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Desde el principio...

El sol caía con toda su fuerza sobre la ciudad de Madrid, algo muy normal si no fuera
porque estaban a mediados de abril y porque el día anterior había estado lleno de
tormentas y agua. Se acercaba la hora punta y por tanto las decenas de atascos en sus
calles principales, que traían consigo miles de cláxones sonando al mismo tiempo,
entonando con rabia una musiquilla que solo provocaba más frustración en los
conductores, y en los peatones que se atrevieran a cruzarse en el camino de alguno de
ellos.

La ambulancia luchaba por abrirse paso entre el atasco de la castellana, con las sirenas
sonando y emitiendo destellos naranjas poco a poco ganaban terreno. El conductor
golpeaba de vez en cuando el volante y maldecía cuando algún coche no se apartaba de
su camino.

Diego: ¡Te quieres quitar de en medio! (Sacando la cabeza por la ventanilla y haciendo
aspavientos con la mano)
Ev: Diego, te quieres tranquilizar, te va a dar algo.
Diego: Pero si es que no se mueven. ¡No veis la ambulancia o que!
Ev: Diego, que no hay prisa, más valle llegar con un accidentado que no con dos.
(Preocupada por el tamaño que estaba adquiriendo una de las venas del cuello de Diego)
Diego: Si es que son tontos... son tontos... (Empezaba a murmurar)
Ev: La paciente esta estable, no tiene más que un brazo roto y un chichón en la cabeza...
(Intentaba tranquilizarle en vano)

Después de un cuarto de hora luchando contra todo, el conductor detuvo la furgoneta en


la entrada a urgencias. Bajaron rápidamente y sacaron la camilla metiendo dentro. Al
otro lado ya les esperaban Vilches y Esther.

V: ¿Qué? ¿Habéis parado a hacer unas tapitas o que? (Diego lo miró fulminante) Pobre,
¿Te han sentado mal? (En el mismo tono de mala leche)
Ev: Vilches, no lo cabrees más anda...
V: Como diga la señorita. ¿Qué tenemos? (Mirando a la mujer que iba en la camilla)
Ev: Se ha caído por la escalera, tiene el brazo fracturado y se ha golpeado la cabeza, ha
estado inconsciente unos diez minutos, la hemos tenido que sedar porque al despertarse
estaba bastante nerviosa. (Esther miró a Eva y se dio cuenta de que la chica del Samur
tenía un pequeño corte en la frente)
E: ¿y eso? (Señalándolo)
Ev: OH (Llevándose la mano a la herida) Nada, pero tened cuidado, tiene las uñas
largas. (Sonrió y se fue con diego a la sala del Samur a ponerse una tirita)
Diego: Voy a darle esto a Teresa. (Sosteniendo el bolso en la mano)
V: Vale, Esther, al box... ¿Uno?
E: En el uno están Javier y Laura. El dos esta libre.
V: Bien, vamos allá.

Diego se acercó a rotonda, donde Teresa intentaba calmar a un grupo de gente que se
arremolinaba a su alrededor.

T: A ver, quieren hacer el favor de esperar en la sala, ya sé que hace calor, pero el
técnico esta intentando arreglar el aire acondicionado, por favor, tengan paciencia,
vayan a la sala. (Algo alterada)
Diego: Teresa, ten, hay que avisar a la familia.
T: Sí, sí, ahora mismo, en cuanto estos señores vuelvan a la sala. (La gente empezó a
marcharse, muchos habían cogido algunos panfletos que había por allí y los utilizaban
de abanico) Vaya día de locos...
Diego: El calor, que es muy mala. (Encogiéndose de hombros y marchándose)

Teresa busco en el bolso alguna agenda, identificación o lo que fuese, encontró una
pequeña agenda negra y empezó a rebuscar.

T: A ver... (Pasando las pequeñas hojas y mirando los nombres) Juan... fontanero...
asociados... ¿Pero esta tía quien es? Si es que ya... ni familia ni nada... restaurante ¿Uy,
este no es ese tan famoso donde van las pijas? A ver, a ver... que sí tal, que sí cual, ¡Uy!
¡Javier Sotomayor! Confirmado es una pija... que más... dios... ¡Ya sé! Todo el mundo
tiene el teléfono de ‘mama’! A ver... la eme... ¡Aquí esta! Marque de Murritea bodegas...
que cosas más raras hay en esta agenda... a ver, a ver.. Macarena Wilson... ¡Coñe! ¡Una
Wilson! Bufff... pija total... ¡Por fin! Mama, ¿No era tan difícil no? A ver... pero si este
número es de Jerez.. Vamos a probar...

V: Esther, pásame gasas. (La enfermera las puso encima de su mano) ¿Venía de una
fiesta o que?
E: Pues eso parece... porque vaya vestidito que lleva... no es pija ni nada.
V: Pija o no, se va a tirar un mes con el brazo en cabestrillo. Bueno... esto ya está... vaya
suerte, se cae y solo se rompe el brazo y un par de arañazos.
E: Vilches, eso es bueno, menos trabajo. (Sonriendo)
V: Y menos emoción, también... yo me voy a cafetería, que se la lleven a alguna cortina
o lo que sea. (Quitándose los guantes y saliendo de allí)

Esther salió del box al mismo tiempo que Javier y Laura salían del suyo, Laura se
despidió diciendo que iba a meterles prisa a laboratorio mientras Javier y Esther
andaban hacia rotonda, a la enfermera no le había pasado desapercibida la mirada del
doctor a su amiga.

E: ¿Cómo esta? (Interesándose por el paciente)


J: Pues la verdad... bastante mal, tiene muchas heridas infectadas, ha sufrido una
insolación y tiene una pulmonía bastante severa, aunque si ha conseguido aguantar tanto
viviendo en la calle, no creo que esto pueda con él.
E: ¿se sabe algo de la familia?
J: Ahora voy a ver si Teresita me dice algo, pero tendremos que llamar a asuntos
sociales.
E: ¿Y que harán con él?
J: Pues seguramente intentarán saber quien es, buscaran su familia y si no lo llevaran a
algún centro, pero no puede volver a la calle.
E: Ya... (Llegaron a rotonda y se pararon delante de Teresita, mientras Esther revisaba
las guardias de la semana, contando las suyas para ver si se podía tomar el sábado libre,
Javier esperaba que Teresita colgase el teléfono)

T: Uy, estas pijas... (Colgando y mirándoles) Ay, Javier, perdón.


J: Tranquila... (Sonriendo relajado) Bueno, ¿Has encontrado algo sobre ese hombre?
T: Uy, no, pero ya he llamado a asuntos sociales... y a la policía por si acaso...
J: ¿a la policía? Teresa, de esto se encarga...
T: Ya, ya lo sé... pero es que ese hombre... viviendo en la calle... seguro que le buscan
por algo.
E: Eso no es así, puede que no tenga donde vivir, o que tenga algún trastorno o que
simplemente le guste vivir en la calle, eso no lo convierte en un delincuente. Es más, tal
vez tenga más dinero que todo este hospital junto.
T: ¿Cómo va a tener dinero? Duerme en cartones, Esther...
E: ¿Y que? No sería el primer caso de alguien que tiene mucho dinero en el banco y
vive en la calle.
T: Pues anda que yo iba a vivir en la calle... ¡Anda ya! (Sonrió imaginándoselo) Una
playa paradisíaca en una isleta pequeña con mi Manolo y sin los niños... eso es lo que
iba a hacer yo.
J: Anda, Teresa, baja de la nube. (Riendo)
T: Uy, por cierto, tú conoces a los Wilson ¿No?
J: Sí, son amigos de mi familia... ¿Por qué? Como sea un cotilleo... (Sonriendo a la
recepcionista)
T: No, no, es que tenemos una aquí... (Javier frunció el ceño)
J: Pero si hasta la semana que viene... (Negó con la cabeza) ¿Quién?
T: Una tal... Verónica.
J: ¡Vaya! La pequeña de la familia. ¿Qué le ha pasado?
T: Eso Esther, es la chica que han atendido ella y Vilches. (Esther levantó la mirada de
los papeles)
E: No tiene nada, Javi, un brazo rato y ya está, se cayó por las escaleras... (Sonrió )
¿Qué son los Wilson?
T: Hija, hay que ver... si es que no estás ¿Eh? Los Wilson, mujer... de las bodegas.
E: ¡Ah! Es verdad... las bodegas... mi padre bebía su vino... sí. (Se encogió de hombros
y volvió su vista a lo suyo)
J: ¿Y done esta? ¿Ya has llamado a la familia?
T: A su madre, en Jerez, ha dicho no se que se unos hermanos o algo así... pero no sé...
J: Si su hermana y su hermano están en Madrid, ahora llamaré a Jero a ver... ¿Esther?
(La enfermera lo miró) ¿La habéis subido a una habitación?
E: Esta en cortinas, hasta que se despierte, la tuvieron que sedar.
J: Vale... (Se fue hacia cortinas con el móvil en la mano)
T: Hija, ¿Qué haces? Miras tanto las guardias... (Esther sonrió de oreja a oreja
mirándola)
E: Estaba mirando si me podía tomar el sábado libre, y sí que puedo.
T: Uy, ¿Y que haces tú el sábado? ¿Eh?
E: A ti te lo voy a decir. (Le guiñó un ojo y desapareció de allí camino a cafetería, pasó
al lado de cortinas donde Javier hablaba con su móvil)
J: Sí, Jero... ¿En Barcelona? Oh, en unas bodegas... ¿Y tu hermana? Esta aquí, vale, la
aviso a ella... no si no es nada... no... un brazo roto y ya está... pero la han sedado y no
sabemos si tardará en despertarse o no... ajá... sí, tranquilo... vale... ¿Entones la llamas
tú? Genial... venga, Jero, a ver cuando nos vemos... Venga... (Colgó y decorrió la
cortina, miró a la pequeña de los Wilson, sonrió al recordar la de veces que se habían
hecho daño jugando de pequeños)

Notaba un brazo alrededor de su cintura y una mano acariciando por debajo de su


ombligo, sonrió aún con los ojos cerrados, estiró los brazos y se dio la vuelta para
quedar cara a cara con la persona que la había despertado, abrió los ojos y una dulce
sonrisa volvió a parecer. La mujer que la miraba también sonreía, estaba desnuda, las
dos lo estaban.

Az: Buenos días... (Acercándose y lamiendo su labio inferior en un sensual beso)


M: Mhmhm... buenos días... (Respondiéndolo con otro beso igual)
Az: Me encanta despertarme contigo. (Empezando a dejar pequeños mordiscos por su
cuello y su hombro)
M: Y a mí... no sé porque no lo hacemos siempre... (Con un tono algo triste)
Az: Maca, ya te lo he dicho, todo esta muy reciente... no quiero precipitarme.
(Mirándola mientras seguía besando su cuerpo, bajando entre sus pechos y acariciando
su ombligo)
M: Ya... (Sonrió al recordar el día que llegó a Madrid y se encontró con ella, solas, las
dos) ¿Nos duchamos? (Con tono muy sugerente)
Az: Sí... (Acariciando los muslos de Maca arriba y abajo y acercando sus besos al sexo
de Maca) Claro...
M: Vamos. (Estremeciéndose al sentir los dedos de Azucena entre sus piernas) Azu...
Az: ¿Mhm? (Besando sus ingles y subiendo sus manos hasta los pechos de Maca)
M: Azu... anda... vamos a la ducha... (La mujer suspiró, Maca se estremeció al notar el
calor de aquel suspiro en su sexo, cerró los ojos y su mano acarició la cabeza de Azu,
empezó a acercarla a su cuerpo)
Az: ¿No querías ir a la ducha?
M: Luego... (En un pequeño gemido)

Las dos mujeres se enzarzaron en una batalla llena de pasión, de sexo y lujuria, entre
ellas no había ternura, ni amor, era sexo, agotador y excitante... pero solo sexo. Cuando
las dos ya habían llegado al punto final, y sus respiraciones habían vuelto a la
normalidad, Maca se levantó de la cama, sudorosa y anduvo hacia la puerta del baño,
Azucena la contemplaba desde la cama, estirada en ella, fijándose en el cuerpo desnudo
de aquella mujer, en sus curvas, sabiéndose dueña de ellas, notó como el deseo volvía a
crecer en ella y saltó de la cama, atrapó a Maca en la puerta, abrazándola por detrás y
dejando un mordisco en su hombro mientras su manos acariciaban de nuevo los pechos
de Maca.

M: Así no vamos a salir nunca de aquí...


Az: No tenemos porque salir. (Empujándola hacia el baño y cerrando la puerta tras de
sí)

Media hora después, Azucena preparaba algo de desayuno, envuelta en un albornoz,


Maca llegó a la cocina ya vestida, con el pelo húmedo y se acercó por detrás, abrazó
dulcemente a Azucena y dejó un tierno beso en su cuello, Azucena se giró de golpe y
beso a Maca, introduciendo su lengua en su boca y explorándola, Maca se quedó algo
sorprendida, pero estaba más o menos acostumbrada a las muestras de cariño de Azu,
siempre tan pasionales.

M: Bueno... ¿Qué hay de desayunar?


Az: Pues manteca colorá y zumo... (Volviendo a lo suyo)

Maca cogió una tostada untada y le dio un mordisco, mirando alrededor, aquella casa
había cambiado mucho desde la última vez que había estado en Madrid, y a ella eso la
hacia muy feliz, ya no había fotos de él, ni sus corbatas en la silla de la habitación,
mirándolas acusadoras, ni la maquinilla de afeitar en la pila del lavamanos.

M: ¿Qué vamos a hacer hoy? (Distraída)


Az: Pues yo tengo que ir a trabajar... (Se acercó a ella y le desabrochó el albornoz,
metiendo la mano y acariciando su abdomen) Pero aún me queda una hora... (En tono
sensual)
M: Vas a acabar conmigo.. (Riendo y abrazándola)

En aquel momento una melodía empezó a sonar, Maca la reconoció al instante y fue a
buscar su bolso, tirado en el pasillo, sonrió al recordar porque estaba allí tirado de
cualquier forma, lo cogió y buscó su móvil, miró la pantalla.

M: ¡Jero! ¿Cómo va por Barcelona?


Je: Bien, bien, ¿Dónde estás? Te he llamado a casa.
M: Estoy en casa de A... (Notó una mano en sus labios, Azucen la miraba y dijo que no
con la cabeza, Maca se sintió triste por aquel gesto, no entendía porque no podían
decirlo ya, ahora que las dos eran libres) Bueno, ¿Ya has conseguido hablar con él?
Je: Sí, sí, tenemos una reunión dentro de un rato, pero creo que conseguiré ese contrato,
papa se va a poner muy contento, pero... Maca... no te he llamado para eso.
M: ¿Qué es lo que pasa? (Había notado el tono de Jero y se preocupó)
Je: Antes de nada, tranquila, porque no es nada, pero ya sabes como va esto, alguien
tendría que ir a verla, y yo no puedo, además, para cuando llegues ya estará despierta,
solo se ha roto un brazo y ya está, pero ya la conoces, la peque es algo histérica con el
dolor. (Recordando algunos momentos de Vero de pequeños)
M: Ya, ¿Pero no es nada?
Je: ¡Que va! Pero la han tenido que sedar, ya me imagino como se habrá puesto.
(Provocando una sonrisa en su hermana)
M: ¿Dónde esta?
Je: En el Hospital Central, en urgencias, me ha llamado Javi, se ve que han avisado a
mama.
M: Buf... ¿Irá?
Je: Maca, es mama, y solo es un brazo... además, creo que esta tarde tenía esa ‘reunión’
con sus amigas, jugar al bridge o algo por el estilo, ni idea.
M: Bien, entonces me voy para el hospital ahora mismo. Luego te llamo ¿Vale, tato?
Je: Vas a llamarme tato toda la vida ¿Verdad?
M: Bueno... eres mi tato. (Riendo) Además, ya no lo hago tanto como antes, Jero. (Se
despidieron y Maca colgó, guardo el móvil y se colgó el bolso del brazo mirando a Azu)
La peque esta en el hospital, si te vistes deprisa te da tiempo.
Az: Maca, tengo que trabajar….
M: Pero si aún te queda una hora.
Az: Pero entre que me visto y no, voy al hospital y todo, llegaré tarde... (Acarició la
cara de Maca mientras mordía sus labios) Pero nos vemos esta noche ¿Eh?
M: Sí... claro... esta noche... ¿Te llamo?
Az: Ya te llamo yo, anda, vete.

Se metió en su habitación, Maca salió de aquella casa y se subió a su moto, aparcada en


el portal, había un papel colgado en el cristal, Maca lo cogió, una multa, refunfuñó
mientras lo guardaba y encendía la moto, yendo hacia el hospital.

Cuando llegó se acercó corriendo a recepción, donde una mujer se abanicaba con un
abanico sevillano y hojeaba una revista de la prensa rosa, Maca se quedó mirando a
aquella mujer, al final, cansada de verla hacer muecas al pasar de hoja, llamó su
atención.

M: Perdone... (Teresa la miró con cara de pocos amigos) me han comunicado que mi
hermana esta aquí.
T: me alegro por ti. (Volvió a leer la revista)
M: Vale, sí, genial…. (Murmurando) ¿Podría decir... (Una enfermera apreció e
interrumpió a Maca)
E: Teresita ¿Has visto a la nueva?
T: No. (Sin mirarla)
E: Es que Javier quiere que subamos a la paciente a planta, a una habitación privada, era
para ver si ella podía acompañarla.
T: Cuantas molestias por esa chica ¿Eh? A ver si nuestro Javi va a estar...
E: Teresita, te veo venir, son amigos ¿tú no harías eso por mí?
T: A mi no me dejarían hacerlo, habitaciones privadas, con lo faltos que vamos de
camas, peor claro, como es una Wilson... (Con rintintin)
E: Venga, Teresita... ¿No me la puedes localizar?
T: Uy, Esther, pues no sé, estoy ocupada. (Sin mirarla, Esther se medió subió al
mostrador para ver lo que Teresa leía)
E: El patriarca de los Wilson liado con... Anda que... Teresita... Ya me encargo yo...
(Sonrió y se fue de allí)

Maca miró a la recepcionista, si le decía quien era se temía un interrogatorio, miró hacia
donde se había ido aquella enfermera y sin pensarlo dos veces la siguió, la alcanzó una
vez dentro y le dio un toque en el brazo.

M: Perdona... ¿Sabrías decirme donde encontrar a Verónica Wilson? (Esther la miró un


momento y luego busco a Javier por allí, nada, no estaba)
E: Verás, no puedo decírtelo, solo a los familiares.
M: Soy su hermana.
E: Ya, mira, ya han venido dos periodistas, uno se ha hecho pasar por su padre, pero no
ha pasado el control de Teresita y otro se ha hecho pasar por su cura para darle su última
confesión o algo por el estilo, así que si no te importa, te vas a la sala de prensa con los
demás. (Se giró y empezó a andar, un brazo la sujeto con firmeza y la hizo girarse, sus
ojos se encontraron con un DNI a escasos centímetros de su cara)
M: ¿Los demás tenían esto? (Sonriendo)
E: Esto... yo... es que...
M: Tranquila, ya sé, ¿Puedes decirme donde esta?
E: Sí, claro, sígueme. (Esther acompañó a Maca a la cortina donde estaba su hermana,
seguía durmiendo, la enfermera en cuanto la dejo allí desapareció, tenía mucho trabajo
que hacer).

Maca se acercó a la cama donde estaba su hermana, se sentó en el borde y cogió una de
sus manos, sonrió, hacia dos meses que no se veían, Maca había estado algo ocupada y
Verónica siempre había tenido mucha libertad, su padre la llamaba “mi pequeño culo
inquieto”. Javier pasó por delante de la cortina y miro a las chicas.

J: Vaya, vaya, una Wilson en el hospital. (Riendo, Maca lo miró y sonrió de oreja a
oreja)
M: Javier... Hola. (Levantándose y abrazándola con fuerza) Cuanto tiempo sin verte.
J: Sí, unos... ¿Dos años? Pero bueno, nos hemos dejado una pasta en teléfono.
M: Sí. (Recordando las largas horas de conversaciones con él) ¿Qué tal todo?
(Mirándolo divertida)
J: uy, uy, ya empezamos... (Ambos rieron) ¿Qué tal a ti?
M: bueno, muy bien, a pesar de todo.
J: Sí, la “gran” boda.
M: Técnicamente no llegó a boda, pero sí.
J: Estás con...
M: Sí, bueno... no estoy segura. Estamos pero no estamos... (Javier la miró extrañado)
Sí, ya sé, es complicado. Ella ha dejado a su marido, y esta conmigo, pero no se atreve a
dar el siguiente paso, no sé, creo que esta algo asustada.
J: Bueno, Maca, hasta ahora había tenido una vida muy sencilla.
M: Y va a seguir siendo sencilla, Javier, esto no tiene porque ser complicado. Pero ella
lo complica en su cabeza y ahí yo no puedo hacer nada, solo esperar a que pase un poco
todo. ¿Y tú con Laura?
J: Bueno... Ya sabes.
M: Sí, ¿Aún sigue con él?
J: No, no, que va, lo dejaron hace un tiempo.
M: ¡Ey! No me lo habías dicho. (Dándole una colleja cariñosa)
J: Ya, es que... bueno... me ibais a lanzar a ella, lo sé, y no sé si quiero eso...
M: Javier….
J: Ves, ya estás, menos mal que tu hermano esta en Barcelona que si no...
Verónica: Muy bonito... (Los dos miraron hacia la cama, Verónica estaba despierta)
Dejando de lado a la enferma para ponerse al día…. Vaya par de cotillas...
M: Tonta... ¿Cómo estás? (Acercándose y acariciándole la frente)
Verónica: Creo que... ( Se medio incorporó) aquí el viejo amigo me ha hecho algo
raro... me duele la cabeza un montón.
M: Creo que Javi no tiene nada que ver con eso, tal vez tu manía de aterrizar de cabeza
siempre. (Riendo)
Verónica: ¡Eh! ¡Yo no aterrizo de cabeza nunca!
J: Perdona... ¿Nunca? (Sorprendido) ¿Nunca?
M: Esta claro que con este golpe se ha quedado sin memoria.
Verónica:¡Venga ya! ¡Tenía cuatro años! (Medio enfadada pero con la risa en los
labios)
J: Sí, cuatro años, pero hiciste un aterrizaje sobre el barro... perfecto. (Los tres rieron)
Verónica: Vale, vale, estoy convaleciente…. (Tocándose la escayola del brazo) Así que
este es tu hospital ¿Eh, Sotomayor?
J: No es mío, pero sí. (Mirando alrededor)
Verónica: Esta mucho mejor que esa “cosa” que tu padre llama clínica.
J: Bueno, la clínica de mi padre la decoró un profesional, y esto... bueno….
M: un profesional, no. (Riendo)

Aparecieron Laura y Esther, la doctora iba con un historial en la mano y la enfermera


iba mirando el reloj, pensando en que otra vez plegaría, aún tenía que hacer los pedidos
a farmacia y Laura quería que operase con ella y con Javier, así que lo más probable es
que una vez más llegará tarde, por suerte su familia se había acostumbrado, desde que
era la jefa de enfermeras, aquello era algo muy común.

L: Hola. ¿Javier? ¿Tienes un momento?


J: Sí, claro, espera. (Miró a sus dos amigas) Señoritas, tengo que hacer de doctor un rato
¿Nos vemos luego?
Verónica: Ey, wey, frena el carro Sotomayor... ¿Y mi alta? (Poniendo cara de niña
buena)
J: Con esa carita que has puesto casi debería atenderte tu hermana y no yo. (Rieron)
Enseguida te la preparan ¿Esther?
E: Sí, claro, voy a ello y de paso llamo a casa. (Marchándose hacia rotonda)
J: Bueno, Laura, ¿Qué pasa? (Las dos Wilson al escuchar aquel nombre sonrieron
cómplices y miraron a la doctora, que enseguida se sintió observada por aquellos ojos
marrones de las chicas)
L: El paciente de la cortina cuatro, esta pero, Vilches ha sugerido que abramos y le
extirpemos el tumor sin esperar más tiempo.
J: ¿ y los resultados de las pruebas?
L: Me los acaban de dar. (Dándole la carpeta amarilla que llevaba en la mano, Javier la
abrió y empezó a leer concentrado)
Verónica: mírale, si hasta parece que sepa lo que tiene que hacer. (Bromeando y
recibiendo un codazo de su hermana)
J: Muy graciosa, Wilson. (Sin mirarla) Bien Laura, dile a Esther que prepare el
quirófano, vamos a operar. ¿Maca? ¿Te apuntas? (Sonriendo travieso)
M: Sí, en eso pensaba yo ahora... además... (Echo una mirada a los papeles fijándose en
la edad del paciente) No es mi tipo. (Guiñándole un ojo)
J: Vale... como quieras... pero dentro de una semana te voy a convertir en mi esclava.
M: Si un caso Salinas... pero tú...
L: ¿Salinas? ¿Eres la nueva pediatra? (Mirando sonriente a Maca)
M: Hasta el lunes no, pero sí, seré la pediatra de urgencias.
L: Eso es genial, ¿Ya has estado en urgencias alguna vez?
M: No, hasta ahora solo he trabajado en planta, pero Javier ya me ha dicho que viene a
ser lo mismo ¿No?
L: Lo mismo... lo mismo... con un poco más de acción. (Riendo) Javi, voy a avisar a
Esther, nos vemos en quirófano.

La doctora se marchó, Javier la siguió con su mirada hasta que desapareció por la puerta
que daba a rotonda, miró a sus amigas y se percató que lo miraban divertidas, con los
brazos cruzados sobre el pecho, bueno, Verónica solo tenía un brazo cruzado. Javier
sonrió, puso los ojos en blanco y se despidió de ellas.

J: Cuando vuelva Jero tenemos que salir todos. ¿eh?


Verónica: La ultima vez dijiste que ya no saldrías por ahí con un Wilson en la vida.
J: Eso fue porque vuestro hermanito intentó envenenarme. Adiós, chicas.
Laura llegó a rotonda, Esther estaba hablando por teléfono, se quedó parada a su lado
dándole conversación a Teresa, mientras Esther terminaba de hablar.

E: Sí, cariño, pero solo un poquito tarde ¿eh? (Con mucha dulzura) Vale... y vamos a
cenar por ahí…. Sí... Anda, dile que se ponga... Hola, oye que…Lo sé, lo sé, lo siento,
pero es que tenemos un lío tremendo, tengo que entrara operar ahora y... sí, sí... vale...
nos vemos luego ¿Eh?... Adiós... (Colgó y miró a Laura)
L: Vamos a operar... ¿Lo vas preparando todo?
E: Claro, enseguida.

Esther se fue a la sala de operaciones a prepararlo todo para que cuando Javier y Laura
llegaran todo estuviese listo. Teresita miró a la doctora que no hizo gesto de marcharse,
vio la oportunidad de informarse y no lo dudo.

T: Oye, Laurita... ¿Tú sabes algo de los Wilson?


L: ¿Qué les gusta el vino? (Extrañada por la pregunta)
T: No, mujer, que si son muy amigos de la familia de Javier, es que no veas las
familiaridades que se trae con la que han ingresado.
L: Eran amigos de pequeños, por lo que sé, siempre iban los cuatro juntos a todas
partes.
T: ¿los cuatro? Oh, claro, el hermano y eso ¿No?
L: Sí, Javier, Verónica y... creo que los otros se llaman Macarena y Jero, pero no sé, solo
he escuchado algo de ellos, muy poco, Javier es muy reservado con ellos, aunque de vez
en cuando se le escapaba algo.
T: Pues yo creo que esta liado con Verónica... Porque la ha llamado “peque· con mucho
cariño. (Laura rió)
L: Que va, creo que Verónica es como diez años más pequeña que él, si un caso con la
grande.
T: Ay, sí, la de la boda, salió en la prensa, dejó tirados a un montón de invitados y
desapareció del mapa, nadie sabe de ella.
L: ¿Cómo va a estar desaparecida si esta en la cortina con su hermana?
T: Eso no puede ser... por aquí no ha venido. (Empezó a pensar en si perdía facultades,
hasta que cayó en la cuenta) ¡Claro! ¡La que me ha interrumpido leyendo! Estaba tan
concentrada en lo del patriarca de los Wilson que ni me he fijado en ella. Si es que...
(Maldijo por haber perdido la oportunidad) Oye... ¿y lo de la rueda de prensa?
L: Eso, bueno, era eso o dejar que esto se convirtiera en una casa de locos con todos
esos periodistas rosas por aquí, así que Dávila ha pensado que era una buena manera de
quitárselos de encima, de echo (Consultó su reloj) Debe estar ahora en ello. Supongo
que les estará diciendo que no ha sido nada y que ya se ha marchado.
T: ¡¿Ya se ha ido?!
L: No, no, pero ellos no lo saben, aquí no pueden entrar, y pensaran que se han ido por
otra puerta o disfrazadas, yo que sé. Oye, Teresa... me voy que tengo que entrar a
quirófano.
T: Vale, vale, hija. (Teresa se quedó pensando en como colarse en cortinas para ver a las
Wilson sin que nadie lo notara) Si es que.. para una vez que viene alguien famoso...

Esther ya lo tenía todo preparado, salió a avisar a Javier y Laura, que estaban en la
puerta, antes de que entraran paró a Javier.
E: Si no firmas el alta no se la puedo dar. (Divertida) Aún no soy medico.
J: Vaya, perdona, se me ha pasado. (Cogió el papel y lo firmó) Te necesitamos dentro,
tienes cinco minutos.
E: Solo necesito dos. (Corriendo hacia cortinas, llegó donde estaban las dos chicas y se
acercó a la cama) Señorita Wilson (Odiaba tener que tratar así a la gente, con señoritas y
señoritos, pero estaba claro que eran pijas, y no quería meterse en líos si se quejaban del
trato o algo) Aquí tiene el alta, ya puede marcharse libremente (Con una sonrisa fingida)
Verónica: ¡Por fin! ¡Menos mal! (Saltando de la cama) Hermanita... ¿Hace una
cervecita? (Esther se quedó parada... ¿Pijas? Venga ya... aquella chica parecía de su
barrio)
M: Aún tengo que terminar la mudanza...
Verónica: Papa te habría puesto a unos profesionales para eso.
M: Sí, y también me habría comprado un piso en el centro de Madrid, pero no, gracias.
Además, tu tampoco aceptas su dinero.
Verónica: Es que yo soy una chica independiente. (Sonriendo orgullosa)
M: ¿Qué insinúas? (Frunciendo el ceño)
Verónica: Maca, reconócelo, hasta ahora no has sido... bueno... eres una niña de papa.
M: Como puedo aguantar que mi hermana pequeña me diga estas cosas... (Riendo)
Anda, venga, que me vas a echar una mano con la mudanza.
Verónica:¿Hola? Estoy convaleciente... (Canturreando)
M: ¡Que morro! (Esther seguía medio embobada allí, cuando se iban a ir reaccionó)
E: ¿Las acompaño hasta la puerta?
Verónica: Me da que quiere salir por la tele. (A Maca)
M: No, no hace falta. Ya sabremos nosotras. (Sin mirarla, se fueron de allí, Esther pensó
que tal vez no fueran tan pijas como cabía esperar, pero eran muy altivas, suspiró y
corrió hacia quirófano)

Maca dejó la moto en el hospital y tomaron un taxi, no era plan de que Verónica se le
cayese de la moto, por suerte en la salida apenas había un par de periodistas fumando un
cigarrillo, a las dos mujeres no les costó mucho evitarles y subirse al taxi.

Verónica: Aún no entiendo porque la conservas...


M: ¿el que?
Verónica: Pues que va a ser... la moto... vaya pedazo de mujer independiente.
M: Fue un regalo, además, me gusta. Es bonita... le faltan algunos retoques... dejarla un
poco más normal.. a papa siempre le gustó eso de que se notará de quien era...
Verónica: No, si ya... ¿Y como es tu casa?
M: Ahora la verás, impaciente.

El piso en el que Maca se estaba instalando no andaba muy lejos del hospital, en un
barrio tranquilo, para lo movido de otros, no era un barrio de clase alta, pero Maca lo
había escogido así. Ayudó a Verónica a salir del taxi, aunque esta ni siquiera se lo pidió,
no lo hubiera hecho ni borracha, era algo que las dos sabían, no se pedirían ayuda
nunca, sin embargo siempre se la daban la una la otra. Tocaron al viejo ascensor que
rechinó mientras bajaba hasta ellas.

Verónica: Vale que quisieras tranquilidad y alejarte de la vida que siempre hemos
llevado, pero mujer... ¿No había uno con un ascensor que no fuera un peligro?
M: No es un peligro... solo hace algo de ruido. (El ascensor se detuvo con un fuerte
golpe que lo hizo temblar breves segundos)
Verónica: No pienso meterme ahí dentro ni de... (Maca ya había abierto las puertas y la
arrastraba hacia dentro) Vale, vale, dime que vives en un segundo, por favor….
(Suplicante, su hermana sonrió)
M: más bien es un séptimo...
Verónica: Estoy en forma, para este cacharro. (Acercó su dedo al botón de stop y Maca
la frenó riendo)
M: Yo no lo haría...
Verónica: ¿Por qué?
M: Porque si le das se para y si se para luego no va. Y ya hemos llamado a los
bomberos dos veces en esta semana, están hartos de nosotros. (Sin poder aguantar la
risa)
Verónica: Estás de broma... sabes que tengo claustrofobia. (Muy seria, hasta que vio la
mirada de su hermana y le dio una colleja) Eres lo peor.
M: Vaya, eso lo dice la oveja negra de la familia...
Verónica: Perdona, pero creo que mi hermanita mayor me ha quitado ese título.
M: ¿Yo? Que va, lo mío no fue tanto como lo tuyo.
Verónica: Claro, por que no saben toda la historia, solo la parte de que te dio por no
casarte, pero si la supieran... te darían el título con honores.
M: Venga ya, no es verdad. Lo tuyo fue más grave.
Verónica: No, no lo fue... (Sacándole la lengua)
M: Vero... que llevaste a un gótico a casa, en plena cena de gala, y casi te lo montas con
él encima de la mesa presidencial. Que a mama le dio un infarto. Sus amigas tuvieron
para semanas con aquello. Y luego aquel otro que estaba pirado.
Verónica: ¡No estaba pirado! (Maca la miró incrédula) Vale, un poco, pero es que era
un artista abstracto.
M: ¿Pintar a “Melani” de color verde era arte?
Verónica: Sí, ¿tú no has oído ese dicho de “Más raro que un perro verde”? Pues eso,
solo que era una perra...
M: Oh, sí, mama tuvo que raparla al cero, la pobre no volvió a ser la de antes.
Verónica: Esa perra era aún más pija que mama... necesitaba un cambio de look.
(Sonriendo feliz)
M: No, sí, eso es verdad... era horrible, con aquel hocico puntiagudo y esos moños...
(Recordando a la perra de su madre, perra de mascota, no que su madre fuera una... ¡ya
me entendéis!)

Esther salió rápido de trabajo, prácticamente corriendo, mientras decía adiós a Teresita
miró el reloj, encima iba a perder el tren, genial, empezó a correr y al girar una esquina
tropezó con una moto tirándola al suelo.

E: ¡Mierda! (Llevándose la mano al tobillo)

Un señor que pasaba la ayudó a levantarse, le dijo que la acompañaba adentro (Estaban
justo enfrente del hospital) pero ella le dijo que era enfermera y que no hacía falta, solo
era un mal gesto, el hombre se fue murmurando desagradecida y dejando a cuadros a
Esther. La enfermera miró la moto, se había roto un espejo, maldijo por lo bajo y se
medio agachó para agarrar el manillar, empezó a hacer esfuerzo para levantarla, pero
entre que le dolía el tobillo y que aquella moto debía pesar una tonelada (Según
percepción de Esther en ese momento) no podía con ella, lo intentó varias veces, al final
una chica y su novio, que pasaban por allí se apiadaron de ella, y la ayudaron a
levantarla.

Chico: Vaya, se te ha roto el retrovisor derecho... te va a costar un ojo de la cara.


Aunque teniendo esta moto... no creo que te importe ¿Eh? (Admirando la moto y
recibiendo una mirada asustada de Esther)
E: ¿Cuánto vale? (Con los ojos como platos)
Chico: Bueno, es un modelo especial, esta diseñado exclusivamente para esta moto, es
una pieza difícil de encontrar, y tiene que ser de la casa, así que entre lo que vale traerla
desde el extranjero, la instalación y lo que vale de por sí el cristal... por unos trescientos
o así... espera.. (Miró la parte de atrás).. más bien cien mil... (Flipado) Lleva inscrito el
sello de la moto en... ¿Plata?
E: Pero... pero... eso no se ha roto. (Sonriendo aliviarla al míralo de cerca)
Chico: Ya, pero es que va junto, no venden las piezas por separados, no se puede
colocar el cristal en este soporte, no encajaría, lo hacen apropósito... (El chico miró por
primera vez a Esther) Dios... la moto no es tuya... (Esther negó con la cabeza) ¡En vaya
lío que te has metido! (El chico abrazó por la cintura a su chica y se alejó de allí )
E: Mierda... mierda... (Miró el reloj) ¡Mierda! (Sacó un boli y un papel y escribió su
nombre y su numero, lo metió como pudo entre una rendija que quedaba en el maletín
de atrás, dejándolo sobresalir un poco y se fue corriendo a la estación de tren)

Llegó con el tiempo justo pero consiguió subirse, el tren que llegaba hasta su barrio (En
la periferia) Pasaba cada media hora, pero ya llegaba muy tarde a casa, y no quería
retrasarse más, además, le había prometido a la pequeña llevarla al parque e ir a comer
por ahí, mientras buscaba un asiento libre para sentarse se dio cuenta que su tobillo se
estaba hinchando, le molestaba más que antes, seguramente se lo habría torcido, se tiró
sobre un asiento que se quedó vacío y acarició con su mano el dolorido trozo.

Después de media hora con los vaivenes del tren por fin llegó a su parada, salió de la
estación y medio cojeando medio andando cruzó las dos calles que la separaba de su
casa, bueno, en realidad la casa era de su madre, y es que hacia un tiempo que Esther
había vuelto a vivir con ella, desde que su padre había muerto, A Encarna le daba miedo
estar en aquella casa sola, así que dejó de compartir piso con Eva para ir allí. La casa era
una pequeña unifamiliar, algo vieja ya, con un jardín que más bien era un macetero algo
grande y un garaje igual de grande. Metió la llave y abrió la puerta.

En: ¡Hija! ¡Ya era hora! Luz esta haciendo deberes que le pusieron allá. Le he
prometido que si hacia al menos cinco ejercicios la llevaríamos al parque.
E: Ma, ya había dicho de llevarla. (Riendo) Se habrá puesto a hacerlos para no
escucharte (Divertida)
En: Eh, un poco de respeto a tu madre. (Miró como su hija cojeaba hasta el sofá,
dejándose caer en él) ¿Qué te ha pasado?
E: Nada, algún pijo repelente que ha aparcado su moto donde no debía... (Murmurando
por lo bajo)
En: ¿Cómo?
E: Que me he caído y me he torcido el tobillo... ¿Me traes una venda del botiquín, por
favor?
En: Claro, hija, ¿Cómo ha ido el día? (Mientras iba al baño a buscar el botiquín)
E: Bien, algo liadilla.. ¿Dónde esta Jorge?
En: Ha llamado diciendo que llegaría tarde... sois tal para cual…
E: Ma… (Sonriendo)

A la media hora llegó Jorge, las tres lo esperaban en el sofá, viendo la televisión, bueno,
la niña veía los dibujos, Esther intentaba no quedarse dormida y Encarna leía una revista
que seguramente le habría dejado Teresa.

Jorge: ¿Cómo están mis chicas? (Dejando la chaqueta a un lado y acercándose


sonriente)
Luz: ¡Papa! (Saltó sobre él y lo abrazó fuerte) Esther me ha ayudado con los deberes...
Jorge: Tendrías que hacerlos tú... pero mejor que te ayude ella que no la abuela...
(Riendo y dándole un beso a Encarna)
En: Hijo, un poco más de respeto.
Jorge: Vale, vale.. (Todas rieron por la mueca que hizo Jorge)
E: ¿Cómo ha ido?
Jorge: Toda la mañana de reuniones, han venido los jefes de Japón y no veas, no nos
han dejado ni desayunar, pero me he tomado la tarde libre. (Sonriendo y sentándose en
el sofá con Luz a su lado, entre Esther y él) ¿Y a ti?
E: Bien, algo liada en el trabajo, han venido unas pijas, ha habido una rueda de prensa,
me he cargado una moto cuando salía y creo que me he hecho un esguince en el
tobillo... Un día perfecto. (Sonriendo divertida)
Jorge: ¡Esa es mi hermanita! (Riéndose) Siempre vas a ser un pato.
E: Habló el que nunca ha tenido un día rarito. (Sacándole la lengua)
Jorge: Touchè... ¿Vamos a comer en el parque? (Mirando una cesta con comida)
En: Sí, anda, date una ducha y vamos.
Jorge: Vale…

En unas oficinas del centro de Madrid, Azucena marcaba un número de teléfono,


encerrada en su despacho, miraba por la ventana que daba a un parque. Tamborileaba
con los dedos sobre el escritorio mientras escuchaba los tonos de señal al otro lado.
Alguien descolgó al otro lado.

Az: Hola, cariño ¿Qué tal todo?


Luisito: Muy bien, mama ¿Cuándo vas a venir?
Az: Cariño, ya sabes que tengo que trabajar, pero en cuanto pueda voy a veros, ¿Eh?
¿Te lo estás pasando bien con papa?
Luisito: Sí, muy bien, me ha llevado al parque de atracciones. (Riendo)
Az: Que bien, Luisito. Bueno.. ¿Esta papa?
Luisito: Sí, ahora se pone, un besito mama.
Az: Un besito. (Sonriendo al pensar en su hijo, esperó hasta que escuchó la voz de Juan
al otro lado)
Juan: Hola..
Az: Hola... ¿Oye tal? (Jugando con el cable del teléfono, enrollándolo sobre su dedo)
Juan: Echándote de menos... aún no entiendo porque quisiste quedarte en Madrid.
Az: Juan, ya sabes lo que me ha costado llegar a donde estoy ahora, no es tan fácil,
además, voy a veros siempre que puedo, cariño.
Juan: Ya pero el niño te quiere aquí... y yo... echo de menos las noches contigo.
Az:: Ya... pronto iré ¿Eh? Una semanita o así...
Juan: ¿Cuándo? (Ilusionado)
Az: Pues cuando pueda...
La semana que viene...
Az: No, la semana que viene no, la otra ¿Eh?
Juan: Vale... y.. ¿Jugaremos? (En un susurro)
Az: Siempre jugamos... (Sensual) Oye, tengo que trabajar, te llamo mañana, un beso.
Juan: Un beso te iba a dar yo en... (Azucena rió y colgó el teléfono acomodándose en
su sillón y sonriendo, tenía todo lo que quería, un marido enamoradísimo de ella, un
niño precioso y una amante que le daba todo lo que su cuerpo necesitaba, volvió a
descolgar, esta vez marcando un numero de Madrid)
Az: Hola, cariño ¿Qué tal tu hermana? (Cuando escuchó su voz)
M: Bien, aquí mirando como hago la mudanza. (Mirando a su hermana que se encogió
de hombros y sonrió alegre)
Az: Genial, me alegro, dale recuerdos.
M: Claro, se los doy... ¿Nos vemos esta noche?
Az: Claro que sí, Maca, mi cama te echa mucho en falta cuando no estás...
M: ¿Solo tu cama?
Az: Y yo, cariño, y yo. Pienso en ti a cada momento...
M: Podríamos ir a cenar por ahí ¿No? Hace mucho que no salimos...
Az: Cariño, yo prefiero en casa... más intimo... (En el mismo tono sensual que había
usado con Juan, su marido)
M: Vale, nos vemos allí sobre las diez. Un beso. Piensa en mí.
Az: Claro que pensaré, un beso... ¿Maca? Ponte ese conjunto negro que me vuelve
loca... hoy estoy juguetona….
M: Eh... ya... nos vemos luego (Maca colgó y miró a su hermana, que la miraba con
gesto de desaprobación)
Verónica: Realmente, no sé que viste en esa tía...
M: Vero, ya te lo he dicho, la quiero ¿Vale? Y no me gusta que hables así de ella.
Verónica: Ya, sí claro... ¿Seguro que la quieres? Porque no sé... aparte de pasaros todo
el día dale que te pego... no parecéis una pareja... además ¿Te tengo que recordad que
hasta hace poco esa mujer estaba casada y que tiene un hijo?
M: Ella me quiere.
Verónica: ¿Cómo estás tan segura?
M: Porque si no, no habría dejado a su marido para estar conmigo...
Verónica: Ya... (Maca puso los ojos en blanco y siguió deshaciendo las cajas) ¿Y
entonces porque no se va a vivir contigo? (No recibió respuesta)

Maca terminó de colocar todo, más o menos, en realidad solo había sacado las cosas de
las cajas y las había repartido por las habitaciones, su hermana no la ayudó mucho,
seguía estirada en el sofá haciendo zapping.

Verónica: ¡Maca! ¿Vamos a comer o que? (Riendo)


M: Serás... (Apareciendo con un par de libros en la mano que dejó en una de las
estanterías) que caro me va a costar haberte ido a buscar...
Verónica: Quejica... ¿pedimos unas pizzas?
M: No, prefiero ir al japonés ¿Te hace?
Verónica: Buff... yo de aquí no me muevo. (Arrellanándose más en el sofá)
M: Vale... ya sé, voy a por la moto y cuando vuelva paro y compro algo para llevar
¿Podrás aguantar hasta entonces? (Mirándola divertida, sabía que su hermana era una
glotona de cuidado)
Verónica: ¿No hay nada para picar? (Maca fue a la cocina y abrió la nevera, no había
gran cosa, por no decir casi nada, solía comer cualquier cosa que pillara o en casa de
Azu, cerró y fue a la despensa)
M: ¿Te valen unas patatas fritas? (Asomada a la puerta del salón)
Verónica: trae pa’ acá.
M: Vuelvo enseguida, si llama alguien dile que luego llamo.
Verónica: ¿Alguien? ¿Alguien como quien? (Abriendo la bolsa de patatas y metiéndose
unas cuantas en la boca)
M: Vero... por favor. (Algo seria)
Verónica: Sí, ya, yo buena chica. (Indicándole con la mano que se largase)

Maca salió de casa y se fue a coger el metro, le tocaría andar un rato, pero no le
molestaba el aire, además así tendría algo de tiempo para pensar en lo que su hermana le
había dicho, más bien, lo que le había preguntado. En su cabeza le empezaba a dar
vueltas, una, dos, mil... pero no conseguía una respuesta que la satisficiese, sí, era cierto
que hacia muy poco que Azu había echado su vida anterior bien lejos, pero Maca
también lo había hecho, y ella estaba dispuesta a todo en aquello, no entendía porque
Azu no, tendría sus motivos. Llegó paseando a donde había dejado la moto horas antes,
cuando la vio su ceño se frunció mucho y se acercó extrañada, tocó el retrovisor que
parecía movido y este cayó al suelo.

M: ¿Pero que…?

Vio que estaba roto y que ese lado de la moto tenía algún que otro arañazo, miró
alrededor como si alguna de las personas que pasaban por allí le fueran a explicar que
había pasado con su preciada moto, la examinó más detenidamente y vio un trozo de
papel sobresalir de la maleta de atrás.

En el parque, Esther y su familia estaban sentados sobre una manta, en el césped, con
unos bocadillos y unas botellas de agua dispersas por ella, Encaran se había sentado
apoyada en un árbol y bromeaba con que de allí ya no se podría levantar, Jorge estaba
tumbado a un lado y Esther al otro, la niña correteaba por el parque con otra niña que
había conocido.

En: Bueno, hijo... ¿Cuándo va a volver Susana? (Interesándose por su nuera)


Jorge: Pues... en una semana o así, no lo sé, no podemos hablar mucho, donde esta no
hay teléfonos.
En: yo no se como se va a esos sitios y más con una hija.
E: Ma, lo que hace es admirable, a mi me encantaría hacer eso.
En: No es admirable, ¿Sabes la de cosas raras que pasan en esos países?
Jorge: Ma, Susana se sabe cuidar muy bien sola, además, no esta sola, esta con mas
compañeros de la ONG y no les van a hacer nada, están allí para ayudar.
E: Sí, hacen muchas cosas por aquellas familias, ¿Estaban trabajando en el pozo, no?
Jorge: Sí, esperan conseguir que no tengan que ir tan lejos a por agua potable, pero es
difícil, siempre hay alguna aldea que queda demasiado lejos de todo, incluso de los
pozos naturales y claro, llevar el agua hasta allí vale demasiado, hacen lo que pueden
con las donaciones y el dinero que sacan de las campañas que hacen, pero no es
suficiente, siempre hay un sitio que requiere de ese dinero para mejorar... es difícil...
E: Ya... oye, el hospital esta organizando algo, bueno, no el hospital, pero han estado los
de Médicos sin fronteras, tal vez vea a tu chica antes que tú. (Sonriendo)
En: Quita, quita, vas a ir allí... no, no, Esther, hija, que aún tienes muchas cosas que
hacer.
E: ¿Hacer? ¿Hay algo más importante que esto? (Mirándola curiosas)
En: Pues claro, porque mira a tu hermano, con una mujer, una hija, y tú... ¿Cuándo te
vas a echar novio? (Jorge rió a carcajada limpia) ¿y tú de que te ríes?
Jorge: De nada... de nada.
En: Anda, me voy a jugar con la niña... (Intentó levantarse) Buf... Echadle una mano a
vuestra madre ¿no? (Los se levantaron y la ayudaron, luego se sentaron con la espalda
apoyada en el árbol, mientras veían como Encarna se paraba a hablar con una vecina en
vez de ir a jugar con la niña como había dicho)
Jorge: ¿Cuándo se lo vas a decir?
E: ¿el que?
Jorge: Pues que no tienes intención de echarte novio. Nunca... (Mirándola sonriente)
E: Oh... bueno, que más da. (Se encogió de hombros) Ahora mismo no tengo a nadie en
mi vida, cuando llegue el momento lo haré.
Jorge: No sé porque no lo haces ya, conoces a mama, se lo tomará bien, bueno, al
menos lo aceptará aunque no lo termine de entender.
E: Jorge, no es que tenga miedo de su reacción... simplemente que cuando tenga a
alguien especial en mi vida se la presentare y punto, tu hiciste lo mismo con Susana.
Jorge: Ya, mujer, pero es diferente, tu eres su hija, y un día le vas a decir simplemente...
¿Mama, esta es mi novia? ¿Estás segura de querer hacerlo así?
E: Hermanito... igual que no tengo intención de echarme novio, tampoco quiero novia,
solo quiero vivir un poquito mi vida, sin estar pendiente de nadie más, me gustaría hacer
cosas, como lo de Médicos sin fronteras, por ejemplo.
Jorge: Ya bueno.. tu sabrás... (El móvil de Esther empezó a sonar, la enfermera lo busco
y miró la pantalla, número desconocido)

E: ¿Diga?
M: Esto... ¿Esther García? (Leyéndolo en el papel de nuevo)
E: Sí... soy yo... ¿Quién eres? (Ya no se acordaba de la moto)
M: Pues... bueno... es que tú número estaba en mi moto. (Esther palideció de golpe)
¿Tienes algo que ver?
E: Sí, bueno, yo (Rió nerviosa) Es que tenía prisa, y no podía esperar a que volvieses
y... bueno que... verás, tropecé con tu moto y se cayó al suelo, pero vamos, que tengo
intención de pagarte lo que he roto ¿Eh? Por eso te deje mi numero... para que me
dijeras... bueno... como lo pagaba y eso...
M: Ehm... Bueno, no sé…. La llevaré al mecánico y... ya te llamo y... te digo algo. ¿En
serio tropezaste con la moto? (Sonriendo a la nada)
E: Si, es que... yo... tenía prisa, y claro... parada allí en medio... pues...
M: ¿Allí en medio? Estaba pegada a la pared, no andaba en medio de nada.
E: Ya, pero es que es tan grande.. que bueno... yo... no la vi...
M: Pues anda que si llega a ser una Scooter te la llevas por delante ¿No? (Divertida)
E: Oye, encima que te doy mi numero, podía haberme largado sin más, nunca te habrías
enterado, pija.
M: ¿Pija? ¿Primero te cargas la moto y ahora me llamas pija? ¿De que vas?
(Empezando a mosquearse)
E: Ah, no, claro, no eres pija, nooo... (Sarcástica total) Solo tienes unos escudos de plata
en los retrovisores y una moto que vale un riñón o tal vez dos, pero pija, ¡que va! (Su
hermano la miró, Esther estaba colorada de la rabia y la vergüenza)
M: Vale, vale, para el carro, ya te llamaré para la factura.
E: ¡Pues ahora no te la pago! (Su hermano le quitó el teléfono)
Jorge: ¿Hola? Soy el hermano de la pato, discúlpala, esta algo para allá. (En tono
amable)
M: Ya, vale, sí, pero soy yo la que debería enfadarse.
Jorge: Sí, sí, lo sé. Pero ya me encargo yo de todo... ¿Qué moto es? Es que tengo un
amigo mecánico y tal vez….
M: Una Shadow... (No tengo ni p***** idea de motos, que conste)
Jorge:¿Una Shadow? Joderrr... Hermanita... será que no hay Derbis por la calle... (En
bajito, no lo suficiente para que Maca no le escuchase)
M: Oye, mira... La verdad es que le quería hacer unos retoques... y total... solo es un
rasguño...
Jorge:¿Un rasguño? ¿Con lo pato que es mi hermana?
M: Bueno, tal vez el espejo y tal... pero no importa...
Jorge: Espera, espera, mira... el mecánico que conozco, estaría encantado de tener una
Shadow en su taller... y bueno... nos la dejaría a un precio que aquí la pato pueda pagar,
es el mejor, de verdad, le encantan las custom, él tiene una, no tan buena como la tuya,
pero la cuida mucho, y por tu moto, por arreglar tu moto, daría hasta a su madre. (Maca
rió por el comentario)
M: Genial, porque no conozco a ningún mecánico en Madrid.
Jorge: Bien, bien, mira... ya sé... la pato y yo te pasamos a buscar donde tengas la moto
y te llevamos allí, así se disculpa.
M: Ahora mismo me viene algo mal, si pudiera ser más tarde...
Jorge: Claro, claro, cuando te vaya bien, Manolo no tendrá problema con lo de las
horas.
M: Bien, pues... ¿sobre las seis?
Jorge: Allí estaremos. (Colgó sonriendo) Te has cargado una moto que vale más que mi
casa...
E: ya, lo sé, y no me la he cargado... solo un espejito tonto... ¿Y que es eso de Manolo?
Es una pija, seguro que tiene un mecánico particular...
Jorge: A mi no me ha sonado pija, además, ni siquiera sabes si la moto es suya o no.
E: nadie dejaría una moto que vale un pastón por ahí, bueno, nadie se gastaría tanto en
una moto ¿Y para que quedas con ella? Sabes que no soporto a la gente que esta forrada
de dinero.
Jorge: Pues he quedado con ella, porque encima de romper su moto la has ofendido con
tus comentarios de barriobajera, así que, bonita, si no quieres que su legión de abogados
te saque hasta los ojos será mejor que seas amable. ¿Vale? Así que a las seis vamos a
estar allí, muy puntuales y tú con esa sonrisa deslumbrante que nos regalas a nosotros
¿Ok?
E: Buff... como se una pija repelente... le voy a dar algo más que una sonrisita...
(Refunfuñando)
Jorge: Ya, sí, sí... lo que digas hermanita.

Maca llegó con la comida en una bolsa, abrió la puerta y se fue al salón, la bolsa de
patatas estaba vacía, tirada en él y no había ni rastro de su hermana, la buscó por todos
lados, hasta que pensó que se habría marchado y fue a la cocina a dejar la comida.

Verónica: No tienes nada de nada. Hay que hacer la compra ¿eh? (Con medio cuerpo en
la despensa y dando un susto a Maca)
M: Niña, ponte un cascabel o algo. Que susto.
Verónica: Ya lo llevé... (Sacando la cabeza con un bote de nocilla abierto en el que
untaba su dedo) Ni siquiera tienes pan para untar... representa que tú eres la chica
responsable...
M: Sí, sí, ten. (Dándole la bolsa) Voy a darme una ducha, hace una calor en la calle
impresionante.
Verónica: ¿Ya has traído la moto?
M: Que va, me la han tirado al suelo y se han cargado un espejo, encima la llamo y me
dice pija, y que no me va a pagar, será...
Verónica:¿La?
M: Sí, no sé, una tonta que se ha “tropezado” con mi moto... tropezado, venga ya, tiene
que ser medio ciega para no verla... que tenía prisas dice... la madre que la... ¿Qué
demonios haces? (Mirando como su hermana cogía todas las tarrinas de comida y las
juntaba en un bol, mezclándolo todo)
Verónica: Así esta más buena...
M: ¿Y yo que voy a comer?
Verónica: Pues lo mismo... (Metiendo una cuchara y sacando un montón de comida)
M: No... gracias... (Con cara de asco) Mejor me ducho.
Verónica: Como quieras. ¡Más para mí! (Encogiéndose de hombros y metiéndose la
cuchara en la boca) Mhmhm... rico...

A las seis en punto, Maca deambulaba arriba y abajo delante de la moto, su hermana
estaba sentada encima de la moto, jugueteando con el espejo entre sus manos, le daba
vueltas con sus dedos, en una de esas se resbaló y cayó al suelo.

Verónica: Ups... (Maca la miró) Es que tengo el brazo escayolado... no es fácil mover la
mano...
M: Anda, estate quieta. (Agachándose y cogiendo el espejo del suelo, que se había roto
un poco más, cuando se levantaba se encontró con un chico mirándola fijamente
sonriente)
Jorge: Soy Jorge, hemos hablado antes... (Extendiéndole la mano, Vero saltó de la moto
y se puso delante de su hermana)
Verónica: yo soy Vero, y esa es mi hermana Maca. (Sonriendo y cogiendo su mano,
Maca puso los ojos en blanco)
Jorge: Bueno... y esta es... (Se apartó, su hermana se había escondido detrás de él) Mi
hermana Esther... la pato...
Verónica: ¡Pero si es la que quierer salir en al tele! (Riendo)
M: ¿Tú has hecho eso? (Señalando su moto)
E: Yo... bueno... Jorge están forradas, son unas Wilson.
Jorge: Ah, vale, pero sigues habiéndote cargado eso, así que... relájate... (En un tono
igual de bajo que su hermana) Bueno (Alzando la voz) He traído la camioneta de un
amigo, subimos la moto y la llevamos al garaje ¿Eh?
Verónica: Sí, espera, que te ayudo. (Maca la frenó con una mano)
M: Sí, claro. (Dando un golpecito en la escayola)

Mientras Jorge y Maca se peleaban por subir la moto a la camioneta, ya que esta no
estaba por la labor de ir a ningún lado, Verónica miraba a Esther divertida, solía calar a
la gente enseguida, y aunque había bromeado con lo de la tele, aquella mujer le parecía
una gran chica.
Verónica: Así que eres un poquito pato ¿Eh? (Sonriendo, Esther la miró con mala gana)
Y poco habladora... ok, ok... ¿Tu hermano tiene novia?
E: Esta casado y tiene una hija así que aparta su vista de él, niña pija. (Vero rió a
carcajada limpia)
Verónica: ¡Maca! ¡Esta tiene genio! ¡Te va a gustar! (Maca la miró un segundo y negó
con la cabeza, le dieron un último empujón a la moto y consiguieron subirla por fin)
Jorge: Bien, subid las chicas adelante y yo voy con la moto.
M: No, no, déjalo, mi hermana y yo vamos en la parte de atrás con la moto, solo me
faltaba que se perdiera por el camino.
Verónica: No es siempre así de cariñosa ¿eh? Tiene sus momentos. (Recibió un
empujoncito de Maca y subieron a la parte de atrás, Maca tuvo que ayudar a Vero, Jorge
se puso al volante y Esther a su lado. Pusieron rumbo hacia el garaje)
Verónica: No esta mal el chico ese….
M: No es tu tipo. (Mirando las calles pasar)
Verónica: ¿Cómo que no?
M: No esta loco, no tiene pircings por toda la cara, no lleva el pelo azul y parece un
buen chico. ¿Algo más?
Verónica: Bueno... lo del pelo no es imprescindible... (Bromeando)
E: Es que no se para que hago esto... con lo fácil que hubiera sido que me mandara la
factura y punto... peor claro, te tenias que poner tú, el señorito lo arreglo yo todo, y
mira, en una camioneta con unas pijas detrás... si es que….
Jorge: Hermanita, para de quejarte, quizás consigamos que no nos hagan pagar todo,
porque te aseguro que si eso pasa, te puedes despedir de tu cómoda vida... y de la mía
también, porque tu sueldo no da para tanto.

Llegaron al garaje y Maca se puso a hablar con el mecánico alejada de los demás,
Verónica charlaba con Jorge y Esther bostezaba y pensaba en lo caro que le iba a costar
todo aquello.

Cuando Maca terminó de explicar al mecánico lo que quería, volvió con Jorge, le
agradeció todo y le dijo que estaba todo olvidado, que no había ningún problema, no
tendría que pagar nada.

Jorge: Maca ¿Puedo? (Ella asintió) Es a mi hermana a la que tienes que decirle eso.
Verónica: Es verdad, oye ¿Y vamos a tener que esperar?
M: Sí, un rato, podríamos ir a un bar o algo así... (Miró a la enfermera y sonrió
dulcemente al recordar porque estaban allí, aquella chica era un pato y de los grandes,
cuando se dio cuenta de lo que hacía borró su sonrisa) ¿Olvidado?
E: Claro, sí.
M: Vale, pero retira lo de pija.
E: Oh, claro eres una de esas pijas que se enfadan si se les llama pijas, ok.
M: No, soy una de esas pijas que están en proceso de dejarlo de ser, así que... un poco
de paciencia ¿Eh?
E: No la necesito, no nos volveremos a ver, pija en proceso de reforma.
M: Yo no diría tanto, Esther (En un tono juguetón) Me parece que nos vamos a ver
mucho.
Verónica: ¿Jorge? ¿Sabes de algún bar?
Jorge: Sí, aquí cerca esta el bar dónde mejor se tapea de todo Madrid, os acompañamos
si no os importa, no tenemos nada mejor que hacer ¿Eh, hermanita?
E: Lo que tu digas, hermanito. (Con rintintin, los cuatro se dirigían al bar)
Jorge se adentró en el bar y saludó al camarero que estaba en la barra como si se
conociesen de toda la vida, Esther también se acercó.

Antonio: ¡Pero si es la niña más guapa de todo el barrio! Te echamos de menos por
aquí... sobre todo mi niña... (Vero dio un codazo a Maca que la miró y dibujó un “ni de
coña” en sus labios)
E: Ya, toñete, ya sabes, con lo de mi padre... mi madre está algo sola. ¿Cómo le va a
Itziar con la carrera?
Antonio: Ahí la tienes, dentro de na´ te hace compañía en el hospital (Guiñándole un
ojo) ¿Y estas dos preciosidades? ¿Tuyas o…?
Jorge: De los dos. (Sonriendo a su amigo) Que va, toñete, ya sabes, Esther tiene una
forma muy interesante de conocer a la gente.
Antonio: ¿Patito volvió? (Sonriendo cariñosamente)
E: porque eres tú... que si no... (Sacándole la lengua)
J: Bueno, bueno... ponnos algo ¿No, toñete?
Antonio: Ché... toñete solo tu hermanita ¿Eh, golfo? (Los tres rieron)
Jorge: Chicas, vamos a sentarnos a una mesa, anda. (Jorge se sentó entre Vero y Esther,
como Maca) ¿Y a que os dedicáis?
E: Jorge, son de la familia Wilson, las del vino.
Jorge: oh, claro, sois bodegueras.
Verónica: ¡Que va! Nosotras no quisimos eso, mi hermano Jero sí que se dedica a eso,
pero nosotras no.
Jorge:¿Entonces?
Verónica: Bueno, yo vario mucho de trabajo, ahora estoy de relaciones pública en un
local de Chueca, pero vamos, he hecho un poco de todo, suelo buscar trabajos así, que
gane mucho o conozca mucha gente.
Jorge: Pero siendo de esa familia... el dinero no os debe faltar.
M: Bueno, no nos faltaría si lo quisiésemos, pero no es el caso, los tres nos ganamos la
vida por nuestra cuenta, vale, Jero trabajo en el negoció familiar, pero es el que más
trabaja de toda la empresa, y el puesto no se lo regalaron, quiso empezar desde cero. Por
eso... lo de pijos no nos vale. (Mirando a Esther divertida)
Verónica: Bueno, a ti un poco sí... que hasta hace nada eras los ojitos de papa.
Jorge: Así que eres la mimada ¿Eh? No me extraña, también la más guapa, sin menos
preciar a la otra princesa.
Verónica: Servirías de relaciones publicas…..
Jorge: Bueno, más o menos es lo que hago, pero en una empresa. ¿Y tu Maca?
M: Dentro de una semana empiezo a trabajar.
Jorge:¿En serio? ¿Dónde?
M: En urgencias. (Mirando traviesa a Esther que abrió los ojos como platos)
E: Claro, la nueva pediatra, genial... tendremos el hospital lleno de periodistas….
M: Tranquila, eso no va a pasar, mi apellido no consta en ningún lado, y los periodistas
no nos siguen siempre, solo a veces, como ahora... (Algo triste)
E: Por lo de tu padre... (Muy flojito y mirando a Maca a los ojos, la pediatra medio
sonrió)
M: no es cierto lo que dicen.
E: No he dicho que me lo creyera, de hecho, ni sé lo que dicen, la recepcionista del
hospital me ha comentado algo hoy, cuando el hospital andaba revolucionado.
M: Oh, sí, me preocupa esa mujer. (Riendo nerviosa) Es un peligro ¿Verdad?
E: te someterá al quinto grado los primeros días... pero tranquila... luego lo rebaja al
cuarto (Ambas rieron)
Jorge: Veis... si os lleváis bien y todo.
M y E: No. (Se miraron y no pudieron evitar sonreír un poco)
M: ¿Empezamos de nuevo? Sin pijas y motos rotas... (Con una ceja levantada)
E: Vale, porque no.
Antonio: Aquí tenéis. (Llegando y dejando unas cervezas y unas tapas de pescaito y
bravas) Invita la casa, que hacía mucho que no os veía, y niña, a ver si me vienes más, o
llamas a Itzy aunque sea... ¿Eh?
E: Claro, toñete. La llamaré, tranquilo. (Antonio volvió a la barra para atender a los
demás clientes del bar)
Verónica: Eres lesbiana. (Señalándola con un dedo, Maca se echó a reír mientras bajaba
la mano de su hermana)
M: Vero, que no estamos en la inquisición.
Verónica: Tú calla que tú también eres... (Le metió un pisotón)
M: A ver como esta este pescaito... (Cogiendo uno y disimulando)
E: Jaja, ¿Lesbiana? ¿Por Itziar? Es una buena amiga...
Verónica: No, no, es que... nota….
M: Ahora es cuando dice su versión del cartel invisible... (Mientras daba un trago a su
cerveza)... o del radar... depende de lo inspirada que este... (Esther sonrió)
E: No creo en lo de los radares, yo no tengo. (Con una sonrisa de oreja a oreja)
Verónica: ¿Y tienes pareja? (Mirando alternativamente a Maca y Esther)
E: Pues... no... jeje... ¿ A qué viene?...
Verónica: Maca tampoco. (Sonriendo)
Jorge: Uy, hermanita, que te están intentando liar...
M: ¡Eh! Yo si que tengo... además... (Mira a Esther) el echo de que le caigas bien a esta
te quita todos los puntos que pudieras tener.
E: ¿Tenía puntos y todo? (Riendo)
M: No he dicho si eran negativos o no... (Guiñándole un ojo y provocando las risas de
todos)
Hombre: ¡Antonio! ¡Una birra! (Una voz fuerte resonó por el bar, todos miraron)

Un tipo con unos pantalones de cuero, una barba hasta media barriga y un chaleco lleno
de chapas, andaba hacia la barra a paso lento.

Verónica: ¿Me han dicho que tienes pareja, no? (Mirando a Jorge)
Jorge: Sí, mi mujer, ahora esta en África...
Verónica: ¡Vale! ¡Vuelvo o no! (Se acercó aquel tipo)
E: ¿Qué le pasa a tu hermana?
M: Este pescaito esta buenísimo... ¿Eh? ¿A esa? Esta loca... y tiene un gusto algo...
peculiar por así decirlo.
E: Oh...
M: ¿Tu mujer esta en África?
Jorge: Sí, trabaja con una ONG, están intentando llevar agua potable a las aldeas que
hay, poner pozos para que se puedan abastecer ellos mismos, y les enseñan que pueden
cultivar y cosas así, le encanta eso.
M: Pero en eso... no le pagan ¿No?
E: Eso no se hace por dinero, se hace por solidaridad, no se piensa en el dinero.
M: Ya, ya lo sé. (Le divertía la actitud defensiva que adoptaba la enfermera a veces)
Pero no sé... ¿No tiene otro trabajo?
Jorge: No, antes trabajaba en un colegio, como profesora, pero cuando tuvo la niña lo
dejó, para estar con ella, nos costó mucho conseguirla y bueno... los dos cogimos la baja
por maternidad y paternidad, y luego ella no volvió al trabajo, ahora que la niña ya es
más grande ella ya puede hacer lo que quiere de verdad.
M: Tiene que ser duro... tan lejos...
Jorge: Bueno, si vieras su cara cuando vulva de uno de esos viajes... o su voz cuando
nos llama... da igual que este a diez mil kilómetros de aquí, por esos momentos vale la
pena. (Sonriendo dulcemente)
E: Y esa sonrisita prueba que esta hasta las trancas. (Riendo alegre)
M: Anda que... ¿Trancas?
E: Oh, claro vosotras no... (Maca sonrió con una ceja alzada) Que mala que eres.
(Dando un sorbo a su cerveza, el móvil de Maca empezó a sonar, está lo cogió y miró la
pantalla)
M: ¿Me disculpáis un momento? (Se levantó y se alejo de la mesa, hacia la puerta para
poder escuchar) ¿Dime?
Az: ¿Qué haces? (Seductora)
M: Nada importante ¿Y tú?
Az: Pensar en ti... (Maca sonrió)
M: Mhmhm... ¿Aún estás trabajando?
Az: sí.. pero... estaba pensando en escaparme... ¿Qué te parece?
M: Bueno.. es que tengo la moto en el mecánico... y tengo que esperar a que me la
arreglen y...
Az: Te paso a buscar donde estés en diez minutos, tengo ganas de estar contigo, Maca...
M: Azu... yo...
Az: Venga, Maca, nos ha costado mucho llegar aquí... anda, cariño... necesito mimitos...
M: Vale... (Sonriendo feliz) Estoy en un bar... (Maca le dio la dirección, cuando volvió a
la mesa, Vero ya estaba allí)
Verónica: Hoy todos están casados, tendré que esperar a mañana. (Feliz) ¿Quién era?
(Maca miró a su hermana y esta sacó la lengua fingiendo tener arcadas) Encantadora...
no te deja ni respirar...
M: Vero...
Verónica: Ya, ya, sí... chica buena... (Suspirando resignada) Así que... ¿Vais a trabajar
juntas, eh? (Sonriendo feliz y mirándolas a las dos) Eso es genial... ya verás, Esther,
Maca es más de lo que parece. (Guiñándole un ojo) Solo que le chutes aun poco...
tendrás que darle un empujoncito para que haga amigos. (Bromeando)
E: Bueno.. es muy amiga de Javier ¿No? (Sonriendo a la pediatra)
M: Sí, y esta también. (Dándole un golpecito en la espalda a Vero) De pequeños... ya
sabes... cosas de pijos.. (Traviesa)
E: Ya, todos os conocéis.
Verónica: ¿Y Laura y Javier? ¡Es que el tío no suelta prenda!
E: No sé, Laura esta... bueno... creo que aun le quiere...
M: Javier la quiere, eso seguro, se le cae la baba.
Verónica: Ya ves, me ha dejado la escayola toda mojada...
E: Pues Teresita cree que esta enamorado de ti... (Mirando a Vero) Y a Maca porque aun
no te ha visto, pero ya verás como te lía enseguida. (Riendo)
Verónica: Maca es le...
M: ¡Me voy! (Mirando por la puerta del bar el coche que había enfrente) Esther, Jorge,
al final me lo he pasado bien y todo... gracias por tirar mi moto al suelo. Vero, ¿Te
llevamos a algún sitio?
Verónica: yo no me subo a ese coche ni harta vino, niña. Me quedo aquí y hablo con el
mecánico, ya le diré que mañana vienes a buscarlas, si te dejan, claro.
M: Anda, tonta... (Acariciando su brazo) Nos vemos.

Salió del bar y se subió en el coche, Azu no le dio tiempo ni a cerrar la puerta cuando
arrancó, se internó rápidamente en el trafico de Madrid, llevándola a su casa, por el
camino Azu introdujo su mano derecha entre las piernas de Maca, sorprendiendo a la
pediatra.

Az: ¿Me has echado de menos? (Sin mirarla y acariciando su sexo)


M: Azu... (Apartando la mano) Conduce, anda.
Az:¿Qué pasa? (Molesta) ¿No puedo tocar a mi novia?
M: Sí, claro, pero.. es que parece que solo vayas a lo que vas... últimamente estás algo...
Az: ¿Cómo quieres que este, estando cerca tú?
M: Ya... pero... es que últimamente no hacemos nada aparte de...
Az: Vale, vale. (Pensando en que se iba a quedar sin su ración de sexo) Más ternura...
sí... lo siento, Maca... es que me encanta hacer el amor contigo... (Suavizando su voz)
Pero también puedo darte ternura, cielo, ya verás... ¿Eh?
M: Vale. (Sonriendo cuando Azu acarició su mano, estrechándola entre la suya)

Lunes

Teresa estaba en recepción, con un número recién comprado de una revista del corazón,
aquella mañana no habían tenido mucho movimiento, en la sala de espera solo había dos
personas y la mayoría de doctores de urgencias estaban poniendo al día el papeleo y
tomando un café. Maca estaba aparcando su nueva moto, resultó que los cambios que
había hecho era cambiar su antigua moto por la del mecánico, que era menos llamativa,
Manolo se había puesto tan contento que se ofreció a arreglarle su moto gratis siempre,
cosa que Maca rechazó, Vero fue la que se encargó de buscar la moto ya que la pediatra
había estado con Azucena todos los días, parecía que Azu había tomado una actitud más
cariñosa y la pediatra iba en una nube.

Una vez aparcó, bien arrimada a la pared y poniendo un cartel a forma de broma (por si
cierta chica pasaba por allí) se metió en el hospital, suspiró al ver a Teresita y pensó en
si no había otra recepcionista, luego recordó aquello de más vale malo conocido así que
se acercó y se apoyó en el mostrador.

M: Buenos días. (Con una de sus mejores sonrisas, Teresa alzó la vista y abrió los ojos
como platos)
T: ¡La Wilson! (Señalando con el dedo, Maca se echó a reír y bajó con su mano la de
Teresa)
M: Maca, si no te importa. (Guiñándole un ojo y dejando descolocada a la pobre mujer)
¿Podrías llamar a Aimé?
T: Uy... (Se empezó una película en su cabeza, algún rollo de parejas y cosas por el
estilo, peor la proyección se esfumó cuando apareció Javier)
J: Muy puntual en tu primer día, así me gusta, ven, que te llevo con Aimé, él te enseña
esto y luego alguien te acompañará a pediatría. (Sonriendo a su amiga) Por cierto...
¿Teresa? ¿Has avisado a la familia del de la cinco?
T: Sí, sí... (Miró a Maca) La Wilson... trabajando aquí...
M: Teresa... Si no le importa... preferiría que no dijera mucho ese apellido, suele atraer
bastantes moscardones con ansias de meter baza... y no quiero liarla en mi primer día.
(Con una gran sonrisa y mirando con dulzura a teresa)
T: Uy, claro, mujer, tú tranquila que yo me encargo de que nadie se entere. (Cayendo al
encanto de Maca) Ya verás, no vas a ver ni a uno.
M: Genial, muchas gracias, Teresa, recuérdeme que le traiga un regalo un día de estos
¿Eh? (Le guiñó un ojo y se fue con Javier)
J: Que mala eres….
M: ¿Mala? ¿Por qué?
J: Por camelarte a Teresa... ¿Te parece bonito?
M: No me la he camelado, parece buena mujer, aunque también parece muy
entrometida, y sabes que no me gusta que se metan en mi vida... además, ¿Y lo divertida
que va a estar con su papel de gorila de discoteca?

Ambos rieron y fueron a buscar a Aimé, después de media hora desistieron y como
Javier ya le había ido indicando más o menos donde estaba todo fueron a cafetería. En
una mesa estaban Dávila, Cruz, Vilches, Laura y Esther, después de coger un café, se
acercaron a ellos.

J: Mira, el señor director... (Sentándose al lado de Laura) Ya tenemos a la nueva aquí.


(Dávila se levantó sonriente)
D: Maca, bienvenida, luego te echaré el sermón de bienvenida ¿eh? De eso no te libras,
pero anda, siéntate, que hoy tenemos un día muy tranquilito. (Maca sonrió y se sentó en
el único asiento libre, entre Dávila y Esther) Bueno... ¿Ya has visto el hospital?
M: Sí, Javier me ha hecho de anfitrión.
D: ¿Javier? ¿Y donde esta Aimé?
L: Creo que le han llamado hace un rato del colegio de la niña... no sé que pasaba.
D: Ves... (Mirando a Maca) Los dejo solos un rato y desaparecen como unos magos.
(Rieron) ¿Tú no serás también Houdini?
M: No, no, dejaré una nota en la que ponga “No estoy” (Haciendo reír a sus nuevos
compañeros)
D: Genial... ya es un paso... (Miró su reloj) Bueno... chicos, chicas... el jefe os deja para
que podáis ponerle verde, voy a enfrentarme con el diablo. (Haciendo muecas graciosas)
V: Venga ya, solo son los que manejan el dinero, a esos les decía yo un par de cosas y se
quedaban más mansos. (Asintiéndose a él mismo)
C: Sí, sí, mansos se iban a quedar cuando te echaran de una patada.
L: Oye, Javier... luego echa sin vistazo a la cortina tres, es que no estoy segura de lo
que...
J: si, luego le echamos un vistazo. (Sonriendo a Laura con miradita incluida y
provocando una media sonrisa en Maca) ¿Has hablado con tu hermano?
M: Sí, viene mañana al mediodía (Sonriendo feliz) y por la noche nos ha invitado a
cenar, tú incluido, así que no hagas planes ¿eh? Señorito. (Javier rió)
J: ok, nada de planes, pero no se yo eh…. No me fío yo mucho de vosotros ¿Viene
Vero?
M: Claro... si no encuentra algún plan mejor. (Guiñándole un ojo)
J: Pues yo tengo un vecino... que me parece que a tu hermana le va a gustar. (Riendo)
M: ¿por?
J: Baja a comprar el pan en calzoncillos, dice que el viento es su amante y que hacen el
amor y no sé que locuras más... seguro que encaja en el tipo de tu hermana. Oh, y tiene
el pelo azul eléctrico.
M: ¡Dios! (Riendo a carcajadas) ¡Es su media naranja! ¡Los tienes que presentar!
E: Pobrecita... ¿no? (Saliendo de la conversación que tenía con Laura)
M: Que va, a mi hermana le encantan esos raritos... ¿No lo viste en el bar?
E: Sí, es verdad, ya se me había olvidado. (Riendo)
L: uy, uy, (En un susurro a Esther) ¿Qué bar? ¿Qué me tienes que contar?
E: Nada, que la moto de Maca estaba en medio de...
M: Ey, no, no, no. Mi moto no estaba en medio (Remarcando la palabra) de nada. Ella
atropelló a mi pobre moto, que estaba muy bien aparcadita al lado mismo de la pared.
E: Ya, sí, lo que tu digas. (Refunfuñando y provocando una sonrisa en la pediatra)
M: Sí, sí... por cierto, ¿Sabes que? Tengo algo que proponerte... (Sonriéndole)
E: Buf... una pija proponiéndome algo...
M: Anda, no seas tontita... ¿Te quieres venir mañana?
E: ¿Mañana?
J: Uy... Creo que con romperle al moto le has caído bien... (riendo)
M: Calla, Sotomayor. ¿Qué me dices? Tráete a tu hermano, prometemos ser buenos...
¿Mhm? (Mirándola con las cejas alzadas)
E: Vale... se lo diré a mi hermano, a ver que dice... pero es que si vais a ir a un sitio...
(Mirando a Sotomayor)
J: Tranquila... nuestra cena no son de ese estilo, el sitio te encantará. Anda, Esther...
anímate.
M: Eso, eso. Y tú... Laura. (La doctora la miró) Contigo también contamos. (Javier le
dio un golpe en la pierna) Así voy conociendo a la gente del hospital ¿Eh?
L: yo... es que... (Miraba a Javier de reojo) Bueno, no sé...
E: Venga, Laura... vente... (Mirándola suplicante)
M: Eso, Laura... vente... (Imitando a Esther y haciendo que la doctora se riese)
L: Bueno, vale... pero solo si Esther viene. (Mirando a la enfermera divertida)
M: Esta chica me cae genial. (Riendo) ¿Qué dices?
E: Bien, iré, pero cuidadito conmigo ¿Eh? (Levantando el dedo índice y acusando a
Maca que sonreía divertida)
M: Ya, ya, tranquila, yo cuidaré de ti. (Guiñándole un ojo bromeando)

Poco después cada uno fue a trabajar un poco, Maca decidió hacerse una idea de que
casos podría tener en urgencias y pidió a Teresa algunos informes, la recepcionista se
los dio encantada, después de decirle que no había venido ningún periodista y de
intentar sacarle algo de información sobre la familia Wilson, Maca sonrió y se largó a la
sala de médicos a leer.

Esther por su parte estuvo trabajando en los turnos de la semana siguiente, de vez en
cuando Eva o Laura iban a verla y para hablar un rato, la verdad es que estaba
resultando un día muy aburrido, hasta Vilches se entretenía jugando al solitario en el
ordenador.

Después de comer pareció que la cosa se animaba, menos para Maca, que en todo el día
no había atendido a ningún niño y ya llevaba leídos un montón de informes, cuando
estaba por ir a pedirle una revista a Teresa para matar el rato su busca sonó, salió
pitando hacia rotonda.

M: ¿Tienes algo para mí? (Sonriendo de oreja a oreja)


T: Sí, ahí mismo. (Maca se dio la vuelta y miró a una mujer mayor que iba con una niña
de unos cinco años de su mano, la niña tenía mala cara y una de sus manos en su barriga
todo el rato)
M: Hola, soy Maca (Estrechando la mano de la mujer para agacharse acto seguido y
quedar a la altura de la pequeña) Hola, bonita (Acariciando brevemente su mejilla) ¿Te
duele la barriguita? (La niña asintió) Vale, yo voy a curarte ¿Mhm? ¿Me vas a dejar?
(Con una dulzura infinita y poniéndole ojitos a la niña, que dibujó una pequeña sonrisa)
Genial ¿y como se llama esta niña tan bonita?

Luz: Luz... y mi yaya Encarna... (Tirando de la mano de la mujer)


M: Bien, pues ahora tú, tu yaya y yo vamos a ir a ver que tienes ¿eh? (Se levantó y miró
a Teresa) ¿Me manadas una enfermera?
T: Esther esta en camino, son su madre y su sobrina. (Maca miró a la mujer y a la niña
de nuevo sonriendo ampliamente)
M: Es un placer conoceros (Miró a Encarna) Tienes unos hijos encantadores.
En: ¿Conoces a Jorge?
M: Sí, hace una semana, su hija tubo... bueno, me hicieron el favor de decirme un
mecánico para arreglar mi moto. (Encaran se puso colorada de golpe)
En: La moto... mi hija es un pato de cuidado, mi Jorge me lo contó porque la niña no
quería.
M: ¿La niña?
En: Sí, mi Esther, decía que no había sido nada y se ponía colorada como un tomate.
(Maca sonrió con ternura)
M: Bueno, no fue nada. Teresa... vamos a ir a cortinas, dile a Esther que estamos allí
¿Eh?

Las tres se metieron en urgencias y Maca las acompañó hasta cortinas, en una cama
libre, Maca ayudó a subir a la niña, para que se dejara palpar la barriga Maca tuvo que
dejarle su fonendo. La pediatra tocaba el abdomen de la niña mientras le iba
preguntando si le dolía o no, Esther apareció por detrás y cogió la mano de Luz dándole
un besito. Y otro a su madre.

E: ¿Qué ha pasado?
En: La niña, que dice que le duele mucho la barriga.
Luz: ¡Me duele! (Enfadada)
En: Vale, vale, le duele.
M: ¿Ha comido mucho? (Muy seria en actitud profesional)
En: Pues... sí, la verdad es que sí, es que he hecho macarrones (A su hija) Ya sabes
como se pone con ellos.
E: A esta pitufa le encantan. (Sonriendo a la niña)
M: ¿Algo más?
En: Pues es que se ha puesto muy pesadita cuando estábamos en el parque, y le he
tenido que comprar cosas de esas, porquerías.
E: ¿Gominolas?
En: Sí, de eso.
Luz: Una bolsa así (Abriendo mucho los brazos y toda feliz ella) de grande.
E: ¡Mama! (Maca rió)
M: Bueno, pues me parece que lo que tenemos es un gran empacho por gominolas,
quizás tenga el estomago algo revuelto unos días, pero... (Miró a Esther) Bueno, si tú ya
lo debes saber ¿No?
E: Sí, sí. (Sonreía) Dieta blanda. (Le guiñó un ojo y el busca de Maca sonó, la pediatra
miró el número)
M: Bueno, Esther, te dejo con ellas, tengo otro paciente. (Feliz) Encarna, un placer. Luz,
¿A que a la próxima no comerás tantas? ¿Eh?
Luz: Buenoooooo... (Maca se acercó y le susurró)
M: Y me guardas unas poquitas ¿Eh? (La niña rió y Maca le dio un beso en la mejilla)
Nos vemos luego (Marchándose hacia rotonda)
E: Y anda que tú... mira que comprarle tantas.
En: Me puso esa carita... no pude resistirme.
E: Aish... esta niña y sus caritas... (Dándole un beso)

Maca fue donde Teresa, y le preguntó, se sorprendió cuando le dijo que no era ningún
paciente sino una mujer la que preguntaba por ella, la pediatra fue a la sala de espera y
sonrió al verla allí parada.

M: Cariño, ¿Qué haces aquí?


Az: Me apetecía saber como iba tu primer día... (Acariciando su cintura)
M: Pues bastante aburrido, ¿Un café?
Az: Claro, pero... ¿El baño?
M: Sí, por aquí.

Maca la acompañó hasta la puerta del lavabo, se iba a quedar fuera pero Azu la cogió
del cuello de su bata y la arrastró hasta dentro, metiéndose en uno de los apartados besó
a Maca, más bien devora la boca de la pediatra, que no pudo evitar un pequeño gemido
al sentir la lengua de Azu explorando su boca, se separaron cuando no les quedaba aire.

M: Azu... aquí no... (Mirando hacia la puerta)


Az: Venga... (Acariciando el cuello de la pediatra, deslizando su mano hacia el centro y
empezando a bajarla juguetona) ¿No te pone? Cualquiera podría entrar y escucharnos...
(Mordiéndose el labio y acercándose a su garganta, deslizando su lengua hacia abajo,
hacia el escote de la pediatra que echó la cabeza hacia atrás)
M: En serio... Azu... de verdad... es mi primer día...
Az: Que más da... (Metiendo una de sus manos por debajo de la camisa de Maca y
acariciando su abdomen, sintieron como la puerta se abría y Maca se tensó)
En: Hija, que quieres, tampoco es para tanto... un empachito de nada...
E: Ya, claro... Luz, cariño, ¿Te acompaño?
Luz: Puedo yo sola. (Colándose en uno de los apartados y dejando fuera a Encaran y
Esther)
En: Parece muy simpática la doctora, no sé porque dijiste lo de pija.

Azu se había puesto de rodillas, mientras besaba el abdomen de la pediatra, lamiendo


cada parte, Maca la intentaba apartar, pero Azu la agarraba con fuerza de sus glúteos
atrayéndola hacia sí.

E: Porque lo es... es una pija... (Mirándose en el espejo) ¿Luz, todo bien?


Luz: ¡Sí! ¡No me hables que no puedo! (Esther rió)
En: Pues a mi no me ha parecido pija...
E: Ya, bueno, eso es porque es una pija... encantadora.
Maca sonrió al escuchar aquello, justo en el mismo momento en que Azu deslizó una de
sus manos dentro de los pantalones de Maca, esta la apartó de golpe, sobresaltada y Azu
se dio un golpe con una de las paredes.

Az: ¡Ay!
En: ¿Qué ha sido eso?
E: ¿Hay alguien? (Preguntó mirando por debajo de las puertas, vio dos pares de zapatos
femeninos y miró a su madre) Bueno... habrá sido fuera (Luz salió) Bien, pequeña, te
vas a ir con la yaya ¿Vale? Peor nada de gominolas.

En y Luz: Yaaaa….
En: ¿Y el alta?
E: Yo me encargo... largo de aquí... (Riendo)

Las dos se fueron, Esther se quedó en la puerta un momento, mirando hacía el lavabo
ocupado, preguntándose que pasaba allí, se encogió de hombros y salió a acompañar a
su madre y a su sobrina.

Maca salía del hospital, ya había terminado su primer día de trabajo, y aunque había
sido bastante aburrido estaba feliz, sus nuevos compañeros le caían muy bien, sobre
todo algunos, y habían aprovechado aquel día para conocerse mejor, incluso Teresa le
empezaba a caer bien, si ignoraba las miles de preguntas que le hacía cada vez que la
veía.

M: ¡Hasta mañana, Teresa! (Intercambiaron un par de palabras y Maca salió a la calle,


empezó a andar hacia donde tenía aparcada la moto, en el semáforo se encontró a
Esther, esperando que se pusiera verde para cruzar.) Hola... (Parándose a su lado y
sonriendo)
E: Ey, hola... ¿Cómo ha ido tú primer día? (Sonriendo de oreja a oreja)
M: Muy bien... ¿Dónde te has metido al final? Casi no te he visto. (Esther rió)
E: ¿La niña pija me ha echado de menos?
M: Ni te imaginas cuanto. (Bromeando, el semáforo se puso en verde y ambas cruzaron
al otro lado, las dos giraron en la esquina, Maca porque tenía su moto allí y Esther
porque iba hasta la estación, la enfermera rió al ver el cartel que Maca había puesto en
la moto, lo cogió y se lo enseñó a la pediatra fingiendo estar molesta) ¿Qué?
E: Cómo que ¿Qué? ¿Te parece bonito? Bueno... al menos no has puesto mi nombre...
(Empezando a sonreír un poco)
M: Si que lo he puesto... ves... (Señalando una palabra)
E: ¿Pato? Será posible. (Poniendo los ojos en blanco y riendo)
M: Anda, déjate de tonterías, te llevo. (Sacando un casco de la maleta de atrás)
E: No, no, tren, el tren es muy seguro. No puedo caerme. (Empezando a andar hacia la
estación)
M: Venga, Esther, si estarás en casa en nada... Prometo no volcar la moto... (Sonriendo
tierna a Esther)
E: Como se vuelque... (Acercándose y quitándole el casco de las manos) te mato...
M: Ya, sí, sí, sube, anda. (Una vez Esther estuvo bien agarrada a la cintura de la
pediatra, y le dijo como ir a su casa, está arrancó)
A Esther le gustó aquél paseo, al principio le clavaba los dedos a Maca en las costillas,
pero poco a poco sus manos se relajaron, para disfrutar de la velocidad, la verdad es que
Maca conduje aquello muy bien, llegaron veinte minutos después a la casa de Esther,
Maca paró el motor y se quitó el casco.

M: Y me llamas a mí pija, tienes una casita con jardín. (Divertida)


E: Es de mi madre... (Dándole el casco mientras le sacaba la lengua)
M: ya, claro... (Riendo) ¿Nos vemos mañana?
E: Claro, en el trabajo. (Riendo)
M: No, no, bueno... sí. Digo en la cena ¿Eh?
E: Oh... eso... no sé, tal vez me sale un plan mejor. (Guiñándole un ojo y metiéndose
hacia adentro)

Maca arrancó mientras Esther abría la puerta de su casa, la cerró con una sonrisa tonta
en los labios y buscó a su madre y a su sobrina, las encontró en el patio de atrás, Luz
llevaba un bikini y estaba sentada en una silla, mirando como Encarna luchaba por
montar la piscina.

E: Hola, princesita. (Dándole dos besos a su sobrina) ¿Ma, que haces? (Viéndola
sostener dos palos en la mano y dándole vueltas a un papel)
En: No sé para que dan las instrucciones si no sirven de nada. (Luz y Esther
intercambiaron una mirada rieron)
E: Ma, aún es pronto para montarla.
En: Hija, llevamos una semana con una calor asfixiante ¿Cuándo es el momento?
E: Vale, vale. (Riendo) A ver... que te ayudo... (Esther tomó las instrucciones y empezó
a darle vueltas) Vale... creo.. que... (Buscaba algo por el suelo, al encontrarlo lo cogió)
esto de aquí va con esos... (Señalando los que sostenía su madre)

Después de más de una hora peleándose con las instrucciones y el material,


consiguieron montarlo, muy orgullosas ellas por su trabajo cogieron la manguera de
agua y empezaron a llenarla, Esther sujetaba la manguera cuando Luz le tiró del
pantalón, la niña sostenía algo en la mano.

E: ¿Qué es eso?
Luz: Estaba en el suelo... ¿No sirve? (Encarna lo cogió y lo miró detenidamente)
En: Parece... como... no sé...
E: Es como...
En y E: ¡Un tapón! (Miraron la piscina y vieron que no se llenaba, en el lado opuesto
había un agujero por el que se escapa el agua)
Luz: Sí es que no se os puede dejar solas... (Imitando la voz de su abuela, las tres
estallaron en carcajadas)

Maca fue directa a su piso, aquella tarde no quedaría con Azu, tenía trabajo, así que
aprovechó para hacer la compra, llamó a Jero y estuvieron hablando un rato, después
empezó a prepara la cena, su hermana le había dicho que tal vez se pasaría, así que
preparó para dos. Sobre las diez de la noche Vero tocó al timbre.

Verónica: Ni te imaginas lo que me ha pasado. (Entrando sin saludar y sentándose en el


sofá, Maca sonrió y se acercó a ella)
M: Buenas noches, hermanita. (Riendo)
Verónica: Ah, sí, buenas noches. (Rápidamente) He conocido al amor de mi vida. (Toda
emocionada)
M: ¿En serio? Cuéntame...
Verónica: Pues estaba yo por la calle, andando para ir un momento a la disco, un rollo
de papeleo, y entonces... lo vi. Estaba sentado en uno de los bancos de enfrente... es
guapísimo... si lo vieras.. ay, creo que esta vez acerté...
M: Bueno, bueno, detallitos, detallitos.
Verónica: Pues se llama Marco, y es actor, bueno... actor, actor, no... trabaja en el
Warner, es bajito y tiene la cabeza algo grande, pero es precioso... oh, y de color
amarillo. (Su hermana frunció el ceño)
M: Amarillo... ¿Amarillo?
Verónica: Sí. Amarillo canario. ¿De que color sino?
M: Espera, espera... ¿De qué te has enamorado? (Sorprendida)
Verónica: ¡De piolín! (Toda feliz)
M: Vero... siento reventarte esa burbuja en la que vives... pero.. (Se puso muy seria) Lo
tuyo es un amor imposible. (Estallando en una gran carcajada)
Verónica: Tonta... piolín es su papel en el Warner... (Maca seguía riendo y se fue a
buscar la cena) ¿Qué tal tú primer día?
M: ¡Muy bien! (Salía de la cocina con una bandeja, que dejó en una mesita delante del
sofá ) Me he tirado la mañana leyendo informes y en cafetería con mis nuevos
compañeros, no están mal, luego hemos ido a comer por ahí y después he tenido mi
primera paciente, la sobrina de Esther, luego ha venido Azu a ver como me iba, y luego
ha venido otro paciente, nada grave, pero no ha estado mal, además, así he aprovechado
para conocer mejor el hospital y eso. (Hablaba muy rápido)

Verónica: Ves... yo no diría que ese ha sido un gran día. (Cogiendo algo de comida)
M: ¿Por qué?
Verónica: Por lo que hay entre paciente y paciente.
M: Vero, por favor... no empecemos. Soy feliz con ella.
Verónica: No lo eres.
M: Lo soy.
Verónica: No, no lo eres, tú no eres... tú no eres como yo, una tapeadota profesional, a
ti te gusta tener tu plato, Y Azu es uno de esos que causan indigestión.
M: ¿Pero de qué hablas? (Riendo) Ella me quiere.
Verónica: Sí, muchísimo... quiere tu piel, tus labios, tus tetas, tu sexo... te quiere sin
duda alguna.
M: Eso no es... vale, sí, le gusta mi cuerpo, como a mí el suyo, es normal, si en una
pareja no hay eso, no es una pareja, si no te gusta acercarte a ella, no sé, no es. Pero esto
si que es, porque a parte del sexo, nos queremos, damos paseos, salimos a cenar, vemos
películas, si solo buscase sexo no haríamos eso. ¿No? (intentando convencer a su
hermana de que se querían, aunque a veces dudaba, pero Azu siempre cabía algo para
que sus dudas se esfumarán)
Verónica: Ya bueno... a no ser que lo haga para garantizar su polvo del día.
M: Vero, en serio, como vuelvas a decir algo malo de ella, voy a tener que enfadarme,
eres mi hermana, pero ella es mi pareja ¿Tanto te cuesta entenderlo?
Verónica: Vale, no quiero discutir, dejemos a esa en paz. (Recibió una mirada dura de
su hermana) No pienso decir su nombre, la comida me sentaría mal... (Sacándole la
lengua) ¿Y que tal Esther? (Sonriendo)
M: Bien, como los demás.
Verónica: Mhmhm... Como los demás... ya, ¿Habéis estado mucho rato juntas?
M: Pues, sí, algo, en la cafetería y cuando he atendido a su sobrina y eso... y luego le he
llevado a casa. (Vero sonrió de oreja a oreja)
Verónica: ¿En serio? Esta muy bien... que te lleves bien con tu compañera de trabajo y
eso.
M: Compañeras... y compañeros.
Verónica: Sí, sí, claro. ¿La has invitado mañana?
M: Sí, a ella y a su hermano, y a otra compañera de trabajo, Laura.
Verónica: ¿Laura? OH... ¿La Laura de Javier?
M: Sí...
Verónica: Parece que mañana será una noche interesante...
M: Eso parece... (Riendo)

Martes (Por la noche)

Habían quedado directamente en el restaurante, los hermanos Wilson iban en el coche


de Vero, un seiscientos pintado con los colores del arco iris, muy discreto él. Cuando
llegaron al pequeño parking Javier ya estaba allí apoyado sobre su todo-terreno y riendo
al verles llegar con aquello. Lo aparcaron a su lado y salieron del coche.

J: Dios... Vero... ¿Aún no te has desecho de él?


V: ¿Qué? No le hagas ni caso, caqui. (Acariciando el coche)
Je: ¡Javier! (Saludando efusivamente a su amigo) ¡Qué alegría, tío!
J: Lo mismo. Que raro que no hayas venido con traje, ahora que ya eres un alto
ejecutivo. (Bromeando con él)
Je: Calla, señorito doctor Sotomayor. Bueno ¿Entramos ya?
J: sí, si tu hermanita no hubiera invitado a medio hospital.
Verónica: A ti lo que te molesta es que ha invitado a cierta doctora ¿Eh?

Laura, Jorge y Esther aparecieron en el coche de la primera, una vez lo pusieron al lado
de los otros dos, se bajaron y saludaron al grupo. Maca se encargó de hacer las
presentaciones, y empezaron a andar hacia el restaurante, Jero y Javier iban delante,
contándose batallitas, Jorge y Vero detrás de ellos, y Maca, Laura y Esther más atrás.

M: Bueno, ya veréis, este sitio os va a encantar.


L: Me fiaré de una Wilson. Y de un Sotomayor.
E: Sobre todo de un Sotomayor... (En bajito y recibiendo un codazo) ¿Qué... (Miró
aquel coche detenidamente) es... eso?
M: ¿No te imaginabas así el coche de una pija. (En su oído)
E: ¿Es... tuyo? (Aún sintiendo el escalofrío que le había recorrido al escuchar aquel
susurro)
M: Que va, de la peque ¿A qué es mono? Hoy me toca conducirlo a mí. (Riendo) Para
mí que se ha roto el brazo para verme ahí subida.
L: Me encanta, al mío debería de hacerle eso. (Riendo)
M: Uy, que no te escuche mi hermana, que se ofrece para pintártelo personalmente.

Entraron en el local, era un restaurante de comida india, estaba decorado al estilo étnico,
las mesas eran pequeñas tablas en el suelo con cojines de colores alrededor, de fondo se
escuchaba música hindú y las luces eran velas dentro de cuencos de madera tallados con
símbolos indios, olía a incienso y las camareras iban vestidas con ropa típica de la India,
se sentaron en la mesa que habían reservado, algunos con algo más de dificultad que
otros.

Maca y Jero pidieron por todos, ya que algunos no sabían ni lo que se comía allí, al
poco rato una camarera apareció con unas jarra de ‘Nimbu pani’, mientras esperaban
que trajeran los platos iban hablando entre ellos.

J: Me alegro que hayas venido.


L: Ya, gracias, no me quedó mucha alternativa.
J: Ya.. pero si no querías venir, bueno...
L: Javier, quería venir. (Mirándolo a los ojos) Me apetecía, además, me hace gracia
conocer a tus amigos de la infancia. (Sonriendo)
J: Ya... (Mirándola sonriente)

Al lado de Laura, Vero le explicaba a Jorge lo que eran algunos platos y le hablaba de
un viaje que había hecho a la India.

Verónica: Pues sí, es un sitio increíble y mira... (Señaló uno de los nombres en la carta)
Esto esta riquísimo... es pollo o cordero con arroz aromatizado con naranja y
acompañado de agua de rosas... ¿A qué suena bien?
Jorge: Sí, ¿Ese lo han pedido?
Verónica: Claro, es el favorito de mi hermana.
Jorge: ¿Estuviste en los templos de los monos?
Verónica: Sí, aquello... buf, me impactó muchísimo, eran tan... como nosotras y tan...
salvajes a la vez, era como si hubiéramos sido nosotros antes o en un futuro... no sé...
pero hay cosas preciosas por allí, y cosas impactantes.
Jorge: Mi mujer estuvo hace un tiempo, con la ONG, y... llegó tocada. Es uno de los
viajes de los que menos me ha hablado.
Verónica: Bueno, ya te digo, es impactante, tanto en lo bueno como en lo malo,
depende de a que zonas vayas tienes que ir muy preparada psicológicamente.

Al otro lado, Maca miraba como Esther intentaba descifrar los nombres de los platos
que había en la carta, sonreía divertida, su hermano, a su lado la miraba a menudo,
sonriendo de vez en cuando, se acercó un momento a su oído y le susurró algo.

M: Venga... (Mirándole un momento) No es eso... pero... (Se acercó y le susurró) ¿No


es encantadora?
Je: Ya... va a ser eso.
M: Venga, Jero, ya sabes que yo...
Je: Sí, sí, no me lo recuerdes anda, tontita. (Dándole un empujoncito y haciéndola
chocar con Esther que levantó la mirada confusa y la volvió a poner en la carta)
M: ¿Te ayudo en algo?
E: No... si ya... esto... ¿Venís mucho aquí? (Dejando la carta y rindiéndose)
M: Sí, es uno de nuestros favoritos. ¿No te gusta?
E: Sí, sí, no sé... ni siquiera sé pronunciar los platos. (Riendo)
M: Tranquila... come lo que yo y ya está... (Sonriendo con dulzura) Ya verás, te va a
gustar. (En un susurro seductor)

Trajeron los platos, colocándolos desperdigados por la mesa, como era tradición, todos
comían del mismo palto, aunque también era tradicional hacerlo con las manos y esa
práctica no la llevaron a cabo, Maca iba pinchando de aquí y de allí, Esther examinaba
cada plato, intentando distinguir algo que conociese.

J: Bueno, Vero, quieres dejar a Jorge un poquito, que tiene mujer... (Bromeando)
Verónica: Y yo estoy enamorada de otro, Sotomayor, que no soy como piensas.
J: ¿No eres increíblemente guapa? Vaya... que chasco... (Todos rieron)
Verónica: Vale, ni se te ocurra usar la excusa del alcohol, que ya sabes que esto no
tiene... (Levantando su vaso)
L: ¿No tiene? Menos mal, porque a este le sienta muy mal.
J: ¡Eh!
L: No me mires así que es verdad, anda, toma y calla. (Metiéndole un montón de arroz
en la boca y haciendo reír a todos)
M: Como sigas mirando te vas a quedar sin nada de comida.
E: Ya es que...
M: Venga. (Miró los platos) A ver que tenemos por aquí... (Pinchó con su tenedor un
poco de un palto) Esto mismo…(lo acercó a la boca de Esther que se echó para atrás y
miró el tenedor)

E: ¿Qué es? (Sonriendo)


M: No, no, primero lo pruebas... luego te lo digo... (Esther sonrió y se puso algo
colorada, abrió la boca un poco y dejó que Maca le diese la comida)
Jorge: ¡Pato! ¡Que ya sabes comer sola! ¿Eh? (En broma y haciendo que su hermana se
pusiera como un tomate)
Verónica: Déjala, hombre, solo esta probando cosas nuevas. (Divertida)
M: ¿Te ha gustado? (Mirándola con las cejas alzadas)
E: Ehm.. sí... esta rico... ¿Qué era?
M: Tripas de lagarto con revoltillo de grillos. (Muy seria, Esther hizo una mueca)
E: Me quieres matar... (Negando con la cabeza y con carita de asco)
M: ¡Que va! (Riendo) Es solo pollo... (A su oído y llevándose un manotazo en el
antebrazo)
E: No vuelvas a hacer eso ni de coña... (Riendo)
M: Vale, vale.. seré buena... (Guiñándole un ojo y volviendo a comer)
Verónica: Bueno, Laura, así que tu estuviste con Javier ¿Eh? (Todos la miraron)
L: Esto.. sí... hace algún tiempo...
Verónica: Vaya, ¿Y porque lo dejasteis? (Con curiosidad)
L: Pues... bueno...
Verónica: Eh, que no hace falta que contestes, es que no sé, tenía curiosidad,
Sotomayor es un Sotomayor, pero es bastante bueno, es más... si se tiñera el pelo de
verde o le diera por ser un bohemio... me lo quedaba yo. (Riendo y fijándose en como se
miraban Laura y su amigo) ¿Y tú, Esther? ¿No te parece buen chico Javier?
E: Jaja, mucho, pero no es mi tipo.
Verónica: ¿Y mi hermana? (Esther se atragantó con un trozo de pollo y empezó a toser,
Maca cogió su copa y le dio algo de beber para que se le pasará, Vero contempló la
escena sonriente)

Terminaron de cenar entre risas y más bromas, lo estaba pasando en grande, así que
cuando llegó la hora de marcharse optaron por ir a algún sitio a bailar y tomar unas
copas, cuando estaban decidiendo a donde ir, el móvil de Maca sonó, la pediatra lo
buscó en su bolso y se alejó muy poco del grupo para hablar.
M: Hola...
Az: Hola, ¿Dónde estás? Te he ido a buscar a tu casa. (Enfadada)
M: Cariño, te dije que iba a cenar con mi hermano y unos amigos.
L: Bueno, ¿Entonces vamos a tu discoteca? (A Vero)
Verónica: Claro, allí las copas nos salen gratis. (Todos reían)
Az: Ya veo que te lo estás pasando bien.
M: Azu, te avisé, me apetecía cenar con ellos, anda, no te enfades ¿Mhm? (Melosa)
Az: No me enfado solo que... yo quería estar contigo esta noche...
M: Ya, lo sé pero de vez en cuando me gusta salir con mis hermanos.
Az: Ya, sí... pero... ¿Ya habéis terminado de cenar, no?
E: yo he estado alguna vez en esa discoteca, no esta mal. (Sonriente)
J: ¿Vais a meternos en una disco de ambiente?
L: Venga, que seguro que ligas... (Dándole un codazo gracioso y provocando más risas)
Az: ¿Qué pasa? ¿Qué no saben que estás hablando por teléfono? ¿O que?
M: Azu, no te pongas así, me lo estaba pasando bien ¿Vale? Solo eso, de vez en cuando
me va bien salir un poco, contigo apenas lo hacemos.
Az: Maca, esta semana hemos hecho un montón de cosas juntas, joder, parece que no
quieras estar conmigo.
M: Si que quiero, tonta. (Vero se acercó a su hermana)
Verónica: Maca, que vamos a ir a mi discoteca, cuelga ya, anda. (Fue a coger el
teléfono pero su hermana se apartó)
M: Azu, tengo que colgar, no te enfades, cariño, por favor. (Escuchó un suspiro al otro
lado)
Az:¿tienes que ir a esa discoteca? Ya habéis cenado... porque no te pasa por mi casa... y
ya sabes. (Sensual)
M: Azu, me apetece mucho, anda...
Az: Bueno, esta bien, ve a la discotequita de tu hermanita. (Colgando el teléfono)
Verónica: ¿Algo mal? (Mirando el rostro triste de su hermana)
M: Se ha enfadado...
Verónica: Pues ya tiene dos problemas. (Acariciando el brazo de Maca) Anda, que
hasta hace nada te lo estabas pasando genial, y aún queda mucha noche ¿Eh?
M: Sí, pero.. no sé... tal vez debería ir a hablar con ella...
Verónica: Maca, no. (Mirándola seria) No va a pasar nada porque no os veías una
noche. Y tú has invitado a todos estos ¿Los vas a dejar tirados? ¿Eh?
M: No, pero...
Verónica: Nada, nada. (Dándole palmaditas a la espalda) Las niñas malas se quedan
aquí, y tú eres la más mala, así que aquí a pringar, además, a mi no me dejas con todos
estos ni de coña. (Riendo)
M: Vale, pero un rato y voy a verla ¿eh?
Verónica: Sí, sí, un rato.
L: Bueno ¿Vamos?
Je: Eso hermanita ¿Ya? ¿Has terminado de fichar?
M: Graciosito. (Sacándole la lengua) Vamos, anda.
Verónica: Vale, yo voy con Javi y Jero, que estos se nos escapan. (Riendo mientras iba
hasta el todoterreno) Laura, vente y luego pasamos a por tu coche ¿No? (Sonriendo y
cogiendo de un brazo a Javier y de otro a Laura) Venga, pareja, Jero.. Jorge... más
rápido los he visto.
Jorge: ¿Y mi hermana?
Verónica: Bueno... en este ya no cabemos... pero (Su mirada se iluminó divertida)
Seguro que a Esther le apetece subirse a mi deportivo con Maca ¿Eh?
E: Yo, bueno... esto...
M: Conduzco ese trasto mejor que la moto... (Sonriendo a la enfermera)
Verónica: Venga, nos vemos allí. (Haciendo subir a todos y guiñándole un ojo a su
hermana que negó con la cabeza)
M: Anda, sube. (Abriéndole la puerta y esperando que subiera para cerrar, dio la vuelta
y subió al lado del conductor, metió las llaves con el llavero de un conejo rosa gigante y
puso en marcha el contacto)
Verónica: Anda, Javier, que vamos a tomar un atajo, gira a la izquierda.
J: Espera a Maca ¿No?
Verónica: Ella ya sabe donde ir. Gira, anda... (Con carita de niña buena)

Maca perdió de vista el todo-terreno, siguió por el camino que ella conocía, que se
tardaba como unos veinte minutos más, algo que su hermanita sabía muy bien.

E: ¿Dónde se han metido?


M: Ni idea, pero yo sé ir, tranquila. (Estaba algo seria)
E: Ey.. ¿Qué te pasa? O eres de esas que cuando conducen desconecta. (Riendo)
M: No, no. (Sonriendo) Estaba pensando.
E: ¿en que? (Acarició un momento la mano de Maca, en un gesto inconsciente, la
separó enseguida) ¿no lo pasas bien con nosotros? (Sonriéndole)
M: Sí, sí. Solo que... bueno, la llamada de antes.
E: ¿Tu... pareja?
M: Sí, mi pareja, creo que no le ha hecho mucha gracia que viniera hoy con vosotros.
E: Vaya, lo siento... (Mirando por la ventanilla) Si quieres irte, nos vamos, a mi
tampoco me hace mucha gracia lo de la disco, me llevas a mi casa y vas a verle.
M: No, no, que no te he visto reír tanto desde que nos conocemos, anda. Lo pasaremos
bien. (Mirándola un instante y sonriendo de oreja a oreja) Además, ahora que mi
hermana me ha convencido, no irás a dejarme sola ¿No?
E: Nooo... (Riendo) Nunca.
M: Así me gusta.

Por el camino hablaron mucho, bromeaban y a Maca se le olvidó el enfado de Azu, la


verdad es que se lo pasaba en grande con Esther, aparcaron el coche cerca del todo-
terreno de Javier, no se les veía por ninguna parte, así que entraron dentro de la
discoteca.

M: Buff... esto esta lleno. (Gritando al oído de Esther para que la escuchase)
E: ¿Cómo los vamos a encontrar?
M: ¡Ni idea! Pero... venga.. (Cogió la mano de Esther para que no se perdiera y empezó
a hacerse hueco hasta la barra, Esther apretaba la mano de Maca y por un segundo sintió
algo dentro que la hizo estremecerse, negó con la cabeza y se detuvo al llegar a la barra)
¿Qué vas a tomar?
E: Un caipirinha. (Una camarera se acercó y saludó a Maca efusivamente, estaba claro
que se conocían, Maca le pidió dos caipirinhas y la camarera los sirvió en un momento)
M: Ten... (Acercándole su copa) Esto... ¿Esta bueno?
E: Jaja, ¿no sabes lo que es?
M: Bueno, en el restaurante he elegido yo, aquí... tú. (Mirándola a escasos centímetros
de ella, estaban muy apretadas por la cantidad de gente)
E: Mhmhm.. va bien saberlo... (Mordiéndose el labio antes de darle un sorbo a su copa)

Estuvieron un rato mirando como la gente bailaba, desistieron de hablar porque era
prácticamente imposible hacerlo, no había ni rastro de los otros, seguramente porque no
estaba allí, Vero les había dicho que primero iban a la de al lado, que era de unos amigos
y luego a aquella. Nadie tuvo ninguna objeción, sobre todo porque les dijo que Maca ya
lo sabía, que era lo que hacían siempre.

Maca terminó su copa e iba a pedir otra cuando la mano de Esther la detuvo, miró a la
enfermera que se acercó a su oído.

E: ¿Bailamos un rato? A ver si estás por la pista estos.


M: Oh, claro. Venga. (Maca se dejó guiar por Esther hasta el centro de la pista, ambas
miraban a ver si encontraban el resto, bueno, Maca miraba más, estaba incomoda y no
sabía porque)

Empezaron a moverse al ritmo de la música, una canción movidita, sus cuerpos


chocaban muy a menudo, por los empujones de los demás bailarines, Esther reía
contenta, alegría que contagio a Maca, haciendo que su incomodidad descender un poco
a la vez que se empezaba preocupar por el hecho de no pensar mucho en Azu. La
canción terminó y empezó a sonar una lenta. Mujer contra mujer. Provocando muchos
aplausos entre la multitud. Al tiempo que sonaban los primeros acordes, entraban Vero y
los demás por la puerta.

Verónica: Pues no lo entiendo, porque Maca ya sabe que siempre vamos primero a la
otra... se habrá olvidado...
J: Venga, que no pasa nada, vamos a buscarlas. (Fueron a la barra, el único sitio donde
había un poco de hueco, casi todo el mundo había ido a bailar a la pista, donde Maca y
Esther se miraban sin saber muy bien que hacer)

La multitud las apretaba la una contra la otra, se separaban cuando había hueco, pero
irremediablemente sus cuerpos volvían a unirse, Esther cogió la mano de Maca y la
colocó en su cintura, pasando su otro brazo por la espalda de la pediatra, Maca sonrió
brevemente y colocó su otra mano en la espalda de Esther, abrazándola con cuidado y
sin acercarse demasiado, pero sin poder evitar que siguieron chocando de vez en
cuando.

Luego a solas,
sin nada que perder
tras las manos
va el resto de la piel

Esther apretó a Maca contra sí, estaba harta de recibir tantos codazos así que buscó
refugio en la pediatra, apoyando su cabeza sobre el hombro de esta.

Vero se subió a uno de los taburetes para tratar de verlas, las localizó enseguida,
bailando abrazadas en medio de la pista, aunque siguió haciendo que las buscaba,
mientras los demás le iban preguntando si las veía o no.
Una chica dio sin querer un empujón a Maca, que como reacción se apartó un poco
abrazando a Esther contar ella, para ocupar el menos espacio posible, Esther sonreía y
acariciaba el otro hombro de Maca con su mano.

Quien detiene palomas al vuelo


volando al ras del suelo,
mujer contra mujer

Vero bajó del taburete ayudada por su hermano y Jorge, Laura estaba con Javier
pidiendo algo para tomar.

Jorge: ¿Las has visto?

Verónica: Que va, a lo mejor están en el baño, ya las encontraremos. ¿Tomamos algo?
(Sonriendo de oreja a oreja y pasando entre los dos para apoyarse en la barra, Jorge se
puso a su lado pero Jero se quedó mirando a su hermana pequeña sonriente)

No estoy yo por la labor


de tirarles la primera piedra,
si equivoco la ocasión
y las hallo labio a labio en el salón.

La canción terminó justo cuando Laura se abría paso con Javier para bailar, Vero los
había intentado retener, pero la pareja iba bastante contentilla, se encontraron con Esther
y Maca, cuando se separaban para mirarse un segundo, empezó a sonar una música más
animada, Laura llamó al resto y como pudieron se hicieron hueco para estar todos
juntos.

Jorge fue a coger a su hermana para bailar con ella, pero Vero se puso en medio y
cogiendole de las manos empezó a bailar animadamente con él, miró a Maca que solo le
sonrió poniendo los ojos en blanco.

M: Voy a por una copa ¿Te traigo algo?


E: Sí, por favor... ya sabes. (Con una mano en el antebrazo de la pediatra)
M: Vale, vuelvo enseguida. (Se fue hacia la barra)

Jero se acercó a Esther y empezó a bailar con ella, mientras Laura y Javi se
contorneaban juntos alejándose del grupo.

