóstico y, por lo tanto, los
más aptos son aquellos que resultan ser más funcionales al tipo de diagnóstico que se
pretende realizar. Los indicadores son derivados de los parámetros que se considera
conveniente relevar. Discutir sobre indicadores, por consiguiente, es discutir
acerca de cómo diagnosticar.

La construcción de indicadores de ciencia y tecnología conlleva, en forma inherente,


una reflexión acerca del proceso social mediante el cual son generadas aquellas
actividades de las que éstos dan cuenta. En otras palabras, la cuestión de los
indicadores remite al desempeño de actores sociales concretos, en un determinado
contexto, desde la perspectiva internacional de formular diagnósticos orientados a la
toma de decisiones y a la gestión.

2.1. Niveles de Indicadores


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Siguiendo una propuesta sistemática de Christopher Freeman (1982), uno de los
expertos que orientó los primeros pasos de la OCDE en materia de indicadores CyT,
hay cuatro niveles de indicadores, que difieren unos de otros por su grado de
generalidad y por sus propósitos.

Para analizar el proceso de producción de indicadores de ciencia y tecnología es


necesarios diferencia distintos niveles en la recolección, procesamiento y utilización de
la información estadística. Chistopher Freeman distingue 4 niveles en la construcción
de indicadores de ciencia y tecnología.

El primer nivel está vinculado con la gestión de instituciones y remite a la producción


de una variedad de indicadores parciales, elaborados generalmente para propósitos
locales de monitoreo interno, presupuesto y planificación. En este caso, no es
imprescindible que los indicadores estén normalizados, aunque sí es importante que las
metodologías garanticen la obtención de información confiable.

El segundo nivel se refiere a estudios puntuales sobre la situación de un área


determinada, pero abarcando la totalidad del sistema científico. En este caso suelen no
requerirse series históricas, ya que en general se trabaja con cortes temporales, pero sí
resulta vital la normalización a efectos de poder realizar estudios comparativos.

El tercer nivel es el de la incorporación oficial de un cierto set de indicadores en algún


relevamiento estadístico regular del gobierno, contando con definiciones y
conceptos estandarizados y series históricas nacionales.

El cuarto nivel corresponde a la comparación entre países, estandarizadas y


armonizadas por organizaciones internacionales o regionales que establecen las
técnicas y metodologías estadísticas adecuadas.

De ponerse en marcha el funcionamiento ideal de este esquema, se contaría con un


sistema interactivo con muchos flujos de información y retroalimentación entre
todos los niveles. En este caso, los niveles críticos no son siempre los más altos, sino el
nivel uno y dos, donde se produce el primer paso en la recolección de datos y que
suelen ser los principales abastecedores de los niveles 3 y 4. Por ese motivo resultan
vitales las capacidades instaladas en las instituciones (universidades, empresas y
organismos de ciencia y tecnología) para el relevamiento y procesamiento primario de la
información CyT.

2.2. Comparatividad internacional

Un requisito fundamental para que los indicadores construidos a nivel nacional tengan
una máxima utilidad es la posibilidad de compararlos internacionalmente. Esa es la
única manera en que los analistas y encargados de la política científica pueden ubicarse
en el contexto de los demás países y evaluar el impacto de sus decisiones en
comparación con otros países y fijarse metas en función de los resultados obtenidos por
los demás países.

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Los procesos de armonización de metodologías y clasificaciones son
indispensables para lograr la comparabilidad internacional. Solo de esta manera se
puede asegurar que todos los países están hablando “en un mismo idioma” al publicar
sus indicadores y que han calculado la información utilizando mecanismos equivalentes.
Para lograr esto se recurre a organizaciones internacionales especializadas en la
medición de las actividades científicas y tecnológicas, que luego de un trabajo de
estudio y reflexión dejan plasmadas las pautas y recomendaciones en la publicación de
manuales metodológicos.

Ya desde los años cincuenta, la National Science Foundation (NSF) de Estados


Unidos comenzó a elaborar indicadores a escala nacional, con un alto nivel de detalle.
La actividad de la NSF tuvo una gran repercusión en otros países industrializados como
el Reino Unido, Canadá, Holanda y Francia, que comenzaron a realizar sus propias
mediciones. Sin embargo, “las diferencias en los métodos y conceptos hicieron muy
difíciles las comparaciones internacionales. Las diferencias en los datos así recogidos
ponían en evidencia la necesidad de normalización en este campo como ya se hizo
para las estadísticas económicas" (OCDE, 1980).

Esta comprobación dio lugar a que la Organización para la Cooperación y Desarrollo


Económico (OCDE) impulsara una estandarización que se tradujo en la elaboración del
"Manual de Frascati", cuya primera versión fue elaborada durante 1961 y 1962,
publicada un año más tarde y revisada posteriormente varias veces, la última en 2002.
Siguiendo a Freeman nuevamente, se trataba del primer logro de nivel 4. Más tarde, Por
otra parte, se abordaron otros aspectos de la medición de las actividades científicas y
tecnológicas, orientadas a resultados e impactos económicos, como puede verse en los
manuales de Patentes (OCDE, 1994), Manual de Oslo (OCDE, 1997) para la medición
de recursos humanos para la CyT, y Balanza de Pagos Tecnológica (OCDE, 1990),
entre otros.

La UNESCO dispone desde 1965 de un sistema de obtención y análisis de datos de


ciencia y tecnología, y publica desde 1969 su Statistical Yearbook. Posee una base de
datos que comprende los recursos humanos y financieros en I+D de aproximadamente
ochenta países. El desarrollo metodológico alcanzado por la UNESCO se plasmo en
varias "guías": la "Guía provisional para el establecimiento de estadísticas de la ciencia"
(1968), la "Guía para el inventario del potencial científico y tecnológico nacional" (1969)
y la "Guía para la recogida de datos estadísticos sobre Ciencia y Tecnología" (1977). En
1978 la UNESCO adopto su "Recomendación referente a la normalización internacional
de las estadísticas sobre Ciencia y Tecnología", documento que tuvo en cuenta la
experiencia aportada por otras organizaciones, como la OEA y la OCDE. Con este
documento se alcanzó una “reconciliación" entre ambas metodologías.

Muchas veces el ámbito regional tiene una fuerte impronta en la necesidad de obtener
indicadores comparativos. Un caso paradigmático es el del trabajo realizado por la
Comisión Europea con su servicio de estadísticas Eurostat. En el escenario
internacional, por tanto, la reflexión acerca de indicadores de ciencia y tecnología está
estrechamente vinculada a las características propias de los países de mayor desarrollo
relativo.

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En Iberoamérica, la organización encargada de la tarea de recopilar y normalizar la
información estadística regional es la Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia
y Tecnología (RICYT), creada en 1994 por el Programa CYTED y que ha recibido
también el apoyo de la Organización de Estados Americanos (OEA). Desde entonces se
ha hecho un importante trabajo para fortalecer los sistemas de información de los
países iberoamericanos y repensar las metodologías a partir de las características
propias de la región.
3. Tipos de Indicadores

Los indicadores se distinguen por el tipo de actividad científica y tecnológica de que dan
cuenta y por el aspecto específico que indican dentro de cada proceso. Los indicadores
evolucionan en el tiempo en la misma medida en que lo hace la comprensión de los
procesos de producción, difusión y aplicación del conocimiento. Dicho de otro modo,
expresan las distintas visiones que en cada momento se tienen de la relación entre la
ciencia, la tecnología y la sociedad. Los primeros indicadores desarrollados
sistemáticamente fueron, a propuesta de la UNESCO, los indicadores de actividades
científicas y tecnológicas (ACT). Este tipo de indicadores proporcionaba una primera
forma de distinción entre la investigación y desarrollo (I+D) y otras actividades centrales
en el proceso de difusión del conocimiento. Posteriormente, la OCDE canalizó un
importante esfuerzo de normalización de indicadores centrados estrictamente en la I+D.
Los indicadores de I+D, que actualmente son muy utilizados, en su origen reflejaban el
“modelo lineal”, es decir una concepción del modo de producción y difusión del
conocimiento científico y tecnológico que pone el acento en la oferta de conocimientos
generados en las instituciones de investigación. En la década de los 90 las políticas
relativas al cambio tecnológico adoptaron el enfoque de los sistemas de innovación,
centrados en la actividad de los agentes productores. Este nuevo enfoque demandó
otro tipo de indicadores: los indicadores de innovación.

Las teorías del “capital humano” dieron lugar a la necesidad de disponer de


indicadores de recursos humanos que permitieran diseñar políticas eficaces
tendientes a la consolidación de la capacidad científica de cada país. Otros aspectos de
la gestión del conocimiento han dado lugar a diferentes tipos de indicadores, tales como
los de balanza de pagos tecnológicos y comercio internacional de bienes con alto
contenido tecnológico. Cada uno de estos tipos de indicadores ha dado lugar a una
norma internacional en la medida que se iban alcanzando acuerdos relativos a las
formas comparables de medirlos. La otra dimensión que permite diferenciar los tipos de
indicadores se refiere a los aspectos del proceso que iluminan. En este sentido, dentro
de los indicadores de I+D se distinguen los indicadores de insumo y los de producto,
cada uno con su detalle. Algunos de estos indicadores detallados han alcanzado un
gran nivel de desarrollo y sofisticación, como es el caso de los indicadores
bibliométricos.

4. Actividades Científicas y Tecnológicas (ACT)

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Conviene examinar qué pasa con los indicadores en relación con los tres segmentos
que componen las actividades científicas y tecnológicas (ACT) según la definición de la
UNESCO (UNESCO, 1978), seguida en este punto por la OCDE en su Manual de
Frascati (OCDE, 2002). Las ACT, según esta fuente, son “aquellas actividades
sistemáticas, estrechamente relacionadas con la generación, producción, difusión y
aplicación del conocimiento científico y técnico en todos los campos de la ciencia y la
tecnología. Incluyen actividades tales como I+D, la enseñanza y la formación
científico-técnica y los servicios científicos y técnicos". A continuación analizaremos
cada una de ellas por separado.

4.1. I+D

Para el análisis de la I+D el Manual de Frascati adopta la distinción entre investigación


básica, aplicada y desarrollo experimental adoptada originalmente por la UNESCO. La
definición de tales categorías en el manual de la OCDE es la siguiente:
La investigación básica consiste en trabajos experimentales o teóricos que se
emprenden principalmente para obtener nuevos conocimientos acerca de los
fundamentos de los fenómenos y hechos observables, sin pensar en darles ninguna
aplicación o utilización determinada.

La investigación aplicada consiste también en trabajos originales realizados para


adquirir nuevos conocimientos; sin embargo, está dirigida fundamentalmente hacia un
objetivo práctico específico.

El desarrollo experimental consiste en trabajos sistemáticos que aprovechan los


conocimientos existentes obtenidos de la investigación y/o la experiencia práctica, y
está dirigido a la producción de nuevos materiales, productos o dispositivos; a la puesta
en marcha de nuevos procesos, sistemas y servicios, o a la mejora sustancial de los ya
existentes.

