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Módulo 2
(PROTO)TIPOS: LA ESTRUCTURA DE LA COMPOSICIÓN EN LOS TEXTOS1
Jean Michel Adam
Universidad de Lausana
Francoise Revaz
Universidad de Ginebra
1 Tomado de la Revista Textos de Didáctica de la Lengua v de la Literatura. Núm. 10 Octubre 1996. Edit.
Graó, Barcelona.
Programa de Mejoramiento docente en lengua materna. Módulo 2
En nuestra opinión, al articular los planos de organización y los distintos anclajes de las tipologías, es posible, por
ejemplo, zanjar la delicada cuestión de la clasificación de las recetas de cocina y otras instrucciones de montaje. Nos
parece que las clasificaciones que consisten en hacer de estas clases de discursos sociales un tipo prescriptivo, o bien
en considerarlas como relatos, son igualmente deficientes. Preferimos decir que, desde el punto de vista de la
composición (6), tenemos un esquema textual que articula, por una parte, una descripción lista (de los ingredientes o
del material) y, por otra parte, una descripción de acciones ordenadas. Desde el punto de vista de la intención (3), la
serie lineal de acciones adquiere un valor de actos ilocutivos de orden. La combinación de los planos de
organización (6) y (3) permite caracterizar la estructura de un género discursivo como este.
Ese mecanismo complejo de combinación de planos en la organización explica la dificultad de describir gran
número de formas textuales recurriendo sólo a una tipología secuencial. Esto no demuestra las carencias de la
hipótesis secuencia! sino la necesidad de entrar en una teoría de la complejidad de la organización en los discursos.
Las clasificaciones pueden basarse también en hipergéneros, como los géneros narrativos. Estudiaremos, por tanto,
el relato de sueños, el relato de viajes, el chiste, el cuento (maravilloso, filosófico, picaresco) el relato fantástico, la
novela, con su variante corta, o también el relato etiológico (como haremos más adelante). En este caso, el análisis
parte de una categorización admitida de modo general -cultural- para interrogarla a la luz de la observación de las
estructuras de la composición y otros planos de organización. Con el hipergénero argumentativo podría hacerse lo
mismo, y estudiar así el discurso oratorio político o religioso, el editorial de prensa, las cartas al director, etc. El caso
de la poesía es interesante desde la perspectiva de los hipergéneros. Un poema puede ser argumentativo (sobre todo
en los siglos XVI y XVII), narrativo o descriptivo, puede adoptar formas fijas que corresponden a una composición
codificada (tipos de sonetos, balada, etc.) o formas de segmentación no codificadas. El pequeño texto de Antonio
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Machado, por cuyo estudio hemos optado y que presentamos a continuación, nos permitirá ilustrar la complejidad
de un poema narrativo.
Desde el punto de vista de la retórica de los géneros (anclaje tipológico que lleva el número (2) en el cuadro 3), este
texto recuerda formas poéticas populares e infantiles. Como está firmado por Antonio Machado, conocido escritor
de la generación del 98, pertenece no sólo al género poético sino también al discurso literario. La segmentación del
texto en diez versos, la repetición sistemática -tanto en el inicio de los versos como en posición final de los lexemas
«plaza» (x 2), torre» (x 3), «balcón» (x 4), «dama» (x 4) y «blanca flor» (x 2), del propio verbo «tener» (x 3) en los tres
primeros versos y, de modo simétrico, al final del texto, de los articuladores «y su» (x 3) y «con su» (x 2)-, todos estos
elementos ponen de manifiesto que se trata de un género discursivo que se ajusta a principios poéticos de repetición
y paralelismo.
Desde el punto de vista secuencial, este poema presenta una estructura narrativa subrayada por la articulación
sintáctica. La situación inicial, primera macrooración narrativa, síntesis de las cuatro primeras oraciones en un
conjunto coherente, corresponde a la primera frase tipográfica (01) y reagrupa los cuatro primeros versos. Describe
un mundo lleno, «amueblado», como diría Umberto Eco:
Pienso que para contar, es preciso ante todo construirse un mundo, lo más amueblado posible, hasta en los más
pequeños detalles. (Postille al Nomedella Rosa, 1983).