Je: ¿Qué tal lo estás pasando?


E: ¡Muy bien! (Riendo)
Je: Genial, eso significa que a la próxima te apuntarás ¿No?
E: Sí, claro, contad conmigo. (Sonriente)
Je: Esther.. ya se que apenas nos conocemos y eso... pero... ¿Puedo decirte algo?
E: Claro. (Mirándolo)
Je: Mi hermana... bueno... ¿Sabes que es... lesbiana? (Esther lo miró con algo de ilusión
en sus ojos, no pudo controlarlo)
E: ¿En serio? Sabía que tiene pareja pero no...
Je: No es una pareja lo que tiene, mi hermana esta algo... ciega, no ve la realidad, pero
espero que pronto abra los ojos. Y tú tal vez puedas echar una mano en eso.
E: ¿Yo? ¿Por qué?
Je: Pues porque parece que os lleváis muy bien, y aunque Vero y yo solemos sacar a
Maca de las zarpas de esa tía, nunca viene mal una ayuda extra, tomar un café con ella o
algo... tenerla entretenida.
E: Tu hermana ya es mayorcita, no sé, Jero, pareces un buen tío, pero no creo que...
Je: Esther, no conoces a esa mujer, se esta aprovechando de Maca, no te pido que te
enamores de ella, ni nada de eso, solo que seas su amiga, aunque Maca pueda ser a
veces algo borde...
E: Ya soy su amiga (Riendo al saber que había malinterpretado al hermano de Maca)
Tranquilo...

La pediatra estaba en la barra, la camarera dejó las dos copas delante suyo y cogió una
con cada mano, notó como una mano le tapaba los ojos y sonrió dulcemente.

M: No hacia falta que vinieras a por tu copa, no me la iba a beber por el camino.
(Riendo)
Az: Aún no te he pedido ninguna copa... (En un susurro sensual a su oído, mientras
lamía el lóbulo de su oreja, la pediatra se dio la vuelta de golpe)
M: ¿Azu? ¿Qué haces aquí, creía que...
Az: No soporto enfadarme contigo... (Acariciando con una mano el escote de Maca)
¿Me perdonas?
M: Cla... claro... (Cuando Azu la besaba) Pero... mis hermanos están aquí...
Az: Vale.. que estén... no he venido por ellos... (Besándola de nuevo)
M: Espera... llevo esto y vuelo ¿Ok?
Az: Te espero en el baño... (Acariciando el cuello de Maca mientras se iba)

La pediatra fue con los demás y le dio la copa a Esther, pero cuando se iba a marchar de
nuevo Vero la detuvo y empezó a bailar con ella, todos empezaron a seguir los pasos de
Maca y Vero, imitándose y riendo, Esther se puso al lado de Maca y empezaban a hacer
las payasas juntas, Maca olvidó que Azu estaba en el servicio.

Aunque Azu tampoco es que pensará mucho en ella, se había encontrado con una “vieja
conocida” con la que estaban “poniéndose al día” en uno de los privados, así se
entretenía mientras Maca volvía. La pediatra seguía en la pista cuando se acordó de
Azu.

M: Tengo que ir al baño.


E: ¡Te acompaño!
M: No, Esther déjalo.. es que...

Verónica: Esa esta aquí ¿Verdad? (Esther miró a Vero al igual que Maca, mientras
empezaba a sonar otra canción lenta)
M: Esto...
Verónica: Déjalo. (Empezando a bailar con Jorge, esperaba que su “enfado” hiciera que
Maca no se moviera de allí)
E: Anda, baila conmigo una canción más... y luego te dejo ir ¿Eh? (Con cara de ángel,
la pediatra no pudo resistirse y abrazó a Esther empezando a balancear sus cuerpos al
ritmo de la música)
Las horas pasaban.. Maca no había vuelto a pensar en Azu, Azu hacía un rato que se
había ido a ver la decoración del piso de su “vieja conocida” y los demás estaban ya
agotados. Salieron del local y fueron a los coches, Maca acercaría a Jorge y Esther a
casa, Laura se iba con Javier a buscar su coche, Vero vivía allí cerca y Jero no muy
lejos, aunque Maca lo acompañó un momento a casa.

En media hora estaban delante de la casa de Encarna, Jorge se despidió de las chicas y
desapareció por la puerta, se estaba meando encima, Esther y Maca se reían de él, se
bajaron del coche y Maca acompañó a Esther a la puerta.

E: No hace falta...
M: ¿Y si te pasa algo por el camino? (Fingiendo seriedad)
E: Ya claro.. ¿En dos metros de camino? (Riendo con ella)
M: Vale, vale... Anda, entra ya.
E: Sí. (Esther miró a Maca y volvió a sentir algo, la pediatra empezaba a gustarle, y no
solo como amiga, pero no quería que le gustase, no cuando le habían dicho que Maca
estaba cegada por aquella mujer, suspiró)
M: ¿Pasa algo? (Al oír su suspiro)
E: Nada... solo que... me lo he pasado muy bien esta noche.
M: Y yo. Y tú tienes mucha culpa en eso. (Sonriendo feliz)
E: Lo siento... (Bromeando)
M: Tengo que ir a casa... mañana entro a las doce...
E: Pobre, que poco vas a dormir.
M: Estoy acostumbrada. (Esther se puso algo triste con aquel comentario pero
enseguida sonrió, estaba exagerando las cosas, no le podía gustar aquella mujer)
E: Bueno... voy a entrar.
M: Sí... (Pero ninguno de los dos cuerpos parecía querer moverse de allí, Maca pensó
en irse, moverse, hacer algo, pero nada, su cuerpo pasaba completamente de sus
ordenes)
E: Buenas noches...
M: Sí, buenas noches... ¿Nos vemos mañana?
E: Claro... compartiremos resaca en cafetería con Laura y Javier. (Riendo)
M: Sí... Me voy ya. (Asintiendo como si así se fuera a mover)
E: Vale... buenas noches...
M: Eso ya lo has dicho (Riendo)
E: Anda, lárgate. (Empujándola suavemente) ¡Hasta mañana! (Cerrando la puerta y
dejándose caer al suelo, sentada) Mierda...

La pediatra llevaba ya tres horas de trabajo y estaba como si llevara todo un día, la
noche anterior la había dejado físicamente agotada. Y parecía que los niños de todo
Madrid habían decidido que aquel era un buen día para ponerse malos. Cuando parecía
que podría relajarse un poco su busca empezó a sonar, fue a rotonda a ver que pasaba.

T: Maca, tienes ahí a un paciente... (Teresa llevaba examinado a Laura y a Maca desde
que habían llegado, y es que las dos estaban igual de cansadas, Javier tenía guardia más
tarde y Esther debía estar a punto de llegar)
M: Vale, ¿Me das el historial?
T: Sí, claro... toma... (Buscándolo y dándoselo) Así que anoche os lo pasasteis bien
¿Eh? (La pediatra sonrió, le guiñó un ojo y fue a buscar a su paciente) Esta pija... no
suelta prenda... con lo encantadora que estaba...
Maca llevó al niño a una de las salas, llamó a Teresa para que le mandara una
enfermera, pero le dijo que no había ninguna disponible, que en cuanto la hubiera se la
mandaba.

M: Bueno, ahora vendrá una enfermera para sacarle sangre y hacerle unos análisis,
parece que algo le ha sentado mal. ¿Ha comido algo especial?
Madre: No, no, bueno... ha estado con su padre, estamos divorciados, pero el niño tiene
una dieta estricta. No se la ha saltado.
M: ¿Esta segura?
Madre: Sí, vamos.. lo mato. (Riendo)
M: Bueno... ¿Podría llamarle y preguntarle por si acaso?
Madre: Sí, ahora mismo. (Se dirigió al niño) Cariño, te dejo con la doctora, mama va a
llamar a papa. ¿Vale?
Niño: Sí... (La madre salió con el móvil al pasillo)
M: Muy bien... ¿Quieres que te traiga un juego mientras? (Acariciando la cabeza del
pequeño)
Niño: Sí. (Sonriendo de oreja a oreja)
M: Vale, no te muevas de aquí, eh.
Niño: No puedo. (Riendo)
M: Eso espero, que como vuelva y no te encuentre...
Niño: no me muevo... lo prometo.
M: Vale, ahora vuelvo.

La pediatra salió a buscar un juego para el pequeño. Mientras tanto, Esther llegaba a su
turno.

E: Hola Teresa... (Con algo de ojeras)


T: Vale, se acabó ¿Qué hicisteis?
E: Que hicimos... ¿Quién? ¿Cuándo? (Firmando el registro, Laura llegó y se apoyó
junto a Esther, poniendo su cabeza en su hombro)
L: Quiero irme a casa...
E: Buf... pues anda que yo...
L: ¡Pero si tú has dormido más! Yo llevo ya tres horas.
T: ¿Dónde fuisteis? Anda... venga...
E: Teresa, solo cenamos. ¿Hay mucho lío?
T: Pues... mira sí, y Maca necesita una enfermera esta en...
L: Te acompaño. (Cogiendo de su brazo)
E: ¡Gracias Teresa! (Fueron al vestuario para que Esther se pusiese el uniforme, Laura
se dejó caer en un banco) Oye, ¿Qué tal anoche? ¿Encontrasteis bien el coche?
L: Esther... siéntate... (Dando palmaditas con la palma de la mano a su lado)
E: Uy... que has hecho ya... (Abrochándose los botones de la camisa)
L: Pues... sabes que Javier me acompañó a buscarlo ¿No?
E: Sí. (Empezando a sospechar que había ocurrido)
L: El caso es que llegamos, pero yo no encontraba las llaves, debía dejármelas en la
discoteca, no sé, así que me acompañó a casa...
E: Y... (Sonriente)
L: Pues que... bueno... nos hemos despertado juntos.
E: Ya... juntos.. ¿Juntos? (Riendo)
L: No te rías (Riendo también)
E: Entonces... ¿Volvéis?
L: No, sí (Miró a su amiga) Buff... no lo sé. Supongo que tenemos que hablar. Yo tenía
que venir aquí así que lo he dejado allí.
E: ¿Javier esta en tu cama durmiendo?
L: Sí.
E: ¿Y le has dejado una nota o algo?
L: No... ¿Por?
E: ¿Qué pasaría por tu cabeza si te despertaras después de una noche de alcohol en casa
de Javier y no hubiera rastro de él?
L: Buff... vete a saber lo que se le ocurre. (Ambas rieron)
E: Anda.. venga, voy a ver que quiere Maca.
L: Es verdad... ¿Te fuiste con ella, no? (Dándole un codazo y sonriendo pilla)
E: Sí.. pero no hemos amanecido juntas ¿eh? (Riendo y poniéndose colorada)
L: ¿Por qué no queréis, quieres o quiere?
E: Buf... porque no. Ella tiene pareja, o algo parecido... no sé... creo que son amantes o
algo así.
L: Madre mía, de culebrón... (Bromeando y guiando a Esther donde atendía Maca)
Anda, entra. (Dándole un cachete en el culo) Voy a inyectarme café en vena.
E: Anda que... (Riendo y abriendo la puerta, Maca estaba sentada en la cama del niño
jugando con un juego) Hola... ¿Me necesitas? (Acercándose sonriente y poniendo su
mano en la espalda de Maca)
M: Hola... (Sonriente) No pareces muy cansada tú... (En un susurro) ¿Le puedes sacar
sangre y mandarla al laboratorio?
E: Claro... a ver.. (Emepzando a preparar el material)
Niño: ¿Me va a doler?
M: Que va, si esto ni lo notas.. además... (Acercándose a su oído y susurrándole en
secreto) Es la mejor enfermera de todo el hospital...
Niño: Bueno, si es la mejor... (Esther miró a Maca y sonrió, le extrajo la sangre al
pequeño)
E: ¿A que ni te has enterado? (Acariciándole el pelo)
Niño: Tienes razón, es la mejor. (A Maca que se sonrojó un poco)
M: Ya te digo. (Riendo) ¿Les puedes meter prisa?
E: Lo intentaré. (Cogiendo la muestra y marchándose)

Maca fue a tumbarse en el sofá de la sala de médicos cuando su móvil empezó a sonar,
lo cogió abatida y miró la pantalla, pulsó el botón verde y lo acercó a su oreja.

M: ¿Qué quieres?
Verónica: Que mal te sienta salir...
M: Venga, Vero, que no estoy yo...
Verónica: Ya, ya, o sea que lo de salir esta noche ¿Nada, no?
M: ¿Otra vez? Que va, yo no aguanto... te recuerdo que trabajo... ¿Qué tal el fin de
semana?
Verónica: Claro... pero dile a Laura, Javi, Esther y Jorge ¿Eh?
M: Sí, ya se lo diré. Oye... ¿Vendrás a cenar esta noche?
Verónica: No, he quedado...
M: Uy... ¿Con quien?
Verónica: Con el cabezudo amarillo (Riendo) Me a dado entradas para la Warner...
otros regalan flores... (Maca rió)
M: mira, más práctico es...
Verónica: Sí, sí... ¿Sabes algo de Laura y Javier?
M: Laura anda por aquí y Javier entra más tarde ¿Por?
Verónica: Por nada...
M: Uy, ¿Qué estás maquinando ya?
Verónica: ¿Yo? (Intentando sonar inocente sin conseguirlo) Yo no maquino, hermanita,
si un caso... doy empujoncitos. ¿Qué tal Esther?
M: Vero... que se te ve el plumero...
Verónica: No me negarás que es buena chica...
M: Lo es, pero te recuerdo que tengo pareja... o eso creo...
Verónica: ¿Eso crees? (ilusionada) ¿Sigue enfadada? (Empezando a dar saltitos de
alegría)
M: Sí, no sé, apareció ayer, pero como no me dejabais irme la deje tirada... bueno, no
me dejabais y me olvidé un poco, sería el alcohol...
Verónica: Sí, claro, el alcohol... (Riendo)
M: Vale, deja de hacer eso.
Verónica: ¿Eso que?
M: Estas dando saltitos... (Sonriendo)
Verónica: Noooo... (Dejando de hacerlo) Eso es muy infantil, y yo soy una adulta.
¡Dale recuerdos a Esther! (Colgando entre risas)
M: Será...

Al acabar el turno se fue directa a casa de Azu, quería hablar con ella, no la había visto
en todo el día ni había hablado con ella. Dejó la moto en el portal y tocó al timbre,
esperó unos minutos sin obtener respuesta, cuando ya se marchaba escuchó su voz.

M: Azu, soy Maca.


Az: Sube. (Abriendo la puerta)

La pediatra se metió en el ascensor y subió a la planta de Azu, su puerta estaba


entreabierta, entró y la cerró tras de si.

M: ¿Azu?
Az: ¡En el baño! (Se escuchaba un secador de pelo, Maca fue hasta allí y se la encontró
desnuda, secándose el pelo, se apoyó en la puerta y contempló su cuerpo) ¿Vas a
quedarte ahí?
M: No, claro. (Se acercó por detrás y la abrazó, besando su hombro y mirándola través
del espejo y sonriendo al ver que no estaba enfadada) Siento lo de anoche.
Az: Yo también, pero es que me llamó mi madre, que se encontraba mal. Lo siento,
cariño. ¿Estuviste mucho buscándome? (Maca frunció el ceño)
M: ¿te fuiste?
Az: Sí... (Miró a Maca) ¿No es eso lo que sientes?
M: Sí, bueno.. es que no pude ir a buscarte, me entretuvieron.
Az: Oh, vaya, muy bonito... anda que si llego a estar allí, esperando como una tonta.
(Haciéndose la enfadada)
M: Pero te fuiste... (Mirándola con cariño) Así que... (Le sacó la lengua)
Az: Eso, busca excusas... no te van a servir
M: ¿Ah, no?
Az: no... vas a tener que compensarme... (Girándose y agarrando el cuello de la
pediatra) Toda la noche... (En un susurro sensual)
M: Estoy agotada...
Az: Yo no... además... la semana que viene me voy de viaje...
M: ¿Y eso?
Az: el trabajo... ya sabes... salgo el domingo por la mañana...
M: Vaya.. ¿Una semana entera?
Az: Sí, pero tranquila, que enseguida que vuelva voy a buscarte ¿Mhm?
M: Más te vale, cariño.

Esther llegaba a casa agotada, abrió la puerta y entró, se encontró a su madre riendo en
el pasillo, mirando hacia el comedor, se acercó y echó un vistazo, Jorge, la niña y su
cuñada estaban allí.

E: ¡Susana! (Abrazando feliz a la mujer de su hermano) ¿Qué tal todo?


S: Buff... muy bien. Agotada. Pero ya estoy en casa. (Sonriendo al mirar a la niña) Esta
peque me estaba poniendo al día... (La niña reía y se abrazaba a su madre)
Jorge: Venga, Luz, deja a mama, tiene que descansar.
S: Anda, Jorge, déjala. ¿Te vienes a dormir con mama?
L: ¡Sí! (Abalanzándose sobre ella)
S: Muy bien. (Dándole un besito en la mejilla) Esther, ya nos pondremos tú y yo al día
¿Eh? (Guiñándole un ojo y sonriendo)
E: Claro que sí guapísima, me alegro de que hayas vuelto. (Acariciando su mejilla y
dejándolas pasar para que fueran a dormir) Estarás contento ¿eh? (A su hermano)
Jorge: Mucho... si no estuviera tan cansada la secuestraba. (Bromeando)
E: Anda... ¿Habéis cenado ya?
En: Si, hija, te hemos dejado la comida en el microondas. Yo me voy también a la cama
que tengo sueño.
E: Vale, ma, buenas noches.
Jorge: Buenas noches, ma. (Jorge se sentó en el sofá y Esther fue a buscar su comida,
volvió con ella en una bandeja y se sentó al lado de su hermano) ¿Qué tal el día, pato?
E: Bien... cansada de anoche, pero vaya.
Jorge: Sí, yo también estoy hecho polvo. (Bostezando)
E: Anda, vete a dormir...
Jorge: Ya, ahora mismo... en cuanto me cuentes algo interesante.
E: ¿algo interesante? (Riendo) ¿Cómo que?
Jorge: Como que pasa con la mayor de los Wilson.
E: No pasa nada con Maca. (Jugando con el tendedor)
Jorge: Venga, hermanita... ya sabes que a mí me cuesta un poco darme cuenta de los
detalles, pero al final lo acabo haciendo. Esa chica te gusta.
E: No me gusta ¿Piensas que tengo quince años aún?
Jorge: A veces. (Riendo y recibiendo un cojinazo de su hermana) No, en serio, sientes
algo por ella, aunque sea poco.
E: No sé, me gusta estar con ella, bastante y... no sé, a veces la miró y me quedo
embobada y... yo que sé... no quiero meterme en líos ahora, estoy muy bien sin pareja.
Jorge: Hermanita, sabes que en eso... no puedes elegir.
E: ya, pero ella tiene pareja y solo me busca como amiga, te lo aseguro, ni siquiera me
había dicho que era lesbiana, tuvo que decírmelo su hermana ¿te lo puedes creer?
Jorge: Eso no quiere decir nada, solo que es reservada con su vida privada.
E: Mira, yo no quiero enamorarme. Ni de ella ni de nadie. Así que olvídalo... además...
García Wilson... Wilson García... lo pongas como lo pongas queda fatal. (Riendo)
Jorge: Payasa... No te cierres en banda ¿Eh? Quiero verte feliz.
E: Lo soy.
Jorge: Ya, pero es que quiero verte perdidamente feliz ¿Eh? Venga, buenas noches.
(Levantándose del sofá y marchándose)
E: Buenas noches...

Esther empezó a pensar en lo que le había dicho su hermano, en lo que le dijo Jero, en
lo que sabía de Maca, en todo y en nada, porque cada vez que intentaba concentrarse en
una frase o algo, la mirada de Maca aparecía en su mente, Esther se maldijo, dejó la
bandeja a un lado y se fue a dormir. Mañana sería otro día.

Los días pasaron, la relación entre Maca y sus compañeros se iba estrechando,
sobretodo con Laura y Esther, con las que pasaba mucho tiempo a la hora del café,
compartiendo risas, bromas y confidencias, a Maca le encantaba que Laura y Javi
hubiesen vuelto, se lo merecían.

Esther empezaba a no poder ocultarse lo obvio, por mucho que insistiera una y otra vez,
que se lo negará a si misma e intentase no darle importancia, lo cierto era que aquel
pequeño sentimiento, aquella sensación cuando la pediatra se acercaba a ella, o cuando
la miraba como si fuese lo único que había, lo cierto era que cada día crecía más, y por
entonces, ya estaba segura que aquello no era precisamente nada, que empezaba a ser
algo.

Llegó el domingo, Vero había conseguido convencerles de ir al parque de atracciones,


su “piolín” le había dado las entradas gratis, así que quedaron por la mañana ya en el
parque, Maca comentó que llegaría tarde, tenía que ir a despedir a Azu al aeropuerto.

Su vuelo estaba apunto de salir, la pediatra estaba sentada en una silla, con Azu a su
lado.

M: Bueno... ese es el tuyo... (Escuchando la llamada por los interfonos)


Az: Sí. (Levantándose y abrazándola) Pórtate bien ¿Eh? Mantén la cama caliente para
cuando vuelva.
M: ¡Azu! (Algo molesta, últimamente aquella obsesión de Azu la estaba empezando a
incomodar bastante)
Az: Era broma... (Dándole un cachete en el culo y un breve beso en la mejilla) Nos
vemos en una semana, cariño.
M: Piensa en mí ¿eh?
Az: ¿Lo dudabas? (Mirándola insinuante)
M: Azu...
Az: vale, vale... que sosita estás, guapa. (Lanzándole un beso y marchándose hacia la
puerta de embarque, Maca miró el reloj y salió pitando de allí, con suerte aún no se
habrían subido en nada)

No se equivocaba, estaban en la plaza central, esperando a Javier y Laura, que llegaban


tarde, Vero había invitado a la pareja, al igual que a Esther, a Jorge y su familia, a Jero y
a Maca.

J: No, si al final Maca llega a tiempo. Por cierto... ¿Qué tenía que hacer?
Verónica: La tonta, eso es lo que hace. Y la ciega, eso también se le da bien.
Je: Vero, anda, no seas tan dura con ella, esta ciega, pero no es culpa suya.
Verónica: Si que lo es el no abrir los ojos.
Je: Sabes... ella sola creo que no va a poder, para mí que o lo tiene que ver con sus
propios ojos, ver a la Azu que nosotros vemos, o olvidarse de ella por otra persona.
(Mirando de reojo a Esther que estaba intentando calamar a Luz, la pobre se moría por
entrar en el parque)
E: Cariño... en cuanto vengan los demás entramos, de verdad. ¿Y vosotros? (Mirando a
los padres de la niña) ¿Podíais hacer algo, no?
Jorge: ¿El que? Si a ti se te da muy bien la niña. (Sonriendo y besando a Susana, desde
que había vuelto del viaje no paraban de besarse, aunque, solo cuando había alguien que
estuviese con la niña, sino, jugaban y reían con ella, esperando a que llegara la noche)

La pareja apareció al fondo, sonrientes y cogidos de la mano.

L: Lo siento... Javier se ha quedado dormido...


J: ¡Eso no es verdad! (Riendo y saludando a sus amigo, sobre todo a Jero) Tú y yo nos
vamos a subir en la torrecita esa... a ver quién sale vivo...
Je: ¿Eso es un reto, Sotomayor?
J: Sí, señor Wilson, es un reto.
Verónica: Vale, venga, entremos, mi hermana ha dicho que llegaría tarde. Ya nos
buscará.
Luz: ¡Vamos! ¡Vamos! (Corriendo agarrada a la mano de Esther hacia la puerta, que
también gritaba como la niña)
Je: Eso es... encantador... (Sonriendo)
Verónica: Estás cosas son las que le encantan a Maca... si estuviese aquí...

Mientras se peleaban sobre a donde ir primero, Maca llegó al parking del parque, llamó
a su hermana que le dijo que seguían en la entrada, Maca corrió hacia allí y entró
sonriente, Javier y Jero estaban intentando convencerles de ir a lo de los superhéroes,
Susana, Laura y Jorge querían ir a Hollywood, Esther, la niña y Vero (por ver a su
piolín) querían ir a los cartoons, así que en general, no estaba de acuerdo.

M: ¡Ey! Que buen rollito hay por aquí... (Sonriendo)


Verónica: Mira, ya era hora bonita (Con una de sus mejores sonrisas) ¿Ya se ha ido?
M: Sí, se ha ido. ¿A donde vamos?
Verónica: Yo quiero ir a mi nene.
Je: Tú nene, tú nene...
J: Anda... ¿Por qué no nos separamos? Quedamos a la hora de comer... (Echando a
correr con Jero hacia la torre de la caída libre)
L: ¡Muy bonito! (Gritándole a Javier) ¿Vamos a ver los espectáculos? (A Susana y
Jorge)
S: Sí, claro, ¿Maca?
M: Ehm... (Miró a Esther y a su hermana) ¿Vosotras?
Verónica: Nene...
E: Nena... (Señalando a su sobrina)
L: ¡Dibujos!
M: Vale, vale. (Riendo) Me gusta más su plan, pasadlo bien. (Despidiéndose de Laura y
la pareja)
Así cada uno se fue por su lado, Vero jugueteaba con la niña por el camino, pensando en
que había sido buena idea lo del parque.

Luz no soltaba la mano de Esther, ambas iban con una sonrisa de oreja a oreja cuando
distinguieron la entrada a la zona de los dibujos (no he estado en warner bros, así que la
mitad o más me lo voy a inventar ¿Vale? Jeje), atravesaron una gran puerta que daba a
una ciudad llena de pequeñas casas con formas típicas de dibujos, había una plaza con
una estatua en el centro de los Looney Toones, Esther y Luz echaron a correr hacia allí
como dos niñas, una lo era, y empezaron a dar vueltas alrededor.

E: ¡Mira Bugs Bunny! (Señalando a lo alto de la estatua)


Luz: ¡Piolín, piolín! (Riendo y señalando la figura, Maca las miraba con una sonrisita
tonta)
Verónica: Irresistible…. ¿Eh? (En un susurro al oído de su hermana)
M: ¡Que dices! (Dándole un empujón sin dejar de sonreír) Anda, vamos con ellas...
(Empezaron a andar hacia ellas, Esther al verlas las miró, Maca no pudo evitar fijarse en
el brillo de los ojos de la enfermera, estaba radiante, como su hermana había dicho
irresistible) ¡Venga... poneros que os hago una foto! (Las dos chicas se pegaron a la
estatua y sonrieron a la cámara)
Verónica: Anda, ve... una de las tres….
M: Espera, que pedimos que nos hagan una a todas...
Verónica: Que va, yo ya estoy harta de ver el parque este... anda ve...

Maca se acercó a Esther y a Luz, la pequeña estaba delante de su tía que la abrazaba por
detrás, Maca sonrió y se puso detrás de la enfermera, agachándose un poco y quedando
su cabeza encima de la de Esther, sonrieron ampliamente y Vero sacó un par de fotos.

E: ¡Vamos a ver la casa de Bugs! (Dando un saltito y haciendo reír a Maca y Vero)
¿Qué?
M: Que pareces más pequeña que Luz. (Sin dejar de reír)
E: Tonta. (Sacándole la lengua y echando a correr)
M: ¿Me ha…? ¿Me ha llamado tonta? (A la pequeña)
Luz: Sip, quiere que la pilles. (Señalando a Esther que hacía burlas a Maca a lo lejos)
M: Será...

Echó a correr hacia dónde la enfermera, que enseguida se alejó de ella, reían y jugaban,
Vero y Luz se unieron a ellas, las tres perseguían a Esther, en uno de los giros que
hacían a la estatua Maca se puso a la altura de Esther, pasó rápidamente sus brazos por
la cintura de Esther, abrazándola por la espalda y estrechándola contra ella con fuerza
para que no se escapará, Luz fue a saltar sobre ellas, pero una Vero sonriente la atrapó
en el aire y le dijo ¡La llevas! Echando a correr en dirección contraria.

M: Te atrapé... (En un susurro que estremeció a Esther)


E: ¿Quién te dice que no me he dejado atrapar? (Sonriendo y acariciando un momento
una de las manos de Maca, que estaban en su ombligo)
M: No me chafes la ilusión... con lo que me ha costado…(Riendo a escasos milímetros
de la oreja de Esther)
Ninguna de las dos parecía querer moverse, Maca seguía apretando a Esther contra ella,
y la enfermera seguía acariciando las manos de Maca. Se vieron interrumpidas por Luz,
que había conseguido escapar de Vero y tiró de Esther.

Luz: ¡Vamos a ver a Bugs! (Riendo)

Esther miró a Maca mientras la niña tiraba de ella, Maca la miraba medio atontada aún,
la cercanía de Esther, aquella sensación, no la conocía, pero era algo que le gustaba... no
haberla sentido nunca.

Verónica: A esta niña le voy a tener que sobornar para que deje a su tía... (Murmuarndo
y acercándose a su hermana) ¿Vamos?
M: ¿Eh?
Verónica: Hermanita... diría que estas babeando... (Riéndose y empezando a andar
hacia la casa de Bugs)
M: Nooo... (Empezando a seguir a su hermana)

Después de tirar mil fotos a todo lo que se movía (y lo que no se movía) decidieron
subirse a algunas atracciones, la niña estaba loca por montarse en el Carrusel, así que
fueron allí, Luz se subió en bugs bunny, Vero en piolin a su lado, detrás de ellas iban
Maca en silvestre y Esther en porki.

E: No es justo... (Poniendo morritos) A mí me ha tocado el cerdo...


M: Te queda muy bien. (Riendo y guiñándole un ojo)
E: Claro, como tú no vas en él...
Luz: ¡Mira, tita! ¡Estoy subida en Bugs! (Riendo, Maca aprovechó para sacarle una foto
a la niña)
M: ¡Vero! ¿Ensayando para después? (Vero abrió la boca para decirle algo y Maca sacó
una foto) De recuerdo... (Riendo)
Luz: ¿Por qué tiene que ensayar?
E: Por nada, cielo, anda, mira, ya da vueltas! (Caednos se ponía en marcha y miraba a
Maca diciéndole ya te vale, la pediatra le sacó una foto) ¡Encima! ¡Bórrala!
M: Nop. (Guardando la cámara en su bolsillo)
E: Maca... bórrala o...
M: ¿O que? ¿Me va a atacar tu cerdito? (Sacándole la lengua divertida)
E: o voy a ir ahí y te voy a quitar ese trasto...
M: no te atreves. (Riendo)

Esther miró al vigilante del Carrusel, miró a Maca, sin pensarlo dos veces saltó al suelo,
y rápidamente sobre el muñeco de Maca, poniéndose delante suyo, de cara a ella.

E: ¿Quién no se atreve? (Empezando a hacer cosquillas a la pediatra, Vero las miraba


feliz) Dame la cámara.
M: no... jajaja.. quiero.. no... jajajaj... para... (Que no podía con las cosquillas, sacó la
cámara como pudo y se la tiró a Vero, sacándoles una foto cuando Esther giró la cabeza
para mirarla)
Verónica: Mira la parejita que mona... (Enseñando la foto)
M: ¿Cómo que parejita?
E: ¡Si hemos salido guapas y todo! (Riendo)
M: ¿Qué parejita? (Sin dejar de sonreír)
E: Anda, Maca... me voy a mi cerdito... (Haciendo gesto de levantarse y siendo parada
por las manos de Maca)
M: ¿De verdad crees que te libras tan rápido? (Empezando a hacerle cosquillas)
E: Nooo…. (Riendo sin parar)

Después de eso, Vero las llevó a conocer a Piolin, que estaba parado delante de los
rápidos, en un descanso, Vero sacaba fotos a Luz con la cámara, mientras el pobre chico
que iba dentro aguantaba como podía los achuchones de la pequeña. Maca se apoyó en
una baranda mirando los rápidos.

E: ¿Te apetece?
M: Sí. Hace mucho calor...
E: ¡Luz! ¿Vamos a las barquitas? (La niña se acercó sin soltar al pobre chico y miró
hacia los rápidos, abrió los ojos como platos y se aferró al traje amarillo)
Luz: ¡No son barquitas! ¡No tienen nada de barquitas! (Asustada, su tía la abrazó con
fuerza y le susurraba que no pasaba nada, que no subían) Tú si quieres... pero yo me
quedo con Piolin.
Verónica: Id vosotras, nosotras nos quedamos con él. (Señalando al muñeco)
M: ¡Venga, Esther, una carrera! (Echando a correr)

Después de un buen rato de cola, peleándose como dos niñas, les llegó el turno,
subieron con un montón de guiris en una de las barcas, sentándose al lado, Esther aferró
la mano de Maca.

M: No me digas que te da miedo... (Con una media sonrisa coqueta en los labios)
E: Noo... (Mirando el agua y la velocidad que llevaba) Que va... (Soltaron la barca que
se precipitó por le canal) Ay, madre... (Maca rió y pasó uno de sus brazos por detrás de
ella, abrazándola)
M: Solo son barquitas. (Bromeando)

De los lados empezaban a salir chorros de agua, que empapaban a todas las barcas,
Maca y Esther debían ser las únicas que no llevaban chubasquero, así que se pusieron
chorreando, cuando bajaron al llegar al final se miraron y estallaron en carcajadas. Las
dos iban mojadas de pies a cabeza.

M: ¡Estás empapada!
E: ¡Pues anda que tú!

Se miraron de arriba abajo y una vez más, y las miradas de ambas se pararon en el
mismo sitio, las camisetas estaban chorreando y transparentaban los pechos de las dos,
Esther se mordió el labio y Maca suspiró, pero ambas estaban tan distraídas que no se
dieron cuenta de la mirada de la otra.

Luz: ¡Ala! ¡Tita! ¡Estas chorreando! (Riendo)


E: ¿eh? Uy, sí.. iban muy rápido... (Cogiendo a la niña y subiéndola a su hombro) ¿A
dónde vamos ahora?
Luz: ¿No hay barquitas de verdad, de las que no mojan...
E: Cariño, no... aquí no...
Verónica: Pero yo se un sitio en el que si, podríamos ir mañana las cuatro.
Luz: ¡Sí! ¡Mañana!
Maca y Esther cruzaron una mirada y la esquivaron, para sonreír al aire. Pasaron el resto
del día con los demás, contándose anécdotas a la hora de la comida y viendo algún que
otro espectáculo, llegaban a Madrid pasadas las diez de la noche. Vero y Maca quedaron
con Esther y Luz para la tarde del día siguiente, y después las dos hermanas fueron
hacia sus casas, por el camino Vero ‘recordó’ algo.

Verónica: ¡Ostras! Si mañana por la tarde no puedo ir. (Maca la miró de reojo) Es que
había quedado con Syl y Mar. Lo siento, bueno... pasadlo bien (Sonriendo feliz)
M: Tienes un morro...
Verónica: Yoooo noooo…. (Poniendo cara de angelito) ¿Pero a que te lo has pasado
genial con ella?
M: Sí, pero.. ¡Azu! ¡No la he llamado para saber si ya había llegado! (Frunció el ceño y
se le escapó un pensamiento en un susurro) Ni me he acordado de ella... (Su hermana
sonrió a la noche de Madrid)

Luz: No tengo sueño, tita... (Esther estaba metiendo en su cama a Luz, Jorge y Susana
necesitaban una noche para ellos)
E: Pero tienes que dormir... porque sino mañana estaremos cansadas y no podremos ir a
las barquitas... (Tumbándose a su lado)
L: Vale... (Lo cierto es que se le cerraban los ojillos) ¿Esther?
E: Dime... (Medio adormilada)
L: Me cae bien Vero. Y Maca también.
E: Y a mí... (Las dos se quedaron dormidas)

Maca se despertó tarde, pero muy descansada, fue a prepararse el desayuno y recordó
los momentos que había pasado el día anterior, una sonrisa apareció en su rostro. Pensó
en que apenas faltaban unas horas para ir a buscar a Esther y a la niña y volvió a notar
aquella desconocida sensación dentro de ella, confusa y alegre a la vez. Suspiró y puso
en marcha la cafetera, salió a la terraza con su taza y se sentó en una de las sillas,
contemplando la ciudad.

Por su parte, Esther roncaba a pierna suelta en su cama, Luz correteaba por la habitación
con una muñeca, saltó sobre la cama y despertó a su tía, que bostezó y se dio la vuelta,
sonriendo a la niña.

E: Buenos días...
Luz: ¡Vamos a comer!
E: ¿A comer?
Luz: ¡Sí! ¡Ya es la hora! (Tirando con fuerza de la mano de Esther para sacarla de la
cama)
E: No... cinco minutitos más...

A las cinco de la tarde, Maca tocaba al timbre de la casa de Esther, a pesar que su
hermana había quedado con dos amigas, Vero había tenido el detalle de dejar su coche
aparcado delante de la puerta de Maca y las llaves en su buzón. La puerta se abrió y Luz
saltó sobre ella.
Luz: ¡Hola! ¡Vamos! (Bajando y dando saltitos alrededor de Maca que la miraba
divertida)
E: ¿Y tu hermana? (Apoyada en el marco de la puerta con unos jeans ajustados y una
camiseta de tirantes roja, Maca babeó por dentro)
M: Tenía otros planes... pero... ¡Mira! ¡Nos ha dejado el coche! (Sonriendo)
Luz: ¡Ala! ¡Que chulo (Corriendo hacia él)
M: Tu sobrina es hiperactiva...
E: Solo hoy, a las seis cae rendida... (Riendo y subiendo al coche con Maca)

Llegaron al retiro y alquilaron una de las barcas, Maca iba remando, de cara a ella,
Esther estaba sentada con Luz entre sus piernas, abrazándola con un brazo y señalando
con otro el agua.

E: Mira, mira, allí... ¿Los ves?


Luz: ¡Maca! ¡Acércate! ¡Allí! (Maca giró la barca y los peces se asustaron y se fueron)
¡Eh! ¡Los has asustado!
M: Pero has dicho... (Miró a Esther y esta le sonrió con dulzura) Vale... los he
asustado... (Poniendo los ojos en blanco y volviendo a remar)

Tal como había dicho Esther, la niña cayó dormida a las seis, algo más pronto por el
balanceó de la barca, Maca se detuvo en medio del lago y Esther se acercó a ella,
sentándose entre sus piernas y dejando que la niña se pudiese tumbar.

E: ¿te molesta? (Al apoyar su espalda sobre el tórax de Maca)


M: No... no... esto, no... (Algo nerviosa sin saber porque)
E: Me encanta este sitio...
M: No esta mal...
E: Cuando era pequeña…. Mi padre nos traía aquí ¿Sabes? Era divertido... Jorge y yo
jugábamos a carreras por alrededor del lago, y luego papa nos subía a una barquita y nos
daba una vuelta... (Maca acariciaba el pelo de Esther con una de sus manos)
M: Mi padre me llevaba a montar... luego me llevaba a las bodegas para que aprendiera
el negocio...
E: Vaya... lo siento...
M: No, no estaba mal... aunque siempre preferí lo de montar...
E: ¿Echas de menos aquello?
M: A veces... sí... no sé... supongo que es normal... igual que tu echas de menos que tu
padre te pasee en barca.
E: Ya... ¿Maca? (Acariciando una de su rodillas)
M: Dime...
E: Lo tuyo con...
M: ¿Azu?
E: Sí... es... bueno... ¿Es algo serio? (Maca miró al cielo, seguía acariciando
inconscientemente el pelo de Esther, suspiró sabiendo la respuesta)
M: La verdad es que creía que sí... al menos por mi parte, pero no sé... desde que vine a
Madrid Azu solo ha... bueno... como si solo fuese su amante, no sé, supongo que ha
querido aprovechar el tiempo perdido y... no sé...
E: ¿Cómo llegaste a eso?
M: ¿A que?
E: A salir con una mujer casada.
M: Bueno... la verdad, no me lo propuse si es lo que piensas. (Bromeando)
E: Tonta...
M: Simplemente pasó, ella me dio algo que necesitaba, me dio a conocer lo que quería,
me hizo sentir cosas que nunca había sentido (Recordó que con Esther le estaba pasando
lo mismo, pero eran cosas diferentes, con Azu descubrió el placer del sexo, salvaje y sin
limites, con Esther su corazón se inundaba de calidez, la quería a su lado, era una gran
amiga)
E: Dejó a su marido por ti... eso es que te quiere.. (Algo triste)
M: Sí, supongo. (Se encogió de hombros) ¿Y tú?
E: ¿Yo?
M: Sí, alguien especial.. no sé...
E: Creo que esta empezando a haber alguien... poco a poco…. Pero no sé, tal vez con el
tiempo lo sepa...
M: Se esta haciendo tarde...
E: Sí...

Una suave brisa recorría la superficie del lago, Maca abrazaba a Esther, que apoyaba la
cabeza en el pecho de la pediatra, sus manos jugaban por las rodillas de la pediatra.

E: se esta muy bien así...


M: Sï…. Mucho...

Permanecieron unos minutos más, hasta que la niña empezó a despertarse, Esther se
puso al lado de la niña, alejándose de Maca y la abrazó con ternura.

E: Hola dormilona... ¿Cansada?


L: Sí... ¿Vamos a casa?
M: Claro que sí... (Empezando a remar hacia el embarcadero)

Maca acompañó a Esther hasta su casa y ayudó a subir a la niña a la habitación,


metiéndola en la cama entre las dos.

M: Pobre... esta agotada...


E: Sí... (Dándole un beso en la frente a la niña) Buenas noches, Luz...

Salieron de la habitación y Esther acompañó a Maca hasta la puerta, la pediatra le dio


un beso en la mejilla, un contacto leve, apenas un roce, una caricia, que hizo que Esther
se estremeciera de arriba abajo.

M: Buenas noches... descansa...


E: Bue... buenas noches... Maca... (Susurrándola mientras la pediatra se alejaba)

Esther estaba haciendo unas curas a un paciente en cortinas, llevaba todo el día
canturreando por el hospital, se había despertado contenta aquella mañana, tal vez
porque su sobrina no la había despertado saltando en su cama o por otros motivos muy
diferentes. Javier pasó por la cortina y se fijó en la pediatra, que tarareaba una canción y
la bailaba un poco mientras curaba una herida en la cabeza de un hombre.

La pediatra se cruzaba con él, al verle mirando hacia cortinas con una sonrisa tonta se
acercó a él, preparada para gastarle una broma, estaba segura que miraba a Laura,
cuando estuvo a su altura miró un momento hacia la cortina y sus ojos se encontraron
con la enfermera, que estaba de espaldas a ella, trasteando con el material de curas y
bailando.

M: Buenas tardes... (A Javier muy flojo) ¿Qué hace? (Sonriendo)


J: No sé... lleva así toda la mañana...
M: ¿Y tú sabes porque esta tan feliz?
J: No tengo ni idea...

Esther sonrió al paciente, recogió el material y se dio la vuelta para machacarse, se


encontró con los dos, allí parados, mirándola divertidos, Esther miró a Javier y le sacó la
lengua, desde que se habían visto aquel día, Javier la seguía para ver porque estaba tan
feliz, pasó entre los dos, al hacerlo acarició un momento el brazo de Maca.

E: Hola, Maca. (Sonriendo y marchándose bailando, los dos la siguieron con su vista)
M: Hola... ¿Por qué esta así de radiante? (Javier rió y miró a la pediatra)
J: Así que... ¿Radiante?
M: Quiero decir... que se la ve... no sé... feliz, eso, feliz. (Se quedaron mirándose unos
segundos y estallaron en carcajadas)
J: Voy a seguir investigando, nos vemos luego.
M: Vale... (La pediatra sonrió y se fue hacia pediatría a hacer la ronda)

Mientras tanto, Laura atendía a Vero, que acababa de llegar hacía unos minutos, se
quejaba de que le picaba el brazo, Laura examinó la escayola y se dio cuenta que la
pequeña de los Wilson era una quejica de cuidado

Verónica: Cuidado mujer, que me lo vas a volver a romper. Que digo yo…que esto ya
me lo puedes ir quitando, ¿No? Porque no me duele... pero como pica, y ¿no puedo
meterme algo para rascarme? Joder…. Pica, pica, pica. (Frotando la escayola contra la
camilla como si así fuera a pasársele, Javier pasó en aquel momento)
J: ¿Sacándole brillo? (Riendo)
Verónica: tu novia no me quiere quitar esto.
L: Aún no lo tiene curado... (Mirando a Javier y poniendo los ojos en blanco) Aunque si
así va a dejar de quejarse...
Verónica:¡Eh! ¡Yo no me quejo! (La pareja se echo a reír)
J: Sí, ya. Oye, Laura ¿Tu sabes que le pasa a Esther?
L: Pues... no...
Verónica: ¿Qué le pasa? (Preocupada)
J: Pues que lleva un día rarito... canta... baila... no deja de sonreír... para mi que se ha
echado novia.
Verónica: ¿En serio? (Sonando a yo sé algo que no sabéis y sonriendo de oreja a oreja)
L: Uy, uy…. La peque sabe algo...
Verónica: Que una chica de mi edad me llame peque... me traumatiza. (Haciéndole
burla) Y no sé nada... aún... (Sonriendo traviesa) Bueno, ya no me pica, voy a ver si le
doy la tabarra a mi hermana. (Levantándose de la camilla con un salto y marchándose)

Encontró a su hermana en la planta de pediatría, salía de una de las habitaciones con


unos documentos en la mano que leía atentamente.

Verónica: Buenas... (Dándole un empujoncito cariñoso)


M: ¿Qué haces aquí? ¿Te duele el brazo?
Verónica: No, no, esta perfecto, en unos días me quitan esto.
M: no te lo crees ni tú. (Riendo y empezando a andar con su hermana a su lado)
¿Entonces? Porque lo de que me echas de menos no cuela...
Verónica: ya, ya.. ¿Qué tal ayer? (Dándole un codazo en el brazo)
M: Bien... (Volviendo a leer los papeles)
Verónica: ¿Solo bien?
M: Sí... no sé... ¿A qué te refieres?
Verónica: Lago, barca, Esther. ¿Más señas?
M: Te has dejado a su sobrina, pero ya me vale. Bien, dimos un paseo, a última hora se
estaba en la gloria, allí en la barquita abrazándola y...
Verónica: ¡Alto! (Parándola e interrumpiéndola) ¿Abrazándola? (Alzando las cejas
repetidas veces y riendo juguetona)
M: Calla. (Sonriendo y volviendo a andar) Se puso conmigo porque la niña se quedó
dormida, para que estuviese tumbada, nada más, y si, para estar más acomodas la
abracé, pero no te montes películas, te recuerdo que tengo...
Verónica: Ya, ya, sí, sí.. (Interrumpiéndola de nuevo) ¿Para cuando habéis quedado?
M: Pues... no hemos quedado ¿Por qué tenemos que quedar?
Verónica: Si lo digo para que no te sientas sola... y eso. (Poniendo cara de niña buena)
Bueno... (Pensando y sonriendo) Voy a ver a Javi que aún no lo he visto hoy...
M: Vale... venga... (metiéndose en otra de las habitaciones y dejando a su hermana
pequeña en el pasillo)
Verónica: Esta claro que todo lo tengo que hacer yo... ¡Vale! (Se dio la vuelta y fue a
buscar a Sotomayor)

Javier y Laura estaban en la sala de médicos, sentados en el sofá, hablando


tranquilamente cuando Vero entró, se sentó enfrente de ellos sonriente.

Verónica: ¿Seguro que no me lo puedes quitar ya? (Mirando a Laura que se echó a reír)
L: Noooo... a no ser que quieras tener el brazo en forma de ese... tú misma...
Verónica: No, gracias. Bueno... ¿Qué hacéis esta noche?

Cuando Maca terminó de hacer la ronda se fue a cafetería, allí se encontró con Esther en
una mesa, hablando con Eva, la chica del Samur, cogió un zumo y se acercó a ellas justo
cuando el busca de Eva sonaba, se despidió rápidamente y desapareció, Maca se sentó
en el sitio que había dejado, enfrente de la enfermera.

M: ¿Qué tal?
E: Muy bien. (Con una sonrisa de anuncio) ¿Y tú?
M: Bien, ya he hecho la ronda... dos veces. (Riendo) Estoy muerta de aburrimiento.
E: En la sala de enfermeras están echando una partida a las cartas... si te apetece.
M: buf…no. Se me da fatal.
E: Bueno. (No había dejado de sonreír en ningún momento)
M: ¿Qué te pasa hoy? (Contenta por ella)
E: Nada.
M: Venga ya... estás en los mundos de yupi. Sonriendo sin parar.
E: ¿No te gusta? (Dejándolo de hacer breves segundos)
M: Sí. Me encanta. Solo quería ver si me contabas el motivo... pero veo que no cuela.
¿Eh? (Devolviéndole la sonrisa, Laura y Javier entraron y se sentaron con ellas)
J: Tu hermana es una lianta...
M: Ya... ¿Qué ha hecho esta vez? ¿no le habréis quitado la escayola?
L: No, no, y no será porque no ha insistido. (Maca sonrió, su hermana era muy mala
enferma)
J: Es que esta noche íbamos a cenar tranquilamente en casa Laura y yo... y aún no se
como lo ha hecho pero ha conseguido que hagamos una barbacoa, por cierto, estáis
invitadas, y tu hermana también ya le he llamado (a Maca) Y al tuyo díselo, que se
traiga a Susana (Esther asintió)

M: Que si queréis cenar solos... yo hablo con ella... (Esther la miró de reojo)
L: Que va, no, si es genial. Pero anda que ha dicho de hacerla en su casa…. No... en la
de Javier, tiene tela.
M: Es más grande... y tiene piscina. (Sonriendo)
L: Si, no, eso es verdad.
J: Bueno, entonces esta noche a las diez, nada de llegar tarde. Los Wilson traen la
bebida.
M: Que morro.
J: Encima. (Riendo)
M: Vale, va, seguro que mi hermano tiene algún vinito en su casa. Ahora le digo.
J: Bueno, cuéntalo ¿No? (A Esther que puso los ojos en blanco)
E: Mira que estás pesado ¿Eh?
J: Hasta que no me digas porque tienes esa sonrisita en la cara... no voy a parar.
E: Vale, me rindo. A veces... (Se agachó como si fuere a contarles un secreto) Me da por
ser feliz... (Maca y Laura rieron mientras Javier la mandaba bien lejos en broma)

A las diez pasadas, Jorge, Susana y Esther tocaban al timbre de Javier, Laura abrió la
puerta con una copa de vino en la mano y sonriéndoles les invitó a pasar, les guió a
través del pasillo, hasta el comedor y luego al patio, la casa tenía un gran jardín en la
parte de atrás, había una mesa y unos bancos de madera a la izquierda, en uno de ellos
estaba Vero, con la copa en la mano y mirando hacia el fondo del jardín, había una
piscina y algunos árboles y un sendero de piedra que daba la vuelta a todo él, en el lado
más alejado se distinguía la figura de Maca, con el móvil en la mano, Esther pensó que
estaría hablando con Azucena y sintió como su corazón se encogía un instante.

M: Hola.. ¿Cómo estás?


Az: Bien, muy bien, ya sabes... ¿Qué tal por ahí? (Hablaba muy bajito)
M: ¿Por qué hablas tan bajo? (Dando vueltas alrededor de un árbol)
Az: Estoy en una reunión.. (Más bajo aún) ¿Me echas de menos?
M: Algo. (Riendo) ¿Cuándo vuelves?
Az: El lunes... ¿Qué has estado haciendo?
M: Nada importante, fuimos al parque de atracciones, al retiro y ahora estamos donde
Javier haciendo una barbacoa. ¿Tienes reuniones a las diez de la noche?
Az: Sí, era algo urgente... oye... tengo que dejarte. Estoy deseando hacerte el amor.
M: Ya... llámame ¿Vale?
Az: Claro que sí... te dejo, adiós. (Colgó y salió del baño, su marido acaba de llegar, se
tiró a sus brazos y lo besó apasionadamente arrastrándolo hasta la cama)

Maca se guardó el móvil en el bolsillo del pirata y se acercó al resto, Esther, Jorge y
Susana charlaban con su hermana en la mesa, Laura estaba riéndose de los chicos
porque no podían encender la barbacoa, la pediatra saludó a la mesa con una sonrisa y
se acercó a Laura.

M: ¿Qué hacen? (Mirando como Javier no dejaba de tirar carbón, mientras su hermano
hacia viento con las manos)
L: Obligarnos a llamar a una pizzería. (Javier le echó una mirada fulminante y Maca se
echó a reír)
M: Anda, vámonos de aquí antes que nos utilicen para encender el fuego. (Sonriendo y
agarrándose del brazo de Laura, se sentaron en la mesa, Vero se levantó muy atenta ella
para dejar hueco a Maca, justo al lado de Esther, su hermanita fue a reírse un rato de
Jero)

Jorge: ¿no deberíamos ayudarles?


M: no, tranquilo, dentro de... (Miró su reloj e hizo como pensaba) Media hora o así lo
dejan. (Todos rieron)
L: Bueno... id pensando si queréis chino o pizza... (Bromeaban entre ellas, Jorge se
levantó a ayudar a los chicos, no podía dejar que su honor estuviera por los suelos)
S: Anda que... menuda va... tu hermano no sabe ni encender la vitrocerámica. (Todas
reían)
L: Oye, Susana... cuéntame un poquito de lo que hacéis, es que últimamente he pensado
en echar una mano, en verano...
S: ¿Sí? Genial... mira, te cuento... (Maca miraba a Esther sonriente)
E: ¿Qué? (Bebiendo y riendo)
M: Estás guapísima... aunque no tan contenta como antes. (Fijándose en sus ojos y no
en su sonrisa)
E: No digas tonterías estoy igual... ¿Ya has fichado? (Maca la miró frunciendo el ceño)
Azucena...
M: Oh, sí, ya... solo para saludarla y eso... (Algo cohibida)
E: Vale, tranquila, solo era una pregunta. (Se levantó y se acercó a los chicos, Vero fue
rápidamente a ocupar su sitio)
Verónica: ¿Qué le has dicho?
M: Nada... ¿Qué? ¿Vamos a cenar barbacoa?
Verónica: Sí, lo han conseguido. Aunque no se yo si aguantará... Maca... (Su hermana
la miró atentamente) No hagas que se sienta mal, en una buena chica, y tu pareces no
estar aquí, deberías pasarte y mirar a tu alrededor, tal vez te lleves una grata sorpresa.
M: ¿Todo eso ha salido de tu boca? (Bromeando)
Verónica: Vale, me pega más decir chorradas, pero por una vez, has caso a la peque,
que tengo unos ojos que ven perfectamente.
M: Vale, vale...
L: Bueno, venga, voy a ir sacándole la carne.
M: Espera, Laura. Sigue tú con Susana, ya la saco yo. (Levantándose y metiéndose
hacia la casa, Vero se acercó a Esther)
Verónica: Anda que... aquellas dos de cháchara, yo con el brazo roto y Maca en la
cocina sola... pobre... (Dando un sorbo a su copa)
E: Que morro... ya voy a ayudarla anda. (Sonriendo y buscando a Maca, la pediatra
estaba poniendo en una bandeja la carne) ¿te echo una mano?
M: Sí, claro... vamos colocándola aquí y la sacamos.
E: Vale... (Se pusieron una al lado de la otra, colocándolo todo) Siento si he... bueno...
lo tuyo con ella no es asunto mío.. no debería haber...
M: Esther... no lo hagas ¿Mhm? (Mirándola suplicante)
E: ¿Qué no haga que?
M: Ser así, ni tienes que sentir nada, somos amigas, si aguanto a mi hermana y a mi
hermano meterse con ella, aguantaré lo tuyo también.
E: Te equivocas conmigo, no me he metido con ella. Solo que... (Suspiró) No creo que...
no sé... no la conozco, pero... ¿Eres feliz con ella? Porque no sé Maca... cuando
hablábamos ayer parecías... no sé... como si no te gustase hablar de lo tuyo con ella...
M: Mira, soy... reservada con ese tema. Es mi pareja. No tengo que decir nada de ella a
nadie, mira a mis hermanos ¿Crees que me gusta que no se lleven bien con ella? No, lo
odio, me encantaría que se llevasen bien, como se llevan contigo, con Laura y el resto,
pero no, ven algo que yo no veo, no la ven como yo.
E: ¿y cual se equivoca?
M: ¿Cómo?
E: Venga... ¿No has pensado en quien se equivoca? O tu o ellos... pero alguien esta
equivocado.
M: Ellos... (No muy convencida)
E: Ya... ¿y tú? ¿Tienes la razón, no? (Suave)
M: Sí, no... no lo sé, a veces... a veces creo que tiene razón, Azu no termina de
comprometerse y yo... a mí cada vez me da más igual, estos días, apenas he pensado en
ella... (Mirando a Esther) Y en parte.. es culpa tuya ¿Sabes?
E: ¿Mía? (Sorprendida)
M: Sí, me siento... a gusto contigo, tranquila. No pienso en nada si... si estás cerca.
E: ¿y eso es malo o bueno? (Con una media sonrisa y perdida en sus ojos)
M: Es... bueno. Muy bueno. (Intercambiando sonrisas)
J: ¡A ver esa carne! (Entrando en la cocina) Antes que se apague el fuego. (Riendo)

Salieron los tres con las bandejas y las pusieron al lado de la barbacoa, Esther fue a
sentarse con Laura y Susana y Maca se quedo con sus hermanos y Javier.

Mientras Jero y Javier se peleaban por hacer la carne, los demás decidieron darse un
baño en la piscina, todos habían llevado los bañadores y Laura encendió las luces de la
piscina, para poder verse algo.

Jorge se tiró haciendo una bomba y salpicando todo de agua, Vero se conformó con
sentarse en el borde y jugar con los pies en el agua, Laura y Maca nadaban de una punta
a la otra de la piscina y Susana y Esther charlaban apoyadas en el filo.

S: Entonces... ¿Qué es lo que pasa?


E: Que no quiero.. no quiero... pero... buf... no sé como evitarlo.
S: Esther, no puedes evitarlo, si tiene que pasar pasará, tranquila. (Dándole un achuchón
cariñoso) Pero ¿Tan fuerte es?
E: No, solo... cada día va a más, cada día la voy conociendo mejor, y todo lo que voy
conociendo de ella me encanta... si tuviera un defecto, uno solo, yo... pero es que no los
tiene, es... perfecta.
S: Cariño... ¿Sabes que ya lo estás haciendo?
E: Sí, lo sé. (Escondiendo la cabeza entre sus brazos) ¿Qué hago?
S: Luchar no sirve de nada, excepto para sufrir más. Así que... solo, relájate…¿Eh?
Tarde o temprano se te pasará o ella... bueno, tal vez abra los ojos como dice su
hermana. Pero se tú, no te cortes por sentir más, no es malo, si empiezas a distanciarte
de ella va a ser peor, porque sois amigas y ella te buscara. Además... ya te lo ha dicho...
se siente bien contigo ¿No?
E: Ya... así que... como si nada ¿No?
S: Creo que es lo mejor...

Esther notó como alguien le tiraba agua a la espalda, salpicándola, se giró y vio como
Maca se zambullía riendo en el agua. La enfermera sonrió y se lanzó detrás de ella,
comenzaron a buscarse debajo del agua, huyendo una y la otra siguiéndola, Maca quedó
atrapada en una de las esquinas de la piscina, se dio la vuelta y topó con Esther que
sonreía divertida, salieron a la superficie, Maca cogió aire en una gran bocanada
mientras se apartaba el pelo con las manos, Esther salió y la agarró de la cintura.

E: Esta vez te he atrapado yo. (Riendo)


M: Ya... (Mirándola, subió las manos al rostro de Esther y acarició sus mejillas antes de
echarle el pelo mojado hacia atrás) tal vez también me he dejado atrapar.
E: sí, claro... ¿y esa carita debajo del agua? (Riendo)
M: Anda... vale... me has cogido sin que me dejará ¿Contenta? (Esther le dio un beso en
la mejilla y sonrió)
E: No sabes cuanto. (Le dio una palmadita en el brazo) ¡La llevas! (Sumergiéndose en
el agua y huyendo de ella)
M: ¡Eh! ¡Te vas a enterar! (Saliendo en su búsqueda)

Estuvieron jugando un rato más, hasta que se cansaron y el hambre les hizo mella,
salieron y ayudaron a Jero y a Javier, al final consiguieron sentarse a la mesa con la
cena lista.

J: venga, ¿Quién quiere cordero?


E: Yo... trae pa’ aca. (Agarrando la bandeja sonriente y echándose en el plato)
M: Anda... deja algo para los demás ¿No? (Mirándola divertida)
E: Ey... estoy en edad de crecimiento.
Jorge: A mi hermanita lo de nadar le abre el apetito (Todos reían)

Siguieron cenando entre bromas y risas, se lo estaban pasando en grande, la noche


estaba saliendo genial, Vero estaba muy contenta, su hermana no paraba de hablar con
Esther, de estar pendiente de ella. Jero miró a su hermana pequeña y sonrieron felices,
hacían una gran pareja, esperaban que se dieran cuenta pronto, aunque Vero había
observado que Esther ya parecía haberlo hecho.

M: Anda... trae... (Quitándole el cuchillo a Esther e intentando cortar un trozo de carne


que se le resistía) Vale... no. ¿Eh? (Esther se echó a reír)
E: Anda... trae... (imitando su voz) Da igual... buf... estoy llena... (Echándose hacia atrás
y acariciándose la barriga) Mira... me he inflado... (La pediatra sonrió y pasó su mano
por el ombligo de Esther, rozándolo)
M: Que va... planita, planita... (Riendo)
L: Oye, ¿Esther? (Llamando su atención)
E: Dime...
L: ¿Qué como esta tu madre? No te he preguntado por ella... ¿Lo lleva bien?

Esther se puso con los brazos sobre la mesa y bebía de su copa de vez en cuando, Maca
empezó a hablar con Jorge, a su lado. Iban hablando distraídas, Esther terminó su copa y
la dejó sobre la mesa, mientras seguía hablando con Laura sobre Encarna, Maca se dio
cuenta e inconscientemente llenó la copa de Esther y volvió a hablar con Jorge. Vero
intercambio una mirada con Jero.

Verónica: Ya empieza...

Terminaron de cenar y Laura sacó algo de alcohol más fuerte, tequila, ginebra y cosas
así, prepararon unos cubatas y pusieron música. Maca aprovechó para meterse en la
piscina antes de empezar a beber, luego no podría, Esther bailaba con Jero cerca del filo,
y Maca se divertía tirándoles agua.

J: Hermanita... (Riendo) ¿te diviertes?


M: No lo sabes bien.
E: Anda que... (Mirándola divertida)
M: Ven... (Sacando la mano del agua y acercándola a Esther)
E: No voy a meterme….
M: Anda... baila conmigo...
E: Sal de ahí y bailamos.
M: ¿Nunca has bailado en el agua? (Esther sonrió y Jero la animó a meterse en el agua,
miró a los ojos de la pediatra y suspiró, se metió poco a poco, Maca se acercó y la tomó
por su cintura, iban moviéndose hacia el centro de la piscina, sonaba una canción lenta,
Esther apoyó la cabeza en el hombro de Maca, sentir su piel, por todo su cuerpo la
estremecía, sonreía feliz, los brazos de Maca, su cuerpo pegado al de ella, la hacían
sentirse bien, tanto como se sentía Maca al abrazarla, al sentir como sus cuerpos se
balanceaban en el agua al ritmo de la música. Se cambio de canción por una igual de
lenta, no pararon de bailar, adaptándose al ritmo acompasado.

Ella se desliza y me atropella


y, aunque a veces no me importe,
sé que el día que la pierda volveré a sufrir
por ella, que aparece y que se esconde,
que se marcha y que se queda,
que es pregunta y es respuesta
que es mi oscuridad, estrella.

Maca deslizaba sus manos por la espalda de Esther, ambas con los ojos cerrados.

E: Últimamente siempre me voy a gusto a dormir...


M: ¿En serio? (En un susurro)
E: Sí...

Ella me peina el alma y me la enreda


va conmigo pero no sé dónde va
mi rival, mi compañera, que está tan dentro de mi vida
y, a la vez, está tan fuera, sé que volveré a perderme
y la encontraré de nuevo
pero con otro rostro y otro nombre diferente y otro cuerpo
pero sigue siendo ella, que otra vez me lleva,
nunca me responde si, al girar la rueda...
Esther acariciaba la nuca de Maca, algo que a la pediatra le encantaba, haciendo que la
abrazará más fuerte. Maca escondía su cara en el cuello de Esther, dejándose llevar por
aquello que sentía, queriendo estar así, estaba tan a gusto, como nunca, decidió congelar
el tiempo, rogar a la luna, a las estrellas o a lo que hiciese falta para que dejasen de
moverse, para que se sentaran a contemplar aquel dulce momento.

Ella se hace fría y se hace eterna


un suspiro en la tormenta, a la que tantas veces le cambió la voz
gente que va y que viene y siempre es ella
que me miente y me lo niega, que me olvida y me recuerda
pero, si mi boca se equivoca
pero, si mi boca se equivoca
y al llamarla nombro a otra
a veces siente compasión por este loco, ciego y loco corazón

M: Será mejor que... (Empezando a separarse de ella) Que salga... me estoy quedando
como una pasa... (Nerviosa por sus sentimientos, Maca salió de la piscina seguida por la
mirada de Esther)

... a veces siente compasión por este loco, ciego y loco corazón
¿era? ¿quién me dice si era ella?
y, si la vida es una rueda y va girando y nadie sabe cuándo tiene que saltar
y la miro... y, ¿si fuera ella? y, ¿si fuera ella?
y, ¿si fuera ella?

Siguieron bailando entre todos, a Laura le dio por poner viejas canciones y empezaron a
hacer el payaso por el jardín, Esther no se acercaba a Maca, había sentido tanto cuando
bailaban, y la reacción de la pediatra, el irse así, la estaba matando. De vez en cuando la
miraba, pero la pediatra parecía pasarlo genial con el resto, reía y bailaba, y Esther no
pudo evitar pensar en lo preciosa que estaba cuando sonreía, se sentó en uno de los
bancos mirando hacia el agua, en la que había estado con ella, tan juntas, tan solas.

Verónica: Un céntimo por tus pensamientos. (Sentándose a su lado con un cubata en su


mano)
E: Será un céntimo malgastado. No pensaba en nada.
Verónica: Ya... es increíble ¿eh? (Mirando a su hermana)
E: sí, lo es.
Verónica: te gusta. (Esther la miró, Vero le inspiraba mucha confianza a pesar de
conocerse de hacía unos días, aunque a Maca también la conocía de unos días)
E: Sí... pero se me pasará...
Verónica: ¿Por qué se te tiene que pasar?
E: Porque tiene pareja.
Verónica: No, tiene a una tía que se aprovecha de ella, no te preocupes por eso, mi
hermana se dará cuenta pronto.
E: ¿Cómo lo sabes?
Verónica: Porque la conozco... y... (Se acercó al oído de Esther) La he visto huir otras
veces de la piscina... le cuesta volver a tirarse... (Se levantó y se fue a saltar y reír con
los demás, Esther se unió a ellos y estuvieron hasta bien tarde)
Cuando ya eran las cinco de la mañana, Jorge y Susana estaban tirados en el sofá, Javier
y Laura había desaparecido hacia rato, Maca estaba tumbada en el césped, mirando las
estrellas, que aquella noche parecían haber apartado la contaminación de la ciudad para
dejarse ver, Jero hablaba con Vero a un lado.

La enfermera miraba a Maca, estaba harta de querer estar con ella y no hacerlo por
miedo, miedo a que ella se alejase como en la piscina, le gustaba estar a su lado, y no
quería estar así con ella, así que Esther se acercó a la pediatra, colocando se de pie junto
a la cabeza de Maca, interpuso su mirada entre las estrellas y la de Maca.

E: ¿Hola?
M: hola... (Sonriendo) Ven... (Dando unas palmaditas a su lado)

La enfermera se sentó a su lado, pero la pediatra la obligó con cuidado a tumbarse con
uno de sus brazos, Esther aprovechó atrapando el brazo de Maca bajo su cabeza, a modo
de almohada, para estar más cómoda.

E: ¿Qué haces?
M: Mirar las estrellas... ¿Y tú?
E: A ti... pero me aburría. (Maca la miró y se echó a reír por la broma)
M: Genial... (Volvió su vista al cielo)

Se quedaron unos minutos así, Esther pensaba en todo lo que estaba sintiendo por la
pediatra, ordenando sus sentimientos, aún sabiendo que los sentimientos no suelen
dejarse ordenar, simplemente cuando son muy grandes dejan de lado los otros y se dejan
ver tal como son. Esther aún no era capaz de distinguir del todo aquel sentimiento, no
era amor, pero sin duda, se le acercaba a gran velocidad, a cada instante, a cada minuto,
a cada roce con Maca, crecía, imparable, y eso le comenzaba a asustar, nunca le había
pasado tan rápido, de hecho, aquello parecía nuevo para ella.

Maca por su parte, pensaba en el olor del pelo de Esther, le encantaba como olía, era un
aroma dulce, que invitaba a soñar. Pensaba en la piscina, en el nerviosismo al sentir que
empezaba a perder el control, nunca le había pasado, normalmente era perfectamente
capaz de controlar sus sentimientos, pero con ella, algo la impulsaba a dejarse llevar, y
no podía hacerlo. Ser infiel era algo que no daba con ella. Odiaba que engañasen a la
gente, la sensación de ser engañada debía ser terrible, por eso ella nunca lo había hecho,
ni pensado, pero aquella noche, en el agua, bailando con Esther, no solo lo había
pensado, sino que se había imaginado como sería aquel beso, como serían los labios de
Esther, si serían tan suaves como su piel, tan dulces como sus sonrisa.

M: ¿Cuándo te enamoraste por primera vez? (Sin mirarla y arrastrando las palabras por
el cansancio)
E: Pues... no sé... cuando tenía quince años, creo...
M: ¿Amor?
E: Sí, no... no lo sé... creo que no he llegado a sentir algo tan grande como para llamarlo
amor, pero... era feliz, no me ha dio mal. ¿Y tú?
M: Creo que... (Pensó unos instantes) ¿Sabes lo que es la atracción física? ¿La química?
E: Sí... (Cerrando los ojos por el sueño)
M: Pues yo de eso sí... pero amor, amor... no.
E: Ni con...
M: No, ni con ella. Pero me gustaba tenerla...
E: Has dicho gustaba...
M: No, gusta, he dicho gusta.
E: Ya... claro... gusta... Vale... (Poniéndose de lado y abrazando a la pediatra)
M: Tienes sueño...
E: Que va... se esta muy bien...
M: Sí...
E: ¿Maca?
M: Dime...
E: ¿Ella te ama? (Maca miró a la enfermera, sus rostros a escasos centímetros)
M: No lo sé. (Por primera vez, no se sentía atacada con aquella pregunta, al salir de
Esther, solo pudo decir la verdad, sonrió) Creo que solo es... somos... amantes... al
menos... por su parte...
E: ¿y porque sigues con ella?
M: Pues... deje a mi prometido por ella, mi vida en Jerez por ella... todo por ella...
E: Yo creo que no... (Maca la miró confundida, retirando su brazo de debajo de la
cabeza de Esther) ¿Sabes que creo yo? (Maca sonrió para que siguiera hablando) Que la
utilizaste, como ella a ti... ella quería una amante, un juguete... y tú una excusa para
dejar aquella vida...
M:: Tú no sabes nada... (A Maca le parecía increíble no enfadarse, bueno, lo que le
parecía increíble es que por primera vez estaba escuchando lo que le decían sobre Azu)
E: Puede... pero es lo que creo... (Medio dormida ya, apoyó la cabeza en el suelo, a la
altura de la de Maca y cerró los ojos)

Maca la miró mientras se dormía, y por primera vez, durante toda aquella locura, dejar
Jerez, ir a Madrid, Azu, todo... sintió paz. Y dejó de sentir aquel cúmulo de dudas en su
cabeza, Esther tenía razón... en todo... se arrepintió de como había tratado a sus
hermanos, ellos le habían dicho lo mismo que Esther aquella noche, pero por alguna
razón, hasta ella solo habían llegado las palabras de Esther, suspiró y acarició la mejilla
de la enfermera, miró sus labios, Esther tenía una media sonrisa dibujada, estaba tan
guapa... miró a su alrededor, todos dormían ya, y lo hizo... mientras Esther dormía... fue
“infiel” por primera vez... acercó sus labios a los de ella y los acarició levemente.

M: Buenas noches... (La abrazó y se quedó dormida)

Después de despertarse, recoger la que habían organizado por la noche y despedirse, se


fueron yendo a casa, Maca tenía turno de noche, así que en cuanto llegó a casa se tumbó
en la cama a descansar, lo de dormir en el césped de un jardín no era algo muy cómodo.

Esther hizo lo mismo que la pediatra, nada más llegar a casa se encerró en su habitación
a dormir, su hermano y su cuñada no tuvieron tanta suerte, ya que nada más llegar Luz
se les echó encima queriendo jugar con ellos, y la pareja no pudo negarse a la cara de
ángel que ponía su hija cuando quería algo.

A las diez, Esther iba por la calle en dirección al hospital, ya era de noche, y por el ruido
de sirenas que se sentía iba a ser una de las moviditas, distinguió la parte de arriba del
hospital a través de los edificios y apretó el paso, no le gustaba lo de ir andando por allí
de noche, al trabajar en el hospital había escuchado y visto muchas historias, y no le
hacía ni chispa de gracia. Miró hacia delante y vio a Maca bajando de la moto y
dejándola a un lado, se quitaba el casco y se sacudía el pelo para peinárselo un poco,
Esther sonrió y se acercó a ella.

E: Buenas noches. (Cuando llegó a su altura)


M: Buenas noches, Esther. (Pasó una ambulancia por su lado) Noche movidita ¿Eh?
E: Eso parece... (Siguiendo las sirenas con la mirada)
M: ¿Qué tal has dormido? (Empezando a andar con la enfermera a su lado)
E: Bien.. me he escapado de mi sobrinita, me ha dado pena y todo, pero es que estaba...
buff... (Haciendo una mueca de cansancio y sonriendo luego)
M: Ya... lo de dormir en el suelo no es bueno... (Bromeando)
E: ¿Cómo está tu brazo? ¿Se ha despertado ya?
M: Sí. (Riendo al recordar que cuando se despertó el brazo estaba dormido, la
enfermera lo había utilizado de almohada al final) Perfectamente.
E: Siento habértelo chafado.
M: no pasa nada... todo bien. (Estaban llegando a la entrada a urgencias) ¿Luego nos
tomamos un café?
E: Claro... cuando quieras.
M: Vale, ya te buscaré. (Acercándose a recepción)
E y M: Buenas noches...
T: Buenas noches, no veáis la que hay liada, se ha desmoronado un bloque de pisos con
toda la gente dentro, Maca, Cruz te estaba buscando y a ti (A Esther) Vilches, será mejor
que os deis prisa.
M: Empieza la acción. (Guiñándole un ojo y marcándose a ponerse la bata)
E: Vamos a allá... (Yendo a la sala de enfermeras a por su uniforme)

Estuvieron más de tres horas atendiendo a los heridos del derrumbamiento, por
desgracia no pudieron hacer mucho, aunque se esforzaron como siempre en sacarlos
adelante, todos estaban cansados, física y psíquicamente, Maca atendió a su último
paciente y se fue a la sal de médicos, Cruz estaba en el sofá sentada, con la cabeza hacia
atrás y los ojos cerrados.

M: Ey... (Dejándose caer pesadamente en el sofá)


C: Maca ¿Cómo ha ido? (Aún con los ojos cerrados)
M: Esta bien, lo dejaré en observación hasta mañana, pero está bastante bien. ¿El tuyo?
C: nada... (Abatida) Mañana será otro día... yo termino ya...
M: A mí aún me queda bastante... (Mirando al vacío)
C: Siento lo del otro niño...
M: Ya... todos hemos perdido a alguien esta noche...
C: Sí... pero es el riesgo que corremos al trabajar en esto...
M: ¿Vas a irte a casa?
C: En cuanto Vilches terminé de operar, esta con el último...
M: Espero que le vaya bien...
C: yo también... esta con Esther, la pobre... creo que es la que más pacientes a perdido,
como nos la turnamos... (Sin sonreír)
M: Ya... luego hablo con ella a ver que tal... (Cruz se acarició la nuca, le dolía mucho la
espalda) Anda... trae... (Haciendo que la cirujana se diera la vuelta y colocando sus
manos sobre sus hombros)
C: Gracias...
M: No hay de que. (Masajeado su espalda, destensándola)
C: Buf... vas a tener que enseñarle a Vilches.
M: Mi madre estuvo una temporada con dolores muy fuertes, aprendí a dar masajes
para aliviarla un poco.
C: Pues dime donde hiciste el cursillo... que mando al gruñón.
V: Muy bonito, me despisto un momento y ya te están manoseando. (Entrando seguido
de Esther)
C: Muy gracioso... ¿Cómo ha ido?
V: Estable pero mal. No lo sé. (Sentándose a su lado, Esther se sentó en un pequeño
sofá al lado de Vilches, mirando al suelo cansada) ¿Nos vamos a casa?
C: Sí... ¿Esther? ¿Cómo estás?
E: Bien... cansada...
C: Pues nada, que te haga un masaje la pediatra que los hace de vicio...
V: Me pondré celoso en... cinco segundos o así, vámonos.
C: Vale. (Levantándose y saliendo con vilches, Maca se sentó donde había estado
Vilches)
M: Hola...
E: Hola... (Mirándola con una media sonrisa) ¿Cómo te ha ido a ti?
M: Es... diferente... a los otros días...
E: Ya... (Frotándose con una mano la frente) Estos días son duros..
M: Sí... han traído a un niño, venía... buf... y... no sé... no he podido... bueno... no había
nada que...
E: Maca... no siempre podemos ganar.
M: Ya, oye ¿Cómo estás tú? Me han dicho que has estado en casi todos lados...
¿Quieres hablar?
E: No... por desgracia estoy acostumbrada, aunque siempre... jode no poder ayudarles.
(Clavando su mirada en Maca) A veces me da por pensar en que no debería dedicarme a
esto, luego recuerdo a toda la gente a la que ayudamos y... vuelvo al trabajo. Tranquila,
estoy bien. (Acariciando la rodilla de la pediatra)
M: Vale... ¿Un café?
E: Que va... voy a dormir un rato... donde las enfermeras no tenemos sofá... (Maca se
levantó enseguida)
M: Perdona, no me había dado cuenta, túmbate y descansa ¿Eh?
E: Sí.. (Tumbándose en el sofá y cerrando los ojos, Maca acarició la frente de Esther)
M: Duerme bien... (Salió de allí con las manos en los bolsillos de la bata y se fue a
tomar un café)

Estaba empezando a amanecer sobre la ciudad, Esther hacia un rato que se había
despertado en la sala de médicos donde horas antes Maca la había dejado. Había hecho
el intento de ir a buscarla, hablar un rato con ella, tomarse un café o cualquier otra cosa,
simplemente estar con ella, pero cuando salía de la sala uno de los médicos la había
llamado y le había sido imposible buscar a Maca.

La pediatra había tenido un turno tranquilo desde que dejó a Esther durmiendo, cosa que
agradecía después de la acción de las primeras horas, decidió que las guardáis de noche
no le gustaban, por suerte, había llevado un libro a su taquilla y cuando se cansó de
revisar informes se había ido a leer al tejado del hospital, con el busca cerca por si
acaso. Estaba allí, apoyada contra un pequeño muro, con el libro entreabierto entre sus
piernas y mirando como el sol iba saliendo cuando su busca empezó a sonar, urgencia
medica.

M: Hola, soy la doctora Macarena Fernández. (Estrechando la mano de la madre)


Mujer: Hola, doctora, verá, es que mi hijo se ha despertado con mucha fiebre... ha
pasado muy mala noche... ha vomitado, mire que carita, y no sé lo que le pasa y...
(Estaba muy nerviosa, Maca acarició el brazo de la mujer)
M: Tranquila, yo me encargo de todo. Vamos a ir a una salita y a ver que le pasa ¿Vale?
Acompáñame. (Pasaron al lado de rotonda) Teresa, avísame a una enfermera para que
vaya a la sala dos.
T: Enseguida... (Cogiendo el teléfono)

Entraron en la sala y Maca ayudó al niño a subirse a la camilla, le sonrió dulcemente y


se quitó el fonendo del cuello y restregó las manos por la parte metálica para calentarlo
un poco.

M: A ver... ahora necesito que te subas la camiseta un poquito ¿Mhm? (El niño asintió e
hizo lo que le pedían) Venga... a ver... quiero que cojas aire muy despacito ¿Vale? Así...
muy bien... suéltalo... (Maca retiró el fonendo del pecho del niño y se puso detrás de él,
colocándolo en su espalda) Vale... ahora lo mismito ¿eh? (El niño volvió a asentir)
Vale... Ya puedes ponértela. (Se apartó y apuntó algo en uno de sus papeles) Bien,
(Escuchó como la puerta se abría, levantó la vista y vio a Esther que le sonreía, sonrió
tímidamente) ahora la enfermera te va a poner el termómetro... (Maca miró a la madre)
¿Le puedo hacer unas preguntas?

Mujer: Sí, claro...


M: ¿A sufrido algún cambio de temperatura brusco? No sé.. meterse en una piscina con
el agua muy fría... o muy caliente...
Mujer: Sí, bueno... hace dos días fuimos a ver a sus abuelos, viven en el norte, allí no
hace tan buen tiempo como aquí, la verdad es que nevó y todo, pero al niño le hacía
ilusión bañarse y claro... cualquiera le dice que no... y bueno... ¿Qué es lo que tiene?
M: Parece un buen catarro... ha estado incubándolo, pero no se preocupe, le miraremos
la temperatura durante la siguiente hora, si baja, le mandaré un medicamento y en unos
días estará como nuevo.
Mujer: ¿Y si no?
M: Bueno.. si no baja lo tendremos en observación y les haremos unos análisis.
Mujer: vale... (Acercándose a su hijo y acariciándole la frente) Ya verás como la
doctora hace que se te pase ¿eh, cariño? (Esther miró a Maca y sonrió, la pediatra estaba
embobada mirando la escena, se dio cuenta de la mirada de Esther y le sacó la lengua
burlona mientras apuntaba algo en un papel, se lo enseñó a la enfermera
“¿Desayunamos juntas?” , Esther asintió y volvió a mirar como la madre le susurraba a
su hijo palabras dulces para tranquilizarlo)

M: Bueno... ¿Ya está? (Acercando sea la enfermera y mirando el termómetro)


E: Sí... a ver.. (Lo sacó y se lo dio a Maca, rozando sus dedos sin querer)
M: Bueno... no tiene fiebre ¿a cuanto estaba en casa?
Madre: A 38.
M: Bien... le mandaré los medicamentos, si el niño vuelve a tener fiebre o cualquier
cosa fuera de lo normal, tráigalo y el haremos unas pruebas, pero creo que solo es un
resfriado.
Madre: Muy bien, doctora.
M: ¿Esther? (Poniendo su mano en el brazo de la enfermera) ¿Me preparas el papel del
alta? Voy a hacer la ronda, enseguida vuelvo.
E: Vale, ahora mismo estoy en ello. (Maca se despidió de la madre y del niño y salió de
la habitación, Esther lo hizo segundos después a por los papeles)

Cuando acabaron el turno se encontraron en cafetería, Maca llevó a la mesa un par de


zumos y unos croissants y se sentaron juntas.

M: ¿has dormido bien?


E: Mucho... creo que voy a pedir un sofá como ese para las enfermeras, no es justo que
vosotras tengáis. (Dando un sorbo a su zumo)
M: Bueno, nosotras estamos más rato paradas...
E: Ya, aquí solo trabajamos los y las enfermeras. (Bromeando)
M: no deberías decir eso delante de una doctora... puedo chivarme.. (Con una sonrisita
traviesa)
E: Chivate. (Encogiéndose de hombros) ¿Que has estado haciendo tú?
M: Informes, leer, pasear por los pasillos, café... no mucho.
E: Se te caía la baba con la madre y el niño...
M: Es normal... era tierno... (Tímidamente)
E: Sí, mucho, ¿Tú quieres tener hijos?
M: Ehm... no estoy segura. Me gustan mucho, pero... no sé... uno mío, todo el rato... no
creo que fuera muy buena en eso...
E: Seguro que serías la mejor.
M: Que sepa cuidarles cuando están malitos no quiere decir que sepa hacerlo siempre.
E: Tonterías... (Laura se sentó a su lado)
L: ¡Buenos días, chicas! Bueno... para vosotras noches ¿No?
E: Sí, de menuda te libraste.
L: Ya me ha contado Teresita... ¿Vaya lío no?
E: Ni te lo imaginas...
M: ¿Qué tal la casa de Javi? ¿Sigue en pie? (Riendo)
L: Sí, tu bromea con eso... alguien se cargó la planta que le regaló su madre, lleva un
cabreo encima... ya ves, por una plantita de nada. Pero como era de su mama. (Con
rintintin y provocando las risas de las otras dos)
M: Mujer... una mama es una mama... (Sonriéndole)
L: Sí, pues la próxima en tu casa, porque yo no le aguanto en plan niñito de mama. Me
saca de mis casillas.
E: Paciencia, Laurita. (Sonriendo y dándole palmaditas en la espalda)
M: Pues en mi casa ni hablar, no os quiero ver ni de broma allí.
L: ¿No nos invitas a tu casa? Muy mal, Maca, muy mal. Con la curiosidad que tengo yo
adentro. (Bromeando)
M: No te pierdes nada... esta destartalada, me mude hace poco.
E: No somos exigentes. (Sonriendo) Y la próxima en la mía.
L: No, no, en la de Vero, que es la que nos metió en todo esto...
M: Pobrecita, mi hermanita, con lo buena que es ella. (Poniendo los ojos en blanco,
miró su reloj) Laura, sabes que me encanta estar contigo, pero necesito dormir un poco,
mucho, entró a las cuatro otra vez, así que... Buenas noches... (Levantándose) Esther
¿Te llevo a algún sitio?
E: ¿A mi casa te vale? (Levantándose feliz y despidiéndose de Laura)

Llegaron media hora después a la casa de Esther, coincidieron con Jorge y Encarna que
salían de allí, Maca se bajó de la moto al ver que Jorge la saludaba, se quitó el casco
mientras cogía el que le había dejado a Esther.
Jorge: ¿Qué tal, Maca?
M: Mira, aquí, de taxista de la pato. (Señalando con la cabeza a la enfermera y haciendo
que Jorge se riera)
En: Hola, Maca. (Dándole dos besos a la pediatra)
M: hola, Encarna, ¿qué tal se encuentra?
En: Bien, hija, bien, ahora mi Jorge va a llevarme a casa de una amiga, que tenemos
partidita y comida.
M: Le cambio la vida, yo voy a echar partiditas con sus amigas y usted a trabajar.
(Bromeando)
En: No, no, el trabajo para los jóvenes. Bueno, Jorge, vamos que se nos va a hacer
tarde.
Jorge: Vale, ma, ya va. Ey, Maca ¿Te quedas a comer?
M: Uf... (Miró el reloj, las diez de la mañana) Yo voy a pillar la cama...
Jorge: Échate en la de mama, venga, y luego vemos alguna película, anda.
M: no de verdad, que no.
Jorge: Venga, que tu hermana me ha dicho que no te dejáramos solas.
M: ¿Cuándo te ha dicho eso? (Riendo)
Jorge: Ayer por la noche estuvimos tomando algo en la discoteca donde trabaja, estaba
ella por ahí dando vueltas.
M: Muy bonito... (Negando con la cabeza) Pero en serio, me voy a casa.
E: Anda, tonta, la cama de mi madre es muy cómoda, venga. (Dándole un empujoncito,
suave)
En: Anda, hija, di que sí, que si no este no se mueve y voy a llegar tarde. (Maca miró al
suelo sonrojada)
M: Vale, pero solo porque no quiero que la partidita se retrase por mi culpa.
Jorge: Genial, nos vemos a la hora de comer. (Subiendo a su madre al coche y
marchándose)
M: Vaya poder de convicción que hay en esta familia... (Riendo y recibiendo un
achuchón de Esther)
E: Anda, venga, a dormir. (Entrando en la casa seguida de Esther)

Esther acompañó a Maca a la habitación de su madre, la pediatra parecía algo cortada,


pero Esther le sonrió y acarició su espalda.

E: Duerme un rato, ya te despertaremos para comer.


M: ¿Y tú?
E: Voy a dormir también. (Dulcemente)
M: Genial... duerme conmigo...
E: Anda, Maca, que vas a estar muy ancha, además, me muevo mucho….
M: no es verdad, ya hemos dormido juntas y no te movías.
E: Porque estaba muerta y medio alcoholizada... anda... descansa, que nadie te
molestará. (Se marchó de la habitación y fue a la suya, en su cama estaba su sobrina,
toda estirada y durmiendo como un tronco, miró el horario de la niña, colgado por allí,
le tocaba ir por la tarde, lo que significaba que se tiraría toda la mañana allí, suspiro)
M: ¿Esther? (Se escuchó en el pasillo, Esther asomó la cabeza)
E: No me irás a decir que te da miedo la habitación de mi madre.
M: No, tonta... ¿el baño? (Esther señaló la puerta que quedaba delante de donde estaba,
Maca se acercó y echó un vistazo a la habitación) Tu cama tiene una inquilina.
E: Ya... no me acordaba que no entra hasta la tarde, y que le gusta más esta cama.
M: Perfecto... duermes conmigo.
E: Maca...
M: Esther... (La enfermera suspiró)
E: Eres como una niña... ¿en serio te da miedo?
M: No me da miedo, solo que... bueno... no es mi casa... no sé... anda... voy al lavabo.
(Dándole una palmadita y metiéndose al baño)

Esther miró su cama, suspiró y se fue a la habitación de su madre, se puso ropa cómoda,
un chándal viejo y una camiseta de tirantes, se tumbó sobre l acama, bajando la persiana
para que no entrara la luz. La pediatra pareció poco después, encima de la cama había
unos pantalones anchos negros y otra camiseta de tirantes.

E: Para ti... son fresquitos...


M: Vale. (Cogió la ropa y empezó a cambiarse, Esther luchó por darse la vuelta y
concentrarse en la pared que le quedaba enfrente, notó como la pediatra se tumbaba a su
lado)
E: ¿te va bien ese lado o cambiamos?
M: Me va bien... buenas noches... (Acercándose para darle un besito en la mejilla y
dándose la vuelta, quedando espalda contra espalda)
E: Buenas noches...

Maca enseguida se quedó dormida, estaba agotada, a Esther le costó algo más, entre el
calor que hacia y que ella ya había dormido en el trabajo, no tenía mucho sueño,
permanecía quieta en la cama, para no despertarla, se dio la vuelta despacito y se
encontró con su espalda, levantó una mano, y sin llegar a tocarla, repasó la espalda de
Maca, sus hombros, sus brazos, ni siquiera la rozaba, solo con la mirada, sonreía,
suspiró y se acomodó para dormir.

Sobre la una, Susana fue a despertarlas, entró en la habitación despacito, entreabriendo


la puerta, allí estaban las dos, Maca boca arriba, mirando hacia un lado, Esther
abrazándola, con la cabeza en el hombro de la pediatra, las dos estaban completamente
dormidas.

Jorge: ¿Ya se han despertado? (Poniéndose al lado de su mujer y mirando hacia


adentro) Va a ser que no... voy a llevar a la niña al cole, que dice que quedó con sus
amigas para ir al comedor ¿Vale? Luego preparamos algo de comer...
S: Vale, las voy a dejar dormir un poquito más ¿Eh?
Jorge: Cómo quieras... (Dándole un pequeño beso en los labios) ¡Luz! (Gritando y
llevándose un manotazo de Susana, que miró a las chicas comprobando que seguían
dormidas)
S: ya te vale.. anda, tira... (Cerrando la puerta y empujando a Jorge por el pasillo)
Jorge: Venga, Luz, al cole...
Luz: ¡Voy!
S: Otra que tal... (Riendo) Venga, cariño (Agachándose para darle un beso) Pórtate bien.
Luz: Síiiiiii (Mientras corría hacia la puerta con su pequeña mochila a la espalda)
Jorge: Dame media hora ¿mhm?
S: Tira... (Dándole un golpecito en el culo y saliendo al patio, tocó el agua de la
pequeña piscina y fue a ponerse el bikini para relajarse un poco)
A los pocos minutos salió Esther de la habitación, saludó a Susana y se sentó en una de
las sillas, con las piernas dobladas, y los pies al filo de la silla.

E: ¿Y mi hermano?
S: La niña se quedaba al comedor hoy... la ha ido a llevar...
E: ¿Que hora es?
S: La una y poco. ¿Qué tal has dormido? (Sonriendo a su cuñada)
E: Muy bien y muy mal. (Devolviéndole la sonrisa) Es difícil eso de tenerla ahí...
bueno, ahí... aquí... (Riendo) Porque me da que me da por abrazarla cuando duermo...
S: Ya, os he visto cuando iba a despertaros, pero he pensado que tú no tendrías ganas de
que lo hiciera.
E: Ya... oye, me voy a dar una ducha, si se despierta...
S: ¿Le digo que vaya? (Bromeando)
E: No juegues con esas cosas... (Poniéndose colorada como un tomate)

Esther se duchó, Jorge volvió y se pusieron a prepara la comedia, la pediatra no daba


señales de vida, cuando ya estuvo la mesa lista y faltaba poco para la comida Esther
decidió ir a despertarla, entró en la habitación y se agachó junto a la cama. Con su dedo
índice toco la punta de la nariz de Maca, que frunció el ceño, volvió a hacerlo y la
pediatra escondió la cara en la almohada, aún dormida, Esther intentaba aguantarse la
risa, cuando Maca volvió a la posición de antes repitió el gesto, la mano de Maca apartó
la suya mientras refunfuñaba algo.

E: Buenos días... (Riendo)


M: Mhmhmhm….
E: Adivina ¡Es la hora de comer! (Toda feliz)
M: Por favor...
E: Perezosa... (Tocándole otra vez la punta de la nariz, los brazos de Maca la rodearon
rápidamente subiéndola a la cama, la pediatra la aprisionó entre la cama y ella)
M: ¿Así despiertas a la gente tú?
E: Sí... es que a la única que despierto es a mi sobrina ¿Qué quieres? (Riendo e
intentando escapar)
M: muy bonito... mira... te voy a enseñar...
E: ¿Ah, sí?
M: Sí, por si hay una próxima... se hace así... (Maca acarició con la punta de la nariz la
mejilla de Esther, le susurró al oído) Buenos días, despierta (Muy suavemente y dejando
luego un beso en la mejilla de la enfermera) ¿A qué no es difícil?
E: ¡Vale! (Echando a la pediatra a aun lado y saltando de la cama) Para la próxima.
Ahora... a comer. (Riendo y marchándose con el corazón acelerado y resoplando)
M: ¡Ey! ¡Esther! (Asomándose a la puerta) ¿Puedo... ducharme?
E: Sí, hay toallas en el baño, pero date prisa ¿eh? Que si no te quedas sin comida
(Riendo y saliendo al patio donde habían puesto la mesa)

La pediatra se desvistió, dejando la ropa que le había dejado Esther en un rincón bien
doblada, abrió el grifo y se metió en la ducha, dejando que el agua cayese por su piel. Se
sentía extraña, estando allí, en casa de Esther, aunque estaba a gusto, Jorge y Susana se
habían convertido en muy buenos amigos, aunque con Susana aún no había intimado del
todo, la madre de Esther era un encanto de persona, la niña también y Esther... bueno,
Esther era Esther.
Echaba la vista atrás y pensaba en el día en que la conoció, en el hospital, la verdad es
que la enfermera no le había llamado la atención especialmente, luego, con lo de la
moto, le hizo gracia, y a pesar del cariño que le tenía, no había podido enfadarse con
ella, le había parecido una situación tan cómica, tan infantil... tan dulce. Dulce, eso era
Esther, como un pequeño caramelo o un bombón, por eso se sentía bien con ella, porque
la enfermera desprendía esa dulzura, ese cariño... no tenía que ver el echo de que la otra
noche la hubiera besado, besar sus labios, sin que ella se diese cuenta, robarle aquel
breve beso, eso era por su forma de ser, no porque sintiera nada. O al menos eso se
repetía la pediatra una y otra vez en la ducha.

Jorge: ¡Maca! ¡Esther esta acabado con todo! (Riendo) ¡Date prisa!
M: ¡Dile que me deje algo! (Riendo también y cerrando el grifo de la ducha, se vistió
rápidamente con la ropa de l anoche y salió con el pelo mojado, Jorge la esperaba con
una cerveza en la mano)
Jorge: He conseguido salvarla... (Bromeando) Estamos en el patio, anda.
M: Oye he dejado la ropa...
Jorge: Bah, luego la recojo, tranquila. (Salieron al pequeño patio, Maca vio una piscina
desmontable llena de agua, una mesa de madera y cuatro sillas alrededor y una
sombrilla en el centro, se sentó sonriendo entre los dos hermanos, Jorge y Esther)
E: Que sepas que no me han dejado comer porque no estabas... (Fingiéndose molesta)
M: Pobre... (Pellizcándole la mejilla)
Jorge: Traed esos platos...

Cuando terminaron de comer, Susana y Jorge se fueron a echar la siesta, Esther y Maca
se quedaron en la terraza, la pediatra de vez en cuando miraba la pequeña piscina.

E: Creo que un bikini de Susana te ira bien.. (Maca la miró desconcertada y se dio
cuenta que Esther la había visto mirar la piscina)

M: no, si yo...
E: Te lo llevo a la habitación... (Cogiendo el suyo del tendedor que había a un lado y
marchándose hacia adentro, Maca fue a la habitación y Esther apareció al rato con un
bikini rojo en la mano, se lo tiró sonriente y le dijo que la esperaba en la piscina.)

El agua estaba algo fresquita, pero no mucho, Esther se sentó en un lado, estirando las
piernas y pasando sus brazos por el filo de la piscina, echó la cabeza hacia a tras y cerró
los ojos. Sonreía.

M: ¿en que piensas? (Parada al lado de la piscina con el bikini de Susana puesto, Esther
ladeó la cabeza y la miró)
E: Te queda mejor que a ella. (Riendo)
M: Anda que... (Riendo y metiéndose en la piscina, en el lado opuesto al de la
enfermera, y las piernas de ambas paralelas) Mhmhm... esta buena... (Pasando su mano
por la superficie del agua)

Esther sonrió traviesa y dio una palmada en el agua, salpicando a Maca.

M: ¡Eh!
E: ¿Qué? (Riendo)
M: Nada... (Sonriendo, Esther era como una niña pequeña, y eso le encantaba)
E: ¿Por qué sonríes?
M: eres como una niña... (Salpicándola)
E: ¡Habló! La adulta. (Volviéndola a salpicar)

Empezaron una lucha de salpicaduras, acercándose y alejándose la una a la otra, dando


círculos por la piscina, jugando y riendo. Esther fue a salir de la piscina, para escapar de
Maca, pero la pediatra la abrazó por detrás y la sumergió con ella, debajo del agua,
Esther salió a la superficie y le dio una colleja.

E: Ca... casi... me... ahogas. (Resoplando)


M: Venga... (Acercándose sonriente)
E: no... vale... me has... matado... (Esquivándola, se dio la vuelta, esta vez Maca la
abrazó sin sumergirla, apoyando su cabeza sobre su hombro)
M: No te enfades... tonta...
E: ¡Te lo creíste! (Empujándola hacia atrás y poniéndose encima de ella, hundiéndola
un poco en el agua, la pediatra al salir abrió la boca para respirar, Esther pensó en
besarla allí mismo, pero se contuvo)
M: Eres mala...
E: Que va. (Sin moverse, Maca acarició la espalda de Esther y se movió con ella encima
para apoyar la espalda en el filo de la piscina)
M: ¿a que juegas?
E: A nada...
M: ¿Seguro? (Mirándola fijamente)
E: Maca... no juego a nada. (Sonriendo) ¿Qué pasa?
M: Que no es justo que me sienta tan bien contigo.
E: Vaya, eso es... ¿Un cumplido? (Maca rió sonoramente)
M: Ni idea. (La enfermera sonrió y acarició su mejilla)
E: Nos llevamos bien, estamos bien juntas, a gusto, somos amigas (Le costó decirlo
pero disimuló muy bien) así que... ¿Qué hay de malo?
M: Nada. (Abrazándola cariñosamente) Absolutamente nada.
E: Bien…. ¿Te apetece un helado?
M: Nop. (Negando sonriente)
E: ¿Qué te apetece?
M: Quedarme así hasta las cuatro menos veinte, vestirnos y llevarte a trabajar, bueno
eso último no me apetece, pero hay que hacerlo.
E: Vale... pero... (Se levantó y se sentó entre las piernas de la pediatra, como lo había
hecho en la barca del retiro) así mejor ¿Mhm?
M: Vale... (Jugando con un mechón del pelo de Esther y respirando tranquilamente)
¿sabes? Mañana te voy a llevar a cenar por ahí... a un sitio muy bonito... ¿Eh? Solo
quieres claro...
E: ¿Y eso? (Con la cabeza ladeada)
M: me apetece... no sé, estar contigo así, como ahora, sin los demás.
E: yo me lo paso bien con los demás. (Queriendo picar a Maca)
M: Vale, entonces les invito a ellos también ¿No?
E: ¡No! (Riendo y jugando con las manos de Maca) Cena tú y yo. Dos buenas amigas...
(Colocando su palma junto a la de Maca, jugando con sus dedos) y un sitio... ¿A donde
me vas a llevar?
M: Es una sorpresa...
Esther estaba en su habitación, con todo el armario encima de la cama, revolviendo la
ropa y sin decidirse a que ponerse, su cuñada pasó por delante de la puerta, que estaba
abierta, y se echó a reír, Esther estaba medio zambullida en el montón de ropa.

S: ¿No es mejor si haces eso en la piscina?


E: Muy graciosa. (Con la voz apagada y sin salir del montón)
S: Esto... ¿Qué haces?
E: Pues... (Salió toda despeinada y Susana no pudo evitar reír) ¿Qué?
S: Nada, nada. Bueno ¿Qué haces?
E: Esta noche he quedado para cenar. (Sonriendo tontamente)
S: ¿Una cita?
E: Ehm... ¿La verdad? (Alzando las ceja y mirándola) No tengo ni idea...
S: Maca. (Sonriendo de oreja a oreja)
E: Sí... Maca. (Nerviosa y empezando de nuevo a buscar)
S: Vale, vale. (Acercándose a ella y sujetándola por los brazos) Vamos a tranquilizarnos
¿Eh? Primero... hay que hacer algo con esto. (Acariciando su pelo) Luego ya veremos lo
que te pones ¿Mhm?
E: Vale... (Dulcemente)
S: Bien... al baño. (Empujándola hacia allí, mientras le arreglaba el pelo iban hablando)
Bueno... ¿A donde te lleva?
E: No lo sé.
S: ¿Cómo que no?
E: Pues eso... no tengo ni idea...
S: Genial, a ver... ya está unos jeans ajustaditos, que eso queda bien vayas donde
vayas...
E: Susana, que ella es de dinero... ¿Y si me lleva a algún sitio caro? Llamaré la atención
mucho...
S: Bueno, Maca no parece de las que se dan muchos lujos, tal vez tenga dinero, vale,
pero no creo que te lleve a ningún sitio muy caro.
E: Vale... es verdad... joder... estoy de los nervios.
S: Tranquila, recuerda, no es una cita, solo sois dos amigas que salen, ¿Vale? Porque ya
nos conocemos cuando te pones nerviosa, empiezas a tartamudear, y Maca se dará
cuenta.
E: Sí... y no queremos eso ¿No? (Mirándola a través del espejo, buscando una
respuesta)
S: Tu sí, pero ella tal vez no. Aún es pronto, y mientras ella tenga... bueno... que lo
tienes complicado, cariño.
E: Lo sé... lo sé... (Abatida)

La pediatra, por su parte, estaba tumbada en el sofá haciendo zapping para pasar el rato.
Gracias a los contactos de su hermana, ya estaba todo preparado, y la pediatra tan solo
tenía que vestirse e ir a buscar a Esther. Tocaron a timbre y se levantó de un saltito, miró
por la mirilla y vio a su hermana sonriendo al otro lado.

M: ¡No estoy! (Bromeando)


Verónica: ¡Para que eso funcione deberías haberte callado! ¡Abre!
M: Vale... (Abriendo la puerta y dejándola pasar) ¿Qué es eso?
Verónica: Oh, he aprovechado para hacer la compra. (Tirándole una manzana que Maca
cogió en el aire, le dio un bocado mientras cerraba la puerta)
M: mhmhm... esta rica... (Volviendo a sentarse en el sofá )
Verónica: ¿Aún estás así? (Mirando la ropa de su hermana, una vieja camisa medio
abierta que le llegaba por encima de las rodillas)
M: ¿Qué?
Verónica: Madre mía... si es que tengo que estar en todo... (Sonriendo y metiéndose en
la habitación de su hermana)
M: eh.. (Siguiéndola mientras iba masticando la manzana) ¿Se puede saber que haces?
Verónica: Anda, siéntate, ahí.. a ver el fondo de armario de mi hermanita. (Sonriendo y
abriéndolo) ¡Maca! ¡Cuanta ropa! Juer...
M: ¿Qué? (Riendo) La mitad no me la he puesto, ya sabes, a la gente le da por regalar
ropa... sobre todo a mama...
Verónica: A mi hace años que no me regala ropa... bueno, hace años que no me regala
nada. (Riendo) Normal.. (Asintiéndose a si misma) A ver... que ahí por aquí... ¿Qué te
parece esto? (Sacando un vestido corto y súper escotado de color rojo pasión)
M: Vero... ese es tuyo.. (Echándose a reír)
Verónica: ¿en serio? (Mirándolo extrañada y echándolo sobre la cama) Posible. A ver
que tal...
M: hermanita... ¿Desde cuando tu eliges lo que me pongo cuando salgo con una amiga?
Verónica: Estás pesadita ¿eh? ¿No puedes ponerte guapa solo por el placer de ir guapa?
M: Vero, que se te ve el plumero desde hace días, bonita. Y ya te he dicho lo que hay.
Verónica: ya, pero la has invitado a cenar y lo que has preparado... es... bueno, que
pareces más abierta a conocerla más.
M: Sí, bueno... quería comentarte algo... verás... siento haber estado estas semanas...
algo, borde con lo de Azu. (Mirándola a los ojos)
Verónica: Vale. A ver... (Indicándole con las manos que parará) ¿Te has dado un golpe
durmiendo o algo? Porque ese cambio no es normal ¿Eh? Hermanita... te lo tendrías que
mirar, no, si al final va a resultar que también quieres quitarme el titulo de loca de la
familia. Genial. Me quedo sin títulos. (Dramatizando y provocando una risita de Maca)
M: Estoy intentando disculparme, así que deja de hacer tonterías. ¿eh?
Verónica: ¡Ey! Si vas a disculparte... pues nada, habrá que escucharte. (Sentándose en
la cama toda feliz)
M: Siento no haberos escuchado, haberme cerrado en banda e incluso haber estado a
punto de distanciarme de vosotros, de verdad, sois... no sé que haría sin la loca de la
familia, no quiero ese titulo (Bromeando) y sin Jero. (Vero la abrazó efusivamente)
Verónica: Bien, ¡ahora a ponerse guapa! (Volviendo a rebuscar en el armario)
M: ¿Eso es todo?
Verónica: ¿Que quieres? ¿Qué de saltitos de alegría porque parece que se te esta
cayendo la venda de los ojos? (Sonriendo divertida) No hermanita, va a hacer falta algo
más para que de saltitos. Tu empieza portándote bien esta noche y ya veremos.
(Guiñándole un ojo)

Eran las diez de la noche, Maca llevaba un buen rato dando vueltas a la manzana, en
casa se aburría y decidió dar una vuelta con la moto, pero tampoco quería llegar tarde
así que la dio por el barrio de Esther, cuando creyó que rea el momento la aparcó justo
delante de la casa y se bajó. Tocó al timbre y esperó.

E: joder…. Joder... (Hiperventilando) Que ya esta aquí. (Jorge se reía a carcajadas)


Jorge: Pato, que te va a dar algo.
E: Joder... joder... (Mientras daba vueltas)
S: Vale, a ver. (Parándola) Mírame... pareces una cría de quince años en vez de una
mujer de treinta, así que... cálmate. ¿Eh? Solo es Maca. (Esther la miró con una mueca)
Vale, Sí, Maca, pero Esther no puede verte así...
E: Ya... tienes razón. (Echándose a reír por su actitud) Si ni siquiera le atraigo lo más
mínimo. Me voy ya ¿Eh?
Jorge: ¡Que vaya bien!

Esther abrió la puerta de casa, Maca estaba de espaldas, mirando arriba y abajo por la
calle y pensando que Esther no estaría en casa, tal vez se le había olvidado lo de la cena,
escuchó un ruido detrás y se giro. Esther iba con unos jeans ajustados, y una camisa
blanca con los botones de arriba desabrochados, dejando ver el escote, llevaba el pelo
suelto y liso, y unos ligeros toques de maquillaje. Maca sonrió.

M: Vaya, si se me ha puesto guapa y todo. (Acercándose y dándole dos besos, uno en


cada mejilla)
E: Que va... si he cogido lo primero que he pillado.. (Andando hacia la moto y mirando
a Maca)

La pediatra, bueno, su hermana, había decidido darle un toque casual, pero atractiva, o
eso había dicho ella, Maca se veía de lo más normal, llevaba unos piratas tejanos igual
de ajustados que los de Esther, de cintura baja, unas sandalias de tiras azul marino y una
camiseta de finos tirantes de tonos azules escotada y que se le subía dejando ver la piel
que había justo encima de la cintura del pantalón, Esther pudo ver un pequeño lunar del
que tuvo que apartar la vista para no meterle un bocado allí mismo.

M: Buf... me sabe mal darte esto. (Alargándole el casco) Pero ya sabes...


E: no importa... debía haberlo supuesto (Riendo y poniéndose el casco intentando no
despeinarse)

Maca se subió a la moto y esperó a que Esther hiciera lo mismo, una vez notó las manos
de la enfermera acariciando su cintura arrancó. En unos veinte minutos llegaron a su
destino, Maca aparcó y ayudó bajarse a Esther, al quitarse el casco estaba algo
despeinada, y una sonriente Maca la peinó delicadamente. Esther sonreía como una niña
pequeña. Miró alrededor.

E: Así que me llevas ahí. (Señalando un restaurante italiano con pinta de ser muy caro)
M: Pues... (Siguiendo su dedo) Va a ser que no. (Riendo) Te llevo.. (Dándole la vuelta a
la enfermera y dejándola de cara a un edificio) ahí...
E: Maca, no es por nada... pero esta cerrado.
M: Mhmhm... hoy tenemos pase VIP. (Sonriendo y andando hacía allí) ¿Vienes o... te
llevo a casa? (Pensando que tal vez a Esther no le gustaba la idea)
E: No, sí... sí... voy. (Con una media sonrisa y acercándose a ella)
M: no te gusta... puedo llevarte al restaurante aquel...
E: Que dices. No. (Riendo) Me gusta... de verdad... (Mordiéndose el labio y sabiendo
que Maca apartará la vista nerviosa)
M: Bien, vamos.

Cruzaron la puerta, entrando en una gran sala redonda apenas iluminada por unas
pequeñas luces alrededor de la puerta, las demás estaban apagadas, una figura se acercó
a ellas.
Chica: Debes ser la hermana de Vero ¿no? (Sonriendo mientras le daba una llaves)
M: Pues sí, oye, muchas gracias por todo ¿Eh?
Chica: tranquila, mientras me lo dejéis recogidito. (Guiñándoles un ojo y marchándose)
E: tu hermana tiene contactos ¿Mhm? (Riendo)
M: Sí, es lo que tiene estar medio loca... Bueno (metiéndose las llaves en el bolsillo del
pirata) ¿Qué quieres ver primero?

Se metieron por el primer pasillo a la izquierda, todo estaba bañado en un tenue azul, de
las luces del interior de los acuarios, estaban en la zona de mares tropicales y templados,
y una pared del pasillo era completamente de vidrio, al otro lado el agua y los peces de
colores las miraban curiosos.

E: Maca...
M: Dime.
E: Esto es precioso... (Mirando a un punto fijo) Pero...
M: Ya, no te gusta, no pasa nada, vamos al italiano (Dándose la vuelta y cogiendo su
mano para llevarla afuera,. Esther le dio un apretón y se paró)
E: Si no es eso... (Seguía mirando aquel punto fijo) Es eso... (levantando su mano libre
y señalando algo en el agua, Maca se giró y se echó a reír) No tiene gracia..
(Susurrando) Nos mira...
M: Aish... (Suspirando sonriente y acercándose a Esther sin soltar su mano) La niña
tiene miedo de un simple cangrejo...
E: Maca, eso no es un cangrejo, es un monstruo...
M: Es una especie de Japón, y no es grande, de hecho este solo mide dos metros,
algunos llegan a cuatro... (Tranquilamente mientras empezaba a nadar, Esther pasó su
brazo por debajo del de Maca, agarrándola y empujándola hacia la pared normal)
E: lo que tu digas... pero nos sigue mirando... (Pasaron al siguiente pasillo, sin llegar a
ver mucho, porque según Esther, aquel bicho le seguía, entraron en una sala con
pequeñas peceras. Esther sonrió y pasaba de una a otra, arrastrando a Maca con ella)
Ves... estos son graciosos. Uy... mira... que bonitos... (Maca sonreía embobada, le
encantaba ver a aquella mujer así de feliz, con tan poca cosa como cuatro peces enanos
de colorines) oh... mira... están bailando. (Riendo)
M: Esther... los peces no bailan...
E: Sí que lo hacen, no lo ves. (A su bola)
M: Vale... bailan...
E: No me des la razón como a las locas ¿eh? (Dándole una palmada en el brazo y
arrastrándola hasta la siguiente pecera, Maca sonrió y puso los ojos en blanco)

La pediatra consiguió sacar a Esther de aquella sala, se metieron por una puerta, daba a
un pasillo enteramente de cristal, muy largo, Esther echó un vistazo alrededor y paró en
seco, haciendo que Maca también lo hiciera.

M: ¿Qué? (Mirándola con cariño)

Esther miraba unas figuras fantasmagóricas que se contoneaban en el agua, pasando por
encima del túnel, era enromes.

M: Esther... (Miró hacia donde la enfermera) No pueden hacernos nada. Están ahí y
nosotras aquí.
E: Huelen el miedo... lo vi en una película. (Maca se echó a reír)
M: Son tiburones, huelen otra cosa, pero anda... vamos. (Acariciando la mano de Esther
y dándose la vuelta para volver sobre sus pasos)

Por último, una vez visto todo (casi todo) Maca condujo a Esther a través de unos
pasillos, parecía conocer el camino de memoria, Esther apretaba su mano y Maca la
acariciaba a veces con su pulgar, en un gesto más involuntario que no con intenciones,
llegaron a una sala muy grande, el techo se elevaba varios metros por encima de ellas,
un gran acuario al lado opuesto de la puerta, cubriendo toda la pared, se veía una
pequeña mesa para dos, preparada con un sencillo mantel y una tabla de madera encima
de un soporte.

Esther sonreía al contemplar las figuras que se movían al otro lado, delfines, muchos, se
acercó al cristal y apoyó la mano en él, notando el frío y sonriendo, uno de los delfines
se acercó y con su morro dio un pequeño golpecito en el sitio donde Esther tenía su
mano, la enfermera rió contenta.

E: ¿Has visto?
M: Sí. (Poniéndose justo detrás de ella y apoyando la barbilla en el hombro de la
enfermera) Estos no te dan miedo (Otro se acercó y tocó el cristal también) parece que
les gustas... (En un susurro)
E: Son preciosos, Maca. Muchas gracias. (Dándosela vuelta y abrazándola)
M: Anda, tonta, vamos a cenar ¿Mhm?

Se sentaron en la mesa, había uno sencillos platos de pasta, sin tomate, con algo de
aceite y especias, Maca sonrió.

M: Mira... ¿No querías italiano? (Esther rió)


E: Sí... (Sonreía ampliamente a la pediatra)
E: ¿Haces estas cosas a menudo? (Mientras cenaban)
M: Pues…antes sí, últimamente no. Pero hoy me apetecía. (Sonriendo)
E: ¿Por qué últimamente no?
M: No sé, supongo que no estaba de humor, no me apetecía o... no tenía a quien
hacerlo. Mis hermanos estaban aquí y yo en Jerez con todo lo de la boda...
E: Ya... (Se maldijo a si misma, ni siquiera quería saber la respuesta, bueno, sí que la
quería saber, pero solo si era un no)
M: ¿A ella? (Alzando las cejas inquisitivamente)
E: Sí...
M: No, no tenemos ese tipo de... No.
E: Pues me encanta la sorpresa. (Con una sonrisa de oreja a oreja)
M: Me alegro. (Guiñándole un ojo) No estaba segura... y cuando has puesto esa cara
entrando en el primer pasillo... buf... (Suspirando)
E: Quita, quita. (Riendo) No me lo recuerdes…. Tendré pesadillas...
M: no, tonta, ya verás...
E: Sabes... has fallado en algo... (Alzando una ceja y sonriendo triunfante, había
descubierto un fallo, un pequeño defecto)
M: ¿en que? (Sonriente)
E: Falta música... (Maca se echó a reír, se levantó y se acercó a un rincón de la sala,
había un pequeño casette, lo puso en marcha y suaves notas de jazz comenzaban a salir
de él, Esther suspiró, aquella mujer no tenía defectos, ni siquiera pequeños) Estas en
todo ¿eh?
M: se hace lo que se puede... (Sirviendo algo de vino en la copa de Esther)
E: ¿Qué es esto? (Levantando la copa y mirándola a trasluz)
M: Se llama Lambrusco, es un vino típico en Italia, es como el normal pero con
burbujitas (Riendo) Pruébalo... te va a gustar... (Esther dio un sorbo)
E: Mhmhm... esta bueno.
M: Pues claro, mujer.
E: ¿Vienes mucho aquí?
M: Sí... es mi rincón secreto... (En un susurro) Aunque es la primera vez que lo tengo
así, para mí. (Mirando alrededor sonriente)
E: Yo también estoy ¿Eh? (Bromeando)
M: Ya, pero contigo es... como si estuviese sola... (Esther hizo una mueca rara y Maca
rió) No me malinterpretes, es que... sabes, delante de la gente es difícil ser tu misma...
pero contigo, lo soy, como cuando solo estoy yo... (Esther sonreía con ternura)
E: Gracias por el cumplido... ¿Por qué lo era no? (riendo)
M: Anda que...
E: Menos mal que has puesto la mesa aquí, me encantan los delfines, ¿Sabes? Una vez
mi madre nos llevó a Jorge y a mi al zoo, a verlos, y me eligieron para salir a jugar con
ellos. Para no elegirme... contar que pidieron un voluntario me puse de pie y empecé a
gritar ‘¡A mí! ¡A mí!’ y a dar saltos por todas partes como una loca….
M: Bueno... eras pequeña…es normal...
E: ¿pequeña? Si fue hace dos años... (Tan tranquila y provocando una risa en la
pediatra) ¿Qué? Ya te he dicho que me gustan...
M: me lo creo, me lo creo. ¿Te has bañado con ellos alguna vez?
E: No... da... cosita ¿No? ¿tú lo has hecho?
M: Sí, una de las veces que fuimos a la republica dominicana y en Jerez, en un acuario
de unos amigos, varias veces.
E: ¿tus amigos tienen delfines?
M: Sí, son los dueños del acuario... (Sin darle importancia)
E: Oh... ¿Cuántas veces has estado en la republica dominicana?
M: Pues... unas cuatro o así... cansa un poco ya, pero hace mucho que no voy.
E: Que pija...
M: tontita...

