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Amor irracional 1

Amor irracional

Durante toda la noche no había cesado aquella fina lluvia. Llevaba muchas horas echada en
la cama oyendo esa música de fondo que originaba el agua al caer. Se sentía terriblemente
cansada. Habían sido dos meses en los que apenas había podido dormir más de tres o cuatro
horas seguidas y siempre en un camastro incómodo y bajo un par de mantas que apenas le
daban abrigo

Ahora todo había acabado. Se había mentalizado para ir al entierro que tendría lugar a las
doce del mediodía y después cogería sus maletas y se volvería a su tierra natal. Por la
ventana solo se adivinaba oscuridad total. Encendió la lamparilla de la mesita de noche para
mirar el reloj y con bastante desilusión comprobó que aún eran las cinco y cuarto de la
mañana

Dio un par de vueltas más en la cama. Intentaba coger el sueño y evitar que los recuerdos se
apoderaran de su voluntad, pero le estaba resultando imposible. Una y otra vez veía su cara
y escuchaba su voz

“Vete, corre, corre,...”. Aquellos ojos le habían gritado con fuerza que se fuera. Al principio
había opuesto resistencia, casi le parecía un bonito final morir a su lado. Pero ella no se lo
había permitido. A empujones la había sacado de ese zulo y a gritos la había obligado a
correr tanto como sus piernas habían podido. Eran unas imágenes difíciles de olvidar, unos
recuerdos que seguro la acompañarían hasta el último de sus días

Si al menos tuviera algún tipo de barbitúrico en su botiquín. Era enfermera pero siempre
había estado en contra de la medicación para dormir, aunque hoy daría lo que fuera por
poder descansar, por cerrar los ojos y coger un sueño plácido

Después de unos minutos y ante la imposibilidad de dormir un poco, decidió levantarse y


darse un baño. Puede que sumergir su cuerpo en agua relajara algo la tensión a la que tenía
sometida toda su musculatura. Entró en el cuarto de baño y abrió el grifo del agua caliente.
Con los dedos bajo el chorro de agua esperó a que la temperatura de esta fuera agradable y
tapó el desagüe. Mientras la bañera se llenaba aprovechó para mirarse unos segundos en el
espejo. “Dios, qué va a decir mi madre cuando me vea”. Fácilmente había perdido ocho o
diez kilos en estos días de encierro. El peso adelgazado, los ojos hinchados de tantas
lágrimas vertidas la noche antes, el pelo mal cortado... su aspecto era realmente lastimoso

Al entrar en la bañera por un momento le vino a la memoria la noche que empezó todo. Era
un cuatro de septiembre y apenas llevaba quince días viviendo en ese pueblo. Había venido
por motivos de trabajo. En su ciudad solo conseguía hacer suplencias, con horarios
pésimos y con largos periodos de descanso entre una y otra suplencia. Aquí le habían
ofrecido una plaza fija, un buen sueldo y el mismo hospital disponía de unos apartamentos
cercanos para la gente que procediera de otras zonas de España o del extranjero
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Aquel día había sido especialmente trágico. Un enfrentamiento entre un comando


terrorista y la ertzaina se había saldado con dos policías heridos, uno de los cuales había
muerto en el quirófano minutos después. Esther sabía que en ese pueblo, igual que en
muchos otros, era mejor no exteriorizar ningún tipo de color político pero aquel día, al
salir a aquel pasillo en el que se encontraba la mujer del policía fallecido y ver como ésta
lloraba desconsoladamente mientras se sujetaba con fuerza una barriga en avanzado
estado de gestación no pudo evitar un comentario, “Que hijos de puta, que ganarán con
una viuda y un huérfano más”

Aquel cuatro de septiembre había sido la última vez que había hablado con su madre. Aún
recordaba perfectamente la conversación. Su móvil había sonado al salir de la clase de
euskera a la que se había apuntado ese mismo lunes

E: Todo muy bien mamá


En: Tu padre y yo nos vamos de viaje este jueves y si todo va bien nos quedaremos unas
semanitas. Katrina pronto saldrá de cuentas y tu hermano ya nos tiene una habitación
preparada en su casa

Esther se dio cuenta de lo desconectada que estaba del mundo real. Su sobrinita había
nacido durante el tiempo en que ella había estado secuestrada y aún no había podido ver ni
siquiera una fotografía suya. Aquella última conversación mantenida con su madre parecía
pertenecer a otra época de su vida, pero tan solo habían transcurrido dos meses desde aquel
día

“Pobre, mamá... ¿qué debió pensar al saber que su hija había desaparecido?”

Aquella noche su compañera de piso, una joven doctora procedente de Madrid, había
decidido irse para casa a la salida del hospital. Tenía unas décimas de fiebre y se
encontraba muy cansada

E: Así qué... Laura. ¿Hoy haces campana?


L: Chica... si es que no me aguanto de pie. Discúlpame con Gorka y dile que el viernes no
faltaré a clase

Esther de forma involuntaria puso la palma de su mano en la frente de su amiga y la notó


ligeramente caliente

E: Venga, intentaré no hacer ruido cuando llegue. Tu métete prontito en la cama y ya verás
como mañana te levantas como nueva
L: No te preocupes por lo del ruido... Me he tomado un antiinflamatorio hace unos minutos
y noto que ya me está viniendo el sueño. Creo que hoy no me despertaría ni un terremoto

Y no había sido un terremoto pero casi, casi. Alguien había aporreado con fuerza la puerta.
Ella se encontraba desnuda y a punto de entrar en la bañera cuando había oído esos fuertes
golpes en la puerta de la entrada. Se tapó rápidamente con un albornoz e intentó darse prisa
en abrir para que quien fuera no acabara por despertar a Laura

Aún ahora temblaba al recordar la imagen de aquellos dos encapuchados y aquella pequeña
pistola con la que la apuntaba el primero de ellos. Sin darle ningún tipo de explicación
aquel tipo la había encañonado a nivel del pecho y la había hecho retroceder hasta
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conseguir que se cayera sobre el sofá y se le abriera en parte la prenda de ropa con que se
había vestido

Terrorista 1: Joder... que buena está la doctora... si parece que me estuviera esperando...
¿porqué no me dejas diez minutos a solas con ella?... seguro que “el capo” no se va a
enterar si tú no le dices nada

A Esther le parecía increíble como podía recordar tan detalladamente lo que había ocurrido
aquella noche. Esa misma tarde en comisaría lo había tenido que relatar en más de una
ocasión y posiblemente por ello ahora lo estaba reviviendo con tanta precisión

Por suerte el segundo encapuchado se había acercado al primero y le había dicho algo a la
oreja. Algo que le había hecho cambiar de opinión

Terrorista 1: Joder... Tienes razón... Vamos vístete deprisa (bajando de momento la pistola
y tirando de ella para ayudarla a levantarse) ¿Vives con alguien, Laura?

Esther apenas había podido mover la cabeza en señal negativa. Todo su cuerpo temblaba
por la mezcla de miedo y nervios que sentía en su interior, pero su cerebro intentaba
mantenerse alerta. Una cosa tenía clara, la habían confundido con Laura, y apenas dos
semanas antes ésta vivía sola en ese apartamento. Algo le decía en su interior que era
mejor no quitar a esos hombres de su equívoco

Terrorista 1: Acompáñala tú a su habitación... al menos tú no te vas a poner caliente si la


ves desnuda

Aún encima de la cama se encontraban los tejanos que se había quitado minutos antes y un
jersey muy fino con el que había pasado un poquito de frío al volver a casa. Intentando ir
lo más aprisa posible para que Laura no se despertara y no se le ocurriera levantarse de la
cama se quitó su albornoz y se empezó a vestir

Curiosamente aquel tío que la había llevado hasta su habitación no parecía tener ningún
interés en verla desnuda. Mientras ella se vestía había abierto un armario y sacándose una
bolsa plegada de uno de sus bolsillos la había ido llenando de ropa limpia, un par de
pantalones y varios jerseys. Después había abierto el cajón del que Esther había sacado
unas braguitas limpias y había hecho lo propio con la ropa interior. Había cogido varias
mudas y también las había metido en esa bolsa de basura

Esther que seguía hecha un flan se daba cuenta por el proceder de aquel encapuchado que
estaba a punto de ser secuestrada y por la ropa que había guardado en aquella bolsa
podía ser que la cosa fuera realmente grave. Ya a punto de salir de la habitación había
cogido un retrato en el que se la veía a ella junto a su hermano pocos días antes de que
este se fuera a vivir a Suiza. Como pidiéndole un favor había tendido el portarretratos a
aquel hombre y este después de unos segundos de duda, también lo había metido en la
bolsa de la ropa

E: Gracias... y gracias también por no dejar antes que tu compañero...


Terrorista 2: Tranquila... (mientras le ponía una mano en el hombro y la miraba fijamente
a los ojos) Vamos, tenemos que irnos ya
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Hasta ese momento Esther no había sido consciente de que se encontraba delante de una
mujer. Iba vestida con un chaquetón de cuero que ocultaba perfectamente su silueta y en
ningún momento había abierto la boca. Las pocas palabras que había pronunciado las
había susurrado al oído de aquel otro encapuchado. Ahora, casi de forma inconsciente,
aquella palabra y sobretodo el tono de voz empleado ha había ayudado a que el temblor
empezara a desaparecer

E: ¿Me vais a matar?... Yo... yo no he hecho nada

Esther de pronto recordó que en realidad estaban secuestrando a Laura y ella apenas la
conocía. Tan solo habían convivido en aquel apartamento durante un par de semanas y si
bien parecía una chica muy maja, aun no habían intimado lo suficiente como para poner la
mano en el fuego por ella

Terrorista 2: Tranquila... de verdad... Vamos...

Esther empezaba a notar que el agua de la bañera se había ido enfriando. Seguía sintiendo
la misma tensión en todo su cuerpo pero quedarse unos minutos más en remojo solo la
ayudarían a pillar una pulmonía. Estaba secándose con una toalla cuando oyó unos ligeros
golpes en la puerta del baño

L: Esther... mi niña... ¿estás bien?


E: Sí, Laura, sí... no te preocupes
L: ¿Quieres que hablemos?... ¿Quieres que te haga compañía?...¿Te preparo un vaso de
leche?

Al abrir la puerta solo atinó a abrazarse a su compañera de apartamento. Esta con sumo
cuidado le acariciaba la espalda y le intentaba transmitir todo su cariño

L: Me siento tan mal, Esther. Tendría que haber sido yo la que pasara por todo lo que tú
pasaste... me siento tan culpable... Si aquella noche no me hubiera ido a dormir tan pronto...
si hubiera oído a aquellos criminales... si...

Esther abrazada con fuerza a su amiga no dejaba de llorar de forma silenciosa, pero sus
lágrimas poco tenían que ver con lo que había pasado de malo durante los días en que había
estado privada de libertad. Difícilmente Laura entendería el porqué de sus lágrimas aunque
intentara explicárselo y en realidad prefería guardar todo lo que había vivido y todo lo que
había sentido en su interior

E: Vete a dormir... es muy temprano, todavía. Aún puedes dormir un par de horas antes de
tener que ir al hospital
L: Por eso no te preocupes, ayer hice un cambio de turnos y hasta mañana por la noche no
tengo que volver al curro. Te voy a acompañar al cementerio si sigues con la idea de ir, y
después te llevaré hasta la estación

Esther seguía abrazada a Laura y esta le acariciaba el cabello suavemente. Una psicóloga de
la policía la había estado asesorando de cómo ayudar a su amiga. Era importante que esta se
sintiera en todo momento acompañada porque en cualquier momento podía sobrevenirle un
bajón
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Pat: Se puede vivir en un zulo durante un tiempo inhumano, pero no se puede vivir sin
amar (le había explicado la psicóloga)
L: No te entiendo... a que te refieres... Esther parece encontrarse bien...
Pat: Sí, es cierto... lo parece... pero no la dejes en ningún momento a solas...
L: No te preocupes pero... ¿a qué te referías con la necesidad de amar?
Pat: Esther presenta un cuadro claro de Síndrome de Estocolmo y a medida que pasen las
horas su estado anímico puede empeorar
L: ¿Síndrome de Estocolmo?... Si no recuerdo mal...
Pat: Es un sistema de supervivencia. El secuestrado llega a idealizar a la persona que lo
tiene atemorizado y en los libros se llega a definir como un modo de enamoramiento
L: Pero según tengo entendido la persona que se encargó de su vigilancia era una mujer...
Pat: ¿Y...?

Laura se había arrepentido enseguida de su último comentario. Realmente poco importaba


el sexo del secuestrador. Es más, ni siquiera conocía lo suficiente a Esther para saber su
orientación sexual y en cualquier caso de existir algún tipo de sentimiento amoroso este
tenía que ser considerado totalmente patológico. ¿Cómo alguien podía sentir algo por la
persona que la había tenido encerrada durante sesenta y tres días en una habitación de dos
por dos?

Mientras Laura recordaba la conversación mantenida con la psicóloga, Esther no podía


evitar seguir reviviendo aquella noche del cuatro de septiembre

Terrorista 1: Joder tía... se ve que uno de los polis ha muerto

El encapuchado que se había quedado en el comedor estaba de pie delante del televisor y
había estado escuchando como las noticias relataban lo ocurrido aquella misma mañana a
escasos diez kilómetros del hospital en que trabajaba Esther

Terrorista 2: Vámonos ya
Terrorista 1: Espera, joder... Quiero ver si dicen algo del capo... Saben que uno de los
nuestros ha resultado herido pero creo que no saben a quien han dado...
Terrorista 2: ¡Quieres callarte! (la voz de aquella mujer se había vuelto de pronto
autoritaria) No sé si te das cuenta pero no estamos solos...
Terrorista 1: Va... si lo dices por la doctora... dudo de que el capo la acabe soltando

Esther ya había presentido en aquel mismo momento que para tener alguna posibilidad de
salir con vida de todo aquello debía intentar ganarse a aquella mujer. Por la forma de
hablarle a su compañero se adivina que era una persona de carácter muy fuerte pero la
manera en que la había intentado tranquilizar cuando estaban a solas en su habitación le
hacía albergar la esperanza de que fuera una buena persona, aunque esto no dejara de ser
un contrasentido en alguien que formaba parte de una banda terrorista

Terrorista 1: Conduce tú. Yo iré detrás con la doctora y al menos podré darle una alegría
al cuerpo (mientras abría la puerta de un renault 19 blanco)
Terrorista 2: “Dientes” tiene razón tu novia, el día que te arrancaron las palas debían
llevarse también un trozo de cerebro
E: ¿Dientes? (no había podido reprimir pensar en voz alta en aquel mote)
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Terrorista 1: Sí mira lo que me hicieron los jodidos (en aquel momento el encapuchado se
había levantado parcialmente la malla que llevaba en la cara y había enseñado una boca
en la que solo quedaban unas pocas muelas)

Esther no había podido reprimir una arcada de asco al ver como aquel tipo le sacaba
además la lengua de forma obscena

Terrorista 2: Quieres dejar de hacer el idiota. Ten (sacándose unas llaves del bolsillo y
tirándoselas). Ven, Laura... (la había cogido por el codo y la había obligado a sentarse en
el asiento trasero del coche, para después hacer ella lo mismo). No te preocupes... no es
mal tío (refiriéndose al que conducía), pero lo han detenido ya en varias ocasiones y cada
vez que le dan una paliza lo dejan un poco más tonto de lo que es

El pensar que en cualquier momento podía llegar a quedarse a solas con aquel tipo la
hacía estar muerta de miedo. A pesar de la poca luz que había, pudo observar como la
mujer que llevaba al lado se sacaba uno de los guantes que llevaba puestos y dejaba al
descubierto un vendaje empapado en sangre. Con sumo cuidado fue quitándose aquella
fina malla hasta destapar por completo una herida de gran tamaño

Rebuscó con la mano sana en el bolsillo de su chaqueta y sacó una venda nueva. Con
grandes dificultades retiró el celofán que la protegía y empezó a colocarse un nuevo
vendaje. Era complicado entre el movimiento del coche, la oscuridad y el disponer de una
sola mano hacerlo de forma fácil y eso hizo que soltara algún que otro bufido

E: ¿Me dejas ayudarte? (cogiéndole la venda nueva y empezándola a aplicar de forma


correcta) Deberías desinfectarte la herida antes de taparla. Tiene mal aspecto...
Terrorista 2: Ya...
E: ¿Cómo te la has hecho?
Terrorista 2: Ha sido con una lámina de acero
E: Pues deberías protegerte también del tétanos (mientras acababa con un pequeño nudo
aquel vendaje)
Terrorista 2: Gracias, ya lo haré

Coincidiendo con aquella última palabra los ojos de ambas mujeres se habían encontrado
y Esther no había podido evitar preguntarse como sería la cara de aquella mujer de la que
tan solo conocía la voz

L: Ven, échate en el sofá. Iré a buscar una manta para taparte, sino vas a coger frío

Esther agradecía los cuidados que le estaba prodigando Laura pero en el fondo lo que más
deseaba era poder seguir inmersa en sus recuerdos. De forma obediente se echó en el sofá y
siguió con la mirada como su compañera de apartamento iba a por algo de abrigo

Inconscientemente se sumergió de nuevo en los recuerdos. Al salir del pueblo aquella


secuestradora de dulce voz le había tapado la cara con una especie de bolsa de ropa.
Durante un periodo de tiempo que le habría sido difícil de precisar el coche había
circulado por caminos mal asfaltados. En más de una ocasión incluso las curvas tomadas
de forma violenta habían hecho que el cuerpo de la enfermera se viera zarandeado de un
lado a otro. Al detenerse el vehículo la habían obligado a bajar del coche y el dientes la
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había hecho entrar en una especie de cobertizo. Allí le habían permitido que se quitara
aquello que le cubría la cara. Al pensarlo no pudo evitar llevarse ambas manos a las
mejillas

L: ¿Tienes frío todavía? (Laura estaba allí sentada a su lado e intentaba taparla con una
gran manta). ¿Te preparo un vaso de leche caliente? O mejor una infusión...

Esther escuchaba la voz de su amiga pero no podía evitar temblar. Allí, en aquel cobertizo
solo se veía una cama y en ella alguien que se había medio incorporado al oír como se
abría la puerta

-: ¿La habéis localizado?...


-: Sí, capo... Guapa la doctora... Guapa de veras...
-: Espero que vuestra tardanza no se deba a que te la hayas estado tirando. Tengo una bala
en la espalda y si me entero...
-: No, capo, no... Joder, capo, que uno es serio...

Aquel tipo de la cama no había podido reprimir una carcajada delante de este comentario

-: Acéptalo, dientes. Tu seriedad es pequeñita y te cuelga entre las piernas...

En aquel momento se abrió de nuevo la puerta y entró la mujer que había participado en el
secuestro. En la mano llevaba un maletín de médico

-: ¿No le habéis explicado a la chica para que la hemos traído hasta aquí? (dejando el
maletín en una mesa próxima a la cama)
-: Estábamos esperando a que trajeras el material. Confío en que sea una buena cirujana.
Unai comentó que en ese hospital es de lo mejorcito en quirófano y mejor que sea así
porque no me gusta nada tener una bala en mi cuerpo

Esther había empezado a entender lo que ocurría. En aquel enfrentamiento en el que había
muerto el policía aquel terrorista que tenía delante suyo, echado en aquella cama, había
recibido un balazo. Teóricamente habían secuestrado a Laura, una joven doctora con gran
habilidad con el bisturí para que le extrajera aquella bala alojada cerca de su médula.
Solo existía un problema, en realidad ella era Esther

Mientras aquellos terroristas necesitaran de un médico su vida estaría a salvo pero si les
revelaba el gran error que habían cometido podía ser que decidieran deshacerse de ella

Cuando estaba pensando en todo ello notó que alguien la empujaba por la espalda y la
obligaba a acercarse a la cama de aquel hombre herido

-: Vamos, capo, échate y que la doctorcilla te pueda ver la herida (El dientes se había
encorvado sobre su compañero y le estaba levantando un poco el pijama que llevaba
puesto)

Esther tenía una gran experiencia en el servicio de urgencias y difícilmente se


impresionaba al ver una herida. A pesar de ello al ver el orificio de la bala en medio de la
espalda no pudo reprimir un suspiro
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-: ¿Está muy mal la cosa? (al herido aquel suspiro de la persona que tenía que curarlo lo
había asustado)
-: Sí... es imposible sacar la bala en estas circunstancias (Esther necesitaba que la
creyeran) Y si no se hace bien podríamos dañar la columna
-: ¿Me quedaría inválido?
-: Sí, existe ese riesgo (cuanto más asustado estuviera más fácilmente accedería a ser
llevado a un hospital)

Durante unos segundos aquel hombre había permanecido en silencio. Se diría que su
cerebro estaba procesando lo que Esther le acababa de decir

-: Bueno confiaré en tus manos y en tu habilidad en cirugía. Por tu bien y por el mío
esperemos que sepas sacar la bala...
-: Pero es que no disponemos de luz..., aquí no hay ningún tipo de asepsia..., la anestesia...
-: Dale un papel y un boli a Laura (dirigiendo su mirada a la mujer que tenía cerca) Que
haga una lista y tú, dientes, encárgate de conseguir todo lo necesario para que me pueda
intervenir. Si voy a un hospital me van a detener y voy a pasar los cuarenta próximos años
en chirona. Prefiero jugármela

Poco después de hacer una larga lista, en la que figuraban medicamentos difíciles de
localizar, Esther vio como el capo asignaba su custodia a la mujer que había colaborado
en su secuestro

-: Llévatela a la granja. Cuando esté todo preparado te avisaré para que la vuelvas a traer.
Acompáñalas tú, dientes, y después te pones manos a la obra con esa larga lista
-: No es necesario... yo sola me puedo encargar de este traslado... (sacándose una pistola
de debajo la chaqueta y apuntando con ella a Esther) Dudo que me oponga resistencia
-: De acuerdo... pero si da problemas no dudes en... ya sabes...
-: ¿Y tu espalda?... ¿Qué pasará con esa bala si yo no dudo en...?
-: Nada de tonterías... te estoy haciendo una advertencia seria, Maca. Si esta mañana
hubieras disparado cuando te lo he dicho posiblemente yo no estaría ahora en esta cama

El dientes después de esto había hecho un comentario en euskera, comentario que había
parecido molestar a la mujer porque esta enseguida había forzado a Esther a salir de
aquel cobertizo

E: ¿Tengo que volver a taparme la cara?


M: No... esta vez no es necesario. Sube al coche y hazme un favor, no me obligues a ser
una jodida asesina

Desde aquel momento Esther había empezado a sentir lástima por aquella mujer. Algo le
decía que no dejaba de ser una víctima más. Una chica que de haber nacido en otro país y
en otra época podría haber sido feliz y que sin embargo vivía permanentemente en lucha
consigo misma

E: ¿Qué ha dicho?
M: ¿Quién?
E: Él (indicando con el dedo al terrorista que en aquel momento se acercaba al coche) ha
dicho algo que te ha molestado
M: Nada... no te preocupes... no tiene nada que ver contigo
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Dientes: Maca, pide el jefe que entres. Oye (sujetándola por el brazo en el momento que
pasaba por su lado) me he pasado antes. No debería...

La mujer se había soltado de forma brusca de aquel tipo y se había dirigido de nuevo
hacia el cobertizo mientras Esther que había escuchado aquel comentario aprovechaba
para obtener información

E: Me vais a matar ¿verdad?. Aunque consiga ayudar a vuestro jefe no pensáis


liberarme... (el hecho de que no le exigieran cubrirse la cara le había hecho temerse lo
peor)
Dientes: No creía que entendieras nuestra lengua, por eso... No debería haber dicho nada.
En realidad todos sentimos lo de Xavi
E: ¿Xavi?
Dientes: Sí, solo tenía veintiún años y dejó escapar a un rehén. Los jefes ordenaron su
ejecución para dar ejemplo. Maca, después de aquello, nunca ha vuelto a ser la misma
(Aquel hombre había callado al ver que su compañera volvía con el maletín en la mano y
subía de nuevo al coche)

Ahora echada en ese sofá se daba cuenta que desde la primera noche aquella mujer había
hecho todo lo posible por cuidar de ella

L: Esther, ven, levántate un poco y tomate esto

Laura le estaba ofreciendo un vaso de leche con cacao

L: Tómatelo, Esther (viendo que su amiga se limitaba a coger el vaso con ambas manos
como si tan solo quisiera calentarse las manos) Necesitas alimentarte y olvidar cuanto antes
todo lo sucedido
E: No... no... no quiero olvidar... No puedo olvidar...

Eran unas palabras dichas en voz muy baja, era un lamento exteriorizado. Si algo le daba
verdadero miedo era llegar a olvidar su voz, sus manos y sobretodo su cara

Después de arrancar el coche, Esther había sido llevada por caminos de tierra hasta una
pequeña casa próxima a la costa. Había sido un trayecto relativamente corto y realizado
en el mayor de los silencios. Solo al detener el vehículo aquella mujer a quien su
compañero había llamado Maca le había dirigido la palabra

M: Ya hemos llegado. Mierda... no para de sangrar (mirándose el vendaje de la mano y


comprobando que la sangre había empapado el grosor de la venda)
E: Deja que le eche un vistazo a la herida... Seguramente sería bueno poner unos puntos
M: ¿Me lo puedes dar tu?
E: ¿Yo?
M: Sí, tú... eres una buena cirujana ¿no?
E: Y... ¿si te dijera que yo no soy cirujana?
M: ¿Qué? (girándose de forma brusca hacia la enfermera y no disimulando su sorpresa)
¿No eres Laura Beltrán?
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Aquella primera noche de encierro había sido la más dura. Ya no solo por el frío que había
pasado en aquel agujero bajo el suelo, sino por el miedo que había sentido al imaginar lo
que podía ocurrir el día después

Después de haberle confesado a aquella chica el error que habían cometido, Esther no
tenía nada claro como iban a desarrollarse los acontecimientos a partir de aquel momento

M: ¿Me lo estás diciendo en serio?. ¿De verdad no eres médico?


E: Solo soy una enfermera

Al escuchar aquello Maca había golpeado con fuerza el volante con su mano derecha,
soltando al momento un grito de dolor. El mismo desconcierto le había hecho olvidar el
profundo corte que tenía en la mano

E: Déjame verte la herida... Si en algo soy competente es en hacer curas


M: No va a ser necesario curarme la herida, cuando el jefe se entere de nuestro error lo
que menos me va a doler va a ser la mano (el tono de voz de aquella chica era de
verdadero abatimiento)
E: Va (girando medio cuerpo y abriendo el maletín que había en el asiento trasero del
coche) Déjame quitarte esta venda... está empapada de sangre

Maca se había negado de malas maneras a recibir los cuidados de Esther. Le había
ordenado bajar del coche y a punta de pistola la había obligado a levantar una trampilla
que había en el suelo, próxima a una pequeña cabaña de madera

M: Espera... (abriendo de nuevo la puerta del coche para recoger una pequeña linterna de
la guantera). Ten. Ahorra todo lo que puedas en pilas. Ahí abajo no hay nada de luz y para
tus ojos será bueno que de vez en cuando la enciendas durante unos segundos

Y así lo había hecho durante aquella primera noche. Al poco de haber bajado por la
escalerilla que había hecha de forma artesanal oyó como la trampilla que daba acceso a
ese agujero se abría de nuevo y por el asomaba la mujer para proporcionarle un par de
mantas con las que taparse

M: Ten... Intenta dormir


E: ¿Puedes darme algo de agua? (los mismos nervios y el miedo que estaba pasando le
habían provocado un molesto escozor en la garganta)
M: Espera...
Había desaparecido durante unos segundos y había vuelto con una botella de agua y un
par de manzanas. Esther recordaba haber agradecido sobretodo el poder llevarse un poco
de agua a la boca

En aquel momento sonó el teléfono. Laura consciente de que Esther estaba haciendo serios
esfuerzos para dormirse un rato intentó contestar de forma rápida

L: ¿Sí?... Sí, ha insistido... A las doce, creo... No, la voy a acompañar yo... Sus padres
regresan hoy mismo procedentes de Ginebra... Pero ¿porqué?

Después de escuchar lo que su interlocutor le había explicado Laura había colgado de


nuevo el auricular y se había vuelto a sentar muy próxima a Esther
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L: Cariño... ¿me oyes?... (La enfermera permanecía con los ojos cerrados pero con un
ligero movimiento de cabeza asintió) Esther, era la policía... No quieren que vayas a ese
entierro. Temen que algún amigo de esa chica pueda tomarla contigo
E: Voy a ir... voy a despedirme de ella... se lo debo...
L: Esther no le debes nada... Era tan solo una asesina...
E: ¡Y tú que sabes! (de pronto un grito había escapado de la boca de Esther) No la
conociste... nadie la conoció... ¡Nadie!

Laura asistía atónita a aquella defensa tácita de la secuestradora. Empezaba a recordar las
palabras que le había dicho la psicóloga de la policía y siguiendo los consejos de ésta sabía
que se tenía que limitar a escuchar y dejar que Esther exteriorizara toda su pena

L: ¿Te trató bien?... ¿Cuidó de ti?...


E: Sí..., el primer día me liberó... me dejó escapar...
L: Pero no escapaste...

“No, no había escapado”, aunque Maca se lo había puesto terriblemente fácil. Después de
pasarse toda la noche sentada en un camastro y envuelta en esas dos mantas que le había
proporcionado, Esther había conseguido dormir un poco. La luz del día la había
despertado

Al abrir los ojos había visto con sorpresa que la trampilla estaba abierta y no se adivinaba
ninguna presencia humana en el exterior. Al subir por la escalerilla se había encontrado
una bolsa de lona y en ella las llaves del coche y un pequeño mapa, además de una nota en
la que solo se leía:

“Perdóname. Has sido mi último error”

Con toda la rapidez que le habían permitido sus piernas Esther había subido al coche y le
había dado a la llave de contacto. Cuando apenas llevaba un kilómetro recorrido frenó el
coche para alcanzar el mapa que había en la bolsa y volvió a encontrarse con aquella nota
escrita por la secuestradora

“Cuando el jefe se entere de nuestro error lo que menos me va a doler va a ser la mano”,
había sentenciado la noche antes. “dejó escapar a un rehén. Los jefes ordenaron su
ejecución para dar ejemplo” le había comentado el dientes. Aquellas frases parecían un
eco en el interior de su cerebro, se repetían una y otra vez

Aún ahora se sorprendía de su reacción. Había dado media vuelta y había desandado aquel
escaso kilómetro recorrido. Al detener de nuevo el coche cerca de la cabaña había inspirado
con fuerza en un par de ocasiones y se había encaminado hacia la puerta

L: ¿Esther porqué no escapaste?... Si pudiste... ¿por qué no escapaste?


