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Cartaphilus 10 (2012), 28-34

Revista de Investigación y Crítica Estética. ISSN: 1887-5238

LA INFLUENCIA DE LA FILOSOFÍA CÍNICA


EN LA LITERATURA VANGUARDISTA HISPANOAMERICANA

I.- Señalemos, para empezar, que, a pesar del


carácter provocador e, incluso, violento del
Basta hojear el libro VI de las Vidas de filóso-
cinismo, desde el momento mismo de su apa-
fos ilustres, de Diógenes Laercio, para darse
rición, sus representantes fueron admirados
cuenta de las semejanzas existentes entre la
tanto por su radical autonomía y su vida ascé-
filosofía cínica y los movimientos de vanguar-
tica como por su valentía a la hora de criticar
dias. En él, la figura señera del cinismo helenís-
los vicios de sus contemporáneos. Quizás este
tico, Diógenes de Sínope, apodado “el perro
hecho no sea irrelevante a la hora de com-
regio”, se pasea por las calles de Atenas arras-
prender por qué su recuerdo no fue totalmen-
trando un arenque atado a una cuerda, se mas-
te borrado durante la Edad Media, época en la
turba en público, elogia el canibalismo, pide
que dominaría la postura de san Agustín res-
que al morir echen su cuerpo a los perros, ca-
pecto de la escuela cínica, quien, si bien les
mina con unos guantes de boxeo calzados en
recriminaba su impudicia (La ciudad de Dios 14,
los pies y recorre el ágora en pleno día con un
20, 43), aceptaba, con Varrón, su estilo de vida,
farol encendido mientras repite: “Busco a un
ascético y digno. (íbid. 19, 19, 397)
hombre”.
Paradójicamente, fue una orden religiosa
Ciertamente, se hace difícil no comparar
como la franciscana la que más contribuyó a
todas estas chreía o anécdotas cínicas con los
mantener el recuerdo de la filosofía cínica du-
happenings dadaístas, surrealistas o situacio-
rante la Edad Media. Según Kinney, el estilo
nistas. ¿Por qué no se ha hablado, entonces, de
que cultivaban los predicadores callejeros
esta cuestión? Dicho vacío teórico parece de-
franciscanos, a los que el propio san Francisco
berse a que el cinismo fue demonizado tanto
calificó una vez de ‘bufones de Dios’, recuerda
el cristianismo y el neoplatonismo, que abomi-
“la estudiada imprudencia de los cínicos”
naron de su desvergüenza y antiidealismo,
(2000: 401). Pero existían muchas otras afini-
como por los filósofos modernos, que no po-
dades como, por ejemplo, la apuesta por la
dían aceptar ni su hipernaturalismo antipro-
pobreza o la exaltación de una vida natural,
gresista, ni su carácter ágrafo y antisistemático.
como luego verán Piero Valeriano o Justo Lip-
Ha llegado, quizás, el momento de enfrentarse
sio, quienes en el libro V de su Hyeroglyphica
a esta cuestión.
(1556) y el libro III de su Manuductionis ad
Existe, en efecto, un aire de familia tan in- Stoicam Philosophiam (1604), respectivamente,
tenso entre el cinismo y el vanguardismo que compararon a los cínicos con los franciscanos.
no podemos resignarnos a explicarlo mera- (Matton 2000: 333)
mente en términos de poligénesis. Mi inten-
Pero no será hasta la época del Renaci-
ción en esta primera parte es tratar de averi-
miento cuando el cinismo se difunda más fiel y
guar los caminos por los que el cinismo pudo
ampliamente gracias a la traducción al latín, en
influir en la literatura de vanguardias, para
1433, de las Vidas de filósofos ilustres, de Dió-
luego estudiar las semejanzas entre sus respec-
genes Laercio, cuyo libro VI estaba dedicado
tivos contextos histórico-filosóficos.
exclusivamente a esta filosofía. Poco a poco
una visión más completa y profunda del cinis-