Terminaron de cenar mientras seguían conociéndose, aunque la verdad es que cada vez
les quedaba menos cosas por contarse, empezaban a saberlo todo la una de la otra, sin
apenas darse cuenta.

M: Creo que se aburren con tanta conversación (Riendo al ver a tres delfines pegados al
cristal, Esther miró hacia allí)
E: Que va…. Mírales, todo atentos ellos. (Sonriendo) Seguro que son familia de
Teresa...
M: Seguramente... es más... ¿y si es ella disfrazada?
E: No seas mala... (riendo y dándole una patadita con el pie) Es una gran mujer...
M: Lo sé... (Sonriendo dulcemente)

La pediatra se levantó y se acercó al cristal, Esther la siguió poniendose a su lado, la


miraba de reojo, el reflejo del agua dibujaba ondulaciones en su rostro, y sus ojos
marrones, aquellos que tan nerviosa la ponían, brillaban con luz propia, Esther sonreía,
Maca estaba preciosa, y ella, solo ella, la veía en aquel momento. Bueno... ella y los tres
delfines que jugaban a ver quien se acercaba más a ellas. La pediatra se sintió observada
y miró a Esther, que enseguida miró a los delfines, sonrió y cuando Esther la iba a mirar,
Maca miró a aquellos animales, estuvieron así un rato, jugando, hasta que sus miradas
se encontraron y se quedaron allí quietas, perdiéndose.

La pediatra acercó su mano a la de Esther, tímidamente deseando aquel contacto y


queriéndolo evitar a la vez, uno de sus dedos acarició brevemente la mano de Esther,
que se movió acercándose, buscando más contacto, la enfermera pasó su dedo índice
por palma de Maca alejándose después, Maca sonrió y acarició con su dedo la muñeca
de la enfermera, bajando por su mano hasta llegar a una la punta de uno de sus dedos.
Esther miró hacia el agua, mientras sus manos jugaban a encontrarse una y otra vez,
tímidamente.

Esther empezó a balancearse, siguiendo la música, la pediatra se puso de lado,


encarando a Esther que la miró, le tendió la mano a Esther, le encantaba bailar con ella,
le provocaba mil sensaciones, placer (no de ese que pensáis), ternura, nervios y sí, algo
de excitación al sentir su cuerpo, que a veces temblaba entre su brazos.

Esther sonrió y colocó su mano sobre la de Maca, se alejaron un poco del cristal,
acercándose al casette para escuchar mejor la suaves notas que brotaban. Se abrazaron y
empezaron a moverse, sus caderas se balanceaban, la una contra la otra, acompañando
el solo de saxo.

E: me encanta esto... (Escondiendo su cara en el cuello de Maca para que no se diese


cuenta de lo sonrojada que estaba y de paso no viera la sonrisita tonta que se había
dibujado en su cara)
M: Y a mí... (Sonriendo y apoyando su mejilla en la cabeza de Esther)

Se movían con los ojos cerrados, la pediatra contemplaba los delfines a través del cristal
mientras sus manos acariciaban la espalda de Esther. A la enfermera se le escapó un
suspiro, justo en el cuello de la pediatra, que volvió a sentir aquel deseo, el mismo que
había sentido aquella noche, en el jardín de Javier, cuando la vio dormir a su lado... su
cuerpos e estremeció y Esther lo notó, se separó un poco y la miró.

Se preguntaba porque temblaba, bueno, deseaba saber el porque, estar en lo cierto, miró
los labios de la pediatra, entreabiertos, se acercó un poco, dejando margen a Maca para
separarse. Ella estaba bloqueada, perdida en los ojos de Esther que no dejaban de mirar
sus labios, los había entreabierto inconscientemente y al ver la mirada de ella, se volvió
a estremecer, mordiéndose el labio. Esther volvió a suspirar y Maca notó aquella
pequeña brisa en los suyos, acariciándolos, una pequeña sonrisa se dibujó. Le había
gustado, se acercó un poco a la enfermera y suspiró, Esther tembló mordiéndose el labio
y sus ojos se encontraron, sus manos acariciaban sus espaldas, y sus cuerpos estaban
pegados. La pediatra abrazó a Esther, escondiendo la cara en su cuello, temblando.

M: Esther... (Con voz suplicante) Por favor... No...

Esther sintió como si le quitaran el corazón de golpe, por un momento había llegado a
pensar que Maca la iba a besar, que tonta había sido, suspiró y llevó una de sus manos al
pelo de Maca, acariciándola suavemente.
E: Vale... (Abatida) Vale...
M: Yo...
E: Ey, Maca, no... lo siento... tu te has portado muy bien conmigo y yo... lo siento... creí
que... no sé... no pasa nada... (Sin dejar de acariciar su pelo, abrazándola para que no
estuviese triste)
M: Ha sido culpa mía... yo... no sé lo que me... Esther... (La abrazó con más fuerza)
E: Vale, Maca, vale... venga, vámonos ¿Mhm? (Separándose de ella)
M: ¿No quieres bañarte con los delfines?
E: Otro día... ¿Mhm? (Recogiendo la mesa)
M: Lo he estropeado ¿Verdad?
E: No, Maca. (Sin mirarla)
M: Escúchame un minuto ¿Mhm? (Acercándose y tomando su rostro con sus manos)
No sé que es lo que pasa... solo sé que he estado a punto de besarte (La miraba
intensamente) y que no me arrepiento, y no sé si es bueno o malo, pero lo siento así, y
no me importa no voy a cuestionar nada, ni pensar, ni ninguna de esas cosas... no
quiero, no tengo ganas... y lo que me haces sentir, sea lo que sea, me llena. Me hace
sentirme bien. Me hace sonreír tontamente y me encanta... me encanta que me pongas
nerviosas... me encanta bailar contigo,... hablar contigo... mirarte... me encanta que
nuestras manso estén así.. (Entrelazando sus dedos con los de Esther) Pero hoy... hoy no
puedo... aún tengo pareja (Algo triste) y yo no he sido infiel nunca... ni quiero... ya pasé
por eso una vez... no es agradable... y aunque yo no... aunque ella tal vez tampoco... se
merece que le diga adiós antes de poder hacer... antes de... (Sus labios le temblaban,
había cometido un gran error, sus ojos habían seguido sus palabras, sus pensamientos, y
al pensar en besarla los había mirado, allí estaban, con una dulce y tímida sonrisa,
entreabiertos, temblando, esperando... la pediatra suspiró) No... (Muy flojito)
E: Maca... (Acariciando su mejilla) Lo entiendo... y...

Ester dejó de hablar, se acercó a la mejilla de la pediatra y posó sus labios allí,
permaneciendo unos segundos, disfrutando del calor que le transmitía la piel de Maca.

E: Esto no es ser infiel... (En un susurro mientras sus labios se separaban de la mejilla
para huir a la frente) Y esto... tampoco... (Fue a la otra mejilla y repitió el gesto, la
respiración de Maca comenzaba a entrecortarse)
M: Esther... (En un gemido suplicante)
E: Lo siento... no podía más... ya está... vámonos de aquí antes de que... (Esther pensaba
en lo bonitos que eran los labios que tenía delante) vámonos.
M: Sí...
M: Pero antes...

Maca tomó la mano de Esther y la guió por una escalera hasta la parte de arriba, salieron
a la noche de Madrid, Esther miró alrededor, enseguida supo que se encontraban en la
superficie del acuario que segundos antes tenían al lado, del escenario de aquella noche,
Maca sonrió y soltó la mano de Esther, se acercó a la superficie del agua y palmeó con
la mano en la superficie. Al instante, cuatro delfines salieron a saludarlas, emitiendo
breves sonidos agudos, era su forma de saludar.

La enfermera se acercó a Maca, con una sonrisita feliz en los labios, Maca estaba
agachada a su lado, se miraron y sonrieron.
M: Venga...

Se quitó la camiseta de tirantes y miró a Esther, la enfermera miraba el tórax de Maca,


cubierto tan solo por un sostén azul cielo, sonrió y desabrochó su camiseta, quedándose
como la pediatra, poco a poco y entre miradas furtivas fueron deshaciéndose de la ropa,
hasta quedar amabas en ropa interior, la pediatra se metió en el agua después de echar
un ultimo vistazo a aquel cuerpo. Esther la siguió tirándose de cabeza y saliendo
instantes después a la superficie.

E: ¿No nos harán daño? (Al notar como uno de aquellos animales pasaba velozmente a
su lado, desde afuera no parecía tan grande)
M: Tranquila... (Acercándose y tomándole la mano) Ven... (La pediatra sumergió la
cabeza en el agua y Esther la imitó)

Bajo el agua, abrieron los ojos, encontrándose con el agua, los delfines nadaban hacia
un lado y otro, pasando a veces a escasos centímetros de ellas. Allí, en su medio, se
veían enromes, Esther recordó que podían pesar unos trescientos kilos, y de repente se
sintió algo asustada, pero la mano de Maca, sujeta a la suya, la tranquilizaba. Salieron a
coger aire y volvieron a zambullirse, un delfín se acercó curioso a ellas y Esther acercó
la mano a su morro, el delfín se acercó acariciando la palma de su mano y Esther sonrió,
miró a Maca y volvieron a la superficie.
M: Vas a ver... (Desapareció unos instantes bajo el agua, cuando volvió lo hizo
acompañada de uno de los delfines, agarrada a su aleta dorsal, dejándose llevar por él)
E: Maca, cuidado. (Preocupada, la pediatra se soltó y se acercó a ella)
M: tranquila... (Abrazándola emocionada) Prueba tú...

Esther sonrió y se metió bajo el agua, miró alrededor, buscando a alguno que estuviese
dispuesto, movía los brazos para mantenerse sumergida, notó la rugosa piel de uno de
ellos bajo su brazo, lo acarició con la mano y se aferró a la aleta de éste. El delfín dejó
que Esther saliese a la superficie y dio un par de vueltas alrededor de la piscina, iba muy
rápido, veloz, Esther notaba el cuerpo tenso bajo el suyo, aquella fuerza brutal
arrastrándola, cuando el delfín decidió que ya había hecho bastante se sumergió y la
enfermera se soltó riendo a carcajadas.

E: ¡Ah! (Gritando contenta) ¡Ha sido genial! (Maca se había sentado en el borde del
acuario, la miraba feliz, Esther se acercó nadando a ella desde donde estaba, colocando
sus manos al lado de los muslo de Maca, mirándola a los ojos) Esto es... genial.. buf...
que subidón. (Riendo y notando la mano de Maca acariciando sus manos) Gracias,
gracias, gracias...

Maca s echo a reír, moviendo la cabeza discretamente hacia a tras, Esther la miró
atontada, allí, con el pelo húmedo, con pequeñas perlas de agua sobre su piel, al echarse
hacia atrás, una de aquellas afortunadas gotas que descansaban en el cuello de la
pediatra resbaló por él, Esther siguió su recorrido hasta que la perdió entre los pechos de
Maca, se mordió el labio y empezó a susurrar.

E: lo siento... lo siento... lo siento... lo siento... (Mientras hacia fuerza con las manos
para sacar su cuerpo del agua un poco y acercarse al rostro de Maca) Lo siento... lo
siento... (En susurros apagados, la pediatra la miraba) lo siento...
Unió sus labios con los de ella, acariciándolos, saboreándolos, con los ojos apretados
con fuerza, sintiendo como su cuerpo temblaba de alegría, de placer, de ternura. Maca
los sentía sobre los suyos, no podía moverse, sabía que si lo hacia atraparía los labios de
Esther y ya nunca los soltaría y aquello no estaba bien, aunque lo deseaba... que calor le
daban, un calor dulce, una caricia, la enfermera se separó sabiendo que no obtendría
nada de Maca, sintiéndose algo culpable por el atrevimiento, pero no lo había podido
controlar, sus impulsos, desde el momento en que sabía que Maca también sentía algo,
quizá no tan fuerte, o quizás sí, no lo sabía, pero lo sentía, y desde que se lo había dicho,
ya no había sido dueña de ellos, ya los había apagado una vez, pero otra... le había sido
imposible. Miró temerosa a Maca, que mantenía los ojos cerrados.

E: Lo siento... no podía... (Mordiéndose el labio, Maca acarició la mejilla de Esther,


dejando su mano allí, disfrutando del contacto)

M: No pasa nada... (Suspirando) Esther... ahora sí... si no nos vamos... no podré


tampoco... (Aquel beso había supuesto una dulce tortura para ella, pero al menos, no
había respondido, su fidelidad estaba intacta, aunque el echo de sentir lo que sentía….
Había muchas formas de ser infiel, pero esas se escapaban de su control... no podía
controlar el echo de sentir placer tan solo con una mirada de ella... ni sentirse tan bien a
su lado... eso no podía hacerlo)
E: Vale... vámonos... (Salieron del acuario, se vistieron y fueron a casa, evitaron
despedirse, sabían que no podrían, así que Esther entró corriendo en casa y Maca se fue
con su moto a dar vueltas durante horas, intentando relajarse, calmarse, intentando
controlar las ganas de ir a casa de Esther y hacerle el amor)

Se despertó con el sonido del timbre, retumbando por la casa, abrió los ojos y vio el sol
colándose por la ventana, sonrió y se estiró, empezó a levantarse y el timbre volvió a
sonar, fue corriendo a abrir, mirando por la mirilla primero, para ver a su hermana
sonriendo de oreja a oreja.

M: Buenos días... (Marchándose al lavabo)


Verónica: ¡Buenos días! (Entrando y cerrando la puerta) ¡Te traigo el desayuno! (En la
cocina mientras preparaba dos vasos de zumo y un plato para las pastas)
M: ¿te has caído de la cama? (Abriendo el grifo de la ducha mientras reía)
Verónica: ¿no puedo venir a desayunar contigo? (Poniéndolo todo en una bandeja y
saliendo al salón, dejó la bandeja a un lado y se sentó en el sofá, encendió la tele para
entretenerse mientras su hermana se duchaba)

Minutos después la pediatra salía secándose el pelo con una toalla, miraba a su hermana
sabiendo lo que hacía allí, Vero sonrió y apagó la tele.

Verónica: Venga... siéntate... (Dando palmaditas a su lado toda feliz)


M: Bueno... (Riendo) A ver... ¿Qué quieres hermanita?
Verónica: ¿Hace falta que preguntes? (Mirándola con las cejas alzadas)
M: Mhmhm... (Bebiendo de su vaso) Que hambre tengo...
Verónica: ¿Necesitas recuperar fuerzas? (Guiñándole un ojo)
M: no se que extraño concepto tienes de mí... pero Vero…. No pasó nada.
Verónica: Define nada. (Sonriendo)
M: Pues... nada... dimos una vuelta por allí... cenamos... bailamos... nos bañamos con
los delfines...
Verónica: ya, ya.. muy bonito sí. ¿Algo que me interese saber? (Maca rió a carcajada
limpia)
M: ya te he dicho que no pasó nada... (Vero la miró divertida) ¿Qué?
Verónica: ¿Sabes que cuando dices eso se te pone una sonrisita tonta en la cara y te
brillan los ojos? Eso le quita bastante credibilidad... (Sonriendo)
M: Pero.. (Sonrió y se mordió el labio inferior) Esta bien... no pasó nada de lo que tu
esperabas, nada de sexo salvaje y descontrolado. (Riendo) Pero fue... especial. No sé,
una noche... especial.
Verónica: Venga, hermanita…. (Dándole un codazo cariñoso) ¿Cómo de especial?
M: Pues... no sé... lo pase muy bien. Bailando con ella, sentir su piel junto ala mía... me
bastaba con eso... y luego, en la piscina, cuando empezó a disculpares... yo... buf...
Verónica: ¿disculparse? ¿Por qué?
M: porque iba a besarme.
Verónica: ¡Ajá! (Dando un salto del sofá y señalándola con el dedo) ¡Ahí lo tienes!
Conque nada ¿Eh? (Maca reía)
M: Pero fue por todo, la noche, no creo que se repita esa situación... a demás, yo... no
sé... no estoy segura de nada, solo sé que me gusta mucho... muchísimo... (Sonriendo)
estar con ella... pero no se si quiero... ya sabes...
Verónica: Maca, que a mí me da igual si os casáis o no. (Bromeando) No vais a
empezar siendo esposas... pero me gusta verte así, con ella, me encanta y es genial. Y
sea lo que sea... será... no le des vueltas.
M: Ya... (Cerrando los ojos sonriente)
Verónica: Estás pensando en ella ¿Eh, pillina? (Riendo feliz)

Luz daba brincos encima de la cama de su tía, intentando despertarla, pero Esther la
apartaba cariñosamente y se escondía debajo de la almohada, queriendo dormir más. Al
final la niña empezó a darle golpecitos en el trasero y Esther le dio con la almohada
entre risas.

Luz: ¡Eh! ¡Eso no se vale! (Cogiendo un cojín que había por allí desparramado y
tirándoselo)
E: Pero bueno... (Riendo mientras lo cogía, se levantaba y le daba en el trasero con él)
Luz: ¡Vas a ver! (Empezaron una guerra de cojines mientras saltaban de un lado a otro
de la habitación)
S: ¡Eh! (Entrando) Papa esta durmiendo, cariño. (Quitándole suavemente el cojín de las
manos y dejando un beso en su cabeza) Venga, que la abuela esta preparando el
desayuno, ayúdala ¿Mhm?
Luz: ¡Vale! (Mirándola) Tenéis que hablar de cosas de mayores... (Saliendo corriendo)
E: Anda que... olé con tu niña... (Riendo y empezando a hacer la cama)
S: Bueno... ¿Qué hay?
E: Pues nada, tengo hambre, a ver que hay de desayunar.
S: Esther...
E: La pelota esta en su tejado, le toca mover ficha, pero me temo que no lo va a hacer
hoy, ni mañana... estoy por ir a buscar a esa y traerla.
S: me he perdido (Riendo)
E: Traducción, (Bromeando) La besé, pero ella no, aunque me ha dado a entender,
bueno, me lo dijo directamente, que ella también siente algo, pero como esta aún con
esa, no quería hacer nada. Pero... no hizo falta mucho... estuvimos bailando, dios, como
baila. (Sonriendo y balanceándose por la habitación con un cojín) Y fue muy especial,
ella es especial.
S: ¡Hasta las trancas! (Riendo)
E: ¡Ey! (Tirándole el cojín a la cabeza) Anda... vamos a desayunar, que entramos en dos
horas.
S: Vaya... mismo horario... que bonito. (Bromeando)
E: Tira, cuñadita... (Dándole un empujoncito)

La enfermera fue rápidamente a cambiarse, nada más salir Cruz la avisó que entraban a
quirófano, habían atropellado a un chico, no venía grave, Esther fue a prepararlo todo
para la operación. Mientras tanto Cruz fue a buscar a Maca. La encontró saliendo de
visitar a su último ingresado.

C: ¿tienes mucha faena?


M: Pues... no. Nada. Iba a hacer papeleo, pero si tienes alguna manera de librarme de
eso... (Sonriente)
C: pues ahora iba a entrar a opera, he pensado que tal vez te apetecía estar. Para cuando
te toque entrar a ti.
M: Genial, no me hace mucha gracia... pero... venga, a ver que tal.
C: Bien, pues bajamos a prepararnos ¿Mhm?
M: Vale.

Minutos después ya estaban preparadas para operar, con los cubrezapatos de papel, el
gorro y la mascarilla y la bata de quirófano.

C: Bueno... ¿Preparada? (Maca asintió y entraron en quirófano, Esther ya estaba allí


vigilando las constantes vitales del paciente) ¿Cómo va? (Colocando sea su lado)
E: Bien, esta estable y sus constantes son buenas.
C: ¿Antonio? (Al anestesista)

Esta en brazos de Morfeo. (Sonriendo debajo de la mascarilla)


C: Bien, ¿Maca? (Esther apartó al vista del monitor para ver a la pediatra, sonrió
contenta bajo la mascara al sentir los ojos de la pediatra en ella, parecía que también
sonreía) ¿Empezamos?
M: A tus ordenes. (Acercándose y poniéndose al otro lado de la camilla, enfrente de
ella)
C: Vale, primero vamos a hacer una pequeña incisión para marcar donde abriremos.
M: te sigo.
C: Genial ¿Bisturí? (Esther le entregó el bisturí mientras miraba a Maca, que parecía
muy concentrada en los movimientos de Cruz, la pediatra alzó la vista y al encontrarse
con su mirada le guiñó un ojo) Bien... ¿Antonio?
Antonio: todo genial... adelante.
C: Vale, vamos a abrir para... (Cruz le explicaba lo que iba haciendo, y Maca le prestaba
toda su atención, distraída a veces por los movimientos de Esther)

Terminaron pronto, todo había ido rodado, Maca y Esther se encontraron en la salida y
fueron a cafetería un rato.

M: bueno... ¿Has llegado tarde, eh? (Divertida) ¿No has dormido bien?
E: Calla... (Dándole un empujoncito hacia una de las mesas libres) Luz se ha empeñado
a jugar al escondite, no veas, lo que me ha costado encontrarla. (Riendo y sentándose al
igual que Maca)
M: Me encantan tus excusas, podías decir que le despertador no había sonado, que
habáis pillado un atasco... pero no, jugabas al escondite. (Riendo) ¿Se lo vas a decir así
a Dávila?
E: Dávila no preguntará, y si lo hiciese... pues sí. (Sonriente) No me iba a decir nada,
soltaría una de sus bromitas y tan ancho.
M: Vaya... y yo que creía que no habrías podido dormir...
E: Pues sí que he podido... (Mirándola divertida) ¿Tú no?
M: Sí, he dormido del tirón... en cuanto llegué a casa.
E: Pues eso... (Perdida en sus ojos)
M: Pues eso... (Embobada)
E: Vale... (Sonriendo tontamente, el móvil de Maca empezó a sonar y Esther miró hacia
otro lado, Maca cogió el móvil y saludó con un “dime”)
M: Sí... ¿Hoy? Pero... sí, vale, lo sé... Mira, no quiero discutir... se lo diré a Vero, sí... la
llamo ahora... vale. Adiós. (Colgando y suspirando, miró a Esther que estaba algo seria
mirando a un lado) Mi madre... (Esther la miró y pareció sonreír un momento, pero al
ver la cara de Maca se le pasó)
E: ¿ha pasado algo?
M: No, bueno, sí. La semana que viene mi padre celebra su cumpleaños, una gran cena
por todo lo alto en la mansión Wilson. (No parecía muy contenta con la idea) Y quiere
que vayamos hoy a Jerez para preparar las cosas... bueno, lo que quierer es vernos en
privado antes de hacerlo delante de todos, para que parezcamos una familia feliz y todo
eso...
E: Vaya, parece divertido. (Bromeando)
M: Mucho... tengo que llamar a mi hermana... ¿Nos vemos luego? (Acariciando la
mano que Esther tenía sobre la mesa)
E: Claro, y más si te vas a ir hasta el... ¿Mañana?
M: El lunes... (Mirándola a los ojos) vendrá directa al hospital desde el aeropuerto...
E: Mhmhm...
M: ¿Qué te pasa? (AL darse cuenta que Esther no sonreía tan ampliamente)
E: el lunes viene... ella.
M: Sí.
E: Vale, pues... ya nos veremos en el hospital (Levantándose)
M: Esther... (Cogiéndola del brazo) El lunes... quiero verte, fuera del hospital ¿Mhm?
Dar un paseo.. no sé... lo que te apetezca ¿Vale?
E: Y...
M: No pienses en eso... (Dándole un besito en la frente) El lunes quiero estar contigo.
¿Quieres?
E: Sí, claro que quiero. Pensé que tú... no sé...
M: Lo de anoche, iba en serio, cada palabra ¿Mhm? (Acariciando su mejilla) No lo
olvides ¿Vale?
E: Vale... (Sonriendo dulcemente)

Maca, Vero y Jero cogieron el primer vuelo hacia Jerez que les venía bien, Jero tenía
que hablar de negocios con su padre, así que Vero y Maca eran las que recibirían más
criticas de su madre. Que en los dos días que estuvieron no paró de repetirles ciertas
normas y cosas que no pensaba consentir en el cumpleaños del padre. Las chicas
asentían mientras se escapaban para ir a cabalgar, o a hablar con Carmen, la mujer que
las había criado o para cualquier otra cosa. Volvieron el lunes a primera hora.

En el aeropuerto, Estaban los tres saliendo de la puerta de embarque, cogieron las


maletas y Vero y Jero hicieron ademán de irse, al ver que Maca no les seguía se
detuvieron, mirándola.

M: En media ahora llega su avión... voy a esperarla. (Jero y Vero se miraron)


Verónica: Pero... ¿La otra noche? , no sé, parecías...
M: Quiero hablar con ella, tranquilidad. (Sonriendo) Iros, ya nos veremos ¿Mhm?
Haremos una cenita antes de ir dónde papa. Para coger fuerzas ¿Eh? (Bromeando)
Verónica: Vale. (Riendo) Porque tu te has librado, pero el domingo no te libra ni dios.
(A su hermano)
Je: ya buscaré yo la forma... ya... (Riendo)

Ambos hermanos se marchaban mientras Maca se sentaba en uno de los bancos del
aeropuerto a esperar a Azucena, su pareja.

Maca llevaba esperando veinte minutos, estaba muy nerviosa, no tenía ni idea de como
afrontar toda aquella situación, tenía miedo de la reacción de Azucena, de estarse
equivocando, de estar dejándose llevar por un sentimiento que ni siquiera estaba segura
de distinguir. Pero allí estaba. Preparándose para el inminente encuentro con ella.

Ella. La mujer que le había quitado la venda de los ojos hacia meses, ahora pensaba que
tal vez simplemente había substituido esa venda por otro, pero tampoco estaba segura de
eso. Recordó su primer encuentro. En aquella tienda. La forma descarada de tirarle los
tejos que había tendió Azu, la primera mujer que se le había insinuado, la sorpresa que
se llevó cuando ella misma respondió al coqueteo quedando para un día de esos. Y
quedaron. No un día. Sino muchos. Maca canceló su boda. No podía continuar con una
falsa historia. Y más cuando Azu le dijo que iba a dejar a su marido. Y lo hizo. Llegó a
Madrid y no había rastro de él. Y volvían a su rutina. Quedar para hacer lo mismo de
siempre. Recordaba pocos momentos no relacionados con el sexo. Aunque tampoco lo
lamentaba. Azu era una mujer muy atractiva, y Maca siempre se sintió
irremediablemente atada a ella. Escuchó como anunciaban la llegad de su vuelo y se
levantó suspirando.

Azucena salía por la puerta sonriendo sensualmente, se acercó a Maca, sin darle tiempo
a nada, y atrapó sus labios apasionadamente, Maca se quedó parada, su discurso mental
se había ido al traste. Intento separarse, pero las manos de Azu la aprisionaban de tal
forma que no podía moverse, así que se limitó a no contestar aquel beso, a no jugar con
aquella lengua que se introducía fervientemente en su boca. Cuando Azu estuvo
satisfecha se separó y la tomó de la mano, arrastrándola hacia fuera del aeropuerto.

Tengo unas ganas de meterte en mi cama. (Mientras pedía un taxi en el que se subían
rápidamente)
M: Azu, espera...
Az: No hay tiempo. (Al taxista) A la calle... Rápido.
Maca jugaba nerviosa con sus manos, aquel inesperado saludo de Azu la había
descolocado por completo, ¿Y ahora como planteaba aquella conversación? Suspiró
mientras miraba por la ventanilla pensando en Esther.

La enfermera estaba en su casa, había llamado a Maca a su móvil, pero no daba señal,
así que probó con el de Vero, quería saber si ya habían llegado, si estaban bien. Cuando
Vero le dijo que estaban en Madrid dio un saltito de alegría, que se esfumó cuando le
comentó que Maca seguía en el aeropuerto. Desde entonces, paseaba nerviosa de un
lado a otro de la habitación, sabiendo que todo lo que pudiera pasar entre ella y Maca
dependía de aquel momento. Maca iba a hablar con Azu. O al menos tenía la intención
de hacerlo. A Ester le desesperaba no poder saber lo que estaba pasando.

Azu subió rápidamente a su piso, mientras abría la puerta besaba a Maca, la pobre no
sabía dónde meterse, no quería hacerle daño, pero cuando notó las manos de Azu
metiéndose por debajo de su camisa no pudo más, se apartó de un bote, sus manos la
quemaban. y la miró seriamente.

M: Tenemos que hablar.


Az: Luego, cariño, que llevo una semana a pan y agua. (Volviendo a abrazarla para
besarla, Maca apartó la cara)
M: No, en serio, siéntate. (Llevándola hasta el sofá) Azu...
Az: Maca, por favor... luego... ¿Mhm? (Seductoramente)
M: No va a haber luego... (Azu cambió su expresión para mirarla con el ceño fruncido)
Az: ¿Qué coño quieres decir con eso? (Mosqueada por el calentón que llevaba)
M: Azu, yo... esto... no funciona. Lo sabes. Solo es sexo, creo que solo ha sido sexo,
siempre... y yo no quiero esto.
Az: ¿Pero que me estas diciendo? (Enfadada)
M: Pues que... que no quiero seguir con esto, lo siento, de verdad creía en esto, hasta
hace unos días, creía en esta relación, me engañaba a mi misma, Azucena, no quería ver
la realidad, y la realidad es que tu no me amas, me deseas... solo eso, soy tu amante, no
tu pareja. Un juguete con el que lo pasas bien.
Az: Dejé a mi marido por ti, cariño. (Tramando un plan) Lo hice por ti, por mí, porque
te amo, de verdad. (Acariciando la cara de la pediatra) ¿Ya lo has olvidado? Las dos lo
hemos dejado todo por la otra, las dos, ¿Me oyes? Cariño, puede que estemos pasando
por un momento raro, pero mi vida, dame una oportunidad ¿Mhm? Y por favor, (Falsas
lágrimas se escurrían por sus mejillas) Dame una oportunidad, cariño... déjame
intentarlo, no puedo perderte. Si me dejas no tendré nada. Solo te tengo a ti.
(Abrazándola entre llantos) Por favor... Maca...
M: Yo.. Azu, no me hagas esto... no... Azu..
Az: Venga, cariño, nos debemos intentarlo, hemos arriesgado todo, mi amor, venga...
dime que lo intentaremos, déjame intentarlo... (No dejaba de acariciar la cara de Maca,
mientras empezaba a dejar suaves besos por su cara) Cariño...
M: Yo.. espera... yo... (Su cabeza daba mil vueltas, sentía como las fuerzas le fallaban,
como empezaba a caer de nuevo en las palabras de Azu, no quería, pero lo hacía, nunca
había sido fuerte, no en aquellas cosas, en lo demás sí, pero cuando iba a hacer daño a la
gente, no se veía capaz, suspiró y se frotó la frente) Déjame un minuto... voy al baño...
(Salió disparada de allí, necesitaba algo, algo que le diera el valor suficiente como para
correr aquel riesgo, algo que le quitara la venda, que le inspirara, sacó el móvil de su
bolsillo y marcó un numero)
Al otro lado de la ciudad, el móvil de Esther empezaba a sonar, la enfermera se
abalanzó sobre él, al ver el número de Maca empezó a dar saltitos, suspiró un par de
veces, intentando calmarse y descolgó.

E: ¿Diga? (Silencio) ¿Maca? (La pediatra estaba con los ojos cerrados, escuchando
aquella voz, llenándose de la energía, del cariño y de todo lo que le transmitía)
¿Maca?...
M: Solo necesitaba escuchar tu voz... (En un susurro apagado) Nos vemos en el trabajo.
(Colgó y se miró al espejo, ya lo tenía, no iba a dejar manipularse por nadie, tomó aire y
salió al salón de Azu, ella estaba allí, sentada mirándola, empezaba de nuevo a intentar
convencerla) Azu, no creo que aún dándote esa oportunidad podamos arreglar esto,
mejorarlo. Sé que ambas hemos echado mucho a perder para estar juntas, pero no lo
estamos. No quiero ser tu amante... y ya ni siquiera sé si quiero ser tu pareja. No siento
nada al verte, solo deseo, y eso, es solo química, no tiene nada que ver con el corazón.
Tú yo no hemos estado realmente juntas nunca. Y no quiero seguir con este engaño. (La
pediatra cogió su bolso y salió de la casa, dejando a una enfadada Azu, que decidió no
seguirla, darle tiempo, volvería, Maca volvería a ella)

La pediatra salía del portal de Azucena, se apoyó en la pared, respirando


profundamente, lo había hecho. Ni siquiera creía haberlo hecho. Pero lo había hecho.
Las lágrimas de Azucena aún mojaban su camisa, miró al cielo, confusa. No le gustaba
ser la que hacia daño, tampoco la que lo recibía, pero creía que aquello era lo mejor,
aunque el rostro de Azu, bañando en lagrimas, desencajado se le había quedado
grabado. Necesitaba alejarse de aquella casa, fue a la estación más cercana y cogió el
primer tren que pasó, sin fijarse ni en cual era, aún le quedaban un par de horas para ir
al hospital.

Su móvil sonaba sin parar, su hermana no hacia más que llamarla, al final decidió
cogerlo.

M: ¿Qué pasa?
Verónica: ¿Dónde estás?
M: no estoy con ella. La he... la he dejado. ¿llamas para eso no?
Verónica: Maca... solo llamaba para saber como había ido, y por si ella te había
convencido, darte una oportunidad de pensar. Me preocupo por ti, hermanita. Aunque no
lo creas. ¿estás bien?
M: No lo sé...
Verónica: Vale, ya sé que habrá sido difícil para ti... pero Maca, escúchame, tienes que
ir a dejar la maleta a casa ¿Vale? Darte una ducha, relajarte un poco y... bueno.. luego ya
sabrás que hacer.
M: Mierda... (Pensaba en como había podido dejar su maleta en aquella casa, aunque
claro, después de ver como rompía el corazón de Azu no se le había pasado por la
cabeza aquella maleta)
Verónica: ¿pasa algo?
M: Nada... yo... nada. No me apetece hablar, Vero. Luego nos vemos. (Iba a colgar pero
su hermana llamó su atención)
Verónica: Esther me ha llamado, creo que tenías que saberlo.
M: Vale, gracias.
Colgó y cerró los ojos, dejándose llevar por el traqueteo del tren, iba sumida en sus
pensamientos, cuando anunciaron una parada que conocía, miró alrededor y sin pensarlo
dos veces bajó del tren saliendo a la calle. Paseó por las calles hasta llegar a una casa.
Se detuvo en la puerta, mirándola, pensativa.

La enfermera ya estaba que se subía por las paredes, Maca no daba señales de vida, al
menos le podía mandar un mensaje, vale que no eran nada, pero un mensaje para decirle
que estaba bien, que había llegado. Llevaba como unos veinte minutos cambiando de
canal compulsivamente, apenas le quedaban uñas, Susana y Jorge habían decidido no
hablarle, ya que eso la ponía más nerviosa, así que se limitaban a mirarla preocupados.
El timbre sonó y Esther dio un salto.

E: Es ella... seguro, tiene que ser, o el cartero, tal vez sea el cartero, o la vecina, para
quejarse de algo, si, será la vecina, cada lunes viene. (Hablaba rápidamente, no se había
dado cuenta que Jorge se había levantado a abrir la puerta) Fijo que se queja por los
gritos cuando nos bañamos, claro, los patios están juntos, o por el gato de la otra vecina,
que se cuela por nuestro patio al suyo o...

Jorge: Es Maca. (Sentándose sonriente en el sofá)


E: Y claro, pues sabes que... que no pienso abrir la puerta, porque será esa pesada y no
me apetece, y...
Jorge: Esther... (Su hermana lo miró)
E: ¿Qué quieres?
M: Creo que quiere que te des la vuelta...

La enfermera dio un respingo al escuchar aquella voz, se giró lentamente, con miedo a
que hubiera sido su imaginación, pero no, allí estaba, con una medio sonrisa tímida y
mirándola, Esther se fijo en que sus ojos reflejaban algo de tristeza, pero también algo
de alegría. No podía moverse, estaba quita, mirándola, esperando que Maca le dijese lo
que quería escuchar, deseándolo, temiendo que le fuera a decir lo contrario. Su cuerpo
temblaba. Jorge y Susana se fueron al patio, para darles algo de intimidad.

M: Hola... (Sin poder moverse tampoco)


E: Ho... hola...

La pediatra se dio cuenta que Esther temblaba y se acercó rápidamente estrechándola


entre sus brazos. Lo necesitaba. Necesitaba de aquel abrazo. Sentir su cuerpo. Llenarse
de todo lo que le daba. Esther aún temblaba, pero el abrazo de Maca había hecho que
tuviera esperanzas, tal vez una oportunidad.

Las dos tenían los ojos cerrados, dejando que sus cuerpos se hablasen el uno al otro,
dejando que ellos dijeran lo que había que decir, se balanceaban suavemente, apretando
cada vez más el abrazo. Estorbándose la una la otra, querían sentirse más cerca, no
podían, una lágrima rebelde se escapó de sus ojos, fruto del nerviosismo al que había
sido sometido su cuerpo. Maca la notó cayendo en su camisa. Sintió como aquella
lagrima la atravesaba, traspasando su piel, colándose muy dentro de ella, clavándosele
en el pecho. Se separó levemente para mirarla a los ojos, secó la lagrimaron su dedo
pulgar, mientras la miraba y negaba con la cabeza, se le había hecho un nudo en la
garganta. En aquel momento supo que no podría ver llorar a Esther nunca. Aquello la
superaba. La mataba.
M: Esther... no llores... (Con la voz entrecortada)
E: lo... lo siento... (Sonriendo un poco) Soy tonta, ni siquiera sé porque lloro.
M: No eres tonta... (Abrazándola fuertemente)
E: ¿Estás... estás bien?
M: No lo sé... creo que... no sé... (La miraba confusa, Esther entendió que la pediatra
necesitaba poner sus ideas en orden, acarició su mejilla, lo importante era que estaba
allí, daba igual lo que pasará o no pasará, Maca estaba allí, con ella, sonrió dulcemente)
E: ¿Has desayunado algo? (La pediatra negó con la cabeza) Vale... ve al patio ¿Mhm?
Enseguida te preparo algo y luego vamos al hospital ¿Mhm? (Maca asintió y dibujo una
medio sonrisa)
M: Gracias... (Esther dejó un beso en su mejilla, reteniéndolo unos segundos y se fue a
la cocina)

Maca salió al patio, descubriendo a Jorge y a Susana pegados al cristal para escuchar lo
que pasaba dentro, se paró y les miró riendo, ellos, al darse cuenta intentaron disimular
sentándose en la mesa y hablando entre ellos, Maca abrió la corredera y salió,
sentándose con ellos.

Jorge: Buenos días, Maca. (Sonriendo de oreja a oreja)


S: Sí, eso... buenos días. (Con la misma sonrisita)
M: Buenos días... (Se miraron y se echaron a reír) ¿Dónde esta Luz? (Le apetecía jugar
un rato con la niña, distraerse)
Jorge: Mi madre la ha llevado a jugar un rato al parque. ¿Qué tal el viaje?
M: Bien, estuvimos entretenidas. Mi madre sigue igual que siempre. Queriendo
aparentar... pero bueno... (Sonreía) siempre fue así. A mi padre se le ve genial, le
encantó vernos por allí, a los tres juntos, como antes...
S: Tu madre no se ha tomado bien como sois ¿No?
M: Nos quiere. (Con ternura) Pero se preocupa demasiado por lo que puedan pensar los
demás, si dejará de hacerlo, sería como papa. Todos lo sabemos, pero también sabemos
que eso es difícil. Por eso aguantamos sus normas y sus cosas. Además... es divertido
sacarla de sus casillas. (Bromeando)

Esther apareció con una bandeja, en la que llevaba el desayuno de Maca, los demás lo
habían hecho antes, menos Esther, que con los nervios no había podido comer nada, se
sentó entre Susana y Maca.

E: Aquí tienes. (Dejándolo todo delante de la pediatra sonriendo) Bueno.. ¿Esta noche
os iréis de cena? (A su hermano)
Jorge: Sí, tengo mesa reservada, mama se queda con la niña ¿tu que vas a hacer?
E: No sé... (Se le escapó una mirada de reojo a Maca) Me apetece estar en casa viendo
la tele... quizás coja una de dibujos para verla con Luz.
M: esto esta buenísimo... (Probando el zumo mientras sonreía divertida)
Jorge: anda que... (Riendo) Cariño ¿hoy no tenías que pasarte por el trabajo?
S: Sí, ¿Me acercas? (Dándole un pico)
Jorge: Claro, venga. (Levantándose) Nos vemos, chicas.
E: Venga... (Mirando como se marchaban, escuchó la puerta y miró a Maca, que
desayunaba tranquilamente) ¿Qué tal ha ido? EL viaje digo...
M: He tenido dosis de Vero para todo el año, pero al menos se ha hecho más ameno lo
de aguantar los discursillos de mama. ¿Qué has estado haciendo tú?
E: pues... vida familiar. (Riendo) Y el sábado salimos con Laura y Javier, las dos
parejitas y yo. (Poniendo los ojos en blanco)
M: Bueno... pobrecita. Pero seguro que así ligaste más. (Bromeando)
E: pues la verdad es que sí. (Toda feliz ella, Maca se atragantó con una de las pastas)
Hubo uno, que se tiro toda la noche colgado de mí. (Riendo) ¡Qué pesado! (Maca
sonreía de nuevo)
M: Buff…estoy agotada. Y aún tengo que ir a casa a darme una ducha. (Terminando
con el desayuno)
E: Dúchate aquí, Susana tendrá algo que te valga. (Cogiendo la bandeja y levantándose
para llevarla a la cocina, Maca se levantó y le dio un tierno beso en la mejilla)
M: ¿Ya te he dado las gracias?
E: Sí... pero tranquila, no te cortes. (Sonriendo tontamente)
M: Bien... (Volvió a darle un beso en la mejilla y Esther se marchó sonriente)
E: ya sabes donde esta todo... ahora te preparo algo de ropa.

Estuvieron hablando tranquilamente, hasta que se hizo la hora de ir a trabajar, como


Maca no había llevado la moto, se dirigieron andando hacia la estación. Subieron al
primer vagón del tren, estaba lleno de gente, Esther, muy experimentada en aquello, se
hizo rápidamente con un asiento, mientras Maca se quedaba de pie a su lado.

M: Muy bonito... ¿Vamos a otro vagón?


E: estarán llenos... es su hora... (Se levantaba) Siéntate, anda.
M: no, Esther, siéntate tú.
E: Siéntate. (Riendo y haciéndola sentara para sentarse luego encima de ella)
M: ajá, ¿Qué lista no? Te ha tocado lo mejor….
E: ¿no estás cómoda? (El tren se balanceó y Maca rodeó la cintura de Esther para que
no se cayese)
M: Mhmhm... (Sonreía mirando hacia un lado)

Nada más llegar tenían una reunión con Dávila, había llamado a todos los representantes
de cada departamento, Maca tenía que ir por Pediatría, ya que Salinas no estaba, Esther
por ser la jefa de enfermeras, se cambiaron y se encontraron delante de la puerta de la
sala de reuniones, para Maca era la primera reunión oficial. Entraron y se sentaron
juntas en uno de los lados de la mesa.

V: ya verás... seguro que es para hablar de dinero.


C: Anda... cállate un rato, llevas media hora refunfuñando. (Riendo)
J: Maca... ¿Qué es eso? (Señalando una libreta que tenía la pediatra)
M: Pues para apuntar las cosas importantes... (Algo cortado porque ninguno llevaba
nada, bueno, Eva llevaba una pequeña consola con al que jugaba a matar marcianitos)
J: Pues se va a quedar en blanco. (Bromeando, Esther le lanzó una mirada y Javier se
calló) Vale, vale...
E: Maca, no tienes que apuntar nada. (Sonriendo y acariciando un instante su mano)
Seguro que es para hablar de presupuestos y cosas de esas. Es muy aburrido...
(Haciendo una mueca, la pediatra sonrió)
M: Pues vaya, yo que venía toda ilusionada a tomar apuntes (Con voz infantil y
provocando las risas de los demás)
E: ¿Cruz? ¿Has subido alguna revistilla
C: Sí, mira, aquí están... (Sacando un montón) Teresita ha dicho que no se las
arruguemos. (Riendo)
E: A ver que hay... (Buscando por el montón)
V: ¿no habría ninguna de medicina, no?
E: Pues va ser que no... mira el “muy interesante” ¿te sirve? Es eso o las de cotilleos.
V: Trae pa’ aca. (Quitándole la revista de las manos)
Ev: ¡Mierda! ¡Ya me han matado! (Maldiciendo)
J: Si es que eres muy mala... anda trae, a ver que tal. (Quitándole la consola)
E: ¿Quieres una? (Enseñándole una revista a Maca)
M: Ni en broma. (Riendo)
E: Anda mira, el horóscopo. (Divertida) A ver si aciertan algo... Buah... chicos, chicas,
no debo hacer apuestas... (Bromeaba) Javier, anúlame de la del sábado.
J: Sí, mujer, ¡Y que más! (Riendo)
E: Pues tú no juegues con eso... eh... porque mira... solo tienes un corazón en el amor...
J: Que va, no tengo ni uno, Laurita lo ha secuestrado.
C: ¡que bonito! Vilches, escucha. (Dándole un codazo)
V: sí, sí... ahora le pido la libretita a Maca y tomo apuntes...
M: ¡Eh! Que era mi primera reunión.. yo que sé... (riendo)
E: Venga, Maca... te toca….
M: no creo en esas cosas, Esther... (Dulce)
E: yo tampoco, es para echarnos unas risas... anda, tonta... ¿Qué signo eres?
M: Que paciencia... (Riendo y poniendo los ojos en blanco) Tauro... (Por poner algo y
barriendo para casa )
E: Cabezota. (Maca la miró divertida)
M: ¿Cabezota?
E: Los tauros son cabezotas por naturaleza.. lo que me espera (En un murmuro muy
bajo que solo escuchó Maca)
M: ¿Ah, sí? (Mirándola sonriente, Esther le sacó la lengua)
E: mhmhm... interesante….
J: Anda, Esther... ¿Cuántos corazoncitos tiene Maca?
E: Pues... a ver... ¿Cuatro?
V: Ahí, ahí, repartiendo amor a diestro y siniestro. (Sarcástico)
E: ¿tú que? (A maca)
M: ¿Qué quieres que te diga? Soy como un osito amoroso... (Riendo y poniendo su
mano en la rodilla de Esther, acariciándola un momento)
E: no si... (Feliz como una niña pequeña)
D: Vaya, vaya, veo que venís preparados para comportarse. (Entrando en la sala y
sentándose a la presidencia) Venga... que vamos a ir rapidito...

El concepto “rapidito” de Dávila venía a ser entre dos horas y dos horas y media, Maca
se aburría sobremanera, miraba distraída alrededor, de vez en cuando canturreaba muy
flojito, Esther la miraba divertida, Maca se pasó media hora concentrada en darle
vueltas a un anillo que llevaba, Esther colocó una de sus manos sobre la de Maca, la
estaba poniendo nerviosa. La miró y negó con la cabeza sonriente, así que Maca pasó de
jugar con su anillo a hacerlo con los dedos de Esther, los acariciaba con los suyos,
recorría las líneas de la palma de Esther. En un momento Esther tomó la libreta de Maca
con la mano libre y escribió algo, se lo enseñó a la pediatra.

“Como no dejes de hacer eso... voy a gritar”

Maca sonrió y cogió el bolígrafo.


“Pues te vas a cansar de gritar”

“Vale, tú misma, pero luego le explicas tu a Dávila porque grito ¿Mhm?”

“No hay problema. ¿En serio esta noche te quedas en casa?

“Síp”

“Te dije que quería salir contigo hoy” Miró a Esther con cara de penita cuando le pasaba
la libreta.

“Creí que no te apetecía... ”

“Si que me apetece” Volviéndole a poner morritos, antes de que Esther contestará volvió
a coger la libreta “¿A ti no? ¿Ya te has cansado de mí?” Sonriendo

Esther lo leyó y suspiró con una tierna sonrisa, acarició la mano de Maca y le susurró un
“tontita”.

“¿Vamos al cine?”

“Donde quieras”

Ev: ¡Otra vez1 (Gritando, todos la miraron sorprendidos)


D: Eva... ¿El samur tiene alguna objeción?
Ev: Esto... no... no, estamos, de acuerdo sí.
D: ¿y los marcianitos? (Divertido)
Ev: ¡Marcianitos¡ ¿Qué marcianitos? nadie tiene marcianitos aquí... nop. (Escondiendo
la pequeña consola en el bolsillo de su pantalón y sonriendo de oreja a oreja a Dávila)
D: Vale... creo que por hoy... ya es suficiente. Os pasaré un resumen, porque entre
Vilches y cruz que no han parado de meterse mano por debajo de la mano, Javier que se
ha estado haciendo la manicura, Eva con los marcianitos y estas dos con las notitas. Me
da que no os habéis enterado de nada.
V: que va, hombre. Todo esta aquí. (Señalando su cabeza)
M: sí, sí, y no eran notas, eran apuntes...
Ev: Y esto no es una consola, es un pc portátil en el que iba consultando los datos del
SAMUR... (Enseñando la consola)
D: Y llueven ranas del cielo y las nubes son algodón de azúcar... ya... (Riendo) A
trabajar anda. (Todos se iban levantando saliendo de allí)

Esther esperaba en el portal de Maca a que la pediatra le abriera, la enfermera había


estado con unas amigas después del turno y habían decidido quedar allí en vez de en su
casa. Para moverse menos. Llegaba algo pronto, pero esperaba que Maca ya estuviese
en casa.

M: ¿Quién es? (Por el interfono)


E: Maca, soy Es….
M: ¡Sube! (Abriendo)
La enfermera se subió al ascensor, se tiró todo el recorrido agarrada a las paredes, como
si así, fuera a salvarse si a aquel cacharro le daba por soltarse. Cuando llegó a la planta
de Maca, salió rápidamente, dirigió una mirada al ascensor, esperando que se
desmontará solito. Sintió como una puerta a sus espaldas se abría y se dio la vuelta,
Maca estaba allí parada, mirándola divertida.

M: ¿Qué haces?
E: Esperando que caiga... (Riendo) Ese trasto lo hará de un momento a otro.
M: anda... pasa... (Echándose a un lado, le dio un suave beso en la mejilla a Esther y
cerró la puerta) Llegas pronto...
E: si quieres vengo más tarde.. si será lo mejor... no quería molestar yo...
M: Ey, ey. (Riendo) Esther, tranquila ¿Quieres tomar algo?
E: ¿Una cola?
M: Bien, pasa, el salón esta ahí...
E: Vaya... creía que sería más...
M: di esa palabra y te mato aquí mismo. (Bromeando y acercándole la cola)
E: Gracias…es bonito (Mirando a su alrededor)
M: ¡Que dices! Si esta todo medio desmontado, aún tengo que terminar la mudanza, soy
un desastre. (Esther reía divertida)
E: Que vas a ser un desastre... (Empezó a dar vueltas por el salón, mirando las pocas
fotografías que tenía la pediatra) Uy, uy... ¿Y esto? (Cogiendo un marco entre sus
manos, Maca se acercó y miró la foto, se echó a reír a carcajadas)
M: Soy yo de pequeña... y este de aquí... es mi caballo, era... el pobre murió un año
después de la foto, estaba malito.
E: Era precioso... (Acarició el rostro de la pequeña niña risueña que estaba parada de
pie al lado de un hermoso caballo)
M: ¿Yo o el caballo?
E: los dos... (Sacándole la lengua y dejando la foto en la estantería)

M: ¿Nos vamos ya?


E: Aún es pronto ¿No? (Dando vueltas por el salón y fijándose en todos los detalles)
M: vamos que... quieres chafardear ¿No? (Riendo divertida) Vale, así aprovecho a ve si
termino de ordenar esa estantería.
E: Sí, sí, tranquila. (Daba un sorbo a su cola y se paraba delante de una de las
estanterías) ¿Qué es esto? (Riendo y cogiendo con una de sus manos un pequeño
peluche destartalado, Maca se giró con un libro en cada mano, de los que estaba
poniendo)
M: Oh (Riendo tímidamente) Eso no va ahí.. estaría en una de las cajas. Es de cuando
era pequeña...
E: Es bonito... (Dándole un golpecito en la nariz al pequeño osito)
M: sí, me lo regaló mi madre... lo compró antes de que naciera.
E: Mhmhm... (Dejándolo sobre la estantería de nuevo) ¿Y porque no va ahí? Oh, claro...
las pijas no ponéis peluches en el comedor. (Bromeando) en el mío hay.
M: tú tienes a una nena de cinco años en tu casa. Hay peluches hasta en el cuarto de
baño. (Sonriente)
E: Pues que sepas... que dos del comedor son míos, y no pienso moverlos de ahí.
M: ¿Tuyos? (Divertida)
E: Claro, son los primeros en saludarme cuando llego a casa. En la mía también
estaban...
M: ¿Cuánto tiempo vas a estar con tu madre? (Seguía colocando cosas distraídamente)
E: no lo sé... hasta que este mejor. No sé. Jorge dice que a lo mejor se quedan con ella,
como Susana viaja tanto. Lo tienen que hablar. (Parándose al lado de la pediatra) Te
gusta leer ¿Eh? (Mirando la cantidad de libros que tenía Maca)
M: Es una forma muy buena de relajarse.
E: y ver una película también. Y se tarda menos. (Riendo)
M: sí, pero con una película tu no tienes que hacer nada, te sientas en el sofá y miras la
pantalla. Los libros te obligan a imaginarte a los personajes, a crearlos en tu mente, los
decorados, todo... lo tienes que hacer tú. Te dan una idea aproximada, pero al final, tu
cabeza es la que los crea.
E: Buff... prefiero las pelis. (Bromeando)
M: Ya verás... mira... (Tomó un libro de la estantería) Te voy a dejar este libro, léelo, a
ver que tal ¿Mhm? Si este no te gusta, te regalaré una película (Riendo)
E: Oye, que yo a veces leo ¿Eh? No vayas a pensar ahora que...
M: tonta…. (Dejando el libro apartado) ¿Qué película quieres ver?
E: Pues... no tengo ni idea... ¿Tú?
M: No sé... una que no sea de dar palos...
E: Ey…. (Fijándose en una fotografía en blanco y negro) Sales preciosa... (En un
susurro mientras contemplaba la foto, era de Maca en una playa, salía tumbada y riendo
a carcajadas, el viento despeinaba su pelo y parecía increíblemente feliz, amenazaba con
un dedo a la cámara)
M: ¿Sí? (Riendo) Es de hace un par de años... me la hizo un ex mío... yo no quería pero
él insistió, a mi me gusta.
E: mhmhm... un ex, claro. (Dejando la foto en su sitio y yendo a mirar otra cosa) ¿Y
esto? (Señalando unas mascara que había colgada en una pared)
M: de la India... ¿Por qué has dicho eso?
E: ¿el que?
M: Mhmhm…. Un ex, claro. (Imitando su voz y provocando una risa en la enfermera)
E: Por nada, no es que... bueno, ya sabes, a lo mejor tú... y por eso te gusta la foto...
(Nerviosa)
M: me gusta porque era feliz... una de las pocas veces, aquel viaje fue muy especial, y
no significa nada más. (Alzando las cejas a la enfermera mientras sonreía) ¿Mhm?
E: No he dicho nada. (Riendo y sentándose en el sofá, la pediatra dejó lo que estaba
haciendo y se sentó a su lado)
M: Tu eres celosilla ¿No?
E: ¿yo? ¡Que va! (Riendo y poniéndose colorada) ¿Vamos ya?
M: Sí, claro, venga. Voy a peinarme un poco. (Llevaba una cola de caballo)
E: así estas bien... (Acariciando un momento su pelo)
M: ¿te gusta?
E: Sí.
M: Pues entonces... (Levantándose) Vamos al cine.

Media hora después estaban delante de la taquilla, decidiendo cual veían, se tiraron un
cuarto de hora allí paradas, ante la impaciencia del chico de taquilla, que ya no sabía
que decirle para que se decidiesen por una. Al final, Maca señaló dos cualquiera y le
dijo a Esther que eligiera una. No lo tenía muy difícil. Una era de golpes y la otra de
miedo. Una vez entraron con sus dos entradas y después de recibir una mirada
agradecida del taquillero, por haberse decido por fin, fueron a la cola para comprar
palomitas.
M: Pues ni que hubiésemos estado tanto rato... ya ves...
E: Si que hemos estado mucho, Maca. Si hemos leído mil veces de que iba cada una.
M: Es que pagar para ver una que no me va a gustar...
E: ya... y la de miedo ¿Te gusta?
M: Sí, me encantan las de miedo ¿Por? (Miró a Esther distraída que la miraba con carita
de niña) No me digas que...
E: con la mano sobre los ojos y agarrada a tu brazo. (Riendo)
M: Haberlo dicho... (Sin poder evitar reír)
E: si no pasa nada... si me gustan... pero me dan miedo. (Esther se fijó en que había un
puesto de gominolas aun lado) Mhmhmm…. Ahora vengo. (Desapareciendo)

Maca siguió en la cola para coge las palomitas, cuando por fin llegó al mostrador pidió
una bolsa grande y dos colas, Esther apreció a su lado con una gran bolsa llena de
gominolas, las dejó sonriente en el mostrador y miró a Maca toda feliz.

M: Vaya (Sorprendida) Dejo las palomitas…. ¿No?


E: Que va, si esto es el aperitivo. (Riendo feliz y dejando descolocada a Maca)
M: Tienes un agujero sin fondo en el estómago. (Bromeando)
D: Quieren... algo... ¿Más? (Flipando)
M: no, no... (Se detuvo al escuchar a Esther)
E: mhmhm.. chocolatinas. Quiero esa... y esa... ¡oh! ¡Esta también! (Señalándolas en el
mostrador)
M: Madre mía... (Murmurando y negando con la cabeza)
E: ¿tú quieres algo?
M: No, no.. yo ya si eso... ya estoy servida. (Riendo)

Fueron a la sala donde se proyectaba su película, Maca sostenía las palomitas y las
colas, Esther llevaba bajo un brazo la bolsa de gominolas y en las manso un montón de
chocolatinas, se sentaron en la última fila, Maca iba colorada porque todo el cine las
miraba, encima Esther iba diciendo que se quedaría con hambre. La sala no estaba muy
llena, aquella película ya llevaba tres semanas en cartelera, de hecho estaban a punto de
quitarla.

E: ¿Cuánto falta?
M: Pues... diez minutos.
E: ¡Genial! A ver... (Abriendo la bolsa y mirando lo que había dentro, sacó una
gominola y se la metió en la boca contenta)
M: ¿De verdad vas a comerte todo eso?
E: sí.. ¿Por? (Se puso colorada como un tomate al ver como la miraba Maca) Lo siento..
yo... es que... buf... tengo hambre... y claro... yo... (Muy nerviosa)
M: no si... no pasa nada. (Riendo y acariciando su brazo un momento) Pero luego
pensaba llevarte a cenar...
E: oh, tranquila, aun tendré hambre. (Soltó tan contenta para ponerse de nuevo
colorada, Maca debía pensar que era una comedora compulsiva)
M: Vale.. (Riendo y cogiendo algunas palomitas)

Dos horas después, salían del cine, Esther había terminado con todas las gominolas y
chocolatinas, luego atacó a las palomitas comiéndose más de la mitad de la bolsa ante la
sorpresa de Maca. La enfermera, entre bocado y bocado se agarraba al brazo de Maca,
que al final optó por levantar el reposabrazos que había entre ellas y pasar un brazo por
encima de los hombros de Esther, que cada vez que sonaba algún acorde de música o
salía alguna sombra o algo... gritaba.

M: Creo que me has dejado algún moratón... (Sobándose el brazo)


E: lo siento, lo siento, lo siento. (Acariciando el brazo de Maca) ¿Mejor?
M: Uhm, uhm. (Asintiendo con la cabeza sonriente) Pero mi mano también ha salido
malparada... (Poniéndole morritos)
E: Uy, uy, a ver... (Tomó la mano de Maca entre las suyas y la acarició suavemente
mientras se miraban) ¿Qué tal así?
M: Creo que la mano va a necesitar más mimos ¿Mhm? La estrujabas mucho...
E: Bueno... la cojo así... (Entrelazándola con la suya y empezando a andar) y ya está
¿no?
M: Sí... (Sonriendo y andando al lado de ella) ¿Seguro que aun tienes hambre?
Podemos tomar un helado en vez de cenar….
E: No, no, vamos a cenar. Aunque no sé... después de ver lo que he visto. (Riendo por
una de las escenas de la película)
M: Mujer, si no daba miedo... era un poquito asquerosilla más bien.
E: ¿Qué no da miedo? Tu estas loca, y cuando se mira en el espejo y sale la cosa esa a
su lado, todo... (Se estremeció) No me digas que ni eso te ha dado miedo...
M: Claro, es que yo estaba demasiado ocupada viendo como te comías mis palomitas...
E: Ey, eran para las dos. (Dándole un golpe en el brazo)
M: Si eso, termínalo de romper (Bromeando)

Entre risas decidieron ir a un restaurante que Maca conocía, anduvieron hacia la moto
ya que quedaba algo lejos del cine, cogidas de la mano hasta el momento de ponerse los
cascos.

Llegaron al restaurante y Esther sonrió al verlo, era el italiano que quedaba al lado del
acuario, le dio un golpe en el brazo al quitarse el casco.

E: ¿Qué es eso? (Riendo)


M: me pareció que la otra noche te apetecía... así que... (Sonriendo y dejando el casco
en la moto) Pero si quieres vamos a otro sitio.
E: no, no... ya esta bien ese, pero invito yo ¿Eh?
M: sí... claro... (Riendo como diciendo “yo soy más rápida que tú”)
E: Tonta... (Volviéndole a dar con la mano)
M: Te gusta pegarme ¿eh?
E: Aish... (Suspirando y agarrándola con cariño del brazo) Vamos...

Se acercaron a la puerta, Esther pensó que iba a necesitar el sueldo de dos meses para
pagar la cena, todo estaba lleno de lujos, cada detalle, cada milímetro de aquel local,
debía valer una millonada. Maca sonrió y acarició la mano de Esther, se acercó al meitre
y preguntó por la mesa reservada a su nombre. El maître sonrió complaciente y las
acompañó a su mesa, situada debajo de un gran ventanal que daba al edificio del
acuario, Esther miraba alrededor maravillada de tanto lujo.

M: Esther... te traigo un babero... (Bromeando mientras cogía la carta)


E: No….. (Mirándola y sacándole la lengua) Ups (Poniéndose colorada) ¿Eso aquí no
se hace, no?
M: Pues…. (Aquella actitud de Esther le encantaba, le entraban ganas de comérsela a
besitos) creo que no, pero haz lo que quieras, aquí mientras pagues al final. (Sonriendo)
E: Mhmhm... (Tomó la carta y empezó a leerla) ¿Maca?
M: ¿dime? (Intentando decidirse entre un plato y otro)
E: que.. esta en italiano... (Acercándose a ella y en flojito)
M: claro, Esther, en estos sitios ponen la carta en su idioma. Estamos en un italiano, la
carta esta en italiano. (Respondió dulcemente)
E: Oh... claro... (Volviendo a leer los plato)

Al cabo de un rato, la enfermera se dio cuenta de que había un camarero delante de la


mesa, con las manos colocadas a la espalda y muy tieso, esperaba a que se terminarán
de decidir, Esther lo miraba de vez en cuando de reojo, Maca la miraba divertida, siendo
incapaz de ocultar una sonrisita. Esther la miró y le indicó con la cabeza al camarero,
Maca sonrió dulcemente y miró al camarero.

M: Ya nos hemos decidido. (El camarero sonrió amablemente)


C: ¿Que van a tomar las señoras?
E: Señorita, si no te importa majete. (Toda feliz y dándose cuenta de lo que había dicho
se puso colorada)
M: A mí póngame la especialidad de la casa. (Sonriéndole)
E: Y a mí... lo mismo. (Imitando la sonrisa de Maca y haciendo que esta se riera)
¿Algún problema, cariño? (Mirándola divertida)
M: No, no, ninguno. Y nos una trae un gran reserva de la casa. ¿Mhm?
C: Por supuesto, señora. (Remarcando la palabra mientras miraba a Esther y se iba muy
elegantemente)
E: No me cae bien... (Maca reía) ¿Qué?
M: Nada, nada, entonces... a este no volvemos ¿No? (tranquilamente)
E: MHmh... (Sonriendo feliz) ¿Volver? Así que vamos a cenar otro día... (Mirándola a
los ojos encantada)
M: sí.. claro... si quieres... (Tímida)
E: Claro... (Acariciando la mano que Maca tenía sobre la mesa, la pediatra sonrió y
acarició con su pulgar la de Esther)

Mientras esperaban a que les trajesen los platos, disfrutaron de la música que tocaba un
grupo en un pequeño escenario a un lado del comedor, Esther movía la cabeza,
balanceándola, con el dulce compás de esta, Maca la miraba eclipsada por su belleza,
sonrió con ternura y se levantó, Esther la miró extrañada y Maca le tendió la mano.

E: Maca... que aquí no se puede... de verdad…. Nadie lo hace...


M: ¿Me vas a negar un baile? (Poniendo morritos)

Esther se levantó muy colorada y se agarró a Maca con suavidad, empezaron a


balancearse y algunas parejas las imitaron, convirtiendo el comedor en un improvisado
salón de baile.

E: Estas loca... (En un susurro a su oído)


M: ya te digo... (Suspirando en el cuello de la enfermera)

El camarero se acerco con el vino, lo dejó en la mesa y miró a Maca para que se diese
cuenta, la pediatra asintió y siguió bailando con Esther, la enfermera estaba en otro
mundo, para ella ya no había nada más que el cuerpo de Maca, pegado al suyo,
bailando. Al cabo de un rato el camarero volvió, esta vez con los platos, Maca le sonrió
y se separó un poco de Esther para mirarla.

M: ¿aun te apetece cenar?


E: ¿ahora? (Acariciando su espalda)
M: se va a quedar frío.. (En un murmuro mientras la miraba tiernamente)
E: Vale... (Sonriendo y separándose de ella) Pero me debes un baile... entero.
(Sentándose y empezando a comer, Maca se sentó y se quedo mirándola un rato, le
encantaba hasta cuando comía, aquello empezaba a preocuparla) ¿No vas a comer?
M: ¿Mhm? Sí.. claro…(Sonriendo y empezando a comer)
E: Ey, luego podríamos ir a la discoteca de tu hermana ¿No?
M: Lo que tu quieras. (Mordiéndose el labio involuntariamente al ver un poco de salsa
en la comisura de los labios de Esther) Tienes... (Señalándola con el dedo)
E: ¿El que? (Sin darse cuenta)
M: tienes un poquito de salsa...
E: Oh.. (Se toó con la mano) Vaya.. (Riendo nerviosa, Maca sonrió y siguieron
cenando)

Llegaron a la discoteca donde trabajaba Vero, después de que Maca saludase al portero
entraron. Aquel día estaba hasta los topes, bueno, siempre lo estaba. Se abrieron paso
hasta la barra, cogidas de la mano para no perderse. Una de las camareras se acercó.

L: ¡Maca! ¡Que alegría verte! Ya me dijeron que estuviste la otra noche, y yo librando,
aish... (Dándole un par de besos)
M: Sí, vien con unos amigos y mi hermana.
L: Sí, vaya tía, esta medio loca, esta de baja y mírala por aquí esta metiendo saltos.
M: ¿Esta aquí?
L: si, por la pista bailando con uno que ha traído. Bueno... ¿Qué vais a tomar chicas?
M: Pues a mí ponme... no sé... lo que te de la gana. (Sonriendo)
E: A mí... martini con cola.
L: Marchando un “lo que sea” y un martín. (Riendo y alejándose a poner las bebidas)
E: Tu hermana esta loca, con el brazo roto y aquí. (Riendo)
M: Sí, bueno, lo suyo no tiene arreglo. (LA buscaba con la mirada, la localizó agarrada
a un chico) Ha traído al piolin, que mona. (Riendo)
L: ¡Maca! Aquí tenéis, invita la casa (Guiñándole un ojo y marchándose a atender a
otros clientes)
M: Aquí tienen patatas, si quieres. (Bromeando al oído de Esther, que le dio un
empujoncito y bebió de su vaso) Anda... vamos a saludarla... (Cogiendo la mano de
Esther y llevándola a la pista)

Vero iba dando brincos como una loca, el pobre chaval intentaba agarrarla para tenerla
cerca, pero la pequeña de los Wilson no se dejaba entre risas, en uno de los botes vio a
su hermana acercarse, frunció el ceño, pero al ver a cierta enfermera detrás suyo sonrió
de oreja a oreja dejando de saltar para acercarse a ellas. Les plantó un par de besos a
cada una, cuando lo hizo a Esther, le susurró algo al oído, Esther sonrió y se puso un
poco roja, Maca estaba saludando al chico.

Verónica: Bueno... así que... ¿De marcha, eh? (Divertida)


M: Sí, es que hemos ido al cine y a cenar y hemos dicho... a rematar la faena.
(Bromeando)
Verónica: A rematar... (En un susurro divertido que nadie escucho por el nivel de la
música) ¡Chicas! Ahora vuelvo ¿Mhm? (Desapareció de allí, Maca y Esther miraron al
chaval que se encogió de hombros, empezaron a hablar a gritos para darle conversación
al pobre chico, allí abandonado)

Al cabo de poco, la canción que estaba sonando se terminó, y una voz conocida salió de
los altavoces, Maca buscó a su hermana con la mirada, encontrándola en la cabina del dj
con el micrófono en la mano.

Verónica: Bueno, bueno, esta canción va para mis dos chicas preferidas (Guiñándoles
un ojo y haciendo que Esther se riera)
E: Pensaba que no iba a hacerlo... (En un susurro a Maca)
M: ¿tu lo sabías?
E: Me lo acaba de decir, pero no me la he creído. (Riendo)
Verónica: Y para mi piolin... A ver si se me va a poner celoso. (Dio un salto bajando a
la pista y se acercó a ellos, el dj, animó al público y puso la canción)

Esther sonrió al escuchar la canción y tomando de la cintura a Maca, la apretó contra


ella, dejando sus piernas entrelazadas, Maca sorprendida al principio se dejó llevar por
ella. Esther movía su cintura, Maca la seguía muy pegada a ella. Esther cantaba la
canción, en murmullos sensuales al oído de Maca….

No pido que todos los días sean de sol


No pido que todos los viernes sean de fiesta
Tampoco te pido que vuelvas rogando perdón
Si lloras con los ojos secos
Y hablando de ella

Mientras no paraba de moverse, se separaban de vez en cuando de Maca, haciendo


movimientos sensuales que hacían que la pediatra se acercara a ella, tomándola de la
cintura, queriéndola sentir bien cerca. Esther seguía cantando a su oído, provocando que
la pediatra se estremeciera al escucharla...

Ay amor me duele tanto


Me duele tanto

En un gemido que las hizo temblar a las dos, Maca empezó a moverse igual de sensual
que Esther, sorprendiendo gratamente a la enfermera, que sonrió seductoramente y se
puso de espaldas a Maca, pegando sus cuerpos, Maca colocaba sus manos en la cintura
de esta, acompañando sus movimientos….

No te bajes, no te bajes
Oye negrita mira, no te rajes
De lunes a viernes tienes mi amor
Déjame el sábado a mí que es mejor
Oye mi negra no me castigues más
Porque allá afuera sin ti no tengo paz
Yo solo soy un hombre muy arrepentido
Soy como el ave que vuelve a su nido

Se separaban para mirarse, tomadas de las manos y contoneándose….

Yo se que no he sido un santo


(Y es que no estoy hecho de cartón)

Volvían a pegarse, abrazándose, acariciando sus espaldas, y moviéndose a ritmo de


infarto, con sus corazones acelerados.

Ay ay ay,
Ay ay ay,
Ay, todo lo que he hecho por ti
Fue una tortura perderte
Me duele tanto que sea asi
Sigue llorando perdón
Yo... yo no voy
A llorar por ti...
A llorar por ti!

Mientras sus cinturas les provocaban mil suspiros, se miraban a los ojos con deseo,
ahogándose en la mirada de la otra. Cuando los últimos acordes sonaban y empezaban
los de otra canción, Maca y Esther seguían mirándose perdidas una en los ojos de la
otra, con aquella sensación recorriendo cada parte de sus cuerpos, con los nervios a flor
de piel, estremeciéndose con cada roce, con cada suspiro.

Esther miró los labios de Maca, admirando su forma, mordiéndose el labio al pensar en
su sabor, en aquel que ya había probado y que tanto quería volver a sentir, su corazón,
amenazaba con salir de su pecho, golpeándola, haciéndola vibrar, Maca la miraba con
deseo, un nudo en su garganta, el deseo contenido que luchaba por salir, y hacerlo,
besarla en aquel momento, allí, perderse en aquellos labios, explorar su boca por
primera vez, sentirla tan cerca, sus manos seguían sus deseos, posándose sobre los de
Esther, acariciándolos, se mordió el labio al sentirlos... tan suaves... húmedos... su deseo
aumentaba, cabiéndole imposible detenerlo, no queriéndolo hacer, Esther se dejaba
acariciar por Maca, besó sus dedos, provocando que ambos cuerpos se estremecieran.

Poco a poco, se iban acercando, sin darse cuenta, estando demasiado distraídas en lo
que sentían, como para saber que estaban a escasos milímetros la una de la otra. Fue un
instante. Un segundo el que tardaron sus labios en unirse al sentirse, rozándose. Esther
acarició con su lengua los de Maca, con delicadeza, mimándolos, Maca emitió un
pequeño gemido, su cuerpo respondía a aquel beso. Se dejaron llevar por el momento,
disfrutándolo, con sus cuerpos estremeciéndose a cada movimiento, con sus manos
recorriendo sus cuerpos, con sus respiraciones entrelazadas. Se separaron un poco,
mirándose a los ojos, ambas sonreían, y en sus ojos se veía que aquel era el primer
beso... el primero de muchos...
Desde el principio... (II)
Maca apoyó su frente en la de Esther, suspirando y mirándola sonriente, Esther sonreía
de la misma manera, con la mirada se decían mil cosas. Se sintieron observadas por
alguien y Maca miró a un lado, sin separar su frente de la de Esther. Su hermana
pequeña estaba con una sonrisa de oreja a oreja y solo le faltaba un reguero de baba que
cayese de su boca. Maca se echó a reír, escondiéndose en el cuello de Esther, que
acarició su cabeza y miró a Vero divertida.

Verónica: Oh... que tierno... (Suspirando) Bueno, yo ya he cumplido (Sonriendo) ahora


te toca a ti (Acercándose a su chico y empezando a besarla antes las risas de la
enfermera y la pediatra)
M: Esther... (A su oído) Esto...
E: Mhmhm... (Poniendo un dedo sobre sus labios) Solo quiero seguir así... (abrazándola
con ternura, Maca sonreía mientras empezaban de nuevo a bailar)

Estuvieron bailando juntas toda la noche, hasta que empezaban a sentirse cansadas, se
despidieron de las camareras, Vero hacia rato que había desparecido en brazos de su
piolin. Salieron a la calle, agarradas por la cintura, Esther apoyaba su cabeza en el
hombro de Maca.

E: buf... estoy agotada...


M: Pobre... (apretándola suavemente contra si) Ahora a la camita a dormir... ¿Mhm?
E: Sí... (Mirándola un momento) ¿Maca?
M: ¿Mhm?
E: Yo... quieres... dormir ¿Eh?... en mi... (Maca sonrió y atrapó los labios de Esther
entre los suyos, suavemente, acariciándolas con cariño)
M: No pienso llevarte a tu casa aún... (Sonriendo y acariciando con su mano libre la
mejilla de Esther) Mi cama es muy grande.

Subieron a la moto, mientras Maca conducía hasta su casa, Esther sonreía bajo el casco
y se agarraba a la contra de Maca, dejaba caer su peso sobre ella, y la pediatra en los
semáforos le dedicaba unas caricias a las rodillas de Esther. Llegaron al piso y Maca
tuvo que abrazar a Esther en el ascensor, a la enfermera no le gustaba nada aquel
cacharro, bromeaban entre risas mientras Maca abría la puerta de su piso y la dejaba
pasar.

E: Me gusta acabar la noche aquí... (Abrazándola y sonriendo)


M: a mí me gusta acabarla así... (Dándole un suave beso)

Dejaron los cascos en el suelo y fueron aburadas hasta la habitación de Maca, a Esther
le hubiera gustado chafardear un rato, pero aquella noche había sido demasiado por
todo, demasiado ejercicio y demasiadas emociones, estaba realmente agotada, Maca
buscó un pijama para darle, pero cuando se dio la vuelta Esther ya estaba estirada en la
cama, durmiendo como un tronco. La pediatra sonrió y se tumbó con cuidado a su lado,
rodeándola con sus brazos y dándole un pequeño beso en la mejilla.

M: Buenas noches, Esther...


E: Mhmhm... (Sonriendo en sueños)

Maca se despertó con ella entre sus brazos, se acurrucó medio dormida en la cama,
estrechándola suavemente, no conseguía volver a dormirse. La mezcla de emociones de
la noche anterior le provocaba mil pensamientos, suspiró brevemente en el cuello de
Esther, que se estremeció en sueños y siguió durmiendo.

Maca pensaba en como había ido todo desde que había vuelto de Jerez, el esperar a Azu
en el aeropuerto, hablar con ella, dejarla entre llantos en su casa, aparecer sin saber muy
bien como en casa de Esther, el cine, la cena, el baile... el beso. Sonrió al pensar en el
beso, no le gustaba estar contenta por ello, sobre todo cuando aquella mañana había
hecho daño a alguien que había estado a su lado, a quien le había dado a conocer un
mundo nuevo. Suspiró de nuevo pensando en Azucena, pensó en su maleta, tendría que
ir a buscarla, aunque eso significase tener que verla de nuevo. Lo cierto era que no le
daba ya tanto miedo, no temía echarse en sus brazos otra vez, simplemente no lo haría,
Esther había conseguido con un beso lo que Azu había hecho en largas noches de
pasión.

La pediatra, ya solo podía pensar en la mujer que dormía a su lado aquella mañana. Con
su actitud infantil que le hacia babear, con su ternura, con esa hambre voraz... hambre.
Recordó que no tenía apenas nada para desayunar, y teniendo en cuarenta lo que comía
Esther, sería mejor bajar a por algo. La miró unos segundos y se levantó de la cama, se
dio una ducha intentando hacer el menor ruido posible y bajó a por el desayuno.

Cuando subía se encontró a su hermana pequeña en la puerta, más bien sentada en uno
de los escalones que había al lado, Maca se acercó sonriendo.

M: Esto de que vengas a desayunar aquí... me empieza a preocupar. (Bromeando)


Verónica: Vale, vale…. (Poniendo cara de penita) Si yo es por no perder el contacto y
esas cosas...
M: Ya... (Riendo y abriendo la puerta)
Verónica: Buenos días ¿eh? (Siguiéndola y fingiéndose molesta)
M: buenos días, peque. (Dándole un beso en la mejilla y empujándola hacia el ascensor)
Verónica: no…. Por favor…. Las escaleras…. (Haciendo como que quería salirse de
allí)
M: Que pesadas que estáis todas con el ascensor ¿Mhm? (Riendo)
Verónica: ¿pesadas? ¿En plural? (Se rascaba la barbilla) Mhmhm... Interesante...
M: Calla, anda. (Dándole un empujoncito)

Entraron en el piso y Maca fue a dejar las bolsas en la cocina, colocando las cosas en su
sitio después, Vero chafardeaba por el salón, buscando alguna señal de lo que hubiera
pasado aquella noche.

Verónica: Bueno... ¿Qué tal anoche? (Sentándose en el sofá)


M: Bien... (Riendo) Ya lo viste ¿No? Que... ¿Tu chico cumplió? (Bromeando y entrando
en el salón, sentándose a su lado)
Verónica: Sí, bueno... le tuve que dar incentivos. Y... ¿no has desayunado aún? (alzando
una ceja)
M: Pues... no. ¿Tu sí?
Verónica: Maca, hermanita ¿En que mundo vives? Son casi la una del mediodía...
(Riendo)
M: ¿Qué? Buf... (Llevándose la mano a la frente) Vuelvo enseguida... (Se fue hacia su
habitación, Vero la siguió con la mirada pero se quedó sentada en el sofá)

Esther estaba toda estirada en la cama, boca arriba, con una carita de ángel que hizo
suspirar a Maca, se acercó a ella, sentándose en la cama, a su lado. La miró unos
instantes hasta que recordó que eran la una. Acarició su mejilla.

M: Esther... (En un susurro) Esther... (Sonrió y le dio un toquecito en la nariz)


Despierta...
E: mhmhm... (Dándose la vuelta, quedando de espaldas a Maca)
M: pero serás.. (Riendo bajito, se tumbó a su lado y la abrazó suavemente, dejó un beso
en su nuca) Esther…que es tarde ya….
E: mhmhm…. (Dormida)
M: Anda... (A su oído) Regálame una sonrisa de buenos días... (Esther sonrió pero con
los ojos cerrados, Maca rió) No vale hacerse la dormida... (Acariciando con la punta de
su nariz el cuello de la enfermera)
E: si que vale... (en un murmuro)
M: No... no vale... (Dándole un suave beso en la mejilla) Anda, que son la una... (La
enfermera metió un bote tirando a Maca de la cama)
E: ¿La una? No, no, no... (Buscando su bolso por todas partes, Maca se levantó del
suelo entre risas)
M: Esta en el salón... ¿Te llevo a casa?
E: Sí, no, sí, no sé. (Saliendo disparada hacia el salón) Llegó tarde…. Llegó tarde...
(Entró en el salón sin darse cuenta de la presencia de Vero, que miraba divertida como
Esther buscaba algo) ¿Dónde esta? ¿Dónde esta? (Maca apareció apoyándose en el
marco de la puerta, sonreía feliz)
M: Esther... (La enfermera la miró y sonrió tontamente)
E: Buenos días...
M: Buenos días... (Sonriendo) Esta ahí, tontadita... (Señalando una silla en la que
descansaba el bolso)
E: llego tarde, llego tarde (Cogiéndolo y saliendo por la puerta).

Maca y Vero se miraron divertidas, al cabo de dos segundos sonó el timbre, Maca fue a
abrir, Esther se acercó a ella y le dio un tierno beso en los labios.

E: Nos vemos luego... (Volviendo a marcharse, Maca empezó a reír compulsivamente,


cerró la puerta y fue al salón)
Verónica: Esa chica me cae muy bien... (Riendo) Algo despistada, pero muy bien.
M: Anda... voy a desayunar.

Esther entraba por la puerta de urgencias, llegaba media hora tarde pero la sonrisa de
oreja a oreja no se la quitaba nadie, se acercó a recepción y saludó a teresa dándole dos
besos.

E: ¡Guapa! (Apartándose para firmar el registro y riendo ante la cara avergonzada de


Teresita)
T: uy, hija, como vienes ¿Eh? Que tonta... (Toda colorada)
E: Ya ves, una buena noche. (guiñándole un ojo divertida) ¿Hay mucho jaleo?
T: pues, no, no mucho, pero hija, como llegas un poquito tarde (los efectos del guapa
estaban ahí, normalmente le hubiera dicho el tiempo exacto, segundos incluidos) Dávila
anda buscándote.
E: Bueno, vamos a darle los buenos días. (Toda feliz se marchó rápidamente a ponerse
el uniforme, luego subió en el ascensor para ir a ver a Dávila, en él se encontró con
Laura)
L: uy, que feliz vienes ¿Mhm?
E: ¿Será porque lo estoy? (Sonriente)
L: Vaya... ¿Y se puede saber porque o es secreto de estado? (Bromeando)
E: Pues no sé, se acerca el verano, las vacaciones, hace un buen día...
L: ya... ¿y no tienen nada que ver con ninguna pediatra de apellido pijo que nada por
aquí, no?
E: Pues... (Colorada) No, no. (Laura se echó a reír y la abrazó cariñosamente) ¿y eso?
L: Ya ves, una que se alegra. (Las puertas se abrieron y Laura se bajó dejando a Esther
sonriendo como una niña con juguete nuevo)

La enfermera esperó en una sala a que Dávila la hiciese pasar, se entretuvo canturreando
una canción y siguiendo el ritmo con el pie, al cabo de un rato la secretaria de Dávila la
hizo pasar, Esther entró en el despacho algo nervios a por lo que le fuera a decir el
director.

D: Esther, siéntate. (Mientras colgaba el teléfono, Esther le obedeció sin rechistar)


Bueno, a ver, estamos pensando en modificar la plantilla de enfermeras, hay
departamentos con muchas y otros con pocas, hay que compensar esta situación.
(mirándola algo serio, Esther tragó saliva) Y tú eres la jefa de enfermeras... así que. (De
repente apreció una enorme sonrisa en su boca) ¡Te toca! (Esther se echó a reír)
E: Buf... por un momento pensé...
D: Si, mujer, te iba a echar. Se me echan encima. (Riendo) Además, eres la jefa por algo
¿No? Pues ala... todo tuyo... (Pasándole un montón de papeles) Tienes como para todo
el día...
E: Bueno, me han dicho que esta siendo bastante tranquilo. (Sonriendo) ¿Nada más?
D: Mujer... también podría invitarte a cenar y tirarte los tejos... pero las relaciones
director-enfermera... no sé yo ¿Eh? (bromeando)
E: Eres un caso. (Riendo) Bien, entonces me pongo con ello enseguida.
D: Muy bien, aquí estaré.

Esther bajó a urgencias y se metió en la sala de médicos, el único sitio tranquilo donde
podría sentarse a trabajar en aquello. Pensó en que si hubiera sabido aquello, hubiera
llegado más tarde y le hubiese dado bien los buenos días a Maca, una sonrisita tonta
apareció al pensar en ella y mientras mirabas los informes que tenía delante iba
canturreando.

Vero estaba sentada en el sofá de Maca, con las piernas cruzadas y la barbilla apoyada
en sus manos, mirando a su hermana como desayunaba, la pediatra la miraba de reojo y
de vez en cuando reía.

M: vale, ya está ¿Vas a estar mirándome todo el rato? (Riendo)


Verónica: sí. (Tan tranquila)
M: mhmhm... ¿Por algo en especial?
Verónica: Sí. (Seguía mirándola)
M: ¿Y me vas a decir el que?
Verónica: Mhmhm... No. (Maca reía)
M: Anda... Venga... (Poniéndole morritos)
Verónica: Puede que eso a... (Sonrió contenta) Esther le funcione... pero a ti no.
M: Mala... (Volviendo a comer)
Verónica: Estas guapísima. (Maca se atragantó con un trozo de tostada) hija, ni que no
te lo hubiesen dicho nunca. (Riendo)
M: No mi hermana... ¿Estás bien? ¿Tienes fiebre? (Bromeando)
Verónica: Que graciosa... Encima que te hago un cumplido
M: Pero Vero... (Poniéndose en plan chulesco) Yo estoy guapa siempre...
Verónica: Ya, ya, miss mundo, si a ti autoestima no te falta. (Riendo) Pero hoy... estás...
preciosa... radiante. Y yo sé porque... (Canturreando)
M: Bueno, a ver, ¿Por qué?
Verónica: Porque esta noche ha habido cosillas... (Traviesa)
M: Pues... no. (Levantándose y llevando los del desayuno a la cocina, Vero la seguía
dando saltitos)
Verónica: venga... hermanita... cuéntamelo... anda... (Tirándole de la manga de la
camisa)
M: Que no...
Verónica: Vamos...
M: Nooo...
Verónica: Un poquito, sin detalles... anda...
M: Ni con ni sin detalles. Que no. (Riendo)
Verónica: Eres mala... bueno, tendré que preguntárselo a Esther.
M: Suerte... (Sonriendo y marchándose para ducharse) ¿Vero? (Desde el baño)
Verónica: ¿dime?
M: ¿Qué haces luego?
Verónica: sacar información de ti. (Bromeando)
M: Es que me dejé la maleta en casa de Azu. (A Vero le cambió la cara)
Verónica: ¡Maca!
M: Era para que me dejarás el coche.
Verónica: ¡No quiero!
M: ¡Vero!
Verónica: ¡Que no! ¡Que te la manden por mensajero!
M: ¡Vero! Que no voy a hacer tonterías... créeme... (Vero sonrió por el tono que había
utilizado su hermana)
Verónica: Aish... esa enfermerita... esta bien. Pero te voy a cronometrar.

Poco después Maca iba en el coche de Vero a buscar su maleta, mientras su hermana
pequeña seguía intentando descubrir si aquello iba bien o iba a tener que echarles un
amanita.

Verónica: ¡Buenos días! (llegando a recepción)


T: uy, buenos días. ¿Qué tal tu brazo?
Verónica: bien, bien, ahí sigue... sin moverse ni nada... (Miraba su escayola mientras
asentía con la cabeza) Bueno... pero no vengo para eso.
T: Ah, pues si es por tu hermana... no esta ¿Eh? Entra dentro de una hora.
Verónica: Oh, no, no. Esther... (Con una de sus mejores sonrisas)
T: ¿Esther? ¿Y eso? (Curiosa)
Verónica: pues nada... me apetece. ¿Sabes donde esta?
T: Sí, sí... espera que te acompaño (Saliendo de la rotonda)

Señora: Perdone, mi niño esta malo y...

T: vale, vale... (Suspirando resignada) Esta en la sala de médicos, pregunta dentro.


Verónica: muchas gracias, guapa.
T: ¿pero que les pasa a estas con el “guapa”? (Sonriendo) Aish... a ver, señora, que le
pica.

Vero encontró la sala de médicos y entró toda feliz, dando un susto a la pobre Esther,
que se había quedado dormida sobre los papeles, Vero se empezó a reír al verla.

E: ¿Qué pasa? ¿Qué ¿Dónde? ¿Vero? (Con un ahoja pegada a su mejilla)


Verónica: tienes... (Señalándole con el dedo la hoja) Mhmh…te queda bien. (Sonriendo
y sentándose delante de ella) ¿Qué tal?
E: Pues... bien. ¿Ha pasado algo? ¿Maca esta bien?
Verónica: Oish... que tierna. (Con la sonrisita tonta) Sigues teniendo eso ahí. (Esther se
llevó la mano a la mejilla y al notar la hoja se puso colorada riendo nerviosa) Bueno...
¿Cómo va todo?
E: Pues... bien...
Verónica: ya mujer, pero bien de no esta mal, bien de bien o bien de no tiro cohetes
porque estamos en un sitio cerrado. (Esther rió divertida)
E: el último.
Verónica: ¡Eso es genial! (Dando saltitos en la silla) Venga, cuéntame...
E: Esto... Vero... yo...
Verónica: Anda, que mi hermanita no me ha soltado prenda... (Poniéndole carita de
pena)
E: Ah, no, no, me conozco esa cara, la cara de pena de los Wilson. (Riendo y mirando
para otro lado) No, no. No me convences.
Verónica: Anda, Esther...

Mientras Vero seguía intentando enterarse de algo, Maca aparcaba el coche cerca de
casa de Azu, se bajó de él y miró el edificio, había pasado muchas noches en vela allí.
Suspiró y apretó el paso hacia el portal. Picó al portero y esperó.

Az: ¿quién es?


M: Maca...
Az: ¿Maca? ¡Sube! (Contenta)

Mientras Maca esperaba al ascensor y subía en él, Azucena iba a la habitación, se ponía
rápidamente aquel vestido que tanto le gustaba a Maca y se atusaba el pelo en el espejo
del recibidor. Maca volvió a tocar el timbre, esta vez el de la puerta de Azu, esperó un
rato al otro lado, Azu la miraba a través de la mirilla, sonreía satisfecha, solo había
tardado un día en volver. Abrió la puerta y la recibió con una de sus mejores sonrisas.

Az: Maca... (En un susurro mezcla de gemido)


M: Hola, Azucena. (Seria)
Az: Maca... pasa...
M: No hace falta, ayer me dejé mi maleta, vengo a buscarla.
Az: pero anda, pasa. (Acariciando su brazo) Y hablamos. ¿Mhm?
M: no hay nada de que hablar, Azucena. ¿Mi maleta?
Az: Venga, Maca, no digas tonterías ¿Mhm? De verdad crees que me voy a tragar lo de
la maleta ¿Eh?
M: me da igual si te lo tragas o no. Dámela y me marcho. Es sencillo.
Az: Maca, cariño...
M: Azucena, no me llames así ¿Vale? Por favor, estoy intentando de hacer esto fácil.
Az: ¡¿Fácil?! Oh, claro, fácil. ¿Fácil para quién, Maca? ¿eh?
M: para las dos.
Az: A otro loco con ese cuento, Maca, fácil para ti. ¿Qué pasa? Que te cansas de mí y
decides tirarme, después de todo lo que yo he hecho por ti, después de todo lo que he
perdido ¿eh? No me digas que es fácil, porque no lo es, ¿Me oyes? No lo es.
M: Vale, esta bien, no es fácil. Lo sé. Para mí tampoco. ¿O crees que sí? Tú me
conoces, sabes que esto me esta costando, pero por favor, no íbamos a ir a ninguna
parte.
Az: ¡Claro que no! ¿Cómo vamos a ir a algún sitio si por una mala racha tu te vas?
¿Cómo pensabas hacerlo?
M: Azu...
Az: bueno, al menos he conseguido con mis gritos que no me llames Azucena.
(Entrando molesta en casa, Maca se quedó en la puerta, al final, decidió pasar)

Esther reía de los intentos de Vero de saber algo, al final, había desistido de trabajar algo
mientras la pequeña de los Wilson estuviera allí, así que se la llevó a cafetería, por
suerte, Javier estaba allí, o al menos eso pensó la enfermera, hasta que Vero puso al día
Javier y fueron los dos los que empezaron a preguntarle.

J: Venga, Esther... si estamos en familia. (Abrazando a Vero) Los Wilson y yo somos


cómo hermanos, así que ahora somos... Cuñados. (Riendo) Venga...
Verónica: Eso, Esther, ¿No se lo vas a contar a tus cuñados?
E: ¿Pero que decís? Solo hemos salido una noche. (Riendo) No hay cuñados... ni
siquiera hay... una pareja.
Verónica: ¿Pero quieres, no? Porque a ver si vamos a estar aquí dale que te pego y
resulta que no quieres. (Esther la miró con las cejas levantadas y sonriendo de oreja a
oreja) Vale, me ha quedado claro. (Riendo feliz) Entonces... ¿Qué problema hay?
E: no hay ninguno, no hay nada... hemos salido un par de veces, ya esta. No hay más.
J: Venga... con esa sonrisita que me llevas hoy...
E: porque me lo pasé muy bien, lo paso bien con ella, y si, estoy feliz, claro que lo
estoy, cada vez que salimos me hace sentir... única. Y me encanta. Y por eso sonrío, pero
eso no querer decir que nos vayamos a casar ni nada de eso. (Entre risas)
Verónica: Tranquila, de la boda ya nos encargaremos más adelante... (Bromeando y
provocando las risas de los otros)
E: Oye... ¿Y tu hermana? ¿A que hora entra?
Verónica: aja….. ¿Te interesa? (Alzando las cejas pillina)
E: Venga...
Verónica: En una hora o así, me parece, ha ido a un recado.
E: Mhmhm... ¿un recado?
Verónica: Sí. Sotomayor... que tu estás muy callado ¿Qué tal con Laura? (Esther se dio
cuenta del cambio de conversación de Vero, pero no quiso darle importancia)
Mientras Vero y Javier bromeaban, Esther pensaba en Maca, en lo que estaría haciendo
en aquel momento, en que quedaba poco menos de una hora para verla, en como la
saludaría al verla, en cual sería aquel recado, en su sonrisa, en el recado, en su mirada,
en el recado. Negó con la cabeza y suspiró maldiciéndose y repitiéndose una y otra vez,
nada de celos, Esther.

Mientras tanto, la pediatra observaba de pie, en medio del salón, a Azu en el sofá, con la
cabeza agachada y escondida entre las manos, por mucho que no sintiera mucho por
ella, aunque solo fuera esa atracción sexual, verla así la destrozaba, no le gustaba ver a
la gente llorar, era algo superior a ella. Se acercó al sofá, parándose delante de ella y se
agachó buscando su mirada, Azu ladeo la cabeza para no mirarla.

M: Azu.. mírame...
Az: no...
M: Azu, por favor... mírame...
Az: ¿Qué? (Ahogada la miró, descompuesta)
M: No hubiera funcionado. Nunca nos quisimos, Azu, nunca... solo era... sexo...
Az: ¿Y que? ¿Y que si solo era sexo? Me gustaba eso, me gustaba que gimieras por mí.
Me gustaba cuando te acariciaba y te estremecías de placer. Nos hubiésemos acabando
queriendo, Maca... Lo hubiésemos hecho. Pero no. Tú has tenido que cegarte con algo.
Ese cambio. Estabas bien conmigo ¿Por qué ese cambio?
M: Porque ahora ya no puedo... no puedo... no me gusta verte así, pero no puedo Azu.
Az: ¿Hay otra?
M: No tiene que ver con eso... tiene que ver contigo y conmigo.
Az: Hay otra... (llorando más fuerte)
M: No, no la hay... pero tal vez sí. No lo sé. Pero ella no tiene que ver con esto. ¿Vale?
Escúchame... ella solo me ha hecho sentir cosas... cosas que tú no, cosas que me...
llenan...
Az: Te dan unos cuantos mimos y me abandonas...
M: no te abandono, Azu, pero tu y yo... no fuimos pareja, tu no querías eso.
Az: Lo quiero, lo quiero ahora. Maca, por favor. (Intentó acariciar el rostro de Maca
pero esta se apartó un poco)
M: Azu... por favor... no hagas esto ¿Mhm?
Az: Maca... no quiero perderte...
M: azu... tú... fue genial, pero... no era nada... no me... no sentía nada... No siento nada.
Az: vete, lárgate de aquí…(Llorando abatida)
M: Pero...
Az: No, coge tu maleta y lárgate. Ya caerás en la cuenta de que yo soy la única que
puede estar a tu lado.
M: Como quieras... (Se levantó y cogió su maleta, echó una ultima mirada a Azu y
desapareció de allí, se subió al coche y miró la hora, entre que llegaba al hospital y no
ya tendría que trabajar, así que se fue directa a allí)

Vero hacia un rato que se había marchado, Esther había vuelto a la sala de médicos para
trabajar un poco, estaba concentrada en los papeles que tenía delante, mirando los
expedientes de las enfermeras para ver cual estaba más cualificada para según que
secciones del hospital cuando la puerta se abrió.

Alzó la cabeza y vio a Maca entrar, algo seria y cabizbaja, ni siquiera se dio cuenta de
su presencia, Esther aprovechó para observarla tranquilamente, sus manos moviéndose
hacia la percha y coger su bata, como se la ponía, como sacaba su pelo de atrás,
dejándolo caer suavemente... se dio la vuelta y Esther vio algo de pena en su mirada, no
pudo aguantar, no quiso hacerlo.

E: buenos días... (Levantándose de la silla y acercándose a ella, Maca la miró y una


sonrisa apareció en su rostro)
M: hola... (Esther la abrazó cariñosamente) Mhmhm... (Riendo)
E: ¿Está sien? (Separándose un poco y mirándola a los ojos)
M: Sí... bueno, no sé. (Acariciando el rostro de la enfermera) He estado con Azu...
(Esther se puso seria de golpe) Esther...
E: lo... lo siento. Yo... (Se apartó de ella y le dio la espalda, que significaba aquello
¿Estado? ¿Cómo de “estado”?)
M: Esther... (Acercándose y abrazándola por detrás, poniendo sus manos entrelazadas
bajo el ombligo de Esther) Me dejé la malea y he ido a buscarla...
E: Vale... (Sin moverse)
M: Estaba triste... no sé... supongo que me ha dado... lástima...
E: Maca... no quiero escucharlo ¿Mhm? (Suavemente)
M: Pero yo quiero contártelo... (a su oído, Esther se giró y la miró, sonrió un poco y se
fueron a sentar en el sofá de la sala) Ella quería que volviésemos... si la vieras... estaba
descompuesta y yo, no soporto que la gente llore ¿te lo había dicho? No puedo, me
pongo... triste, no me gusta esa sensación. Pero no piense nada raro ¿Mhm?
(Acariciando la barbilla de Esther con una mano y agarrando con la otra sus manos)
Solo quería que lo supieras. Y que estoy aquí... ¿Mhm? (Mirándola con cariño)
E: Sí, tranquila... (Acariciando la mano de la pediatra) Pero no me hace mucha gracia
que sientas eso... por ella... (Mirando al suelo)
M: Esther... Lo siento por todo el mundo que llora delante de mí, créeme, no es
diferente esta vez, bueno... un poco, he tenido una especie de relación con ella, pero
ahora mismo. (Mirándola y sonriendo) Como estoy... estoy mucho mejor. Y me
encanta...
E: ¿Sí?
M: Sí...
E: ¿Mucho?
M: Muchísimo... (Acercándose lentamente a ella)
E: Eso esta... Bien... (Notando los labios de Maca sobre los suyos, acariciándose, el
busca de la pediatra empezó a sonar)
M: mhmhm... (Apagándolo con una mano sin dejar de besar a Esther)
E: Anda... (Separándose un poco) Ve...
M: no quiero... (Sonriendo traviesa y volviéndola a besar)
E: Maca... (Riendo y dándole un empujoncito) Estamos en un hospital... Tu eres
doctora... y eso que pita es un paciente... ¿Mhm? (Malaca la miró como una niña
pequeña) Luego nos vemos... (Dándole un corto beso)
M: Más te vale... (Levantándose y saliendo de la sal de médicos)

Esther la contempló marcharse y suspiró, era cierto que no le hacia gracia que Maca
hubiera visto a Azu, pero se sintió feliz cuando la pediatra se lo contó, confiaba en ella,
eso era algo importante, Esther se levantó del sofá y volvió a la silla para seguir con su
trabajo mientras Maca atendía a su primer paciente del día.

A la hora de comer coincidieron Javier, Laura, Maca y Esther, se sentaron en una mesa
los cuatro juntos.
L: Oye, Maca... ¿Cuándo nos vas a invitar a tu casa? ¿eh? Porque me da que te estas
escaqueando... (Bromeando)
M: Pues... os invitaría este fin de semana, pero mis hermanos y yo tenemos que ir a
Jerez, bueno, Javier también ¿No?
J: ¿eh? (Con los espaguetis colgando de la boca) Sí, sí. (Los tragó y miró a Laura) Tu
vienes conmigo ¿No?
L: Sí... con lo bien que le caigo a tu madre.
M: Bah, a su madre no le cae bien ni su marido. (Riendo)
J: ¡Eh!
M: Aish... la mami... (Como si hablara con un niño pequeño)
J: que graciosa... ¡Ey! ¡Ya sé! Vosotros vais para todo el fin de semana ¿No? (A Maca)
M: Sí, estamos obligados. (Poniendo los ojos en blanco)
J: Pues ya esta, bajamos a pasar allí todo el fin de semana y ya está, os quedáis en mi
casa (Mirando a Esther)
E: Ey, ey... ¿Cómo? (Sin saber muy bien de que iba la cosa, había estado distraída
trazando figuritas en la pierna de Maca)
J: pues eso, tu hermano, Susana, tu y nosotros. Nos quedamos el fin de semana en mi
casa, tranquilas, tenemos una casita al lado de la piscina, nos ponemos allí y ya está. Así
los Wilson no se aburren tanto con los preparativos y todas esas cosas ¿No? ¿Qué os
parece? (Esther miró a Maca que comía tranquilamente, como si aquello no fuera con
ella)
E: pues... no sé... ¿Qué haremos cuando estéis en la fiesta? No, Javier, que no queremos
molestar... si nos quedamos aquí, de verdad, no pasa nada.
J: insisto, Esther... venga... y por la fiesta no te preocupes, yo no voy y ya está. (Feliz)
M: ¡Eh! Serás... tú eres medio hermano nuestro, así que... pringas como todos. (Riendo)
Esther, podéis venir a la fiesta... (Vio la mirada de Esther y rectificó) Si quieres claro...
E: yo.. no sé.. me lo pienso y si eso.. ¿eh? (Miraba a Javier y a Maca alternativamente,
Javier siguió intentando convencerla mientras Maca comía tranquilamente, Laura
miraba a Esther como diciéndole que qué había hecho)

Terminaron de comer y Laura y Javier se fueron rápidamente a ver a sus pacientes,


querían salir antes, Maca dejó la bandeja en la pila de las cosas sucias y esperó a que lo
hiciera Esther, salían del comedor hablando.

M: Que si no te apetece...
E: si no es eso... pero ¿Qué pintamos allí? Nada.
M: Hay gente que pinta menos que vosotros, Esther. Y además, es por pasar el fin de
semana todos juntos... que se hace raro no vernos. Pero si no quieres...
E: ya te he dicho que no es eso.. pero es que... (Suspiró y Maca la detuvo mirándola con
ternura)
M: A mí me lo puedes decir ¿Mhm? (Esther sonrió negando con la cabeza)
E: ya lo sé... (Acariciando un momento su brazo) Me da palo ¿Vale? (volviendo a andar,
Maca reía)
M: ¿palo? ¿Pasar el fin de semana juntos?
E: No... eso no... eso me gusta. Lo otro. (Con misterio)
M: mhmhm... lo otro... claro…(Como si supiese que era) ¿Qué es lo toro? (Esther rió)
E: pues... tu casa.. tus padres... no sé...
M: Esther, ¿Qué piensas que va a pasar?
E: nada, ya lo sé. Pero me da palo igualmente.
M: Anda... (Riendo) Que no muerden, además, a esa fiesta invitan a gente que ni
conocen, al menos vosotros sois amigos nuestros.
E: buf... voy a tener que ir ¿No?
M: Cómo lo sabes... (Sonriendo y dándole un suave empujoncito) Si te lo pasarás bien...
no pienses en mis padres... ¿Eh?
E: Vale... pero si me pongo nerviosa te aguantas.
M: Vale.. me aguantaré... entonces... ¿Vienes?
E: sí... luego se lo digo a mi hermano a ver si se apunta.
M: Genial. (Sonriendo) ¿Esperabas una presentación en familia o algo así?
E: ¡Que dices! ¡No! (Riendo con ella) Si no llevamos... nada.
M: Pero si tu quieres lo hago eh, me prepararé un discursito o algo, en plan... “Señor y
señora Wilson, su hija, Macarena les comunica que la señorita García y ella están
empezando a verse a menudo con intenciones mayores de amistad” (Esther reía a
carcajadas y le daba un empujón)
E: Estas echa una payasa...
M: se me habrá pegado de mi hermana... (Sonriéndole, se despidieron con un breve
apretón de manos cariñoso y se fueron a cada una a lo suyo)

Al acabar el turno, Esther estuvo dando un par de vueltas por el hospital, buscando a
Maca, pero la pediatra había entrado en quirófano con Cruz. Esther desistió de
despedirse de ella y le mandó un mensaje al móvil.

“Maca, me he ido a casa, es que me apetecía un baño y no te encontraba. ¿Hablamos


luego? Un besito, guapa”

Se fue andando hasta la estación, no vio la moto de Maca por allí, la habría puesto en
otro sitio, aceleró el paso y se metió en la estación cogiendo el tren. Poco después (no
tan poco) estaba en casa, nada más llegar se había metido en el baño.

Esperaba que la bañera se terminara de llenar mientras echaba algunas sales, estaba ya
desnuda y con la mano recorría la superficie del agua para ver si la temperatura estaba
bien, cuando quedo satisfecha con esta, se metió lentamente, dejando el móvil a mano
por si Maca daba señales de vida. Se tumbó apoyando la cabeza en el filo de la bañera y
cerró los ojos para relajarse.

La pediatra salía en aquel momento de quirófano, estaba agotada, miro el reloj


comprobando que su turno ya terminaba, por cinco minutos decidió que por aquel día
bastaba, fue a dejar la bata y luego pensó en buscar a Esther, cuando cogía sus cosas vio
que tenía un mensaje, sonrió y la llamó, al cabo de cuatro tonos escuchó su voz al otro
lado.

M: vaya... si que has tardado... (Empezando a salir de la sala de médicos)


E: Mhmhm... estaba medio dormidita ya...
M: ¿Ya te has ido a dormir? (Con voz de penita)
E: No, estoy en la bañera...
M: MHmhmhm... (Sonriendo traviesa) ¿En la bañera?
E: Sip. Me apetecía un baño con sales... (Su voz sonaba muy relajada)
M: Y estas... ¿desnuda? (Escuchó la risa de Esther sonrió encantada con aquél sonido)
E: Pues... sí... ¿Tú te bañas vestida?
M: Pues... no. (Riendo nerviosa, pasó por dónde Teresa y se despidió con la mano
saliendo del hospital)
E: ¿Dónde estás?
M: Ahora mismo caminando hacia el parking, acabo de salir.
E: No he visto tu moto...
M: mi hermana me ha dejado el coche... por lo de la maleta...
E: Mhmhm...
M: Tu bañera es grande... (Recordando)
E: Sí... algo... ¿Por? (En un susurro)
M: Por nada... (Acercándose al coche y abriendo la puerta, se sentó en el interior sin
encender aún el motor)
E: ¿Te hago un hueco?
M: mhmhm... Pobre, entre que llego y no, te me vas a quedar como una pasita
(Bromeando)
E: Vale... (Sonriendo al agua) ¿Qué vas a hacer?
M: Pues... ir a casita, dejar la maleta, darme un baño y... ¿Quedar con la enfermera más
guapa de todo el hospital?
E: me gusta la última parte...
M: ¿Sí?
E: Sí... ¿Vienes a casa? Me apetece acurrucarme en el sofá...
M: Nos vemos en un rato... ¿Mhm?
E: Un beso...
M: ¿Solo uno?
E: Muchos... (Riendo)
M: Muchos para ti... Tengo que colgar...
E: Vale...
M: bien... (Se quedaron un rato calladas y se echaron a reír) Hasta ahora...
E: hasta ahora...

Maca colgó y arrancó el motor, fue a casa e hizo todo lo que había dicho. Cuando
terminó, dejó las llaves del coche en el buzón y le envió un mensaje a su hermana para
decírselo, la pediatra se subió a su moto y fue a casa de Esther.

Esther abría la puerta sonriente, se acercó a la pediatra y pasó el brazo por detrás de su
cuello mientras le daba un dulce beso en los labios. Maca sonreía y entraban en la casa.
Al entrar en el salón la pediatra vio a Susana y Jorge en un sofá, abrazados y viendo la
tele, la niña estaba dormida en otro y a Encarna se la escuchaba trastear en la cocina.

M: Hola...
Jorge: ¡Hola, Maca! (Sin apartar la vista del televisor)
S: Hola...

Esther se sentó en el sofá, a los pies de la niña, Maca se acercó a ella y Esther hizo que
se sentase encima suyo, Maca sonrió y lo hizo.

E: Estábamos viendo una película...


M: Mhmhm... ¿Ya se lo has dicho?
E: ¿El que?
M: La invitación de Javi.
Jorge: Ah, sí, cuenta con nosotros. Será divertido. (Sonreído) aunque eso de la fiesta de
los Wilson... Buf...
M: ¿sois iguales, eh? (Riendo)
Jorge: Ya me ha dicho ella, sí, clavados. Pero bueno... a ella le da más corte.
M: Bah... tonterías, ya verás que ni se pone nerviosa (Acariciando la rodilla de Esther,
Encarna salió de la cocina y saludó a Maca, que inmediatamente metió un bote, saliendo
de encima de su hija) Buenas noches, Encarna. (Todos rieron por el salto)
En: Anda, Jorge, lleva a la niña a su cama, que Maca se pueda sentar.
Jorge: Sí, ma... (Levantándose y cogiendo con suavidad a la niña entre sus brazos)
¿Cariño, nos vamos con ella?
S: vale... (Levantándose del sofá y dándole dos besos a todas las presentes) Buenas
noches...

Maca se sentó al lado de Esther y Encaran en el otro sofá, la enfermera estaba mirando
la tele tan tranquila mientras Maca sentía la mirada de Encarna sobre ella.

En: ¿Así que te los llevas a Jerez?


M: pues... bueno, en realidad ha sido cosa de Javier. Pero sí, se vienen.
En: Al cumpleaños de tu padre...
M: Sí...
En: ay, hija, te tienes que llevar la cámara, seguro que hay un montón de famosos por
allí, si es que, venga, que yo te compró los carretes y todo... (Maca reía mientras Esther
miraba a su madre)
E: ¡Ma! ¿Cómo voy a ponerme a hacer fotos? Ya voy a pasar mucha vergüenza sin
hacerlo...
M: Que no, tonta... (En un susurro que solo escuchó Esther, la miró y asintió con la
cabeza, Maca puso los ojos en blanco y miró la tele)
En: Bueno, bueno, Maca,... anda... convéncemela, seguro que hay más cámaras ¿No?
M: mi familia contratará a un par de fotógrafos profesionales... como siempre...
En: ¿Y ya esta?
M: Síp.
E: Ves, ma, como es mala idea.
En: Bueno chica, pero alguna fotito me traerás ¿No?
M: se reparte un álbum a cada uno con todas las fotos...
En: uy, que bien. (Frotándose las manos) Bueno, me voy a dormir, buenas noches, hija
(Dándole dos besos) Buenas noches, Maca (Dándole también dos besos)

Amabas se miraron sonrientes, Maca pasó un brazo por los hombros de Esther,
acercándola, y la enfermera se acurrucó en su pecho, suspirando.

E: y luego me dices que no me ponga nerviosa con tus padres...


M: ¿Mhm?
E: Maca... que ha parecido que te había picado algo, menudo salto. (Riendo)
M: Es que... Tu madre... Impone... (Sonriendo y acariciando con la mano libre el pelo
de Esther)
E: Ya... impone…(Riendo) ¿La tuya?
M: Algo loca y muy estricta con las normas... pero tu no te preocupes ¿Mhm?
E: Vale... no me preocupo... (Abrazándose a ella y volviendo a suspirar)
M: Estas bien ¿eh?
E: En el cielo...
Estuvieron viendo la tele un rato, hasta que Maca empezó a sentir unos ruiditos raros,
agudizó la oreja, venían de Esther, ladeó un poco la cabeza para poder mirarla, estaba
completamente dormida, sonrió y le dio un beso en el pelo.

M: Esther... cariño... Esther...


E: Mhmhm... has dicho cariño... (Sonriendo, Maca sonrió igual y volvió a besar su
pelo)
M: Te estás quedando dormida... voy a irme ya...
E: Un poquito más... (Abrazándose a ella)
M: Mhmhm... pero solo un poquito ¿eh?
E: Sí…sí... (Acurrucándose en su pecho, al final las dos cayeron rendidas, dormidas en
el sofá y abrazadas la una a la otra)

Maca se despertó cuando los primeros rayos de sol entraban por la ventana del salón, no
habían bajado las persianas, tenía media parte del cuerpo completamente dormida,
consentirla, miró y se encontró a la enfermera durmiendo plácidamente. Sonrió con
ternura y acarició su pelo, dejando que sus dedos se entrelazaran con mechones rebeldes
de Esther.

Miraba como dormía completamente absorta en el ritmo de su respiración, en los


pequeños gestos que hacia mientras dormía. Sonriendo, riendo, poniendo morritos
cuando parecía que Esther tenía una pesadilla. Al cabo de un buen rato decidió
marcharse, empezó a deslizarse hacia el extremo del sofá, intentando no mover mucho a
Esther. Sin conseguirlo porque no se dio cuenta que estaba en el filo y cayó al suelo, con
el ruido Esther se despertó. Al verla allí tirada se empezó a reír.

E: ¿Qué haces ahí?


M: ya ves... (Poniéndose cómoda) Se esta mejor aquí. (Sonriendo)
E: ¿Estás mejor ahí? (Poniendo morritos, Maca se medió incorporó y atrapó los labios
de Esther entre los suyos, acariciando con su lengua el perfil de estos)
M: Así... sí. (Sonriente) Me voy a ir ya ¿Mhm? (Mientras se ponía de pie)
E: Es pronto... (Cogiendo una de sus manos y acercándola a ella)
M: no, ya ha amanecido... anda... nos vemos luego ¿Mhm? (Acercándola para volverla
a besar)
E: Mhmh... (Abrazándola y haciendo que la pediatra quedará medio encima de ella)
M: Suéltame... (Entre risas)
E: no me da la gana.
M: Vale... tú misma... (Le empezó a hacer cosquillas, Esther reía a carcajada limpia,
Maca dejó de hacerle cosquillas y la miró) Vas a despertar a todos... si no están ya.
E: Valeee... Que pesadita ¿Eh? (Dándole un besito y tumbándose en el sofá para seguir
durmiendo)
M: descansa... (Acariciando su mejilla y dejando un beso en ella) Nos vemos después...
E: ¿Cinco minutos? (Bromeando)
M: Sí... claro. Cinco minutos. (Siguiéndole la corriente) Anda, guapa. (Dándole un
cachete en el culo y marchándose)

Lo que quedaba de semana se les pasó muy rápido, aprovechaban cada momento para
pasarlo solas, aunque también salieron un par de noches con los demás. Los nervios de
Esther se acentuaron cuando se despertó la mañana del viernes, aquella misma tarde,
justo después de comer, salían hacia Jerez. Habían quedado con Vero en su casa, ella se
había encargado de los billetes de avión y de todos los preparativos del viaje.

A las tres del mediodía, todos esperaban con las maletas (cuatro cosas) a Vero, que no
daba señales de vida. Maca estaba apoyada en la pared de al lado de la puerta, Esther
sentada en un escalón a su lado, Laura y Javier jugaban a pelearse, Susana y Jorge
charlaban tranquilamente delante de la puerta y Jero no hacía más que timbrar al piso de
su hermana.

Je: ¿Dónde se habrá metido?


