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Domingo
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pechos perfectos como los tuyos, quiero una espalda virgen y lisa
como la tuya, quiero un cabello corto y castaño mareado y bien
presentado como el tuyo, de verdad, quiero ser tuya, quiero ser un
poco de polvo de estrellas drogadas sobre tu piel pálida, quiero
ser la luna que te observa cuando tomas un baño a las 7.
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Margaret Rose nunca vuelve, no, ella jamás pasa dos veces por el
mismo lado, me dejó allí, en el cruce de caminos por donde suele
andar el demonio buscando almas jóvenes para saciar su sed, me
ha dicho que le doy lástima, el diablo me invitó a tomar vino caro
como el que ella toma en las mañanas sobrias del lunes, me recitó
poesía, poesía triste, porque el demonio anda triste, porque el
domingo todo el hijueputa mundo está triste, cansado, mareado,
intoxicado vuelto mierda y desesperado, que cosas, ni el mismo
Satanás se salva de este ambiente solitario de ciudad después de
la lluvia, de ciudad después de los besos y la sangre derramada,
de 9 de la noche, de café ausente, de Margaret sonriendo a otra
persona, de sus manos escribiendo cartas para otra persona, ella le
pertenece a otra persona, ella le pertenece al domingo por la
noche cuando llueve, ella le pertenece a la sangre derramada en el
pasto húmedo del parque de la cuadra, ella le pertenece a las
ciudades calientes, no como a este espeso pantano de cemento
frío, si, ella le pertenece a las bocas ordinarias a las poesías que
no riman, a la cerveza importada y a los perros solitarios.
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conmigo, como el café que me comprabas a las 5pm en esa
misma cafetería, recuerdo verte jugando con tu pelo mientras el
tinto se iba helando con el oscuro ambiente frío del verano
urbano, recuerdo que me dijiste que a ti te quedaba mejor, y que
no habláramos más, no dije nada más ese día, solo tú y yo
tomadas de la mano, tu cabeza cerca de mi pecho, tus lágrimas
bajando por tu rostro y yo tratando de hacerte sonreír a cualquier
precio, un beso casi robado en la estación del tren, me ofrecías tu
calor y me atrapabas en tus ojos oscuros, y yo allí, incapaz de
evadirte, incapaz de no tocar tu piel, tan yo, incapaz de olvidar.
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duele otro día sin ti, que estoy sobria y sola y perdida y sin
inspiración... Sin ti.
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del vacío en el estómago de ser golpeado por un tren, esto solo es
posible un lunes a las 11. Para contextualizar:
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pedazo de vidrio café en el suelo frío y callado, así con un vacío
adentro, extrañando las manos de quién sea que se haya tomado
su contenido, su aroma, su sabor, su calidez y ahora le pertenece
a la calle, a la noche, al pasto largo y frío, a todo.
Fue así, que cuando rodeaba los 16 años tuvo su primer amor,
con una chica de apariencia extraña, ella le llamaba por el
apellido, cuando me contó sobre ella, recuerdo que se refirió
como "freggs" y ese debe ser su apellido entonces. Rose y freggs
no tuvieron más que un romance muy bello pero corto, hermoso
pero triste, y Margaret conoció a otra chica, y tuvo una relación
formal con ella, el problema es que freggs se comportaba como
las olas del mar cuando golpean las rocas de la costa, es
predecible que van a llegar, pero igual cada vez que aparecen es
un espectáculo, es como si la roca creyera que la ola no volvería
jamás y de repente la viera, y sintiera que había fracasado como
roca marina, que era un desastre total y bastante inocente.
Entonces freggs iba y venía, iba y venía, y siempre causaba un
desastre en Margaret, ella sabía que debían estar juntas, que era
casi el destino, y freggs estaba dispuesta y paciente para el día
en que ella decidiera volver, pero Rose quería hacerla esperar un
poco más, le gustaba ver a la pobre freggs esperar y esperar
hasta que a ella se le diera la gana de prestarle atención, pero
nada sucedía. Freggs tenía miedo de que Margaret Rose no
volviera nunca, porque todos saben que Margaret Rose nunca
pasa dos veces por el mismo camino. Sucedió entonces que al
final Margaret quiso colaborar y darle una oportunidad a freggs,
pero se le olvidó un pequeño detalle y es que el tiempo nunca
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perdona, el tiempo jamás pasa en vano y deja las cicatrices peor,
porque el tiempo no sana, cada manecilla del reloj es como un
cuchillo que corta la piel profundamente y lastima, y rompe y
carcome la carne. Freggs ya había encontrado consuelo en otros
brazos, en otros labios un poco menos rojos, en unos ojos menos
cansados, en un sabor menos dulce, que al fin y al cabo era
mejor, porque no hay nada más atractivo que una persona que
sepa llegar a tiempo a la vida de otras... Pero Margaret siempre
es impuntual, y esa vez no fue la excepción.
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un tanto aburrida pero agradable, su nombre es Alexia Jordan,
una maestra joven hija de una familia clase media alta de los
suburbios de Bogotá, muy inteligente e interesante y poco
atractiva físicamente, sus rasgos son de otro lugar, de por allá
donde comen crudo y hacen silencio en los parques, fuma mucho
y le gusta la buena música y la cinematografía. Además ha
tomado clases de piano, canto, cocina, pintura y guitarra, aunque
a decir verdad nunca se dedicó a un instrumento en específico.
Sobre Alexia y Margaret no sé más que la versión de Rose y otro
par de fragmentos de amigos en común, vale la pena contar la
historia entonces:
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Margaret por todo el cuerpo, por todos los sueños rotos, por los
brazos hasta sus oídos, por su pasado marcado por el amor no
correspondido, por sus noches llorando con el mata ratón, por
todas las veces que nadie le dio un regalo de día de la mujer. Y
según entiendo, Jordan sintió algo similar, pero con menos
miseria.
Jordan fue quien tomó la iniciativa, pues como siempre Margaret
lo habría hecho cuando ya sería demasiado tarde, y ella sí que
era especial, le dio en un par de meses todo lo que durante
mucho tiempo, Margaret Rose soñó, todos los regalos, las
sonrisas y los días sobrios, y Margaret de verdad estaba
impresionada con Alexia, nunca había visto tanta serenidad y
atención juntas, porque no habían problemas por primera vez,
porque no habían novias de freggs, ni siquiera cerveza de por
medio, solo había un destino que parecía al fin llegar a algún
lugar.
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haciendo un pacto con el tiempo, Alexia también la mandó a la
mierda, Rose tiempo después se arrepintió, pero Alexia nunca
volvió al estado de inocencia amorosa del principio, jamás, y la
culpa aún carcome a Margaret Rose en las noches. Recuerda, tú
nunca pasas dos veces por el mismo camino, y el amor de Alexia
es un camino que una avalancha de decepciones que tú causaste
sepultó en el olvido, en el pasado.
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embargo ambas cosas de las di, y a medida que iba fumando
lentamente, me dolía el pecho y mi cerebro se iba apagando, yo
me iba haciendo ceniza triste, pero ceniza en sus manos, por eso
valía la pena.
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historia, si es que hubo algo así, no es tan chévere ni tan bonita,
digamos que pasé muchas tardes con ella, y noches acaloradas
aún muchas más, siempre conversábamos hasta que la madrugada
nos encontraba y la lluvia nos condenaba los ojos a estar
cansados todo el día, su labial rojo se había hecho parte de mí,
como mi hígado y la tristeza, y un día, el día que yo había
destinado para confesar esas cosas, esas mierdas atrapadas en mi
garganta con la multitud de cosas que no dije, ella me dijo que se
iba a ir para siempre, de mi lado, del lado de todos, porque
Margaret Rose nunca pasa dos veces por el mismo camino, lo
peor de todo es que no se fue, simplemente se dedicó a hacerse la
extraña, a fingir que no había dejado su labial favorito dentro de
mis pantalones, a olvidar que yo le había cantado las mejores
canciones de la historia, pero ni ella podía ignorarme por
completo y entonces decidió ser mi amiga, y me contaba sobre
Alexia, porque ella en este momento es su verdadero amor y
mientras pasaban las horas y los días, yo la esperaba frente al
restaurante chino, frente a su cafetería favorita, pero jamás la
podía ver, y menos olvidar, fue ahí cuando le escribí 11 poemas
de amor, mientras ponía mi fe en la guillotina de sueños y
después amargamente me devolvía a mi casa, porque hasta hoy
nunca he entendido por qué ella decidió que yo no merecía un
pedazo de ella, pero Alexia sí, pero el grupo de las 7 si, los
cigarrillos de sabores si, incluso freggs si, el insomnio si, la lluvia
si, los parques si, el frío en los ladrillos de los edificios si, los
restaurantes italianos, chinos y mexicanos si, la soledad si, la
música bailable si, las cartas cortas y las grabaciones largas si, la
coca cola si, Fonseca sí, todo si, el universo si, los vagabundos si,
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la sangre infectada si, el suicidio sí, todo si, todo menos yo, yo
no.
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tarro dentro de tu corazón herido. Y esa será mi mayor venganza,
porque sé que regresarás cada vez más rota y más confundida, y
yo, siendo incapaz de negarme te abriré mi corazón, y eso no
quiere decir que te busque o que me quede, pero en cambio tú
Margaret Rose si me buscarás y me seguirás entre líneas borrosas
de tinta azul a donde yo vaya, porque quieres recuperar esa parte
de ti que te hace falta... Yo, pero jamás te la daré, la pondré en la
pared como un trofeo de repisa, y después, cuando desabroches
un botón de tu camisa, yo miraré a mi pared, y te veré allí, porque
sé que regresarás, porque soy el único camino que, si deseas
transitar más de una vez, porque fui algo más que un tropiezo
para ti, tú también me amaste.
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poder verte, no poder tocarte, no poder convencerte de que te
quedes una cerveza más, no poder aprisionar tu espíritu
indomable y tener que ver cómo te vas desdibujando en humo
blanco, humo rosado, humo rojo como tú labial, y yo allí en
estado vegetativo. Y cuando me das tiempo, tiempo sin ti, tengo
tanto que me dedico a olvidar, pero no puedo, porque te repaso en
mi mente, cada línea borrosa de ti se hace más y más oscura y
nítida, y le pido ayuda a la nicotina, pero los cigarrillos ya te
pertenecen, ya los controlas con tu sonrisa celestial, no me dejes
la próxima vez, quédate y mátame de sobredosis, te lo pido una
vez más.
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una razón para comer comida china y levantarme temprano, y
aunque sé bien que todo esto es parte del espectáculo tuyo, del
que soy parte, que soy un acto pasado, una escena borrada, un
guion desperdiciado, haría un cameo en todo tu juego una vez
más.
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ansiedad, mi deseo frecuente por fumar, ya no te parecía yo un
misterio interesante, ya era obvio, muy evidente lo que yo tenía,
estaba totalmente enamorada de ti, y huiste, me gritaste que
mintiera y te dijera que no era cierto, y lo hice, pero tú no me
creíste, no pude fingir tan bien, no pude actuar de una manera
creíble, todo lo contrario, lo arruiné y tú me viste con cara de
sorpresa y te fuiste, diciendo que no me querías hacer daño, que
yo sé bien que aún amas a Alexia, que nuestro trato no incluía
amor ni sentimientos más allá de la amistad, pero no pude,
perdón, pero me fue imposible ignorar lo que nació en mi corazón
por ti.
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gustarte, para que me quieras, para que me busques, para que
respondas mis cartas a tiempo, para que me acaricies con tanta
dulzura, yo haría cualquier cosa por estar en tu corazón, por estar
en medio de tus brazos, por contar cada pequeño lunar de tu
cuerpo, por besar cada centímetro de piel blanca tuya. Pero no
puedo más, no puedo resistir tu energía llamándome, y me duele
ver cómo te alejas y te alejas cada vez más, no soy yo quien
debería sufrir así, fui muy ingenua al creer que contigo sería
diferente, si tienes escrito con labial rojo en la frente "no debes" y
no debí, no debí pensarte, ni creerte ni amarte, debí haber hecho
caso a las primeras señales, al sentido común, y haberme alejado
totalmente de ti, más sin embargo no lo hice, hice todo lo
contrario y aprendí mi lección, aprendí que no debo quedarme
cuando la vida me advierte que me vaya, que no debo luchar
contra las cosas elementales como las advertencias claras de
peligro, caí en tu trampa, pero bien advertida, bien engañada, bien
a tus pies, y no quiero quedarme si debo compartir alguna parte
de ti con alguien más, y sé que has dejado tu corazón regado en
miles de pedacitos por las calles de Lurdes, y que ahora tu pecho
está vacío, y el resto de amor que tenías, Alexia se lo quedó, y no
te lo va a devolver, jamás, y yo no creo poder olvidarte en esta
vida, ni con otros labios, porque seguro diría tu nombre mientras
tomo la mano de alguien más, seguro imaginaria tu piel mientras
acaricio la figura de alguien más. ¿Qué no ves? Me tienes toda a
tus pies, a ti merced, a tu suerte.
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no correspondidos, de soñar tus manos frías y tu alma cansada, y
quiero obligarte a decidir se te quedas o te vas, porque no soporto
más un episodio de intermitencia que termina por acabar
conmigo, con mi voluntad, con mi amor y mi poesía, por eso te
citaré el martes, porque hoy cuando te vi, recordé los lunes a tu
lado, cuando todo era más feliz, cuando yo no me quería cambiar
por nadie, porque estar contigo lo era todo. Animada por la
sobredosis de inspiración que me das cada vez que me miras, y
por mi incapacidad de aprovechar el momento, y decirte las cosas
sin titubear o sin enredarme en laberintos y lagunas de ideas sin
terminar, lo haré a mi estilo, a uno que ya te es muy familiar, te
escribiré un poema, uno no muy extenso, ni muy corto, pero que
tenga toda la precisión que necesité siempre al hablarte.
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puedo sentir tu olor a uva y cerveza en mis dedos, puedo escuchar
tu voz pidiendo que me aleje, tus historias mal contadas, tus ojos
café delineados con tristeza y cansancio, y siento en mi boca el
sabor del café de la tarde, siento el primer quemón del día a tu
lado, siento que te veo tomar vino tinto al almuerzo, siento mi
miseria, lo idiota que me veo siendo incapaz de escribirte, siendo
incapaz de olvidarte, componiendo canciones a tu honor,
escribiendo versos que ahora no me salen, soy ahora parte de ese
boceto morado, soy una línea triste atrapada en el contorno de tu
figura, una línea casi incolora e invisible, pero que está allí,
porque la puedes percibir, como una lagrima que baja tiernamente
por tus mejillas y acaba en la esquina derecha de tus labios, una
que yo quiero quitar con un suave beso, pero que no te puedo dar.
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sensación de que todo en mí se derrumba con que tu voz emita
una pequeña vibración, yo cometí errores, pero no creo merecer
tanto dolor, se supone que mi día empezará contigo y terminará
sin ti. Y así fue, te invité una cerveza cara, como las que te
gustan, dijiste que sí, y te esperé durante horas y horas frente al
museo en el que me enamoré de ti, pero lo único nuevo era la
sensación de hambre y cansancio que me invadía, y no
contestabas mis llamadas ni respondías mis mensajes, y tiré al
suelo las flores y guardé bien dentro de mi chaqueta el poema que
te escribí, y me fui de allí, tomé el primer autobús que pasó y
entre ganas de llorar y sacarme el corazón con la mano, ganas de
abrirme el pecho con el filo de las hojas llenas de poesía, al fin
conseguí dormir, y al despertar todo se veía diferente, pero se
sentía igual, los mismos trancones de sentimientos en mi
garganta, las mismas aglomeraciones de lágrimas esperando a
que mis ojos les dé luz verde y puedan cruzar al otro lado de mi
cara, la misma sensación de que algo dentro de mí se rompió, que
me hace falta algo bien grande dentro del corazón, que mi sangre
va corriendo tan rápido que me hace arder cada vez que atraviesa
de un ventrículo al otro, como me arde que seas tan cruel y divina
y yo tan imperfectamente enamorada.
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y mientras me dirigía a tirar el poema que te había escrito, me
sentí tan conectada con él que no pude hacerlo, estamos hechos
del mismo material ese poema y yo, estamos llenos de letras
escritas con tinta, tristeza y esperanza, con la ilusión que solo
sirve en las personas que malgastan el tiempo tras las cosas
superficiales, amo a ese pedazo de papel, y no pienso tirarlo, ni
pretendo que esto tenga sentido, porque al igual que tú, nada aquí
tiene sentido, todo parece manchas de pintura que algún ciego
tiró.