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mo empezó a difundirse por Europa gracias a sus escritos sobre el nihilismo, no sólo se decla-
obras de corte enciclopédico y a antologías de ró admirador de los cínicos, sino que también
sentencias entre las que destacan los Apoteg- imitó su estilo incendiario y sus provocativas
mas (1531) de Erasmo, en cuyo tercer libro se anécdotas. Recuérdese, por ejemplo, el famoso
habla abundantemente de Diógenes de Síno- pasaje de La gaya ciencia en el que un hombre
pe, quien será presentado, junto con Sócrates, camina de día con un farol en la mano dicien-
Epicteto y Antístenes, como paradigma del do “Busco a Dios”, y que no es más que una
sileno. (Matton 2000: 318) variación de una de las más famosas anécdotas
de Diógenes. Recuérdese, asimismo, el estilo
También será importante en esta época la
violento y crítico de los escritos nietzscheanos,
recuperación de un autor clásico como Lu-
tan afín al del género de la diatriba, cuyos má-
ciano de Samosata, quien, en el siglo II d.C.,
ximos representantes fueron los filósofos cíni-
había recogido y difundido ideas filosóficas y
cos.
géneros literarios propiamente cínicos, como
es el caso de la anécdota o chreía, que tan ma- Teniendo en cuenta la enorme influencia
gistralmente practicó Diógenes; la mezcla pa- de Nietzsche en autores vanguardistas como
ródica de géneros literarios cómicos y serios, o Tzara, Picabia, Marinetti, Werfel o Breton, es
spoudaigéloin, inaugurada por Crates; o la dia- posible considerar que fue a través de su obra
triba, que cultivaron Menipo, Bión o Varrón. que el vanguardismo tuvo noticia de la exis-
Recordemos que Erasmo y Tomás Moro no tencia de dicha filosofía o, más importante aún,
sólo tradujeron al latín varias piezas de Lu- que gracias a ella asimiló su peculiar ideario y
ciano, entre ellas El cínico, sino que tanto el su estilo provocativo. Por supuesto, cabe tener
Elogio de la locura como la Utopía, que son dos en cuenta la posibilidad de que alguno de es-
obras fundacionales para la literatura y el pen- tos autores leyese directamente el libro VI de
samiento político modernos, acusan una fuerte Vidas de filósofos ilustres de Diógenes Laercio,
impronta cínica. los Apotegmas de Erasmo, los Ensayos de Mon-
taigne o el Sócrates enloquecido de Wieland,
Llegado el siglo XVII, serán la filosofía y la
pero no cabe duda de que fue Nietzsche quien
ciencia modernas las que renieguen del cinis-
convirtió el cinismo en un imaginario y un esti-
mo por considerar su hipernaturalismo, de
lo susceptibles de ser utilizados por los van-
corte animalista o teriofílico, incompatible con
guardistas.
el dogma moderno del progreso. Y no será
hasta finales del siglo XVIII cuando dicha filoso- A este tipo de influencias de corte filosófi-
fía vuelva a aparecer en escena gracias a figu- co-literario, se le añade el hecho de que el con-
ras como Wieland, Diderot o Rousseau. Este texto histórico-filosófico en el que surgió la
último, precisamente, fue llamado “nuevo Dió- filosofía cínica se asemeja en muchos aspectos
genes” por Voltaire y “sutil Diógenes” por Kant, a aquel en el que surgieron los movimientos
quien llegó “a presentar el cinismo como ente- vanguardistas. En efecto, ambas épocas fueron
ramente rousseauniano.” (Niehues-Pröbsting: testigos de movimientos históricos, sociales y
443) Dejando a un lado la cuestión de si Rous- políticos que dieron lugar a una crisis omnívo-
seau aceptaba dicha asociación o de si sus ra que no dejó intocado prácticamente nin-
enemigos se contradecían al utilizarla con una guno de los hábitos mentales que hasta aquel
intención meramente crítica, lo importante es momento habían sido el fundamento del ante-
que es posible afirmar que en buena parte de rior ordenamiento social, religioso, cognitivo e,
la filosofía ilustrada “el diogenismo estuvo incluso, ontológico. Como era de esperar, en
siempre presente”. (451) este contexto se produjeron movimientos de
rechazo de la cultura considerada “civilizada” y
Por si esto no fuese suficiente, Friedrich
Nietzsche, uno de los autores más influyentes
entre los movimientos de vanguardias, tanto
por su actitud provocativa y vitalista como por