M: Tato, tranquilo, ya bajará. Mientras no perdamos el avión.
J: Hay algo que no entiendo... (Dejando de pelar un rato) ¿Por qué no hemos quedado
en el aeropuerto?
Je: Eso pregúntaselo a la peque cuando aparezca, si es que aparece.
M: No se perdería un a oportunidad tan grande de dejar en ridículo a la familia.
(Bromeando)
L: ¿Esther? ¿Vamos a comprar gominolas?
E: sí. (ando un salto y poniéndose a su lado)
M: Me cambia por unas gominolas...
E: tonta... ahora venimos. (Javier se paró al lado de Maca, los dos miraban alejarse a las
dos chicas, que iban dando saltitos hasta el super de enfrente)
J: ¿Sabes que nos abandonarían por Boomer?
M: no, Esther lo haría por un osito de goma.
J: Ah, no... sí. Ese es mejor.
Jorge: Vaya par... (Riendo)
M: vaya par, no. Es cierto.
S: Mirad, por allí viene Vero. (Al final de la calle se distinguía una furgoneta, Vero
asomaba la cabeza por la ventanilla del copiloto, al volante iba piolin (vestido de
paisano)
Je: ¿Qué... es... eso? (Señalando la furgoneta cuando se detuvo enfrente de ellos)
Verónica: ¡Hola! (Saliendo sonriente) Os gusta ¿Eh? (Riendo) Bueno... vamos a
necesitar un conductor...
M: Un conductor…¿Para?
Verónica: Es que no había sitio en el avión, así que pensamos que sería divertido ir en
coche. (mientras cogía las maletas y las empezaba a poner en el maletero) ¿Nadie me va
a ayudar o que? (Jero estalló en una gran carcajada y fue a ayudar a su hermana)
Je: si es que... lo sabía, no podíamos ir como todo el mundo, no, tenemos que ir en una
furgoneta con el piolín estampado en un lateral... (Entre risas)
J: Tiene su punto... (Ayudándoles también)

Esther y Laura volvían con enormes bolsas de gominolas, Vero al verlas se acercó
corriendo, y tal como venían, se fueron, de vuelta al supermercado con la pequeña de
los Wilson.

M: yo diría... Que ya no vuelven.


J: Sí... no vuelven...

Terminaron de cargar las cosas, el novio de Vero (al que todos llamaban piolín
cariñosamente) se acercó a buscar el coche de Vero, sería el otro vehículo ya que no
cogían todos en la furgoneta. Decidieron que Piolin y Vero empezarían con el
escarabajo, y Javier al volante de la furgoneta, luego ya se irían turnando. Las chicas
volvieron con el doble de bolsas que antes y se subieron a la furgoneta, Vero se despidió
para irse al escarabajo con su chico.

Maca, Esther y Jero se pusieron en la parte de atrás, Jorge y Susana en el medio y Javier
y Laura delante.

J: Bueno... ¿todo el mundo preparado? (mirando por el retrovisor)


Je: ¡Vamos allá, Sotomayor! (Riendo)
Jorge: ¡Pisale!
S: Lista... (Poniéndose el cinturón de seguridad y asegurándose de que estaba bien
puesto)
M: ¡Aquí atrás vamos un poco apretados!
L: Como si te molestase... (Girándose para verla y guiñándole un ojo)
E: Ahí tiene razón... (Buscando una gominola en la enorme bolsa que llevaba encima de
las piernas)
Je: ¿ yo que? (Poniendo morritos)
J: Aish... cariño, luego voy a verte. (Lanzándole un beso entre risas)
L: Anda, arranca ya. (Dándole un codazo)
Je: Prométemelo ¿Eh?
J: Que sí, tonto. (Recibiendo otro codazo de Laura) Venga... vamos allá... (Giró la llave
y se sintió el motor, cuando metió primera para salir de allí, la furgoneta se clavó)
Aish... perdón... (Al resto) Es mi primera vez... (Con voz insinuante)
L: dios mío, lo que me espera. (Provocando las risas de todos)

Consiguieron salir de allí, seguidos por el escarabajo de Vero, se metieron en la M-30


para coger luego la A-4.

Llevaban ya varios kilómetros, por fin habían conseguido coger la “autopista del sur”,
se habían equivocado un par de veces, entre que Javier no seguía las instrucciones de
Laura y el mapa que tenían era de hacia cuatro años...

Je: ¿Cuánta falta? (Con voz infantil)


J: Wilson... Que te me la estás ganando ¿eh?
Je: ¿Qué me estoy ganando, guapetón? Oish...
L: Anda, Jero, no lo distraigas que se pierde de nuevo.
J: yo no me he perdido. (Convencido de este hecho)
L: Ya... solo querías darnos un pequeño tour turístico ¿No?
J: Eso es, encima que os enseño un poco de cultura... Desagradecidos. (Fingiéndose el
enfadado)
Je: Cariño, no te me enfades, tonto.
M: Anda, Jero, duerme un poco ¿Eh? (Riendo)
Je: ¿Esther? ¿Cómo va eso?
E: Bien... aquí... (Seguía comiendo gominolas)
M: Lle va a dar una sobredosis de azúcar. (La pediatra iba sentada entre los dos)
Je: Pero para eso estás tú ¿No, hermanita? (Graciosote)
M: Soy pediatra.
Je: Pues ya esta, le viene que ni pintao. (Riendo)
E: ¡Eh! (Pasando una mano por delante de Maca y dándole un golpe a Jero)
J: uish... cuidadín.
E: ¡Te vas a enterar! (Empezando a darle golpecitos con las dos manos, Jero la imitó,
dejando a la pobre Maca entre ellos, pegada al respaldo con temor a recibir ella)
M: Vale... venga.. ya está... (Intentando separarles sin lograrlo, a Esther se le fue la
mano y le dio a Maca en la cara) ¡Ay!
E: Maca... Lo siento, lo siento. (Acariciando el rostro de la pediatra) ¿Te he hecho
daño?
Jorge: Eso es maltrato, la puedes denunciar ¿eh?
E: Tú no le des ideas. (Dándole una colleja) ¿Te he hecho daño? (Mirando a Maca)
M: Sí... (Poniendo morritos)
E: oish, oish, mi niña. (Abrazándola y dándole besitos en la mejilla) ¿Mejor?
M: Puede... (Mirándola y atrapando sus labios, empezando a besarse abrazadas)
Je: ¡yo quiero cambiar de sitio! (Riendo) ¡Esther! ¡Que eso es mi pierna! (Bromeando)
E: ¿Qué dices, tú? (Dándole un golpe)
M: no, venga, no empecéis... (El móvil de Laura empezaba a sonar, miró la pantalla, era
Vero, conectó el manos libres)
Verónica: ¡¿Cómo están ustedes?!
Todos: ¡Bien!
Verónica: ¿Alguien tiene que ir al servicio? (Se escucharon un montón de no y un si,
todos se miraron)
Je: Aish... que me equivocado. (Riendo)
Verónica: Vale... ¿Qué ha tomado ese?
Je: Es que estoy muy necesitado... Maca y Esther dándose el lote, Javier no me hace
caso...
Verónica: ¿Quién se esta dando el lote? Piolin, ponte a su lado...
J: ey, ey, nada de locuras, quietecita en tu sitio.
Verónica: Vale, va, cuando queráis parar avisad, si no, paramos antes de llegar a
Córdoba para comer algo ¿Vale?
J: Venga, nos vemos. (Colgaron y siguieron con el viaje)

Ocho horas después, veinte paradas imprescindibles (O se les acababan las provisiones
o tenían que ir al servicio), varios cambios de conductor y una rueda pinchada. Llegaban
a Jerez de la frontera. Ambos vehículos se metían por un camino privado perfectamente
asfaltado, entre viñedos, para llegar a una de las mansiones, la de los Wilson.

Je: primera parada... Mi casa... (imitando la voz de ese pequeño extraterrestre) mi


teléfono...

Apagó el motor y bajo de la furgoneta, Vero salió de un salto (A medio camino estaba
hasta las narices del escarabajo, se cambió por Javier y Laura), Maca salió y aspiró el
aire.

Verónica: Vaya comité de bienvenida... (Mirando a la puerta, donde solo estaba uno de
los de servicio esperándoles)
M: La alfombra roja la estarán limpiando para mañana (Bromeando y abriendo el
maletero para coger sus cosas)
E: Vaya... (Bajándose y mirando alrededor)
M: ¿Te gusta? (Acercándose a ella)
E: Esto.. es... Enorme...
J: Luego dicen que el tamaño no importa... (Acercándose a ellos)
L: ¡Eh! (Dándole un manotazo) Bueno, nos vemos mañana ¿Eh?
Je: sí, podríamos ir por la mañana de excursión ¿No?
Verónica:¡Al lago! ¡Vamos al lago!
J: Es verdad…cuanto tiempo... (Riendo) Venga, decidido al lago.

Mientras los demás seguían dándose las buenas noches, Maca y Esther se abrazaban con
cariño.

M: buenas noches, duerme bien ¿Eh? Aunque con el atracón de dulces... (Acariciando
sonriente el abdomen de la enfermera)
E: Bah... aun tengo hambre. (Bromeando) Buenas noches... (Mirándose a los ojos y
deseando besarse pero sin atreverse a hacerlo allí)
M: nos vemos mañana... bien temprano ¿Mhm?
E: sí... (Escondiendo su rostro en el pecho de Maca)
M: yo también quiero.. (Sonriendo con dulzura y mordiéndose el labio)
E: Sí ¿No? (Mirándola con carita de pena, Maca miró hacia la casa)
M: uno rapidito... (Dejando un breve beso en los labios de la enfermera)
E: Mhmhm... demasiado rápido. (Acercándose a ella y atrapando sus labios y
acariciándolos con su lengua un instante)
M: Ni me he enterado... (Al separarse de ella, volvió a besarla, esta vez sus lenguas se
encontraron tímidamente)
E: Mhmhm... debo estar medio dormida por el viaje... Porque...
M: Ya, yo tampoco... (Riendo y estrechando a Esther contra ella para besarla,
entrelazando sus lenguas y ahogándose en un suspiro)
J: Venga, Esther... que nos tenemos que ir... no es por interrumpir ¿Eh? (Abrazando a
Laura por detrás y dejando un beso en su cuello)
M: Anda que... muy oportuno, Sotomayor. (Riendo, miró a Esther) Buenas noches...
E: Buenas noches...

Mientras los demás se subían a la furgoneta, los hermanos Wilson entraban en la casa de
sus padres, el lugar donde habían crecido, dos veces en una semana, era demasiado
comentaban entre risas. Sus padres ya estaban durmiendo, así que cada uno se fue a su
habitación quedando para primera hora de la mañana, con suerte esquivarían a su
madre.

Llegaron a casa de Javier a las nueve, cuando se habían despertado su padre ya había
salido hacia los viñedos y la madre estaba en su habitación, seguramente retocándose
para bajar a desayunar, era así. Se encontraron en la puerta con Laura y Susana.

Je: ¡Buenos días!


Verónica: ¿y mi piolin?
L: Dentro, con los demás. (Vero se metió dentro como si fuera su casa)
M: ¿Qué hacéis aquí? (Sentándose en un banco del porche)
L: No aguanto a su madre... (Poniendo los ojos en blanco y riendo)
S: Sí, y yo ya me aburría de verles comer, así que me he salido con ella.
L: ¿no entras?
M: Que va... me espero con vosotras... (Sonriendo)
Je: bueno, yo voy a saludar ¿Eh?
M: Vale. ¿Habéis dormido bien?
S: Sí, mucho. (Sonriendo) La casa de la piscina es muy acogedora.
L: Pues yo no...
M: ¿Y eso?
L: la madre de Javier estaba despierta, y decidió que su hijito durmiera en su vieja
habitación, eso sí, sin mí. (Mirando a Maca)
M: Bueno... (Riendo) Es su mami, Laura, paciencia.
L: Ya claro, pero la que duerme solita soy yo...
M: y él...
L: Pero él esta en su casa, esta como un rey. (Por la puerta salían el resto, Vero iba
subida a caballito sobre Piolin, Jero y Javier salían bromeando, Jorge bostezando y
Esther mirando a Maca sonriente)
J: Laura, cariño, que te podías haber quedado a que termináramos ¿No?
L: Anda, tira. Que me tienes contenta. (Haciendo reír a los demás)
Je: No se puede elegir entre una madre y una novia, es el suicido pequeño saltamontes.
(Bromeando)
J: Eso, tu enfádame.

Esther se acercó a la pediatra, parándose a su lado, Maca pasó un brazo por los hombros
de esta y le dio un beso en la mejilla..

M: ¿Que tal has dormido?


E: Bien... la cama no estaba mal.
M: uy...
E: Hubiera dormido mejor contigo... (En un susurro)
M: Pues nada, esta noche duermes en mi cama. (Tan feliz)
E: sí... claro... con tu madre... tu padre... En eso estaba pensando yo. (Riendo)
L: Venga, vamos para el lago ese. (Levantándose) Que esta casa me da mal rollo...

Para ir al lago cogieron la furgoneta, iban algo apretados, subidos unos encima de otros,
pero era solo un momento, aparcaron en una pequeña explanada que hacía el camino, y
salieron. Delante de ellos había un pequeño bosquecito que tuvieron que atravesar para
ir a dar a la orilla de un lago, no muy grande.

J: ¿Sigue en pie! (Señalando un tronco medio caído) ¡Venga! (Dándole una palmada en
el pecho a Jero y quitándose la camiseta y las chanclas, quedándose en bañador)
Je: ¡Ey! ¡Espera!
Verónica: piolin... tu y yo nos vamos a ir a un sitio más... apartado ¿Mhm? (Juguetona)
Piolin: Pues claro... vamos. (Se alejaron cogidos por la cintura)
Jorge: Esos si que saben... (Se llevó una colleja de su mujer) ¡Ey! Vale, ¡Chicos! ¡Voy
con vosotros! (Corriendo hacia el tronco, mientras Javier y Jorge daban un salto desde
él al agua)
L: Vaya morro... (Extendiendo una tollada y tumbándose encima, Susana se puso a su
lado)
M: ¿Un bañito? (A Esther)
E: Si me lo pides así... (Sonriendo y quitándose la ropa para quedarse en bikini)
M: Aish... (Haciendo lo mismo y caminando hacia el agua, se metió dentro,
sumergiéndose, al salir se dio la vuelta para abrazar a Esther, pero no estaba, miró hacia
la orilla y la vio allí parada mirando el agua) ¿Qué haces? (Riendo)
E: Nada…que yo mejor... voy a tomar el sol... ¿Eh?
M: ¿Me vas a dejar solita?
E: No... tienes a aquellos. (Señalando a los tres que estaban haciéndose aguadillas)
M: Sí... ya... No es lo mismo. (Mirándola y poniendo morritos) Venga...
E: Es que...
M: Iré a por ti ¿Eh?
E: no, no...
M: Sí.. (Acercándose con una sonrisa traviesa)
E: ni se te ocurra... Maca... no... (Dando pasitos hacia atrás)
M: Sí... (Saliendo del agua y atrapándola entre sus brazos en dos pasos) Anda... ¿Mhm?
(En un susurro a su oído)
E: Maca, no, que ahí hay bichos, que es el campo, que tiene que haber culebras y cosas
de esas...
M: Sí... y un cocodrilo así de grande (riendo y abrazándola más fuerte) Yo te protegeré
¿Eh?
E: Muy graciosa...
M: ¿a que sí? Anda, tonta, ven conmigo...
E: Que no, que me quedo tomando el sol... de verdad... (Maca se separó para mirarla)
M: Vaya, si las prefieres a ellas... (Se dio la vuelta y se metió en el agua)
E: ¡Maca! (Con voz infantil) No te enfades. (Metió un pie en el agua) Maca, venga...
M: No, no... toma el sol. (Nadando en círculos)
E: Anda... (Cogió aire y se metió en el agua, persiguiendo a Maca, que nadaba hacia el
interior) ¡Maca! (La pediatra sonrió y se dio la vuelta, dejando solo de los ojos para
arriba fuera del agua, Esther la alcanzó)
M: Soy un cocodrilo... y voy a morderte... (Sacando un momento la boca y volviendo a
su posición anterior)
E: Muy graciosa... (Maca asintió y se acercó despacito) Maca, ni se te ocurra... (Riendo)
Como te acerque más... (Maca se sumergió, Esther miró hacia el agua, tenía que salir, al
cabo de unos segundos empezó a desesperarse, hasta que notó como dos manos la
agarraban de los tobillos y la arrastraban hacia abajo, salieron poco después y Maca
abrazó a Esther, dándole un mordisquito en el cuello)
M: Ves como te he mordido... (A su oído seductoramente)
E: Mhmhm... como tos los mordiscos de cocodrilos sean así... me voy a ir a la selva.
(Riendo)
M: ¿Sin mí?
E: A ti te llevo por si no encuentro ninguno.
M: vaya... Gracias...
E: Tonta... ven aquí... (Besándola suavemente)

Maca sonreía y estrechó a Esther más cerca, sus labios seguían acariciándose, en suaves
roces, pronto pedía más, y sus bocas se entreabrían ligeramente para dar paso a sus
lenguas, que reconociendo el terreno jugaban en las bocas de ambas, tuvieron que
separarse cuando se hundían en el agua.

M: Mhmhm... Aquí no toco. (Riendo)


E: Pues anda que yo... (Abrazada a ella)
M: Esther... que me hundes...
E: Si es que no aguantas nada...
M: Ya te enseñaré a ti lo que aguanto y lo que no... (Levantando una ceja y mirándola
traviesa)

Nadaron hacia done trocaban el suelo, y volvieron a abrazarse, dedicándose caricias y


besos, jugando a salpicarse, los chicos se unieron a ellas, con ganas de guerra, Laura y
Susana se metieron en el agua para ganarles.
J: ¡Eso no vale! (Segundos antes de que Laura le hundiese la cabeza en el agua después
de darle un beso)
L: Anda que no. (Riendo y nadando hacia Maca)
M: Cuidado que viene. (Viendo salir a Javier del agua y perseguir a Laura)
L: ¡Maca! (agarrándose a ella)
E: ¡Maca! (Jorge no paraba de salpicarla con agua, la pobre estaba medio ahogada)
M: Laura... lo siento... (Riendo y nadando hacia Esther)
L: ¡Cómo se nota! ¡Eh!
J: Eres mía. (Abrazándola por detrás y hundiéndose los dos)
M: ¡Jorge! (Se giró y Maca lo empezó a salpicar, empezaron una guerra mientras Esther
corría hacia la orilla, Susana se unió a ella segundos después)
S: Están locos... (Riendo)
E: Buff... casi me ahogo. (Reían)
S: Bueno... se te ve en el paraíso ¿Eh?
E: Sí... (Mirando a Maca y sonriendo tontamente, la pediatra estaba subida encima de su
hermano intentando hundirlo, pero Jorge se resistía e intentaba quitársela de encima)
S: Entonces... ¿Es serio, no?
E: Bueno... ha sido una semana... buf... increíble...
S: Aish... la baba... (Riendo)
E: Buf... (Poniéndose colorada) Es preciosa...
S: Sí... una preciosa ahogada... (Señalando a Jorge que sujetaba algo bajo el agua,
Esther vio una de las manos de Maca intentando zafarse de él)
E: ¡Jorge! (Levantándose y metiéndose en el agua) ¡Cómo te pille! (Jorge salía nadando
y Maca a la superficie a coger aire, Esther se acercó a ella y Maca la abrazó)
M: Aish... mi salvadora. (Esther reía)
E: Payasa...
M: Tu hermano es un bestia.
E: ¿en serio? (Riendo y dándole un beso)
M: Anda, vamos a tomar el solecito... (Salían del agua cogidas de las manos y
mirándose entre sonrisas, se sentaron en una de las toallas, Maca se puso entre las
piernas de Esther que la abrazó por la espalda, la pediatra apoyó la cabeza en el hombro
de Esther mientras esta le daba besos en el pelo) Mhmhm... (Riendo)
S: Vaya dos... ¿Os dejo solas? (Riendo, los demás salían del agua y se sentaban en sus
toallas)
M: Pues ya... casi que no.. (Acariciando con su mano el muslo de Esther)
Je: Bueno... ¿Dónde comemos? (Miró a Javier pestañeando rápidamente y tirándole
besitos) ¿En tu casa o en la mía?
J: mientras sea contigo.. (imitando a Jero)
M: podríamos comer en casa... Carmen seguro que nos prepara algo... (Ladeó la cabeza
un poco para dirigirse a Esther) Es la mejor cocinera del mundo.

Estuvieron un rato más tomando el sol, cuando Vero y su chico volvieron, se vistieron y
se subieron a la furgoneta para ir a la casa de los Wilson. Bajaron bromeando, no habían
terminado de secarse y la ropa se transparentaba en ciertos sitios. Maca no apartaba la
vista de la camiseta de Esther, que estaba toda colorada como un tomate.

E: yo no entro así...
M: ¿Por qué? Estas genial... (Sonriendo)
E: Ya, claro, ¿Qué vas a decir tú?
M: Anda, que no pasa nada, vamos todos igual. (Entraron todos juntos a la casa)

Entraron en la cocina donde saludaron a Carmen con mucho cariño, después pusieron
caritas de niños buenos y le pidieron si podría cocinarles algo a todos. Después de
hablar un rato con ella fueron a uno de los salones a esperar. Se dispersaron por los
diferentes sofás. Maca y Esther en uno juntas.

M: Ya verás... no vas a querer comer en otro sitio después de probarlo


E: Sí... (Mirando hacia la puerta)
M: Tranquila, el único que podría entrar por esa puerta es mi padre, además, recuerda,
somos amigas ¿Mhm? (Guiñándole un ojo)
E: Eso no ayuda…es la primera impresión la que cuenta... y mírame.. (Señalando el
pecho de su camiseta que estaba empapado) ¿Te parece buena impresión? (Maca se
mordió el labio provocando una sonrisa en Esther) Te la parece...
M: Ehm... Sí, no, yo creo que es una gran buena primera impresión, sí. (Dándole un
beso)
E: ¡Maca! ¡Amigas!
M: Pero si solo están estos... (Dándole un besito en el cuello)
E: Maca, no... Mira que me cambio de sitio...
M: No, no, aquí quieta, me porto bien. (Riendo)
Je: Buf... y yo tengo que hablar con papa de negocios...
M: Déjalo para mañana, Jero, anda, hoy es su día...
Je: Sí... pero mírale, ya estaba en los viñedos cuando nos hemos despertado.
Verónica: Papa, tiene un problema con el trabajo. Debería descansar, que ya ha hecho
mucho, que se lo ceda a Jero ¿No?
Je: No, no, yo no... buf... quita... (Riendo)
M: Pero si que se merece un descanso, bueno, se merece un millón. (Sonriendo con
cariño)

Hablaron un rato más, tocaron a la puerta y todos se levantaron pensando que sería para
decirles que la comida ya estaba, pero al abrirse la puerta quien apareció fue el padre de
familia.

Verónica: ¡Papa! (Dando un salto sobre él y dándole un beso en la mejilla)


P: ¿Cómo esta mi peque?
Verónica: Muy bien, papa, que nos vimos la semana pasada. (Riendo)
P: Bueno, bueno, solo me preocupaba por la niña de mis ojos. (Sonriendo orgulloso)
Verónica: Claro que sí, papa, felicidades. (Abrazándolo con ternura)
P: Gracias, mi niña.
Je: Vale, ya, ¿yo que? (Riendo y dándole dos besos) Felicidades papa.
P: Gracias, Jero, mi mano derecha. (Dándole un abrazo y palmeando su espalda)

A Esther hacia rato que las manos le temblaban, Maca sonreía al ver la escena, miró a
Esther y le guiñó un ojo, se acercó a su padre.

P: Maca, cariño... (Abriendo los brazos)


M: Felicidades papa. (Abrazando sea él fuertemente)
P: Ay, mi hija, se te ve muy bien ¿eh?
M: Gracias. (Riendo) A ti si que se te ve bien.
P: Hija, que va, ya en la cincuentena, ya estoy mayor... Y sin nietos. (Bromeando)
M: ¡Papa!
P: Ya sé, ya sé. (Riendo) Bueno ¿Y toda esta gente? (Mirando a los demás) Vaya, el hijo
de los Sotomayor, cuanto tiempo, hombre.
J: Paco, felicidades. (Estrechando su mano sonriente)
Verónica: Papa, este es pio... Sergio. (Paco examinó al chico de arriba abajo)
P: parece normal... (Los Wilson rieron)
Verónica: ¡Papa!
P: ¿Qué? ¿Qué esperas? Después de los otros... la verdad... este parece majo y todo
(Riendo y estrechando su mano)
Sergio: Felicidades, señor.
P: Ves, tengo pinta de viejo, me llama señor. (Todos reían)

Uno a uno se fueron acercando saludar a Paco, Esther se quedó atrás nerviosa, cuando le
tocó a ella, avanzó temblorosa, tanto que cuando llegaba a Paco tropezó con la pata del
sofá y cayó encima de él, por suerte el padre de Maca era ágil y la agarró antes que se
fueran los dos al suelo. Todos reían, Esther no sabía dónde meterse.

Jorge: ¡Esa es mi pato!


P: Vaya, si las muchachas aún se me tiran encima. (Bromeando Lo siento, chica, pero
yo estoy casado.
E: yo... yo.. lo siento.. (De un color rojo chillón)
M: Papa, no seas malo, no ves como la has puesto... (Riendo y acercándose a ella, tomó
disimuladamente su mano y la acarició con cariño) Anda, vamos a comer ¿No?
P: Ay, sí, Carmen ya me ha dicho, ya lo tenéis en el comedor. ¿Me puedo unir a
vosotros?
Verónica:¿Y mama?
P: uf, tu madre se ha ido a la ciudad, a ponerse guapa para esta noche, como si le hiciese
falta. (Riendo) Venga, todos a comer!

Terminaron de comer entre risas, Esther, después del primer impacto (nunca mejor
dicho) descubrió que el padre de Maca era encantador, sin duda lo de los tres hermanos
venía de allí, además, Maca se había pasado toda la comida acariciando su mano y
dedicándole toda su atención, gesto que a Paco, no le había pasado desapercibido, su
hija mayor se deshacía en detalles con aquella chica. Decidió que más tarde hablaría con
ella.

Después de comer, dijeron de hacer la siesta, Paco se negó a que se fueran así que se
acomodaron en las diferentes habitaciones de invitados, Maca tuvo que irse de
“estrangis” a la de Esther, para poder dormir con ella. Cuando la enfermera la vio entrar
se asustó.

E: ¡Maca! ¡¿Qué haces aquí? (La pediatra se echo a reír)


M: Y yo que he cruzado los pasillos al estilo misión imposible (Mientras se acercaba a
su cama) para que tu me descubras con tus gritos. (Entre risas se acomodó a su lado en
la cama) Te echaba de menos...
E: Muy bonito, a ver si va a venir alguien y...

Maca la abrazó besándola, jugando con su lengua por los labios de ella, dejando algún
pequeño mordisco. Esther suspiró y acarició la nuca de esta con sus manos, dibujando
figuras inconexas, mientras su lengua jugaba con la de Maca, en un sensual baile,
esquivándose y encontrándose, sus manos acariciaban sus espaldas, las de Maca
descendían poco a poco, acariciando por completo la espalda de la enfermera.

Siguieron bajando hasta encontrarse con los glúteos de Esther, que acarició con ternura
al principio para luego apretarlos contra ella, a Esther se le escapó un pequeño gemido.
Sus lenguas seguían entrelazándose, provocándose. La enfermera hizo presión sobre el
cuerpo de Maca, hasta que quedó con la espalda sobre el colchón y ella medio encima.
Sus piernas se entrelazaron apretándose y provocando que sus respiraciones se
disparasen al sentirse tan cerca.

Maca deslizó una de sus manos por la cintura de Esther, siguiendo la curva que iba de
esta hasta el pecho de Esther, acariciándolo por encima de la ropa, sin dejar en ningún
momento que sus labios perdieran el contacto, acarició con suavidad su pecho, trazando
cada una de sus curvas, excitando a Esther.

E: Mhmhm...
M: Esther... (En un susurro antes de volver a unirse en aquel beso)

Se escucharon voces en el pasillo y Esther casi se cae al suelo del salto que metió, Maca
se echo a reír y la tomó de sus manos para volver a lo que estaban haciendo.

E: Maca, no.. que aquí no puedo yo... no estoy por lo que estoy...
M: pues yo creo que sí... (Empezando a besarla de nuevo)
E: Maca, no, en serio, que como entre alguien, que ya he hecho bastante el ridículo por
hoy... por favor... (Maca no pudo resistirse a aquella mirada asustada de Esther)
M: Esta bien... tienes razón. (Suspirando resignada) A dormir ¿No?
E: Sí... a dormir...
M: Pero al menos... ¿Me dejas aquí? (mirándola dulcemente)
E: Vale, pero si entra alguien... les explicas tú.
M: Claro, les digo, nada, que después de que me calentara y me dejara así, he dicho,
vamos a quedarnos a su lado a ver si se lo piensa mejor.
E:: Maca...
M: Es broma, cariño... (Esther sonrió de oreja a oreja) ¿Qué?
E: Y van dos... (Riendo y dándole un breve beso antes de acomodarse entre sus brazos
para dormir)
M: ¿Dos que?
E: Dos cariño...
M: ¿te gusta?
E: Mhmhm...
M: ¿Esther? ¿Esther? Genial, se durmió, y yo así... buf...

A las diez de la noche decenas de limusinas y lujosos coches se deslizaban sobre el


pavimento del camino privado de la mansión Wilson. El jardín estaba decorado con
centenares de pequeñas luces que parpadeaban como las estrellas que aquella noche
iluminaban el cielo con su presencia.

Una gran carpa blanca en el centro sería la pista de baile, con una tarima de madera a
modo de suelo, al lado de esta otra gran carpa hacia de comedor. En ella unas cincuenta
grandes mesas redondas, esperaban a los invitados de aquella noche. Habían preparado
un gran escenario donde la orquesta deleitaría con música.
Maca observaba a través de la ventana el jardín, la verdad es que había quedado
precioso. Ya estaba preparada para la fiesta, con un vestido largo con una abertura en la
pierna derecha, era de color plateado con brillantes, al igual que los zapatos de finas
tiras que llevaba, una gargantilla de plata y unos finos pendientes largos completaban su
belleza.

En su cama estaba sentada su hermana pequeña, que había optado por un vestido corto
de rosa chillón, muy en su línea y un peinado que desafiaba a todos los peluqueros del
mundo, echo por ella misma. Y de pie en la puerta Jero, con un elegante esmoquin
negro, al igual que la mayoría de hombres aquella noche.

M: Ya empiezan a llegar.. (Viendo como los invitados empezaban a acomodarse en su


sitios, después de felicitar a sus padres, que estaban en la puerta principal para recibir a
cada uno de los)
Verónica: Empieza el espectáculo. (Riendo)
M: Anda, Vero, no la líes mucho ¿eh?
Verónica: Tranquila... he preparada una pequeña fiestecita para después, solo nosotros,
así que me reservaré para esa ¿Eh? (Contenta)
Je: Anda que... yo voy bajando chicas.
Verónica: Y yo voy a ver si han llegado estos ya.
M: yo bajo enseguida ¿Eh?

Mientras sus hermanos se unían a los demás, Maca seguía mirando por la ventana, hacia
tan poco que había abandonado aquella vida llena de lujos, y ya estaba de nuevo allí,
tantos recuerdos que se le venían a la cabeza, tantas fiestas como aquella. Suspiró y
recordó que Esther estaba allí, con ella, sonrió y bajó a buscarla.

Maca salió al jardín después de escaquearse de sus padres, que habían conseguido
atrapar a Jero y Vero para recibir a los invitados, salió al jardín para ver si ya estaban
por allí sus amigos. A lo lejos distinguió a un pequeño grupo que parecía perdido entre
todo aquello. Sonrió al ver que se trataban de Susana, Jorge, Piolin (Sergio), Laura y
Esther. Cuando se acercó y la vieron Esther se dio la vuelta, Maca se quedó parada en
medio del jardín mirándola.

Estaba increíblemente preciosa, con un delicado vestido azul de tirantes finos, el pelo
liso suelto por sus hombros, y aquella sonrisa radiante que le regalaba. La pediatra salió
de su parálisis y se acercó al grupo, poniéndose al lado de Esther, pegada a ella y
acariciando por un momento su mano, mientras la miraba feliz.

M: Estás preciosa... (Susurró a su oído, Esther sonrió tímida y se puso un poco


colorada)
E: tú también...
Piolin: ¿Dónde anda tu hermana? No veas, me ha hecho disfrazarme de pingüino.
M: Esta con mis padres. (Riendo) Recibiendo a los invitados.
L: ¿Y tú? Escaqueándote ¿Eh?
M: Shhh... es un secreto. ¿Dónde está tu chico? (A Laura, la doctora señaló una zona
del jardín, Javier estaba hablando con sus padres y otros invitados) Claro... esta noche
toca hacer relaciones sociales con todos... (Riendo) ¿Queréis tomar algo?
Piolin: Creo que no se puede... los demás no lo hacen... (Maca reía)
M: Creo que ser la hija del anfitrión da ciertos derechos. (Levantó la mano con un gesto
elegante para que viniera el camarero, Esther la miraba divertida) ¿Qué?
E: Pija... (Riendo y sacándole un poquito la lengua)
M: Eso sí, tu ríete de mí, tontita.
E: Que no... (La miraba sonriente)

El camarero se acercó con una bandeja de plata en la que había unas cuantas copas de
vino, se colocó al lado del grupo sosteniendo la bandeja y muy estirado él. Maca tomó
una de las copas con delicadeza e invitó a los demás con un gesto a que lo hicieran.

M: A ver si vas a tirarla... (Bromeaba al ver como las manos de Esther temblaban al
coger una copa)
E: No llames al mal tiempo. (En un susurro)

Poco a poco llegaban más invitados, en un momento de descuido Javier aprovechó para
acercarse al grupo, tomó la mano de Laura con la suya.

J: Vaya, señorita Wilson esta usted radiante esta noche. (Con gestos teatrales)
M: lo mismo digo, señorito Sotomayor. (Alzando su copa un poco y bebiendo luego)
E: Ya ¿No? (Bromeaba mirando a Javier) Que tu chica es la de al lado...
L: es igual, déjalo, esta claro que de mi pasa. (Se hacia la enfadada)
J: Venga, cariño... (Dándole un besito en el cuello)
L: Sí, sí, tu vuelve a dejarme tirada para ir con tus padres...
J: Que no, que he estado hablando con ellos, y si nadie pone pegas, me voy a vuestra
mesa. ¿Vale? Contigo.. así... juntitos... (Reía y besaba a Laura)
L: No hay pegas ¿A qué no? (Mirando al resto que se echaron a reír y decían no)
Perfecto...
Piolin: Oye, Maca ¿y vosotros?
M: Pues no tenemos el lujo de poder cambiarnos de mesa, tenemos que estar en la
principal con nuestros padres y la abuela.
J: ¿Tu abuela también viene?
M: Sí, mi madre intentó evitarlo pero no lo consiguió (Riendo, Esther la miraba
confusa) Es que mi abuela es... como vero pero con unos añitos más.
E: Buf... menuda. (Riendo)

La mayoría de mesas ya estaba ocupadas, Maca miró alrededor y vio que sus hermanos
salían al jardín, lo que significaba que ya tenían que estar sentados.

M: bueno, ya va a empezar, tenemos que sentarnos. (Suspiró mirando a Esther mientras


el resto empezaba a andar hacia la mesa que les había tocado, situada lejos de la
principal por aquello del orden de preferencia de la señora de la casa) en cuanto termine
la cena... No me separo de ti.
E: Más te vale. Porque con lo guapa que estas esta noche...
M: Habló, seguro que me voy a tener que pelear con más de uno. (Riendo, la acompañó
a su mesa y luego cruzó entre los invitados, saludándolos y parándose un rato de vez en
cuando para ir hasta la mesa principal)
Verónica: No tienes morro ni nada... (Bromeaba)
M: Es que no sois rápidos, no sois rápidos. (Mientras se sentaba, le había tocado entre
su madre y Vero, Jero quedaba entre su padre y la abuela)
Je: papa, esta como un niño pequeño con la fiesta.
Verónica: Hasta se le ha caído la lagrimita cuando nos ha visto...
M: Bueno, que peligro. (Riendo)

Sus padres salieron al jardín por la puerta principal a él, rodeados de pequeñas lucecitas
y rosas blancas, iban muy elegantes y sonreían sin para, en el mismo instante en que el
pie del padre tocó la alfombra que llevaba a las mesas, la orquesta empezó a tocar el
cumpleaños feliz, mientras que los invitados se ponían en pie y saludaban con sus
sonrisas a la pareja. La fiesta empezaba.

Cuando todos estaban ya sentados, unas decenas de camareros aparecieron por la puerta,
en fila de dos, al llegar a la zona de las mesas, cada uno tomaba el camino que le habían
asignado, y es que cada invitado de aquella fiesta, tendría un camarero para él. Una vez
estuvieron todos detrás de cada persona esperaron a que se hiciese un pequeño brindis.
Paco agradeció la presencia de todos los invitados y deseo que se lo pasarán tan bien
como él aquella noche. Los camareros, como si de una coreografía se tratase, pusieron
un palto delante de cada invitado, todos movidos al unísono, Paco sonrió al comprobar
como estaba yendo todo.

Verónica: Papa, esta noche estas guapísimo.


P: Gracias, peque, pero estando vosotras en esta mesa, me estáis quitando protagonismo
¿eh? (Bromeaba mientras empezaba a comer)
R: Verónica, por favor, que esos son los cubiertos del segundo palto. (Sin dejar de
sonreír de cara a la galería)
Verónica: Sí, mama. (Cambió sus cubiertos y siguió comiendo, la abuela, María, cogió
uno de los pequeños bollitos de pan y lo partió por la mitad con las manos, empezando a
untar el pan un su plato)
R: María, por favor, esos no son modales.
AM: Hay, hija, estoy yo a mi edad para modales. Además.. así esta más rico. (Sonriendo
a sus nietas y nieto y guiñándoles un ojo)
Verónica: ¡Esa es mi abuela!
R: No alces la voz Verónica, ninguno de los presentes esta sordo.
M: No más alto que un susurro... (Murmuraba Maca por lo bajo entre risas, Vero
intentaba controlar la risa)
Je: Papa, han venido los de las bodegas Jiménez.
P: Sí, últimamente están siendo una dura competencia, he pensado que invitándoles
rebajaríamos un poco la tensión.
Je: Es una buena idea. Sobre todo si queremos hacer tratos con ellos.
P: Exacto, hay que tenerles contentos para sacarles el máximo partido.
R: Cariño, ¿Tenemos que hablar de negocios en la mesa?
AM: Oh, claro, es mejor cotillear sobre la pamela de la duquesa del sitio ese raro.
R: Maria, por favor, estamos de celebración, su hijo cumple cincuenta años.
AM: Vaya cosa, yo tengo casi cien. (Riendo con sus nietos)
R: Vosotros no le sigáis el juego.

Mientras tanto, en una mesa lejos de allí, los amigos de los hermanos Wilson
saboreaban la exquisita cena.

J: Esto esta buenísimo... Laura a ver si conseguimos la receta.


L: sí, claro, con lo que debe valer solo la mitad de ingredientes. (Riendo)
Jorge: Pato, estas muy calladita.
S: esta concentrada...
Jorge: ¿en que?
S: En no meter la pata, quiere impresionar a la familia de Maca por si las moscas.
Jorge: Bueno, al padre lo impresionaste. (Riendo)
E: Graciosillo... (Murmuraba sonriente)
Jorge: Venga, ya, si tenemos que comprar unos prismáticos para verles.
E: La verdad es que andamos un poco lejos...
J: habrá sido cosa de la madre, fijo, es una estirada.
L: como la tuya.
J: Laura, con mi madre no ¿eh? (Bromeaban todos)
S: Anda, Esther, que no parece que lo estés pasando muy bien, relájate.
E: Ya es que... no sé... Maca esta allí... yo aquí... y con toda esta gente de por medio me
parece que no voy a poder estar mucho con ella. (Suspiraba)
S: Seguro que en cuanto pueda Maca viene a verte, ¿No te has fijado la carita que ha
puesto cuando te ha visto?
E: Sí... (Avergonzada) Pero yo quería bailar con ella y esta claro que no voy a poder,
seguro que su madre me mata.
J: Eso es verdad... te matará...
Piolin: Pues a mí me da un palo acercarme a Vero... su madre me mira “raro”...
J: ¿y eso?
Piolin: Cuando hemos llegado, yo me he escapado a verla, y estaba con su madre y
Vero me ha metido la lengua hasta la garganta... no veas que mirada me ha echado la
señora. (Asustado)
E: Veis... buf…buf... (Asustada también)
L: Vaya par... (Riendo)

Entre el primer plato y el segundo les dieron un barquillo de chocolate con Mouse de
limón para ayudar a hacer la digestión, después del segundo les sirvieron copas mientras
esperaban el momento del pastel, algunos invitados aprovechaban aquel momento para
ir a otras mesas y hablar, Vero se escaqueó en cuanto pudo, Maca estaba hablando con
su abuela, pero cuando se dio cuenta se disculpó y se acercó a la mesa de sus amigos,
donde su hermana pequeña ya estaba sentada encima de su novio.

M: Cómo te vea mama... (Riendo y parándose al lado de Esther, apoyando la mano en


el respaldo de su silla) ¿Cómo va la cena? (Mirándolo a todos pero sobre todo a Esther)
J: Esto estaba de vicio. (levantándose) Voy a ver que hacen mis padres, Laura.
L: Me quedo.
J: Anda, Laura, ven conmigo, que no pasará nada, que no ves que están rodeados de sus
amigos. (Sonriendo y dándole la mano a Laura)
L: Si no vuelvo en cinco minutos, venid a rescatarme. (Bromeaba mientras se alejaban,
Maca se sentó en la silla de Laura, al lado de Esther, y la arrimó un poco más, para estar
más juntas)
S: Oye... Maca...
M: Dime. (Sonriéndole)
S: El servicio... (Maca sonrió)
M: Pregunta a uno de los camareros que hay en la puerta, él te llevará.
S: Cariño...
Jorge: Voy contigo...
Verónica: ¿Dónde esta Jero?
M: Saludando a los Jiménez creo.
Verónica: Pobre abuela, ¿La han dejado con mama?
M: Papa también esta allí.

Maca concentró toda su atención en la mujer que había a su lado, pasó una mano por
debajo de la mesa, acariciando un momento su rodilla.

M: ¿Qué tal lo estas pasando?


E: La cena estaba muy buena, Maca. (Sonreía)
M: Bien, quiero que lo pases bien ¿Mhm? (La miraba dulcemente)
E: Sería mejor si estuvieses aquí... pero... aguantaré. (Riendo y tocando un momento la
mano de Maca)
M: Bueno ¿Qué te parece una fiesta de lata sociedad? (Divertida)
E: Pues como alguno sigan sonriendo así se les va a desencajar a mandíbula. (Bromeaba
e imitaba a algunos)
M: tontita, es lo normal. Por eso no me gustan estas fiestas.
E: ¿La de hoy tampoco?
M: Bueno, tengo a mi padre disfrutando como un niño, a mi madre también aunque no
lo reconozca, mi abuela y Vero tiene la oportunidad de volver loca a la abuela, lo que
hace que también estén felices, y estamos todos juntos... tú y yo... no esta mal ¿no?
(Sonreía mirándola a los ojos y desando besarla allí mismo)
E: Tanto como tu y yo... más bien, yo, muchos invitados y tu.
M:: tranquila, que en cuanto empiece el baile vengo corriendo a estar contigo.
E: ¿Vamos a bailar? (Sorprendida)
M: Pues... me temo que no. (Con carita de pena) No podemos, pero bueno... al menos
estaré así cerquita ¿Eh?
E: Claro... (Bajando la cabeza, Maca suspiró y miró alrededor, no había fotógrafos y
nadie parecía prestarles atención, sonrió y levantó la barbilla de Esther dándole un
rápido beso en los labios)
M: Sonríe un poquito que te pones aún más guapa.
E: Tonta... (Con una media sonrisita en la cara)

Estuvieron hablando un rato, hasta que vieron el movimiento de los camareros, los
invitados volvían a sus respectivas mesas, Maca le guiñó un ojo a Esther antes de irse
hacia la suya, Vero besó a su chico y siguió los pasos de Maca, se acercaba el momento
del pastel. Al llegar a la mesa, Paco miró a su hija Maca divertido, la pediatra lo miró y
éste le guiñó un ojo sonriente, Maca respondió a la sonrisa, sin saber porque le guiñaba
el ojo y se sentó en su sitio.

Los camareros colocaron una pequeña rampa de alfombra roja en los pequeños
escalones que había en la puerta más grande, a una señal, se pagaron todas las pequeñas
luces que rodeaban el jardín y las de las mesas y la carpa. Un resplandor anaranjado
salía de la puerta, poco después, un gran pastel lleno de velas y de varios pisos hacia
aparición, todos sonreían maravillados, sin duda el pastelero había puesto todo su
empeño en aquel pastel, que daba pena hasta comérselo. Lo acercaron a la mesa,
mientras lo orquesta tocaba de nuevo el cumpleaños feliz y los invitados aplaudían. Lo
colocaron detrás de la mesa principal y Paco se levantó para dar un pequeño discurso.

P: Buenas noches de nuevo. (Sonriente) Esta vez voy a ser un poco más pesado si me lo
permitís. (Se escuchaban risitas entre los invitados) Me tomaré eso como un sí. (Riendo)
Bueno, todos sabéis porque estamos aquí. Somos tan raros que al cumplir un año más,
al hacernos más viejos, vamos y lo celebramos. (Risas) Pero para mí, aparte de caer ya
en la cincuentena, es un año más aquí, con mi familia a mi lado, con mis amigos y
conocidos. Todos juntos. Estos cincuenta años, me han sabido a muy poco, así que
esperemos que el gran jefe me deje un buen tiempo más por aquí. (Más risas) Hoy,
tengo la suerte, de que la persona que me trajo a luz hace medio siglo, este aquí, con
nosotros, igual de bien que siempre. Mama, gracias por darme la vida. Esta vida que me
ha traído aquí, esta noche. Rodeado de tanta gente. (Su madre sonreía orgullosa) en este
tiempo, puede decir que he vivido, aunque aun me queda mucho. He convertido el
pequeño viñedo de mi padre, en una gran empresa de éxito, he conocido al amor de mi
vida (A su mujer sonriente) y he tenido tres hijos, los tres maravillosos a su manera.
(Bromeando) Jero, mi mano derecha, el hombre que heredará la empresa, mis niñas se
negaron (Más risas) y una gran persona. A ver si te me echas novia ¿Eh? (Dándole una
collejilla y provocando más risas entre los suyos) Mi hija, Vero, la peque, que con sus
locuras alegra mis días, cariño, sabes que aunque a veces nos sacas de nuestras casillas,
te queremos muchísimo, eres la niña de mis ojos. ¿Mhm? (Vero sonreía feliz y le sacaba
la lengua a Maca) Y mi hija Maca, una mujer increíble, que se dedica lo que más le
gusta en el mundo, es una gran pediatra en Madrid. (Maca sonrió avergonzada, aquello
de gran sobraba) y que espero sinceramente, que pronto encuentre a esa persona (La
miraba divertido) que la haga feliz y que haga brillar sus ojos, aunque sospecho que ya
la ha encontrado. Maca, esta noche estás radiante. Y a vosotros, mis invitados esta
noche, es un placer compartir la alegría de este día con vosotros, con todos. Muchas
gracias por venir, y ahora... a ver como esta ese pastel. (Riendo)

Los camareros empezaron a repartir el pastel por las mesas, mientras en la mesa
principal, Maca miraba a su padre con curiosidad, este le guiñó un ojo y siguió hablando
con su madre.

Verónica: Este sabe algo...


M: ya... me he dado cuenta... ¿Pero el que?
Verónica: pues que estas con alguien, lo que no sé si ya ha descubierto con quien.
M: Genial, como se enteré mama va a dar saltitos de alegría.
Verónica: ves, eso animaría un poco la fiesterita. (Bromeaba)
AM: Maca, ¿Qué es eso de que te has enamorado? (Acercándose a ellas)
M: Abuela, que yo no me he enamorado.
AM: hija, que lo de tu padre le viene de mí, ya decía yo que te notaba diferente, ni
cuando te ibas a casar estabas así.
M: Abuela. (Riendo)
AM: Hija, si yo me alegro.
Verónica: no se yo ¿Eh Abuela?. (Riendo)
AM: ¿Y porque no?
Verónica: Pues porque la persona de quien esta enamorada... no entra en tu ideal...
AM: Uy, hija, que yo soy muy moderna, a ver que te vas a pensar, no tanto como para
los niños que traes tu, que les da por pintar perros y cosas de esas, pero algo, algo.
(Bromeaba)
Verónica: Abuela, si los míos son encantadores.
AM: si yo no digo que no hija, si me recuerdan a tu abuelo, menudo era también, una
vez le dio por pintar la casita que teníamos de negro y blanco, así que parecía una gran
vaca en medio del bosque. (Las chicas reían) Vuestro abuelo estaba un poco tocado...
M: Pero era encantador... (Vero reía)
Verónica: como los míos, que también lo son.
AM: Hija, ya me habéis hecho irme... Maca ¿Quién es?
M: No es nadie, abuela.
AM: Hija... (Con esa voz que solo saben poner las abuelas cuando quieren sacarte algo
y que hacen que rías y mires alrededor buscando una puerta o una ventana por la que
escapar)
M: Abuela, que va en serio, no hay nadie.
Verónica: Esta en proceso abuela, ya te iré informado.
M: ¡Eh!
Verónica: Maca, que es nuestra abuela, que tiene derecho.
AM: Eso, eso, que soy vuestra abuela, mujer. (Dándole un abrazo a Maca y un
achuchón) Me voy a sentar a mi sitio antes que vuestro hermano me quite mi trozo de
pastel.
Verónica y M: Venga, abuela...
M: Sabes que eres clavada a ella...
Verónica: Para desgracia de mama. (Comentó riendo) Bueno, ¿Qué tal lo pasa Esther?
M: Pues bien, creo, no sé, creo que le gustaría estar todos juntos.
Verónica: Dirás contigo... (Alzando las cejas pillina)
M: Sí, conmigo, igual que yo, pero bueno, luego tenemos tu fiesterita ¿Eh?
Verónica: Por supuesto, pero si veis que no vais a aguantar, me lo dices (Le guiñó un
ojo y empezó a devorar el trozo de tarta) Mhmhm... Esto esta buenísimo... (Con voz
orgásmica y recibiendo una mirada acusadora de su madre, Maca la miraba divertida y
Vero le guiñó un ojo juguetona)

Cuando terminaron el pastel y después de algunas copas, la gente empezó a moverse


hasta la pista de baile, y la orquesta, que hasta aquel momento había estado tocando
música muy flojita, para dar ambiente a la fiesta, empezó a tocar más fuerte, y los
cantantes de esta salieron al escenario para cantar algunas canciones.

Vero, Maca y Jero se unieron con sus amigos, en un lado de la pista de baile, Vero nada
más llegar se echó encima de su novio, el fotógrafo les sacó una fotografía y Maca y
Jero rieron al imaginar la cara de la madre al verla. Jero se fue a hablar con Javier y
Laura, Maca se acercó a Esther, colocándose detrás de ella, lo más pegada que podía sin
levantar miradas extrañas.

M: ¿Te ha gustado la tarta?


E: Buf... estaba buenísima ¿Sabes si a sobrado?
M: Luego le diré a Carmen. (Sonriente)
E: Bien... (Moviendo su mano hacia atrás para rozar la de Maca)
M: Te secuestraré... (Susurrado al oído de Esther y provocando que su cuerpo se
estremeciera, cerrando los ojos, como si así pudiera retener aquella voz, aquel murmuro
en ella)
E: Es el cumpleaños de tu padre...
M: el año que viene también...
E: Maca... que si nos ven marchándonos... (Girándose y mirándola seria)
M: Ya, ya... (Sonreía y acarició un momento la mejilla de la enfermera) Pero no te me
pongas tan seria ¿Mhm? Que me dan ganas de besarte...
E: Eso, tu dime esas cosas. (Riendo y dándose la vuelta para alejar su mirada de la
pediatra)
Jorge: Bueno, bueno... ¿Qué le habéis regalado a vuestro padre?
M: en un poquito lo verás... le va a encantar. (Sonreía)
E: ¿Se lo regaláis todos juntos?
M: sí, bueno... cada uno le compra algo, un pequeño detalle, luego, hemos aprovechado
que este año da la gran fiesta para traer a un invitado especial, bueno, en realidad a dos.
El que le gusta a él esta muy ocupado y solo cantará una canción acompañado, pero le
va a gustar mucho.
E: ¿Quién viene? ¿Quién viene? (Con voz infantil)
M: Si es que... te comía... (Haciéndole un gesto juguetón en su barbilla) Pues viene...
eh, no se vale, no me lo sacarás.
Jorge: Susana, ¿Bailas conmigo? (Cuando una canción lenta empezaba a sonar)
S: Pues claro, cariño. (Sonriendo de oreja a oreja y cogiendo su mano, se alejaron un
poco para bailar abrazados)
Piolin: Vero, anda...
Verónica: Que no me da la gana de bailar esto.
Piolin: Pero mujer... si es por hacer algo, venga... que nos hagan una foto para que tu
madre este contenta.
Verónica: Me has terminado de convencer, no bailo. (Reía divertida)
Piolin: anda, va...
Verónica: que no.
Piolin: Vero... que luego te haré aquello venga... (Vero lo miró con una ceja levantada)
Verónica: ¿Dos veces?
Piolin: Vale... dos veces... lo intentaré.. ¿Vamos?
Verónica: Venga, va... (Se fueron a bailar)
E: No quiero saber lo que le va a hacer luego.
M: Yo tampoco. (Riendo) Me gustaría bailar contigo... (Acercándose un poco, rozando
su cuerpo con la espalda de la enfermera)
E: No podemos...
M: Mhmhm... (Comenzando a balancearse lentamente)
Je: Venga, Esther, baila conmigo. (Acercándose y arrastrándola hacia la pista)
J: Maca, tu conmigo (Llevándosela también)

Los dos chicos se pusieron espalda contra espalda, de modo que las dos mujeres podían
mirarse tranquilamente, comenzaron a bailar poco a poco. Sus miradas no se apartaban
la una de la otra, como si en realidad estuviesen juntas, como si Javier y Jero no
estuviesen. Se agarraban con fuerza a sus parejas de baile, mirándose intensamente,
dedicándose sonrisas y guiños. A mitad de canción los chicos voltearon a Maca y
Esther, quedando éstas espalda contra espalda, ambas sonrieron, Maca deslizó una de la
mano que tenia en el cuello de Javier, buscando el cuerpo de Esther, encontró la mano
de la enfermera, buscando lo mismo, y se acariciaban en pequeños roces,
transmitiéndose los deseos que sentían, el mismo deseo, bailar juntas, las dos, sin nadie
de por medio. Sus manos se entrelazaban y se separaban al ritmo de la canción,
provocando que sus corazones cada vez fueran más rápido. La canción terminó dejando
a las dos con ganas de mucho más.

La orquesta se empezó a retirar para dar paso a los artistas invitados aquella noche.
Maca y Esther se miraban sin poder disimular el creciente deseo que sentían,
perdiéndose la una en la otra, abrazándose con esa mirada, besándose, diciéndose mil
cosas en el más completo silencio. Se reunieron con el resto, para disfrutar del pequeño
concierto que empezaría en breves instantes, acercándose a los anfitriones de la fiesta,
para estar cerca de su padre en el momento de la sorpresa. Los hermanos se colocaron
detrás de este, mientras sus amigos se quedaban un poco rezagados para no molestar, en
los minutos en que se montaba todo, Maca dirigía alguna que otra mirada a Esther,
intercambiando breves sonrisas.

Todas las luces se apagaron, todas menos las pequeñas “estrellas” que rodeaban el
jardín, confiriéndole al lugar un aspecto irreal, de sueño, el escenario estaba
completamente a oscuras, hasta que una luz blanca iluminó un piano en el centro del
escenario. Un hombre con esmoquin apareció y se sentó ante él, muy concentrado, puso
sus manos sobre el piano, y pequeñas notas empezaron a brotar de él. El señor Wilson
miró un momento a sus hijos, reconociendo aquella canción, para volver su mirada al
escenario al escuchar una potente voz.

Un hombre enfundado en un esmoquin blanco se acercaba con pasos lentos al piano,


cantando con aquella voz estremecedora, los ojos cerrados, llevándose por las notas de
piano.

Porque tu me faltas
quiero darle al alma
el consuelo que le falta
porque el pensamiento
no le gane al tiempo
y sentirlo que me mata.

Francisco Céspedes miró al lado contrario por el que él había salido, dando paso a su
acompañante en aquella canción. Con su peculiar voz, en un susurro estremecedor,
Alejandro Sanz empezaba a cantar.

Aunque estés adentro


y este sentimiento
se me antoje eterno
esta lejanía
duele cada día
porque no te tengo

Céspedes volvía a la carga, haciendo que su espectacular voz llenase cada rincón de
aquél jardín, haciéndola crecer a cada palabra.

no tengo tu boca
no tengo tus ganas
y por más que intento
ya no entiendo nada.

Los dos cantantes se miraban sonrientes al llegar al estribillo, poniendo lo mejor de sus
voces para dejar sin aliento a los invitados de la fiesta.

De esta vida loca, loca, loca


con su loca realidad
que se ha vuelto loca, loca, loca
por buscar otro lugar
Sus voces bajaban de tono, haciéndose susurros para terminar aquella canción...

pero le provoca
este sufrimiento
y no me abandona
porque a mí me toca
esta vida loca.....

Los invitados aplaudían conmovidos, Maca miró a su padre, que tenía los ojos vidriosos
de la emoción, los dos artistas dedicaron unas palabras al padre de Maca, Francisco
Céspedes se marchó entre los aplausos contenidos del público, mientras Alejandro Sanz
desaparecía unos instantes en busca de alguien. Los tres hermanos se dirigieron miradas
cómplices, felices por la reacción de su padre, que los abrazó emotivamente cuando su
artista favorito desapareció del escenario.

Maca se dio la vuelta para mirar a Esther, que tenia una pequeña lagrimita que se le
escapaba, Maca deseó acercarse para borrarla con su dedo, para besarla, pero los
fotógrafos estaban centrados en la familia, seguramente alguna de aquellas fotos que
hacían en aquel momento acabaría en la portada de alguna revista, era algo que no
podían evitar, a pesar de contratar a profesionales para aquello, siempre se filtraba algo.
Esther se percató de la mirada de Maca y la miró, secando ella su lagrima y sonriendo,
Maca sonrió dulcemente.

En el escenario, volvía a aparecer Alejandro Sanz, esta vez acompañado por una mujer
cubana, cogidos de la mano se situaron en el centro, mientras atrás un grupo se colocaba
con los instrumentos.

Alejandro presentó a la mujer, Lena, una cantante cubana, con una gran voz afinada,
heredada seguramente de su abuela, la artista cubana Elena Burke.

Lena se adelantó un paso al escuchar los primeros ritmos de la canción, mientras


Alejandro se quedaba en un según plano esperando su momento. La mujer empezó a
cantar aquella canción.

Que sensación tan extraña


Aquella que sentí, al escuchar tu corazón.
Que falsedad la que engaña
A todos en aquel viejo salón
Por eso yo no se que voy hacer sin tu amor.
Si no puedo escapar de esta llama
Que incendia mi cuerpo.
Yo ya no intento descubrir que pasara.
Si prefiero morir que aguantar lo que siento,
Todo lo que yo llevo, lo llevo por dentro.

Mientras Lena cautivaba a los invitados con su voz, Maca se retiraba del lado de sus
hermanos, echándose hacia atrás, hasta quedar al lado de la enfermera, sonriendo al
conseguirlo y mirándola un momento antes de concentrarse en el escenario. Esther se
pegó a Maca, para que las miradas ajenas no pudiesen ver como sus manos se
entrelazaban en pequeñas caricias, mientras tanto, en el escenario, Sanz daba un paso al
frente, haciéndose dueño de las atenciones y de aquella estrofa.

Que sensación tan extraña


Llego sin avisar.
Me acorralo mi corazón.
Que escondes dentro de tu alma,
Que me hace alucinar.
Y hasta perder la razón.
Por eso yo ya no se que voy hacer sin tu amor.
Si no puedo escapar de esta llama
Que incendia mi cuerpo.
Yo ya no intento descubrir que pasara.
Pues prefiero morir que aguantar lo que siento,
Todo lo que yo llevo, lo llevo por dentro.

Los ritmos se volvían más cubanos poco a poco, mientras en un susurro Sanz daba el
último toque antes del estribillo.

Que me condenen a cien años,


Que me destierren si te beso,
Que me castigue dios, si peco.
Y grito a voces que te quiero.

Los ritmos cubanos inundaron el jardín, mientras los invitados más ‘atrevidos’
empezaban a moverse al ritmo de aquella canción, Maca sonrió y aprovechó el
momento para bailar unos instantes con Esther, intentando hacerlo separadas, porque si
se acercaban mucho no iban a dejar de hacerlo. Ambas se miraban sonrientes, con unas
sonrisas que iluminaban más que ninguna otra luz aquella noche.

Que me condenen a cien años,


Que me destierren si te beso,
Que me castigue dios , si peco.
Y grito a voces que te quiero.

Los artistas se despidieron de los invitados mientras lo orquesta volvía a tomar posesión
del escenario, Paco se acercó a su hija Maca mientras los acordes de una canción
sonaban, una de sus preferidas, una mezcla entre ‘Somewhere Over de Rainbow’ y
‘What a Wonderful World’ echa por un hawaiano.

Paco estrechó a su hija entre sus brazos, sonriéndose mutuamente y empezando a


moverse al ritmo de la música, sin dejar de sonreír felices.

P: Estas siendo un a gran fiesta ¿Eh? (Sin dejar de bailar)


M: sí, papa, te lo mereces.
P: Lo que no me merezco es teneros a vosotros, cariño, traer a Céspedes a mi fiesta...
muchas gracias.
M: bueno, no sabíamos que regalarte, Vero pensó en traer a alguien especial, y entre los
tres nos pusimos a ello.
P: Recuérdame que se lo agradezca a tus hermanos también
M: Claro, papa.
P: Bueno, ¿Me vas a contar algo?
M: ¿Algo?
P: Sí, ¿Quién es ella? (Señalando con la cabeza a Esther, que bailaba entre risas con
Jorge)
M: ¿ella? (Sonriendo) ¿Por qué ella?
P: Porque tu padre se hace viejo... pero no tonto. Y los detalles que tienes con ella,
nunca te los había visto con nadie.
M: papa... (Riendo)
P: hija, solo quiero saber que es de tu vida, después de la “gran boda” (Riendo) no
hemos hablado mucho, y la semana pasada, vuestra madre os tuvo muy ocupadas.
M: ya, ya la conoces, quería que todo fuese perfecto esta noche... y lo ha conseguido.
(Miraba a su padre feliz)
P: sí, lo ha conseguido. Pero no te escaquees ¿Eh? ¿Quién es? ¿Qué hay?
M: Es... una compañera de trabajo.
P: Si, claro, no lo dudo, ¿Qué más? (Riendo)
M: Papa, no hay, no es... bueno... no sé... (La poca timidez que tenía salía a la luz con su
padre)
P: Venga, hija, parece una buena chica...
M: Es increíble... (La miraba embelesada) Es tan... dulce, tierna... sabes es como una
niña a veces, y luego es una mujer echa y derecha, tiene todo lo que me gusta, es... buf...
P: Me alegro por ti. (Sonriendo a su hija con cariño) ¿Vais en serio?
M: no lo sé... de momento estamos aquí, estamos empezando con algo, aún no sé muy
bien el que, pero es... algo. Y ese algo me esta gustando muchísimo.
P: Pues esperemos que ese algo dure mucho, porque estas increíblemente radiante, hija,
y no sabes la alegría que supone eso para este viejo. (Bromeaba, Maca le dio un beso en
la mejilla)
M: papa, no empieces con la edad... estas muy bien para la que tienes.
P: Vaya, gracias. (Bromeaba)
M: anda, papá. (Reía)
P: ¿Es doctora como tú?
M: Enfermera, la mejor de todas, de hecho, es la jefa.
P: enfermera, eso es mucho más útil que lo tuyo.
M: Ya, ya sé, tu siempre dices que las enfermeras hacen más, y sabes que... es verdad.
(Sonreía)
P: Y es guapa...
M: me pondré celosa en cualquier momento...
P: Anda, es la verdad, es guapa... algo pato ¿eh?
M: pobre, que mal lo pasó... esta tan concentrada en no meter la pata.
P: dile que no se preocupe, la primera impresión fue... impactante. (Riendo)
M: papa, por favor... que como le diga eso se me asusta.
P: Bah, tonterías...

La canción llegaba a su fin, y su padre fue a buscar a Vero para bailar con ella un rato,
Maca se acercó a Jorge y a Esther, sonriendo, Susana se acercó también y los cuatro
fueron a sentarse a una mesa.

Al poco se reunieron todos juntos en la mesa, el padre de Maca había tenido también
una “conversación” con Vero, que venía dando saltitos de alegría.
Verónica:¿Papa, ha hablado contigo? (Al oído de su hermana)
M: sí, ¿Contigo también?
Verónica: Sí, me ha dicho que esperaba que este fuera el definitivo, hoy esta un poco
ñoña. (Maca rió)
M: Es normal, mira todo lo que se ha organizado por él. Yo también estaría ñoña.
Verónica: sí, la verdad es que hasta yo me pondría un poco, pero solo un poco ¿Eh?
(Bromeaba) ¿Qué es lo que te ha dicho? (Maca sonrió y tomó la mano de Esther por
debajo de la mesa, las alzó entrelazadas un momento para que lo viera su hermana y
volvió a bajarlas, dejándolas juntas, Esther sonreía mientras seguía hablando con su
cuñada) Es listo ¿Eh?
M: Mucho. (Riendo) Bueno ¿Y esa fiestecita tuya? Porque esto va para largo...
Verónica: Bueno, vendrá, vendrá, aunque he decidido hacer dos.
M: ¿Dos? Uy, uy, ¿Y eso?
Verónica: Creo que hay dos chicas que necesitan algo de... intimidad. (Maca sonrió
feliz)
M: No hace falta... todos juntos ¿Mhm?
Verónica: Maca, te lo mereces, y no voy a aceptar un no por respuesta, así que... dentro
de un rato te doy un toque, cuando lo tenga todo preparado ¿Eh?
M: Que no hace falta...
Verónica: Que sí, tu tranquila. (Se levantó cogiendo a su novio y se fueron)
J: ¿Dónde va esa? (Sentándose con su copa en el hueco vacío)
M: no tengo ni idea.. (Sonriente) ¿Qué tal tu mami? (Con cachondeo)
J: Muy graciosa, Wilson, muy graciosa. (Reía) Mi madre no sé... pero Laura... buf... no
me deja a sol ni sombra.
M: normal, cada vez que tu madre puede te separa de ella.
L: ¿Le separa de quien? (Llegando y sentándose encima suyo)
M: Nada, nada. (Riendo mientras acariciaba con su pulgar la mano de Esther)
J: ¿lo pasas bien, cariño?
L: Mucho, aunque esto tiene pinta de ir para largo...
M: tranquila, mi hermana nos rescatará en algún momento. (Guiñándoles un ojo)
J: Bueno, le temo a la peque.
M: y yo (Bromeando)
E: Hola... (Sonriendo después de dejar de hablar con Susana)
M: Hola... (Apretando su mano con cariño)
J: Vaya dos... ¿Os traigo un babero?
M: Uish.. ahora vienen unos paquetitos con siete, uno para cada día de la semana, no
estaría mal ¿Eh? (Sonriendo a Esther)
J: Tendría que comprar dos pares...
M: No pasa nada, los compartimos.

La fiesta estaba muy animada (para ser de la alta sociedad) y los chicos al final se lo
estaban pasando muy bien, Maca y Esther habían bailado un rato con los chicos, pero
pasaron más rato en la mesa, regalándose caricias por debajo del mantel. En un
momento, Vero se acercó al oído de su hermana, susurrándole algo, acto seguido la
pequeña de los Wilson desaparecía rumbo a sus padres. Maca observó como empezaba a
hablar con ellos y llamaba a los fotógrafos para hacerse unas cuantas. La pediatra sonrió
y se acercó al oído de Esther.

M: ven conmigo...
E: ¿A dónde va...
M: Shshsh... solo ven ¿Mhm?

Se levantaron de la mesa y Esther siguió a la pediatra por el jardín, entraron en el


edificio, cruzándose con los del servicio, salieron al jardín que había en el otro extremo,
no había nadie cerca, así que Maca se paró y se giró para abrazar a Esther, apretándola
contra ella, escondiendo su rostro en el cuello de la enfermera.

M: Mhmhm...
E: Sí... (Sonriendo y acariciando la espalda de Maca)
M: Ya tenía ganas... (Apartándose un poco para mirarla) ¿Te he dicho lo preciosa que
estás? (La miraba con los ojos entrecerrados, estudiando cada facción de su rostro)
E: Pues... no sé... lo que no has hecho sí que lo sé.

La enfermera acercó sus labios a los de Maca, mordiéndolos brevemente antes de


acariciarlos entre los suyos, Maca estrechó a Esther más fuerte, mientras entreabría la
boca para dejar paso a la enfermera, que se movía por territorio más que conocido,
rozando con su lengua cada rincón, mientras sus manos acariciaban con lentitud la
cintura de Maca. Se separaron apenas unos milímetros para tomar aire.

M: Vamos... (Tomó la mano de la enfermera y la llevó a través del jardín hasta un gran
invernadero, a través de sus paredes se distinguía un resplandor naranja)
E: ¿Qué es eso?
M: Mi padre lo hizo construir para mi madre, aunque ella no lo utiliza, lo hace Carmen,
la cocinera. Pero esta noche Vero lo ha... tomado prestado. (Se paraba delante de la
puerta y la abría, Esther entró primero seguida de Maca, que se aseguró de cerrar bien la
puerta, al darse la vuelta vio lo que su hermana pequeña había preparado)

En el suelo había un montón de velas, al final de estás, un colchón tapado por unas
sabanas de seda roja, y de alguna parte salía una melodía lenta. Maca miró a Esther con
cariño y la abrazó con delicadeza, mientras sus cuerpos empezaban a moverse.

E: por fin. (En un susurro en el cuello de la pediatra, que se estremeció feliz)


M: ya te digo... (Besando su hombro con calidez)

Se regalaban caricias y besos, aplacando el deseo que habían estado conteniendo hasta
aquel momento. Sus cuerpos no dejaban de moverse, unidos. La canción que sonaba dio
paso a una más sensual. Mientras sus labios y sus manos no dejaban de recorrer sus
bocas y sus espaldas.

Maca se separó un momento de Esther, mirándola con intensidad, Esther correspondía a


aquella mirada, Maca miró la mano de Esther, mientras los primeros acordes inundaban
el invernadero, observó como sus propios dedos se deslizaban con suavidad por la mano
de esta, sintiendo la suavidad de su piel. Entrelazó sus manos, sin apartar la vista de allí,
haciendo que Esther sintiera aquella mirada como una cálida caricia, que recorría su
mano y se expandía por su cuerpo, se acercaron lentamente, mirándose a los ojos esta
vez, mientras sus cuerpos se empezaban a balancear sensualmente y la aquella voz se
les metía dentro.

Desnudarme poco a poco


Encenderte si te toco, sí
Esther deslizó su otra mano por el abdomen de Maca, recorriéndolo en círculos,
haciendo que Maca empezará a temblar como respuesta a aquel contacto, mientras sus
labios se unían, encontrándose delicadamente al principio, dejando que sus
respiraciones los acariciaran, para después se acariciaran entre ellos. Mezclándose.

Nos miramos al espejo


Me haces daño
Y no me quejo, no

Maca separó sus labios de Esther, llevándolos a su cuello, acariciando por el camino su
piel, dejando un húmedo beso en él, suspirando después al notar como Esther se pegaba
más a ella, queriéndola sentir más.

La humedad en tu mirada
Tiernamente derramada, sí

Sus miradas se encontraron un instante, mientras sus rostros se acercaban y la enfermera


acariciaba la mejilla de Maca, haciendo una suave presión y cerrando los ojos con
fuerza, concentrándose en aquella caricia, en aquella piel, en aquel cuerpo.

Tu lamento y mi lamento
Vuelan juntos en el mismo momento
Porque

Se separaron un poco, buscando sus besos, cada vez más sensuales, más lentos, en una
dulce tortura, Maca deslizó una de sus manos a la espalda de Esther, acariciando
primero su nuca, para bajar suavemente hasta la cremallera de su vestido, se detuvo
unos segundos, hasta que Esther besó su cuello, Maca empezó a bajarla, deslizando su
dedo índice por al piel que iba descubriendo, mientras Esther echaba la cabeza hacia
atrás, arqueándose ante aquel contacto.

Lo que quiero ahora


Es tu cuerpo ahora
Ser su dueño ahora
Ser su esclavo ahora

Maca comenzó a dejar sedientos besos en el cuello de la enfermera, mientras su mano


terminaba de desabrochar la cremallera, justo al final de la espalda, trazando pequeños
círculos en la piel de la enfermera, que temblaba tanto como la pediatra. Sus bocas
volvieron a encontrarse, esta vez con más ganas, tomándose la una a la otra por
completo, dejándose llevar.

Y atarlo ahora
Y adorarlo ahora
Parar el tiempo ahora
Y acariciarlo ahora

Ah!, ah!, ah!, ah!


Maca puso sus manos, acariciando primero los brazos de Esther, en sus hombros,
jugando con los finos tirantes del vestido, mientras sus labios volvían a concentrarse en
el cuello de Esther, provocando un breve gemido en la enfermera, sintiendo como su
cuerpo cada vez deseaba más. La pediatra deslizó suavemente los tirantes, haciendo que
resbalasen con delicadeza por los hombros para luego caer hacia los brazos, Maca los
acompañó con sus manos, sin dejar de acariciar la piel de Esther, abrasándola poco a
poco. El vestido cedió dejando al descubierto el cuerpo de Esther. Su piel erizada,
esperando aquellas caricias y besos que la pediatra le regalaba.

Entregar el cuerpo abierto


Por el vientre sentir tu aliento, sí
Como inunda el mar la roca
Ven y lame la miel de mi boca
Porque

Esther atrajo a Maca hasta sus labios, recorriendo con su lengua cada rincón, mezclando
sus agitadas respiraciones en un gemido, arrastrándola suavemente a través de las velas,
hasta el final, mientras su mano empezaban a deshacerse con la misma sensualidad del
vestido de Maca, al igual que ella, no llevaba sujetador.

Yo te quiero ahora
Con la boca ahora
Con la mano ahora
Con la carne ahora

La enfermera deslizó sus manos desde los hombros de Maca, hasta su cintura, muy
lentamente, haciendo que Maca se mordiera el labio para evitar pedirle más, acarició la
ropa interior de esta, mientras sus manos separaban aquella prenda de la piel de Maca,
introduciéndose por sus caderas, sus lenguas se acariciaban con pasión.

Es urgente ahora
Embriagarme ahora

Esther deslizó sus manos por las piernas de Maca, llevándose con ellas aquella prenda,
la pediatra gimió cuando el pelo de Esther rozó justo debajo de su ombligo, Esther la
miró, perdiéndose en la intensidad de sus ojos, en aquel deseo que crecía en su interior y
que ya era incontenible. Con el calor dentro de su cuerpo subió dando húmedos besos
por su cuerpo, hasta que se encontró nuevamente con sus labios, que la esperaban
ansiosos, Maca quitaba la única prenda que le quedaba a Esther, haciendo que resbalase
por las piernas de la enfermera.

Perder el punto ahora


Y derramarme ahora

Ah!, ah!, ah!, ah!

Sus cuerpos se apretaban, una contra otra, embriagadas por el calor, por aquél contacto,
se tumbaron lentamente en la cama, sin dejar que sus manos se detuviesen en sus
caricias, Esther las deslizaba por las piernas de Maca, se tumbaron una encima de la
otra, sintiendo sus cuerpos completamente, uniéndose, la música pronto dejaron de
escucharla, concentrándose en el único sentido que les interesaba... el tacto.

Esther besaba el cuello de Maca, bajando poco a poco, besando su garganta, lamiéndola,
pasando entre sus pechos, mientras sus manos subían desde el abdomen hasta ellos,
atrapándolos cuando dejaba un sensual beso debajo de su ombligo. Maca se tensionaba
bajo aquel cuerpo, arqueándose, queriendo sentir más, dejándose llevar por el escalofrío
que recorría todo su cuerpo, para acabar instalándose en el centro de todo. Esther volvió
a subir, mirando a Maca. Haciéndose el amor en aquélla mirada.

Sus piernas se entrelazaron, quedando unas entre las otras, mientras no dejaban de
mirarse, de decirse mil cosas y ninguna a la vez, empezaron a bailar, la una sobre la
otra, lentamente al principio, sintiendo cada golpe, cada escalofrío, suspirando en
pequeños gemidos, que iban creciendo al compás de aquel baile. Cada vez más rápido,
cada vez más deseosas, sus labios se encontraban repetidamente, queriendo transmitirse
todo lo que sentían en aquel momento, sus miradas se acariciaban, sus manos las
apretaban, marcando sus espaldas, mientras sus cuerpos no dejaban de rozarse,
intensamente, aumentado el ritmo, la presión, haciéndolas gemir, haciendo que lo que
las rodeaba se difuminará hasta desaparecer, hasta solo quedar ellas dos, amándose.

Cuando sus cuerpos parecían no aguantar más presión, cuando sus pechos bombeaban a
un ritmo frenético, cuando sus miradas se abrasaban la una a la otra, cuando cada roce
provocaba un gemido escapándose de sus labios, lo sintieron, un gran calor que nacía de
entre sus piernas, extendiéndose por sus cuerpos, abrazándose con más fuerza, sintiendo
con más intensidad, haciéndolas vibrar de placer.

Poco a poco, recuperaban sus respiraciones, sin apartarse, saboreando aquel momento,
temblorosas, buscaban sus ojos, mirándose con ternura, con dulzura, acariciando sus
rostros, volvieron a besarse, esta vez muy lento, esta vez deseando que se parase el
tiempo en aquel mismo instante. Se abrazaban dulcemente mientras intentaba recuperar
el control de sus cuerpos, exhaustos y tranquilos, provocando breves sonrisas entre beso
y beso.

Mientras el sol empezaba bañar los viñedos de la finca, los del servicio se afanaban en
recoger todo lo de la fiesta y los invitados hacia horas que se habían marchado, dos
mujeres despertaban desnudas, entre sabanas de seda roja y con las sonrisas en los
labios.

M: Mhmhm... Buenos días... cariño... (Dándole un beso y sonriendo al decir la última


palabra)
E: Mhmhm... (Miró alrededor confusa) ¿Ya terminó la fiesta? (La miraba medio
dormida)
M: Pues... me da que sí, pero vamos a ver. (Hizo como que se iba a levantar pero la
enfermera tiró de su mano haciéndola caer encima suyo)
E: ¿Adónde ibas? (Sonreía y daba pequeños besos a Maca)
M: ¿Yo? A ninguna parte, como se me iba a ocurrir algo así. (Riendo y acariciando la
cara de Esther) Vaya...
E: ¿Qué? (Extrañada)
M: Nada... estás... (Le dio un tierno beso)... preciosa... (Volviéndola a besar, las tripas
de Esther reclamaron el desayuno, las dos se miraron y se echaron a reír)
E: Lo siento...
M: Pobre... te tengo muerta de hambre ¿eh? Venga, vamos a ducharnos y te preparo el
desayuno ¿Eh?

Las dos chicas se levantaron sonrientes y se acercaron a la puerta, antes de salir Maca
abrazó con cariño a Esther, dejando suaves besos en el cuello, la enfermera buscó sus
labios, sabiendo que tal vez tardaría en volver a encontrarlos al cruzar aquella puerta, se
fundieron en un dulce beso, sin prisas, saboreándolo y salieron de allí. Cruzaron el
jardín entre miradas cómplices y entraron en la casa.

La pediatra llevó a Esther a su habitación, donde eligieron algo de ropa que le valiese y
luego la acompañó a uno de los baños, Maca se fue a otro y quedaron en encontrarse en
la habitación. Cuando Maca salía del baño se encontró con una dormida Vero que
vagaba por el pasillo.

M: buenos días, hermanita. (Dándole un beso en la mejilla y abrazándola con fuerzas)


Verónica: Ey... que me acabo de despertar... (Riendo) Por lo que veo la noche bien
¿No?
M: Mucho... (Sonriendo feliz) ¿Y vosotros?
Verónica: buf... luego te cuento.
M: Vale, oye, Esther se esta duchando, luego irá a mi habitación, ¿La acompañarás a la
cocina?
Verónica: sí, claro, pero... ¿A la cocina?
M: Le voy a preparar el desayuno. (Sin darle importancia)
Verónica: vaya... preparándole el desayuno ¿Eh? Yo quiero tortitas. (Sonriéndole)
M: ¿He dicho algo de ti? (Bromeando) Anda, vale... (Dándole un empujoncito) A ver lo
que haces ¿Eh?
Verónica: Tranquila, mi piolin ya me deja bien. (Sacándole la lengua burlona y
siguiendo por el pasillo)
M: anda que... (Sonrió y bajo a la cocina, allí estaba Carmen, sentada en una mesa
desayunado) Buenos días, Carmen.
Carmen: Ay, hija, ¿Ya te has levantado? (Fue a levantarse pero Maca puso sus manos
en sus hombros y le dio un beso en la cabeza)
M: ni se te ocurra moverte, desayuna tranquila. (Se acercó a la nevera) ¿Hay para hacer
tortitas?
Carmen: sí, hija, hay, pero que te las hago en un momento.
M: Carmen, que no (Riendo) que me apetece a mí ¿Eh?
Carmen: ¿Te lo pasaste bien en la fiesta?
M: Mucho, sí. Por cierto... por casualidad no preguntarías la receta de la tarta ¿No?
Carmen: Pues... (Sonrió) La verdad es que sí, dentro de unos días es el cumpleaños de
mi hijo y pensé en hacérsela.
M: ¿Me la pasarías? (Poniéndole morritos)
Carmen: Claro, hija, no sabía que te gustase tanto cocinar.
M: ¿A mí? (Riendo) Que va, es para Esther.
Carmen:¿Esther?
M: sí.. una de las amigas que han venido con nosotros.
Cuando Maca ya tenía casi echas las tortitas aparecieron Vero, Laura y Esther por la
puerta, saludaron a Carmen y se sentaron con ella, en la pequeña mesa del servicio.

Verónica: ¿te echo una mano hermanita?


M: no... ya están. (Empezando a ponerlas en un plato) ¿Qué queréis? ¿Zumo? ¿Leche?
¿Café?
L: Café... (Acercándose hacia la cafetera)
Verónica: Yo también... (Maca miró a Esther sonriente)
E: Un zumito... (Mirándola atontada)
M: Vale, un zumito para mi niña. (Cogiendo unas naranjas de una bandeja y sacando el
exprimidor)
Carmen: ¿Tu niña? (Riendo)
M: claro, es la niña del grupo. (Sonreía contenta mientras exprimía las naranjas, Esther
ya se había puesto colorada, se acercó a la mesa y puso las tortitas en el medio, luego
fue a buscar un par de vasos y el zumo y le sirvió a Esther mientras se sentaba a su lado
E: Gracias... (Saboreado el zumo)
M: de nada... (Sirviéndose una tortita, distraída)
Verónica: bueno... (Sentándose con su café al igual que Laura) vamos a ver que tal esta
esto...
L: Estuvo bien la fiesta ¿eh? (Mirando divertida a Esther)
E: sí, sí, bien. (Devorando una tortita)
Verónica: ¿Hay hambre? Eso es por el esfuerzo ¿No? (Esther se atragantó y Maca le
dio unas palmaditas en la espalda para que se repasase)
M: Así, así... ¿mejor? (Mirándola)
E: sí... (Toda colorada dio un trago de zumo) Aish...
M: Vero ¿y tu que tal? No veo que tengas mucha hambre... (Levantando una ceja)
Verónica: Pues no, no tengo mucha. (Suspirando resignada en broma) Es que estos de
aquí la liaron...
L: no hicimos nada. (Riendo)
E: Bueno ¿Qué paso?
Verónica: Nada, aquí los chiquillos y las chiquillas... que han dejado el salón de arriba
que no veas. Me pasé todo el resto limpiando.
L: Será quejica, si vi como colabas a uno del servicio para que limpiase. (Riendo) Es
que perdió una apuesta, le tocaba limpiar pero se escaqueó un poco.
M: ¿Qué apuesta?
L: Nada, ver si Javier era capaz de ganar a Jero en una maratón.
M: ¿una maratón?
Verónica: oh, sí, por cierto, si mama pregunta por su retrato de la escalera... lo robó un
invitado que se enamoró de él ¿Eh? (Maca se echo a reír)
Carmen: uy, que peligro, yo voy mejor voy al mercado que tengo que llevar unas cosas.
M: ¿te acerco en un momento?
Carmen: no, hija, así tardó más. (Guiñándole un ojo y saliendo de allí)
M: Anda que... ¿Qué plan hay para hoy?
Verónica: No sé, Jorge y Javier decían de salir esta noche para Madrid.
E: sí, yo mañana tengo que entrar a las diez.
L: y yo.
M: Pues yo como que a las nueve. (Riendo) Pero vamos, que si salimos a las ocho o así,
llegamos de madrugada y da tiempo a dormir un poco. Así aprovechamos hoy aquí.
¿No?
Verónica: sí, podríamos ir a montar ¿no?
M: vale, ahora llamaré a Juan que preparé los caballos. (Laura y Esther intercambiaron
una mirada, que no pasó desapercibida por las demás)

Cuando todos estaban despiertos, aseados y desayunados fueron a las caballerizas de la


familia. Dando un paseo y charlando sobre la fiesta del día anterior, Javier lucía
orgulloso un corte en la frente, mientras Jero llevaba algo rectangular bajo el brazo.

M: Jero ¿Qué es eso?


Je: Oh... nada... Algo que reparar, Juan es un gran pintor.
M: ¿Pintor? Ay.. (Rió) A ver... (Cogiendo el cuadro y quitándole el trapo para verlo)
¿Pero que le habéis hecho? (Sin aguantar la risa)
Je: El Sotomayor, que chocó con él y lo rompió, luego decidimos retocarlo un poco.
M: como lo vea mama.
J: Pero si esta preciosa... Esos cuernos y el tridente le quedan bien.
L: A mí me gusta especialmente el bigote.
M: Que malos que sois, no es tan mala.
Verónica: Iban tocados, hermanita. ¿Qué esperas? Si vieras lo que le han hecho a la
piscina...
M: buf... no quiero ni saberlo... (Devolviéndole el cuadro, se detuvo un momento para
esperar a Esther y a Susana que venían detrás hablando)
E: ¿Qué dices? (Riendo) ¿En serio? (Susana asintió sonriente) ¿Sabes lo que han hecho
estos a la piscina? (Al ver a Maca andando a su lado)
M: no quiero saberlo... de verdad. (Reía, tomó la mano de Esther acariciándola con sus
dedos)
E: Maca...
M: Tranquila... hasta que no lleguemos a las caballerizas no encontraremos a nadie.
E: ¿En serio? (Sonriendo de oreja a oreja)
M: sí... ¿por? (Al ver su mirada)
E: Por esto. (Atrapó el rostro de la pediatra entre sus manso y lo acercó para poder besar
sus labios) Buf... (esperándose y cogiendo su mano)
M: Eso digo yo... buf... (Riendo)
J: Tío, seguro que Juan lo arregla... ¿No? Porque sino tu madre me mata.
Verónica: Tranquilo, Javier, si ya tenemos plan B.
J: ¿Cuál?
Verónica: Robado.
J: Sí, entre todas las obras de arte que tenéis el ladrón escogió el retrato de tu madre.
(Riendo)
Verónica: todo es posible.

Llegaron a las caballerizas, después de entregar el cuadro a Juan, se subieron a los


caballos, todos menos Laura y Esther que los miraban desde el suelo.

Jorge: Hermanita... ¿te echo una mano?


E: no, no... yo es que... mejor andando ¿No, Laura?
L: Sí, andar va bien, así perdemos unos quilitos. ¿Eh?
E: sí eso... perdemos quilitos.
M: Ya... (Riendo y bajando de su caballo) No te hace falta... (Dándole una palmadita en
el trasero) Monta conmigo... espera... (Maca ayudó a Esther a subir al caballo y la
pediatra subió detrás suyo, pasando sus manos entre los brazos de Esther para tomar las
riendas)
J: Venga, cariño, te toca. (Laura y Javier hicieron lo mismo y empezaron a cabalgar
lentamente por el camino de tierra)
E: Maca, esto se mueve mucho... (Agarrándose con las manos a las rodillas de la
pediatra)
M: tranquila... (Cogiendo las riendas con una mano y acariciando el abdomen de Esther
con la otra mano) Solo tienes que cogerle el ritmo... muévete con él...
E: Sí, claro... es fácil moverse como un terremoto...
M: Exagerada... (Riendo)
Je: ¡Javier! ¡Una carrera!
J: No, que se me cae. (Riendo y recibiendo un golpe de Laura)
Verónica: Hermanito, yo me apunto.
Jorge: Y yo.
S: Pues yo también.
Piolin: sus voy a ganar. (Los cinco salieron disparados al grito de Vero, desapareciendo
rápidamente)

Javier y Maca se miraron y sonrieron, torcieron rápidamente atravesando el bosque, a


paso ligero, Laura y Esther se aferraban a ellos con miedo a caerse.

J: Se van a enterar...
M: Ya verás... (Reían)

Al cabo de unos minutos llegaron a un camino, decidieron para un rato y dejar que los
caballos se refrescasen en un pequeño riachuelo, los cuatros e sentaron en una pequeña
tabla de madera que lo cruzaba, con las piernas colgando y los pies en el agua.

J: Se esta muy bien aquí...


M: sí... es muy diferente a Madrid...
L: Bueno, Esther, que estos se nos quedan aquí. (Bromeando)
M: ¡Que va! Pero reconoce que esta bien.
L: Si yo no digo que no, pero donde este Madrid, con sus calles llenas de trafico, de
gente, de acción...
E: Pues a mí me gusta esto.. (Apoyándose en Maca, que la rodeó con un brazo) es
tranquilito...
M: Sí... (Mirando como el agua se movía a sus pies)
J: Nosotros vamos a dar un paseo ¿Eh, Laurita?
L: Vale pero eso se queda aquí (Señalando al caballo y provocando las risas del resto)
J: Vale, vale, se queda. Anda, vamos. (Se cogieron de la mano y empezaron a andar
alejándose de allí)

Maca sonrió y cambio de posición, poniéndose con una pierna doblada sobre la tabla y
la otra colgando, Esther la miró y rápidamente se acomodó entre sus piernas, medio
tumbándose, con la cabeza apoyada justo debajo del hombro de Maca, la pediatra dejó
un beso en su sien y miró el riachuelo. Esther suspiró con los ojos cerrados.

E: ¿Cómo encontraste este sitio?


M: Pues... (La pediatra se calló perdida en los movimientos de la corriente)
E: Maca... (Al ver que no seguía hablando)
M: Azu... (En un susurro)
E: Ah... (empezando a jugar con una mano de Maca)
M: Lo encontramos un día, por aquí no pasa nadie...
E: Ya... claro... (Maca volvió a besar la sien de Esther y acercó sus labios a su oído)
M: Pero ¿Sabes que? Hoy es diferente... (Sonriendo)
E: ¿Y eso?
M: Hoy es precioso... las otras veces ni me había fijado... pero contigo aquí... veo mejor
las cosas...
E: ¿Eso es bueno?
M: Buenísimo, todo me parece mejor contigo. (Esther sonrió y llevó la mano de Maca a
sus labios para besarla)
E: Si esto... sea lo que sea... sigue... ¿Me traerás un día? ¿Tu y yo?
M: Claro que sí... (Sonriendo) Sea lo que sea.
E: Bien... (Se quedaron en silencio, disfrutando de todo lo que las rodeaba, Javier y
Laura volvieron al rato y se sentaron con ellas, mirando el paisaje, a lo lejos se veía una
polvareda que se acercaba, Javier miró a Maca y le guiñó un ojo)

Poco a poco la polvareda cobraba forma, Esther abrió los ojos por el ruido de los cascos
contra la tierra y miró, se echó a reír.

E: ¿Cómo puede ser?


M: El camino da tropecientas vueltas por la montaña antes de llegar aquí. (Reía, los
otros detuvieron los caballos al verles y se acercaron)

Verónica: Eso es trampa...


Je: Hermanita, el atajo no se vale...
J: Es que si no... No os íbamos a pilar, pero Si que habéis tardado ¿No?
Piolin: Mi caballo decidió hacer escalada a medio camino, muy divertido. (Bajándose
de él y acercándose para sentarse)
Verónica: Sí, pobre, casi me lo mata. (Riendo)

Después de un rato de bromas y risas, decidieron volver, Maca convenció a Esther para
llevar el caballo ella, la pediatra iba andando a su lado, Laura andaba con ella, aquel
bicho no le hacia ni chispa de gracia.

E: Me mato... Me mato... me mato... (Iba murmurando mientras Maca y Laura


bromeaban a su lado) Y encima se ríen, vais a ver como me mato y os reís... muy
bonito... ¡Agh! (Gritando) ¿Qué hace? ¿Que hace? (El caballo se había parado a comer
la hierba que rodeaba el camino)
M: pobre, tiene hambre.
E: Que me caigo... (El caballo sacudía la cabeza mientras masticaba) ¡Maca!
M: Que no pasa nada, tonta, estoy justo al ladito. (Acariciando con una mano la pierna
de Esther)
E: No sirve mucho si me caigo desde aquí arriba...
M: Yo te cojo... (Sonriendo con dulzura)
Verónica: ¡Esther! ¡Venga! ¡No llegamos! (Reía unos metros más adelante)
E: ¡Claro! ¿Qué le hago yo? (Mirando al caballo que seguía a lo suyo tan tranquilo)
M: mira... tienes que tirar de las riendas un poco, suave pero segura ¿Mhm? (Esther lo
intentó pero el caballo giró la cabeza hacia un lado y la miró)
E: Maca... Que me esta mirando... (En un susurro como si temiera que el animal la
escuchase) Maca…que me mira... mal... (La pediatra se estaba partiendo de risa)
M: que no, venga. Ahora dale un golpecito con los pies, muy suave...
E: ¡Estas de coña! Mírale... Esta pensando en si me va a comer o no...
M: Que no... (Riendo a carcajadas) Venga, cariño. (Esther la miró)
E: eso no se vale...
M: Anda... (Sacándole la lengua) Venga, flojito ¿Mhm? (Esther lo hizo y el caballo
rechinó, la miró, miró su pie, y empezó a mordisquear la pernera de Esther, dando
vuelta sobre si mismo)
E: ¡Ya lo ha decidido! ¡Me come! ¡Me come! ¡Maca! ¡Haz algo! ¡Socorro! (La pediatra
se acercó aguantándose como podía la risa y acarició al caballo, le susurró algunas
palabras al oído y este la miró)
M: Venga, subo contigo.

Llegaron sin más inconvenientes y dejaron los caballos para ir a la casa, se acercaba la
hora de comer. En el salón encontraron a Paco y Rocío, la madre de los chicos, al verlos
sucios de tierra se levantó altiva y se marchó. Paco se echó a reír y se acomodó en su
sillón, con un café en la mano y el periódico.

Los observó un rato por encima del periódico, centró su mirada en la pequeña de la casa
y apartó el periódico mirándola.

P: ¿Alguien sabe porque el agua de la piscina es verde? (Todos se miraron cómplices,


mientras Maca reía y ponía los ojos en blanco) ¿Maca?
M: A mi no me mires, me acabo de enterar. (Riendo)
Je: Le faltará cloro...
J: Sí, si no se le pone cloro sale moho...
Je: sí, es verdad, hay que ver, la de cosas que sabes ¿eh, Sotomayor? (Riendo)
J: mira, es que iba para piscinero, pero me quedé en doctor.
P: ¿Moho? Claro... el moho es gelatinoso y fluorescente (Riendo)
Verónica: Sí, ¿A qué es increíble? (Todos reían)
P: y otra cosita... ¿El cuadro de la escalera?
Verónica: esa es una larga historia que Juan tal vez te cuente... pero no des por seguro
su reaparición, puede que no vuelva.
P: Anda que... (Riendo) Bueno ¿Habéis ido a montar?
J: Sí, a hacer unas carreritas.
P: ¿Esther? (La enfermera lo miró tímida) ¿Qué tal ha ido? ¿te gustan nuestros
caballos?
E: ehm... sí, sí... muy, simpáticos ellos. (Todos reían)
P: ¿no te habrá pasado nada, no?
E: no, no, que va, todo bajo control.
Jorge: ¡que me come! ¡Que me come! (Todos se echaron a reír y Esther miró
fulminante a su hermano)
M: Anda, Jorge... déjala, pobre. (Paco miró sonriente a su hija)
P: bueno, eso con un par de salidas más se arregla, ya verás, acabarás enamorada de
ellos.
E: No lo dudo... (Negando con la cabeza y riendo)
P: que si mujer, mi hija es una experta jinete ¿Eh, Maca?
M: tanto como experta... (Riendo) Pero sí, ya verás (A Esther) La próxima vez te voy a
dar unas clasecitas ¿Mhm?
P: Eso, eso, porque os quiero ver de nuevo por aquí ¿Eh? (Sobre todo miraba a Piloin y
a Esther, que no sabían dónde esconderse) Así que jefa de enfermeras ¿Eh?
J: Esto me recuerda cuando Laura vino a casa por primera vez... (Bromeando)
S: Y a mí cuando lo hizo Jorge. (Riendo)
M: Papa... (Mirándole para que parase)
P: ¿Qué? Quiero conocerla un poco, es amiga de mi hija, tendré derecho ¿No, Esther?
E: cla... claro. (Toda colorada)
P: ¿Y estás a gusto con tu puesto?
E: sí, mucho.
P: Eso esta muy bien, siempre he pensado que las enfermeras hacían más que los
médicos.
E: eso es verdad. (Riendo y recibiendo miradas divertidas del doctora y las do doctoras
que había allí)
M: muy bonito...
J: No veas con la chica...
E: Ey, lo ha dicho él. (Riendo)
M: Madre mía... (Poniendo los ojos en blanco y provocando más risas)
P: ¿Y mi hija? ¿se porta bien? Porque tu solo dímelo y yo le doy un cachete en el cuello
¿Eh?
E: No, no. (Muy rápido, todos la miraron divertidos) Quiero decir... que... vamos que...
que no hace falta... Maca es... bueno... se porta muy... quiero decir... que vamos... en
serio... cachetes no... (Maca y su padre reían a carcajadas, la pediatra puso un momento
su mano en la pierna de Esther para que se tranquilizase, la enfermera escondió la
cabeza entre sus manos y negó avergonzada, cuando se dio cuenta de lo que había echo
aún se puso más colorada)
M: Venga, papa, ya esta como un tomatito... suficiente ¿No? (Riendo y mirando a su
padre para que tuviera algo de piedad con la chica)
P: Bueno, va... (Reía) Esta bien... voy a ver si Carmen ha vuelto. (Se levantó) Por
cierto... Mama se dio cuenta del cuadro.
Verónica: Ya, bueno... entretenla un par de días, a ver si aparece... (Riendo divertida)

Estuvieron un rato hablando en el salón, decidieron que cada uno iría a recoger sus
cosas, comerían y luego se verían en casa de los Wilson sobre las cinco. La pediatra
subió a recoger las cuatro cosas que había traído, su hermana hizo lo mismo, solo que
tardó bastante menos porque se limitó a hacer un montón y meterlo a base de empujones
en la mochila, cuando terminó fue a ayudar a Maca.

En la casa de los Sotomayor, los demás hacían también las maletas para volver a
Madrid, Laura, Esther y Susana hablaban mientras recogían sus cosas.

L: Bueno ¿Y tu que? Desparecida ¿eh?


E: ¿Yo? Que va ¿Por qué?
L: porque te perdiste una gran fiesta. (Sonriendo)
S: yo creo que no se dio cuenta. (Divertida)
E: ya vale ¿no? (riendo) Que con el padre de Maca ya tengo bastante.
L: Es verdad, pobre, como te has lucido guapa.
E: ¿Qué querías? Me pone nerviosa, además, siempre meto la pata delante de él, debe
pensar que estoy medio loca.
S: no, mujer, si se lo estaba pasando bien.
E: Claro, a mi costa.
L: Que no, luego le preguntas a Maca.
E: Si, claro, para que ella también se ría, que anda que se quedaba calladita...
S: Si le ha dicho que lo dejase y todo.
E: después de mearse encima de la risa. Esta se la guardo... vamos...
L: Pero, bueno, a lo importante... ¿Qué tal todo? (Mirándola traviesa)
E: Bien... (Con la sonrisita tonta en la cara)

Terminaron de hacer las maletas y fueron a comer, después de aquello una siestecita y
una pequeña excursión a pie, esta vez, sin caballos. Por lo que pudiese suceder. Maca y
Jero marcaban el paso delante, estaban acostumbrados a aquello, Susana, Javier y Laura
iban justo pegados a ellos, y varios metros por detrás Vero, Sergio, Jorge y Esther, estos
dos últimos agotados.

Subían por el monte, de vez en cuando escalaban alguna pequeña roca, decidieron parar
un rato, la distancia con los otros había aumentado, así que se sentaron tranquilamente
en unas rocas. Maca miraba hacia abajo, Esther a duras penas podía subir, su hermano
iba detrás de ella, que entre que estaba cansado y que cada vez que Esther resbalaba caía
sobre él, ya no podía más.

M: ¡Más deprisa! ¡No llegamos! (Bromeando)

Abajo, Esther se peleaba con una rama para que le dejara pasar, mientras iba
refunfuñando.

E: Más deprisa dice, será... claro, como ella esta acostumbrada a esto, seguro que va
mucho al gimnasio, horas y horas, con ese cuerpazo que tiene...
Jorge: Hermanita... (Medio ahogado) Que en teoría te tienes que quejar... no admirar su
cuerpo...
E: Ya... (Apartando por fin la rama y pasando rápidamente, Jorge alzó la vista y la rama
le dio de lleno en la cara)
Jorge: ¡Eh! (Quejándose y acariciándose la mejilla, Esther se giró y al verlo se acercó
rápidamente)
E: lo siento, lo siento, no me di cuenta ¿Estás bien?
S: ¡Jorge! (Desde arriba) ¿Bajo a ayudarte?
Jorge: No déjalo, si ya esta mi hermanita. (En tono de guasa) Venga, anda, tira...

Llegaron donde les esperaban, Vero y Sergio habían desaparecido en algún punto de la
montaña, ya se encontrarían, Esther se sentó al lado de Maca, respirando agitadamente y
agotada.

E: Subir una montañita... ya me dirás tú... como no sea que hay un balneario de aguas
termales con masajista incluida... no sé para que subimos. (Todos reían, Maca s acercó a
su oído)
M: Balneario no sé... pero masajista (Acariciando su cintura con una mano) ¿Quien
sabe?

Volvieron a la casa sobre las siete, se turnaron para ducharse y bajaban al jardín, donde
Carmen les había preparado unos zumos frescos y algunas pastas para reponer energías
para el viaje. Maca estaba sentada en uno de los sillones de mimbre, hablaba
distraídamente cuando Esther bajo, la enfermera se fue a sentar a su lado, pero Maca,
con un rápido movimiento la sentó sobre sus piernas.
M: Mhmh... que bien hueles... (Siguiendo con su nariz el cuello de Esther)
E: ¿Eso es que antes olía mal? (Riendo)
M: No, eso es que te has cambiado de perfume... (Sonriente)
E: no se lo digas a tu madre... he cogido un poco de uno de los suyos... (Maca rió)
M: no utiliza ninguno, se los mandan. Mhmhm... este me gusta, luego lo robamos ¿Eh?
(Mirándola traviesa)
E: para que se de cuenta..
M: Que no, ya verás. (Maca acarició una de las manos de Esther, mirándola
dulcemente) Ven, quiero enseñarte algo.

Ambas se levantaron y se metieron en la casa, Maca andaba al lado de Esther, la


enfermera no se separaba de ella. Subieron por unas escaleras hasta el último piso, Maca
se metió por un pequeño pasillo.

E: ¿Dónde vamos?
M: Ahora lo verás...

Maca se detuvo al final del pasillo y tiró de un fino hilo que colgaba del techo, pegado a
la pared, una escalerilla cayó con suavidad del techo, la pediatra le indicó a Esther que
subiese, la enfermera la miró con el ceño fruncido y Maca se echó a reír mientras la
empujaba hacia la escalerilla.

M: Venga, tonta, que no voy a hacerte nada malo.


E: Vaya, me acabas de chafar mis ilusiones. (Riendo mientras subía)

Al llegar arriba se apartó para que Maca pudiese pasar, la pediatra recogió la escalera y
sonrió a Esther. Tomó su mano y anduvieron por aquella sala, atravesaron una pequeña
puerta, dando a parar a una habitación de cristal, había un par de sillones y una mesa.
Esther miró alrededor, se encontraban en el tejado de la mansión, rodeadas de los
viñedos de la familia y de las montañas jerezanas. Entre los viñedos y pequeños bosques
se veía el lago y Esther distinguió el monte al que habían subido haciendo una mueca de
fastidio. La pediatra rió mientras la abrazaba por la espalda, apoyando la barbilla sobre
el hombro de Esther y balanceándose las dos.

M: ¿Te gusta?
E: Me encanta... (Acariciando las manos de Maca, que descansaban en su abdomen)
¿Traes a todos tus ligues aquí?
M: Jero y Vero sí.
E: ¿Y tu?
M: Yo... me gusta estar sola aquí arriba. Mira, ves aquella montañita de allí. (Señalando
con su dedo un monte)
E: Sí.
M: Mi abuelo tenía una casita de madera muy cuca en la cima. Fue su primera casa.
Luego se hicieron una un poco más grande aquí. Pero de pequeños, nosotros íbamos a
jugar a aquella, decíamos que era nuestro refugio.
E: ¿y que le paso?
M: Hubo una tormenta muy grande, y la casita... Para que negarlo, fuimos nosotros, los
peques, los que la reformamos. La pobre no aguantó. (Sonriendo al recordarlo)
E: Buf, ya me lo imagino (Bromeando y llevándose un mordisquito de Maca en el
cuello) ¿y subías mucho aquí?
M: Buf, cada vez que intentaba esconderme de mi madre, tiene vértigo, jamás subiría
aquí arriba, o cuando me enfadaba con alguien o cuando quería pensar...
E: ¿y tus hermanos?
M: Cada vez que se echaban pareja subían aquí. (Esther se dio la vuelta y puso sus
manos en la nuca de Maca, acariciándola mientras la miraba divertida)
E: ¿Y que hacían?
M: Pues... (Alzó las cejas dándole a entender lo que hacían)
E: Y tu... ¿No?
M: no, es algo mío, nunca subí con nadie. (Esther sonrió)
E: ¿Soy la primera?
M: Sí, pero... (Le dio un golpecito en la cabeza) Que no se te suba aquí ¿Eh? (Riendo y
besándola)
E: No, no, subírseme... ¿A mí? Que va... si nosotras solo tenemos algo.
M: Exacto, solo algo. (Sonriendo y volviéndola a besar)

Estuvieron un rato más allí arriba, hasta que miraron el reloj y vieron la hora que era, se
besaron por última vez, disfrutando de cada roce, sin prisas, antes de volver abajo.
Cuándo Maca abría la trampilla para bajar, Esther vio un pequeño peluche tirado al lado
de una caja llena de polvo.

E: Es como el de tu casa... (Acercándose y cogiéndolo, la pediatra lo miró y asintió,


mientras esperaba que la escalera tocase el suelo) Es bonito...
M: Es su hermanito... venga, ¿Bajamos?
E: Sí.. (Esther acarició la cabeza del pequeño peluche, Maca la miró sonriente)
M: Si lo quieres, píllalo...
E: ¿De verdad? (Mirándola feliz)
M: Claro, pero venga, que se va a hacer tarde.
E: Vale. (Riendo y bajando por la escalerilla con el pequeño peluche entre sus manos)
M: Que mi madre no te lo vea ¿Vale? (Le susurró mientras salían al jardín)
E: ¿Por qué?
M: Porque no creo que quieras que ella también lo sepa.
E: ¿Cómo lo va a saber por un peluche? (Riendo)
M: Oh, no es solo un peluche. (Le guiñó un ojo y se sentó con los demás, Esther guardó
el peluche en su bolsa y se sentó a su lado)

A las ocho ya estaban todos preparados para salir, estaban delante de la casa, esperando
a que los hermanos se despidieran de sus padres. Cuando ya subían las maletas y la
madre había entrado, el padre se acercó a la furgoneta, abrió una de las puertas laterales.

P: ¿Qué tal por aquí? ¿Todos serenos? (Bromeando)


J: Conduce tu hijo... así que... (Riendo)
P: Buf... yo me bajaba pero ya.
Je: ¡papa! (Riendo mientras subía a su asiento)
M: tiene razón... (Sonriendo y poniéndose al lado de su padre) Vero irá en el potro con
su chico.
P: confío en ese chico, me cayó bien. (Le dio un par de besos a su hija) Anda, sube..
(Apartándose un momento para dejarla pasar, Maca subió poniéndose en la parte de
atrás, junto a Esther y Susana) Bueno, Esther... esperó verte pronto ¿Eh?
E: claro, sí, sí. (Miró a Maca sonriente y le susurró) Esta vez no metí la pata...
P: No, esta vez no. (Riendo, Esther se sonrojó y Maca se echó a reír)
M: Deberías saber que mi padre tienen un oído muy, muy bueno.
E: Vaya...
P: un placer haberos conocido chicos, y ya sabéis, volved cuando queráis, esta casa
siempre tiene las puertas abiertas.
Todos: ¡Gracias!
P: Jero, no te estrelles ¿Eh? Que lleváis a lo más bonito de Madrid. (Mirando a las
chicas y guiñándoles un ojo) Llamad cuando lleguéis, para que este viejo pueda dormir.
J: Que sí, venga, papa. (Riendo)

Cuando estuvieron todos con los cinturones, arrancaron rumbo a Madrid, al pasar por la
primea gasolinera, Esther y Laura ya querían apara a comprar ‘provisiones’.

L: anda, venga... ¿Qué os cuesta?


Jorge: No llegamos a Madrid ¿Eh?
S: Anda, calla y déjalas. (Le dio una colleja a su marido)
Jorge: Eso, pégame, maltratos y llevamos madia hora... Vamos mal.
E: Venga, si es un momento. (Con voz infantil)
Je: A ver ¿Quién conduce? Yo. ¿Por qué? No queríais... se siente. (Riendo)
M: Venga, Jero, no seas malo...
Je: Claro, a ti te tienen comprada.
M: eso no es verdad. (Sonriendo)
E: Eso si que no es verdad. (Bromeando y mirándola con una ceja levantada)
M: ¿Tú quieres gominolas o no?
E: Es verdad, es verdad, nadie la ha comprado. Anda, Jero...
L: Venga, Jero...
J: Como no pares van a estar así todo el viaje...
Je: se cansarán...
J y M: ¡No lo harán! (Se miraron y se echaron a reír, Laura y Esther intercambiaron una
mirada extrañadas y volvieron a la carga)
L y E: Anda, Jero... (Canturrearon)
Je: Vale, vale... joder... (Riendo y dando una palmada) Javier, avisa a Vero, anda,
primera parada.
J: Va a ser un viaje muy largo...

Tardaron más de lo previsto en llegar a Madrid, algo que no les preocupó mucho porque
la mitad iban dormidos, Piolin se puso al volante de la furgoneta nada más entrar en la
ciudad, y uno a uno fue dejándolos en su casa. Despidiéndose de ellos hasta la próxima.
Maca fue una de las primeras en bajarse, ya que en nada estaban en su casa, miró a
Esther, que llevaba medio viaje dormida sobre su hombro. Le dio un beso en la frente y
sonrió.

M: Cuídamela ¿Eh?
Piolin: Tranquila, que esta en buenas manos. (Con voz divertida)
M: vale, ya está, no me bajo. Venga. (Acomodándose en el asiento)
S: Que no mujer, que yo la cuido. (Riendo)
M: Sí, porque si es por su hermano... (Era otro de los que llevaban dormidos la mitad
del viaje)
S: Ya sabes, han salido del mismo sitio ¿Qué quieres? (Ambas rieron y se dieron un par
de besos en la mejilla, Maca bajó y vio como la furgoneta se alejaba, subió a su piso
arrastrando la pequeña maleta y se desplomó sobre su cama.
Se reunieron en la cafetería a media mañana, lo habían tenido imposible antes, una
mañana de aquellas moviditas, o tal vez es que el contraste de los días en Jerez y la
vuelta, era demasiado para sus cuerpos. Javier y Maca ya estaban en una mesa, los dos
callados mirando sus cafés, perdidos, Laura y Esther se acercaron con un par de zumos
y se sentaron una a cada lado de la pareja.

L: ¿Cómo esta el niño de mama? (Riendo mientras despeinaba a Javier)


J: ¿De donde sacas la energía?
L: Sobredosis de azúcar, es lo que tiene. (Dando un sorbo a su zumo) ¿ya os ha
interrogado Teresita?
M: A mi a echo un intento... creo... (Adormilada)
J: ¿Cómo que crees?
M: No sé, Sotomayor, eran las nueve... recién levantada...
E: Buf, pues a mí cada vez que me acerco a rotonda me pregunta cosas...
M: Pobre... (Mirándola con ternura)
E: Tonta... (Sonriendo tímidamente y dando un sorbo a su zumo mientras miraba hacia
otro lado)
L: Pues yo me he librado la primera vez... pero a la segunda ya le he tenido que contar
algo...
E: ¿Qué le has contado?
L: Que te liaste con Maca, os fuisteis a Las Vegas a casaros y estás embarazada. (Maca
se echó a reír)
E: Eso, tu riele la gracia.
M: Aish... (Acariciando la mejilla de la enfermera) Es graciosa...
J: ¿A que sí? (Dándole un beso a su chica)
L: Ya se ha despertado... (Riendo)
M: Solo va y viene. (Sonriendo)
E: No, venga. Laura ¿Qué le has contado?
L: ¿te preocupa?
E: Pues... (Miró a Maca un momento)... no...
M: sí que le preocupa. (Dando un sorbo a su café mientras la miraba)
E: No, no me preocupa.
M: sí que te preocupa.
E: Que no.
M: que sí.
J: Muy interesante, sí, pero... voy a echarme un rato en la sala. (Levantándose y dejando
un beso en la cabeza de Laura)
L: ¿Por qué no le preocupa? (A Maca)
M: no le preocupa que Teresa se enteré que es lesbiana. No le preocupa que Teresa se lo
pueda soltar a su madre. No le preocupa que su madre se entere que lo es.
E: Maca, no es eso. Me da igual que lo sepa, solo que no creo que se tenga que enterar
por Teresa, además, ¿Te lo imaginas? Teresa querrá saber cosas, no nos dejará en paz. Y
la verdad, llevamos con esto muy poco.
L: ¿Esto? (Divertida)
M: Sí, esto, nuestro “algo”. (Riendo)
L: ¿algo? Claro... tenéis un ¿Algo?
M: sí, tenemos un algo. (Sonriendo alegre y guiñándole un ojo a Esther)
E: ¿tu no estabas cansada? (Burlona)
M: ¿Tu no tienes sobredosis como Laura?
E: Si es que... (Agarró con su mano la barbilla de la pediatra, acercando sus rostros)
Aish.. (Se separó)
M: Ey, ¿Si es que qué?
E: Nada...
M: no se vale... ahora me lo dices... (Susurrándoselo al oído y suspirando en su cuello)
E: Te comía a besos...
M: ¿En serio? (Sonriendo de oreja a oreja)

Sus buscas empezaron a sonar, lo que significaba que había pasado algo gordo. El resto
del día lo pasaron de un lado a otro, así que no volvieron a besarse hasta acabar el turno.
Esther estaba hablando con Teresa en rotonda, al acabar su turno.

T: ¿En serio que llevaron a Alejandro Sanz? Vaya, pero claro, es una familia tan pija. ¿y
quien más había? ¿Alguien de la familia real?
E: Pues... no, no creo, pero había duques y cosas de esas.
T: ¿y fotos? Hija, no me digas que no hiciste fotos, con lo que podríamos sacar...
E: La familia de Maca contrató a unos fotógrafos que montaran un álbum para cada
invitado.
T: Esther, lo tienes que traer ¿Eh? Ni se te ocurra fallarme ahora. (Esther se echo a reír,
Maca apareció ya vestida de calle y se apoyó en rotonda a su lado, le guiñó un ojo sin
que Teresa se diese cuenta)
M: ¿de que hablan las dos mujeres más guapas del hospital? (Ambas se sonrojaron
provocando una sonrisa en la pediatra)
T: Esther me comentaba cosas de la fiesta de tu padre...
M: ¡Ah!, ¿sí? (Mirándola traviesa)
E: no, bueno, de como fue y eso, en general.
M: Ah... Bueno, yo me voy a ir a casa ya ¿Eh? (Mirando a Esther)
E: Sí, sí, yo... también, a mi casa...
T: ¡Hasta mañana, pareja!
E y M: ¡Hasta mañana! (Empezaron a andar hacia la salida)
M: ¿Te acerco a casa?
E: ¿ya te quieres librar de mí?
M: Pues... (Bromeando, puso los ojos en blanco, Esther le dio un golpe en el brazo entre
risas)
E: Anda... ¿Tomamos algo?
M: Bueno... iba a quedar con una enfermera guapísima del hospital, pero me ha dado
plantón, así que... vale... (Esther la miró y puso los ojos en blanco)

Se subieron a la moto de Maca entre miradas cómplices y sonrisas, la pediatra decidió ir


a un bar que conocía, cerca de la discoteca donde trabajaba su hermana. La música que
ponían era de los ochenta. Se sentaron en uno de los privados, una al lado de la otra,
Maca acariciaba el muslo de Esther, en pequeño círculos, una camarera se acercó a ellas
y pidieron de beber.

M: ¿Cómo ha ido el día?


