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Es éste un libro que nació con fortuna: se pu­

blicó simultáneamente en inglés y en castella­


no; luego se tradujo al alemán, al italiano, al
francés y, pocos meses hace, al polaco, indicio
evidente de su importancia y de la influencia
que a través de los años ha ejercido. Puede
asegurarse que es el libro por el que se han
iniciado en la Escritura las generaciones pos­
teriores al Concilio, cuyo espíritu e inquietu­
des reproduce, ensanchándolas en los terre­
nos del lenguaje, Su autor acababa de heredar
en el Instituto Bíblico la cátedra de Inspira­
ción y Hermenéutica dei cardenal Bea, y a
esos dos gruesos temas dedica el libro, en una
línea innovadora, osada y hasta revolucionaria
para aquel momento. Nadie podrá negar hoy
que este reducido volumen introdujo en la
hermenéutica bíblica vertientes lingüísticas,
que significan una trayectoria radicalmente
nueva para la lectura y estudio de la Escri­
tura.
La Biblia es palabra de Dios, espiritualidad,
teología; pero también es literatura —poesía,
historia, narrativa— , que es preciso analizar
con los criterios de un texto literario, por pa­
labras, estructuras y amplias unidades, para
determinar el sentido de un texto. El grito
inicial fue La Palabra Inspirada y su primera
consecuencia la versión de «Nueva Biblia Es­
pañola», única realizada a un idioma moderno
por «correspondencias dinámicas» entre las
lenguas. Luego siguieron los dos tomos de
Profetas, el de Job y el de Proverbios, prime­
ros volúmenes de un «Comentario teológico
y literario del AT». Nada hubiese ocurrido
sin La Palabra Inspirada, que hoy publicamos
en tercera edición, sometida a amplias revisio­
nes sobre todo en su aspecto bibliográfico,
aunque conservando la estructura y el tenor
originales, incluidos los textos de los Padres
en griego y latín, como instrumento de for­
mación humanística.
Últimos títulos de L. ALONSO SCHÓKEL
ACADEMIA CHRISTIANA
14. X. Léon-Dufour: Estudios de Evangelio. Análisis exegético
15.
de relatos y parábolas. 366 págs.
Ch. Perrot: Jesús y la historia. 268 págs. LA PALABRA INSPIRADA
16.
17.
X. Léon-Dufour: Jesús y Pablo ante la muerte. 302 págs.
X. Léon-Dufour: La fracción del pan. Culto y existencia en La Biblia a la luz
18.
el Nuevo Testamento. 318 págs.
M. Gesteira: La Eucaristía, misterio de comunión. 670 págs. de la ciencia del lenguaje
19. J. Gómez Caffarena: Metafísica fundamental. 2 .a ed. 510
págs. TERCERA EDICION

20 . M. Delcor/F. García: Introducción a la literatura esenia de


Qumrán. 314 págs.
21. E. Schillebeeckx: En torno al problema de Jesús. Claves de
una cristología, 175 págs.
22. E. Schillebeeckx: El ministerio eclesial. Responsables en la
comunidad cristiana. 240 págs.
23. C. Geffré: El cristianismo ante el riesgo de la interpreta­
ción. Ensayos de hermenéutica teológica. 332 págs.
24. J. M. Bernal: Iniciación al año litúrgico. 318 págs.
25. D. Alien: Mircea Eliade y el fenómeno religioso. 308 págs.
26. A. Müller: Reflexiones teológicas sobre María, Madre de
Jesús. 138 págs.
27. L. Alonso Schókel: La palabra inspirada. La Biblia a la luz
de la ciencia del lenguaje. 395 págs.
28. Juan A. Estrada: La Iglesia: identidad y cambio. El con­
cepto de Iglesia del Vaticano I a nuestros días. 302 págs.
29. M. Eliade: De Zalmoxis a Gengis-Khan. Religiones y fol­
klore de Dada y de la Europa Oriental. 265 págs.
30. H. Guevara: Ambiente político del pueblo judío en tiempos
de Jesús. 285 págs.
31. Ch. Duquoc: Mesianismo de Jesús y discreción de Dios. En­
sayo sobre los límites de la cristo logia. 231 págs.
32. M. Fraijó: El sentido de la historia. Introducción al pensa­
miento de W. Pannenberg. 326 págs.
33. X. Léon-Dufour: Los muagros de Jesús. 2 .a ed. 372 págs.
34. E. Lohse: Introducción al Nuevo Testamento. 2 .a ed. 261
págs.
35. J. L. Sicre; Los profetas de Israel y su mensaje. 254 págs.
EDICIONES CRISTIANDAD
Huesca, 30-32
MADRID
Imprimí potest C O N T E N ID O

R. A. F. MacKenzie, SI, rector del


Instituto Bíblico Pontificio
Roma 18 de octubre de 1964 Prólogo a la primera edición.................................................... 13
Prólogo a la tercera edición...................................................... 15
PRIMERA PARTE
LA PALABRA D IVINO -H U M AN A
1. El artículo de fe y su contexto........................................ 19
Artículo de fe...................................................................... 19
En el contexto del Espíritu............................................. 20
En el contexto del logos................................................... 23
Tres vías de revelación..................................................... 27
Revelación por la creación............................................. 28
Revelación por la historia................................................ 35
Revelación por la palabra................................................ 40
Palabra humana.................................................................. 44
Palabras de hom bres......................................................... 46
2 . La palabra divino-humana............................................ 49
La acción del Espíritu...................................................... 49
Inspiración y encarnación............................................... 49
Precisiones negativas........................................................ 54
Cuatro analogías................................................. ............. 56
Instrum ento........................................................................ 58
Dictado......... ...................................................................... 66
Mensajero........................................... ................................ 71
El autor y sus personajes................................................ 72
Dios, autor de la Escritura.............................................. 76
Conclusión.......................................................................... 82
3. Testimonios bíblicos.......................................................... 85
Profetas............................................................................... 85
Fórmulas proféticas........................................................... 88
Análisis literario................................................................. 89
© Copyright by Sapienciales......................................................................... 91
EDICIONES CRISTIANDAD, S. L. Los historiógrafos............................................................. 95
Madrid 1986 Conclusión: la inspiración en el Nuevo Testamento.... 98
Depósito legal: M. 29.649.—1986 ISBN: '84-7057-393-4 Apóstoles y p r o f e t a s .................................................... 99
Printed in Spain Unidad y distinciones...................................................... 101
Fotocomposición en Grafilia, Pajaritos, 19 - Madrid
Impresión: Artes Gráficas Benzal, S.A. Virtudes, 7. Madrid
8 Contenido Contenido 9

Los evangelios.................................................................... ......103 Un simple artesano........................................................... 189


Conclusión.......................................................................... ......108 Un árbol.............................................. ...............................
Un detalle de estilo y un salmo de imitación............. 195
SEGUNDA PARTE Una narración.................................................................... 200
EL C O N TEXTO DEL LENGUAJE Inspiración sucesiva........................................................... 201
La entonación..................................................................... 202
4. La Escritura como palabra.................................................... 111 Nuevo Testamento............................................................ 203
El contexto del lenguaje......................................................... 111 Síntesis.................................................................................. 206
La analogía.......................................................................... ...... 112 8 . Sociología de la inspiración.............................................. 211
La encarnación.........................................................................114 Crítica................................................................................... 217
Nuevo enfoque................................................................. ......115 Lengua.................................................................................. 218
La Escritura como palabra....................................................118 Literatura........ .................................................................... 221
Cuatro sentidos del término «lenguaje».............................120
Teología.....................................................................................126 9. Hablar y escribir................................................................ 225
Conclusión.......................................................................... ......127 El problem a........................................................................ 226
5. Tres funciones del lenguaje....................................................129 Soluciones............................................................................ 228
Exposición.......................................................................... ......129 Hablar y escribir............................................................... 231
El lenguaje inspirado...............................................................132 Técnicas de composición......................................... ........ 233
Algunos ejemplos.............................................................. ......134 Composición literaria en la Biblia................................ 234
Funciones monológicas..........................................................140 La palabra............................................................................ 237
Otras funciones del lenguaje.......................................... ......143
Consecuencias.................................................................... ......145 CUARTA PARTE

6 . Tres niveles del lenguaje .......................................................149


LA OBRA INSPIRADA
Lengua común, lengua técnica, lengua literaria................149 10. La obra inspirada............................................................... 243
Lengua com ún.........................................................................149 Los libros sagrados........................................................... 243
Lengua técnica................................................................... ......152 ¿Obra literaria?.................................................................. 245
Lengua literaria........................................................................158 Estructura múltiple........................................................... 250
Comparación de niveles.........................................................162 Pluralidad estructurada..................................................... 255
1 . Lengua común y técnica, 162.—2. Lengua co­ Consistencia........................................................................ 258
mún y literaria, 163.—3. Lengua literaria y téc­ Repetibilidad..................... ................................................. 260
nica, 164.—Conclusión, 171. Fidelidad.............................................................................. 261
TERCERA PARTE
En la Iglesia........................................................................ 263
LOS AU TO RES INSPIRAD OS 11. La obra y su traducción................................................... 267
Principios teológicos......................................................... 267
7. Psicología de la inspiración....................................................175 Repaso histórico................................................................. 269
El modelo leonino............................................................. ......175 La traducción griega de los LXX.................................. 271
El modelo de los manuales teológicos................................176 La Vulgata............................................................................ 274
El modelo de Benoit..............................................................178 Traducciones modernas.................................................... 277
El modelo de la creación literaria........................................180
El artista del lenguaje....................................................... ......181 12. Recepción de la obra......................................................... 281
Un gran poeta.................................................................... ......185 La obra mediadora............................................................ 284
10 Contenido
En la obra, los hechos...................................................... ......285
En la obra, el autor.................................................................287
ABREVIATU RAS DE LOS LIBROS BIBLICOS
QUINTA PARTE
CONSECUENCIAS DE LA IN SPIRAC IO N Abd ....Abdías Jon ....... Jonás
Ag ....Ageo Jos ........ Josué
13. En el contexto del Logos: la verdad....................................297 Am ....Amos Jr ........... Jeremías
La verdad literaria............................................................. ......302 Ap ........ ...Apocalipsis Jue ........ Jueces
La verdad finita, humana, es muchas veces bús­ Bar ...Baruc Lamentaciones
queda ....................................................................................309 Cant ........Cantar de los Can­ Le ......... Lucas
La verdad lógica.......................................................................311 tares Lv ........ Levítico
Verdad sin error.......................................................................313 Col ..........Colosenses 1 Mac ... 1.° Macabeos
Conclusión.......................................................................... ......316 1 Cor ... 1.a Corintios 2 Mac ... 2 .° Macabeos
14. La doctrina y su uso................................................................319 2 Cor ... 2.a Corintios Mal ....... , Malaquías
¿Toda la doctrina?...................................................................319 1 Cr ..... 1.° Crónicas Me ........ Marcos
Escritura y tradición...............................................................319 2 Cr ........2.° Crónicas Miqueas
Uso de la doctrina...................................................................325 D n ...........Daniel Mt ...... . Mateo
Predicación y catequesis.........................................................325 Dt ........ ...Deuteronomio Nah ..... Nahún
Uso en la teología.................... ........................................ ......328 E c l........ ...Eclesiastés Neh ..... Nehemías
Eclo ........Eclesiástico Nm ... Números
15. En el contexto del Espíritu: la fuerza................................. 335 Ef ............Efesios Oseas
El lenguaje humano........................... ............................... ......335 Esd .........Esdras 1 Pe ..... 1.a Pedro
Formas enérgicas del lenguaje..............................................337 Est ........ Ester 2 Pe ..... 2.a Pedro
Antiguo Testamento................................................................ 339 Éx ........ ..Éxodo Prov .... . Proverbios
Evangelios........................................................................... ......344 Ez ........ ..Ezequiel 1 Re .... 1.° Reyes
Nuevo Testamento............................................................ ...... 347 Flm ........Filemón 2 Re .... 2 .° Reyes
Santos Padres............................................................................ 353 Flp .........Filipenses Romanos
Magisterio................................................... ............................. 355 Gal .........Gálatas Rut
Liturgia................................................................................ ......361 G n ........ ..Génesis Sabiduría
Homilía...................................................................................... 365 Hab ........Habacuc Sal ....... Salmos
Liturgias bíblicas............................................................... ...... 366 Heb .......Hebreos Santiago
Lectura................................................................................. ...... 268 H c h .......Hechos 1,° Samuel
Palabra y Espíritu: Reflexiones a modo de conclusión.............371 Is ............Isaías 2 .° Samuel
Constitución «Dei Verbum» sobre la divina revelación...........381 Jds .Judas Sofonías
índice onomástico............................................................................. 397 Jdt .Judit 1 Tes .. .. 1.a Tesalonicenses
índice analítico............................................................................ ......405 J1 ........... Joel 2 Tes .. .. 2 .a Tesalonicenses
Jn ...Juan 1 Tim . 1.a Timoteo
1 Jn ...1.a Juan 2 Tim ... 2.a Timoteo
2 Jn ..2.a Juan Tit Tito
3Jn ..3.a Juan Tobías
Job ..Job Zacarías
PROLO GO A LA PRIMERA ED IC IO N

Este libro no pretende ser un tratado sobre la inspiración: ni por


el tema, ni por las categorías con que se desarrolla, ni por el
modo de exposición.
El tema es la palabra, más bien que la inspiración; es decir, el
artículo de fe «habló por los profetas». Y tratándose de un mis­
terio ancho e inagotable, he querido abordarlo en una zona limi­
tada. Christian Pesch me introdujo en el pensamiento milenario
de la Iglesia, y yo he pensado aportar categorías de la filosofía
del lenguaje y de la realidad literaria. Representan un campo li­
mitado, pero que abarca muchos aspectos particulares en una vi­
sión unitaria.
He aquí la línea de este ensayo: la capacidad humana radical
de hablar — se actualiza en diversas lenguas — cada lengua se
actualiza en el uso individual — el uso individual se actualiza a
veces en una obra — la obra se actualiza en la representación y
repetición — la repetición y representación concluyen en la re­
cepción. Dios, para hablarnos, desciende a la capacidad humana
de hablar (logos, condescendencia) — esta bajada se actualiza en
dos lenguas (elección histórica, social) — esta elección la actua­
liza moviendo a hombres escogidos (inspiración, psicología) —
esta moción se actualiza en muchas obras que se hacen una obra
(obra inspirada, Escritura) — esta obra se actualiza en la procla­
mación y lectura en la Iglesia — esta proclamación y lectura
concluyen en la recepción. Dios habla al hombre, el hombre es­
cucha y responde.
El libro no es un estudio estrictamente científico: ni por la
masa de erudición organizada, ni por la indagación profunda de
un problema único. Es más bien el resultado de reflexiones gi­
rando en torno a esa realidad misteriosa que es la palabra de
Dios en la Iglesia. Mis reflexiones han buscado por ahora la an­
chura, más bien que la profundidad. En cierto sentido, este libro
no es más que una parada en la reflexión, para ordenar y decan­
tar, antes de seguir reflexionando. Y también para llamar en mi
ayuda a la crítica y al diálogo, porque el monólogo es menos fe­
cundo.
14 Prólogo a la primera edición
He preferido el tono expositivo del ensayo, por ser más libre PROLOGO A LA TERCERA ED IC IO N
y accesible, y he recluido en notas la información más técnica.
El ensayo me permite una reflexión en términos imaginativos y
simbólicos, sin llegar muchas veces a la fórmula conceptual dife­ La primera redacción de esta obra la hice en Jerusalén en 1964,
renciada. como decantación de cinco años de enseñanza sobre la materia.
Al componer este libro, he tenido mentalmente presente un En el Instituto Bíblico de Roma había heredado del cardenal
público cristiano culto, que ya se ha incorporado al movimiento Agustín Bea la cátedra de Inspiración y Hermenéutica. En el de­
bíblico. Por eso el libro desearía encontrar otra vez a ese público curso de la enseñanza me habían salido al encuentro problemas
que ya ha estado presente y activo en la elaboración. y puntos de vista nuevos.
Jerusalén, Pascua de 1964. Estaba condicionado en parte por la práctica de la exégesis
Roma, fiesta de Todos los Santos de 1964. del Antiguo Testamento, en parte por la experiencia literaria y
un interés creciente por el análisis del lenguaje. Todavía no había
tomado cuerpo el avance arrollador del estructuralismo con sus
consecuencias y continuaciones.
Pienso que la novedad de la obra consistió en trasladar el
tratado de inspiración del campo del conocimiento al campo del
lenguaje. La inspiración se solía estudiar y proponer como ca­
risma de conocimiento, de juicio; la verdad bíblica se conside­
raba como cualidad de sus proposiciones, la consecuencia princi­
pal, si no única, de la inspiración era la inerrancia.
Los datos bíblicos me ofrecían una imagen diversa: la inspi­
ración como carisma de lenguaje, la verdad bíblica frecuente­
mente en forma de representación literaria, entre las consecuen­
cias de la inspiración hacía falta incluir comunicación e influen­
cia. Ante el contraste entre enseñanza escolar y múltiples datos
bíblicos, se me ocurrió que se podía repensar el artículo de fe
sobre la inspiración bíblica con categorías del lenguaje: fun­
ciones, niveles, obra literaria. Me parecía que este enfoque res­
pondía mejor a la realidad de la Biblia y preparaba mejor el te­
rreno para una hermenéutica renovada (el libro de Gadamer,
Wahrheit und Metbode, de 1960, comenzaba apenas a influir).
A caballo de los años 1965/66 se publicó la obra simultánea­
mente en inglés y en español; se sucedieron pronto ediciones en
italiano, francés y alemán, una segunda edición española y hace
poco una polaca.
A los veinte años de la publicación de la obra y de la consti­
tución conciliar «Dei Verbum» hemos reflexionado sobre el tra­
bajo. Por lo que a mí toca, he podido constatar que «La Palabra
16 Prólogo a la. tercera edición
Inspirada» ha sido para mí germinal, programática. Mucho de lo PRIMERA PARTE
que he escrito después arranca de ahí. Por eso he querido dejar
constancia de ello citando oportunamente artículos o libros. En LA PALABRA D IV I^ O -H U M A N A
cuanto a público y tema, han crecido parejos el interés por la
Biblia y por el lenguaje. Esto parece justificar una nueva edición
de la obra. Ha sido sometida a revisiones y adiciones bibliográ­ Locutus est per prophetas
ficas, pero conserva la estructura y el tenor original.
Roma, Pentecostés de 1986. 1. El artículo de fe y su contexto
2. La palabra divino-humana
3. Testimonios bíblicos
EL ARTIC U LO DE FE Y SU C O N TEXTO

ARTICULO DE FE

En la misa dominical el pueblo, dirigido por el sacerdote, se


pone en pie para profesar su fe. Es un acto litúrgico solemne: la
comunidad alzada, no en pie de guerra, sino en pie de profesión;
en posición firme, porque está expresando una firmeza del espí­
ritu; en posición uniforme, porque expresan ánimos unánimes.
Pero al mismo tiempo humildes, porque el acto de fe es un acto
de humildad, y es un don de la gracia. En este momento litúr­
gico una avenida de gracia nivela, levantándolos, a todos los pre­
sentes; y los nivela al nivel del sacerdote, al nivel de la vida so­
brenatural. Un crecimiento sobrehumano pone en pie a la comu­
nidad, porque fluye una profunda crecida de gracias.
¿Entienden todos lo que profesan? Sí, al menos de modo ele­
mental: porque creer es ya comprender, es abrirse y entregarse
en una comprensión. ¿Entienden todos lo mismo, es decir, con
la misma claridad, profundidad, precisión, riqueza? No, porque
estas perfecciones variables pueden acrecentarse con la medita­
ción, el estudio. La actividad intelectual, operando sobre el ob­
jeto de la fe, nos hace ganar conocimiento. Aquí tenemos des­
crita sumariamente la teología como actividad: una fe que busca
comprender.
Ya en la liturgia podía suceder un crecimiento de entender
sobre la fe profesada: la composición del oficio litúrgico de una
fiesta intenta iluminar el misterio celebrado, presentando y revi­
viendo una armoniosa e intuitiva composición de elementos va­
rios, como lecturas del Antiguo Testamento y del Nuevo, ora­
ciones, himnos, gestos, etc. Además, durante la ceremonia litúr­
gica, puede un sacerdote explicar el sentido de la fiesta y del
misterio, lo cual acrecienta el entendimiento del objeto de la fe.
Este crecimiento del entender, por medio de la celebración litúr­
gica, es más vital y orgánico, menos consciente y sistemático.
s - v n o t /L É V A L O W A J£R A
20 El artículo de fe y su contexto En el contexto del Espíritu 21

Por eso, el cristiano sigue buscando inteligencia de su fe fuera de nía sobre el abismo ai comienzo de la creación, el Espíritu invadía
la liturgia y, empujado por ella, en una ciencia que se llama teo­ tumultuoso al héroe Sansón y lo empujaba a las hazañas salvadoras
logía. de su pueblo, el Espíritu convergía de los cuatro puntos cardinales
Nuestra profesión de fe está articulada, o dividida en artícu­ y vivificaba los huesos áridos que Ezequiel, el profeta, contem­
los. En la tercera sección, dedicada al Espíritu Santo, profesamos: plaba; el Espíritu también era un aliento de Dios que vivificaba a
Qui locutus est per prophetas. Y en estas palabras está contenida Adán, y una brisa suave que enjugaba la angustia de Elias, y un
sustancialmente nuestra fe en la realidad misteriosa de la Sagrada cuádruple viento dócil que se posa sobre el retoño de Jesé; el Espí­
Escritura, de los libros inspirados. ¿Entienden todos este artículo ritu es viento huracanado y lenguas de fuego el día de pentecostés,
de la fe que profesan? Sí, pues es fácil comprender lo que es ha­ y es apuntador en voz baja de la invocación «Padre», y es derro­
blar, y no es difícil tener algunas ideas sobre los profetas, y genéri­ chador de dones y carismas policromos en la primitiva Iglesia y en
camente podemos comprender lo que es hablar por medio de todos los tiempos de su historia.
otros. Ahora bien, esta elemental comprensión sobre la actividad Así tenemos que pensar el Espíritu: fuerte y libérrimo, activo y
del Espíritu Santo y sobre la palabra de Dios también puede enri­ múltiple, presente e invisible. Y en este contexto dinámico y
quecerse en un estudio teológico: la actividad inspiradora del Espí­ abierto tenemos que pensar la inspiración de los libros sagrados.
ritu, el hecho histórico de unos autores inspirados, la presencia en Buscaremos precisiones, y el Espíritu se nos escapará del encasi­
la Iglesia de unos libros inspirados, las consecuencias de esta reali­ llado mental, estrecharemos los conceptos, y el viento los desbor­
dad para nuestra vida cristiana. He aquí direcciones por donde se dará, aplicaremos distinciones, y el Espíritu las hará permeables.
puede ensanchar nuestra inteligencia del artículo de fe Qui locutus Porque el Espíritu sopla adonde quiere, oyes su voz y no sabes de
est per prophetas. dónde viene ni adonde va.
En un contexto de múltiples carismas, de Israel y de la Iglesia,
se sitúa el carisma de la inspiración de la Escritura: permeable a
otros carismas y conviviendo con ellos.
EN EL CONTEXTO DEL ESPIRITU

Sobre los carismas, aparte los comentarios a las cartas a los Romanos y Con esta flexibilidad intelectual, y alertas a las realidades diná­
primera a los Corintios; además de obras generales, como la Teología del micas, y dispuestos a la humildad de sentirnos burlados, podemos
Nuevo Testamento de Meinertz y el Diccionario teológico del Nuevo Tes­ abordar el estudio de los autores y libros inspirados que, al fin y al
tamento (G. Kittel), puede verse: K. Rahner, Lo dinámico en la Iglesia, cabo, son un misterio de nuestra fe. Y para entender un poco la
«Quaestiones disputatae» (Barcelona 1963). En este volumen estudia el au­ acción del Espíritu, que el mismo Espíritu nos conceda el don de
tor los carismas como constitutivos de la Iglesia, y en sus relaciones con
los oficios. Puede verse el artículo de síntesis de Hans Küng, Estructura inteligencia.
carismática de la Iglesia: «Concilium» 4 (1965) 44-65; con referencias bi­ Cuando decimos que la inspiración es un carisma, profesamos
bliográficas, especialmente en nota 7. También la importante obra de una de las características de la Iglesia. Los libros sagrados pertene­
H. Mühlen, Una persona Mystica (21967) y D. Grasso, Los carismas en la cen a la institución de la Iglesia, a su constitución: son algo institu­
Iglesia (Ed. Cristiandad, Madrid 1983). cional y constitutivo. Pero lo institucional en la Iglesia está siempre
Antes de bajar a precisiones, consideremos el contexto donde abierto al carisma, porque sin carismas la Iglesia no puede subsis­
nos vamos a mover 1: es el contexto del Espíritu. El Espíritu es un tir. Sus instituciones, papado, episcopado, sacerdocio, definiciones
«viento divino» (Gn 1), es una fuerza elemental: el Espíritu se cer- dogmáticas, etc., están transidas de carisma, es decir, de la presen­
cia activa del Espíritu, que garantiza cosas sobrehumanas en la
Iglesia, como la infalibilidad o la santidad; además de todas las ins­
1 Sobre el contexto trinitario véase también 49ss y 284ss. tituciones conocidas y registradas, queda siempre lugar para el ca-
22 El artículo de fe y su contexto En el contexto del logos 23
risma imprevisto e irresistible, porque el Espíritu activo en la Igle­ Esta organización de Benoit devuelve la inspiración de la Sa­
sia no está encasillado. grada Escritura a un contexto amplio, vario, «analógico», seña­
Por eso, el llamar a la inspiración un «carisma» trae consecuen­ lando conexiones, y el común parentesco en el Espíritu. Puede
cias importantes: la presencia de la Escritura en la Iglesia es una citar a su favor la etimología de la palabra «in-spiración», y el
presencia del Espíritu y, por tanto, una actividad; es uno de los ca­ uso fluctuante de escritores antiguos, que también llaman «inspi­
minos institucionales de la acción del Espíritu; y, al mismo tiempo, rados» a los concilios y a algunos escritores eclesiásticos.
queda abierta y disponible para nuevas acciones inesperadas del Es­ Con todo, no creo recomendable la terminología de Benoit.
píritu. Además, la lectura y la interpretación de la Sagrada Escri­ Modernamente, el uso ha consagrado y especificado el término
tura entran en la esfera de los carismas: hay una interpretación in­ «inspiración»: usarlo anulando la diferenciación. admitida, fácil­
falible y autoritativa, hay una interpretación inspirada y espiritual; mente nos hará deslizar de la analogía a la ambigüedad. Mucho
y al servicio de ellas se pone el humilde trabajo humano de investi­ más tradicional y menos peligroso es recurrir al término «ca­
gar, que también puede ser tocado por el Espíritu 2. Todo ello es risma», como contexto de unificación y de conexiones, reser­
elemento constitutivo de la tradición, que el Espíritu anima, tam­ vando la «inspiración» como término técnico. Lo cual no nos
bién a través de la Escritura inspirada. impedirá distinguir dentro del proceso total de la inspiración di­
El llamar a la inspiración un «carisma» nos invita a no pensar versos estadios o aspectos. En esta línea, los estudios de Benoit
este misterio desligado de los otros carismas que animan la vida son un progreso en la diferenciación especulativa del misterio.
de la Iglesia: como hilos de un único y maravilloso tapiz, se en­ Santo Tomás nos había enseñado a colocar la «profecía» (no
trecruzan dando figura el carisma de la santidad y el de la inspi­ estrictamente la «inspiración») en el contexto de los carismas o
ración, el de milagros y curaciones, el de sabiduría y consejo, y gratiae gratis datae (Summa Th. q. 171-178). Por su amor al sa­
el de predicación, etc. bio orden de las divisiones, repartió los carismas en tres grupos:
Recientemente el padre Benoit ha intentado extender el ám­ gracias de conocer, la profecía y el rapto; gracias de hablar, la
bito de la «inspiración» dividiendo y organizando el concepto glosolalia y el discurso; gracias de obrar, los milagros. Así cae la
por «analogías» 3. Así habla de la inspiración cognoscitiva para profecía en el primer grupo, un poco contra la abundante evi­
conocer, de la inspiración oratoria para hablar, que se subdivide dencia bíblica. La prosecución rígida de esta división ha traído
en profética y apostólica, de la inspiración para escribir o hagio- problemas innecesarios al tratado neoscolástico De Inspiratione
gráfica; y también habla de una inspiración dramática, para Sacrae Scripturae. Más tarde tendremos ocasión de volver sobre
obrar, activa en la vida de Israel como pueblo, y en personajes este tema. Por ahora, baste afirmar, sin entrar en «cuestiones
elegidos; y se refiere a la inspiración eclesiástica o asistencia en disputadas», que la inspiración es un carisma de lenguaje: locutus
el magisterio. est.
EN EL CONTEXTO DEL LOGOS

2 En la tercera sesión del Vaticano II, octubre de 1964, presentó este tema La teoría de la revelación se encuentra de nuevo en movimiento y en un
del Espíritu, con particular vigor, monseñor Edelby. La constitución Dei Ver­ centro de interés. Como síntesis histórica y exposición sistemática
bum 12 dice: «La Escritura se ha de leer e interpretar con el mismo Espíritu con puede consultarse: R. Latourelle, Teología, de la revelación (Salamanca
que fue escrita». Véase mi comentario en el volumen publicado por la BAC, Co­ 1966). En su parte histórica ofrece resúmenes claros de las teorías y
mentarios a la constitución *Dei Verbum» sobre la divina revelación (Madrid controversias más importantes. La parte sistemática comienza con tres
1969).
capítulos titulados: «La revelación como palabra, testimonio y encuen­
J P. Benoit, Les analogies de 1‘inspiration, en «Sacra Pagina» I (Gembloux tro», «Revelación y creación», «Historia y revelación». Se trata de una
1959) 86-99; id., Inspiración y revelación: Con 10 (1965) 13-22. descripción breve, sin entrar en las relaciones mutuas. Véase la amplia
24 El artículo de fe y su contexto En el contexto del logos 25
recensión de A. Dulles en «Theological Studies», 1964. El libro ofrece cia, es manifestación; su ser es cognoscible, y por ello, diremos
también una bibliografía general, más la bibliografía especial de cada ca­ que quita un velo o se revela. Cuando el hombre se apodera de
pítulo.
Un punto de vista más fenomenológico, y una exposición menos es­ dicha manifestación, y contempla dicho ser manifestado a su in­
colar, en la obra de R. Guardini, Religión und Offenbarung (Wurz- teligencia, en un acto del espíritu lo nombra, lo vuelve a mani­
burgo 1958; trad. española Ed. Cristiandad; Religión y revelación, Ma­ festar, le da una nueva calidad de presencia y patencia; en cierto
drid 1960). La primera parte describe el hecho o fenómeno de la expe­ sentido, se lo revela a sí mismo, lo revela a otros.
riencia religiosa. Segunda parte, algunas configuraciones concretas de Ya estamos viendo la conexión radical entre «revelación» y
dicha experiencia. Tercera parte, su formulación en conceptos e imá­ lenguaje. Si queremos operar con escrúpulo terminológico, re­
genes. servaremos la palabra «revelación» para una esfera superior.
Expone con gran claridad: H. Fríes, Glauben-Wissen. Wege zttr Pero, como el lenguaje común no siente tales escrúpulos, he
einer Lósung des Problems (Berlín 1960; trad. española en Ed. Cristian­ querido comenzar por este estadio tan sugestivo, anterior al ri­
dad: Creer y saber, Madrid 1963). Aparte la exposición histórica, aquí gor de la diferenciación terminológica. El niño es el gran descu­
interesa sobre todo la descripción de la fe en la persona y la fe en sus bridor de un «nuevo mundo», porque todo el mundo es nuevo
proposiciones. La fe en la persona es auténtica forma, y superior, de sa­ para él; todo es para él revelación o manifestación, y el dar o
ber. Puede consultarse C. Geffré / I. de la Pottérie (eds), Révélation de
Dieu et langage des hommes (París 1964) y «Concilium» 21 (1967), Re­ usar nombres es también un gozo para el niño.
velación y fe. Cf. N. Schiepers / K. Rahner / H. Fries, Revelación, en El término «revelación» está mejor usado para sujetos, per­
«Sacramentum Mundi» VI, cois. 78-113 y P. Ricoeur / E. Levinas (eds), sonas. Dos características sirven para describir la persona: la au-
La révélation (Bruselas, Universidad de Saint-Louis 1971). toposesión intelectual o conciencia, y la autoposesión volitiva o
libertad. También el perro conoce sensorialmente, pero no co­
En el carisma de la inspiración, la actividad del Espíritu se noce que conoce; y posee tendencias que no posee libremente.
especializa en lenguaje: exposición, comunicación, conocimiento. Por el contrario, en el acto de conocer un objeto, yo me co­
Todo ello pertenece a la esfera del logos que es conocimiento nozco como conocedor en acción, puedo atesorar el conoci­
mental y su comunicación en palabras: pensar y decir. Comuni­ miento, y actualizarlo en nuevas ocasiones, como mío y como
cación y conocimiento son elementos de revelación. pasado: poseo mi conocimiento y a mí mismo en él. De modo
Tomemos la palabra «revelación» en un sentido amplio, y más radical aún poseo mi voluntad, pues tomo decisiones, las
podremos partir de experiencias estrictamente humanas. Por suspendo, las revoco, dirijo la actividad a un fin previsto, re­
ejemplo, llamamos «revelar» a la operación química por la cual flexiono y pondero antes de decidir, y después de la acción, me
la emulsión fotográfica impresionada por la luz, manifiesta y li­ siento dueño y por ello responsable: en la decisión, poseo mi
bera la imagen grabada y escondida. Podemos decir que el voluntad y a mí mismo, poseo mi decisión y a mí mismo en ella.
átomo, los genes, están revelando sus secretos a una inquisición Esta posesión es algo interior a mí, está cerrada en sí misma; por
matemática y experimental. En un grado más alto o más pro­ lo cual puedo conservar para mi posesión exclusiva dicha activi­
fundo, puedo decir que un paisaje, una tormenta, un cielo noc­ dad, puedo velarla a miradas externas, y también puedo reve­
turno tropical han sido una revelación para mí, porque me han larla.
descubierto algo que está por encima o detrás de ellos. Se trata Porque me poseo, me puedo esconder y encerrar, por encima
de objetos que se revelan; ¿o un algo, que no es mero objeto, se de presiones y violencias; porque me poseo, me puedo abrir en
descubre en ellos? comunicación con otra persona, revelándome en donación libre.
Sin llegar tan lejos o tan dentro, el más humilde objeto del Aquí, en actos de plenitud personal, está justificado el uso del
mundo está patente, manifestándose al hombre; su ser es presen­ término «revelación».
26 El artículo de fe y su contexto Tres vías de revelación 27
Es verdad que, sin querer, nos descubrimos en gestos, en
reacciones espontáneas, en acciones: hay ciencias o técnicas que hemos entrado en la divinidad con audacia especulativa agusti-
descifran tales síntomas. En plena revelación libre, querida y niana. Si usamos el término «revelación» en sentido más estre­
producida, no se descifra por síntomas, sino que se conoce y se cho, entonces la vida interna de Dios no nos basta; necesitamos
penetra. Esta revelación personal, consciente y libre, puede reali­ un movimiento de apertura de Dios, que se exteriorice en ac­
zarse en ocasiones intencionales, como un ramos de flores («dí­ ciones o palabras. ¿Será posible este tipo de revelación por parte
galo con flores»); en gestos intencionados, como un apretón de de Dios? Otra vez, siguiendo la especulación de san Agustín,
manos; en palabras. Por la revelación personal, hacemos a otra apoyado a su vez en datos bíblicos, podemos decir: porque den­
persona partícipe de nuestra propia posesión, y recíprocamente tro de Dios hay una palabra que es expresión total de la divini­
compartimos su posesión. dad, por eso es posible una acción externa que sea reflejo parcial
y multiplicado de la divinidad. Por eso dicen san Juan y san Pa­
Otra vez desembocamos en el lenguaje, como vehículo ideal blo que todo ha sido hecho por él y en él, porque toda manifes­
de revelación personal; más aún, ha sonado el tema de la revela­ tación externa de Dios radica en la interna manifestación que es
ción mutua, consumada en la palabra dialogada. El tema volverá el Hijo, la Imagen, el Logos. Toda revelación de Dios hacia
a sonar; por ahora, quede aquí, enunciado. fuera es reflejo de la misteriosa manifestación interna de Dios.
Y Dios, ¿es persona?, ¿puede velarse y revelarse? Aquí la fe Si sabemos algo y podemos decir algo de la vida interna de
nos ayuda, pues nos dice que Dios subsiste en tres personas; Dios, es porque se ha realizado una revelación externa de Dios,
sólo que la fe ya implica una revelación. La especulación agusti- que nos permite de algún modo entrar hasta ,su propia vida.
niana sobre la Trinidad, apoyada en algunos datos bíblicos, nos
guiará. TRES VIAS DE REVELACION
Nadie como Dios se posee, en su conocimiento y libertad: la
plenitud de Dios sólo puede ser poseída por Dios. El Padre po­ La carta a los Hebreos se abre con un comienzo solemne y ma­
see la plenitud de Dios, que es poseerse a sí mismo; pero no se cizo: «En múltiples ocasiones y de muchas maneras habló Dios
reserva en exclusiva esta posesión, sino que en una Palabra, mis­ antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta
teriosa y total, comunica su plenitud divina a la persona del etapa final, nos ha hablado por un Hijo, al que nombró here­
Hijo, de manera que el Hijo posee entera la divinidad, la misma dero de todo, lo mismo que por él había creado los mundos y
del Padre: es el Hijo, la imagen, la Palabra del Padre. La pleni­ las edades. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser; él sos­
tud de divinidad, que poseen compartida el Padre con el Hijo, tiene el universo con la palabra potente de Dios; y después de
los dos la comunican por amor al Espíritu Santo, de manera que realizar la purificación de los pecados, se sentó a la derecha de
la tercera persona posee también la plenitud de la divinidad. Es­ su majestad en las alturas, haciéndose tanto más poderoso vale­
tirando mucho el término «revelación», podríamos decir que dor que los ángeles, cuanto más extraordinario es el título que
dentro de Dios hay una especie de revelación, o mejor, que la ha heredado».
vida divina es revelación interna, del Padre al Hijo, del Padre en En esta síntesis teológica sólo nos falta una enunciación ex­
el Hijo. Esto es especulación sobre un hecho que es misterio 4. plícita de la revelación por la historia —que encontramos en el
Con esto no hemos salido de la divinidad; al contrario, capítulo 11 y que está implícita en las formas verbales del pró­
logo—. Encontramos una referencia a Cristo como resplandor
de su gloria e impronta de su ser. Estas palabras se refieren es­
Gottes Wort. Eine Theologie der Predigt nach Bonaventura
Vease E. Eilers, trictamente a Cristo encarnado, pero en la encarnación entra esa
(Friburgo 1941); A. Gerken,Theologie des Wortes. Das Verhaltnis von Schóp- participación de la divinidad como imagen sustancial, que es
fung und lnkamation bei Bonaventura (Düsseldorf 1963).
propia de la vida trinitaria. Escuchamos además que por él fue
28 El artículo de fe y su contexto Revelación por la creación 29

creado el universo, primera revelación de Dios hacia fuera. pin, Mythe et Allégorie (París 1958); solamente el capítulo primero. Su
Antes de su venida histórica, preparando los días de la etapa fi­ explicación de la alegoría cristiana es equi'vocada, como demuestra
nal, hubo una revelación en muchas palabras, dichas por hom­ H. de Lubac en su Exégése Médiévale. Véase también P. Barthel, Inter-
bres profetas. En Cristo encarnado tenemos la revelación final y prétation du langage mytbique et tbéologie biblique (Leiden 1963).
plenaria, que se realiza en su persona, como «resplandor e ima­ Cf. J.W. Rogerson, Mith in oíd Testament Interpretaron (Nueva York
gen», y en sus acciones «de purificar los pecados», y en sus pa­ 1976). Cf. una buena iniciación al símbolo en J. Mateos, Símbolo, en
labras, puesto que en él habla el Padre. Creación, escritura santa, Conceptos fundamentales de Pastoral (Ed. Cristiandad, Madrid 1983)
redención en Cristo, todo está estrechamente unido, y todo es 960-971, con bibliografía.
para nosotros manifestación divina. Las palabras naturaleza, universo, cosmos, son pobres susti­
tutos de la palabra creación. Porque la verdadera sustancia dé
REVELACION POR LA CREACION toda la naturaleza es ser criatura, y como tal, revelación de
Además del capítulo que le dedica R. Latourelle, con la bibliografía co­ Dios; o, si queremos evitar un vocablo demasiado preciso, mani­
rrespondiente, conviene destacar aquí el tema del mito. Es un tema de festación de Dios. Todo lo que Dios obra fuera de sí mismo lo
interés central en el pensamiento actual, y por ello, la bibliografía es in­ manifiesta, es en sentido amplio una especie de lengua: «los
mensa. Una exposición abundante, suficientemente clara, con buena bi­ cielos proclaman la gloria de Dios» con sólo existir y actuar.
bliografía, en Dictionnaire de la Bible, Supplément (DBS) VI, pp. 225-
258. Entre los autores más reconocidos y leídos actualmente hay que ci­ Sin que hablen, sin que pronuncien,
tar a Mircea Eliade, cuyas obras están traducidas a las principales len­ sin que resuene su voz,
guas; véase, por ejemplo, su Historia de las creencias y de las ideas reli­ a toda la tierra alcanza su pregón
giosas, 4 vols. (Ed. Cristiandad, Madrid 1978-86). El tema del mito lo y hasta los límites del orbe su lenguaje (Sal 19, 3-4).
desarrolla a lo largo de toda su producción, de modo especial en el Tra­
tado de Historia de las Religiones. Morfología y dialéctica de lo sagrado, Cuando los ojos mortales no se cierran, comprenden el len­
analizando las «hierofanías» numinosas, que descubre el hombre en el guaje de la naturaleza como criatura que habla del Creador. Y es
Neolítico en contacto con la agricultura, y que luego entreteje con una imagen frecuente, tópica, hablar del libro de la creación:
mitos, ritos y símbolos, que mantienen en contacto lo humano con lo
divino (Ed. Cristiandad, Madrid 21981). Mencionaremos algunos otros Omnis mundi creatura
libros suyos; El mito del eterno retorno (1949), Imágenes y símbolos quasi liber et pictura
(1952), Mito y realidad (1968), La nostalgia de los orígenes (1971), Imá­
genes y símbolos (1974). nobis est et speculum
Por su importancia, deben consultarse los'dos estudios de P. RÍ-
coeur, Symbolisme du mal, tomo II de Finitu.de et culpabilité (París escribe Alano de Insulis (PL 210, 579); y san Buenaventura en
1960) y Poética y Simbólica, en Iniciación a la práctica de la Teología I su Breviloquio, afirma: creatura mundi est quasi quídam liber in
(Madrid 1983) 43-69. quo relucet... Trinitas fabricatrix (II, 2 ) 5.
En otra dirección se mueve la complicada controversia sobre el arte San Pablo, nos dice: «Lo cognoscible de Dios está a su al­
de desmitologizar el Nuevo Testamento, tanto que el padre Nober tiene cance, pues Dios se lo ha manifestado. Ya que, desde la crea-
que dedicarle un título especial en su «Elenco Bibliográfico Bíblico
anual». El libro de H. Noack, Spracbe und Offenbarung (Gütersloh 5 E. R. Curtius, Europasche Literatur und lateinisches Mittelalter, Berna
1960), se mueve en este horizonte de problemas, con el típico y difícil 21954, capítulo 16: «El libro como símbolo». Repasando desde Grecia hasta Sha­
lenguaje. kespeare, muestra la constancia y variaciones del símbolo. De particular interés
Sobre el cambio en la valoración del mito, puede consultarse J. Pé- la idea de los dos libros, naturaleza y Escritura, frecuente en autores medievales
30 El artículo de fe y su contexto Revelación por la creación 31

ción, su naturaleza invisible, su poder eterno y su divinidad, son éste es el camino religioso, sinceramente religioso, de muchos
conocidos por una reflexión sobre las cosas creadas» (Rom pueblos. El que sea un camino emotivo, cargado de intensa
1,20 ). Es decir, los seres visibles de la creación revelan a Dios a
emoción, no excluye su naturaleza intelectual, puesto que toda
una mente que sepa reflexionar. San Pablo no detalla cómo se percepción simbólica es intelectual, aunque pueda radicar en es­
realiza esta reflexión, sino que emplea el término filosófico quemas subconscientes del alma. Esta percepción simbólica se
nooúmena, que prodríamos traducir rigurosamente «pensadas». traducirá después en mitos y en grandes imágenes poéticas, con
Y el libro de la Sabiduría lo formula así: «Por la magnitud y be­ valor cognoscitivo y expresivo 7.
lleza de las criaturas se descubre por analogía el que les dio el Si entre los salmos encontramos uno tomado y adaptado del
ser» (Sab 13,5). Una forma de reflexión intelectual será por el culto cananeo, quiere decir que el autor sagrado encontró en él
puente de silogismos, que apoyados sobre el principio de causa­ una auténtica experiencia religiosa, formulada con suficiente co­
lidad, llevarán rigurosamente hasta Dios, sus atributos y perfec­ rrección para ser transportada al contexto yahvista. Se trata del
ciones. Más o menos, las diferentes, pruebas de la existencia de salmo 29, que canta a Dios presente en la tormenta. Es poesía
Dios, o «vías», son aplicación del gran principio de razón sufi­ auténtica, sin rastro de raciocinio: un hecho de la naturaleza, di­
ciente. Para los griegos del tiempo de Pablo, para los hombres námico e impresionante, está contemplado y hecho pasar por
de una era científica, las vías del silogismo siempre están transi­ una reflexión simbólica —nooúmena—, en la cual el trueno se
tables, y todas terminan en Dios. profundiza en voz de Dios. De modo semejante los poetas reli­
Y radicalmente para todos los hombres, puesto que la racio­ giosos hebreos toman prestados grandes símbolos de la religión
nalidad es esencial al hombre, y la capacidad de razonar, en ac­ cananea, para formular alguna cualidad de Dios: por ejemplo, el
ción, puede conducir al hombre hasta Dios. Aquí hablo de posi­ tumulto oceánico, visto como una rebelión o desorden, sobre el
bilidad, en el sentido del concilio Vaticano I 6. que Dios impone victoriosamente el orden:
Para pueblos primitivos, para culturas prefilosóficas, parece Levantan los ríos, Señor,
existir además otra vía, que suelen llamar simbólica. No me re­ levantan los ríos su voz,
fiero a vía de «demostración», porque demostrar es una opera­ levantan los ríos su fragor;
ción filosófica rigurosa, mientras que la vía simbólica conduce a pero más potente que la voz de aguas caudalosas,
Dios sin aplicar el rigor de los silogismos. Una percepción de más potente que el oleaje del mar,
presencia superior en una tormenta: la tormenta se trasciende a más potente en el cielo es el Señor (Sal 93,3-4).
sí misma, en ella se descubre algo superior e imponente, algo sa­
cro y divino; no por medio de raciocinios, sino en forma de ex­ No hay que pensar que las imágenes, símbolos, mitos de
periencia profunda y emocional. Lo mismo un profundo cielo estas religiones orientales sean puro embuste y falsedad, y que al
estrellado, o un volcán en erupción, la inmensidad quieta del entrar en el uso israelítico se conviertan de repente en auténticos
mar, el silencio sobrecogedor de una selva.... Que este camino y santos: no es de este orden la trasmutación bíblica. Y más ri­
está más expuesto a deformaciones lo demuestra la historia com­ dículo sería pensar que los autores bíblicos proceden por racio­
parada de las religiones; pero la misma ciencia demuestra que cinios y silogismos, que después visten y disimulan con imá­
genes, a causa de la ignorancia o incultura de los lectores. La
(trad. cast. Fondo de Cultura Económica, con el título: Literatura europea y poesía no es el arte de vestir silogismos.
Edad Media latina, México 41984) 423-489.
Véase también H. de Lubac, Exégése Médiévale. Les quatre sens de l’Écri- 7 Religión y revelación, capítulo primero, «El carácter simbólico
ture , I (París 1959) 121-125.
R. Guardini,
Los signos sagrados.
Theologie de la Révélation,
6 Véase R. Latourelle, p. 356.
de las cosas» y su precioso libro
32 El artículo de fe y su contexto Revelación por la creación 33

En estos y otros numerosos ejemplos bíblicos, que se po­ algo de la unidad y de las relaciones divinas: como sentencias
drían citar, aparece un evidente punto de contacto con las reli­ bien compuestas. Y todos los seres componen un sistema orde­
giones del Oriente antiguo: ello significa que, al menos en estos nado: como una obra perfecta de un lenguaje. N o es muy origi­
puntos de contacto, y aun aristas de contacto, las religiones ex- nal hablar del gran libro de la naturaleza. Fray Luis de Granada
trabíblicas atestiguan una auténtica experiencia de Dios, aunque habla de letras «que serán luego todas las criaturas deste mundo,
esté contaminada y deformada en otros muchos puntos de no tan hermosas y tan acabadas, sino unas como letras quebradas e
contacto. Puede verse: Treinta Salmos, pp. 296s. iluminadas que declaran bien el primor y la sabiduría del autor».
Por lo demás, se trata de una explicación comúnmente admi­ Mientras que Dante escoge la imagen de las hojas sueltas en la
tida hoy día, a la que siguen sin rendirse los que todavía piensan naturaleza y encuadernadas en Dios.
sobre los mitos con categorías iluministas o racionalistas. Los
autores discutirán sobre las ventajas de estos modos de acceso a Nel suo profondo vidi che s3interna,
Dios; aquí nos interesa sencillamente el hecho, que la creación legato con amore in un volume,
manifiesta a Dios. ció che per l’universo si squadema (Par 33,83) 8.
¿Es esta manifestación de Dios un lenguaje divino? ¿O se
cumple por una adición de lenguaje humano al puro dato de la El Antiguo Testamento emplea la representación del lenguaje
naturaleza? Ese nooúmena de la carta a los Romanos, ¿no es ya en el mismo momento de la acción creativa. El autor de Gn 1
una especie de lenguaje interior?, ¿no se da en él una síntesis hace una fina distinción en las primeras obras: en rigor, precede
simbólica, o un proceso racional de proposiciones encadenadas? el mandato, sigue la existencia, sigue el nombre. La cosa queda
De hecho, no faltará en tales casos al menos un acompañamiento muy clara cuando el vocablo es distinto en la llamada creativa y
rudimentario de lenguaje interior; pero ahora, prefiero no consi­ en la imposición del nombre: «Que exista la luz, y la luz exis­
derar esa acción de la inteligencia como acto formal de lenguaje. tió... y llamó Dios a la luz día». Podemos hablar de una «voca­
Habrá que precisar y manejar diversos sentidos del término ción» a la existencia, y después de un «nombramiento» en su
«lenguaje». ser. La llamada a la existencia es un «decir» de Dios: «y dijo
En el Logos, el Padre se dice a sí mismo, comunicando en­ Dios...», aparece como acto de lenguaje, con un fortísimo e in­
tera su divinidad al Hijo. Por lo que tiene este acto de vital y de vencible impulso en la forma verbal «exista», y con una diferen­
expresión, lo llamamos analógicamente palabra, logos. Pero es ciación sucesiva en los sustantivos «luz, agua, continente». En el
único y total, ño dividido ni articulado: es imagen subsistente y sucesivo nombramiento, gritado por Dios, queda establecida la
natural, no convencional ni transeúnte. Cuando Dios comienza á realidad distinta de cada ser, su presencia cognoscible. Desde el
obrar hacia fuera, por el Hijo, es diferente. Dios no puede ago­ principio son nombradas, y para siempre siguen siendo nombra-
tar su imagen en una criatura, sino que divide y articula su ima­ bles. En los siguientes actos creativos el autor mantiene la
gen en muchas imágenes ordenadas y compuestas; y esto es una sublime economía de su descripción, por eso renuncia a la mul­
especie de lenguaje, sistema ordenado de formas representativas. tiplicidad explícita. El cuarto día Dios llama a la existencia a las
Dios no puede comunicar su subsistencia fuera de sí, sólo comu­ «lumbreras», y distingue entre todas las dos lumbreras mayores,
nica una existencia contingente; y esta necesaria pérdida de sus­ una diurna y otra nocturna: estas dos reciben su función propia,
tancia también se parece a un lenguaje. Cada ser representa una «sol, luna». Sería contra el estilo simple y hierático de este capí­
perfección interna de Dios, a escala disminuida y sin propia con­ tulo comenzar a nombrar por separado las estrellas innumera­
sistencia: como un inmenso vocabulario de palabras significa­ bles; el autor se contenta con decir «y las estrellas». Pero en el
tivas. Los seres se relacionan en un orden parcial, representando 8 E. R. Curtius, Literatura europea y Edad Media latina, 457ss.
3
34 El artículo de fe y su contexto Revelación por la historia 35
salmo 147 leemos que Dios llama a las estrellas por su nombre, uso secular de los santos padres, nos garantizan la validez de
lo cual implica que les ha impuesto un nombre a cada una, lo nuestra explicación. Si podemos partir de nuestra experiencia de
mismo que al sol y a la luna. Algo semejante sucede en los si­ lenguaje, para explicar analógicamente la actividad divina, es que
guientes actos creativos: el autor insiste en que son creados «se­ realmente nuestro lenguaje imita la actividad divina. Más ade­
gún su especie», dotados de virtudes «según su especie», sin ir lante veremos cómo.
repitiendo el nombre impuesto por Dios a cada uno. En conclusión, tenemos la primera manifestación de Dios,
En la Biblia actual, donde el capítulo 2 prolonga el 1, parece que genéricamente llamamos revelación, por las obras de su
que Dios cede a Adán el derecho a nombrar diferenciadamente a creación, por las criaturas. En éstas hemos encontrado ya una
los animales. Como el hombre actúa a imagen y semejanza de prefiguración y una analogía del lenguaje formal, que será la re­
Dios, su correcto nombramiento no excluye el previo, fundacio­ velación en sentido estricto.
nal, de Dios.
El redactor que unió ambas narraciones no se plantea todos
los problemas teológicos: nosotros podemos afirmar que el «de­ REVELACION POR LA HISTORIA

cir» de Dios es el principio de Ja existencia de los seres, y el El tema de la revelación por la historia es de actualidad, sobre todo en
«nombrar» divino es el principio de su nombrabilidad. Esto la teología protestante. Entre las obras recientes pueden consultarse:
sucede de forma eficaz, diferenciada, ordenada. Recordemos que W. Pannenberg (éd), Revelación como historia (Salamanca 1977) y Teo­
el comienzo de la ciencia, entre sumerios y babilonios, consiste logía del Antiguo Testamento, de G. von Rad. A. Vógtle, Revelación e
en confeccionar listas de nombres por grupos ordenados: historia en el Nuevo Testamento: «Concilium» 21 (1967) 43-55.
plantas, animales, fenómenos atmosféricos, etc.; una práctica que Existen en estos momentos dos obras teológicas que, al intentar la
continúa viva en toda la ciencia occidental, las clasificaciones de renovación de la teología según el espíritu del Vaticano II, parten de la
base de la realidad histórica de la revelación. Mysterium Salutis, que es
Linné, la serie de Mendeleyef, la anatomía descriptiva, los dic­ la primera de ellas, lleva por subtítulo: «Manual de Teología como his­
cionarios por campos de lenguaje 9. toria de la salvación». Consta de cinco gruesos volúmenes, cuyos títulos
Dios crea con su palabra, que es sabiduría y acción hacia expresan bien su orientación: I. Fundamentos de la Teología como his­
fuera: su acción está correctamente representada como manifes­ toria de la salvación (1102 págs.). II. La historia de la salvación antes de
tación en lenguaje articulado y que articula; y el resultado de Cristo (933 págs.). III. El acontecimiento Cristo (1105 págs.). IV. La
esta acción es el sistema ordenado de seres, que se puede compa­ Iglesia (1700 págs. en 2 vols.). V. El cristiano en el tiempo y la consu­
rar con un lenguaje por lo que tiene de nombrabilidad diferen­ mación escatológica (891 págs.). Publicado por Ediciones Cristiandad,
ciada y ordenada, y que se convertirá en lenguaje formal a la lle­ Madrid 1980-85.
gada del hombre. La segunda de las obras, Iniciación a la práctica de la Teología, tra­
Alguno pensará que estamos circulando viciosamente: hemos ducida igualmente por Ediciones Cristiandad (1984-86), consta también
partido de nuestra común experiencia de lenguaje, para explicar de 5 vols. I. Introducción. II. Dogmática 1. III. Dogmática 2. IV. Etica.
por analogía la actividad creativa de Dios; después encontramos V. La práctica. Acciones pastorales. Preparada por los Dominicos de
una semejanza de lenguaje en dicha actividad, sea en la Biblia, París, es la respuesta francesa a la visión alemana a la teología. Con me­
nor intención crítica y científica, resulta más sencilla y asequible para
sea en la especulación teológica. Sin embargo, el uso bíblico quienes se inician en esta materia. ,
consecuente, que explica la acción creadora en forma de len­ En el comentario de la BAC a la constitución Dei Verbum puede
guaje, y las fórmulas teológicas de san Juan, prolongadas por el leerse el artículo Carácter histórico de la revelación, cuyo índice es: La
historia como escenario de la revelación; como objeto; como prueba; la
9 Listenwissenschaft: véase G. von Rad, Teología del Antiguo Testamento I
historia reveladora. El progreso de los esquemas. Los hechos revela­
(Salamanca 1969) 441 ss., con bibliografía.
dores: la razón bíblica. El hecho y la serie: teoría de Pannenberg. Pala­
36 El artículo de fe y su contexto Revelación por la historia 37

bras y hechos: relación orgánica; el hecho humano, su ambigüedad, Un historiador que quisiera escribir la verdadera historia de
densidad y unicidad. La palabra con el hecho. Consecuencias teológica un pueblo llamado Lourdes, tendría que contar con un perso­
y pastoral. naje, muchas veces protagonista, que es Dios. Naturalmente,
Sobre este tema existe una nutrida bibliografía reciente. Citaremos para explicar correctamente algunos hechos históricos, necesita­
los libros que juzgamos más importantes: E. Cassirer, Filosofía de la ría una luz penetrante, la fe. Un agnóstico tendría que registrar
Ilustración (México 1943, sobre la revelación en la Modernidad); R. en la historia de Lourdes una cadena de hechos enigmáticos que
Bultmann, L'historicité de l’homme et la révélation, voll I de Foi et están determinando la historia de la ciudad. El agnóstico llegaría
comprébension (París 1970); E. Lévinas / P. Ricoeur (eds.), Le révéla­
tion (Bruselas 1977); Ch. Duquoc, Alianza y discurso sobre Dios, en a una narración de hechos y a una reflexión negativa: «inexplica­
Iniciación a la práctica de la Teología, II (Ed. Cristiandad, Madrid ble por ahora»; el creyente recogería el fenómeno perceptible, y
1984)19-86. explicaría su verdadero sentido. Es verdad que, para explicar el
sentido profundo, a la vez revelado y oculto en el hecho, usaría
La naturaleza no es más que el escenario de la historia. Ha­ unos medios narrativos que no están previstos en el método de
blando rigurosamente, sólo el hombre tiene historia, como pro­ la historiografía moderna, según Bernheim; más aún, solamente
ceso continuo de hechos irreversibles. Un pensamiento evolucio­ lectores creyentes entenderían realmente la historia de esta
nista, también en su versión aceptable, traspone esta dimensión ciudad.
de historia al gran proceso de la naturaleza. La historia de los Lo que decimos de Lourdes podría extenderse a otras re­
hombres revela al hombre, ¿Puede también revelar a Dios? Una giones y tiempos, donde la presencia y acción de la Iglesia exige
primera respuesta nos dirá que sí, que la historia humana revela una explicación superior del acontecer histórico. Y más allá de
la providencia divina, Sin embargo, para muchos, la historia de este ámbito, tenemos que contar con una realidad histórica, un
la humanidad es más un escándalo que una manifestación de pueblo cuyo nombre y hechos registran las crónicas profanas, y
Dios; y no es tan fácil ver continuamente la providencia de Dios cuya historia sólo se explica introduciendo a Dios como prota­
en todos los acontecimientos de nuestra vida, adversos, humi­ gonista. Que esta historia, contada por los que la vivieron, no
llantes, estúpidos, anodinos. emplee los métodos de la historiografía crítica moderna, no sólo
El salmo 136, genial síntesis de creación y de historia, escoge se debe a la lejanía temporal y cultural, sino también a su género
entre las criaturas un escenario en tres planos: el cielo (morada peculiar: ellos querían contar la verdadera historia, la profunda,
de Dios), la tierra (morada de los hombres), las aguas inferiores la que se entiende a la luz de la fe. Y esta historia tiene un pro­
(morada de las fuerzas adversas); y las dos lumbreras que seña­ tagonista: Dios.
lan los tiempos. Si esta referencia velada a la historia no es del Ahora bien, cuando Dios baja un poco su trascendencia, para
todo consciente, no deja de ser un hallazgo genial. La naturaleza
vinculada a la historia, y ya parte de dicha historia 10. intervenir en la historia, manifiesta su presencia y su acción. Si
Dejando por ahora una providencia que llamaríamos distante repite las intervenciones, hasta crear una continuidad de acción,
y genérica, nos interesa algo más concreto: ¿puede Dios ser un entonces las revelaciones particulares, que eran como puntos, se
personaje activo en la historia humana y revelarse en esta acti­ unen en una línea, y la línea dibuja una figura. La figura de una
vidad? continuidad y de una constancia: Dios se revela en sus cons­
tantes de obrar, y el hombre lo puede conocer como una per­
L. Alonso Schókel, Psalmus 136 (135), VD 45 (1967) 129-138, revisado en
sona amiga y exigente, clarividente y protectora. Dios se revela
10
Treinta Salmos: Poesía y oración (Ed. Cristiandad, Madrid 21986) 389-402. Este en la historia.
tema lo traté con cierta extensión al principio del comentario a Profetas I (Ed. Lo que la historia es a un pueblo, la biografía es a un indivi­
Cristiandad, Madrid 1980) 17-28: «La palabra profética». duo: también el individuo, reflexionando sobre su propia vida,
38 El artículo de fe y su contexto Revelación por la historia 39

puede descubrir una serie de puntos de intervención divina espe­ ble, revelando los personajes y la historia en acción. Recordemos
cial, y puede trazar sobre ellos una línea, y componer con la lí­ algunas cumbres del cine mudo, «El acorazado Potemkin», de
nea una figura, que revela a Dios. También esta revelación entra Eisenstein. «La madre», de Pudovkin, «Juana de Arco», de
en la presente categoría, aunque tiene un carácter más bien pri­ Dreyer, y tendremos bastante para asignar a la acción un carác­
vado. No olvidemos que esta revelación privada puede ser co­ ter de lenguaje,* naturalmente, por la selección y composición de
municada a otros, compartida con ellos, y puede convertirse en las imágenes, que realizan artísticamente dicha acción.
punto de irradiación divina, ya que todo pueblo se compone de De modo semejante podríamos decir que la acción de Dios
personas individuales. en la historia es una especie de lenguaje analógico, puesto que
Teóricamente la acción de Dios puede imponerse por su también Dios escoge y realiza y compone sabiamente sus ac­
fuerza o unicidad: a la tercera plaga los magos confiesan: «el ciones, de modo que hagan sentido. Además, Dios emplea el
dedo de Dios está aquí». De ordinario necesitamos una palabra lenguaje como medio de acción en la historia: el profeta no sola­
añadida a la acción, para que ésta revele su sentido. mente prevé y predice un hecho futuro, sino que actúa con el
En la película «Vivir un gran amor» (adaptada de la novela oráculo en la historia 12. El pueblo de Dios comienza a existir
de Graham Green), el director Dm itrik nos hace contemplar convocado por Dios, convocado a existir como «pueblo de
una escena sin palabras; la casa de Mauricio, el escritor, bombar­ Dios», de modo que este nombre «pueblo mío», «pueblo del Se­
deada, el terror de Sara. Gestos, acción, ruido, estrépito: nin­ ñor», es un nombre que define y sujeta su consistencia. Este
guna palabra. Continúa el film, y la protagonista comienza a ac­ pueblo recibe un orden activo, religioso y ético, en una serie de
tuar de una manera extraña, incoherente: ni el protagonista ni el mandatos, que se llaman «palabras». Como la historia de un
espectador lo comprenden. Hasta que el protagonista se hace amor no transcurre sin elementos de lenguaje dialogado, como el
con el diario de ella, se sienta, y comienza a leerlo en voz alta niño va realizando su existencia bajo la acción y en diálogo con
(para sí mismo y para el espectador). Al conjuro de la voz su padre, así el pueblo de Dios tiene a Dios realmente como
vuelve a girar exactamente la escena del comienzo, con las protagonista y como interlocutor. No podemos separar, si no es
mismas imágenes, con la voz del protagonista que va leyendo las mentalmente, la revelación de Dios por la historia de la revela­
palabras de ella. Y la escena se hace inteligible por la palabra. ción en palabras.
El ejemplo prestado por el cine nos sugiere una, pregunta: Recordemos de paso que Dios actúa en la historia usando la
¿no es la acción de Dios en la historia una especie de lenguaje? naturaleza como instrumento: éste es el signo de las teofanías,
Por lo que tiene de salida hacia fuera, por lo que tiene de dife­ de la acción cósmica en los trascendentes «días del Señor», de la
renciación y orden. Está aceptado hablar del «lenguaje cinemato­ presencia cósmica como testigo del juicio del Señor.
gráfico», en un sentido analógico legítimo: Eisenstein, entre los Y ahora volvamos a nuestro ejemplo del cine para sacar las
creadores, Renato May, entre los analíticos, exponen algunas conclusiones: la historia requiere normalmente el concurso de la
cualidades de este lenguaje: elementos formales, significativos, palabra, para manifestar su sentido, para llegar a plena manifes-
expresivos, sintaxis y estilística n . Aquí la analogía no es capri­
chosa, sino instructiva, nos hace conocer realmente. El cine, aun 12 Sobre la palabra profética como elemento activo en la historia: G. von
Teología del Antiguo Testamento I, pp. 381ss. Cf. igualmente id., Sabiduría
el sonoro, consta sustancialmente de imágenes: imágenes que se Rad,
en Israel (Ed. Cristiandad, Madrid 1985), en especial pp. 183-220: «Epifanía de
suceden, se componen, se articulan; imágenes que cuentan una la creación». Se leerá con provecho el libro, lleno de agudezas y sugerencias, de
historia. Es decir, serie de acciones que trazan un diseño inteligi­ P. Beauchamp, Ley-Profetas-Sabios (Ed. Cristiandad, Madrid 1977), de modo es­
pecial el cap. II: «Los Profetas», pp. 71-101. Véase también del mismo Beau­
11 S. Eisenstein, Film Form. Film Sense (Nueva York 1957); Renato May, ll champ, Le récit, la lettre et le corps
(1982), especialmente los caps. IV y V (en
linguaggio del cinema. L ’avventura del cinema. breve aparecerá en Cristiandad).
40 El artículo de fe y su contexto Revelación por la palabra 41

tación. En el cine los hechos, reales o ficticios, se transforman y Dios ha escogido también y sobre todo esta forma de comuni­
subsisten en forma de imágenes organizadas, y en este estado ya carse, de revelarse.
reciben y transmiten su interpretación; muy mediano es el direc­ Pensemos en una experiencia humana intensa: amor, dolor,
tor que tiene que ir explicando el sentido de sus imágenes, sea belleza, descubrimiento... La vivencia es algo total, envolvente:
en voz narrativa, o haciendo discursear a sus personajes. Dios nos parece como que el yo navega arrastrado por la intensidad
actúa en la historia, crea y dirige dicha historia; y envía su pala­ de la experiencia, que somos testigos arrollados por las aguas,
bra para explicar el sentido de su obra. Esta es la gran tarea del mudos de estupor y sin apenas comprender. Entonces saltamos
profeta, del inspirado, interpretar el sentido de la historia, con­ fuera de ese torrente, interponemos una distancia contemplativa,
tándola. No es que primero cuente los hechos —como una voz nos enfrentamos con nuestra experiencia. Primero dividimos la
en off—, sino que, contando, interpreta. La selección y compo­ totalidad continua en piezas discretas, después componemos esas
sición de los hechos es significativa, interpreta el verdadero sen­ piezas en una unidad significativa, en una estructura ordenada 13.
tido de los hechos, revela a Dios como protagonista. Además el La experiencia se ha convertido en una pieza de lenguaje:
autor sagrado se reserva el derecho de utilizar otros medios de
lenguaje para interpretar hechos: discursos en boca de perso­ ¡Ay mis entrañas, mis entrañas!
najes, introducciones, reflexiones, etc. Por medio de la palabra Me tiemblan las paredes del pecho,
de Moisés y de los profetas, va comprendiendo el pueblo de tengo el corazón turbado y no puedo callar;
Dios la historia que está viviendo, y esta inteligencia nos la lega porque yo mismo escucho el toque de trompeta,
en unos escritos que podríamos llamar «las memorias de Dios». el alarido de guerra,
Dice san Pablo (1 Cor 10,11): «A ellos les sucedían estas un golpe llama a otro golpe, el país está deshecho;
cósas para que aprendieran, y se escribieron para que escarmen­ de repente quedan destrozadas las tiendas
temos nosotros». Los hechos convertidos en palabra narrativa, y en un momento los pabellones.
recibiendo así la interpretación auténtica por la palabra, eleván­ ¿Hasta cuándo tendré que ver la bandera
dose a revelación formal. y escuchar la trompeta a rebato?
De nuevo concluimos sobre esta segunda forma de revela­ Mi pueblo es insensato, no me reconoce,
ción, por la historia: ella nos ha mostrado su carácter específico, son hijos necios que no recapacitan:
y a la par su unión íntima con la palabra activa e interpretativa. son diestros para el mal, ignorantes para el bien.
Miro a la tierra: ¡caos informe!; al cielo: está sin luz;
miro a los montes: tiemblan; a las colinas: danzan;
miro: no hay hombres, las aves del cielo han volado;
REVELACION POR LA PALABRA

Daré una bibliografía escogida encabezando el capítulo 4. Por ahora miro: el vergel es un páramo, los poblados están arrasados:
puede tenerse en cuenta el artículo de J. R. Geiselmann Revelación, en por el Señor, por el incendio de su ira (Jr 4,19-26).
Conceptos fundamentales de la Teología II (Ed. Cristiandad, Madrid
21979) 569-578, con amplia bibliografía. Una vez que he dado forma a mi vivencia, la domino y la
Para un horizonte bíblico y patrístico, puede verse R. Gógler, Zur poseo, la puedo actualizar más tarde con claridad, .la puedo co­
Theologie des Biblischen Wortes bei Orígenes (Dusseldorf 1963). municar.
J. Levie, La Biblia palabra humana y mensaje de Dios (Bilbao
1961). Materia y forma en
P. Grelot, La Biblia, palabra de Dios (Herder, Barcelona 1968). l> Estos aspectos en el lenguaje poético: Amado Alonso,
poesía (Madrid 1955), sobre todo el primer artículo, «Sentimiento c intuición en
La palabra es la forma plenaria de comunicación humana, y la lírica», 11- 20.
42 El artículo de fe y su contexto Revelación por la palabra 43

He descrito el movimiento articulatorio: del continuo de la mí, para mi propia posesión del mundo y de mí mismo?, ¿o
experiencia pasamos al discreto de elementos que recomponemos nombro y enuncio para poder comunicar mi posesión a otro, en
en unidad de lenguaje; porque la unidad natural de lenguaje es la un afán de revelación personal y mutua? El hombre ha sido
sentencia. Pero podemos añadir otros movimientos: uno com­ creado como ser social: «los creó hombre y mujer», que no sig­
plementario, otro de dirección opuesta. El movimiento comple­ nifica exclusivamente la inicial y elemental sociedad de dos, sino
mentario tiene lugar cuando, en vez de la vivencia intensa, te­ que esos dos son origen necesario de sociedad, por la voluntad
nemos una observación multiplicada, o una serie de impresiones de Dios: «creced y multiplicaos».
que amenazan confundirme con su variedad; esta multiplicidad Socialmente subsiste el hombre, socialmente se perfecciona,
tiende a fundirse y confundirse en un continuo, y otra vez el socialmente domina la tierra: y el medio natural de convivencia
lenguaje me ayuda a dividir y ordenar, agrupando, compo­ social es el lenguaje, o si se prefiere, el diálogo. Por eso es muy
niendo. difícil, quizá estéril, decidir si el lenguaje es primero acto perso­
Más importante que el movimiento complementario es el nal o acto social. Supuesta la situación social en que he crecido,
movimiento contrario: el punto de partida es aquí el simple es posible que yo conforme mi vivencia o que nombre para mi
nombrar. El ser concreto, que se manifiesta en su presencia, y es uso privado, lo cual es un ejercicio posterior a la situación social
aprehendido por el espíritu, que nombra dicha presencia en primaria H. En una sociedad amplia existirán los diversos tipos:
cuanto tal. Acto elemental y espiritual, que en el nombrar posee el comunicativo, el reservado. Ello no mengua el carácter social
el objeto y a sí mismo; que designa al ser concreta y global­ del lenguaje, y su forma natural de diálogo.
mente, todavía sin precisiones o distinciones (la distinción sería El mundo se humaniza al entrar en nuestra vida, y nosotros
una parte del movimiento articulatorio). El nombre es idéntico a lo transformamos en un nuevo mundo ordenado, en el que nos
su significación, porque todo él es significación, pero global y revelamos. El lenguaje es una creación que el hombre hace a su
concreta. Del nombrar se pasa a la sentencia, que compone en imagen y semejanza: es múltiple y es articulada, revela una ri­
un acto dos nombres o designaciones o significaciones, porque queza y un orden. En el Génesis se dice que Adán engendró un
los ha aprehendido en su relación y reflejo mutuo; esta relación hijo a su imagen y semejanza y lo llamó Set. También en el len­
y reflejo aprehendidos se poseen en la sentencia, que, por un guaje ejerce el hombre una paternidad. El Hijo es la expresión
lado, precisa en la composición las significaciones globales de plena del Padre: es su Palabra; el hombre, en la palabra autén­
cada nombre y, por otro lado, eleva las dos significaciones a un tica, siente como que engendra un hijo a su imagen. Dice san
sentido. Otra vez, ese sentido es idéntico a la sentencia, es glo­ Agustín: «Escribe de modo que, sintiéndote padre, te sientas vi­
bal y concreto, y puede diferenciarse ulteriormente por el con­ vificado por el hijo que has engendrado». Pero el lenguaje, aun
texto de acción, de vida, de pensamiento, en que sucede la sen­ en las más altas creaciones literarias, no posee la consistencia de
tencia. También en la sentencia, y con mayor plenitud, el hom­ la persona humana. El hombre se revela dividiendo y diluyendo
bre posee los objetos en unidad, y a sí mismo, en un acto espiri­ consistencia. En la actividad de hablar, el hombre también es
tual. imagen y semejanza de Dios: creando un orden se revela.
Este tercer movimiento es de tipo ascendente, y comparte En el lenguaje se cumple la suprema revelación humana.
con el anterior su carácter estructural; diferenciación y orden, Y Dios escoge también este modo de comunicación para reve­
posibilidad de división y composición, posesión y comunicabili­ larse al hombre, superando así la naturaleza y la historia. Y ésta
dad. es revelación formal, en sentido estricto.
O, más bien, la necesidad de comunicarme con otra persona 14 Las funciones monológicas del lenguaje se suelen considerar como poste­
me fuerza a articular mi vivencia. ¿Nombro y enuncio sólo para Psychologie der Sprache,
riores. Véase Fr. Kainz, volumen III, A 1.2.
44 El artículo de fe y su contexto Palabra humana 45

Así lo atestigua Ch. Pesch: «Toda revelación sobrenatural, en desnivel de recursos, sobre todo en el sector de conceptos y re­
cuanto se opone a la revelación natural de Dios, es inmediata. laciones intelectuales. Para salvar el desnivel, el misionero extrae
En la revelación natural, Dios crea y gobierna las criaturas, que algunos elementos de su enseñanza, para ponerlos al alcance de
el hombre puede usar como medios, para llegar al conocimiento la lengua menos desarrollada; si realiza sistemáticamente su em­
analógico de Dios: es decir, Dios se manifiesta como objeto cog­ peño, a fuerza de adaptar y traducir, irá elevando el nivel de la
noscible mediatamente. Por el contrario, en la revelación sobre­ lengua primitiva. Tales contactos de traducción y adaptación han
natural, Dios manifiesta su mente, como una persona comunica nivelado, en el mejor sentido, muchas lenguas de nuestra cultura
sus pensamientos a otra persona: en lenguaje propiamente dicho. occidental. Pero en estos casos partimos de una radical seme­
Esta manifestación personal, como sujeto, es por naturaleza más janza, erji cuanto que todas las lenguas parten de la común facul­
inmediata que la manifestación como objeto, de la causa por el tad humana de comunicación articulada: en todas las lenguas hu­
efecto. Y Dios nos habla inmediatamente en la Escritura, porque manas se realiza una esencia común.
la Escritura es palabra de Dios formal en sentido estricto» 15. No así el lenguaje de Dios; el desnivel es de un orden incal­
Tenemos delimitado el contexto de nuestra profesión de fe: culable. La trascendencia de Dios hay que tomarla en serio. So­
el que Dios hable, pertenece al contexto del Logos, de la revela­ lamente en un esfuerzo de bajar, de condescender, puede Dios
ción; concretamente, formalmente, por ej medio de la palabra. dirigirse a nosotros en palabras humanas. Es un acto de libertad
Dios se abre, se revela a nosotros como persona a persona, en y de gracia; que Dios se nos abra, que se nos abra en nuestro
un medio personal, o interpersonal. Es interesante notar que, en propio lenguaje humano. Puede ser que de esta bajada divina
el comienzo de la carta a los Hebreos, el verbo «hablar» no lleva nuestro lenguaje quede tocado de divinidad, y elevado a una
complemento directo, sólo enuncia las personas: «Dios habló nueva zona significativa. Pero siempre sigue siendo un lenguaje
antiguamente a nuestros padres... ahora... nos ha hablado a nos­ humano. Cuando hablamos de la palabra de Dios, empleamos
otros». una fórmula analógica.
En este contexto tenemos que seguir precisando, como lo A esta bajada de Dios la llamaron los padres griegos synkata-
hace muestro artículo de fe locutus est per prophetas. Dios nos basisy y los latinos tradujeron por condescendentia. San Juan
habla en un lenguaje humano, por medio de hombres. Aquí el Crisóstomo apela a este principio cuando ertcuentra alguna fór­
artículo de fe comienza a adensar su misterio. mula bíblica que no se puede tomar a la letra: por ejemplo, co­
mentando Gn 3 , 8 : «Dios se paseaba al aire del atardecer», dice:
PALABRA HUMANA «No pasemos de largo lo dicho por la Sagrada Escritura, ni nos
¿Pero es que Dios puede hablarnos en palabras humanas? Si ha detengamos en la letra; sino consideremos que por nuestra debi­
de hablarnos a los hombres, no puede hacerlo de otro modo. La lidad usa este lenguaje humilde, para obrar nuestra salvación de
palabra es medio de comunicación interpersonal cuando la len­ un modo digno de Dios; pues si quisiéramos tomar todas las pa­
gua es comúnmente compartida por ambas personas: un medio labras a la letra, y no en sentido digno de Dios, ¿no se seguirían
común hace a los dos vasos comunicantes. absurdos?» 16.
¿Puede Dios tener un lenguaje en común con los hombres?
Supongamos un misionero que intenta traducir nuestra elabo­ 16 Mf| áJtXüs jiaeaóeá(icotAev, áya^irtoi, xa eterméva j c a Qb. r r j s Q zíac,
xalq
rada teología, o una parte de ella, a una lengua primitiva: entre rga<prj5 , Xé^eatv ¿vajtoneíva>(<t£V, áXX’ éwoóánev 6 xi tr|v áa0é-
veuxv tr]v finetégav if| TcuieLvórris tcüv XéSjeiov &yxeiTcu, x ai Qeojtgejió)? xcávxa
la lengua culta occidental y la hipotética lengua primitiva hay un •yíyvetai yáQ
tÍ)v oa)tr|0 Íav rryv fi^etépav. ’Euife (xol,, eí pouXr^QeCrinev tfj
jtpo<poQ$ tü>v ¿rmátoyv xataxoXo-u0fjaai, xa i nf| QeoJtQEJtttig éxXapeív xa Xe-
15 De Inspiratione Sacrae Scripturae, (Friburgo 1905) n.° 411. ■yón-sva, itwg ou itoXXá éi|)£Tai, t á áxoira(In Gen. 3, homilía 17; PG 53, 135).
46 El artículo de fe y su contexto Palabras de hombres 47

Notemos en estas palabras el doble tema de nuestra debilidad actuar directamente en la fantasía. Todo ello sería lenguaje hu­
y de la dignidad divina: para nuestra salvación Dios utiliza el mano, pero no hablado por hombres. Y algunos pensarán que
lenguaje humano, y como tal hay que entenderlo. El principio ésta es la forma ideal de comunicación divina: por ángeles, por
de la debilidad, dignidad, salvación, se aplica a toda la Sagrada audición interna. Poco sentido encarnacionista tiene tal modo de
Escritura, aunque algunos pasajes imponen violentamente su apreciar.
aplicación. De modo semejante, tratando de la creación de Dios ha querido hablarnos en palabras rigurosamente hu­
Adán, comenta: «No tomes las palabras humanamente, sino atri­ manas, dichas por hombres: per prophetas. Por tanto, en un len­
buye a la debilidad humana el estilo material. Pues si no em­ guaje concreto: hebreo y griego; por hombres concretos: Jere­
please tales palabras, ¿cómo podríamos aprender los misterios mías y Pablo. En las palabras hebreas o griegas de estos autores
inefables? No nos quedemos en las puras palabras, sino enten­ me está hablando Dios.
damos todo dignamente de Dios» l7. ¿Cómo es esto posible? Habla Jeremías, con toda su alma, y
A los datos precedentes, se añade aquí el tema del misterio está hablando Dios; habla san Pablo, con toda su pasión, y está
que se trata de revelar: no podría ser revelado, sino empleando hablando Dios. Algo misterioso tiene que acaecer en Pablo y en
el débil lenguaje humano. Este principio vale para toda la Sa­ Jeremías para que, hablando ellos, hable por ellos Dios. Efecti­
grada Escritura 18. vamente, se realiza una acción misteriosa, que encontramos for­
Por su parte, santo Tomás establece el principio: «en la Es­ mulada en la segunda carta de Pedro: «Ante todo tened presente
critura se nos comunican las cosas divinas en la forma que sue­ que ninguna predicción de la Escritura está a merced de inter­
len usar los hombres» 19. pretaciones personales; porque ninguna predicción antigua acon­
teció por designio humano; hombres como eran, hablaron de
PALABRAS DE HOMBRES parte de Dios movidos por el Espíritu Santo» (2 Pe 1,20 -21 )20.
Si Dios hiciera vibrar el aire con las frecuencias sucesivas de una Como una barca que empuja el viento, y traza la estela de su
sentencia gramatical, el hombre que lo escuchase escucharía una viaje, así los autores bíblicos iban hablando, en nombre de Dios,
palabra humana. Pero no dicha por hombres. De modo seme­ por la acción del Espíritu. A esta acción del Espíritu la llamamos
jante, Dios podría hacer hablar a un ángel, o suscitar en los cen­ «inspiración», y es acción del Espíritu en orden a la palabra.
tros nerviosos un sistema de sensaciones equivalente, o podría El resultado de dicha acción nos lo dice la segunda- carta a
Timoteo 3,16: «Todo escrito inspirado por Dios sirve para ense­
La Condescendence divine (synkatabasis) comme principe ñar, reprender y educar en la rectitud». La Escritura proviene de
Véase F. Drey fus,
d>herméneutique dans la tradition juive et dans la tradition cbrétienne, en «Vetus un soplo divino, de una acción del Espíritu.
Testamentum». Supplementum. Volumen del Congreso de Salamanca (Leíden Estos son los dos pasajes clásicos donde se formula el hecho
1984). de la inspiración bíblica. Con ellos cerramos un círculo, y em­
17 Kal ó q q l t t | v auvxaiápaotv x f jg tíeíag rQatprjs óaoig Q r ^ a a i x é x £ > r |T a i Ó i á palmamos el contexto del Logos con el contexto del Espíritu o
tf|V ^jiexé^av áoBéveiav. Mr) áv0pü)juvijjg óé%ov
t á Xeyófieva, áXXa tí|v
Pneuma. Dios se revela, Dios se revela en palabras, Dios se re­
jraxtiTtyca turv X,é^E(ov tfj áaOeveú? Xoyí^ou rji ávBgtojtívfl. Et yág
ht| toútolc;
vela en palabras humanas y de hombres; para ello el Espíritu
toís ¿rjixaotv éxQ1íCTCtT0> av (laQeív é6 uvr)0imsv rau ta t á ánó^peta ^iuo-
TiÍQta; |ir) loíg ¿Tjjiaoiv oív [ióvig évanojiEÍvtujiev, áXká 0eoKpatü>g cmavta mueve y dirige el hablar de dichos hombres. Locutus est per
vow^íev (íig ¿JtlGeoü (In. Gen. 2, homilía 12; PG 53,121). . prophetas.
18 F. Fabbi, La condiscendenza divina nell’ispirazione biblica seconda S. Giovanni
Crisostomo: «Biblica» 14 (1933)330-347.
19 «In Scripturis divina traduntur nobis per modum quo homines soient uti» 20 No cito el Nuevo Testamento en el original griego, por ser este libro fácil- .
(Com, ad Heb ., cap. 1. lect. 4). mente accesible, sino sólo en la traducción deNueva Biblia Española.
48 El artículo de fe y contexto
sh

Cerramos un círculo de intelección, y se nos abre otro más


alto, quizá más difícil: ¿cómo es esta acción del Espíritu? Que­ 2
remos penetrar de alguna manera en el modo de la inspiración,
para enriquecer nuestra inteligencia del misterio, aun sabiendo LA PALABRA D IV IN O -H U M A N A
que nuestra pregunta nos enfrenta con problemas en definitiva
ínsolubles.
LA ACCION DEL ESPIRITU

Jesucristo le explicaba a un intelectual de su tiempo el enigma


del viento: «Sopla donde quiere, oyes el ruido, pero no sabes de
dónde viene ni adonde va» (Jn 3,8).
Así es el Espíritu: ¿no será audacia preguntar por sus ca­
minos?, ¿no podrá encararse con nuestra especulación humana,
como lo hizo Dios con Job? Más aún, cuando a veces su voz es
un suspirar de brisa, y a veces ni siquiera el inspirado escucha el
ruido del viento que se mueve dentro de él, que le mueve desde
dentro.
Otra vez, creamos en la flexibilidad y eficacia del Espíritu,
capaz de obrar de muchas manera, y de moverse libremente por
cielos y tierra. Capaz de mover a los hombres sin forzar la liber­
tad, la personalidad, el estilo.
¿Dónde y cómo se sitúa esta acción del Espíritu, tan suave
que a veces el hombre no la percibe, tan eficaz que puede atri­
buirse todo el resultado? Esta acción del Espíritu, que consagra
la palabra humana en palabra de Dios, es un misterio: profe­
semos ante él nuestra fe, confesemos nuestra ignorancia e inca­
pacidad. Y sigamos buscando con humildad.
INSPIRACION Y ENCARNACION

Para la comparación «palabra encarnada-palabra inspirada» es funda­


mental el capítulo II, § 5 «Verbum abbreviatum» de H. de Lubac, Exé-
gése Médiévale II (París 1961) 181-197.
De gran influjo ha sido el pensamiento de Orígenes. Véase el libro
citado: R. Gogler, Z«r Theologie des Biblischen W’ortes bei Orígenes,
(Dusseldorf 1963).
H. Schelkle, Heilige Scbrift und Wort Gottes, en Exegese und Dog-
matik, editado por H. Vorgrimler (Maguncia 1962).
4
50 La palabra divino-humana Inspiración y encamación 51

Un buen resumén, con citas selectas: L. Charlier, Le Cbrist, Parole ción» 21. «Ésta [la palabra creadora] se manifiesta, y contem­
de Dieu, en La Parole de Diett en Jésus-Cbrist (Tournai 1961). plamos al Verbo encarnado, y por él conocemos al Padre» 22.
J. Willemse, Jesús, primera y última palabra de Dios: «Concilium» Ambrosio implica la comparación, incluso en una alusión eu­
10 (1965) 81-98. carística, en estas palabras: «Bebe a Cristo y beberás sus pala­
Tratemos de entender algo del misterio. Ahora bien, la pri­ bras: palabra suya es el Antiguo Testamento, palabra suya es el
mera cosa que debemos hacer con un misterio de nuestra salva­ Nuevo Testamento. Se bebe la Sagrada Escritura, se devora la
ción es referirlo al misterio central de la salvación, que es la en­ Sagrada Escritura, cuando el jugo del Verbo eterno desciende
carnación. hasta las venas y facultades del alma» 23.
Ello no significa intentar explicar lo oscuro por lo oscuro: Cirilo de Jerusalén, insistiendo en la unidad de los dos Testa­
sino que, dada la unidad de la obra de salvación, y dada la uni­ mentos, obra de un único Espíritu, concluye con esta fórmula
dad de la revelación, el referir a un centro ya es iluminar y ex­ trinitaria: «Uno es Dios Padre, señor del Antiguo y del Nuevo
plicar. Testamento; uno es el Señor Jesucristo, que fue profetizado en
Particularmente, en el caso de la inspiración no tenemos que el Antiguo Testamento y vino en el Nuevo; uno es el Espíritu
inventar nada, pues Escritura y tradición repiten este movi­ Santo, que por medio de los profetas predicó acerca de Cristo, y
miento cognoscitivo. El gran texto teológico de la carta a Jos llegado Cristo, bajó y lo manifestó» 24.
Hebreos 1,1 lo formula con gran claridad: «En múltiples oca­ Más explícita aparece-la comparación «palabra encarnada-pa-
siones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros labra inspirada» en los teólogos y exegetas medievales. El Ver­
padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha ha­ bum Dei abbreviatum pasa incluso a la lírica religiosa.
blado por un Hijo...». Ruperto de Deutz escribe, en su tratado sobre el Espíritu
Las múltiples palabras de los profetas se orientan a la palabra Santo: «¿Qué creemos que es la Sagrada Escritura, sino la Pala­
definitiva «en un Hijo». bra de Dios?... La totalidad de las Escrituras es la Palabra única
de Dios... Cuando leemos la Sagrada Escritura, manejamos la
Entre los santos padres se encuentra con frecuencia la idea de Palabra de Dios, tenemos ante los ojos en un espejo y en enigma
que Cristo ya hablaba en el Antiguo Testamento, preparando su al Hijo de Dios» 25.
venida, preanunciándose a sí mismo. No me refiero a la teoría
que atribuye al Verbo o Logos, como segunda persona de la 21 negi
’ E v T0 1 J T 0 L5 t o í v u v j t o X i x e u ó n e v o g ó A ó y o g é<p6 é y y e x o am ov.