4.2. Enseñanza y formación

La Clasificación Internacional Tipo para la Educación (ISCED) de la UNESCO define las


actividades educativas incluidas en las ACT como aquellas "de nivel superior
especializado no universitario, de enseñanza y formación superiores tendientes a la
obtención de un título universitario, de formación y de perfeccionamiento
postuniversitario, y de formación permanente organizada de científicos e ingenieros".
Con relación a este tipo de ACT, la National Science Foundation desde hace años
construye indicadores muy detallados y que resultan de gran interés para los analistas
de política científica. La publicación Science and Engineering Indicators (NSF, 2004)
contiene indicadores tales como la "participación por grupo etario de en la graduación
en ciencias e ingeniería, por tipo de ciencia y por país". En este caso, el universo se
restringe solo a un grupo de países asiáticos, europeos y los tres de América del Norte.

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Otro de los indicadores que presenta es la ratio de graduados en ciencia e ingeniería
sobre el total de graduados, también para el mismo conjunto de países. Las estadísticas
nacionales norteamericanas ofrecidas por la publicación contienen con minucioso
detalle el número de alumnos por nivel (grado o posgrado), sexo, origen, carácter
étnico, nivel de graduación, tipo de establecimiento y otros criterios clasificatorios. El
único indicador de esta serie que refleja la existencia de los países sudamericanos es el
que recoge la información de los "doctorandos extranjeros que planean permanecer en
los Estados Unidos". En este caso, se ofrecen datos de doctorandos de Argentina,
Brasil, Chile, Colombia y Perú. Es interesante señalar que el Science Indicators incluye
(en primer término) entre los factores que determinan la capacidad científica y
tecnológica de los Estados Unidos el desempeño en ciencia y tecnología de los jóvenes
en la escuela secundaria y que -dicho sea de paso- detecta una mejoría en la parte mas
baja de la distribución, que atribuye a las políticas tendientes a mejorar las capacidades
básicas de enseñanza.

4.3. Indicadores de servicios científicos y tecnológicos

Los servicios científicos y tecnológicos son definidos por la UNESCO como aquellos
"que contribuyen a la creación, difusión y aplicación del conocimiento científico y
técnico". Los divide en nueve apartados a los fines estadísticos y de construcción de
indicadores:

• Bibliotecas y centros de información


• Museos
• Traducción y publicación de documentación de ciencia y tecnología
• Trazados e informes (geológicos e hidrológicos, entre otros)
• Análisis prospectivos
• Obtención de datos socioeconómicos
• Normalización y control de calidad
• Asesoramiento en temas agrícolas e industriales
• Patentes y licencias.

Sobre algunos de estos servicios existen estadísticas generales de fácil acceso, como
es el caso de las patentes y licencias, utilizadas como indicadores de output y de
innovación y competitividad. Otras estadísticas de servicios son menos conocidas y son
producidas por organismos sectoriales.

Christopher Freeman proponía incluir entre los servicios científicos y tecnológicos el


“diseño", y argumentaba que esto habría de ser especialmente interesante para países
semiindustrializados, como muchos latinoamericanos, en los que gran parte del cambio
tecnológico ha provenido en mayor medida del diseño y adaptación de procesos
productivos importados que de la I+D.

5. Indicadores de I+D

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Los grupos de indicadores más comúnmente desarrollados en casi todas las
metodologías adoptadas internacionalmente tienen que ver con el concepto de
"producción" y, en el fondo, reflejan la matriz insumo-producto. En el primer grupo
podemos encontrar, básicamente, los indicadores de recursos humanos y recursos
financieros; mientras que el segundo grupo está formado, principalmente, por
indicadores de publicaciones y patentes.

De esta manera, la producción de conocimiento es vista como un sistema secuencial en


el cual las actividades de ciencia y tecnología reciben insumos y expelen productos. Sin
embargo, existen limitaciones en la información que aportan los indicadores basados en
este esquema, marcadamente simplificado. Las críticas más fuertes apuntan a que el
sistema científico y tecnológico aparece como una caja negra, en dónde el proceso
principal de producción del conocimiento no puede medirse y solo se pueden observar
los extremos visibles del proceso.

INSUMO PRODUCTO
S S

Recursos Publicaciones
Humanos
Sistema
CyT
Recursos
Financieros Patentes

REALIMENTACIÓN

Más allá de estas limitaciones, este modelo es el más difundido a nivel internacional y a
él responden todos los indicadores internacionalmente comparables que se construyen,
tanto en los países desarrollados como en los que están en vías de desarrollo. Algunos
de los indicadores de ciencia y tecnología más comúnmente utilizados para realizar
comparaciones internacionales son los siguientes.

5.1. Indicadores de "input"

Los indicadores de insumo o “input” apuntan a medir los recursos que ingresan al
sistema científico y tecnológico. Con fines estadísticos se miden dos inputs: los
gastos realizados y el personal empleado en esas actividades. Estos insumos se
miden habitualmente con una base anual (monto gastado en I+D durante un año y
cantidad de personas empleadas en I+D en un año).

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Ambas series de estadísticas presentan ventajas e inconvenientes, por lo que es
necesario recurrir a las dos para obtener una representación correcta de los esfuerzos
realizados en I+D. Resulta interesante observar como la relación entre recursos
humanos y financieros varía fuertemente, incluso dentro de una misma región,
señalando claramente los “estilos” de política científica sostenidos por cada uno de
ellos.

Los indicadores de insumo generalmente construidos internacionalmente pueden


agruparse en dos familias principales:

 Recursos financieros (la comparación internacional de estos datos se ve


dificultada por las diferencias de los niveles de precios entre países y a lo largo
del tiempo, que las tasas de cambio no pueden reflejar completamente).

 Recursos humanos (generalmente se miden de dos maneras diferentes:


personas físicas y equivalencia a jornada completa –EJC-).1

5.2. Indicadores de "output"

1
La distinción entre la medición en personas físicas y EJC es de central importancia en la medición delos
recursos humanos en I+D. El Manual de Frascati de la OCDE dice lo siguiente al respecto:
“Aunque las series de datos que miden el número de personas dedicado a I+D, y en especial los
investigadores, tienen muchos usos importantes, no substituyen a las series basadas en el número de
personal en equivalencia a jornada completa. Estas ultimas constituyen una medida real del volumen de
I+D y todos los estados miembros deben mantener estos datos para facilitar las comparaciones
internacionales.
La I+D puede ser la función principal de algunas personas (por ejemplo, los trabajadores de un laboratorio
de I+D) o puede constituir una función secundaria (por ejemplo, en el caso de los miembros de un centro de
diseño y ensayo). También puede ser una actividad que ocupe una porción significativa del tiempo de
trabajo (por ejemplo, los profesores universitarios o los estudiantes de postgrado). Si únicamente se tuviera
en cuenta a aquellas personas que tienen la I+D como función principal se produciría una subestimación
del esfuerzo dedicado a la I+D; si, por el contrario, se contabilizaran todas aquellas personas que dedican
algún tiempo a la I+D, se estaría sobreestimando dicho esfuerzo. El número de personas dedicadas a I+D
también se debe expresar, por tanto, en equivalencia a jornada completa de actividades de I+D.
Un EJC debe considerarse como una persona/año. Por lo tanto, una persona que normalmente dedica un
30% de su tiempo a I+D y el resto a otras actividades (como la enseñanza, administración de la universidad
o tutorías de estudiantes) ha de ser contabilizado como 0,3 EJC. Del mismo modo, si un trabajador de I+D
a jornada completa está empleado en una unidad de I+D durante solo seis meses, se le contabilizará como
0,5 EJC. Dado que la duración de la jornada laboral puede variar de un sector a otro, e incluso de una
institución a otra, no es significativo expresar el EJC en personas/horas.”
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La medición del output o resultado de los esfuerzos en ciencia y tecnología es
imprescindible para evaluar productividad pero, su aplicación resulta controvertida,
especialmente en lo que se refiere a la utilización de los "artículos publicados en
revistas con referato"2. El nivel de la polémica sobre si los indicadores de output
realmente dan cuenta de los resultados de las actividades científicas y tecnológicas es
tal que en la publicación de "Los Principales Indicadores en Ciencia y Tecnología" de la
OCDE (OCDE 2004) se reconoce que "no existen medidas directas de resultados de la
ciencia y la tecnología, sino solo indicadores aproximativos sobre datos recogidos para
otros propósitos”.

Los indicadores de resultado generalmente construidos internacionalmente pueden


agruparse en tres familias principales:

 Actividad innovadora (incluyendo innovación y estadísticas de patentes)


 Impacto de la CyT en la economía (incluyendo comercio internacional y
tecnología, balanza de pagos tecnológica y relación entre tecnología y
productividad)
 Indicadores de la producción científica (incluyendo análisis bibliométricos e
índices de citaciones)

6. Nuevos indicadores

Sin embargo, la evolución de la política científica no solo requiere de información


confiable sobre insumos y resultados del sistema científico y tecnológico, sino que
también surgen nuevos aspectos relacionados con esta materia que requieren ser
medidos para apuntalar la toma de decisiones.

En la actualidad, nuevas familias de indicadores están surgiendo en la búsqueda de


abordar temáticas hasta ahora no cubiertas por los indicadores de ciencia y tecnología
comúnmente relevados. A continuación se describen algunas de las líneas de
investigación sobre las que se está trabajando a nivel mundial y regional, dando una
breve descripción de las temáticas abordadas y de los avances alcanzados hasta el
momento.

6.1. Sociedad de la información

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La validez de los indicadores bibliométricos se basa en la premisa de que las publicaciones son un
resultado esencial de la actividad científica. Por un lado revisten un papel decisivo en la difusión de los
nuevos conocimientos, y por lo tanto en el progreso acumulativo de la ciencia. Por otra parte, la publicación
en revistas científicas (en especial aquellas con referato) es un elemento clave en el sistema de
recompensas de la actividad científica, tanto en lo relativo al reconocimiento de la comunidad, como un
aspecto de gran importancia para la evaluación de resultados.
Sin embargo, los indicadores bibliométricos tiene ciertas limitaciones como método de medición de la
producción científica. En primer lugar, la investigación tiene diversos aspectos que no pueden ser captados
por los estudios bibliométricos. Siguiendo a María Bordons (2001), la investigación incluye, además de la
científica expresada en la publicación de resultados, tareas de carácter tecnológico, docente y social. La
bibliometría solo puede abordar la faceta científica, mientras que el resto de las actividades deben ser
estudiadas por otro tipo de indicadores.
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La reciente revolución en el campo de las tecnologías de la información y las
comunicaciones (TICs) ha abierto un proceso de profundos cambios políticos, culturales
y económicos. La marcha de este proceso, conducente hacia la llamada “sociedad de la
información”, ha despertado un gran interés en los círculos políticos, periodísticos,
empresariales y académicos.

La necesidad de contar con información fidedigna en este campo se ha vuelto un


imperativo, por lo que desde distintos abordajes se está avanzando en la construcción
de indicadores que den cuenta de este fenómeno.