E: Pues... (La enfermera se acercó a ella y atrapó sus labios entre los suyos,
acariciándolos con su lengua) Acaba de mejorar...
M: Mhmhm... El mío también... (Humedeciéndose los labios para sentir el sabor de
Esther, la camarera les trajo las bebidas y brindaron en silencio)
E: Oye, ¿Tu madre ha dicho algo del cuadro?
M: Algo me ha comentado mi padre, pero nada, le ha dado largas, a ver si Juan lo
arregla. Por cierto, te da recuerdos... (Mirándola divertida)
E: Buf... (Riendo acalorada) Tu padre es... que mal he quedado.
M: Que va, le encanta esa faceta tuya de pato... como a mí... (Dándole un beso en el
cuello)
E: Pues a mi no. (Maca la miró y sonrió con ternura)
M: si no fuera porque eres una pato... no nos habríamos conocido tanto.
E: En el hospital.
M: Puede, pero ya ves que no me llevó mucho con ellos, solo lo imprescindible. Menos
con Javier y Laura, pero eso es porque son ellos.
E: Ya... ¿No te hubieras fijado en mí?
M: Pues... (Miró a Esther, sonrió, dijese lo que dijese Esther se molestaría) no creo.
E: ¿Y eso? ¿Tan mal estoy? (Echándose una mirada y luego mirando a Maca)
M: no, tontita. (Acariciando su mejilla) lo que pasa es que yo al hospital voy a trabajar,
bueno... iba... porque contigo por allí. (La besó suavemente)
E: pero no te hubieras fijado...
M: Que sí, solo que me hubiera costado más. ¿Pero como no iba a fijarme en ti? Si
eres... eres... Buf...
E: Ya, ya, no lo arregles. (Sacándole la lengua y mirando hacia otro lado, la pediatra se
arrimó todo lo que pudo a ella, acariciando el muslo de Esther con una mano y con la
otra rodeándola por los hombros)
M: Anda.. (A su oído en un susurro) No te enfades conmigo...
E: Nop. (Sin mirarla, colocó una de sus piernas entre las de Maca) No vale, yo si me
hubiese fijado.
M: claro, para criticarme con Teresita (Riendo)
E: No, bueno... sí, al principio. Pero luego me daría cuenta que eres preciosa, mimosa
cuando quieres...
M: No soy mimosa...
E: ¿Ah, no?
M: Que va…eso es culpa tuya... me haces ser así...
E: oh... por nuestro... “algo” (Riendo y besándola)
M: Claro, nuestro “algo”... (Subiendo la mano que tenía en el muslo de la enfermera un
poco mientras la besaba)
E: Maca...
M: Mhmhm... (Besando su cuello ahora)
E: Que mejor nos vamos ¿No? (Riendo y mirándola a los ojos)
M: pero si aún no hemos terminado las...
E: Maca... (Miró a la pediatra mientras se mordía el labio, la pediatra sonrió divertida y
le dio un pequeño beso)
M: Venga, ¿Te llevo a casa, no?
E: Sí... claro... (Arrastrándola Maca fuera del local)
M: Vale... vale... si ya voy... (Riendo)

Los días pasaron con rapidez, y aquello que había entre ellas, se convirtió en un “algo”
mayor. Aunque ninguna se había molestado en definir aquella relación, preferían
disfrutarla. Pasaban mucho tiempo juntas, paseando, yendo al cine, Maca seguía
sorprendiendo a Esther algunas noches, preparando cosas que solo salían en las
películas y Esther se empezaba a aficionar a aquello de sorprender a la pediatra. Estaban
bien. Eran felices.
Un mes después de su viaje a Jerez...

Era una mañana como otra cualquiera, Esther andaba de un lado a otro en urgencias
mientras Maca hacia tranquilamente la ronda en pediatría. Apenas habían coincidido en
la sala de enfermeras, donde Maca había ayudado a ponerse el uniforme a Esther,
mientras descubría divertida que la enfermera guardaba en su taquilla aquel pequeño
peluche que se había traído de Jerez.

M: ¿Qué hace ese ahí? (Riendo mientras bajaba la camiseta de Esther, tapando su piel)
E: ¿Qué le pasa? (Mirándolo)
M: No sé... ¿Desde cuando lleva ahí?
E: ¿Te sientes observada? (Mirándola juguetona)
M: no, solo que... no sé...
E: Lleva desde que volvimos de Jerez ¿Alguna pregunta más, doctora? (Abrazándola
por la cintura y sonriendo)
M: Sí, de echo... sí.
E: ¿Cuál?
M: ¿Por qué tus labios no están aquí? (Señalando su propia boca)
E: Buena pregunta... (Acercándose y jugando con su lengua)

Cuando Maca terminó la ronda bajo a buscarla. La encontró en una de las cortinas, con
Laura.

M: ¿Cómo va chicas? (Acercándose sonriente, Esther le guiñó un ojo y sonrió)


L: Pues nada. Un esguince, Esther ¿Le pones tú la venda?
M: Vaya, yo que venía a secuestrarla.
L: Que morro... Anda, id, pero me debes una Maca.
M: Cuando quieras y como quieras.
E: Cuidado, Maca, a ver lo que decimos ¿Eh? (Bromeaba)
M: Anda, ven...

Esther tomó el camino de cafetería, cuando les faltaba la mitad de camino, Maca tomó
la mano de Esther y la arrastró hasta la sala de médicos, la enfermera se reía mientras
Maca cerraba la puerta.

M: ¿Qué tal has dormido esta noche? (Mientras le daba un dulce beso en los labios)
E: podrías haberte quedado anoche...
M: Con tu madre y su insomnio... (Bromeando)
E: pobre, que noche nos dio...
M: Bueno, pero esta noche…tenemos cena ¿eh? Que no se te olvide...
E: Ya, lo sé. (Dándole un beso a la pediatra)
M: Vale... (Devolviéndoselo)

Esther apretó a Maca contra ella, mientras sus lenguas se encontraban, Maca sonrió y
empezó a acariciar lentamente la espalda de Esther, bajando y subiendo sus manos. El
busca de Maca empezó a sonar, Esther lo atrapó en un rápido movimiento y lo lanzó
hacia el sofá, mientras apretaba más a Maca contra ella, la pediatra la empujaba hacia la
puerta, apoyándose en ella, besándola sin descanso. El busca volvió a sonar, esta vez se
separaron unos milímetros para mirarse, ambas suspiraron resignadas.
M: ¿Me acompañas?
E: Claro... (Salieron de la sala cuando Vilches corría por el pasillo)
V: ¡Esther! ¡Te necesito! ¡Box 5! (Esther miró a Maca uno segundos, la pediatra sonrió
y le hizo un gesto para que fuera con él)

Mientras la enfermera le guiñaba un ojo y se iba detrás de Vilches, Maca la observaba,


sonreía tontamente, el sonido de su busca volvió a interrumpirla.

M: ¿Pero que le pasa al trasto este? (Mirándolo molesta) Venga, Maca, a trabajar...

La pediatra salió a rotonda, donde Teresa la miraba curiosa.

T: Chica, por fin apareces, te he llamado tres veces.


M: Lo siento, Teresa, estaba ocupada ¿Qué es lo que hay?
T: pues un niño... y esta malo. (Maca se echó a reír)
M: el día que venga uno que este bueno... montamos una fiesta ¿eh, Teresa?
T: hija, tú has preguntado, anda que...
M: Anda, no te me enfades Teresita. (Mirándola con una sonrisita)
T: Anda, ve, están esperando en la sala.
M: Vale, pero.. sonríe un poquito ¿Mhm? (Le puso morritos y Teresa sonrió
avergonzada)
T: Quita, quita, que mujer. (Riendo, Maca le guiñó un ojo y empezó a andar hacia la
sala de espera, se cruzó con Vilches y Esther)
M: ¿Ya no la necesitas?
V: Sí, vamos a tener que operar, esta peor de lo que pensaba, lo hará Cruz, pero la
quiere a ella. (Señalando a Esther, Vilches se fue y la enfermera se acercó un momento a
Maca, poniendo un dedo en el bolsillo de la pediatra)
E: Puedo mandar a otra...
M: No, déjalo, seguro que es más emocionante lo de Cruz que lo mío...
E: como quieras.. (Sonriendo tontamente)
M: Mhmhm... (Mirándola igual) Venga, a trabajar un poquito ¿Eh? Pero no te me
canses mucho...
E: Lo intentaré... (Guiñándole un ojo mientras iba a prepara el quirófano para Cruz)

La pediatra la siguió con su vista hasta que desapareció y se giró hacia la sala de espera.
Allí, sentada en una silla, mirándola, estaba ella. Su hijo jugaba con un pequeño camión
de juguete a su lado.

M: ¿Qué haces aquí?


Az: El niño se encuentra mal, Maca. Y no sabía dónde llevarlo... (Con voz apagada)
M: Esta bien... (La pediatra se acercó a ella)

Azucena tomó la mano de su hijo y se levantaron mientras Maca se acercaba, la pediatra


miró al niño y se agachó un poco para hablar con él.

M: hola, Luisito...
Luis: hola...
M: ¿Estás malito?
Luis: Mi mama dice que tengo fiebre... (Maca pasó una de las manos por encima de la
frente del niño, suspiró, parecía que el niño tenía fiebre y un poco alta)
M: Vale, ahora te vas a venir conmigo ¿eh? Que te voy a hacer unas pruebas de nada y
te voy a dejar nuevo ¿Mhm? (El niño sonrió y cogió la mano de Maca, la pediatra se
incorporó y miró a Azu) Vamos a ir a mi consulta, sígueme. (Las dos mujeres y el niño
se metieron en urgencias y Maca los guió hasta su despacho en pediatría, les hizo pasar
mientras pedía a una enfermera que había allí que le echase una mano) Vamos a ver...
(Subiendo al niño a una camilla que había en un lado) Laura ¿le pones el termómetro?
(A la enfermera)

La: claro, Maca. (Empezó a ponerle el termómetro al niño)


M: bien, Luis ¿te duele algo?
Luis: La cabeza un poco... (Maca asintió) y los ojos... (Restregándoselos, Maca separó
las manos del niño de los ojos)
M: Mira... (Sacando una linterna) Ahora te voy a mirar los ojos con esto (Dejándoselo
al niño para que viese que era) ¿Me dejas?
Luis: Sí... (Devolviéndoselo)
M: Muy bien... tienes que mirar la luz y seguirla ¿Eh? (Maca examinó la vista del niño)
Parece todo normal... (Miró a Azu) ¿Ha tenido problemas de vista alguna vez?
Az: Últimamente se queja de que ve borroso, pero no sé... (Maca miró a Azu extrañada)
M: ¿Hace cuanto le notaste la fiebre?
Az: En cuanto lo he notado he venido. Ha estado con sus primos, uno de ellos esta
malo, pensé que tal vez se lo habría pegado. (Mientras tanto Maca tocó la nuca del niño,
había observado que no movía mucho el cuello)
M: ¿Qué tenía su primo?
Az: Pues, no lo sé.. debería llamar a... (Maca la miró un momento)
M: Bien, hazlo, no estaría mal saberlo. (Miró al niño) Luisito ¿Te molesta aquí?
Luis: No...
M: Vale, quiero que gires la cabeza hacia aquel dibujo de allí, ¿Vale? (el niño lo hizo
pero le costaba un poco)
M: Vale... (Maca apuntaba los síntomas que había observado en el niño, mientras la
enfermera esperaba que el termómetro tomase la temperatura, al cabo de un rato lo
sacó)
La: 38’5. (Enseñándoselo a Maca)
M: Vale, sácale sangre y llévala al laboratorio, ahora vuelvo. (Maca se fue mirando el
informe) Azucena, llama a tu ex, que te diga lo de su primo (Antes de cerrar la puerta,
bajó a urgencias) Teresa... ¿Has visto a Javier?
T: pues ahora mismo se ha ido a cafetería con Laura y Esther.
M: genial, gracias. (Maca fue a cafetería y se acercó a la mesa en la que charlaban)
Hola... (Sonriendo un momento a Esther y mirando luego a Javier) Javi, ¿Le echas un
vistazo a esto? (Dándole el informe y sentándose un momento al lado de Esther, la
enfermera sonrió y acarició una de las manos de Maca)
E: ¿Estas bien? (A su oído)
M: Sí, sí, tranquila. (Mirándola un segundo) ¿Qué crees tú?
J: Pues chica, no sé, estos síntomas pueden ser de muchas cosas ¿le has hecho análisis
de sangre?
M: la enfermera se está encargando. Pero si en la sangre no sale nada... ¿Crees que
debería hacer una punción?
J: Bueno, tal vez... ¿Qué crees que es?
M: Bueno, no lo sé, pero.. ¿Meningitis?
J: Tal vez, sí... (Javier miró el nombre del niño) Luís... ¿Luisito? (Mirando a Maca que
asintió levemente) Vale, ¿Quieres que me encargue yo?
M: no, para nada, soy pediatra ¿Recuerdas? Solo quería saber tu opinión. (Recogió el
informe y subió a pediatría a ver si la enfermera ya le había sacado la sangre)
E: ¿Quién es Luisito? (Extrañada)
J: Pues... tal vez mejor que te lo diga ella.
E: Javi... anda, no digas tonterías ¿Quién es?
J: Vale, pero... yo no he dicho nada ¿Eh? Que luego todo es para mí.
E: Que si pesado... suéltalo ya.
J: Por los apellidos, es el Luisito hijo de Azucena... (Esther lo miró sorprendida, se
levantó de la mesa y fue a buscar a Maca)

La pediatra entraba en aquél momento a su despacho, Azu acariciaba la cabeza de Luís,


no había rastro de la enfermera.

M: ¿ya le han sacado la sangre? (Acercando se a ellos)


Az: Sí, ahora mismo se ha marchado... ¿Es grave?
M: no lo sé, Azucena. Cuándo tenga las pruebas ¿Eh? (Miró al niño y sonrió) ¿Quieres
que te traiga un juguete o algo?
Luis: Quiero a papa... (Maca miró a Azucena)
M: ¿no le has dicho que esta malo?
Az: Esta trabajando... no quería molestarle. (En ese momento se abrió la puerta
apareciendo Esther por ella, Maca se dio la vuelta y la miró)
M: Hola...
E: Hola... (Acercándose con las manos en los bolsillos y mirando de reojo a Azucena)
¿Te echo una mano?
M: no, Laura ya le ha sacado sangre. Aunque... si les puedes meter prisa a los de
laboratorio.
E: Claro, enseguida. (Se acercó al niño) Hola pequeñín...
Luis: Hola...
E: ¿Sabes que estás con la mejor pediatra de todas?
Luis: Sí.. es amiga de mi mama... (Esther miró a Maca, la pediatra suspiró un momento)
M: Vamos a meter prisas a ésos. Enseguida vuelvo (A Azucena)

Maca esperó a que Esther saliese y luego lo hizo ella detrás, cerrando bien la puerta,
Esther empezó a andar hacia el ascensor y Maca la siguió a unos cuantos pasos, se
pararon delante de las puertas a esperarlo, Esther se apoyó en la pared, mientras miraba
a Maca.

M: Ya sabes quién es ¿No?


E: Sí...
M: ¿Te molesta?
E: El niño esta malo, tu eres pediatra, no me molesta.
M: ¿Seguro? Porque no quiero... bueno, me gustaría atenderlo yo, pero si te molesta, no
sé, le paso el caso a Salinas o yo que sé ¿Eh? (Las puertas del ascensor se abrieron y las
dos entraron, iban solas, Maca pulsó el botón del sótano)
E: No, tranquila. (Abrazándola por la cintura y apoyando su cabeza en el pecho de la
pediatra) Mientras solo le atiendas a él... (Suspirando)
M: Claro, ¿tu que crees? (Riendo y estrechando a Esther contra ella)
E: Pues no sé... (Mirándola, Maca suspiró y besó los labios de Esther)
M: No voy a dejar que nuestro algo se vaya ¿Mhm?
E: Vale... (Dándole un breve beso) Pero... ¿Seguro que no quieres que te ayude?
(Separándose un poco y mirándola con las cejas alzadas)
M: Sí así te va a quedar más tranquila.. (Encogiéndose de hombros)
E: Pues... (Miraba al suelo)
M: Venga, tontita. (Dándole un cachete en el culo y dejando un beso en su frente, el
ascensor se paró en el sótano, se bajaron para ir a los laboratorios)

Después de unas horas tenían los resultados, no se detectaba nada en la sangre del niño,
Maca suspiró y fue a buscar a Esther, que mientras no la necesitaba había bajado a
Urgencias, la encontró en una de las cortinas, con Laura.

M: ¿Esther?
E: Ey, hola ¿Ya los tienes? (Acercándose a ella y poniendo su mano en la espalda de
Maca)
M: Sí, no hay nada raro. (Esther la miró y sonrió)
E: Pero... (Maca suspiró)
M: Me gustaría hacerle la punción lumbar, por si acaso, parece que el niño a estado
expuesto a la meningitis, un primo suyo, quiero asegurarme, además los síntomas...
E: Vale, vale ¿Qué quieres que haga?
M: Pues si no tienes nada que hacer y te sigue apeteciendo, ¿Podrías subir y llevar al
niño a su habitación, que ahora voy y le comentamos lo de la punción a ella y eso.
E: Vale, ahorita mismo. (Acariciando su mano) Oye y... ¿No esta el padre?
M: Supongo que ahora vendrá, Azu lo ha tenido que llamar para preguntarle lo del
primo.
E: Vale, voy a llevarlo ¿Mhm? (Dándole un beso en la mejilla y despareciendo)
L: Uish... marca territorio. (Maca se echó a reír por el comentario de Laura)
M: No le hace falta...

La pediatra subió a la habitación que le habían puesto, la prueba se la harían al día


siguiente, estuvo comentándole con Esther lo que le iban a hacer, ambos parecieron
entenderlo, aunque a Azu no le hacia mucha gracia pasar la noche en el hospital, en un
momento de la conversación se echó a llorar y Maca la abrazó para que se le pasase,
bajo la atenta mirada de Esther.

M: Venga, Azucena... que aun no hay nada seguro, además, si es meningitis creo que la
hemos pillado a tiempo, unos antibióticos y antiinflamatorios, un par de días en
observación y ya esta ¿Eh? Venga, no llores... (Acariciando su espalda mientras miraba
a Esther, que no tenía muy buena cara)
Az: Lo siento, es que... (Lloraba más fuerte y apretaba a Maca contra ella)
M: Venga, anda ¿no querrás que te vea así? ¿eh?
Az: tu me has visto llorar más veces...
M: Me refería a Luís, Azucena. (Le secó las lágrimas con la mano y Azu fue a abrazar a
su hijo)
Az: ¿Maca? ¿Podrías quedarte aquí?
M: Tengo trabajo, Azu, pero cuando acabe mi turno me pasó a veros. ¿Va a venir su
padre?
Az: no, le he dicho que no hacía falta.
M: Vale, como quieras, pero creo que Luís le necesita. Me paso luego. (Salió de la
habitación seguida de Esther, la enfermera nada más salir apretó el paso hacia el
ascensor, para bajar a urgencias, Maca la siguió) Esther... Esther. (Parándola con sus
manos) Solo intentaba que no llorase...
E: lo sé. (Apretando repetidas veces el botón del ascensor)
M: por mucho que lo aprietes.. (Sonriendo y poniéndose justo detrás de ella, poniendo
una mano en su cintura) Esther... solo era un abrazo... además... estaba llorando delante
del crío, no quería que se pusiese nervioso.
E: Lo sé. (Maca suspiró en su cuello)
M: ¿Sabes decir algo más a parte de “lo sé”? (Las puertas se abrieron y Esther cogió a
Maca del cuello de la bata mientras la metía dentro)
E: Ven aquí... (Las puertas se cerraron mientras Esther besaba a Maca con pasión,
recorriendo con su lengua cada rincón de la boca de la pediatra, se separaron al escuchar
el pitido que avisaba que las puertas se abrían) ¿A qué es mejor que “lo se”?
(Sonriendo)
M: Sí... no... sí... (Riendo y saliendo con ella) ¿Un café?
E: Claro.
M: Y me explicas a que ha venido eso...
E: ¿No puedo hacerlo? (mirándola como una niña regañada)
M: Sí, pero pensé que te había molestado lo de... (Señaló con el índice hacia arriba)
E: Sí, porque olías a ella... (Se acercó a su oído mientras cogian los cafés) Y ahora a
mí... (En un susurro sensual)
M: Mhmhm... (Sonriendo y dándole un cachete en el culo antes de ir a sentarse a una
mesa, Esther se sentó a su lado) Ya queda poquito para terminar el turno...
E: sí. (Sonriendo de oreja a oreja) La cena...
M: Síp...
E: ¿Dónde vas a llevarme?
M: pues... No te lo digo. (Sacándole la lengua burlona)
E: Anda... (Poniendo carita de pena)
M: Noooo... (Riendo y acariciando el muslo de la enfermera un momento)
E: No se vale... (Haciendo pucheros)
M: Se siente... (Riendo, Rusti apareció y se acercó a ellas)
R: Esther, Vilches te busca.
E: Vale, voy... (Se levantó y al pasar por detrás de Maca le acarició el hombro) Sigue sin
valer...

La pediatra rió y terminó su café, se fue a repasar historiales hasta que terminase su
turno, solo quedaba media hora, recordó que le había dicho a Azucena que se pasaría
por la habitación así que terminó con los últimos informes y se acercó a ver si
encontraba a Esther para avisarla. Como no la encontraba se acercó a Teresita.

M: ¿Teresa, has visto a Esther?


T: pues... creo que se iba a farmacia. (Sonriendo)
M: muchas gracias, guapa. (Fue a farmacia y la encontró colocando unos medicamentos
en una estantería, se acercó por detrás y la rodeó por la cintura, besando su cuello)
Hola...
E: hola... (Sonriente dejó los medicamentos y se dio la vuelta para abrazar por el cuello
a Maca)
M: Quedan... diez minutos...
E: Sí... (La enfermera acarició su mejilla) ¿Tú ya estás?
M: Tengo que pasarme un momento a ver a Luis, ¿Te espero allí?
E: Mhmhm... vale... diez minutos ¿Eh? (Maca sonrió y la besó)
M: diez minutos... (Se separaron y salieron de la farmacia, Vilches apareció buscando a
Esther)
V: Esther, necesito que me prepares quirófano ya. Date prisa.
E: Termino en di...
V: Me da igual, eres la mejor y te quiero en esa operación, anda, ya te lo compensaré de
alguna forma.
E: Es que... (miró a Maca que asintió con la cabeza) Vale... voy. (Vilches se fue
corriendo y Esther miró de nuevo a Maca) Lo siento...
M: Es lo que tiene ser la mejor enfermera. (Bromeando) Estaré dónde Luis ¿Vale? No
tardes mucho...
E: vale... (Salió pitando a preparar las cosas cuanto antes, mientras Maca subía a la
habitación)

La pediatra abrió un poco la puerta y echó un vistazo, Luís estaba durmiendo, Azu,
sentada a su lado la miraba, se levantó sin hacer ruido y con un gesto le hizo que pasará.
Maca sonrió y entró en la habitación, se sentaron en un sofá que había a un lado.

Az: Gracias por todo, Maca... (Acariciando un momento su mano, Maca apartó la mano
disimuladamente aprovechando para colocarse un mechón de pelo detrás de la oreja)
M: Es mi trabajo, Azu...
Az: Lo sé, pero después del numerito que te monte...
M: no te preocupes por eso, esta pasado.
Az: lo sé, para mí también. De echo... no sé... me gustaría quedar algún día contigo,
tomar un café, creo que podemos ser amigas, Maca. Ahora mismo no tengo a muchas a
mí alrededor y... bueno... no sé...
M: bueno, primero no hacemos cargo del pequeño y luego... ya se verá ¿Eh?
Az: Gracias. (Sonriendo ampliamente)
M: Venga, ¿Cómo ha estado?
Az: Bien, lleva casi todo le rato dormido, de vez en cuando se despierta, supongo que
será por la fiebre. (Con gesto cansado)
M: ¿Y tu ex? (Mirándola a los ojos)
Az: Bueno, esta aquí en Madrid, hasta arriba de trabajo, vinieron hace dos semanas,
apenas lo he visto.
M: Azu... siento que las cosas no salieran bien.
Az: Bueno, tú lo has dicho, el pasado es el pasado ¿No?
M: Sí. (Sonriente y relajándose un poco) ¿Qué has estado haciendo?
Az: No te interesa. (Mirándola divertida)
M: Ya... sabes... te pareces a cuando te conocí.
Az: Nunca dejé de hacerlo.
M: eso no es verdad, ahora te pareces, cambiaste un poco cuando vine a Madrid.
Bastante.
Az: Ya, perdí el norte, pero lo he recuperado, no sé, supongo que todo aquello me vino
grande, dejar a mi marido por ti (Remarcó la ultima palabra), que pasásemos una mala
racha, que me dejarás... pero ya estoy mejor.
M: me alegro mucho. (Azu miró al niño con gesto de preocupación)
Az: Su primo esta bastante grave... ¿Crees que él?...
M: Venga, Azu, tranquila... mañana le hacemos esa prueba y a ver lo que sale, pero no
creo que sea nada grave, de todas formas, ya le hemos puesto algo para prevenir, no
queremos que se nos eche el tiempo encima. Pero esta en buenas manos.
Az: lo sé. (Mirándola y sonriendo) Lo sé...
Hubo un momento de silencio entre ellas, Luís se revolvió en la cama, Maca y Azu lo
miraron pero seguía durmiendo, Maca miró el reloj, pensando en a que hora saldría
Esther. Azu se percató del detalle y aunque le molestó, significaba que su papel no había
calado del todo, sonrió a la pediatra.

Az: Si tienes prisa, márchate. Ya has hecho mucho hoy. (Acariciando la rodilla de la
pediatra)
M: no si... tengo que esperar un rato, me vendrán a buscar aquí.
Az: Vale... (Azu miró a su hijo mientras pensaba en el siguiente movimiento) ¿Maca?
M: ¿sí?
Az: te importaría... (Azucena la miraba, se acercó a ella) ¿Abrazarme un rato?
M: Esto... Azu... yo...
Az: Maca, solo necesito sentir alguien cerca... (Con voz apenada) Pero si no quieres, lo
entiendo, no podemos ser amigas así como así.
M: no, esto... vale…esta bien... (Apiadándose de ella, se acomodó en el sofá y abrió los
brazos, Azu se recostó sobre ella, quedando las dos medio tumbadas)
Az: Gracias, lo necesito...
M: no importa...

Estuvieron en silencio mucho rato, tanto, que al final cayeron dormidas sin darse cuenta,
pasaron un par de horas, en las que Esther terminó por fin con la operación.

E: bueno... esto ya esta ¿Me puedo ir? (A Vilches)


V: ¿y quién recoge esto?
E: Ahora te mando a alguien... (Sonriendo y saliendo disparada de allí, miró el reloj,
Maca la iba a matar, se acercó a recepción) ¿Has visto a Maca?
T: Uy, hija, pues no, y yo ya me marcho, ¿No acababa hace un buen rato?
E: Sí, sí... pero iba a hacer unas horas extras, por un paciente... ¿la has visto salir?
T: no, la verdad es que no. A lo mejor aun no se ha ido.
E: Vale, gracias Teresa.

Fue hacia el ascensor, Maca estaría en su despacho, dudaba o más bien esperaba, que
siguiera en la habitación de Luís, intentó abrir la puerta pero estaba cerrada, empezó a
mosquearse un poco, suspiró y miró hacia el pasillo donde estaba la habitación. Abrió
un poco la puerta, solo había una pequeña luz encendida, el niño dormía en la cama, no
había rastro de Maca, ni de la otra mujer, terminó de abrir la puerta, ya que le extrañó
que la madre no estuviese allí. Fue entonces cuando las vio, dormidas y abrazadas en el
sofá. Esther cerró rápidamente la puerta, con los ojos abiertos como platos bajo a
urgencias. Se puso a recoger el quirófano.

V: ¿Esther? ¿no te ibas?


E: tengo que recoger esto. (En un susurro mientras no paraba quieta)
V: Esta bien, nos vemos mañana.
E: Hasta mañana...

Maca despertó al poco rato, con Azucena babeando sobre su camisa, miró el reloj
adormilada y al ver la hora metió un bote tirando a Azucena al suelo.

M: ¡Mierda!
Azz: ¿Qué... que pasa? (Medio atontada por el golpe, miraba confusa a la pediatra)
M: tengo que irme, nos vemos mañana. Si pasa cualquier cosa avisa a las enfermeras
ellas sabrán.
Az: Maca, pero espera... que...
M: Lo siento, llego tarde.

La pediatra se abalanzó sobre el ascensor y una sensación amarga la inundó cuando


pensó en la posibilidad que Esther ya hubiese ido a buscarla. Apretó con más ganas el
botón del ascensor, que parecía reírse de ella tardando más de lo necesario en subir. Al
final llegó y la pediatra entró corriendo apretando el botón de bajada a urgencias.

Al llegar abajo miró alrededor un momento, por si la veía, pero nada, fue a preguntar a
Teresa pero no estaba tampoco, y la otra recepcionista no sabía nada de Esther. Decidió
echar un vistazo a los quirófanos, se asomó a la puerta de uno de ellos y la vio allí,
terminando de recoger las cosas de la operación, sonrió, no la habría ido a buscar aún.
Recordó la cena e hizo una mueca, seguramente ya no llegaban, tendrían que
conformarse con cualquier cosa.

Tocó ala la puerta, Esther se giró y la miró, no parecía muy contenta aunque sonrió,
pero Maca vio algo de tristeza en sus ojos. Le hizo señas para que saliese. Esther le hizo
señas para que esperase un momento, terminó de guardar las cosas y salió de allí, con
cara cansada.

M: Ey... (Sonriéndole) Me parece que ya no llegamos a la cena... (Cogiendo una de sus


manos un momento)

E: Mejor, así voy a casa a descansar, estoy echa polvo... (La enfermera empezó a andar
hacia el vestuario, Maca la seguía, al entrar, la atrapó en un cariñoso abrazo)

M: Pobrecita... Me la tienen agotada.


E: Sí... (Separándose para cambiarse)
M: ¿Te ayudo? (Mirándola con una ceja alzada)
E: No que entonces no salimos de aquí. (Medio sonriendo)
M: ¿Estás bien? Te noto...
E: ¿Cansada? (Mirándola un momento y poniendo morritos, Maca sonrió y se sentó en
el banco, al lado suyo)
M: Puede, no sé... (Acariciando su rodilla) ¿Seguro que solo es eso?
E: Sí... (No quería preocupar a Maca con sus paranoias, aunque la escena de ella y Azu
dormidas no dejaba de dar vueltas en su cabeza, empezándole a causar un ligero dolor
de cabeza en ella, se llevó la mano un momento frunciendo el ceño)
M: ¿Te duele? (Acariciando su mejilla)
E: Un poquito...
M: Vale, voy a buscarte algo mientras te cambias ¿Mhm? Vuelvo enseguida (Dejando
un breve beso en sus labios y saliendo de allí)
E: Genial... (Suspirando y empezando a cambiarse sin dejar de ver la misma escena
repetida una vez tras otra)

Maca volvió al rato y después de darle algo para el dolor de cabeza a Esther salieron del
hospital, hicieron su recorrido habitual hasta la moto de Maca, mientras la pediatra
sacaba los cascos Esther miraba hacia la estación de tren. La pediatra se dio cuenta
cuando le tendía su casco.

M: Ey ¿Qué pasa?
E: Nada, nada.. oye... me apetece irme en tren...
M: Vale, dejamos la moto aquí entonces. (Empezando a guardar los cascos)
E: No, Maca, déjalo, si en cuanto llegue me voy a echar a dormir, te aburrirás mucho,
nos vemos mañana ¿MHm?
M: ¿Piensas que voy a dejar que vuelvas a casa sola a estas horas? (Levantando las
cejas, Esther nego con la cabeza sonriendo)
E: Sé cuidarme ¿Sabes?
M: Ya, pero me gusta cuidarte yo... (Mirándola y poniéndole ojitos)
E: Vale, pero... solo llevarme ¿Eh?
M: Que poco aguante, ya te has cansado de mí (Bromeando)
E: No... (Cogiendo el casco y poniéndoselo)

La pediatra llevó a Esther a su casa, apagó el motor de la moto y se bajó, Esther la miró
y sonrió levemente, acarició su mejilla.

E: Venga, mañana nos vemos ¿Mhm? Hoy no tengo fuerzas para nada... (Maca la
miraba con cariño)
M: ¿Y si prometo portarme bien?
E: Tú nunca te portas bien (Bromeando y arrancándole una sonrisita a la pediatra)
M: Venga, que sí, seré buena ¿Mhm? (Tomándola de la cintura y besándola en un ligero
roce)
E: Maca...
M: Esther, se que te pasa algo más que estar cansada, sea lo que sea me lo puedes
contar, pero si aún no quieres, no pasa nada. Al menos déjame estar a tu lado ¿Mhm?
Solo dormir, de verdad... pero así... (Apretándola con delicadeza contra ella)... juntitas
¿Vale? (la enfermera la miró, le apetecía estar sola para pensar, pero también quería
tenerla cerca, no quería alejarse de ella, mucho menos con aquella mujer en el hospital)
E: Vale…esta bien... (Dándole un besito y entrando las dos en casa)

Estaban todos dormidos, así que fueron directas a la habitación y después de ponerse el
pijama, Maca uno prestado, se tumbaron en la cama de Esther, la pediatra rodeó a
Esther con sus brazos, acomodando su cabeza en el cuello de la enfermera.

M: Buenas noches...
E: Buenas noches... (Mientras acariciaba su pelo, poco a poco Maca se durmió mientras
Esther no dejaba de pensar en ella con Azu, suspiró e intentó dormir algo, mañana sería
otro día)

Maca sonrió al abrir los ojos y ver el rostro tranquilo de la enfermera a su lado, estaba
dormida, se quedó un rato observándola hasta que le entraron ganas de ir al baño. Al
salir se encontró con Susana, apoyada en la pared, esperando para el baño.

M: Buenos días... (Sonriendo)


S: Buenos días... Llegasteis tarde de la cena ¿Eh? (Riendo)
M: Buf... no hubo ni cena.
S: ¿No? Con la ilusión que le hacia a Esther...
M: ¿le hacia ilusión?
S: Claro... un mes del viaje a Jerez, fue importante para vosotras, quería celebrarlo...
¿Cómo que no cenasteis? Oh, pasasteis al postre ¿No? (Riendo)
M: No que va, mucho lío en el trabajo, Esther acabó agotada y vinimos a dormir... (La
puerta del baño se abrió y salió Encarna)
En: Vaya, hija, buenos días. Últimamente te veo mucho por aquí ¿Eh? No andarás
detrás de mi hijo ¿No? Que esta casado (Riendo)
M: ¿Yo? Que va, de su hijo no. (Mirando cómplice a Susana)
En: ¿Te quedas a desayunar?
M: Pues... (Mirándola como una niña pequeña)
En: Buf, demasiado tiempo pasa con mi niña, mírala, ya me pone caritas (Riendo)
Anda, que te prepararé un poco de café.
M: Gracias, Encarna. (Sonriendo con dulzura)
S: Anda, pasa tu primero, que como Esther se despierte y no te vea...

Maca le guiñó un ojo y se metió en el baño, salió al rato con la cara lavada y sonriente,
se metió en la habitación, Esther seguía durmiendo plácidamente, se había movido
colocándose dónde había estado Maca, con la cara unidad en su trozo de almohada.
Maca sonrió embobada y se tumbó a su lado, rodeándola con un brazo y dejando besos
por su brazo, su cuello, su mejilla, sus labios... Esther empezó a moverse y abrió los
ojos poco a poco, acostumbrándose a la luz, al ver a la pediatra sonrió.

E: Sigues aquí... (Abrazándola medio dormida)


M: ¿Dónde iba a ir? (Besando su cuello)
E: no sé... ¿No entras en un rato?
M: ¿tú no?
E: Pues no, ayer hice varias horas extras ¿Recuerdas? (Las imágenes volvían a su
cabeza)
M: Ya... siento lo de la cena... pero ¿Qué te parece esta noche?
E: No sé, Maca...
M: Ahí esta otra vez. (Mirándola preocupada)
E: ¿Ahí esta el que?
M: Esa mirada... ayer te la vi por primera vez, no me gusta... (En un susurro)
E: Yo... (Suspiró profundamente) vas a llegar tarde a trabajar.
M: Esther... (Mirándola seria) me da igual llegar tarde si tú tienes esa mirada. (Esther
sonrió y acarició su mejilla, Maca se recostó sobre ella) De echo... no pienso moverme
de aquí ¿Mhm? (Mirándola a escasos centímetros, Esther acarició con sus manos el
rostro de Maca) Y eso que tu madre me esta preparando el café. (Sonriente) Creo que
solo a mí... (Bromeando un poco para ver si conseguía algo de Esther, la enfermera se
limitaba a mirarla)
E: Estoy bien, desayuna y vete a trabajar. Nos vemos luego ¿Mhm? (Besándola)
M: Esther...
E: Maca, solo necesito... pensar. Dame tiempo ¿Eh?
M: Yo... (La miró y suspiró resignadamente) Esta bien. Pero... ¿Dime algo, eh? (Esther
sonrió y la besó lentamente, llenándose de sus labios)
E: tranquila...
M: Ya... voy a vestirme.

Le dio un beso y se separó de ella, algo preocupada por el comportamiento de Esther,


era la primera vez desde que habían comenzado con aquello que la enfermera se
mostraba así, y a la pediatra no le hacia mucha gracia, sobre todo cuando no sabía el
motivo. Cuando terminó de vestirse la miró, Esther había vuelto a dormirse, la pediatra
se acercó y dejo un beso en su frente, la miró unos instantes y suspirando salió de allí.

M: Buenos días, Teresa...


T: buenos días... vaya cara que me trae, hija.
M: Ya ve, días buenos y días malos. (Mientras firmaba ausente el registro) ¿Hay alguien
esperando?
T: pues no, todo esta tranquilo.
M: bien, voy a hacer la ronda, si hay algo, ya sabes. (Enseñándole el busca y
metiéndose dentro)

La pediatra fue a ponerse la bata y subió a su despacho, después de coger los historiales
de cada uno de sus pacientes empezó con la ronda, dejó a Luís para el ultimo, por si
Esther llegaba a tiempo. Iba con aquella sensación metida en el cuerpo, sin dejar de
pensar en Esther ¿Qué le pasaba? ¿Porqué estaba así?

A Maca le parecía que Esther se distanciaba un poco, y lo que le había dicho Susana no
mejoraba la situación. ¿Si tantas ganas tenía de la cena porque tanta insistencia por
pasar la noche sola? ¿le había sentado mal la presencia de Azucena? Negó con la
cabeza, eso no podía ser, ella le había dicho que no le importaba, debía ser otra cosas
¿pero el que? Sumida entre estos pensamientos terminó la ronda, consultó el reloj y vio
que aun quedaba una hora para que llegase Esther, eso si solo se tomaba las horas extras
del día anterior. Su busca empezó a sonar, recepción, bajo rápidamente pero no se
trataba de ningún paciente.

Verónica: Buenas, hermanita. (Sonriente)


M: ey... Hola. (Dándole un par de besos) ¿Te encuentras bien?
Verónica: Perfectamente. (Sonriendo) ¿Hace un café?
M: claro, vamos... (Las dos se fueron a cafetería, sentándose en una de las mesas) ¿Y a
que se debe la vista? (Sonriendo)
Verónica: nada, me apetecía veros ¿Dónde anda Esther?
M: Pues... en su casa. Entra más tarde.
Verónica: Bueno, vale. Al grano (Mirándola curiosa) ¿Qué tal la cena de ayer? (Maca
se echó a reír)
M: Que cotila que llegas a ser.
Verónica: es que aun no he bajado la guardia. (Riendo) Venga... cuéntamelo anda.
(Poniéndole morritos)
M: pues no hubo cena.
Verónica: ¿No? (Con las cejas alzadas) ¿Y eso? Pobre Esther...
M: ¿Cómo que pobre Esther? (La miró y suspiró ) Todo el mundo lo sabía menos yo
¿no?
Verónica: Es que eres algo cortita... (Bromeando y riendo)
M: Vaya, gracias. (Sacándole la lengua) Es que estuvimos liadas con pacientes y eso,
ella tubo que operar y yo... bueno, estuve por aquí.
Verónica: Que mal suena eso, estuve por aquí... (Imitándola y riendo) Haberme
llamado y te entretenía hasta la salida de Esther.
M: No si estuve durmiendo casi todo el rato... (Dando un sorbo al café)
Verónica: ¿Qué escondes? (Ladeando la cabeza y mirándola con los ojos cerrados,
Maca se echó a reír)
M: Anda que, ¿Ibas de detective y te quedaste en relaciones publicas?
Verónica: graciosa, mucho. Pero... ¿Acerté?
M: Bueno... más o menos... no lo escondo, solo que te vas a mosquear.
Verónica: ¿En serio? Suéltalo.
M: Tengo a Luisito como paciente.
Verónica: ¿Luisito? Genial, felicidades. (Tan tranquila) ¿No será uno de mis ex?
(Pensando, de que le sonaba el nombre) ¡Oh, ya! El gótico ¿es el gótico?
M: no, es un niño pequeño.
Verónica: uy, pues no va a ser ex mío eh. (Riendo avergonzada)
M: El hijo de Azu (Vero escupió el café que había bebido sobre su hermana)
Verónica: lo siento, lo siento. (Limpiándola con una servilleta) ¿el hijo de esa?
M: trae anda. (Quitándole la servilleta y terminando de limpiarse) Sí, el hijo de Azu.
Verónica: Y ella.. ¿Esta aquí?
M: pues si, es lo que suelen hacer las madres.
Verónica: Ya... (Escéptica) ¿no será por eso por lo que no cenasteis, no? Porque Esther
se habrá pillado un rebote...
M: No, no es por eso, y no esta rebotada. (Miró a su hermana un momento) Lo que si
esta es algo rarita.
Verónica: ¿rarita? Bueno, la chica tiene sus cosas, es algo pato, ya lo sabemos, y
vergonzosa... nerviosa... pero ¿Rarita?
M: sí, no sé, la noté un poco distante... no sé, serán tonterías mías.
Verónica: ¿Te preocupa?
M: pues... sí, un poco, es la primera vez que siento... bueno, déjalo.
Verónica: Venga, hermanita, suéltalo... (Sonriendo con cariño)
M: como si la fuera a... (Miró a su hermana y suspiró) Déjalo, anda, es una tontería. (Su
busca empezó a sonar de nuevo) Vaya, tengo que irme ¿Nos vemos?
Verónica: claro, venga...

Vero se quedó un rato en la mesa mientras Maca entraba a boxes con un crío de un
accidente, Javier le hizo algo de compañía y un buen rato después se iba a marchar
cuando se cruzó con Esther, la enfermera entraba a una sala, los vestuarios, Vero ni se lo
pensó y se coló dentro.

Verónica: Buenos días, pato. (Bromeando, Esther la miró y se echo a reír)


E: ¿A ti no te han dicho que aquí no puedes estar
Verónica: pues... No, pero tampoco cambiaría mucho la cosa. (Riendo y sentándose en
el banco) Ya me ha contado mi hermana que no cenasteis ¿Eh? Vaya palo ¿No?
E: sí, bueno... estaba cansada.
Verónica: Ya, también me ha dicho lo de Azu (Observando con atención a la enfermera)
E: Ya... (Mientras se quitaba la camiseta para ponerse el uniforme) El niño esta malo.
Verónica: Claro... y mi hermana lo esta atendiendo... ¿muy bien?
E: Bueno, como a todos.
Verónica: Ajá... (Asintiendo y mirándola con las cejas levantadas)
E: Vale.. (Sonriendo y sentándose a su lado) Tu hermana le tiene cariño al pequeño,
supongo, ayer se quedó en su habitación mientras yo operaba y... bueno, es por el niño.
Verónica: ¿Y tu te lo crees o quieres que me lo crea yo? (La enfermera la miró y
suspiró lentamente)
E: ¿La verdad?
Verónica: Pues claro.
E: no sé, cuando terminé subí y... bueno, estaban dormidas en el sofá... abrazadas... y...
no sé... supongo que no me hizo mucha gracia...
Verónica: ¿Mucha gracia? ¿Mucha gracia de... voy a sacarla de este hospital
arrastrándola por los pelos o mucha gracia de... será que no hay sofás en el hospital pero
bueno? (tras pensarlo un segundo)
E: De la de los pelos... sí. (Ambas rieron) Pero no le digas nada a Maca, no sabe que la
vi.
Verónica: ¿Porque no se lo has dicho?
E: pues porque yo tengo tendencia a montarme películas, y no quiero que Maca las vea,
además seguro que tiene una explicación lógica. Sí... la hay... hay una para porque
estaban dormidas... abrazadas... Maca rodeando a Azu... esa con una cara de felicidad
que para que... si... la hay...
Verónica: Vale, me estas empezando a asustar... (Bromeando) La única que la tiene es
Maca, así que si quieres saber el final de la peli... tendrás que hablar con ella.
E: Ya... claro... para que me de un ataque de celos delante suyo y me mande a la mierda.
Verónica: Esther... después de la cantidad de cosas que has hecho, destrozar su moto,
tirarte encima de nuestro padre, y otras mil más... ¿De verdad crees que le molestará que
te pongas un poco celosa?
E: Pues... no, pero... no sé... si debería hacerlo pero... ¿Sabes? También quiero ver si
Azu... bueno, si Maca siente algo aún por... no me quedaré tranquila.
Verónica: Creo que mi hermana te ha demostrado muchas veces lo que siente, ese algo
que decís vosotras, pero si quieres arriesgarte.
E: ¿Crees que me arriesgo? Crees que... ¿Aún siente algo?
Verónica: Yo no lo creo, pero no soy muy objetiva con lo que a esa tipa se refiere. Pero
mi hermana te adora...
E: Ya, hablaré con ella...

Un rato después Maca se acercaba a rotonda para ver si Esther ya había entrado, Teresa
le contestó que sí, que había subido hacia nada a pediatría, Maca la encontró en la
puerta de su despacho, sonrió dulcemente y al pararse a su lado acarició su mano, abrió
la puerta y entraron.

M: Buenos días... (Abrazándola y besándola en el cuello)


E: Buenos días... ¿Ya has hecho la ronda?
M: Sí. (Dándole un corto beso en los labios) ¿Hace mucho que has llegado?
E: pues, no, muy poco, he estado un rato con la loca de tu hermana, que dice que este
fin de semana nos vayamos todos de fiesta.
M: Vale. Aún no he pasado por donde Luís, ¿Me preparas lo de la punción y vamos?
E: Claro... (Acariciando su brazo)
M: ¿Aún estás así?
E: Pesada... (Dándole un beso) Lo preparo y te aviso. (El móvil de Maca sonó)
M: un mensaje.. de Vero Ya se le ha olvidado algo. (Sonriendo, soltó a Esther para leer
el mensaje, lo leyó el mensaje y cuando iba a mirar a Esther se abrió la puerta del
despacho, Laura, una de las enfermeras, se asomó)
La: Maca que ha llegado el padre de Luisito, pregunta por la habitación ¿Qué hago?
M: pues... ¿decirle donde esta? Por ejemplo...
La: Oh, claro.. (Cerró y se fue)
E: Ey, ¿Por qué le has contestado así?
M: Por... ¿Has dicho que había hablado con mi hermana?
E: sí... por... ¿Qué dice el mensaje?
M: Pues.. nada, nada. ¿Me preparas eso, cariño? (Acariciando su espalda)
E: claro... te veo en nada. (Marchándose)

Maca volvió a leer el mensaje de Vero: “Hermanita, a ver con quien te duermes tu ¿eh?
Que solo te dejo con mi enfermera favorita. Habla con ella, tonta”. La pediatra suspiró,
eso significaba que Esther las había visto y por eso la notaba rara, genial, por un
momento le molestó que Esther no le hubiera dicho nada, ella se lo contaba todo,
precisamente para evitar enfadarse por tonterías, luego de la molestia pasó al miedo,
Esther se había distanciado de aquello, y le había dicho que tenía que pensar ¿Pensar
que? ¿Tenía dudas? La sensación de perderla se hizo algo más grande, porque lo que
llevaba sintiendo desde que vio aquella mirada en Esther era eso, miedo a perderla.

Mientras tanto Esther se dirigía a la habitación de Luís para preparar todo el material,
entre el carrito todo no se acordó de tocar a la puerta y al abrirla vio a Azu en brazos de
un hombre, comiéndole literalmente la boca, el niño seguía durmiendo.

E: perdón, tengo que prepara esto. (Tosiendo y mirando aún sorprendida a Azu)
Paco: Claro, pase, pase. Soy Paco, el padre de Luís y marido de Azu.
E: Mari... oh. Vale, encantada (Estrechando su mano mientras su cabeza iba a mil por
hora) Bueno, yo voy preparando esto ¿Vale?
Paco: Por supuesto.. (Volvió a abrazarse a su mujer, pero Azu lo esquivó sentándose en
el sofá ) Cariño, ¿Por qué no me dijiste lo de la prueba? Vaya susto me he llevado.
Az: No quería preocuparte...
Paco: Pero, cariño, es nuestro pequeño. Menos mal que nos volvimos aquí...
Az: Sí... ¿Sabes si Maca va a tardar mucho?
E: Pues... (Piensa, piensa... ¡Ya está!) está operando, tardará bastante, pero yo lo dejo
todo preparado y ya os avisemos cuando pueda venir.
Az: Vale...
Paco: ¿Maca? ¿Tú amiga Maca?
Az: sí, es pediatra aquí...
Paco: vaya, no me habías dicho que estaba en Madrid.
Az: Se me pasó.. (Esther estaba pendiente de la conversación que tenían, terminó de
prepáralo todo)
E: Bueno, esto ya está. Os llamaremos antes de venir, pero si hay algún problema, ya
sabéis (Señalando el botón)
Paco: Vale, gracias. (La enfermera salió pitando a buscar a Maca) Ya verás como se
pone bien... (Al ver que su mujer estaba seria) Anda... (Abrazándola y comenzando a
besarla) Te he echado de menos esta noche... (Empezando a acariciar con una mano sus
pechos mientras con la otra besaba su cuello)

Esther encontró a Maca todavía en su despacho, entro como el rayo y tomando su mano
la sacó de allí, dando grandes zancadas para llevarla a la habitación.

M: Esther... ¿Qué haces? Quiero hablar contigo.


E: Luego...
M: No, en serio, es importante...
E: Cariño, luego... (Se paró unos metros antes y la miró a los ojos) ¿Sientes algo por
esa? (Maca suspiró y sonrió levemente)
M: de eso quería hablarte ¿Por qué no vamos a mi despacho? Allí hablamos tranquilas...
E: Solo dime que no sientes nada por ella. (Suplicante) Que si vieras algo de ella que no
te gustase... no te afectaría.
M: Esther... vamos a mi despacho ¿Mhm?
E: Maca, por favor. Dímelo.
M: ¿En serio crees que siento algo por ella?
E: Estoy segura que sientes algo por mí, la cosa es... si aún sientes algo por ella, lo que
sea.
M: No. (Seria)
E: ¿no?
M: No.
E: Maca, te ha estado engañando todo este tiempo. (La pediatra la miraba seria) No dejó
a su marido.
M: Esther, ya te he dicho que no siento nada por ella, no hace falta que..
E: ¿crees que te mentiría? (Maca frunció el ceño y agachó la cabeza)
M: no, mentirme no... ocultarme cosas... (Mirándola)
E: Tu hermana se ha ido de la boca, esta bien, luego te lo cuento. Pero hora quiero que
lo veas...
M: Esta bien... enséñame lo que sea... (Esther acarició un momento su mejilla y se
acercó a la habitación de Luís, abrió la puerta de golpe, sorprendiendo a Paco y Azu que
estaban en el sofá besándose y medio desnudos, Maca miró a Azu sorprendida por lo
que veían sus ojos)

Esther miraba a Maca, la pediatra no apartaba la vista de Azu, la enfermera empezó a


pensar que tal vez la había cagado, que tal vez ver aquello despertaba algo en Maca, sin
poderlo evitar sus ojo se empañaban, y sus manos se apretaron, la enfermera no
recordaba que en una de ellas sostenía la de Maca.

La pediatra no podía creer lo que veía, Azu la había mentido, pero no solo eso, la había
hecho sentirse culpable por haberla dejado, se había sentido tan mal cuando lo hizo,
viendo sus lagrimas, y ahora se daba cuenta que aquellas lagrimas eran falsas, como
todo, todo lo que habían hecho juntas era falso. Notó como le apretaban la mano y miró
a su lado, Esther estaba triste.

Paco: lo siento, es que... ya se sabe... pasamos una noche separados y... (Riendo ajeno a
todo) ¿Tú eres Maca?
M: s... sí... (Mirándole) Enseguida volvemos, (La pediatra se fue cogiendo a Esther y
arrastrándola hasta su despacho, Azu las siguió)
Az: Maca, espera... yo...
M: Ahora no. (Cerrándole la puerta en las narices y mirando a Esther)
M y E: ¿Estás bien? (La enfermera suspiró)
E: tu primero...
M: sí, enfadada con ella, pero bien. ¿Tú?
E: Asustada...
M: no estés asustada... (Abrazándola y acariciando su pelo) No tienes motivos... gracias
por... terminar de abrirme los ojos...
E: No, yo, debería de haberlo hecho de otra forma, pero... yo... no quería que ella
volviese a... atraparte.
M: No iba a dejarme atrapar aunque no supiera lo que sé ahora (Mirando a Esther y
cogiendo su rostro entre sus manos) No cambia nada entre tú y yo ¿Mhm? (La
enfermera se abrazó con fuerza a Maca mientras dejaba que sus lagrimas cayeran)
Venga, Esther... no llores... por favor...
E: Vale... (Besando el cuello de Maca)
M: Prefiero que hagas eso... (Bromeando para intentar calmarla)
E: tonta... (Entre sollozos y risas)
M: Bueno, venga, ¿Aviso a otra enfermera?
E: no, no. Yo contigo ¿Eh?
M: Claro que sí, mi niña. (Dándole un beso) Venga, tenemos un paciente al que atender
¿Eh?
E: sí... (Salieron del despacho una vez Esther se había calmado, Azu la esperaba fuera)
Az: Maca, quiero hablar contigo, puedo explicártelo, no es lo que piensas, yo...
M: Azu, no quiero saber nada. Atenderé a tu hijo. Como a cualquier otro paciente. Pero
no quiero que me dirijas la palabra para nada que no sea él. ¿Entendido?
Az: Maca, pero.. tú y yo...
M: Ya no cuela, Azu, ahora ya sé lo buena actriz que puedes llegar a ser, olvídate de
tener algo conmigo, ni una amistad siquiera, una vez tu hijo se recupere... No quiero
volver a verte más. (Muy seria se fue hacia la habitación seguida de Esther, dejando a
Azu maldiciendo al darse cuenta que ya no volvería a tener ninguna oportunidad de
conquistar a Maca)
M: bueno... (Entrando en la habitación) ¿Su mujer le ha dicho lo que vamos a hacerle a
Luís?
Paco: sí, más o menos, por encima, yo de esas cosas no entiendo, hagan lo que tengan
que hacer. Y llámame Paco, siendo amiga de Azu.
M: No somos amigas, y yo de usted la vigilaría de cerca, pero eso ya no es asunto mío.
(Miró a Esther) ¿Empezamos?
E: Claro. (Sonriendo y acercándose al niño)

Terminaron de hacerle la punción y Esther llevó la muestra a laboratorio como urgente,


Maca le explicó a Paco lo que pasaría después, contando con todas las posibilidades y se
fue a cafetería a descansar un rato. Se odiaba a si misma por haberse dejado engañar por
aquella mujer, pero todo aquel odio hacia sí se borraba al pensar en Esther, si ella seguía
a su lado, es que no era tan tonta, Esther podía tener a cualquiera, pero estaba con ella.
E: ¿Se puede? (Sonriendo y sentándose a su lado) Ya lo he llevado, han dicho que se
meterán caña y que en dos horas lo sabremos.
M: Bien... (Cogiendo la mano de Esther y acariciándola entre las suyas) Gracias, cariño.
E: Gracias a ti. Por un momento pensé que... buf...
M: Pues anda que yo... con la mirada que me traías ayer...
E: ¿en serio? Pero si te dije...
M: sí claro, ya me puedes decir misa, que si yo veo en tus ojos que no es cierto...
E: Vaya par de tontas ¿Eh?
M: tal para cual... (Riendo)
E: Sí...
M: Cariño, ya que anoche no salimos... ¿Te apetece hoy?
E: sí. (Sonriendo de oreja a oreja) Mucho.
M: ¿tanto como ayer?
E: Tu hermana es una bocazas ¿eh? (Riendo a carcajadas)
M: y Susana también. Pero a mí ya me va bien, a veces me cuesta un poco darme
cuenta, otras las pillo al vuelo.
E: Más que ayer. (Dándole un beso a su mano un momento y levantándose) Voy a
trabajar un poco ¿eh? Me avisas cuando...
M: no te fías aún... (Bromeando)
E: Si que me fío, pero de esa no... (Sacándole la lengua y marchándose feliz de que
Maca siguiera mirándola como aquel ultimo mes, como siempre)

Unas horas después ya tenía los resultados, el niño tenía meningitis pero la habían
pillado muy a tiempo, así que acompañada de Esther, subió a comunicárselo a los
padres, diciéndoles que el niño aún tendría que quedarse unos días para ver si los
antibióticos le hacían efecto. Después de eso cada una fue a trabajar por su lado,
mientras esperaba que llegase el fin del turno para ir a cenar a algún sitio.

A las nueve de la noche Maca colgó su bata en la sala de médicos, por aquel día ya
había tenido bastante, lo único que le apetecía era disfrutar de la compañía de Esther, en
teoría le quedaba una hora más, pero Salinas había llegado antes y ella se había
aprovechado para ir a comprar un par de cosas. Envió un mensaje a Esther para que la
esperase en la salida a las diez.

La enfermera mientras tanto seguía trabajando, cuando se acercaban las diez, empezó a
escaquearse, para que no le ocurriese lo del día anterior. Cuando dieron las diez se
colaba rápidamente en el vestuario para cambiarse, miró el móvil y leyó el mensaje de
Maca, se cambió rápidamente y salió a la calle, la pediatra la esperaba sobre la moto,
con el casco quitado.

E: Hola... (Acariciando su hombro mientras cogía el casco)


M: hola... ¿Hoy no haces horas extras? (Divertida)
E: pues va a ser que no. (Sacándole la lengua) ¿Cómo que has salido antes?
M: Mira... me aburría en el trabajo y he dicho... ¡Vamos a hacer campana!
E: Tonta... (Dándole una palmada en el brazo) ¿Qué me has preparado ya?
M: ¿Por qué supones que te he preparado algo?
E: Pues... no sé... (Riendo)
M: Anda, sube... (Dando una palmada detrás suyo mientras encendía el motor)
E: Vale... (Subió y pasó sus brazos por las caderas de Maca, abrazándola y pegándose a
ella)

La pediatra se metió en el tráfico de Madrid, para dejarlo atrás minutos después,


metiéndose por una pequeña carretera que llevaba la sierra, Esther miraba alrededor
pensando en que gran sorpresa le habría preparado Maca, de vez en cuando acariciaba la
cadera de Maca provocándole una sonrisa que no podía ver. Un poco más tarde la moto
se metió en un pequeño camino de tierra, entre los árboles, parándose en una explanada
que daba a un acantilado. Maca paró el motor y Esther y ella se bajaron.

E: ¿Vamos a cenar aquí? (Quitándose el casco)


M: sí. (Quitándoselo ella y abriendo la maleta de atrás de la moto) Esta todo
preparado... (Sacó una pequeña cesta y una manta doblada) ¿Me aguantas esto un
momento? (Enseñándole la cesta, Esther la cogió mientras miraba alrededor)

La pediatra se acercó al borde del acantilado con la manta, colocándola a un metro de


este, hizo señas a Esther para que se acercara, al hacerlo, la enfermera distinguió las
luces de Madrid al pie del acantilado, parpadeando como las estrellas del cielo,
queriéndoles hacer la competencia sin llegar a lograrlo. Esther sonrió y dejó la cesta a
un lado, Maca empezó a sacar las cosas que había llevado mientras Esther seguía
mirando el paisaje.

M: ¿Te gusta?
E: Es precioso, Maca... (Sentándose y ayudándola con las cosas)
M: Bueno, no había mucho donde elegir... (Sacando unos sándwich, una botella de
champán y una vela) Pero algo es algo ¿No? (Esther rió)
E: Es la primera vez que no preparas algo... ¿O aún debo esperar una sorpresa?
M: Pues... ¿Cenamos? (Acercándole un sándwich)
E: Claro... (Cogiéndolo mientras Maca servía el champán en dos copas de plástico)
M: ¿Quieres?
E: Mhmhm... sí. (Tomando la copa y dando un sorbo) Esta bueno...
M: Mujer, no he preparado nada, pero tampoco era cosa de traer cosas malas (Riendo)
E: Tonta... ¿Qué día más raro, eh?
M: Dímelo a mí.
E: Aunque... ha ido bien ¿No? (Mirándola con dulzura)
M: Ya te he dicho que no ha cambiado nada, lo único que cambió algo fue tu mirada
anoche.
E: ¿Y que ha cambiado?
M: Pues... nuestro algo. O mi forma de ver nuestro algo...
E: ¿Qué le pasa?
M: Nada... Que me encanta. (Acercando su cuerpo al de ella, sentándose a su lado y
atrapando sus labios)
E: Mhmhm... a mí me encanta esto.
M: ¿Sí? ¿Aunque no haya preparado nada grande?
E: bueno... eso es... raro... pero me gusta esto. (Apoyando la cabeza en el hombro de la
pediatra y mirando hacia la ciudad)
M: ¿Sabes? Pensé en hacer algo grande... pensé en recogerte en limusina. En llevarte a
un gran restaurante, con esos camareros que no se separan de la mesa, esa gente vestida
elegantemente y cargada de lujosas joyas. En contratar a unos músicos para que tocasen
mientras cenábamos. En llevarte a un gran baile, como el de mi padre. En regalarte una
joya y mil rosas. En vestirme de seda sólo para que tú disfrutases desvistiéndome.
(Esther sonreía)
E: ¿Y porque no hemos hecho todo eso? No es que me queje ¿eh? (Mirándola un
momento y sonriendo con sus ojos)
M: Porque hoy, me he dado cuenta de algo muy importante para mí.
E: ¿Ah, sí?
M: Sí... no quiero recogerte en limusina, no quiero llevarte a sitios caros y llenos de
lujo, no quiero música mientras estoy contigo, no quiero grandes bailes, no quiero
regalarte una joya ni mil flores, no quiero vestirme con las mejores galas...
E: ¿Qué es lo que quieres?
M: Quiero tenerte así, tu y yo... que no haya más brillo que tú... Acompañada tal vez de
las estrellas... quiero cenar sin nadie alrededor... quiero que la música que suene sea
esta... (Acariciando el pecho de Esther con una de sus manos, sobre el corazón) Quiero
regalarte mi corazón... quiero vestirme de ti... Quiero estar contigo. (A su oído, en un
susurro apagado cargado de emoción) Todo lo de más... no es especial... ni romántico...
ni nada... lo único que lo hace especial, romántico y algo... eres tú... (La enfermera la
miraba atontada, cuando reaccionó fue para atrapar los labios de Maca entre los suyos,
acariciándolos con su lengua, en un dulce beso, queriéndole decir todo lo que le había
hecho sentir con sus palabras, al separarse miró a Maca, con toda la felicidad del mundo
contenida en sus ojos, Maca suspiró y acarició su mejilla)
E: Estás tontita ¿Eh? (Sacándole la lengua)
M: Tú si que estás tontadita con esas miraditas... (Imitándola)

Terminaron de cenar entre miradas y sonrisas, cautivadas la una por la otra, en aquel
acantilado, con las luces de Madrid a sus pies y las estrellas en el cielo como únicos
testigos. Se quedaron un rato observando el paisaje, hasta que Maca decidió
concentrarse en algo muchísimo más bello que todo aquello. Al cabo de un rato Esther
la miró.
E: te vas a cansar de mirarme tanto...
M: Pues... no ¿Eh? Aún puedo aguantar más... (Pasando un brazo por encima de sus
hombros y estrechándola contra ella) Pero si te molesta... (Dejando un beso en su
cabeza)
E: Mhmhm... No... (Mirándola y besándola suavemente)
M: ¿Bailas conmigo?
E: No ha y música (Riendo)
M: ¿Quién dice eso? (Acariciando con su mano el pecho de Estehr)
E: Oh, claro... (Sonriendo y besándola de nuevo)
M: Ven... (Se levantó y le tendió la mano a Esther, la enfermera sonrió y la tomó
levantándose)

La pediatra sonreía mientras atraía a Esther hacia sí con sus brazos, acariciando su
espalda y suspirando en su cuello, Esther por su parte deleitaba el cuello de Maca con
mil caricias y besos, las dos se balanceaban levemente, al ritmo de una música
inexistente, en una pista de baile inexistente.

Poco a poco sus labios fueron uniéndose, cada vez buscándose más, cada vez
alargándolos más, mientras sus manos recorrían sus cuerpos, en medio de uno de esos
besos Esther se separó con la respiración entrecortada, faltándole el aire, mantuvo su
frente unida a la de Maca, mientras recuperaba un poco el ritmo.

E: ¿En tu casa o en la mía? (En un susurro, ambas se miraron y se echaron a reír


cómplices, recogieron rápidamente aquello y subieron a la moto)

NOTA DE LA AUTORA: Bueno... os explicaré la idea que tenía cuando empecé este
fic, porque vosotras sois la gran parte de este, así que, me gustaría saber vuestra
opinión. Al empezarlo pensé en una historia larga, quería remarcar algunas etapas de sus
vidas. Esta ha sido la primera. Tranquilas que tampoco tenía pensado que fuesen
muchas. Y al final de cada parte, dejar un trozo para que veáis más o menos como les va
actualmente. Que es el que hay más abajo. Mientras pensaba en como enfocar la
siguiente etapa (si queréis que haya siguiente) me voy de vacaciones a la playa (en tres
días) y al volver seguimos con esta historia.

Si la idea no convence, ignorad el siguiente trozo, mientras este en la playa estoy segura
que se me ocurre alguna idea nueva Vosotras decidís... a vuestros pies
En la actualidad...

Despierta en su cama, o eso cree, abre los ojos lentamente, ha sido una noche muy larga,
mira alrededor buscando a Esther, no hay rastro de ella. Su vista esta cansada, suspira y
se medio incorpora en la cama, mira una vez más alrededor, esta vez con algo más de
nitidez y contempla su casa. Tan diferente. Cae en la cuenta de que solo estaba soñando,
soñando con el pasado, rememorándolo una vez más en su cabeza.

Mira el reloj de la mesilla, las ocho de la mañana, suspira una vez más antes de arrastra
su cuerpo hasta el filo de la cama, apoya los pies en el suelo y se levanta con esfuerzo.
Las noches sin dormir aún le pesan. Mira su rostro en el espejo, no tan joven como en
sus recuerdos de aquella noche, pero no esta nada mal para una mujer de cincuenta y
cinco años.

Escucha ruidos de pasos en el pasillo, alguien corriendo, siente como se agarran a la


maneta de la puerta y el crujido de esta al abrirse, un niño de tres años se asoma
sonriente, al verla despierta, se abalanza sobre ella abrazándola.

Niño: ¡Papa! ¡La abuela ya esta despierta!

Un hombre de unos veinte años se asoma a la puerta, sonríe a su madre y se acerca a


ellos.

Hombre: Buenos días, mama ¿Qué tal has pasado la noche? (La mujer no responde,
tose un poco y mira a la mesita, buscando un vaso de agua, toma un sorbo)
Niño: Papa ¿La abuelita Maca esta malita?
Hombre: No, hijo, no. Solo cansada. Ve con mama anda, que en nada vamos al hospital
¿Eh?
Niño: Sí, papa. (Abraza una vez más a Maca y le da un beso en la mejilla)
M: Anda, creo que tengo cereales de esos que te gustan en la despensa.
Niño: ¿De los de chocolate?
M: Sí, corre. (Sonriendo por primera vez en la mañana y dándole un golpecito en el
trasero mientras el niño sale disparado)
Hombre: ¿Cómo estás mama?
M: Mejor, algo más descansada. (Mira a su hijo, su pequeño, ha crecido mucho, tanto
como su hija, que en poco tiempo cumplirá nada más y nada menos que dieciocho
añitos)
Hombre: Ve vistiéndote ¿Vale?
M: Sí, hay que ir al hospital.
Hombre: Sí, mama. (Le da un beso en la mejilla y se levanta, deja a su madre sola)

Maca vuelve a mirarse al espejo, suspira y cierra los ojos, recuerda una vez más aquel
día que la conoció, nunca lo ha dicho, pero Esther, fue el amor de su vida. Sonríe a su
reflejo en el espejo, dándose ánimos y empieza a vestirse. Una vez más, como en esos
últimos días, le toca ir al hospital, a sentarse al lado de aquella cama, hacerle compañía
y esperar.

¿Continuará?
Esther deambulaba por el hospital, no tenía apenas trabajo, era uno de aquellos días
tranquilos, y raros por ello, en la capital. Aparte de un montón de informes y de los
turnos de las enfermeras que debía organizar, que había abandonado harta de ellos, no
tenía nada que hacer. Iba con las manos en los bolsillos del uniforme, andando
tranquilamente, de vez en cuando se paraba a hablar con alguien, aunque la mayor parte
del tiempo lo pasaba metida en sus pensamientos.

Maca llevaba casi un año en el hospital (diez meses y medio exactamente, ¿Pero quien
lo contaba?), y parecía estar a gusto allí, tanto como ella desde que la pediatra había
aparecido en su vida. Apenas había cambios en el hospital, al menos nada trascendental,
y en lo personal... en lo personal ya era otra historia. Todo había ido bien durante un
tiempo, los primeros meses habían estado llenos de sorpresas y buenos momentos, y se
habían mantenido, seguían juntas y esa pequeña costumbre de ver quien sorprendía a
quien seguía intacta, como su definición de lo que tenían, pero aquello, fuera lo que
fuese, había empezado a zozobrar hacia un par de meses, nada importante, algo de
distanciamiento por no querer lo mismo, o quererlo pero no al mismo tiempo, Esther
aún no estaba preparada, la enfermera era consciente de ello, y hasta no estar segura no
quería arriesgarse. Pero cuando el distanciamiento se hizo palpable fue una semana
atrás. La enfermera suspiró mientras entraba en la cafetería. Al mirar alrededor la vio
sentada con Javier, en una de las mesas, se cogió un zumo y se acercó a ellos.

E: Hola ¿Puedo? (Señalando la silla que había entre Javier y Maca)


J: Claro, comentábamos un caso de Maca, parece que tiene un niño al que maltratan...
(Javier captó la mirada de las chicas, más bien la de Esther, Maca parecía muy
concentrada en lo que leía, la enfermera no perdía detalle de los gestos de Maca) Esto...
voy a ver si me necesitan, nos vemos luego pareja.
E: ¿No me has pedido ninguna enfermera, es un caso viejo?
M: no...
E: ¿de esta mañana?
M: Esther... (Levantando un instante la mirada del informe)
E: Vale, lo siento, tengo trabajo, (la enfermera empezó a levantarse pero Maca cogió su
mano rápidamente)
M: lo siento, es que estoy intentando concentrarme, pero pienso mejor contigo cerca
¿Mhm? (Con una media sonrisa dibujada en su rostro)
E: Claro...

La enfermera estuvo observando como Maca fruncía el ceño al leer algo en el informe,
o negaba con la cabeza en movimientos leves, pero su mente la abandonó en algún
momento viajando una semana atrás.

Una semana antes...

Se despertó en su cama, en la casa de su madre, sentía una suave piel, un brazo,


rodeándola en un gesto cariñoso, por su cintura, su perfume impregnando las sabanas.
Notaba una respiración en su nuca, tranquila, cálida, acompasada. Suspiró sonriente,
llenándose de aquel momento, en aquél despertar, se movió ligeramente, intentando no
romper aquél suave abrazo, para poder mirarla a la cara, Maca tenía los ojos cerrados, y
una leve sonrisita en su rostro, parecía un ángel, pero si la dejaba dormir se retrasaría.

E: Maca... (Dejando un pequeño beso en su frente) Maca... (Esta vez besando su


mejilla, la pediatra no hacia le más leve movimiento) cariño... (Acariciando sus labios
con los de ella, notó como estos se movían, buscándola y un leve gemido)
M: Mhmhm... (Esther se separó sonriente) Buenos días... (Con voz ronca)
E: buenos días... (Dándole otro beso) Sabes que me encanta que te despiertes en mi
cama, pero... vas a llegar tarde...
M: cinco minutitos más.. (Achuchándola y besándola)
E: Maca, anda... (Dándole un empujoncito)
M: no. (Escondió la cara en la almohada, intentando buscar algún rastro de noche en
ella)
E: Anda, niña... (Riendo y empujándola de nuevo)
M: ¿Y si te convenzo? (Saliendo de su escondite y mirándola traviesa)
E: ¿Cómo crees que va s convencerme, eh? (Muy segura)
M: Utilizando mis armas de mujer.. (Acercándose lentamente y susurrando con aquella
voz que estremecía hasta la última fibra su cuerpo)
E: yo también tengo de esas... (Pasando su dedo índice por el hombro de Maca y
descendiendo entre sus pechos, para detenerse justo por debajo de su ombligo)
M: Mhmhm... pues nada, ¿Hacemos la guerra? (Insinuante)
E: Como quieras... (Cogiendo de repente la almohada y golpeando a la pediatra en el
trasero)
M: ¡Pero bueno! (Fingió estar molesta) Yo prefería mi guerra... te iba a gustar...
E: yo no estaría tan segura ¿eh? (Bromeando mientras se sentaba sobre el abdomen de
Maca, a horcajadas)
M: bueno, creo que después de tantos meses.. puedo estarlo ¿No?
E: no te creas... las he visto mejores...
M: ¿ah, sí? Pues nada, tendré que dosificarme para que lo aprecies más... (Siguiéndole
el juego)
E: Ni se te ocurra... (Mordiendo el labio inferior de Maca para después atraparlo entre
los suyos)
M: Mhmhm... así que.. aún estás interesada ¿Mhm? (Atrapó las muñecas de Esther con
una mano mientras con la otra empezaba a desabrochar su pijama, botón a botón)... mira
que por un momento... (Terminando de desabrocharse el pijama, pero sin apartar la tela,
que cubría sus pechos y los lados de su torso)... pensé que ya no te gustaba... (La
enfermera intentaba liberar sus muñecas, para poder apartar aquella tela y ver el cuerpo
de Maca)... ves... hasta te quieres escapar...
E: En escaparme estaba pensando yo... (Mordiéndose el labio)

En un gesto rápido colocó sus muñecas por encima de la cabeza de la pediatra, que o
esperaba el gesto, o simplemente la dejó hacer, Esther tenía a breves centímetros la piel
de Maca, así que con sus labios comenzó a dejar besos, acercándose a la tela y
apartándola con sus labios, dejando al descubierto el torso de Maca.

M: Mhmhm... pues parece que no quieres escaparte...


E: ¿En serio? (Descendiendo sus besos por su ombligo, mientras hacia breves
movimientos con sus caderas, colocándose en los muslos de la pediatra para poder
maniobrar mejor) Mira que puede ser una técnica de distracción...
M: Ya... pues.. tu distráeme a tu gusto... me dejaré...

Unos golpes en la puerta las sobresaltaron, mirando hacia ella, como si así evitarán que
se abriese, pero la puerta no se movió, al otro lado se escuchó una voz.

En: ¡Llegáis tarde! ¡A desayunar! (A grito pelado)


E: ¡Vamos!
M: joder... (En un suspiro frustrado)
En: ¡Venga, marmotillas!
E: ¡Ya! (Riendo y levantándose) Voy a ducharme (A Maca)

Maca suspiró, aquel era uno de los motivos por el que hacia un par de meses le había
dejado caer a Esther lo de irse a vivir juntas, varias veces, pero la enfermera siempre se
había escabullido hábilmente.

En: ¡Maca! ¡¿Café?!


M: Buenos días, Encarna... (En un susurro ahogado mientras maldecía por dentro)

Poco después se sentaban a la mesa, Maca estaba algo seria, pero sonreía a los
comentarios de Encarna, siempre se había llevado bien con ella, y desde que hace un
mes Esther le tuviera que decir que estaban juntas (no habían sido muy discretas) la
relación había terminado de mejorar. Encarna se lo había tomado muy bien, teniendo en
cuenta que lo sospechaba desde prácticamente el principio, en cuanto supo que Maca no
iba por estar interesada en su hijo.

En: ¿solo o con leche, Maca?


M: Con leche, pero siéntate, ya los preparo yo.
En: No, no, hija, si no me cuesta nada.
M: Sí es que eres la mejor. (Sonriendo)
En: Pelota...
E: Ya te digo... (Riendo)
En: bueno... (Esther suspiró, sabía lo que venía) ¿Cuándo pensáis iros a vivir juntas?
No es que te este echando hija, pero ya tenéis una edad (Esther puso los ojos en blanco
y Maca la miró seria, ella se preguntaba lo mismo)
E: Ma...
En: Hija, si es que ya lleváis mucho tiempo, y ya a vuestra edad, es lo normal ¿No? Y
mira que aún no os he preguntado por la boda ¿Eh? (Maca rió y Esther suspiró)
E: Ma, déjalo...
En: ¿Y tú que, hija? (A Maca) ¿no dices nada?
M: Estamos bien así...
E: sí, mucho... (Sonriendo y dando un sorbo a su café)
En: Claro... (Mirando a Maca con los ojos entrecerrados)

La pediatra entraba antes, así que se despidió de las dos mujeres. La enfermera se quedó
en casa, pues aún le quedaban dos horas antes de entrar, se daba cuenta que cada vez
que su madre sacaba “el tema” Maca parecía ponerse seria. Por una parte lo entendía,
ella a veces también lo pensaba, y si se lo hubiera dejado caer semanas antes de cuando
lo había echo habría aceptado. Pero su madre llevaba un par de meses saliendo de un
resfriado a otro, nada excesivamente importante, pero lo suficiente para que se
preocupara y no quisiera dejarla sola, aunque Jorge y Susana seguían allí con la niña, en
aquellos meses no paraban de viajar, casi siempre que podían se llevaban a la niña,
como aquella semana, que por semana santa los colegios cerraban diez días. Así que la
mayor parte del tiempo estaban ellas dos solas, o como mucho, con la niña.

Sabía que si se lo comentaba a Maca, no le importaría, o al menos lo entendería, pero


hasta a ella le parecía excesiva aquella preocupación, tal vez el hecho de que dos amigas
de su madre, de la misma edad, hubieran muerto en los últimos meses la había afectado
más de lo que pensaba, aunque su madre parecía estar tan tranquila y a lo suyo como
siempre. Estuvo perdida en sus pensamientos un rato más, hasta que decidió salirse al
patio y ponerse a leer un rato, mientras su madre encendía la tele para ponerse al día de
marujeos, hasta la enfermera llegaban las estridentes voces que no la dejaban
concentrarse, al final se cogió algo de música y se puso los cascos.

La enfermera entraba por la puerta de urgencias, Teresa estaba en su puesto con una de
sus revistas entre las manos, las gafas colocadas en la punta de la nariz y los ojos
perdidos en amores y desamores.

E: ¡Buenos días! (Sonriendo)


T: ¡Buenos días! (Con una sonrisa radiante)
E: Bueno... ¿Toda esa felicidad? (Mientras cogía el registro y estampaba su firma)
T: Nada mujer, que tienes una chica encantadora.
E: pues vaya cosa, eso ya lo sé yo. (Sonriendo feliz) ¿Hay mucha faena?
T: Pues a ver... Javier y Laura ya han cogido a una enfermera, Cruz esta en quirófano
con dos más y... a ver, quien más, o sí, Maca esta con un bebe en su consulta, pero me
parece que esta sola.
E: Bien (Cogiendo la libreta de los turnos para modificarlos cuando tuviera un hueco)
Voy con ella. Si pregunta Vilches le dices que me he ido al caribe ¿Vale?
T: Hecho. (Riendo y viendo como la enfermera desaparecía rumbo a pediatría)

Maca estaba en su consulta de la tercera planta, con el pequeño bebe de un año en la


camilla, el niño solo tenía un empacho, se le había inflado un poco la barriguita pero no
era nada que no se curase con una dieta especial. Al bebe apenas le dolía, ya que cada
vez que la doctora palpaba la zona, este reía carcajadas, queriendo darse la vuelta para
proteger su barriga de las cosquillas. Maca reía con él cuando la puerta se abrió, levantó
la vista y se encontró con el rostro sonriente de la enfermera.

E: Hola... (Acercándose y sonriendo al bebe)


M: ¿Has visto que niño más guapo tengo hoy? (Haciendo carantoñas al pequeño)
E: Ya veo, ¿Qué tiene este principito?
M: Por lo que se es un glotón, tiene un empache que no veas (Acariciando la barriga del
bebe que volvió a reírse retorciéndose) Y muchas, muchas cosquillas. (Riendo) Es
precioso... (Esther creyó ver un hilillo de baba en la boca de Maca) ¿no te entran ganas
de tener uno?
E: quita, quita... (Riendo)
M: ¿no quieres tener hijos? (Mirándola un instante para luego volver a hacerle
carantoñas al bebe)
E: pues.. no, bueno, más adelante, me gustaría adoptar a alguno, ¿Pero tenerlo? Estás de
broma ¿no? Además, yo con mi sobrinita...
M: Venga, Esther, no me digas que nunca has querido tener un bebe, sentirlo aquí
dentro (Acariciando su abdomen) notar como va creciendo...
E: ¿Tu quieres tener uno?
M: ¿Uno? Que va (Esther no pudo disimular una mirada de alivio) Por lo menos tres o
cuatro. (Riendo)
E: ¿Cuatro? (Con los ojos abiertos de par en par, sorprendida)
M: Claro, y míos, bueno, al menos tres míos... aquí... (Acariciándose el abdomen con
una mano)
E: Oh...
M: ¿y esa carita?
E: no, nada... (Tocaron a la puerta y la madre del bebe se asomó)
Madre: Siento interrumpir... pero... ¿Va todo bien?
M: Claro, Sonia, todo perfecto, pasa. Este pequeñín solo tiene un empacho, tendrás que
tener cuidado con las cantidades que le des, pero mañana, con esta dieta (Tendiéndole
un papel) Ya estará mejor. Si ves que no mejora me lo vuelves a traer ¿Mhm?
Sonia: Gracias, doctora.
M: Es mi trabajo.. además, se ha portado muy bien (Haciéndole cosquillas al pequeño)
Sonia: Siempre se esta riendo... (Con una sonrisita de orgullo reflejada en su rostro)
M: bueno, pues ya está. A sabes...
Sonia: Claro, doctora. (Cogió a su bebe en sus brazos) Dile adiós a la doctora... (El niño
sonrió y se escondió en el cuello de su madre, a Maca se le caía la baba, la madre y el
bebe se fueron, Maca miró a Esther y se sentó en la camilla, con las piernas entre
abiertas)
M: Ven aquí... (Indicándole el hueco, Esther se acercó, colocando sus manos en las
rodillas de Maca, la pediatra sonrió mientras la abrazaba por la cintura) Te ha molestado
lo de...
E: Maca, tengo que ir a cambiar los turnos y eso, ya sabes como se me ponen sino
(Sonriendo) Será mejor que lo haga ya ¿Nos vemos luego? (Dándole un breve beso en
los labios)
M: Esther...
E: Que no me pasa nada, tonta... (Dándole otro beso) Nos vemos (Separándose y
caminando hacia la puerta)

La enfermera cerró la puerta y se apoyó en ella, hijos, vivir juntas, hijos, vivir juntas,
notaba como una sensación de opresión inundaba su cuerpo, creía que iban demasiado
rápido, no es que no estuviera segura de aquella relación, de lo que tenían, pero a
aquella velocidad, temía que fueran a estrellarse.

Un hondo suspiro sacó a Esther de sus pensamientos, devolviéndola a la realidad, Maca


estiraba los brazos por encima de su cabeza, con los ojos cerrados y el agotamiento
reflejado en su rostro. Después de aquel estiramiento miró a Esther, dibujó una pequeña
sonrisa y acarició una de las manos de la enfermera.

M: ¿quieres que hagamos algo esta noche? (Mirándola con las cejas alzadas)
E: Pareces muy cansada...
M: No importa. (Sonriendo)
E: Sí que importa, tienes mala cara, deberías descansar ¿Mhm? (Acariciando con su
pulgar el dorso de la mano de Maca)
M: Estoy bien, de verdad, además... me apetece estar contigo un rato, no hace falta que
hagamos algo grande, ¿Una peli en mi casa?
E: Claro, pero...
M: Tu y yo...
E: Vale, vale. Si tu quieres.
M: Sí, quiero. (Intentando bromear al imitar a una novia en su boda)
E: No tiene gracia... (Murmurando)
M: no es lo único que no tiene gracia esta semana. (Se arrepintió nada más notar que
aquello había salido de su boca) no quería decir...
E: Sí querías, tengo trabajo. (Levantándose) Nos vemos esta noche (Se fue sin una
sonrisa ni un guiño)

La enfermera fue a rotonda, dejando atrás a una pensativa Maca, la pediatra se levantó y
deambuló un rato por el hospital, sumida en el caso que tenía entre manos, porque era
algo que se tomaba muy en serio y que la afectaba mucho y porque no quería pensar en
lo que hacía que Esther estuviese así desde hacía una semana, sabía que aquel
comentario inocente que había soltado había afectado a la enfermera, pero no era lo
único raro en aquellos meses, tampoco quería vivir con ella, o al menos no mostraba
ningún interés, y cada vez que salía el tema se escabullía, pero la pediatra estaba
tranquila por una parte, sabía que Esther sentía algo fuerte por ella, simplemente tendría
dudas sobre algo. Maca esperaba que Esther compartiera aquello con ella, como lo
habían compartido todo desde el primer momento.

Decidió ir a su consulta y concentrarse en el caso, cada vez que leía aquel informe, la
rabia, la impotencia y un fuerte nudo en la garganta, se hacían dueña de ella. Estaba
totalmente en contra de la violencia, pero si esta, cruel e implacable se cernía sobre un
niño, indefenso, no podía, su cuerpo se tensaba y deseba poder hacer algo, intentaba
aprovechar todos los medios a su alcance. Entró en su despacho y se sentó en el
escritorio, dejando la carpeta con el informe a un lado, cerró los ojos y froto con sus
dedos sus sienes, instando relajarse, dejar la mente en blanco para poder pensar mejor,
al abrirlos topó con una fotografía enmarcada.

La fotografía era de un par de meses atrás, la había hecho el novio del momento de su
hermana, era de una excursión que habían hecho a la playa, Jorge y Susana estaban de
viaje, y decidieron llevarse a la niña a ver el mar, los hermanos de Maca y Javier y
Laura se habían apuntado. Salían todos sonrientes, Javier abrazaba a Laura por la
espalda, Vero y Jero bromeaban, haciendo que se peleaban, Maca y Esther estaban
sentadas en el suelo, Maca miraba como Esther ayudaba a construir un castillo (o
cualquier cosa, porque solo se veía un montón de arena apilado entre la enfermera y su
sobrina). Sonrió al recordad aquel día, lo habían pasado en grande, como siempre, se
quedó concentrada en el pequeño trozo que ocupaba Esther, sonreía a la cámara, con
aquélla sonrisa radiante que siempre tenía, y que apenas había vislumbrado en aquella
semana.

Al acabar el turno Esther fue a buscar a Maca, entró en la sala de médicos


interrumpiendo la conversación que la pediatra tenía con Dávila, se disculpó y esperó en
el pasillo hasta que minutos más tarde Dávila salió.

D: toda tuya... a mí ya me ha dado dolor de cabeza. (Bromeó)


E: Ya... (Riendo y enterando, Maca estaba sentada en el sofá, con la cabeza hacia atrás
mirando el techo) ¿Qué tal? (Quería disculparse por haberse ido así y comportarse como
una niña)
M: Creo que en cualquier momento me pondré a gritar... parece que a nadie le importa
lo que le pase a ese niño.
E: A ti te importa (Sentándose a su lado) Es suficiente... puedes denunciarlo a la policía.
M: Han pasado de mí, les he enviado el informe y he hablado con una agente de
comisaría, pero dice que sin pruebas y sin el testimonio del niño o de la madre no
pueden hacer nada, y lo que más me jode es que tiene razón, igual que Dávila. Si el niño
o la madre no hablan no se puede hacer nada. (Se notaba la impotencia y la rabia en su
voz, algo que Esther nunca había visto en ella)
E: Maca, tal vez... bueno, ¿Estás segura? (Recibió una mirada fulminante de la pediatra)
Vale, vale, no he dicho nada, pero... bueno, tal vez tengas que esperar, no puedes lanzar
falsas acusaciones sin...
M: ¡No son falsas! (Molesta)
E: ¿Sí? (Intentando darle algo de objetividad a Maca) ¿Lo has visto? ¿te lo han dicho
ellos? ¿Tan segura estás? (Maca suspiró, aunque le molestará Esther tenía razón, solo
eran sospechas) Maca, lo siento, pero tanto la policía como Dávila están en lo cierto, lo
único que tienes son sospechas. Pero si tanto te importa, habla con él, o con la madre,
no sé, tal vez puedas convencerles de que hablan, de que no sigan en silencio.
M: si no lo han hecho hasta ahora, no creo que lo vayan hacer... Ni siquiera se si la
madre lo sabe, aunque si sucede bajo su techo, tiene que sospechar algo.
E: pues entonces, habla con ella, explícale tus sospechas, quizás ella no se ha dado
cuenta, y si lo ha hecho, si se dio cuenta y decidió mantener el silencio... no sé... tal vez
debas intentar convencerla, al menos lo habrás intentado.
M: ya, tienes razón...
E: Venga... ¿Nos vamos? Mañana será otro día...
M: Claro... (Se levantaron y se dirigieron hacia la casa de la pediatra)

Poco después ambas mujeres estaban tumbadas en la cama de la pediatra, con la


televisión encendida, pasando las imágenes de una película a la que ninguna de las dos
prestaba la más mínima atención. Maca estaba abrazada al cuerpo de Esther, con la
cabeza apoyada en su hombro, le había pedido a Esther que la abrazará fuerte, cosa que
la enfermera no había dudado en hacer. Por su parte, Esther, acariciaba el pelo de Maca,
mientras pensaba en aquel extraño momento, era la primera vez que veía a una Maca
vulnerable, a un a Maca frágil. Y aunque le gustaba más la chica fuerte, aquello la había
conmovido, siempre había sabido que Maca tenía un gran corazón, pero verla así,
necesitando algo, aunque solo fuese un abrazo, le rompía los esquemas.

La película terminó, con ambas despiertas pensando que la otra se habría dormido, pero
Esther notó el ritmo de la respiración de Maca, y sus dedos moviéndose, acariciando un
momento su abdomen.

E: ¿no puedes dormir? (La pediatra se movió, apoyando la barbilla por encima del
pecho de Esther, mirándola a los ojos) ¿Es por ese niño? (Negó levemente) ¿entonces?
M: Por ti... (En un susurro apagado)
E: ¿Por mí? (Suspiró) Por lo de esta semana...
M: sí, no sé que esta pasando ¿Tú lo sabes?
E: Yo...
M: se que estás preocupada por tu madre, aunque quieras hacernos ver que no.
E: no...
M: Esther, llevas aquí un ahora y la has llamado como diez veces…(Esther sonrió
descubierta)
E: Últimamente esta floja, me preocupa...
M: Ya... ¿Por eso estás así conmigo?
E: No.. yo, no... es que... (Empezando a jugar con la mano de Maca, entrelazando y
separando sus dedos) No sé... todo eso de irnos a vivir juntas... y eso... yo que sé...
M: No he vuelto a comentarlo desde hace semanas, solo tu madre, y ya sabes como es,
pero yo no te he presionado ¿No?
E: No, si no eres tú... no sé... soy yo. Creo que no estoy preparada.
M: Vale, pues no lo hacemos. ¿Solo es eso?
E: sí... no... bueno, hay cosas... no sé...
M: ¿cosas?
E: sí, como lo de tener hijos.
M: Fue un comentario.
E: lo sé, pero... joder, Maca, que quieres criar a un equipo de fútbol con sus defensas y
todo. (Maca sonrió y acarició la mejilla de Esther)
M: Bueno... un equipo entero no... y no dije que fuera a hacerlo ya.. aunque es algo que
me gustaría hacer en algún momento...
E: ya...
M: Contigo a más señas... (Sonriendo con ternura y provocando un suspiro en la
enfermera)
E: menos mal, ya pensé que querías hacerlo con el butanero... (Intentó bromear)
M: Tonta...
E: ya... vaya cosa.
M: Anda... (Besando sus labios) Que no pasa nada si tienes miedo al compromiso...
E: ¡Eh! ¡Yo no he dicho eso!
M: ¿Ah, no?
E: Bueno... no es que me de.. bueno... es que... sabes es como... pánico, más bien.
(riendo, la pediatra se abrazó a ella con fuerza)
M: Pues deja el pánico a un lado, marca el ritmo que quieras, a mí me vale con tenerte
así... (Acariciando con una mano su abdomen) Aunque no estaría mal que tu madre
dejará de despertarnos por las mañanas... (Bromeando)
E: Halaré con ella... (Acariciando el pelo de Maca y suspirando)

Esther libraba aquel día, lo que venía a significar que tenía pensado tirarse todo el día
metida en la cama, pero alguien tenía otros planes para ella. A las diez de la mañana el
timbre de su casa sonó, al poco rato una cabeza curiosa se asomaba por la puerta.

Verónica: ¡Buenos días! (A grito pelado, la enfermera frunció el ceño y se tapo con la
almohada)
E: ¡Largo!
Verónica: yo también te quiero, cuñadita, anda, ¡Levanta! (Arrancó las sabanas dejando
a Esther encogida en la cama) Que desilusión... yo que esperaba verte en pelotas...
E: Muy graciosa... (Levantándose y colocándose bien el pijama)
Verónica: Vístete, te doy veinte minutos. (Cerrando la puerta y yendo a la cocina donde
estaba Encarna) Buenas... (Sonriendo y cogiendo a Encarna de la cintura, levantándola
en el aire) ¿Qué tal mi chica favorita?
En: Vero, hija, suelta. (Riendo) Estás loca... ¿Has desayunado ya?
Verónica: sí, pero el desayuno es la comida más importante, hay que hacerla por partes,
¿Qué tenemos?
En: Café, zumo, tostadas...
Verónica: ¿Algo con un poco de sabor? (Bromeando y haciendo muecas)
En: mira que te echo...
Verónica: Vale, vale... (Riendo) Me conformaré con las tostadas...

Esther apreció unos minutos después ya vestida, se sentó en la mesa dispuesta a


desayunar, pero Vero dejó de zamparse las tostadas con mermelada que había hecho
Encarna y la cogió del brazo.

Verónica: No hay tiempo, vámonos. ¡Adiós Encarna!


E: pero... pero... (Miraba el plato de tostadas) Yo... (La cafetera) Vero... (Ya la había
arrastrado hasta la puerta) Quiero...
Verónica: sí, sí, luego te compro un helado, venga, vamos. (Aparcado delante de la casa
estaba el escarabajo de Vero)
E: Vero, ¿se puede sabe a donde vamos?
Verónica: A preparar las cosas para mi boda (Encogiéndose de hombros tan tranquila y
empujando a Esther dentro del escarabajo, se subió y arrancó el motor, al dar marcha
atrás golpeó el coche del vecino) Vaya... lo siento. (Se fue, Esther miraba hacia atrás)
E: pero.. ¿no le dejas una nota? ¿algo? Madre mía... madre mía...
Verónica: Tranquila, luego se lo digo, ¿Qué te parece el verde?
E: ¿Verde? ¿Verde para que?
Verónica: hija, estás en babia, mi boda, mujer. Cómo te tiene de espesa mi hermanita
¿eh?
E: Espera, espera, ¿No es coña? ¿Te casas?
Verónica: Sí, ¿No te lo había dicho? Hay, si me acabo de enterar, es verdad (Reía feliz)
Pues eso, que me caso. ¿Qué te parece?
E: pero, Vero... que tu no estas echa para casarte... además ¿Con quien demonios te
casas? (La enfermera no recordaba que Vero hubiera tenido algún novio en los últimos
dos meses, desde que dejó al último)
Verónica: Fernando Ruiz Sánchez, de las bodegas Ruiz.
E: ¿un bodeguero? Joder... te veía más con un roquero a lo Marylin Manson...
Verónica: Ya, y yo, pero no sé... llevamos dos meses…es increíble, Esther, ni te lo
puedes imaginar. Aunque claro, tu tienes a mi hermanita, que es mucha Maca, tal vez si
te lo imagines. (Riendo)
E: no te creas, Maca esta... ¡No me cambies de tema! ¿dos meses? ¿y te casa? ¿Se te ha
terminado de ir la bola, verdad? (Riendo)
Verónica: Pues... tal vez, es lo que tiene el amor, que cuando llega... lo hace a lo
grande, así que ya sabes, es lo que hay, me caso. Debería decírselo a mi hermana ¿no?
Pero ella seguro que me dice que estoy loca.
E: pues como yo... (Sin poder dejar de reír)
Verónica: Ya, ya lo sé, pero tu lo dices de cachondeo. Esther, Fernando es... no sé...
todo... Esta vez va la vencida, de verdad, lo siento, aquí dentro, y mira que ya sabes que
para esto del amor soy un poco loca, pero esta vez, no sé... es diferente. Cómo tu y
Maca, fue diferente ¿no?
E: no deberías tomarnos como modelo, Vero, tu hermana y yo no estamos en el mejor
de los momentos.
Verónica: Venga ya, si sois la pareja perfecta, lo supe desde el momento en que os vi.
E: No existe la perfección...
Verónica: No me jodas... ¿Lo habéis dejado? ¿Me voy a tener que buscar otras damas
de honor?
E: Que no, estamos juntas, pero últimamente parece que vamos a diferente ritmo,
aunque Maca se esta poniendo al mío, más lento, no sé... ¿Por qué te casas? Tú eres
anti-compromisos.
Verónica: ya bueno, supongo que he madurado... (Tal vez si no se hubiese echado a reír
a carcajadas justo después de decirlo, la enfermera se lo hubiera tragado)
E: ¡Vero!
Verónica: Vale, va, ya te he dicho, me he enamorado, esta vez de verdad ¿para qué
perder el tiempo?
E: ¿para asegurarse?
Verónica: No hay nada seguro en la vida, Esthercita, ya deberías saberlo.
E: Pero mujer, lo lógico es esperar un tiempo, es un paso importante.
Verónica: Mira, sé de gente que ha estado años de pareja y en el momento de casarse se
han roto, y de otras bodas locas en las Vegas que han terminado en cincuenta años de
feliz matrimonio. Y aunque parezca una de mis locuras, no lo es, vale... tal vez un
poco... pero es de lo que más segura he estado. Le quiero, me quiere ¿Para qué esperar?

Esther no entendió en aquel momento la lógica de Vero, si es que aquella chica medio
loca (con un escarabajo que más parecía una carroza del día del orgullo gay que un
coche) tenía algo de lógica. Pero era algo que iba a tener tiempo de comprender en
aquellos meses, ya que Esther se iba a convertir en la mejor dama de honor del mundo,
y en la única.

Maca, ajena a la boda que se avecinaba, estaba en su despacho hablando con la madre
de Javi (el niño al que creía que maltrataban) la había llamado a primera hora de la
mañana, y la madre enseguida había estado dispuesta a verla, la pediatra supuso que era
porque la madre creería que algo iba mal... y Maca lo creía así.

M: Bueno, primero quiero decirle que no se preocupe por su hijo, no es que hayamos
encontrado algo nuevo en los análisis ni nada. (La madre hizo un gesto de alivio que a
Maca no le pasó desapercibido, la mujer se preocupaba por él, era algo a tener en
cuenta) Pero.. hay algo que me gustaría comentarle...
Madre: Lo que usted quiera doctora.
M: Verá, ayer trajo usted a Javi, y la semana pasada también, las dos veces por caídas,
nada grave, pero... bueno, si lo juntamos con las otras tantas veces que ha venido su hijo
a este hospital en menos de un año... es... bueno, me ha llamado la atención. (La verdad
es que no tenía ni la más mínima idea de como enfocar aquel tema) Verá.. he observado
que su hijo tiene muchos moratones...
Madre: Ya sabe, son niños, y Javi es muy movido...
M: ¿todo eso se lo ha hecho el solo?
Madre: ¿Qué insinúa, doctora? ¿Cree que maltrato a mi hijo? ¡Esto es increíble! (La
madre empezó a soltar una serie de insultos muy furioso y se marchó dando un portazo)
M: ¡Joder! (Golpeó la mesa con rabia) ¿Qué ha pasado? (Su móvil empezó a sonar, era
Esther) ¿Qué?
E: Buenos días... (Algo parada)
M: Oh, si, buenos días, lo siento. (Miraba hacia la puerta, esperando que la madre
volviese a entrar en cualquier momento, pero nada, la puerta no se abría)
E: Adivina...
M: Esther, no estoy para jueguecitos ¿Qué pasa?
E: yo.. ¿pasa algo?
M: No ¿Me quieres decir algo?
E: No, déjalo. (La línea se cortó, más bien la enfermera colgó, Maca volvió a golpear la
mesa)
M: Joder... (Suspiró)

Esther seguía en el coche de Vero, parecía o que se habían perdido o que la chica no
tenía intención de parar aún, la enfermera miraba el móvil, le gustaba aquella parte de
Maca algo borde, pero se había pasado.

Verónica: Bueno... entonces... ¿Verde? (Al ver que Esther estaba algo seria)
E: ¿verde? Claro, para los juzgados y...
Verónica: ¡Que va! (Riendo) Me caso por la iglesia... (Esther la miró riéndose,
pensando que bromeaba, pero no era así, Vero se casaba, y con cura y todo)
E: ¿Qué me estas diciendo?
Verónica: Sí, eso ha sido cosa de él, y a mí... bah, a mí me da igual, siempre y cuando
el cura no se enrolle mucho, porque lo más importante de una boda es la noche, así que
(Reía traviesa) Por cierto... ¿Dónde…? (Miraba las calles, buscando una en concreto y
sin acabar de encontrarla)
E: Vale... y... ¿A dónde vamos? ¿O solo me has sacado a pasear para darme la noticia
bomba?
Verónica: no, no, ¡vamos a por el vestido! ¡Yuhu! (Léase como grito de alegría)
E: Pero... ¿Cuándo te casas?
Verónica: En dos meses. (Sonriente) ¡Wow! (Dio un volantazo metiéndose por una
estrecha callejuela, cruzándose con un coche que tuvo que frenar para no comerse aquel
escarabajo multicolor)
E: ¡Estás loca! ¡Casi nos matamos!
Verónica: Ya será menos. ¡Aquí! (Frenó de golpe, colocó el freno de mano en posición
y salió disparada del coche) ¡Vamos!

Esther descendió del automóvil y miró alrededor, estaban en un pequeño callejón sin
salida, ocupado casi en su totalidad por contendedores de basura, miró a Vero
confundida, pero la hermana de Maca ya estaba metiéndose en un local, que por el
aspecto, parecía uno de aquellos sitios para hacerse tatuajes ilegales, con la fachada
medio derruida y lleno de graffitis, Esther leyó el cartel que había encima de una puerta
pintada de negro.

“Vestidos de bautizos, comuniones y bodas. Estrambótica.”

E: Madre mía... el cura la echa...

Reía mientras cruzó la puerta negra, tuvo que parpadear un par de veces por el
contraste, del callejón oscuro y gris había pasado a una sala llena de color, vestidos de
todos los tipos y tamaño, de todos los colores (menos blanco y colores crema, algo
curioso, siendo lo típico en esas celebraciones), Vero no estaba por ninguna parte, en un
pequeño mostrador una chica de unos veinte años, con el pelo rapado al cero, y varios
piercings por la cara mascaba chicle mientras hojeaba una revista de ocultismo.

E: ¿Vero? (Buscando a la chica con la mirada, de un montón de trajes multicolores salió


un brazo que la arrastró al otro lado)
Verónica: ¿Qué te parece?
E: ¿Que es eso?
Verónica: Un vestido... (Mientras sonreía y miraba aquel harapo de tela verde
fluorescente)
E: Vero... que eso no es para una boda.
Verónica: Sí, lo pone aquí, mira. (Enseñándole una etiqueta donde, efectivamente, lo
ponía)
E: Ya, y eso de que lo hayan tenido que poner... ¿No te dice nada?
Verónica: Eso es para al gente sin sentido de la moda como tú. (Le sacó la lengua y lo
colgó) Esta bien... ¿Cuál? (Abriendo los brazos para indicar todo el local)
E: Pues... (Echó un vistazo a su alrededor, entre un montón de ropa roja vio algo blanco
se acercó y lo sacó, sus ojos se abrieron como paltos)
Verónica: Ya... ¿El verde era peor? (Riendo al ver el mini uniforme de enfermera que
Esther había sacado del montón)
E: Pero.. esto... (Le dio un par de vueltas) ¿Dónde se mete esto?
Verónica: ¡Anda! (Riendo a carcajadas lo dejó en su sitio y fueron a otro montón)
E: Yo... como... ¿Eso era para una boda?
Verónica: Tal vez en las Vegas (Riendo sin parar) Venga, que tenemos poco tiempo.

La enfermera suspiró, la que le iba a tocar aguantar, pero con suerte, Maca se haría
cargo de todo cuando se enterase. El resto del día lo paso con la loca de Vero, buscando
un traje de novia adecuado, lo curioso fue que Esther no vio ningún traje de novia en sí,
ni nada que se le pareciera remotamente. Al final del día, harta de ver el escarabajo se
metió en casa, después de saludar a su madre y a su sobrina se fue a tumbar a la cama,
vaya día de descanso, miró el móvil, Maca había salido hacia una hora y seguramente la
habría llamado, pero no, ni llamadas perdidas ni nada, frunció el ceño y la llamó. Esa
voz tan amable y que saca a tan poca gente de las casillas le comunicó que el móvil al
que llamaba estaba apagado o fuera de cobertura. Suspiró y llamó a su casa, pero nadie
lo cogía, como último intento marcó el número del hospital.

T: Hospital central ¿dígame?


E: ¡Teresa!
T: Esther, hija, ¿Qué pasa? ¿No tenías el día libre?
E: Sí, sí, oye ¿Maca ya se ha ido no?
T: pues no, se ha encerrado en su despacho hace dos horas ¿Te paso con ella?
E: Pues sí, Teresita, me haces un favor.
T: Vale, oye, que... no esta de muy buen humor.
E: ya, cada día se parece más a Vilches ¿Eh? (Bromeó)
T: pues yo no quería decírtelo, pero.. sí, no veas que día que nos ha dado, mira, nada
más llegar...
E: Teresa, por favor, ¿Me la pasas? (Cortando a la pobre mujer)
T: Uy, hija, que mal os sienta estar juntas, se te esta pegando su mala leche. Ahora
mismo te paso. (Escuchó una serie de sonidos y la voz de Maca al otro lado, con un
cansado ¿Diga?)
E: Maca, soy yo ¿Qué tal el día? (En tono amable)
M: Ocupada.
E: ¿Vienes a cenar esta noche?
M: No tengo muchas ganas la verdad, creo que me quedaré un rato más mirando unos
papeles y luego me iré a dormir.
E: Vale, como quieras... oye, que, siento lo de antes.
M: Vale, nos vemos mañana.
E: ¡Maca! Espera.
M: ¿Qué?
E: Que... (Sigue de mala leche pensó la enfermera) que descanses, cariño.
M: Tú también (Se escuchó un suspiro) Un beso...
E: Dos... (Sonriendo)
M: Tres... (Con una media sonrisa cansada en su cara)
E: Buenas noches.
M: Buenas noches...

A la mañana siguiente, la enfermera entraba distraída en urgencias, nada más despertar


el día se le había antojado extrañamente gris, tal vez fuera porque era uno de aquellos
días excepcionales en que no notaba el brazo de Maca rodeándola con suavidad, el calor
de su cuerpo, el ritmo de su respiración.

E: Hola... (Cogió el registro y estampó su firma)


T: Buenos días, mujer ¿Qué tal?
E: Pues... bien. ¿Qué hay hoy?
T: Pues tienes a una mujer en la sala de curas, a la hermana de Maca en los vestuarios,
esa chica es un terremoto, no la he podido parar, a Vilches buscándote como un loco y...
(Se acercó como si le fuese a contar un gran secreto) Maca esta rarita...
E: Ya, bueno, no es nuevo... (Bromeó) Voy a cambiarme, dile a Vilches que sigo en el
caribe ¿Vale?
T: Lo que tu digas, mujer, pero hija, se dará cuenta.
E: Ya, ya, lo sé. (La enfermera desapareció rumbo a los vestuarios, allí, haciendo el pino
contra la pared estaba Vero) ¿Qué haces? (Riendo y tirándole del pie para que dejase de
hacerlo)
Verónica: Me aburría... ¿Qué clase de horario tienes tú?
E: pues uno ¿No irás a secuestrarme otra vez?
Verónica: Pues no va a ser por ganas... (Se acercaba a ella insinuante) Pero no.
(Sonriendo de oreja a oreja y sacándole la lengua) Esta noche hago una cena en mi casa,
para celebrar mi compromiso, ya se lo he dicho a Javier y Laura ¿tu hermano y Susana?
E: Pues creo que llegan hoy de viaje, pero no sé, luego le llamo. (Dejando el bolso en
un banco y abriendo su taquilla)
Verónica: Vale, pues se lo dices, que si esta en Madrid, no tiene excusa, vamos, los
secuestro ¿Eh? (Riendo) Oye... (Algo más seria) ¿Qué le pasa a mi hermana? No me ha
llamado loca más que dos veces, me preocupa.
E: Oh... (Mirándola un momento) No lo sé, creo que esta con un caso que la preocupa...
Verónica: ¿no lo sé? ¿Creo? ¿Va todo bien entre vosotras?
E: Ya te dije que no era nuestro mejor momento, Vero, pero tranquila... (Sonriendo
dulcemente) Podremos con ello.
Verónica: ¡Eso espero! Porque me chafáis mi ideal de pareja perfecta ¿eh?
E: Que si tonta, oye, tengo que irme a fingir que trabajo, ¿a qué hora esta noche?
Verónica: A las diez en mi casa. No lleguéis tarde.
E: Vale, y... ¿Vamos a conocer a ese chico bueno del que te has enamorado?
Verónica: Pues esta de viaje de negocios, pero espero que lo conozcáis antes de la boda,
sino, ya, después ¿No? Total...
E: Sí, total... para que... sobre todo tus padres y tus hermanos ¿para qué? (Riendo y
saliendo del vestuario)

La enfermera buscó a Vilches, pero le dijeron que acababa de entrar en quirófano,


bastante cabreado por no haberla encontrado, la enfermera se empezó a preparar para la
bronca que le echaría más tarde, recordó que Teresa le había dicho algo de una mujer en
la sala de curas y se encaminó hacia allí, a medio camino vio a Maca salir de un box e ir
hacia el ascensor. Se acercó sonriente, necesitaba una mirada suya para empezar con
buen pie el día.

E: ¿Qué tal has dormido? (Parándose a su lado y acariciando un momento su mano)


M: ¿Mhm? Oh, Hola, Esther... bien. (Bastante distraída)
E: Pues yo no... (Poniéndole morritos, a ver si así conseguía suavizar un poco a la
pediatra)
M: Lo siento... ¿Te encuentras mal? (Con gesto cansado y la mirada preocupada, Esther
sonrió al ver aquella mirada)
E: No estabas conmigo...
M: bueno... es que estaba cansada...
E: ya lo sé, no pasa nada. (Achuchándola) ¿Tienes mucho trabajo? ¿Un café?
M: tengo que arreglar unas cosas, te busco yo si acaso ¿Mhm?
E: Vale... (Sonrió y dejó un suave beso en los labios de Maca, esta la abrazó y
profundizó un poco el beso, solo un poco, lo suficiente para que Esther sonriera feliz)
M: Lo necesitaba... (Con voz algo ronca) Nos vemos luego. (Subiendo al ascensor y
guiñándole un ojo a la enfermera)

Esther iba feliz por los pasillos, Maca había estado algo borde aquellos días, pero eso no
cambiaba nada entre ellas, suspiró contenta y fue hacia la sala de curas. Allí, una mujer
con media cara hinchada y un corte en la frente la esperaba.

E: Hola, me llamo Esther, soy la enfermera que va a curarte esas heridas ¿Ya ha pasado
el doctor? Señora... Villa (Miró la ficha que le había dado Teresa segundos antes)
Sñra.V: Sí, un tal... ¿Sotomayor?
E: Sí, Javier, bien... vamos a ver... (Esther se acercó a ella y examinó el corte de la
frente, no sangraba apenas, se notaba que hacía rato que se lo había hecho, incluso
parecía que la mujer se lo hubiera intentado curar, con restos de yodo alrededor de la
herida) Vale... le voy a poner una gasa estéril con algo de alcohol para desinfectar la
herida ¿Mhm? Escocerá un poco... (Mientras preparaba las cosas se fijó en un niño que
había en un rincón de la sala, sentado en el suelo con las piernas y los brazos cruzados,
la mirada fija en algún punto de la pared de enfrente) ¿Es su hijo, señora Villa?
Sñra.V: Sí, llámame Cristina.
E: Vale (con una de sus radiantes sonrisas) A ver, echa la cabeza hacia ese lado... Bien,
así...
Cristina: Ay.
E: Ya, lo sé, es un momento... (Terminó de desinfectar la herida y colocó otra gasa
estéril, fijándola con cinta) Bueno, esto ya está... ahora volverá el doctor Sotomayor
para darle el alta ¿Mhm?
Cristina: Gracias... (Esther se marchaba cuando notó una mano alrededor de su
antebrazo) Señorita.. podría... verá, mi hijo se ha caído y...
E: Enseguida llamo a la pediatra. (Sonriente)
Cristina: No, espere, si solo es un golpe, no quiero molestar más... por favor.
E: Es que yo no soy doctora, la pediatra lo atenderá enseguida...
J: Esto ya esta ¿No? (Miró la cura echa por Esther y sonrió) venga, aquí tienes el alta
¿tienes que ir con más cuidado ¿Eh? Esther, voy a ayudar a Laura ¿La acompañas?
E: Claro.
J: Y luego hablamos del acontecimiento del año (Riendo)
E: Sí, menudo notición. (Riendo, Javier se fue y Esther miró a la mujer) ¿Aviso a la
pediatra?
Cristina: es que tengo algo de prisa, y solo es una pequeña herida, se ha caído con el
monopatín, ¿podrías…? (Esther no supo que hacer bajo aquella mirada suplicante)
E: Bueno, pero si veo que es necesaria la pediatra, la llamaré.
Cristina: no hará falta, de verdad, Javi, ven. (El niño se levantó ausente y se acercó a
Esther, le enseñó la rodilla, como si lo hubiese hecho un montón de veces, Esther se fijo
en que el niño tenía un par de cardenales en aquella pierna, pensó que eran del golpe de
la rodilla, una pequeña herida de nada, la enfermera la curó y luego acompañó a Cristina
y Javi a la puerta)

En la casa de Encarna, esperaban que Maca apareciese, habían quedado en que les
pasará a buscar. Jorge y Susana charlaban distraídamente en un sofá, mientras Esther y
Luz, su sobrina, jugaban en el otro, la niña estaba sentada a horcajadas sobre su tía, y no
paraba de dar saltitos mientras cantaba la canción de los Lunes. Esther estaba en el
comedor de su casa, sentada tranquilamente en el sofá, había quedado con Maca en que
les fuera a buscar, Jorge y Susana hablaban sentados en el otro sofá, mientras Luz no
paraba de saltar y canturrear la canción de los lunnis. Encarna tuvo que abrir la puerta,
porque los demás, con los gritos de Esther y la niña no lo habían escuchado, Maca le dio
un par de besos y entró, se quedo parada en la puerta, observando a Esther, que parecía
estar en pleno apogeo...

E: ¡Buenas noches! ¡Hasta mañana! ¡Los lunnis y los niños! ¡Nos vamos a la cama! (La
niña reía sin parar y aquella escena provocó una amplia sonrisa en Maca, se olvidó de
todo y solo veía a Esther, cantándole una canción infantil a su sobrina, cono todo el
cariño, la ternura y la potencia del mundo, porque no veas que gritos metía)
Luz: ¡Venga, tita! ¡Otra vez! ¡Estoy muy cansada, hoy no he parado... (Esther suspiró
haciéndose con algo de paciencia y empezaba de nuevo)
M: Bueno, chicas, cuando cabéis... ¿Mis besitos? (Luz se bajó de las piernas de su tía y
se lanzó a Maca, se llevaban muy bien, la pediatra la abrazó levantándola en el aire y le
daba besos por la cara) ¡Qué niña más guapa! (Riendo)
Luz: ¡Gracias! ¡Guapa! (Todos rieron)
En: venga, venga, tú... a dormir. (Dándole una palmada en el culo a la niña) Y
vosotros... largo.
Jorge: Juer, ma, nos echas. (Riendo mientras salía por la puerta)
S: ¡Hasta luego, suegra!
M: Buenas noches, Encarna, se los devolveré prontito. (guiñándole un ojo)
E: ¡Buenas noches, ma!

Los cuatro salieron y se metieron en el coche de Maca, Jorge y Susana detrás, hablando
de sus cosas y Esther en el asiento del copiloto. De vez en cuando miraba a Maca,
apenas se habían visto unos minutos después del beso de aquella mañana.

M: Aún no puede creer que se case... (Negando con la cabeza mientras mantenía la vista
fija en la carretera)
E: ni yo, esta loca, pero bueno... en su línea ¿no?
M: Sí, espero que le salga bien.
E: Y yo, se lo merece muchísimo. (Sonriendo, echó una vista atrás, estaban muy
ocupados) Esta noche... ¿Te quedas en casa?
M: prefiero irme a la mía, Esther... ¿Te vienes? (Mirándola un segundo)
E: Claro que sí. (Con una sonrisa de oreja a oreja)

Llegaron al portal y Jorge y Susana subieron, Maca pidió a Esther que la acompañará a
aparcar el coche.

E: ¿Pasa algo?
M: Quería... bueno... sabes... he estado algo... (Mientras maniobraba para aparcar)
E: Borde.
M: Sí. (Parando el coche y mirándola) Y quería... yo... sé que no debo pagarlo contigo,
contigo con la que menos, Esther, y lo siento, de verdad. Pero me cegué con ese caso,
yo... bueno... es algo viejo... una historia antigua casi, pero... me afecta mucho. Y...
bueno, me centro en eso, no he podido evitarlo, y no se si tal vez... bueno, tu yo
pasamos por un... momento raro y... (Era la primera vez que Esther veía así a Maca, sin
encontrar las palabras, siempre sabía que decir y hacer, la verdad es que en aquella mala
racha estaba descubriendo muchas cosas sobre ella que no conocía)
E: Cariño (Poniendo su mano en la rodilla de Maca) Ya esta... ¿Mhm? Tranquila, estoy
aquí, contigo. (La enfermera tenía la sensación que Maca la necesitaba y no se
equivocaba)
M: Mhmhm...

