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ENSAYO

Todo deber moral que llevamos a cabo, no se efectúa sin su contenido de querer
perseverar en el ser, es decir de querer ser auténticamente humano, pero ese
querer, tiene un contenido singular, el individuo quiere ser mejor y cumplir con la
moral.

Toda moral cumple con lo que Savater señala que es el anhelo de excelencia del
ser humano, “de superación del nivel más bajo requerido, de ampliación y
potenciación máximas del proyecto humano.

El anhelo de excelencia reside en el alma de todo ser humano, siempre queremos


ser mejores, y esto se consigue en su totalidad cuando hemos alcanzado la
posibilidad de la vida como arte de vivir, que no es más que –dice Savater- el
producto “más exquisito del amor propio” . Ya que somos seres morales porque
queremos realizar el bien, es decir queremos o deseamos ser gentiles con las otras
personas, ser amables, compasivos, piadosos, esto surge del corazón moral del ser
singular que cada uno/a es.

Ahora bien, por qué algunos filósofos han hablado del arte de la existencia, porque
hay algo en la naturaleza humana que tiene que dimensionarse desde lo sensible,
por ejemplo Nietzsche habla de la “estética de la generosidad”. De ahí que casi todo
contenido estético tiene una dimensión ética.

Pues siguiendo las tesis de Nietzsche, éste considera que la ética más genuina, es
aquella que se deriva de la sobreabundancia personal, pues la ética ha de ser
producto de un regalo, pues ha de actuar moralmente porque es abundante de
riqueza interior, no porque tenga necesidad de ser aceptado socialmente, sino
porque su corazón es generoso o compasivo, porque está tan satisfecho/a, que va
a ser bondadoso o solidario o justo porque tiene abundancia espiritual.
La ética se debe al profundo cuidado que cada individuo ejerce sobre sí mismo.

Arte de vivir o estética de la existencia

Para que el pensamiento no quede aislado de las emociones, y la razón se convierta


en razón vital o en razón poética o en razón prudencial. Si une razón con
sentimiento, se convierte en razón vital. Esto significa no dejar a la razón abstracta.
Es necesario que se incorpore el ejercicio de un pensamiento vivencial o tratar de
internalizar el juicio, y esto implica una mirada interior, que supone que el sujeto
empieza a preocuparse de sí mismo. Su mirada interior, el acto de volcarse hacia
sí, significa cuidarse.

Haríamos un trabajo extraordinario moralmente hablando, si pudiéramos pensar no


con la razón fría, sino que fuésemos capaces de unir, mente, cuerpo, sentimientos,
imaginación, lo cual nos volvería personas más completas, más integrales, que
pudiesen florecer para ofrecer lo mejor de sí mismo a la comunidad.

Cuidarse no significa apapacharse. Cuidarse significa ser consciente de sí mismo,


ser riguroso/a de sí, en la atención que se da en la reflexión que efectúa sobre su
comportamiento, sus actitudes; el cuidado que pone en su salud comiendo sano.
Cuidarse significa una rigurosa vigilancia del propio pensamiento, un buen
pensamiento, que escudriña en su intimidad, estando en paz, en silencio y que es
capaz de saber lo que siente, cuando piensa por qué lo siente y cuando piensa
cuáles son las consecuencias de sus sentimientos y, que piense por ejemplo, si su
sentimiento de odio a un padre autoritario es válido.

Este rigor consigo mismo, es el que llevaba a cabo Sócrates. Por eso se requiere
de un diario personal, en donde el joven y la joven anote su más íntimos deseos,
así se va apropiando de su ser, para que él y ella misma decida qué es lo bueno y
lo malo para sí mismo/a.

El cuidado entre los griegos consistía en múltiples ejercicios espirituales, que


consistían en dieta, gimnasia, hábitos de salud, de vigilancia de lo que cada uno
hace, y entonces, esto le permite devenir en maestro/a de sí; a través de una
estética de la existencia, de un estilo de vida, en donde se ven unidos razón, ética
y sentimientos (estética). Por ello este cuidado es ético y esta ética vivencial,
conduce al sujeto a llevar una buena vida, que le hará preocuparse por los demás,
ya que poseerá la conciencia de cuidar a los otros, de cuidar al medio ambiente y a
los animales.

Si el individuo no se cuida a sí mismo/a, no puede cuidar a los demás. Si no se


conoce, ¿cómo va a conocer a los demás? ¿Si no cuida su salud, cómo va a cuidar
a sus hijos?

El ejercicio espiritual entre los griegos, significaba ser moderado, templado,


prudente, esas actitudes representan el cuidado de sí, ya que requiere de una
disciplina moral, usando una razón práctica, es -dice Foucault- un ejercicio para
devenir temperante, lo cual no se obtiene sin una victoria sobre si, gracias a la razón,
al ejercicio y al arte . Por eso resulta necesario unir el buen pensamiento con la
actitud y el ejercicio espiritual, ya que van unidas razón y preocupación o dominio
de mi misma/o. Cuidarse significa constituirse en maestro/a de sí, cuidarse significa
edificar la propia morada, es un ejercicio espiritual poseer un estilo de vida o llevar
a cabo una estética de la existencia, que al ser moderado, sabio/a, prudente, veraz,
será una mejor persona, que hace lo mejor para los demás.

El ejercicio espiritual entre los griegos era la parresia, y esto significa cuidarme,
porque significa que siempre voy a vigilarme para ser verdadero/a.
“Si no me amo a mí mismo/a, no sabré amar a nadie ni a nada, puesto que todo lo
que amo lo amo por su relación conmigo, como ampliación y consecuencia del amor
que me tengo”. Esto no significa que nos cerramos en nosotros mismos, quiere decir
que la substancia de que estamos hechos que es el amor, tiene que brotar de
nosotros mismos para dar amor a los demás, ¿de dónde emanaría esa fuente de
dádiva, de generosidad, de compasión, si no habita en el propio individuo singular?.

Miguel de Unamuno dice “¿egoísmo decís? Nada hay más universal que lo
individual” . Ya que el verdadero amor de cada uno/a, tiene que ser también amor
de todos. La verdad es que cuando no somos capaces de amar a los otros, es
porque no nos amamos a nosotros, y porque en todo caso, no tenemos la valentía
de amarnos a nosotros mismos.

El amor propio ha de surgir por la reflexión moral, el que se corrija a sí mismo de las
contradicciones y errores propias del egoísmo. Pues los actos desleales,
antimorales, la violencia, el orgullo, la ingratitud, no podrán nunca ser legítimos
moralmente hablando, ya que estos sentimientos destruyen la vida.

La moral surge del amor propio, porque como dice Stirner, el amor me hace feliz,
entonces amamos a los demás por un sentimiento de dicha íntimo, que nos hace
bien a todos. El amar no es una obligación, así eros nos hace humanos, porque a
partir del amor puedo ser yo misma/o y prodigar alivio o cuidado a los otros.

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