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mentolados, las horas pasaron y pasaron de una manera que solo
me abrió más y más la herida en el pecho, y decidí que ya era el
momento cuando el reloj marcó las 3pm, y con toda la tristeza del
mundo, caminé hacía la oficina de correos, porque sabía bien que
esa sería la última vez, después de esa carta no habría posibilidad
de ser feliz, de amar o ser amado, solo quedaría tristeza tristeza y
soledad fría y vacía, por eso entre cada paso que daba se me iba
cayendo un pedazo de mí en el suelo, un pedazo de su nombre
junto al mío, Margaret Rose, te me estabas despegando del alma
y dolía porque estabas bien cosida a mi corazón, quien sea que te
puso ahí hizo un buen trabajo porque me estaba resultando casi
imposible escaparme de tu aroma y tu voz, hora de afrontar la
realidad.
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haciendo apuestas, pues mi tarjeta suele molestar bastante y dije
que si servía a la segunda, yo te daba 10mil, y me ganaste, como
siempre, tu siempre me ganas, finalmente ibas haciendo cuentas
con unos bonos que nos habían dado hacía un rato, después de un
par de cuadras te dije que ya no lo hicieras más, que yo te gastaba
el almuerzo, terminamos en un restaurante vegetariano, y como
es costumbre en mí, pedí lo más extraño de la carta y tu pediste
comida mexicana.
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acordado, yo iba pensando cómo decirte que me abrazaras por
última vez, bajando por la 7ma, ahí dijiste que hacía mucho no
pasabas una tarde tan tranquila y era cierto, la ciudad estaba en
silencio, no había mucho sol y tampoco mucho frío, todo
perfectamente armónico con nosotras, y al llegar a la estación,
hice exactamente lo que pensaba, te pedí que me abrazaras como
si nunca me volvieras a ver en tu vida, te dio risa y me dijiste que
no dijera cosas tontas, después me enredé en tus brazos
sofocando mi cuello, y puse mis manos en ti, hasta que quedaron
atrapadas en tu cintura, y fue ahí, en ese momento, que no quise
perder otra vez, llamarte mi amiga o como sea, pero no quiero
tener que ver que me desconozcas y voltees los ojos cuando se
posen en los míos, no quiero perder tus manos, el privilegio de
perder contra ti, de tus brazos, te escuchar tu sonrisa, de poder
almorzar contigo, de escuchar tus historias incompletas, de
verdad no quise perderte.
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y/o después de atacarlas, pues Margaret Rose tú sabes de qué está
hecho este corazón, de heridas, cicatrices, comida china,
vegetariana, italiana y zapatos caros, de cerveza tibia roja, de
ciudades calientes, de poemas anónimos, de despedidas cortas y
olvidos largos, de jugo de mango, cigarrillos mentolados, gatos
peludos y sombreros de ala ancha, y especialmente, mi corazón
está hecho de cada letra de tu nombre, de cada gota de sudor que
baja por tu frente y cada raspón que hace tu huella en mi mano,
me encanta, me encanta el dolor y sentir como abres mi corazón
con la finura de una hoja de papel y el dolor de una hacha sin filo,
acaba conmigo, te lo he dicho tantas veces, como un ave
suplicando a la escopeta que le tire de una vez por todas, porque a
esta ave le encantan las balas y más cuando quién está detrás del
gatillo lleva un sol en la cara, uno muy brillante y hermoso, uno
que hace florecer a cualquier flor por más marchita que esté,
como mis ganas de amar que tú sonrisa reanimó.
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también vi cómo ella te evadió y te dio un beso en la frente,
llegué en medio de la acción y dijiste que ibas para tu casa, yo te
dije que yo también me iba, y Alexia dijo que entonces yo te
podía acompañar, me miraste odiándome, pues te querías ir con
ella, te pegaste a sus brazos y no la querías soltar, ella te miró con
risa y se fue por un café, salimos tú y yo del edificio, y en la
puerta me dijiste que no querías compañía, te pregunté si estabas
bien, y me hiciste un ademán y entendí que no eras tú, era mi
presencia la que no querías, traté de abrazarte pero te rehusaste y
solo te quedaste tiesa viendo como yo te decía que no estuvieras
triste, después me pediste que tomara otro camino a casa para no
tropezar conmigo. La amargura me invadió profundamente, y
aunque por el efecto de las drogas no pude sentir dolor en el
pecho por unos cuantos minutos, al pasarse el efecto en medio de
la noche, el dolor se hizo insoportable, y todos los males que
estaba ignorando, me golpearon con fuerza aturdidora justo en
medio del corazón, el frío subía por mi columna vertebral, la
ansiedad estaba quemando mis manos y la tristeza, esa me estaba
triturando el alma.
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yo, que hayas descansado el viernes agotador no como yo, que en
la noche un sueño te haya hecho sonreír no como yo, que
encuentres tranquilidad no como yo, que solo encuentro agonía y
dolor.
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me tiré en la cama a tratar de dormir pero el sueño es un regalo
que no puede vivir junto a la tristeza y decepción que me estaba
ahogando en esa sucia mañana de abril.
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hasta las 3pm, y después sin nada que hacer, hubiera vuelto a mi
casa repasando cada paso que di por la ciudad, pero no fue así,
tuve que estar allí para que tus ojos castaños me quemaran en
alma, o si tal vez ese día yo no te hubiera acompañado a la casa,
si no hubiera fumado ese cigarrillo, si aquel museo estuviera
cerrado, todo había sido distinto, yo no estaría sufriendo ahora
por perseguir la ilusión pasajera y desconocida de un pasado
borroso y borracho que jamás existió ni debió ser, no habría
compuesto aquella canción y ese poema jamás había tenido
necesidad de ver la luz, mis ojos seguirían secos y sin hinchazón,
mi espalda no dolería y el baño del bar nunca habría conocido
mis ojos llorosos y cansados por el insomnio y la locura del
alcohol.
Pero sabes algo Margaret, a veces, cuando dan las 6:00pm pienso
en ti, y no te odio, nunca siento haberlo hecho, pero simplemente
desaparece el dolor, porque recuerdo tus ojos café en tu pálida
piel llena de lunares y recuerdo la forma de tus manos con una
exactitud asombrosa, a veces recuerdo tu nombre y me pierdo
repasando aquellas fantasías infantiles e inocentes que creé
cuando estaba tan cerca tuyo que podía contemplar cada uno de
tus pecados, juro que podía escuchar tus pensamientos y
hablábamos así, sin decir nada, solamente en silencio y con un
café sobre la mesa de madera fría y oscura en la que apoyabas los
pies, yo nunca quise ser tuya, o más bien jamás quise que tú
fueras mía, nada de eso, quería algo simple y complejo, quería un
tú y yo con sabor a olvido y efímera ocasión, no quería una vida
contigo, quería mi vida junto a la tuya, ser tan distintas y
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homogéneas que alcanzara para ser dos vidas diferentes y al
mismo tiempo una sola, eso quería, tu nombre junto al mío, así,
sin más que palabras susceptibles al viento y al mareo del olvido,
que todos no pudieran encontrar palabras para describirlo, a
nuestro amor, a nuestra tregua que se hundiría entre la amistad y
la lujuria, entre el terror y la poesía, entre lo amargo y lo dulce,
entre lo real y lo ficticio. Y al vernos, podrían decir que allí hay
algo, entre el tú y yo, un algo que no es algo, un algo que lo es
todo y no deja de ser nada, un algo amorfo y concreto, un algo tan
contradictorio como obvio y coherente, en fin, algo, porque ese
algo fue lo que me mantuvo pensándote tantas noches, me
mantuvo despierta a la madrugada y dormida en la mañana, fue
eso que no se puede describir lo que hizo a mi corazón latir tan
fuerte que me dejó un profundo dolor en el pecho, y a mis ojos
perderse entre los bultos negros bajo las pestañas, siempre fuiste
ese algo que no era nada pero para mí significaba todo, y no
hablo en pasado porque ya se fue esa sensación de que ese algo
tomó una parte importante de mí, hablo en pasado porque ese
algo no tiene cabida en el presente y menos en el futuro, aunque
sigue aquí es un recuerdo anacrónico pero no obsoleto que me
acompaña cada día, me sigue y me tortura, me acosa y finalmente
cuando me acorrala, me bota a la cama a pensar si acaso una
palabra como "adiós" o "quédate" o dos, como "te amo" o "te
extraño" o tres como "te esperaré aquí" o "jamás te olvidaré" o un
"por favor vete" habrían podido hacer la diferencia entre lo que
fue y lo que es hoy un doloroso anacronismo, y no importa
cuántas veces repita en este mismo párrafo la palabra "algo", pues
admito que incluso en el corazón, es un error no solo incómodo
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sino desagradable al leerlo, al tratar de entender por qué por más
que repita esa misma palabra no soy capaz de por fin darle un
sentido, lo más cercano a la definición de ese concepto
transparente y fantasmal que rechina por mis huesos es el tú y yo
del mismo cielo y el horizonte, tu cielo y yo horizonte, cortando
el mundo en dos perspectivas, lo mundano y lo divino, lo trivial y
lo prohibido, lo concreto y lo desconocido, así, lo muerto y lo
vivo.
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ver la cara un par de veces y la gente se aprovechó de mi buena
voluntad para quebrarme, pero jamás les di o daré el gusto de
acabar conmigo o hacerme sentir menos o más, siempre sería yo,
con toda capacidad de disfrutar la soledad y la compañía, la
amistad y la hipocresía, todo, lo bueno y lo malo. Desde eso, mi
vida es una cuerda floja entre egocentrismo y autoestima, entre
confianza y habladuría, un constante narcisismo ególatra que se la
disputa entre la bondad y la lástima, lo cierto es que dejé el temor,
y el miedo no volvió a ser parte de mi vocabulario, ya cada amor
o desamor que vino después de ese momento básicamente fue un
juego que mi exceso de seguridad siempre pretendió ganar o
empatar, siempre, hasta que me tropecé con unos ojos que
lograron volver a sacar de mi la fragilidad y la inseguridad de los
años anteriores, si, Margaret Rose, la única capaz de traer ese
pasado que, una vez más, resulta un anacronismo. Como sea, hay
algo que debo dejar claro antes de seguir, mi lógica de la
fragilidad y el narcisismo no es una cuestión de crear un escudo o
un escondite, y menos una máscara o un disfraz, no deseo negar
ni reprimir ninguna de mis dos partes, de hecho he logrado una
bella armonía entre las dos, la diferencia radica en el momento y
la persona apropiada, mi parte frágil y bondadosa es merecida por
una sola persona, una que yo sé que no va a dañar, y si daña
valdrá la pena y con todo el derecho a romper, atar y renacer, esa
persona soy yo. La otra parte, la que disfruta la algarabía, lo
trivial, lo erudito y los chistes, esa parte que no se calla y
socializa con una facilidad que es bastante admirable, esa es la
parte que le toca a el resto, porque es la parte que quieren, y no
por eso es menos o más importante que la otra, solo que esta es
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visible, y no porque quiera esconder o proteger mi otra parte, sino
que he creado una relación de intimidad con ella y no deseo
compartirla con nadie, ambas son buenas y les amo por igual, les
cuido por igual, les admiro por igual, pues la exclusividad no es
un carácter definitivo al establecer que es lo que importa y lo que
no.
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calmara, mis tardes cuando terminaba tu mano en mi brazo, mis
noches cuando me contabas tu vida hasta la madrugada, mis
lágrimas cuando acariciabas mis manos y decías que todo estaría
bien, mis horas cuando hacías detener el tiempo en una mirada,
mi ira cuando me golpeabas las piernas y te reías de mi mueca
enojada, mi tristeza cuando preguntabas si quería llorar y me
ofrecías tu hombro para hacerlo, mi destino, Margaret,
compusiste mi destino.
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cansados y apagados no tienen la luz suficiente para notar que
hay alguien frente a su mesa, que está dispuesta a darle todo, todo
lo que necesita para seguir, para ser fuerte. Ella no cree en el
amor, y su edad ha avanzado sin hacer cambio en su forma de
pensar, sigue creyendo que todos quieren hacerle daño y
desconfía del mínimo gesto de amor y cariño.
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sádico, un asesino serial que tiene fetiche con los poetas, que le
entrega una espada a uno y al otro una pluma, y presume que está
siendo justo.
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la llegada del amanecer. Prometió también que no le importaba si
de repente llegaba alguien más a su vida, porque eso hacen los
amigos, y ahora eso eran.
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Y su mirada tiesa y despedazada solo escondía, y no muy
hábilmente, las ganas de salir corriendo y encontrar una vez más
esos ojos cafés que tanto le enloquecían, acariciar esas manos
frías y suaves que sabían alterar los más profundos sentidos de su
cuerpo. Pero no obtuvo respuesta de ella, solo silencio, el cual
trató de llenar con música triste y gris, mientras buscaba la
manera de recuperar su energía. Y aunque durmió temprano y 8
horas saludables había algo que la tenía exhausta, y es que el día
anterior en cada abrazo y caricia, mientras trataba de consolar a
su amada, le daba poco a poco un pedazo de sí misma, y ahora no
tenía nada, tenía luto, tenía ansiedad, tenía tristeza y tenía
silencio, mucho silencio. “¿Acaso hice algo mal?” Se pregunta
todo el tiempo mientras relee la carta que le mandó en la mañana,
y nota que no dijo nada indecente, nada indebido, nada para
merecer ser torturada con la melodía muda de su respuesta.
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que hizo lo correcto, aceptó y sugirió descartar los sentimientos
propios por el bienestar de su amada, es una decisión absurda,
pero de eso se trata el amor.
Fue una linda despedida, de hecho, mejor que todas las veces que
se saludaron, fue una historia corta pero llena de lecciones nuevas
y otras ya bien conocidas, por ejemplo, ya sabe perfectamente
discernir entre el amor y el capricho, decir adiós no es nuevo,
extrañar tampoco. Pero sí que fue un cuento diferente, más
maduro, porque su edad también ha avanzado y ahora sabe que
dará lo mejor de sí en una próxima ocasión, una que si
corresponda, una con otra boca y otras manos.
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su difunta amada. Aprendió, pero ahora se vio a si misma hacer lo
correcto, hacer lo sensato, hacer lo necesario.
II
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ingenuidad, su incapacidad de olvidar y dejar de lado aquella
ilusión que ya era obvio que no pasaría, y aunque tenía toda la
determinación de seguir con su vida y tomar sus virtudes en una
maleta en busca de un camino mejor, algo la mantenía pensando
y pensando en los posibles finales o inicios de aquella historia
que nunca habrá de ser escrita.
43
bueno, de hecho si hay algo peor, pues la poeta notó
instantáneamente como el boceto que la ingenuidad y el amor
habían hecho de su difunta se empezaba a desdibujar. Hubo un
abrazo perdido, y una intención de querer desperdiciada, la
poetisa no quiere más, porque ya en esa piel resplandeciente no
hay poesía, no hay música ni magia. Y lo que le molesta, es saber
que ni así deja ella de quererla, de pensarla y escribirla.
44
siendo consciente de eso, no se explica por qué un lado de ella
insiste en mantener la espera.
45
atravesó su mirada, era ella, no había duda alguna, su difunta
amada.
46
saludar, y será algo casual, nada fuera de lo ordinario, pensaba
ella. Lo cierto es que se aventó a sus brazos como si no hubiera
mañana, y sin importar los espectadores, ella la tuvo entre sus
brazos, la difunta, viendo lo que sucedía, detuvo aquello que
estaba haciendo y mirándola le dijo que hablarían después, lo dijo
con amor, y poco a poco con ganas de no soltarse nunca, las
manos de ambas se deslizaban queriendo aferrarse, y en ese
momento cuando las puntas de los dedos se dejan de tocar, sonó
un sutil gruñido, era el corazón de la poetisa rompiéndose en
miles de pedacitos. Su amada le tiro un par de besos y siguió su
camino, y la escritora perdió totalmente su cordura.
47
Y así empezó la mañana de esta joven escritora, un poco de
filosofía y café con el desayuno, una caminata casual entre las
calles sucias repletas de gente, una sonrisa sarcástica por un mal
chiste en la emisora local. Con el estómago lleno y el alma
repleta, dejó la cafetería en donde estaba y se echó a caminar por
un parque junto a la cafetería de la cuadra, le resulta bastante
familiar, y lo hace a propósito ¿Que es lo que buscas triste
poetisa? La anda buscando a ella, otra vez, sin voluntad y casi
que en modo automático, se le quedó la dignidad en el cuncho de
café que regó sobre la mesa.
48
A veces siente que de verdad se despidió, que ese lunes pudo
ponerle final a la historia, que le dijo todo lo que debían decir,
que hizo todo lo que tenía que hacer, y de verdad fue así, pero al
corazón no le basta, quiere más, más dolor, más tristeza, más
rechazo, más su aroma, más sus manos, más sus ojos cansados,
más de ella, más sentimientos no correspondidos.
