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El filósofo empirista inglés Francis Bacon en su magna obra “ Novum Organum”, en la que

preconizaba el uso del método científico para ampliar nuestros conocimientos, afirmaba que
muchas veces son nuestros prejuicios, los que él denominaba ídolos, los que nos apartan del
conocimiento certero de la realidad. Uno de los ídolos que denunciaba Bacon era el de los llamados
ídolos de la caverna, que es la expresión metafórica que el filósofo inglés utilizaba para referirse a
nuestros prejuicios y dogmatismos que nos llevan a interpretar falsamente la realidad, según el
prisma de nuestras creencias, muchas veces resultantes de convicciones acríticamente aprendidas y
poco reflexionadas.

La existencia de dogmatismos y a- priorismos no es sólo una cosa del medievo , como normalmente
se nos hace creer, también están presentes en las modernas ideologías. Ya Marx afirmaba en su
obra “ la ideología Alemana” que las ideologías operan como representaciones falsas de estructuras
socio-económicas en las que el individuo está inmerso. Zizek ,Kenneeth Minogue o Quine, desde
postulados filosóficos diversos, analizan la relación entre realidad y conciencia, entre epistemología
y ontología. Una de las variantes más conspicuas de apriorismo lo constituye en ideario de la nueva
izquierda, o izquierda adanista, como muy acertadamente la denominan algunos comentaristas
políticos. Yo he preferido catalogarla de izquierda haragana, basándome en el hecho de que la
pereza intelectual y la falta de espíritu crítico la configuran como una de las formas más
reaccionarias de pensamiento. Un ejemplo palmario de esto lo encontramos en sus reflexiones a
cerca de los famosos tweets de algunos de sus nuevos representantes políticos en las instituciones.

Hace unos días saltaba la polémica por unas declaraciones donde el concejal electo de Madrid
Guillermo Zapata afirmaba lo siguiente “ ¿ Cómo meterías en un 600 a cinco millones de judíos?
En un cecinero”. Podemos resumir muy brevemente las explicaciones, justificaciones y
valoraciones que tal exabrupto originó en los medios de comunicación de masas. Una buena parte
de la izquierda alegó la descontextualización del tweet, que al parecer estaba vinculado a una
reflexión de mas hondo “ calado” a cerca de los límites de la libertad de expresión. Resulta curiosa
que la nueva izquierda adanista, que es de filiación mayoritariamente posmoderna, no siga el
postulado básico de todo posmodernismo y pensamiento deconstructivo: la independencia de la
“obra” respecto de su autor. Como decía el filósofo Derrida el texto es reescribible con cada lectura,
no es el corsé de lo idéntico, está abierto a innumerables significaciones, en la medida en que los
múltiples lectores pueden disolver el sentido fijo de las significaciones. Para políticos que se
mueven en esas coordenadas posmodernas, de la muerte del autor y del sujeto, es irrelevante el
sentido que inicialmente hubiera querido dar el señor Zapata a su texto. Para algunos lectores puede
constituir legítimamente una apología de la Shoah o del genocidio, para otros una cruel
banalización de la barbaríe, para una “minoría ilustrada”, que siga dogmáticamente las peroratas de
Podemos , se trata de una expresión de humor negro o una reflexión aplicada a los límites de la
libertad de expresión. En cualquier caso repito, incluso desde sus propios postulados, todas las
interpretaciones caben.

Otra “justificación” ha venido de la mano del hecho de reivindicar el carácter de artista o artivista
del señor Zapata, que sería una especie de nuevo Thomas de Quincey , es decir un “maestro del
humor negro”. El humor negro consiste en la sátira de la tragedia, con el fin de lograr un efecto de
catarsis de la misma. A tenor de la reacción de indignación mayoritaria que el exabrupto ha
originado , es de esperar que el señor Zapata sea mejor concejal de distrito que humorista negro,
de lo contrario su permanencia en las instituciones será tan efímera como efímero y limitado ha
sido el “éxito” de su sentido del humor.