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de idealización de la vida tildada de “bárbara”


II.-
o “natural”.1
Pasemos, a continuación, a estudiar algu-
Este fue, precisamente, el caso de los cíni-
nos de los motivos cínicos que podemos con-
cos y de los vanguardistas, quienes combina-
siderar presentes en los movimientos de van-
ron una actitud de rechazo radical, violento o
guardia. Empecemos señalando que no existe
provocativo de la civilización con una idealiza-
una formulación clara de la doctrina cínica por
ción mitificadora de una vida natural a la que
la sencilla razón de que los filósofos cínicos
debían acceder tras un proceso de ascesis civi-
apenas escribieron textos. ¿Cómo iban a hacer-
lizatoria en virtud del cual debían liberarse de
lo si una de las muchas convenciones de las
todas las convenciones culturales que los apar-
que desconfiaban era la escritura? Por eso su
taban de ese género de vida. Y aunque el ci-
escritura, por así llamarla, eran las anécdotas o
nismo antiguo concibiese la idea de “vida na-
chreía, que eran actos, respuestas, juegos de
tural” de un modo diferente a las vanguardias,
palabras o despropósitos que tenían un objeti-
no en vano influidas por el vitalismo nietzs-
vo pedagógico, epifánico o, simplemente, pro-
cheano, el psicoanálisis o, incluso, el fascismo,
vocativo y destructor. Y es a partir de estas
ambas corrientes coincidirán en su intención
anécdotas que podemos aventurar un cierto
de recuperar una existencia auténtica, liberada
contenido doctrinal, si bien, como señalan
de las represiones e inautenticidades de una
García Gual y Pierre Hadot, lo más probable es
civilización que había dado unos frutos mucho
que el cinismo no fuese tanto un discurso filo-
más amargos de lo que, en un principio, había
sófico como un modo de vida ejemplificado
prometido.
por algunas figuras excepcionales.
Todo lo dicho hasta aquí es igualmente vá-
Con todo, podemos atrevernos a distinguir
lido para las vanguardias hispanoamericanas,
en el seno del cinismo entre un momento des-
que sólo distinguimos de las europeas por
tructivo o crítico y otro constructivo o práctico.
cuestiones analíticas, disciplinares y pedagógi-
En lo que respecta al destructivo, los cínicos
cas. Ciertamente, no sólo el influjo de Nietzs-
muestran un rechazo radical de la civilización,
che es más que evidente en la obra de Huido-
que conciben como un estado de decadencia
bro, Borges, Neruda o Vallejo, sino que, tal y
total que no acepta reforma alguna, ya que sus
como estudié en mi artículo “Perros en el pa-
deficiencias no son circunstanciales, sino con-
raíso: La influencia de la filosofía cínica en la
sustanciales. De forma general, las vanguar-
construcción del mito del buen salvaje”, el
dias2 comparten con el cinismo esta vocación
cinismo ha sido una constante temática en el
destructora, iconoclasta, provocativa e, incluso,
modo en que la filosofía y la literatura han te-
nihilista. Baste pensar en el dadaísmo, cuya
matizado las relaciones entre civilización y
máxima figura, Tristan Tzara, llegará a afirmar:
naturaleza en hispanoamérica. Recuérdese, por
“Que todo hombre grite: hay que cumplir un
ejemplo, la importancia de la obra de Erasmo y
gran trabajo destructor, negativo. Barrer, lim-
Moro en la construcción del mito del buen
piar. La limpieza del individuo se afirma tras el
salvaje; las afinidades con el cinismo que pre-
estado de locura, de locura agresiva, completa,
sentaba la orden franciscana, que fue uno de
de un mundo abandonado entre las manos de
los principales protagonistas de la conquista
los bandidos que se destrozan y destruyen los
espiritual del Nuevo Mundo; la influencia de
siglos.” También Picabia mostrará un odio total
Rousseau, Nietzsche o Montaigne –vía Alfonso
contra cualquier tipo de propuesta constructi-
Reyes y, luego, Borges-; o, finalmente, la prácti-
va.
ca de la diatriba por parte de autores como
Vargas Vila, Nicanor Parra o Fernando Vallejo.

