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Se inicia generalmente en un punto y acarrea cada vez más nieve. Se desencadena cuando el
peso de la nieve sucumbe a la fuerza de gravedad. Esto sucede sobre todo después de
importantes precipitaciones de nieve, a partir de 25 cm., particularmente cuando la
acumulación sobre un manto liso, a menudo debido a la lluvia, a las heladas o a la fusión. Esta
nieve muy ligera, se mezcla con el aire formando un aerosol que desciende las pendientes con
una velocidad de 100 a 300 Km./h Su densidad es a menudo inferior a 200 Kg./m3. Este aerosol
empuja el aire frente a él creando una onda de choque que arrasa todo a su paso. Luego llega
la nieve y cuando encuentra un obstáculo se compacta como cemento. Estas avalanchas son
muy devastadoras, pueden provocar importantes daños a las construcciones, a los caminos: a
todo lo que encuentran a su paso.
Avalancha de placa
Las avalanchas de placa son las más frecuentes. Una placa es una superficie de nieve compacta
que se desprende del resto del manto de nieve y que se desliza sobre el terreno o sobre la
nieve anterior. Estas placas pueden ser inmensas y dejan un límite de fractura bien visible. La
ruptura inicial corresponde a nieve de buena cohesión, su densidad es de 200 a 400 Kg./m3.
Los riesgos son particularmente importantes cuando la nieve compacta se deposita sobre la
nieve blanda o menos densa. Los factores desencadenantes son el sol, el viento o la sobrecarga
de personas Una variedad de placas, llamadas placas de viento, se forma por la acción del
viento o después de precipitación de nieve. Cuando el viento rompe los cristales de nieve,
éstos se reducen a finas partículas que se depositan en el suelo y se cohesionan rápidamente.
Lo que explica también la formación de cornisas en las inmediaciones de las crestas.
Este tipo de avalancha está directamente relacionada con la presencia de agua líquida (fusión
superficial, lluvia, etc.). La nieve “mojada” tiene una densidad alta (350 a 500 Kg./m3 en
promedio). Estas avalanchas se producen durante calentamientos importantes, acompañados
o no de lluvia. Las avalanchas de nieve húmeda más típicas son las avalanchas de primavera
que se producen en las pendientes bien asoleadas. Pueden involucrar vertientes enteras o
canalizarse en estrechos corredores. Su curso de asemeja al de la lava: las velocidades son
relativamente bajas, del orden de 20 a 60 Km./h, pero estas avalanchas tienen un gran poder
de erosión y en el caso de las más importantes un gran poder devastador. Los depósitos, a
veces de varios metros de espesor, están constituidos por bloques informes de nieve muy
densa. No es raro encontrar restos debajo de un corredor cuando la primavera está bien
avanzada.
Ya más informados acerca de lo que es una avalancha, queda por identificarlas, saber como
reconocerlas, estar más atentos a los indicios que anuncian su formación, su
desencadenamiento.
El primer trabajo es observar la estructura vertical del manto de nieve y su estabilidad día a
día. Este trabajo es realizado gracias a los sondeos por golpeo del manto de nieve. El
razonamiento difiere evidentemente según el tipo de avalancha.
Se conoce la cantidad aproximada de nieve fresca necesaria para iniciar en forma espontánea
este tipo de avalancha. Mientras más espesa es la capa, mayor es la probabilidad de que
crezca. Evidentemente, nada es tan simple y los otros factores (meteorológicos y topográficos)
deben ser tomados en cuenta.
Avalancha de placa
Las placas están constituidas por una capa más o menos rígida que reposa sobre una capa de
nieve frágil. La probabilidad de avalancha depende de las características de la placa, así como
del estado de la primera capa frágil. En caso que la capa frágil esté constituida por nieve
reciente poco densa, los parámetros importantes son la evolución temporal del viento y de la
temperatura.
Una constante, la nieve fresca toma cierto tiempo en estabilizarse. El riesgo de avalancha será
mucho mayor si antes de la precipitación de nieve había buen tiempo y hacía frío. Sin embargo
atención, la capa frágil del manto puede situarse en profundidad y conservar durante mucho
tiempo su fragilidad. Transportando la nieve de una zona expuesta al viento hacia una zona
protegida del viento, esto provoca una acumulación de nieve, nieve cuya calidad favorece la
formación de avalanchas; es lo que se llaman las placas de viento. Es imposible reconocer una
placa de viento a partir de la nieve de superficie. Ultimo elemento, las alzas de temperaturas.