Trinidad, las palabras todas de la Escritura; me refiero al Verbo "Hóti y á g atixóg éavxo-D xíj(n éy évE ro , ó e i x v í k jú v néXXovxa Aóyov cpaívea0ai
encarnado, a Cristo. Con todo, no es fácil separar con rigor los sv áv0Qiímoig. Oíixoüv évaagxov Aóyov Geogoünev, riaxéga ó’atiroü vooünev

textos, ya que en el lenguaje de algunos padres el Verbo es prác­


(PG 10 820).
22 Aóyog óé 0£oü nóvog ópaxóg, áv 0 QÓJto-u Óé áxovcrtóg (PG 10, 820).
ticamente el Verbo encarnado. Veamos algún texto selecto. Véanse los apuntes de A. Bea, De inspiratione et inerrantia Sacrae Scripturae:
Hipólito escribe un opúsculo contra el hereje Noeto, que Notae historicae et dogmaticae (Roma 1947) 2-6.
identificaba al Hijo con el Padre. Hablando de los profetas, 23 «Bibe Christum ut bibas sermones eius: sermo eius Testamentum est

dice: «En ellos habitaba el Verbo, hablando de sí mismo; ya en­ Vetus, sermo eius Testamentum est Novum. Bibitur Scriptura divina et devora-
tur Scriptura divina, cum in venas mentís ac vires animae succus Verbi descendat
tonces era heraldo de sí mismo, mostrando que el Verbo habría aeterni» (PL 14, 940; CSEL 64, 29).
de aparecer entre los hombres». 24 E'íg 0eóg ó ricrn’iQ nakaiáq xa l xaLvfjg óia0r|xr|g óeojiórr)g. Kai eíg
«Sólo la Palabra de Dios es visible, la palabra humana es au­ KÚQLog iTjaoüg XQiaxóg ó év jtaXai^ Jt$ocpr|xeu0etg xai év xatvñ JiaQayevo^é-

dible... la Palabra o el Verbo de Dios es visible por la encarna­ vog. Kal £v flvdj^ia "Ayiov 6 iá jtgoípriTwv (xev jteQi toü Xqloxoü xriQij^av, ¿X-
0óvrog 8 e xoü.Xqloioü xaxapáv x al éjtLÓeííjav aíiióv (Catequesis 16 sobre el
Espíritu Santo; PG 33, 920).
25 «Quid autem Scripturam Sanctam nisi Verbum Dei esse credimus?...
52 La palabra divino-humana Inspiración y encamación 53

«¿Qué significaba para Moisés y para los profetas componer en todo, excepto el pecado, así también las palabras de Dios, ex­
la Sagrada Escritura —que es la Palabra de Dios—, sino, por presadas en lenguas humanas, se asemejan al lenguaje humano en
medio del espíritu profético, concebir mentalmente y dar a luz todo, excepto el error» 29.
oralmente a Cristo?» 26. De los textos aducidos se sigue que la inspiración de la Es­
«Toda la Escritura, ley y profetas, fue establecida, antes que critura está ordenada a la encarnación: la prepara, la prolonga, la
Dios concentrase en el vientre de una virgen la totalidad de las explica.
Escrituras, su Palabra única. Esta virgen concibió mentalmente Se sigue también que la analogía de ambos misterios permite
antes de concebir carnalmente, dio a luz profetizando oralmente, una iluminación mutua. Ante todo, se ve clara la doble natura­
antes de dar a luz del vientre. Por tanto es falso decir que Cristo leza de la palabra inspirada: divina y humana. Contra esta doc­
no existió antes de María. Pues antes de parir a su carne, la bien­ trina básica pueden apuntar herejías o errores análogos a los
aventurada Sión parió por boca de los profetas al mismo y único errores cristológicos: una especie de docetismo o monofisismo
Cristo, al mismo y único Verbo» 27, que niega o descuida o amengua la naturaleza humana de esta
Garnier, en el sermón sexto sobre la Navidad: «Antigua­ palabra; una especie de nestorianismo que minimiza su carácter
mente Dios nos escribió un libro, encerrando en muchas pala­ divino.
bras una sola; hoy nos abre el libro, donde en una palabra con­ Otra consecuencia será mirar siempre a la teoría de la encar­
densa muchas... El es el libro que en vez de pergamino tiene nación, para buscar luz prestada en cuestiones particulares de la
carne, en vez de escritura tiene la Palabra del Padre... El libro inspiración.
máximo es el Hijo encarnado: porque, como por la escritura la Finalmente, como la encarnación es un hecho misterioso que
palabra se une al pergamino, así asumiendo la humanidad la Pa­ siempre nos sobrepasa, y adoramos en silencio agradecido, así
labra del Padre se une a la carne» 28. también la inspiración pertenece a la zona del misterio, y nunca
Aplicando la comparación tradicional a la inspiración y her­ podremos resolver su último y básico problema, que es el ya
menéutica, Pío XII dice en la encíclica Divino afflante Spiritu: formulado: ¿Cómo puede una palabra ser al mismo tiempo hu­
«Como la Palabra subsistente de Dios se asemejó a los hombres mana y divina? «Como Cristo», suena la primera respuesta.
A partir de ella ensayaremos otra serie de precisiones negativas y
Unum est Verbum Dei universitas Scripturarum... Cum igitur Scripruram Sanc- positivas 30.
tam legimus, Verbum Dei tractamus, Ftlium Dei per speculum et in acnigmate
prae oculis habemus» (PL 167, 1575-76).
26 «Quid fuit Moysi et prophetis sanctam Scripturam, quae Verbum Dei est,
contexere, nisi Christum et corde per spiritum propheticum concipere et ore pa- 29 Parcialmente incorporado a la constitución Dei Verbum, 13.
rere» (PL 167, 1157). 30 Véase la discusión de J. H. Crehan, The Analogy between Verbum Dei
27 «Sic omnis Scriptura legalis et prophetica condita est antequam omnem Incamatum and Verbum Dei scriptum in the Fathers: «Journal of Theological
Scripturae universitatem, omne Verbum suum Deus in útero virginis coadunaret. Studies», N.S. 6 (1955) 87-90; P. Bellet, El sentido de la analogía *Verbum Dei
Ipsa virgo prius niente quam carne concepit, prius ore prophetando quam ventre Incamatum-Verbum Dei Scriptum»: «Estudios Bíblicos» 14 (1955) 415-428.
parturiendo peperit, Igitur falsum est ante Mariam non extitisse Christum. Nam El primero de estos autores comienza citando algunas autoridades a favor y
antequam carnem eius parturiret, peperit ore prophetarum beata Sion unum en contra: Loisy, Hurter, Bainvel, Bentley a favor, Billot en contra; después
eumdemque Christum, unum idemque Verbum» (PL 167, 1362). aduce y comenta algunos testimonios de santos padres: Eusebio, Juan Damas-
28 «Olim librum nobis scripsit Deus, in quo sub multis verbis unum com- ceno (hablan de la humanidad de Cristo como instrumento), Ignacio de Antio-
prehendit; hodie librum nobis aperuit, in quo multa sub uno verbo conclusit... quía, Orígenes, Eusebio, san Columbano, Ruperto de Deutz.
Ipse enim líber est, qui pro pelle carnem habuit et pro scriptura Verbum Patris... El segundo contesta demostrando que la analogía usada por dichos autores
Libcr maximus est Filius incarnatus, quia sicut per scripturam verbum unitur pelli, tiene una finalidad hermenéutica, para interpretar alegóricamente el Antiguo Tes­
ita per assumptionem hominis Verbum Patris unitum est carni» (PL 205, 609-10). tamento y para extraer todo el sentido del Nuevo.
Precisiones negativas 55
PRECISIONES NEGATIVAS lenguaje, motivos literarios, procedimientos de estilo, citas, etc.
Muy bien desarrolladas, con su fondo histórico, en la obra clásica sobre No hace falta que ese material sea a su vez obra del Espíritu 32.
la inspiración de Christian Pesch, De inspiratione Sacrae Scripturae (Fri- Una diferencia importante es que, en el terreno literario, una
burgo 1905). Véase también P. Benoit, Inspiración y revelaáón: «Con- trasposición total de contexto puede ser un auténtico acto litera­
cilium» 10 (1965) 13-32. rio, creador de nuevo sentido, que convierte a la obra utilizada
Precisiones negativas las ofrecen también V. Mannucci, Bibbia come en materia preexistente; a priori no podemos excluir este mé­
parola di Dio (Brescia 31983) 149-141; A. Artola, De la revelaáón a la todo de trasposición en la Biblia 33.
inspiración, op. cit., 217-220; T. Engelder, Scripture cannot be broken. Segunda precisión negativa: «no porque contienen la revelá-
Six Objections to Verbal Inspiration (Mora Minn. 1971). ción sin error». Teóricamente podemos imaginar un libro pura­
El concilio Vaticano I propone dos: «La Iglesia considera di­ mente humano, que recoge y formula la revelación; supongamos
chos libros sagrados y canónicos, no porque los haya aprobado que de hecho consigue proponer la doctrina revelada sin error
con su autoridad después de ser elaborados únicamente por el es­ alguno. No por eso sería inspirado, no por eso sería palabra de
fuerzo humano; ni tan sólo porque contienen la revelación sin Dios en sentido estricto. Vendría de Dios la materia, el tema, los
error...» 31. datos; pero la transformación de estos datos en un libro seguiría
Supongamos que la Iglesia aprueba una obra espiritual: La siendo obra humana y no divina. De modo semejante diremos
imitación de Cristo, los Ejercicios espirituales de san Ignacio... que una colección de todas las definiciones infalibles de la Iglesia
Con esta aprobación, dichos escritos no se convierten en palabra contiene y formula revelación sin error, pero no por ello es pa­
de Dios. Porque la Iglesia no puede trasmutar en palabra de labra de Dios.
Dios lo que era palabra puramente humana. Ni siquiera el Espí­ En esta precisión conciliar apunta una distinción útilísima,
ritu puede esperar a que el resultado humano esté completo, que ilumina poderosamente el problema: inspiración y revela­
para apoderarse de él: así no lo convertirá en palabra suya. Del ción. Simplificando de momento los datos del problema, po­
mismo modo, Jesucristo no es Dios por una apoteosis tardía en dríamos decir: la revelación afecta más bien a los materiales, la
el seno de la Iglesia, que tributa honores divinos a su héroe; ni inspiración más bien a la actividad de lenguaje.
siquiera por una irrupción del Espíritu que se apodera de un Pero ¿no hemos dicho que la inspiración pertenece al con­
hombre perfecto y lo deifica. N o hay ningún momento en la texto de la revelación? Cierto, pero por el camino del lenguaje
vida del hombre Jesús en que ese hombre no sea verdadero verdaderamente humano. Distingamos entre revelación prece­
Dios. Porque la acción del Espíritu se sitúa en el primer mo­ dente y subsiguiente: un autor sagrado puede escribir bajo la
mento del engendrar: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la moción del Espíritu cuando elabora documentos de corte, o
fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; y así, el santo que cuando compone por imitación un salmo, sin recibir ninguna re­
nazca se llamará Hijo de Dios». velación especial de Dios, ni antes ni durante su trabajo. En este
Otra cuestión es el empleo de materiales previos: el Espíritu caso ha habido inspiración sin revelación previa. Si ha escrito
no crea de la nada la materia orgánica o mineral que se irá con­
virtiendo en cuerpo de Jesús, sino que emplea una materia ani­ 32 En el sentido específico que aquí nos ocupa. No se puede excluir una ac­
mada preexistente, el cuerpo santificado de una virgen. Así tam­ ción providencial, ni es imposible a priori que el Espíritu haya actuado de forma
bién en la inspiración el autor utiliza materiales preexistentes: específica ya antes del momento formal en el seno del pueblo escogido.
33 N. Lohfink lo llama acto hagiográfico: Über die Irrtumslosigkeit und die
Einheit der Schrift: «Stimmem der Zeit» 84 (1964) 161-181. Cf. sobre la inspira­
31 Encbiridion Biblicum (Roma 41965) n.° 77. En lo sucesivo se citará con la ción y la inerrancia R. F. Smith, en Comentario Bíblico «San Jerónimo» V
sigla EB. (Ed. Cristiandad, Madrid 1972) 9-48.
56 La palabra divino-humana Cuatro analogías 57

bajo la moción del Espíritu, sus palabras son palabras de Dios, y que limitadas, del hecho trascendente. Notémoslo: no es que
toda palabra de Dios revela a Dios: o sea, el resultado es revela­ haya precedido una intelección conceptual, rigurosa, que peda­
ción para nosotros, subsiguiente. Toda la Biblia es revelación gógicamente se envuelve en imágenes aptas; sino que la visión
para nosotros, porque es palabra de Dios; no toda la Biblia ha analógica es un acto cognoscitivo, anterior a la precisión concep­
sido compuesta con previas revelaciones hechas a los autores. tual. Se trata, pues, de una teología «simbólica», que precede
Esta distinción ya la elaboró agudamente santo Tomás, históricamente a la teología conceptual, y la acompaña en todas
cuando distingue entre la recepción o presentación de los datos sus etapas fecundas. Los santos padres llamaban a san Juan theo-
y el juicio sobre ellos (q. 173); y es actualmente doctrina común logos, y san Juan propone su teología frecuentemente en sím­
en el tratado de la inspiración. Me atrevo a decir que es una de bolos. «Ciertamente, cuando hablamos de la Palabra de Dios,
las claves para entender el tratado, y por eso reaparecerá en estas del ser verbal del mundo, hablamos en metáforas; pero no sola­
páginas. Aunque también encierra un peligro de simplificación, mente en bonitas comparaciones, sino en metáforas de gravedad
de concebir la revelación previa únicamente como transmisión de metafísica. Hablamos imaginativamente, no impropiamente; o
enunciado ya concluido. mejor, hablamos imaginativamente, y así propiamente. El teó-
Añadamos otra precisión negativa a las dos del Vaticano: logo y el filósofo comienzan a serlo cuando contemplan en una
para que la palabra humana sea palabra divina no basta una mo­ visión lo metafísico en lo metafórico, lo metafórico en lo metafí-
ción moral, un simple consejo o mandato de Dios. Esta moción sico. Existe, es verdad, una metafísica que renuncia a las metá­
haría a Dios autor moral de la obra, y ésta quedaría en su cali­ foras, sin las cuales no se ha formado ninguna metafísica grande
dad humana. La acción del Espíritu tiene que ser física, tiene y originaria. Metafísica no significa exclusión de la metafórica.
que afectar al autor humano en su actividad de lenguaje. Esta Así son metáforas, para la inteligencia humana, las fórmulas «pa­
moción física es carismática, pertenece al orden sobrenatural, y labra de Dios», «palabra del Creador», «la palabra en Dios»;
es lo que llamamos «inspiración» en sentido estricto. pero son expresiones, no puramente imaginativas, sino analó­
Otras precisiones negativas irán apareciendo en la sección si­ gicas, y no puras analogías metafóricas, sino enunciados metafí-
guiente que nos transportará al terreno de las analogías. sicos en el orden del ser y del obrar» 34.
Así habla el profesor de filosofía y de teología Sóhngen: la
teología no puede prescindir de símbolos e imágenes, porque
CUATRO ANALOGIAS
toda la creación es imagen de Dios, y el hombre es imagen y se­
Sobre la función cognoscitiva del símbolo, además de la página citada mejanza de Dios. La analogía no reside únicamente en la zona
de Sóhngen, puede verse W. Stahlin, Symbolon. Vom gleicbnishaften de los conceptos abstractos, sino también en lo concreto y sensi­
Denken (Stuttgart 1958). ble. Es el secreto de las grandes metáforas literarias.
La función simbólica en la religión está descrita por A. Brunner, Ahora bien, el fenómeno del lenguaje es algo humano radi­
Die Religión. Eine philosophische Untersuchung auf geschichtlicher cal: nos ha de prestar sus imágenes para subir por analogía al
Grundlage (Friburgo 1956; trad. castellana: La Religión, Barcelona misterio del lenguaje divino en lenguaje humano. Con esta serie­
1963). R. Guardini dedica el capítulo II de su libro Religión y revela­ dad podemos y debemos abordar las imágenes más importantes,
ción a las imágenes de Dios, y señala cómo algunas son anteriores y aun aportadas por siglos de teología: y aun nos atreveremos a añadir
intraducibies a conceptos (Ed. Cristiandad, Madrid 1964) 183-274.
Para explicar el misterio de una palabra que es a la vez divina alguna por cuenta propia.
y humana, los teólogos de la Iglesia, desde los primeros tiempos,
han echado mano a diversas analogías. Analogías como instru­ 34 Cit. en G. Sóhngen, Analogic und Metaphern. Kleine Philosophie und
mentos de conocer, como ilustraciones positivas y válidas, aun­ Theologie der Spracbe, p.
104.
Instrumento 59
INSTRUMENTO Atenágoras: «Nuestros testigos son los profetas, que habla­
Para la exposición de las siguientes analogías me he inspirado básica­ ron por virtud del Espíritu Santo... el Espíritu Santo movía la
mente en los apuntes de A. Bea, De Inspiratione et inerrantia Sacrae boca de los profetas como un instrumento... el Espíritu Santo
Scripturae. Notae historicae et dogmatícele (Roma 1947). Distribuye la usaba de ellos como un flautista que toca la flauta» 38.
materia en los apartados: «theopneustia, instrumento, dictado, autor»; Hipólito: «Los profetas, preparados con el espíritu profético,
con bibliografía selecta hasta 1946. Yo voy a insistir más en el aspecto honrados con la Palabra, tenían al Verbo como un plefctro y
de imagen, desarrollando su análisis en esta dirección concreta, de la ellos eran los instrumentos: así movidos, anunciaban lo que
vida y la cultura. Dios quería» 39.
Ésta es, sin duda, la imagen que ha obtenido mayor éxito en Teófilo Antioqueno: «Moisés... o más bien el Verbo de Dios
nuestro tratado. En algunos tratados escolares, es la única. Y que hablaba por él como por un instrumento» 40.
aun hubo un tiempo en que los autores discutían si había que
partir del concepto (no imagen) de instrumento o del concepto Jerónimo (sobre Sal 45,2 «mi lengua es la pluma de un escri­
de autor. Discusión hoy superada, y diría que sin sentido: una bano veloz»): «Yo debo preparar mi lengua como un estilo o
imagen única no nos dará más luz que un haz de imágenes con­ una pluma, para que con ella escriba el Espíritu Santo en el co­
vergentes 35. razón y en los oídos de los oyentes. A mí me toca ofrecer la
«Aquellos santos hombres no necesitaban de palabras artifi­ lengua como instrumento, a él le toca hacer resonar su doctrina
ciosas, ni tenían que hablar con afán polémico; les bastaba con como por un instrumento. Si la ley fue escrita por el dedo de
ofrecerse sinceramente a la acción del Espíritu Santo, para que Dios, por la mano de un mediador... cuánto más el evangelio
aquel divino plectro, bajado del cielo, usando de los hombres será escrito con mi lengua por el Espíritu Santo» 41.
como de instrumentos musicales, cítara o lira, nos revelara las 38 ‘H[ieÍ5 &é vooünev x a i jtemoreiJxaiAEv E/ojiev jigoqpr|Tag (jiáQTXjQeg,
realidades celestiales y divinas» 36. ojv
oí nvEÚ(iau ¿v0écp é{iJte<pcovf|xaai xai Jtegi toü 0so0 xou jteqí tojv toü 0eoü.
«Partiendo del hecho de que el hagiógrafo, al escribir su li­ Eütoixe 8 ’fiv xai üneíg ouvéoei, xai rfj jtegi tó óvtajg 0 elov eüaejteúy toü 5
bro, es instrumento del Espíritu Santo, instrumento vivo y ra­ aXXoug jcQoüxovTEg, (bg Ecrav áAoyov, jtaQaXutóvtag mareüeiv toi Jtagá toü
cional...» 37. 0eoü IlvelfyaTi, (bg ógyava xexivt]xóti xá twv jtgocpr|Tü)v aró n ata, Jtgoaéxeiv
(Mensaje acerca de los cristianos,
Entre estas dos explicaciones han transcurrido casi 17 siglos, &ó|aig áv 0 Qü)Jtívai5
116, p. 657).
7; PG 6, 906, 908; BAC

y una admirable continuidad: Pesch, en su sección histórica, re­ 39 Oütoi yág JtveüfjLaiL jtQoqpr^TLXüi oí itávreg xarriQLa(jiévoL, ógyávcav
coge 24 textos sobre la explicación instrumental, escalonados a S íx t jv éautoig f|vü)^.évoi, exovteg év éavioíg áel t ó v Aóyov cbg jtXfjxTQOV, 61’

lo largo de los siglos. Vale la pena escoger algunos más significa­ o í xlvoú [ievoi ájtriyyeXXov la ü ia arceg fjSeXev ó 9eóg (Sobre Cristo y el Anti­
tivos, para ir penetrando en la constancia y en sus variantes. cristo, II; PG 10, 728-29; GCS I, 2.4-5).
40 Marüafjgbí ó xa i 2oXojj.wvog Jtgó noXXaiv éxwv yevófievog, náXXov Óé
ó Aóyog ó toü 0 eoü (bg &i’ÓQyávou ÓL’aÚTOÜ <¡pr|aiv (Contra Autólico, 9; PG 6 ,
35 Todavía Grelot se muestra francamente optimista respecto al valor de esta 1065).
idea en su versión filosófica: L'inspirador: scripturaire: RSR51 (1963)368. 41 «Debeo ergo et linguam meam quasi stilum et calamum praeparare, ut per
36 OÍ£ X,óycov eóér|OE té/vt^, oú&e toü éQumxü>g t i «ai cJnXovELXüjg el- illam in corde et auribus audientium scribat Spiritus Sanctus. Meum enim est
neiv ah la xa0aQOÜg écaiToiig xfi r o í Oeíou nv eü n ato g JtaQaoxeív évegyeúy, quasi organum praebere linguam, illíus quasi organum sonare, quae sua sunt... Si
iv a aíiTÓ xó 0eíov oúgavoü xa ttó v TtXfixTQov, wojieq ógyávtp xt.0ágag t l- enim lex per manum mediatoris dígito Dei scripta est, et quod destructum est
vóg Xúgag xoíg &ixaíoig ávógáobv xgwp.evov, rfjv tiúv Gelcúv T||iív x a i oü ga- glorificatum est, quanto magis evangelium, quod mansurum est, per meam lin­
vCwv ájtoxatái^nq yvoiaiv (Clemente de Alejandría, Exhortación a los griegos; guam scribetur a Spiritu Sancto» (PL 22, 627; CSEL 54, 623-24). Pone estas pa­
PG 6, 256). labras en boca del salmista, a quien considera un evangelista porque profetiza a
37 (Divino afflante Spiritu,
EB n° 556). Cristo.
60 La palabra divino-humana Instrumento 61

Gregorio Magno (discutiendo quién es el autor del libro de fica el instrumento o se refiere al instrumento de escribir; final­
Job, declara superflua la cuestión): «Supongamos que recibimos mente, san Agustín habla de órganos corporales.
y leemos una carta de un personaje importante y preguntamos El instrumento es una experiencia radical del hombre. El
qué pluma la ha escrito: sería ridículo que, conociendo al autor homo faher y el homo ludens muy pronto echan mano del ins­
y el sentido de la carta, nos pusiéramos a investigar con qué trumento para ejercitar su actividad. El capítulo 4 del Génesis,
pluma han sido escritas las palabras. Si, pues, conocemos el describiendo los origines de la cultura, nos presenta a Yubal, pa­
asunto, y creemos que su autor es el Espíritu Santo, cuando pre­ dre de los que manejan la cítara y la flauta, y a Tubalcaín, jefe
guntamos por el escritor, lo que hacemos es leer una carta y de los que forjan el bronce y el hierro (Gn 4,21-22). Es una cul­
preguntar por la pluma» 42. tura seminómada, posterior al neolítico. La fabricación de ins­
Agustín: «Cristo, por su humanidad, es cabeza de los após­ trumentos es signo del homo faher: desde las hachas del paleolí­
toles, miembros de su cuerpo. Por tanto, cuando ellos escribie­ tico hasta nuestras fábricas con automación hay una continui­
ron, no se puede decir que él no haya escrito, ya que los miem­ dad; sólo que la experiencia del primitivo con su arado, su jaba­
bros realizaban lo que conocían por el dictado de la cabeza. Lo lina, es mucho más profunda e íntima, más inmediata. Siente el
que él quiso que leyéramos de sus hechos y dichos, se ló mandó instrumento como algo suyo, como prolongación de su activi­
escribir a los apóstoles como a sus manos. Quien comprenda dad, como colaborador necesario y dócil. El instrumento de­
esta unión y este misterio de miembros concordes bajo una ca­ pende del hombre, y el hombre depende del instrumento: una
beza, en los asuntos divinos, recibirá la narración de los após­ curiosa unidad, una prolongación humana, una mediación ín­
toles sobre Cristo en el evangelio como si viera escribir al Señor tima, son ingredientes de dicha experiencia. La producción en
con su propia mano, la de su propio cuerpo» 43. serie de instrumentos ha hecho disminuir la intensidad de tales
experiencias, y haría falta volver a una carestía para apreciar de
Aquí tenemos tres series de textos patrísticos que muestran nuevo nuestra dependencia del instrumento.
algunas variantes interesantes: el grupo más antiguo emplea la Tomemos el instrumento musical: el hombre ha cantado sin
imagen del instrumento musical; el segundo grupo o no especi­ instrumentos, y ha inventado el arte de acompañar, y ha erigido
al instrumento en medio musical desligado de la voz: «música
instrumental».
42 «Si magni cuiusdam viri susceptis epistulis legeremus verba, sed quo ca-
lamo fuissent scripta quaereremus, ridiculum profecto esset epistularum aucto- El intérprete maneja el instrumento, y a la vez está sometido
rem scire sensumque cognoscere, sed quali calamo earum verba impressa essent a él: factores dé timbre, de melodía, de expresividad están condi­
indagare. Cum ergo cognoscimus eiusque rei Spíritum Sanctum auctorem te- cionados por el instrumento, que es decir toda la obra musical
neamus, quia scriptorem quaerimus, quid aliud agimus, nisi legentes litteras de interpretada. Si el clavecín está bien templado, un sistema armó­
calamo percontamur» (PL 75, 515).
nico se desenvuelve; cuando el clavecín aprende a distinguir in­
41 «Omnibus autem discipulis suis, per hominem quem assumpsit, tamquam
membra sui corporis caput est. Itaque cum illi scripserunt, quae ille ostendit et tensidad de pulsación piano-forte, la expresión musical evolu­
dixit, nequaquam dicendum est quod ipse non scripserit, quandoquidem membra ciona con las nuevas posibilidades; una afinación de cuartos de
eius id operata sunt, quod dictante capite cognoverunt. Quidquid enim ille de tono daría otros sistemas musicales, y los instrumentos electró­
suis factis et dictis nos legere voluit, hoc scribendum illis, tamquam suis manibus nicos, en principio, ensanchan las posibilidades. Pensemos lo
imperavit. Hoc unitatis consortium et in divinis officiis concordium membrorum
que es para un solista su instrumento: el pianista que viaja con
sub uno capite ministerium quisquís intellexerit, non aliter accipiet, quod narran-
tibus discipulis Christi in evangelio legerit, quam si ipsam manum Domini, su piano. Pensemos un momento en el flautista, que ofrece su
quam in proprio corpore gestabat, scribentem conspexerit» (PL 34, 1070; CSEL aliento a la lengüeta y los dedos a los agujeros bien graduados
43, 60). de su instrumento. O, en vez de pensar, hagamos nosotros la
62 La palabra divino-humana Instrumento 63

experiencia personal: lo que es un instrumento desafinado, es­ El ejemplo de san Agustín tiene otra dimensión interesante:
tropeado, excelente... ¿Empezamos a comprender lo que es el al echar mano del gran símbolo del cuerpo místico, apunta la di­
instrumento para el hom o ludensf mensión social, eclesiástica, de los hagiógrafos del Nuevo Testa­
Pues de una manera parecida el Espíritu mueve a su instru­ mento, que escriben como órgano de un gran cuerpo misterioso,
mento humano, para ejecutar su obra de lenguaje: él pone el que es la Iglesia.
aliento y mueve y pulsa, cada autor humano pone su timbre, su En el Antiguo Testamento el profeta puede llamarse «la boca
clave, su lenguaje y estilo. La melodía resultante es de los dos: de Dios». En Is 30,2 el Señor acusa a su pueblo: «y no consul­
del Espíritu y del inspirado, una e indivisible, perfectamente hu­ tasteis mi boca» (= al profeta Is 30,2); a Jeremías le promete
mana y misteriosamente divina. (15,19): «Si vuelves, te haré volver y estar a mi servicio, si
La comparación con la plum a de escribir es mucho menos apartas el metal de la escoria, serás mi boca». También es fre­
sugestiva, y menos frecuente en la literatura antigua, aunque la cuente la fórmula de que Dios obra beyad, por mano de sus
podía favorecer la noción de Escritura. Al fin y al cabo, la nota­ profetas. Etimológicamente, beyad significa «por mano de», se­
ción gráfica del lenguaje es mucho más artificial y extrínseca, y mánticamente se ha lexicalizado en simple «por», «por medio
la colaboración del instrumento es apenas apreciable, pues no se de». Por ejemplo, «el precepto del Señor por medio de Moisés»
trata de caligrafía 44. (Nm 36,13); «la palabra del Señor por medio del profeta Ageo»
El tercer símbolo está tomado de órganos corporales. Es difí­ (Ag 1,1.3; 2 ,2 ); «las palabras que proclamó el Señor por medio
cil decir si la experiencia casi-instrumental de nuestros órganos de los profetas antiguos» (Zac 7,7.12, etc.).
es primitiva.. De hecho, la palabra «órgano» significa exacta­ Es decir, encontramos dos fórmulas: la de instrumento gené­
mente en griego «instrumento». En nuestras lenguas la palabra rico y la de órgano corporal o boca. De modo semejante, el em­
ha sufrido una doble evolución semántica: órgano-instrumento perador enemigo puede ser un instrumento de castigo en manos
musical, órganos corporales, órganos sociales. Si establezco una del Señor: una vara (Is 10), un martillo (Jr 51,20.23, etc.).
distancia reflexiva entre mi proyecto y la mano que lo ejecuta, Los escolásticos toman la imagen del instrumento y la elabo­
entre mi pensamiento y la lengua que lo articula, entonces tengo ran conceptualmente, según el sistema de las causas aristotélicas:
una experiencia de tipo instrumental, en la que destacan el carác­ material-formal-eficiente-final; la causa eficiente puede ser prin­
ter vital y la íntima pertenencia: la obra es tan mía como de mi cipal e instrumental 4S. El instrumento posee una causalidad ins­
mano, las palabras tan mías como de mi lengua; y son tan mate­ trumental, que es de orden eficiente, pero es subordinada y se­
riales como espirituales. La cabeza manda un impulso por los cen­ cundaria; el instrumento es elevado por la causa principal para
tros nerviosos, y la mano o la lengua ejecutan la obra. Según esta producir un efecto que desborda su poder; la obra es efecto de
semejanza podríamos imaginar la acción del Espíritu y la del es­ ambas causas, y conserva la semejanza de ambas. Por ejemplo, la
critor sagrado. San Agustín piensa más bien en Cristo y sus dis­ pluma es elevada por la moción de la mano humana, para ejecu­
cípulos; nosotros podríamos introducir en su especulación el dato tar una serie de signos con significado espiritual; la flauta es ele­
de un impulso enviado por Cristo: este impulso es su Espíritu. vada para ejecutar una obra de arte de condición espiritual. Del
mismo modo el hagiógrafo recibe una moción del Espíritu, que
44 Es curioso el desarrollo de Teodoro de Mopsuestia, que divide el fenó­ es la causa principal, para producir con ella un efecto que des­
meno en tres elementos: escritor, tinta, pluma; que en trasposición resultan: Es­ borda sus puras posibilidades humanas, sea de conocer o de ha-
píritu Santo, revelación, hagiógrafo. Todo ello sufre una segunda trasposición al
fenómeno de hablar, ya que el texto bíblico comentado ha usado la comparación
«mi lengua es una pluma de escribano» (R. Devreesse, Essai sur Théodore de 4* Grelot ha distinguido bien entre el uso prefilosófico de los padres y la
Mopsueste: «Studi e Testi», 141 Roma 1948). elaboración filosófica de los escolásticos: da la preferencia a la segunda: art. cit.
64 La palabra divino-humana Instrumento 65

blar. La diferencia está en que el instrumento es un objeto plano metafísico el concepto de causa instrumental, nos han ser­
inerte, mientras que el hagiógrafo es vivo, inteligente y libre. El vido para explicar de algún modo el misterio de la doble natura­
padre Benoit observa que santo Tomás es muy parco en el uso leza de la Escritura. Digo de algún modo, porque la explicación
del término «instrumento» para explicar la profecía. Prefiere ha­ analógica, aun siendo positiva, exige la conciencia de sus límites.
blar de un casi-instrumento, o de instrumento en sentido lato, o Esta conciencia de limitación se hizo aguda con la crisis monta­
evitar el término 46. ñista 50. Montano —mediados del siglo II— usa la comparación
En los manuales teológicos neoescolásticos, la doctrina de la de la lira y el plectro para concluir que el hombre inspirado ac­
causa instrumental, aplicada a la inspiración, suele ocupar lugar túa inconscientemente, mecánicamente movido por el Paráclito;
prominente. Por ejemplo, el tratado del padre Tromp presenta la en estado de éxtasis, manía o furor sacro, poseído a la fuerza
proposición IV: «Inspirado, qua Deus est vere auctor principalis por Dios. Esta teoría de ascendencia platónica, al rebajar brutal­
libri sacri, homo autem vere auctor secundarius, in eo est, quod mente la actividad específicamente humana, caía en una especie
Deus in ordine ad librum sacrum conficiendum homine utitur de monofisismo escriturario, y era claramente contra la tradición
tamquam causa instrumentali, supernaturali virtute elevata». de la Iglesia, por lo cual la atacaron vigorosamente varios pa­
Divide el instrumento según que sirva para moverse, para re­ dres, entre los que sobresale san Epifanio.
cibir o para hacer; éste puede ser adecuado e inadecuado, sepa­ La trasposición analógica está llevada a cabo por el monta­
rado y unido, inanimado y racional; el instrumento tiene una ac­ ñismo sin reconocer los límites; negando los límites, para pro­
ción instrumental y otra propia. Después aplica las distinciones clamar una nueva presencia reveladora del Espíritu, por medio
al caso de la inspiración bíblica 47. de Prisca y Maximila.
En el índice analítico de Pesch la entrada instrumentum re­ El hombre, en cuanto persona, puede ser movido por influjo
mite a causa instrumentalis; y en el n.° 403 del texto afirma: moral, por mandatos, consejos, amenazas... Si un hombre es
«Con estas y con otras frases los santos padres enseñan con toda movido mecánicamente con violencia física, o por drogas, no ac­
claridad que los hagiógrafos son causas instrumentales, y Dios túa como hombre. Así, si le fuerzan físicamente a firmar un do­
causa principal» 48. Pesch atribuye a los padres una elaboración cumento, a disparar una pistola, etc. Ahora bien, el influjo del
metafísica propia de la escolástica, que nunca enseñaron. Si com­ Espíritu no puede pertenecer al orden de la violencia física,
paramos la formulación conceptual medieval y moderna con la usando al hombre mecánicamente; por otra parte, no basta la
formulación simbólica de los antiguos, veremos que hemos ga­ moción moral, para que el Espíritu sea verdadero autor de la
nado rigor, mas hemos perdido sugerencia y vitalidad. La encí­ obra. Tenemos que imaginarnos una moción física y no violenta,
clica Divino affiante Spiritu emplea sencillamente el término eficaz y no mecánica: la acción misteriosa del Espíritu que sopla
«instrumento» en griego y en latín, y se refiere a la «moción di­ como quiere.
vina» (EB, n.° 556), sin mencionar explícitamente la doctrina También los escolásticos son conscientes de la limitación del
metafísica de las causas 49. concepto de causa instrumental, aplicado a la inspiración; y la
En el plano antropológico el símbolo del instrumento, en el encíclica de Pío XII formula el límite en dos adjetivos: «El autor
sagrado, al componer su libro, es instrumento del Espíritu
46 P. Synave / P. Benoit, La Propkétie, sobre todo pp. 103-107 (ST II-II. Santo, vivo y racional» 51.
q. 173, a. 4) y 286-293. Santo Tomás también elaboró la doctrina de la humanidad de
47 De Sacrae Scripturae Inspiratione (Roma 31936).
48 Op. cit., n° 403. 50 P. de Labriolle, La crise montaniste (París 1913).
49 G. Mortari, La nozione di causa instruméntale e le sue applicazioni alia 51 Spiritus Sancti ÓQyctvov seu instrumentum, idque vivum ac ratione praedi-
questione delVinspirazione verbale (Verona 1928). tum (EB, n° 556).

5
66 La palabra divino-humana Dictado 67

Cristo como instrumento de la divinidad (de la naturaleza di­ llegado a una exactitud del dictado por medio de dictáfonos o de
vina) en la obra de la salvación; humanidad llena de gracia, en cintas registradas; sin estos medios, también los antiguos cono­
sentido dinámico, en toda su acción durante la vida mortal, y cieron el dictado exacto y la taquigrafía. Al escuchar la fórmula,
en su presencia activa en Ja Iglesia 52. la primera reacción es concebir de este modo al Espíritu Santo
que dicta: un jefe a su secretaria, un apuntador que va diciendo
DICTADO por delante todas las palabras de la comedia; o como en la esta­
A. Bea, Libri sacri Deo dictante comcripti: Est Ecl 34 (1960) 329-337. tua egipcia, el ave familiar sobre el hombro del escriba, soplán­
E. R. Curtius, Literatura europea y Edad Media latina, op. cit., «Ars dole lo que ha de escribir.
dictaminis», 117s. Cf. A. Artola, De la revelación a la inspiración, op. No es así: la paloma del Espíritu Santo no se posa en el
cit., pp. 75-78, y J. T. Burtchaell, Catholic Theories of Biblical Inspira- hombro del hagiógrafo haciendo de apuntador. No es éste el
tion since 1810 (Londres 1969). sentido de la palabra «dictar» en el presente contexto.
Basta releer los textos citados: san Jerónimo no dice que
Entre los padres latinos encontramos la fórmula dictare, apli­ dictó a los apóstoles, sino por medio de los apóstoles. San Agus­
cada a la acción del Espíritu Santo en la confección de la Escri­ tín dice que los miembros conocen porque dicta la cabeza. Más
tura: explícito son san Gregorio y san Isidoro: «Creemos que el Espí­
Jerónimo: «Toda la carta a los Romanos exige una interpre­ ritu Santo es el autor de la Sagrada Escritura: pues'el que dictó a
tación, y está envuelta en tantas oscuridades, que para entenderla sus profetas para que escribieran, él mismo escribió» 56.
necesitamos la gracia del Espíritu Santo, que dictó estas cosas A partir del Concilio de Trento se abrió camino la concep­
por medio del apóstol» 53. ción de un dictado puro y total, que convierte al hagiógrafo en
Agustín: «Los miembros ejecutaron lo que conocieron al simple amanuense. A un amanuense se le pide que entienda ma­
dictado de la cabeza» 54. terialmente las palabras y las sepa reproducir ortográficamente,
nada más. ¿Es ésta la interpretación estricta del decreto triden­
Gregorio Magno: «El que lo dictó lo escribió» 55. tino? Veamos algún exponente.
El Concilio Tridentino emplea también la fórmula Spiritu Domingo Báñez publicó en Roma en 1548 su tratado Sebo-
Sancto dictante, aplicada a las tradiciones. lastica Commentaria in primam partem angelici doctoris D. Tho-
El hecho de dictar pertenece a nuestra cultura, y por eso nos mae usque ad sexagesimam qtiartam quaestionem complectentia.
parece muy fácil comprender esa segunda analogía. Pero en la «Conclusión segunda: El Espíritu Santo no sólo inspiró la
facilidad hay un grave peligro, porque el arte de dictar y el tér­ materia contenida en la Escritura, sino que también dictó y sugi­
mino «dictar» han sufrido una gran evolución. Nosotros hemos rió cada una de las palabras para expresarla... Dictar significa de­
terminar las mismas palabras.
Conclusión tercera (esta doctrina no es de fe, pero es más se­
52 Véase T. Tschipke, Die Menschheit Christi ais Meiisorgan der Gottheit, gura): Como Dios lo dispone todo suavemente, así iluminaba la
ttnter besonderer Berücksichtigung der Lehre des bl. Thomas von Aquin , «Frei- mente de cada hagiógrafo y le dictaba las palabras que mejor se
burger Thcologische Studien» 55 (Friburgo 1940).
53 «Omnis ad Romanos epistuía interpretatione indiget et tancis obscurita- adaptaban a su estado y condición» 57.
tibus involuta est, ut ad intellegendam cam Spintus Sancti indigeamus auxilio,
qui per apostolum hacc ipsa dictavit» (PL 22, 997; CSEL 55, 500). 56 «Auctor earumdem Scripturarum Spiritus Sanctus csse creditur. Ipse enim
M «Membra eius id operata sunt quod dictante capite cognoverunt» (PL 34, (De ecclesiasttcis offiáis,
scripsit, qui prophetis suis scribenda dictavit» 1, 12; PL
1070; CSEL 43, 60). 83, 750).
5S «Ipse igitur haec scripsit qui scribenda dictavit» (PL 75, 515). 57 ¡n q. 1, art. 8.
68 La palabra divino-humana Dictado 69

A mediados del siglo XVIII publica C. R. Billuart su Summa hombre pone las palabras; Dios pone el pensamiento, el hombre
Theologica, que tuvo gran influjo. En su disertación sobre las re­ pone el estilo. Campeón de esta teoría fue en el siglo pasado el
glas de la fe, dice: «Defiendo que todas las sentencias de la Es­ cardenal Franzelin, prolongando algunas ideas de teólogos pos-
critura han sido inspiradas y dictadas por el Espíritu Santo... tridentinos, como Lessio, Suárez, A. Lapide, etc. Pesch escribe
Sentencia más probable: la naturaleza de la Sagrada Escritura su gran libro bajo el peso de la controversia, y repetidas veces
exige que no sólo el sentido y el pensamiento, sino también cada intenta traer a los santos padres a esta distinción 59.
una de las palabras sean dictadas por el Espíritu Santo. Es la Actualmente tal planteamiento está superado. No sólo la so­
sentencia más aceptada... El Espíritu Santo se acomodaba al ge- lución «Dios las ideas, el hombre las palabras», sino el mismo
nio, estilo, afectos de cada escritor sagrado, y fue dictando cada planteamiento «o las ideas o las palabras». Porque supone una
cosa como si el escritor escribiese por cuenta propia» 58. concepción del lenguaje y del estilo que no funciona en la reali­
Paralelamente procedían los protestantes llamados «orto­ dad; es una distinción especulativa, de laboratorio, que peca de
doxos». En una profesión de fe suiza, Formula consensus Helvé­ intelectualismo, como si sólo contasen las ideas. Además, el di­
tica (1675), se consideran -sagradas las consonantes, las vocales y lema implícito en la argumentación es incorrecto: «O Dios dicta
la puntuación —o su equivalente— del texto hebreo. Entre los las palabras, o las palabras son sólo del hagiógrafo». Se da un
autores protestantes clásicos, J. Gerhard, en su obra De locis tercero, que es la moción vital sin dictado estricto. Actualmente
Theologicis (1657), cap. 15, defiende, por deducción teológica, la mayoría de los teólogos consideran inspirado el concreto lite­
que Dios inspiró el texto hebreo con las vocales y la puntuación rario, sin distinguir entre fondo y forma: el concreto literario es
que hoy leemos. Quenstedt, en su obra Theologia didactico-po- un sistema de palabras significativas. Sólo que inspirar no es
lemica (1658), I, 4, llama a los hagiógrafos «amanuenses y nota­ igual que dictar, en la acepción común.
rios» del Espíritu Santo; los hagiógrafos son autores en sentido Emparentada con la controversia precedente es la discusión
impropio; «las mismísimas palabras, cada vocablo individual­ de los padres, en el concilio Vaticano I, sobre la cuestión: la Sa­
mente lo suministró, inspiró y dictó el Espíritu Santo a los ha­ grada Escritura ¿contiene la palabra de Dios o es la palabra de
giógrafos»; las diferencias de estilo se explican porque el Espí­ Dios? La distinción venía surgerida por los oráculos que la Bi­
ritu Santo se acomodaba al temperamento de cada autor, dic­ blia presenta formalmente como palabra de Dios: «Así dice
tando las palabras que el autor habría empleado escribiendo por Dios... Oráculo del Señor... Palabra del Señor a...», destacados
su cuenta. del resto de la Escritura. Según la tradición hay que decir que
Estas posiciones paralelas, de católicos y protestantes, que no toda la Sagrada Escritura es palabra de Dios. Dice san Juan Cri­
pueden negar cierto sabor monofisita, provocaron dos reacciones sóstomo, comentando 1 Tes 4,15: «san Pablo siempre habla ins­
diferentes: entre los protestantes, el racionalismo, que salta al pirado, pero lo que dice aquí se lo había escuchado literalmente
extremo opuesto, eliminando simplemente a Dios del juego; en­ a Dios» 60.
tre los católicos, la gran controversia sobre la inspiración verbal.
Su planteamiento es el siguiente: inspiración no es puro dic­ 59 Naturalmente, cierto influjo en las palabras se da siempre, y lo admiten
tado, la teoría del dictado anula prácticamente la actividad hu­ todos en cuanto que el tema ya restringe los campos de lenguaje, y la exposición
mana. Por tanto, para conciliar ambas proposiciones: «Dios es del tema exige fórmulas aptas. Pero, según la teoría indicada, Dios mueve inme­
autor de la Escritura», «el hombre es autor de la Escritura», diatamente la actividad de las ideas, mediatamente la actividad de la formulación
hace falta distinguir. Y la distinción es bien sencilla: Dios pone apta. En la distinción de Tromp «rerum conceptio est simpliciter ex illustratione

el contenido, el hombre pone la forma; Dios pone las ideas, el divina: verba sunt etiam ex illustratione divina, attamen non necessario quatenus
sunt haec verba simpliciter, sed quatenus sunt haec verba apta» (De inspirañone
Sacrae Scripturae, n° 91).
58 De regula fidei, dissertatio 1. 60 'O bk naúXoc; oí) xaQrmevov í&tíiv, áM.’£x<uv év éauto) XaXoívxa xóv
70 La palabra divino-humana Mensajero 71

Y semejante es otra discusión reciente sobre ipsissima verba, de redactar correctamente en un par de páginas un par de notas
que se plantea en los escritos proféticos y en los evangelios: de su jefe; o el secretario de un jefe de Estado que le prepara y
¿nos da el profeta las mismísimas palabras de Dios, o nos ofrece redacta los discursos. En estos casos se da una colaboración in­
una elaboración suya?, ¿hay en el oráculo una parte que es la teligente, concorde, para producir la obra. El jefe propone el
mismísima palabra de Dios y otra parte que es explicación del tema, el desarrollo, las ideas, algunas fórmulas, el secretario re­
profeta?61. Paralelamente: ¿nos dan los evangelistas las mismí­ dacta; el jefe revisa, el secretario corrige; el jefe aprueba y re­
simas palabras de Cristo?, ¿o nos dan simplemente la palabra de dacta, y pronuncia el discurso. ¿De quién es el discurso? En
Cristo por la acción del Espíritu? Sobre esta última cuestión vol­ cierto modo, de los dos; en cierto modo, uno es el autor princi­
veremos más tarde. Ahora podemos retornar a la analogía del pal y otro el secundario, siendo los dos inteligentes. Aunque a
dictado. los efectos jurídicos el discurso es del presidente, a efectos litera­
Notemos la evolución semántica de la palabra latina dictare: rios y de lenguaje el discurso también es del secretario, que co­
por un lado ha concluido en el grupo Dichten, Gedicht, Dich- noce su ars dictaminis del estilo moderno.
tung; por otro lado, ha desembocado en los términos dictador, Creo que la comparación del ghost writer, o redactor de es­
Diktat. La primera línea nos conduce a las artes dictaminis me­ tilo es menos útil, porque en este caso el «autor» originario sólo
dievales, que eran simples artes poéticas, es decir, manuales que ofrece unos materiales, y no es verdadero autor literario.
enseñaban el arte de desarrollar y componer poéticamente. El Así entendida la dictación, ilumina analógicamente el miste­
«dictar» medieval era una operación inteligente y aun poética. Su rio de la inspiración. Pero, contentos con su luz, no olvidemos
origen se encuentra en las cancillerías, donde trabajan unos em­ sus límites. En el último caso descrito es posible una disección
pleados que poseen el arte del dictado, es decir, de redactar se­ de aportaciones entre el jefe y el secretario, es posible distinguir
gún las reglas el material, la idea propuesta por el gobernante. los tiempos para distribuir la colaboración, es posible suponer al
De esta técnica retórica se pasa a la técnica poética emparentada: redactor más literario y al jefe más pensador, es posible atribuir
y en un momento se puede formular el principio: «Quien quiera a uno la ciencia y al otro el estilo. Disección que no es aplicable
ser poeta (dictator), debe estudiar el arte poética (ars dicta- al trabajo del Espíritu Santo por medio del autor sagrado.
minis)»; y Dante llama a los poetas dictatores ilustres. La se­ Como en Cristo se dan dos voluntades y dos operaciones,
gunda línea de evolución se refiere al reino de la voluntad, del no confusas, ni opuestas, y la voluntad humana de Cristo está
mandato, de la legislación: la voluntad del soberano dicta sometida a la voluntad divina, de modo semejante, en el misterio
normas; pero también reconocemos y seguimos el dictado de la de la inspiración existe una operación humana literaria o de len­
razón o de la conciencia. guaje, sometida y no opuesta a la operación del Espíritu Santo.
Esta doble evolución semántica nos impone flexibilidad al Y rebajar la operación humana a la de puro amanuense no es
manejar la segunda analogía de la inspiración. En términos mo­ glorificar la operación divina 62.
dernos tendríamos que pensar en el secretario inteligente, capaz MENSAJERO

Xqiotóv, ávxl toü xáSe XéyEL Kúqioc;, eXeyev, f| &oxi[if|v £r)mtE év f|niv Xa- Resumen histórico de teorías y explicación personal en Cl. Wester-
X.0 ÜVT05 X q lo to í; xai náUv flau tas áJtócrtoXo? l^aoij Xqlotoü Óeixvtig óti mann, Grundformen prophetischer Rede (Munich 1960). Lo que llaman
ovñfev ai) toü écruv. ó yág ártóatoXog TÓt to-D ájioaTeíXavTog «pQéyYetai,. Kal los alemanes Botenstil, estilo de mensajero. Cf. sobre esto 'el libro cit.
jiáXiv Aoxw xáyoj jrveí>[ia 0eov Sxeiv. 'E xáv a (X¿v ovv jrveúnaTi návra ¿<p- de G. von Rad, Sabiduría en Israel (Madrid 1985).
SéyyeTO, toüto ófc 6 Xéyei vív xai. (5Tyra>s r}xouaa n aga t o í 0eoü (In 1 Thes,
homilía 8 ; PG 62, 439).
61 H. Wildberger, Jahwewort und prophetische Rede bei Jeremía (Zurich
62 Cf. Denzmger-Schónmetzer, 550-559, sobre las operaciones de Cristo, ót-
1942). Óiaieértúe, &TQÉJtT(ú£, á^ieQÍcrtíús, ¿uxuYXÚtítfS-
72 La palabra divino-bu-mana El autor y sus personajes 73

He aquí otra imagen, de gran raigambre bíblica. Los profetas guno, no penséis que las dicen los inspirados, sino la Palabra de
son enviados de Dios, mensajeros, heraldos del Señor; los após­ Dios que los movía. Pues unas veces anuncia proféticamente el
toles son enviados y heraldos de Cristo. porvenir, otras habla como si hablara el Dios Padre y Señor de
En una cultura sin teléfono, telégrafo ni aviones, el mensa­ todos, otras veces como si hablara Cristo, otras como si hablara
jero desempeña un oficio importantísimo. Si su oficio consiste la gente que responde al Señor o a su Padre. Lo podéis compro­
simplemente en transportar y entregar cartas escritas, le basta ser bar en vuestros escritores, que siendo uno el que escribe todo,
buen jinete. Muchas veces el mensajero tenía que dar el mensaje introduce varias personas dialogando» 63.
en voz alta, aprendido de memoria, porque el escrito era sólo un La Biblia nos ofrece algunos casos significativos del procedi­
control: para ello le bastaba la técnica de memorizar. Pero no miento. El libro de Job está realizado como diálogo dramático
faltaba el mensajero de categoría, que recibía el asunto para ex­ entre varios personajes. Más significativo es el relato de 2 Sm 14,
ponerlo y desarrollarlo según las circunstancias. Este mensajero en el que Joab ensaya a una mujer hábil una escena fingida, que
era una especie de embajador con amplios poderes. En nuestra ha de representar ante David y con David, para mover al rey a
cultura subsisten el enviado especial, el embajador, con instruc­ la clemencia. Puede verse mi artículo, David y la mujer de Te-
ciones precisas y libertad de adaptación al momento. Son media­ cna, 2 Sm 14, como modelo hermenéutico: «Bíblica» 57 (1976)
dores que informan sobre la voluntad del que los envía, pero no 192-205.
decimos que las palabras del embajador sean palabras de su pre­
sidente. Vamos a pensar en escritores de teatro o de novela, autores
Los profetas se presentan como enviados de Dios, y utilizan que manejan o crean en su obra personajes. Simplificando, po­
fórmulas típicas del estilo postal: «Así dice el Señor a N...» demos distinguir al escritor vigoroso y al mediocre, en ese te­
Ellos salvan la distancia entre Dios y el hombre con la palabra. rreno de los personajes.
Como se ve, esta tercera analogía añade muy poco a la pre­ Un novelista mediocre no es capaz de crear personajes autén­
cedente. En el primer caso el mensajero ni siquiera necesita ha­ ticos: utiliza y mueve marionetas, para sus fines particulares, que
blar. En el segundo su memoria recibe como al dictado. En el pueden ser una tesis o un desenlace de argumento. Para que el
tercero ejercita una actividad inteligente y de lenguaje, y en argumento proceda, para que no se interrumpa, para que alcance
cierto modo el que le envía habla por él. la conclusión prevista. Estos personajes hablan en la novela, en
el escenario, pero su lenguaje no es auténtico: el autor les está
soplando palabras que ellos no sienten o que no les sientan.
EL AUTOR Y SUS PERSONAJES Pero el gran novelista crea personajes auténticos de los cuales
En general, libros que traten del arte y ficción narrativa, tocan de un brotan el argumento y la acción; personajes que dicen sus pala­
modo u otro el tema. Una síntesis con múltiples referencias en R. We- bras sinceramente, desde dentro. Pensemos en algunas cumbres:
llek / A. Warren, Teoría Literaria (Madrid 1953; original americano,
Nueva York 1949; pocket-book, Harcourt Brace, N.Y.). 6 Í " O t a v Ó é x a c ; X é £ a g t w v jtQ O tp e itó v X e y o n é v a g á i t ó J i g o a c b i t o u á x o Ú T |T E ,

Testimonios selectos de autores en Writers on Writing, refundido y


[ifj ó j i ’ a ú x a j v t ü ) v é ( . u t o t v e \ j a j i é v a > v X é y e o f l a i v o ¡ i í a r | x e , á X X ’ á j t ó x o ü x i v o í v x o g
a í i x o u g G e ío u X óyou. n o té ¡le v y á p (b g j i e o a y y e X T L H w g x a fié X X o v x a y e v r i a a -
editado por Walter Alien, Nueva York 1948; capítulo 13, «Characters». o 0 a i X é y e i íto x é ó ’á g ¿ u to jiQ o a á u to u x o ü A e o jt ó t o u jc á v r t ü v x a l n a x Q Ó g 0 e o í

Esta es una analogía que me brinda el mundo de la creación


( p Q é y y e x a i , j i o t k Sfc (b g ¿ u i b J t Q o o iü J io u to t> X q u t t o í , j i o t e 6 e o jg ¿ a t o ji q o o c ü -

literaria. Voy a introducirla con una cita de san Justino, fiján­


j t o u X a t b v á J i o x Q i v o n é v o o v t í L K u q l o j r¡ I l a t Q Í a t i x o í . ó j t o í o v x a l ércL t q j v n a
ú fu v a \)Y Y Q a < j)é u > v l& e lv é c r t iv £va ufev xóv zá Jtá v x a cm yyQ ayd w óvxa,

dome sólo en lo que tiene de notación literaria: «Cuando escu­ jt Q Ó a c o n a dé x¿t & ia X £ y ó |x e v a j i a p a ^ é p o v x a (Apología I, 36; PG 6, 385; B A C

cháis las palabras de los profetas dichas como por boca de al­ 116, p. 221).
74 La palabra divino-humana El autor y sus personajes 75

Don Quijote y Sancho Panza, Hamlet, los hermanos Karama- cen los personajes auténticos en la novela, en el drama son pala­
zov, Ana Karenina. Escuchemos en voz alta las palabras de estos bras suyas. Añadamos la otra mitad: y son palabras del escritor.
personajes, y preguntemos: ¿De quién son estas palabras, de Porque, sin duda, Calderón monologa sobre el sentido de la
Iván o de Alyosha? La respuesta es fácil. ¿Quién habla, Don vida, sin duda Dostoyevski habla de su propia plenitud atribu­
Quijote o su escudero? No hay duda. Sigamos preguntando: lada, y Shakespeare medita en voz alta con Enrique IV. Shakes­
¿De quién son estas palabras, de Alyosha o de Dostoyevski, de peare y Cervantes y Dostoyevski pueden reclamar como suyas
Sancho o de Cervantes, de Laertes o de Shakespeare? La res­ cada una de las palabras que pronuncian sus grandes personajes;
puesta nos hace pensar. incluso las que pronuncian dialécticamente los personajes con­
Los personajes son creación del autor, dependen de él en su trarios: Quijote y Sancho, Otelo y Yago, Iván y Smerdyakov.
ser, en su obrar, en su hablar; a su vez, el novelista depende de Guy de Maupassant, oponiendo la novela de tipo objetivo a
sus personajes, los tiene que respetar. la novela de análisis psicológico, defiende que en esta última el
Algunos escritores explican cómo escuchan internamente la yo del autor asume diversas personalidades y actúa en todas
conversación de sus personajes, como si ellos fueran más espec­ ellas: «¿Cómo me portaría yo si fuera un rey, un asesino, un la­
tadores que autores; paradójicamente, están escuchando hablar a drón, una prostituta, una monja, una joven, un vendedor?»,
su fantasía. Un novelista me confiaba que tuvo que hacer morir puesto que el autor sólo puede «trasplantar su propia visión del
a uno de sus personajes, porque iba creciendo en fuerza y ame­ mundo, su propio conocimiento del mundo, sus propias ideas
nazaba con devorar la novela. Trollope cuenta cómo convivía sobre la vida». Es famosa la respuesta de Flaubert: «Madame
con sus personajes, cómo conocía el tono de voz de cada uno, lo Bovary c’est moi» 64.
que diría o no en tal situación, y cómo procura introducir al lec­ El novelista habla en su novela, no sólo cuando escribe auto­
tor en el conocimiento de los personajes. Nadie como Pirandello biográficamente, no sólo cuando cuenta hechos, sino cuando ha­
ha descrito el crecimiento de los personajes en la mente del au­ blan sus personajes; el dramaturgo habla en las tablas, en el ha­
tor: ya no es el autor quien busca a sus personajes, sino los seis blar de sus personajes. Y en el caso de que dos personajes se
personajes quienes buscan a su autor, para poder vivir, obrar y opongan, ¿qué dice el autor? Depende: puede ser que su pensa­
hablar. miento surja dialécticamente, puede ser que el antagonista quede
Es notable cómo algunos personajes populares adquieren condenado en un juicio de valor dado en el contexto total. Aun
corporeidad y una especie de vida independiente: baste recordar en el caso de un personaje odiado o despreciado por el autor,
la vida de Sherlock Holmes (con la discusión sobre si estudió en habla palabras del autor; aunque fácilmente el odio puede llevar
Oxford o en Cambridge); la vida de Don Quijote y Sancho a la creación de personajes inauténticos, por lo que recomendaba
Panza, que escribe Unamuno; las memorias de Maigret, que es­ una novelista a sus colegas «un amor universal, como el de
cribe el mismo Simenon, etc. A la antropología, a la psicología Cristo».
pasan grandes figuras como Don Juan, Hamlet... ¿Cómo es posible este desdoblamiento múltiple, y esta con­
Todo esto para mostrar cuánta personalidad pueden tener junción de autor y personaje en unas palabras? Por un lado es la
estos personajes de la fantasía, y con cuánta verdad pueden re­ riqueza de experiencia humana del gran escritor; además, su pe-
clamar para sí «sus» palabras. No recordamos los monólogos de
Shakespeare, sino el de Hamlet, el de Enrique IV; y las confe­ 64 El propio Flaubert nos cuenta que, al describir el envenenamiento de la
siones de un alma atribulada son de Iván Karamazov; y el mo­ Bovary, experimentó en sí mismo los síntomas de la intoxicación. Véase sobre

nólogo de La vida es sueño es del príncipe Segismundo. esto las atinadas observaciones de Ortega y Gasset a propósito de Azorín en
«Obras Completas» II, pág. 175, y sobre los personajes de Dostoyevski y de
Con todo, hemos enunciado la mitad de la verdad: lo que di­ Proust enIdeas sobre la novela, «Obras Completas» III, págs. 399-407,
76 La palabra divino-humana Dios, autor de la Escritura 77

netración intuitiva, capaz de captar hechos mínimos, de com­ Weyns, De notione inspirationis biblicae iuxta Concilium Vaticanum:
prender su sentido, de ensancharse por analogía. Sobre todo, in­ «Angelicum» 30 (1953), 315-336. De bibliografía reciente puede indi­
cluyendo lo anterior, es la capacidad del artista para convivir carse: A. M- Artola, La inspiración de la Sagrada Escritura, en L.
con los personajes, para vivir en sus personajes, para encarnarse Alonso Schókel (ed), Comentarios a la constitución «Dei Verbum» sobre
en ellos. la divina revelación (BAC, Madrid 1969) 371-391; id., De la revelación
Ha sonado la palabra «encarnarse», y es como un salto meta­ a la inspiración. Los orígenes de la moderna teología católica sobre la
fórico al revés, volviendo a un punto de partida o de referencia. inspiración bíblica (Valencia 1983); A. Torres Queiruga, La revelación
de Dios en la realización del hombre (Ed. Cristiandad, Madrid 1986).
Decimos que Dios se ha encarnado en un hombre, que su pala­
bra se encarna en palabra humana, como el artista se encarna en ¿Es ésta una simple imagen ilustrativa? Y, si es una imagen,
sus personajes. Aquí desemboca nuestra analogía. ¿no está incluida en la precedente del autor y sus personajes?
Como las anteriores, tiene sus límites; el personaje literario ¿Será «autor» más bien un concepto que debemos definir con
no es una persona viva y real, con cuerpo y alma, derechos y precisión, para aplicárselo a Dios inspirador?
deberes. Aun las más ricas y complejas personalidades literarias, La fórmula «Dios es autor de la Escritura» es parte de una
esas que llama E. M. Forster «caracteres redondos» (round Cha- definición de fe: «Profesa que un mismo y único Dios es autor
racter) 65, son una estilización, una simplificación. Según W. So- del Antiguo y Nuevo Testamento, es decir, de la ley, los pro­
merset Maugham, «el escritor no copia sus modelos, sino que fetas y el evangelio; porque los santos de ambos Testamentos
toma de ellos lo que quiere: un par de rasgos que han atraído su hablaron inspirados por el mismo Espíritu Santo» 67.
atención, una manera de pensar que ha encendido su imagina­ «El concilio Tridentino... recibe y venera... todos los libros
ción, y con ellos construye su personaje». La existencia, la liber­ del Antiguo y del Nuevo Testamento, pues Dios es el único
tad, la responsabilidad de los personajes literarios son traslati­ autor de ambos...» 68.
cias. Mientras el hombre vivo, la persona humana, existe y obra «La Iglesia considera dichos libros sagrados y canónicos...
antes y fuera de su actividad de hablar, el personaje dramático porque, inspirados por el Espíritu Santo, tienen a Dios por au­
sólo existe en su hablar o en su presencia escénica, el personaje tor» 69.
novelesco existe cuando habla o cuando se habla de él. Es muy «Dios es el autor que inspira los libros de ambos Testa­
distinto mover dentro de la fantasía personajes, que son de len­ mentos» 70.
guaje, que mover a un hombre responsable en su actividad de En las dos primeras fórmulas el énfasis recae sobre el adje­
escritor. tivo «único»: ambos concilios insisten en la unidad de los dos
Éste es el límite de la última analogía. A pesar de ello, me Testamentos, de las dos economías, contra la división de Mar-
atrevo a cerrarla con una cita por semejanza de san Agustín: «Si dos ción o de los maniqueos. No es lícito atribuir el Antiguo Testa­
en una sola carne, ¿por qué no dos en una sola voz? Hable la ca­ mento al espíritu del mal, ó a un Dios diverso, sino que forman
beza, hablen los miembros, es el único Cristo quien habla» 66. una verdadera unidad, porque su autor es el mismo Dios. En
ambas fórmulas, que Dios sea autor de la Sagrada Escritura, es
DIOS, AUTOR DE LA ESCRITURA cosa que se afirma como indiscutible.
Los dos artículos fundamentales: A. Bea, Deus auctor Scripturae: Her- El Concilio Vaticano I avanza, delimitando la naturaleza de
kunft und Bedeutung der Formel: «Angelicum» 20 (1943) 16-31; N. I.
67 Concilio Florentino (1442), Denzinger-Schónmetzer, 1334.
65 E. M. Forster, Aspects of the Novel, especialmente 67-78. 68 15 4 6 ;id. 1501.
«Si dúo in una carne, cur non dúo in una voce? Sivc caput loquitur sive 69 Concilio Vaticano I (1870); id. 3006.
membra, unus Christus loquitur» (CCL 40, 2027). 70 Dei Verbum, 16.
78 La palabra divino-humana Dios, autor de la Escritura 79

la inspiración: primero con un par de precisiones negativas, des­ grafía de un antecesor ilustre de la casa, el general de una orden
pués positivamente. La definición positiva une sintácticamente, religiosa encomienda a un súbdito escribir la biografía del funda­
en una sentencia, estos dos elementos: «inspirados», «Dios au­ dor, el ministro de educación patrocina a un profesor para que
tor»; el verbo principal de la sentencia es: «tiene a Dios por au­ escriba la historia del país durante el siglo XV II... En tales casos,
tor». el autor literario del libro es el escritor comisionado, o patroci­
Del hecho de la definición no se sigue el carácter conceptual nado, o pagado; el magnate, el general, el ministro son causa
o simbólico de una fórmula —«ascender», «cielos» formulan real del libro, no son autores en el sentido normal.
simbólicamente un misterio de Cristo glorificado— . ¿Qué sen­ Ya dijimos que la moción de Dios inspirando no es pura­
tido preciso tiene la palabra «autor» en las definiciones dogmá­ mente moral, sino física. Con todo, preguntamos: Esta moción
ticas? En nuestra cultura moderna, «autor» tiene un sentido do­ física, ¿sitúa a Dios en la zona del escritor o en la zona de la
minante literario o artístico, que se hace unívoco cuando nos causa?, ¿es verdadero autor literario del libro sagrado, o es gené­
movemos en el terreno de la literatura. Cuando una historia de ricamente causa de él? Estas distinciones nos dan enfrentadas
la literatura habla de autores, nadie duda sobre el término; la dos líneas de opinión. Porque se trata por ahora de una cuestión
«Sociedad de autores» es una institución bien definida, como los disputable.
«derechos de autor». ¿Vale lo mismo para la Sagrada Escritura? N. I. Weyns analiza el sentido de la definición vaticana, se­
Ante todo, el autor en tiempos antiguos, y sobre todo en el gún las actas conciliares. En la profesión de fe propuesta a Mi­
mundo bíblico, es distinto de la realidad que nosotros cono­ guel Paleólogo (1274) el texto griego traduce auctor por ¿O T -
cemos: la anonimía, la seudonimia, la colaboración, la reelabora­ yóg, no por ODyYQOtcpeúg; no especifican el sencido de «autor» ni
ción, etc., son hechos comunes. Pero ahora nos referimos a el concilio Florentino ni el Tridentino. En el Vaticano, el es­
Dios: ¿es unívoco e indiscutible decir que Dios es autor de la quema propuesto en diciembre de 1869 restringía el sentido de
Sagrada Escritura? También aquí nos movemos en el terreno li­ «autor» en las palabras «tienen a Dios por autor y contienen
terario, y sin querer tomamos la palabra «autor» en su sentido verdadera y propiamente la palabra de Dios escrita» 71, y en la
específico de autor literario. En este sentido leemos el párrafo explicación se afirmaba que «Dios es el autor de los libros, o au­
antes citado de san Gregorio Magno, sobre el destinatario que tor de la Escritura, de modo que la misma notación o escritura
lee una carta y pregunta por la pluma, lee la Sagrada Escritura y de las cosas se debe atribuir principalmente a la operación divina
pregunta por el autor humano, cuando sabe que el autor es en el hombre y por el hombre» 72. Un nuevo esquema corrige
Dios. En esta interpretación de la palabra «autor», nos movemos «contienen» en «son... palabra de Dios escrita». Finalmente, des­
claramente en el terreno de la analogía, y este apartado debería pués de la discusión, el concilio omite la última frase y renuncia
ser el último de «Cinco analogías». a definir nada nuevo sobre la inspiración, dejando libre la discu­
Pero, aunque la interpretación estricta «autor literario» sea sión sobre el modo y la extensión del carisma. Weyns concluye
razonable y legítima, ¿tenemos derecho a imponerla como interpretando así el decreto del concilio: «... han sido escritos
dogma?, ¿responde verdaderamente al sentido originario de los bajo un influjo positivo del Espíritu Santo, y son de origen di­
documentos conciliares? vino» 73.
En griego podemos distinguir entre los términos cruyYQa-
<pex>s y ápXTIYÓg o am o s, en alemán distinguen entre Verfasser 71 «Deum habent auctorem, atque ita continent vere et proprie verbum Dei».

y Urbeber> los ingleses podrían distinguir entre Author o Writer


72 «Librorum auctor seu auctor scriptionis, ita ut ipsa rerum consignado seu
scriptio tribuenda sit principaliter operationi divinae in homine et per hominem
y Originator, en español podríamos usar autor y origen. Un agenti».
magnate insiste y convence a un escritor para que escriba la bio­ 73 «Sub influxu quodam positivo Spiritus Sancti conscripti sunt, divinam ha-
80 La palabra divino-humana Dios, autor de la Escritura 81

Rahner utiliza el término Verfasser, en un sentido particular: sólo a la economía— parece clara: en las actas de Arquelao se
Dios es autor de los libros sagrados porque predefine que la refiere la doctrina de Mani: «Lo que está escrito en la ley y los
Iglesia, en el acto de constituirse, se exprese a sí misma; autor li­ profetas hay que atribuirlo a Satanás... que quiso escribir algunas
terario de dicha expresión es también el hombre. Dios y el hom­ verdades, para que, movidos por ellas, aceptaran los restantes
bre son causa de un mismo efecto, la Sagrada Escritura, según errores»; y Serapión Thmuiense polemiza con los maniqueos:
una diversa formalidad: la formalidad de Dios es que la Iglesia «Si el maligno, que no tiene esplendor, y es pura tiniebla, escri­
se exprese a sí misma, la del hombre es la formalidad literaria. bió la ley, ¿cómo pudo conocer la venida del Hijo?» Bea con­
Según Rahner es inexacto decir que Dios escribe una carta a Fi- cluye su exposición histórica interpretando la palabra «autor» en
lemón; y pienso que no aceptará a la letra la frase de san Juan sentido estricto, autor literario.
Crisóstomo: «... cuando escribe Pablo, mejor dicho, no Pablo, Éstas son las dos sentencias en la cuestión disputada. Ahora
sino la gracia del Espíritu, dicta una carta a toda una ciudad, a bien, la fórmula canónina locutus y numerosas afirmaciones de
un gran pueblo, y por ellos a todo el orbe...» 74. ' los padres en este sentido parecen favorecer el sentido de autor
En la línea opuesta está sobre todo el cardenal Bea, que, re­ literario:
conociendo tratarse de una cuestión disputada, toma la palabra Justino: «No las decían los inspirados, sino el Verbo divino
en su sentido común, como lo hicieron los antiguos.
que los movía» 77.
La fórmula aparece por primera vez en los llamados Anti­ Eusebio: «O no creen que la Sagrada Escntuta ha sido dicha
guos Estatutos de la Iglesia, Statuta Ecclcsiae A n tiq u a , que inti­ por el Espíritu Santo, y entonces son herejes...» 78.
man al obispo en su consagración la siguiente pregunta: «Si cree
que Dios es el autor único del Antiguo y Nuevo Testamento, es Ireneo: «La Sagrada Escritura es perfecta, porque ha sido di­
decir, de la ley, los profetas y los apóstoles» 7^\ el texto es ya cha por el Verbo de Dios y por su Espíritu» 79.
conocido a principios del siglo VI, y se opone a la doctrina ma-
niquea. San Agustín, en controversia con los maniqueos, cita Clemente Alejandrino: «El Señor en persona habla por
unas palabras del hereje Fausto: a la iglesia maniquea «le repug­ Isaías, por Elias, por la boca de los profetas» K0.
nan los dones del Antiguo Testamento y de su autor; celosa de Orígenes: «El Espíritu Santo narra esto» 81.
su propia fama, sólo recibe cartas de su esposo Cristo» 76. Estos
textos no son unívocos: el primero no habla expresamente de es­
critos, el segundo tiene un marcado carácter metafórico. En
otros escritos antimaniqueos la referencia a la Escritura —no 77 Mr'i dn’aínuv twv ejutejivewonévwv Xt'Ycoüoa vo|xún]te, «XX ano xoü xi-
voüvtog aíiToiig Otíou Xcr/ou ( Apología , l, 36; PG 6 , 3S5).
"H y o í i jiLotetiouoLv ciylío jíveuuciti Xí.;X¿x^ai x«g Gtuxg YQa(pág, xcxi
bent originem». Diferente es Ja sentencia de Dcsroches en Jugement pratique et eloiv ajcujrOL(Historia eclesiástica, 5, 28; PG 20, 516; GCS [(, 506).
jugement spéculatif chez l’écrivain inspiré (Ottawa 1958) 107. La fórmula a que v> «Scripturae quidem perfcctae sunt, quippe a Verbo Dei et Spiritu eius dic-
llega Desroches está en la definición del Vaticano. tac» (Adversas haereses, 2, 28; PG 7, 805).
74 riaúXoxj óe YQCKfóvTog náXXov óe o¿ natiXou. áXXa ifjg toíj n vrónatog 80 Aiixoq év 'Hacna ó xÚQLog XuXáv, áiitóg tv 'HXúi, ¿v otó^ut Jiyoq^tíov
XáQLTog xí]v ÉJtioToXf|v ímaYooeijoúarig óXox XÉ(>íü toaoú ia), x a l ót’ éxeívcov tfl m'jtóg (Exhortación a los paganos, 1; PG 8, 64; GCS l, 9).
oíxoujiéví] Jtáafl(In R 16, 3;PG 51, 187). S1 «Qui haec gesta narrat quac legimus, ñeque puer est qualem supra descri-
75 «Si novi et veteris Testamenti, id est, legis et prophetarum et apostolorum psimus, ñeque vir talis... sed sicut traditio maiorum tcnet Spintus Sanctus liaec
unum eundemque credat auctorem». narrat... Consiat ea per Spiritum Sanctum dicta, et ideo conveniens videtur haec
«Sorden t ei Testam enti V eteris et eius auctoris m uñera, fam aeque suae secundum dignitatcm immo potius sccundum maiestatcm loquentis intelhgi» (/«
custos diligentissim a, nisi sponsi sui non accipit litteras» (PL 42, 157). Nm, hom. 26, 3; PG 12, 774; CGS vil, 247).

6
82 La palabra divino-humana Conclusión 83

Cirilo Alejandrino: «Toda la Escritura es un solo libro, di­ La imagen del instrum ento proviene de la cultura humana,
cho por el único Espíritu Santo» 82. trabajo y música; de dos cualidades radicales del hombre: homo
Cirilo Jerosolimitano: «¿Quién otro conoce la hondura de fab er y hom o ludens. Aunque su apoyo bíblico riguroso es es­
Dios sino el Espíritu Santo, que habló las divinas Escrituras...? caso, ha sido privilegiada en su estado de símbolo, y ha sido fa­
¿Por qué andas revolviendo lo que ni el Espíritu Santo escribió vorecida en la trasposición conceptual metafísica. Conserva in­
en la Escritura?... El Espíritu en persona pronunció las Escri­ tactas sus posibilidades simbólicas: su especialización no anula
turas... Digamos lo que él dijo; lo que él no dijo yo no me su valor antropológico.
atrevo a decirlo» f!J. La imagen de dictar procede del mundo de las cancillerías,
Todas estas expresiones, que se podrían multiplicar sin es­ curias, y del mundo literario; tiene gran fundamento bíblico en
fuerzo, parecen favorecer una concepción de Dios como autor algunas fórmulas proféticas. Ha pasado por una conceptualiza-
literario, no sólo como origen. Concluyamos con una sentencia ción peligrosa, que recomienda cautela en el uso. Al mismo
de Isidoro de Sevilla que sintetiza los dos elementos: «Éstos son tiempo, su elaboración conceptual es una excelente muestra del
los escritores de los libros sagrados... Pero el autor de las progreso de la doctrina.
mismas Escrituras profesamos que es el Espíritu Santo. Pues él La imagen de la misión o del mensajero también procede del
mismo escribió cuando dictó para que escribieran sus pro­ mundo de las cancillerías; tiene una sólida ascendencia bíblica.
fetas» 84. Apenas ha recibido elaboración conceptual y añade muy poco a
Aplicando al Espíritu Santo la palabra autor en su sentido li­ las procedentes.
terario, nos movemos en el terreno de las analogías: lo cual in­ La imagen del autor y sus personajes procede estrictamente
cluye el límite. Es un autor especial, que escribe por medio de de la creación literaria. No tiene raíces bíblicas, porque entonces
otros, que son verdaderos autores. Como analogía pudo entrar no existía una reflexión consecuente sobre la actividad literaria.
en la sección precedente; pero la controversia en torno al sen­ En su aplicación a la Escritura no ha entrado en proceso de con-
tido ha impuesto la separación. ceptualización.
Si tomamos el término «Dios autor de la Escritura» como
CONCLUSION imagen, procede del mundo literario, y tiene claras raíces bí­
Hemos recorrido algunas imágenes para iluminar de algún modo blicas. Su aplicación al tratado teológico sobre la inspiración ha
el misterio de la inspiración. La imagen latente en el término in­ ocasionado discusiones, sin llegar a una opinión comúnmente
spiración , soplo o aliento penetrante, está tomada del mundo aceptada.
cósmico, elemental; muestra un aspecto vital y dinámico; es en­ Todas las analogías nos ofrecen algún conocimiento positivo
teramente bíblica, y por ello privilegiada. Su elaboración concep­ sobre la inspiración. Todas ellas, con la conciencia de su limita­
tual en la teología se ha alejado del contenido imaginativo. ción, afirman el misterio de la inspiración.
s2 F,v y a Q T| Jiáou ¿<m x a i X e X á ^ ia i ó i’évóg xoí) «ylou jrveú[iaTog (fu fs
29, 12; ni, 2; PG 70, 656).
Ní Tí Yiv<í)ox(i)v t c i ft á O t i t o v tíeoíi, e i ¡.a) (.tóvov -r ó jtveüfia t o
¿ O T iv e .iE Q O v
a y io v , Xub"|orav T a c Oeíag
to yQaqtág,,... TL toívuv TCoX/ujtQaYUovELg a ^r|<V: t ó
Jive.ün«To ayiov e.yeaq>ev1évTaic;, Yea<f>ttíí; (Catcquesis 11, 12; PG 33, 705).
#4 «Hi sunt scriptores sacrorum librorum... Auctor autem earundem Scriptu-
rarum Spiritus Sanctus csse crcditur. Ipse enim scripsit, qui prophetis suis scri­
benda dictavit» (PI. 83, 750).
3
TESTIM ONIO S BIBLICO S

Vamos a emprender ahora otra excursión, para formarnos una


idea más exacta de lo que es la inspiración, por el terreno bí­
blico. Comenzamos este viaje repitiendo nuestra profesión de fe
qui locutus est per prophetas, y no visitamos la Escritura siempre
en busca de pruebas o argumentos, sino sencillamente para for­
marnos una idea real, basada en los hechos literarios a nuestro
alcance. Sería peligroso formarse una idea muy precisa y defi­
nida de la inspiración, sin consultar los textos inspirados: corre­
ríamos el riesgo de dejar fuera de nuestra admirable construc­
ción unos cuantos libros inspirados. Nuestra idea de la inspira­
ción tiene que ser espaciosa, para dar cabida a todos los casos y
formas concretas de obras inspiradas, pues no somos nosotros
quién para trazar fronteras al Espíritu.

PROFETAS

Información general sobre los diversos aspectos del profetismo, J. Lind-


blom, Prophecy in Ancient Israel (O xford 1962). Vcasc la recensión de
P. Beauchamp en «Bíblica» 45 (1964).
Sobre la investigación de los últimos diez años en torno a los p ro­
fetas, informan G. Foh rer: «Theologische Rundschau» 28 (1962) 1-
La investigación profética en este siglo,
75 .2 3 5 -297.301-415, y S. Bretón:
en Profetas I (Ed. Cristiandad, Madrid 1980) 29-89.

Nuestra profesión de fe invita a comenzar por los profetas;


santo Tomás no escribió expresamente sobre la inspiración, sino
sobre la profecía, y de su tratado han sacado muchos elementos
los autores modernos. Los profetas no son los únicos inspirados,
pero en ellos aparece con mayor fuerza y claridad la acción del
Espíritu: son los principes analogati, y es bueno comenzar por
ellos.
86 Testimonios bíblicos Profetas 87

Vocaciones. Tres profetas nos describen con cierto detalle su y reyes, para arrancar y arrasar, destruir y dem oler, edificar y
vocación. Isaías contem pla en el tem plo al Señor en su trono, «el plantar». M isión para hablar, para hablar un lenguaje poderoso,
ruedo de su m anto llenaba el tem plo», escucha el canto de los son los elem entos sobresalientes; nada se dice por ahora de es­
serafines, presencia el tem blor sobrecogido de las jambas en sus cribir. Es un carisma de lenguaje eficaz 8S.
quicios y el hum o que se adensa en el ám bito (cap. 6). Y grita: Ezequiel cuenta con m enos sobriedad y precisión, pero re­
«¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hom bre de labios im puros que pite los elem entos fundam entales. La m isión: «Yo te envío a Is­
habito en m edio de un pueblo de labios im puros». Podríam os rael, pueblo rebelde» (2,4). La palabra: «Abre la boca y come lo
traducir «lenguaje» en vez de labios, porque la prim era reacción que te doy. Vi entonces una m ano extendida hacia mí con un
del futuro profeta es una conciencia penosa de su «lenguaje»: no rollo. Lo desenrrolló ante mí: estaba escrito en el anverso y en
que sea incapaz, o mal form ado, sino que su lenguaje, com o el el reverso; tenía escritas elegías, lamentos y ayes». «Y me dijo:
de su pueblo, es «profano», no responde a esa esfera de santidad H ijo de A dán (come lo que tienes ahí); cóm ete este rollo y vete
que se le ha aparecido tan im presionante. U n fuego sagrado m a­ a hablar a la casa de Israel. A brí la boca y me dio a com er el ro­
nejado p o r un serafín toca y santifica sus labios, su «lenguajp»: llo, diciéndom e: H ijo de A dán, alimenta tu vientre y sacia tus
no se le da una nueva lengua, un nuevo estilo, una nueva capaci­ entrañas con este rollo que te doy. Lo com í y me supo en la
dad expresiva, sino que sus labios son santificados, consagrados, boca dulce com o la miel. Y me dijo: H ijo de A dán, anda, vete a
transportados a la esfera de la santidad divina. Y sucede la m i­ la casa de Israel y diles mis palabras» (2,8-10; 3,1-5). Evidente el
sión: «Escuché la voz del Señor que decía: ¿A quién m andaré, tema del lenguaje: el rollo está ya escrito, y el profeta puede dis­
quién irá de nuestra parte? C ontesté: aquí estoy, m ándam e. Y él tinguir los géneros literarios que contiene; pero su tarea no con­
replicó: Vete y di a ese pueblo...» La misión es toda para hablar, sistirá en tom ar el rollo en las manos, desenrollarlo, y leerlo en
de parte de D ios, al pueblo de Dios. Traduciendo a nuestra ter­ voz alta ante el pueblo; tiene que com erlo, asimilarlo, y hablar
minología intencionada, el profeta recibe una m isión y un ca­ desde esta plenitud interior. N otem os el aspecto vital, nada m e­
risma de lenguaje; todavía no se dice nada de escribir; a esta m i­ cánico, del proceso y de la actividad profética. U nos versos más
sión inicial sucederán otras particulares, siem pre en orden a de­ adelante, D ios precisa: «Todas las palabras que yo te diga escú­
cir o proclam ar. ¡ chalas atentam ente y apréndelas de m emoria. A nda, vete a los
Jerem ías nos cuenta su vocación (cap. 1): ya antes de nacer, deportados, a tus com patriotas, y diles» (3,10-11), donde «reci­
Dios lo había form ado, escogido, santificado o consagrado, y lo bir en el corazón» podría tom arse en sentido de aprender de
había constituido profeta. Jerem ías com prende lo que es ser p ro ­ m em oria (par coeur, by heart), y seria un caso particular.
feta, y objeta: «¡Ay, Señor mío! M ira que no sé hablar, que soy M isión, consagración, lenguaje son los elem entos que o bte­
un muchacho». Algunos quieren ver en estas palabras una eva­ nemos. N ada de pura dictación, sino algo vital: Isaías recibe la
siva dictada por el miedo a las consecuencias de tal vocación; consagración de los labios, Jerem ías recibe las palabras de Dios
pero su objeción se refiere a su incapacidad de lenguaje. N atu ­ en los labios, Ezequiel las asimila en el vientre.
ralm ente, sabe hablar si puede responder, pero no sabe hablar
com o corresponde a un profeta; quizás siente falta de prepara­
ción literaria. D ios responde a la objeción del profeta afirm ando t,i’ Recientemente, Von Rewentlow intenta reducirlo todo a fórmulas, extre­
la m isión eficaz: «A donde yo te envíe irás; lo que yo te mande, mando la reacción contra cierto psicologismo precedente, Liturgia und propheti-
lo dirás», y sella la misión con un gesto ritual, sacram ental: «El sches Icb bei Jeremía (Giitersloh 1963). Sobre este, tema es importante el libro de
«Con los pobres de la tierra La justicia social en los profetas de Israel
J. I.. Sicre ».
Señor extendió la m ano, me tocó la boca, y me dijo: M ira, yo (Ed. Cristiandad, Madrid 1984), en el que analiza de forma pormenorizada la
pongo mis palabras en tu boca, hoy te establezco sobre pueblos vocación y rasgos autobiográficos de cada uno de los profetas en sus oráculos.
88 Testimonios bíblicos Análisis literario 89

Autobiografías. Podemos completar estos datos de la voca­ «Así dice el Señor».


ción con alguna declaración autobiográfica profética: Jeremías es «Oráculo del Señor».
el más explícito. Jeremías ha recibido de Dios un encargo arduo No se distingue entre la palabra dé Dios y la del profeta:
y peligroso: o se burlan de él o lo persiguen a muerte; y se le «La casa de Israel no querrá hacerte caso, porque no quiere ha­
ocurre callarse, para evitar el peligro, no proclamar la palabra cerme caso a mí, porque no quiere escucharme» (Ez 3,7); «Les
del Señor: envié a mis siervos los profetas un día y otro día pero no me es­
«Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; cucharon ni prestaron oído» (Jr 7,25). Los intentos de algunos
me forzaste, me violaste. investigadores modernos para separar en los oráculos lo que es
Yo era el hazmerreír todo el día, palabra de Dios y lo que es del profeta fracasan sin remedio.
todos se burlaban de mí. Surge una especie de communicatio idiomatum, parecida a la
Si hablo, es a gritos, clamando «¡violencia, destrucción!», comparación del autor y sus personajes (palabras de Sancho -
la palabra del Señor se me volvió palabras de Cervantes). El profeta es el hombre de Dios (1 Re
escarnio y burla constantes, y me dije: 2,27); es el hombre del espíritu (Os 9,7); es la boca de Dios
No me acordaré de él, no hablaré más en su nombre. (Jr 15,19).
Pero la sentía dentro como fuego ardiente
encerrado en los huesos:
hacía esfuerzos por contenerla y no podía» (Jr 20,7-9). ANALISIS LITERARIO

El profeta siente la palabra del Señor vitalmente dentro de sí: Obra fundamental: L. Alonso Schókel, Estudios de poética hebrea (Bar­
como un fuego en los huesos, como lava ardiente de un volcán, celona 1963), resumido y puesto al día en Poésie hébraique, en «Supplé-
que se fuerza explosivamente el camino de salida. ¿No se parece ment au Dictionnaire de la Bible» VIII, 47-90, con bibliografía com­
esto algo a la compulsión creativa que atestiguan algunos escri­ pleta y crítica. De obras posteriores podemos citar el tomo I de la Teo­
tores? Sólo que aquí la fuerza le viene de ser palabra del Señor. logía del A T y Sabiduría en Israel, de G. von Rad, en los que trata am­
Esta fuerza no le quita la libertad, pues Jeremías ha decidido ca­ pliamente el tema. Cf. además mis artículos La Biblia como obra litera­
llarse; pero es una fuerza interior y eficaz. La libertad del pro­ ria. CuBi 20 (1963) 131-148, y Sobre el estudio literario del AT: Bib 53
feta está expresamente formulada, como un caso de conciencia, (1972) 544-556, y A. M. Artola, De «Dios autor de los libros sagrados»
por Ezequiel: el profeta es como un centinela que debe gritar a «la Escritura como obra literaria»: EstEcle 56 (1981) 651-669.
«peligro»; si grita, no será responsable de la vida de los que no W. G. E. Watson, Classical Hebrew Poetry. A Guide to its Techniques
se protegen; si no grita, será responsable (33,1-9). (Sheffield 1984).
¿Significa lo dicho que el profeta escribe al dictado o repite
FORMULAS PROFETICAS de memoria y a la letra el mensaje aprendido? Analicemos las
Véase Cl. Westermann, Grundformen prophetischer Rede (Munich obras literarias de los profetas: aunque no todos o siempre tie­
1960), con bibliografía. S. Bretón, Formulario profético de vocación y nen un estilo propio, sin embargo hay cosas características del
misión (en prensa). clásico Isaías, del romántico Jeremías, del barroco Ezequiel. Y si
nos acercamos con lupa, aplicando un riguroso análisis estilís­
Las fórmulas proféticas son siempre del orden del lenguaje: tico, apreciaremos el trabajo artesano del profeta: cómo busca
«Me dirigió la palabra el Señor». una onomatopeya, cómo acumula asonancias, cómo dispone un
«La palabra que recibió el profeta N». quiasmo de seis miembros, cómo cambia expresivamente una
«Escuchad la palabra del Señor». fórmula rítmica, cómo construye calculadamente el oráculo,
90 Testimonios bíblicos
cómo desarrolla una imagen tópica; y también veremos cómo SAPIENCIALES
emplea fórmulas tópicas, a la letra o transformándolas, cómo Exposición clara, con sensibilidad literaria, en A. M. Dubarle, Les sages
imita a un profeta precedente... En resumen, al profeta lo po­ d’Israel (París 1946). Más técnicos los estudios de W. Baumgartner, Is-
demos tocar y enjugar el sudor de su frente, con el que ha sa­ raelitische and altorientalische Weisheit, 1933; Die israelitiscbe Weis-
cado el poema o el oráculo de la cantera del lenguaje. Después heítsliteratur: «Theologische Rundschau» 5 (1933) 259-288 (informa­
de nuestro análisis podríamos dar al profeta una medalla por su tivo); The Wisdom Literature, en Oíd Testament and Modem Study,
honesto trabajo artesano. Y él la rechazaría: «Es palabra de 1951. G. von Rad, Sabiduría en Israel; nueva trad. por D. Mínguez
Dios». Extraño dictado, que tanto trabajo literario le cuesta al (Ed. Cristiandad, Madrid 1985). H. Duesberg/I. Fransen, Les scribes
profeta. Y es que no es dictado. inspires (Maredsous 1968). J. Vílchez, Historia de la investigación sobre
Si queremos conciliar estos dos hechos: el trabajo grabado en la la literatura sapiencial, en Proverbios: Comentario teológico y literario
obra, la fórmula «palabra de Dios», tenemos que buscar en otra (Ed. Cristiandad, Madrid 1984). Pueden consultarse igualmente los ca­
dirección. La acción del Espíritu no puede ser un dictar, ni pítulos dedicados a cada uno de los Sapienciales en el Comentario Bí­
puede ser mecánica; habrá que situarla en una región vital de la blico *San Jerónimo», Antiguo Testamento II, muchos de ellos exce­
actividad del lenguaje, concretamente del lenguaje literario. lentes.
Esto nos enseñan los principes analogati. Si alguien está cerca El resultado anterior queda robustecido con el estudio de
de la palabra inmediata de Dios, si alguien puede ser receptivo y otro grupo de escritores o autores sagrados. Vamos a tomar,
repetidor, será el profeta. Sin embargo, el profeta, con sus di­ como caso límite, un escritor de fascinadora personalidad, que se
chos y con su obra, con la tensión entre fórmulas y trabajo lite­ llama a sí mismo «predicador»: un anticonformista, que con­
rario, atestigua que la inspiración es una acción profunda, inte­ vierte su desengaño en desafío, y ataca por sugestión. Leamos
rior, maravillosa. sin fatiga las fórmulas con que introduce sus meditaciones, com­
Lo divino y lo humano están presentes: lo divino eleva lo parándolas con las fórmulas proféticas:
humano, no lo suprime. La vocación eleva la personalidad del «Me dediqué a investigar y a explorar con método
profeta, no la destruye; polariza su sensibilidad literaria, pone en todo lo que se hace bajo el cielo» (Ecl 1,13).
trance su actividad literaria. El profeta pertenece a su sociedad, a «Y pensé para mí» (1,16). (Así dice el Señor).
una escuela profética, a una tradición literaria, a unas institu­ «Mi mente alcanzó mucha sabiduría y mucho saber» (1,17).
ciones religiosas. Si en el Antiguo Testamento encontramos per­ «Entonces me dije» (2,1). (Escuchad la palabra del Señor).
sonalidades vigorosas, son los profetas. Porque la fuerza interior «Observé todas las tareas
del Espíritu Santo es eficaz para despertar y sustentar grandes que Dios encomendó a los hombres» (3,10).
personalidades. El literato de talla no muestra su grandeza en (El Señor me mostró).
crear marionetas; su grandeza no hace pequeños a sus perso­ «Observé todas las opresiones
najes, antes todo lo contrario. Su grandeza consiste precisamente que se cometen bajo el sol» (4,1). (Me vino la palabra
en crear grandes personajes. Así la acción del Espíritu Santo de­ del Señor).
muestra su poder en suscitar grandes personalidades literarias. «De todo he visto en mi vida sin sentido» (7,15).
Pero sin exagerar: también puede valerse de modestos artesanos «Me puse a indagar a fondo buscando sabiduría y recta valora­
del lenguaje, también hay profetas «menores» en la calidad lite­ ción» (7,25).
raria. «He reflexionado sobre todo esto» (9,1).
«Y me dije: sí, vale más maña que fuerza» (9,16). (Lo que he es­
cuchado al Señor yo os lo comunico.)
92 Testimonios bíblicos Sapienciales 93

Y así sucesivamente. Ni una vez proclama que ha recibido la Es un poema de cuatro estrofas: la primera habla de sus estu­
palabra de Dios, nunca pretende pronunciar oráculos; siempre dios, la segunda de su actividad en la corte y de sus viajes y ora­
su mirada, su indagación, su reflexión; siempre una primera per­ ción, la tercera de la sabiduría como fruto del trabajo y la ora­
sona, que no nos cae pesada, porque no es autosuficiente, sino ción, la cuarta habla de su gloria:
desengañada y resignada 86.
Pues bien, aunque el hombre profese honradamente su tra­ «En cambio, el que se entrega de lleno
bajo, la Iglesia nos dice que este libro es parte de la Sagrada Es­ a meditar la ley del Altísimo
critura, es palabra de Dios. Aunque el autor no sienta en sí indaga la sabiduría de sus predecesores
mismo ningún fuego o soplo del Espíritu, la Iglesia nos dice que y estudia las profecías,
este libro es inspirado. examina las explicaciones de autores famosos
Está claro que no podemos concebir la inspiración como un y penetra por parábolas intrincadas,
dictado, que la inspiración no anula la personalidad, sino todo lo indaga el misterio de proverbios
contrario. Si estas palabras tan patéticamente humanas son pala­ y da vueltas a enigmas.
bras de Dios, es que en su creación ha habido una acción inte­ Presta servicio ante los poderosos
rior, misteriosa y eficaz, del Espíritu Santo. Y esta moción ha de y se presenta ante los jefes,
tener algo en común con la moción profética, para que podamos viaja por países extranjeros
usar en ambos casos extremos el término común «inspiración»; probando el bien y el mal de los hombres;
al mismo tiempo, la enorme distancia de los casos parece reco­ madruga por el Señor, su creador,
mendar la invitación de Benoit a ver a los diversos autores parti­ y reza delante del Altísimo,
cipando en proporción diversa del común carisma. abre la boca para suplicar
De otro tipo son las confesiones sobre su actividad literaria, pidiendo perdón de sus pecados.
que nos hace otro autor sapiencial: el último de la serie hebrea, Si el Señor lo quiere,
Jesús ben Sirá. Tiene plena conciencia, y también complacencia, él se llenará de espíritu de inteligencia;
en su talento y trabajo literario. Ben Sirá nos confiesa que ha Dios le hará derramar sabias palabras,
aprendido mucho viajando (34,9-12); apela muchas veces a su y él confesará al Señor en su oración;
experiencia; dice que «el sabio escucha una sentencia, y añade Dios guiará sus consejos prudentes,
otra por su cuenta» (21,14); insinúa modestamente que sabe más y él meditará sus misterios;
de lo que dice (34,11). El profeta decía: «Escuchad la palabra del Dios le comunicará su doctrina y enseñanza,
Señor»; Ben Sirá dice: «Escuchadme, príncipes». y él se gloriará de la ley del Altísimo».
En el capítulo 39 nos da una descripción modelo del sabio. Ben Sirá (= Eclesiástico) 39, 1-8.
Traducción de Nueva Biblia Española.
86 O. Loretz interpreta las fórmulas en primera persona como artificio litera­
rio del autor. Ello no invalida lo dicho: a lo más, hace más consciente la catego­ Como se ve, el sabio recurre a Dios por la oración, y recibe
ría del autor, que no finge recibir revelaciones. Por lo demás, creo que no es
(Zur Darbictungsform *ich-Erzahlung im Buche Qohelet:
un espíritu de sabiduría —no de profecía—, recurre a la Escri­
puro artificio »
Qohelet und der Alte Orient
«Ca-
tura y medita sobre ella. Pero se trata de un trabajo rigurosa­
mente humano.
tholic Biblical Quarterly» 25 [1963] 46-59; [Fri-
burgo 1964]). Recientemente ha publicado N. Lohfink un buen libro sobre Ko-
helet (Würzburgo 1980). Cf. G. von Rad, El libro del Edesiastés, en Sabiduría Otra vez podemos hacer la reflexión precedente: el fruto de
en Israel (Ed. Cristiandad, Madrid 1985) 286-300. esta reflexión y trabajo literario es palabra de Dios, este hombre
94 Testimonios bíblicos Los historiógrafos 95

escribe inspirado por Dios. Tendremos que hacernos una idea món un verdadero carisma, que no es idéntico al carisma profé-
flexible de la inspiración. En un momento fugaz Ben Sirá parece tico; lo cual no es negar o restringir la inspiración, sino señalar
entrever el valor inspirado de sus palabras, si bien su afirmación una diferencia objetiva. Recordemos que Ben Sirá reclama para
se puede tomar como un paralelismo menos categórico: «Derra­ sí un «espíritu de sabiduría». Teodoro, a principios del siglo V,
maré doctrina como profecía» (24,33). no se planteaba el problema de la inspiración como nosotros.
Otro dato significativo: mientras el oráculo se llama «palabra Entre los dos extremos analizados hay que situar el resto del
de Dios», hay en el Antiguo Testamento colecciones de senten­ Antiguo Testamento. En muchísimos casos será difícil descubrir
cias sapienciales que se llaman «máximas de doctores» (Prov a qué grupo pertenecen, o a qué tipo se acercan más.
22,17; 24,23).
Además hay que considerar que la «sabiduría» bíblica es un
hecho humano, internacional, de libre importación y exporta­ LOS HISTORIOGRAFOS

ción; y su temática es básicamente antropológica —que no Pueden consultarse: G. Holscher, Die Anfánge der bebráischen Ge-
quiere decir arreligiosa— ; y su método es básicamente la obser­ scbichtsschreibung, 1942; O. Eissfeldt, Geschichstsschreibung im Alten
vación y experiencia 87. Testament, 1948. Una visión sencilla puede verse en los tomitos corres­
Los libros sapienciales, sobre todo comparados con los pro- pondientes de la serie «Los Libros Sagrados». Cf. igualmente P. Gil-
féticos, nos imponen una imagen de la inspiración interna y vi­ bert, La Bible a la naissance de Vbistoire (París 1979).
tal, si hemos de tomarlos como palabra de Dios. Los autores de Génesis y Éxodo, de Josué, Samuel y Reyes,
En este sentido creo que debemos leer a Teodoro de Mop- ¿son profetas o son sapienciales? La tradición judía ha llamado a
suestia, a quienes algunos han acusado de racionalismo bíblico, o los narradores fuera de la tora profetas, nebi’im; y Moisés, autor
de restringir la inspiración: «Entre los libros escritos con doc­ de la torá, es el mayor de los profetas.
trina humana hay que contar los libros de Salomón, o sea los El decálogo se llama técnicamente «palabra del Señor», y el
Proverbios y el Eclesiastés, que compuso él por cuenta propia término parece extenderse y cubrir otras prescripciones legales.
para utilidad de otros; pues no había recibido la gracia de la Los narradores, en cuanto interpretan los hechos de la historia
profecía, sino la gracia de la prudencia, las cuales, según san Pa­ con la luz que reciben de Dios, participan del carisma profético.
blo, son diversas» 8S. En su método de trabajo se parecen más bien a los sapienciales:
Teodoro no utiliza el término inspiración. Reconoce a Salo­ recogen materiales, consultan archivos de corte, elaboran poemas
antiguos; no apelan a una revelación, ni llaman a sus escritos
87 W. Zimmerli, Zur Struktur der alttestamentlicben Weisheit: ZAW 51 «palabra de Dios». En algunos casos, por ejemplo en la narra­
(1933) 177-204. Véanse mi artículo Die stilistiche Analyse bei den Propbeten: ción del paraíso, encontramos huellas indudables de reflexión sa­
VTSup 7 (1960) 154-164, y las introducciones temáticas e históricas de L. piencial 89.
Alonso Schókel/J. Vílchez, de Proverbios: Comentario teológico y literario (Ed.
El Deuteronomio nos enfrenta muchas veces con un autor
Cristiandad, Madrid 1984).
88 «His quae pro doctrina hominum scripta sunt et Salomonis libri connume- que pregunta y busca la razón de algunos hechos teológicos
randi sunt, id est Proverbia et Ecclesiasta, quae ipse ex sua persona ad aliorum —^especie de fides quaerens intellectum—, lo cual lo acerca a la
utiliutem composuit, cum prophetiae quidem gratiam non accepisset, prudentiae reflexión sapiencial. Si el autor del Deuteronomio reflexiona so­
vero gratiam quae evidenter altera est praeter illam, secundum beati Pauli vo- bre hechos de salvación, Ben Sirá reflexiona sobre la Sagrada Es-
cem» (Mansi, IX, 223). Sobre el valor del texto citado, que pertenece a las actas
del segundo concilio de Constantinopla, hay que consultar: R. Devreesse, Essai
sur Tbéodore de Mopsueste, «Studi e Testi» 141 (Roma 1948), especialmente 89 L. Alonso Schókel, Motivos sapienciales y de alianza en Gn 2-3: «Bíblica»
pp. 34-35.243-258.283-285. 43 (1962) 295-316.
96 Testimonios bíblicos Los historiógrafos 97

entura. En el género apocalíptico puro, el autor reflexiona sobre riqueza del Espíritu, que dirigió esta múltiple actividad, para ha­
el sentido de la historia, la organiza esquemáticamente, en pe­ blarnos al modo de los hombres. «De muchas maneras habló
ríodos, traspone en alegorías intelectuales su reflexión; si des­ Dios a nuestros padres» 90.
pués apela a una supuesta revelación de Dios, esto es un artificio Esta variedad la apreciaron muy bien los teólogos escolás­
propio del género. Los autores de los salmos tampoco llaman a ticos, discutiendo los «modos» de la Sagrada Escritura. Según
sus productos literarios «palabra de Dios», pues son palabras ellos la ciencia teológica se funda en la Sagrada Escritura. Pero la
para que el pueblo responda a Dios. Sagrada Escritura no emplea el modo de la ciencia, que es defi­
Y a estos autores más consistentes habría que añadir los edi­ nitivo (definir conceptos, notiones), divisivo (distinciones) colec­
tores, glosadores, escoliastas, que añaden palabras inspiradas y tivo (deducciones, silogismos); sino que es un modo «narrativo,
ponen al día las pretéritas; que serán alguna vez profetas mo­ preceptorio, prohibitivo, conminatorio, promisivo, deprecatorio
destos, de ordinario escritores de tipo sapiencial. y laudativo». La razón de esta variedad es el fin de la Escritura,
En resumen, la mayor parte del Antiguo Testamento no per­ que debe alcanzar a los hombres a quienes está destinada: «Así,
tenece al género profético estricto, sino que se acerca más bien a si a uno no le mueven preceptos y prohibiciones, le moverán al
la actividad sapiencial. Sin embargo, nosotros recibimos todo el menos los ejemplos narrados; si éstos no le mueven, le moverán
Antiguo Testamento como palabra de Dios. Si la carta a los He­ los beneficios concedidos; si éstos no le mueven, le moverán los
breos menciona solamente a los profetas, «Dios habló a nuestros avisos sagaces, las promesas veraces, las amenazas terribles, y así
padres por los profetas», si nuestro artículo de fe menciona sola­ al menos se animará a alabar y servir a Dios» 91.
mente a los profetas, qui locutus est per prophetas, nosotros sa­ Alejandro de Hales registra cinco modos: «preceptivo, en la
bemos que todo el Antiguo Testamento es de algún modo pro­ ley y el evangelio; ejemplificativo, en los libros históricos; ex­
fecía que mira hacia el Nuevo, y sabemos que toda la Sagrada hortativo, en los libros de Salomón y las cartas de los apóstoles;
Escritura, Antiguo y Nuevo Testamento, es palabra de Dios. De revelativo, en las profecías; orativo, en los salmos» 92. Y al estilo
toda la Escritura afirman los concilios que es inspirada. La con­ escolástico, razona y justifica esta multiplicidad por sus causas:
secuencia es que no podemos concebir la inspiración como un eficiente, material y final: «La primera razón es la causa efi­
dictado mecánico y uniforme, sino como una moción interna, ciente, o sea el Espíritu Santo, que —como dice Sab 7,22— es
eficaz y misteriosa. Dada la distancia entre los extremos profeta- un Espíritu de inteligencia único y múltiple... La segunda razón
sapiencial, parece razonable usar el término inspiración con es que el modo debe ser multiforme para corresponder a la ma­
cierta amplitud, reconociendo la variedad del Espíritu, que ha teria. Tercera razón es el fin, que es instruir para la salva-
movido a hombres tan diversos, en situaciones sociales y polí­ cion» 93 .
ticas tan divergentes, en formas literarias tan distintas: siempre Los escolásticos medievales no sólo tienen sensibilidad para
para revelarnos a Dios en la palabra.
Para explicar algo el modo de la inspiración bastan las distin­
ciones elementales propuestas. Se podría diferenciar más la dis­ 90 Descripción clasificada de los géneros del Antiguo Testamento en O. Eiss-
tinción incorporando una descripción analítica de géneros litera­ Einleitung in das Alte Testament
feldt, (Tubinga 31963). Y mis artículos en DBS,
rios según su modo de inspiración. Ello exigiría demasiado espa­ «Poésie hébraique», y la serie sobreGéneros literarios en «Vida Nueva» (1965-
cio, y quizá no fuera tan fructuoso. La variedad de géneros o 66).
Breviloquium.
tipos literarios usados por los autores del Antiguo Testamento 91 San Buenaventura,
92 «Eius modus dicitur esse praeceptivus, exemplificativus, exhortativus, re-
atestigua la pluralidad y riqueza de vida religiosa, la vitalidad li­ velativus, orativus»(Summa, q. 1, art. 1).
teraria del pueblo de Dios. Y es un testimonio de la variedad y 93 Ibíd., q. 1, art. 3.