Asintió y se acercó a los labios de Esther, atrapándolos entre los suyos, saboreándolos,
fundiéndose en aquel beso, olvidándolo todo, absolutamente todo, sintiendo el pulso de
Esther, su calidez, su ternura, su cariño. La enfermera suspiró al separarse.

E: Mhmhm...
M: Sí... (Rió nerviosa) Cariño... (Mientras la abrazaba como podía) ¿subimos?
E: un ratito más...
M: Sí...

Vero les abrió la puerta con una sonrisa radiante.

Verónica:¡Ey! ¡Ya creía que os habíais dado a la fuga!


E: Que va. (Riendo y dándole dos besos) ¿No te teníamos que traer nada, no?
(Sacándole la lengua y guiñándole un ojo)
Verónica: mujer... Si me has traído un regalito... (Fijándose en la pequeña bolsa que
llevaba Esther)
E: no, no, esto luego... es que ya he encontrado el traje. (Guiñándole un ojo y entrando
al comedor, donde Jero, Jorge, Susana, Javier y Laura hablaban animadamente)
Je: ¡Esther! ¡Ven aquí! (Abrazándola con fuerza) Trae (Cogiendo la bolsa y dejando a
un lado) ¿Qué te pongo?
J: Jero, tío, no seas pelota.
Je: Calla, Sotomayor, que hacía una semana que no la veía por lo menos.
E: Me tienes abandonadilla ¿Eh? (Poniendo morritos, mientras tanto Vero y Maca
estaban en la puerta)
M: Bueno que... ¿Felicidades?
Verónica: ¿No hay loca? ¡Que decepción! (Riendo y cerrando la puerta) Anda, ve a ver
si Esther te quita esa tontería que tienes encima.
M: ¡Eh! Que no estoy tonta ¿Mhm? (Dándole una colleja y corriendo hacia el comedor)
Verónica: Me maltratan.. (Negando con la cabeza mientras entraba en el comedor,
Maca la miró seria justo antes que Esther se sentará sobre sus rodillas y le diera un beso
en la mejilla)
L: Bueno, Vero….. ¿Y el novio? Habrá que darle el visto bueno ¿No?
Verónica: Pues va a ser que no. (Riendo) Esta de viaje, pero a ver si lo conocéis antes,
pero eso sí... paso de vuestras opiniones, pienso casarme os guste o no. ¡Que lo sepáis!
(Todos reían)
J: Vaya, he perdido mi oportunidad contigo ¿eh, peque?
L: Javier, si esperas ganarte una bofetada... Lo estás consiguiendo ¿eh? (fingiendo
enfado)
J: Sí es que... es mi peque... se me casa... a lo loco, pero se me casa.
Jorge: Bueno, Javi, siempre te quedará Jero.
Je: ¡Eh! ¡Eh! Yo no soy el segundo plato de nadie. (Haciendo aspavientos con las
manos y alzando la cabeza altivo)
J: Pero mírale, si no me quiere, con lo que le quiero yo a él... (Levantándose de su sitio
y dándole besos por la mejilla mientras Jero se resistía)
Je: Mira que como me guste...
Verónica: Vale, vale, anda, hermanita, Esther, echadme una mano con la cena.

Las tres chicas se levantaron y fueron a la pequeña cocina de Vero, Esther se sentó sobre
el mármol y Maca se apoyó entre sus piernas, Vero habría la nevera.

Verónica: Bueno, vais a ser mis madrinas ¿No?


E: ¿Tenemos opción? (Sonriendo)
Verónica: Pues... (Fingió que pensaba) no, pero queda bonito decirlo ¿No?
E: Ja, ja. (Irónica) Bueno... ¿Ya has pensado lo del vestido?
Verónica: Pues... sí, he optado por la opción pija. (Sonriendo)
E: ¿Vas a buscar uno blanco de diseñador?
Verónica: De diseñador... sí. Más, bien diseñadora. Y para los vuestros también.
Blanco, lo que se dice blanco... digamos que no...
E: ey, yo quiero elegir el mío, no me fío de ti.
Verónica: No, no, no. La novia manda. (Riendo y poniendo mirada de diablillo) Pero
tranquila... (Bajando el tono de voz)... estarás impresionante. (Guiñándole un ojo) ¿Y tu
hermanita? ¿no te me quejas?
M: ¿Yo? Aún estoy asimilándolo. Mi hermana pequeña se casa antes que yo, eso si que
no lo esperaba. (Negaba con la cabeza)
E: ¿no me digas que tú también quieres una boda? (La miraba seria)
M: Pues... (Sonrió de oreja a oreja) ¿tenemos de vuelta tú pánico? (Riendo y
acariciando las piernas de Esther)
Verónica: ¿Qué es eso del pánico?
M: tiene pánico a los compromisos, le entra el tembleque cada vez que digo de dar un
paso más.
Verónica: Aish.. yo era así... hasta que le conocí a él... (Poniendo mirada embelesada)
M: ¿Qué insinúas? ¿Qué Esther aún tiene que conocer a la persona adecuada? (Bromeó)
Verónica: pues.. tal vez... no seas suficiente para ella, no eres gran cosa, hermanita
(Divertida)
E: Vale, vale, las dos calladas. (Alzando las manos para que le hicieran caso) Vero, te
casas en nada de tiempo, tienes muchas cosas que preparar, tenemos ¿Por qué no
empiezas ya? (La miraba con las cejas alzadas y una sonrisa juguetona en su rostro) Y
yo ya tengo a la persona indicada... (Abrazando a Maca y dejando un tierno beso en su
hombro) Con ese algo entre nosotras, que más da lo demás ¿Mhm?
Verónica: Bueno, después de tanto tiempo sois incapaces de decir que sois pareja, así
que... (Juguetona)
M: ¡Eh! Yo lo puedo decir, pero no me da la gana. (Sacándole la lengua a su hermana y
dándose la vuelta para mirar a Esther) ¿De verdad tenemos que ser sus madrinas?
(Esther rió y acarició la mejilla de Maca cariñosamente mientras asentía) Vaya. Que dos
meses más largos... (Recibió una colleja de su hermana, que acabo en una riña, jugando
a ver quien daba más, Esther las miraba divertida, sobre todo a Maca, que parecía
haberse librado por un momento de aquel humor que arrastraba)

Cenaron entre bromas y risas, el tema principal era la locura de Vero, aunque esta no
tenía reparos en contestar a las bromas de sus amigos. Esther estaba contenta, Maca
llevaba toda la noche sonriendo y ese simple gesto, una sola sonrisa, era el mejor de los
motivos para encontrarse contenta. Al acabar de cenar Vero les invitó a unas copas,
fueron al bar en el que trabajaba.

Nada más entrar Vero, sus compañeros del bar pusieron la marcha nupcial mientras la
gente aplaudía, la pequeña de los Wilson se perdió entre ellos, saludando a diestro y
siniestro. Los demás no dejaban de reír.

Je: Mi hermanita es la reina de la fiesta. (Riendo) Venga, cariño, vamos a por una copita
antes de ir al hotel. (Agarrándose del brazo de Javier que reía la broma de su amigo)
L: Eso, eso, tú márchate. (Mirándole con el gesto fruncido)
J: Cariño ¿le hacemos un hueco a Laura?
Je: buf, Javi... es que... a mí eso de a tres... Pero bueno... si tu quieres... (Haciéndose el
remolón mientras Laura sonreía)
L: Vaya par, anda, para la barra. (Cogió a cada uno de un brazo y se fueron hacia allí)
E: Hay un reservado libre ¿Vamos?
Jorge: Yo voy a pedir algo, ¿Qué queréis?
M: Las taxistas no bebemos. (Guiñándole un ojo) Un refresco anda.
E: Yo soy muy solidaria (Mirando a Maca) Tráeme otro, Jorge.

Mientras Susana y Jorge iban a buscar las bebidas, las chicas se sentaron en el
reservado, poniéndose una al lado de la otra, Maca miraba a Esther sonriente.

E: ¿Qué?
M: Creo que hace días que no te digo que eres preciosa... (Sonriendo con ternura y
pasando un brazo por los hombros de la enfermera, acercándola hacia ella)
E: La verdad es que sí. Aunque yo tampoco te he dicho lo bonita que es tu mirada, así
que, estamos en paz ¿Mhm?

Maca asintió sonriente y dejó un beso en el pelo de Esther, la enfermera se acurrucó en


el pecho de Maca sonriente, embriagándose de su calidez, para Maca aquel abrazo era
todo, lo único que quería y necesitaba en aquel momento, tenerla a su lado.
Permanecieron así hasta que Jorge y Susana se acercaron con las bebidas.

Jorge: Están intentando convencer a tu hermana que haga un striptease sobre la barra,
para que los tíos vean lo que han dejado escapar. (Comentaba entre risas)
S: Sí, este a votado a favor. (Dándole una palmada en el brazo y mirando hacia otro
lado, fingiendo estar molesta)
Jorge: Seguro que mi hermanita también votaría a favor. (Sonriendo a Esther)
E: Pues... va a ser que no, yo a la única Wilson que quiero ver así, la tengo aquí al lado.
M: ¡Eso lo dice para que no me enfade! (Todos rieron)
E: pues claro... ¿Qué te crees? (Mirando divertida a Maca, la pediatra puso los ojos en
blanco y dio un sorbo a su refresco)
M: Muy bonito... (Dejando el vaso sobre la mesa)
S: ¡Vaya! ¡Esta canción me encanta!

Habían puesto una de las últimas canciones de U2, Miracle Drug, los suaves acordes
brotaban de los altavoces, inundando el local con su sonido, Maca tarareaba la canción,
Esther la miraba sonriente mientras acariciaba una de sus manos, Maca sonrió y dejo un
beso en sus labios.

Je: ¡Maca! ¡Vero va a hacer un streaptease! (Con los ojos como platos) Dile algo ¿No?
M: ¡Esa Vero! ¡Esa Vero! ¡Esa Vero! (Comenzó a gritar la pediatra provocando las risas
de todos) ¿Así? (Más bajo a su hermano)
Je: Genial, así... genial. (Rió y se sentó con ellos en el reservado)

Mientras Vero deleitaba a todos con un bailecito algo subidito de tono, los demás
charlaban animadamente en el reservado, de vez en cuando alguno o alguna animaba a
Vero, aunque la que más Laura, que se había puesto en la barra a dar saltos y acabó
subida con Vero, bailando las dos, lo que provocó que Javier fuera a ver que hacía su
chica por allí.

Je: Después de eso... ya no me llamará cariño... (Bromeó al ver a Javier con la baba
caída mirando a Laura)
Jorge: A mí si me insistes mucho, me regalas cosas caras y eso... Puedes llamarme
cariño. (Riendo)
S: Ni se te ocurra, este es mío. (Mientras se abrazaba sonriente a él)
Je: Bueno... ¿Esther?
E: No, no, otro Wilson no, yo si me busco un amante que no sea Wilson ¡No podría
aguantar a dos!
Je: Maca... ¿Qué le haces a esta chica?
M: ¿yo? (Fingiendo sorpresa) Nada, tato, ¿Qué le voy a hacer?
Je: Ah... entonces es eso, que no le haces nada...
E: Vale, tu hermano esta bebiendo demasiado (Quitando la copa de Jero de sus manos)

Siguieron bromeando hasta las tres o así, la mayoría tenían que trabajar a la mañana
siguiente, Maca acompañó a los García a su casa, Encarna y Luz dormían desde hacia
rato. Esther llevó a Maca a su habitación.

E: Sabes lo que hace días que no hacemos... (Mientras se acercó sensualmente a la


pediatra)
M: Pues... me hago una ligera idea...
E: Mhmhm... ¿Y porque sigues con esto? (Empezando a levantar el jersey de Maca)
M: Porque todavía no me lo has quitado... (Sonriendo a la enfermera y besándola, la
enfermera la abrazó con ternura)
Maca cerró los ojos, sintiendo el cuerpo de Esther contra el suyo, todo lo que le
recordaba aquél cuerpo, todo lo que le daba sin hacer nada, con el simple acto de su
presencia, suspiró y fue andando lentamente hacia la cama, con Esther aún entre sus
brazos, con sus mejillas pegadas la una a la de la otra, acariciándose con ellas. Se
tumbaron con cuidado en la cama, la pediatra se llenaba del perfume de Esther, que a
pesar de la noche, seguía intacto, mezclándose con su piel, dándole un olor especial que
solo podía ser de la enfermera.

Se sentía bien allí, con Esther entre sus brazos, sentía que no había nada más, que no
existía nada más allá de aquel cuerpo, aquel olor, aquella mirada que se clavaba
dulcemente en sus ojos en aquel momento, Esther sonreía, con todo su cuerpo, y a Maca
aquella sonrisa le hacia sentirse llena de alegría, de paz. A no había lejanos recuerdos
atormentándola, ya no había caso, nada. De repente, sin previo aviso, toda la fragilidad
que sentía, todo su vulnerabilidad se hizo presente, Esther frunció el ceño preocupada al
ver como de los ojos de Maca salía una lágrima, la secó rápidamente con su pulgar
mientras sus manos acariciaban las mejillas de la pediatra.

Ambas se miraron, y Esther volvió a sentir a la mujer que se hacía pequeña, la que
sentía y sufría, la Maca vulnerable, esa a la que entraban ganas de abrazarla y nunca
jamás soltarla, la que parecía necesitar un gesto de cariño como si fuese aire. La
enfermera estrechó fuertemente a Maca, que en sollozos comenzó a deshacerse, a
descubrirse por primera vez ante alguien. Nunca había dejado que nada la viera así, pero
en aquel momento, necesitaba hacerlo, quería estar con ella, y para ello, debían
conocerse, incluso aquella parte de ella que tanto se había esforzado en ocultar, la chica
dura se desvaneció durante aquella noche, mientras Esther acariciaba su espalda, Maca
se quedó dormida.

A la mañana siguiente Esther notaba los rayos del sol sobre su piel, despertó lentamente,
al sentir el cuerpo de Maca entre sus brazos, sonrió sin abrir aún los ojos, esperó unos
minutos, hasta que notó como Maca se movía y la miró, la pediatra abrió los ojos
lentamente.

E: buenos dí... (La pediatra la interrumpió besando sus labios, atrapándolos entre los
suyos) ...as. (Riendo) Has dormido bien ¿eh?
M: Uhm, uhm. (Asintió mientras se desperezaba) ¿Qué hora es?
E: Hora de levantarse y desayunar, entramos en una hora.
M: ¿Y tu madre no se ha pasado por aquí? Vaya... (Riendo)
E: ¡Eh! Tonta... (Dándole un beso) ¿Nos duchamos?
M: ¿Nos? (Sonrió de oreja a oreja y salió disparada al baño)
E: ¡Ey! ¡Espérame! (Riendo al ver feliz a la pediatra, la siguió hasta el baño)

Después de una ducha rápida salieron a la cocina ya vestidas.

E: ¡Buenos días! (sonriente)


En: Uy... que contentas estamos ¿eh? (Esther sonrió al mirar a Maca y puso en dos tazas
café)
Jorge: Eso, eso, por nosotros... no te preocupes... (Bromeó)
E: Yo cuido a quien tengo que cuidar, hermanito. No te incluyo.
La enfermera le sacó la lengua y se sentó en la mesa con los cafés, en uno de ellos echo
mucha leche y azúcar, en el otro, una cucharada y dos gotas de leche, lo acercó a Maca
distraída, Encarna observaba aquel gesto en su hija, se había dado cuenta en los detalles
que Esther tenía sin darse apenas cuenta, a su madre le gustaba ver aquello, sabía que
iban en serio, aunque ambas se hiciesen las locas.

Luz: ¿A mi no, tita? (Miró la niña)


E: Tú si, y la abuela... pero este... este no... pero tu si ¿Eh? (Abrazándola con cariño y
dándole un besito)
Luz: ¿Y Maca?
E: A Maca... (Miró a la pediatra, esta sonrió y dio un sorbo al café) A Maca mucho, es
importante.
Luz: ¿Cómo de importante?
E: Pues... a ver... como de aquí... a la luna ¿Te vale? (Riendo)
Luz: ¡Vale pero yo de aquí al sol! (Rió mientras comía los cereales)
E: Vale... (Riendo con ella)

Terminaron de desayunar y se despidieron de Encarna, Jorge y Susana para llevar a la


niña la colegio y Maca y Esther para ir a trabajar, entraron cogidas de la mano,
regalándose miradas cómplices.

E: ¡Buenos días, Teresita! ¿Qué? ¿Mucho movimiento? (mientras cogía el registro y se


lo pasaba a Maca)
T: Pues no mucho, chica, parece que nadie quiere venir a este hospital.
M: ¡Y que siga así, Teresa! (Terminó de firmar y le paso la hoja a Esther) ¿Tengo algún
niño?
T: Pues no sé yo en tu vida... (Bromeó Teresa) En las revistas no ha salido nada.
E: Bueno, otra contenta. (Riendo) ¿Maca?
M: ¿tú que crees? (Alzando una ceja divertida) En la sala de espera, Teresa...
T: Ay, mujer, una que intenta bromear y ya ni la dejan, no, no hay ninguno, pero tú
(Señalando a Esther) será mejor que vayas a ver a Vilches, dice que le has abandonado
por una pediatra borde del hospital. (Maca miró a Teresa sorprendida) ¡No me mires así!
¡Lo ha dicho él!
E: Venga, venga. (Riendo y acariciando el brazo de Maca) Nos vemos luego, Teresa.
(Se metieron en urgencias, al llegar al vestuario de enfermeras Esther se detuvo y dejo
un ligero beso en los labios de Maca, que sonrió contenta) A ti si que seguro que te veo
luego ¿Mhm?
M: claro, pórtate bien.
E: Y tu...

La enfermera se metió a cambiarse, una vez estuvo lista busco a Vilches en cortinas, lo
encontró junto a un paciente, mirando el historial.

E: Buenos días, Vilches. (Sonriente)


V: Vaya (Levantando la vista del historial) si tenemos aquí a... ¿Esther te llamabas, no?
Es que después de tanto tiempo ya se me ha olvidado...
E: Sí, Esther García, encantada (Le tendió la mano bromeando)
V: Sí, ya, muy graciosa. Quiero analítica completa, para hace cinco minutos.
E: Vale, enseguida, pero primero... “Buenos días, Esther”...
V: Buenos días, Esther. (Masculló mientras se iba riendo)
Las horas pasaban, Teresita estaba en lo cierto, parecía que nadie quisiese ir al hospital,
Maca se había encerrado en su despacho, a repasar historiales, pero nada más entrar vio
el caso del crío y se puso a ello, llamó de nuevo a la madre y la citó, al principio se
resistió, pero acabó convenciéndola. La enfermera por su parte vagaba por el hospital,
poniendo los turnos de las enfermeras se había equivocado y ahora la mitad de ellas se
quejaban, así que iba buscándolas para decirles que los había cambiado y hablar con
ellas.

Antes de comer pasó a buscar a Maca a su despacho, tocó a la puerta pero la pediatra no
contestaba.

E: ¡Maca! (Tocando de nuevo, al puerta se abrió)


M: perdona, no lo había escuchado. (Esther pasó y dejó un beso en la mejilla de Maca)
E: ¿Mucho papeleo? (Mirando el escritorio de Maca que estaba hasta los topes de
papeles)
M: Sí, bueno... (Miró a Esther y esta sonrió, la abrazó estrechándola con fuerza) ¿Qué
tal tú?
E: Buff... media plantilla anda detrás mío para matarme, la otra media creo que nos
regalaran un viaje al caribe o algo así (Bromeó mientras se separaba de Maca y se
apoyaba en el escritorio) ¿Vamos a comer?
M: ¿ya? ¿Qué hora es?
E: Pues... la una en punto.
M: tiene que estar apunto de llegar (Cogiendo los papeles y guardándolos en un
archivador)
E: ¿Quién?
M: La madre de Javi, la he vuelto a citar, debe estar apunto de llegar, si quieres bájate a
comer, no se a que hora acabaré.
E: Tranquila, te espero, de mientras intentaré ver si termino de arreglar lo de los turnos
¿Vale?
M: Vale, pero si te entra el hambre, come algo ¿Eh? Yo ya pillaré cualquier cosa.
E: Que no, que te espero. (Tocaron a la puerta)
M: ¡Pase!

La madre de Javi y el niño entraron por la puerta, Esther abrió los ojos como platos
¿Cómo no se le había ocurrido? Cristina la miraba temerosa, tal vez la pediatra la había
llamado porque sabía que habían vuelto al hospital.

M: Pase... (Indicándole la silla) Hola, Javi ¿Qué tal? (El niño miró a Esther y sonrió )
Javi: Ya no me duele. (Maca miró extrañada a Esther)
E: Verás... ¿podemos hablar fuera un momento? (Maca asintió y ambas salieron, Esther
le explicó la visita del otro día, que había curado al niño, el rostro de Maca iba pasando
de atención, a confusión hasta quedarse en enfado)
M: Esther, no eres pediatra, tenías que haberme avisado. (Intentando no alzar la voz)
E: lo sé, lo sé, pero es que...
M: Es que nada, joder... (Golpeó la pared frustrada) Voy a hablar con ella.
E: Maca... (La pediatra ya se había metido en su despacho cerrando la puerta)

Maca se sentó en su escritorio, estaba enfadada, enfadada con aquella mujer, enfadada
con Esther por su error, enfada con todo aquello. Miró a Javi, era un chico muy callado
pero a Esther le había sonreído, había hablado con ella, quizás la enfermera había sido
capaz de conectar con aquel niño, Maca no había tenido oportunidad, la vez que estuvo
en el hospital lo hizo con el padre, y el niño no abrió la boca en todo el rato, ni siquiera
la miraba. Se fijo en él, era delgado, y parecía asustadizo, como un ratón, se movía
inquieto en la silla, miraba a su madre de vez en cuando, pero enseguida apartaba la
vista.

M: ¿Javi? ¿Quieres ir a jugar con los demás niños? Puedo pedir a una enfermera que te
acompañe, tenemos muchos juguetes ¿Sabes?
Cristina: Javi, cariño, contesta a la doctora. (El niño miró a su madre, Maca creyó ver
algo en aquella mirada pero no estaba segura de que era)
Javi: Vale... (En un susurro)
M: Bien (Sonrió al niño cuando le miró, este pareció perder por un momento el
nerviosismo pero apenas fue un instante) Llamaré a una enfermera ¿Vale?
Javi: ¿La de antes? (Formuló la pregunta con miedo, como si no tuviera derecho a
preguntar nada, mucho menos a pedir que viniera una persona en concreto, Maca asintió
y cogió el teléfono)
M: ¿Teresa? ¿Sabes donde anda Esther?
T: Pues... mira, ahora mismo llega. (Teresa llamó la atención de Esther, que iba con la
cabeza agachada pensando en que todo se había vuelto a estropear, Maca estaba
enfadada con ella, y seguramente tenía razón) Es Maca... (La enfermera sonrió por un
momento, cogió el teléfono y se apartó un momento del alcance de Teresa)
E: Maca...
M: Podrías subir y acompañar a Javi a la sala de juegos, gracias. (La pediatra colgó,
Esther miró triste el teléfono y volvió sobre sus pasos para ir a buscar a Javi) Enseguida
viene Javi.

Poco después la enfermera apreció, el niño se levanto tímidamente y se acercó a ella,


Esther sonrió a Javi con una de sus sonrisas radiantes, transmitiéndole calidez, cogió su
mano con ternura y se lo llevó, no miró a Maca, tenia miedo de lo que aquellos ojos
marrones pudieran transmitirle, Maca agradeció el gesto, no quería mirarla, necesitaba
centrarse en la conversación que tendría con la madre del chico.

M: Bueno, Cristina... quería que vinieras para disculparme, lamento lo del otro día,
perdí la compostura, siento haberte echo participe de mis sospechas, no debería haberlo
echo, al fin y al cabo no tengo pruebas y solo es una impresión que me dio tu marido.
Su comportamiento con Javi. Lo lamento.
Cristina: No pasa nada, doctora.
M: Bien, Javi me parece un chico estupendo y me gustaría seguir tratándole.
Cristina: Esta bien, doctora... (Tocándose ligeramente la venda de la frente)
M: ¿Qué le ha pasado? (Suavizo su tono de voz, aunque una alarma se disparó en su
cabeza)
Cristina: Oh, esto. (Rió nerviosa) Me caí, soy algo pato.
M: ¿Sí? Mi pareja también lo es, mucho. (Sonreía)
Cristina: ¿también se cae?
M: No, más bien rompe cosas, como mi moto por ejemplo.
Cristina: Sí... (La pediatra notó una sensación extraña, por un momento le pareció que
aquella mujer bajaba la guardia, aquel era el camino indicado)
M: Aunque le agradezco que sea pato, nos conocimos por eso. (Riendo) ¿Cómo le
conoció usted?
Cristina: ¿a mi marido?
M: Sí, también fue por ser torpe. (La miraba cómplice)
Cristina: No, no... él era mi vecino, éramos amigos desde que tenía... no sé, hace
mucho tiempo. Un día empezamos a salir, tonteando, juegos de niños, al cumplir
dieciocho nos casamos, me fui a su casa, a vivir con sus padres. (Su voz era monótona,
como si hubiese pronunciado aquel discurso miles veces, como si lo recitase de
memoria)
M: Vaya, tu único amor ¿Eh?
Cristina: Sí... (Dijo con tristeza)
M: Debes de quererle mucho... (Alzando las cejas, con el cuerpo en tensión, esperando
la respuesta de aquella mujer)
Cristina: Sí... mucho... (Inconscientemente su mano fue a su muñeca, Maca se fijó,
tenía rasguños, como si le hubiesen atado algo fuertemente, se fijó en la otra muñeca y
vio los mismos rasguños, intentó calmarse, que su voz sonará como hasta aquel
momento)
M: ¿solo habéis tenido a Javi?
Cristina: sí... (un gesto de dolor pareció en su rostro) Solo a él.
M: Buf, yo quiero tener muchos.
Cristina: ¿Y tu pareja? (Maca entendió que el padre del niño no había querido tener
más)
M: No, creo que no, al menos no ahora, cree que es muy pronto, yo también creo lo
mismo. Más adelante.
Cristina: yo cuando era pequeña quería tener muchos... tres o cuatro. (Maca rió)
M: yo también, son los que quiero, mi pareja me dijo que si tenía pensado montar un
equipo de fútbol. (Cristina sonrió se estaba relajando)
Cristina: Sí, a me gustaría que Javi tuviese alguien con quien jugar.
M: ¿No jugáis con él? Mis padres se pasaban el día entero jugando conmigo, mi padre
me llevaba a montar a caballo, me enseño él, y me contaba historias de peque. (Sonreía
al recordar su infancia)
Cristina: Bueno... él trabaja mucho. Tiene que mantener a la familia.
M: ¿No trabajas?
Cristina: Antes... desde que tuve a Javi no, decidimos que lo mejor era que me quedara
en casa con el niño. (La pediatra pensó que seguramente aquella mujer no había tenido
otra opción)

Mientras Maca y Cristina hablaban en el despacho, Esther jugaba con Javi en la


guardería, el niño al ver a todos los demás niños se había aferrado a la mano de Esther,
la enfermera, que lo notó, decidió quedarse con él, se pusieron a pintar en una hoja, la
enfermera sentada en el suelo para estar a la altura de la pequeña mesa, Javi dibujaba
una casa. Esther por su parte, intentaba dibujar algo parecido a un caballo.

E: Uy... que casa más bonita... no como mi caballo... (Enseñándole con cara de penita el
dibujo al niño)
Javi: ¿Eso es un caballo? (Rió y a Esther le pareció una risa preciosa)
E: Ey, me ha costado mucho hacerlo. ¿Tú lo harías mejor?
Javi: ¡Sí! (Sonrió mientras apartaba el dibujo que había estado haciendo y cogía otra
hoja en blanco, Esther cogió el dibujo que había hecho el niño, salía una casa de color
rojo, con un tejado amarillo, un sol muy grande encima, el suelo era verde y había tres
personas delante, un monigote pequeño entre dos más grandes, uno de los grandes tenía
un sombrero y el otro una flor en la cabeza)
E: ¿Este eres tú? (Señalando el monigote más pequeño)
Javi: Sí (Levantando la cabeza un momento y volviendo a su caballo)
E: ¿Y estas con tus papas?
Javi: No. (Sin mirarla)
E: ¿Quiénes son?
Javi: Mi abuela y mi abuelo. Los papas de mi mama.
E: ¿Viven aquí?
Javi: No, en el campo. Tienen cerditos. (Sonrió el niño)
E: ¿Ah, sí? Vaya, yo quiero tener cerditos ¿Y que más tienen?
Javi: Pues... una vaca... dos conejos... y muchas ovejas, y un perrito chiquito.
E: ¿te dejan jugar con ellos?
Javi: Sí, a veces...
E: ¿Les ves mucho?
Javi: No... a mis papas no les gusta.
E: ¿no les gusta el campo? (El niño la miró, luego a la puerta y de nuevo a la enfermera)
Javi: no les gusta que vea a los abuelos. Dicen que son malos. Pero no es verdad. La
abuela me da helados y el abuelo me enseña a sacar leche de la vaca. No son malos. Son
buenos. (Arrastraba las palabras, susurrándolas, como con temor a que alguien le
escuchara)
E: Seguro que sí... (Sintió una punzada de tristeza) ¿A ver tu caballo? (Sonrió al niño)
J: Aún no esta... voy despacito...
E: Eso no es malo, así te saldrá mejor...
Javi: Sí...
E: ¿Y a los papas de tu papa? ¿Los ves?
Javi: Sí... a veces me quedo con ellos... cuando mama y papa se ponen malos...
E: ¿Se ponen malos a menudo?
Javi: A veces... y me llevan con mis abuelos. Pero ellos no me gustan. No me dejan
jugar. Solo hacer deberes.
E: Bueno, tienes que hacer los deberes para aprender mucho...
Javi: Sí... pero también tengo que jugar ¿No?
E: ¡Claro que sí! (Riendo) ¿Jugamos un rato? (Señalando un cajón con juguetes)
Javi: ¡Vale!

Esther se levantó sonriente. Seguida del niño, esparcieron los juguetes por el suelo y se
sentaron a jugar, Javi cogió una ambulancia y empezó a moverla arriba y abajo.

E: ¿te gustan las ambulancias?


Javi: Sí... me dejan tocar la sirena...
E: ¿Ah, sí? A mi no...
Javi: A mi sí, me conocen mucho. (Sonriendo) Son los que buscan a mama o a papa
cuando se ponen malos. Se los llevan.
E: ¿Has subido a muchas?
Javi: sí, vamos al hospital raro.
E: ¿al hospital raro?
Javi: sí, uno que no hay gente, solo una mujer fea en una mesa y un doctor viejo, me
mira mal. (Esther frunció el ceño, ¿Una clínica privada? )
E: ¿Y como que venís aquí?
Javi: Porque el doctor del hospital raro no esta. Mama me ha dicho que esta en el cielo.
¡Mira! ¡Un caballo! (Cogiendo uno del montón de juguetes) ¡Qué bonito!
E: Bueno... si no dices nada... te lo puedes llevar. (Susurrando cómplice)
Javi: ¿de verdad?
E: Claro que sí, pero shhhh... Es un secreto entre tú y yo ¿Vale?
Javi: ¡Vale! (Sonriendo)

En el despacho de la pediatra Maca y Cris seguían hablando, Maca había notado como
la madre de Javi se iba relajando, era el momento de aprovechar la situación, eso... o
dejar todo aquello por perdido, pero estaba demasiado implicada, aquel caso le había
movido demasiado dentro, viejos recuerdos, y la única forma que tenía de librarse de
ellos y seguir adelante era hacer todo por aquel chico.

Cristina: Le ascendieron hace poco, por eso vamos a irnos a vivir a otro sitio.
M: Vaya, tiene una carrera prometedora... aunque trabajando tanto ¿Debe estar poco en
casa, no?
Cristina: sí. (Sonrió por un momento) Pero no pasa nada, Javi y yo nos apañamos.
M: Ya, no parece muy movido para caerse tanto ¿eh? (Fingiendo una risa)
Cristina: Ya... (Cris miró sus manos, apoyadas la una sobre la otra sobre sus rodillas,
levanto la vista y miró a aquella pediatra, se notaba que se preocupaba por Javi) A
veces... bueno... cuando se porta mal... mi marido es muy tradicional, dice que los
colegios deberían ser como antes. Cuando te portabas mal y te daban en la punta de los
dedos con una regla... a veces se lo hace.
M: Cris... ¿Qué más le hace?
Cristina: Pues... (El móvil de Cris comenzó a sonar, Maca lo maldijo, la mujer miró la
pantalla y en su rostro apareció el miedo) Tengo que irme, gracias por todo...
(Levantándose y marchándose)
M: Casi... (Murmuró entre dientes)

La pediatra suspiró, había estado a punto de saber la verdad, si no hubiera sido por aquel
móvil. Maldijo su suerte, pero algo le había quedado claro de toda aquella conversación,
al niño le pegaban, y seguramente a Cris, y el padre tenía mucho que ver en aquello.
Mientras miraba el informe, le vino a la cabeza la cara de Javi, se parecía tanto... su
mente viajo atrás, muy atrás...

…un niño pequeño correteaba entre unos viñedos, estaba de espaldas, de vez en cuando
se giraba sonriente y la miraba, pero era más rápida, y entre risas lo atrapaba y caían al
suelo manchándose de barro sus ropas...

La enfermera quería hablar con Maca, aunque sabía que la pediatra estaba molesta con
ella, pero seguro que le interesaría lo que le había dicho el niño, no era nada
concluyente, pero algo era, tal vez Maca hubiese tenido suerte con la madre, aunque
cuando fue a buscar al niño parecía asustada y con prisas. Se acercó al despacho y sin
tocar ni nada entró, al abrir la puerta lo primero que vio fue a Maca con la cabeza
agachada, en un rápido movimiento la pediatra se limpió la cara y miró a hacia ella,
Esther pudo ver sus ojos enrojecidos, en un acto reflejo se acercó hasta ponerse a su
lado, iba a abrazarla, pero la voz de Maca la interrumpió.

M: ¿No te han enseñado a llamar antes de entrar?


E: No me he dado cuenta... (La miraba preocupada) ¿Maca?
M: ¿Ya se han ido?
E: Ahora mismo.
M: Vale... ¿Algo más?
E: ¿Qué tal con la madre?
M: Esther, por favor, no tengo ganas de hablar contigo ahora. (Sin mirarla)
E: Vale, genial, me encanta todo esto. (Sarcástica) Sé que metí la pata, tenía que haberte
llamado cuando me pidió que curara al niño, pero joder, solo tenía un rasguño. Y lo
siento mucho, Maca. (Intentaba cruzar laminada con la de la pediatra, pero esta se
evadía mirando hacia otro lado) Mírame...
M: Esther, si no te importa, tengo trabajo.
E: Muy bien... (Fue hacia la puerta, se detuvo con la mano en el pomo) Iban a una
clínica privada... el niño solo recuerda la ambulancia, con letras verdes... quizás
deberías llamar a los padres de Cris, ellos parecen no estar metidos en todo eso. Cris y
su marido no dejan apenas que el niño les viste.

Se marchó cerrando la puerta, estaba enfadada, molesta por la actitud de Maca, vale,
había metido la pata, bien hasta el fondo, pero eran pareja, no podía ponerse así cada
vez que cometiera un fallo, no debían dejar que el trabajo interviniera en sus vidas, pero
la enfermera sabía que aquel caso había tocado a Maca, se preguntaba porque aquel,
Maca tenía muchos casos, y nunca, en ninguna, la había visto así.

La pediatra se metió en internet, buscaba clínicas privadas en Madrid, aunque con los
datos que le había dado Esther era improbable que encontrará nada pero no perdía nada
por intentarlo. Después de una hora lo único que tenía era un listado de las clínicas
privadas de Madrid, si tenían ambulancia propia es que se trataba de una legal, por lo
tanto, debía estar en aquella lista, el problema es que había unas veinte. Le esperaba
mucho trabajo por delante.

Después decidió que ya era hora de irse a casa, bajo a la sala de médicos y dejó la bata
en el colgador. Salió a paso lento de allí, al pasar por recepción se detuvo, miró a
Teresita, Esther terminaba sobre aquella hora... estaba enfadada con ella, pero no quería
dejarla tirada, la llevaría a casa al menos.

M: ¿Teresa?
T: Se ha ido...
M: ¿Cómo?
T: Esther, hace cinco minutos... (Miró a la pediatra) Tranquila, ha llamado un taxi.
M: Vale, gracias Teresa...

Golpeó suavemente el mostrador y se marcho a recoger la moto, se sentía mal, por


ponerse así con Esther, aunque sabía que tenía razón, tal vez hubiera exagerado, la
enfermera estaba teniendo una paciencia infinita con ella, era la primera vez en su vida
que se comportaba así, y la única mujer con la que quería estar, estaba sufriendo sus
consecuencias. Suspiró, tendría que disculparse, aunque a esas alturas Esther ya estaría
muy enfada con ella, decidió que lo mejor era irse a dormir, a primera hora se pasaría
por casa de Esther, sabía que la enfermera no entraba hasta l1

A las nueve de la mañana siguiente, la enfermera se despertaba con el sonido del timbre,
espero a ver si alguien abría, pero no se escuchaba nada, volvió a sonar de nuevo y
Esther salió soñolienta de la cama, apenas había dormido en toda la noche. Con pasos
torpes salió al pasillo echó un vistazo arriba y abajo, ni rastro de su familia, suspiró y se
acercó ala puerta, en el recibidor había una nota, habían ido a llevar a la niña a clase y a
hacer la compra. Abrió la puerta, toda despeinada y con el pijama aún puesto.

M: Buenos días. (Mirándola sin saber si sonreír o no)


E: Hola. (Pasando una de sus manos por su pelo y abriendo más la puerta para dejarla
pasar)
M: Gracias... (Entrando dentro, Esther cerró la puerta y fue a sentarse al sofá, la
pediatra la imitó, sentándose a su lado)
E: ¿No entras dentro de un rato?
M: Sí, pero quería... verte antes. (Estudiando a Esther)
E: Uhm... (Bostezando)
M: ¿Has tenido mala noche?
E: Sí, aunque eso no creo que te importe mucho ¿No?
M: Esther, lo siento, me porte como una estúpida, me encantaría explicarte el porque
pero... no puedo, no sé... como hacerlo. (La miraba a los ojos, intentando expresarle con
su mirada lo que era incapaz de decirle con palabras) Se que me estoy metiendo
demasiado en el caso, pero no puedo evitarlo. Y estoy pagando mi impotencia contigo.
Y... (Esther la fue a interrumpir pero Maca levanto la mano) No, déjame que te lo diga,
por favor, necesito hacerlo. Se que eres la persona menos indicada para pagar lo que
siento, lo sé, eres la única a la que no quiero hacer daño... pero también la única con la
que puede ser como soy. Y... no es que este intentando justificarme, pero.. yo... necesito
tiempo, necesito... concentrarme en esto, y si tengo que estar pensando en si voy a
herirte sin quererlo, yo... no puedo... (La miraba suplicante, la enfermera no sabía que
decir, en algún momento de aquella conversación se había perdido, ¿Qué le intentaba
decir Maca? Miró a la pediatra, perdiéndose un momento en sus ojos, aquella mirada,
suspiró)
E: ¿Qué quieres que diga?... ¿Qué haga?... ¿Qué?
M: Yo... solo... no sé Esther... no lo sé.
E: Creo que sí que lo sabes. (Suspiró lentamente) Pasas de esforzarte...
M: No, no. (Cogió las manos de la enfermera) Esther, no, no paso, quiero estar contigo,
quiero esto (Señalando sus manos entrelazadas) Pero... necesito que me ayudes...
ayúdame a no pasarme... no puedo hacerlo sola... (La enfermera la miró)
E: Haz lo que tengas que hacer ¿Vale? No te preocupes por mí, arregla este caso y
luego... tú y yo.
M: Pero...
E: voy a estar ahí, pero no voy a soportar que lo pagues conmigo. Cuando necesites un
abrazo, lo que sea, estaré ahí. Pero no cuando quieras una cabeza de turco ¿Vale? (Maca
asintió)
M: ¿Y si se...?
E: Cuando arregles lo que tienes que arreglar, yo estaré aquí, lo sé, por mucho que
quisiera no podría estar en otra parte, no quiero otra parte, así que... tranquila.

Se despidieron con un breve beso y un cálido abrazo, Maca tenía que ir a trabajar,
cuando Maca cerró la puerta tras de si, Esther se tumbó en el sofá, suspiró y cerró los
ojos, apretándolos con fuerza, impregnándose de la realidad, los abrió y fue a prepararse
el desayuno.

Maca por su parte, llegó al trabajo, después de preguntar si tenía pacientes y hacer la
ronda fue a su despacho, tomó la lista de clínicas privadas y empezó a marcar teléfonos,
quería hablar con el doctor que había tratado al chico, o cualquiera que supiese algo, ver
si solo eran sospechas infundadas o alguien más había llegado a sus misma
conclusiones, temía que se estuviese dejando llevar por los recuerdos. Después de una
hora consiguió algo. Normalmente le decían que no y colgaban pero una recepcionista
le pasó con un doctor.

M: Hola, soy la doctora Macarena Fernández del Hospital Central, estoy confirmando el
historial de un paciente.
Dr: ¿Hospital Central?
M: Sí, doctor.
Dr: Verá, no puede revelarle nada de mis pacientes, doctora. Mucho menos sin estar
seguro de su identificación. ¿Conoce al doctor Dávila?
M: Antonio, el director de este hospital, si le conoce, el confirmará mi identidad.
Dr: No hace falta, envíeme lo que necesita e intentaré ayudarla en todo lo posible.
M: De acuerdo, doctor, gracias, enseguida le envío los datos por fax.
Dr: Bien, los esperare.

Maca le pasó los datos del chico, adjuntando una nota manuscrita con los datos que
necesitaba, al cabo de unos segundos el fax recibió la respuesta, Maca se dispuso a leer
el informe que le habían enviado, bajo a cafetería para tomarse un café mientras lo
consultaba.

La enfermera llegaba a su hora a recepción, firmó el registro apenas saludó a Teresa y se


fue al vestuario, iba distraída por el pasillo cuando se cruzó con Laura, más bien, chocó
con ella.

L: Ey, buenos días. (Sonriendo)


E: Hola, Laura. ¿Te he hecho daño? (Riendo por su torpeza)
L: Que va, tranquila. ¿Hace un café?
E: Si venga. (Riendo) Acabo de llegar, se entera Dávila y me mata. Pero miro si tengo
mucho trabajo y te busco ¿Vale?
L: Vale, venga, yo voy a ver si Teresita me cuenta algún cotilleo. (Guiñándole un ojo se
fue, Esther se metió en el vestuario y comenzó a cambiarse, la puerta se abrió de golpe)
E: ¡Rusti! (Al ver quién entraba, se tapó con sus brazos como pudo el torso desnudo)
R: Lo siento, lo siento. (Con los ojos cerrados volvía a cerrar la puerta)
E: Anda que... (Terminó de cambiarse y salió, el celador estaba enfrente de ella,
avergonzado) ¿Qué? ¿Queca no te da o que?
R: Uf, ni me hables de eso. (Riendo) Si que te das prisa en desnudarte, acababas de
entrar.
E: Va a ser eso... (Riendo) ¿Qué pasa?
R: Que Dávila quiere hablar contigo, te esta esperando en su despacho.
E: ¿Conmigo? (Sorprendida)
R: Sí, no sé... ¿Qué has hecho?
E: ¿Yo? Nada... creo... bueno, voy a ver.
R: Suerte.

La enfermera fue a coger el ascensor, al poco rato ya estaba esperando a que Dávila le
dijese que entrará, el teléfono sonó y la secretaria lo cogió, asintió un par d veces con la
cabeza y le dijo a Esther que ya podía pasar.
La enfermera tocó a la puerta de todas formas, al escuchar al otro lado la voz del
director se metió dentro sonriendo, aunque estaba algo descolocada, no tenía ni idea de
porque la llamaba Dávila.

D: Esther, pasa, pasa, siéntate. (Sonriendo) Vaya cara de asustada que me traes.
E: Hombre, eso de hablar con el director impone. (Bromeó)
D: Sí, sobre todo si es un payaso. (Riendo) Bueno ¿Qué tal?
E: Bien... (Con el ceño fruncido mientras se sentaba) ¿Eso es todo? ¿Ya puedo irme?
(Sonriendo de nuevo)
D: Que no voy a comerte, mujer... más que nada porque cierta pediatra me mataría.
E: Vaya, me alegra que solo sea por eso. (Divertida)
D: Pues precisamente de la pediatra quería hablarte. (Esther lo miró atenta) Verás,
últimamente esta...
E: Muy concentrada en su trabajo, Dávila.
D: lo sé, lo sé, eso es lo que me preocupa ¿A ti no?
E: No, quiere ayudar todo lo que pueda, es por lo que nos pagan ¿No?
D: Sí, pero creo que se esta involucrando demasiado, no sé, he pensado que Salinas se
encargue la próxima vez que venga el chico...
E: No creo que sea buena idea, Dávila, la verdad, a Maca le molestará bastante.
D: Ya, pero soy el director, algo tengo que hacer.
E: ¿Sentarte y esperar que Maca lo arregle? (Bromeó Esther)
D: Esther... si sigue así...
E: Dávila, confía en ella, lo arreglará ¿Vale? De verdad.
D: No dudo que lo haga, pero me preocupa lo que pierda mientras tanto. Parece que le
preocupa ese caso más que ninguno otro, y no quiero quejas de los pacientes.
E: Dávila, nadie se ha quejado... (Dávila suspiró, aún no se habían quejado)
D: Pero lo harán, a este paso.
E: No ha dejado de lado ningún caso, siempre que entra un niño lo atiende como antes,
la diferencia es que ahora, en vez de vagabundear cuando no tiene que hacer, se pone
con ese caso.
D: Vale, no tengo nada que hacer ¿No?
E: No. (Sonriendo)
D: Pero si ves...
E: Dávila, si quieres que alguien te avise de algo, búscate otra persona, es Maca, no
pienso hacerlo, ni siquiera sé porque me lo pides.
D: Porque eres la persona más cercana a ella.
E: Pues precisamente por ser esa persona, no voy a hacerlo. (Esther estaba molesta,
¿Cómo podía insinuarlo siquiera?) ¿Ya has terminado?
D: Sí, joder... servirías para directora... como te pones cuando te tocan lo tuyo.
(Intentando relajar la situación)
E: Que tengas un buen día. (Levantándose y marchándose)

La enfermera bajó a urgencias, buscó a Laura y le dijeron que ya se había ido a


cafetería, fue hacia allí, ya se encargaría del trabajo pendiente más tarde, necesitaba una
buena dosis de café... o una tila. La encontró en una mesa, no vio que en la mesa del
rincón estaba Maca enfrascada en lo suyo, se sentó con Laura suspirando.

L: ¿Qué pasa?
E: Que a Dávila de vez en cuando se le va la castaña...
L: Menuda cosa. (Riendo, al ver la mirada de Esther, dejó de hacerlo) ¿Qué ha pasado?
E: Pues que me ha llamado a su despacho, para hablar de Maca ¿porque no habla con
ella y me deja a mí? Aunque mejor que no hable con ella, porque Maca lo hubiese
enviado a la China, joder... si es que ya le vale.
L: Me he perdido... ¿Ya le vale a quien?
E: A Dávila. Me ha pedido que este “pendiente” de Maca. (La pediatra no pudo evitar
prestar atención a la voz que le acababa de llegar, miraba a Esther)
L: ¿Qué le has dicho?
E: Que se busque otra, yo no pienso hacerlo. ¿No se da cuenta que Maca es mi pareja?
Si es que es más burro.
L: Madre mía... (Laura abrió mucho los ojos) ¿Sabes lo que acabas de decir?
E: No me digas que Dávila está detrás...
L: No, mujer, eso no... has dicho que Maca es tu pareja.
E: No, no lo he dicho, cada vez que lo voy a decir se me atragantan las palabras.
L: Pues lo has dicho... (Riendo)
E: ¡Que no!
L: ¡Que sí! (Estallando en una gran carcajada) La niña crece...
E: Que tonta... (Dándole un golpe en el brazo y riendo)
R: ¡Maca! (Entrando en cafetería) Los del Samur te traen a un niño
M: Voy... (La pediatra se levantó, al pasar por al lado de Esther le dedicó un leve
apretón en el hombro y una sonrisita, Esther suspiró y negó con la cabeza)

A la hora de comer, la enfermera cogió un sándwich y un zumo y se sentó en una de las


mesas, había habido un trafico y había estado toda la mañana dando vueltas, de hecho,
apenas tenía rato para comer, aún había trabajo por hacer.

M: ¿Puedo? (Señalando la silla que había enfrente de la enfermera)


E: ¿Mhm? (Levantando la vista) Sí, claro.
M: Bien... (La pediatra dejó los informes a un lado y una fiambrera delante suyo, se
sentó y miró a Esther)
E: ¿Qué es eso? (Señalando la fiambrera)
M: Oh, Rusti ha estado toda la mañana detrás de mí para que le cambiase esto por mi
bocadillo, al final me he cansado y se lo he dado. (Sonriendo) No tengo ni idea de lo
que es...
E: Trae... (La cogió y la abrió) Ostras, macarrones de Queca... (Maca sonrió, a Esther le
faltaba un hilillo de baba)
M: ¿Eso es lo que vas a comer? (Mirando el sándwich)
E: Sí, no me ha dado tiempo a traerme nada. (Maca sonrió, cogió el sándwich de Esther
y empezó a comérselo, con la otra mano le pasó un tenedor de plástico a la enfermera)
No, no... (Se levantó y al rato apreció con otro tendedor, amabas rieron y empezaron a
comer directamente de la fiambrera) Están buenísimos... Queca es muy buena cociera...
M: Sí, están buenos... He encontrado la clínica.
E: ¿Sí?
M: Sí, el medico que le trataba falleció, pero me han pasado los informes que escribió,
no había nada raro, hasta el último día, se ve que se arrepintió y escribió un nuevo
informe, sospechaba lo mismo que yo, bueno, más cosas. Es increíble, pero tampoco
había pruebas...
E: Lo siento... (Maca la miraba, con una mezcla de sentimientos, por una lado quería
seguir así, al menos hasta que todo aquello pasará, pero pro el otro la quería a su lado,
como pareja, ella lo había dicho, eso e que aún lo eran, la pediatra pasó una mano por
encima de la mesa y acarició la de Esther, esta devolvió el gesto con una sonrisa) ¿Qué
vas a hacer ahora?
M: Pues... No lo sé... la verdad, había pensado en localizar a los abuelos, dijiste que
podían saber algo ¿No?
E: Sí, bueno... no lo sé, pero me pareció que tal vez sí, de todas formas, sin el
testimonio de alguno, no sirve de nada, y sería la palabra de ellos contra la de él.
M: Lo sé, pero al menos los de asuntos sociales se meterían, protegerían al niño e
intentarían hacerlo con la madre lo mismo.
E: Sí...

Siguieron hablando un rato, hablaban de lo que habían hecho en la mañana (sin incluir
la conversación con Dávila ni el caso), de que pensaban hacer aquella noche, cuando
Esther habló de ver una película en casa, Maca le sugirió alguna, aunque sabía que no
hacia falta, Esther tenía mejor gusto en películas que ella.

Al cabo de un rato, cada una se despidió con un leve apretón de manos, Esther dándole
fuerza a la pediatra para tirar adelante, Maca intentándole decir que seguía allí, con ella.
Mientras la enfermera iba a cortinas Maca se acercó a rotonda, quería ver si tenía algún
paciente, mientras esperaba a que Teresa dejará de hablar con su prima del pueblo.
Llegaron los del Samur con un paciente, Vilches salió enseguida a recibirlo, Maca miró
distraída la camilla y sus ojos se abrieron como platos, era Cristina, la madre de Javi, o
al menos eso creyó, porque tenía media cara enrojecida por la sangre.

Teresa colgó el teléfono, Maca miraba las puertas por las que había desaparecido las
camillas, escuchaba la voz de alguien, era Teresa llamándole la atención.

M: ¿Eh?
T: Hija, como estás últimamente ¿Qué si querías algo? Estás ahí plantada...
M: No, no... ya no... (Mientras se iba hacia boxes)

Buscó en el que estaba Vilches, mirando a través de los cristales de las puertas, lo
distinguió en uno de ellos y se fijo en la paciente, intentando ver si era en realidad ella o
no, pero Vilches le tapaba. Notó una mano en su espalda, al girarse vio a Esther.

E: ¿Me dejas pasar? (Sonriendo)


M: ¿Vas a entrar?
E: Sí, Vilches me ha dado un toque.
M: Mira si es Cristina, por favor, hazme una señal...
E: ¿Cristina?
M: La madre de Javi, me ha parecido que era ella...
E: Vale... (Maca se echó a un lado y Esther entró a ayudar a Vilches)

La enfermera se colocó al lado de la camilla, Vilches le dictaba alguna orden pero ella
observaba atentamente la cara de la mujer, asintió apenada y miró hacia Maca, la
pediatra suspiró y se marchó.

V: ¡Esther! ¡Joder!
E: Lo siento, dos de sangre, Silvia (A otra enfermera) Ve tú, asegúrate del grupo
sanguíneo.
Silvia: Sí, enseguida.
V: ¿Pulso?
E: Bajando...
V: Mierda, no sé de donde esta sangrando... (Trajinando en la cabeza de la mujer)
E: Te ayudo... (Intentando absorber la sangre con gasa estériles) No sirve...
V: Prueba a aspirar a ver. Joder ¿De donde sale? (Buscaba en la cabeza de la paciente,
por detrás, donde había una maraña de pelos, Esther se fijo en el lado de la cara de Cris,
abrió los ojos atónita)
E: Vilches...
V: ¿Qué? ¿Lo tienes?
E: No, esa herida no... pero... creo que... (Se acercó a la oreja de Cris) Le falta un
trozo... es como si... le hubiesen arrancado el pendiente...
V: Vale, a ver, primero la cabeza, luego nos encargamos...
E: Bien... (Esther se puso a buscar la herida con Vilches, al final limpiaron la cabeza de
Cris con agua purificada y lo encontraron, en la parte posterior, una brecha por la que no
dejaba de salir la sangre, Vilches tapó la herida, presionando, mientras Esther le
preparaba el material necesario, le tendrían que dar puntos)
Silvia: Ya la tengo (Dejando la sangre sobre un soporte)
E: Necesito una cuchilla de afeitar, hay que limpiar esa zona de bello.
Silvia: ¡Voy! (Saliendo como había entrado, corriendo y sin apenas aliento)
V: ¡Esther! ¡Ponle la sangre ya! Pierde demasiada...
E: Voy...

Mientras tanto, Maca había vuelto a recepción, buscó a Eva por allí, la encontró
cogiendo papeles para rellenar el parte, se acercó a ella corriendo.

M: Eva, oye, la mujer que acabáis de traer... ¿Sabes que ha pasado?


Ev: Buf, la verdad es que no... (Andando hacia la sala del Samur con Maca a su lado)
La encontró una vecina, la puerta de la casa estaba abierta, así que entró y la vio así,
enseguida llamó.
M: ¿Estaba sola?
Ev: No, creo que también había un niño pequeño, se ha quedado con la policía, supongo
que intentarán localizar a algún familiar o algo. No lo sé. ¿Que pasa?
M: Que al niño lo atendí yo hace días, la madre ha estado varias veces, creo que les
pega el marido.
Ev: Pues al primero que llamará la policía es al marido... sobre todo porque cuando
vieron a la mujer pensaron en la posibilidad de los malos tratos, aunque también
pensaron en el robo.
M: Vale... gracias. (Volviendo sobre sus pasos) Teresa, déjame el teléfono.
T: ¿Qué se dice?
M: Teresa. (Mirándola con dureza)
T: Vale, vale, uy hija, que genio que gastas, no sé como te aguanta Esther.
M: Ni yo... (Mientras marcaba un número y esperaba) ¿Con la agente Rodríguez? Vale,
espero... Hola, Alba, soy Maca, del central... sí, bien, algo liada, oye ¿Habéis atendido
una llamada de una mujer que ha encontrado a otra herida en su casa? Cristina...
tranquila, espero... ¿Sí? Oye, tienes que hacerme un favor, ¿Recuerdas el caso que te
comenté? Sí, pues ella es la madre... podrías.... Exacto, que no se acerque... vale,
gracias, Alba... venga. (Colgó y fue a la puerta del box a esperar noticias)

Maca observaba a través del cristal como Vilches y Esther luchaba por para la
hemorragia de Cristina, sus pensamientos estaba metidos con ellos, en el box, y donde
quiera que estuviese Javi. Estaba preocupada por como se estaban dando los
acontecimientos, sobre todo le preocupaba que el padre hubiera hecho aquello, y el
posible peligro en el que se encontraba el niño si había visto algo. Su mente se alejó por
unos segundos de allí...

...Maca... mira... tú tendrás uno y yo el otro ¿Vale? Y mientras los tengamos, estaremos
siempre juntos ¿lo prometes?...

...El rostro de un niño sonriendo, con los rayos del sol reflejándose en su pelo, estaban
en el campo, notaba la hierba húmeda bajo ella...

... Lo prometo... su mano apretaba un pequeño oso de peluche... la mano del niño
sostenía uno igual...

... Lo prometo...

...dos pequeños meñiques entrelazados...

... ¡A comer!... la voz sonaba distante... El niño se levantó y salió corriendo sonriente...

... Maca se quedó allí, sentada en la hierba... Viendo como se alejaba corriendo...

V: ¡Mierda! ¡Se esta parando! ¡Placas!

Esther preparaba las placas, se las pasaba a Vilches, Cruz llegaba en aquel momento,
todas las miradas se centraban en el monitor, el pulso se estabilizó después de segundos
de impotencia, Cruz y Vilches se apresuraron a terminar de cerrar la herida. Poco
después los dos salían, dejando a Esther para que se encargase de recoger todo y llevase
a Cris a hacerle un escáner por si se les había pasado algo.

M: ¿Cómo está?
C: Pues... ¿Vilches?
V: Tiene una gran herida, ha perdido mucha sangre... no sé... (Se alejaban con gesto
abatido)
M: Joder...

La policía llegó minutos después, iban con el niño y otra mujer, una mujer mayor,
seguramente la vecina, Maca los vio y se acercó al chico.

M: Ey, Javi, hola. (Acariciándole al cara, el niño se retiró asustado y la miró)


Javi: ¿Y mi mama?
Mujer: Perdónale, lleva así todo el rato, solo pregunta por ella, por eso lo hemos traído,
soy la vecina de Cris, me llamo Rosa.
M: Yo Maca. A tu mama la están curando, ¿Sabes esa enfermera tan guapa y simpática?
(El niño asintió) Pues ella esta con tu mama.

Javi: ¿Sí?
M: Sí... pero ahora no podemos verla, ya sé, ¿Qué te parece si le hacemos un dibujo
para dárselo?
Javi: Vale... (Se acercaba temerosa, Maca sonreía cálidamente, el niño estaba bien,
asustado, pero bien)
M: Vale, vamos a subir ¿Eh?
Rosa: ¿Puedo quedarme aquí? Para saber como esta y eso...
M: Claro que sí.

La pediatra y el niño se fueron a coger el ascensor, se cruzaron con Esther, que acababa
de salir del box, el niño no se dio cuenta porque iba mirando el suelo, Maca le guiñó un
ojo a la enfermera y esta le sonrió con dulzura.

La enfermera se acercó a los policías, Vilches hablaba con ellos ahora, se paró al lado
para saber lo que estaba pasando.

Policía: Le estamos intentando localizar, pero no hay rastro, cada vez más sospechamos
que ha tenido algo que ver, algunas vecinas nos han dicho que discutían a menudo, otras
que eran una pareja de lo más normal, no sabemos que pensar. Pero una compañera nos
ha dicho que una doctora de este hospital creía que pegaban al chico y tal vez a la
madre.

V: No se nada de eso... (Frunciendo el ceño)


E: El caso de Maca.
V: Oh, sí, ¿Es ella?
E: Sí, ayer mismo estuvo en el hospital con el niño, hablando con Maca.
Policía: ¿Por qué sospechaba del padre?
E: Por su actitud un día que vino al hospital, por la de la madre con el niño, y porque
estuvo hablando con Cristina, la madre...
Policía: ¿Ella se lo dijo?
E: No, no, pero... se lo dio a entender, por las cosas que decía de él.
Policía: Nos gustaría hablar con esa doctora.
V: Ahora la localizamos.
E: ¿No podría ser más tarde? (Los policías la miraron) Esta con el crío, no creo que sea
bueno dejarlo solo, y a ella ya la conoce.
Policía: De acuerdo, pero dígale que queremos hablar con ella en cuanto pueda.
Nosotros vamos a ver si conseguimos encontrar al padre.
V: Avísenos si hay novedades (Pensando más que nada en Maca, a la que le interesaba
mucho aquel caso, los policías asintieron y se marcharon) ¿Cómo sigue?
E: Como antes, Rusti la ha bajado a rayos de urgencia, cuando estén los resultados te
doy un toque. Voy a ver a Maca.
V: Vale, avísame ¿Eh?
E: Tranquilo...

La enfermera subió a la plante de pediatría, seguramente Maca se había llevado al niño


a algún lugar tranquilo, miró en su despacho pero estaba vacío, preguntó a una de las
enfermeras de planta y esta le dijo que mirase en la sala de juegos. Esther sonrió y fue
hacia allí, miró a través de los cristales, estaban allí, sentados en una de las mesas, Maca
miraba con ternura como Javi dibujaba.

Javi: ¿Color rojo?


M: Rojo. (Pasándoselo sonriente)
Javi: Mhmhm... ¿Azul?
M: Azul. (Riendo con el niño)

Esther se acercó a ellas y se sentó al lado del niño, este levantó la vista y sonrió.

Javi: Hoy estoy pintando con ella. (Señalando con un lápiz a Maca, Esther miró a
Maca y sonrió)
E: ¿Puedo yo también?
Javi: Vale... pero no hagas caballos...
E: Hecho. (Riendo)
Javi: ¿Mi mama?
E: Hay dos médicos muy buenos con ella ¿Sabes?
Javi: ¿Se va a curar? (Mirando alternativamente a Maca y a Esther, estas
intercambiaron una mirada, ninguna sabía que decirle al niño, Esther porque no
encontraba las palabras adecuadas, Maca porque aún no sabía como estaba la madre)
E: Bueno, Javi, no lo sabemos aún. Le están haciendo pruebas.
Javi: ¿Cómo cuando me puse malo yo?
E: Sí, como a ti.
Javi: yo me puse bueno...
E: Sí... (Acariciando la cabeza del niño mientras miraba a Maca triste)
M: Venga, hay que terminar el dibujo para llevárselo ¿Eh, Javi?
Sí. (Sonriendo y siguiendo con su dibujo, Esther miró a Maca y esta le hizo una seña
para que salieran un momento)
M: Javi, Esther y yo vamos aquí al lado un momento, ¿Podemos?
Javi: Sí, yo pinto.
M: Muy bien. (Levantándose y dejando un beso en la cabeza del niño)

Ambas mujeres salieron, cerraron la puerta tras de si, al ver que el niño seguía
concentrado en el dibujo, se quedaron allí, viéndola a través del cristal. Maca lo
observaba con cariño, como si fuera algo muy suyo, estaba contenta de tenerlo allí, de
que estuviera protegido, sabía que allí nadie le haría daño, y eso la tranquilizaba mucho.
La enfermera miraba al niño, hasta que se dio cuenta que Maca estaba en silencio y la
miró, al verla allí, parada delante del cristal, apoyada ligeramente en él. A Esther le
resultaba la mujer más increíble del mundo. Creía conocerla bien, pero aquella actitud
durante las últimas semanas, aquellos momentos bordes, acompañados de aquellos
momentos en los que se mostraba... real. Le encantaba. La pediatra suspiró y miro a
Esther.

M: ¿Cómo esta?
E: Bueno... le están haciendo un escáner para ver si tiene alguna herida interna o algo
que hayan pasado por alto, pero esta estable. Aunque a Vilches le preocupa que ha
perdido mucha sangre.
M: Buf... (Pasó su mano por su frente, mirando hacia donde el pequeño estaba sentado)
¿Han llamado a su familia?
E: La policía se encarga de eso, pero le he pedido a Teresa que intentara localizar a sus
abuelos maternos.
M: Gracias... (Posó su mano en el brazo de Esther, acariciándolo con su pulgar mientras
la miraba)
E: Maca, no digas tonterías ¿Mhm?
M: Ya... pero gracias. (Con una media sonrisa)
E: Anda, vamos con Javi, va a necesitar a alguien a su lado hasta que llegue su familia...
(Cogió la mano de Maca y tiró de ella hacia dentro, se sentaron una a cada lado de Javi)
Javi: Mirad, ¡ya esta!
E: A ver... uhm... ¿La casa de tus abuelos?
Javi: Sí, mama creció allí, como yo aquí, seguro que le gusta... (Con una de esas
sonrisas que solo un niño puede ofrecer)
E: Seguro que si, peque... (Sonriendo y dejando un beso en su cabeza, Maca la miró con
curiosidad, le gustaba ver a la enfermera así)

Una hora después, Vilches subió a buscar a Esther, la encontró sentada en el suelo, con
el niño sentado entre sus piernas, los dos aplaudiendo las marionetas que Maca movía
en el aire. La pediatra estaba sentada en el suelo, delante de ellos, y de vez en cuando
acercaba las marionetas al abdomen del crío que estallaba en carcajadas. En uno de esos
momentos, con los tres riendo contentos.

V: Que escena más tierna... (Sarcástico) Me dan ganas de llo...


E: Vilches, ya lo hemos cogido. (Acariciando el pelo del niño antes de levantarse y
acercarse al doctor) ¿Qué pasa?
V: Que necesito una enfermera, no, una no, a ti. Soy así de caprichoso. (Serio) y como
soy el doctor más bueno de este hospital, se me dan mis caprichos.
E: Ya, sí, claro... yo creo que hay una doctora más buena que tú, pero bueno...
V: Eso es porque te soborna, lo sé. (Señalando a Maca) En cinco minutos abajo, Esther.
(Vilches salió de allí, Esther se dio la vuelta y miró a Maca, ambas sonrieron y pusieron
los ojos en blanco)
E: Bueno... tengo que ir a ayudar un poco. Javi ¿Me contarás como acaba la historia?
Javi: Sí. (Sonriendo y volviendo a mirar las marionetas)
E: Luego vengo ¿Mhm? (Maca asintió y siguió con su obra)

Esther buscó a Vilches, lo encontró en recepción, hablando con unas personas, éste al
verla se acercó.

V: Son los padres de la paciente, Cristina, les explicamos que tal todo y les llevas con
ella ¿Vale?
E: Sí, ¿Se sabe algo del padre?
V: Que va, no nos han dicho nada.

Los dos se acercaron a los abuelos de Javi, en sus movimientos dejaban ver lo confusos
y preocupados que estaban, Esther sonrió a la pareja.

V: Esta es Esther García, enfermera de este hospital, les acompañará a ver a su hija
enseguida. (La pareja asintió, la mujer se aferraba al brazo de su marido, se notaba que
estaba destrozada, seguramente se habría llevado un buen susto cuando la llamaron)
Como les iba diciendo, su hija se encuentra estable, pero queremos dejarla en
observación, perdió mucha sangre y queremos asegurarnos antes de darle el alta de que
todo esta bien.

Abuela: ¿Podemos verla ya?


Abuelo: Tranquila, cariño, seguro que en nada entramos ¿Qué hace la policía aquí?
(Mirando al doctor)
V: Bueno, eso... mejor que os lo expliquen ellos. ¿Esther? ¿Les llevas?
E: Síganme por aquí, señores Villa.
Abuelo: Toño y Martina, por favor. (Esther sonrió )
E: Bien, Toño y Martina, esta por aquí.
Mrt: ¿Y el niño? El doctor no me ha dicho nada.
E: El niño esta arriba, con la pediatra del hospital, tranquila, se encuentra bien, pero no
creíamos que estar por aquí con tanto movimiento le fuera bien, así que han subido a
jugar un rato.
Toño: ¿Sabes porque esta la policía aquí?
E: Sí... verá... es algo, complicado, creen que... bueno... que el padre de Javi, el marido
de vuestra hija, pues... creen que él le hizo esto...
Mrt: ¡No! (La mujer se aferró a su marido, que la abrazó con fuerza, Esther
contemplaba la escena abatida, estaba claro que ellos poco sabían de todo aquello)
Toño: Venga, cariño, vamos a verla ¿Eh? De ese ya se encargará la policía. Venga,
tenemos que ir a ver a Javi ¿Eh? Que hace mucho que no le vemos, pobre, aquí solo,
venga, cariño.
Mrt: Uhm, uhm. (Asintió levemente, mientras su rostro recuperaba algo del color que
había perdido, Esther les acompañó a la sala)
E: Les dejaré un rato a solas. Iré a buscar a Javi.
Toño: Gracias, Esther.
E: No hay de que, es mi trabajo.

Horas después la enfermera entraba en el vestuario para cambiarse, había terminado el


turno, había sido un día duro, lleno de emociones, y deseaba irse a casa a dormir, pero
en las últimas horas, había pensado en llevar a Maca a algún sitio, distraerla de todo,
intentar que la pediatra se relajase un poco. Mientras pensaba en eso, se iba cambiando,
dejando su uniforme en la taquilla, la puerta se abrió y la cabeza de Maca se asomó, al
verla allí, sonrió y entró en la habitación, Esther la miró un momento sonriendo y volvió
a lo suyo. Maca se sentó en el banco, justo detrás de Esther.

M: No te he visto desde hace... tres horas. (Poniendo sus manos en la cintura de Esther
mientras esta se abrochaba el pantalón) ¿Qué has estado haciendo?
E: No eres la única que me necesita... ¿Sabes? (Bromeando)
M: En este hospital todos te necesitan, el primero el gran doctor Vilches... pero yo no.
(Acariciando la cintura de Esther y acercándola, la enfermera sonrió y se dio la vuelta)
E: ¿No me necesitas? (Mirándola con ternura)
M: No.
E: ¿En serio?
M: Sí. (Asintiendo con la cabeza)
E: Vale. (Se separó de Maca y cerró la taquilla) Pues nada, nos vemos mañana doctora.
(Riendo mientras se acercaba a la puerta, Maca se levantó enseguida y rodeó a la
enfermera por la cintura, besando su hombro)
M: No te necesito... Simplemente... no sé estar sin ti. Si no estás conmigo... no estoy.
E: Mhmhmhm... ¿Cómo no voy a quererte? (Riendo y dándose la vuelta para acariciar
con sus dedos las facciones de Maca)
M: ¿Cómo ha sido eso?
E: ¿El que? (Confundida)
M: Lo de cómo no voy a... ¿A qué? (Sonriendo de oreja a oreja)
E: Pues... vaya, ¡Se me ha olvidado! (Riendo)
M: Ya... (Riendo con ella) ¿Nos vamos ya?
E: Pues... a no ser que prefieras quedarte trabajando a estar conmigo, sí, nos vamos.
M: Bien... ¿Vamos a mi casa? Me apetece estar... tranquilas.
E: Me lo suponía. (Acariciando la mejilla de Maca con sus dedos, en un leve roce)
M: Me empiezo a volver previsible ¿Eh?
E: No, solo es que últimamente... solo te apetece eso... pero no es malo ¿Mhm?
(Mirándola con cariño) ¿Sabes? (Tuvo una idea) Tengo el plan perfecto... llévame a casa
y ven a buscarme en una hora.
M: Esther... casita... (Poniéndole morritos)
E: Tonta, seguro que te va a gustar.
M: Esa frase es mía... (En un susurro)
E: Mhmhm... Lo mío tuyo, lo tuyo mío...
M: ¿Eso lo dice la chica que tiene pánico al compromiso?
E: Ya ves, una que va aprendiendo poquito a poco... (Le guiñó un ojo sonriente) Venga,
larguémonos de aquí, lo tengo muy visto por hoy.

Las dos salieron del vestuario, al salir se pararon a firmar el registro, Teresa (pobre
mujer, no le hago trabajar ni nada) las miró concentrada al verlas tan contentas

T: ¿Un buen día? (Sonriendo)


E: No, pero mejorará... (Guiñándole un ojo)
T: Uy, ¿Y eso?
M: No quieras saberlo, Teresita, no lo resistirías... (Teresa sonrió)
T: Anda que no echaba de menos que me soltases de esas (Riendo) Pero no te pases
¿Eh? Que yo lo hago con toda mi buena intención...
M: Y para tener informados a radio-patio, no vaya a ser que se pierdan algo. (Le sacó la
lengua y esperó a que Esther terminase de firmar)
T: ¿Y a donde vais?
M: Pues... no tengo ni idea. (Mirando a Esther)
E: Es un secreto... Shhhh... no digas nada a nadie. (Teresa que abrió los ojos como
platos ante una posible bomba cotilleril)
T: Dime, dime...
E: Si lo digo ya no es un secreto, mujer, que tengas buena noche. (Riendo y dándose la
vuelta para marcharse, Teresa miró molesta a Maca)
M: A mí tampoco me lo ha dicho ¿Eh? (Alzando las manos en gesto inocente y saliendo
corriendo detrás de Esther, que ya andaba fuera del hospital)

Una hora después Maca esperaba en la puerta de casa de Esther, la enfermera no le


había dado ni una sola pista de adonde iban, así que se había puesto unos jeans, que
pegaban casi en cualquier sitio y una camisa blanca ajustada que dejaba ver su escote.
Tocó al timbre esperando que alguien le abriese, al cabo de cinco minutos, Esther salió
sonriente y cerró tras de si.

M: ¿No saludo? (Sonriendo)


E: Ehm... (Miró el reloj) No, que nos cierran, vamos... (Sonriendo y andando hacia la
moto)
M: ¿Qué es eso? (Fijándose en una cesta que Esther llevaba con ella)
E: No preguntes. (Riendo y poniéndose el casco)
M: Anda... una pista pequeñita.
E: No me da la gana.
M: Buf... (Suspiró y se colocó ella también el casco, ambas subieron a la moto, Esther
le iba señalando el camino a seguir)
Un rato después Esther le señaló a Maca que se detuviese, la pediatra aparcó la moto al
lado de una farola y bajaron. Mientras se quitaba el casco miraba alrededor, se fijo en la
enfermera que le sonreía tendiéndole el casco para que lo guardase en la moto.

M: ¿Que hacemos aquí? (Mientras los guardaba)


E: Sitio tranquilo... Venga.

Cogió su mano entre las suyas, en la otra llevaba la cesta, se acercaron a la puerta del
parque y se metieron dentro, aún no había oscurecido del todo, Esther guió a Maca por
el pasillo central, y cerca del gran estanque giró a la derecha, allí, entre los árboles,
había un estanque mucho más pequeño que el principal, tenía forma de flor. Esther se
paró bajo un árbol y abrió la cesta, poco después extendía por el suelo una manta y se
sentaba.

E: ¿No te gusta?
M: Mhmhm... (Respiró el aire del parque, olía a pino y hierba mojada) Me encanta...
(Se sentó al lado de la enfermera, apoyándose contra el tronco del árbol) ¿Sabes? He
llamado al hospital hace un rato y...
E: No, no y no. (Sonriendo y sentándose entre las piernas de Maca, utilizando su pecho
como almohada y colocando sus manos en las rodillas de la pediatra) Nada de trabajo
por unas horas ¿Mhm? Te vendrá bien...
M: Pero...
E: Maca... (Acariciando sus rodillas con leves roces)
M: Vale... (Suspirando y cerrando los ojos, mientras pasaba sus manos por la cintura de
Esther)
E: ¿Te he dicho lo que me gusta tenerte así?
M: Pues... hace mucho que no, aunque tampoco es que yo haya estado por la labor...
E: Pues me encanta. (Suspirando)
M: Y a mí... (Acariciando el abdomen de Esther con sus manos, las coló por debajo de
su camisa y esta se estremeció)
E: Tienes las manos frías... (Riendo)
M: ¿te molesta?
E: Que va... (Colocó las suyas sobre las de Maca) Así te las caliento un poquito...
M: Mhmhmhm... (Sonriendo de oreja a oreja)
E: ¡Ya sé! (Separándose de ella) Échate hacia delante...
M: ¿Qué? (Esther la miró con dulzura, Maca asintió y se echó un poco hacia delante,
Esther se coló en el hueco que quedaba entre la pediatra y el árbol)

Esther colocó sus manos sobre los hombros de Maca, empezando a trazar suaves
círculos con ellas, presionando con las puntas de los dedos, Maca sonrió al sentir aquel
contacto, suspiró intentando relajarse, la enfermera notaba los músculos de Maca, tensos
bajo la ropa, había hecho un cursillo de masajes hacia poco, e intentaba destensar los
nudos de Maca. Esta soltaba algún leve gemido de vez en cuando. Esther sonreía
mientras colaba sus dedos por el cuello de la camisa de Maca, apartando la tela para
poner sus manos sobre la piel e Maca, siguió masajeando sus hombros, sintiendo su
suave piel en las yemas de sus dedos, los escalofríos que de vez en cuando la recorrían.
Subía sus manos por el cuello de Maca, acariciando su nuca, la pediatra movía la cabeza
para dejarle más espacio a aquellas manos que tanto le daban. Esther colocó sus manos
en la espalda de Maca, recorriéndola por completo. Poco después sintió las tripas de
Maca pedir comida y se echó a reír.

E: ¡Vaya! ¡Te tengo muerta de hambre! (Riendo y levantándose) Venga, vamos a cenar...
(Empezó a sacar cosas de la cesta, Maca la miraba curiosa)
M: ¿Qué más llevas ahí?
E: Ah... no se dice. (Guiñándole un ojo)

Esther había preparado unos bocadillos y unos refrescos, le pasó a Maca uno de cada y
se sentó con lo suyos a su lado, observaban la gente pasar, era un rincón apartado y
pasaba muy poca gente, menos a aquellas horas. Ambas comían en silencio, Maca
disfrutaba de aquello, rodeada de árboles, con las luces reflejadas en el pequeño
estanque, el aire de la noche acariciando su piel, la compañía de Esther por encima de
cualquier cosa, porque la pediatra lo sabía, aunque hubiesen estado en otro lugar, por
muy malo que fuese, si la tenía a ella, le daba igual, era lo único sin lo que no podía ver
nada, ni estando en el sitio más bello imaginable, podría disfrutarlo sin Esther.

E: Que calladita... (Riendo mientras daba un sorbo de su refresco)


M: Te quiero. (Esther se atragantó con la bebida, Maca sonrió con cariño)
E: ¿Qué?
M: Te quiero... (En un susurro apagado)

La enfermera notó como su cuerpo dejaba de existir, ni el frío de la noche, ni aquel


parque, ni nada, solo su corazón, latiendo a mil por hora, llenándola de felicidad,
haciendo brillar sus ojos. Hasta ahora nunca había pedido un “te quiero” creía no
necesitarlo, Maca le demostraba lo que sentía por ella siempre, con actos, no con
palabras. Y aunque estas solían quitarle importancia a las cosas, aquellas dos,
pronunciadas en aquél momento, después de no haber sido escuchadas nunca, a la
enfermera le parecieron las más bellas jamás escritas por nadie. Le pareció que aquellas
palabras las había inventado Maca, que nadie antes las habría pronunciado, porque
aquel te quiero, en la voz de ella, en su rostro, en su cuerpo y sobre todo en su corazón,
hacia desaparecer todos los “te quiero” del mundo.

La pediatra sonreía, la mirada de Esther le contaba lo que la enfermera pensaba, y


aquella mirada, fue mejor que ninguna respuesta, si hubiese contestado con otro “te
quiero” se habría decepcionado, habría pensado que era un acto reflejo, pero no, Esther
no contestó, la miró durante segundos, queriéndolos hacer eternos ambas, hasta que al
final una lágrima resbaló por su mejilla, incapaz de contenerla, desbordando felicidad.
La pediatra sonrió y pasó un brazo por encima de los hombros de Esther, estrechándola
contra sí, Esther escondió su rostro en el cuelo de Maca, llenándose de su perfume.

De repente, como si todo quisiese acoplarse a aquel momento, hacerlo perfecto, unas
notas de música rasgaban suavemente la noche, cerca de allí, un grupo de músicos
callejeros se habían reuniendo, arrancando suaves acordes de sus desgastadas guitarras.
Ambas se miraron y sonrieron cómplices, las dos sabían, aunque alguien lo negase, que
aquellas notas eran suyas, que todo lo que había alrededor suyo aquella noche, era
completa e inevitablemente de aquel momento. Y que nadie sentiría lo mismo, por
mucho que estuviese allí.
La noche, la misma que se colaba en aquel piso, la misma que las había envidiado,
observándolas con aquellos mil ojos brillantes, esa misma, las recibía al abrir la puerta
del apartamento. No les hizo falta encender la luz, la curiosidad del cielo había llenado
Madrid de estrellas para no perderse detalle de aquel sentimiento que las unía. Se
miraban cómplices, sus corazones latían lentamente, temiendo que su sonido pudiese
silenciar el más tenue murmullo de sus bocas.

Sus manos, apretadas dulcemente y a la vez con la seguridad que da ser correspondida,
regalándose mil palabras, traducidas a caricias, mejor comprendidas por sus pieles,
abarcándolas por completo. Andaban por el pasillo, apenas rozando el suelo, como si
aquello pudiera distraerlas, o como si el suelo, haciéndose participe de aquel momento,
se marchase, dejándolas a ambas, sin más compañía que el cuerpo de la otra..

Maca observó como Esther, o tal vez un ángel terrenal, entraba en la habitación, la
siguió mientras sus ojos no perdían detalle de cada gesto, cada movimiento, desde su pie
separándose del suelo para dar un paso hacia delante, hasta el suave balanceo de su
mano, como si acariciase el aire, la enfermera sonreía seductora, notando la mirada de
Maca acariciar cada músculo de su cuerpo.

Se detuvo y se dio la vuelta, para encontrar aquellos ojos que tanto le decían con una
mirada, tanto, que ni mil palabras escritas juntas hubiesen podido explica. La pediatra se
acercó, con temor a que sus manos, pudiesen hacer desvanecerse aquella figura tan bella
como irreal a su entender, como si fuese un sueño, que justo en el mejor momento,
cuando estas en el borde, apunto de hacerlo real, se esfuma con la misma rapidez que
surgió, devolviéndote a la realidad.

Sus dedos, dibujaron una línea imaginaria por el brazo de Esther, notando la piel erizada
bajo las yemas, síntomas de los escalofríos que recorrían sus cuerpos, mientras
suspiraban, sus cuerpos quebrantaban el espacio que los separaba, deteniéndose a
suficiente distancia como para sentirse sin llegar a tocarse, aumentado el deseo que las
invadía al completo.

Sus rostros fueron acercándose, jugaban a esquivarse y encontrarse, rehuyéndose y


buscándose una y otra vez, alejándose a momentos, acercándose después, luchando por
mantener aquel momento y queriendo llegar al siguiente. El dedo índice de Maca
dibujaba líneas y curvas en el dorso de la mano de Esther, que cerraba los ojos,
sintiendo, viendo, escuchando y saboreando aquella caricia y nada más. Sus labios, se
entreabrían ansiosos, esperando, pretendiendo un contacto, un roce siquiera, temblando
de placer al pensar en los otros, mientras tanto, sus suspiros, se aliaban en aquel
reducido espacio que quedaba entre sus bocas. La lengua de Esther, dubitativa, salió a
buscar el labio inferior de Maca, recorriéndolo interminablemente, disfrutando de cada
instante que duraba.

Las respiraciones de las dos empezaban a acelerarse, al mismo tiempo que sus lenguas
pugnaban con mayor intensidad por conquistar la boca de la otra, las manos de Esther,
descendieron hasta las caderas de Maca, deteniéndose breves segundos, antes de colarse
a hurtadillas bajo la camisa de Maca, acariciando con una su abdomen mientras que la
otra se colocaba en la espalda, apretándola ansiosa contra ella, haciéndole notar la
tensión de su cuerpo contra la suya propia.
Sus manos ascendían pasionales por el torso de Maca, arrastrando la tela con ellas,
queriéndola despojar de aquella ropa, que estorbaba entre sus cuerpos, derribando los
obstáculos, arrojándolos lejos.

Pronto, desnudas, sedientas, se tumbaban en la cama, una sobre la otra, gimiendo con
tan solo el contacto de sus pieles, con solo el calor que intercambiaban, con las miradas,
con los suspiros ahogados en besos apasionados. Esther recorría el cuello de Maca con
su lengua, descendiendo en una tortura inaguantable, provocando un calor asfixiante en
Maca, haciendo que el deseo se uniese en un único punto, amenazando con explotar,
con no poder contenerlo.

La enfermera recorría su escote, mientas sus manos acariciaban sus ingles, deslizándose
por la aparte interior de sus muslos, cerca de su sexo. Gemía con cada caricia de su
lengua, cada una de sus manos, cada una de su mirada, los movimientos de sus manos,
se acercaba cada vez más a su sexo, Maca alzaba las caderas, buscando mayor contacto,
sin pensar en nada más que en la pasión que aquellas manos despertaban en su cuerpo,
del calor que eran capaces de transmitir, Ester deslizó su lengua por la ingle de Maca,
sin rozar siquiera su sexo, provocando un gemido de impotencia de Maca, mientras su
vista comenzaba a nublarse, necesitando cada vez más aquel momento,.

Pero Esther se hacía de rogar, y su lengua recorría ahora los muslos de Maca, hasta
llegar a las rodillas, donde se detuvo clavando una mirada llena de mil besos y mil
noches de amor en Maca, esta gimió como una única respuesta, y la lengua de Esther
deshizo el camino hasta llegar al sexo de Maca, suspiró en él, provocando que Maca
arquease la espalda, imposible de retener la tensión de su cuerpo, Esther sonrió y
acarició su sexo con sus dedos, muy despacio, separándolos a veces por completo,
buscando que Maca le pidiese más, cosa que no tardaba en hacer.

A medida que los gemidos se hacían únicos en la anoche, el ritmo de las caricias, de los
besos, aumentaba, llegando al punto en que ya no podían más, hasta ese punto en que el
calor acumulado se dispersaba de golpe por todos sus cuerpos, dejándolas sin
respiraciones por unos eternos instantes en los que solo sentían el más profundo y
oscuro placer. Exhaustas, sudorosas, con las respiraciones descontroladas se abrazaban,
sintiendo sus cuerpos unidos, esta vez sin el deseo anterior, al menos, otro tipo de deseo,
el de estar así, siempre, juntas, sin nada ni nadie más entre ellas.

Se despertaban como tantas otras noches en aquellos meses, abrazadas la una a la otra,
aunque quizás aquella mañana era algo diferente, quizás la noche aún perduraba en el
aire de la habitación o tal vez algo en ellas había cambiado, al menos en la enfermera,
que se despertaba sonriendo, notando el brazo de Maca, y por primera vez, deseando
con todas sus ganas que todas las mañanas fueran así. Escuchó suspirar a Maca, que
empezaba a desperezarse.

E: Buenos días, mi niña... (La pediatra sonrió de oreja a oreja y se acercó a los labios de
Esther, quedando sea escasos milímetros)
M: Buenos días, princesa... (Dejando un dulce beso en sus labios) Mhmhm... (Se
acurrucó contra la enfermera sonriente, esta le acariciaba el pelo mientras la miraba)
E: ¿Crees que podemos quedarnos todo el día aquí?
M: ¿Quieres tirarte todo el día en la cama vagueando? (Riendo)
E: No, quiero tirarme todo el día aquí, vagueando, pero contigo. (La pediatra la miró y
sonrió)
M: A ver... (Le puso una mano en la frente) Sí, eh, me parece que tienes algo de fiebre,
deberías hacer reposo al menos... ¿Doce horas?
E: Que sean 24 para asegurarnos. (Riendo y besando a su chica)

Estuvieron un rato jugando y bromeando, hasta que se cansaron y el hambre les venció,
aquel día entraban por la tarde, así que no tendrían que preocuparse del reloj, Esther se
levantó perezosa de la cama y fue a ducharse, Maca fue a la cocina a preparar el
desayuno.

La enfermera abrió el grifo y puso el agua a temperatura, no podía quitar de su rostro


aquella sonrisita tonta, estaba feliz, lo era en aquel momento y sabia que todo era por
ella, las dudas, el miedo al compromiso y todo aquello que le había impedido avanzar
parecía que empezaban a dispersarse, al menos estaba preparada para dar el primer
paso, de eso estaba segura, para lo demás, sabía que aún tendría tiempo.

Maca colocaba todo en una pequeña mesa en la terraza, le apetecía desayunar allí y el
buen tiempo de aquella mañana les acompañaría. Cuando estuvo todo preparado fue a
buscar a Esther, al acercarse al baño escuchó el agua caer, aún estaba duchándose,
sonrió y se quitó el albornoz que se había puesto, lo dejó caer sobre el suelo del pasillo
y empujó suavemente la puerta.

A Esther le gustaba ducharse con el agua caliente, por lo que una nube de vapor la
recibió, miró el espejo, completamente empañado y como el vapor dibujaba nubes por
encima de su cabeza. La cortina estaba corrida, se acercó la descorrió, pero dentro no
había nadie, frunció el ceño. Hasta que notó como un cuerpo se pegaba a su espalda y
unos brazos la rodeaban firmemente.

E: Ya creía que no vendrías... (En un susurro apagado mientras daba un pequeño


mordisco al lóbulo de la oreja de la pediatra)

M: Uhm, uhm... (Se giró y abrazó a Esther, notando sus cuerpos desnudos por milésima
vez, el de Esther aún conservaba pequeñas gotas de agua que la envolvían) He estado
preparando el desayuno...
E: Comida... (Haciendo como que babeaba) Si es que eres... (Riendo y besándola)
¿Quieres que te haga compañía?
M: Anda, no, que se te va a quedar frío, me ducho en un minuto y estoy contigo.
E: Bueno... Pero porque tengo hambre ¿Eh? (Reía mientras se separaba de ella, se
quedó en la puerta y miró a Maca, en medio del baño, desnuda y sonriéndole) ¿Sabías
que las personas podemos estar días sin comer? (Admirando a Maca)
M: las personas sí... tú... va a ser que no. (Riendo y metiéndose en la ducha)
E: ¡Tú te lo pierdes! (Sonriendo mientras salía del baño)

Mientras la enfermera daba buen comienzo de todo lo que había preparado Maca, la
pediatra se duchaba rápidamente, salió minutos después, con el albornoz puesto y el
pelo aún húmedo, Esther estaba en una de las sillas de la terraza, dando un mordisco a
una tostada, Maca pasó por detrás suyo y besó su hombro.
M: guárdame algo ¿Eh? (riendo al ver como Esther había terminado con casi todo)
E: Lo siento. (Con la boca llena, Maca se echó a reír y se apoyó en la barandilla con el
móvil en la mano, marcó rápidamente un número y esperó) ¿Qué haces?
M: Quiero ver como va todo... con la agente Rodríguez por favor... (Esther la miró
atentamente) Hola, Alba ¿Qué tal? (La pediatra sonreía, Esther la miraba mientras
seguía comiendo) Bien, bien. Oye... ¿Hay alguna novedad? ¿Sí? (Esther al ver la cara de
Maca se levantó de la silla y se acercó a ella, Maca le guiñó un ojo mientras escuchaba a
Alba, pasó un brazo por su cintura y Esther apoyó la cabeza en su pecho) Ajá, ¿Ya hora
que va a pasar? Sí, mhmhm... claro, sí. Uhm (Asentía de vez en cuando) Supongo que es
lo normal ¿Y la madre y el niño? Mientras esperan... Sí, vale, sí... (Esther jugaba con el
nudo del albornoz de Maca) Vale, muchas gracias. Avísame cuando, vale. Adiós, gracias
Alba. (Maca colgó y dejó el móvil a un lado, abrazó a Esther con cariño, acariciando su
espalda y con la cabeza apoyada en su hombro)
E: ¿Qué ha pasado?
M: Lo han cogido... (Esther se separó para mirarla a los ojos)
E: ¿Y ahora?
M: Ahora a esperar hasta el juicio, la madre de Cris ha puesto la denuncia. Pero
mientras tanto él estará en la calle, le tomarán testimonio y lo tendrán un par de días
encerrados, por obstrucción a la justicia, pero saldrá... no van a estar seguros... mientras
él este por ahí...
E: Bueno... (Acariciando la pesada de Maca y suspirando) Seguramente le pondrán
vigilancia, no creo que lo dejen así, sin más.
M: Es bastante más complicado... Pero supongo que los padres de Cris cuidaran de ella
y del pequeño... pero son ya mayores ¿Y si él los va a buscar?
E: Maca, ya no puedes hacer nada, ya esta todo hecho... ¿Mhm? (Acarició la barbilla de
la pediatra) Ahora ya solo puedes esperar, a ver que tal sale el juicio, además. con un
juicio dentro de poco, no creo que ese se atreva a acercarse a Cris o a Javi. Ya verás
¿Mhm? (La miraba con ternura, queriéndola envolver en su mirada para que nada la
pudiese herir)
M: Sí... (Suspiraba y se abrazaba con fuerza a Esther) ¿Te apetece que hagamos algo
antes de ir al hospital?
E: Sí, hay que aprovechar que tu hermana no ha venido a buscarnos... ¿Dónde se habrá
metido?
M: Vete tú a saber... (Riendo)
E: Ey, no, me da miedo, que si la dejamos sola, vete a saber como acaba esa boda...
(Bromeaba)
M: Pues bien, ya verás... (Sonriendo) Aunque eso de ser madrinas... ¿A ti te apetece?
E: Me hace gracia... (Sonriente) además... no tenemos otra opción, pequeña... (Poniendo
voz de mafioso)
M: Tira anda... (Le dio una palmada en el culo, Maca se sentó a comer lago mientras
Esther se iba a vestir)

Poco después paseaban por el retiro con los patines colgados al hombro, se sentaron en
un banco cercano al gran estanque del parque, hacía un buen día, el sol se reflejaba en el
agua verde de éste. Esther ataba sus patines en silencio, Maca se había quedado mirando
el estanque, siempre o había relacionado con aquel parque, con la ciudad de Madrid,
pero aquel día, el verde de sus aguas se contrapuso en su cabeza con otro verde.

... miraba al suelo, como siempre que se aburría en las conversaciones de los adultos,
escuchaba a su padre hablar con otro hombre, aunque aquélla vez estaba pendiente de la
conversación a ratos...
...las voces se colaba en su pequeña cabeza, saturándola, de vez en cuando cerraba los
ojos... a veces no entendían lo que las voces decían, a pesar de llegarle con total nitidez,
su padre y aquel hombre estaban a menos de un metro, hablaban como si ella no
estuviese allí, pero estaba...

... “No me lo esperaba de él”...

... “La verdad, yo vi al niño con moratones alguna vez”...

...” Era muy buen amigo de mi hija”...

... “¿No le dijo nada?”...

... “Era un crío... pobre...”...

... “ La madre estaba destrozada en el funeral”...

... “Normal, era su niño... no me puedo creer que lo hiciese su marido...”...

...”Parecía tan normal, nos tomábamos alguna cerveza de vez en cuando... no sé... era
algo callado, pero jamás me lo imaginé...”...

...”Al menos ahora ya no le pondrá la mano encima nunca más”...

... y ella seguía pendiente de la hierba bajo sus pies, ya no escuchaba más... “Nunca
más”... su padre se lo había contado... le había dicho que su amigo se había ido a un
sitio... Y que ella no podría verle nunca más... le dijo que su amigo estaba bien...
rodeado de gente que le quería... en algún sitio muy, muy lejano... soñaba por las
noches.... Y en sus sueños, encontraba el camino hacia aquél lugar muy, muy lejano...
soñaba que le veía... correteando entre las viñas...

... a veces cogía aquel pequeño peluche que tenía y lo llevaba a los viñedos... no le tenía
a él.. pero tenía aquél muñeco... un día vino la madre...

... la miraba sin entender porque lloraba al hablar de su amigo... no sabía porque estaba
tan triste... no sabía porque ella no estaba con su amigo... con gente que le quería, eso le
había dicho su padre... pero la madre de su amigo estaba allí... ¿Por qué?...

... recordó su mano, temblando al darle el pequeño peluche de su amigo... lo habían


encontrado a su lado... ¿A su lado cuando? ¿Le había visto?.. sus preguntas se clavaban
en el corazón de aquélla mujer... peor no entendía, no sabía.. cogió el peluche y corrió,
con uno en cada mano... el de su amigo lo guardó con ella... el otro lo escondió en lo
más alto de su casa... Puede que con el muñeco de su amigo... pudiese jugar con él...

E: ¿Maca?... ¿Maca? (La enfermera miraba preocupada a Maca, parecía que está se
hubiese perdido en algún punto del estanque, le acarició el brazo y Maca parpadeó un
par de veces, la miró y al verla preocupada sonrió tranquilizadora)
M: ¿Damos la vuelta al estanque?
E: Claro...
Se terminaron de poner los patines y se levantaron del banco, patinaban lentamente, la
una al lado de la otra, de vez en cuando Esther la miraba, ¿Qué le pasaba por la cabeza a
Maca? Temía preguntarle, seguramente era por aquél caso y ella no quería que Maca
pensase en eso, quería que se distrajese un poco. Así que ambas guardaron silencio,
dando vueltas alrededor del estanque, de vez en cuando comentaban algo que veían,
pero el silencio reinaba entre ellas en aquél momento.

Se detuvieron a un lado del estanque, cansadas por el esfuerzo, dejándose caer en un


banco, Esther miró el cielo de Madrid, con un suave color azul pálido, Maca se
desabrochaba los patines y empezaba a ponerse sus botas. Esther la observó un rato
antes de mirar el estanque.

E: ¿Qué es lo que te pasa?


M: ¿Mhm? (La miró mientras se colocaba bien la bota)
E: Estás... no sé... a veces te pones... Triste... (La pediatra la miró atentamente)
M: Solo estoy preocupada por lo del caso...
E: Ya, pero es como sí... no sé... quizás sean paranoias mías, déjalo.
M: No, venga. (Acariciando su rodilla) Dime.
E: Como si recordases algo, como si todo esto... no sé... te hiciera recordar algo. ¿Es
así? (Maca miró el estanque, apoyó la espalda en el respaldo y suspiró)
M: No son paranoias tuyas, cariño.
E: ¿No? (Acarició el pelo de Maca)
M: No... pero... no quiero hablar de eso. (La miraba suplicante)
E: Vale... no tenemos que hacerlo si no quieres... pero me gustaría saberlo. Algún día...
M: Algún día... (Cogió la mano de Esther y la acarició) ¿Vamos a comer algo?
E: Sí, ¿Nos pasamos por mi casa?
M: Claro, tu madre debe echarte en falta. (Sonriente se levantó)

Empezaron a andar hacia una de las salidas del parque, cogidas de la mano, sin
importarles mucho lo que nadie pudiera pensar, se tenían la una a la otra, cuando ya
veían a lo lejos la moto, la enfermera miró a su chica.

E: ¿Sería muy diferente? (Maca la miró extrañada) Vivir juntas... ¿Sería muy diferente a
ahora?

Maca sonrió y apretó la mano que tenía entre la suya, suspiró y miró hacia delante
mientras seguían caminando.

M: ¿Tú que crees?


E: Pues... no sé... (Se encogió de hombros mientras miraba sus pies avanzar)
M: Dormimos casi todas las noches juntas... desayunamos juntas... cenamos juntas... en
mi lavadora hay ropa tuya y en la tuya mía... No sé... ¿Qué crees?
E: No cambiará nada. (Riendo) ¿Verdad?
M: No, entre nosotras no, para los demás... tal vez nos vean diferentes, como una pareja
formal, pero nos da igual ¿Mhm?
E: Sí... entonces ¿Qué?
M: ¿Qué de qué? (Riendo un poco)
E: ¡Maca! (Dándole un golpecito en el brazo)
M: ¿Qué he hecho ahora? (Se pararon delante de la moto)
E: Que si me llevas a casa de mi madre... o... vamos a la nuestra... (La miraba con algo
de miedo, quizás estaba metiendo la pata, en aquel momento Maca no estaba en su
mejor época)
M: A casa de tu madre... (Esther suspiró desilusionada, Maca sonrió de oreja a oreja) Al
menos hasta que tengamos “nuestra” casa. (Abrazándola por la cintura sonriente)
E: ¿No la tenemos ya?
M: No, no, esta mi casa, esta tu casa, pero no la nuestra. Habrá que encontrarla ¿No?
(Esther sonrió y besó a Maca, apretándose contra ella)
E: Nuestra...
M: Nuestra... (Le dio un corto beso y le pasó el casco de la moto) ¿Vamos, cariño?
E: Claro, cariño. (Riendo y poniéndose el casco)

Minutos después Esther abría la puerta de casa de su madre, al entrar les llegó el olor de
la comida, se escuchaba a su sobrina, Luz, jugando en el patio, las risas de Jorge y
Susana y el tatareo de Encarna. Maca cerró la puerta tras de si mientras Esther iba a la
cocina.

Encarna tarareaba una canción, balanceándose de un lado a otro mientras removía algo
en una sartén, Esther sonrió y se giró para mirar a Maca, le guiñó un ojo y avanzó hasta
su madre sigilosamente. Cuándo estuvo muy cerca, gritó.

E: ¡Hola ma! (Encarna dio un bote y casi tiró la sartén)


En: ¡Estás loca! ¡Me podría haber quemado! (Miró a su hija y acabó sonriendo) hola
¿Os quedáis a comer? (Al ver a Maca en la puerta)
E: Pues...
M: Si nos hace usted ese favor... (Poniendo morritos)
E: Es que Maca no tiene nada en la nevera...
M: Y claro... Tenemos hambre...
E: Y hemos pensado que a lo mejor tú...
M: Nos preparabas uno de esos maravillosos platos... (Las dos la miraban medio
haciendo pucheros)
En: ¡Vaya par! (Riendo) Anda, tirad, estos están en el patio.
E: ¡Gracias, ma! (Dejó un beso en su mejilla y se fue dando saltitos)
M: ¡Gracias, Encarni! (Imitando a Esther risueña)
En: No, si... dios las cría... y ellas se juntan. (Suspiró sonriente y volvió a concentrarse
en la comida)

Salieron al patio, Jorge, Susana y Luz correteaban jugando, al verlas, Luz saltó sobre
Esther dándole besitos por la cara.

Luz: ¡Tita Esther!


E: ¿Qué tal, princesita?
Luz: No me cogen. (Señalando a sus padres y riendo)
E: Es que eres muy rápida tú. (La miraba con cariño) Venga, al suelo. (La niña se bajó
de encima de su tía y se subió de un salto a la cintura de Maca, que enseguida la atrapó
con sus brazos)
Luz: ¡Hola, Maca!
M: Hola, peque. (Sonriendo y dándole un beso en la mejilla) ¿Dejamos descansar a tus
papas y jugamos nosotras?
Luz: ¡Sí! (Se bajó corriendo y se paró a un metro de Maca) ¡No me coges! (Echando a
correr por el patio, entre risas, la pediatra hacia que la perseguía sin poder pillarla,
Esther las miraba sonriente)
Jorge: ¿Un babero, pato?
E: Muy gracioso, hermanito... (Sacándole la lengua) Tengo que hablar contigo...
Jorge: Se avecinan problemas...
E: No, tonto. (Riendo) Ven anda (Lo arrastró hacia el interior, quedándose en la puerta
que daba la patio) Hay algo que... bueno... ¿Pensáis quedaros aquí? ¿Con mama?
Jorge: Pues... no lo sé. ¿Por?
E: Es que... Maca y yo... nosotras... no quiero que mama se quede sola, y si eso, pues...
se viene con nosotras... y eso...
Jorge: Para, rebobina y dale al play de nuevo. (Esther rió y le dio un golpe juguetón a
su hermano) ¿Vais a vivir juntas?
E: Pues... eso queremos...
Jorge: ¡eso es genial! (Abrazándola y levantándola en el aire, ambos reían contentos)
No te preocupes por mama, el otro día lo hablé con Susana, y pensamos que lo mejor
era que nos quedásemos aquí, sobre todo ahora, viajamos mucho y ma se podría quedar
con la niña, ya sabes que le encanta, y así estaríamos más cerca. Así que... coge a Maca
e iros a su casa o a donde sea. Me alegro por ti, hermanita.
E: Gracias... (Sonriendo feliz y mirando hacia el patio, sonrió al ver a Maca tirada en el
suelo con Luz dando saltitos a su alrededor y gritando ¡Te pillé! ¡Te pillé!)
Jorge: ¿Lo sabe ma?
E: No, luego se lo decimos... (Riendo y acercándose a donde estaban Maca y Luz) A
ver, ¿Qué le haces a mi niña?
Luz: ¡Eh! ¿Yo soy tu niña? (Esther sonrió y miró a Maca que le sacó la lengua)
E: Claro, tu eres mi niña pequeña y esta de aquí... (Se sentó sobre el abdomen de Maca,
provocando la risas de Luz)... es mi niña grande...
Luz: Bueno... va... (Poniendo los ojos en blanco y riendo después)
E: ¡Será posible! ¡Esta niña! (Atrapándola y sentándola entre sus piernas) ¿Qué ha sido
eso de “buenooooo... valeee...”? ¿Eh?
Luzz: ¡Nada! ¡Nada! (e reía por las cosquillas que le hacía su tía)
M: Esto... que... no puedo... respirar... (Haciéndose la ahogada, Luz se levantó
enseguida pero Esther siguió allí mirando a Maca)
E: ¿Cariño, estás bien? Te noto algo morada... Como con un tono azulado... vaya, debe
haber te sentado algo mal... cada vez estás más azulada ¿Eh? (Bromeaba)
M: Sí, eso... tu mátame... (Sacándole la lengua y moviéndose haciendo caer al suelo a
Esther)
E: ¡Eh! (Restregándose una mano por su trasero) Me has hecho daño...
M: A ver, a ver... (Puso una de sus manos en el trasero de Esther acariciándolo con
mimo) ¿Ya pasó?
E: Mhmhm...
M: ¿Esther?
E: Mhmhm...
M: ¿Cariño? (Separando su mano)
E: No pares... (Suspirando)
M: ¡Serás! (Dándole una palmada en la espalda y riendo las dos)
En: ¡Venga! ¡Poniendo la mesa!

Una vez tuvieron la mesa preparada y la comida sobre ella se sentaron charlando
animadamente, Esther acariciaba la rodilla de Maca por debajo de la mesa, que estaba
muy concentrada en al cosas que le contaba Luz de su colegio, Jorge miraba
alternativamente a su madre y a su hermana, deseando que llegase el momento en que
Esther se lo dijera, Susana comía tranquilamente.

En: Bueno, hija ¿Qué tal por el hospital?


E: Bien, mama, que nos vimos ayer. (Riendo)
En: Encima que pregunto. (Haciéndose la ofendida) ¿Y a ti Maca, que a ti si que no te
vi?.
M: Uhm. (Mirándola, no la había escuchado)
En: ¿Hospital?
M: Oh, muy liada, pero bueno, bien.
En: Me comentó Esther que tenías entre manos un caso de maltratos, que pena ¿Mhm?
Tan pequeños...
M: Sí, bueno...
En: Ya nada que no hay, porque últimamente, solo se escuchan noticias de esas, que si
pegan a niños, que si un marido mata a su mujer, me parece increíble, como se esta
volviendo todo.
S: Antes también pasaba, solo que la gente se callaba aún más que ahora.
M: Eso es verdad...
E: ¿Jorge que tal el trabajo? (Queriendo cambiar de tema)
Jorge: Muy bien ¿Qué tal tu vida? (Sonriendo divertido)
E: Bien. (Mirándolo curiosa)
Jorge: ¿Nada importante? ¿Algún cambio?
E: Pues... (Echándole una mirada asesina) Sí, de echo.. sí...
En: Ay, hija ¿en serio? ¿Qué cambio?
E: Pues... bueno.. es que...
Jorge: Se van a vivir juntas (Sonriendo)
E: ¡Eh! ¡Quería decirlo yo!
Jorge: ¿Cuándo? ¿El año que viene?
E: Pues no, solo estaba buscando las palabras.
Jorge: Bueno, yo las encontré y las he dicho. (Mientras los dos hermanos reñían las
demás los miraba divertidas, riendo de vez en cuando)
E: Pues no deberías, porque es algo mío y de Maca, tú no tienes que decir nada.
Jorge: Si no lo digo yo, ma llega a los noventa antes de que encuentres las palabras.
E: No te pases ¿eh? Que tampoco he tardado tanto, solo que no me has dado y tiempo.
Jorge: Va a ser eso. (Ambos reían mientras se contestaban el uno a la otra)
E: Pues sabes que te digo...
Jorge: ¿A ver? ¿Queme va a decir mi pequeña pato?
E: ¡Que te la has ganado! (Tirándole un trozo de pan a la cara)
En: Vale, vale, ya...
Luz: ¡Guerra de pan! (Tirándole trocitos a su padre y a su tía)
En: Vale... (Intentando detenerles)
M: ¡A por Esther! (La niña, Jorge y ella le lanzaban trozos de pan, Esther intentaba
esquivarlos pero al final optó por cubrirse la cabeza con los brazos)
E: ¡Parad! ¡Parad! ¡Os vais a enterar! (Susana y Encarna intercambiaron una mirada,
pusieron los ojos en blanco a la vez y se echaron a reír)
En: Una comida normal... no es mucho pedir... (Murmuraba la madre mientras el pan
sobrevolaba la mesa de un lado a otro)
Cuándo terminaron, Jorge y Susana se llevaron a Luz al colegio, Encarna preparó café
para la pareja, que charlaban tranquilamente en la terraza, la madre se les unió con tres
tazas de café y unas galletas.

En: Bueno ¿Y eso de que os vais juntas? ¿Es verdad?


E: Sí, ma. (Mirándola mientras seguía jugando con las manos de Maca)
En: Me alegro mucho por vosotras, ¡Ya era hora!
M: Esta... Que le cuesta arrancar...
E: ¡Eh! (Riendo y dándole una palmada en el muslo) No empieces tú también ¿Eh?
M: Cariño, reconócelo, te cuesta un poquito...
E: Mira que me enfado ¿Eh?
M: Anda... tontita... (Lanzándole un beso y riendo)
E: Oh, genial, todos contra Esther. (Arrellanándose en la silla)
M: anda, quejica... toma tú café... (Acercándoselo risueña)
En: Bueno ¿Y a donde iréis? ¿a tu piso Maca?
M: No, buscaremos uno... (Removiendo su café)
En: Pero mujer, si teniendo tu piso, es una tontería, ¿Os vais a meter en follones de
hipotecas y eso?
M: Bueno, así tendremos nuestro piso, elegido por las dos, decorado por las dos, todo
nuestro ¿No? (Mirando a Esther que sonreía de oreja a orejea)
E: Quiero una ducha de hidromasaje... (Con los ojos entornados y pensativa) Y una
piscina... Y un salón enorme... Con ventanales que den al retiro...
M: Madre mía... En lo que me he metido... (Suspirando y provocando las risas de
Encarna)
E: Por pedir... (Sacándole la lengua)

Una semana después encontraron el piso que les gustaba, no tenía un gran salón, aunque
al tener cocina americana lo pareciese, no daba al retiro sino a una calle céntrica, pero
tenía una gran terraza, tenía dos habitaciones, Maca había pensado en buscar uno de
cuatro, pero temía asustar a Esther, así que al final se conformó con dos, siempre
podrían poner literas. Tenía un gran baño, en el que con el tiempo, pondrían la ducha
que quería Esther, y prácticamente le daba el sol todo el día.

Aparte de buscar piso, también habían ayudado a Vero con los preparativos, de hecho, el
día que empezaron a llevar cosas al piso, sin contar los mueble que ya habían puesto,
tenían que acompañar a la pequeña de los Wilson a probarse el vestido, vestido que
ninguna de las dos madrinas había visto.

Esther estaba tirada en el suelo, con un viejo pantalón de chándal y una camiseta
desgastada, tenía una caja de cartón delante suyo de la que iba sacando cosas. Maca
estaba a un lado del salón, colocando libros en las estanterías, de vez en cuando se
miraban y sonreían.

E: Esto para la mesita de noche... (Apartando una foto enmarcada de ellas dos) Esto
para el comedor... (Un pequeño jarrón de mimbre) Y esto... (Sacando el oso de peluche
que le había dado Maca en Jerez hacia meses) Esto... ¿Cariño?
M: ¿Dime? (Colocando un libro y mirándola)
E: ¿lo puedo poner en el comedor? ¿Con el tuyo? (Maca miró el pequeño osito de
peluche, recordando a la persona que se lo había regalado, miró alrededor buscando una
caja en concreto, al encontrarla la abrió y sacó el que ella había conservado durante
todos aquellos años) ¿Eso es un sí?

La pediatra no respondió, se sentó en el suelo, delante de Esther, miraba el peluche entre


sus manos, miró el que tenía Esther y se lo quitó, los colocó juntos entre ellas dos, Maca
apoyó la barbilla en sus manos, con los codos sobre sus rodillas. Miraba aquellos dos
muñecos, lo que habían significado una vez, lo importantes que habían sido para ella,
tantos años atrás y en el momento que Maca regaló su peluche a Esther.

E: Pequeña... (Mirándola y acariciando los brazos de Maca) ¿Qué pasa?


M: Recuerdos... (Maca miró a Esther) Fueron un regalo...
E: Uhm. (Asintió esperando que Maca le contase más)
M: De un amigo de la infancia... mi mejor amigo, me dijo que mientras él tuviera el
suyo y yo el mío siempre estaríamos juntos...
E: ¿Qué pasó?
M: Que a él no le dejaron su peluche, me lo dieron a mí, así que guarde el mío en el
desván de casa, dónde tú lo encontrarte, y me quedé el suyo... así lo sentía más cerca...
(Maca hablaba con voz melancólica, arrastrando las palabras suavemente, mientras
miraba a Esther y a los peluches alternativamente) Este caso... me recordó mucho a él...
E: ¿Mhm? (Sin dejar de acariciar ni un momento los brazos y las piernas de Maca)
M: Verás... se llamaba Fran... vivía en la casa de al lado a la mía, tenía mi misma edad,
siempre andábamos juntos, correteando entre los viñedos de mi padre, los grandes
decían que nos casaríamos, porque siempre íbamos cogidos de la mano.. (Maca sonreía
con melancolía) Era especial... lo que teníamos... (Suspiró) Un día, estábamos sentados
debajo de un árbol, su madre le llamó para comer... él se fue corriendo y riendo y yo me
quedé allí, jugando con mi muñeco, cuando volví a casa era tarde... mi madre me regañó
y me castigó en mi habitación, yo subí al desván y me encerré allí... no recuerdo cuanto
tiempo estuve, seguramente horas, cuando me di cuenta era de noche, subí al tejado para
ver las estrellas... (Una sombra de tristeza pasó por sus ojos en aquel momento, Esther
se sentó a su lado y pasó un brazo por encima de su hombro, estrechándola contra si,
dándole a sabe que no estaba sola, que Esther estaba allí, con ella, en aquel tejado)... las
miré un rato... hasta que escuché las sirenas... las luces... (Maca negaba con la cabeza al
recordarlo)

... veía luces azules por el camino que llevaba a las dos mansiones... las miraba
extrañada, no había visto nunca luces como aquéllas... se metieron por el camino que
llevaba a casa de su amigo... y sonrió, si ella no las veía bien, él le contaría que eran...
pero las vio... eran coches...

...se pararon en la entrada de la casa... bajaron personas vestidas de azul de ellas, la niña
los había visto alguna vez, su padre le había dicho que eran los que se encargaban de la
gene mala... ¿Por qué estaban en la casa de su amigo?...

..la puerta se abrió... La madre de Fran salió... Tenía el vestido manchado de rojo, Maca
se entristeció, aquel era un vestido muy bonito y se lo había manchado... a veces
jugaban a ponerse la ropa de la madre... Fran siempre le decía que estaba muy guapa
cuando se ponía aquel vestido...

...vinieron más luces... un coche grande... las personas entraron en la casa y salieron con
el padre de Fran entre ellos... también se había manchado... Maca pensaba en que
tendría que hablar con su amigo... él le contaría todo... esperó a ver si lo veía, a ver si él
también se había manchado... pero no le veía... una de las luces se fue con el padre, y
otra se metió en el camino que iba a su casa...

... la pequeña escuchaba como la policía hablaba con sus padres en la entrada... sentada
en los escalones... Escuchó cosas que no entendía... palabras sueltas... pero una si que la
conocía... cuando su padre o su madre hablaban de una de sus abuelas decían aquello...
muerta... la policía decía que su amigo estaba muerto... pero ella no sabía lo que
significaba...

Varios años después, en el salón de su nuevo piso en Madrid, una Maca más mayor
lloraba abrazada a Esther, esta se había quedado sin nada que decir, no sabía que podría
salir de su boca para calamar el dolor que sentía su chica, lo único que se le ocurría era
abrazarla, hacerlo con todas sus fuerzas, los sollozos de la pediatra se le clavaban,
mientras Esther entendía todo lo que había pasado, aquellos cambios de actitud en
Maca, todo lo raro de aquellas semanas, todo era por eso, miraba los dos peluches en el
suelo, uno al lado del otro, mientras acariciaba el pelo de la pediatra.

Un rato después, Maca estaba más calmada, Esther besaba su pelo y lo acariciaba, la
pediatra la miró, tenía los ojos hinchados de llorar besó los labios de Esther, que pudo
notar el sabor de las lágrimas de Maca, clavándose en ella, la pediatra se levantó y cogió
los dos peluches, con paso lento se acercó a una de las estanterías, los colocó los dos
juntos, en uno de los estantes, se apartó y los miró. Esther la siguió y se colocó a su
espalda, pasando sus manos por su cintura y abrazándola, apoyó la barbilla en el
hombro de Maca, que acariciaba las manos de la enfermera sobre su abdomen.

M: Creo que este es su sitio...


E: Sí, es su sitio... (Besando con cariño el hombro de Maca)

Estuvieron un rato allí, paradas delante de la estantería mirando los muñecos, al final
Esther se separó de Maca.