2
“Los ismos esenciales son reductibles a unos cuantos.
1
Véase al respecto Mitologías políticas, de Raoul Girar- Su proliferación es puramente nominal y, desde
det (1986). luego, engañosa.” (De Torre: 77)

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Recordemos, asimismo, el manifiesto su- todo, su vitalismo desenfrenado tiene un aire


rrealista de 1925, titulado La revolución ante bárbaro, casi bestial, que se aviene bien con la
todo y siempre, donde los firmantes dirán sen- eufórica agresividad cínica. Dice Marinetti en el
tirse “bárbaros, puesto que determinada forma primer Manifiesto del futurismo, publicado en
de civilización nos da náuseas” y llegarán a Le Figaro de Paris, el 22 de febrero de 1909:
sostener que ha llegado “la hora de que los “Queremos cantar el amor del peligro, el hábi-
mongoles ocupen nuestros puestos”. En otra to de la energía y la temeridad”, tras lo cual
ocasión, André Breton llegará a afirmar que “el añadirá que exaltan “el movimiento agresivo,
acto surrealista más sencillo consiste en salir a el insomnio febril, el paso gimnástico, el salto
la calle, con un revólver en la mano, y disparar peligroso, el puñetazo y la bofetada” y que ya
al azar”. ¿Cómo no pensar en Diógenes de Sí- no hay belleza más que en la lucha, “ni obras
nope, quien escupió en la cara del hombre que maestras que no tengan un carácter agresivo”.
le pidió que no escupiese en el suelo de su
Recordemos, por otra parte, que los cinicos
mansión, para afirmar, acto seguido, que no
fueron, antes que los estoicos, los maestros del
había encontrado un lugar más sucio donde
género de la diatriba, ese discurso oral de ca-
hacerlo?
rácter agresivo e inflamatorio que tenía como
Ciertamente, todas estas afirmaciones ex- objeto criticar todo tipo de defectos morales,
presan la crisis de confianza en la civilización sociales y políticos. Muchos manifiestos y escri-
occidental, provocada, en buena medida, por tos surrealistas presentarán muchas semejan-
la Primera Guerra Mundial, y tematizada en zas con este género, del que conservamos
una obra como la de Oswald Spengler. Coinci- muestras en El cínico de Luciano de Samosata y
do con Guillermo de Torre en que “un escepti- que perdurará, por ejemplo, en el sermón me-
cismo implacable, una burla total y una nega- dieval. A esta tradición parece estar adscri-
ción sistemática”, así como un rechazo total de biéndose Tristan Tzara cuando afirma que “no
las convenciones literarias, ideológicas y cultu- hay más que dos géneros: el poema y el libelo.
rales, era quizás la única manera viable de pro- Inspiración y cólera.”
testar contra una cultura que glorificaba por
Como dijimos, el rechazo contra la civiliza-
primera vez las matanzas en masa, convertía la
ción es total, de modo que no sólo se ocupa de
ciencia en propaganda y renunciaba a sus sue-
los lujos y excesos que caracterizan toda cultu-
ños de humanizar el mundo. (326) Véase tam-
ra desarrollada –y que llevará a Diógenes de
bién al respecto el excelente ensayo Guerra y
Sínope a afirmar que “los dioses habían conce-
lenguaje de Adan Kovacsis, así como la auto-
dido a los hombres una existencia fácil, pero
biografía de Stefan Zweig, titulada El mundo de
que ellos mismos se la habían ensombrecido al
ayer. Memorias de un Europeo.
requerir pasteles de miel, ungüentos perfuma-
Como decíamos más arriba, el cinismo dos y cosas por el estilo” (1996: 113)-, sino con-
también sufrió el colapso de una civilización, la tra todo tipo de convención cultural.
disolución de una sociedad y la desconfianza
Se trataba, pues, de rechazar, subvirtiéndo-
en la capacidad del hombre para humanizar el
las, todas las normas convencionales, actitud
mundo. Es normal, pues, que Nietzsche, prime-
que se resume en el lema paracharáttein tò
ro, y los vanguardistas, a través de él, se fijasen
nómisma, esto es, “falsificar o reacuñar la mo-
en los cínicos. Por esta razón no creo que po-
neda”, y que, nuevamente, Nietzsche reformu-
damos considerar las chreía o anécdotas van-
lará como Umwertungaller Werte o “transvalo-
guardistas como fenómenos específicamente
ración o transmutación de los valores”. (García
contemporáneos.
Gual: 44) La denuncia y transgresión de los
Una excepción, quizás, fue el futurismo, valores se realizará mediante la parresía (liber-
cuya confianza en la ciencia, la técnica y el tad de palabra) y la anaideia (desvergüenza),
progreso civilizatorio parecen ajenos al nihi- que son, precisamente, algunas de las caracte-
lismo generalizado al que nos referíamos. Con rísticas principales de los movimientos de van-