E: Estaba herida... Maca estaba herida... (realmente ese no había sido el motivo por el que
había dado marcha atrás en su intento de huída, pero no se veía capaz de encontrar ninguna
explicación creíble)
L: ¿Maca?... ¿era ese el nombre de la secuestradora?...
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Esther asintió con la cabeza y cerró los ojos. De nuevo se encontraba delante de aquella
puerta cerrada. Revivía cada uno de los segundos en los que dudó entre abrirla o dar media
vuelta y volver al coche. Sabía que regresando a la cabaña estaba poniendo en peligro su
vida, pero allí estaba

Al abrir la puerta lo hizo de forma cuidadosa. En el interior no se oía ningún ruido y


apenas se veía. Solo entraba algo de luz por una pequeña ventana. En uno de los laterales
de la cabaña había dos literas, y en la de abajo se adivinaba una figura humana. Al dejar
la puerta totalmente abierta y descorrer una pequeña cortina que tapaba parte de la
ventana, Esther comprobó que en aquella cama se encontraba la mujer que la noche antes
había participado en su secuestro. Aún vestida con la chaqueta de cuero y toda encogida
parecía estar profundamente dormida

E: Hola... ¿me oyes? (acercándose hasta quedar a apenas un metro de donde se


encontraba la mujer)

Estaba de cara a la pared y lo único que podía apreciar Esther era una larga melena que
el día antes había estado escondida debajo de la media con que se había cubierto la cara

Al comprobar que la mujer no hacía el más mínimo movimiento, Esther se había acercado
hasta llegar a tocarla

E: Oye... (mientras la sacudía ligeramente por el hombro)

Ninguna respuesta. La mujer parecía inconsciente. De forma instintiva le había buscado el


pulso en la yugular. “Dios, que susto”

E: Ey... despierta... despierta... (mientras la intentaba medio incorporar)

Aquella chica seguía sin responder. Al girarla por completo Esther comprobó que en el
interior de una de sus manos guardaba un pequeño frasco de pastillas. Lo cogió y se
acercó a la puerta para poder leer lo que figuraba en la etiqueta. Después de saber que se
trataba de barbitúricos arrancó a correr hacia el coche. Si había suerte en aquel maletín
encontraría algo con que realizar un rápido lavado de estómago

E: Vamos Esther... Piensa... Piensa... (mientras abría los diferentes compartimentos de


aquel maletín) Joder... si hubiera carbón activo... Si tuviera una sonda gástrica... si...
Piensa Esther... Ha de haber una solución... no puedes dejar que esta chica se muera
delante de ti

Echada en aquel sofá y en compañía de una Laura que permanecía en absoluto silencio,
Esther notó como la respiración se aceleraba al revivir aquellos momentos

De pronto los ojos de la enfermera se habían fijado en una botella de agua oxigenada.
“Tendrás que servir. Eres lo único con lo que cuento en estos momentos”. Llenó un par de
jeringuillas grandes con agua oxigenada y volvió a entrar en la casa

E: Va, despierta (levantándole bastante la cabeza y forzándola a beber un poco de agua


oxigenada) Va, no me hagas esto, va... (había la posibilidad de una falsa deglución y eso le
hacía ir con sumo cuidado) traga... por favor... traga...
Amor irracional 13

Con mucha paciencia consiguió vaciar toda una jeringuilla y parte de la segunda en la
boca de aquella chica, que de pronto sufrió un fuerte espasmo y vació todo el contenido
gástrico encima de Esther

E: Buena chica... Vamos... sigue... esfuérzate en sacarlo todo (viendo que había abierto
ligeramente los ojos)
M: Quiero dormir... déjame dormir...
E: Después vas a dormir... pero ahora acábate de tomar lo que hay en esta jeringuilla

Después de beber un poco más de agua oxigenada Maca no tardó en vomitar lo poco que
pudiera quedar en su estómago. Esther sabía que el peligro ya había pasado. Ahora era
cuestión de horas que el organismo de aquella mujer fuera eliminando el medicamento que
ya hubiera absorbido

Como pudo recogió el vómito que había en el suelo y se dirigió al coche para poderse
cambiar de ropa. Una vez limpia se sentó a los pies de la cama de aquella chica y dejó que
esta durmiera tranquilamente. Lo que pudiera pasar cuando se despertara era algo que no
le preocupaba demasiado en este momento, se sentía feliz de haberle podido salvar la vida.
Era una chica demasiado joven y demasiado guapa para morir sola en el interior de esa
cabaña. “Dientes” había hecho un comentario que la había impactado, después de la
ejecución de Xavi por parte de la banda Maca no había vuelto a ser la misma. Estaba
pensando en todo ello cuando sintió unos ojos fijos en ella

L: Esther... Esther... (intentándola despertarla)

Laura estaba mirando su reloj, las ocho y cuarto. Tenía tiempo de sobras

E: ¿Te vas?... ¿Qué hora es?... ¿He dormido mucho?... (incorporándose un poco)
L: No, tranquila. Aún puedes dormir unos minutos más

Esther que seguía inquieta por la hora, buscó con la mirada el reloj que figuraba en el
aparato de video. Al comprobar que aún era temprano, se volvió a girar hacia su compañera
de piso

E: Creía que no ibas a trabajar hoy... (viendo que se había vestido y estaba preparada para
salir de casa)
L: No, no voy al hospital. Volveré muy pronto, pero si me retraso, no se te ocurra irte sin
mí al cementerio
E: ¿Dónde vas?
L: La policía quiere hacerme unas preguntas...
E: ¿A ti?... Pero si tú no sabes nada...
L: Ya... no te preocupes por nada ¿vale?. Volveré tan pronto como pueda

Laura no había sido del todo sincera en esa conversación y eso le hacía tener prisas a la
hora de irse. Cuanto más hablara con Esther sobre la conversación que había tenido con la
policía mayor riesgo corría de decir cosas que debía callar

E: ¿Oye no creerán que yo...?. No te habrán pedido que me vigiles...


Amor irracional 14

L: Escúchame, Esther... y escúchame bien. Tú has sido una víctima en todo esto, ¿de
acuerdo?
E: Ya... pero a ellos también les conté que pude escapar y que no lo hice...
L: No pienses más en eso. Todos hemos hecho cosas en nuestra vida difíciles de entender...
no le des más vueltas a lo ocurrido durante estos dos últimos meses. Me voy, pero
sobretodo no se te ocurra salir de casa antes de que yo vuelva

Esther asintió con la cabeza y observó como Laura se iba

Era imposible no revivir lo ocurrido desde el día de su secuestro. Aún recordaba como
Maca le había echado en cara que no se escapara. Al sentir sus ojos fijos en ella le había
dedicado una tímida sonrisa, que no había sido correspondida

M: Joder, Laura... ¿Qué haces aquí?


E: ¿Salvarte la vida?
M: Mierda... ¿porqué lo has hecho? (llevándose la mano izquierda a la frente y volviendo a
cerrar los ojos no dejaba de hablar para si misma) En estos momentos tú deberías estar en
tu casa, deberías ser libre y estar en un sitio seguro
E: ¿Y tú?... ¿Qué habría pasado contigo sino llego a dar la vuelta?...
M: Yo por fin descansaría en paz... dejaría de sentir toda esta angustia dentro...

En esos momentos Esther no sabía de que angustia hablaba, durante los días posteriores y
en las múltiples conversaciones que sostuvieron, había llegado a entender ese intento de
suicidio fallido

M: No consigo entender porque no has escapado Laura. Esto no es un juego...


E: ¿Te puedo pedir un favor?
M: Sé lo que me vas a pedir...
E: Ah ¿sí?
M: Sí. Vete. Pero vete ya, Laura. Te prometo no volver a jugar con mi vida (medio
incorporándose y empezándose a quitar la venda de la mano herida)
E: Llámame Esther
M: ¿Qué?
E: Ese es el favor. Llámame por mi nombre... Esther

Maca no había podido reprimir una sonrisa. A pesar de sentirse aún mareada, a pesar de
dolerle un montón el corte que tenía en su mano derecha, no pudo evitar una sonrisa al
pensar en el favor que le estaba pidiendo aquella chica

M: ¿Esther?
E: Sí
M: Pues permíteme que te diga que estás loca, Esther. Te doy la oportunidad de escaparte
y no la aprovechas. Se ha de estar muy loca para no salir por piernas en una situación
como ésta
E: ¿Qué te va a pasar a ti?
M: ¿Cómo?
E: Si tus jefes saben que me has dejado escapar...
M: ¡Que importa!. Esther, no me conoces de nada..., no debería preocuparte lo que me
puedan hacer
E: Ya... pero... “dientes” me contó lo de tu novio
Amor irracional 15

M: ¿Mi novio?

Maca había dejado de quitarse el vendaje para girar su cara hacia Esther. Por su mirada
ésta enseguida se dio cuenta de que había cometido un error, había dicho algo que no
debía. La tímida sonrisa que le había dedicado al pronunciar por primera vez el nombre de
Esther se había transformado en una cara de desconfianza

E: Sí, Xavi... Creo recordar que ese fue el nombre que dijo

Maca se había levantado en aquel momento y se había dirigido hacia la puerta. Si algo le
dolía de verdad era recordar aquella ejecución. Xavi había cumplido veintiún años el día
antes de su muerte y había entrado en la banda siguiendo sus pasos. Ella se encontraba en
Francia y no había podido hacer nada para evitar aquel absurdo asesinato. Sentándose en
el escalón que había en la entrada de la cabaña, había hundido la cara entre sus rodillas
para ocultar toda la pena que sentía en su interior

E: “Dientes” dijo que había sido castigado por dejar escapar a un rehén
M: Sí... eso me dijeron a mí también (había tal pena en su voz que Esther se arrepintió de
haber mencionado aquel episodio)
E: Siento haberte recordado la muerte de tu novio (agachándose a su lado y apoyando una
mano en su hombro)
M: No era mi novio, era mi hermano

En aquel momento Maca se había derrumbado y había permitido que sus lágrimas
afloraran. Esther recordaba como si hubiera ocurrido el día antes, el abrazo que se habían
dado en aquel momento y el dolor que sentía Maca al pensar en todo aquello

Durante mucho tiempo ambas mujeres permanecieron sentadas en aquel escalón. Para
Maca el abrazo de Esther era el primero que recibía en mucho tiempo y aunque siempre
había odiado sentirse débil ante personas extrañas, esta vez la sensación había sido muy
diferente. La dulzura con que Esther le había permitido apoyarse en su hombro y
desahogarse en él la había desarmado por completo

E: Dame la mano, deja que te mire la herida

Con mucho cuidado había acabado de retirar la venda

M: ¿Me la vas a coser?


E: Parece infectada (haciendo presión en los labios de la herida y comprobando que Maca
hacía una mueca de dolor) Voy a ver si encuentro penicilina en el maletín... Si conseguimos
que mejore su aspecto, si quieres mañana lo intento

Al ir a levantarse notó que Maca la sujetaba con su mano sana

M: Gracias, Esther. Gracias por no dejarme morir... y gracias por...

Maca no había acabado aquella frase pero Esther había entendido perfectamente a que se
refería. Aquella chica seguramente llevaba años viviendo lejos de su familia y de sus
amigos, entre compañeros de los que posiblemente se fiaba muy poco y había encontrado
unos minutos de consuelo en sus brazos
Amor irracional 16

Estaba recordando aquel momento cuando el sonido del teléfono la hizo volver al mundo
real

Durante unos segundos dejó que sonara. No le apetecía nada moverse de aquel sofá.
Después pensando que podía tratarse de sus padres hizo el ademán de ir a descolgarlo, pero
no llegó a tiempo de poder contestar. Antes de hacerlo se había cortado la llamada. Se
quedó unos segundos mirando el teléfono por si volvía a sonar y así fue. No habían pasado
ni diez segundos y la lucecita volvía a avisar de que estaba entrando una nueva llamada

E: ¿Sí?... (silencio al otro lado de la línea) ¿Hola?... (más silencio)

Se esperó un poco ya que podía ser una llamada desde el aeropuerto y por experiencia sabía
que las coberturas para los móviles eran desastrosas

E: ¿Mamá, papá,... sois vosotros?

Al momento quien fuera que estaba al otro lado de la línea estaba colgando su auricular

E: Que mierda...

A esa misma hora en una comisaría cercana Laura no daba crédito a lo que un policía le
estaba explicando

L: No lo entiendo... supongo que todo esto ya se sabía ayer... ¿y no nos dijeron nada?... No
lo entiendo...

No levantaba la mirada de la mesa de despacho que tenía delante suyo. En ella se veían
varias fotografías de los terroristas muertos el día antes, tres hombres y una mujer

L: ¿Es ella? (cogiendo una de las fotografías para mirarla de cerca)

El comisario asintió con la cabeza

L: ¿Y dicen que está viva?


Comisario: Sí
L: Pero... ¿y la foto?...
Comisario: Es un montaje. Necesitamos que nadie sepa la verdad. (Volviendo a coger la
foto que hasta ese momento había estado mirando Laura) Esta es la imagen que ha salido en
portada de todos los periódicos de mayor tirada

Laura se levantó de la silla en la que había estado sentada hasta ese momento y se acercó a
la ventana. No podía olvidar los ojos hinchados de Esther y todas las lagrimas vertidas en
recuerdo a esa chica

L: Y ¿a quién entierran hoy si se puede saber?


Comisario: La caja va a estar vacía
L: ¿Y su familia?... ¿La familia de esta chica sabe todo esto?
Amor irracional 17

El comisario que estaba apoyado en su mesa de despacho se levantó y se acercó a Laura

Comisario: Nadie sabe nada de todo esto. Es algo que debe entender. Si trascendiera que
esta mujer sigue viva, correría un grave peligro
L: ¿Y porqué me lo cuentan a mí?
Comisario: Maca nos ha pedido un favor. Quiere despedirse de Esther, y para ello
necesitamos que usted nos ayude
L: Si creen que voy a colaborar en que esa asesina se acerque de nuevo a mi amiga...
Comisario: Maca no es ninguna asesina (la actitud de aquella joven lo estaba empezando a
poner nervioso)
L: Conmigo no cuenten (dirigiéndose a la puerta y saliendo de aquella oficina mucho más
confundida de lo que había entrado minutos antes)

A unos cientos de metros de aquella comisaría y en uno de los pisos que la policía ocupaba
de forma clandestina Maca sujetaba el auricular de teléfono entre sus manos. Sabía que a
última hora de la tarde subiría a un avión y abandonaría definitivamente aquella tierra que
era la suya. Mirar hacia atrás ya no tenía ningún sentido y solo ofrecía dolor, un dolor que
la oprimía. Mirar hacia delante no le hacía ningún tipo de ilusión. Aún con el teléfono en las
manos y con la voz de Esther en su interior recordó el primer abrazo que se habían dado.
Luchaba por esquivar los momentos vividos al lado de aquella chica pero notaba como
perdía la batalla y cerraba los ojos para revivir las horas que habían pasado a solas en
aquella cabaña

“Están locos, si creen que voy a permitir que Esther sepa que esta mujer sigue con vida es
que están locos”. “Maca no es ninguna asesina” le había dicho aquel inútil comisario.
“¿Cómo podía hablar así la misma policía?”. Decidida a evitar que su amiga asistiera a ese
entierro que en el fondo solo iba a ser una pantomima Laura empezó a subir la escalera de
su casa

L: Hola... Veo que ya has decidido levantarte... (al comprobar que en el sofá solo había una
manta bien doblada) ¿Esther?... (dando pequeños golpecitos en la puerta del baño)

Al ver que no obtenía ninguna respuesta decidió abrir la puerta. Allí no había nadie

L: ¿Esther?... (mientras miraba en la cocina y en los dos dormitorios. Ni rastro de ella en


toda la casa)

Sin pensárselo dos veces, volvió a coger las llaves del apartamento y bajó de nuevo a la
calle. Puede que su amiga hubiera salido a comprar algo y si era así no le costaría
demasiado encontrarla

Unos diez minutos antes Esther había bajado esas mismas escaleras en busca de una
farmacia abierta. Le había empezado a doler terriblemente la cabeza y necesitaba tomar
algo que le aliviara esa migraña. Iba por unas calles que le tenían que resultar familiares,
sin embargo no era así. Todo le parecía nuevo. Arropada por una gruesa cazadora que había
encontrado entre la ropa de Laura y sintiendo como el frío le daba pequeños latigazos en la
cara se encontró andando sin rumbo fijo
Amor irracional 18

“Esther... ¿dónde te has metido?... ¿Por qué no me has esperado si querías bajar a comprar
algo?”. Laura notaba como el corazón le latía con inusitada fuerza. Desde el momento en
que aquel comisario la había llamado a casa sabía que su amiga seguía estando en peligro
pero ahora, al intentar encontrarla y no dar con ella el miedo iba creciendo en su interior

Fue al cruzar una calle en una breve carrera cuando la joven doctora tuvo la sensación de
que la seguían. Unos pocos metros detrás suyo una pareja que fácilmente habrían podido
ser un par de estudiantes estaban siguiendo sus pasos. Cuando estaba a punto de girarse y
encararse con ellos una ligera duda la asaltó. Estaba convencida de que se debían tratar de
dos jóvenes policías pero... y si no era así. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo y solo
pensó en acelerar el paso e intentar despistarlos. Desde hacía dos meses estaba viviendo una
especie de película surrealista pero lo de esta mañana ya iba un poco más allá

Aun recordaba la llamada de Esther aquel cinco de septiembre por la noche

E: ¿Laura?...
L: ¿Esther?. ¿Dónde te has metido?... Llevo todo el día buscándote. He estado a punto de ir
a la policía
E: Laura... escúchame... estoy bien. No te preocupes. Estoy bien
L: Aún no he cenado. Te espero ¿vale?
E: No. Escúchame. No voy a venir esta noche y puede que tampoco mañana

Un largo silencio y después de nuevo la voz de su amiga

E: Laura si no doy señales de vida en cuatro o cinco días... (un nuevo silencio) ve a la
policía
L: ¡Esther!... ¡Esther!... (la llamada se había cortado)

Por supuesto no había esperado a que pasaran esos días. Esa misma noche Laura entraba en
una comisaría cercana para denunciar la desaparición de su amiga. De eso ya hacía dos
meses

No muy lejos de allí, Esther estaba parada delante de un pequeño quiosco. Sus ojos no
podían apartarse de unas fotografías que aparecían en la primera plana de los periódicos
más importantes. Sin ser consciente de sus movimientos se había agachado para coger uno.
Aquellas imágenes que veía impresas eran con las que había soñado la noche antes. Sus
pesadillas eran ahora más reales que nunca

-: Perdona... Impresiona ¿verdad?...


-: Sí (apenas le salía la voz)
-: ¿Te lo cobro? (la voz de la quiosquera parecía querer traerla al mundo real)
-: Sí...
-: ¿Estas bien?
-: Sí... sí...

Necesitaba estar sola, una extraña sensación de ahogo empezaba a crecer en su interior.
Apenas podía respirar... apenas las piernas la aguantaban... solo una imagen en sus retinas...
solo esa imagen... la de Maca echada en medio de un gran charco de sangre
Amor irracional 19

Voz: ¿Maca?... Maca ¿me oyes?...

Una ligera presión en un brazo hizo que se despertara. Se había quedado dormida sin
apenas darse cuenta. La tentación de revivir los días vividos en aquella cabaña al lado de
Esther, aunque solo fuera en sueños, había ayudado a que se olvidara de todo por unos
momentos

Policía: ¿Te habías dormido? (la joven policía que la acompañaba había recibido la orden
de comunicarle a Maca que lo que había pedido difícilmente se podría llevar a cabo)
M: Sí... (frotándose la cara con la palma de la manos como intentando centrarse en el hoy)
¿Habéis podido hablar con ella?... ¿Sabe que estoy viva?...
Policía: Me temo que no, que de momento no le van a decir nada. Mis superiores están
intentado convencer a su amiga, la doctora, para que le de la noticia una vez celebrado el
funeral
M: ¿Vais a permitir que asista a mi entierro?... ¿Os habéis vuelto locos? (levantándose del
sofá en que estaba recostada para acercarse a una de las ventanas. El sonido de una
ambulancia que se detenía delante de un quiosco próximo le había llamado la atención)
Policía: Maca... necesitamos que tu entierro resulte creíble. Necesitamos que alguien...
Piensa que si se precipitó todo, fue porque nos avisaron de que tus jefes ya no confiaban
demasiado en ti

Ese comentario inacabado de la joven policía dibujó una triste sonrisa en el rostro de Maca.
La muchacha no había acabado la frase, pero necesitaban que alguien llorara su muerte y
posiblemente Esther sería la única que vertería alguna lágrima de forma sincera

M: Mis tíos ¿no van a asistir?...

La policía negó tal posibilidad con la cabeza

M: ¿Habéis hablado con ellos?... ¿Saben que estoy...?


Policía: Nadie de tu familia sabe que sigues con vida... pero me temo que no te perdonan lo
que le sucedió a tu hermano... ¿Sabes que nunca voy a entender a tu gente? (sentía simpatía
por Maca a pesar de conocerla desde hacia poco más de doce hora y intentaba medir cada
una de sus palabras)
M: ¿Mi gente?
Policía: Sí, nunca voy a entender a la gente como tú, como Xavi,...
M: No nos metas a todos en el mismo saco (por primera vez desde que la conocía Maca
buscó la mirada de aquella policía). Xavi era solo un crío, un niño que idealizó a su
hermana mayor y quiso ser como ella. Nada más
Policía: ¿Y tu?
M: Yo... ¿Oye todos los policías hacéis tantas preguntas?... (volviéndose de nuevo hacia la
ventana para seguir lo que pasaba delante de aquel quiosco) ¿O simplemente he tenido mala
suerte contigo?
Policía: Perdona...

Mientras varias personas se habían concentrado alrededor de una Esther que había perdido
el conocimiento durante unos segundos. Estaba echada en el suelo y con unos cuantos ojos
fijos en ella cuando notó que unas manos amigas le daban pequeños cachetes en la cara
Amor irracional 20

L: ¡Esther!... ¡Esther!... niña... despierta... ¡Que susto me has dado!... Cuanto te he visto
caer he pensado por un momento que...

La joven enfermera escuchaba las palabras de su amiga pero le estaba costando reaccionar.
Se quería incorporar. Quería irse de allí, escaparse de tantos ojos desconocidos

L: Tranquilízate, no te muevas. La ambulancia ya ha llegado y te vamos a llevar al


hospital...
E: ¡No!... No puedo...
L: ¡Venid! ¡Acercad la camilla! (dirigiéndose a los sanitarios) Vas a hacerme caso y nos
vamos a hacerte un buen chequeo. No sé como te dejamos que ayer te negaras a ello
E: Laura... me encuentro bien (era una súplica) Ha sido solo la impresión de ver... (con los
ojos buscó de nuevo el periódico en el que aparecía la fotografía de Maca)
L: Venga... que nos vamos
E: Laura... por favor... necesito...
L: No dejaré que formes parte de todo este teatro (ayudando a subir la camilla a la
ambulancia) Nos vamos directamente al Provincial, trabajamos en ese hospital

Mientras la gente se empezaba a disgregar y la ambulancia tomaba el rumbo indicado por


Laura, Esther volvía a notar que la vista se le nublaba y que las fuerzas la abandonaban

Acababa de apagar el teléfono y la voz de Laura aún resonaba en su cerebro. “Aún no he


cenado. Te espero ¿vale?”, le había dicho. Pobre... si viera donde estoy... Los
pensamientos de Esther se vieron interrumpidos por la voz de Maca

M: ¿Estás segura de que no quieres irte?. Ahora aún puedes... en cualquier momento
pueden cambiar las órdenes y no podré...
E: ¿No podrás protegerme?... ¿Es eso lo que ibas a decir?...

Maca se había quedado callada de repente. Sí. En realidad era eso lo que pensaba. Ella,
que había sido siempre respetada por sus compañeros por cumplir las misiones de forma
fría y mecánica, estaba viendo como todos los remordimientos se le venían encima. De
forma inconsciente el haber vuelto a pisar esa cabaña, los comentarios de “dientes” la
noche antes, la sonrisa de Esther al ver que empezaba a reaccionar después de su intento
de suicidio,... todas esas pequeñas tonterías habían despertado algo en su interior. Algo
que llevaba años dormido y ahora parecía desperezarse

M: Sí (fijando la mirada en el suelo e intentando quitarle importancia a esa afirmación)

Estaban las dos sentadas en la entrada de la cabaña. Sus espaldas apoyadas en la pared y
a escasos centímetros la una de la otra

E: ¿Por qué lo has hecho?


M: Tú me has pedido poder hablar con tu amiga... ¿No lo recuerdas?
E: No te estoy preguntando por qué me has dejado llamar... sino por qué... (Esther no se
podía quitar de la cabeza el frasco de barbitúricos que Maca había ingerido hacia escasas
horas) Lo de esta mañana...
M: Estoy cansada... estoy muy cansada... y pensé que era lo mejor
E: Ya, pero... si no llego a volver, a estas horas estarías tumbada ahí dentro y ya nadie
podría hacer nada por ti
Amor irracional 21

M: ¿Crees que le iba a importar a alguien?


E: A tu familia... a tus padres... (la curiosidad por aquella chica estaba dejando de lado la
prudencia)
M: Me crié con una hermana de mi madre. Ella murió al poco de nacer Xavi
E: ¿Y tu padre?
M: A él nunca lo llegué a conocer... Mamá un día me enseñó una foto suya... pero nunca
supe su nombre (las palabras salían con dificultad de su boca)
E: ¿A tus amigos?... (Necesitaba darle un motivo para querer seguir con vida)
M: Esther nosotros no tenemos amigos (levantándose ligeramente la camiseta se sacó una
pequeña pistola que escondía en su espalda) Esta es mi única amiga...

Había tal pena en aquel último comentario de Maca que Esther no pudo evitar alargar su
mano hasta encontrar la de su secuestradora. No conocía de nada a aquella mujer. No
habían pasado ni veinticuatro horas desde la primera vez que había oído su voz, sin
embargo, algo en ella le inspiraba una inmensa ternura

Maca al notar el contacto de la mano de aquella chica hizo el amago de apartar la suya.
Hacía mucho que su cuerpo no recibía una ligera muestra de cariño y parecía que ya no
sabía como actuar delante de un gesto tan sencillo

E: Discúlpame, no quería... (retirando enseguida la mano)


M: No importa (levantándose del suelo y entrando de nuevo en la cabaña en busca de un
poco de agua)

El abrazo que se habían dado aquella mañana solo había sido fruto de un momento de
debilidad. Ahora Maca estaba recuperando su compostura. No podía dejar que aquella
chica hurgara en su corazón

De pronto el sonido del móvil hizo que girara la cabeza

Policía: ¿Cómo?... No entiendo nada... ¿Dices que la acaban de ingresar en el provincial?...


pero... ¿Y si insiste en verla?...

Aquella policía mantenía una conversación entrecortada por largos silencios. Maca sabía
que fuera lo que fuera tenía relación con Esther, y no le gustaba nada lo que estaba
escuchando. Se acercó a ella esperando una explicación

M: ¿Qué ocurre?... ¿Se trata de Esther?... ¿Qué le han hecho?...

La policía aún pendiente de lo que le decía su interlocutor intentaba calmar a Maca con un
gesto de su mano

M: ¿Está en el Provincial?... ¿La han llevado allí?... (elevando la voz para que la policía le
hiciera caso)

Un ligero movimiento de cabeza afirmativo mientras con un dedo le pedía un poco de


silencio fue suficiente para que Maca cogiera su chaqueta y saliera por la puerta de ese piso
a toda prisa
Amor irracional 22

L: Esther... ey... ¿Me oyes?...

Aún estaban en el interior de la ambulancia y Laura le estaba sujetando una de las manos
entre las suyas

E: Sí... no sé que me ha pasado... creo que me he mareado


L: Estás a 9 - 6. ¿Cómo no te ibas a marear?...

Quería incorporarse pero Laura no la estaba dejando

E: Ya está... de verdad... ya me encuentro mejor


L: Mira, esta vez me vas a hacer caso. Aun no se como ayer te dejamos ir para casa sin
más. Nos vamos al hospital y no vamos a salir de ahí hasta que sepa que estás bien
E: ¿Qué hora es? (todo lo sucedido la había desorientado)
L: Olvídate de la hora. Ahora hay una cosa mucho más importante que...

A pesar de no acabar la frase las dos chicas sabían en que pensaba Laura

E: Para mí, no. Para mí, decirle adiós es...

Era imposible seguir hablando. La voz no salía. Las imágenes de aquel periódico aún
permanecían en su retina y si cerraba los ojos las veía con una claridad que resultaba
terriblemente dolorosa

Al salir de la comisaría aquella misma mañana Laura tenía las ideas muy claras. La
intención era acompañar a su amiga en aquel sepelio, y desear que durante esas cuatro
horas que quedaban para que Esther emprendiera el regreso hacia su casa no sucediera nada
que la pudiera debilitar aun más. Estaba segura que el poder reencontrarse con sus padres,
la vuelta a su ciudad, la ayudarían a olvidar en parte lo sucedido. Ahora, empezaban a
asaltarla unas pequeñas dudas. Puede que si algún día Esther llegaba a saber la verdad no le
perdonara el hecho de haberlo pasado tan mal en su presencia y no recibir la noticia de que
Maca seguía con vida

Conductor: Ya estamos llegando... (el conductor de la ambulancia se había girado para


poder decírselo a su compañero) ¿Cómo se encuentra?...
Compañero: Bien... Seguramente solo ha sido una hipotensión

Esther seguía la conversación que mantenían los sanitarios pero sus ojos buscaban la
muñeca de Laura

E: No me has dicho la hora...


L: Las diez y cuarto (después de consultar su reloj) Oye... Esther...

Laura deseaba decirle a Esther que todo había sido un montaje, que realmente las fotos no
reflejaban como había acabado su rescate. Estaba a punto de hacerlo cuando sonó una
sirena de la policía a pocos metros de la ambulancia

Compañero: No deberían ir delante para facilitarnos la circulación...


Amor irracional 23

Conductor: No les pidas demasiado... Piensa que son policías... (el conductor rió la broma
de su compañero)

E: Déjame ir al cementerio... y cuando salga me vengo para acá contigo y me haces todas
las pruebas que desees. Estoy bien y no va a pasar nada porque aplacemos un par de horas
esas analíticas que quieres hacerme (Laura seguía pensando en las palabras del comisario)
¿Me estás escuchando? (elevando un poco la voz) ¡Laura!
L: Sí, perdona (volviendo a la conversación que había iniciado su amiga)
E: ¿En que pensabas?... Antes parecía que querías decirme algo y cuando has oído la sirena
se te ha ido el santo al cielo
L: Verás, Esther... (acariciándole la frente con la mano) Hay algo que deberías saber...
E: ¿El qué...?
L: Antes la policía ha llamado a casa... (no sabía si realmente era bueno decirle toda la
verdad)
E: Ya lo sé... te han aconsejado que no me dejaras ir al funeral... Me lo has dicho, pero ya
sabes lo que pienso sobre eso
L: Verás no he sido del todo sincera. El comisario me ha pedido que lo fuera a ver. Quería
hablarme de una cosa...
E: ¿De qué Laura?...
L: No sé si es buena idea contártelo ahora. Estas muy débil...
E: Quieres hablar ya de una vez... (se estaba empezando a inquietar)
L: Hoy ese entierro no va a ser de verdad. La caja va a estar vacía
E: ¿Cómo?... No entiendo...

En ese momento la ambulancia se detenía y la puerta posterior de la ambulancia se abría de


forma brusca

La ambulancia acababa de parar en el muelle de aquel hospital pero la manera en que se


había abierto la puerta del vehículo asustó a todos los del interior

Hombre: ¿La doctora Llanos? (un hombre impecablemente vestido y con un pinganillo en
la oreja fijaba atentamente su mirada en una Laura que no podía disimular su cara de
sorpresa)
L: Soy yo... (mientras se levantaba y intentaba bajar del vehículo)
Camillero: Hola, Laura... Nos han dicho que traes a Esther... (un camillero que había
llegado a la parte trasera del vehículo tendía una mano a su compañera para ayudarla)
L: Sí, llevadla enseguida a un box. Y pídele a Ainoa que se encargué ella de todo... creo que
este señor quiere hablar conmigo, pero tan pronto como pueda, entro

El sanitario que aun estaba en el interior de la ambulancia no se perdía detalle de nada.


Parecía casi la secuencia de una película. Aquel tipo corpulento que había conseguido
asustarlos a todos con su brusca irrupción ahora era un estorbo al que nadie se atrevía a
apartar del medio

Hombre: Por favor, venga conmigo, señorita Llanos...


L: Déjeme hablar un momento con mi amiga, serán solo unos segundos (mientras de reojo
intentaba calmar con la mirada a una Esther realmente preocupada)
Amor irracional 24

“Hoy ese entierro no va a ser de verdad. La caja va a estar vacía” eran las últimas palabras
pronunciadas por Laura antes de que ese tipo abriera la puerta... y ahora el coche de policía
parado a escasos metros de donde se encontraban... eran dos cosas que no podía entender

E: ¿Qué ocurre Laura?... ¿Quién es ese hombre?... ¿Qué quiere?