Por último, Juan Carlos Monedero, con la ayuda de ciertos medios de comunicación, ha realizado
una lectura política del asunto, muy en la línea del izquierdismo divagante que suele practicar. Para
el famoso profesor de politología tras la indignación popular se escondería una especie de maniobra
orquestada por poderes fácticos para subvertir la voz del pueblo expresada en las urnas. Más allá de
esto nos suene a cierta cantinela franquista, “ la conspiración judeo-masónica”, lo que demuestra es
una palmaria y atroz ignorancia política. En un sistema parlamentario, como el vigente en nuestras
instituciones, es legitimo y legal, como no paran de defender desde las huestes de podemos, que no
gobierne la lista más votada y sí lo haga una coalición de partidos que tengan la mayoría de la
asamblea o concejo. Lo que parecen olvidar desde podemos es que en el parlamentarismo existe una
institución basal como es la moción de censura, también legítima y legal. De esta manera en el
supuesto, improbable a tenor de las reacciones del partido socialista de Madrid, de que la señora
Carmena perdiera la confianza de sus aliados en el consistorio, el partido popular , el socialista o
ciudadanos estarían perfectamente legitimados para iniciar dicha moción de censura. Por otra parte
y aunque esto irrita sobremanera al podemismo en general y al señor Monedero en particular, en un
sistema democrático de verdad, no en un simulacro paródico del mismo de tipo Venezolano, el
gobierno está sujeto a una revisión periódica de su actuación por parte de su electorado, así como a
una crítica permanente por medios de comunicación libres e independientes de las instituciones
gubernamentales. La democracia es en expresión muy gráfica del filósofo del derecho italiano
Norberto Bobbio “ un gobierno ejercido bajo luz y taquígrafos”. Precisamente negar la posibilidad
de crítica , por parte de la opinión pública, es lo que constituye un atentado contra un sistema
político democrático.

Para el que escribe este artículo el tweet del señor Guillermo Zapata constituye una palmaria
manifestación de un fenómeno mucho más inquietante que el del mal gusto y la insensibilidad hacia
el dolor ajeno, se trata de un epifenómeno de uno de los grandes males de la nueva izquierda; su
indisimulada judeofobia.

Cuando se habla de judeofobia , término acuñado por el humanista judio Leo Pinsker, se hace
referencia a lo que Sartre denomina una “ visión maniquea y primitiva” en la que el odio al judío
se convierte en una especie de explicación mitologizante de todos los males de la humanidad.
Aunque la judeofobia tiene un componente racial, especialmente durante el nazismo, es un
fenómeno de más amplio espectro que tiene orígenes religiosos y políticos. De ahí que resulte más
adecuado hablar de judeofobia que antisemitismo, pues éste último concepto tiene connotaciones
más étnicas y no toda forma de odio hacia los judíos ha tenido una etiología racial. De hecho como
apunta Brunstein es posible distinguir tres grandes tipos de judeofobia que se han dado en la
historia; una primera de índole religiosa, vinculada al catolicismo medieval que acusaba a los judíos
de deicidio , de horrendas prácticas sádicas ( asesinar niños para beberse su sangre en rituales
sacrílegos), de profanaciones religiosas, de calamidades como la peste, de la usura etc.......
Numerosos concilios ecuménicos como el IV Lateranense o el de Basilea de 1434 adoptaron
medidas segregacionistas , que anticiparon algunas de las medidas de los nazis. Tampoco fueron
infrecuentes en la Edad Media progromos y actos de violencia diversa contra la comunidad judía.
De hecho esa impronta religiosa del odio hacia lo judío sigue subsistiendo en buena parte del
discurso de cierta nueva izquierda. Por ejemplo en el discurso navideño del 2005 del difunto
dictador Venezolano Hugo Chávez, padre espiritual del nuevo populismo de izquierdas, se hizo el
siguiente alegato judeófobo “ Los sionistas, los descendientes de los mismos que crucificaron a
cristo, se adueñan de las riquezas del mundo, se trata de una minoría que se apropió del oro del
planeta”. Stalin, uno de los mayores sanguinarios de la historia, acusó a los judíos de troskistas anti-
revolucionarios y de quinta columnistas. Bakunin se refería a la condición judía de Marx para
denigrarlo y consideraba al pueblo judío una nación de explotadores.