49
III
50
esos lindos sueños que la difunta protagonizaba no volverán
jamás.
Y así, parece que este es el final, o tal vez no. No hubo fracaso ni
victoria, no buenos ni malos, ni tampoco historia, solo otro
cuento hermoso que valdrá la pena contar.
51
historia pasada, abandona a la poetisa, quien en medio del
desespero llora, pues es evidente que prefirió a alguien más.
52
rostro, -Gracias, pero voy a ser clara con que lo que tú sientes yo
no lo correspondo. Ese fue tu último golpe, el knock out mortal,
me dejaste todo claro esta vez, algo que aunque yo ya sabía, no
supe manejar y el dolor me recorrió la espina dorsal de abajo
hacia arriba, sentí en dolor en mis manos también y en la
garganta un nudo de preguntas me hacía querer vomitar. No
obstante, a pesar de todo eso, también sentí alivio, sentí un peso
de palabras calladas dejando mi pecho y pude respirar con
tranquilidad, al fin yo era libre, ya no estabas tú y podría
finalmente cumplir con cerrar tu ciclo, te podría dejar atrás y
correr por el camino del olvido, si, el dolor era grande, pero la
libertad y el vacío de serlo valían la pena.
53
estrellas nuevas que contemplar. Lo curioso es que la carta se
tardó aproximadamente 20 días en llegar y de ahí a ayer han
pasado muchas cosas, me enamoraste y me fallaste varias veces y
toda mi esperanza, que de por sí ya era poca, se convirtió en un
adiós, un deseo de arrancarte de mi interior de una vez por todas,
de seguir adelante buscando nuevas bocas, nuevas historias y
nuevos cuerpos, porque en parte, yo ya estoy harta de ti y tus
cosas extrañas, de tus encuentros secretos con Alexia, de que me
cuentes tus erotismos con freggs o con quién diablos sea, ya estoy
harta de tu recuerdo, de no poder dormir por tu rostro y no siento
que el sufrimiento que tengo valga un poco la pena.
54
no un error, nueva historia en la biblioteca del corazón son ahora
tus besos, suerte que ya casi nadie lee.
55
incondicional, fui yo la amiga, en fin, fui la rosa y tú el puñal, yo
el latido y tú la muerte, yo la luz y tú...la pura y viva oscuridad.
Migajas de poesía
56
con atención la ventana, y no es por nada menos que aguardar por
el mismísimo atardecer, y allí está, arriba de los techos grises y
solitarios de las casas del suburbio, parece una naranja, una
naranja enorme que está estancada en el cielo, y nos vigila desde
arriba, nos grita que estamos muy jodidos, que estamos
demasiado sobrios, que necesitamos algo de vodka barato
corriendo por nuestras venas, que nuestro corazón bombea
alcohol triste, que no somos más que latas viejas de licor que
viven la vida como si fuera un chiste, como si la muerte no
esperara por nosotros detrás de cada beso, detrás de cada caricia,
detrás de cada sonrisa desconocida, porque no sabemos vivir, y el
sol lo sabe, nos gastamos la vida viendo guerras por televisión,
revisando nuestros teléfonos cada minuto esperando que la
persona al otro lado de la pantalla también nos quiera, también
sueñe con nosotros, también rece por nosotros los domingos de
misa tradicional, pero somos sumamente infelices, pendientes de
la vida de todos, dejando que se escape la nuestra por las ranuras
de nuestros dedos, por eso vivir sobrio no vale la pena, porque el
licor sabe sacarnos de nuestra zona de confort, porque así
decimos lo que sentimos, cuando lo sentimos, y no tenemos
miedo, miedo del otro, miedo de lo que piensen los demás, miedo
de que nos miren con desagrado y se cambien de andén cada vez
que nos vean.
57
decente en el transporte público, eso es, el transporte público es
como otra dimensión.
58
cuando miré hacia abajo, vi que había dejado su nombre escrito
en el individual, fue una movida bastante bien hecha para una
persona tan esquizofrénicamente ordinaria como ella, tomé un
poco más de cerveza roja y cara, terminé mi postre en silencio y
mientras veía al resto de la ciudad celebrar el partido, yo llamé a
una amiga de confianza y pasé el resto de la noche con ella.
59
del pecho. Al fin terminé en la cama y no sé cómo, pero me puse
a conversar con Laurel, la conversación se puso interesante, un
poco sobre alienígenas y otro sobre ilumináis, puse a Paco de
Lucía a todo volumen en la habitación hasta que me dieron las 2
de la mañana, pegada a mi teléfono, como toda una perdedora, y
ya no estaba borracha, por primera vez en mucho tiempo, estar
sobria no me dolía y de hecho me gustaba, yo estaba entonces
bien, y hace rato que ya no lo estaba, pero estaba feliz y muy a
gusta con ella, Laurel, su forma de escribir, su voz, su
respiración, todo parecía ser bastante interesante.
60
corazón que no te corresponde, es de mala educación hablar con
extraños en el transporte público, pero eso no te importa, porque
tú eres algo más, más que tú rostro peculiarmente poco
extraordinario, no sé qué me escondes tras esos lentes sobre tu
nariz, ya sabes quién soy, que escribo poemas y tengo pesadillas,
ya sabes que soy un desastre que me inyecto heroína azul en la
sien por la tarde a las 2, sabes que no me gusta dormir, que me
gusta la cerveza amarga, pero cariño, yo no sé nada de ti, sé tú
apellido, Laurel Ross, eso escribiste en el individual del
restaurante, pero no sé más, sé que no crees en el amor, que no
crees en Dios y que no te gustan las fresas con chocolate, pero tú
sabes el color de mi alma, tu sabes jugar conmigo, y ya ganaste
Laurel Ross, está vez no necesariamente peleaste y yo ya me
rindo, sin luchar, sin batallar contra tu piel morena y brillante,
ahora es cuando, dispara directo a mi corazón mientras puedas, o
si es que hallas algo ahí dentro de mi pecho, porque yo creo que
no hay nada, solo cerveza tibia y ciudades calientes, nada más.
61
encendedor, que doy lástima, que estoy inmersa en el frío de la
ciudad, que estoy tan sola como los charcos inundados de
petróleo colorido, que tengo un sepelio dentro del corazón, que ya
se me olvidó amar, que hace rato que nadie me dice cosas sucias
al oído, ni me miente diciendo que soy todo, que soy lo que ama,
que soy perfecta, que soy un ser maravilloso, no, ya mi piel no
recuerda las caricias, ya mis manos no están acostumbradas a
otros dedos, ya nada, ya solo tengo roto el tiempo de mi vida, ya
no sé cómo vivir sin licor, ya no veo televisión, ya no creo en
nadie que no sea mi propio reflejo en la pared, estoy joven pero
no tengo energía, veo todo a blanco y negro, todo a sombras, todo
en una ilusión.
62
pero no, siendo honesta, casi me ganaste, pero ¿qué tienes tú? Yo
sigo siendo poetisa, sigo tocando la guitarra y sabiendo inglés,
pero tú, ni jugar a engañar te salió bien, estar sobria fue divertido,
pero tu nivel de alcohol es poco para mí, poco para simplemente
entretenerme, poco, muy poco, te falta mucho todavía, sé que
después encontrarás otra víctima y te divertirás con ella, y
después quedarás tú, tu ingenuidad y falta de creatividad, y tal
vez algún día pruebes la soledad, porque en realidad la mereces,
le jugaste sucio a alguien que te amaba, y el tiempo no perdona,
ni deja estos asuntos sin resolver, ya te llegará tu hora, porque un
elemento importante de ser Margaret Rose es nunca ser feliz.
63
admito que es difícil acostumbrarse a la soledad, porque viene
siempre de distintas formas y en distintos momentos, es como si a
veces te dejara en paz y después, en medio de una tarde con
amigos volviera, y te susurrara que nadie quiere tus manos, que
nadie sueña contigo, que estás solo en la vida y por eso te toca
tomar cerveza tibia y fumar mentolados, por eso te toca
inventarte las historias de amor, porque jamás las tendrás, porque
siempre habrá un abismo entre la felicidad y tú, porque todo, sin
razón y sin motivo eventualmente desaparecerá y solo quedas tú,
con vacío estomacal, con náuseas en el corazón y sin dirección
alguna.
64
Hablando de gente feliz, esa gente sí que es bastante extraña,
siempre andan sonriendo por la vida, como si las nubes hechas de
humo de marlboro rojo no les lloviera miseria encima, como si no
les mandara un flashback de recuerdos y les dijera que hay mucha
mierda en la vida, que todos estamos rotos y bien jodidos, seguro,
la felicidad es la mejor manera para evitar la realidad, pero la
gente realista siempre está sola, siempre está un poco de mal
humor, por eso toman las mejores decisiones, por eso escuchan la
mejor música, porque están bien despiertos, y nunca se distraen
en cosas absurdas como el amor y las conversaciones casuales,
leen el periódico y nada les sorprende, ven las noticias y no se
asustan, escuchan la radio y no se sienten en peligro, pero no
todos somos aptos para una vida así, algunos nos miramos en los
cristales de las tiendas y nos decimos lo bellos que amanecimos,
porque aunque nadie nos lo diga, somos optimistas, somos más
vanidosos, porque nos arreglamos para nosotros mismos, y
jueputa nos vemos divinos hoy, porque es miércoles y los
miércoles todo es más bonito, los miércoles la ciudad está
tranquila, los miércoles la cerveza está menos amarga, los
cigarrillos dan menos cáncer, y el café está lo suficientemente
negro, los miércoles se puede encontrar el amor, se puede
encontrar dinero en la calle, se puede subir a un sitp gratis, los
miércoles el mundo está más inesperado, está un poco más loco,
y un poco más a nuestro favor, el mundo hace un alto en el odio
que nos carga y nos da un día libre, es como: bueno, hoy es
miércoles y hagamos tregua, porque andar jodido toda la semana
es muy agotador hasta para el sol, tanta tristeza va a espantar al
65
atardecer un día de éstos, entonces es miércoles, miércoles de
tregua, miércoles de compasión.
66
dormir, mucho frío porque en el estómago lo único que hay es
hambre y soledad.
67
cortantes son mayoría, que es muy fácil dar con gente desalmada
y cínica, pero dar con buenas personas, gente que tenga pasión y
amor por dentro, es realmente difícil, toparse con idiotas es una
situación diaria, porque es más fácil ser idiota que ser buena
persona y todos aman las cosas fáciles, y se van por ese lado.
Pero no hay nadie tan idiota como aquel que desperdicia un buen
corazón, y lo daña, eso es otro nivel de estupidez, yo he estado en
la posición de un idiota de esa magnitud y es realmente
espantoso, porque el tiempo y el karma te lo cobran bien caro,
incluso la probabilidad te juega en contra, porque por cada un
buen corazón hay mil desalmados, y a veces los desalmados
vienen en empaques bonitos y las bonitas personas no son
exactamente bellas, pero igual no hay nadie más bello que quien
es bello en su interior, eso hace la verdadera diferencia.
68
palomas gordas en el parque, mientras tanto hay Paco de Lucía,
hay perros callejeros, hay flores vivas, hay saludos cordiales, hay
cartas alegres, hay comida chatarra y heroína azul.
69
de este motor barato, y gritan, ahora si llegó el momento de temer
por nuestra vida, y pum, aceleramos un poco más y ya todo
parece ir demasiado despacio, los años se detienen porque vamos
volando, vamos directo al cementerio, directo a la funeraria,
llamen a la policía, jueputa nos vamos a matar, y pum, acelera un
poco más, y nuestros huesos crujen como si estuvieran hechos de
papel, hechos de frío y soledad, como si no valoramos más que
una carrera al Museo Nacional, y gritan, pum aceleramos, ya
estamos en la 72 y todo está vacío, viejo marica, ¿nos quiere
matar? Y pum, acelera un tanto más y tememos por nuestras
solitarias vidas y tememos por no volver a las calles, por no tocar
las manos enamoradas de otra persona, y vamos directo al
semáforo y hay una familia que iba toda de paseo y gritan, gritan
mientras el bus acelera un poco más y parece que de verdad
estamos secuestrados, y jodidos, y después que el pecho nos
golpea con fuerza, caemos rendidos por un frenazo en seco y ya
no hay velocidad, ya todo volvió a la normalidad y todos ríen,
como si no hubiéramos acabado de retar a la muerte, pero qué
más da, ya estamos de vuelta en las calles otra vez, otra vez
tristes y solos, y nos acordamos por qué era que queríamos dejar
de jugar esta trampa mortal que llamamos vida, realmente
hipócritas, realmente falsos, realmente muy distraídos para
valorar cada vez que respiramos tan cerca a la misma muerte.
70
tanto veo a mi al rededor gente bien vestida, con cara de
enamorada y les sonrío, porque no estoy peleando con la
existencia en estos momentos, solo quiero dormir y olvidarme de
que estoy mareada, de que estoy tomando sola y que el sol de las
4 me está cegando y haciendo dar calor, y se chocan los rayos
solares con los ladrillos de los edificios y siento que me invade la
nostalgia y esta vez duele, duele porque tengo sueño y estoy un
poco mareada, duele porque tengo calor pero frío en el corazón,
duele porque huele a paletita de cereza en forma de corazón.
71
mañana, y mientras aguardo para ver el atardecer, me pregunto
cómo el cielo pude salir sobre las cabezas de todo el mundo, sin
discriminar y sin preferir, simplemente sale y sale, sobre los
curas, sobre los ladrones, sobre los niños y los ancianos, yo
quisiera ser un poco como el cielo y tener una vista perfecta
siempre, cada día que naciera de mi pecho un nuevo atardecer y
una nueva luna, tendría millones de historias nuevas cada
anochecer y después se las susurraría a las estrellas parpadeantes,
el problemas es que el cielo no toma cerveza, seguramente se
embriaga con el dióxido de los carros, y vería a los jóvenes
enamorados amenazando con tirarse de la ventana y desde las
nubes le gritaría que no lo hiciera, porque juro por mi sol que
aquí no hay ningún paraíso, que su alma no seguirá más allá que
del pavimento, y la jeta reventada. Supongo que las almas se
quedan en el lugar donde mueren, en ese caso quiero morirme en
una plaza llena de palomitas grises, quiero que picoteen mi alma
y me recuerden que tengo que seguir de alguna manera
caminando por esa plaza.
72
eres tú y las estrellas, la droga de la noche y el calor de tus
sueños, es un descanso de la miseria que trae existir, y ya no
duele, ya no extraña, el corazón solo bombea sangre y no tiene
tiempo para pendejadas, como el amor, como el odio, como
pensar demasiado. Y el tiempo no transcurre y me voy
desgastando con el pasar de la horas, con las trompetas de la salsa
puertorriqueña y sueño con el día en que vuelva a no extrañar de
nuevo, devolver el tiempo a esos instantes cuando solo me
limitaba a fumar por la ventana, a acariciar la noche con los
dedos, antes de que existir fuera peligroso.
73
se puede hacer más que fumar lentamente cigarrillos mentolados
y ver la noche pasar, pero no pasa, sigue allí estática en las
7.30pm y yo siento como la ansiedad me recorre el cuerpo y
busco una excusa para no llamar a mis amigos habituales, para no
escribirle a mis viejos amores y me recuerdo que es mejor así,
pasar las tardes sola, sin mentiras y sin preocupaciones, solo yo y
la noche, solo yo y la ciudad triste, solo yo y la salsa clásica. Me
siento libre, pero nadie me advirtió que la libertad dolía, que la
libertad te deja vacío, esperando que sean las 11 para poder irte a
dormir, a ignorar el ruido de la mismísima soledad golpeteando
contra la puerta una y otra vez, tengo el vacío bien grande, y
suena un verano en nueva York, y yo siento que quiero estar allí,
con esa melancólica canción que me recuerda a un domingo hace
dos años en la tienda de Jaime, tomando preparada de tamarindo
y buscando excusas para robarle un beso a la vida, al tipo que está
al lado mío, a la noche misma, y casi puedo sentir la misma
sensación de frío, el olor de las motos y lo feliz que era antes de
recordar tu nombre, recuerdo que estaba más joven y enamorada,
él se llamaba Cristofer, y lo conocí una noche mientras sonaba un
verano en nueva York, tiempos aquellos en los que mi corazón
funcionaba, y toda la comida sabía diferente, más saludable.
74
oye cómo va el sueño desvaneciendo, oye cómo va la esperanza
olvidándose, oye cómo va la comida fría, oye cómo va un adiós
inesperado, oye cómo va todo yéndose a la puta mierda, oye
cómo va la humedad del pasto, oye cómo va el banco frío de la
calle, oye cómo va el reloj estático, oye cómo va la pérdida de
amor, oye cómo va el engaño, oye cómo va la amistad, oye cómo
va la ilusión, oye cómo va el hambre en el corazón, oye cómo va
un arma a quemarropa en la cabeza, oye cómo va, mi ritmo,
bueno pa' goza', mulata.