L: No te preocupes por nada cariño, enseguida entro... ¿vale? (con la mano le acariciaba la
mejilla y le intenta transmitir calma, un sentimiento del que no iba nada sobrada en aquellos
momentos)
E: Pero lo que has dicho sobre...
L: Shhh... No pienses ahora en nada de todo eso... (mientras con un dedo hacia el gesto de
pedirle silencio) Lleváosla enseguida para adentro y que le hagan analíticas completas
(dirigiéndose al camillero)

Laura vio como Esther entraba por la puerta de urgencias y como los sanitarios que las
habían acompañado a este hospital seguían con la mirada puesta en aquel hombre que
parecía pertenecer a algún cuerpo seguridad del estado

Hombre: Acompáñeme... (cogiéndola del brazo y obligándola a obedecerle)

Laura quería saber quien era aquel individuo, que quería de ella, dónde pensaba llevarla...
pero no se atrevía a preguntar nada. Con una gran sumisión obedeció y entró en la parte
posterior de un coche con las lunas tintadas

“Dios... Dios... Dios...” en el interior de aquel coche Laura se había dado cuenta enseguida
que nada sería tan sencillo como ella se había imaginado aquella misma mañana. Nada
había acabado la tarde antes, mas bien todo lo contrario

Hombre: Necesitamos que grabe todas las conversaciones de su amiga (mientras le


enseñaban como funcionaba un pequeño micrófono que iba a ser colocado debajo de su
jersey)
L: Pero... ¿porqué?... No entiendo nada...
Hombre: No es necesario que entienda nada, doctora Llanos. Usted siga nuestras ordenes y
nada más
L: Pero ayer dijeron que todo se había acabado...
Hombre: Recuerde... hágale preguntas... que hable de sus días de encierro... Necesitamos
hurgar en su memoria y usted es la única que le va a inspirar la confianza necesaria
L: Pero es mi amiga... y lo ha pasado muy mal... ¿Cómo pueden esperar que yo...?
Hombre: Piense que la vida de su amiga depende de ello

Esa había sido la última frase que Laura había escuchado antes de abandonar ese coche. Las
instrucciones de aquel inspector habían sido claras. Difíciles de llevar a cabo, pero muy
claras

Policía: ¿Dónde pensabas que ibas?... Si te llega a pasar algo el jefe... (la joven policía no
quería ni imaginarse tal posibilidad. Había recibido órdenes muy concretas y la seguridad
de aquella mujer importaba mucho a sus superiores)

Maca estaba flanqueada por dos corpulentos policías que le habían impedido que pudiera
salir de aquella portería
Amor irracional 25

M: ¿Qué le ha ocurrido a Esther?... He oído lo que hablabas por teléfono (intentaba decir
las cosas de forma pausada pero notaba que los nervios empezaban a traicionarla)
Policía: ¿Ha sido por eso que has salido corriendo?...
M: ¿Siempre has de contestar con una pregunta?. Dime que le ha pasado a Esther
(acercándose a su interlocutora con una mirada que reflejaba toda la preocupación que
sentía)
Policía: Dejadnos a solas... Estoy segura de que no intentará repetir la misma tontería (Sus
palabras iban dirigidas a sus compañeros)
Policía 2: ¿Estas segura, Pat?... Recuerda que esta tarde...
Pat: Sí, no olvido lo de esta tarde, no te preocupes. Sé que cuando hablemos unos minutos
se tranquilizara y no volverá a intentar escapar

Maca seguía la conversación en silencio. El comentario de aquel hombre uniformado le


había despertado la curiosidad y una vez a solas no pudo evitar la pregunta

M: ¿Qué ha de ocurrir esta tarde?


Pat: Ya te lo contaré después, ahora déjame que te enseñe una filmación que han hecho mis
compañeros. Es de esta misma mañana y necesitamos que la mires con toda atención
M: Si quieres que mire peliculitas lo voy a hacer, pero antes tengo una condición. No os
voy a ayudar en nada si no me permitís ver a Esther durante unos minutos y saber lo que le
ha pasado

La voz de Maca había reflejado seguridad en todo momento pero ahora empezaba a denotar
tintes de chantaje. Sabía que si se negaba a facilitar la ayuda que le pedían pronto
accederían a sus deseos

Pat: Te hago un trato. Te miras estas dos películas (pasándole unos DVDs que hasta ese
momento habían estado encima de la mesa) y cuando acabes yo misma te acompaño al
hospital donde ha sido ingresada Esther
M: ¿Ingresada?... ¿Qué le han hecho?... ¿Quién...?
Pat: No ha sido nada. Por la información que tengo se ha tratado de un simple desmayo...
pero no perdamos tiempo si realmente quieres verla cuanto antes acabemos con esto antes
te llevaré hasta el provincial

Mientras todo esto sucedía a escasos tres kilómetros de aquella habitación se encontraba
Esther echada en una camilla especialmente incómoda

Ainoa: Te dejo unos minutos sola... voy a ver si veo a Laura


E: Sí, por favor. Aquel tipo le ha enseñado una especie de carnet pero no estoy nada
tranquila
Ainoa: Sabes que te echamos mucho de menos todo este tiempo (mientras le cogía una
mano para infundirle un poco de calma). Cuando nos dijeron que te habían secuestrado no
entendimos nada
E: Ha sido todo tan extraño...
Ainoa: Va... ahora a olvidarlo todo. Ya estás libre y dentro de unas horitas estarás en casa
con tu familia y todo esto habrá sido solo un mal sueño del que pronto no recordarás nada
Amor irracional 26

Esther asintió con la cabeza pero sabía que no iba a ser así. Ella haría todo lo posible para
no olvidar algunos de los momentos vividos en cautividad. Mientras Ainoa se dirigía al
laboratorio para poder tramitar los análisis de la forma más rápida, ella cerraba los ojos y
recordaba la segunda noche de su secuestro, aquella en la que Maca y ella habían
compartido inicialmente litera y habían acabado por compartir almohada

E: ¿Duermes?... (Lo había dicho casi en un susurro. Si realmente la chica que estaba en la
litera inferior había conseguido conciliar el sueño, no quería despertarla, pero la
oscuridad en aquella cabaña era tal que era imposible poder verle la cara)
M: No...
E: ¿En qué piensas?
M: Ojalá no hubieras regresado Esther... ojalá todo hubiera acabado ya

A Esther escuchar aquellas palabras le resultaba doloroso. En su trabajo siempre tenía


que luchar contra la muerte y el hecho de que una chica joven y guapa como era Maca
quisiera acabar con todo le resultaba incomprensible

E: ¿Cómo puedes decir eso?... Siempre hay una salida, incluso en los peores momentos
hay algo por lo que luchar

Las palabras que Esther decía eran las mismas que había oído de la boca de su terapeuta
cuando seis años atrás había perdido a su mejor amiga en un accidente de moto. Nunca
nadie supo que aquella amiga había sido mucho más que una amiga para ella, nadie
excepto el psicólogo que le aseguró que con el tiempo volvería a tener ganas de vivir.
Ahora echada en aquella fría camilla del hospital recordaba de nuevo aquellas palabras y
rezaba para que aquel hombre tuviera de nuevo razón

Sentada en una silla delante del televisor Maca había puesto en marcha la reproducción de
aquella película que Pat deseaba que viera. No podía quitarse de la cabeza a Esther.
Deseaba verla, besarla de nuevo,... pero sobretodo decirle que seguía con vida y que la
amaría siempre

Pat: Maca... Esto se ha filmado esta misma mañana. Un compañero ha seguido a Esther
desde que ha salido de su casa hasta que ha sufrido este tonto desmayo
M: ¿Qué se supone que he de ver en esta película?
Pat: Fíjate en todas las caras que aparecen. Nos ha llegado la información de que están
siguiendo a Esther para poder dar contigo
M: Pero se supone que estoy muerta, se supone que... (mirando la esfera de su reloj) que
dentro de una hora me van a enterrar
Pat: No te estoy hablando de tus compañeros... Ellos creo que sí te dan por muerta

Maca no entendía nada de lo que Pat intentaba explicarle. Sabía que debía prestar mucha
atención a todos los rostros que aparecían en aquellas imágenes pero le estaba resultando
casi imposible desviar la mirada de la figura de Esther. “Dios... como me he enamorado de
esta mujer”... Mientras veía como su amiga andaba por las calles de aquel pueblo con un
aire infinitamente triste no podía dejar de echar la memoria atrás y pensar en el primer beso
que le había dado
Amor irracional 27

Como siempre había tenido verdaderas dificultades para conciliar el sueño. Se había
repetido en varias ocasiones la palabras con que Esther la había intentado animar,
“siempre hay una salida, incluso en los peores momentos hay algo por lo que luchar”

Aquella cabaña había sido el escenario de una pesadilla que había vivido en infinidad de
ocasiones. Durante los últimos meses muchas veces se había despertado sobresaltada por
la imagen de un Xavi tendido en el suelo. Ella arrodillada a su lado intentaba despertarlo,
lo cogía por los hombros y lo movía con el ánimo de que abriera los ojos y le diera un
abrazo. Siempre, en todos aquellos sueños, a Xavi se le iba la cabeza de lado y dejaba a la
vista un pequeño orificio en su sien derecha, el orificio por el cual le habían arrebatado la
vida. y también como siempre, aquella imagen provocaba un grito en ella, el grito por el
cual se despertaba

E: Tranquila... tranquila... es solo una pesadilla...

Al abrir los ojos había comprobado como la linterna que le había dejado la noche antes a
Esther estaba encendida y daba un poco de claridad a la estancia. Y allí sentada en su
cama, se encontraba ella

M: ¿Te puedo pedir un favor?...


E: Si te echas un poco más hacia la pared... sí

Esther había entendido perfectamente lo que quería pedirle Maca, antes de ese grito de
angustia había visto como aquella chica se movía de forma agitada a pesar de estar
dormida

Maca no se lo hizo repetir dos veces y había dejado que su supuesta víctima se echara a su
lado y le pasara uno de los brazos por debajo del cuerpo. Así, sin decirse gran cosa, en
medio de una montaña y lejos del mundo real ahuyentaron sus miedos ambas chicas

A la mañana siguiente la linterna ya se había quedado sin pilas pero la luz del sol
empezaba a entrar por la ventana cuando Maca abrió los ojos. Esther permanecía allí, a
su lado, y parecía estar durmiendo plácidamente. Maca se sorprendió mirándola durante
un largo rato. Sin conocerla de nada, aquella chica le había salvado la vida el día antes y
le había proporcionado una noche libre de malos sueños. Como si de un callado
agradecimiento se tratara, acercó sus labios a los de Esther para darle un suave beso,
beso que no paso desapercibido a su destinataria. Esta empezaba a despertarse y le
respondió con una sonrisa. Delante de este gesto Maca se volvió a acercar a su compañera
de cama y entreabriendo ligeramente los labios la besó con un deseo del que no era
consciente. Hacía años que no sentía la necesidad de amar a nadie, pero esta mañana algo
había cambiado en su interior

Aun con los ojos cerrados y con una ligera molestia en el brazo del que se le había extraído
la muestra de sangre, Esther tuvo la sensación de ser observada. Se encontraba muy a gusto
recordando los momentos vividos en esa pequeña cabaña pero a la vez sabía que todo eso
era parte del pasado y que tenía que empezar a ponerse las pilas. No podía dejar que la
debilidad de su cuerpo y la pena la echaran del mundo real como ya había sucedido en una
ocasión. Otra vez, no
Amor irracional 28

L: Esther... mi niña... ¿cómo te encuentras?

La voz de Laura era casi un susurro

L: Esther... Dios... ¿en qué mierda de mundo vivimos? (mientras pensaba en voz alta Laura
les estaba acariciando la frente) ¿Qué deben querer de ti esos hombres?... ¿Qué se supone
que he de hacer?... Estoy hecha un lío... Solo quiero lo mejor para ti... pero que mierda...
¡no sé que es lo mejor!

Aun con los ojos cerrados aquellas palabras llegaban nítidas a sus oídos, lo suficientemente
nítidas como para convencerla de que no era mala idea hacerse la dormida un rato más

L: Esta mañana cuando he visto como llorabas por aquella chica me has dejado tan
descolocada... Tenía claro que lo mejor era que regresaras para casa y que si querías asistir
a su entierro te acompañaría... pero después... después de hablar con aquel estúpido
comisario...

De pronto unas palabras dichas hacía apenas unos minutos se repetían de nuevo en su
cerebro, “Hoy ese entierro no va a ser de verdad. La caja va a estar vacía”. ¿Dónde iban a
enterrar a Maca en realidad?... ¿Porqué no la dejaban en paz al menos una vez muerta?...
Había sido un juguete en manos de todos, de sus compañeros, de la policía, incluso de aquel
amigo del que una vez le había hablado y que había sido el motivo por el cual se había
infiltrado en esa banda terrorista. Siempre un simple juguete en manos de otros

Ainoa: Hola, Laura... No te había visto entrar...


L: Hace nada que estoy aquí... ¿le habéis pinchado algún sedante...?
Ainoa: No, solo le he pedido un básico (mientras se acercaba a Esther para tomarle el
pulso). Antes he estado hablando con ella y parecía encontrarse muy serena. Solo me ha
preguntado por ti... me ha pedido que te buscara... me ha dicho no sé que de unos tipos...
L: Ya... (una de sus manos se dirigió hacía donde llevaba el micro colocado. Por unos
momentos se había olvidado de él. Ahora se daba cuenta de que cualquier cosa que hablara
sería escuchada y grabada)
Ainoa: Esther... Esther... (elevando un poco la voz y dándole un ligero masaje en el
antebrazo) Mira quien tienes aquí

Como si de un largo sueño se despertara y frotándose ligeramente los ojos la joven


enfermera intentaba disimular que hubiera estado escuchando las divagaciones de Laura y
su encuentro con Ainoa

E: fffffff... ¿qué hora es?... Parece que lleve un siglo en esta camilla...
Ainoa: Tranquila... solo has dormido unos minutos... y Laura ya está aquí
E: ¿Laura? (girándose hacia el lado contrario para buscar con la mirada a la cirujana)
¿Quién eran esos hombres?... ¿Qué querían de ti?
L: Nada... Olvídalos... ya se han largado
E: ¿Seguro?
L: Sí, no te preocupes. Eran policías. Han sabido de tu desmayo y estaban interesados por
tu salud. Me han dicho que tienen un gabinete psicológico para casos como el tuyo y que es
importante que intentes hablar de todo lo que te ocurrió durante los días de encierro. Saben
que somos amigas y me han pedido que te ayude en eso... que no deje que los recuerdos se
vuelvan peligrosos para ti
Amor irracional 29

Mientras en otro lugar no muy lejano la pantalla de un televisor se volvía totalmente negra

M: Bueno, va podemos irnos...


Pat: Espera un momento... ¿Te has fijado en todo?... ¿Has estado atenta a las caras?
M: Sí, claro. He sido una niña buena y no me he perdido detalle de nada... ¿Nos vamos?
(mientras se levantaba y se abrigaba para poder salir a la calle)
Pat: Maca, voy a cumplir mi parte del trato pero me da la sensación de que no has sido
legal conmigo. Apenas has preguntado nada...
M: Mira... llevo toda la noche pidiéndoos que me dejéis despedirme de Esther y todo son
excusas y ahora me haces ver una película en la que acabo viendo como pierde el
conocimiento... ¿De verdad esperas que me fije en muchas cosas?. Dejadme verla y
después...
Pat: Tienes razón... Vámonos. (Cogiendo su chaqueta y las llaves del coche que hasta ese
momento habían estado encima de la mesa)

Maca de pronto notó que se le aceleraba el corazón. En pocos minutos estaría delante de la
única persona en este mundo que le importaba de verdad, la única por la que había sido lo
suficientemente valiente para escaparse de todo

M: ¿Le habéis contado ya la verdad?


Pat: No... creo que aún no sabe que sigues con vida...
M: Dios... cuando me vea...

Ainoa: Sabes qué, Esther... Te vamos a dejar un rato solita... Quiero comentarle un caso de
anoche a Laura y de paso nos acercamos al laboratorio a ver si ya tienen tus resultados

Laura para nada quería salir de aquella habitación. Aquel micro que llevaba escondido en su
ropa la incomodaba y a la vez no le dejaba olvidar que su amiga seguía estando vigilada. En
realidad no entendía nada de lo que estaba sucediendo pero si de algo era consciente es que
para Esther aún no había acabado su calvario y que se encontraba demasiado débil para
afrontar lo que pudiera sucederle en las siguientes horas

L: Estaba pensando... (apoyándose en la camilla y cogiendo la mano de su amiga) que es


posible que no llegues a coger el tren. Son más de las once y aún estamos esperando saber
como estás... ¿qué te parece si llamamos a tus padres y les pedimos que se vengan ellos
para acá?
E: ¿Crees que va a ser necesario...?. Me encuentro bien y no quiero asustarlos... Bastante
han pasado ya...
L: Ahora ya saben que estás bien. En casa hay sitio. Se vienen, pueden estar contigo y tan
pronto como sepamos que no hay motivos para tenerte en observación os volvéis juntos a
Zaragoza
E: No sé si llevo el móvil en el bolsillo de mi cazadora (buscando con la vista esa prenda de
ropa)
L: No te preocupes... Ya me encargo yo de llamarlos

En los días durante los cuales Esther había permanecido secuestrada Laura había sido la
encargada de notificar todas las novedades a su familia. Durante casi dos semanas la policía
Amor irracional 30

había silenciado la desaparición de la enfermera porque había algo raro en todo el caso.
Después de este tiempo ya no se había podido esconder la verdad. El padre de Esther había
viajado hasta el hospital en el que trabajaba su hija y había sido informado de lo ocurrido

Mientras veía como sus dos compañeras salían de la habitación, Esther no podía olvidar las
palabras que había dicho Laura minutos antes, “...que no deje que los recuerdos se vuelvan
peligrosos para ti”... ¿Cómo podía ser peligroso para ella recordar las horas vividas al lado
de Maca?. En su memoria siempre guardaría aquel primer beso que se habían dado. Había
tal ternura en la mirada de aquella chica que le había sido fácil olvidar su condición de
terrorista

M: Esther... mientras dormías he estado pensando y...


E: ¿Y...? (viendo que a Maca le costaba acabar la frase)
M: Te voy a bajar hasta el pueblo. Seguramente tu compañera ya habrá ido a la policía y
en nada se descubrirá que no eres Laura. Cuando eso ocurra tu vida va a correr peligro y
no podemos arriesgarnos...
E: ¿No podemos arriesgarnos?. Maca te recuerdo que eres mi secuestradora. No sé... pero
no sabía que los terroristas fuerais tan protectores con las personas a las que reteníais
(había un ligero tono irónico en su voz)
M: Tampoco nuestras víctimas acostumbran a abrazarnos durante la noche para que
podamos huir de nuestros fantasmas (la sonrisa en su cara era cada vez más manifiesta.
Esther tenía algo que le hacía sentirse como hacía tiempo que no se sentía)
E: Si me llevas al pueblo... ¿porqué no vamos directamente a la comisaría?. Seguro que el
hecho de entregarte voluntariamente va a ser un buen atenuante y con un buen abogado
puede que...
M: Deja de hacer conjeturas, Esther... Te voy a llevar al pueblo y voy a volver a esta
cabaña
E: Pero... si lo haces... puede que te ocurra lo mismo que le sucedió a tu hermano... (sabía
que estaba siendo cruel al remover viejos sentimientos pero si eso servía para que aquella
chica salvara su vida, valía la pena)

Maca que hasta ese momento había estado medio incorporada a su lado, había optado por
levantarse. Estaba calzándose cuando noto la mano de Esther acariciándole el cabello

E: Lo siento... No debería haber hecho ese comentario, pero es que me gustaría que tú...
que tú tuvieras una oportunidad
M: Si quiero tener esa oportunidad he de quedarme, Esther (levantando la mirada hacia
ella). Se lo debo a mi hermano. Si él ahora está enterrado en algún rincón de esta
montaña, yo tengo gran parte de culpa. Sabes que ni siquiera pude despedirme de él, ni
siquiera sé donde acabó su cuerpo. He de poner fin a lo que hace meses...
E: A que te refieres... ayer estuviste a punto de hacer una tontería
M: No volverá a ocurrir lo de ayer... Fue solo un mal momento (La mirada de Maca había
intentado ser convincente). Si pudiera explicártelo todo, si supieras...
E: ¿Y porqué no lo haces?... Vamos, Maca... estoy aquí... y sé que necesitas hablar. Y
puede que pienses que lo de ayer fue solo eso, un mal momento, pero no pienso dejar que
me lleves al pueblo sabiendo que vas a ser tú entonces la que estés en peligro

Esther recordaba muy bien aquella conversación. Aquel día Maca no se sinceró con ella
pero acabó aceptando que se negara a ser liberada. Entre ambas idearon un plan para poder
engañar al “capo” y la verdad es que formaban un buen equipo ya que dio resultado durante
Amor irracional 31

bastante tiempo, aunque no fuera el suficiente para que todo acabara como ambas habían
soñado

Mientras, en el exterior de aquella habitación en la que Esther se negaba a borrar sus


recuerdos...

L: ¿Qué sucedió anoche?.¿De qué caso me querías hablar?


Ainoa: En realidad solo era una excusa para que salieras conmigo... No quería preocupar a
Esther... Verás hace pocos minutos me ha llamado el director del hospital a su despacho...
L: ¿El director? (Laura sabía que aquello ocurría en contadas ocasiones, y siempre era por
algo grave)
Ainoa: Jajaja... pones la misma cara de susto que he puesto yo cuando me han pasado la
orden de subir
L: ¿Y que tiene que ver Esther en todo esto? (En aquel momento por la mente de Laura
pasó la cara del tipo que le había colocado el micro pegado a su sujetador) Uf... creo que
me estoy mareando yo también, ¿me acompañas un momento al lavabo?
Ainoa: Sí, claro... ¿Qué habéis desayunado hoy?... puede que algo estuviera en mal estado
(dubitativa al ver que Laura movía negativamente la cabeza)
L: No... seguro que todo se debe a los nervios que hemos pasado
Ainoa: Para nervios los que tenía yo en el cuerpo cuando he entrado en el despacho de
Dávila...
L: ¿Y qué quería?
Ainoa: Me ha dicho que me invente la excusa que quiera... pero que Esther se ha de quedar
ingresada en una habitación de planta. Ha recibido la orden expresa de algún cargo
importante de la administración de justicia para que la tengamos aislada en una habitación
hasta que venga no sé quien...
L: Mejor me esperas aquí fuera (mientras de pie delante de la puerta de los lavabos cogía
una mano de Ainoa para hacerla entrar y con la otra le indicaba silencio)

Una vez dentro del lavabo y ante la mirada sorprendida de la joven doctora de urgencias
Laura se levantaba la ropa y dejaba al descubierto el pequeño micro a través del cual sus
conversaciones estaban siendo grabadas. Después de un par de minutos en silencio, tiraba
de la cadena y simulaba lavarse las manos antes de volver al pasillo

Ya de nuevo en el pasillo Ainoa reprendía la conversación

Ainoa: ¿Mejor?. Haces mala cara...


L: Esta noche he dormido fatal, y la verdad es que no me encuentro nada bien
Ainoa: Mira... Ve a la cafetería y te tomas una infusión, yo mientras voy al laboratorio a
buscar los resultados y cuando los tenga te vengo a buscar para que lo veas

Si algo había entendido Ainoa con aquel gesto de Laura es que Esther debía estar al
corriente de todo aquello. Las indicaciones de Dávila, el micro que llevaba Laura, el control
policial en la puerta del hospital, demasiadas cosas sin sentido... y en medio de todo ello
una compañera suya necesitaba que la ayudaran

Mientras Ainoa se encaminaba de nuevo a la habitación de Esther, un coche de lunas


tintadas aparcaba a pocos metros de la entrada del hospital. En el interior Maca no podía
Amor irracional 32

controlar su estado de nerviosismo. Muchas dudas la asaltaban pero ante todo la ilusión de
volver a ver a Esther y la necesidad de abrazarla de nuevo la hacían estar en tensión

Estaba a punto de abrir la puerta del coche cuando sonó el móvil de Pat

Pat: ¿Sí...? (Un largo silencio) ¿En la parte trasera?... ¿Dónde acceden los coches de la
funeraria?... ¿Algún código siete?... ¿Pero... porqué no me habéis avisado antes?...

Al escuchar las palabras de aquella policía el semblante de Maca había ido cambiando de
color. Iba a bajar del coche cuando notó que Pat la sujetaba por el brazo

Pat: ¿Se puede saber a dónde vas?. (Bajando un momento el móvil por el que aún mantenía
la conversación). Te puedes esperar un momento...

Maca un poco a disgusto había vuelto a cerrar la puerta de aquel coche y esperaba una
explicación

M: Has mencionado un código siete (con cara de preocupación). ¿Qué significa eso de la
funeraria?... ¿Qué...?
Pat: No significa nada. Esther está siendo vigilada y no por nosotros precisamente.
Sencillamente me han pedido que te tenga escondida unos minutos. Van a trasladarla a una
habitación apartada para que puedas subir a verla sin correr más peligros de los
estrictamente necesarios
M: ¿Seguro que no me engañas...? (la voz le temblaba al pronunciar estas palabras)
Pat: Que no, tonta. Vaya terrorista más rara eres tú...

A Pat cada vez le caía mejor aquella chica. Nunca había tenido la misión de vigilar a un
terrorista de cerca y cuando el día antes le habían dado la orden de hacerlo, no le había
hecho ninguna ilusión. Sin embargo, ahora empezaba a pensar que había un gran secreto
detrás de todo aquello y sentía una curiosidad extrema por Maca

Pat: ¿Has visto la hora que es...? (mientras aparcaba el coche donde le habían indicado
hacia escasos segundos)
M: Las once y cuarenta... ¿por qué me lo preguntas?
Pat: Porque es muy posible que a la misma hora en que Esther piense que te están dando
sepultura, tú llames a su puerta y...
M: ¿Y...?
Pat: Mira... si me prometes no hacer ninguna tontería, te propongo una cosa...

Maca permanecía atenta a las palabras de aquella mujer

M: Dime
Pat: Quédate mi móvil... Espera a que nos manden el aviso de que puedes subir... Mientras,
yo intento ver a Esther y la pongo al corriente de que estás viva y de que pronto os vais a
ver
M: De acuerdo... creo que va a ser lo mejor. (Siempre se había tenido por una persona
arisca, pero en esos momentos le hubiera dado un abrazo a aquella mujer)
Pat: Pero, sobretodo, ninguna tontería... Cuando suene el teléfono te dirán el número de la
habitación. Cuelgas y subes
Amor irracional 33

Maca asintió. Sabía como funcionaban los policías y intuía que lo que le estaba
proponiendo era algo que de saberlo sus superiores no les haría ninguna gracia

M: Igualmente me deben estar vigilando desde algún otro coche ¿no?... Siempre hay una
cédula vigía por si sale algún contratiempo

Pat ya había abierto la puerta del coche en aquel momento y prefirió no hacer la pregunta
que hacía rato tenía en mente. ¿Cómo era que conocía los códigos de la policía y cómo
sabía tan bien su metodología de trabajo?

Esther en su habitación no podía evitar pensar en lo rápido que transcurría el tiempo.


Echada en la camilla, sus ojos buscaban una y otra vez un reloj de pared que se encontraba
encima suyo. ¡Qué absurda e irreal era la sensación del tiempo!. Los muchísimos días que
había permanecido encerrada en el zulo de esa cabaña, vigilada por hombres de los que solo
conocía la voz, se había hecho interminablemente largos. Sin embargo las horas vividas al
lado de Maca habían pasado como un suspiro. Aún podía recordar la primera vez que
habían hecho el amor...

E: Maca... si en cualquier momento vinieran tus compañeros y me encontraran aquí, en la


cabaña... (mientras le cambiaba el vendaje de la mano y le aplicaba con suavidad una
pomada cicatrizante para ayudar a cerrar la herida)
M: No te preocupes, eso no va a suceder. Siempre tenemos la obligación de avisarnos. Sino
lo hacemos, corremos el riesgo de ser disparados
E: Ya... entiendo (De pronto se había quedado callada)

Sentía la enorme tentación de preguntarle si alguna vez había disparado a alguien, si


había llegado a provocar alguna muerte. Sin embargo no se había atrevido a realizar la
pregunta. Estaba empezando a sentir un tremendo cariño por esa mujer y si le confesaba
haber participado en algunas de las barbaridades que había podido escuchar alguna vez
en televisión difícilmente podría seguir sintiendo lo mismo por ella

M: ¿Estás bien?. De pronto te has quedado muda


E: Sí... quería pedirte un favor...
M: ¿De qué se trata?
E: Hoy está haciendo mucho calor y me siento empapada de sudor. Mira... me gustaría
asearme. Me preguntaba ¿si hay algún sistema en esta cabaña para poderse duchar?
(aplicando una tira de esparadrapo para acabar de fijar la venda)
M: Mira... si ya has acabado con la cura te voy a llevar a un rincón precioso en el que yo
me he dado un baño en muchas ocasiones

Amabas chicas se habían levantado y Esther había aceptado de Maca una gran toalla y
una pastilla de jabón. Ya una vez fuera de la cabaña, se habían adentrado un poco en el
bosque hasta ir a dar a un salto de agua que metros más abajo acababa en un pequeño
lago donde el suelo parecía poco profundo

E: Dios... que sitio tan bonito


M: Sí, sí que lo es (mientras le tendía la mano para facilitar que pudiera andar por unas
grandes losas mojadas en las que crecía algo de musgo) Si bajas hasta esa roca en forma
Amor irracional 34

de huevo (indicándole una roca cercana) te será fácil entrar. Eso sí, seguro que el agua va
a estar helada
E: No me importa... casi me apetece, la verdad

A los pocos minutos Maca había podido observar como aquella enfermera sumergía todo
su cuerpo en el agua. Se sentía un poco violenta porque no había podido apartar la vista
de su cuerpo mientras se desnudaba. No era la primera vez en su vida que se sentía atraída
por alguien de su mismo sexo y el beso en los labios dado esa misma mañana no era el
primero que había dado a una mujer, sin embargo lo de ahora era algo diferente

Cuando a los pocos minutos Esther había decidido salir del agua y le había pedido que le
acercara la toalla su corazón latía con una fuerza a la que no estaba acostumbrada

E: Ufff... sí que estaba fría el agua... (temblando e intentando envolverse en la toalla)


M: Deja que te ayude (frotándole un poco el cuerpo con ambas manos)
E: Maca... estás temblando... ¿Te encuentras bien?. No te he visto la herida infectada pero
puede...
M: Estoy bien, Esther. En estos momentos estoy demasiado bien. (Rodeando el cuerpo de
la enfermera con sus brazos y ayudándola a protegerse del frío que seguramente sentía)
Solo que...
E: ¿Qué...?
M: Te quería dar las gracias por todo... por lo de ayer, por lo de esta noche, por lo de
hoy... por todo. Aun no entiendo porque lo has hecho... pero gracias

La voz de Maca en aquel momento se había ido haciendo cada vez más débil y Esther
consciente de ello se había girado para que los ojos de ambas se encontraran. Si horas
antes los labios de aquella chica habían buscado los suyos, ahora era ella la que
necesitaba transmitirle lo que sentía en su interior. La toalla que hasta ese momento solo
había cubierto su cuerpo se había abierto para dar cabida al de Maca y los cuerpos de
ambas se habían abrazado de forma mucho más íntima. Aun recordaba Esther la ternura
con la que había sido besada y acariciada y sin decir nada, solo a través de la mirada, se
habían entregado mutuamente

El ruido de la puerta al abrirse, hizo que Esther saliera de su ensoñación. Una Ainoa con
cara de preocupación entraba por ella. En sus manos, una especie de carpeta en la que
figuraba el historial de Esther y los resultados de las analíticas

E: ¿Qué?. ¿Me puedo vestir y irme para casa?...


Ainoa: Me temo que no Esther. Aún no sé lo que tienes, pero me temo que no ha sido una
simple lipotimia. (mientras con un bolígrafo remarcaba algo en aquel informe)
E: No me asustes..., si ya me encuentro bien
Ainoa: Puede que te sientas más fuerte pero tus glóbulos rojos han salido por los suelos
E: Bueno... estos últimos días he comido muy mal, un poco de anemia también es lógica en
estos casos (buscando una posible explicación a aquello que parecía preocupar a la doctora)
Ainoa: Ya... eso he pensado yo en un principio...
E: Pero algo te ha hecho cambiar de opinión
Ainoa: Sí. Tu sistema inmunitario está demasiado activo. ¿No recordarás si durante los
últimos días de tu encierro te pincharon algo esos cabrones?... Alguna gammaglobulina para
el tétanos, alguna vacuna contra algo,...
Amor irracional 35

E: No. (después de estar callada durante unos segundos) No recuerdo que en ningún
momento me pincharan nada
Ainoa: Pues hay algo que está estimulando tus gammaglobulinas... y hemos de descubrir de
qué se trata. No te preocupes ¿eh? (acercándose un poco más a su amiga y cogiéndole la
mano para poder transmitirle un poco de tranquilidad)
E: ¿Y Laura?... ¿Ha podido ya hablar con mis padres?...
Ainoa: No lo sé, ahora voy a verla. Estaba un poco mareada y ha bajado a la cafetería a
tomarse algo. Por cierto (recordando el micro que había visto poco antes) no hables
demasiado de lo que te ha ocurrido durante todo este tiempo en que te han retenido
E: ¿Porqué me dices eso?... Solo he hablado algo con Laura (como quitándole importancia)
Ainoa: A eso me refiero... Laura me acaba de enseñar un pequeño micro que lleva sujeto a
su ropa interior. Alguien la ha obligado a colocárselo. Quieren grabar todas tus
conversaciones y la están utilizando a ella para acceder a ti

A Esther aquella confesión de Ainoa la había dejado totalmente descolocada

E: No entiendo que más quiere de mí la policía... Ayer por la noche ya les dije todo lo que
sabía. ¿Qué más pueden querer? (con un poco de desesperación en su voz)
Ainoa: No lo sé... No pienses más en ello. Ahora llamaré a un celador para que te suban a
planta. Te vamos a tener ingresada hasta que sepamos que tienes

Esther asintió con la cabeza. Pensar que sus conversaciones podían estar siendo grabadas en
todo momento la hacía sentir terriblemente insegura. Aun no se había cerrado del todo la
puerta después de salir Ainoa cuando de nuevo se había abierto para dar paso a una
desconocida vestida con tejanos y una camisa blanca

Pat: Hola... ¿Esther?... ¿Esther Garcia?.


