El concepto de incremento, que proviene del vocablo latino incrementum,
alude a un aumento. Cuando algo registra un incremento, por lo tanto, crece. Por ejemplo: “De acuerdo a un estudio realizado por una consultora, el incremento promedio de los salarios en el último año fue del 14%”, “El incremento del número de niños huérfanos por hechos de violencia genera una gran preocupación”, “El país no está en condiciones de responder a un nuevo incremento de la demanda de energía”. La idea de incremento aparece con frecuencia en el terreno de la economía. Los precios, los costos, los salarios y la inflación son apenas algunas de las variables que se miden en cifras: cuando las cifras aumentan, se produce un incremento. Supongamos que, en un hotel, la habitación doble tiene una tarifa de 500 dólares por noche. Debido a cambios en los costos, los administradores del establecimiento deciden subir los precios y esa misma habitación pasa a tener una tarifa de 750 dólares por noche. Puede decirse, por lo tanto, que la tarifa sufrió un incremento del 50%. Al analizar los datos de un censo también se pueden detectar incrementos. Si en una ciudad vivían 300.000 personas en 2000 y ahora viven 390.000, se registró un incremento de 90.000 habitantes. Los incrementos, en definitiva, pueden aparecer en múltiples contextos. Un incremento puede producirse en el peso de un individuo, en la cantidad de horas trabajadas a la semana, en el monto que se paga por un alquiler o en las obligaciones legales que existen para abrir un comercio, por citar algunas posibilidades.