75
Rose, ella seguirá su vida tropezando y equivocándose, pues
después de su ingratitud me ha quedado helado el corazón y en
realidad ya nada hay en mi pecho que valga la pena, la felicidad
se escapó tan rápido como llegó y yo me quedé aquí viéndola irse
en el bus de las 6.45pm a su ciudad, yo, y sus otros amantes, yo y
todos los que creímos que ella era única, lo que ella no sabe es
que se llevó en su maleta mi alegría, y que ahora ando más gris y
monótona de lo que ella solía creer y criticar, el amor existe, eso
es una verdad absoluta, lo que no existe es una persona que sepa
amar.
76
Dios esconde tan magnífico elixir, de todos modos le pregunté si
quería ir a beber, y me dijo con su voz rota y delgada que aún es
muy temprano, que no le acepta copas a extraños, que solo en
sueños pasea por un bar de la 45, que es cristiana desde los 7 años
y perdió la virginidad a los 14 en un Mazda con su segundo novio
que tenía 13, que locura, tiene un problema con el alcohol, con la
vida misma, con respirar mi olor a mentolados, con escuchar
tango a las 12am, un problema de amor, que su marido la dejó por
puta, y gracias a Dios no tuvo hijos, pero ella no cree en Dios
porque la dejó sola una vez que se drogó con crack en un potrero
y la robaron, pero no su cartera, le robaron el corazón, se
enamoró de un taxista que la recogió, su nombre era Alonso,
Alonso nombre de gente positiva para ser un problema, y después
de unos días, aproximadamente 14 se casaron por la santa iglesia,
porque las notarías están muy llenas de pendejos e interesados,
que infortunio fue ese crack, porque Alonso hoy no está, después
de 6 años tomó su taxi amarillo lleno de abolladuras y se fue, se
fue por la variante a buscar un mejor clima, un mejor whisky, un
mejor bar uno más barato, un mejor tabaco, un mejor atardecer,
una mejor boca y más joven, Alonso y la carretera se han casado
por la santa iglesia y nada los separará, ni los peajes, ni la policía,
ni los peatones, seamos honestos, ni la ambulancia que recogió su
cuerpo hecho pedazos podrá acabar el romance de la variante y
Alonso, porque la muerte no los podrá separar.
77
que amas, en el último lugar que pensarías que sería tu tumba,
pero Alonso ahora estás mejor, con las manos rotas y llenas del
olor al volante de tu taxi, estás mejor andando esa misma calle
desolada en la que te estrelló esa montaña que salió de la nada,
estás mejor siendo parte de esa montaña, porque las montañas
nunca olvidan, siempre serás una mancha negra en el pavimento
hirviendo, siempre te recordaremos cada vez que veamos una
señal de tránsito anaranjada y fluorescente, cada vez que
escuchemos el rechinar de las llantas y el romperse un freno a las
2am, que suerte la que tienes Alonso, siempre tuviste alguien que
esperaba por ti en casa, siempre había un plato de caldo de huevo
caliente esperando por ti, siempre había una piel caliente
esperando por tus manos gastadas y llenas de heridas, siempre
había una persona esperando para que tú le rompieras el corazón,
siempre una lata de cerveza en tu nevera se preguntará qué pasó
contigo, con tu voz y tus labios, pero juraste amor eterno y
rompiste esa promesa, se supone que hoy deberías estar en algún
lugar de la 19 esperando a que te recoja un policía por hacer
alboroto en la calle, pero Alonso, serás un fantasma miserable,
porque esta mujer después encontrará la manera de que otro le
joda la vida, sin tanto crack y sin tanta gasolina regada, y tú te
quedarás allí, detrás de esa estrella negra que pintaron en el piso,
y al pasar tu ex mujer por ahí, te mandará un besito y dirá que te
ama, pero no tanto, te dirá adiós mi amorcito por última vez y
seguirá con tu maldición de vagar por la variante, solo que ella
aprenderá la lección que tú no, y jamás jurará amor eterno de
nuevo, solo una vez más para comprobar que la eternidad es una
puta mierda, es una basura, un cuento que algún idiota se inventó,
78
pobre de ti Alonso, pobre, triste y solitario, porque rompiste tu
promesa, Alonso rompiste su corazón y los frenos de tu taxi
amarillo, rompiste la montaña que te abrió la cabeza en dos,
rompiste sus besos a las madrugadas, rompiste la mejor drogada
de su vida, rompiste lo que no se puede romper, Alonso tú no
sabes amar.
79
vallenato es la mejor compañía de la soledad y el desamor, no es
lo mismo embriagarse escuchando boys don't cry que entrégame
tu amor, con cerveza fina, vodka barato, aguardiente tradicional,
Mustang, mentolados, marihuana, lo que sea, esta noche no hay
tiempo para excentricidades ni modales, vamos a hablar hasta que
la boca se nos duerma y la lengua se nos caiga.
80
venas reventadas de heroína caliente, sigue así Celeste, con
naturalidad ve haciendo que este lugar se haga pedazos por la
forma en la que se marea tu cintura, que hermosa figura y manera
de seducir tienes, no sé por qué te atrae tanto el par de ojos que
hay detrás de este sombrero, si han estado sin dormir por semanas
y han estado recorriendo Marruecos en canoa cada vez que medio
descansan, tal vez te gusta el caos y el desastre que llevo dibujado
en la esquina de mis ojos, tal vez quieres cortarte los labios
rosados con los pequeños pedazos de mi alma, esos que quedaron
después de esa despedida en la estación, interesante te debe
resultar la miseria que llevo dentro, la oscuridad que me
atormenta cada vez que el humo mentolado y caliente roza la
cubierta densa del exterior de mi corazón de madera, o lo que
quedó de él, tú debes estar más loca que todas las locas que he
conocido, hay que estar demente para poner los ojos y fijarse en
mí, en mis pantalones oscuros y llenos de cerveza y soledad, pero
Celeste eso es lo que te hace especial, que lleves un pueblo
demente lleno de personitas dementes justo en medio de la blusa,
de tu blusa oscura que se está deslizando por tus hombros
perfectamente colocados en el reflejo de mis ojos mareados, las
luces me están enloqueciendo, tú me estás enloqueciendo, la
cerveza me está enloqueciendo, y ya no aguanto más, ven para
acá Celeste que hoy te llevas un pedazo de mi piel bajo tus uñas.
81
contigo, pero basta ya de juegos mujer, acompáñame que tenemos
una cita con el demonio y el espejo del baño, si el infierno es un
lugar, debe ser tu boca incendiando mi cuello, y ¡tas! la puerta da
un estallido y ponemos el seguro para que nadie nos moleste, ni
los curas, ni la policía, ni los borrachos, solo tú y yo Celeste, te
acercas a mi lentamente y empiezas a besarme de una manera
descomunal, y en ese instante me dejo llevar por el humo ardiente
de tu sonrisa, ya sabemos que no hay marcha atrás, y entonces en
el silencio, solo suena el estruendo de los botones de tu blusa
volando y chocando contra la pared, y no puedo recordar más que
tus palabras diciendo que no puedes resistir mi cara y mis ojos,
así que ven, sigue arañando mi espalda que ya no tengo corazón
ni tiempo para algo menos que tus caricias, respiramos
profundamente y salimos de ese lugar, nadie notó que no
estábamos en la mesa, y mi amigo estaba muy mal, hace poco
recordó que si el amor existe, no existía en el corazón de su
amante, y se desplomó, el tipo está mal y después de un par de
canciones, me retiro al baño pero Celeste ya no está conmigo, se
mueve mi pecho y mis tripas dan un festival de vómito en ese
pequeño espacio, pero salgo mejor, ya puedo caminar mejor, ya
puedo regresar mejor, y veo a Celeste en la misma silla donde
estaba cuando la vi por primera vez, y me dijo que ya era hora de
irnos, porque todo estaba descompuesto y vuelto mierda, puse el
par de pesos que llevaba en el bolsillo y salí del bar, después
Celeste salió con mi amigo en los hombros y fue a comprar
mentolados a un anciano que estaba frente al bar, ella prendió mi
cigarrillo con el suyo y fumamos mientras buscábamos la
estación de autobuses más cercana, y llegó el cruce de caminos,
82
ella para la izquierda y yo para la derecha, otra despedida triste y
vacía, me dio un beso en medio de la boca y se fue perdiendo en
las sombras de las 11.30pm, quise gritarle que la amaba y que me
diera su número telefónico, pero recordé que ya me lo había dado
hacía un rato, así que mejor me quedé callada y me fui con
cuidado de no tropezar camino a mi casa. Voy viendo cómo va
esto, corrí para sentarme en una silla rápidamente y después me
acosté en la ventana y vi todo borroso una vez más, me quedé
dormida con el frío de las 12am y desperté en la estación frente a
mi casa, tomé las llaves y abrí la puerta, todo estaba dando
vueltas a mi alrededor, llegué al baño, me lavé las manos, y me
tiré en mi cama.
83
tampoco, hacía rato ya que nadie tocaba mi piel de esa manera,
ese baño pequeño y azul me estaba guardando un secreto que ni
yo misma recuerdo bien, no puedo evitar sonreír, el sol salió bien,
el tiempo se había pasado en un abrir y cerrar de ojos, y corrí
hasta mi teléfono y ya estaba cargado, tan pronto como toqué la
pantalla un mensaje voló directo a mis ojos, era Margaret, quería
saber cómo me encontraba, ignoré totalmente el sonido de mi
corazón descomponiéndose de nuevo, y bajé hasta el nombre de
Celeste y la llamé.
84
las malas mujeres, mandé a la mierda a Rose y toda su locura,
cerré los ojos y me puse la amatista en los dedos, la besé como si
se tratara de una camándula y seguí con el día.
85
te levantas, te secas los ojos y las babas y continúas buscando el
amor a lo largo de los años, ya vendrán cosas peores, vendrán
divorcios, rupturas legales y custodia de los niños, no hay razón
para llorar ahora, pues las lágrimas no valen tanto en este
momento.
86
Su nombre era Andaluz, un nombre bastante español para venir
de una vereda en un pueblecito del Tolima, su familia era
bastante humilde y tenía 12 hermanos, la vida nos cruzó justo
después de una tragedia, era yo muy joven, tenía 13 y ella 15, la
cosa va así yo siempre he sido más bogotana que la calle 7ma y
el chorro de Quevedo, pero en ese año en particular de mi vida,
tuve que abandonar la ciudad y quedarme en un pueblo llamado
mariquita, curiosa coincidencia, tenía que terminar el colegio, y
ya habíamos predilecto uno muy bueno, pero por cosas de
papeleo y mal manejo de información terminé en un colegio de
mala muerte pero bastante bonito y mítico en el pueblo. El clima
era muy caliente, y se empezó a derretir mi confianza urbana.
87
la nariz, la ciudad mareada, los gatos solitarios, los vagabundos,
las bolsas de plástico, la lata de cerveza, el porro, la cara, la
poesía, la música, la risa, la risa, la risa, la pipa, la tristeza, la
soledad, el recuerdo, la nostalgia, el dolor, el desamor, los
encendedores, las canchas, el uniforme, el sombrero, el alambre,
la risa, la risa, la risa, ya no hay sol, no hay nada, la luna
sonriente, el cielo oscuro, los amigos, el chiste malo, las barbas,
los dedos, los besos, las estrellas, las piedras blancas, el hambre,
el vino, la moto, los caminos, las escaleras, el agua, el bebedero,
los celadores, la risa, la risa, la risa, los espejismos de amor no
correspondido, la risa, la risa y la otra risa.
88
vacío y busca una aventura en otros labios y en otras piernas,
vamos, cambia tu rumbo o mejor no sigas ninguno.
89
locura, y a la hipocresía con la cordura, suficiente por hoy de
noticias nacionales, mejor pongo una emisora local y me dejo
llevar por la música clásica, voy a mi armario y todo me recuerda
a eventos pasados, un sombrero negro, jeans y botas negras,
¿suena familiar? Bueno, definitivamente esa combinación no me
puede traer nada positivo.
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atardecer asomarse por la esquina del cielo quebrado, y estoy ahí
como si nada, tan diminuta e indefensa frente a semejante
espectáculo, cierro los ojos y dejo el humo esparcirse por mis
pulmones y nariz, estoy increíblemente impactada porque tengo
una sensación que no puedo explicar, algo dentro de mí se mueve,
y me parece absurdo lo que dije hace unas horas, jueputa, en este
mundo lo único que vale la pena es amar, y no importa el dolor,
no importa cuánto duela o cuanto sufra, las lágrimas son pocas y
en realidad el amor vale la pena, por supuesto, ¿qué se puede
hacer si la gente no sabe amar? Amar a la gente, amar a las
palomas, a los libros, los cigarrillos, las cenizas, el aguardiente, la
música, los parques y la poesía, amar aunque creas que no tiene
sentido hacerlo, amar aun cuando no consigas menos que un mal
gesto y palabras hirientes, amar siempre, porque es la droga más
poderosa que ha conocido el hombre, es la única que no mata
cuando destruye, porque es la única que jamás puede ser superada
una vez que se es adicto, porque es adictiva, desde el primer beso,
desde la primera mirada, desde la primera vez que tu piel entra en
contacto con ella.
91
el mío, caliente, amargo, con un poquito de azúcar, fuerte, negro
y eterno, definitivamente el amor y el café se parecen, y por eso
quiero seguir en la puesta de sol inundando de humo blanco e
hirviente la vista exterior.
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pedazos? Seguro me quedaré en el piso, en el piso frío esperando
la muerte, nadie puede arreglarme ya, porque se me perdieron mis
propias piezas, las regalé para que otros completaran sus puzles,
soy un rompecabezas incompleto, vacío, es un desafío tratar de
armarme, no se puede, dejé una pieza en el café de hoy, en el
expreso doble con azúcar morena pero sin mucha azúcar y no tan
caliente. Corre y corre la muchedumbre en la calle, huye del frío
y la lluvia, del engaño y la soledad, lejos, debajo del
techo, jueputa el alisado, la sombrilla se volteó, y los zapatos
están empapados por dentro y por fuera, eso es, un beso bajo la
lluvia y los truenos pero sin mucha baba, si así, los perros
callejeros corren por debajo de las gotas rosadas de lluvia, bajan
por la pared, por los techos grises y olvidados de los edificios, la
pintura, la pintura se cae a pedazos, otro beso bajo la lluvia y
corre, corre que te alcanza la triste soledad, corre que la vida ya
casi se pone peor, corre que el cigarrillo se va a acabar muy
pronto, corre que ella no te ama, corre que a él no le importas,
corre y llega al punto de inicio, a donde el arcoíris toca la tierra,
allá con los duendes verdes y la música tradicional, corre que
todo eso es mentira, corre porque no vale la pena tirarse al piso,
corre que el corazón se está enamorando, que alguien lo detenga,
ahí viene el dolor.
93
El rostro de Margaret Rose
94
Margaret, se habían conocido en algún lugar cerca a los
activistas, en el salón antiguo del edificio con nombre de cura, al
principio había sido bastante difícil que naciera interacción entre
ellos, pues digamos que Margaret tiene mucha clase e inseguridad
para él.
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que has llorado toda tu vida, y al ver las cicatrices en tu piel no
queda duda de que la vida te la ha jugado muy mal, pero, también
cuando te ven más de cerca, ven aquello que importa, José eres
valiente y fuerte como nada, eres una indefensa alga en el fondo
del mar, una nube blanca flotando en la eternidad del cielo, eres
una flor entre un espeso pastal de tragedia, y aun así vives, aun
así permaneces y cuentas tus historias rotas a los demás, aun así
tus pantalones olorosos a soledad y traición siguen
protagonizando días en este lugar agonizante que llamamos
ciudad, porque José eres la definición de ser imparable, y si, te
debo esta historia y probablemente este libro, fuiste protagonista
conmigo de esta extraña jugada, estuviste a mi lado cuando yo
misma quería ser el humo de un cigarrillo y esfumarme en el
viento, José yo siempre te he amado y siempre te amare aunque la
vida nos haya separado, aunque entre las puertas que nos separan
solo haya miseria y lodo hirviente, algún día nos volveremos a
ver, y nos amaremos sin miedo, sin tanta basura entre nosotros, y
al fin nuestras almas serán una, mientras tanto sigue adelante,
siendo fuerte y sereno, sigue sacando la soledad en cantos fallidos
a las 4pm, sigue yendo a la iglesia cada año, sigue hundiendo tu
vida entre la televisión y la música en inglés, porque la vida te
espera, y yo te espero, aguardo por ti en el borde del abismo en el
que un día caímos los dos, lamento nunca haberme emborrachado
contigo, nunca haberme drogado contigo, lamento tanto no haber
estado junto a ti en ese hospital cuando te trataste de matar con
veneno para ratas, pero tú no eres una rata, y saliste vivo.