E: Sí. ¿Nos conocemos?
Pat: No. Verás, me llamo Pat (sacándose una pequeña cartera del bolsillo y enseñándole
una identificación de policía)
E: Y... ¿Qué más queréis de mí... Pat?. ¡Os lo he contado todo ya!. ¿Por qué coño no me
dejáis tranquila?

El tono de desconfianza con que hablaba aquella chica sorprendió a una Pat que no sabía
como decirle lo que tenían en mente

Pat: Verás... En realidad creo que te va a alegrar escuchar lo que te vengo a decir
E: Lo dudo (girándose e intentando dar la espalda a aquella joven policía)
Pat: Esther, por favor... escúchame (en voz muy baja)
E: Si hablas tan flojo, no vas a conseguir que las grabaciones sean buenas... (con ironía en
su voz)
Pat: No te entiendo. ¿A qué grabaciones te refieres?... Yo solo he venido para hablarte de
una amiga tuya...
E: ¿Una amiga?... Mira en estos momentos dudo de que realmente tenga alguna amiga
(dándose de nuevo la vuelta y clavando la mirada en Pat)
Pat: Pues en mi coche hay alguien que se muere por abrazarte

Después de un breve silencio Esther desvío la mirada hacia el reloj que tenía a sus espaldas

E: Pues a la persona a la que yo necesito abrazar ya está...


Amor irracional 36

Pat: No (interrumpiendo a la enfermera y haciendo que esta abriera mucho los ojos). Si he
venido es para esto... para decirte que... que Maca...

En aquel preciso instante la puerta de la habitación se volvía a abrir y ambas mujeres


desviaron la mirada hacia ella

Carlos: Hola, Esther... Se ve que te vas a quedar unos días en una de nuestras mejores
suites (un celador acababa de entrar en la habitación y se había aproximado a la cama
empujando una silla de ruedas mientras Pat no perdía de vista la cara de la enfermera)
E: Carlos... podrías dejarme un momentito a solas con esta señora... necesito que me
explique una cosa
Carlos: ¿Y no puede explicártela mientras vamos subiendo a planta? (sin dejar de recoger
las pocas cosas que Esther tenía en una silla cercana)
E: Por favor... Charly...

En contadas ocasiones aquella chica le había llamado por el apodo familiar con que lo
llamaban la mayoría de médicos y enfermeras y eso convenció a Carlos de que aquellas
mujeres necesitaban quedarse a solas

Carlos: Mira... me voy a asegurar de que tu habitación esté preparada y bajo en diez
minutos. ¿Te parece bien?
E: Gracias (tocándole suavemente una mano, antes de que este se diera media vuelta para
irse)

Pat que había seguido aquella conversación en silencio se aproximó a Esther hasta quedarse
muy cerca

Pat: Mira... no sé como decirte esto... (si algo había aprendido en los cursos de psicología
que impartía la academia era que según qué cosas debían ser dichas con mucha cautela)
E: Has venido para decirme que Maca... (notaba que le temblaba todo el cuerpo al
pronunciar aquel nombre)
Pat: Que Maca no murió en la redada de ayer... que las fotos que has visto en los periódicos
son un montaje... y que... que quiere verte (No sabía como iba a reaccionar aquella chica
delante de tal confesión)

Esther al oír aquello se limitó a cerrar los ojos. En su cerebro una sola idea se hacía cada
vez más patente. “Maca no ha muerto”... “Maca está viva”... Pero si era así... ¿por qué no
estaba allí a su lado?... ¿Qué coño hacía esa policía en su lugar?...

Pat: ¿Estás bien, Esther?. (Viendo que la enfermera ocultaba su rostro con las manos).
¿Quieres que llame a un médico?... Sé que lo que te acabo de decir...

Mientras en aquel box de urgencias Pat se interesaba por el estado de salud de la joven
enfermera, en el interior de un coche Maca empezaba a desesperarse. No podía apartar los
ojos de la pantallita del móvil, anhelando que en cualquier momento se iluminara y sonara
aquella absurda musiquilla que había escogido Pat para su teléfono. Las doce y cuatro
minutos. A esta hora seguramente Pat ya habría localizado a Esther y le habría explicado
todo. ¿Cómo reaccionaría ésta?. ¿Desearía lo mismo que ella?. Solo de pensar que en pocos
minutos la podía volver a tener entre sus brazos un escalofrío le recorría todo el cuerpo
Amor irracional 37

Pero y si... ¿y si ahora los sentimientos de Esther eran otros?. Se habían conocido en unas
condiciones tan extremas... Volvía a renacer su maldita inseguridad de siempre. Puede que
en el fondo no hubiera sido tan buena idea insistir en verla por última vez y poder
despedirse de ella. No dejaba de darle un poco de miedo saber como iba a reaccionar una
vez ya en casa y rodeada de sus amigos. Pero si una cosa sentía Maca en su interior es que
le debía la vida a esa chica, y no solo en el sentido físico sino en todos. Había salido del
agujero negro en que se encontraba gracias al amor que había despertado en ella

Miró de nuevo el teléfono, la pantallita azul se estaba encendiendo, y eso era el aviso de
una llamada. Casi sin dar tiempo a que sonara se lo acercó al oído y descolgó

Voz: Pat. Ya nos han avisado del hospital. Habitación 417. No dejes que vaya sola. ¿Pat, me
oyes? (Maca estaba tapando con un dedo el micro del teléfono)
M: Sí
Voz: Y no olvides lo de esta tarde, recuerda que es a las cinco

La comunicación se había cortado de forma brusca. Por unos instantes aquella última frase
de su interlocutor la había dejado confusa. Sabía que tenía que tomar un avión para salir de
España, pero le habían dicho que sería a última hora de la noche. ¿Qué se suponía que tenía
que pasar a las cinco de la tarde?. Algo en su interior le decía que no se podía fiar tampoco
de la policía, a lo largo de su vida ya le había fallado casi todo el mundo y solo la
desconfianza podía ayudarla a seguir con vida

“Habitación 417”... “Habitación 417”... Mientras bajaba del coche y accedía al hospital por
una de las entradas traseras solo podía pensar que en pocos minutos estaría cerca de Esther
y eso era lo único que le importaba. Lo demás, todo lo demás... ya habría tiempo para
pensar en ello

“Pimero”... “segundo”... “tercero”...”cuarto”. “Es este piso”. Los rellanos se habían ido
sucediendo tan deprisa que Maca notaba como el corazón le estaba a punto de estallar. Una
flecha hacia la derecha indicaba las habitaciones que iban desde la 401 a la 410, otra flecha
hacia la izquierda de la 411 a la 417. Mientras tomaba ese pequeño pasillo, intentaba andar
cada vez más despacio para coger un poco de aire. Ya delante de la habitación que andaba
buscando se detuvo y agudizó el oído. No se oía ninguna voz. Abrió la puerta y entró,
permitiendo que se volviera a cerrar detrás suyo. Allí no había nadie. Ya un poco
desesperanzada se acercó a la cama y se sentó en ella

“La habitación 417”. Eso es lo que había dicho aquel tipo del teléfono. Se suponía que Pat
tenía que acompañarla hasta esa habitación y allí poder encontrarse con Esther. Pero no
había sido así. Allí no había nadie

Estaba a punto de irse cuando vio que la puerta se abría de nuevo y allí, a escasos dos
metros suyos y sentada en una silla de ruedas aparecía Esther

Ambas chicas notaron como el corazón les daba un vuelco. Carlos ajeno a todo había
seguido empujando la silla hasta dejarla a escasos centímetros de la cama. Cuando se
disponía a ayudar a su compañera vio como esta se incorporaba por si sola y se acercaba a
aquella chica desconocida. Consciente de que su presencia ya no era necesaria en esa
habitación se dirigió de nuevo hacía el pasillo y cerró con sumo cuidado la puerta
Amor irracional 38

Esther que había sentido como se le paraba la respiración al ver a Maca al lado de la cama,
se encontraba ahora abrazándola con toda las fuerza de la que era capaz. Con la cara
apoyada en su hombro no podía evitar que las primeras lágrimas afloraran en sus ojos. La
tensión y la rabia que había sentido en las últimas horas estaban escapando a través de ese
llanto callado

Maca consciente del impacto que había supuesto para Esther verla allí, se limitaba a dejar
que sintiera el calor de su cuerpo y el latido de un corazón que estaba más vivo que nunca.
Nada de lo ocurrido durante las últimas horas ni nada de lo que pudiera suceder a partir de
aquel momento tenía importancia. Solo ellas dos, allí, abrazadas en silencio

M: Como deseaba este abrazo... Esther. Como lo necesitaba...

La enfermera al escuchar las primeras palabras pronunciadas por Maca se había separado lo
mínimo para poder mirarla a los ojos. No podía dejar de pensar que era todo un sueño, que
era demasiado maravilloso para que fuera cierto

E: Maca, yo pensé... pensé que... (la voz se le quebraba al intentar hablar. Las imágenes que
esa misma mañana había visto en los periódicos aún permanecían vivas en su retina)
M: Shhh... (dejándole un beso en los labios). Esther, cariño... tenía tanto miedo de que nada
fuera lo mismo, tanto miedo de que te arrepintieras de todo lo que...
E: Nunca, Maca... Nunca voy a arrepentirme de lo que siento por ti

Después de escuchar aquellas palabras Maca notó como el cuerpo de Esther desfallecía
entre sus brazos. Mientras la agarraba con todas sus fuerzas para evitar que se cayera sus
gritos se oían desde fuera

M: ¡Esther!... ¡Esther!...

Laura que había sido informada por Ainoa de los extraños resultados de la analítica de
Esther y que se encontraba andando por el pasillo que conducía hasta su habitación, se
precipitó hacia ella al escuchar las voces que de ahí salían

Al entrar y ver a su amiga tendida en la cama en estado semiinconsciente y a aquella chica


inclinada encima suyo un miedo atroz había hecho presa en ella

L: ¿Qué le has hecho?... Apártate (dándole un empujón para que se retirara y tomándole
enseguida el pulso). Vamos... Esther... despierta (dándole pequeños cachetes en la cara)
Vamos... así... muy bien (al comprobar que empezaba a abrir los ojos)

E: Maca... (estirando el brazo para que esta le cogiera la mano)


M: Sí, cariño... estoy aquí... no te preocupes, no te voy a dejar (agachándose al lado de la
cama y cogiendo la mano de Esther entre las suyas)
E: Maca... quiero que te vayas, quiero que me dejes en paz,... no deseo verte más (casi
como si se tratara de una súplica)

A pesar de que durante unos segundos Esther había perdido el conocimiento, ahora era
consciente del peligro que Maca corría si seguía en esa habitación. Ainoa la había avisado
del micro que escondía Laura bajo su ropa, y solo le veía un posible significado, capturar a
la mujer que lo significaba todo para ella
Amor irracional 39

M: Pero Esther... no te entiendo... hace apenas un minuto...


L: No has oído a mi amiga... Vete si no quieres que llame a los policías que hay vigilando
el hospital

Maca apenas hacía caso a las palabras de Laura. Lo único que le importaba en aquel
momento era entender porque Esther había cambiado repentinamente de forma de pensar.
Era cierto que minutos antes había dudado de su reacción. Pero después del abrazo que se
habían dado, después de las lágrimas que había visto en sus ojos al comprobar que estaba
viva, después aquel beso...

M: Esther... por favor... escúchame... hay cosas que tú no desconoces...

La enfermera, sabedora de que el peligro que corría Maca en esa habitación era cada vez
mayor, tiró de la mano de esta para forzar que se acercara a ella y poderle hablar al oído

Pat después de ver como Carlos subía a Esther a la habitación se había dirigido a la
cafetería del hospital. Si todo iba como estaba previsto Maca sería informada vía móvil de
la habitación que iba a ocupar su amiga y después habían quedado en encontrarse allí

Ya desde la puerta la joven policía vio a la doctora con la que se había cruzado al entrar en
la habitación de Esther. Esta estaba sentada en una de las pocas mesas en las que aún
quedaba alguna silla vacía. Se sirvió una botella de agua de unas de las máquinas
dispensadoras y fue a buscar sitio al lado de aquella muchacha

Pat: Hola... perdona... ¿puedo? (señalando una silla en la que solo había una bata doblada)
Ainoa: Sí, sí... disculpa (retirando aquella prenda de ropa y fijándose por un momento en la
cara de la chica que le había dirigido la palabra) ¿Nos conocemos?
Pat: No. Bueno... nos hemos cruzado hace un momento a la salida de la habitación que
ocupaba Esther
Ainoa: Ah, sí... (recordando que eran allí donde se habían visto) Pensaba que no conocía
gente fuera del hospital. ¿Te ha explicado lo del desvanecimiento que ha tenido?
Pat: Sí... bueno no... en realidad no me ha querido hablar de ello, pero la he notado
preocupada
Ainoa: No hay para menos. La verdad es que cuando he visto los resultados de su analítica
pensaba que había existido un fallo de laboratorio. Aún no sé como se mantiene en pie con
un hematocrito tan bajo y el índice de reticulocitos inferior a 1
Pat: ¿Es grave? (Ella no tenía ni idea de medicina y las palabras que escuchaba le sonaban
a chino, pero no le gustaba para nada la voz de desánimo con que la que aquella doctora le
estaba hablando)
Ainoa: Aún no lo sé. Eso es lo malo... que aun no sé lo que tiene (mirando de nuevo el
historial abierto que tenía encima de la mesa). Voy a seguir con mi ronda y después subiré a
verla
Pat: ¿Sabes si se va a quedar muchos días ingresada?
Ainoa: Los que hagan falta. Si su anemia va a más, es posible que necesite alguna
transfusión pronto (mientras se levantaba y recogía todas sus cosas)
Pat: Entiendo... Oye puedes hacerme un favor... (cogiendo una servilleta de papel y
anotando allí su nombre y teléfono) ¿puedes llamarme si su estado empeorara?
Amor irracional 40

Ainoa: Sí, claro... pero espero no tener que marcar este teléfono (guardándose aquel papel
en el bolsillo y dándose media vuelta para irse)

Pat se quedó pensando en la cara que Esther había puesto al saber que Maca seguía con
vida. Ahora, en alguna habitación de aquel hospital, seguramente las dos estarían
descargando toda la tensión de las últimas horas. Se tenía que ser muy tonto para no
adivinar que lo que Maca sentía por aquella enfermera era bastante más que una amistad, la
obsesión en poderla ver a pesar de que con ello pusiera su vida en peligro, solo se podía
entender en una mujer enamorada. Y Esther... a Esther le había cambiado la cara al saber
que su secuestradora seguía viva y aquella frase... “a la persona a la que yo necesito abrazar
ya está...” aquella frase también expresaba un tremendo amor

M: ¿Nos vamos? (la voz de Maca hizo que Pat se girara para verla)
Pat: Sí, claro. ¿Todo bien? (mientras recogía la botella de agua vacía y se ponía la
chaqueta)

Maca a pesar de haber escuchado perfectamente la pregunta, no tenía la intención de


contestar

Pat: Maca... (levantando un poco la voz para llamar su atención)


M: ¿Sí?
Pat: ¿Qué si ha ido todo bien?... ¿Si has podido hablar con Esther?... (Por la cara que
llevaba aquella chica y por lo deprisa que estaba andando, se adivinaba que quería alejarse
lo antes posible de aquel hospital y eso no dejaba de causarle extrañeza, sobretodo después
de conocer el estado de salud de la enfermera). Maca... por favor... me cuesta seguirte...

Maca se detuvo unos segundos para esperar a Pat y ésta pudo comprobar en sus ojos que
algo había pasado. No podía ocultar una mezcla de rabia y pena

M: Ten... las llaves del coche y tu móvil (ya saliendo por la puerta que daba al parking
trasero)
Pat: Supongo que todo ha ido bien... te habrán dicho el número de habitación y habrás
podido hablar con tu amiga
M: Supones demasiado (con cierto tono irónico, mientras abría la puerta del coche)
Pat: ¿No la has visto?
M: Sí, sí que la he visto y si no te importa quisiera cambiar de tema de conversación
(esquivando la mirada de aquella policía cotilla)
Pat: ¿De qué quieres hablar?... Creía que Esther era lo que más ilusión te despertaba. (Aun
con las llaves en el contacto esperaba que Maca le explicara porque ese cambio de actitud)
M: Mira... Esther es un tema pasado... Ya está, ya se acabó,... Ella no quiere saber nada más
de mi y yo...
Pat: ¿Tú...? (esperando saber como acababa aquella frase)
M: Yo quiero saber que va a ocurrir hoy a las cinco... (cualquier tema era mejor que
recordar las palabras que Esther le había susurrado a la oreja)

A Pat aquella frase la había dejado totalmente descolocada, el cambio de tema había sido
tan brusco e inesperado...

Pat: ¿Quién te ha dicho lo de las cinco?


M: Eso no importa... Si tiene relación conmigo quiero saber qué va a pasar
Amor irracional 41

Pat: Verás...

Mientras Pat arrancaba el coche y salía del parking, en un rincón de la cuarta planta de
aquel hospital una desconsolada Esther no podía evitar las lágrimas que resbalaban por sus
mejillas

L: Vamos... guapa. No estés triste. Ya pasó todo. Ya se ha ido y seguro que no volverá a
molestarte (mientras le acariciaba con suavidad el cabello)

A Esther esas palabras en lugar de consolarla la acababan de hundir un poco más. La


mirada que le había dirigido Maca antes de salir de aquella habitación era la de una persona
herida. Sabía que con su manera de actuar había echado por tierra cualquier ilusión que
Maca se hubiera podido hacer sobre ellas pero la amaba demasiado y no permitiría que ésta
pusiera en peligro su vida permaneciendo un minuto más a su lado

L: Venga, Esther... anímate (intentando que la enfermera levantara la cara y la mirara) No te


lo he comentado antes, pero tengo muy buenas noticias...
E: Vete, Laura... quiero estar sola (ni siquiera aquella última frase podía hacer que dejara de
pensar en el daño que la acababa de infringir a Maca)
L: Sabes... he hablado con tus padres y creo que los tendremos aquí antes de la noche. Tu
madre se ha asustado cuando le he explicado que estabas ingresada, pero ya sabe que
vamos a cuidar de ti y que todo va a ir bien. ¿Qué te parece?... A que es una gran noticia...
(esperando una reacción de alegría que no se produjo)
E: Sí, sí que lo es... gracias Laura... pero...
L: Pero... ¿qué, Esther?... si puedo hacer algo para ayudarte ya sabes que solo tienes que
decírmelo...
E: Déjame sola, por favor. Estoy muy cansada... y me gustaría dormir un poco

En realidad no tenía nada de sueño pero le molestaba pensar que todo lo que hablara
delante de su teórica amiga, iba a ser escuchado y estudiado por quien la hubiera
convencido de llevar un micro pegado a su cuerpo. De no haber aparecido Laura, ella
habría recobrado el conocimiento en los brazos de Maca y no se imaginaba mejor manera
de volver a este mundo

Mientras se quedaba sola en aquella habitación, casi de forma involuntaria su memoria la


volvía a trasladar a su segundo día de secuestro. Recordaba como aún temblorosa por lo fría
que estaba el agua de aquel pequeño lago había notado los ojos de Maca clavados en su
cuerpo. No era necesario ser demasiado lista para saber que aquella chica sentía algo por
ella y para que negarlo, también a ella le apetecía sentirse deseada

No pudo evitar una sonrisa al pensar como le había pedido que le acercara la toalla. Sabía
que al tenerla cerca la química que existía entre ellas haría el resto y así fue. Con sumo
cuidado para no dañar la mano herida de Maca, la había ayudado a despojarse de la ropa y
con una ternura que no recordaba en ninguna de sus relaciones anteriores aquella mujer le
había regalado las caricias y besos que nadie le había sabido dar hasta ese día

Aquella noche el móvil de Maca las había vuelto al mundo real. “Dientes” ya había
conseguido todo lo necesario para que se pudiera operar al “capo”, y si no surgía ningún
Amor irracional 42

imprevisto a las diez de la mañana pasaría a recoger a la rehén para que pudiera realizar
la intervención

Mientras echada en la litera Maca hablaba por teléfono, Esther no podía evitar escuchar
la conversación

M: Sí, claro... ¿Mi mano?... Bien, mucho mejor. Laura no me la ha querido coser porque
parecía un poco infectada pero ya me duele mucho menos y parece que la herida se está
cerrando... (un largo silencio que Esther seguía con atención) Quieres dejar de decir
tonterías... claro que está encerrada en ese agujero y claro que no me ha visto la cara...
¿Piensas que soy idiota? (Maca intentaba reprimir las risas que su compañera de cama le
estaba provocando al mordisquearle el lóbulo de la oreja) No te preocupes... mañana... sí,
sí... oye y no se te ocurra venir antes de las diez sino te vas a llevar una bala en medio de
tu precioso paquete...

Nada más colgar el teléfono ambas chicas se habían quedado mirando durante largo rato.
Sabían que les quedaba solo una noche para disfrutar de aquel amor que había nacido en
ellas

E: ¿Mañana a las diez?...


M: Sí (bajando la mirada para no rebelar lo duro que se le hacía pensar en ello)
E: Eh... no quiero que estés triste... nos queda toda una noche...
M: Sabes... nunca hasta ahora había tenido miedo... y ahora lo tengo...
E: ¿Y de qué tiene miedo una chica dura como tú? (sabía que esa era la idea que Maca
tenía sobre si misma)
M: De todo, Esther... en estos momentos tengo miedo de todo. (No quería asustarla pero
¿qué pasaría si sus compañeros descubrían en algún momento que aquella chica que
habían secuestrado no era la estupenda cirujana que ellos pensaban?)
E: Sé lo que te preocupa... y creo que vamos a saber engañarlos... Intenta ser tú la que me
ayude en la cirugía. Sé suturar. En más de una ocasión ya lo he hecho en urgencias y
mientras lo mediquemos con una fuerte dosis de analgésicos y antibióticos tu jefe no sabrá
que la bala sigue ahí. Aunque hay una cosa que si que deberás hacer...
M: ¿El qué? (levantando la mirada)
E: Conseguirme una bala
M: Veo que lo tienes todo pensado... (sí, en parte aquello era algo que le preocupaba pero
posiblemente no era lo que más asustada la tenía) ¿Y nosotras?... ¿Has pensado también
en que va a ser de lo nuestro?...
E: ¿Lo nuestro...?. Yo tengo esperanzas de que algún día... (siendo un poco objetiva era
absurdo pensar que se podía planear un futuro al lado de una persona con el tipo de vida
de Maca, pero en aquel momento el corazón había dicho la suya)
M: Yo no lo creo, Esther... lo nuestro solo va a ser un bonito recuerdo y nada más
E: No digas eso (siempre había odiado esa palabra y ahora al escucharla le había sido
imposible reprimir una queja)
M: No te enfades... no es nada malo lo que he dicho... (acariciándole con suavidad la
mejilla)
E: Sí que lo es. Una cosa se convierte en recuerdo cuando ya deja de ser presente y no
tiene futuro, y lucharé para que lo nuestro...
Amor irracional 43

Estaba inmersa en el pasado cuando oyó que la puerta de su habitación se abría. Ainoa no
podía disimular su cara de preocupación y aunque iba preparada para sonreír a Esther
cuando la viera, ésta se percató de que algo no iba bien

E: ¿Qué Doctora?... ¿Las noticias no son buenas?...

Ainoa acercó una silla a la cama de la enfermera y se sentó mirándola fijamente

Ainoa: Va, no quiero ver esa cara tan triste... (estirando el brazo para poder atrapar una de
sus manos) Esther... no te voy a engañar... no tengo ni idea de lo que tienes, pero algo está
rompiendo tus hematíes y te está provocando esta maldita anemia. Mira me he preparado
una batería de preguntas... estoy segura que habrá algún detalle que nos ayudará a descubrir
que mierda has pillado

A la enfermera no le hacía ninguna gracia verse sometida a un nuevo interrogatorio pero


sabía que en cualquier patología la anamnesis era fundamental

E: Oye... Tú... no...


Ainoa: Yo... ¿Qué?, Esther. Me temo que si no te explicas mejor...
E: Me preguntaba si tú no llevarás también un micro como ese que lleva Laura...
Ainoa: No, claro que no, tonta... (Aunque era una situación demasiado seria, la sugerencia
de Esther le había provocado una tímida sonrisa). Soy tu amiga, y además soy tu médico.
Lo único que pretendo es descubrir que tienes...
E: Ya. También creía que Laura era mi amiga (realmente ya no sabía que pensar de nadie)
Ainoa: Y lo sigue siendo, estoy segura de que solo quiere lo mejor para ti (la mirada triste
de Esther le rompía el alma) Ese micro seguro que se lo ha colocado la policía y
posiblemente solo quieren vigilar que no se te acerque nadie que te pueda hacer daño de
nuevo

De pronto Esther se dio cuenta de algo que hasta ese momento le había pasado
desapercibido. Una cosa no cuadraba en las suposiciones de Ainoa

E: No creo que sea la policía la que está detrás de todo esto...


Ainoa: ¿Quién puede ser sino?. (Todo aquello era más propio de una película de intriga que
no de la vida real)
E: Mira... cuando tú has salido de la habitación en la que me encontraba antes, ha entrado
una mujer que se ha identificado como policía, me ha enseñado sus credenciales... y cuando
le he insinuado que hablara más fuerte si quería que las grabaciones fueran decentes me ha
mirado de una manera... Aquella poli no sabía de que coño le estaba hablando...
Ainoa: ¿La chica con la que me he cruzado en el box era poli?
E: Sí
Ainoa: Vaya... no lo sabía... (casi instintivamente buscó en el bolsillo del pantalón para
comprobar si aún se encontraba allí el número de teléfono que le había facilitado aquella
mujer)
E: ¿La conoces? (extrañada por su reacción)
Ainoa: No... pero nos hemos visto en la cafetería. Me ha preguntado por ti... por cómo te
encontrabas... y cuando le he dicho que aún no sabíamos qué tenías, me ha dado esto
(alargándole el trozo de servilleta en el que Pat había anotado su número de teléfono)
Quiere que la llame si tu estado sufre alguna variación
E: ¿Has visto si iba con alguien?...
Amor irracional 44

Ainoa: No... en la cafetería estaba sola... Aunque ahora que lo dices... mientras me despedía
de una de las pacientes la he visto salir acompañada de una chica con la que parecía haber
discutido
E: ¿Porqué piensas eso?...
Ainoa: No se... aquella chica andaba un par de metros por delante suyo y aunque ella le
pedía que la esperara... la verdad es que no le hacía demasiado caso

En el papel que Ainoa le había dado se leía un nombre y un número de teléfono

E: Pat... Supongo que si quiero entender todo lo que esta pasando tendré que hablar con
ella...
Ainoa: Mira... no sé en qué estás pensando... la verdad es que me he perdido un poco...
pero no te voy a dejar hacer ninguna llamada ni hablar con nadie antes de que me contestes
a un montón de preguntas
E: De acuerdo, tú mandas. Pero vamos a hacer una cosa... Tú me vas a dejar el cuestionario
y un bolígrafo encima de la mesita y yo te voy a contestar a todo con el máximo de detalles
posibles... ¿Qué te parece?...
Ainoa: ¿No te acabas de fiar de mí? (con un ligero tono de sorpresa)
E: Sí, de ti sí... prueba de ello es que pienso completar ese cuestionario... pero no quiero
que nadie más pueda escuchar lo que yo...
Ainoa: Esther... estás en un hospital... Aquí nadie... (en realidad ni ella misma estaba segura
de que lo que iba a decir fuera cierto y casi agradeció verse interrumpida)
E: Lo relleno y dentro de una hora lo vienes a buscar... ¿qué te parece?
Ainoa: Bien... pero hazlo... ahora te sientes valiente pero después de ver tu analítica no me
extrañaría que tu estado pudiera agravarse

Ainoa se había levantado para irse cuando vio que Esther le quería pedir algo

E: Me puedes pasar mi móvil... debe estar en el bolsillo de la cazadora


Ainoa: Sí, claro... Aunque puede que tus padres ya estén de camino...
E: Ya, pero aun así y todo
Ainoa: Ten. ¿Quieres que le diga a Laura que suba para hacerte compañía?
E: No, gracias. Me gustaría hablar con un poquito de calma (comprobando que su teléfono
disponía de batería suficiente)
Ainoa: Pues... hasta dentro de una horita... y quiero los deberes hechos...
E: Que sí, tonta. Ve, que seguro que habrán muchos enfermos esperándote (guiñándole el
ojo en señal de agradecimiento)

Nada más quedarse a solas Esther empezó a marcar el teléfono que había anotado en aquel
pedazo de servilleta

A Maca no le habían convencido las escasas explicaciones que le había dado Pat. Era poco
creíble que no supiera decirle que iba a pasar esa misma tarde

M: Pero... si me he de encontrar con alguien al menos podrías decirme de quien se trata


Pat: Ojalá lo supiera... Si te soy sincera cuando me destinaron para tu vigilancia no me hizo
ninguna gracia y no quería saber más de lo estrictamente necesario, pero ahora...
(curiosamente aquella chica le estaba cayendo mucho mejor de lo que se esperaba antes de
conocerla)
Amor irracional 45

M: Ahora... ¿qué?
Pat: Pues que me gustaría saber porque los jefes te están tratando de esta forma tan
particular. Si como parece has ayudado a capturar a altos mandos de la banda entiendo que
a nivel judicial tengas concesiones importantes... pero de ahí a ser protegida hasta
embarcarte en un avión con destino desconocido... No sé... sencillamente no lo entiendo

Maca si tenía una explicación para todo eso. No dejaba de formar parte del trato que había
hecho con la policía, una nueva identidad y un billete de avión. No había exigido mucho a
cambio de arriesgar su vida, pero si con ello conseguía liberar definitivamente a Esther,
valía la pena

Pat: Oye... hay algo que me tiene intrigada... Antes ya quería preguntártelo pero al final no
lo he hecho...
M: Y... ¿qué es lo que te tiene intrigada? (cualquier conversación podía ser buena si con
ello conseguía no pensar en Esther y en sus palabras)
Pat: Antes... cuando hablaba con mi compañero... no sé... he tenido la sensación de que
conocías los códigos de la policía... ¿Cómo os lo hacéis para obtener información tan
confidencial?
M: Ja, ja, ja... si te contara...
Pat: ¿Tenéis a gente infiltrada en la policía?
M: Mira... no exactamente... pero tampoco vas del todo desencaminada

El silencio se hizo entre las dos chicas, un silencio que Maca aprovechó para que su
memoria hiciera un viaje hacia el pasado. Todo había empezado un uno de abril, lo
recordaría toda su vida. Ese día Carmona la había citado en su casa y le había propuesto
ser la pieza clave de algo que ya se había intentado en anteriores ocasiones pero que
nunca había dado resultados satisfactorios. Ella contaba con algo a su favor de lo que se
podían aprovechar, procedía de una familia conocida por defender los intereses de su
tierra. Sus padres habían muerto veinte años antes pero el nombre de su progenitor aún
era venerado entre sus paisanos

Al abrirse la puerta había sido recibida efusivamente por la mujer de Carmona, una mujer
de aspecto tranquilo a la que conocía desde que ella era una cría

M: Hola, Luisa... ¡Cuánto tiempo...!


Luisa: Ay si, Dios... no te hubiera reconocido de cruzarnos por la calle... Estás guapísima.
Ven, pasa, por favor... (acompañándola hacia una gran sala) Hace un momentito que ha
venido la enfermera que se encarga de la medicación de Antonio
M: ¿Cómo está?... Ayer cuando hablé con él no me atreví a preguntarle nada?...
Luisa: Mejor... las últimas revisiones nos hacen ser optimistas..., aunque ya se sabe que
con estas enfermedades más vale no relajarse. Voy a llamarle. Esta mañana no ha dejado
de ojear fotos antiguas en las que aparece junto a tu padre. Ahora vengo...

