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TEMA 3.

EL MODELO POLITICO-ADMINISTRATIVO ROMANO

I. INTRODUCCION: LAS INSTITUCIONES POLITICO-ADMINISTRATIVAS ROMANAS Y SU


PROYECCION EN EL AMBITO PROVINCIAL

I. 1. Provincia, lex provintiae y divisiones provinciales.


I. 2. Sistema de gobierno del régimen provincial: magistrados y asambleas provinciales.
I. 3. El régimen municipal: a) Tipos de ciudades; b) Leyes de colonias y municipios; c) Magistrados y curia
municipal.

I. INTRODUCCION: LAS INSTITUCIONES POLITICO-ADMINISTRATIVAS


ROMANAS Y SU PROYECCION EN EL AMBITO PROVINCIAL
La conquista de Hispania se abordó desde Roma con una organización
política que determina la vida en las provincias.

I. 1. Provincia, lex provintiae y divisiones provinciales.

El término provincia proviene de pro-vincere (para vencer) y hace


referencia al poder que se extiende desde Roma para administrar y gobernar a
los territorios vencidos fuera de ella, indica el ámbito geográfico donde un
magistrado ejercía su competencia. Es un espacio limitado geográficamente en
el que se reunían una serie de comunidades sometidas a Roma, administradas
de forma constante por un magistrado con imperium, enviado anualmente desde
la metrópoli, y obligadas al pago regular de un tributo impuesto por el gobierno
romano. Se trataba de conseguir un provecho material bajo presupuestos de paz
y seguridad, y a este fin primario se subordinó la práctica de los magistrados
responsables de la jurisdicción provincial manteniendo el principio republicano
de dejar subsistir las constituciones tradicionales en las comunidades sometidas,
siempre que no estorbaran a los intereses de Roma.
La transformación de estos planteamientos frente a las necesidades de
un estado mundial se correspondió con el mandato de Octavio Augusto y la
organización provincial respondía a dos ámbitos distintos: Uno el de la
administración central constituido por los magistrados y funcionarios para el
mantenimiento de la dominación, garantizando la paz, y la estabilidad política
como medio de conseguir los recursos de explotación que el derecho de
conquista les autorizaba. Otro, el desarrollo en cada provincia mediante la
expansión progresiva del ordenamiento ciudadana romano y de las instituciones
municipales, células básicas en la estructura política del Imperio.
Divisiones provinciales:
Periodo republicano:
Hispania Citerior e Hispania Ulterior. división respetada desde 205 a.c.. al 197
a.c.. La linea divisoria fue la frontera natural del río Ebro y después una linea que
partía de Cartago Nova pasando por los montes de Linares y Ubeda.
Posteriormente, con la anexión del territorio comprendido entre el Taja y el
Guadiana, se hizo un nuevo replanteamiento materializado en el envío en el año
133 a.c.. de una comisión de diez senadores (decem viri) encargada de la
reorganización de las provincias y de establecer las directrices político-
administrativas según un estatuto (lex provintiae) donde se establece la
condición jurídica de las ciudades y distritos rurales indígenas y que la mayor
parte de las poblaciones indígenas quedaban como ciudades estipendiarias.

Etapa del Principado y el Alto Imperio:


1. En el año 27 a.c.. el emperador Octavio Augusto la divide en: Hispania
Citerior Tarraconense (prov. imperial) e Hispania Ulterior con La Bética
(senatorial) y la Lusitania (imperial)
La Hispania Citerior Tarraconense ocupaba la antigua Hispania Citerior más la
región de los Cántabros. La capital Tarraco.
La Hispania Ulterior quedó dividida en dos provincias diferentes delimitadas por
el río Guadiana: Bética capital Corduba y Lusitania capital Emerita Augusta

2. Antonino Caracalla (217) añade: la Hispania Nova Citerior Antoniniana que


duró sólo 3 años. Formada por las comarcas de galaicos y astures.

Las provincias cuyo grado de romanización hacía innecesaria la


presencia de tropas eran Senatoriales, dependían del Senado y el resto eran
provincias imperiales.

Bajo Imperio:
Diocleciano (284) y Constantino reestructuran el Imperio para proteger el poder
central del poder acumulado por algunos gobernadores provinciales. Multiplicó el
número de provincias, separó el poder civil del poder militar. Los gobernadores
fueron clasificados en categorías jerárquicas según los puestos y sometidos a un
estricto control interno y externo.
Diocleciano dividió el Imperio en dos partes independientes: el Imperio de
Occidente y el Imperio de Oriente, cada una de estas dos zonas fue dividida
en otras dos zonas que recibieron el nombre de prefecturas (Italia y Las Galias
fueron las prefecturas de Occidente), que se dividieron a su vez en varias
Diócesis. España pasó a ser una de las tres Diócesis (Diócesis
Hispaniarum) en las que se dividió la Prefectura de Las Galias. Desapareció
así la antigua clasificación de las provincias senatoriales e imperiales.
La Diócesis de las Españas quedó dividida en 7 provincias, cinco de ellas
peninsulares: La Tarraconense, la Bética, la Lusitania, la Cartaginense y la
Gallaetia; una insular: la Balearica; y otra africana: la Mauritania Tingitana.

