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Hegemonía

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Este aviso fue puesto el 5 de diciembre de 2013.

Este artículo trata sobre el término Hegemonía. Para el gobierno fictício de la Saga de
Ender denominado La Hegemonía, véase Anexo:Organizaciones de la Saga de Ender#La
Hegemonía.
Se denomina hegemonía al dominio de una entidad sobre otras de igual tipo. Se puede
aplicar a diversas situaciones con el mismo significado: un bloque de naciones puede tener
hegemonía gracias a su mayor potencial económico, militar o político, y ejerce esa
hegemonía sobre otras poblaciones, aunque estas no la deseen. Por «hegemonía
mundial» se entiende el dominio del mundo por parte de una sola nación o un grupo de
naciones.
«Hegemonía historiográfica» es una expresión aplicada por Gayatri Spivak.
«Hegémono» fue llamado Poncio Pilato en "El maestro y Margarita", de Mijaíl Bulgákov.
Desde un aspecto social, se entiende como «hegemonía cultural» —según se lee en la
obra de Antonio Gramsci— la dominación y mantenimiento de poder que ejerce una
persona o un grupo para la persuasión de otro u otros sometidos, minoritarios o ambas
cosas, imponiendo sus propios valores, creencias e ideologías, que configuran y sostienen
el sistema político y social, con el fin de conseguir y perpetuar un estado de homogeneidad
en el pensamiento y en la acción, así como una restricción de la temática y el enfoque de
las producciones y las publicaciones culturales.

Índice
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 1Etimología
 2Hegemonía mundial
 3Hegemonía cultural
 4Papel de las entidades culturales
 5Poshegemonía
 6Referencias
 7Bibliografía
 8Enlaces externos

Etimología[editar]
El término hegemonía deriva del griego ἡγεμονία hēgemonía ('dirección, primer puesto,
preferencia, mando, jefatura') del verbo ἡγεμονεύειν hēgemoneúein que significa 'guiar,
preceder, conducir' y de la cual derivan los significados «estar al frente», «comandar» y
«Gobernar».
Por ἡγεμονία se entendía en griego antiguo la dirección suprema del ejército. Se trata,
pues, de un término militar. El hēgemṓn era el conductor, el guía y también
el comandante del ejército. En el tiempo de la guerra del Peloponeso, se habló de la
ciudad hegemónica a propósito de cada una de las ciudades que dirigían la alianzas de las
facciones contendientes: Atenas y Esparta.

Hegemonía mundial[editar]
A lo largo de la historia moderna, sólo tres Estados han alcanzado la hegemonía en el
sistema-mundial: las Provincias Unidas, Gran Bretaña y España. Dichas hegemonías, al
igual que todos los fenómenos sociales, han tenido períodos de determinada duración:
para este caso, han sido nombrados como ciclos hegemónicos o ciclos de las hegemonías
mundiales. Ahora bien, los ciclos hegemónicos constan de cinco fases: 1) emergencia o
ascenso, 2) despliegue, 3) apogeo, 4) declive, y 5) extinción.1 Dichas fases han sido
ampliamente estudiadas desde la dimensión económica, pero menos desde la dimensión
política.
Ahondar en el examen de las fases políticas por las que atraviesa el hegemón mundial es
de suma importancia, puesto que si se conjetura que la gobernanza internacional es
ejercida principalmente por los Estados con mejor posicionamiento en la estructura
internacional2 gracias a sus capacidades nacionales, entonces el hegemón –que por
definición es la potencia que sobresale por su máximo cúmulo de poder nacional- será el
actor más determinante en la gobernanza del sistema.
Cada fase del ciclo hegemónico se corresponde con la promoción de ideas y valores
orientados por determinada ideología. Esto quiere decir que conforme evolucionan las
capacidades nacionales de un Estado hegemónico, éste tiende a favorecer u obstruir
ciertas ideologías, lo que se traduce en un posicionamiento internacional frente a
determinadas políticas, Estados y organizaciones. Dichas fases por las cuales atraviesa el
hegemón según su ideología han sido nombrados como ciclos políticos hegemónicos y
son fundamentales para comprender la dirección política internacional que el hegemón
imprime en la gobernanza internacional.

Hegemonía cultural[editar]
Artículo principal: Hegemonía cultural

Según Gramsci, la hegemonía existe cuando la clase dominante no sólo es capaz de


obligar a una clase social subordinada a que satisfaga sus intereses, renunciando a
su identidad y a su cultura grupal, sino que también la primera ejerce control total en las
formas de relación y producción de la segunda y el resto de la sociedad.
Se puede matizar este argumento señalando que el autor expresa que este proceso no
posee un carácter explícito, sino que más bien se da de manera sutil. En ese sentido, la
clase social subordinada adopta las concepciones de la clase dominante y las incorpora a
su repertorio ideológico, hecho ligado a lo que comúnmente se denomina «sentido
común».