Maca se había quedado sola en ese salón pensando en las palabras de Luisa. Su padre y
Antonio Carmona habían crecido juntos, uno nacionalista convencido, el otro policía
nacional, pero amigos hasta el punto de ser como hermanos. De forma involuntaria se
había acercado a una estantería de esa estancia y había cogido un portarretratos en el que
estaban ellos dos en chándal y con unas raquetas de frontón en la mano. En más de una
ocasión había tenido aquella fotografía en sus manos y había sentido la tremenda tristeza
de ver la cara sonriente de su padre pocas semanas antes de morir
Amor irracional 46

Antonio: Hola, Maquita... Ja,ja,ja... Siempre te ha gustado esta foto ¿eh?...


M: Antonio (acercándose a él para abrazarlo) que buena cara haces...
Antonio: Me encuentro bien... parece que lo peor ya pasó... Ven, sentémonos. Quieres
tomar algo (acercándose a un mueble bar que disponía de un pequeño frigorífico)
M: Cualquier refresco me vendrá bien
Antonio: ¿Quieres que le añadamos unas gotas de...?
M: No, no, gracias... así... ya me va bien... gracias (tomando de las manos de aquel
hombre un vaso y una botella de limonada)
Antonio: Supongo que te debía sorprender mi llamada... No hace mucho que andas por
España ¿no?
M: No... (bebiendo un poco) hace un par de semanas que volví... y si me has llamado
supongo que ya sabes lo que he hecho desde mi vuelta
Antonio: Sí, lo sé... Aunque esté de baja, sigo trabajando como siempre. Me pasaron tu
informe y desde entonces que le estoy dando vueltas a una cosa... Te la voy a explicar pero
no quiero que te sientas obligada a nada
M: ¿De qué se trata?... (Toda aquella introducción le había despertado la curiosidad)
Antonio: Mira... tengo aquí tus papeles (cogiendo de encima de la mesa una carpeta) Sé
que quieres entrar a formar parte de la ertzaina...
M: Sí
Antonio: ¿Que te parecería entrar a formar parte de un cuerpo especial de la policía?. Un
cuerpo solo dedicado a intentar desmantelar el entramado terrorista de este país...
M: Pero yo no... (era una proposición que no se esperaba)

Estaba recordando la conversación mantenida con Carmona cuando oyó el sonido del móvil
de Pat. Esta estaba conduciendo y detuvo el coche antes de contestar la llamada

Pat: ¿Sí?... ¿Esther?... ¿Eres tú?...

Pat no podía dejar de sentir los ojos de Maca clavados en ella y quería vigilar cada una de
las palabras que decía

Pat: Si quieres me paso después por el hospital y lo hablamos... sí, claro... vi que tu médico
estaba francamente desorientada y por eso... No te inquietes... Claro que voy a ir... Hasta
esta tarde

Cuando iba a poner el coche en marcha de nuevo, Maca le retiro las llaves del contacto

M: ¿No piensas contarme nada...?


Pat: ¿Perdona?
M: ¿Está enferma Esther?... ¿Has hablado con su médico?... Dime que coño le pasa... Yo
pensaba que solo se trataba de cansancio, pero después de escucharte... (había estado atenta
a cada una de las palabras pronunciadas por Pat y los nervios se habían apoderado de ella)
Pat: Está en buenas manos, seguro que pronto sabrán que tiene (intentando quitarle
importancia al tema)
M: ¿Me estás diciendo que está enferma y que no saben lo que tiene...? (de pronto las
palabras que le había susurrado Esther al oído empezaban a tener sentido, “Vas a ser un
bonito recuerdo”... Al escucharlas había pensado que ya no quería saber nada de ella, sabía
cuanto odiaba Esther esa palabra. Ahora otra explicación se abría ante sus ojos...)
Amor irracional 47

Pat: Mira... he estado hablando con la doctora que la lleva y la verdad es que estaba un
poco asustada. Me ha mencionado incluso la posibilidad de realizarle transfusiones...
M: Joder, Pat... ¿Y porqué no me has dicho nada?... Sabes lo importante que es para mi
Esther... Si le pasara algo... yo...
Pat: No sé... pensé que os habíais peleado... has salido tan cabreada de allí...

Maca ahora se sentía terriblemente culpable. No había entendido nada. Cualquier persona
mínimamente inteligente se habría dado cuenta del cambio de comportamiento de Esther en
apenas unos segundos. Por alguna razón la había querido alejar de aquella habitación

M: Escucha Pat... tú conoces a esa amiga con la que Esther comparte el apartamento
Pat: ¿A la cirujana?
M: Sí
Pat: No... sé que ha sido la encargada de tener informada a la familia durante todo el
tiempo en que Esther estuvo en vuestro poder. Parece una chica maja. ¿Porqué me lo
preguntas?
M: No sé... Mientras estaba con Esther entró ella y me habló como si fuera una criminal...
Pat: Temo recordarte que no eres una santa. El hecho de que ahora hayas hecho una buena
acción no hace que te podamos perdonar todo lo que debes haber hecho en el pasado
(Necesitaba tener muy presente que Maca era una terrorista, empezaba a fiarse demasiado
de ella)

Aquel mediodía camino del hospital Maca había decidido sincerarse con Esther. No quería
que tuviera de ella la imagen de una persona capaz de hacer daño a sangre fría. Sin
embargo, después, todo había ido mal... Ahora de nuevo sentía aquella necesidad.
Necesitaba volver a hablar con ella y preguntarle porque la había intentado alejar de su lado

M: Pat... quiero volver al hospital


Pat: No puede ser Maca... aún necesitamos que nos ayudes a identificar a algunos de tus
compañeros y esta misma noche tienes preparado un billete de avión para salir de España
M: No pienso irme mientras Esther esté enferma, ya puedes decírselo a tus jefes
Pat: Joder Maca, ni que fuera tu... (algo le impidió acabar la frase)
M: Veo que te cuesta entender ciertas cosas... O me llevas al hospital o no os voy a ayudar
en nada. (sabía que en el fondo si se ponía tozuda conseguiría lo que pidiera)
Pat: Bueno, esta noche antes de llevarte al aeropuerto te acercaré de nuevo al hospital para
que puedas despedirte de ella

Maca se quedó callada durante unos segundos. Necesitaba contar con alguna aliada en
aquel momento y aquella policía parecía ser una buena chica. Si le pedía las cosas a base de
chantaje posiblemente solo conseguiría ponérsela un poco en su contra

M: Pat, detén el coche por favor... Sé que no te caigo demasiado bien y lo entiendo pero
necesito que me ayudes...

Pat hizo caso a esa petición y detuvo el coche en el arcén. Sabía que sus compañeros se
extrañarían ante este procedimiento y que pronto sonaría su móvil para preguntar que
ocurría...

M: Mira... antes me has dicho que seguían a Esther...


Pat: Espera un segundo Maca, antes de contarme nada...
Amor irracional 48

El móvil sonó tal y como sabía que iba a ocurrir

Pat: ¿Que porqué he detenido el coche?... Pues porque aquí nuestra amiga se ha mareado...
No es necesario que nos esperéis, podéis aprovechar para ir a comer... supongo que en cosa
de quince o veinte minutos ya estaremos de vuelta

Pat esperó a ver como pasaba un coche a paso muy lento por su lado y saludó a sus
ocupantes con la mano en señal de que todo iba bien

Pat: Dime... te escucho...


M: Desde que me habéis dicho que seguían a Esther he estado pensando en ello y hay una
cosa que me preocupa
Pat: ¿Quieres contármela? (lo mejor era no presionar a aquella mujer)
M: Mira... si de algo estoy segura es que si la siguen es para dar conmigo. Hay algo que sé
y que es peligroso para ellos
Pat: ¿Para quienes Maca?... ¿Para quién es peligroso lo que tú sabes?...
M: Eso te lo contaré mas tarde... pero ahora hay una cosa que es mucho más urgente.
Esther hoy me ha intentado echar de su lado con un comentario. Estoy segura de que quería
que me fuera de ese hospital cuanto antes. No lo he sabido entender en el momento pero
ahora empiezo a verlo claro
Pat: Pues si ella ha querido que te largaras cuanto antes no creo que sea buena idea volver
M: No lo entiendes... Hace dos días Esther estaba bien y ahora me estás hablando de
transfusiones. Me da miedo que...
Pat: Insinúas... (no acababa de entender lo que le estaba diciendo aquella chica pero en el
fondo algo de todo aquello guardaba lógica. Cuando había hablado con Esther en el box
ésta se había mostrado tremendamente esquiva con la policía)
M: No esperemos a la tarde. Llévame ahora al hospital, por favor... Necesito estar diez
minutos con ella a solas

Pat no pudo evitar frotarse la cara con las palmas de las manos. Todo aquello parecía un
mal sueño. Cuando le habían dicho que sería la única encargada de proteger a una terrorista
durante veinticuatro horas no le había hecho ninguna gracia. Después había pensado que
aquella chica no parecía tan mala persona y que total esas horas pasarían deprisa. Ahora...
Ahora le estaba pidiendo que la ayudara y para ello tenía que hacerlo a espaldas de sus
superiores. Era una locura pero y si lo que sospechaba Maca era cierto... Si era así, la vida
de Esther también corría peligro... y... y deshacerse de Maca no sería tan complicado, en
realidad todo el mundo la daba por muerta y enterrada, pero si pretendían deshacerse de la
enfermera lo tendrían que hacer de forma mucho más refinada

Pat: Pero Maca... hay algo que no entiendo... que sentido tendría querer matar a Esther...
M: Pat no puedo hablarte todo lo claro que quisiera hasta... (necesitaba estar segura de una
cosa antes de delatar a los causantes de todos sus males) pero piensa una cosa... hay gente
interesada en acabar con mi vida y esa misma gente puede pensar que he hablado más de la
cuenta con Esther
Pat: Mira... sé que me voy a arrepentir de lo que voy a hacer... pero nos volvemos al
hospital. Eso sí, cuando lleguemos me vas a esperar en el coche hasta que yo pueda
localizar a su médico. No pienso dejar que vuelvas a subir a su habitación. Debe haber
alguna manera de que os podáis ver a solas sin que te tengas que pasear por todo el hospital
Amor irracional 49

Ainoa estaba en la sala de médicos intentando establecer un diagnóstico diferencial a partir


de los síntomas que presentaba Esther cuando su busca empezó a pitar. Había dejado dicho
a la recepcionista que no la molestaran si no era estrictamente necesario, quería
concentrarse en ese caso. Al ver que la lucecita del busca se encendía repetidamente levantó
el teléfono que tenía delante suyo y marcó la extensión que daba acceso a la entrada de
urgencias

Ainoa: Teresa... hola... sí soy Aino... ¿Una policía?... ¿Y pregunta por mí?... ¿Quieres dejar
de decir tonterías?... claro que no he hecho nada malo. Dile que en un par de minutos estoy
allí

Al colgar el auricular enseguida se le vino a la cabeza la chica que le había anotado su


número de teléfono en un papelito. Según le había dicho Esther aquella mujer le había
enseñado una identificación de inspectora de policía. Mientras se levantaba para dirigirse a
la puerta rebuscaba en el bolsillo del pantalón aquel trocito de papel. “Mierda... si se lo ha
quedado Esther... ¿la habrá llamado?...

T: Dice la doctora que viene enseguida... Si la quiere esperar en la salita...


Pat: Sí, claro... puede decirle que la espero en la cafetería... Tengo que hacer una llamada
de teléfono y en esa sala de espera apenas hay cobertura
T: No se preocupe, inspectora... Ya le digo que la espera allí
Pat: Gracias (dándose media vuelta y dirigiéndose al área de descanso)

No llevaba ni medio minuto sentada cuando Pat notó que se movía la silla que tenía a su
lado. Esperaba encontrarse la cara de la doctora pero al levantar la mirada a quien vio fue a
Maca

Pat: ¿Se puede saber porqué no me has hecho caso?


M: Estoy demasiado nerviosa para esperar pacientemente en el coche y no creo que nadie
me vaya a pegar un tiro en medio de un hospital (sentándose al lado de la policía y
cogiéndole la botella de agua que tenía delante suyo para darle un sorbo)
Pat: No sé si lo recuerdas... pero has sido tú misma la que me has dicho que Esther te había
intentado alejar de este hospital hace tan solo unos minutos...
M: Va, olvida eso... He visto antes que hablabas con la recepcionista... ¿Te ha dicho algo
nuevo sobre el estado de Esther?
Pat: No... Ha avisado a la doctora que la lleva y me ha dicho que ahora bajaría para hablar
conmigo. Mira es la chica que entra ahora (levantando una mano para llamar la atención de
Ainoa)
Ainoa: Hola... Me ha dicho Teresa que me buscabas...
Pat: Sí... quisiéramos hablar un momentito contigo... (señalándole una silla vacía que había
delante suyo) Mira, creo que no conoces a Maca...
Ainoa: No... (estrechándole la mano educadamente) ¿sois compañeras?...
Pat: No, exactamente. Verás... Maca es una civil que nos ayudó a liberar a Esther. Ellas dos
hicieron buena amistad durante los últimos días de su secuestro y nos preguntábamos si
podrían verse
Pat: Claro... no hay problema... Esther no tiene las visitas restringidas. Mientras no la canse
en exceso
M: ¿Cómo se encuentra? (Había estado siguiendo la conversación en silencio pero
necesitaba una respuesta a aquella pregunta)
Amor irracional 50

Ainoa: Está muy débil. Aún no hemos descubierto lo que tiene y hace unos picos de fiebre
que me desorientan totalmente. Además no está respondiendo a los antibióticos. Si te soy
sincera, me tiene bastante preocupada
M: ¿No podría haber sido envenenada? (esa idea hacía rato que le circulaba por la cabeza)
Ainoa: ¿Envenenada?... ¿De qué manera?... ¿Con qué?... Los síntomas podrían ser
compatibles, pero las intoxicaciones siempre se manifiestan en las primeras horas después
de haber tenido contacto con el tóxico. Y en este caso si los terroristas le hubieran
inoculado algo... habrían pasado demasiado tiempo antes de presentarse las primeras
señales
Pat: Te queríamos pedir un favor, Ainoa (fijándose en el nombre que llevaba escrito en la
bata)
Ainoa: ¿De qué se trata? (sopesando en su interior aún la idea de algún veneno que pudiera
haber ingerido Esther)
Pat: Mira... Maca es un testigo protegido... y preferiríamos que pudiera ver a Esther sin que
nadie se enterara

En aquel momento Ainoa recordó como una hora antes Laura la había hecho entrar en el
cuarto de baño para enseñarle el micrófono que llevaba pegado a su sujetador

Ainoa: Bueno... podemos hacer una cosa... Quiero hacerle una eco abdominal a Esther... la
bajaré a la zona de resonancias con esa excusa... esa es un área de acceso restringido. Te
acompañaré allí y subiré a buscar a Esther, pero por favor no me la canses. Os voy a dar
diez minutos. Ni uno más
M: Gracias... Diez minutos serán suficientes... (notaba como el corazón le iba más deprisa
al pensar que en muy poco rato estaría acariciando las mejillas de Esther)
Ainoa: Acompañadme... (levantándose y dirigiéndose hacia la puerta de la cafetería)

Mientras todo eso pasaba en la planta baja de aquel hospital, en la habitación 417 Laura
intentaba preguntarle cosas a Esther... cosas a las que ésta respondía de forma muy ambigua

L: ¿Quién te vigiló durante tus días de encierro? (en parte se sentía culpable por hacerle
recordar momentos que debían ser muy duros de revivir, pero si ello servía para protegerla
en un futuro...)
E: ¿Para qué quieres saberlo, Laura?. No entiendo de golpe y porrazo esta curiosidad por
saber cómo fue mi secuestro...
L: Ya... No debería... Lo siento... pero como sé que me podría haber ocurrido a mí, tengo
curiosidad por...
E: Hubo diferentes tipos que se encargaron de mí, pero en ningún momento les vi la cara.
Iban siempre con una especie de pasamontañas, pero si que llegué a escuchar tres voces
diferentes
L: ¿Tres voces de hombre?

En ese momento la puerta de la habitación se abrió

Ainoa: Laura no deberías cansar a nuestra amiga... Venga Esther que nos vamos para abajo,
quiero pasarte la sonda ecográfica por tu linda tripilla
L: Y ¿por qué no te traes el portátil y se la hacemos aquí?
E: Sí, por favor Ainoa,... no tengo ganas de movimiento (solo de pensar en una silla de
ruedas ya se empezaba a marear)
Amor irracional 51

Ainoa: Lo siento por las dos, pero le he pedido al Dr Martín que te la haga... Y me ha dicho
que no hay problema pero que él está acostumbrado al ecógrafo que usa siempre
L: Jo, Esther... que envidia... Con lo guapo que es Martín... Venga no pongas esa carilla. Yo
te acompaño...
Ainoa: De eso, nada de nada, yo soy su doctora en estos momentos y voy a ser la
privilegiada en poder estar ahí. Tú Laura, de momento te bajas al laboratorio a ver si tienen
más resultados de Esther. He pedido que miren la presencia de plomo en sangre

En esos momentos entraba Carlos con la silla de ruedas

Ainoa: Charly ya me encargo yo de todo... es una enferma muy especial (haciéndose cargo
de la silla de ruedas y ayudando a Esther a la hora de sentarse) Nos vamos para abajo

Una vez en el pasillo Esther respiró hondo. No tenía ninguna nada de que le realizaran
pruebas pero al menos era un sistema de escaparse a las preguntas de Laura

Ainoa: ¿Cansada?
E: Sí, mucho... estoy sin pilas... ¿Crees que la eco servirá para algo?
Ainoa: No lo sé, la verdad es que estoy dando palos de ciego, pero estoy segura de que en
algún momento se nos encenderá una bombillita y lo veremos clarísimo
E: Yo ya he hecho los deberes, he rellenado todo el cuestionario que me dejaste antes
Ainoa: Ahora cuando te deje abajo, subiré a buscarlos
E: No me dejes sola... Se que no va a encontrar nada raro en la eco pero me gustaría estar
acompañada por si me llevara una sorpresa desagradable. Al Dr. Martín apenas lo conozco
Ainoa: No te preocupes. Todo va a ir bien
E: Oye... ¿han cambiado la localización de las salas? (mirando hacia el otro lado del
pasillo)
Ainoa: No te entiendo... ¿A qué te refieres?
E: Pues que antes aquí se hacían las resonancias, y las ecos y rayos estaban al otro lado
Ainoa: Veo que tienes buena memoria... Mira me han pedido que te baje hasta aquí. Te
están esperando en la sala 2
E: ¿Quién me está esperando?... No me dejes sola por favor...

Ainoa se agachó un momento delante de Esther, haciendo que sus caras quedasen a un
mismo nivel y mirándola a los ojos intentó transmitirle confianza

Ainoa: ¿Confías en mi?


E: Sí, claro...
Ainoa: Pues entra en esa habitación... Te vendré a buscar en diez minutos

A Maca la espera se le estaba haciendo larguísima. Había pactado con Pat que esta la
esperaría en el coche y al quedarse a solas no podía dejar de dibujar la imagen de Esther en
su cerebro. Nunca había necesitado tanto a nadie porque seguramente nunca había amado
de la forma en que amaba ahora

La habitación en la que Ainoa le había pedido que se esperase era relativamente pequeña y
solo tenía una ventana que daba a una zona ajardinada. Maca para entretenerse un poco
mientras esperaba se había acercado a esa ventana y se fijaba en las ambulancias que
Amor irracional 52

entraban y salían del muelle de urgencias. Atenta como estaba a ese ir y venir de sirenas y
luces, no oyó como la puerta se abría a sus espaldas

Esther había abierto esa puerta con un montón de dudas que se disiparon al momento. La
silueta de Maca resaltada por la luz del día que se colaba a través de los cristales era algo
que se hubiera pasado horas mirando. Después de haber pensado que nunca más la volvería
a ver tenerla ahora allí era un sueño y sabía que como en cualquier sueño un movimiento
brusco la podía volver a la dura realidad

E: Maca...

Al oír su nombre ésta se giró y la imagen de una Esther delgada y de cara muy pálida
sentada en una silla de ruedas le encogió el corazón. Minutos antes ya la había visto pero en
ese momento no era consciente de que aquella chica a la que tanto amaba estaba realmente
enferma. Notó que los ojos se le empezaban a enturbiar y que alguna lágrima luchaba por
aflorar

M: Esther... cariño... ¿qué te han hecho? (la idea de que alguien había provocado ese cuadro
clínico en la enfermera era algo de lo que no dudaba)
E: No me han hecho nada... estoy débil, solo es eso... pero cuando los médicos den con lo
que tengo volveré a recuperar mis fuerzas (Hablaba despacio, quería que Maca la viera
segura de sus palabras y que no se viniera abajo)
M: Sabes... antes... cuando me has dicho... (se había acercado a la silla y se había
arrodillado delante de ella, quería estar tan cerca como pudiera de su chica pero aquella
postura le dificultaba que la pudiera abrazar como deseaba)

Esther leyó en los ojos de Maca la necesidad de sentirla entre sus brazos. Había aprendido a
escuchar tanto las palabras como los silencios de aquella mujer y haciendo un esfuerzo
supremo se incorporó

E: ¿Qué es esa cara tan triste?. No quiero ver esos ojos llorosos... recuerda que eres la
fuerte de las dos... No te me puedes venir abajo
M: Te equivocas, Esther (mientras bajaba la mirada para disimular su tristeza) Eres tú la
fuerte, eres tú la que me das la energía para luchar. Hace tan solo dos meses era una persona
sin ninguna ilusión y ahora mira (cogiendo una de las manos de Esther y apoyándola en su
pecho para que pudiera notar la fuerza con que latía)

Las fuerzas le empezaban a fallar y lo estaba notando, para evitar que Maca fuera testigo de
su extremo grado de debilidad se abrazó a ella con todas sus fuerzas

E: Si me pasara algo... si al final la cosa no acabara bien... quiero...

Maca no quería seguir escuchando aquellas palabras que tanto daño le hacían. No se podía
imaginar un futuro sin Esther a su lado, ya no. Hasta esa misma mañana no había estado
segura al cien por cien de sus sentimientos. Ahora sabía que había antepuesto su seguridad
a todo lo demás. La había alejado del hospital con las palabras que más la podían herir, pero
solo con una finalidad... que no pusiera su vida en peligro

M: Shhhh... Ni pienses en esa posibilidad... (acercando sus labios a los de su chica con toda
la suavidad y ternura de la que era capaz)
Amor irracional 53

Esther notando que los labios de Maca se entreabrían haciendo el contacto mucho más
íntimo hizo la intención de retirarse. Maca sorprendida ante esta reacción esperó que fuera
la enfermera la que tomara la iniciativa

E: Maca... me muero por besarte... Te quiero tanto y te he echado tanto de menos esta
noche pasada pensando que ya nunca más volvería a tenerte...
M: Shhhh... no pienses más en ello (volviéndola a besar y siendo rechazada de nuevo)
E: No puedo... no podemos... No sabemos aún lo que tengo y si... (la posibilidad de
contagiar cualquier porquería a Maca le impedía disfrutar de aquellas muestras de cariño
como hubiera deseado)
M: Esther... cariño... no pienses en ello... lo único que me han contagiado con tus besos es
las ganas de vivir y de luchar para ser feliz, y necesito que lo sigas haciendo

Esta vez la serenidad con la que había hablado Maca hizo que la enfermera abandonara su
resistencia y se dejara besar como la primera noche que habían pasado juntas, con la misma
intensidad y pasión, sin pensar en los minutos, horas o días siguientes, solo viviendo el
momento

Mientras en la habitación 417 Ainoa se encontraba apoyada en la cama, en sus manos tenía
todo el cuestionario rellenado por Esther. No pudo evitar una ligera sonrisa al leer la
respuesta sobre si había mantenido relaciones sexuales durante los días de encierro. Era una
pregunta que podía resultar violenta para la persona preguntada pero que a la hora de un
diagnóstico era importante. Había marcada la casilla del sí y entre paréntesis y con la letra
de Esther se leía “con una mujer”. Ainoa recordó el ímpetu con que Maca le había
preguntado por el estado de salud de la enfermera e involuntariamente levantó la vista de
los papeles. Era curiosa la vida. Por lo que parecía Esther había encontrado la felicidad en
el lugar y momento menos pensado

“Céntrate Aino... aquí... entre todas estas preguntas seguro que encuentras la explicación a
todo...”. De nuevo repasó todas las respuestas y de golpe algo le llamó la atención, algo que
ya había leído anteriormente pero en lo que no se había detenido

Ainoa: ¡Te tengo!. ¡Te tengo!

Ainoa salió corriendo de aquella habitación. De buena gana habría dado un grito de júbilo.
Algo le decía que iba a ser aquello que se le acababa de ocurrir. Tenía que bajar de nuevo al
laboratorio y pedir que le hicieran una serología concreta. Si el resultado era positivo...
Ojalá... ¡Tenía que ser positivo!

Cuando estaba esperando el ascensor pasó por su lado una de las enfermeras de planta

Enfermera: Aino, que cara de felicidad me llevas... Ni que te hubiera tocado la lotería...
Ainoa: Es mucho mejor que eso... ¡Creo que ya sé qué se está comiendo los hematíes de
Esther!

Maca y Esther en ese momento eran ajenas a la alegría que sentía Ainoa. Tan solo querían
permanecer el máximo tiempo posible juntas
Amor irracional 54

E: Pronto bajarán a buscarme... Y cuando eso pase ya no sé cuando podré volver a verte...
M: No te preocupes... ni que tenga que escalar paredes y entrar por la ventana... no te vas a
librar de mí
E: Este hospital no es un sitio seguro para ti. Te están buscando por eso antes te dije (Iba a
repetirlo de nuevo cuando Maca la interrumpió)
M: ¿Quién me busca?... ¿Cómo lo sabes tú?... Me preocupa que también tú puedas estar en
peligro...
E: ¿Te acuerdas de Laura?... La chica que me estaba tomando el pulso cuando he recobrado
el conocimiento... pues ella es mi amiga o eso creía yo... pero alguien la ha convencido para
que grabe todas mis conversaciones
M: ¿Qué?... ¿Y cómo sabes que las graba?
E: Ainoa me explicó que la policía le había puesto un micro en su ropa interior
M: ¿La policía?... eso no tiene mucho sentido... la policía es la que me está protegiendo en
todo momento...

Maca estaba sentada en una silla de aquella sala y tenía a Esther en su regazo. Esta viendo
como su amiga se esforzaba para encontrar una explicación a todo lo que pasaba intentó
tranquilizarla

E: Mira... Vete lo más lejos posible. Hasta que no estés segura de quien te protege y quien
no... sal del país
M: No (eso era lo único que no pensaba hacer)
E: ¿Porqué no?...

Tenía muy claro porque no iba a salir del país, al menos mientras Esther estuviera
ingresada. Podía explicárselo con palabras o hacérselo entender de otra forma. Optó por
esto último... estaba recorriéndole su cuello con pequeños besos cuando oyó que alguien
golpeaba la puerta con los nudillos de los dedos

Maca y Esther se habían separado un poco y en silencio esperaron que la puerta se abriera.
Ambas suspiraron al ver que era Ainoa la que entraba

E: ¿Ya pasaron los diez minutos? (como si del recreo se tratara)


Ainoa: Jajaja... no sé, no he estado mirando el reloj, pero creo que te gustará escuchar lo
que vengo a decirte (acercando un taburete al punto en que se encontraban ambas chicas)
He estado leyendo el cuestionario y ya sé lo que te está consumiendo
E: ¿Sí? (se había sonrojado al pensar que en las preguntas que había contestado) ¿Qué
tengo?
Ainoa: Dame tu brazo (cogiendo la mano de Esther y obligándola a estirar el brazo) ¿Te
acuerdas de que te provocó este granuloma? (pasando la yema del dedo por encima de un
pequeño bultito que se veía en el antebrazo de su amiga)
E: Sí... me picó una pequeña araña de esas que se quedan enganchadas
M: ¿Una araña?... ¿Te picó una araña?...
Ainoa: No. En realidad se trata de una garrapata... Un parásito que transmite un montón de
enfermedades y que en el caso de Esther le hizo un flaco favor
M: ¿Entonces no ha sido envenenada?... ¿Nadie le ha provocado que esté enferma?
Ainoa: Si te refieres a alguien voluntariamente... no. Hubo una picada... una transmisión de
saliva de ese parásito y la debilidad de Esther hizo el resto. La enfermedad se ha ido
Amor irracional 55

desarrollando en su interior y de no haberla descubierto a tiempo podría haber acabado con


su vida
E: ¿Tan grave es? (con voz temerosa)
Ainoa: De no haber dado con el diagnóstico, sí. Posiblemente si hubieras pasado una
semana más en manos de tus secuestradores ya no lo habrías contado. En algunas ocasiones
los anticuerpos que genera nuestro organismo destruyen nuestro riñón y la muerte es rápida,
en otros casos la enfermedad se reproduce en nuestra médula y sufrimos una parálisis
progresiva que acaba por afectar a nuestro corazón
M: ¡Joder! (ahora más que nunca estaba contenta de haber arriesgado tanto para liberar a
Esther)
E: ¿Me voy a morir? (la voz le temblaba al hacer la pregunta)
Ainoa: No, tonta... claro que no te vas a morir... Es una enfermedad grave pero también es
fácil de curar... ya he pedido que te preparen un suero con una mezcla concreta de
antibióticos y si respondes como espero... dentro de un par de días te mando para casa
M: Ufffffff... (expulsando de su cuerpo toda la tensión con que había estado escuchando a
Ainoa)
E: ¿Puedo contagiar de alguna forma la enfermedad a los demás?
Ainoa: No, tranquila... solo se transmite a través de la picadura de un parásito

Esther ignorando la presencia de la joven doctora acercó sus labios a los de Maca y la besó.
Por un momento sintió que tocaba el cielo con la punta de los dedos. Iba a curarse, Maca
estaba viva, y juntas iban a superar cualquier contratiempo que surgiera. No dejaría que
nada las separara a partir de ese momento

Ainoa, consciente de que su presencia en esos momentos no era demasiado necesaria se


levantó para irse. Aún no había salido de la estancia cuando la voz de Maca la hizo girarse

M: Ainoa, gracias... gracias por todo


Ainoa: Solo he hecho mi trabajo... además Esther es una muchacha estupenda...
(guiñándole el ojo a la enfermera)
M: Sí que lo es... (estrechándola un poco más entre sus brazos)
E: Queréis parar las dos... (notaba que se estaba sonrojando por momentos)
Ainoa: Mirad... voy a ver si encuentro a Laura y le puedo dar la buena noticia. Debe andar
por todo el hospital buscándome. Tu misma, Esther, tan pronto como puedas, llamas a
Charly para que te venga a buscar... ¿vale?
E: Vale

Mientras, en el exterior de aquel hospital Pat estaba hablando por teléfono

Pat: Ya... ya sé que deberíamos haber vuelto hace más de media hora... pero esta chica se
me ha puesto a vomitar a mitad del camino y he decidido traerla de nuevo al hospital. (El
rapapolvo que estaba recibiendo era importante y ya no sabía que explicación dar para
justificarse) Dile al jefe que enseguida volvemos. Vale... la próxima vez antes de hacer nada
lo consultaré... pero joder... se encontraba mal y no he podido hacer otra cosa... Vale, ahora
nos vemos

Maca estaba abriendo la puerta del coche en aquel momento. Pat se sorprendió al ver una
sonrisa en sus labios. La cara de aquella chica no tenía nada que ver con la de la Maca que
había entrado media hora antes en aquel hospital
Amor irracional 56

Pat: Parece que ha ido todo bien...


M: Sí, no podría haber ido mejor (Sentándose en el sitio del copiloto y acercándose a Pat
para darle un beso en la mejilla)
Pat: Jajaja... Eso sí que no me lo esperaba...
M: Esther se va a curar. Ya saben lo que tiene y se va a curar

Los pocos minutos que habían pasado a solas después de hablar con Ainoa le habían
servido a Maca para tomar un montón de decisiones. De pronto había recibido una
inyección de moral extra. Sabía lo que quería hacer y aunque no era fácil lo iba a intentar a
toda costa

Pat: Me alegro, me alegro mucho


M: Pat... (sabía que aquella policía era de fiar y que posiblemente fuera la única persona
dispuesta a ayudarla)
Pat: ¿Sí...? (mientras arrancaba el coche)
M: Voy a necesitar...
Pat: Maca, basta (interrumpiéndola bruscamente) Hace poco he recibido un buen sermón
por teléfono. Si no hago caso a las ordenes que acabo de recibir puedo poner mi trabajo en
peligro y no pienso hacerlo por ti. Me caes bien... pero eres una terrorista... ¿recuerdas?
M: Pat... no soy una terrorista, soy una policía como tú. Detén el coche por favor... Quiero
explicártelo todo

Esther empezaba a encontrarse mejor y no porque la medicación hubiera empezado a hacer


efecto sino porque de pronto empezaba a ver el futuro con un poquito de optimismo. Estaba
echada en la cama y seguía con la mirada como Ainoa anotaba en su historial las diferentes
dosis de antibióticos que se le debían ir administrando

Ainoa: Bueno, esto ya está... Os dejo solas (mirando a Laura que llevaba un buen rato
callada) A las cuatro acabo mi turno, si aun no han llegado los padres de Esther ya me
quedaré un rato yo y así te puedes ir a casa
L: No te preocupes por mí, no estoy nada cansada (por el tono de voz se adivinaba que
estaba molesta por algo)
Ainoa: Bueno... pues... hasta luego. Cuídamela (pasándole la mano por el cabello de Esther
y devolviéndole la sonrisa con que esta la miraba)
L: Sí, claro

No era necesario ser demasiado perspicaz para adivinar que el ambiente entre las tres chicas
había cambiado notablemente en la última hora. Esther apenas habría la boca pero su
expresión en la cara difería notablemente según quien le dirigía la palabra

Al quedarse a solas, Laura se acercó a la cama y se sentó en la zona de los pies. Su mirada
estaba fija en el suelo y jugando con un anillo que llevaba en su dedo corazón empezó a
hablar

L: ¿Cómo ha ido la eco?