Ellas tendrán por efecto que la nieve se funda y se vuelva húmeda o incluso mojada. Si la
cantidad de agua que contiene es suficiente, la nieve pierde su consistencia lo que
inevitablemente provoca un deslizamiento.
En 1975 la ANENA, encargada de perfeccionar estos documentos, propone a las comunas que
apoyan a las estaciones dos ejemplos de PIDA y de instructivo de tiro (uno para las grandes
estaciones y otro para aquellas de tamaño más modesto), con el fin de permitir que ellas
mismas elaboren sus documentos. En la misma época, una circular del ministerio del interior
autoriza a los prefectos a poner en vigencia por decreto, “a título transitorio y experimental” el
reglamento de seguridad elaborado por la comisión. Las personas que establecen el PIDA
deben conocer perfectamente el sitio a tratar. Ningún edificio ni ninguna zona expuesta
deben poder ser alcanzados por una colada. Las personas encargadas del desencadenamiento
de avalancha mediante explosivos deben haber obtenido el "Certificat de Préposé au Tir” (CPT
– Certificado de Encargado de Tiro), opción tiro en montaña y haber recibido la habilitación
prefectoral para la manipulación de explosivos así como una autorización del empleador. El
operador del dominio esquiable debe obtener del prefecto la autorización para operar un
depósito de explosivos así como un certificado de adquisición.
¿Qué es el PIDA?
Un PIDA incluye un estudio localizado de las avalanchas, una mapa de los sitios de
desencadenamiento, un plano de intervención compuesto por un organigrama de las personas
encargadas de su aplicación, un inventario detallado de las zonas de desencadenamiento,
reglamentos de seguridad, instructivos de tiro por sector y tipos de desencadenamiento.
Está anexado a un decreto municipal con el cual forman un solo documento. El PIDA debe
exponer de forma clara y concisa las disposiciones tomadas para que el desencadenamiento
sea lo más eficaz posible y permita garantizar la seguridad, tanto de los usuarios como de los
encargados de tiro. Mediante un mapa proporciona la localización precisa de las avalanchas
que se van a desencadenar y sus correspondientes puntos de tiro. Es la pieza esencial del PIDA.
En efecto, permite señalar con números las avalanchas o cornisas que se van a desencadenar
en su extensión máxima previsible así como los puntos de tiro previstos, la zona prohibida
durante la operación de desencadenamiento, el itinerario ida y vuelta de los equipos de
desencadenamiento, los remontes mecánicos, eventualmente utilizados o cerrados, las
ubicaciones de las instalaciones fijas (Catex, Gazex), la ubicación de los vigías, de los depósitos
de explosivos, de las descargas de helicópteros. El PIDA debe prever la lista de las personas
implicadas en las operaciones de desencadenamiento con sus responsabilidades y sus
calificaciones, nombra al director de operaciones y su suplente encargados de la decisión de
desencadenar y de la coordinación de los trabajos, proporciona la lista de equipos de
artificieros con sus calificaciones.
En realidad, el objetivo del PIDA es únicamente entregar el plano de las operaciones previstas
y no su detalle que se encuentra en el reglamento de tiro. El reglamento de tiro, establecido
por el director de operaciones, define el rol de cada una de las personas que participan en las
operaciones de desencadenamiento.
Precisa los límites de la zona prohibida al público y los medios mediante los cuales se vigilará y
prohibirá su acceso al público. Además, define las medidas de prevención y las condiciones de
intervención de los artificieros encargados del desencadenamiento, las cargas de explosivos,
accesorios de tiro y materiales del artificiero utilizados para el desencadenamiento, organiza la
contabilidad y el control de uso de los productos explosivos, determina en cada caso la técnica
de tiro, la cantidad de explosivos, la forma de cargar, los pasos a seguir en caso de fallar u otro
incidente.
Finalmente, prohíbe a todos los ejecutores conservar explosivos o detonantes después de la
operación y como regla el retorno y entrada al depósito. El reglamento de tiro se deposita en
la alcaldía y en la prefectura y se entrega un ejemplar al personal del equipo de
desencadenamiento. El director de operaciones designado en el PIDA es responsable de la
conservación, del transporte y de la manipulación de los explosivos y de los diferentes
materiales utilizados durante el desencadenamiento.