6.2. Percepción pública de la ciencia y la tecnología

La percepción que la sociedad tiene sobre el desarrollo de la ciencia y la tecnología es


un objeto estratégico para las políticas públicas, ya que involucra imágenes,
valoraciones y actitudes que el público asume sobre el rumbo y el impacto de la ciencia
y la tecnología en ámbitos diversos de la vida cotidiana.

Existe una conciencia pública creciente respecto a la necesidad de intervenir en el


rumbo del avance de la ciencia y la tecnología, de manera que estas actividades
dependerán cada vez más del grado de apropiación de estos temas y la forma en que
se integren a la cultura ciudadana.

En ese sentido, se están realizando esfuerzos para mejorara conceptual y


metodológicamente los instrumentos que intentan evaluar la percepción de la ciencia en
la sociedad.

6.3. Impacto social de la ciencia y la tecnología

Existen problemas que afectan la calidad de vida de población mundial que aún no han
sido abordados o no han tenido una respuesta efectiva por parte de la comunidad
científica internacional. Entre estos problemas cabe destacar los que afectan a la salud
humana, al hábitat y el medio ambiente, a la identidad y diversidad cultural, a la
situación de grupos sociales vulnerables en general y a la defensa de derechos
humanos universales.

En los últimos años ha cobrado fuerza la apelación a un “nuevo contrato” entre ciencia y
sociedad, como modo de construir un compromiso explícito entre el sistema científico y
tecnológico y las demandas sociales. Los indicadores de impacto social de la ciencia y
la tecnología apuntan a medir esa incidencia de la actividad científica en distintas áreas
de la sociedad, tanto en sus aspectos positivos como negativos.

6.4. Movilidad y migración de RRHH en Ciencia y Tecnología

La magnitud y composición de los stocks y flujos de recursos humanos en ciencia y


tecnología aparece cada vez más como un factor crítico en la transición a las
economías basadas en el conocimiento, en la adquisición o el mantenimiento de niveles
de competitividad de las economías nacionales y en el desarrollo de una sociedad
equitativa.

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Este conjunto de procesos requiere un conocimiento más preciso y detallado de las
principales dimensiones relativas a los recursos humanos altamente calificados, en
materia de educación y de formación, de ocupación, y de movilidad interna e
internacional. Particular interés merecen algunos segmentos específicos de los recursos
humanos altamente calificados, ligados más directamente con las capacidades de
innovación.

6.5. Internacionalización de la ciencia

La dimensión internacional en las actividades de investigación científica y desarrollo


tecnológico muestra un peso creciente en el escenario mundial. Este proceso se
expresa en la movilidad e intercambio de investigadores, las copublicaciones científicas,
las alianzas y consorcios tecnológicos, las redes en sus múltiples modalidades, los
procesos de transferencia y el comercio de productos de alta tecnología, así como los
flujos de financiación de la ciencia y la tecnología,

De esta manera, la internacionalización se percibe como una vía para la mejora de la


calidad de las actividades científico-técnicas, la creación y fortalecimiento de
capacidades, la proyección de los resultados y la consecución de mayores sinergias en
el entramado internacional de dependencias. La incidencia de la dimensión
internacional está modificando los patrones de organización y ejecución de la
investigación y, por este motivo, se está intentando disponer de un sistema integrado de
indicadores que contemple sus múltiples manifestaciones.

Texto de ampliación 1 - Críticas a los indicadores CyT

7. Usuarios

La necesidad de indicadores de ciencia y tecnología proviene de usuarios distintos, que


muchas veces son también productores de información, y que requieren distintas
características en los datos para amoldarlos a sus objetivos. El Programa de
Tecnología/Economía (TEP) de la OCDE (OCDE, 1992) identificó tres tipos distintos
de usos de la información CyT.

El primero es el uso en la toma de decisiones, en cualquiera de los niveles


mencionados. Desde máximo funcionario gubernamental en el área científica y
tecnológica, hasta los directores de las instituciones públicas y privadas del sistema
CyT, utilizan los indicadores para reducir la incertidumbre en la toma de decisiones. En
general, los datos se refieren a lo que está sucediendo con los recursos comprometidos
y las actividades realizadas, así como a la capacidad de satisfacer los objetivos fijados.
En segundo lugar el uso de la información estadística en la investigación y el análisis
de las políticas científicas, tecnológicas y de innovación. En este caso, los
investigadores requieren de indicadores para comprobar sus modelos teóricos y
verificar el funcionamiento real del sistema de ciencia y tecnología.

16
Por último, el uso de la información para el público en general, como por ejemplo en
artículos en medios masivos de comunicación. La disponibilidad de indicadores CyT
precisos y atrayentes para su divulgación general contribuye a fomentar el debate
público sobre la importancia de la ciencia y la tecnología y a alentar la participación
pública en estos temas.

8. Indicadores en países en desarrollo

Según Jack Croucher (Croucher, 1987), los indicadores creados en los países
desarrollados no se adaptarían a la realidad de los países en desarrollo, no tanto
porque las fuentes de información sean menos confiables, sino por cuanto el esfuerzo
en ciencia y tecnología de estos países no debe ser comparado con el desempeño
de los industrializados, sino con el grado de cumplimiento de los fines y objetivos que
establezca su propia política de desarrollo. Sugería, en un reemplazo la exploración de
indicadores más relacionados con la adopción de tecnologías apropiadas.

También Christopher Freeman cuestionaba la utilidad de indicadores tipo OCDE para


los países en desarrollo, si bien su argumento estaba más relacionado con el tipo de
industrialización que en ellos se llevó a cabo. En su opinión, para estos países no son
tan interesantes los indicadores de I+D, por cuanto esta tiene poca relevancia para el
desarrollo. Más bien –afirmaba- deberían interesarles los indicadores relativos a los
“servicios científicos y tecnológicos”. Extremando el argumento, Freeman afirmaba
que la elaboración del “Manual de Frascati” fue en cierta medida una oportunidad
perdida, porque se abría limitado el esfuerzo a la I+D, y no se abría tomado en cuenta
suficientemente a las otras ACT. La perspectiva adoptada reflejó exclusivamente el
interés de los países industrializados, porque los países en vías de desarrollo no tenían
sistemas desarrollados de I+D.

Si extrapoláramos el pensamiento de Jean Jacques Salomon (1994) podríamos, quizás,


hacer una advertencia obvia: si bien no todos los países en desarrollo son iguales, en
principio lo más interesante para todos ellos debería ser la utilización de indicadores
relativos al desarrollo de la educación superior, como expresión de la madurez que
alcance su “sistema técnico”, entendido como la capacidad social de incorporar el
cambio tecnológico.

La UNCTAD (1991) coincide, en líneas generales, con las posiciones anteriores. Los
recursos destinados a producir conocimiento (I+D) constituyen la “parte” de las ACT que
se registran como “insumos”. Por lo tanto, “en el caso de los países en desarrollo resulta
útil adoptar una definición amplia de los elementos de insumo, que incluya, además de
las actividades en investigación y desarrollo, la tecnología transferida y el esfuerzo
interno en términos de formación de recursos humanos o inversiones en maquinaria y
equipo”. En aparente coincidencia con las posiciones presentadas por Salomon, define
la tecnología no solamente en función del equipo físico y del soporte lógico, sino
también del desarrollo de las aptitudes físicas para dominarla.

17
No parece razonable que los países en desarrollo prescindan de realizar un esfuerzo de
reflexión similar al que han llevado a cabo los industrializados. Por el contrario, deben
tratar de establecer los indicadores más apropiados para su política y para los
desafíos y posibilidades que realmente le corresponden.

Una de las metas de la RICYT ha sido la adopción de metodologías homogéneas por


parte de países de la región, basadas en las características propias de los países en
desarrollo y no la copia mimética de las metodologías creadas para los países
industrializados. La magnitud de este desafío aumenta debido a la heterogeneidad de
los sistemas estadísticos de los distintos países de la región y discontinuidad de los
trabajos realizados hasta el momento en la materia.

Como se dijo anteriormente, la construcción de indicadores debe ser apropiada a los


procesos distintivos de creación del conocimiento dentro de un sistema científico
particular. Es por lo tanto necesaria una discusión previa sobre qué y cómo medir
las actividades científicas y tecnológicas, considerando y buscando reflejar los
procesos sociales mediante los cuales son generadas las actividades de las que se
pretende dar cuenta.

Para disponer de indicadores actualizados, confiables y aptos para su comparación en


el plano internacional se requiere algo más que la organización de servicios de
estadísticas de la ciencia (por más que estos sean imprescindibles) y la adopción de
fórmulas que resultaron exitosas en otros países, ya que las características propias de
cada país o región cuestionan la utilidad de los indicadores concebidos en función de
los rasgos propios de los países desarrollados, que tienen una mayor tradición en la
materia.

Es necesario, por lo tanto, llevar a cabo una reflexión acerca de los rasgos
idiosincrásicos de la región para adecuar a ellos ciertos indicadores internacionalmente
utilizados para establecer comparaciones, pero hay que abordar, además, la tarea de
construir aquellos otros que permitan un mejor diseño y aplicación de las políticas
públicas en esta materia.

En ese sentido, la solución al problema no puede provenir de una transposición


mimética de los indicadores utilizados en los países industrializados. En el propio
Manual de Frascati de la OCDE se hace la salvedad de que “se refiere específicamente
a la medición de I+D y a las necesidades de los estados miembros de la OCDE,
dotados de sistemas económicos y científicos bastante similares, que los distinguen de
los estados no miembros”.

8.1. Producción de indicadores en la región

En nuestra región, sobre todo en los países en desarrollo, no siempre es posible


alcanzar el nivel de complejidad, dinamismo e integración en los sistemas nacionales de
información CyT como en los países desarrollados. Para comprender las dificultades
que surgen en la construcción de indicadores de ciencia, tecnología e innovación en los
países de América Latina, resulta vital tener un panorama de la conformación,
actividades y fuentes de financiamiento de los sistemas de información.

18
Siguiendo nuevamente el análisis por niveles de Freeman, la institución encargada de la
construcción de indicadores comparativos internacionalmente (nivel 4) es la Red
Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología (RICYT), que obtiene sus datos
de los productores del tercer nivel en cada uno de los países miembros. A nivel
nacional, la disponibilidad de información y la organización en la recolección de datos
varía de acuerdo al desarrollo alcanzado en la materia. En prácticamente la totalidad de
los países, el Organismo Nacional de Ciencia y Tecnología (ONCYT) es el
encargado de la construcción de los indicadores oficiales, en algunos casos
(principalmente cuando se realizan consultas específicas a las empresas) esa tarea
está compartida con el Instituto Nacional de Estadísticas (INE).

Los países con un mayor desarrollo relativo en la región cuentan con unidades formales
establecidas en sus ONCYT y encargadas del relevamiento, procesamiento y difusión
de la información CyT, mientras que otro grupo de países está realizando esfuerzos
para consolidar sus sistemas de información. Sin embargo, la mayor parte de los países
se encuentra en etapas anteriores, con distintos niveles de desarrollo; en la mayoría de
ellos solo se cuenta con un funcionario del ONCYT que, entre otras tareas, tiene a su
cargo la producción de la información estadística.