E: Bien... En el fondo era una prueba inútil, ahora lo sabemos (odiaba mentir, ni siquiera
cuando lo hacía con una buena finalidad como era el caso, se sentía tranquila)
L: ¿Y Martín no te ha dicho si tenías el bazo afectado?
Amor irracional 57

E: No, no me ha dicho nada


L: Ya... yo me lo he encontrado hace apenas diez minutos por el pasillo y tendrías que
haber visto la cara que ha puesto cuando le he preguntado ¿cómo había ido todo?

Esther empezaba a entender a que se debía la seriedad de Laura

E: Laura... no tengo demasiadas ganas de hablar. Estoy muy cansada...


L: Sí, claro... No te preocupes. Duerme y sueña con tu querida asesina. No te entiendo
chica. Te secuestran, hacen que todos nos pasemos un montón de días sin dormir temiendo
por tu vida y tú... tú no te quitas de la cabeza a esa... (en realidad el enfado que sentía en su
interior le estaba haciendo perder el control sobre sus palabras)
E: No es ninguna asesina, Laura. No lo es
L: Ah, ¿no?. Es un ángel que va poniendo bombas en los bajos de los coches para que la
gente deje de tener preocupaciones... ¿es eso?... ¿Te acuerdas del poli que se murió en
nuestras manos el mismo día de tu secuestro?... Aquel chico apenas tenía nuestra edad y ya
lleva dos meses enterrado gracias a tu amiga y a sus compañeros
E: Basta, Laura. Vete, ¡por favor!. Tú no la conoces como yo, tú no...
L: Tienes razón, yo no me he enamorado de ella... y supongo que por eso puedo verla tal y
como es (en el fondo la enrabietaba pensar lo equivocada que estaba Esther) Y no me voy a
ir... me voy a quedar haciéndote compañía hasta que llegue tu familia
E: Haz lo que quieras (dándose media vuelta con dificultades por el catéter que llevaba en
el brazo)

Al cerrar los ojos había intentado relajarse pero las palabras de Laura seguían allí y no
podía evitar que resonaran una y otra vez en el interior de su cerebro... “querida asesina”...
“bombas en los bajos de los coches”... “enamorado de ella”... En el fondo todo aquello por
lo que ahora se enfadaba con su compañera de apartamento era lo mismo que ella se había
cuestionado durante sus muchos días de encierro. Aun recordaba el segundo amanecer en la
cabaña

E: ¿Estás despierta?... (sabía que era así porque minutos antes había notado como Maca
había recorrido su cara con la yema del dedo)
M: Sí
E: ¿Preocupada?...
M: Un poco (mirando al momento su reloj de muñeca). Pronto van a ser las ocho
E: ¿En que piensas...?
M: En lo feliz que he sido estas últimas horas... (Se había girado hacia ella y la estaba
mirando fijamente) Sabes... me quedaría toda la vida así... perdidas en medio de la
montaña, solas tú y yo, sin nadie más

Esther había intentado ahuyentar la tristeza que denotaban las palabras de Maca con un
prolongado beso. Sabía que todo era provisional y aunque así fuera quería disfrutar de
cada minuto que estuvieran juntas

E: Vayámonos, escapemos,... cojamos el coche y crucemos la frontera. Tengo un hermano


que vive en Suiza, nadie nos seguirá hasta allí...

Maca había estado unos segundos callada, unos segundos durante los cuales Esther había
esperado un ansiado sí que no se había dado
Amor irracional 58

M: No puedo, Esther... Me metí en todo esto voluntariamente y ahora no puedo dejarlo a


medias. Tengo una misión y la he de cumplir
E: ¿De qué misión me hablas Maca... de matar gente inocente... es eso a lo que te ofreciste
voluntaria...? (esas palabras que había dirigido con acritud a Maca poco diferían de las
que ahora Laura había dicho)

A Pat aquella frase la había descolocado. “No soy una terrorista, soy una policía como tú”.
Si era así... ¿por qué sus jefes no le habían dicho nada?. Haciendo caso a las indicaciones de
Maca había detenido el coche en la cuneta y se había girado hacia ella esperando una
explicación a todo

M: Verás... todo empezó hace unos cinco años... ¿No sé si te suena el nombre de Carmona?
Pat: ¿Carmona?... ¿Te refieres a Antonio Carmona?...
M: Sí
Pat: Claro que me suena... Fui a su entierro... Nunca he visto tanta gente en un cementerio
como aquel día. Había políticos de todos los partidos y policías de todos los cuerpos. Era un
tipo increíble. Dicen que era quien más sabía de terrorismo en este país
M: Sí que era un gran hombre (durante unos segundos recordó la fotografía en la que
estaban su padre y Antonio juntos). Verás un día me llamó para que fuera a verlo. Sabía que
tenía la intención de ingresar en la ertzaina y me propuso entrar a trabajar para él
Pat: ¿En la policía nacional?
M: No... en un cuerpo dedicado exclusivamente al desmantelamiento de comandos
terroristas. Éramos un grupo reducidísimo de personas que dependíamos únicamente de él y
que trabajábamos en la total clandestinidad. Nadie conocía nuestra existencia, nadie
excepto él
Pat: Entiendo... (De pronto empezaba a adquirir sentido todo aquello. Maca era policía
pero la única persona que podía dar fe de ello había sido enterrada tres años antes). Y cómo
es que no te sacó Carmona de todo ello antes de... Fue una enfermedad larga... Tendría que
haber previsto que en caso de morir él te iba a dejar en la estacada...
M: Me avisó... la verdad es que me avisó... Me ordenó que escapara... (Escasamente un
mes antes de morir Carmona le había hecho llegar la orden de huir de la banda. Se le iba a
dar una nueva identidad e iba a ser enviada durante los siguientes meses a un punto bien
alejado del país vasco)
Pat: ¿Y porqué no lo hiciste?
M: Un mes antes de aquella orden uno de mis jefes en la banda ordenó que ejecutaran a
sangre fría a un muchacho de ojos verdes y la sonrisa más dulce que puedas imaginar...
Pat: ¿Y?... No es nada nuevo hablar de ejecuciones dentro de la misma banda...
M: Ya... pero aquel muchacho era mi hermano, y me prometí que vengaría su muerte,
aunque fuera a costa de mi propia vida. Por eso no pude obedecer a Carmona y tampoco
pude asistir a su entierro

Aún recordaba el día que “dientes” le había enseñado el periódico en cuya primera plana
aparecía el entierro del que Pat le había hablado y aún recordaba sus palabras al referirse a
Antonio

Dientes: Mira Maca, un cerdo menos... Espero que haya sufrido el cabrón...

Pat: Pero de todo eso hará unos tres años...


M: Sí, exactamente mil doce días... Los tengo contados...
Amor irracional 59

Pat: Tanto tiempo entre esa gente... (solo de pensarlo le parecía increíble que Maca
conservara la cordura) No entiendo como has conseguido aguantarlo sin pegarte un tiro...
M: En realidad intenté quitarme de en medio... pero Esther se empecinó en que siguiera con
vida... y no solo eso... después me ha dado motivos para querer seguir viviendo
Pat: ¿Esther?... Hay una cosa que no entiendo...

Al escuchar aquella observación Maca creyó leer el pensamiento de Pat. A ella también le
había resultado difícil entender como una enfermera con una vida absolutamente
convencional como era el caso de Esther se había podido enamorar de una supuesta
terrorista como ella

M: ¿No entiendes porque no se escapó cuando le di la oportunidad...?


Pat: No, eso ya lo he comprendido hoy. Tendrías que haber visto su carita cuando le he
dicho que estabas viva. Esa chica está coladita por ti

Maca sonrió, en parte por la manera de expresarse de aquella policía y en parte porque
sabía que lo que decía era cierto y le gustaba la sensación que tenía al pensarlo

M: ¿Has dicho que había una cosa que no entendías...?


Pat: Sí. Leí el informe que me pasaron. Su secuestro en realidad fue un error. Necesitaban
una buena cirujana y a la hora de la verdad se encontraron con una pobre enfermera en sus
manos... ¿Cómo es que no se la cargaron al ver el error?
M: Verás... en realidad yo supe enseguida que habíamos secuestrado a la persona
equivocada, pero el resto de la banda no lo supo hasta quince días después
Pat: ¿Quince días?...

Maca volvió la vista hacia el pasado. A pesar de ser relativamente cercano parecía haber
pasado un mundo desde el omento en que “Dientes” había llegado a la granja dando
bocinazos

Dientes: ¡Maca...! (Abriendo la puerta de la cabaña y viendo a su compañera echada en la


litera) Joder... tía que ya son las diez...
M: Hola... (mientras se levantaba y se calzaba unas botas de montaña) Creía que no
llegabas nunca... No te imaginas que aburrimiento estar aquí sola
Dientes: ¿Dónde tienes a Laura?...
M: Está en el agujero. Es una buena chica, apenas ha dado problemas... (saliendo afuera)
Dientes: ¿Vas a por ella?
M: Sí
Dientes: ¿Y esto? (enseñándole un pasamontañas que se había sacado del bolsillo). ¿O la
has tenido estos dos días con la cara cubierta?...

Maca no había contestado a su compañero, sabía que cuanto menos hablara... mejor.
Cogió su pistola que había guardado el día antes en un cajón de la mesa y se la colocó en
la espalda. Se aseguró de llevar en el bolsillo un casquillo de bala ya gastada y cogiendo
una bolsa de ropa con la que cubrir la cara de Esther se dirigió al zulo

Dientes: Maca (había oído la voz de “dientes” a sus espaldas”) dame las llaves de tu
coche... Mientras te encargas de ella iré recogiendo el maletín y el resto de las cosas...
Vamos a ir los tres en mi coche
M: Ten (sacándose un llavero del bolsillo y tirándoselo desde cierta distancia)
Amor irracional 60

Ir los tres en el mismo coche suponía que ya no estaría más a solas con Esther, pero al
menos ahora dispondrían de unos minutos

Pat: ¿Maca?... Te has quedado muy callada... Creía que me ibas a explicar que ocurrió en
esos quince días... ¿Cómo lo hicisteis para que no descubrieran a Esther?

Antes de retirar la madera que cubría el agujero en el que se encontraba su chica Maca se
calzó un pasamontañas. Sabía que tenían que ir con sumo cuidado si no querían que nadie
descubriera que entre ellas había surgido algo tan especial. Despejó la entrada al agujero
y observó como Esther se frotaba ligeramente los ojos. Apenas llevaba diez minutos allí
encerrada pero por su mente pasó como podría haber sido su secuestro de haberse
desarrollado en condiciones normales. Posiblemente ya a estas horas sus ojos hubieran
respondido con un fuerte dolor a aquella luz que entraba

Al bajar por la escalerilla de madera vio como Esther no se movía del camastro en el que
se encontraba. Sin decir palabra se sentó a su lado y le cogió una mano entre las suyas.
Aun llevaba la mano herida vendada pero con la yema de los dedos pudo acariciar el
dorso de aquella mano que la noche antes había acariciado todo su cuerpo

M: Va a ir todo bien... va a ir todo bien...


E: Lo sé, Maca... pero por un momento me he asustado... (todo el valor que había sentido
la noche antes se había esfumado al oír los bocinazos de aquel coche)
M: Aún hay una posibilidad... Aún puedo retener al tonto de “dientes” a punta de pistola.
Si coges mi coche, en poco más de una hora estarías en las puertas de la comisaría
E: Eso sería tu sentencia de muerte
M: No me importa, te juro que no me importa... (notaba que la voz se le quebraba un poco)
E: Pero a mi sí, Maca... las dos o ninguna... ¿recuerdas?... Las dos o ninguna... (Ese era el
pacto al que habían llegado la noche antes cuando habían buscado alguna posible salida a
todo) ¿Puedo? (haciendo el gesto de subirle el pasamontañas que aún cubría su rostro)

Maca estaba pensando en la suavidad con que Esther le había acariciado la mejilla y la
había besado estando en aquel pequeño agujero negro cuando oyó de nuevo la voz de Pat
que la volvía a la realidad

Pat: ¿Quince días?... ¿No vas a contarme como os lo hicisteis para operar al tipo ese que
estaba herido?...

A Maca se le escapó una risa al recordar los nervios con que Esther había realizado aquella
pequeña intervención en la espalda de su teórico jefe

M: Creo que si en lugar de Esther hubiéramos secuestrado a Laura... en estos momentos esa
muchacha estaría muerta... pero la poca habilidad de Esther le salvó la vida
Pat: No te entiendo
M: Verás... antes de dormir al capo... le avisó de que era una cirugía que le dejaría
molestias durante bastantes días y que si todo iba bien, tendría que medicarse con fuertes
antiinflamatorios para preservar la integridad de la médula
Pat: Bueno... todo eso parece lógico
Amor irracional 61

M: Sí, pero de lo que no lo avisó es de que no tenía ni idea de cómo se podía sacar aquella
bala. Es enfermera de urgencias y por lo que me contó, en ocasiones ha terminado una
sutura. Aquel hombre necesitaba un neurocirujano y un quirófano en condiciones
Pat: ¿Se negó a operarlo?
M: No. Eso habría sido firmar su sentencia de muerte. Si quería seguir con vida necesitaba
resultar imprescindible para el “capo” y encontró la manera de que fuera así

Maca recordó el momento en que Esther había cargado una jeringuilla con anestesia. En el
interior de esa pequeña cabaña solo se encontraban ellas dos y un “capo” ya medio dopado
por un tranquilizante que había ingerido minutos antes. Fuera estaban “Dientes” y dos
hombres de un comando con el que Maca nunca se había relacionado pero que tenían fama
de ser especialmente violentos

M: Creo que cuando peor lo pasó fue a la hora de dormirlo... sabía que en caso de una
reacción adversa, en caso de algún accidente con aquella medicación, sus horas estarían
contadas
Pat: Pero parece que todo fue bien...
M: Sí. Se durmió pronto y Esther hizo un gran corte superficial. Cogió el bisturí como si
realmente estuviera muy segura de lo que estaba haciendo. Lavo abundantemente la herida
con yodo y aplicó unas pomadas de antibiótico. Después se limitó a coser el corte que ella
misma había realizado
Pat: Pero... ¿y la bala?...
M: La bala la llevaba yo en mi bolsillo. La envolvimos en una gasa sucia de sangre y
colocamos ésta en una bandeja llena de yodo
Pat: ¿Y la bala de verdad?
M: La bala de verdad se quedó donde estaba. Esther tenía la teoría de que mientras tomara
fuertes analgésicos nadie sospecharía de aquel engaño y a la vez la herida no cicatrizaría
correctamente con lo cual no podrían deshacerse de ella
Pat: ¿Fue así?
M: Sí. Todo fue mas o menos así. Al recuperarse de la anestesia Esther estuvo hablando con
el “capo”. A la semana teóricamente tenían que quitarse los catorce puntos de sutura que
llevaba en la espalda, y mientras, cada día debería pincharlo para evitar que hubiera
infección y a la vez mitigar el dolor que pudiera sentir
Pat: ¿Catorce puntos?... Jajaja... se paso un poco ¿no?
M: Dijo que era la mejor manera de hacer todo aquello creíble. A grandes heridas... grandes
cirujanos dijo... Y debía tener razón porque cuando los compañeros vieron el corte, se
quedaron mudos
Pat: ¿Y la bala?... ¿No vieron que no era de las que usamos la policía?
M: No les di demasiado tiempo a ello. La mostré pero enseguida la metí en una bolsa llena
de gasas ensangrentadas. Ninguno de ellos tuvo la suficiente curiosidad para buscarla en
medio de aquella porquería
Pat: No me dirás que a los terroristas les impresiona la sangre...
M: Te sorprenderías en algunos casos... Algunos de los más decididos a la hora de poner
una bomba o jugar con una pistola ven una herida y se quedan blancos... Y los hay que se
han metido ahí sin saber ni tan siquiera porque lo hacían (a la mente de Maca vino la cara
de su hermano) Muchos han muerto sin darse cuenta de lo absurda que es una lucha armada
Pat: Ojalá algún día acabe todo eso
M: Ojalá... La idea de Carmona era que si llegábamos a los dirigentes, a los que decidían
las cosas y se conseguía descabezar la organización... habría la posibilidad de conseguir la
paz
Amor irracional 62

Pat: Pobre Carmona... de poco sirvió todo lo que intentó. Han pasado tres años y todo sigue
igual
M: Sí...

En realidad no todo seguía igual, Maca desvió la mirada hacia el retrovisor lateral del
coche, no quería que Pat le preguntara nada más. Al pensarlo fríamente se daba cuenta de
que la banda seguía igual, matando siempre que podía... La policía seguía igual, trabajando
para capturar a los terroristas,... pero ella... Su vida ya nunca volvería a ser la misma... En
realidad Maca había sido enterrada un par de horas antes y ahora se le daría una identidad
falsa para poder moverse de nuevo por el mundo. Ella era la única que había salido
perdiendo después de todo este tiempo... lo había perdido todo... incluso a Xavi

Cuando estaba a punto de arrancar el coche Pat escuchó la musiquilla de su móvil.


Instintivamente miro el reloj del coche y se sorprendió al ver la hora. Eran casi las tres

Pat: ¿Sí?... Claro que todo está bien... Ya estamos llegando... (En realidad no era cierto lo
que estaba diciendo pero no quería dar más explicaciones) Ya sé que es a las cinco... Ahora
comemos algo en el apartamento y nos vamos para allá... Supongo que si habrá tiempo para
que pueda mirar esas fotografías... Claro que sí, hasta ahora (cortando de esta forma la
conversación)
M: Antes películas... ahora fotos... que se supone que he de ver en esas fotos...
Pat: Durante estos últimos meses se ha detenido a mucha gente... pero los muy cabrones
tienen buenos abogados y se ríen de la justicia. Sabemos su nombre en clave pero poco
más... El jefe quiere que le eches un vistazo a esas fotos para ver si puedes darnos más
información
M: ¿Y lo de las cinco...? ¿Aún no te han dicho a quien he de ver...?
Pat: No... no tengo ni idea
M: No quiero que me lleves (con voz enérgica)
Pat: ¿Qué?
M: No me fío...
Pat: ¿Pero de que no te fías?... Somos la policía... ¿recuerdas?... Somos los buenos (ya
empezaba a mosquearla la desconfianza de aquella mujer)
M: No me fío, Pat. Necesito que me ayudes... necesito hablar con una persona...
Pat: ¿Con quién?...

Maca no le dio un nombre sino que le fue indicando una dirección. Pat a pesar de saber lo
que arriesgaba al desobedecer las ordenes de sus superiores sentía la necesidad de ayudar a
aquella mujer que tenía sentada a su lado. Durante aproximadamente veinte minutos
condujo su coche en silencio. De vez en cuando levantaba la vista hacia su acompañante
invitándola a que le diera más información de la que hasta ese momento le había dado

M: En unos cien metros hay un desvío hacia la derecha. Tan pronto como lo cojas veras un
caminito de tierra... Ya estamos llegando...
Pat: Dime al menos a quien vamos a ver... Piensa que lo más seguro es que después de esto
me retiren de empleo y sueldo durante años (lo decía de forma un poco teatral pero algo de
cierto había en aquella frase, nadie la iba a salvar de tener que dar muchas explicaciones
cuando volviera al piso donde se encontraban sus compañeros esperándola)
M: Vamos a casa de Carmona. Espero que Luisa no haya cambiado su lugar de residencia.
Creo que es la única que me puede ayudar a entender quien está vigilando a Esther y porque
tus jefes quieren que vea tantas películas y tantas fotografías
Amor irracional 63

Pat: ¿Luisa?... ¿Es la mujer de Carmona, verdad?... (recordaba haberla visto de lejos el día
del entierro de su marido)
M: Sí. Sabes aquella frase que dice que detrás de un gran hombre siempre hay una gran
mujer... pues en este caso te diría que se cumple más que nunca... Mira... ya puedes detener
el coche aquí. Esa es su casa (señalando con el dedo una casa de piedra con un jardín
exquisitamente cuidado)
Pat: ¿Prefieres que te espere aquí afuera? (mientras apagaba el móvil por miedo a que
sonara y a que tuviera que inventarse falsas explicaciones)
M: Sí, será lo mejor. Creo que cuanto menos sepas de todo esto... mejor. No sé como voy a
poderte agradecer lo que estas haciendo por mí...
Pat: Va, entra en esa casa y descubre qué está pasando... Si consigo que no me aparten del
caso hasta embarcarte en un avión será mucho

Pat había sido llamada la mañana antes a la oficina del comisario que se encargaba de esa
misión. Después de recibir todo un informe para que se lo leyera, solo le habían dado una
orden por encima de todo. No debía permitir que a Maca le pasara nada, debía ser
considerada como la caja negra de un avión que se acaba de estrellar. Y si para preservar la
seguridad de aquella mujer se tenía que saltar alguna regla, pensaba hacerlo

Maca bajó del coche con paso titubeante. A su memoria vino la última vez que había
hablado con Luisa. Aquel día Antonio la había convencido para que empezara a trabajar
para él. Al pulsar el timbre oyó el ladrido de un perro y la voz de su dueña intentando
tranquilizarlo

Luisa: Calla zury, calla...

Al abrirse la puerta una gran mastín blanca se acercó a Maca moviendo la cola. Detrás suyo
la cara de Luisa no daba crédito a lo que veía. Sin poder decir palabra y con los ojos
brillantes por la emoción que sentía al ver de nuevo a Maquita, se acercó a ella y le dio un
silencioso abrazo. Durante unos segundos ambas mujeres permanecieron en la entrada de la
casa estrechándose con fuerza. Zury, un poco sorprendida por el recibimiento que le había
dado su dueña a la recién llegada, intentaba ponerse de pie y lamerlas

Luisa: Baja tonta... que pesas mucho y nos vas a tirar... (intentando apartar un poco a su
perra para que Maca pudiera entrar en la casa)
M: Siento haberte asustado. Supongo que si has visto los periódicos de hoy...
Luisa: No, ¿porqué lo dices?. Mira hace semanas que no veo la televisión y ni recuerdo la
ultima vez que tuve un periódico entre mis manos. Ven (cogiéndole la mano para que la
siguiera y llevándola hasta el sofá que había en la sala) Cuéntame que ha sido de tu vida
todo este tiempo

Durante unos segundos Maca pensó que aquella mujer no podría ofrecerle la ayuda que ella
venía buscando. Luisa se había aislado del mundo real y después del tiempo transcurrido
desde la muerte de Antonio, posiblemente ya no recordara ninguno de los asuntos en los
que trabajaba su marido

Luisa: Estás tan guapa como siempre pero pareces cansada...


M: Lo estoy, Luisa, lo estoy. ¿No tendrás un vaso de agua? (estar de nuevo en aquella casa
le traía muchos recuerdos y notaba que la voz no le salía como ella deseaba)
Amor irracional 64

Luisa: Sí, perdona... ¿Has comido ya?... ¿Te quedas a comer conmigo?... (mientras se
levantaba para ir a la cocina en busca de alguna bebida)
M: No, puedo, Luisa. En realidad no he venido sola, tengo a una amiga esperándome en el
coche
Luisa: Pues dile que pase y os quedáis las dos a comer... Mira que dejar a tu amiga en el
coche... (en un ligero reproche). Si sabes que siempre has sido como de la familia y aunque
haya pasado tanto tiempo para mi no ha cambiado nada
M: Me gustaría quedarme pero no puedo, de verdad... Dentro de pocas horas me voy de
viaje y quería venir a despedirme de ti. Ya sabes que no pude asistir al entierro de Antonio y
bueno en realidad hasta hoy no he podido... (Luisa le había acercado un vaso de agua y
Maca aprovechó la excusa de beber un poco para poder cambiar de tema) Ufff... que sed
tenía...
Luisa: ¿Estás bien, Maca? –(observando como se levantaba para acercarse a una estantería)
M: Sí... (estaba mirando un portarretratos muy conocido por ella, pero el retrato en el que
figuraban su padre y Carmona había sido sustituido por una foto de Zury y su dueña)
Luisa: Espera... sé lo que estás buscando... (saliendo de la sala y dirigiéndose hacia las
escaleras)

A los pocos minutos volvía a entrar cargada con una caja de cartón llena de papeles. Sacó
de la caja un gran sobre y se lo tendió a Maca

Luisa: Antonio preparó esto para ti pocos días antes de morir. Me pidió que lo guardara,
que algún día vendrías a verme y que lo ibas a necesitar

Maca cogió el sobre entre sus manos. Sabía que aquello era lo que había venido a buscar,
que en aquel sobre encontraría la explicación a todo

M: Sabes... nunca lo olvidaré... para mí fue un segundo padre...


Luisa: Vosotros dos también fuisteis como unos hijos para él

Maca había abierto el sobre y entre los muchos papeles que había vio varias fotografías. En
una de ellas se veía a un Xavi y a una Maca adolescentes, sentados en la misma mesa que
Antonio

Luisa: Cuando supo lo que le había ocurrido a Xavi fue como la puntilla para él. Se sintió
tan culpable de haberlo permitido...
M: No te entiendo... ¿qué permitió?... ¿Porqué se sintió culpable?
Luisa: Meses después de hablar contigo vino tu hermano a verlo. Vino a pedirle ayuda. Le
explicó que habías cometido una locura y que solo él podía hacer algo para sacarte del
embrollo en el que te habías metido
M: ¿Xavi llegó a saber la verdad?
Luisa: Sí, claro... Antonio no tuvo más remedio que contárselo todo... Y aunque al
principio pareció conformarse, un par de semanas después volvió para decirle que también
él quería ayudar, que no te iba a dejar sola entre toda esa gentuza...

A Maca se le empezaron a humedecer los ojos al pensar en su hermano

Luisa: Antonio se negó en repetidas ocasiones a colaborar para que entrara en la banda
pero pocos días después me comentó que le había llegado la filtración de que Xavi ya había
encontrado el sistema de colarse en ella
Amor irracional 65

Viendo la mirada llorosa de Maca, Luisa le acarició la mejilla

Luisa: Vuestro padre hubiera estado muy orgulloso de los dos


M: Sí, sobretodo de este “campeón” (mirando la fotografía que aún mantenía entre sus
manos)

Al ir a guardar de nuevo el sobre en la caja sus ojos se fijaron en una gran carpeta azul. Una
palabra en la tapa le llamó la atención, “OPERACIÓN CAMALEÓN”

M: ¿Puedo llevarme esta caja?


Luisa: Sí claro... todo lo que hay aquí dentro es para ti... Creo que también hay una carta
que Xavi le dejó a Tonio para ti
M: ¿Una carta?
Luisa: Sí, creo que lo encontraras todo aquí dentro.

En ese momento el timbre de la puerta sonó. Maca levantó la mirada para ver la hora en el
reloj de pared

M: Debe ser mi amiga... Se ha hecho tardísimo...

Esther llevaba un buen rato echada en la cama y con los ojos cerrados. La tensión con la
que había vivido las últimas veinticuatro horas le impedía coger el sueño a pesar de notar
que estaba especialmente cansada. No podía dejar de preguntarse donde estaría Maca y si
estaría bien

Aparentemente estaba dormida pero a pesar de ello notó como Laura abría la puerta para
salir de la habitación. ¿Qué habría pasado si aquel cuatro de septiembre en lugar de la
doctora hubiera sido ella la que se sintiera indispuesta?... Si ella hubiera tenido unas
décimas de fiebre aquella noche, seguramente se habría acostado temprano y no habría
vivido nada de lo ocurrido estos dos últimos meses. Cualquiera que hubiera estado leyendo
su pensamiento en estos momentos pensaría que se había vuelto loca pero se alegraba de
haber sido ella la secuestrada. Había pasado por muchos momentos difíciles. Siempre
recordaría el desconcierto y el miedo que había sentido en presencia del “capo” o los días
en que se habían encargado de su vigilancia unos desconocidos, pero a pesar de ello, los
momentos que había pasado en compañía de Maca y el amor que esta había despertado en
ella compensaba con creces todo lo demás

Cuando catorce días después de ser secuestrada, “dientes” había informado a sus
compañeros de que la persona a la que retenían no era la que ellos creían, había visto la
muerte muy cerca. Solo la mejoría clínica del “capo” había hecho que este reconsiderara su
decisión inicial. En un primer momento había mandado a uno de sus hombres que acabara
con la vida de la enfermera, pero minutos después Maca le había convencido de que no
había ninguna prisa en hacerlo. Él aún necesitaba medicarse cada día con antibióticos, y la
herida todavía no estaba curada. Por suerte la bala que aún se encontraba cerca de su
columna había generado una fístula que no acababa de cerrarse y era Esther la encargada de
limpiársela día sí, día no
Amor irracional 66

Después de más de un mes algo había pasado. De pronto parecía que se habían olvidado de
su existencia. Ya no la habían sacado regularmente del zulo en el que vivía y solo se habría
la trampilla de entrada una vez al día para darle algo de comida y agua. Una noche alguien
había retirado la madera que daba acceso a aquel agujero en que se encontraba. La
sensación de que todo se podía acabar en cualquier momento desapareció al escuchar la voz
de Maca llamándola por su nombre

M: ¿Esther?...
E: ¿Maca?... (Estaba sentada en el camastro y se agarraba con fuerza las rodillas)

Maca bajó y con una linterna iluminó el rincón en el que Esther se había recogido. No
llevaba nada que le cubriera la cara y eso era síntoma de que estaba sola. Siempre que
había alguien más de la banda, Maca cubría su rostro con el pasamontañas

M: Mi niña... estás temblando... (acercándose a Esther y abrazándola con suavidad).


Sabes que durante dos días voy a ser la encargada de tu vigilancia

Esther se había agarrado con fuerza al cuello de Maca y no quería soltarla por nada

M: Esther... cariño... tranquilízate

Llevaban muchos días sin verse. Maca había sido enviada al sur de Francia y ni tan solo
había podido avisarla de tal circunstancia

E: Lo siento (intentando secarse las lágrimas que resbalaban por sus mejillas) Pensé que
nunca más volvería a verte. Estaba segura de que cualquier día alguien bajaría, me
pegaría un tiro y ni siquiera podría haberme despedido de ti
M: Eso no va a ocurrir, Esther. No permitiré que te pase nada...

La poca luz que daba aquella linterna no había dejado que Maca se fijara en la palidez de
la cara de la enfermera, pero al abrazarla si que la notaba mucho más delgada

M: Ven... Salgamos fuera... (cogiéndole la mano y ayudándola a levantarse)

Solo subir por las escalerillas que llevaban al exterior, Esther notó un fuerte escozor en los
ojos. Era ya tarde pero aun había excesiva luz para unos ojos acostumbrados a la
oscuridad total. Maca, consciente de ello, la condujo deprisa hacia la cabaña y corrió las
cortinas para que la luz del día no le dañara aún más la vista

M: Dios... que débil estás (al comprobar la dificultad que tenía para andar)
E: Estoy bien... no te preocupes... estoy bien...

En aquel mismo momento Esther había visto en la mirada de Maca que no la había
conseguido engañar y que esta se sentía tremendamente culpable de su situación

M: Esther... He tomado una decisión. Dentro de una semana está previsto un encuentro
entre algunos de mis compañeros. Viene gente importante de Francia y es posible que haya
muchos cambios...
E: ¿Esos cambios te afectaran?
M: Puede que sí, por eso he de ser más rápida que ellos
Amor irracional 67

E: No te entiendo... ¿qué piensas hacer?