7
98 Testimonios bíblicos Apóstoles y profetas 99
apreciar el hecho de la variedad, sino que le buscan una razón abiertos— los evangelios: Mt 28,18-20, Me 16,15-16, Le 24,47-
teológica bien convincente 94.
49, Jo 20,21.
Pesch, en la obra tantas veces citada, De inspiratione S. Scrip­
turae (Friburgo 1905) admite grados de intensidad en la moción APOSTOLES Y PROFETAS
que recibe el autor sagrado, pero no admite grados en la Escri­
tura, como si un libro fuera más inspirado, o más palabra de La misión a la que son llamados asemeja los apóstoles a los pro­
Dios que otro (n. 429). Pero añade un artículo bien diferenciado fetas, que también recibían la misión de proclamar la palabra de
(n. 436-450), explicando en qué sentido son palabra de Dios los Dios. Brevemente lo formula Agustín: «El que antes de su ba­
diversos enunciados de la Escritura: su enfoque es demasiado in­ jada envió por delante a los profetas, después de su ascensión
telectual y algo atomístico, pero señala una interesante vía de envió a los apóstoles» 95.
trabajo. Y en otro pasaje: «Dios habló cuando juzgó conveniente,
primero por los profetas, después por sí mismo, más tarde por
CONCLUSION: LA INSPIRACION EN EL NUEVO TESTAMENTO los apóstoles» 96.
El Antiguo Testamento, en lugar de precisarnos nuestra idea so­ El paralelismo profetas-apóstoles es frecuente en el Nuevo
bre el modo de la inspiración, nos ha impuesto la variedad y Testamento. El texto de la carta a los Efesios «edificados sobre
flexibilidad. Si nuestro concepto o nuestra idea no es muy pre­ el cimiento de los apóstoles y profetas, con Cristo como piedra
cisa, al menos es real, responde a los hechos. Más tarde tendré angular» (2,20), parece referirse en primer término a los profetas
ocasión de elaborar algunos de los datos aquí propuestos en el de la nueva economía, como pueden indicar otros pasajes de la
capítulo VII, dedicado a la «Psicología de la inspiración». misma carta (3,5; 4,11); con todo, pienso que difícilmente se
puede excluir toda referencia a los profetas del Antiguo Testa­
En el Nuevo Testamento sucede algo nuevo y definitivo: mento.
después de muchas palabras suena la Palabra. Una Palabra audi­ Un texto muy significativo se encuentra en la primera carta
ble, visible, palpable: Heb 1,1. Esta Palabra es la verdadera ra­ de Pedro, 1,10-12: «Sobre esta salvación empezaron a interesarse
zón de todas las precedentes, la suma de todas (verbum abbre- e investigar los profetas, que habían predicho la gracia destinada
viatum), la explicación. Es la Palabra total y definitiva, enviada a a vosotros. El Espíritu de Cristo que estaba en ellos les decla­
todos los hombres, como una luz verdadera. Para llegar a todos raba por anticipado los sufrimientos por Cristo y los triunfos
los hombres, esta Palabra, que es Jesucristo, debe seguir reso­ que seguirían. Indagaban ellos queriendo saber para cuándo y
nando, presente y viva en todas las generaciones. «La salvación para qué circunstancia lo indicaba, y se les reveló que aquel mi­
comenzó a ser anunciada al principio por el Señor, y nos la han nisterio profético no miraba a ellos sino a vosotros. Ahora, por
confirmado los que la oyeron» (Heb 2,3). medio de los que os trajeron la buena noticia, os lo ha comuni­
Para que su palabra, y él mismo como Palabra, siga reso­ cado el Espíritu Santo enviado del cielo». Este misterio ha sido
nando, Cristo envía a los apóstoles, en continuidad sin término, entrevisto y anunciado por los profetas, que tenían «en sí el Es­
y les envía el Espíritu Santo. Los apóstoles son «enviados» por píritu de Cristo dando testimonio»; en esto consistía la inspira­
nombre, apostolos, y por tarea: no es juego de palabras decir que ción de los profetas, en tener dentro un Espíritu que es el Es'pí-
su misión es misión. Con este tema se cierran —-y quedan
95 «Qui prophetas ante descensionem suam praemisit, ipse et apostolos post
94 E. R. Curtius, L iteratura eu rop ea y Edad M edia latina (México 41984) ascensionem suam misit» (De consensu eva n gelista ru m ; PL 34, 1070; CSEL
43,60).
213-323, describe cómo pasa la teoría de los modos hasta la teoría poética de
Dante. 96 «Deus prius per prophetas, dein per se ipsum, postea per apostolos, quan­
tum satis esse iudicavit locutus...» (De á v ita te D ei; PL 41,318; CC 48, 322-23).
100 Testimonios bíblicos

ritu de Cristo; los profetas no conseguían descubrir el tiempo de UNIDAD Y DISTINCIONES


dicha «gracia» y «salvación». «Ahora», és decir, en la etapa defi­
R. G ógler, Zur Theologie des Bibliscken Wortes bei Orígenes (D ussel­
nitiva, los apóstoles reciben «el Espíritu, enviado desde el cielo»
dorf 1963). Sobre todo, de la segunda parte, «L a palabra como m edia­
por Jesucristo ya glorificado; inspirados con la moción de dicho dora de la revelación y presencia d ivinas», los capítulos III y IV : la pa­
Espíritu, «anuncian el evangelio», la gran noticia de la salvación labra en el A ntiguo Testam ento, en el judaism o, en la gnosis, en el
en Cristo. Téngase en cuenta otra interpretación de dicho texto, N uevo Testam ento, el Logos en Ju a n ; el Logos en la creación, en el
que identifica a los «profetas» con profetas de las primeras gene­ hom bre, en Jesús, en la Escritura.
raciones cristianas, y juzga que las dos etapas referidas caen den­ El volum en La Parole de Dieu en Jésns-Christ (T oum ai 1961) tiene
tro de la nueva economía. esta preocupación central, como lo m uestra la com posición de los d i­
Lo que los apóstoles proclaman es «palabra de Dios», o sea, versos artículos: I. La revelación de la palabra de D ios: 1) E scritura; 2)
C risto, palabra de Dios. II. La proclam ación de la palabra de D ios: pre­
la típica fórmula profética: «Por eso damos gracias sin cesar a
dicación y sacram ento.
Dios, porque cuando recibisteis de mi boca el mensaje de Dios,
lo acogisteis no como palabra de hombre, sino, lo que es en rea­ ¿Podemos distinguir en el Nuevo Testamento como lo
lidad, como palabra de Dios, que despliega su energía en voso­ hemos hecho en el Antiguo? A primera vista está clara la dife­
tros los creyentes» (1 Tes 2,13-14). Es palabra de Pablo, que la rencia entre evangelios, epístolas, Hechos, Apocalipsis: una dife­
pronuncia, y es palabra de Dios, que obra eficazmente. A esta rencia menos compleja que en el Antiguo Testamento, aun con­
fórmula, de ascendencia profética, equivale otra en que se dice tando con los géneros contenidos en esta división primaria.
Cristo en vez de Dios: «Cuando vuelva no perdonaré a nadie, Antes de distinguir hace falta insistir en la unidad: evangelios
ya que queréis una prueba de que Cristo habla en mí». Notemos y cartas tienen una fuertísima unidad en Cristo, mucho más que
el paralelismo de la expresión griega: «Dios nos habla a nosotros las «múltiples» palabras del Antiguo Testamento. En efecto, Pa­
en un Hijo» (Heb 1,2), Cristo habla en Pablo; la partícula en re­ blo llama a su predicación «nuestro evangelio» y su oficio es
sulta más fuerte e inmediata, y el paralelismo recuerda el princi­ «evangelizar»; y lo que pone por escrito en las cartas no es dis­
pio fundamental «como mi Padre me envió, yo os envío» tinto de lo que predica; sus cartas son también «evangelio».
(Jn 20,21). Una fórmula emparentada encontramos en la misma
carta a los Corintios (2 Cor 2,17): «Porque no vamos traficando «Podemos aducir las palabras de Pablo para mostrar que
con el mensaje de Dios, como hace la mayoría, sino que ha­ todo el Nuevo Testamento es evangelio, cuando escribe “según
blamos conscientes de nuestra sinceridad, conscientes de que lo mi evangelio”. Entre los escritos de Pablo ninguno se suele lla­
hacemos de parte de Dios, movidos por Cristo». Esta segunda mar comúnmente evangelio. Pero lo que proclamó y dijo, eso lo
fórmula «en Cristo» nos lleva a la fórmula profética «en Espí­ escribió; por eso lo que escribió es evangelio. Y si los escritos de
ritu» (= in-spirado), que también registra el Nuevo Testamento: Pablo son evangelio, se sigue que también los de Pedro y, resu­
«Nuestro evangelio no llegó a vosotros con solas palabras, sino miendo, los escritos que confirman su venida o preparan su pa-
con fuerza, con Espíritu Santo» (1 Tes 1,5; en griego preposi­ rusía, o la introducen en las almas que desean recibir al que está
ción en). «El misterio de Cristo no se manifestó a otras genera­ en pie a la puerta, llamando y queriendo entrar: la palabra de
ciones humanas, como ahora lo ha revelado el Espíritu a los Dios» 97.
“consagrados”, a sus apóstoles y profetas» (Ef 3,5).
97 "Écru JiQoaaxQrjvaL <3utó xürv íiitó IlaüXou Xeyofjiévajv Jtepl x o v n áaav
La misma fórmula en Espíritu (év Jtveú^iaxi) la aplica Mateo rf)v YQa(pf|v eívai ótav jiou Y0a(ff| Kaxá xó e v a y y é X i ó v nou. 'Ev
a profetas del Antiguo Testamento: «¿Cómo David inspirado le YQá(i.|Km yáQ riaúXou oím exonev PifJXíou EÍaYYéXiov ouvt|0oj? xaXoú|ievov.
llama Señor?» (22,43). A l i a jtáv 6 éxriQDOOE x a i ekzyz T a ita x a i r/gaipe x a i 6. evQa^e á g a t v a y y é -
102 Testimonios bíblicos Los evangelios 103

La razón de esta unidad es que los apóstoles no pueden aña­ suelen ver en esta frase «la palabra del Señor» un ejemplo de tra­
dir nada a la Palabra de Cristo. Es decir, a Cristo como Palabra, dición primitiva, más bien que una revelación directa. Con todo,
no precisamente a las palabras de Cristo. Es cierto que las pala­ la distinción del Crisóstomo representa los modos diferentes
bras de Cristo son limitadas en número; que san Pablo dice mu­ como Pablo adquirió su doctrina.
chas cosas que Cristo no había dicho antes. Pero Cristo no sólo Pablo ha recibido revelaciones de Dios, y conoce muchas pa­
dice palabras, sino que es Palabra: en su ser, obrar y decir. En labras de Cristo; a las que añade una profunda e iluminada re­
Cristo se da la revelación plenaria de Dios, y ya no queda más flexión teológica, que le puede emparentar en cuanto al método
que tomar conciencia y desentrañar esta plenitud. Por eso, todo con algunos sapienciales. Su manera de tratar el Antiguo Testa­
el Nuevo Testamento tiene unidad indestructible e inseparable mento entronca con Ben Sirá. En una ocasión presenta expresa­
en el misterio de Cristo 98. mente un mandato o consejo como doctrina suya: «A los ca­
Entonces, ¿y aquello de que el Espíritu os enseñará muchas sados les manda el Señor, no yo... a los demás les digo yo, no el
cosas? Cierto, el Espíritu enseña muchas cosas a los apóstoles, Señor... Sobre los solteros no tengo un mandato del Señor, pero
pero todas referidas al misterio de Cristo, para explicar su ri­ doy mi parecer...» (1 Cor 7-10.12.25). Otras veces podemos
queza inagotable. Nada añade el Espíritu que no esté contenido comparar formulaciones sucesivas de una doctrina, progresando
en Cristo como Palabra: en su ser, decir y obrar. Por eso, toda en claridad y plenitud, por ejemplo la carta a los Gálatas y la
la predicación y escritos de Pablo son evangelio, y lo mismo ha­ carta a los Romanos. La inspiración de Pablo no puede consistir
brá que decir de las otras cartas. Los Hechos son una segunda en escribir al dictado del Espíritu Santo, ni en repetir de oídas
parte de la obra de Lucas, continuación de su evangelio. El doctrinas ya formuladas por Cristo. El carisma del Espíritu no
Apocalipsis se titula «Revelación de Jesucristo, lo que Dios le le ahorra el trabajo literario.
encargó mostrar a sus siervos». Entre la carta a los Romanos y la tarjeta de recomendación a
De aquí se sigue que, leyendo a san Pablo, estamos leyendo Filemón media una gran distancia: los dos extremos y lo que
la Palabra de Cristo, aunque Pablo no repita palabras literales hay en medio son palabra inspirada. Véase el prólogo de Jeró­
pronunciadas por Cristo. nimo a dicha carta 10°.
Una vez bien afirmada la unidad, se impone la distinción:
«Pablo todo lo decía inspirado, pero lo que aquí dice [1 Tes LOS EVANGELIOS
4,15] lo escuchó a la letra de Dios» " , el texto citado dice: «Os En los cuatro evangelios resuena más próxima la palabra y obra
decimos con la autoridad del Señor» (év X.óytp x 'u q ío u ). Pablo de Cristo, y por ello han ocupado siempre un puesto privile­
dice en su carta a los Tesalonicenses: «Esto que voy a deciros se giado entre todos los escritos bíblicos. ¿De qué modo transmi­
apoya en una palabra del Señor». Los comentadores modernos ten los evangelios la palabra de Cristo?

Xiov T|v. Eí 6é xá naúXou evayyéXLOV í|V, áxóXouGov Xéveiv ó ti x a í t á n é- 100 «Qui nolunt inter epistulas Pauli eam recípere, quae ad Philemonem scri-
tqou síiayvéXiov f^v, x a l ájlaíjajtívtijg t á m m aráv ra toü X qlotoü éju&r]|úav, bitur, aiunt non semper apostolum nec omnia Christo in se loquente dixisse,
x a l xaxaaxeuá^ovta tf|V jtagouaíav avxoij, ¿[jjtoio'üvrá te aí>xf|v xai$ -ijjuxais quia nec humana imbecillitas unum tenorem Sancti Spiritus ferre potuisset nec
xú)v (3ouXo|AÉvtov jtapaóéijeoO aL tó v eaxü>xa éxl rr\v Gtigav, x a l xpoúovxa, x al huius corpusculi necessitates sub praescntia Domini semper complerentur, velut
£loe?l0 eív Poi>Xó|Aevov e¿g iá g Xóyov 0eoü (Orígenes, In lo , I, 6; PG disponere prandium, cibum capere... Eis et caeteris huiusmodi volunt aut epistu-
14, 32). lam non esse Pauli, quae ad Philemonem scríbitur, aut ctiam, si Pauli sit, nihil
98 Cristo es «mediador y plenitud de toda la revelación», dice la constitución habere quod aedificare possit, et a plerisque veteribus repudiatam, dum com-
D ei Verbum 1. Véase el comentario a esta fórmula en el volumen de la BAC mendandi tantum scribatur officio, non docendi... Sed mihi videtur, dum epistu-
(Madrid 1969). lam simplicitate arguunt, suam imperitiam prodere, non intelligentes, quid in
99 Crisóstomo, In 1 Thes 4, hom. 8, 1; PG 62, 439. singulis sermonibus virtutis ac sapientiae lateat» (PL 26, 637-638).
104 Testimonios bíblicos Los evangelios 105

Supongamos que Cristo, deseando transmitir sus palabras a esa memoria casi mecánica, más bien pasiva, para que resuenen
todas las generaciones, para que resuenen auténticamente, nos sus palabras por siempre.
llama a consejo y pide que sugiramos algún método. Nuestra Cristo emplea otro medio más sutil e inesperado: tengamos
primera sugerencia: registro en cinta magnetofónica. Esto daría la humildad de reconocer que sabe hacer mejor las cosas. Sube al
una autenticidad única, y preservaría incluso el sonido original cielo, desde allí envía a su Espíritu, con el encargo de enseñar a
de tan preciosas palabras. Así escuchamos el discurso de los apóstoles el misterio de Cristo, de recordarles sus palabras,
Juan XXIII la noche de la apertura del concilio Vaticano II. ¿Qué de dirigirles en la tarea de conservar y hacer resonar estas pala­
reliquia mejor que las palabras de Cristo registradas y multipli­ bras. Entre las palabras que él mismo pronunció y los oídos per­
cadas en cinta magnetofónica? Vale la pena estudiar arameo para durables de la Iglesia, Cristo interpone la inspiración. El Nuevo
entenderlas inmediatamente. El que en aquellos tiempos no se Testamento y en particular los cuatro Evangelios son palabra de
hubiera inventado todavía este medio eléctrico de registrar la Cristo, no tanto porque registran su recuerdo, sino principal­
voz, no es objeción grave: pues Dios pudo haber dispuesto los mente porque son un libro inspirado por el Espíritu de Cristo.
tiempos de modo que Cristo se encontrara ya con este invento «Esto es lo que tenía que deciros mientras estaba con voso­
en la tierra. Con haber adelantado un centésimo el reloj de la ci­ tros; el abogado que os enviará el Padre cuando aleguéis mi
vilización, todo estaba arreglado. nombre, el Espíritu Santo, ése os lo enseñará todo y os irá re­
Pero Dios no escogió este método. Las palabras de Cristo no cordando todo lo que yo os he dicho» (Jn 14,25-26).
son una reliquia. A veces nos sorprendemos enmendando la «Cuando venga el abogado que os voy a enviar yo de parte
plana a Dios, creemos que seríamos capaces de hacer las cosas de mi Padre, el Espíritu de verdad que procede del Padre, él será
mejor, más sencillamente que él. Dios sonríe ante tales preten­ testigo en mi causa; también vosotros sois testigos, pues habéis
siones infantiles de los hombres. «¿Quién es ese que denigra mis estado conmigo desde el principio» (Jn 15,26-27).
designios con palabras sin sentido?» (Job 38,22). La cinta mag­ «Mucho me queda por deciros, pero no podéis con tanto
nética es un medio inerte, mecánico, mientras que Dios escoge ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os irá guiando
los caminos de la encarnación, echando mano de los hombres. en la verdad toda, porque no hablará en su nombre, sino comu­
Entonces se nos ocurre una segunda solución: menos garan­ nicará lo que le digan y os interpretará lo que vaya viniendo. Él
tizada —a nuestro parecer—, pero de valor aproximado. Escoger manifestará mi gloria, porque tomará de lo mío y os lo interpre­
la memoria verbal más privilegiada: capaz de aprender de me­ tará» (Jn 16,12-14).
moria un texto con oírlo una sola vez, y tenaz para conservar Ante semejantes hechos, algunos sienten una cierta desilu­
sin cambio el texto aprendido. Para mayor seguridad, se escogen sión: como quien averigua que la reliquia de su mayor devoción
cuatro, o aunque sea doce de estos hombres de memoria excep­ no es auténtica. Entonces, el evangelista, ¿no repite a la letra las
cional, y se los toma como testigos de la propia predicación. Si palabras que Jesús dijo? Muchas veces no: escribe en griego, no
en uno puede caber algún error humano, entre todos aseguran la concuerda a la letra con su compañero evangelista, por ejemplo
perfecta conservación. Este método no es mecánico, sino hu­ en las palabras del padrenuestro, de la consagración. Entonces,
mano; consiste en la colaboración de un grupo selecto y no es ¿es que las palabras no importan, sino que importa sólo el sen­
ajeno a la vía de la encarnación. tido? Falso: importan las palabras porque son inspiradas, y por­
Otra vez Dios sacude la cabeza ante nuestra propuesta: que en ellas me llega resonante la palabra original de Cristo.
«¿Quién ha medido el espíritu del Señor? ¿Quién le ha sugerido Nuestro gesto de desilusión es otra manera de querer ense­
su proyecto? ¿Con quién se aconsejó para entenderlo, para que ñarle a Dios el camino más seguro. Aunque se disfrace en un
le enseñara el camino exacto»? (Is 40,13). Tampoco quiere Dios gesto de piedad, en realidad está más cerca de la impiedad. No
106 Testimonios bíblicos Los evangelios 107

acepta gozosamente el camino de Dios, considera las palabras en La explicación de Ambrosio es desacertada: porque intentar
estado de reliquia. Pero las palabras inspiradas son vida, y no re­ no significa fracasar, porque Lucas habla expresamente de su
liquia devota. Repitámoslo, el mejor camino es el de la encarna­ trabajo y diligencia, porque las gracias de Dios no ahorran el
ción: por la inspiración, las palabras de Cristo y Cristo como trabajo humano, sino que lo suscitan y dirigen. Quien haya es­
Palabra, vuelven a encarnarse en las palabras humanas de los tudiado un poco los procedimientos de redacción de los evange­
evangelistas. listas, apreciará su trabajo lúcido y meticuloso. Los evangelistas
Lo cual no suprime, antes incluye, la memoria, que es una compusieron sus libros divinos con el sudor de su frente, y con
facultad humana. Y también la inteligencia para entender lo que el soplo del Espíritu.
sugiere la memoria: San Agustín era mucho más capaz de reflexión sobre el tra­
«Cuando resucitó se acordaron los discípulos de lo que había bajo literario, y se interesaba por el enigma de la memoria hu­
dicho y dieron fe a la Escritura y a estas palabras de Jesús» mana. Así trató de explicar las discrepancias de los evangelistas:
(Jn 2,22). «¿Qué importa el orden de la disposición, sea que uno disponga
«Sus discípulos no comprendieron esto a la primera, pero ordenadamente, o recoja algo olvidado, o adelante un hecho
cuando se manifestó la gloria de Jesús se acordaron de que ha­ posterior, con tal de que no se contradiga en la narración a sí
bían hecho con él lo que estaba escrito» (Jn 12,16). mismo ni a otros? No está en nuestro poder el orden de recor­
«Lo que yo estoy haciendo no lo entiendes ahora; lo com­ dar, aunque se trate de cosas muy bien y fielmente conocidas
prenderás más tarde» (Jn 13,7). (porque no depende de nosotros el orden en que se nos ocurren
La glorificación de Cristo —en la que se incluye el envío del las cosas); por eso, con toda probabilidad, cada evangelista creyó
Espíritu «que glorifica a Cristo» —permite a los apóstoles acor­ oportuno narrar en el orden en que Dios quiso traerle a la me­
darse y comprender lo que antes no habían comprendido. El moria las cosas que quería fuesen contadas; en aquello en que
Inspirador moviliza la memoria y la inteligencia, en profundi­ un orden u otro no afectan a la autoridad evangélica. El Espíritu
dad. Santo, que reparte sus dones según su voluntad, en atención a
Además de la memoria y la inteligencia, todo el trabajo lite­ los libros que habían de ocupar la cumbre de la autoridad, diri­
rario de componer y redactar. Todo lo que pertenece a una acti­ gía la mente de los hagiógrafos, recordándoles lo que debían es­
vidad literaria lo asume el Espíritu Santo para transmitirnos cribir y permitiendo a cada uno ordenar de modo diverso la na­
vivas las palabras de Cristo. rración. El que indague la razón de esto con mente devota, la
San Ambrosio, comentando el prólogo de Lucas «muchos in­ encontrará con el favor de Dios» 102.
tentaron componer una narración», escribe: «San Lucas atestigua tiore testatur dicens plurimos esse conatos. Qui enim conatus est ordinare, suo
que muchos comenzaron y no concluyeron, cuando dice que labore conatus est nec implevit. Sine conatu cnin sunt donationes et gratia Dei,
muchos intentaron. El que intenta ordenar, lo intenta con su quae, ubi se infuderit, rigare consuevit, ut non egeat sed redundet scriptoris in-
trabajo, y no lo concluye. Pero los dones y carismas de Dios geníum. Non conatus est Mathaeus, non conatus est Marcus, non conatus est
son sin esfuerzo: donde se derraman, riegan de tal modo que el Ioannes, non conatus est Lucas, sed divino Spiritu ubertatem dictorum rerumque
omnium ministrante sine ullo molimine complerunt» (PL 15, 1534; CC 14,7).
talento del escritor no escasea, sino redunda. No se esforzó Ma­ 102 «Quid interest quis quo loco ponat, sive quod ex ordine inserit, sive
teo, no se esforzó Marcos, no se esforzó Juan, no se esforzó quod omissum recol it, sive quod postea factum ante praeoccupat, dum tamen
Lucas; sino que proveídos por el divino Espíritu de la abundan­ non adversetur eadem vel alia narranti, nec sibi nec alteri? Quia enim nullius in
cia de dichos y de todos los hechos, llevaron a término su tra­ potestate est, quamvis optime fideliterque res cognitas quo quis ordine recorde-
bajo sin esfuerzo» 101. tur (quid enim prius posteriusve homini veniat in mentem, non est ut volumus
sed ut datur), satis probabile est, quod unusquisque evangelistarum eo se ordine
101 «Multos coepisse nec implevisse etiam sanctus Lucas testimonio locupJe- credidit debuisse narrare, quo voluisset Deus ea ipsa quae narrabat eius recorda-
108 Testimonios bíblicos

San Agustín observa la actividad de composición y narración SEGUNDA PARTE


de los evangelistas, la acción del Espíritu sugiriendo a la memo­
ria y dirigiendo el entendimiento, la voluntad de Dios, el fin de
verdad y autoridad de los libros inspirados. Como Agustín dis­ EL CONTEXTO DEL LEN G U A JE
cute el problema del diverso orden narrativo de los evangelistas,
su solución se limita a un aspecto; como principio general, sus
palabras se pueden extender a toda la actividad de los evange­ rioX-unepcóg x a i jtoX.'UTQÓJtcog ó 0eóg \akr\oag
listas. De hecho la investigación reciente ha ensanchado amplia­
mente este horizonte.
4. La escritura como palabra
CONCLUSION
5. Tres funciones del lenguaje
Analizando un poco de cerca los escritos del Nuevo Testa­ 6. Tres niveles del lenguaje
mento, encontraremos también la variedad: dependen de una
tradición precedente, muchas veces utilizan fórmulas parenéticas
o litúrgicas, manejan textos escogidos del Antiguo Testamento;
escriben al parecer ocasionalmente, cuando lo pide una circuns­
tancia concreta de la vida de la Iglesia; tienen su estilo propio,
sus procedimientos favoritos, su visión teológica personal... 103.
A toda esta variedad humana, que atestigua la naturaleza hu­
mana de los libros inspirados y la vitalidad de la Iglesia, po­
dríamos aplicar otra vez la teoría medieval de los «modos», o la
teoría de Benoit sobre la diversa proporción en que influye el
carisma. Porque gran parte de lo dicho sobre el Antigúo Testa­
mento se aplica también al Nuevo. Yo he preferido destacar aquí
algunos aspectos peculiares de la inspiración del Nuevo Testa­
mento.

tioni suggerere, in üs dumtaxat rebus, quarum ordo, síve ille sive ille sit, nihil
minuit auctoritati veritatique evangelicae. Cur autem Spiritus Sanctus, dividens
propria unicuiquc; prout vult, et ideo mentes sanctorum propter libros in tanto
auctoritatis culmine collocandos, in recolendo quae scriberent sine dubio guber-
nans et regens, alium sic alium vero sic narrationem suam ordinare permiserít,
quisquís pía diligcntia quaesiverit, divinitus adiutus poterit invenire» (De cort-
sensu eva n gelista ru m ; PL 34, 1102; CSEL 43, 153).
103 Puede consultarse cualquier introducción al Nuevo Testamento, como la
de Wikenhauser (Barcelona 21966), E. Lohse (Madrid 21986) o el libro de X.
Léon-Dufour, Los Evangelios y la historia de Jesú s (Madrid 31982).
4
LA ESCRITURA COMO PALABRA

EL CONTEXTO DEL LENGUAJE

En el volumen Parole de Dieu et Liturgie (París 1958) puede verse el


artículo de H. Urs von Balthasar, Dieu a parlé un langage d'homme,
51-70. Del mismo autor véase Ensayos teológicos I, Verbum Caro, pri­
mera parte: Palabra, Escritura, tradición. Palabra e historia. Implica­
ciones de la palabra. Dios habla como hombre (Ed. Cristiandad, Ma­
drid 196 4)19 -125 .
Más centrado en la palabra bíblica el volumen La Parole de Dieu en
Jésus-Cbrist (Tournai 1961): la introducción de A. Léonard, Vers une
théologie de la Parole'de Dieu; E. Verdonc, Phénoménologie de la pa­
role (sigue bastante a Merleau-Ponty); la conclusión es del mismo Léo­
nard, La Parole de Dieu, mystére et événement, vérité et présence.
Punto de vista protestante: Das Problem der Spracbe in Theologie
und Kirche, editado por W . Schneemelcher (Berlín 1959), con artículos
sobre la palabra en el Antiguo Testamento (W. Zimmerli) y el Nuevo
(E. Fuchs), en la antigua Iglesia (W. Schneemelcher), en la pastoral
(D. Müller), en la liturgia (H. R. Müller-Schwefe), y el aspecto filosó­
fico (K. Lówith, en la línea de Humboldt). W . Pannenberg (ed), Offen­
barung ais Geschichte (Gotinga 41970; trad. castellana: La revelación
como historia, Salamanca 1977).
Visión católica: H. Schlier, Rasgos fundamentales de una teología de
la palabra de Dios en el Nuevo Testamento: «Concilium» 33 (1968)
363-373. L. Scheffczyk, Von der Heilsmacht des Wortes (Munich 1966).
Este libro se inicia con un breve tratado filosófico sobre el lenguaje, 27-107;
después estudia la función de la palabra en la historia de salvación y en
la Iglesia: la palabra inspirada de la Escritura forma el tercer apartado
del capítulo sobre la palabra en la Iglesia.
Pueden consultarse: J. Barr, Semantics of Biblical Languaje (Londres
1969). L. Alonso Schókel, El estudio literario de la Biblia: «Razón y
Fe» 157 (1958) 465-476; id., La Biblia como obra literaria: CuBi 20
(1963) 131-148; id., Sobre el estudio literario del A T: Bib 53 (1972) 544-
556. Palabra y mensaje del Antiguo Testamento (Barcelona 1972); A.
Church, The theology of the Word of God (Notre Dame 1970); T. A.
Thomas, The Doctrine of the Word of God (New Jersey 1972); O.
112 La Escritura como palabra La analogía 113

uZTl n Pt ef,CaZ (San Sebastián 1976)- L- Scheffczyk, Pa- tengo que imponer una serie de límites a esta analogía, im­
fwpp '"■•acramenlum Mundi V (Herder, Barcelona 1974) 147-
puestos por la infinitud divina, por ser verdadera persona la
í W ^ f - ° e'Ur’ HaaV ' na teohi ia de k palabra. Reflexión sobre el len- «Palabra» trinitaria, etc.
í r ,fege¡,1 > " » » " » “ * * (Ed. Cristiandad, Madrid 1976) 237-
Con todo, en el camino de la analogía, siendo Cristo verda­
a u to r jfh r i, ff3"'5 ^77). A. M. Artola, De . Dios
deramente hombre, verdadero hijo de María, su naturaleza hu­
5609M1 T h *, "¡aI, ElSr tUra c°™ <*” EstEd mana constituye un medio privilegiado de conocer a Dios, a la
, j? . ' ^ aas> La Palabra de Dios se hace libro en la Sa-
gra<U Esentura, en MS I (Ed. Cristiandad, Madrid 31984) 338-521 K Trinidad, también por el camino de la analogía.
Rahner, Die HeiUge Schrift-Buch Gottes m d Bmh der Menscben: *St¡m-
men der Zeit» 202 (1984) 35-44. Pasando a la palabra inspirada, podemos tener en cuenta las
consideraciones precedentes. También se da una especie de
«communicatio idiom atum» o intercambio de predicados,
LA ANALOGIA cuando consideramos el concepto bíblico, el oráculo, la narra­
ción, el salmo... Puedo decir que escuchamos la palabra de Dios,
Para situar correctamente las páginas que siguen es necesario
distinguir claramente entre el camino de la communicatio idio -
que posee la fuerza de Dios. Si quiero describir este concepto
matum y el camino de la analogía. divino-humano, he de tomar en serio sus cualidades humanas,
En Cristo, por la encamación, se da la «communicatio idioma- que le vienen de ser verdadero lenguaje humano, verdadera lite­
ratura humana.
S V™ mtfrCambiJ° d? P«dicados: si tomo a Cristo por Pero si deseo conocer la formalidad divina de dicho con­
oue el HnmV0raC1On’ Í’U í deC‘r qUC ° ÍOS murió P°r n° s°«*> cepto, su carácter divino, en cuanto tal, entonces no me sirve la
7 * tod°P°deroso- p« o no existe intercambio de «communicatio idiomatum», sino que debo abordar el camino
p edicados cuando se habla de las naturalezas como tales, ya que
estas existen «sin mezclarse ni confundirse». de la analogía, con plena conciencia de sus límites. Lo que es
Si yo reflexiono sobre Cristo, el concepto total, tengo que formalmente la palabra divina ad extra lo conoceré parcialmente
emplear muchos datos humanos para conocerlo y describirlo por la analogía de lo que es el hablar humano; siendo analogía,
Pero s, quiero conocer lo que es Dios en cuanto J , o lo que es' tiene límites, que debo reconocer para no caer en equívocos.
el Logos en cuanto person a divina, entonces no m e sirven las
Con todo, el lenguaje inspirado, la, palabra bíblica, ocupa un
predicaciones humanas de C risto , sino que tengo que ab o rd ar el
puesto preferente en el proceso analógico que nos lleva a enten­
der algo de la palabra divina.
t?eT 0°d ,U ,a r ' ° gía' Pod? LdeC¡r y " aber * ° de Dios par­ Repito: si pretendemos saber y decir algo de la naturaleza di­
tiendo del hombre, porque el hombre es imagen de Dios, no so-
amente porque Dios se ha hecho hombre; tratándose de una vina de la palabra inspirada, o de la palabra divina a los hom­
analogía, debo ser consciente de sus límites —que no se dan bres, no podemos usar el camino de la «communicatio idioma­
igualmente en el caso de Cristo, hombre entero y total— Para tum», sino el de la analogía: de la lengua humana en lo que tiene
saber y decir algo de la Trinidad, puedo usar la analogía de la fi- de común, de alguna lengua humana en concreto, de la lengua
bíblica como caso preferente. Si queremos saber y decir algo de
a Ta T n ma” a’ que ‘“ •“y 6 iím‘« s : la filiación trinitaria es ver- la palabra divino-humana, debemos seguir el camino del inter­
u ± ^ 1,aC1° n’ per° *?. COm° ,a humana> n° no por cambio de predicados, aplicado al concepto de lenguaje; y de­
umon de sexos, no por distinción temporal, etc. En cambio la fi­
liación humana de Cristo tiene como límites la maternidad virgi­ bemos describir la realidad humana asumida por Dios.
nal. Si tomo, la concepción mental de la palabra, como m eló La primera parte, lo divino de la palabra inspirada, lo he tra­
analogico para pensar y entender algo de la Trinidad, también tado brevemente en el primer capítulo, usando la analogía del
lenguaje humano en general, y remontándome al denominador

8
114 La Escritura como palabra Nuevo enfoque 115

común de «manifestación». En el presente capítulo quiero re­ turaleza humana concreta. No vale decir que asumió sólo el
flexionar sobre el enigma de esa unión de lo divino y lo hu­ alma, encubierta en un cuerpo fantástico y aparencial (doce-
mano. Después hablaré del concepto que llamo «la palabra ins­ tismo); no vale objetar que el cuerpo material y mortal es in­
pirada», dando preferencia a sus aspectos de palabra y literatura digno de Dios. No glorificamos a Dios renegando de sus planes
humana. de salvación.
Es importante tener en cuenta estas distinciones, para evitar De manera semejante en el lenguaje; no vale decir que Dios
equívocos. Todo lo que tiene de revelación y de gracia la palabra asume del lenguaje solamente las ideas puras —que no son len­
inspirada, le viene de haber sido asumida por la palabra divina; guaje, y que apenas existen en el hombre sin alguna forma de
todo ello está encarnado en una palabra realmente humana. Si lenguaje— ; no vale restringir la inspiración a las aserciones for­
me detengo a describir la riqueza de sentido y de fuerza que males, purificadas de la ganga de imágenes, emociones, etc. Esta
tiene la palabra humana, es para mostrar bien el cuerpo verbal restricción no responde al modo de hablar de los santos padres
en que se encarna la revelación y la gracia divina. ni a las enseñanzas pontificias; y difícilmente puede disimular un
Por eso llamo a este libro «la palabra inspirada», conside­ cierto sabor a docetismo o monofisismo. Dios asume para ha­
rando la realidad bíblica como realidad divino-humana. blarnos el lenguaje humano, total y concreto: «Dios habla por
medio del hombre, al modo humano, porque hablando así nos
LA ENCARNACION busca» 2. Esta admirable síntesis dice la condescendencia de Dios
En nuestra profesión de fe afirmamos que Dios ha hablado por por amor. El bajar de Dios a la palabra humana es una especie
los profetas, y los santos padres repiten sin cesar que en la Sa­ de kenosis o vaciamiento, como el de la encarnación. Y no con­
grada Escritura Dios nos habla o nos escribe. La Biblia se de­ siste en que Dios adopte un estilo mediocre —como falsamente
signa con el término «palabra de Dios». ¿Hace falta repetir que dijeron algunos padres—, sino en el hecho básico de asumir el
la inspiración es carisma de lenguaje? ¿No entenderemos mejor lenguaje humano 3.
lo que es este carisma si entendemos lo que es el lenguaje? La Por tanto, para comprender algo de la inspiración, no co­
Sagrada Escritura es palabra de Dios: ¿qué es palabra? En la Sa­ mencemos por expurgar, espiritualizar el lenguaje humano,
grada Escritura nos habla Dios: ¿qué es hablar? como intentando hacerlo angélico; no comencemos alargando la
No pongamos el acento con tanta fuerza en el genitivo «de distancia y acumulando negaciones. Si queremos entender lo que
Dios», que neguemos la analogía del sustantivo «palabra». Ni significa que Dios nos habla, comencemos con sencilla humil­
pensemos que Dios no puede contaminarse con la palabra hu­ dad, tomando nuestro humano lenguaje como es; y extendamos
mana, tan material y limitada, y que sólo puede seleccionar un el estudio a la plural realidad de este lenguaje humano, sin ex­
elemento mínimo, menos indigno de su trascendencia. Afirmar clusiones prejuzgadas. Sólo queda fuera el error, como sólo que­
la trascendencia y la analogía es importante, el minimismo es daba fuera el pecado.
inaceptable. Leamos las palabras de Pío XII: «Como la Palabra
subsistente se asemeja a los hombres en todo, excepto el pecado, NUEVO ENFOQUE
así las palabras de Dios, expresadas en lenguas humanas, se ase­
mejan al lenguaje humano en todo, excepto el error» *. Éste será el sentido de las páginas que aquí comenzamos. Son
tradicionales en cuanto que pretenden conocer positivamente
La referencia a la encarnación es en extremo importante:
Dios no seleccionó algunos elementos más dignos, más espiri­ 2 «Deus per hominem more humano loquitur, quia sic loquendo nos, quae-
tuales del hombre para encarnarse, sino que asumió la entera na- rit» (san Agustín, D e civita te Dei, 17, 6; PL 41, 537; CC 48, 567).
3 R. Gógler, Zur T h eologie des biblischen Wortes b ei O rígen es (Düsseldorf
' EB 559. 1963), 2.a parte, cap. VI, «Adaptación y kenosis de la Palabra», 307ss>
116 La Escritura como palabra Nuevo enfoque 117

por analogía; en más de un punto pueden reclamar una ascen­ Ni por la pista del juicio ni por la dicotomía ideas-palabras
dencia origeniana. Son nuevas por el enfoque formal y reflejo. se podía progresar sustancialmente. Ni se podía elaborar una
En efecto, nuestro tratado moderno «De inspiratione Sacrae doctrina de la inspiración que desembocara coherentemente en
Scripturae» es heredero de un tratado medieval sobre la profecía. una teoría hermenéutica satisfactoria. Había que volver al len­
En la versión clásica de santo Tomás, el carisma profético es un guaje o enfrentarse en serio con él. De la profesión de fe «habló
carisma de conocimiento: «de cognitione prophetica». Esto sig­ por los profetas», de la fórmula «palabra de Dios» era necesario
nifica colocar h. Escritura en un contexto de carismas: para co­ subrayar y estudiar los términos «habló» y «palabra».
nocer, la profecía; para hablar, la predicación; para obrar, los ¿Por qué no se hizo antes este estudio? En parte por la iner­
milagros. Si el contexto ensancha el horizonte del carisma, re­ cia de una tradición que se vuelve rutina. En parte porque o no
sultó peligroso estrechar el tema a la profecía como caso ejem­ habían madurado o no habían penetrado en la teología los estu­
plar o «princeps analogatum». Y resultó fatal colocarlo en el dios modernos sobre el lenguaje.
plano del conocimiento 4 y no en el plano del lenguaje, contra La reflexión filosófica sobre el lenguaje es relativamente mo­
todos los testimonios bíblicos. derna. No ignoramos el diálogo platónico Cratilo 5, los trabajos
El insistir unilateralmente en la profecía llevó a algunos a gramaticales de estoicos y alejandrinos; tampoco debemos olvi­
desterrar de la inspiración toda la literatura sapiencial y otros li­ dar algunos momentos culminantes, como el movimiento de los
bros no proféticos; en otros autores la ejemplaridad de los pro­ «modistas» a finales del siglo XIII, o la gramática universal de
fetas condicionó el resto del tratado. El estrechamiento violento Port-Royal 6.
a la «cognitio», encanaló las discusiones hacia el juicio lógico so­ La filosofía del lenguaje cobra forma prácticamente con
bre los enunciados. Los profetas podían obtener nuevos conoci­ Humboldt, y en nuestros días ha adquirido importancia decisiva
mientos por revelación inmediata de Dios o por medios hu­ en las ciencias del espíritu. Como nuestros tratados de inspira­
manos.'En el segundo caso añadían un juicio sobre la verdad de ción pertenecen al movimiento neoescolástico, no es extraño que
lo conocido; y ese juicio se realizaba «iluminados por la luz de no incorporen este elemento de la filosofía o antropología mo­
la verdad divina» o «en el espejo de la verdad divina». La Escri­ derna; si alguna vez tocan cuestiones de lenguaje, operan con
tura se convertía en catálogo de juicios y de cada uno se pro­ presupuestos de realismo ingenuo, o desconocen el sentido pro­
nunciaba la inerrancia. fundo del lenguaje 7.
En la pista del juicio se perseguía el análisis ensanchando y Recientemente, un poderoso movimiento de revisión, de em-
distinguiendo: juicio teórico y juicio práctico, etc. Se daban
pasos útiles... sin salir de la pista trazada. 5 K. Büchner, Platons K ratylos u n d d ie m o d e m e S prachphilosopbie (Berlín
Otro desarrollo fue la distinción, que hizo fortuna, entre 1936).
ideas y palabras. Se concebían las ideas en un estrato superior, 6 V. Warnach, Erkennen u n d S prechen b ei Thomas v. Aquin: «Divus
anteriores e independientes de las palabras. En un segundo mo­ Thomas» 15 (1937) 189-218; 263-290; 16 (1938) 161-196; 393-419 (el último ar­
mento esas ideas se vestían con palabras, como cubierta acciden­ tículo cambia el título, pero continúa el tema). Especialmente la segunda parte
ofrece datos históricos. Fr. Manthey, D ie S prachphilosopbie des hl. Thomas v.
tal y prescindible. Dios inspiraba a los escritores sagrados las Aquin (Paderborn 1937). J. Pinborg, Logik u nd Semantik in M ittelalter (Stutt-
ideas y el autor ponía las palabras, asistido por Dios para no gart 1972). R. Donzé, La gra m m a ire g én éra le et raisoné d e P ort-R oyal (Berna
errar. El lenguaje queda así limpiamente excluido de la inspira­ 1967).
ción, aunque acogido a la «asistencia» del Espíritu. 7 Indicación bibliográfica selecta en mi artículo H em en eu tics in th e L igbt o f
L anguage a n d L iterature: CBQ 25 (1963) 371 ss. Publicado con adiciones en
L 'H erm éneutique a la lu m iére du la n ga ge et d e la litera tu re: «Bible et Vie Chré-
4 En el repaso histórico de R. Latourelle destaca realmente Lugo en este pro­
ceso (T b éologie d e la R évélation, pp. 195-197). tienne» 10 (1964) 21-37. Y reducido en «Bible Translator» 18 (1967) 40-48.
118 La Escritura como palabra La Escritura como palabra 119

palme con la tradición milenaria de la teología católica, ha de­ contingente las hace pretéritas, pero en estado de lenguaje llegan
vuelto su interés al puesto y función de la palabra en la econo­ hasta nosotros. Lo dicho no se puede extender a Dios, que tras­
mía de salvación. Y nos invita a repensar la inspiración en su ca­ ciende el tiempo. «A ellos les sucedían estas cosas para que
rácter de lenguaje 8. aprendieran, y se escribieron para que escarmentemos nosotros»
La sensible laguna de la neoescolástica y la reaparición teoló­ (1 Cor 10,11).
gica de la palabra explican la novedad y la conveniencia de este Lo mismo en el Nuevo Testamento: tenemos muchos perso­
nuevo enfoque, que no intenta suplantar sino completar los an­ najes humanos, y la persona de Cristo; las acciones y palabras
teriores. de los hombres y de Cristo. Aquellos seres mortales, que sobre
L. Scheffczyk expone en su obra citada algunas razones que la tierra vivieron una sola vez, llegan a nosotros en estado de
exigen hoy una teología de la palabra, entre las cuales subrayo: lenguaje: en la narración de los hechos, en la relación de las pa­
la vuelta a la Escritura, el movimiento litúrgico, el diálogo con la labras, en la presentación de las personas. Tampoco se puede ex­
teología protestante, corrientes antropológicas modernas (pp. 11- tender lo dicho, sin más, a Cristo, que, como Señor glorificado,
26). Véase igualmente' el estudio, antes citado, de P. Ricoeur, trasciende el tiempo.
Hacia una teología de la palabra. Este lenguaje que nos conserva personas, hechos y palabras,
Sobre la evolución del concepto de inspiración hasta el Con­ confesamos que es palabra de Dios. Dice Tertuliano': «Para que
cilio Vaticano 1, puede consultarse la obra ya citada de A. Ar- pudiéramos llegar cop más plenitud e intensidad a Dios mismo,
tola, De la revelación a la inspiración (Valencia 1983), especial­ a sus disposiciones y voluntad, añadió el instrumento de la lite­
mente la introducción. ratura: para quien desee buscar a Dios, y buscándolo encon­
trarlo, y encontrado creer en él, y creyendo servirle... La predi­
LA ESCRITURA COMO PALABRA cación [de los profetas] y los milagros que hacían para probar la
divinidad permanecen en los tesoros literarios, que ya no están
Podemos partir de los libros inspirados, y llegamos al mismo re­
ocultos» 9.
sultado. El texto literario nos conserva las palabras y acciones de los
En el Antiguo Testamento encontramos personas, acciones, antiguos, y esta realidad literaria es para nosotros un instru­
palabras, de Dios y de los hombres: verdaderos personajes hu­ mento para llegar a Dios, y es una realidad patente para cada ge­
manos, y a Dios como persona; verdaderas acciones humanas, y neración 10.
la acción de Dios protagonista; verdaderas palabras humanas, y En consecuencia, si queremos comprender la naturaleza y la
la palabra de Dios resonando en la historia. Todo ello lo encon­ función de ese instrumento que nos acerca a Dios, parece razo­
tramos en estado de lenguaje: en el rigor ontológico, los hechos nable estudiar la naturaleza de esa realidad del lenguaje. Palabra
no vuelven a suceder, ni las personas vuelven a vivir, ni vuelven inspirada, autores inspirados, libros inspirados: he aquí los
a pronunciar sus palabras en la situación original. Su condición temas de la próxima investigación.
8 Un testimonio reciente de este Ínteres es la colección de artículos publicada 9 «Quo plenius et impressius tam ipsum, dispositiones eius et voluntates adi-
en la serie «Readings in Theology of the Word» (Nueva York 1964). Contribu­ remus, instrumenta adiecit lítteraturae, si quis velit de Deo inquirere, et inquisi-
ciones tomadas de libros y revistas: «Theologisches Jahrbuch», «La Vie Spiritue- tum invcnire, et invento credere, et crédito deservire. Voces eorum itcmquc vir-
lle», «Gregorianum», «Lumiere et Vie»; autores: R. Latourelle, H. Rahner, L. tutes, quae ad fidem divinitatis edebant, in thesauris litterarum manent, nec istae
Claussen, A. Léonard, A. Deissler, J. Giblet, L. Bopp. Y.-B. Trémel, J. Ratzin- nunc latent» (A pologeticum , 18, 19; PL 1, 377: CSEL 69, 46).
ger, D. Grasso, E. Schillebeeckx, O. Semmelroth, L. M. Dewailly. Puede con­ 10 Algunos escritores eclesiásticos llaman a la Escritura simplemente instru­
sultarse en el Elenchus B ibliographicus B iblicus de P. Nober el apartado II, 5, i m entum , quizás derivando el sentido del uso legal y jurídico; cf. Forccllini,
«Theologia verbi et analysis linguae». O nomasticon totius latinitatis, s.v. instrumentum.
Cuatro sentidos del término «lenguaje» 121

CUATRO SENTIDOS DEL TERMINO «LENGUAJE» versas. Lengua sólo existe en plural. No que esta situación sea
primigenia, sino que es un hecho del cual partimos n .
Durante la gestación y elaboración de estas páginas (1959-1964) los es­
La pluralidad de las lenguas dice dos cosas: primero, el sim­
tudios de teoría del lenguaje habían dado pasos importantes, pero no
había sucedido o apuntaba apenas la explosión y avalancha de estudios
ple hecho de la variedad en que se realiza una capacidad idén­
de lingüística general, en la línea saussuriana o en formas nuevas. Re­ tica; segundo, cada lengua es una realidad social.
tengo aquí la bibliografía de las ediciones anteriores y añado alguna re­ Lo primero es una cosa obvia, que debería engendrar extra-
ferencia a manera de orientación. ñeza. Sobre el origen de la multiplicidad se han preguntado mu­
chos, entre otros el capítulo 11 del Génesis.
a) Sobre filosofía del lenguaje: O. Jespersen, The Philosophy of Cada una de las lenguas subsiste como realidad social, es
Grammar (Londres 1924). W . M. Urban, Language and Reality (Lon­ compartida por una comunidad que llamamos «lingüística».
dres 1939; traducción española en Fondo de Cultura Económica, Como tal realidad, la lengua es producto de una sociedad en su
México). En la línea de Humboldt: L. Weisgerber, Das Gesetz der vida histórica: generaciones de hombres, en intercambio espiri­
Sprache (Heidelberga 1951, con bibliografía selecta). Exposición compe­
tual, han contribuido a la formación de esta riqueza social; de
tente y asequible: W . Porzig, Das Wunder der Sprache (Berna 1950).
manera peculiar los literatos, sean orales o escritores. Esta reali­
b) Psicología: Fr. Kainz, Psychologie der Sprache (Stuttgart 1954ss) dad social, constituida, es anterior al individuo: se le ofrece
cinco vols. Véase especialmente I, A , 5: «Diversos aspectos del len­ como una necesidad, como una riqueza, como una condición.
guaje». Por ella se inicia el individuo en la vida interpersonal, en la vida
c) Nuevas tendencias. El padre reconocido de todos es F. de Saus- social de la comunidad, y así desarrolla su personalidad.
sure, cuyos apuntes se publican en 1916 con el título Cours de linguisti- F. de Saussure distinguía entre «langue» y «parole». Langue
que générale (versión española, Madrid 1982). Ed. Sapir, Language: An es una realidad social usada en una época definida —sincrónica­
Introduction to the Study of Speech (Nueva York 1921). L. Hjelmslev, mente— por una comunidad. Lo característico de esa realidad
Principes de grammaire générale (Copenhague 1928). B. L. W horf, disponible es el ser «estructura». Parole es el uso individual del
Language, Tkought and Reality (Londres 1956). lenguaje.
Como realidad social, la lengua no consiste solamente en la
d) Orientación general: B. Malmberg, Les nouvelles tendances de
la linguistique (París 1968). A. Martinet, Elementos de lingüística gene­ gramática completa —con excepciones— y en el vocabulario ex­
ral (Madrid 1980). G. Mounin, Historia de la lingüística. Desde los orí­ haustivo. Otros muchos elementos, como idiotismos, modismos,
genes al siglo XX (Madrid 31982). fórmulas literarias, expresiones culturales, etc., quedan de hecho
incorporados a la lengua en cuanto realidad social. Siendo
1. En primer lugar significa la capacidad humana radical de formas ya hechas, se convierten en posibilidades: por el carácter
expresarse: con su doble movimiento de nombrar y componer, dinámico del lenguaje y por la libertad del que lo maneja 12.
de articular y diferenciar. La capacidad humana de comunicación
social, interpersonal. La capacidad humana de humanizar el 11 De él partía Humboldt para su análisis filosófico del lenguaje: Ü ber die
V erschiedenheit des m ensck licben Sprachbaues u n d ihren Einfluss a u f d ie g eistig e
mundo, de crear un nuevo mundo, a imagen del hombre, revela­ E ntwicklung des M en schen gesch lech ts, 1830-35.
dor del hombre. De este tema he hablado en el capítulo pri­ 12 Sobre la libertad desplegada en el uso del lenguaje, véase: Ph. Lersch,
mero, al contemplar la inspiración en el contexto del Logos. De S prache ais F reiheit u n d V erhangnis (Munich 1947). Y en un horizonte más filo­
él se ocupa la filosofía del lenguaje. sófico: H. G. Gadamer, W ahrheit u n d M ethode (Tubinga 1960), sobre todo
pp. 419-420; trad. española, V erdad y m étod o (Salamanca 1977). Es el segundo
2. El segundo sentido son las lenguas particulares. La capa­ carácter que descubre en el lenguaje H. Urs von Balthasar, D ieu a p a rlé un lan -
cidad humana de expresarse se realiza en muchas lenguas di- g a g e d ’h om m e, en P arole d e D ieu et litu rgie (París 1958) 87ss.
122 La Escritura como palabra Cuatro sentidos del término «lenguaje» 123

Como realidad so.cial, que el individuo aprende e incorpora, Para el griego la situación es diferente: un lenguaje ya exis­
la lengua tiene un cierto influjo en la formación intelectual de tente, con una admirable tradición literaria y filosófica, se ofrece
cada uno. Si bien la verdadera formación intelectual la da, no a los autores inspirados. La asunción del Espíritu especializa este
tanto la lengua como tal, cuanto las obras que existen y se asi­ lenguaje en el sector religioso, induce movimientos semánticos,
milan en dicha lengua; con todo, el sistema de una lengua puede convierte palabras en términos. Además sucede el influjo del he­
condicionar en parte el modo de pensar, de distinguir, de articu­ breo, al incidir, por la traducción, en la lengua griega. Compá­
lar. Sobre todo en el individuo medio, que asimila y no crea en rese el griego del libro de la Sabiduría con algunas traducciones
su lengua. El individuo medio normalmente acepta los sentidos de los LXX.
de las palabras, con sus cargas de connotación, con su precisión La multiplicidad de las lenguas impone a la expansión de la
o vaguedad, con su lucidez o sugestión; juntamente acepta sis­ palabra de Dios la necesidad de la traducción, con todos sus
temas de categorías y articulaciones como instrumental para dar problemas teóricos y prácticos. De ello trataré expresamente más
forma a sus pensamientos, acepta un sistema de relaciones ló­ adelante (cap. 11).
gicas ofrecidas por la sintaxis. En este sentido, la lengua cola­
bora a educar la sensibilidad y mentalidad del individuo, cola­ El pueblo de Dios, cuando funciona como tal, y el pueblo de
bora con el factor decisivo, que son las aserciones, las teorías, las Dios presente, que es la Iglesia, en su vida cristiana, también po­
doctrinas. seen una lengua como realidad social. Esta ha sido preparada
bajo la acción del Espíritu, y queda disponible como sistema or­
Apliquemos estas nociones a la palabra inspirada. La palabra denado, para el desarrollo religioso del individuo y de la comu­
de Dios, al encarnarse en palabra humana, necesariamente tiene nidad. El niño hebreo, el niño cristiano son introducidos a la
que asumir una lengua concreta; porque sólo en lenguas con­ vida religiosa también por la lengua particular del pueblo de
cretas se realiza la radical capacidad humana de lenguaje. La len­ Dios, que es lengua inspirada; al aprender esta lengua, adquieren
gua concreta es el punto de inserción de la trascendencia en el acceso a sus tesoros literarios; y recíprocamente, al ir cono­
tiempo, del mensaje divino en el lenguaje humano. Y depende ciendo tales tesoros, van dominando dicha lengua. No es indife­
de una elección positiva de Dios. Históricamente sabemos que rente la lengua religiosa que va a aprender y usar el cristiano en
las lenguas elegidas son el hebreo, el griego, y en pequeña escala sus relaciones con Dios: la lengua de los libros que escucha, la
el arameo. lengua en que reza. La lengua religiosa es un factor más en el
En el caso del hebreo, la revelación divina, sucesivamente desarrollo de su sensibilidad y mentalidad religiosa.
formulada por muchos autores inspirados, influye intensamente Muchas deformaciones religiosas penetran en el individuo
en la conformación de la lengua: el hebreo queda, como la tierra por deformaciones de la lengua religiosa que aprende: por ejem­
de Palestina, marcado por las huellas de Dios. Al comienzo es plo, sentimentalismo, vaguedad, pérdida del sentido del miste­
una lengua ya existente: una variedad del cananeo. Esta lengua rio... De aquí la importancia de una buena formación en la len­
se va desarrollando históricamente bajo el influjo de la predica­ gua religiosa, lo cual se logrará básicamente por una vuelta a la
ción profética, del rezo de los salmos, de las narraciones reli­ lengua bíblica; y el instrumento más eficaz será la liturgia. «De­
giosas. Todo ello enriquece, afina, depura, actualiza y ensancha volver al pueblo de Dios la palabra de Dios» es u.na consigna
las posibilidades de esta lengua, sin quebrar su estructura. Hay grave. Naturalmente, por el camino de la traducción, como ve­
que notar que el hebreo que nosotros conocemos es el hebreo remos más tarde: Cristo se ha encarnado en una raza y en un
bíblico: no poseemos muestras de lenguaje común o rigurosa­ pueblo, pero su señorío rompe los límites en lo que pueden te­
mente profano. Por eso nuestro juicio es algo parcial: casi todo ner de trabas, para abrirse a todos los pueblos y razas; la palabra
el hebreo que conocemos está levantado al nivel de revelación. de Dios se encarna en una lengua nacional, y al encarnarse,
124 La Escritura como palabra Cuatro sentidos del término «lenguaje» 125

rompe las limitaciones de dicha lengua, e inunda por la traduc­ El individuo, en el uso de su lengua, puede ocupar varios
ción todas las restantes. puestos: el tipo ordinario está condicionado por el lenguaje co­
Las lenguas diversas, en su aspecto social, pueden ser objeto mún y se somete a él; un segundo tipo domina la lengua, y la
de la sociología. En su aspecto de lengua, son objeto de la lin­ utiliza con acierto y empeño; el tipo extremo es creador en el
güística: estructural, comparada, histórica; con las ramas de la terreno de su lengua 16.
fonética, sintaxis, semántica, etc. Esto explica por qué la irrup­ Varios de estos temas nos ocuparán en los capítulos
ción de la palabra divina en la historia ha movilizado todas las próximos. Por ahora notemos que la inspiración mueve un pro­
armas de la ciencia del lenguaje l3. Y no es legítimo protestar ceso de actualización individual del lenguaje: será posible estu­
contra estos estudios áridos y positivos en torno a la Biblia. No diar un proceso típico, para especular dónde actúa la moción del
son lo principal ni lo último: pero están exigidos por la natura­ Espíritu, y convendrá tener en cuenta variedades individuales
leza de la inspiración, que asume una lengua humana 14. que diferencian dicha moción.
3. Un tercer sentido del término «lenguaje» es el uso indivi­ La hermenéutica, por su parte, no puede contentarse con el
dual que uno hace de la realidad social precedente. El lenguaje, sistema gramatical, sino que necesita del análisis estilístico, para
como sistema de formas significativas y de posibilidades expre­ interpretar a los autores inspirados.
sivas, se actualiza en el uso individual. La acción de hablar es un 4. En un cuarto sentido, el término «lenguaje» puede desig­
proceso complejo, que analiza y describe la psicología del len­ nar las obras concretas en que se realiza el uso individual de una
guaje. Paralelamente, la acción de entender lo hablado; y la al­ lengua: textos literarios en sentido estricto, y toda clase de
ternancia de ambas acciones en el diálogo, que es la forma nor­ textos de lenguaje. Éstos son sistemas concretos y significativos
mal de actualizar el lenguaje. de palabras, fijados en una tradición oral, y muchas veces por
Como medio de comunicación, el lenguaje tiene varias fun­ medio de la escritura.
ciones fundamentales y otras secundarias. El lenguaje hablado De estas realidades de lenguaje que son «textos» y obras lite­
puede ser registrado en un sistema de signos gráficos inteligibles: rarias se ocupa la filología, como ciencia o arte de determinar
escribir, leer. También estas actividades son objeto de la psicolo­ exactamente el sentido de un texto dado. Como la cultura hu­
gía del lenguaje. mana subsiste en buena parte en obras acumuladas de lenguaje
El uso individual puede acusar características personales, —además de la dimensión presente y activa de dicha cultura—,
constantes, de uso o de preferencia, que pueden llegar a consti­ se ha dicho con justicia que la filología es a las ciencias del espí­
tuir un estilo. Esto es objeto de la estilística descriptiva. Pero la ritu lo que la matemática es a las ciencias de la naturaleza 17.
estilística puede analizar y clasificar también todo el sistema de También se ocupa de las obras literarias, como de objeto
procedimientos de estilo realizados por obras e individuos con­ propio, la ciencia de la literatura; aunque algunos han querido
cretos 1S. tomar como objeto de dicha ciencia las personas y vida privada
de los autores 18.
13 Fr. Kainz, P sycb ologie d er Spracbe, volumen primero. I, A 6. Y el libro igualmente: A. M. Artola, D e *D ios a u tor d e los libros sa gra d os» a *la Escritura
de W. Porzig, Das W under d er Sprache. com o obra literaria»: EstEcl 56 (1981) 651-669.
14 E nchiridion B iblicum , 561; cf. infra, «Sociología de la inspiración». 16 Tratado expresamente por J. L Weisgerber, Das G esetz d e r Sprache (Hei-
15 Sobre la estilística dará una idea de tendencias, apartados y métodos, el delberga 1951) 137-147.
gran repertorio bibliográfico de H. Hatzfeld, B ibliografía crítica d e la N ueva Es­ 17 E. R. Curtius, Literatura europea y Edad M edia latina (México 41984)
tilística (Madrid 1955). Y varios capítulos de la obra informativa de M. Wehrli, 12 .
AUgemeine L iteratu nvissen schaft (Zurich 1951). Aplicado al Antiguo Testamento 18 Exposición fundamental en R. Wellek/A. Warren, T heory o f L iterature,
en mis Estudios d e p o ética h eb rea (Barcelona 1963) con amplia bibliografía; véase reeditada varias veces y traducida a las principales lenguas, entre ellas al español,
126 La Escritura como palabra Teología 127

«Biblia», nombre plural (= libros), delata su naturaleza como Primer principio: No se puede separar la misión del Espíritu
colección de obras de lenguaje, sistemas verbales fijados por es­ Santo de la de la Palabra hecha carne...
crito. Para la inspiración, las distinciones precedentes tendrán Segundo principio: La Escritura es una realidad litúrgica y
importancia cuando planteemos la cuestión autor-obra. Para la profética... Las Iglesias orientales ven en ella la consagración de
hermenéutica es indispensable el instrumento exacto de la filolo­ la historia de salvación bajo especies de palabra humana, insepa­
gía, y el menos exacto, pero muchas veces más adecuado, de la rable de la consagración eucarística, que recapitula toda la histo­
ciencia literaria. ria en el cuerpo de Cristo...
También es posible describir la obra literaria con el método
Tercer principio: La tradición es la epíclesis de la historia de
fenomenológico, para explicar lo que significan esos sistemas de
salvación, la teofanía del Espíritu Santo, sin la cual la historia es
lenguaje en el seno de una socifedad; concretamente en el seno
incomprensible y la Escritura es letra muerta...»
de la Iglesia. La experiencia todavía no es palabra; las ideas no son palabra
Finalmente, las obras de lenguaje plantean más agudamente
el problema de la traducción, como medio normal de expansión —suponiendo que preexistan descarnadas de toda palabra—.
y acceso; pues el aprendizaje de la lengua original es para el Cuando la historia, la experiencia humana, renace transformada
en palabra, nace consagrada por la acción del Espíritu. Es pala­
pueblo de Dios medio extraordinario de acceso.
bra sagrada, que será Sagrada Escritura.
TEOLOGIA Recurramos a la analogía de la encarnación. «El ángel le con­
testó: “El Espíritu Santo bajará sobre ti y la fuerza del Altísimo
Llegamos así a nuestra teoría: la inspiración es un carisma del te cubrirá con su sombra; por eso al que va a nacer lo llamarán
Espíritu, que mueve al autor humano en el proceso de transfor­ el Consagrado, Hijo de Dios» (Le 1,35). En la encarnación, la
mar experiencia humana en palabra. El autor inspirado comparte criatura humana que surge en el seno de María es, desde el pri­
con su pueblo'una experiencia religiosa o tiene una experiencia mer momento, sagrada, es Hijo de Dios. Analógicamente, la
personal; por su talento personal y su misión específica ha de criatura verbal —a imagen del hombre— que cuaja por acción
convertir las experiencias humanas en palabra, para que sean co­ del autor está consagrada, es Palabra de Dios. Como la criatura
municables y permanezcan. Para ello emplea individualmente, que nace de María está destinada a crecer y permanecer, así la
personalmente, la realidad social del lenguaje compartido —he­ palabra inspirada cristaliza en obra literaria con destino de crecer
breo, griego, arameo—, realizando una obra de lenguaje. En esa y durar.
actividad se inserta la acción del Espíritu, de tal modo que el re­ Más adelante se presentará ocasión de observar y comentar
sultado sea obra de lenguaje del escritor o autor y quede consa­ algunos límites de la analogía propuesta.
grado como palabra de Dios. La consagración ardiente de los labios de Isaías, el poner las
Aquí encaja la definición y descripción que ofreció en el palabras en boca de Jeremías, el rollo escrito que devora y asi­
Concilio Vaticano II mons. Neóphytos Edelby, en nombre de la mila Ezequiel, el fuego incontenible en los huesos de Jeremías,
tradición oriental: «Querríamos proponer el testimonio de las la mano que sujeta, el viento que arrebata son imágenes de la ac­
Iglesias de Oriente... Nuestros hermanos ortodoxos reconocerán ción del Espíritu ordenada a la palabra.
en este testimonio nuestra fe común más pura.
CONCLUSION
por editorial Gredos con el título Teoría literaria, con prólogo de D. Alonso
(Madrid S1985). Cf. la reciente traducción del libro de W. Welte, L ingüística
Estos cuatros sentidos de la palabra «lenguaje» son progresivos:
m oderna. T erm inología y bibliografía (Madrid 1985). la capacidad radical humana de hablar, lenguaje, se realiza en
128 La Escritura como palabra

muchas lenguas diversas, como realidades sociales; cada lengua


se actualiza en el uso individual o habla; el uso individual fragua 5
a veces en la realización de un sistema fijo, que es la obra litera­
ria. TRES FUNCIONES DEL LENGUAJE
Los cuatro nos trazan un amplio programa para estudiar e
iluminar lo que es la palabra inspirada. Si muchos aspectos par­
ticulares han sido considerados y explicados por autores prece­
dentes, el estudio sistemático está por hacer; y las páginas que EXPOSICION
siguen sólo pueden aspirar a ser un primer intento.
Además de la obra de Bühler, puede consultarse: R. Ceñal, La teoría
dellenguaje de Carlos Bühler (Madrid 1941); con marco histórico, crí­
tica y bibliografía abundante, Fr. Kainz acepta sustancialmente la posi­
ción de Bühler, ensanchándola; mientras que Sóhngen parece ignorarla.
Según esa obra ya clásica de Karl Bühler, Teoría del lenguaje, trad,
española de J. Marías (Rev. de Occidente, Madrid 1950, 61967; ed. orig.
alemana: Sprachtheorie, Jena 1934), el lenguaje se puede considerar
como un instrumento, organon, que se describe según sus funciones
fundamentales: informe, expresión, llamada. Esta básica obra es muy
asequible por su publicación en Alianza Editorial, Madrid 1985. Aña­
diré algunos otros libros recientes importantes: E. Cassirer, Philosophie
der symbolischen Formen, 2 tomos, trad. al español con el título de
Mito y lenguaje (México 1959); K. Vossler, Filosofía del lenguaje (Ma­
drid 1943). Cf. sobre todos los problemas del lenguaje J. Ferrater Mora,
Lenguaje, en Diccionario de Filosofía, 4 tomos (Alianza Editorial, Ma­
drid 1979) 1937-1944, con amplia bibliografía.
Sobre el lenguaje religioso: I. T. Ramsey, Religious Language: An
Empirical Pladng o f Theological Phrases (Nueva York 1957); cf. F. K.
Mayr, Lenguaje, en SM, IV (Herder, Barcelona 1973) 214-231, con bi­
bliografía; D. Antiseri, El problema del lenguaje religioso. Dios en la f i ­
losofía religiosa (Ed. Cristiandad, Madrid 1976).

Informamos sobre hechos, cosas, sucesos; con cierta prefe­


rencia por la tercera persona, por el modo indicativo; es una
función objetiva, que mira al mundo; propia de la historiografía,
de la didáctica.
Expresamos nuestra interioridad, nuestras emociones y senti­
mientos, nuestra participación en cosas y sucesos; Con cierta
preferencia por la primera persona; es una función subjetiva, que
mira al individuo; propia de las memorias y confesiones, de la
lírica.
Apelamos al interlocutor, provocando su respuesta en acción,

9
130 Tres funciones del lenguaje Exposición 131

influyendo sobre él, impresionándolo; con cierta preferencia por Contexto (tema)
la segunda persona, por el modo imperativo; es una función in­ Locutor dicho destinatario
tersubjetiva, que mira a la sociedad, propia de la oratoria. contacto (relación)
Este esquema, tan limpio e inteligible, es en rigor una distin­ lenguaje
ción de laboratorio; no porque no existan las tres funciones dis­
se podría comentar así: alguien habla a otro sobre algo en una
tintas en la realidad, sino porque su funcionamiento es gestáltico
lengua y así se relaciona. Si el lenguaje se concentra en el locutor
o estructural, y porque el informe —en cuanto representación—
(o remitente o escritor) ejerce la función expresiva; si se concen­
domina y polariza las otras. Es muy difícil encontrar en la reali­
tra en el destinatario, ejerce la función impresiva (conative, en el
dad del lenguaje formas puras de cada función: un informe clí­
inglés de Jakobson); si se concentra en el tema (que Jakobson
nico, una interjección expresiva, un imperativo elemental. En la
llama context), ejerce la función informativa (referential la llama
realidad las tres funciones funcionan entrelazadas, mutuamente
el autor). Estas tres coinciden con las de Bühler; pero el autor
condicionadas: lo que podemos hacer ante una unidad de len­
añade otras tres. El hablar pretende a veces establecer, mantener
guaje es distinguir su carácter de símbolo (informe, representa­
o interrumpir el contacto personal, sin informar ni expresar ni
ción), de síntoma (expresión de la interioridad), de señal (lla­
inducir a nada; son las llamadas iniciales de atención, la palabra
mada a otro).
final, las preguntas para asegurarse que el diálogo procede: son
El informe es mío porque yo hablo, y es tuyo porque escu­
sobre todo las frases tópicas, generales o triviales en las que ha­
chas: ya está en juego el elemento subjetivo, intersubjetivo. En
blamos sin decir nada, para unirnos o sentirnos unidos. Mali-
el informe, o en el modo de informar, yo me expreso y te im­
nowski señaló esta función y la bautizó con el nombre de fática
presionó. Y te impresiono precisamente porque me expreso; y te
(Jakobson la llama de contacto). Si el hablar se vuelve sobre el
impresiono también por los contenidos y por el tono de infor­
medio de comunicación, es decir sobre el lenguaje, aclarando el
mar. Y como mi informe expresivo provoca una reacción en ti,
sentido de palabras, interrogando sobre una construcción, etc.,
me respondes, iniciando una alternancia en el proceso, que va
entonces tenemos la función metalingual o metalingüística (pero
elevando la potencia y tensión del lenguaje. Es el diálogo. En el
este segundo adjetivo lo suelen reservar para una rama del aná­
diálogo funciona el informe mutuo, la mutua expresión, el mu­
lisis que no entra en la lingüística, como física y metafísica). Fi­
tuo influjo: en un acto de comunicación interpersonal plenaria.
nalmente la función poética se fija en lo dicho como tal, que ad­
Si bien la representación del informe polariza y domina, ella sola
quiere una realidad y valor de objeto, no sólo de medio.
no bastaría para la plenitud de comunicación.
Ahora bien, si la subdivisión saca a la luz determinados as­
El funcionamiento gestáltico 19 de las tres funciones del len­
pectos la simplificación conserva su valor. La función metalin­
guaje le da su complejidad y riqueza; y puede devolverle su ele-
gual es simple función informativa sobre un tema determinado y
mentalidad. Antes de complicar las cosas, volvamos al tema
peculiar, y el mismo Jakobson lo supone cuando dice: «Todas
central.
estas proposiciones ecuacionales contienen información única­
Román Jakobson, que procede de la gramática estructural y
mente sobre el código lexical inglés»; facilitar información es
del formalismo ruso, dotado de formidable rigor para el análisis
ejercer la función informativa. La función fática es síntesis o
lingüístico y de sensibilidad para el análisis estilístico, propone el
siguiente diagrama: mezcla de expresión y llamada sin apenas contenido informativo,
en movimiento dialógico, y es a la vez resultado y envolvente de
19 Es decir, como unidad orgánica, que no se reduce adecuadamente a la toda la conversación. La función poética sería un modo peculiar
suma de las partes, o a una asociación de simultaneidad, según los principios de de tratar el medio de comunicación.
la llamada ley gestáltica. En nuestra reflexión sobre el lenguaje inspirado el concepto
132 Tres funciones del lenguaje El lenguaje inspirado 133

de función fática serviría para subrayar la idea y experiencia de nos ha revelado». Pero la definición del Vaticano I tiene un va­
comunicación, de contacto «inmediato», que Dios quiere realizar lor asertivo, no exclusivo, pues antes afirmaba que «por la fe
hablando. El tema ya ha aparecido en el primer capítulo, cuando ofrecemos a Dios el don pleno de nuestro entendimiento y vo­
hablaba de la revelación personal por la palabra; aparecerá en la luntad» 21. La fe incluye un elemento intelectual, pero no se re­
próximo acerca de la conversación, y reaparecerá en la última duce a él, puesto que es libre, y es principio de salvación, y
página de este libro. Pero en su forma típica, textos sin apenas compromete a toda la persona. La revelación, en sentido es­
contenido o con contenido convencional, no se encuentran en la tricto, se puede definir como locutio Dei attestans. Esto es aser­
Escritura, aunque puedan existir en la oración privada. tivo, no exclusivo, en cuanto que lo supremo de la revelación es
la manifestación de Dios como persona, para la comunicación.
EL LENGUAJE INSPIRADO Leemos en el evangelio de san Juan: «Y ésta es la vida eterna:
¿Cuál de las tres funciones asume Dios? Lós que distinguen en­ reconocerte a ti como único Dios verdadero, y a tu enviado Je­
tre ideas y palabras, están inclinados a decir que Dios sólo sucristo» (17,3). Notemos la enorme concentración personal de
asume la función informativa del lenguaje humano. la fórmula: no habla de conocimiento de objetos, sino de per­
En una concepción puramente objetiva de la revelación, re­ sonas, «a ti, Jesucristo», y por ello pertenece a este tipo superior
caeríamos en la misma distinción: Dios quiere proponernos ver­ de conocimiento interpersonal. (Recordemos que los Ejercicios
dades reveladas. En la proposición de verdad las funciones ex­ de san Ignacio concentran la actividad en conocer y amar a Jesu­
presivas e impresivas son accesorias y separables; serían aporta­ cristo.)
ción exclusiva del autor humano 20. Ciertamente la persona desdobla su unidad en series de pro­
En una concepción puramente objetiva de la fe, es decir, una posiciones: a través de enunciados parciales llegamos a recons­
fe que tiene como objeto exclusivo «verdades reveladas», tam­ truir la persona que se nos ha manifestado, claro está, no por
bién tenemos que prescindir de las funciones expresiva e impre- mera suma o por puros silogismos. Pero la persona no sólo uti­
siva, para quedarnos con el puro informé, que es el objeto de liza proposiciones formales como medio de comunicación, sino
nuestra fe. A no ser que lo expresivo o lo impresivo sean ele­ que utiliza el lenguaje como medio total22.
vados a forma de proposición, sacrificando la inmediatez de la Resumiendo: si Dios quería revelar su persona a los hom­
función originaria. bres, para el trato personal, tenía que asumir como medio de co­
Ahora bien, la fe incluye ciertamente un elemento intelectual, municación el lenguaje humano en todas sus funciones. O, dicho
un contenido formulable en proposiciones: la fe no es un vago al revés: si Dios asumió el lenguaje humano como medio de co­
sentimiento, sin contenido intelectual. Tampoco es un puro municación, es porque buscaba una revelación personal. «Su pa­
acontecimiento, sin contenido cognoscitivo formulable, que co­ labra se asemeja enteramente al lenguaje humano, excepto el
loca al hombre en una nueva situación como persona. Nueva si­ error».
tuación por la decisión personal como respuesta a la llamada
pura. Véase J. Ashton, Cristo mediador y plenitud de la revela­ 21 Denzinger-Schónmetzer, 3008. La constitución D ei Verbum del Vati­
ción, en Comentarios a la Constitución «Dei Verbum» sobre la cano II insiste en la totalidad de la fe, por la que el «hombre se entrega, entera y
divina revelación (Madrid 1969) 166-193. La fe es una virtud so­ libremente a Dios». Véase la obra clásica de P. Mouroux, Yo creo en ti: estru c­
brenatural por la cual «creemos que es verdadero lo que Dios tura p erson a l d e l a cto d e f e (Madrid 1958).
22 Véase la lúcida exposición de esto s aspectos en la obra de H. Fríes, C reer
y saber (Madrid 1963). La constitución D ei Verbum formula: «En esta revela­
20 R. Latourelle, T h éologic d e la R évéla tion , apunta sin apenas desarrollarla ción, Dios invisible, movido de amor, habla a los hombres como a amigos y
esta distinción: pp. 336-337. trata con ellos para invitarlos y recibirlos en su compañía».
134 Tres funciones del lenguaje Algunos ejemplos 135

Las consecuencias de este principio para la lectura e inteli­ cuencias para la vida espiritual. En el manual de teología que yo
gencia de la Sagrada Escritura son graves. Ya no es legítimo des­ estudié había tesis sobre la omnipresencia de Dios, sobre su
montar la Biblia en varios miles de proposiciones, cada una con­ ciencia —incluida la de los posibles y futuribles— no había una
teniendo una verdad objetiva de fe. No es legítimo extirpar tesis sobre el amor de Dios.
todos los elementos emocionales, expresivos, y todo lo que apela Comparemos esa tesis imaginaria, construida con proposi­
a nuestra respuesta. La Sagrada Escritura hay que leerla como ciones compuestas de conceptos, con una página de Oseas
obra de lenguaje total, funcionando plenamente, en la que Dios donde Dios habla en primera persona. Ruego al lector que inte­
me habla.' rrumpa un momento y cambie de actitud, para escuchar la pala­
Lo dice muy bien el Crisóstomo: «Considere cada uno que bra de Dios 27.
por la lengua de los profetas escuchamos a Dios al habla con
nosotros» 23. «Cuando Israel era niño, lo amé,
Lo mismo piensan Hilario y Jerónimo: «Por medio de tus y desde Egipto llamé a mi hijo.
siervos, Moisés y los profetas, me has instruido con los libros Cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí:
sagrados, para que te conociera» 24. ofrecían sacrificios a los baales
«Este tesoro en el que están escondidos todos los tesoros de y quemaban ofrendas a los ídolos.
sabiduría y ciencia, es la Palabra de Dios o la Sagrada Escritura, Yo enseñé a andar a Efraín
en la cual se encuentra el conocimiento del Salvador» 25. y lo llevé en mis brazos,
«Desconocer la Escritura es desconocer a Cristo» 26. y ellos sin darse cuenta de que yo los cuidaba.
Con correas de amor los atraía,
ALGUNOS EJEMPLOS
con cuerdas de cariño.
Fui para ellos como quien alza una criatura a las mejillas;
Imaginemos una tesis de un manual de teología: Deus amat po- me inclinaba y les daba de comer.
pulum suum: definiciones, qué es amar, qué es pueblo, qué es Pues volverá a Egipto, asirio será su rey,
pueblo suyo; divisiones, amor carnal, emocional, espiritual, pue­ porque no quisieron convertirse.
blo de Israel, Iglesia... Argumento de Escritura; aquel verso «así Irá girando la espada por sus ciudades
amó Dios al mundo...», «Dios es amor», etc. No sé si tendría un y destruirá sus cerrojos;
argumento de concilios: en el índice de materias de Denzinger- por sus maquinaciones devorará a mi pueblo,
Schónmetzer amor y caritas se refieren a la virtud con que propenso a la apostasía.
amamos a Dios. Concluiría con algún escolio ofreciendo conse­ Aunque invoquen a su Dios,
tampoco los levantará.
23 Oiü yb.q éVjuatá éariv áXXá t o í jiv e ú flatos to ü á y í o v ¿ t i r a t a , ¿Cómo podré dejarte, Efraín;
wat Siét t o ü t o jioXúv ¿oriv tóv Qrioaupóv eúqeív x a l év jiíqt cruXXapñ ... óxi entregarte a ti, Israel?
ó iá rf|5 Ttúv 7tQO(pr|Tü)v yXcottt]s toü 0eoü JtQÓg f||xóts ÓiaXeYOU|xévou áxoúonev
(Crisóstomo, In Gn 2, homilía 15, 1; PG 53, 119).
¿Cómo dejarte como a Admá;
24 «Ad cognitionem me tui, sacris ut arbitrar, per servos tuos Moysen et tratarte como a Seboín?
prophetas, voluminibus erudisti» (Hilario Pict.; PL 10, 171). Me da un vuelco el corazón,
25 «Thesaurus iste in quo sunt omnes thesauri sapientiae et scientiae abscon- se me conmueven las entrañas.
diti, aut Verbum est, aut sanctae Scripturae, in quibus reposita est notitia Salva-
toris» (Jerónimo, In Mt 2, 13; PL 26, 97). 27 Entre los comentarios, véase el reciente de W. H. Wolff, en la serie «Bi-
26 «Ignorado Scripturarum, ignoratio Christi est» (Jerónimo, In Is; PL 24, blischer Kommentar» (Neukirchen). Cf. estudio y comentario en P rofetas II,
17; CC 73, 1). pp. 859-921, con la más reciente bibliografía.
136 Tres funciones del lenguaje Algunos ejemplos 13 7

«Sabemos que la ley es espiritual; mientras que yo soy carnal,


No ejecutaré mi condena, vendido al pecado.
no volveré a destruir a Efraín; Lo que yo hago no lo comprendo: pues no hago el bien que
que soy Dios y no hombre, quiero, sino el mal que odio es lo que hago.
el Santo en medio de ti Pero si hago lo que no quiero, concedo que la ley es buena.
y no enemigo devastador» (Os 11,1-9). Entonces no soy yo quien obra eso, sino el pecado que habita en
mí.
Leído el texto, hagamos una reflexión: ¿equivale el enun­ Sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita el bien:
ciado de la tesis a esta página apasionada?, ¿qué es más revela­ pues el querer está a mi alcance, poner por obra el bien, no lo
dor? Los versos de Oseas, que incluyen una serie de enunciados consigo.
con dominante función informativa, ponen en acción las otras Pues no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero es lo
que hago.
funciones elementales: Dios se expresa, y rae impresiona. Leído
Pero si hago lo que no quiero, no soy yo quien lo hace, sino el
el enunciado de la tesis, puedo quedar frío e indiferente; si la
pecado que habita en mí.
página de Oseas me deja frío e indiferente, es que no he sabido Encuentro esta ley que rige mi voluntad de hacer el bien: que a
leerla. mi alcance está el mal.
Naturalmente, el lenguaje de Oseas es simbólico y antropo­ Según el hombre interior me deleito en la ley; pero veo en mis
mórfico, pero es una analogía la que me hace comprender. Dice miembros otra ley
san Gregorio Magno: «Conoce el corazón de Dios en las pala­ que se opone a la ley de mi alma,
bras de Dios» 28. y que me hace prisionero de la ley que habita en mis miembros.
A propósito he escogido un ejemplo extremo, para mostrar Soy un hombre desdichado: ¿Quién me librará de este cuerpo
con mayor claridad. Ello puede dar lugar a varias objeciones, re- mortal?
ductibles casi todas a un «no toda la Escritura es así». La gracia de Dios, por Jesucristo Señor nuestro» (Rom 7,14-25).
Primera respuesta: bastaría un caso para demostrar que no
todo el lenguaje inspirado se reduce a proposición con función El lector habrá apreciado una quiebra en los versos finales: el
informativa. crescendo insistente culmina en una pregunta, y a la pregunta
responde una exacta proposición. No es lo que esperábamos,
Veamos un ejemplo en que habla el hombre: Pablo. En la hay aquí una quiebra estilística. Leamos el texto según el origi­
carta a los Romanos, cap. 7, describe patéticamente la lucha in­ nal griego (sin saltarnos nada):
terna del hombre. Es un crescendo vigoroso, con repeticiones,
que culmina en una frase conclusiva29. Esta frase conclusiva «La ley es espiritual, de acuerdo, *
tiene diversa forma sintáctica en el original griego y en la tra­ pero yo soy un hombre de carne y hueso, vendido como
ducción latina. Para que la experiencia resulte, nos hace falta una esclavo al pecado.
doble lectura, con toda intensidad: presentaré una traducción del Lo que realizo no lo entiendo, pues lo que yo quiero,
texto latino, y tras una interrupción, la traducción del griego: eso no lo ejecuto y, en cambio, lo que detesto, eso
lo hago.
28 «Disce cor Dei in verbis Dei» (PL 77, 706). Ahora, si lo que hago es contra mi voluntad, estoy de
29 Véase algún comentario de los más recientes: S. Lyonnet, H istoria d e la- acuerdo con la ley en que ella es excelente,
salvación en la carta a los R om anos (San Sebastián 1967); O. Kuss, Carta a los pero entonces ya no soy yo el que realiza eso, es el
R om anos (Herder, Barcelona 1974); P. Dornier/M. Carrez, Carta a los R o­ pecado que habita en mí.
m anos, en Cartas de Pablo y Cartas C atólicas (Ed. Cristiandad, Madrid 1985) Veo claro que en mí, es decir, en mis bajos instintos,
135-172.
138 Tres funciones del lenguaje Algunos ejemplos 139
no anida nada bueno, porque el querer lo excelente
algo sólido y bruñido, donde se refleje la visión... así nuestra
lo tengo a mano,
pero el realizarlo no; no hago el bien que quiero;
alma, que todo lo ve, para verse a sí misma tiene que reflejarse
el mal que no quiero, eso es lo que ejecuto. en la Sagrada Escritura. La luz que de ella sale se refleja y nos
Ahora, si lo que yo hago es contra mi voluntad, ya no hace contemplarnos a nosotros» 31.
soy yo el que lo realiza, es el pecado que habita Aquí la analogía del autor y sus personajes nos sirve. He
en mí. querido traer este ejemplo de Pablo porque muestra muy bien
Así, cuando quiero hacer lo bueno, me encuentro las funciones del lenguaje inspirado, y porque en él no habla
fatalmente con lo malo en las manos. Dios en primera persona.
En lo íntimo, cierto, me gusta la ley de Dios,
La función «impresiva» del lenguaje bíblico, o sea, su capaci­
pero en mi cuerpo percibo unos criterios diferentes
que guerrean contra los criterios de mi razón
dad de interpelar es patente en los oráculos proféticos y en la re­
y me hacen prisionero de esa ley del pecado que está en tórica del Deuteronomio. Más difícil es apreciarla en textos na­
mi cuerpo. rrativos: a veces porque nos fijamos en lo exótico o arcaico de
¡Desgraciado de mí! ¿Quién me librará de este ser mío, los relatos, a veces por la enorme discreción de Dios, que apenas
instrumento de muerte? asoma en la acción, a veces porque la interpelación es contex-
Pero, ¡cuántas gracias le doy a Dios por Jesús, Mesías, tual, reside en el contexto global más que en momentos particu­
Señor nuestro!» lares. Con todo, hemos de leer la Escritura como palabra que
(Trad. de Nueva, Biblia, Española) Dios nos dirige. Recordemos que muchas veces el relato descar­
nado impresiona más que el comentario. Desconfiamos con fre­
Según el griego, a la pregunta patética, casi desesperada, res­ cuencia de una intención didáctica demasiado manifiesta, rece­
ponde un grito de liberación. Pablo se debate, registrando en lamos ser manipulados, y nos rendimos ante la fuerza de los he­
opuestos movimientos la batalla de la que es espectador, actor y chos narrados. La distinción es más bien gradual: interpelación
paciente; él es el campo de batalla, la tierra disputada, y los dos inmediata o mediata. Y la mediación puede ser próxima o dis­
contendientes a la vez. Exclama, pregunta, grita. En su lenguaje
tante. Puede verse la obra reciente de M. Sternberg, The Poetics
funcionan las tres funciones: enuncia, se expresa, nos impre­ o f Biblical Narrative. Ideological Literature and the Drama o f
siona.
Reading (Indiana 1984).
Y ¿dónde está la revelación de Dios en esta página? Es de
notar que la Sagrada Escritura no sólo nos revela a Dios en su Podríamos recorrer otras muchas formas de hablar de Dios,
acción sobre el hombre, sino que nos revela también al hombre y de comunicarse como persona. Por ahora nos basta con haber
en su reacción frente a D ios30. En la página de Pablo nos cono­ apreciado este dato fundamental: las tres funciones del lenguaje
cemos a nosotros mismos delante y frente a Dios; nuestra reac­ inspirado.
ción nos revela mediante la acción divina en nosotros. Y por ser Estas tres funciones se pueden referir a tres aspectos también
palabra de Dios, nos revela a Dios hablándonos e iluminán­ básicos de la revelación divina: el aspecto objetivo, el aspecto
donos. personal, el aspecto dinámico. Desde ahora tenemos que contar
Como dice san Basilio, «así como nuestros ojos ven el 31 &OJt£Q ya.Q oí ó<p6aX(i0i íjnwv xa l%<a pXéjcovxe^ éauxoi>s otix ó q w o iv ,
mundo externo y no se ven a sí mismos, a no ser que alcancen éav ht| jiou Xetou u vó $ &i|>ü>vt<h crteQeoü, x a i éxeíQev ávaxXaoQeioa f| 614)15
&oneQ (focó Jia X i^ o ía s ó eáv aúxo\jc;:toif|afl xa éauxdjv xaxójuv, oüxíü x a l ó
30 La constitución D ei Verbum dice: «La verdad profunda de Dios y de la voü? ó fméteQO^, áXXa ó q w v , &XX105 éauxóv oíi pXéxei éáv xai£ YQCtcpai^
salvación del hombre que transmite dicha revelación...», 2. «... Contienen ense­ éyxiíiiJJT). Tó yctQ évxaüQa cpai? ávaxX(ü)xevov xo"0 xa 0 O6 á o 0 oa Sxaaxov caxiov
ñanzas sublimes sobre Dios y una sabiduría salvadora acerca del hombre», 15. f|H¿üv yúvexat (san Basilio, S obre la naturaleza hum ana, 1 ; PG 30, 12).
140 Tres funciones del lenguaje Funciones monológicas 141

en el lenguaje inspirado con estas tres dimensiones: la dimensión «yo pensaba: ‘Voy a dispersarlos
de objetos o datos revelados, la dimensión del Dios personal en y borraré su memoria entre los hombres’.
el acto de revelarse, la energía sobrenatural actualizada en la co­ Pero no; que temo la jactancia del enemigo
municación. Las consecuencias las iremos viendo en las páginas y la mala interpretación del adversario».
siguientes. Más interesante es el caso de la oración, concretamente la
oración inspirada. Por ejemplo, el salmo 73 se presenta como un
FUNCIONES MONOLOGICAS
monólogo, como reflexión agitada e insatisfecha sobre una doc­
Fr. Kainz, Psycbologie der Sprache (Stuttgart 1954), I, m, A 2, «Fun­ trina tradicional: la retribución de buenos y malos. La mayoría
ciones monológicas del lenguaje».
de los salmos se presentan con pretensiones dialógicas, alabando
Las tres funciones descritas se suelen llamar dialógicas, por­ a Dios o suplicándole.
que se refieren a un interlocutor, funcionan en la comunicación. Alguno ha objetado que esta alabanza humana de Dios no
De ellas se derivan otras tres paralelas, llamadas monológicas: afecta a Dios: se queda en puro desahogo monológico, con una
por la función informativa o representativa, el lenguaje me sirve cierta función social si la recita la comunidad. Y alguien ha preten­
para pensar; en la función expresiva me desahogo, me escucho a dido que la oración de súplica tiene una pura función de estímulo
mí mismo como sujeto; con la función impresiva me estimulo a personal, cuando nos excita a la acción, o es simple desahogo, si
mí mismo, excitándome a la acción. nos deja inactivos 33.
Difícilmente podemos asignar a la Sagrada Escritura estas Esta concepción es insostenible: la oración inspirada de la
tres funciones, puesto que es palabra de Dios, vuelta hacia los, Biblia se presenta siempre con función dialógica: objetivamente
lectores u oyentes. Con todo, nos sirven para examinar dos hi­ alcanza a Dios en el orden de la gracia. Dios realmente escucha
pótesis. nuestra alabanza, y es nuestro máximo honor; Dios realmente se
A lo largo de un texto bíblico puede quedar incluido algún deja impresionar por nuestras súplicas, y es nuestra máxima es­
momento monológico, arrastrado por la corriente dialógica. peranza; aun la reflexión interior es un «derramar el corazón»
Como unas memorias rigurosamente privadas que se publican delante de Dios. Todo lo cual no excluye que dicha oración
muerto el autor. Puede ser que el Eclesiastés contenga algo de arrastre muchos elementos monológicos, como manifiestan no
reflexión monológica; a no ser que el autor haya escogido un pocos Salmos.
«yo» literario como procedimiento de estilo. Es difícil pensar
que Qohelet haya escrito su obra para sí mismo; no es difícil «Desahogad ante él vuestro corazón» (Sal 62,9).
pensar que en su obra queden incorporados algunos momentos
monológicos. De modo semejante, Pablo puede incorporar al­ «Alzo mi voz gritando,
gunos desahogos monológicos en sus cartas. En todo caso, re­ alzo mi voz a Dios para que me oiga.
pito, la corriente dialógica es más poderosa y arrastra todo lo En mi angustia te busco, Señor, Dios mío;
demás: en el estado presente, la integridad de la obra está orde­ de noche rebullen mis manos sin descanso,
nada al lector. En el Cántico de Moisés (Dt 32,26-27) hay un no se me calma el jadeo;
momento en que, por ficción oratoria, Dios aparece en monó­
logo interior 32: 33 Sobre la oración, desde un punto de vista de religiones comparadas, véase
la obra de Fr. Heiler, Das G ebet (Munich 51923). En el aspecto más bien teoló­
32 Sobre el monólogo interiror, puede consultarse R. Humphrey, Stream o f gico, puede verse el artículo de F. Wulf, O ración, en C onceptos fu n d a m en ta les
C onsciousness in tke M odem N ovel (Berkeley 1962), capítulo 2, «Las técnicas: d e la T eología II (Ed. Cristiandad, Madrid 21979) 185-197. Cf. A. González Nú-
monólogo interior». ñez, La oración d e la Biblia para e l h om b re d e h oy (Madrid 1977).
142 Tres funciones del lenguaje Otras funciones del lenguaje 143

acordándome de Dios gimo (Le 7,13). El poder de Cristo no es una omnipotencia indife­
y meditando me siento desfallecer; rente y distante, sino que Cristo participa realmente en nuestros
mantengo desvelados los ojos, dolores, su corazón se conmueve. Y ésta es una constante de la
pero la agitación no me deja hablar. Sagrada Escritura: no sólo palabra doctrinal, superior e impasi­
Repaso los tiempos antiguos, recuerdo los años remotos; ble, sino palabra expresiva, en la que vibra y se comunica el
en la noche recuerdo mi cántico, afecto cordial. «Cristo se acercó, tocó el ataúd —los portadores
lo medito en mis adentros y mi espíritu indaga: se detuvieron— y dijo: «Escúchame tú, muchacho, levántate».
—¿Es que el Señor nos rechaza para siempre La palabra de Cristo es dinámica y eficaz: brota de la compasión
y ya no volverá a favorecernos? y la actualiza en salud y salvación. Y ésta es otra constante de la
¿Se ha agotado ya su misericordia, palabra bíblica: su dinamismo y eficacia para la salvación. «Y el
se ha terminado para siempre su promesa?, muerto se incorporó y comenzó a hablar». Este es el resultado
¿es que Dios se ha olvidado de su bondad, en nosotros de escuchar la palabra de Dios: nos incorporamos y
o la cólera cierra sus entrañas? comenzamos a hablar entablando diálogo con Dios.
Y me digo: ¡Pobre de mí!,
no es la misma la diestra del Altísimo» (Sal 77,2- 11). OTRAS FUNCIONES DEL LENGUAJE

En este último ejemplo, el orante habla de su experiencia in­ Fr. Kainz habla de funciones secundarias, estéticas y éticas: Psychologie
terior, de sus intentos y fracasos, y hasta pronuncia en voz alta der Spracbe (Stuttgart 1954): volumen primero, III B. Su clasificación es
extraña, pero la lista es interesante, y podría servir para prolongar las
algo de su monólogo interior «me digo».
reflexiones.
Nuestra oración hecha con palabras inspiradas, padrenuestro
o salmos, es verdadero diálogo: es respuesta a Dios por su bon­ A las tres funciones primarias, monológicas y dialógicas, aña­
dad manifestada y por sus beneficios, es comunicación con Dios, den algunos autores otras funciones que llaman secundarias;
es manifestación de nuestra persona a Dios, es dinamismo con funciones estéticas y funciones éticas. Entre las funciones esté­
que influimos en él. Esto es antropomórfico, analógico, pero no ticas entra, por ejemplo, la cuestión de la plasticidad en el gé­
es falso. En la oración inspirada, de modo supremo, llega a ple­ nero descriptivo; entre las funciones éticas, la cuestión de la
nitud el carácter dialógico del lenguaje humano: y esa plenitud mentira, eufemismo, etc.
le viene de haber sido asumido por la inspiración. Recientemente, Sóhngen construye un armonioso sistema del
La oración inspirada es palabra de Dios, que nos enseña a lenguaje, filosofía y teología, siguiendo la línea de las fun­
orar. En ella habla el hombre. Dios no puede revelarse como pe­ ciones 34.
cador o necesitado; pero se revela como salvador, como accesi­ Su obra se compone de tres naves, con cuatro secciones en
ble, interesado, compañero de viaje por ahora, y de vida por cada una: funciones lógicas, funciones estéticas, funciones ener-
siempre. Puede verse la exposición sobre los Salmos como ex­ gético-éticas. Las funciones lógicas son cuatro: denominación,
presión y la apropiación de su texto y lenguaje en Treinta enunciado, silogismo, término; en orden dinámico de composi­
Salmos (Ed. Cristiandad, Madrid 21986) 25-27. ción sucesiva, que desemboca en la precisión conceptual. Las es­
téticas son cuatro: imitación de cosas, expresión de personas,
Concluyamos con un ejemplo evangélico. La Palabra hecha
carne camina un día por Galilea, y llega a la puerta de una ciu­ 3+ G. Sóhngen, A nalogic u nd M etapher. K leine P hilosopbie u n d T h eologie
dad que llaman «La Hermosa». Una viuda sale llorando detrás d ér Sprache (Munich 1962). Véase la recensión de H. G. Fritzsche en «Thcolo-
del cadáver de su hijo único, y a Jesús «le dio lástima de ella» gische Literaturzeitung» 89 (1964) 373-375.
144 Tres fundones del lenguaje Consecuencias 145

metáfora, concepción del mundo; la tercera tiene un relieve capi­ El lenguaje «performativo» realiza de hecho lo que la palabra
tal en el libro, y domina el título. Las funciones energético- dice: «te felicito, declaro inaugurada la sesión, el acusado es
éticas son cuatro; acción eficaz, testimonio y profesión, persua­ inocente, te doy mi palabra = me comprometo». Esta función
sión, formación de la opinión por el diálogo. Entre las tres divi­ especial del lenguaje se ejerce también en la liturgia. Podemos
siones cuaternarias traza el autor una proporción y correspon­ decir que la palabra inspirada, actualizada en la liturgia, funciona
dencia ideal. como lenguaje performativo. El colofón «palabra de Dios» lo ra­
Las 120 páginas de Sdhngen ofrecen una lectura sugestiva, tifica. Además es posible aislar en la escritura momentos en que
bastante densa: no la voy a seguir aquí, pero recomiendo el libro Dios emplea un lenguaje performativo, como «Yo estoy contigo,
como lectura ulterior. Las funciones estéticas me ocuparán, con yo te envío, tus pecados quedan perdonados».
otro enfoque, en el capítulo próximo; la función energética ten­
drá un puesto importante al final de este libro. CONSECUENCIAS
Aquí quiero advertir cómo la clasificación de Sóhngen puede
reducirse en gran parte a las funciones fundamentales que distin­ Apliquemos lo expuesto al lenguaje inspirado. Si Dios asumiese so­
gue la psicología: la acción y persuasión se reducen a la tercera lamente la primera función, exposición de ideas y doctrinas, por
función impresiva en cuanto obran sobre el oyente o interlocu­ un lado, de hechos, por el otro, entonces nos tocaría a nosotros
tor; la profesión es una forma de expresión, de tipo total, que extraer este elemento «inspirado» separándolo de la ganga humana
compromete la persona frente a otra, en un orden moral o reli­ no inspirada. El producto extraído lo refinanamos en formulas
gioso, y a su vez puede exigir una respuesta equivalente —en la más claras y precisas, y ya la Sagrada Escritura no sería necesaria
Sagrada Escritura Dios da testimonio de sí mismo, y exige como para el que ha llegado al estadio final (recordemos cómo las fun­
respuesta nuestra profesión, en movimiento dialógico—. Como ciones lógicas de Sóhngen desembocan en la formacion de con­
el dinamismo de la palabra puede crear acción o convicción, la ceptos precisos y distintos). En las fórmulas dogmáticas y en la
distinción de Sóhngen afina diferenciando la tercera función ele­ especulación teológica conceptual tendríamos depurada la doc­
mental. Sóhngen registra el sentido dialógico sobre todo al final trina «inspirada», y la Escritura ya no nos haría falta. Algo de
del libro, da menos relieve e importancia a la distinción dialó- esto ha sido la práctica —no proclamada ni defendida— de
gico-monológica. ciertos autores.
En otra dirección divide Krings: más bien que funciones, las En cuanto a los hechos, imitaríamos la postura polémica
llama formas básicas del discurso La primera es la forma dis­ __controversista— de Belarmino 3^. Este autor intenta probar
cursiva: como articulación temporal y sucesiva de la unidad, por que la Sagrada Escritura es inferior a la tradición, o incluso in­
relaciones lógicas, manteniendo y manifestando la unidad, de necesaria. Una de las razones es porque narra muchos hechos
signo dialéctico. La forma de actualización realiza la presencia que no tienen relación con la doctrina: no están contados para
en el acto de decir: lengua de la poesía, del culto. La forma exis­ que creamos, sino que los creemos porque están contados.
tencia!: manifestación y a la vez realización del hombre, en com­ Como estos hechos, propuestos en función informativa, carecen
promiso. La terminología es del todo diversa, y delata su en­ de relevancia doctrinal, no hace falta elaborarlos y trasponerlos
tronque con movimientos filosóficos recientes. La segunda en conceptos; lo único que debemos es creer que sucedieron. Su
forma nos puede interesar para comprender una palabra inspi­ problemática radica en la historicidad. Semejante actitud ante la
rada, en buena parte poética, y actualizada en el culto. Escritura no es una fantasía que yo haya inventado.
Si la función informativa es la única inspirada, y si esta fun-
35 En el término Palabra., en C onceptos fu n d a m en ta les d e la T eología II (Ed
Cristiandad, Madrid 2t979) 231-241. 36 J. R. Geiselmann, Sagrada Escritura y tradición (Herder, Barcelona 1968).

10
146 Tres funciones del lenguaje Consecuencias 147

ción tiene su razón de ser en la doctrina, ¿para qué tantas repeti­ función se basa en el carácter de profesión existencial del autor.
ciones en la Sagrada Escritura?, ¿para qué tantos hechos pasados Pero, en cuanto función activa, es perfectamente separable y hay
que no nos interesan?, ¿para qué la búsqueda dialéctica de un que separarla cuidadosamente del lenguaje concreto del autor,
Qohelet o un libro de Job? hay que trasponerla enteramente a otro lenguaje, para que pueda
En la Sagrada Escritura hay doctrina, y la doctrina ocupa un funcionar en mí. El contenido informativo, doctrina y hechos,
lugar importante en la vida cristiana —lo veremos más ade­ queda fuera; y aun la función de impresionar es más bien una
lante—. Lo injusto es sacrificarlo todo a la doctrina: el conoci­ metafunción del lenguaje inspirado, Y la designación «inspirado»
miento personal de Dios, la fe como don de la persona, la gracia es una metáfora engañosa, que hace falta trasponer enteramente,
como trato y unión 37. para que adquiera sentido, es decir, virtud de impresionar.
La pluralidad de funciones descrita explica en parte desde la En los manuales teológicos sobre la inspiración suele haber
vertiente humana por qué los santos padres podían buscar y en­ un capítulo que se titula De extensione inspiradonis. Porque al­
contrar en la Sagrada Escritura la doctrina cristiana, la oración gunos autores operaban cortes en la Escritura, dejando fuera de
cristiana, la vida cristiana. En este lenguaje total no se da la dis­ la inspiración algunos segmentos: las frases casuales y dichas de
tinción entre doctrina y vida, teoría y práctica, que nos aqueja a paso, lo no doctrinal, lo que no se refiere a la fe y costumbres.
los modernos; y que estamos en vía de solucionar, precisamente Se trata de cortes longitudinales: en la cita gráfica de la palabra
por una vuelta a la Escritura y a la liturgia. escrita se pueden seccionar palabras, sentencias, líneas; y se po­
La liturgia debe actualizar la Sagrada Escritura en su triple dría montar el resto, para obtener un puro libro inspirado. Ni la
función: una lectura o proclamación que presenta los contenidos explicación ni el planteamiento unidimensional es aceptable hoy.
de la información, que da relieve a los valores expresivos, que Un corte más profundo es el ya referido de materia y forma,
llega a impresionar a los oyentes. En la liturgia debe recobrar la contenido y estilo, materia y palabras: es la gran discusión sobre
Sagrada Escritura su virtud dialógica. la inspiración verbal, que Pesch intenta rechazar en treinta apre­
En la oración privada, de ordinario no partiremos de «ver­ tadas páginas. Repito que esta limitación del carisma no encuen­
dades teológicas», que transformamos en lengua concreta, plena tra adeptos hoy día.
y vital; sino que de ordinario partiremos de la lengua bíblica, en El padre Benoit divide el capítulo sobre la extensión de la
su integridad funcional. inspiración del modo siguiente: «A todas las facultades, a todos
Otro sector mete el escalpelo con la pretensión de una nueva los que concurren a la formación del libro; a todo el contenido».
interpretación existencial38. Inspirada (atención a la metáfora) El planteamiento es más rico. Y podríamos, con vistas a un tra­
sería la función bíblica de apelar a mi respuesta existencial; esta tado escolar, añadir la extensión a todas las funciones del len­
guaje: porque también aquí hay que rechazar una limitación im­
37 En el comentario a la constitución D ei Verbum publicado en 1969 por la puesta al carisma del Espíritu.
BAC dedico un artículo al tema «Revelación y doctrina».
38 Ésta es una cuestión de actualidad, discutida en innumerables artículos: en
el «Elencus bíblicus» correspondiente a 1963 registra P. Nober 14 títulos refe­
rentes a Bultmann. Pero no es fácil encontrar una exposición asequible.
H. Noack, Sprache u nd O ffen b a ru n g (Gütersloh 1960), aborda la cuestión en un
lenguaje difícil; en último término, defiende la necesidad de un lenguaje «mítico»
(simbólico) para formular la experiencia religiosa.
L. Malevez, Le m essage ch rctien et le m yth c. La tb éo lo g ie d e R. Bultm ann
(Brujas 1954). Exposición bastante clara, aunque no muy ceñida al tema del len­
guaje.
6
TRES NIVELES DEL LENGUAJE

LENGUA COMUN, LENGUA TECNICA, LENGUA LITERARIA

La lengua se actualiza en tres niveles fundamentales, con algún


plano intermedio y muchas zonas de interpenetración. La lengua
común, la lengua técnica, la lengua literaria.
Véase Style in Language, editado por Thomas A. Sebeok
(Cambridge, Mass. 1966), especialmente la tercera parte: «Aproxi­
maciones lingüísticas al arte del lenguaje» con artículos de C. F.
Vógelin, Ed. Stankiewicz, Sol Saporta, Archibald A. Hill; y los
dos artículos finales de Román Jakobson y Rene Wellek. No es
raro entre lingüistas de profesión tratar el lenguaje artístico como
desviación de una norma; mientras que los representantes de la es­
tilística consideran el lenguaje literario como superior realización
de lenguaje.