Los ONCYT realizan periódicamente relevamientos de información a las instituciones


que conforman el sistema científico, tecnológico y de innovación local (universidades,
institutos de investigación públicos y privados, empresas y organizaciones no
gubernamentales), ubicadas en los niveles 1 y 2, y que disponen de datos utilizados
para sus propias tareas de evaluación y gestión, o bien los recaban a fin de responder
el requerimiento del organismo nacional. En este caso también, de acuerdo a la
magnitud de la institución, se cuenta con funcionarios con más experiencia y
capacitación en esta tarea. En las universidades, por ejemplo, es frecuente encontrar
funcionarios u oficinas encargadas del mantenimiento de los propios indicadores
relacionados con las actividades de docencia e investigación, aunque en los países de
menor desarrollo relativo no está instalada la cultura de la producción de indicadores
científicos y tecnológicos.

Texto de ampliación 2 – Producción de indicadores:


organización y contexto institucional.

8.2. El camino de la construcción de indicadores en la región

En América Latina no se cuenta con una tradición continua en la medición de las


actividades científicas y tecnológicas. En este contexto, la necesidad de información
estadística sobre lo que ocurre con el sistema científico y tecnológico resulta en los
países de la región de vital importancia dado que, por lo limitado de los recursos
disponibles y porque en su mayoría éstos son aportados por el erario público, las
decisiones en el ámbito de la política científica deben estar basadas en información
confiable para un mejor aprovechamiento de los mismos.

19
A principios de la década del setenta, mientras que en algunos países desarrollados ya
se contaba con series estadísticas, obtenidas en base a la utilización de normas
internacionales, en nuestra región se empezaban a llevar a cabo los primeros intentos
de medir las actividades científicas y tecnológicas.

Los primeros impulsos a estas tareas fueron dados por las recomendaciones de OEA y
UNESCO, con pautas inspiradas en las metodologías de la OCDE. Aquellos primeros
esfuerzos estaban basados en enfoques sistémicos y adoptaban una visión derivada
de esquemas organizativos de los países desarrollados, bajo la forma de inventarios
del potencial científico y tecnológico. Por su carácter contable, propio de los
inventarios, tenían el propósito de estimar la disponibilidad general de recursos, pero su
difusa concepción general no contribuía a la fijación de políticas nacionales.

Sin embargo, durante la década del ’80 incluso este primer impulso se detuvo y,
excepto en algunos países como Chile, los datos disponibles eran muy poco confiables
y severamente discontinuados (Banco Interamericano de Desarrollo, 1989). A este
periodo se lo suele denominar “la década perdida”, con casos como los de Brasil,
cuyos datos tenían 10 años de antigüedad y Uruguay, que en 25 años solo realizó un
relevamiento nacional de estadísticas en ciencia y tecnología.

Con la evidencia de la aceleración de procesos de desarrollo a partir de la inversión en


ciencia y tecnología en otras regiones del mundo, en América Latina resurge en la
década del noventa el interés por las actividades científicas y tecnológicas, y con él la
necesidad de cuantificar los esfuerzos y resultados en esta área.

Ante el vacío de información anteriormente descrito, surgieron demandas de los


gobiernos regionales referidas a la necesidad de contar con información comparable
entre países, basándose en las normas que tengan en cuenta las características de los
países latinoamericanos pero sin dejar de lado las normas internacionales existentes.
Asimismo, se generó un consenso en cuanto a la necesidad de contar con indicadores
de producción sostenible, con una periodicidad que permita disponer de series
estadísticas, necesarias para observar la evolución de las variables.

Como respuesta a esa demanda, en abril de 1995 se puso en marcha la RICYT, con el
apoyo del Programa CYTED y la OEA. Desde entonces la situación se ha revertido en
gran medida, sobre todo en lo referente a disponibilidad de información confiable, como
a la adopción de metodologías homogéneas y la elaboración de series comparables.

Actualmente se cuenta con más de 45 indicadores de Insumo - Producto para 28


países, realizados en base a normas internacionales que permiten tener una visión
comparativa del estado de las actividades científicas y tecnológicas entre los países de
la región y con el resto del mundo. Asimismo, se consiguió mantener un trabajo
constante en esta área que permitió mantener una producción sostenida de información;
al presente se cuenta con una serie estadística que, en los países de mayor desarrollo
relativo en la región, llega a los 12 años.

20
Además, en la región se ha conseguido avanzar sobre campos de la construcción de
indicadores CyT que exceden la medición del esfuerzo y los resultados. El caso más
significativo es el de los Indicadores de Innovación Tecnológica, en los cuales ya se
cuenta con encuestas realizadas en 9 países. Un factor central para alcanzar esta meta
fue la creación del Manual de Bogotá (RICYT - COLCIENCIAS, 2000), para la
normalización de indicadores de innovación tecnológica en América Latina y el Caribe, y
sobre el que se apoyaron todas las encuestas de innovación realizadas en la región.
Sin embargo, el avance en la producción de información estadística en ciencia y
tecnología no ha alcanzado por igual a todos los países de la región. Algunos países, en
particular los de menor desarrollo relativo, siguen teniendo serias dificultades en la
construcción de indicadores CyT. Como ejemplos de esta situación pueden citarse la
mayoría de los países de América Central y el Caribe, que solo en los últimos años han
comenzado a generar un set básico de indicadores.

Uno de los puntos centrales para revertir esta situación reside en la capacitación de
los agentes involucrados en la recolección, procesamiento y presentación de
información estadística. Sin un conocimiento formal de los estándares internacionales y
de las metodologías adecuadas para la producción de indicadores por parte de los
actores involucrados en esta tarea, resulta imposible multiplicar la disponibilidad de
información estadística confiable para la región, así como también impide el abordaje de
las nuevas temáticas en la medición de las actividades científicas y tecnológicas, que
son requeridas para la toma de decisión política en la materia.

Texto de ampliación 3 – Visión de las actividades


científicas y tecnológicas en la región a través de
indicadores.

Referencias
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Quilmes, Quilmes.

Albornoz, Mario y Jaramillo, Hernán (1997), “El Universo de la Medición. La perspectiva


de la ciencia y la tecnología”, Tercer Mundo Editores, Bogotá.

Banco Interamericano de Desarrollo (1989), “Progreso Económico y Social en América


Latina. Informe 1988”, BID, Washington.

21
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innovación: organización y contexto institucional”, en El universo de la medición. La
perspectiva de la ciencia y la tecnología, RICYT – COLCIENCIAS – Tercer Mundo,
Bogotá.

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Madrid.

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1945”, en: REDES, N° 14, Editorial de la UNQ, Quilmes.

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editado, 1987.

Freeman, Christopher, “Recent developments in Science and Technology Indicators: a


review”, SPRU, Universidad de Sussex, 1982.

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indicadores bibliométricos para la evaluación científica”, en: Política Científica, Nº 46,
Madrid.

Jaramillo, Hernán; Lugones, Gustavo y Salazar, Mónica (2000), “Normalización de


indicadores de innovación tecnológica en América Latina y el Caribe – Manual de
Bogotá”, RICYT - COLCIENCIAS, Bogotá.

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balance y perspectivas”, en: Indicadores de ciencia y tecnología: Estado del arte y
perspectivas, Nueva sociedad, Caracas, p. 9.

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Arlington.

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tecnológicos – Manual BPT”, OCDE, Paris.

OCDE (1994), “Utilización de los datos de patentes como indicadores de ciencia y


tecnología – Manual de Patentes”, OCDE, Paris.

OCDE (1997), “Directrices propuestas para la recogida e interpretación de los datos


sobre innovación tecnológica – Manual de Oslo”, OCDE, Paris.

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desarrollo experimental – Manual de Frascati”, OCDE, Paris.

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OCDE / TEP (1992), “Technology and the economy”, OECD / TEP, Paris, pp 283-311.

22
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Salomón, Jean Jacques (1994), “Tecnología, diseño de políticas, desarrollo”, en

REDES, Nº 1, Editorial de la UNQ, Buenos Aires.

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tecnología en Iberoamérica”, en El universo de la medición. La perspectiva de la ciencia
y la tecnología, RICYT – COLCIENCIAS – Tercer Mundo, Bogotá.

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Velho, Lea (1993), “Indicadores científicos: aspectos teóricos y metodológicos”, en:


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23
Ampliación

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www.uis.unesco.org

OCDE
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http://www.worldbank.org/html/fpd/technet/indicato.htm

Chile, Indicadores Científicos:


http://www.conicyt.cl/indicadores/

Colombia, Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología


http://www.ocyt.org.co

CWTS - Centre for Science and Technology Studies, Leiden University, Holanda
http://www.cwts.nl/scripts/index.pl

Brasil, Indicadores Nacionales de CyT


http://www.mct.gov.br/estat/ascavpp/default.htm

Canadá: Strategis, Indicadores de Ciencia y Tecnología


http://strategis.ic.gc.ca/sc_innov/engdoc/homepage.html

EE.UU., Science and Engineering Indicators 1998


http://www.nsf.gov/sbe/srs

Finlandia, Indicadores
http://www.stat.fi

Holanda, Indicadores
http://www.nwo.nl

Japón, Indicadores:
http://www.nistep.go.jp/index-e.html

Jordania, Indicadores de Ciencia y Tecnología:


http://www.hcst.gov.jo

Malasia: indicadores de CyT:


24
http://www.mastic.gov.my

México, Indicadores de actividades científicas y tecnológicas:


http://www.conacyt.mx

Nueva Zelanda, Indicadores de CyT:


http://www.morst.govt.nz

Brasil, Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo:


http://www.fapesp.br

Canadá, Centre for Policy Research on Science and Technology (Simon Fraser
University)
http://www.sfu.ca/cprost/

Caribe, Consejo para la Ciencia y Tecnología (CCST)


http://www.ccst-caribbean.org

Colombia, Colciencias
http://www.colciencias.gov.co/

EE.UU, Council on Competitiveness:


http://www.compete.org

Francia, Institut de l´Information Scientifique et Technique (INIST):


http://www.inist.fr

Holanda, MERIT
http://www.merit.unimaas.nl/index.php

Japón, National Institute of Advanced Industrial Science and Technology (AIST):


http://www.aist.go.jp/index_en.html

Japón, NISTEP:
http://www.nistep.go.jp

CINDOC
http://www.cindoc.csic.es/

BIREME
http://www.bireme.br

Reino Unido, PREST (Universidad de Manchester):


http://les.man.ac.uk/PREST/Research/

Rusia, CENTRE FOR SCIENCE RESEARCH AND STATISTICS:


http://www.csrs.minstp.ru/English/indexen.htm

INFOCYT
http://infocyt.conicyt.cl

25
Texto de ampliación 1

INDICADORES CIENTÍFICOS: ASPECTOS


TEÓRICOS Y METODOLÓGICOS
Lea Velho

La suposición subyacente a las investigaciones científicas financiadas por los gobiernos


es que conducirán a beneficios económicos y sociales para el país. Aunque hoy en día
se ha abandonado el modelo lineal que concibe una simple progresión de la
investigación básica a la investigación aplicada al desarrollo de productos, se sigue
creyendo que la investigación científica desempeña un papel vital en el crecimiento
económico y el desarrollo social. Recientemente, el carácter fuertemente científico de
algunas nuevas tecnologías que emergen como la base industrial del futuro, ha
reforzado este concepto.