Maca había obviado la pregunta de Esther, no quería que se preocupara por nada y si le
hablaba de la policía y de traicionar a la banda, ese sería el tema de conversación durante
los dos días que pasarían juntas. Sentía que necesitaban ese tiempo para ellas, para
disfrutar de su mutua compañía sin pensar en nada más. Si después las cosas no salían
como tenía previstas, al menos nadie les podría quitar aquellas horas vividas con ilusión

M: Vamos... ven (cogiéndola de la mano y guiándola hasta la cama que había sido testigo
de su primera noche de amor) Te he echado tanto de menos... (besándola con suma ternura
mientras la acariciaba por debajo de la camiseta que llevaba puesta)

Al comprobar que Esther se dejaba hacer pero de forma muy pasiva, Maca se retiró unos
escasos centímetros, los suficientes para interrogar con la mirada a su compañera

M: ¿No te apetece que...?

Interrumpió su pregunta al observar que Esther movía de forma negativa la cabeza.


Enseguida los ojos de la enfermera se habían dirigido a la pistola que segundos antes
Maca había dejado encima de la mesa

Ahora echada en la cama del hospital Esther entendía que aquel gesto suyo había acelerado
todo lo que Maca llevaba días planeando. De pronto y sin decir palabra ésta se había
levantado y había salido de la cabaña. Ella se había quedado allí, durante unos breves
minutos, sin que sus piernas le permitieran seguirla. Después como si tuviera la certeza de
donde se encontraba, se había dirigido al pequeño lago en el que se había bañado casi dos
meses antes. Allí, Maca, sentada en una roca y con el semblante especialmente triste
jugaba con una piedra que tenía entre los dedos

E: Perdóname... no sé qué me ha ocurrido (arrodillándose a su espalda y pasándole ambos


brazos alrededor del cuello) Volvamos a la cabaña...

Maca apenas había movido un solo músculo ante esta petición

E: ¿En qué piensas Maca?...


M: En que no debería haberte hecho caso... en que no debería haber permitido que
pasaras todo este tiempo encerrada... en que soy una idiota y una egoísta... en que... (la
voz se le quebró)
E: No tienes la culpa de nada, cariño... Fui yo la que decidí quedarme... ¿Lo recuerdas?...
Las dos o ninguna...
M: Pero eso nunca va a poder ser... ¿no lo entiendes?... no tenemos ninguna posibilidad...
tú mundo y el mío... (las lágrimas esta vez ya empezaban a abrirse camino)

Aquella pistola había despertado la conciencia de ambas. De pronto, su sola presencia


encima de la mesa las había hecho volver a la realidad. Todo lo que pudieran haber vivido
en aquella cabaña había sido un sueño del que tenían que empezar a despertar

E: No te voy a dejar rendirte... ¿lo sabes, verdad?


M: No te entiendo...
Amor irracional 68

E: ¿Crees que hubiera aceptado pasar hambre, frío, miedo,... si hubiera creído que no
teníamos ninguna posibilidad?
M: Esther... piensa por un momento si podrías vivir con una persona que siempre lleva una
pistola encima...
E: Solo puedo decirte que no podría vivir sin ti y que si tú sintieras lo mismo que yo...
sabrías que hacer con esa arma

Si Esther hubiera podido ver la cara de Maca habría leído en ella un montón de
sentimientos encontrados. Sentía rabia y frustración por no haber podido vengar todavía
la muerte de su hermano. Por comentarios de un compañero tenía la certeza de que en
pocos días la persona que había ordenado su asesinato y la mano ejecutora del mismo
iban a venir a España. Aquella era la ocasión que había estado esperando durante tanto
tiempo. Sin embargo ahí estaba Esther. No podía permitir que pasara un solo día más
encerrada ni que padeciera un segundo más de miedo. Si por sus ansias de venganza le
sucediera algo, no se lo perdonaría en la vida

Cogió una de las manos de Esther y se la acercó a los labios. La mantuvo allí durante unos
segundos. Necesitaba sentirla muy cerca de la hora de hablarle

M: Me voy a ir durante unas horas. Voy a necesitar el coche. Pero si no regresara, mañana
por la mañana intenta llegar al pueblo. Te voy a dibujar el camino y te vas a quedar la
pistola. Ya sabes... si mañana no estoy aquí... ¡vete!

Aquella noche había sido una de las más largas de su vida. Había acabado echándose en
la litera y siendo vencida por su propia debilidad. Recordaba como en sueños le había
parecido sentir la presencia de Maca a su lado...

El timbre de la puerta y los ladridos de Zury se habían ido intensificando en segundos.


Luisa intentaba abrir lo más rápidamente posible mientras Maca se entretenía en guardar
todos los papeles que habían sacado de aquella caja de cartón

Pat: ¡Maca... Maca! (La voz de Pat se oía clara al otro lado de la puerta)
L: Un momento, enseguida la abro...
Pat: Perdone, señora Carmona (Viendo la cara de preocupación de aquella mujer) Necesito
hablar un momentito con Maca...
L: Sí, claro... pasé por favor... si ya le dije a Maca que se podían quedar a comer...
(mientras Pat intentaba serenar a la perra con caricias en el lomo)
M: Creo que no vamos a poder... pero gracias por todo, Luisa. Aunque tú no lo creas... me
acabas de salvar la vida (acercándose para despedirse de su vieja amiga)
L: Sé que a Antonio le hubiera hecho muchísima ilusión verte... Cuídate muchísimo y no
seas tan cara de ver. ¿Te acuerdas de aquellos albúmenes de fotos que mirábamos cuando
eras una niña?...

Maca asintió con la cabeza. Antonio y Luisa habían sido una segunda familia para ella y
para Xavi. No habían podido tener hijos y cuando ellos se habían quedado huérfanos
incluso habían intentado su adopción legal. Los tíos paternos se habían negado
tajantemente, no porque les tuvieran especial cariño a sus sobrinos, sino porque Antonio
pertenecía a la policía nacional y eso casi era un pecado para su familia. A pesar de todo
Amor irracional 69

ambos hermanos habían encontrado cariño en aquella casa y más de una vez se habían
escapado para poder merendar en compañía de los Carmona

Pat: Siento molestaros... pero tenemos que irnos... es tardísimo (el reloj de muñeca ya
señalaba las tres y cuarto) ¿Y esa caja? ...
M: Esta caja está llena de recuerdos y confío en que contenga algo más...
L: Antonio siempre dijo que la vendrías a buscar y que aquí encontrarías la explicación a
todo. Realmente no sé a qué se refería... En los últimos tiempos tuvo que tomar bastante
morfina y a veces decía cosas sin demasiado sentido
M: Creo que siempre supo lo que se decía Luisa, a pesar de la medicación que tomara...
creo que siempre quiso dejarlo todo bien atado. Hoy no puedo quedarme pero si todo va
bien dentro de unos días vengo a ver esas fotos de las que me hablabas...
L: Oye y si quieres venir acompañada... En todo este tiempo ni siquiera te he preguntado si
te has casado o si tienes ya pequeños...
M: Sigo siendo una alma libre Luisa... no hay marido ni hijos...
Pat: Maca...
M: Sí, Pat, sí... Adiós, Luisa y lo mismo te digo Zury... ya sabes a cuidar a tu dueña...
(después de acariciar suavemente la cabeza de la perra se dio media vuelta para dirigirse al
coche y oyó como se cerraba la puerta de la casa)

Pat no tardó en arrancar el auto. No podía disimular que estaba nerviosa. Se estaba
peleando con el cambio de marchas porque no conseguía que le entrara la primera

M: Tranquilízate... Ha valido la pena venir... te lo aseguro...


Pat: Eso espero, porque la bronca que me va a caer va a ser de las que hacen historia

Maca estaba abriendo la carpeta azul en el momento en que Pat le había dirigido la mirada

Pat: “¿Operación camaleón?”. ¿A que se refiere?... recuerdo haber oído alguna vez eso
mismo?
M: ¿Dónde?
Pat: ¿Qué?
M: Que ¿dónde lo oíste?

Pat se quedó callada. Hacía ya mucho tiempo pero recordaba haber oído a su actual jefe
nombrar esas dos palabras. Había sido durante una discusión mantenida con el pobre
Marquina. Este había muerto una semana después de una forma bastante absurda. En una
jornada de caza una bala había ido a impactar en pleno tórax

Maca sin esperar la respuesta a la pregunta que había formulado se encontraba mirando una
hoja en la que se leían una lista de nombres, entre ellos el suyo y el de su hermano

M: Jon Uriarte... ¿Te suena ese nombre?


Pat: Claro que me suena
M: ¿Lo conoces?
Pat: ¿A qué viene esa pregunta? (con el tono un poco crispado. Jon había coincidido con
ella en la academia y habían sido algo mas que amigos)
M: Podrías llevarme a donde vive... me gustaría poder hablar con él...
Pat: Jon tuvo un accidente de moto hace aproximadamente un par de años. Al principio los
médicos creyeron que le podrían salvar la vida... sin embargo, surgieron complicaciones y
Amor irracional 70

no consiguió recuperar el conocimiento. Nos dijeron que de haberse salvado las lesiones
hubieran sido irreversibles (era doloroso recordar aquellos momentos)
M: Vaya mala suerte... (La lista constaba de siete nombres y el primero ya podía
descartarlo) ¿Ibon Garmendia?
Pat: ¿Ibón?... ¿Está su nombre en este papel?
M: Sí... ¿Lo podemos visitar a él?
Pat: Ibón se suicidó hace algo más de un año
M: ¿Cómo se suicidó?
Pat: Se pegó un tiro en la boca
M: ¿Se supo los motivos que le llevaron a ello?
Pat: Se habló de que alguien le estaba chantajeando. Parece ser que tenía un lío con una
chica jovencita y... No sé, nunca acabé de creerme lo que se rumoreaba pero a él le afectó y
de que manera

El siguiente en la lista era Xavi. Curioso. Según lo que le había dicho Luisa, Carmona no
había estado de acuerdo en que se infiltrara pero si estaba en esa lista es porque había
acabado participando en la misma misión que ella

M: ¿Gorka Urbaiz? (era el cuarto de la lista)


Pat: Me temo que si quieres ver a Gorka también tendrás que ir al cementerio
M: ¿También ha muerto?... Me da miedo preguntarte cómo pero...
Pat: Murió en una excursión de alta montaña. El invierno pasado. Él y un compañero
cayeron por un barranco. Cuando los rescataron aún respiraba, pero no consiguió llegar con
vida al hospital
M: ¡Dios!. Parece una lista maldita. Me da miedo hasta leer el siguiente nombre... (dejando
pasar unos segundos se dispuso a leer el quinto nombre de la lista) ¿Ander Iturriaga?...
Pat: Era el compañero de Urbaiz en esa fatídica excursión
M: ¿Bueno a ver de que se ha muerto el siguiente?... ¿Joseba Irraola?...
Pat: Dios... este está vivo, muy vivo... y cuando me encuentre ¡me va a matar a mí!
M: ¿Está vivo?
Pat: Sí, es mi jefe. Bueno el que está al mando de todas las operaciones antiterroristas que
se realizan desde hace unos años

Maca se quedó callada al oír este comentario. Curiosamente todos los hombres que
figuraban en aquella lista habían muerto de forma muy extraña. Incluso su propio hermano
había sido ejecutado de una manera poco habitual. Y el único que aún seguía con vida sabía
que ella había trabajado para Carmona y que ahora ya había escapado de la banda

M: Por lo que dices el tal Irraola es un tipo importante dentro de la policía...


Pat: Sí, sí que lo es. Aunque tengo entendido que pronto dejará el cargo para trasladarse a
Madrid. No hace mucho confesó a sus allegados que él había hecho un gran favor a los
servicios secretos del estado y que ahora le tocaba cobrárselo con un buen despacho y el
sueldo correspondiente

Maca no conseguía levantar la mirada de aquella lista. El último nombre era el suyo y algo
le hacía pensar que cuando ella sufriera un extraño accidente, Irraola habría acabado su
trabajo en aquella parte del país. ¿Pero porqué?. No conseguían entender el porqué...

M: Pat, déjame escapar... Si me llevas a esa reunión que tengo a las cinco... ya no me vas a
volver a ver con vida
Amor irracional 71

Pat: Quieres dejar de decir tonterías. Si la policía te hubiera querido matar, ya lo habría
hecho
M: No te estoy hablando de la policía... sino de Irraola y de la gente que están vigilando a
Esther
Pat: Si te dejo escapar no vas a poder ir muy lejos... lo sabes ¿verdad?. A estas horas ya
sabrán que entre tú y esa enfermera hay algo...

Maca sabía que Pat tenía razón. Si decidía huir ¿qué futuro les esperaba a ella y a Esther?.
A Luisa le había dicho una gran mentira. Ya no era una alma libre. Desde hacía dos meses
su corazón latía más fuerte al pensar en ella. Y cualquier solución que no les permitiera un
futuro en común tiraría por suelo todo el calvario vivido por la enfermera durante su
secuestro

Pat: Bueno ya estamos llegando... (aparcando el coche) Ya veremos que explicación les
damos...
M: Pat... ¿serías capaz de dispararme?
Pat: ¿Qué?... ¿Te has vuelto loca?...
M: Te lo estoy preguntando en serio. ¿Serías capaz de dispararme si te lo pidiera yo?...

Pat no entendía las palabras de Maca. La mirada de esta era un claro reflejo de que no
estaba bromeando pero porque le estaba insistiendo con aquella idea tan absurda

M: Mira, no te estoy pidiendo que me dispares a matar, solo te pregunto si serías capaz de
apuntarme y hacer que una bala me roce lo suficiente para que se sepa que me has dado
Pat: No lo sé, Maca. No sé si sería capaz de hacer algo como lo que me estás pidiendo...
(solo de pensarlo ya le temblaba la voz) y ¿para qué quieres que te dispare?. Es que no
entiendo...

La mirada de Maca que hasta ese momento había estado fija en el rostro de la joven policía
que la acompañaba se había vuelto a centrar en la lista que tenía entre las manos

M: Jon Uriarte... Cuando he dicho ese nombre tu cara ha cambiado... Diría que lo conocías
bien
Pat: Claro que lo conocía. No sé a que viene ahora hablar de Jon, era una de las mejores
personas que he conocido y aunque esté en mil listas no me harás dudar de él
M: No quiero hacerte dudar de él. Creo que todos los nombres de la lista que te acabo de
leer fuimos seleccionados por Carmona con un único fin, infiltrarnos en diferentes áreas del
entramado terrorista y poder descabezar la banda. Supongo que el cáncer que padeció
Antonio y su posterior baja hizo que tuviera que suspenderse esta misión
Pat: ¿Pero porqué suspenderla?
M: Porque era su proyecto personal. En la última conversación que tuve con él me dijo una
cosa que no entendí en aquel momento pero que ahora adquiere sentido... me dijo que si
todo salía bien habría mucha gente interesada en apuntarse el tanto, pero que si al final algo
se torcía pasaríamos de héroes a villanos y seríamos un estorbo para los de arriba
Pat: Entiendo... ¿intentas hacerme creer que todas estas extrañas muertes no fueron tan
accidentales como parecen?
M: Estoy segura de que no fueron accidentes y algo me dice que cuando Irraola pueda...
acabará conmigo. Soy la única que aun podría destapar todo lo que ha pasado y no va a
dejar que eso ocurra. Pat... ¿qué te ocurre?... Estás llorando
Amor irracional 72

Así era. Recordar de nuevo el día en que Jon había sufrido aquel fatal accidente había sido
duro, pero que ahora Maca sugiriera que todo había sido provocado por Joseba... ¡Dios,
pero si era su amigo...! Si estaba con ella el mismo día del accidente y estuvo abrazándola
en el momento en que los médicos le comunicaban el fatal desenlace...

M: No tengo ningún derecho a pedirte que me sigas ayudando Pat. Has hecho mucho por
mí hasta este momento y si hasta ahora has arriesgado tu trabajo, de seguir haciendo lo que
te pido... pondrías en peligro tu vida (No se esperaba aquellas lágrimas en los ojos de la
joven policía y se sentía culpable de la pena que percibía en ella) Déjame escapar y ya me
espabilaré toda sola
Pat: No (mientras con la yema de los dedos se secaba ambos ojos)

Maca se giró hacia ella ante la rotundidad de esa negativa

M: Si no me dejas huir y me llevas a esa reunión de las cinco no tendré ninguna


posibilidad... lo sabes ¿verdad?
Pat: No dejaré que intentes hacerlo tú sola... Si Irraola tuvo algo que ver con la muerte de
mi chico quiero que pague por ella, y ya puedes empezar a contarme tu plan. Intuyo que
cuando me has preguntado si era capaz de dispararte es porque ya has pensado la manera de
hacer justicia

Maca se inclinó hacia Pat para abrazarla, ahora entendía el significado de aquellas lágrimas.
Algo le decía que si habían encargado la misión de protegerla a aquella chica era por algo,
que Jon tuviera tan estrecha relación con ella era demasiada casualidad. Aun estaban
próximas la una a la otra cuando la musiquilla del teléfono de Pat las avisó de una llamada

Pat: ¿Sí?... ¿Joseba?... (durante unos segundos permaneció en silencio escuchando las
órdenes que recibía desde el otro lado del auricular). Pero si acabamos de aparcar ahora
mismo. Claro que está aquí conmigo. ¿Dónde quieres que esté?. ¿Ahora?... Pero si me
dijeron que a las cinco y aun falta más de una hora...

Maca que seguía atentamente la conversación de su compañera frunció ligeramente el ceño.


Seguramente las cosas se iban a precipitar

Pat: ¿Quieres que la lleve directamente para allá y que no les diga nada a los
compañeros?... Ya, ya sé que su seguridad es lo principal pero no entiendo porque quieres
que nadie sepa nada de este cambio de planes

A Pat le sorprendía la manera en que estaba respondiendo a Irraola. Si bien se podía


considerar que era más un amigo que un jefe, siempre lo había tratado con un respeto del
que ahora era incapaz

Pat: Tú mandas Joseba, en menos de media hora la tienes ahí. Sí, supongo que sabré
llegar... hace mucho que no cojo esa carretera pero espero encontrar fácilmente el desvío
que me indicas... Y sí, no te preocupes, nada a nadie

Nada más colgar el auricular Pat se encontró con la mirada interrogadora de Maca

Pat: Ha habido un pequeño cambio de planes, quiere que vayamos a otro sitio del que
inicialmente me habían dicho
Amor irracional 73

M: No me gusta nada eso... Oye, antes de ir... podemos llamar un momento a la doctora que
lleva el caso de Esther... me gustaría saber cómo se encuentra
Pat: Preocupada por tu chica, ¿eh?... (Un tímido guiño hizo sonreír a Maca) ¿Tienes miedo
de que ella no se encuentre bien o presientes que algo pueda ir mal esta tarde?

Maca comprendió que le acababan de leer el pensamiento. Se estaba acercando la hora de la


verdad y si por algún motivo la cosa acababa mal... Necesitaba escuchar la voz de Esther

M: Llámala, por favor...

Pat obedeció sin rechistar aquella tímida petición. Aunque ninguna de las dos se atreviera a
decir nada en voz alta, ambas sabían que era muy probable que aquella tarde algo saliera
mal

Pat: ¿Aino?...

Parecía que la comunicación telefónica no estaba siendo buena porque apenas se escuchaba
ninguna voz al otro lado de la línea

Pat: Aino... ¿me escuchas?... Soy Pat... esta mañana hemos estado hablando...
Ainoa: Sí, perdona... te oía fatal. En este hospital hablar por un móvil no siempre es fácil
Pat: Oye... Maca quiere saber como se encuentra Esther... si ha habido alguna mejoría...
Ainoa: Dile a tu amiga que no se preocupe por Esther, que si se porta bien mañana se la
devolveré plenamente recuperada. Mira estoy subiendo a su habitación, si me aguantas un
minuto la llamada podrá hablar con ella
Pat: No sé si querrá hablar con ella... (haciendo una mueca divertida mientras miraba a una
Maca cada vez más nerviosa) No sé si preguntárselo...
Ainoa: Jajajaja... que cruel estás siendo... (mientras abría la puerta de la 417) Mira yo voy a
aprovechar que Esther está sola en su habitación para preguntarle si conoce a una tal Maca
y si quiere hablar con ella...

Esther que había recibido a Aino con una amplia sonrisa no pudo evitar extender el brazo y
arrebatarle el móvil de la mano

E: ¿Maca?... Maca... ¿eres, tú?...


Pat: Creo que quieren hablar contigo... (tendiéndole el móvil a su compañera)
M: ¿Esther?... ¿Me oyes?...
E: Sí, cariño (esperaba que Maca le dijera más cosas pero esta parecía haberse quedado
muda)
M: Esther... yo... (realmente no sabía que decirle. Deseaba que Esther supiera toda la
verdad sobre ella, que la dejara de considerar una terrorista redimida... pero era algo que no
podía contarle por teléfono)
E: Maca... no consigo oírte...
M: Solo te quería preguntar que cómo estabas... que cómo te encuentras...
E: Mucho mejor. Aino está segura de que mañana podré irme para casa... ¿Me vendrás a
buscar, Maca?
M: Sí, seguro, sí... (de pronto la idea de que algo pudiera ir mal esa tarde le encogía el
alma. No quería que Esther intuyera sus miedos pero le era difícil no pensar en ellos)
E: Si... ¿qué, Maca?...
M: Si tú quieres, claro que estaré allí
Amor irracional 74

E: Bufff... sabes que por un momento me has asustado... Cuando noto que dudas pienso que
está pasando algo que desconozco y que dará al traste con nuestro sueño de estar juntas...
¿No me ocultas nada, verdad?
M: No, claro que no... Estoy deseando que sea ya mañana...
E: Y yo... yo también lo deseo

Maca estaba observando como Pat insistía en que se estaba haciendo tarde. No paraba de
señalarle la esfera de su reloj. Sin embargo, le estaba costando horrores acabar esa
conversación... necesitaba la ilusión que le transmitía Esther con cada una de sus palabras

M: Te tengo que dejar, la poli que me acompaña empieza a poner cara de pocos amigos...
Descansa y sueña en mañana... será el primer día del resto de nuestras vidas
E: Soñaré en mañana pero pórtate bien, por favor... Nada de darles motivos a la policía para
que te hagan nada
M: Tranquila, voy a ser buena (y después de mandarle un beso, cortaba la comunicación y
le pasaba de nuevo el teléfono a Pat)
Pat: ¿Está mejor?...
M: Sí, está mucho mejor. Te quiero pedir una cosa...
Pat: ¿Que cosa?
M: Si hoy algo fuera mal, si por lo que sea no pudiera mañana ir a recoger a Esther... ¿te
encargarás tú de contarle toda la verdad?... No me gustaría que el resto de su vida pensara
que estuvo enamorada de alguien capaz de matar porque sí
Pat: Mira... no va a salir nada mal... Somos los buenos y los buenos siempre ganan... (esa
frase se la había dicho en más de una ocasión Jon a ella) Confío en que seas tú la que le
cuentes a tu enamorada lo valiente que has sido durante estos años, pero si algo falla... no te
preocupes... sabrá que ha amado a alguien que realmente se lo merecía
M: Vamos... Irraola nos debe estar esperando...
Pat: Oye... ¿Porqué antes me has preguntado si era capaz de dispararte?...
M: Porque vas a tener que hacerlo... Necesitaré que Irraola piense que ha acabado con la
última persona que aún podría destaparlo todo. Cuando crea que ha terminado su misión y
se lo haga saber a sus superiores, seguro que estos se desharán de él
Pat: ¿Eso piensas?
M: Seguro. Quien esté por encima de Irraola no dejará que alguien capaz de matar a unos
cuantos policías ocupe un despacho en Madrid. Saben que no sería una persona de fiar y
seguro que se encargaran de que también él sufra un extraño accidente
Pat: ¿Y si no soy yo la que dispara?... ¿y si es Irraola?...
M: Él no lo hará... No creo que se atreva a que asuntos internos vea que la bala que ha
provocado mi muerte procede de su pistola... Pero a pesar de todo me gustaría que me
cedieras un arma por si algo falla en mis cálculos
Pat: ¿Un arma?
M: Pat... todos los policías llevamos una pistola escondida en el coche... no me creo que tú
seas diferente
Pat: No, no lo soy (abriendo un pequeño compartimiento próximo a la guantera y sacando
de él una pistola que casi parecía de juguete) Ten... pero ojalá no tengas que usarla
M: Ojalá...

El coche de Pat estaba recorriendo un camino que le era conocido. En más de una ocasión
en compañía de Jon habían ido hacia la pequeña casa rural en la que las había citado hoy
Joseba. Se conocían desde hacía años y en más de una ocasión habían compartido jornadas
de caza en algún coto cercano. Mientras conducía Pat no podía dejar de pensar en todo lo
Amor irracional 75

que le había contado Maca en estas últimas horas. Era todo tan absurdo y a la vez tan lógico
que le dolía al pensarlo. ¿Por qué Jon nunca le comentó nada de todo ello?... Habían sido
novios y habían llegado a pensar en formar una familia...

M: Estás muy callada. ¿Preocupada por lo que pueda pasar?...


Pat: Sí, claro. Joseba es un hombre inteligente y me da miedo lo que pueda tenernos
preparado
M: Tranquila, jugamos con una gran ventaja. Sabemos qué pretende... además estoy segura
de que intentará que seas tú la que acabes con mi vida. No pierdas por nada del mundo lo
que hay en esa caja (señalando el asiento trasero) puede servirte para destaparlo todo si algo
saliera mal esta tarde
Pat: Joder... Maca. Necesito verte segura de que todo va a ir bien. Ya bastante cagada estoy
yo...
M: Jajaja... de acuerdo... nada de cagarse encima... prohibido dudar de nuestra suerte...
Piensa que si después de todo lo que he pasado estoy aquí es porque mi ángel de la guarda
debe ser increíble

Lo estaba diciendo para tranquilizar a Pat, pero en el fondo pensaba que era cierto. Después
de haber vivido tanto tiempo entre terroristas, después de haber intentado quitarse la vida...
ahí estaba delante del presunto final de todo. Al menos si aquella tarde moría se iría con la
conciencia tranquila, había conocido lo que era el amor al lado de Esther y se había
congraciado con la memoria de Xavi, ya no se sentía tan responsable de su muerte

Al llegar a la proximidad de la casa que buscaban Pat vio que solo había un coche
aparcado. Empezaba a caer la tarde y hacía bastante frío a esas horas

Pat: ¿Crees que va a estar solo?


M: Imagino que sí. Lo que quiere hacer... cuanto menos gente lo sepa mejor... y supongo
que juega con tu fidelidad. Por eso te escogió a ti para esta misión. Debe estar seguro de
poder convencerte de cualquier cosa

Pat dejó escapar un largo suspiro. Acababa de detener el coche y no podía evitar que le
temblaran las piernas

Pat: Creo que no voy a poder... estoy hecha un flan... si no puedo ni hablar sin que me
tiemble la voz...
M: Pat, piensa en Jon... El hombre que hay en el interior de esa casona es el responsable de
su muerte y vas a conseguir que pague por ella
Pat: No, si ya pienso en él...

Maca alargó la mano para coger la de la policía. Al ver que esta levantaba la mirada hacia
ella le sonrió

M: ¿Sabes una cosa?... Si todo va como deseamos, nunca nadie sabrá nada de todo esto...
Solo tú y yo. Nos unirá el mayor de los secretos y ayer a estas horas, ni siquiera nos
conocíamos
Pat: Es cierto. Vamos (abriendo la puerta del coche)

Un corto camino de tierra rodeaba la casa hasta llegar a la puerta principal. Andaban una al
lado de la otra y en silencio. Al llegar a la entrada de la casa vieron que la puerta tan solo
Amor irracional 76

estaba ajustada, al abrirse una pequeña campana avisaba a los del interior de que alguien
estaba entrando

Pat: Hola (avisando de que estaban allí) ¿Joseba?

Nadie respondió al saludo de Pat

Pat: Ven, subamos las escaleras (mirando a Maca) Creo recordar que aquí en los bajos solo
hay la zona de la caldera y alguna habitación para invitados

Cuando tan solo habían subido unos escalones el sonido de un televisor las asustó. Pat que
momentáneamente había recuperado la calma notó como de nuevo le entraba el miedo

Pat: ¿Joseba?... (alzando un poco la voz)


Joseba: Si, Pat, sube... Estoy aquí en la sala...

Por un momento Maca notó que se le helaba la sangre... estaban llegando al piso de arriba
cuando oyó perfectamente la voz fatigada de Carmona

M: ¿Antonio?...

Pat que iba un metro por delante de su compañera se detuvo al escuchar la voz de ésta. Al
girarse vio como de su bolsillo se había sacado la pequeña pistola que le había ofrecido
minutos antes

Pat: ¿Qué haces? (en un susurro)

Maca estaba apuntando a Pat clarisimamente y esta no daba crédito a lo que sus ojos veían

M: Sigue subiendo (el tono cálido que había usado segundos antes en el coche había dejado
paso a una voz fría). No sé porqué demonios me he fiado de ti...

Estaban llegando a los últimos escalones y vieron como una de las puertas que tan solo
estaba ajustada se abría por completo y asomaba por ella un hombre corpulento

Joseba: ¿Pat?... ¿Maca?... Hace rato que os espero... creía que había surgido algún
problema...

Ambas mujeres se orientaron hacia el punto de donde provenía aquella voz. Delante Pat y a
apenas unos centímetros Maca con la pequeña pistola entre sus manos

Joseba: Pasad

Se encontraba delante de un pequeño televisor y estaba rebobinando una cinta de video. En


esa estancia no había nadie más. La voz que Maca había escuchado solo podía proceder de
una grabación

Joseba: Veo que al final la muy hija de puta ha mostrado sus intenciones... Te lo dije Pat...
seguro que te ha intentado camelar... que te ha contado una versión distinta de la historia
Amor irracional 77

La cinta ya se había detenido y Joseba le acababa de dar al botón del play. En el televisor
aparecía nítidamente la imagen de un Carmona francamente envejecido, echado en la cama
y hablando con un hilo de voz. Alguien estaba hablando con él y aunque no aparecía en
pantalla, por su voz se adivinaba que se trataba del propio Irraola

Para Maca aquella imagen de un Antonio a las puertas de la muerte era terriblemente dura.
En su mente aún recordaba a un hombre fuerte, con bastantes más kilos de peso y con una
mirada enérgica

Joseba: Seguramente desconocías la existencia de esta cinta... ¿verdad Maca? (Dirigiendo


su mirada hacia ésta) Ese día Antonio ya me rebeló que había una traidora en nuestro
grupo... lo que el pobre no se esperaba es que llegaras a ser capaz de acabar con nuestros
compañeros
Pat: ¿A qué compañeros te refieres, Joseba?
Joseba: Verás... Estoy seguro de que ella te habrá contado parte de la historia pero no toda
(parando momentáneamente la cinta) Hace mucho tiempo el gran Carmona diseñó un plan
para descubrir de donde procedían los apoyos a la banda terrorista que estaba acabando con
las ilusiones de este pueblo
Pat: Ya... Maca me ha hablado de este plan...
Joseba: Antonio reclutó a una serie de personas de su máxima confianza... entre ellos
estaba nuestro Jon, el pobre Ibon Garmendia, Urbaiz,... Hombres a los que conocía y a los
que había tenido bajo su mando desde hacía tiempo. También recluto a una mujer, una chica
en la que confiaba por ser la hija de un buen amigo de juventud
Pat: Esa mujer eres tú... ¿verdad, Maca?

Aun sin desviar los ojos de la pantalla del televisor en el que se había congelado la imagen
de Carmona, Maca asintió con la cabeza

Joseba: Todo fue según lo planeado. Con mucha paciencia y ayudados por la suerte fuimos
infiltrándonos en diferentes ramas de la banda. Cuando lo teníamos todo a nuestro favor,
cuando parecía que faltaba poco para poder conseguir un total desmantelamiento de la
misma, Antonio supo que le quedaban pocos días de vida. El cáncer se estaba cebando en
su cuerpo y la morfina que le administraban le hacía perder de vista en muchos momentos
la realidad en la que vivíamos
Pat: Esa historia la conozco... Fue entonces cuando se os avisó para que abandonarais la
misión
Joseba: Sí... y todos lo hicimos... todos menos una persona... Esa persona prefirió seguir
entre los asesinos y desde allí nos fue delatando uno a uno. ¿Nunca te has preguntado
porque tantas muertes absurdas entre nuestros amigos en estos dos últimos años?
Pat: Sí...