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guardias, que Guillermo de Torre caracterizó, ¿Y no existe también este humorismo nihilista
“por encima o al margen de sus realizaciones y provocador en la obra de Vicente Huidobro,
(…), por su potencia subvertidora”. (48) el primer Borges, Felisberto Hernández, Julio
Cortázar, Nicanor Parra o Rodrigo Lira?
Otro motivo importante del momento des-
tructivo del cinismo es el antiintelectalismo, Las vanguardias europeas, en general, e
como muestran las numerosas anécdotas o hispanoamericanas, en particular, también
chreía que escenifican el rechazo de Diógenes comparten con el cinismo algunos de los moti-
de Sínope a la doctrina de Platón, que aquél vos principales de su momento constructivo.
veía como epítome de la filosofía dogmática y Recordemos que el momento constructivo del
especulativa. Recordemos, nuevamente, a cinismo es el reverso de su crítica de la civiliza-
Diógenes buscando a un hombre por el ágora ción, pues busca la construcción de un modo
en pleno día con un farol en la mano, que no de vida alternativo que puede ir desde el mero
deja de ser una burla contra la idea platónica naturalismo o primitivismo, que no niegan la
de “humanidad”; lanzando una gallina des- vida humana, sino que buscan depurarla, hasta
plumada al centro del corro en el que Platón el hipernaturalismo, animalismo o teriofilia,
estaba definiendo al hombre como “ser bípedo que aspira a una radical desapropiación de la
implume”; o echándose a andar alrededor de condición humana, vista como intrínsecamen-
Zenón mientras éste expone sus argumentos te civilizada y, por lo tanto, necesariamente
contra la existencia del movimiento. Los van- perversa.
guardistas también compartirán este antiinte-
Ciertamente, entre el cinismo antiguo y las
lectualismo, si bien desde nuevas perspectivas
vanguardias no escribieron ni pensaron en
como las que Nietzsche, Freud o Marx pudie-
vano figuras como Montaigne, Nietzsche,
ron abrir.
Freud, Marx o Alfred Jarry, pero existe una
Otro aspecto fundamental del cinismo es el enorme afinidad entre la anaideia o desver-
humorismo, que roza, en muchas ocasiones, la güenza y la parresía o franqueza de palabra
bufonada, y que se expresa en juegos de pala- cínicas y la espontaneidad o “je m’enfoutisme”
bras, improperios y todo tipo de despropósitos dadaísta. También el surrealismo heredó la
que solemos incluir dentro de la categoría de “espontaneidad dadaísta”, así como otros ras-
chreía o anécdota. También el dadaísmo -cuya gos exteriores como la protesta y la insolencia,
figura principal, Tristan Tzara, afirmaba que “las si bien, señala Guillermo de Torre, con dicho
obras maestras dadá no deben durar más de movimiento “la risa jovial se trocaba en mueca
cinco minutos”- jugaba con la boutade, el chis- severa y la protesta rebasaba el plano de lo
te y el escándalo, como cuando en la primera literario, llegando al metafísico y alcanzando
velada en el Salón de Independientes, del 5 implicaciones políticas o sociales.” (II, 18)
febrero 1920, en vez de leer el manifiesto pro-
Incluso el primitivismo cínico encuentra re-
metido de Picabia, Tzara leyó un recorte de
sonancias en el cubismo, que, como es sabido,
periódico, provocando la hilaridad de los pro-
mostró un gran interés por las estatuillas ne-
pios y la indignación de los asistentes.
gras y polinésicas. Más aún, la teriofilia o admi-
Por su parte, Max Jacob afirmará, en El cubi- ración por los animales,3 que los cínicos consi-
lete de dados: “Yo me declaro mundial, ovíparo, derarán como modelos para una conducta
jirafa, sediento, chinófobo y atmosférico. Me libre, despreocupada y natural (Laercio, 1996:
abrevo en las fuentes de la atmósfera que ríe VI, & 22, 40, 60) se ve también reflejada en el
concéntricamente y echa pestes por mi inepti-
tud” y Jean Cocteau dirá ser “una mentira que 3
Boas definirá la “teriofilia” como la actitud que consi-
dice la verdad” para, luego, en Le coq et dera que “las bestias –como los salvajes- son más
l’arlequin (1918), afirmar que “todos los estilos “naturales” que el hombre y, por lo tanto, son su-
periores al hombre. (1966: 1) Sobre el tema de los
son legítimos, excepto el estilo aburrido” o que
animales en la filosofía cínica véase también Mi-
“un joven no debe comprar valores seguros”. chel Onfray, 1990: 36-43.

