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Enmedio de todas las consideraciones anteriores y la interrogante subyacente en torno a

las prácticas políticas de los jóvenes, buscamos hacer hincapié en que entendemos a
Internet como una construcción tecnológica, social y cultural (Bijker, et al., 1989; Hine,
2005) que no detona per se la participación.
(Meneses et al., 2012, p. 4)

sostenemos como Bimber (1996) y Norris (2000) que aquellos ciudadanos que participan
cívicamente en el mundo offline lo hacen en el entorno online, el cual potencia estas
prácticas por sus rasgos socio-técnicos, dando lugar a una convivencia de entornos que
no se excluyen, sino que se complementan.
(Meneses et al., 2012, p. 4)

La arquitectura de la red ubicua, descentralizada, interactiva y esquiva al control
tradicional, pareciera coadyuvar así a la revitalización de la democracia representativa, al
permitir la participación directa, sin mediaciones, mediante contra-discursos que se
construyen gracias a lo que Manuel Castells (2009) denomina "autocomunicación de
masas", lo que favorece la libertad individual y establece nuevas formas de relación e
interlocución con el poder.
(Meneses et al. 2012, p. 5)

Al respecto, consideramos que las redes sociales y su entorno de plataformas digitales
constituyen espacios potenciales de empoderamiento de grupos usualmente marginados
de la esfera pública, que desafían al poder tradicional con sus contra-discursos, sus
propias interpretaciones de la realidad y con identidades específicas, las cuales no
parecen estar cabalmente representadas por las instituciones; y en el caso de México,
tampoco por los medios de comunicación como la televisión, el medio a través del cual la
mayoría de los mexicanos se “mantienen informados”4.
(Meneses et al., 2012, p. 5-6)

Probablemente estamos ante la emergencia de nuevas formas de expresión y
participación política ciudadana o simplemente presenciando una reconfiguración de éstas
en tiempos de Internet.
Si bien estamos conscientes de que no sólo los jóvenes usan las redes sociales, cada vez
se observa más cómo otras generaciones incorporan las plataformas digitales a su vida
productiva y afectiva, suscribimos, siguiendo a Ortega (2012, 127) que:
Los jóvenes empiezan a asumirse como el grupo social que con mayor intensidad se
construye a partir de un contexto de innovación tecnológica en permanente recreación y
dinamismo. Y su cultura digital convergente está siendo construida entre los campos más
tradicionales y novedosos, a partir del surgimiento de la Web 2.0 y el crecimiento, uso y
apropiación de las redes sociales.

Las redes sociales son concebidas en este trabajo como estructuras
horizontales, vinculantes y autorregulables cuyos lazos pueden ser
ocasionales o latentes (Boyd, 2011). Los latentes son aquellos que provienen
del mundo offline y que se reproducen y expanden en los entornos virtuales;
en tanto que los ocasionales son aquellos que se construyen a partir de un
objetivo común y coyuntural como la acción colectiva #YoSoy132.
(Meneses et al., 2012, p. 6)

De esta forma, sostenemos que las redes sociales y las prácticas que acontecen en el
mundo virtual no constituyen un universo paralelo, la experiencia online está dada por lo
que acontece offline (Hine, 2005).
buscamos acercarnos a través de la mirada que nos da la inmersión en campo a una
comprensión más clara del papel que desempeñan las redes sociales y las nuevas
tecnologías de la información como posibles potenciadores de la participación política
ciudadana, del ejercicio de la libertad de expresión y la articulación de acciones colectivas
(Meneses et al., 2012, p. 7)

De acuerdo con distintos manuales para la implementación de encuestas vía electrónica,
es sabido que la tasa de respuesta tiende a ser variable conforme a cuatro factores
(Braun, 2009; Marcussen, 2001; Deutskens, De Ruyter, Wetzels & Oosterveld, 2004):
a) el grueso de la población a la cual se extiende la solicitud de participación;
b) el contexto en el cual se lleva a cabo el levantamiento;
c) laduraciónconlacualsemantienevigenteelinstrumentoenlínea;y
d) la extensión del cuestionario.

Del total de esa población de usuarios, los jóvenes de entre 12 y 34 años destacan por
constituir 64,5% de personas que usan de modo predominante los servicios tecnológicos
de carácter digital. (Meneses et al., 2012, p. 27)

Un patrón general que encontramos tanto en la muestra online como in situ es que la
mayoría de los jóvenes están conectados, demostrando así que una de las características
de la actual condición juvenil es la conexión a Internet. (Meneses et al., 2012, p. 30)

La tecnología digital reduce los costos de comunicación y producción del conocimiento, al
mismo tiempo que Internet incorpora en su propio diseño el modelo organizativo reticular.
(Meneses et al., 2012, p. 31)

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