Por una parte se percibe cada vez más a la ciencia y la tecnología como componentes
esenciales en la competitividad económica, que requieren una inversión cada vez mayor
de fondos públicos; al mismo tiempo, enfrentamos un momento de limitaciones de
presupuesto en todo el mundo. Este dilema plantea cuestiones importantes: ¿cuánto
debe gastar en ciencia un país y en qué áreas? Los problemas perennes de la política
científica no pueden resolverse en términos meramente científicos y exigen una serie de
complejas evaluaciones políticas, sociales, económicas y técnicas.

Precisamente por el hecho de que la toma de decisiones en política científica constituye


un proceso complejo y contencioso, se están desarrollando formas para simplificar esta
tarea, tales como la búsqueda de mediciones “objetivas” de las distintas, dimensiones
de la ciencia, los llamados “indicadores científicos”. La demanda de estos indicadores
científicos, proveniente del área de políticas científicas, coincidió con desarrollos
teóricos y empíricos en los estudios sociales de la ciencia. Sin embargo, la experiencia
ha demostrado que la integración de lo cualitativo y lo cuantitativo en la ciencia no se
logra sin problemas, y los sistemas más recientes de indicadores científicos reflejan de
muchas maneras los problemas anteriores.

Indicadores de insumos y productos de la ciencia

26
Antes de examinar las características de los indicadores de insumo y producto, es
importante señalar las distinciones entre los conceptos de actividad, productividad y
progreso en la ciencia. La actividad, o el consumo relevante de insumos, describe todos
los esfuerzos hechos y la energía gastada, sin hacer referencia a si son adecuadamente
dirigidos a la tarea específica. Productividad significa el grado en que dicho consumo
produce resultados relevantes; en otras palabras, refleja la actividad adecuadamente
orientada, sin hacer indicación de la medida en que avanza hacia el objetivo final.
Finalmente, el progreso mide el grado en que dicha productividad nos acerca al
resultado deseado. Implícitamente, los que ahogan por un análisis cuantitativo de la
ciencia suponen que la medición de insumos indica la actividad científica, y la medición
de productos indica la productividad. Encontrar formas de medición del progreso
científico –la meta ideal de los cientometristas– es mucho más difícil, y los que alegan
haberlas encontrado han tenido que enfrentarse a críticas importantes.

A continuación, presentamos algunos indicadores de insumos y productos.

Indicadores de insumos

Curiosamente, se ha realizado mucho más trabajo en la recolección de indicadores de


insumo que de productos. Esta preponderancia –habitual, aunque no exclusiva de los
países en desarrollo– se hace clara cuando se examinan los planes de desarrollo
nacional o los estudios de países llevados a cabo por organismos científicos
internacionales tales como OCDE, UNESCO y OEA. La razón es obvia. Por una parte,
tales planes y estudios sirven para vender la imagen de un país activamente dedicado a
la investigación científica y los indicadores de insumo señalan esta actividad. Así para
muchos fines, los informes que detallan el dinero gastado en la investigación en
términos de un porcentaje del presupuesto total, o de los miles de personas dedicadas a
la actividad científica, el número de instituciones, la capacitación de investigadores y
otros datos similares, son tan satisfactorios para demostrar la actividad investigativa de
un país como la medición del producto. Además, la medición de insumos, por lo menos
a un nivel rudimentario (es decir, dejando de lado el factor de calidad) es una tarea
relativamente poco sofisticada (de recopilar estadísticas sobre conceptos mundanos
como dinero, número de personal, número de organismos, etc.) que no requiere de
pericia científica.

Para agregar una dimensión de calidad a la medición de insumos, es necesario


especificar –tomando en cuenta los objetivos que se esperan de la ciencia– qué clase
de investigadores se precisan y en qué se debe gastar el dinero. Esto pocas veces se
hace. En realidad, rara vez es considerada la calidad en las mediciones de insumos, de
modo que éstas deben entenderse, en el mejor de los casos, como un indicador de la
actividad científica y no de la productividad o del progreso.

Por lo general, como resultado de la forma en que se construyen y utilizan los


indicadores de insumo, los mismos se consideran relativamente libres de dificultades
conceptuales. Sin embargo, la aplicación de estos indicadores implica considerables
problemas metodológicos. Algunos de éstos se relacionan con la confiabilidad de las
estadísticas utilizadas en la construcción de los indicadores; otros surgen de cuestiones
más de rutina en la formulación de los indicadores de insumo, tales como las
relacionadas con clasificaciones.

27
Indicadores de productos

Lo intangible de los productos de la ciencia hace muy difícil la cuantificación de las


actividades científicas. Este hecho ha sido largamente reconocido y poco ha cambiado
en el transcurrir del tiempo. Tal como se indica en el último número de la serie de
Science Indicators:

“El sistema de ciencia, ingeniería y tecnología es menos fácil de medir que otras áreas
funcionales importantes de nuestra sociedad, tales como la salud, la agricultura o la
economía. En gran medida esto se debe a la naturaleza de su producto principal:
conocimientos e ideas. Las personas crean, comunican e introducen ideas, mientras los
dólares mantienen a la gente. Podemos hacer un seguimiento de la gente y de los
dólares. Pero todavía somos poco sofisticados en nuestra medición de la ciencia como
un cuerpo de ideas, y de sus conexiones con el orden social y económico. Así, nuestros
indicadores siguen siendo –por ahora– principalmente medidas de aspectos de la
ciencia y la ingeniería como conjuntos de actividades en vez de cuerpos específicos de
conocimientos”.

En vista de las dificultades referidas, los productos de la ciencia deben ser medidos
indirectamente, principalmente mediante indicadores bibliométricos. Es evidente que
para hacer tal conexión entre los productos de la ciencia y la literatura científica, se ha
debido formular un número de suposiciones. Estas, como cualquier otra suposición, son
tema de debate y de crítica, aunque casi nadie negaría que son por lo menos
parcialmente “verdaderas” (cualquiera sea su significado). Las suposiciones y sus
limitaciones son las siguientes:

La meta principal de la ciencia es la producción de nuevos conocimientos científicos.


Esta suposición surgió claramente de la tradición mertoniana en la sociología de la
ciencia. Según Merton, el objetivo de la ciencia es “la extensión sociología del
conocimiento certificado” y el científico que dirige sus investigaciones hacia otros
objetivos –tales como la solución de problemas prácticos– es visto como “periférico” a la
profesión.

Mientras es difícil disputar la idea de que el fin inmediato de la investigación científica es


producir nuevos conocimientos, es necesario considerar que ésta no es la única meta
de la ciencia y, en ciertas circunstancias, no es la más importante.

Otras metas de la actividad científica incluyen la contribución a la solución de problemas


prácticos; la transmisión de una perspectiva científica a toda la población de un país o
una comunidad; la educación de especialistas en otros campos quienes tendrán que
contar con algún conocimiento científico; la educación de futuros científicos; el aumento
del prestigio nacional e internacional del país; la garantía de autonomía de un país en
sectores o actividades específicas.

28
Así, una de las críticas que han tenido que enfrentar las mediciones cuantitativas es
que, dado que se basan en esta suposición, constituyen sólo un indicador parcial del
producto de la actividad científica; reflejan sólo una meta de la ciencia. Además, se ha
argumentado que esta suposición también incorpora la noción de la autonomía de la
ciencia. Al justificar la producción de conocimientos por “el amor al conocimiento”, los
indicadores de producto pretenden ser libres de valorizaciones, no tomando en cuenta
el contexto cultural en que tiene lugar la actividad científica.

La ciencia es socialmente legítima, dado que tiene –ya sea directamente o a través de
intermediarios institucionales– aplicaciones productivas y sociales tangibles. La idea
que aquí toma forma es que existe una correlación positiva directa entre la actividad
científica y el crecimiento económico o el desarrollo social. Como consecuencia, es
legítimo permitir que se estudie el sistema científico en forma aislada –aunque sea
financiado con fondos públicos– ya que tarde o temprano producirá beneficios tangibles
para la sociedad. En vista de esto, es suficiente juzgar la ciencia por sus propios
criterios internos de excelencia, ya que la buena ciencia, con el tiempo, tendrá su eco
en el sistema social y productivo

Aunque no se puede negar que sólo la ciencia de buena calidad puede encontrar una
aplicación, la transformación del producto de la investigación científica en innovaciones
de éxito económico o social depende de factores en el sistema socioeconómico y
político que están totalmente fuera del proceso de investigación. De esta forma, un
esfuerzo altamente exitoso de investigación básica no constituye una garantía de
innovación social o recompensa económica, si los otros factores de la economía o la
sociedad no son conducentes al cambio, al crecimiento o al mejoramiento.

El producto de la ciencia se refleja totalmente en los instrumentos escritos formales de


los científicos, especialmente en las revistas científicas. Esta suposición también paga
una deuda intelectual a la tradición mertoniana en la sociología de la ciencia, ya que
considera que los investigadores producen nuevos conocimientos, haciéndolos públicos
mediante la publicación, y que esta actividad forma parte del sistema de incentivos de la
ciencia: para lograr el reconocimiento de la comunidad científica, los investigadores
deben compartir sus resultados. El reconocimiento incluye las distintas prácticas
epónimas, galardones honoríficos y referencias en la literatura científica. Un
reconocimiento adecuado de los descubrimientos científicos es necesario para
mantener el “comunismo”, ya que sin tal reconocimiento los científicos no estarían
motivados para publicar, y el universalismo de la ciencia estaría en riesgo. Varios
autores creen que la publicación formal es sólo un tipo de comunicación científica, que
es menos significativo que los medios informales. En consecuencia, creen que tiene
poco sentido derivar medidas cuantitativas de la literatura científica. Estos autores
argumentan que el conocimiento tácito –por ejemplo, las técnicas aprendidas en el
laboratorio durante la capacitación y los procesos de negociación entre colegas– es un
componente importante de la ciencia que, por definición, no puede ser descrito en la
literatura científica. Dejar de lado los distintos medios de comunicación informal, como
hacen los indicadores de producto convencionales, tiene una fuerte influencia sobre las
conclusiones finales. Perpetúa una visión demasiado “racionalizada” de los procesos
científicos, que sistemáticamente desdibuja sus características fundamentales. Además,
“al ofrecer una visión ‘objetiva global’ de la ciencia ‘tal como es’, estos métodos implican
un acercamiento impropiamente positivista y realista, y desvían la atención de la
perspectiva dinámica de los mismos científicos”.