LENGUA COMUN

La lengua común es el humus de todo el resto, es la lengua de la


comunicación familiar —a la cual retornamos con gozo infan­
til—; es la lengua del amor, y la lengua de compartir ideales. Es
una lengua de gran riqueza personal, de moderada precisión.
Actualiza espontáneamente las tres funciones elementales. Unas
veces nos ofrece el gusto de conocer, otras veces, con poco con­
tenido objetivo, nos regala el gozo de la comunicación personal
con el amigo, o bien nos permite la satisfacción de influir en
otros con nuestras palabras.
Esta lengua de la conversación ordinaria, familiar, social se
endereza toda ella a lo que se comunica, de modo que el pro­
ceso de transformar experiencias, objetos, sucesos en una serie
sonora significativa, se automatiza y se hace inconsciente —nos
molesta el interlocutor que «se está escuchando a sí mismo», so-
150 Tres niveles del lenguaje Lengua común 151

lamente los errores, o algún acierto excepcional, nos devuelven Y Pío XII, hablando de pasajes históricos, propone una expli­
la conciencia del medio de lenguaje— 39. cación semejante: «Donde algunos jactanciosamente acusan a los
Como las palabras no se intentan en sí, esta lengua no está autores sagrados de falsedad histórica o de inexactitud, se trata
pensada para perdurar, sino sólo para manifestar. Como dice sencillamente de las formas ordinarias de decir y de narrar pro­
Valéry, «se disuelve en la claridad». Está hecha para pasar, y pa­ pias de los antiguos que solían usarse en la conversación ordina-
sando comunicar. Como un curso fluvial que todo él fuera na» 42 .
puente entre los márgenes; como un cierre de cremallera, que Con todo, ni Jerónimo ni los dos pontífices recientes respon­
pasando entrelaza dos paños. En la terminología de Jakobson- den afirmativamente a nuestra pregunta, porque no se la propo­
Malinowski diríamos que domina la función fática y no se nen, Lenguaje común en estado puro no se da en la Biblia; en
atiende al dicho como tal (mensaje). cuanto es el humus de todo, de donde parte y adonde retornan
Esta lengua puede descender a una variante utilitaria, esque­ los demás, no puede faltar totalmente en la Biblia.
mática: la lengua para comprar, y pagar, y viajar (números ante En la lengua religiosa de una oración privada a Dios puede
todo, y el gesto para señalar o suplir); es «el alemán en quince perder importancia y consistencia el hablar, puede automatizarse
días», el «basic english». No hay que confundirlo con el conoci­ el proceso verbal, puede discurrir uniéndome a Dios. No es ésta
miento limitado de una lengua extraña, barrera que puede supe­ la lengua bíblica, ni la lengua de la liturgia.
rar una gran fuerza de comunicación (recuerdo un español que, Hemos dicho que de la lengua común crecen las demás. En
sabiendo cuatro palabras de italiano, tenía en vilo con sus histo­ el caso de la lengua inspirada, no preexiste una lengua religiosa
rias a varios norteamericanos). Esta lengua mal sabida puede ser cotidiana que se eleve después por la inspiración; sino que de la
todavía instrumento de comunicación; mientras que la lengua lengua común ordinaria, profana, selecciona sus materiales la
utilitaria es instrumento de distancia, como quien evita man­ lengua inspirada; salvo cuando el autor inspirado utiliza y
charse con el contacto. adapta lenguaje religioso de otros pueblos. Como todas las len­
guas revierten de algún modo en la lengua común, la lengua ins­
¿Existe la lengua elemental de la conversación en la Biblia?
pirada influye indirectamente en la lengua religiosa común, e in­
San Jerónimo, defendiendo la inspiración de la carta a Filemón,
directamente puede influir en la lengua profana: testimonio, las
dice: «En la carta a los Romanos y a las otras Iglesias y, sobre
huellas bíblicas en la literatura occidental, y en muchos mo­
todo, en la carta a los Corintios hay muchas cosas dichas en es­
dismos de nuestras lenguas.
tilo sencillo, casi en lenguaje cotidiano» 40, donde es de notar
Friso Melzer persigue algunas de estas huellas en la lengua
que remissius es término técnico de la retórica, que designa el es­
alemana, sobre todo en el capítulo VII y VIII de su libro Unsere
tilo más sencillo; además el género epistolar adopta más fácil­
Sprache im Lichte der Christus-Offenbarung. Entre los subtí­
mente un lenguaje común. León XIII, defendiendo la inerrancia
tulos leemos: «Muerte de palabras paganas», «Nueva vida de. pa­
bíblica en los pasajes que describen la naturaleza, dice de sus au­
labras paganoalemanas», «Palabras derivadas del latín», «Traduc­
tores: «Más que dedicarse a las ciencias naturales, describen los
ciones derivadas». Como prueba, toma unas cuantas palabras
fenómenos, o con metáforas, o según el lenguaje común de la
cristianas de la letra D, persiguiendo su evolución semántica, sus
época» 41. parentescos y derivaciones. En el capítulo X leemos el título
39 Datos básicos en Fr. Kainz, P sych ologie d er Sprache, III, 3.
«Cómo influye la oración en la lengúa». No conozco un trabajo
40 «...inveniri plurima et ad Romanos et ad ceteras ecclesias, máxime quae ad equivalente en castellano, y sería muy interesante realizarlo.
Corinthios, remissius et cotidiano paene sermone dictata» (PL 26, 637-38). Helmut Hatzfeld, en su obra El Quijote como obra de arte del
41 EB 121. Según «las expresiones que entonces se usaban en la conversación
ordinaria»: D ei Verbum, 12. 42 EB 560.
152 Tres niveles del lenguaje Lengua técnica 153
lenguaje, dedica un capítulo a las influencias o imitaciones bí­ en obras de lenguaje literario o filosófico; por eso el libro des­
blicas. cribe también la formación de un lenguaje conceptual y termino­
lógico a partir del lenguaje mítico, simbólico, imaginativo. Tra­
LENGUA TECNICA duzco los títulos de dos capítulos: VIII. Comparación, símil,
El segundo nivel que nos interesa es la lengua técnica o científica. metáfora, analogía. Movimiento del pensamiento mítico al ló­
Una madre llega al médico con su hijo de seis años: viene gico; IX. La formación de conceptos de las ciencias naturales en
excitadísima. Comienza a dar explicaciones entremezcladas con griego.
frases de compasión, multiplica detalles descriptivos en una efu­ Me he referido en el capítulo precedente al estudio de Sóhn­
sión de cariño, solicita el auxilio del doctor. El médico procura gen. En él expone el paso del símbolo al concepto, del concepto
calmar a la madre, para eliminar datos que no le interesan e in­ al término. Pero no analiza el hecho con ejemplos literarios.
cluso confunden; coloca una cadena de preguntas, para reducir La lengua técnica procede de la lengua común por remoción,
las explicaciones a síntomas; estrecha éstos hasta llegar a un limitación y división.
diagnóstico preciso, en una lengua que la madre no entiende, Remueve lo personal y subjetivo, para alcanzar la máxima
pero recibe confiada; al fin añade un tratamiento y una receta. objetividad. Dicho de otra manera, procura inhibir las funciones
La madre ha traído su lenguaje materno funcionando a toda expresiva o impresiva del lenguaje. Procura remover lo condicio­
máquina: pero el médico no se ha dejado «impresionar» por nado de la lengua concreta, para producir una lengua casi uni­
aquellas «expresiones», sino que por eliminación consigue su ob­ versal, o al menos, rigurosamente traducible. Emplea conceptos
jeto. Los dolores se convierten en «síntomas clínicos», las frases abstractos, que va subdividiendo hasta la máxima precisión; em­
genéricas se convierten en «diagnóstico» exacto y preciso. El plea sentencias simples, que puede delimitar con circunstan­
lenguaje materno se reduce a lenguaje clínico. De modo seme­ cias 44. No que encuentre ya formados los conceptos abstractos.
jante puede operar un policía o un abogado, para trasformar en Si algunos se encuentran ya en la lengua común, la ciencia tiene
informe judicial o criminal una historia agitada y controvertida. que refinarlos y fijarlos, con valor único y permanente. Otros
Cuando el homo fah er desarrolla una técnica específica, los tiene que formar ella por un proceso de abstracción, a partir
cuando el homo sapiens desarrolla una ciencia, en seguida elabo­ de nombres comunes o de usos metafóricos. Algunos llaman
ran una lengua científica o técnica. También los pueblos primi­ «nociones» a lo que llamo «término». Cualquier ciencia puede
tivos, que poseen algunas técnicas particulares, como la pesca, la componer su «diccionario terminológico de la ciencia...»; y se
caza, etc., poseen en sus lenguas apartados técnicos precisos. En compilan diccionarios bilingües especializados.
nuestra cultura occidental han sido los griegos los grandes crea­
dores de la lengua científica 43. El ideal de la lengua técnica sería la lengua absoluta. De he­
Bruno Snell ha escrito una obra fundamental, ya clásica, so­ cho, esta lengua utópica ha sido perseguida por la logística; pero
bre la materia, Die Entdeckung des Geistes (Hamburgo 21947). el resultado viene a ser un sistema de fórmulas matemáticas, que
El autor describe en ella un proceso: cómo nace y se desarrolla no es verdadero lenguaje. El extremo utópico nos muestra clara­
el arte de pensar y comprender racionalmente. En otros tér­ mente la tendencia y dirección de semejante lengua. Como
minos, cómo se va haciendo consciente el centro espiritual del muestra Heisenberg, la física más refinada no puede prescindir
pensamiento. El acto y proceso de pensar es accesible a nosotros de elementos de lenguaje común, en ocasiones retiene incluso
formas metáfóricas más o menos lexicalizadas.
43 Sobre la lengua de los primitivos, Fr. Kainz, P sych ologie d er Sprache 11,
90-169. 44 H. G. Gadamer, W ahrheit u n d M ethode (Tubinga 1960) 392-395.
154 Tres niveles del lenguaje Lengua técnica 155

En la lengua técnica las palabras no son indiferentes 45. Im­ y cambia los nombres, buscando más bien el sentido de pleni­
porta muchísimo la fijeza de los términos, su uso riguroso; im­ tud, de interpenetración 48.
porta la exactitud de las fórmulas, con todas las piezas intocables 2. En el capítulo 7 del libro de Josué aparece como Leit-
(por eso el profesor exige en el examen «la palabrita»). A su vez, wort la palabra berem en diversas formas gramaticales. Herern es
el sistema conceptual de una ciencia se convierte en instrumental la consagración a Dios del enemigo y del botín de la guerra
de pensamiento y ulterior conocimiento: así se conjugan la cua­ santa: puede ser exterminio de la población, de los guerreros, y
lidad de ergon y la cualidad de energeia. dedicación al culto de los objetos preciosos. La palabra cambia
de sentido a lo largo del capítulo:
¿Tenemos en la Sagrada Escritura una lengua semejante? Afi­
nando la pregunta, ¿asume la inspiración una lengua técnica «... cometieron un pecado con lo consagrado... robaron de lo
preexistente?, ¿se desarrolla bajo el influjo de la inspiración una consagrado (1),.. han robado de lo consagrado (11)... se han he­
lengua religiosa técnica? A las dos preguntas respondemos afir­ cho execrables... si no extirpáis la execración (12)... hay algo
mativamente. execrable dentro de vosotros... mientras no extirpéis la execra­
Las leyes de tipo casuístico ocupan una buena parte de la le­ ción (13)... el que sea sorprendido con algo consagrado (15)».
gislación bíblica, emplean un lenguaje bastante técnico, y han Este cambio de sentido concreto, con la identidad de la pala­
sido tomadas de la cultura oriental por mediación de los cana- bra, conjura la presencia de una realidad potente, misteriosa y
neos 46. Las leyes ceremoniales o rúbricas también están redac­ activa. El autor puede conjurarla literariamente, no describirla o
tadas en lengua bastante técnica, y no parece probable que sean denominarla con rigor.
pura creación de los autores inspirados. Pero no hay que con­ 3. De modo semejante emplea Pablo la palabra amartía,
fundir la lengua técnica con las fórmulas fijas y los tópicos de que no es el concepto técnico del pecado individual, sino la po­
una lengua literaria, un género literario, una escuela literaria: a derosa y terrible realidad, el mundo del pecado en su manifesta­
pesar de su fijeza, no funcionan como términos 47. ción activa.
Mucho más importante es el proceso que llamo de tecnifica- No es legítimo leer estos pasajes con mentalidad técnica, ni
ción, que responde a la segunda pregunta: cómo bajo el influjo es buena exégesis reducir a término preciso lo que el autor quiso
de la inspiración se va formando una lengua técnica. impreciso y global.
Tomemos tres ejemplos anteriores al proceso: Una palabra, una fórmula, a fuerza de recurrir en un con­
1. El Deuteronomio emplea un vocabulario propio para de­ texto preciso, con una función idéntica, adquiere una cierta fi­
signar la ley y los preceptos: huqqim , mispatim, miswot, deba- jeza, se tecnifica. Por ejemplo, la fórmula «tierra que mana leche
rim , ‘edot, tora, dibré hattora. La serie septenaria se prestaba a y miel» es de ascendencia mítica, y conjura una tierra que habi­
una diferenciación técnica, pero el autor conscientemente mezcla tan los dioses, tierra de vegetación paradisíaca, que produce sin
trabajo. La fórmula la toman los israelitas de los cananeos, la
aplican fijamente a su territorio, la utilizan en los símbolos de fe
y en sus derivados: y así se fija en fórmula relativamente técnica,
45 Contra D. J. McCarthy, P ersonality, S ociety an d Inspiration: «Theological sin perder del todo la connotación, en potencia o actualizada, de
Studies» 24 (1963) 553-576. su origen mítico. Del mismo modo algunas instituciones y prác-
46 Estudio básico: A. Alt, D ie U rsprünge de$ Israelitischen R echtes, «Kleine
Schriften» I, 278-332; revisado hoy por E. Gerstenberger, Wesen u nd H erk unft
des «apodiktiscben R echts» (Neukirchen 1965).
47 Algunos datos, con bibliografía selecta, en mi artículo H erm en eu tics in th e 48 N. Lohfink, Das H au ptgebot. Eine U ntersuchung litera risch er E inleitungs-
L ight o f L anguage a n d L iteratur: «Catholic Bíblica! Quarterly» 25 (1963) 371. fr a g en zu D t 5-11 (Roma 1963) 54-58.
156 Tres niveles del lenguaje Lengua técnica 157

ticas religiosas poseen su vocabulario y formulario fijo, que llega materiales, convierten muchas designaciones del Antiguo Testa­
a adquirir una fijeza casi técnica 49. mento en términos: unas veces sacrificando la calidad simbólica
Los formularios o repertorios de fórmulas son parte consti­ del original, otras veces empujándola a un segundo plano. De
tutiva de una lengua, de una literatura, de un cuerpo literario. esta manera tecnifican. Pero al mismo tiempo, la espiritualiza­
Con frecuencia se piensa que una lengua entera se puede ence­ ción equivale a un proceso de simbolización: en cuanto que la
rrar en dos volúmenes: gramática y diccionario. Si concebimos realidad material asume un sentido espiritual, realizando en la
el diccionario como puro repertorio de palabras, necesita el palabra la síntesis simbólica de profundidad. De esta manera los
complemento del formulario. Hoy día los buenos diccionarios, traductores preparan un lenguaje intermedio, que será instru­
como el de María Moliner, suelen incluir gran cantidad de fór­ mento preciso para formular el misterio de Cristo en el Nuevo
mulas de conversación, literarias o técnicas, que integran la reali­ Testamento. La traducción de los LXX es un puente providen­
dad viva de una lengua. Sobre el tema puede consultarse la in­ cial, espiritual y de lenguaje, entre el Antiguo y el Nuevo Testa­
troducción teórica del libro Formulario pro}ético de vocación y mento.
misión, de Santiago Bretón (Roma 1987). A modo de ejemplo se puede citar el estudio de L. Mon-
Algo semejante puede süceder con binas opuestas o comple­ sengwo, La notion de Nomos dans le Pentateuque grec (Roma
mentarias, usadas con fijeza: por ejemplo, mamlaka designa de 1973). En él muestra cómo se estrecha y delimita el sentido de la
ordinario el «reino», en la bina paralela goy-mamlakto se espe­ palabra hebrea tora al ser traducida en griego por nomos. Aun­
cializa en «pueblo - su rey»; 'am significa simplemente «pue­ que los grandes diccionarios teológicos del Nuevo Testamento
blo», opuesto paralelamente a goyyim designa al pueblo esco­ ofrezcan abundantes materiales, al explicar el fondo hebreo de
gido, etc. las palabras griegas, todavía está por hacer el estudio sistemático
Existe el proceso paralelo de espiritualización y abstracción: del proceso mental o de algunas líneas dominantes de dicho pro­
un hecho y un nombre concretos y globales, pasan por la espe­ ceso.
culación, pierden su referencia material, y con ella la concreción: Naturalmente, todas estas designaciones y fórmulas en vías
tal el maná, según la explicación de Von Rad 50. de tecnificación o ya tecnificadas adquieren validez verbal en
Este proceso recibe un fuerte impulso en la traducción de los cuanto fórmulas: la palabra exacta y constante es importante.
LXX: sea por el influjo de la nueva lengua, el griego, sea por Hay que tenerlo en cuenta para la traducción.
condiciones históricas —una época más reflexiva—, sea por la
Además, estas designaciones, fórmulas y términos pueden
distancia de hechos e instituciones, que ya se han convertido en
servir como punto de partida para elaborar una teología bíblica:
libro 51. Los LXX, al traducir, espiritualizan muchas fórmulas
sea quedándose al nivel bíblico de tecnificación, sea continuando
el proceso con las posibilidades de nuestro pensamiento mo­
derno.
49 En esta línea trabajan obras cuyo título es explícito: K. Baltzcr, Das Bttn- En el Nuevo Testamento abundan más los elementos de len­
d esform u íar (Neukirchen 1960). Richter, en su obra reciente sobre los Jueces, y
Lohfink, en su estudio sobre el Deuteronomio, elaboran este elemento de las guaje técnico, sobre todo en la especulación teológica de Pablo.
fórmulas: T raditionsgescbichtliche U ntersucbungen zum R ich terbucb (Bonn 1963) Mientras que Juan es intensamente simbólico, Pablo busca a
y Das H au ptgebot (Roma 1963). veces un cierto rigor conceptual, que siempre tendrá como límite
50 Das fo rm g escb icb tlich e P roblem des H exateuch, (BZAW 1938): G esam - el misterio, la función pastoral, el estadio teológico en que se
m elte Studien (Munich 1958).
encuentra.
51 Sobre esta traducción, consúltense los informes oficiales: M itteílunges des
S eptu aginta-U n tem ehm en s (Gotinga). Entre otros autores, J. Ziegler e I. L. See- Lo dicho sobre la lengua técnica interesa sobre todo a la her­
ligman. menéutica. En un estudio sobre la palabra inspirada conviene
158 Tres niveles del lenguaje Lengua literaria 159
notar el hecho: dada la unidad y continuidad del Espíritu, que ción 52. Toda la riqueza de las experiencias que deseamos com­
mueve a varios y sucesivos autores, el proceso de tecnificación partir, toda la riqueza de nuestra vida interior que deseamos co­
puede caer bajo su acción. Es un proceso en la revelación, en­ municar, no siempre alcanzan plena objetivación en el lenguaje
carna a la revelación en un progreso continuo. El lenguaje inspi­ común de la conversación. Suple en buena parte el contexto, el
rado es el medio de la continuidad en marcha. conocimiento previo, los factores extralógicos que pueden acom­
Fuera de la inspiración, una teología que quiera ser ciencia, pañar el diálogo. Terminada la conversación, muchas veces sen­
necesariamente tiene que desarrollar, como instrumento de pen­ timos la distancia, la inadecuación de nuestras palabras, que ya
sar y exponer, un lenguaje teológico técnico. Sobre este punto pasaron, y que cumplieron a medias su tarea. Un chispazo ins­
volveré más adelante. tantáneo tuvimos que diluirlo en meandros prolongados, una in­
tuición central se volvió demasiado refleja o resultó periférica, la
LENGUA LITERARIA urgencia del diálogo nos robó las palabras, la intensidad del sen­
timiento inhibió en vez de favorecer la expresión. Y esos mo­
Edward Sapir, Language (Nueva York 1949) capítulo XI, «Lengua y li­ mentos en que lamentamos: «no sé cómo decirlo... me faltan las
teratura». Algunas observaciones en la obra de Dámaso Alonso Poesía palabras...»
española. Ensayo de métodos y límites estilísticos (Madrid 1950) y, con
mayor extensión, en la de C. Bousoño, Teoría de la, expresión poética, 2 La lengua literaria no se resigna con esta aporía, sino que in­
tomos (Gredos, Madrid 71985), especialmente los caps. I-II del tomo I, tenta actualizar y objetivar en plenitud: engranando todas las
pp. 15-89. Para el hermeneuta bíblico resultará de gran utilidad el libro funciones del lenguaje y elevando a potencia su rendimiento. El
de W. Kayser, Interpretación y análisis de la obra literaria (Gredos, literato aprovecha todos los recursos de su lengua en orden a la
Madrid 41985). expresión, aun los recursos todavía no actuados; cuando siente
De gran interés es el libro de Laurence Lerner The Truest Poetry:
que la lengua le falla, no se da por vencido, sino que la ensancha
What is Literature? (Nueva York 1964). En él expone y discute las teo­
rías que consideran la literatura como conocimiento, como expresión,
y doblega; más aún, la resistencia y limitación de su lengua
como retórica, como forma particular del lenguaje. El cap. VI, titulado
puede enardecerlo, como el mármol al escultor.
«Un lenguaje dentro del lenguaje», es en buena parte una discusión y Potenciar no es exactamente multiplicar, y en nuestro caso ni
refutación de la postura extrema de P. Valéry. Lerner mantiene una siquiera es una multiplicación de multiplicaciones. La lengua li­
postura media y sensata: el lenguaje poético/literario es diferente, pero teraria ama muchas veces la densidad, la concentración. Cuánto
no discontinuo respecto al común. mundo y cuánta alma en muchos poemas de pocos versos:
La lengua literaria procede también de la tierra madre, que es To see a world in a grain o f sand
la lengua común. No procede de la lengua utilitaria, ni es sim­ and a Heaven in a wild flower,
plemente una lengua antiutilitaria. No procede de la lengua téc­ hold Infinity in the palm o f your hand,
nica, como si fuera otra especialización paralela u opuesta —Or­ and etemity in an hour (Blake)
tega definió la poesía ultraísta «álgebra superior de las metá­
foras», pero estaba haciendo una metáfora—. Por esta fuerza y para esta fuerza, la lengua literaria muchas
La lengua literaria no procede de la lengua común por remo­ veces estiliza, simplifica, se salta los espacios neutros.
ción, depuración, especialización —la poesía pura, que quiere
constituirse por depuración absoluta, o se vuelve hermética o se
52 Dice Román Jakobson: «La poeticidad no es un complemento del discurso
quintaesencia—. con ornato retórico, sino una reevaluación total del discurso y de todos sus di­
La lengua literaria procede de la lengua común por potencia­ versos componentes».
160 Tres niveles del lenguaje Lengua literaria 161

En la lengua literaria importan absolutamente las palabras, y rio, puede poseer riqueza y plenitud. Puede ser íntegramente
de ordinario se buscan con gran exigencia. No son un modo de humana, y no sólo doctrinal; puede contener una totalidad de
decir, perfectamente separable de la cosa dicha. Importan las pa­ revelación en estado no proposicional (Escritura y tradición).
labras en su calidad sonora, en su disposición rítmica, en su halo Como lengua literaria, pide una interpretación en orden a la
de connotaciones, en su resonancia semiconsciente... Muy bien lectura, y después de cada interpretación sigue siendo inagotable,
formula Ch. du Bos: «Toda literatura es encarnación, y en lite­ como indica Clemente Alejandrino: «Tales son para nosotros las
ratura ninguna encarnación es posible si no es por medio de la Sagradas Escrituras: dan a luz la verdad, y siguen vírgenes, ocul­
palabra» 53. tando los misterios de la verdad» 55.
Aquel pintor le decía a su amigo Mallarmé: También yo soy Y admite lecturas diversas, sustancialmente correctas.
poeta, se me ocurren muchas ideas, pero no encuentro las pala­ Como lengua literaria puede recibir pluralidad de contenido
bras. Y Mallarmé le respondía: La poesía se hace con palabras. —no sólo sentido—. Los contenidos plurales pueden ser racio­
Y según Valéry: «La significación no es para el poeta el ele­ nalizados en la interpretación, pero no son adecuadamente racio-
mento esencial y único del lenguaje; no es más que uno de sus nalizables (R. Petsch).
constituyentes... Igualmente, la simple noción del sentido de las Como lengua literaria, no es una lengua vulgar, ni hay que vul­
palabras no basta a la poesía; yo hablo de resonancia...» 54. garizarla, para ponerla al alcance del vulgo. Sino que hay que ele­
Por eso la poesía es siempre parcialmente y algunas veces to­ var a los lectores, introduciéndolos a la inteligencia inmediata. El
talmente intraducibie. «pueblo de Dios» no debe ser vulgo, (Téngase en cuenta para la
La poesía ama la multiplicidad, acepta y aun busca la ambi­ traducción.)
güedad (Empson), usa imágenes y símbolos, rehúye la lógica. La Como lengua literaria, no hay que trasponerla al plano técnico:
poesía funde lo objetivo con lo subjetivo, la poesía produce una hay que retener sus símbolos, imágenes, su concreción, que descu­
presencia casi mágica. bren y encubren el misterio, sin racionalizarlo (teología).
Finalmente, la lengua literaria, que busca la permanencia de Como lengua literaria no es simplemente conceptual: por
las palabras, realiza de ordinario esta permanencia en la obra li­ tanto, no hay que remontarse a un supuesto estadio conceptual
teraria. previo, que el autor «revistió» de formas literarias. Es anterior a
¿Encontramos lengua literaria en la Sagrada Escritura? La los conceptos o nociones o términos, y su sentido no se obtiene
mayor parte del Antiguo Testamento y parte del Nuevo perte­ por depuración sistemática de lo literario (teología).
necen a este nivel del lenguaje. En los dos sentidos antes ex­ Como lengua literaria, su interpretación no puede consistir
puestos: los autores sagrados operan con una lengua literaria formalmente en diferenciar conceptual y proposicionalmente los
preexistente, y bajo la acción del Espíritu desarrollan su propia contenidos; sino que hay que pasar de una primera inteligencia
lengua literaria. elemental a otra más profunda y articulada del texto literario, y
Este hecho, que para la inspiración tiene una importancia re­ por él a los contenidos.
lativa, es de enorme trascendencia para la hermenéutica. De­ Como lengua literaria valora sustancialmente las palabras, en
bemos pensar que la inspiración mueve y asume toda la riqueza ellas subsiste, por ellas se actualiza; no subsiste ni se actualiza
concreta de semejante lengua. como idea desencarnada.
Por ser la Sagrada Escritura una realidad de lenguaje litera­ Como lengua literaria, nos exige manejar con finura la distin­
ción «lo que el autor quiso decir». Un literato, de ordinario, dice
53 ¿Q u é es literatu raf“, 1938.
54 L 'invention esthétiq u e. 55 Clemente Alejandrino, PG 9, 530.

11
162 Tres niveles del lenguaje Comparación de niveles 163

lo que quiere decir. La distinción es legítima en cuanto se opone a La lengua técnica devuelve a la lengua ordinaria algunos tér­
la lectura superficial, ingenua, sin sensibilidad, desafinada, desenfo­ minos y fórmulas: éstos se vulgarizan, pierden precisión y rigor,
cada. La distinción es ilegítima si piensa que el autor dice lo que y con esta pérdida enriquecen la lengua común (y los científicos
no quiere y no dice lo que quiere (como si la literatura fuera una se enfadan porque, vulgarizada su ciencia, el pueblo confunde
maldición que habita en los miembros del literato). La distinción es los términos). Por ejemplo, reacción en cadena, antibiótico,
legítima en cuanto no nos quedamos en el texto, como tal texto, complejo. En nuestra cultura moderna, esta bajada de la lengua
sino como objetivación de los contenidos en él subsistentes. técnica a la común se verifica con muchos medios, bastante efi­
Esta página casi me ha resultado un programa de exégesis, y caces.
creo que será necesario desarrollarlo. Las páginas siguientes lo A veces la ciencia asume hechos obvios y simples, ya formu­
irán haciendo, al cambiar circularmente el punto de vista: serán lados en la lengua cotidiana. Al trasponer esas cosas tan simples
repetición con novedad, a un nuevo lenguaje técnico, provoca un momento de estupor y
otro de ridículo: «¡Ah, eso es lo que querían decir!, pues se po­
COMPARACION DE NIVELES día decir sin camelo». La sociología es por ahora la campeona
del procedimiento. Aunque el peligro de pedantería es palmario,
Nuestra separación ha sido un poco esquemática, aunque nece­ la trasposición es legítima, en cuanto que diferencia el conoci­
saria. Por la radicación de todas las lenguas en el humus de la miento y permite una manipulación precisa.
lengua cotidiana, las comunicaciones quedan abiertas, hasta El Antiguo Testamento no levantó a sociología las experien­
formas de compenetración. Vamos a examinar ahora los tres ni­ cias humanas sociales, sino que se contentó con la forma literaria
veles comparativamente, mostrando oposiciones y vías de comu­ sencilla del proverbio, la etopeya, etc. <
nicación.
1.
Lengua común y técnica
2. Lengua común y literaria
E. Stankiewicz, Poetic and Non-Poetic Language in their Interrelation
Heinz Ischreyt, Studien zum Verhdltnis von Spracbe und Tecbnik
(Varsovia y La Haya 1961).
(Dusseldorf 1965).
Un caso interesante y particular de esta relación es la reciente filoso­ La lengua ordinaria precede a la literaria, y le ofrece todo
fía inglesa del «lenguaje ordinario», que toma dicho lenguaje para con­ como posibilidad. La lengua literaria ama una cierta distancia de
trolar y aun refutar afirmaciones de los filósofos (Moore) y como la cotidiana. Suele comenzar por formas hieráticas y estilizadas,
fuente de conocimiento filosófico. El análisis, conducido muchas veces
y evoluciona hacia el realismo. Pero si mantiene mucho tiempo
en estilo simple (Austin), reacio a los tecnicismos, con todo, echa mano
la distancia, y progresa en ángulo divergente, puede caer en el
de fórmulas técnicas o refina y precisa algunas fórmulas del lenguaje or­
dinario. Sobre esta cuestión puede verse: Ordinary Language, editado
hermetismo o mandarinismo. Entonces tiene que volver a la len­
por V. C. Chappell (Nueva Jersey 1964). gua común, para que la poesía exangüe recobre sus fuerzas
(T. S. Eliot). Es la .práctica constante de Ezra Pound en sus
La lengua ordinaria precede a la técnica. Pone a su disposi­ Cantos, y es relativamente frecuente en la poesía contemporánea.
ción palabras que se especializan en términos, ofrece formas y La lengua bíblica tiene momentos de gran estilización —Gé­
raíces para crear y diferenciar conceptos; a no ser que la lengua nesis 1—, o de gran refinamiento —Job—; nunca cayó en el
técnica importe su terminología de una lengua extranjera o anti­ hermetismo o mandarinismo. En cuanto podemos juzgar, se ha
gua, como solemos hacer con el griego. Ofrece las estructuras alimentado constantemente de la lengua del pueblo, a quien es­
sintácticas para la composición de sentencias y raciocinios, y taba destinada. Éste puede ser uno de los sentidos de la fórmula
suministra los materiales de empalme. Sitz im Leben: literatura arraigada en la vida del pueblo.
164 Tres niveles del lenguaje Comparación de niveles 165

La lengua literaria influye profundamente en la lengua ordi­ literaria es más antigua que la técnica. Las relaciones entre
naria: la cambia, la hace más flexible, la ensancha. Muchas metá­ ambas pueden ayudarnos a comprender la Sagrada Escritura.
foras literarias se congelan, se lexicalizan; muchas fórmulas lite­ He citado anteriormente dos textos de encíclicas recientes, y
rarias felices se congelan en frases hechas, clisés, tópicos —Leo ahora hay que volver a ellos: «Más que investigar expresamente
Spitzer decía que la gramática es estilística congelada— 56. la naturaleza, describen los fenómenos en metáforas, o según el
También la lengua bíblica ha influido, a través de traduc­ lenguaje común de la época; y hoy se usa también en la vida co­
ciones, en las lenguas comunes de pueblos cristianos, dejando tidiana, incluso entre hombres de ciencia» 57.
una huella remota del paso del Espíritu por el lenguaje humano «Se trata de modos de hablar y de contar comunes entre los
(Melzer). Es conocido y se ha valorado el enorme influjo de la antiguos, que solían usar en el trato ordinario» 58.
traducción de Lutero de la Biblia para la creación de*uña lengua León XIII habla del lenguaje ordinario, de la metáfora —que
alemana unificada, al igual que la influencia de la versión King puede entrar en el lenguaje literario— y del lenguaje científico;
James en la lengua inglesa. No hay que olvidar que uno de los niega el último. Pío XII se refiere al lenguaje ordinario en un pá­
fines de Alfonso el Sabio al emprender la traducción de la Biblia rrafo que habla de formas literarias: indirectamente excluye el
era enriquecer y perfeccionar la lengua castellana. (Véase La Bi­ lenguaje científico. Según los papas, la Biblia no está usando ni
blia de Alfonso el Sabio: «Cuadernos Bíblicos» 10 [1984] 67-68.) la lengua científica de la astronomía y otras ciencias naturales
Estas huellas pueden teóricamente servir para remontar la co­ ni la lengua científica de una historia crítica.
rriente, para actualizar religiosamente fórmulas profanizadas: Apurando más los datos, podríamos decir que los autores bí­
este procedimiento puede dar al lenguaje de la predicación vi­ blicos emplean un lenguaje literario, en el que sobreviven y se
veza y actualidad. transforman elementos de lenguaje común y de lenguaje técnico.
La lengua del primer capítulo del Génesis no es conversacional,
3. Lengua literaria y técnica
la clasificación de la naturaleza está tomada de la ciencia de la
En cuanto que la teología pretende ser una ciencia, el problema de su época (catálogos, Listenwisenschaft); todo está traspuesto en un
lenguaje se discutió bastante hace unos años, aunque ligando el lenguaje lenguaje literario de maravillosa concentración elemental: no usa
teológico al religioso. Cito algunos libros sobre el tema: J. Macquerrie,
metáforas, porque se sitúa en el tiempo auroral de los nombres,
God-Talk. An Examination of the Language and Logik of Theology
(Londres 1967); I. T. Ramsey, Religious Language (Nueva York 1967);
antes de la metáfora (a no ser que leamos como metáforas el tér­
I. G. Barbour, Myths, Models and Paradigms. The Nature of Scíentific
mino «lumbreras» aplicado a sol y luna); al mismo tiempo, man­
and Religious Language (Londres 1974); D. Antiseri, El problema del tiene una distancia consciente y elevada de todo lo común y or­
lenguaje religioso (Madrid 1976); W. Pannenberg, Teoría de la ciencia y dinario, empleando palabras bien comunes.
teología (Madrid). Los dos últimos publicados por Ediciones Cristian­ La historia de las plagas, por ejemplo, emplea un lenguaje li­
dad. terario, de sobriedad y grandeza épicas, con algún toque irónico,
sin bajar a lo ordinario. Y las escenas que nos pueden parecer
La lengua técnica y la lengua literaria avanzan por caminos ordinarias y comunes, en la vida de los patriarcas, en las histo­
diversos. Una lengua técnica puede ser antiquísima, puesto que rias de reyes y profetas, aunque parezcan a primera vista mo­
no es inaccesible al pueblo primitivo. Como sistema, la lengua delos de lengua ordinaria, están en realidad muy estilizadas. Por­
que la trasposición literaria consiste muchas veces en la sabia se­
lección de momentos relevantes, saltando espacios neutros. Diá-
56 En cualquier nación con historia cultural, el estudio de la lengua, ya desde
la escuela, emplea modelos literarios (a mí me tocó comenzar con el Quijote a 57' EB 121.
los nueve años). 58 EB 560.
166 Tres niveles del lenguaje Comparación de niveles 167
logos en tres o cinco intervenciones, negociaciones en una pá­ La lengua técnica puede regalar a la lengua literaria algunas
gina no son hechos del lenguaje ordinario. fórmulas y términos, que la fantasía explotará. La literalización
Cuando los escolásticos medievales hablaban de los «modos de los tecnicismos es relativamente moderna: la usó Góngora en
bíblicos» planteaban este mismo problema, y lo resolvían correc­ la poesía, la utiliza el ensayo moderno.
tamente: la Escritura no emplea los «modos» (= lenguaje) de la La lengua literaria puede desenvolverse hacia la técnica —se­
ciencia, que son definir y precisar conceptos, argüir con silo­ gún vimos— por depuración y racionalización del símbolo, por
gismos y raciocinios (modus d efin itivas, divisivus, collectivus), ejemplo, «instrumento - causa instrumental», por repetición
sino los modos literarios. constante de una palabra en el mismo sentido, por fijeza de una
Hasta aquí he señalado genéricamente el tipo de lenguaje bí­ fórmula en un contexto, por espiritualización.
blico. Es posible avanzar, comparando y relacionando la lengua La lengua literaria puede ser parcialmente traspuesta en len­
literaria y la técnica. gua técnica: por extracción del elemento cognoscitivo o proposi­
La lengua técnica puede desarrollarse a partir de la lengua li­ cional con nueva formulación. Así se obtiene una especie de vi­
teraria, especializada en una zona: en un primer estadio depende sión distante, una especie de paráfrasis conceptual. Por vía de
todavía de imágenes y símbolos. El comienzo de la filosofía, en extracción llegamos de ordinario a un extracto que no adecúa el
manos de los presocráticos, es intensamente simbólico. Ni el original. Algunos quieren hacer consistir en esto la exégesis:
agua de Tales es nuestro H20 , ni el fuego de Heráclito es nues­ pero esto no es verdadera interpretación, sino trasposición. Al­
tra reacción química, ni los átomos de Demócrito son los de la gunos, con formación y mentalidad conceptual, pueden pensar
física nuclear. Son «elementos» captados en su calidad simbólica, que sólo la formulación conceptual es inteligible, o que es más
y distanciados por un comienzo de reflexión filosófica. Cuando inteligible61. Ello no quiere decir que interprete más fielmente
comienza una nueva etapa de reflexión filosófica, no es extraño un texto que no es conceptual, o que aprehenda más fielmente
encontrar de nuevo imágenes y símbolos, anteriores al mundo un contenido que es trascendente y misterioso. La trasposición
conceptual: así le sucede a Bergson, y a Teílhard de Chardin. conceptual no es propiamente exégesis: es una operación dis­
Incluso autores tan abstractos como los escolásticos especulan tinta, en extremo importante.
sobre el carisma profético apelando a la «luz de la verdad di­ En el mapa de fronteras trazado tenemos planteado uno de
vina», al «espejo de la eternidad». Sóhngen se complace en llenar los temas más actuales de la teología. Está planteado de algún
tres páginas con unas cuantas imágenes entresacadas nada menos modo el problema de la relación entre Escritura y tradición, está
que de K ant59. planteado plenamente el problema de la relación entre Sagrada
La lengua técnica vuelve a la lengua literaria en un tercer es­ Escritura y teología, entre teología bíblica y teología dogmática.
tadio, después de la sistemática conceptualización, que es el esta­
dad convencional, puede inducir a error: libros históricos, libros proféticos, li­
dio segundo. El tercer estadio es la didáctica. Entonces sí que bros didácticos. Y entre los libros didácticos están Job, los Salmos y el Cántico.
emplea imágenes para «revestir» o ilustrar sus operaciones y Más aún: en las introducciones especiales es frecuente tratar la poética hebrea
conclusiones conceptuales; entonces sí podemos saltar de las pa­ como introducción a los que llaman libros didácticos y, de ordinario, esta poé­
labras del profesor a «lo que quiere decir», «lo que quiere ense­ tica se reduce al paralelismo y la métrica.
ñar». Por desgracia, algunos profesores de hermenéutica sólo co­ 61 Llevado al extremo por Max Eastman en su libro The Literary M ind: «Los
poetas luchan por el derecho de los literatos a hablar vagamente y, a pasar de ello, a
nocen este tercer estadio, el que ellos practican por oficio, y han ser tomados en serio en una edad científica»: «el literato... posee todavía libertad
querido encasillar en él a todos los poetas bíblicos 60. soberana en el vasto reino de nuestra ignorancia». Véase también la controversia
aceptada y resuelta a favor del lenguaje literario por Philip Wheelwright en su obra
59 A nalogie u n d M etapher, 65-68. The B um ing Fountain: A Study in the L anguage o f Symbolism (Bloomington
60 La clasificación corriente del Antiguo Testamento, aunque tiene su utili- 1954).
Comparación de niveles 169
168 Tres niveles del lenguaje

En la preparación de una definición dogmática se da este es­ de lenguaje: conceptos y proposiciones. ¿De dónde debe tomar
y cómo debe elaborar este instrumental la ciencia teológica?
fuerzo de trasposición, esta búsqueda de fórmulas más rigurosas,
Teóricamente, podemos distinguir tres caminos: o parte de las
este tanteo de enunciados y proposiciones que formulen un con­
definiciones dogmáticas, o se equipa con un instrumental filosó­
tenido de nuestra fe. Unas veces serán trasposición de un pasaje
fico ajeno, o parte de las fórmulas bíblicas.
bíblico, otras veces formulación de relaciones más sutiles que li­
El primer camino no es lineal, sino dialéctico: porque preci­
gan varios pasajes. Aunque la formulación dogmática nunca
samente la reflexión teológica prepara las fórmulas de la defini­
puede agotar el misterio o un misterio particular, con todo, es
ción. Es ingenuo y antihistórico pensar que las fórmulas de las
verdadera, es definitiva, no puede ser invalidada. A su vez, no
definiciones se las han ido diciendo al oído, esotéricamente, los
excluye otras definiciones complementarias, ni otras definiciones
obispos y los papas, hasta el momento en que han decidido ha­
que continúen el esfuerzo de la anterior, con tal que no la inva­
cerlas públicas. La experiencia y la información reciente sobre el
liden.
concilio Vaticano II habrán curado y vacunado a quien estuviese
Como la formulación dogmática busca el rigor y la precisión,
enfermo de semejante ingenuidad. Viceversa, en un momento
bienes que se obtienen removiendo y limitando; se comprende
dado de la historia de la Iglesia, un tratado teológico puede par­
fácilmente cómo la Sagrada Escritura supera en contenido de re­
tir del corpus de definiciones existente en aquel momento: es un
velación a todas las definiciones dogmáticas, y sigue siempre
camino normal y necesario. Lo importante es no considerar tér­
inagotable. Si la Sagrada Escritura empleara exclusivamente un
mino lo que es un camino.
lenguaje técnico, seria bastante más precisa y mucho menos rica.
La ciencia teológica se desarrolla además especulando con un
Con todo, las fórmulas dogmáticas no pueden prescindir to­
instrumental filosófico exterior a la revelación. La escolástica
talmente de símbolos e imágenes, que cumplen una función
empleó el instrumental aristotélico. Decía Rogerio Bacon: «La
esencial en la presentación del misterio de la salvación.
sabiduría íntegra está encerrada en la Sagrada Escritura, y se ha
La formulación bíblica es superior a la formulación dogmá­
de explicar por el derecho y la filosofía; como el puño encierra
tica, en cuanto que es palabra formal de Dios; la formulación
lo que se despliega en la mano, así toda la sabiduría útil al hom­
dogmática, como palabra formal de la Iglesia —después de su
bre está contenida en la Sagrada Escritura, aunque no del todo
cristalización fundacional—, tiene funciones específicas que no
desplegada, sino que su explicación es el derecho canónico con
cumple la Sagrada Escritura. Así resulta que la Sagrada Escritura
la filosofía» 63.
puede contener en estado literario la integridad de la revelación, Nadie puede negar la validez y fecundidad del instrumental
sin bastarse a sí misma. Muchas veces lo que llamamos «inter­ aristotélico en manos de los grandes teólogos escolásticos. Del
pretación auténtica» es, en la terminología de estas páginas, una mismo modo, nadie puede proclamar que ésta sea la forma me­
«trasposición auténtica», que define, delimita una parte del con­ jor o única por los siglos de los siglos. Un nuevo contexto cul­
tenido total, con valor asertivo, no exclusivo. Por el contrario, tural puede en principio ofrecer y exigir un nuevo instrumental
excluir en nombre de la Escritura las definiciones dogmáticas se­ especulativo.
ría desconocer la vitalidad de la palabra, que reclama y provoca Lo que nunca puede faltar, sin grave daño, es el contacto con
estas varias formas de expansionarse 62. las fórmulas bíblicas. El lenguaje bíblico debe tener siempre un
Una segunda trasposición del lenguaje bíblico la constituye la puesto, y un puesto privilegiado, en la ciencia teológica.
ciencia teológica. Como ciencia, necesita un instrumental técnico ¿Pero no contradice esta proposición toda la explicación pre­
cedente? Si el lenguaje bíblico es literario, y el lenguaje teológico
62 Véase en «Herder Korrespondenz» 22 (1968): G egetiw a rtige Versuche d er
63 Opus Maius.
D ogm enin terpretation , especialmente p. 270.
170 Tres niveles del lenguaje Conclusión 171

es técnico, el lenguaje teológico no puede ser bíblico. (Véase so­ teológico es un quehacer de lenguaje, en el sentido más pro
bre esto mi comunicación a la XVII Semana Española de Teolo­ fundo.
gía [1957] sobre el Argumento de Escritura y teología bíblica en
la enseñanza de la teología, Madrid 1960.) CONCLUSION
No puede ser puramente bíblico, puede tomar el lenguaje bí­
blico como punto de partida, y puede mantener el contacto con Hemos realizado un corte vertical en el lenguaje para reflexionar
el lenguaje bíblico para ensancharse y renovarse. sobre sus niveles. Este corte no refleja necesariamente una suce­
Que no puede ser puramente bíblico lo demuestran las me­ sión histórica, como los estratos arqueológicos de una excava-
jores teologías bíblicas 64. Un Von Rad, que se distingue por su ción.
sintonía con el mundo del Antiguo Testamento, y por sus dotes Cronológicamente habría que distinguir el lenguaje primitivo
de escritor exigente, no utiliza en su teología del Antiguo Testa­ del lenguaje de la cultura. Para estudiar la palabra inspirada no
mento un lenguaje puramente bíblico, sino que consuma fre­ nos ayuda mucho tal distinción, pues el lenguaje bíblico no es
cuentes trasposiciones a un lenguaje más conceptual: «Disolu­ un lenguaje primitivo, sino que nace y crece en ambiente de cul­
ción de la fe patriarcal en los cultos de fertilidad cananeos..., tura. Si el hebreo bíblico es pobrísimo en adjetivos, modesto en
alusión a una nueva acción salvífica..., familiaridad con las ac­ vocabulario, simple en estructura sintáctica, en cambio posee
ciones históricas del Señor». Esto no son fórmulas bíblicas. una conjugación diferenciada, y en manos de sus buenos poetas
En el Nuevo Testamento, donde Pablo nos suministra una llega a un vigor elemental.
rica terminología teológica, también se siente la necesidad de Quizás a alguno le interese saber que la lengua del Antiguo
continuar el proceso de conceptualizar. El gran diccionario de Testamento es más rica en fuerza que en refinamiento (aunque
G. Kittel no está compuesto en un lenguaje puramente bíblico, en efectos sonoros podría dar lecciones), que tiene una concre­
sino que incorpora toda una tradición alemana de formulación ción elemental de sustantivos y verbos. Estas cualidades se refie­
conceptual. Pues, si a los exegetas y profesores de teología bí­ ren a la lengua que han usado y nos han legado los autores bí­
blica no les basta con el lenguaje bíblico, ¿cómo exigirles tal em­ blicos; no son diagnóstico universal de la lengua hebrea. En
presa a los profesores de teología sistemática? cuanto a la griega, todos sabemos que es una de las lenguas me­
Las teologías analítica, especulativa y sistemática nunca debe­ jor cultivadas que conocemos, y que el Nuevo Testamento se
rán considerarse como terminadas: siempre quedarán elementos contenta con unas cuantas posibilidades de esta lengua.
bíblicos que esperan una trasposición al lenguaje conceptual de
la teología. Y volviendo constantemente a las fórmulas bíblicas,
para recomenzar nuevas jornadas, la teología científica se man­
tendrá siempre viva. En este sentido es legítimo trabajar por una
teología más bíblica: sus materiales inmediatos los encontrará en
las obras intermedias —diccionarios bíblicos, temas bíblicos,
monografías de teología bíblica—, y directamente en la lectura
reposada y repetida del texto bíblico. Gran parte del quehacer

64 L. Alonso Schókcl, B iblische T b eologie des Alten T estam ents: «Stimmen


der Zeit» 172 (1963) 34-51; id., T eología bíblica: A ntiguo T estam ento, en SM VI
(Herder, Barcelona 1976) 565-570; id., Salvación y libera ción : «Cuadernos Bí­
blicos» 5 (1980) 5-13.
TERCERA PARTE

LOS AUTORES INSPIRADOS

imó jivev^axog ccyíou <peQÓ^evoi


íkáhr\oaw ánó Oeo-O ávQgtüJtoi

7. Psicología de la inspiración
8. Sociología de la inspiración
9. Hablar y escribir
7
PSICO LO G IA DE LA IN SPIRACION

Considerada la inspiración formalmente como moción del Espí­


ritu, no puede someterse a estudio psicológico. El proceso hu­
mano que el Espíritu Santo mueve y dirige puede someterse a
un análisis especulativo, y sus resultados pueden llamarse una
psicología de la inspiración, hipotética. Un título más exacto y
menos cómodo podría ser «psicología del proceso inspirado».
¿Es legítimo este análisis? ¿Es útil? ¿No será mejor dejarlo
en el misterio? Una objeción suena: como es inútil analizar el
proceso de pensamiento matemático que un profesor realiza en
estado de gracia, y con expresa intención sobrenatural, para
comprender el hecho de la gracia, así es estéril estudiar un pro­
ceso humano de conocimiento o de creación literaria, para en­
tender mejor el carisma de la inspiración.
Esta objeción se salta una diferencia radical: mientras que la
gracia no se refiere específicamente al pensamiento matemático,
la inspiración bíblica se refiere específicamente a una operación
de lenguaje: toda su especificación entre los carismas la recibe
del objeto que ha de producir l.
Afrontando esta cuestión, sigo la práctica común de los tra­
tadistas de la profecía y de la inspiración.

EL MODELO LEONINO

En la práctica reciente de los manuales impera el modelo leo­


nino, que está formulado así: «Nada importa que el Espíritu
Santo haya asumido a los hombres como instrumentos para es­
cribir, como si algún error se les pudiera escapar a los autores
inspirados, pero no al autor principal. Pues él, con una fuerza
sobrenatural, los impulsó y movió a escribir, los asistió mientras

1 Pero quien insista en la objeción, y esté persuadido de la inutilidad de se­


mejante estudio, dispone de una solución simple: saltar a la página 200.
176 Psicología de la inspiración El modelo de los manuales teológicos 177

escribían: de modo que concibieran rectamente en su mente, de­ consulta de fuentes, etc. En este caso el autor inspirado realiza
cidieran escribir fielmente, y expresaran aptamente con verdad un juicio interior sobre la verdad de tales conocimientos: «así
infalible todo y sólo lo que él quería: de lo contrario, no sería el es» —explícito o implícito—, y este juicio sucede iluminado por
autor de la Sagrada Escritura» 2. Dios «bajo la luz de la verdad divina»; esta iluminación es parte
Leemos esta descripción de León XIII en la parte de la encí­ integrante del proceso inspirado. Por la luz divina los juicios son
clica que trata de la inerrancia, contra los que pretendían admitir divinos: no tanto el enunciado como tal, su materia, cuanto el
errores en la Biblia, atribuibles al autor humano y no a Dios. El juicio de verdad, que es la forma del enunciado. Siendo esta
pontífice rechaza tal distinción asentando un principio definido: forma verdad divina, nos exige el asentimiento formal de la fe a
«Dios es autor de la Escritura íntegra», y añadiendo una explica­ la verdad revelada. No es necesario ni ordinario que el hagió-
ción especulativa: qué significa ser autor. La descripción no está grafo sea consciente del influjo divino en su mente.
propuesta como enseñanza independiente in recto, sino subordi­
nada a la doctrina de la inerrancia in obliquo. 2. «Ninguna profecía sucede por voluntad humana». Dios
¿Qué decir del modelo leonino? Ante todo, afirmamos su mueve la voluntad humana de escribir, sin quitar la libertad; de
ordinario, sin que el hombre sea consciente de la moción divina;
validez fundamental. Un esquema psicológico conserva su vali­
la moción divina es infalible en obtener el resultado. Esencial es
dez mientras se acepta como esquema, pierde su validez si se
toma como forma adecuada y exclusiva. el influjo físico interno, a veces se da también el influjo divino
Dejando aparte la escritura automática y otros casos anor­ moral,, dirigiendo las circunstancias que moverán de hecho la vo­
luntad del escritor. Bajo la acción infalible de Dios, la decisión
males o patológicos, todo proceso literario puede descompo­
del hombre es divina: Dios es autor del proceso, y por él del li­
nerse esquemáticamente en tres tiempos: un tiempo intelectual
de conocimiento —del orden que sea—, un tiempo de voluntad bro.
libre hacia la objetivación literaria, un tiempo de ejecución o 3. Ejecución. Es el hecho de escribir, que el autor humano
realización. Que en la realidad los tiempos pueden montarse, realiza por sí o por otros; y es el hecho de formular en términos
que cada uno puede desdoblarse y adoptar formas diversas, eso aptos y sin error. La ejecución no está dirigida por una moción
no quita a la validez básica del esquema. sobrenatural de Dios, sino que solamente se da la asistencia di­
Para tratar genéricamente los problemas del proceso inspi­ vina para que las fórmulas sean aptas, y para que no se deslicen
rado, es cómodo dividir esquemáticamente dicho proceso, y errores. Esta asistencia no es una moción física en las facultades
continuar la diferenciación dentro de cada tiempo. Es lo que ha­ ejecutivas.
cen los autores de manuales, y lo que voy a repetir aquí, resu­
miendo exposiciones ajenas. Al leer la exposición precedente, estoy seguro de que el lec­
tor ha escuchado en su interior una oleada de preguntas y difi­
cultades, que ni siquiera ha tenido tiempo de formular: «Aun
EL MODELO DE LOS MANUALES TEOLOGICOS
como esquema resulta demasiado esquemático... Es un modelo
1. Entendimiento. El autor humano puede recibir sus conoci­ psicológico primitivo... Sólo considera el caso del escritor... ¿Es
mientos directamente de Dios, por revelación previa; y esta re­ la fantasía de un poeta facultad ejecutiva?, ¿qué decir de todo lo
velación puede llegar por diversos caminos: visión, imaginación, que no es juicio ni doctrina?... La formulación ocupa un rango
percepción intelectual. El autor humano puede alcanzar sus co­ secundario... Desconoce la psicología del lenguaje... Se resiente
nocimientos por sus propias fuerzas: por experiencia, estudios, de la visión de la profecía como carisma de conocimiento...».
Que se calme el oleaje, para poder entendernos y seguir dis­
2 EB 125. La encíclica parece recoger el pensamiento de Franzelin. curriendo. Otros autores han sentido la insuficiencia del es­

12
178 Psicología de la inspiración
El modelo de Benoit 179
quema y han procurado diferenciarlo en su especulación teoló­
posición verdadera en nombre de Dios: el juicio especulativo o
gica. teórico ha determinado el oráculo profético. Cuando el profeta
EL MODELO DE BENOIT predica un sermón al pueblo, para que se convierta, intenta un
fin bueno: el juicio práctico ha comenzado y ha dirigido la acti­
Se puede comenzar por su último artículo, que recoge y corrige los pre­ vidad literaria, un juicio sobre el fin que se propone y sobre la
cedentes: Révélation et inspiration. Selon la Bible, chez Saint Thomas et aptitud de los medios.
dans les discussions modemes: RB 70 (1963) 321-370. La primera parte El juicio teórico dominante suscita un juicio práctico sobre la
del artículo está dedicada a dar una visión más ancha y flexible del pen­
conveniencia o decisión de comunicarlo; el juicio práctico domi­
samiento de santo Tomás, 321-336; la segunda procura ganar anchura y
flexibilidad, repasando textos bíblicos, 336-349; la tercera, en la que de­
nante desencadena juicios teóricos parciales, que subordina a su
sembocan las precedentes, se ciñe al tema de los juicios especulativo y
fin. Para juzgar en cada caso del resultado, hay que tener pre­
práctico. sente quién domina y dirige la actividad: si el juicio teórico, pre­
A. Desroches, Jugement pratique et jugement spéculatif chez Vécri- guntamos por la verdad, afirmamos la inerrancia; si el juicio
vain inspiré (Ottawa 1958). Es una tesis de 140 páginas, de tipo más práctico, preguntamos por la aptitud.
bien descriptivo, y pobre de documentación. Ambos procesos son inspirados, analógicamente, cada uno
según su naturaleza. A ambos juicios iniciales sigue un proceso
Lo llamo así porque él ha dado especial impulso a la distin­ de ejecución: acción de las facultades ejecutivas bajo la asistencia
ción. El mismo Benoit nos informa de que por primera vez pro­ del Espíritu Santo. En su último artículo resume Benoit su pen­
pone la distinción del exegeta del siglo XVI Nicolaus Serarius: samiento en tres proposiciones: «La composición de los libros
«Segundo: Dios ilumina el entendimiento del escritor: con una sagrados exige juicios teóricos sobrenaturales y juicios prácticos.
luz sobrenatural, o con una luz natural pero sobrenaturalmente Estos juicios teóricos no son necesariamente anteriores a los jui­
concedida o aumentada. Y esto, o bien solamente para percibir cios prácticos, sino que pueden ser posteriores o concomitantes.
lo dictado, o bien para juzgar de ello, o para ambas opera­ Estos juicios teóricos pueden quedar cualificados por el influjo
ciones... Tercero: El juicio del escritor sobre lo dictado puede de los juicios prácticos» 4.
ser teórico o práctico. Teórico, cuando el escritor juzga que lo Más adelante, en el mismo artículo, siente la necesidad de
dictado es verdadero. Práctico, cuando juzga que tiene que escri­ una ulterior distinción propuesta por A. Desroches, Jugement
birlo precisamente con tales palabras, de tal modo, en tal pratique et jugement spéculatif chez Vécrivain inspiré (Ottawa
tiempo» 3. 1958). En palabras de Benoit: «Juicio teórico absoluto, que se
El juicio teórico tiene como objeto la verdad, el juicio prác­ refiere a la verdad en sí misma... Juicio teórico de acción, que
tico tiene como objeto el bien, un fin que obtener. El juicio teó­ tiene por objeto la verdad en su referencia a la obra... en cuanto
rico es cognoscitivo, el juicio práctico es de acción. Estos juicios posible... Juicio práctico, que tiene por objeto la verdad en su
existen y obran de diverso modo en los autores inspirados. relación con el apetito recto... que tiende de forma debida al fin
Tomemos el caso de un profeta: cuando anuncia la próxima del arte, que es la obra» 5.
desgracia cierta «iréis al destierro», el profeta enuncia una pro­ La distinción de Benoit está mirando de reojo a la inerrancia,
y le permite graduar el peso de afirmación con que el autor se
3 Las Institutiones B iblícae (Roma 61951) I, 35 nos dan la cita de Serarius, compromete, hasta los casos en que el autor enuncia sin empe-
tomada de la obra P rolegom en a B íblica (Maguncia 1612).
También se refieren a Serarius Desroches y Grelot. Quizá sea fuente de
todos la amplia cita de dicho autor en Institutiones B iblicae (Pontificium Institu-
tum Biblicum): D e inspiratione (Merk-Bea) 35s. 4 RB, n.° citado.
5 Id. 361-362.
180 Psicología de la inspiración El artista del lenguaje 181

ñarse, en vistas a su finalidad, «á écrire certaines choses sans no querrán tranquilizar su conciencia, para tratar a los autores
s’engager». bíblicos con técnicas autónomas; otros investigadores dan la im­
El artículo último de Benoit ofrece además una breve historia presión de no poseer gran sensibilidad literaria. Quien defienda
de las discusiones recientes sobre ambos juicios: Franzelin, Le- que en el Antiguo Testamento no hay literatura ni poesía, tiene
vesque, Crets, Calmes, Pesch, Merkelbach, Lagrange, Bea... un concepto particular de ambos términos.
Indudablemente, el esquema que he llamado de Benoit dife­ Pensemos en el Cantar de los Cantares — o en sus unidades
rencia y afina el modelo leonino. Es un progreso, en cuanto se inferiores—, en el libro de Job —aun removiendo adiciones—,
acerca más a la realidad psicológica de la creación literaria. Con en la introducción de Qohelet, en un salmo escogido, en tantas
todo, creo que no satisface todas las necesidades: todavía lo cen­ páginas proféticas. Si nuestra sensibilidad artística vibra con su
tra todo en el juicio, todavía rebaja a facultades ejecutivas fac­ lectura, es que no se trata de un mundo poético absolutamente
tores eminentemente creativos del poeta. Por eso, reconociendo distante del nuestro. De obras a obras descubrimos una analogía
el valor de tales explicaciones, me parece oportuno ensayar otro espiritual, que basta para justificar la tentativa de análisis.
camino más positivo y más moderno: el camino de la creación Además, tampoco faltan las distancias dentro de nuestra cultura:
literaria. del arte poética de Horacio a la de Verlaine o Gerardo Diego
hay un buen trecho.
EL MODELO DE LA CREACION LITERARIA

Este análisis se divide en dos etapas: la primera será una descrip­ EL ARTISTA DEL LENGUAJE
ción típica de la creación literaria, como la conocemos de confe­
H. Lusseau, Essai sur Vinspiration scripturaire (París 1930). Esta tesis,
siones de autores; la segunda será aplicar tentativamente las con­
defendida en 1928, dedica un capítulo a la «Psicología del escritor»,
clusiones a los autores bíblicos, apoyados en sus confesiones o antes de desarrollar el modelo leonino. Son trece páginas. Entre los au­
en sus obras. tores citados se encuentran Pesch, Billot, Schiffini, santo Tomás; hay
Ambas etapas suscitan objeciones graves. La primera, porque una breve cita de Boileau y no falta Pascal; en nota se citan dos dis­
no existe una doctrina común sobre la materia, sólo existen con­ cursos, uno de M. H. Houssaye (1895) sobre Leconte de Lisie, y otro
fesiones dispersas, la selección y clasificación puede resultar de Brunetiére (1894) sobre Bossuet.
poco representativa. La segunda objeción es más grave, pues A. Desroches, Jugement pratique et Jugement spéculatif chez VEcri-
niega todo paralelo entre los autores de nuestra cultura y los au­ vain inspiré (Ottawa 1958). También dedica un capítulo a «La psicolo­
tores bíblicos: el concepto «autor» es un equívoco, o una analo­ gía del autor literario», pp. 107-123. Sus autoridades son Cayetano,
gía tan distante, que no sirve para la indagación intelectual. santo Tomás, Juan de Santo Tomás, Aristóteles. Hay una cita de Cha­
Cierto, los hagiógrafos no son poetas románticos ni poetas teaubriand, otra de Maritain y dos de Longhaye.
modernos. Tienen un sentido distinto de toda la literatura. Su No puedo seguir tal método. Las pocas páginas que voy a escribir
han de tener una base más ancha. Después de una larga familiaridad con
técnica de composición es muchas veces composición de mate­
el hecho literario y la técnica literaria, me seria imposible mencionar
riales ya elaborados, más que verdadera creación. Al profeta bí­ todos los autores que influyen en mi exposición. Solamente puedo citar
blico no le preocupa la obra cómo tal, sino la proclamación del algunas autoridades con que recientemente, en vísta a estas páginas, he
oráculo divino. El autor bíblico no intenta afirmar su personali­ refrescado mis ideas.
dad en el estilo y en la obra. J. Maritain, Creative Intuition in Art and Poetry (Nueva York
Concedidas las distancias, creo que no hay derecho a exage­ 1955). Elabora con categorías tomistas el aspecto filosófico; sobre el es­
rar, creo que existe una suficiente analogía. Incluso a veces me fuerzo del tomismo moderno por incorporar el hecho poético, véase
viene la sospecha de si los que niegan todo punto de contacto E. R. Curtius, Literatura europea y Edad Media latina (México 41984)
182 Psicología de la inspiración El artista del lenguaje 183
322-23. Maritain escribe con experiencia personal de escritor y con sen­ Suele ser un hombre capaz de vivencias intensas, múltiples; estas
sibilidad de lector de poesía. Su modelo psicológico es diferenciado. In­ vivencias en sí no son todavía de naturaleza específicamente poé­
teresa aquí sobre todo el capítulo 4, «Intuición creadora y conocimiento
tica, sino que pueden ser iguales a las de otros mortales; por
poético», donde explica la virtud cognoscitiva y creativa de dicha intui­
ejemplo, un desengaño amoroso. Capaz de vivencias propias, y a
ción.
la vez de tomar en sí vivencias ajenas, reviviéndolas por miste­
Brewster Ghiselim The Creative Process (Nueva Y ork 1955). Confe­
riosa simpatía. Capaz de suscitar una vivencia no sólo por el im­
siones seleccionadas de matemáticos (Poincaré, Einstein), músicos (Mo-
zart), pintores (Van Gogh, Picasso), escultores (Moore), y varios lite­
pacto de la vida, sino también por el de la literatura: el artista
ratos. puede tener una especial sensibilidad para captar obras poéticas.
Charles Norman, Poets on Poetry (Nueva York 1962). Confesiones Y el artista se entrega a la vivencia, aceptando su intensidad y su
de dieciséis poetas de habla inglesa sobre la poesía; aunque no todas sé dolor; o bien, la toma en su fantasía con distancia intelectual.
refieren al proceso creativo, casi todas incluyen datos sobre la técnica li­
teraria. Recordemos la multiplicidad de Lope de Vega, la intensidad
H. M. Block y H. Salinger, The Creative Vision: Modem European de Antonio Machado, la entrega de que nos habla Rilke, la vi­
Writers on their Art (Nueva York 1960). Poetas, novelistas; y drama­ vencia de san Juan de la Cruz suscitada por un poema amoroso.
turgos. Aunque estos caracteres parezcan de signo romántico, no son
W. Alien, Writers on Writing (Nueva York 1948). Es una excelente exclusivos de tal escuela (ningún autor citado es romántico):
y abundante selección de testimonios, de muchos autores, la mayor mucha literatura reciente comprometida, muchos clásicos de
parte de habla inglesa, organizados con grande acierto. Este es el libro grande estatura (Petrarca, fray Luis) pueden reclamar semejantes
que más he utilizado. privilegios —no así los ejercicios de imitación que desatan al­
A. Maurois, The Art of Writing (Nueva York 1962). El primer en­ gunos escritores poderosos, como la inundación de petrarquismo
sayo habla y da consejos sobre el oficio de escritor, en la Europa del siglo XVI.
Malcolm Cowley, Writers at Work (Nueva York 1959). Una serie de El artista, que así se ha entregado a su vivencia, se mantiene
entrevistas con escritores de teatro y novela. Contiene muchos datos curiosamente distante: como desdoblado para contemplarla. A la
sobre el proceso y la técnica del escritor. entrega intensa opone un punto de observación distante y supe­
John W. Aldridge, Critiques and Essays on Modem Fiction 1920- rior. Se entrega al amor y al dolor como pocos, y al mismo
1951. Una colección de ensayos de primera categoría. Además, ofrece tiempo posee una lúcida conciencia refleja, para mirar su amor y
una rica bibliografía, de la que puede interesar, sobre todo, II, 2, «W ri­ su dolor, como cantera de trabajo. Rilke ha expresado soberbia­
ters on their Craft», con 56 títulos, y II, 3, «The Artist and the Crea­ mente estos dos elementos:
tive Process», con 89 títulos (libros o revistas).
Bastantes datos dispersos en el libro de R. Wellek/A.Warren, Teoría «Oh vieja maldición de los poetas,
Literaria (Madrid 1953), original americano (Nueva York 1949). que se quejan cuando debían decir,
En relación con la Escritura pueden verse: L. Alonso Schókel, Pre­
que siempre opinan sobre sus sentires
guntas nuevas acerca de la inspiración, en XVI Semana Bíblica Española en lugar de formarlos, y suponen
(1957) 275-290; id., Die stilistische Analyse bie den Propheten: VTSup 7 que lo que en ellos es triste o gozoso
(1960) 154-164; A. Artola, La inspiración de la Sagrada Escritura, en sabrían y podrían en poemas
L. Alonso Schókel (ed.), Comentarios a la constitución «Dei Verbum» llorarlo o festejarlo. Como enfermos
sobre la divina revelación (BAC, Madrid 1969) 371-391. convierten en lamento su lenguaje,
para decir dónde les duele, en vez
Ensayemos la caracterización de un artista de nuestra cultura. de trasformarse, duros en palabras,
184 Psicología de la inspiración Un gran poeta 185
como el cantero de una catedral de expresión, una necesidad de traducir lo que sentimos; a veces,
se trasforma en la calma de la piedra» 6. por el contrario, se trata de un elemento formal que busca su
R équiem para un p oeta (trad. de José María Valverde). causa, que busca un sentido en el espacio de mi alma... Fijaos
bien en esta dualidad posible de entrar en juego: a veces algo
Thomas Mann los ha tomado como tema de algunas narra­
quiere expresarse, a veces un medio de expresión quiere servir
ciones: Tony Kroger, Tristán. En algunos autores la distancia es
de algo» 7.
máxima: puede ser de signo clásico, o puede ser una autoironía
muy moderna. También puede dominar la distancia en la visión Con estos datos aproximados, vamos a emprender una ex­
de vivencias humanas ajenas, sin participación sincera: curiosi­ ploración por la tierra prometida del Antiguo Testamento. No
dad fría, contemplación incluso despiadada, defensa egoísta de sé si el resultado serán racimos de tamaño humano, o si nos de­
su postura de artista. Pero una cierta distancia, propia y ajena, la rrotará este mundo diverso. En todo caso, vale la pena inten­
necesita el escritor. tarlo.
El gran artista recibe la intuición inicial, central, unificadora,
dominadora: tales son dramaturgos como Shakespeare y Calde­ UN GRAN POETA
rón, los grandes novelistas rusos... También en poesía de menor Uno de los trozos líricos más intensos de todo el Antiguo Tes­
aliento puede darse esa intuición inicial, central y dominadora, tamento es el poema de Oseas sobre la mujer in fiel8. Aparte di­
Keats, Juan Ramón, Valéry... ficultades de detalle, nadie niega el sentido fundamental del
Finalmente el literato posee el don del lenguaje: con facilidad poema, su unidad sustancial, su vigor de lenguaje. Inmediata o
o con trabajo maneja su lengua, la somete, la ciñe, la fragua. La reflejamente, todos pueden admirar la arrolladora compenetra­
facilidad de Lope puede contrastar con la dificultad de Schiller; ción del plano matrimonial, el plano de la tierra, y el plano di­
Tolstoi escribe siete veces Guerra y paz... vino: Os 2,4-22.
Si quisiéramos convertir las cuatro características en un pro­
ceso, conservaríamos el mismo orden: vivencia, contemplación, El buen amor: pleito y reconciliación
intuición, ejecución. Baste este esquema —otra vez un es­
quema— por ahora. Pleitead con vuestra madre, pleitead
En el extremo opuesto al artista poderoso, miremos con res­ que ella no es mi mujer ni yo soy su marido,
peto al probo artesano del lenguaje, con su moderada gracia para que se quite de la cara sus fornicaciones
poética, con sus hallazgos poco espectaculares; y no despre­ y sus adulterios de entre los pechos;
ciemos al artesano imitador que no obtuvo el don de la poesía. si no, la dejaré desnuda y en cueros,
Aun el gran artista se encuentra muchas veces a solas con su ca­ como el día que nació;
pacidad artesana: y ella puede convertirse en el punto de partida la convertiré en estepa, la transformaré
de la creación. Valéry lo formula así: «El poeta se despierta en el en tierra yerma, la mataré de sed;
hombre por un acontecimiento inesperado, por un incidente in­ y de sus hijos no me compadeceré,
terior o exterior: un árbol, un rostro, un tema, una emoción, porque son hijos bastardos.
una palabra. A veces quien comienza la partida es una voluntad Sí, su madre se ha prostituido,
se ha deshonrado la que los engendró.
6 Sé puede recordar también la distinción que hace Collingwood entre expre­
7 O eu vres 1338.
sar emociones y delatarlas (ex pressing-betraying): The Principies o f Art, vi, 7.
8 Véase el comentario en P rofetas II, pp. 874-880.
18 6 Psicología de la inspiración Un gran poeta 187

Se decía: Me voy con mis amantes, Aquel día haré para ellos una alianza con las fieras salvajes,
que me dan mi pan y mi agua, con las aves del cielo y los reptiles de la tierra.
mi lana y mi lino, mi vino y mi aceite. Arco y espada y armas romperé en el país,
Pues bien, voy a vallar su camino con zarzales y los haré dormir tranquilos.
y le voy a poner delante una barrera Me casaré contigo para siempre, me casaré contigo
para que no encuentre sus senderos. a precio de justicia y derecho, de afecto y de cariño.
Perseguirá a sus amantes y no los alcanzará, Me casaré contigo a' precio de fidelidad,
los buscará y no los encontrará, y conocerás al Señor.
y dirá: Voy a volver con mi primer marido,
¿Podemos reconstruir el proceso creativo de este poema, par­
porque entonces me iba mejor que ahora. tiendo del poema mismo? Podemos intentarlo, utilizando datos
Ella no comprendía que era yo quien le daba más narrativos de otro capítulo, 1,2-9. Oseas aparece como un
el trigo y el vino y el aceite, marido que ama apasionadamente a su mujer, con fuerza total y
y oro y plata en abundancia. exclusiva: y esta mujer le es infiel. Estalla un dolor agudo, per­
Por eso le quitaré otra vez sistente, que se ahonda dentro de sí mismo. El amor íntegro se
mi trigo en su tiempo y mi vino en su sazón; traspone en dolor, el dolor suscita la cólera, quiere volverse
recobraré mi lana y mi lino, con que cubría su desnudez. odio, para no sentir el dolor; pero no puede, porque el amor es
Descubriré su infamia ante sus amantes, indestructible, nostálgico, conquistador. Hasta aquí —es decir,
y nadie la librará de mi mano; en la reconstrucción hipotética— Oseas todavía no es un poeta,
pondré fin a sus alegrías, sus fiestas, sino un marido trágicamente engañado.
sus novilunios, sus sábados y todas sus solemnidades. En algún momento consigue distanciarse, ver su dolor, quizá
Arrasaré su vid y su higuera, de los que decía: se pregunta por la razón de ese dolor, quizá se queja de una
son mi paga, me las dieron mis amantes. elección que consideraba inspirada por Dios.
Los reduciré a matorrales y los devorarán las alimañas. En este clima plomizo de tormenta, fulgura un rayo de luz
Le tomaré cuentas de cuando ofrecía cegadora: su experiencia queda iluminada desde lo alto, se hace
incienso a los baales trasparente, y muestra de golpe su sentido. No es Oseas y su
y se endomingaba con aretes y gargantillas mujer, sino Dios y su pueblo; o mejor, la experiencia auténtica
para ir con sus amantes, de Oseas con su mujer refleja y descubre el amor de Dios por
olvidándose de mí —oráculo del Señor—. su pueblo: tuvo que ser muy dolorosa y muy profunda la expe­
Por tanto, mira, voy a seducirla riencia del profeta, para poder reflejar la profundidad del amor
llevándomela al desierto y hablándole al corazón. divino.
Allí le daré sus viñas, Esta intuición ha sido de signo poético religioso: el poeta
y el Valle de la Desgracia será Paso de la Esperanza. siente ahora la compulsión de trasformarla en poema, para que
Allí me responderá como en su juventud, en forma de poema perdure y continúe revelando a otros ese
como cuando salió de Egipto. amor divino que él ha descubierto. Se pone a la obra con toda
Aquel día —oráculo del Señor— me llamarás Esposo mío, su maestría de lenguaje, con paciente trabajo artesano: escucha y
ya no me llamarás ídolo mío. combina la sonoridad de las palabras, mide el ritmo a las frases,
Le apartaré de la boca los nombres de los baales construye las imágenes coherentemente, tensa el dramatismo
y sus nombres no serán invocados. hasta el desenlace. En este proceso de ejecución le vienen nuevas
188 Psicología de la inspiración Un simple artesano 189

intuiciones parciales o subordinadas; en la configuración verbal, realización verbal; y en ello consiste ser autor poético o literario
el sentido se articula, se enriquece, se matiza. (recordemos el dicho de Mallarmé: la poesía se hace con pala­
Oseas desaparece, y queda su poema para siempre. Él sabe bras).
que su poema es oráculo, y como palabra de Dios lo trasmite 9, Por tanto, esta tarea esencial no puede quedar fuera de la
y como palabra de Dios lo recibimos y releemos nosotros. inspiración. ¿La podemos descomponer en una serie de juicios
Aceptamos como hipótesis la reconstrucción propuesta, y prácticos o especulativos de acción sobre la aptitud de la fór­
preguntamos: ¿dónde se ha insertado la moción del Espíritu? mula escogida? No niego la existencia de tales juicios: muchas
Supongamos que la hipótesis es sólidamente probable: ¿nos veces son explícitos, y llegan al final de los tanteos, otras veces
basta la explicación de Pesch: «como, por ejemplo, los poetas están implícitos en el gozo del hallazgo fulgurante. Afirmo que
muchas veces sudan y pasan frío para encontrar un vestido apto la realización literaria es más y es anterior a dichos juicios. Ni
para sus pensamientos»? 10. Semejante concepción del poeta, podemos identificar la intuición que contempla con un juicio es­
como sastre que viste decentemente sus pensamientos, es de sa­ peculativo que afirma explícita o implícitamente la verdad del
bor racionalista.' La poesía no es un taller de sastre, ni siquiera enunciado. La intuición puede ir acompañada de una afirmación
de alta costura, tácita «así es»; pero me parece difícil reducir la intuición poética
¿Qué constituye a Oseas en autor de su poema? La experien­ a un juicio especulativo.
cia de la vida, como tal, no pertenece al proceso, sino que es an­ La poesía del Antiguo Testamento —una buena tajada— no
terior a él: respecto al poema, la experiencia es el material pre­ se explica adecuadamente con el modelo psicológico de los jui­
vio. La intuición es el verdadero comienzo de la actividad litera­ cios; consecuentemente, su inspiración rompe el esquema pro­
ria: pone en marcha e ilumina todo el proceso de objetivación. puesto.
Por tanto, debemos pensar que dicha intuición es carismática: en El ejemplo aducido como hipótesis tiene sus limitaciones de
ella —al menos— comienza la acción del Espíritu. El proceso de probabilidad. Comentadores de hace varios siglos, por escrú­
ejecución es esencial para objetivar y configurar la intuición, pulos morales, consideraban el incidente matrimonial de Oseas
para trasformar los materiales en poema. Debemos pensar que como pura ficción literaria, especie de alegoría. Muchos comen­
todo este trabajo se realiza bajo la moción del Espíritu. tadores modernos aceptan la historicidad del hecho, como base
Notemos que este proceso de ejecución es todo él creativo: psicológica del oráculo. Otros insisten en el carácter de acción
en él actúan armónica y creativamente los poderes del poeta so­ simbólica: la acción simbólica se puede tomar como episodio
bre el lenguaje. «Ese estado de modificación íntima, en frase de real y como pura pantomima; yo creo más justa la explicación
Valéry, en el que todas las propiedades de nuestra lengua están histórica. Aun los que minimizan la realidad psicológica, reco­
convocadas indistintamente pero armónicamente» n . nocen la intensidad del sentimiento del profeta. Es decir, quien
El error de muchos autores que discurren sobre la inspira­ niegue la realidad psicológica de la vivencia, tendrá que recono­
ción es pensar que el poema o la obra ya están terminados antes cer en Oseas una prodigiosa capacidad poética de sumergirse en
de su configuración verbal; que ésta es secundaria y fundamen­ vivencias humanas ajenas, para tomarlas como materia de su
talmente indiferente, con tal de que se salve la «aptitud». En creación poética. Sería una instancia de la necesaria distinción
poesía y en literatura el poema sólo existe en su configuración que hace el crítico entre el yo del poema y el yo del poeta.
verbal, la intuición sólo se objetiva y se hace comunicable en su
A
UN SIMPLE ARTESANO
9 Aunque no lo introduzca con la fórmula «así dice el Señor», etc.
10 Op. d t n. 414. Saltemos del gran poeta y profeta del amor a un anónimo arte­
11 P. Valéry, O eu vres I, 1334. sano de tiempos posteriores, que no recibió un adarme de tem­
190 Psicología de la inspiración Un simple artesano 191

peramento poético. Es un amante de la ley; la ley que va siendo güenza... mira que deseo tus preceptos». En descargo del autor
una realidad intermedia, sin perder la relación inmediata con diremos que quizás no tenía nuestra conciencia gramatical de es­
Dios. Se le ocurre expresar su amor y las glorias de su amada, la tudiantes extranjeros, y no pensaba por raíces y conjugaciones;
ley, en versos: unos versos que digan la totalidad y la perfec­ en todo caso, su actividad literaria ha sido la caza de haches
ción. Y decide emplear un artificio de estilo, que es el acróstico iniciales. ¿Dónde está la inspiración poética? En ninguna parte,
alfabético, y que consiste en comenzar cada verso con una letra pero la inspiración carismática debe de estar.
del alfabeto. Ya lo han hecho otros en salmos breves, en el ABC Uno que lea esta estrofa con interés teológico la recibe entu­
de la buena esposa, en las lamentaciones atribuidas a Jeremías. siasmado: el autor ha rezado en ella una profunda verdad. Con
En estas últimas un poema empezaba con la misma letra los tres todo su amor a la ley y todos sus propósitos de observarla aquí
versos de cada estrofa. Él los va a superar a todos: para expresar enuncia lo más importante de la ley: que su observancia es más
plenitud, comenzará con cada letra del alfabeto ocho versos se­ obra de Dios que del hombre. Los verbos factitivos lo dicen:
guidos, 7 + 1 ; que multiplicados por las 22 letras del alfabeto hazme inclinar el corazón, hazme apartar los ojos, hazme cami­
darán al «poema» una extensión de 176 versos de seis acentos nar, hazme comprender para que observe tu ley... Dios no sólo
cada uno. Ya la ocurrencia y la empresa no son muy poéticas. da sus mandamientos, sino la fuerza —la gracia— para obser­
Comienza a trabajar: en la primera estrofa —letra alef —, dos varlos. Esta es la lección teológica, incorporada en una súplica
«dichosos», una conjunción «pero», un adverbio «entonces», prosaica.
una preposición «a», un pronombre «tu», una interjección Volviendo a la actividad literaria; la intención del autor no
«ojalá» y una primera persona verbal del futuro, que comienza era enseñar teología, sino encontrar haches. ¿Cómo interpretar
con alef. La palabra inicial, naturalmente, condiciona al resto del este hecho artesano en términos de inspiración? Diríamos
verso o del hemistiquio, y de verso a verso no hay verdadera aproximadamente: la ocurrencia inicial, o elección de la forma
continuidad, sino mera sucesión. acróstica multiplicada por ocho, sucede bajo la acción del Espí­
La primera estrofa ha salido sin demasiados ripios. La segunda ritu; la paciente y prosaica realización artes ana también está diri­
estrofa —letra bet— repite siete veces la preposición be (con, gida por el Espíritu, de tal modo que, en el proceso de realiza­
en), y añade un «bendito»: no le ha hecho sudar demasiado. La ción, el autor recibe nuevas iluminaciones con que articular y
tercera estrofa —letra gimel— marcha bien: «retribuye, abre, fo­ desarrollar su afecto por la ley. Este afecto ha sido la materia re­
rastero, desfallece, increpaste, retira», y concluye con dos «tam­ mota de los versos; el punto de transformación ha sido una elec­
bién». La cuarta —letra dalet— tiene que gastar cinco «ca­ ción artesana.
minos», derek . Quien desee emplear el modelo de Benoit o de Desroches
Llega la estrofa quinta, que debe comenzar con la letra he. dirá que el salmo ha comenzado por un juicio práctico o especu­
(En nuestros diccionarios hebreos completos la letra H ocupa lativo de acción; que este juicio inicial ha provocado y ha cuali­
muy pocas páginas). El autor cuenta con hinne (mira, he aquí), ficado otros juicios especulativos posteriores. Pero que no olvide
que reserva para el último verso, busca afanosamente, y final­ completar el modelo de Benoit, reconociendo la importancia de­
mente recurre a un ripio: una conjugación que comienza en el cisiva de la realización verbal, como proceso verdaderamente
perfecto por la preformante ha. Es la conjugación que los gra­ formador de la obra. Este proceso hay que concebirlo bajo la
máticos llaman hifil, y que tiene un sentido básico factitivo. Voy moción carismática del Espíritu.
a traducir desdoblando con el auxiliar hacer: «Hazme entender... Repasando juntos los dos ejemplos extremos. Oseas y el
hazme comprender... hazme caminar... hazme inclinar... hazme salmo 119, podemos repetir y comprender mejor las palabras de
apartar los ojos... haz firmes tus palabras... haz pasar mi ver­ Valéry: «El poeta se despierta en el hombre por un aconteci­
192 Psicología de la inspiración Un árbol 193

miento inesperado, por un incidente exterior o interior: un ár­ ha hecho significativo de una realidad superior: Dios vigila en la
bol, un rostro, un tema, una emoción, una palabra. A veces es historia para cumplir su palabra. El chispazo o intuición ha sido
una voluntad de expresión quien comienza la partida, una nece­ una analogía trascendente.
sidad de traducir lo que uno siente; otras veces, por el contrario, Reconociendo esta percepción como oracular, Jeremías tiene
es un elemento formal que busca su causa, que busca su sentido que trasformarla en oráculo proclamable, con su trabajo arte­
en el espacio del alma... Fijaos bien en esta dualidad posible de sano. Para ello aprovecha una fórmula ya conocida, quizás tó­
entrar en juego: a veces algo quiere expresarse, a veces un medio pica desde el tiempo de Amos: «El Señor me dirigió la palabra:
de expresión quiere servir para algo» 12. ¿Qué ves, Jeremías? Respondí: Veo una rama de alerce. Y el Se­
Éste es el momento para defender el modelo leonino contra ñor me dijo: ¡Bien visto! Que alerta estoy yo para cumplir mi
algunas estrecheces que ha padecido en algunos manuales. El palabra» (Jr 1,11-12).
papa hablaba de una «recta concepción mental» (recta mente Según esta reconstrucción, el proceso inspirado comienza
conciperent): el térm ino' «concepción» es bastante genérico, con el chispazo de comprensión, sigue por el movimiento o im­
puede referirse a conceptos bien formados, puede referirse a una pulso, continúa por el trabajo artesano. Este último apenas ha
concepción o idea ancha, puede referirse a la concepción de la tenido valor creativo, pues ha consistido en rellenar una fórmula
obra. ¿Por qué interpretar a León XIII en el sentido exclusivo de preexistente. Sobre esta paronomasia utilizada por el profeta
conceptos y juicios? En la hipótesis de Oseas: el momento (adaptada en alerce-alerta) véase L. Alonso Schokel, Profetas I
inicial de la concepción es la intuición, al que sigue la concep­ (Madrid 1980) 423 ss.
ción genérica del plan; sigue un momento intermedio, de im­ Me gusta comparar este ejemplo de Jeremías con un poema
pulso hacia la obra; y concluye la etapa de realización creativa. castellano de Antonio Machado. El poeta paseante contempla un
También el término leonino «expresar aptamente» (apte expri- olmo, hendido por un rayo —diríase muerto— con unas inespe­
merent) puede tomarse en sentido amplio, como la auténtica radas hojas tiernas en la punta de alguna rama. Y en el árbol re­
configuración literaria de la concepción inicial (el inciso infalli- verdecido, el poeta intuye el misterio de la vida, de la primavera,
bili veritate no sería idéntico a apte). Así entendidas las palabras de la esperanza: el árbol es una intimación para su melancolía.
del pontífice, podríamos insistir en el tercer tiempo, y deja­ Y decide —impulso— anotar este descubrimiento, antes que el
ríamos provisionalmente abierto el tema de «escribir». árbol sea talado:

UN ARBOL
olmo, quiero anotar en mi cartera
Se trata de un ejemplo probable. Valéry ha puesto un árbol en­ la gracia de tu rama verdecida.
cabezando la lista de incidentes exteriores que despiertan al Mi corazón espera
poeta. Un profeta pasea una mañana de anteprimavera: en el también, hacia la luz y hacia la vida,
paisaje campestre le sorprende un árbol ya florecido. La vista le otro milagro de la primavera.
sugiere el nombre, el profeta lo pronuncia. Al pronunciarlo,
asoma la etimología implícita, que lo deriva de «vigilar», el al­
mendro vigila o madruga para florecer; al pronunciar el nombre, El poeta de Castilla ha descubierto un sentido humano tras­
le viene un relámpago de percepción «ramo vigilante, Dios vi­ cendente en el olmo; el profeta de Anatot, polarizado por su
gila» (maqquel saqed - yahwe soqed). En el nombre el árbol se elección, ha descubierto un sentido divino en el almendro. El
profeta ha conformado su descubrimiento en una forma tópica,
12 O eu vres I. 1338, cf. supra, nota 7. de ascendiente reconocido y brevedad incisiva; el otro emplea

13
194 Psicología de la inspiración Un detalle de estilo y un salmo de imitación 195

una forma personalista de confesión, revelando su alma frente a íntegros, por razones funcionales; en tal hipótesis, no estamos
la revelación del árbol. ante una forma nueva, irreductible; b) que sea la palabra germi­
Límites de probabilidad. Lo del paseo por el campo es re­ nal de algunos oráculos; en tal hipótesis, sería una forma reduc-
construcción: puede haber mirado desde la puerta o por la ven­ tible, por ejemplo, al oráculo del almendro; un grito escueto se
tana. La rama florecida dicen algunos que es un bastón de al­ convierte en el germen que da el tema y el tono a todo el orá­
mendro (no sé si es tan fácil de reconocer la especie de madera); culo; c) que el grito constituye el oráculo entero: una inspira­
aun así, el funcionamiento del nombre subsiste, con menos au­ ción elemental sugiere el nombre y lo hace gritar; en tal caso, de
reola poética. Y los que supongan una visión extática o de sola intuiciones y juicios y trabajo literario no queda nada. El grito
la fantasía, conservarán el funcionamiento poético del nombre. desnudo adquiere su sentido concreto en el contexto vital del
Pero no hace falta recurrir a visiones extraordinarias, cuando sa­ pueblo. Pero hay que decir que estos supuestos gritos oraculares
bemos que Jeremías recibe un oráculo viendo trabajar a un alfa­ no están recogidos autónomamente en las colecciones proféticas,
rero; ni debemos pensar que una cosa tan casera como una olla lo cual no excluye absolutamente su existencia en la actividad
hirviendo que se sale tenga que haberla visto el profeta en visión profética oral. (Puede verse mi comentario a estos versos de Je­
preternatural. remías en Profetas II, pp. 504ss).
El ejemplo de Jeremías nos ha ilustrado el papel de la tradi­
ción artesana en la realización del poema; y con ello nos ilustra UN DETALLE DE ESTILO Y UN SALMO DE IMITACION
buena parte de la literatura y de la poesía del Antiguo Testa­
mento, donde tanta importancia tiene la tradición formal, gé­ Examinemos ahora dos maravillosos poemas, el primero de
neros y fórmulas. Isaías y luego un salmo. Ante todo el del profeta Isaías, al que
Además Jeremías había en sus confesiones del impulso inte­ vamos a mirar por encima del hombro, mientras da forma litera­
rior incontenible que le mueve a objetivar la palabra interior re­ ria a la querella matrimonial de Dios con su pueblo o ciudad.
cibida. Este es el texto:

«Me dije: No me acordaré de él, La ciudad infiel


no hablaré más en su nombre; ¡Cómo se ha vuelto una ramera la Villa Fiel!
pero la sentía dentro como fuego ardiente, Antes llena de derecho, morada de justicia;
encerrado en los huesos: ahora de criminales.
hacía esfuerzos para contenerla y no podía» (Jr 20,9), Tu plata se ha vuelto escoria, tu vino está aguado,
tus jefes son bandidos, socios de ladrones:
como la «coacción espiritual» (spiritual compulsión) que confiesa todos amigos de sobornos, en busca de regalos.
Stephen Spender en su artículo The Making o f a Poem 13. No defienden al huérfano,
En el mismo pasaje refiere Jeremías que su oráculo es un gri­ no se encargan de la causa de la viuda.
tar: «¡Violencia!». Según Von Rad, es el grito del oprimido que Pues bien —oráculo del Señor de los ejércitos,
reclama protección o justicia 14. Caben diversas explicaciones de el héroe de Israel—:
este grito: a) que sea un resumen, que sustituye aquí a oráculos tomaré venganza de mis enemigos,
satisfacción de mis adversarios.
13 R. W. Stallman, Critics a n d Essays in C ritiásm 1920-1948 (Nueva York
1949). . Volveré mi mano contra ti:
14 G. Von Rad, Das erste B uch M oses I, 104; II, 162. para limpiarte de escoria en el crisol
196 Psicología de la inspiración Un detalle de estilo y un salmo de imitación 197

y apartarte la ganga; 4La voz del Señor es potente,


te daré jueces como los antiguos, la voz del Señor es magnífica,
consejeros como los de antaño: 5la voz del Señor descuaja los cedros,
entonces te llamarás Ciudad Justa, Villa Fiel. el Señor descuaja los cedros del Líbano.
(Is 1,21-26). 6Hace brincar ai Líbano como a un novillo,
al Sarión como a una cría de búfalo.
El grito ay se puede decir ayka, ayk (en pronunciación pos­
7La voz del Señor lanza llamas de fuego,
terior será eka, ek): el profeta escoge la forma bisilábica. La pa­
8 la voz del Señor sacude el desierto,
labra ciudad se puede decir cir o qirya: el profeta escoge la se­
el Señor sacude el desierto de Cades.
gunda forma. ¿Por qué? Para responder basta leer en voz alta las
9La voz del Señor retuerce los robles,
dos alternativas (¡acentos agudos!):
el Señor descorteza las selvas.
3ayk bayeta lezona ‘ir ne’mana En su templo un grito unánime: ¡Gloria!
3ayka bayeta lezona qirya ne’mana (Is 1,21). 10El Señor se sienta por encima del aguacero,
el Señor se sienta como rey eterno.
La realidad concreta del poema, del verso, cambia con esta 11El Señor da fuerza a su pueblo,
quíntuple rima enfática. N o hablemos aquí de juicios, si no es la el Señor bendice a su pueblo con la paz.
elección de una alternativa estilística (Marouzeau: el estilo es
elección). El verso no es un simple enunciado o un juicio de De este salmo 29 me ocupé ampliamente en el libro Treinta
verdad: es un grito y una queja, en que Dios se expresa. El con­ Salmos: Poesía y oración (Ed. Cristiandad, Madrid 1981; 21986)
tenido cognoscitivo está disuelto en la expresividad. Si el poeta 121-132, analizándolo verso por verso, sus recursos formales,
añade dos grados de fuerza a la expresión divina, añadiendo dos antecedentes y raíces, trasposición cristiana, etc. El arranque del
rimas en -a, también esto está inspirado, porque revela más e salmo es la experiencia de una tempestad: la experiencia en sí no
impresiona más. La intensidad es una dimensión del espíritu es más que el material. En la experiencia sobrecogedora de la
(Bruno Snell), que interesa en la comunicación personal, e inte­ tempestad el hombre ha captado la presencia terrible y fascina­
resa al lenguaje literario. Debemos pensar que el trabajo arte­ dora de Dios: la tempestad se ha ofrecido como teofanía, como
sano, estilístico, de Isaías ha sucedido bajo la moción del Espí­ manifestación de Dios en poder, a la visión simbólica. Esta pe­
ritu, y el resultado es relevante. Notemos, de paso, cómo el len­ netración de sentido trascendente es el punto de ignición del
guaje literario asume y potencia las funciones del lenguaje ordi­ poema. Para objetivar la percepción central el poeta escoge la
nario (véase sobre este poema mi comentario en Profetas I, forma del himno litúrgico, y esta elección inicial determina una
pp. 121ss). actitud dominante conformadora del poema: alabanza comunita­
ria. Para realizar el poema estiliza la tormenta en siete truenos,
Salmo 29 sustantivos, casi corpóreos, sujetos activos. Estos elementos han
1Hijos de Dios, aclamad al Señor, ido apareciendo en la ejecución, intensamente creativa.
aclamad la gloria y el poder del Señor, Hasta aquí el caso parece fácilmente reductible al ejemplo tí­
2aclamad la gloria del nombre del Señor, pico de Oseas. Sólo que entra un nuevo factor: el salmo, con
postraos ante el Señor en el atrio sagrado. toda probabilidad, es de origen cananeo, y ha sido adaptado por
3La voz del Señor sobre las aguas, un autor bíblico, inspirado. Este dato probable nos impone una
el Dios de la gloria ha tronado, pregunta: ¿Quién es el inspirado?, ¿dónde se inserta y cómo
el Señor sobre las ajguas torrenciales. obra la acción del Espíritu? La respuesta será otra vez tentativa.
198 Psicología de la inspiración Un detalle de estilo y un salmo de imitación 199

El autor israelita ha tenido una experiencia semejante de una habría sospechado y rastreado posibles dependencias en los
tormenta, cosa nada difícil tratándose de un fenómeno elemen­ versos de san Juan; otro crítico positivista, después del hallazgo
tal, y de un pueblo con apertura simbólica. Deseando objetivar original, encontraría en él la clave entera del poema cristiano, y
esta experiencia, encuentra el salmo cananeo, reconoce su apti­ remontándose al modelo, no se molestaría por la obra de san
tud, y ejecuta sobre él retoques, adiciones, cambios. Sería un Juan, «plagio sin apenas un detalle original». Este crítico, que yo
caso algo parecido a la ejecución que vimos en Jeremías: más invento para mi caso particular, no se ha enterado del poema:
imitativa que creativa, no menos inspirada. no lo ha comprendido, y naturalmente, no lo ha explicado; diría
Cabe otra hipótesis: el poeta israelita lee el salmo cananeo, y que ni se ha molestado en comprenderlo, porque la genética y la
vibra con la lectura; por la fuerza de la palabra poética, que hace estadística no son las antenas de la recepción poética. Lo que
presente el fenómeno, el lector repite una experiencia semejante hizo san Juan lo hicieron muchos autores españoles del siglo de
a la del autor, sólo que en un contexto de fe yahvista. Ha ha­ oro, creando así toda una literatura que llaman «a lo divino», en
bido continuidad y homogeneidad, en cuanto que el lector ha la que obras profanas inspiran obras religiosas. En toda esta acti­
repetido la experiencia religiosa; ha habido trasposición, en vidad secular hay obras más modestamente artesanas, y otras
cuanto que el sentido religioso se ha especificado en el nuevo más tocadas de gracia poética I5.
contexto significativo. Ahora el lector quiere objetivar literaria­ El ejemplo de san Juan consumaba la trasposición desde un
mente su experiencia, provocada por el poema leído, y encuentra plano profano a otro religioso, por las analogías del amor. Así
que la mejor forma de hacerlo es el mismo poema, adaptado, en puede iluminar un movimiento semejante de autores bíblicos:
un tiempo de ejecución, al contexto de su fe: el nombre de por ejemplo, un canto de trabajo — que significa un canto de
Dios, la relación con el pueblo. El resultado de esta actividad es amor— que significa el amor de Dios por su pueblo (Is 5,1-7);
un nuevo poema literario, parecido al anterior, y sin embargo un canto de centinela (Is 21,11-12).
distinto en su realidad concreta. La adaptación ha sido creativa, N o dudo de que en el caso del salmo 29 se puedan aislar jui­
en cuanto que ha modificado sustancialmente el sentido: porque cios especulativos de acción, sobre el uso del salmo cananeo en
el cambio de sentido no se mide estadísticamente por el número la liturgia israelítica; y juicios prácticos sobre las adaptaciones
de palabras cambiadas, sino por el cambio de sistema inducido, oportunas para realizar la trasposición. Si el primer juicio es ex­
quizá con economía de medios. En esta segunda hipótesis, po­ plícito, los otros acompañan implícitamente el trabajo artesano,
dríamos colocar la moción del espíritu desde el momento de la y aun son posteriores al tanteo y la elección. Pero no sé si en
experiencia poética en nueva clave, en la elección básica del mo­ este caso es particularmente útil esta vía de disección. En cam­
delo, en la adaptación artesana al nuevo uso religioso. Notemos bio, los tiempos de concepción y de ejecución del modelo leo­
que en esta explicación admitimos un plano común religioso. nino, anchamente interpretados, pueden servirnos.
Y en esto se distingue de un ejemplo nuestro, rigurosamente
controlable: el poema del pastorcillo de san Juan de la Cruz.
Conocemos el poema amoroso original, que no sobresale entre
otros del género y de la época. El gran místico, polarizado ex­
clusivamente hacia su Señor Jesús, lee el poema y lo siente en 15 Dámaso Alonso, Poesía española. Ensayo de métodos y límites estilísticos
llama viva. Deseando objetivar y comunicar este incendio inte­ (Madrid 1950), 256-258, y el resto del capítulo, que trata de la poesía «a lo di­
rior, toma el modelo, le da unos toques y traspone todo el vino».
Sobre el Salmo 29, aquí analizado, pueden verse E. Vogt, D er Aufbau von
poema a un nuevo sistema de significación. El resultado es pro­ Psalm 29; Bib 41 (1960) 17-24, y J. L. Cúnchillos, Estudio del Salmo 29 (Valen­
digioso. Un crítico positivista, antes de descubrirse el modelo, cia 1976).
IN SP IR A C IO N SUCESIVA
U N A N A R R A C IO N

