Está en la página 1de 5

Gell.4.

14: Cum librum IX Atei Capitonis coniectaneorum legeremus, qui


inscriptus est de iudiciis publicis, decretum tribunorum uisum est grauitatis
antiquae plenum. Propterea id meminimus, idque ob hanc causam et in hanc
sententiam scriptum est: Aulus Hostilius Mancinus aedilis curulis fuit. Is
Maniliae meretrici diem ad populum dixit, quod e tabulato eius noctu lapide ictus
esset, uulnusque ex eo lapide ostendebat. Manilia ad tribunos plebi prouocauit.
Apud eos dixit comessatorem Mancinum ad aedes suas uenisse; eum sibi recipere
non fuisse e re sua, sed cum ui inrumperet, lapidibus depulsum. Tribuni
decreuerunt aedilem ex eo loco iure deiectum, quo eum uenire cum corollario
non decuisset; propterea, ne cum populo aedilis ageret, intercesserunt.
Aulo Gelio, Noches Áticas IV 14: Leyendo el libro noveno
de Conjeturas de Ateyo Capitón, que se titula Sobre los juicios de derecho
público, apareció un decreto de los tribunos henchido de aquella seriedad
antigua. Por eso lo traemos a colación, y esto se escribió con motivo del proceso
y sentencia siguientes: Aulo Hostilio Mancino era edil curul. Éste citó a juicio
público a la meretriz Manilia porque desde el tejado de ella una noche le habían
golpeado con una piedra, y, en efecto, mostraba una herida a causa de esa piedra.
Manilia apeló a los tribunos de la plebe, ante los que declaró que Mancino había
llegado de juerga a su casa y no le había interesado recibirlo, pero al intentar
entrar a la fuerza, lo expulsaron a pedradas. Los tribunos sentenciaron que con
todo derecho el edil fue echado de aquel lugar, adonde no era digno que se
hubiera presentado coronado de guirnaldas; por esta razón, los tribunos
impidieron que el edil presentase demanda pública.
Aullus Gellius fue un autor perteneciente al siglo II dC del que no sabemos
prácticamente nada, ni dónde ni cuándo nació, ni los hitos fundamentales de su vida,
etc. A pesar de no haber llegado casi a nuestros días información sobre él o sobre su
vida diaria, gracias a sus escritos que han perdurado hasta nuestros días, conocemos a
otros varios autores, pues en su obra hace referencia a ellos. Lo que sí que sabemos es
que alcanzó su mayor cénit a mediados del siglo II dC y que podría haber sido un
africano llevado a Roma desde una edad temprana. Vivió en la Época de los Antoninos,
una época floreciente y próspera para el Imperio, especialmente bajo el gobierno de
Antonio Pío (138-161) y no tanto bajo el de Marco Aurelio (161-180). Este período de
paz que vivió Aullus Gellius comenzó tras la muerte de Adriano (117-138), pues los
romanos ya no tenían ese afán por conocer nuevos horizontes o conquistar nuevos
territorios, sino que se veían sumergidos en una gris monotonía. La mentalidad
predominante de la época es griega y griega es la cultura que se expande.

Sabemos que viajó a Grecia (aunque no se sabe con exactitud ni cuándo ni por cuánto
tiempo), centro entonces del aticismo y de la Segunda Sofística, y que tal vez
aprovechara ese viaje para recopilar la información que posteriormente usaría para
redactar sus Noches Áticas. Sabemos que realizó este viaje a Grecia porque hace alusión
a amigos o a maestros que vivieron en Ática y porque en su obra dice asistir a los
Juegos Píticos en una conversación que mantiene con Calvisio Tauro 1 sobre el modo y
manera de soportar el dolor según los preceptos de los estoicos (Noches Áticas XII, 5,
1). Desempeñó también a veces el papel de juez en la vida pública.

En cuanto a su producción literaria, la obra que ha llegado hasta nuestros días es Noches
Áticas, nombre que recibe debido a que las historias que en ellas se relatan le fueron
contadas en Ática; además, en cuanto al nombre de la obra señala también que no
pretende imitar a otros escritores poniendo nombres rimbombantes o pretenciosos
(Prefacio de Noches Áticas, 4-5). Se ha perdido el comienzo de su prefacio debido a
que en el parágrafo 4 hace alusión a algo que ha dicho anteriormente pero que no nos ha

1
Filósofo, maestro y amigo suyo.
llegado: “ahora bien, yo comencé a componer estos comentarios a modo de pasatiempo
en las largas noches invernales pasadas, como ya he dicho, en tierras áticas”.

Aullus Gellis señala en el prefacio que el contenido de la obra no es más que una serie
de anotaciones desordenadas procedentes de lecturas de obras griegas y latinas,
anotaciones que pueden componer una serie de datos útiles. A continuación, aclara que
se ha llevado por un criterio selectivo a la hora de seleccionar cuáles son las anotaciones
que aparecen en su obra y cuáles no, diferenciándose así de autores griegos que se
preocupaban más por la cantidad que por su importancia 2. Los contenidos que recopila
tratarán sobre gramática, literatura, historia, jurisprudencia (en ocasiones desempeñó el
papel de juez en la vida pública) y hechos anecdóticos, todos ellos orientados a formar
íntegramente al hombre.