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interés de las vanguardias por los modos de partir del siglo XIII, con los franciscanos, mu-
conocimiento o comportamiento animales, chos identificaron el duro ascetismo cínico con
que recogen una larga tradición teriofílica que el cristianismo.
incluye nombres como Plutarco, Erasmo, Mon-
Aunque con unas connotaciones muy dife-
taigne, Cyrano de Bergerac o Jean Meslier.
rentes, las vanguardias compartirán con el
Cuando los cínicos afirman que el hombre
cinismo este culto a la desapropiación radical y
debe despojarse de su carácter civilizado para
a la autodestrucción como un modo de res-
acceder a la vida inocente y despreocupada de
ponder y huir de una civilización que conside-
los animales, nos recuerdan a los surrealistas,
ran decadente. Bajo esta luz, la bohemia van-
que nos animan a visitar modos no civilizados
guardista no se nos aparece muy diferente del
de existencia como, por ejemplo, la locura, el
ascetismo cínico o de la pobreza franciscana.
sueño, la animalidad o la niñez.
Un último motivo cínico que podemos ras-
trear en las vanguardias contemporáneas es la CONCLUSIÓN:
idea de desapropiación radical o, incluso, de Son muchos los aspectos que quedan por
autodestrucción. Los cínicos admiraban la fru- estudiar acerca de la influencia de la filosofía
galidad de los animales, que imitaban ya desde cínica en la literatura de vanguardias europea,
su mismo aspecto –manto vasto y roto o tri- en general, e hispanoamericana, en particular.
bón, zurrón o pera, cuenco de madera, bastón y Sin embargo, considero haber dado pruebas
larga barba despeinada- con el que buscaban suficientes como para justificar el interés de
evocar su radical ascetismo corporal y espiri- dicho estudio.
tual, apuesta que exige un endurecimiento o
entrenamiento constante que acaba culmi-
nando en una libertad total que los hace seme-
jantes a los dioses. Recordemos que ya en los
primeros siglos de nuestra era, y más aún a

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EN LA LITERATURA VANGUARDISTA HISPANOAMERICANA

BIBLIOGRAFÍA MATTON, S., “Cinismo y cristianismo en la Edad


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BERNAT CASTANY PRADO


UNIVERSIDAD DE BARCELONA

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