La narración de las diez plagas en el libro del Éxodo no es un El último caso es de importancia especial, porque muchas partes
trozo lírico, ni brota inmediatamente de una intensa experiencia: del Antiguo Testamento, como llegan a nosotros, han sido com­
es una narración de aliento épico, y revela un calculado proceso puestas con métodos semejantes. Además de explicar múltiples
de composición. N o se puede razonablemente dudar de que el casos bíblicos, nos propone una pregunta importante: ¿Estaban
autor de la narración en su forma actual ha utilizado narraciones inspiradas las formulaciones previas? ¿O sólo es inspirada la úl­
preexistentes, que en aquel momento estaban recogidas en una tima, la canónica?
narración yahvista y en una segunda versión sacerdotal. Es la cuestión de la «inspiración sucesiva». Todavía en
Algunas plagas eran puro duplicado, otras eran libres va­ tiempos de Pesch se podía pensar la composición de los libros
riantes, otras no coincidían. El papel de los personajes, los estri­ sagrados un poco al estilo moderno: Moisés escribe su Penta­
billos, algunas fórmulas fijas son diversos. No importa: nuestro teuco, Isaías escribe y edita su libro, etc. Cosa insostenible hoy.
autor toma estas dos versiones como base y materia para una Muchos libros bíblicos van creciendo en una serie de etapas lite­
composición. Elige el número diez, como estructura numérica rariamente creativas: tradiciones locales, composición del yah­
sencilla; maneja este número con intención significativa: serán vista, versión variante del elohísta, reflexión cúltica de un cuerpo
siete más tres. La primera y segunda plagas resultan ambiguas, la sacerdotal, nuevas redacciones y combinaciones...; o cantares de
tercera es decisiva, «el dedo de Dios»; en la cuarta comienza una gesta profanos y religiosos, colección en unidades mayores, uni­
segunda onda creciente, que se amansa en la sexta, preparando la ficación con un principio religioso, adición de un marco de re­
solemnísima plaga séptima, sonoramente anunciada, teofánica, y flexión teológica (libro de los Jueces) o adición de dos versos fi­
que arranca una confesión «he pecado»; antes de la octava un nales al salmo 51 para uso durante el exilio; o adición de un
nuevo prólogo divino, y con ella comienza un nuevo movi­ verso para enderezar a Judá un oráculo dirigido a Israel; o com­
miento de concesiones, hasta la final fortísima de los primogé­ posición de tres oráculos autónomos en nueva unidad dinámica
nitos. N o detallo aquí otros procedimientos para igualar, suavi­ en tres tiempos (Is 8), etc.
zar diferencias (no siempre con éxito). El resultado final es una ¿Tenemos que imaginar al Espíritu Santo cruzado de brazos,
narración épica, dinámicamente compuesta, y como tal, obra del contemplando todo el trabajo literario de los hombres, hasta que
autor último (espero que ningún lector confundirá «épica» con decide intervenir, justo, justo en la etapa final? ¿Tendremos que
«pura ficción»). Véase mi artículo Strutture numericke nelVAT; considerar inspirado únicamente al colector, al editor que corri-
«Strumenti crittici» 3 (1969) 331-342. gió? ¿Tenemos que suponer que la inspiración amanece en
En este caso lo más creativo ha sido el trabajo de composi­ tiempos posteriores, entre el destierro y Esdras?
ción, puesto que materiales y fórmulas estaban dados; la ejecu­ Las preguntas se responden solas. Una visión tan pobre de la
ción queda subordinada a la construcción; y a todo preside una inspiración, que aleja al Espíritu Santo en los momentos más
entonación épica, que revela la grandeza de la acción divina. Ha­ creativos, y le abre la puerta cuando no hay casi nada que hacer,
bría que situar la moción inspiradora en todo el proceso cons­ al momento de cerrar la edición, me parece inaceptable. De un
tructivo, desde la elección inicial, hasta que el trabajo está termi­ modo o de otro tenemos que aceptar la «inspiración sucesiva»,
nado. N o sería difícil aplicar a este caso el modelo de los juicios como explicación correcta de principio. Donde ha habido verda­
especulativos de acción, o la teoría de la concepción. dera contribución literaria religiosa, allí ha actuado el Espíritu.
En la etapa profana y neutra, o no israelítica, no es necesario
postular la inspiración; en la etapa de simple colección, sin con­
tribución literaria, tampoco. Los libros bíblicos han crecido
202 Psicología de la inspiración Nuevo Testamento 203

orgánicamente con la vida del pueblo, y el Espíritu Santo no Por otra parte, me parece muy difícil reducir esta actitud
ha mirado indiferente este crecimiento, sino que él mismo lo ha central o entonación a juicios de cualquier clase, y no puedo
movido con su soplo misterioso y eficaz, pensar que factor tan importante quede fuera del carisma de la
Grelot soluciona la cuestión distinguiendo tres especies de inspiración.
carismas emparentados: 1) carisma profético en el Antiguo Tes­ N U E V O TESTAM EN TO
tamento y apostólico en el Nuevo, para la proclamación de la
He repasado unos cuantos casos típicos del Antiguo Testa­
palabra de Dios; 2) carismas funcionales de lenguaje para la con­
mento. Frente a ellos se podría aducir otra serie menos poética,
servación, elaboración, desenvolvimiento de dicha palabra; 3) ca­
más didáctica, más rutinaria. En ellos encontrará más fácil apli­
risma escriturario, para fijar por escrito el resultado de lo ante­
cación el modelo leonino, o el modelo psicológico de los juicios.
rior. Los tres se refieren a la palabra, al lenguaje, en grado di­
El Nuevo Testamento presenta en su conjunto menos varie­
verso; el último es el menos intenso, aunque esencial a la consti­
dad. Los evangelios se van formando en una etapa de tradición
tución del «libro» sagrado 16.
oral, cuando todavía son «evangelio». En esta etapa van reci­
biendo forma literaria: es decir, formas de composición en uni­
LA. E N T O N A C IO N 17
dades mayores — como la pasión— ; esquemas o patrones en
Otra consideración sugerida por el ejemplo de las plagas. He ha­ unidades menores, que se repiten como géneros — género mila­
blado de la «entonación épica», que en el poeta es una actitud de gro, género parábola, etc.— ; y fórmulas más o menos fijas. Así
espíritu frente a su tema, y en la obra es una estructura unifica- llega el «evangelio» a convertirse en un material preformado,
dora. Podemos asignar a esta «entonación», en cuanto actitud que los evangelistas utilizan en sus obras originales.
del autor, una función creativa, por su influjo sobre toda la eje­ Los evangelistas hacen verdadera labor literaria personal: por
cución, sobre la obra entera en su unidad. Si no se identifica con eso cada uno ofrece una imagen de Cristo diversa y complemen­
la intuición inicial, brota fácilmente de ella. Por tanto la colo­ taria. Retienen muchas formas y fórmulas del material que ela­
camos bajo el influjo de la inspiración. boran, e imponen la forma superior, sea de movimiento narra­
Con actitud heroica ha visto y tratado el autor a su personaje tivo, sea de interpretación teológica. Sin duda, el trabajo literario
Judit. Con actitud irónica ha tratado el genial narrador a su per­ de los evangelistas está inspirado: desde la intuición o concep­
sonaje Jonás. Con compasión lírica escucha Joel mugir a las ción inicial, que sería la personal inteligencia del misterio de
vacas hambrientas. Con actitud dramática contempla Nahún la Cristo, hasta el resultado final de un paciente trabajo literario.
salida de Nínive, o el autor del libro de Daniel el traspaso de los N o es tan cierto que la etapa previa esté inspirada: pero, dada la
imperios durante la cena de Baltasar. influencia decisiva de dicha etapa en la formulación definitiva del
Esta actitud del autor determina la concreción de la obra y evangelio, es razonable suponer que haya sucedido bajo el ca­
en ella se objetiva: y desde allí determina la actitud del lector risma de la inspiración 18.
que sabe sintonizar. Por eso adquiere una función reveladora Las cartas son principalmente doctrinales, con zonas parené-
importante, a veces, tan importante como el hecho narrado. ticas. En muchos casos, fijan definitivamente fórmulas de la pre­
dicación apostólica, y nos plantean el problema del decir y escri-

16 P. Grelot, La Biblia, palabra de Dios (Herder, Barcelona 1968), cap. II;


18 Sobre los evangelios se puede consultar: X . Léon-Dufour, Los Evangelios
id., Sentido teológico del A T (Bilbao 1967).
y la historia de Jesús (Ed. Cristiandad, Madrid 31982). J. R. Scheifler, Así nacie­
17 Sobre la entonación, véase W . Kayser, Interpretación y análisis de la obra
ron los Evangelios (Bilbao 1964), con bibliografía selecta y clasificada, y riquí­
literaria (Gredos, Madrid *1985); en la última parte del libro desarrolla su teoría
simo material de información detallada en las notas.
de la «actitud narrativa», pp. 385ss.
204 Psicología de la inspiración Nuevo Testamento 205

bir (del que trataré más adelante). La primera carta de Pedro se «Respondería a esto que la ley y los profetas, antes de la ve­
presenta como trabajo de colaboración: «Os he escrito esta nida de Cristo, que había de esclarecer sus misterios, no conte­
breve carta por medio de Silvano, hermano fiel»: parece ser que nían el mensaje que incluye la definición de evangelio. Pero
el trabajo de Silvano fue algo más que el de amanuense; en cuando vino el Salvador y dio un cuerpo al evangelio, entonces,
cuanto colaboró eficazmente a la formulación definitiva del con el evangelio, lo convirtió todo en una especie de evange­
mensaje, debemos considerarle inspirado. La carta a los Hebreos lio» 20.
parece ser una homilía aprobada y recomendada por Pablo: no Esta trasposición la realiza primero Cristo en su encarnación,
es justo pensar que la inspiración comience sólo cuando Pablo la y la va explicitando en sus palabras: cuando anuncia en la sina­
aprueba, sino que debemos considerar a su autor verdadera­ goga de Nazaret «que hoy se ha cumplido esta Escritura»
mente inspirado. (Le 4,21), cuando va comentando «porque está escrito»; y sobre
todo cuando, después de la resurrección, explica a sus apóstoles
Las cartas incorporan a veces fórmulas litúrgicas: por ejem­ el misterio pascual «abriéndoles las Escrituras». N o es del todo
plo, se refieren a «cantos inspirados» (jtveu¡xaxixaí: Ef 5,19; exacto decir que la Iglesia recibe la Biblia de la sinagoga: sólo
"Col 3,16); citan himnos o fragmentos (Flp 2), profesionales de fe mediatamente, porque Cristo es quien entrega a su Iglesia el An­
(1 Cor 15,3ss). Puede leerse sobre esto el importante artículo de tiguo Testamento. Y en esta acción, da un ejemplo, que siguen
O . Casel, Zur Kultsprache des heiligen Paulus: Archiv für Litur- los apóstoles y demás escritores del Nuevo Testamento, y los
giewiss I (1950) 1-64. santos padres, y tantos teólogos.
En el Nuevo Testamento sucede además una colosal trasposi­ Ahora bien, esta trasposición de sentido, este llenar de sen­
ción del Antiguo, a la luz del acontecimiento Cristo. N o se trata tido, es una auténtica actividad literaria; Lohfink la llama un
solamente de aplicar unas cuantas profecías explícitas, o de acla­ «acto hagiográfico» 21. Porque es dar forma literaria a la nueva
rar otras implícitas; no se trata solamente del uso homilético o realidad misteriosa; y es un completar el sentido de fórmulas li­
teológico o parenético de pasajes selectos del Antiguo Testa­ terarias que estaban en camino. Este acto tiene que estar movido
mento. Es algo más profundo y radical: todo el Antiguo Testa­ por el Espíritu. Por eso trae como consecuencia ineludible la
mento, como libro, es conducido a su plenitud de sentido, que «inteligencia espiritual» del Antiguo Testamento 22.
todavía no había alcanzado; todo entero es introducido en un
nuevo contexto de energía transformadora. No se niega el sen­
tido precedente: pues para llenar no hace falta vaciar primero.
Ni se deforma el sentido precedente: pues la transformación 20 A£x8eír| ó ’áv itQÓg t o í i t o Sil Jtgó tris X q i o t o ü érciÓTifiíac; ó vófio? x a i o i
consuma un movimiento, imponiendo una forma superior, que jtQO(pr|TCH, &T£ jir]6éjiw éXriXuGóxog t o ü xa év avixoí? (jii]oxr|QLa aacpriví^ovxog,
asume las precedentes. De esta manera todo el Antiguo Testa­ oíix e í x o v tó biá yy¿k\xa t o ü Jtegt toü eTjayyeXíou 6 q o v . 'O Sé Ztutf|p é r n ó r ] (Alí­
eme; x a i t ó EÍiayyéXiov ocü^atonoiri6f|vat Jiotrioag, xü) eüay^eXíü) n á v ta átoei
mento, como libro, queda convertido en evangelio. Es una doc­
eíxxYYÉ^LOv Jt£JtotT]X£v (Orígenes, / « Jo I, 8; PG 14, 33; GCS 4,ti). «Los libros
trina favorita de Orígenes: «Cuando el Logos los tocó, alzaron enteros del Antiguo Testamento, incorporados a la predicación evangélica, alcan­
los ojos y vieron a Jesús solo, y a nadie más. Moisés — la ley— , zan y muestran su plenitud de sentido en el Nuevo Testamento, y a su vez lo
Elias — la profecía— se han convertido en una sola cosa, se han iluminan y explican», según la constitución Dei Verbum, 16. Véase el comenta­
rio amplio a este tema en el volumen de la BAC.
identificado con Jesús, que es el evangelio. Y ya las cosas no son
como antes: ya no son tres, porque los tres son ahora un solo
21 N . Lohfink, Übcr die / rriumslosigkeit und die Einbeit der Schrift; «Stim-
men der Zeit» 89 (1964) 161-181.
22 P. Grelot, Sentido cristiano del Antiguo Testamento (Bilbao 1967). Véase
L. Alonso Schókel, The Oíd Testamenta a *Christian Book»: Bib 44 (1963) 210-
19 Hom 6 in Lev 2. 216.
Síntesis 207

SINTESIS verdadero momento inicial de la obra, y como la energía que


hará fermentar los materiales.
Al final de la variedad, yo también quiero proponer un es­ Si el autor bíblico procede de este modo, hay que afirmar
quema, complementario de otros. Tendrá tres tiempos: mate­ que la intuición sobreviene bajo la moción del Espíritu: que es
riales-intuición-ejecución. reveladora de una realidad, todavía no en forma de proposición.
Y hay que ser tolerantes para admitir diversos grados de intensi­
1. Materiales. La materia puede ser una experiencia vital,
dad y extensión en estas instituciones iniciales. N o siempre salen
propia o ajena — de algún modo se hace propia— ; o una serie de
obras de gran aliento,
experiencias que se acumulan en la conciencia con el ritmo ob­
servación-reflexión. La materia del novelista puede ser su propia 3. Ejecución. A la intuición puede seguir una como necesi­
vida y la vida en torno, que él contempla o descubre. La expe­ dad interior de escribir, o de componer. Goethe hablaba de al­
riencia puede haber sido provocada por la vida o por la lectura gunos poemas que se le ocurrían de repente, y que insistían en
literaria. La materia puede ser un conocimiento puro, pueden ser ser compuestos sin dilación, de modo que sentía un impulso ins­
informes, pueden ser materiales literarios preelaborados. tintivo e hipnótico a escribir en seguida.
En rigor, estos materiales todavía no pertenecen al proceso Este impulso interno pone en marcha el proceso de realiza­
creativo, y sólo nos interesan por su relación a la obra futura, en ción. Se trata de un trabajo que el escritor ejecuta acerca del len­
cuanto se convertirán en materia conformada en la obra. Así po­ guaje: quiere decir, que toda la objetivación de la «idea poética»,
demos juzgar de los sucesos bíblicos, y de las crónicas de pala­ o del germen, o de la intuición, se ordena desde el principio al
cio, y de materiales profanos literarios: podrán caer bajo la di­ lenguaje.
rección de Dios, algunos son auténtica intervención de Dios; No debemos considerar el lenguaje como piedra inerte, sino
pero todavía no caen bajo la inspiración. que, en cierto modo, colabora con el autor. Entendiendo por
lenguaje — como dije anteriormente— no sólo el diccionario y la
2. Intuición. Unas veces sucede la iluminación después de gramática, sino todos los recursos y posibilidades acumulados en
una etapa de incubación dolorosa, como un relámpago sobre la una lengua.
materia informe de nuestras experiencias; podemos creer que es El lenguaje es una materia que a veces se presenta como re­
el fruto de nuestra búsqueda. Otras veces comienza absoluta­ sistente. Qué bien se aprecia esta cualidad cuando uno se pone a
mente, poniendo en vilo toda el alma. La sentimos como algo traducir un poema que ha captado con matices e inmediatez.
súbito, dominadora o serena, y nos inunda de gozo con su luz, Pero también cuando componemos en la propia lengua, sen­
como un descubrimiento. A veces es una penetración simbólica, timos la resistencia: y esta resistencia puede volverse en desafío,
a veces el hallazgo de una analogía. o la condición para llegar a la fórmula lapidaria — la lengua es la
Esta intuición se convierte en central, activa, pone en marcha piedra— . Cuándo algunos poetas se quejan de que el poema no
e ilumina el proceso subsiguiente. Stephen Spender la llama la responde a su interna visión, aparte la posible exageración ro­
idea inicial, masculina, germinal. Proust indica cómo la intuición mántica, quizá se refieran a esa resistencia del lenguaje, no ven­
precede al trabajo de la inteligencia. Virginia W oolf subraya su cida, respecto a la intuición.
poder de unificación, la visión simple. Pirandello describe en Y esto no sólo vale del poeta o literato, sino que también la
una página memorable cómo, mientras luchaba con unos perso­ didáctica impone un esfuerzo de formulación al autor. Pesch re­
najes asomados a su fantasía, le advino la intuición que iluminó gistra este hecho — bastante obvio— cuando amplifica su mo­
todo y fue el germen de su obra Seis personajes en busca de au­ delo psicológico: «Puede uno estar decidido a escribir, y saber
tor. Los autores están de acuerdo en señalar la intuición como el lo que quiere escribir, y detenerse indeciso, y trabajar en busca
208 Psicología de la inspiración Síntesis 209

de la fórmula de lo que quiere escribir... sirvan de ejemplo no lengua que han recibido, dejándose ayudar a veces del sonido de
sólo los poetas, que muchas veces sudan y pasan frío para en­ las palabras, del ritmo alterno tradicional para equilibrar, de un
contrar un vestido apto para sus pensamientos, sino también ritmo breve para concentrar... Todo este proceso tenemos que
otros escritores, que muchas veces, después de vencer toda duda concebirlo bajo la acción del espíritu. Aquí reside principal­
sobre lo que quieren decir, no encuentran la forma conveniente mente el carisma: la misión de los hagiógrafos es transformar en
de decirlo, si no es después de muchos intentos, y en ediciones sistemas de formas significativas la historia del pueblo, sus per­
posteriores no pocas veces formulan de otra manera las mismas sonales experiencias, las iluminaciones de Dios, el sentido de la
cosas» 23.
historia, las obras de salvación, la respuesta del pueblo de Dios...
Lo que no explica suficientemente Pesch es la función del La inspiración es carisma de lenguaje, y el lenguaje fragua en
formular, como momento creativo. Tanto, que precisamente en esta etapa. Y no hay dificultad en concebir dos formulaciones
el arte de formular reside en gran parte el talento del escritor. Y
distintas inspiradas, una mejor que la otra, aun del mismo autor;
no admitimos la excusa de un mal escritor que apela a sus
precisamente del mismo autor.
grandes o geniales ideas.
Antes de esta actividad no existe la palabra, no hay palabra
Lo que hace al escritor es su capacidad de transformar en sis­ de Dios. En este proceso se realiza el nacimiento de la palabra:
tema de palabras, de formas significativas, los materiales, el si la Biblia es palabra de Dios, es porque el Espíritu ha dirigido
mundo y sus experiencias. Y esto se realiza por un proceso de este proceso. Por otra parte, el ser de las palabras es significa­
lenguaje, en el que todas las facultades y sentidos del lenguaje
ción y sentido, el ser de la obra es sistema de formas significa­
colaboran.
tivas: en la palabra bíblica está presente y patente la revelación,
En el proceso de formular surgen nuevas intuiciones subor­ como su sentido. Evito aquí expresamente el término «está con­
dinadas, nuevas ocurrencias menores; a veces en este tiempo tenido», porque dicho término puede inducir a pensar una dis­
brota una intuición más poderosa, que destrona y se somete la
tinción real entre la palabra como recipiente y el significado
inicial, y la obra toma un curso nuevo.
como contenido. N o es así: en la palabra se realiza el sentido, y
La colaboración del lenguaje en el proceso de realización está
en el sentido consiste el ser de la palabra. Lo demás es soniquete
clara en escritores de gran sensibilidad de lenguaje. Esos hom­
estéril.
bres — quizás con entrenamiento filológico— que escuchan las
La moción del Espíritu, debajo de ella la obra de lenguaje del
raíces de las palabras, que de las analogías verbales son capaces
hagiógrafo, ponen en acto la revelación. Contexto del Logos y
de saltar a analogías ontológicas.
contexto deí Espíritu: que están unidos ontológicamente, y vuel­
Al final del proceso, fácil o penoso, lineal o intrincado, re­
ven a encontrarse aquí, al final del análisis.
sulta la obra. La obra contiene los materiales en un nuevo es­
tado: objetiva la intuición, sin enunciarla como proposición, y Nota. Antes de terminar este tema, alguno podría desear una
registra, patente o escondido, el proceso de ejecución. exposición más detallada sobre las facultades que colaboran en el
4. En el caso de muchos autores bíblicos, un análisis atento proceso de ejecución. Esto sería inacabable: tendría que hablar
nos muestra su trabajo de ejecución. N o sabemos exactamente si del sentido rítmico, tan importante en muchas formulaciones,
fue fácil o costoso, pero es innegable 24. Es un trabajo sobre la
brea (Barcelona 1963) 71-355; id., Poésie Hébraique, en «Supplément au D ic-
tionnaire de la Bible» VIH, 47-90; id., Das Alte Testament ais Menscbenwort
und Gotteswort, en Wortund Botscbaft (Wurzburgo 1967; trad. española Barce­
23 Ch. Pesch en la obra tantas veces citada, De inspiratione Sacrae Scripturae
lona 1972) 1-13; K. Rahner, Inspiración de la Sagrada Escritura (Herder, Barce­
(Friburgo 1906) n.° 414.
lona 1970); id., Die Heilige Schrift -Bucb Gottes und Buch der Menseben: 202
24 Lo he demostrado con abundantes análisis en mis Estudios de poética he-
(1984) 35-44.

14
21 0 Psicología de la inspiración

tan sensible para registrar variantes de emoción; y del sentido


sonoro, oído y musicalidad; de la fantasía reproductora o crea­
tiva, facultad capital del poeta; y de la discreción de matices y
S O C I O L O G IA D E LA IN S P IR A C IO N
valores; y de otros impulsos semiconscientes, que también son
enrolados.
Más breve será tener en cuenta el principio de Benoit, sobre
las analogías de la inspiración: la moción carismática se extiende
a todas las facultades, de acuerdo con su propia función en la Schleiermacher, D er christlicke Glaube, 1823.
K. Rahner, Inspiración de la Sagrada Escritura (Herder, Barcelona,
actividad literaria. Y completando esta teoría, diré que, si las fa­
1970). Véase la recensión de Zerwick-Nober en «Verbum Domini» 36
cultades funcionan no paralelamente, sino gestálticamente, tam­
(1958) 357-365; A. M. Dubarle: RSPhTh 43 (1959) 106.
bién la moción carismática asumirá dicha forma: es decir, debe
J. L. McKenzie, The Social Character o f Inspiration, «Catholic Bi­
ser concebida como central y total. blical Quarterly» 24 (1962) 115-124.
D. J. McCarthy, Personality, Society and Inspiration: «Theological
Studies» 24 (1963) 553-576.
J. L. Topel, The Social Theory o f Inspiration: Rahner and McKen­
zie; J. J. Brown, Inspiration in the Bible according K. Rahner. A Criti-
cal Analysis: «Alma Studies» 7 (1963) 1-17 y 19-37; N. K. Gottwald,
The H ebrew Bible. A Socio-Literary Introduction (1985).

He dedicado no pocas páginas al «autor inspirado», dando


por supuesto que los inspirados son autores individuales. Pero,
¿no es esto una concepción moderna de la actividad literaria,
inaplicable á los autores bíblicos? Según algunos, habría que ha­
blar de pueblo inspirado, más que de autores inspirados; la ins­
piración sería un carisma difuso, un viento ancho que barre o
azota toda la franja de Palestina y alrededores. Hablando de au­
tores inspirados repartimos el Espíritu con cuentagotas, mientras
que el Espíritu anima a todo el pueblo escogido, todo el cuerpo
de la Iglesia. Así es como hay que explicar la Biblia: la obra de
un pueblo.
Esta opinión, que parece haberse puesto un poco de moda,
sin mucho precisar, nos invita a tratar expresamente el tema,
bajo el título un poco simplificado de «sociología de la inspira­
ción». N o trato, por tanto, de los condicionamientos socioeco­
nómicos de la actividad literaria, según el método de A. Hauser
en sus conocidas obras Historia social de la Literatura y el Arte
y Sociología del Arte, publicadas por Guadarrama, Madrid 1957
y 1975, respectivamente.
Pienso que Schleiermacher es el precursor de esta teoría. El
2 12 Sociología de la inspiración Sociología de la inspiración 213

padre del semirracionalismo también habla del Espíritu Santo. Él la Iglesia como a un cuerpo, pero no identificamos la persona
es, según él, el espíritu de la comunidad: concepción bien ro­ del Espíritu Santo con un sentido comunitario.
mántica, con esa palabra mágica Geist. Recordemos con qué fer­ A principios de siglo penetra en la exégesis del Antiguo Tes­
vor auscultan los románticos el «espíritu» de los pueblos. Her- tamento la visión social. Pedersen escribe una obra sobre la vida
der (prerromántico) estudia el «espíritu» de la poesía hebrea, social de Israel, Israel: its Life and Culture I-IV (Londres 1946-
Humboldt discierne el «espíritu» de las diversas lenguas. El espí­ 47), sacando al Antiguo Testamento del aislamiento intelectual,
ritu santo (escrito con minúscula) de la Iglesia es el espíritu reli­ y asentándolo en la vida del pueblo. Hermann Gunkel, en su fa­
gioso que ha recibido de Cristo, este espíritu religioso es un mo­ mosa Sitz im Lebens busca y encuentra una situación social
vimiento irracional. Cristo ha in-spirado a la Iglesia el verdadero como origen y medio de transmisión de los diferentes géneros
espíritu religioso, y este sentido in-spira toda la actividad de la literarios: por ejemplo, el culto es la situación social de muchos
Iglesia, incluida la escritura de los libros sagrados. Los libros salmos. N i Pedersen ni Gunkel se ocupan formalmente de la
históricos están inspirados en cuanto que el espíritu de la comu­ inspiración, antes bien Gunkel la rechaza formalmente: «ya ha
nidad se reconoce a sí mismo y a sus hechos, y dirige la conser­ caído el bonito mito de la inspiración». Pero la dimensión social
vación de tales memorias. Esto se dice del Nuevo Testamento; de la Biblia ha quedado firmemente establecida.
en cuanto al Antiguo, sólo algunos fragmentos son inspirados, En clave nueva habría que señalar los estudios de Menden-
porque en ellos está de alguna manera el espíritu, antes de orga­ hall y Gottwald sobre los orígenes de Israel y los de Carroll so­
nizarse como espíritu común de la Iglesia. bre los profetas.
Notemos estos dos puntos: el espíritu de la comunidad De Gunkel pasa el afán al Nuevo Testamento, por obra de
mueve, in-spira la actividad literaria; el espíritu de la comunidad cuatro corifeos: Dibelius, Bultmann, K. L. Schmidt, Bertram.
se expresa y se reconoce en las narraciones. Hasta aquí el ele­ Según ellos, los evangelios sinópticos no son obra de los evange­
mento social. Pero Schleiermacher coordina este dato con el listas — redactores secundarios sin importancia— , sino obra de la
dato personal: el espíritu de Cristo lo recogen los apóstoles, y comunidad cristiana, en sus diversas necesidades y actividades 27.
son ellos quienes forman el espíritu de la comunidad; toda la ac­ Hechos y dichos de Jesús, o atribuidos a él, son recogidos en
tividad de los apóstoles era inspirada a título personal, por formas típicas repetibles (Sitz im Leben); en la transmisión se
tanto, también la actividad de escribir. Aquí tenemos el ele­ van formando o transformando (historia de las formas, historia
mento personal, coordinado con el elemento social 2S. de la formación). La comunidad es eminentemente creativa, con-
Para criticar a Schleiermacher observo ante todo: el que una formadora, y es inútil preguntar por el autor de cada unidad li­
concepción sea de origen o de gusto romántico, no significa teraria: muchos han colaborado y muchos son autores. Lo más
automáticamente que sea falsa o ridicula. Schleiermacher intenta que se puede distinguir es la comunidad palestinense y la comu­
un compromiso entre el racionalismo de la época y el sentido nidad helenística. La comunidad en el culto realiza la apoteosis
cristiano; por eso, algunas de sus ideas se podían depurar y tras­ de Cristo, y del culto se deriva más tarde el dogma de la divini­
poner a clave católica, como lo sintieron los teólogos de Tu- dad de Cristo (Bertram); la comunidad misionera cuenta o in­
binga 26. También nosotros creemos que el Espíritu Santo anima venta milagros para contrarrestar la propaganda de los cultos he-
25 Desde luego, irreconciliable su negación del Espíritu Santo com o persona
trinitaria. Inaceptable su explicación humana, com o un espíritu humano, social, 27 Exposición y crítica, particularmente lúcidas: Ed. Schick, Formgeschichte
participado por el individuo (este humanismo es lo que sobre todo enfurece a und Synoptikerexegese. Eine kritische Untersuchung über die Móglichkeit und
K. Barth contra Schleiermacher). die Grenzen der formgeschichtlichen Methode («Neutestamentliche Abhandlun-
26 P. Dausch, Die Schriftinspiration. Eine bibliscb-geschichtliche Studie (Fri- gen» 18, Münster 1940) y en K. Koch, Was ist Formgeschichte? (Neukirchen
burgo 1891), sobre todo «Die Katholische Tübinger Schule», 186-192. 1964).
214 Sociología de la inspiración Sociología de la inspiración 215

lenísticos; la comunidad pone en boca de Jesús la solución de un critura. Por ejemplo, Dios y Pablo son autores de una tarjeta:
caso actual. Pablo es autor de la tarjeta a Filemón en cuanto tal; Dios es au­
N o es éste el sitio para una crítica extensa de semejante teo­ tor de esa acción en que la Iglesia expresa su caridad, como nota
ría. Sus orígenes están en Durkheim, sólo que la doctrina del fi­ constitutiva, en aquella tarjeta. Un efecto común, dos formali­
lósofo francés llega con retraso a la investigación del Nuevo dades diversas. D e modo semejante, el Antiguo Testamento es la
Testamento: cuando ya está desacreditada en otros sectores. expresión de la comunidad del pueblo escogido, que prepara la
Hay en la teoría un elemento verdadero, que acepta la ver­ economía definitiva de la Iglesia.
sión católica del método, y es la radicación comunitaria del ma­ Notémoslo bien: según Rahner, ése expresarse auténtica­
terial ya preformado que manejan los sinópticos. Pero se trata mente de la Iglesia sucede por la actividad de personas concretas
de una comunidad organizada, responsable, de testigos. Además, que incitadas por ocasiones eclesiásticas, bajo una dirección uni­
recientemente se vuelve a reconocer el intenso y consciente tra­ taria del Espíritu, ejercitan su labor literaria. N o han entendido
bajo de los evangelistas, en el método llamado de «Historia de la o no han leído a Rahner los que le acusan de negar la inspira­
redacción». ción personal; únicamente, Rahner nó entra en el modo como
Los autores citados no se ocupan de la inspiración: por el Dios actúa su predefinición formal en cada autor humano.
contrario, una versión católica de esta teoría tiene que plantearse Rahner coordina perfectamente el elemento social y el perso­
la pregunta; ¿quién es el inspirado? Antes de llegar el material nal de la inspiración, subrayando felizmente el sentido eclesiás­
literario a manos de los evangelistas; parece coherente pensar tico de los autores y de los libros inspirados. Esta es su más im­
que el trabajo de formulación y conformación también cae bajo portante contribución al problema (y en ella me parece escuchar
la acción del Espíritu: no sólo bajo una acción preparatoria, sino un eco remotísimo de Schleiermacher).
específicamente en la zona de lenguaje.
Benoit toca un poco de pasada el tema. En su artículo sobre
Por otro camino aborda K. Rahner la cuestión. Su afán es las analogías de la inspiración, habla de una «inspiración dramá­
concretar el contenido de una fórmula que se ha formalizado de­ tica», que es la moción del Espíritu dirigiendo al pueblo en su
masiado. ¿Qué significa que Dios es autor de la Sagrada Escri­ acción histórica; tema y materia de los libros inspirados. Por su
tura? origen, el Espíritu, y por su ordenación a los libros, esta inspira­
La Iglesia tiene una etapa inicial en que fragua y cristaliza, es ción comunitaria comparte un contexto común con la inspira­
la etapa de su fundación o de ser fundada, que no es un mo­ ción escrituraria. Ya dije al principio que no me gusta la nomen­
mento indivisible, sino que se extiende durante la generación de clatura, y que prefiero el término carisma como signo de unidad,
los testigos. Parte del quedar fundada la Iglesia es la actividad de dentro del cual se pueden señalar distinciones y relaciones.
decirse, de expresarse a sí misma, en fórmulas permanentes y de­ D. J. McCarthy ha tratado en un artículo reciente la cues­
finitivas para todas las siguientes generaciones de la Iglesia; es tión: Personality, Society and Inspiration (ThSt 24 [1963] 553-
una actividad de objetivación literaria, que es componente esen­ 576). Su afirmación inicial «la Biblia fue formada en, por y para
cial de la cristalización de la Iglesia. Ahora bien, Dios en su ac­ una sociedad» queda equilibrada por sanas observaciones sobre
ción histórica salvífica quiere y funda la Iglesia, como economía el elemento personal conjugado con la tradición que sustenta a
histórica y escatológica, y la hace fraguar con todos sus ele­ la sociedad. El autor sagrado escribe para la comunidad, sabe
mentos esenciales y definitivos: luego también quiere y deter­ que su obra será recibida y usada en vivo por la comunidad; la
mina con su acción la actividad de expresarse a sí misma de la comunidad se apodera de la obra, la usa y elabora. Pero no se
Iglesia, como elemento fundacional: lo determina por una prede­ puede hablar de una fuente impersonal, sino a lo más de anó­
finición formal infalible. D e esta manera es Dios autor de la Es­ nimos.
216 Sociología de la inspiración Crítica 217

El tema del carácter social de la inspiración lo ha planteado autor moderno quiere ser conocido y famoso, mientras que el
con particular vigor J. L. McKenzie, en un breve artículo en el autor antiguo muchas veces preservó el nombre por la devoción
que profesa su dependencia de Rahner: The Social Character o f de sus discípulos; como también es frecuente en tiempos anti­
ínspiration: C B Q 24 (1962) 115ss. Una serie de cuestiones, deri­ guos la pseudonimia, no sólo la anonimía 30. En este punto for­
vadas del conocimiento crítico de la literatura bíblica, están for­ mula con más acierto D. J . McCarthy.
muladas con incisiva autoridad. El artículo está fechado en abril Tercer punto: varias veces vuelve McKenzie a los autores
de 1962, y puedo observar que coincide independientemente con como portavoces de la sociedad. En un sentido genérico, esto es
algunas preocupaciones mías, por ejemplo, los autores sucesivos, cierto: pero ese sentido genérico se puede diferenciar, como ve­
la relación entre decir y escribir 28. En varios puntos básicos es­ remos más adelante.
toy de acuerdo con él, por ejemplo, que los autores funcionan Cuando McKenzie habla de la experiencia que el profeta ob­
como miembros de la comunidad. Aquí quiero señalar algunas tiene de Dios, que después articula en la palabra profética
que creo exageraciones. (p, 121), da paso otra vez al elemento personal complementario
Me parece desmedida la pintura cuando intenta disolver a los del social.
individuos: «En el mundo antiguo manejaban el manuscrito con Limadas las exageraciones, la teoría de McKenzie no disuelve
gran libertad; estaba sujeto a ser corregido y aumentado por las personalidades en una masa amorfa, sino que las radica en su
cada propietario sucesivo, y este proceso constante produjo sociedad; en este sentido resulta la inspiración un carisma de la
nuestros problemas críticos. En la tradición oral el material es comunidad, que no anula, sino que exige la voz de sus porta­
flexible en extremo, y podemos decir sin exagerar que cada ju­ voces. «Israel expresó su fe, escribe, y recitó sus tradiciones por
glar o rapsoda sucesivo preaba de nuevo la narración» 29. medio de sus sacerdotes, profetas, reyes, poetas, sabios, incluso
Bien, decir que esto no es exagerado me parece una exagera­ por medio de sus juglares y rapsodas que creaban y transmitían
ción al cuadrado. Es un hecho que en la Biblia conservamos oralmente las tradiciones» 31.
huellas de la ortografía antigua, en cualquier cultura literal oral O tro punto interesante: el artículo de McKenzie muestra
existe el cuerpo de recitadores entrenados que profesan fidelidad cómo la crítica bíblica nos lleva a una nueva conciencia social
a una versión recibida; en Israel — y en otros pueblos— existe la que va al encuentro de la renovada conciencia eclesiológica. Esta
fuerza preservadora y conservadora del culto, en el que se trans­ relación, no formulada por el autor, confiere importancia espe­
mitían tantos textos. cial al artículo.
Otra exageración me parece, por falta de matiz, oponer el
autor moderno, deseoso de manifestar su personalidad, al autor
C R IT IC A
bíblico, deseoso de esconderla, para ser la voz de la comunidad.
Muchísimos autores de nuestra cultura han sido voces auténticas ¿Qué pensar de estas teorías? Ante todo, rechazo toda concep­
de su sociedad, y quisieron serlo, y algunos autores bíblicos se ción de una comunidad amorfa creativa, rechazo la existencia de
expresaron en primera persona, como profetas y sabios. Si es
cierto que el grado de conciencia de la propia individualidad ha 30 Estudio fundamental: J. A . Sint, Pseudonymitdt im Altertum. Ihre Formen
crecido con la reflexión renacentista, con la ensimismación ro­ und Griinde (Innsbruck 1960). Crítica de M. Forderer en «G nom on» 33 (1961)
440-445, y respuesta de Sint en «Zeitschrift für katholische Theologie» 83 (1961)
mántica, con el individualismo liberal; también es cierto que el
493s.
Véase también K. Aland, The Problem of Anonymity and Pseudonymity in
28 «Semana Bíblica Española» 1956, publicado en 1958, con el título Pre­ Christian Literature of the first two Centuries: «Journal o f Theological Studies»
guntas nuevas acerca de la inspiración. 12 (1961) 39-49.
29 Pág. 117. 31 Pág. 120.
218 Sociología de la inspiración Lengua 219

esas obras que ha escrito o compuesto todo el mundo. N o veo en el autor inspirado. Como la lengua no es inerte en el trabajo
la utilidad de resucitar el viejo concepto romántico, disolviendo literario, podemos imaginarnos a la sociedad presente y activa,
la Biblia en la masa. N o que por ser romántica haya de ser falsa por la lengua, en el proceso total del autor. Pero no exageremos
la teoría: muchas intuiciones románticas un día u otro las ten­ esta presencia e influjo: otros muchos usaron la misma lengua,
dremos que repensar. Pero no la presente, no en esta forma. sin estar inspirados, con ella dijeron cosas profanas, neutras, im­
Lo cual no tiene nada que ver con el hecho de lo que he lla­ pías.
mado «inspiración sucesiva»: dividir el Pentateuco en cuatro au­ Cuando el individuo se pone a usar la lengua que ha apren­
tores, más tradiciones, más redactores, no es disolverlo en la dido, puede dejarse llevar sencillamente: en fórmulas aproxi­
masa; ni lo es distinguir varios autores y redactores en el libro madas, modismos, clisés; puede sucumbir al poder del lenguaje,
de Isaías. cayendo en un realismo ingenuo, o manejando esquemas so­
Eliminada la explicación extrema, voy a intentar otro punto noros sin apreciar su sentido. Aun sin caer en el extremo, puede
de vista para apreciar la dimensión social de los autores y libros aceptar sin discusión, donde hacía falta cierta distancia reflexiva.
inspirados: será el punto de vista de la lengua y de la literatura. De alguna manera, y en grado variable, el individuo adapta la
lengua a sus necesidades y temperamento, afirmando así su li­
LE N G U A bertad frente a esa realidad disponible que es la lengua. Éste es
el sentido del lenguaje como sistema de posibilidades, y ésta es
Con claridad y no sin exageración expone estos aspectos J. L. "Weisger-
su grandeza como medio de libertad humana de expresión, y
ber, Das Gesetz der Spracbe (Heidelberga 1951). La sección I se subti­
tula «Sociología del lenguaje», y el apartado b) trata de la «Comunidad por ella, de realización humana: libertad tanto más grande,
lingüística». La sección II, «Psicología del lenguaje», se refiere constan­ cuanto mayor es el dominio. Y ésta es la contrapartida de lo
temente a la primera. Citado en este libro: A. Sommerfelt, La langue et personal respecto a lo social: lo personal dado precisamente en
la Société, 1938. Fr. Kainz, Psycbologie der Spracbe, vol. V; T. T. Se- su referencia social, la persona manifestada y realizándose frente
gerstedt, Die Macbt des Wortes: Eine Spracbsoziologie (Zurich 1947), a otras personas, en un medio compartido. Esto ya puede entrar
J. Bram, Language and Society (Nueva York 1955). en la zona acotada de la inspiración, entendida como carisma
personal que actúa en un medio y frente a un contexto social.
Recordemos lo dicho a propósito de la lengua como realidad
Las posibilidades de una lengua son en cierto modo limitadas
social, con las limitaciones trazadas. El individuo aprende su
— no me refiero a las posibilidades remotísimas que acumuladas
lengua: su vocabulario organizado, sus poderes de formación
cambiarán de hecho la lengua— . Algunos arguyen que con una
analógica, sus modismos y expresiones, sus distinciones y
lengua se puede decir cualquier cosa, se puede traducir cualquier
campos, y tantos tesoros seculares depositados en la lengua con­
cosa. Cierto, en parte.
creta que el niño va aprendiendo. En ella se desarrolla conscien­
Tomemos los campos de lenguaje 32; número limitado de pa­
temente, la maneja para comunicarse y para aprender a pensar,
labras, referidas a un campo de realidad, que se delimitan por
recibe su influjo. Y en este sentido queda condicionado para
contigüidad: colores, parientes, tiempo... Y faltan las palabras
toda la vida por la fuerza social de su lengua.
intermedias, que existen en otra lengua. Y cuando queremos tra­
Esto no es más que preparación remota para el carisma de la
ducir ese intermedio, tenemos que echar mano de una circumlo-
inspiración; cuando Jeremías protestaba — hablando— que no
cución o paráfrasis. Quizá digan lo mismo el original y la
sabía hablar, se refería al dominio literario de la lengua; Isaías
traducción, en cuanto a contenido informativo; todavía no se
recibió la consagración de la lengua que ya traía.
Tocamos aquí una energeia que colaborará de algún modo en 32 Sobre campos de lenguaje inicia el estudio J. Trier, Das sprachliche Feld ,
la etapa de ejecución; y por aquí entra lejanamente la sociedad 1934; lo continúan Weisgerber, Geckeler y Coseriu.
22 0 Sociología de la inspiración Literatura 221

igualan en la totalidad del contenido. Y si llegamos a equilibrar cial: pocos cristianos están llamados a la creatividad en el ámbito
los contenidos, con el resultado de entendernos sobre algo, esto de la lengua religiosa; los autores inspirados tuvieron esta voca­
puede bastar para la conversación ordinaria, no para la confor­ ción, que es una vocación social. N o tengamos miedo a las re­
mación literaria. N o es lo mismo la frase lapidaria que su tra­ formas litúrgicas: más que un latín uniformemente incompren-
ducción parafrástica. Y si, para llenar los intermedios vacíos, re­ dido, nos unirán buenas traducciones de una común lengua bí­
currimos a formas técnicas, nos salimos del nivel y calidad del blica. Ellas continúan dando, por siglos y generaciones, la ex­
lenguaje. pansión social a la palabra inspirada.
Traduciendo a san Pablo, para la proclamación litúrgica en El hombre a) recibe un cierto influjo genérico y condicio­
español, hemos podido apreciar, dolorosamente, la pobreza de nante de su lengua; b) recibe por la lengua el influjo de otros, en
preposiciones simples de nuestra lengua; y no digamos nada de usos concretos; c) opera sobre la lengua dando ejemplo y ensan­
nuestra desesperante ambigüedad de posesivos. En un poema in­ chando la libertad y el dominio; d) con la lengua influye sobre
glés nadie confundirá un his con un ber, en español podemos otros. Los dos primeros influjos son anteriores al hecho especí­
distinguir «su de él» y «su de ella»; pero yo desafío a un poeta a fico de la inspiración, los dos últimos pueden entrar en el pro­
que escríba un verso como «su mano de ella agitaba el aire y mi ceso inspirado. Y así, por la lengua, adquiere la inspiración una
corazón». dimensión social.
Precisamente en estos casos de limitación puede triunfar el
LITERATU RA
gran artista del lenguaje: introduciendo nuevas soluciones, que
se convierten en posibilidades nuevas. Y esto sucede en el orden R. Wellek/A. Warren, Teoría literaria (Madrid 1953, original ameri­
del vocabulario o en el orden de las combinaciones — pensemos cano, Nueva York 1949): capítulo IX , «Literatura y sociedad», con bi­
en Góngora, Quevedo, Aleixandre— . El escritor, a través de la bliografía pertinente. Véase igualmente D. Daiches, Literature and So-
lengua, está actuando indirectamente en la comunidad lin­ ciety (Londres 1938) y R. Escarpit, Sociologie de la litérature (París
güística. 1968).

Acciones de este tipo podemos pensarlas en el contexto de la De ordinario el futuro escritor o autor comienza apren­
inspiración: no sólo influye la sociedad en el escritor, por medio diendo: es decir, asimilando realizaciones literarias precedentes.
de la lengua, sino que recíprocamente el escritor influye por el Escuchando, leyendo, se inserta en una tradición, que es condi­
mismo medio en la sociedad. Por la acción de los autores inspi­ ción de vida; entra en una escuela, asimila motivos y formas lite­
rados, nos hemos enriquecido de posibilidades en nuestra expre­ rarias. Todo esto es preparación social y tradicional para su acti­
sión y pensamiento religioso. vidad futura. En la Biblia, esta preparación antecede al proceso
Más aún: como la sociedad elabora en esfuerzo común su inspirado 33.
lengua, así después la lengua se hace constitutiva de la sociedad. Después el literato, sin dejar de aprender, comienza a crear
Esto sucede de la sociedad total, o de especializaciones dentro utilizando lo que ha recibido de su comunidad. En su actividad
de la sociedad. Si los cristianos somos un pueblo «convocado», literaria puede pertenecer a diversos tipos de integración social.
es decir, respondemos unánimes en la fe a la llamada de la pala­ 1. Uno es el que habla o escribe en nombre del pueblo: vox
bra, podemos extender a otro plano ese influjo de la palabra, y populi. Cuando el pueblo le escucha, se reconoce, y le acepta
afirmar que una lengua religiosa común nos mantiene en cohe­
sión: y esta lengua religiosa común es la lengua inspirada — no 33 Entre otros muchos testimonios, pueden verse los consejos de A. Maurois
precisamente hebrea o inglesa o china, sino bíblica— . D e esta para la formación del escritor en The Art of Writing, (Nueva York 1962), primer
manera también la inspiración tiene una gravísima dimensión so­ ensayo, «The Writer’s Craft».
2 22 Sociología de la inspiración Literatura 223

como su poeta. Es el intérprete de su comunidad, de tal suerte cial, en cuanto que viene provocado y mantenido por la resisten­
que el pueblo se siente autor de aquellos sentires, reconociendo cia social. Toda su razón de hablar o escribir es su pueblo, su
al mismo tiempo el prestigio y privilegio de su cantor. O bien, a comunidad: no se aleja desesperado, no huye temeroso, sino que
distancia geográfica o temporal, aun sin conocer al autor, acepta se enfrenta.
sus obras. A este tipo pertenece gran parte de la literatura profética, y
Esto es poesía popular en el mejor sentido, y no la poesía Jeremías puede servir de modelo: Dios lo hace ciudad fortificada
obtenida por degeneración de una poesía culta, en proceso de y muro de bronce frente al pueblo, para que se enfrente sin te­
vulgarización. Y sucede fácilmente que el pueblo se apodera del mor; sus palabras provocan, en vez de conversión, burlas; el
cantar, lo hace suyo, se olvida del autor. Y entonces popular profeta quiere escapar, y Dios lo devuelve al campo de batalla.
equivale a anónimo. El canto no es producto de una comunidad Unamuno no es un escritor popular, pero tiene gran fuerza
amorfa, sino que desaparece el nombre del autor, porque éste se de comunicación. Escuchemos algunos mandamientos de su ac­
había identificado con su pueblo, tuación: «Lo primero que se necesita para escribir con eficacia es
Nadie lo ha dicho mejor que Manuel Machado, autor de no tener respeto alguno al lector, que no se lo merece», «de po­
«soleás» estrictamente populares: derlo, te clavaría un aguijón ardiente para oír tu quejido», «irri­
tar a las gentes puede llegar a ser un deber de conciencia». Una­
«Hasta que el pueblo las canta,
muno es un autor social, agresivamente social: «El combatirle a
las coplas, coplas no son;
uno es un modo de animarle y apoyarle»; pero no es una voz de
y cuando las canta el pueblo,
su pueblo.
ya nadie sabe el autor.
El público puede influir y condicionar las obras literarias,
Tal es la gloria, Guillén,
hasta amenazar gravemente su calidad; el escritor recibe este in­
de los que escriben cantares:
flujo del público como demanda, provocación, amenaza. Si sabe
oír decir a la gente
conceder y defenderse en dosis exacta, la sociedad colabora con
que no los ha escrito nadie.
él en el mejor sentido. En la predicación de los profetas la co­
Procura tú que tus coplas
munidad está actuando como público que condiciona la obra li­
vayan al pueblo a parar,
teraria: al menos por reacción. Dimensión social de la Sagrada
aunque dejen de ser tuyas
Escritura que puede ser anterior al proceso inspirado, o puede
para ser de los demás.
entrar en el movimiento total de la inspiración.
Que al fundir el corazón
con el alma popular,
lo que se pierde de nombre, 3. En nuestra cultura se da el literato de torre de marfil, de
se gana de eternidad». cenáculo, poeta maldito, hermético, de iniciados. Ajeno a la so­
ciedad y despreciador del pueblo sano. Este tipo de poetas ex­
En este sentido es popular y social mucha literatura litúrgica quisitos, superiores e indiferentes, no figura en la fauna bíblica.
del Antiguo Testamento; y parte de sus narraciones épicas; y N i siquiera el autor del Qohelet — caso extremo— entra en cate­
parte del repertorio de proverbios. goría semejante: piensa en voz alta y desafía las rutinas del
lector.
2. Al segundo tipo pertenece el autor que obra sobre su Esto es todo lo que podemos encontrar de dimensión social
pueblo: dirigiéndole, reaccionando contra él, adelantándose en la inspiración. N o puedo ofrecer más. Y aun lo que ofrezco,
como precursor. Aun en el caso de la oposición, el poeta es so­ llega a cumplimiento en el recinto, abierto y permeable, del indi-
224 Sociología de la inspiración

viduo. La explicación de Schleiermacher y la de Rahner encajan


sobre todo en el primer apartado: el autor que expresa a su co­ 9
munidad, y la comunidad se reconoce a sí misma en la obra del
autor. La explicación de Benoit no desborda los materiales que H A B L A R Y ESCRIBIR
entrarán en la obra literaria. McCarthy insistía en la recepción
viva y uso vivo por parte de la comunidad.
Otros aspectos sociales los trataré en el capítulo dedicado a
la obra literaria. En conjunto puede decirse que el influjo más
Hasta ahora he evitado el término «escritor» aplicado a los au­
fuerte de la sociedad en el literato es su calidad de receptora, de
tores bíblicos. ¿Por qué este miedo a la fórmula corriente? Pues
público: en una realidad que implica esencialmente la referencia,
se trata de una fórmula corriente, comúnmente aceptada por una
el término de referencia es factor constituyente. Esto se realiza
larga tradición. Si tomamos como ejemplo una encíclica, po­
fundamentalmente por la obra. Ahora bien, no es exacto decir
demos leer en la Providentissimus Deus: «Quare nihil admodum
que la moción carismática de inspiración mueve y dirige la acti­
refert, Spiritum Sanctum assumpsisse homines tamquam instru­
vidad de la sociedad receptora, sino que mueve al autor en or­
menta ad scribendum, quasi, non quidem primario auctori, sed
den a dicho término. Un carisma paralelo, complementario, no
scriptoribus inspiratis quidpiam falsi elabi potuerit. Nam super-
específicamente de inspiración, lo posee la sociedad receptora:
naturali ipse virtute ita eos ad scribendum excitavit et movit, ita
pueblo de Dios, Iglesia.
scribentibus adstitit, ut ea omnia eaque sola, quae ipse iuberet, et
recte mente conciperent, et fideliter conscribere vellent, et apte
infallibili veritate exprimerent» 34.
En ocho líneas suena cinco veces la raíz escribir: Dios toma a
los hombres como instrumentos para escribir, los escritores ins­
pirados se oponen al autor primario, Dios los excita a escribir,
hace que deseen escribir, los asiste en el acto de escribir. Alguno
podría explotar la distinción pontificia, Dios autor — el hombre
escritor, derivándola otra vez hacia una teoría del amanuense
que escribe al dictado: explicación contraria a la línea general de
la encíclica. Con todo, es cierto que los hagiógrafos están vistos
solamente como escritores (y «hagiógrafo» significa «escritor sa­
grado»). Entre los tratadistas podemos escoger a Pesch como fi­
gura representativa: «Debe concebir mentalmente la idea del li­
bro que va a escribir, es decir, debe juzgar lo. que ha de escribir;
segundo, debe considerar con qué palabras debe expresar lo que
ha juzgado que debe escribir; tercero, debe decidir poner por es­
crito lo que concibió mentalmente; cuarto, debe realizar su deci­
sión por sí mismo o por otro» 35.

34 EB, n.° 125.


35 Op. át., n.°, 414.

15
226 Hablar y escribir El problema 227

En el cuarto punto falta la palabra «escribir», para dejar sitio Hch 8,25, «ellos dieron testimonio y hablaron la palabra de
cómodo al amanuense, ya que la inspiración no exige que el ha- Dios» (14,25).
giógrafo sea amanuense de sí mismo. En lo demás, Pesch sólo Hch 28,25, «el Espíritu Santo habló por medio de Isaías».
concibe al autor sagrado como escritor de libros. La cosa es tan Rom 3,19, «todo lo que dice la ley».
obvia, que no tiene reverso problemático. Heb 7,14, «Moisés habló».
Entre los autores recientes, Rahner se mueve en esta termi­ Sant 5,10, «los profetas hablaron».
nología, cuando se refiere a las ocasiones eclesiásticas de escribir; En estos textos encontramos una preferencia por el término
admite, sin problemas, una posible distinción, cuando enuncia su «hablar», cuando se trata de los profetas; y un par de veces se
teoría de la Iglesia que se dice a sí misma, que se expresa; con­ aplica a Moisés y a la ley; mientras que la actividad apóstolica
creta este principio en el hecho de escribir. de predicar se puede denominar «decir la palabra del Señor».
Realmente, este modo de hablar es antiquísimo, y se apoya Éstos son unos cuantos hechos — composición oral, transmi­
en la misma Escritura: los santos padres conocen el término sión oral— que hoy todos admiten. Ahora bien, al cambiar los
«hagiógrafo»; los autores del Nuevo Testamento citan o comen­ hechos que una teoría elabora, es muy fácil que cambie el sen­
tan el Antiguo Testamento como «escritura», y podemos leer tido de las fórmulas que empleaba dicha teoría. Es el caso de la
que Moisés escribió: Me 10,5; Le 20,28; Jn 1,45; 5,46; cf. B. fórmula «inspiración de la Escritura». Antes la palabra «escribir»
Childs, Introduction to the O T as Scripture (1979). lo incluía todo en un acto; ahora la palabra «escribir» cubre so­
lamente una etapa del proceso, y por eso plantea una pregunta:
EL PROBLEM A ¿está inspirado el decir o el escribir o todo?
O se extiende el carisma, de modo que cubra con su sombra
La opinión y la terminología común de los manuales consideran
todas las fases del proceso — fases analógicas— ; o se restringe el
la Escritura como resultado del acto de escribir: cada libro
carisma al momento de escribir.
supone un acto de escribir. El Pentateuco lo escribe Moisés,
La segunda solución puede sonar a un acto de fidelidad a la
Isaías el libro que lleva su nombre, David un libro de salmos...
opinión común; sin embargo, al cambiar el sentido real del tér­
Aunque este acto sea extenso y durativo, se puede considerar
mino, mantener la fórmula es cambiar el sentido, es romper con
como unidad psicológica, y pertenece a la actividad cultural de
la doctrina común. Además, esta segunda solución corre el peli­
escribir; como también el autor del manual ha producido su li­
bro con un acto específico de escribir. gro de considerar a veces la inspiración como un acto posterior
a la palabra de Dios ya constituida y fijada; en cierto modo, pa­
Pero la investigación historicocrítica ha destruido esta visión
rece recaer en la teoría inaceptable de la «aceptación posterior»
sencilla: no se puede hablar de un acto, sino de muchos actos,
de diversos autores sucesivos; y no todos los actos son específi­ como constitutiva de la inspiración.
camente de escribir, porque se dan la composición y la transmi­ Por otra parte, el momento de escribir es indispensable, y no
sión oral. Por lo demás, también el Nuevo Testamento utiliza a puede quedar fuera del carisma: para que haya «Escritura», tiene
veces el término genérico «decir», evitando, para los profetas, el que estar escrita; para que esté escrita, tiene que haberla escrito
término «escribir»: alguien; si el Espíritu Santo quería darnos «escritura», tuvo que
Heb 1, «habló Dios a nuestros padres por los profetas». mover de algún modo a escritores. Esto es obvio y casi tautoló­
2 Pe 1,21 , «movidos por el Espíritu hablaron unos hombres de gico: tan obvio, que casi no deja pensar. Porque de ello no se si­
parte de Dios». gue sin más que la técnica y el proceso de composición hayan
Le 1,70, «como habló por boca de sus santos profetas». sido por escrito.
Hch 3,21, «hablar la palabra de Dios» (cf. Hch 4,29.31). Hace ya siglo y medio que el teólogo tubingense Juan Bau­
228 Hablar y escribir Soluciones 229

tista Drey formuló el problema en los siguientes términos: «¡Ex­ volumen «Sacra Pagina», corrige esta distinción, sustituyéndola
traño! De modo que, hasta que no se les ocurrió escribir sobre por otra más refinada. En el plano psicológico se pueden distin­
ello, lo que los apóstoles predicaban oralmente, a diario, en guir: inspiración para conocer, cognoscitiva; inspiración para ha­
todas partes, por muchos años, no era palabra de Dios. O sea blar, profética, apostólica, oratoria; inspiración para escribir, ha-
que la primera comunidad de Jerusalén y las demás, y todos los gio gráfica, escritural.
primeros cristianos escuchaban sólo la palabra de los apóstoles, En el plano social hay que distinguir: la inspiración para ha­
no la palabra de Dios; ésta comenzaba a serlo cuando la leían blar, de acción inmediata y momentánea; y la inspiración para
escrita» 36. escribir, que supera el tiempo para una acción mediata y amplia.
Los artículos de Drey están publicados en 1820 y 1821. Su Aunque no ha llevado a término la reflexión, Benoit tiene el mé­
problemática pasó a segundo término y desapareció. Hoy, que rito de haber enunciado la distinción dentro de un contexto uni­
conocemos mucho más finamente el proceso de composición de tario.
ambos Testamentos, el problema se nos vuelve a imponer. Encuentro más preciso y lúcido a P. Grelot: «Será útil exa­
Es indiscutible que una buena parte del Antiguo Testamento minar con toda amplitud el problema de los carismas relacio­
ha existido y se ha transmitido por tradición oral, antes de ser nados con la Palabra de Dios, antes de abordar el estudio de la
* * * * escrituraria»
* ’ 5S.
escrita. En el Nuevo Testamento existe una tradición oral que inspiración
precede a la redacción de los sinópticos: el evangelio precede a En el Antiguo Testamento es primordial el carisma profético,
los evangelios. ¿Dónde hay que colocar la inspiración? que transmite la Palabra de Dios reveladora; esta Palabra desa­
rrolla su vida bajo la acción varia de hombres escogidos, que po­
SO LU C IO N ES seen carismas funcionales, en orden a la Palabra; finalmente, la
Palabra se fija por escrito, en un complejo proceso, bajo el ca­
El padre Benoit ha dedicado bastante atención al problema. En risma escriturario. De modo semejante, en la economía del
un primer estudio, a modo de comentario y apostillas al tratado Nuevo Testamento, comienza la Palabra, proclamada con ca­
de santo Tomás sobre la profecía, Benoit distinguía una «inspi­ risma apostólico, sigue el carisma escriturario para fijar pór es­
ración profética», para pronunciar el oráculo, y una «inspiración crito la Palabra, y suceden en la Iglesia los carismas funcionales
escrituraria», para escribir el libro: «A este propósito podemos en torno a dicha Palabra.
distinguir dos vocaciones distintas: la que hace pronunciar un «En el Antiguo Testamento, la profecía (en sentido estricto)
oráculo bajado del cielo, y la que impulsa a componer un libro. fundaba en cierta manera la comunidad de salvación, porque le
Las designaremos con los nombres típicos de profeta y escritor traía la Palabra de Dios. Después venían otros carismas que es­
sagrado... En el caso del profeta, que recibe de Dios un mensaje tructuraban dicha comunidad, para que en ella la Palabra pu­
para comunicarlo, el juicio especulativo ocupa el primer plano... diera conservarse y desarrollar sus posibilidades. A lo largo de
Es distinto el caso del escritor sagrado que recibe de Dios el im­ este proceso, la inspiración escrituraria confería ocasionalmente a
pulso para componer un libro... En este caso, el impulso inspira­ la Palabra una forma escrita, para que la comunidad pudiera re­
dor alcanza primero a la razón práctica del escritor, y tiene por ferirse a esta Escritura como a su norma de fe.
objeto primario el juicio práctico» 37. »A1 final de los tiempos, Cristo, Palabra de Dios encarnada,
Esto lo escribía Benoit en 1947. Doce años más tarde, en el ha traído a los hombres la revelación total, en sus palabras y ac-

36 Véase P. D&usch, Die Schriftinspiration. Eine biblisch -geschichtkcbe Studie


(Friburgo 1891) 188, y todo el capítulo sobre la escuela de Tubinga. 38 L'lnspiration scripturaire (RSR 51 [1963] p. 349). Incorporado al libro La
37 La prophétie, pp. 317-318. Biblia, palabra de Dios (Herder, Barcelona 1968).
230 Hablar y escribir

ciones; al mismo tiempo ha revelado el sentido definitivo de la H A B L A R Y ESCRIBIR


antigua Escritura. Pero esta revelación se explicita en el mensaje
evangélico; de donde se sigue la función del carisma apostólico Datos básicos en Fr. Kainz, Psychologie der Sprache IV (Stuttgart 1956),
capítulo I. L. Lavelle, La parole et l’écriture (París 1947). Hay que tener
como fundamento de la Iglesia... a la que trae la Palabra. Des­
muy en cuenta a A. B. Lord, The Singer o f Tales (Cambridge Mass.
pués de este carisma, suceden otros que estructuran la tradición
1964); sus estudios sobre los recitadores de poesía épica han tenido no­
viva de la Iglesia, para que en ella se conserve y fructifique la
table influjo también en algunos investigadores bíblicos.
Palabra a lo largo del tiempo. Este es el sentido del magisterio
jerárquico, que, asistido por el Espíritu Santo, sigue velando so­ El lenguaje es primariamente hablado, la palabra es primaria­
bre el depósito apostólico. Este depósito ha sido el objeto de mente sonora. El analfabetismo es una cosa perfectamente hu­
una fijación escrita, gracias a la inspiración escrituraria concedida mana, que ha durado miles de años, y sigue siendo patrimonio
a algunos depositarios de funciones carismáticas, todavía bas­ al menos de los niños.
tante próximos a los apóstoles para poder dar testimonio directo La escritura es una notación secundaria y simplificada. Ya el
del depósito que les habían legado» 39. lenguaje hablado es estilización y simplificación, aunque incluye
En la explicación de Grelot, el término «inspiración» está es­ múltiples elementos de tono y declamación, que no están regis­
trechado con el adjetivo «escrituraria»: es un carisma final para trados en nuestra notación escrita. Comparemos la notación lite­
fijar por escrito. Pero subordinado y dependiente de otros ca­ raria con la notación musical moderna, que indica el movi­
rismas de cultivo de la palabra: que a su vez dependen total­ miento, allegro, andante, presto, la intensidad, piano, forte, los
mente de la Palabra profética o apostólica. De esta manera cambios dinámicos, rallentando, accellerando, crescendo, dimi­
ofrece Grelot un contexto unitario, la Palabra, y una diferencia­ nuendo, los modos rítmicos, staccato, legato, etc. Realmente,
ción de carismas, y una inspiración en sentido estricto para es­ nuestra notación escrita de la palabra es bastante primitiva y
cribir. Está claro que esta última inspiración escrituraria no aproximada; y la razón es, en parte, que hemos descuidado la
puede ser tratada, sin más, con las categorías de los manuales. palabra primaria.
No queda tan claro cómo la actividad de muchos autores sa­
A esta serie de fenómenos, reunidos bajo el denominador de para-
pienciales es un carisma funcional al servicio de la Palabra profé­ lenguaje, ha dedicado sus trabajos George L. Trage. Véase una informa­
tica; ni está desarrollado el tema de la fijación de la Palabra. ción resumida de dicho autor: Paralanguage: A First Approximation, en
Vemos en Benoit y en Grelot el esfuerzo por distinguir la Language in Culture and Society. A Reader in Linguistics and Anthro-
actividad de hablar de la actividad de escribir, a propósito de la pology (Dell Hymes, Nueva York 1964).
inspiración. Ahora bien, ¿es legítimo hacer problema de una
cosa tan obvia? Todo el mundo llama a la Biblia Sagrada Escri­ La escritura es un sistema de símbolos de tercer grado — pa­
tura, sacra pagina, el término biblia significa libros, los autores labra interior, sonorización, notación gráfica— . Su función pri­
sagrados se llaman hagiógrafos, el Antiguo Testamento se cita maria es conservar la palabra.
sencillamente «la Escritura». Así se ha expresado una tradición Una vez que una cultura ha desarrollado el arte de escribir,
milenaria. ¿Intentamos descalificarla? la notación escrita comienza a desarrollar una serie de funciones
Antes de contestar al problema bíblico vamos a considerar peculiares, y puede influir recíprocamente en el lenguaje hablado
brevemente el hecho genérico del lenguaje, y el hecho de su rea- ’ («habla como un libro»): el autor del salmo 45 compara su len­
lización literaria, sin otra preocupación. gua a la pluma de un ágil escribano.
La escritura puede conferir a la palabra un valor jurídico:
contratos, desde la época sumeria. El texto escrito puede ser ins­
39 Ibid., pp. 364-365. trumento judicial, como testimonio. El texto escrito puede asu­
232 Hablar y escribir

mir una función mágica; textos de execración egipcios. La escri­ TEC N IC A S DE C O M P O S IC IO N

tura puede fijar el proceso fluido de la tradición oral. Frena el Una vez que la cultura desarrolla el arte de escribir, abarata el
proceso de variaciones fonéticas y aun semánticas. Tiende a con­ precio del papel — pensemos en los viejos palimpsestos, en el va­
vertirse en norma de una lengua: los buenos escritores derrotan lor dei papiro y el pergamino para los antiguos, comparado con
a los buenos hablistas. Influye en la pronunciación: capas so­ esa realidad cultural que se llama «cesto de los papeles»— , faci­
ciales que suben culturalmente. La escritura facilita la repetición lita la impresión; entonces se afirman dos técnicas distintas de
y difusión, manteniendo la unidad normativa del texto. composición literaria, que corresponden bastante al proceso
En nuestros días hemos llegado a la producción en serie de temporal.
libros: las grandes máquinas devoran y expelen industrialmente, La composición oral es normal en tiempos y culturas anti­
se lanzan «series» y «colecciones» a centenares» los editores aco­ guas. Emplea más fácilmente fórmulas estereotipadas, sencillas;
san a los autores. Por el otro extremo, en nuestros días renace utiliza artificios mnemónicos. Con estas formas logra una cierta
felizmente la palabra sonora, registrada en cintas y discos, repe- fijeza, que la transmisión oral se encarga de ablandar: en nues­
tible sin el intermedio de la notación escrita, sin el empobreci­ tros días podemos comparar los cantos populares orales con la
miento de los treinta caracteres y diez signos de puntuación. . música impresa. Correlativamente a la composición oral surge
En una cultura escrita ya lanzada y triunfante, algunos au­ un gremio de recitadores, rapsodas, con su técnica de la memo­
tores pierden la conciencia y la noción de la realidad primaria de ria y de la recitación, con un respeto básico y gremial por la
la palabra hablada. Piensan en letras y no en sonidos; y creen versión escogida como norma.
que el prójimo, aún el remoto en siglos, pensaba como ellos: De la composición oral primitiva, y su transmisión oral du­
«O. Jespersen explica cómo la mayoría de los lingüistas son im­ rante cierto tiempo, se pasa a la fijación escrita posterior, que
potentes frente a la lengua viva, porque confunden sin reflexión implica un reconocimiento, o que privilegia una de las versiones
lengua con escritura, y no son capaces de pensar en sonidos en variantes: pensemos en el entusiasmo por el folklore, despertado
vez de pensar en letras» 40. en el corazón de los románticos, y organizado en nuestros
Contra esto luchó Eduard Sievers con sus análisis sonoros días 42. Esta fijación escrita se pone al servicio de la sociedad, di­
(también en la Biblia); y toda la nueva tendencia estructural funde la tradición y la cohíbe, reduce variantes, y en cierto
parte de la lengua hablada sonora. Y los modernos estudios so­ modo se hace normativa (pensemos en los cuentos de Grimm).
bre la técnica de comunicación han impulsado grandemente la La composición escrita puede ser más rigurosa, y también
vuelta a la lengua hablada 41. más libre de formas estereotipadas, porque no las necesita para
Mucho de lo que dice Jespersen ha sucedido en el estudio de la persistencia ni para la memoria. Con facilidad emplea mate­
la Sagrada Escritura y en el pensamiento sobre la inspiración. riales literarios preexistentes: por ejemplo, nuestros libros inte­
Ahora nos toca repensar los problemas teniendo en cuenta este lectuales proceden en buena parte de otros libros (la cita cientí­
hecho tan capital como descuidado: que la palabra primaria es fica hasta el fetichismo).
oral. Finalmente sucede que la misma técnica de escribir influye
circularmente en el proceso de composición. Por ejemplo, escri­
bir a máquina puede imponer un ritmo más ligero de formula-

40 Cit por Fr. Kainz, Psychologie der Sprache, Vol V.


42 Sobre todo la sociedad finlandesa Folklore Fellows, con su publicación
41 Véase la información (ya algo atrasada) de J. B. Carroll, The Study of
Language (Cambridge, Mass. 1955), cap. 7. «F. F. Communications»; y una serie de sociedades y revistas nacionales.
234 Hablar y escribir Composición literaria en la Biblia 235

ción; un autor escribe a mano todos sus esquemas de conferen­ los preceptos, el decálogo, las bendiciones y maldiciones deben
cias o clases, redacta a máquina todos sus artículos, mientras que ser escritos: Nm 5,23; Ex 24; D t 4-5. Según la costumbre anti­
otro autor tiene un tempo de formulación sincrónico con el es­ gua, la escritura del contrato confiere a éste validez jurídica; lo
cribir a mano. Com o la palabra gráfica carece de muchas nota­ mismo podemos pensar que sucede en Israel. Además la escri­
ciones expresivas, se suple con otros recursos, y no se puede es­ tura ofrece un texto fijo y autoritativo para la renovación anual
cribir como se habla. Un caso extremo será el influjo gráfico en de la alianza. Por tanto, la escritura no es mera notación gráfica
la composición literaria: poemas escritos para ser vistos, poemas de una palabra, sino nuevo acto constitutivo de sentido, pues
en forma de pera, Rengifo, caligramas de Apollinaire... convierte la palabra en instrumento jurídico, en norma inmuta­
Hay autores, sobre todo poetas, que siguen componiendo ble, en testimonio futuro.
mentalmente: que es una forma de composición oral o no es­ A un orden semejante pertenece el registro. El libro de Josué
crita; y sólo se ponen a escribir cuando tienen en la cabeza el (véase el capítulo 18) describe el reparto por suerte de la tierra
poema completo. Lo ordinario, desde hace siglos, es la composi­ en lotes, y dice que este reparto se registra en una especie de ca­
ción por escrito, empleando el papel como terreno de tanteos y tastro. Tal como leemos la narración, el acto constitutivo de la
correcciones, hasta la fórmula definitiva. propiedad es la suerte divina, que asigna una parte de «su tierra»
a una parte de «su pueblo»; sólo que este acto divino queda ju­
rídicamente registrado. Aquí la escritura no es constitutiva, sino
C O M P O S IC IO N LITERARIA EN LA BIBLIA
que añade un instrumento jurídico a la posesión ya existente. En
K. Koch, Was ist Formgeschichte? (Neukirchen 1964) 85-100 y Die Pro- cambio, el registro de personas que describe el salmo 86 parece
feten, 2 tomos (Stuttgart 1978). Cf. igualmente L. Alonso Schókel, La tener valor jurídico constitutivo: desde este momento «han na­
Biblia como obra literaria: «Cultura Bíblica» 20 (1963) 131-148; id. So­ cido allí», quedan formalmente incorporados al pueblo, como
bre el estudio literario del A T : «Bíblica» 53 (1972) 544-566. ciudadanos con los mismos derechos; y por este acto, la ciudad
El arte de escribir era bien conocido (Jdt 8,14), existía el ofi­ de Sión queda constituida en madre de pueblos.
cio de escribano, se escribían los anales de corte. Se importaba el A veces la escritura asume una simple función de superar la
papiro y se preparaba el pergamino, o la piel; y se raspaba el distancia y el tiempo: primer caso las cartas, de las que tenemos
pergamino para volver a escribir (un palimpsesto encontrado en ejemplos en el Antiguo Testamento, y forman buena parte del
Qumrán parece ser del siglo VII a.C.). Se conocían las tablas de Nuevo; el segundo caso mira a la continuidad del pueblo sa­
madera o de metal para escribir con punzón (Job 19), y en caso grado. Y entonces el acto de escribir fácilmente convierte a la
de apuro se recurría a cascotes de loza (cartas de Lakis). Por palabra en testimonio. El salmo 102,17-19 recoge expresamente
otro lado, en las excavaciones de Palestina apenas se encuentra este valor de la escritura, que incluye la preservación y de algún
materia] escrito: o se ha perdido por la calidad del material (sólo modo el testimonio:
un clima como el del mar Muerto nos ha preservado el regalo de «Cuando el Señor reconstruya Sión,
Qumrán), o el material tendía a concentrarse en sitios oficiales, y aparezca en su gloria,
palacio y templo. y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
Otra serie de hechos nos dicen que algunos poemas bíblicos y no desprecie sus peticiones,
fueron ya escritos en los siglos X I y X a.C., como lo demuestran quede escrito esto para la generación futura
las huellas de ortografía histórica en contraste con la ortografía y el pueblo que será creado alabará al Señor».
fonética posterior (estudios de Albright, Cross y Freedman). La generación futura, la que será creada, no ha sido testigo
Veamos algunos testimonios de la misma Biblia. La alianza, de los hechos salvadores de Yahvé; en otros tiempos la procla-
236 Hablar y escribir La palabra 237

macion cúltica actualizaba los hechos pasados: «no vuestros pa­ la intensa actividad oral de los apóstoles, anterior o coexistente
dres, sino vosotros mismos... como el día de hoy» (Dt 5,3); con la actividad de escribir 43.
ahora va a cumplir la misma función la escritura, y ella podrá El análisis sonoro 44 de fragmentos proféticos y de otros pa­
mover al pueblo a la alabanza del Señor. El salmo 149 parece sajes poéticos demuestra que la composición se ordenaba a la re­
aludir a la sentencia judicial escrita: «Ejecutar la sentencia dic­ citación oral, eran poemas para sonar y resonar; por otra parte,
tada [ = escrita] es un honor para todos sus fieles»: quizás en­ el cuidado exquisito de la sonoridad y del ritmo muchas veces
tonces la escritura era un acto jurídico para la validez de la sen­ indica una fijación definitiva en este estadio oral: de modo que
tencia. la etapa escrita se contenta con añadir versos, notas, o componer
El carácter de testimonio que la escritura confiere a la pala­ unidades superiores. También el análisis demuestra que en el es­
bra está, muy claro en Is 8,16. En cuanto a la preservación de la tadio escrito sucede un proceso semejante de composición con
palabra, es muy significativo el episodio narrado en el libro de materiales previos; y aun da la impresión de que la composición
Jeremías (cap. 36). El rey atenta contra la perduración de la pa­ escrita utiliza con mayor libertad sus fuentes escritas.
labra profética, cortando el manuscrito y arrojando los frag­ Es decir, no se puede identificar sin más escritura con fija­
mentos al fuego; pero la palabra profética es superior a la ma­ ción: porque existe una fijación oral, y existe un proceso fluido
quinación regia, existe todavía en la memoria, y será de nuevo escrito. Tan importante como la técnica oral o escrita, puede ser
registrada para futuras generaciones. para la fijación el género de la obra. En efecto, hay géneros lite­
En la literatura sapiencial tenemos testimonios del arte de es­ rarios que exigen una fijeza definitiva, que son intocables: «No
cribir: en el caso de los Proverbios se trata de una actividad aca­ lo toques ya más, que así es la rosa», decía Juan Ramón. En
démica de recoger, incluso con variantes, aun colecciones previas cambio el género literario «chiste» exige una fijeza en la fórmula
y extranjeras. Actividad parecida a la de nuestros especialistas de final, en las palabras del juego, y deja amplia libertad creativa al
folklore, pero al parecer con intención religiosa. Como veremos narrador oral; y en el género dramático conocemos lo que se
en el capítulo siguiente, esta actividad también tuvo un carácter llama recitare a soggetto 45. Tenemos en la Biblia dos versiones
literario de componer una antología. Al final del Eclesiastés, un variantes de un mismo texto: salmo, proverbio; y en el extremo
discípulo testimonia sobre la actividad de componer del maestro: opuesto parece ser que el culto fijaba oralmente algunos textos.
«estudió, inventó y formuló muchos proverbios; procuró un es­ Como se ve, aun la función de fijar resulta compleja y varia.
tilo atractivo y escribió la verdad con acierto».
LA PALA BR A
En resumen, algunos testimonios bíblicos indican que el he­
cho de escribir no siempre es pura notación gráfica para la pre­ Supuestos estos datos, que muestran una relación complicada
servación, sino que además puede añadir un valor jurídico, de entre decir y escribir, respecto a los libros sagrados, los autores
instrumento, de testimonio, de norma.
Otra serie de hechos demuestran que parte de la literatura
bíblica tiene una prehistoria oral. La tarea básica de los profetas 43 Es, com o vimos, el argumento principal de J. B. Drey.
es proclamación: como se dice en el mandato divino, o como la 44 Véase, en mí libro Estudios de poética hebrea (Barcelona 1963) 71-117; ca­
descripción del «evangelista» o heraldo en Is, cap. 40: «levanta pítulo 3 «Estilística del material sonoro».
con fuerza la voz». En cambio me parece ilegítima la conclusión 45 Un ejemplo conspicuo de esta falta de fijeza verbal nos lo ofrecen los es­
tudios sobre los rapsodas populares de Serbia y Croacia. Albert B. Lord, The
de algunos; Dios manda a Jeremías que escriba sus oráculos,
Singer of Tales (Harvard University Press, Cambridge Mass. 1960). Cf. sobre
luego antes no había escrito nada. La cosa es posible, la conclu­ esto M. Eliade, De Zalmoxis a Gengis-Khan. Religiones y Folklore de Dada y de
sión es simplista. En cuanto al Nuevo Testamento nos consta de la Europa Oriental (Ed. Cristiandad, Madrid 1985) 167-191.
238 Hablar y escribir La palabra 239

recientes se apartan en la explicación real o en la terminología. Dios»; de modo semejante a como bajo la sombra del Espíritu
Benoit usa como término común «inspiración», dentro del cual María concibe, y «lo santo que de ella nace se llama H ijo de
distingue la «profética o apostólica = oratoria», la «escrituraria», Dios». Éste es el momento trascendental que constituye el hecho
y la comúnmente llamada «inspiración de la Escritura», que se en palabra, y en el mismo momento la palabra queda hecha pa­
compone de «cognoscitiva + escrituraria» o de «oratoria + es­ labra de Dios.
crituraria». Grelot toma como centro la palabra, y como tér­ Sólo que, como en la generación de la palabra, el proceso es
mino común «carisma»: reserva el término aceptado «inspira­ más vario y divisible que el proceso de la generación humana,
ción» al momento o etapa última de escribir, pero afirma la exis­ por eso el principio general se diferencia según los casos.
tencia de carismas previos para producir la palabra o para con­ En principio nos interesa sobre todo el momento trascenden­
servarla y elaborarla. tal en que el hecho se hace palabra: a él se refiere primariamente
el carisma. En concreto, este momento se sitúa o se desenvuelve
Y o también he preferido (independientemente) tomar como
centro la palabra (y sobre todo por esta razón he querido escri­ en diversas acciones.
A veces la composición oral es perfecta y definitiva, la nota­
bir un libro no sobre la «inspiración», sino sobre la «Palabra
inspirada»). ción posterior registra y conserva el texto. La composición
como tal tiene que ser inspirada.
Decía monseñor Edelby en su discurso conciliar (5-10-1964): A veces 46 la composición oral es válida, pero sujeta a re­
«La Escritura es una realidad litúrgica y profética; más que un formas y cambios en una tradición oral — controlada— , hasta la
libro es una proclamación, es el testimonio del Espíritu Santo fijación por escrito. La inspiración se extendera a los miembros
sobre el acontecimiento de Cristo, cuyo momento privilegiado de la serie que hayan contribuido literariamente, a partir del pri­
es la liturgia eucarística. Por este testimonio del Espíritu Santo mero. Y hay que admitir la posibilidad extrema de que todo lo
toda la economía del H ijo revela al Padre. La controversia pos- precedente se reduzca a materiales en manos del verdadero crea­
tridentina ha visto sobre todo en la Escritura una norma escrita; dor, que llega al final: hipótesis que nos lleva al caso siguiente.
las Iglesias orientales ven en ella una consagración de la historia A veces la composición es escrita, utilizando previos mate­
de salvación bajo las especies de palabra humana, pero insepara­ riales literarios, orales o escritos. Esta verdadera composición
blemente de la consagración eucarística, donde toda la historia se — no simple edición o colección— tiene que estar inspirada. Es
recapitula en el cuerpo de Cristo». difícil decidir, según los casos, cuánto del material previo estaba
Vamos a fijarnos sobre todo en el tema de la «consagración», inspirado; pero hay que dejar abierta la posibilidad.
y a trasponer este tema hacia el pasado. La historia es revela- A veces la composición es simplemente escrita. Esta compo­
ción, que prepara la venida de Cristo, la realiza, la prolonga; la sición está inspirada. Es el caso que suelen considerar los ma­
historia comprende en sentido lato todo lo que es hecho:
nuales.
sucesos, el pronunciar palabras, experiencias religiosas, la ora­ En todos los casos citados — y los que se puedan añadir—
ción del pueblo... Todo ello se encuentra primero en estado de hay que afirmar una acción del Espíritu que asegure la notación
evento, hasta que, por la acción de un escogido, cada uno de escrita. Pues en el orden concreto de la salvación, Dios ha que­
estos eventos se transforma en una realidad de lenguaje: en un rido que su palabra se nos conserve y transmita por escrito.
oráculo, un salmo, una narración, una meditación... La actividad
que transforma el hecho en palabra es actividad de lenguaje, en
sentido inclusivo. Ahora bien, esta actividad sucede bajo el ca­
risma del Espíritu, que proyecta su sombra fecunda; y por eso la 46 Esta enumeración quiere asegurar un mínimo. N o podemos excluir de
realidad «santa» o sagrada que «nace... se llama» palabra «de otros momentos la acción del Espíritu, ni tampoco podemos postularla.
240 Hablar y escribir

«Todas estas cosas les sucedían a ellos como figuras, y fueron C U A R T A PARTE
escritas para nuestra instrucción, a quienes nos ha tocado vivir
en la etapa definitiva». El hecho de escribir es parte al menos in­ la OBRA INSPIRADA
tegrante del proceso total de la inspiración; sin esta acción final
y definitiva no tendríamos Escritura en la Iglesia. De algún
jiáoa YQOKP'H Oeójive'uatog
modo, en esta acción final y definitiva se hace presente el «testi­
monio» del Espíritu.
El hecho de escribir añade o puede añadir a la palabra una
significación de norma definitiva, de incorporación a un con­ 10. La obra inspirada
texto mayor, sacro, total. Esta sustancial adición de sentido 11. La obra y su traducción
afecta realmente al ser concreto de la palabra, y como tal sucede
12. Recepción de la obra
bajo el carisma del Espíritu.
Recordemos otra vez el texto de Tertuliano: «Sus discursos,
los milagros que hacían para probar la divinidad, se conservan
en los tesoros escritos» 4 . Y el texto de Agustín: «Dios habló
primero por los profetas, después por sí mismo, después,
cuando le pareció conveniente, por los apóstoles; y estableció la
Escritura, que llamamos canónica, de máxima autoridad» 48.
Lo que de hecho está escrito tiene para nosotros la garantía
de la inspiración, «como tal ha sido confiado a la Iglesia» (conci­
lio Vaticano I). Como escrito lo recibe y nos lo entrega la Igle­
sia. Con toda la tradición podemos emplear devotamente la fór­
mula «Sagrada Escritura», junto a la fórmula «que habló por los
profetas».

Consumada la fijación escrita definitiva, continúa o comienza


el proceso de recitar, aplicar, interpretar: un proceso que puede
ser oral o escrito, un proceso vital y libre. Como tiene por ob­
jeto la obra ya terminada, este proceso nos ocupará en el
próximo capítulo.
Replanteado el problema en los términos precedentes, pone
en marcha nuevas cuestiones: por ejemplo, la relación entre tra­
dición oral y escrita. ¿Son posibles trozos o fórmulas verdadera­
mente inspirados, que no han llegado a la notación final por es­
crito? Si son posibles, ¿podemos descubrirlos y rescatarlos? Por
ahora me conformo con haber formulado las preguntas.