Ese día en el hospital algo de ti dentro de mi murió, que no quede
duda alguna de que yo te amaba de verdad, y que nuestras manos
96
hacían una conexión mágica cuando estaban juntas, yo cargo cada
pieza de nosotros en el corazón, junto al olor al café y los libros
que han cambiado mi vida, y yo sigo aquí, me puedes encontrar
cuando quieras, cuando tus ojos llenos de tristeza y veneno para
ratas tengan la capacidad de ver, y yo juro que me quedare, cada
tarde antes del atardecer, cada noche antes de la madrugada y
cada día antes de que se ponga el sol, siempre así, siempre
inmortal como el cariño que te profesa mi corazón.
97
hasta ahí, jamás sospeché que algo como lo que sucedió podía
pasar.
98
diferente, había música en el aire, había color en el cielo, todo era
un poco más bello, la corriente de mi sangre se había vuelto un
lago de tranquilidad, ya todo parecía causar placer, hasta el
mismo amor, siendo este la máxima expresión de dolor.
99
vez, y me quedé con ella nuevamente a solas, pero esta vez le dije
que fuéramos por un café, ella accedió y por primera vez,
nuestros ojos se posaron de manera que sentíamos nuestras almas
escaparse por la nariz y hacerse una sola, fue ahí cuando me
habló sobre freggs y como ella consideraba que merecía a alguien
mejor, alguien que la quisiera con la intensidad que solo ama un
corazón repleto de amor y ternura, y ahí, en la esquina de esa
mesa sentí que ese era mi llamado, me acerqué con temor hacia
su boca, y admito que tensioné las mejillas porque esperaba una
bofetada o algo, pero lo que obtuve fue un beso, que empezó con
ternura y timidez, y después en la comodidad de sus labios mi
lengua se deslizó entre sus dientes, y sus manos apretaron
fuertemente mis piernas, di un pequeño salto y terminé aún más
cerca suyo, fue ahí, cuando hacia una pausa para respirar que dejé
mi aliento caer en la suavidad de la esquina de su cuello, y nublé
su piel pálida con mi respiración caliente y después con un dulce
beso marqué eternamente mis labios en su piel.
100
rostro, y así transcurrieron los minutos mientras el café caliente
bajaba por mi garganta y ella seguía en mi pecho, yo con mi
brazo la atrapaba por la espalda y acariciaba suavemente su
hombro y su cabello, pronto en un abrir y cerrar de ojos dieron las
7.00pm y pegó un salto que casi la dejó al otro lado de la mesa, y
me dijo que esta vez en realidad tenía que irse, empacábamos sus
cosas y yo le decía que se relajara, de hecho para mí, el tiempo
estaba transcurriendo en cámara lenta.
101
violenta y me plantó un beso en medio de los dientes, después
salió corriendo y se subió al bus. Todo se me olvidó.
102
<<Hola Margaret, no puedo dormir, espero que tú sí, porque en
realidad creo que debes descansar un poco, como sea, hace rato
que el agua helada de la nevera se me acabó y tengo una
inexplicable sensación de que algo me hace falta, creo que eres
tú, digo, tal vez me estoy equivocando y simplemente tengo
hambre o algo, pero oye, de verdad deberías ver mi rostro ahora
mismo, tengo la sonrisa ida y no dejo de pensar en lo loco que
sería tenerte de nuevo junto a mi nariz, dese que me solté de tus
manos, no he conseguido calentar mis dedos de nuevo, es curioso
este frio extraño justo en medio del pecho, me la he pasado
dibujando tu sonrisa en las estrellas, y me pregunto si estarás
viendo lo mismo que yo, si acaso también estas despierta
contando los segundos para verme de nuevo, sabes, el corazón
hace rato que no me servía para nada, era solo un estorboso
montón de dolor en el pecho, pero hoy creo que pusiste a andar
mi motor de nuevo, hace rato que no veía el color de esta
manera, hace rato que la noche no me causaba menos que un
gran dolor, ya no tengo miedo a respirar ni a caminar por las
calles a solas porque siento que el calor de tus brazos me cuida y
me protege, tal vez me estoy equivocando, pero creo que estoy
enamorándome otra vez, de ti, de tus sueños, de tu historia que
aún no conozco, de tus manos, de tu tierna sonrisa, de tu voz
apagada, de tus pantalones azules, de tus zapatos caros, de tu
aroma a vino y cigarrillo, de todo lo que me dices aunque no
tiene mucho sentido, ahora comprendo que tu apellido debe ser
Rose porque eres dulce, hermosa e inofensiva como una tierna
rosa de terciopelo rojo, una que yo quiero conservar sin importar
cuanto me cueste tenerla, ya no tengo miedo, no tengo miedo, no
103
tengo miedo, te tengo a ti, tú tienes mi corazón, te tengo a ti, tú
tienes mis besos, te tengo a ti, tú tienes mi olor a café, te tengo a
ti, tú tienes los atardeceres rojos, te tengo a ti, en fin, me tienes a
mí, y a cambio juro que cumpliré todos tus sueños, Buenas
noches Margaret Rose, te mando un beso por este papel
amarillo>>
104
volver pronto, pero me distraje hablando con mi querida amiga,
recuerdo que en una parte de la conversación ella me dijo que
sentía que Margaret la odiaba, y que además ese desagrado era
mutuo, es obvio lo que pasaba, Margaret Rose estaba celosa.
105
frío ya era insoportable, quise abrazarla para calentar sus huesos
con mi cariño, pero como había estado un poco de mal humor, no
me pareció buena idea en últimas, llegamos al lugar donde
estaban los activistas y entramos en un salón viejo y pequeño,
saludé a un par de ellos, y me senté en un sofá enorme a observar
la puerta, en ese instante vi que una tipa con cara de extranjera
cruzó la entrada con fuerza y silencio, todos la saludaron con
euforia menos Margaret, me pareció extraño. Después la tipa vino
hacia mí, y me saludó, ahí me dijo su nombre, se llamaba Alexia.
106
pasillo, la puerta era de vidrio, y después de una discusión entre
ellas se perdieron más en el fondo. Un par de minutos después
entraron ambas, y Alexia le abrió la puerta a Margaret, ella sonrió
y entró viéndome a los ojos, me sonrió con ironía, y se sentó en
su lugar.
Y era jueves otra vez, por cosas del destino terminé sentada en la
cafetería en la mesa donde besé por primera vez a Margaret y
mientras no podía entender nada de lo que pasaba, los días se me
estaban haciendo más y más confusos, no había terminado de
darle el primer sorbo al café cuando Margaret apareció,
hostilmente y sin decir nada, me vio en la mesa y se sentó frente a
mi, pidió una coca cola y sin decir nada, cambió de lugar y se
puso a mi lado, me dio un beso en la mejilla izquierda y me dijo
“hola Amelia” y bueno, yo en realidad no tenía ninguna razón
para estar molesta, así que me volteé y de dije hola también,
hablamos por un buen rato, y después le pregunté por Alexia, ella
se puso un tanto agresiva y después de un largo suspiro me dijo
“de verdad quieres saber?” yo contesté que sí, y ella me contó la
historia que ya di a conocer a principios de este libro. Yo no sabía
cómo sentirme al respecto, así que me sentí con mucha ira, odié
107
su rostro en ese momento y me vengué tomándola por las
muñecas y dándole un beso sereno y apasionado, pero ella no se
resistió, no hizo ningún esfuerzo para evitarlo, todo lo contrario
trató de que no me separara de ella, después de un par de besos
así, ya se me olvidó todo, no recordaba por qué estaba molesta
con ella y fuera lo que fuera, en ese momento no me importó, la
toqué con dulzura justo arriba de la rodilla y me dijo ven
conmigo, yo le dije que ya estaba con ella, a lo que ella respondió
“no, quédate conmigo”. En dónde? Le dije con risa, “en mi casa”
me dijo con malicia, y bien, tomamos el autobús y llegamos a su
apartamento, estaba bastante organizado y oscuro, ella siguió
derecho al baño, y yo me quedé sentada en la sala de su casa, y
hasta ese momento yo no acababa de comprender la trampa en la
que había caído.
108
me invadió, sentí que no podía proseguir, quería, obviamente
quería, pero no podía por algo dentro de mí que no deseaba
tocarla, no sé, tal vez en el fondo quería conservar el misterio de
su figura y aún más en el fondo, no me sentía digna de tocar su
suave piel blanca, ella estaba ahí, yo también, la cama también,
pero todo el alcohol se disipó de mi cabeza y no pude ser capaz
de dejar mi nombre en sus sábanas moradas, la tomé suavemente
y la retiré de encima de mí, y le dije “Margaret por favor, no
hagamos esto” a lo que ella muy borracha respondió lanzándose
con violencia a mi cuello, y me besaba sin parar y sus besos se
dirigían al sur de mi cuerpo, y otra vez en seco la detuve, la tomé
con afán y la puse a mi lado y con un tono alto de voz le dije “ya
no más” curiosamente ella se rió, y me dijo “ok, Amelia” me dio
un beso delicado y se durmió en mis brazos, cuando ya estaba
profunda y apunto de dormirse me dijo entre los dientes “te
quiero” y yo le dije con voz somnolienta “y yo a
ti, toda la vida” .
109
que una profunda sensación de cariño, la puse entre mis brazos
y me quedé totalmente dormida y soñé con estrellas de colores y
cielos anaranjados, brisa fresca y pastizales llenos de vida
inmensos y verdes como un bosque en primavera, no había
terminado mi fantasía cuando de golpe desperté, porque Margaret
había tomado mi brazo de encima suyo y lo había lanzado con
fuerza hacia mi lado de la cama, ¿Qué te pasa? Le dije medio
dormida, ella se levantó de la cama y me tiró un cojín blanco,
después fue hacia el baño. Al rato salió y yo me estaba quedando
dormida de nuevo y me dijo “por lo menos espero que haya
estado bueno, porque ni siquiera me acuerdo” yo me senté
rápidamente y busqué entre el piso y las cobijas mi ropa, ella me
miraba con atención y después de un rato se acercó y me dio un
beso “buenos días Amelia” y se perdió en el pasillo.
110
en el amor y en las personas, pero ya no, hoy solo tengo el vacío
de la ausencia de su boca, solo tengo recuerdos borrosos y
pesados para aliviar un poco mis días repletos de melancolía, y es
que a veces siento que no la extraño a ella, me extraño a mí
misma, quisiera volver a ignorar las cosas que ignoraba antes,
pero ella cambió mi vida y mis letras para siempre, porque se
quedó dentro de mí aunque ya no la pueda volver a ver con estos
ojos nublados de lágrimas dulces y coloridas, las que salen de mí
cuando pienso en lo mucho que llegué a ser capaz de amar].
111
El desayuno llegó, y yo estaba arreglando la mesa, un par de
flores pedí como adición a la orden y me había quedado
realmente hermoso todo, y soñaba con ver la cara de Margaret, el
beso que me daría al ver el festín que le había hecho, tal vez
podríamos terminar lo que habíamos dejado pendiente la noche
anterior, si, soñaba con su sonrisa y un gracias acompañado de
un apasionado beso de sus bellos labios rojos, no había terminado
mi fantasía cuando la escuché bajar a toda carrera de si
habitación, le sonreí con dulzura y corrí la silla para que se
sentara, como toda una película cursi, pero ella solo me miró con
sorpresa viendo todo lo que había hecho y se limitó a decir
“¿Enserio sigues aquí?” yo no sabía que decir, solo la miré y me
senté a tomar café mientras me tocaba la cara con desconcierto,
en eso ella se sentó frente a mí y me dijo “sabes, en realidad
nunca desayuno, pero por esta vez haré una excepción”.
No sé qué parte de ella creía que con decir eso podría bastar para
corregir su estúpida y grosera manera de hablar, yo no dije nada y
seguí con mi tarea de acabar el desayuno lo más pronto
posible porque quería salir de ahí, no quería pisar su apartamento
de nuevo, Margaret trató un rato de sacarme alguna palabra de la
boca con cualquier pregunta aleatoria pero no le funcionó, hasta
que dijo “Amelia, tengo que regresar por unos días a casa de mis
padres, ya sabes, yo no soy de aquí” en ese momento la miré con
sorpresa, ”por qué?” le dije con voz de tristeza, a lo que ella
respondió cambiando el tema de repente “lo que más me gustó
del desayuno, fue definitivamente el café” me dijo viéndome con
risa burlona, yo sonreí y le dije gracias Margaret, se levantó de la
112
silla y se sentó en mis piernas, me acariciaba con ternura la cara
con sus manos, y de vez en cuando me besaba la nariz o los
labios, yo empezaba a arder y toqué su cintura con mis manos,
después lentamente me deslicé hacia sus nalgas, y las apreté con
fuerza, ella dio pequeño salto y dijo “esta es la revancha” con un
tono de voz que se cortaba con lo agitada que estaba su
respiración.
Y así fue, nos tiramos al piso, y su piel fría y limpia se sentía bien
al rozarse contra mi recién levantado cuerpo, ella me hechizaba,
sabía cómo hacer que cualquier persona perdiera el sentido con
verla desnuda, se movía de arriba abajo sin parar y se veía cada
vez más hermosa, yo no podía entender cómo cabía tanta
perfección en una sola persona, y finalmente toda la danza
romántica se habíamos empezado llegó a su fin, yo entre sus
brazos me sentía viva, por un momento todo el dolor de mi
vida se esfumaba y ya nada importaba, solo ella, solo yo, solo su
sabor a café, mi apellido y el suyo fundiéndose en un mágico
instante, se pudo acabar el mundo en ese día y habría valido la
pena, cada beso antes del suyo fue una pérdida de tiempo, todas
las caricias antes de las suyas habían sido un completo fracaso,
nadie como ella, nadie mejor que ella, pues es una diosa hecha
mujer con apellido rosa y ahora era mía, o por lo menos yo era
suya, la amé en ese momento. Sucedió que ella se levantó a
buscar su teléfono y gritó desesperada “llegaré tardísimo, no, mi
vuelo” y a toda prisa se puso la ropa y bajó con sus maletas en la
mano, yo me había vestido, y verla me dolía, estaba tan afanada
que tenía lágrimas en sus ojos, y cuando una de esas cayó por su
113
mejilla vi que ya era suficiente, le dije rogando “por
favor cálmate” ella solo me miró y me gritó que todo era mi
culpa, que yo la había hecho perder el tiempo como siempre
lo hacía, me dio un empujón y me dijo gritando una vez más “y
ya lárgate de mi casa”, salí, me tiró la puerta y la escuché gritar
por último vez “ya lárgate”.
114
Llegué a la casa y mirando por la ventana, con una lata de
cerveza en la mano, miré detenidamente el cielo y así se me
pasaron dos días, era lunes de nuevo, finalmente desperté del
trance celestial al que me indujo Margaret Rose y me puse de
pie, tomé una ducha y noté que tenía labia rojo en las mejillas y
también que tenía marcas de “chupones” en el cuello y en las
costillas, era extraño, parecía que había habido una batalla de
pequeñas personitas por todo mi cuerpo, y al parecer mi bando
había perdido la guerra, me sentí enferma, me molestaba ver que
no podía borrar la marca física ni interior de ella, al parecer ahora
tenía un sello en mi piel marcado con tinta imborrable y decía su
nombre y su apellido, me metí bajo el chorro de agua caliente y
me froté con rabia la piel, pero solo acabé llorando y frustrante
era el hecho de sentir su aroma adherido a mí, sin importar el
jabón o el champú su huella no se iba. Acabé por dibujar una
carita feliz en el espejo y me sentí feliz imitando la mueca de mi
horrenda creación, salí del baño y el día se veía diferente, ya no
sentía oscuridad en mi interior, me vestí lo mejor posible, porque
cuando me siento triste normalmente funciona para subirme al
ánimo usar ropa elegante simplemente me pone de buen humor.
115
finalmente y lo que más me asustaba, tenía un correo de voz, al
ponerlo a reproducir de verdad esperaba que se disculpara, en ese
momento no me importaban las excusas ni las razones, unas
disculpas, nada más, eso me bastaría para quererla de nuevo, y
por cómo iban las cosas, al parecer estaba desesperada por
pedirme perdón o bueno, al menos estuvo pensando en mí, eso
también es ganancia, el correo decía:
116
idiomas, si, habla más de un idioma, probablemente es una de
esas armas que usa para matar. Subí a un bus anaranjado que me
llevaba directo al instituto, y en una hora más o menos, estuve
allí, justo en frente de su trabajo, y tuve miedo, pero tan pronto
como recordé su rostro pude entrar con emoción pues mi corazón
estaba ansioso de dejar de sufrir por extrañarla, eso era lo que
quería que acabara con mi sufrimiento, ni siquiera quería amarla
yo quería poder verla para dejar de sentir y aceptar su ausencia,
probablemente la amaba pero en ese momento solo quería verla.