29
Más allá de los referidos problemas conceptuales de los indicadores de producto,
también hay dificultades en cuanto a la metodología de tales estudios. La primera se
relaciona con la construcción de bases de datos de las que se derivan los indicadores.
Es posible recopilar información para estudios específicos (por ejemplo, para construir
una base de datos sobre publicaciones para una institución, solicitando a todos los
investigadores su lista de publicaciones), utilizando una base de datos bibliográficos (tal
como hacen los distintos servicios que ofrecen reseñas de publicaciones), o una base
de datos de una agencia financiadora (tal como la construida por la Agencia Federal
Brasileña para la Educación Superior -CAPES- relativa a la producción científica de
programas de estudio de posgrado). Ninguna de estas opciones está exenta de
problemas. La segunda tiene que ver con el tamaño de la base de datos. Por una parte,
la validez de los indicadores de producto mejora a niveles altos de agregación, pero por
otra, los indicadores muy agregados pueden esconder importantes diferencias y
mezclar poblaciones inconmensurables. Finalmente, hay dudas sobre la significancia de
los resultados –“¿cómo sabemos que ‘deberían’ ser los números?”–. Como no existe
una escala acordada para interpretar los indicadores, se termina recurriendo a la
comparación del presente con el pasado, o de un país con otro. Sin embargo, esto no
garantiza que la actividad científica esté produciendo el conocimiento esperado o las
técnicas requeridas por quienes la apoyan.

Las suposiciones y los problemas aquí presentados, tanto conceptuales como


metodológicos, surgen en torno a todos los indicadores bibliométricos. Otros conceptos
y limitaciones son específicos de ciertos indicadores de producto y serán considerados
a continuación, en nuestro tratamiento de los indicadores cuantitativos más comunes de
los productos científicos. Son los siguientes:

Número de autores científicos. Tal como se mencionó anteriormente, el número de


científicos es definitivamente un insumo. Sin embargo, no es irrazonable, como paso
inicial, usar el número de científicos que publican como indicador de producto. Es sin
duda una medida bastante rudimentaria, dado que no toma en cuenta el número y la
calidad de las publicaciones. Se ha argumentado que mientras este indicador es
prácticamente inútil para evaluar la performance de científicos individuales, puede ser
una herramienta bastante interesante en un macrocontexto, es decir, para comparar la
performance de grandes grupos de científicos, o de distintos países, o hasta en un
mismo país durante distintas épocas.

Este indicador ha sido utilizado en varios estudios, siendo el ejemplo quizás mejor
conocido el del análisis realizado por Price de la relación entre el número de autores
científicos y el producto bruto nacional de distintos países. Price también ha utilizado el
número d autores científicos que han publicado en años específicos (insumo) para
pronosticar el porcentaje de autores que publicarán en años futuros (producto). Quizás
pueda ilustrarse la importancia de tales indicadores para las decisiones de políticas
nacionales, con el ejemplo canadiense en que la ubicación geográfica y el nivel de
empleo de científicos, y los cambios en estas cantidades, se elaboran con la ayuda de
listas de autoría científica. Finalmente, vale la pena mencionar que un reciente artículo
utilizó el número de autores científicos para indicar la participación de América Latina en
las tendencias principales de las ciencias sociales.

30
Recuentos de publicaciones. Los recuentos de publicaciones –probablemente los
indicadores de producto más comúnmente usados– en realidad sólo valen donde los
investigadores entienden que las publicaciones son su producto primario y son
recompensados por la publicación de sus resultados. Este principio no siempre ha sido
cumplido en los muchos estudios que han utilizado este indicador para analizar los
distintos aspectos de la ciencia, desde el éxito o fracaso de los departamentos
científicos en universidades estadounidenses hasta estadísticas nacionales comparadas
donde la producción científica de distintos países se relaciona con el producto bruto
nacional, desagregado para representar las áreas científicas especialmente enfatizadas
por los países, o usadas para designar las naciones científicas centrales y periféricas.
Se deben tomar en cuenta algunas limitaciones específicas de los recuentos de
publicaciones, al utilizar estos indicadores como una medida de productos.

Primero, no todos los artículos publicados contribuyen de igual manera a la evolución


del conocimiento. Existen considerables evidencias de que la literatura científica no está
compuesta de trabajos de igual calidad. Además, la cantidad de trabajo representada
por un artículo puede variar ampliamente, según las preferencias individuales y según el
campo, lo que puede ser especialmente problemático en el análisis del producto
científico de pequeñas unidades. Finalmente, los hábitos de publicación de los
científicos varían de manera significativa según, entre otras cosas, el campo científico (o
hasta los subcampos dentro de un mismo campo), la naturaleza de la investigación
(básica o aplicada), el contexto institucional (industria, laboratorios gubernamentales,
universidades) y su nacionalidad. Si no se toman en cuenta tales diferencias, existen
grandes riesgos de hacer comparaciones no válidas.

Recuentos de citas. Dado que existe un considerable acuerdo en cuanto el hecho de


que los recuentos de publicaciones no reflejan la calidad de un trabajo de investigación
específica, algunos autores han propuesto en su lugar los recuentos de citas –el
número de referencias hechas a un artículo– como medida de su calidad . La relación
entre el número de citas hechas de un artículo y la calidad del mismo es probablemente
el tema más controvertido y fuertemente debatido en todo el campo de los estudios
cuantitativos de la ciencia. Aunque algunos estudios indican que los recuentos de citas
se correlacionan estrechamente con la evaluación entre pares en cuanto a la calidad,
otros han encontrado poca relación entre los dos. En vista de esto, algunos autores que
utilizan recuentos de citas procuran evitar la palabra “calidad” y prefieren suponer que
las citas reflejan o la utilización o la influencia del trabajo citado entre otros científicos.
Otros, reconociendo el papel importante que desempeñan los factores sociales en las
prácticas de citas, han sugerido que las citas indican sólo el impacto del trabajo. Todas
estas interpretaciones de los recuentos de citas –calidad, utilidad, influencia, impacto–
tienen como premisa, sin embargo, que las citas representan una encuesta entre la
comunidad científica sobre el valor del trabajo y, por lo tanto, una medida de la
evaluación entre pares. En consecuencia, toda interpretación implica ciertas limitaciones
conceptuales e inevitables críticas.

31
Durante casi veinticinco años los sociólogos de la ciencia han señalado el hecho de que
“aún no tenemos una idea clara de qué es exactamente lo que estamos midiendo
cuando analizamos los datos de citas”. Una advertencia muy difundida vino de N.
Kaplan, quien estimó que “es demasiado fácil hacer inferencias injustificadas con base
en los análisis (de citas)” A él le siguió M. Mulkay, quien argumentó que “el uso de
patrones de citas claramente involucra una teoría implícita de la ciencia (...) Pero de
hecho sabemos muy poco sobre quién cita a quién en la ciencia y por qué”. Además,
muchos otros autores han enfatizado que el análisis de citas requiere una base
epistemológica más elaborada, y que cualquier relación entre recuentos de citas y el
comportamiento de los científicos sólo puede establecerse por mandato del analizador,
ya que “no sabemos virtualmente nada sobre la producción de las citas”.

Los problemas –tanto conceptuales como metodológicos– con el uso del análisis de
citas como medida de calidad son múltiples y no pueden ser detallados en su totalidad
aquí. Algunos de los mencionados más comúnmente son: la tendencia de los científicos
a citar desproporcionadamente sus propios trabajos y los de sus amigos; las
imperfecciones en el sistema de comunicación científica, que pueden resultar en un
acceso diferencial a ciertas publicaciones; barreras de idioma; la imposibilidad de
distinguir entre las citas positivas y negativas; la enorme diversidad de la prácticas de
citas en distintos campos; la tendencia de citar a ciertos trabajos más a menudo que a
otros; la práctica común de la cita indirecta, por la que ciertos trabajos son citados sin
ser leídos y sin mencionar la fuente que primero los notó; y la inclusión de citas casi
como una ocurrencia de última hora, cuando el trabajo se ha terminado.

En vista de lo anterior, algunos autores han señalado que “ha desaparecido el tipo de
estudio que había surgido a raíz del SCI, por el cual el sociólogo solitario pensaba cubrir
todo el campo de la física de alta energía simplemente entrando datos de SCI en la
computadora”. Pese a eso, hoy “los datos de citas han llegado a ser más, y no menos,
ampliamente utilizados”, con el entendimiento de que los recuentos de citas deben ser,
necesariamente, “complementados con otra información, ya sea la evaluación de
calidad realizada entre pares, entrevistas en cuanto a interacción social, o una
valorización de relevancia de parte de otros investigadores”. En realidad, esa
recomendación es pertinente no sólo para los recuentos de citas, sino también para
todos los indicadores bibliométricos.

32
Texto de ampliación 2
LA PRODUCCIÓN DE INDICADORES PARA LA
POLÍTICA DE INVESTIGACIÓN E
INNOVACIÓN: ORGANIZACIÓN Y CONTEXTO
INSTITUCIONAL
Rémi Barré

La producción de indicadores pertinentes y confiables:


cuatro funciones distintas pero interdependientes
En el proceso de producción-utilización de indicadores, se ponen en juego cuatro
funciones fundamentales: las funciones “demanda-utilización”,
“concepción-finalización-transmisión”, “movilización-preparación-tratamiento de datos
fuente” y “establecimiento de datos fuente”.

1. Función A: la demanda y la utilización – el “cliente”

Se trata, en principio, de la institución que tiene la responsabilidad de la política nacional


de investigación; con frecuencia existe en esas instituciones –en general, el ministerio
encargado de la investigación– un servicio que tiene la responsabilidad de preparar las
decisiones u orientaciones estableciendo los informes o análisis necesarios.

Esto se traduce frecuentemente en una demanda de conocimientos cuantitativos, que


pueden adoptar formas variables, como por ejemplo:

• la producción de un informe nacional de indicadores de C&T;


• el establecimiento de archivos útiles para la reflexión y la preparación internas
de la decisión;
• la construcción de documentos y expedientes útiles para los procesos de
concertación o de negociación con las instituciones o agencias que son
actores de la investigación, o con otros ministerios, o con los ministerios a
cargo de la investigación de otros países.

33
Deben distinguirse dos subfunciones fuertemente complementarias, que corresponden
a las dos extremidades de la cadena:

La demanda (subfunción A1)


La demanda, lejos de expresarse de manera operatoria, corresponde en general a una
necesidad difusa, poco explícita, que oscila entre interrogantes muy generales (“¿cuál
es el impacto de la investigación sobre la economía?”) y muy puntuales.

Sin embargo, hay casos en los que esta demanda se estructura: voluntad de establecer
un estado de la situación que debe traducirse en la producción de un informe de
indicadores o de un documento (livre blanc), preparación de orientaciones de mediano
plazo para la investigación, por ejemplo, en ocasión de un debate presupuestario, o
incluso como contribución a un proceso de evaluación de un aspecto importante de la
política de investigación.

Un aspecto importante del conjunto de los procesos de producción de indicadores es lo


que podemos denominar la “construcción de la demanda”, es decir, la interacción entre
las funciones A y B, que con frecuencia debe ser intensa. La calidad de la interacción
entre las funciones A y B es una de las claves de la pertinencia del conjunto del
dispositivo.

El demandante será, de un modo u otro, aquel que financia o al menos, quien pone a
disposición los medios de trabajo. Los mecanismos de la demanda y del financiamiento
son determinantes y pueden ser de tres tipos:

• si las funciones A y B forman parte del ministerio a cargo de la investigación,


habrá relaciones de tipo jerárquico;
• si esas funciones están en las diferentes entidades independientes habrá
relación contractual;
• si la función B es realizada por una entidad exterior, pero vinculada con el
ministerio a cargo de la investigación, el encargo y el financiamiento pasarán
entonces a través del canal de un consejo de administración.