I. 2. Sistema de gobierno del régimen provincial: magistrados y asambleas


provinciales.

En los primeros momentos de la dominación romana, las dos provincias


fueron dirigidas por sendos Cónsules generales del ejército provistos de un
imperium proconsular especial, a los que el senado encomendó la administración
de cada una de ellas.
A partir del año 197 a.c.. se le encomendó a sendos Pretores investidos
de los poderes de un gobernador provincial. En determinadas ocasiones, época
de grandes sublevaciones indígenas, se volvió a encargar del gobierno a
Cónsules ayudados de un lugarteniente.
El Pretor de la provincia como magistrado tenía poder disciplinario
(coercitio), facultad de dictar edictos (ius edicendi), jurisdicción civil y criminal
(iurisdictio), y mando militar (imperium).
Los habitantes de las colonias y municipios contaban con derecho propio,
pero los súbditos de las provincias no disponían de recursos legales frente a la
autoridad del gobernador.
El equipo del gobernador era reducido, tenían carácter civil y podía ser
elegido por él, a excepción de los oficiales del ejército provincial. En cada
circunscripción provincial quedaba agregado al gobernador un Cuestor
(Quaestor) que controlaba las finanzas de la caja provincial. El resto del equipo
se completaba con funcionarios subalternos como los Lictores, Scribae,
Apparitores.
La reorganización de Augusto: mantenía el papel de los senadores como
elementos dirigentes de donde se nutrían los cargos políticos y las funciones
públicas de mayor responsabilidad y prestigio. El segundo estamento dirigente
en Roma (los equites) utilizados como cantera de funcionarios directamente
dependientes de su voluntad e intereses, bien como agentes suyos personales,
bien en la Administración central o en las provincias. La primera instancia de la
alta burocracia pertenecía a un procónsul elegido por el Senado, entre los
antiguos pretores o cónsules. A este correspondía el gobierno y la administración
de la provincia (pero no el mando militar) y tenía subordinado un Cuestor
encargado de la administración financiera.
Las provincias imperiales fueron gobernadas por el Príncipe como procónsul y
por un lugarteniente elegido directamente por él. También al él estaban
subordinados los legados legionarios y otros funcionarios senatoriales como los
Censores o los Delegados judiciales. También incluía una serie de funcionarios
subalternos civiles y militares, tanto libres como esclavos y libertos del
emperador (Tabularii, Dispensatores, etc.)
La reforma de Diocleciano: Hizo desaparecer la distinción entre provincias
senatoriales e imperiales y se estableció la división en Prefecturas y Diócesis,
organizándose su régimen bajo un sistema de jerarquía rigurosa. En la Diócesis
de las Hispanias hubo en principio un Comes Hispaniarum (Conde de las
Hispanias) representante directo del emperador, quedando después bajo la
autoridad de un Vicario de las Españas (Vicarius Hispaniarum), que era un
lugarteniente del prefecto del pretorio, no magistrado sino delegado del
emperador sin mando militar. En cada una de las siete provincias se nombró un
gobernador sin atribuciones militares llamado Praesides, que eran
administradores con facultades inspectoras en el ordenamiento financiero y con
competencias judiciales.
Durante el Principado: los habitantes de las ciudades llegaron a tener alguna
intervención en su gobierno a través de las asambleas provinciales o reuniones
de los representantes de todas las ciudades de la provincia en la capital de la
misma. Figuró entre sus atribuciones la de promover voto de censura o de
aprobación para la labor del gobernador saliente. En la etapa del Bajo Imperio
adquirieron el derecho de dirigirse directamente al emperador sin intervención
alguna del gobernador de la provincia, ni de los funcionarios.

I. 3. El régimen municipal:

La mayor parte del esfuerzo jurídico y político de los romanos se orientó


hacia la creación de ciudades y hacia la difusión de su propio modelo de
organización urbana. La administración hispanorromana se fundamentó sobre
todo en las ciudades, entendidas estas como unidad territorial, jurídica,
económica y religiosa, que consta de un centro urbano circundado de un
territorio que le pertenece.

a) Tipos de ciudades.
Los núcleos de población indígena existentes se relacionaron con Roma a
través de diversas formas de vinculación, de las que resultarán diferentes tipos
de ciudades:
1. A través de un tratado de igualdad (foedus aequum), resultando ser
ciudades libres federadas (federatae). Quedaron fuera de la jurisdicción de los
gobernadores provinciales y magistrados romanos; no estaban obligadas en
principio a pagar tributos y podían conservar su derecho propio, siempre que no
perjudicara los intereses romanos.
2. A través de un tratado desigual (foeus iniquum), resultando ser ciudades
estipendiarias. Sometidas al pago del stipendium anual, a la obligación de
proporcionar tropas al ejercito y a renunciar a su derecho propio.
3. A partir de la rendición sin condiciones llamadas ciudades dediticias. En
principio opusieron resistencia a la dominación romana y el régimen jurídico y los
habitantes quedaban en manos de Roma que podía aniquilarlos, esclavizarlos o
respetarlos.
4. A través de un senadoconsulto o ley y fueron las ciudades libres no
federadas, que pudieron conservar su propio derecho y estuvieron exentas de
alojar soldados en su territorio. Roma podía revocar sus privilegios en cualquier
momento.