Debe estar habilitado para el empleo de explosivos, establece reglamento de tiro e informa al
alcalde. Supervisa el trabajo de los encargados de tiro y entrega las instrucciones necesarias
para el buen desarrollo del desencadenamiento. En caso de incidente, toma las medidas
necesarias para garantizar la seguridad de todas las personas que participan y del público.
Los encargados de tiro (botafuegos) están a cargo de la manipulación efectiva de los
explosivos. La reglamentación actual impone a todo botafuego, es decir a todo trabajador que
efectúe o supervise operaciones de manipulación de productos explosivos, tener un CPT,
haber adquirido práctica suficiente para la manipulación de explosivos y haber obtenido la
habilitación del prefecto.
La habilitación sólo es válida durante el período en el cual el botafuego ejerce sus funciones al
servicio del mismo empleador o aporta su ayuda a una misma persona natural o jurídica.
También debe contar con un permiso de tiro entregado por el jefe del establecimiento que
precisa entre otros las opciones del CPT que tiene el encargado de tiro, los tiros autorizados y
la duración del permiso.
Una vez establecido el marco reglamentario, veamos las diferentes técnicas de
desencadenamiento y los diferentes medios disponibles para que los profesionales puedan
“desbaratar” las avalanchas.
Métodos de protección contra avalanchas
Las avalanchas son riesgos naturales importantes en las regiones montañosas. Con el fuerte
crecimiento económico, el desarrollo de las explotaciones mineras y de los centros de esquí,
las regiones de montaña se han vuelto muy atractivas y los riesgos naturales ya no involucran
sólo a los pocos habitantes que ahí vivían.
Las avalanchas pueden volverse muy destructivas e interrumpir la circulación desde algunas
horas hasta varios días. Estos riesgos se vuelven cada vez menos aceptables, por una parte por
la pérdida de vidas humanas y por otra parte por los daños económicos. Andes Líderes les
ofrece un resumen de las diferentes soluciones que existen para prevenir avalanchas y limitar
su impacto.
Una vez que se identifican y cartografían las zonas de riesgo y antes de las primeras nevazones,
es posible realizar trabajos preventivos que pueden limitar incluso eliminar los efectos de las
avalanchas. Existen varias soluciones, esencialmente protecciones activas y obras que
dependen de la ingeniería civil.
El objetivo de las protecciones activas es fijar y estabilizar el manto de nieve en la zona de
inicio. Este tipo de protección se utiliza a menudo en pendientes fuertes, entre 30º y 45º. Las
superficies tratadas pueden ser muy amplias, ya que las zonas de inicio a veces son muy
extensas. Se pueden nombrar varias técnicas. Estas pueden modificar la superficie del suelo,
pueden actuar sobre la repartición de la nieve gracias a la acción del viento, en fin, pueden fijar
el manto de nieve mediante obras.
En el primer caso, para reducir el riesgo de desencadenamiento de una avalancha, es posible
aumentar la rugosidad del suelo. El método más habitual es la reforestación de las zonas, la
remodelación del suelo, la modificación del perfil del terreno o incluso la purga de rocas
inestables.
En el segundo caso, se trata de realizar obras que actúen sobre la repartición de la nieve. La
acción del viento es un elemento importante en la constitución del manto de nieve. Puede
provocar un aumento en el espesor de la nieve y esta carga puede llevar a un
desencadenamiento de avalancha. Por otro lado, la fuerza del viento puede usarse para
desplazar el depósito de nieve de las zonas en pendiente y peligrosas, hacia zonas que lo sean
menos, con el fin de evitar el riesgo de avalancha. La valla para nieve es la estructura más
utilizada. Se trata a menudo de una valla de metal o madera vertical, con largueros
horizontales de 4 a 5 metros. El sistema situado frente al viento aporta una fuerte
perturbación en el paso del aire, lo que permite modificar las formas de depósito.
En el último caso, las obras para fijar la nieve en el lugar son las obras más clásicas. Existen dos
categorías de estructuras: las estructuras rígidas compuestas por rastrillos y las estructuras
flexibles compuestas por redes.
El rastrillo es un tablero de madera o metal, con largueros, dispuesto perpendicular al terreno.