47 PL 1, 377.
48 PL 41, 318.
10
LA O B RA IN SP IR A D A

LOS LIBROS SAG RA D O S

De los dos textos bíblicos clásicos en el tratado de la inspira­


ción, uno se refiere a los autores: «movidos por el Espíritu
Santo hablaron los hombres en nombre de Dios» (2 Pe 1,20); el
otro se refiere a sus obras: «toda la Escritura está inspirada» (2
Tim 3,16). ¿Cuál de estas dos afirmaciones es primaria?
Puede decirse que los santos padres prefieren la segunda fór­
mula, sin exclusivismos:
«La Escritura es perfecta, pues ha sido dicha por el Verbo de
Dios y por su Espíritu» l.
«¿Cómo daría testimonio de él toda la Escritura, si no proce­
diese de un único Padre?... Por toda la Escritura está sembrado
el H ijo de Dios» 2.
«Imposible que no sean sagradas letras que no sólo santifican
sino aun divinizan. Por eso, a las Escrituras, o a los volúmenes
que constan de estas letras y sílabas sagradas, las llama el apóstol
inspiradas» 3.
El Nuevo Testamento, cuando cita el Antiguo, prefiere la
fórmula «Escritura» a los nombres de los autores, sin exclusi­
vismos.
Los comentaristas medievales, por su orientación hermenéu­
tica, prefieren la segunda fórmula. Toda la teoría de los cuatro
sentidos no la aplican los medievales a los autores, sino a los li­
bros, a las obras: el sentido alegórico y el tropológlco y el ana-
gógico están allí en el texto, visible para el cristiano que lee con

1 «Scripturae quidem perfectae sunt, quippe a Verbo Dei et Spiritu eius dic-
tae» (Ireneo. Adversus haereses 2, 28: PG 7, 804).
2 «Q uom odo testabantur de eo Scripturae, nísi ab uno et eodem essent Pa-
tre...» (Ireneo, Adversas haereses 2,28; PG 7, 100).
3 tegót yáQ (bg áXriOcbs t á teg oju n o im a x a í 0 e o jto io im a YQánjiaxa (Cle­
mente Alejandrino, Exhortación 9; PG 8, 197; GCS 1,65).
244 La obra inspirada ¿ Obra literaria? 245

fe. N o se plantean el problema de si el autor del Antiguo Testa­ mariamente a los autores y secundariamente a los libros, están
mento vio y pensó tales sentidos con la misma precisión. enunciando una prioridad temporal, y rechazando prácticamente
Cuando comienza la especulación escolástica sobre el carisma la teoría de una aceptación posterior 5,
profético, el problema se sitúa en la mente profética, concreta­ En el orden de la importancia de la intención, lo primario
mente en el conocimiento: de cognitione prophetica. Y la especu­ son las obras, y toda la labor de los autores y su vocación se or­
lación neoescolástica del siglo pasado se concentró en lo psicoló­ denan a la obra. Con algo de exageración podemos decir que no
gico, en la cabeza del autor: creo que con exclusivismo peli­ nos importa Jeremías, sino su obra: su obra como palabra de
groso. Dios.
La definición vaticana toma como objeto los libros, los Y así empalmamos con una tendencia de la investigación lite­
cuales «son santos y canónicos... porque, al ser escritos bajo la raria actual 6. Durante cierto tiempo la ciencia literaria consistía
inspiración del Espíritu, tienen a Dios por autor, y como tales en estudiar la vida y época de los autores; la obra se reducía a
han sido confiados a la Iglesia». Notemos el final: a la Iglesia no síntoma, incluso para un análisis de psicología profunda y aun
le han sido confiados los autores, sino sus obras; y ésta es la de patología. De modo semejante estudiaron algunos comenta­
realidad que perdura viva en la Iglesia. dores racionalistas «las extrañas experiencias de los profetas».
Los manuales de inspiración, por su enfoque especializado, H oy día afirman los estudios que el objeto de la ciencia literaria
«la moción del Espíritu», apenas tocan esta cuestión. es la obra literaria; que el autor y la época, y la sociología y la
En una visión amplia, es conveniente equilibrar el enfoque ideología, interesan en cuanto hacen comprender la obra.
psicológico con un enfoque más literario 4. En un cierto ambiente se estimaba como gran hazaña demos­
trar que tal obra no es de N . L., sino de P. L., y con esto se
«No seáis como vuestros padres, a quienes predicaban los anti­
concluía la investigación. Ahora decimos: aunque sea de P. L.,
guos profetas:
merece ser estudiada; aunque sea de N . L., no merece ser estu­
“Así dice el Señor: Convertios de vuestra mala conducta y de
diada.
vuestras malas obras”,
pero no me obedecieron ni me hicieron caso — oráculo del Señor. Todas estas razones, bíblicas y literarias, nos inducen a tratar
Vuestros padres, ¿dónde están ahora?; en capítulo aparte las obras inspiradas.
vuestros profetas, ¿viven eternamente?
Pero mis palabras y mis preceptos, ¿O B R A LITERARIA?
que mandé a mis siervos los profetas,
¿no es verdad que alcanzaron a vuestros padres, R, Ingarden, Das literarische Kunstwerk (Halle 1931). Se trata de un
análisis fenomenológico.
de modo que se convirtieron diciendo:
“Como el Señor de las huestes había dispuesto tratarnos,
por nuestra conducta y obras, así nos ha sucedido”» (Zac 1,4-6).
5 A . Bea, Notae historicae et dogmatícete, 6.
6 Es el enfoque que dirige la obra de R, Wellek / A . Warren, Teoría Litera­
Podemos acomodar estas palabras a nuestro caso: ¿dónde es­ ria (Madrid 1953; original, Nueva Y ork 1949), que se divide en dos partes: el
tán los autores sagrados?, ¿acaso viven todavía, dentro de la acercamiento extrínseco y el acercamiento intríseco a la literatura. Es la tenden­
Iglesia terrena? Pero sus palabras llegan hasta nosotros, y sus li­ cia de Leo Spitzer y de buena parte del New Criticism. Información sobre ten­
dencias: M. Wehrli, Allgemeine Literaturwissenschaft (Zurich 1951). Sobre mé­
bros viven en la Iglesia. todos de análisis: S. E. Hyman, The Arrried Vision. A Study in the Methods of
Cuando los tratadistas dicen que la inspiración se refiere pri­ Modem Literary Criticism (Nueva Y ork 1947); H . L. Arnold / V. Sinemus
(eds), Grundzüge der Literatur - und Sprachwissenschaft, I. Literatur wissens-
4 Ch. Pesch, op. cit., n.° 468. chaft (Munich 41976).
246 La obra inspirada ¿Obra literaria? 247

H . G. Gadamer, Verdad y método (Salamanca 1977), en especial 2.a sólidamente en un drama de Lope, casi copiando trozos enteros;
parte. y recordemos los ejemplos citados antes de san Juan de la Cruz,
R. Wellek / A. Warren, Teoría literaria (Madrid 1953), capítulo X II. y el de las plagas de Egipto.
Dámaso Alonso, Poesía española. Ensayo de métodos y límites esti­ O tra diferencia se podría encontrar en la intencionalidad. Se
lísticos (Madrid 1950). dice que la obra literaria es desinteresada, toda para la contem­
L. Spitzer, Lingüística e historia literaria (Gredos, Madrid 1982). plación y no para la acción. Y lo que tiene de contemplación se
W. Kayser, Interpretación y análisis de la obra literaria (Gredos termina en la obra, como mundo cerrado y justificado en sí
41985).
C . Bousoño, Teoría de la expresión poética. 2 vols. (Gredos 71985).
mismo. En cambio, los autores bíblicos sienten la urgencia de
I. A. Richards, Poetic Process and Literary Analysis, en Style and
proclamar el mensaje, de influir; con lo cual rompen la clausura
Language (Cambridge, Mass. 1966) 9-23. de la obra.
Les chemins de la critique, dirigido por Georges Poulet (París 1967), Quiere decirse que las obras de la Biblia tienen que ser com­
especialmente caps. II, V, VII y XII. paradas con otro tipo de literatura, que también realiza obras: li­
teratura comprometida, de mensaje, de acción. Y esto bastaría
La lengua literaria de ordinario se actualiza en una obra lite­ para justificar la comparación. O tra vez valga el ejemplo defini­
raria. Fuera de la obra literaria, la lengua literaria puede prestar tivo de san Juan de la Cruz: «le tenía sin cuidado el arte por el
sus servicios ocasionales: a la conversación, a la técnica. Y en­ arte y aun el arte a secas» 7, no intentó hacer «obras de arte», y,
tonces puede suceder que la conversación se vuelva brillante, sin embargo, ¿hay algo que se acerque a sus poemas, en toda la
casi obra de arte — como cuentan de Cocteau— , o puede suce­ poesía cristiana?
der que las formas literarias se lexicalicen y pierdan su tensión. Insistamos en la intencionalidad. Cuando P. Valéry protesta
También sucederá que la técnica se convierta en obra pedagó­ que él no intenta decir, sino hacer (poiema, poiesis), está reaccio­
gica, con virtudes literarias, capaz de ocupar un puesto de se­ nando contra una actitud exagerada de expresivismo, que podía
gundo orden en la historia de la literatura — la historia natural llegar hasta el desprecio de la forma. Y en su reacción, exagera
de Buffon— . en dirección contraria — ¿no dice nada el Cementerio marino?— .
En la obra adquiere consistencia objetiva la intuición del Más matizado, Rilke pide al poeta que «diga en vez de que­
poeta, o novelista o dramaturgo, y los materiales del mundo y jarse», que se transforme, como un cantero, en la calma de la
de la vivencia seleccionados; su consistencia son formas de len­ piedra. D e modo general podemos decir: el poeta o el artista se
guaje, esencialmente significativas, comunicables. entrega inmediatamente a la elaboración de la obra, de modo
¿Sucede lo mismo en la Sagrada Escritura? Ya dije que una que, por un tiempo, la obra ocupa el primer plano o la concien­
gran parte de la Biblia emplea un lenguaje literario. ¿Está este cia entera. Esta intencionalidad inmediata de ningún modo ex­
lenguaje configurado en una serie de obras literarias? Antes de cluye otra superior, o latente, que, a ratos, puede acceder al pri­
iluminar las obras bíblicas con el hecho de la obra literaria, con­ mer plano de la conciencia: una intencionalidad genérica de ser­
viene delimitar las analogías. vicio al hombre, al ser, a Dios. Lo que sucede es que esta inten­
La obra del Antiguo Testamento puede diferir de obras mo­ cionalidad genérica ejercita su influjo precisamente en la consu­
dernas en su proceso de producción: por ejemplo, cuando es el mación de la obra.
resultado de dos elaboraciones sucesivas, hechas por diversos au­ San Juan de la Cruz hizo muy bien su poema: si le costó o
tores, y de una composición última hecha por un cuarto autor, no mucho trabajo, es cosa sin importancia. También es posible
esa obra no es como una novela de Mauriac. Pero el proceso no
es la obra, y por el proceso bíblico también se puede desembo­ 7 Dámaso Alonso, Poesía española. Ensayo de métodos y límites estilísticos
car en obra. Recordemos que El alcalde de Zalamea se apoya (Madrid 1950) 280; y véase todo el capítulo sobre san Juan.
248 La obra inspirada ¿ Obra literaria f 249

en el caso de san Juan que la presencia de Dios fuera avasalla­ Algunos piensan que hablar de poemas bíblicos, y de obras
dora incluso durante la confección del poema. Lo importante es literarias bíblicas, y de la Biblia como literatura, es quitarle im­
que esta presencia no destruyó, sino exaltó la capacidad poética portancia: es decir, quitarle la importancia reveladora, y por
y artesana del autor, le empujó a hacer bien la obra. Los grandes tanto aniquilarla. Claro está que metódicamente es posible un
poetas, con una grande devoción por la obra que creaban, han análisis estilístico paralelo al lingüístico, al margen de la condi­
realizado una gran ambición de conocer, decir, manifestar. ción profunda de la Escritura. N o me refiero aquí a esta especia­
El arte por el arte, como profesión explícita, puede ser una lización metódica. Hablar de la Escritura en términos de obra li­
reacción antirromántica y una depravación humana; que recibe teraria no es quitarle importancia 10.
su castigo dialéctico en pobreza artística — salvo una dichosa in­ ¿Pero no es falsificar los hechos? Es difícil leer la carta de
sinceridad o una inconsecuente infidelidad al motivo— . Es decir, Santiago como obra literaria, y lo mismo muchas exhortaciones
la supuesta oposición de intencionalidad es gratuita; o bien re­ de Pablo. Aun en estos casos, podemos mantener la denomina­
fleja una mentalidad contra «el arte por el arte», una mentalidad ción «obras», como lo prueba el uso litúrgico que tuvieron
que parte de un planteamiento superado. Al profeta lo que le desde el principio. En ellas no se trataba simplemente de despa­
importaba era proclamar el oráculo de Dios: luego nunca pensó char un asunto, sino de manifestar en un momento el ser de la
en componer un poema. La lógica de este raciocinio es admira­ Iglesia. Como solución de un asuntillo, no han pasado a los li­
ble. Al profeta le importaba proclamar el oráculo de Dios: y por bros de la Iglesia. Actualmente se intenta ensanchar el campo de
eso hizo bien su oficio literario. la literatura incluyendo en él también la «literatura funcional»,
Es posible abordar la cuestión en otro plano. En la obra de como la carta y el sermón, las memorias y el ensayo, el artículo
lenguaje el espíritu se manifiesta creando, y manifiesta un y la conferencia. Sobre ello informa brevemente H . Belke, en H .
mundo recreado. Toda obra de arte es creación de un mundo L. Arnold / V. Sinemus (eds), Grundzüge der Literatur-und
por imposición de forma: y toda creación humana es reveladora. Sprachwissenschaft I (Munich 1976) 320-341.
En este sentido se afirma que el arte es esencialmente expresión Es decir, que vamos a tomar el término «obra» con ampli­
(no precisamente expresividad), o que es lenguaje. La obra lite­ tud, para que abarque una plática y una alianza. Con estas preci­
raria, al trasponer el mundo utilitario o biológico a un mundo siones, me parece legítimo abordar una descripción de la obra,
de representación, lo despoja de su contingencia y lo hace pro­ según algunas características más notables: al pasar a la Biblia,
fundamente significativo: hace patente su verdad de ser, no pre­ por analogía, aceptaré las salvedades necesarias.
cisamente en proposiciones (que no se excluyen), sino por repre­
sentación 8. Cuando decimos que una obra es falsa, no nos refe­ ¿Qué es la obra literaria en su realidad genérica? El capítulo XII
rimos a sus proposiciones. En este sentido, comparar la Escri­ del libro de Wellek y Warren expone ampliamente la cuestión, y
tura a la obra de arte no es despojarla de significación, sino todo aquí me basta con resumirlo. La obra literaria no son los mate­
lo contrario. La realidad del emperador asirio, conquistador so­ riales, ni la suma de ellos; no es el texto escrito, que no es más
berbio y satisfecho, queda irremisiblemente manifiesta a la luz que notación; ni es rigurosamente el texto recitado, que como
de Dios, en la representación del poema de Isaías (capítulo 10) 9. concreto es siempre un individuo distinto; no es la experiencia
del lector, que se-multiplica y cambia; ni es la experiencia del
8 Véase Charles du Bos. Q u’est-ce la littérature?, 1938, cap. IV ; y el libro ci­ autor, que pudo quedar a medio objetivar; ni es la intención del
tado de Laurence Lerner, The Truest Poetry: Wkat is Literature? (Nueva York
1964). Para la vertiente hermeneutica de la cuestión puede verse mi artículo Her~
meneutical Problems of a Literary Study of the Bible: VTSup 28 (1975) 1-15. 10 Puede verse sobre esto el cap. I de mi libro La traducción bíblica: lingüís­
9 Tres imágenes de Isaías: EstBi 15 (1956) 74-79. tica y estilística (Ed. Cristiandad, Madrid 1977), en especial pp. 18ss.
250 La obra inspirada Estructura múltiple 251

autor, que pudo quedar en buena intención; ni es la múltiple ex­ obra en cuestión: poesía, prosa, oratoria, himno, exposición
periencia social de la obra. doctrinal, narración... Y debe quedar sitio para elementos intro­
La obra literaria es un sistema preciso de palabras, ordenado ducidos en la obra, según afecten positiva o negativamente el
y significativo; es una estructura, o un sistema de estructuras. sentido total; y para los casos en que una composición posterior
Como estructura hecha, es un acto realizado, y al mismo tiempo no haya armonizado todos los elementos previos. La ventaja del
es una potencia que pide ser actualizada. A este sistema se refie­ caso ideal es que nos permite una descripción más amplia, y
ren la notación gráfica, las lecturas, las recitaciones. alerta nuestra sensibilidad y sentido crítico para una gama ex­
Esto se aplica a la obra unitaria, nacida de una única intui­ tensa, Mientras que partir de lo mínimo nos puede exponer a
ción central, y a la obra que ha resultado de composición lúcida sordera parcial, a daltonismo. Como si en la música sólo contá­
de materiales previos, y también a la obra de colaboración con ramos con la melodía: aunque el canto monódico sea una fre­
una cabeza o principio rector. En escala diversa se aplica a un cuente realidad, no puedo tomarlo como norma universal, sino
simple proverbio, a un poema de dos versos (Juan Ramón, que mi entrenamiento debe extenderse también a la armonía,
Móntale), a Guerra, y Paz, a un construidísimo auto sacramental contrapunto, timbre, etc.
de Calderón. De lo dicho se sigue el carácter de la pluralidad. N o es posi­
ble agotar la percepción y el análisis de una obra tomando sólo
ESTRUCTURA M ULTIPLE un aspecto: lo conceptual, lo emotivo, lo imaginativo, los perso­
najes, la acción, la intención de influir. Por necesidades de mé­
La obra literaria es una estructura múltiple. Eso quiere decir que
posee diversos planos. En un caso ideal, los diversos planos se todo o por entrenamiento sistemático, puedo seleccionar un as­
corresponden, en armonía o en contrapunto, en acorde o en di­ pecto, con tal de no olvidar que es un aspecto, nada más; y que,
sonancia resuelta. al aislarlo, ha sufrido una cierta deformación, por pérdida de re­
Está el plano sonoro, con múltiples valores expresivos, li­ ferencias. De la riqueza de la obra puedo extraer un elemento;
gados al sentido, aparte el halago sensible; y el plano rítmico, por mi natural inclinación, por mi particular estado de ánimo, o
como objeto de estudio. Lo que no puedo hacer es identificar el
con su valor formal y expresivo, ordenador y marco de referen­
cia en el orden, con su flexibilidad para registrar y manifestar extracto con la obra. Esta pluralidad admite grados.
movimientos de la emoción; está el plano de significados, con Hablando de la inspiración, afirmaba que el proceso inspi­
sus círculos concéntricos de connotaciones, de resonancias, que rado se ordena a la obra como a término. Suponiendo el caso
la combinación puede poner en trance; y el plano de las imá­ máximo de una obra bíblica plural y rica, ¿qué decir de su inspi­
genes, como descubrimiento y manifestación de las analogías del ración?, ¿habrá que pensar que sólo uno o algunos planos están
ser, como enlace inesperado y fecundo; el plano de formas par­ inspirados?, ¿habrá que descartar, por ejemplo, la función expre­
ciales de desarrollo, recibidas en herencia, renovadas, innovadas; siva del lenguaje actualizada en un ritmo?, ¿habrá que podar las
y el de formas totales, que llamamos géneros; y el plano de connotaciones, cercenar*las alusiones, para obtener las significa­
ideas y pensamiento y concepciones. ciones conceptuales puras, como único elemento inspirado?, ¿o
En esta trama verbal se hacen presentes y manifiestos lo inte­ más bien habrá que considerar la obra inspirada en su concre­
lectual, lo imaginativo, lo emotivo, y actúan las tres funciones ción total, cada plano según su naturaleza y función en el sis­
del lenguaje. Dámaso Alonso ha descrito con gran sensibilidad y tema?
experiencia literaria esta riquísima trama, descubierta en casos Afirmar que todos los planos de la obra concreta caen bajo
egregios de poesía. Si queremos extender su descripción, nos la inspiración no es nivelar todos los planos: no es elevar a pro­
hará falta limitar y seleccionar aspectos, según la calidad de la posición infalible una quiebra rítmica expresiva. Cuando de­
252 La obra inspirada Estructura múltiple 253

cimos que la naturaleza humana de Cristo está asumida por la que semeja la hondura de océano profundísimo.
Persona divina, por un lado no excluimos de la encarnación Mesa abastecida es la Sagrada Escritura...
miembro alguno, ni órgano ni tejido; por otro lado no apiso­ N o tienen fin sus hondas riquezas.
namos en masa uniforme el complejo organismo del hombre Tan imposible es explicar las delicias de esta mesa
Cristo. Cada miembro y órgano y tejido están asumidos, según como sorber el océano hasta el fondo.
su función particular: la lengua para hablar, las manos para cu­ La Sagrada Escritura, como río impetuoso,
rar, los pies para andar, unos nervios para sufrir, la sangre para llena la hondura de la mente humana
derramarla. Y paralelamente hablaríamos de su mundo afectivo: y de tal forma la desborda,
que sacia al que bebe y nunca se agota.
tedio y temor, cariño y compasión, indignación y misericordia.
Se dilata con la inmensidad de los misterios.
De modo análogo debemos pensar la obra, que es una imagen
¡Admirable profundidad la de tus palabras!
del hombre: su concreción entera está inspirada, cada elemento
según su función en alargarnos la revelación de Dios. Y si nos Los santos padres y los doctores medievales derivan esta ri­
parece que con ello la simple y espiritual y purísima intelección queza del hecho de la inspiración, de su divinidad. Ahora bien,
de Dios queda humillada, aceptemos este misterio de humilla­ esa riqueza no reside en la Sagrada Escritura a contrapelo de la
ción o «vaciamiento» como revelación de amor. Junto al bumi- acción humana; no es un tesoro que Dios esconde en la obra,
liavit semetipsum de la encarnación, repiten los padres el escon­ mientras el autor humano está durmiendo o distraído; sino que
dimiento de la divinidad «en la humilde expresión». la pluralidad se encarna de algún modo en la obra. Podemos de­
Pero los padres, por otra parte, y tras ellos un coro unánime cir, continuando el pensamiento de los padres, que la pluralidad
de autores medievales, exaltan la riqueza de la Escritura: es un de la obra está asumida por la inspiración, para manifestar la
bosque, un océano, un banquete, un cielo que ensancha sus pluralidad de la revelación divina. Y con el propósito de com­
fronteras: pletar esta explicación podemos añadir la teoría medieval de los
«infinita sensuum silva» cuatro sentidos y de los diversos modos.
«latissiman scripturae silvam» Que hable en nombre de muchos san Buenaventura: «Su an­
«in tanta profunditate, velut altissimo pelago» chura consiste en la multitud de sus partes, su longitud en la
«Mensa divitis sacra Scriptura est... cuius divitiarum altitu- descripción de tiempos y edades, su altura en la descripción es­
dinis non est finis» calonada de las jerarquías, su profundidad en la multiplicidad de
«Huius mensae delicias tam impossibile est explicare, sentidos e inteligencias...
quam universum abyssi pelagum absorbere» »[La Escritura tiene esta multiplicidad de sentidos] a causa de
«Scriptura sacra, morem rapidissimi fluminis tenens, sic su múltiple tema... pues su tema, en cuanto a la sustancia es
humanarum mentium profunda replet, ut semper exun- Dios, en cuanto al poder es Cristo, en cuanto a la acción es la
det; sic haurientem satiat ut inexhausta permaneat» obra redentora, y en todo" es el objeto de la fe... [También tiene
«mysteriorum immensitate extenditur» múltiples sentidos] a causa de los oyentes... para reprimir a los
«Mira profunditas eloquiorum tuorum!» n . soberbios, rechazar a los inmundos, evitar a los embusteros, ex­
Selva infinita de sentidos; citar a los negligentes... abarca todo entendimiento, condes­
selva dilatada de la Escritura, ciende a todo entendimiento, sobrepasa todo entendimiento, ilu­
mina e inflama con sus múltiples rayos todo entendimiento que
la contemple con atención... A causa de su principio, pues pro­
11 H . de Lubac, Exégése médiévale I, 119-128; «Mira profunditas» cede de Dios por Cristo y el Espíritu Santo, que habla por la
254 La obra inspirada Pluralidad estructurada 255

boca de los profetas y de los demás que escribieron esta doc­ ción humilde; otros, fuera del contexto general, nos resultarán
trina. Com o Dios no sólo habla con palabras sino también con pobres. Un libro de ceremonias no aspira a ser una obra literaria
hechos, porque su decir es hacer y su hacer es decir, y todas las rica y compleja, y no es lectura recomendable para encender el
criaturas, como efectos de Dios, sugieren su causa, por eso en la espíritu. Pero un libro de ceremonias, referido al culto, que es
Escritura que Dios ha dado, no solo deben significar las pala­ su contexto, cobra sentido y puede descubrir profundidades teo­
bras, sino también los hechos. Cristo maestro, aunque humilde lógicas insospechadas. Esto se puede decir de buena parte del
en la carne, era alto en la divinidad: por eso él y su doctrina Levítico. Una experiencia y un buen consejo pueden agotar
juntaban la humildad del lenguaje con la profundidad del sen­ pronto sus haberes; pero integrados en una serie, pueden contri­
tido... También el Espíritu Santo ilustraba y revelaba de modos buir a una válida iluminación de la vida humana: esto sé puede
diversos en el corazón de los profetas: ninguna inteligencia se le aplicar a proverbios sueltos y a su colección.
esconde, y fue enviado para revelar toda la verdad; por eso su Los dos extremos son peligrosos: un entusiasmo maximalista
doctrina debía esconder en una forma múltiples sentidos... A y un escepticismo minimalista; y no se puede decir que el escep­
causa del fin, porque la Escritura dirige al hombre en el conocer ticismo sea mejor guía para comprender que el entusiasmo.
y obrar, para que llegue a lo que espera...» 12.
El texto de Buenaventura apunta hacia los cuatro sentidos, P L U R A L ID A D E STRU CTU R AD A
que era el método aceptado de desentrañar las riquezas de la Es­
critura. Al elevarse de la práctica a razones de conveniencia, nos En segundo lugar, hay que notar que la pluralidad de la obra
ofrece un horizonte teológico 13. está organizada en estructura, la obra es unidad gestáltica, que
sólo un análisis secundario divide. De donde se sigue que el lec­
También hay que notar que la riqueza se refiere a la integri­
tor no podrá percibir realmente la obra, si no repite lo que Dá­
dad de la Escritura, y no se aplica sin más a cualquiera de sus
maso Alonso llama la «intuición totalizante» 14. Dámaso Alonso
partes. Hay trozos que, en el contexto general, tienen una fun­
habla de la poesía que ha procedido de una intuición total: sus
12 Breviloquium, en «Obras Completas» 6 (BAC, Madrid) 170ss, palabras tienen aplicación analógica donde quiera que haya obra,
13 La riqueza no proviene exclusivamente de la calidad de ía obra literaria. aunque esa obra haya procedido por cálculo o composición o
Una simple fórmula, un simple enunciado de verdad, pueden ser ricos y fe­ imitación. Donde sólo tengamos suma de frases yuxtapuestas, no
cundos, pueden decir mucho en pocas palabras. Sobre todo, cuando el enunciado
tenemos obra, ni podemos leerlo como obra; la única lectura
abarca un amplio horizonte humano. En tal caso, la riqueza de la fórmula o
enunciado se desarrolla por sucesiva articulación. Estamos en el caso de una posible será por percepciones autónomas y separadas.
grande, poderosa intuición inicial, enunciada en fórmula simple. Aquí entra el concepto delicado -e inevitable de contexto.
Por otro lado, la calidad de obra puede ser fuente de riqueza, aunque la obra Una antología que un buen poeta hace de sus versos es en teoría
no sea rigurosamente literaria. Esto sucede a las grandes construcciones intelec­ una yuxtaposición gráfica sucesiva de poemas autónomos. Sin
tuales, que pueden poseer una riqueza inmensa — a pesar de errores parciales— y
embargó, la selección y colección crea un contexto total, capaz
por encima de la mera suma de enunciados. La Suma Teológica de santo Tomás
y La Ciudad de Dios, la construcción de Hegel y un auto de Calderón son ricos de iluminar por analogías, correspondencias, dinamismo, dialéc­
en su categoría de obras, y todas realizan una semejante belleza intelectual. tica, los poemas singulares. Leo los primeros versos de Juan Ra­
Ciertamente corresponde la categoría de obra, en sentido amplio, a la carta a món, y recorro toda su Antolojía, y vuelvo a las primeras pá-
los Romanos, a la carta de los Hebreos (A. Vanhoye ha mostrado su artificiosa
construcción). La moderna técnica que investiga la redacción de los evangelios,
Redaktionsgescbichte, está llegando a importantes resultados en esta dirección de 14 Dámaso Alonso, Poesía española. Ensayo de métodos y límites estilísticos
obra. En otros casos, por ejemplo Ben Sirá, no apreciamos la calidad de obra, al (Madrid 1950). Aunque no podemos exigir que la visión del lector coincida con
menos por ahora. Pero bien puede suceder que el futuro nos traiga agradables la del autor. Hago notar que estas páginas se escribieron antes de la boga del es-
sorpresas. tracturalismo.
Pluralidad estructurada 257
256 La obra inspirada
Biblia, y muchas veces no coincide con el nuestro. Por su carác­
ginas, y encuentro una nueva luz. Aquí existe un elemento unifi-
ter de revelación pública, viva y perdurable, es más importante
cador previo: la persona idéntica del poeta; y un elemento unifi-
en ella un tipo de unidad superior, que de algún modo tras­
cador secundario: la selección y ordenación,
ciende a los autores individuales: unidad de proyecto en el plan
Otro caso: un antologo selecciona y reúne poesías de una es­ de Dios, unidad histórica, coherente y dialéctica, unidad de
cuela, una época, un tema. Con lo cual crea un contexto de uni­ transformación sucesiva por asunción y trasposición, unidad de
ficación secundaria, que depende también de su sensibilidad y cristalización final en la Iglesia. Esto es una razón más para no
gusto. También este contexto posee fuerza iluminadora. Pero si quedarse en un psicologismo, es decir, para no encerrarse en la
el antologo es un irresponsable, no creará contexto sino confu­ mente del autor, como recinto único o definitivo de explicación.
sión; y si echa versos y estrofas y títulos y notas en un som­ Esta unidad trascendente no anula las estructuras individuales,
brero, los revuelve, los va sacando y disponiendo como salen, autor y obra, sino que las asume. En cuanto a los varios tipos de
entonces dudo que valga la pena leer y estudiar su «obra». No unidad, no son problema grave para la percepción.
pienso que esta última sea la ontogénesis de la Sagrada Escritura; Porque de la unidad estructural se sigue otra consecuencia
en cambio sí es frecuente el caso de la antología sucesiva y pos­ interesante: que es posible llegar al centro de la obra por di­
terior. versos accesos; y alcanzado el centro, es posible percibir la uni­
¿Puede llamarse esta antología «obra»? En un sentido analó­ dad desde dentro. Quiero decir, desde dentro de la obra, no
gico, sí; y en este sentido también posee su riqueza y estructura; precisamente desde dentro del autor. Tolstoi empleaba la imagen
y en este sentido también puede ser leída y analizada. Esto es lo de convergencia: «En una obra de arte lo importante es que
que hace la exégesis cuando compara pasajes, fórmulas, es­ tenga una especie de foco, un punto adonde convergen y de
quemas, temas. Y esto es lo que hace la liturgia cuando opera donde salen los rayos» 15.
una nueva elección y ordenación de unidades menores. A veces la obra misma abre una puerta preferente, a veces se
La percepción unitaria del lector es el resultado de una lec­ defiende colocando por fuera un plano menos importante; a
tura sucesiva e íntegra de la obra, porque la obra literaria es veces es la sensibilidad temperamental del lector o del analítico
esencialmente temporal, como su medio que es el lenguaje. Pero quien selecciona la puerta de acceso. A veces los investigadores
su unidad temporal no es la suma de momentos ni de lecturas se ponen muy serios para anunciar que finalmente han dado con
parciales autónomas. Aunque practicamos la etapa analítica de la clave: no es soberbia, sino entusiasmo de especialista. La reali­
aislar unidades y explicarlas por separado, subimos después a la dad es que la Biblia, como obra total, y sus partes, como uni­
etapa sintética, de visión unitaria. Por ejemplo, primero, método dades reales, abren muchas puertas para que el pueblo de Dios
de formas: etapa analítica de aislar unidades previas + compara­ pueda penetrar en su recinto sagrado. La actividad pastoral se
ción sinóptica tipológica; segundo, método de redacción: análisis encargará de mantener abiertas las puertas y de encaminar hacia
y visión unitaria de cada evangelista, integrando los resultados ellas al pueblo de Dios.
del método precedente, apoyándose en constancias internas y en L q dicho vale según el carácter de las obras: habrá algunas
diferencias sinópticas; tercero, teología de los sinópticos, como que posean una única puerta, y ésta apenas transitable para toda
visión unitaria e integración de resultados previos. En cambio, clase de personas sin distinción. También las unidades menores
en la liturgia la etapa de unidad domina totalmente: ciclo litúr­
gico, misterio de Cristo, historia de salvación; como veremos 15 En esto se basa el método de lectura e interpretación de Leo Spitzer.
más tarde, esta unidad se debe en gran parte al carácter de repe­ Vcasc la descripción de R. Wcllck en Style in Language , pp. 408-419; y de
tición y representación de la liturgia. H. Hatzfeldt, Stylistic Criticism as art-minded philology: «Yale French Studics»
2 (1949) 62-70.
En resumen, el tipo de unidad o estructura es variable en la
17
258 La obra inspirada Consistencia 259

de la Sagrada Escritura difieren en claridad, en poder de mani­ obras de circunstancias, para una generación; tantos profetas no
festación: la liturgia siempre ha sido selectiva. escritores pronunciaron sus oráculos como palabra de Dios.
Cuando san Pablo afirma: «Todo esto les sucedía en imagen, y
C O N SIST E N C IA ha sido escrito para nosotros, a quienes ha tocado vivir en la
etapa definitiva», habla asertivamente de los hechos que lee es­
Una segunda cualidad de la obra literaria es su consistencia. Por
critos en la Biblia, no exclusivamente. Bajando de la mera posi­
ser una obra conclusa, se sostiene a sí misma, en cuanto obra; lo
bilidad, ¿es probable que el Espíritu Santo haya procedido de
que no excluye su apertura al público o al contexto de uso vital.
esta manera? En la teoría del canon de Geiselmann, éste sería el
La forma da consistencia a Ja obra, o es su consistencia. «Sola­
caso real: la Iglesia ha escogido, entre muchas obras inspiradas,
mente la forma recibe y retiene y preserva la sustancia», dice
Henry James 16. las que necesitaba o le convenían — como la naturaleza es pró­
diga en flores y semillas, así el Espíritu Santo 18— . En cambio
Recordemos lo dicho sobre el lenguaje de la conversación.
otros autores quieren deducir del carácter de la inspiración su ri­
Aun cuando no sea utilitaria, la conversación se agota en su
gurosa economía.
fluir. Su influjo puede ser profundo, decisivo en una vida; aun
Por lo que sabemos hoy sobre la formación de la Biblia, es
así, la conversación existe pasando y para pasar (aunque un mag­
razonable pensar en obras inspiradas no perdurables; más allá de
netófono indiscreto la registre). Una entrevista periodística no es
esta probabilidad no podemos afirmar nada. Por otra parte, la
simple conversación, sino forma literaria particular, y en este
pregunta es un poco académica, y sólo indirectamente ilumina­
sentido es obra; como son obra las conversaciones de Ecker-
dora; porque, cuando hablamos de la Sagrada Escritura, nos re­
mann con Goethe.
ferimos a los libros que «como tales han sido encomendados a la
Por el contrario la obra quiere subsistir, y subsiste realizada
Iglesia».
en el sistema de formas dei lenguaje. El medio se vuelve consti­
tutivo y revelador: en este sentido se puede leer la distinción de La subsistencia la posee la obra por su realización en sistema
Lützeler: «En la ciencia la lengua sirve al sentido, en la poesía la de palabras, no precisamente por la notación escrita. Puedo con­
lengua, hace sentido» (sinndienend, sinnbildend) 17. servar artificialmente una conversación en un disco, y esta dura­
Mientras el diálogo unía a dos personas con su fluir, la obra ción que le añado es gratuita; se puede perder la gran obra dra­
queda ahí como bloque fraguado. Podrá haber excepciones, lite­ mática, y esta pérdida es muerte violenta de la obra — pensemos
ratura volandera y de circunstancias: pero estas excepciones no en el canon de los alejandrinos— . La naturaleza de la primera es
anulan la norma general, ni se aplican a nuestra Biblia. pasar, la de la segunda es permanecer.
En la providencia de la revelación, Dios ha querido manifes­ La forma de conservar la obra es cosa secundaria. Los anti­
tarse en obras de lenguaje que no se agotan en una jornada, sino guos gremios de rapsodas utilizaban la memoria. Nuestra cultura
que permanecen «por generaciones de generaciones». Esto es lo ha escogido la forma escrita, con sus variantes ideográficas, silá­
que los padres subrayan cuando instintivamente hablan más de bicas, literales. Dios ha escogido de hecho la forma escrita para
la Escritura que de sus autores. conservar y transmitir sus obras inspiradas, que por esto se lla­
¿Ha sucedido siempre así?, ¿todas las obras inspiradas han man Escritura.
perdurado hasta nosotros? Teóricamente no podemos poner lí­ Lo curioso, lo sugestivo es que, en rigor, no se conserva la
mites al Espíritu Santo: pudo perfectamente inspirar una serie de obra, sino su notación. Abriendo las páginas de una partitura

16 Carta a Hugh WaJpole. 18 J. R. GefseJmann, Sagrada Escritura y tradición, «Quaesriones disputatae»


17 Einfükritng in die Philosophie der Kunst, 1934, p.10. (Herder, Barcelona 1968).
260 La obra inspirada Fidelidad 261

mozartiana, no puedo decir que aquello es su sinfonía en sol la colaboración activa del recitador, y la obra sigue idéntica a sí.
menor. Porque una sinfonía es un sistema sonoro, orquestal, y La obra se repite indefinidamente, y la obra no se multiplica.
lo que yo tengo en la mano es un bloque de papel, páginas cru­ Ésta es la paradoja del poema subsistente en su registro de
zadas de rayas paralelas, con curiosas manchas negras. Es inútil escritura. N o existe mientras no es repetido, no es repetido ver­
que aplique el oído al papel para escuchar la sinfonía. De modo daderamente mientras el lector no rehace el sentido unitario,
semejante, la escritura conserva la partitura de la obra literaria, nunca es repetido idénticamente.
nada más; pero la escritura me pone al alcance la obra literaria: La obra es presentación que sólo se actualiza en la represen­
nada menos 19. tación: esta representación (en sentido lato) hace presente la
Como tenemos una cultura de textos escritos, y como la téc­ obra y lo que la obra representa, es decir, hace presente la obra
nica de escribir e imprimir influye circularmente en la técnica de como manifestación de sentido que es. Actualización implica ac­
componer, llegamos a identificar la obra con su escritura, leemos tualidad: en la representación no se trata simplemente de re­
los poemas en voz baja (es decir, sin voz), concebimos el len­ cuerdo, sino de contemplación presente.
guaje en . términos de letras, no de sonidos. La imaginación La retórica antigua distinguía así: «ars in faciendo posita, ars
puede suplir: los directores de orquesta leen y escuchan interna­ in agendo posita, ars in iudicando posita», o sea, composición,
mente una partitura nueva. Pero el común de los oyentes nece­ recitación y crítica. Véase la obra clásica de H. Lausberg, M a­
sita escuchar; a lo más, acompañan la audición leyendo la parti­ nual de retórica literaria (— Handbuch der Literarischen Rheto-
tura. En cambio, el común de los lectores todavía no sienten la rik, 1960). Emilio Betti, en su Teoría Generale de lia Interpreta-
necesidad de escuchar en voz alta, y hasta se creen capaces de zione (Milán 1955), distingue una interpretación «reproductiva o
leer una obra de teatro en voz baja. representativa», que se da sobre todo en la dramática y la
También el libro sagrado es una simple notación de la pala­ música.
bra y de la obra inspirada: nada más y nada menos. En este sentido recibe y conserva la Iglesia la Sagrada Escri­
Esta cualidad de consistencia en sí, y de dependencia de la tura. N o por la mera conservación material, sino para que los
notación, nos lleva a una tercera cualidad con que intento des­ miembros de la Iglesia, y mediatamente cuantos hombres lo de­
cribir la obra literaria.
seen, hagan revivir en sí las obras inspiradas. Y de aquí procede
el trato privilegiado que el libro sacro recibe en la liturgia.
REPETIBILIDAD Imaginemos dos casos: una comunidad de monjes conoce de
La obra literaria puede ser repetida y debe ser repetida. En una memoria y recita el salterio, y en una persecución les queman
conversación sólo repetimos o hacemos repetir cuando no todos los ejemplares escritos del salterio; un cristiano que tiene
hemos entendido; la lectura o audición de una obra la repe­ en su despacho, como ornamento, una lujosa edición de los
timos, porque hemos entendido, y con el entender nos crecen salmos, que nunca lee. En el primer caso las obras inspiradas no
las ganas de repetir. se han perdido, en el segundo no existen.
La obra es manifestación que se actualiza solamente cuando
un oyente o lector la vuelve a recrear. Muchos lectores repiten la FID ELID AD
obra, y ella no se agota. El lector o recitador recrea activamente
I. A. Richards, Variant Readings and Misreadings, en Style in Lan­
la obra, y la obra queda intacta. La obra cambia siempre algo en guage, pp. 241-252. Doppelinterpretationen. Das zeitgenossische deuts-
che Gedicbt zwischen Autor und Leser, dirigido por Hilde Domin
19 L. Lavelle, La parole et l'écriture (París 1947). H. G . Gadamcr, Verdad y (Francfort del Meno 1966). Cf. la obra Per una. lettura moltiplice della
método II, 16.
Biblia (Bolonia 1981).
262 La obra inspirada En la Iglesia 263

Esta necesidad de repetición o representación plantea el pro­ Pase para leer periódicos. Pero un adagio de Bach no lo
blema de la fidelidad. Aunque la obra sólo existe en la repeti­ puedo tocar presto: aquí nadie admitiría el argumento de que to­
ción, y ésta necesariamente es múltiple y variable, hay con todo cando presto puedo tocar en el mismo tiempo cinco adagios
una norma permanente y unos límites de tolerancia para la va­ — no he tocado ninguno— . Pues en la literatura, y en concreto
riación. Para mayor claridad escojo el ejemplo teatral o musical: en la poesía, empleamos ese argumento falso. Si tan mal an­
¿debe fijarse en tradición estable el modo de representar el tea­ damos de tiempo, no gastemos media hora en leer mal treinta
tro barroco de Calderón?, ¿es aceptable la recreación escénica páginas de poesía o sesenta de narración.
que los nietos de Wagner hacen de las obras del abuelo?, ¿a qué Quizás una de las funciones del recitado litúrgico sea prote­
velocidad se deben interpretar los maestros del contrapunto, Vi­ ger un tempo moderado de lectura. Ojalá la nueva técnica de re­
toria, Lasso? gistrar en disco lecturas literarias nos devuelva el sentido de la
interpretación de la obra, con su tono y ritmo exactos.
Para responder prácticamente a estas cuestiones, nuestra cul­
tura ha producido dos cuerpos de hombres, a quienes en cierto
modo encomienda las obras, Primero, el cuerpo de intérpretes: EN L A IGLESIA

pianistas, directores de orquesta, recitadores, actores dramáticos; «A los exegetas toca aplicar estas normas en su trabajo para ir
el segundo cuerpo lo forman los críticos, historiadores y musi­ penetrando y exponiendo el sentido de la Sagrada Escritura, de
cólogos. Entre ambos sustentan una fuerza que a la vez los sus­ modo que con dicho estudio pueda madurar el juicio de la Igle­
tenta a ellos: la fuerza de la tradición viva. Y a esta fuerza total sia. Todo lo dicho sobre la interpretación de la Escritura queda
se incorpora la recepción y control social. sometido al juicio definitivo de la Iglesia, que recibió el encargo
Todo buen pianista dará una interpretación personal a Beet- y el oficio de conservar e interpretar la palabra de Dios»: D ei
hoven, dentro de la sustancial fidelidad: para el piano romántico Verbum , 12 20.
conservamos una tradición viva ininterrumpida. El director de Al llegar a este punto, es muy fácil resbalar de la actualiza­
orquesta suele poseer una rigurosa formación técnica: armonía, ción a la interpretación, porque también la actualización es una
contrapunto, composición, musicología... Aunque en último tér­ interpretación. Eri la terminología de Betti, «reproductiva», en
mino, a él toca la tarea de recrear la obra en cada interpretación cuanto diversa de la «cognitiva» («ricognitiva») y de la «norma­
concreta, le resulta muy útil orientarse escuchando en un disco tiva». Que sean diversas no significa que sean del todo separa­
cómo dirige el autor su propia obra. bles. Ya hemos visto que los actores dramáticos dependen de los
La tradición interpretativa se transmite en nuestra cultura oc­ filólogos críticos e historiadores para orientarse rectamente sobre
cidental con relativa fidelidad; con todo, los cambios de sensibi­ los personajes que han de «representar» en escena. Lo mismo le
lidad traen consigo necesariamente cambios en la manera de in­ sucedería a un declamador de poesía y analógicamente a un di­
terpretar la misma obra. Al cuerpo de técnicos toca velar para rector de orquesta. Sin estricta autoridad jurídica, la tradición y
que estas modificaciones no excedan el margen tolerado por la sus técnicos ejercen una función normativa. Es decir, que el «re­
fidelidad sustancial. productor» que da vida actual a la obra se mueve dentro de
He usado el ejemplo de la música, donde nuestra experiencia unos márgenes de interpretación. En nuestro terreno bíblico la
de la interpretación es ineludible. O tro tanto sucede en la litera­ cosa es más necesaria.
tura, aunque creamos que cualquier lectura en silencio es válida. Como la Sagrada Escritura sólo existe en la repetición, y
Se pone de moda considerar como ideal el leer a la mayor velo­
cidad posible, y se hace propaganda de una técnica para leer tres 20 Véase el comentario en el volumen de la B A O , Comentarios a la constitu­
páginas por minuto. ción *Dei Verbum» sobre la divina revelación (Madrid 1969).
264 La obra inspirada En la Iglesia 265

como ha sido encomendada a la Iglesia, se sigue que también la este estudio preparatorio llegue a madurar el juicio de la Iglesia;
Iglesia debe poseer órganos o cuerpos para asegurar la fidelidad en los pasajes ya definidos, el doctor privado puede ser igual­
al libro recibido. Sólo que aquí todo es elevado a un plano supe­ mente útil, explicándolos ante el pueblo fiel, tratándolos científi­
rior, que es el contexto del Espíritu. Lo que en otros casos es un camente ante los especialistas, defendiéndolos brillantemente
hecho de cultura humana, aquí es además realidad carismática. contra los adversarios» 21.
Primero, un cuerpo que puede interpretar con autoridad el Un tercer grupo está formado por los intérpretes en el sen­
sentido de la obra sagrada y señalar límites auténticos a la varia­ tido de recitadores: su escenario preferente es la acción litúrgica.
ción personal de generaciones y lectores o recitadores. Este Si su tarea se había estrechado bastante en los últimos tiempos,
cuerpo, investido de autoridad, realiza su tarea con mucha más nos encontramos ahora en un momento de renovación, puesto
seguridad y profundidad que lo puede hacer una institución pu­ que la liturgia de la Palabra recobra su puesto tradicional.
ramente humana, ya que tiene vivo y activo el mismo Espíritu Vamos a llamar a este tercer cuerpo «el orden de lectores». A
que inspiró las obras. Llamamos a este cuerpo magisterio. la luz de lo dicho se verá la importancia que puede cobrar esta
Este primer grupo opera normalmente con la colaboración función en la Iglesia; y cómo necesitamos formar buenos lec­
de otro cuerpo subordinado: técnicos, analíticos, críticos, que tores, en el sentido más profundo. Hombres con temperamento
aplican todos los métodos de la ciencia humana para remover y formación, para poder «representar» dignamente el texto sa­
obstáculos, y para preparar una percepción cada vez más rica y grado: no sólo su contenido intelectual, sino toda la realidad
profunda de los libros sagrados. Ellos pueden corregir interpre­ plural y estructurada de la obra. No hay que apelar solamente a
taciones descaminadas, pero sin la autoridad propia del magiste­ la dignidad, al esplendor. Se trata de algo mucho más serio: del
rio. Como éstos aplican métodos humanos de investigación a ser de la obra, que sólo se realiza en la repetición. La existencia
obras también humanas, es posible y normal que descubran as­ auténtica de la Palabra inspirada en la Iglesia depende también
pectos en la obra literaria, sin obrar por influjo formal del Espí­ de los «lectores». Y no vale aquí una negligencia que apela a la
ritu Santo; aun en este caso, la contribución humana del técnico omnipotencia divina: porque se trata de la Palabra, y la vía de la
conduce en último término a comprender mejor la manifestación omnipotencia salvadora es vía de encarnación. En la voz signifi­
divina, ya que todos los aspectos de la obra literaria, cada uno cativa y expresiva del lector litúrgico vuelve a encarnarse y a
según su naturaleza y función, han sido asumidos por el ca­ existir la Palabra de Dios; en esa representación oral se hace pre­
risma. Además, estos técnicos, como buenos cristianos, se acer­ sente a la comunidad. Y sin esa voz, toda la cadena de autores,
can a la Sagrada Escritura participando a su modo en la com­ escritores, transmisores no ha llegado a cumplimiento.
pleja actividad del Espíritu en su Iglesia. Y así los técnicos pro­ Es curioso y extraño que a este último anillo de la cadena se
longan y diferencian las interpretaciones pasadas del magisterio le haya dado tan poca importancia, cuando tanto depende de él.
y preparan las futuras: «Por esta ley, llena de prudencia, la Igle­ N o hay escuelas o cursillos de lectores, los interesados no pre­
sia no detiene ni coarta las investigaciones de la ciencia bíblica, paran previamente las lecturas, no las ensayan en voz alta. Se en­
sino más bien las mantiene al abrigo de todo error y contribuye sayan más las ceremonias que las lecturas. N o hay discos o ca-
poderosamente a su verdadero progreso. Queda abierto al doc­ settes de lecturas bíblicas para la escucha y el ejemplo. Lo que el
tor privado un vasto campo en el que con paso seguro pueda poeta o narrador compuso con tanto trabajo, lo que el traductor
ejercitar gloriosamente su actividad de intérprete, con provecho vertió con tanto esfuerzo queda destrozado de mala manera y en
de la Iglesia. Porque en aquellos pasajes de la Sagrada Escritura público. En otros tiempos y regiones se usó la cantinela, en
que todavía esperan una explicación cierta y definida, puede
suceder, por benévolo designio de la providencia divina, que con 21 Providentissimus, EB n.u 109.
266 La obra inspirada

parte para lograr una emisión de voz más clara y una lectura
mas audible e inteligible. En la Semana Santa quedan vestigios 11
de lectura de textos narrativos repartidos en tres voces. Al mar-
gen de la liturgia, recitadores profesionales han practicado la lec­ LA O B R A Y SU T R A D U C C IO N
tura para públicos diversos.
«Ars in agendo posita», técnica y arte de leer y declamar, al
servicio de la obra inspirada que necesita de esa voz, la reclama,
la quiere configurar desde dentro. Todo lo dicho sobre la obra nos enfrenta con el problema agudo
Por los tres cuerpos circula la fuerza total de la tradición, de la traducción. Si la obra existe sólo en la repetición, como ac­
siempre viva e ininterrumpida en la Iglesia. La autoridad del ma­ tualización y representación, ¿se repite realmente y se actualiza
gisterio, el sensus fidelium , la diligencia de los exegetas, no son en una traducción?
fuerzas divergentes aplicadas a la Escritura, sino que constituyen Dios nos habla en lenguaje humano y, por tanto, en una len­
una fuerza unitaria jerarquizada: una fverza del Espíritu que gua humana: de modo que la lengua no es vehículo indiferente
brota de la Palabra y retorna a la Palabra. de ideas desencarnadas, sino medio real de comunicación. Y yo
no entiendo esa lengua: ¿de qué me sirve que Dios haya ha­
blado, si no me habla a mí?
He aceptado el sentido intercambiable de «interpretar» y «re­
presentar», manifiesto sobre todo en el arte dramático. Repre­
sentar es interpretar, interpretar es re-presentar. La particular
«interpretación» que es traducir una obra, ¿representa verdade­
ramente la obra original? Notemos de paso la fluidez semántica
en diversas lenguas entre «interpretar» y «traducir»: el griego
EQjxrjveiJELV, latín medieval interpretan (opuesto a exponere, que
es comentar), «escuela de intérpretes».
La traducción es un hecho tan establecido en nuestra cultura,
que ya tiene algo de obvio,- tanto, que el lector medio de novelas
traducidas no se plantea el problema de ese hecho tan obvio.
En el caso de la Sagrada Escritura no queda más remedio que
aceptar el problema y reflexionar sobre él, a partir de algunos
hechos.
El hecho primario e inmediato de nuestra vida religiosa de­
bería ser el hecho litúrgico: la liturgia proclama la palabra de
Dios, y yo no la entiendo, o la escucho en una traducción.
Desde este hecho vamos a mirar hacia atrás.

PRIN CIPIO S TE O L O G IC O S

La lengua humana sólo existe en plural: lenguas humanas. Las


regiones las separan y los tiempos las cambian. La pluralidad es
•268 La obra y su traducción Repaso histórico 269

bendición y maldición: son barrera y riqueza, son confusión y cuanto hubo judíos que hablaban otra lengua. De hecho, la Bi­
descubrimiento, relativizan, afirman perentoriamente el plura­ blia es el libro más traducido de la historia. Con mayor o menor
lismo y limitación de lo humano. Aunque existan los «univer­ c o n c i e n c i a teológica han realizado la tarea ejércitos de traduc­

sales de lenguaje», no nos entendemos en ellos, sino en las len­ tores. Sólo en el cielo podrán reunirse en congreso los innume­
guas concretas. rables traductores de la Biblia.
Dios ha querido encarnar su Palabra en palabras humanas: Cuando la palabra inspirada fragua o cristaliza, el carisma del
por tanto, en alguna lengua humana concreta. N o empleó una Espíritu la consagra. ¿También cuando renace en otra lengua?
lengua celeste, angélica — que no existe— , no creó una lengua En principio no hay que contar con ello. El traductor podrá vi­
exclusiva y obligatoria para todos. Com o nació la Palabra por vir la vida del espíritu como otros cristianos, pondrá al servicio
antonomasia de una mujer concreta, cruzado por las coorde­ de la comunidad un talento particular; pero no disfruta de un
nadas de tiempo y espacio, en una apretada intersección, así se carisma específico denominado «inspiración».
ciñó a un par de lenguas, históricamente poco menos que conde­ Si la exigencia de ser traducida que encierra la obra inspirada
nadas a muerte. Murió y resucitó, para no volver a morir; mu­ es un hecho del todo particular, la actividad de traducirla está
rieron las lenguas habladas, ¿para que su Palabra viva siempre y sometida a las reglas de esa particular actividad humana, que es
en todas partes? arte con ciencia. N o hay que postular normas diversas y autó­
La encarnación histórica implica elección: elige un pueblo, nomas para traducir la Biblia y sería peligroso invocarlas.
una familia, una época; elige apenas tres lenguas. Pero la encar­
nación conlleva pretensiones universales y absolutas. Aquel REPASO H ISTO R IC O
punto de intersección de tiempo y espacio, era punto de expan­
sión, de irradiación. «Irradiación» se refiere a «radios»: no sólo En el Elenco Bibliográfico de «Biblica», P. Nober ofrece un apartado,
por las dos aspas de la cruz, sino por todos los radios, se expan­ «Textus et Versiones», que puede incluir 122 títulos: sobre el texto ori­
siona y actúa la fuerza salvadora de la «admirable encarnación». ginal hebreo y griego, sobre traducciones antiguas y modernas. Este
apartado prolonga con bibliografía el capítulo correspondiente de cual­
Lo mismo la palabra: surgida en el seno, acogida al regazo de
quier introducción general a la Sagrada Escritura. Entre las traducciones
unas lenguas «madres», ha de hacerse paisana y contemporánea
antiguas figuran: Targumim, L X X y otras griegas. Vetus Latina, Vul-
de todos, respetando la condición de las lenguas. El camino de
gata, Etiópica, Armenia, Copra, Georgiana, Gótica, Paleoslava, Siríaca.
expansión es la traducción (cf. mi artículo Lenguas y lenguaje: Las traducciones antiguas poseen valor a veces para recuperar el texto
«Seminarios» 9 (1963) 127-132). original. Aquí me interesan porque, desde tiempos antiquísimos, atesti­
Así resulta que la traducción de la Biblia no es mero ejercicio guan la expansión de la palabra inspirada, por los puentes de la traduc­
cultural, no es curiosidad sobrepuesta a obras exóticas y ar­ ción.
caicas. Es exigencia de la obra inspirada, es fuerza expansiva Sobre traducciones vernáculas, véase el .artículo básico, síntesis en
desde dentro. Salir es orden terminante para Abrahán, que lo colaboración, editado por J. Schmid, M údem e Bibelübersetzungen. Eine
convierte en peregrino; salir es la llamada del Éxodo. La Iglesia Übersicbt: «Zeitschrift für Katholische Theologie» 82 (1960) 290-332 y
debió salir de su reducto natal y ponerse en camino. Todo por­ mis artículos ¿Cuántas traducciones de la Biblia? «Ecclesia» (febrero
1965) 21-23, y Una traducción preferente de la Biblia: ibid. (27 marzo
que el H ijo «salió del Padre y vino al mundo». También la obra
1965) 27-30.
inspirada tiene que salir, viajar y aclimatarse a otras lenguas y
culturas. La traducción es exigencia teológica de la Palabra de Los apóstoles no desconocían del todo el hebreo, y hablaban
Dios, encarnada en un punto, dirigida a todos los hombres. el arameo. Pero cuando se pusieron a predicar a los gentiles
D e hecho, el trabajo de traducir empezó bien pronto, en — entonces de cultura y lengua griega— , y cuando se pusieron a
270 La obra y su traducción La traducción griega de los LXX 271

escribir, emplearon el Antiguo Testamento en la traducción traducciones latinas, la llamada Vulgata, para la Iglesia occiden­
griega llamada de los L X X . El evangelio, que según una tradi­ tal. Y al mismo tiempo pone ciertas trabas o límites a las traduc­
ción se escribió en arameo, muy pronto fue traducido y adap­ ciones en lenguas vernáculas. Estas dos decisiones tridentinas re­
tado al griego. Siguiendo el ejemplo, la mayoría de los santos ciben aplicación rigorista en algunos países.
padres utilizaron como Sagrada Escritura la traducción griega Hacia mediados del siglo XVIII, en pleno iluminismo, Bene­
del Antiguo Testamento, más el original griego del Nuevo Tes­ dicto XIV exhorta a hacer traducciones vernáculas de la Vulgata,
tamento y de los libros tardíos del Antiguo (cuando los conside­ y varios escritores, en diversos países, realizan obras de valor li­
raban canónicos). Algunos padres estudian el hebreo, para pene­ terario: Petisco en español, Mardni en italiano.
trar mejor en la Sagrada Escritura, y cotejan la traducción de los Recientemente Pío XII da un enorme impulso a las traduc­
L X X con otras traducciones griegas (Orígenes). ciones de los originales a lenguas vernáculas, hasta el punto que
Muy pronto la cultura emigra hacia Roma, y se hace latina, la edición de la Biblia se convierte en negocio editorial, con
hasta perder el griego como lengua hablada. En seguida comien­ grave peligro de la calidad.
zan las traducciones latinas, y el papa Dámaso encarga una tra­ Estos pocos hechos seleccionados colocan al lector moderno
ducción fiel y revisada. El estudioso san Jerónimo extiende sus de la Biblia en el centro de una rosa de los vientos, para deso­
conocimientos latinos y griegos hacia el ámbito semítico, hebreo rientarlo. Yo leo Nácar, mi amigo lee Cantera, mi vecino lee Pe­
y arameo; y aprovechando trabajos anteriores, ofrece una tra­ tisco, el cura lee la Vulgata: ¿quién lee la palabra de Dios? ¿No
ducción de la Biblia en lengua vernácula, para que la entienda el sería mejor tener todos los españoles una traducción española?
pueblo: en latín. (Toda lengua es vernácula en su puesto y ¿O, mejor, todos los occidentales aprender latín, o remontarse al
época: cuando deja de serlo, es extranjera, o muerta, o acadé­ griego, o todos los cristianos aprender hebreo...? ¿No existen
mica.) traducciones preferentes, en el caso de que el original resulte
Mientras domina la cultura latina, la traducción elaborada inaccesible? Sí, ha habido dos traducciones que han ocupado un
por Jerónimo se divulga, se hace Vulgata, se hace normal. puesto privilegiado.
Cuando sucede el desmembramiento de la latinitas, y en re­
LA TRADUCCION GRIEGA DE LOS L X X
giones europeas no latinas, muy pronto se hacen traducciones
vernáculas: al menos de fragmentos selectos, como perícopas li­ P. A u v ra y , C om m ent se poser le problém e de l ’inspiration des Septante;
túrgicas, salterio, evangelios. R B 59 (1953) 321ss. P. B en oit, La Septante est-elle im piréef H o m . d e ­
d icad o a M ein ertz, 41 ss. A . V accari, Las citas del Antiguo Testamento
La Reforma da un fuerte impulso a las traducciones verná­ en la epístola «ad H ebraeos»: «C u ltu ra B íblica» 13 (1956) 239ss. P. B e­
culas: del original, de la Vulgata, de Lutero. Y este esfuerzo noit, L ’inspiration des Septante d ’aprés les Peres. H o m . d e d ica d o a L u -
influye profundamente en la creación o desarrollo de lenguas li­ bac (1963) 169-187. P. G re lo t, Sur Vinspiration et la canonicité de la
terarias nacionales. En algunos países los católicos reaccionan Septante: «Sciences Ecclésiastiques» 16 (1964) 387-418. D . Barthélem y,
lanzando traducciones vernáculas de la Vulgata; a veces incluso V A n d e n Testament a m üri a A lexandrie: « T h e o lo g is ch e Z eitsch rift» 21
se apoyan en el trabajo de sus enemigos, los protestantes. (1965) 358-370. S. D aniel, Recherches sur le vocabulaire du cult dans la

El Renacimiento impone un nuevo gusto de latín clásico, y Septante (París 1966). A . R o se , L ’itifluence des Septante sur la tradition
chrétienne: «Q u estion s liturgiques et paroissiales» 46 (1965) 192-210;
favorece el estudio de las lenguas: todo ello da origen a nuevas
284-301.
traducciones latinas más elegantes, o más literales, incluso inter­
lineares, hechas de los originales o de otras versiones antiguas Recientemente se ha aireado el siguiente problema: la traduc­
(políglotas). Para frenar el peligro de confusión, el concilio de ción griega de los L X X , ¿forma parte de los libros inspirados,
Trento selecciona e impone como normativa, entre las diversas en sentido estricto, o es simple traducción de libros inspirados?
272 La obra y su traducción
La traducción griega de los LX X 273
Algunos autores arguyen así: Los escritores del Nuevo Tes­
Pero es que no siempre citan así, sino que se apartan real­
tamento citan la versión de los L X X como «Escritura», es decir,
mente del sentido original. Aquí entra otro elemento que es el
como palabra de Dios. En varias ocasiones la cita griega difiere
uso de un texto, actividad en sí posterior y distinta de la pura
en sentido del original. Luego, o no se podía citar como Escri­
interpretación como repetición 22. Usamos el texto para ilustrar,
tura, o está inspirada. Cuando la traducción es exacta o fiel, no
para argumentar, para excitar la reflexión. N o descansamos en la
hay problema; cuando mi texto griego no traduce el original' yo
obra, sino que la sometemos a otra intención, por encima de ella
no cito la Escritura ni una traducción de la Escritura; a no’ ser
— no necesariamente contra ella— . Un literato sabe lo que es
que este texto mío esté también inspirado. Y si esto sucede en
usar fórmulas, frases, imágenes de otro: ni pura cita ni simple
algunos casos, ¿con qué derecho podemos limitar la inspiración
interpretación.
a versículos selectos?
De modo semejante, los autores del Nuevo Testamento pue­
La traducción griega de los L X X en algunas partes traduce el den utilizar el Antiguo, para argumentar al estilo de los rabinos
original, otras veces deforma el original — porque no lo ha en­ de la época, o para introducir una reflexión que ilumina el mis­
tendido bien— ; otras veces transforma el original, continuando terio de Cristo, etc. Éste uso, como operación literaria objeti­
o induciendo un proceso de evolución semántica, imponiendo vada en la obra, está inspirado. La inspiración no convierte el
una nueva mentalidad y sensibilidad como sistema generál.
uso libre en pura cita o en estricta interpretación. Por tratarse de
En el caso de simple deformación, es un poco fuerte afirmar un uso, el autor se reserva mayor libertad.
que el Espíritu Santo ha inspirado una deformación de su pala­ Estos casos son posibles, porque nos estamos enfrentando
bra, para ofrecérsela a la Iglesia; muy distinto es decir que per­ con la obra inspirada, no con los autores. Lo que rigurosamente
mite imperfecciones humanas en la transmisión e interpretación hubo en la mente del autor, cuando escribía, con intención y
de puntos no esenciales, ya que también permitió imperfecciones conciencia refleja, no adecúa la realidad de la obra; sobre todo,
en los originales hebreos. # cuando ésta ha entrado en una tradición viva. La obra, de alguna
En el caso de transformación tenemos un ejemplo de nueva manera, desborda al autor. Dice Kainz: «Un teorema puede de­
lectura, nueva interpretación, nueva representación. No po­ sarrollar una fecundidad en la que ni pensó el investigador,
demos pensar que las recitaciones y lecturas del original sean cuando escogió o encontró para su nuevo conocimiento precisa­
perfectamente iguales, fieles hasta la identidad: esto contradice a mente aquellas palabras. Una fecundidad que alcanza mucho
la naturaleza de la obra como repetible y existente en la repeti­ más allá de la intención inicial de su autor. A la formulación
ción. Un paso más en la misma dirección, es la traducción que dada se puede empalmar una capacidad de explotación, que se
transforma: es decir, selecciona un aspecto de original, pasa a encuentra en una dirección muy distinta del fin para el que fue
primer plano el posible elemento conceptual, espiritualiza, estre­ concebido el enunciado. También una ocurrencia del tipo de
cha el símbolo, etc. Todo* esto no es completamente diferente y juego de palabras, o glosomórfica, puede mostrar más tarde una
opuesto a la variedad de las recitaciones originales: también fecundidad real, que al principio no se podía imaginar... La fór­
existe el recitador frío, intelectual, y el vehemente, el contempla­ mula resultó más inteligente que su creador» 23.
tivo y el de acción. Ni es opuesto o ajeno al original, que con­ Y esto que dice Kainz del pensamiento científico, tiene mu­
serva siempre algo de potencia, esperando ser actualizada. Lo cha mayor aplicación en el caso de la obra literaria: repetición,
que sí podemos afirmar, en todos estos casos, es que la norma
ultima no es la traducción, sino el original. 22 C . H . Giblin, *As it is written». A basic Problem in Noematics and its Re­
Ahora bien, si los hagiógrafos citan de esta manera, están ci­ levan ce to Biblical Theology: «Catholic Biblical Quarterly» 20 (1958) 327-
353.477-498.
tando una interpretación posible de la Sagrada Escritura.
23 Psychologie der Sprache 1, pp. 259-60.

18
274 La obra y su traducción La Vulgata 275

interpretación, uso, tienen aquí un cauce legítimo bastante más glos; en ella se han expresado la fe y la devoción de la Iglesia
ancho. occidental durante muchas generaciones.
Volviendo al caso de los L X X , podemos distinguir tres Nadie piensa en declarar que la Vulgata es obra inspirada,
planos literarios: el sentido del original hebreo, el sentido di­ pero muchos atribuyeron a la Vulgata una autoridad privile­
verso de la versión griega, el uso literario en el Nuevo Testa­ giada, como si ella fuera el único texto fidedigno de la palabra
mento. Benoit y Auvray defienden la inspiración de los dos pri­ de Dios. Baste citar al teólogo postridentino Melchor Cano,
meros planos, como única alternativa; sin la cual no se entende­ que, a través de su metodología teológica D e locis theologicis,
rían muchas citas del Antiguo Testamento en el Nuevo. Yo creo ejerció vasta influencia en siglos posteriores 24.
que existe otra alternativa: poner la inspiración en el primero y Entre los argumentos de Cano no falta el argumento polé-
tercer plano. Inspirado el original hebreo, inspirado el' uso que mico 25 .
de la palabra hace el hagiógrafo del Nuevo Testamento; de En apoyo a la Vulgata, supone que su traductor poseyó un
donde no se sigue que san Juan pretenda definir la mente de carisma emparentado con el carisma profetico, sin precisar más:
Isaías, con irreprensible técnica filológica. «O el antiguo traductor tradujo la Sagrada Escritura por don es­
Con lo dicho no intento resolver definitivamente una contro­ pecial del Espíritu Santo, o la Iglesia latina desde hace muchos
versia que ninguna definición ha zanjado. La mayoría de los au­ siglos no posee el evangelio de Dios, sino de un hombre. Y si
tores no aceptan esta teoría de la inspiración de los L X X ; los ar­ objetas que el traductor no era profeta, respondo concediendo
tículos de Benoit y Auvray no han tenido gran aceptación. que no era profeta, sino que tuvo un carisma semejante al profé-
En un artículo reciente, P. Grelot estudia de nuevo la cues­ tico» 26.
tión: primero los datos históricos, después sistemáticamente. En­ Finalmente, en el capítulo 15, reconoce Cano la utilidad de
tre sus argumentos a favor de la inspiración de la traducción las lenguas hebrea y griega: para discutir con los infieles, cuando
griega, señala: la creación de lengua, como vehículo para trans­ la latina tiene menos fuerza, para obtener varios sentidos de un
mitir válidamente la revelación; el progreso de la revelación en el mismo pasaje, para conocer idiotismos y frases y proverbios,
seno de dicha traducción; los textos perdidos en el original he­ para corregir errores de tipógrafos o copistas, para explicar al­
breo; la tradición griega (Sur IHnspiration et la canonicité de la gunos pasajes, para entender palabras hebreas o griegas incorpo­
Septante: ScEc 16 [1964] 387-418). radas al latín.
Pero la traducción de los L X X conservará siempre el presti­ Ésta ha sido doctrina común, o al menos práctica común,
gio de haber sido prácticamente la Biblia de los hagiógrafos del durante muchas generaciones. Cuando se publicaron las actas del
Nuevo Testamento, de la Iglesia en su momento de formación. concilio Tridentino, se vio que los celosos teólogos, en su afán
Es una preferencia que se prolonga en la Iglesia oriental. polémico, habían exagerado las posiciones rígidas. Y Pío XII
pudo zanjar autoritativamente el asunto en su encíclica Divino
affiante Spiritu: «En lo que se refiere a la voluntad del concilio
LA V U L G A T A
Tridentino de que la Vulgata fuese la versión latina “que todos
A. Allgeier, H aec ve tus et vulgata editio. Nene wort -und begriffsge-
schicbtliche Beitrdge zur Bibel a u f dem Tridentinum: «Historisches
24 En los capítulos 12, 13 y 14 ofrece los argumentos de los que opinan que
Jahrbuch» 60 (1940) 142-158; «Biblica» 29 (f948) 253-290. la Escritura sólo puede leerse en hebreo y griego y los de quienes aceptan la au­
toridad de la Vulgata.
Otra traducción con pretensiones de privilegio es la latina 25 Contra los doctores hebreos y griegos que trataron de corromper los
llamada Vulgata: ha sido texto litúrgico durante más de un mile­ textos hebreo y griego para «acomodarlo a sus teorías».
nio; ha sido el texto del estudio teológico durante muchos si­ 26 Op. cit., cap. 13.
276 La obra y su traducción

debían usar como auténtica”, esto, como todos saben, tiene vali­ T R A D U C C IO N E S M O D E R N A S
dez solamente para la Iglesia latina y para el uso público de la Sobre el arte de la traducción, en general, puede consultarse: The Craft
Escritura; y, ciertamente, en modo alguno disminuye la autori­ and Context o f Translation, editado por William Arrowsmith/Roger
dad y valor de los textos originales. Porque entonces no se tra­ Shattuck (Nueva York 1964); en un apéndice se leen observaciones de
taba de ellos, sino de las traducciones latinas que ya corrían, en­ autores latinos e ingleses sobre el arte de traducir, incluidos san Jeró­
tre las cuales dio el concilio justa preferencia a la que “el largo y nimo y la King Jam es Bible. Anteriormente se habían publicado:
secular uso de la Iglesia había aprobado”. Así pues, esta autori­ Th. Savory, The Art o f Translation (Londres 1957) y A. H. Smith (ed.),
dad preferente, o autenticidad de la Vulgata la decidió el conci­ Aspects o f Translation (Londres 1958).
lio, no por razones críticas, sino por el uso legítimo y secular De un tipo más técnico es el libro de G. Mounin, Les problémes
dentro de la Iglesia; el cual demuestra que dicha traducción tal théoriques de la traduction (París, 1963; trad. española: Los problemas
teóricos de la traducción [Gredos, Madrid 1971]). Citaremos los que
como la entendió y la entiende la Iglesia, en cuestiones de fe y
juzgamos más acertados: W . L. Wonderly, Bible Translations fo r Popu­
costumbres, está libre de todo error; de modo que, como lo
lar Use (United Bible Societies, 1968); E. Nida/Ch. R. Taber, The
atestigua y confirma la Iglesia, se puede aducir, sin peligro de
Theory and Practice o f Translation (Leiden 1969; trad. española de
error, en la disputa, en la clase y en la predicación. Es una au­ A. de la Fuente: La Traducción: Teoría y práctica, Ed. Cristiandad, Ma­
tenticidad que no llamamos crítica, sino más bien jurídica» 27. drid 1986); Revista «Langages» n.° 28 (Didier-Larousse, París 1972) de­
Insatisfechos con la Vulgata o por otros motivos, diversos dicado a la traducción. C. Buzzetti, La Parola Tradotta (Brescia 1973;
autores habían emprendido nuevas traducciones de la Biblia al trad. española: Traducir la Palabra, [Estella 1976]). La revista «The Bi­
latín, que era entonces la lengua culta. Hay que señalar las dos ble Translator» informa sobre teoría y práctica de la traducción bíblica
interlineares de la Políglota Complutense, la de Santes Pagnino, y sobre traducciones a lenguas determinadas.
que tuvo gran éxito (y revisó más tarde Arias Montano), la de Con uno de los colaboradores de Nueva Biblia Española, Eduardo
Cayetano, incorporada a sus comentarios, la condenada de Cla- Zurro, he escrito un libro atento de modo particular a los problemas
rio, la protestante de Munster... (véase Dictionaire de la Bible: del estilo: La Traducción Bíblica: Lingüística y Estilística (Madrid 1977),
Latines). Pues bien, entre las diversas traducciones latinas, para con bibliografía selecta.
el uso público en la Iglesia Latina se escogió la Vulgata. Éste es
el alcance del decreto tridentino. Delimitados los privilegios de dos grandes autoridades, po­
Actualmente, quien desee conocer nuestra riquísima tradición demos considerar ahora las traducciones modernas.
teológica de primera mano, tiene que conocer la Vulgata, que Toda traducción debe responder a su época: como la Vulgata
fue una traducción vernácula, mientras el latín fue la lengua ha­
fue prácticamente la base dogmática de casi todo el pensamiento
teológico durante siglos. De aquí no se sigue que la Vulgata blada y escrita. Como los L X X y la Vulgata influyeron en la
formación de una lengua cristiana, cúltica y teológica, así las
deba ocupar perpetuamente la misma posición; ni se puede afir­
mar que haya sido expresión sincera de la fe y de la devoción de nuevas traducciones influirán en la formación de una lengua reli­
quienes no entendían sus palabras; a lo más, que era objeto de giosa según las necesidades de la época.
un acto global de fe o devoción. Y mucho menos se puede erigir En esta tarea el principio es siempre llegar a una «repetición»
en norma última de interpretación y representación. o «interpretación» de la obra original, de manera que, al ser re­
citada la versión, vuélva realmente a existir actualmente el sis­
tema de formas verbales significativas que es la obra. ¿Es esto
posible?
Si la obra es un sistema de estructuras, ¿cómo lograr que en
27 EB 549. la nueva lengua se actualicen las mismas estructuras en el mismo
278 La obra y su traducción Traducciones modernas 279

sistema? Imposible ser fiel a todos los planos simultáneamente. para alcanzar al original). Para dar con el nivel estilístico no
Cuanto mejor conoce uno la lengua original, tanto más difícil le basta el conocimiento lógico de los originales; hace falta sensibi­
parece la traducción; cuanto más ha penetrado uno, inmediata­ lidad y familiaridad con la obra.
mente o por análisis, en la riqueza original, tanto más intraduci­
bie le parece. Y Croce declara intraducibie toda obra de arte. 2. El principio del sistema estilístico dice que la obra origi­
Pero un maestro del lenguaje, Edward Sapir, nos aconseja nal debe mostrar su sistema, para que sea el centro de ,1a obra
moderación, y reconoce que la literatura se traduce, a veces, con traducida. Esto lo descubre el traductor por intuición, por tan­
asombrosa fidelidad 28. Su explicación del hecho es más discu­ teo, por análisis. Supongamos que en un poema el factor sonoro
es central: también la traducción tendrá que colocar en el centro
tible.
Por la pluralidad de la obra en sí, y por su condición de re- ese principio, aun subordinando una supuesta fidelidad termino­
petibilidad, son posibles y aun necesarias diversas traducciones lógica. Si el árbol del poema ha sido escogido no por razones
botánicas, sino por una aliteración, sería infidelidad inspirarse en
que hagan resaltar, e incluso tomen como centro de sistema, un
aspecto particular. Como los L X X practicaban un proceso de la botánica y olvidarse de la aliteración. O tro tanto puede de­
espiritualización, así modernamente se puede continuar un pro­ cirse del ritmo, de las imágenes, de la plasticidad, de la idea, etc.
ceso de conceptualización; el peligro grave de esta tendencia es Una tentación frecuente de mentes occidentales, sobre todo
querer trasponer una lengua literaria a una lengua técnica, lo de profesores, es querer hacer la traducción más precisa que el
cual impediría la verdadera actualización. Aquí acecha, entre original: como si el original fuera un sistema de géneros que hay
otras, la «falacia lógica», de la que he hablado en un artículo so­ que convertir en especies, el símbolo en concepto, la sugerencia
bre el arte de traducir poesía bíblica 29. en afirmación. Y otra tentación es querer que en un pasaje con­
creto se expliciten todas las resonancias que tiene en el original,
Aun admitiendo varias traducciones posibles, aun en la
por su existencia en el contexto total. La traducción íntegra de­
misma época, por la inadecuación mutua de las lenguas, con
todo existe un ideal que todas deben tener presente: este ideal berá realizar el contexto total, en el que recobrará sus resonan­
cias el pasaje concreto30.
será la capacidad de repetición o actualización inmediata y uni­
Tentación es pensar que la traducción literal es la mejor:
taria.
porque, aunque tenga su utilidad, no es fiel. Tentación es pedir
La obra de teatro debe ser traducida primariamente para las
tablas, el poema lírico para la recitación. Y la traducción bíblica que la traducción sea armoniosa, porque muchas veces en la di­
sonancia y en la quiebra rítmica consiste la expresividad. Gran
debe pensar en la proclamación litúrgica. Y para realizar este
tentación es la paráfrasis. Y hay otras muchas tentaciones de tra­
ideal, quiero señalar aquí dos principios de largo alcance.
ductor que no toca amplificar o enumerar aquí, porque no se
1. El principio de nivel estilístico dice que debemos consi­ trata de escribir un tratado práctico.
derar el nivel en que se mueve el original: tono de conversación, . El hecho en sí de la traducción bíblica es lo que me intere­
tono lírico, oratorio, alta poesía... Se puede tolerar que la poesía saba de forma ineludible, por la naturaleza de una palabra divina
pierda su ritmo en la traducción, no se puede tolerar que se encarnada en lengua humana. Desde la concreción de una len-
vuelva prosaica: una traducción prosaica de la poesía no es tra­
ducción, sino asesinato (a no ser que se emplee como trampolín 30 He comentado la técnica de la traducción, con ejemplos selectos, en una
serie de artículos en Cubi n.os 17, 18 y 19 (1960-1962), con el título Traducáón
de textos poéticos, continuados luego con otra serie en «Ecclesia», en enero, fe­
28 Language> p. 222.
brero y marzo de 1965. Cf. igualmente El nuevo salterio litúrgico español, Pasto­
29 Traducción de textos poéticos hebreos: EstBi 19 (1960) 311-328 y un am­
ral litúrgica de los evangelios: Razón de sus singularidades, SalT 55 (1967) 706-
plio capítulo de La Traducción Bíblica, pp. 29-160.
720, 56 (1968) 445-56.
280 La obra y su traducción

gua, un autor, una obra, la palabra de Dios quiere alcanzar a


todos los hombres: «San Pablo escribe a una ciudad, por san Pa­ 12
blo y por una ciudad el Espíritu Santo nos escribe a todos»
(Crisóstomo).
La palabra inspirada, por su naturaleza, exige la traducción. R E C E P C IO N D E LA O B R A
Traducir es un alto y arduo servicio a la Palabra.

N o intento en estas páginas plantear ni discutir el problema her-


menéutico, aun sabiendo que lo estoy rozando; me interesa so­
bre todo el papel mediador de la obra, la superación de una lec­
tura puramente estética.

Una vez que hemos obtenido por la traducción una actuali­


zación de la obra inspirada, ésta vuelve a quedar en potencia,
hasta su recitación pública o su lectura privada. Primaria es la
actualización social, ante la comunidad para la que está desti­
nada; secundaria es la del lector privado.
Cuando el pueblo de Dios se reúne en acto litúrgico, para
escuchar la palabra de Dios, en su lengua, en voz alta, allí sobre
todo vuelve a existir la palabra de Dios. A la confesión de fe
inicial qui locutus est per propbetas — que pronunciamos en un
acto litúrgico— , podemos añadir otra confesión: «que vuelve a
hablarme por el recitador litúrgico». «Cristo está siempre pre­
sente en su Iglesia... Está presente en su Palabra, pues cuando se
lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es él quien habla» 31. «En la
liturgia Dios habla a su pueblo; Cristo sigue anunciando el
evangelio» 32.
La percepción consuma y completa el proceso del lenguaje.
Lo que se había objetivado es otra vez subjetivado. La lengua
que actualiza y manifiesta una interioridad, la obra que actualiza
en lenguaje una experiencia, la repetición que actualiza el sistema
de formas significativas, quedan de algún modo en potencia, que
recibe su definitiva actualización cuando el oyente o lector la re­
cibe.
La representación escénica es para otros, de lo contrario se

31 Constitución conciliar sobre la liturgia n.° 7.


32 Ibid, n.° 33.
282 Recepción de la obra 283
Recepción de la obra
queda en ensayo o en puro juego. En la lectura privada el lector dores? Puede decirse que no. El que va sólo a mirar, a curiosear,
es el público de la obra; y si recita en voz alta, liega a fundir los no entra en el juego, y no recibe la acción litúrgica, que sólo se
papeles de actor y espectador. percibe desde dentro. Entonces, ¿la liturgia es un juego? En
La recepción de lenguaje no es una operación pasiva, como si cuanto que no quiere meros espectadores, y es representación, la
el espectador o el oyente se entregasen a una gozosa inactividad. podemos llamar juego. Guardini, en su libro clásico sobre el es­
Al contrario, es una intensa actividad espiritual, en todas las píritu de la liturgia, escribió un capítulo sobre la liturgia como
fases de un complejo proceso. juego. Pero él mismo ha visto la totalidad de sentido: la liturgia
Esta compleja actividad, que apenas percibimos, se da en un es sacra representación ante Dios. Dios es en cierto modo el es­
sencillo acto de comprender un segmento de lenguaje. Crece en pectador de este juego que los hombres representan para alabarlo
el diálogo, se multiplica en la recepción de una obra compleja. y glorificarlo.
La actividad, como tantas otras actividades humanas, puede re­ Como dice bellamente Romano Guardini, «ésta es la maravi­
sultar agradable: en sí o por la comunicación con otra persona. lla de la liturgia: arte y realidad unidos en una niñez sobrenatu­
El diálogo exige la respuesta, lo cual dirige la actividad de ral delante de Dios. Lo que sólo existe en el reino de la irreali­
entender. Y si Jas palabras del interlocutor tienen una función de dad, en las representaciones artísticas, a saber, las formas del arte
influir, entonces nos exige una respuesta de acción. Son dos como expresión de una plenitud humana, son aquí realidad. Ex­
formas básicas de responder: en palabra y en acción. En la pro­ presión y presencia de una vida real y sobrenatural. Y en esto
fecía de Ezequiel, el Señor denuncia la actitud «puramente esté­ coincide con la vida del niño y del arte: libre de finalidad, y por
tica» de los que escuchan al profeta para entretenerse: ello llena de sentido. N o es trabajo, sino juego.
«Tus paisanos andan murmurando de ti, al abrigo de los Un juego en presencia de Dios, una obra de arte — sin crear,
muros y a la puerta de las casas, diciéndose uno a otro: “Vamos siéndolo únicamente— , ésa es la sustancia de la liturgia. De
a ver qué palabra nos envía el Señor. Acuden a ti en tropel y mi donde la sublime mezcla de profunda seriedad y divina ale­
pueblo se sienta delante de ti; escuchan tus palabras, pero no las gría» 33.
practican; dicen lisonjas con la boca, pero su ánimo anda tras el Toda la asamblea recita o canta un salmo, y la palabra, la
negocio. Eres para ellos coplero de amoríos, de bonita voz y obra inspirada, entra en juego, llega a su plena actualización.
buen tañedor. Escuchan tus palabras, pero no las practican. Pero Toda la asamblea escucha la proclamación, y tiene que respon­
cuando se cumplan — y están para cumplirse— se darán cuenta der con la palabra y con la acción. N o sólo con la acción litúr­
de que tenían un profeta en medio de ellos”» (Ez 33,30-33). gica sino con la acción de la vida restante, que queda así situada
Algo parecido sospechamos que sucedió cuando el profeta bajo la luz y la fuerza de la Palabra.
Isaías comenzó a cantar su canción de la viña, Is 5: y en la Secundariamente la acción litúrgica se puede ofrecer al in­
misma línea está el apóstol Santiago con su comparación refe­ terés del no creyente, del miembro de otra comunidad cristiana,
rente al hombre que se mira al espejo, Sant 1,22-25. adquiriendo así un valor añadido de representación. Pero cuando
La obra también puede reclamar tipos semejantes de res­ esto se comercializa en el turismo, Dios se retira de su puesto de
puestas: la obra sugerente, o problemática, que nos exige re­ espectador, y el juego pierde su carácter de representación sacra:
flexión y tomar partido intelectual; la obra desafiante, que nos no se da la final actualización de la obra, sino una falsificación.
exige una respuesta de acción. La obra inspirada que nos puede La actualización litúrgica confiere además actualidad a la
exigir la doble respuesta. obra: la representación hace presente la Palabra. N o los conte­
En la acción litúrgica, toda la comunidad, sin espectadores, nidos de la obra, en cuanto diversos de ella y anteriores a ella;
toma parte en la representación. Realmente, ¿no hay especta­
33 El espíritu de la liturgia (Barcelona 1962), cap. «La liturgia com o juego».
284 Recepción de la obra En la obra, los hechos 285

sino el sentido que la obra revela en la representación. Me re­ rirá la fórmula «en la obra encuentro» a la fórmula «por la obra
fiero en este momento a la parte de Palabra que hay en la acción llego». Sin pretender zanjar la discusión, opto por la primera
litúrgica. fórmula, en sentido no diferenciado.
Como esta actualización se da por la participación activa, en­ Hay que notar que la obra es mediadora en cuanto estruc­
trando en el juego, se comprende, también desde el punto de tura unitaria. Esto quiere decir que cada elemento de ella no está
vista de la Palabra inspirada, el esfuerzo de la constitución con­ en relación inmediata y autónoma con la realidad externa a la
ciliar para restablecer este carácter de la acción litúrgica: no sólo obra por proyección simple de sentido. Cada elemento es, ante
en la parte de acción, sino también en la parte de palabra. «Los todo, parte constitutiva de la unidad, convive y tiene relaciones
pastores de almas deben vigilar para que en la acción litúrgica no con los demás elementos, forma parte de un universo poético o
sólo se observen las leyes relativas a la celebración válida y lícita, novelesco. Las relaciones entre los elementos dentro de la obra
sino también para que los fieles participen en ella consciente, ac­ son múltiples y variadas: contigüidad y distancia, semejanza y
tiva y fructuosamente» (n.° 11). «La santa madre Iglesia desea oposición, tensión y armonía, posición e importancia relativa,
ardientemente que se lleve a todos los fieles a aquella participa­ etcétera. Por eso es necesario conocer la organización de la obra
ción plena, consciente y activa en las celebraciones litúrgicas, antes de saltar de un punto de ella hacia su correlativo real. La
que exige la naturaleza de la liturgia misma, y a la cual tiene de­ semiótica prepara la semántica. Los hechos y realidades externas
recho y obligación, en virtud del bautismo, el pueblo cristiano, están en la obra transformados, dotados de una existencia nueva.
“linaje escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adqui­ Éste es el sentido arduo de la «obra mediadora». (Puede verse
rido”» (n.° 1 4 )34. mi artículo David y la mujer de Tecua: 2 Sm 14 como modelo
hermenéutico: Bib 57 [1976] 192-205.)
LA O B R A M E D IA D O R A
EN LA O B R A , LOS H E C H O S
Laurence Lerner, The Truest poetry: What is Literature (Nueva York
1966). Boris de Schloezer, L'oeuvre, Vauteur et Vhomme, en Les che- Los hechos transeúntes, limitados e irrepetibles, quedan fijados
mins de la critique (París 1966), pp. 157-179. En cuanto a la ayuda de la en el sistema de palabras que es una obra — sensu lato— . En las
semiótica a la semántica ofrecen una introducción clara los libros del palabras de Dante Gabriel Rossetti:
Grupo de Entrevernes Signos y Parábolas. Semiótica y texto evangélico,
y Análisis semiótico de los textos. Introducción, teoría y práctica, publi­
«Soneto: monumento de un instante,
cados por Ed. Cristiandad, Madrid 1979 y 1982, respectivamente.
que el alma eterna erige a una hora
Cuando insisto en la importancia de la obra, en su consisten­ ya muerta e inmortal. Haz que respete
cia estructurada y reposando en sí misma, no hay que enten­ — por rito bautismal o por presagio
derlo como inmanencia formal. La obra es manifestación de sen­ temeroso— su plenitud difícil;
tido, la obra se presenta a sí misma haciendo presente un según reine la noche o reine el día,
sentido. has de tallarlo en ébano o marfil» 35.
En la obra convivo de algún modo con muchos personajes,
conozco hechos y cosas, en muchos momentos siento la compa­ Es el principio capital del narrar: es una memoria subsistente
ñía del autor que habla. Podemos decir que en la obra o por la de la comunidad. En la palabra los hechos no se repiten sin más,
obra llegamos a las cosas, a los hechos, al autor. Y alguien prefe­ sino que reciben una interpretación humana, personal. Interpre-

34 Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la sagrada liturgia. 35 De The Hours of Life.


286 Recepción de la obra En la obra, el autor 287

tar no significa falsificar, sino todo lo contrario: significa pene­ «Cuando el Señor recontruya a Sión,
trar en el sentido, superar la mera apariencia (claro que es posi­ y aparezca en su gloria,
ble la falsa interpretación). y se vuelva a la súplica de los indefensos,
Hay una escuela artística que intenta interpretar la interiori­ y no desprecie sus peticiones;
dad y manifestarla por medio de una justificada deformación de quede esto escrito para la generación futura,
la apariencia: simplificación de rasgos expresivos, transformación y el pueblo que será creado alabará al Señor»
de líneas y colores. Es el expresionismo en sus variadas formas, (Sal 102,17-19).
casi siempre más verdadero que el verismo. Por ejemplo, Van
Gogh interpreta el sol como una fuerza giratoria que contagia de EN L A O B R A , EL A U T O R
su movimiento a los seres de la tierra; ¿es más verdadero un sol
monocromo y redondito de un pintor verista? 36. George T. Wright, The Poet in tbe Poem: The Personae o f Eliot (Ber-
keley 1962), V. Erlich, The Concept o f the Poet as a Problem o f Poetics,
Al interpretar el hecho, la palabra puede amplificar la vali­
en Poetics (La Haya 1961), 707-717. L. Lerner, The Truest Poetry
dez, liberándolo de su limitación temporal, haciéndolo repetible
(Nueva York 1964). J. Maritain, Creative Intuition in Art and Poetry
en la fantasía, elevándolo a un sentido universal sin aniquilar su
(Nueva York 1955).
concreción. Los autores bíblicos, nombrados o anónimos, hablan con otra clase
En la Sagrada Escritura nos encontramos con múltiples he­ de objetividad, menos refleja y compleja; también usan la «persona dra­
chos, interpretados en sistemas de lenguaje. La inspiración nos mática» quizás sin pensarlo. Del libro de Wright encuentro sobre todo
interesante — para la presente tarea— el final de la introducción «The
garantiza que la interpretación es exacta en profundidad. Podrá
faces of the Poet» y el capítulo sobre Ezra Pound.
un investigador extraer de la Escritura lo que haya de puros he­
Un día habrá que estudiar parte del Antiguo Testamento según esta
chos, para recomponer una historia crítica: su extracto no es ins­ problemática: el yo personal y el yo profético, el yo de los salmos ¿es
pirado, y se ha dejado lo mejor, el sentido alto de los hechos. «persona»?, ¿en qué relación se encuentra el autor de Job con sus per­
Además de ser acciones humanas son acciones de Dios, y por sonajes?, ¿es el profeta «persona» de Dios?, ¿es Dios «persona» del ha-
ello manifestación o revelación en la historia. En la apariencia giógrafo? Estas cuestiones desbordan el presente capítulo.
geográfica eran hechos como otros cualesquiera, el escritor sa­
grado ha obtenido una comprensión de los hechos, que le guía N o considero aquí la obra como síntoma psicológico para
en la realización de su obra narrativa. catalogar al autor: «introvertido, ciclotímico, neurótico». Esto
Por la obra llegamos a los hechos interpretados: y al repetir sería mirar al autor como objeto de conocimiento mediato, no
o representar la obra, esa dimensión trascendente que constituía como persona. Aquí me refiero al acceso personal. El que se da
en el diálogo verdaderamente humano, no simplemente utilita­
al hecho como revelación de Dios en acción, vuelve a suceder.
No el puro hecho empírico, que es irreversible en la historia, ni rio. ¿Es posible dicho acceso a través de la obra de arte?, ¿inte­
una pura repetición poética, aunque posea su intensidad y vali­ resa?, ¿o es la obra una presencia total que licencia para siempre
dez; sino aquello que en el hecho decidió la historia y vuelve a a su autor?
decidir nuestras vidas. Se diría que la investigación actual quiere la obra y nada más
En la «obra» bíblica, litúrgicamente representada o recitada, que la obra, que el autor no interesa. La reacción contra el psi-
los hechos nos alcanzan, o sea, Dios en acción en la historia. cologismo puede haber exasperado las fórmulas. Es cierto que
nuestro interés literario no consiste en conocer la vida privada
36 En la revista «Illustrated London News» he visto unas fotografías solares, del autor: cómo vestía y qué marca de whisky bebía, el nombre
obtenidas desde globos altísimos, que se asemejan curiosamente al sol de Van
Gogh.
de la dama de turno a quien dedicó su soneto. Conocer el ape­
288 Recepción de la obra En la obra, el autor 289

llido, clase social, fechas de nacimiento y muerte de Laura no es obra y los futuros lectores; véanse en particular «Cuando yo sea
precisamente el objeto del estudio literario petrarquista. Todos viejo» y «Para después de mi muerte».
los datos personales nos interesan en cuanto influyen en la obra Pero no es menos cierto que el lector puede repetir parcial­
y en ella quedan objetivados. mente la intuición del autor, o realizar una equivalente; que
Véanse, entre otros testimonios, algunas líneas extremas de puede acercarse a él como a persona, compañero de contempla­
W. K. Wimsatt: «El poema no es propiedad del crítico ni del ción por unos minutos; que los dos repiten las mismas palabras,
autor (se desprende al nacer del autor, y camina por el mundo y en ellas pueden sentirse dulce o dolorosamente unidos; o bien,
fuera del alcance de su intención o de su control). Un poema que se entienden con el autor acerca de algo. La obra puede ma­
debería ser y no significar. He aquí un epigrama que merece ser nifestar realmente al autor: no sólo la lírica, sino también la
citado en todo ensayo sobre la poesía» 37. épica y dramática. Charles du Bos decía que «la literatura es el
Mucho más matizada es la formulación de Rilke 38, respal­ sitio de encuentro de dos almas»; y en forma más técnica dice
dado por tan intensa experiencia poética: Wright: «La perspectiva fundamental es la que comparten el lec­
tor y poeta en el poema entero; desde la cual lector y poeta rea­
«Sólo vemos tus versos, que venciendo
lizan una experiencia simple y unificada de un mundo com­
la inclinación de tu sentir, aún llevan
plejo» 39.
las palabras que tú elegiste. A veces
En la lírica parece la cosa obvia: con todo no hay que olvi­
no pudiste elegirlas: un arranque
dar un par de hechos. A veces el poeta crea por reacción contra
se impuso como un todo, y lo decías
su experiencia, para compensar, para liberarse; en cuyo caso es
como un encargo: triste para ti.
importante afinar el sentido exacto de revelación que trae la
Jamás de ti lo hubiera escuchado.
obra. A veces el autor se traslada a la persona de otro, y en­
Tu ángel resuena aún hoy, pero acentúa
tonces su manifestación personal es de segundo grado: a través
de otro modo aquel texto: y me rebosa
de otra persona ficticia o recreada 40. Esto queda más cerca de la
el gozo por su modo de decir,
«fusión de horizontes» de Gadamer.
por ti, porque esto sí que ha sido tuyo:
En la épica también puede manifestarse el autor. Por la selec­
ción, ordenación, interpretación de los hechos. La selección
Tu salvación hubiera sido ver
puede ser muy significativa en lo que se deja, pues muchas veces
cómo entra por los versos el destino
es el dejar lo que exige una decisión más motivada. Un principio
y no vuelve a salir, y se hace imagen
filosófico o teológico puede ser el centro de una composición
y sólo imagen: un antepasado
narrativa: el principio está presente, aunque en ninguna parte sea
que, cuando tú le miras, en su marco,
formulado. El autor puede manifestar una tendencia apologética,
parece y no parece asemejarte.
un placer de contar, un entusiasmo épico, una preocupación de
Así hubieras perseverado».
exactitud, etc. La mentalidad del autor se manifiesta concreta­
La objetividad del poema, su crecimiento de sentido, su cali­ mente en la obra, sin que lleguemos a ella por deducciones o si-
dad de imagen no excluyen una presencia del autor. Unamuno
ha sentido y expresado con fuerza la tensión entre el autor, la
39 Op. cit.t p, 128.
40 W. Kayser, Interpretación y análisis de la obra literaria, 204-222. Ezra
37 The Verbal Icón. Stadíes in the Meaning of Poetry, 1954, pp. 5 y 81. Pound ha popularizado en la crítica inglesa el término «persona» con su viejo
Requiem fü r Wolf Graf von Kalckreuth, trad. de José María Valverde. sentido de máscara dramática; y titula algunos de sus volúmenes Personae.

19
290 Recepción de la obra En la obra, el autor 291

logismos. Desarrolla ampliamente el tema M. Sternberg en su li­ su parte más inteligente y penetrante. Admirando el talento de
bro Two Poetics o f Biblical Narrative, espec. el cap. 3. un autor cruel con sus personajes o cínico, quisiéramos cono­
El autor puede hablar por sus personajes (y ahora, aunque cerlo a mejor luz. El hombre metido a autor de algún modo li­
repito conceptos, no voy a repetir la analogía de la palabra ins­ mita y estrecha su personalidad compleja y total; pero ese limi­
pirada del capítulo 2). En un caso extremo, el autor hace hablar tar es concentrar y revelar intensamente un aspecto de su perso­
a sus personajes con ironía sofoclea — Edipo Rey, Caifás en el nalidad. Y esa faceta intensamente revelada es precisamente la
evangelio— ; en el otro extremo el autor se identifica con uno de que nos atrae.
sus personajes, entra como personaje en la obra, y habla como La distancia entre la persona privada y la persona literaria
autor y como personaje al lector: en tal caso lo muestra descara- puede ser mayor o menor según épocas, escuelas, individuos, gé­
mente o lo disimula dejando una clave. Entre estos dos ex­ neros. H oy día muchos poetas, incluso líricos, prefieren la dis­
tremos, el autor puede estar distante de sus personajes, y puede, tancia, reaccionan contra la «confesión» romántica demasiado
con la fuerza del contexto, transmitirnos su personal reacción personal; pero sin renunciar a un estilo personal y característico.
ante la conducta de los personajes. Muy claro en una novela de Bastantes páginas de la Biblia están más cerca de la distancia
tesis: cuando el autor inculca su reprobación de una conducta, moderna que de la inmediatez romántica.
condenando en su novela al fracaso al personaje «malo», o pre­ Por lo demás, esa limitación y concentración en el revelarse
miando ostentosamente al «bueno»; otros autores rodean de ca­ la persona sucede también en otras acciones o actividades, no es
riño y comprensión a sus personajes, como Cervantes a Don exclusiva de la actividad literaria; también fuera del libro o
Q uijote; y este afecto paternal también es un modo de hablamos poema, en la vida ordinaria, nuestro conocimiento y convivencia
el autor. El lector de ordinario entra en el mundo de la novela, se limitan a situaciones, conversaciones, temas individuales: unos
olvidando completamente al autor: al final, en un relámpago, o nos acercan a la persona, otros nos hacen desear más trato, otros
en un rato de reflexión, descubre que el autor estaba también nos alejan, otros se nos olvidan. La diferencia capital es que el
dentro de la novela, conviviendo con el lector en la contempla­ poema queda limitado, mientras que el poeta continúa en su
ción y recreación de una zona de realidad. vida real; diferencia secundaria es que en la vida ordinaria la
Aquí no discuto si esa convivencia es de signo rigurosamente concentración no es la norma como lo es en la literatura.
estético o literario. Pienso que es realmente de lenguaje. Tam­ Por esa cualidad de extensión y revisión en el tiempo, más
poco defiendo que sea algo universal: todos los lectores con que por la irremediable limitación, desearíamos haber conocido
todas las obras. Sencillamente, apelo a la experiencia de muchos al autor «personalmente», y cuando esto es imposible, procu­
lectores: los conozco que aman a Antonio Machado, a Dos- ramos leer más obras suyas, para completar su conocimiento en
toyevski, al autor del Eclesiastés — lírica, novela, ensayo— . el trato.
En el campo estrictamente literario, al autor lo conocemos:
Les gustaría haber conocido y tratado a estos autores, no por
unas veces por su modo de hablar directo e inmediato; otras
vanidad, sino por la riqueza humana que en ellos encuentran.
veces por la persona literaria que asume para hablar; otras veces
Piensa el lector que intimaría y se entendería muy bien con el
por su actitud frente a la totalidad del poema 41.
autor. Claro que el encuentro real produciría en algunos casos
fuerte desengaño, al descubrir en el hombre privado N una per­ Resumo un poco antes de pasar adelante. Para conocer cómo
sona distinta del poeta N : sabemos de casos en que tal cosa ha está el autor presente en la obra, hay que hacer tres distinciones.
sucedido.
Esto muestra que la obra es con frecuencia revelación parcial 41 Véase sobre este tema la obra citada de George T. Wright, The Poet in the
del autor: ojalá lo sea de su mejor parte; en todo caso lo será de Poem.
292 Recepción de la obra En la obra, el autor 293

Primera distinción, básica, entre el yo vivo, civil y el yo que ha­ servatorio o punto de vista superior, que trasciende la obra, aun­
bla en el poema, en otros términos, el yo del poeta y el yo del que de algún modo entra en ella?
poema. Segunda, hay que distinguir géneros: épica y didáctica Desde luego, Dios es un personaje, el protagonista, de la B i­
piden de ordinario un autor distante, que se quede fuera; la lí­ blia como conjunto. Cuando el autor narra un milagro real­
rica da más entrada al autor, en grados diversos según el tipo de mente acaecido o un suceso que es realmente «signo» de acción
lírica; la dramática ofrece una mediación compleja que dificulta divina; cuando el profeta transmite una palabra realmente reci­
la identificación del autor, pues éste puede repartirse entre varios bida. También cuando el narrador emplea el oráculo como fic­
de sus personajes o puede acercarse más y aun casi identificarse ción narrativa, para afirmar la acción real de Dios en la historia
con uno. Tercera, hay que distinguir autores y épocas. (sin afirmar que Dios haya pronunciado históricamente aquellas
En la Biblia los proverbios suelen ser «impersonales». Los mismas palabras); o bien cuando finge un milagro para afirmar
narradores suelen afectar distancia, aunque a veces toman par­ que el hecho era «signo». En estos casos, sobre todo en el úl­
tido y lo hacen oír o sentir. Entre los profetas, Jeremías es un timo, tenemos la impresión de invertir la fórmula usada en el ca­
caso excepcional: irrumpe en poemas más «objetivos» y recurre pítulo segundo del libro, «el autor y sus personajes»: el yahvista
a «confesiones». es el autor y Dios es uno de sus personajes. Para el creyente
Por la obra puedo llegar al autor: ¿puedo llegar por la Biblia esto es aceptable, sabiendo que ese Dios no es pura invención
a Dios? Naturalmente no hablo de vía silogística. Dios quiere del autor, sino que se ha presentado en revelación auténtica.
que el autor me diga tales y tales cosas, de tal y tal forma: la vo­ Además creemos que, por la inspiración, Dios es de algún
luntad de Dios se me manifiesta, digamos, en un acto imperado. modo autor de las palabras bíblicas, aunque lo sea a través de
¿Nada más un acto de la voluntad? Los padres han entendido la autores humanos. Asumiendo la figura de narrador o autor, im­
cosa en sentido mucho más inmediato y real (sin negar la analo­ pone un punto de vista, realiza una revelación suya parcial, un
gía): Dios dialoga, me permite entrar en su corazón: «Considere aspecto limitado y concentrado. Asumiendo los autores como
cada uno que por la lengua de los profetas escuchamos a Dios al personajes, crea una obra total de varias obras parciales, esta­
habla con nosotros» 42. blece un punto de vista, que es también revelación suya personal. Allí
«¿Qué es la Escritura sino una carta de Dios omnipotente a se da el encuentro del lector con Dios dentro de la obra: no sólo la
su criatura?... Medita a diario con diligencia las palabras de tu inteligencia, sino toda una actitud se nos comunica para que podamos
Creador. Aprende el corazón de Dios en las palabras de compartirla. Esto es revelación personal.
Dios» 43. Por los hagiógrafos que componen y por su mundo narra­
tivo, Dios realmente me habla. Por la obra llego a Dios, porque
Esto nos dicen algunos padres, y nosotros preguntamos otra
vez: ¿Cómo está Dios en la obra? ¿Como tema del que se trata, en la obra, en una especie de encarnación, Dios ha hecho cuajar
en tercera persona?, ¿como uno de los personajes, que habla en una manifestación suya. Nueva creación de segundo grado per
prophetasy y nueva manifestación de primer grado locutus est. En
primera persona, dialoga, entra y sale?, ¿o como narrador o
las palabras ya citadas de Pesch: «Dios nos habla inmediata­
autor que impone su punto de vista?
¿Dónde encuentra el lector a Dios dentro de la obra? ¿En el mente en la Sagrada Escritura, en cuanto que la Escritura es en
proceso narrativo, superficie patente de la obra?, ¿o en un ob­ sentido propio palabra formal de Dios. Cierto, los hagiógrafos
son mediadores entre nosotros y Dios; no como medio objetivo,
42 Crisóstomo, PG 53, 119. por el cual conocemos a Dios, sino como medio subjetivo, como
43 «Q uid est autem Scriptura nisi quaedam epistula omnipotentis Dei ad boca de Dios, por la que Dios nos habla» 44.
creaturam suam?... Stude ergo, quaeso, et cotidie Creatoris tui verba meditare.
Disce cor Dei in verbis Dei...» (Gregorio Magno, PL 77, 706). 44 Op. cit., n. 441.
Q U IN T A PARTE

C O N S E C U E N C I A S D E L A I N S P IR A C IO N

áxoúaavxeg xóv Xóyov tt¡£ á>.r|08Ías (Ef 1,13)

13. En el contexto del Logos: la verdad


14. La doctrina y su uso

§¿i)v ó Xóyog xov © bou xai e v e q y t i^ (Heb 4,12)

15. En el contexto del Espíritu: la fuerza


13
E N EL C O N T E X T O D E L L O G O S : LA V E R D A D

Algunos hablan más bien de «efectos de la inspiración». Apu­


rando los términos, el efecto de la inspiración es constituir la pa­
labra humana en palabra de Dios, en su origen y término. Como
el efecto de la acción del Espíritu en la encarnación es el hom-
bre-Dios Cristo: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza
del Altísimo te cubrirá con su sombra: por eso, el santo que va
a nacer se llamará Hijo de Dios». De la acción del Espíritu so­
bre María, de la fuerza y la sombra, se sigue que ese que va a
nacer como hombre sea realmente el Hijo de Dios. De la acción
del Espíritu sobre el hagiógrafo se sigue que ese sistema de pala­
bras humanas que va a nacer sea realmente Palabra de Dios.
Y de este efecto se siguen varias consecuencias. Pero, ponién­
dose de acuerdo, no habría dificultad en adoptar el término
usual «efectos de la inspiración».
Mucho más difícil es ponerse de acuerdo en una ese final,
que parece una minucia, y es toda una concepción. Los ma­
nuales no suelen hablar de efectos, sino del efecto, en singular.
De la acción del Espíritu, de la naturaleza de la palabra de Dios,
sólo se sigue una cosa: la inerrancia. Una cosa tan importante,
que ocupa casi la mitad del libro; tan fundamental, que dirige
todo el tratado de hermenéutica, tanto que el alumno llega a
pensar si la hermenéutica será el arte de salvar a la Biblia de
errores í .
Imaginemos un tratado D e Verbo Incarnato dividido en dos

1 Pesch no la llama efecto, pero le asigna un puesto importante en la serie.


Van Laak (1911), probada la existencia de la inspiración, saca una consecuencia:
la inerrancia. Billot (41929) propone varias consecuencias: el sentido espiritual,
inerrancia, interpretación. Tromp habla en la última parte del libro inspirado, del
cual afirma la verdad infalible; esta afirmación se divide en dos partes: inerran­
cia, verdad según el sentido (géneros literarios). H ópfl-Gut habla de un efecto de
la inspiración: la inerrancia.
298 En el contexto del ¿ogos: la verdad En el contexto del Logos: la verdad 299

partes equilibradas: 1) la encarnación: el hecho y el modo; una


este momento nacen y cuajan nuestros manuales de inspiración.
persona y dos naturalezas, etc.; 2) el efecto de la encarnación:
No es extraño que estén fuertemente amurallados de argumentos
impecabilidad de Cristo. La impecabilidad de Cristo se prueba
y réplicas sobre la inerrancia.
con argumento de Escritura qm s ex vobis arguet m e de peccato,
No sería respetuoso ni conveniente dedicarse ahora a derri­
por deducción metafísica repugnat sanctitati divinae; después se
bar la muralla, que sigue teniendo su función;, pero habrá que
aplica la teoría a objeciones particulares: el niño se queda en el
ver si la muralla es lo esencial de la ciudad, y si el habitarla pací­
templo sin permiso (desobediencia), expulsa a los vendedores
ficamente es cosa despreciable. Ciertamente, la milenaria tradi­
(ira), acusa a los fariseos (venganza), se esconde en lá persecu­
ción de la Iglesia ha mirado la Sagrada Escritura con más an­
ción (cobardía), asiste a banquetes y bodas, se deja tocar por una chura, y me parece equitativo y saludable seguir esta tradición
pecadora... N o son acusaciones nuevas, y podrían llenar la mitad
milenaria, sobre todo en una coyuntura maravillosa de renova­
de nuestro tratado D e Verbo Incarnato .
ción bíblica.
¿Nos lo aceptarían? Ya escucho las protestas: ¿dónde queda Para ello vuelvo a la división del capítulo primero: en el con­
la solidaridad humana de Cristo, el hacernos hijos de Dios, el texto del Logos y en el contexto del Espíritu. En el contexto del
ejemplo de vida, la revelación del Padre...? Aunque la mayoría Logos: la verdad. En el contexto del Espíritu: la fuerza. No
de nuestros manuales D e Verbo Incarnato han perdido la sec­ como dos consecuencias únicas, sino como capítulos de conse­
ción clásica «De mysteriis vitae Christi», no han llegado a la es­ cuencias. Y afirmando expresamente que verdad y fuerza se uni­
trechez de ese tratado que he tenido que fingir. fican en la acción divina, múltiple y una.
Pues, ¿por qué ha sucedido semejante estrechamiento en el Los santos padres enuncian la acción trinitaria en los libros
tratado D e Inspiratione , que debería ser paralelo al D e Verbo sagrados, o bien unen al Padre con el Verbo, al Verbo con el
Incarnato ? La razón ha sido histórica, y se remonta unos Espíritu: «Los libros sagrados han sido escritos bajo la inspira­
cuantos decenios. ción del Espíritu, por voluntad del Padre, por Jesucristo» 2.
¿Por qué tantos castillos y murallas en la Edad Media? ¿Para «Uno es Dios Padre, señor del Antiguo y Nuevo Testa­
qué sirven la muralla de Ávila o la de Aviñón? Desde luego, mento; uno es nuestro Señor Jesucristo, profetizado en el Anti­
para que las visiten los turistas: como testimonio artístico e his­ guo Testamento, venido en el Nuevo; uno es el Espíritu Santo,
tórico. Castillos y murallas se construían para habitar y para de­ que predicó de Cristo por medio de los profetas, y que después
fenderse en tiempos de hostilidades declaradas o de paz amena­ de la venida de Cristo bajó y lo manifestó. Por tanto, que nadie
zada: conquistar un castillo era asegurarse una clave de poder; separe el Antiguo Testamento del Nuevo; nadie diga que hay un
abrir brecha en una muralla era poner pie en la ciudad. Espíritu en el primero y otro en el segundo; de lo contrario,
Hacia fines del siglo pasado, la Sagrada Escritura se encon­ ofenderá al Espíritu Santo, que es honrado con el Padre y el
traba en guerra, frente a hostilidades declaradas. En una época Hijo» 3.
ya remota, los perseguidores exigían la entrega de Jos libros sa­ Aunque este texto se refiere a la unidad de los dos Testa­
grados, para destruirlos; y los cristianos murieron heroicamente mentos, aquí me interesa su profesión trinitaria.
para salvar los libros inspirados. En tiempos de incultura, el ene­ «La Escritura es perfecta, pues ha sido dicha por el Verbo de
migo era la dejadez, el descuido; y los monjes medievales traba­ Dios y por su Espíritu» 4.
jaron para multiplicar y conservar las copias de la Biblia. A fines
del siglo pasado, las armas del enemigo eran los supuestos 2 Orígenes, D e pr., PG 11, 359; cf. R. Gógler, Zur Theologie des biblischen
errores de la Biblia, por los que penetraban en el recinto sacro, Wortes bei Orígenes (Dusseldorf 1963), en especial pp. 282-298.
y aniquilaban la inspiración. Había que defender la Biblia: en J Cirilo de Jerusalén, PG 33, 919.
4 Ireneo, PG 7, 804.
300 En el contexto del Logos: la verdad En el contexto del Logos: la verdad 301

«Todos estaban preparados con el Espíritu profético y hon­ con su bondad y sabiduría, revelarse a si mismo y manifestar el
rados con el Verbo» 5. misterio de su voluntad (cf. Ef 1,9): por Cristo, la Palabra hecha
Cristo como revelador de Dios, es la verdad. No sólo dice la carne, y con el Espíritu Santo, pueden los hombres llegar hasta
verdad, sino que la hace y es la verdad. De modo semejante, y el Padre y participar de la naturaleza divina (cf. Ef 2,18; 2 Pe
participado, la Sagrada Escritura, en cuanto revelación de Dios, 1,4). En esta revelación, Dios invisible (cf. Col 1,15; 1 Tim
es verdad. 1,17), movido de amor, habla a los hombres como a amigos
Podemos pensar en la verdad ontológica: manifestación del (cf. Éx. 33,11; Jn 15,14-15), y trata con ellos (cf. Bar 3,38) para
ser, de su sentido; y en la verdad lógica, refleja y enunciada, en invitarlos y recibirlos en su compañía», D ei Verbum y 2.
forma de proposición. En la Sagrada Escritura encontramos una La unidad de la revelación es el misterio de salvación en
manifestación de sentido del ser, su sentido de salvación, y en­ Cristo: es nuestra verdad máxima 7, y es en sí una totalidad de
contramos muchas proposiciones formales sobre la salvación. En verdad. Esta verdad se puede articular y dividir en una serie de
el primer sentido podemos decir que es verdad, en el segundo verdades. Cuando decimos una serie de verdades, fácilmente
sentido decimos que contiene verdad. pensamos en una serie de proposiciones teóricas: por ejemplo, el
Podemos pensar la verdad en su unidad total o en su unidad tratado de soteriología —salvación, misterio unitario— se des­
relativa: relativa al punto de vista (no verdad relativa, sino totali­ compone en tantas tesis. En realidad, la articulación del misterio
dad relativa). La unidad total de la revelación o las unidades de de Cristo se da en una serie de hechos, ordenados, que lla­
revelación. mamos historia salutis. Como estamos en un contexto de verdad,
Cuando conocemos a una persona, poseemos unitariamente hemos de considerar esos hechos en su sentido: son hechos sig­
la verdad de dicha persona: esta verdad la articulamos, la divi­ nificativos, su sentido de salvación es su verdad, su explicación
dimos y diferenciamos en una serie de conocimientos sobre la —despliegue— del misterio de Cristo es su verdad. Entendemos
persona: opiniones, planes, carácter, reacciones, actitudes, aquí «hechos» en sentido lato, como sucesos, experiencias, y
gustos, ideales... Como la persona no se nos manifiesta en puro también palabras pronunciadas; pero sobre todo son sucesos.
acto, ni en su simplicidad total, la vamos conociendo en una se­ Exponer el sentido de estos hechos es manifestar su verdad tras­
rie de verdades o unidades de verdad, que podemos desdoblar cendente. Y ésta es fundamentalmente la verdad de la Sagrada
en proposiciones, por ejemplo, cuando nos piden información Escritura: única en el misterio de Cristo que se revela, articulada
sobre ella. Detrás de todas estas manifestaciones, en ellas, perci­ en la historia de salvación que manifiesta su sentido. «La verdad
bimos la unidad radical de esta persona, como máxima verdad 6. profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite di­
De modo semejante, Dios quiere revelarse como persona, in­ cha revelación resplandece en Cristo, mediador y plenitud de
vitándonos a la convivencia a través de una salvación: esta mani­ toda la revelación» (Dei Verbum , 2).
festación personal suya la divide en muchas informaciones, que Como los hagiógrafos revelan esta verdad, nos enseñan y nos
llamamos su voluntad, sus acciones, sus preceptos, sus consejos. hacen aprender: en este sentido genérico, se puede hablar de una
Podemos reducir esta suma de noticias a síntesis, como a unidad enseñanza, una instrucción, una doctrina Así, unos dirán que la
superior de verdad; también podemos percibir, presente en todas Escritura es la doctrina de salvación, otros dirán que contiene la
las manifestaciones, la persona que se manifiesta. «Quiso Dios, doctrina de salvación: mucho depende de cómo se entiende el
término. Pero en ningún caso lo debemos entender como ideo­
logía, como enseñanza doctrinaria; sino ampliamente como «en-
5 Hipólito, PG 10, 727.
6 En el proceso de conocer a una persona sucede lo que llaman el círculo
hermenéutico: de las partes al todo, del todo a las partes. Véase Roger Lapointe,
7 Iesu, corona celsior et veritas sublimior (himno del común de confesores).
Les trois dimensions de Vherméneutique (París 1967), particularmente el cap. VII.
302 En el contexto del Logos: la verdad La verdad literaria 303

señanza». También decimos que la vida enseña, y la historia en­ seguir aquí a Hans Meyerhoff, que se recomienda por su clari­
seña, y una desgracia enseña. dad expositiva 8.
En algunas obras bíblicas, sobre todo en el Nuevo Testa­ Una obra literaria contiene una serie de informaciones, ele­
mento, la enseñanza toma un manifiesto aspecto didáctico, in­ mentos descriptivos de vida e historia, artes y oficios, etc. Son
cluso doctrinal. No así en el Antiguo Testamento, ni siquiera en datos extrínsecamente controlables, y son accidentalmente inte­
los autores sapienciales, tan poco «doctrinales». Por eso los es­ grantes de la obra. Esto es lo que buscan un historiador crítico,
colásticos se plantearon la cuestión de los «modos» de la Escri­ un sociólogo, un arqueólogo, cuando consultan monumentos li­
tura, que, sin ser los de la ciencia, la superan en certeza. Así es terarios. En la Iliada aprendemos muchas cosas sobre las cos­
la Escritura fuente y norma de verdad teológica, aun cuando no tumbres de la época micénica y de la época en que fue fijada (si­
se presente como doctrina. Los «modos» literarios presentan la glo VIII); en la Odisea podemos aprender usos marineros de una
máxima verdad. época. Todas estas informaciones no constituyen la verdad espe­
«Dios es amor». «Así amó Dios al mundo, que entregó a su cífica de la obra literaria, y el erudito que solamente busca esos
Hijo unigénito, para que el que cree en él no perezca, sino que datos, no percibe la obra literaria.
tenga la vida eterna». El primero es un enunciado simple, el se­ También la Sagrada Escritura nos suministra múltiples infor­
gundo es complejo: ambos enuncian, afirman, enseñan con sufi­ maciones sobre costumbres y concepciones de la época: casas de
ciente claridad; su terminología no es puramente conceptual, dos pisos, con columnas para apoyar el piso superior, molino de
sino también simbólica y de misterio, lo cual no destruye su ca­ mano movido por dos mujeres, y también la idea de una bóveda
rácter proposicional de enseñanza. sólida en el cielo «firmamento», los pastores usaban hondas, y
En casos semejantes, frecuentes en la Biblia, el tema de la también la idea de que hay en el cielo depósitos de granizo, etc.
verdad no es difícil: proponen la verdad, como manifestación del Estas informaciones no constituyen la verdad específica de la Sa­
misterio; velando al mismo tiempo y provocando a la búsqueda grada Escritura. Esto ya lo explicó san Agustín, y el cardenal
de mayor intelección. Este tipo de verdad bíblica es simple y Baronio (según testimonio de Galileo) lo formulaba así: el Espí­
basta con afirmarlo. En cambio, la otra verdad, la de «modos» ritu Santo quiso enseñarnos cómo se va al cielo, no cómo mar­
literarios, puede resultar más difícil: por eso, siguiendo a los me­ cha el cielo. (Todavía hace sesenta años, L. Murillo quería en­
dievales, voy a tratar por separado esta verdad de la Biblia. Y contrar informaciones científicas reveladas en el Génesis.)
para ello emplearé categorías de la cultura actual, más fácilmente Más aún, estas informaciones secundarias puede manejarlas el
inteligibles. ♦autor con una cierta libertad, puesto que las subordina a la ver­
dad de su obra. Puede simplificar la información, puede aceptar
la información sin molestarse en controlarla críticamente, puede
LA VERDAD LITERARIA inventar elementos informativos según le conviene, puede defor­
mar positivamente algunas informaciones por conveniencias na­
A d em ás de M eyerh off, pu ed e consultarse: W . K ayser, D ie Wahrheit rrativas o expresivas, puede exagerar una información. Todo esto
der Dichter. Wandlung eines Begriffes in der deutschen Literatur (H a m - no es trampa ni capricho, sino sentido funcional, pues todo ha
burgo 1959). R. W ellek / A . W arren, Teoría Literaria (M adrid 1953) en de quedar subordinado y asumido por la verdad de la obra. Si el
especial capítulos III y X . docto utiliza la obra literaria como fuente de información fide­
digna, él carga con la responsabilidad de sus propios errores, y
Como la vida enseña, también la literatura enseña. Y la lite­ no tiene derecho a atribuírselos al autor.
ratura, en acepción amplísima, no es un ejercicio doctrinal.
¿Cómo enseña la literatura? ¿Cuál es la verdad literaria? Voy a 8 Time in Literature (Berkeley 1960) capítulo cuarto.
304 En el contexto del Logos: la verdad La verdad literaria 303

A priori, n o p od em os negar al autor sagrado este sentido con vin centes en este sentido. P en sem os en la descripción del b o-
lu ncion al, este señorío sobre las inform aciones, p uesto que no rracho de P rov 23:
está escribiendo un diccionario de consulta 9.
U n a segunda verdad de la literatura son las teorías o doc­ ¿A quién los ayes, a quién lo s gem idos?,
trinas predicadas por el autor desde la obra o en la obra, p o r ¿a quién las riñas, a quién los lam entos?,
boca de sus personajes, o en form a de consideraciones que in te­ ¿a quién los golpes de balde?,
rrum pen el curso narrativo. N o es ésta la form a ideal de litera­ ¿a quién los ojos turbados?
tura, pero es una form a existente. Y en la Biblia, que n o es lite­ — A l que se alarga en el vin o
ratura pura, este procedim iento es frecuente para enseñar: una y va catando bebidas.
reflexión sintética sobre el sentid o de la vida, de un aconteci­ N o m ires al vin o cuando rojea
m iento, p uede ponerla el autor en boca de uno de sus personajes y lanza d estellos en la copa;
im portantes. Por ejem plo, el llam ado «D eu teron om ista» p o n e en se desliza suavem ente,
boca de Josu é y de Samuel sen d os discursos de despedida y re­ al final m uerde co m o culebra
capitulación. El artificio literario, bien patente, sirve al autor y pica co m o víbora.
para exponer su enseñanza, es decir, su verdad; a la caída de Sa­ T us ojos verán maravillas,
maría, n o d ispon iend o de un personaje d igno que haga la recapi­ tu corazón imaginará absurdos;
tulación, el narrador m ism o tom a la palabra para explicar el sen ­ serás co m o quien yace en alta mar
tido de la tragedia 10. o se sienta en la punta de un m ástil.
Pasando a la v erd a d específica de la obra literaria, M eyerhoff «M e han golpeado y no me ha d o lid o ,
distingue una verdad primaria y otra secundaria o de inferencia. m e han sacudido y no lo he sentido.
La primaria es una coherencia interna de la obra, que nos revela En cuanto despierte, volveré a pedir m ás».
la verdad com o atributo del ser, y com o tal p u ed e apelar a la
persona. A lgu n os autores dicen de una obra sem ejante que es A u tén tico , verdadero, con vin cente: adjetivos que usaran los
«convincente»: n o en el sentido de persuasión oratoria, sin o diversos lectores. Según la d istinción de M eyerhoff, ten em os
co m o sim ple representación. aquí una presentación artística verdadera, es decir autentica; y
N aturalm ente, m uchos pasajes de la Sagrada Escritura son una com u nicación al lector verdadera, es-d ecir lograda; el texto
incorpora una experiencia, propia o ajena, autentica, verdadera,
y puede provocar una d ecisión auténtica o recta . . 1 1 1

SJ no me equivoco, a esto apunta el juicio práctico, como lo desarrolla Be P ero n o toda la Sagrada Escritura p o see esta capacidad de
noit Puede resultar peligroso emplear el libro de Judit como fuente de informa­ convencer: sobre to d o cuando el autor sim plifica los h ech os
ciones geográficas e históricas (Nabucodonosor rey de los asirios en Nínive) hasta el esquem atism o. Literariam ente, las figuras de m uchos
Por otro lado, en una obra de historia, la información sobre los hechos es su reyes n o resultan con vin cen tes, aunque la enseñanza del autor
verdad; jumo con el sentido de los hechos, en lo cual se pueden especificar di
sea verdadera.
l o T c U iPOb 1 ST a (genétíca’ ¿Plca’ religiosa...). Por tanto, no vale sin más
lo dicho sobre las informaciones para una obra de historia.
En el libro de Judit el autor pone el discurso en boca de Aiior amonita-
con cierta intención dialéctica, y exaltando la confesión religiosa. 11 De ordinario, esta verdad incluye un momento de reconocimiento, al que
Aunque el procedimiento de hacer hablar personajes reales o ficticios nos pa­ se sobrepone una percepción de nuevo o mayor sentido. En el acto de recono­
rezca a veces poco feliz, debemos escuchar con atención tales discursos interca­ cer, el conocer progresa en alguna dirección. En la presentación, el hecho o La
lados, que suelen ser clave del sentido general. realidad se hace patente, que es mostrar su verdad.