Además hubo núcleos urbanos romanos: municipios y colonias:


- las colonias: fueron ciudades fundadas de nueva planta para el asentamiento
de los ciudadanos romanos: veteranos legionarios o de colonos de Roma. Para
conseguir el terreno necesario se subordinaba el territorio de la población a los
colonos o se desgajaba una parte de una comunidad indígena. En la mayor parte
la población autóctona permanecía en el territorio como incolae es decir
habitantes de las colonias con derechos disminuidos.
- los municipios romanos: eran antiguas ciudades no romanas cuyos
habitantes habían sido honrados colectivamente con el derecho de ciudadanía
romana.
- los municipios latinos: constituían un grado intermedio entre los municipios y
colonias romanas y las ciudades peregrinas. Su constitución consiste en otorgar
a una ciudad peregrina el derecho latino como escalón intermedio para alcanzar
la ciudadanía romana.

Las ciudades peregrinas eran aquellas que carecían de privilegios


jurídicos y eran las mas numerosas al ser los núcleos de la población indígena.
Sus habitantes eran peregrinos. (ver en clase)_

b) Leyes de colonias y municipios

En el transcurso de la dominación romana se fueron dando leyes


diversas; entre las que destacan las leyes de colonias y municipios compuesto
por:
- La Ley de Urso (año 44 a.c..) fue promulgada por Marco Antonio para la
colonia de Urso. Trata de aspectos diversos del régimen local: magistraturas,
ingresos, policía, defensa, etc.
- Las Leyes de Salpensa y Málaga (81-84) concedidas por el Emperador
Domiciano para organizar como municipios latinos ambas ciudades, dando
aplicación a la concesión de latinidad de Vespasiano. Esta ley regula la
adquisición de la ciudadanía a los que desempeñaran magistraturas municipales,
el juramento de los magistrados, la administración del tesoro público, etc.
- La Ley de Irni. Se regulan las magistraturas, la jurisdicción, el nombramiento
de jueces, etc. Sus coincidencias con las leyes anteriores confirman la
existencia de una ley municipal genera, la lex Iulia municipalis, obra de Augusto,
que sirvió de modelo y fue copiada en los distintos municipios.

c) Magistrados y curia municipal.

Los principales órganos y magistrados del gobierno municipal fueron la


Curia municipal, los magistrados, los sacerdotes y los subalternos:
- La Curia municipal o Comicios curiados (comitia curiata) era un órgano
formado por el pueblo reunido para el ejercicio de sus derechos políticos, la
elección de magistrados, intervención en la legislación y otros temas de
transcendencia.
- Los duoviri dicundo, son dos magistrados municipales con facultades
judiciales, que reunían poderes jurisdiccionales y atribuciones con carácter
coercitivo como imposición de multas, funciones religiosas, de defensa militar en
caso de peligro, etc. Eran elegidos por un año ostentaban la potestad suprema
de la ciudad. Estaban también los duoviri aediles que, siendo magistrados
municipales tenían como función el cuidado de la ciudad, el mantenimiento de
los edificios públicas y vías, el abastecimiento de la ciudad, etc. La magistratura
municipal se completaba con los cuestores (quaestores)
- Los seviros augustales eran los sacerdotes encargados del culto imperial.
- Los apparitores eran cargos municipales o auxiliares de los magistrados.
Los candidatos a un cargo municipal habían de ser de condición jurídica
libre, haber alcanzado la mayoría de edad, no haber sufrido condena, ni haber
desempeñado ningún oficio vergonzante.

A partir del siglo III, cuando se hizo patente la honda crisis de las
estructuras del Imperio romano el estado encargó a la Curia municipal la
recaudación de los impuestos. La decadencia municipal culminó en el siglo IV y
se caracterizó por que la función del municipio quedó reducida a la recaudación
de impuestos para sufragar los gastos del Estado, desapareciendo la
intervención del pueblo en las elecciones para las magistraturas. Cuando recayó
sobre los curiales el peso de las cargas municipales, su función, antes
apetecible, dejó de ser un honor para convertirse en una carga. El Estado trató
de impedir quedarse sin curiales con leyes que convertían el cargo en obligatorio
y hereditario (adscripción al cargo). Se crearon nuevos funcionarios municipales,
como el curator (el curador) o el defensor civitatis (defensor de la ciudad). El
curador desplazó a los antiguos duunviros y ediles arrogándose todas sus
atribuciones.

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