La utilización (subfunción A2)


El demandante, que es por tanto el “cliente”, es en principio la entidad que va a “utilizar”
los conocimientos pedidos. Esto puede hacerse según modalidades variadas, según la
naturaleza del proceso de decisión considerado: trabajo de análisis interno al ejecutivo,
utilización en el marco de grupos de trabajo que incluyen participantes externos,
debates largamente abiertos, como en el caso de “coloquios internacionales” o
“ejercicios de prospectiva”; la utilización puede ser también indirecta o “difusa”, en el
caso de la producción de un informe de indicadores.

También en este caso, la interacción entre las funciones A y B será esencial: la


utilización de conocimientos requerirá a menudo de presentaciones orales, la
participación en grupos de trabajo, la preparación de notas o formularios de
orientación... En resumen, se tratará de llevar, literalmente los elementos, hacia el
interior mismo de los procesos de decisión.

34
Gráfico 1. La función demanda-utilización
Ministerio a cargo de la investigación
Cliente

demanda
A1

A2
utilización

Conocimientos cuantitativos
Indicadores C&T

2. Función B: concepción, realización y distribución de los


productos – la concepción, la producción y la entrega del
documento final

Esta función B se descompone a su vez en dos subfunciones:

La concepción y distribución de los productos (subfunción B1)


A la subfunción Al –la demanda– corresponde la subfunción Bl-1, que es la de la
concepción de los productos que se van a realizar; a la subfunción A2 –la utilización–
corresponde la subfunción Bl-2, que es la de la distribución del documento, el libro, o
más generalmente, del producto.

Como se ha comentado más arriba, la relación entre Al y Bl-1, por un lado, y A2 y Bl-2,
por el otro, determina ampliamente la calidad de conjunto del proceso. Las subfunciones
Bl-1 y Bl-2 son las dos caras de un mismo papel, llamado aquí Bl, que consiste en
realizar la interfase entre lo político y lo analítico, entre el mundo de las decisiones y el
de los conocimientos. Por una parte, se trata de “construir la demanda” y traducirla en
términos de necesidad de conocimientos (tras haberse asegurado de que esos
conocimientos se encontraban más o menos disponibles); por otra parte, se trata de
distribuir y dar a conocer el documento o producto final en el lugar en donde será
utilizado, o susceptible de ser utilizado, en la forma en que mejor se adapte: documento,
conferencia, nota de trabajo, libro...

La integración de los productos (subfunción B2)


El libro, el documento, o más generalmente, el producto sobre indicadores, estará
constituido por una multiplicidad de indicadores complementarios, reunidos de manera
coherente especialmente en lo referente a su nomenclatura y que, además, serán
objeto de los correspondientes comentarios. La subfunción B2 corresponde a la
realización del documento a partir de los elementos brutos que resultan de los cálculos
de indicadores: se tratará de construir los indicadores finales, combinando indicadores
brutos elementales y efectuando tratamientos complementarios.

35
Igualmente, se tratará de analizar esos indicadores para proponer interpretaciones y
sugerir cuáles son las enseñanzas esenciales.

La subfunción B2 consiste, pues, en una coordinación y una integración de los


indicadores brutos, como así también en una interpretación: el conjunto conduce a la
realización de un documento o informe final.

Gráfico 2. Las funciones demanda-utilización y concepto-realización-distribución

3. Función C: movilización, preparación y tratamiento de los


datos-fuente - el acceso a los datos y el cálculo de
indicadores brutos

La función C permite pasar de los datos-fuente a los indicadores brutos, que serán
integrados, luego de los últimos ajustes, en el documento final. Esa función pone en
acción una multiplicidad de tareas:

• la identificación de fuentes pertinentes;


• la concepción de los tratamientos a realizar y su traducción en estructura de
datos;
• la negociación del acceso a los datos;
• la preparación y la conformación de los datos para que éstos puedan ser
aprovechados;
• la realización de tratamientos;
• su transmisión para retomarlos en el nivel de la función B2.

36
El problema general es que, muy frecuentemente, los datos-fuente considerados no han
sido establecidos para el cálculo de indicadores de la ciencia y la tecnología: a menudo
será necesario realizar un trabajo importante de selección de datos, de reformateo, de
unificación e incluso de reconstrucción de los archivos.

Otro problema es el de la diversidad de las fuentes, que obligará a un trabajo de


reconstrucción de nomenclaturas para dar coherencia a los resultados.

Es conveniente distinguir los datos vinculados a las fuentes nacionales de los otros
datos disponibles.

El tratamiento de los datos nacionales (subfunción C1)


Los datos son el resultado tanto de encuestas como de actividades presupuestarias o
de gestión (inscripciones universitarias, diplomas, gestión del financiamiento público).

El acceso a los datos es generalmente gratuito, pero suelen ser necesarias


autorizaciones o acuerdos entre los ministerios involucrados y con la institución nacional
de la estadística; además, los datos que por naturaleza no están concebidos para ser
transmitidos, y que son con frecuencia utilizados por aquellos mismos que los producen,
hacen que los archivos correspondientes estén poco documentados y sean difíciles de
aprovechar; finalmente, para los datos relativos a las empresas, será aplicable la regla
del secreto estadístico, lo que complica aún más la situación.

Las dimensiones institucionales, técnicas y jurídicas tienen la misma importancia, de


manera que si cualquiera de ellas se encuentra bloqueada, corre peligro la posibilidad
de cálculo de indicadores sobre datos que, sin embargo, existen. La cuestión esencial,
en este caso, será la calidad de las relaciones entre la función Cl y la función Dl, es
decir, la producción de datos-fuente. Poniendo en práctica coordinaciones jerárquicas,
contractuales o institucionales, son posibles diversas configuraciones institucionales.

El tratamiento de otros datos (subfunción C2)


Por oposición a los datos producidos nacionalmente y que conciernen a cada país en
particular, existen bases de datos producidas en otros contextos y que permiten en
general las comparaciones internacionales. Es el caso, especialmente, de los datos de
publicaciones científicas, de patentes, sobre las firmas (por ejemplo, las afiliaciones
financieras), o sobre el comercio internacional.

Conviene, además, agregar aquí los datos producidos por las organizaciones
internacionales tales como la OCDE (servicio de indicadores de C&T) o la Comisión
Europea (Eurostat) que recogen, armonizan y redistribuyen los datos provistos por los
países.

37
El acceso a los datos se deriva generalmente de un contrato de tipo comercial, con sus
cláusulas de propiedad intelectual, que restringen los derechos de uso. Por otra parte,
para que sean posibles los cálculos de indicadores C&T, debe realizarse una importante
inversión en adaptación de los archivos, puesto que los datos no están concebidos para
este tipo de uso. Los “servidores” –tanto sus programas (software) de explotación como
su tarificación– procuran una explotación de tipo “bibliografía”; los CD-ROM no permiten
sino raramente tratamientos estadísticos completos; los archivos poseen a menudo un
campo “domicilio” que es muy complejo para explotar sistemáticamente como
identificante geográfico.

Gráfico 3. Las funciones demanda-utilización-concepción-realización-distribución y


cálculo de los indicadores brutos

4. Función D: establecimiento de datos-fuente - la producción


de datos-fuente

Retomamos las dos categorías precedentes para la producción de datos-fuente


necesarios para la producción de indicadores:

Los datos recogidos nacionalmente (función D1)


Su recolección corresponde, por una parte, a las misiones del sistema nacional de la
estadística en la medida en que se trata de datos de encuestas nacionales sobre las
empresas que realizan investigación, sobre la innovación en la industria, sobre la
calificaciones...; corresponde, por otro lado, a los procedimientos públicos de tipo
presupuestario (los presupuestos de las instituciones de investigación pública, de
universidades, de financiamiento para el apoyo a la innovación...) o de gestión (datos
sobre los diplomas otorgados, sobre el personal de la investigación pública...

Las otras fuentes (función D2) - las bases de datos internacionales


Éstas son accesibles a través de servidores, CD-ROM o archivos disponibles por
pedido:
38
• las publicaciones científicas (identificación del título, nombre del periódico de
publicación, volumen, página y fecha, nombres y direcciones de los autores,
citas realizadas, palabras-clave y/o nivel de clasificación temática): esos datos
son establecidos por sociedades privadas o instituciones públicas;
• las patentes (fecha, identificación del título, código de clasificación
tecnológica, nombre y dirección de los inventores o depositantes, resumen del
contenido): esos datos son establecidos por las oficinas de patentes y
constituyen igualmente objeto de distribución por parte de sociedades
privadas;
• datos finos sobre el comercio internacional bilateral;
• datos de organizaciones internacionales: los datos de encuestas nacionales
armonizados a escala internacional por la OCDE (para los países de la
OCDE) o por Eurostat (para los países europeos).

39
5. El esquema de conjunto
Poniendo en relación todas las funciones analizadas, obtenemos entonces el esquema
de conjunto de la producción de indicadores y de conocimientos cuantitativos sobre las
actividades científicas, tecnológicas y de innovación.

Gráfico 4. El esquema de conjunto: las funciones demanda-utilización,


concepción-realización-distribución, cálculo de indicadores brutos y establecimiento de
datos-fuente

40
Texto de ampliación 3
Visión de las actividades científicas y
tecnológicas en la región a través de
indicadores
Para poder observar empíricamente la utilidad de los indicadores de ciencia y
tecnología, se presenta a continuación un panorama de la actualidad regional a partir de
algunos de los indicadores construidos por la RICYT. Se han seleccionado aquellos que
reflejan las principales áreas temáticas en la producción de indicadores, señaladas en el
texto principal.
Inversión en I+D entre 1993 y 2002: un período de
fluctuaciones
La inversión mundial en investigación y desarrollo (I+D) tuvo durante el período
1993–2002 una trayectoria cambiante. Si bien es cierto que entre puntas creció un 39%,
pasando de un valor inicial cercano a los 490 mil millones de dólares a precios
corrientes, hasta casi alcanzar los 700 mil millones de dólares al final del período
(Gráfico 1), lo que representa una tasa promedio de crecimiento anual del 3%, también
es cierto que la tendencia no fue constante, sino que, por el contrario, es posible
identificar tres ciclos con marcadas diferencias. El primer ciclo, que abarca el período
1993-1995, muestra un fuerte crecimiento del 18%. En el segundo ciclo, entre 1995 y
1998, se entró en una meseta durante la cual la tendencia de la inversión en I+D mostró
un estancamiento. Por último, en el tercer ciclo se renovó el crecimiento, aunque en dos
pasos: entre 1998 y 2000 se produjo un alza del 13% y a partir de esa fecha el nivel de
inversión continuó con la tendencia alcista, pero a un ritmo mucho más lento. En la
actualidad, la comprobación de que la inversión continúa creciendo no pertenece sólo al
terreno de lo fáctico, sino que se corresponde con una política explícita impulsada por la
Unión Europea y la OCDE para llevar la inversión a niveles equivalentes al 3% del PBI.