Es la estructura más utilizada en Francia. Los rastrillos se instalan a menudo en línea continua
en una gran distancia. En caso de un terreno compacto, se recurre a las pantallas de redes de
protección. Compuestas por una estructura flexible, se instalan en zonas de inicio impidiendo
así la ruptura del manto de nieve formando obstáculos de retención. Este tipo de estructuras
se recomienda para pendientes fuertes, entre 70 y 120%. Constituidas por redes de cables
metálicos, las pantallas de redes de protección contra las avalanchas están sostenidas por
postes y la base de las redes a menudo está fija al terreno. Según el deseo del cliente, también
es posible reforzar la estructura mediante una reja metálica. Se integran bien al paisaje y por
su estructura flexible, también pueden absorber las caídas de piedras de baja energía.
Para luchar eficazmente contra las avalanchas, esencialmente para proteger las rutas
principales y viviendas permanentes, también es posible construir obras de ingeniería civil. Se
trata aquí de obras de protección permanente que no pueden desplazarse, a diferencia de los
rastrillos, redes o vallas para nieve. Existen principalmente dos tipos de obras: obras de desvío
y obras de frenado o detención. El primer tipo, se trata a menudo de cobertizos antiavalanchas
que forman un trampolín sobre la vía de acceso. El techo del cobertizo que forma un ángulo
importante con la vertiente de la avalancha, permite así dejar pasar y frenar la avalancha a la
vez. Se pueden también construir diques para orientar o reducir la fuerza y la velocidad de las
avalanchas. Para frenar y detener una avalancha, se recurre también a montículos, a menudo
en redes así como a muros o diques en piedra o tierra que detienen el fin de la avalancha. La
zona de depósito es la última etapa de protección, es un gran terreno poco abrupto para
frenar y almacenar la avalancha.
En Chamonix, la municipalidad decidió construir un inmensa obra antiavalancha que integra
todas las obras citadas anteriormente, permitiendo hacer frente a una avalancha de cerca de 2
millones de m3. Construida en tierra y hormigón, permite detener y contener la avalancha
plurianual de Taconnaz.
El desencadenamiento preventivo: seguridad garantizada
Evaluación de la prevención
Las minas
Las rutas
Lado chileno
En Argentina
Las Leñas (Mendoza) da la impresión de ser pionero. Muy expuesto a las avalanchas, este
centro de esquí tuvo que aprender a manejar este problema. Allí encontramos un
Avalancheur, CATEX, Gazex y se efectúan tiros manuales. La estación dispone de dos
detectores Recco y todos los pisteros-socorristas están equipados con ARVAS.
Penitentes
(Mendoza) con sus propios medios esta estación enfrenta un relieve propicio para las coladas.
Dos personas están exclusivamente a cargo de analizar y de manejar el riesgo de avalancha
con tiros manuales. El centro de esquí dispone desde 2011 de un sistema de detección Recco y
de ARVAS de última generación.
(Neuquén), los pisteros-socorristas están equipados con ARVAS desde hace algunos años, pero
estas estaciones no disponen ni de la posibilidad de tiros preventivos ni de sistema de
detección Recco.
Para poder encontrar a una víctima bajo una avalancha con ayuda de un DVA, es necesario
que la víctima esté equipada, y que el aparato esté en posición de emisión. En presencia de
una colada de nieve o una avalancha, principalmente si se encuentran rastros (esquís,
raquetas...), se debe pasar al menos uno de los DVA del grupo en modo "recepción" para
asegurarse que no hay personas (equipadas con DVA) enterradas allí. Los DVA se distinguen
esencialmente por su modo de búsqueda y las funciones asociadas: los más básicos emiten
una señal sonora cuya intensidad evoluciona en relación con la potencia de la señal recibida,
que depende de la proximidad al aparato emisor y de la orientación del aparato receptor. La
visualización de estos datos en la pantalla del aparato permiten acelerar la búsqueda de las
víctimas y por lo tanto su liberación. La búsqueda de víctimas de avalancha con ayuda de un
DVA, implica un entrenamiento preciso y requiere de práctica regular.
Acercamiento preliminar
La búsqueda en cruz
Efectuada imperativamente con el aparato en posición vertical. Recorrer una línea recta para
encontrar el lugar donde la señal es más potente. Dejar atrás ese punto para sentir que la
señal disminuye y volver hacia atrás en caso de duda. En el punto donde la señal es más
potente, seguir una nueva línea recta, perpendicular a la anterior, en una dirección aleatoria.
Buscar de nuevo en esta línea el punto donde la señal es más potente, y así sucesivamente,
hasta converger hacia la zona de máxima emisión. Cada vez que nos acercamos, la señal se
vuelve más potente.