De pronto la misma historia tenía dos versiones diferentes. Todo eso Pat ya lo había
escuchado recientemente de la boca de Maca. En la versión de ésta había sido Irraola la
mano ejecutora de esos asesinatos a sangre fría y ella la había creído. Sin apenas conocerla
de nada había creído en todas sus explicaciones. Ahora al ver como la apuntaba con una
pistola empezaba a comprender su error

M: No le creas... te está mintiendo... te avisé de que intentaría confundirte... de que te


pondría en mi contra
Amor irracional 78

Joseba: ¿Recuerdas lo que te dije?... “Te pedirá una pistola... y tan pronto como sepa dónde
me encuentro dejará de ser tu amiga”... Te lo dije hace apenas una hora
M: ¿Una hora?... ¿Cuándo has hablado con él?...
Pat: Mientras estabas en casa de los Carmona
M: ¿Pensé que habías apagado el móvil?
Pat: Eso fue lo que te dije...
M: ¿Has hecho un doble juego?. ¿Todo este rato has hecho un doble juego?
Pat: Necesitaba que confiaras en mi y poderte traer hasta aquí sin que ofrecieras demasiada
resistencia. He de confesar que he tenido muchas dudas en estas últimas horas... casi llegué
a creerte
M: Supongo que esta pistola... supongo que tiene el cargador vacío...
Joseba: Sí, Maca... supones bien (mientras de un cajón de la mesa sacaba un revolver)
M: Joder, Pat... ¿Por qué...?
Pat: Por Jon... ¿Sabes todo lo que sientes por Esther?... La sonrisa idiota que pones cuando
escuchas su voz... Yo sentía lo mismo por Jon y tú le delataste. Fuiste la responsable de su
muerte
M: Bueno, supongo que ya se acabó todo (dejando su pequeña pistola encima de la mesa)
Joseba: Me temo que sí, Maca... se acabó...

Aquella palabra entró como un proyectil en su cerebro y como un proyectil fue destrozando
los sueños que se habían generado en las últimas semanas. Nunca le había preocupado
demasiado la muerte a pesar de haberla visto de cerca en más de una ocasión, tampoco
nunca había tenido mucho que perder, sobretodo después de la muerte de su hermano...
pero ahora... justo ahora que creía ver un rayo de luz en su vida

M: ¿Me vais a llevar a comisaría y me vais a denunciar por esos asesinatos?

Joseba no pudo evitar una risa socarrona

Joseba: Estás diciendo una verdadera estupidez y lo sabes... Mira Maca somos nosotros los
que te estamos juzgando, los que te estamos condenando a morir y los que nos vamos a
encargar de tu ejecución. Toda esa misión fue un gran secreto de estado y como tal debe
permanecer, pero ni Pat ni yo dejaremos que la asesina de nuestros amigos quede libre
impunemente
M: ¿Y cuál de los dos va a ser el que se va a encargar de darme el tiro en la nuca?... ¿Por
qué es eso lo que vais a hacer, no?...
Pat: Hazlo, tú, Joseba. Yo ya he hecho mi parte del trabajo... la he traído hasta aquí. No me
pidas que sea yo también la que dispare

Las pocas esperanzas que aun albergaba Maca de que su compañera estuviera fingiendo se
desvanecieron en ese momento. Se odiaba por haber confiado en Pat. Había conseguido
sobrevivir en las situaciones más adversas gracias a su natural escepticismo con la gente, y
por una vez que se fiaba de alguien... ahí tenía los resultados

M: Puedo preguntaros que haréis con mi cuerpo?


Joseba: ¿Tu cuerpo?... No sé si lo recuerdas pero esta mañana se le ha dado sepultura en la
más estricta intimidad. Según me han dicho apenas han asistido cuatro o cinco personas a tu
entierro. No se puede decir que fueras una vasca especialmente querida por los tuyos
Amor irracional 79

M: Que hijo de puta eres... sabes que no he sido yo la responsable de estas muertes de las
que me acusas. Y si mi familia me ha dado la espalda es porque seguramente saben que en
el último momento fui una confidente de la policía
Pat: Joseba... no has contestado a su pregunta... ¿qué vamos a hacer después con ella?
Joseba: En la parte trasera de la casa hay una fosa séptica. Dentro de unas semanas ya no
quedara nada de su cuerpo... Además poca gente va a preguntar por ti... ¿verdad, Maquita?

El oír de nuevo aquel diminutivo sus ojos se fijaron de nuevo en la pantalla del televisor

M: Puedo ver la cinta antes de...


Joseba: Me temo que no tenemos tiempo. Además no creo que te hiciera ningún bien ver
como el pobre Antonio presintió que se había equivocado en tu elección como parte de su
equipo
M: No puedo creer que él pensara que yo había cambiado de bando... de haber sido así no
le habría pedido a Luisa que me diera la caja en la que guardaba toda la documentación
Joseba: ¿De qué caja está hablando, Pat?
Pat: Supongo que de la que le entregó la mujer de Carmona... está en el coche... En ella hay
cintas y carpetas sobre la “Operación Camaleón”
Joseba: Por Dios, Pat... ¿Cómo no me has dicho nada de esa caja?... Hemos de deshacernos
de todo eso. Seguramente son las únicas pruebas que quedan de todo lo que pasó. Sube la
maldita caja... iré encendiendo el fuego

Pat obedeció al momento las órdenes de su superior. Sin hacer caso a las palabras que
intentaba dirigirle Maca bajó los escalones que le llevaban hasta la planta baja y se dirigió
hacia su coche. Una vez en él se entretuvo unos escasos segundos en apartar un sobre
blanco que contenía fotos de carácter personal. Con el resto de la caja entre sus brazos
volvió a entrar en la casa

Joseba: ¿Algún último deseo, Maca?... siempre he visto eso en las películas segundos antes
de la ejecución (mientras le encañonaba a poca distancia con el revólver)
M: Sí, pero dudo que me lo concedas...
Joseba: A ver... prueba... puede que hoy sea tu día de suerte...
M: Quiero que Pat realice una llamada cuando ya todo se haya acabado
Joseba: ¿Una llamada póstuma?
M: Algo así
Joseba: Dios... ¿hasta después de muerta quieres seguir haciendo daño?. ¿Tu cerebro no
descansa nunca? (mientras movía a un lado y a otro la cabeza)
M: No, capullo... Solo quiero despedirme de una amiga. Pat conoce el teléfono al que ha de
llamar, es el teléfono de una doctora
Joseba: Jajajaja... vaya, una nota romántica en el último momento. No nos vamos a negar a
este último deseo ¿verdad, Pat?

Esta acababa de entrar en la sala en aquel momento y aun llevaba la caja entre sus brazos

Pat: ¿No has encendido el fuego? (acercándose a una estufa de leña que había en uno de los
laterales de la sala)
Joseba: No, aun no... No podía hacer dos cosas a la vez. Si te quedas tú vigilándola ya me
encargo yo de todo eso
Amor irracional 80

Maca no pudo evitar dirigir la mirada hacia lo que Pat acababa de depositar en el suelo. Allí
en la pantalla del televisor seguía congelada la imagen de Carmona y mientras uno de los
hombres en los que éste había confiado andaba dispuesto a quemar toda la documentación
que había preparado para ella. ¿Cómo había podido ser tan burra?... ¿Cómo había podido
confiar de tal manera en Pat?...

Pat: Ten, Maca (lanzándole un bloc de notas en el que había un pequeño lápiz cogido por
una cinta). Escribe lo que quieras y me encargaré de que tu último deseo se cumpla. En el
fondo siento que todo acabe así, te había pillado cariño... pero no sería lógico que salieras
con vida después de todo el daño que has hecho
M: Pat... te está engañando... te avisé... hace apenas media hora te avisé de que todo esto
iba a ocurrir
Pat: No pierdas el tiempo Maca... y escribe

Ambas mujeres se estaban mirando a los ojos, apenas tres metros las separaban

Maca arrancó un papel de aquella pequeña libreta y escribió un par de frases, después se la
pasó a Pat para que esta las leyera. Cuando ya iba a guardarse la nota en el bolsillo la voz
de Joseba detuvo su movimiento

Joseba: A ver, Pat... déjame ver esa nota... No se porqué pero no me acabo de fiar de
vosotras

Pat alargó el brazo para que Joseba pudiera leer lo que Maca había anotado en aquel papel.
“Lo nuestro nunca será un bonito recuerdo. Te quiero. Maca”

Joseba: Bufff... que complicadas sois las mujeres... y no sé porqué me parece que las de tu
clase aún más... Mira que mandarle una notita así a tu amiga... al menos haberle dicho que
sí había sido una bonita historia
M: Pat sobretodo lee la nota al pie de la letra, por favor, no cambies una sola palabra
Pat: No, tranquila... seré obediente... al pie de la letra, se lo leeré tal cual
M: Gracias... Ten... (acercándole el bloc de notas)

En muy pocos segundos, Joseba que se había vuelto a arrodillar al lado de la estufa oyó un
disparó, un grito de dolor de Maca y como ésta tiraba una silla al caer al suelo

Joseba: Joder, Pat... aquí dentro no... me lo vas a manchar todo de sangre y luego vamos a
tener que estar moviendo el cuerpo
Pat: No ha sido de forma voluntaria, me ha intentado quitar la pistola. Con la excusa de
darme ese bloc ha intentado tirarse encima mío...
M: Ostia... que mierda... (estaba tirada en el suelo y en una de sus manos se veía una gran
mancha de sangre)
Joseba: Ven... ayúdame a llevarla abajo... (mientras intentaba levantar a Maca del suelo
cogiéndola por debajo de los brazos)
M: Quítame las manos de encima... aún puedo andar yo sola (sujetándose el brazo herido)

El sonido del móvil de Irraola hizo que éste hiciera caso a las palabras de Maca
Amor irracional 81

Joseba: Sí, ya está... Se acabó todo... No os preocupéis, ya nunca nadie podrá averiguar
nada. Sí, ahora mismo estaba quemando las últimas pruebas... Os di mi palabra y la he
cumplido espero que vosotros también cumpláis vuestra parte del trato

Pat escuchaba atentamente la conversación que Joseba mantenía a través de su teléfono.


Cuando este cortó la comunicación no pudo evitar girarse hacia él

Pat: ¿De que trato hablabas?... ¿Quién te ha llamado?


Joseba: Qué más da Pat... Llévatela abajo y acaba el trabajo... He de hacer desparecer todo
eso (señalando algunas cosas que aun quedaban dentro de la caja). La trampilla de la fosa
está justo al lado de las casetas de los perros. Tan pronto como haya quemado estas cintas
bajo a ayudarte
Pat: Vamos... Maca... Tú delante

Una detrás de la otra empezaron a bajar la escalera mientras Joseba acababa de quemar todo
los papeles que pudieran vincularlo con la “Operación Camaleón”. Cuando ya había roto y
quemado la caja que contenía toda esa documentación sus ojos se posaron en la cara de
Carmona. Aun desde esa pantalla de televisión parecía haber sido el testigo de todo lo que
había pasado en aquella sala en los últimos minutos

Joseba: Mira, al final no todo fue como tú deseabas ¿verdad?...

Encendió un cigarrillo mientras le daba al botón del play en el video y escuchaba por ultima
vez la voz de Carmona

Carmona: Ayuda a Maquita... Cuando decida salir de esa banda necesitará una nueva
identidad... Ella es la que se ha arriesgado más de todos y yo no estaré para darle las
gracias. Ayúdala, por favor, Joseba...

Estas fueron las últimas palabras que escuchó Irraola antes de extraer la cinta. Al hacerlo
notó la presencia de alguien en la puerta

Joseba: Vaya... Pat, no te había oído subir las escaleras (mientras arrancaba la cinta de
video con la mano y abría la puertecita de la estufa para quemarla)
Pat: Me engañaste ¿verdad?... (apuntándolo con el arma que aún llevaba en las manos)
Joseba: Digamos que de las dos versiones, la de Maca, era la que se ajustaba a la realidad
(sacando un paño de un cajón y acercándose a su interlocutora para cogerle la pistola con
una enorme calma)
Pat: ¿Me estás diciendo que acabo de asesinar a una mujer inocente?...
Joseba: Sí, Pat. Muy lista no has sido, la verdad (quitándole el arma de las manos,
envolviendo con sumo cuidado y guardándola en una pequeña bolsa de cuero) No solo me
has ayudado a deshacerme de esa mujer sino que además te has encargado literalmente de
su ejecución
Pat: Te voy a denunciar... cuando llegue a comisaría voy a contar toda la verdad
Joseba: ¿Y piensas que alguien te va a creer?. Trabajo para gente importante y esa gente se
va a encargar de silenciarte. ¿Sabes cuantos años te pueden caer por haber asesinado a
Maca? (con tono amenazante)
Pat: Voy a ir a la prensa, a los medios de comunicación...
Amor irracional 82

Joseba: Y se puede saber con qué pruebas. Recuerda que tu misma me has entregado la
caja con todo lo que podía salvarte el culo en caso de necesitarlo. No sé como a Maca no se
le ocurrió avisarte de la importancia de estos papeles...
Pat: Lo hizo... (casi en un murmullo) La pobre lo hizo... me dijo que no los perdiera por
nada del mundo
Joseba: Ves, era una mujer lista. Deberías haberle hecho caso (cerrando la entrada de aire
de la estufa para que esta se apagara)
Pat: También dijo otra cosa que espero que se cumpla...
Joseba: ¿Sí? (girándose con curiosidad) ¿Qué te dijo?
Pat: Que cuando ella estuviera muerta... a ti no te quedarían más de veinticuatro horas de
vida...
Joseba: Y se puede saber porqué... ese vaticinio
Pat: Porque quien esté por encima de ti no se va a fiar de alguien que ha traicionado a su
gente ¿no crees?
Joseba: Mis jefes saben que soy de fiar. Mañana por la mañana voy a firmar mi cambio de
destino. Me voy a Madrid, Pat. Voy a vivir bien lo que me resta de vida. Un buen despacho,
un buen sueldo. Voy a ser alguien con nombre. Y antes de irme voy a concederte unos días
de excedencia. Hoy ha sido un día realmente movido para ti, te aconsejo que intentes
olvidar lo antes posible todo lo que ha pasado en esta casa y que no hables de ello con nadie
Pat: Tienes razón... nadie me iba a creer. Me voy
Joseba: Una cosa, Pat... le prometiste a Maca esa última llamada... estaría bien que la
hicieras
Pat: Voy a hacer algo mejor... Voy a entregarle a esa doctora la nota escrita por Maca, que
guarde ese último recuerdo escrito de su puño y letra
Joseba: Mira... no es mala idea

A esa misma hora un hombre perfectamente vestido entraba en la habitación de Esther y le


pedía a Laura que la acompañara un momento afuera

L: ¿Se puede saber porqué coño le he de acompañar?...


Hombre: Por favor, Dra. Llanos va a ser solo un minuto...
L: Esther (acercándose a la cama de su amiga) tengo que salir un minuto pero volveré
E: haz lo que quieras... en realidad no me importa que no vuelvas

Esas palabras estaban dichas con un gran rencor y dolían al ser escuchadas. Ainoa que
estaba al otro lado de la cama no pudo evitar intentar consolar a su compañera

Ainoa: No le hagas caso, Laura... seguro que dentro de un rato se arrepiente de esas
palabras
L: No sé si se va a arrepentir de lo que me ha dicho, pero pienso volver igualmente.
Aunque ella ahora dude, soy su amiga y solo quiero lo mejor para ella (estaba dirigiendo las
palabras a Aino pero sus ojos no se apartaban de la cara de Esther)
Ainoa: Yo te voy a dejar un ratito con tus padres, Esther. Me han dicho que esta misma
noche se vuelven para Zaragoza y si es así, tendréis muchas cosas que contaros

Esther asintió con la cabeza, ella misma les había pedido a sus padres que regresaran a casa.
Ella quería unas horas para solucionar ciertos temas de carácter personal y su cuadro había
mejorado notablemente en lo que iba de tarde. La misma Ainoa le había asegurado que al
día siguiente se encontraría en plena forma y siendo así no era necesario que ellos se
Amor irracional 83

quedaran a dormir en ninguna pensión de aquel pueblo. Laura les había ofrecido las llaves
del apartamento pero Esther se había negado rotundamente a ello, no quería ningún favor
suyo

L: Se puede saber que quieren ahora de mí (había entrado en una sala de médicos seguida
por el tipo que había requerido que la acompañara)
Hombre: Nada, se acabó todo... Y solo queremos agradecerle su colaboración y retirarle el
pequeño micro que aun lleva en su ropa
L: ¿Se acabó todo?... No lo entiendo... ¿qué significa que se acabó todo?
Hombre: Pues eso, que ya no tenemos que vigilar a nadie
L: ¿Y la mujer esa...?, ¿la terrorista a la que iban vigilando...?
Hombre: Ya no va a dar problemas. Puede olvidarse usted de ella

Laura sintió en su interior una mezcla de sensaciones al escuchar aquella frase. No dejaba
de ser un descanso pensar que Esther ya no correría ningún peligro, pero por otra parte
sabía lo que aquella mujer significaba para su amiga y cuando supiera que esta vez sí que
había muerto... Bufff...

Aino estaba rellenando un informe en recepción cuando notó que alguien le tocaba el
hombro

Pat: ¿Puedo hablar contigo a solas?


Ainoa: Sí, claro Pat. ¿Le ha ocurrido algo a Maca?... Hace unos minutos un hombre ha
venido a buscar a Laura para hablar con ella y poco después ha salido con gran cara de
satisfacción por la puerta, se ha subido a un coche y se ha ido
Pat: Ya... me imaginaba que eso iba a suceder... (Pasándose ambas manos por la cara-
Necesito que le des a Esther una nota que Maca escribió para ella
Ainoa: ¿Una nota?... Pero... ¿está bien Maca?
Pat: No. Si puedo hablar contigo a solas te contaré lo que ha ocurrido... pero antes... sube a
darle esto a Esther (sacándose un papel del bolsillo). Dile que Maca insistió mucho en que
la frase fuera literal. Supongo que ella entenderá el porqué... yo no lo supe adivinar

Ainoa no pudo evitar desdoblar el papel para leer lo que ponía en él

“Lo nuestro nunca será un bonito recuerdo. Te quiero. Maca”

Ainoa: Parece una nota de despedida y Esther confía en que mañana Maca vendrá a
recogerla
Pat: Me temo que no va a ser así. Dile que vendré yo, que necesito hablar con ella y que
sepa realmente quien era Maca. No puede volverse a su casa pensando que se enamoró de
una terrorista sin más. No fue así. En realidad ha sido la mujer más valiente que he
conocido en mi vida y quiero que ella lo sepa. Además tengo un sobre con fotografías de
Maca en el coche y me gustaría que las tuviera como recuerdo
Ainoa: ¿Era un topo?...

Pat hizo un movimiento afirmativo con la cabeza y mientras bajaba la mirada al suelo
dejaba escapar un largo suspiro

Pat: Te espero aquí... necesito que me cures una pequeña herida...


Amor irracional 84

Ainoa: ¿Te has hecho daño? (separándose un poco de ella para poder verla mejor) ¿Dónde?
Pat: Es un rasguño sin importancia... Ve a darle primero la nota a Esther
Ainoa: Mira, bajaré enseguida... No te muevas de aquí y te curaré ese rasguño que te has
hecho
Pat: Gracias (viendo como Aino se daba media vuelta y se dirigía a la puerta del ascensor)

Mientras el ascensor subía a la cuarta planta la doctora no podía dejar de pensar en las
palabras de Pat. En ningún momento le había llegado a decir que Maca hubiera muerto pero
esa era la sensación que le había quedado después de escucharla. Y si era así... ¿Cómo se lo
iba a tomar Esther?... Había reaccionado muy bien a la medicación pero un disgusto así no
lo soportaría fácilmente

De nuevo sus ojos se fijaron en el contenido de la nota

“Lo nuestro nunca será un bonito recuerdo. Te quiero. Maca”

Que frase más absurda... Si realmente aquella mujer amaba a Esther ¿porqué decirle que no
sería un bonito recuerdo?. ¿Porqué quitarle la oportunidad de recordarlo todo con cariño?...
¿Y porqué Pat había preferido que fuera ella la que entregara la nota?... Si podía contarle
cosas positivas de Maca... ¿no hubiera sido mejor contárselas hoy a Esther y no esperar al
día siguiente?

La puerta del ascensor se abrió y Ainoa se encontró de cara con los padres de Esther

-: Ya nos íbamos... Esther nos ha insistido una y otra vez en que mañana mismo se vuelve
para casa y que no hace ninguna falta que la esperemos...
Ainoa: La verdad es que... (en estos momentos dudaba de que Esther no pudiera necesitar
la compañía de su familia)
-: ¿Crees que es mejor que nos quedemos?... Ella ha insistido tanto en que ya se encontraba
mucho mejor... que nos lo ha hecho creer a nosotros... pero si piensas que es mejor que
hagamos noche aquí...
Ainoa: No, no,... seguro que mañana ya le podemos dar el alta. Y Esther preferirá recoger
todas sus cosas mañana con calma
-: Bueno, pues... muchas gracias por todo (dándole un par de besos primero la madre y
después el padre que se había quedado en un segundo plano durante toda la conversación)
Ainoa: Gracias a ustedes... Y tienen una hija magnífica... aquí a pesar del poco tiempo que
estuvo antes de empezar este calvario, se ganó la simpatía de todo el personal

Ambos padres sonrieron y entraron en el ascensor. Era cierto lo que decía aquella doctora,
Esther tenía una extraña habilidad para ganarse fácilmente el cariño de la gente con la que
trabajaba

Al abrir la puerta de la habitación 417 Ainoa no pudo evitar sorprenderse. Minutos antes
Esther le había contestado con un bufido a Laura y ahora estaban ambas abrazadas y
llorando a la vez

Ainoa: Veo que habéis hecho las paces...


Amor irracional 85

Laura se separó unos escasos centímetros al oír aquella voz amiga y mientras se pasaba la
yema de los dedos por los ojos intentó encontrar las palabras para explicarle a Ainoa lo
ocurrido

Para Ainoa cada palabra que salía de la boca de Laura no hacía más que reafirmar la
sensación que había tenido al escuchar a Pat minutos antes. Todo parecía haber llegado a un
final. Al día siguiente Esther volvería de nuevo a su tierra natal y se llevaría de esos dos
últimos meses un montón de buenos y malos recuerdos... Este último pensamiento le hizo
abrir la mano en la que guardaba la nota de Maca

Ainoa: Esther, cariño... (abrazándose fuertemente a ella) Dios... Mira, no sé si esto te va a


hacer ningún bien pero me han dado esta nota para ti

Apartándose un poco el cabello que le caía hacia la cara y secándose un poco los ojos,
Esther tomó el papel entre sus manos. Como una autómata empezó a leerlo una y otra vez,
una y otra vez,... y elevando poco apoco el tono de su voz

Ainoa: Esther... tranquilízate...


E: “Lo nuestro nunca será un bonito recuerdo. Te quiero. Maca”. “Lo nuestro nunca será un
bonito recuerdo. Te quiero. Maca”. “Lo nuestro nunca será un bonito recuerdo. Te quiero.
Maca”... ¿Sabéis lo que significa esto? (con una amplia sonrisa en los labios) ¿Sabéis lo que
significa?... Maca está viva, está viva... Ella nunca habría escrito esta nota si pensara que
podía morir... Os han engañado... Está viva (Ya casi en un grito)

Para Laura aquella reacción de Esther era totalmente comprensible. El día vivido por su
amiga no se lo desearía ni a su peor enemigo... Todo el estrés, toda la rabia... estaban
saliendo por su boca en un grito desesperado

L: Aino, deberíamos inyectarle algún tranquilizante, sino esta noche apenas pegara ojo (en
un susurro al oído de ésta)

Y así fue como al menos Esther pudo descansar esa noche. Ainoa comprendió que estaba
superjustificado en ese caso darle algún relajante a su amiga. Aquella nota, de forma
extraña, le había servido para recuperar el ánimo, pero ahora el estado de excitación en el
que se encontraba tampoco era nada aconsejable

Pocos minutos después Laura y Aino hablaban en voz baja, Esther se había dormido con la
nota de Maca entre las manos y a su mente venía un recuerdo que para ella había sido un
rayo de luz aquella tarde

Aún le era fácil recordar como durante el segundo día de secuestro Esther le había
confesado a su secuestradora el odio que sentía por la palabra recuerdo. En el fondo una
cosa se convertía en recuerdo cuando ya era pasado y no tenía ninguna posibilidad de
futuro. Y en esa nota Maca le había confirmado que lo suyo tenía futuro. Aunque a Laura la
policía le hubiera hecho creer que Maca estaba muerta, aunque Ainoa también estuviera
convencida de ello... esa nota... esa nota solo podía significar que Maca seguía con vida y
que en cualquier momento abriría la puerta de esa habitación y se abrazaría a ella

Aquella noche Esther no se despertó ni una sola vez, la medicación que le habían dado y lo
débil que se encontraba su cuerpo habían conseguido que las horas pasaran rápidamente.
Amor irracional 86

Cuando abrió los ojos y vio a Laura sentada cerca de ella, empezó a recordar donde se
encontraba

E: ¿No ha venido, Maca?


L: Esther... cariño... (acercándose un poco más a ella y quitándole la nota que aun tenía en
su mano) No sé porque te tuvieron que dar este maldito papel...
E: Quiero vestirme, Laura. Sé que en cualquier momento aparecerá... y no quiero que me
vea así...
L: Mira, ayer te fui a buscar ropa limpia... Date una ducha y mientras le pido a Aino que te
prepare el alta. Yo misma te llevaré para casa
E: No, vendrá Maca... sé que vendrá ella... Encárgate del alta y ya está

Mientras Esther entraba en el baño, Laura no pudo evitar una queja en voz alta

L: Maldita nota... No podías dejarla tranquila ni después de morir...

Cuando Pat detuvo su coche y entró en el hospital se encontró a la Dra. Llanos apoyada en
el mostrador de recepción

Pat: Hola... perdona... eres Laura ¿verdad?... Laura Llanos...


L: Sí, ¿nos conocemos?
Pat: No, tú no me conoces a mí. Me llamo Pat. Fui la policía encargada de Maca después
de la liberación de Esther
L: Vaya... pues, por lo que sé... ese caso ya está acabado y Maca muerta... ¿qué coño haces
aquí?
Pat: Verás... le prometí que acompañaría a Esther en su salida del hospital y que le daría
unas fotografías que pertenecían a Maca
L: ¿Porqué no la dejáis tranquila a la pobre chica?... No os parece que ya ha sufrido
bastante... Ayer empezaba a resignarse y aparece Ainoa con la absurda nota
Pat: Por lo que me comentó Ainoa la nota le subió los ánimos
L: Sí, y de que sirve subirle los ánimos, si después se ha de enfrentar a la realidad. Deja que
sea yo la que la acompañe a casa a recoger su equipaje y la que la lleve hasta la estación
más tarde

Ainoa que acababa de llegar con el informe de Esther en las manos escuchó esta última
frase y no pudo evitar intervenir en la conversación

Ainoa: Veo que ya os habéis conocido... Laura, creo que Pat necesita hablar con Esther y
contarle cosas que tú ni yo sabemos...
L: Dudo que a Esther le interese conocer más cosas
Ainoa: Perdónanos un momento Pat... Laura, hazme un favor (pasándole un brazo por los
hombros a su amiga y hablándole casi en un susurro) ayuda a Esther a recoger sus cosas...
os espero aquí para que firme su alta voluntaria
L: Vale... no sé porqué motivo... pero veo que estás de parte de esa policía
Ainoa: Por favor, Laura... (esta se había ido con cara de pocos amigos y no había nada que
decir ni que hacer)
Pat: No te preocupes, ya se le pasará
Ainoa: Si es que la pobre no entiende nada, no me extraña que esté con este humor de
perros... Tendrías que haber visto ayer a Esther cuando leyó la nota de Maca... Bufff...
Amor irracional 87

Pat: Me lo imagino...
Ainoa: ¿Qué tal el rasguño?
Pat: Bien... gracias por no hacer ningún informe de ello
Ainoa: Jajajaja... no me lo recuerdes... ayer creo que me salté todas las normas de este
hospital
Pat: Ya, pero fue por una buena causa...
Ainoa: Shhhhhh... no hablemos de ello
E: ¿De que no tenéis que hablar?... (acercándose muy animadamente al punto donde se
encontraba Ainoa)
L: Ten, esta es la bolsa en la que lleva sus cosas (dándosela a Pat) No dejes que la lleve ella
ni que te insista. Se siente muy valiente pero ayer nadie daba un duro por su vida
Pat: No te preocupes, cuidaré de ella
E: ¿Y Maca? (buscando con la mirada a su alrededor) ¿Dónde está?
L: Joder, Esther... Te lo expliqué ayer... Créeme...
Pat: Vamos, Esther... despídete de tus compañeras. Le prometí a Maca que te acompañaría
y lo voy a hacer
E: Pero... ¿y ella?... ¿dónde está?...
L: Dale las malditas fotos que quieres darle y luego... luego hazle entender que su Maca ya
no va a volver (sentía tal impotencia ante la actitud de aquellas mujeres, a la policía no la
conocía de nada... pero Aino... porque no la apoyaba un poco más... porque dejaba que
Esther siguiera haciéndose ilusiones absurdas)

Después de abrazarse fuertemente a sus dos amigas, Esther siguió silenciosamente a Pat. En
su interior albergaba la esperanza de que la llevara al escondite en el que se pudiera
encontrar Maca. Seguía estando convencida de que estaba viva y si alguien podía saber su
paradero era la policía que la había custodiado el día antes. Aino le había dicho que se fiara
de ella y pensaba hacerlo

Pat: La dirección de tu casa es...

Esther la contestó al momento y vio como la policía la introducía como destino en el GPS
de su coche. Era algo que no se esperaba y que la desmoralizó un poco

E: ¿Es verdad que Maca ha muerto?

Pat permaneció unos segundos en silencio y le tendió un sobre con fotos en su interior

E: Dímelo... si es verdad, igual lo acabaré sabiendo

En ese momento la emisora de la policía le dio un aviso y Pat tuvo que detener el coche
para poder contestar. Pat y su interlocutor hablaban en euskera y Esther no entendía nada,
sin embargo parecían buenas noticias porque a pesar de que por la voz Pat parecía
preocupada, no podía disimular la sonrisa que se estaba dibujando en sus labios

Una vez cortada la comunicación, Pat apagó el GPS y dio un pequeño grito. A su lado
Esther seguía pasando las fotos una a una. En una de ellas se veía a Maca y al que
seguramente era su hermano junto a un matrimonio ya mayor. Los cuatro estaban delante de
una casa preciosa, con un jardín exquisitamente cuidado. Durante minutos se quedo
mirando aquella fotografía, en ella Maca aparecía radiante
Amor irracional 88

E: ¿Dónde vamos?... No me estás llevando para casa...


Pat: Ves esa fotografía que tienes delante... quiero que conozcas esa casa...
E: ¿Ahora?
Pat: Sí, ahora...

Pocos minutos después Pat estaba deteniendo el coche delante de la casa de Carmona. Luisa
estaba recortando unas flores en la entrada y se dirigió enseguida a recibir a las recién
llegadas

Luisa: ¿Ya?... Intuyo que si estáis aquí es que...


Pat: Sí, Luisa, sí... ya acabó todo... Yaaaaaaaaaaaaa... (en un grito al que Esther asistía
como mera observadora) Hace apenas diez minutos el coche de Joseba ha volado por los
aires. Seguramente le cargaran el muerto a los terroristas, dirán que fue una venganza por lo
de anteayer... Pero Dios... como me alegro de que al final se haya hecho justicia...
E: No entiendo nada... ¿de qué estáis hablando?
Pat: ¿Por dónde anda, Luisa?
Luisa: Está en el patio trasero... Zury no deja de llevarle la pelota... y aunque lleva el brazo
en cabestrillo con el otro se la va tirando todo lo lejos que puede... Pasemos...

Desde el comedor había una puerta que salía al jardín de atrás. Desde allí se veía a Maca
intentando quitarle la pelota de la boca a Zury. Esther al verla no pudo evitar que las
lágrimas asomaran a sus ojos. Entendía el Yaaaaaaaaa de Pat. Por fin todo había acabado

Luisa acababa de abrir la puerta y Esther poco a poco estaba avanzando hacia una Maca
que se hallaba paralizada. Solo cuando se encontraron a escasos metros reaccionó y corrió a
abrazarla. Desde el interior de la casa Luisa y Pat asistían sonrientes a un abrazo en el que
la perra también quería intervenir y que las había hecho rodar por el césped

Luisa: Zury... ven... creo que hoy preferirán jugar solas...

Pat no pudo evitar una carcajada ante aquel comentario

Pat: Luisa... ¿me invitas a un café?... creo que Esther y Maca no nos van a echar de menos
si les damos un poquito de intimidad... Luisa...
Luisa: Sabes... es bonito el amor... (secándose una lágrima) es casi mágico

FIN

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