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Antunes Ricardo La Nueva Morfologia Del Trabajo PDF
Antunes Ricardo La Nueva Morfologia Del Trabajo PDF
Ricardo Antunes
Profesor del Instituto de Filosofía y Ciencias
Humanas, Universidad de Campinas, Brasil
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LA NUEVA MORFOLOGÍA DEL TRABAJO Y EL DISEÑO MULTIFACETADO DE LAS LUCHAS SOCIALES
Como el capital no puede eliminar al trabajo vivo del procesado de las mercancías,
sean ellas materiales o inmateriales, debe, además incrementar sin límites el trabajo muerto
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¿En los conflictos mundiales hoy desencadenados por los trabajadores y/o
desempleados que el mundo ha presenciado de modo cotidiano, como es el reciente ejemplo
argentino, es posible detectar mayor potencialidad y centralidad en los estratos más
cualificados de la clase trabajadora, los que viven una situación más "estable" y que
tienen, consecuentemente, mayor participación en el proceso de creación de valor? ¿O, por
el contrario, en las acciones sociales de nuestros días, el polo más fértil y rebelde se
encuentra prioritariamente en aquellos segmentos sociales más subproletarizados?
Se sabe que los segmentos más cualificados, más intelectualizados, que se
desarrollaron junto con el avance tecno-científico, por el papel central que ejercen en el
proceso de creación de valores de cambio, están dotados, al menos objetivamente, de
mayor potencialidad y fuerza en sus acciones. Pero, contradictoriamente, estos sectores
más calificados son objeto directo de un intenso proceso de manipulación y envolvimiento
en el interior del espacio productivo y de trabajo.
Por eso, pueden vivenciar, subjetivamente, mayor envolvimiento, subordinación y
heteronomía y, particularmente en sus segmentos más calificados, pueden tornarse más
susceptibles a las acciones de inspiración neocorporativa.
En contrapartida, el enorme abanico de trabajadores/as precarios, parciales,
temporarios, junto con el enorme contingente de desempleados, por su mayor
distanciamiento (o aún "exclusión") del proceso de creación de valores, tendría, en el plano
de la materialidad, un papel de menor relevancia en las luchas anticapitalistas. No obstante,
su condición de desposeído lo coloca, potencialmente, como un polo social capaz de
asumir acciones más osadas, dado que estos segmentos sociales, "no tienen nada más que
perder", en el universo de la (des)sociabilidad contemporánea. Su subjetividad podría
estar, por lo tanto, más propensa a la rebeldía y a las rebeliones. De nuevo la experiencia
argentina merece nuestra especial atención.
A lo largo de la década de los 90, el afloramiento de las luchas sociales parecía
indicar una confluencia y simultaneidad de acciones y de agentes sociales. Podemos
comenzar recordando la explosión de Los Ángeles, seguida por la rebelión de Chiapas en
México o por la emergencia del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST) en
Brasil. O, en otro recorte, por las huelgas político-sociales ampliadas, como la de los
trabajadores de las empresas públicas en Francia, a fines de 1995, o la larga huelga de los
trabajadores portuarios en Liverpool, de 1995 a 1998, o la huelga de cerca de dos millones
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investigada, se podía percibir una explotación aún más intensificada en el universo del
trabajo femenino. (cf. Pollert, 1996, p. 186-188)1.
El capital, por consiguiente, ha demostrado capacidad para apropiarse intensamente
de la polivalencia y multiactividad del trabajo femenino, de la experiencia que las mujeres
trabajadoras traen de sus actividades realizadas en la esfera del trabajo reproductivo, del
trabajo doméstico. Mientras que los hombres -por las condiciones histórico-sociales vigentes,
que son también una construcción social sexuada- muestran más dificultades en adaptarse
a las nuevas dimensiones polivalentes (en verdad, conformando niveles más profundos de
explotación), el capital ha utilizado este atributo social heredado por las mujeres.
Lo que, por lo tanto, es un efectivo –aunque limitado– momento de emancipación
parcial de las mujeres frente a la explotación del capital y frente a la opresión masculina
–avance caracterizado por la expansión positiva de la mujer en el mundo del trabajo–, el
capital, por su lado, lo convierte en una fuente que intensifica y aumenta aún más las
desigualdades sociales entre los sexos en el universo del trabajo.
De este modo, fue la propia forma asumida por la sociedad del trabajo, regida por la
destructividad del capital y del mercado, que posibilitó, a través de la formación de una
masa de trabajadores expulsados del proceso productivo, la apariencia de la sociedad
fundada en el descentramiento de la categoría trabajo, en la pérdida de centralidad del
trabajo en el mundo contemporáneo. Pero, el entendimiento de las mutaciones en curso,
tanto como la elaboración de una concepción ampliada de trabajo, se vuelven fundamentales
para entender la forma de ser del trabajo en el mundo contemporáneo, su nueva morfología,
tanto como el carácter multifacético del trabajo.
BIBLIOGRAFÍA
1
Helena Hirata también ofreció indicaciones relevantes y con similitudes al diseño arriba presentado. (cf.
Hirata, 1995 y 2002.)
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