En segundo lugar se dio , fundamentalmente durante la Alemania Nazi, una forma de judeofobia
racial, que atribuía al pueblo judío un condición racial inferior. De hecho el término antisemita
,creado por el agitador alemán Wilhem Marr en el siglo XIX, surgió para propagar el mito de la
inferioridad racial de los judíos. Los antecedentes de esta aberración las encontramos en épocas
anteriores al holocausto ( Shoah) , por ejemplo en la entrada denigradora que del pueblo judío hace
Voltaire como “ pueblo ignorante y bárbaro”, en el panfleto “ Los Protocolos de los Sabios de
Sión” obra de la policia secreta Zarista, en “ La judería en la música” de Wagner o en el “ Mein
Kampf” Hitleriano. Sin embargo de ese odio racial hacia los judíos tampoco se ha librado cierta
izquierda, desde autores clásicos como Proudhon , Zizek o Chomsky postulan la inferioridad de la
raza judía. Se les achaca un odio congénito ( el famoso complejo de Sansón que dice Chomsky), se
alega la necesidad de expulsarlos de su lugar para que no “contaminen” a otros pueblos ( Zizek) o
simplemente se anticipa la solución final a través del exterminio ( “ Proudhon” ) . Wieviorka, en su
magnífica obra “ El Espacio del Racismo” hace una interesante antología del disparate de buena
parte de esa nueva izquierda.

Por último existe una judeofobia política, la más arraigada en la actualidad, que condena al pueblo
judío por su pretensión de construir una nación estado ( sionismo). Este antisionismo es transversal
en buena parte de la izquierda y va desde el estalinismo, que acusó al secretario general del partido
comunista checo , Rudolf Slansky, de dirigir un centro sionista, pasando por la “nación del islam”
de Malcom X y Louis Farrkhan hasta llegar a todos los movimientos pro palestina, amparados por
muchas organizaciones de izquierda radical, que realizan un análisis simplista y maniqueo del
conflicto árabe-isralí, sin ninguna objetividad y totalmente del lado de la visión de grupos terroristas
como Hamás. Una buena parte de la comunidad internacional se ha aliado con esa visión que acusa
al sionismo de todos los males que asolan oriente medio y ha “comprado” el discurso que lleva a
una doble moralidad, donde se juzga al gobierno israelí con un baremo mucho más exigente que a
otros gobiernos. Esta crítica asimétrica y esta retórica anti-isralí se camufla muchas veces con una
distinción , casi escolástica, entre el anti-sionismo, que lleva a considerar que los judíos no tienen
derecho a tener un estado propio en oriente medio y el anti-semitismo, de forma que muchos
modernos judeófobos se definen como lo primero y no como lo segundo, pues arguyen que
muestran maurofilia ( los árabes también son semitas ) y dicen no discriminar a los judíos como
colectivo.

Uno de los primeros en darse cuenta de esa falacia semántica fue el activista por los derechos
humanos Martin Luther King quien denunció el antisemitismo encubierto de antisionismo.

No nos dejemos pues engañar por los sofismas ,las descalificaciones ad hominem y las
divagaciones retóricas , de forma que no permitamos que nos ocurra como en la famosa fábula de
Samaniego sobre la culebra y el hombre.

“ A una culebra que de frío yerta


en el suelo yacía medio muerta
un labrador cogió, más fue tan bueno
que incautamente la abrigó en su seno
Apenas revivió,cuando la ingrata
a su gran bienhechor traidora mata”

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