La búsqueda direccional: Efectuada imperativamente con el aparato en posición horizontal.
Con los brazos extendidos y el aparato frente a sí, girar hacia cada lado ubicando el lugar
donde la señal desaparece, a la derecha y a la izquierda. Avanzar en el eje ubicado
exactamente en medio de estos dos ángulos. Después de algunos metros, cuando la señal
varía, recomenzar la maniobra, pensando en bajar regularmente el nivel sonoro del aparato
para trabajar siempre “con el nivel audible más bajo”.
Búsqueda final
Cuando la señal de emisión está casi en el máximo, la búsqueda final permite localizar el lugar
preciso donde insertar la sonda para un primer contacto con la víctima.
En un contexto en el cual cada segundo puede ser vital, la sonda de nieve y la pala son
complementos indispensables del DVA, para situar en forma precisa un cuerpo sepultado, y
para desenterrarlo rápidamente. La liberación de la nieve con otros medios, tales como las
manos, las espátulas de esquí o las raquetas, es muy ineficaz. Es necesario considerar
alrededor de 40 minutos para liberar a una persona cubierta por 1,5 metros de nieve. Además
de contar con el conjunto DVA/Pala/Sonda (DPS) y dominar su uso, hay que dominar las
acciones de primeros auxilios para enfrentar las consecuencias más habituales de las
avalanchas: politraumatismos, hipotermias, urgencia cardio-respiratoria, etc.
Recco
El sistema Recco es un complemento para el sistema DVA para la localización de las víctimas
de avalancha mediante los equipos de rescate organizados. Está compuesto de 2 partes:
los Reflectores Recco que se integran en serie en los equipos de los esquiadores,
vestimentas, calzados, cascos y protecciones, y permiten una rápida localización.
El sistema Recco no permite que los compañeros socorran a una víctima, pero entrega a los
socorristas un medio adicional de localización eficaz. Permite el equipamiento sistemático de
los esquiadores y funciona permanentemente, sin necesidad ni de batería ni de puesta en
marcha.
Una avalancha de formaciones
Del lado argentino, una formación ANENA a inicios de los años 80 en Bariloche, estableció las
bases del conocimiento moderno en términos de avalanchas.
Retomando estos conceptos, desde hace varios años los Clubes Andinos de Bariloche o de
Mendoza, o las escuelas de guías (AAGM, AAGPM) o de esquí (ADIDES) organizan formaciones
locales para sus miembros. Algunas formaciones norte americanas (AAA) fueron ofrecidas por
un americano que vive en Argentina (Erik Sweet).
En Chile, tenemos más o menos el mismo panorama también con formaciones puntuales
basadas en el modelo canadiense (CAA). Se han realizado dos formaciones ANENA en Chile.
Una en 2008, bajo la dirección de Didier Legall, entonces Director de la ANENA, y otra en 2011,
en colaboración con la ENAM (Escuela Nacional de Andinismo y de Montaña), bajo la dirección
de François-Xavier Ciercos.
Desde 2008, PreVentura ofrece en Argentina y en Chile formaciones abiertas tanto para
profesionales, como para aficionados basándose en formaciones francesas. Por cierto, estas
formaciones son reconocidas por la FFME (Federación Francesa de la Montaña y de la
Escalada) y la ANENA (Asociación Nacional de Estudio de la Nieve y de las Avalanchas).
Esta formación tiene por objeto formar líderes con capacidad para decidir un itinerario y
socorrer eventualmente a varias víctimas.
Estas formaciones sirven de prerrequisito para formaciones profesionales desarrolladas en
acuerdo con la ANENA:
Esta formación tiene por objeto permitir a un observador comprender la evolución del manto
nivoso y deducir su nivel de riesgo. En septiembre último se realizó una formación en
Penitentes (Argentina) y otras deberían iniciarse este año, tanto en Argentina como en Chile.
Operador “Avalancheur”
Teniendo como prerrequisito, la formación de artificiero, esta formación tiene por objeto
formar operadores de cañones “Avalancheur”.
Una primera formación debería realizarse en junio próximo en Chile.
Operador Recco
Prevista para la temporada 2012, la formación de guía de perros, está destinada a formar
binomios Perro/Guía aptos para intervenir de manera eficaz dentro de un dispositivo de
socorro en caso de avalancha. Formaciones Niveles 1 y 2 se realizan durante toda la
temporada, tanto en Argentina como en Chile.