Papel de las entidades culturales[editar]


Actualmente, la hegemonía se consigue a través del control de los agentes culturales,
entre los cuales destacan por su impacto social los medios de comunicación de masas.
Ejemplo de ello es lo que se explica a través de la teoría del imperialismo cultural, siendo
de especial interés el imperialismo de la industria cinematográfica estadounidense, y se da
a entender que la tendencia actual en cuanto a hegemonización se centra en la exposición
de modelos de pensamiento y conducta propios de la sociedad estadounidense para que
otras sociedades adopten esos mismos modelos (fenómeno conocido como proceso
definido en la teoría de la reproducción).
Por otro lado, también existen otros agentes socializadores que se están utilizando desde
las entidades de poder como herramientas de hegemonización del statu quo, tales como la
religión, la educación (mediante el establecimiento de un currículo académico que favorece
el aprendizaje de aquellas materias más afines a la ideología dominante), el arte y los
medios de consumo (mediante la asociación de estos medios con determinados
espectáculos potenciados por la publicidad).

Poshegemonía[editar]
Teniendo en cuenta que la hegemonía se instaura a menudo mediante un conflicto entre
ideologías mayoritarias y minoritarias en el que el eje es la persuasión dialéctica, cuando
este proceso culmina con el dominio de una ideología sobre otras, comienza a
desarrollarse un periodo de instauración paradigmática entendido como «poshegemonía»
en el que la persuasión pasa a un discreto segundo plano, ya que no hace falta convencer,
sino controlar y mantener la ideología dominante, es decir: reproducir en los sectores
sometidos el modelo establecido.
Las personas que viven en el periodo poshegemónico han interiorizado el discurso y las
prácticas de la ideología dominante (marco cultural), y las han integrado en su repertorio
comportamental en los planos conductual, emocional y cognitivo (construcción simbólica
de la identidad individual).
Michel Foucault describe el poder como algo que no habita en una entidad determinada,
sino que yace en la relación entre los dominantes y los dominados. En su teoría, describe
esta relación de poder sobre la base de la existencia de dos fuerzas
opuestas: potentia y potestas. La potestas, representada por la ideología dominante,
tiene como objetivo la supervivencia y la disciplina como criterios de verdad;
la potentia contrarresta esta fuerza mediante el trabajo de resistencia a su influjo. Por lo
tanto, siempre que la potentia actúa en un grupo sometido o a someter, emerge
la potestas para contrarrestarlo, por lo que el resultado de estas fuerzas define la relación
de poder entre ambas.
La cuestión que se plantea a partir de esta teoría es un cambio en la forma de influir en las
ideologías minoritarias o en los grupos sometidos para poder seguir manteniendo el statu
quo. En este sentido, Foucault explica la relevancia de los hechos como herramienta de
influencia en sustitución de la persuasión argumental; es mediante los hechos como los
representantes de la ideología o pensamiento dominante persuaden y convencen al resto
de la sociedad de la necesidad de mantener su postura. Este enfoque pragmático de la
organización social ya no requiere de un trasfondo argumental: las acciones se justifican
por sí mismas, y las opiniones en contra son relegadas por falta de acciones que
corroboren su eficacia. Por ejemplo, en regímenes totalitarios no es posible homogeneizar
el pensamiento dominante; siempre existirán minorías que mantengan una postura
diferente, aunque ésta no sea visible en la sociedad, y, debido a la imposibilidad de acción
ante la situación de control social ejercida por el régimen, no podrán demostrar su eficacia,
por lo que quedarán relegadas a un segundo plano.
En síntesis, la era hegemónica es considerada como la era de las representaciones, y se
caracteriza por la dominación legítima basada en la argumentación dialéctica, mientras
que la era poshegemónica, superada la fase anterior, es considerada como la era de la
comunicación, y se caracteriza por la comunicación ilegítima basada en el control social.

Referencias[editar]
1. Volver arriba↑ «El fin del ciclo hegemónico de Estados Unidos | Foreign Affairs
Latinoamérica |». revistafal.com. Consultado el 2 de octubre de 2017.
2. Volver arriba↑ Morales Ruvalcaba, Daniel Efrén (2015b). Poder, estructura y hegemonía:
pautas para el estudio de la gobernanza internacional. Volumen II: modelo de estructura
internacional. Guadalajara, México: Ediciones GIPM.

Bibliografía[editar]
 GRUPPI, L. (1978) El concepto de Hegemonía en Gramsci. México. Ediciones de
Cultura Popular.
 LASH, S. (2007). Power after Hegemony: Cultural Studies in Mutation? Theory,
Culture & Society; vol. 24: pp. 55 - 78. Nottingham Trent University, Reino Unido.
 SINCLAIR, T. (2005) Mad, bad or sad?: Ideology, distorted communication and child
abuse prevention. Journal of Sociology, Sep 2005; vol. 41: pp. 227 - 246. Griffith
University, Australia .i..
 ALTHUSSER, L., (1971) Ideology and the State . En Lenin & Philosophy and Other
Essays. New Left Books. Reino Unido.

Enlaces externos

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