117
con su familia, lágrimas violeta caían por su mejillas, y yo no
podía resistir verla así, me puse de pie y la tomé entre mis brazos,
puse toda mi energía en darle un poco de esperanza, hice chistes
que la hacían reír para que cesara su llanto, y finalmente conseguí
que se acostara en mi pecho, tenía las manos en su rostro tapando
sus ojos, y yo la abrazaba mantenimiento todo su cuerpo en
medio del mío, literalmente Margaret estaba tapando el sol con
las manos, le di con dulzura un beso arriba de su cabellera, y le
prometí que todo estaría bien, que yo siempre estaría a su lado,
que siempre que ella quisiera encontrarme, bastaría con buscarme
porque mi corazón era ahora una puerta abierta a sus órdenes, me
dijo “en mis años de vida, nunca he conocido el amor” y yo le
dije está bien creo que tu día pronto llegará eres una persona
hermosa y alguien sabrá verlo [como yo] ella finalmente logró
calmarse y fue allí cuando me dijo que sentía que todo era
distinto conmigo, sentía confianza una que solo podía indicar que
yo era verdaderamente su amiga. En ese instante sentí una
combinación entre felicidad y decepción, evidentemente quería
ser su amiga, por supuesto que quería ofrecer mi amistad, pero
como podría yo quedarme en esa categoría si sentía que mi
corazón funcionaba cuando estaba a su lado únicamente, pero el
amor y la amistad pueden ser etapas que eventualmente pueden
transformarse en la otra categoría, ya sea de amigos a amantes o
al revés. Así que decidí que estaba siendo un poco paranoica, la
amistad no está tan mal porque así a veces comienza el amor. Me
fui temprano porque Margaret quedó con unos compañeros de
trabajo, y aunque traté de encajar, la energía de ellos y la mía no
conectaban.
118
Sus palabras se quedaron en mí, y me golpeaban las paredes de la
cabeza una y otra vez, “su verdadera amiga” eso era, obviamente
en el momento yo era su amiga, pero ¿qué hacer con esa amistad?
Si yo empezaba a sentir que de verdad iba a estallar por pensar
tanto en ella, en su piel, en su rostro, mi corazón había empezado
a funcionar de nuevo y me asustaba, pero Margaret tenía algo que
la hacía diferente, su voz me inspiraba ternura y amor, y al verla
más de cerca podía leer la sentencia de morir en sus brazos,
definitivamente ella era el tipo de persona por el que valía la pena
morir, luchar, resucitar y conservar para siempre, recordaba sus
abrazos, sus besos y su cuerpo, y automáticamente mi mente
ponía a trabajar la parte de mí que la deseaba con fervor, y ya
sabía bien la parte de mí que la quería, era mi corazón, tal vez ser
su pareja, o nada de esas cosas, mejor ser suya y ya, y
especialmente poder tener el privilegio de decir que ella era mía,
fuera mi amiga o mi pareja, no importaba, el hecho era poder
estar a su lado y contemplar su todo lo que me fuera posible,
verla, tocarla, besarla, abrazarla, o simplemente poder ver su
reflejo en el cristal de mis ojos. Después de esa tarde no la vi
como por tres días, yo estaba ocupada y al parecer ella también,
pero eso no me hacía olvidarla, de hecho durante esos días el
recuerdo de su figura y su voz era lo que me mantenía despierta,
cálida y feliz, imaginaba momentos hermosos en los cuales yo
usaba alguna de mis habilidades para escribir o hacer música con
tal de hacerla feliz, pensaba cual sería la mejor para decirle que la
amaba, y que todos quedarán profundamente impresionados,
soñaba con verla sonreír y que yo fuera la razón detrás de su
119
alegría, ser el motivo de su felicidad, o por lo menos decir la
palabra exacta que la hiciera sentir especial, como ella lo hacía
conmigo.
120
brazos de ella, desde donde yo estaba no se veía bien la tipa, y
quise ir a investigar, al principio la chica me resultó poco
familiar, no podía ver bien de quién se trataba, más de cerca vi
que era Margaret, y yo había llegado justo a tiempo para
presenciar un tierno y caluroso beso entre las dos. No entendí lo
que pasaba, pero fingí que no había visto nada, y me acerqué,
curiosamente Alexia me saludó primero y mejor que Margaret,
hablamos un rato y yo bromeaba con Alexia, mientras tanto, Rose
hablaba con mi amigo, finalmente nos vimos a los ojos, y ella me
dijo que iba a de salida para su ciudad, yo iba para el bar,
entonces ella se tiró a mis brazos y me abrazó con fuerza, sentí
sus dedos aferrándose con fuerza a mi, la veía así y sentía como
se desvanecía en cada paso del reloj, “adiós Margaret” un beso en
la mejilla derecha y un ademán después, en el bar me embriagué
a tal punto que no podía ni hablar, Dios bendiga al auto
corrector que me ayudó a pasar por sobria con mis amigos, el
problema fue que le mandé un texto a Margaret que decía:
Del mensaje supe al otro día cuando leí la respuesta de ella, “no
te equivocas, el lunes te cuento” y bueno, ese lunes ya lo conté.
Por si no queda claro, ese lunes yo le compré una linda pulsera
para aprovechar el momento y decirle cuanto la quería y que ya
no soportaba ser su amiga.
121
En fin, la historia fue más larga que esto, faltaron los sueños y las
ilusiones hechas pedazos, pero no necesito muchas palabras para
dejar claro que mi amor fue totalmente genuino, y la prueba
irrefutable de eso es que el dolor fue totalmente insoportable, y
admito que pudo ella lo que nadie había podido, me supo romper
a tal punto que me hizo cambiar. Las ilusiones cambian y se
transforman, a veces tienes que comprender que la vida ha vuelto
tu esperanza dos cosas: morir o despedirse, y lo mejor es siempre
saber despedirse, porque no vale la pena quedarse cuando todo se
ha acabado, escarbar las cenizas y soñar que puedes encontrar
algo vivo en medio de toda la tragedia que queda cuando un
huracán de decepción y crueldad anunciada te parte en mil
pedazos el alma.
Margaret Rose, hoy ya han pasado más de tres años desde que te
vi por última vez, no sé dónde estás, si acaso estas muerta o viva,
si pudiste al fin ser feliz con Alexia o con quien sea, jamás
nuestros caminos se volvieron a cruzar, y confieso que aun te
llevo en mis pensamientos, en el corazón no, ese ya está repleto
de café y nicotina. Supongo que al final yo tuve razón, y tú nunca
quisiste volver, no me escribiste una carta, ni siquiera te
despediste bien, no me diste la oportunidad de decir adiós cuando
tú ya habías cruzado la puerta.
122
escucho hablar en medio de la muchedumbre y busco tu voz en
medio de las de otras personas, te siento cerca de mí, bajando las
escaleras del salón de los activistas, veo gente extraña que tiene
tu ropa y tus maletas, pero al voltear, puedo ver que tienen otro
rostro.
123
también admito que aunque traté semanas y semanas enteras,
nunca conseguí odiarte, tal vez aun guardas ese poema que te di,
con amor o como un simple suvenir, yo te guardo con cariño pero
sin anhelo, tal vez nunca pude aceptar que no me quisieras a tu
lado, tal vez nunca lograré algo más solo que fingir que no
recuerdo tu nombre ni tu historia, y si me cruzo contigo juro que
no voy a correr detrás de ti, pero no puedo prometer no
lastimarme el corazón, tú te fuiste, yo me quedé de pie sin poder
hacer nada viendo cómo te mezclabas con el día, y no supe nada
de ti.
124
propósito dedico meses enteros a pisar con exactitud cada paso
que di desde que te conocí hasta que te perdí, y en realidad no sé
si te perdí, tú me dejaste escapar, te dio igual, eso creo. Y ya sé
bien qué lo que tenía que hacer, era alejarme de ti, y no porque
me hicieras mal o porque tú me causaras dolor, debí alejarme
porque me hacías demasiado feliz, y quería congelarte así en mi
mente, antes de que fuera demasiado tarde volver y toda la
felicidad que me causaste se volviera desilusión, frustración y/o
tristeza. Muy tarde porque yo nunca me fui.
125
Yo sé, eventualmente me olvidaré de ti, y te perderás en un cielo
lleno de luceros blancos hasta que ya no recuerde tu posición y
mis ojos contemplarán una nueva luna, ya llegará ese día,
mientras tanto, es mejor que me acostumbre a estar distante, a no
hablar de ti, a no escuchar tu voz y no pensarte en cada canción.
Y no, no siento que perdí, esta ocasión no hay culpables, ni
engaño ni mentira, está vez hay realidad y el vacío que traen la
libertad y el pensamiento correcto. Gracias, porque aun cuando tú
no lo supiste, llenaste mis tardes de luz y felicidad, llenaste mis
ojos de alegría y mis notas de letras, de verdad gracias, prometo
contar esta historia, de cuando una persona tan ordinaria como
yo, se enamoró de un ser fantástico y maravilloso como tú. Pero
es el mismo cariño que te tengo el que me hace hoy desear haber
partido cuando pude, seré feliz con creerme la mentira de que,
aunque sea una vez, yo fui el motivo de tu sonrisa e irme así,
porque como diría Bako, si eres mentira ya no quiero la verdad,
dejar a mi ingenuo corazón pensar que también fui especial para
ti, no detenerme para darme cuenta que no lo soy ni lo fui, ya lo
sé aunque no sea capaz de aceptarlo por completo. Lo único que
deseo siempre es que de alguna manera puedas ser feliz, porque
eso es lo que mereces, sin importar de qué o quién provenga,
mereces amor bueno y felicidad tranquila, y yo también.
126
pecho? Si no puedo olvidar la sensación de tus manos en mi
cuello, si cada vez que me rozabas descargaste electricidad en mi
vida y no puedo dejar eso en el pasado, quisiera haber dedicado
más tardes para contemplar tu belleza romántica, quisiera haber
condenado más de mis noches a navegar en las fantasías locas,
eras un huracán violento que arrasaba mis caricias. Hermosa flor
delicada que habitaba en la selva virgen, no dejaste a mis manos
explorar tu espalda fuerte, ni dejaste a mi lengua explorar los
tejidos misteriosos de tus suspiros.
Hoy creo que tal vez ganamos del mismo modo, tú te convertiste
en poesía y cicatriz.
127
En palestina también pasan cosas
128
ya no tengo espacio para otra más pues mientras mi piel sana en
tres días, mi corazón se mantiene dolido por muchos años y
cuando se va el dolor, una cicatriz espesa y profunda se queda
para siempre, algunas veces como trofeo y otras como una
manera de hacerme ver lo miserable de mi vida, los engaños que
caí, las mentiras que creí y las palabras que callé. Fallé yo
también un par de veces, jugué con aquello que no debía jugar, y
me estrellé con lo que daba por superado, no me deja el recuerdo
fantasma de mis amores pasados no puedo pertenecer al momento
indicado, vivo entre el pasado y el presente como si ambas
realidades fueran una sola, un flashback. Eso es ahora mi vida, un
constante recordar, ver las historias pasadas cuando en mis ojos
un evento, lugar, o cosa conocida me hace alucinar con hechos
del pasado, y lo más extraño es que no se trata de una visión, se
trata de sentir lo mismo que sentí en ese momento, aquello me
pasó un par de veces cuando corría heroína azul por mis venas, y
resultaba bastante molesto, hace unos cinco meses que Margaret
se fue, y no he sabido nada de ella, tengo la impresión de que su
ausencia no resistirá más de un año, honestamente eso espero.
129
y definitivo porro, el que lo cambió todo, las dos primeras veces
fue horrible, la primera fue un Happy brownie en los primeros
días de universidad y la segunda fue con Max y Brody, esa vez no
me hizo efecto, apenas pude medio sonreír. La tercera vez Max y
yo fuimos al parque Nacional, el tipo se asustó y tuve yo que dar
la cara, así es, Amelia Aponte protegiendo a Max McAllister de
los dealers del parque Nacional, compramos 5mil y nos fumamos
hasta las semillas bajo el atardecer de las 5.45pm y empezamos a
reír y a reír sin parar, todo parecía gracioso, el dolor, la tristeza,
las preocupaciones y las preguntas, Margaret Rose, Alexia, al
diablo todo lo que sucedía, se había ido con el humo de
marihuana morada y el frío lodo en nuestros zapatos bonitos, todo
estaba jodido menos nosotros, aún teníamos esperanza y
queríamos documentarlo todo, hablábamos en inglés y no
pensábamos en algo más que no fuera la risa que deja el escapar
de la miseria de la vida, de la aturdidora rutina que te dibuja un
barrote invisible frente a tus ojos.
130
abrir un hueco en la realidad para poder respirar un poco, porque
vivir es sofocante, vivir es como estar muerta solo que siendo
consciente y sensible, también prometí no escribir sobre ella y
otro poema mis manos crearon inspiradas por sus mejillas
brillantes, soy en este momento la mayor o más baja escoria de
cobardía, así es, no soy capaz de sobrellevar todo esto, tengo un
empleo donde siempre soñé, tengo una sonrisa y café caliente en
el estufa, pero sin embargo estoy muy destrozada, y me creo la
mentira de que este humo podrá coser mi roto corazón. Y a ratos
hasta me funciona.
131
persona paciente, que lo odie no significa que no lo haga. El bus
llegó, y todos nos despedimos algunos con tristeza y otros como
yo, nos importa una nada irnos de aquí, seguro el anciano del
saco azul piensa lo mismo que yo, nos miramos como pidiendo
ayuda, me subo a mi asiento y está muy cómodo, arranca la cosa
y veo los letreros de “usted está saliendo de Bogotá” la carretera
se hace larga y yo me pierdo entre pedazos de felicidad y sueño,
gracias a Dios se fue la señal de la radio porque no soportaba una
ranchera más, pronto mis oídos se llenan de aire y saludo a las
diminutas avecillas, los árboles me gritan secretos mientras
rozan el vehículo, todo está bien, y por fin logró quedarme
dormida, un frenazo en seco me dejó despierta, habíamos llegado
a esa ciudad, bajo del bus y me golpea una onda de calor que casi
me empujó contra el pavimento, necesito una cerveza, eso me
susurraba el corazón o el estómago, no estoy segura de cuál fue.
132
una smoker room lo cual me alegra demasiado porque puedo
fumar viendo el techo y las personas por la ventana, prendo el
televisor y pongo el canal de música a todo volumen, una caja de
mentolados y cerveza fría de la nevera me logran distraer por
varias horas, finalmente estoy durmiendo con humo en los
pulmones y tengo ganas de abrirme la piel en los sueños, sueño
con Laurel, con Margaret y con José, varias de mis tantas
desgracias, el problema es que yo estoy en la ciudad de Margaret
y siento su aroma en cada calle, siento su ausencia en cada
pedazo de andén y alcantarillado, busco líneas amarillas que me
guíen hasta su escondite, porque de verdad la extraño, pero sé que
no debo verla, debo aceptar que ella sabe que yo la espero y no le
importa, de verdad yo no le importo, ni por pesar ni por cariño
ella quisiera saber cómo estoy, cómo me siento, salvo una vez
que me pidió reportarme, y fue por pura cortesía hipócrita.
133
en mis venas, en mi piel, en mi pelo y mis pantalones, pronto la
calle se inundó de ejecutivos y policías y todo se hizo caótico,
los semáforos paralizados, la gente me empujaba de un lado a
otro, la corriente de cuerpos encorazados me dejó frente a un
estudio de tatuajes de mala muerte.
134
infelices, estaba hablando con una viejecita de unos 200 años más
o menos que me contaba sobre lo fascinante que sería para su
nieto obtener cualquier empleo que dieran aquí, es curioso, la
gente no tiene ni idea de que es esto, pero están aquí porque
asumen que debe ser alguna bonita empresa que quiere instalar
una sucursal en la ciudad. No había terminado de dañar la idea de
la anciana, cuando una mano fría tocó mi hombro, y mi reacción
inmediata fue tirar un golpe a quien fuera que me había tocado, y
que mal, para mi desgracia y fortuna, era Margaret Rose, y no
voy a mentir, admito que de aposta había ido a esa ciudad con la
esperanza de encontrarla, pues yo sabía que seguro allí se
escondía de la ciudad, de mi ciudad, mis besos y mis poemas.
