Está en la página 1de 2

Introducción

En el siguiente trabajo, pretendo examinar desde una estrategia de riesgos y


daños, a uno de los colectivos humanos con los cuales trabajo cotidianamente.
Dicho colectivo es el de usuarios con una dependencia al consumo de pasta
base de cocaína, caracterizado frecuentemente por un policonsumo
(marihuana, alcohol, psicofármacos, etc.).

Desarrollo
Sin dudas, quienes trabajamos con este colectivo, visualizamos múltiples
daños ocasionados por el consumo, que van desde una falta de cuidado por el
cuerpo (pérdida de hábitos de limpieza, pérdida de masa corporal, síntomas del
craving, etc.), pasando por efectos psicológicos (sentimientos intensos de
culpa, enojo, impulsividad, comportamientos agresivos, etc.) y daños sociales
(pérdida de empleos, pérdida de vínculos cercanos, etc.).
Ahora bien, desde que se aprobó el nuevo código penal, llegan al Portal
amarillo cada vez más usuarios con orden judicial de internación, debido a la
asociación entre delitos varios y el consumo problemático.
Además de esta cuestión, es frecuente encontrar, en los familiares de los
usuarios, relatos que se repiten una y otra vez sobre el robo no solo
extrafamiliar sino intrafamiliar.
No quiero afirmar con esto que todos los robos se deban o estén acompañados
de consumo problemático, sino que, con frecuencia, esta población incurre en
actos delictivos con el fin de obtener la sustancia.
Vemos así un posible daño que es la pérdida material de bienes, por un lado, y
por otro, la pérdida de la confianza hacia el usuario, tanto a nivel familiar como
social.
Por su puesto, el usuario también padece el daño de sus acciones, siendo con
frecuencia expulsado de su hogar y quedando en situación de calle, sintiendo
el rechazo de la sociedad, etc.
El daño para el usuario puede significar, en última instancia, quedar privado de
su libertad.

Yendo a las conductas de riesgo, pienso que, aunque parezca paradójico, el


consumo de esta sustancia, por las particularidades neurobiológicas del
mismo, es decir, la gran facilidad con la cual se genera la dependencia, unido
al hecho de que los usuarios suelen poseer escasos recursos económicos para
financiar este consumo, es ya una conducta de riesgo.
Es decir, por una parte, se requieren cada vez más dosis para prolongar el
placer (que es muy corto en tiempo) por una parte, y por la otra, no se dispone
de recursos para solventar esas dosis crecientes. Las opciones suelen ser
cambiar las propias pertenencias, robar, o prostituirse.
Ahora bien, bajo esta categoría de riesgo, podemos encontrar riesgos
intermedios que se pueden ir trabajando. Por ejemplo, una conducta de riesgo
suele ser salir de noche para estos usuarios. Allí una indicación terapéutica
puede ser, que al menos mientras el usuario siga con un consumo
problemático, no salga en la noche, o si lo hace, que lo haga acompañado.
Si el consumo es diario, el salir solo se transforma en una situación de riesgo.
En este caso, igual que en el anterior, se puede acordar una internación
domiciliaria mientras se realiza la desintoxicación.
Otra conducta de riesgo muy clara es la necesidad de ir a la boca para obtener
la sustancia. En este sentido, se puede plantear un consumo de marihuana
controlado, si el usuario ya consume esta última sustancia.
También se puede acordar bajar las dosis del consumo, si la abstinencia aún
es imposible para la persona.

A modo de cierre
Como daño entonces, tomamos al robo (hurto, rapiña), como variable. Por otra
parte, tomamos como variables de riesgo la de salir sin una presencia que
cuide, la de vivir en entornos de consumo ilegal, la de tener que asistir a una
boca para obtener la sustancia, además de lo adictivo en términos
neurobiológicos de la misma.
Además, fuimos viendo algunas posibilidades de intervención a corto plazo,
como por ejemplo, reducir las dosis o cambiar a sustancias que impliquen
menos conductas de riesgo para la persona y su ambiente.

También podría gustarte