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del pensamiento especulativo, ha ocupado a los intelectos mejor dotados, y los ha dividido en
sectas y escuelas que han sostenido entre si una vigorosa lucha. (Stuart, 1995, p.17)
Después de más de dos mil años, continua la misma discusión; todavía siguen
los filósofos colocados bajo las mismas banderas de guerra y, en general, ni los pensadores ni
el género humano parecen hallarse más cerca de la unanimidad sobre el asunto que cuando el
joven Sócrates fue oyente del viejo Protágoras y sostuvo la teoría del utilitarismo contra la
suponer que quienes defiendan la utilidad como criterio de lo justo e injusto, usan el término
en el sentido restringido y meramente familiar que opone la utilidad del placer. A los
adversarios filosóficos del utilitarismo se les debe una excusa por hacer parecido, aun
momentáneamente, que se les confundía con cualquier capaz de tan absurdo error de
interpretación; el cual es tanto más extraordinario, cuanto la acusación contraria de que lo que
refiere todo al placer, tomado en su forma más grosera, es otro de los cargos que
fundamento de la moral, sostiene que las acciones son justas en la proporción con que tienden
entiende por la felicidad el placer, y la ausencia de dolor; por infelicidad, el dolor y la ausencia
del placer. Para dar una visión clara del criterio moral que establece esta teoría, habría que
decir mucho más; particularmente, qué cosas se incluyen en la ideas de dolor y placer, y hasta
se apoya esta teoría de la moralidad: a saber, que el placer y la exención de dolor son las
únicas cosas deseables como fines; y que todas las cosas deseables (que en la concepción
utilitaria son tan numerosas como cualquier otra), lo son o por el placer inherente a ellas
mismas, o como medios para la promoción del placer y la prevención del dolor. (Stuart, 1995,
p.17)
mentes, entre ellas, algunas de las más estimables por sus sentimientos e intenciones. Como
dicen, suponer que la vida no tiene un fin más elevado que el placer; un objeto de deseo
persecución mejor y más noble, es un egoísmo y una vileza, es una doctrina digna sólo del
cerdo, con quien fueron comparados despreciativamente los seguidores de Epicuro, en una
época muy temprana; doctrina cuyos modernos defensores son objeto, a detractores
precisamente porque los placeres de una bestia no satisfacen la concepción de la felicidad del
ser humano. Los seres humanos tienen facultades más elevadas que los apetitos animales y,
una vez se han conscientes de ellas, no consideran como felicidad nada que no incluya
satisfacción.
y facilidad de adquisición de lo primero; es decir, más bien en sus ventajas circunstanciales que
utilidad reconocer el hecho de que algunas clases de placer son más deseables y más valiosas
que otras. Sería absurdo suponer que los placeres, dependan solo de la cantidad, siendo así
que, al valorar todas las demás cosas, se toman en consideración la cualidad tanto como la
cantidad.
hace que un placer, en cuanto placer, sea más valioso que otro, prescindiendo de su
superioridad cuantitativa, solo encuentro una respuesta posible: si, de dos placeres, hay uno
preferencia todos o casi todos los que tienen experiencia de ambos, ése es placer más
deseable. (p.29)
John Gay (como se citó en Farrell) anuncia principios afines a los del utilitarismo
en su obra del año 1731: el hombre no es solo una criatura sensible, no solo capaz de placer y
dolor, sino también capaz de preveer este placer y dolor en las consecuencias futuras de cosas
y acciones.
Aquellas que se persigue por sí mismas, lo cual es solamente placer, son llamadas
un fin; aquellas que aprehende como aptas para producir placer, las llama bien y las aprueba,
Somos conducidos por nuestro sentido moral de virtud a juzgar así: que en
grados iguales de felicidad, que se espera proceda de una acción, la virtud está en proporción
moral de las personas puede compensar los números): y números iguales, la virtud es una
p.100)
El utilitarismo tradicional es específico en los requerimientos que impone sobre
el agente y, desde que no hay límite sobre lo que puede requerir hacer, proporciona un
derecho pueden otorgar a los individuos una mayor discreción y una mejor protección. (Farrell,
1983, p.359)
Los utilitaristas han sido llamados racionalistas, agrega, incluso por la gente que
con más éxito ha hecho trizas sus argumentos. El elogio es merecido, y el colapso de su
sistema no lo priva de valor. Todos los que buscan convencer mediante la argumentación
escuelas de filósofos políticos y morales, hayan sido tan firmes racionalistas, derivando tanto
de tan pocas y simples asunciones. Porque el defecto del cual los ingleses están más orgullosos
reformador y democrático y uno de sus rasgos más positivos fue su firme y constante defensa
de libertad. (p.371)
John Plamenatz ha realizado una lúcida evaluación del utilitarismo, cuyos aspectos
principales vale la pena reproducir a modo de corolario. La doctrina utilitarista, establecida por
Hume sobre fundamentos dados por Hobbes, es la mayor contribución inglesa a la filosofía