El verbo tener, utilizado tres veces y sobreentendido en la cuarta oración, es emblemático a este respecto.
La oración 5 introduce un acontecimiento particular que viene a turbar ese mundo lleno y estable. La aparición
inesperada del personaje del caballero, subrayada por el paso del presente al pretérito perfecto, constituye el nudo de
la intriga (segunda macrooración narrativa).
La oración 6, frase incisa (03) subrayada por el par de guiones mayores, es muy interesante narrativamente: se
pregunta por la motivación del actor introducido por la oración 5. Esta interrogación sobre el actuar humano
corresponde a la macrooración narrativa evaluación, que viene a sustituir el núcleo de la acción en numerosos
relatos.
Por último, la oración 7 presenta el desenlace de la intriga, aunque sólo responda muy parcialmente a la
incertidumbre que se manifiesta en el inciso. Los diferentes niveles de organización en esta secuencia narrativa
pueden ser representados tomando en consideración la textura y la estructura de la composición (Cuadro 4).
Cuadro 4
2
No hablaremos aquí de la estructura argumentativa, desarrollada con detalle por J. M. Adam en «Hacia una definición de
la secuencia argumentativa», en Comunicación, Lenguaje y Educación no 25, Madrid, 1995, pp. 9-12.
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Podemos constatar que la situación final no se explícita y que de este modo la estructura quinaria del relato canónico
no queda actualizada completamente. Este tipo corriente de elipsis resulta posible porque la situación final puede
deducirse sin dificultades de lo que precede. Al final, tras el paso del caballero que se lo ha llevado todo, no queda
nada. El mundo «amueblado» del principio está ahora vacío por completo y, por lo tanto, ya no hay absolutamente
nada que describir. Subsiste el enigma de las razones del actuar del caballero. El relato sólo presenta el advenimiento
de hechos brutos. Deja abierta la interpretación que daría un sentido a la intriga.
Aunque es evidente que la estructura dominante en este poema es narrativa, puntualmente se puede poner de
manifiesto la presencia de una estructura descriptiva. La primera macrooración narrativa -la situación inicial- en
realidad está constituida por una secuencia descriptiva muy sencilla (Cuadro 5). Se instaura un primer tema: la plaza.
A continuación, según un procedimiento descriptivo típico, aparecen subtematizaciones que tienen como resultado
un acercamiento progresivo de la visión hasta la «blanca flor». De este modo se obtiene un árbol descriptivo que
organiza las cuatro oraciones en cinco niveles de profundidad descriptiva (Cuadro 5).
Se observará que, en la fase de desenlace del relato, esta descripción se recoge en una sola proposición enumerativa
marcada por los organizadores con e y: «La plaza, con su torre /su balcón, con su balcón /su dama, su dama /su
blanca flor».
Cuadro 5
La formulación del título -Cómo nacieron las islas Canarias- indica de entrada que este texto pertenece a un género
narrativo particular, el relato etiológico determinado por una intención ilocutiva explicativa. Ya se trate de un mito,
de una forma de cuento o de una leyenda, el relato etiológico siempre tiene como finalidad dar una respuesta a las
cuestiones fundamentales que el ser humano se plantea sobre sus orígenes o sobre los orígenes del mundo. En este
caso se trata de comprender el origen de las islas Canarias. Este texto presenta la originalidad semántica de hacer
coexistir dos lógicas y dos mundos: una lógica mítica, con su mundo de ficción, y una lógica de la verdad científica,
anclada en un mundo actual dado como real. En el mundo real hay un enigma que resolver, y en el mundo ficticio,
el de la leyenda, se propone una primera respuesta. La coexistencia de ambas lógicas explica la estructura de la
composición particular de este texto en el que el relato propiamente dicho se encuentra enmarcado entre lo que
puede ser considerado como una entrada-prefacio3, antes de iniciarse, y una evaluación final al concluir, según el
Cuadro 6.