E: Vuelvo enseguida ¿Mhm? (Le acarició la espalda y se marchó por el camino)


M: Me deja con la mudanza sola... (Sonriendo un poco y siguiendo sacando cosas de las
cajas que había por allí dispersas)

Esther mientras tanto, entraba en el baño de la casa, se acercó a la bañera y empezó a


llenarla, buscó en el armario unas sales, pero no estaban, salió al pasillo, lleno de cajas y
rebuscó entre ellas, al final las encontró en el fondo de una caja, cuando volvió al baño
la bañera estaba casi llena, miró la temperatura, estaba ideal. Colocó en el filo una
esponja natural que tenían y jabones aromatizados, se desvistió con tranquilidad y se
metió dentro.

Maca seguía sacando libros cuando escuchó la voz de Esther llamándola, dejó en el
suelo los libros y fue a dónde venía la voz, se apoyó sonriente en el marco de la puerta.

M: ¿Se puede saber que haces?


E: Pues... bañarme... ¿No lo ves?
M: Mhmhm... (Sonriendo)
E: Es que no la hemos estrenado... y he pensado... que mejor nos relajamos antes de ir a
lo de tu hermana... ¿Ven aquí? (Sentándose contra uno de los filos y abriendo las
piernas, Maca la observaba sin moverse, perdiéndose en su piel) ¿Maca?
M: Sí... (Se desvestía lentamente, mientras Esther jugaba a mezclar las sales de baño,
Maca la observaba divertida mientras se bajaba el pantalón del chándal, se sacó la ropa
interior y se metió en la bañera, de espaldas a Esther entre sus piernas)
E: Ven... (Cogió la esponja y la pasó con cuidado por los hombros de Maca) ¿Esta bien
el agua?
M: Mucho... sobre todo por esto... (Acariciando las piernas de la enfermera)
E: ¿Sí? (Mientras pasaba la esponja por la espalda, siguiendo su columna hacia abajo)
M: Cariño, gracias por todo... algún día te pagaré toda esta paciencia...
E: No digas tonterías, mi niña. (Pasando la esponja por su abdomen) Ojala todo lo malo
fuera así... hemos seguido juntas... ¿Mhm? Sabes que no podemos estar separadas.
M: Yo lo sabía desde que te vi, aunque a ti...
E: Como empieces con lo de que me cuesta... (Fingiendo amenazarla con la esponja) Te
la comes...
M: ¿Acompañada de ti? (Riendo)
E: Sí... en eso pensaba yo... (Escurría la esponja, dejando caer un chorro de agua y la
pasaba por los pechos de Maca)
M: ¿ A que hora hay que ir a lo de Vero?
E: Dentro de un rato...
M: ¿Rato largo o pequeño?
E: Pequeño... (Dejando la esponja a un lado, substituyéndola por sus manos)
M: Vaya... que lástima... (Esther pasaba sus manos por los muslos de la pediatra, hasta
sus rodillas) Mhmhm... (Sonreía mientras Esther seguía acariciando sus manos, esta vez
bajándolas por la parte interna de sus muslos) Esther...
E: ¿Dime?
M: Que estoy pensando... que para probarse un vestido... no nos necesita ¿No?
E: Cariño, que somos las madrinas.
M: Ya, claro... (Suspirando y acariciando las manos de Esther debajo del agua) ¿Y si
nos hacemos objetoras)
E: Anda... (Rodeó la cintura de Maca con sus piernas, dejando sus pies delante de ella,
Maca los masajeaba mientras Esther dejaba besos y caricias en su cuello)

Maca no recordaba haber estado así de bien nunca, y si lo recordaba, siempre le venía el
recuerdo de Esther, cerró los ojos y apoyó la cabeza en el pecho de Esther, está sonrió y
abrazó a la pediatra, acariciando de vez en cuando su abdomen con cariño. El timbre las
distrajo un momento.

M: Mi hermana es demasiado puntual para lo loca que esta... (Refunfuñó Maca, Esther
rió y besó su cabeza)
E: Venga, cariño, voy a abrir ¿Mhm?
M: Pues no... ¡Vero! ¡Lárgate! (Esther reía mientras achuchaba a Maca para salir de allí)
E: Vístete ¿Mhm? (Tapándose con un albornoz que había por allí tirado y marchándose
a abrir la puerta)

Al otro lado esperaba la pequeña de los Wilson, Esther miró por la mirilla y la observó
un rato, Vero no paraba de dar vueltas delante de la puerta, de vez en cuando la miraba
esperando que se abriera, suspiraba, ponía los ojos en blanco y volvía a dar vueltas.
Esther intentaba no reír demasiado fuerte, notó una mano en su hombro y se giró.
E: tienes que ver esto... (A su oído, se apartó de la mirilla para dejar a Maca)

La pediatra se asomó a ella, estuvo unos segundos muy concentrada, hasta que vio como
Vero ponía los brazos en jarra y miraba amenazadoramente la puerta, sin poder evitarlo,
estalló en una gran carcajada seguida de Esther.

Verónica: ¡Eh! ¡Se que estáis ahí!


M: ¡No estamos! (Sin dejar de reír)
Verónica: ¡Puedo abrir esta puerta con un clip! ¡Vosotras mismas!
E: ¿En serio puede hacer eso? (Mirando a Maca divertida, la pediatra asintió seria y
Esther abrió la puerta enseguida) ¡Vero! ¡No te habíamos escuchado! ¿Qué cosas, eh?
Verónica: Ya... claro... (Entró en la casa y se fue por el pasillo, observando todo) ¿Aún
estáis así?
M: Eh, hermanita, si has venido a tocar...
Verónica: ¡Ey! ¡Ey! (Riendo y alzando las manos) ¿Esther? ¿Qué le das a mi hermana
para desayunar?
E: Mejor no preguntes... (Riendo y cerrando la puerta) ¿Quieres una cerveza?
Verónica: Bueno, así hacemos tiempo hasta que habrán la tienda...
E: Voy a por ellas... (Se marchó a la cocina)
M: Vamos a la terraza, peque.

Las dos hermanas salieron fuera, sentándoos en las sillas que Maca y Esther habían
comprado hacia dos días, aún estaban con los plásticos protectores.

Verónica: Que practico, así no se os manchan (Bromeo Vero, Maca le sacó la lengua)
Bueno... ¿Qué tal tú nueva vida?
M: Pues... (Rió) ¿Cómo antes?
Verónica: Mujer, como antes, como antes... ahora tenéis que repartiros el espacio para
vuestras cosas, poner los dos cepillos de dientes juntitos en un bote... y cosas de esas...
M: Sí, claro, lo más importante van a ser los cepillos, creo que no se llevan bien, los
tendremos que poner en botes separados...
E: ¡Cerveza fresquita! (Sonriente salió a la terraza con tres cervezas, le lanzó una a
Vero, dejó la suya y la de Maca sobre la mesa)
Verónica: Eso, a la que se casa dentro de nada tírale botellas de cristal, a ver si me
matas. (Riendo)
E: ¿Cómo van los preparativos?
Verónica: En teoría os tocaba a vosotras, pero como os ha dado por mudaros
precisamente ahora...
M: Como que iba a esperar a después de la boda... (Dando un sorbo a su botellín)
E: Era el momento, además ¿Qué has hecho?
Verónica: Pues... buscar el vestido ¿te parece poco?
E: Vero... el restaurante, el menú, la lista de regalos...
Verónica: ¿Eh? (Miró a su hermana) ¿Qué dice?
M: Creo que piensa que tu boda va a ser como el resto...
Verónica: Oh, tranquila, donde voy a pillar la comida podemos ir a última hora...
(Haciendo un gesto despreocupado)
E: Dios... ¿Vamos a comer hamburguesería o que?
Verónica: Pues esa es la segunda opción, cerca de la iglesia hay una hamburguesería
con servicio de coches y todo. (Riendo) La primera es... algo... diferente...
E: ¿Cómo de diferente?
Verónica: Cómo mi vestido... (Miró el reloj) Por cierto, andando chicas, ¡hay que
probárselos! (Saltó de la silla y fue hacia la puerta, Esther miró extrañada a Maca)
E: ¿Probárselos? ¿En plural?
M: Ey, a mi no me mires. (Sonriendo y dejando la cerveza sobre la mesa)Vamos, cariño.

Media hora después llegaban a una extraña tienda en una callejuela de Madrid, Maca y
Esther tuvieron que parpadear un par de veces por el impacto de color que recibieron, el
suelo era de color rojo, y cada pared tenía un color diferente, todos ellos llamativos,
todo era de diseño, a Esther no le hubiese sorprendido ver a Ágata Ruiz de la Prada por
aquél sitio.

Verónica: ¡Rufino! (Acercando sea un chico joven que estaba en el centro de la tienda
observando un maniquí )
Rufino: ¡Vero! ¡Mi niña! ¡Estás divina! (Riendo y dándole dos besos) Bueno... ¿Ellas
son las madrinas? (Mirando a Maca y Esther)
E: Maca... aún podemos correr... (A su oído, Maca sonrió amablemente)
M: Sí, somos nosotras...
Rufino: ¡Eso es fantástico! Vero, ya sabes por donde, vosotras dos... venid conmigo...
E: ¿Por qué? (Agarrada a la mano de Maca y susurrando)
M: No sé...
Rufino: Venga, venga, venga. (Poniéndose detrás de ellas y empujándolas) No hay
tiempo que perder)

Llegaron al final del local, Rufino las guió hasta unos vestidores que quedaban uno
delante del otro.

Rufino: Tú allí, y tú en este. Ya tenéis los vestidos dentro. ¡Vero! (Marchándose


corriendo hasta el otro lado, donde había más vestidores)
E: ¿Vestidos? Oh... ¿Los ha elegido ella? (Maca la miraba divertida, Esther no dejaba de
hacer muecas)
M: No pueden ser tan malos... (Riendo y dándole un cachete en el culo)
E: Si tú lo dices...

Cada una se metió dentro de un vestidor, Maca nada más entrar vio una cosa roja
colgada de una percha, la miró durante unos segundos con el ceño fruncido, miró
alrededor, no había nada más que pareciese ropa, cogió la percha, estirando el brazo lo
miraba con la cabeza ladeada ¿Aquello era un vestido? Después de varios minutos de
indecisión escuchó que tocaban a la puerta del vestidor.

M: ¿Quién va?
E: ¿Quién va? ¿Que es eso de quién va? ¿Dónde te piensas que estamos? (Riendo sin
parar)
M: A que no te abro, listilla.
E: Me vas a dejar fuera con estas pintas, abre... (Esther miró hacia un lado y vio a
Rufino acercarse con la cabeza agachada) Maca, joder, abre enseguida, que viene...
M: ¿Quién viene? ¿El coco?
E: Abre o te quedas sin... (La puerta se abrió de golpe y algo parecido a un gran tomate
se metió en el vestuario, Maca se apartó pegándose a la pared mientras miraba aquel
bulto, Esther cerraba la puerta y se apoyaba en ella)
M: ¿Qué... (La miraba con la boca medio abierta y el ceño fruncido)... eres?
E: ¿No lo ves? Soy un tomate... (Maca buscaba de done salía la voz, al final pudo ver
los ojos de Esther asomar por encima de una gran bola roja)
M: Anda... cariño... si eres tú... (Con una sonrisa de medio lado)
E: Muy graciosa... (Refunfuñó) No pienso ir así...
M: Bueno... no estás tan mal... (La miraba ladeando la cabeza de un lado a otro, levantó
su dedo índice y lo acercó a la bola que ocultaba el cuerpo de Esther, lo presionó con el
dedo y al notar que se hundía lo aparto rápidamente riendo como una niña)
E: ¿Te diviertes?
M: No sabes cuanto...
E: No tiene gracia... ¿Y el tuyo? ¿No te lo pones?
M: Sí, claro, para que alguien me confunda con una pelota gigante. (Sin dejar de reír)
Rufino: ¿Qué tal va chica? (Tocando a la puerta)
M y E: ¡Bien!
Rufino: ¿Estáis las dos ahí?
M: Sí, es que Esther tenía problemas con la cremallera.
Rufino: Pero si no tiene cremallera...
M: ¿En serio? (Miró a su chica) Cariño... ¿Cómo te has metido dentro de eso?
E: Serás... (Dándole un golpe)
M: ¡Agh! Que violenta que eres... (Sacándole la lengua)
Rufino: Tus madrinas se han encerrado ahí dentro...
Verónica: Ya, es que están en época de celo... ¡Chicas! ¡Dejad de meteros mano y salir
aquí fuera
M: ¿Meternos mano? No creo que Esther sepa sacar su mano ahora mismo...
E: Ni tú de encontrarla...
Verónica: ¡Salid, tontas! (Riendo)
E: ¡Cierra los ojos!
Verónica: ¡Esther! Que ni tu eres la novia ni yo el novio (Riendo) ¡Sal!

Las dos mujeres salieron, Esther iba roja como un tomate (valga la redundancia) y
mirando al suelo, Maca estaba roja, pero de la risa de ver a su chica “disfrazada” de
madrina, miró hacia delante y vio a su hermana, sus ojos se abrieron de par en par, dio
una palmada a Esther en algúna aparte de aquella bola, a lo mejor acertaba en el brazo,
la enfermera levantó la vista y miró a la pequeña de los Wilson.

E: Jo...
M: ...der...

Vero llevaba el pelo recogido con una especie de sombrero de alambre verde y plumas
que salían en varias direcciones, un collar de metal verde con pinchos alrededor del
cuello, llevaba un vestido de color verde también, con un escote que llegaba hasta
debajo del ombligo, en el que llevaba un piercing de color rojo chillón, el vestido
acababa en dos trozos de tela, uno por delante y otro por detrás, dejando ver sus piernas
por los lados, remataba con unos zapatos rojo con una gran flor verde estampada.

V: ¿Os gusta?
E: No sí.. al final... verde... (Ni siquiera podía reír)
M: Como haya viento más de uno y una se van a llevar una alegría... (Riendo)
Verónica: Anda, tonta, ¿Demasiado abierto?
M: Mujer... pues...
Rufino: No pasa nada. (Haciendo aspavientos con las manos) Para la ceremonia le
puedo poner algunos broches para cerrarlo un poco, luego en el baile, ya te los podrás
quitar tú misma ¿Mejor? (Mirando a las madrinas)
E: Sí, la verdad es que... bueno... estás preciosa, peque. (Sonriendo con cariño, lo cierto
es que estaba guapísima, no era un traje de novia, pero eso no quitaba que se viera
realmente bella)
M: Sí, eso sí, estás increíble... es más... hasta yo me casaba contigo. (Riendo y
recibiendo dos collejas por parte de las chicas)
Verónica: Incesto.
E: Estoy aquí.
M: ¡Vale! ¡Vale!
Verónica: Bueno, entonces... ¿Visto bueno?
E y M: Visto bueno. (Sonriendo y alzando los dedos en señal de aprobación, Esther más
bien lo simuló)
Rufino: ¡Divino! ¡Ya estamos listas! (Aplaudiendo)
E: Ejem... ¿Listas? ¿Qué hay de mí?
Rufino: Estás divina ¿A qué sí? (Mirando a Vero y a Maca)
M: ¿Los tomates son divinos? Porque si es así divina de la muerte...
Verónica: Rufino, tal vez tengamos que hacer un par de retoques...
E: ¿Cómo un sitio por el que sacar las manos? Para empezar...

Todos reían mientras Esther los miraba fingiendo estar muy enfadada, Maca acarició su
cabello, la única parte de su cuerpo que podía ver claramente.

M: Venga, cariño... quítate eso y vamos a tomar algo...


E: Sí, pues alguien va a tener que ayudarme... ya me dirás tú... (Se fue refunfuñando
hacia el vestidor)

Aquella noche les tocaba turno, a ninguna les gustaba especialmente ese turno, pero al
menos les tocaba juntas. Esther se había tirado todo el rato quejándose del “disfraz” y
pensando en posibles soluciones para convertir aquel tomate en un vestido medio
decente, sin llegar a conseguirlo.

T: ¡Buenas noches!
M: Buenas...
E: ¡Hola, Teresa! (Maca firmaba el registro mientras Esther se apoyaba en el mostrador)
T: ¿Cómo ha ido la prueba del vestido?
E: Pues... mejor no hablamos de eso. (Maca se reía por lo bajo mientras le pasaba el
registro a Esther) Sí, eso, que tú también lo vas a llevar puesto...
M: Ya hablaré yo con mi hermanita... (Riendo) ¿Hay algo para mí Teresa?
T: ¿A estas horas? Los niños están durmiendo, Maca.
M: Menos los que están malos, Teresita. Esther, voy a cambiarme y a llamar a Alba.
E: Vale, nos tomamos un café luego ¿Eh?
M: Claro. (Maca acarició la espalda de Esther y se fue hacia adentro)
T: Bueno, ¿Tan malo es el vestido? ¿Quién es Alba? ¿Qué...
E: Para el carro. (Riendo) El vestido, sin comentarios... Alba, ¿Qué tanto interés?
(Divertida)
T: Mujer, me preocupo por ti...
E: Pues no te preocupes tanto... (Haciéndole una carantoña en la cara) Y ve a casa con
tu marido, que parezca que vivas en el hospital.
T: Es que a las que valemos no nos dejan irnos.
E: Muy buena, Teresa (Riendo) Muy buena. Anda, voy a cambiarme, ahora vuelvo.

La enfermera fue al vestuario a cambiarse, se encontró con dos enfermeras y se quedó


un rato allí, contándoles lo loca que estaba la hermana de Maca y desahogándose un
poco con ellas. Maca por su parte ya estaba con su bata en el despacho, esperaba que la
pasaran con Alba.

Alba: ¿Maca?
M: Empiezo a ser pesada ¿Eh?
Alba: Que va, mujer. Te preocupas, no va mal de vez en cuando. ¿Ha pasado algo?
M: No, no, es que... bueno, solo quería ver si sabías cómo estaba.
Alba: Pues, hace un rato he llamado a Cris, una cosa del caso, y esta bien, con sus
padres están en un hotel de Madrid, tranquila, hay dos agentes con ellos, supongo que
alguien de su familia tiene contactos, normalmente no se pone vigilancia, se dicta la
orden de alejamiento, que aún no lo han hecho, no sé a que tardan, pero vamos, que una
vez puesta es cosa del agresor cumplirla o no, pero en este caso han asignado a esos dos.
M: Me alegra que utilicen sus contactos, sobre todo si es para estar protegidos, aunque
da algo de pena... la gente que no puede.
Alba: Bueno, son riesgos, pero siempre están los pisos de acogida, y en casos grandes,
se las acoge al lado de comisaría, nadie se atrevería a tocarlas allí.
M: Mhmhm... ¿Y el niño? ¿Cómo está?
Alba: A: Bien, jugando con sus primos, se ve que ha venido una tía suya, hermana del
acusado, pero que no sabía nada, vivía en Barcelona, eran amigas de pequeñas, Cris la
llamó y después del choque inicial ella vino a Madrid con sus hijos y su marido. No
están solos Maca.
M: Mejor... ¿Sabes cuando es el juicio?
Alba: Pues... espera un momento, creo que antes nos ha llegado la citación (Se
escuchaba como la agente rebuscaba entre papeles) Aquí está... el día veintinueve de...
en dos meses.
M: ¿29? (Maca pensó en lo familiar que le era aquella fecha) ¿Segura?
Alba: Sí, supongo que en unos días te enviarán la carta, tendrás que testificar como
doctora que atendió al crío...
M: ¿A que hora es?
Alba: A las doce del medio día...
M: Buf, supongo que me dará tiempo.
Alba: ¿Hay algún inconveniente?
M: No, bueno... mi hermana se casa ese día, por la tarde, a las cinco...
Alba: El abogado de Cris hablará contigo, coméntaselo, de todas formas, seguramente
tendrán pensado sacarte entre los primeros testigos.
M: Bien...
Alba: Oye, tengo que dejarte, una llamada, nos vemos.
M: Adiós, Alba y gracias. (La agente ya había colgado presurosa) Pues lo de ser
madrina... Esther me va a matar... (La pediatra reía, en el momento en que le dijese a
Esther que seguramente no podría ser madrina, y que básicamente, la iba a dejar sola,
vestida de tomate, la mataba, de esa no salía)

La enfermera por su parte ajena a que en dos meses estaría andando por en medio de
una iglesia, vestida de tomate y sola, seguía quejándose a aquellas enfermeras.
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El día de la boda se les echó pronto encima, después de tirarse una semana diciéndole a
Maca que lo del juzgado era una excusa barata para no ir de tomate, la enfermera había
estado de lleno ayudando a Vero, las dos mujeres pasaban prácticamente todos los días
juntas, y coincidían en que aquella boda iba a quedar grabada en la memoria, iba a ser
uno de aquéllos recuerdos que por mucho tiempo que pase recuerdas al milímetro, hasta
el más efímero detalle.

La pediatra por su parte, y mayormente por que Esther tendía a dejarse secuestrar por su
hermana, se pasó aquel tiempo trabajando e interesándose por el caso, también había ido
un par o tres de veces a ver a Cristina y a Javi. El niño parecía haber cambiado, se
mostraba algo más abierto, sí, seguía teniendo aquella mirada asustadiza y esquiva, con
el miedo reflejado en ella, pero seguramente aquello era algo con lo que tendría que
convivir, el miedo se había acostumbrado a su cuerpo y ya no lo abandonaría, pero al
menos, podría volver a sonreír, como lo había echo aquél día al hacer un dibujo para su
madre.

Maca a veces pensaba que el niño lo había sabido, lo había sabido en aquel momento,
cuando la policía apareció en su casa, cuando trajeron a su madre al hospital. Había un
gran cambio en él, antes y después de aquél día, todos lo habían percibido, todos los que
lo habían conocido en los dos momentos lo decían. Tal vez el niño lo supo, por alguna
razón, supo que ya no temblaría al escuchar a su padre llegar a casa, que ya no debería
esconderse en el armario de su habitación cuando sintiera sus pasos en el pasillo, que
nunca más sentiría los golpes sobre él, supo que no volvería a notar la orina caliente
descendiendo por sus piernas mientras su padre, con la respiración agitada y sudoroso,
lo contemplaba dando por terminada la paliza, satisfecho con el echo de ver a su hijo
destrozado y ya nunca más vería los golpes y los llantos de su madre.

Mientras la enfermera estaba con Vero, iniciando lo que serían largas horas de
peluquería y maquillaje, Maca llegaba al edificio de uno de los juzgados de Madrid,
estaba algo nerviosa y expectante, quería saber como acababa aquella historia, al menos
sabía que Javi no se uniría a su amigo de la infancia, Javi no ¿Pero cuantos más?
Mientras pensaba en la cantidad de casos como aquel que abría, algunos conocidos y
otros que se guardaban en el más celoso silencio por miedo, la pediatra entraba, después
de consultar donde estaba el juzgado en el que se celebraría el juicio se subió al
ascensor. Dos tipos con impecables trajes milimetrados consultaban papeles sin parar,
abogados, de los nuevos sin duda, una mujer con su hija, un hombre que movía sin cesar
los pies, Maca miró al techo y suspiró, una más entre la multitud que cada día tenía que
ir a los juzgados a arreglar sus asuntos.

En el pasillo la gente esperaba en grupos, Maca salió del ascensor y buscó un banco, no
había, recordó algo que le habían dicho, en los juzgados no querían que la gente los
viera, querían dar la sensación de que la justicia era algo rápido eficaz, aunque viendo a
la gente esperando (de pie a más señas) daba la sensación de todo lo contrario, algunos
habían optado por hacer una sentada en el suelo. La pediatra vio al fondo a Cristina y a
su abogado, se acercó y les saludó con la mano, estaban hablando y Maca no quería
interrumpirles, al cabo de poco rato un guardia salió de la sala y les dijo a Cristina y al
abogado que podían pasar, este le indicó a Maca que esperará, cuando necesitarán su
testimonio la avisarían.
Mientras estaba fuera Maca pensaba que debía de tratarse de un pez gordo, aquel que
había conseguido los agentes para custodiar a Cristina y a Javi, sin duda el mismo que
había conseguido que una de las mejores juezas se hiciera cargo del caso, mujer y con
hijos de la edad de Javi, sin duda elegida a propósito por su posible facilidad o
predisposición a la hora de identificarse con la víctima, un pez gordo, sí, y uno de los
listos, cualquier otro hubiera escogido al mejor juez, en aquellos tiempos, un hombre,
pero aquél no, había elegido con perspicacia.

El guardia salió media hora después y la hizo pasar, la sala era pequeña, y más que un
juicio parecía una reunión, como todos los casos sin importancia (al menos no
mediática) se celebraba a puerta cerrada, sin público ni jurados, la única que tenía voz y
voto era la jueza, que antes de formular su sentencia se informaba de los hechos
interrogando a los testigos, sin duda el de más peso era el de la asistente social que se
había echo cargo de la situación. Maca se sentó en una silla que había libre y esperó a
que la jueza o alguien le dijese algo.

Jueza: Doctora Macarena Fernández (Al cabo de un rato mirando los papeles que tenía
delante) usted atendió en dos ocasiones al hijo de la demandante, los días... (Consultó el
papel y enumeró no solo los días sino el motivo que aparecía en sus papeles, Maca
distinguió el membrete del hospital, debía ser una copia del historial de Javi) heridas
leves ¿No es así? (Maca asintió) Por favor doctora, no gestualmente.
M: Es cierto. (Mientras Maca pensaba si llamarle señoría o no la jueza formuló su
siguiente pregunta)
Jza: Esas heridas... ¿Son comunes en niños de su edad?
M: Sí, lo cierto es que los cardenales son algo muy común, dependiendo de la fisiología
del niño pueden llegar a ser muy frecuentes, pero en este caso, no fue así. El niño es
fuerte, esos moratones eran producidos por golpes fuertes.
Jza: ¿Cómo caerse de un columpio?
M: Podría ser, pero en este caso no.
Jza: Yo soy la que determina si en este caso es así o no, no usted doctora. Aún con esas
heridas leves y muy comunes en los niños... usted escribió un informe (Buscó entre sus
papeles) en el que comunicaba sus sospechas de maltrato al menor... ¿En que se basaba
para afirmar dicho maltrato?
M: Pues me basé en mi experiencia como pediatra, después de ver al niño, observar los
numeroso cardenales que tenía, su forma y color, llegué a la conclusión de que se
producían periódicamente y junto con la actitud de Javi y su historial, llegué a la
sospecha, que no, afirmación, que figura en ese informe.
Jza: Sospecha... ¿Y aún así aviso a la policía?
M: No avisé a la policía, comenté el caso con una amiga mía, que es policía, pero a
nivel personal, en ningún momento inició ninguna investigación policial.
Jza: Bien, doctora... ¿En estos dos meses, desde la demanda, ha atendido al niño?
M: No, en estos dos meses, no.
Jza: Bien... (Miró por última vez los papeles) Gracias por su colaboración doctora,
puede marcharse ya.

La pediatra se levantó y echó un vistazo a Cristina, esta tenía la cabeza agachada y


lloraba, la jueza formuló a sus espaldas su conclusión, orden de alejamiento, paga
mensual por el niño, la custodia de Javi se vería en otro juicio. La puerta se cerró a sus
espaldas, aquella historia no había terminado, de hecho, acaba de empezar, Maca deseó
que todo les fuera bien, estaría pendiente de ellos, la abuela de Javi, Martina, la había
invitado al campo cuando quisieran y le había dado su numero para cuando quisiera.

Salió de los juzgados y miró al cielo, hacia un día precioso, perfecto para la boda de su
hermana, prometedor para Javi y Cristina, ya no guardarían más silencio, aunque
tendrían que ser fuertes para no caer de nuevo, seguro que los demás, la gente que les
quería, estarían a su lado. Consultó su reloj, aún le daba tiempo a acercarse a ver a su
hermana antes de irse a arreglar, pensó en llevar algo de comida para ella y para su
chica.

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Se pasó por un pequeño restaurante que había cerca de la casa de Vero y compró unos
cuantos bocadillos y algo de beber, luego subió al piso de su hermana, el piso estaba
abierto, primas de las dos y amigas de Vero salían y entraban sin cesar, Maca estuvo
saludando hasta que descubrió que Vero y Esther estaban en la habitación de esta. Tocó
a la puerta y varios gritos de no entres salieron del otro lado.

M: ¿Vero? ¿Qué le estás haciendo a mi chica? (Bromeó la pediatra, segundos después


Esther abría sonriente, la cogió de la cintura del pantalón y la arrastró hacia dentro)
Verónica: Yo no estaba haciendo nada ¿Eh? (Vero estaba sentada delante de un espejo,
en ropa interior, Esther le dio un beso en la mejilla antes de ponerse detrás de Vero y
seguir peinándola)
E: ¿Cómo ha ido? (concentrada en el pelo de su hermana)
M: No lo sé, creía que esto se arreglaba hoy, pero no, no ha hecho nada más que
empezar, aún quedan muchas cosas por hacer, nadie se lo pone fácil.
E: Ya te dije que eso de los juzgados va lento... y que no sería la primera vez que
tuvieran que ir.
M: Sí, bueno... (La pediatra se puso detrás de Esther mirando por encima de su hombro)
Te esta quedando bien...
E: ¿Lo dudabas? (Sonriendo)
M: Para nada... (Dejó un beso en su hombro luego uno en su cuello, Esther sonrió y
medio giró la cabeza, Maca aprovechó para buscar sus labios, acariciándolos
brevemente con los suyos)
Verónica: Que no es por nada... Pero... ¡Me caso en unas horas! ¡Queréis hacer el favor
de dejar eso para luego! (Ambas rieron y Esther siguió peinando a Vero mientras Maca
la abrazaba por detrás, acariciando su abdomen sin que Vero lo viera que le echaba la
bronca)
M: ¿Cómo que no te has vestido aún, cariño?
E: Primero la novia...
M: Te he traído algo de comer, por si la pesada esta no te daba nada.
E: Si es que, como me cuida mi chica (Riendo mientras Vero hacia pucheros) ¿A ti que
te pasa? Claro, que te casas, ¿Emocionada?
V: ¡Que va! ¡Que la tonta de mi hermana no me ha traído nada de comer a mí! ¡Tengo
hambre (Fingiendo llorar más fuerte)
M: Ves, pues si que te había traído, pero por llamarme tonta... no sé yo ¿Eh? Creo que
no te lo mereces...
Verónica: Soy la novia.
M: A mí eso no me vale (Sacándole la lengua) Esther, ¿Te traigo un bocadillo?
E: Por favor... (Sonriendo con cara de niña buena)
M: Mhmhm... (Maca salió a buscarlos no sin antes acariciar por última vez el abdomen
de Esther)

Poco después, de buscar bocadillos, Esther lanzarse sobre el suyo, Vero le empezase a
dar collejas a Maca por no traerle nada y luego besos por traérselo, estaban las tres en la
cama, comiendo tranquilamente, mientras fuera todo el mundo estaba arreglando todo, o
más bien, corriendo de un lado a otro con prisas sin necesidad, pero bueno, en aquello,
sí que sería como todas las bodas.

M: bueno... ¿Cómo es esto de casarse, peque? (Reía por la cara de felicidad que ponía
su hermana)
Verónica: Pues es... no sé, raro, porque a ver, en realidad ¿Qué hacemos? Disfrazarnos
todos como si fuera una gran cena de gala o algo por el estilo, ir a la iglesia a aguantar
que te echen un monólogo que no tiene nada que ver con los del club de la comedia y
firmar un papelillo... vamos, nada.
M: Que visión más romántica... (Riendo)
Verónica:¿Sí? Venga, suelta la tuya...
M: Somos Wilson’s peque. (Imitando a un vaquero) Lo llevamos en la sangre.
E: ¡Payasa! (Riendo y dándole un empujoncito a Maca, que estaba sentada a su lado)
M: ¿Y tú? (Acercándose a su cuello y dándole un beso sonriente) ¿Que idea tienes?
E: Pues...
Verónica: Estas es de las del príncipe azul y el corcel blanco... (Las hermanas rieron, lo
que hizo que Maca se llevase una colleja)
M: ¿Por qué a mí?
E: Porque tú eres mi novia y ella no, gamberra.
M: Jo... que morro... (Haciendo pucheros)
Verónica: Que si quieres intercambiamos papeles... (En un susurro)
M: Acércate a ella y tu boda va a ser sonada, pero porque te tendrás que casar en el
ártico con la que te voy a dar. (Fingía ser chulilla)
Verónica: ¿Quién? ¿tú? ¿A mí? ¡Venga, ya! Eso no se lo cree nadie.
M: A ver, luego seguimos con esto, pero antes... ¿Esther?
E: ¿Qué?
M: ¿Matrimonio? (Alzaba las cejas y canturreaba junto con Vero)
E: sí quiero. (Bromeó la enfermera) Digo... sí, papelucho, nada más... (Vero tarareaba la
marcha nupcial mientras daba codazos a Maca)
M: ¿Quieres casarte? Nos vamos al juzgado y en un momento...
E: Tonta... (Riendo) ¿Tú quieres casarte? (Mirándola extrañada)
M: No (Se encogió de hombros) Pero si tú quieres... pues nada, nos casamos...
Verónica: Vale, vale, aquí la única que se casa soy yo. (Riendo miró el reloj) ¡Y aún
estoy en pelotas! Aunque... me puedo casar así ¿No?
M: No hay mucha diferencia con tu vestido...
Verónica: ¡Serás! (Lanzándose encima de ella)
E: ¡El peinado! ¡El peinado! (Esther consiguió que dejaran de pelear, un poco y sentó a
Vero en su sitio) A ver si terminamos esto y me visto... no me va a dar tiempo.
M: Cariño, lo termino yo y tú te vistes y todo eso.
Verónica: ¡Ni se te ocurra! ¡Para que me dejes como aquella perra que tenía mama!
¡No!
M: Pues si..... la perra era monísima. (Riendo)
E: Oye.. Maca.. a ti te da tiempo a ser madrina.
Verónica: Ostras, ya le he dicho el cura que solo habría una...
M: No importa, pensé que acabaría más tarde...
E: Ya. Claro. No tiene que ver con el tomate gigante ¿No? (Maca negaba sonriendo,
como cuando te pillan haciendo una trastada y aún así lo intentas negar aún)
Verónica: Oh, Rufino a hecho un par de retoques, Esther, no se parece mucho al
tomate.
M: ¿Ahora que es? ¿Un pepino? ¿Un pimiento? Ya sé, ya sé, ¡La naranja mecánica!
E: Oh, dios... ¿Por qué a mí? Encerrada con dos Wilson, no puede ser, yo soy una chica
buena, no me merezco este castigo.
M: Mi niña se esta volviendo loca por momentos. Voy a casa a cambiarme, nos vemos
luego ¿Mhm?
E: Vale... (Recibiendo un breve beso de Maca)
M: A ti te veo en el altar (Riendo y dándole una colleja a su hermana)
E: ¡Maca! ¡El peinado!
M: Sí, sí, ya. (Riendo y marchándose)

Maca no tuvo ocasión de ver a Esther y a su hermana, entre ir a casa a arreglarse y todo,
se había entretenido, lo suficiente para que al llegar a casa de Vero le dijeran que Esther
y su hermana acaban de irse, Rufino había aparecido queriéndoles dar un último
retoque. Después de deambular un rato se fue para la iglesia.

Al llegar vio una multitud de gente, esperaban a que llegase el novio para meterse
dentro. Había un claro contraste entre la parte del novio y la de la novia, más
concretamente entre los amigos de estos, los del novio todos perfectamente trajeados,
con sus corbatas y su estilo convencional, hablando en elegantes susurros, los de la
novia bastante alejados del protocolo de la ocasión. Menos Javier, Laura, Jorge, Susana,
Luz y Encarna que iban elegantes pero normal, sin grandes cosas (ni caras ni raras).

La pediatra distinguió a lo lejos a sus padres, a un lado de la entrada, hablando con


conocidos de Jerez, todos de las altas esferas, parecía que fuesen a la entrega de los
oscar que no a una boda, Maca sonrió, seguramente su madre había obligado a su padre
a disfrazarse de aquella manera. Se acercó a la familia de Esther y a Javi y a Laura.

En: ¡Maca! ¡Hija! (La pediatra miró a Encarna, parecía aliviada de conocer a más gente
de entre toda aquella multitud, Maca sonrió y se paró delante de ella)
M: Esta usted preciosa. (Dándole dos besos)
En: Calla, calla, si llevo cualquier cosa (Sonrojándose y obviamente soltando una
pequeña mentirijilla) Tú si que vas guapísima. ¿Has visto a mi hija?
M: No, creo que el diseñador se ha enamorado de ellas y las ha secuestrado.
En: No, no, pobres. (Riendo) ¿Dónde están tus padres? ¿Ya están aquí?
M: Sí, por ahí andan, hablando de grandes cosas (Puso los ojos en blanco) Cuando
venga Esther te los presento.
En: Que nervios, hija.
M: A mi padre le vas a encantar (Sonrió tranquilizadora) Y a mi madre... bueno, creo
que ni ella misma se cae bien, así que... (Rió alegremente, aunque a Encarna no le hizo
mucha gracia)
Luz: ¿Yo estoy preciosa? (Tirando del vestido de Maca)
M: Ven aquí... (Sonriendo al verla mirarse el vestido con las puntas cogidas entre sus
dedos, Luz se acercó y Maca la levantó en el aire, estrechándola entre sus brazos y
mirándola) A ver... (Con ojo crítico) pues... (Se acercó a su oído) Estás más guapa que tu
abuela, toda una princesita ¿Mhm? (La niña sonreía feliz al igual que Maca)
S: Uy, que le habrás dicho ya. (Acercándose con Jorge)
M: Pues nada, la verdad, que es la niña más preciosa del mundo mundial. (sonriendo de
oreja a oreja) Y con unos padres muy majos (Provocando las risas de rodos)
Luz: ¿Jugamos al pilla-pilla?
M: Luz, es que ahora mismito no podemos, pero luego... jugamos tú y yo ¿Vale?
Luz: ¡Vale! (Bajó a la niña y saludó a Laura y Javier)

M: ¿Qué tal la espera?


L: ¿Cuándo vamos a comer?
M: Bueno... lo ha organizado Esther, seguramente comamos durante la ceremonia.
(Bromeó)
L: Menos mal, si no, tu chica me defraudará.

De repente les llegaron un montón de murmullos, provenían de la sección del novio, un


mercedes último modelo había aparcado delante de las escaleras que daban a la plaza,
segundos después el novio hacia parición, numeroso murmullos de sorpresa se
escuchaban alrededor. La verdad es que a Maca le pareció que iba elegante, con un traje
de cuello italiano, de un color verde oscuro con reflejos dorados, y una camisa sin
cuello verde más clara, nada de corbatas ni nada formal. Pero la pediatra no pudo evitar
echarse a reír al ver al novio por detrás, a la altura del trasero llevaba dos grandes flores
rojas estampadas, como las de los zapatos de Vero.

L: ¿eso es el novio?
M: Pues va a ser que sí... (Partiéndose de risa)
Jorge: Yo tengo una pregunta... ¿Qué tiene en el cuelo? (Miraba a Maca que seguía
riéndose) ¿Qué?
M: Pues... creo que eso (Señalando las flores) es cosa de mi hermana, ya me extrañaba
que se casará por iglesia ¡Claro! Algo tenía que hacer él a cambio.
Jorge: ¿Llevar flores en el trasero? (Todos reían ya)
En: Pobre chico, por cierto ¿No tendríamos que entrar ya? Con el novio aquí y todo.
M: No, que va, el protocolo marca que el novio tiene que llegar media hora antes que la
novia, aunque conociendo a mi hermanita.... Tal vez se deje caer por la noche.
(Bromeaba)
J: ¿Y el señorito Wilson? Como se escaquea...
M: No te gustaría estar en su papel...
J: ¿Y eso?
M: Pues esta haciéndole de chofer a Rufino y a las chicas, así que...
J: Uyyyyy... como me sea infiel, se va a enterar, pediré el divorcio.

Una chica con un vestido azul pastel, de corte sencillo y una sonrisa de oreja a oreja se
acercaba al grupo, Maca estaba hablando con Encarna cuando al mirar hacia otro lado la
vio, frunció el ceño y cuando la chica estaba parada delante suyo sonrío al reconocerla.

M: ¡Ana! (Abrazándola fuertemente y riendo)


Ana: Maca... (Sonriendo y alzándose a ella con cariño, Encarna observaba la escena
digamos que... atentamente)
M: Anita... te he echado mucho de menos.
Ana: Y yo, cariño, y yo. (Aquí ya la madre no pudo más)
En: Perdonad, que os vais a quedar pegadas a este paso, un poquito de espacio (Las
separaba suavemente ante la sorpresa de Ana y la media sonrisa de Maca) Así, perfectas.
(Miraba a Ana) Soy la madre de su mujer, Encarna, mucho gusto ¿Y tú? (Maca pensó
que en aquél momento a Encarna le pegaba poner los brazos en jarra y mirar a Ana
chulita)
Ana: Yo...
M: ¡Encarni! (Riendo) ¡Ni tu hija hace eso! (Dándole un achuchón) Esta es Ana, una
vieja amiga, mi piltrafilla (Guiñándole un ojo a la chica)
J: ¡Claro! ¡Ya decía yo! ¡La piltri! (Ana y Maca se echaron a reír a carcajadas, Javier se
había tirado todo el rato pensando de que le sonaba aquella muchacha)
Ana: Veo que sigue tan rápido y atento como siempre...
M: Ya te digo... el correcaminos de los pensamientos...
J: Bueno... ya estamos... (Sonriendo y dándole un fuerte abrazo a Ana, Laura lo miraba
con una ceja alzada) ¿Qué tal nuestra guiri preferida? (Haciéndole arrumacos, miró a
Laura) Nuestra guiri preferida por la que no siento ningún tipo de atracción física.
(Todos rieron por la corrección, menos Laura, claro) Anda, Ana te presento a Laura, mi
novia formal, oficial y en plena relación larga... (Laura le dio una colleja)
Ana: ¿Cómo le aguantas?
L: Solo estoy con él por dinero... (Guiñándole un ojo y riendo ambas)
Ana: Eso no esta mal...
J: Bueno, cuenta, ¿Qué tal todo?
Ana: Bueno, muy bien, ahora vengo de Australia, llevo un par de meses trabajando en
un proyecto, y hace seis meses estaba en Sudáfrica, así que... me muevo un poco...
(Sonriendo)
M: ¿Qué tal todo, preciosa? (Abrazándose a ella y dándole un beso en la mejilla) Sabes
que en Jerez siempre tienes un hueco, bueno, ahora también en Madrid.
Ana: Tranquila, me va muy bien (Guiñándole un ojo divertida)
M: Cotilleooo...
Ana y M: Cotilleooo... ( Bailaban dando vueltas y moviendo los brazos en círculos,
Encarna las miraba como casi todos los que estaba cerca)
J: Se conocieron en la edad del pavo, Encarna, tranquila, no están locas... o sí, pero
peligrosas no son. (Riendo)

Maca presentó a Jorge, Susana y Luz, mientras se daban los dos besos de rigor Maca
notó unas fuertes manos en su abdomen, alguien la abrazaba por detrás y no era su niña,
eso estaba claro, sonrió al ver mejor las manos y se dio la vuelta.

P: Cariño, estás preciosa, y eso que tú no eres la novia (Abrazándola con cariño)
M: Papa... tu si que estás increíble. Mama te ha obligado ¿No? (Ambos rieron
cómplices)

P: Como lo sabes hija, como lo sabes. (Acariciando las manos de su hija) Sotomayor, la
etiqueta exige que se venga peinado ¿Lo has olvidado?
J: Señor Wilson... (Sonriendo y estrechándole la mano) Simplemente no me he dejado
domar como usted.
P: Laura (Dándole dos besos) Si tuviera veinte años menos no te me escapabas, ibas a
caer rendida a mis encantos, dejabas a este y nos fugábamos ¿Mhm?
L: Es que a este ya le he cogido cariño (Riendo y acariciando el pelo de Javier)
P: A mí si que me ibas a coger cariño... (Bromeaba Paco) Jorge, Susana ¿Queréis
hacernos la competencia a mi ay a mi mujer?
Jorge: Paco, es difícil superar los gemelos de oro (Riendo mientras le estrechaba la
mano)
S: Y el vestido de su mujer. (Dándole dos besos)
P: Eso lo superas con creces (Guiñándole un ojo divertido)
M: Papa... (Riendo)
P: ¿Y esta niña tan guapa? (Arrodillándose en el suelo con su caro traje para quedar a la
altura de la niña)
Jorge: Nuestra hija Luz.
P: Imposible, debe ser hija de reyes, esta echa toda una princesita...
M: Mira, en eso te voy a dar la razón.
P: ¿Quién falta? (Alzándose y mirando a Encarna) Vaya, un ángel nos hace el honro de
aparecerse ante nosotros (Tomando su mano y besándola) Francisco Wilson, a su
servicio. (Maca no podía contener la risa, su padre era todo un espectáculo, Encaran
estaba roja como un tomate y sonreía tímida) Un momento... usted se parece a la belleza
con la que sale mi hija.
M: Papa, si dejas un momento tu papel de ricachón encantador a un lado, os presento.
(Riendo y recibiendo una colleja cariñosa de su padre) Papa, esta es Encarna, la madre
de Esther, Encarna mi padre Paco.

Al poco rato un señor les iba pidiendo que entrasen en la iglesia, estaba apunto de llegar
la novia, los invitados iban entrando en la iglesia, Paco tenía que esperar a que llegará
Vero, la acompañaría hasta el altar, luego se sentaría con su mujer en la primera fila,
donde le tocaba estar a Maca y a Jero, pero la pediatra decidió esperarse fuera, quería
ver como iba su hermana de guapa, y su novia por supuesto.

M: ¡Laura! Guárdame un sitio, me quedo fuera. (Cogiendo la mano de Ana y


poniéndose a un lado de la puerta)
L: Si yo también me quedo, no me pierdo cuando Vero salga de ese coche por nada del
mundo (Riendo)
J: Ya os lo guardo yo...
S: Yo me quedo también. (Sonriendo) Jorge, anda...
Jorge: Sí, ya... ¿Tu lo ves normal, Javier?
J: A ciertas alturas ya... ni lo debes pensar. (Riendo)

Había más gente con ellas, amigas de Vero, algunos del novio, y algún que otro curioso,
entre ellos algún periodista que querría hacer algunas fotos para la crónica de la prensa
rosa.

Un viejo chevrolet descapotable (Adivinad el color) aparecía a la izquierda de la plaza,


se detenía elegantemente al pie de las escaleras, Jero iba al volante, con un traje azul
informal, parecido al del novio pero algo más sencillo aún y sin flores estampadas en
sitios raros, en ningún sitio en general. Jero se bajó, un chofer ocupo su lugar para
llevarse luego el coche, abrió la puerta de atrás y cogió la mano de su hermana, que
sonriente la rechazaba sacándole la lengua y cerraba la puerta otra vez. Maca distinguió
la mirada traviesa de su hermana, que de un salto, pasó por encima de la puerta del
descapotable y aterrizó en el suelo.

Verónica: ¡Siempre he querido hacer eso! (Riendo alegremente mientras sus amigos y
amigas la vitoreaba, los demás obviamente flipaban)
Je: Anda que... bonito video nos va a quedar... (Riendo mientras Paco se acercaba a su
hija)
P: Cariño, las estrellas están peleándose por hacerse un hueco y mirarte. Estas increíble.
(Sonreía orgullosa mientras le daba dos besos y ponía su brazo para que Vero lo cogiese,
ambos empezaron a subir los escalones para llegar a la plaza)

La verdad es que los retoques de Rufino hacían que casi pareciese un vestido normal,
aunque no para una boda, pero estaba bellísima, el color verde era su favorito y le
sentaba tremendamente bien, el recogido de Esther, con algunas plumas rojas y verdes
como decoración le quedaba precioso, aunque lo que más llamaba la atención no eran
las plumas, ni el vestido, ni los zapatos, lo que más se veía en aquella plaza era la
sonrisa radiante de Vero, la mirada orgullosa y llena de ternura de su padre hacia ella,
llena de admiración por lo que se había convertido su pequeña. No había espacio para
más. Maca y Jero sonreían al ver la escena, hasta que el hermano de Maca se dio cuenta
que faltaba otra parte importante, la madrina, abrió la puerta y esta vez Esther le dio la
mano con delicadeza, se bajó del coche y comenzaron a subir los dos juntos. Se pararon
al lado de Paco y Vero, el padrino, un amigo del novio se acercó a ellos y substituyó a
Jero, que con gesto teatral le “entregó” a Esther. Mientras las amigas de Vero, Laura,
Susana y Ana gritaban piropos a Vero, Maca no perdía detalle de su chica.

El arreglo había consistido en ‘desinflar’ el tomate, aunque seguramente se trataba de


otro vestido, era rojo también, pero entallado en el torso, delineando a la perfección las
líneas de su cuerpo, llevaba un ligero escote, el vestido caía de las caderas grácilmente,
ondulándose a sus pasos, llevaba el pelo liso, una parte recogida en un tocado, obra de
Rufino seguramente, y la otra escalonada, unos ligeros toques de maquillaje, unas
sandalias de tiras finas que dejaban ver sus bonitos tobillos. Estaba guapa, quizás no
fuera esa la palabra, quizás estaba radiante, espectacular, impresionante, bellísima, pero
Maca estaba demasiado embobada mirándola como para buscar una palabra más
adecuada.

Ana: Me da que ella es Esther... (Riendo al ver a Maca) Cariño... la babita que te
manchas... (Maca ni la escuchaba, Esther se acercaba colgada del brazo de aquél tipo,
detrás iban Paco y Vero)
L: ¡Esther! ¡Guapa! ¡Tía buena! (Gritaba Laura al acercarse más)
S: ¡Preciosa! (Le seguía Susana, Laura le daba un codazo a Maca para que dijese algo,
pero esta estaba perdida en los ojos de su chica, que la miraba sonriente)
Ana: ¡Peque! ¡Macizota! ¡Que no me entere que ese culito pasa hambre! (Vero miró a
Ana y se echó a reír)
Verónica: ¡Tu si que estas buena!
P: Hija, por favor, al menos la entrada en la iglesia normal. (Riendo)
Verónica: Me ha provocado, papa... (Poniendo cara de niña buena, miró hacia su
hermana, estaba babeando sin apartar ojo de Esther) ¡Maca! ¿No piensas acompañar a tu
chica hasta el altar al menos? (Esther la miró con una ceja levantada) Es que cómo siga
así de embobada se va a marear y todo... (Guiñándole un ojo)

Se reorganizaron un poco, pusieron al padrino delante de todos, Maca y Esther después,


y Vero y Paco detrás. Esther cogió el brazo de su chica con cariño, esta la miraba con
los ojos brillantes, se acercó a su oído un momento.

M: Me entran ganas de casarme contigo... (En un susurro contenido, Esther sonrió feliz)
E: ¿no lo estamos ya? (Dándole un breve beso que a ambas les sabía a poco)
M: Mhmhmh... (Sonriendo y acariciando su mano) Pues claro (Mirándola embelesada)
P: Señoritas, dejen de repartirse mimitos y entren, a ver si al final nos quedamos sin
boda... (Reía Paco)
Verónica: Vamos, que dejéis de meteros mano, que si eso, ya luego, y que tiréis para
adelante si no queréis que os de una yoya. (Tradujo Vero provocando más risas)

Maca acabó sentándose en primera fila, no quería alejarse mucho de su chica, de vez en
cuando intercambiaban miradas cómplices, como si estuviesen una al lado de la otra,
acariciándose con aquellas miradas y sonriéndose. Mientras tanto una radiante Vero
daba el ‘sí, quiero’.

Justo después de la salida de la iglesia, los novios posaban para las fotos de rigor,
parados delante de la puerta , los invitados iban pasando en grupos y posando con ellos,
no hubo mucho jaleo, exceptuando dos fotos. La primera fue la de los padres y
hermanos de la novia, Maca remoloneó un rato antes de que la mirada de su madre
(léase como: “o vienes o voy yo, y NO te va a gustar que vaya yo” ) la persuadiera de
romper el abrazo con el que hacia arrumacos a Esther y ponerse entre su padre y el
novio para la foto, su hermano se colocó entre su madre y Vero.

Todo empezó cuando una emocionada Vero miró a su hermana y le preguntó que tal
había ido la boda.

R: Verónica, nos van a hacer una fotografía, quieres hacer el favor de callarte y sonreír.
(Todo dicho con una mueca parecida a una sonrisa, pero sin su calidez, en los labios)
Verónica: Mama, es el día de mi boda... anda, alégrate de que me caso con un chico
normal y disfruta del momento.
P: Cariño, deja a la niña.
R: Tú siempre de su parte...
Je: Fernando ¿Qué tal el si quiero? ¿Te ha costado? (Para ver si sus padres se callaban)

Maca por su parte miraba a Esther entre sonrisas, la enfermera conversaba alegremente
con Jorge y Susana, de vez en cuando se miraban y gesticulaban para decirse tonterías.

P: No es que este de su parte... es que es su boda, mujer.


R: Ya, claro...
F: Pues no, no me ha costado, me tiene loquito.
Je: Más te vale.. (Riendo) Porque sino...
R: Como es la boda de Verónica que haga lo que quiera...
Fotógrafo: Por favor... ¿Podríais mirar la cámara un momento?
Verónica: pues sí...
P: No, pero... deja que disfrute del momento, anda.
Je: Conocerás como las gasta un Wilson.
Verónica: ¿Qué demonios le estás diciendo?

Maca le preguntaba por gesto de que reía tanto Esther, esta negaba con la cabeza y
Maca hacia como que suplicaba, poniendo cara de niña buena y haciendo pucheros.

R: Así nos ha salido la niña...


Je: Solo te protejo hermanita...
Fotógrafo: Señores... señoras... la cámara...
Verónica: Bah (Puso los ojos en blanco y miró a su hermana) ¿Y esta que hace?
(Riendo)
P: Ha salido preciosa y echa toda una mujercita.
F: Tu hermano da un poco de... respeto. (Susurrándoselo)
Verónica: Bah, ni caso...
Je: Te he escuchado hermanita...
P: Maca, ¿Te encuentras bien?
M: Sí, mucho. (Sonriendo alegremente a su padre)
Fotógrafo: ¡Por favor! ¡Queréis hacer el favor de mirar a la cámara!
Verónica: ¡Maca! ¿Qué haces?
M: Hablo con mi chica ¿No puedo?
Verónica: Sí, sí... ¿De qué?
R: Niñas, queréis comportaros, nos están mirando...
Je: Mama, llevan media hora haciéndolo...
F: ¿Le ha gustado la ceremonia señora?
M: Nada, no me quiere contar de que se reía (Vero miró a Esther y se lo preguntó ella,
la enfermera rió y puso los ojos en blanco)
Verónica: A mí tampoco... será jodía... (Ambas reían)
P: Venga, vamos a hacer la fotito esta.
Je: Oye, que digo yo... a lo mejor ya la ha hecho.
R: Shhhshhh... que nos miran...
Verónica: Mama, empiezas a asustarme, nos miran, nos miran... (imitando a su madre)
P: Vero, cariño...
F: Vero, cariño...
Verónica: Genial, hay eco (Bromeando y sacándoles la lengua)
M: Vero, que Esther dice que porque no nos hacemos la foto.
Verónica: Ni idea, el fotógrafo este esta en la parra.
M: ¿Y como le digo eso?
R: ¡Se acabó! (Alzando la voz) Tú (Al fotógrafo) Haz la foto. Vosotros (A sus hijos)
Callaos de una vez.
M, J y V: No estábamos...
R: Shshshs. Callados.
P: Sonreíd... (Todos sonreían de oreja a oreja y el fotógrafo por fin hacia la foto)
Fotógrafo: ¡Siguientes! (Desesperado por librarse de aquello pronto)

La otra foto que causo estragos fue la de los hermanos de la novia, Esther, Javier y
Laura y Jorge y Susana. La enfermera conservaría aquella fotografía siempre, Maca y
ella besándose, Javier y Jero besándose, Jorge y Susana también, Vero y su marido
discutiendo y Laura mirando al cielo con gesto de resignación.

Al cabo de un buen rato consiguieron reunirse todos los invitados delante del local que
Vero y Esther habían alquilado una semana antes. No habían tenido que tocar mucho la
decoración, ya que a Vero le había encantado desde el principio, días atrás había sido la
sede de una exposición de arte abstracto. Las paredes eran blancas, salpicadas con
manchas deformes multicolores, en algunos puntos habían dejado esculturas de
excéntricas formas y colores, Vero había querido que se mantuvieran, poniendo mesas
alrededor de estas. En algunas paredes colgaban extrañas fotografías, una de las
paredes, estaba llena de fotografías de traseros en los que se dibujaban paisajes, otra
pared estaba llena de graffities de chicas sobre un fondo amarillo, mezclándose en un
montón de líneas que vista desde lejos formaban la palabra “woman”.
La mayoría de invitados mostró su asombro y disgusto por aquello, incluida la madre de
Vero, otros se lo tomaban con humor, como Paco, que reía mientras avanzaba de foto en
foto, comentando algunas con un amigo tan campechano como él. Los amigos y amigas
de Vero se sentían en su salsa, Esther se divertía viendo la cara de Maca, sorprendida y
divertida a la vez.

M: Me gusta como esta esto... (Riendo) ¿Cómo...?


E: Ya estaba aquí, Vero lo quiso mantener.
M: Le pega mucho. (Sonriendo)
J: ¡Jero! ¡Mira esto! ¿No es Jerez? (Riendo y señalando una foto)
Je: Jerez, lo que se dice Jerez... tal vez sea Jerezana. (Riendo y llevándose los dos un
par de collejas de Laura)
L: A la mesa, ya... ¿Esther? ¿Cuál es la nuestra?
E: No preguntes... (Riendo y señalando la mesa que había justo debajo de las
fotografías)
L: Dios mío...
J: ¡Mío! (Corriendo a sentarse de cara a las fotografías)
Je: ¡De aquí no me mueven! (Riendo y sentándose al lado de Javi, al final acabaron las
chicas en un lado y los chicos en el otro, Encarna se sentó con ellos, Esther lo había
hecho así, no quería que su madre tuviese que sentarse entre desconocidos estando ellos
allí)
L: Me muero por algo de comida...
E: Y yo.. a ver que ha preparado... (Riendo)
M: Un momento... ¿Mi hermana se ha encargado de la comida?
E: De los aperitivos... sí.
M: Bueno... ¿Pedimos una pizza? (Bromeaba entre risas)
E: Tonta... (Dándole un beso en la mano que tenía entre las suyas)
Je: Maca, creo que a mama le esta dando algo... (Maca miró por encima del hombro de
su hermano, Rocío estaba agarrada a Paco, con cara de asustada, Maca fue a levantarse
pero su padre le hizo una seña para que se quedará sentada)
M: Pobre... después de esto va a tener que aguantar muchos cotilleos...
Je: Me imagino a sus amigas... (Ambos intercambiaron una mirada cómplice y rieron)
E: Cariño (Dándole una palmada y acercándose para hablar con algo de intimidad) ¿No
crees que deberías hablar con ella?
M: Mi madre esta bien, se le pasará en cuanto deje de pensar en los cotilleos y cosas de
esas (Acariciando a la enfermera)
E: Tú misma, como le de un jamacuco... la curas tú ¿Eh?
M: Que sí, tonta... (Riendo) Yo que creía que me ibas a hacer una proposición
indecente...
E: Bueno... siempre estoy a tiempo ¿No?
M: No sé yo ¿Eh? (Besándola) A lo mejor encuentro a mi media naranja en esta fiesta...
E: Más te vale que sea la chica de rojo que tienes a tu lado...
M: Pues mira... la verdad es que no he podido apartar la vista de ella en todo el rato...
tal vez me la lleve luego a mi casa...
E: ¿Tu casa? Tendrás que pedirme permiso ¿No? Es nuestra ¿Recuerdas?
M: Vaya... ¿No quieres que la invité?
E: Mhmhm... (Acercándose a sus labios) creo que no necesita invitación...
(Atrapándolos entre los suyos y acariciándolos)
Je: No os cansáis nunca ¿Eh? (Levantando la ceja travieso)
M: Hermanito, ¿Cómo voy a cansarme de esta preciosidad? (Agarrando a Esther por la
barbilla y poniéndole morritos) Con lo guapa que es mi niña...
E: Maca, que esta mi madre delante (Riendo)
En: Tranquila, hija... (Concentrada en algo)
Jorge: ¿Ma? ¿Estas mirando ese culo? (Riendo)
En: Es que me recuerda a mi pueblo...
Jorge: Ma, en tu pueblo no había ni mar ni faros... ¿En qué se parece?
E: En que había dos montañas.
Jorge: Ahí no hay montañas.
E: Sí, mira justo encima de... bueno de... (Empezaron todo a reír) Madre mía.
(Avergonzada se escondía en el cuello de Maca que sonreía y acariciaba su pelo)
M: Mi niña no bebe más. (Bromeando)
J: ¡Ahí llegan!

Los recién casados entraban en el salón, todos los amigos y amigas les gritaban piropos
y que se besasen, después de un rato llegaron hasta la mesa principal y entraron los
“aperitivos”.

Je: Como se lo monta mi hermanita...

Los aperitivos eran graciosos canapés de mil formas y colores, sobre unos plásticos
transparentes que cubrían cuerpos semidesnudos.

M: mhmhmh.. que hambre tengo (Bromeó Maca)


E: Acércate y te abandono. (Sacándole la lengua)
M: Es por no hacerle el feo a mi hermanita...
E: No te lo crees ni tú. (Riendo)
J: Laura...que voy a ver...que me parece que allí hay de esos de salmón que te gustan
tanto ¿Mhm? (Levantándose haciéndose el distraído)
Je: Eso se coge con la boca... (Levantándose con él y riendo)
J: No, hombre (Mirando a Laura) Ya verás... (Guiñándole un ojo cómplice a su amigo)
L: Voy a vigilar a estos... (Suspirando y levantándose)

Después de los aperitivos, los paltos y la tarta, les condujeron a una sala contigua, dónde
una pequeña “discoteca” les esperaba, Vero apareció con ellos al momento.

Je: Hermanita.. ¿Ya has abandonado a tu marido?


Verónica: Creo que se ha ido con uno de los aperitivos (Riendo)
J: Normal. (Colleja de Laura)
L: A ver si yo también me voy a ir. (Sacándole la lengua divertida)
J: Vale, pero entonces yo me voy con la de los de queso... (Haciendo como que
babeaba)
L: ¡Javier! Compórtate o me chivo a tu mama...
J: ¡No! ¡A mi mama, no! (Poniéndose de rodillas y suplicando entre las risas de los
demás) Próximas actuaciones a las diez y a las once, la última... no apta para menores.
(Riendo y levantándose)

Mientras hablaban de tonterías y bromeaban entre ellos la música empezaba a sonar, los
amigos de Vero saltaban y brincaban al ritmo de la primera canción, los demás los
observaban riendo, a la discoteca solo habían ido los más jóvenes, quedándose los
mayores en las mesas, Encarna estaba haciendo buenas migas con Paco, el padre de
Maca, había que llevarse bien entre consuegros.

La pediatra por su parte bailaba animadamente con el resto, después de unas cuantas
canciones movidas y de hacer el payaso, pusieron alguna lenta. Maca sonrió y cogió a
Esther por la cintura con delicadeza.

M: Esta canción me encanta... (En un susurro a su oído)


E: Lo sé... (Dejando un dulce beso en su cuello mientras sonaba la música)

Se movían pegadas la una a la otra, balanceando sus caderas al suave compás...

Cantos de sirena al dormirme


si sé que me despierto con tu amor
cantos de sirena al dormirme
si sé que me despierta tu calor

Maca empezó a cantar al oído de Esther, en estremecedores susurros.

cuando me miras despacio


haces que se pare el tiempo
sólo cerrando los ojos
puedo sentir la canción

La enfermera acariciaba la espalda de su chica mientras sonreía y cerraba los ojos,


apoyándose en el hombro de Maca.

disfruto cada segundo


y no los cambio por años
porque eres tu la alegría
sembrada en mi corazón

cantos de sirena al dormirme


si sé que me despierto con tu amor
cantos de sirena al dormirme
si sé que me despierta tu calor

Maca besó el pelo de Esther antes de seguir cantando.

si al caminar por las calles


no hay árbol que me haga sombra
si mi sonrisa ilumina
de noche más que un farol

y sé que cuando te marches


podré sentirme dichosa
sabiendo que me has querido
lo mismo te quiero yo
Se miraron y empezaron a cantar juntas, en susurros y perdiéndose en la mirada de la
otra, habían hecho aquello muchas veces, bailar aquella canción, ambas se la sabían de
memoria y sus cuerpos se movían con sensualidad y ternura a la vez, con movimientos
bien conocidos por ambas.

cantos de sirena al dormirme


si sé que me despierto con tu amor
cantos de sirena al dormirme
si sé que me despierta tu calor

si al caminar por las calles


no hay árbol que me haga sombra
si mi sonrisa ilumina
de noche más que un farol
y sé que cuando te marches
podré sentirme dichosa
sabiendo que me has querido
lo mismo te quiero yo

Maca sonreía al separarse un poco de Esther y dar una vuelta para volver a agarrarse a
su cintura poco después, y balanceándose pegadas la una a la otra y con los ojos
cerrados.

cantos de sirena al dormirme


si sé que me despierto con tu amor
cantos de sirena al dormirme
si sé que me despierta tu calor...
si sé que me despierta tu calor...
si sé que me despierta tu calor...

La enfermera acariciaba con una mano el abdomen de Maca en las últimas frases, esta
se estremecía alegre y besaba el hombro de Esther.

Cuando la canción terminó enseguida comenzó a sonar otra canción, las notas solas de
una guitarra, acompañada de otra más suave, mientras las primeras palabras salían...

Es la historia de una voz


templada por el blues;
es el canto que arrastró
el hambre y el amor.
Y la música nació vestida de mujer.
El lamento que acunó
su dulce oscura piel,
sentimientos en su son
gardenias del querer.
Y la música cantó por boca de mujer.

Maca y Esther se miraban y sonreían, cómplices de los latidos de su corazón,


prodigándose breves pero intensas caricias, por sus espaldas y sus abdómenes...
Alma de blues
en su voz
dando vida a la pasión,
triste canción
es su blues
acaricia una oración.

Nadie nunca comprendió


su lucha y su dolor,
nadie como ella sintió
la cárcel y el adiós.
Y la música lloró por Billie Holiday.

Alma de blues...

Mientras la música seguía sonando, la enfermera besaba el cuello de Maca, en pequeñas


caricias, Maca sonreía mientras agachaba la cabeza, hundiéndola en el cuello de la
enfermera y llenándose de aquel dulce perfume que siempre la acompañaba.

M: Mhmhm... esta es para ti... (Sonriendo cuando Vero ponía la canción guiñando un
ojo a la pareja)

Te busco en la noche
te encuentro entre sueños
te advierto que traigo
desnudos
el alma y el cuerpo.

Anclada en tus manos


me gasto en tus besos
no hay nada ni el aire
más puro
se cuela tan dentro.

Y vamos volando
sin alas
y vamos restando
silencios
si no me despiertas
te debo este sueño.

A la luz del amanecer


me voy despertando
y sigo soñando
de tanto querer.

OH!
A la luz del amanecer
me quedo este sueño
y sigo soñando
que vas a volver.

Le vamos robando
trocitos al tiempo
y así comprendemos
lo mucho
que vale un momento.

Sentada en el aire
colgados del viento
miramos el mundo
que es distinto
si tú no estás dentro.

E: Es preciosa...
M: Es lo nuestro.. (Sonriendo con ternura)
E: ¿Un sueño?
M: Sí... pero un sueño real, cariño.

Ellas siguieron bailando, en su propio mundo, sin los invitados a su alrededor, sin las
amigas de Vero montando el numerito en medio de la pista, sin las miradas de reproche
de algunos invitados, sin nada de todo aquello, solo ellas dos, pegadas la una a la otra,
perdidas sin querer buscar el camino de vuelta, simplemente, no querían volver, estaban
en ese sitio dónde solo existe la persona que hay a tú lado, construido a base de sonrisas,
miradas y caricias, ese que llevas escondido en algún sitio, sabiendo que es tuyo y de
ella, eso que te hace sonreír cuando vas sentada en el tren al sentirlo ahí, y los demás te
miran extrañados porque ellos no lo tienen, o te miran cómplices porque ellos también
tienen ese sitio.

Mientras ellas cada vez se perdían más, Paco intentaba sacar a bailar a Rocío, pero ésta
se encontraba consolándose con sus amigas, así que probó con la madre de Esther, que
no se negó para nada. Paco pidió si podían ponerle una de las canciones de su
cumpleaños, que le encantaba, el músico dijo que haría lo que pudiera por el padre de la
novia y este empezó a bailar una canción cualquiera con Encarna. Al cabo de un rato
sonaban los primeros acordes de la canción, trayendo de vuelta a Maca al reconocer la
canción, miró alrededor buscando a su padre y al verlo con Encarna sonrió.

M: Parece que tu madre y mi padre están haciendo buenas migas... (Riendo suavemente
en su oído y mirando hacia dónde estaba la “pareja”)
E: Si mi madre no sabe bailar. (Riendo)
M: Pues mírala ella...

Se movía dando saltitos alegremente con su cuerpo, Esther y Maca la observaba


divertidas.

E: Dios... yo quiero grabar eso en vídeo.


Jorge: Hermanita (Acercándose a ellas) ¿Has visto?
E: Sí. (Se miraron un momento)
E y Jorge: ¿Tienes la cámara? (Ambos rieron)
M: Cariño, vuelvo en un rato, te dejo conspirando con tu hermano. (Le dio un beso en
la mejilla y fue hacia el salón)
E: Vamos a buscar una cámara anda...

Mientras Jorge y Esther buscaban algo con lo que grabar a Encarna (que seguía dando
saltitos y riendo con Paco) la pediatra iba a ver a su madre, que rodeada de sus amigas
no dejaba de quejarse.

R: Y es que... yo no lo entiendo, mira lo que ha hecho Verónica, no tienen sentido del


ridículo.
Sñra: Y tu hija Macarena, por ahí besándose con la mujer esa...
R: Sí, bueno, esa es otra. Yo no sé que he hecho mal, no lo sé.
Sñra: Venga, Rocío, ya se sabe, los niños de hoy en día.
Sñra 2: Y tus hijas... bueno, nunca fueron muy... ya sabes... (La madre levantó la vista y
miró a aquella mujer)
R: ¿Muy que?
Sñra 2: Pues que parecen de barrio, mujer, que no parecen Wilson.
R: Mis hijas son Wilson, y por muchas cosas raras que hagan son mis hijas y no
consiento que nadie insinué nada de ellas.
Sñra: Rocío, por favor, no montes un numerito.
R: No, no lo montaré, tranquilas. (Rocío se levantó y se encontró con la mirada
indescifrable de su hija Maca)
M: Mama... (Rocío salió del local hacia la calle, Maca la siguió) Mama, espera... (La
detuvo cogiendola del brazo, miró a los ojos de su madre y por primera vez la vio, su
madre estaba allí) Mama... (La abrazó con fuerza, como lo había hecho cuando era una
cría, cuando aún creía que el amor de su madre era incondicional, cuando esta se lo
demostraba cada momento, hacía tanto de aquello...)
R: Hija, lo siento, siento todo. Lo siento. (Algunas lágrimas salían de sus ojos, lágrimas
sinceras que resbalaban por sus mejillas)
M: No pasa nada, mama, no pasa nada. (Acariciando su espalda con cariño) Te he
echado de menos, mama, todos.
R: Lo sé, lo siento... yo... me metí tanto en el papel de esposa adinerada que... me olvidé
de quien soy, de lo que me hacéis ser. (Miraba con cariño a su hija) Puede que no seáis
lo que esperaba, que me deis disgustos, pero... Os quiero ¿Lo sabes?
M: Sí, mama, lo sabemos...
R: Recuérdame que te lo diga más a menudo... y esa chica, Esther ¿No? (Maca asintió)
Me gustaría conocerla mejor... ¿Crees que me dejará?
M: Sí (Sonrió con ternura) Te enamorará...
R: Lo ha hecho contigo ¿Mhm?
M: Sí, mama, lo ha hecho...
R: Parece una buena noche para empezar ¿No crees?
M: Una noche perfecta, mama.

Madre e hija volvieron al local, cogidas por la cintura y mirándose con cariño, Vero las
vio llegar y miró a su hermana extrañada, pero al ver a su madre sonreír entendió que
algo había cambiado, se acercó risueña y se abrazó a ella, como Jero minutos después.
Maca le presentó a Esther una vez más, la primera tal vez, luego fueron a bailar con
Paco y Encarna.

R: ¿A sí que tú eres la suegra de mi hija?


En: Sí, señora...
R: Rocío, mejor Rocío... (Sonriendo de oreja a oreja)
E: De ahí viene tu sonrisa ¿Mhm? (Al oído de su chica)
M: De ahí viene... (Sonriendo como su madre y besando a Esther)

En la actualidad...

Mira a través de los cristales del coche, la ciudad de Madrid pasa ante sus ojos, sigue
como siempre, llena de vida hasta el último rincón, por cada lugar que pasa recuerda
haber pasado antes con Esther, y es que para ella Madrid es Esther, ve su cara en la de
los peatones que se cruzan delante de ellos, nota una mano encima de su pierna y mira
hacia su nieto.

Niño: No quiero que estés triste, yaya.

Maca sonríe y abraza al pequeño, el cariño que le ha cogido en esos dos años, puede que
no sea su nieto de sangre, pero a Maca la llena de alegría tenerle allí, a su lado

M: No pasa nada, cariño, la yaya solo esta cansada. (Sonríe de nuevo, como si así
confirmará que esta bien)

El coche se detiene delante de las puertas del hospital, en urgencias, a Maca le gusta
entrar por allí, le recuerda tantos buenos momentos. Se baja del coche y entra dentro, en
recepción ve a Lucía, la hija de Teresa, sonríe con cariño, se parece a su madre en
muchos aspectos.

Lucía: ¡Maca! Hola ¿Qué tal todo?


M: Bien, bien. ¿Cómo esta tu madre?
Lucía: Bueno, ya sabes, con los achaques de su edad la pobre, pero muy bien, se pasa
las tardes con la vecina del quinto, hablando de sus cosas, bueno... de las de todos. (La
chica ríe y Maca la observa, sin duda, Teresa no ha cambiado para nada, la chica ve salir
a Javier que saluda a una mujer y mira atentamente, sin duda, es hija de Teresa)
M: Un placer verte, voy a la habitación.

Pasa al lado de Javier, que habla con una paciente, intercambian una mirada de cariño,
de apoyo, Maca suspira y se acerca al ascensor para subir a planta. Por el camino
algunos conocidos le guiñan un ojo. Se da cuenta, algo diferente, normalmente le
dirigen miradas de pena, pero ese día no, la miran con cariño, algunos hasta le sonríen,
nota como su corazón comienza a acelerarse, por un momento piensa que tal vez ya no
tenga que esperar.

Entra medio corriendo en la habitación, con el corazón en un puño, encogido de la


emoción, mira hacia la cama y su corazón vuelve a romperse como todos los días, sigue
dormida. Su hijo llega poco después, al verla allí parada, abatida, la abraza
cariñosamente.
Hijo: Estaremos en cafetería.
M: Vale...

Maca se acerca a la cama, esa que ha velado tantas noches, desde el accidente, coge su
mano entre las suyas y la besa con cariño.

M: Hola princesa...

Se sienta en la silla que hay al lado de la cama, la mira, a Maca le sigue pareciendo la
mujer más bella del mundo, lo es, a sus ojos lo será siempre. Comprueba los monitores,
siempre lo hace, todos los días mira si en uno de ellos hay algún cambio, algo a lo que
agarrarse, algo de esperanza, pero nunca es así. Suspira y coge el libro que dejó el día
anterior allí. Comienza a leer para ella.

“Se encontraba en la región de los asteroides 325, 326, 327, 328, 329 y 330. Para
ocuparse en algo e instruirse al mismo tiempo decidió visitarlos.
El primero estaba habitado por un rey. El rey, vestido de púrpura y armiño, estaba
sentado sobre un trono muy sencillo y, sin embargo, majestuoso.
—¡Ah, —exclamó el rey al divisar al principito—, ¡aquí tenemos un súbdito!
El principito se preguntó:
"¿Cómo es posible que me reconozca si nunca me ha visto?"
Ignoraba que para los reyes el mundo está muy simplificado. Todos los hombres son
“súbditos.”

Alguien le había regalado aquel libro poco después del accidente, para que lo leyera
cuando despertase tal vez, pero a Maca le gusta leerlo, para ella, le gusta pensar que
Esther escucha su voz contándole historias de un principito con un pequeño planeta
como hogar.

De vez en cuando la mira, como si en algún momento, distraída por la historia Esther se
hubiese despertado, pero la mira y ve sus ojos cerrados, como siempre, su boca
ligeramente abierta con la mascarilla de oxigeno puesta. De repente sus ojos se abren
mucho, la mano de Esther se mueve, traza una curva hasta llegar a la mascarilla y la
aparta con lentos movimientos.

E: Hola... Princesa... (Su voz suena ronca, pero Maca la mira y sonríe, se acabó la
espera, se acerca lentamente a ella)
M: ¿Ya te has cansado de dormir, cariño? (Con unas lagrimas cayendo por sus mejillas)
E: No... (Dibuja una media sonrisa) Solo quería saludarte...
M: Cariño... (Maca llora, como nunca lo ha hecho, ha pasado la peor semana de su vida
pero allí está, mirándola y ella no puede dejar de llorar)
E: Mi... niña... cariño... mírame...

Maca alza la vista y la mira, con sus manos aún se aferra a la de ella, tiene tantas ganas
de perderse en esos ojos, pero se concentra y mira a su mujer, atenta a los murmullos
que salen de su boca.

E: Mi niña... que guapa estás... (Sonríe débilmente y hace una mueca, como si ese gesto
le costase una barbaridad)... siempre estás tan guapa...
M: Cariño, no hables, descansa... (Acaricia su rostro con una de sus manos)
E: Maca... mi vida... es perfecta... desde el principio... contigo...
M: Lo sé, mi niña, lo sé, pero anda, no gaste fuerzas, necesitas descansar ¿Mhm? (Besa
su mejilla una y otra vez, lleva una semana sin hacerlo, al menos sin que Esther lo note)
E: Te... quiero...

Y llora y Maca lo ve, el amor de su vida, la mira a los ojos, Esther hace pequeñas
muecas de dolor que suaviza con una sonrisa.

M: Te amo... (En un susurro desgarrador mientras el monitor de Esther comienza a


pitar, Esther sonríe antes de cerrar los ojos, esta cansada, pero ve el rostro de Maca en
su mente, se va desvaneciendo, pero ella aún lo ve)

Maca se agarra desperada al botón para llamar a una enfermera, no suelta la mano de
Esther, no puede, incapaz grita.

M: ¡enfermera! ¡Enfermera!

Y sus gritos viajan por los pasillos, llenándolo todo, desgarrando las paredes y las
puertas, los médicos corren hacia la habitación, mientras Maca mira con ojos lloros a
Esther.

M: Cariño... cariño... por favor... cariño...

Teresa miraba distraída una revista, en la sala de espera algunos pacientes esperaban
tranquilamente a que les atendieran, era una mañana tranquila de mediados de
diciembre, la gente no quería ponerse mala en navidad, era normal, vio salir disparado
al Samur.

Ev: Teresa, tenemos una viso, una embrazada llama a Cruz. (Mientras corría hacia la
ambulancia)
T: Sí, sí.. (Haciéndoles un gesto en la mano y cogiendo el teléfono) ¿Cruz? Que el
samur trae a una embarazada.
C: ¿Qué ha pasado?
T: No sé, Cruz, no puedo estar en todo mujer, pero si esta embarazada, no sé, ira a dar a
luz ¿No?
C: Vaya día que me llevas Teresita. (Riendo) Ahora bajo anda.

Minutos después estaba en rotonda hablando con Teresita cuando llegaron los del
Samur, Cruz les miró y abrió los ojos como paltos, tensándose al momento. Corrió hacia
ellos.

C: ¿Qué ha pasado?
Ev: Tiene una dilatación de casi diez y contracciones cada dos minutos (La embarazada
gimió de dolor) Uno, cada minuto. (Riendo)
C: Bien, vamos al box. (Gritando, miró a la paciente divertida) Te nos adelantas dos
meses ¿Eh? ¿Tienes prisa o que?
M: Vete a la... (Otra contracción) ¡Agh!
C: ¿Qué decías, Maca? (Riendo)
M: que te voy a... ¡Agh! ¡Sácamela!
V: Mujer, aquí, con todos delante... (Apareciendo por la puerta del box risueño)
M: ¡El que faltaba!
V: Maca, relájate, que no es para tanto...
C y M: ¡Claro! ¡Tú qué sabes! (Acompañadas de miradas furiosas, sobre todo la de
Maca, que ya no aguantaba con el dolor)
V: Vale.. (Alzando las manos inocente) Demasiadas hormonas femeninas para mi... voy
a darme una vuelta. (Riendo y marchándose)
C: Vale, Maca, a ver, abre las piernas...
M: No va a ser muy difícil... (Desde que le habían empezado las contracciones hacia
dos horas Maca no era capaz de cerrar las piernas)
C: Bien... (Dobló las rodillas de Maca, le subió el vestido que llevaba y le apartó la ropa
interior, dejándola a un lado de la camilla) Jamás pensé que llegaría a bajarte las bragas
(Bromeaba Cruz, Maca se medio incorporó y la miró divertida)
M: Pues cuando quieras... ya sabes. (Guiñándole un ojo y haciendo una mueca de dolor)
¡Sácala! ¡Sácala!
C: Ya, ya, joder... ¿Qué tienes ahí dentro a tu niña o a la del exorcista? (Maca la miró
fulminante) Solo intento relajar la tensión... (Miró entre las piernas de Maca, Eva había
acertado, estaba a punto de dar a luz, demasiado dilatada, iban a tener que sacar a la
niña) Venga... a ver... enfermera ¿Han avisado a la familia?
M: A la familia, a la familia... ¡Sácala! (Gritándole)
C: Quiero que sepas que esta imagen tuya me va a costar borrarla... (Riendo divertida
por la mala leche que traía Maca) ¿Eres consciente que se te va a agriar la leche con ese
humor que tienes?
M: ¿Y tu eres consciente que o lo sacas o no sales de aquí viva?
C: Anda, que alguien avise a la otra... Maca, aún vas a tener que aguantar un poco, pero
muy poco ¿Vale?
M: Sa-ca-la... no es difícil. (Intentado aguantar las punzadas de dolor como podía)

Mientras Cruz intentaba calmar a Maca en vano, una de las enfermeras corrió a
recepción para ver si Teresa había localizado a Esther, pero nada, no la encontraban por
ninguna parte.

Enf: Pues yo no vuelvo ahí dentro sin Esther, Maca esta echa una furia.
T: Claro, prueba tú a sacar un bebe de cincuenta centímetros de largo y tres quilos de
peso por ahí, ¿A ver que tal?
Enf: Teresa, vaya día que me llevas...
T: Y dale con el día... (Refunfuñando y volviendo a coger el teléfono) ¿Y esta donde se
ha metido?

Mientras medio hospital la buscaba, Esther estaba apoyada en una barandilla en el


tejado, mirando la ciudad de Madrid a su alrededor. Iba con el uniforme de enfermera y
una chaqueta que Maca le había regalado el otoño pasado, le encantaba aquella
chaqueta, además, abrigaba mucho.

Esther miraba distraídamente alrededor, no tenía gran cosa que hacer abajo y en un
momento decidió desaparecer un rato, necesitaba estar sola y pensar, últimamente no
tenía mucho tiempo para dedicarse un rato, todas las atenciones y pensamientos eran
para ella, y no es que se quejará, era la mujer que más feliz le hacía en el mundo,
seguramente la única capaz de hacerlo. Pero de vez en cuando echaba de menos sentarse
tranquilamente en cafetería, ahora no podía, cada vez que alguien la veía le preguntaba
por ella, así que para despejar sus idas, a veces subía al tejado.

Pensaba en como iba su vida y sonreía alegre sin poder evitarlo, con el tiempo habían
conseguido conocerse mucho mejor, si bien aún había cosas que no sabían de la otra,
detalles que querían conservar par ellas, las cosas importantes las conocían bien. La
vida en común era perfecta, acomodadas en una dulce rutina que rompían de vez en
cuando escapándose a algún sitio, o sorprendiéndose la una a la otra, aunque
últimamente no habían tenido mucho tiempo para escapadas, más bien no habían
querido por si acaso, Maca estaba ya de siete meses y Esther no quería alejarse más de
la cuenta de un hospital, la pediatra le había dicho de ir a Jerez y Esther se había negado
en rotundo, demasiadas horas, ¿Y si se ponía a dar a luz en medio de la carretera? No,
no, la enfermera se había mostrado firme en eso, Y Maca bromeaba diciendo que era
una copia de la señora Rottenmeyer, a lo que ella respondía con que Maca era una
pequeña irresponsable que quería dar a luz en cualquier lado como las vacas, al final
acababan peleándose entre cosquillas y carantoñas, hasta que Maca notaba como el bebe
se movía inquieto por el alboroto y ambas paraban.

Tenía gracia, aquél miedo al compromiso que había tenido al principio se había
esfumado, y ahora lo único que quería era amarla día a día, levantarse con ella por las
mañanas y hacerle cosquillas en el cuello hasta que Maca le diese una palmada en el
cuelo acompañada de unos buenos días, acostarse con ella por las noches, abrazada a su
cuerpo desnudo y acariciando su abdomen, ir los domingos a comer con su familia y
algún fin de semana bajar a Jerez a ver a sus suegros, esconder los regalos de navidad
para que Maca no los encontrará, llegar a casa agotada y encontrarla allí, era lo único
que le importaba estar con ella, con ella y con el bebe. Que a pesar de los avances en
tecnología, no tenían ni idea de que era, aunque Maca se había hecho a la idea de que
era una niña, a Esther le daba igual y sabía que a la pediatra también, aunque tenía
curiosidad, en las ecografías el bebe siempre tapaba sus partes con sus piernas,
vergonzoso, Maca y Esther reían cada vez que se hacían una. “Ahí esta otra vez”
“Espera, espera... mira, mira... ahí, no... eso es un pie...” Era todo un show...

Escuchó la puerta del tejado abrirse, suspiró y miró por última vez la ciudad, al girarse
se encontró con la cara risueña de Laura.

L: ¿Qué haces aquí?


E: Necesitaba descansar de todo un rato (Sonriendo y encogiéndose de hombros)
L: ¿Ya lo has hecho? (Sin dejar de sonreír)
E: Pues... ¿Por qué no dejas de sonreír?
L: ¿Porque no lo dejas tú?
E: Porque no me da la gana y porque tengo motivos para sonreír (Sacándole la lengua
divertida) ¿Bajamos? (Acercándose a ella)
L: Sí, más que nada para que tranquilices a cierta paciente histérica... (Riendo mientras
dejaba pasar a Esther y empezaban a bajar por la escalera)
E: ¿Me la habéis dejado a mí? Muy bonito... (Sarcástica mientras se acercaban a la
puerta que daba a la última planta para coger el ascensor)
L: Hemos pensado que te haría ilusión...
E: Uy, sí, una ilusión loca (Riendo)
L: Mujer no todos los días una puede ver nacer a su bebe (Sonriendo mientras pulsaba
el botón para bajar a urgencias)
E: ¡¿Cómo?! (Notó como su pulso se aceleraba y como su sonrisa se ensanchaba hasta
límites insospechados)
L: Que la histérica de tu novia esta abajo gritando ¡Sácamela! ¡Sácamela! Como si fuera
la niña del exorcista... vamos, solo le falta girar la cabeza 360º y ahí la tienes. (Riendo)
E: Dios... esta no me la perdona. (Riendo y mirando porque planta iban) ¿Esto siempre
va tan despacio? (Empezando a dar vueltas por el ascensor, cada vez que éste se detenía
soltaba un suspiro desesperado y miraba amenazadoramente al culpable de que se
hubieran parado)
L: Esther... (Al ver que la última vez el doctor que había llamado el ascensor había
decidido esperar al siguiente mientras miraba asustado a Esther)... tranquilízate, si las
miradas matasen te habrías cargado a medio hospital. (Intentó suavizar la situación)
Además, aún no había dilatado del todo...
E: ¡¿Cómo?! ¡¿Ya ha dilatado?! (Cogiendo a Laura de los brazos) ¿Cuánto? ¿Cuánto?
L: Pues... (La doctora pensó que aquellos eran sus últimos segundos de vida, la
enfermera la iba a matar)... diez o así...
E: Dios mío, dios mío... (Apoyándose en la pared del ascensor y frotándose con una
mano la frente)... voy a tener un bebe... voy a ser madre... dios... voy a tener un hijo con
ella...

La enfermera estaba como en trance, trance del que salió cuando el ascensor se paró en
la cuarta planta y salió disparada harta de su lentitud, se precipitó escaleras abajo, con el
pulso a mil por hora, el nerviosismo calado en su cuerpo y una sonrisa de inmensa
felicidad en su cara, saltaba los escalones de tres en tres. Llegó a urgencias en un
suspiro y corrió por sus pasillos, hasta que se dio cuenta de un pequeño detalle que
había olvidado... donde llevaban a las que iban a dar a luz.

E: A ver... (Parándose en seco y respirando un par de veces para tranquilizarse)...


Esther... embarazada... Bebe... ¿Dónde? (Se daba pequeños golpes en la cabeza) Mujer,
que has ayudado en muchos partos... ¿Dónde era? Maca me mata, joder... venga,
tranquila, inspira... expira... así... vale... ¡Mierda! ¿Dónde demonios era? (Laura salía
del ascensor en aquel momento, al ver a la enfermera allí parada se echó a reír)
L: Esther... ¿Qué haces? (La enfermera la miró suplicante) Box 1... (Sonriendo)
E: ¡claro! (Corriendo hacia allí) ¡Boxes! Esthercita... pierdes mucho...

La enfermera se detuvo a dos metros de la puerta del box, se apoyó en la pared e intentó
calmarse, su corazón amenazaba con salir disparado en cualquier momento, y los
nervios y la alegría se mezclaban en su cuerpo a partes iguales.

E: Venga, Esther... tranquila... Maca te necesita tranquila... eso... por Maca... venga... no
pienses en que dentro de nada podrás coger a tu niño entre tus brazos... verle la carita...
seguro que se parece a ella... vale... tranquila... Maca... tranquila... la carita... ¡Vamos a
tener un bebe! (Saltando de alegría)
M: ¡Sácamela! (A pesar de que el grito era agudo Esther reconoció al instante la voz de
su chica, se acercó corriendo a la puerta y miró a través del cristal)

Maca no dejaba de gritar mientras Cruz le acariciaba las piernas e intentaba


tranquilizarla en vano, Maca se estaba acordando de toda la familia de la doctora, la
pobre Cruz aguantaba como podía, la pediatra estaba algo pálida y sudorosa, en un
momento Cruz desvió la mirada y vio a la enfermera.

C: ¡Esther! ¡Esther! ¡Entra, mujer! ¡No te quedes ahí! (A Maca) ¡Mira! ¡Es Esther!
(Toda ilusionada)

Maca miró hacia la puerta y su gesto se suavizó un poco, hasta que le vino una
contracción y su sonrisa se convirtió en una mueca de dolor, Esther corrió enseguida a
su lado, cogiendo con fuerza su mano y acariciando su frente.

E: Cariño, venga, aguanta (Sin dejar de acariciarla y de apretar su mano, la pediatra la


miró)
M: Duele... (En un gemido que se le clavó a Esther)
E: Lo sé, mi vida, lo sé... cariño, lo siento... pero piensa en nuestro bebe ¿Mhm? Tienes
que aguantar, cariño, aguanta... Dentro de poco pasará todo... venga, mi niña...
M: ¿Poco? .... Cruz... (Mirando a la doctora)
C: ¿Sí? (Asomando la cabeza miedosa)
M: ¡Sácamela!
C: Joder, ni con Esther aquí, mira que te abandono y que traiga tu niño al mundo
Teresita, que seguro que le hace gracia a la mujer. (Esther reía)
E: Maca, cariño... (Acariciando su mejilla) Que Cruz al final te da, venga, aguanta...
estoy contigo, aquí, no pienso moverme ¿MHm? (La pediatra asentía mientras le venía
otra contracción)
M: El próximo... (Recuperando un poco la respiración) Lo tienes tú... ¡O tu madre!
E: ¡venga ya! (Empezó a imitar a la pediatra)... tiene que ser maravilloso... sentirlo
aquí... creciendo... que salga de ti... escuchar su primer llanto... tan bonito... (Cruz se
partía de risa)
M: Esther... ¡La mano! (Esther se la cogió a tiempo de la contracción)
C: Bueno... (Saliendo de entre las piernas de Maca) ¡Es el momento! ¡A quirófano!
M: Ahora que casi estoy muerta...
E: Exagerada, venga, tonta, que no se diga de una Wilson (Bromeo mientras la llevaba a
quirófano, una enfermera se hizo cargo de la camilla y cruz y Esther se fueron
rápidamente a vestir, entraron cuando la enfermera aún estaba poniendo los seguros de
la camilla)
C: Bien, vamos a traer a un Wilson-García al mundo. (Abriendo las piernas de Maca)
E: Venga, vamos allá... (Tomando la mano de Maca entre las suyas y volviendo a
acariciar su frente) Cariño... vamos a ser mamas... mamas... (Mirándola con cariño muy
emocionada)
M: Lo sé... lo noto... ¡Agh! (Contracción) ¡Me va a matar!
E: Que blandengue...
M: Lo que... buf... yo te diga... el próximo... tú.
E: Que sepas que Rusti esta grabándolo todo ¿Esa es la imagen que quieres darle?
(Señalaba a Rusti que se movía con una cámara alrededor de ellas como si de un
director de Hollywood se tratase)
R: Venga, primer plano de la parturienta... (Se acercó a Maca, esta le lanzó una mirada
amenazante y Rusti apartó la cámara enseguida)... mejor pasamos a la otra madre...
mira, esta es tu mami Esther... la buena... la de la mirada rara, era tu mami Maca, es
muy borde, ya lo irás viendo...
M: ¡Haz que se calle! (A Esther)
E: Rusti... nada de hacer de comentarista con que grabes es suficiente... (Maca miró
satisfecha lo que hacía Cruz mientras Rusti leía los labios de la enfermera) Un primer
plano bien grandote...
C: Muy bien, a ver... en la siguiente contracción... (Maca la miró exasperada) Que ya lo
sabes ¿No? (Riendo) Venga... ¡Ya!
E: Venga, cariño, empuja...
M: ¡¿Qué crees que estoy haciendo?!
E: Vale, vale, que borde te pones de parto (Sacándole la lengua)
M: ¡Agh!
C: Maca... ¡Empuja!
M: ¡Tu madre va a empujar!
C: Maca, leñe... (Riendo)
M: Vale, vale... venga... a la próxima...
C: ¡Ya!
M: ¡Agh! (La pobre Esther ya no sentía la mano, Maca la apretaba con mucha fuerza)
C: ¡Le veo la cabeza! (Esther intentó soltar la mano de Maca para mirar, pero la
pediatra la agarró con firmeza)
M: Ni te muevas...
E: Vale, vale, cariño, sigo aquí... ¡Rusti! ¡Graba el niño, coñe!
R: Es que Maca me pegará por grabarle...
M: ¡Agh! ¡Haced lo que queráis! ¡Pero sacádmela!

La pediatra ya no sabía como soportar aquel dolor, si por soportar se entiende gritar
como una posesa, se agarraba a la mano de Esther, lo único que la apaciguaba un poco,
la enfermera intentaba transmitirle tranquilidad, pero cada vez que Cruz hacía algún
movimiento o gritaba a Maca que empujase, esta se convertía en un manojo de nervios,
cada vez que pensaba en que tal vez en el siguiente empujón escucharía el llanto de su
bebe, cada vez que Maca la miraba, pero a pesar de no transmitirle mucha tranquilidad
seguía acariciando su mano, sin saber que aquello era lo que necesitaba Maca,
simplemente notar la suave caricia de Esther, notarla allí, a su lado, con ella.

C: Venga... Maca... uno más...... ¡Ya!

La pediatra empujó con las fuerzas que le quedaban, el rostro en una mueca de dolor y
lleno de perlas de sudor, Esther la miró, la enfermera lo estaba pasando mal, se ponía en
su lugar y sufría, ver a Maca allí, así, apretó sus manos, Maca cayó rendida sobre la
camilla, con la respiración totalmente descontrolado y con los ojos cerrados.

E: Cariño... (Maca abrió un poco los ojos y la miró) estás preciosa... (La pediatra sintió
aquélla mirada sobre ella, aquel calor, aquella ternura, aquella fuerza, respiró
profundamente y sonrió como pudo)
M: ¿Uno... más... Cruz...?
C: Uno más. (Mirándola sonriente) Le ha cogido cariño a tu barriguita. (Todas
sonrieron y se prepararon par el siguiente empujón)
R: Pues cómo no salga en el siguiente... se nos acaba la cinta... (Al pobre nadie le prestó
mucha atención, Esther se había puesto detrás de la cabeza de Maca, con sus manos
cogidas y su rostro al lado de el de ella le susurraba a su oído)
E: Venga, mi niña... cariño... ya casi estamos...
M: Mhmh...
C: ¡Ya!
Maca empujó con todas sus fuerzas aferrándose a las manos de Esther, Cruz cogió con
cuidado pero firme al pequeño bebe, mientras Esther besaba la mejilla de Maca y le
decía que lo estaba haciendo muy bien, lo escucharon, por primera vez, un llanto agudo,
su primera respiración, una de las enfermeras lo cogió y lo llevó a lavar un poco, apenas
pudieron verle un segundo, fugazmente. Maca sonreía agotada, mientras lo lavaban el
bebe no dejaba de llorar, Esther no cesaba en dar besos por el rostro de la pediatra.

E: Cariño... cariño... ¿Lo escuchas? (Maca asentía mientras acariciaba suavemente sus
manos)
M: Nuestro bebe.. (En un susurro apenas perceptible)
E: Tuyo y mío... (Abrazándola con cariño y sonriente)

Cruz se acercó a la enfermera sonrió al ver al bebe, lo envolvió en una pequeña mantita
y se acercó a la pareja sonriente.

C: ¿Maca? ¿Decías que una niña?


M: Ya me da igual... (Alargando los brazos) Dame... (Sonriente)
C: Primero que te lo saque, ahora que te lo de... (Bromeaba la doctora mientras dejaba
al bebe sobre el pecho de Maca, la pediatra lo cogió con cariño, la enfermera se pegó a
ella para verlo)
M: Mi... (Destapó un momento al bebe)... niño... (Riendo y mirando a Esther)
E: Tu mami tiene la intuición fatal... (Riendo y observándole con los ojos empañados de
lágrimas, como los de Maca, lágrimas de felicidad)... hola... (Riendo al ver que el bebé
la miraba con sus grandes ojos, observándolo todo)
M: Te ha reconocido... (Sonriendo)
E: Va a ser eso... hola, pequeño... (Acariciando su carita)
C: Enfermera, no se para que lo has lavado, sus mamis lo están llenando de babas...
M: Pues claro. (Sin apartar la vista de su niño, el bebe sacó una pequeña manita de entre
la manta, Esther le miró con gran ternura y acarició su mano)
E: Que chiquitita... Mira... (A Maca, la pediatra la observaba tranquilamente, Esther
acarició su mejilla) Mi niña...
M: Tengo todo lo que quiero... todo por ti... (Esther sonrió y besó suavemente sus
labios, en pequeños besos dulces intercalados con sonrisas orgullosas de amabas)
E: Mira... ¡Ha sonreído! (Apartándose de ella un momento y mirando al bebe)
M: Cariño... no puede sonreír aún...
E: ¡Que sí! ¡Lo he visto!
M: Que no... mama... (Remarcó esta última palabra mirándola intensamente)
E: Que sí... mama... (A escasos milímetros de su boca volvió a besarla)
R: Sí, peque, tus madres aprovecharon para meterse mano después de tenerte...
M y E: ¡Rusti!
C: Anda campeón (Colocando sus manos sobre la espalda de Rusti) Vamos a dejar a las
mamis solas...
R: Venga, aquí viene lo interesante... (Maca y Esther seguían compartiendo breves
besos)
C: Tira... por cierto ¿Qué nombre le vais a poner?

Maca y Esther se miraron un momento y se encogieron de hombros, Cruz y Rusti rieron


mientras se iban, Esther apoyó la cabeza sobre el hombro de la pediatra, mirando las dos
al bebé.
M: Es precioso...
E: Sí... (Entrelazaron sus manos sobre la barriguita del pequeño) Y ha sonreído... lo he
visto...
M: ¿Como no va a sonreír con estas pedazo de madres que va a tener? (Bromeó
mientras le hacía una carantoña)
E: Siento que te haya dolido tanto, mi vida...
M: ¿Dolor? ¿Qué dolor? (Dejando un dulce beso en la frente del bebé)

La doctora Cruz las miraba a través del cristal, Rusti tenía la cámara sujeta por encima
de ella, “inmortalizando” aquel momento.

C: Rusti, que cuándo lo vean te matan... intimidad ¿Recuerdas?


R: No soy yo la que esta con la nariz pegada al cristal. (Riendo)
C: Es que... míralas... ¿No te parece bonito?
R: Soy hombre ¿Dos mujeres dándose mimitos? ¿Estás de broma?
C: ¡Rusti! (Dándole un golpe en el brazo) Que poca sensibilidad, de verdad. Anda
(Empujándole) Deja a la pareja disfrutar un rato de su bebé.
R: Vale, vale... (Echando un último vistazo por encima de su hombro y marchándose)
Uno que intenta hacer una buena película...
C: Sí, buf, del video de Maca gritando como una loca a Hollywood, ya lo estoy viendo.
(Bromeó la doctora mientras se alejaban)
M: Cariño... habría que pensar un nombre ¿No? (Sin apartar la vista de su bebé,
dormido en sus brazos)
E: Ya te dije que lo eligieras tú... (Mirándola con ternura)
M: Ya... pero es que no sé...
E: Si quieres... (La enfermera acarició su frente)... puedes ponerle su nombre... (Maca la
miró y comprendió)
M: Lo pensé ¿Sabes? (Asintiendo) Pero... siempre relacioné ese nombre con él... y...
quiero que nuestro bebé no tenga nada que ver con gente del pasado, un nombre suyo...
solo suyo... ¿Qué me dices?
E: Que te adoro... (Besándola)
M: Del nombre... (Riendo feliz)
E: Ah, sí, vale, lo que tú digas... (La enfermera miró esperando que se lo dijera, suspiró,
negó con la cabeza y puso cara de niña buena) ¿Cuál has dicho?
M: No me estabas escuchando...
E: No es verdad...
M: Sí es verdad. (Sacándole la lengua)
E: Vale... (Levantó una ceja juguetona) Pero tengo la mejor de las excusas...
M: ¿Ah, sí? ¿Cuál es esa gran excusa? ¿Eh? (En plan chulesco)
E: Pues... estaba mirando a la persona más bella del mundo... (Besándola lentamente y
separándose un poco)... y maravillosa... (Volviéndola a besar)... y perfecta... (Beso)...
del mundo...
M: Mhmhm... (Besándola de nuevo y mirando al bebé) Por ahí te vas a escapar.
(Amabas rieron) Pero soy la segunda... que lo sepas. (Mirándola dulcemente, Esther
sonrió y negó)
E: Que va... esto de la maternidad... te sienta muy bien... (Acariciando sus labios con su
lengua)... estás sexy...
M: Dios... (Poniendo los ojos en blanco y riendo) En cuanto me recupere tú yo tenemos
algo que hacer...
E: Ay, mi niña, que ya no está para estos trotes...
M: Acabo de dar a luz... ¿Qué esperas? ¿Me vas a cambiar por otra?
E: ¿A estas alturas? (Hizo como que pensaba y Maca la miró burlona)... ni loca...
(Acariciando su mejilla) ¡Oh! ¿Alejandro?
M: Pablo... ¿Lo echamos a suertes?
E: ¿Quieres decir el nombre de nuestro hijo a suertes?
M: ¿Por qué no? Que la suerte decida...
E: Bien. (La enfermera buscó en sus bolsillos, sacó una moneda y miró a Maca)
M: Cara...
E: Cruz... (Lanzó la moneda al aire y cayó al suelo, rodó por el suelo hasta colarse
debajo de una mesa de instrumental)
M: La podáis haber cogido al vuelo ¿No, pato?
E: Que mami más tontita tienes... (Mirando al bebé sonriente, se acercó al mueble y se
agachó para ver el resultado) Vaya...
M: ¿Cuál?
E: Parece que... (Había salido Cruz)... vamos a tener... (La enfermera no se lo pensó dos
veces) ¡Un Pablito! (Riendo y sacando la moneda, la escondió en su bolsillo)
M: Tu mami nunca ha tenido suerte, Pablito... (Mirándolo risueña, Esther la observaba
con su hijo, de ellas dos, entre los brazos)
E: Yo no estaría tan segura... (Sonriendo dulcemente y acercándose a su familia)

Notaba unas cosquillas por el cuello, frunció un poco el ceño, quería seguir durmiendo,
pero las cosquillas seguían allí, subiendo en su cuello hasta una de sus orejas, notaba la
presión de algo sobre medio cuerpo, una pierna entre las suyas, sonrió ligeramente
cuando notó un pequeño mordisco en el lóbulo de su oreja, sentía una mano en su
abdomen, recorriéndolo lentamente, con cariño, adorándolo, sonrió más ampliamente y
cerró los ojos con fuerza, ahora si que no quería despertarse nunca, quería seguir allí,
sintiendo aquel cuerpo sobre el suyo, aquélla pierna entre las suyas, aquellos labios que
ahora vagaban sin rumbo por su mejilla, por su barbilla... sobre sus labios, deshaciendo
su sonrisa un momento para corresponder a aquel dulce despertar.

E: Es de día... (En un susurro sobre sus labios, sintiendo cada palabra como un suspiro)
Cariño... (Besando su mejilla hasta su oreja) Es de día... (En un susurro que estremeció
su cuerpo, en un gesto rápido, Maca tiró de las sábanas cubriéndose a ella y a Esther por
completo y abrazándola luego con cariño)
M: Es mentira... (Suspirando aún con sus ojos cerrados, notó como el cuerpo de Esther
se movía por la risa)
E: No... es de día, de verdad... (Besando un hombro de Maca)
M: Pues dile al sol que se vaya, ha salido muy pronto... (Escondiendo su rostro en el
cuello de Esther)
E: Díselo tú... te hará más caso... (Acarició su pelo, sonriendo sin parar)
M: No, que para eso... tengo que moverme... y no pienso hacerlo... (Acariciando su
espalda)
E: Mhmhm... pues yo tampoco...
M: Por mi perfecto... (Suspirando de nuevo y estrechando un momento el abrazo)

Estuvieron un rato regalándose caricias y besos, hasta que la pediatra se levantó de la


cama, Esther la miró un momento, iba desnuda, sonrió y Maca le sacó la lengua.
M: Voy a ducharme... si quieres... Vienes... (Guiñándole un ojo y despareciendo por la
puerta del baño)

E: Uy, no, que no tengo ni chispas de ganas, mucho menos contigo, si fuera con la
Jolie... tal vez... (Iba levantándose y acercándose a la puerta del baño, Maca entraba en
la ducha en ese momento, estaba de espaldas y Esther sonrió) Aunque... ¿Para que
quiero yo una Jolie pudiendo tener una Wilson?

Dejémoslo en que después de un rato en la ducha tuvieron que salir a buscar algo de aire
(no son horas)

Se sentaron cómodamente en el sofá, Esther entra las piernas de Maca, medio tumbadas,
pusieron una película que andaba por allí y comenzaron a verla.

M: Tu madre llamó ayer... (Acariciando el abdomen de Esther con sus manos)


E: ¿Qué quería?
M: No sé... algo de ir a comer hoy... o mañana... o pasado... (Riendo)
E: Que bien coges los recados cariño...
M: si no te hubiera dado por bajar a comprar gominolas no habría tenido que coger el
recado...
E: me apetecían... (Con voz de niña pequeña) ¿solo te dijo eso?
M: Eso y que la vecina de al lado, esa que cada vez que nos ve nos pregunta si
seguimos siendo lesbianas, pues resulta que su hija le ha salido del armario, y que claro,
estaba muy asustada y que fue a verla para hablar de ella, que como había llevado lo
nuestro y tal. Y que le preguntó de nuevo si seguíamos siendo lesbianas. (Riendo)
E: Estás echa toda una maruja... ¿Mhm? (Acariciando sus piernas y mirándola un
momento)
M: Sí, ya ves... una que lo tiene oculto, pero en verdad... soy una marujona (Sacándole
la lengua divertida)
E: Mhmhm... (Miró la tele) ¡Oh! ¡Mira que bonito! (En la pantalla se veía una fiesta
para un bebé, cuando las amigas se juntan y regalan cosas para el bebé, al que
abandonan a un lado de la escena para cotillear entre ellas)
M: Sí... (Sonriendo tontamente)
E: Últimamente tienes el instinto maternal... Por las nubes ¿Eh?
M: Me estaré haciendo mayor (Riendo)
E: Va a ser eso...
M: No, no sé, tengo ganas... (Esther la miró y Maca sonrió) Tranquila, no pienso pedirte
que tengamos un bebé...
E: Mhmhm... (Asintiendo y mirando la pantalla) Seguro que serías la embarazada más
guapa...
M: Pues claro ¿Qué te crees?
E: Dios, que creídas sois la Wilson.
M: Porque podemos. (Riendo y besando el cuello de la enfermera) ¿Tenemos un bebé?
(A su oído, Esther la miró un segundo) Solo era para ver la cara que ponías... (Riendo y
besándola en los labios) Vamos a ver la peli anda...
E: Sí...

Aquel fue el momento en que todo empezó, al menos para la enfermera, porque Maca
siempre había querido tener hijos, pero para Esther, aquella conversación sin
importancia viendo una película cualquiera, era el principio.
Esther iba andando tranquila hacia rotonda, solo le quedaba dejar la hoja de los turnos
en el tablón y ya habría terminado por aquel día, lo colgó en el tablero mientras Laura y
Teresa hablaban.

T: Pues no lo sé...
L: Anda que... (La doctota miró hacia un lado y el otro) ¡Esther!
E: Dime.
L: ¿Dónde has dejado a Maca? (Esther sonrió)
E: No la he visto desde hace rato... algunas venimos a trabajar. (Guiñándole un ojo y
acercándose)
L: Pues vaya, creo que la has asustado y se ha dado a la fuga.
E: Imposible (Muy convencida)
T: Uy, hija, imposible ¿Cómo estás tan segura, eh?
E: Ya ves... (Sonriendo mientras se encogía de hombros) Una que sabe lo que tiene.
(Divertida)
L: Vale, pues cuando veas a tu Maca, le dices, que si eso, si quiere, le apetece y tiene un
hueco. (Esther se cruzó de brazos y alzó una ceja) Se ha olvidado de firmar el alta de
este paciente. (Dándole un papel)
E: Vale, yo me encargo. Voy a ver si la pillo. (Se marchó con el papel entre sus manos,
subió a pediatría y la estuvo buscando un buen rato, sin llegar a encontrarla, al final
decidió preguntar en la recepción de aquella planta) ¿Nuria?

Nuria: ¿Sí? (La recepcionista alzó la vista)


E: ¿Has visto a Maca?
Nuria: No. (Mirando el mostrador)
E: Nuria... (Mirándola seria)
Nuria: Esta en natalidad.
E: ¿En natalidad? ¿Qué hace allí?
Nuria: Ni idea... (Mirando el techo)
E: Nuria...
Nuria: Vale, que sepas que no es justo y que yo no te he dicho nada, que luego la que
tiene que aguantar su “puntito” borde soy yo. ¿Vale?
E: Vale. (Riendo) ¿Qué hace allí?
Nuria: no sé, de vez en cuando me dice que se va allí, que si hay algo al busca... ni idea
de lo que hace.
E: ¿De vez en cuando?
Nuria: Sí, un ratito cada día... ¿Pasa algo?
E: No, no. (Dando una palmada en el mostrador) Nos vemos luego.
Nuria: ¡Esther! (La enfermera se giró) Yo no he dicho nada, soy muda.
E: Vale, vale, muda, entendido (Guiñándole un ojo y marchándose)

Esther empezó a andar hacia natalidad, pensó que tal vez Maca iba a ver a algún niño en
concreto o algo, luego desechó la idea, se lo hubiera comentado, pero no dejaba de
preguntarse que hacía Maca allí, hasta que la conversación que habían mantenido una
semana atrás, y algunas cosas que había observado en Maca últimamente, su mirada
cada vez que atendía a algún paciente que fuera muy pequeño, al ver a las embarazadas
pasar, pequeños detalle. Esther suspiró, iba a tener que hablar con ella. Al llegar a
natalidad buscó a la pediatra por todas partes, la encontró mirando a través de los
cristales que daban a las incubadoras, medio apoyada en la pared, con los brazos
cruzados y una sonrisita en el rostro. Esther sonrió dulcemente al verla así, estaba
preciosa, con el pelo ligeramente caído sobre la cara, se acercó sin hacer ruido y se puso
detrás de ella, colocó una mano en su cintura, acariciándola un momento y dejándola
allí luego.

M: Cariño, como nos vea Esther me mata... (Bromeó Maca)


E: Muy graciosa... (Dejando un beso en su cuello) Abajo te están buscando...
M: Mhmhm... ¿y te mandan a ti? Haré que me busquen más a menudo ¿Eh?
E: Pobre de ti, hace una hora que tendría que haberme ido... (Puso la hoja delante de la
pediatra) Has olvidado tú autógrafo.
M: Así que... (Cogiendo el papel y firmándolo) ¿Te vas?
E: Quiero pasarme a ver a mi madre (Acariciando su mejilla) ¿Cenamos allí?
M: Claro, sí. Me queda... una hora o así y voy.
E: Bien. (Mirando hacia las incubadoras) ¿Qué hacías?
M: Pensar...
E: ¿En que? (Mirándola divertida)
M: En que mi amante se retrasa, tal vez se haya escondido al verte y hasta que no te
vayas... no va a venir... (Poniendo morritos)
E: Pues nada, me iré para que puedas estar con ella...
M: ¿Quién ha dicho que fuera mujer? (Mirándola traviesa)
E: Pues... dios, sabía yo que esa amistad con Javier no era muy normal... (Riendo)
M: Me gustan con un puntito más borde...
E: ¿Vilches? ¿Te has liado con Vilches?
L: ¿Qué te has liado con quien? (Apareciendo por allí)
M: Con nadie. (Riendo) Bueno... con una enfermera, pero no digáis ¿Eh? Es un
secreto...
L: A voces... (Poniendo los ojos en blanco) ¿Lo has firmado ya?
M: Toma anda, y cariño, la próxima vez ven tú a buscarme, te estaré esperando.
(Alzando las cejas y llevándose una caricia en el brazo de Estehr)
E: Me voy ya, nos vemos allí ¿Mhm?
M: Vale. Besito. (Esther sonrió y le dio un pequeño beso a Maca, se despidió de Laura y
se fue a cambiar)
L: Bueno... (Apoyándose en la pared) ¿Qué te pasa?
M: Nada... (Viendo como Esther subía al ascensor y le lanzaba un beso, Maca le guiñó
un ojo y sonrió) ¿Qué me va a pasar?
L: Pues... No sé... ¿Qué me dices? (Señalando con la cabeza los bebes)
M: Buf... ¿Se me nota?
L: Un poco, creo que hasta tu pato particular se habrá dado cuenta.
M: Pobre, se me asustará... (Suspirando)
L: Habla con ella ¿Mhm?
M: No es nada, además... eso es algo que tiene que salir de las dos, de ella no ha salido,
y yo no quiero presionarla, tendremos tiempo, no me preocupa, solo que... míralos...
¿No te entran ganas?
L: Quita, quita, para que se parezca a mí. (Riendo)
M: ¿Qué hay de malo? Peor que se parezca a Javier...
L: No te creas, Javier fue un bebé tranquilo (Maca asintió ) Yo me tire un año entero
llorando sin parar, día y noche.
M: ¿Por qué?
L: Según mi madre... por tocas las narices. (Ambas rieron) Anda, deja el instinto
maternal y vamos abajo, nos llega un tráfico.
M: Genial...

Media hora más tarde de su hora, Maca colgaba la bata en el perchero, miró el móvil,
Esther la había llamado hacia veinte minutos, buscó su numero y esperó.

M: ¿Me echabas de menos?


E: pues... ¿Tu amante no te ha dejado llamarme hasta ahora? (Riendo)
M: ¿Cómo lo has sabido?
E: Bien, dile a Vilches que te deje en paz, que ya mañana seguís con lo vuestro. ¿Mhm?
M: A sus ordenes reina. (Sonriendo)
E: Así me gusta, oye, que estamos en el restaurante de Juan.
M: vale, salgo ahora hacia allí.
E: Vale. ¡Cariño!
M: Dime.
E: Mi madre... que tengas cuidado y mi hermano ¡No pienso decirle eso! Vale...
(Suspiró) Que te traigas la cartera que invitas tú...
M: Dile a tu hermano que yo también lo quiero.
E: Eso si que no ¿eh? Solo puedes con una García, y esa, soy yo.
M: Tonta... nos vemos ahora.

Maca colgó y salió disparada hacia la moto, después de colocarse el casco puso rumbo
hacia el restaurante tranquilamente. Mientras tanto, en este, Esther leía la carta con Luz.

E: Arroz tres delicias...