20
306 En el contexto del Logos: la verdad La verdad literaria 307

Pasemos a las que Meyerhoff llama verdades secundarias o hasta la médula y discierne los sentimientos más profundos. Ésta
deducidas, que implican una cierta generalización. es una importante verdad de la Sagrada Escritura, que nos revela
o descubre lo que realmente somos delante de Dios. Por ejem­
La obra literaria nos presenta nuevos aspectos de la realidad
y la experiencia, y ensancha nuestro conocimiento por fam iliari­ plo, Dios viene a contender con el hombre en un juicio dialo­
dad. En el primer tipo antes mencionado, el conocimiento se gado: «¿Crees que voy a callarme ante lo que has hecho? ¿Crees
obtenía por informaciones accidentales, la información no era que soy como tú? Te acusaré, te lo echaré en cara» (Sal 50,21); y
verdad específica de la obra literaria. Otra cosa es el conoci­ el hombre responde a Dios: «Reconozco mi culpa, tengo siem­
miento por familiaridad, de tipo más íntegramente humano: éste pre presente mi pecado» (Sal 51,5). Esto que en el salmo hace
nos lo transmite la obra literaria. Grado ideal de este conoci­ Dios por argumento directo, en forma de acusación, lo puede
miento es el personal, grados inferiores ocupan los objetos que hacer también poniendo delante a otra persona en acción, por
forman parte de nuestra vida. ejemplo, a David pecando y arrepintiéndose; sin formular nin­
guna proposición, está revelándome mi verdad, es decir, mi ser
La Sagrada Escritura nos ofrece muchas veces este conoci­
ante Dios; desde ahí, me empuja a la penitencia y reforma. Ésta
miento por familiaridad: de Dios, como persona que baja a la
es una verdad profunda y activa de la Sagrada Escritura.
convivencia con los hombres, y de muchos seres que, con esta
La obra literaria puede revelar una estructura del ser; por ge­
bajada, entran en el círculo de esa nueva vida. Ésta es una ver­
neralización, de nuestro ser. El hecho, al ser presentado, libera
dad importantísima de la Sagrada Escritura, que no se daría en
un puro extracto de proposiciones. un sentido que trasciende su limitación individual.
En la Sagrada Escritura, un hecho histórico, único e irrepeti­
Aquí empalma la práctica cristiana de la contemplación de
ble, es presentado con su sentido patente, de modo que este sen­
pasajes bíblicos: en la lenta lectura y en la repetida representa­
tido ilumine otra serie de hechos. Contando hechos irrepetibles,
ción, el pasaje va liberando poco a poco su verdad, hasta im­
el hagiógrafo revela una estructura de la historia movida por
pregnar enteramente al contemplador. La historia de Cristo re­
Dios, hace una teología de la historia, o al menos un capítulo.
vela por familiaridad el misterio de Cristo. De los «ejercicios»
Cuando el segundo libro —o segunda parte— de Lucas cuenta
que propone san Ignacio «a quien se ejercita», éste es el princi­
la vida de la Iglesia naciente, está revelando la estructura de la
pal, muy superior a la meditación intelectual con consecuencias
Iglesia, como institución histórica, cuya existencia es tem poral
volitivas. Notemos que, en la meditación, el entendimiento
Sin ser un tratado de eclesiología, con técnica proposicional, es
opera sobre la verdad por deducciones y analogías: la verdad
la luz para comprender el ser dinámico de la Iglesia.
que ocupa al entendimiento suele ser proposicional. Mientras
Meyerhoff concluye mostrando el parentesco en temas y mé­
que la contemplación es presencia y percepción, liberación de
todos de la filosofía existencialista y la literatura. Los mejores
sentido y recepción: todo ello activamente.
autores existencialistas estudian y citan generosamente obras lite­
La obra literaria ilumina y descubre nuestra interioridad,
rarias, como fuente de conocimiento o iluminación de la existen­
profundidad, nos la hace consciente. Leyendo, nos conocemos a
cia 13. Aunque el caso de la Sagrada Escritura no es exactamente
nosotros mismos, a la luz del autor o de la obra; y conocién­
igual, la observación de Meyerhoff nos puede ayudar a com­
donos, podemos pasar a la acción o corrección propias. En este
prender el tipo peculiar de verdad —su validez y su fuerza—
sentido pudo terminar Rilke su soneto «tienes que cambiar de
vida» 12. que encontramos en la Escritura. Y no estamos muy lejos de los
La carta a los Hebreos dice que la palabra. de Dios penetra
13 Sobre todo Heidegger y Jaspers. Mientras que Sartre actúa en doble
12 A un torso arcaico. Citado por varios exegctas alemanes. frente.
308 En el contexto del Logos: la verdad

autores medievales, que encontraban en los «modos» literarios LA VERDAD FINITA, H U M A N A , ES MUCHAS'VECES BUSQUEDA
de la Escritura un saber más cierto y más alto. P. Benoit, Inspiración y revelación: «Concilium» 10 (1965) 13-32; id.,
Al recuento de Meyerhoff tenemos que añadir la verdad en Inspiration et révélation chez la Bible, saint Thomas et les discusions
form a de testimonio 14, que es verdad con calidad jurídica y con modemes: RB (1963) 321-370. A. M. Artola, La inspiración de la Sa­
grada Escritura, en L. Alonso Schókel (ed), Comentarios a la constitu­
calidad existencial, capaz de empeñar al hombre entero. N o ha­
ción «D ei Verbum» (BAC, Madrid 1969) 371-391; id., D e la revelación
blo aquí de lo que cuenta el testigo ocular, por placer de contar:
a la inspiración (Valencia 1983). J. Audinet / H. Bauillard (eds) Révéla­
esto no es testimonio en sentido estricto. El testimonio exigido tion de Dieu et langage des hommes (París 1972). P. Ricoeur / E. Le-
por la ley obliga, y es instrumento eficaz de justicia; de donde la vinas (eds) La Révélation (Bruselas 1977).
gravedad del falso testimonio. El testimonio exigido y movido
por la fe llega consecuentemente hasta el martirio (en griego, Porque ninguna de nuestras verdades es la verdad total, aun­
¡j.(xqtu£ significa «testigo», en latín cristiano antiguo al mártir se que cada una sea una verdad en sí misma perfecta. La búsqueda
le llama confessor fidei). Esta calidad de verdad, con su elemento se puede realizar en la meditación privada o en el diálogo amis­
jurídico y su empeño existencial, es constitutiva de la vocación toso. La deducción es verdad en proceso: el silogismo es una
profética y apostólica. pieza de la dialéctica. Pero también se busca la verdad en el con­
La Sagrada Escritura, en sus partes más importantes, presenta traste de opiniones, y también esto es dialéctica, quaestio dispú­
la verdad como testimonio. En el testimonio, así entendido, hace tala. La disputa dialéctica puede movilizar dos personas, dos
el testigo presente la verdad con toda su fuerza: como realidad grupos, dos escuelas, etc.; así adquiere amplitud histórica.
ineludiblemente presente, arrolladoramente invasora. En sentido Ahora bien, en la exposición didáctica o literaria, uno puede
amplio, como toda la Sagrada Escritura es presentación de la his­ seguir dos caminos: exponer los resultados de la búsqueda, la
toria saltáis, exposición del misterio de Cristo, así también toda conclusión del silogismo, el texto del acuerdo; o puede presentar
la Sagrada Escritura es testimonio rendido a esa realidad miste­ el proceso de búsqueda como una especie de lírica intelectual o
riosa. Y aquí empalmamos con la verdad sustancial de la Escri­ como un drama de personajes. Este segundo procedimiento lo
tura, expuesta anteriormente. explotó con genio inigualado Platón: sus diálogos son «dramá­
Cristo es la verdad (Jn 14,6) y es testigo de la verdad ticos», y esta calidad dinámica no restó influjo al pensamiento
(Jn 18,37). Sus palabras dan testimonio de él y de su misión. Y de Platón (tampoco pensemos que para Platón era indiferente la
todo lo que es palabra suya, el Nuevo Testamento y también el exposición dinámica o la exposición objetiva).
Antiguo, son testimonio de la persona y la misión de Cristo. ¿Qué decir de la Escritura? Si es revelación, parece que debe
Cristo ha empeñado su vida en ese testimonio cuando es juz­ darme la verdad como resultado, propuesta por Dios o en nom­
gado, y empeñándose con toda su vida, ha dado total e indes­ bre de Dios; la revelación no es producto de la búsqueda hu­
tructible validez a su testimonio. Aquí se apoya y de aquí toma mana, ni en Dios es posible la búsqueda. Esto excluiría la inda­
fuerza toda la validez de la verdad bíblica como testimonio. La gación personal y la indagación dialogada.
ley y los profetas han dado testimonio por adelantado (Rom Sin embargo, los hechos contradicen esta teoría. Porque la
3,21), los apóstoles continúan el testimonio (Jn 19,35; 1 Jn 4,14). revelación es progresiva, desafía al hombre, le incita a preguntar;
la revelación no es puro bloque de verdad, caído desde el cielo
sin preparación. Una revelación despierta al hombre, le hace
14 G. Sóhngen, Analogie und Metapher (Munich 1962) 107-110. Cf. también preguntar, y así lo prepara para nuevas revelaciones.
R. Asting, Die Verkündigung des Wartes Gottes im Urchristentum dargestellt an Si una función del lenguaje —monológica— es apoyar sus­
den Begriffen Wort Gottes, Evangelium und Zeugnis (Stutgart 1939). tancialmente el proceso de pensar; si otra función —dialógica—
310 En el contexto del Logos: la verdad La. verdad lógica 311

es el contraste de opiniones camino de la verdad encontrada y corazón... La Iglesia camina a través de los siglos hacia la pleni­
poseída en común; no se ve por qué esta dimensión del lenguaje tud de la verdad... El Espíritu Santo, por quien la voz viva del
deba quedar fuera de la inspiración. Cosa muy humana y muy Evangelio resuena en la Iglesia, y por ella en el mundo entero,
noble es este diálogo, para que lo excluyamos a priori de la Bi­ va introduciendo a los fieles en la verdad plena» (D ei Ver-
blia: «Un día pascual iban dos discípulos de Jesús hacia Emaús. bum, 8). ,
En el camino dialogaban los dos sobre los acontecimientos del Palabra que obliga a preguntar, que dirige la pregunta, que
viernes. Y mientras los dos conversaban y juntos buscaban (év poseyendo el Espíritu nos va introduciendo en toda la verdad.
itp ó|4.iXelv x aí ou^rjTEiv)...», He aquí el verbo precioso que usa Invocando una teoría del conocimiento,,sería'posible acusar
san Lucas: iban buscando entre los dos: éste es el diálogo de la la exposición precedente de complicada, y sustituirla por un par
mañana pascual. Y en medio de la búsqueda en compañía, surgió de categorías simples. Confieso que mi intento ha sido mostrar
entre ellos la Verdad, Jesús; aunque tardaron en reconocerla. diversos aspectos de la verdad bíblica, que parecen salirse de las
Es emocionante y sugestiva esta escena del evangelio. N o ol­ casillas. La Sagrada Escritura posee una verdad trascendental,
videmos el precioso verbo griego ov^r\xeiv, buscar juntos. La como manifestación del misterio —que también es ser ; y con­
más perfecta definición del diálogo: «buscar entre dos la verdad tiene muchas verdades lógicas, de juicio y proposición, que arti­
y la Verdad» 15. culan la trascendental.
El Eclesiastés incorpora a su libro el proceso de meditación,
LA VERDAD LOGICA
o va descubriendo su verdad dinámicamente. Y no se puede en­
tender este libro ni el de Job, si no es como piezas dialécticas en Éste es un punto particular que ha asumido importancia prefe­
la gran discusión de la retribución, especie de quaestio dispútala. rente en la historia del tratado de inspiración. La verdad que lla­
Manifiesta es la intención dialéctica de la carta de Santiago. Y el mamos lógica es verdad de la proposición formal. Su contrario
libro de la Sabiduría parece pensar y responder al Qohelet. Y el es el error lógico, error de la proposición formal. Verdad lógica
gran problema discutido no recibe respuesta satisfactoria hasta y error tienen un área limitada y común de subsistencia: la pro­
Cristo. El Deuteronomista investiga el sentido de algunos he­ posición; su estructura compuesta permite la alternativa de afir­
chos, a veces busca la coherencia de dos de ellos: es una especie mación o negación contradictorias. Ante una proposición es le­
de fides quaerens intellectum. gítima la pregunta y la valoración: o verdad o error. En algunos
Podemos decir que la Sagrada Escritura, sobre todo el Anti­ casos es posible y legítima la distinción, que consiste en dividir
guo Testamento, nos propone la verdad también en forma de la proposición en dos, delimitando el sujeto o el predicado.
búsqueda. Y esto es parte de su dramatismo interno. Con ello Antes de la división, en rigor lógico, la proposición no es a la
nos revela también al hombre bajo la luz oscura del misterio, o vez verdadera y falsa, sino que no es verdadera proposición, en
bajo el don y desafío de la palabra. Y como no da todas las ver­ cuanto que no enuncia precisamente un sentido. Ya la técnica
dades en forma de respuesta final, o de proposición conclusiva, frecuente de la distinción, en el método dialéctico, en la vida co­
la Escritura queda perpetuamente abierta a la indagación y cons­ mún, nos muestra cómo no todo lo que se presenta en forma de
tante penetración de los fieles. «Esta tradición apostólica va cre­ proposición de lenguaje es rigurosa proposición lógica.
ciendo en la Iglesia con la ayuda del Espíritu Santo; es decir, Ahora bien, si yo traigo una preocupación de verdad y de
crece la comprensión de palabras e instituciones transmitidas error lógico a la Sagrada Escritura, he estrechado el campo por
cuando los fieles las contemplan y estudian repasándolas en su adelantado, y no tengo derecho a arrojar mi dilema sin distin­
ción a cualquier versículo bíblico. Plantear en este terreno la
L. Alonso Schókel, Pedagogía, de la comprensión (Barcelona 1961) 117.
cuestión del error, equivale a limitar, al menos metódicamente,
312 En el contexto del Logos: la verdad Verdad sin error 313

el alcance de la verdad bíblica. Y esto por definición, en cuanto tores inspirados lo afirma el Espíritu Santo, se sigue que los Li­
que excluimos toda verdad que no sea proposicional. Este plan­ bros Sagrados enseñan sólidamente, fielmente y sin error la ver­
teamiento estrecho fue propuesto agresivamente por el raciona­ dad que Dios hizo consignar en dichos libros para salvación
lismo y aceptado apologéticamente por bastantes teólogos cató­ nuestra» (11). El objeto directo de la afirmación es «enseñar la
licos. verdad», la cual se delimita por una cláusula final «para salva­
¿Cómo recuperar la universalidad en este planteamiento? ción nuestra» y se rubrica con tres adverbios «sólidamente, fiel­
Volviéndolo en forma negativa, ya que la negación tiene valor mente, sin error». Este enfoque positivo va entrando lentamente
universal. Algunos versículos bíblicos contienen verdad —N in­ en los escritores posconciliares.
gún versículo bíblico contiene error. En un concurso de perros
el alcalde pronuncia un discursito: un periodista no puede infor­ VER DAD SIN ERROR
mar: «Todos los presentes interpretaron bien sus palabras», pero Entre los escritos anteriores al concilio se pueden recordar: A. Moretti,
podría afirmar: «Ninguno interpretó mal sus palabras» —los pe­ D e Scripturarum inerrantia et de hagiograpbis opinantibus: «Divus
rros no las interpretaron ni bien ni mal—. Si en un concurso in­ Thomas» 62 (1959) 32-68. Cf. M. de Tuya, La inerrancia bíblica y el
tervienen unos cuantos sin éxito, no se puede decir que todos hagiógrafo opinante: «Estudios Eclesiásticos» 34 (1960) 339-347.
perdieron; pero se puede decir que ninguno ganó. Un mandato En el comentario a la constitución D ei Verbum de la BAC puede
positivo no obliga universalmente a «dar limosna»: no a cada verse el artículo informativo de R. Jacob. En él recoge escritos recientes
pobre ni en cada momento; un mandato negativo obliga umver­ hasta fines de 1967, y ha consultado oralmente a algunos de los prota­
salmente «no blasfemarás». gonistas.
Véase también el volumen La verita della Sacra Scrittura nel dibat-
No puedo afirmar universalmente que toda la Biblia contiene
tito attuale (Brescia 1968), que recoge colaboraciones de Benoit, Cop-
verdad lógica: interjecciones, preguntas, mandatos, sugerencias,
pens, Cipriani, Grillmeier, Lohfink, de la Potterie.
alusiones, imágenes, no son proposiciones, y por definición no O. Loretz, Die Wahrbeit der Bidel (Friburgo 1964). El autor quiere
son capaces de verdad lógica. Pero puedo negar umversalmente: identificar la verdad bíblica con la fidelidad de Dios a sus promesas: la
ninguna parte de la Biblia contiene error; porque interjecciones, Escritura es verdadera porque D ios ha cumplido en Cristo todas sus
preguntas, mandatos, sugerencias, alusiones, imágenes, no pue­ promesas y ha sido fiel a la alianza y a su pueblo. Según Loretz, éste es
den tener error lógico. el concepto bíblico de verdad y el único que podemos predicar de la
Éste es el significado de la fórmula negativa «inerrancia». Escritura. Véase mi recensión crítica en «Biblica» 46 (1965) 378-380.
Aunque, como fórmula negativa, es universalmente aplicable a la
El principio de la inerrancia es bien fácil de entender: Dios
Biblia, en realidad supone un estrechamiento del horizonte de la
no puede engañarse ni engañamos; si Dios propone algo en la
verdad bíblica. Como otros estrechamientos cognoscitivos, tiene
Escritura, su proposición es verdadera, repugna que sea falsa.
la ventaja de la precisión; el peligro comienza cuando se deja
«Ningún error puede caer bajo la inspiración: hasta el punto que
uno dominar de tal modo por este horizonte limitado, que in­
no sólo excluye por sí misma el error, sino que lo excluye con la
tenta reducir la Sagrada Escritura a un catálogo de proposiciones
misma necesidad con que Dios, Verdad suma, no puede ser
formales. Tal actitud, en su celo por defender la inerrancia bí­
blica, descargaría en la Biblia camiones de errores. Para evitar el autor del error» 16.
Se trata de una deducción simple: Dios habla, Dios no puede
peligro, conviene incluir la inerrancia en el contexto más amplio
decir errores. N i vale la escapatoria: la Escritura es divina y hu­
de la verdad bíblica: así serán pura ganancia su universalidad ne­
mana, la verdad es divina, el error humano; porque eso supone
gativa y precisión. La constitución D e i Verbum adopta un enfo­
que positivo: «Como todo lo que afirman los hagiógrafos o au­
16 EB 124.
314 En el contexto del Logos: la verdad Verdad sin error 315

una falsa división de la palabra inspirada: «Y no vale la distin­ Escritura, y los presuntos errores desaparecerán; pero al mismo
ción de que el Espíritu Santo tomó como instrumentos a hom­ tiempo confesemos que no podemos resolver todas las dificul­
bres, y aunque al autor primario no se le pueden escapar tades 18.
errores, sí se les pueden escapar a los escritores inspirados» 17. De esta manera, el principio de la inerrancia se convierte
Por el contrario, la siguiente deducción es falsa: Dios habla, también en una orientación hermenéutica negativa: no es admisi­
luego dice proposiciones; porque hemos quedado en que Dios ble una interpretación que implique errores en la Biblia. En la
asume íntegramente el lenguaje humano. interpretación de los evangelios sinópticos se ha sentido particu­
El principio general, obtenido por deducción simple, se larmente esta urgencia, dadas las manifiestas discrepancias de los
vuelve complicado cuando bajamos a las aplicaciones. Tanto evangelistas.
que, durante más de medio siglo, ésta ha sido la gran controver­ Pesch dedica a la inerrancia 63 páginas de su tratado sistemá­
sia católica acerca de la Biblia. No creo oportuno introducir tico, y vuelve sobre el asunto en su folleto suplementario, que
aquí una síntesis histórica de estas batallas (que el lector encon­ alcanza hasta el año 1926. Durante treinta años apenas hay un
trará desarrolladas en cualquier manual). Baste recordar a Salva- nuevo pensamiento sobre el asunto, pues la D ivin o afflante es
tore di Bartolo, que restringía la inerrancia a la doctrina de fe y más bien un cambio de enfoque. Me contentaré con recoger al­
costumbres; al cardenal Newman, que dejaba fuera las cosas di­ gunas voces recientes.
chas «de paso», obiter dicta ; a Lenormant, con su distinción en­ Benoit contribuye a la cuestión con sus ideas sobre el juicio
tre inspiración y revelación: toda la Escritura está inspirada, no especulativo y el juicio práctico 19. El juicio especulativo tiene
toda es revelación, solamente la revelación exige asentimiento in­ por objeto la verdad, y por lo tanto queda abierto humanamente
falible. al error: a no ser que Dios garantice dicho juicio, cosa que
León XIII rechaza toda limitación de la inerrancia, y co­ sucede bajo la inspiración. El juicio práctico tiene por objeto el
mienza a proponer algunos principios para resolver dificultades: bien, y por lo tanto no está sometido al error, ni a la verdad,
son consejos que entran en el campo de la interpretación, y que sino al acierto; cuando el juicio práctico somete a sus fines jui­
de algún modo se pueden reducir al consejo áureo de san Agus­ cios especulativos, éstos quedan condicionados por el juicio
tín: «Antes que admitir error en el libro sagrado, debemos pen­ práctico. En otras palabras, Benoit insiste: antes de indagar si un
sar que no lo hemos entendido». Por eso el papa propone cómo juicio es verdadero o falso —para acusar o para defender—, hay
hay que entender lo que dice la Escritura sobre cuestiones fí­ que indagar si es un verdadero juicio lógico.
sicas, y sugiere que se aplique una solución semejante a las cues­ A. Moretti desarrolla la teoría de la opinión 20. Una opinión
tiones históricas. pertenece por naturaleza a una zona intermedia de probabilidad;
A la misma intención concreta, entender bien la Escritura solamente se convierte en error cuando, siendo en sí errónea, se
con vistas a la inerrancia, se refieren otros intentos infelices, re­ propone como verdadera. Cuando decimos «yo pienso... yo
chazados por Benedicto XV: la historia según las apariencias, las creo... me parece que... diría...», enunciamos explícitamente la
citas implícitas, los géneros literarios en su versión inmadura. En categoría de opinión, y no caemos en el error, puesto que nues­
estos intentos había algo de verdad, a saber, el suponer que, bien tro juicio verbal afirma formalmente nuestra adhesión condicio­
entendida la Escritura, desaparecerían presuntos errores; sólo nada, lo cual es un hecho. En el libro del Eclesiastés se dan tales
que la buena intención no salva las teorías.
Pío XII, en su encíclica D ivino afflante Spiritu, repite e l prin- 18 EB 560.
cipio, que podríamos traducir libremente así: entendamos bien la 19 Véase nota 9.
20 D e Scripturarum inerrantia et de hagiograpbis opinantibus: «Divus
17 EB 125. Thomas» 62 (1959) 32-68.
316 En el contexto del Logos: la verdad Conclusión 317

opiniones explícitas —salvo el término, que no existe tan rigu­ guir la línea de la encíclica D ivin o afflante Spiritu, que traslada
roso en hebreo— . En el lenguaje normal, en mucho de lo que el centro de gravedad a la hermenéutica. La historia reciente nos
escribimos o proponemos en conferencias, se dan muchos enun­ ha enseñado que una excesiva preocupación por la inerrancia en­
ciados de opinión implícitos, o sea, que en su forma verbal se torpece la investigación exegética; mientras que una exégesis só­
presentan como proposición formal, y no lo son; el contexto lida y serena no deja ni nacer a la mayoría de las dificultades
particular o general determina su verdadera calidad de opinión contra la inerrancia. Exagerando con un poco de efectismo la
implícita. A priori, no podemos excluir de la Biblia este segundo fórmula, se podría decir: hace sesenta años los exegetas católicos
tipo de opiniones, si no queremos convertirla en un libro inhu­ luchaban por defender la Sagrada Escritura; hoy trabajan para
mano, o eiy un catálogo de proposiciones. Nuestros tratados de entenderla.
teología suelen graduar cuidadosamente el grado de verdad de Finalmente, es ilegítimo y peligroso considerar la hermenéu­
cada tesis: «de fe definida, de fe, doctrina eclesiástica, teológica­ tica como un apéndice de la inerrancia. Por ejemplo, el método
mente cierta, doctrina común, doctrina más probable...». La de los géneros literarios no es un remedio in extremis para salvar
conversación y el lenguaje literario no pueden hacer lo mismo, la inerrancia, fracasados todos los remedios precedentes; el mé­
sin caer en pedantería. todo de los géneros literarios es un procedimiento fecundo de
Recientemente N. Lohfink ha abordado el problema, con un investigación e interpretación. Pío XII, en su encíclica D ivino af­
progreso sustancial. Su afán primario es dar con una fórmula flante Spiritu, deduce la hermenéutica de la naturaleza humano-
que sea fiel a la tradición y juntamente pastoral. Con la tradi­ divina de la Escritura: este enfoque, que prevalece en la exégesis
ción, hay que superar el psicologismo del siglo pasado, que situó actual, debería prevalecer también en los manuales sobre la ins­
todos los problemas y buscó todas las soluciones en la mente del piración 21.
autor, y hay que volver a la realidad literaria. Esta realidad no
puede ser el versículo desgajado, que es un producto artificial
obtenido por trituración del contexto. ¿Serán los libros? En la
investigación moderna apreciamos el crecimiento orgánico de la
literatura bíblica, en sucesivas asunciones, con sucesivas integra­
ciones de sentido; hasta la definitiva asunción por Cristo, para
entregar la Escritura a la Iglesia. Por eso la fórmula «libros ins­
pirados» resulta menos clara y demasiado problemática. La
inerrancia se debe y se puede afirmar de la Sagrada Escritura,
como ha sido encomendada a la Iglesia: et qua tales Ecclesiae
traditi sunt. Esta es la unidad de sentido primaria, dentro de la
cual será necesario valorar el sentido de las unidades menores, li­
bros, oráculos, versos.

C O N C L U SIO N

Si he tratado más brevemente el tema de las inerrancia, no es


porque lo considere secundario, sino por dos razones positivas.
Primera, porque en cualquier manual se encuentra una larga ex­
posición, histórica y teórica, del problema. Segunda, prefiero se­ 21 Cf. 556-557, igitur; 560, quapropter; 561, igitur.
14
LA D O C T R IN A Y S U USO

¿TO DA LA D O CTR INA ?

León XIII recomienda la Sagrada Escritura como «arsenal» de


doctrina: «De Dios, sumo y perfectísimo bien, y de las obras
que manifiestan su gloria y su amor, en ninguna parte encontra­
rán exposición más copiosa. Sobre el Salvador del género
humano, nada más abundante o explícito que el conjunto de la
Sagrada Escritura: bien dijo san Jerónimo que desconocer la Es­
critura es desconocer a Cristo. Sobre la Iglesia, sobre su institu­
ción, oficios y carismas, la Escritura tiene tan frecuentes men­
ciones y contiene tantos y tan fuertes argumentos a su favor,
que pudo afirmar san Jerónimo: el que está robustecido con los
testimonios de la Sagrada Escritura, es un baluarte de la Iglesia.
Y si se busca doctrina sobre la vida y las costumbres, los va­
rones apostólicos encontrarán allí abundantes y excelentes subsi­
dios: mandatos santísimos, exhortaciones suaves y eficaces,
ejemplos insignes de toda virtud; finalmente, la promesa del pre­
mio y la amenaza del castigo, en nombre de Dios y con sus pa­
labras» 22.
Este párrafo de León XIII es un resumen de doctrina cristiana
en cuatro tratados: D e D eo, D e Salvatore, D e Ecclesia, D e m o-
ribus et novissimis. Y, según el pontífice, la Escritura contiene de
modo privilegiado esa doctrina.
¿Contiene toda la doctrina de salvación? Cambiando la pre­
gunta: ¿Está contenida en la Escritura toda la revelación? Una
segunda variación: ¿Hay dos fuentes paralelas de revelación?

ESCRITURA Y T R A D IC IO N

En cabeza tiene que figurar J. R. Geiselmann, con varios libros y ar­


tículos sobre la materia. En el horizonte del presente ensayo puedo re-

22 EB 86.
320 La doctrina y su uso Escritura y tradición 321

comendar: La Sagrada Escritura y la tradición, «Quaestiones Disputa- Todos los católicos están de acuerdo en admitir la Escritura
tae» 18 (Herder, Barcelona 1968). Die mündlicbe Überlieferung, en Bei- y la tradición. Los protestantes actuales, iluminados por el mé­
trag zum Begriff der Tradition, editado por M. Schmaus (Munich 1957) todo de las formas, vuelven a admitir una tradición oral en la
127-206. Y. Congar, La tradition et les traditions: Essai historique (París Iglesia, antes de la fijación escrita; muchos protestantes vuelven
1960); el mismo, La tradition et les traditions: Essai tbéologique (París a buscar una tradición interpretativa. Cuando un protestante
1963); H. Holstein, La tradition dans VÉglise (París 1960); G. H. Ta- afirmaba la suficiencia de la Escritura, quería decir que la Biblia
vard, Holy Writ or H oly Cburcb (Londres 1959).
sola, sola Scriptura , se delimita a sí misma (canon), y se inter­
El grueso volumen colectivo (más de 700 páginas) D e Scriptura et
preta a sí misma. «La Escritura canónica, palabra de Dios, dada
Traditione (Roma 1963): aparte algunos artículos que insisten sin espe­
por el Espíritu Santo y propuesta al mundo por los profetas y
cial aportación, ofrece bastantes artículos de análisis histórico. Interesan
menos los que estudian las teorías después de Trento, pues éstas son los apóstoles, es la más antigua y perfecta filosofía, y ella sola
testigos del influjo de la controversia. Más positivos los que tratan el contiene toda la piedad y modo de vivir perfectamente. En ella
concepto o el problema desde el punto de vista bíblico (Feuillet, Ri- sola hay que encontrar su interpretación, de modo que se inter­
gaux), y patrístico (Ortiz de Urbina, oriental; Holstein, padres occiden­ prete a sí misma, bajo la dirección de la fe y la caridad» 23.
tales después de Agustín). Cuatro artículos informan sobre la posición Cuando un católico habla de la suficiencia de la Escritura,
de los antiguos reformadores (Stakemeier, Beaupére), los orientales no quiere decir que la Escritura catholice tractata , entendida en la
católicos (Schultze), anglicanos (Biemer). Contiene copiosa bibliografía. Iglesia y por la Iglesia, basta. En el libro de Geiselmann se en­
Un excelente resumen de la cuestión, antes del concilio: Neue For- cuentran numerosos testimonios antiguos sobre la suficiencia de
schungen über das Traditionsprinzip, «Herder-Korrespondenz» 13 la Escritura. Cito un par de ejemplos: «El canon de la Sagrada
(1958-59) 349-353; 14 (1959-60) 567-573. G. Morán, Scripture and Tra­
Escritura es perfecto y del todo suficiente para todo», «perfectus
dition. A survey of the Controversy (Nueva York 1963). J. R. de Diego,
sibique ad omnia satis superque sufficiens» (Vicente de Lerins);
Un problema actual: Escritura y Tradición: «Razón y Fe» 170 (1964)
189-208. A. Vargas-Machuca, Escritura, tradición e Iglesia como reglas
«fons et suma totius fidei nostrae» (Hugo de San Víctor) 24.
según Francisco Suárez (Granada 1967). A Franzini, Tradizione e Scrit- Hasta aquí coinciden los católicos. La discrepancia comienza
tura (Brescia 1978). cuando se trata de definir la relación entre Escritura y tradición
Después del concilio: véase el Elenco Bibliográfico de P. Nober 45 oral. Dos explicaciones se oponen, que voy a caracterizar breve­
(1964), n. 82 y 48 (1967), en los que indica cuanto se publicó en esos mente: de diferencia cuantitativa, de diferencia cualitativa.
años sobre el tema, protestante y católico. Véase también «Concilium» La primera dice: la Escritura contiene una serie de verdades
20 (1966): La dinámica de la tradición bíblica. reveladas, la tradición contiene esas mismas y otra serie; la tradi­
Entre los libros podemos señalar K. Rahner / J. Ratzinger, Offenba- ción añade cuantitativamente a la Escritura. Si, por ejemplo, ca­
rung und Überlieferung (Herder, Friburgo 1965); W. Pannenberg (ed), talogamos la revelación en 1.300 verdades reveladas, la Escritura,
Offenbarung ais Gescbichte (Gotinga 41970); A. Torres Queiruga, La digamos, nos ofrece 1.000; la tradición otras 300. O sea, la reve­
revelación de Dios en la realización del hombre (Ed. Cristiandad, Ma­ lación está contenida parte en la Escritura, parte en la tradición
drid 1986).
(partim -partim : fórmula no aceptada en Trento).
La segunda dice: la integridad de la revelación está en la Es­
Así formulada, la pregunta resonó por toda la tierra como un critura; pero se encuentra en un estado particular. Es una fija­
eco de las discusiones conciliares del Vaticano II. En esa fórmula ción no puramente proposicional, que contiene algunas cosas ex-
se enfrentaron dos corrientes de pensamiento. Como no puedo
resumir aquí toda la controversia, ni exponer todas las opi­
niones, tendré que contentarme con proponer escuetamente el 23 Confessio Helvetica prior (1536).
estado de la cuestión. 24 J. R. Geiselmann, Sagrada Escritura y tradición (Herder, Barcelona 1968).

21
322 La doctrina y su uso
Escritura y tradición 323
plícitas, otras implícitas, unas en conceptos, otras en símbolos,
antes de ser formulada. Por eso tiene grande importancia el
unas como proposiciones, otras como posibles deducciones,
sensus fidelium., junto y bajo el magisterio auténtico. Esta men­
unas desarrolladas, otras en germen, unas formuladas, otras con­
talidad quiere sobre todo ver la unidad de esas dos realidades de
tenidas en las múltiples relaciones de un organismo unitario. Por
la Iglesia, que son la Escritura y la tradición.
tanto, esa integridad de revelación que hay en la Escritura exige
De estas dos teorías, ¿cuál es la verdadera? En este mo­
por su naturaleza una constante lectura e interpretación, explica­
mento, la cuestión no ha sido zanjada, sigue siendo quaestio dis-
ción y desarrollo, que nunca terminará. Esto es la tradición. Así
pu tata 25. Preguntemos más bien cuál es más probable. Y para
puede llegar Congar a la conclusión: ninguna verdad revelada
contestar, no basta discurrir y especular, sino que debemos con­
solamente en la Escritura, ninguna solamente en la tradición.
sultar a la tradición. Y aquí vuelven a dividirse las dos teorías en
Excepto, una, que por su particular condición, tiene que ser ex­
cuanto al modo práctico de estudiar la cuestión. La primera teo­
terior a la Escritura, y es: «estos libros están inspirados».
ría se apoya, en parte, en los manuales de un siglo, y en los ca­
Estas dos teorías representan dos mentalidades. La primera tecismos que proponen tranquilamente la distinción cuantitativa:
mira la revelación más bien en forma proposicional. No tanto como exponentes, o como formadores de una opinio communis.
revelación de la persona, cuanto revelación de verdades, y ver­ Además citan el modo de hablar de algunas encíclicas recientes:
dades son proposiciones. Correspondientemente, la fe, más que «Ex ipsis, sicut pariter es divina traditione» 26. «Los teólogos de­
entrega a la persona, es una actividad intelectual que tiene como ben mostrar cómo se contiene explícita e implícitamente en la
objeto proposiciones. Ahora bien, está claro que hay bastantes Sagrada Escritura y en la divina tradición lo que enseña el ma­
dogmas de fe que no se encuentran propuestos en la Escritura. gisterio» 27.
Por eso, el gran campeón reciente de esta teoría, Lennerz, pedía Finalmente, citan el decreto tridentino, según lo interpretó
a los profesores de teología que prescindieran valientemente del Belarmino: «Esta verdad y disciplina se contiene en los libros
argum entum Scripturae en algunas tesis. Pero resulta que tam­
escritos y en las tradiciones no escritas» 28.
poco se encuentran propuestas en los documentos antiguos del
magisterio y de los santos padres: por tanto, esta teoría proposi­ La segunda teoría, en conjunto, ha ensanchado la consulta de
cional tiene que recurrir a una enseñanza arcana, que se trasmite la tradición remontándose hasta los siglos antiguos, y conside­
oralmente sin dejar huellas, hasta el momento de ser propuesta rando junto a las fórmulas la práctica. Tres autores principales
públicamente. Y si no recurre a esta enseñanza arcana, tiene que han realizado el estudio histórico de la tradición, J. R. Geisel-
admitir respecto a la tradición antigua una actividad de explicita- mann reelaboró los trabajos de los teólogos tubingenses Móller
ción que no quiere admitir respecto a la Escritura. Los defen­ y Kuhn, estudió el sentido de la definición tridentina y su inter­
sores de esta teoría consideran la tradición sobre todo en su pretación posterior, e hizo una excursión por los autores medie­
grado último de magisterio ordinario y extraordinario, y atien­ vales posteriores. Con sus libros y artículos tan ricos de infor-
den menos a la tradición viva que es el sensus fideliu m de la
Iglesia entera. 25 En el volumen citado D e Scriptura et Traditione, uno de los colaboradores
La segunda es una mentalidad más orgánica e integradora: la afirma sin dudar que es de fe que no todas las verdades reveladas están conte­
revelación no es únicamente proposicional, sino que se da en la nidas en la Escritura (Agustín Trapé, p. 326). Como no precisa si se refiere a
otras además del canon de la Escritura, todos pueden estar de acuerdo con tal
persona de Cristo, en sus acciones y doctrinas. Ya los evangelios afirmación. Cf. «Concilium» 200 (1985) dedicado todo él al Magisterio de los
comienzan la actividad de explicación; y aunque fijan normativa­ creyentes.
mente la tradición, no la interrumpen. La revelación puede 26 Providentissimus Deus, EB 114.
adoptar una forma literaria plural, y puede residir en la vida 27 H um ani generis, EB 611.
28 EB 57.
324 La doctrina y su uso Uso de la doctrina 325

mación, ha conseguido despertar la conciencia del problema, y relativa autonomía de la obra, la obra y su contexto, la obra y
encauzar la atención hacia una solución más orgánica y más tra­ su repetición como representación, el conocimiento y la formu­
dicional. H. de Lubac no estudia directamente este tema; pero lación simbólica, la inspiración en el contexto de los carismas.
en su magna obra sobre la exégesis medieval, que, por su em­ Estos y quizá otros datos dispersos por el libro pueden fácil­
palme con Orígenes, cubre casi mil años de pensamiento teoló­ mente integrarse en la teoría de la unidad orgánica de Escritura
gico católico, llega a la misma conclusión. Y. Congar ha dedi­ y tradición 29.
cado al asunto dos volúmenes: el primero, histórico; el segundo,
sistemático. El plebiscito de la tradición, consultada por los tres USO DE LA DO C TR IN A
autores, es matizadamente favorable a la teoría de la unidad or­
gánica. Por su parte Rahner aborda la cuestión desde un punto Esta cuestión depende parcialmente de la anterior. En la etapa
de vista más especulativo y se adhiere plenamente a esta teoría. actual de la Iglesia, segunda mitad del siglo XX , un cristiano dis­
pone de muchas enseñanzas auténticas, incluso reunidas y cata­
A ella se suman, con variantes de interpretación, Beumer en
logadas, con excelentes índices, en el volumen de Denzinger-
múltiples artículos de abundante información y visión personal,
Holstein, Tavard; y otros estudios más monográficos, como el Schónmetzer, publicado por Herder. Un cristiano particular
de J. L. Murphy sobre Driedo. Finalmente la cuestión ha bajado puede consultar este Enchiridion o manual para resolver una
a todos los niveles de la vulgarización, por obra de la segunda cuestión, o para conocer la doctrina cristiana: el volumen le con­
sesión del concilio Vaticano II. ducirá a través de la historia; el tercer índice le da una detallada
visión sistemática. Aunque todos estos documentos procedan de
Teniendo en cuenta el estado actual de la investigación, pro­
algún modo de la Escritura (segunda teoría), el lector puede sen­
pongo esta valoración probable. La teoría y la práctica milenaria
tirse dispensado de consultar directamente los libros sagrados,
de la Iglesia no se explican con la teoría de la distinción cuanti­
ya que su manual le habla en un lenguaje más preciso y mejor
tativa: el magisterio en sus definiciones y enseñanzas, los padres
organizado.
en su predicación y reflexión teológica, los autores medievales
Pero la formación completa de un cristiano no puede proce­
buscaron en la Escritura la revelación. La teoría de la distinción
der así: la afirmación de Belarmino de que la Escritura no es ne­
cuantitativa es reciente: no la quiso definir el concilio Tridentino
cesaria, es una afirmación polémica muy poco tradicional30. Si
(Geiselmann); nace en un contexto polémico de controversia an­
Dios ha confiado a la Iglesia su revelación en la Escritura, la
tiprotestante (Belarmino); se repite en los manuales sin que el
Iglesia tiene que poner al alcance de sus hijos esa revelación.
problema sea seriamente planteado. Trae consigo una desvalori­
Esto lo realiza la Iglesia en varios niveles, que voy a esquemati­
zación de la Escritura, que no es tradicional en la Iglesia; en
zar así: el contexto litúrgico, la catequesis, la teología.
cuanto se ha revalorizado la Escritura en la vida de la Iglesia, el
problema se ha hecho ineludible.
PREDICAC IO N Y CATEQUESIS
La teoría de la unidad orgánica de Escritura y tradición ex­
plica mejor la práctica milenaria de la Iglesia; es más coherente N o intento exponer aquí la cuestión, sino solamente hacer referencia a
con una visión personalista de la revelación y la fe; es más cohe­ estas dos actividades, señalándoles un puesto en una síntesis sobre la
rente con una visión unitaria de los carismas.
Una serie de datos y reflexiones de capítulos precedentes 29 Las batallas conciliares en torno a la cuestión han conseguido hacerla ac­
tual e interesante: han incitado al estudio teológico. Se puede esperar que los
pueden iluminar también esta cuestión: la doctrina de los teólogos profundizarán y aclararán las relaciones mutuas entre estas dos reali­
«modos» literarios, la estructura plural de la obra literaria, las dades esenciales al existir de la Iglesia: la Escritura y la tradición.
diversas formas de verdad, incluida la búsqueda de la verdad, la 30 Q ue el m ism o Belarmino matiza y completa.
326 La doctrina y su uso Predicación y catequcsis 327

palabra inspirada. O bras capitales: J. Jungm ann, Die Frohbotschaft und


principales de la homilía litúrgica es ésta: hacer inteligible el len­
unsere Glaubensverkündigung (R atisbona 1936), obra de extraordinaria
im portancia histórica.
guaje bíblico. En el estado presente de la renovación bíblica, en
En el elenco b ib liográfico su plem entario (pastoral). P. N o b e r suele
la mayoría de los países, me atrevo a decir que ésta será la tarea
registrar libros y artículos sobre Biblia y liturgia, Biblia y catequcsis, al
más importante durante una generación por lo menos. Tanto
igual que la revista alemana «Bibel und Liturgie». que es concebible una especie de homilía como preparación a la
«C on ciliu m » 2 0 (1966) bibliografía sob re la hom ilía: francés, inglés, lectura, o bien una homilía que siga a la proclamación y desem­
alemán, español, italiano, holandés: pp. 478-508. En el to m o V de boque en una nueva lectura final.
Iniciación a la práctica de la Teología (Ed. C ristiandad, M adrid 1986), Poco a poco el lenguaje bíblico volverá a ser familiar, y el
se dedican dos capítulos a la predicación y a la catequcsis, los d o s con «pueblo de Dios» entenderá la lengua de Dios. De esta manera,
amplia bibliografía. con tiempo y paciencia, se consigue lo segundo: enseñar a todos
En el contexto litúrgico, la Escritura vuelve a ser enseñanza los cristianos el lenguaje bíblico. De esta manera, la simple lec­
cuando es leída y entendida. No es entendida y no enseña tura vuelve a ser enseñanza. Pero esta enseñanza se amplía y
cuando la lengua, en vez de ser medio de comunicación, se profundiza por el contexto total litúrgico, es decir, por las rela­
vuelve medio de separación: los emigrantes y turistas que no en­ ciones de los textos entre sí, y por su referencia a la acción litúr­
tienden la lengua del país donde se encuentran, los millones de gica. Estas enseñanzas se desarrollan y aclaran en la homilía, que
cristianos que no entienden latín. Remedio, o enseñarles a todos se convierte así en prolongación de la enseñanza bíblica. Es la
latín o la lengua del otro país, o traducir los textos: «Como el gran tradición de la Iglesia, oscurecida un poco en los últimos
uso de la lengua vulgar es muy útil para el pueblo en no pocas tiempos.
ocasiones, tanto en la misa como en la administración de los sa­ Así dice la Constitución sobre la sagrada liturgia: «Aunque
cramentos y en otras partes de la liturgia, se le podrá dar mayor la sagrada liturgia sea principalmente culto de la divina majestad,
cabida, ante todo en las lecturas y moniciones, en algunas ora­ contiene también una gran instrucción para el pueblo fiel. En
ciones y cantos...» 31. efecto, en la liturgia Dios habla a su pueblo; Cristo sigue anun­
La Constitución conciliar ha optado por la traducción: y al­ ciando el evangelio». «Las fuentes principales de la predicación
gunos piensan que todo está solucionado. serán la Sagrada Escritura y la liturgia». «Se recomienda encare­
No es así, ni mucho menos. El lenguaje bíblico, aún bien cidamente, como parte de la misma liturgia, la homilía, en la
traducido o por estar bien traducido, puede resultar extraño, cual se exponen durante el ciclo del año litúrgico, a partir de los
ininteligible, sin capacidad inmediata de enseñar. Uno que jamás textos sagrados, los misterios de la fe y las normas de la vida
ha saludado a san Pablo, no lo entiende sólo porque lo escuche cristiana» 34.
en castellano 32. ¿Habrá que traducir la Biblia a una tercera len­ A este centro litúrgico se refieren, como preparación o pro­
gua no bíblica?, ¿o habrá que enseñar a todos los cristianos el longación, las otras formas de actualizar la doctrina bíblica. La
lenguaje bíblico? Algo de las dos cosas 33. Una de las tareas catequcsis como preparación. La Contrarreforma pudo concebir
la catequesis como un hacer aprender al niño una serie de fór­
mulas rigurosas y precisas, aunque el niño no las entienda, por­
31 Constitución sobre la Sagrada liturgia, 36,2. que las entenderán más tarde. Y bajo el influjo del iluminismo,
32 En nuestro trabajo para la traducción española de perícopas litúrgicas
hemos recibido observaciones com o ésta: « N o se entiende qué es Señor
Jesús». El título Señor (Kyrios) es pieza básica de la teología paulina, y en
apuntar direcciones, y con indicar el entronque de los problemas con el
español es común la fórmula nuestro Señor Jesucristo.
tema de la palabra.
33 Se trata de un esquema reducido, en el que casi me contento con
34 Constitución cit., 33; 35,2; 52.
328 La doctrina y su hso Uso en la teología 329

este tipo de catequesis (todavía Ripalda y Astete) parecía respon­ tender y aprender la dogmática, deduciendo de los artículos de
der al ideal de precisión intelectual. La renovación litúrgica y fe otras verdades, según el método acreditado de una filosofía
pastoral de nuestros días ha impuesto un enfoque diverso: cate­ sólida; sin embargo, el teólogo serio e investigador no debe des­
quesis como práctica pedagógica que se adapta al crecimiento in­ cuidar la demostración de los dogmas con argumentos de Escri-
telectual del niño, es decir, comenzando por la historia de la sal­ tura» 35 •
vación, y desde los hechos remontándose a fórmulas más doctri­ El principio propuesto por el pontífice, y confirmado con
nales; y catequesis como iniciación a un lenguaje, a un mundo una doctrina y práctica antigua, es de gran trascendencia, y
religioso, a una vida. La renovación catequética vuelve espontá­ apenas comienza en nuestros días a ser una realidad. La Sagrada
neamente a la Sagrada Escritura. Escritura debe animar el estudio de los dogmas (obiectum fid ei),
de las conclusiones teológicas (ab eo consequuntur), de la con­
USO EN LA TEOLOGIA troversia (haereticorum com m en ta), de la teología especulativa
(ration em ) y sistemática (vincula).
A . G rillm cier, Von symbolum zur Sumiría. Zum theologiegescbicbtlichen El mismo pontífice, según la situación teológica del mo­
Verbdltnis von Patristik and Scbolastik, en «Kirche und Uberlicferung» mento, hace aplicación restringida de su principio: el alumno,
(F riburgo 1960) 119-169. A . Lang, Die Loci tbeologici des Melchior aún en curso universitario, parte de los artículos de la fe (sím­
Cano und die Methode des tbeologiscben Beweises (M unich 1925). L. bolos y definiciones dogmáticas), y avanza por rigurosa deduc­
A lo n s o S chók el, Argumento de Escritura y teología bíblica en la ense­
ción filosófica; el profesor que investiga (por encima de la tarea
ñanza de la teología, en X V II Sem ana E spañola de T eo lo g ía (1957) p u ­
escolar, que deberá corresponder al trabajo de los alumnos) no
blicad o por el C o n se jo Superior de In vestigaciones C ientíficas (M adrid
1960) 225-241. Exegese und Dogmatik, editado por H . V orgrim ler, M a­
puede descuidar la demostración de los dogmas con argumentos
guncia 1962. K. Rahner, Escritos de Teología V (1962), «E xégesis y d o g ­ de Escritura.
m ática» (Taurus, M adrid); D . H . K clsey, The use of Scripture in recent El alumno se prepara a estudiar la Biblia con esperanza de
Theology (L ondres 1975); H . B ouillard, Exégesis, hermenéutica y teolo­ éxito y sin peligros, estudiando primero la filosofía y la teología
gía. Problemas de método, en Exégesis y hermenéutica (Ed. C ristiandad, según Tomás de Aquino.
M adrid 1976) 213-224. A fines del siglo pasado santo Tomás era simplemente el au­
tor de las dos Sumas, y apenas se consideraba su labor como
La doctrina bíblica se actualiza en la ciencia teológica. «Es exegeta, ni lo que significaba en su época ser m a g ister th eolo-
muy deseable y necesario que el uso de la Sagrada Escritura in­ giae. Además, los estudios bíblicos se encontraban en una
fluya en toda la enseñanza teológica y sea como su alma; tal ha coyuntura menos favorable, por el influjo del racionalismo.
sido siempre la doctrina y la práctica de los padres y de los teó­ León XIII dio un paso importante, no el último. Pío XII sigue
logos más famosos. Pues lo que es objeto de fe o de ella se de­ adelante: «Muestren sobre todo la doctrina teológica, sobre la fe
riva se esforzaron por afirmarlo y comprobarlo sobre todo con y las costumbres, de pasajes y libros particulares. De esta ma­
los libros sagrados; de los libros sagrados y de la divina tradi­ nera, su explicación servirá a tos profesores de teología para ex­
ción se sirvieron para refutar las nuevas herejías, para investigar poner y defender los dogmas de fe, a los sacerdotes para explicar
el sentido, la razón, las relaciones mutuas de los dogmas cató­ al pueblo la doctrina cristiana, a los fieles para llevar una vida
licos. No le extrañará esto a quien considere el lugar privilegiado santa digna de un cristiano» 36.
de los libros sagrados éntre las fuentes de la revelación; hasta el La doctrina teológica de la Biblia se pone al servicio del pro-
punto que sin su estudio y manejo asiduo, la teología no puede
ser expuesta con la dignidad que requiere. Pues aunque los jó­ 35 Providentissimus Deus, EB 114.
venes, en universidades y seminarios, deben ejercitarse para en­ 36 EB 551.
330 La doctrina y su uso Uso en la teología 331

fesor de teología, para que pueda exponer y confirmar los sia. También la retórica tuvo su parte de influjo en el proceso
dogmas; al servicio del sacerdote, para que pueda explicar al (Lonergan).
pueblo la doctrina cristiana. Notemos la distancia que ha traído Es inútil ahora ponerse a mejorar los argumentos de Escri­
consigo la especialización moderna: en la Edad Media (incluido tura. Lo que hay que hacer es reducir el argumento a su puesto
naturalmente santo Tomas), el profesor de teología, magister legítimo, y ensanchar la teología hacia una forma más expositiva,
theologiae , tenía como tarea explicar la Sagrada Escritura, legit como interpretación y exposición de la doctrina revelada: que es
sacram paginam ; ahora tiene por tarea proponer los dogmas y volver al método medieval. La renovación ya está en marcha: en
confirmarlos. En la antigua concepción de la homilía, el predica­ parte, por la convicción de muchos profesores, en parte, por la
dor expone la Sagrada Escritura; ahora, sin mucho precisar, ex­ insatisfacción de muchísimos alumnos. En ambas partes actúa
pone la doctrina cristiana. La doctrina teológica expuesta por el una nueva conciencia del puesto de la Sagrada Escritura en la
exegeta es auxiliar (porque el exegeta también se ha especiali­ Iglesia.
zado). Al hablar de «textos y libros particulares», la encíclica to­ Esta renovación traerá consigo un enriquecimiento teológico,
davía no tiene en cuenta la teología bíblica sistemática, como puesto que explotará riquezas todavía poco exploradas. En la
disciplina aparte. enseñanza, por razones de tiempo, impondrá una selección te­
Las normas de Pío XII son un progreso al avance de mática, omitiendo o reduciendo algunas cuestiones más condi­
León XIII: un paso que invita a seguir caminando, sobre todo cionadas por el tiempo y menos actuales.
cuando se leen los últimos párrafos de la D ivin o afflante Spiritu. En esta dirección me parece de extraordinaria importancia el
La forma ordinaria o dominante de explotar la doctrina de la párrafo 16 de la C on stitu ción sobre la sagrada litu rgia:
Escritura en los manuales teologxcos es todavía el «argumento de «...Además, los profesores de las otras asignaturas, sobre todo
Escritura» (desde la primera edición de este libro la situación ha de teología dogmática, Sagrada Escritura, teología espiritual y
ido mejorando). Si este método fuera un puro recurso pedagó­ pastoral, procurarán exponer el misterio de Cristo y la historia
gico, para remontarse desde la fórmula dogmática a la primitiva de la salvación, partiendo de las exigencias intrínsecas del objeto
o germinal fórmula bíblica, sería aceptable. Pero el método ha propio de cada asignatura, de modo que quede bien clara su co­
creado una mentalidad desenfocada: la Escritura es un depósito nexión con la liturgia, y la unidad de la formación sacerdotal» .
de argumentos, tiene función secundaria y subordinada, respecto Y la constitución D ei Verbum repite la enseñanza: «La teo­
a la teología dogmática. logía se apoya, como en cimiento perdurable, en la Sagrada Es­
En un artículo sobre el tema he mostrado el origen y el critura unida a la tradición; así se mantiene firme y recobra su
puesto de este mecanismo intelectual que es el argumentum: juventud, penetrando a la luz de la fe la verdad escondida en el
proviene de la Dialéctica de Aristóteles, y se impone por el tra­ misterio de Cristo. La Sagrada Escritura contiene la palabra de
tado de Melchor Cano D e locis theologicis 37. Su puesto es úni­ Dios y en cuanto inspirada es realmente palabra de Dios; por
camente donde haya que probar una proposición discutible o eso la Escritura debe ser el alma de la teología» (D ei Ver­
discutida (thesis): o sea, en la controversia, que metódicamente bum, 24). Sobre este tema puede verse el artículo de J. M. Lera,
acepta como discutible lo que niega el adversario (histórica­ Sacrae Paginae studium sit velu ti anima Sacrae Theologiae.
mente, los protestantes); y en la disputa, como ejercicio escolar Notas sobre el origen y procedencia de esta frase, en Palabra y
de entrenamiento. De la controversia y la disputación ha saltado Vida , homenaje a José Alonso Díaz (Madrid 1984) 409-422.
a toda la teología, confiriéndole un carácter básico de controver­ El misterio de Cristo y la historia de la salvación son el tema
de la Sagrada Escritura. Este párrafo de la Constitución hace es-
37 A. Lang, Die loci theologici des Melchior Cano und die Metbode des tbeo-
logiscben Beweises (Munich 1925).
58 Constitución... 16.
332 Uso en la teología 333
La doctrina y su uso

perar una gran reforma, desde dentro, de los métodos de forma­ Un Padre de la Iglesia afirmó: «Todos los dichos humanos
ción sacerdotal. La esperanza que suscitaba la enseñanza conci­ necesitan de pruebas y testimonios; pero la palabra de Dios da
liar se ha hecho en buena parte realidad. Para comprobarlo ha­ testimonio de sí misma; pues lo que dice la verdad infalible, ne­
bría que ir comparando manuales teológicos actuales con los an­ cesariamente es testimonio infalible de verdad. Con todo, como
teriores al concilio. El caso de M ysterium Salutis, traducido a los Dios quiso que por medio de la Sagrada Escritura supiéramos
principales idiomas y de gran éxito, puede ser el mejor expo- algo de su misteriosa intimidad, ya que el oráculo de la Escritura
nente del cambio. es en cierto sentido la intimidad de Dios, por eso no callaré lo
N o se crea que predicación, catequesis y teología sean los que él quiso que conociéramos y predicáramos» 42.
únicos canales por donde se actualiza la doctrina revelada.
Como si la Iglesia en general o el magisterio en particular que­
daran fuera de esta exigencia. No es así: la Iglesia y el magisterio
han de escuchar y aceptar y exponer la Sagrada Escritura. Digá­
moslo con las palabras del profesor Pesch: «La Escritura es una
regla de fe, de la que no se puede apartar la Iglesia, sino que está
obligada a su autoridad, que es la autoridad de Dios mismo que
habla». «La Escritura ha sido entregada al magisterio eclesiástico
por Dios, para que aprenda de ella lo que habrá de enseñar a sa­
bios e ignorantes» 39.
En esta función del magisterio el exegeta puede tener una
función subordinada, pues «en los pasajes que todavía no han
sido interpretados cierta y definitivamente, puede suceder, según
el plan de la providencia, que el estudio del exegeta haga madu­
rar la decisión de la Iglesia» 40.
El exegeta actualizará lá doctrina de la Escritura con una exé­
gesis teológica de pasajes particulares, y con sistemas parciales o
totales de teología bíblica 41. Estos resultados los prolongará el
teólogo dogmático, y los hará resonar el pastor de almas. El or­
den no es ni rígido ni exclusivo.

39 Op. cit., 578, 579.


40 EB 109. Tema recogido, con repetición de algunas palabras, en la constitu­
ción D ei Verbutn, 12.
41 Cf. mí artículo Biblische Theologie des Alten Testamente: «Stimmen der
Zeit» 88 (1963) 34-51. Describo el enfoque medieval en sus dos estilos; la crisis
42 «Alia omnia, i.e. humana dicta, argumentis ac testibus egent, Dei autem
denunciada por R. Bacon. De nuestros tiempos presento los dos problemas bá­
sermo ipse sibi testís est, quia necesse est, quidquid incorrupta veritas loquitur,
sicos de la teología bíblica entre los protestantes: ¿verdadera teología?, ¿verda­
incorruptum sit testimonium veritatis... Sed tamen cum per Scripturas Sacras
dero sistema? Entre los católicos, el problema del adjetivo: teología bíblica.
scire nos quasi de arcano animi ac mentis suae quaedam voluerit Deus noster,
O. Semmelroth, Dogm atik und Exegese ais glaubenswissenscbaftliche D iszi-
quia ipsum quodammodo Scripturae Sacrae oraculum D ei mens est, quidquid ag-
plinen: «Scholastik» 36 (1961) 497-511. O . Kuss, Exegese ais theologische Auf-
nosci vel praedicari Deus voluit, non tacebo» (Salviano, PL 53, 57).
gabe: «Biblische Zeitschrift» 5 (1961) 161-85.
15
E N EL C O N T E X T O D E L ESPIRITXJ; LA FUERZA

La Sagrada Escritura, por ser palabra inspirada, contiene la doc­


trina de salvación, y posee fuerza de salvación. En el contexto
del Logos, la verdad; en el contexto del Espíritu, la fuerza. La
Sagrada Escritura no sólo enseña, sino que además obra sobre
nosotros; no sólo nos enseña a obrar, sino que además nos hace
obrar.
Esta doctrina tradicional ha sido un poco descuidada, y es
necesario reafirmarla.

EL LENGUAJE H U M A N O

Obra fundamental: O. Semmelroth, Wirkendes Wort. Zur Theologie der


Verkündigung (Francfort 1962). Véase la recensión resumen de M. Zer-
wick en «Verbum Domini» 40 (1962) 153-157. H. Volk, Zur Theologie
des Wortes Gottes (Münster 1962). L. Scheffczyk, Von der Heilsmacht
des Wortes (Munich 1966). J. Betz, Wort und Sakrament: Verkündigung
und Gau.be, Hom . dedicado a F. X. Arnold (Friburgo 1958), K. Rah-
ner, O yente de la Palabra (Herder, Barcelona 1968). P. Ricoeur, Hacia
una teología en la Palabra. Reflexión sobre el lenguaje, en Exégesis y
hermenéutica (Ed. Cristiandad, Madrid 1976) 237-253.

En el lenguaje humano residen fuerza y poder. Ya señalé este


aspecto, hablando de la función «impresiva» del lenguaje. Voy a
desarrollarlo brevemente aquí.
Fundamentalmente, la energía del lenguaje parte de la volun­
tad y llega a la voluntad por medio del lenguaje expresado y
comprendido. Esta explicación genérica exige diferenciación.
La fuerza de la voluntad, que se objetiva en formas significa­
tivas de poder, puede alcanzar una zona intelectual , creando una
convicción; en grado inferior, una opinión; en horizonte amplio,
una mentalidad. Vista socialmente, como voluntad irradiante en
círculo, puede crear una opinión pública —colosal fuerza—, una
mentalidad colectiva, una convicción social.
336 En el contexto del Espíritu: la fuerza Formas enérgicas del lenguaje 33 7

Esa energía, residiendo en el que habla, la podemos llamar Por el carácter unitario de nuestro espíritu, normalmente no
autoridad, y es su auténtica fuerza. Pero podemos considerarla existen separadas las acciones indicadas; a lo más se da un pre­
en el lenguaje, desprendido del que habla, por su significado y dominio de una acción sobre las otras dos. Muchas veces se
por su organización literaria. Como en el lenguaje humano lle­ busca y se consigue la acción total.
gan á disociarse estos elementos, puede darse el caso de un hom­ La palabra de Dios tiene que poseer esta energía, en .grado
bre sin autoridad, que se hace débil portador de una fórmula sumo: porque procede de la suprema autoridad, no puede diso­
poderosa; y el caso de contenidos sin auténtica energía —error, ciarse del bien y la verdad, alcanza íntegramente al hombre. Y
maldad— que se vuelven poderosos por la fuerza del lenguaje, o como la palabra de Dios sucede toda ella en la esfera sobrenatu­
por la autoridad del que habla (como acusaba Platón a los so­ ral, para la salvación, su energía es salvadora. La palabra de Dios
fistas). Es claro que esta disociación no se da cuando habla Dios, es portadora de gracia, obra salvación. «En su palabra no sólo
sino que su autoridad pasa a las palabras, y por ellas alcanza el revela Dios lo que es gracia, sino que nos dispensa su gracia en
oyente, sin necesidad de artificios. El caso del mal y el error es­ su palabra» 43.
parcidos con energía demoledora, nos demuestra la fuerza de la
palabra. FORMAS ENERGICAS DEL LENGUAJE

En segundo lugar, la fuerza objetivada en el lenguaje puede Hay formas particulares del lenguaje en que se manifiesta y ac­
alcanzar una zona volitiva, provocando la decisión: para obrar o tualiza la energía. Las que Austin llamaba perform ativas y que
para adoptar una actitud total. Si a la primera acción la lla­ de algún modo se reducen a la función impresiva (conative, de
mamos convencer, a ésta la podemos llamar persuadir. La pri­ Jakobson). Indicaré unas cuantas.
mera prefiere argumentos, ésta prefiere valores y motivos. Tam­
Llamada: El mero hecho de llamar a otro por su nombre, le
bién ésta tiene una irradiación social: por eso la oratoria es parte
de la acción política. hace atento y dispuesto a escuchar. Hay la llamada a filas, y la
llamada jurídica del testigo. Puedo invocar el nombre de otro, y
En tercer lugar, la energía de la palabra puede alcanzar una hacérmelo presente; puedo invocarlo ante otro, para obtener su
zona afectiva, produciendo un cambio parcial o una situación favor. En su dimensión social, esta invocación es convocación:
total. La palabra consuela, anima, alegra; infunde simpatía, con­ de una asamblea, de un parlamento. Y también de la asamblea
fianza, serenidad. En estos casos la palabra, más que brotar de la cúltica.
autoridad o transmitir voluntad, transmite una participación Otra forma de llamada es el nom bram iento, que establece a
afectiva penetrante, como un contagio. La irradiación social de uno jurídicamente en un cargo. Una elección válida se suele ha­
este poder es más limitada, salvo cuando se trata de afectos ele­ cer sencillamente nombrando a la persona en un contexto regu­
mentales. En los tres casos estoy hablando del lenguaje como lado, de palabra o por escrito. La fuerza reside aquí en la con­
medio de comunicación, como forma significativa, es decir, vergencia de una mayoría sobre un nombre.
idéntico a su sentido. La llamada puede adoptar formas secundarias, como es la in­
Por la calidad dialógica del lenguaje, las fuerzas descritas vitación personal, el slogan que convoca. Y la llamada puede ser
pueden actuar en movimiento alterno, multiplicando de varios mutua: un nombre hace eco a otro.
modos la intensidad. Al convencer a otro, redoblo mi convic­ Im perativo: Es la forma pura de voluntad, encauzada a pro­
ción; o comenzando a convencer a otro, es él quien me con­ ducir acción. Si procede de autoridad en sentido estricto, consti-
vence; o se da un intercambio de convicciones. Mutuamente nos
impulsamos a la acción común, o complementaria, o diversa. Y 43 H . Schlier / H. Volk, Palabra de Dios, en CFT II (Ed. Cristiandad, Ma­
no digamos la fuerza afectiva que despliega el diálogo. drid 21979) 241-271.

22
338 En el contexto del Espíritu: la fuerza Antiguo Testamento 339

tuye un mandato o una ley. Si procede de un derecho, puede ser sino que puede alcanzar la máxima intensidad; y perteneciendo
una exigencia. En otros casos puede ser simplemente petición. al plan de salvación, su energía y su acción son salvadoras. Más
Variantes lingüísticas o estilísticas del imperativo pueden ser el adelante veremos algunas formas particulares 44.
infinitivo «no fumar», la negación impersonal de indicativo «no Vamos a escuchar lo que dice la Biblia de sí misma como pa­
se entra», la negación categórica en futuro de indicativo «no lo labra, y también cómo presenta la Biblia la palabra en acción.
dirás a nadie». El imperativo puede ser individual, mutuo, social. Esta vez quiero ser generoso en aducir textos, porque la doc­
trina de la energía de la palabra bíblica es de suma importancia,
Pregunta: Que está pidiendo una respuesta verbal, y por eso y ha sido injustamente descuidada.
es activa. La pregunta es una tácita petición o mandato, como se
ve en la pregunta judicial, en la del profesor al alumno. Hay una
A N T IG U O TESTAMENTO
forma de pregunta que no pide respuesta para el demandante,
sino que pretende que el interpelado se responda a sí mismo: la La palabra creadora. El primer capítulo del Génesis, el pórtico
suelen llamar pregunta retórica, y puede poseer una fuerza in­ glorioso de nuestra Biblia, es una admirable liturgia de la crea­
mensa. Una de estas preguntas puede perseguir a un hombre du­ ción. Dios clama y convoca a la existencia: su palabra resonante
rante años, para enfrentarlo consigo mismo en una radical deci­ hace existir; las criaturas responden existiendo. Dios va nom­
sión. brando las criaturas: su palabra articulada establece la distinción
La forma gramatical de proposición también puede ser porta- y el orden; las criaturas responden ocupando su puesto en el
dora de energía peculiar. Hay una sentencia gramatical que es cosmos. La palabra de Dios está cargada de voluntad, de fuerza
una sentencia judicial, con fuerza jurídica. Una declaración creadora: «Que exista la luz: y la luz existió; y llamó a la luz
puede ser de orden jurídico, con todos sus efectos. También hay día». N i la nada ni el caos amorfo tohu-bohu pueden resistirse.
declaraciones de principio o de actitud, que cargan de fuerza el Y no sólo crea una existencia, como presencia estática, sino que
principio o el objeto; y hay declaraciones personales con fuerza crea una actividad, un dinamismo irresistible.
ejemplar de arrastre. En forma de proposición se redacta un tes­ «Creced, multiplicaos, llenad las aguas del mar».
tamento que llamamos en español «su última voluntad», y que «Produzca la tierra vivientes, según sus especies,
posee verdadera fuerza. La declaración puede ser mutua y puede árboles frutales que den fruto según su especie y que lleven se­
comprometer a dos personas de por vida (una declaración de milla».
amor), o a dos sociedades. Así es la primera palabra, y así será la nueva creación.
Más o menos reductibles a las anteriores son otras formas de Alianza. Dios «llama» desde Egipto a su hijo, y la existencia
lenguaje: aconsejar, exhortar, sugerir, insinuar, recomendar a del pueblo escogido tiene también el carácter de una «vocación»,
otro, interceder. Cualquier lengua posee una buena colección de que es palabra en acción. Una masa de hombres va a subir a
tales verbos, que indican la actividad de la palabra. pueblo de Dios. Aquí no es la nada o el caos informe quien se
A otra esfera pertenecen las fórmulas mágicas, que algunos somete sin resistencia, son voluntades humanas y una cerviz
pueblos consideran activas, no tanto por lo que dicen, cuanto
dura.
por la pura materialidad de las palabras pronunciadas. Y algo se­
mejante son los conjuros. Finalmente, las bendiciones y maldi­ M andamientos. La palabra de Dios, que sonaba en forma y u ­
ciones, que muchos pueblos consideran eficaces, lo son de hecho siva en el primer capítulo del Génesis, suena ahora en futuro ca­
en determinados contextos religiosos. tegórico: «No tendrás otros dioses, no matarás». En el impera-
La mayoría de estas formas se encuentran en los libros sa­
grados: siendo palabras de Dios, su energía no puede disminuir, 44 Cf. infra, p. 333, texto de Crisóstomo.
340 En el contexto del Espíritu: la fuerza Antiguo Testamento 341

tivo el lenguaje humano realiza una forma de voluntad, una des­ Se instalará en la casa hasta consumir maderas y piedras.
carga dinámica hacia- la persona interpelada; el imperativo es, (Véase el comentario en Profetas II, p. 1164).
por su contenido, dinámico, asestado a una voluntad libre, que La palabra profética. Cuando el profeta pronuncia el oráculo
puede resistir. No posee fuerza mágica, sino fuerza humana y divino, unas veces mueve las voluntades del pueblo, como predi­
personal, puede poseer autoridad. Ahora bien, parece ser que ese cador, otras veces predice el futuro. Muchas veces, este predecir
imperativo, sin perder la forma de segunda persona, se hace más el futuro es un actuar sobre él, no por fuerza mágica, sino por la
contundente al ser traspuesto a futuro de indicativo: «no mates, virtud de la palabra divina. El oráculo penetra como elemento
no matarás... no robes, no robarás». En la aceptación libre, llega activo en la compleja reacción de la historia humana, y no se
a cumplimiento la carga dinámica, capaz de ordenar una socie­ queda en simple constatación por adelantado. Lo cual no deroga
dad religiosa, capaz de mantener una alianza, que es convivencia la predicción divina, puesto que el oráculo se cierne sobre el
espiritual. Escuchar esta palabra es obedecer (sm ‘). El hombre juego de las voluntades humanas. Las llamadas profecías condi­
puede cerrarse, libre y culpable, para «oyendo no escuchar». Por cionadas sitúan su dinamismo en el cruce de las decisiones hu­
eso en la futura redención, Dios mismo se encargará de grabar manas, y por eso no son simples predicciones. Puede verse mi
esa palabra dinámica en el corazón del hombre redimido, para artículo V infaillibilité de VOracle prophétique, en V infaillibilité:
que la aceptación salga al encuentro, y el dinamismo de la pala­ son aspect pbilosophique et théologique (París 1970) 495-503.
bra se cumpla.
La declaración de Dios es válida, no porque constata lo ya
Además de la llamada del pueblo, y dentro de él, se da la v o ­ existente, sino porque crea la situación: en esto es como la sen­
cación particular: del apóstol, del profeta, del siervo; y esta lla­ tencia judicial. Cuando David se arrepiente del adulterio y asesi­
mada puede llevar también un nuevo nombramiento (Simón- nato, el oráculo le dice: «El Señor ha perdonado tu pecado». Y
Pedro). lo mismo en las sentencias de condena: «Por tres pecados de
En el contexto de la alianza hay otra palabra dinámica de N N y por un cuarto, no perdonaré» (Amos).
Dios: bendición y maldición. Ahí quedan, acumuladas como El nombre de Dios «Señor» (Yahvé) despliega también su di­
energía potencial, dispuestas a descargar su dinamismo cuando el namismo 45, cuando es la garantía de autoridad de un mandato:
hombre les abra la puerta: si el hombre de la alianza es fiel, llo­
verá la bendición; si no obedece, descargará la maldición. El «Cumplid mis leyes y mis mandatos, que dan vida al que los
profeta Zacarías, en una visión de sabor surrealista, nos describe cumple. Yo soy el Señor.»
esta palabra terrible, dinámica y corrosiva: «Respetad a vuestros padres. Yo soy el Señor.»
«Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor»
(Lv 18,5; 19,3.18).
«Levanté de nuevo los ojos y vi un rollo volando.
El ángel me preguntó: ¿Qué ves? Cuando los sacerdotes lo invocan sobre alguien, como bendi­
Contesté: Veo un rollo volando, de diez metros por cinco. ción:
Me explicó: Es la maldición que se extiende
por la superficie de todo el país. Así invocarán mi nombre sobre los israelitas: y yo los bendeciré»
Por un lado del rollo: «los ladrones quedan impunes»; (Nm 6,27).
por el otro: «los perjuros quedan impunes».
Yo la he sacado —oráculo del Señor de los ejércitos—
para que entre en casa del ladrón
y del que perjura por mi nombre. 45 R. Criado, El valor dinámico del nombre divino en el Antiguo Testamento
(Granada 1950).
342 En el contexto del Espíritu: la fuerza Antiguo Testamento 343

Y cuando se im pone a un n iño un nom bre teo fó rico , in v o ­ Palabra que n o m b ra, tom ando p osesión:
cando p rotección continua sobre su persona.
N o só lo la sentencia judicial, sino tam bién la causa ju d icia l «No temas, que te he redimido,
dirigida p or D io s, se com p on e de palabras dinám icas: preguntas, te He llamado por tu nombre, tú eres mío» (43,1).
argum entos, interpelación, denuncia, am enaza, testim on io. La
palabra de D io s acorrala agresivam ente al hom bre, hasta que Palabra que anuncia eficazm ente, y cum ple la palabra del
confiesa:
«Pero realiza la palabra de sus siervos,
cumple el proyecto de sus mensajeros;
7 E scucha, p u eb lo m ío , que v o y a hablarte;
el que dice: ‘¡Jerusalén serás habitada;
Israel, voy a dar testimonio contra ti...
ciudades de Judá seréis reconstruidas;
ruinas, os levantaré!’;
16 ¿Por qué recitas mis preceptos,
el que dice: ‘Ciro tú eres mi pastor
y tienes siempre en la boca mi alianza,
y cumplirás todo mi designio1» (44,26s).
17 tú que destestan mi corrección
y te echas a la espalda mis mandatos? Palabra irreversible:
18 Cuando ves un ladrón, corres con él, «De mi boca sale una sentencia, una palabra irrevocable» (45,23).
te mezclas con los adúlteros
Palabra que escuchan los cielos y los reyes:

21 esto haces, ¿y me voy a callar? «MÍ diestra desplegó el cielo; yo los llamo y comparecen juntos»
¿crees que soy como tú? (48,13).
Te acusaré, te lo echaré en cara. (Sal 50) «Yo mismo, yo he hablado, y yo lo he llamado, lo he traído y he
dado éxito a su empresa» (48,15).
En el otro extrem o, tam bién la palabra del p u eb lo que ora
Palabra de vocación , que com unica eficacia a la palabra del
p osee un dinam ism o prestado por D io s, y puede salvar la inm a­
profeta:
nencia y actuar en la esfera sacra, llegando hasta D io s. U n caso «El Señor me llamó desde el vientre de mi madre,
admirable es la intercesión de M oisés, que gana victoria dialo­ en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre.
gando con D io s: «Y el Señor se arrepintió de la am enaza que H izo de mi boca una espada afilada» (49,1-2).
había pronunciado contra su pueblo» (Ex 32, 14).
Finalm ente, cuando D io s ju ra p or su vida, la palabra alcanza E stos textos, escogid os entre los más significativos, quedan
la intensidad de la vida divina. enm arcados p or una gran in clu sión que abre y cierra el libro.
El libro de la C on solación (Is 40-55) ofrece m ateriales para Las palabras pronunciadas en estos capítulos, especie de poem a
una síntesis o para una m editación sobre la palabra activa de o canto fluvial, son verdaderas y activas, porque son palabras de
D io s. D io s.
Palabra de vocación, que determ ina los sucesos: Como bajan la lluvia y la nieve del cielo,
y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra,
«¿Quién lo ha hecho y ejecutado? de fecundarla y hacerla germinar,
El que anuncia el futuro de antemano (41,4). para que dé semilla al sembrador y pan al que come,
344 En el contexto del Espíritu: la fuerza Evangelios 345

así será mi palabra, que sale de mi boca: muestra y actualiza su solidaridad radical con los hombres, en
no volverá a mí vacía; ella se realiza una comunicación concreta con los que lloran, y
sino que hará mi voluntad con el amigo vencido por la muerte. Las hermanas, de buena fe,
y cum plirá m i encargo (55,10.11). y algunos judíos, murmurando, suponen que Cristo presente ha­
bría evitado esta muerte: «Si hubiera estado aquí, no habría
Así concibe el Antiguo Testamento la palabra de Dios: no muerto... El que abrió los ojos a un ciego de nacimiento, ¿no
sólo como instrumento cognoscitivo, sino como fuerza en ac­ pudo evitar que este hombre muriera?»; no especifican cómo se­
ción. Su reino es la creación, la historia, la redención. ¿Nos re­ ría esta eficacia de Cristo: las hermanas sólo enuncian la presen­
sistimos ante esta concepción de la palabra?, ¿nos protegemos cia, los murmuradores recuerdan una acción. Otro enunciado
contra ella, declarándola primitiva, ingenua, o alegórica y fantás­ como testimonio: Cristo da gracias al Padre, porque le ha escu­
tica? ¡Cuidado! Va a resultar que lo equivocado es nuestra con­ chado, y da gracias en voz alta, para que los presentes crean en
cepción o nuestra experiencia estrecha de la palabra: como su misión. Finalmente, Cristo grita: «[Lázaro, sal fuera!» y Lá­
instrumento neutro, señal convencional, vehículo transeúnte. Re­ zaro salió.
conocemos en teoría el poder de las ideas, en la práctica estamos ¿Qué es lo que realiza el milagro? Se ofrecen varias res­
sometidos al poder de las palabras, no en cuanto sonido hueco, puestas: el poder personal de Cristo, la compasión de Cristo, la
sino según su naturaleza significativa. oración de Cristo, la palabra de Cristo. Todas tienen su parte de
Una reflexión sincera nos hace reconocer la energía del len­ verdad, bien entendidas: el poder de Cristo le viene de su mi­
guaje humano, y desde allí podemos indagar la energía de salva­ sión, se actualiza en la oración, pasa a la obra por su compasión,
ción con que Dios carga su palabra. y realiza el prodigio por la palabra. Lo peligroso y lo falso sería
imaginar aquí una especie de ocasionalismo: la omnipotencia de
EVANGELIOS Dios obra inmediatamente, y el resto es sólo para que el público
Los evangelios nos presentan a Cristo hablando y obrando por se entere.
tierras de Palestina, predicando el reino de los cielos, obrando Esta es una concepción inaceptable para un cristiano. Llevada
milagros. Sin querer, sin formularlo explícitamente, hacemos una a su última consecuencia significa que la omnipotencia de Dios
división consecuente de las dos actividades de Cristo: sus pala­ nos salva —y la encarnación es innecesaria— ; o bien porque
bras enseñan, sus obras salvan 46. Cristo se ha sacrificado, Dios nos da un premio de vida; o bien,
Supongamos un caso sobresaliente: la resurrección de Lá­ con ocasión de la palabra de Cristo, Dios obra un milagro.
zaro, contada por Juan. Un enunciado sobre la persona de Jesús: Quien crea en la encarnación, rechazará toda clase de ocasiona­
«Yo soy la resurrección y la vida»; no sólo «yo traigo, yo anun­ lismo.
cio», sino «yo soy»; Cristo revela la vida y da la vida, porque él No se trata de imaginar lo que Dios pudo hacer, sino de
mismo es la vida, y de este centro irradia la vida incluso para los comprender lo que hizo. El amor de Dios no es que nos quiere
muertos, por el hecho de la resurrección de Cristo. Una noticia desde lejos, sino que Cristo llora con nosotros; al ciego no le
nos revela los sentimientos de Jesús: «Cuando los vio llorando, cura la omnipotencia divina, sino un poco de lodo aplicado por
se conmovió»: en esta participación sincera, cordial, Cristo de­ Cristo, y la orden de lavarse; y no nos salva la voluntad divina,
sino la muerte y la resurrección de Cristo. Por que la Palabra de
46 K. Wennemer, Tbeologie des Wortes in Johannesevangelium. Das innere Vida no es una hermosa concepción platónica, sino algo que
Verhaltnis des verkündigten logos theoú zum persónlichen Logos: «Scholastik» 38 hemos visto y oído y palpado.
(1963) 1-17. A. González Morfín, Jesucristo-Palabra y palabra de Jesucristo,
(México 1962). Afirmado el principio, no podemos estrechar la fuerza salva­
346 En el contexto del Espíritu: la fuerza Nuevo Testamento 347

dora de Cristo a sus acciones, excluyendo sus palabras. Como su misión: no hay que concebirla independiente de la obra re­
todas las acciones de Cristo son palabras, en cuanto revelan al dentora. También sus palabras adquieren nueva fuerza después
Padre, así todas las palabras son acciones y poseen energía. En el de la resurrección, pues con él sufrieron una especie de muerte,
caso de Lázaro, el poder que devuelve a la vida está en las pala­ limitación y fracaso. Si la palabra de Cristo, en su vida mortal,
bra «jLázaro, sal fuera!»: las palabras obran el milagro, y a la fue poderosa, «poderoso en obras y palabras», después de la re­
vez revelan su sentido. Es un poder de salvación, porque en la surrección desborda los límites y vence las trabas, «la palabra de
palabra Cristo hace presente, por adelantado, su resurrección. Y Dios no está atada». Y ésta es la palabra que nos llega a noso­
este poder de la palabra no se restringe a los milagros, sino a tros los cristianos. Suena a paradoja, pero es verdad: nosotros
todas las palabras de Cristo. Baste aludir aquí a cosas conocidas. leemos ahora el Evangelio y escuchamos a Cristo mejor que lo
Cuando Cristo enseña, lo hace con autoridad: «Cuando ter­ hicieron los apóstoles durante la vida mortal de Cristo. Como la
minó su discurso, se admiró la gente, porque íes enseñaba con eucaristía es hoy el cuerpo del Señor, Kuqio^, Cristo glorifi­
autoridad, y no como los letrados y los fariseos» (Mt 7,28; cado; así el evangelio es hoy la palabra de Cristo glorificado. Ha
Le 4,32). La gente no admira sólo la altura o la novedad o el es­ pasado por el túnel de la muerte, sin corromperse, y resurge
tilo de esta doctrina, sino que reconoce en ella un poder, porque para no pasar, “ya no morirá”; igualmente sus palabras «no pa­
lo ha experimentado. Podríamos traducir libremente el griego sarán». Por tanto, después de la resurrección, no sólo se entien­
é^ovoía, «era convincente». den mejor las palabras de Cristo, sino que obran más eficaz­
Cristo llam a , y su llamada eficaz es la vocación. Repite la mente.
llamada, y la vocación se hace convocación. A los doce especial­ A la luz de estos principios, y porque toda la fuerza de la
mente llamados los «nombra» apóstoles, y a Simón le «nombra» palabra radica en Cristo, vamos a considerar otros textos del
Pedro. Nuevo Testamento en que la palabra testimonia sobre sí misma,
Cristo impera a los vientos y a las aguas, a la fiebre y a los y su testimonio es verdadero.
demonios, y su imperativo es poderoso, irresistible. Son pocos
los milagros que Cristo obra sin palabras, como cuando «se le N U E V O TESTAMENTO
escapa» el poder por el borde de la capa. Un leproso apela a su
voluntad, «si quieres», y Cristo impone su voluntad en dos pala­ H . Schlier, Rasgos fundamentales de una teología de la Palabra de Dios
bras: «Quiero: queda limpio». en el Nuevo Testamento: «Concilium» 33 (1968) 369s. Cf. J. Mateos, El
N T y su mensaje, introducción a su traducción del Nuevo Testamento
Cristo prom ulga su ley con plena autoridad: «Pero yo os (Ed. Cristiandad, Madrid 1975) 13-44; id., Palabra,, en Vocabulario teo­
digo»; y esta ley puede convertirse en una bienaventuranza. lógico del Evangelio de Juan (Ed. Cristiandad, Madrid 1980) 236-240.
Cristo pronuncia su palabra eficaz de perdón: «El Hijo de
hombre tiene poder para perdonar los pecados», y este poder lo El Nuevo Testamento se refiere a la palabra de Dios también
actúa en una sentencia salvadora. como «escritura»: primero al Antiguo Testamento, por implica­
Cristo pronuncia su palabra sobre el pan y el vino, y el sa­ ción al Nuevo.
crificio inminente se hace presente, pan y vino se convierten en Como la carta a los Hebreos nos ofrecía el texto fundamen­
su carne y sangre, establece una alianza que es a la vez un testa­ tal sobre la palabra inspirada, así también nos lo ofrecerá sobre
mento. la eficacia de esta palabra:
Cristo ora al Padre, y el Padre le escucha.
«La Palabra de Dios es viva y enérgica,
La palabra de Cristo no sólo es medio para conocer, sino es­ más tajante que una espada de dos filos,
píritu y vida. Y la fuerza de su palabra radica en su persona y en penetra hasta la unión de alma y espíritu,
348 En el contexto del Espíritu: la fuerza Nuevo Testamento 349

de órganos y médulas, desde la infancia con la Escritura, y no hace falta demostrarle su


juzga sentimientos y pensamientos» (Heb 4,12). poder: esas letras sagradas poseen «espíritu», y por eso son
Cf. L. Alonso Schókel y P. Proulx, H eb 4,12-13. Composición y es­ útiles y eficaces para la acción apostólica.
tructura: Bib 34 (1973) 431-439. Se siente un afán de totalidad, de integridad, en esa enumera­
ción y en esos adjetivos selectos, en el ensanchamiento rítmico
de la última frase. San Pablo afirma de paso la inspiración, por­
Hay que notar la posición enfática del adjetivo «viva», enca­
bezando —en el original— toda la frase. Viva como Dios, tiene que quiere recalcar la fuerza salvadora. Naturalmente no posee­
ría tal virtud, si fuera una palabra falsa o errónea: un poco antes
la actividad que es el poder de Dios actuando; concretamente, su
actividad es un penetrar hasta lo más recóndito, íntimo del ser, decía que «los malvados y seductores progresan en la maldad
hasta ese punto misterioso donde el espíritu empalma con nues­ engañados y engañando», y éste es un fondo de contraste para
tro principio vital. Allí dentro posee una capacidad de juzgar y lo que sigue. Con todo, la consecuencia primera, la razón de ser
sentenciar, porque obliga al hombre a tomar posición; ante esa de la inspiración, es que la palabra actúa eficazmente en la vida
palabra no es posible el disimulo, el compromiso. cristiana, por la acción apostólica del pastor.
Repasemos los cuatro adjetivos: viva, enérgica, tajante, pene­ Santo Tomás comenta esta eficacia: «El efecto de la Escritura
trante. Quien en nombre de la inerrancia no acepte estos adje­ es cuádruple: en el orden teórico, enseñar la verdad, refutar el
tivos, está acusando de error a la Escritura. Quien en nombre de error; en el orden práctico, arrancar del mal, inducir al bien; el
la inerrancia olvide estos adjetivos, se está haciendo impenetrable último efecto es llevar a los hombres a la perfección» 47.
a la energía de la palabra. Esperemos que la palabra le pueda. En la misma carta leemos otro texto interesante, Pablo re­
Uno de los dos textos clásicos de los manuales, para probar cuerda su «evangelio» o proclamación, cuyo contenido sustancial
el hecho de la inspiración, también prueba la virtud de esta pala­ es Cristo resucitado y glorificado; por ello no es una mera noti­
bra, con tal de citarlo entero. El contexto es una carta pastoral: cia indiferente, que se pueda callar o suprimir, o al menos con­
consejos y doctrina para un pastor de almas. En este sentido li­ trarrestar con propaganda contraria. Siendo a la vez palabra so­
mitado se puede interpretar la fórmula «hombre de Dios», lo bre el Señor glorificado y del Señor glorificado, no es posible
cual da a la Escritura en el texto un valor instrumental. Pero tra­ aprisionarla: «Acuérdate de Jesucristo, resucitado de la muerte,
tándose de la actividad pastoral, este efecto desborda los límites nacido del linaje de David, según te lo anuncié. Por este evange­
del pastor o del obispo, pues todo su sentido es para la vida lio me maltratan hasta encarcelarme, como a un malhechor; pero
cristiana de sus fieles. Pablo es en esto tajante: «Tú permanece la Palabra de Dios no está encarcelada» (2,8-9).
en lo que has aprendido y te han confiado, pues sabes de quién La carta más antigua de Pablo es la primera a los Tesaloni-
lo has aprendido. Desde la niñez conoces la Sagrada Escritura, censes. Pablo ha hecho resonar y escuchar su palabra, y esta pa­
capaz de instruirte para la salvación que da la fe én Jesucristo. labra es de Dios; Dios habla por Pablo. Los cristianos aceptan
Pues toda la Escritura es inspirada, y sirve para enseñar, repren­ esta predicación: sabiendo que es palabra de Dios, no la reciben
der, corregir, instruir en la justicia; para que el hombre de Dios como palabra puramente humana, sino en toda su realidad, que
esté en forma, equipado para toda obra buena» (2 Tim 3,14-17). la fe descubre y asimila. Esta palabra, recibida por los creyentes,
no es una información teórica ni un dato inerte, sino que posee
En la obra de la salvación, que se realiza por la fe en Cristo,
energía: «Damos gracias a Dios sin cesar; que al oirnos predicar
es decir, por la aceptación y entrega, la Sagrada Escritura tiene
el mensaje de Dios, no lo acogisteis como palabra humana, sino
una función particular, un poder de conferir al hombre la sabi­
duría: sabiduría que no es ciencia teórica ni destreza práctica,
sino que tiene connotación moral. Timoteo se ha familiarizado 47 Citado por Spicq, Lettres Pastorales, p. 378.
350 Nuevo Testamento 351
En el contexto del Espíritu: la fuerza

como lo que es realmente, como palabra de Dios, que despliega mún, que crea un parentesco espiritual, como también el naci­
su energía (éveQyeltat) en vosotros los creyentes» (1 Tes 2,13). miento en una familia crea vínculos de amor. El nacimiento es­
La carta a los Romanos nos ofrece dos testimonios impor­ piritual no es obra de una simiente corruptible, sino de una si­
tantes. El primero es programático, al principio de la carta: «No miente incorruptible, por medio de la palabra de Dios que vive
me avergüenzo del evangelio, fuerza de Dios (ó'úva|j.ig 0eoü) y permanece. Dios vive y transmite su vida, vive para siempre y
para salvar a todo el que cree» (1,16). El evangelio es la predica­ puede dar una vida perdurable. Esto lo realiza por medio de la
ción de Pablo, es la palabra resonante que anuncia el misterio de Palabra, que, como El, permanece por siempre. La palabra de
Cristo: este evangelio no sólo habla acerca del poder de Dios Dios es el Antiguo Testamento, que como palabra de Dios no
para salvar, sino que es el poder de Dios en acción. Como toda ha pasado, sino que continúa y se realiza plenamente en la pala­
la obra de la salvación, se realiza por la fe: su poder no. es mecá­ bra del evangelio: «Purificados ya internamente por la respuesta
nico ni coactivo, el hombre puede responsablemente rechazarlo. a la verdad, que lleva al cariño sincero por los hermanos, amaos
Pero el que lo recibe, recibe en él la salvación. unos a otros de corazón e intensamente. Porque habéis vuelto a
nacer, y no de una semilla mortal, sino de una inmortal, por
El otro texto se encuentra hacia el final de la carta, y es una
medio de la palabra de Dios viva y permanente; porque "todo
síntesis de vida cristiana. El misterio de Cristo se ha consumado
mortal es hierba y toda su belleza es flor de hierba: se agota la
en la muerte y resurrección. Cristo sufrió hasta la muerte, y el
hierba y cae la flor. En cambio la palabra del Señor permanece
Padre lo resucitó y glorificó. Con Cristo morimos nosotros y
para siempre”. Ésta es la palabra que os anunciaron» (1 Pe 1,22-
resucitamos, participando en esta vida de sus sufrimientos y glo­
rificación. De su muerte, cuando sufrimos con paciencia; de su 25)‘
resurrección, cuando recibimos su gracia y consuelo. Lo admira­ El desarrollo vital de la palabra de Dios aparece varias veces
ble de esta participación es que, precisamente en el sufrimiento, en los Hechos de los Apóstoles, describiendo el crecimiento y
se injerta el consuelo: de esta manera experimentamos realmente consolidación de la Iglesia. Notemos esta función eclesiástica de
el poder de Cristo glorificado, y con esta experiencia se con­ la palabra: funcional entonces, vital siempre: «El mensaje de
firma nuestra esperanza de una gloria final, que será total parti­ Dios iba cundiendo, y en Jerusalén crecía mucho el número de
cipación en la gloria de Cristo. Sufrir con paciencia es gracia, los discípulos» (6,7). «El mensaje del Señor cundía y se propa­
sentir el consuelo en el sufrimiento es gracia, y esta gracia nos la gaba» (12,24). «El mensaje se difundía vigorosamente» (19,20).
dan las Escrituras: «Todo lo que está escrito, se escribió para «Llegó hasta vosotros el mensaje de la verdad. Así es como va
enseñanza nuestra, de modo que, entre nuestra constancia y el dando fruto creciente en el mundo entero» (Col 1,6). «Mensaje»,
consuelo que dan las Escrituras, mantengamos la esperanza» en grigo Xoyo^.
(Rom 15,4). No sólo el hombre que cree, sino las criaturas pueden ser
Ese consuelo es en griego paraklesis , con inevitable alusión al santificadas por la palabra de Dios. La palabra divina las creó, y
parakletos , el Espíritu consolador que Cristo resucitado envía por eso son todas bellas o buenas, también la comida y el matri­
desde el cielo; también en forma de escritura inspirada. monio; la palabra divina las santifica, y por eso hay que to­
marlas con agradecimiento: «Todo lo que Dios ha creado es
Un texto semejante en el primer libro de los Macabeos 12,9:
bueno, no hay que desechar nada, basta tomarlo con agradeci­
“Con el estímulo de los libros santos no necesitamos tales
miento, pues la palabra de Dios y nuestra oración lo consagran»
alianzas”, cf. Macabeos, en Los Libros Sagrados (Ed. Cristian­
dad, Madrid 1976) 109. (1 Tim 4,4).
En la primera carta de Pedro leemos una exhortación al amor Dios toma la iniciativa de la salvación: como en otro tiempo,
mutuo, fraterno: este amor debe proceder del nacimiento co­ con su palabra poderosa, fue llamando a la existencia a las cria­
352 En el contexto del Espíritu: la fuerza Santos Padres 353

turas, así ahora, con su palabra verdadera da la vida a lo esco­ cia, que tiene poder para construir y dar la herencia a todos los
gido de su creación, los cristianos. A nosotros toca una actitud consagrados» (Hch 20,18-32).
humilde para recibir esa palabra que Dios siembra o planta den­ Toda la actividad apostólica de P^blo ha sido ir cons­
tro de nosotros, para que realice nuestra salvación: «Por propia truyendo la Iglesia de Cristo, ir repartiendo la herencia del reino
iniciativa nos engendró con el mensaje de la verdad, para que de los cielos, por medio de la proclamación del evangelio. Esta
fuéramos en cierto modo primicia de sus criaturas... Por tanto... actividad se va a concluir en una zona de la Iglesia, y Pablo no
aceptad dócilmente el mensaje plantado en vosotros, que es ca­ puede marcharse sin dejar algo que continué la tarea. La Iglesia
paz de salvaros» (Sant 1,18.21). de Éfeso queda encomendada a sus pastores, y los pastores que­
Escuchemos, para terminar, la emocionada despedida de Pa­ dan encomendados a Dios y a la palabra de Dios: esa palabra se­
blo, y que nos sirva de meditación: guirá construyendo la Iglesia y distribuyendo a todos la herencia
del reino.
«Vosotros sabéis cómo me he portado con vosotros todo Nosotros no hemos conocido personalmente a Pablo, ni le
este tiempo, desde el día que por primera vez puse el pie en hemos acompañado llorando hasta el barco; pero Pablo nos ha
Asia: he servido al Señor con toda humildad, entre las penas y dejado su palabra, y nosotros la recibimos —como realmente
pruebas que me han procurado las maquinaciones de los judíos. es— como palabra de Dios; y ella sigue construyendo en noso­
Sabéis que en nada que fuera útil me he retraído de predicaros y
tros y de nosotros la Iglesia.
enseñaros en público y en privado, instando lo mismo a judíos
que a griegos a convertirse a Dios y a creer en nuestro Señor
SANTOS PADRES
Jesús.
»Ahora me dirijo a Jerusalén, forzado por el Espíritu. No sé y su gestivo estu d io de L inus B op p , The Salvific Power
V éase el reciente
lo que me espera allí, sólo sé que el Espíritu Santo, de ciudad en of the Word According to the Church Fathers, en Toward a Theology of
ciudad, me asegura que me aguardan cárceles y luchas, Pero la the Word (N u e v a Y ork 1964) 1 4 7-167. En d ie z párrafos e x p o n e el
vida para mí no cuenta, al lado de completar mí carrera y cum­ paralelism o encarnación-inspiración; su valor com plem entario de la
plir el encargo que me dio el Señor Jesús: ser testigo de la buena eucaristía, en cuanto alabanza y ofrenda; com p lem en tario de la eucaris­
noticia, del favor de Dios. tía, en cuanto alim ento del alma; ob jeto de cu lto, paralelo a la eucaris­
tía; dador de vida, c o m o el bau tism o; perdonador de pecados, co m o la
»Y ahora mirad, yo sé que ninguno de vosotros, entre
penitencia; portador del Espíritu Santo, es c o m o una confirm ación ;
quienes he predicado el Reino, volverá a verme. Por eso declaro
pronu nciado en la m isa n o s une a los m isterios de la redención y nos
hoy que no soy responsable de la suerte de nadie, porque no me transform a en C risto; revela la dignidad del hom bre y la vocación del
he retraído de anunciaros enteramente el plan de Dios. Tened universo; reúne la fam ilia de la Iglesia.
cuidado de vosotros y de todo el rebaño en que el Espíritu
Santo os ha puesto como guardianes, siendo así pastores de la Los santos padres recogen la despedida de Pablo, y siguen
Iglesia de Dios, que él adquirió con la sangre de su Hijo. construyendo la Iglesia con la palabra, y siguen profesando el
»Ya sé yo que, cuando os deje, se meterán entre vosotros poder salvador de la palabra.
lobos feroces que no perdonarán al rebaño, e incluso de entre «Hermanos y hermanas: hemos escuchado al Dios verda­
vosotros mismos saldrán algunos que corromperán la doctrina, dero, y ahora yo os leo mi exhortación: para que, considerando
arrastrando tras sí a los discípulos. Por eso, estad alerta: recor­ lo que está escrito, os salvéis a vosotros mismos y al que lee en
dad que durante tres años, de día y de noche, no he cesado de medio de vosotros» 48.
aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular.
»Ahora os dejo en manos de Dios y del mensaje de su gra­ 4« "Qoxe, dSeXqpot xai áScXípaL, neta tóv 6eóv áXr|0EÍa?, áva-