Así, tras realizar una breve introducción al autor, su contexto histórico y a su obra,
abordaremos el comentario del texto aquí presente. En este capítulo, Aullus Gellius nos
narra que, leyendo Conjeturas de Ateyo Capitón, encontró un decreto que ejemplificaba
la seriedad que poseían los antiguos. Así, en este decreto incluido en el libro IX de dicha
obra llamado Sobre los juicios de derecho público, se cuenta lo acaecido entre Manilia,
una meretrix, y Aulo Hostilio Mancino, un edil curul. Este llegó ebrio a casa de Manilia
y, ella, negándose a recibirle, le lanzó piedras desde su tejado. Como respuesta a esta
actuación de la mujer, el edil la citó a juicio público por haberse negado a recibirle, y,
además, por apedrearle haciéndole una herida en la cabeza aún visible. Manilia declaró
ante los tribunos de la plebe (frente a los que ya había declarado Aulo Hostilio) que ella
se negó a recibirle, pero debido a su insistencia y a que no se marchaba, le apedreó.
Estos tribunos, los cuales oyeron ambas declaraciones, le dieron la razón a Manilia,
considerando indigno que el edil se presentara allí con las guirnaldas de flores propias
de fiestas o banquetes, y evitando así que el edil presentase una demanda pública contra
Manilia.

En primer lugar, creemos que es necesario hablar sobre Ateyo Capitón, persona de cuya
obra se ha extraído el suceso aquí acaecido. No se sabe mucho sobre él, pero aparece en
otra ocasión en la obra de Aullus Gellius, hablando sobre las cualidades que ha de tener
2
“(…) especialmente los griegos, al abordar cualquier tema, (…) recogen todo tipo de
datos y únicamente les preocupa la cantidad, (…) pero sin atenerse a un criterio de
selección” Prefacio de Noches Áticas, 11.
una vestal3. De él sabemos que redactó, al igual que Antistio Labcón, un De iure
pontifico y que encabezaba la escuela de jurisprudencia tradicionalista (Sabiani),
caracterizada por el rechazo a la novedosa escuela jurisprudente de Antistio Labetón
(Proculiani). No sólo le conocemos por las alusiones de Aullus Gelius, sino que también
es Tácito quien le menciona señalando su contrariedad a que un suceso quedase impune
(Annales III, 70) y su muerte en el 22 dC (Annales III, 75).

Así, en este fragmento aportado son los tribunos de la plebe (tribunos plebis) los
encargados de oír ambas versiones y de aceptar o no la demanda pública. Este cargo de
tribuno de la plebe surgió tras la Monarquía Romana, que dejó a Roma sumida en una
oligarquía, gobernando sólo los patricios, pues ellos eran los únicos que podían acceder
a cargos como el de senador, cónsul, pretor o cuestor. Así, los plebeyos, el grosso de la
población romana, la mano de obra y quienes iban a las guerras, no participaban en el
gobierno; además, tras las guerras con etruscos y latinos, los plebeyos se habían
endeudado, no tenían alimentos y sus fincas habían sido saqueadas, por lo que vivían
unos tiempos muy duros. Hartos de tal situación y de la falta de soluciones por parte de
los patricios ante tal situación, los plebeyos abandonaron Roma en el 494 aC y
marcharon hasta el monte Sacro. Los patricios, al perder su mano de obra, tuvieron que
ceder y negociar. Se llegó al acuerdo de que los plebeyos tendrían sus propios
funcionarios, elegidos mediante el voto de los plebeyos y que les representaría. Su
misión era proteger los intereses de los plebeyos e impedir que los patricios aprobasen
leyes que fuesen sólo beneficiosas para ellos mismos, de hecho, llegaron a tener incluso
el poder de suspender las leyes que desaprobaban gritando ¡Veto! Para ayudar a estos
tribunos se nombraron ediles, cargo que desempeña uno de los protagonistas de esta
anécdota.

Este cargo de edil fue creado también en la República Romana, en el año 367 aC y que
tenían derecho a usar la silla curul. Se encargaban de la cura urbis, es decir, de la
protección de la ciudad, ejerciendo como vigilantes de las calles, estableciendo medidas
para la prevención de incendios, la supervisión de la limpieza de la ciudad y del
acueducto entre otros y de la cura annonae, esto es del suministro del abastecimiento de

3
“Por otro lado, Ateyo Capitón ha dejado escrito que no debe ser elegida la hija de
quien tenga la residencia fuera de Italia y que ha de ser rechazada la de quien tenga tres
hijos” (Noches Áticas, I, 12, 8)
alimentos de la ciudad, estableciendo precios para los alimentos y controlando el
funcionamiento del mercado romano.

Poco a poco los plebeyos fueron entrando en la vida política de Roma, llegando a ser
algunas de las familias muy prósperas y pudiendo acceder con el tiempo incluso al
consulado. Los patricios, viendo el poder y la riqueza que los plebeyos conseguían poco
por sí mismos, redactaron en el 450 aC la ley de las Doce Tablas, en las que se
estableció durante siglos el fundamento del Derecho Romano. Con el tiempo se
permitió el matrimonio entre patricios y plebeyos, pues era provechoso para los
patricios establecer vínculos matrimonios con algunos plebeyos que poseían
importantes cargos públicos o una gran riqueza.

Bibliografía:

Isaac Asimov, La República Romana, Madrid: Alianza, 2017.

Manuel-Antonio Marcos Casquero, Avelino Domínguez García, Noches áticas I-X,


Salamanca: Publicaciones Universidad de León, 2006.

También podría gustarte