135
demasiado sobre ella, sobre sus aventuras y desventuras, sobre
sus borracheras y sueños perdidos, han pasado cinco meses, en
los cuales la extrañé demasiado, y le pregunté a las estrellas cual
era el motivo por el que yo pacientemente la invocaba entre
canciones, whisky y poesía melancólica, pero supongo que nada
de eso pasó por el lado de Margaret supongo que como siempre,
estará distraída en sí misma, en sus propios problemas, con la
cabeza tan metida dentro de su espacio oscuro, que no ve ni puta
mierda a los demás, a la gente como yo, que la espera con ansias
en cada cruce de camino, que desea sus pasos y la forma en la
que clava el puñal, por supuesto, no niego que ahora que está a
mi lado, quiero que me mienta una vez más.
136
Esta vez dije con un tono de molestia, “Margaret, te extrañaba” y
ella simplemente me miró atónita a los ojos y me dijo, “ya sé que
debí reportarme de vez en cuando”. Suspiré. Pues ya conozco de
memoria ese juego, en el que ella no entiende, o simplemente se
hace la que no capta nada de lo que quiero decir, ya era absurdo
insistir una tercera vez, ya era predecible, y veía venir sus
movimientos, algo que era fijo, y totalmente comprobable es que
si me tomo enserio sus juegos, yo terminaré muy muy herida,
más de lo que estaba en ese momento.
137
a lo que ella me respondió “Amelia, yo también te extrañaba”. El
paseo en auto en verdad casi no lo recuerdo, todo se pone borroso
tras mi estúpida sonrisa, recuerdo que pensaba que al fin tenía lo
que yo quería, una prueba irrefutable de que no me equivocaba
unos capítulos atrás, cuando dije que yo también le importé, así
fuera solo un poco, yo tenía razón, me fui cantando versos de
amor todo el camino, y dibujando caritas felices en el vidrio
empañado del taxi.
Empezó a llover, gota tras gota, cada vez que el agua del cielo
tocaba el caliente pavimento y se hacía humo, el alma me dolía
un poco más, todo era confuso, se supone que yo debía estar feliz,
no andar sufriendo, sin embargo, ya sabía lo que me ocurría, era
que no podía ocultar ni por un momento la verdad, que después
de las sensaciones bonitas con Margaret, inevitablemente seguía
el silencio o el dolor, o ambos, y desde antes de suceder, ya me
estaba doliendo todo.
138
No estoy segura del porcentaje de sobriedad o racionalidad que
había dentro de mí en ese momento, otra vez tenía la sensación de
que estaba a punto de cometer un error, y me encantaba eso, de
alguna manera me hacía recordar que estaba viva, y ya llevaba
mucho tiempo sintiendo que había muerto. En medio de la
mañana, después de una breve siesta, tomé una irreversible
decisión, me mudaría.
139
uno de esos sectores que Margaret adoraba, asequible para mí, y
lo mejor, ella sabía exactamente donde yo viviría, no estaba tan
lejos ni tan cerca de su casa, por lo tanto era perfecto.
140
no me ha hecho bien. Porque hay historias que no deben ser
escritas, y siempre creí, o me obligué a pensar, que la nuestra es
una de esas. Pobre de mí, que en tiempos pasados de desdicha
lloraba con la luna negra y el cielo blanco, convirtiendo la noche
en carbón para alimentar el deseo de tratar cada día una vez más.
Te prometo algo, siempre seré tu poetisa, aunque eternamente me
duela tu intermitencia.
141
No soy fanática de tomar vodka puro en las mañanas, pero en ese
apartamento no había absolutamente nada, salvo el colchón,
versos desperdiciados, Margaret y yo, supongo que se veía casi
como si yo tuviera un problema con el alcohol, y tal vez lo tenía,
pero pienso que mi problema es con la vida, con los atardeceres
solitarios, con las palomas grises del parque, con las ciudades
calientes, con las mentiras, con los poemas que no riman, con las
cartas que no se entregan, con las palabras que se callan, con las
miras que se evitan, y sobre todo, lo más importante: Con las
despedidas, de esas ya había tenido suficiente.
142
divagaciones profundas, escribí un poema en el cristal de la
división, después observé como lentamente se iba desvaneciendo
con las gotas de agua que corrían salpicadas de mí. El poema
decía algo sincero:
143
Por ahora, era más rentable buscar trabajo que escarbar en sus
palabras, recorrí un sector lleno de bares para tal vez hallar un
trabajo, y finalmente resulté en un bar ni tan bonito ni tan malo
llamado “palestina”. Supuse que el nombre tiene algo que ver con
los conflictos armados actuales, seguro el dueño es activista o
mamerto, me inclino por la segunda, pero al diablo todo, necesito
conseguir dinero para al menos comer, pues aunque las
decepciones que me da Margaret me alcanzan y me sobran, no
son lo suficientemente densas para vivir únicamente de su
belleza, y bueno, al final trabajar en un bar puede ser hasta
interesante, puede que algún día presencie en primera fila como
le rompen una botella café en la cabeza a alguien, y será divertido
y traumático, como el amor.
144
corte es el más profundo, pero no es así, simplemente es el que
más te arde, el que no te esperas, es que pensabas que jamás te
iba a tocar, el que te demuestra que el “para siempre” no existe,
que todo es una farsa, una ilusión transitoria que te hace ver lo
que no es como si fuera.
145
por toda la avenida viendo a las personas que cruzan por mi lado
probablemente pensando en sus días, en sus casas y familias, en
todas esas dulces personitas que están ansiosos porque lleguen,
contrarias a mí, que voy expectante de la vida, nada, yo cambié
mi vida segura una noche a cambio de una vida medio rosa, un
rosa desteñido y pálido, un rosa que duele, uno que me deja las
manos heladas y con ganas de escribir.
Así iba yo, con una mano dentro del pantalón y la otra con la lata
de cerveza fría, y vi unos ojos celestiales, inigualables, eran
azules como el cielo, profundos como el mar y tan misteriosos
como el universo mismo, unos ojos radiantes metidos en un
rostro angelical y joven, quise saber su nombre, necesitaba saber
su nombre, me parecía familiar su piel, y sus labios me hacían
pensar que en alguna ocasión los había besado, y sus manos,
tiernas y delicadas, todo parecía una fantasía, una extraña e irreal
fantasía, y no lo podía creer, mi corazón estaba latiendo de nuevo,
y no tenía miedo, ni siquiera llevaba sombrero y hablarle sería un
suicidio, pero qué más da, no tengo nada que perder, literalmente
ya lo perdí todo a cambio de nada, pero el semáforo fue más
rápido que yo y pronto perdí de vista, en una marea de gente,
aquella mirada magistral que ya sentía que sería un error, muy en
el fondo de mi corazón lleno de Heineken y humo mentolado.
Jamás me dolió tanto no saludar a alguien como en ese momento,
sentí que había desperdiciado una oportunidad única en la vida,
tal vez el universo me enseña una vez más que todo es transitorio,
y que la mayoría de las veces, las cosas no salen como uno quiere
o como se lo imagina, normalmente son peores.
146
Esa noche casi no dormí, era de verdad confuso, esa sensación de
ya haber visto antes un encanto de esa magnitud no se iba, tal vez
ya le había visto, en mis sueños o en mis pesadillas, pero podía
jurar que ya conocía esa forma de respirar, esa sonrisa reluciente,
parecía una versión mejorada de todo lo que me había parecido
divino alguna vez, quise saber su nombre otra vez. Finalmente me
dormí bajo en ruido del ventilador en el techo.
Tenía que ir al trabajo a las 11, ya eran las 10am y yo estaba lista,
esta vez ya había entendido como funciona el clima en este lugar,
y aun no sabía nada de Margaret pensé que sería buena idea
llamarla, y lo hice, pero su teléfono estaba apagado, ni modo, ya
sé que ella jamás aparece cuando yo quiero que lo haga,
normalmente lo hace cuando desearía tener un tren en medio de
las costillas antes que ver su cara, y en ese preciso momento
quería verla, tal vez ir a su casa, pero ya se me haría tarde y no
puedo perder el tiempo y la oportunidad, eso lo hice hace tres
noches.
147
peleas por cada esquina del bar, la palestina estaba a punto de
estallar y yo hacía lo posible para no colapsar, al final ya estaba
enredándome llevando las bebidas a mesas equivocadas, pero en
realidad había demasiada gente, demasiada presión, demasiados
cuerpos deseando fundirse a la velocidad de la cerveza roja,
demasiadas almas ansiosas por convertirse en polvo bajo las
mesas de este lugar, muchas ilusiones rotas, corazones astillados,
rasguños en el baño, demasiadas risas, demasiadas lágrimas,
demasiadas ganas de que te estallen una botella en la cabeza,
demasiadas palabras sin decir, sangre, besos, promesas, ven aquí
y cuenta mis historias, armas, seguro traen armas, llanto, mas
llanto, calor, mucho calor, esmalte negro, esmalte rojo, heroína,
flores de todos los colores, rezos, susurros, gritos, mucha mierda,
muchas cosas jodidas, muchas personas sedientas de herir,
mordisco, lengua, sueño, los relojes están enloquecidos, apuntan
sus manecillas como si fueran cuchillos, amor, decepción, pelea,
ruptura, algo se está quebrando en el interior.
148
extrañar, otra vez tan cerca y tan lejos, era tan fácil y complicado
hallarla, estábamos a unas calles de distancia, a una llamada de
hablar, a un mensaje de romper el silencio, pero la pregunta era la
misma ¿De verdad haría eso? Acaso valdría la pena seguir
jugando esta batalla donde obviamente yo perdería, porque lo
tenía claro, yo ya bien lo sabía, ella y yo éramos amigas, me lo
dijo con claridad, eso éramos un efímero recuerdo sin historia en
la mitad, una sombra gris difuminada entre la pesada oscuridad
de jamás haber podido corresponder, suena la música “What
could have been love will never be” y tiene razón, entre pesadas
mareas de olvido y distancia voy perdiendo de a poco el rumbo
hacia su rostro, tan claro en mi corazón y tan imposible para mí,
alcanzar un poco de su bondad, porque era todo lo que por tanto
tiempo deseé, una pequeña oportunidad, que todo transcurriera
como en los libros de poesía, que así fuera por curiosidad, tan
solo una noche todo pudo haber cambiado, en una cerveza, con
una cita improvisada, una simple silaba y tal vez yo no estaría a
punto de buscar un abre latas en mis pantalones para contarle al
licor el trago amargo que estaba en medio de mi garganta, y la
misma pregunta de nuevo ¿De verdad haría eso? Y si Margaret en
realidad no es todo lo que yo sueño, si mi preferencia por ella es
resultado de siempre haber querido aquello que es imposible de
lograr, trágico es mi destino, o por lo menos mi noche, 1.23am la
hora perfecta para estar deprimida y con el ánimo por los suelos.
149
verdes y brillantes y sonriendo le pregunté que deseaba, porque
en este trabajo la cortesía lo es todo, me dijo que querían una
media más, cigarrillos y que acompañara a una chica llamada
Jade al baño, seguramente a vomitar, accedí sin hacer muchas
preguntas, la chica era pelirroja y tenía la cabeza hacia el piso “ok
bonita, aguanta hasta el baño que a mí me toca trapear” eso le
decía porque estaba segura que iba a explotar en algún momento,
era obvio, tenía el cabello tan en la cara que ni siquiera podía ver
su cara, lo cierto es que no me importaba, estaba un tanto ansiosa
porque esa sería mi primera historia interesante en el bar, sostuve
todo su rojo cabello entre mis dedos y mire hacia atrás mientras la
chica “hacia lo suyo” vomitaba y vomitaba, yo ya creía que se iba
a deshidratar, hasta que al fin trató de levantarse y fue directo al
espejo, me tapé la nariz y bajé la cisterna. Y le dije “apuesto a que
has tenido una gran noche” y cuando salía hacia el bar por los
cigarrillos y la media, la chica me agarró del brazo y me dijo
“gracias” yo sin mirarla y aun sin ver su cara, solo deseando salir
de ahí le dije “es mi trabajo, de nada” y fui directo a la barra, allí
estaba Wilson, el encargado del trago y los cigarrillos, me cayó
bastante bien desde el principio, pero Wilson me tenía una
interesante sorpresa, los tipos de la mesa se habían ido hacia unos
20 minutos del bar, habían pagado la cuenta y se habían ido en
una camioneta bastante elegante, de todos modos me dio la media
y los cigarrillos. Cuando subí, efectivamente en la mesa no había
nadie, salvo al fondo la chica a quien ayudé a vomitar, que triste,
ni propina me habían dejado.
150
Cundo estaba limpiando las escaleras, la chica pelirroja vino
corriendo hacia mí y me dijo “¿Has visto a mis amigos?” ya
estaba bien concentrada cantando las canciones del bar y me puso
un poco de mal humor el pensar que esa chica esperaba que yo lo
supiera todo, tal vez era una exageración, pero tenía un acento de
las personas adineradas de por acá, y yo, lejos de ser sirvienta, no
entendía por qué me tocaban siempre los niños a mí. “No sé” le
dije de mala gana, y después la escuché caminar hacia la mesa de
nuevo, al parecer su celular se había quedado sin batería y estaba
desesperada, pues no estaba sobria y no tenía idea como llegar a
su casa, eso le escuchaba decir entre lágrimas y voz borracha,
recordé que me había dado las gracias en el baño, y que tal vez yo
estaba exagerando, fui por mi teléfono para concederle una
llamada a la chica, seguro eso le salvaría la vida, cuando subí le
dije: “mira bonita, si quieres puedes hacer una llamada de mi
celular”, ella estaba viendo la pantalla muerta del suyo. Cuando
levantó la cara, fue sorprendente, ojos azules, familiares y
divinos, la chica del semáforo, pude disimular mi asombro
mientras ella con afán marcaba a sus amigos de mi celular, que
idiota me sentí al darme cuenta que, aunque llevaba como 40
minutos conmigo en el bar, yo ni siquiera me había preocupado
por ver su rostro.
151
nombre no es “bonita” ¿O sí?” Ella solamente sonrió y me dijo,
que su nombre era Jade, curiosamente yo ya lo sabía, sus amigos
me lo habían dicho, quise saber su apellido y se lo pregunté, ella
solo sonrió y dijo que evidentemente yo no era de allí, ¿Por qué
debería saber su nombre y apellido? No quise preguntar más,
probablemente sus padres le habían aconsejado no dar
información a los extraños y menos si estaba borracha. Con toda
la intención de ayudarle a olvidar la preocupación le dije que me
contara sobre el evento en su casa, ella solo dijo “algo formal, el
compromiso de mi hermana mayor” me reí y le dije que yo no
creía en las bodas y menos en los para siempre, ella solo me
refutó diciendo “Pero apuesto a que si crees en el amor”.
152
“25” ella me dijo que lucía mayor, yo solo me reí y le di las
gracias, me contó un poco sobre su hermana en la oscuridad de
mi habitación, ella dormía en mi cama y yo en el colchón inflable
en el que dormí con Margaret, no me interesaba en absoluto saber
sobre su familia, o sobre su hermana, se notaba que ella de verdad
le quería, según Jade su hermana era tres años mayor que yo, bla
bla bla, fingí dormir para que se quedara callada y finalmente lo
hizo, hasta que supe que se había dormido. En ese momento me
sentí enferma de nuevo, fui a la cocina y terminé la botella de
vodka que había empezado hace unos días, tenía esa duda, esa
afirmación dando vueltas en mi cabeza “apuesto a que sí crees en
el amor” todo parecía derrumbarse frente a mis ojos, de nuevo, no
tenía ni idea donde estaba Margaret, el motivo de mi residencia
allí, extrañaba mi trabajo, y querer matarme con chocolate en las
mañanas, prendí un cigarrillo mentolado, pero no sabía igual,
todo en ese momento me hacía querer buscar a Margaret, todo
ella, todo nada, todo tan confuso y enredado, yo detrás de una
ilusión que no tiene pies ni cabeza, seguro Rose dormía tranquila
y yo estaba desvelándome con vodka barato en la cocina, con una
bellísima joven en mi cama, ebria y adinerada, bella como un
astro perdido entre la inmensidad del cielo rosado de la noche,
ahora sabia su nombre, y no era divertido conocer a la chica del
semáforo tan fácil, yo quería drama, aventura, imposibilidad y
después de un plan elaborado verla de nuevo, ahora ya no tenía
gracia.
153
segunda vez que alguien me despertaba así. Jade estaba un poco
asustada, y tuve que explicarle la razón por la que estaba en mi
casa, nada raro, solo un poco de cordialidad, nada de besos,
manos, canciones o lo que sea (desafortunadamente) le di mi
teléfono y llamó de nuevo a sus amigos, me dijo que vendrían
pronto por ella, la noté un poco irritada y quise saber si todo
estaba bien, ella me contestó que no quería ser grosera, pero ver a
una extraña durmiendo junto a su cama y con una botella vacía de
vodka al lado, le parecía demasiado. Me dio risa, y le expliqué
que esa botella estaba medio vacía, finalmente terminé por
contarle que había llegado hace unos días, obvio no le dije que
me había quedado detrás de un amor no correspondido.