23
354 En el contexto del Espíritu: la fuerza
Magisterio 355
«Las Sagradas Escrituras y las sabias instituciones nos condu­
cen brevemente a la salvación» 49. cuando el jugo de la palabra eterna desciende por las venas del
alma y por las potencias interiores» 54.
«Imposible que no sean sagradas esas letras, que no sólo ha­ Los antiguos empleaban los evangelios para expulsar demo­
cen santos, sino aun divinos» 50. nios y para curar enfermos, práctica que todavía no ha desapare­
«Las fuentes de la salvación son los santos profetas, evange­ cido en la Iglesia.
listas y apóstoles, que asistidos por el Espíritu Santo suministran
al mundo la palabra sublime, celestial, salvadora» 51. MAGISTERIO
«El alma suele enfermar y sanar con las palabras: pues la ex­
citan a la cólera y la amansan; un mal discurso la enciende en Escojo tres declaraciones recientes:
concupiscencia, y una palabra honesta la conduce a la tem­ «Ésta es la fuerza propia y singular de la Sagrada Escritura,
planza. Pues si la simple palabra tiene tal poder, ¿por qué des­ inspirada por el Espíritu Santo, que da autoridad al orador sa­
preciar la Escritura? Si la exhortación puede tanto, ¿cuánto más grado, le da libertad apostólica, le confiere una elocuencia ro­
una exhortación inspirada? Pues la palabra que resuena de las di­ busta y convincente. Pues el que en su discurso lleva la fuerza
vinas Escrituras ablanda el alma endurecida más que el fuego, y espiritual de la palabra de Dios, ése no habla sólo con palabras,
la dispone para toda obra buena» 52. sino también con fuerza, con Espíritu Santo, con plenitud» 55.
«Pues la palabra de Dios, viva y eficaz y más cortante que
«Del campo procede el gozo de la mies, de la viña el fruto una espada de dos filos, y penetrante hasta las junturas del alma
que alimenta, de la escritura la doctrina que da vida» 53. y el espíritu, articulaciones y médulas, juez de pensamientos e
«Se bebe la Sagrada Escritura, se devora la Sagrada Escritura, intenciones del corazón, no necesita de floreos ni acomodaciones
humanas para mover los ánimos: la Página Sagrada, inspirada
por el Espíritu Santo, abunda por sí misma en sentido natural;
Yiyviüoxü) í>hlv évxev^tv et? xó Jteooéxeiv to lo 7 6 7 5 0 ^1^ 015, iva x a í éctUTOüg dotada del poder divino, por sí misma tiene fuerza; adornada de
acóants x a l rov ávaYLyvúoxovxa tv íijiiv (Clemente Romano 2C 19,1).
A9 rgacpai ófc a i 0eíai x a l JtoXiTeíai oüxppovsg otjvtoiíoi ocurrí QÍag Ó6 0 I
belleza sublime, por sí misma reluce y brilla. Basta que el intér­
(Clemente Alejandrino, Cohortatio 8 ; PG 8 , 188; GCS 59). prete la explique íntegra y exactamente, sacando a la luz todos
50 'Ieqci 7 ¿ 5 áXíi6 ü)s xá íepoJtoioüvxa x a l SeojtoioüvTa ypáiijiata (Cle­ los tesoros de sabiduría y prudencia que encierra» 56.
mente Alejandrino, Cohortatio 9; PG 8 , 197; GCS 65). La constitución conciliar sobre la liturgia inculca la presencia
s’ 2wtt]q£ou óé JiTyyctg elvaí (pa^ev xoíig áyíoug 3tgoqpr|xa5 ETJayYeXLorág xe activa de Cristo en su palabra, cuando se lee en la Iglesia la Sa­
x a l ájxooTÓXoug, ot tóv 6vco0ev x a l éí| oíiQavoü x a l oü)XT|Qlov xaí xóojitp Pqú-
ova i Xóyov, xoqtiyoívto? a ik o is xoíi á YLOU i m i t a r o s (Cirilo Alejandrino, D e grada Escritura.
recta ftde, 2, 1; PG 76, 1337). Dicho párrafo coloca la palabra en la serie «sacrificio-eucaris-
52 ’Ajxó ya.Q Xóywv x a l qpeeíeeo6 at x a í ow^eoeai :té<puxs. K al y&Q eíg tía-sacramentos-palabra-oración», toda ella litúrgica. De la serie
óqyi1v t oüxo avxí\v é^áyei, x a l JxgaSvEi xó aiütó xoüxo jxáXiv, x a l kqóq, éju0u- litúrgica afirma en las líneas siguientes que «Dios es perfecta­
HÍav éíj^aioxeóv, x a l el? oojcpqooíivtiv ^yaye Xóyos c¡7i|xvóxT|tog yénarv.
mente glorificado y los hombres santificados»; que «los signos
Et b í Xóyo5 ájtXcóg xoaaüxtiv éxei loxíív, Jiwg xüv ygayíú v xaxa<ppoov£ig;
eíjcé noi. E l ya g jiagatveoig xoaaüxa Óúvaxai, jroXXqj jiáXXov óxav (xexcí sensibles significan y, cada uno a su manera, realizan la santifica-
3iveú(iaxo 5 cooiv a i jtapaivéoei£. K al yá.Q jiuqó? jiáXXov xí|v jt£jta)QO)piÉvT)v
HaXáxra ipuxíiv, x a l Jtqó? faiavxa éjuxr]Ó£Íav xaxaoxeuá^ei xá xaXá Xóyog
á.7tó xó)v 6 eío)v évrixoú^EVO? ypaqxljv (Crisóstomo, In M t 1, homilía 2, 6 - PG 54 «Bibitur Scriptura divina et devoratur Scriptura divina, cum in venas
57, 31; BAC 141,37). mentis ac vires animae succus Verbi descendat aeterni» (Ambrosio, PL 14, 940).
53 Efrén, Opera, Roma 1743, 41. 55 Encíclica Providentissimus Deus (EB n.° 87).
56 Encíclica Divino afflante Spiritu (EB n.° 553).
356 En el contexto del Espíritu: la fuerza Magisterio 357

ción del hombre»: y la palabra es uno de estos signos sensibles. Recordemos finalmente la fórmula cotidiana del sacerdote en
Léase atentamente todo el texto: la misa: P er evangélica dicta d elea n tu r nostra delicia (por las pa­
«Para realizar una obra tan grande, Cristo está siempre pre­ labras del evangelio se nos borran nuestros pecados).
sente en su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica. Está pre­ Esta serie de textos escogidos nos dice que se trata de una
sente en el sacrificio de la misa, sea en la persona del ministro, doctrina tradicional. Falta ahora exponer en qué sentido se en­
“ofreciéndose ahora por ministerio de los sacerdotes el mismo tiende este poder salvador de la palabra inspirada.
que entonces se ofreció en la cruz”, sea sobre todo bajo las es­ La palabra de Dios ejerce su poder salvador en forma de pa­
pecies eucarísticas. Está presente con su fuerza en los sacra­ labra. Por tanto, no mágicamente, como en los textos de execra­
mentos, de modo que, cuando alguien bautiza, es Cristo quien ción, o como en las fórmulas, muchas veces ininteligibles, de he­
bautiza. Está presente en su Palabra, pues cuando se lee en la chicería. La palabra meramente humana está dotada de un po­
Iglesia la Sagrada Escritura, es él quien habla. Está presente, por der, que ejerce en forma de palabra: cuando es entendida y
último, cuando la Iglesia suplica y canta salmos, el mismo que aceptada; y cuando es rechazada, también puede haber ejercido
prometió: “donde están dos o tres reunidos apelando a mí, allí, el poder de exigir una reacción. La palabra divina posee un po­
en medio de ellos estoy yo” (Mt 18,20). der divino en la obra de salvación, cuando es entendida como
Realmente, en esta obra tan grande por la que Dios es per­ palabra y aceptada en fe; y si es rechazada, también ejerce su
fectamente glorificado y los hombres santificados, Cristo asocia poder «crítico».
siempre consigo a su amadísima esposa la Iglesia, que invoca a «Una señal de que la palabra de Dios es acción salvífica ac­
su Señor y por él tributa culto al Padre eterno. tual de Dios, se ve en que la palabra de Dios conduce al juicio.
Con razón, entonces, se considera la liturgia como el ejerci­ Juicio significa aquí, como en la Biblia, una situación decisiva de
cio del sacerdocio de Jesucristo. En ella, los signos sensibles sig­ la gracia. La palabra de Dios es a la vez juicio y gracia, porque
nifican y, cada uno a su manera, realizan la santificación del descubre nuestro ser de pecado, y al mismo tiempo nos ofrece la
hombre; y así el cuerpo místico de Jesucristo, es decir, la Ca­ salvación en Cristo. Lo cual produce crisis, en cuanto que el
beza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro. hombre debe decidir si reconoce su ser de pecado y acepta a
En consecuencia, toda celebración litúrgica, por ser obra de Cristo como su salvación. Este tipo de situación decisiva no lo
Cristo sacerdote y de su cuerpo, que es la Iglesia, es acción sa­ produce cualquier verdad, sino solamente la confrontación actual
grada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y en el con Dios mismo, que acontece en la palabra de Dios. Y como la
mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia» 57. decisión por la palabra de Dios es cosa necesaria, por eso la pa­
La constitución Dei Verbum alude al tema brevemente en el labra de Dios es algo más que hablar acerca de algo; en la pala­
número 12 (cap. III) y lo expone en el capítulo VI, número 21: bra de Dios se hace presente la gracia de Dios, y en cierto sen­
«La Iglesia siempre ha venerado la Sagrada Escritura como lo tido, Dios mismo» 58.
ha hecho con el Cuerpo de Cristo, pues sobre todo en la sa­ La costumbre de oír epístolas y evangelios en una lengua
grada liturgia, nunca ha cesado de tomar y repartir a sus fieles el ininteligible podrá inducir a algunos a no reconocer la fuerza de
pan de vida que ofrece la mesa de la palabra de Dios y del la palabra, a otros a pensar en un poder arcano o mágico. No es
Cuerpo de Cristo... Y es tan grande el poder y la fuerza de la así: la palabra que yo no entiendo, para mí no es palabra, sino
palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, ruido o música; sus efectos en mí no son efectos de lenguaje.
firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y Por eso en la renovación litúrgica promovida por la Constitu-
perenne de vida espiritual».
58 H. Volk, Palabra, en H. Fries (ed), CFT II (Ed. Cristiandad, Madrid
57 Constitución sobre la sagrada- liturgia, 7. 21979) 263s.
358 En el contexto del Espíritu: la fuerza Magisterio 359

ción Conciliar, se busca una proclamación de la palabra de Dios Ni basta la explicación de una acción mediata por la doc­
en lengua vernácula, para que vuelva a actuar como verdadera trina: es decir, la Sagrada Escritura me instruye; esta doctrina
palabra en la Iglesia. influye después en mi conducta cristiana y humana. De modo
semejante, la doctrina que estudio en mi tratado de teología o de
Tratándose dé una fuerza sobrenatural, debe ser recibida con moral, influye en mi conducta cristiana. Es cierto, pero no basta.
fe. En el momento inicial, la proclamación evangélica puede en­ Rebajar la virtud de la palabra de Dios al nivel de la doctrina de
gendrar la fe, «la fe sigue al mensaje, y el mensaje es el anuncio mi manual, es inaceptable. Hay que insistir en ello: no es sim­
del Mesías» (Rom 10,17), «fui yo quien os engendré a vosotros plemente que la palabra inspirada hable de Cristo, sino que en
con el evangelio» (1 Cor 4,15): ésta es la nueva creación por la ella habla Cristo «con autoridad» «palabras de vida»; no es sola­
palabra salvadora. El cristiano, que ya posee la fe, debe escuchar mente que hable de la gracia, sino que es un acto de gracia. La
la palabra de Dios en actitud explícita de fe: como palabra de palabra de Dios no sólo es fuente de verdades, sino que también
Dios —que realmente es— ; y entonces la palabra despliega su es fuente de gracias.
energía en los que creen. Esta actitud de fe, por lo que tiene de
radical y total, y por su carácter de gracia, crea un nuevo con­ Mucho menos basta con decir que la Sagrada Escritura, me­
texto espiritual, donde puede resonar adecuadamente la palabra jor dicho Dios, otorga gracias como premio al mérito de leerla:
inspirada. Fuera de este contexto, la Biblia desciende a objeto de lo cual sería rebajarla al nivel de cualquier obra hecha con buena
estudio, de curiosidad, de delectación: como palabra humana. intención. Aunque el Espíritu puede dar su gracia como quiere,
N o se puede leer la Escritura como cualquier otro libro, aun es­ objetivamente su palabra supera las obras humanas buenas;
piritual. En la acción litúrgica se da un contexto total de fe y como también el sacramento de la eucaristía supera objetiva­
gracia, donde sucede la proclamación; además, en todas las litur­ mente las obras buenas que uno hace. Y es cosa extrañísima de­
cir que el Espíritu Santo puede dar su gracia como quiere; ex­
gias, a la proclamación de la palabra de Dios precede una lla­
cepto por medio de su palabra (aquí el onus probandi).
mada de atención, que quiere excitar reflejamente la actitud de fe
de los oyentes; y así, el título de «oyentes» asciende a su plena La acción salvífica de la palabra inspirada no es sacramental:
categoría, que puede definir a los cristianos como verdaderos en el sacramento, además de la palabra, hay una realidad terrena
oyentes de la palabra de Dios. que obra simbólicamente, es decir, realmente y con su calidad de
símbolo «hacen lo que significan». Por otra parte, la Sagrada Es­
La acción salvífica de la Escritura no es mediata, ni paralela,
critura es mucho más que un sacramental.
ni consecuente a la palabra. Alguno concebiría así la cosa: el
hombre escucha la palabra de Dios, en un acto humano (con Semmelroth distingue y une las dos acciones del siguiente
buena intención), y paralelamente Dios obra dando su gracia. modo: Cristo realiza la salvación por su muerte y resurrección y
De manera que la gracia viene toda ella de la acción inmediata por la predicación de su mensaje. Las dos cosas sustentadas y
de Dios, mientras que la palabra es una ocasión. Semejante teo­ divinizadas en la misma persona, las dos completándose mutua­
ría es inaceptable: sería negar que la palabra de Dios sea una ac­ mente: la palabra, además de explicación es acción, la acción re­
ción de Dios, o que Dios pueda obrar por su palabra. Es un vela su sentido en la palabra. No podemos comprender ni po­
ocasionalismo que no hace justicia a los múltiples textos de la seer a Cristo si separamos estas dos realidades de su vida: acción
Sagrada Escritura en que la palabra atestigua sobre sí misma. Las y palabra. Las dos se prolongan en la Iglesia: la acción en el sa­
palabras de Jesús no eran una ocasión para que el Padre obrara crificio de la misa, y en todos los sacramentos que hacia él con­
inmediatamente los milagros, sino que Cristo obraba por su pa­ vergen; la palabra en la Sagrada Escritura confiada y proclamada
labra. Pues bien, la Escritura es palabra de Cristo, siempre pre­ en la Iglesia. Las dos realidades obran unidas: también la palabra
sente en la Iglesia. es acción, en cuanto proclamada o leída; y la acción revela su
360 En el contexto del Espíritu,: la fuerza Liturgia 361

sentido en la palabra. No es casual ni facultativa la unión litúr­ al celestial, porque todavía imperfecto, en símbolos y figuras;
gica de la palabra con la acción: «Las dos partes de que consta la encuentro superior al natural, hecho por deducciones 61. En este
misa, a saber, la liturgia de la palabra y la eucaristía, están tan sentido, la palabra está emparentada con los sacramentos, sin ser
íntimamente unidas que constituyen un solo acto de culto» 59. uno más. Por lo demás, el paralelismo eucaristía-Escritura se re­
Para entender la doctrina de la fuerza salvífica de la palabra, monta al capítulo 6 de san Juan.
puede estorbar una concepción demasiado corpuscular de la gra­ Dado el carácter de la palabra, es razonable reconocer grados
cia, y una idea demasiado ritualística de los sacramentos. Se in­ de intensidad o densidad en su energía salvadora; como también
siste mucho en que la gracia es una entidad creada, que Dios va es posible que la misma palabra vaya desplegando su fuerza en
dando por unidades, según su generosidad y nuestros méritos; y diversos grados de comprensión; y también admite grados según
se descuida quizá el otro elemento, el Dios personal benévolo, la la disposición del oyente. También en este aspecto los evangelios
convivencia, la unión. Rahner ha replanteado la cuestión, par­ ocupan el puesto central y privilegiado.
tiendo de la gloria: Dios no comunica la gloria celestial por me­ Cuando Orígenes habla del poder «inspirador» de la Sagrada
dio de una entidad creada intermedia, que nos satisfaga, sino co­ Escritura, no intenta definir el término «inspiración», ni estable­
municándose. Así también podemos concebir la gracia como co­ cer el sentido primario del texto paulino; sino sencillamente des­
municación y unión. Lo cual no es caer en extrinsecismo, como cribir una cualidad real de la palabra inspirada: «Los profetas re­
si la gracia quedara fuera del alma, sin cambiarla; sino todo lo cibieron de la plenitud divina, cantaron lo que habían recibido
contrario, en cuanto que la gracia introduce eí alma en Dios, la de la plenitud, y por eso los libros sagrados espiran la plenitud
hace partícipe de la vida divina. Pues bien, como en el diálogo el del Espíritu, y no hay nada en los profetas, en la ley o el evan­
hombre se vuelve personalmente a otra persona humana, así gelio, que no descienda de la plenitud de la divina majestad. Por
Dios, hablándonos, se vuelve a nosotros en acto de comunica­ eso en la Sagrada Escritura las palabras plenas siguen inspirando
ción: y comunicación de Dios es gracia: «Por la lengua de los hasta hoy. Pero inspiran a los que tienen ojos para ver lo celes­
profetas escuchamos a Dios conversando con nosotros» (Crisós- tial, oídos para escuchar lo divino, olfato para oler la pleni­
tomo). tud» 62.
En su palabra, Dios se nos da a conocer, introduciéndonos a
su misterio; y conocer a Dios es gracia, según aquello: «Y ésta La virtud salvífica de la Sagrada Escritura es una energía po­
es la vida eterna, reconocerte a tí como único Dios verdadero, y tencial que debe ser actuada. Y esta actuación se realiza en di­
a tu enviado, Jesús, como Mesías» (Jn 17,3). Según san Grego­ versos contextos, a manera de círculos concéntricos.
rio, conocemos «el corazón de Dios en las palabras de Dios»;
según san Jerónimo, «desconocer las Escrituras es desconocer a LITURGIA
Cristo».
Las conferencias del congreso de Estrasburgo publicadas con el título
Lo dicho no pretende excluir otras formas de gracia, ni los Parole de Dieu et Liturgie. Y el libro de Daniélou, Biblia y Liturgia.
aspectos de don y mérito; sino solamente afirmar el puesto de la Sobre la predicación, el volumen titulado La Parole de Dieu en
palabra en la salvación 60. Jéstts-chríst (Toumai 1961). Sobre todo la segunda parte, «La proclama­
En cuanto a los sacramentos, Schillebeeckx ha puesto de re­ ción de la palabra de Dios: predicación y sacramento».
lieve su función en el encuentro con Cristo: encuentro inferior E. Hansli, La predicación hoy según la visión de la teología viva, en
el volumen Panorama de la Teología actual (Madrid 1961), con biblio-
59 Constitución conciliar, n.° 56.
60 O. Schilling, Das Wort Gottes tm Alten Testament. Zur Diskussion um die 61 En Panorama de la teología actual (Madrid 1961).''
Sakramentalitdt des Wortes Gottes, «Miscellanea Erfordiana» (Leipzig 1962) 7-26. 62 Orígenes, In ler, homilía 2 1 ,2 ; PG 13,536.
362 En el contexto del Espíritu: la fuerza Liturgia 363

grafía selecta. Cf. O. de la Brosse, La predicación, en Iniciación a la presentación. El lector presta su voz y su sensibilidad a la nota­
práctica de la Teología V (Ed. Cristiandad, Madrid 1986) 307-345; ción gráfica, para que vuelva a ser palabra.
A. Houssiau, La liturgia, ibid., pp. 346-389, con bibliografía. No debe esconder su calidad de lector tras un tono frío, im­
personal, hierático. En algunas épocas pudo tener máxima efica­
El círculo central, proporcionalmente el más denso de actua­
cia la recitación hierática, el pregón impersonal; ahora queremos
lización, es la liturgia. Este principio dirigió el uso de la Escri­
que toda la expresividad literaria del texto vuelva a revivir; y en
tura en la comunidad israelítica: no sólo los salmos, sino otros
la voz del lector sucede esta nueva especie de encarnación, loqui­
muchos textos tuvieron una función litúrgica, y se siguieron
tur per lectorem. De aquí se sigue la necesidad de formar buenos
leyendo en contexto litúrgico. Así se leían las cartas de san Pa­
lectores, y aun la conveniencia quizá de promoverlos a un or­
blo y los evangelios; y muchas veces era éste el criterio práctico
den, para el servicio litúrgico. Aun sin especial promoción, la
de distinción de textos canónicos: «Se lee en la asamblea litúr­
Constitución conciliar declara expresamente que los lectores de­
gica»; en consecuencia, se prohibía la lectura litúrgica de otros
sempeñan una verdadera función litúrgica (n. 29).
textos. En una época en que la lectura de los libros sagrados de­
cayó entre los católicos, fue la liturgia quien conservó de algún El actor dramático entrega su vida-al texto literario, para que
modo la práctica tradicional. vuelva a revivir en las tablas, y en la contemplación de los espec­
En la liturgia se lee la palabra inspirada como fuente de ins­ tadores: y dando vida al texto, vive él espiritual y corporal­
trucción y como fuente de gracia. N o es simplemente recordar mente. Así el lector litúrgico se debe entregar al texto —sin ha­
lo que Cristo dijo en una ocasión, sino que lo vuelve a decir cer teatro— , dándole su propia vida, para servicio de la comuni­
aquí, con su autoridad y su poder, «locutus est per prophetas, dad. Entonces el texto vuelve a vivir y a comunicar una vida
loquitur per lectorem», superior al lector y a los oyentes «para que atendiendo a la Es­
«Cristo está presente en su Palabra, pues cuando se lee en la critura, os salvéis a vosotros y al que lee entre vosotros» (Se­
Iglesia la Sagrada Escritura, es él quien habla». gunda carta de Clemente).
«En la liturgia Dios habla a su pueblo; Cristo sigue anun­ La asamblea debe ser verdadera oyente. Durante un tiempo
ciando el Evangelio» 63. en que las lecturas litúrgicas eran ininteligibles para el pueblo, la
La fórmula inicial «en aquel tiempo» parece reducir la lectura lectura simultánea y multiplicada del misal personal era la mejor
a puro recuerdo; en rigor, debe tomarse como afirmación del solución. Al ser restaurada la verdadera proclamación, las cosas
evento histórico de Cristo, que se encarnó y habló en el espacio cambian. Supongamos un libro de enorme éxito: todos los
y el tiempo humanos. «Permanece por siempre» no el recuerdo miembros presentes de este club inglés, hundidos en sus abis­
de la palabra, sino esta misma: porque en la proclamación litúr­ males sillones, están leyendo el mismo libro: no podemos decir
gica vuelve a presentarse la dimensión trascendente del hecho que hagan una lectura comunitaria, sino que accidental y exter­
histórico. namente coinciden en una misma lectura. Algo semejante suce­
De lo dicho se sigue la importancia de la lectura o proclama­ dería en la liturgia, si los asistentes prescindieran de la lectura
ción litúrgica de la palabra. Recordemos lo dicho sobre la actua­ oficial, para leer por su cuenta los misales. N o; tiene que haber
lización y representación de la obra literaria, que, por el lector o un público unido, una unión en la palabra. Palabra única y múl­
los intérpretes, vuelve a existir plenamente, en su única existen­ tiple que se reparte a todos y une a todos, haciendo a todos par­
cia posible. Recordemos lo dicho sobre la representación frente tícipes de una misma vida. Así podrá desembocar esta etapa, de
al público, y sobre la participación íntegra, sin público, en la re­ espectadores atentos, en la siguiente, en la que todos representan
y actúan, cantando a una voz un mismo himno, rezando una
misma oración (Constitución sobre la sagrada liturgia , 33).
63 Constitución sobre la sagrada liturgia, 7 y 33 .
364 En el contexto del Espíritu: la fuerza
HOM ILIA
Esa oración común de los fieles será en algunos casos palabra
inspirada; por ejemplo, un salmo. Aquí la actualización se con­
suma precisamente en la recitación coral: el salmo plural sólo Un segundo círculo de actualización, concéntrico a la lectura, y
adquiere su plena actualidad cuando es recitado en común; reci­ todavía en el mismo contexto, es la homilía litúrgica:
tado en particular sufre una adaptación y restricción válidas. La «Por ser el sermón parte de la acción litúrgica, se indicará
fuerza salvífica de esta palabra inspirada es del orden de la ora­ también en las rúbricas el lugar más apto, en cuanto lo permite
ción: en ella ora de manera especialísima Cristo con nosotros, y la naturaleza del rito; cúmplase con la mayor fidelidad y exacti­
esta oración es eficaz: «Cristo está presente, por último, cuando tud el ministerio de la predicación. Las fuentes principales de la
la Iglesia suplica y canta salmos, el mismo que prometió: donde predicación serán la Sagrada Escritura y la liturgia, ya que es
están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en me­ uná proclamación de las maravillas obradas por Dios en la histo­
dio de ellos» 64. «Quien diga que este salmo [59.60] ha sido es­ ria de la salvación o misterio de Cristo, que está siempre pre­
crito para nosotros, no se equivoca. Por eso son nuestras las pa­ sente y obra en nosotros, particularmente en la celebración li­
labras de Dios, y de la Iglesia de Dios, como regalos enviados túrgica».
por Dios. Y se leen en cada asamblea como alimento espiritual «Se recomienda encarecidamente, como parte de la misma li­
suministrado por el Espíritu» 65. turgia, la homilía, en la cual se exponen durante el ciclo del año
Naturalmente, en la liturgia no se actualiza el texto en su litúrgico, a partir de los textos sagrados, los misterios de la fe y
forma purísima originaria, sino que recibe una nueva interpreta­ las normas de la vida cristiana. Más aún, en las misas que se ce­
ción al ser recitado. Por la selección de textos, por su combina­ lebran los domingos y fiestas de precepto con asistencia del pue­
ción; brevemente, por su inserción en un nuevo contexto vivo. blo nunca se omita, si no es por causa grave» 66.
El contexto no es una decoración ajena e intercambiable, sino La homilía parte del texto sagrado, para explicar los miste­
que forma parte de la representación, afectando al sentido con­ rios de la fe y las normas de vida cristiana. Durante siglos la ho­
creto de los textos. Y esto, en principio, no es deformación, sino milía ha sido un espacio vital de la teología, la moral cristiana, la
parte de la condición del texto literario —mucho más si ins­ ascética. Más que de razones, trata de misterios; más que de
pirado—, que no se puede agotar en una representación ni en ética, de vida cristiana. Hay trozos de la Sagrada Escritura que
una traducción. son homilías concentradas: el Deuteronomio es un buen ejemplo
He dicho «en principio», porque no están excluidos por gra­ en el Antiguo Testamento, y muchas cartas de san Pablo en el
cia celestial todos los errores o cualquier deformación. En lo Nuevo.
sustancial sabemos que no hay deformación; en lo accidental, La homilía explica, es decir, despliega lo que está plegado y
que puede ser bastante ancho, cada generación debe buscar la apretado, desentraña, saca a la luz y reparte los tesoros (EB
forma más exacta y más eficaz. 553.566). La homilía litúrgica es una expansión de la palabra ins­
pirada: gana anchura, pierde concentración. N o puedo afirmar
que cuanto dice el sacerdote es palabra de Dios, en sentido es­
tricto; sí puedo decir que participa de la palabra de Dios. Por lo
tanto, la verdadera homilía participa también de la verdad y de
la fuerza de dicha palabra. Es otra manera de actualizar dicha
64 Constitución sobre la sagrada liturgia, 33.
H|i.tv ouv yeYQáqpQai xóv 'ipctXjióv eutcov T15 ovix &v ánápxoL tfj^ áXT]- energía.
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H>i>Xa>v xoqtiyoum¿vti 6 iá toü jtveúnaTog (Basilio, In Ps 59; PG 29, 464). 66 Ibid., 35,2; 52.
366 En el contexto del Espíritu: la fuerza Liturgias bíblicas 367

Existe una variante, que no es homilía en sentido propio, y palabra puede tener ventajas didácticas y vitales; pero de ello no
que puede tener una función importante: explicación como in­ se sigue que ocupe el puesto ideal y máximo en la vida cristiana.
troducción a la lectura. La homilía propia supone que se ha en­ En cuanto actualiza la palabra, y hace participar de ella, también
tendido el texto, y saca partido de esta primera intelección. La actualiza la fuerza salvífica de la Palabra: también en ella Cristo
introducción supone que apenas se entiende el texto, y prepara a habla a su pueblo, como en la bendición eucarística Cristo ben­
los oyentes para escucharlo debidamente. Notemos que algunas dice realmente a su pueblo.
obras de teatro o de música ofrecen al oyente semejantes intro­ En otro círculo concéntrico se encuentra el resto de la predi­
ducciones a la audición provechosa. cación hecha en nombre de la Iglesia. Y también ésta debe parti­
En la coyuntura presente de la Iglesia en algunos países, cipar de la palabra inspirada. Toda predicación cristiana tiene
cuando el pueblo cristiano se encuentra alejado de la palabra ins­ como objeto el mistério de Cristo, o sea la revelación; y la reve­
pirada, hará falta esa repetida introducción al lenguaje bíblico, al lación se contiene en la Sagrada Escritura. La predicación debe
estilo bíblico, al mundo bíblico. Esta introducción termina lógi­ derivar de la Escritura: primero en la doctrina que explica, se­
camente en la lectura, y podría ocupar un puesto importante en gundo en el lenguaje que emplea, tercero en la fuerza que des­
liturgias de la palabra. Así se realiza un movimiento dialéctico pliega.
de penetración que podemos describir en dos fórmulas: a) intro- Poner la retórica al servicio de la predicación suele ser cris­
ducción-lectura-comentario; b) lectura-homilía-lectura. La forma tiano y lo hicieron muchos padres; usar de la elocuencia para
litúrgica propia es proclamación-homilía. Circunstancias particu­ preparar la conversión, puede corresponder a una pra ep a ra tio f i-
lares podrán exigir formas complementarias provisorias, hasta dei. Pero la fuerza de la predicación cristiana no reside específi­
llegar a la fórmula tradicional. camente en el poder de la persuasión, sino en el contacto con la
palabra inspirada 68.
LITURGIAS BIBLICAS Todavía hay quien concibe la virtud de la predicación como
En un contexto todavía litúrgico, pero sólo mediatamente refe­ simple elocuencia: con preparación artillera de argumentos, for­
rido al sacrificio, la palabra inspirada se actualiza en las liturgias zamos la rendición de la voluntad libre, y abiertas las puertas de
bíblicas: «Foméntense las celebraciones sagradas de la palabra de la libertad, Dios introduce inmediatamente su gracia. Es decir, la
Dios en las vísperas de las fiestas más solemnes, en algunas ferias función del sermón es estrictamente humana: es una batalla de
de adviento y cuaresma, y los domingos y días festivos, sobre persuasión, que prepara a la gracia, sin pertenecer estrictamente
todo, en los lugares donde no haya sacerdote; en cuyo caso debe a la esfera de la gracia. Esto es posible, pero no específicamente
dirigir la celebración un diácono u otro delegado por el cristiano. Cuando la predicación deriva realmente de la palabra
obispo» 67. de Dios y la prolonga, entonces ella misma es instrumento de
Por ser liturgia, y de la palabra, necesariamente está referida gracia, porque actualiza la virtud salvífica de la palabra inspi­
al centro, que es el sacrificio eucarístico, y así forma otro círculo rada. En este sentido, sólo en éste, la elocuencia y retórica bien
concéntrico de actualización. Por tener como objeto específico la entendidas pueden convertirse en prolongación de la palabra de
Palabra, puede emplear recursos particulares de lectura, recita­ Cristo 69.
ción o representación; deja sitio para la introducción y el co­
mentario, para la lectura repetida y el tiempo intermedio de con­
templación, etc. Esta mayor libertad en el modo de actualizar la
68 P. Duployc, Rhétorique et Parole de Dieu (París 1955).
67 Ibid., 35,4.
69 G. Sóhngen, Analogie und Metapber, pp. 125-129.
Lectura 369

LECTURA tendrás necesidad de mí ni de nadie para apreciar lo justo,


pues te basta con poseer el consejo del Espíritu Santo, y
Véase la obra clásica de C. Charlier, Lectura cristiana de la Biblia, su guía para el bien» 70.
ELE, Barcelona 1956. C. Castro Cubells, Encuentro con la Biblia (Ma­ «Ésta es la calamidad: pensáis que la lectura de la Es­
drid 1977). critura es sólo para los monjes, siendo así que a vosotros
Orientaciones prácticas para la lectura abundan hoy en diversas len­ os hace más falta» 71.
guas, por ejemplo: cómo dividir la Biblia en un ciclo anual o de varios
años; lectura en familia; libros selectos de la Biblia con notas cursivas «Por eso os exhorto a no. pasar de corrida lo que con­
(la Biblia paso a paso); lecturas para diversas edades, clases, cultura, etc. tiene la Sagrada Escritura, sino a leerlo con atención. Así
D e ello informa P. Nober en su Elenco suplementario. sacaréis fruto de ella, y algún día podréis recibir a cambio
Hay otro círculo que he reservado para el final, sin conside­ la virtud acepta a Dios» 72.
rarlo extremo o último: la lectura privada de la Sagrada Escri­ «Imitemos a éstos: liberados ya de la tormenta pasada,
tura. Privada no quiere decir independiente, sino que se refiere del estruendo y del oleaje, guiemos nuestra alma a la lec­
al modo no comunitario y más personal de la lectura. No es del tura de la Escritura, como a un puerto resguardado. Pues
todo privada, porque el cristiano recibe la Sagrada Escritura de es un puerto no agitado por las olas, es un muro infran­
la Iglesia, no precisamente de su librero (sería una hermosa cere­ queable, una torre que no tiembla, gloria que nadie roba,
monia litúrgica ia entrega del libro sagrado al padre de familia o arma que no falla, serenidad inmarcesible, placer continuo,
al cristiano particular). Este hecho fundamental convierte toda y cuanto bueno se puede pensar está reunido en la Sagrada
lectura devota de la Biblia en acción cristiana y, por tanto, ecle­ Escritura» 73.
siástica y comunitaria.
Pero aquí me refiero ai hecho de retirarme en mi habitación,
recogerme en una iglesia, y leer para mí una página de la Escri­
70 “Exouoa xr|v éx xwv 0 e íw v YQctc¡p(I)v jtaeáxXri<nv o íjx e f|n<Lv o v x e
tura. También ahí, en lo escondido, se actualiza la palabra inspi­ dXXou xivóg óeri0fj(Tfl JtQ Óg x ó tá óéovxa avvogáv, autápxr) x?|v xoü áyíou
rada, vuelve a existir, de nuevo habla Dios, y me alcanza con su jtveúnatos exovaa cronflouXCav xal óótiyíav jtQÓg tó ovjjupéQov (Basilio, C arta
palabra para salvarme: «Hablando, así nos busca» (Agustín). 283; PG 32, 1019).
El buen cristiano vive inserto en Cristo, y el Espíritu Santo 71 Toiixo yá g éoxiv ó jtávxa éXv¡.ir|vaTO óxi éxeívoig |ióvoig v o ^ e x e
jtQ00f|xeiv tfiv áváyvtooiv tüjv Qeíov yQaqxbv, jioXXaj jtXéov éxeívtov -ú^eíg
habita activamente en él. Cuando el cristiano lee con buena vo­ Óeó(xevoL. Toíg yá g év txéoq> axp£<po{J.£vois x a l x a 0 ’éxáCTTT)v rifiégav xpaúnaxa
luntad la palabra del Espíritu, no pensemos que el Espíritu ins­ Sexo^évot? toijioig náXiata óel cpaQixáxwv. "Qoxe xoü |xf| ávavivcíiaxeiv no-
pirador se ausente o mire inactivo al devoto lector. El cristiano XJup xeíeov xó xal JieQitxóv eívat tó ji gay pía voní^eiv. T a ita yág aaxavixt'ig
de buena voluntad no está excluyendo de su lectura la enseñanza HeXéiTig xa ¿finaxa (Crisóstomo, In M t, homilía 2; PG 57, 30; BAC 141, 36).
de la Iglesia, sino que se acerca a la lectura del libro sagrado con 72 Aló jiaQaxaXw [if| áitXcb? é jr e Q x ^ ^ a Seíatg ygcupCLis xel-
fteva, áXXá fi.£tá Jigoooxf¡£ ávayivújoxíonev t á éyx£Í|xeva, 'iva xfjv aíitwv
su fe cristiana, con su formación cristiana, con su vida cristiana; ojcpéXaav xaQ7ioij[j.evoi ó-ijjfc yoüv jtoxe tf|c; x a tá 0eóv ¿tQexf|5 ávxiXápeoOaL
posee en su vida una disposición y una connaturalidad para en­ óuvT]0a»^£v (Crisóstomo, In G en 5, homilía 21; PG 53, 183).
tender la palabra de Dios. Esto no lo dispensa de una formación 73 Toúxous óf| xal finéis |.u[iT|OÚ)(iE0a, xal xrjg ngáryv yevopiévt^ xagaxñs
diligente, del estudio para profundizar, de la modestia para con­ ájtaXXayévxEg xal xoü 0oqÍ)(3ou xal xó)v xujiátojv, üojtEg el? xiva Xi^éva
sultar, con todo, es una garantía. evS iov xüjv ypacpwv xf|v áváyvtüOLV xt]v a^-ux^v trjv f)piexéQav ÓQ^towfxev. Kal
yáp Xl^iív éativ áxi»navxog, xal telxo; á^ayfeg, xal niieyog áoEioxog, xal
Sería fácil multiplicar textos de santos padres recomendando S ó |a ávatpaÍQExog, xaí ójiXov, óxqotcov xal EuOujiía ápiáQavtog, xaí rcávxa
esta lectura: óaa av eítcol tig xaXá, tcúv 0elcov ygacpcóv r¡ auvouaía (Basilio, In Ps 48; PG
«Como tienes el consuelo de la Sagrada Escritura, no 55, 513).

24
370 En el contexto del Espíritu: la fuerza

En todos los casos indicados, lectura litúrgica, homilía, pre­ PALA B R A Y E SP IR ITU
dicación, léctura privada, se abre un último círculo de resonan­
cia, que es la meditación. Toda la palabra humana posee o crea REFLEXIONES A M O D O DE C O N C L U SIO N
este espacio elástico de resonancia en el interior del espíritu:
«tengo que pensarlo despacio»; una palabra se nos quedó gra­
bada, un poema nos impone un silencio al final. «Conferir en el
corazón» es conceder una tranquila resonancia a la palabra: para El 18-11-1965 promulgó el Concilio Vaticano II la constitución
que se vuelva en extremo penetrante, y pueda alcanzar la mé­ dogmática «Dei Verbum», sobre la revelación divina. Después
dula, y empape hasta lo hondo del alma. Una música se nos ha de un capítulo sobre la revelación y otro sobre la tradición, si­
quedado dentro, retorna, sintetiza los motivos que nos han im­ guen cuatro sobre la Escritura. El tercero, sobre inspiración e
presionado, prolonga su dulzura o renueva su insistencia: al ter­ interpretación; el cuarto, sobre el Antiguo Testamento; el
minar de escuchar o interpretar ciertas obras musicales no que­ quinto, sobre el Nuevo; el sexto, sobre la Escritura en la vida de
remos seguir escuchando otras, sino que buscamos el recogi­ la Iglesia. Está clara la importancia concedida a la Sagrada Escri­
miento. tura, a la palabra inspirada.
Habría que recorrer sus líneas para apreciar las frecuentes re­
«Pues aunque la frase es breve, su sentido es grande... ferencias a la acción del Espíritu Santo en todos los momentos,
y a veces basta una palabra tomada de allí como alimento del nacer, trasmitirse y ser recibida la palabra:
para todo el camino de la vida» 74. 9. La Sagrada Escritura es la palabra de D ios en cuanto escrita
\ por la inspiración del Espíritu Santo. La Tradición recibe la pala­
Toda esta resonancia no es repetición estricta de la palabra, bra de Dios, encomendada por Cristo y el Espíritu Santo a los
pero es parte de su actualización. Apóstoles, y la trasmite íntegra a los sucesores, para que ellos,
Hagamos en nuestro espíritu un espacio donde resuene la pa­ iluminados por el Espíritu de la verdad, la conserven, la expon­
labra de Dios: que, al resonar, nos tocará con su gracia. Y que al gan y la difundan fielmente en su predicación.
resonar esa palabra, el espacio de nuestro espíritu se ensanche 10. El Magisterio no está por encima de la palabra de Dios,
para recibir mayor resonancia. En ese espacio interior está Dios sino a su servicio, para enseñar puramente lo trasmitido, pues
presente en su palabra. Y entonces, nuestro espíritu toma otra por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo lo es­
palabra de Dios, para responderle, en forma de himno y de ora­ cucha devotamente, lo custodia celosamente, lo explica fiel­
ción; y otra vez la deja resonar internamente, para que esa pala­ mente...
Así pues, la Tradición, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia...
bra, ahora nuestra, toque a Dios en el espacio interior. Así con­
están unidos... y bajo la acción del único Espíritu Santo contri­
tinúa el diálogo, la unión con Dios que es gracia y salvación; la buyen eficazmente a la salvación de las almas.
unión personal en una palabra, que es verdaderamente divina y
Otra cosa subraya el documento: la conexión de la Escritura
humana. Dios, hablando en lengua humana, al modo humano,
con la Eucañs'tía. Conviene leer algunos párrafos:
nos ha buscado y nos ha encontrado; y, al encontrarnos Dios,
21. La Iglesia siempre ha venerado la Sagrada Escritura como lo
nosotros lo hemos encontrado, en el misterio de su Palabra.
ha hecho con el Cuerpo de Cristo, pues, sobre todo, en lá sa­
grada liturgia nunca ha cesado de tomar y repartir a sus hijos el
74 Eí yá g x a í P eaxeía r\ Qf|cn.g, áXká jioXXf] r| ftúvanig ... 'H fié toü nveú- pan de vida que ofrece la mesa de la palabra de Dios y del
[iaxog xÓQlS Óiá h - ix q ü j v jtáai 1015 J t p o a é x o u o i (pi.Xoao<píav év~ Cuerpo de Cristo.
Tt0r|aL K aí ágxei £f||xoi jtoXXáxig ev Xapóvtag évxeüOev jróorjs Ttjg t,(júí^ txeiv
écpóSiov (Crisóstomo, De statuis, homilía 1 : PG 49, 18). 26. Y como la vida de la Iglesia se desarrolla por la participa­
372 Palabra y Espíritu Reflexiones a modo de conclusión 373

ción asidua del misterio eucarístico, así es de esperar que recibirá un banquete recordamos mejor la conversación que el menú.
nuevo impulso de vida espiritual con la redoblada devoción a la Ahora intentaré el camino contrario. Un con-vite es como una
palabra de Dios. con-versación sabrosa: una vez que el anfitrión ha invitado, los
Esa unión es parte de una vieja tradición, que puede haber comensales participan en régimen de igualdad: no hay manjares
influido en el relato lucano de Emaús, en el cual Jesucristo ex­ exquisitos para el dueño de casa y pitanza desabrida para el invi­
pone las Escrituras y después parte el pan. Su formación en los tado. En la conversación triunfa el que más puede dar, de pensa­
términos conciliares corona un proceso relativamente reciente. miento o expresión, aunque, por otra parte, salga ganando el
Es de recordar la postura de los jansenistas, que, mientras es­ que recibe. Así en el banquete es gloria del anfitrión poder ofre­
catimaban la comunión frecuente, recomendaban generosamente cer, de modo que todos compartan. La conversación es comuni­
la lectura bíblica (véase, p.e., Denzinger-Schónmetzer 2479-85). cación humana, y así lo es el convite. (Compruebo que es más
Pío X dio un renovado impulso a la práctica eucarística a princi­ fácil el primer itinerario del convite a la conversación. Así pues,
pios de siglo (1905). Con la comunión temprana y frecuente es­ comenzaremos por el banquete eucarístico).
peraba fomentar la unión con Cristo y con los hermanos. Ese
impulso se prolonga hasta hoy sin quiebra. No fue parejo su es­ Eucaristía. En el convite eucarístico se nos reparte el cuerpo,
fuerzo bíblico. Este había recomenzado con León XIII (Provi- carne y sangre de Jesucristo glorificado. Y también su Espíritu;
dentissimus, 1893), del cual se puede saltar a Pío XII («Divino no lo descuidemos.
afflante Spiritu», 1943) y al Concilio. La Escritura va a ser Por esa carne somos hermanos camales de Jesús y el cuerpo
fuente de vida espiritual en la Iglesia. de la Iglesia mantiene una encarnadura sana. Sin ella la Iglesia,
sus miembros, estarían descamados. Esa carne que fue escarne­
Palabra y comida: ¿Qué es más fácil de entender? Qué ex­ cida antes de ser glorificada, el cuerpo que quedó en carne viva
traño que sea una la boca con que hablamos y con que co­ antes de ser trasformado.
memos. N o sé si es extraño que el banquete, como elemental Por esa sangre somos consanguíneos de Cristo, y en la Igle­
convivencia humana, se realice con la conversación. ¿Imagi­ sia, que es su cuerpo, hay una nueva y misteriosa circulación de
namos un banquete en silencio? «Convite» incluye el morfema la sangre. Sin ella la Iglesia y sus miembros estarían desangrados,
«con» de simultaneidad; como el griego sym-posion (= beber exangües. Es la sangre que fue derramada, porque el Mesías,
juntos); también lleva «con» la conversación. Comer a solas nos para completar su misión, se desangró hasta la última gota del
parece algo biológico, animal; comer en compañía, compar­ costado. Por ella son ahora los cristianos «pura sangre», porque
tiendo y conversando, es acto humano: familia, amistad, socie­ ésa es la auténtica pureza de sangre.
dad. Si nos molestan los discursos en un banquete es porque im­
piden la grata conversación. También el Espíritu. Como la sangre lleva oxígeno a cada cé­
Pues no nos extrañe esa unión eucarística de comida y pala­ lula del cuerpo, así la sangre de Cristo transporta Espíritu a cada
bra. ¿Por cuál empezaremos para explicar la otra? Quizá se ex­ miembro de la Iglesia. En la antropología hebrea, como el
pliquen mutuamente (haré la prueba). La conversación es como cuerpo humano (o la carne) vive por la respiración, y nepes =
ofrecerse y compartir un alimento espiritual, en la que los dos respiro, significa también vida, así conciben que la carne vive por
co-mensales (con-mensa = mesa en común) se enriquecen sin la sangre. «La vida de la carne es la sangre» (Lv 17,11): por eso
empobrecerse. Se puede gustar y saborear y paladear una con­ la sangre no se come, es para el Señor; por eso derramar sangre
versación. Frases robustas, como tajadas de carne, sentencias es quitar la vida, matar.
leves como crema, palabras dulces, confidencias amargas, ocu­ El Espíritu es viento = anemos = anim a = alma. Sin él la
rrencias saladas, críticas ácidas, recuerdos jugosos... A veces de Iglesia y sus miembros expirarían, quedarían exámines. Él es
374 Palabra y Espíritu Reflexiones a modo de conclusión 375

quien alienta a los desalentados, anima a los desanimados (los últimas palabras de Jesús, su testamento; en ellas promete la ac­
que carecen totalmente de él son desalmados). Con él respi­ ción del Espíritu. (De nuevo, convite y conversación). La firma
ramos y por él suspiramos. o el sello lo pone una última palabra de Jesús: «Todo queda ter­
Una tradición antigua ha aplicado a la eucaristía sendos episo­ minado», tras la cual entrega el espíritu (19,30).
dios paralelos de Elias y Eliseo. Se trata de un niño muerto (o
en coma) a quien el profeta devuelve el calor o aliento vital para La presencia del Espíritu en la palabra es quizá más fácil de
que recobre la vida. sentir y entender que la presencia en los dones eucarísticos. De­
1 Re 17,19: Elias respondió: — Dame tu hijo. Y tomándolo de su cimos «palabra inspirada» y podríamos cruzar significados y
regazo, se lo llevó a la habitación de arriba, donde él dormía, y funciones diciendo «espíritu palabrado». «Palabra» nos remite al
lo acostó en la cama... , Logos, «in-spirada» al Pneuma. Jesucristo, que es la palabra y
21 Luego se echó tres veces sobre el niño, clamando al Señor: posee la plenitud de Espíritu, vuelve a hacerse palabra inspirada,
— Señor D ios mío, que resucite este niño. 22 El Señor escuchó la portadora de Espíritu. Leemos en Heb 6,4s que los cristianos
súplica de Elias, volvió el aliento (nepes) al niño y resucitó. son «los que fueron iluminados una vez, han saboreado el don
2 Re 4,32: Eliseo entró en la casa y encontró al niño muerto en celeste y participado del Espíritu Santo, han saboreado la pala­
la cama. bra favorable de Dios...».
33 Entró, cerró la puerta y oró al Señor, 34 Luego subió a la La unión de palabra y espíritu se presenta en la Biblia a
cama y se echó sobre el niño, boca con boca, ojos con ojos,
veces como dato narrativo, a veces como paralelismo explícito:
manos con manos, encogido sobre él. La carne del niño fue en­
En Gn 1 suena la palabra creadora de Dios y el espíritu divino
trando en calor. 35 Entonces Eliseo se puso a pasear por la ha­
actúa sobre el caos.
bitación, de acá para allá; subió de nuevo a la cama y se encogió
Is 34,16: Lo ha mandado la boca del Señor (pi Yhwh) y su
sobre el niño, y así hasta siete veces. El niño estornudó y abrió
aliento (rufa) los ha reunido.
los ojos.
Is 40,7: Se agosta la hierba, se marchita la flor, cuando el aliento
D e la eucaristía a la palabra. Cuando se discutía en el Conci­ del Señor (ruh Yhwh) sopla sobre ellos;
lio el texto sobre la revelación divina (quizá demasiado tarde), 8 se agota la hierba, se marchita la flor, pero la palabra de
nuestro Dios (debar ’elohenu) se cumple siempre.
Monseñor Neófito Edelby, en nombre de la tradición oriental,
Sal 33,6: La palabra del Señor (dabar) hizo el cielo; el aliento
describía la inspiración bíblica como «la consagración de la his­
(ruh) de su boca sus ejércitos.
toria de salvación bajo especies de palabra». La historia de salva­
2 Sm 23,2: El espíritu del Señor habla por mí, su palabra está en
ción culmina y se condensa en Cristo: también su vida se ofrece mi lengua.
«bajo especies de palabra» en el evangelio. El paralelismo es inteligible en el marco de la antropología
Cristo es vida. Dio su vida terrena por nosotros, nos da su hebrea. Experimentan y conciben la palabra todavía de modo
vida glorificada a nosotros. Su vida es su sangre y su Espíritu. bastante material. Es algo que sale de la boca, mos a ’ p i N:
Dice Mateo 27,50: «Jesús dio otro fuerte grito y exhaló el espí­ Dt 8,3; Nm 30,13; Jr 17,16; Dt 23,24; Sal 89,35. Atravesando el
ritu» (apheken to pneum a). Dice Juan 19,30: «Y reclinando la espacio intermedio, la palabra llega al oído del que escucha; por
cabeza, entregó el espíritu» (paredoken to pneum a). Ese entre­ el oído le baja al corazón y de ahí a las entrañas, «bajan a las cá­
gar, tradidit spiritum, es el arranque de la «tradición» de la Igle­ maras del vientre» (Prov 20,30; 26,32). De allí «suben al cora­
sia. Cristo se da enteramente, como palabra total, en una palabra zón» y pueden ser emitidas por la boca. Ahora bien, lo que sale
final, él que nos había dado sus palabras. Con ellas nos había de la boca es aliento, soplo, en forma de sonido. El mismo aire,
ido dando Espíritu: «mis palabras son espíritu y vida» (Jn 6,64). que es respiración y aliento, es palabra que se comunica.
Juan presenta la última cena de Jesús, en la cual inserta las Aunque hayamos de corregir su aspecto demasiado material,
376 Palabra y Espíritu Reflexiones a modo de conclusión 377

hay algo en esa concepción digno de retenerse y adaptarse. ¿Qué abrirse paso hacia fuera, hacia otro. Y no sale como soplo indi-
es la palabra? ¿No es el mismo aire que aspiramos y espiramos ferenciado de unos mofletes hinchados de pintura mitológica.
con el ritmo de los pulmones? Podemos dejarlo salir sin es­ También el viento recio de Pentecostés anunció las lenguas
fuerzo consciente, podemos concentrarlo o abreviarlo en soplo de fuego. «Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a
que mueve y disipa. También podemos retenerlo un instante en hablar en diferentes lenguas». Espíritu, viento, fuego, lengua,
la boca para darle forma. ¿Tiene forma el aire? Nosotros, con lenguaje.
garganta, paladar, lengua, dientes y labios, lo modelamos y mo­ Un poeta (no creyente) lo ha sentido así:
dulamos, lo configuramos en sistemas de vibraciones que tras­ Y todos los creyentes
llegaron a la cumbre de sus voces;
portan sentido articulado: palabras y sentencias. Nuestro aliento
lengua desconocida
= espíritu es ya palabra. Al comunicarnos verbalmente con
por los así parlantes
otros, les trasmitimos algo de nuestra vida espiritual: pensa­ con un vigor que exige
mientos, sentimientos, deseos, fantasías... Podemos enriquecer la su forma, su vocablo,
vida espiritual del otro con la nuestra, por medio de la palabra. caliente aún y más allá del fuego,
Hablar con otro es casi una respiración de nuestro espíritu.
Don de Espíritu Santo. Q. Guillen, «Pentecostés»)
O tro aspecto interesante de la antropología hebrea es la pre­
sión interna del aliento o espíritu {ruh), que busca salida en Por el puente de Pentecostés paso de la antropología bíblica
forma de palabra para comunicarse. Cito tres textos del libro de a reflexionar sobre la unión de Palabra de Dios y Espíritu, pala­
Job con breve comentario: bra in-spirada. Leemos en la primera carta a los Corintios:
7,11: Por eso no frenaré mi lengua, hablará mi espíritu angus­ 2,10-12: «Porque el Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo
tiado, se quejará mi alma entristecida. de Dios. A ver, ¿quién conoce a fondo la manera de ser del hom­
«Espíritu angustiado» es en hebreo sar ruh, es decir, angos­ bre si no es el espíritu del hombre que está dentro de él? Pues lo
tura o estrechez de viento. Un viento como encajonado, compri­ mismo: la manera de ser de Dios nadie la conoce si no es el Es­
mido, que busca impetuosamente salida. El «alma entristecida» es píritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del
la garganta o aliento (nepes) amargo. mundo, sino el Espíritu que viene de Dios: así conocemos a
fondo los dones que Dios nos ha hecho».
8,2: ¿Hasta cuándo hablarás de esa manera? Las palabras de tu Del hontanar de Dios, en un siempre que es ahora, brota la
boca son un huracán.
Palabra que es Dios; y el Espíritu de Dios la saca afuera para
«Huracán» es en hebreo ruh kabbir = viento impetuoso. Su
que Dios se comunique. Esa Palabra se hace hombre y es Jesús,
fuerza interior lo hace salir arrebatadamente, en forma de pala­
bras, en discursos que azotan como un vendaval. concebido por el poder del Espíritu (Le 1,35), es plenamente es­
piritual. Con su vida hace presente el Espíritu. Además lo arti­
32,18-19: Porque me siento henchido de palabras y su ímpetu me cula en lenguaje, que es expresión de su vida interior, comunica­
oprime las entrañas. Mis entrañas están como odres nuevos que ción de su Espíritu.
el vino encerrado revienta. Jesucristo es la palabra concentrada, «verbum abbreviatum»,
«Impetu» es en hebreo ruh = viento, y es paralelo de «pala­
preparado y prefigurado por las muchas palabras del Antiguo
bras».
Testamento:
Esas imágenes tenían para los hebreos un realismo mode­ Heb 1,1-2: En muchas ocasiones y de muchas maneras habló
rado. Para nosotros siguen siendo imágenes válidas, pues tam­ D ios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en
bién conocemos por experiencia esa presión interna que busca esta etapa final, nos ha hablado por un Hijo.
378 Palabra y Espíritu Reflexiones a modo de conclusión m

También aquellas muchas palabras brotaban bajo la presión brante del Espíritu, la palabra no puede resonar. Si no ostftmo#
del Espíritu, eran in-spiradas. Y así llegan a nosotros, como co­ dentro de ese espacio, no la podemos escuchar. «La Escritura 80
municación articulada del Espíritu. ha de leer (escuchar) con el mismo Espíritu con que fue escrita»
(cf. «Dei Verbum» 12).
Resonancia. En rigor, la palabra que uno pronuncia no salta
como un surtidor ni vuela como una flecha para alcanzar al Respuesta , diálogo. También la respuesta es vibración del
otro, sino que propaga un sistema de vibraciones en un espacio mismo aire que respiramos ambos; del aire que nos vivifica rít­
acústico compartido. Al espacio le imprimimos o imponemos micamente y que es medio de comunicación de vida espiritual.
nuestros acordes en consonancia: «del equilibrio entre el pulmón A la comunicación puntual o articulada de Dios respondamos
y el viento» («El acorde», Guillén). A veces el espacio acústico con nuestra ansia total, con deseos particulares, con lenguaje ar­
se pone a vibrar por consonancia y hasta añade harmónicos al ticulado. Ya el ansia y el deseo en nosotros son un su-spirar, ac­
tono emitido. Conocemos cómo resuena el órgano en una alta ción del Espíritu:
catedral. El aire o espacio en que estamos y que hacemos nues­ Rom 8,26. El Espíritu en persona intercede por nosotros con ge­
tro al respirar, lo hacemos nuestro al hacerlo vibrar, y seguimos midos sin palabras, 27 y aquel que escruta el corazón conoce la
dentro de él: «nos ajusta al concierto el gran acorde» (idem). El intención del Espíritu, porque éste intercede por los consagrados
espacio acústico se contagia y aporta su contribución sonora. como Dios quiere.
Exagerando diría que no escuchamos la sonancia, sino la reso­ El Espíritu que nos sugiere la primera palabra, casi balbuceo,
nancia. Abba = Padre, nos enseña a articular palabras para responder a
Esto no lo sabía la antropología hebrea. Lo más que re­ Dios y dialogar con Dios. Él nos inicia y educa en el lenguaje de
cuerdo, y es bien diverso, es aquel desierto y soledad de aullidos la oración, nos pone en la boca sus palabras inspiradas. Noso­
(Dt 32,10) o «que un grito va girando por las fronteras de tros, quiere decir la Iglesia, como comunidad y sus miembros en
Moab» (Is 15,8). Lo sabemos nosotros-y nos basta para nuestra particular.
reflexión, que comienza con unas líneas de la constitución «Dei Con las palabras inspiradas de los salmos nuestro interior se
Verbum»: expresa, nuestro corazón se desahoga ante Dios:
21. La Escritura, inspirada por Dios y escrita de una vez para
siempre, nos trasmite inmutablemente las palabras del mismo Sal 62,9: Pueblo suyo, confiad siempre en él,
Dios; y en las palabras de los Apóstoles y los Profetas hace reso­ desahogad ante él vuestro corazón.
nar la voz del Espíritu Santo. 142,3: Desahogo ante él mis afanes,
expongo ante él mi angustia.
Recojo y subrayo el término resonar (personare). El recinto
1 Sm 1,15: Estaba desahogándome ante el Señor
vivo, catedralicio de la Iglesia está lleno del viento del Espíritu:
Nuestro diálogo con Dios, escucha y respuesta, es como un
«¿Habéis olvidado que sois templo de Dios y que el Espíritu
aspirar y espirar en el ámbito del Espíritu; es la respiración que
Santo habita en vosotros?» (1 Cor 3,16). Pues bien, el Espíritu
nos mantiene vivos, sin la cual expiraríamos.
que re-spiramos porque llena la Iglesia de Dios, resuena con la
palabra de Dios. Está en consonancia con la palabra in-spirada, El Espíritu de Cristo. Hablamos del Espíritu de Dios, Espí­
y cuando ella resuena, él añade sus harmónicos. La Tradición es ritu de Cristo. «Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, ése no
la resonancia enriquecida de la Escritura en el ámbito de la Igle­ es cristiano» (Rom 8,9). El Espíritu dinámico, infatigable, pene­
sia. trante para ir revelando el misterio de Cristo. Leemos en la «Dei
Incluso las palabras de Cristo en el evangelio nos llegan por Verbum»:
la resonancia de la Iglesia apostólica. Sin el espacio sonoro, vi­ 5. Para que la revelación pueda ser comprendida cada vez más
380 Palabra y Espíritu

profundamente, el Espíritu Santo perfecciona constantemente la C O N S T IT U C IO N «D E I VERBUM »


fe con sus dones.
SO B R E LA D IV IN A R E V E L A C IO N ”
23. La Iglesia, esposa de la Palabra hecha carne, instruida por el
Espíritu Santo, procura comprender cada vez más profundamente
la Escritura.
1. La palabra de Dios, escuchada con piedad y proclamada con
Lo podemos calificar con el libro de la Sabiduría: «Es un es­ confianza por el sacrosanto Sínodo, mueve a éste a hacer suyas
píritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil, móvil, pene­
las palabras de san Juan, cuando dice: Os anunciamos la vida
trante... lúcido, incoercible» (Sab 7,22). eterna , que estaba en el Padre y se nos manifestó: lo que hemos
«El Espíritu de Dios se cernía sobre el océano» (Gn 1). visto y oído os lo anunciamos a vosotros , a fin de que viváis
Dando forma, diferenciando, iba transformando el cosmos en tam bién en comunión con nosotros , y esta comunión nuestra sea
caos: luz y tinieblas, mares y continentes, sol y luna, plantas y con el Padre y con su H ijo Jesucristo (1 Jn 1,2-3). Siguiendo,
animales según múltiples especies... Era como la fantasía de Dios pues, las huellas de los concilios de Trento y Vaticano I, desea
derrochando formas variadas, variables. En esa creación multi­ proponer la verdadera doctrina sobre la revelación divina y so­
forme parece faltar un centro; se habla de un arriba y un abajo, bre su transmisión, para que todo el mundo, al escucharla, crea
no se menciona un punto central. Y los hombres lo imaginan el mensaje de la salvación, creyendo espere y esperando ame.
geocéntrico o heliocéntrico o antropocéntrico. Modos humanos
de concebir.
Semejante al cosmos es el mundo bíblico ordenado por el Capítulo primero
Espíritu. Rico de figuras, personajes, sucesos; pululando de sím­ I. LA REVELACIÓN
bolos cósmicos, humanos, históricos. ¿Pura variedad dispersa? 2. Quiso Dios con su sabiduría y bondad revelarse a sí m ism o
¿Discurren todos autónomos, divergentes, paralelos? Podemos y dar a conocer el misterio de su voluntad (cf. Ef 1,9), gracias
perdernos buscándole a cada uno su referencia individual. La Bi­ al cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, se
blia se nos desintegra si no damos con su centro de gravitación. acercan, en el Espíritu Santo, al Padre y se hacen participantes
Es el Espíritu quien señala al cosmos y a la Biblia un centro: de la naturaleza divina (cf. Ef 2,18; 2 Pe 1,4). Por esta revelación
Jesucristo, de modo que todo se coloque concéntrico a él, por la Dios invisible (cf. Col 1,15; 1 Tim 1,17), movido por su gran
fuerza de su atracción gloriosa. Al recibir del centro un impulso amor, habla a los hombres como a amigos (cf. Éx 33,11; Jn
vibratorio, cada página bíblica lo refleja manifestando una faceta 15,14-15) y conversa con ellos (cf. Bar 3,38), para invitarlos a su
del misterio de Cristo. compañía y admitirles en ella. Esta economía de la revelación
Así D ios, que habló en otros tiempos, sigue conversando siempre comprende hechos y palabras intrínsecamente conexos entre sí,
con la Esposa de su Hijo amado; así el Espíritu Santo, por quien
de modo que las obras, realizadas por Dios en la historia de la
la voz viva del evangelio resuena en la Iglesia, va introduciendo a
los fieles en la verdad plena y hace que habite en ellos intensa­
salvación, manifiestan y confirman la doctrina y las realidades
mente la palabra de Cristo («Dei Verbum» 8). significadas por las palabras, mientras las palabras manifiestan y
explican el misterio en ellas contenido. Mas la verdad íntima so­
bre Dios y sobre la salvación humana se nos manifiesta por esta

>:i Esta constitución fue promulgada el 18 de noviembre de 1965 por el Vati­


cano II. La incluimos aquí como apéndice para facilitar su consulta a nuestros
lectores.
Sobre la divina revelación 383
382 Constitución «D ei Verbum»

revelación en Cristo, que es el mediador, a la vez que la plenitud (cf. Rom 16,26; con Rom 1,5; 2 Cor 10,5-6), por la que el hom­
bre se entrega libre y totalmente a Dios ofreciendo a D ios , que
de toda la revelación.
revela , el pleno homenaje del entendim iento y de la volu n tad , y
3. Dios, que crea y conserva todo por el Verbo (cf Jn 1,3), asintiendo de buen grado a la revelación que él ha hecho. Para
ofrece a los hombres, en la creación, perenne testimonio de sí esta fe necesitamos la gracia preveniente y auxiliadora de Dios,
(cf. Rom 1,19-20), y, queriendo abrir el camino de la salvación así como los socorros interiores del Espíritu Santo, que mueva el
sobrenatural, se manifestó, además, personalmente a nuestros corazón y lo convierta a Dios, abra los ojos de la mente y dé a
primeros padres, ya desde el principio. Y, después de su caída, todos la dulzura para aceptar y creer en la verdad. Y para que
les elevó a la esperanza de salvarse (cf. Gn 3,15) con la promesa la revelación sea comprendida cada vez más profundamente, el
de la redención, y tuvo constante cuidado del género humano, Espíritu Santo no cesa de perfeccionar la fe por medio de sus
para dar vida eterna a todos los que buscan la salvación me­ dones.
diante su fidelidad en las buenas obras (cf. Rom 2,6-7). A su
6. Con la revelación divina quiso Dios manifestarse a sí
tiempo llamó a Abrahán para hacer de él un gran pueblo (cf.
mismo y comunicar los eternos decretos de su voluntad sobre la
Gn 12,2-3), al que, después de los Patriarcas, por Moisés y los
salvación de los hombres, para hacerles participar los bienes d i­
Profetas le enseñó a reconocerle como único Dios, vivo y verda­
vinos , que superan totalm ente la comprensión de la inteligencia
dero, Padre providente y justo juez, y a esperar al Salvador pro­
humana. Proclama el sacrosanto Concilio que Dios, principio y
metido; y así, en el correr de los siglos, preparó el camino para
fin de todas las cosas, pu ede ser conocido con seguridad p o r la luz
el evangelio. natural de la razón humana , partiendo de las criaturas (cf. Rom
4. Después que Dios habló muchas veces y de muchas ma­ 1,20); pero enseña que se ha de atribuir a su revelación el que
neras por medio de los Profetas, últim am ente , en estos días, nos todo lo divino que por su naturaleza no sea inaccesible a la ra­
habló por su H ijo (Heb 1,1-2). Envió, ciertamente, a su Hijo, es zón humana lo pueden conocer todos fácilm ente , con certeza y
decir, al Verbo eterno, que ilumina a todos los hombres, para sin error alguno, incluso en la condición presente del género hu­
que habitara entre ellos y les manifestara los secretos de Dios mano.
(cf. Jn 1,1-18). Jesucristo, pues, el Verbo encarnado, hom bre en­
viado a los hombres, habla palabras de Dios (Jn 3,34) y acaba la
obra de salvación que el Padre le dio para hacer (cf. Jn 5,36; Capítulo II
17,4). Y así él —ver al cual es ver también al Padre (cf. Jn II. TRANSM ISION DE LA D IV IN A REVELACION
14,9)—, con toda su presencia y manifestación, con sus palabras
y obras, prodigios y milagros, pero ante todo con su muerte y 7. Las verdades reveladas por Dios para salvación de todos los
resurrección gloriosa de entre los muertos y, finalmente, en­ pueblos, gracias a la bondad divina, se conservaron siempre ínte­
viando el Espíritu de verdad, cumple perfectamente la revela­ gras y fueron transmitidas a todas las generaciones. Por ello,
ción, y la confirma con el divino testimonio de que Dios está Cristo Señor, en el que se consuma toda la revelación de Dios
con nosotros para liberarnos de las tinieblas del pecado y de la (cf. 2 Cor 1,20; 3, 16-4, 6), habiendo cumplido él mismo y pro­
muerte y resucitarnos para la vida eterna. clamado con su propia boca el evangelio antes prometido por
La economía cristiana, por lo tanto, como alianza nueva y los profetas, ordenó a sus apóstoles que lo predicaran a todos
definitiva nunca ya pasará; y no se ha de esperar ya ninguna re­ como fuente de toda verdad salvadora y de toda regla moral, co­
velación pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro municándoles los dones divinos. Lo cual fue cumplido fielmente,
Señor Jesucristo (cf. 1 Tim 6,14; Tit 2,13). ya por los apóstoles, que en la predicación oral, ejemplos y doc­
5. A Dios que revela se le debe la obediencia de la fe trinas comunicaron lo que habían recibido de los labios, conver­
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sación y acciones de Cristo, y lo que habían aprendido por ins­ siempre es más eficaz; y de esta forma Dios, que habló en otro
piración del Espíritu Santo, ya por medio de aquellos apóstoles tiempo, no cesa de hablar con la Esposa de su amado Hijo; y el
y varones apostólicos que, inspirados por el mismo Espíritu Espíritu Santo, por quien en la Iglesia y en el mundo, y en éste
Santo, consignaron por escrito el mensaje de salvación. por medio de ella, resuena la voz del evangelio, introduce a los
Mas, para que el evangelio se conservara siempre íntegro y fieles en la verdad íntegra, y hace que habite en ellos intensa­
vivo en la Iglesia, los apóstoles dejaron como sucesores suyos a mente la palabra de Cristo (cf. Col 3,16).
los obispos, entregándoles su propio cargo del magisterio. Esta
tradición y la Sagrada Escritura de ambos Testamentos son, por 9. Así pues, la tradición y la Sagrada Escritura íntimamente
tanto, como un espejo en el que la Iglesia, peregrina en la tierra, se unen y se comunican. Porque ambas surgen de la misma
contempla a Dios, de quien todo lo recibe, hasta que le sea con­ fuente, forman en cierto modo una unidad, y tienden al mismo
cedido el verle cara a cara, tal como es (cf. 1 Jn 3,2). fin. De hecho, la Sagrada Escritura es la palabra de Dios escrita
por la inspiración del Espíritu Santo. La sagrada tradición trans­
8. Y así, la predicación apostólica, expuesta de un modo es­ mite íntegramente a los sucesores de los apóstoles la palabra de
pecial en los libros inspirados, debía conservarse hasta la consu­ Dios, a éstos confiada por Cristo Señor y por el Espíritu Santo
mación de los tiempos por una continuada sucesión. Los após­ para que, con luz del Espíritu de la verdad, la guarden, la ex­
toles, al comunicar lo que ellos mismos habían recibido, amo­ pongan y la difundan fielmente en su predicación; así es cómo la
nestan a los fieles para que conserven las tradiciones que han Iglesia no deriva solamente de la Sagrada Escritura su certeza so­
aprendido, o de palabra o por escrito (cf. 2 Tes 2,15), y que si­ bre todas las verdades reveladas. Por eso una y otra se han de
gan combatiendo por la fe que se les ha dado de una vez para recibir y venerar con un mismo espíritu de piedad y de respeto.
siempre (cf. Jds 3). La tradición recibida de los apóstoles com­
prende, por tanto, todo lo necesario para que el pueblo de Dios 10. La tradición y la Sagrada Escritura constituyen el único
viva en santidad y aumente su fe; y así es como la Iglesia, en su ^depósito sagrado de la palabra de Dios, confiado a la Iglesia; fiel
doctrina, vida y culto perpetúa y transmite a todas las genera­ ,|iL este depósito, todo el pueblo santo, unido con sus pastores,
ciones todo lo que ella es, todo lo que cree. persevera siempre en la doctrina de los apóstoles y en la comu­
Esta tradición, de origen apostólico, progresa en la Iglesia n ió n , en la fracción del pan y en la oración (cf. Hch 2,42), de
con la asistencia del Espíritu Santo; pues crece en la compren­ «rte que entre prelados y fieles existe una singular unidad de
sión tanto de las cosas como de las palabras transmitidas, ya por Spíritu en la conservación, práctica y profesión de la fe transmi-
la contemplación y el estudio de los mismos creyentes que las 1
meditan en su corazón (cf. Le 2,19 y 51), ya por la percepción | ( Pero el oficio de interpretar auténticamente la palabra de
íntima que experimentan de las cosas espirituales, ya por la ense­ «os, escrita o transmitida, ha sido confiado tan sólo al magiste-
ñanza de aquellos que con la sucesión del episcopado recibieron vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el nombre de
un carisma seguro de la verdad. Y así la Iglesia, en el decurso de Ssucristo. Magisterio, que evidentemente no está por encima
los siglos, tiende constantemente hacia la plenitud de la verdad la palabra de Dios, sino que la sirve, enseñando tan sólo lo
divina, hasta que en ella se cumpla la palabra de Dios. 1C ha sido transmitido, puesto que, por mandato divino y con
La doctrina de ios Santos Padres comprueba la vivificante E asistencia del Espíritu Santo, lo oye con piedad, lo guarda
presencia de esta tradición, cuyos tesoros se transfunden a la Hitamente y lo expone con fidelidad; y de este único depósito
práctica y a la vida de la Iglesia que cree y ora. Por esta tradi­ la fe saca todo lo que propone como verdad que, revelada
ción conoce la Iglesia el Canon íntegro de los libros sagrados, y H Dios, ha de ser creída.
la misma Sagrada Escritura, en ella, es conocida más a fondo y K Es evidente, pues, que la tradición, la Sagrada Escritura y el
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magisterio de la Iglesia, según designio sapientísimo de Dios, tan los textos, dada su varia modalidad: históricos, proféticos, poé­
mutuamente están entrelazados y unidos que no existe uno sin ticos o de otros géneros. Luego el intérprete ha de investigar el
los otros, y que juntos, cada uno a su manera, bajo la acción del sentido que intentó expresar y expresó el hagiógrafo en determi­
único Espíritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvación de nadas circunstancias, según la condición de su tiempo y de su
las almas. cultura, mediante los géneros literarios usados en su época.
Y así, para entender rectamente lo que al autor sagrado quiso
Capítulo III
afirmar en sus escritos, se ha de atender con sumo cuidado ya a
INSPIRACIO N E INTERPRETACION DE LA SAGRADA ESCRITURA las formas auténticas propias de pensar, hablar o narrar vulgares
11. Las verdades divinamente reveladas, que los libros de la Sa­ en tiempo del hagiógrafo, ya a las que, en aquella época, solían
grada Escritura contienen y presentan, fueron consignadas por usarse en el mutuo trato de los hombres.
inspiración del Espíritu Santo. La santa Madre Iglesia, según fe Y como la Sagrada Escritura debe ser leída e interpretada con
apostólica, tiene como santos y canónicos los libros enteros del la luz del mismo Espíritu que la escribió, para captar el sentido
Antiguo y del Nuevo Testamento con todas sus partes, porque, exacto de los textos sagrados, se debe atender con no menor di­
escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo (cf. Jn 20,31; 2 ligencia al contenido y a la unidad de toda la Sagrada Escritura
Tim 3,16; 2 Pe 1,19-21; 3,15-16), tienen a Dios por autor; y bajo la guía de la tradición viva de toda la Iglesia y de la analo­
como tales han sido entregados a la misma Iglesia. Mas, para gía de la fe. Deber, pues, de los exegetas es trabajar según estas
componer los libros sagrados, Dios eligió a hombres, de cuyas reglas para entender y exponer más profundamente el sentido de
facultades y medios se sirvió, de forma que, actuando él en ellos la Sagrada Escritura, para que, con un estudio previo, madure el
y por ellos, escribieran, como verdaderos autores, todo aque­ juicio de la Iglesia. Porque todo cuanto se refiere a la interpreta­
llo y sólo aquello que él quería. ción de la Sagrada Escritura está sometido al definitivo juicio de
Y así todas las afirmaciones de los autores inspirados o ha­ la Iglesia, que cumple el divino mandato y ministerio de conser­
giógrafos han de tenerse como afirmadas por el Espíritu Santo, y var e interpretar la palabra de Dios.
es necesario reconocer que los libros de la Escritura enseñan fir­
memente, con fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso 13. Luego en la Sagrada Escritura se manifiesta, quedando
consignar en las sagradas letras para nuestra salvación* Por ello siempre a salvo la verdad y la santidad de Dios, aquella admira­
to d a la Escritura es d iv in a m en te inspirada y ú til pa ra enseñar, ble «condescendencia» de la eterna Sabiduría p a ra q u e apren ­
pa ra argüir, para corregir, p ara edu car en la ju sticia, a fin de que dam os la in efable ben evolencia de D io s y hasta q u é p u n to , en su
el h o m b re de D ios sea perfecto y preparado p a ra to d a obra p ro v id e n te preocupación p o r la n a tu ra leza h um ana, ha a d a p ta d o
buena (2 Tim 3,16-17). él su lenguaje. En efecto; las palabras de t)ios, al pasar por las
lenguas humanas, han tomado la semejanza del lenguaje de los
12. Dios, pues, habló en la Sagrada Escritura por medio de
hombres, así como, en otro tiempo, el Verbo del Padre Eterno,
hombres y a la manera humana: luego, para que el intérprete
al revestirse con la carne de la humana debilidad, se hizo seme­
de la Sagrada Escritura comprenda lo que él quiso comuni­
jante a los hombres.
carnos, ha de investigar con atención lo que en realidad preten­
dieron significar los hagiógrafos y Dios quiso manifestar por Capítulo IV
medio de sus palabras. A N T IG U O TESTAMENTO
Para descubrir la intención de los hagiógrafos, entre otras
cosas, ha de atenderse a los «géneros literarios». Porque es muy 14. Dios amantísimo, al buscar y preparar solícitamente la sal­
distinta la manera con que la verdad se propone y se expresa en vación de todo el género humano, con singular favor eligió un
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pueblo para confiarle sus promesas. Hecho, pues, el pacto con (cf. Le 22,20; Cor 2,25), no obstante, los libros del Antiguo
Abrahán (cf. Gn 15,18) y con el pueblo de Israel por medio de Testamento, recibidos íntegramente en el mensaje evangélico,
Moisés (cf. Éx 24,8), de tal forma se reveló con palabras y con adquieren y manifiestan su plena realidad en el Nuevo Testa­
hechos al pueblo que se había adquirido, como único Dios ver­ mento (cf. Mt 5,17; Le 24,27; Rom 16,25-26; 2 Cor 3,14-16),
dadero y vivo, que Israel conoció por experiencia los caminos de que ilustran, a la par que lo explican.
Dios hacia los hombres y, al hablarle el mismo Dios por los
Capítulo V
profetas, los entendió más hondamente y con mayor claridad de
día en día, y los difundió más ampliamente entre los pueblos N U E V O TESTAMENTO
(cf. Sal 21,28-29; 95,1-3; Is 2,1-4; Jr 3,17). La economía, pues, 17. La palabra de Dios, que es una fuerza divina para la salva­
de la salvación, preanunciada, narrada y explicada por los au­ ción de todo creyente (cf Rom 1,16), se presenta en forma sin­
tores sagrados, se conserva como verdadera palabra de Dios en gular en los escritos del Nuevo Testamento, y en ellos mani­
los libros del Antiguo Testamento; así que estos libros, inspi­ fiesta su poder. Porque cuando llegó la plenitud de los tiempos
rados por Dios, conservan un valor perenne: P orqu e to d o cuanto (cf. Gál 4,4), el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros,
está escrito, para nuestra en señan za fu e escrito, a fin de que p o r lleno de gracia y de verdad (cf. Jn 1,14). Cristo instauró el reino
la paciencia y p o r la consolación d e las Escrituras estem os firm e s de Dios en la tierra, manifestó a su Padre y a sí mismo con he­
en la esperan za (Rom 15,4). chos y con palabras; y consumó su obra mediante su muerte, re­
surrección y gloriosa ascensión, y con la misión del Espíritu
15. La economía del Antiguo Testamento estaba ordenada, Santo. Alzado sobre la tierra, a todos los atrae a sí mismo (cf. Jn
sobre todo, para preparar, anunciar proféticamente (cf. Le 12,32), él, único que tiene las palabras de la vida eterna (cf. Jn
24,44; Jn 5,39; 1 Pe 1,10) y significar con diversas figuras (cf. 6,68). Pero este misterio no fue manifestado a otras genera­
Cor 10,11) la venida de Cristo redentor de todos y la de su ciones, como ha sido revelado ahora en el Espíritu Santo a sus
reino mesiánico. Mas los libros del Antiguo Testamento mani­ apóstoles y profetas (cf. Ef 3,4-6), para que predicaran el evan­
fiestan, según la condición del género humano en los tiempos gelio, suscitaran la fe en Jesús, Cristo y Señor, y congregaran la
anteriores a la salvación instaurada por Cristo, el conocimiento Iglesia. De todo lo cual son testimonio perenne y divino los es­
de Dios y del hombre, y las formas de obrar de Dios justo y
critos del Nuevo Testamento.
misericordioso con los hombres. Estos libros, aunque también
contengan cosas imperfectas y valederas temporalmente, de­ 18. Nadie ignora que entre todas las Escrituras, incluso las
muestran, sin embargo, una verdadera pedagogía divina. Por del Nuevo Testamento, sobresalen con razón los evangelios,
tanto, los cristianos deben recibir con devota sumisión estos li­ porque son el testimonio principal sobre la vida y enseñanza del
bros, que expresan el vivo sentido de Dios, y en los que se en­ Verbo Encarnado, nuestro Salvador.
cierra una sublime doctrina acerca de Dios y una sabiduría de La Iglesia, siempre y en todas partes, ha defendido y de­
salvación para la vida del hombre, y tesoros admirables de ora­ fiende el origen apostólico de los cuatro evangelios. Porque
ción; y en ellos, por fin, se esconde el misterio de nuestra salva­ cuanto los apóstoles predicaron por mandato de Cristo, luego,
ción. bajo lá inspiración del Espíritu Santo, ellos mismos y los va­
rones apostólicos nos lo tansmitieron en escritos que son el fun­
16. Dios, pues, inspirador y autor de los libros de ambos damento mismo de la fe; es decir, el evangelio tetramorfo, según
Testamentos, dispuso sabiamente que el Nuevo estuviera escon­ Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
dido en el Antiguo, y el Antiguo resultara aclarado en el Nuevo.
Porque, aunque Cristo fundó el Nuevo Testamento en su sangre 19. La santa Madre Iglesia firme y constantemente ha defen­
390 Constitución «D ei Verbum» Sobre la divina revelación 391

dido y defiende que estos cuatro evangelios, cuya historicidad fieles. Siempre las ha considerado y considera [a la Escritura]
afirma sin vacilar, comunican fielmente lo que Jesús, Hijo de juntamente con la Tradición, como regla suprema de su fe,
Dios, durante su vida entre los hombres, hizo y enseñó real­ puesto que, inspirada por Dios y escrita de una vez para siem­
mente hasta el día en que ascendió al cielo (cf. Hch 1,1-2). Los pre, comunican inmutablemente la Palabra del mismo Dios y, en
apóstoles, en efecto, después de la ascensión del Señor predica­ las palabras de los Profetas y de los Apóstoles, hace resonar la
ron a sus oyentes lo que él había dicho y realizado, con aquella voz del Espíritu Santo. Así pues, toda la predicación eclesiástica,
plena inteligencia de que ellos disfrutaban instruidos por los como la religión cristiana misma, debe nutrirse de la Sagrada Es­
acontecimientos gloriosos de Cristo e iluminados por la luz del critura, y ser regida por ella. Porque, en los sagrados libros, el
Espíritu de verdad. Los autores sagrados, pues, escribieron los Padre que está en los cielos se dirige con amor a sus hijos y en­
cuatro evangelios escogiendo algunas de las muchas cosas que se tabla conversación con ellos; y son tan grandes la fuerza y el
transmitían, ya de palabra, ya por escrito, resumiendo otras, o poder encerrados en la palabra de Dios, que es, en verdad,
aclarándolas, según la situación de las iglesias, conservando por apoyo y vigor para la Iglesia, y fortaleza de la fe para sus hijos,
fin la forma de predicación para comunicamos siempre sobre alimento de su alma, fuente pura y permanente de su vida espiri­
Jesús cosas verdaderas. Sacándolo, en efecto, ya de su memoria tual. Por ello se aplican bien a la Sagrada Escritura estas pala­
o recuerdos, ya del testimonio de quienes desde el principio fu e ­ bras: Pues la palabra de D ios es v iv a y eficaz (Heb 4,12), que
ron testigos oculares y ministros de la palabra , ellos escribieron puede edificar y dar la herencia a todos los que han sido santifi­
con la intención de que conozcamos la «verdad» de las ense­ cados (Hch 20,32; cf. 1 Tes 2,13).
ñanzas que hemos recibido (cf. Le 1,2-4).
22. Conviene que los cristianos tengan un amplio acceso a
20. El canon del Nuevo Testamento, además de los cuatro la Sagrada Escritura. Por ello la Iglesia, ya desde sus principios,
evangelios, comprende también las cartas de san Pablo y otros recibió como suya la antiquísima versión griega del Antiguo
escritos apostólicos, compuestos bajo la inspiración del Espíritu Testamento, llamada «de los Setenta», y conserva siempre con
Santo, con los cuales, según el sabio designio de Dios, se con­ honor otras traducciones, orientales y latinas, sobre todo la de­
firma lo que se refiere a Cristo Señor, se declara cada vez más su nominada «Vulgata». Como la palabra de Dios ha de estar a dis­
auténtica doctrina, se manifiesta el poder salvador de la obra di­ posición de todos los tiempos, con solicitud materna la Iglesia
vina de Cristo, se narran los comienzos y la admirable difusión procura que se redacten aptas y exactas traducciones en diversas
de la Iglesia y, de antemano, se anuncia su gloriosa consuma­ lenguas, realizadas principalmente de los textos originales de los
ción. sagrados libros. Si éstas, según la oportunidad y con el consenti­
El Señor Jesús estuvo, en efecto, con sus apóstoles, como ha­ miento de la autoridad de la Iglesia, se llevan a cabo con la cola­
bía prometido (cf. Mt 28,20), y les envió el Espíritu Paráclito, boración de los hermanos separados, podrán ser usadas por
que los introdujera en la plenitud de la verdad (cf. Jn 16,13). todos los cristianos.

Capítulo VI 23. La Iglesia, esposa de la Palabra hecha carne, instruida


LA SAGRADA ESCRITURA E N LA VIDA DE LA IGLESIA por el Espíritu Santo, procura comprender cada vez más profun­
damente la Sagrada Escritura, a fin de alimentar continuamente a
21. La Iglesia siempre ha venerado la Sagrada Escritura como lo sus hijos con las diversas enseñanzas; por ello fomenta también
ha hecho con el Cuerpo de Cristo, pues nunca deja, sobre todo convenientemente el estudio de los Santos Padres, tanto orien­
en la Sagrada Liturgia, de tomar, en la única mesa de la Palabra tales como occidentales, al igual que las sagradas liturgias. Los
de Dios y del Cuerpo de Cristo, el pan que distribuye a los exegetas católicos y también los teólogos se dedicarán, aunando
392 Sobre la divina revelación 393 '
Constitución «D ei Verbum»

sus fuerzas, a la investigación y exposición de las letras divinas, espiritual, ya por enseñanzas convenientes para ello y por otros
bajo la vigilancia del magisterio, empleando los medios opor­ medios que, con aprobación y celo de los pastores de la Iglesia,
tunos, de forma que el mayor número posible de servidores de se multiplican ahora por todas partes, dignos de todo elogio.
la palabra divina puedan repartir fructuosamente al pueblo Pero no se olviden de que la oración debe acompañar a la lec­
de Dios el alimento de la Escritura, que ilumine las mentes, ro­ tura de la Sagrada Escritura, para que se entable el diálogo entre
bustezca las voluntades y encienda los corazones de los hombres Dios y el hombre; porque a él h ablam os cuando oram os, y a él
en el amor de Dios. El sacrosanto Concilio anima a los hijos de oím os cuando leem os las pa la b ra s divinas.
la Iglesia dedicados a estudios bíblicos a que continúen con Incumbe a los obispos, en quienes está la doctrina apostólica,
siempre renovada consagración su labor felizmente emprendida, instruir oportunamente a los fieles que se les ha confiado, para
con plena aplicación, según el sentir de la Iglesia. que usen rectamente los libros sagrados, sobre todo los del
Nuevo Testamento, y especialmente los evangelios, por medio
24. La sagrada teología se apoya, como en su permanente de traducciones de los sagrados textos, que estén provistas de las
fundamento, en la palabra escrita de Dios junto con la sagrada explicaciones necesarias y suficientes para que los hijos de la
tradición; así se robustece con firmeza y se rejuvenece de conti­ Iglesia se familiaricen sin peligro y provechosamente con la Sa­
nuo, cuando investiga a la luz de la fe toda la verdad oculta en grada Escritura, imbuyéndose plenamente de su espíritu.
el misterio de Cristo. La Sagrada Escritura contiene la palabra Preparen también ediciones de la Escritura, con las conve­
de Dios y, al estar inspirada, es en verdad la palabra de Dios; nientes notas, para uso aun de los no cristianos, y adaptadas a su
por consiguiente, el estudio de la Sagrada Escritura ha de ser condición: los pastores de almas y los cristianos todos, de cual­
como el alma de la teología. También el ministerio de la palabra quier estado, con prudente celo cuiden de difundirlas por todos
—esto es, la predicación pastoral, la catequesis y toda instruc­ los medios.
ción cristiana—, en el que debe ocupar un lugar importante la
26. Así pues, con la lectura y el estudio de los libros sa­
homilía litúrgica, se alimenta saludablemente y se vigoriza santa­
grados, la p a la b ra de D io s se d ifu n d a y resplan dezca (2 Tes 3,1)
mente con la palabra misma de la Escritura.
y el tesoro de la revelación, confiado a la Iglesia, llene más y
25. Es necesario, pues, que todos los clérigos, sobre todo más los corazones de los hombres. Así como la vida de la Iglesia
los sacerdotes de Cristo y los demás que, como diáconos o recibe su incremento con la asidua comunión del misterio euca-
como catequistas, se dedican legítimamente al ministerio de la rístico, así también se ha de esperar que un nuevo impulso para
palabra, se dediquen a la Escritura mediante su asidua lectura y la vida espiritual seguirá a la siempre creciente veneración de la
un estudio diligente, para que ninguno de ellos se convierta en palabra de Dios, que p erm an ece p a ra siem pre (Is 40,8; cf. 1 Pe
p red ica d o r vacío y superfluo de la p a la b ra de D ios, q u e no la es­ 1,23-25).
cucha en su in terior , puesto que han de comunicar a los fieles
confiados a ellos, sobre todo en la sagrada liturgia, las inmensas
riquezas de la palabra divina. De igual forma el sacrosanto Con­
cilio exhorta con insistencia a todos los cristianos, y especial­
mente a los religiosos, a que aprendan el su blim e conocim iento
de Jesucristo (Flp 3*8) con la lectura frecuente de la Escritura.
P orque su desconocim iento es desconocim iento d e Cristo. Deben,
pues, acercarse gustosos al mismo sagrado texto, ya por la sa­
grada liturgia, impregnada de palabras de Dios, ya por la lectura

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