Luz: Quiero ese, tita. Y... ¿Pollo?
E: A ver... al limón, a la brasa... a la plancha ¿Cuál?
Luz: A la plancha.
Jorge: ¿Sabes algo de Vero?
E: La última vez que la llamé... seguía de viaje de novios. (Riendo)
Jorge: Lleva con la misma excusa desde hace meses, desde que se casó apenas la
hemos visto.
S: ¿Tengo que ponerme celosa?
Jorge: Sí yo solo echo de menos al escarabajo.
En: A mí ya ni viene a verme.
E: Ma, estará muy liada, Maca tampoco la ha visto mucho...
En: Bueno, pero a mí me tenía muy mimada. (Sonriendo) Es mi Wilson preferida...
E: ¡Ma! ¿Qué hay de Maca?
En: A Maca ya no la veo como una Wilson, más bien... una de las nuestras.
Jorge: Ejem, ejem...
En: Vale, una García, ¿Mejor?
Jorge: Gracias por preservar mi sexo, ma.
Luz: De ahí salen los bebés... lo estamos estudiando en clase (todos rieron) ¿Qué? ¿No
es verdad?
E: Sí, cariño. (Sonriendo y acariciando su pelo) De ahí salen...
Luz: Y... ¿Tú y la tía Maca? (Jorge se atragantó con el vino y Encarna miró a los lados
riendo)
S: Cariño, eso no se pregunta.
Luz: ¿Por qué? ¿Por qué no? ¿Cómo vais a tener bebés?
E: Pues... verás... (Miraba a cada uno, a ver si alguien le echaba un cable, vio aparecer a
Maca y sonrió aliviada) ¡Cariño! ¡Ven a mi vera (Maca sonrió y saludó a todos con un
par de besos, a Luz con un abrazo y a su chica con un dulce beso en los labios)
En: Maca que te he dicho que no corrieras...
M: No he corrido, estamos al lado del hospital, Encarna. (Cogiendo la mano de Esther y
acariciándola con el pulgar) ¿de qué hablabais?
Luz: Esther me iba a explicar como vais a tener un bebé...
S: ¡Luz! Ya esta, vamos a llamar al camarero ¿Eh?
Luz: ¿Me lo va a explicar él? (Extrañada)
M: Cariño... (has oído) ¿Qué dice la niña?
E: Nada, que le ha entrado curiosidad.
M: Mhmhm... (Mirándola concentrada)
E: Maca, yo no he dicho nada. (Acariciando su pierna por debajo de la mesa)
M: Vale. (Asintiendo seria y cogiendo la carta, Esther la miró y suspiró)
E: Maca...
M: Me apetece pato a la naranja ¿Nos lo partimos?
E: Claro.

Mientras cenaban Maca conversaba alegremente con la familia de Esther, ya la sentía


como suya, se encontraba realmente a gusto y Esther disfrutaba de aquellos momentos,
todos juntos. Pero en aquélla ocasión se dio cuenta que Maca a veces se distraía,
metiéndose en aquél mundo al que solo dejaba entrar a Esther en contadas ocasiones. La
enfermera la miraba preocupada cuando lo notaba, no podía imaginar que los
pensamientos de Maca no eran nada de lo que preocuparse, al menos, no mucho. La
pediatra simplemente pensaba en la conversación de antes de que llegará ella, se
preguntaba quien habría sacado el tema, deseaba que hubiese sido Esther, aunque lo
creyese improbable, pero tenía esa esperanza, que Esther hubiese sacado el tema,
porque aquello podía significar que la enfermera estaba empezando a planteárselo, o al
menos, que el tiempo que tuviese que esperar no sería tan largo.

E: Buf... voy al baño un momento, cariño, si viene el camarero quiero profitelores de


postre ¿Mhm?
M: Golosa... (Riendo y guiñándole un ojo, Esther sonrió y miró a Susana, esta lo captó
y se levantó enseguida)
S: Espera, anda, que te acompaño. (Sonriendo) No puedo más. (Mirando a los demás)
E: Vale...

Ambas se metieron en los baños, aunque ninguna hizo el intento de ir a mear, Esther se
sentó sobre el lavamanos y su cuñada se apoyó en la pared, mirándola.

S: ¿Qué sucede?
E: Pues... ¿Tu has notado algo raro?
S: Algo... pues no... (Negando y mirándola confundida) ¿Qué pasa por esa cabecita?
E: No notas que,... Maca...
S: ¿Habéis discutido? (Más extrañada aún, le había dado la sensación de todo lo
contrario)
E: No, no. (Rápidamente) Estamos genial, como siempre. (Sonriendo con ternura) Solo
que... verás... lleva un tiempo como... no sé... con el instinto maternal superdesarrollado,
y cuando ha llegado y ha preguntado de que hablábamos, pues... no sé... y a veces esta
como.. ausente...
S: Si esperas que yo sepa lo que le pasa a tu chica... vamos mal ¿Eh? (Bromeando)
E: No, ya lo sé, solo que... quería saber si había sido la única en darme cuenta o no.
S: Esther, tú eres la que más la conoce de esa mesa, y diría que también de todos... es
probable que tú notes antes cuando le pasa algo. Es normal.
E: Uhm, uhm. (Asintió y suspiró)
S: No quieres tener niños ¿No?
E: ¿La verdad? (Mirándola)
S: Siempre. (Riendo)
E: No lo sé... creía que no... bueno, ya sabes, no es una prioridad en mi vida. (Mirándola
con una ceja levantada) Pero desde que Maca esta así, desde que nosotras estamos tan
bien, no sé... la verdad es que se me ha pasado por la cabeza, no ya, pero, me encantaría
tenerlos con ella... es la única con quien quiero formar una familia, la única con la que
lo he llegado a pensar.
S: Pues cariño, no veo el problema. (Acariciando su brazo) No tenéis prisa...
E: Pues creo que Maca algo sí... (Riendo) Si vieras la cara que pone cada vez que nos
cruzamos con un carrito de bebé... ¡Se le van los ojos!
S: Bueno, es normal... además ella es pediatra, le encantan los niños, supongo que esta
más dispuesta que tú a tenerlos ya, pero vamos, que Maca no los va a tener sin ti ¿Eh?
E: Ni conmigo... (Poniéndose seria un momento)
S: Esther...
E: Nada, anda, vamos. Deben pensar que nos hemos colado por el wáter.

Ambas rieron y salieron, Esther vio sus profitelores sobre la mesa y sonrió a Maca, se
sentó a su lado y acarició su pierna un momento.

E: Gracias, cariño... (Miró el plato detenidamente) ¿Maca?


M: Mhmhm... (Con la boca cerrada)
E: Siempre vienen cinco... Y solo hay cuatro. (Mirándola con el ceño fruncido, Maca se
encogió de hombros sin abrir la boca) Abre la boca... (La pediatra negó y le empezó a
entrar la risa) Maca... (La pediatra tragó y sonrió)
M: si no te hubieras ido de confidencias con tu cuñada no habría pasado... (Sacándole la
lengua)
E: Serás... (Acercándose a su oído)... me las pagarás...
M: Cuando quieras, a poder ser después que me cuentes tanto secretismo...
E: ¿Secretismo con que?
M: Mi niña, que no me chupo el dedo... que tú has hablado de algo que te preocupa con
Susana..
E: ¿Y que más te da?
M: Si te preocupa a ti me preocupa a mí. (Encogiéndose de hombros)
E: ¡Eh! (Su hermano le había quitado un profiterol) ¿Qué esta pasando aquí? (Todos
rieron y Esther puso morritos) No es justo...

Esther se puso a comer su postre, lo que quedaba de él, pensando en lo que se le había
escapado al hablar con Susana, lo había dicho inconscientemente... “Ni conmigo...”
Esther sabía que Maca quería tener hijos propios, hijos que nacieran de ella, y eso era
algo que Esther no le podía dar, con ella no podría...

Llegaron a casa sobre la medianoche, Maca estaba realimenta agotada del día, nada más
llegar tiró la chaqueta y el bolso sobre el sofá y se fue a la habitación, Esther fue a la
cocina a prepararle un vaso de leche caliente.
Maca se dejó caer sobre la cama de espaldas, tenía el cuerpo adormecido, notaba todo
su peso sobre ella, cerró los ojos pero no se quedó dormida, seguía dándole vueltas a lo
mismo, intentando no hacerse ilusiones, seguro que Esther no había sacado el tema, la
enfermera no tenía ni el más mínimo instinto maternal, al menos no con tener hijos
propios, a los demás niños, sobre todo a su sobrina los trataba con un cariño infinito,
pero ella no tenía ninguna prisa por tener suyos, y Maca tampoco entendía las prisas que
le habían entrado a ella.

Siempre había querido tenerlos, era cierto, y siempre había mirado diferente a las
embarazadas o a las madres con niños, pero últimamente sus ganas habían crecido y no
entendía el porque, quizás se debía a que por primera vez sentía que era el momento,
sabía que era el momento adecuado, algo que nunca le había pasado, era Esther con
quien quería formar una familia, era Esther la mujer que quería a su lado, llevaban
bastante juntas, su relación era la más estable que había tenido nunca, quizás fuera
aquello, que por primera vez estaba segura de que aquello iba a durar, ya no pensaba en
posibles rupturas y en su vida sin ella, simplemente cada vez que miraba a su futuro ella
estaba a su lado, desde el primer momento, había sido algo inconsciente, pero con el
paso de los meses supo que era real, que lo que veía en su futuro podía hacerse
perfectamente real.

E: Maca... (Dejando el vaso sobre la mesilla de noche y sentándose a su lado en la


cama)
M: Estoy muerta...
E: Anda, tomate la leche, te sentará bien y luego a dormir. (Acariciando dulcemente su
espalda)
M: Claro... (Se medio incorporó un poco y cogió el vaso entre sus manos) Como me
cuida mi niña... (Sonriendo y dando un sorbo) Mhmhm... en su punto.
E: ¿Me haces un hueco? (Maca sonrió y dejo el vaso en al mesita, extendió el brazo y
Esther se acomodó a su lado, abrazándola y pasando una pierna por entre las suyas)
Vilches te ha dejado rendida ¿Eh?
M: Sí, ya ves... (Sonriendo y acariciando la espalda de Esther con una mano mientras la
otra la dejaba sobre su abdomen, Esther sonrió y la estrechó entre la suya, uniéndolas)
Pobre Luz...
E: ¿Y eso?
M: Al final nadie le ha explicado como vamos a tener bebés tú y yo... (Cerró los ojos
esperando la reacción de Esther, pero esta se limitó a seguir jugando con su mano)
E: Bueno.. ya se enterará cuando sea mayor...
M: Sí... (Suspiró, o todo o nada) ¿Cómo que ha preguntado eso?
E: Un error de mi madre, una corrección de Jorge y la niña, que le ha dado por
acordarse del colegio. (Riendo)
M: Mhmh...
E: Maca...
M: ¿Dime?
E: Tú... bueno... (Miró a aquellos ojos marrones que la habían cautivado hacia tanto y
que seguían haciéndolo cada día) tienes muchas ganas ¿No?
M: tengo ganas... sí... pero no prisa ¿Mhm?
E: Ya... (Maca la miró y sonrió ligeramente)
M: Ni me esfuerzo ¿No?
E: Ya sabes que a mi no puedes engañarme... te tengo muy calada. (Besando su mano)
M: ¿Sabes que pasa? (Mirándola con intensidad)
E: ¿El que?
M: Que resulta... que solo quiero tenerlos con una persona... y que sé que tarde o
temprano... Habrá un bebé con nuestros apellidos, y tengo ganas, claro que sí, un hijo,
siempre lo he querido y desde que se que su segunda madre es la mejor persona que he
conocido, llena de amor, de cariño y de todo lo que siempre he buscado en alguien...
tengo más ganas. (Acarició la mejilla de Esther)
E: Cariño...
M: lo sé, no estás preparada, y me da igual Esther... me da igual porque cuando lo estés
sé que será conmigo ¿o no debería estar tan segura?
E: Cuándo... bueno... nuestro ¿Mhm? Tuyo y mío, sea cuando sea... lo quiero contigo...
M: Bien... (Sonriendo feliz) Sea cuando sea...
E: Sí... (La enfermera apoyó su cabeza en el pecho de Maca) Y... la pregunta de Luz...
M: ¿Sí?
E: Pues... ¿Cómo? (Acariciando su abdomen, dibujando un círculo alrededor de su
ombligo)
M: Cariño, ¿no me digas que tu tampoco lo sabes? (Riendo)
E: Bueno... quiero saber que... tú... ya sabes...
M: Cariño, me da igual como, aunque... me gustaría tenerlos yo, o las dos, pero... que
una estuviese embarazada, no sé, quiero eso...
E: Ya...
M: Ey (Cogiendo su barbilla y haciendo que la mirase) Me da igual... te quiero a ti...
conmigo... viéndole crecer... me da igual como... lo único que me importa es con quien
¿Vale? (La enfermera asintió y respondió al dulce beso que Maca había dejado sobre sus
labios)
E: Sabes que me gusta que me digas eso... (Mientras colaba su mano por debajo de la
camisa de Maca, acariciando su ombligo)
M: Y a mi que hagas eso... (Cerrando los ojos sonriente)
E: Lo sé... (Riendo traviesa y pasando su mano por la cintura de Maca) y también...
(Levantando la cabeza y acercándose a la de Maca)... esto... (Mordiendo levemente el
lóbulo de la oreja) ¿No?
M: Pues... ahora que lo dices... (Riendo y atrapando el rostro de Esther entre sus manos)
tal vez... (Atrapando los labios de Esther y acariciándolos con los suyos)
E: ¿Tú no estabas cansada?
M: Cariño... Un Wilson jamás se cansa... (Poniéndose seria y guiñándole luego un ojo)
E: Vaya... (Riendo y pasando su lengua un momento por sus labios) ¿Lo prometes?
(Alzó una ceja mientras la miraba divertida)
M: Prometido... (En un susurro antes de besar a Esther, abriéndose paso entre sus labios
con su lengua suavemente)

Sus lenguas se entrelazaban con cariño, lentamente, dejándose sentir, disfrutando del
contacto de la una contra la otra. Esther deslizó una de sus manos hasta el cabello de
Maca, enredando su pelo con sus dedos, con la otra seguía ofreciendo mil caricias al
abdomen de Maca, ésta tenia una mano sobre la mejilla de Esther, la otra se deslizaba
por al espalda de Esther, por debajo de su ropa, acariciando su piel, siguiendo cada
curva, cada músculo.

Ambas se sonreían separándose de vez en cuando, mirándose con mil sensaciones


reflejadas en sus ojos oscuros, haciéndose cosquillas de vez en cuando y jugando a ver
quien se ponía encima de la otra entre risas.
E: ¡Eso es trampa! (Riendo cuando Maca inmovilizó sus manos para que no pudiese
moverse)
M: ¿Hay reglas? Vaya, no lo sabía. (Sonriendo y besando un momento su cuello) Y...
¿Son muchas?
E: Una...
M: ¿Solo una? (Besando sus labios) ¿Y se puede saber cuál es?
E: No vale privarme de mis manos.
M: ¿Y eso? Si así... (Besando su cuello de nuevo, esta vez, acariciándolo brevemente
con su lengua)... estás muy bien...
E: No, no, yo necesito mis manos...
M: Pues yo creo que no... (Riendo y comenzando a besar su escote)... ni yo tampoco...
¿Ves? (Lamiendo el escote de la enfermera un instante)
E: Mhmhm...
M: Lo vas entendiendo ¿Mhm? (Con voz juguetona)
E: ¿Para que más no las necesitas?
M: Pues... (La miró intensamente, sonriente) No muevas las manos ¿Mhm?
E: Vale... (Sonriendo de oreja a oreja) Trato hecho. (Maca soltó las manos de Esther,
deslizando las suyas por sus brazos, acariciándolos en su descenso, llegando a sus axilas
y bajando por el contorno de su cuerpo, las apoyó en la cama) Ya... sin manos ¿No?
(Riendo divertida)
M: Yo no he hecho nada... solo las estaba apartando...
E: Pues no veas, si que les cuesta...
M: Estaban a gusto donde estaban... (Sonriendo sensualmente y guiñándole un ojo) A
ver... ¿Qué podemos hacer? (En un susurro mientras deslizaba su mirada por el cuerpo
de Esther) Mhmh...

La pediatra acercó su boca a la cintura de Esther, más concretamente al botón de su


pantalón, la miró traviesa y atrapó el botón con sus dientes, poco a poco lo consiguió
desabrochar, sonriendo orgullosa por la tarea.

E: ¿Eso es todo? (Jugando con ella)


M: Para nada... (Riendo)

La pediatra deslizó su lengua, arrastrando la cremallera del pantalón con ella, bajándola,
consiguiéndolo sin apenas rozar la ropa interior de Esther, la enfermera soltó un suspiro
y la miró mordiéndose el labio.

M: ¿Tampoco es suficiente? (Alzando las cejas muy segura de la respuesta)


E: Pues va a ser que no. (Riendo y acariciando el pelo de Maca)
M: ¡Eh! Nada de manos...

Esther puso los ojos en blanco y se mordió el labio frustrada, Maca sonrió feliz y atrapó
la cintura de la ropa interior de Esther, bajándolas un poco y dejando húmedos besos en
la piel descubierta, la espalda de Esther se arqueó, buscando más contacto.

M: ¿te gusta?
E: Mhmhm... (Mordiéndose los labios y cerrando los ojos con fuerza)
M: Bien...
Maca siguió besando su piel, notaba como se erizaba a su paso, como se tensaba su
cuerpo, a cada beso, cada vez que su lengua tocaba su abdomen, Esther gemía, su
respiración se aceleraba levemente, poco a poco, yendo cada vez más rápido, sintiendo
como su sangre bombeaba su cuerpo, notando cada latido. La pediatra deslizaba su
lengua, intentando apartar los pantalones de Esther, pero no lo conseguía.

Miró a Esther, la enfermera al darse cuenta que los besos de Maca habían cesado, que
ya solo notaba su respiración, quemándole la piel, abrió los ojos lentamente.

M: Vas a tener que ayudarme un poco...

La enfermera gimió y deslizó sus manos hasta su cintura, bajando su ropa, Maca se
apartó para dejarle espacio, apoyándose sobre una mano, con el codo sobre el colchón,
Esther se deshacía rápidamente de toda su ropa, dejando al descubierto su cuerpo, se
tumbó de nuevo, con la respiración agitada, su cuerpo completamente tensado, deseando
recibir el de Maca, la pediatra, por su parte, se hallaba perdida en aquel capricho que
eran para ella las piernas de Esther, se puso a los pies de la cama, acariciando con su
mirada cada milímetro de piel que veía, Esther la miró suplicante, notando como su
cuerpo empezaba a impacientarse, aquel torturador cosquilleo en su sexo, su garganta
secándose, sus sentidos nublándose.

Maca besó el empeine de uno de sus pies, lamiéndolo brevemente y repitiendo con el
otro, Esther no se movía, incapaz de hacerlo, Maca subía por los gemelos de Esther,
besándolos y lamiéndolos, a veces con una lentitud torturadora y otras con una rapidez
apasionada, empezó a subir por sus muslos, mientras las piernas de Esther se iban
abriendo, indicándole el camino a seguir, la lengua de Maca se detuvo en la singles de
Esther, recorriéndolas de arriba abajo, haciendo que un ronco gemido se escapase de sus
labios, siguió ascendiendo, recorriendo con su lengua el abdomen de Esther, pasando
entre sus pechos, subiendo por su cuello, mientras la enfermera ya estaba
completamente excitada, Maca mordió el labio inferior de esta, estirándolo un poco,
mientras sus gemidos se entrelazaban.

M: ¿Te gusta? (Mientras su lengua volvía a introducirse en su boca, prácticamente


devorándola)
E: Mhmhmhm... (Intentó apretar a Maca contra su cuerpo, pero esta la detuvo
M: Nada de manos... ¿Recuerdas?
E: Por favor... quiero sentirte...
M: Estoy aquí... (Haciendo presión con su cuerpo sobre el de Esther, provocándole un
gemido) estoy aquí...

La pediatra descendió un poco, dibujando el contorno de los pechos de Esther, la


enfermera notaba sus propios pezones, duros, doloridos por la falta de caricias, gimió al
notar cómo la lengua de Maca empezaba acercarse a uno de ellos, la pediatra suspiró
sobre él, endureciéndolo aún más, solo con pensar en que segundos después estaría
entre sus labios su cuerpo se excitaba. Lamió con la punta de su lengua el pezón, Esther
se arqueó buscándola más, pero Maca se apartaba cada vez que lo hacía.

E: Por favor... (Suplicante, se sentía desmayar)


M: Mi vida... (Atrapó el pezón entre sus labios, estirándolo... succionándolo...
Sintiéndolo...)
E: Cariño... por favor...

La pediatra suspiró, repitió lo mismo en el otro, recibiendo más suplicas de Esther, no


era aquella zona la que la anhelaba, la que la hacía desmayarse, la que la cegaba, no era
aquella la que se humedecía hasta ahogarse.

E: Maca... (Aquel gemido hizo estremecer a la pediatra, deseándola más aún)

Empezó a descender hasta su sexo, deteniéndose encima de él, notando su calor, su olor,
la pediatra sonrió y miró a Esther, sus miradas se quemaban la una a la otra, Maca besó
el vello de la enfermera, estirándolo y provocando más gemidos, observó como Esther
levantaba las caderas, deslizó su lengua por su sexo, impregnándose de aquella
humedad, sintiéndola tan suya como la propia, deleitándose de aquel sabor que tan bien
conocía, empezó a lamerlo poco a poco, arriba abajo, deteniéndose al llegar a su clítoris
para presionarlo y notar el cuerpo de Esther tensándose de placer bajo el suyo.

M: Ven aquí... (Gimió sentándose en la cama, la enfermera la siguió, sentándose contra


ella, con sus sexos rozándose íntimamente, sus cuerpos pegados, Maca miró a Esther)
No necesitamos manos...

E: No...

Sus lenguas se encontraban en un húmedo beso, la pediatra ascendió su cuerpo,


haciendo que aquél roce entre sus sexos aumentará, se detuvo al llegar arriba y buscó la
mirada de Esther, mientras no dejaban de mirarse, de susurrarse mil te quiero sin
palabras, mil te amo y mil emociones, Maca descendía de nuevo, escapándose los
gemidos de ellas, cada vez se detenía menos tiempo, cada vez sus miradas se quemaban
más.

E: Más... Maca...
M: Mhmhm...

Sentían el calor ascender, de aquel roce hasta el de sus lenguas, sentían como todo se
desvanecía, como solo quedaba aquella humedad, aquél deseo, aquella calor asfixiante,
cada vez más rápidos, encontrándose una y otra vez, sin dejar ni un solo instante sin
mirarse, notaron como llegaban al orgasmo, mezclándose entre ellas, sus cuerpos, sus
sexos, sus gemidos, agitadas, sudorosas, se apretaban la una contra la otra, aguantando
el calor, el placer recorrer cada fibra de sus cuerpos.

E: Cariño...
M: Shshsh... (Besándola agotada, suspirando) Te quiero...

Una semana después, Esther tenía preparada una sorpresa para Maca. Se había pasado
aquella semana entera pensando, pensando en como sería el futuro, en lo que significaba
tener un bebé, en lo que podría sufrir el niño. No se engañaba, a los ojos de los demás,
seguramente nunca serían una familia de verdad, al menos no una “normal”, siempre
serían dos mujeres con un bebé, muchos se preguntarían como iba a ser educado un niño
sin la figura paterna, muchos pensarían en la imposibilidad de aunque aquel niño
creciera feliz, sano y como ellos, “normal”.
Esther era consciente de que se iban a tener que enfrentar a muchas cosas, que iban a
tener que luchar porque simplemente las dejaran en paz, no buscaba la aprobación de
los demás, solo que la dejasen, a ella, a Maca y a la familia que pudiesen llegar a
formar. Porque ella, no pensaba que no fuera a ser normal, su madre, su padre, la habían
educado, a base de cariño, de consejos, no quería más a uno que al otro, ni temía más a
uno que a otro, no tenía ni idea de que diferenciaba la figura paterna de la materna,
simplemente eran sus padres, como simplemente ellas serían las madres.

Y después de hacer una lista de pros y contras, después de darle mil vueltas, vueltas que
seguramente una pareja “normal” no daría, decidió que le daba igual todo, que lo único
verdaderamente importante eran ella y Maca, y su familia, los padres de Maca, sus
hermanos, los de Esther, era lo único que importaba, pero por encima de todo, ella y
Maca y aquel bebé, sabía que serían buenas madres, que le darían todo lo que el niño o
niña necesitase, pero también sabía que no era fácil, que no era como en las películas,
que el nacimiento de un niño solía ser en “y comieron perdices y fueron felices por
siempre jamás”, no, no era así, y aún con todo eso, su corazón le pedía hacerlo, le pedía
darle todo a Maca, le pedía compartir su amor, educar, mantener, cuidar, proteger, todo,
al hijo o hija que tuviesen.

T: Hija, llevas un día de lo más pensativa... (Intentando descubrir el motivo de que


Esther llevase cerca de media hora apoyada en el mostrador con la mirada perdida)
E: ¿Mhm?
T: ¿Qué que tal todo? ¿Bien?
E: Sí, sí. (Sonriendo feliz) Todo perfecto, Teresita... ¿Has visto a Maca?
T: Pues creo que entraba con Cruz a quirófano, ¿Qué le ha dado ahora por ahí o que?
E: Mujer, si solo ha entrado dos veces en esta semana.
T: como antes no lo hacía...
E: Ya, es que no le hace mucha gracia, prefiere estar en planta o atendiendo a los niños
en cortinas, pero eso del quirófano... (Ponía cara de susto) Se me pone a temblar...
J: Vaya, vaya, ¿Nadie trabaja en este hospital? (Acercándose sonriente y apoyándose al
lado de Esther)
E: Maca y Cruz, creo... o a lo mejor se han encerrado en quirófano y están echando una
partidita a las cartas.
J: Odio estos días...
E: Ya somos dos... ¿Dónde anda Laura?
J: Ha ido con mi madre a comprar. (Esther lo miró sorprendida) Sí, ya, seguramente me
quede huérfano o viudo. (Bromeaba sarcástico) Les ha dado por querer llevarse bien, no
sé.
E: Uy... yo que tú me andaría con ojo, si se hiciesen amigas... estarías en peligro
Sotomayor. (Riendo)
J: Como dice tu mujer... ya te digo...
E: Pobre... (Acariciando su cabeza cariñosamente) Siempre te quedará tu amor
platónico...
T: ¿amor platónico? ¿Pero esa no es Laura? Desde luego, a mí me tenéis mareada.
E: Su amor platónico es Jero, el hermano de Maca.
T: No me digas que tú también... (Señalaba a Esther y hacía gestos raros)
E: Teresa... ¿Qué haces?
J: Creo que esta jugando a aquello de las películas ¿Cuántas palabras? (Bromeando,
Teresa les hizo un gesto para dejarlos aparte y se fue a la otra punta del mostrados a
hablar con una enfermera) ¿Qué vais a hacer luego? ¿Tomamos unas copas?
E: Pues... va a ser que no ¿Eh? Y no es por falta de ganas... pero tengo una cosita para
Maca.
J: ¿Qué cosita? (Alzando las cejas sonriente y dándole golpecitos en el brazo)
E: Una sorpresita... espero que le haga ilusión, bueno, sé que le hará. (Con aquella
sonrisa radiante de felicidad)
J: ¿Es algo guarro? (Esther le dio un golpe en el brazo)
E: Pasas demasiado tiempo con Vero...
J: Sí, es la única que me hace caso... Bueno, pero... ¿Qué es?
E: Una familia... (El doctor frunció el ceño) Le voy a pedir a Maca que formemos una
familia...
J: ¿en serio? Eso es... (Cambió su sonrisa por una de espanto) Dios... ahora a Laura le
entrará el gusanillo. (Esther sonrió y acarició el brazo del doctor)
E: Tranquilo, Javi, Laura ya tenía ganas...
J: ¿Qué?
E: Es broma, es broma. (Riendo) Relájate, hombre. Oye... no le digas nada a nadie
¿Mhm? (Teresa apareció en aquél momento de “casualidad”)
T: ¿Qué no le digas nada a nadie de que?
E: Teresa, cuando salga Maca, le dices que estoy en cafetería ¿Vale?
T: Sí, sí, Javier... ¿Qué no tienes que decir?
J: Esther, por favor, ¡Llévame contigo! (Riendo y corriendo hacia la enfermera)
T: No si aquí... una que se preocupa y mira... La ignoran, vale, vale, ahora no voy a
preguntar nada. Total, nadie me contesta. Para que me voy a esforzar para tenerlos
atendidos.
Enf: Teresa, Teresa, ¿Te has enterado ya? (Teresa recuperó su pose de cotilla perdida
por unos segundos)
T: ¿De que? Cuéntame, cuéntame. (Y es que Teresa no podía cambiar a aquellas alturas,
además, lo suyo no era cotillear, era “preocupación” por sus compañeros y compañeras)

La pediatra al terminar de operar fue a encontrarse con Esther, quedaron poco después
en la entrada, para que a Maca le diese tiempo a una ducha rápida y a cambiarse. Esther
aguantaba el interrogatorio de Teresa que “sutilmente” intentaba averiguar el secreto
que se llevaba con Javier.

T: pero mujer, que somos amigas, que nos conocemos desde hace mucho, parece
mentira que no confíes en mí, si es que, una ya... (Suspiraba)
E: Venga, Teresa, si confío en ti, pero son cosas de Javi y mías.
T: Pero Esther...
M: ¿Qué le haces a mi niña? (Acercándose a ellas y abrazando a Esther por detrás)
T: ¿yo? Nada, mujer, que le voy a hacer. Pero tú... ten cuidadito, que esta anda de
secretitos con Sotomayor.
M: ¿En serio? (Sonriendo y dando un beso en la mejilla de Esther) ¿Qué secretitos? (A
su oído en un susurro risueño)
E: Ninguno, tontita. (Acariciando la cintura de Maca) Bueno, Teresa, nosotras nos
vamos ya ¿No?
M: Sí, tengo ganas de tirarme en el sofá. ¡Hasta mañana, Teresa!
E: Hasta mañana...
T: no, si se ira sin decírmelo. (Javier aparecía leyendo un informe por allí)
E: Mira, ahí tienes a Javi, a ver si se lo sacas a él. (Javier levantó la vista y miró a la
enfermera y después a Teresa, se dio media vuelta rápidamente y desapreció)

Mientras Teresa fulminaba la puerta por la que se había ido el doctor, Maca y Esther
salían del hospital cogidas de la cintura, Maca iba mirando el suelo y Esther a ella.

M: Tengo unas ganas de llegar a casita...


E: Mi niña ¿Cansadita?
M: Mucho... voy a necesitar un masaje. (Mirándola sonriente)
E: no tienes cuento tú ni nada. (Riendo) ¿Damos un paseo primero?
M: Pues... si no hay más remedio.
E: Anda, que así te relajas un poquito ¿Mhm?
M: Contigo siempre estoy relajada, no me hace falta pasear. (Besando el cuello de
Esther)
E: No te vas a librar diciéndome cosas bonitas ¿Eh?
M: ¿Ni diciéndote que eres la mujer más maravillosa del mundo y que estoy deseando
llegar a casa para demostrarte todo lo que siento por ti?
E: Mhmhm... (Riendo medio convencida) Que no, que me apetece pasear.
M: ¿Más que lo otro? (Fingiéndose ofendida)
E: Ahora mismo sí. Y a ti también.
M: No, a mí no. (Sonriendo muy convencida)
E: Que sí... venga...

Esther arrastraba a Maca por las calles, tirando de su cintura, regalándole alguna caricia
o alguna mirada llena de amor a la pediatra, esta se limitaba a seguir a su chica,
terminaron en un parque cercano, aún no había anochecido y algunos niños jugaban en
los columpios.

E: Venga, vamos a sentarnos un ratito.


M: ¿En el sofá de casa?
E: Maca... (Sentándose en un banco y palmeando a su lado) Ven aquí, anda.
M: Sí, guana. (Poniendo los ojos en blanco y sentándose a su lado, la enfermera cogió
la mano de Maca entre las suyas, acariciándola mientras miraba a los niños jugar) ¿Qué
llevas en la bolsa?
E: Es un regalo... para dentro de un rato.
M: ¿Para mí?
E: Sí, cuando lleguemos a casa.
M: Mhmhmhm... ¿Nos vamos? (Esther rió divertida y dejó un pequeño beso en los
labios de Maca)
E: Aún no... (La pediatra suspiró y miró hacia los niños)

Esther observaba como la mirada de Maca, se perdía soñadora, sonriendo de vez en


cuando al ver alguna gracia de aquellos niños, Esther no dejaba de acariciar su mano,
jugando con sus dedos, Maca sonreía y seguía imaginándose su futuro, así, ellas dos
mirando a un niño u una niña, su niño o niña, jugar, así era como lo quería. Esther sacó
de la bolsa una caja y la dejó sobre el regazo de Maca. La pediatra la miró y sonrió con
ternura.

M: Sabía yo que no aguantarías...


E: ¿A que te quedas sin? (Burlona)
M: No, no. (Riendo) A ver... (Abrió la caja y se encontró un peto tejano grande) ¿Qué es
esto? (Haciendo una mueca)
E: ¿No te gusta?
M: No, sí, sí, me gusta... ¿Qué es?
E: Un peto tejano...
M: Oh, ya, es bonito. Gracias, cariño. (Dándole un beso en los labios y empezando a
guardar el peto en su caja)
E: Es un poco grande ¿No?
M: Un poquito... ¿Vas a engordarme? (Bromeó)
E: Me temo que sí... (La enfermera puso su mano sobre el abdomen de Maca, esta la
miró, miró su mano y saco el peto tejano, se fijó en la etiqueta)
M: Pre-mama... (Miró a Esther con una mezcla de sentimientos indescifrable, ternura,
confusión, amor, cariño, ilusión, miedo, todo)
E: Dentro de unos meses, cuando tengas ya barriguita... estarás preciosa.
M: Cariño... ¿Estás segura? (Mirándola esperanzada)
E: Quiero tener un hijo contigo... si tú me dejas estar a tu lado.

La pediatra no se molestó en contestar, no hacia falta, ambas sabían la respuesta, sonrió


completamente feliz, gozando el momento, abrazó a su chica, queriendo fundirse con
aquella persona que tanto le daba sin pedir nada, se separaron un poco y se besaron
lentamente, sellando aquel nuevo paso con amor, como debía hacerse siempre, con
mucho amor.

Semanas después, sentadas en el sofá, hojeaban fichas que habían pedido al banco de
semen, habían optado por un donante anónimo, después de muchas conversaciones y
alguna que otra leve discusión, estaban decididas. El problema era que se veían
desbordadas con toda la información que reciban, para colmo, la madre de Esther se
había enterado y lo había pregonado por ahí, como toda abuela orgullosa, y ahora todas
las vecinas y conocidos de Encarna les daban su opinión sobre como hacerlo.

Esther miró a Maca, que se frotaba la frente, sentada en el sofá, con las piernas
encogidas sobre él, Esther estaba sentada en el suelo, con la espalda apoyada en el sofá,
un montón de papeles a su alrededor.

E: ¿Estás cansada? ¿Quieres un vaso de leche?


M: ¿Mhm? No, no, estoy bien. (Dejó la ficha a un lado) Estoy harta de leer las fichas de
estos tipos... (Suspirando)
E: Ya, cariño (Levantándose y sentándose a su lado, acariciando sus piernas) pero
decidimos que queríamos saber algo de él.
M: Sí, sí lo sé, pero... buf... no pensé que fuera tan difícil, no sé, llevamos dos semanas
en esto y solo hemos encontrado que dificultades, si para conseguir que nos dieran estas
fichas hasta hemos tenido que utilizar al hospital...
E: ¿Te arrepientes? (Maca miró a Esther, estaba cansada de todo aquello, pero eso no
menguaba su decisión, la de las dos)
M: Nunca... (Cogiendo a Esther para que se tumbaran la una sobre la otra en el sofá,
acariciaba sus mejillas, su rostro, dejaba pequeños besos aquí y allí) Nunca... ¿me oyes?
E: Sí. (Sonriendo y apoyando su cabeza sobre el pecho de Maca) Esto es horrible...
M: No digas eso, cariño. (Acariciando su pelo)
E: Pero lo es... lo es... (La voz de Esther sonaba impotente, frustrada, decepcionada) Lo
que daría por poder hacerte el amor y tener un bebé...
M: Esther... (La enfermera la miró, atrapando su rostro entre sus manos la pediatra le
sonreía) A mí también me encantaría, es lo que más me gustaría, tuyo y mío, de nuestro
amor... sin más... (Esther suspiró y se abrazó a Maca)
E: Quiero dejarte embarazada...
M: Y yo que lo hagas... (En un susurro emocionado mientras una pequeña lágrima se
resbalaba por su mejilla)

Era verdad, desde el momento en que Esther se lo pidió, tal vez mucho antes, lo había
deseado, que ella, su Esther, la mujer que la hacía increíblemente feliz cada día, pudiese
hacerlo, que la dejara embarazada, que con su amor y su cariño fuera suficiente. Un
niño, con la sangre de las dos, fruto de ellas dos, solo de ellas dos y de nadie más... pero
eso era imposible, no podían, jamás podrían tener un bebé completamente de ellas, la
frustración, la impotencia ante este echo, las embriagaba a veces, dejándolas sin
respiración, provocándoles amargas lagrimas, sabían que lo querrían igual, fuese o no
posible, pero aún así, aquél sentimiento, aquel tener que depender de otros para poder
formar lo que ambas deseaban, una familia, las frustraba. Y a Maca se le rompía el
corazón, cada vez que la enfermera le decía aquello, se le rompía, sabía que para Esther
estaba siendo muy difícil, siempre le había dado todo, y aquello, lo que más ilusión le
hacia a Maca en aquél momento, era incapaz de dárselo, y escuchar aquella voz
quebrada decirle “Quiero dejarte embarazada” la mataba, se le clavaba en lo más hondo.

E: Cariño... (Acariciando su abdomen) Yo... me gustaría... bueno... yo...


M: Esther, suéltalo... (Besando su cabeza con ternura)
E: Me gustaría que... fuese... que... si no te parece mal... ya que tú vas a... tenerlo...
M: Esther. (Sonriendo y haciendo que la enfermera la mirase) Quiero un hijo tuyo...
Dentro de mí.
E: ¿Sí? (Sonriendo de oreja a oreja)
M: Tu óvulo, tu hijo, mi vientre mi hijo... nuestro hijo. ¿Quieres?
E: Sí (Besaba sus labios una y otra vez intercalando los besos con “sí” susurrados)
M: ¿Te daba cosa decírmelo?
E: No, no sé... Sí (Mirándola con cara de niña buena) Es que no sabía si tú ibas a querer
eso... no sé... a lo mejor querías que todo... (La pediatra la interrumpió poniendo sus
dedos suavemente sobre los labios de Esther)
M: No hay nada, nada, que me hiciera más feliz que tener a tu hijo en mi vientre, nada,
cariño. Además... ¿Y lo precioso que va a salir? (Besando a su chica)
E: Sí, precioso... (Incrédula)
M: Pues sí... o preciosa... como su mama. (Acariciando su mejilla con ternura) Su mami
guapa ¿Mhm?

E: Tonta... (Mordiéndose el labio y besando sus labios) Ya me da igual a cual elegir...


M: ¿Mhm?
E: De todos esos... (Mirándola intensamente) Tengo unos genes muy tozudos, seguro
que predominan. (Guiñándole un ojo y riendo ambas)
M: Dios, ¿Qué he hecho yo para merecer esto?
E: Ser muy buena... cariñosa... alegre... lista...
M: Cariño, ¿Eres consciente de que así no hay quien se concentre en elegir un donante?
E: Sí, pero me da igual... (Riendo y besándola con pasión) Ahora mismo solo quiero
concéntrame en mi mujer...
La enfermera estaba en cafetería hablando con Laura, ya había terminado su turno pero
Maca tenía una visita a la ginecóloga del hospital y Esther quería acompañarla.

L: ¿Y a que hora es?


E: Pues... (Consultó su reloj) Dentro de veinte minutos... Y esta se ha metido en
quirófano, no, si llegaremos tarde, mira que ya le dije que la doctora fuese de aquí, para
no tener que ir con prisas, que si era de fuera llegaríamos tarde, pues nada, llegaremos
tarde igualmente.
L: Quejica... (Riendo al ver la cara que ponía Esther)
E: Sí, claro, ella es la que babeaba cada vez que veía un bebé, y hoy nos dicen que
fechas son más adecuadas, el calendario de ovulación y esta trabajando, si es que...
L: ¿Necesitáis un calendario? (Bromeando)
E: Sí, nosotras sí, y tú cuando lo quieras tener también, así que... (Riendo)
L: Que va, si cae... cae, si no... una alegría para el cuerpo (Guiñándole un ojo)
E: Pues nosotras... No... (Algo seria)
L: Ey, a las dos se os ve muy ilusionadas con el bebé, esta bien, es genial, vale, sería
más fácil si alguna de las dos tuviese... bueno... ya sabes... (Alzando un dedo y
poniéndolo recto)
E: ¿pene? (Con una media sonrisa)
L: Sí, eso, sería más fácil, pero la ilusión, el empeño, las ganas, el deseo que le ponéis
vosotras... muy pocas parejas lo hacen ¿Sabes? Y eso es estupendo, ese bebé ya es
deseado muchísimo antes de que nazca, deseado de una forma que los demás tal vez no
entiendan, pero increíblemente deseado, y yo me alegro muchísimo por vosotras.
E: Ya... pero es todo muy...
M: ¿De que están hablando mis chicas? (Apareció por la puerta y se acercó a ellas)
E: Llegas tarde... (Recibiendo un beso de la pediatra en la mejilla antes de que esta se
sentara a su lado)
M: Esther... tardamos tres minutos en subir con el ascensor... (Riendo)
L: Ey, ¿Ya tenéis al elegido? (Bromeando)
M: Sí, señora, tenemos al elegido. (Riendo las dos por la voz seria que había puesto
Maca)
E: menos guasa... va a ser...
M: Un espermatozoide anónimo cariño... (Laura reía)
L: ¿Y como es ese espermatozoide anónimo? (A Maca)
M: Pues... no tengo ni la más mínima idea.
E: Maca...
M: Sí, vale, en su perfil pone que es atlético, alto, moreno, ojos marrones ¿Qué más?
E: No tiene ninguna enfermedad genética... y es guapo.
L: ¿Es guapo? ¿Lo habéis visto? Creía que eso no se podía.
M: y no se puede. (Mirando extrañada a Esther)
E: Tengo mis contactos... ¿Quieres verle? (A la pediatra)
M: no, Esther, no quiero verle.
L: Esto.. yo creo que... me voy a marchar... Trabajo... y eso... (Levantándose
rápidamente) suerte y nos vemos luego ¿Eh?
M: Claro, Laura, que vaya bien.
E: Maca...
M: ¿Dime? ¿Subimos ya?
E: tardamos tres minutos... (Mirándola atentamente) ¿Te ha molestado?
M: ¿El que?
E: Que tenga una foto de él.
M: Lo que me molesta es que no sea mía. ¿Subimos ya? No quiero llegar tarde... (La
pediatra se levantó y salió de cafetería, Esther la siguió hasta el ascensor)
E: Cariño, solo quería ver cómo era, y fotos tuyas no me hacen falta, te tengo aquí
(Señalándose el pecho) Maca, por favor, mírame. (La pediatra levantó la vista, Esther
pudo notar su tristeza) Ey, no, no. (Cogiendo su mano y besándola) Maca, no, por favor.
La tiraré ¿Vale? Solo la he visto una vez, la guardé por si tu querías, pero la tiro ¿Vale?
Por favor...
M: No es eso, me da igual que lleves una foto de un tío... pero... no sé... ¿es necesario?
Porque vale, sí, si no es por él... pero cuando nazca el bebé... yo... le miraras y ¿Qué
verás? ¿Eh? A tu hijo y al de... ese. Y yo... no... no quiero eso ¿Vale? (La pediatra se
movía inquieta, sin mirarla a los ojos, a veces le costaba expresar lo que sentía, al
menos en palabras)
E: Maca, eso no es lo que veré. (Mirándola seria) Veré a nuestro hijo, tuyo y mío... solo
quería ver... si... si se parecía a ti ¿Vale? Solo eso... (La pediatra la miró)
M: Mi hermano quería donar...
E: No (Interrumpiéndola) Eso es... Ya es bastante complicado todo, como para que
encima el donante sea tu hermano, o tu padre o alguien cercano, un conocido, no...
mucho menos de la familia, Maca, creía que ya lo habíamos hablado...
M: Sí, y lo hablamos... pero no sé... si querías que se pareciese a mí ¿Quién mejor que
un Wilson?
E: Yo...
M: ya, lo sé, lo siento, tienes razón, sería demasiado...
E: Sí...
M: Ven anda... (Abrazándola un momento) Lo siento ¿Mhm?
E: No hace falta que lo digas, lo sé, y tu también ¿No?
M: Sí, lo sé. (Sonriendo)

Minutos después la ginecóloga les decía que en una semana lo tendrían todo listo, era el
momento perfecto, semana en la que Maca apenas podría hacer nada, Esther no iba a
dejar que hiciera ningún esfuerzo, la pediatra al principio le gustó aquello de tantas
atenciones, hasta que descubrió que para Esther hasta levantarse de la cama era un
esfuerzo...

Esther se despertó después de una noche prácticamente en vela, apenas había cerrado
los ojos un par de horas, estaba nerviosa, como nunca lo había estado, nunca en su vida.
Aquel día implantarían su óvulo fecundado en el vientre de Maca, era el día, el día en
que sus vidas, podían cambiar, en que ya no fueran pareja, sino una familia, a la
enfermera, solo con pensar que ese día la mujer con la que quería compartirlo
absolutamente todo, fuera a llevar a su hijo, de las dos, en su vientre, solo con pensarlo,
su piel se erizaba, su corazón se alteraba irremediablemente, Aquel podía ser el primer
día de una nueva vida. La de su bebé.

Maca por su lado, había dormido tranquilamente, siempre había sido muy realista,
conocía bien el proceso, tanto cómo Esther, sabía que era altamente improbable que al
primer intentó el óvulo se quedará sujeto, que era improbable que aquel día que aún no
la había visto amanecer, fuera el día, se lo había tomado con tranquilidad, preparada
para que no saliese bien. No quería llevarse una decepción, simplemente se relajó y
esperaba el momento tranquila. Aunque lo tuviesen que intentar mil veces, aunque
tuviese que dejarse todo, el dinero que costaba aquello, el sacrificio, lo que significaba
para la moral que o saliese bien, a pesar de las decepciones... lo seguiría intentando, era
lo que quería. A su bebé. De Esther, dentro suyo.

La pediatra despertó y notó la cama excesivamente grande, le faltaba el cuerpo de


Esther, pegado al suyo, su calor, miró alrededor medio dormida y no la vio, pero
percibió el olor de café recién hecho y se fue hacia la cocina. Allí, con ropa vieja y un
pañuelo en la cabeza, Esther se afanaba en limpiar los muebles de la cocina, a Maca le
sorprendió, no por que fregará, si no porque lo hacía a las ocho de la mañana y hacia
dos días que lo habían echo juntas.

M: ¿Qué haces? (Esther dio un bote inquieta, la miró un segundo y volvió a su faena,
frotando una puerta de un mueble, Maca casi se podía ver reflejada en ella)
E: Esto estaba muy sucio, deberíamos fregarlo más a menudo... si es que, claro, como
estamos con el hospital y eso, no tenemos tiempo, pero no veas, hay una de grasa...
(Maca iba riendo mientras se sentaba en una silla)
M: Esther... ven aquí... (Señalando sus piernas)
E: no, no, Maca, que tengo que limpiar esto, y el baño, y al comedor también le iría
bien una pasada.
M: Esther, ven inmediatamente. (Poniéndose seria un momento y riendo cuando la
enfermera se sentó en su regazo) ¿Se puede saber que bicho te ha picado?
E: Ninguno, ¿Quieres café? Espera que voy. (Hablaba atropelladamente, intentó
levantarse pero la pediatra pasó un brazo por su cintura y la detuvo)
M: Ey, cariño, respira, te va a dar algo. (Sonriendo dulcemente)
E: No sé cómo puedes estar tan tranquila... (Suspirando) Hoy es el día.
M: ¿Qué día? ¿Martes? Sí... y ¿Sabes que? Mañana es miércoles. (Bromeó Maca)
E: ¿Te ríes de mí? (Seria)
M: Cariño... (Acariciando su mejilla y dándole un beso) No.. me río de tus nervios...
tienes que tranquilizarte ¿Vale? Y Esther... sabes que puede no salir bien esta vez, que es
lo más seguro, odiaría que te pusiese triste si no sale...
E: Ya, lo sé, tranquila... (La voz le temblaba de los propios nervios)
M: Esther... mírame... (La enfermera fijó sus ojos en los de Maca) Da igual que hoy no
sea el día, llegará, el día que sea, llegará, yo no voy a rendirme... y no quiero que tú lo
hagas. Quiero que estés conmigo, ese bebé va a ser nuestro, de las dos, y quiero que
estés ahí, bien, el día que sea ¿Vale? No quiero verte triste si sale mal, no lo soportaría,
Esther... no podría hacerlo...
E: Ya, lo siento, pero es que... ¿Y si es hoy?
M: Esther, por favor... (Suplicante, tan solo la idea de que Esther sufriera le provocaba
un sinfín de emociones, una tristeza inmensa) Cariño, es un día como cualquier otro...
no rehagas ilusiones, no soportaría que te derrumbaras.
E: Ey, no va a pasar eso, solamente... tengo ganas, pero ya lo sé, si sale mal, bueno, a la
próxima (Aunque lo cierto era que Esther no se veía capaz de pasar por todo aquello
otra vez) Venga, desayuna, vístete y nos vamos ¿Mhm?
M: Vale... (La enfermera se fue a levantar de nuevo, pero otra vez el brazo de Maca se
interpuso en su camino) Un besito. (Sonriendo, Esther sonrió con cariño y besó los
labios de Maca) Así mejor ¿Mhm?
E: Sí, mucho mejor. (Sonriente) Venga, anda, date prisa.
M: Sí, mi guana... (Riendo)
Una hora después entraban al hospital, la inseminación se haría allí mismo, la doctora
les hizo pasar a una sala y que esperaran un momento, volvió poco después con todo el
material necesario.

Dra: Supongo que te quedas ¿No? (A Esther, la enfermera se aferró a la mano de Maca
y la pediatra rió)
M: Cualquiera la echa...
Dra: Bien, vamos a ver... ya conocéis las probabilidades y lo difícil que puede ser todo,
que todo depende de la suerte, de que el óvulo se agarre bien en el útero y que no haya
ningún rechazo ni nada parecido ¿No? (Ambas asintieron) Y que si sale mal, espero
veros pronto, ya he tenido muchas parejas que no han sido capaces de aguantarlo, bien
por el coste económico o por el gran desgaste emocional que supone. (Maca miró a
Esther preocupada)
E: Lo sabemos, tranquila, que no pensamos dejarte en paz hasta que ella este
embrazada. (Sonriendo)
Dra: Perfecto.. ¿Empezamos?
M: Vamos allá... (Esther estrechó la mano de Maca, intentando transmitirle algo de
tranquilidad, pero lo único que Maca percibía era el nerviosismo de su chica)

La pediatra estaba tumbada en el sofá de casa, había conseguido que Dávila le diese un
par de días, bueno, Esther había hablado con él, Maca se imaginaba amenazando al
pobre director para que le diese los días o formaría un motín en la entrada del hospital,
obviamente, la enfermera por una de aquellas casualidad... también tenía dos días libres.
Maca había dicho de aprovecharlos y hacerse una escapadita, pero Esther se había
negado y la había postrado al sofá o a la cama. Sonó el timbre y Maca estuvo a punto de
salir disparada, pero vio pasar a toda velocidad a Esther hacia la puerta.

Verónica: ¿Cómo esta mi futura mamá?


E: Vero, que necesita descanso.
Verónica: ya tendrá tiempo cuando le den la baja. (Entrando con una caja de bombones
en la mano) Ten hermanita. (Lanzándoselos y cayendo sobre su abdomen)
E: ¡Cuidado! (Vero miró a Esther y Maca se echó a reír)
M: Esther... ¿Me haces un café?
E: Nada de cafeína, te puedes alterar... ¿Una tila? (Sonriendo)
M: Sí, lo que quieras, cariño... (La enfermera sonrió y se fue hacia la cocina, Vero se
sentó al lado de su hermana) Sácame de aquí... (Agarrándola del brazo y mirándola
suplicante) Por favor...
Verónica: Anda, quita (Riendo) No seas payasa, se preocupa por ti, es lo que hace el
amor hermanita.
M: Pues desenamórame... no me deja hacer nada... y la moto... la moto ya no la vuelvo
a ver en la vida.
Verónica: Anda, Maca, que es por tu bien, no seas quejica... además... si mahoma no va
a la montaña..... la montaña va a mahoma...
M: Desde que te has casado con Fernando estas de un filosófico... (Burlándose)
Verónica: ¡Que no! Si es que no te enteras... mañana fiesta aquí. (Guiñándole un ojo)
M: ¿Es una excusa para utilizar mi casa como local para uno de tus guateques?
Verónica: No, si yo es por animar a la futra mamá... que por cierto ¿Estamos o no
estamos?
M: Vero, que me hicieron la inseminación ayer...
Verónica: Coñe... bueno, nada, guárdalo para más tarde (Entregándole un paquetito
envuelto)
M: ¿Me has traído un regalo? (Extrañada y riendo) A ver... a ver... un test de embarazo...
(Ambas se miraron y se echaron a reír, Esther apareció con los cafés) Mira, ya tenemos
nuestro primer test. (Meneando el paquetito en el aire)
E: ¿Probamos a ver?
M: ¡Dios! ¡Devuélvelo! (Tirándoselo a Vero, Esther le dio un cachete en el cuello y se
sentó a su lado)
E: Que tontita que estás...
M: Pues anda que tú... (Mirándose divertidas)
E: Ey, Vero ¿Qué tal Fernando?
Verónica: Esta de viaje, se pasa todo el día viajando... lo que me viene muy bien.
(Frotándose las manso con gesto malicioso)
M: Ay, madre...
Verónica: ¿Qué? Como mujer casada no puedo irme todos los días por ahí, tengo que
estar con él y todas esas chuminadas, pero como mujer casada con el marido en Japón...
¡Yuhu! (Dando saltitos y riendo)
M: Pobre Fernando...
Verónica: Pobre de mí, que últimamente no quiere salir con mis amigos...
M: Por algo será...
Verónica: Que va... (Diciendo que no con la cabeza) Bueno... ahora que lo dices... Tal
vez sea porque la ultima le pintaron el arcoiris en la cabeza... o la penúltima... Lo
disfrazaron de drag queen... y una vez le obligaron a hacer un streaptease en el local...
E: ¿Y aun preguntas porque no quiere? (Riendo)
M: Peor es la mía, la mía me obliga a estarme quieta sin hacer nada, encerrada, y las
visitas... contadas. (Bromeando)
E: Tú te vas a quedar sin cena... (Maca la miró y se acarició el abdomen) Eso se llama
chantaje emocional.
M: Pero funciona... (Ambas rieron)
Verónica: Bueno, eso, que mañana... ¿Una cenita para celebrarlo, no?
E: No... que... aún es pronto ¿No? (Mirando a Maca)
M: Es pronto. (Sonriendo con dulzura) Además, esta no quiere cena, querer montar un
guateque en casa...
Verónica: Eso es mentira, ¿Cómo puedes pensar eso de mí? (Haciéndose la ofendida,
recibió una mirada divertida de Esther) Esta bien, ya buscaré otro sitio, si es que... tener
hermana para esto...

Vero se quedó con ellas toda la tarde, hasta que ya había anochecido sobre las calles de
Madrid. Días después, Esther llegaría con tres regalos para Maca, uno de ellos, podría
darles la respuesta a la pregunta que más había rondado sus cabezas en aquél tiempo.

La pediatra estaba comiendo palomitas y viendo un programa de bromas en televisión,


se había pedido el día libre, aquella mañana se había levantado con el estomago algo
revuelto, seguramente algo que le sentó mal la noche anterior y tenía la intención de
tirarse todo el día en el sofá sin hacer nada. Al menos hasta que llegase Esther y se le
ocurriese algo mejor que hacer. Escuchó una llave en la cerradura y la puerta abrirse.

E: ¡Ya estoy en casa! (Cerrando la puerta)


M: ¿Qué tal el día?
E: entretenido... (Se asomó al comedor y sonrió a Maca, que la observaba con la cabeza
apoyada en las manos y los brazos sobre el respaldo del sofá) ¿Qué has hecho?
M: Mhmhm... comer, dormir... están echando un programa muy bueno, Just for
Laughts... o algo así... ¿Te apetece?
E: Buf... ahora estoy un poco ocupadilla...
M: ¿Ocupadilla en que? (Mirándola extrañada, la enfermera solo tenía la cabeza
asomada desde hacía un rato) ¿Qué escondes? (Riendo)
E: Nada...
M: ¿Ah, no? (Se levantó divertida y se acercó a Esther) A ver... a ver... (Al acercarse a
la enfermera vio en que tenía las manos ocupadas, en una llevaba un ramo de margaritas
naranjas precioso, en la otra un bol de palomitas y un pequeño regalo) Esther... son
preciosas (Cogiendo las flores)
E: Las palomitas son para la peli que compramos ayer... últimamente es lo único que
comes... (Sonriendo traviesa)
M: Ya, me apetecen. (Riendo y dándole un beso en los labios, mordiendo un segundo su
labio inferior y estirándolo) ¿Te agradezco las flores? (Insinuante)
E: Vale... últimamente también tienes la lívido subida... (Bromeando y abrazándola
como podía) Aún queda un regalito... (Dejando las palomitas a un lado y meneando el
pequeño paquete en su mano) ¿Quieres abrirlo?
M: Creo que sé lo que es... (Sonriendo con ternura) Trae anda... (Cogiéndolo y
marchándose a sentarse al sofá, la enfermera se sentó nerviosa a su lado, la miraba
expectante, la pediatra abrió el paquete y se encontró con un teste de embarazo)
E: ya sé que mañana tenemos visita con la ginecóloga... pero... no podía esperar...
(Maca sonrió y cogió algo de la mesa, se lo enseñó sonriente a Esther) ¿Ya te lo has
hecho?
M: Me faltaba lo más importante...
E: Oh, no tenías ganas de... (Maca se echo a reír)
M: Tú, tontita. (Esther frunció la nariz riendo y besó a Maca, le temblaban los labios, y
no solo eso, todo el cuerpo parecía estar moviéndose) ¿Preparada? (Mirándola con las
cejas alzadas)
E: Buf.. (Miró a Maca, parecía asustada, lo estaba, asustada por lo que aquel pequeño
aparatito podría decirles, asustada por lo que podrían sufrir si decía que no... asustada
por la felicidad que podía suponer que dijera que sí)... no... creo que nunca... (Maca
sonrió y estrechó la mano de Esther entre las suyas, esta cerró los ojos y respiró
profundamente) Vamos... es el momento...

Poco después ambas se sentaban en el sofá de nuevo, agitadas, sintiendo cada fibra de
su cuerpo llenarse de esperanza, de nerviosismo, agitándose, resonando como las notas
de Jazz en un coliseo, sentían la tensión, acumulándose en sus cuerpos, sus miradas
temerosas observaban el test, encima de la mesa, tranquilo e impasible. Cinco minutos.
Cinco minutos y todo podría dar un giro, hacia la mayor felicidad... o hacia la más
profunda de las tristezas.

Esther se levantó y empezó a dar vueltas por la habitación, no podía estarse quieta,
suspiraba, miraba el test, daba un paso, miraba el test, suspiraba. Ya no sabía que hacer,
optó por encender la música, aquel silencio solo hacía que ponerla más nerviosa. Maca
sonrió al escuchar los acordes y se levantó del sofá, se acercó a Esther mientras las
notas empezaban a calmar sus cuerpos, sus almas.

M: ¿Bailas conmigo? (Sonriendo con una dulzura infinita)


E: Nada me gustaría más... (Más calmada se abrazaba a Maca lentamente, como con
miedo a que se rompieran, con suaves caricias)

My life is brilliant.
My love is pure.
I saw an angel.
Of that I'm sure.
She smiled at me on the subway.
She was with another man.
But I won't lose no sleep on that,
'Cause I've got a plan.

Maca miró a Esther y suspiró, dijese lo que dijese aquel test, estaban juntas, en aquél
momento, allí, y eso, no cambiaría nunca, ninguna de las dos permitiría que cambiara...

You're beautiful. You're beautiful.


You're beautiful, it's true.
I saw your face in a crowded place,
And I don't know what to do,
'Cause I'll never be with you.

Maca miró a Esther, calmándose con aquellos ojos que la observaban, algo inquietos,
cada vez menos, cada vez más tranquilos, cada vez más suyos. Se susurraban mil
palabras de paz, sin abrir siquiera los labios, todas las palabras del mundo para
compartir aquel momento, para seguir juntas, unidas...

Yeah, she caught my eye,


As we walked on by.
She could see from my face that I was,
Fucking high,
And I don't think that I'll see her again,
But we shared a moment that will last till the end.

El reloj de Esther sonó, prácticamente un murmullo, como si se hubiese confabulado


para no interrumpir el momento. Ambas se miraron. Sabían lo que significaba. Era el
momento. Suspiraron y se cogieron con fuerza las manos, transmitiéndose la seguridad
necesaria para acercarse a la mesita, coger el test y ver su futuro en él. ¿Intentarlo de
nuevo? ¿Esperar nueve meses?

You're beautiful. You're beautiful.


You're beautiful, it's true.
I saw your face in a crowded place,
And I don't know what to do,
'Cause I'll never be with you.

Maca lo cogió, su mano se agitaba asustada en el aire, apretó el test entre sus dedos,
como asegurándose de su consistencia, miró a Esther y concentrada en sus ojos, sin ver
nada más, le enseñó el test...

You're beautiful. You're beautiful.


You're beautiful, it's true.
There must be an angel with a smile on her face,
When she thought up that I should be with you.
But it's time to face the truth,
I will never be with you.

Una lágrima brotó de sus ojos, seguida de mil más, sentía como se escapaban de su
cuerpo, como mojaban su camisa, como empañaban el rostro de Maca, la habitación,
todo... pero por encima de todo.... le daba igual. Maca la abrazó, refugiándose en ella,
apretándola contra ella, queriéndola sentir cerca, muy cerca.

E: Felicidades mamá... (En hilo de voz, fue lo único que consiguió decir en el preciso
instante en que sus vidas cambiaban)

Esther abrazaba a Maca por detrás, la pediatra descansaba tranquilamente, aún les
quedaba una hora para tener que levantarse, pero Esther se había acostumbrado a abrir
los ojos junto con el amanecer y prepararle algo para desayunar a Maca. Lo que aquel
test les había dicho, lo había confirmado la doctora, y a pesar de que les advirtió que las
siguientes semanas eran decisivas, ellas no podían evitar, no querían hacerlo, que la
felicidad se les notará, tanto que con solo observarlas una sonrisa se dibujaba en tu
rostro, inevitable, tanta era la felicidad que desprendían tan solo con una mirada o un
gesto. Habían tenido la gran suerte de no tener que pasar por aquel gran golpe que
suponía no conseguirlo, lo habían conseguido, así Esther se abrazaba a la mujer que le
era más importante, con su bebé creciendo en su interior.

La pediatra se removió un poco al notar la mano de ella sobre su abdomen,


acariciándolo como si fuese el tesoro más preciado que el mundo hubiese conocido,
para ella lo era, y el mundo, el mundo le daba igual, su mundo llevaba un mes naciendo
de su otro mundo, y es que ella, era una de esas personas afortunadas que tiene más de
un mundo para explorar, para perderse entre sus colores y sus emociones. Maca se
apretó dormida contra el cuerpo de Esther y esta refugió su rostro en su cuello,
empapándose de ella, perdiéndose en aquel mundo echo de su piel, de su cuerpo, sonrió
y cerró los ojos.

Un bebé. Suyo y de ella. A veces aún no se creía que toda aquella historia tuviese algo
que ver con ella. La chica con miedo al compromiso, allí estaba, cada vez más débil, a
punto de crear su propia familia, habiendo entregado su corazón a la mujer de la moto
pija, a la niña borde y adinerada que había conocido en algún momento, a la mujer que
le había enseñado Jerez y la propia Madrid a través de sus ojos, cambiándoles el color
para siempre. Y es que una ciudad tiene mil colores, y Esther veía el mismo que Maca.
Ella se lo había enseñado, eran las únicas que veían aquel color. Esther le había dado
todo, y por primera vez el hecho de haberlo dado, y no solo eso, seguir queriéndole dar
más y más, sin censuras, sin barreras, absolutamente todo, ese hecho... ya no la
asustaba, todo lo contrario, hacía que sonriera feliz, feliz de saber que tenía a alguien
por quien lo arriesgaría todo, saber que podía amar como lo hacía, lo único que quería
es que aquella sonrisa radiante, aquellos ojos marrones tan profundos y brillantes...
siguieran ahí, en su rostro, por siempre jamás.
Aunque no hubiera sido algo a lo que diera importancia, al menos no tanto como ella, lo
cierto era que desde el momento en que decidieron dar ese paso, en que comenzaron
todos los tramites, acompañados de mil quebraderos de cabeza, lo cierto era que
esperaba aquél día con unas ganas tremendas, deseando escuchar el llanto de su bebé, su
primer llanto, se preguntaba como sería ¿Tal vez estridente? Seguro que no, seguro que
sería suave, con ritmo propio, como una dulce canción.

M: Mhm... (Se dio la vuelta en el abrazo de Esther) ¿Qué haces despierta?... ¿Qué hora
es? (Esther sonrió y acarició su cara)
E: Buenos días, princesa... ¿Qué tal has dormido?
M: No son buenos días... (Sonriendo divertida)
E: ¿No? ¿Y que puedo hacer para cambiar eso?
M: Un besito... No, mejor... Un besito grandote.
E: Sacrificios que tiene que hacer una... (Riendo y acariciando los labios de Maca con
los suyos) Ahora vuelvo... (Descendiendo por el cuerpo de la pediatra y desapareciendo
bajo la sabana)
M: ¿Adónde vas? (Sin esperar respuesta se estiraba sobre la cama, facilitándole el
camino a Esther, fuera donde fuera, sintiendo sus manos acariciándola a su paso)
E: Buenos días, bebé... ¿Qué tal se esta ahí dentro? (Maca se echó a reír, apartando la
sabana y mirando como Esther tenía la oreja pegada a su abdomen) Dice que muy
bien... (Mirándola sonriente)
M: ¿Qué más dice?
E: Pues... (Pegó su oreja de nuevo) Dice... Que no te muevas tanto por las noches... que
lo despiertas... (La miró divertida) Y que no grites tanto por la noche... (Susurrando
mientras se acercaba para besar sus labios)
M: Pues nada... le dices que la que me hace gritar eres tú... ¿Mhm? Y que no quieres
dejar de hacerlo...
E: ¿Quién te ha dicho que no? Si al bebé le molesta...
M: Cariño, debe medir solo unos centímetros... no creo que le moleste nada... y eso
menos... a mí me relaja mucho (Alzando una ceja traviesa)
E: Que pequeñito... (Acariciando su abdomen) ¿lo notas?
M: Tu mano... mucho... el bebé... aquí... (Acariciando su pecho, a la altura del corazón)
E: Tonta... (Dándole pequeños besos) Me encanta... tenerte así... y a él... juntitos... y que
se te vaya a notar la barriguita en poco tiempo... (Sonriendo)
M: Mierda... (Dando un bote y saliendo disparada, tirando a Esther al suelo en su huida)
E: ¡Eh! (Escuchó los ruidos de Maca) ¿Cariño? (Se acercó corriendo al baño, la
encontró apoyada en la taza del wáter) Nauseas matutinas... (Sonriendo, Maca la miró y
Esther cambió su expresión, acercándose rápidamente a ella, muy preocupada, Maca
estaba muy pálida) ¿Maca? Cariño... voy a llamar a Eva, no te muevas. Enseguida
estamos en el hospital.
M: Esther... (Parándola) Estoy bien... no me pasa nada, solo que estoy embrazada (Con
una media sonrisa) y parece que nuestro pequeño se ha despertado con ganas de fiesta...

Cuando Maca se encontró mejor, se fueron al hospital, llegaban tarde, posiblemente por
lo de las nauseas, o porque Esther se había tirado una hora intentando convencer a Maca
de que comiese algo y luego de que se quedase en casa, metida en la cama descansando.

E: Si es que... tenías que haberte quedado en casa ¿Y si te mareas o algo? (Mirándola


preocupada mientras entraban en el hospital)
M: Que estoy bien... que se me pasa en un momento... (Esa frase ya la había dicho
cincuenta veces en una hora)
E: Pero no... la señorita tiene que venir a trabajar, ¡Como si no hubiese otros pediatras
en el hospital! No... ella aquí... total, da igual que este pálida como una pared...
M: Que estoy bien... que se me pasa en un momento...
T: ¡Buenos días, pareja! (Al verlas detenerse delante de ella) Maca, hija, que cara que
me traes... ¿Estás bien? (Maca la fulminó con la mirada mientras firmaba el registro)
M: Me voy a trabajar.
T: Buf, que humor, esta es de las que le sienta mal el embarazo, que se pone de mala
leche... no es borde ni nada...
E: Y cabezota (Firmando) Muy cabezota (Marchándose molesta)
T: Hay que ver... que mal les sienta el embarazo a estas dos... ya ves tú, ¿Qué les
costaba decir buenos días? Si es que hay gente para todo...

Maca se tiró toda la mañana encerrada en el despacho, mirando y firmando informes


atrasados, estaba de muy mal humor, todos le preguntaba cada vez que la veían que le
pasaba, que estaba muy pálida, que tenía mala cara, vale, tal vez tenían algo de razón,
pero no creía que se lo tuviesen que recordar cada cinco minutos. Cuando firmaba el
último informe tocaron a la puerta y la enfermera se asomó.

E: Me han dicho que escupes fuego y que te sale humo por la boca... (Entrando y
cerrando tras de si)
M: ¿y que me da por comerme a la gente? ¿Eso no te lo han dicho? (Mientras Esther se
ponía detrás suyo y le masajeaba los hombros)
E: Deben de haber pensado que a mí no me importaría que me comieras... (Besando su
cuello) Pero solo un poquito ¿Mhm? (Besando el otro lado)
M: Solo un poquito... (Apartando la silla para que Esther se sentará sobre sus piernas)
E: A ver... (Acariciando su rostro con cariño) ¿Qué le pasa a mi niña?
M: Nada...
E: Ya... ¿Por eso te comes a la gente?
M: Es que... (Suspiró) Es una tontería...
E: Vale, yo quiero compartir las tonterías contigo... todo... (Maca la miró con cariño)
M: ¿Qué hacía sin ti?
E: Creo que chulear de moto pija por las calles...
M: Que aburrido ¿no? (Besando a la enfermera) Menos mal que me sacaste de la calle...
E: Sí... ¿Me lo vas a contar o te lo voy a tener que sacar?
M: Depende de cómo me lo vayas a sacar... (En un susurro que estremeció la piel de
Esther)
E: Tenía pensado hacerlo a base de cosquillas... pero se me acaba de ocurrir algo mejor
(Acercándose a los labios de Maca, acariciándolos con su lengua para luego atraparlos
entre los suyos y succionarlos levemente)
M: ¿Me ves fea? Ya te lo he dicho. Seguimos (Con palabras atropelladas antes de
devolverle el beso, Esther se apartó extrañada)
E: ¿Fea? ¿Te ves fea? (Maca suspiró, se iba a quedar sin ración de besos)
M: No... ¿Seguimos? (Poniéndole morritos)
E: No, ahora me lo cuentas...
M: Es que... como todos me dicen la mala cara que tengo.. y después de escucharlo mil
veces... a una le da por pensar...
E: Maca (Cogiéndola por la barbilla) Eres la mujer más increíble que conozco, eres
preciosa, tanto que duele, si hay una bestia en esto, soy yo, no tú ¿Mhm?
M: Pues si todas las bestias son como tú... me pido dos para reyes ¿Mhm?
E: ¡Ajá! Así que no te basto yo...
M: Contigo siempre me quedo con ganas... nada me parece suficiente...
E: Va a ser verdad... las embarazadas os ponéis muy sensibles (Besándola con cariño)
¿Ya se te ha pasado?
M: No... dímelo otra vez... (Poniéndole ojillos)
E: ¿Qué eres preciosa e increíble o que te quiero con locura?
M: Mhmhm... me quedo con lo segundo ¿Eh? (Riendo y besándola)
E: Cariño... (Quedándose con sus frentes pegadas) Te quiero.. (En un susurro dibujado
en sus labios)
M: ¿A los dos? (Acariciándose el abdomen)
E: Claro que a los dos... ya no sabría estar sin ti... y sin él... no sería capaz...
M: ¡Claro! Como que Dávila te echaría por llegar siempre tarde...
E: Va a ser por eso ¿Eh? (Riendo y besándola de nuevo)

El día que Maca tenía su primera ecografía, fue un día movido en urgencias, sobre todo
para Esther, que aparte de encargarse de las enfermeras y atender a algún que otro
paciente, también tenía que aguantar a Vilches, que tenía uno de aquellos días en los que
mordía y encima se juntaba con uno de aquellos en que parecía que la enfermera era
imprescindible para el doctor.

Hacia media hora que miraba el reloj, estaba en quirófano junto con Vilches y Héctor,
pero su cabeza no estaba para nada allí, estaba donde Maca, en unos minutos le tocaría
subir a hacerse la eco, y la enfermera no quería perderse aquel momento por nada del
mundo. Pero había tenido la mala suerte de estar en recepción cuando llegó un paciente
muy grave, y sin darse cuenta, se había visto a ella misma preparando el quirófano para
la operación, llevaban ya tres horas allí y no había podido avisar a Maca, esperaba que
Teresa le dijera algo.

V: Gasas... ¿Esther?... ¡Gasas, coño! (La enfermera salió de su ensimismamiento, paso


su mirada de las agujas del reloj a los ojos de Vilches)
E: ¿Qué?
V: Gasas. (Muy serio)
E: Sí... (La enfermera le pasó gasas y volvió a mirar el reloj)
H: Che, lo va a desgastar... ¿Qué pasa? (Mirando a la enfermera divertido)
E: Pues.. nada...
H: Sha, te quedaste... Loca...
E: No, no, estoy.
V: Aquí no, eso seguro. Pinzas.
E: Es que (Le pasó las pinzas a Vilches y miró a Héctor) tenemos nuestra primera Eco...
y no me va a dar tiempo...
H: ¿Qué haces acá? ¡Anda con ella!
V: Esther, lo siento, pero te necesito aquí...
H: Pendejo... déjala marchar... (implorando con la mirada)
V: ¿Pendejo? Tú te callas...
H: Pendejo, sí, sos como un nene... vos querer y ya no más, no se puede decir nada. Sos
un pendejo.
V: Sí, sí. Esther, aspira. (La enfermera miró el reloj por última vez)
E: Lo siento, nena... (En un susurro imperceptible y con la mirada triste, aspiraba la
zona que le indicaba Vilches)

La pediatra estaba apoyada en el mostrador de recepción, también miraba el reloj


continuamente, ya debería estar subiendo pero deseaba sobre todas las cosas que Esther
estuviese allí, quería ver su rostro al mirar por primera vez a su hijo, tal vez era un
capricho, pero un capricho que quería concederse)

T: Maca, yo no es por meterme... Pero vas a llegar tarde. (Maca la miró y luego al reloj
una vez más)
M: Pásame le teléfono por favor. (Teresa se lo tendió)
T: ¿Qué vas a hacer?
M: Cancelar la eco. Que me la hagan otro día. Trabajo aquí, alguna ventaja tendré que
tener ¿No?
T: Maca, hija, ya sabes como van los de eco, si ya os hicieron un hueco para que
pudierais venir las dos, no creo que te la puedan aplazar.
M: Pues me voy a una privada, me da igual, pero sin ella no hay eco.
T: Hija, como te pones, mira yo, mi marido no fue a ninguna de las ecos... y mira, muy
tranquila, yo lo prefería en casa, sin molestar.
M: Ya, Teresita, pero yo la quiero cogiendo mi mano y que le veamos juntas por
primera vez... Además... ¿Había ecógrafos en tu tiempo? (Mientras marcaba el número)
T: Muy graciosa, Wilson... (Maca le sacó la lengua mientras al otro lado respondían)
M: Hola, soy Maca. Sí, lo sé, pero es que me es imposible ahora, ya sabes, urgencias,
mucho lío. ¿Podríamos... No... Es que... Sí, si lo entiendo pero... no, ahora no puedo....
De verdad... que no... sí... (Héctor apareció corriendo y le hizo señas a Maca, esta le
miraba extrañada) ... sí... no, no.... ¿puedes esperar un momento? Sí... (Miró a Héctor y
le indicó con la cabeza para que hablase)
H: Diez minutos y esta con vos... (Maca sonrió de oreja a oreja)
M: ¿Sigues ahí? Subo enseguida...

Esther corría por los pasillos, con la mente puesta en el monitor que a aquélla hora ya
debería estar enseñando a su bebé. Abrió la puerta del tirón y se quedó paralizada ante la
imagen que vio.

Maca estaba medio estirada en la camilla, con la cabeza hacia un pequeño monitor, unos
auriculares puesto es sus orejas, el abdomen con una capa gelatinosa que brillaba a la
luz, la doctora mantenía sujeto el detector en un punto de este, pero lo que vio en la
mirada de Maca, completamente concentrada en aquella imagen que Esther no podía ver
desde su posición, lo que sus ojos le decían... la dejaron clavada allí. Aquellos ojos
marrones estaban humedecidos por lágrimas, a través de ellas se podía ver un brillo
diferente en ellos, uno que Esther nunca había visto antes, de completa y absoluta
felicidad.

Dra: Esther, ven... (Al verla allí parada, Maca seguía en aquél mundo en el que solo
estaban ella y su bebé)... vuestro bebé esta perfectamente, todo esta muy bien...
¿Quieres escucharlo? (Haciendo ademán de irle a quitar los auriculares a Maca, la mano
de la enfermera detuvo a la doctora)
E: Déjala un poquito más... (Mirando a su chica con una ternura y amor que hubieran
conmovido hasta al más radical)
Dra: Cómo quieras... (Levantándose y haciendo que Esther cogiera el detector) Os dejo
solas ¿Vale?
E: Gracias... (Sin mirarla, mirando únicamente el rostro emocionado de Maca)

Permanecieron así unos segundo, hasta que la pediatra miró hacia la puerta, implorante,
sin darse cuenta que lo que deseaba que entrará ya estaba a su lado, miró a donde estaba
la doctora y al ver a la enfermera sonrió iluminando absolutamente la habitación, cada
rincón, cada sombra, cada pequeño hueco se llenaba de aquella sonrisa, Maca se quitó el
auricular de una de su orejas.

M: ¿Quieres saber que música hace nuestro bebé? (En un susurro entrecortado por la
emoción)
E: Me muero por escucharle... (Acariciando el rostro de Maca con su mano libre para
después coger el auricular que le tendía, lo colocó en su oreja y escuchó)

Al principio no escuchaba nada, pero luego, como por arte de magia, se escuchaba un
débil golpeteo... pausado... tranquilo... cada latido llegaba lentamente, como si el bebé
se encontrará en una infinita paz. Sus ojos se empañaban mientras seguía escuchando
aquella música, la más maravillosa e increíble de mundo, única en él. Su sonrisa se
ensanchaba a cada latido, su felicidad, su entusiasmo, aquélla sensación de tener todo lo
que deseaba en aquel preciso momento.

M: Es... (No terminó la frase, se encontró con la mirada de Esther y sonrió dulcemente)
¿No quieres verle? (Maca cogió el lector, apartando suavemente la mano de Esther, la
enfermera se acercó al monitor sin mirarlo todavía, concentrada en aquellos pequeños
latidos caprichosos que escuchaba)
E: Es... (Alzó la vista hacia la pantalla y lo vio, y tan solo una pequeña mancha borrosa
en la pantalla, una manchita con su cabecita, sus piernas y sus bracitos, sonrió feliz y
acarició la pantalla como si así lo pudiera acariciar a él)... nuestro pequeño...
M: Sí... (Mirándola embelesada, sintiendo como su cuerpo no podía con tanta emoción
contenida, ambas empezaron a llorar, con la vista fija en la pantalla, escuchando sus
pequeños latidos, mirando como de vez en cuando el pequeño se movía un poco y
riendo al verle hacerlo)

A los cuatro meses de embarazo, Esther se dio cuenta de un pequeño detalle... Maca
empezaba a tener barriguita. Lo había notado una noche, cuando se abrazaba a su
cuerpo desnudo para dormir algo. Al poner su mano sobre el abdomen de Maca notó
que ya no se adhería tan perfectamente como antes.

E: Maca... (A su oído)
M: Cariño... que estoy que no puedo con mi alma... De verdad...
E: Que no es eso, tonta. (Riendo y besando su hombro) Que hay algo raro...
M: ¿Cómo de raro? (Suspirando y mirándola)
E: Vale... ya te dejo dormir... (Sacándole la lengua y recostando en la cama, Maca se dio
la vuelta y la miró)
M: tontita... (Acariciando su rostro)
E: ¿Te has dado cuenta?
M: De que eres tonta... mhmhmhmh... sí. (Se llevó un golpe cariñoso de su chica)
E: De esto (Tocando su abdomen) Tú si que eres tonta (Fingiéndose molesta)
M: Uy... que se me enfada mi niña... (Sonriendo y besando su mejilla) Ven aquí, anda...
(Abrazándola) ¡Eh! (Riendo a carcajadas)
E: ¿Qué? (Sobresaltada)
M: Creo... (Ponía su mano sobre su abdomen, sonrió de oreja a oreja, con el corazón
acelerado y riendo limpiamente)
E: Cariño, ¿Qué pasa? ¿Estás bien?
M: Mira... (Tomó la mano de Esther y la puso debajo de la suya, apretándola contra su
barriga)

La enfermera la miró sorprendida, apretó un poco más y notó un suave golpe en la


palma de su mano, empezó a reír junto con Maca, mirándose de vez en cuando
divertidas.

M: El pobre se debe haber acelerado antes... (Esther la miró sonrojada)


E: Pobrecito... (Se acercó a ella, poniendo su oreja “sobre” su bebé) ¿Te hemos
despertado, cariño? Otra vez los grititos de tu mami ¿eh?
M: A ver que le dices... Me lo vas a traumatizar antes de que salga... (Bromeó)
E: Que graciosa esta tú mami cuando se levanta... (Acercándose a su rostro y besándola
con cariño)
M: Ya ves, una que tiene encanto. (Esther sonrió divertida y mordió su labio inferior)
Ves... encantadora. (Sacándole la lengua)
E: Sí, sí, anda... tira para la ducha que te preparo el desayuno.
M: No quiero... (Poniendo morritos) ¿No vas a venir conmigo?
E: Si voy contigo... Acabaremos arrugadas como pasas, además... Tengo hambre...
(Riendo y saliendo de la cama, Maca la atrapó en el filo, rodeándola por su cintura y
besando su hombro, suspirando luego en él)
M: Me apetece manteca colorá... (A su oído muy bajito)
E: ¡Dios!¡La niña de los antojos! (Riendo y acariciando su mano) Si llego a saber que te
ibas a poner en este plan... no nos quedamos embarazadas ¿Eh?
M: Tontita, mira que luego al bebé le saldrán manchitas porque su mami no ha tenido
sus antojos ¿Eh?
E: Eso te lo ha dicho mi madre ¿Verdad? (Maca rió y se fue hacia la ducha)
M: ¡Manteca colorá! (Gritó antes de meterse bajo el agua)
E: Será... (Suspiró resignada y fue a la cocina)

Se puso un albornoz encima mientras andaba por el pasillo, al llegar a la cocina lo


primero que cogió fue el bote de manteca, sonrió al mirarla, Maca había resultado ser
una embarazada muy caprichosa, no hacía más que decir “Me apetece esto... me apetece
lo otro...” Pero Esther ya había aprendido que había una cosa que podía sustituir todos
sus antojos, ella, al menos tenía un escape cuando en casa no tenían de lo que Maca
tenía ganas.

Mientras la cafetera empezaba a funcionar iba untando algunas tostadas de manteca,


canturreando contenta una cancioncilla que había escuchado en la radio y siguiendo un
compás que se inventaba sobre la marcha. Estaba feliz. Desde hacía mucho. Y lo que
más le gustaba... era que iba a seguir siendo feliz.

M: ¡Esther! (Gritó desde el baño) ¡Esther!


E: ¡Que sí, que manteca colorá! ¡Estoy en ello! (Respondió entre risas la enfermera)
M: ¡Ven! ¡No es eso!
La enfermera dejó las tostadas y fue hacia el baño, se apoyó en el marco de la puerta
mirando a Maca, sentada en la taza del wáter envuelta en su albornoz, vio que su rostro
reflejaba algo de preocupación.

E: Ey, ¿Qué pasa? (Se acercó y se sentó sobre sus piernas, Maca la abrazó)
M: Vamos al hospital ¿Mhm?
E: ¿Al hospital? Nos da tiempo a desayunar antes del... (La miró y la preocupación de
Maca se coló en ella) Vamos... (Cogiendo su mano y levantándose, se vestían corriendo
sin apenas hablar, Esther no entendía nada, solo lo que los ojos de Maca le habían dicho,
al menos, lo que sentía Maca)

Cogieron el coche, hacia tiempo que (para enfado de Maca) no cogían la moto, la
enfermera tenía miedo de que tuvieran un accidente, y Maca por no escuchar su
discurso de horas sobre la seguridad en coche, había aceptado sin rechistar. Y la pediatra
tampoco podía conducir, de hecho, en realidad, había sido relegada al asiento detrás sin
peros posibles, desde entonces, cada vez que Maca se subía al coche, tenía la sensación
de ir en taxi.

M: Al hospital centra, por favor.

Decía cada vez que iban a trabajar, menos aquel día, que se limitó a subirse y a esperar a
que Esther encendiera el motor.

E: ¿Qué ha pasado? (Mientras lo hacia y salía de la plaza)


M: Tranquila (Pero su voz se la jugó quebrantándose al hablar)
E: Maca... (Mirándola a través del retrovisor, la pediatra dejó de mirar ausente por la
ventanilla y se concentró en el pequeño espejo, en el reflejo de los ojos de Esther)
M: He perdido un poco... (El pie de Esther, en un acto reflejo, apretó el acelerador,
poniendo rumbo al hospital) Cariño, no corras, no pasa nada...
E: Ya sé que no pasa nada...

Ambas sabían que mentían, pero en casos como aquel, más valía una mentira para
intentar calmarse que decir la verdad, sobre todo cuando la verdad podría llegar a
consistir en un golpe tan fuerte contra la pared de la realidad, que ninguna de las dos
podría superar.
Como cualquier otro día entraron en urgencias, aunque aquel día era algo diferente, eran
pacientes, con privilegios, pero pacientes al fin y al cabo.

T: ¡Buenos días! Que madrugadoras... ¿Os habéis caído de la cama? (La mirada que
recibió por parte de las dos bastó para que se callara)
E: ¿Quién hay de guardia?
T: Pues (Algo extrañada) Laura, Vilches y Cruz, un par de los nuevos y de enfermeras...
E: ¿Puedes decirle a Cruz que la esperamos en el despacho de Maca, por favor?
T: Sí, claro, mujer, ¿Pasa algo?
M: Nada, Teresita, no pasa nada. (Sonriendo un poco, no quería preocupar a nadie más)
E: Anda, llámala ¿Mhm? (Poniéndole morritos mientras se iban)
T: Estas dos... cada día más raras... lo que yo te diga, hay gente que no sirve para estar
embrazada...
Subieron al despacho de Maca, en pediatría y Esther hizo que Maca se tumbase en un
pequeño sofá plegable que tenía.

M: ¿esta noche iremos a cenar a casa de tu madre? (Intentando pensar en cualquier otra
cosa que no fuera lo que ambas no podían apartar de su cabeza)
E: Sí, vale, podríamos llamar a Vero ¿No?
M: Sí, seguro que le hace gracia, quiere más a tú madre que a su propia suegra.
E: Es que la suegra que tiene...
M: Como mi madre.
E: Tú madre se esta portando muy bien desde la boda de Vero, cariño.
M: Vale... como mi madre al principio. (Riendo un poco)

Mientras mantenían aquella conversación banal, ambas se sumían en sus


pensamientos...

“ Venga, Maca, que solo has perdido un poco... ¿Cuánto de poco? Joder, con lo que nos
ha costado llegar hasta aquí, tengo tantas ganas, tenemos, mírala... al principio creía que
lo hacía por mí, ella no tenía muchas ganas, pero cuando nos pusimos a ellos, debí
contagiarla, porque ahora esta como yo... deseando que este bebé nazca... deseando
mirarle por primera vez... Y si... ¿Y si todo sale mal? Y si... es una viso... Venga, Maca,
no digas gilipolleces, tú no crees en esas cosas... mírala... parece muy preocupada,
dios... no soportaría que ella lo pasase mal, yo lo llevaría como podría, pero verla a ella
sufrir... eso no, por favor, eso no... joder, Maca, que aún no se sabe nada, deja de decir
sandeces...”

“ Esther, concéntrate... toda va a salir bien, todo va a salir bien... no, no, no, no... ¡Calla!
... estúpida vocecita... ¿Qué va a pasar? ¿Qué pasa si sale mal? Vale, venga, piensa en
cosas bonitas... Maca... bebé... Maca... Vale, tan bonitas no... Jerez, Jerez es bonito...
Maca se crió allí... bebé... ¡Basta! A ver, Esthercita... ¿Qué es lo que te preocupa? Que
todo salga mal, vale, bien, ¿Qué haces si todo sale mal?... ¿Echarme a llorar? ¡No! No,
eso no, Maca, cariño, mi todo... ¿Qué sentirá ella? Mierda, debe estar sufriendo...
Mucho... ¿Cómo se lo tomará? Joder... no quiero que sufra... no por esto... por
nosotras... tengo que ser fuerte, venga Esther, por ella... por ella lo harás... por ella lo
harías todo...”

C: A ver ¿Qué os pasa? (Entrando sin llamar) Me ha dicho Teresa que estáis raras
(Riendo)
E: Nada, Cruz, es que Maca ha perdido un poco... y... bueno... (Miraba a Maca
indecisa)... que nos hemos preocupado un poco... solo un poco ¿Eh? (La pediatra asintió
ausente)
C: Dios, parece mentira que os dediquéis a esto, sabéis que durante el embarazo, a
veces, es frecuente perder algo, pero no significa nada, tranquilas. (Sonriendo) Ya veo
que el ser madres os nubla la conciencia un poco ¿Eh?
E: Anda, Cruz... mira a ver que tal esta el bebé ¿Eh?
C: Esta bien. (Poniendo los ojos en blanco) Voy a por el eco y miramos ¿Mhm?
E: Te esperamos aquí...

La doctora se fue riendo despreocupada, le hacia gracia que dos de las mejores, se
asustasen por algo como aquello, aunque en parte lo comprendía, ya las madres
“normales”, por llamarlas así, ponían el grito en el cielo, así que ellas, que habían
movido tierra, mar y aire para conseguir aquel embarazo... debían estar histéricas.

M: ¿Te reocupa? (Mirándola seria, Esther se sentó a su lado y cogió su mano entre las
suyas, acariciándola)
E: ¿A ti no?
M: Pues... (Tardó unos segundo en responder, no sabía si lo que iba a decir empeoraría
más su preocupación, pero por otro lado, estaban jutas en aquello, era lo justo)... estoy...
acojonada, Esther. (Arrastró cada palabra, como si así, despacito, fuera a doler menos)
E: Y... yo... yo también... (Ambas apretaron sus manos, compartiendo su miedo)
M: No quiero que sufras... (Esther dibujó una sonrisa)
E: Pues yo no quiero que sufras tú...
M: Vamos apañadas ¿Eh? (Riendo levemente)
E: Sí, (Colocó su mano en el abdomen de Maca, acariciándolo) Bueno. Seguro que este
pequeñín esta bien... será fuerte... (Maca puso su mano sobre la de Esther)
M: Seguro... (Se abrió la puerta y entró Cruz, empujando un carrito con el eco encima)
C: A ver esas super-mamis. Maca, quiero ver ese cuerpo que hace babear a esta.
(Señalando a Esther con la cabeza)
E: Bueno... pero no mires mucho ¿Eh? Que me chivo a Vilches...
C: Bah, si voy a ser la primera en decírselo, se morirá de envidia (Guiñándoles un ojo)

Maca se recostó en el sillón, subiéndose la camisa, Esther tomó la crema y la extendió


por su vientre, creando una capa gelatinosa en él.

C: Ni me dejas hacerlo a mí ¿No? (Divertida al verla)


E: Ya te dejo mirar... más que suficiente...
M: Se me ha vuelto muy protectora. (Mirando a Cruz)
C: ¿Agobia? (Riendo)
E: ¿Hola? Sigo aquí ¿Eh?
M: Ni te lo imaginas... (Riendo con Cruz)
E: Muy bonito... Cruz, dejas de decir tonterías y miras a nuestro bebé...
C: Vale, vale... a ver... parece que ha habido un desprendimiento (Movía el lector arriba
y abajo) no es grande, no supondrá nada... aunque debemos estar alerta por si se
produce otro... pero no hay de que preocuparse hasta entonces... y el bebé... (Empezó a
reír al localizarlo)... tiene un vicio muy malo... (Ambas miraron la pantalla)
M: ¿Se esta... chupando el dedo? (Con el ceño fruncido)
E: ¡Ay! (Con una enrome sonrisa) ¡Esta chupando su dedito!
M: Esther, que eso no es algo bueno...
E: ¿Ah, no? Pues esta para comérselo... ¡Hola bebe! (Dando golpecitos en la pantalla
sonriente)
C: A parte de su primer vició, todo esta bien, chicas.
E: ¡Ay! ¡Mira! ¡Ahora se lo saca! (Maca sonrió y dejo de hacerlo un segundo después)
M: Y se lo vuelve a meter... (Cruz reía divertida)
E: Oye, eso de ahí... (Movió el lector un poco) ¿Es un...
C: Pie, es un pie. Os ha salido contorsionista, felicidades. (Riendo y dejándolas solas)
E: Creía que era... (Maca se echó a reír)
M: ¿Quieres que sea niño?
E: Mhmhm... pues... no, la verdad es que me da igual (Riendo) Solo que... ¿En serio es
su pie? (Ladeando la cabeza con la vista fija en el monitor) Cruz tiene razón... ¡Vamos a
tener un contorsionista!
Aquel pequeño inconveniente era la única gran preocupación que les había dado el
pequeño, digo gran, porque como cualquiera, a veces se preocupaban por el futuro del
niño, por como sería, como saldría, con el agravante de tener que pensar como le
tratarían los demás. Y es que eso, por muy poco que les molestará lo que pensase la
gente, era algo a tener en cuenta, tan sólo por lo que pudiese llegar a padecer su
pequeño, por cómo se tomaría lo que le dijeran. A veces les daba rabia, rabia pensar que
aquellas persona, las mismas que argumentaban que un niño criado por dos personas del
mismo sexo no podían criarlo, que no podría ser feliz, aquéllas personas, iban a ser
precisamente las que le mirasen mal, las únicas que hacían real aquel argumento, tan
solo ellas ¿Cómo esperaban avanzar si antes de que naciera ya se le veía mal? Si ya se le
condenaba. Pero lo mejor era no pensar en eso, pensar en otras cosas, como la salud de
su bebé y prepáralo todo para su llegada.

De hecho, el día que Maca “se puso de parto” estaban en ello, metidas en la habitación
que correspondería a este, pintada de un tono amarillo pastel muy cálido, acogedor.
Habían decidido que no tenían porque pintar todo de rosa o de azul, dependiendo del
sexo, al fin y al cabo ¿Para qué? A ellas les gustaba aquel color, además, aunque
hubiesen querido, estaba el inconveniente de que “el pequeño contorsionista” no quería
desvelar ese detalle, era un secreto. Ya tenían todo puesto, menos la cuna, que Esther
movía de un lado a otro bajo las instrucciones de Maca, que apoyada en el marco de la
puerta no terminaba por decidirse sobre cual era el mejor sitio, una Maca con una más
que apreciable barriga de embarazada, de siete meses.

M: A ver... un poco más a la izquierda...


E: ¿Aquí? (Mirándola esperanzada, llevaban una hora con aquello, aunque comparado
con el tiempo que estuvieron con el armario no era nada)
M: Buf... es que no sé...
E: Me cago en... (Murmuraba Esther por lo bajo)
M: ¿Tú que opinas?
E: Que el niño va a dormir en nuestra habitación al principio... Y que tú madre se ha
pasado con el armatoste este (Golpeando la cuna)
M: Es para que tenga espacio...
E: ¡¿Espacio?! ¡Si el pobre se nos va a perder! ¡Le vamos a tener que hacer un mapa
para encontrar la almohada! (Maca se empezó a reír hasta que notó un agudo pinchazo
en su vientre y su gesto paso al de dolor por unos instantes) ¡Cariño! (Agarrándola de
un brazo y mirándola preocupada) ¿Otra vez? ¡Vamos al hospital!
M: Esther... que aún están muy separadas, nos mandarán a casa de nuevo, tranquila,
además... solo estoy de siete meses... Vamos a descansar un poco ¿Mhm? ¿Te apetece
una peli? (Acariciando su mejilla)
E: No, lo que quiero es que vayamos al hospital.
M: ¡Dios! (Con gesto teatrales miraba al techo y movía las manos como preguntando
porque) ¿Qué he echo yo para merecer esto? (Puso sus manos en los glúteos de Esther y
la empezó a empujar hacia el salón) Pues nada, ya te hecho yo una mano... o las dos...

Maca se sentó en el sofá con los pies estirados sobre la mesita, todo esto al más puro
estilo embarazada, vamos que la pobre tardó media hora en acomodarse, media hora en
la que Esther no pudo evitar reírse, y es que cada vez que la pediatra debía levantarse o
sentarse, a Esther le entraba aquella risita, no podía evitarlo.
M: Nada, que cuando termines de reírte de mí, si quieres y te apetece, te puedes sentar a
mi lado ¿Mhm?
E: Sí, cariño. (Sentándose entre risas, Maca sonrió negando con la cabeza y en un gesto
inconsciente paso su brazo por los hombros de Esther, dejando su mano en el hombro de
esta, mano que Esther empezó a acariciar igual de inconscientemente, era una de
aquéllas cosas a las que se habían acostumbrado y que ya ni se daban cuenta)
M: ¿Qué vemos?
E: Pues... no sé... (Empezaba a cambiar de canal) ¡Ey! ¡Esta me la sé! (Canturreaba
haciendo los coros al actor y actriz de la pantalla) Hoooooow wooooonderfuuuuul life is
noooooooow... You’reeee... in the World... (Reía contenta mientras veían a una pareja
cantando encima de las nubes de París)

M: Lloverá... (En un susurro que se ganó a pulso un codazo) ¡Ay!


E: ¡Maca! (Pensando que era por el golpe) Cariño, lo siento, lo siento, lo siento...
M: No has sido tú... (Se señaló la barriga) Esta dando mucha guerra para faltar aún dos
meses.
E: ¡Al hospital! (Dando un bote del sofá)
M: Ven... (Agarrándola de la mano y volviéndola a sentar)... relájate ¿Mhm?
E: Estoy relajada (Tamborileando sus dedos sobre sus rodillas con rapidez) Muy
relejada...
M: No, si se nota, se nota. (Divertida)
E: Mala... (Mirándola de reojo y riendo después) Que guapa estás. (Cada vez que la
enfermera se lo decía se quedaba descolocada, tal vez porque siempre lo soltaba sin
venir a cuento o porque por muchas veces que se lo dijese, siempre le movía algo
adentro)
M: ¿Besito?
E: Besito. (Riendo y atrapando los labios de Maca entre los suyos)
M: Mhmhm... ¡Ay! (Apartándose d golpe) Que oportuno... (Riendo)
E: No quieres que tus mamis jueguen ¿Eh? (Sonriendo y haciéndole carantoñas a la
barriguita de Maca)
M: Esta claro que no... (Seria)... creo que he roto aguas.
E: ¡¿Qué?! (Gritando y poniéndose de pie tan deprisa que notó como la cabeza se le iba)
Creo que me he mareado... (Extendiendo los brazos un poco para aguantar el equilibrio)
Tranquilidad... tranquilidad... (En breves susurros) ¡Las llaves! (Gritó sobresaltando a
Maca) ¡¿Dónde están las llaves del coche?! (Empezando a buscarlas histérica) ¿Llaves?
Bonitas... ¿Dónde estáis?.... Venid con mamiii... (Rebuscando por todos los cajones,
mientras tanto, Maca se levantaba tranquilamente e iba al colgador, a ponerse la
chaqueta) ¡Venga! ¡Salid de ahí! ¿Llaves? Venga, llaves bonitas, venga... (Se ponía
tranquilamente la cazadora) ¡En la habitación! (Esther corría por el pasillo hacia la
habitación mientras Maca cogía su móvil)
M: Necesito una ambulancia en top secret, un posible parto. Sí... (¡Mierda! Se
escuchaba a Esther a lo lejos) Tranquila, no hay prisa... Bien... (Colgó y se fue hacia la
habitación, Esther tenía el colchón de la cama medio levantado y la cabeza metida
debajo buscando las llaves)
E: ¿Dónde estáis? Joder... Tranquila, Maca... seguro que las encuentro. (Maca asintió
lentamente, cogió la canastilla y fue a sentarse al sofá) ¡Tranquila, Maca!
M: Sí, sí... (Encendía la tele y comenzaba a cambiar de canal) ¡Ay! (Aquello dolía más
de lo que pensaba)
E: ¡Maca! ¡¿Estas bien?!
M: ¡Sí! ¡Tranquila! (Deteniéndose en uno de teletienda) Anda... mira que batidora más
completa... (Esther aparecía después en el salón, toda sudorosa y con mala cara)
E: No las encuentro.. (Abatida, llamaron al timbre y salió dispara hacia allí)
Ev: ¿Dónde esta la del parto? (Riendo al ver a Esther) ¡Ey! ¿Estamos de parto?
E: ¡¿Qué hacéis aquí?!
Ev: Nos han llamado... (Extrañada) ¿No has sido tú?
E: ¡que va! ¿Has visto mis llaves?
Ev: Pues.. (Paseó la mirada por la entradita y la detuvo en un cuenco que había) ¿Esas
llaves?
E: ¡Cariño! ¡Las he encontrado! (Maca aparecía preparada para marcharse y pasaba
entre ellas)
M: No estatal.. Teniendo en cuenta que siempre las dejamos ahí... ¿Nos vamos ya?
(Mirando a Eva que reía)
Ev: Sí, si quieres... tengo calmantes para ella...
E: ¡No! No le puedes dar...
Ev: Se lo decía a Maca. (Ambas rieron ante la mirada de Esther)
E: Muy graciosas...

Al llegar allí se dieron cuenta de dos cosas, la primera, Maca no había roto aguas, la
segunda, solo tenía un empacho, seguramente provocado porque a las cinco de la
mañana se le antojó el engullir todo lo que había en la nevera.

Fue al día siguiente, cuando Maca llamaría al Samur de nuevo y daría a luz a Pablo
Wilson García... Pablito para sus tías

Voz: Queridos hermanos y hermanas...

La figura extiende sus brazos, como si fuese a darle un abrazo al aire que le rodea,
llamando la atención de los presentes, mientras su voz resuena, rebotando en cada
pared, queriendo hacerse más grande, clavando cada palabra en los oídos de la gente,
sin saber que apenas nadie las esta escuchando, a pesar de su rotundidad, a pesar de
conseguir que un cuerpo tiemble, no es escuchada.

Voz: Estamos aquí reunidos... para dirigirle Deusto último adiós...

Y se clavan. No en los oídos, se clavan en el corazón, lo presionan, haciendo que se


encoja, que deje de latir, lo presionan y no puede respirar, y lo sabe, pero aún así... No
respira.

Voz: A Esther García...

Y no hay nada. Ya no hay nada. La opresión en su pecho. Solo eso. El dolor en su


garganta, el grito contenido, la lágrima congelada en sus ojos, nada más. Solo eso. Y
mira alrededor, pero no ve nada. Y sabe, siente, a su hijo a su lado, con su novia, aquella
mujer que vino con un niño al que desde el primer momento llamaron nieto. Su hija a su
otro lado. Quieta, callada, consumiéndose en su silencio. No hay héroes en esos
momentos, ni consuelo que puedan dar. Solo se comparte, como si el dolor sentido entre
todos, fuese a doler menos, pero no es así. Aunque al menos no esta sola.

Voz: Roguemos al señor...

Algunas voces repiten las palabras, en un gesto autómata, saliendo monótonas y


doloridas de sus labios, se dejan escuchar en el edificio. Pero nadie ruega, en realidad,
nadie ruega. Y ella... ella escucha, su corazón susurrándole, intentando ser callado por la
voz, pero la voz no lo consigue, solo dice palabras. Solo palabras. Y las palabras no
pueden silenciar un corazón. Y siente. Y escucha. Y sigue susurrándole.

“Maca miró a la recepcionista, si le decía quien era se temía un interrogatorio, miró


hacia donde se había ido aquella enfermera y sin pensarlo dos veces la siguió, la
alcanzó una vez dentro y le dio un toque en el brazo.

M: Perdona... ¿Sabrías decirme donde encontrar a Verónica Wilson? (Esther la miró


un momento y luego busco a Javier por allí, nada, no estaba)
E: Verás, no puedo decírtelo, solo a los familiares.
M: Soy su hermana.
E: Ya, mira, ya han venido dos periodistas, uno se ha hecho pasar por su padre, pero
no ha pasado el control de Teresita y otro se ha hecho pasar por su cura para darle su
última confesión o algo por el estilo, así que si no te importa, te vas a la sala de prensa
con los demás. (Se giró y empezó a andar, un brazo la sujeto con firmeza y la hizo
girarse, sus ojos se encontraron con un DNI a escasos centímetros de su cara)
M: ¿Los demás tenían esto? (Sonriendo)
E: Esto... yo... es que...
M: Tranquila, ya sé, ¿Puedes decirme donde esta?
E: Sí, claro, sígueme. (Esther acompañó a Maca a la cortina donde estaba su hermana,
seguía durmiendo, la enfermera en cuanto la dejo allí desapareció, tenía mucho trabajo
que hacer)“

Voz: Que el señor la acoja en su seno...

“Maca la miró mientras se dormía, y por primera vez, durante toda aquella locura,
dejar Jerez, ir a Madrid, Azu, todo... sintió paz. Y dejó de sentir aquel cúmulo de dudas
en su cabeza, Esther tenía razón... en todo... se arrepintió de como había tratado a sus
hermanos, ellos le habían dicho lo mismo que Esther aquella noche, pero por alguna
razón, hasta ella solo habían llegado las palabras de Esther, suspiró y acarició la
mejilla de la enfermera, miró sus labios, Esther tenía una media sonrisa dibujada,
estaba tan guapa... miró a su alrededor, todos dormían ya, y lo hizo... mientras Esther
dormía... fue “infiel” por primera vez... acercó sus labios a los de ella y los acarició
levemente.

M: Buenas noches... (La abrazó y se quedó dormida) “

“Maca se echo a reír, moviendo la cabeza discretamente hacia a tras, Esther la miró
atontada, allí, con el pelo húmedo, con pequeñas perlas de agua sobre su piel, al
echarse hacia atrás, una de aquellas afortunadas gotas que descansaban en el cuello
de la pediatra resbaló por él, Esther siguió su recorrido hasta que la perdió entre los
pechos de Maca, se mordió el labio y empezó a susurrar.

E: lo siento... lo siento... lo siento... lo siento... (Mientras hacia fuerza con las manos
para sacar su cuerpo del agua un poco y acercarse al rostro de Maca) Lo siento... lo
siento... (En susurros apagados, la pediatra la miraba) lo siento...

Unió sus labios con los de ella, acariciándolos, saboreándolos, con los ojos apretados
con fuerza, sintiendo como su cuerpo temblaba de alegría, de placer, de ternura. Maca
los sentía sobre los suyos, no podía moverse, sabía que si lo hacia atraparía los labios
de Esther y ya nunca los soltaría y aquello no estaba bien, aunque lo deseaba... que
calor le daban, un calor dulce, una caricia, la enfermera se separó sabiendo que no
obtendría nada de Maca, sintiéndose algo culpable por el atrevimiento, pero no lo
había podido controlar, sus impulsos, desde el momento en que sabía que Maca
también sentía algo, quizás no tan fuerte, o quizás sí, no lo sabía, pero lo sentía, y
desde que se lo había dicho, ya no había sido dueña de ellos, ya los había apagado una
vez, pero otra... le había sido imposible. Miró temerosa a Maca, que mantenía los ojos
cerrados.

E: Lo siento... no podía... (Mordiéndose el labio, Maca acarició la mejilla de Esther,


dejando su mano allí, disfrutando del contacto)“

Voz: Señor misericordioso...

“Poco a poco, recuperaban sus respiraciones, sin apartarse, saboreando aquel


momento, temblorosas, buscaban sus ojos, mirándose con ternura, con dulzura,
acariciando sus rostros, volvieron a besarse, esta vez muy lento, esta vez deseando que
se parase el tiempo en aquel mismo instante. Se abrazaban dulcemente mientras
intentaba recuperar el control de sus cuerpos, exhaustos y tranquilos, provocando
breves sonrisas entre beso y beso.

Mientras el sol empezaba bañar los viñedos de la finca, los del servicio se afanaban en
recoger todo lo de la fiesta y los invitados hacia horas que se habían marchado, dos
mujeres despertaban desnudas, entre sabanas de seda roja y con las sonrisas en los
labios.

M: Mhmhm... Buenos días... cariño... (Dándole un beso y sonriendo al decir la última


palabra) “

Voz: Acógela en ese mundo

“E: Que calladita... (Riendo mientras daba un sorbo de su refresco)


M: Te quiero. (Esther se atragantó con la bebida, Maca sonrió con cariño)
E: ¿Qué?
M: Te quiero... (En un susurro apagado)

La enfermera notó como su cuerpo dejaba de existir, ni el frío de la noche, ni aquel


parque, ni nada, solo su corazón, latiendo a mil por hora, llenándola de felicidad,
haciendo brillar sus ojos. Hasta ahora nunca había pedido un “te quiero” creía no
necesitarlo, Maca le demostraba lo que sentía por ella siempre, con actos, no con
palabras. Y aunque estas solían quitarle importancia a las cosas, aquellas dos,
pronunciadas en aquél momento, después de no haber sido escuchadas nunca, a la
enfermera le parecieron las más bellas jamás escritas por nadie. Le pareció que
aquellas palabras las había inventado Maca, que nadie antes las habría pronunciado,
porque aquel te quiero, en la voz de ella, en su rostro, en su cuerpo y sobre todo en su
corazón, hacia desaparecer todos los “te quiero” del mundo.

La pediatra sonreía, la mirada de Esther le contaba lo que la enfermera pensaba, y


aquella mirada, fue mejor que ninguna respuesta, si hubiese contestado con otro “te
quiero” se habría decepcionado, habría pensado que era un acto reflejo, pero no,
Esther no contestó, la miró durante segundos, queriéndolos hacer eternos ambas, hasta
que al final una lágrima resbaló por su mejilla, incapaz de contenerla, desbordando
felicidad. La pediatra sonrió y pasó un brazo por encima de los hombros de Esther,
estrechándola contra sí, Esther escondió su rostro en el cuello de Maca, llenándose de
su perfume.”

Voz: Lleno de paz

“M: Dormimos casi todas las noches juntas... desayunamos juntas... cenamos juntas...
en mi lavadora hay ropa tuya y en la tuya mía... No sé... ¿Qué crees?
E: No cambiará nada. (Riendo) ¿Verdad?
M: No, entre nosotras no, para los demás... tal vez nos vean diferentes, como una
pareja formal, pero nos da igual ¿Mhm?
E: Sí... entonces ¿Qué?
M: ¿Qué de qué? (Riendo un poco)
E: ¡Maca! (Dándole un golpecito en el brazo)
M: ¿Qué he hecho ahora? (Se pararon delante de la moto)
E: Que si me llevas a casa de mi madre... o... vamos a la nuestra... (La miraba con algo
de miedo, quizás estaba metiendo la pata, en aquel momento Maca no estaba en su
mejor época)
M: A casa de tu madre... (Esther suspiró desilusionada, Maca sonrió de oreja a oreja)
Al menos hasta que tengamos “nuestra” casa. (Abrazándola por la cintura sonriente)
E: ¿No la tenemos ya?
M: No, no, esta mi casa, esta tu casa, pero no la nuestra. Habrá que encontrarla ¿No?
(Esther sonrió y besó a Maca, apretándose contra ella)
E: Nuestra...
M: Nuestra... (Le dio un corto beso y le pasó el casco de la moto) ¿Vamos, cariño?”

Voz: Que es tu reino

“Esther observaba como la mirada de Maca, se perdía soñadora, sonriendo de vez en


cuando al ver alguna gracia de aquellos niños, Esther no dejaba de acariciar su mano,
jugando con sus dedos, Maca sonreía y seguía imaginándose su futuro, así, ellas dos
mirando a un niño u una niña, su niño o niña, jugar, así era como lo quería. Esther
sacó de la bolsa una caja y la dejó sobre el regazo de Maca. La pediatra la miró y
sonrió con ternura.

M: Sabía yo que no aguantarías...


E: ¿A que te quedas sin? (Burlona)
M: No, no. (Riendo) A ver... (Abrió la caja y se encontró un peto tejano grande) ¿Qué
es esto? (Haciendo una mueca)
E: ¿No te gusta?
M: No, sí, sí, me gusta... ¿Qué es?
E: Un peto tejano...
M: Oh, ya, es bonito. Gracias, cariño. (Dándole un beso en los labios y empezando a
guardar el peto en su caja)
E: Es un poco grande ¿No?
M: Un poquito... ¿Vas a engordarme? (Bromeó)
E: Me temo que sí... (La enfermera puso su mano sobre el abdomen de Maca, esta la
miró, miró su mano y saco el peto tejano, se fijó en la etiqueta)
M: Pre-mama... (Miró a Esther con una mezcla de sentimientos indescifrables, ternura,
confusión, amor, cariño, ilusión, miedo, todo)
E: Dentro de unos meses, cuando tengas ya barriguita... estarás preciosa.
M: Cariño... ¿Estás segura? (Mirándola esperanzada)
E: Quiero tener un hijo contigo... si tú me dejas estar a tu lado.”

Voz: Roguemos al señor

“C: Primero que te lo saque, ahora que te lo de... (Bromeaba la doctora mientras
dejaba al bebe sobre el pecho de Maca, la pediatra lo cogió con cariño, la enfermera
se pegó a ella para verlo)
M: Mi... (Destapó un momento al bebe)... niño... (Riendo y mirando a Esther)
E: Tu mami tiene la intuición fatal... (Riendo y observándole con los ojos empañados
de lágrimas, como los de Maca, lágrimas de felicidad)... hola... (Riendo al ver que el
bebé la miraba con sus grandes ojos, observándolo todo)
M: Te ha reconocido... (Sonriendo)
E: Va a ser eso... hola, pequeño... (Acariciando su carita)
C: Enfermera, no se para que lo has lavado, sus mamis lo están llenando de babas...
M: Pues claro. (Sin apartar la vista de su niño, el bebe sacó una pequeña manita de
entre la manta, Esther le miró con gran ternura y acarició su mano)
E: Que chiquitita... Mira... (A Maca, la pediatra la observaba tranquilamente, Esther
acarició su mejilla) Mi niña...
M: Tengo todo lo que quiero... todo por ti... (Esther sonrió y besó suavemente sus
labios, en pequeños besos dulces intercalados con sonrisas orgullosas de amabas)
E: Mira... ¡Ha sonreído! (Apartándose de ella un momento y mirando al bebe)
M: Cariño... no puede sonreír aún...
E: ¡Que sí! ¡Lo he visto!
M: Que no... mama... (Remarcó esta última palabra mirándola intensamente)
E: Que sí... mama... (A escasos milímetros de su boca volvió a besarla) “

Voz: Por el alma de Esther García...

“De vez en cuando la mira, como si en algún momento, distraída por la historia Esther
se hubiese despertado, pero la mira y ve sus ojos cerrados, como siempre, su boca
ligeramente abierta con la mascarilla de oxigeno puesta. De repente sus ojos se abren
mucho, la mano de Esther se mueve, traza una curva hasta llegar a la mascarilla y la
parta con lentos movimientos.
E: Hola... Princesa... (Su voz suena ronca, pero Maca la mira y sonríe, se acabó la
espera, se acerca lentamente a ella)
M: ¿Ya te has cansado de dormir, cariño? (Con unas lagrimas cayendo por sus
mejillas)
E: No... (Dibuja una media sonrisa) Solo quería saludarte...
M: Cariño... (Maca llora, como nunca lo ha hecho, ha pasado la peor semana de su
vida pero allí está, mirándola y ella no puede dejar de llorar)
E: Mi... niña... cariño... mírame...

Maca alza la vista y la mira, con sus manos aún se aferra a la de ella, tiene tantas
ganas de perderse en esos ojos, pero se concentra y mira a su mujer, atenta a los
murmullos que salen de su boca.

E: Mi niña... que guapa estás... (Sonríe débilmente y hace una mueca, como si ese gesto
le costase una barbaridad)... siempre estás tan guapa...
M: Cariño, no hables, descansa... (Acaricia su rostro con una de sus manos)
E: Maca... mi vida... es perfecta... desde el principio... contigo...
M: Lo sé, mi niña, lo sé, pero anda, no gaste fuerzas, necesitas descansar ¿Mhm?
(Besa su mejilla una y otra vez, lleva una semana sin hacerlo, al menos sin que Esther
lo note)
E: Te... quiero...

Y llora y Maca lo ve, el amor de su vida, la mira a los ojos, Esther hace pequeñas
muecas de dolor que suaviza con una sonrisa.

M: Te amo... (En un susurro desgarrador mientras el monitor de Esther comienza a


pitar, Esther sonríe antes de cerrar los ojos, esta cansada, pero ve el rostro de Maca en
su mente, se va desvaneciendo, pero ella aún lo ve)“

Siente una mano sobre su hombro, se gira lentamente, la mirada de un Jorge desgastado
por los años acaricia su rostro. El rostro de la mujer que mantuvo aquella sonrisa
radiante de Esther hasta en los últimos momentos. Y mira a sus hijos, se parecen tanto a
ella, y lo sabe. Esther no se ha ido. Esta allí. En su corazón siempre. Y en su hijo Pablo
y su hija Alejandra. Esta allí. Y la siente.

Sale acompañada de su familia, de sus amigos, no siente el sol en la cara, más adelante
no recordará si aquél fue un día lluvioso o no, si era un día gris o soleado. Lo que sí
recordará será la mezcla de sensaciones, aquel querer gritar hasta que su garganta ya no
emitiera sonido alguno, querer echarse a correr, huyendo de allí, hasta que sus piernas
no pudieran soportar el peso de su propio cuerpo, querer romperlo todo, el mundo
inclusive, hasta que no quedará nada. Aquello siempre iría con ella. Invadiendo cada
gesto, hasta el más efímero, impregnándolo con un toque melancólico, del que ya no
podría librarse nunca jamás. Y su sonrisa. Aquella sonrisa radiante de Esther. Todo eso
iría por siempre con ella.

Desea volver atrás. Desea rogarle que se quede en casa. Desea que no cruce la calle.
Desea que este a su lado. Y desea y desea, sus lágrimas se descongelan y comprende.
Comprende que la amó, la ama y la amará. Desde el principio... hasta el final.

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