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El Sentido de La Vida - Metafísica
El Sentido de La Vida - Metafísica
En la consecución del sentido de la vida hay dos conceptos que juegan un papel
fundamental: la felicidad y el dolor.
La búsqueda de la felicidad es el objeto común a todos los hombres. Dice Freud
que “tal como nos ha sido impuesta la vida resulta demasiado pesada”. Para minimizar o
suavizar esta carga buscamos válvulas de escape que nos ayuden en la tarea.
Distracciones que contrarresten esa pesada carga y nos provoquen satisfacción, por
ejemplo: pasear, compartir con nuestro entorno inquietudes, practicar deporte, pintar…,
o, narcotizamos para ser insensibles al dolor. El perfil de quien pueda practicar alguna
acción en pro de minimizar el dolor, sería el de una persona que, como hemos visto más
arriba, forma parte del mecanismo y participa en él. El narcotizado sería aquel que se
deja llevar por el mecanismo. La felicidad es una sensación efímera, momentánea, no
es un estado permanente. Un estado de felicidad puede darse, por ejemplo, cuando
alguien encuentra un trabajo después de tiempo parado, cuando se es padre, cuando se
gana un torneo, caso de ser deportista, cuando te enamoras… Ese estado de felicidad,
ese “subidón” va poco más allá del momento en que se produce. Excepción hecha de la
sensación de enamoramiento, el de Romeo y Julieta, que puede durar algo más pero que
no llega a ser eterno. Freud describe así es estado de felicidad:
“la felicidad se puede traducir como la satisfacción casi siempre
instantánea de necesidades acumuladas que han alcanzado un punto elevado de
tensión, y, por tanto, solo puede darse como un fenómeno episódico”
En contraposición a la felicidad se halla el sufrimiento, el dolor. A este respecto el
filósofo dice que “las relaciones humanas, -son- tal vez la mayor y más intensa fuente
de sufrimiento, y casi ineludible”.
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Freud achaca ese sufrimiento a la cultura religiosa, dice que seríamos más felices
si retomásemos un estilo de vida más primitivo. El filósofo trata la religión “como una
ilusión” y así se lo hizo saber a un hombre eminente en un “opúsculo”. El hombre
eminente le respondía que la religión era “un sentimiento particular, que a él mismo no
suele abandonarlo nunca, que le ha sido confirmado por muchos otros y se cree
autorizado a suponerlo a millones de seres humanos (…) Un sentimiento que preferiría
llamar sensación de <<eternidad>> (…) sin límites, por así decir <<oceánico>>. (…) El
sentimiento es un hecho puramente subjetivo (…) ”. Freud decía: Yo no puedo descubrir
en mí mismo ese sentimiento «oceánico». [Freud: El porvenir de una ilusión. El malestar en la cultura
y otras obras, (1927-1931). Vol. 21, pág. 65-66].
En cualquier caso, en tanto ateo o cristiano, “el sentido de la vida no es tanto una
proposición como una práctica. No es una verdad esotérica, sino una cierta forma de
vida. Como tal, sólo puede conocerse de verdad viviendo”. [Terry Eagleton: El sentido de la vida,
197].
Esa visión teológica del sentido de la vida que durante siglos tuvieron buena
parte de los filósofos en Occidente se quebró con el triunfo de la ciencia moderna que
sin negar la existencia de Dios avanzó: “si hay un orden inteligente implícito en la
naturaleza ¿por qué recurrir a Dios?”
[Mónica Cavallé: http://www.monicacavalle.com/wp-content/subidas/2013/01/El-sentido-de-la-vida-humana.pdf].
Esto es, el hombre tiene capacidad para discernir y elegir su sentido de la vida
más allá de cualquier imposición cosmogónica. De la misma forma que para el deísta el
orden del mundo está establecido y regido por Dios, para los ateos, el orden del mundo
se les antoja autosuficiente y niegan la existencia del principio divino.
Dice Ayn Rand que hay un concepto clave al formar un sentido de vida: el término
“importante”. Dice que este término pertenece al reino de los valores pues implica una
respuesta a la pregunta: Importante ¿para quién? “Importante” es un término metafísico.
“Solo aquellos valores que un hombre considera o llega a considerar “importantes” (…),
permanecen en su subconsciente y forman un sentido de vida” [Ayn Rand: Filosofía y sentido de
la vida, https://objetivismo.org/filosofia-y-sentido-de-vida-por-ayn-rand/]. Es importante tener un trabajo,
es importante ser autosuficiente, es importante ser buena persona…El hombre crea su
propia consciencia, esto es tanto como tener capacidad para reconocer su realidad y
relacionarse con ella, tener conocimiento de uno mismo y de nuestros actos; tener
capacidad de reflexión.
Una vez que el hombre ha tomado consciencia de su sentido de la vida, toda vez
que los valores se han solidificado, deja de guiarse por ese sentido y pasa a guiarse por
una filosofía de vida consciente.
El hombre en la vida tiene que actuar, tomar decisiones; para ello, para tomar
decisiones, tiene que establecer códigos de valores, tiene que saber dónde está y lo que
él mismo es; tiene que conocer tanto su naturaleza como la del universo en el que actúa;
para ello necesita ética, epistemología y metafísica, necesita filosofía. No se puede
eludir esta necesidad, la única alternativa que nos queda es si la filosofía que nos guía
va a ser determinada por nosotros o por el azar. Y, en este punto, la decisión que se
tomará ante cualesquier situación estará en función de dos variables: (1) Si el sujeto en
cuestión tiene una mente abierta y “limpia”, libre de condicionantes, tomará una
decisión consciente; su filosofía de vida estará determinada por su mente. (2) Si es un
sujeto que tiene una mente “contaminada” por haber sucumbido a siglos de asaltos, y se
preocupa solo de detalles concretos y cotidianos, evadiendo las cuestiones
fundamentales, su sentido de la vida quedará al azar, a merced de una filosofía
subconsciente, una filosofía que desconoce.
De lo anterior se sigue, que una filosofía de vida consciente es a un sujeto que se
percibe a sí mismo en el mundo, mientras que filosofía subconsciente es a un sujeto
perdido en medio de las mareas oceánicas.