41
Gráfico 1. Inversión mundial en I+D, en millones de dólares corrientes (1993=100)
150

140

130

120

110

100

90
1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002

Nota: Datos estimados a partir de las fuentes de información de la OCDE, UNESCO y RICYT

¿Cuál fue el comportamiento de los países de América Latina y el Caribe en ese mismo
período? Si se observa la región en su conjunto, puede estimarse que siguió una
trayectoria similar a la del resto del mundo, aunque con algunos rasgos que acentuaron
los de la tendencia dominante en el mundo, tanto en lo relativo al crecimiento resultante,
como a los altibajos de la trayectoria. En lo que se refiere al crecimiento de la inversión
en I+D, una mirada sobre el período considerado permite observar que la participación
latinoamericana y caribeña en el total mundial creció levemente, pasando de 1,4% en
1993 al 1,6% en 2002 (Gráfico 2). Sin embargo, este incremento proporcional
observado no implicó un cambio cualitativo en la posición que la región ocupa en el
escenario internacional de la I+D, en el que sólo supera el monto invertido por los
países de África y Oceanía. El conjunto de países que la integran dedicó en 2002 la
suma de 10.763 millones de dólares de inversión a las actividades de I+D.

Gráfico 2. Inversión mundial en I+D según bloque geográfico, expresado en


dólares corrientes (1993-2002)
Africa
0.2% Africa 2002
Oceanía ALC 0.2%
Europa ALC
1.1% 1.4%
30.4% Norteamerica 1.6%
Oceanía
42.5%
1.1%

Europa
Norteamérica
27.5%
35.6% Asia Asia
31.4% 27.2%

1993

42
Nota: Datos estimados a partir de las fuentes de información de la OCDE, UNESCO y RICYT

En lo que se refiere a los altibajos, los indicadores correspondientes a varios


países latinoamericanos manifiestan fluctuaciones bruscas que, en gran medida,
remiten a los altibajos del ciclo económico y de las políticas cambiarias. Estas
alternativas que afectan las trayectorias de los países de la región deben ser
tenidas en cuenta a la hora de interpretar su reflejo en el plano de la economía
de la I+D y la innovación. Algunas de estas tendencias de carácter contextual
son presentadas a continuación. Se procurará indicar algunos de los principales
rasgos de la evolución económica y social de los países de la región en la última
década, advirtiendo que en períodos cortos de tiempo es posible detectar
marcadas diferencias entre los países, mientras que en períodos largos
prevalecen los rasgos comunes al conjunto regional y se percibe más
claramente la influencia de ciertas crisis –derivadas, por ejemplo, de los
procesos devaluatorios- que afectaron a casi todos los países de la región en el
mismo período, aunque no en el mismo año.

La inversión en I+D con relación al PBI


Si se observa la evolución del indicador que expresa la inversión en I+D con relación al
PBI, el conjunto de los países de América Latina y el Caribe muestra un gran
crecimiento, pasando de un 0,49% del PBI en 1993, a 0,64% en 2002 (Gráfico 3). En
este desempeño ha incidido en forma decisiva el aumento de la inversión en I+D
realizado por Brasil en los últimos tres años, a partir de la innovadora política de los
“fondos sectoriales”. No obstante, el período considerado contiene también una
profunda depresión que dio comienzos en 1995 y alcanzó su punto más bajo en 1998.
Tal caída expresa también, en términos generales, el desempeño de Brasil, cuya
incidencia en el índice regional ya ha sido señalada. No obstante, además de una
reducción en el financiamiento de la I+D, el gráfico expresa visualmente el fenómeno
antes descrito del retraso en la caída del PBI regional como consecuencia de la medida
del sostén financiero de la economía mexicana en 1995. Es por esto que cuando la
medición se hace sobre el conjunto denominado “Iberoamérica”, la inclusión de España
y Portugal atenúa la radicalidad de las fluctuaciones.

Gráfico 3. Inversión en I+D como % del PBI por bloque geográfico (1993=100)

43
140

Europa
Asia
130 Oceanía
Africa
Norteamerica
ALC
120
Iberoamérica

110

100

90

80
1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002

Nota: Datos estimados a partir de las fuentes de información de la OCDE, UNESCO y RICYT.

El empleo en actividades de ciencia y tecnología


El número de personas dedicadas a actividades de I+D está experimentando un
crecimiento sostenido en todo el mundo (Gráfico 4). Más que en épocas anteriores, la
cantidad de investigadores de que dispone un país en relación a su masa de población
se ha convertido en un indicador de modernidad y su crecimiento en un objetivo de
políticas explícitas. Este fenómeno habla con elocuencia del lugar que ocupa en las
agendas políticas de los países desarrollados el problema de la formación y
capacitación de alto nivel como parte del proceso de conformación de la sociedad del
conocimiento.

44
Gráfico 4. Investigadores (EJC) del mundo (1993=100)

Nota: Datos estimados a partir de las fuentes de información de la OCDE, UNESCO y RICYT.

Si se pone el foco sobre lo ocurrido en este aspecto durante los últimos años en los
países de América Latina y el Caribe, es posible observar que, en forma análoga, creció
el empleo en I+D, aunque ello dé lugar una lectura paradójica debido a que otros
indicadores ponen en tela de juicio que los países de la región estén ingresando con
suficiente enjundia en la etapa de la sociedad del conocimiento. La paradoja consiste en
el hecho de que, a contramano del aumento de la desocupación, se ha registrado un
aumento sostenido del empleo en actividades científicas y tecnológicas. En efecto, entre
1993 y 2002 se registró un crecimiento del 30% en el número de investigadores, en
“equivalencia a jornada completa” (Gráfico 5).

45
Gráfico 5. Investigadores (EJC) según bloque geográfico (1993=100)

Nota: Datos estimados a partir de las fuentes de información de la OCDE, UNESCO y RICYT.

El aumento en la cantidad de recursos humanos dedicados a la ciencia y la tecnología


se ha dado siguiendo trayectorias diferentes en cada región. El conjunto de los países
que conforman Iberoamérica es el que más ha crecido en esta dimensión, registrando
un aumento del 50%. En el caso de los países de América Latina y el Caribe el
incremento fue del 30%. El contraste entre ambas cifras refleja el peso que en materia
de recursos humanos en ciencia y tecnología aportan al conjunto España y, en menor
medida, Portugal.

Los resultados de la I+D


Los datos disponibles permiten medir el rendimiento de los sistemas de I+D de los
países de la región, en términos de los resultados alcanzados. En el análisis de la
producción científica y tecnológica aparecen como indicadores válidos y reconocidos
internacionalmente las publicaciones científicas y las patentes tecnológicas. Es cierto
que estos indicadores tienen limitaciones a la hora de explicar la calidad de la creación
científica. Una abundante literatura da cuenta de ese debate. También es cierto que en
el caso de países como los de América latina y el Caribe se añade un factor crítico
adicional y es la presunta contradicción entre las orientaciones de la “corriente principal
de la ciencia” a escala internacional y la agenda de los temas económicos y sociales
propios de la región, que requieren insumos cognitivos.

Cuando se examina la presencia de autores latinoamericanos y caribeños en las


publicaciones registradas en el Science Citation Index (SCI), se aprecia un considerable
incremento de la presencia regional a lo largo del decenio. Tanto América Latina y el
Caribe como Iberoamérica superaron la tasa de crecimiento del total de las
publicaciones registradas (Gráfico 6) y, como resultado, triplicaron los valores de su
presencia en la base a comienzos de la década de los noventa. Dentro del período
considerado, pasaron de 13.596 en 1993, a 33.577 en 2003. Esto implica, además, que
46
se superó la tasa de crecimiento de las publicaciones de Estados Unidos, que
representan más de un 30% del total de publicaciones en todo el decenio y que en los
primeros años del período habían además aumentado su número a un ritmo más veloz
que el conjunto total, pero que luego moderarían su tendencia a partir de 1994. En el
caso de los países de América Latina y el Caribe, la curva tuvo una pendiente de
aumento más pronunciada que la de Iberoamérica, debido a que superaron el ritmo de
crecimiento de las revistas españolas.

Gráfico 6. Publicaciones en el Science Citation Index (SCI) (1993=100)


275

250

España Estados Unidos


225 ALC Iberoamérica
Total
200

175

150

125

100

75
1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002

Fuente: RICYT.

Si se toman en cuenta las solicitudes de patentes de la región (Gráfico 7) se observa


que, tanto en América Latina y el Caribe, como en Iberoamérica, éstas crecieron
significativamente en el decenio. En los países latinoamericanos y caribeños el
incremento fue del 84%, superando las 55 mil solicitudes anuales. Con este incremento,
la región mantuvo constante su proporción del 17% de las solicitudes de Estados
Unidos a lo largo del decenio. Por su parte, en Iberoamérica más que se triplicaron las
solicitudes, sobrepasando las 360 mil, con lo cual pasó de representar un 67% de las
solicitudes de Estados Unidos en 1993 a más de duplicarlas (110%) en 2002. Se trata
de un ritmo de crecimiento impresionante que se explica por el incremento muy
acelerado que experimentaron España y Portugal en materia de solicitudes de patentes.

47
Gráfico 7. Patentes Solicitadas (1993=100)

Fuente: RICYT.

Sin embargo, esto no debe dar linealmente la impresión de un enorme dinamismo en


materia de producción tecnológica. Si se toman en cuenta exclusivamente aquellas
solicitudes de patentes que fueron realizadas por residentes, los resultados cambian
significativamente (Gráfico 8). Tanto en el caso de los países de América Latina y el
Caribe, como en el de Iberoamérica, sus crecimientos en el decenio resultan
moderados. Así, la región de América Latina y el Caribe creció un 39,5% en el período
estudiado e Iberoamérica lo hizo un 42,1%, siendo ambos promedios inferiores al
registrado en Estados Unidos, que fue de 64,9%. De esta manera, los países de
América Latina y el Caribe pasaron de un nivel algo inferior a las 9 mil solicitudes en
1993, que representaron cerca de un 9% de las solicitudes de Estados Unidos, a algo
más de las 12 mil solicitudes en 2002, que representaron un valor menor: 7,5%. En
Iberoamérica esta tendencia fue aún más acentuada, dado que creció desde un nivel
algo superior a las 11 mil solicitudes en 1993, que representaron un 11% de las
solicitudes de Estados Unidos, a unas 16 mil solicitudes en 2002, que representaron tan
sólo un 10% de las solicitudes de Estados Unidos.

48
Gráfico 8. Patentes Solicitadas por Residentes (1993=100)

Fuente: RICYT.

Esto se explica, principalmente, por la fuerte demanda de patentes realizada por


empresas extranjeras radicadas en los países de la región. En 1993, en los países de
América Latina y el Caribe las solicitudes de patentes formuladas por residentes fueron
el 30% del total. Pero a lo largo del decenio esta proporción no solamente no creció sino
que cayó a un 22% del total de las solicitudes en 2002. En Iberoamérica la proporción
de solicitudes realizada por residentes cayó de un 10% al 4%; es decir, se redujo a
menos de la mitad en el lapso de diez años.

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