CUADRO 6
3
Sobre estas nociones, puede verse J.M. Adam (1994) pp. 159-185.
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Desde el punto de vista enunciativo, las dos macrooraciones entrada-prefacio y evaluación final, exteriores al mundo
ficticio de la leyenda, están totalmente ancladas en el mundo actual común al productor del texto y a su lector.
La entrada-prefacio expone las ideas conocidas -«se creía que (...)»- a propósito del origen de las islas Canarias,
aunque se señala que provienen de una leyenda escrita por Platón. La función de esta primera parte es introducir el
relato.
La estructura narrativa propiamente dicha de la leyenda se introduce con un «Según Platón» que sitúa el relato bajo
la exclusiva responsabilidad del filósofo antiguo. La segunda frase del segundo párrafo describe la situación inicial, el
lugar de la acción es denominado «Atlántida» y situado geográficamente «entre América y África»; se caracteriza así a
los actores: «los atlantes, pueblo rico y poderoso». Esta situación inicial eufórica se presenta, pues, como no
problemática. El tercer párrafo constituye el nudo de la intriga. Refiere el acontecimiento particular que va a
desencadenar la ruptura del equilibrio eufórico inicial: la invasión, por los atlantes, de los territorios colindantes. Una
rápida evaluación de la situación se propone justo al principio del cuarto párrafo. Indica el estado todavía eufórico
de los atlantes: «vivían con gran lujo y llenos de riquezas». El desenlace (continuación del §4) se introduce mediante
el conector de demarcación pero, que subraya el cambio de la situación y la entrada en escena de nuevos actores: los
dioses. La invasión, auténtica transgresión debida al orgullo humano, desencadena la cólera de los dioses y resulta
sancionada por una serie de catástrofes: «terremotos y tempestades». La situación final (§5) describe un nuevo estado
del mundo, completamente transformado. Del gran continente de origen ya sólo subsisten algunas cumbres que
forman islas diseminadas por el océano. La estructura secuencial narrativa de la leyenda puede resumirse tal como
queda recogido en el Cuadro 7.
CUADRO 7
Mientras que el relato legendario, estructurado por el par transgresión-castigo, tiene como intención filosófica una
evaluación ética de la acción humana, el relato etiológico va a poner de relieve una «moral» completamente distinta.
La evaluación final indica el regreso al mundo real («En realidad») y proporciona la ocasión de caracterizar genérica y
semánticamente el relato: «bonita leyenda», es decir texto no sometido a los criterios de verdadero/falso que rigen el
mundo real. De hecho, el texto da precisiones sobre el modo en que se construye el relato etiológico: la ficción
(«mitad leyenda») parte de hechos reales («mitad verdad»). El valor de verdad de la leyenda se pone en tela de juicio
mediante una secuencia explicativa introducida por una pregunta retórica: «¿Cómo sabemos...?». A esta pregunta
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responde el argumento científico: «Porque...». La estructura de los párrafos 8 a 10 corresponde al modelo de la
secuencia explicativa que J.M. Adam expone en el capítulo 5 de Les Textes: types et prototypes(1992:132):
CUADRO 8
Según este esquema, un primer operador -como por qué o cómo- permite pasar de una primera representación (en
este caso, la leyenda de la Atlántida evocada en los párrafos de 2 a 5) a una representación que plantea el problema
(§6 y §7): ¿cómo demostrar que la leyenda es falsa? (§8). Un segundo operador -porque- permite pasar del problema
a su solución-explicación. Por último, las secuencias explicativas terminan generalmente con una evaluación final
que confirma la demostración. En este caso, el §10 desempeña esa función. Este párrafo es a la vez la última
macrooración de la secuencia explicativa y el final del texto entero4.
Agradecimiento:
A Ubaldina Lorda, no sólo por su traducción del conjunto de este artículo, sino también por su ayuda y sus consejos en la
elección de los dos textos.
Referencias bibliográficas
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