154
La verdad, y tristemente para esta historia, no pasó nada más que
un beso con su cuerpo en mi vientre, es que Jade no era de esas
que te dan ganas de sorberles el alma por una noche y después
decirles “adiós para siempre” era la chica del semáforo al fin y al
cabo, y hacer el camino aún más fácil me resultaba aburrido,
supuse que debía darle a Jade otra oportunidad de romperme el
corazón con elegancia, aunque honestamente creo que no hay
nada ya que romper, de todos modos ella no pareció molestarse,
en realidad creo que estaba feliz de que yo la hubiera detenido,
me gané un punto con ella pues ahora parecía que yo le caía bien,
su chaqueta adornaba mi sofá y decidí invitarla a desayunar,
también que me acompañara a la casa de la abuela de un amigo
que me había traído a mi gato desde la ciudad, pero como
acostumbra mi destino, un auto hizo sonar la bocina fuera de mi
apartamento y supe que habían llegado sus amigos, “será otro
día” le dije con un poco de resignación pero sin asombro, ella
salió por mi puerta y fue directo al bonito auto en la carretera, yo
supuse que no la volvería a ver, pero era como un desafío para mi
tener que encontrarla de nuevo, porque yo nunca creo en la
casualidad. Un golpeteo en mi puerta me hizo acelerar el pulso,
Jade seguro estaría de vuelta y prefirió desayunar conmigo que ir
tras sus tontos amigos, pero no era ella, era Margaret.
155
explicó que había tenido un evento importante del cual
encargarse, una fiesta, yo andaba de mal humor y le contestaba
cortante a cada una de sus excusas, después de todo nada de lo
que ella diga es confiable, ella es traicionera y engañosa, pero
también hermosa, y pronto el corazón le ganó a la razón y me
encontraba abriendo una botella de vino caro mientras Margaret
me contaba sobre miles de cosas que hace la gente con dinero, sin
mi gato y sin desayunar, pedí un domicilio y Margaret ordenó
también algo del menú, era todo tan familiar, como esa vez en su
apartamento, y no tardó mi eterna melancolía en darse cuenta
también, así que hizo revivir mis sentimientos en esta ocasión de
nuevo, pero yo no aguantaba las ganas de decirle que si todo esto
no le parecía muy familiar, así que se lo dije, ella me dijo “Veo lo
que tratas de hacer, así que yo pagaré esta vez”.
156
ella tomando vino y maldiciendo al calor, hacía calor, clima como
de cerveza y no de vino. Pronto la convencí de ir al palestina
conmigo, cuando llegábamos pude ver claramente el auto de los
amigos de Jade estacionado afuera, y si ella estaba adentro, moría
de ganas por ver el rostro de Margaret al enterarse que yo había
conocido a alguien más y como nunca antes, quise con toda
intensidad que Jade estuviera allí, pero Margaret se desvió una
cuadra antes, era la palestina un bar de mala muerte muy poca
cosa para alguien de apellido Rose, perdí la oportunidad de ese
encuentro, me molestaba, pero por otro lado, Margaret estaba en
esas épocas en las que disfrutaba mi compañía y aceptaba beber,
cosa que a ella le encantaba.
157
algo con sentido, diría muchas cosas pero ninguna podría ser
tomada en serio, no por mi parte porque yo me creo casi todo lo
que ella dice, sino por parte de ella. No sé bien como, pero de
repente Margares estaba bajo mi cuerpo, con el mío entre sus
piernas, en mi cama, en mi casa, mi fantasía se había hecho
realidad y no me importó nada, el fragmento de “Poison” de Alice
Cooper retumbaba mi cabeza: “I wanna hurt you just to hear you
screaming my name” y en medio de dientes, uñas y gemidos, dijo
mi nombre mientras la cama se sacudía sobre el suelo, y caí
rendida en su pecho, ella solo se reía y me abrazaba. Dos horas
después yo ya no podía ni cerrar los ojos, tenía insomnio por ella,
aunque la tenía a mi lado, lo cual no tenía sentido, se supone que
era su ausencia la que me hería el sueño, no su presencia.
158
apretó con fuerza, sabía lo que quería y aunque yo me moría de
ganas, lo mejor era detenerla, sacarla antes que algo malo pasara,
pero me dejé llevar.
159
ademanes cortantes, y si, me desangraba y después me devolvía
la vida con un gesto de aparente empatía, pero creerle a ella
ciegamente siempre fue mi peor error, aun peor que haberla
conocido, aun peor que haberla llevado a su casa, aun peor que
escribirle un poema, aun peor que todo, fue creer en ella, y
defenderla. La lluvia de la mañana me dio mal presagio, supuse
que algo estaba por venir. Nunca vi a Margaret enojarse tanto,
incluso lloró hasta que se rindió en la alfombra apoyando su
cuerpo contra el frio suelo.
Creo que me dio un poco de pesar verla allí, estaba tan frágil y
afectada que sentía un poco de alivio en mi interior, en parte
deseaba abrazarla y pedirle que no llorara y, por otro lado,
deseaba tanto que llorara por mi causa, que no podía perderme
ese excepcional momento. Al final ganó la humanidad y decidí
hacerle compañía en el piso. Tuve miedo cuando le pregunté,
pero deseaba saber su respuesta desde hace tiempo:
160
beberla hasta embriagarme y después reventarla contra mi pecho,
tal vez así me podría quitar tanta ilusión, tantos malos momentos
por su culpa, por sus palabras que nunca parecían tener sentido.
161
suficiente de su voz repitiendo mi nombre, suficiente de sus ojos
cansados y repletos de sueños destrozados, suficiente del aroma a
cerveza cara de su boca, suficiente de su labial rojo, suficiente de
sus uñas en mi espalda, suficiente de su rostro.
162
oportunidad con ella y dejar todo lo que tenga apellido Rose en el
pasado, o seguir esperando que la huella en la arena se torne un
paso. Aunque ya tenía una decisión, esta vez debía asegurarme
que Jade y yo tuviéramos las mismas intenciones, yo no
soportaría un “Yo no te correspondo” otra vez.
163
No recuerdo bien cómo, pero me desperté con ella a mi lado, su
piel desnuda contra la mía. Ya parecía costumbre en mí no
recordar esas primeras veces gracias al alcohol. Por otro lado,
vamos, solo habían pasado dos días de conocerla, así que le
pregunté si para ella no era extraño. “No nos vamos a casar y a
tener bebés, vamos a salir un poco, y no necesito conocer tus más
oscuros secretos para eso” Admito que fue una muy buena
respuesta.
164
se mostraba amigable y serena, todo el tiempo tenía ganas de
conversar conmigo. De todos modos, en ese tiempo no pude dejar
de pensar que tal vez yo estaba de alguna forma siendo infiel, que
tal vez estaba jugando con sus sentimientos.
165
Eran las 3.40am y mi turno en el palestina había terminado, allí
cité a Jade esperando muy en el fondo que ella no fuera, pero
estaba justo ahí, parada en medio de las mesas en que nos
conocimos y en verdad traté de hacerle miles de temas aleatorios
que tal vez hicieran que ella olvidara la razón por la que estaba
ahí, y me resultaba difícil hacerlo, pero finalmente me resigné y
se lo dije todo, sin omitir casi ningún detalle, solamente dos
pasaron intactos, uno porque yo deseaba ser cortes y otro por ella,
un sacrificio que Jade hizo por mí, porque de verdad supe en ese
momento que una parte de ella era mía y que merecía demasiado
de mí, tal vez incluso más de lo que yo había dado hasta el
momento. Los detalles: Que aun pensaba y extrañaba a esa mujer
misteriosa, y su nombre. Jade me pidió que no dijera su nombre si
eso abría un pequeño o enorme rasguño en mi interior, que no le
interesaba mi pasado, sino mi promesa de dejar atrás tan pesada
carga, cosa a la que dije “si”. Perdón pido ahora entre estos
versos, porque le mentí a quien de verdad me quiso, pero no era
justo gritar la verdad en ese momento, no era justo con ella, ni
conmigo, porque muy en el fondo, por egoísmo y ego no podía
permitir que se me escapara de nuevo la chica del semáforo, y sin
aprender la lección le mentí de nuevo y me quedé un poco más en
el palestina, ya era hora de cerrar, pero igual me dejaron allí, me
tenían confianza y saqué un disco de Silvio Rodríguez junto con
una canasta de cerveza y entre lágrimas amargas y canto
desafinado, pude sacar de mi interior la miseria que traía, era algo
así como una tregua con la nostalgia y la ira, un déjame ser feliz
esta vez que yo prometo no arruinarlo, quería hacerle entender a
mi corazón que Margaret no era más, no estaba presente y no
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debía estarlo ahora Jade estaba, y debía como mínimo estar
llenando mi hígado de licor por ella y no por alguien más, pero es
que contar todas esas anécdotas e historias, había hecho que de
nuevo me sangrara la puñalada que me atormentaba desde dentro
del pecho, su nombre, no lo dije en toda la noche y no hice más
que hablar de ella, y aun así la sola combinación de silabas de su
apellido me causaba terror, me revolvía el interior, me sacudía las
tripas y me dejaba con sed el alma.
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Noches de jades y diamantes rosados
Una tarde, el día décimo séptimo del mes, más o menos a las
5.13pm recibí una carta en el palestina, un sobre anónimo y
dentro de este una carta que al final traía la firma de Margaret
Rose, así es estaba de vuelta, después de casi 3 meses, y la carta
no decía nada, solamente una suposición que no debía ser tan
obvia “Seguro me has extrañado” decía la carta que apenas
sobrepasaba las tres líneas de texto, debajo de la firma un número
de teléfono desconocido, sin una invitación o un “llámame” abrí
la puerta al infierno de nuevo. Respondí, y estoy segura de que
decepciono a más de uno es esta obra, o al contrario, esperaban
con ansia el momento que esto sucediera de nuevo, yo por mi
parte puedo jurar que había pintado esa reaparición como un
suceso imposible que además no me era nada anhelado, pero vaya
que si me hizo sentir feliz, no sé por qué, pero era ella quien
había decidido acabar con el silencio, si esto fuera una batalla de
orgullos por primera vez el mío habría salido ileso. No logro
explicar con precisión cuan feliz me hizo saber que ella era quien
me había buscado, era un sueño y una pesadilla a la vez, nada
tenía sentido en ese momento, admito que lo que más me alegró
fue el hecho de saber que había regresado, que así fuera con una
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carta, de alguna manera estaba a mi lado nuevamente, sí, en
efecto todo ese tiempo la extrañé con el silencio que se extraña
aquello que para todos no tiene sentido, así como en medio del
placer extrañas el vacío, así como en medio de la tranquilidad
deseas con desespero el caos, el rayo que llegue y te parta a la
mitad, la frase que ponga un dedo en la herida que no habías
podido sanar.
Jade y yo no nos hablábamos más, fue mi culpa supongo, porque
no la supe querer como ella lo merecía, me fui dejando en su
corazón una espina del tamaño de mis promesas que no fueron
pocas y el dia en que quiso comprometerse conmigo en esa mesa
del palestina, ante los ojos de todos sus amigos le pedi disculpas
y me fui, después de eso ella nunca me busco porque me conocía
y sabia que una vez yo me iba, por mas que mi cuerpo volviera,
mi alma se habría fugado para siempre, jade fue solo una de otras
a quienes heri sin explicaciones, sin duda fue la que peor sintió el
peso de mis contradicciones sentimentales, pero
desafortunadamente no fue la única, ojos azules, verdes y cafés,
cabellos rubios, rojos, negros y castaños, pieles blancas y
morenas, mujeres, tal vez demasiadas de ellas pasaron por mi en
un corto tiempo, pero nadie imaginaba el dolor que llevaba
adentro, el mismo que me armaba de acero y terminaba por
quebrar los latidos de sus corazones bajo mis toneladas de
desilusión.
Pero no era del todo mi culpa, desde niña me había dedicado a
cuidar, a ser muralla y proteger a quienes amaba, y nadie nunca
se preguntó si bajo todo ese concreto había tal vez un ser
humano, alguna cosa sintiente, por casualidad una persona logro
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humanizarme y fue Margaret, esa tarde cuando me queme la
mano gracias a una tasa hirviente de ello
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Zodiaco y música
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Al salir de clase fui directo a mi antiguo apartamento a buscar las
cartas que supuestamente eran para mí, el dueño me entregó un
paquete enorme, parecía que en realidad alguien había tenido
mucho tiempo libre para escribir todo eso. Llegué a mi casa en un
abrir y cerrar de ojos, y la curiosidad me estaba enloqueciendo,
pero por la experiencia pasada, sé que es mejor esperar. Nunca he
creído de a mucho en el horóscopo, lo leo por pura curiosidad, a
veces para reírme y a veces porque necesito creer en alguna vaina
por más estúpida que sea, y por la extraña tensión que me
producían esas cartas necesitaba algo en qué creer, ¡cualquier
vaina! No puedo mentir, hasta este día siento que valió la pena,
siento que es Margaret quien me escribió todo eso, de su puño y
letra, ella, con su perfecta caligrafía, su perfecta ortografía y poco
talento para escribir, pero al mismo tiempo tanto para lastimar,
pero no quiero ilusionarme, ya me la he pasado los últimos 5 años
persiguiendo encuentros y huellas suyas, y jamás he podido dar
con ella, ¿acaso en todo este tiempo pudo ella también haber
estado buscándome? Y si fui yo quien se perdió, ¿también habrá
hecho hasta lo imposible para encontrarme? Pero la forma en la
que me dejó escapar y la posibilidad de que me extrañe, no tiene
sentido, no lo tiene, no creo que ella como siempre haya llegado
justo cuando ya es muy tarde, porque para ser honesta yo nunca
he dejado de esperarla, nunca se le hizo tarde para volver y
reclamar su lugar en mi corazón, y tal vez ese es mi error, porque
Margaret detesta la puntualidad y a este encuentro nunca
llegará tarde. El tiempo transcurre y mi horóscopo dice “Tu
pasado regresa, el astro de libra estará muy cerca” bueno, libra
indiscutiblemente es Margaret, aunque todo eso es una estupidez,
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es como la Biblia, todos citan la misma fuente pero hablan cosas
diferentes.
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rencorosa y egoísta, pero ella tuvo todo y yo nada, y yo lo perdí
todo, y ella todo lo entregó a la nada, pero hay más cartas. Carta
número 2:
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ciudad, en un barrio bastante bonito de Bogotá, un sector caro
pero realmente exclusivo, no era de extrañar que alguien como
Margaret viviera allí, y me propuse ir al día siguiente y esa noche
no dormí. “Actúa normal” eso era lo que estaba en mi cabeza, una
frase que retumbaba en mi interior, tenía ganas de hacer algo
extraordinario, porque nunca pude ser normal con Margaret, ella
siempre sacaba mi lado extraño y está vez no era la excepción, no
podía dormir, su voz, su cuerpo, su forma, sus manos, su piel, el
sabor de su boca, todo ahora parecía regresar del pasado para
atormentarme, y sinceramente no sé cuántas veces pensé
en gritarle mi amor, pero era ridículo, la última vez que la había
visto, ella me había dejado claro que quien pone el corazón en la
mesa, no lo pierde, lo mata, y yo definitivamente tengo un
corazón un poco zombi, un poco muerto y vivo, un poco andante
y detenido, así soy yo, después de ella.
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su boca me causaba una sensación de tener el corazón revuelto
que yo no podía aguantar, la garganta fracturada con un nudo
enorme de cartas anónimas y sueños cargados de esperanza
ridículos, no, yo sentía al corazón tratar de huir de mi pecho,
porque sabía bien que se avecinaba en silencio, el dolor, la muerte
y la decepción fija, era seguro que todo eso iba a pasar, o tal vez
yo estaba siendo paranoica, pero por confiar en ella, la última vez
me gané en el alma un dolor insoportable, me gané una herida de
muerte, pero sobreviví, por eso, esperar la puñalada con
anterioridad era la mejor opción, para que doliera un poco menos,
para quitar el factor sorpresa que tanto me lastimó la vez pasada.
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mí, que Margaret me robó, no me hacía falta, pero todo era inútil,
las canciones, las calles, las palomas y las flores amarillas me
hacían recordar su rostro, sus ojos cansados, su pelo enredado y
corto, su piel pálida, su voz que me hacía entrar en las más
profundas y extrañas realidades de melancolía.
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aullaban, y los músicos callejeros tocaban la melodía del olvido
no logrado.
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