Está en la página 1de 4

El plan del señor de las tinieblas

El señor del inframundo está en el lugar más profundo del infierno, hoy la
cantidad de trabajo que le ha llegado es increíble, una gran guerra en el
mudo humano hizo que muchos pecadores fueran a parar al inframundo y
como administrador general del lugar su trabajo consistía en tramitar la
documentación necesaria.
Su secretaria Belcebú estaba agotada y no podía soportar las quejas que le
llegaban desde los departamentos de avaricia y codicia quienes alegaban la
gran cantidad de habitantes que habían llegado a sus tierras. El teléfono
infernal sonaba incesantemente, el cielo reclamaba un error en el papeleo de
un difunto de buen corazón que había ido a parar al purgatorio, uno dentro
de más de un millón de espectros.
Las puertas del infierno sonaban sin parar cancerbero estaba aburrido, hace
mucho tiempo que su amo no había podido jugar con él y en señal de
protesta golpeaba la puerta con la cola.
-Señor el cielo sigue llamando por ese muerto, ¿Qué puedo hacer? –
preguntaba Belcebú alterada ante la gran cantidad de trabajo que tenia
-Señor satán, ya no nos queda espacio en el infierno 11, la comida
empieza a escasear a menos que haga algo no trabajaremos más -
Gritaban los trabajadores desde afuera protestando por la sobrepoblación
-Señor los departamentos de codicia y avaricia siguen quejándose al
teléfono – decía Belcebú sosteniendo los teléfonos – Señor ayúdeme por
favor… - decía la pobre diablesa.
-Ya no puedo más… – respondió satán susurrando.
-¿Señor? – respondió Belcebú extrañada.
-dije… ¡que ya no puedo más! – grito este molesto y tirando los papeles al
piso los cuales se incineraban de un simple grito en un arrebato de ira
capaz de escucharse en todo el infierno, lo cual provoco el silencio total
de la tierra de la desgracia.
- ¿Qué le sucede señor? – preguntaba Belcebú sorprendida ante
tremenda reacción tan repentina
- todos los días es lo mismo, durante dos mil años la misma rutina, día tras
día, noche tras noche, ¡ya no lo puedo soportar…! – gritaba satanás
golpeando fuertemente su escritorio el cual sin ningún esfuerzo se rompió
en mil pedazos
- Señor por favor relájese, tome un poco de café de sangre – respondía su
secretaria sirviendo un poco de la bebida en la taza de su jefe para luego
ofrecerle
- ¡No quiero! – Respondía este eufórico rodeado de llamas - ¿es que acaso
no lo entiendes Belcebú? Vivimos en un mundo cruel y asqueroso donde
los pecadores son juzgados y castigados, un lugar donde ni la misma
muerte se atrevería a ingresar – añadió satán molesto.
- pero se supone que esto es el infierno….- respondía Belcebú sin
entender el punto de jefe
- precisamente por eso mi atolondrada amiga, estamos en el infierno un
lugar que debería ser temido y donde los humanos no deberían caer –
respondía satanás con tono de tristeza - ¿Por qué han caído tantos
humanos en este lugar? – se lamentaba
- ¿pero no debería estar feliz? – Preguntaba Belcebú extrañada - el que
muchos humanos estén cayendo en el infierno significa que usted está
haciendo un buen trabajo – agrego
- un buen trabajo… - decía satanás con un tono irónico – durante dos mil
años no he despegado mi trasero de esa silla, ¿Cómo carajos estoy
haciendo un buen trabajo? – Respondía riendo – si los humanos están
cayendo a causa de su propia mano – añadía
-¿pero eso no le facilita su profesión? – Preguntaba nuevamente Belcebú
– debería estar feliz
-¿feliz? – Volvía a decir satanás con una risa irónica – oh… mi querida
amiga tu y yo tenemos un concepto de felicidad muy distinto, para mí la
felicidad no está en que faciliten mi trabajo, mi verdadera felicidad era
realizarlo ¿Qué gracia tiene que los humanos caigan solos?, ¿Qué sentido
tiene que yo exista…? Como extraño esa época donde todavía habían
humanos de buen corazón, ahora entiendo porque Mefistófeles se había
encaprichado con fausto, durante dos mil años he estado en este lugar sin
hacer nada, ya no lo soporto mas – respondía este sentándose en su silla
mientras se sujetaba el pelo en desesperación
- entiendo lo que dice señor satanás – respondía Belcebú sirviéndole
nuevamente una taza de café de sangre – sin embargo no hay nada que se
pueda hacer, este es el trabajo de los demonios y lamentablemente no
existe otro camino, me gustaría poder ayudarlo, pero nadie puede
reemplazarlo en su trabajo, usted es único – añadió
-¿Qué acabas de decir? – dice satanás levantando su mirada con una
sonrisa
- dije que usted es único señor – dijo Belcebú ofreciéndole la taza
- no… antes de eso… - respondió satanás
- que no existe reemplazo para usted – respondió Belcebú sin entender la
pregunta
- ¡eso es! – grito repentinamente satanás tomando a su secretaria por los
hombros
- ¿Qué sucede señor? – preguntaba ella sorprendida
- ¡Belcebú eres un genio! - respondió satanás, soltándola y dirigiéndose a
su escritorio destrozado para buscar algo
- ¿Qué está buscando señor? – pregunto Belcebú extrañada
- Un sello de invocación pagana - dijo satanás sonriente mientras buscaba
entre los escombros hasta encontrarlo
-¿para que lo quiere? – pregunto Belcebú al verlo
- para ir al mundo humano – respondía satán poniéndose de pie
- ¿al mundo humano…? – Repetía Belcebú analizando aquellas palabras -
¡espere!
-¿Qué sucede? – pregunto satanás al verla
-¡como se le ocurre ir al mundo humano, hace más de dos mil años que un
demonio pone un pie ahí, sin mencionar que todavía tenemos trabajo
aquí! – respondió Belcebú molesta
- tranquila – respondía satanás mientras introducía su esencia maligna en
el sello – de eso se encargara el nuevo gerente – añadió, mientras se
vaporizaba entre cenizas en dirección a otro mundo.

También podría gustarte